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REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA

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Mensaje por psichobitch2 7/14/2024, 4:43 pm

Cezina es una grandisima perra 😡😡😡😡😡😡
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Mensaje por Corderito_Agron 7/14/2024, 6:35 pm

Que desagradable sujeto (me refiero a la porquería de Cezina)
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Mensaje por Volkatin_420 7/14/2024, 7:48 pm

Esa pinche vieja debería morirse 😡😡😡 ella y la Sveta deben ser pareja también porque no veo tanta consideración
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Mensaje por LeaAgronsky 7/14/2024, 10:30 pm

Escondete muy bien Cezinita porque cuando te encuentre Lenita, no va a dejar ni un solo cabello rubio de esa cabeza tarada... En cuanto a Vika, pufff, esa niña es la mente maestra 🫰🫰 la adoro
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Mensaje por Fati20 7/15/2024, 1:29 am

Ojalá pudieran huir las 2 con los niños y olvidarse de ese trabajo qué solo trae problemas y peligros 🫠. Feliz domingo cariño I love youI love you😘😘
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Mensaje por LenaVolkova66 7/15/2024, 2:00 am

Cezina, Sveta, Iván, el tal Gianfranco todos son una bola de pendejos. Amo a mis dos estafadoras favoritas 🫰
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Mensaje por Patricia Armstrong 7/15/2024, 4:09 pm

Mucho odio hacia las dos chicas y Elena que solo quiere defender a su familia y quedarse con los bebés 

Abrazos
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Mensaje por soy_yulia_volkova 7/15/2024, 8:18 pm

Me da rabia que Lena confía en Iván como su padre y él solo quiere joderla junto al tal Romanov ese. Déjenla tener su familia en paz
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 7/17/2024, 2:14 am

Cap. XXXIII: "Sangre en las venas"


45 días de embarazo y no creía que festejar una fecha menos en el calendario debiera hacerse de esa manera. No, definitivamente no estaba eso en sus planes, pensó, cuando vió a Elena caminar directo a Cezina en sus acostumbradas caminatas.

- Elena…- intentó detenerla siguiéndole los pasos, pero la pelirroja avanzaba con violencia y no la escuchaba - Elena…. ¡Elena! - la vió sujetarla por el cuello de su sudadera y sacudirla, aprovechando la ausencia de Oksana que solía acompañarla o de cualquier otro vecino.

- Esto no va a quedar así - la oyó hablar entre dientes y supo que verdaderamente estaba enojada. La mirada de la pelirroja, sus nudillos claros mientras la apretaba y su porte duro al detenerse mientras que Cezina pareció tambalear - ¿Es qué no sabes que mi esposa está embarazada? Si llega a pasarle algo iré a buscarte. Si llega a pasarle algo a alguno de mis hijos te irá peor ¿estás oyéndome? - Elena la alejó de su rostro y la empujó hacia atrás, golpeándola contra el capó de su auto.

- ¡Elena! - insistió Yulia al ver la caída de la rubia. Un seco sonido se oyó cuando su rodilla se estrelló contra el cemento y estaba segura que era cuestión de segundos para que algunos chismosos escucharan el alboroto.

Pero Elena la ignoró, buscando nuevamente a la culpable del desastre en su casa y volvió a jalarla a su altura.

- ¡Elena! - pretendió Yulia advertirla cuando alguien más se acercó a la escena y mostraba signos de acompañar a Cezina solo que, quizás, se había retrasado. Porque Svetlana Sidorova caminaba hacia la pelirroja con rapidez y su equipo deportivo prolijamente colocado así lo demostraban.

- ¿Qué significa esta penosa situación? - Bien, pensó, acababan de mandar al diablo por lo que habían trabajado estos meses. El tono de voz de Sidorova fue obvio, demostrando su máximo nivel de liderazgo en el lugar y exigiendo una explicación cuánto antes. La mujer separó con violencia a Elena de Cezina y ella de inmediato se acercó a su esposa, tomando sus manos y alejándola unos pasos para no provocar algo más.

- Solo fue un mal entendido - se excusó ella pero Cezina chistó con burla y negando con la cabeza se acercó a Sidorova.

- Ningún malentendido - Elena gruñó tras ella y tuvo que agarrarla de su camiseta para que no volviera a saltarle encima - Estaba caminando, bueno tú venias detrás de mí Svetlana y cuando paso por aquí me encuentro con el ataque de la señora Katina. Sin justificación.

- ¡Por supuesto que tiene justificación! - gritó Elena.

- ¿Y según usted qué tipo de justificación tiene que haber para actuar de esa manera? - preguntó Svetlana y Yulia entrecerró los ojos; no importaba qué dijeran porque la mujer iba a terminar cegada por las palabras de Cezina - ¿Es esta la confianza que estoy depositando en usted? - agregó esta vez con la mirada sobre ella y Yulia negó ligeramente con la cabeza. En menos de dos horas debía enviar el almuerzo de Pavell a su casa y aún no tenía idea siquiera de qué iba a preparar - Les daré una advertencia - continuó señalando a ambas con dos de sus dedos - una queja más de Cezina hacia ustedes y me veré obligada a quitarles su casa.

- Pago mis impuestos para tenerla - murmuró Elena.

- ¡Impuestos que yo impongo y van a parar a mi bolsillo! Son los últimos vecinos en entrar y cualquiera quisiera su lugar…Están advertidas - repitió con su dedo ésta vez sobre Elena - y por hoy, el almuerzo se cancela - agregó hacia Yulia antes de girar y regresar su caminata a la calle.

Apenas le bastó mirar de reojo hacia la vereda para que Cezina saliera corriendo en su compañía. Yulia se echó hacia atrás y alzó su mirada frustrada, si no comenzaba a manejar el temperamento de Elena, iban a terminar con las manos vacías y, quizás, hasta descubiertas frente a todos.

- Se acuesta con ella.

- ¿Qué? - preguntó volteando y descubriendo a Elena con la mirada sobre Svetlana y Cezina, casi desapareciendo.

- Que Svetlana se acuesta con Cezina o Cezina se acuesta con ella.

- Creí que ya habíamos deducido eso - masculló cruzándose de brazos y pasando a su lado, regresando al interior de la casa.

- ¿Vas a enojarte conmigo? ¿Por lo qué hice?... ¿Estás enojada? - preguntó la pelirroja siguiéndola.

- No lo estoy - respondió cerrando una bolsa de residuos que había llenado con las cosas inservibles que quedaban - pero deberías aprender a controlarte - la oyó bufar, con ironía y evitó continuar insistiéndole.

- ¿Cómo quieres que lo haga? ¡No soporto a Cezina! Nunca lo hice ¡Nunca!

- Pues yo tampoco pero no voy a ir a buscarla y golpearla cuando puedo planear algo mejor.

- Estoy defendiendo a mi familia, Yulia.

- No ¡no lo haces! ¡Estás exponiéndonos! Exponiendo a los niños y exponiendo nuestro objetivo aquí dentro.

- No voy a dejar que haga con nosotros lo que se le ocurra. Cuando vuelva a verla, Yulia y estemos solas, la golpearé, te juro que la golpearé - lanzó un resoplido, resignada frente a la seguridad de Elena y tomó la bolsa, pasando al lado de la pelirroja y caminando hacia el canasto de basura.

- ¿A dónde vas? - le preguntó al regresar y verla salir con su maletín y su traje a medio acomodar.

- A la empresa, tengo unas cosas que trabajar con Iván - le pareció adorable verla así, con su camisa blanca perfectamente planchada pero su corbata negra con un nudo pequeño, más bajo de lo habitual y su pelo revuelto como si recién abandonara la cama. Se abrazó a si misma para no saltarle a ella y asintió, desviando su vista hacia el jardín para no ver cómo observaba su boca, deseosa de un beso de despedida y un contacto profundo, pasional. Conocía esa mirada perdida de Elena, con sus ojos sobre ella y mordiendo con obviedad sus labios. Pero estaba algo molesta aún y no iba a ceder por mucho que amara el lado protector de la pelirroja y su seguridad al hacerlo.

- Está bien, buena suerte - pasó a su lado con rapidez y cerró la puerta tras de sí. Se recostó un momento contra ella, inhalando algo de aire y cerrando sus ojos para no voltear y observarla partir por la mirilla. Sin embargo, se sorprendió cuando, pasado algunos minutos, aún no oía el motor de su coche y por el contrario, algo rozó la madera tras ella.

- Yulia…. te has olvidado de nuestro beso - se mordió el labio y dejó una mano en su pecho que traicioneramente comenzó a cabalgar con violencia y emoción - No hago bien las cosas si no me lo das - continuó Elena contra la puerta y al parecer con sus dedos acariciándola - Yul, solo serán unos segundos…Yul….está bien, me devolverás el doble del triple que acabas de evitarme cuando regrese ¿de acuerdo? - no le respondió pero asintió, sonriendo al imaginar el momento - Te quiero demasiado, Yulia.

Tal vez había parpadeado lentamente, sin velocidad o sin ganas pero de repente el auto se encendió y no hubo más palabras de la pelirroja.

Se separó de la puerta y abrió, descubriendo su vacío y su perfume en el aire aún.

Ingresó nuevamente y subió las escaleras con velocidad tras ver que faltaban horas para el regreso de Viktoria y Sam. Se dirigió a su habitación y caminó directo a su placard en busca de una prenda que jamás había usado.

- El doble del triple - susurró al tomar la percha con su objetivo y lanzarla a la cama - claro que sí, Katina - terminó, soltándose el cabello y perdiéndose dentro del baño.

Regla número 15 de su trabajo: Nunca cambies tu temperamento y mantenlo bajo cualquier circunstancia.

¿Quién se creía Yulia para decirle que debía controlarlo, entonces? Se echó contra la silla de su oficina y acomodó sus pies sobre el escritorio. No iba a controlarlo, no quería controlarlo y mucho menos lo retendría si de Cezina se trataba.

Iba a golpearla con tanas ganas cuando dejaran Anapa que los lamentos de Yulia tendrían justificación pero ya sería tarde para que se los planteara. Iba a enojarse, Yulia iba a hacerlo, la conocía pero nada que no se solucionara con una bolsa y un regalo, alguna joya o ropa. A Yulia le encantaban los chocolates, una caja algo costosa con un buen moño rojo solucionaría todo.

O tal vez sí, quizás podía comenzar a controlarlo y evitar otra partida sin su beso diario. Solo por eso lo haría. O porque Yulia le importaba, era la madre de su hijo y no quería llevarle la contra, mucho menos ahora con el embarazo. Conocía eso de los cambios de humor a causa de las hormonas y quería consentirla en ese aspecto.

- Igual voy a golpearte - murmuró a la nada y aún pensando en Cezina. Tal vez lo haría escondidas de la morena y así todas contentas.

Regresó los pies al piso y se arrastró con la silla hasta frente su computador, deteniéndose un momento y alzando la vista al oír una puerta abrirse y luego cerrarse. Le pareció raro, estaba sola esa mañana en su área porque Iván le dejó una nota que estaba fuera de la ciudad y se había llevado a su secretaria con él.

Se puso de pie y sostuvo sus manos sobre la mesa, esperando por la cercanía de ese ruido de tacón que se aproximaba. Todo se silenció unos segundos y luego la puerta se abrió, mostrando una Yulia algo sonrojada con una bolsa en su mano y dos vasos en la otra.

- No te preocupes, puedo sola - la detuvo la morena cuando quiso ayudarla pero así mismo caminó hasta ella. Pasó a su lado, cerró y puso el pestillo. Tamborileó los dedos sobre su mentón y giró, deleitándose con sus ojos sobre Yulia.

Llevaba una gabardina color marrón, casi dorado, y su cabello suelto en unas bien formadas ondas. Sus piernas desnudas, al descubierto y sus tacones oscuros que la hacían ver casi a su altura. Guardó las manos dentro de los bolsillos de su pantalón y rodeó el escritorio, retomando su lugar en la silla.

- Traje algo para que comieras - murmuró la morena.

- ¿Y dos vasos? - su sonrojo aumentó y ella se hamacó al girar en su sitio, ocultando su sonrisa de satisfacción - tengo hambre y llegaste justo a tiempo. Siéntate - la siguió con la mirada sin parpadear. Yulia siguió sus pasos y se detuvo frente a ella, acomodando sus manos sobre el escritorio, tras su espalda, y de un pequeño salto lo ocupó.

- Es sushi - le dijo al estirarse hacia las bolsas. Bajó sus ojos y vió tras sus muslos: o llevaba una falda demasiado corta o no llevaba nada. Nada y quería estirar sus brazos para corroborarlo.

- Sabes que me gusta la comida de verdad, Yulia.

- Pero este lo preparé yo. Compré algunas cosas para la casa, compraré más hoy y hasta le preparé el almuerzo al hijo de Sidorova. Se lo daré cuando el autobús dejé a los niños en casa.

- Ajá, está bien por mí - murmuró recorriéndola aún con detenimiento y viendo sus labios moverse cuando observó su rostro. Yulia hablaba mientras movía sus manos y sacaba una pequeña bandeja descartable con la comida seguramente - ¿Ya no sigues enojada entonces?

- No estoy enojada, Elena, te dije que no lo estaba.

- Estabas molesta. Te conozco, Yul.

- Tampoco - aseguró la morena regresando su vista frente a ella - solo me preocupa ¿de acuerdo? Me preocupas tú y lo que pueda seguir haciendo Cezina o lo que pueda decirle a Sidorova. Frente a ella somos dos desconocidas y con un paso mal dado nos echará, puedo creerlo, Elena.

- No tienes que preocuparte por mí. No le tengo miedo a Cezina, mucho menos a Sidorova.

- Lo sé, sé que no le temes a nada. Pero están los niños también y no quiero que nadie se desquite con ellos ¿entiendes? - asintió lentamente. Lo entendía ahora, comprendió el temor en las palabras de Yulia y tenía razón; golpearía aún más fuerte a Cezina si Viktoria o Sam salían dañados por su culpa - hablando de ellos…no ví a tu jefe y quiero hablar de la adopción.

- No está hoy, no sabía que no iba a llegar - le aclaró viéndola tomar una porción y llevarla a su boca. Yulia ni siquiera usó los palillos, la tomó entre sus dedos y los chupó ahora, haciéndola que comenzara a imaginar otras cosas - Iván está empecinado en que no podemos….

- Me da igual lo que él diga. Si no me asegura que los niños se irán con nosotras al terminar el trabajo, no habrá trabajo terminado por mi, Elena.

- Es tu jefe el que debe cedernos su custodia.

- Pues si dejo el trabajo le afectará a ambos.

- ¿Tanto los quieres? ¿Realmente los has aprendido a amar en estos meses?

- Realmente sí - respondió la morena dejando un pie sobre la silla, entre los muslos de Elenan- y creo…creo que si lo logramos, si nos vamos los cinco juntos, ya no quiero seguir en esto.

- ¿Cinco?

- ¿Estás olvidándote de nuestro hijo más pequeño? - fingió enojo tomando una de sus manos y guiándola a su abdomen. Elena sonrió, abriendo la palma y cerrándola varias veces en una lenta caricia - a partir del tercer mes podremos hacer una ecografía y conocer su sexo.

- No vayas sola ese día, quiero acompañarte.

- A donde tú quieras, Elena - murmuró la morena antes de inclinarse hacia ella y rodear una de sus mejillas, descansando la mano al costado de su mentón - estuve leyendo sobre los antojos de embarazadas - le susurró contra sus labios.

- Tú aún no los tienes - murmuró ella cerrando los ojos.

- Algunas se antojan de cosas saladas. Pan, almuerzos y cenas….otras de dulces. Chocolates, helados y fruta.

- Ajá.

- Y otras…y otras aumentan la producción de sus hormonas - susurró hundiendo la punta de su zapato contra ella.

- No sabía eso… - suspiró la pelirroja removiéndose para buscar más contacto- ¿cuáles son tus antojos?

- Bueno - comenzó Yulia desatando el nudo de su corbata - al principio pensé que me inclinaría por el chocolate - continuó quitándola por sobre la cabeza de Elena - por los dulces….por el azúcar.

- ¿Pero? - preguntó ella con las manos de la morena en su cinturón.

- Pero teniéndote a ti, creo…creo que mis hormonas se despiertan solas - Yulia abrió su pantalón y bajó su cremallera, quitándole hacia arriba la camisa dentro de el y obligándola a ponerse de pie.

Le rodeó la cadera y la arrastró hacia ella, arrebatándole un beso pasional por el que no le había dado antes de irse. Con las piernas de Yulia rodeando su cintura y las manos tras su espalda, desanudó la tira de la gabardina y la abrió.

Gimió, contra la boca de la morena, al descubrirla solo en ropa interior. Era un pequeño conjunto color rojo enmarcado con negro y con un insignificante moño en medio de sus pechos.

Sin romper el beso, le quitó los zapatos y los arrojó a un lado, cerca de su corbata y donde iría su camisa tras desprender el último botón. La abrió y se la quitó, lanzándola y junto con su pantalón.

Estaban semidesnudas, devorando el cuerpo de la otra con la mirada y por lo que pasó su dedo a lo largo de Yulia. Desde bajo su ombligo hasta su clavícula; una y otra vez hasta verla recostarse sobre la mesa.

- Algo también se despierta en mí contigo - le susurró en su oído al unir sus entrepiernas. Su miembro presionando la palpitación de Yulia, tocando su humedad y rozándose contra ella para calmar el deseo.

Le besó la mejilla, el mentón y comenzó a descender por sus pechos, deteniéndose en su abdomen para dejarle uno con cariño.

- Tápate los oídos, cariño - le habló sin vergüenza al bebé que apenas crecía en Yulia y oyendo la risa de la morena - que mamá va hacer gritar a tu mami y no puedes oírlo - sujetando los costados de la cadera, bajó la braga de Yulia y la llevó a su nariz antes de guardarla en un cajón- hueles delicioso, mi amor - agregó roncamente y regresando al interior de sus muslos, llenándolos de huellas de sus besos.

Con los dedos de Yulia en su cabellera, se hundió en la humedad de la morena y sin espera atrapó su palpitante clítoris. La estaba esperando, hinchado y rosado para ella, lo chupó, jugó con el entre sus dientes y lo succionó hasta escucharla gritar de placer.

Cuánto le gustaba su olor, su sabor y que gimiera su nombre con dificultad para respirar.

Se perdió varios minutos dedicándose a ella, solo a ella e ignorando el dolor de su miembro esperando su turno, apretado y duro dentro de su bóxer, ansioso por la cavidad de la morena.

- Oh, Elena…- Yulia ya estaba consumida por el éxtasis y faltaban segundos para que el orgasmo la golpeara. La sujetó hasta que el tirón dolió en su cabello y la enterró contra ella; con su lengua llena de sus flujos y su nariz acariciándola aún.

Estiró su brazo y apretó uno de sus pechos, entre cuidadosa y violenta. La vió arquear su espalda y cerró nuevamente los ojos; la oyó golpear contra el escritorio y finalmente se arrojó vencida. Sudada, agitada y aún exclamando su nombre.

Elena desprendió su propio brassier y se lo quitó antes que a su bóxer. Desnuda frente a Yulia, separó sus rodillas y tomó el miembro entre sus manos. Sin embargo fue detenida. La morena le negó con uno de sus dedos y ella frunció las cejas, debía estar borracha si creía que iba a hacerla esperar.

La ayudó a bajar cuando entendió que quería hacerlo y tragó fuertemente cuando la vió arrodillarse frente a ella.

- No tienes que hacerlo - le dijo pero se moría por sentir el calor de la saliva de Yulia rodeando su pene.

La morena lo tomó, sacudiéndolo varias veces y ella echó su cabeza hacia atrás. Los dedos de Yulia rodeando su miembro sin miedo, apretando su punta y moviendo su pulgar sobre el, la iban hacer explotar más rápido que cualquier adolescente hormonal en su primera vez.

Le acarició el cabello y lo hizo a un lado, sonriéndole con el amor que le tenía y recibiendo el mismo gesto.

- Te amo, Yulia - se animó a recordarle y cerró los ojos; verla golpear su miembro contra su rostro estaba siendo demasiado para ella - Dios, Yul…- sintió la lengua de la morena en su base, lamiéndolo y besándolo con total lentitud.

- ¿Estoy haciéndolo bien? - echó su cadera hacia adelante con violencia al oír su voz juguetona. Asintió, bajando su mirada a ella y observándola abrir su boca.

Comenzó a succionar la punta y la oyó reír, entre gustosa y divertida por el líquido pre seminal que ya comenzaba a salir. La siguió todo el tiempo con la vista, incluso cuando su excitación le pedía cerrar los ojos y disfrutarlo más; y la morena con su mirada sobre ella, moviendo su cabeza a un ritmo que ella misma marcaba.

Gimió cuando las paredes de la garganta de Yulia le impidieron ir más allá. Tomó su cabeza y la retuvo un momento allí, comenzando a mover sus caderas y solo deteniéndose cuando se le dificultaba respirar.

Cuando la morena arañó sus muslos, con más violencia se hundió en ella y no tuvo tiempo de retirarse antes de comenzar a eyacular en su interior. Pero Yulia no se quejó, ni la apartó o la miró de mala manera. Al contrario, solo se alejó apenas y retiró su miembro para continuar lamiéndolo, hasta quitar las últimas gotas de su semen.

Yulia se puso de pie y la abrazó por la cintura, descansando sus frentes un momento antes de caminar hacia atrás, hasta golpearse contra el escritorio. Estaba exhausta, ella lo estaba pero la morena apenas lo demostraba.

- Dijiste que te gusta la comida de verdad ¿cierto? - asintió mientras la veía acostarse nuevamente sobre la mesa y abrir sus piernas - ¿qué esperas?

- Tengo sangre en las venas, Yulia - le susurró al penetrarla con rapidez y comenzar a mover sus caderas con lentitud - y cada gota de ella está hirviendo ahora.

La besó, silenciando los gemidos de ambas mientras aumentaba la velocidad de las embestidas. Dejó una mano al lado de la cabeza de Yulia y la otra al costado de su cadera, manejando el ritmo y los movimientos a su merced.

Con la mirada sobre ella y la de Yulia en sus ojos, no dejó de moverse hasta verla cerrarlos, adelantándola a qué caería extasiada. Se escondió en su cuello y la mordió suavemente cuando sintió el inconveniente de continuar. Le dejó un beso, la morena rodeó su espalda y con una última embestida se corrió dentro de ella; mezclando sus flujos y sintiendo la mesa tambalear.

Con el último esfuerzo, la sujetó y la retiró de allí. Ocupó la silla y sentó a Yulia sobre ella, abrazándola para que descansara y se recuperara unos minutos. Y se quedaron así, sintiendo la respiración calma de la otra y ella acariciando un brazo desnudo de la morena.

- Vaya antojos - bromeó haciendo reír a ambas y sintiéndola removerse para mirarla a la cara. Yulia le rodeó el rostro con ambas manos y la acarició, haciéndola sentir totalmente tranquila, olvidando los problemas que las rodeaban a diario.

- Me los cumplirás el resto de los meses ¿cierto? - sonrió, asintiendo y llevando una mano al abdomen de la morena. Allí dentro, tras esa pared de piel que cubría el cuerpo de Yulia, su hijo había sido testigo de una de las tantas demostraciones de amor que tenía para la morena - Te amo, Elena - susurró dejándole un beso en su frente y regresando contra ella; cerrando los ojos y sintiendo el agarre seguro rodear su cintura.

Esa seguridad que solo Elena le proporcionaba.

***

- ¿Qué es eso? - preguntó Elena con desconfianza cuando Gianfranco Romanov le entregó un papel a Yulia. Estaban en la oficina del hombre, con su insistencia para adoptar a Samir a y Viktoria.

- Es una parte del contrato que al parecer no leyeron u olvidaron…allí dice Clairemente que los niños regresan a su lugar de trabajo ¿Ahora sí han entendido las cosas?

- Si, por supuesto que las entiendo - aseguró Elena - pero no las comparto… ¿Cuánto quieres? - lo increpó la pelirroja, sintiendo la mirada de Yulia a su lado.

- No vamos a comprar a los niños - la cortó la morena seriamente - Gianfranco, por favor, nos conocemos…no me hagas esto.

- Lo siento, Yulia. Esos niños están bajo mi custodia y así tienen que permanecer - aseguró él.

- Vitya me dijo que Claire adoptó un niño, la pequeña que trabajó antes de retirarse por deseo de la niña ¿Por qué yo no puedo? - insistió la morena. Lo vieron balbucear, nervioso y acariciando sus propias manos en demostración de ello.

- Iván me dijo que estás embarazada, agradece que te dejo mantener en el negocio a pesar de ello, Yulia. No te metas en asuntos más complejos.

- Bien - se resignó la morena - ¡púdrete! - le gritó tomando la mano de Elena y arrastrándola fuera de la oficina.

- Yul, cálmate ya encontraremos la man…. ¿a dónde vamos? - preguntó la pelirroja al ser guiada al lado contrario de la salida principal. Yulia no le respondió, le dijo que apurara el paso y llegaron a un cuarto al final del pasillo, alejado completamente de todo.

- Aquí están los historiales antiguos - murmuró Yulia abriendo la puerta sin hacer ruido y adentrándose directo a un viejo cajón.

- ¿Y buscamos exactamente qué?

- El historial de Claire.

- ¿La mujer que adoptó?

- Sí, quiero saber que hizo ella que no pueda hacer yo.

- Bueno, si tú dijiste que lo hizo antes de retirarse, quizá ella…

- Claire Kuranova, aquí está - la interrumpió tomando una carpeta y caminando al único foco de iluminación en medio del lugar. La abrió y movió su dedo buscando algo de información importante.

- Adopciones y criterios en la página final, amor - la corrigió Elena con un movimiento de dedo para que pasara hojas. Lo hizo y entre ambas buscaron el renglón necesario.

Allí, al final, antes de una firma, leyeron y abrieron los ojos a la vez. Sorprendidas y admiradas, se voltearon a ver antes de regresar a la carpeta.

"El día 6 de Julio del corriente año, Claire Kuranova contrajo matrimonio con su compañero Pietr Gorvachov, pasando a apellidarse Claire Gorvachova y para su posterior adopción de Mila Gorvachova. Únicos miembros permitidos a realizarlo por haber contraído matrimonio real y en celebración de Iglesia..."

- Tenemos… - comenzó Elena cuando Yulia cerró la carpeta - ¿tenemos que casarnos de verdad si queremos
 adoptar a los niños?



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Mensaje por soy_yulia_volkova 7/17/2024, 3:42 am

Siiiiiiiiiii 😍😍 que se casen que se casen que se caseennnn ya quiero que se casen
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Mensaje por Corderito_Agron 7/17/2024, 5:26 am

Era sorprenderla yulia no que mates a Lena de un infarto santo dios como vas a la oficina solo en ropa interior???? Definitivamente Dios me trata como si fui yo quien lo crucificó!!!
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Mensaje por Veroska 7/17/2024, 5:45 am

Jajaja me hizo reír @Corderito_Agron
Al menos ya saben que deben dar ese paso para adoptar realmente a los niños... Esos antojos los a cumplir al pie de la letra y disfrutar el embarazo
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Mensaje por LeaAgronsky 7/17/2024, 7:23 pm

Jajajaja a este paso van a nacer gemelos jajajaj
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Mensaje por Volkatin_420 7/18/2024, 1:45 am

Una queriendo no tener la mente sucia y estas dos nenas que no colaboran en nada 😂
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REGLAS DE ORO  (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA - Página 9 Empty Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA

Mensaje por Fati20 7/18/2024, 6:24 am

Me gustó qué lena le de su merecido a la imbecil esa 😎. Y esa sorpresa en la oficina muy buena el embarazo les está haciendo muy bien a las traviesas 😏. Bueno a casarse eso es algo q ya se veia venir están locamente enamoradas y con un hijo en camino. Saludos cariño de mi corazón 😘😘I love you espero que ya estés mejor con el cambio de horario
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REGLAS DE ORO  (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA - Página 9 Empty Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA

Mensaje por LenaVolkova66 7/18/2024, 2:16 pm

Woooooo
el final de cap si q no me lo esperaba woooo sin palabras
Ojala las chicas lo consideren


Sveta acostandoce con cezina o_O
Jajajajjajajaja

Que mal onda
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 7/18/2024, 3:15 pm

Cap. XXXIV: "Segunda parte"

Regla número 18 de su trabajo: derrochas segundos si disfrutas una sensación de bienestar.

¿Estaba perdiéndolos ahora? ¿Sentada en su cama, luego de una cena familiar y leyendo una revista de empresas? Eran sus favoritas, así que la sensación aumentaba y el calor de la habitación lo igualaba.

Tal vez estaba malgastando tiempo; solo tal vez porque en ese momento no estaba siendo consciente de aquellas reglas que ella misma había impuesto luego de realizar su primer trabajo.

Pero tenía su justificación y era Yulia. Tras ella. Entre su espalda y el respaldar de la cama, Yulia acariciaba sus hombros y dejaba besos en su cuello. Y como si de una caja musical sonara, como si de un magnetismo imposible de romper y un golpe helado en su espalda, se arqueaba a cada toque que le proporcionaba y suspiraba cuando la tortura parecía terminar.

Porque eso estaba haciendo Yulia. La estaba torturando, disfrutando de tenerla con los ojos cerrados para ella, como si de la criatura más indefensa estuviese viendo a su depredador con ojos llenos de ruego, a solo minutos previos de ser devorado sin consideración alguna.

Incluso de espalda a ella podía imaginársela sonriendo, cautivada porque su piel reaccionara a su tacto y satisfecha de verla vencida como estaba comenzando a demostrarle. Y es que este tipo de cosas pasaban cuando te enamoras ¿no? Se preguntó mentalmente inflando su pecho cuando una mano lo tocó, descendiéndolo a una respiración normal nuevamente.

- Relájate ¿de acuerdo? - su voz sonaba ronca, pegada a su oído y cuando retiró su mano, Yulia rozó uno de sus senos. Fue una caricia tan normal como su reacción, apretando los dientes para no lanzar una bocanada de aire placentero. Asintió, sabiendo aún que relajarse le iba a ser imposible si aquel camino de besos seguía descendiendo - Necesito que te quites esto - le dijo al tomar la base de su camiseta y jalándola hacia arriba. Ella arrojó la revista a un lado y alzó los brazos, temblando bajo las manos de la morena cuando arañó el largo de su espalda ¿Dónde había quedado su autocontrol, su carácter dominante e intimidante para con el mundo externo? Lejos, alejados y cayendo como su camiseta en una esquina y porque Yulia los alejó a su fuerza - estás muy tensa….y dura - bien, la odiaba un poco cuando jugaba con ella hasta avergonzarla. Pero le encantaba que lo hiciera. Y aún no estaba dura bajo sus pantalones. Aún no...

- Solo tensa…

- Y dura - repitió la morena divertida y ella se mordió el labio inferior - en tu espalda. Toda tu espalda está dura.

- Ah, sí…quizás eso sí - murmuró mientras la morena desprendía su brassier. Lo quitó por su brazo derecho primero y luego deslizó el otro tirante. Estaba semidesnuda y Yulia podía completarlo si lo quería. Podía desanudar la tira del pantalón y luego retirarlo. Eso sería fantástico, pensó, porque las manos de la morena en su hueso pélvico, descendiendo hasta su bóxer y volviendo al frío exterior, estaban comenzando a ilusionar su libido.

- ¿Te han dado un masaje alguna vez?

- Mmm…no que yo recuerde.

- Acuéstate boca abajo - le ordenó Yulia dándole un leve empujón a su hombro. Se arrastró hasta el centro de la cama y acomodó el rostro entre sus brazos, doblados como si realmente estuviese bajo las manos de una masajista profesional. Bueno, Yulia ya le había demostrado lo buena que era con sus manos, con sus dedos y su boca ¡su boca! Abrió los ojos asombrada, fascinada al recordar lo que había ocurrido en su oficina el día anterior. Pero sacudió la cabeza al notar que ahora no iba a usarla; eran masajes, unos cuántos apretones con sus nudillos, quizás, en sus omoplatos y regresarían bajo las sábanas. Sin la boca de la morena sobre alguna parte en especial de ella. No boca, se repitió cerrando otra vez los ojos y oyendo el clic del envase de la pomada abrirse.

- No sabía que teníamos loción para masajes.

- No lo es - aseguró la morena refregando sus manos con la crema untada - es la que suelo usar para mis piernas - agregó sentándose sobre ella. Elena apretó su dedo pulgar en medio de sus cejas, las hormonas de Yulia se habían disparado como se lo había anticipado la mañana anterior y debía recordarlo para hacerles un altar luego. Quizás antes de ir a trabajar, luego de las 6, cuando dejara extasiada a la morena luego de horas y horas de sexo desenfrenado.

- Oh, dios, Yul ¡está helada! - se quejó cuando el primer contacto tras sus hombros se dió. La morena ocupó ambas manos en su lado izquierdo, ignorando sus murmullos y estirando su piel como si de una masa de pizza se tratara. Lo hizo una vez. Dos y en una tercera la vió por sobre su hombro, dedicándole una mirada que delataba que no le estaba haciendo efecto en absoluto - Carajo, Yulia, quiero conservar mis huesos.

Yulia usó su muñeca y quitó un mechón de su flequillo, antes de llegar al mentón de la pelirroja y regresarlo al frente. Ella suspiró resignada y se golpeó nuevamente contra sus brazos.

- ¿Lo haz hecho alguna vez? - inquirió cuando se ocupó ahora de su lado derecho.

- ¿A qué cosa?

- A los masajes ¿de qué otra cosa estamos hablando?

- No lo sé….he hecho tantas cosas contigo por primera vez que se me rejuntan y me cuesta recordarlo - susurró apretándole con más fuerzas y produciéndolo un quejido. Algo de dolor con un cosquilleo se juntó en medio de su espalda que no pudo ocultarlo y removió apenas su cadera, sentando a Yulia justo sobre sus glúteos - pero creo que sí, he hecho algunos antes.

- Uhm… ¿a quién?

- A mi madre - ella entrecerró los ojos ¿qué clase de respuesta era esa?

- No puedes hacerle masajes a tu propia madre.

- En nada se parecía a cómo estamos ahora. Estaba sentada, en la silla luego de un almuerzo y había trabajado casi 20 horas seguidas. Apenas fue un movimiento en sus hombros de unos dos minutos. Dos y medio, quizás. Y no es mi madre biológica.

- Uhg, creo que está bien….entonces te falta práctica.

- Ella dijo que lo hice bien.

- Una madre siempre dice que sus hijos hacen bien las cosas incluso cuando salen pésimas.

- Pues Vitya no se quejaba tanto como tú- volteó con rapidez pero Yulia la sujetó por ambos hombros y la volvió contra el colchón.

- ¿También le has hecho a él?

- Es mi mejor amigo.

- ¿Y eso qué tiene que ver?

- Pues todo. Y no sé por qué hablamos de esto… ¿no estoy haciéndolo bien?

- Pues no - le respondió doblando nuevamente sus brazos y escondiendo su rostro en ellos - no lo haces como Mary - Yulia se detuvo al instante.

- ¿Quién es ella?

- Mary…Mary, ya no recuerdo su apellido pero una vez fue a mi departamento. Había ganado un cupón de dos sesiones en una semana y tomé uno. Tenía buenas manos y sí usaba crema para masajes.

- Dijiste que jamás te habían hecho alguno.

- Dije que no recordaba que me hayan dado alguno. Ahora lo recuerdo y ese fue… ¡Mierda, Yulia! - ¿la había pellizcado? Eso se sintió en la parte baja, donde la piel no se estiraba con tanta facilidad pero la morena lo había logrado y con violencia. Iba a quedar una marca, estaba segura y aún latía como cuando su dedo golpeaba alguna pata de la mesa u otro mueble.

- Seguro tenía más de 60, sobrepeso y usaba esas horribles batas que solo delataban su figura poco trabajada - rió, casi en silencio y dejó el mentón sobre una de sus manos.

- Creo que incluso era más joven que yo.

- Creo que hemos terminado.

- ¿Qué? ¡No haz hecho nada aún! - exclamó volteando y tomando su muñeca cuando quiso levantarse. La regresó de un jalón sobre su cadera. Esta vez con su espalda en la cama y su mirada sobre ella; sobre sus ojos azules que tanto la observaban y sus labios carnosos que parecían secos ahora, esperando por un poco de humedad - Vamos, Yul - le imploró soltándola suavemente - necesito esto.

- Túmbate de vuelta.

- No, no. Mi espalda ya está bien.

- ¿Y dónde pretendes que te dé los masajes? Es tu espalda la que está dura - pero si seguía hablando así, tan enojada y dominante, no iba a ser la única parte dura de su cuerpo.

- Bueno….hay masajes a cuerpo completo - se aplaudió mentalmente, felicitándose a sí misma cuando la vió asentir. Cuando notó que quería ir por más crema, se alzó a su altura y la detuvo por ambos brazos, regresando contra el colchón e impidiéndoselo - sin loción…solo tus manos.

Yulia se pasó los dedos por su pantalón, quitándose los últimos rastros de la crema y se acomodó sobre ella. Elena se mordió los labios, estaba justo sobre su miembro y los pijamas de ambas eran tan finas que podía sentir la palpitación de la morena. Y solo era cuestión de segundos para que Yulia sintiera la de ella.

- ¿Dónde te duele más?

- En todos lados - aseguró sin titubeo y Yulia movió su cuello de un lado a otro antes de estirar los brazos hacia su torso.

Cerró los ojos y su cadera se alzó apenas. Las manos tibias de la morena, abriéndose desde su pelvis hasta sus hombros; pasando abiertamente en su abdomen, a los costados de sus pechos y cerrándolas bajo su cuello. Se sentía de maravilla cederle el control y que ella manejara la situación, preparando el camino para devolvérselo luego.

Con los pulgares, acarició sus costillas y dibujó algunos círculos en ellas. Le dedicó varios minutos a eso y estuvo a punto de reclamarle que hiciera algo más pero sus dedos se cerraron bajo sus pechos. Eso se sentía jodidamente disfrutable, pensó. Si es que esa palabra existía y se comparaba a lo que estaba viviendo en ese momento. Sus pezones se irguieron y Yulia los arañó al pasar, antes de volver al inicio.

Con sus manos firmes y casi experimentadas ya, pensó Yulia, bajó por la zona pélvica de Elena y acarició una y otra vez su hueso sobresaliente. Tenía unos abdominales bien marcados, sin llegar a lo grotesco, y se preguntó cómo se sentiría morderlos. Jamás lo había hecho y en ese momento parecían un destello de luces llamándola.

Se estiró hasta ellos, dejando un beso y delatándolo como lo único que se oía en la habitación. Se apartó el cabello a un lado y sonrió al oír a la pelirroja suspirar, tan insegura y vulnerable bajo ella. Dibujó un camino al subir y llegar a su cuello, era su segundo lugar favorito porque siempre olía bien y su sabor se combinaba con ello: exquisito, fuerte y embriagadora era la fragancia como quién la usaba.

- Te gustaría que lo hiciera duro ¿cierto? - los ojos de Elena se abrieron y cerraron casi en blanco.

Ca- ra- jo. Apretó sus labios para no gemir. No quería que Yulia oyera lo desesperada que estaba porque siempre era al revés, ella dominando a la morena y exigiéndole que le pidiera más a cada toque. La suavidad de sus manos bailaron a los costados de sus pechos, abajo y en todo su esplendor. Parecían dos pequeñas pelotas de goma con la que un niño jugaba complacido.

Podía hacer lo que quería en esos momentos en que se entregaba a ella desnuda no solo de cuerpo. La morena lo entendió y, con sus dedos pulgar e índice, pellizcó ligeramente su pezón izquierdo mientras continuaba besando su cuello.

- Puedes…. ¿hacer eso de vuelta? - jadeó relamiendo sus labios. Abrió los ojos y la cabellera de Yulia se aproximó a ella - Oh…dios, Yul - había ocupado su pezón derecho con toda su boca. Estaba succionándolo, besándolo más apasionadamente que a ella en otras ocasiones y atendiendo al otro entremedio de dos de sus dedos. Perdió la noción de cuánto tiempo estuvieron de esa manera. El aliento caliente, dulce y adictivo de la morena sobre su piel estaban provocándole una pequeña convulsión que la hacía olvidar de todo.

Un sonido desgarrador separó a Yulia para pasar a su otro pecho. Lo atacó con más fuerza, sin cuidado y moviendo su lengua con rapidez sobre el. Lo mordió. Mordió su pecho duro y otra marca quedaría registrada en su cuerpo. Poco le importaba y no le molestaría tener otras más.

- Yul….no te detengas - le ordenó enredando las manos en su cabello y sujetándola para que no lo hiciera. Primero tomaba su pezón entre los dientes, lo mordía, tiraba de el y terminaba pasando su lengua con total lentitud. Como si de su helado favorito se tratara y no tuviera prisa en devorarlo. Chocó sus caderas hacia arriba y la morena apretó sus muslos. Gimió al sentir su miembro encerrado entre ellos.

- ¿Estoy haciéndolo bien? - iba a explotar en sus pantalones. Esa manía de Yulia por preguntárselo con su voz sexual y juguetona iban a lograrlo incluso con ropa de por medio. La sujetó por sus glúteos y la meció sobre ella, golpeándola contra su miembro para que notara la respuesta - solo serán masajes, Elena - le recordó contra su cuello.

- Masajes, sí, ajá - balbuceó agitada al aumentar las fricciones. Yulia se enderezó y dejó ambas manos sobre sus pechos. Dios, ya le había tomado cariño a los dos y eso aumentaba su excitación. Con su rostro enrojecido, la punta de sus orejas hirviendo y una gota de sudor cayendo por su frente, se irguió en busca de desnudar a la morena.

No sabía a qué estaba jugando al poner oposición. Tomó la punta de su camiseta pero Yulia la bajaba cuando ella intentaba subirla. Frustrada, le rodeó la cadera con uno de sus brazos y la pegó a ella, besándola para que entendiera lo que necesitaba.

La lengua de Yulia quemaba. Y cada rincón de su cuerpo hervía ahora también.

Se levantó con cuidado, sujetándola sin romper el beso y se arrastró con sus rodillas hasta el respaldar. Se separó, con un tormentoso y ruidoso sonido que las hizo volver a unirse en una necesidad inalcanzable. Coló la mano dentro del pantalón de la morena e hizo a un lado su ropa interior, comprobando la humedad suficiente para embestirla.

- Dios, Yulia…si esto te duele será tu culpa ¿entiendes? Tú me has provocado - se separó con esfuerzo y la volteó de un solo movimiento. La advertencia era en vano, la morena estaba más que lista y estaba esperando el momento tanto como ella. La obligó a dejar las manos sobre los barrotes y se pegó a su espalda, moviendo sus caderas para que notara cuan dura estaba.

Bajó su pantalón hasta la altura de sus rodillas y el de ella completamente hasta arrojarlo a un lado. Estaba desnuda tras la morena y Yulia aún conservaba toda su ropa. Le quitó la camiseta y pensó en hacerle el amor de igual manera en ese estado.

Metió la mano entre sus muslos y penetró directo a su cavidad, abriendo dos de sus dedos dentro y oyendo su primer gemido. Habían cerrado la puerta con llave, como cada noche, y su boca atraparía la de ella para callar sus gritos. Como cada noche.

Liberó su pene y la embistió apenas retiró sus dedos. Echó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Carajo, se moría por gritarlo: que apretado y maravillosamente bien se sentía. Guió una mano bajo la remera de Yulia y jugó con uno de sus pechos, estrujándolo mientras la otra llegaba a su clítoris palpitante.

Mordió su hombro, aumentó la fuerza de las embestidas y ocupó sus dos manos en el cuerpo de la morena. Nada se comparaba a la sensación de oírla gritar exigiéndole más, mezclado con el rechinido de la cama a cada segundo. Nada. Incluso su propio placer podía aguantar si contraponer al de Yulia se trataba.

- Dios ¡Elena! - tomó su mentón y volteó su rostro para besarla. Cuando sus lenguas se tocaron, se detuvo, saliendo de Yulia sin aviso y embistiéndola con más violencia antes de que reclamara. Una y otra vez, no quería que llegara al orgasmo tan rápido y acabar ella mucho menos.

Rompió el beso y jadeó escondida en su cuello. Sus sudores se juntaron, sus dos manos en los pechos de la morena, la cadera de Yulia golpeando la de ella para una penetración más profunda y el ruido de sus pieles chocando cada vez con más velocidad. Nada se comparaba al ser la última palabra de Yulia antes de caer rendida extasiada y completamente agotada.

Descendió la velocidad de sus movimientos y finalmente la acompañó en el placer cuando la morena apretó sus músculos internos y se corrió dentro de ella.

Recostó la frente contra su espalda y se dedicó a acariciarla a los costados de su cuerpo. Se sentía tan bien tenerla de esa forma luego de hacerle el amor que hasta a veces parecía irreal; como si flotara en una nube mientras viajaba y observaba todo desde arriba.

Le besó los hombros y sus dedos la recorrieron fantasmalmente por toda su desnudez. Llenó de besos cada espacio de su piel y cuando la oyó recuperar el aliento se salió de su interior.

- Eso fue….

- Jodidamente perfecto - agregó a su frase mientras se sentaba a su lado. Yulia estaba cabizbaja, recuperándose y agarrando fuertemente un barrote aún - ¿entonces?

- Entonces ¿qué?

- ¿Vamos a casarnos? - la morena volteó al instante, viéndola con sorpresa y ella la esperaba con una sonrisa. Con su cuerpo pegado al respaldar pero su rostro estirado hacia ella, no había sido nunca buena preguntando ciertas cosas y ya era adulta para ir con enredos.

- ¿Casarnos?

- Tú quieres adoptar a Samir y Viktoria, bueno, ya hemos visto de qué manera solo se puede. Además, me quieres ¿cierto? Quiero decir, nos queremos, quizá todo haya pasado rápido pero no deberíamos esperar si lo deseamos… ¿entiendes?

Yulia sonrió, por supuesto que lo entendía y esa mueca de felicidad de Elena la hicieron asentir. Se volteó, acomodándose sobre ella y recibiendo los brazos seguros y protectores de la pelirroja en toda su cadera.

- ¿Me quieres en tu vida? - insistió Elena - porque no quiero terminar este trabajo y regresar sola a casa. Quiero llevarte, que la conozcas y que te adaptes a ella, a mi cama, a cada rincón y que haya una fotografía tuya en el mueble del living. Quiero que dejes tu olor en cada habitación y sobre todo en mi almohada ¿tú quieres eso? Porque quiero seguir en tu vida, Yulia.

- Es mi vida y me encanta que hayas llegado para quedarte en ella - Elena sonrió mientras acariciaba su cintura. Las manos de Yulia ocuparon sus mejillas y las acariciaba con esa tranquilidad que cientos de veces había necesitado antes. Sumergida en las siguientes palabras de la morena, la dejó que continuara y se apretó contra ella, mientras la oía e intentaba canalizar cada cosa.

Sin embargo no pudo, había comenzado a imaginarse cómo iba a ser todo, qué podía pasar en ese día en que se uniría civilmente a ella y todo lo que las rodearía partir de allí.

Siempre le había gustado la soledad, o quizá se había acostumbrado a ella, pero ahora le temía. Ahora teniendo a Yulia no quería más que a ella y a sus hijos. La soledad no era Yulia y por ende no la hacía feliz por mucho que la disfrutara.

Quería volver a preguntárselo, si quería casarse con ella y con un anillo de por medio. Uno real, no como la alianza falsa que solían llevar cuando recordaban usarla. Prepararía algo, una propuesta como había visto en algunas noticias o como la que Nastya le había preparado a Elizavetha.

Y Yulia no podía decirle que no. Porque acababa de decirle que si ahora, así que el anillo sería como la frutilla del postre.

- ¿Qué dices? - le preguntó la morena y ella se separó hasta verla a los ojos. Asintió, sin tener la menor idea de a qué se refería y le sonrió, antes de inclinarse y exigir sus labios en un beso pre matrimonial. Le mordió el labio, eso sonaba perfecto en su cabeza - ¿estás segura? - volvió a asentir sobre su boca mientras continuaban besándose - ¿es eso confianza u orgullo?

- Ambas - respondió dudosa comenzando a preocuparse de qué hablaba. Yulia sonrió con picardía.

- Eso suena fantástico - le dijo antes de besarla y mover sus caderas sobre ella. Jadeó, en su boca y la sujetó con todas sus fuerzas - hasta la hora de irte a la oficina, Katina - agregó mientras se quitaba el pantalón en esa posición - lo acabas de asegurar.

Oh, más sexo. Fantástico, una segunda parte de los antojos de su mujer. La empujó por los hombros y la acostó de espalda al colchón. Por supuesto que eso era una mezcla de confianza y orgullo.

Pero también de amor. Del que le tenía a ella y el que no podía controlar con su cuerpo.

***

- ¡Ve por ella, Mumu!...No, no ¡por ella! ¡Por la rama! - le reclamó Viktoria cuando el perro corrió alrededor del parque luego de que le arrojara el pedazo de árbol pero regresando con el hocico vacío - La rama, Mumu - le repitió separando las sílabas con lentitud y recibiendo su cabeza ladeada, antes de estirarse y ladrarle como si entendiera todo.

- A ver, Viktoria - se acercó Elena sacando las manos de sus bolsillos - lánzale una pelota - agregó tomando una de su saco - Hazlo - le ordenó seriamente cuando la niña frunció las cejas.

- Ella ni siquiera nos está viendo - susurró la niña.

- Pues lánzala en su dirección - insistió Elena regresando sobre sus pasos. Metros más atrás de la niña, ella y Yulia la observaban jugar desde una banca y a Samir entretenerse con sus compañeros del equipo de fútbol.

Viktoria lo hizo, lanzó la pelota cerca de Yulia y ordenándole a Mumu que fuese en su búsqueda. El pequeño juguete de goma rebotó en el zapato de la morena y ella se inclinó a tomarlo, devolviéndolo al verde césped donde la pequeña rubia jugaba.

Elena estiró su brazo a lo largo del asiento y se removió satisfecha: Mumu corrió tras el balón y se detuvo frente a su dueña. Viktoria le quitó la pelota de su boca y lo reemplazó por otro objeto.

- Allí viene de vuelta - murmuró Elena y la morena agudizó la vista hacia el perro que llegaba a pasos apresurados a ella. Volteó a verla nerviosa, arrastrándose más a Yulia y carraspeando la garganta cuando la vió tomar lo que ya no era una pelota.

- ¿Qué es esto, Mumu? - preguntó con diversión al descubrir una pequeña caja color negra. Yulia la agarró, observando a Elena lentamente cuando comprendió la situación.

No era cualquier tipo de caja, ni tamaño ni presentación y cualquier mujer podía entender que la esperaba dentro.

Volvió a sus manos y la abrió. Su corazón comenzó a galopar con todas sus fuerzas.

Pero no había anillo. Entrecerró los ojos, solo un pequeño cartel, con letras bien dibujadas y una pregunta: "¿Te casarías conmigo?"

Parpadeó varias veces y se arrojó contra Elena. Trató de que la molestia por no encontrar lo que quería no se generara y la apretó en un abrazo, asintiendo continuadamente sobre su cuello.

- Por supuesto que me casaría contigo - Elena lanzó un resoplido divertido.

- Me alegra saberlo porque de lo contrario habría gastado en este anillo y no podía devolverlo - se separó al instante de la pelirroja y bajó la vista a su mano, que sostenía un anillo delgado, fino y dorado con una piedra brillante, pequeña, en el centro.

Tapó su boca y sus ojos se achicaron, llenándolos de lágrimas y sintiendo el temblor cuando Elena tomó su mano derecha para acomodarlo en su dedo anular.

Volvió a abrazarla y la llenó de besos. En todo su rostro, en su boca y en cada parte de sus mejillas.

Viktoria se acercó a ellas y se lanzó como cuando corría de la puerta de su habitación a su cama, reteniendo la espalda de ambas antes de volver a bajar.

- ¿Oíste Mumu? - le preguntó al perro encorvándose a su lado - Elena y Yulia van a casarse.

- Lo cual es raro - Pavell Sidorov, el mejor amigo de Samir, se acercaba con el niño y una mirada seria - ¿llamas a tus madres por sus nombres? - Samir quiso interrumpirlo, detenerlo y callarlo pero el niño se acercó a ellas e intercaló su mirada en cada una - ¿y van a casarse ahora? ¿No estaban casadas ya? - incluso por muy infantil que se viera sonaba igual de intimidante que su madre - ... ¿Qué están ocultándonos?
🔜

Qué tengan un lindo fin de semana, las quiero chicas!!!!
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Mensaje por Corderito_Agron 7/18/2024, 4:50 pm

Los antojos de yulia me parecen perfectos. Creo que deberia tenerlos mas seguido (todos los caps ejem hahahaha)
Me encanto el cap.
Creo que hay que asesinar a Pavell y enterrarlo en el parque. Bueno, quizas no tanto, pero algo asi. Esperp que las chicas sepan salir de esta situacion hahaha
Gozate el finde bro
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Mensaje por LeaAgronsky 7/19/2024, 3:10 am

Me gustan esos momentos que tienen las chicas, Que bonita pedida de mano planeó Elena lo malo que el hijo de la Svetlana estaba ahí y que le dirán para que no siga sospechando. Muy bonito capitulo
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Mensaje por Volkatin_420 7/19/2024, 11:12 am

Oh oh chicas a ver qué se inventan para que este niño metiche les crea ahora 😜

Saludos xander
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 7/20/2024, 9:33 pm

Cap. XXXV: "Escape"

Debería inventar una nueva regla para esto que estaba viviendo. Movió sus dedos en un rápido conteo y gesticuló decepcionada al notar que no podía, tenía sus lugares y números ya ocupados y además esto no estaba afectándole a su trabajo. Quizá solo agotándola más cada día, pero las horas de insomnio y los cabeceos a punto de dormirse en su oficina valían la pena.

No, negó ligeramente con la cabeza al alzar un plato de madera y arrojar la verdura cortada sobre una gran olla en el fuego. No haría una regla para esto porque eso implicaba aplicarla y no iba a hacerlo.

Pero tenía que detener a Yulia en algún momento ¿Tenía que hacerlo? Se preguntó al sentir sus brazos alrededor de su cadera y volvérselo a preguntar. Tampoco era como si literalmente la morena hubiese abierto su caja de hormonas y las hubiese expandido por todo su cuerpo. Solo la buscaba unas horas más luego de acostarse, otros minutos antes de regresar al trabajo al mediodía y ahora, como la noche anterior, mientras tenía tiempo libre antes de ducharse.

- ¿Qué haces? - le preguntó antes de morder su camiseta y jugar con ella entre sus dientes.

- La cena. Algo de sopa caliente. A los niños les gusta… ¿podrías poner los platos en la mesa?

- ¿Sabes en que pensaba? - le preguntó la morena en cambio al separarse y recostarse contra la mesada. Le dedicó una rápida mirada: llevaba ya su pijama y su cabello húmedo, producto de que acababa de salir de la ducha - en una de las visitas a la casa de Sidorova, cuando le lleve el almuerzo a Pavell, podría tomar el número de su cuenta bancaria y todo se acabaría más rápido ¿no crees?

- ¿En eso piensas mientras te duchas? - inquirió divertida mientras continuaba cortando algo más - no habrá visitas a la casa de Sidorova, no quiere que toques su timbre solo que le envíes lo cocinado y no quiero arriesgarte hasta eso. Y solo es cuestión de tiempo para que su hijo le cuente lo que oyó hoy en el parque. Nada se acabará rápido si continuamos este ritmo y si se acaba será porque ese niño habló con ella. Nos descubrirá y nos echará con una cantidad de denuncias que…

- Bueno, ya, ya, Elena - la cortó Yulia con sus brazos en alto - relájate. Nada de eso pasará. Viktoria lo convenció.

- ¿Eventualmente por cuánto tiempo? Nos quedan unos meses aún aquí, no saldremos ilesos de eso - cortó con rudeza la última zanahoria en dos partes y la echó con el resto. Sí, Viktoria había callado las preguntas casi ahogantes de Pavell e incluso se había armado un discurso propio que incluía una sonrisa especial al niño y un abrazo que lo hizo sonrojar. Porque, al parecer, ese gustito infantil de él por la niña en un acto inocente lo mantendría silenciado tras la petición de Viktoria. Pero Elena sabía que no duraría mucho. Que su "ellas no estaban casadas legalmente, solo en ceremonia" quizá no terminó de convencerlo y su "Suelo llamarlas por su nombre" mucho menos. Sin embargo no podía quitarle crédito, Viktoria no tenía problemas de lanzarse con sus propios instintos si de salir de un resbalón se trataba. Sonrió. Sí, se vería como ella en unos años, pareciendo invencible y llevándose sus logros bajo el orgullo propio y el de los demás.

- ¿Me estás escuchando? - sacudió la cabeza y carraspeó la garganta.

- No, lo siento Yul ¿qué decías?

- Que qué significa aquello de que nada acabará rápido o sí pero tus peros ¿cuáles son tus peros? - desvió su mirada hacia ella y entrecerró los ojos, en su cabeza sonaba de otra manera y ella lo comprendía.

- No entendí nada de lo que dijiste, Yulia pero lo que intento hacer es cuidarnos, prevenir y adelantarnos un paso a Sidorova. Si nos quedamos, creo que tal vez esto se extenderá más de lo debido.

- No podemos hacer eso. Hay un contrato establecido - la ignoró; conocía de memoria que eso había pero debía dejar de ligarse a el por un momento.

- Si nos marchamos porque ella se nos adelantó y nos descubrió, nos tenemos que adelantar a ese adelanto de ella e irnos sin confirmar sus sospechas - Yulia ladeó la cabeza y la miró como si de repente le hubiese salido un tercer ojo.

- No te quieres ir con tu orgullo herido ¿cierto?

- No. No me quiero ir con una denuncia en contra de ustedes y problemas para los niños.

- En ese caso también te pasaría eso a ti.

- No me interesa lo que me pase a mí. Me importa lo que pueda llegar a pasarles a ustedes - se miraron, casi sin parpadear y silenciando la cocina por un momento. En esa conversación tan cotidiana, tan hogareña pero tan lejos de parecer familiar para ser laboral comprendió que no solo eran ellas. Que había tres niños, sus hijos y debía comenzar a pensar y responsabilizarse si todo aquel plan salía mal; si Svetlana Sidorova descubría qué hacían allí realmente o si Pavell o Cezina se acercaban a ella con esa intención. Ya había esas dos personas más implicadas y paradójicamente eran las más cercanas a la mujer, a quien era su objetivo y tenían una orden que aplicar sobre ella y no alejarse hasta cumplirla.

Abandonó el cuchillo y se pegó a la morena, abrazándola contra ella y respirando contra su cuello en un intento por detener sus miedos. No los había tenido nunca en su vida y se generaban ahora, porque nunca temió por su seguridad; la confianza que se tenía a sí misma era suficiente para continuar. Pero ahora no estaba sola. Y Yulia y los niños era lo único que iba a terminar protegiendo incluso cuando no pudiese.

- ¿Quieres continuar en esto, Elena? - le preguntó Yulia acariciando su espalda. No, en ese momento no quería seguir allí.

- Cuándo esto acabe nos iremos todos juntos y tendremos nuestro escape hacia algo nuevo ¿cierto? - aquellas palabras le salieron casi en un ruego. Se alejó hasta verla a la cara pero sus manos aún sostenían la cadera de la morena, allí donde cuándo la tocaban quedaban más firmes que nunca - ni tú ni los niños volverán a esto y nuestras vidas no correrán peligro como ahora ¿Cierto, Yulia?

- Nuestras vidas no corren peligro, Elena.

- ¿No? - repitió con ironía - ¿después de lo que Cezina te hizo con aquellas fotografías dices que no corren peligro?

- Está bien, lo siento, lo siento. No vivo con ese recuerdo en mi cabeza.

- Pues intenta no olvidarlo - le ordenó con seriedad - Estuvimos a punto de separarnos por su culpa – agregó y Yulia dio un paso atrás. Solía actuar algo nerviosa y paranoica cuando la encaminaban al límite y los pensamientos sobre Sidorova y quién la rodeaba estaban haciendo eso; estragos en ella y pensar las cosas con poca claridad.

Tiró del agarre antes de que se alejara y buscó su boca con ansiedad. Incluso la forzó a que le correspondiera y cuando la morena envolvió sus hombros suavizó el contacto.

Se pegó a ella y marcó el ritmo imponiéndose como solía hacerlo a diario. Porque a ella le gustaba y Yulia lo disfrutaba y más ahora con sus hormonas cual adolescente gracias al embarazo.

La tapa de la olla comenzó a moverse y el agua caer por sus costados cuando llegó a su punto de hervor. Quiso alejarse, apagarla y llamar a los niños pero la morena mordió su labio inferior y solo jadeó contra ella.

- No puedes provocarme e irte - susurró Yulia masajeando su miembro por sobre su pantalón. Aún llevaba el de trabajo y era cuestión de segundos para que llegara a su cremallera y la bajara.

- No, Yul. No ahora - sus ojos se cerraron cuando lo hizo. Sus cuerpos se pegaron del todo y los dedos de Yulia ya hurgaban bajo su ropa interior - Yulia…

- Si no levantas la voz, no oirán nada - le dijo sobre sus labios al escuchar la risa de los niños mientras veían una película. Gruñó tras volver a besarla y se movió hasta tenerla completamente contra la mesada.

- Me lo haces a propósito, Yulia - metió una mano bajo su pantalón y maldijo por lo bajo al descubrirla sin ropa interior. Lo tenía planeado, ya lo había pensado con anterioridad y eso solo hizo crecer el bulto entre sus piernas. Acarició sus labios inferiores y con rapidez movió el pulgar sobre su clítoris. Se supone que ella no debía alzar la voz y era Yulia la que ya había comenzado a gemir.

La besó nuevamente. Con más hambre, más desenfreno y oyendo el ruido desesperado de sus bocas al chocar. El fuego comenzaba a arder en su máximo esplendor y el de la hornalla también. El agua que caía chocaba y si seguía así se apagaría por cuestiones de lógica.

Comenzó a mover sus caderas y echó su cabeza hacia arriba: Yulia había liberado su miembro y estaba masturbándola a una velocidad que ni ella lo había hecho en sus primeras experiencias.

La embistió con dos dedos y la sintió moverse sobre ellos, buscando impaciente el punto de placer para correrse cuanto antes. Los quitó, hasta chocarlos contra su clítoris y los regresó dentro de ella con más fuerza. Una y otra vez hasta que el olor de su excitación llegó a su nariz. Gruñó entre dientes, quería llevarlos a su boca y comprobar por si misma si el sabor era el exquisito de siempre.

- Por dios, Yulia, no te detengas - le exigió cuando su dureza ya no podía aumentar pero de repente Yulia lo hizo. Se detuvo pero no alejó su mano. Bajó su mirada para reclamarle pero la morena emitió un grito.

- ¡Niños! - se mantuvo de pie, de espalda a ellos y con su respiración alterada - vayan a lavarse las manos - les ordenó mientras reiniciaba su labor - la cena está lista.

Los oyó subir las escaleras y jadeó sin miedo. Agarró un mechón de su pelo y la tironeó hacia atrás para besar su cuello, escondiendo allí sus gemidos.

Aumentó la velocidad de sus caderas, la de sus dedos dentro de Yulia y la morena la de su mano. Mordió su piel cada vez que agitaba su miembro con más rudeza y finalmente un chorro de semen salió disparado a la mano de Yulia.

La tapa de la olla cayó por el vapor que la impulsaba y el orgasmo de la morena en sus dedos. Los movió con suavidad unos segundos antes de retirarlos y separarse de Yulia también.

- Ve haciéndote la idea de que hoy también trasnocharás – le advirtió chupando sus dedos. Yulia lanzó un resoplido con diversión mientras guardaba su miembro y acomodaba nuevamente su pantalón.

- Mi amor, esto lo comencé yo ¿lo recuerdas? - le dijo dejándole un beso en su mejilla. La vió caminar hacia el fregadero y ella frunció las cejas.

- Sí ¿y qué con eso?

- Que yo digo cuando continuamos o no - le respondió mientras sacudía sus manos para escurrir las gotas de agua tras lavarse.

- ¿Y por qué no lo continuaríamos?

- No dije eso. Solo te quiero aconsejar que lo aprovechemos porque se irá en unos días. Mis hormonas descenderán en unas semanas - Apagó la hornalla y regresó contra ella sin comprender nada aún.

- ¿De qué hablas?

- Cariño, esto es temporal. Lo de los antojos, Elena. Solo dura los primeros dos meses del embarazo. Tres como mucho - alzó las cejas asombrada y trató de descifrar si solo estaba jugando con su frustración. Está bien, debía admitir que no se imaginaba haciéndole el amor tras los ocho meses de su ciclo ¿pero terminarlo todo a los tres? ¡Quedaba poco más de un mes para eso! No iba a aguantar otros cinco meses sin tocarla.

- ¿Estás hablando en serio?

- Puedes averiguarlo si quieres. O preguntárselo al médico cuando vayamos en unos días - oh por supuesto que iba a preguntárselo ¿Con que derecho se creía Yulia de quitarle todo tan rápido?

- ¿Sopa? - escuchó tras ella y volteó descubriendo a Viktoria hurgando en la olla.

- Así es, siéntense que voy a servirles - les ordenó Yulia antes de buscar los platos - y tú también ve a lavarte las manos - agregó de reojo a ella y asintió lentamente antes de obedecerle.

- ¿Y mis hamburguesas? - oyó a Samir mientras avanzaba por el living.

- No más comida chatarra a la noche - le informó la morena - eso te genera pesadillas.

- ¡Claro que no!

- Claro que sí.

- ¡Yulia! - la llamó tras subir las escaleras y esperarla para caminar con ella al baño- eso de los antojos ¿es verdad? - la vió apretar sus labios y luego reír - ¿qué te parece tan divertido?

- ¿Aún piensas en eso? - enrojeció de repente pero no le importó. Alzó los hombros y abrió el grifo para lavar sus manos y humedecer su rostro.

- Quiero decir….no sabía que eso era así.

- Pues yo tampoco, nunca había estado embarazada.

- Eso quiere decir… ¿pasados los tres meses dejarás de desearme?

- Oh, Elena - se derritió la morena llegando a ella y rodeándole las mejillas con sus manos - no, eso no es así ¿No te has visto al espejo? Jamás dejaría de desearte. Solo que….a medida que el embarazo avance, mis antojos de otra manera también. Ya no querré ciertas cosas y sí otras ¿entiendes? - gesticuló confundida.

- No mucho.

- El bebé comenzará a crecer y con ello ya no podré tener tanta actividad física a diario. No caminatas, ni ejercicios, ni sexo. Y tendré que alimentarme de otra manera. Comeré otras cosas y en más cantidad. Tendrás que salir a la madrugada por mis chocolates, postres o cualquier cosa que quiera a esa hora.

- ¿Subirás de peso? - Yulia la fulminó con la mirada - quiero decir, está bien amor. Te acompañaré en eso y compraremos otro tipo de cosas. Lo que tú necesites - la morena le sonrió y le dejó un beso en los labios antes de palmear su pecho.

- Sabía que lo entenderías - le dijo tras dejarla sola nuevamente y ella giró a verse en el espejo.

- No más sexo y subirá de peso - se lamentó y abrió el grifo con más fuerza. Juntó agua con ambas manos y la echó contra su rostro en repetidas ocasiones - y no puedo evitarlo - continuó al buscar una toalla.

- ¡Elena, se enfría la sopa! - le gritó Yulia desde la cocina.

- ¡Ahora voy, ahora voy! - respondió mientras se secaba. Se miró una última vez en su reflejo y se señaló, reclamándose por lo bajo al recordar la primera vez que hicieron el amor sin protección - la próxima vez mira hacia dónde apuntas, Katina.

***

- Bien, tenemos un pequeño problema - Viktoria ingresó a la casa dos días después y caminó directo a ellas que estaban acostadas en el sillón.

- ¿Qué sucede? - le preguntó Elena debajo de Yulia que quitaba la mano de su cremallera y se ponía de pie.

- ¿Estaban a punto de tener sexo? - les preguntó Samir al cerrar la puerta y detenerse contra ella.

- ¿Qué? ¡No! - se defendieron ambas a la vez.

- Si dicen que no, es sí. Lenguaje corporal detectado - aseguró la niña cruzándose de brazos - como sea, pero no lo hagan en mi sillón ¡veo allí mis series!

- ¿De qué problema ibas a hablarnos? - la interrumpió la morena.

- Pavell Sidorov. Hablará con su madre hoy sobre lo que oyó el otro día - informó Viktoria.

- Y es su culpa - la señaló su hermano molesto - no quiso besarlo en uno de los recesos.

- ¡Pues porque no me gusta, tonto! No tengo por qué hacerlo.

- Sí debes si todo está en peligro - insistió él.

- No, Samir - lo detuvo Elena llegando a ellos - no tenías por qué hacerlo, Viktoria, eso no es parte de nuestro trabajo.

- Lo sé - dijo la niña mirando sus uñas - además él no es Liam.

- ¿Quién es Liam? - preguntó Yulia.

- El niño más lindo de todo el colegio y el que se sienta delante de mí - suspiró la pequeña y la morena apretó su boca para no reír. Elena en cambio entrecerró los ojos y negó con su cabeza.

- Tienes 9, niñita.

- ¿Y qué con eso? Es tan lindo, siempre huele bien y me convida de sus papitas los miércoles. Los miércoles es día de papitas fritas- agregó rápidamente.

- No, no, no, a ver - la cortó ella - eres muy pequeña para esas cosas ¿si, Viktoria? Mejor ocupa tu tiempo en libros, parques y… ¡y series! Esas que ves en la televisión.

- Solo una veo en televisión. Las otras online porque es muy desesperante esperarlas cada semana.

- ¿Online? - repitió Elena.

- En la computadora - respondieron los otros tres al mismo tiempo - como sea- continuó Viktoria - estamos perdiendo el punto importante de lo que dije. Pavell hablará con Sidorova ¡Debe estar hablando ya! El ómnibus a su casa llega antes y estaba muy enojado.

Yulia cerró los ojos: el miedo de Elena iba a florecer. Podían llegar a descubrirlas y a decir verdad a ella también le daba terror siquiera pensar eso. Pero sobre todo no quería a Elena en el estado de la otra noche, nerviosa y diciendo cual verborragia saliera producto de sus pensamientos.

- Si fuese ustedes ya estaría corriendo hacia el registro civil más cercano - Viktoria la regresó de vuelta a la realidad y parpadeó unos segundos antes de notar a Elena mirándola.

- ¿Qué dices? - preguntó la morena.

- Si Svetlana no ve su libreta de matrimonio, descubrirá todo. Descubrirá que le mentimos, que estamos aquí por algo y sobre todo nos echará hoy mismo ¡Cezina argumentará en su apoyo también!… Si hay una firma de algún juez que las casó realmente, algo que certifique estén casadas por la ley…quizá podamos ahorrarnos tiempo y poder continuar con nuestro plan - terminó la niña y ambas la miraron un momento ¿Había que hacer eso?

- ¿Qué esperan? - las apuró Samir tomando la mano de las dos y guiándolas a la puerta casi a rastras - Viktoria, toma mi GPS y que nos diga a dónde debemos llevarlas….en mi cuarto - agregó y solo bastaron segundos para que la niña bajara con el aparato - ¿las llaves del coche?

- Pues si estaban a punto de tener sexo en el saco de Elena no….en la mesa ratona, espérenme aquí - Viktoria volvió a correr hacia el interior y las tomó, efectivamente donde creía estaban.

- Tú no puedes manejar - despertó Yulia arrebatándole las llaves a la niña cuando intentó subir al asiento que siempre ocupaba Elena. La morena se acomodó en el de acompañante y se colocó el cinturón de seguridad, observando de reojo a Samir hacer lo mismo.

- ¿Elena? - la llamó la niña preocupada al ver a la pelirroja aún de pie, a metros del auto - Elena…. ¿estás bien?

- No puedo hacerlo - murmuró la pelirroja bajando su vista a Viktoria.

- ¿De qué hablas? Tú le pediste matrimonio porque la amas ¿No quieres casarte con Yulia? La amas - repitió como si eso fuese suficiente.

- Pero no puedo hacerlo ahora. Así, tan rápido y en este momento. No, Viktoria, no puedo hacerlo - volteó Elena intentando ingresar a la casa pero la niña se le adelantó, obstaculizando su paso y obligándola a bajar a su altura.

- Oye, Elena eres rara, muy rara para mi gusto - le dijo sosteniéndola de sus hombros - pero la amas. Amas a Yulia y ella te ama a ti. Se lo dicen sin necesidad porque es obvio y eso me hace desearlas como madres. Cuando se miran se olvidan de mi presencia o la de Samir y los ojos de ambas brillan, estoy hablándote en serio por mucho que disfrute molestarte o hacerte enojar. Están hecha la una para la otra, está escrito en algún lado ¡estoy segura de eso! No puedes decirme que no porque cualquiera puede notarlo. La cuidas, comparten los celos y van a tener un hijo…quizá un hermano para Samir y para mí. Es solo un momento de adrenalina y temor cuando ingreses y pongas tu firma junto a la de ella ¿O crees que Yulia no está igual ahora esperándote? Está sucediendo rápido, sí, hace tan solo dos días le pediste matrimonio….

- Tres.

- Tres, pero lo agradecerás el resto de tu vida. Se quieren como cualquier otra Elena Katina querría a otra Yulia Volkova en un universo alternativo u otra realidad….Por favor, no me hagas escucharlas cada noche tener sexo para nada, ¡haz eso valer la pena! - Sacudió sus hombros y Elena se irguió, tragando saliva fuertemente - ¿Qué te sucede ahora? - insistió al ver la palidez en su rostro.

- No me siento bien - balbuceó. La niña se separó de ella y buscó algo en la cocina, entregándoselo rápidamente al regresar y ella lo usó al instante.

- Gracias - le dijo antes de abrir la bolsa de papel y vomitar dentro de ella.

- Te espero en el auto - murmuró Viktoria dejándole una pastilla de menta dentro de su saco y reuniéndose con los demás en el coche.

Ella escuchó la puerta cerrarse y volvió su cara dentro de la bolsa.

Regla número 20 de su trabajo: Nunca puedes echarte atrás en el proceso. Pero puedes retirarte a tiempo.

***

- Acelera - le ordenó Viktoria colándose entre los asientos y con su mirada fija en ella - ¡Una anciana conduce mejor que tú!

- Ya, Viktoria. Siéntate en tu lugar - incluso la voz de Yulia salía nerviosa. Quizá tanto como la de ella pero aún no había abierto la boca. Sintió su mirada de reojo y carraspeó, removiéndose en su asiento algo incómoda - puedes detenerte en algún lado si quieres - le dijo y volteó a verla. Negó lentamente y movió la palanca de cambios, regresando su vista al frente y tratando de entender a dónde demonios debía ir realmente.

- ¿No hay registro civil aquí? - preguntó al ver el tintineo con un punto rojo en el GPS y estaba algo alejado de su ubicación. Samir se estiró hasta ella y apretó un botón del aparato.

- Pues no ¿no recuerdas que aquí solo viven parejas ya establecidas? ¿Para qué querrían uno? - bien, eso solo la ponía más nerviosa. Estaba comenzando a olvidar algunos detalles por esa sensación y su autocontrol comenzaría burlarse de ella. Lo conocía. Dobló a la izquierda, como el GPS del niño lo indicaba y abandonaron Anapa - solo serán unos…20 minutos de viaje. La ciudad más cercana está a pocos kilómetros y allí podrán casarse - él regresó a su lugar y nuevamente la mirada de Yulia hacia ella quedó descubierta. Tragó fuertemente y aceleró.

- Si no quieres hacerlo….

- Quiere hacerlo - interrumpió Viktoria a Yulia. La morena le dedicó una mirada de reproche y con un dedo sobre sus labios le indicó que mantuviera silencio.

- Si no quieres hacerlo - repitió dejando una mano en el muslo de Elena - te entiendo ¿está bien, Lena? Podemos mandar a hacer una libreta falsa y todo solucionado.

- Es Svetlana Sidorova - murmuró la pelirroja - algo malo va a encontrar. Quizá el nombre del juez no le parezca familiar y lo investigue. Notará que no existe y volveremos como al principio.

- Pero no quiero que hagas esto solo por nuestro trabajo - continuó la morena - siento que ninguna de las dos lo merece - clavó el freno con fuerzas y un leve rebote desestabilizó a todos en su asiento - ¡pero qué demonios, Elena! ¿Qué haces?

- Por supuesto que mereces casarte conmigo - aseguró ladeándose hacia ella- ambas nos merecemos esta oportunidad. Solo que estoy nerviosa. Me tiemblan las manos y me duele en todos lados de solo pensar que nada va a salir cómo queremos. Siempre he hecho todo a mi manera, Yulia, siempre. Y me he tomado el tiempo necesario para pensar las cosas, hacerlas a paso lento pero seguro. Y de repente esto ¡voy a casarme! Estamos yendo a eso, a firmar nuestros nombres para estar juntas y en unos meses nacerá nuestro hijo. Todo lo que pensé que nunca tendría lo tengo ¡ahora lo tengo! Y tengo miedo de arruinarlo todo, de que todas estas cosas se vayan tan rápido como llegaron y vuelva a estar sola, ahorrando dinero que nunca podré gastar con nadie...- su garganta dolía más que cualquiera de esos lados que dijo. Se estaba acumulando algo en ella, como un tortuoso peso que no la dejaba continuar y la asfixiaba, generando las lágrimas en sus ojos para buscar un lugar dónde expulsarlo y respirar - solo….eso, Yul. No quiero volver a como era antes. Esta vida contigo me está gustando mucho.

Regla número 23 de su trabajo: el día que finalice el contrato, ese día, a partir de el, regresas a la normalidad y a la rutina de tu vida. Hasta acordar uno nuevo.

Y ella se retiraría luego. No habría más trabajo por lo que esa normalidad se volvería eterna.

La vió sonreír, con sus ojos achicándose y sus labios curvados hacia arriba, ocupándole todo el contorno de su rostro. Como esas sonrisas que solo demuestran sin miedo felicidad y esconden el latido emocionado de su corazón.

Yulia se quitó el cinturón de seguridad y se estiró hasta ella.

- No temas, Elena Katina - le susurró al sujetar su nuca - no le puedes tener miedo a mi amor porque estará siempre para ti. A oscuras y cuando esté el sol, Elena… nada va a dolernos. Vas a tenerme así, inundada y loca por ti - tiró de ella y la besó, sentenciando sus palabras con el seguro que necesitaba.

Hubo un silencio. Largo y cómodo silencio que aprovechó para tomar su cintura y rodearla. Profundizó el beso al abrir su boca y la lengua de Yulia se coló en su interior. Ella estaba loca por Yulia y así mismo recordaba las palabras de la morena, de que ella estaba loca también y siempre iba a tenerla así.

Conocía eso de tener una relación y que se acabara. Era doloroso, el rompimiento parecía literal al destrozo que quedaba en su corazón. Y las ganas de volver a ser feliz, a estar bien olvidando lo demás, se volvían lejanas. Y no quería a Yulia de esa forma, sosteniendo su corazón luego de haberlo hecho añicos. Apretó la camiseta tras ella y rogó por eso, por no tenerla en su futuro como alguien del pasado.

Un carraspeo de garganta la regresó a dónde estaba. Pero ya no sentía aquel temblor y los pensamientos temerosos se ahuyentaron cobardemente.

- Si tienes mucho dinero ahorrado, puedes llevarme de shopping este fin de semana - dijo Viktoria antes de reventar un globo de su chicle.

- Y a mi comprarme una consola de video nueva - agregó Samir tipiando en su celular - y juegos nuevos. Muchos.

Rió, acariciando su frente contra la de Yulia y regresó finalmente a su asiento.

- ¿Entonces? - insistió la niña cuando el auto regresó a su marcha - ¿se casan o volvemos?

***

El lugar era pequeño y aquel asfixiamiento que le había dado en su casa, antes de dejarla, regresó. Le dio un vistazo general, había una mujer, tras el escritorio y anotando unas cosas luego de haberlas llamado. Todo estaba pintado de un mismo color, un poco más oscuro que el rojo y eso daba poca alegría. Y necesitaba una dosis de eso ahora.

Cruzó sus manos a la altura de sus muslos y movió sus hombros, esperando porque la mujer alzara la vista a ellas y todo comenzara.

- No habrá bolsa ahora - le dijo Viktoria de pie junto a ella - deja la cobardía para otro día.

- No tengo ganas de vomitar. Y no me estoy acobardando.

- Pues eso espero - se ladeó hacia su derecha y bajó su vista, observándola con sus ojos entrecerrados ¿no había alguien que prohibiera que los niños estuviesen presente?

- Bien - habló la señora que tanto esperaba mientras abría un gran libro. Parecía un libro al menos para ella - señorita Yulia Volkova, señorita Elena Katina, acérquense más por favor.

Samir y Viktoria permanecieron detrás y ella guió a la morena con una mano en su espalda. Se detuvieron frente al escritorio, lleno de papeles, aquel libro, lapiceras y una bandera nacional.

Yulia la miró por unos segundos y ella le sonrió en respuesta, sosteniéndole la mirada y por más tiempo. La morena ya escuchaba las indicaciones de la mujer y ella aún vagaba sus ojos en ella: su perfil, tan único y perfecto, hermoso y delicado para ella. Su cabello suelto, cayéndole a través de sus hombros y cubriendo sus pechos sobre la ropa que no había tenido tiempo de cambiar. Pero incluso con esa camiseta se veía hermosa. Nerviosa y esperando algo sonrojada por acabar con aquello.

Dio un paso al costado y se pegó a Yulia, golpeando levemente sus caderas y quitando su vista cuando la vió sonreír. Con las dos mirando a la jueza, ella alzó el mentón y asintió mientras lo requería. Cada palabra, cada gesto, cada afirmación iba a recordarla por el resto de su vida. Debía prestar especial atención a los próximos minutos.

- Buenas tardes - comenzó la mujer y finalmente un puño golpeó su pecho. Así se sentía las emociones que estaba acumulando y queriendo derribarse por sí mismas - estamos aquí para unir en matrimonio a Yulia Volkova y a Elena Katina. En primer lugar, voy a proceder a dar lectura al acta matrimonial. Siendo las 14: 58 horas del día, del…. - quizá fuese un buen momento para que Viktoria le tendiera aquella bolsa que dijo no iba a necesitar. Porque estaba haciéndolo. Estaba respirando de otra manera, más dificultosa y todo su cuerpo temblaba. Solo un poco del aire de esa bolsa y quizá todo podía continuar ¿El lugar tampoco tenía ventanas? Ni siquiera una. Movió su cuello, articulando de un lado a otro y se preguntó qué tanto faltaba para que la señora terminara de leer - Les pregunto - continuó dirigiendo su mirada a Yulia y ella la imitó. Su mujer estaba nerviosa y no quería demostrarlo. Infló las mejillas y expulsó aire, iba a poder llamarla su mujer a partir de los próximos minutos. Y para siempre - ¿Quieres contraer matrimonio con Elena Katina y efectivamente lo contraes en este acto? - Yulia giró a verla. A ella ¿Por qué giraba a verla? ¡Solo debía decir que sí! Y firmar. Cerró los ojos y los apretó ¿estaba arrepintiéndose? Y la culpa era de ella, de nadie más. Por haber conducido hasta allí y arrinconarla con eso de sus miedos y por su momento de torpeza al decirle que le gustaba toda esta nueva vida con ella. Tal vez a Yulia no le gustaba ¿Y si a Yulia no le gustaba? Volvió a verla y su sonrisa ,con un gesto de desconcierto, continuaban mirándola.

- Elena - susurró la morena tomando su mano - Elena, la jueza te acaba de preguntar a ti, mi amor.

- ¿A mi? - preguntó confundida y Yulia continuó asintiendo ¿eso significaba que la morena ya había respondido? - Ah, si, si. Yo también - aseguró observando a la mujer y oyendo la risa contenida de Yulia.

- ¿Usted también qué? - le preguntó la jueza totalmente desorientada.

- Que yo también quiero casarme con ella. Quiero casarme con Yulia, con ella. Yo también voy a decir que si. Estoy diciéndole que si - balbuceó entre enredos.

- Pues tiene que esperar mi pregunta - ordenó la mujer.

- Pero estoy diciéndole que sí - insistió y giró a ver a Yulia - Tú dijiste que sí ¿cierto?- La morena lanzó otra risa, asintiendo y liberándola de toda la tensión. Yulia enredó sus brazos en su brazo izquierdo y se recostó contra el para finalizar los últimos detalles - Sí, quiero contraer matrimonio con Yulia Volkova y efectivamente lo haré en este acto.

- Bien - se dio por vencida la jueza, tomando un bolígrafo y tendiéndoselo a ella primero - firmen sobre la línea de puntos y sus testigos sobre…. ¿y sus testigos? - Elena entrecerró las cejas ¿qué demonios era eso de los testigos? - no pueden casarse sin testigos.

- No pueden casarse sin amor - se coló Viktoria llegando al estrado y arrebatándole el bolígrafo - y ellas tienen mucho ¿dónde firman los testigos?

- Abajo, sobre la segunda línea de… ¡usted no puede firmar niña! - la mujer se puso de pie y se jaló los cabellos de la molestia. La vió abrir sus ojos de manera desmesurada, imposible de impedir que la pequeña rubia completara su cometido. Viktoria acabó su firma con un fuerte punto final y regresó hasta Samir, entregándole a él la birome para que hiciera lo mismo - Oh, no ¡No! ¡Han arruinado un acta civil de más de 75 años!

Elena empujó levemente a su hijo, apurándolo y ordenándole con una seña de que apresurara su firma antes de esa mujer enloqueciera por su culpa. Él firmó, al lado de la firma de su hermana y la jueza regresó con violencia a su silla.

- Firmen y lárguense de mi oficina - se rindió la mujer y Elena así lo hizo. Se estiró, dibujó su firma dónde debía y retrocedió un paso para dejarle lugar a Yulia que lo hiciera.

Ahora estaban casadas, unidas en un matrimonio legítimo y nadie podía romper eso. Ni ahora ni cuando ellas no quisieran.

- Si no hay anillos, lárguense de mi vista ahora - Viktoria atrapó la liberta de matrimonio y ella bajó su mano, tomando la de su ahora esposa y enredando sus dedos.

La jaló y siguió los pasos de los niños, deseando detenerse un momento para darle su primer beso de casadas. No había anillos, era cierto, pero los conseguiría. Compraría dos alianzas y las mandaría a tallar con su nombre para que la usara Yulia y el que tenía el nombre de la morena, la usaría ella. La llevaría con ella y quizá solo se la quitaría para ducharse.

Llegaron a la vereda entre miradas y sonrisas que nunca borraría de su mente. Viktoria y Samir ingresaron al auto y ocuparon sus asientos habituales. Ella se detuvo a metros del coche y Yulia unos pasos más adelante, cuando el agarre de sus manos se soltó violentamente.

No regresó ni ella avanzó. Solo se contemplaron a unos centímetros de distancia y, como cada vez que hacían el amor, se estudiaron. Se tocaron con la mirada y a diferencia de esas noches de pasión, ahora estaban rendidas bajo el sol como testigo.

Dio un paso y Yulia ensanchó la mayor de sus sonrisas. De esas que no importa por qué pero, cuando las haces, algo de dolor se acumula al costado de tu rostro y la emoción llega sola. En consecuencia a ella. Vió la punta de su zapato y humedeció sus labios. Alzó su mirada nuevamente y se adelantó un poco más. Su esposa seguía sin moverse.

Suspiró, fingiendo derrota y la vió sonreír ahora con victoria. De esa manera en que mordía su dedo pulgar y alzaba una ceja, mientras balanceaba su cabeza. Llegó a ella y abrió sus brazos, bien abiertos y notó su sonrojo desmesurado. Se pegó a Yulia y la envolvió en un fuerte abrazo. Besó su mejilla cientos de veces, entre sonidos y las risas de la morena cuando llegaba a su cuello.

Estaba enamorada de ella. La amaba. Y se sentía una adolescente en esa relación. Viviendo en la adolescencia que hace todo más profundo, más sincero y más intenso porque se siente real. Se mantiene real incluso cuando se crea otra realidad por donde conducir la relación. Pero hasta allí sigue siendo real. Verdadera. Incluso allí nunca termina.

- Te amo, Yulia Volkova - le susurró contra su oído mientras la morena se sostenía de su espalda para no caer.

- Yulia Volkova de Katina - la sujetó de la cintura y la separó del suelo, besándola sin importarle el espectáculo. Siempre cálidos y con sabor a frutilla, los labios de Yulia aprisionaban los de ella mientras la retenía por su cabello.

No había error de ningún código en ese momento. No había mentiras ni contratos que las avergonzaran cuando se miraran a la cara. Estaban amando de a dos, de manera real y sintiendo cada carga del peso que eso significaba.

La regresó al suelo y volvió a besarla. Con las manos de Yulia en sus mejillas, avanzó, obligándola a caminar hacia atrás y llegaron a su automóvil.

- Se acuerdan que llegaron con dos niños ¿cierto? ¿Aún reconocen nuestra existencia? - les habló Viktoria al bajar la ventanilla y ella rodó los ojos. No había momento en que olvidara la presencia con su insistente molestia. Le dejó a Yulia una caricia en su abdomen y le abrió la puerta.

- ¿Oíste algo, Yulia? - bromeó tras rodear el coche y ocupar su lugar - sentí como un zumbido mientras estábamos afuera.

- Mira que graciosa ¿Ahora casada se esfumará tu mal humor? - preguntó la niña cuando ella encendió el motor y comenzó a andar.

- Uhm, quizá. Mientras menos hables, mejor será mi buen humor.

- Elena - la reprendió Yulia en un murmuro, aún sabiendo que solo lo hacía por diversión.

- Bueno - continuó la pequeña rubia, colándose entre los asientos - ahora que están casadas ya ¿cuándo iremos a lo de Romanov a contárselo? - clavó sus frenos y esta vez tuvo que sujetarla de su camiseta para que Viktoria no golpeara contra la palanca de cambios.

- ¿Qué has dicho?

- Bueno… nosotros queríamos que nos adoptaran, hablamos con Romanov meses atrás y nos dijo que la única forma que podían era si se casaban legalmente y así pasaríamos a ser legalmente sus hijos - Elena frunció las cejas. Observó un momento a Yulia pero la morena no despegaba su mirada de la niña - Pero luego tuvieron esa discusión por causa de Cezina y no pudimos decírselo y hoy se cumplen seis meses desde que comenzamos esto. Eso quiere decir que solo nos quedan dos meses de trabajo y los papeles de adopción no son para nada rápidos - soltó Viktoria con rapidez y miedo mientras Elena aún sostenía el cuello de su camiseta - y…y…y no sabíamos cómo pedírselo así que lo de Pavell nos pareció una buena excusa, entonces….lo inventamos - agregó cubriéndose al instante con terror.

Elena la soltó, reteniéndola por su espalda y la contuvo contra su pecho. La oyó disculparse, lamentándose entre lo que por primera vez eran sollozos de parte de Viktoria. Le acarició el cabello y recargó el mentón contra uno de sus hombros.

- Pero es mi culpa - aseguró Samir y ella lo observó ya sin asombro. No había culpa de nada ni iba a reprocharles algo más - yo le dije a Viktoria que mintiéramos sobre lo de Pavell y así todo se haría más rápido. Así que la culpa es mía.

- Está bien, Samir - murmuró Yulia volteando a verlo - de igual manera nos íbamos a casar - agregó sorprendiéndola. Se separó de la niña y se dedicó a ver a la morena. Sí, iban a hacerlo porque ella misma le había pedido casamiento. Pero de la petición al acto pasa mucho tiempo. Suele pasar mucho tiempo. La preparación de la fiesta, los ensayos, los nervios de la novia. Y mentalmente todo le daba algunos meses. Muchos meses más adelante - no me mires de esa manera - le reclamó mientras acariciaba bajo la espalda de Viktoria - estoy embarazada. Vamos a tener un hijo y no pensaba tenerlo sin un matrimonio. Tienes que hacerte cargo de él.

- Iba a hacerme cargo de todas formas.

- No es cierto. Eres una cobarde - murmuró Viktoria quitándose algunas lágrimas de sus ojos. Ella la observó y no pudo evitar sonreírle, transmitirle que todo estaría bien. Desvió su mirada a Samir e intentó decirle lo mismo. Él alzó su pulgar y ella nuevamente se acomodó en su asiento.

- Cobarde o no, soy tu madre - la señaló Elena y Viktoria alzó las cejas - y me debes obediencia y respeto. Así que vas a tu lugar, te colocas el cinturón y te mantienes callada el resto del camino.

- Pero no eres mi madre aún - le recordó la niña mientras cumplía las órdenes de la pelirroja.

- Aún no - aseguró Yulia volteando a verla y ella las miró por el espejo retrovisor - pero eso del papeleo de adopción no será muy largo. Al menos no para nosotros - aceleró y finalmente condujo de regreso a casa.

Cuando pasó bajo el cartel de bienvenida a Anapa, solo una única cosa se sintió distinta: su sonrisa.

***

Un beso en medio de su cuello, frente a ella y Yulia echó su cabeza hacia atrás.

Todo estaba oscuro y apenas la silueta de ambas, sus sombras, podía distinguir en medio de ese cuarto que no era el de ellas.

Una de sus manos bajo la espalda arqueada de su esposa y la otra sobre el colchón, hundiéndolo para sostener su peso. Sus rodillas se enfrentaban, se tocaban lo que sus dedos no tocaban a Yulia.

La morena con las uñas clavadas en sus hombros y jadeando contra su oído. Con su respiración acelerada, agitada y tratando de contenerse. Ella tranquila pero intentando controlarse, disfrutando cada beso que estaba dejando a lo largo de toda su piel.

En su cuerpo no había signo de excitación a pesar de estar desnudas. En el de Yulia, algunas gotas de sudor caían en medio de sus pechos y se ahogaban en su ombligo. Pero la entendía, porque la morena estaba a su sumo dominio y permitiéndole que manejara el ritmo y las cosas a su antojo.

- En mi mente eres mía, Yulia - le susurró besando el largo de uno de sus brazos - Me gusta pensar que puedo oír las palabras que dices cuando estás callada, que puedo interpretar cada una de tus sonrisas y responderte con la mirada cuando me hablas con ella - la morena abrió la boca y lanzó aire. Gimió, sintiendo sus besos comenzar a ascender más - No eres mía física ni sentimentalmente, no eres mía de esa manera ni de nadie - agregó raspando los dientes en sus hombros y continuando la línea - Pero eres mía cuando me amas y cuando dices que me extrañas. Tu amor me pertenece, Yulia.

- ¿De qué va esto, Elena? - jadeó la morena y ella llevó la mano que las sostenía a su entrepierna. La acarició, masajeándola con énfasis para prepararla. Ya lo estaba y no se sorprendió. Yulia solía responder a su tacto incluso contra su voluntad porque su cuerpo así se lo ordenaba. La embistió con dos dedos y su grito de placer despertó el de ella.

- De que recuerdes que te amo.

- ¿De qué va esto, Elena? - insistió la morena y ella gruñó por lo bajo.

- De que no me han dejado dar mi discurso en la oficina del registro civil….y no quiero que olvides que así me siento contigo. Quiero que me notes de esa manera en que te noto a ti.

- Lo hago, Elena - aseguró la morena bajando sus manos y acercándola por sus glúteos. La necesitaba y solo estaba alargando el momento con cosas que ya sabía.

- He sido una persona dura y difícil de resquebrajar, Yulia - murmuró retirando sus dedos y acostando a su esposa con suavidad. Se acomodó sobre ella, con una mano a cada costado de su cabeza y se hundió en su interior sin advertencia- pero me tienes caída y en pedazos por ti. Y ni siquiera me has roto - con las piernas de Yulia alrededor de su cintura, aumentó sus movimientos y reclamó su boca.

Estaban en un cuarto de hotel, como regalo a su noche de bodas y a su primera entrega como esposas.

Los niños en casa, con la señora que los cuidaba, la acostumbrada pero no a diario y esperarían por ellas a la mañana siguiente. Y por esa razón iba a hacerle el amor hasta el amanecer, sin vergüenza si alguna de las dos gemía alto.

Movió su mano hasta buscar una de Yulia y las entrelazó. No alejó su mirada de ella ni la morena apartó sus ojos. Ella se movía con rapidez y gemía observándola: el rebote de sus pechos, su boca entreabierta y su mirada ingenua antes de que el orgasmo la debilitara.

Había escapado tantas veces de esto, de permitirse detenerse y encontrar a alguien para dejar de correr de la única cosa que la hacía bien. Había odiado por tanto tiempo el amor, ese sentimiento que se estanca y cambia tantas cosas y que cuando se va se lleva todo. Todo lo bueno porque el dolor queda y debía tragárselo en su soledad.

Se salió de Yulia y tomó el miembro entre sus manos, repasándolo por el clítoris de su esposa y sonriendo cuando la vió gesticular, en una petición porque continuara. Se enterró nuevamente en ella y las paredes de Yulia la abrasaron. Todo quemaba allí dentro y no lo quería dejar enfriar.

- Sabes que debemos hablar con Iván ¿cierto? - maldijo y apretó los dientes para no hacerlo a lo alto.

- ¿Estás haciendo el amor conmigo y piensas en él? - no se lo dijo de forma brusca pero no lo quería en la conversación que pudiese llevar en ese momento. Yulia dejó sus talones sobre sus glúteos y la penetración fue más profunda, desgarradora para sus gargantas y para el dolor de su cuellos al echarse hacia atrás.

- Entonces mantenme callada - aumentó la fuerza y solo bastaron segundos para que volvieran a correrse simultáneamente.

Sin embargo sabía que todo recién comenzaba y la noche era larga. Se alejó de Yulia, oyéndola quejarse por el descuido al hacerlo y se acomodó en medio de la cama. Con su mirada al techo y esperando por ella.

Yulia se arrodilló y ella ladeó la cabeza para verla, se acercaba cual gato que la hizo morderse los labios para no volver a tomarla y con brusquedad. Con un pie a cada costado de su cadera, la morena comenzó a descender y ella tomó su miembro, sintiendo el máximo placer que lo estrecho de la posición le brindaba.

Conduciendo los movimientos con las manos en su cintura, y con Yulia escondida en su cuello jadeando, recordó que sí, debían hablar con Iván. Se habían casado, deseaba que aquella adopción de Samir y Viktoria se facilitara y un hijo más venia en camino.

La corta soga que las sostenía iba a cortarse. Pero esta vez sin el peso de las mentiras, sin las tardanzas de verdades como habían comenzando todo. Esta vez no iban a deshacer nada y esperaba que Iván lo comprendiera.

Porque no iba dejar a su destino olvidado. Acababa de abrazarse a el y sin tenerle miedo.

- Estoy aquí, Elena. Y aquí continuaré - le dijo Yulia observándola y ella asintió, entendiendo que no solo su espacio físico estaba ocupado. Alzó sus caderas y continuó embistiéndola. Porque a la única cosa que podía tenerle miedo no le temía, porque estaba allí, sobre ella y gimiendo su nombre con la respiración agitada.

Todo había regresado como al inicio, sí. Pero de otra y mejor manera.

🔜

Hola nenas, que tal su finde?? Espero que estén bien y acá les dejo un capítulo largo para que disfruten el finde y mañana nos volvemos a leer.

Besos 😘😘😘 
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Mensaje por Volkatin_420 7/21/2024, 3:12 am

Jajajajajajajajajajaja amo a estos niños sinceramente son lo mejor de la historia. Mentirle a ambas para que se casarán es lo maximo
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Mensaje por soy_yulia_volkova 7/21/2024, 5:18 am

A media noche leyendo este cap y que gracioso todo desde que entraron al registro civil hasta que salieron, la jueza fijo y pensó; que gente más rara XD porque Elena estuvo en la luna jajaj.
No se como la morena no se le tiró encima a Elena en el auto, del miedo de quedarse sola, me gusta que poco a poco libere sus temores al hablarlo con yulia.
Ahora casada, por fin, si hubiese sido genial y diferente una boda preparada pero puede pasar o que se vayan a Las Vegas y listo XD.

Abrazos 💋
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Mensaje por LeaAgronsky 7/21/2024, 1:28 pm

Jajjajajaka lenita toda nerviosa me la quiero comer, me dio mucha risa. La jueZa echándolos del lugar y vika esa jodida niña es mi ídolo. aun me da risa que todo fue una emboscada de parte de los niños excelente capitulo como siempre.
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Mensaje por Corderito_Agron 7/21/2024, 4:16 pm

Hahahaha me cague de la risa con este capítulo hahaha porque estas mujeres son tan bellas? Esa Viktoria se las trae y es un encanto pero las escenas de estas dos, uffffff
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