Girls love(GL)_FICS❤️
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

LA SALVAJE

+13
coronela10
montsejade0847@gmail.com
Corsca45
Solangela
Raque
wendra222
flakita volkatina
nat_volkatin
Aleinads
Kano chan
liaesc
Grd
Lesdrumm
17 participantes

Página 3 de 3. Precedente  1, 2, 3

Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Luurk 11/8/2015, 7:14 pm

me encanta la historia!! continua pronto!

Luurk

Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 15/09/2015

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Raque 11/8/2015, 10:21 pm

Conti..!! Smile Surprised Cool Cool

Raque

Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 24/05/2015

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Lesdrumm 11/10/2015, 11:01 pm

La Salvaje


Capítulo 16


Yulia se puso unos pantalones holgados oscuros y una camisa blanca de cuello estilo Mao, con manga tres cuartos. Encima de la camisa llevaba un elegante chaleco granate, con la parte delantera bordada. Se había peinado el cabello oscuro hacia atrás con pulcritud, dejando que un par de mechones le cayeran descuidadamente sobre la frente. A Lena casi le quitó el sentido.
Durante los breves segundos que transcurrieron entre que Yulia atravesó la puerta de su apartamento y Lena se volvió para recibirla, Lena se olvidó de respirar. Literalmente. Con solo mirarla a los ojos, Lena supo que estaba loca por aquella mujer y que no había vuelta atrás. 
La pelirroja se acercó a ella y le pasó la mano por la mejilla con suavidad. Después le acarició los pechos
y le desabrochó los botones de la camisa con torpeza. Oyó como Yulia contenía el aliento.
—Tengo la irrefrenable necesidad de besarte ahora mismo, justo aquí, entre estos dos magníficos pechos que tienes —le dijo Lena con voz ronca, antes de satisfacer su deseo. A continuación dejó escapar un gemido y volvió a abrocharle la camisa—. Si no paro ahora no seré capaz de hacerlo.
—Ni yo querría que lo hicieras —repuso Yulia, atrayéndola hacia sí para abrazarla con fuerza—.¡Dios mío!
Tu perfume es embriagador —le dijo.
Lena soltó una risita, a medio camino entre la carcajada y el jadeo.
—Tu sí que eres embriagadora, mi preciosa Yulia.
En aquel instante, la bocina del coche de Phil las devolvió a la realidad súbita e implacablemente. Yulia le dio un beso rápido.
—Salvadas por la bocina, podría decirse.
—Bueno, yo no estoy tan segura de que la puntualidad sea tan importante. ¿Y tú?
Lena alzó la mano y le limpió la tenue marca de carmín que le había dejado en la cara. Yulia atrapó los dedos de Lena entre los labios y los mordisqueó, juguetona. En aquel momento llamaron al timbre y Yulia esbozó una mueca de resignación, antes de darle media vuelta a Lena y propinarle un suave empujón hacia la puerta. Lena se alisó el pelo con nerviosismo y comprobó que el vestido de coctel que llevaba le caía bien, antes de abrir la puerta.
Phil Stevens las recibió con un silbido de admiración, paseando la mirada de Lena nuevo a Lena.
—¡Guau! ¡Si han sacado sus mejores trapitos!
—Pero que insensible que eres —lo reprendió Ken Leeson, al aparecer tras el en el patio—. ¿Acaso no sabes echar un piropo como Dios manda?
—En realidad, yo podría decir lo mismo de vosotros dos —rió Yulia—. Esos trajes y esas camisas no son exactamente los uniformes que lleváis en el vivero.
Lena tuvo que admitir que los dos estaban sumamente atractivos. Phil levantó las manos en gesto de rendición. El vendaje blanco que llevaba en la mano derecha contrastaba poderosamente con la chaqueta oscura del traje.
—Antes de meter más la pata, dejémoslo en que vamos todos de punta en blanco y representamos dignamente el negocio de paisajismo y jardinería de más éxito de la ciudad.
—Es el único negocio de jardinería y paisajismo que hay —espetó Lena.
—En Carver Road hay un vivero —intervino Ken, esperanzado.
—Ah, me había olvidado de ese.
—El nuestro es mejor —aseguró Phil.
Yulia rió.
—Sin duda.
—Bien, ahora que ya estamos de acuerdo. . —Phil le echó un vistazo a su reloj de pulsera—. Es hora de irse.
—¿Puedes conducir con la mano así?
—Sí, solo tengo que ir con cuidado al cambiar de marcha. —Phil flexionó los dedos—. Muy bien, vamos a atiborrarnos de comida gratis. La vamos a necesitar para aguantar el parloteo político con el que planean torturarnos toda la noche.
—Cualquiera diría que no quiere ir —observó Yulia de camino al coche de Phil.
—No le hagas ni caso —dijo Ken, abriendo las dos puertas del lado del acompañante.
Lena se encontró sentada delante, al lado de Phil, mientras que Yulia iba sentada detrás, con Ken.
¿Lo habría arreglado Ken para sentarse con Yulia? Un torbellino de emociones se agolpó en su interior, pero Lena se obligó a no prestarles atención. No es que aquello fuera una cita ni nada parecido. Lena trató de dejar a un lado sus reparos. Tan solo iban todos juntos en representación del negocio.
Aunque había que admitir que no era lo que parecía. Visto desde fuera, daban la imagen de ser dos mujeres acompañadas cada una de un hombre de lo más atractivo. Lena solo podía esperar que a Colleen no le llegaran las voces. Estaría recordándoselo hasta el día del juicio. Sandy, por su parte, se pondría a dar saltos de alegría. Llevaba siglos intentando que Lena y Phil salieran juntos.
La pelirroja tragó saliva para disimular un leve escalofrío de inquietud. Por supuesto que Colleen se enteraría de lo de aquella noche. Era el tipo de cotilleo del que vivía el pueblo. Su única esperanza es que no complicara demasiado las cosas.
—Phil siempre va donde hay comida —puntualizó Ken.
—Tampoco es para tanto, colega. Lo dices como si tuviera por costumbre comer de gorra —replicó Phil en tono de ofensa, mientras se incorporaba a la carretera.
—¿Y lo de la semana pasada en el club de los Lions que fue?
—Bueno, me invitaron. Habría sido de mala educación no ir. —Phil frunció el entrecejo—. Además, me interesaba el tema. Y no recuerdo que tú rechazaras el papeo.
Lena miró a Phil de reojo mientras conducía hacia el centro de la ciudad. Sabía muy poco de su vida privada, pese a ser familia política. Phil siempre se le había antojado una persona muy celosa de su intimidad y, aunque sí sabía que Ken y el charlaban en el trabajo, la sorprendió saber que al parecer también salían por ahí juntos.
—¿Habláis de la reunión que organizó la asociación ecologista local? —se interesó Yulia, introduciéndose en la conversación con naturalidad.
Ken asintió.
—Sí, esa. Existe una gran preocupación por los rumores de que el ayuntamiento planea construir en varias parcelas destinadas a ser zona verde. Y, dejando a un lado la comida, Phil tiene razón. Fue una noche muy interesante. Tendríais que haber venido.
—Hay que tener al ayuntamiento vigilado —afirmó Phil, al que se veía muy puesto en el tema—. El viejo Greenwood vendería hasta la silla del alcalde, si pudiera.
 
El Centro de Convenciones del Auditorio estaba completamente iluminado por los focos. Phil metió el coche en el aparcamiento, rezongando por no encontrar un sitio de inmediato. Cuando al fin lograron aparcar, Ken soltó una carcajada.
—Estaba a punto de decir: «Os dije que tendríamos que haber cogido un taxi».
Bajaron del coche y se dirigieron a la entrada. Una vez dentro, Lena echó una mirada circular, sorprendida por el gran número de asistentes a la recepción.
—Bueno —le susurró Phil—, está claro que ha venido toda la gente importante.
Lena localizó al alcalde, el suegro de Laurel, enseguida. Era un hombre alto, de aspecto distinguido. Estaba rodeado de sus concejales y su hijo, que era tan alto como el, le había pasado un brazo alrededor de los hombros. Mike Greenwood había crecido y el adolescente guapetón que Lena recordaba se había convertido en un hombre muy atractivo. Tenía el pelo negro salpicado de gris en las sienes. Canas prematuras, se dijo Lena ¿Que podía tener Mike? ¿Treinta y siete o treinta y ocho años? No se llevaba mucho con Rob, así que no podía ser mucho mayor.
Lena paseó la mirada por el resto de la sala y vio Laurel Greenwood en el bar. Mientras la observaba, Laurel dio un buen trago de la copa que le sirvió el camarero. De lejos, Laurel tenía un aspecto elegante y sofisticado.
Llevaba un vestido de noche de color negro que le llegaba a los tobillos y el corte de la falda, hasta medio muslo, dejaba entrever sus torneadas piernas. El corpiño le acentuaba los senos y los finísimos tirantes descansaban sobre sus hombros marfileños. Lena miró a Yulia y supo instintivamente que también estaba observando a Laurel. Sin embargo, la expresión de Yulia era inescrutable.
—El vestido que casi lleva puesto la divina señora G. es bonito —comentó Phil, haciéndose con una copa de champan de la bandeja de un camarero que pasaba.
—Si tienes algo hay que lucirlo —rió Ken—. Y tener una mujer atractiva no perjudicara las aspiraciones políticas de Mike Greenwood: eso seguro.
Justo en aquel instante, Laurel despegó los ojos de la bebida y vio a su grupo. Echó a andar hacia ellos, aunque iba deteniéndose para sonreír y charlar con algunos de los asistentes.
—Me alegro mucho de que hayáis podido venir —los saludó cuando logró llegar hasta ellos, casi sin aliento.
Lena se fijó en que Laurel miraba a Yulia a los ojos y pestañeaba al sonreírle.
—Oímos decir que la comida estaría para chuparse los dedos —bromeó Phil, sin reparos.
Los ojos de Laurel se posaron apreciativamente en él.
—Me parece que no encontrarás motivos de queja —aseguró con voz seductora, sosteniéndole la mirada a Phil.
Lena se fijó en que Phil se ruborizaba un poco.
—Mi suegro siempre recurre a este servicio de catering para sus recepciones de negocios, así que nos lo ha recomendado. —Laurel miró entonces a Lena, con su falsa sonrisita de siempre—. Deja que te presente a George, Lena. A menudo el ayuntamiento subcontrata servicios de parques y jardines. Ya que estas aquí...
Lena estaba a punto de informar a Laurel de que ya había suministrado plantas al ayuntamiento antes, pero en ese momento Mike Greenwood apareció junto a su esposa.
—Aquí estas, querida —dijo, rodeándola con el brazo, en un gesto posesivo, a la altura de la curva de la cadera.
Se inclinó para darle un caballeroso beso en la frente y Laurel se apoyó en su hombro. Lena tuvo que reconocer que hacían buena pareja. Mike era alto y moreno y Laurel, menuda y rubia.
—Quizá recuerdes a Elena Weston, querido, de cuando íbamos al colegio. Aunque, en realidad, fue profesora mía —le dijo Laurel, volviéndose hacia Lena con la sonrisa de rigor.
Su marido frunció el entrecejo y Lena se dio cuenta de que no se acordaba de ella en absoluto. Se obligó a extender la mano.
—Mi apellido era...es Katina, pero iba varios cursos por delante ti.
—Lena tiene un centro de jardinería, el que está a la salida de la calle Ritchie —explicó Laurel.
—Ah, sí. Creo que he pasado por delante alguna vez —respondió Mike, un tanto evasivo.
—Y estos son...
Laurel hizo una floritura con la mano y dirigió a los dos hombres una mirada de disculpa por no recordar sus nombres.
—Phil Stevens. —Phil le estrechó la mano a Mike Greenwood—. Y Ken Leeson. Los dos trabajamos para Lena. Y esta es Yulia...
—¿Te acuerdas de Yulia? —Laurel le tomó la delantera—. Yulia Volkova. Yulia y yo íbamos a la
misma clase en el colegio.
Mike Greenwood estudió a Yulia con atención.
—Ah, sí. Oí que habías salido.
Se hizo un tenso segundo de silencio.
—De hecho he regresado. —Yulia hizo una pausa y le sostuvo la mirada a Mike con firmeza—. Ya hace un tiempo —finalizó, aunque no le tendió la mano al marido de Laurel.
—Bien, querida. —Mike miró a su esposa—. Papá quiere presentarte a algunos de sus colegas del interior. — Les dedicó una sonrisa radiante a Phil y a Ken—. Me temo que tengo que robaros a mi esposa un rato.
Laurel sonrió y Mike se la llevó al centro de la sala rodeándole la cintura con el brazo.
—Imbécil —murmuró Phil.
Llamó la atención de otro camarero que pasaba, un joven al que al parecer conocía.
—Eh, Greg. Ven para acá, que te podamos vaciar la bandeja.
Colocó su copa vacía en la bandeja y le pasó una copa llena a cada uno. Dio un sorbo y señaló con la cabeza en dirección a Laurel y Mike.
—Esos dos son tal para cual.
Lena miró a Yulia de reojo, pero esta tenía los ojos fijos en su copa de champan, todavía intacta.
—Lo siento, Yulia. Greenwood es un gilipollas y un maleducado. Si Ken o yo lleváramos guantes, lo
abofetearíamos con uno y lo desafiaríamos a un duelo a veinte pasos al amanecer —aseguró Phil.
Yulia sonrió.
—Muchas gracias, amable caballero. Pero no creo que valga la pena que después tengáis que montar en vuestros caballos, cabalgar hasta la costa y subiros a un carguero para atravesar el Tasman cuando sus vasallos busquen venganza.
—Exiliarse a Nueva Zelanda. Como idea no está mal. —Phil esbozó una sonrisa radiante. Después se puso serio—. ¿Te cruzas con mucha gente así? Con gente que se empeña en remover tu pasado, me refiero.
Yulia se encogió de hombros.
—Hay de todo. Aunque pocos tan maleducados como él.
—A lo que quiera que se presente, acaba de perder mi voto —dijo Ken.
Pasearon por la sala hasta mezclarse con la ruidosa muchedumbre. Lena se fijó en que Yulia cambiaba su copa de champan sin tocar por un zumo antes de desaparecer entre la multitud.
Pronto, Lena perdió de vista a los demás. Varios conocidos profesionales acudían a saludarla y le resultaba difícil seguir todas las conversaciones, dado que no dejaba de buscar con la mirada a Yulia en el abarrotado centro de convenciones. Su interior se había convertido en un torbellino de emociones encontradas que luchaban por tomar el control. Era como si todos aquellos sentimientos contradictorios libraran una batalla contra su necesidad innata de ser honesta consigo misma. Quería contarles a todos lo que sentía por Yulia y, al mismo tiempo, quería guardarse el secreto para sí.
En un mundo ideal habría podido anunciar a todo el mundo que era lesbiana, pero sabía que aquel no era un mundo ideal, así que tenía que ser prudente. Tenía dos hijos a los que proteger, una familia a la que tener en cuenta y un negocio que sacar adelante en aquella ciudad.
—Hola, Lena.
La pelirroja se volvió y se encontró frente a frente con Steve Stevens.
—Hola, Steve. Que sorpresa.
El hizo una mueca, como un rictus. Se parecía mucho a su hermano.
—Lo mismo he pensado yo cuando Phil me ha dicho que estabas aquí. Así que, míranos, aquí estamos.
—¿Conoces a los Greenwood? —preguntó Lena.
—Trabajé un tiempo en la empresa de Mike y espero volver a hacerlo, así que. . —Se encogió de hombros con filosofía.
Lena sonrió abiertamente.
—No me digas más.
—Tampoco es que me guste mucho. —Se pasó el dedo por el cuello de la camisa—. Todo el numerito de vestirse de pingüino y tener que entablar conversación con gente que apenas conoces...
El caso es que Sandy quería venir. Me temo que ella sí está en su salsa.
Lena miró a su alrededor hasta localizar a su prima. Ya no cabía la menor duda de que Colleen se enteraría de todo lo que pasara durante la velada. Sandy la saludó con la mano y fue hacia ellos.
—No me puedo creer que haya tanta gente —dijo, cogiendo a su marido del brazo--. Lena, ¿cómo es que no mencionaste que ibas a venir en la partida del martes?
—Decidí. . Decidimos venir en el último momento —se excusó Lena, sin mucha convicción.
—Yo ni siquiera me habría enterado de que lo organizaban si no hubiera encontrado la invitación en una de las camisas de Steve cuando la metí en la lavadora —explicó Sandy, tirándole del brazo a Steve.
Steve le sonrió a Lena.
—Supongo que se me fue de la cabeza.
—Ay, eso es lo que quieres que crea, pero estoy convencida de que me la escondiste a propósito. —Sandy echó un vistazo a su alrededor—. Aquí hay montones de personas importantes. Hasta he visto al presentador ese del canal nueve. La prensa se está poniendo las botas. Me estoy quedando ciega con tantos flashes.
De repente, Yulia se materializó a su lado y a Lena la invadió una oleada de placer.
—He conseguido abrirme paso hasta la mesa donde está la comida —dijo, mientras le pasaba a Lena un plato de entremeses—. Pensé que tendrías hambre —añadió, en voz baja.
Le sostuvo la mirada a Lena un instante y esta notó un cosquilleo por el cuerpo. «Hambre de ti.»
Lena recuperó la compostura y los presentó.
—¿Os apetece beber algo frío? —les preguntó Yulia.
Lena se dio cuenta de que tenía la copa vacía.
—Bueno...
Yulia sonrió y le cogió la copa. Se volvió hacia Sandy y Steve.
—¿Os traigo otra?
—Si, por favor —le sonrió Sandy—. Para mi zumo y una cerveza light para Steve.
Yulia asintió y volvió a desaparecer entre el gentío.
—¡Dios mío, Lena! Yulia está fabulosa —exclamó Sandy cuando la otra mujer se marchó---.Siempre he querido tener el pelo negro.
Steve se volvió hacia su mujer sin dar crédito a sus oídos.
—!Pero si siempre estas tiñéndote el pelo de rubio! ¿Y que pasa con el dicho de que los caballeros las prefieren rubias?
—Eso es un mito —le aseguró Sandy—. Los hombres prefieren a cualquier mujer que sea como Yulia Volkova. ¿No estás de acuerdo, Lena?
Lena levantó la mano.
—No me preguntes esas cosas, Sandy. No tengo ni idea de lo que prefieren los hombres.
—Humm. —Sandy observó a su prima con expresión seria—. Pues ya va siendo hora de que empieces a fijarte en esas cosas, pero no te voy a presionar, Lena. Al menos ya has dado el primer paso.
—¿Lo he hecho? —rió Yulia—. ¿Y qué paso he dado?
—Salir. Y ese vestido te queda muy bien. —Escrutó el rostro ruborizado y los ojos brillantes de su prima—.
Estas. . Fantástica. ¿Verdad que sí, Steve?
—Estas fantástica, Lena —repitió Steve.
La pelirroja se echó a reír.
—Has aprendido bien la lección.
—Oh, no. Te lo digo de verdad, Lena —quiso asegurarle Steve, algo avergonzado.
Sandy lo tranquilizó.
—Está de broma, Steve. Me he encontrado con Phil hace un rato. Me alegro mucho de que hayas venido con el esta noche.
—Bueno, nosotros...Ha tenido el detalle de traerme en coche. —Lena se sonrojó y Sandy esbozó una sonrisita de complicidad—. No es lo que crees, Sandy. Ya te he dicho que no mezclo los negocios con el placer.
«¿Y por qué con Yulia es diferente?», le recordó una molesta vocecilla interior. Lena apartó aquel pensamiento de su mente.
—Phil, Ken, Yulia y yo hemos venido juntos en su coche. Era una tontería venir por separado.
—Una excusa plausible —sonrió Sandy.
—¿El que es una excusa plausible? —preguntó Yulia, que había vuelto con las bebidas.
—Lena intenta convencerme de que habéis venido con Phil y Ken, dos de los solteros más apuestos de la sala, solo por compartir coche.
Yulia se quedó parada mientras se llevaba la copa a los labios. Lena se sintió incapaz de apartar los ojos de su boca, hechizada por aquellos maravillosos labios.
—Me temo que Lens tiene razón, Sandy —dijo Yulia con solemnidad—. Triste, ¿verdad?
—A mí no me parece triste —opinó Steve—. Mi hermano puede llegar a ser un verdadero muermo cuando empieza a hablar de sus temas favoritos.
Sandy lo reprendió con una mirada recriminatoria.
—Todos los hombres son iguales. —dijo— Es una de las cruces que nos toca llevar a las mujeres.
En aquel momento, Sandy y Steve vieron reclamada su atención y Lena se quedó a solas con Yulia, atrapadas entre la multitud. La pelinegra se abanicó con la mano.
—Caramba, que calor que hace aquí, incluso con aire acondicionado. ¿Te apetece que salgamos a tomar el fresco?
Lena asintió.
—Sería maravilloso pero...
Echó un vistazo a su alrededor. Las puertas que daban a la terraza estaban cerradas.
—¿Todavía está aquel jardín japonés alrededor del edificio?
—Lo quitaron el año pasado —le dijo Lena—. Hubo un problema con algunos árboles, así que ahora ya no es japonés, sino un jardín normal y corriente.
—¿Y si salimos y me lo enseñas? —propuso Yulia, acariciándole la cara interior del brazo.
Lena sintió que la piel le ardía bajo la caricia. Acababa de volverse hacia la entrada cuando apareció el hermano de Yulia.
—Buenas noches, Lena. ¿Me prestas a Yulia un momento? Quiero presentársela a unos colegas de la empresa.
—Por supuesto —se apresuró a contestar Lena, para que no se le notara la desilusión.
Yulia puso los ojos en blanco.
—¿Es muy necesario, Johnno?
—Considéralo un deber familiar —rió Johnno.
Yulia le sostuvo la mirada a Lena.
—No tardaré mucho. —Miró en dirección a las puertas—. Hasta ahora.
Lena la contempló mientras se alejaba. No estaba segura de sí Yulia había querido decir que la vería fuera más tarde. Suspiró. Al fin y al cabo, el aire fresco le sentaría bien. Atravesó la sala en dirección al exterior.
Había varias personas más en la veranda. Algunos se habían sentado en los bancos del jardín. Vio a Phil y a Ken, charlando con un grupo de gente, mientras deambulaba por la veranda.
El jardín del que le había hablado a Yulia tenía buena iluminación, ya que estaba situado estratégicamente bajo varios faros labrados de época, que habían sustituido a los farolillos japoneses.
Lena encontró un banco libre a un lado. Desde allí vería a Yulia salir por cualquiera de los dos senderos que transcurrían entre los arbustos.
Al cabo de un rato, algo desilusionada, decidió volver dentro, pero en aquel instante vio a Yulia en uno de los caminitos que conducía a una pérgola recién construida. Lena se levantó y se dispuso a llamarla, pero en el último momento se mordió la lengua y sonrió. Si seguía por aquel camino acabaría cruzándose con Yulia y se encontrarían en la pérgola. Antes de que pudiera cambiar de opinión, empezó a seguir el sendero que la llevaría hasta Yulia.
El sonido de sus pasos quedaba amortiguado sobre las losas del pavimento. Empezó a oír voces antes de llegar a la curva de la pérgola. Lena vaciló y se acercó en silencio, hasta que vislumbró dos siluetas bajo la tenue luz de la lámpara que colgaba del techo.
La brillante melena rubia que relucía bajo la luz artificial era inconfundible. Lena dio un paso atrás, hacia los arbustos, sin saber qué hacer. Su primer impulso fue volverse por donde había venido y dejar a Yulia y a Laurel hablar en paz, pero...
—¿Cómo puedes decir eso, Yulia? —rogaba Laurel—. Después de lo que hemos significado la una para la otra.
 

 CONTINUARÁ Arrow ...
Lesdrumm
Lesdrumm
Admin

Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 03/08/2014
Localización : Trapped in some parallel universe

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Monyk 11/11/2015, 1:48 am

Nooo, por qué lo dejas así?
Eres mala, ja ja ja.

Monyk

Mensajes : 188
Fecha de inscripción : 25/05/2015

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Francis18 11/11/2015, 5:31 pm

continuación haber que sucede y que hace la Yulia....

Francis18

Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 21/09/2015

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Corsca45 11/11/2015, 6:20 pm

Lo dejas en lo mejor , merecemos un caso cap. Más largo Very Happy
Corsca45
Corsca45

Mensajes : 84
Fecha de inscripción : 04/08/2014

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por flakita volkatina 11/11/2015, 7:00 pm

Uhhhh ahi lo dejas
flakita volkatina
flakita volkatina

Mensajes : 183
Fecha de inscripción : 07/06/2015
Edad : 29
Localización : Costa Rica

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Luurk 11/12/2015, 9:26 pm

no puedes dejarlo ahiii!!! continua pronto Very Happy Very Happy Very Happy

Luurk

Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 15/09/2015

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Lesdrumm 11/24/2015, 3:19 pm

Gracias a todos los que comentan la historia, aquí les traigo el penúltimo capítulo de ella. Espero les guste Smile

LA SALVAJE

Capítulo 17

Lena se quedó helada. Por mucho que se dijera que lo correcto era hacerles saber que estaba allí, algo la hizo mantenerse oculta entre el follaje.
—Laurel, por favor, este es un lugar público. Te van a oír.
—Me da igual —exclamó Laurel, malhumorada.
—Bueno, a mí no —contestó Yulia.
Laurel rió.
—Eso no es propio de la Yulia que yo conocía.
—De eso se trata, Laurel. No me conoces. Ya no.
—No puedo creer que hayas cambiado tanto.
—¿Tan raro sería? Han pasado doce años, Laurel. Este no es el momento ni el lugar para hablar deeso.Vuelve dentro. Tu marido te estará buscando.
—No me echa de menos como tú piensas. Para él no soy más que una de sus posesiones, una muñecabonita para exhibir ante sus colegas. —Laurel se acercó a Yulia,alargó la mano y le acarició elbrazo—. Mike nunca me ha importado, Yulia. Lo sabes. Nunca he sentido nada por Mike. . Solo porti.
A Lena se le encogió el corazón. No debería estar escuchando a escondidas. No tenía ningún derecho.
—No quiero oírlo —dijo Yulia con firmeza—. Llegas doce años tarde. Y, aparte de eso, recuerdas solo lo que te da la gana. ¿O acaso has olvidado lo que me dijiste entonces? Que practico para ti.
—Mis padres me obligaron a decirte que no quería volver a verte. Pero yo sí que quería, Yulia, de verdad. No me dejaban sola ni a sol ni a sombra. No pude escaparme.
—Ah, claro. En fin, ahora todo es relativo, así que no tiene sentido remover el pasado.
Lena salió al camino, titubeante. A pesar de saber que debía irse, era incapaz de hacerlo.
—¿Y si te dijera que aun te quiero?
Yulia soltó una carcajada amarga.
—¿Y que se supone que tendría que contestar yo? Huyamos juntas, dejemos este pueblo atrás y formemos un hogar lejos de aquí. ¿Es eso?
—Eso no sería necesario, Yulia. Podríamos. ., no sé, vernos.
—¿Vernos? —La risa de la ojiazul se tornó áspera—. ¿Te refieres a quedar a escondidas para darnos un revolcón en el pajar de vez en cuando?
—Creo recordar que antes te gustaba quedar en secreto conmigo, fuera donde fuera.
Lena no alcanzó a oír la respuesta de Yulia.
—Nadie tiene por que saberlo —dijo Laurel—. Nadie llegó a saberlo nunca.
—No me interesa tener una aventura furtiva basada en mentiras.
—Creo que le estas poniendo demasiadas pegas, Yulia. Acuérdate de lo excitante que era, de lo mucho que nos ponía a las dos.
—Laurel, éramos unas niñas.
—Lo sé. Y sé que una vez casi nos pillaron. —Soltó una risita—. ¿Te acuerdas, Yulia? Si el señor James hubiera llegado unos minutos antes, nos habría pillado con las manos en la masa, por decirlo de algún modo.
—La verdad es que nunca he estado muy segura de que no viera nada. La gente empezó a mirarnos de manera diferente después de aquello.
—No seas tonta. Nadie sospechaba nada. Y ahora tampoco sospecharan. Todo el mundo sabe que somos amigas de la infancia. Mike pasa mucho tiempo fuera y yo necesito una niñera para mis hijos.
—Yo también tengo una hija, Laurel. Y un trabajo que no quiero dejar.
Laurel rió por lo bajo.
—Oh, seguro que Elena te dejaría algunas horas libres. Siempre fuiste su ojito derecho. Es más, incluso diría que la respetable profesora Katina habría querido que fueras algo más.
Lena notó que las mejillas se le encendían al oír aquel comentario.
—No metas a Lena en esto, Laurel —advirtió con frialdad.
—¿Sabes? Me parece que aun te gusta un poquitín. Una alumna enamorada de su profesora, que clásico.
— Laurel...
—Bueno, antes te gustaba. —Laurel hizo una pausa—. A lo mejor todavía te gusta.
—No haces más que decir tonterías.
—¿De veras? ¿Aun bebes los vientos por ella, Yulia? Que oportuno: trabajar todo el día con ella, vivir en su casa. . ¿Por eso ya no me deseas? ¿Nuestra vieja y remilgada profesora te calienta la cama?
—No quiero oír nada más, Laurel. Vuelve dentro.
—Oh, Yulia, no seas así. Elena es la persona más hetero que conozco. Solo estaba bromeando.
—Pues no le veo la gracia y esta noche no quiero hablar contigo, así que vuélvete a tu fiesta.
—Antes no eras tan cruel, Yulia.
—Laurel, déjalo, por favor.
—Te quiero, Yulia. Siempre te he querido. No puedes apartarme de ti, cariño mío.
Se oyeron unos pies que se arrastraban y después un suave gemido de Laurel. Lena notó un nudo en la garganta al contemplar como Laurel rodeaba el cuerpo rígido de Yulia con sus brazos. Al poco, la pelinegra la apartó.
—Ya está bien, Laurel. Estas borracha.
—En absoluto. Todavía no.
—Apestas a alcohol.
—¿Crees que esto es estar borracha? Perdona que te diga, pero siempre he aguantado mejor el alcohol que tu ¿o no te acuerdas?
—¡Me acuerdo! De eso se trata, Laurel. Lo que quiero es olvidar.
—Si lo que quieres es olvidar, toma, bebe un poco de cerveza. —Le tendió el botellín de cuello largo
—. Te hará sentir mejor y pronto ni siquiera recordarás que has olvidado algo.
—Ya no bebo.
Laurel soltó una risita.
—No bebes, no fumas. Por favor, no me digas que tampoco sales con mujeres salvajes.
Yulia no contestó.
—¿Entonces qué es lo que haces? —le preguntó Laurel, mientras le pasaba los dedos por la parte delantera del chaleco—. ¿Y con quién?
Yulia le agarró la mano y la obligó a darse la vuelta.
—Vamos, te acompaño dentro.
—No. —Laurel retrocedió y regresó a la pérgola—. Quiero seguir la fiesta aquí. Contigo. Las dos solas.
Lena inspiró hondo, sin quitarles el ojo de encima a Yulia y a Laurel. Se quedó completamente inmóvil, ya que, si intentaba escabullirse ahora, Yulia detectaría el movimiento y se daría cuenta de que había oído su conversación.
—Es lo que dijiste aquella noche —dijo Laurel, con voz profunda y enronquecida—. Dijiste: vámonos de aquí. Vámonos de fiesta a alguna parte. Las dos solas.
—¿Aquella noche? —repitió Yulia.
—Sí. Aquella noche. —Laurel dio otro trago de cerveza—. La noche en que todo se fue a la mierda. El coche, el accidente. Fue Graham el que dijo que cogiéramos la carretera del río. Tu novio Graham. Quería parar en la orilla y hacer el amor conmigo. Los hombres son unos cabrones, Yulia. Dijo que Mark y tú estabais tan borrachos que no os daríais ni cuenta. Y, bueno, parar sí que paramos.
—¿Graham? ¿Graham dijo que fuéramos por la carretera del río? —preguntó Yulia, pronunciando cada palabra lentamente.
Laurel se sentó en un banco de madera.
—Ven, siéntate conmigo, Yulia.
Dio una palmadita en el asiento. Al hacerlo, se echó un poco de cerveza por encima del vestido sin querer.
—Laurel, ¿cuándo te dijo Graham que había dicho eso?
—No me lo dijo. Lo sé. Yo también estaba allí, ¿no te acuerdas?
—¿Tú te acuerdas. .? —Yulia se dejó caer pesadamente sobre el banco—. Dijeron que lo último que recordabas era haberte metido en el coche y después nada más.
—Fue el único modo de que me dejaran en paz. Mis padres, la policía. Oh, todo el mundo. No dejaban de agobiarme, de presionarme. Quería que pararan.
—Yo no recuerdo nada —dijo Yulia en voz baja.
—Lo sé. —Laurel se apoyó en ella—. Cuando me lo dijo una enfermera, decidí contarles lo que todos querían oír.
—¿Lo que querían oír? ¿Qué quieres decir?
—No quiero seguir hablando de esto. Me afecta. —Laurel alzó su bebida—. Se supone que estamos de fiesta. Bebe algo, Yulia. Una no te hará daño. Por los viejos tiempos.
Yulia agarró a Laurel del brazo.
—Dime lo que paso aquella noche. Lo que recuerdas.
—Yulia! Me haces daño.
Lena vio que Yulia hacia un esfuerzo por serenarse, pero no le soltó el brazo a Laurel.
—Laurel, háblame de aquella noche.
—No quiero. Nunca pienso en aquella noche. Bebe algo, Yulia. A ti también te hará olvidar.
—¿Olvidar la muerte de Mark? ¿Qué Graham quedó mutilado? ¿Y olvidar que tú. .? —Yulia se pasó la mano por el pelo—. ¿Cómo voy a olvidarlo? Aún tengo pesadillas sobre aquella noche. La revivo una y otra vez.
—¿Ah, sí? —Laurel sacudió la cabeza, como si intentara despejarse—. ¿Pero, entonces, por qué no les contaste la verdad sobre lo que pasó?
El inusitado silencio que siguió a aquellas palabras fue como si detuviera el tiempo. Una parte marginal de la conciencia de Lena registró que se estaba pinchando con el arbusto contra el cual estaba apoyada y también detectó el aroma de una plumería en flor que había cerca. Sin embargo, el resto de su atención estaba como en suspenso. Notó instintivamente que Yulia vacilaba al procesar las palabras de Laurel, porque no se atrevía a creer lo que podía esconderse tras su ebrio parloteo.
—Les dijiste que conducía yo —dijo Yulia, en un tono inexpresivo.
—Lo único que hice fue no desmentirlo. No hacían más que hablar de ello en el hospital, tras la puerta de mi habitación. Comentaban que no dejabas de meterte en líos y todo eso. Sencillamente asumieron que eras tú la que conducía.
—No conducía yo, ¿verdad, Laurel?
El tono de Yulia le puso la carne de gallina a Lena.
—Estabas demasiado borracha.
—Entonces, ¿quien conducía?
Laurel dio un trago de cerveza.
—Ya te lo he dicho. No quiero seguir hablando de esto. Me pone enferma.
—Dímelo, Laurel. ¡Merezco saber la verdad!
—¿Acaso no lo entiendes, Yulia? De ti todo el mundo se lo esperaba. No era la primera vez que te metías en líos. Siempre estabas metiéndote en líos. Tu vida no cambiaría mucho por eso. En cambio, yo...Mis padres esperaban tanto de mí. A los tuyos no les importaba...
—Les dijiste que conducía yo, pero conducías tú. ¿No es así, Laurel? ¿Fuiste tú?
—Ya habían decidido que eras tú quien conducía. No creí que fuera a importar mucho. Y, más adelante, cuando me dijeron lo de Mark..., ya era demasiado tarde. ¿Lo entiendes, Yulia?
—No conducía yo.
Yulia se levantó y paseó por el suelo de madera de la pérgola. Al poco se volvió y se encaró con Laurel.
—¡Por Dios, Laurel! Lo has sabido durante todos estos años. ¿Cómo has podido dejar que siguiera creyendo...?
—¡Pasó y ya está! ¿Que querías que hiciera, Yulia? ¿Cambiar de opinión de repente y decir que me había equivocado? ¿Tendría que haberles dicho que te soltaran y me metieran a mí en la cárcel en tu lugar? Si me hubieran encerrado durante tantos años me habría muerto. Tú eras mucho más fuerte que yo. Sabía que a ti no te pasaría nada.
De pie, Yulia escrutó el rostro de la mujer que se hallaba sentada ante ella.
—Pero Graham también declaró. Dijo que...Laurel se puso en pie y se tambaleó ligeramente.
—Le dije que no le contara nada a la policía.
—¿Por qué iba a hacerte caso?
—Mark me había contado que Graham y él habían entrado en algunas casas a robar dinero, joyas y cosas así. Hasta me había dado un anillo que se había llevado. Así que le dije a Graham que se lo contaría a la policía si no mantenía la boca cerrada. Aceptó y se marchó de la ciudad en cuanto pudo. No he vuelto a verlo desde entonces.
Yulia, temblorosa, se pasó una mano por la cara y se masajeó el entrecejo.
—Nos encontraron juntas —continuó Laurel en tono desapasionado, como si, una vez que había empezado, ya no pudiera dejar de hablar—. ¿Sabías que me arrastraste fuera del agua? Me salvaste la vida. Nos desplomamos juntas sobre la arena. Todavía me tenías rodeada entre tus brazos. Fue así como nos encontraron. No fueron capaces de adivinar cuál de las dos iba al volante.
Yulia negó con la cabeza.
—No puedo seguir oyendo esto. No puedo creer que dejaras que... Laurel se echó a llorar escandalosamente.
—¡Es que no quería creer que lo hubiera hecho yo! Me resultaba más fácil creer que habías sido tú! Me lo he repetido tantas veces que en algunas ocasiones he estado a punto de creérmelo. Siempre que tuviera una ayudita —dijo, alzando la botella.
Lena avanzó un par de pasos casi sin darse cuenta de que se estaba moviendo. A aquellas alturas la traía sin cuidado que Yulia o Laurel la vieran. Lo único que sentía era el dolor de Yulia por la traición de Laurel.
Yulia se había desplomado en el asiento. Laurel se aproximó a ella, la rodeó con sus brazos y la estrechó con fuerza contra su pecho.
—Lo siento, Yulia. Se me escapó de las manos. Empezó y ya no fui capaz de pararlo. Por favor, di que me perdonas. Que lo entiendes. Ya nadie tiene por que saberlo. Pertenece al pasado.
—Yo no. . no puedo. . —Yulia apartó a Laurel y se puso en pie. Respiró hondo—. Vuelve dentro, Laurel. Necesito estar sola
Lena se plantó en el escalón que subía a la pérgola y las dos mujeres se volvieron hacia ella. Yulia estaba pálida y demacrada.
—¿Yulia? —Lena tragó saliva. Se le había hecho un nudo en la garganta—. ¿Estás bien?
Laurel le dedicó su sonrisa, radiante y postiza, de siempre.
—¡Lena, hola! Me temo que Yulia se siente un poquitín antisocial esta noche. Quiere estar sola — informó con una risita, imitando a Greta Garbo en Grand Hotel.
Lena sintió que la dominaba el odio. Quería hacer sufrir a Laurel, hacerle pagar por lo que le había hecho a Yulia. Sin embargo, Yulia se le adelantó. Antes de que Lena se diera cuenta, Yulia se había acercado a ella y le había puesto la mano en el brazo para tranquilizarla.
—No pasa nada, Lena —le dijo, cogiéndola de la muñeca. Tenía los dedos fríos, en contraste con la piel encendida de Lena—. Laurel estaba a punto de entrar.
—Pero...
Una voz imperiosa la interrumpió a media frase y se abrió paso entre el ambiente enrarecido que se había creado entre ellas.
—¿Laurel? ¿Dónde diablos te has metido? —tronó Mike Greenwood, obviamente exasperado.
Laurel se irguió en el acto y dejó la botella en el banco, fuera de la vista.
—Estoy aquí, querido.
Mike irrumpió en la pérgola y fulminó a su mujer con la mirada.
—Joder, Laurel. No sabía dónde coño estabas. ¿Has olvidado de que va esta noche?
—No, Mike. No lo he olvidado. Solo estaba charlando de los viejos tiempos con Yulia y Elena.
En aquel momento su marido pareció darse cuenta de que tenían público y puso su sonrisa más encantadora, al tiempo que suavizaba el tono.
—Ah, claro. Eso lo explica todo. Ya sé lo que pasa cuando se juntan las mujeres. —Cogió a Laurel del brazo—. Pero me temo que tengo que secuestrar a mi mujer. La necesito a mi lado dentro. Tendrá que cotillear con sus amigas en otra ocasión. Disculpadnos.
Arrastró a Laurel consigo y ella a punto estuvo de tropezar con el escalón. Su esposo la ayudó a mantener el equilibrio y los dos se alejaron por el camino.
—Lo siento, querido. No me di cuenta de que llevaba tanto tiempo fuera —susurró Laurel.
—Joder, Laurel. Compórtate. Estás borracha —exclamó Mike.
Los dos desaparecieron. Lena se volvió hacia Yulia y le acarició la mejilla con dulzura.
—¿Estas bien?
—¿Cuánto has oído?
—Lo suficiente como para querer. . —Lena sacudió la cabeza, enojada.
—No siento nada. Estoy. . como muerta. —Yulia negó con la cabeza—. He llevado dentro tanto dolor y tanta culpabilidad durante estos años que ahora no sé cómo sentirme.
Lena la abrazó con ternura para consolarla. Permanecieron así hasta que Yulia dejó escapar un suspiro estremecedor y levantó la vista para mirar a Lena a los ojos.
—Creo que quiero irme a casa —dijo en voz baja.
—Vamos a buscar a Phil y a Ken. Si ellos quieren quedarse, cogeremos un taxi.
Regresaron a la veranda en silencio, sin tocarse. Lena se sentía como si hubiera puesto el piloto automático y no fuera completamente dueña de su cuerpo. Una vez dentro, la maraña de cuerpos y el rumor de las conversaciones se les antojaron muy lejanos, como si hubieran tenido que recorrer varios años luz para regresar. Ken se materializó junto a ellas de repente y las miró con extrañeza.
—¿Estáis bien?
—La verdad es que estamos un poco cansadas —dijo Lena—. Hablamos pensado en irnos ya.
—Sí, Phil y yo también hemos tenido suficiente —coincidió. Lena notó que parte de su nerviosismo se disipaba—. Ahora mismo iba a buscaros. Phil ha ido a por el coche. Estamos bien coordinados, ¿eh?
—Fantástico. —Lena forzó una sonrisa.
Tomó a Yulia del brazo cariñosamente para seguir a Ken hacia la entrada principal. Phil apareció con el coche justo cuando salieron, bajó de un salto y empezó a abrirles las puertas. Lena ayudó a Yulia a subir al coche y se deslizó dentro después de ella, para sentarse a su lado. Percibió la mirada de sorpresa de Phil, pero este no hizo ningún comentario. Ken montó delante, al lado de Phil, sin pronunciar palabra, y emprendieron la marcha. Lena y Phil fueron los únicos que hicieron un esfuerzo por mantener algo remotamente parecido a una conversación liviana de regreso a casa. Phil aparcó en la entrada de la casa de Lena y Yulia, y ellas salieron del vehículo. Yulia echó a andar hacia la casa, pero Lena se detuvo un instante para darle las gracias a Phil por hacerles de chófer.
—No hay de que —dijo este—. Ah, A Lena, mañana estaré en el vivero a la hora de abrir. Ya vendréis cuando estéis listas. —Miró a Yulia con simpatía mientras se alejaba del coche—. Las dos parecéis cansadas.
—Gracias, Phil. Ken. Hasta mañana.
Yulia la esperaba junto a la puerta. Después de entrar, Lena la condujo arriba.
—Ahora, una ducha y a dormir —dijo, tratando de quitarle hierro al asunto.
Yulia se miró los botones del chaleco como si fuera la primera vez que los veía. Lena la llevó al baño del dormitorio, la ayudó a desvestirse y la metió en la ducha. A continuación, se quitó la ropa ella también y se metió en la ducha con Yulia. Esta permaneció de pie mientras Lena la enjabonaba y la aclaraba. Lena se lavó después, salió de la ducha y se secó rápidamente.
Fue a la habitación y, cuando volvió con dos camisetas limpias para dormir, Yulia seguía bajo el chorro de agua. Lena cerró el grifo, la sacó de la ducha y la secó con ternura. Le puso la camiseta y la llevó de vuelta al dormitorio. Abrió la cama y, cuando Yulia estuvo acostada, la cubrió con la sabana y se echó a su lado.
—Yul —la llamó con dulzura.
La pelinegra se volvió hacia ella.
—Abrázame, Lena —le pidió, con voz entrecortada.
Lena la envolvió entre sus brazos y apoyó los labios contra su frente. Se durmieron abrazadas y, cuando Lena despertó, Yulia la estaba mirando con sus preciosos ojos azules grisáceos.
—Oh —musitó Lena, algo desconcertada—. Estas despierta. —Hizo una mueca—. Si, tienes los ojos abiertos, así que debes de estar despierta.
Yulia esbozó una sonrisa cansada.
—No necesariamente. Pero en este caso estoy despierta.
Con cariño, Lena le apartó un mechón oscuro de la frente.
—¿Te encuentras bien?
—Mejor —respondió Yulia con el entrecejo ligeramente fruncido—. Pero es que todo parece tan irreal. Aún no puedo creerme que Laurel hiciera lo que hizo.
Yulia cerró los ojos, como si intentara borrar el recuerdo. Lena la besó dulcemente. Yulia suspiró y abrió los ojos de nuevo.
—A lo mejor ha sido un sueño.
—No, fue muy real.
—¿Cuánto escuchaste? —quiso saber Yulia.
—Me parece que todo —repuso Lena con cautela.
Yulia se sentó en la cama y se rodeó las rodillas con los brazos.
—¿Crees que tendría que decirle a la policía lo que me ha contado Laurel? —preguntó de repente.
—No lo sé. Supongo que es decisión tuya.
—Aunque les contara lo que oíste, ella declararía que estaba borracha y que no sabía lo que decía.
—Pero, seguramente, si se pudiera conseguir que Graham declarase, diría la verdad.
Yulia se encogió de hombros.
—Graham no ha vuelto por aquí. Laurel me comentó cuando vino al vivero que lo último que había sabido de él era que estaba en el Reino Unido. —Yulia se tendió de nuevo y se apoyó sobre el codo para mirar a Lena—. Claro que la pregunta del millón es: ¿Si decidiera contárselo todo a la policía, que ganaría con eso?
—Se limpiaría tu nombre.
Yulia rió entre dientes.
—Haría falta algo más que una confesión para hacerme respetable, ¿no te parece?
Lena le puso la mano en el hombro y le dio un apretón cariñoso.
—Los que importan no necesitan ninguna confesión.
Yulia le cogió la mano y se la frotó contra la mejilla.
—Gracias. Por creer en mí. Y. .
Yulia bajó la mirada y se quedó absorta en sus dedos entrelazados, mientras le acariciaba distraídamente la piel.
—Supongo que lo que no dejo de preguntarme es si el hecho de contar la verdad me va a devolver los años que he perdido.
—Eso es imposible —le dijo Lena, sufriendo terriblemente por Yulia.
—Ya. Me lo repito una y otra vez. —Yulia frunció el entrecejo—. Ahora mismo me basta con haberme librado por fin de la culpa que llevaba dentro. Me siento mucho más ligera. Como liberada.
Antes de que Lena pudiera hacer ningún comentario, sonó el teléfono y las dos se sobresaltaron.
Lena descolgó el aparato.
—Elena Katina.
—Soy Laurel Greenwood.
Los dedos de Lena se crisparon alrededor del auricular. No podía dar crédito a sus oídos. Se trataba realmente de la voz de Laurel. ¿Qué diantres…?
—Siento molestarte tan temprano, Elena, pero, por lo visto, Yulia tiene el teléfono desconectado y tengo que hablar con ella urgentemente.
Inconscientemente, Lena se dio cuenta de que a Laurel no se le notaba nada que había estado bebiendo más de lo debido la noche anterior. Sonaba cansada, pero, si Lena no la hubiera visto con sus propios ojos tambaleándose del brazo de su marido, nunca habría sospechado que se había emborrachado.
—No habrá sucedido nada, ¿verdad? —preguntó Lena, prudente.
—Bueno, no. No exactamente. Ahora no. Pero seguramente la policía llamará para hablar con Yulia en algún momento del día y quería avisarla.
—¿La policía?
Lena se volvió hacia Yulia, que se incorporó y le hizo un gesto para que le pasara el teléfono.
—Oh, Yulia acaba de entrar, Laurel. Te la paso.
Lena le dio el teléfono a Yulia. Se había quedado paralizada y un millar de preguntas le rondaban por la cabeza.
—¿Se lo has contado a la policía? —dijo Yulia en el auricular.
Asombrada, miró a Lena y siguió escuchando. Apenas dijo una palabra más, hasta que finalmente musitó un adiós en voz baja y le pasó el teléfono a Lena para que lo colgara.
—No me digas que Laurel ha confesado.
—Parece ser que sí. Cuando llegaron a casa después de la recepción se peleó con Mike. El la metió en la ducha para que se le pasara la borrachera y se fue a la cama. Me ha dicho que, en cuanto salió de la ducha, se montó en el coche y se fue a la comisaria. Que no podía seguir viviendo con aquellos remordimientos. Yulia hizo una pausa—. Me ha dicho que lo sentía.
Lena se había quedado sin habla.
—La policía llamó a Mike y él llevó a su abogado. Se puso a despotricar durante horas, alegando que Laurel había perdido la cabeza y que no sabía lo que decía. Ha debido de formarse un buen circo.
Se miraron a los ojos durante un largo instante.
—Y será aun peor si Laurel sigue adelante. ¿Te lo imaginas, Lena? Será lo mismo de la otra vez — dijo Yulia, masajeándose las sienes—. Tengo que pensar en las consecuencias. No sé si puedo volver a pasar por eso.
—Parece que Laurel no te ha dejado otra salida.
—A lo mejor les puedo decir que no quiero presentar cargos o algo así. No quiero que Katie tenga que. . ¡Dios mío, Lena! ¿Qué voy a hacer?
—Decidas lo que decidas, quiero que sepas que no tendrás que enfrentarse a ello sola. —Lena tragó saliva—. Te apoyaré, sea cual sea la decisión que tomes.
Yulia se volvió hacia Lena y la tendió con dulzura sobre la almohada.
—Gracias. Por esto. Por todo, Lena. No se cómo decirte esto. Yo...
A Lena se le encogió el corazón. Se le pasaron un millón de posibilidades por la cabeza. ¿Y si Yulia le decía que prefería estar sola? Una pequeña parte de ella sabía que estaba en su derecho. Al fin y al cabo, tener que volver a pasar por todo aquello ya era lo bastante estresante como para encima tener que lidiar con las complicaciones que entrañaba una aventura amorosa. ¿Quién la culparía por decidir que no quería sobrellevarlo todo a la vez?

CONTINUARÁ... Arrow
Lesdrumm
Lesdrumm
Admin

Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 03/08/2014
Localización : Trapped in some parallel universe

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Aleinads 11/24/2015, 7:50 pm

Ahhh no lo puedo creer ya casi se acaba .-. Excelente conti!!
Aleinads
Aleinads

Mensajes : 519
Fecha de inscripción : 14/05/2015
Edad : 34
Localización : Colombia

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Luurk 11/24/2015, 9:00 pm

por que lo bueno siempre termina tan rápido??
excelente capitulo!

Luurk

Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 15/09/2015

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Aleinads 11/28/2015, 7:41 pm

No es que quiera que ya acabe Sad solo quiero la continuación.
Aleinads
Aleinads

Mensajes : 519
Fecha de inscripción : 14/05/2015
Edad : 34
Localización : Colombia

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Lesdrumm 11/29/2015, 10:16 pm

LA SALVAJE


Capítulo 18 - Final


—Te amo.
Lena se volvió hacia Yulia. De pronto no le llegaba el aire. ¿La había oído decir aquellas dos maravillosas palabras o su imaginación le había jugado una mala pasada?
—Te he amado durante mucho tiempo, quiero que lo sepas. Pero tampoco quiero presionarte, Lena. Sé que tienes que pensar en tus hijos. Y yo tengo a Katie. Si prefieres que mantengamos.. —Yulia negó con la cabeza—. Lo entenderé si prefieres que mantengamos nuestra relación...
La oleada de puro placer que recorrió a Lena en aquel momento llegó a rayar el dolor físico.
Quería estrechar a Yulia contra su pecho, cubrirla de besos y no soltarla nunca más.
—¿En secreto?
—Bueno, sí. O, si quieres, podemos dejarlo un tiempo.
—Creía que no querías esconderte —dijo Lena, con voz emocionada.
Yulia le sostuvo la mirada.
—No quiero. Deseo ser sincera. Deseo que todo el mundo sepa lo que siento por ti, Lena. Pero también sé que una relación es cosa de dos personas, no solo de una. Y no estoy segura de lo que piensas de..., ya sabes, de lo que hay entre nosotras.
—Es cierto que hay cosas de nuestra relación que me preocupan —empezó Lena, en tono prudente. Notó que Yulia se retraía un poco y la rodeó con sus brazos para no dejarla marchar. —Por favor, Yulia, déjame acabar. No puedo fingir que no me preocupa lo que piense la gente. Mi familia, la tuya, nuestros amigos. Pero supongo que lo que más me preocupa son los tres niños y como se lo tomaran ellos. Sé que no será fácil. Pero creo que podemos lograr que funcione y formar
una familia. Todas las familias, tanto las homosexuales como las heterosexuales, tienen sus problemas, pero.. —Lena inspiró hondo—. Lo que quiero decir es que no quiero que lo dejemos.
Yulia se había quedado blanca.
—¿No quieres?
— No, no quiero. Llevo años enamorada de ti —confesó Lena sin ambages—. Y no quiero perderte. Otra vez no.
—¿Otra vez?
Lena le rozó la cálida piel de la mejilla con la yema de los dedos.
—Anoche Laurel dijo que... ¿De verdad estabas enamorada de mí en el colegio?
Avergonzada, Yulia esbozó una sonrisa fugaz.
—Enamorada hasta la medula. Solía soñar con que..., bueno, que te secuestraba y te hacia el amor loca y apasionadamente. —Se puso seria—. Quería ser tu caballero, o como quiera que se llame su equivalente femenino, en mi cargadora blanca.
—Ojalá me lo hubieras dicho entonces. Me habría dejado encerrar en una torre, habría sido tu dama en apuros —dijo Lena, con una risita ahogada. Yulia puso los ojos en blanco.
—En apuros, ya. Y respecto a lo de decírtelo, bueno, cualquier excusa, por mala que fuera, me parecía buena para no hacerlo. Todo menos eso. Solo de pensarlo me temblaban las rodillas.
—Y se te revolvía el estómago —añadió Lena—. Yo me sentía igual.
—¿Te refieres a entonces? —preguntó Yulia, sin dar crédito a sus oídos—.¿En el colegio?
Lena asintió.
—No creo que te acuerdes, pero un día te hiciste un arañazo en la rodilla después de un partido y volviste a los vestuarios para ducharte otra vez. La profesora de gimnasia me dijo que fuera a buscarte. Te encontré medio tapada con la toalla y desee poder...
—Me acuerdo, perfectamente. Y, créeme, yo también lo desee.
—Pero tu parecías tan tranquila, tan dueña de ti misma..
—No me viste después de que te fueras. Casi me caigo al suelo y me fastidio la otra rodilla.
Lena se rió.
—Menudo par de...
Yulia le acarició los labios con la yema de los dedos.
—En aquel tiempo todavía tenía muchos problemas por resolver. No era el momento adecuado para nosotras, Lena.
—No, para ninguna de las dos. Yo tampoco habría tenido el valor de desafiar las convenciones —suspiró Lena—. Fui una completa cobarde. Me lancé a los brazos de Rob y me refugié en la seguridad de un matrimonio respetable.
—Y yo elegí no ser respetable. —Yulia torció el gesto—. O, más bien, lo eligieron por mí.
—Yulia Volkova, la salvaje —musitó Lena.
—Así me llamaban, ¿verdad? —Yulia hizo una mueca.
—Eso es agua pasada.
—Para alguna gente siempre será verdad. —Yulia miró a Lena con solemnidad—. ¿Eso lo has pensado, Lena? No importa lo que diga Laurel: mi pasado siempre nos perseguirá.
Lena recordó la reticencia de su madre. Después pensó en sus primas, Colleen y Sandy. Colleen dudaba que la gente pudiera cambiar. En cambio, Sandy afirmaba que no le importaba que Lena fuera lesbiana.
Lo puso todo en una balanza, junto con el amor que sentía por Yulia.
—Ese es su problema —afirmó.
—Y, después de la fiesta de anoche, he de decir que pobre del que se meta con Lena Katina. — Yulia fingió estar impresionada—. Por un momento creí que ibas a pegarle a Laurel.
—Lo siento, normalmente no soy así. Nunca me he considerado una persona violenta, pero Laurel me puso furiosa.
—Ya lo noté —Yulia enarcó las cejas—. Se supone que era yo la que tenía que acudir en mi cargadora blanca. —Hizo una pausa—. Esta mañana, mientras miraba como dormías, me acordaba de como acudiste a salvarme anoche. Como saliste en mi ayuda, como mi paladín. Nadie había hecho eso por mí, no como tú.
Me enamoré de ti otra vez en ese instante.
Lena notó que se ruborizaba.
—¿Cuándo fue la primera vez que.. que te diste cuenta de que...?
—¿De qué estaba enamorada de ti? —Yulia terminó la frase, mirando a Lena de una manera que hizo que se le disparara el corazón—. De hecho, fue la mañana en que me entrevistaste.
—El primer día. —Lena se quedó estupefacta.
—Sí, sabía que eras la dueña del negocio y el viejo Dave me había dicho que te encargabas de las contrataciones, así que sabía que iba a verte. Para lo que no estaba preparada era para lo que sentí al verte.
Sabía que me sentía atraída por ti, pero cuando te pusiste a hablar por teléfono con Rose y sonreíste..
—Yulia negó con la cabeza—. Fue como si me clavaran una flecha aqui—se señaló el plexo solar. Lena rió entre dientes. —Y apenas me había recuperado de eso cuando me llevaste a dar una vuelta por el vivero. Estabas tan entusiasmada que se te iluminó la cara y tus ojos... ¡Caramba! Habría deseado ahogarme en aquellos ojos verdigrises tan brillantes. En ese momento supe que me había metido en un buen lío. —La pelinegra miró a la pelirroja
—.¿Y tú?
—Más o menos igual. Con la diferencia de que no me había dado tiempo de mirar tu curriculum, así que me pillaste por sorpresa. Cuando apareciste, yo sencillamente. . No hubo más que hablar. Por mucho que quisiera negarlo, sabía que mi vida no volvería a ser la misma.
—Ojala me hubieras dado alguna señal de que te sentías así —la miró Yulia con cariño—. Me aterrorizaba hacer o decir algo fuera de lugar y estropear nuestra amistad. Era lo último que deseaba.
Lena asintió.
—Yo me sentía igual. La noche que estábamos en la piscina y se puso a llover, te deseaba tantísimo.
Yulia puso los ojos en blanco.
—Me parece que la tormenta fue culpa nuestra, con la de electricidad que flotaba en el aire. Sabía que si me quedaba no podría evitar tocarte, así que te dejé. Fue una noche muy larga.
—La más larga de mi vida, para mí.
Yulia se rió y se inclinó para besar a Lena con ternura. Poco después, se puso encima de ella y el beso se hizo más profundo. Cuando al fin se separaron, se habían quedado las dos sin aliento. Yulia echó un vistazo al reloj de la mesilla de noche y gimió.
—Vamos a tener que prepararnos para ir a trabajar.
Lena se inclinó y le mordisqueó los hombros desnudos, en donde se le había resbalado la camiseta.
—¿No te he comentado que Phil me dijo anoche que hoy abriría él para que no tuviéramos que darnos prisa?
—¿En serio? Phil es un cielo.
Lena levantó la mirada hacia Yulia.
—¿Sabes? Antes creía que te gustaba.
—¿De veras? Y yo estaba preocupada porque pensaba que le gustabas tú. Después me di cuenta de que ninguna de las dos tenía lo que él buscaba.
—¿Lo que él buscaba?
—Phil es gay.
—¿Gay? —exclamó Lena, desconcertada—. ¿Estas segura?
Casi al mismo tiempo que pronunciaba aquellas palabras, decenas de pequeños detalles y comentarios empezaron a cobrar sentido.
—Phil es gay —repitió.
Aquello daba respuesta a muchas preguntas que nunca se había hecho en voz alta.
—Me lo dijo una tarde. Estábamos hablando de relaciones y de corazones rotos. —Yulia parecía algo azorada—. Le pregunté directamente si entre él y tú había algo. Y entonces él me pregunto
directamente si yo quería algo contigo. Una cosa llevó a la otra y los dos nos sinceramos. En realidad, está loco por Ken.
—¿Ken?
Aquello sí que era toda una sorpresa. Jamás habría pensado que...
—¿Pero Ken. .? ¿Ken siente lo mismo?
—No estoy segura, pero me parece que sí. —Yulia se encogió de hombros ligeramente—. De todos modos, Phil me dijo que no estaba preparado para que su familia se enterase —sonrió, traviesamente
—.¿Qué crees que diría la gente si saliéramos del armario todos a la vez? ¡Iríamos de boca en boca! Seguro que creerían que hay algo en el agua del vivero.
—Quizá nos obligarían a cerrarlo —dijo Lena, medio en broma medio en serio.
—Y convertirían el sitio en un templo y gays y lesbianas de todas partes del mundo acudirían en peregrinación. —Yulia soltó una sonora carcajada ante la expresión de Lena—. Es broma.
—Muy graciosa. —Lena intentó ponerse seria, pero no pudo y acabó soltando una risita—. ¿Sabes? Te veo muy gallito, considerando que estas a mi merced: en mis brazos, en mi cama...
—Supongo que tendré que dejar que me hagas lo que quierasusurró Yulia. La besó y le hizo cosquillas con la nariz en la oreja. Lena se estremeció de la cabeza a los pies.
Agarró la camiseta de Yulia y la ayudó a sacársela por la cabeza. Después la lanzó al suelo y se quitó la suya. Yulia la contempló, con las pupilas dilatadas.
—Bueno, si a Phil no le importa, creo que podemos tomarnos media hora más —musitó.
Lena exclamó, indignada:
—¿Media hora?
Tomó los pechos de Yulia entre sus manos y empezó a excitarle los pezones con la yema de los dedos.
—Nos da la impresión de que su excelencia subestima sus gloriosas artes en el amor.
—¿Ah, sí?
—Ah, sí. Por supuesto que sí—jadeó Lena, con voz ronca—.Necesitaremos mucho, muchísimo
más que eso.
—¿Que puedo decir? Tú eres la jefa.
—Soy la jefa y digo que tenemos un pequeño proyecto entre manos y que necesito de tu experiencia, mi pequeña salvaje.
Lena reemplazó sus dedos por sus labios y Yulia gimió de placer.
—Creo que tenemos que discutir sobre quien convierte en una salvaje a quien —dijo.
Lena le deslizó la mano libre por el estómago.
—Más tarde —le susurro al oído, mientras sus dedos hallaban la húmeda calidez que latía entre sus piernas.
—Mucho, mucho más tarde —coincidió Yulia, arqueando su cuerpo y rindiéndose a las seductoras caricias de Lena.__



FIN.............................................................................................






Y así esta historia llega a su final. Gracias a todos los que la leyeron y sobre todo a los que comentaron, la verdad que lo hagan le sube el ánimo a una para seguir adaptando. Espero haya sido de su agrado.

Saludos y hasta pronto. Smile
Lesdrumm
Lesdrumm
Admin

Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 03/08/2014
Localización : Trapped in some parallel universe

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Kano chan 11/30/2015, 12:54 am

Excelente historia !! Lastima que llegó a su fin Sad
hahaha gracias por adaptarla !
Kano chan
Kano chan

Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 08/05/2015
Edad : 31

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por liaesc 11/30/2015, 6:39 am

Ayyyy tan rapido. Linda historia.... me gusto...

liaesc

Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 17/08/2015

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Aleinads 11/30/2015, 5:20 pm

Me hubiera gustado que se desarrollara un poco mas la historia, pero ha llegado a su fin y al menos ya una idea de lo que podría pasar tenemos... Muchas gracias por postear porque me encanto, muy lindo fic ♥
Aleinads
Aleinads

Mensajes : 519
Fecha de inscripción : 14/05/2015
Edad : 34
Localización : Colombia

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Luurk 12/13/2015, 5:29 pm

bellisimo!

Luurk

Mensajes : 7
Fecha de inscripción : 15/09/2015

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por katina4ever 4/4/2016, 6:36 am

Wow, está muy bueno, uns linda adaptación! Gracias, lastima que terminó Sad jejeje
katina4ever
katina4ever

Mensajes : 280
Fecha de inscripción : 03/07/2015

Volver arriba Ir abajo

LA SALVAJE   - Página 3 Empty Re: LA SALVAJE

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Página 3 de 3. Precedente  1, 2, 3

Volver arriba


 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.