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13 HORAS // MEGAN O'BRIEN

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Mensaje por VIVALENZ28 11/12/2015, 10:55 pm

Diossssssssssss que capitulo <3 <3
VIVALENZ28
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Mensaje por Lesdrumm 11/20/2015, 8:55 pm

Capitulo XXI. DOCE MESES JUNTAS


Yulia se sentó en el sofá y sonrió al ver a Isis olisquear al cachorro de gran danés blanco y negro, que ya medía cinco veces su tamaño. El cachorro meneaba la cola frenéticamente mientras olfateaba a Isis y adoptaba una postura que Lena denominaba «vamos a jugar». Yulia miró a su compañera, que contemplaba la escena encantada de la vida.
—Cuando me enrollé contigo no sabía que me apuntaba a un orfanato de cachorros —comento Yulia, divertida.
Rió cuando Isis le dio en la nariz al cachorro con su enorme zarpa y este retrocedió bamboleándose y buscó refugio en el regazo de Lena. Con 23 kilos, todavía era un bebé, pero aun así era demasiado grande para encogerse de miedo encima de Lena como un ratoncito.
—No es un orfanato —rió Lena. El perro empezó a lamerle la cara—. Solo somos madres de acogida.
Lena se veía muy feliz interaccionando con su querida gata y el cachorro sin hogar al que acababa de diagnosticar una displasia de codo. Un año antes, Yulia no se habría podido imaginar que se enamoraría tan fácil y rápidamente de alguien como Lena. Era la persona con el corazón más grande que Yulia había conocido, especialmente en lo que respectaba a los animales. Yulia también se había convertido en una amante de los animales, porque el entusiasmo de Lena era más que contagioso.
A Lena también le gustaban los niños y, aunque a Yulia siempre le habían intimidado, empezaba a fijarse cada vez más en las mujeres que llevaban en brazos a sus criaturitas pelonas de pequeñas manitas y se preguntaba si el futuro le depararía más sorpresas. Tenía que admitir que la idea de formar una familia con Lena le parecía muy atractiva. Además, su madre estaría encantada.
—Eres una madre de acogida maravillosa —murmuró Yulia. Cuando la pelirroja le sonrió con ternura, ella le devolvió la sonrisa—. Al menos a Hamlet se lo pareces.
—Isis no está tan segura. Nunca le ha gustado compartirme.
Yulia se arrellanó en el sofá con un suspiro de satisfacción. Estaba bastante convencida de que aquel era el momento más feliz de su vida. No es que no hubiera disfrutado incontables momentos de felicidad, incluso de gozo, desde la noche en el ascensor con Lena. Y tampoco era que aquel momento en particular fuera específicamente más feliz que los demás. Sencillamente, desde que había conocido a Lena cada día era mejor que el anterior y cada momento que pasaban juntas la llenaba de esperanza y emoción por el futuro. El día siguiente sería más feliz que el anterior y estaría todavía más enamorada.
Después de todo lo que habían pasado juntas, confiaba en Lena más que en nadie en el mundo y sabía que esta sentía lo mismo, lo cual era el mejor regalo que le habían hecho nunca. Aun así, Yulia quería algo más.
Observó a Isis frotarse en los pies de Lena con cautela, moviendo la cola en gesto de irritación.
Maulló cuando Hamlet se acurrucó en el regazo de Lena. Con una sonrisa, Yulia dijo:
—Me alegro de que Isis haya aprendido a compartirte conmigo.
—Sí, dice que ya eres de la familia.
Yulia sintió una inesperada oleada de profunda emoción al oír aquellas palabras. Sí que sentía que eran una familia, y era sorprendente lo mucho que había llegado a depender de la idea de compartir la vida con alguien. Ahora que sabía lo maravilloso que era confiar en otra persona, se maravillaba de todo lo que se había perdido durante los años que había pasado sola. Podría parecer deprimente, pero en el fondo era lo que la había llevado hasta Lena, y no podía imaginarse queriendo estar con nadie más.
La posibilidad de formar una familia con Lena algún día la hizo pensar en sus padres y en su hermano. Hubo un tiempo en el que había estado muy unida a ellos, y todos los cambios que había experimentado en su vida recientemente le habían provocado ganas de arreglar parte del daño que le había hecho a su relación al aislarse de ellos después de la universidad. Parte de su renovado deseo de volver a estrechar lazos era saber lo importante que era la familia para Lena y ver lo feliz que la hacía cuando Yulia daba algún paso en esa dirección. Además, si algún día hacían una locura como tener hijos, aquellos niños merecerían disfrutar de sus abuelos.
Las reflexiones de Yulia fueron interrumpidas de golpe cuando Hamlet saltó al suelo y a continuación se le subió al regazo. Sus enormes y torpes patas le arañaron los muslos y le puso el hocico húmedo en la mejilla. Notaba cómo movía la cola, porque la vibración le reverberaba en todo el cuerpo.
—¡Hamlet! —exclamó Lena, que corrió al sofá y lo agarró del collar—. Abajo.
Para Yulia, era difícil imaginar cuál habría sido su reacción ante el entusiasmo juguetón del cachorro antes de conocer a Lena. En esta ocasión rió de manera instintiva, incluso cuando el animal le pisoteó el estómago sin querer y la dejó sin aire. Lena había traído al perro a casa una semana antes y este había dejado claro que quería hacerse amigo de Yulia. No sabía cómo tomárselo pero, para su sorpresa, la sensación le gustaba mucho.
—Lo siento —se disculpó Lena—. Definitivamente, tiene que aprender modales.
—No pasa nada —dijo Yulia cuando Hamlet bajó por fin del sofá y adoptó una posición regia y leal junto a ella, en el suelo. Alargó la mano y le acarició las grandes orejas y la cabeza—. Lo entiendo, yo también era un desastre con las relaciones sociales antes de conocerte.
—Y mírate ahora.
Lena se inclinó y la besó en los labios. Yulia pensó en su vida: era una ex adicta al trabajo enamorada hasta las trancas de una sensual stripper convertida en veterinaria, rodeada de un cachorro gigante y una gata consentida, que pensaba en familias y bebés una tarde de miércoles cualquiera.
Con una sonrisa, asintió.
—Mírame ahora.
*
 
Aquel fin de semana, Yulia puso a prueba su resolución. Iban a cenar a casa de sus padres, algo bastante habitual aquellos días. Desde el momento en que su padre les había abierto la puerta y las había hecho pasar, Yulia se obligó a relajarse y a acercarse a su familia. Le dio un abrazo a su padre y besó a su madre en la mejilla. Trevor obtuvo un puñetazo en el brazo, en broma, y él lo desvió con un bloqueo experto. Yulia le sonrió y se permitió disfrutar de la rutina familiar. Para su sorpresa, él le devolvió la cálida sonrisa.
—¿De verdad que tenéis un cachorro de gran danés?
Yulia se ruborizó. Al parecer, su madre les había contado su conversación del día anterior. Vio que Lena le sonreía por el rabillo del ojo y repuso:
—Tenemos un cachorro de gran danés en acogida. Hasta que le encontremos un buen hogar.
—¡Qué guay! A lo mejor podría conocerlo. He estado pensando en tener un perro.
—Eso cuando te independices de una vez por todas —interpuso el padre de Yulia, mientras cerraba la puerta—. Hasta entonces puedes ir a visitar al de Yulia.
—Bueno, no es que sea… —protestó Yulia, aunque se percató de que nadie le prestaba atención.
Lena negó con la cabeza en gesto sufrido y Yulia puso los ojos en blanco. Como si a Lena fuera a costarle mucho decir que sí si Yulia decidía que quería quedarse con el perrazo.
—¿Te ayudo en algo con la cena, Larissa? —se interesó Lena.
A la madre de Yulia se le iluminó la cara y cogió a la pelirroja del brazo.
—Tengo patatas por pelar, si te interesa.
—Suena divertido —contestó Lena, y dejó que la guiara a la cocina—. También era la peladora oficial de patatas de mi madre.
Yulia oyó que su madre le preguntaba algo a Lena pero no entendió el qué. Vio desaparecer en la cocina a su amante con una sonrisa en los labios. Yulia no daba crédito a lo rápido que sus padres la habían aceptado en el seno de la familia.
Como si le leyera los pensamientos, su padre se acercó y le rodeó los hombros con el brazo.
—Se te ve feliz.
—Lo soy —dijo Yulia con sinceridad—. Las cosas van muy bien.
—Sospecho que hay que agradecérselo a Lena.
Trevor le lanzó una sonrisa insinuante, pero se contuvo con los comentarios groseros. Yulia notaba que estaba haciendo un gran esfuerzo para llevarse bien con ella y seguramente era debido a lo mucho que intentaba ella llevarse bien con él a su vez. Les sonrió a Trevor y a su padre.
—Sin duda, tenemos que agradecérselo a Lena.
—Dime, ¿a Lena le gusta jugar al Scrabble?
Yulia soltó una carcajada cuando su padre mencionó su juego favorito.
—No creo saber lo que opina Lena del Scrabble.
Su padre la miró con los ojos muy abiertos mientras pasaban al salón.
—¿No habéis jugado nunca?
Dana le arqueó la ceja a Trevor para advertirle de que no se le pasara por la cabeza llevar aquel comentario a terrenos más imaginativos.
—Pues no —le contestó a su padre.
—Bien, Yulia —dijo su padre con seriedad—. Si va a ser parte de esta familia tiene que jugar al Scrabble. Todavía espero que llegue alguien que me destrone.
A Yulia le llegó al alma que su padre aceptara el papel de Lena en su vida. Era consciente de que había dejado a un lado la incomodidad inicial al descubrir aquella faceta de la vida de su hija y le estaba inmensamente agradecida por ello.
—¿Y yo ya no puedo intentar conseguir el título?
—Claro que sí —le dijo su padre.
Se le veía extraordinariamente complacido, y Yulia deseó que se le hubiera ocurrido proponer una partida de Scrabble antes. Cuando era adolescente jugaban a todas horas, y a ella le encantaba. ¿Por qué habían dejado de hacerlo?
—¿Y a mí se me permitiría participar en la acción? —preguntó Trevor.
—Si estás listo para que te barramos —contestó Yulia.
Se sentó en la mesa de roble redonda del salón y le dio un repaso condescendiente a Trevor mientras su padre iba a por el gastado juego al armarito.
—Ya lo veremos —le dijo Trevor.
Entonces se crujió los nudillos y Yulia hizo una mueca: odiaba cuando hacía aquello.
—Es bonito veros pelear por el segundo puesto —comentó el padre de Yulia al dar comienzo a la partida.
La pelinegra levantó la mirada y vio que Lena los contemplaba desde la cocina. Sus ojos se encontraron.
Lena se reía de algo que había dicho su madre y su rostro mostraba tanta felicidad que Yulia podía sentirla desde la otra habitación.
—Te amo —dibujó Lena con los labios.
—Te amo —imitó Yulia, en idéntico silencio.
Pilló a su hermano mirándolas, pero Trevor se limitó a sonreírle cariñosamente y ella no pudo evitar devolverle la sonrisa. Cuando volvió a mirar a Lena, estaba ocupada en la cocina con su madre otra vez.
Y estaba absolutamente radiante.
Yulia nunca había sido tan feliz. Se sentía completa, satisfecha, rodeada de gente a la que quería y que la quería a ella. Cuando su padre preparó el tablero del juego y les pasó las fichas, Yulia tomó una importante decisión. Ya no podía imaginarse su vida sin Lena y pensaba hacer lo que fuera necesario para asegurarse de que nunca más volvería a estar sin ella.
 
 
Lena estaba tumbada en su lado de la cama contemplando la piel de alabastro del hombro de Yulia bañada por la luz de la luna. La luz etérea hacía que brillará, lo cual parecía apropiado, dada la maravillosa velada que había pasado con la familia de Yulia. A diferencia de sus primeras visitas al hermano y los padres de Yulia, en las que su pareja se había mostrado tensa y todo el mundo parecía reservado, aquella noche había sido como volver a formar parte de una familia de verdad.
Le había encantado ver cómo Yulia y Trevor pinchaban a su padre por haber ganado al Scrabble otra vez. También lo había pasado muy bien ayudando a Larissa con la cena. Le contó historias de Yulia que seguro que su amante no le habría contado nunca y además tuvo la oportunidad de contarle a Larissa más sobre sí misma. Se moría de ganas de gustarle a la familia de Yulia y de que la aceptaran, porque tenía intención de formar parte de su vida durante mucho tiempo.
Yulia murmuró, adormilada, y se removió un poco. La colcha resbaló y dejó al descubierto su torso desnudo. Lena le acarició la espalda con dulzura; no quería despertarla pero ansiaba el contacto. Su piel era suave y cálida y Lena no pudo resistir el impulso de acercarse y depositar un beso ligero como una pluma en la nuca de la otra mujer. Era extraño, pero Lena la echaba de menos mientras dormía.
Habían cambiado tantas cosas desde que se habían conocido… El club en donde bailaba no era más que un recuerdo lejano, y por fin se había convertido en veterinaria y trabajaba en una consulta increíble donde podía ayudar a los animales de verdad, como siempre había querido. También estaba profundamente enamorada y deseaba a Yulia a todas horas. Nadie la había hecho sentirse así antes, ni en la cama ni en ninguna otra parte. En algún momento, durante aquellos meses, Lena casi había dejado de esperar que algo saliera mal. Era capaz de disfrutar de lo que le ofrecía la vida y, aunque el miedo a perder a un ser querido no desaparecería nunca por completo, lo único que podía hacer era aferrarse a lo que tenía y dejar que las cosas siguieran su curso. Yulia había demostrado mucha valentía y ella sabía que tenía que hacer lo mismo.
Yulia. Si Lena se sentía diferente, podía decirse que Yulia era prácticamente una mujer nueva.
Durante todo aquel tiempo, Lena había sido testigo privilegiado de cómo su amante pasaba de ser una adicta al trabajo obsesionada por el control a una compañera cariñosa y apasionada que la hacía sentirse más segura que nunca. Vivir aquella transformación a su lado casi le había arrebatado el aliento.
Además, pese a lo mucho que habían cambiado desde que estaban juntas, Lena estaba convencida de que aún les quedaba mucho camino por recorrer y muchas cosas por vivir. Sin duda, mucho más de lo que ninguna de las dos imaginaba.


CONTINUARÁ... Arrow 
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Mensaje por xxavaa 11/21/2015, 12:39 am

Quién lo dirá.. lo que hace el amor con las personas

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Mensaje por flakita volkatina 11/24/2015, 10:27 pm

Wow increible lo much q se pued cambiar
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Mensaje por Lesdrumm 11/24/2015, 10:33 pm

Capitulo XXII Final. Y FUERON FELICES


Yulia volvió a la habitación del hotel con un ramo de rosas. Cuando entró en el baño esbozaba una amplia sonrisa.
—El mejor viernes de mi vida —musitó, arrastrando las palabras.
Lena emergió de debajo de una capa de espuma y se sentó en la enorme bañera. Al ver las rosas, rojas, rosas y blancas, sonrió y alargó la mano hacia Yulia.
—Son preciosas, cariño.
Yulia se puso de rodillas al lado de la bañera y le dio un largo beso.
—Tú también, cielo.
Lena enredó la mano en su cabello y la atrajo para besarla otra vez. Su cita mensual para comer la había puesto muy cachonda y necesitaba más. Ahora que su cuerpo se había recuperado, y tras haberse pasado las últimas cuatro horas pensando en lo enamorada que estaba, no se cansaba de tocar a su amante.
Yulia dejó las rosas sobre la tapa del inodoro y acarició la piel enjabonada de Lena con parsimonia. Al cabo de unos segundos, hundió la mano en las burbujas aromatizadas de la bañera y le cogió un pecho. Le tomó el pezón entre los dedos y notó cómo se endurecía a pesar de lo caliente que estaba el agua. Cuando le dio un ligero pellizco, Lena respingó y susurró con la voz entrecortada.
—¿Has tenido un buen día?
—El mejor —repuso Yulia, mientras le acariciaba el otro pecho y el canalillo—. No he dejado de pensar en ti en toda la tarde.
—Conozco la sensación —farfulló Lena. Notó que Yulia le rozaba el ombligo con la yema de los dedos.
—He pasado por casa para coger el neceser y he dejado a Hamlet con Trevor esta noche. También he traído comida china.
Realmente, Yulia no podría ser más perfecta ni que se lo propusiera.
—Ya sabía yo que me había quedado contigo por algo —murmuró Lena, completamente arrobada—. ¿Pollo con anacardos?
—Por supuesto, sé lo que te gusta, nena, y siempre intento darte lo que quieres.
Yulia siguió bajando y bajando, hasta acariciar el sexo mojado y jabonoso de Lena.
—Se te está mojando la camisa —le dijo Lena.
Yulia se miró la manga, que estaba completamente sumergida en el agua.
—Eso parece.
Lena parpadeó, sorprendida por el tono desinteresado de su amante. No hacía tanto que Yulia se habría disgustado mucho por algo así.
—Te amo —le dijo, tratando de poner en su voz todo el sentimiento que la embargaba por detalles como aquel—. Muchísimo.
Algo cambió en la expresión de Yulia y su rostro se tocó de profunda felicidad. Curvó los labios en una sonrisa.
—Yo también te amo.
—¿Quieres cenar?
Yulia asintió, pero cuando Lena fue a quitar el tapón de la bañera, Yulia le puso la mano en el pecho para detenerla.
—Espera.
—¿A qué?
—Tenía la esperanza de que hicieras realidad una de mis fantasías.
Lena soltó una carcajada.
—Oh, suena divertido.
La emoción que destilaba la mirada de Yulia la maravilló: era mucho más compleja que el simple deseo sexual. El corazón se le aceleró, porque se dio cuenta de que estaba a punto de pasar algo importante. Dana lo tenía escrito en la cara: la esperanza, el temor y los nervios.
—¿Cuál es tu fantasía?
Yulia se metió la mano en el bolsillo.
—Quería esperar hasta después, pero…
Lena se sentó erguida en la bañera y se quedó sin respiración cuando Yulia sacó una cajita negra. Esta carraspeó y abrió el estuche.
—Quiero darte esto.
Lena no pudo apartar la vista del rubí rojo oscuro engarzado en una banda de oro blanco. Era precioso. Perfecto.
—Yulia…
Apenas podía articular palabra. Si Yulia estaba a punto de hacer lo que creía, Lena no podría evitar echarse a llorar.
—Mi fantasía es despertarme a tu lado cada mañana. —Yulia sacó el anillo del estuche de
terciopelo—. Y acostarme contigo cada noche. Y pasar juntas el resto de nuestras vidas. Es lo que más deseo en el mundo. —Le puso el anillo en el anular—. ¿Lo harás realidad para mí?
Lena la miró a los ojos.
—Sí —respondió sin titubear.
No tenía nada que pensarse: llevaba meses deseándolo. Los ojos se le llenaron de lágrimas de alegría.
—Sí, Yulia.
La pelinegra temblaba al estrechar a Lena entre sus brazos.
—¿Te gusta el anillo?
—Casi tanto como me gustas tú —le susurró Lena al oído—. O sea, mucho.
Sabía que le estaba mojando la camisa todavía más, entre el jabón y las lágrimas, pero le daba igual. Yulia la abrazó más fuerte.
—Bien. Mi fantasía se ha hecho realidad.
Lena le puso la mano en la parte baja de la espalda y le devolvió el abrazo. No quería soltarla nunca.
—Ha sido una fantasía muy fácil de hacer realidad.
—No soy muy difícil de complacer —le dijo Yulia con ternura.
Lena contempló el primer anillo de oro que había llevado solo por amor. Fue como si todo encajara en su vida por primera vez y se sintió completa como nunca lo había estado antes. Miró a Yulia.
—¿Alguna otra fantasía con la que pueda ayudarte esta noche? —Con una sonrisa traviesa, añadió —: No me parece justo que esta cuente como tuya, ya que también lo era mía.
La expresión de Yulia se volvió ardiente, y el momento que acababan de compartir se tornó aún más intenso.
—Bueno… está el detallito de la reina guerrera y su esclava sexual…
Lena sintió que se le humedecía la entrepierna, y esta vez no tuvo nada que ver con el agua de la bañera.
—Eso, mi reina, se puede arreglar.


FIN.....................................................................................................................




Y este fue el final de esta historia, quiero agradecer primero a Dejrkum, que fue quien comenzó a subir esta bella historia aquí, y que después por cuestiones personales no lo pudo seguir haciendo y me cedió a mí la posibilidad de poder continuarla; y bueno yo trate de hacer lo mejor que pude. Gracias a todos lo que se tomaron el tiempo de leer esta historia y de tener paciencia en las continuaciones. Espero haya sido de su agrado. Y como conclusión personal para esta historia, solo puedo decir:
"El amor llega cuando menos lo esperas y en el lugar que menos lo esperas (a ellas les tocó en un ascensor), esta en ti dejarte atrapar por él y vivirlo, o solo verlo pasar sin pena ni gloria, pero con la certeza de que en un futuro, te arrepentiras de no haber tenido la valentía de ser feliz cuando pudiste" Smile
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13 HORAS // MEGAN O'BRIEN - Página 3 Empty Re: 13 HORAS // MEGAN O'BRIEN

Mensaje por Lena's wife 11/25/2015, 7:33 pm

Muy buena historia! tiene buen equilibrio entre las escenas sexosas y de amor. Muchas gracias por seguirla Nichya y no permitir que quedara inconclusa.
Me habría gustado un final un poquitin mas extenso pero en fin. Gracias Very Happy

Lena's wife

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Mensaje por Aleinads 11/25/2015, 10:28 pm

cheers cheers cheers Excelente!!!!! cheers cheers cheers Hermoso, me encanto ♥️
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