AMIGAS CON BENEFICIOS // CAT JOHNSON
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AMIGAS CON BENEFICIOS // CAT JOHNSON
Hola, les dejo este pequeño fic adaptado
Hubo un estrépito en el receptor y, a continuación un:
—Uh, ¿hola?
A juzgar por la somnolencia de la voz en el teléfono de Julia, Lena le había despertado, pero no se sentía mal por eso. Después de todo, pensó, que lo que ofrecía valdría la pena la pérdida de un poco de sueño.
—Hola. ¿Quieres venir? —Susurró Lena en lo que ella consideraba su irresistible voz de gatita sexual.
—¿Por qué nunca te pones caliente antes de la medianoche? —Eso sonó claramente molesto, lo que la molestó aún más. ¿Por qué demonios necesitaba dormir tan temprano? El día siguiente era sábado. Julia no tenía que trabajar. Podía dormir hasta tarde por la mañana.
—¿Quién dice que estoy caliente? Tal vez sólo quiero un poco de compañía para ver la televisión.
—Lena, reconozco una booty call (Es cuando llamas a alguien por teléfono solo para hacer una "cita" para tener sexo con el/ella. Si una persona recibe una llamada telefónica a las 3:30 am por ejemplo, se puede decir bromeando (o en serio...) que es una "booty call".cuando la escucho. Es más de medianoche. ) Una persona civilizada no llama a otra después de las doce a menos que: uno, alguien haya muerto o dos, que quiera sexo.
¿Y qué? Ya que nadie había muerto, era obviamente lo último. No le veía ningún problema.
No era como si posiblemente Lena hubiera encontrado a alguien, único en el mundo con la mente abierta para el sexo, sino cómo conseguirlo veinticuatro horas al día.
—Está bien. No importa.
Oyó su suspiro.
—No seas así. No estoy diciendo que no ni nada, pero ¿no puedes venir tú aquí para variar?
Lena odiaba perder la ventaja de ser equipo local. Hacía frío fuera. Tendría que vestirse. Y Julia, siendo joven y soltera, vivía en un típico piso de soltera aunque algo descuido.
Nunca tenía nada que comer. No tenía refrescos de dieta. Experimentos científicos vivían bajo el sofá y en la ducha. Además, todas sus cosas estaban aquí mismo, en su propio agradable y cómodo lugar. La lista de razones seguía y seguía...
Se dio cuenta de su vacilación.
—¿Qué? ¿Mi apartamento no es lo suficientemente bueno para ti?
—No, no es eso. —No exactamente, de todos modos. —Um. ¿Cuándo fue la última vez que cambiaste las sábanas?
Su risa sarcástica resonó a través del teléfono.
—Pensé que habías dicho que sólo querías ver la televisión. ¿Qué importa cuando cambié las sábanas?
Un polvo rápido no valía la pena más humillación. Ella podía satisfacerse con un poco de ayuda del amigo a baterías que guardaba en su mesilla de noche. Lo había hecho antes y estaba muy segura que lo haría de nuevo.
—No importa. Buenas noches. Lo siento, te desperté—añadió Lena, aunque ella no lo sentía en lo más mínimo.
Habiendo conocido a Julia desde siempre, bueno, en realidad, desde que ambas estaban en octavo grado en la Escuela Secundaria Wilmont, no colgó el teléfono, sino que esperó su suspiro lleno de renuncia. Y no la decepcionó.
—Está bien. Estaré en quince minutos.
Perfecto. Lena sonrió.
—Nos vemos luego.
Después de desconectar la llamada, entró en acción. En primer lugar escondió la novela romántica que había estado leyendo, la que la había arrojado a ese estado de necesidad física, para empezar. Si Julia la viera, sólo se burlaría de ella por su elección del material de lectura. Entonces corrió al baño a lavarse los dientes y quitarse el maquillaje del día de su cara. El apartamento tendría que quedarse como estaba, no había tiempo para arreglarse ella y a su casa, y todavía estaba muchísimo mejor que la de Julia, de todos modos.
Lo bueno de Julia era que no esperaba mucha preparación de su parte. Era muy conveniente, en realidad. Por ejemplo, en los días de invierno, cuando el departamento estaba helado porque el propietario no subía la temperatura, podía permanecer con su pijama favorito de franela, calientito y abrigado. En esas noches frías, mientras tenía sexo con Julia, ella ni siquiera tenía que quitarse el pijama o los calcetines, sólo la parte de abajo.
Esta noche, ella no necesitaba hacer mucho más que limpiar los círculos de mapache del rimel corrido de debajo de sus ojos y tal vez correr sus dedos a través de su cabello. Sabía qué esperar de Julia, también. Llegaba en su viejos par de pantalones favoritos y una camiseta, sabía a pasta de dientes, el cabello un desastre, pero la parte importante estaría dura y lista para ella.
Y cuando todo se redujera a lo serio, la razón por la que ella le había llamado allí, Julia sabía exactamente cómo hacerla llegar, y siempre lo hacía antes de que se hiciera cargo de sí misma. Julia era una amante predecible, agradable. Más importante aún, no había desorden, enredo emocional o romántico, una amistad tan cómoda como su viejo par de zapatillas favorito. Bien entrenada, sin sorpresas. Era una constante conocida en un mar de incógnitas. Con Julia, no corría ninguno de los riesgos que correría tanto con un nuevo par de zapatos de tacón alto o con un nuevo amante caliente.
Esto de ser "amigas con beneficios" que tenía con Julia, era realmente el arreglo perfecto... casi. Era cierto que no era exactamente tan emocionante como caer locamente enamorada de alguien que le hiciera acelerar el pulso con la sola idea de verle, pero bueno, había que transigir a veces.
Mirándose en el espejo, Lena sacó la goma de sus rebeldes rizos pelirrojos y los alisó en una apariencia de orden. Sus ojos verdigrices la miraron desde el espejo mientras se limpiaba por debajo de ellos una vez más para eliminar las manchas de maquillaje.
Luego hizo una pausa y continuó para evaluar su propio reflejo. Ella estaba feliz, ¿no era así? Veinti tantos años y soltera, tenía un trabajo muy bueno y un apartamento lindo, todo suyo.
Luchaba con su peso, pero logró mantener un talle de dos dígitos. Tenía salud, familia y amigos, y sexo cada vez que lo necesitaba. Realmente, ¿qué más podía pedir? No tuvo tiempo para contemplar esa extraña sensación de que faltaba algo cuando sonó el timbre.
Cuando abrió la puerta vieja y confiable, el pelo, antes rubio y, ahora negro de Julia, estaba alborotado como si acabara de salir de la cama, dejó su chaqueta en una silla y se dirigió directamente al dormitorio. Al ver que ella no aparecía inmediatamente detrás, se detuvo en la puerta y se volvió.
—¿Qué pasa? —La ceja por encima de uno de sus ojos azules estaba todavía arrugada de la almohada.
Lena se encogió de hombros.
—No sé. Sólo pensé que podrías darme un beso, o decir hola o algo así, antes de ir directamente a la cama y joderme.
Sus cejas se elevaron hasta encontrarse con el pelo que cubría su frente desordenadamente. Julia le miró con extrañeza por un segundo, como si estuviera sorprendida que quisiera un poco de romance de parte de ella, y luego sonrió.
—¿En serio? Bueno, puedo ser romántica si deseas cortejo, pero tienes que llamar antes de medianoche. En este momento, lo que ves es lo que obtienes. Ahora ¿vas a venir o no?
Con los hombros caídos, le siguió y a su rastro de ropa tirada dentro el dormitorio.
Lena estaba justo en posición para obtener una buena vista de su muy apretado y, como sabía por experiencia propia, muy agradable trasero bronceado, cuando se quitó la ropa y se arrastró en su cama.
Partes de su anatomía inferior se contrajeron a la espera de lo que estaba por venir.
Había que darle crédito, lo que a Julia le faltaba en el departamento de moda, lo compensaba en lo que se encuentra por debajo. Hmm. ¿Eran sus hombros más fuertes
y su cintura un poco más estrecha que antes?
—¿Has estado trabajando mucho últimamente? —Preguntó.
Julia sonrió como una niña.
—Sí. Puede decirse que sí.
Típico. Ella asintió y le sonrió por la forma en que se había puesto tan contenta de que se había dado cuenta.
—Te ves bien.
Lena corrió el cubrecama y se arrastró a su lado. No, esto no era el perfecto arreglo que hubiera pensado, pero seguro que tenía sus ventajas. Acomodó las almohadas de la forma en que les gustaba para el sexo y abrió las piernas para Julia, mientras ésta se situaba entre ellas, ya erecta y lista como sabía que iba a estar. La buena de Julia.
—Mierda. Espera. —Mirando un poco avergonzada, rodó hasta el borde de la cama, tomó su pantalón y sacó un paquete del bolsillo.
Lena frunció el ceño.
—¿Qué estás haciendo?
Una de las cosas buenas de estar con Julia era que no tenía necesidad de usar condones. Ambos se habían hecho la prueba justo después de que comenzó este arreglo, y ella tomaba la píldora. Por supuesto, ambas estuvieron de acuerdo que si en algún momento uno de ellos estuviera con otra persona, entonces...
Lena tomó aire con un silbido fuerte y doloroso.
—¡Has estado con alguien más!
Por lo menos tuvo la decencia de mirar compungida, casi horrorizada en realidad, cuando asintió con la cabeza.
—¿Cuándo? —Exigió, más allá del shock.
—El pasado viernes por la noche. —Obviamente anticipando que esto no iba a ser una breve conversación, Julia lanzó el paquete de aluminio sin abrir en la mesita de noche y se recostó contra la cabecera de la cama, las manos entrelazadas con remordimiento en su desnudo y desinflándose rápidamente, regazo.
—¿Mientras yo estaba visitando a mis padres en Florida?
—Sí. Yo estaba bebiendo con algunos de los chicos del trabajo y esta chica estaba en el bar y me estaba haciendo caídas de ojo. No me había dado cuenta al principio. Los otros chicos lo hicieron y la invitaron. Era evidente que ella había bebido demasiado. —Julia se encogió de hombros. —Yo no tenía la intención de que pase algo, pero estaba demasiado borracha para conducir y ella vivía de camino a casa. Terminé por llevarla a su casa.
Julia no dio más detalles sobre lo que pasó cuando llegaron. No tenía que hacerlo.
Lena se sintió mal. Debía haberle mirado mal, también, porque Julia saltó en defensa.
—¡Hey! estamos de acuerdo que en no somos exclusivos. ¿Te acuerdas? Somos compañeras de cama, Lena. La regla número uno dice claramente que está bien si alguna de las dos está con alguien más, siempre y cuando use protección. Y tú te habías ido durante dos semanas y ni siquiera me llamaste una vez para decirme que estabas con vida y el avión no se estrelló o algo así. ¿Cómo iba yo a saber que no estabas con alguien más del sur?
—Bueno, yo no lo estaba—espetó Lena. De hecho, ella ni siquiera lo había considerado.
—Bueno, yo no lo sabía.
Dejó escapar un sonido atractivo.
—Sí, como si eso te hubiera detenido.
Julia murmuró algo que sonaba como "Puede ser que sí."
—¿Qué?
—Nada. Mira, yo estoy aquí, ¿no? Esto no tiene por qué afectarnos a ti y a mí.
Seguimos siendo amigos que se rascan la comezón uno al otro de vez en cuando, al igual que lo acordado meses atrás. ¿No?
¿Hizo un sonido sarcástico? Amargo, ¿tal vez? ¿Y qué derecho tenía él para estarlo? Julia era quien tuvo relaciones sexuales con otra persona, Lena pensó mientras cruzaba los brazos sobre su pecho a la defensiva. Sí, eso de rascar la comezón había sonado bien cuando hicieron el arreglo. Así que había regla número uno. Pero ya no sonaba bien.
Lena recordó vívidamente la noche que comenzó el acuerdo de "amigos con beneficios". Había alquilado un DVD. Una película para chicas que Julia había a regañadientes aceptado ver con ella ya que no había tenido otros planes para esa noche. Resultó que la película tenía algunas escenas de amor bastante calientes y pesadas, dejando a Julia con una erección que trató de ocultar con el cojín y a Lena húmeda y con ganas.
Fue la noche que nació la teoría de las dos amigos que “se rascaron la picazón". Sin condiciones. Seguían siendo amigas. Aún solteras y disponibles, pero jodiéndose una a la otra cuando surgiera la necesidad. Sí, le había parecido una buena idea entonces. No tan de moda ahora, sin embargo, ya que ella siempre había pensado que sería la primera en encontrar otra persona. Tal vez incluso se enamorara, y entonces ella pondría fin a esta cosa del acuerdo con Julia, siempre manteniendo su amistad, por supuesto. Ella probablemente querría que ella fuera parte de su fiesta de bodas cuando llegara el momento. Lo mejor de ambos mundos, el sexo y la amistad. Pero tenerlo a ella…
Lena tragó el nudo que de repente se formó en su garganta.
—¿Vas a verla otra vez?
Julia se encogió de hombros. ¿Cómo diablos podía ser casual al respecto?
—Tengo su número. Tal vez. No sé. ¿Por qué? Pensé que querías...
—Yo sé lo que pensaste—escupió Lena.
—¿Y?
—Y no lo sé—. Lena tenía un mal sentimiento.
Julia cruzó sus brazos.
—Son tus reglas, Lena. Las que pusiste. Tienes que vivir por ellas, al igual que yo.
La hija de puta la tenía allí. Pero, maldita sea, no era el momento de ser lógica.
—Lo sé—admitió.
Julia dejó escapar un suspiro de frustración.
—¿Quieres decir que hice todo el camino hasta aquí, después de haberme despertado, para ser agredida y no tener sexo?
Tenía una sensación de náuseas en el estómago y una opresión extraña en el pecho.
No estaba totalmente de ánimo.
—Sí, eso es lo que significa.
Julia se dio la vuelta para hacer frente a la pared opuesta y tiró de las mantas para cubrirse.
—Está bien. Pero no voy a volver a la intemperie. Si no puedes soportar estar en la misma cama conmigo, puedes dormir en el sofá, ya que eres la que inició esto y luego comenzaste a cambiar las reglas.
—Sí, bueno... ¡muy bien! —Se intensificó la sensación de malestar en la boca del estómago al pensar en cómo las reglas apestaban. Y estaría condenada antes de dejarle su propia cama. Julia tendría que lidiar con todo su ser en ella, enojada, justo al lado. Se puso los pantalones pijama de nuevo y apagó la luz.
Recostada en la almohada, cruzó los brazos en la oscuridad con desafío y se aferró fuertemente a su ira, para que sólo una hora más tarde, el sueño aún no llegara, a pesar de que Julia había estado roncando en paz desde que puso la cabeza en la almohada. ¡Julia!
Su cabeza daba vueltas con visiones de Julia con otra persona. Le hizo nunca querer dormir con ella otra vez, pero al mismo tiempo, tenía temor de que exactamente sucediera eso.
Lena se removió más de una vez, tan violenta y ruidosamente como pudo a pesar de la amortiguación de la franela y de pluma de ganso. Esta vez, el ronquido se detuvo y le sintió rodar hacia ella.
—¿Qué pasa? —Preguntó media dormida.
—No puedo dormir. —Se tragó su orgullo, el miedo a perderle por completo le hizo añadir —y lo siento.
Alargó un brazo y tiró de hasta que su espalda se ubicó en el torso de Julia.
—Yo te perdono.
Mirando hacia la oscuridad, iluminada sólo por la luz de noche en el vestíbulo, Lena dejó escapar un resoplido.
—Pero honestamente, Julia. ¿Me estás diciendo que si no puedes joder porque estoy fuera de la ciudad, vas a salir a recoger a la primer chica, posiblemente plagada de enfermedades, que se encuentre en un bar y llevarla a su casa?
Se incorporó y encendió la luz de la mesita, echada hacia atrás con fuerza y mirándole acusadoramente.
Julia no respondió a su pregunta, sino que suspiró.
—Dudo que esté plagada de enfermedades. Ella es una enfermera. Y pensé que lo sentías, así que ¿por qué sigues regañándome?
¿Qué podría Lena decir a eso?
Porque nunca pensé que podrías encontrar a alguien más antes que yo.
Eso sonó tan perra como podía ser y odiaba darle la razón. En cambio, ella le mordió en la mejilla y se quedó callada.
La puso de espaldas contra ella de nuevo.
—Mmm. Perra o no, te quiero. —Julia presionó su erección contra su cadera y se sentía exactamente verdadera su declaración. No se opuso cuando Julia comenzó a besarle el cuello y luego le deslizó una mano en el pantalón de su pijama.
—¿Quieres jugar? —Preguntó.
Su dedo se deslizó entre sus muslos apretados, encontrando su clítoris y Lena no pudo mentirse a sí misma. Herida, enojada, celosa, pero sí, cuando Julia la tocaba allí, ella quería jugar. Sólo que no quería admitirlo.
Se rió entre dientes.
—Ah, la venganza del silencio. Eso está bien. Tu coño me ha dicho todo lo que necesito saber.
La boca de Lena se arqueó con disgusto.
—No me gusta cuando utilizas esa palabra.
—Lo sé. Es por eso que la uso. ¿Qué palabra te gusta más? ¿Chocho?
Lena escuchó la risa en su voz.
—¡No! —Definitivamente no.
Julia e rió entre dientes.
—¿Vagina, entonces?
Ewwww. Ella sacudió la cabeza.
—Demasiado clínico. —Y algo que una enfermera puede decir.
—Bueno, piénsalo y luego me lo dices, pero para tu información, tu parte femenina que no será nombrada está muy, muy mojada.
—¿Sí? Bueno, eso no tiene nada que ver contigo. Yo estaba leyendo una novela de mala calidad antes de que llegaras aquí.
—¡Ajá! Finalmente, la verdadera razón de tu booty call a medianoche se manifestó.
Julia le acarició el cuello, mordiéndolo suavemente con sus dientes, volviéndola loca mientras deslizaba dos dedos dentro de la parte del cuerpo en cuestión.
Su cabeza colgaba a un lado cuando se quejó de placer.
—Bien, la próxima vez puede que no te llame. Voy a cuidar de mí misma.
—Mmmm. Me gusta la idea de que te des placer. ¿Dónde están tus juguetes, de todos modos?
—¿Por qué? —Preguntó con desconfianza. Después de seis meses de dormir juntas sin dispositivos electrónicos, ahora, de repente se preguntaba dónde estaban. —¿Tu enfermera borracha tiene juguetes?
—Lena... —Su voz tenía un aviso, mientras que su mano detuvo su movimiento feliz y comenzó a alejarse.
Ella le agarró la muñeca para mantenerle allí.
—Espera. Lo siento.
—Voy a dejarlo pasar esta vez si sacas tu vibrador. —Julia movió las cejas en broma. Se sentó y con las dos manos se quitó los pantalones pijama que se había puesto de nuevo después de su pelea anterior.
Lena no podía entender por qué estaría interesada en su vibrador, pero por el momento, a pesar de su locura, ella estaba demasiado caliente para preocuparse, por lo que rodó hacia la mesita de noche, abrió el cajón y sacó el objeto solicitado. Su juguete de niña grande favorito de entre todos ellos: el vibrador de conejo rosa, que había apodado Bunny. Según lo visto en Sex and the City, y como había leído en el paquete, se suponía que si era lo suficientemente bueno para las chicas, era lo suficientemente bueno para ella y no había sido decepcionada. En el departamento de placer, hasta la fecha, había demostrado ser la mejor cosa sin pulso que una chica podría tener entre sus muslos.
Julia sonrió al verlo y buscó en la mesa de noche el condón nuevo. Su ira volvió con el recordatorio visual de lo que había hecho el último viernes por la noche.
Volviendo a ella, le echó un vistazo a su cara y le dijo:
—¡Alto! Lo siento, yo lo hice y me haré la prueba tan pronto como sea posible. Pero por ahora, yo no voy a arriesgar tu salud, por lo que usaremos condón durante algún tiempo. ¿De acuerdo?
A veces se trataba de una maldición que la conociera tan bien. Incluso si ella quería ocultar lo que sentía, no podía. Podía leer todo en su cara. Nunca habría podido jugar al póquer en su contra.
—¿Al menos usaste condón con la enfermera? —La última palabra sonó como una maldición.
—Sí.
—¿Los llevas contigo en todo momento en caso de que tengas suerte? —Eso sonó muy feo también, pero el pensar que podría estar fuera en busca de sexo con otras personas la ponía enferma.
Suspiró profundamente.
—No, yo no. Ella los tenía en su casa.
—¡Figúrate!—se quejó Lena.
Dejó escapar una risita. Odiaba que se burlara de ella cuando estaba enojada. Se puso aún más enojada.
—¿Qué tienes contra las enfermeras, de todos modos?
—Nada. —Por lo menos, no antes. Al parecer, era una enfermera en particular... y el hecho de que se había follado a Julia en particular.
Una mano de Julia continuó moviéndose sin pensar, hacia arriba y abajo en su pierna desnuda mientras hablaban, haciendo que su piel se erizara. Finalmente, la necesidad de Lena, y la curiosidad pudo más que su disgusto.
—¿Por qué quieres a Bunny?
Se rió de nuevo.
—¿"Bunny? ¿Así lo llamas?
Lena bajó la mirada, avergonzada.
—Sí. Y deja de reírte de mí.
—Creo que es lindo. —Julia apretó su pierna y miró hacia arriba a tiempo para ver su cálida sonrisa.
—¿Por qué lo quieres? —Repitió.
Julia sonrió más ampliamente.
—Ya lo verás. Confía en mí.
Lena frunció el ceño de nuevo. La buena y predecible de Julia, no parecía ser predecible por más tiempo. No estaba segura de que le gustara este nuevo giro de los acontecimientos.
No le dio tiempo para examinarlo más a fondo cuando se inclinó más cerca.
—Ahora ven aquí y estate en silencio para que yo pueda darte un beso.
Lena frunció el ceño hasta que presionó su boca y la obligó a una posición completamente diferente. Mientras la besaba profundamente, deslizaba su lengua entre sus labios y acariciar lentamente dentro y fuera contra la de ella, simulando lo que pronto le haría a su cuerpo, dejó que su rabia se vaya. Era difícil permanecer enojada cuando Julia la besaba así. Recordando su primer beso aquella noche, se había dado cuenta que los besos de Julia serían su perdición, desde el principio.
Manos fuertes, ligeramente áspera deambulaban, jalaban la parte de arriba del pijama.
Tuvo que romper el beso para tirar de la camisa sobre su cabeza. Miró con admiración su desnudez, los pezones arrugados por el aire frío, pero pronto se inclinó para darle calor con la boca.
Se tomó su tiempo, mordisqueando cada seno, uno por uno, hasta que sus ojos se cerraron con satisfacción. Sus dedos reemplazaron a su boca, tirando suavemente en cada pezón, mientras le besaba un sendero hasta el cuello y le pasaba la lengua a lo largo de las vueltas de la oreja, enviando un escalofrío a través de ella.
Sus manos eran buenas para encontrar los puntos que la volvía loca, y así lo hicieron, deslizándose por su cuerpo, arrastrando dos dedos a lo largo y profundo dentro de ella, acariciando su punto G a la perfección. Ella ladeó la pelvis hacia arriba, cuando la presión familiar comenzó a construirse en su interior. El único pensamiento en la cabeza de Lena era lo mucho que quería venirse, hasta que le susurró:
—Quiero joderte por atrás mientras tienes a Bunny en el coño.
Esa proposición le disparó la concentración al infierno. Sus ojos se abrieron y ella le dio un empujón lo suficientemente lejos como para mirar a Julia a la cara y evaluar si estaba bromeando o simplemente loco.
—¿Qué?
—Quiero...
Ella lo interrumpió.
—Te oí la primera vez. ¿Estás hablando…—susurró el resto—de sexo anal?
Julia asintió con la cabeza, con esperanza. Nunca lo habían discutido antes. Lena no sabía de dónde demonios había salido esta sugerencia, pero no tenía idea, y no le gustó en absoluto.
—¿Lo hiciste con ella?
Su rostro cayó y se tiró más atrás.
—No.
—Entonces, ¿de dónde de repente se te ocurrió esta idea después de todo el tiempo que hemos estado juntas y el sexo a la antigua ha sido lo suficientemente bueno?
Bueno, podría admitir para sí misma la idea de que un juego anal había pasado por su cabeza un par de veces durante su vida sexual. Julia había sondeado incluso la punta de los dedos una o dos veces mientras le realiza sexo oral a ella, pero eso fue todo.
Cuando llegó el momento de la realidad, ella siempre se acobardó.
—Uno de los chicos del trabajo estaba hablando de ello en el bar. Él dice que a su novia le encanta. Ella le dijo que la doble penetración del vibrador y su miembro eran increíbles.
Uno de los chicos en el bar. Donde Julia se encontró a la vagabunda. Antes de que la jodiera.
—Así que ¿por qué no hiciste la cosa de la doble penetración con tu enfermera esa noche? ¿Por qué perder tanto tiempo esperando a que yo vuelva a casa de mi viaje? — Tal vez la borracha no tenía juguetes, pensó Lena antipática.
Julia tenía una mirada herida en sus ojos.
—Porque esto es algo que se hace con una persona que uno conoce, Lena. Yo quería que la primera vez que lo haga, fuera con alguien con quien esté cómoda y querida.
No con una extraña. Yo quería estar contigo. ¿De acuerdo?
A pesar de sí misma, su corazón se calentó con su sinceridad. Tal vez estaba siendo especial en su vida, incluso después de su jugueteo con la borracha.
—De acuerdo.
Los ojos de Julia se abrieron como platos. Parecía una niña que acababa de ver el camión de helados llegar a su casa.
—¿En serio? ¿Podemos intentarlo?
Ella no pudo evitar una sonrisa ante su entusiasmo.
—Sí.
Se inclinó para darle un beso, hasta que le detuvo.
—Espera, ¿alguna vez has hecho sexo anal normalmente con alguien antes?
—Sí. Bueno, realmente no, pero más o menos. Y antes de preguntar, no, no fue con ella. Con mi novia de la universidad.
—¿La tenebrosa Mary?
Los labios de Julia hicieron una mueca mientras trataba de no sonreír al apodo de larga data de Lena por su ex.
—Sí.
—¿Y?
Se encogió de hombros.
—Ella se asustó y me hizo parar antes de que yo tuviera la cabeza dentro.
—Oh. —Lena bajó los ojos. No es que ella quisiera tener nada en común con La tenebrosa Mary, pero era exactamente su temor también. Que ella se asustara y le detuviera.
—¿Cómo sabes que va a funcionar conmigo esta vez?
Julia sonrió.
—Debido a que mi compañero de trabajo me dio algunos consejos.
¿Consejos? Lena alzó una ceja, nerviosa, pero por un momento deseando haber sido una mosca en la pared durante esa conversación.
—¿Por ejemplo?
Julia miró maliciosamente.
—Va a ser más divertido si te muestro. Confía en mí.
Lena dudó antes de aceptar finalmente. Ella confiaba en él.
—De acuerdo.
Su sonrisa se ensanchó.
—¡Bien! Ahora bien, date la vuelta.
Uh, oh.
Con el trasero desnudo al aire, Lena se preguntaba por qué diablos había accedido. No tenía tiempo para discutir, aunque como sentía las manos de Julia recorrer sobre ella, acariciando tiernamente sus mejillas antes de expandirlas a lo ancho. Cuando se dio cuenta de la sensación cálida y húmeda de la lengua lamiendo su agujero, lanzó un gemido, que hizo eco en Julia detrás de ella. La sensación inesperada se sentía bien.
Raro, pero realmente, realmente bueno.
Su tentador sondeo continuó hasta que la presión de un dedo tentativo empujando poco a poco, reemplazó a su lengua. Se puso tensa, apretando los músculos con miedo de esta nueva invasión.
—Relájate. Vamos a ir muy despacio. Te lo prometo. —la voz de Julia calmaba sus nervios, pero no tanto como la otra mano, que serpenteaba delante de ella, haciendo círculos en su clítoris. Cerró los ojos y lanzó otro gemido cuando él apretó el dedo en el interior más profundo, al tiempo que aumentaba la presión sobre la raíz sensible de nervios entre sus muslos. Cada sentimiento parecía intensificado triplemente por la combinación de ambas sensaciones.
—¿Lista para más? —Preguntó con voz ronca. Lena asintió con la cabeza y deslizó otro dedo dentro de su trasero, mojándolo con su saliva. Se estremeció.
—¿Cómo se siente, Lena? Cuéntame. —Por su voz, ella se dio cuenta que estaba respirando tan rápido como ella en ese momento.
—Está bien. Bien—dijo ahogadamente.
Julia se movió detrás de ella hasta que su boca estaba junto a su pelo, su aliento haciéndole cosquillas en la oreja y enviando un escalofrío a través de su cuerpo. Su voz sonaba un poco áspera cuando le dijo:
—Te voy a joder de la forma normal un poco, mientras dejo mis dedos en tu trasero para que te acostumbres a ellos. ¿De acuerdo?
Lena asintió con la cabeza y tragó saliva con anticipación, cuando un cosquilleo corrió por su espalda. Con su mano izquierda, se puso el condón y luego se movió de nuevo en posición detrás de ella.
Lanzó un gemido cuando su miembro se deslizó en su interior. Julia estableció el ritmo, mientras que lo que parecían ser tres dedos esta vez, apretaban dentro de la entrada de su trasero. Al mismo tiempo, la otra mano atormentaba su clítoris, empujándola más cerca del orgasmo.
Su polla se deslizó fácilmente dentro y fuera de ella.
—Dios, Lena. Tu coño está tan húmedo.
Lena no podía comentar sobre eso. Estar totalmente llena la estaba enviando sobre el borde rápidamente.
—Julia, me voy a venir—respiraba con la boca abajo, en la almohada, con los brazos tan temblorosos que no pudo mantenerse por más tiempo.
—Espera, Lena. Quiero estar en ti cuando te vengas.
Lena asintió con la cabeza, esperando que fuera rápido antes de recordar que tenía miedo.
Julia fue más rápida de lo que podía haber imaginado. Demasiado pronto, la presión de la cabeza de su pene, mojado con sus propios jugos, reemplazó sus dedos. En sólo un segundo, fue presionando poco a poco en el interior, firme pero suave, extendiéndola, hasta que se abrió paso entre los músculos tensos en su entrada y se deslizó el resto del camino.
Lena escuchó su gemido mientras se deslizaba dentro de ella profundamente y se quedaba allí, inmóvil.
—Oh, Dios mío. Se siente increíble—dijo con voz entrecortada. —¿Dónde está el vibrador?
Cegada, buscando a tientas alrededor de la cama, encontró a Bunny, sosteniéndolo en una mano para que Julia lo viera.
—Ponlo en tu coño y enciéndelo.
Lena respiró hondo e hizo lo que le pidió, deslizando el conejito hasta la empuñadura, encontrando sólo una ligera resistencia en el camino. Buscó el botón y lo encendió.
Tuvo que dejar caer la cabeza contra la almohada cuando quedó tirada casi de inmediato en uno de los orgasmos más intensos de su vida.
No podía oír mucho más allá de sus propios gemidos, que pronto se convirtieron en gritos de lo que sólo podría ser conocido como el éxtasis, pero en el borde de su conciencia, ella estaba al tanto de Julia detrás de ella. Julia la agarró por las caderas y hacía unos ruidos muy fuertes no característicos, cuando se impulsó dentro de ella.
Finalmente, bajando profundamente dentro de ella una última vez, se estremeció brevemente y luego dejó caer la cabeza lánguidamente contra su espalda.
Al borde de la inconciencia, Lena supuso que podría haber seguido yéndose... o viniéndose de hecho... hasta que las pilas del conejito se agotaran, pero ya que Julia había acabado, y a juzgar por su peso aplastante sobre ella y su respiración pesada, agotada y gastada por el momento, apagó su amigo electrónico y lo deslizó hacia fuera.
Sin aliento, debilitada y todavía inestable por el orgasmo, aún estaba rebosante de emoción.
—Oh, Dios mío. Eso fue lo más intenso que he sentido en mi vida. ¿Pudiste sentirlo?
¿Sentiste a Bunny? ¿Podías sentir mi orgasmo? —Ella se retorcía y trataba de ver la cara de Julia sobre su hombro, pero no pudo.
Ella lo sintió reír contra su espalda.
—Oh, sí. Sentí todo. A Bunny, a ti, todo.
Julia deslizó su miembro ahora suavizado lentamente fuera de ella y salió de la cama, fue descalza al cuarto de baño, se supone que a tirar el condón, otra razón por las que esas cosas eran molestas. Ahora estaba sola luego de su corrida y todavía quería discutir el sexo increíble que acababa de tener.
Finalmente, después de una descarga de la taza del baño y el sonido del agua corriendo en el lavabo, volvió, diciendo:
—Eso es algo que definitivamente me gustaría repetir pronto y con frecuencia.
Lena frunció el ceño. Sí, ahora que le había roto la cereza con el sexo anal, era probable que lo estuviera haciendo por todos lados y con todo el mundo.
Se arrastró sobre la cama y la besó en la punta de la nariz.
—Si estás dispuesta, claro.
De mala gana, se sintió sonreír. Quería hacerlo de nuevo con ella, no con la enfermera barata. Pero aun así, Julia había estado con otra mujer... Lena no podía superar eso. Se encogió de hombros.
—Supongo.
Julia levantó una ceja.
—¿Supones? Cariño, no he oído sonidos como esos salir de ti nunca. Ni siquiera trates de fingir que no te gustó.
Lena puso mala cara, pero no pudo mantener el puchero cuando se dio cuenta de esta era la primera vez que Julia la había llamado "cariño". Su corazón latía un poco más rápido cuando ella admitió:
—Me gustó.
Julia sonrió con satisfacción y se dejó caer de nuevo en la cabecera junto a ella.
—Maldita sea, sólo de pensarlo se me ha puesto duro otra vez. — Volvió la cabeza hacia ella y movió las cejas. —¿Estás lista para otro? Tú eliges las posiciones ahora.
—No sé. ¿Tienes otro condón? —Lena le puso a la última palabra todo el veneno en la medida que pudo.
Julia hizo rodar los ojos, claramente aceptando su maldad si eso significaba que podía tener sexo otra vez esta noche.
—Sí.
—Está bien. —Lena dejó de lado un poco de la rabia. En cambio, empezó a considerar la posición que quería practicar, ya que era su elección.
—Contra la pared. Que me sostengas. Quiero que tengas que trabajar para ello.
Julia sonrió, sacudiendo la cabeza, pero para su sorpresa, asintió.
—Bien, levántate. ¿Puedo añadir que eres una bruja mala?
Lena sonrió. Sí, ella podría serlo. Uno de sus rasgos más amables.
Horas más tarde, Lena todavía no era capaz de dormir. La memoria de los bien definidos músculos del brazo y del torso de Julia cuando sostuvo su nada despreciable peso, mientras que los brazos y las piernas de ella estaban envueltos firmemente en torno a ella mientras la jodía por un tiempo impresionantemente largo, la tuvieron despierta por el resto de la noche.
Y cuando salió el sol, con el sonido de sus familiares ronquidos suaves a su lado, ella sólo tenía un pensamiento en su cabeza. ¡Joder!
A ella le gustaba. Realmente le gustaba y no sólo como amiga. No se permitió pensar en la otra palabra que empezaba con “A”.
Lena revisó los hechos una vez más, con la esperanza de conseguir un resultado diferente esta vez. Se sentía celosa por primera vez en su amistad. Esa noche había permanecido despierta durante horas y no podía sacarlo de su mente. Y había pasado mucho tiempo durante su insomnio, planificando de qué forma y cuando podría traerlo de vuelta a su cama otra vez, así como repasando mentalmente lo que había en el cajón de su ropa interior para llevar en ese evento próximo. ¿Cómo podía enamorarse de Julia ahora?
Esto complicaba todo.
~
—Creo que me he enamorado de Julia.
Lena había esperado que fuera simplemente por el orgasmo inducido por la euforia y se desvanecería. Pero al día siguiente, mientras estaba sentada frente a su amiga Nastya, empujó la ensalada delante de ella. Todavía estaba allí, esa sensación de malestar asentada justo sobre el corazón en su pecho.
Nastya levantó la vista de su propia ensalada de pollo de Asia y sacudió la cabeza.
—Te lo dije hace seis meses cuando comenzó esto de los "amigas con beneficios", no se puede tener sexo con alguien en una base regular y no desarrollar sentimientos más profundos. Es imposible. La madre naturaleza no construyó mujeres que sean capaces de hacer cosas por el estilo. Fuimos diseñados para ser monógamas y mantener la unidad familiar juntos.
Lena suspiró. Ella se consideraba una feminista y no le gustaba la teoría de Nastya. Algunos personas podían joder sin caer enamorados de otras, así que ¿por qué no todas las mujeres?
Entonces se le ocurrió una idea. Levantó la vista con optimismo.
—Tal vez yo no tengo sentimientos hacia Julia. Quizás es sólo envidia. No pensé que me gustaba tanto hasta que me enteré de que había dormido con alguien más.
Nastya dejó el tenedor y levantó una ceja.
—¿Julia durmió con otra persona?
De alguna manera la reacción de su amiga no hizo nada para consolar a Lena.
—Sí, pero fue un accidente. Ella estaba borracha y yo estaba fuera de la ciudad. —¿Por qué sintió la necesidad de racionalizar y defender a Julia de Nastya con una excusa estúpida? Lena no podía explicarlo.
Nastya no hizo comentarios, pero su expresión lo hizo por ella. Nastya tenía algo que decir, pero no se lo dijo.
—¿Qué? Crees que está cansada de mí ¿no? —Acusó Lena.
—No, yo no. Algunas personas son simplemente diferentes cuando se trata de sexo. Eso es todo.
Y otra vez:
—Así que lo que estás diciendo es que algunos fueron hechos para dar vueltas, follando con un montón de mujeres diferentes y no se enamoran, ¿pero las nosotras sí?
Nastya asintió con la cabeza.
—Correcto. Básicamente, se han diseñado para difundir sus semillas.
—Grandioso. Gracias. Eso me hace sentir mucho mejor—Lo último que Lena quería pensar era Julia extendiendo sus semillas, en particular entre las piernas de la enfermera.
—Lo siento. Pero creo que la cuestión más importante aquí no es que Julia salió y se puso a joder con alguien, sino que estás celosa de ella.
—¿Por qué?
—Esto significa que te gusta mucho más de lo pensaste que te gustaba. Si no te importara, no te pondrías celosa.
Eso tenía sentido, demasiado para su gusto. Lena finalmente se rindió y puso el tenedor sobre la mesa, dándose cuenta de que no estaba en absoluto con hambre, y hundió la cara en sus manos.
—¿Qué diablos voy a hacer?
—Ir a una cita con ella. Ya estás a mitad de camino en una relación. Son amigas, duermen juntas. Así que llama y pregúntale si quiere ir a cenar o algo así.
Claro que habían comido juntas, toneladas de veces, pero nunca fueron comidas en una cita. De repente, presa del pánico ante la idea de pedirle a Julia y ser rechazada,
Lena miró a su teléfono celular. Lo había dejado sobre la mesa cuando llegó para que lo oyera, en caso de que Julia llamara. Maldita sea. Lo tenía malo. Esto apestaba.
—¿Y si le pido esta noche y ya tiene una cita? —¿Y si estaba saliendo con una enfermera tramposa?
—No lo sabrás hasta que se lo preguntes.
El pánico se apoderó de ella.
—No sé si puedo.
—Te lo dije, le invitas a una comida casera agradable. Muéstrale lo que una verdadera relación contigo puede ser, que involucre a más que una booty call. Y mientras estás en ello, gentilmente le puedes hacer sacar sus sentimientos hacia ti.
Cuando ella no hizo ningún movimiento, Nastya tomó el teléfono de Lena, buscó a través de los números, pulsó llamar y se lo ofreció a ella.
Lena se quedó congelada.
—Es mejor tomarlo. Está sonando.
Mierda. Lena cogió el teléfono y lo puso en la oreja, justo a tiempo para oír la voz de
Julia diciendo:
—Hola.
—Hey.
—Hey, Lena. ¿Qué pasa?
Tragó saliva.
—Um, ¿quieres hacer algo esta noche?
Nastya frunció el ceño profundamente ante la torpe invitación de Lena.
—Lo siento. No puedo. Tengo planes. ¿En otra ocasión?
—Um, seguro. Yo te llamo. Bye—Lena desconectó la llamada tan pronto como pudo con las manos temblorosas y la vista hacia Nastya acusadora.
Tenía una cita con alguien más. Tal vez ya le había perdido, en el momento en que finalmente descubrió que en realidad la quería. Ahora, ¿qué demonios iba a hacer?
~
Una larga, sin dormir, terrible semana más tarde, Julia se sentó en el apartamento de
Lena, luciendo tan relajada como Lena estaba nerviosa. Dios, ella odiaba todo en ese momento.
Inexplicablemente el corazón de Lena palpitó cuando pasó por delante de Julia y Julia olfateó el aire detrás de ella.
—¿Estás usando perfume? —Preguntó con asombro.
—¿Qué? No. Quiero decir, sí. Tal vez. ¿Por qué? —Lena quería patearse a sí misma por tartamudear como una colegiala, y justo alrededor de Julia, de entre todas las personas. Julia, que probablemente pasó el último Sábado por la noche, y todas las noches en el medio, tirándose a su enfermera. Lena probablemente deberían estar contenta que se tomara el tiempo y la molestia de venir y comer con ella.
Julia la miró ahora como si estuviera perdiendo la cabeza y se encogió de hombros.
—Por nada. Hueles bien. Eso es todo.
—Oh. Um. Gracias.
Pensaba que olía bien. ¿Por qué demonios eso la hacía feliz? Se recordó que Julia probablemente le dijo lo mismo a su fulana, también.
Agarró las dos placas que había preparado en la encimera de la cocina y las llevó a la mesa del comedor.
—¿Es esa una nueva falda? —Preguntó Julia, mirándola de arriba abajo.
¿Le decía que se había probado prácticamente todo en su armario para encontrar el traje perfecto para esta noche y por fin había encontrado esta mini falda ultra-corta que había comprado años atrás, metida en un estante con las etiquetas todavía puestas? ¿Debería decirle que le estaba esperando, pensando si la altura de las botas de tacón alto, lo harían babear, hacerlo olvidar de la enfermera y no pensar en nada más que doblarla sobre la mesa mientras le hacía cosas muy malas?
—¿Esto? No. Había estado allí desde hace años.
Julia arqueó una ceja.
—¿Ah, sí? No creo que jamás te haya visto que la usaras antes. Es muy agradable.
La boca de Lena se torció en una mueca. “Agradable” no era lo que estaba buscando.
Julia miró el plato de la cena que golpeó más de lo necesario frente a sí misma. Haciendo caso omiso de eso, comentó:
—Esto se ve bien. Gracias.
Claro que se veía bien. Todo tenía que estar mejor que bien. Había pasado la tarde de compras, haciendo la limpieza del apartamento, preparando la comida, y luego arreglándose el cabello, se puso maquillaje, perfume, un traje especial, justo sobre la nueva e increíblemente incómoda tanga, en previsión de su llegada.
—Bien. Grandioso. Espero que te guste. —Lena se dejó caer en su silla con furia y tomó un trago de vino tinto. Al parecer, sus nervios estaban poniéndola de mal humor esta noche. Actuar con mal genio no era probablemente la mejor manera de ganar un nuevo novio, sin embargo. Lástima que su boca y su cerebro a veces, está bien, a menudo, no podían comunicarse.
Lena miró con una ceja levantada antes de cortar cuidadosamente su lasaña casera, que esperaba tuviera "buena cocinera y su novia potencial" escrito por todas partes. Le miró de cerca al tomar el primer bocado y tragarlo. Se metió enseguida un segundo bocado, pero los elogios y las confesiones de amor que ella esperaba no llegaron.
Por último, miró hacia arriba con el ceño fruncido e hizo un gesto hacia su plato sin tocar con el tenedor.
—¿No estás comiendo?
—Tuve un gran almuerzo—mintió, frotando su vientre como si estuviera llena de vigor.
Julia asintió con la cabeza.
—Bueno, te lo estás perdiendo. Esto es muy bueno.
Un poco más feliz, aceptó el cumplido y decidió girar las cosas a su favor.
—¿Sabes qué más fue genial? El sexo de la semana pasada. ¿Eh?
El tenedor se detuvo a medio camino de la boca de Julia cuando le miró con sorpresa.
—Um, sí. Lo fue.
—No me importaría hacerlo todas las noches. ¿Y tú? —Mierda, sonaba como uno de sus compañeros en el vestuario o algo así. Lena podía ser la que también le diera bofetadas en el trasero y luego se metiera a las duchas.
Julia puso el tenedor hacia abajo sobre el plato y la miró.
—¿Qué pasa, Lena. Estás actuando de manera extraña esta noche.
El corazón le latía con fuerza, su voz sonaba un poco como brea en sus propios oídos cuando dijo:
—Nada sucede.
Julia continuó esperando y mirándola, y entonces se derrumbó.
—Es... es que... —Ella suspiró y volvió a empezar. —Tú sabes las reglas que establecí cuando empezamos esta cosa entre nosotros.
Julia asintió con la cabeza.
—Sí.
—¿Al igual que la regla de que nosotros no somos exclusivas, por ejemplo? —Continuó en lo que esperaba sonara como una voz casual.
Julia arqueó una ceja.
—Sí, estoy familiarizado con esa regla en particular.
Sí, Lena apostaba que lo estaba, pensó mientras recordaba la enfermera.
—Bueno, me preguntaba si tal vez deberíamos volver a evaluar todas las reglas, como tal vez cada seis meses o así, sólo para asegurarnos de que todavía estamos contentos con ello.
Julia asintió con la cabeza muy lentamente.
—Han sido cerca de seis meses desde que empezamos esto, ¿no es cierto?
—¿Ah, si? —Fingió ignorancia, entrecerrando los ojos hacia el techo y hacía como que contaba. —Sí, creo que han sido seis. Tienes razón.
Julia continuó su escrutinio un poco demasiado cerca cuando dijo:
—Está bien. Vamos a volver a evaluar. Así que dime, ¿cuáles son tus sentimientos sobre la norma de no exclusividad, por ejemplo?
El corazón le latía con fuerza, hizo lo que pudo para hacer caso omiso de forma casual.
—Bueno, realmente no había pensado mucho en eso, pero ya que preguntas...
Supongo que si las dos estamos disfrutando estar una con la otra, hay que considerar ser exclusivas. Pero por otro lado si, por ejemplo, te estás aburriendo al estar juntas, o tú estás interesada en alguien más, entonces tal vez la regla de estar libres de dormir con otra gente debe seguir.—Lena no se atrevía a preguntarle si estaba interesada en alguien más, así en vez de eso le preguntó —Entonces, ¿estás aburrida de nosotros?
Contuvo el aliento y esperó lo que pareció una eternidad para que él hablara.
—¿Estás aburrida de nosotros? —Preguntó Julia, su voz teñida de algo que no podía identificar.
—Yo te pregunté primero.
Después de un momento terriblemente largo, Julia movió lentamente la cabeza, diciendo:
—No. No estoy aburrida.
Aliviada, Lena balbuceó:
—Yo tampoco. Especialmente después de la semana pasada, quiero decir que fue genial.
Julia todavía la miraba.
—Estoy de acuerdo. Entonces, ¿qué es exactamente lo que estás sugiriendo, Lena?
Eso fue todo. De vida o muerte. Lena respiró hondo y se lanzó de cabeza en lo que podría terminar volviéndose en su contra, si no se sentía de la misma manera.
—Eso, tal vez deberíamos considerar ser exclusivas.
Le pareció ver contraer la boca, pero era demasiado rápido para estar segura. En su lugar, sugirió en voz baja:
—Pero eso nos convertiría en novia y novia, no sólo amigas que joden ¿no?
¿No quería que fueran novia y novia? Tal vez la enfermera ya era su novia. Ella era una estúpida por hablar de esto.
—Bueno, no, no necesariamente... a menos que quieras que sea así, por supuesto. Y si es así, entonces está bien para mí. O no. Lo que sea. —Maldita sea. Linda manera de manejarlo, Lena.
Julia se mordió los labios antes de decir:
—Lena. Lo que necesito saber. ¿Todo esto es porque estás celosa de la enfermera?
Lena ahogó un gemido. Odiaba que la conociera tan bien.
—¿Celosa? ¿Yo? No, no estoy celosa.
—Lena...
Lena dejó escapar un gran suspiro.
—Sí. Bueno. Estoy celosa como el infierno. Cuando te llamé el sábado pasado y dijiste que tenías planes yo... —Dejó la frase sin terminar, no queriendo decirle cómo se sentía devastada. —Y si fueran sólo los celos, probablemente podría manejarlo, pero me temo que es más.
De repente Julia se levantó de su asiento y se puso de pie junto a ella, levantándola de la silla para que ella pudiera mirarlo a los ojos.
—¿Qué más?
Se obligó a mirarlo a los ojos.
—Creo que me gustas.
Su risa sonaba un poco amarga.
—Eso espero. Hemos sido amigas desde el octavo grado.
—Quiero decir que me gustas-gustas— Ella se ruborizó.
Divertida, Julia dijo:
—Ahora me siento como si estuviéramos de nuevo en el octavo grado.
Lena le dio una palmada en el brazo por el comentario.
Agarró sus dos manos entre las suyas, Julia le preguntó:
—¿Quieres saber algo?
—¿Qué? —Ella puso mala cara, no estaba segura de si quería saber.
—No tienes que estar celosa.
—¿No?
—No. Mis planes la semana pasada fueron unas entradas para un partido con los chicos del trabajo.
Se sintió ridículamente aliviada.
—¿Quieres saber algo más?
Lena lo miró a los ojos con esperanza.
—¿Qué?
—La enfermera me llamó el día de hoy. Ella vio a mi amigo en el bar después del trabajo ayer por la noche y le dio mi número.
De repente Lena estaba en una montaña rusa emocional sin salida a la vista. Sentía ácido llenar la boca de su estómago. Esto era por lo que no tenía citas. Apestaban.
Lena apenas podía oír más allá del flujo de sangre en sus oídos mientras ella le preguntó:
—¿Qué quería?
—Verme esta noche.
Lena tragó el nudo en la garganta. Así que la enfermera traviesa llamaba después de que Julia ya había dicho que sí a la cena con Lena y sentía que no podía dejarla plantada.
Grandioso. Era probable que prefiriera estar con la enfermera cachonda esta noche.
Esto era horrible. Lena casi no podía respirar.
Tenía miedo de llorar, consiguió ahogar el llanto.
—¿Qué le dijiste?
—Que yo ya estaba involucrada con alguien y dormir con ella aquella vez había sido un error.
Aquella vez. No había dormido con ella de nuevo. El alivio inundó su cuerpo. Lena apenas podía susurrar.
—¿De verdad?
—Sí, pero eso no era totalmente cierto.
Por supuesto que no era cierto. Lena se había inventado esa regla estúpida que no iban a estar "involucradas". Serían sólo amigas con beneficios que tenían relaciones sexuales sin compromiso. Lena bajó la mirada de la suya.
—Supongo que tienes razón. No es cierto.
—No, no es cierto, porque dormir con ella, no fue totalmente un error—La cabeza de
Lena se sacudió hacia arriba mientras Julia continuó—Debido a que no fue hasta que estuve con ella que decidiste que yo te “gustaba-gustaba”—Julia hizo una pausa, sonrió y pasó las manos por los brazos de Lena. Le tomó el rostro suavemente con la palma de la mano. —Y no fue hasta que estuve con ella en que me di cuenta que no quería estar con nadie, excepto contigo.
—¿En serio? —Jadeó Lena, sin aliento.
—En serio. —Sonrió más amplio.
Al sentir que su corazón empezaba a latir con fuerza, Julia se inclinó, tocando sus labios a los suyos. Julia la besó profundamente hasta que sus rodillas se sintieron débiles y finalmente tuvo que retirarse para recuperar el aliento... y confesar una cosa más. Ella no pudo evitar esto por más tiempo.
—¿Julia?
—Sí, Lena.
Vaciló y luego exclamó:
—Creo que sería más que sólo que me gustas-gustas.
Julia sonrió.
—Eso está bien, cariño. Tú más que me gustas-gustas también. Creo que tengo para un rato ahora.
Un tanto para la teoría de Nastya sobre el amor.
Lena sintió en su cara entrar en una sonrisa de satisfacción enorme.
—Estoy muy contenta de que lo hagas.
—Yo también, Lena. Yo también. Ah, y es mejor que compres baterías para Bunny.
Creo que vamos a necesitarlas. Ahora que estamos oficialmente, exclusivamente saliendo, tengo la intención de estar aquí mucho más a menudo.
Lena sintió su cuerpo caliente. Ciertamente así lo esperaba.
Hubo un estrépito en el receptor y, a continuación un:
—Uh, ¿hola?
A juzgar por la somnolencia de la voz en el teléfono de Julia, Lena le había despertado, pero no se sentía mal por eso. Después de todo, pensó, que lo que ofrecía valdría la pena la pérdida de un poco de sueño.
—Hola. ¿Quieres venir? —Susurró Lena en lo que ella consideraba su irresistible voz de gatita sexual.
—¿Por qué nunca te pones caliente antes de la medianoche? —Eso sonó claramente molesto, lo que la molestó aún más. ¿Por qué demonios necesitaba dormir tan temprano? El día siguiente era sábado. Julia no tenía que trabajar. Podía dormir hasta tarde por la mañana.
—¿Quién dice que estoy caliente? Tal vez sólo quiero un poco de compañía para ver la televisión.
—Lena, reconozco una booty call (Es cuando llamas a alguien por teléfono solo para hacer una "cita" para tener sexo con el/ella. Si una persona recibe una llamada telefónica a las 3:30 am por ejemplo, se puede decir bromeando (o en serio...) que es una "booty call".cuando la escucho. Es más de medianoche. ) Una persona civilizada no llama a otra después de las doce a menos que: uno, alguien haya muerto o dos, que quiera sexo.
¿Y qué? Ya que nadie había muerto, era obviamente lo último. No le veía ningún problema.
No era como si posiblemente Lena hubiera encontrado a alguien, único en el mundo con la mente abierta para el sexo, sino cómo conseguirlo veinticuatro horas al día.
—Está bien. No importa.
Oyó su suspiro.
—No seas así. No estoy diciendo que no ni nada, pero ¿no puedes venir tú aquí para variar?
Lena odiaba perder la ventaja de ser equipo local. Hacía frío fuera. Tendría que vestirse. Y Julia, siendo joven y soltera, vivía en un típico piso de soltera aunque algo descuido.
Nunca tenía nada que comer. No tenía refrescos de dieta. Experimentos científicos vivían bajo el sofá y en la ducha. Además, todas sus cosas estaban aquí mismo, en su propio agradable y cómodo lugar. La lista de razones seguía y seguía...
Se dio cuenta de su vacilación.
—¿Qué? ¿Mi apartamento no es lo suficientemente bueno para ti?
—No, no es eso. —No exactamente, de todos modos. —Um. ¿Cuándo fue la última vez que cambiaste las sábanas?
Su risa sarcástica resonó a través del teléfono.
—Pensé que habías dicho que sólo querías ver la televisión. ¿Qué importa cuando cambié las sábanas?
Un polvo rápido no valía la pena más humillación. Ella podía satisfacerse con un poco de ayuda del amigo a baterías que guardaba en su mesilla de noche. Lo había hecho antes y estaba muy segura que lo haría de nuevo.
—No importa. Buenas noches. Lo siento, te desperté—añadió Lena, aunque ella no lo sentía en lo más mínimo.
Habiendo conocido a Julia desde siempre, bueno, en realidad, desde que ambas estaban en octavo grado en la Escuela Secundaria Wilmont, no colgó el teléfono, sino que esperó su suspiro lleno de renuncia. Y no la decepcionó.
—Está bien. Estaré en quince minutos.
Perfecto. Lena sonrió.
—Nos vemos luego.
Después de desconectar la llamada, entró en acción. En primer lugar escondió la novela romántica que había estado leyendo, la que la había arrojado a ese estado de necesidad física, para empezar. Si Julia la viera, sólo se burlaría de ella por su elección del material de lectura. Entonces corrió al baño a lavarse los dientes y quitarse el maquillaje del día de su cara. El apartamento tendría que quedarse como estaba, no había tiempo para arreglarse ella y a su casa, y todavía estaba muchísimo mejor que la de Julia, de todos modos.
Lo bueno de Julia era que no esperaba mucha preparación de su parte. Era muy conveniente, en realidad. Por ejemplo, en los días de invierno, cuando el departamento estaba helado porque el propietario no subía la temperatura, podía permanecer con su pijama favorito de franela, calientito y abrigado. En esas noches frías, mientras tenía sexo con Julia, ella ni siquiera tenía que quitarse el pijama o los calcetines, sólo la parte de abajo.
Esta noche, ella no necesitaba hacer mucho más que limpiar los círculos de mapache del rimel corrido de debajo de sus ojos y tal vez correr sus dedos a través de su cabello. Sabía qué esperar de Julia, también. Llegaba en su viejos par de pantalones favoritos y una camiseta, sabía a pasta de dientes, el cabello un desastre, pero la parte importante estaría dura y lista para ella.
Y cuando todo se redujera a lo serio, la razón por la que ella le había llamado allí, Julia sabía exactamente cómo hacerla llegar, y siempre lo hacía antes de que se hiciera cargo de sí misma. Julia era una amante predecible, agradable. Más importante aún, no había desorden, enredo emocional o romántico, una amistad tan cómoda como su viejo par de zapatillas favorito. Bien entrenada, sin sorpresas. Era una constante conocida en un mar de incógnitas. Con Julia, no corría ninguno de los riesgos que correría tanto con un nuevo par de zapatos de tacón alto o con un nuevo amante caliente.
Esto de ser "amigas con beneficios" que tenía con Julia, era realmente el arreglo perfecto... casi. Era cierto que no era exactamente tan emocionante como caer locamente enamorada de alguien que le hiciera acelerar el pulso con la sola idea de verle, pero bueno, había que transigir a veces.
Mirándose en el espejo, Lena sacó la goma de sus rebeldes rizos pelirrojos y los alisó en una apariencia de orden. Sus ojos verdigrices la miraron desde el espejo mientras se limpiaba por debajo de ellos una vez más para eliminar las manchas de maquillaje.
Luego hizo una pausa y continuó para evaluar su propio reflejo. Ella estaba feliz, ¿no era así? Veinti tantos años y soltera, tenía un trabajo muy bueno y un apartamento lindo, todo suyo.
Luchaba con su peso, pero logró mantener un talle de dos dígitos. Tenía salud, familia y amigos, y sexo cada vez que lo necesitaba. Realmente, ¿qué más podía pedir? No tuvo tiempo para contemplar esa extraña sensación de que faltaba algo cuando sonó el timbre.
Cuando abrió la puerta vieja y confiable, el pelo, antes rubio y, ahora negro de Julia, estaba alborotado como si acabara de salir de la cama, dejó su chaqueta en una silla y se dirigió directamente al dormitorio. Al ver que ella no aparecía inmediatamente detrás, se detuvo en la puerta y se volvió.
—¿Qué pasa? —La ceja por encima de uno de sus ojos azules estaba todavía arrugada de la almohada.
Lena se encogió de hombros.
—No sé. Sólo pensé que podrías darme un beso, o decir hola o algo así, antes de ir directamente a la cama y joderme.
Sus cejas se elevaron hasta encontrarse con el pelo que cubría su frente desordenadamente. Julia le miró con extrañeza por un segundo, como si estuviera sorprendida que quisiera un poco de romance de parte de ella, y luego sonrió.
—¿En serio? Bueno, puedo ser romántica si deseas cortejo, pero tienes que llamar antes de medianoche. En este momento, lo que ves es lo que obtienes. Ahora ¿vas a venir o no?
Con los hombros caídos, le siguió y a su rastro de ropa tirada dentro el dormitorio.
Lena estaba justo en posición para obtener una buena vista de su muy apretado y, como sabía por experiencia propia, muy agradable trasero bronceado, cuando se quitó la ropa y se arrastró en su cama.
Partes de su anatomía inferior se contrajeron a la espera de lo que estaba por venir.
Había que darle crédito, lo que a Julia le faltaba en el departamento de moda, lo compensaba en lo que se encuentra por debajo. Hmm. ¿Eran sus hombros más fuertes
y su cintura un poco más estrecha que antes?
—¿Has estado trabajando mucho últimamente? —Preguntó.
Julia sonrió como una niña.
—Sí. Puede decirse que sí.
Típico. Ella asintió y le sonrió por la forma en que se había puesto tan contenta de que se había dado cuenta.
—Te ves bien.
Lena corrió el cubrecama y se arrastró a su lado. No, esto no era el perfecto arreglo que hubiera pensado, pero seguro que tenía sus ventajas. Acomodó las almohadas de la forma en que les gustaba para el sexo y abrió las piernas para Julia, mientras ésta se situaba entre ellas, ya erecta y lista como sabía que iba a estar. La buena de Julia.
—Mierda. Espera. —Mirando un poco avergonzada, rodó hasta el borde de la cama, tomó su pantalón y sacó un paquete del bolsillo.
Lena frunció el ceño.
—¿Qué estás haciendo?
Una de las cosas buenas de estar con Julia era que no tenía necesidad de usar condones. Ambos se habían hecho la prueba justo después de que comenzó este arreglo, y ella tomaba la píldora. Por supuesto, ambas estuvieron de acuerdo que si en algún momento uno de ellos estuviera con otra persona, entonces...
Lena tomó aire con un silbido fuerte y doloroso.
—¡Has estado con alguien más!
Por lo menos tuvo la decencia de mirar compungida, casi horrorizada en realidad, cuando asintió con la cabeza.
—¿Cuándo? —Exigió, más allá del shock.
—El pasado viernes por la noche. —Obviamente anticipando que esto no iba a ser una breve conversación, Julia lanzó el paquete de aluminio sin abrir en la mesita de noche y se recostó contra la cabecera de la cama, las manos entrelazadas con remordimiento en su desnudo y desinflándose rápidamente, regazo.
—¿Mientras yo estaba visitando a mis padres en Florida?
—Sí. Yo estaba bebiendo con algunos de los chicos del trabajo y esta chica estaba en el bar y me estaba haciendo caídas de ojo. No me había dado cuenta al principio. Los otros chicos lo hicieron y la invitaron. Era evidente que ella había bebido demasiado. —Julia se encogió de hombros. —Yo no tenía la intención de que pase algo, pero estaba demasiado borracha para conducir y ella vivía de camino a casa. Terminé por llevarla a su casa.
Julia no dio más detalles sobre lo que pasó cuando llegaron. No tenía que hacerlo.
Lena se sintió mal. Debía haberle mirado mal, también, porque Julia saltó en defensa.
—¡Hey! estamos de acuerdo que en no somos exclusivos. ¿Te acuerdas? Somos compañeras de cama, Lena. La regla número uno dice claramente que está bien si alguna de las dos está con alguien más, siempre y cuando use protección. Y tú te habías ido durante dos semanas y ni siquiera me llamaste una vez para decirme que estabas con vida y el avión no se estrelló o algo así. ¿Cómo iba yo a saber que no estabas con alguien más del sur?
—Bueno, yo no lo estaba—espetó Lena. De hecho, ella ni siquiera lo había considerado.
—Bueno, yo no lo sabía.
Dejó escapar un sonido atractivo.
—Sí, como si eso te hubiera detenido.
Julia murmuró algo que sonaba como "Puede ser que sí."
—¿Qué?
—Nada. Mira, yo estoy aquí, ¿no? Esto no tiene por qué afectarnos a ti y a mí.
Seguimos siendo amigos que se rascan la comezón uno al otro de vez en cuando, al igual que lo acordado meses atrás. ¿No?
¿Hizo un sonido sarcástico? Amargo, ¿tal vez? ¿Y qué derecho tenía él para estarlo? Julia era quien tuvo relaciones sexuales con otra persona, Lena pensó mientras cruzaba los brazos sobre su pecho a la defensiva. Sí, eso de rascar la comezón había sonado bien cuando hicieron el arreglo. Así que había regla número uno. Pero ya no sonaba bien.
Lena recordó vívidamente la noche que comenzó el acuerdo de "amigos con beneficios". Había alquilado un DVD. Una película para chicas que Julia había a regañadientes aceptado ver con ella ya que no había tenido otros planes para esa noche. Resultó que la película tenía algunas escenas de amor bastante calientes y pesadas, dejando a Julia con una erección que trató de ocultar con el cojín y a Lena húmeda y con ganas.
Fue la noche que nació la teoría de las dos amigos que “se rascaron la picazón". Sin condiciones. Seguían siendo amigas. Aún solteras y disponibles, pero jodiéndose una a la otra cuando surgiera la necesidad. Sí, le había parecido una buena idea entonces. No tan de moda ahora, sin embargo, ya que ella siempre había pensado que sería la primera en encontrar otra persona. Tal vez incluso se enamorara, y entonces ella pondría fin a esta cosa del acuerdo con Julia, siempre manteniendo su amistad, por supuesto. Ella probablemente querría que ella fuera parte de su fiesta de bodas cuando llegara el momento. Lo mejor de ambos mundos, el sexo y la amistad. Pero tenerlo a ella…
Lena tragó el nudo que de repente se formó en su garganta.
—¿Vas a verla otra vez?
Julia se encogió de hombros. ¿Cómo diablos podía ser casual al respecto?
—Tengo su número. Tal vez. No sé. ¿Por qué? Pensé que querías...
—Yo sé lo que pensaste—escupió Lena.
—¿Y?
—Y no lo sé—. Lena tenía un mal sentimiento.
Julia cruzó sus brazos.
—Son tus reglas, Lena. Las que pusiste. Tienes que vivir por ellas, al igual que yo.
La hija de puta la tenía allí. Pero, maldita sea, no era el momento de ser lógica.
—Lo sé—admitió.
Julia dejó escapar un suspiro de frustración.
—¿Quieres decir que hice todo el camino hasta aquí, después de haberme despertado, para ser agredida y no tener sexo?
Tenía una sensación de náuseas en el estómago y una opresión extraña en el pecho.
No estaba totalmente de ánimo.
—Sí, eso es lo que significa.
Julia se dio la vuelta para hacer frente a la pared opuesta y tiró de las mantas para cubrirse.
—Está bien. Pero no voy a volver a la intemperie. Si no puedes soportar estar en la misma cama conmigo, puedes dormir en el sofá, ya que eres la que inició esto y luego comenzaste a cambiar las reglas.
—Sí, bueno... ¡muy bien! —Se intensificó la sensación de malestar en la boca del estómago al pensar en cómo las reglas apestaban. Y estaría condenada antes de dejarle su propia cama. Julia tendría que lidiar con todo su ser en ella, enojada, justo al lado. Se puso los pantalones pijama de nuevo y apagó la luz.
Recostada en la almohada, cruzó los brazos en la oscuridad con desafío y se aferró fuertemente a su ira, para que sólo una hora más tarde, el sueño aún no llegara, a pesar de que Julia había estado roncando en paz desde que puso la cabeza en la almohada. ¡Julia!
Su cabeza daba vueltas con visiones de Julia con otra persona. Le hizo nunca querer dormir con ella otra vez, pero al mismo tiempo, tenía temor de que exactamente sucediera eso.
Lena se removió más de una vez, tan violenta y ruidosamente como pudo a pesar de la amortiguación de la franela y de pluma de ganso. Esta vez, el ronquido se detuvo y le sintió rodar hacia ella.
—¿Qué pasa? —Preguntó media dormida.
—No puedo dormir. —Se tragó su orgullo, el miedo a perderle por completo le hizo añadir —y lo siento.
Alargó un brazo y tiró de hasta que su espalda se ubicó en el torso de Julia.
—Yo te perdono.
Mirando hacia la oscuridad, iluminada sólo por la luz de noche en el vestíbulo, Lena dejó escapar un resoplido.
—Pero honestamente, Julia. ¿Me estás diciendo que si no puedes joder porque estoy fuera de la ciudad, vas a salir a recoger a la primer chica, posiblemente plagada de enfermedades, que se encuentre en un bar y llevarla a su casa?
Se incorporó y encendió la luz de la mesita, echada hacia atrás con fuerza y mirándole acusadoramente.
Julia no respondió a su pregunta, sino que suspiró.
—Dudo que esté plagada de enfermedades. Ella es una enfermera. Y pensé que lo sentías, así que ¿por qué sigues regañándome?
¿Qué podría Lena decir a eso?
Porque nunca pensé que podrías encontrar a alguien más antes que yo.
Eso sonó tan perra como podía ser y odiaba darle la razón. En cambio, ella le mordió en la mejilla y se quedó callada.
La puso de espaldas contra ella de nuevo.
—Mmm. Perra o no, te quiero. —Julia presionó su erección contra su cadera y se sentía exactamente verdadera su declaración. No se opuso cuando Julia comenzó a besarle el cuello y luego le deslizó una mano en el pantalón de su pijama.
—¿Quieres jugar? —Preguntó.
Su dedo se deslizó entre sus muslos apretados, encontrando su clítoris y Lena no pudo mentirse a sí misma. Herida, enojada, celosa, pero sí, cuando Julia la tocaba allí, ella quería jugar. Sólo que no quería admitirlo.
Se rió entre dientes.
—Ah, la venganza del silencio. Eso está bien. Tu coño me ha dicho todo lo que necesito saber.
La boca de Lena se arqueó con disgusto.
—No me gusta cuando utilizas esa palabra.
—Lo sé. Es por eso que la uso. ¿Qué palabra te gusta más? ¿Chocho?
Lena escuchó la risa en su voz.
—¡No! —Definitivamente no.
Julia e rió entre dientes.
—¿Vagina, entonces?
Ewwww. Ella sacudió la cabeza.
—Demasiado clínico. —Y algo que una enfermera puede decir.
—Bueno, piénsalo y luego me lo dices, pero para tu información, tu parte femenina que no será nombrada está muy, muy mojada.
—¿Sí? Bueno, eso no tiene nada que ver contigo. Yo estaba leyendo una novela de mala calidad antes de que llegaras aquí.
—¡Ajá! Finalmente, la verdadera razón de tu booty call a medianoche se manifestó.
Julia le acarició el cuello, mordiéndolo suavemente con sus dientes, volviéndola loca mientras deslizaba dos dedos dentro de la parte del cuerpo en cuestión.
Su cabeza colgaba a un lado cuando se quejó de placer.
—Bien, la próxima vez puede que no te llame. Voy a cuidar de mí misma.
—Mmmm. Me gusta la idea de que te des placer. ¿Dónde están tus juguetes, de todos modos?
—¿Por qué? —Preguntó con desconfianza. Después de seis meses de dormir juntas sin dispositivos electrónicos, ahora, de repente se preguntaba dónde estaban. —¿Tu enfermera borracha tiene juguetes?
—Lena... —Su voz tenía un aviso, mientras que su mano detuvo su movimiento feliz y comenzó a alejarse.
Ella le agarró la muñeca para mantenerle allí.
—Espera. Lo siento.
—Voy a dejarlo pasar esta vez si sacas tu vibrador. —Julia movió las cejas en broma. Se sentó y con las dos manos se quitó los pantalones pijama que se había puesto de nuevo después de su pelea anterior.
Lena no podía entender por qué estaría interesada en su vibrador, pero por el momento, a pesar de su locura, ella estaba demasiado caliente para preocuparse, por lo que rodó hacia la mesita de noche, abrió el cajón y sacó el objeto solicitado. Su juguete de niña grande favorito de entre todos ellos: el vibrador de conejo rosa, que había apodado Bunny. Según lo visto en Sex and the City, y como había leído en el paquete, se suponía que si era lo suficientemente bueno para las chicas, era lo suficientemente bueno para ella y no había sido decepcionada. En el departamento de placer, hasta la fecha, había demostrado ser la mejor cosa sin pulso que una chica podría tener entre sus muslos.
Julia sonrió al verlo y buscó en la mesa de noche el condón nuevo. Su ira volvió con el recordatorio visual de lo que había hecho el último viernes por la noche.
Volviendo a ella, le echó un vistazo a su cara y le dijo:
—¡Alto! Lo siento, yo lo hice y me haré la prueba tan pronto como sea posible. Pero por ahora, yo no voy a arriesgar tu salud, por lo que usaremos condón durante algún tiempo. ¿De acuerdo?
A veces se trataba de una maldición que la conociera tan bien. Incluso si ella quería ocultar lo que sentía, no podía. Podía leer todo en su cara. Nunca habría podido jugar al póquer en su contra.
—¿Al menos usaste condón con la enfermera? —La última palabra sonó como una maldición.
—Sí.
—¿Los llevas contigo en todo momento en caso de que tengas suerte? —Eso sonó muy feo también, pero el pensar que podría estar fuera en busca de sexo con otras personas la ponía enferma.
Suspiró profundamente.
—No, yo no. Ella los tenía en su casa.
—¡Figúrate!—se quejó Lena.
Dejó escapar una risita. Odiaba que se burlara de ella cuando estaba enojada. Se puso aún más enojada.
—¿Qué tienes contra las enfermeras, de todos modos?
—Nada. —Por lo menos, no antes. Al parecer, era una enfermera en particular... y el hecho de que se había follado a Julia en particular.
Una mano de Julia continuó moviéndose sin pensar, hacia arriba y abajo en su pierna desnuda mientras hablaban, haciendo que su piel se erizara. Finalmente, la necesidad de Lena, y la curiosidad pudo más que su disgusto.
—¿Por qué quieres a Bunny?
Se rió de nuevo.
—¿"Bunny? ¿Así lo llamas?
Lena bajó la mirada, avergonzada.
—Sí. Y deja de reírte de mí.
—Creo que es lindo. —Julia apretó su pierna y miró hacia arriba a tiempo para ver su cálida sonrisa.
—¿Por qué lo quieres? —Repitió.
Julia sonrió más ampliamente.
—Ya lo verás. Confía en mí.
Lena frunció el ceño de nuevo. La buena y predecible de Julia, no parecía ser predecible por más tiempo. No estaba segura de que le gustara este nuevo giro de los acontecimientos.
No le dio tiempo para examinarlo más a fondo cuando se inclinó más cerca.
—Ahora ven aquí y estate en silencio para que yo pueda darte un beso.
Lena frunció el ceño hasta que presionó su boca y la obligó a una posición completamente diferente. Mientras la besaba profundamente, deslizaba su lengua entre sus labios y acariciar lentamente dentro y fuera contra la de ella, simulando lo que pronto le haría a su cuerpo, dejó que su rabia se vaya. Era difícil permanecer enojada cuando Julia la besaba así. Recordando su primer beso aquella noche, se había dado cuenta que los besos de Julia serían su perdición, desde el principio.
Manos fuertes, ligeramente áspera deambulaban, jalaban la parte de arriba del pijama.
Tuvo que romper el beso para tirar de la camisa sobre su cabeza. Miró con admiración su desnudez, los pezones arrugados por el aire frío, pero pronto se inclinó para darle calor con la boca.
Se tomó su tiempo, mordisqueando cada seno, uno por uno, hasta que sus ojos se cerraron con satisfacción. Sus dedos reemplazaron a su boca, tirando suavemente en cada pezón, mientras le besaba un sendero hasta el cuello y le pasaba la lengua a lo largo de las vueltas de la oreja, enviando un escalofrío a través de ella.
Sus manos eran buenas para encontrar los puntos que la volvía loca, y así lo hicieron, deslizándose por su cuerpo, arrastrando dos dedos a lo largo y profundo dentro de ella, acariciando su punto G a la perfección. Ella ladeó la pelvis hacia arriba, cuando la presión familiar comenzó a construirse en su interior. El único pensamiento en la cabeza de Lena era lo mucho que quería venirse, hasta que le susurró:
—Quiero joderte por atrás mientras tienes a Bunny en el coño.
Esa proposición le disparó la concentración al infierno. Sus ojos se abrieron y ella le dio un empujón lo suficientemente lejos como para mirar a Julia a la cara y evaluar si estaba bromeando o simplemente loco.
—¿Qué?
—Quiero...
Ella lo interrumpió.
—Te oí la primera vez. ¿Estás hablando…—susurró el resto—de sexo anal?
Julia asintió con la cabeza, con esperanza. Nunca lo habían discutido antes. Lena no sabía de dónde demonios había salido esta sugerencia, pero no tenía idea, y no le gustó en absoluto.
—¿Lo hiciste con ella?
Su rostro cayó y se tiró más atrás.
—No.
—Entonces, ¿de dónde de repente se te ocurrió esta idea después de todo el tiempo que hemos estado juntas y el sexo a la antigua ha sido lo suficientemente bueno?
Bueno, podría admitir para sí misma la idea de que un juego anal había pasado por su cabeza un par de veces durante su vida sexual. Julia había sondeado incluso la punta de los dedos una o dos veces mientras le realiza sexo oral a ella, pero eso fue todo.
Cuando llegó el momento de la realidad, ella siempre se acobardó.
—Uno de los chicos del trabajo estaba hablando de ello en el bar. Él dice que a su novia le encanta. Ella le dijo que la doble penetración del vibrador y su miembro eran increíbles.
Uno de los chicos en el bar. Donde Julia se encontró a la vagabunda. Antes de que la jodiera.
—Así que ¿por qué no hiciste la cosa de la doble penetración con tu enfermera esa noche? ¿Por qué perder tanto tiempo esperando a que yo vuelva a casa de mi viaje? — Tal vez la borracha no tenía juguetes, pensó Lena antipática.
Julia tenía una mirada herida en sus ojos.
—Porque esto es algo que se hace con una persona que uno conoce, Lena. Yo quería que la primera vez que lo haga, fuera con alguien con quien esté cómoda y querida.
No con una extraña. Yo quería estar contigo. ¿De acuerdo?
A pesar de sí misma, su corazón se calentó con su sinceridad. Tal vez estaba siendo especial en su vida, incluso después de su jugueteo con la borracha.
—De acuerdo.
Los ojos de Julia se abrieron como platos. Parecía una niña que acababa de ver el camión de helados llegar a su casa.
—¿En serio? ¿Podemos intentarlo?
Ella no pudo evitar una sonrisa ante su entusiasmo.
—Sí.
Se inclinó para darle un beso, hasta que le detuvo.
—Espera, ¿alguna vez has hecho sexo anal normalmente con alguien antes?
—Sí. Bueno, realmente no, pero más o menos. Y antes de preguntar, no, no fue con ella. Con mi novia de la universidad.
—¿La tenebrosa Mary?
Los labios de Julia hicieron una mueca mientras trataba de no sonreír al apodo de larga data de Lena por su ex.
—Sí.
—¿Y?
Se encogió de hombros.
—Ella se asustó y me hizo parar antes de que yo tuviera la cabeza dentro.
—Oh. —Lena bajó los ojos. No es que ella quisiera tener nada en común con La tenebrosa Mary, pero era exactamente su temor también. Que ella se asustara y le detuviera.
—¿Cómo sabes que va a funcionar conmigo esta vez?
Julia sonrió.
—Debido a que mi compañero de trabajo me dio algunos consejos.
¿Consejos? Lena alzó una ceja, nerviosa, pero por un momento deseando haber sido una mosca en la pared durante esa conversación.
—¿Por ejemplo?
Julia miró maliciosamente.
—Va a ser más divertido si te muestro. Confía en mí.
Lena dudó antes de aceptar finalmente. Ella confiaba en él.
—De acuerdo.
Su sonrisa se ensanchó.
—¡Bien! Ahora bien, date la vuelta.
Uh, oh.
Con el trasero desnudo al aire, Lena se preguntaba por qué diablos había accedido. No tenía tiempo para discutir, aunque como sentía las manos de Julia recorrer sobre ella, acariciando tiernamente sus mejillas antes de expandirlas a lo ancho. Cuando se dio cuenta de la sensación cálida y húmeda de la lengua lamiendo su agujero, lanzó un gemido, que hizo eco en Julia detrás de ella. La sensación inesperada se sentía bien.
Raro, pero realmente, realmente bueno.
Su tentador sondeo continuó hasta que la presión de un dedo tentativo empujando poco a poco, reemplazó a su lengua. Se puso tensa, apretando los músculos con miedo de esta nueva invasión.
—Relájate. Vamos a ir muy despacio. Te lo prometo. —la voz de Julia calmaba sus nervios, pero no tanto como la otra mano, que serpenteaba delante de ella, haciendo círculos en su clítoris. Cerró los ojos y lanzó otro gemido cuando él apretó el dedo en el interior más profundo, al tiempo que aumentaba la presión sobre la raíz sensible de nervios entre sus muslos. Cada sentimiento parecía intensificado triplemente por la combinación de ambas sensaciones.
—¿Lista para más? —Preguntó con voz ronca. Lena asintió con la cabeza y deslizó otro dedo dentro de su trasero, mojándolo con su saliva. Se estremeció.
—¿Cómo se siente, Lena? Cuéntame. —Por su voz, ella se dio cuenta que estaba respirando tan rápido como ella en ese momento.
—Está bien. Bien—dijo ahogadamente.
Julia se movió detrás de ella hasta que su boca estaba junto a su pelo, su aliento haciéndole cosquillas en la oreja y enviando un escalofrío a través de su cuerpo. Su voz sonaba un poco áspera cuando le dijo:
—Te voy a joder de la forma normal un poco, mientras dejo mis dedos en tu trasero para que te acostumbres a ellos. ¿De acuerdo?
Lena asintió con la cabeza y tragó saliva con anticipación, cuando un cosquilleo corrió por su espalda. Con su mano izquierda, se puso el condón y luego se movió de nuevo en posición detrás de ella.
Lanzó un gemido cuando su miembro se deslizó en su interior. Julia estableció el ritmo, mientras que lo que parecían ser tres dedos esta vez, apretaban dentro de la entrada de su trasero. Al mismo tiempo, la otra mano atormentaba su clítoris, empujándola más cerca del orgasmo.
Su polla se deslizó fácilmente dentro y fuera de ella.
—Dios, Lena. Tu coño está tan húmedo.
Lena no podía comentar sobre eso. Estar totalmente llena la estaba enviando sobre el borde rápidamente.
—Julia, me voy a venir—respiraba con la boca abajo, en la almohada, con los brazos tan temblorosos que no pudo mantenerse por más tiempo.
—Espera, Lena. Quiero estar en ti cuando te vengas.
Lena asintió con la cabeza, esperando que fuera rápido antes de recordar que tenía miedo.
Julia fue más rápida de lo que podía haber imaginado. Demasiado pronto, la presión de la cabeza de su pene, mojado con sus propios jugos, reemplazó sus dedos. En sólo un segundo, fue presionando poco a poco en el interior, firme pero suave, extendiéndola, hasta que se abrió paso entre los músculos tensos en su entrada y se deslizó el resto del camino.
Lena escuchó su gemido mientras se deslizaba dentro de ella profundamente y se quedaba allí, inmóvil.
—Oh, Dios mío. Se siente increíble—dijo con voz entrecortada. —¿Dónde está el vibrador?
Cegada, buscando a tientas alrededor de la cama, encontró a Bunny, sosteniéndolo en una mano para que Julia lo viera.
—Ponlo en tu coño y enciéndelo.
Lena respiró hondo e hizo lo que le pidió, deslizando el conejito hasta la empuñadura, encontrando sólo una ligera resistencia en el camino. Buscó el botón y lo encendió.
Tuvo que dejar caer la cabeza contra la almohada cuando quedó tirada casi de inmediato en uno de los orgasmos más intensos de su vida.
No podía oír mucho más allá de sus propios gemidos, que pronto se convirtieron en gritos de lo que sólo podría ser conocido como el éxtasis, pero en el borde de su conciencia, ella estaba al tanto de Julia detrás de ella. Julia la agarró por las caderas y hacía unos ruidos muy fuertes no característicos, cuando se impulsó dentro de ella.
Finalmente, bajando profundamente dentro de ella una última vez, se estremeció brevemente y luego dejó caer la cabeza lánguidamente contra su espalda.
Al borde de la inconciencia, Lena supuso que podría haber seguido yéndose... o viniéndose de hecho... hasta que las pilas del conejito se agotaran, pero ya que Julia había acabado, y a juzgar por su peso aplastante sobre ella y su respiración pesada, agotada y gastada por el momento, apagó su amigo electrónico y lo deslizó hacia fuera.
Sin aliento, debilitada y todavía inestable por el orgasmo, aún estaba rebosante de emoción.
—Oh, Dios mío. Eso fue lo más intenso que he sentido en mi vida. ¿Pudiste sentirlo?
¿Sentiste a Bunny? ¿Podías sentir mi orgasmo? —Ella se retorcía y trataba de ver la cara de Julia sobre su hombro, pero no pudo.
Ella lo sintió reír contra su espalda.
—Oh, sí. Sentí todo. A Bunny, a ti, todo.
Julia deslizó su miembro ahora suavizado lentamente fuera de ella y salió de la cama, fue descalza al cuarto de baño, se supone que a tirar el condón, otra razón por las que esas cosas eran molestas. Ahora estaba sola luego de su corrida y todavía quería discutir el sexo increíble que acababa de tener.
Finalmente, después de una descarga de la taza del baño y el sonido del agua corriendo en el lavabo, volvió, diciendo:
—Eso es algo que definitivamente me gustaría repetir pronto y con frecuencia.
Lena frunció el ceño. Sí, ahora que le había roto la cereza con el sexo anal, era probable que lo estuviera haciendo por todos lados y con todo el mundo.
Se arrastró sobre la cama y la besó en la punta de la nariz.
—Si estás dispuesta, claro.
De mala gana, se sintió sonreír. Quería hacerlo de nuevo con ella, no con la enfermera barata. Pero aun así, Julia había estado con otra mujer... Lena no podía superar eso. Se encogió de hombros.
—Supongo.
Julia levantó una ceja.
—¿Supones? Cariño, no he oído sonidos como esos salir de ti nunca. Ni siquiera trates de fingir que no te gustó.
Lena puso mala cara, pero no pudo mantener el puchero cuando se dio cuenta de esta era la primera vez que Julia la había llamado "cariño". Su corazón latía un poco más rápido cuando ella admitió:
—Me gustó.
Julia sonrió con satisfacción y se dejó caer de nuevo en la cabecera junto a ella.
—Maldita sea, sólo de pensarlo se me ha puesto duro otra vez. — Volvió la cabeza hacia ella y movió las cejas. —¿Estás lista para otro? Tú eliges las posiciones ahora.
—No sé. ¿Tienes otro condón? —Lena le puso a la última palabra todo el veneno en la medida que pudo.
Julia hizo rodar los ojos, claramente aceptando su maldad si eso significaba que podía tener sexo otra vez esta noche.
—Sí.
—Está bien. —Lena dejó de lado un poco de la rabia. En cambio, empezó a considerar la posición que quería practicar, ya que era su elección.
—Contra la pared. Que me sostengas. Quiero que tengas que trabajar para ello.
Julia sonrió, sacudiendo la cabeza, pero para su sorpresa, asintió.
—Bien, levántate. ¿Puedo añadir que eres una bruja mala?
Lena sonrió. Sí, ella podría serlo. Uno de sus rasgos más amables.
Horas más tarde, Lena todavía no era capaz de dormir. La memoria de los bien definidos músculos del brazo y del torso de Julia cuando sostuvo su nada despreciable peso, mientras que los brazos y las piernas de ella estaban envueltos firmemente en torno a ella mientras la jodía por un tiempo impresionantemente largo, la tuvieron despierta por el resto de la noche.
Y cuando salió el sol, con el sonido de sus familiares ronquidos suaves a su lado, ella sólo tenía un pensamiento en su cabeza. ¡Joder!
A ella le gustaba. Realmente le gustaba y no sólo como amiga. No se permitió pensar en la otra palabra que empezaba con “A”.
Lena revisó los hechos una vez más, con la esperanza de conseguir un resultado diferente esta vez. Se sentía celosa por primera vez en su amistad. Esa noche había permanecido despierta durante horas y no podía sacarlo de su mente. Y había pasado mucho tiempo durante su insomnio, planificando de qué forma y cuando podría traerlo de vuelta a su cama otra vez, así como repasando mentalmente lo que había en el cajón de su ropa interior para llevar en ese evento próximo. ¿Cómo podía enamorarse de Julia ahora?
Esto complicaba todo.
~
—Creo que me he enamorado de Julia.
Lena había esperado que fuera simplemente por el orgasmo inducido por la euforia y se desvanecería. Pero al día siguiente, mientras estaba sentada frente a su amiga Nastya, empujó la ensalada delante de ella. Todavía estaba allí, esa sensación de malestar asentada justo sobre el corazón en su pecho.
Nastya levantó la vista de su propia ensalada de pollo de Asia y sacudió la cabeza.
—Te lo dije hace seis meses cuando comenzó esto de los "amigas con beneficios", no se puede tener sexo con alguien en una base regular y no desarrollar sentimientos más profundos. Es imposible. La madre naturaleza no construyó mujeres que sean capaces de hacer cosas por el estilo. Fuimos diseñados para ser monógamas y mantener la unidad familiar juntos.
Lena suspiró. Ella se consideraba una feminista y no le gustaba la teoría de Nastya. Algunos personas podían joder sin caer enamorados de otras, así que ¿por qué no todas las mujeres?
Entonces se le ocurrió una idea. Levantó la vista con optimismo.
—Tal vez yo no tengo sentimientos hacia Julia. Quizás es sólo envidia. No pensé que me gustaba tanto hasta que me enteré de que había dormido con alguien más.
Nastya dejó el tenedor y levantó una ceja.
—¿Julia durmió con otra persona?
De alguna manera la reacción de su amiga no hizo nada para consolar a Lena.
—Sí, pero fue un accidente. Ella estaba borracha y yo estaba fuera de la ciudad. —¿Por qué sintió la necesidad de racionalizar y defender a Julia de Nastya con una excusa estúpida? Lena no podía explicarlo.
Nastya no hizo comentarios, pero su expresión lo hizo por ella. Nastya tenía algo que decir, pero no se lo dijo.
—¿Qué? Crees que está cansada de mí ¿no? —Acusó Lena.
—No, yo no. Algunas personas son simplemente diferentes cuando se trata de sexo. Eso es todo.
Y otra vez:
—Así que lo que estás diciendo es que algunos fueron hechos para dar vueltas, follando con un montón de mujeres diferentes y no se enamoran, ¿pero las nosotras sí?
Nastya asintió con la cabeza.
—Correcto. Básicamente, se han diseñado para difundir sus semillas.
—Grandioso. Gracias. Eso me hace sentir mucho mejor—Lo último que Lena quería pensar era Julia extendiendo sus semillas, en particular entre las piernas de la enfermera.
—Lo siento. Pero creo que la cuestión más importante aquí no es que Julia salió y se puso a joder con alguien, sino que estás celosa de ella.
—¿Por qué?
—Esto significa que te gusta mucho más de lo pensaste que te gustaba. Si no te importara, no te pondrías celosa.
Eso tenía sentido, demasiado para su gusto. Lena finalmente se rindió y puso el tenedor sobre la mesa, dándose cuenta de que no estaba en absoluto con hambre, y hundió la cara en sus manos.
—¿Qué diablos voy a hacer?
—Ir a una cita con ella. Ya estás a mitad de camino en una relación. Son amigas, duermen juntas. Así que llama y pregúntale si quiere ir a cenar o algo así.
Claro que habían comido juntas, toneladas de veces, pero nunca fueron comidas en una cita. De repente, presa del pánico ante la idea de pedirle a Julia y ser rechazada,
Lena miró a su teléfono celular. Lo había dejado sobre la mesa cuando llegó para que lo oyera, en caso de que Julia llamara. Maldita sea. Lo tenía malo. Esto apestaba.
—¿Y si le pido esta noche y ya tiene una cita? —¿Y si estaba saliendo con una enfermera tramposa?
—No lo sabrás hasta que se lo preguntes.
El pánico se apoderó de ella.
—No sé si puedo.
—Te lo dije, le invitas a una comida casera agradable. Muéstrale lo que una verdadera relación contigo puede ser, que involucre a más que una booty call. Y mientras estás en ello, gentilmente le puedes hacer sacar sus sentimientos hacia ti.
Cuando ella no hizo ningún movimiento, Nastya tomó el teléfono de Lena, buscó a través de los números, pulsó llamar y se lo ofreció a ella.
Lena se quedó congelada.
—Es mejor tomarlo. Está sonando.
Mierda. Lena cogió el teléfono y lo puso en la oreja, justo a tiempo para oír la voz de
Julia diciendo:
—Hola.
—Hey.
—Hey, Lena. ¿Qué pasa?
Tragó saliva.
—Um, ¿quieres hacer algo esta noche?
Nastya frunció el ceño profundamente ante la torpe invitación de Lena.
—Lo siento. No puedo. Tengo planes. ¿En otra ocasión?
—Um, seguro. Yo te llamo. Bye—Lena desconectó la llamada tan pronto como pudo con las manos temblorosas y la vista hacia Nastya acusadora.
Tenía una cita con alguien más. Tal vez ya le había perdido, en el momento en que finalmente descubrió que en realidad la quería. Ahora, ¿qué demonios iba a hacer?
~
Una larga, sin dormir, terrible semana más tarde, Julia se sentó en el apartamento de
Lena, luciendo tan relajada como Lena estaba nerviosa. Dios, ella odiaba todo en ese momento.
Inexplicablemente el corazón de Lena palpitó cuando pasó por delante de Julia y Julia olfateó el aire detrás de ella.
—¿Estás usando perfume? —Preguntó con asombro.
—¿Qué? No. Quiero decir, sí. Tal vez. ¿Por qué? —Lena quería patearse a sí misma por tartamudear como una colegiala, y justo alrededor de Julia, de entre todas las personas. Julia, que probablemente pasó el último Sábado por la noche, y todas las noches en el medio, tirándose a su enfermera. Lena probablemente deberían estar contenta que se tomara el tiempo y la molestia de venir y comer con ella.
Julia la miró ahora como si estuviera perdiendo la cabeza y se encogió de hombros.
—Por nada. Hueles bien. Eso es todo.
—Oh. Um. Gracias.
Pensaba que olía bien. ¿Por qué demonios eso la hacía feliz? Se recordó que Julia probablemente le dijo lo mismo a su fulana, también.
Agarró las dos placas que había preparado en la encimera de la cocina y las llevó a la mesa del comedor.
—¿Es esa una nueva falda? —Preguntó Julia, mirándola de arriba abajo.
¿Le decía que se había probado prácticamente todo en su armario para encontrar el traje perfecto para esta noche y por fin había encontrado esta mini falda ultra-corta que había comprado años atrás, metida en un estante con las etiquetas todavía puestas? ¿Debería decirle que le estaba esperando, pensando si la altura de las botas de tacón alto, lo harían babear, hacerlo olvidar de la enfermera y no pensar en nada más que doblarla sobre la mesa mientras le hacía cosas muy malas?
—¿Esto? No. Había estado allí desde hace años.
Julia arqueó una ceja.
—¿Ah, sí? No creo que jamás te haya visto que la usaras antes. Es muy agradable.
La boca de Lena se torció en una mueca. “Agradable” no era lo que estaba buscando.
Julia miró el plato de la cena que golpeó más de lo necesario frente a sí misma. Haciendo caso omiso de eso, comentó:
—Esto se ve bien. Gracias.
Claro que se veía bien. Todo tenía que estar mejor que bien. Había pasado la tarde de compras, haciendo la limpieza del apartamento, preparando la comida, y luego arreglándose el cabello, se puso maquillaje, perfume, un traje especial, justo sobre la nueva e increíblemente incómoda tanga, en previsión de su llegada.
—Bien. Grandioso. Espero que te guste. —Lena se dejó caer en su silla con furia y tomó un trago de vino tinto. Al parecer, sus nervios estaban poniéndola de mal humor esta noche. Actuar con mal genio no era probablemente la mejor manera de ganar un nuevo novio, sin embargo. Lástima que su boca y su cerebro a veces, está bien, a menudo, no podían comunicarse.
Lena miró con una ceja levantada antes de cortar cuidadosamente su lasaña casera, que esperaba tuviera "buena cocinera y su novia potencial" escrito por todas partes. Le miró de cerca al tomar el primer bocado y tragarlo. Se metió enseguida un segundo bocado, pero los elogios y las confesiones de amor que ella esperaba no llegaron.
Por último, miró hacia arriba con el ceño fruncido e hizo un gesto hacia su plato sin tocar con el tenedor.
—¿No estás comiendo?
—Tuve un gran almuerzo—mintió, frotando su vientre como si estuviera llena de vigor.
Julia asintió con la cabeza.
—Bueno, te lo estás perdiendo. Esto es muy bueno.
Un poco más feliz, aceptó el cumplido y decidió girar las cosas a su favor.
—¿Sabes qué más fue genial? El sexo de la semana pasada. ¿Eh?
El tenedor se detuvo a medio camino de la boca de Julia cuando le miró con sorpresa.
—Um, sí. Lo fue.
—No me importaría hacerlo todas las noches. ¿Y tú? —Mierda, sonaba como uno de sus compañeros en el vestuario o algo así. Lena podía ser la que también le diera bofetadas en el trasero y luego se metiera a las duchas.
Julia puso el tenedor hacia abajo sobre el plato y la miró.
—¿Qué pasa, Lena. Estás actuando de manera extraña esta noche.
El corazón le latía con fuerza, su voz sonaba un poco como brea en sus propios oídos cuando dijo:
—Nada sucede.
Julia continuó esperando y mirándola, y entonces se derrumbó.
—Es... es que... —Ella suspiró y volvió a empezar. —Tú sabes las reglas que establecí cuando empezamos esta cosa entre nosotros.
Julia asintió con la cabeza.
—Sí.
—¿Al igual que la regla de que nosotros no somos exclusivas, por ejemplo? —Continuó en lo que esperaba sonara como una voz casual.
Julia arqueó una ceja.
—Sí, estoy familiarizado con esa regla en particular.
Sí, Lena apostaba que lo estaba, pensó mientras recordaba la enfermera.
—Bueno, me preguntaba si tal vez deberíamos volver a evaluar todas las reglas, como tal vez cada seis meses o así, sólo para asegurarnos de que todavía estamos contentos con ello.
Julia asintió con la cabeza muy lentamente.
—Han sido cerca de seis meses desde que empezamos esto, ¿no es cierto?
—¿Ah, si? —Fingió ignorancia, entrecerrando los ojos hacia el techo y hacía como que contaba. —Sí, creo que han sido seis. Tienes razón.
Julia continuó su escrutinio un poco demasiado cerca cuando dijo:
—Está bien. Vamos a volver a evaluar. Así que dime, ¿cuáles son tus sentimientos sobre la norma de no exclusividad, por ejemplo?
El corazón le latía con fuerza, hizo lo que pudo para hacer caso omiso de forma casual.
—Bueno, realmente no había pensado mucho en eso, pero ya que preguntas...
Supongo que si las dos estamos disfrutando estar una con la otra, hay que considerar ser exclusivas. Pero por otro lado si, por ejemplo, te estás aburriendo al estar juntas, o tú estás interesada en alguien más, entonces tal vez la regla de estar libres de dormir con otra gente debe seguir.—Lena no se atrevía a preguntarle si estaba interesada en alguien más, así en vez de eso le preguntó —Entonces, ¿estás aburrida de nosotros?
Contuvo el aliento y esperó lo que pareció una eternidad para que él hablara.
—¿Estás aburrida de nosotros? —Preguntó Julia, su voz teñida de algo que no podía identificar.
—Yo te pregunté primero.
Después de un momento terriblemente largo, Julia movió lentamente la cabeza, diciendo:
—No. No estoy aburrida.
Aliviada, Lena balbuceó:
—Yo tampoco. Especialmente después de la semana pasada, quiero decir que fue genial.
Julia todavía la miraba.
—Estoy de acuerdo. Entonces, ¿qué es exactamente lo que estás sugiriendo, Lena?
Eso fue todo. De vida o muerte. Lena respiró hondo y se lanzó de cabeza en lo que podría terminar volviéndose en su contra, si no se sentía de la misma manera.
—Eso, tal vez deberíamos considerar ser exclusivas.
Le pareció ver contraer la boca, pero era demasiado rápido para estar segura. En su lugar, sugirió en voz baja:
—Pero eso nos convertiría en novia y novia, no sólo amigas que joden ¿no?
¿No quería que fueran novia y novia? Tal vez la enfermera ya era su novia. Ella era una estúpida por hablar de esto.
—Bueno, no, no necesariamente... a menos que quieras que sea así, por supuesto. Y si es así, entonces está bien para mí. O no. Lo que sea. —Maldita sea. Linda manera de manejarlo, Lena.
Julia se mordió los labios antes de decir:
—Lena. Lo que necesito saber. ¿Todo esto es porque estás celosa de la enfermera?
Lena ahogó un gemido. Odiaba que la conociera tan bien.
—¿Celosa? ¿Yo? No, no estoy celosa.
—Lena...
Lena dejó escapar un gran suspiro.
—Sí. Bueno. Estoy celosa como el infierno. Cuando te llamé el sábado pasado y dijiste que tenías planes yo... —Dejó la frase sin terminar, no queriendo decirle cómo se sentía devastada. —Y si fueran sólo los celos, probablemente podría manejarlo, pero me temo que es más.
De repente Julia se levantó de su asiento y se puso de pie junto a ella, levantándola de la silla para que ella pudiera mirarlo a los ojos.
—¿Qué más?
Se obligó a mirarlo a los ojos.
—Creo que me gustas.
Su risa sonaba un poco amarga.
—Eso espero. Hemos sido amigas desde el octavo grado.
—Quiero decir que me gustas-gustas— Ella se ruborizó.
Divertida, Julia dijo:
—Ahora me siento como si estuviéramos de nuevo en el octavo grado.
Lena le dio una palmada en el brazo por el comentario.
Agarró sus dos manos entre las suyas, Julia le preguntó:
—¿Quieres saber algo?
—¿Qué? —Ella puso mala cara, no estaba segura de si quería saber.
—No tienes que estar celosa.
—¿No?
—No. Mis planes la semana pasada fueron unas entradas para un partido con los chicos del trabajo.
Se sintió ridículamente aliviada.
—¿Quieres saber algo más?
Lena lo miró a los ojos con esperanza.
—¿Qué?
—La enfermera me llamó el día de hoy. Ella vio a mi amigo en el bar después del trabajo ayer por la noche y le dio mi número.
De repente Lena estaba en una montaña rusa emocional sin salida a la vista. Sentía ácido llenar la boca de su estómago. Esto era por lo que no tenía citas. Apestaban.
Lena apenas podía oír más allá del flujo de sangre en sus oídos mientras ella le preguntó:
—¿Qué quería?
—Verme esta noche.
Lena tragó el nudo en la garganta. Así que la enfermera traviesa llamaba después de que Julia ya había dicho que sí a la cena con Lena y sentía que no podía dejarla plantada.
Grandioso. Era probable que prefiriera estar con la enfermera cachonda esta noche.
Esto era horrible. Lena casi no podía respirar.
Tenía miedo de llorar, consiguió ahogar el llanto.
—¿Qué le dijiste?
—Que yo ya estaba involucrada con alguien y dormir con ella aquella vez había sido un error.
Aquella vez. No había dormido con ella de nuevo. El alivio inundó su cuerpo. Lena apenas podía susurrar.
—¿De verdad?
—Sí, pero eso no era totalmente cierto.
Por supuesto que no era cierto. Lena se había inventado esa regla estúpida que no iban a estar "involucradas". Serían sólo amigas con beneficios que tenían relaciones sexuales sin compromiso. Lena bajó la mirada de la suya.
—Supongo que tienes razón. No es cierto.
—No, no es cierto, porque dormir con ella, no fue totalmente un error—La cabeza de
Lena se sacudió hacia arriba mientras Julia continuó—Debido a que no fue hasta que estuve con ella que decidiste que yo te “gustaba-gustaba”—Julia hizo una pausa, sonrió y pasó las manos por los brazos de Lena. Le tomó el rostro suavemente con la palma de la mano. —Y no fue hasta que estuve con ella en que me di cuenta que no quería estar con nadie, excepto contigo.
—¿En serio? —Jadeó Lena, sin aliento.
—En serio. —Sonrió más amplio.
Al sentir que su corazón empezaba a latir con fuerza, Julia se inclinó, tocando sus labios a los suyos. Julia la besó profundamente hasta que sus rodillas se sintieron débiles y finalmente tuvo que retirarse para recuperar el aliento... y confesar una cosa más. Ella no pudo evitar esto por más tiempo.
—¿Julia?
—Sí, Lena.
Vaciló y luego exclamó:
—Creo que sería más que sólo que me gustas-gustas.
Julia sonrió.
—Eso está bien, cariño. Tú más que me gustas-gustas también. Creo que tengo para un rato ahora.
Un tanto para la teoría de Nastya sobre el amor.
Lena sintió en su cara entrar en una sonrisa de satisfacción enorme.
—Estoy muy contenta de que lo hagas.
—Yo también, Lena. Yo también. Ah, y es mejor que compres baterías para Bunny.
Creo que vamos a necesitarlas. Ahora que estamos oficialmente, exclusivamente saliendo, tengo la intención de estar aquí mucho más a menudo.
Lena sintió su cuerpo caliente. Ciertamente así lo esperaba.
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Re: AMIGAS CON BENEFICIOS // CAT JOHNSON
Muy buena historia !!!
Kano chan- Mensajes : 296
Fecha de inscripción : 08/05/2015
Edad : 31
Re: AMIGAS CON BENEFICIOS // CAT JOHNSON
Gracias por compartirlo
ccdkatina- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 40
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