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JUST OFF THE KEY OF REASON! // By: Elly-Bells

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Mensaje por Fati20 8/18/2020, 10:37 pm

Hay tan linda lena como le pidió q fuera su novia 😍😍😍 pero q no cambie nos encanta así tal cual
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/20/2020, 10:41 pm

Uff!!! Casi no llego!!!

A leer!!!

Besos!!

JUST OFF THE KEY OF REASON! // By: Elly-Bells - Página 2 Img_2015


Capítulo 10: Que nadie te aparte de tú mundo.

—El capítulo uno de esta novela de Hawthorne se titula “La vieja familia Pyncheon” —
Yulia no tenía ni idea de qué estaba hablando el conductor del programa. Había comenzado a jugar con los dedos de Elena, mientras miraba alrededor de la sala, un poco aburrida.

—La Casa de los Siete Tejados — Dijo Elena en voz baja. Yulia giró la cabeza para mirarla y luego volvió al concurso de preguntas en la televisión. Efectivamente, el hombre extraño con demasiado entusiasmo hizo sonar el timbre con la respuesta correcta: La Casa de los Siete Tejados. Yulia palmeó el brazo de Elena con una sonrisa, la pelirroja se mantuvo concentrada en la televisión.

Hmm, Yulia miró la caja de galletas que estaba en la mesa. Hora de jugar. Dado a que ella misma no tenía la capacidad de responder muchas de aquellas ridículas preguntas triviales, juró comer una galleta cada vez que Elena contestara correctamente una de las preguntas del concurso.

Así que, una galleta menos.

—Este pariente de la jirafa, está en peligro de extinción. En la selva tropical se siente más en casa que en la llanura abierta.

—El okapi — Dijo Elena.

Otra galleta para Yulia.

—En febrero de 1778, el barón Friedrich Von Steuben llegó a este sitio desde Pensilvania para entrenar al Ejército Continental — Elena hizo una pausa mientras pensaba.

—El Valley Forge.

Sí, Yulia se estaba llenando esa noche. Elena ni siquiera parecía darse cuenta de que las galletas se estaban desvaneciendo tan rápidamente. Yulia se sorprendió. Elena era el maldito monstruo de las galletas.

—Este compositor de la “Symphonie Fantastique”, recibió 20.000 francos de Paganini, quien lo declaró un genio musical.

—Berlioz— Elena miró con calma la pantalla.

Mierda. Yulia se metió otra galleta en la boca.

—Los microscopios electrónicos proporcionan imágenes con una resolución medida en estas unidades, también conocidas como milimicrones, que equivalen aproximadamente a 1 / 50.000 del ancho de un cabello humano.

—Los nanómetros.

Jesucristo. Yulia iba a vomitar.

Muy bien, niña, mete la cabeza en el juego. Pon atención. Elena y las galletas no podían derrotarla.

—La exactitud de los sueños que los hermanos no conocemos... algo de lo que estamos seguros tiene que desaparecer, el soñador…—Elena guardó silencio, Yulia comenzó a tararear de inmediato porque esa pista le sonaba familiar. Espera... Espera un maldito segundo.

Yulia se congeló y luego saltó del sofá.

—JOSEPH Y EL “ABRIGO MULTICOLOR”

—Y con eso nos vamos a un corte comercial.

Mierda. La presión la golpeó. Maldito Joseph y el increíble abrigo de ensueño tecnicolor. Realmente, ¿a quién se le ocurre ese maldito nombre en el acto? Yulia suspiró. Se dio a sí misma un punto de todos modos, sabía cuál era la respuesta en su mente.

La morena se volvió hacia el sofá y encontró a Elena mirándola con los ojos muy abiertos.

—Tenía la respuesta — Murmuró ella a la defensiva, colapsando de nuevo en el sofá y apoyándose en el costado de Elena.

—Si, me di cuenta — Comentó distraídamente la pelirroja quien estaba mirando directamente al recipiente de galletas vacío. Oh, oh! Para sorpresa de Yulia, la pelirroja simplemente ignoró el hecho de que solo quedaba la mitad de una, y se volvió hacia la televisión para responder el final del concurso.

El poeta inglés Thomas Hoccleve, contemporáneo con este hombre, lo llamó el “Primer Fyndere de nuestra bella lengua”.

— ¿Quién es Chaucer?— Dijo Elena con facilidad.

Yulia tuvo que reír, negando ligeramente contra el hombro de la pelirroja. Elena parecía ser una persona diferente desde la última semana.

— ¿Por qué no fuiste a la universidad, Elena?— La pelirroja se apartó un poco para mirar a Yulia de forma extraña. La morena le aclaró —Quiero decir, sé sobre los ataques de pánico — comenzó lentamente — y que hay mucha gente y muchos ruidos, pero ¿has pensado en las clases en línea? Eres... increíblemente inteligente, Elena.

Lena no se movió. No dijo nada y no estaba inquieta, al parecer, Yulia estaba apoyada sobre una puta estatua. Finalmente, la pelirroja respondió.

—Ya te lo dije, simplemente no pensé que la universidad sería lo más adecuado para mí.
Yulia suspiró y pasó los dedos suavemente por el antebrazo de su novia. Bien, entonces... Al parecer hoy no sería la noche en que descubriera el por qué ahora su chica actuaba tan diferente.

La morena inclinó la cabeza hacia arriba para hablarle al oído.

—Bueno, tal vez puedas ir a algún concurso de preguntas y ganarnos cientos de miles de dólares, y así podemos irnos a vivir a África con nuestras propias cebras, elefantes y leones.

El cuerpo de Elena se relajó, girándose, sonriendo levemente, besando a Yulia en la mejilla. La morena la siguió con la mirada pero Lena solo volvió hacia la televisión. En serio…Había esperado que la pelirroja comenzara a ponerles nombres a las cebras, elefantes y leones. Incluso, de qué color pintar la casa. ¿Podría Cornelius arrear un grupo de gacelas? Pero no!!! Elena solo estaba allí, sentada con un rostro tranquilo, viendo una repetición de alguna serie.

***

La noche siguiente, Yulia estaba moderadamente nerviosa por la cita, cuando Elena llamó a la puerta de su habitación con un ramo de flores en la mano, todas de color púrpura esta vez, y una sonrisa en su rostro. Yulia le devolvió la sonrisa.

Aquella noche, la morena tenía un plan. No era algo tan bien elaborado, pero tenía una meta. Yulia Volkova nunca había dejado de cumplir un objetivo. Excepto cuando se trataba de derrotar a los Angry Birds, por supuesto.

Se puso el abrigo, tomó las flores y besó dulcemente a Elena en los labios antes de arrastrarla hacia la puerta principal.

Fueron a un restaurante moderadamente poblado que estaba a unos diez minutos en taxi. La pelinegra lo eligió por su sabrosa pasta con queso, que, Dios, ni siquiera era vegano. Elena pidió una maldita hamburguesa. Había hojeado el menú y pidió una hamburguesa con la cara seria. Yulia se quedó en shock.

Era hora de poner en marcha su plan.

Pensó que comenzaría esta conversación de manera lenta y constante, completamente lo opuesto a quitarse una bandita. Lo que significaba que podría doler como el infierno, pero, en fin. No tuvo tiempo para pensar en otra cosa. Quería a Elena de vuelta, ahora.

—Entonces, ¿cómo crees que va el trabajo, Elena?— Preguntó casualmente, sorbiendo su limonada. Estaba tratando de parecer indiferente. Elena le sonrió.

—Me encanta, en serio. Es la mejor parte del día, Yulia. Creo que hace que todos los días me sienta a gusto.

Maldita sea. Elena y sus sentimientos reconfortantes. Yulia se centró en los ojos de la pelirroja para no olvidar su objetivo. Espera, espera, ¿Qué estaba haciendo? Oh si. Los ojos de Elena parecían apagados, en realidad. ¿Cuánto tiempo habían estado así? Yulia frunció el ceño con preocupación.

—¿Te sientes bien?— le preguntó. Elena asintió de inmediato. Dios, no le tuerzas el cuello, mujer. Yulia aceptó aquella respuesta, por ahora. Pero las Volkova eran más que jodidamente, persistentes. Se dio cuenta de que aquella noche probablemente terminaría en lágrimas, o en algún tipo de escena pública maravillosamente melodramática, pero lo que sea con tal de llegar al punto.

Yulia tomó una de las manos de la pelirroja entre las suyas, una de las dos manos que ignoraban por completo las pajitas que estaban justo frente a ella. Elena le sonrió y entrelazó sus dedos.

—Hoy vi a un perro que parecía un tigre — Dijo Yulia, arqueando los labios. Los ojos de Elena se agrandaron.

—Mentira… — Aclaró la chica de cabellos cobrizos. Yulia se rió entre dientes y asintió.

—Era adorable. Nunca antes había visto un perro a rayas. Oh, y tenía dos metros de altura— Ok. Yulia no estaba exagerando, en realidad. Aquella cosa debió haber sido criada en algún tipo de instalación científica subterránea del gobierno para animales de guerra de superpotencias porque no era... de este mundo. Y luego, un tipo gordo en el Gorky Park, lo llevaba a pasear.

—Hay uno en el refugio en este momento que parece un oso polar — Comentó Elena.

Yulia le sonrió.

—Aw, ¿cómo se llama?— Elena se encogió de hombros.

—Lo llamo Fuzzy, pero solo porque tiene tres piernas — Los ojos verdes se encontraron con los cálidos y azules de Yulia. La morena siguió haciendo que Elena hablara hasta que llegara la comida, centrándose en sus fajitas mientras Elena comía su hamburguesa.

—En serio, Elena, ¿estás bien?— Bueno, si esa no fuera una pregunta cargada... Era mucho mejor que preguntarle “¿Qué diablos te pasa?” Esa sí sería una pregunta complicada. Elena asintió lentamente, con los ojos fijos en su tenedor.

—Estoy bien —Joder!!! Bien. No más juegos.

Yulia dejó el tenedor a propósito y cruzó las manos frente a ella.

—No estás bien — Elena la miró con esos mismos ojos apagados. Parecía dispuesta a protestar, pero Yulia negó levemente con la cabeza y la interrumpió —Algo está mal, cariño. Lo sé, puedo sentirlo. Necesito que me digas que te pasa. No puedes seguir actuando así, esto... — Yulia ni siquiera podía pensar en una palabra. ¿Qué podía agregar? No te estás comportando como una persona normal? ¿Esta no eres tú? Yulia había estado hablando suave y amablemente, y solo esperaba que Elena respondiera.

—No pasa nada, Yulia — Dijo Elena en voz baja. Yulia entrecerró los ojos.

—Entonces, ¿por qué estás diferente? ¿Pasó algo? ¿Cambiaste algo por mí, porque Elena…

—Me siento mejor ahora — Interrumpió, un poco más fuerte que antes. Yulia la miró. Las manos de la pelirroja estaban en su regazo, pero mantenía el contacto visual. La morena realmente no podía creer.

—¿Qué quieres decir?— Preguntó Yulia. Elena apretó la mandíbula y miró hacia otro lado, antes de exhalar profundamente y mirar su hamburguesa casi entera.

—Mi medicación me está mejorando — Ella murmuró.

Yulia no sabía qué decir. Se había quedado muda con aquella confesión.

—¿Estás tomando medicamentos, de nuevo?— Elena asintió brevemente pero no dijo ninguna palabra —Bueno, y… ¿qué estás tomando?— Preguntó la ojiazul.

Por lo que ella sabía, una medicación podía ser aspirina… Demonios, el café para ella era su medicación. Elena parecía afligida.

—Yulia, no... — Yulia levantó la mano.

—No, Elena, dime lo que estás tomando — Dijo con calma. Sus ojos solo se mantenían firmes en los de la pelirroja. Estaba bastante seria. La medicación no estaba mal, si era necesaria.

Elena suspiró.

—Solía tomar Ritalin — Contestó. Yulia tuvo que inclinarse hasta la mitad de la mesa, para poder escuchar —Pero ahora es Adderall... Plus con Ativan, que es anticonvulsivo... — La mandíbula de Yulia, cayó.

—Tú, espera, tienes…

—Los Adderall me han ocasionado convulsiones antes y el Ativan es solo para prevenirlas — De acuerdo, Elena parecía completamente distante ahora. Parecía cansada.

Yulia no dijo nada durante un minuto y luego sus ojos se posaron en la hamburguesa de Elena.

—Te dan más náuseas — Yulia declaró. Ni siquiera era una pregunta. Elena asintió levemente.

—El Ativan hace eso — Dijo ella en voz baja.

Yulia estaba asombrada. Se había quedado congelada. Jodidamente estupefacta. Se sentía como si Dios mismo estuviera apretando su corazón.

—¿Por qué los estás tomando?— Soltó en voz alta, con los ojos muy abiertos —Elena, no, ¡Estabas bien sin él!— Elena negó con la cabeza y sonrió levemente.

—Yulia, tu ni siquiera…

—No me digas que no te conozco — La morena declaró un poco enojada. Eso era simplemente ridículo.

—Bueno, realmente no… Mira, hablé con mi tía de nuevo hace un par de días, y tiene razón — Elena comentó rápidamente.

Ok, de acuerdo, Yulia necesitaba contratar a un sicario y buscar el apellido de la maldita tía perra de Elena.

—Si continúo como estaba, simplemente… simplemente terminaré ahuyentando a la gente. Me despedirán, y te perderé, y no tendré dinero, y no lo podré ver a Volky de nuevo…

—¡Elena, no tienes nada malo!— Yulia medio gritó, sintiéndose algo apenada cuando algunas personas miraron en su dirección, pero no apartó la vista de los ojos de la pelirroja.

Elena negó con la cabeza rápidamente, pero no dijo nada. Ahora respiraba un poco más pesadamente. Yulia se preguntó si empujarla al límite sería algo bueno.

—¡Dime por qué los tomas, ah?!— Insistió Yulia.

—Yulia, es por tantas cosas. Tengo un trastorno de ansiedad, ¡De acuerdo! Uno real, que me hace que me den ataques de pánico, así que con ellas no hago el ridículo cada dos días. Soy hiperactiva. Probablemente tenga TDAH (Trastorno por déficit de atención con hiperactividad), y, claro, nunca juego Scrabble contigo porque además soy disléxica. Solo entré a la universidad porque todo lo que hacía cuando vivía con mi tía y en el hogar de acogida era leer, Yulia!!!!!

Los ojos de Elena estaban brillando. La morena no podía apartar la mirada.

—¡Es todo lo que podía hacer porque no le agrado a la gente! Soy... soy rara, infantil e inmadura. No puedo soportar estar rodeada de gente, ¡y ellos simplemente se burlan de mí por eso!— La voz de Elena se quebró y dejó escapar un quejido — Yo sólo... no quiero perderte porque creas que estoy loca. La medicación me hace mejor persona. La gente… la gente simplemente me deja estar a su lado. No es tan malo.

Elena terminó de hablar y miró fijamente su plato. El cabello cobrizo cubría su rostro, pero Yulia pudo ver las lágrimas cayendo sobre la pobre hamburguesa. Ella solo se quedó mirando, con la boca abierta, mientras las lágrimas llenaban sus propios ojos. Porque, demonios, esto era mucho más de lo que esperaba.

No tenía ni idea de qué decir. Realmente su mente estaba en blanco, solo procesando las lágrimas que caían más rápidamente sobre el plato de Elena, junto el leve temblor de los hombros de la chica. Joder, lo único que su mente le decía que hiciera, era abrazarla. Ni siquiera era su mente la que le dictaba que hiciera tal acción. Era su maldito corazón presurizado.

El cuerpo de Yulia se movió fuera de su asiento, deslizándose junto a Elena, ignorando a los idiotas que escuchaban a escondidas y que pensaban que iban a tener un espectáculo gratis con la cena.

—Elena, cariño — Llamó suavemente. Elena se estremeció cuando Yulia intentó rodear sus hombros con el brazo. La morena retrocedió un poco. No quería hacer que Elena se sintiera aún más incómoda, si eso era posible —Vamos a casa, cariño, ¿de acuerdo?— Dijo la morena en voz baja, limpiándose las lágrimas de sus propios ojos.

Yulia esperó que Lena se levantara y envolvió sus brazos alrededor de ella. Ambas salieron del restaurant y subieron a un taxi. La pelirroja seguía sollozando, respirando más profundamente. El viaje a casa fue silencioso.

Cuando cruzaron la puerta, Elena fue directamente a su habitación. Solo la abrió una vez cuando Volky la rascó, y luego cinco minutos más tarde cuando Cornelius arrojó su mullido cuerpo de cachorro, a la manija de la puerta.

Yulia había estado parada en la sala de estar todo el tiempo. No tenía ni puta idea de qué hacer consigo misma. Dios, quería meterse en la cama de Elena y abrazarla hasta que todo estuviera bien. Pero lo último que Yulia quería hacer era asustarla o empujarla más allá de ese maldito borde. Suspiró y finalmente se fue a la cama, sacando a Fuzzy del armario y enterrando su rostro en la melena de Cariñosito.

Bueno, había tenido razón después de todo. Aquella noche definitivamente terminó en lágrimas.

***

Yulia descubrió que era difícil dormir cuando llorabas. Una hora más tarde, su peluche de león estaba empapado, lo cual era, un poco asqueroso. Su corazón quería ir con Elena, pero su mente no estaba en un estado lúcido para tomar cualquier tipo de decisión en este momento, así que decidió no escucharla. Se levantó de la cama y se dirigió a la habitación de Elena. Abrió la puerta lentamente con Cariñosito y Fuzzy colgando de una de sus manos, y entró con cuidado.

Yulia podía oír la respiración irregular y los sollozos provenientes de una de las tres masas oscuras en la cama, se acercó y se sentó en el lado que no estaba ocupado. Elena estaba de lado de cara a la pared, y Yulia se inclinó con cuidado para colocar a Fuzzy justo contra el pecho de la pelirroja. Vio a Elena abrazarlo inmediatamente, y luego se recostó contra la almohada con los pies sobre Volky, quien ocupaba una buena mitad de la cama. Yulia escuchó cómo el llanto de Elena se calmaba.

Después de unos cinco minutos, Elena se dio la vuelta para mirar a Yulia, quien se inclinó un poco para verla. Elena se acercó más y, vacilante, pasó un brazo alrededor de su torso, aplastando a todos los animales de peluche entre sus cuerpos. Yulia se inclinó hacia la derecha y rodeó a Elena con los brazos para que la mujer se relajara. Apartó un poco de cabello de los ojos de la pecosa y sonrió cuando la pelirroja suspiró.

—No quiero que dejes que nadie te saque de tu mundo, Elena — Le dijo suavemente mientras le acariciaba el cabello con aroma a gelatina. Elena se acercó increíblemente más y quitó uno de sus brazos de Yulia para frotarse los ojos, antes de volver a colocarlo.

—Haces que me sienta mejor —Sollozó. Yulia sonrió levemente y tarareó distraídamente una canción de cuna, besando la cabeza de la pelirroja mientras la respiración de esta se nivelaba y ambas se quedaban dormidas poco después. Al menos su corazón ya no se sentía como si estuviera en un vacío.

[…]

Yulia se despertó por la mañana cuando Volky se movió y se arrastró sobre sus piernas para levantarse de la cama, seguida por Cornelius. Ella y Elena estaban exactamente en las mismas posiciones que cuando se durmieron, lo cual era extraño porque Elena generalmente dormía como una estrella de mar. Yulia miró la mata de cabello rojo en su pecho y el hermoso rostro de Elena, sonrojado, tranquilo y sin preocupaciones.

La morena levantó una mano y la pasó por el cabello desordenado de la chica, mirando a la ventana y notando que afuera estaba lloviendo. La pelirroja se movió y parpadeó abriendo los ojos, y Yulia observó con una pequeña sonrisa, cómo la joven recuperaba la orientación.

—Buenos días — La morena dijo en voz baja. Elena rodó un poco y apoyó la barbilla en el pecho de la pelinegra, mirando hacia los cálidos ojos azules —¿Cómo te sientes?— Preguntó Yulia, tocando las mejillas de Lena con una de sus manos. Los ojos de la pecosa se desviaron y se mordió el labio.

La pelinegra vio cómo sus dedos pálidos empezaban a golpear las sábanas.

—Oye — Dijo Yulia, esperando que Elena volviera a mirarla a los ojos antes de continuar —Solo sé, que nada ha cambiado, está bien. Anoche…bueno, gracias por contármelo. Sobre todo porque todavía sigo siendo tu novia, y Volky te obligará a verlo todos los días por el resto de su vida porque eso es lo que le gusta a la gente.

Yulia sonrió cuando Elena también lo hizo. Sus orejas se pusieron rosadas.

—Y no hay absolutamente ninguna opción, osita grande.
Elena sonrió completamente y giró la cabeza para que su mejilla descansara sobre el pecho de Yulia.

—Tal vez— continuó la pelinegra con más cautela —podríamos hablar con alguien... profesional. O podrías hablar conmigo. Solo para que estés más... cómoda, día a día.

Elena se quedó en silencio por un momento, pero asintió levemente contra el pecho de Yulia. La morena decidió dejarlo así y se quedó en silencio, pasando sus dedos por el cabello de su novia.

—Vuelve a dormir, Yul — Murmuró Elena —Todavía está oscuro… Estás demente por estar despierta a estas horas — Yulia se rió entre dientes. Por supuesto. Por supuesto que estaba jodidamente loca.

Cuando Yulia se despertó de nuevo estaba sola, y entró en pánico por un minuto antes de mirar el reloj de Elena y darse cuenta, que era casi mediodía. Estaba a segundos de saltar frenéticamente de la cama para comenzar el día, pero luego se dio cuenta, ¿Cuál es la prisa? Relajándose de nuevo, echando un vistazo alrededor de la habitación de la pelirroja.

Miró la almohada de Elena, que en realidad llevaba una funda de Pongo de 101 Dálmatas, y sonrió. Movió la cabeza hacia la almohada y aspiró el olor a ositos de goma, justo cuando se abría la puerta. Elena se quedó insegura en el umbral de la puerta. Y ella con los ojos bien abiertos.

—Lo siento, no quise despertarte — Le dijo. Yulia negó con la cabeza. Se sintió como si la hubieran sorprendido en un acto vergonzoso, empujando a Pongo hacia el lado de la cama de Elena.

—No, me estaba levantando de todos modos — Dijo Yulia. Luego notó que Elena estaba empapada. Tenía pompas de jabón en el pelo y en su camisa. Estaba despeinada y sus pantalones estaban empapados de la rodilla para abajo. El primer pensamiento de la morena fue que Elena tuvo que rescatar de nuevo a Volky de los tiburones de agua dulce, devoradores de hombres del Gorky Park pero entonces se dio cuenta de que Elena estaba destilando agua por todas partes.

—¡Elena! ¿Qué hiciste?— Yulia saltó de la cama y caminó hacia la chica. No quería acercarse demasiado hasta estar segura de que no fuera algo, tóxico.

La pelirroja abrió la boca para responder cuando Volky y Cornelius entraron saltando al dormitorio, empapados, acostándose sobre la cama. Los ojos de Yulia se abrieron, pero se contuvo. Aquel no era su dormitorio. Así que podría controlarse a sí misma. Bien.

—Los llevé a dar un paseo— comenzó Elena, moviendo sus manos en frente de ella —Y ellos…ellos y rodaron en un charco de barro… En un enorme charco de barro…Quiero decir, fue realmente genial…yo también quería…

—¡Elena!— Yulia interrumpió con una sonrisa exasperada —Sé que querías rodar en el charco de barro. ¿Qué pasó después?...

Se veían tan… limpios. Fue desconcertante.

Elena se sonrojó y sonrió al darse cuenta de que Yulia no estaba enojada. Joder!!! Por supuesto que Yulia no podía estar enojada con la pequeña pelirroja que estaba de pie frente a ella.

—Así que les estaba dando un baño… cuando… umm, escaparon antes de que yo pudiera, iba a secarles el pelaje, pero... — Yulia entrecerró los ojos al percibir un olor en el aire. Su mandíbula cayó.

—¿Usaste mi champú?— Exclamó.

Elena se mordió el labio y dio unos pasos hacia la habitación tratando de explicar —Sí. Yo…yo…no tenemos champú para perros, y me gusta…me gusta cómo hueles... — Lena frunció el ceño como si todo estuviera saliendo mal. Yulia intentó contener la risa —Y pensé que sería genial, o bueno, si olieran... como tú — La pelirroja frunció la cara.

Yulia resopló y acortó la distancia entre ellas. Se paró frente a Elena y miró los ojos claros y brillantes con una sonrisa. Elena la miró, con la cara sonrojada, jugando con el dobladillo de su desordenada camisa. Alborotó el cabello de Elena, deshaciéndose de las burbujas, y Lena agachó la cabeza hasta los labios de su novia.

La pecosa sonrió en el beso y envolvió a Yulia en un abrazo lleno de burbujas. Yulia gimió, medio molesta, medio excitada. Claro, había pensado un poco en una Elena desnuda, porque, en serio, esa ropa mojada no dejaba mucho a la imaginación.

Volky y Cornelius pasaron disparados y entraron en el pasillo para causar estragos en su propia habitación, sin embargo, allí si necesitaba detener aquello. La morena se apartó y fue a seguirlos, pero vio la sala de estar, y Dios!!!! ¿Qué diablos había pasado allí? Había espuma por todas partes, puntos húmedos a los lados de todos los muebles donde los perros se habían frotado, charcos de agua al azar.

Yulia suspiró.

Helado derritiéndose en el mostrador.

Pero, solo le quedaba una cosa por hacer… sonreír. Todo esto era obra de Elena. Su Elena.


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Mensaje por Fati20 8/21/2020, 5:00 am

Hay q bueno que convenció a lena para q volviera a ser la misma que la hace feliz y la enamora con sus ocurrencias 😊. Era muy triste q estuviera sufriendo por tomar esa medicación q solo la tenía como dopada
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Mensaje por Volkatinale92 8/22/2020, 1:27 pm

Me enamoran estas dos 🥰

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/25/2020, 3:51 pm

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Capítulo 11: Como no estar enamorada, dijo por primera vez.



Yulia despertó a la mañana siguiente cuando inconscientemente se dio cuenta de que el sol la cegaba. Alguien había abierto las cortinas, sin duda. Abrió los ojos y mientras trataba de enfocar su mirada a la claridad algo saltó sobre sus piernas. Alguien de unos 1,67 metros de altura, con cabello cobrizo, desordenado y una sonrisa de felicidad en su rostro. Yulia gimió y enterró su rostro nuevamente en la almohada. Joder era demasiado temprano.

—Yulia — Dijo Elena, subiendo y bajando sobre la cama. La morena no respondió —Yuliiiiiiia — La morena sonrió contra su almohada y movió sus piernas, tratando de derribar a Elena — ¡Yulia, es mi cumpleaños! Tienes que jugar conmigo — Proclamó, tirando de las mantas hasta la mitad del cuerpo de su novia. La ojiazul habló directamente sobre la almohada.

—Lo sé, cariño. Feliz cumpleaños. Créeme que estaré más entusiasmada después de las ocho de la mañana — Y cuando bebiera café… Y cuando no la cegara el sol. Y se sentara junto a su novia y sus perros en la barra de desayuno.

Elena hizo un puchero y retiró las mantas hasta que pudo alcanzar uno de los pies de Yulia. Pasó los dedos por la parte inferior mientras la morena se retorcía por escapar pero luego sintió como le agarraba el dedo gordo del pie.

—Este cerdito fue al mercado — Dijo la pelirroja suavemente. Yulia sonrió aún con la almohada en la cara.

—Este otro cerdito se quedó en casa — Continuó Elena. Yulia podía sentir sus ojos verdes sobre ella y trató de no reaccionar bruscamente. Era inútil, porque nunca había conocido a nadie más delicado que ella. Yulia pudo escuchar la sonrisa en la voz de Elena.

—Este cerdito comió rosbif — Yulia hizo una mueca. De acuerdo Lena, pasa al siguiente cerdito. Sus mamás solían cambiar la línea a “este cerdito comió lasaña vegana”, pero, en fin, la mayoría de las personas se dieron cuenta de que era absolutamente ridículo.

—Este cerdito no tenía nada — Bueno, eso era más triste que un cerdito vegano. La pelirroja hizo una pausa para generar suspenso y Yulia trató de no asfixiarse con la almohada.

—Y este cerdito…— Elena sostuvo su dedo meñique suavemente y Yulia trató de preparar su cuerpo.

Relaja tus músculos. Respira. No te orines.

—¡Fue pipi pipi todo el camino a casa!— Exclamó Elena, haciendo cosquillas en los pies de la morena, y continuando a lo largo de su torso.

Yulia tuvo éxito con solo uno de sus tres objetivos. Se las arregló para no hacerse pis.

Gracias a Dios.

La morena se dio la vuelta, poniéndose de un rojo brillante porque no podía respirar por tener la cara presionada contra la almohada durante tanto tiempo. Accidentalmente pateó a un excitado Volky, haciendo que saliera fuera de la cama, intentando ahogar algún tipo de disculpas a través de su risa.

Elena finalmente se detuvo y se acostó encima de Yulia. La morena trató de hacer que sus facciones lucieran como si estaba realmente enojada, pero al parecer, había perdido todo el control de sus músculos faciales.

—Leeeeena! — Gimió hasta que la mujer se apartó de ella y se sentó con las piernas cruzadas junto a ella. Yulia la miró por un momento y rió de nuevo al ver que la pelirroja era un completo desastre, con una enorme sonrisa dibujada en su rostro —Feliz cumpleaños, Elena — Dijo un poco más entusiasta que antes. Se incorporó sobre los codos y frunció los labios como una niña —A ver…Dame un beso de cumpleaños.

Elena felizmente obedeció, y Yulia pasó su mano por el enredo rojizo en la cabeza de su novia, en un intento inútil por suavizarlo.

—Bueno, tengo grandes planes para nosotras hoy, cariño — Dijo la pelinegra mientras Elena se apartaba. Esta parecía sorprendida mirando a Yulia de manera esperanzada.

—¿Hiciste planes?—Yulia ladeó la cabeza.

—¡Por supuesto!

Sus maravillosos y magníficos planes de los que estaba increíblemente orgullosa e increíblemente feliz cuando se los contó a cada uno de sus amigos ayer. Excepto a Elena. Por supuesto.

—Te encantarán, pero primero tenemos que peinarnos, vestirnos y desayunar — Elena tenía los ojos muy abiertos y asintió con entusiasmo antes de salir de la cama corriendo de la habitación hacia el pasillo.

Yulia la miró irse con cariño, luego se rió entre dientes cuando reapareció en la puerta.

— ¿Que debería vestir?— Preguntó preocupada.

Yulia le miró los pantalones rojos con motivos de renos que tenía como pijama, en pleno marzo.

—Solo algo casual, cariño. Nada lujoso — Elena asintió vigorosamente, girando sobre sus pies y regresó a su propia habitación.

[…]

Yulia ya estaba vestida y preparando el desayuno cuando Elena salió con unos jeans y un suéter, el cabello peinado y los ojos chispeantes.

— ¿Desayuno, mi bella dama?— Preguntó la morena mientras Elena se sentaba en uno de los taburetes de la barra.

—¿Panqueques con chispas de chocolate?— Preguntó la pecosa, obviamente encantada por aquella maravillosa comida de los dioses. Yulia asintió alegremente. Incluso estaba usando chocolate de verdad.

Yulia colocó un panqueque en el plato, mientras que sin cuidado tropezó el paquete de azúcar en polvo tirándolo al suelo. En ese momento su teléfono comenzó a timbrar.

—¿Puedes atender, Elena?— Preguntó, comenzando a limpiar lo que parecía una nube de cocaína antes de que todos la inhalaran y murieran. Elena la miró nerviosa —Por favor cariño — Yulia levantó sus manos totalmente blancas, para mostrar lo incapacitada que estaba. Además, Volky y Cornelius la estaban abordando para lograr comer lo que había en el suelo. Observó a Elena por el rabillo del ojo.

—Hola — Dijo la pelirroja en voz baja, su otra mano jugaba con el broche de la correa del perro, que estaba en el mostrador. Elena asintió brevemente — Sí. Ya la traigo. Espera, por favor — La pelirroja le extendió el teléfono mientras Yulia se lavaba las manos y Volky lamía el piso ahora limpio.

Yulia arqueó las cejas.

—Es el lugar al que llamaste ayer — Le explicó Lena en voz baja mientras tomaba la llamada.

—Hola, si, es Yulia Volkova— Dijo, manteniendo sus ojos fijos en los de Elena. Después de asegurarse de que sus panqueques no se hubieran incendiado.

—Hola Yulia. Habla el Centro de Psicología. Recibimos tu mensaje y nos encantaría programar una sesión para ti y tu novia en algún momento. Sería una especie de sesión para conocerles antes, tú decides si quieres venir. Si te parece bien, nuestras próximas sesiones son pasado mañana. Miércoles por la mañana — Yulia tapó el micrófono para poder consultar con Elena.

—¿El miércoles por la mañana está bien para ti, cariño?— preguntó gentilmente.
Elena asintió lentamente y ella le sonrió para tranquilizarla antes de descubrir el teléfono —El miércoles estará bien para nosotras — Dijo, para luego finalizar la llamada.

Una vez que se desocupó, fue de vuelta a la cocina y sacó una bolsa de ositos de goma del tarro de galletas, poniéndolos frente a la pelirroja. Sabía que a Elena le encantarían unos ositos de goma con el desayuno.

—¿Puedes ponerles caras sonrientes de crema batida?— Preguntó la chica. Yulia rió entre dientes y tomó la crema batida de la nevera —¿Y ojos de fresa?— Yulia ya estaba alcanzando la caja de fresas —¿Y el pelo de azúcar en polvo?

Rayos! Acaso iba hacer toda una multitud completa con los panqueques y las coberturas?

—¿Y las extremidades de Syrup de chocolate?— Yulia arrugó la nariz y se volvió para mirar a su sonriente novia.

—Sabes, si agrego todas esas cosas te vas a querer comer al menos como diez panqueques, y luego pasarás todo el día vomitando y lloriqueando, así que solo tenlo en cuenta antes de comenzar a quejarte, Katina.

Yulia trató de parecer que la retaba, pero no tuvo éxito. Elena habló con la boca llena de ositos de goma.

—Quería ver cuánto harías por mí.

—Lo haría todo, créeme — Respondió la morena automáticamente, rociando jarabe de chocolate por el suelo otra vez, por lo nerviosa que se puso con su propia respuesta. Realmente se refería a la comida para el desayuno. Se sonrojó mientras comenzaba a limpiar, tratando de evitar que Cornelius se comiera el chocolate.

—Bueno, entonces quiero uno con el pelo de gusanos de goma — Pidió Elena. La morena pudo notar que ella también se sonrojaba y tamborileaba los dedos en la parte superior de la barra, pero Yulia sonrió y obedeció.

Se las arregló para hacer seis panqueques comestibles, que no estuvieran ni crudos por dentro ni en llamas por fuera. Decidió dejar el desorden para que sus amigos lo limpiaran más tarde. En ese momento, tenía planes de un cumpleaños que ejecutar.

***

Yulia estaba teniendo grandes problemas para controlar sus propias emociones mientras miraba el rostro de Elena leyendo el letrero sobre las puertas del zoológico del Parque Nacional de Moscú. La pelirroja parecía que estaba delante del mismo Dios. Luego se volvió para mirar a la pelinegra después de unos buenos cuantos minutos.

— ¿Podemos entrar ahí?— Preguntó incrédula.

Yulia iba a decir “No, solo te traje aquí para que veas el exterior”, pero luego recordó que no era una idiota sin corazón y asintió con entusiasmo.

—¡Por supuesto! ¡Vamos!— La pelinegra le agarró la mano de Elena, totalmente decidida a arrastrarla hacia adentro, pero la pelirroja se adelantó y terminó tirando de ella hasta que llegaron a la taquilla.

Entonces la pecosa se detuvo abruptamente y se colocó detrás de Yulia. Esta ladeó la cabeza. No quería ser demasiado proactiva al hacer evaluaciones psicológicas antes de su primera sesión, porque tal vez terminaría en desastre, pero quizás a Lena le vendría bien un pequeño empujón y hacer que tratara más con extraños. Aunque la última vez que la había empujado hacerlo, había salido terriblemente mal.

— ¡Bienvenida al zoológico!— Un adolescente alegre exclamó desde la cabina —¿Cuántos boletos?— Yulia buscaba en su bolso su tarjeta, fingiendo que estaba distraída. Bueno, no tanto como fingir porque, en realidad, ¿dónde había puesto su maldita tarjeta?

Elena dio un paso vacilante después de unos momentos.

—Umm, dos por favor — Dijo en voz baja a través de la caja de voz. Yulia sonrió para sí misma.

— ¿Tiene algún código de descuento o para discapacitados?— Preguntó el chico cuando Yulia finalmente sacó su tarjeta de las profundidades de su bolso.

—No — Dijo Elena, saltando sobre las puntas de sus pies. Yulia le entregó la tarjeta al joven y esperó sus boletos. Se sorprendió gratamente cuando Lena volvió a hablar. Quizás su estrategia había tenido éxito.

—¿Tienen leones?— Preguntó sin rodeos, inclinándose hacia adelante y hacia atrás sobre sus pies. El chico negó con la cabeza.

—Pero, tenemos un Leopardo de las nieves — La boca de Elena se abrió por completo y miró a Yulia. La pelinegra se mordió la lengua para evitar que cualquier muestra pública inapropiada de afecto, tomara el control de su cuerpo. Luego miró al chico de la taquilla.

—Tienes osos, ¿verdad?— El chico asintió vigorosamente.

—Sí, tenemos osos polares— La cabeza de Elena se volvió hacia él cuando dijo eso, y Yulia sonrió tomando sus boletos con un rápido agradecimiento. Tan pronto como cruzaron las puertas, Elena se volvió hacia ella.

—¿Podemos ir a ver a los osos polares primero?— preguntó emocionada, balanceando sus manos entre ellas. Yulia rió.

—Elena, cariño, es tu cumpleaños. Deja de preguntarme. Podemos hacer lo que quieras.

Caminaron hasta llegar a donde estaban los grandes mamíferos de pelaje blanco. Yulia se aferró con fuerza al brazo de la pelirroja fuera del recinto de los osos polares evitando que Elena se arrojara accidentalmente sobre la barrera. Dios, ¿y si su novia hablaba en serio acerca de querer abrazar a un oso? Tuvo que admitir que eran ridículamente esponjosos pero simplemente no quería ser como esos turistas imprudentes e idiotas que veían a sus novias descender a los recintos de los animales, para luego ser mutiladas y morir. No, ella no terminaría así en YouTube. Sería horrible para su carrera.

Después de aproximadamente pasar media hora viendo dormir a los osos, Yulia hizo que Elena se sentara en uno de los bancos. Trataba de no parecer aburrida, pero en serio, simplemente... no se movían. La morena necesitaba estimulación para sobrevivir.

—¿Habías estado en un zoológico antes, Elena?— Preguntó con curiosidad. Elena negó con la cabeza sin apartar los ojos de los animales.

—¿Por qué no?— Una vez más, Elena se encogió de hombros, centrándose en los osos. Yulia le sonrió con cariño —Cariño, con palabras, por favor — Elena la miró por un segundo, luego puso un brazo alrededor de Yulia y miró hacia el recinto.

—No es solo el zoológico. Realmente no… realmente no he ido a ningún lado. A ningún lugar genial—Yulia entrecerró los ojos.

—¿A ninguna parte? ¿En absoluto?— ella aclaró. Elena negó vagamente con la cabeza. Yulia suspiró preguntándose cuanto más podía indagar, sin causar algún tipo de… ataque.

Al final decidió hacerlo porque Elena estaba distraída con el oso polar, lo cual, podría ser bueno. U horrible... Rayos!!! Se estaba aburriendo.

—¿Tienes hermanos?— Preguntó la morena, agarrando la mano que la pelirroja había envuelto alrededor de sus hombros.

Elena negó con la cabeza.

—Elena, por favor, palabras — Dijo Yulia con una media sonrisa, golpeándola en las costillas. Elena la miró a los ojos brevemente y sonrió.

—No, soy hija única.

Bueno, aquel tema de conversación no era el apropiado como para entablarlo precisamente en una celebración de cumpleaños. Padres muertos, orfanatos, tías perras que traumatizan…La morena decidió no seguir esa línea de preguntas. Así que desvió el tema.

—Si fueras una fruta, ¿cuál serías?— Joder, esa si era totalmente una pregunta de tipo psicólogo.

—Un melocotón — Elena respondió instantáneamente. Bueno, ni siquiera tuvo que pensarlo mucho. De hecho, la pelinegra pensó si era buena señal que su novia ya supiera exactamente qué tipo de fruta sería.

—Sería una fresa. O una lima — Dijo Yulia, aunque Elena no parecía estar escuchando. Decidió seguir conversando de todos modos, al verdadero estilo, Yulia Volkova —Si pudieras ir a cualquier parte del mundo, ¿a dónde irías?— Preguntó, jugando con los dedos de Lena.

—Donde quiera que estés — Respondió la pelirroja distraídamente, sin quitar la mirada de los osos. Ella no pareció darse cuenta de que Yulia había perdido todo el control corporal tan pronto como dijo eso.

En realidad, Yulia estaba luchando por respirar. Dios, le dolía el corazón. ¿Acaso estaba muriendo? Se quedó inconsciente mirando el costado de la cabeza de Elena como si estuviera tratando de mirar a través de su oído, el funcionamiento del cerebro de la chica. Probablemente encontraría una bola de algodón de azúcar allí. O un osito de peluche.

—Oh, Dios mío — La voz de Yulia salió algo chillona. Maldita sea, no falles ahora.

Elena la miró algo preocupada.

— ¿Estás bien?—No, no estaba bien.

—Eres tan...— suspiró. Se había quedado sin palabras —Quiero darte tu regalo ahora—Elena pareció sorprendida.

—Pensé…pensé que ser mi novia era mi regalo… ¿recuerdas?— Yulia sonrió y puso sus manos sobre las mejillas sonrojadas de Elena.

—Te tengo un regalo de verdad, cariño.

—¿No es esto?— Lena hizo un gesto vago señalando a su alrededor. Dios, ¿acaso no escuchó?

—No, te compré uno de verdad — Dijo Yulia de nuevo, esperando pacientemente a que Elena se concentrara.

La pelirroja sonrió y se inclinó hacia adelante, mirando a su alrededor como si buscara su regalo por alguna parte.

—¿Dónde está? ¿Qué es?— Preguntó emocionada.

Yulia metió la mano en su bolso lleno de basura mientras Elena miraba.

Rebuscó durante unos minutos (Dios, realmente necesitaba limpiar esa cartera) y sacó la primera parte del regalo de Elena. Una caja de “Zebra Cakes” para el almuerzo. Yulia había perdido un pedacito de su alma al comprarlos.

Elena jadeó como si Yulia hubiera sacado la corona real. Tomó la caja con entusiasmo y Yulia se rió mientras la abrazaba contra su pecho, fuertemente. Luego, le dio un beso en la frente.

—Estos me encantan. Gracias, osita —Yulia se echó hacia atrás y enderezó el cuello del abrigo de Elena con una sonrisa.

—Espera, Elena. No solo te compré una caja de comida chatarra. Hay algo más.

Elena la miró expectante, a segundos de morder un pastel de cebra. Yulia le detuvo la mano. Era ahora o nunca.

—Elena, antes de darte esto, quiero decirte algo. Y solo… solo concéntrate, ¿de acuerdo?—Los ojos de Elena se clavaron en los de Yulia con determinación.

Yulia sonrió y buscó las palabras que estaba segura, había poseído dos segundos antes. Realmente, no había forma de alargar esto… Bueno, sí la había, pero la mente de Yulia se había quedado en blanco, totalmente.

—Te amo, Elena — Dijo. No exactamente con calma, pero... con confianza. No le había llevado mucho tiempo darse cuenta, pero era cierto y estaba segura.

Elena era una especie de desastre, y ella quería ayudarla con sus problemas y estar ahí para todo lo demás.

Esperen. Ella no había dicho eso en voz alta, ¿verdad? Porque esos hermosos ojos color verdes solo la estaban mirando, y... Rayos, todo fue un sueño. Yulia estaba a segundos de arrojarse al recinto de los osos cuando se dio cuenta de que los ojos de Elena brillaban.

—No necesitas decir nada, ya sabes, confirmar nada, Elena — Se apresuró a decir —Y…y…yo quería darte esto. Es tu otro regalo.

Le tendió la caja a Elena, pero fue completamente ignorada. Los Zebra Cakes habían recibido una mejor acogida que esa.

Rayos, esos ojos perforaban su alma.

Yulia esperó a que Elena hablara. Era como esperar cien malditos años.

—¿Estás segura?— Elena finalmente preguntó. Yulia sonrió suavemente ante sus ojos cristalinos, mientras la arropaba una especie de alivio.

—Espera, eres Elena Katina, ¿verdad? Oh Dios, ¿se lo dije a la persona equivocada?— Yulia se rió entre dientes y le dio un codazo a la pelirroja en el hombro para tranquilizarla.

Elena todavía la estaba mirando. Su expresión no cambiaba.

—Yo también te amo, Yulia — Elena finalmente exhaló.

Dios, Yulia era una bola de nervios, aunque después de aquella confesión se sintió ligeramente victoriosa, de que en realidad había dado un paso en su relación, antes que Elena. Realmente, no tenía idea de lo que estaban haciendo sus sentimientos en este momento. Elena todavía la estaba mirando.

La pelinegra sintió que le estaban haciendo una radiografía, así que se inclinó y besó a la chica en los labios. Por arte de magia… Cariñosamente... Descuidadamente... Elena correspondió, y luego puso sus manos a cada lado de la cabeza de Yulia hasta que terminaron fundiéndose en un verdadero beso. Los pasteles de cebra cayeron al suelo.

Un minuto después, unas mujeres con cochecitos y niños llorones pasaron caminando, aclarándose la garganta con mucha astucia.

Yulia se apartó, se humedeció los labios y extrajo la mano del cabello cobrizo, feliz de ver a Elena sonriendo ahora. Simplemente lucia radiante. Le entregó la caja a Elena y se llevó las manos a las mejillas para refrescarse la cara. Estaba jodidamente en llamas.

Elena lo abrió y sacó un collar con dos dijes: un oso grande y un osito pequeño. De verdad, era una mamá osa y un cachorro, porque así lo llamaban en la joyería.

Elena tenía los ojos muy abiertos cuando volvió a mirar a Yulia.

—Yulia, esto es perfecto. ¡Me encanta!— Exclamó. Yulia sonrió, alcanzando el collar para poder abrocharlo alrededor del cuello de la pelirroja.

— ¿En serio? Porque eso fue lo que dijiste sobre los pasteles de cebra...—Elena parecía estar al borde de algún tipo de colapso, así que Yulia se inclinó hacia adelante, la abrazó durante un minuto.

Pasaron otras tres horas antes de que abandonaran la exhibición de osos polares. Los osos nunca despertaron.

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Mensaje por Volkatinale92 8/25/2020, 5:37 pm

🥰🥰😍 Awww me encantan estas dos!!

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Mensaje por VIVALENZ28 8/25/2020, 11:41 pm

Awww muero de amor ♥
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Mensaje por Fati20 8/26/2020, 1:23 am

Es la historia más tierna y hermosa de las chicas es tan lindo como se aman 😍😍
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/27/2020, 5:13 pm

Crying or Very sad Hola chicas, les dejo otro capítulo de esta historia y lamento no estas más al corriente pero el laburo me tiene un tanto ocupada. Espero sepan entender y que más adelante, actualizaré la otra historia.

Saludos! A leer...

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Capítulo 12: Alarma!! Alarma!!!



Los pies de Yulia la estaban matando. No sabía que podía caminar tanto en un zoológico de siete hectáreas. Bueno, tener que caminar con unas botas con sendos zancos, hacían que le sangraran los pies. Sin embargo, Elena seguía guiándola hacia los pingüinos y el leopardo de las nieves, por lo que Yulia mantenía una sonrisa genuina en su rostro y su mano entrelazada con la de su novia. Caminaría hasta que sus piernas cedieran. Realmente parecía inevitable, a este punto.

El sol se estaba poniendo cuando Elena finalmente se volvió hacia ella fuera del recinto del panda y le preguntó si estaba lista para ir a casa.

—Estoy lista si tú lo estás — Respondió débilmente, sonriéndole a Elena. La pelirroja asintió y Yulia le compró un oso polar de peluche al salir, al que llamaron Puffin.

— ¿Estás bien, Yulia?— Preguntó Lena, mirándola mientras comenzaban a caminar a casa.
Definitivamente no lo estaba.

Yulia estaba caminando como si estuviera borracha, con las botas, y Elena la sujetó con un brazo alrededor de los hombros.

—Me duelen los pies — Admitió, dejando de caminar. Se suponía que los zapatos no debían hacer que los dedos de los pies se sintieran rotos.

— ¿Quieres que te alce en caballito?— Lena preguntó preocupada y completamente seria, ya inclinándose un poco para que Yulia pudiera subirse a su espalda. La ojiazul se rió mientras negaba.

—No, no, cariño. Déjame quitarme los zapatos nada más — Dijo. Se inclinó, agarrándose del hombro de Elena para apoyarse. Finalmente sus pies estaban libres. Era como... era como nacer de nuevo. Simplemente, asombroso.

Yulia suspiró aliviada y comenzó a caminar por la acera con sus calcetines de lana color amarillo, con dibujitos de ovejas. Sonreía a la gente que caminaba en dirección opuesta. Elena la seguía, observando sus pies con atención.

—¿Te sientes mejor?— Preguntó la pelirroja —¿Quieres que tomemos un taxi?— Yulia tomó la mano de Elena y la balanceaba felizmente entre ellas.

—Mucho mejor — Aseguró. Elena asintió y se mordió el labio.

—Vamos a jugar un juego — Dijo después de caminar unas cuadras. Yulia la miró y arqueó las cejas. Empezaba a darse cuenta de que caminar tan lejos, arruinaría sus maravillosos calcetines.

Elena miró a su alrededor mientras caminaban, y luego hacia la acera.

—Bien, la calle es de lava muy ardiente. Tienes que permanecer en la acera y sobre las franjas blancas del paso peatonal, para mantenerte con vida.

Oh, mierda. Desafío aceptado. Yulia Volkova no sucumbiría ante la lava. Inmediatamente comenzó a balancearse a lo largo de la acera. Elena parecía sorprendida cuando la morena aceptó el desafío, pero sonrió emocionada y saltó frente a Yulia. La pelinegra le agarró la parte de atrás del cinturón de su abrigo para mantener el equilibrio y sonrió para sí misma cuando la pelirroja se inclinó hacia atrás distraídamente, para ofrecerle una mano en su lugar.

Yulia solo se soltó cuando sonó su teléfono, contestando los mensajes mientras cruzaba las franjas blancas en la calle, detrás de Elena.

Luka: ¿Vendrás a casa pronto?.. Creo que llegamos temprano… Y no creo que Oksana realmente sepa cómo hacer este pastel. ¿Elena se está divirtiendo? ¿Vendrás a rescatarme de esta gente, por favor?

Oksana: VOLKOVA, TU MALDITO PERRO ESTA JODIENDO MUCHO!!! ¿Y… cómo se precalienta el horno?

Anya: Yulia, Tubby atacó a tu cachorro y ahora no saldrá debajo de tu cama.

Yulia entrecerró los ojos mientras se balanceaba a lo largo de la acera y se preparaba para responder, a sus ridículos amigos que se suponía estaban en su apartamento haciendo un pastel para Elena. Al parecer y tal vez era probable que incendiaran la casa y mataran a sus perros.

Yulia: Luka, vamos en camino. Asegúrate de que Oksana no nos envenene, por favor. Si?
Oksana, mantente alejada de mis perros. Y es la perilla del extremo derecho.


Yulia se preguntaba si Anya quiso decir que con “Tubby” se estaba refiriendo a Volky, a Cornelius o así se le decía a su propio gato. Necesitaba aclarar los pronombres.

Trató de escribir una respuesta en su celular mientras se envolvía alrededor de un poste de luz como una stripper, logrando mantenerse sobre la acera. Sí, parecía una tonta, pero al menos no se estaba muriendo en la lava. Elena caminaba a grandes zancadas a través de unos arbustos y flores, algunos pasos delante de ella. Rayos.

Yulia: Anya, déjalo ahí abajo. Ya saldrá por su cuenta.

Oksana: Entendido. Ah, sí, y probé esa mierda vegana y vomité un poco, así que el estilo del pastel, será normal ¿De acuerdo?

Tuvo que hacer equilibrio para no caerse de la acera y meterse en el camino de un autobús que se aproximaba. Mierda. Acaso podían ser más inútiles?

Yulia: PERFECTO… SOLO ASEGÚRENSE DE QUE SEPA BIEN.

Oksana: DEJA DE GRITAR. Y duh! ¿Cómo usas tu licuadora?

Dios!!! No puede ser. Yulia, mantén la calma, gimió y luego sonrió cuando Elena miró por encima del hombro para ver si todavía la seguía. Sí, lo estaba haciendo.

Yulia: Independientemente de lo que planees hacer, no necesitas la licuadora. ESTAREMOS ALLÍ EN CINCO MINUTOS, SI NO NOS LLEGA UN AUTOBÚS. MANTEN EL GATO DE ANYA ALEJADO DE MIS PERROS.

Oksana: lol. No.

Yulia llegó a la puerta del edificio justo detrás de Elena, después de ejecutar algunas maniobras de brillante gimnasia para permanecer en la acera y en las rayas blancas. Estaba orgullosa de sí misma. Elena también parecía orgullosa, si el beso que le dio justo en frente del portero, era una indicación. Al menos hizo que toda frustración se desvaneciera.

Dejó de preguntarse por qué Oksana parecía tener tantos problemas con los electrodomésticos y se preocupó por sus calcetines arruinados, dejando que Elena la besara de nuevo.

—Te amo — Dijo la pelirroja con una sonrisa tímida, jugando con los puños del abrigo de Yulia.

—Yo también te amo, cariño — Dijo Yulia, permitiendo a Elena desabrocharse y abrocharse los puños —Y tengo otra sorpresa para ti — Normalmente, Yulia no le diría a las personas acerca de las fiestas sorpresas, obvio que no, pero... Elena no era normal… Y le temía a la gente... Y probablemente se arrojaría por la ventana de la sala para evitar cosas así.

—¿Qué es?— Preguntó la pelirroja, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura de Yulia y mirándola con mucha emoción. Yulia le apartó parte del cabello rojo de los ojos.

—Luka, Oksana, Vlad y Anya están en el apartamento — Yulia sintió que Elena se tensaba un poco —Pero te están haciendo un pastel y no se quedarán mucho tiempo, de acuerdo. Solo querían desearte, feliz cumpleaños — Elena se relajó un poco y asintió.

—Está bien. A mí... me gusta el pastel... Y ellos. Si ellos... se quisieran quedar más tiempo...—Yulia arqueó las cejas.

—¿No te importaría?

Elena negó con la cabeza vacilante. Yulia le sonrió y se inclinó para besarla en la mejilla.

—Un paso a la vez, hmm — Dijo en voz baja al oído de Elena.

Al salir del ascensor, Yulia se alegró de no haberse encontrado con nubes de humo en el pasillo. O gritos. O mascotas corriendo de aquí para allá. Todo estaba completamente en silencio.

Elena se ocultó un poco detrás de ella mientras entraban por la puerta principal, sorprendiéndose cuando nadie...

— ¡SORPRESA!— Anya gritó, saltando del armario del pasillo, golpeando a Yulia contra Elena. Incluso, aunque lo estaba esperando, su corazón se detuvo —¡Feliz cumpleaños, Elena!— Chilló la rubia de ojos azules.

Se deslizó alrededor de la morena para darle a Elena un abrazo rápido y fuerte, dando un paso atrás de pronto para que Elena pudiera tener su espacio. Yulia observaba todo mientras trataba de calmar la arritmia cardíaca, que le había dejado el grito de la rubia de ojos azules. Anya era una chica intuitiva, que sabía exactamente cómo tratar con la gente.

Luka salió tranquilamente con Cornelius en sus brazos, saludando a Yulia con un abrazo y a Elena con una brillante sonrisa. Luego le entregó el cachorro.

—Te extrañó, cumpleañera. Creo que Tubby, el gato de Anya, lo estaba atormentando. O quizás Tubby está enamorado de él, lo cual, no sé, si el romance entre especies homosexuales, esté destinado a funcionar, ¿verdad?

Probablemente no, pero era mejor que tener que reemplazar todo el cableado detrás del televisor cuando Volky hace unos meses, lo mordió por completo. Elena se agachó para frotar la barriga de Volky y dejó a Cornelius al mismo tiempo en el suelo. Yulia todavía se preguntaba si necesitaría ver a un cardiólogo.

Se las arregló para arrastrar a Elena a la sala de estar, donde Vlad la saludó con un movimiento de las manos y un “feliz cumpleaños”.

—Yulia, ¿dónde está el colorante para alimentos?— Oksana llamó desde la cocina.

La pelinegra se retorció en el sofá y entrecerró los ojos.

—Lo que sea que estés haciendo, no requiere colorante para alimentos — Respondió.

—No sabes qué diablos estoy haciendo, Volkova. Solo sé agradecida, porque te encantará. Dime dónde está el maldito colorante para alimentos— Yulia vio a Elena tirar de la banda elástica en su muñeca, y extendió la mano para quitársela suavemente.

—Oksana, deja de maldecir — gritó hacia la cocina. Elena juntó las manos sobre su regazo.

Normalmente, si Yulia le decía a Oksana que dejara de insultar, la rubia de ojos verdes encontraría una manera de usar una palabrota peor, cuando volviera hablar. Realmente era divertido, pero a Elena no le gustaba.

—Voy a preguntar una vez más, Volkova. ¿Dónde. Está. Tú. Colorante. Para. La. Comida?— Yulia suspiró exasperada y Elena la rodeó con un brazo.

—Despensa. Estante superior — La pelinegra escuchó algunas quejas salir de la cocina antes de que todo se quedara en silencio nuevamente. Excepto por los videos más divertidos del mundo, que daban en la televisión.

Vlad afirmaba, después de cada video, que le había sucedido exactamente lo mismo. Yulia no encontraba eso demasiado difícil de creer, especialmente cuando un hombre se puso un collar de perro y ladró intencionalmente para electrocutarse. Ella solo sonrió y escuchó como Elena reía contra su pecho.

Estaban viendo como Luka hacía que Volky bailara como uno de los perros del programa, cuando sonó la alarma de incendios. Ni siquiera el detector de humo, sino la alarma de incendio del edificio estaba sonando, como una maldita sirena de ataque aéreo. El primer pensamiento de Yulia fue que Oksana estaba incendiando algo, sin llegar a sorprenderse un poco.

La rubia de ojos verdes miró a través de la barra del desayuno hacia la sala de estar a todos con las manos en alto, totalmente inocentes. Yulia no veía humo, por lo que probablemente era alguien más en el edificio quien la activó, pero Dios, era ruidoso.

Elena estaba temblando un poco. Tenía las manos presionadas rudamente sobre sus oídos, como Vlad y Luka, pero sus ojos también estaban cerrados. Yulia frotaba su espalda con dulzura.

—¿Evacuamos?— le gritó a Vlad, porque Luka estaba demasiado ocupado tratando de escapar de la ira de un Tubby aterrorizado. Sus ojos nunca abandonaron el rostro de Elena. Nada como un ataque aéreo para darle vida a un cumpleaños. Vlad se encogió de hombros.

—Es tu apartamento— Gritó en respuesta.

Volky estaba tratando de arrojarse al regazo de Yulia. Elena comenzó a quejarse un poco, y la morena se puso de pie e hizo un gesto para que todos a su alrededor hicieran lo mismo. Anya salió de la cocina con una Oksana bastante enojada, tomó a Tubby de manos de Luka y se dirigió a la puerta. Vlad sujetó a Volky y Yulia sujetó a Cornelius para que Elena no tuviera que quitarse las manos de las orejas.

Rayos, Oksana estaba horneando un pastel en su cocina y alguien más fue quien activó la alarma de incendio. Ridículo.

Yulia mantuvo una mano firme en la parte baja de la espalda de Elena para guiarla por el pasillo, luego a las escaleras y después hacia el vestíbulo abarrotado de personas. Caray, Yulia nunca había visto a la mitad de estas personas antes. ¿Vivían todos realmente aquí? Quizás debería ser más observadora. Todos parecían estar tan cabreados como ella se sentía. Podrían ser a partir de entonces, mejores amigos.

La morena dejó a sus amigos en el edificio y guió a Elena hacia el aire fresco. Donde estaba más tranquilo y no se sentía como si estuvieran siendo bombardeados. Todavía sostenía al cachorro en un brazo, pero usó el otro para poner su mano sobre la de Elena, que todavía cubría sus oídos.

La pelirroja hizo contacto visual y Yulia asintió de forma tranquilizadora.

—Está bien — Articuló. Elena se apartó lentamente las manos de las orejas. Todavía podían escuchar la alarma de fondo, pero ya no estaba explotando en sus tímpanos.

Lena respiró profundo y Yulia se estiró y le revolvió el pelo. La pelirroja se agachó y se golpeó los muslos con las manos como si fueran tambores. Yulia le pasó a Cornelius con una pequeña sonrisa de complicidad y la chica lo tomó con entusiasmo, pasando sus manos por su pelaje negro una y otra vez.

—Bien — Dijo Yulia —Esto es…

—Esto es mucho peor que las tuberías — Espetó Elena, mirando hacia atrás a través de las puertas de vidrio al vestíbulo abarrotado.

Yulia se preguntó por qué ninguno se encontraba realmente evacuando. ¿Acaso eran idiotas? Tal vez no debería intentar ser la mejor amiga de ninguno de ellos. Si hubiera un incendio real, morirían todos juntos porque afuera estaba helando. Por otra parte, Yulia había contemplado ni siquiera salir del apartamento, así que… ¿quién realmente se tomaba en serio las alarmas de incendio?

—Sí, así es — Al final respondió simplemente. Elena sostuvo a Cornelius en una mano y envolvió su otro brazo alrededor de los hombros de Yulia, besándola en la cabeza. Yulia le sonrió.

—¿Mejor?— Elena asintió.

Yulia la tomó de la mano y comenzó a arrastrarla por la calle. Parecía estar pasando una cantidad excesiva de tiempo hoy caminando por las aceras solo usando sus calcetines, preguntándose, porque aun no se había cambiado las repugnantes ovejas todavía.

Elena simplemente la seguía, abrazando al cachorro contra su pecho y asegurándose de que Yulia no se interpusiera en el camino de los autobuses que se aproximaban. La morena no se detuvo hasta que llegaron a “Midnight Cupcakes”, una pastelería que estaba abierta... toda la noche. Se volvió y se inclinó para besar a Elena con dulzura, y luego la cabeza de Cornelius también.

—Espera aquí un segundo, ¿de acuerdo, Elena? No dejan entrar perros. Así que grita si necesitas algo.

Bueno, Yulia solo iba a estar como a cinco metros de distancia, pero solo para estar segura. Elena asintió y la pelinegra entró. El lugar estaba básicamente vacío, lo que tenía sentido porque en su mayoría hacían entregas. ¿Qué idiota saldría de su casa después de la medianoche para comprar cupcakes? Pssht!!! Yulia, por supuesto.

—Hola, ¿cómo podemos ayudarte?— preguntó una chica detrás del mostrador alegremente.
Yulia le sonrió.

—Hola. ¿Puedo pedir... un cupcake vegano de vainilla, con cobertura y relleno de fresa, y... uno normal de chocolate, con cobertura y relleno de mantequilla de maní, y ositos de goma encima? Ah, y una vela de cumpleaños en ese, por favor. Y uno de esos anillos de plástico.

La chica le sonrió y se dispuso a preparar la orden. Yulia miró por la ventana para ver a Elena sosteniendo a Cornelius con fuerza, acariciando su cara con su piel. Ella sonrió.

Los cupcakes estaban listos después de algunos minutos. Afuera estaba tranquilo y fresco cuando la morena comenzó a cantar tan pronto como salió por la puerta, sentándose en un banco junto a Lena, acercándose más a su novia en busca de calor.

Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños querida Leeeenaaa, feliz cumpleaños a ti.

Elena parecía sorprendida pero a la vez encantada y Yulia rió cuando sus ojos se iluminaron cuando vio a los ositos de goma, soplando la vela con entusiasmo. Yulia deslizó el anillo de plástico con un dibujo de Tigger, en la mano de la chica, y la pelirroja pasó un buen minuto sonriéndole.

Yulia mordió su propio cupcake y… Rayos!! Al parecer los ángeles batieron el glaseado de fresa. Elena parecía pensar lo mismo acerca de la mantequilla de maní, si su gemido no lo demostraba lo suficiente.

—Espero que hayas disfrutado tu cumpleaños, Elena — Dijo la morena con voz ronca, con el pastelito atorado en su garganta. En serio, era como comer algodón de azúcar. Necesitaba un galón de agua y algo de insulina para acompañarlo.

—Fue el mejor cumpleaños que he tenido — Dijo la pelirroja, completamente en serio, concentrada en su glaseado de mantequilla de maní. Yulia la vio tomar un poco en su dedo y dárselo a Cornelius. Dios, ¿alguna vez aprenderá? Elena notó que Yulia la vio y se sonrojó. La morena solo se rió inclinándose para besar la boca de Lena, llena de mantequilla de maní y fresa, que eran, de hecho... una combinación de sabores interesante.

Cuando regresaron a casa, el vestíbulo estaba vacío y el edificio todavía estaba en pie, así que, era una buena señal, ¿verdad? Ojalá todos sus vecinos hayan aprendido por las malas, lo que no deben hacer cuando suena la alarma de incendio.

El horno de Yulia no había sido destruido y todos sus perros, más Tubby, estaban vivos y coleando. Oh claro, y sus amigos, que estaban holgazaneando en su apartamento como si nada hubiera pasado.
Ella y Elena comieron aún más pastel, y solo tuvo que abrazar a Oksana cuando vio la figura de un león azul hecho de glaseado en la parte superior. Elena estaba emocionada, y también abrazó espontáneamente a Oksana, aunque no fue empujada con insultos como lo había hecho con Yulia. La pelirroja se comió el león entero y luego se acostó en el sofá gimiendo por sentirse mal hasta que todos se fueron y ella se fue a la cama.

Yulia se estaba metiendo debajo de las mantas cuando escuchó llamar a su puerta. Ella sonrió para sí misma.

—Entra, cariño — Dijo. Elena entró en la habitación con una mano en el estómago y un puchero en la cara, el osito Pooh colgando de su mano y Volky y Cornelius siguiéndola. Dios, se trajo a toda la maldita flota.

Yulia sonrió con simpatía y le hizo un gesto a Elena, y a todos los animales que la seguían como si fuera Noé, para que se metieran bajo las sábanas. Lena obedeció y se acurrucó junto a Yulia, murmurando adormilada, algo sobre su estómago adolorido y el pastel de leones.

La morena se preguntó brevemente por qué demonios habían dejado de dormir en la misma cama, si era perfecto. Literalmente no había ningún inconveniente, y Elena siempre olía a glaseado azucarado, y Volky roncaba como un helicóptero, y ella aún podía saborear la mantequilla de maní en sus labios.

***

Yulia Volkova estaba más que preparada... Para todo. Sabía qué hacer ante un incendio, un terremoto, incluso un maremoto que pudiera tomar a la ciudad por sorpresa, arrastrando a todos los residentes tontamente desprevenidos, al Atlántico. Dios, incluso estaba lista para un apocalipsis zombie. Sí, de hecho tenía uno de los viejos bates de béisbol de Vlad en su armario. No se burlarían de ella cuando fuera quien decapitara a los muertos vivientes y salvara los traseros de todos.

Yulia siempre llegaba temprano al trabajo, siempre era la que se quedaba más tiempo ensayando, y nunca nadie la pillaba desprevenida. Especialmente un psicólogo que tenía la salud mental de su novia, en sus manos.

Es por eso que la morena pasó toda la mañana del martes investigando sobre trastornos psicológicos, porque, JODER!!! Estaba segura de que poseía casi todos y cada uno de ellos. Luka incluso la había llamado SOCIÓPATA en la escuela secundaria.

“Una persona con una actitud / comportamiento extremadamente antisocial y falta de conciencia”. Falta de conciencia. Rayos.

Pero, no, Yulia tuvo que dejar de preguntarse tonterías acerca de ella y concentrarse en Elena. Por ejemplo, si Lena se convirtiera en una asesina psicópata, ella sería la que respondería preguntas como… ¿Lo viste venir? Con: —Ummm, no, pensé que le gustaban los perros y los ositos de goma.

Pero Elena era la criatura más inofensiva e inocente sobre la faz de la tierra, por lo que realizar investigaciones de homicidio no era una preocupación legítima en ella. Ella no quería, etiquetar a su novia con nada antes de que tuvieran su primera sesión, pero Lena había enumerado algunos trastornos en esa aquella cena semi-desastrosa, hace poco más de una semana, así que... comenzó leyendo acerca de los trastornos de ansiedad, y Jesus!! Había muchos.

Descartó el trastorno de ansiedad generalizada en su mente.

El trastorno de pánico y el trastorno de ansiedad social parecían más probables. Demonios, incluso con trastorno de estrés postraumático. Ella no sabía mucho sobre toda la mierda por la que había pasado Elena, en realidad estaba emocionada por la sesión de mañana, solo para aprender más sobre su novia.

Yulia estaba a punto de diagnosticar a Volky con esquizofrenia cuando Elena entró por la puerta. Cerró de golpe su computadora portátil con un pánico irracional. Sí, exactamente lo que haría un adicto al porno... Bueno, quizás la palabra “pornografía” probablemente ni siquiera existía en la mente de Elena. La pelirroja no parecía tener pensamientos pornográficos.

La chica se dejó caer junto a Yulia en el sofá, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos con cansancio. Yulia se inclinó y la besó, haciendo que Elena sonriera.

—¿Cansada?— Preguntó Yulia, pasando sus dedos por el pelo rojo y desgreñado. Elena tarareó.

—Dolor de cabeza— Yulia hizo un puchero con simpatía y apoyó la cabeza en el hombro de Lena, sin dejar de pasar los dedos por su nuca —Tuvimos que hacer un inventario hoy—Continuó Elena — Conté toda la comida, las medicinas y esas cosas... luego ponerlo en la computadora... y todos los precios, y...— Elena suspiró. Yulia ladeó la cabeza y besó la mandíbula de la chica —No me gusta esa parte — Elena terminó con el ceño fruncido.

—¿Porque es aburrido?— Preguntó Yulia. Elena arrugó la cara y negó levemente con la cabeza.

—Números —Ahh. Ahora Yulia lo entendía. Bueno, ¿por qué alguien querría jugar con números cuando podrían estar jugando con cachorros, verdad?

—Quizás deberías irte a la cama temprano esta noche, en lugar de venir a mi show —Sugirió la morena. Se sorprendió de lo rápido que Lena levantó la cabeza del sofá. Dios, no te rompas el cuello, mujer. Por su expresión facial, pensaría que acababa de pedirle que le cortara un brazo.

—No — Dijo con resolución, haciendo una mueca por el dolor que había causado su movimiento repentino. Yulia le frotó el cuello con dulzura —Por supuesto que voy a ir a tu espectáculo. Nunca me lo perdería.

Yulia sonrió ante la expresión decidida de Elena. Era agradable tener a alguien familiar en la audiencia todas las noches. Especialmente alguien a quien amas. Alguien que te admire… para aplaudirte en esas noches en las que crees que eres la persona más tonta del mundo.

Elena siempre estaba ahí con una sonrisa orgullosa, y Yulia no la iba a convencer de que hiciera otra cosa.

—¿Cómo te sientes con respecto a mañana?— Preguntó Yulia, apoyando la barbilla en el hombro de Elena de modo que su nariz se presionara contra la mejilla de la chica. Elena se encogió de hombros. La morena sonrió levemente, tocándole los labios — Palabras, por favor, cariño.

Elena abrió un ojo y la miró fijamente.

—Yo... — Dijo, luego se mordió el interior de la mejilla mientras pensaba — Estaré bien — Dijo suavemente. Bueno. Un poco menos entusiasta que Yulia, pero positiva. Eso era bueno.

La morena se movió para sentarse a horcajadas sobre el regazo de Elena, y esta la abrazó como un oso de peluche.

—¿Quieres algo de té?— Yulia preguntó en voz baja cerca de oído. Siempre funcionaba cuando le dolía la cabeza. Solo tenía que llenarse con cosas como azúcar y miel. Cosas como Elena.

—No — Murmuró la chica, con los ojos cerrados y enterrados en el cuello de Yulia.

—¿Aspirina?— Preguntó Yulia.

—No.

—¿Sopa?

—No.

—¿Lo que sobró del pastel con glaseado azul?— Yulia sonrió cuando preguntó esto. Ella ya conocía la respuesta. Elena se quedó en silencio por un momento.

—…Si — Dijo en voz baja, sin mover la cabeza ni abrir los ojos.

Yulia besó la oreja junto a su boca y se deslizó fuera del agarre de Elena para traerle un pastel a su novia.

Algunas personas nunca aprenden.

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Mensaje por VIVALENZ28 8/27/2020, 7:05 pm

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Mensaje por psichobitch2 8/27/2020, 10:27 pm

A titulo muy personal, amo cada capítulo de esta historia!
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 9/1/2020, 1:49 pm

Como amo esta historia!! Embarassed Embarassed Embarassed

Capítulo 13: Pequeños pasos.



La sala de espera del terapeuta era como estar bajo el mar. Definitivamente. Como la Sirenita.

Había una enorme pecera a lo largo de una pared, en la que los ojos de Elena estaban fijos, estaba llena de peces tropicales y cangrejos ermitaños. Las otras paredes eran de color azul claro y estaban decoradas con imágenes de olas del océano y animales marinos. Yulia definitivamente podía decir que era una sala de espera familiar, con una pila de juguetes en una de las esquinas, una madre y su bebé que habían ido al baño hace veinte minutos y aún no regresaban.

Tal vez debería conseguir que alguien los revise, con urgencia.

—Sra. Volkova, Sra. Katina, el Dr. Vyacheslav está listo para atenderlas ahora — Dijo la recepcionista con una sonrisa y un gesto hacia el pasillo que conducía a la oficina.

Yulia se puso de pie y vio a Elena apartar los ojos de la pecera. Sonrió porque los labios de Lena estaban verdes por el Ring Pop que le había comprado en el camino.

La pelinegra tomó la mano de Elena, aunque la tuviera helada, un poco húmeda y sudorosa por los nervios, y entraron juntas a la oficina. Yulia estaba sonriendo alegremente dándole una mirada sutil a la pelirroja. Elena parecía que estaba caminando por la cuerda floja.

—¡Hola Sra. Volkova! ¡Sra. Katina!— El médico saludó con una sonrisa. Sus ojos azules brillaron cuando les hizo un gesto para que tomaran asiento.

Bueno, al menos no parecía un matasanos y no era un viejo que casi estuviera a punto de fallecer, ni nada. Dios, hasta era más joven que ellas. Además, Yulia debía reconocer que su sala de espera era increíble.

—Soy el Dr. Vyacheslav, pero puedes llamarme Yakov. ¿Está bien si a ti te llamo Yulia y a ti Elena?— preguntó. Yulia asintió.

—¡Por supuesto! Es maravilloso conocerle — Miró a Elena para ver si respondía. Los ojos de la pelirroja estaban recorriendo todas las cosas que habían sobre el escritorio del doctor, cosas normales, como una grapadora y un enorme sujetapapeles, además de otras cosas, como una bola anti-estrés con una cara sonriente y un pulpo de peluche. Elena no respondió, simplemente extendió la mano distraídamente para tocar el juguete.

Yulia le sonrió con cariño. Yakov inclinó la cabeza y cruzó las manos sobre su escritorio.

—Muy bien, bueno, no soy el tipo de hombre al que le gusta andar por las ramas aquí, — comenzó Yakov —así que sigamos adelante y comencemos por conocernos. ¿De acuerdo? Por qué sentiste que la ayuda profesional era necesaria?

Yulia escuchaba atentamente mientras pensaba qué decir. Se alegraba de que el Dr. Vyacheslav no hubiera sacado un cuaderno de la nada y comenzara a escribir cosas. Eso es lo que su terapeuta en la escuela secundaria hacía, dejándole un complejo paranoico temporal.

Yakov se quedó allí sentado expectante. La pelinegra pensó que tendría que ser ella quien hablara, lo cual estaba totalmente bien porque a ella le gustaba hacerlo pero Elena solo se sentó en silencio con las manos en su regazo, con los ojos enfocados en el pulpo.

—Bueno... Yo…Elena y yo sentimos que necesitábamos a alguien con quien hablar. Un profesional, porque... — Rayos, ¿Cómo decir algo sin que Elena pareciera loca?

Yakov solo miraba pacientemente.

—El pasado de Elena es una especie de... — ¿Misterio encerrado en una bóveda que se abre cuando le dan dulces y Twinkies? — Ella no se siente realmente cómoda con la gente a su alrededor — Dijo, quedándose en silencio, frunciendo el ceño un poco mientras repetía su declaración vaga y discreta en su cabeza. El Dr. Vyacheslav asintió y miró a Elena.

—Está bien, entonces principalmente estás aquí por Elena — La morena asintió insegura —Y Yulia, ¿tú entraste porque Elena te quería aquí? ¿Es así?— Preguntó Yakov.

Yulia asintió de nuevo. Además, probablemente ella misma podría necesitar ayuda profesional. Por lo que le han dicho.

—Entonces, tendremos que hacerte hablar, ¿no es así, Elena?— Yakov dijo con una sonrisa. Elena miró a Yulia con nerviosismo, y la ojiazul tomó una de las manos de su regazo, frotándola con el pulgar para tranquilizarla.

—Mi hijo me trajo eso — Yakov comentó, señalando al peluche. Lo recogió y se lo tendió a la pelirroja —Tiene seis años. Y lo llamó Pussy antes de que mi esposa cambiara de opinión— Yulia resopló y Elena se sonrojó y aceptó el pulpo con vacilación —Se lo cambió a Henry. No tengo ni idea de por qué. Pero ahora Henry es amigo de algunos de mis pacientes más jóvenes. Los hace sonreír — Yakov continuó. De acuerdo, a Yulia le gustaba este chico. Y a Henry. Definitivamente le agradaba Henry.

Elena sentó el pulpo en su regazo, girando los tentáculos alrededor de uno de sus dedos de su mano libre, con los ojos fijos en el cuello del Dr. Vyacheslav.

—Ayudaría si pudieras contarme un poco de tu historia con la terapia, Elena. ¿Con qué frecuencia has visto algún otro terapeuta y que te ha dicho? — Yulia se mordió la lengua. Quería saltar y llenar el silencio para que Elena no tuviera que hacerlo, pero esperó. Apretó la mano húmeda de la pelirroja mientras esta tomaba toda su fuerza de voluntad. Lena tragó audiblemente y abrió la boca durante unos segundos antes de decir algo.

—No me gusta hablar con la gente— Dijo en voz baja. Yakov se inclinó sobre el escritorio para escucharla y luego asintió amablemente.

—Comprensible — Comentó.

—Mi primer... terapeuta... sólo lo vi dos veces. Dijo... dijo que podría tener, ahmm, Asperger, pero dejé de hablar con él... así que no fue algo... definitivo.

Dios, Yulia estaba a punto de morderse el labio con lo mucho que quería ayudar a Elena con su explicación.

—La última vez, mi tía me…me…me hizo ver a un psico… psico…psicólogo, y él, ahmm — Elena comenzó a tartamudear y Yulia extendió su mano libre para apoyarla sobre la rodilla de Elena.

—Más lento, cariño — Le susurró. El doctor las miró con una pequeña sonrisa, pero permaneció en silencio para que Elena pudiera terminar.

—Mi tía básicamente le dio…le dio una lista de lo que pensaba que estaba…estaba… mal conmigo. Y él simplemente, ahmm… estuvo de acuerdo con la mayoría de ellos. Supongo — Lena frunció el ceño. Yulia también frunció el ceño. ¿Qué mierda? Yakov miró a Elena con calma.

—¿Qué había en esta lista?— preguntó.

Elena suspiró, y pasaron algunos minutos antes de que respondiera. Yulia esperaba que la lista no fuera tan larga.

—TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), Esquizoide, Retraso en el desarrollo. TEPT (trastorno de estrés postraumático), Ansiedad social, Dislexia — Dios. Yulia soltó la rodilla de Elena y movió su mano hacia arriba para frotar la parte posterior del cuello de la pelirroja. Yakov sonreía un poco cuando habló.

—Bueno Elena, todos esos son trastornos conflictivos. Te aseguro que no los tienes todos. Nadie los tiene, todos. De hecho, vamos a decir que no tienes ninguno de ellos, hasta que no pueda diagnosticarte alguno. Será una especie de decisión definitiva, ¿de acuerdo?

Los ojos de Elena estaban muy abiertos mientras asentía lentamente. Yulia sonrió para sí misma; definitivamente aprobaba a Yakov, hasta que el doctor se volvió hacia ella y le pidió que describiera a Elena. Allí se congeló. Dios, podría describir a Elena todo el día, pero se vería como una pervertida o una tonta si intentara hacerlo en la oficina de un terapeuta. Bueno, probablemente se vería como una tonta en cualquier lugar, así que... Elena le apretó la mano y Yulia sonrió mirando hacia sus verdigrises ojos.

—Tiene ojos felices — Dijo, y luego arrugó la cara ¿Qué carajo acaba de salir de su boca? Dios!! Tranquilízate, Yulia. Elena estaba de un rojo brillante mientras le sonreía —Quiero decir, sus ojos son brillantes y me dan ganas de jugar — De verdad, Yulia? Va a parecer que estás describiendo a un niño pequeño. Concéntrate —Ehm… Es la persona más dulce y amable que he conocido. Además, es hermosa— Eso estaba mejor. La cara de Elena parecía a punto de estallar en llamas, y Yulia le tocó la cálida mejilla, con una sonrisa —Tiene un corazón maravilloso e inocente, y cree en todas las cosas buenas del mundo. Su imaginación es simplemente una locura, ama a los animales y les da comida chatarra hasta que se enferman...

Yakov rió un poco y Elena negó con la cabeza con timidez.

—Y me alegro de que me lleve a las nubes con ella y me dan ganas de besarla ahora mismo— La morena no sabía si eso iba en contra de algún tipo de regla no escrita, pero Yakov arqueó las cejas e hizo un gesto que decía ¡adelante, hazlo!

Yulia se inclinó sobre su silla y acercó la cabeza de Elena agarrándola por las mejillas sonrojadas. Elena se rió un poco cuando los labios de Yulia se deslizaron sobre los de ella, luego se apartó y se recompuso con indiferencia antes de mirar a Yakov expectante. ¿Qué sigue? Yakov se reclinó en su silla y miró a Elena.

— Ahora es tu turno, Elena. Descríbeme a Yulia.

Bueno, Elena no se veía tan paralizada y tonta como Yulia. Ella más bien parecía emocionada.

Yulia estaba un poco tensa. Pedirle a la gente que la describiera siempre terminaba en llanto, sobre todo porque la gente simplemente no podía manejar su talento y lo convertían en ataques de celos.

—Yulia es la mejor. Es hermosa, pequeña y perfecta para mí, y su perro es mi segundo mejor amigo— Los ojos de Elena estaban brillantes mientras se mecía un poco en su silla —Y ella, ehmm, tiene la... la voz más maravillosa que jamás haya escuchado, y...

—Ve más despacio, Elena — Yakov pidió con una sonrisa —Apenas si puedo entenderte — Yulia rió entre dientes y articuló con sus labios “palabras” hacia Elena. La pecosa asintió y respiró hondo, palmeando al pulpo en su regazo.

—Es muy talentosa y tiene los ojos más bellos de todos los tiempos, y a veces me pierdo en ellos— Yulia resopló, pero decidió ahogarse en un charco de su propia baba. Nunca antes le habían dicho que tenía los “ojos más bellos”. Elena se puso seria un poco —Ella me escucha cuando más nadie lo hace y nunca ha sido mala con nadie, y no le gustan las personas que son malas conmigo... y la amo — Elena terminó en silencio.

Yulia todavía estaba procesando aquellas palabras mientras trataba de no llorar cuando Elena la atrajo hacia un abrazo sorpresa a través de sus sillas. Yakov las miró cálidamente y luego hizo que Yulia hablara sobre cómo terminó en Moscú y Elena habló sobre su trabajo en el refugio de animales. Después de otra media hora miró el reloj de la pared y juntó las manos sobre el escritorio.

—Está bien, Yulia, Elena, nuestro tiempo se acabó, pero realmente me gustaría que regresaran. Siento que hay mucho en lo que podemos trabajar aquí. ¿Estarías interesada en eso?— Yulia asintió de inmediato y Elena la secundó, con un poco menos de entusiasmo. Yakov sonrió —Muy bien. Bueno, nuestro plan será hablar algunas cosas de ti, Elena para entender por qué te sientes, actúas y reaccionas de la manera en que lo haces, y tal vez para hacerte sentir más cómoda con la gente. Simplemente no queremos que te vuelvas dependiente de Yulia. ¿De acuerdo?

Yulia vaciló un poco.

—¿Crees que ella depende de mí?— Yakov negó con la cabeza de inmediato.

—Realmente no puedo determinar eso todavía, pero, por lo que he visto, eres buena para ella, ayudándola a expandirse un poco más. Es exactamente lo que necesitas hacer, Elena, para evitar esa dependencia.

Elena parecía un poco nerviosa. Dio unos golpecitos con los dedos en el reposabrazos hasta que Yulia detuvo su mano.

—No estoy diciendo que te conviertas en una chica muy social y parlanchina, Elena. Tal vez solo encuentres otras cosas o personas a las que dedicarles tiempo o en las que también te puedas preocupar.

Elena asintió lentamente y sonrió con cautela cuando Yakov les brindó una sonrisa de despedida. Le entregó el pulpo y este con un guiño se puso de pie viéndolas salir de la habitación.

Lena se distrajo con el pez durante unos segundos más, mientras la morena se preguntaba mentalmente si esa mujer y su hijo habían salido del baño alguna vez.

Yulia se sorprendió de que la terapia no hubiera terminado en lágrimas ni hubiera salido terriblemente mal. En realidad, estaba un poco emocionada, luego se emocionó mucho más cuando Elena le compró un helado camino a casa.

***

Un par de días después, Volkova llegó a la conclusión de que Cornelius era una mente maestra muy malvada, que hacía cosas como masticar las tuberías debajo del fregadero hasta que se partían, solo por placer.

Parecía una loca!!

Había logrado detener el flujo de agua básicamente, envolviendo cada toalla que poseía mientras se encontraba chapoteando en el agua, en el piso de la cocina, gritando obscenidades al azar en dirección al cachorro. Todo mientras trataba de sofocar su miedo irracional de que el piso se derrumbara y ella fuera aplastada bajo el edificio de su apartamento.

Había llamado al chico de mantenimiento hace cuatro malditas horas, y se emocionó cuando la puerta principal se abrió, solo para descubrir que era Elena, con las manos detrás de la espalda, obviamente escondiendo algo y tratando de parecer indiferente al respecto. Elena no la había notado aun, y la morena vio a su novia cruzar la entrada pasando hacia la sala de estar.

Yulia sonrió a pesar de sí misma mientras la pelirroja caminaba de puntillas, negando con la cabeza muy sonriente y expresión de suficiencia en su rostro que decía que creía que la chica se estaba saliendo con la suya.

—Elena — Dijo Yulia, tratando de parecer seria, viendo el cabello rojizo ondeando y los ojos color verdes abiertos por la sorpresa. Sí, definitivamente parecía culpable. Yulia entrecerró los ojos —¿Qué haces? ¿Has roto algo?— Porque realmente no puede ser peor que la situación del fregadero.

Elena se resistió y se quedó en la sala de estar mirando a Yulia. Parecía estar en conflicto. Yulia observó cómo su mandíbula subía y bajaba varias veces mientras salía de la cocina y se dirigía hacia su novia.

Lena dio un paso atrás y negó con la cabeza. Yulia se detuvo.

—¿Estás bien, cariño?— Elena asintió en silencio y la morena la miró por un momento —¿Qué tienes detrás de tu espalda?— Preguntó arqueando las cejas cuando determinó que, Elena no estaba molesta o ansiosa, solo… escondiendo algo.

La pelirroja se mordió el labio y vacilante sacó una caja de zapatos detrás de su espalda. Con agujeros.

Mierda. Otro animal.

—Elena — Yulia suspiró, acercándose para ver la caja —¿Qué es eso?— Elena tragó y miró a Yulia con atención.

—Un gatito — Dijo en voz baja, retirando lentamente la tapa de la caja y revelando al pequeño y peludo animal. Dios, era color naranja.

El primer pensamiento de Yulia fue que era la cosa más adorable que jamás había visto pero luego recordó la inundación que tenía en la cocina en ese momento, y miró a Elena seriamente.

—¿Qué estás haciendo con eso?— Preguntó.

Elena abrió la boca por un segundo antes de decir algo. Miró hacia la caja y golpeó suavemente la diminuta cabeza naranja.

—Ella quedó huérfana... y es ciega de un ojo — Explicó en voz baja, volviendo a la mirada de Yulia.

Perfecto. Un adorable gatito medio ciego, huérfano. ¿Cómo diablos alguien podría decir que no a eso sin parecer un idiota sin corazón? Elena continuó hablando mientras Yulia la miraba.

—El Dr. Vyacheslav dijo…dijo que debería tener, ehmm, otros intereses, supongo, ¿no? Como cosas a las que dedicar mi tiempo, así que...— Elena se calló y miró al gatito. Yulia le sonrió suavemente.

—¿Así que trajiste un gatito a casa?— Elena asintió. Dios, ¿estaba inflando las mejillas a propósito, o el universo simplemente tenía la misión de rodear a Yulia con las cosas más lindas jamás creadas?

Yulia frunció el ceño. A ver, ¿por qué Elena había estado cruzando la sala como ninja, sin hacer ruido?

—¿Ibas a mantenerla en tu habitación? O…— Se calló, arqueando una ceja divertida.

—No te gusta Cornelius — Soltó la pelirroja y luego negó con la cabeza. Yulia se estiró distraídamente y acarició su cabello cobrizo hacia atrás —Así que pensé que no... que nadie la quiere porque es ciega.

—Elena, Cornelius es malvado, pero aun así lo amo. Además, no creo que otra mascota sea de lo que el Dr. Vyacheslav estaba hablando cuando dijo que buscaras más intereses— La cara de Elena se cayó y rompió el contacto visual para mirar al gatito dormido.

—Pero… — dijo Yulia enfáticamente, agachándose hasta que Elena la miró a los ojos de nuevo —probablemente ya la hayas nombrado, ¿verdad?

—Jelly Bean— Dijo Elena en voz baja. Una gominola de color naranja brillante.

Yulia se mordió el costado de la boca para evitar estallar en carcajadas. De verdad, ese era un nombre perfecto para Elena. En este punto, se había resignado al hecho de que, sí, tendrían otro puto animal en la casa.

Dios, para fin de año tendría un zoológico. Hordas durmiendo en la cama de Elena y masticando sus tuberías. Yulia vio que los ojos de Elena comenzaban a brillar y se apresuró a evitar que llorara.

—Creo que deberíamos quedarnos con ella — Dijo Yulia. Probablemente fue un poco más entusiasta de lo que estaba imaginando, pero en fin.

Elena la miró esperanzada y Yulia sonrió suavemente.

—Amas a los animales y yo te amo, así que creo que deberíamos quedarnos con ella.

Elena sonrió e hizo un movimiento para dejar la caja sobre el sofá y poder abrazar a Yulia, pero esta la detuvo.

—Pero, — proclamó. La pelirroja se centró en Yulia con determinación. La morena se sentía excesivamente poderosa en este momento. Probablemente podría conseguir que Elena hiciera lo que quisiera. Todo lo que podía pensar era desafiar a su novia a beber una botella de salsa de tomate. Elena estaría bien y ella seguramente vomitaría, así que siguió con el pensamiento que tenía entre manos —Si de verdad quieres dar algunos pasos y escuchar lo que dijo Yakov, creo que podemos empezar esta noche con el plomero... que llegará tal vez como en siete horas, pero... ¿Qué piensas?

Elena se mordió el interior de la mejilla y Yulia levantó una mano y la tocó para evitar que hiciera eso.

—¿Qué quieres decir?— Elena finalmente preguntó.

—Solo… trata de hablar con el plomero — Yulia dijo simplemente —Me relajaré en la sala de estar y tú, ya sabes, interactuarás con él. Salúdalo, dile lo que hay que hacer...

En realidad, la morena no había tratado con ningún plomero antes. Esperaba que fueran buenas personas. Parecían ser honestos y trabajadores.

La pelirroja se balanceó sobre sus talones y miró al gatito con nostalgia. Yulia sonrió. Sabía que un animal vencería los nervios de Elena.

—Bueno — Dijo Elena en voz baja —Puedo hacer eso.

—Sé que tu puedes — Aseguró Yulia, tomando la caja de zapatos y colocándola en el suelo para que Volky pudiera observar a su otro nuevo amigo.

Se inclinó y besó a Elena, quien la rodeó con los brazos con fuerza.

Yulia pasó sus dedos por el cabello de Elena, y Elena cerró los ojos dejándose llevar por las caricias. Un golpe en la puerta las interrumpió. Ahora el chico de mantenimiento decidía aparecer.

La morena se echó hacia atrás y alborotó el cabello de Elena de manera alentadora, antes de ir al sofá y dejarse caer con Jelly Bean en su regazo. La pelirroja se veía nerviosa, acercándose a la puerta y la abrió, dándole una última mirada a Yulia.

—Oigan, ¿tienen una fuga?— Preguntó el chico de mantenimiento, levantando una caja de herramientas. Parecía aburrido.

No es una fuga, es un maldito lago que hay en la cocina. Gracias a estos jodidos animales que se multiplican todos los días.

Elena asintió con la cabeza, con los ojos fijos en los botones de la camisa del chico. Ella no dijo nada, solo le hizo un gesto para que entrara y la siguiera. Yulia la miró y articuló con sus labios hacia ella “palabras” con una sonrisa tranquilizadora. Levantó al gatito para darle ánimos. Elena sonrió apretando los labios.

—Umm, está debajo del fregadero. Uno de nuestros…nuestros perros mordió una grieta en la... en la tubería... y simplemente se rompió. Supongo — Explicó Elena, haciendo girar la goma alrededor de su muñeca.

El tipo asintió fácilmente y atravesó los charcos hasta el fregadero. Elena se sentó en el mostrador y se metió ositos de goma en la boca mientras Yulia la miraba. El plomero simplemente reemplazó la tubería mientras Cornelius lo acechaba desde el pasillo todo el tiempo. Yulia pensó que estaba planeando la mejor manera de destruir la siguiente.

—Gracias — Dijo Elena, mientras acompañaba al plomero hacia la puerta —Me gusta tu sombrero — Añadió en voz baja antes de que la puerta se cerrara.

Yulia miró hacia el hombre y vio que tenía un león en su gorra. Un león de algún equipo deportivo. La morena sonrió para sí misma. Elena probablemente ni se dio cuenta de que era un equipo de béisbol.

—¡Ves, no estuvo tan mal!— Yulia dijo mientras Elena se sentaba a su lado y tomaba a Jelly en su regazo. Volky saltó junto a ellas y el demonio de Cornelius lo siguió —Lo hiciste maravillosamente, Elena — Dijo, apoyando la cabeza en el hombro de la chica. Elena se sonrojó.

—Yo no hice nada— Yulia sonrió cuando sintió un beso en su sien.

—Pasos de bebé, osita grande.

Jelly se dio la vuelta y Elena sonrió alegremente. La ojiazul frotó la barriga del gatito y luego frotó el vientre esponjoso de Cornelius, luego la barriga de Elena, solo para hacerla reír.

Dios, simplemente no podía dejar de vivir sin estas cosas a su alrededor.

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Mensaje por Volkatinale92 9/1/2020, 2:43 pm

Son un amor, me encantan 😍

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Mensaje por Fati20 9/1/2020, 2:46 pm

Si como no amarla locamente si es la historia más tierna y hermosa. Lena es una ternura y julia es un amor 😍😍😍😍
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 9/3/2020, 5:17 pm

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Capítulo 14: Aleluya!



Elena tenía los ojos muy cristalinos, junto a una especie de sonrisa aterrorizada en su rostro, aunque trataba de ocultarlo obviamente, mientras tomaba bocados de carne con picante que Yulia había preparado.

Las lágrimas estaban a punto de empezar a rodar por sus mejillas, pero seguía comiendo. Eso sí que era amor verdadero.

La pelinegra también había tomado un bocado de carne y casi lo vomitó en el fregadero. Estaba comiendo pan y leche, ahora que su esófago estaba dañado permanentemente. Elena, aparentemente se negaba a reconocer que el chile era algo tolerantemente picante, y seguía comiendo.

Yulia hizo una mueca cuando Lena empezó a sollozar. Sus ojos se veían rojos y parecía un poco sudorosa. Jesús!!! ¿Qué era lo que había fallado con esa receta?

—Cariño, solo deja de comer — Suplicó la morena, estirando la mano para evitar que la cuchara de Elena se hundiera de nuevo en el plato —Algo salió mal. Te vas a enfermar.

Elena negaba vigorosamente, soltando un respiro profundo. Bueno, al menos sus pulmones seguían funcionando. Seguramente sus otros órganos no durarían mucho más.

—No, está bien — Insistió la pelirroja, aunque no podía ocultar su mirada asustada decidió probar otro bocado.

Yulia suspiró mientras reía, apartando el plato frente a Lena, para tirarlo por el fregadero. Mejor debería tirarlo en la basura. Probablemente si arrojaba aquello en el lavabo, provocaría la desintegración de las tuberías del fregadero y tendrían que volver a llamar al fontanero.

—Oye… — Elena protestó débilmente. Parecía aturdida, como si no supiera lo que estaba pasando. Yulia puso un vaso de leche con chocolate frente a ella y le tocó la frente con una mano fría. Dios, estaba en llamas.

Yulia había encendido a su novia. Literalmente.

Vio a Elena renunciar rápidamente de disfrutar la comida, tomándose la leche mientras apoyaba la cabeza en la mesa con cansancio.

—Te lo dije, no tenías que comértelo, cariño — Dijo, acercándose más y frotando la espalda de Elena lentamente.

Elena gimió contra la mesa, aun con la cabeza enterrada en sus brazos.

—Sabía bien. Y tenía hambre. Y dijiste que había…había galletas de postre... Ahora me duele el estómago.

Yulia puso los ojos en blanco, pero siguió frotando su espalda. Ella le había dicho una y otra vez que dejara de comer la carne, pero Elena simplemente es un poco terca y no quería acceder. Aparentemente, su estómago de hierro le había hecho creer que podía con aquella comida.

Incluso Volky ni se acercaría a esa olla repleta de lava, literalmente.

Elena se enderezó de repente y miró a Yulia con expresión de dolor. La morena conocía esa mirada. Desafortunadamente.

—¿Vas a vomitar?— preguntó rápidamente.

Elena ya estaba de pie cuando asintió, y Yulia la siguió apresuradamente al baño, justo a tiempo para apartar el cabello rojizo de la cara de Elena.

El rostro de la pelinegra mientras veía vomitar a Lena, era épico. Rayos, Elena probablemente se sentía como un dragón en este momento. Lanzando llamas.

La pelirroja vaciaba su estómago mientras Yulia le frotaba la espalda, concentrándose en la cortina de la ducha de dibujos animados de Elena… Eso es un pez payaso. Eso es un delfín. Ese es el sonido de los vómitos. Eso es un caballito de mar. Ese es el olor del ácido del estómago.

Joder!!! Yulia estuvo a segundos de vomitar también cuando Elena finalmente se detuvo y se desplomó en el suelo, respirando con dificultad. La pelinegra recuperó el control de su propio estómago por pura determinación y apartó el cabello de la cara de Elena con una sonrisa comprensiva.

—¿Mejor?— preguntó, levantándose para mojar una toalla y entregársela a la chica. La pelirroja arrugó la cara. Obviamente no se sentía mejor. El fuego tardaría un poco más en disiparse.

—¿Puedo comer mis galletas ahora?— Preguntó patéticamente, mientras Yulia la levantaba y la escoltaba hasta el sofá de la sala. ¿Ok, Lena hablaba en serio?

—No, Elena, eso es ridículo. Tu estómago está revuelto y necesitas dejar que se sane — Yulia acomodó a Elena para que su cabeza descansara en su regazo mientras encendía la televisión. La pelirroja se dio vuelta para verlo cuando escuchó que mencionaban caballos en Animal Planet.

—Me envenenaste — Murmuró Elena —Solo así, podrás quedarte con todas las galletas —
La morena se preguntó si Elena sabía lo que estaba diciendo, pero resopló de todos modos.

—Elena, eres el monstruo de las galletas. No yo — La ojiazul pasó sus manos por el cabello de su novia suavemente, sacando los perpetuos enredos.

Realmente ambas eran amantes de las galletas pero Yulia solo se estaba aprovechando del hecho de que Elena obviamente no estaba en un estado de ánimo para llegar a una discusión en este momento.

—No me gusta el picante — Dijo Elena en voz baja sobre el muslo de Yulia — Ni la ensalada de huevo…. Solo… Me gustan los tomates. Y las galletas.

Yulia trató de no reírse demasiado. ¿De qué diablos estaba hablando?

—También me enfermé la última vez que comí ensalada de huevo — Elena continuó, dejando caer un brazo frente al sofá, para acariciar a Cornelius — Mi tía me la hizo y tenía cebollas — hizo una pausa por un momento —No me gustan las cebollas — Añadió.

Yulia asintió para sí misma.

—Sé que no, cariño.

—Vomité en la sala de estar... Y ella no estaba en casa, así que tuve que limpiarlo... Fue asqueroso—Yulia asintió de nuevo. Terminaría vomitando en la sala de estar ella también, si Elena no dejaba de hablar acerca de vómitos.

—Ve a dormir, cariño — Ella le susurró —Necesitamos que te sientas mejor para nuestra sesión de mañana por la mañana —Elena suspiró profundamente y señaló vagamente en dirección a la televisión.

—También quiero ese —Yulia sonrió cuando vio al caballo en la televisión. Definitivamente, eso no iba a suceder pronto. Ya tenían tres animales, y ella solo estaba completamente segura de la ubicación de uno de ellos.

Ojalá no se hubieran comido el picante que sobró. Entonces solo se reducirían a dos.

***

—Está bien, Elena, vamos a jugar un juego — Dijo el Dr. Vyacheslav, inclinándose hacia adelante para que sus codos descansaran sobre su escritorio. Elena se incorporó en donde había estado desplomada en su silla y lo miró con ojos muy brillantes —Bueno, es más que nada un ejercicio — Yakov sonrió cuando vio la cara de Elena entristecer un poco —Pero tengo un recipiente de galletas que hizo mi esposa, que les daré a ti y a Yulia si hacen lo mejor que pueden.

Yulia rió entre dientes ante la expresión decidida de Elena. Sí, había entendido el juego.

—Hoy nos enfocaremos en el contacto visual y el hablar suave, ¿de acuerdo? Voy a darte un pequeño truco para ayudarte cuando hables con extraños, y luego traeré a mi recepcionista e intentarlo.

Elena se mordió el labio, pero asintió. Yulia la miró con orgullo. Algunas personas podrían llamar esto una pérdida de tiempo, pero la pelirroja realmente estaba tratando de mejorar sus habilidades sociales. Además, nada de lo que tuviera galletas como recompensa era una pérdida de tiempo. Nada.

Yakov se volvió y dirigió una pregunta a Yulia.

—Elena no tiene ningún problema en mirarte a los ojos, Yulia. ¿Por qué crees que es así? ¿Por qué es tan difícil para ella mantener el contacto visual con los demás?

Dios, Yulia no lo sabía. Al menos desde ese punto de vista. Sabía por qué miraba a los ojos de Elena, porque eran como brillantes faros de interminable felicidad y no podía apartar su mirada de sus verdigrises pupilas. Podía ver lo que Elena estaba sintiendo, a través de sus ojos.

—Amo a Yulia. Amo sus ojos — Soltó la pelirroja, mientras Yulia pensaba profundamente. Yakov miró a Elena.

—Pero a mí no me amas, y estás empezando a mantener un poco el contacto visual conmigo también— Elena frunció el ceño y miró al pulpo sobre su regazo.

—Creo que es... confianza — Intervino Yulia —Le toma tiempo confiar en la gente, pero luego nos muestra esos hermosos ojos y ...— Lena se sonrojó y asintió con la cabeza.

—No, siento que la gente está, ummm, mirando dentro de mi... ¿alma? Supongo. Como si pudieran ver...

—Todo — Yakov respondió. Elena jugueteó con un tentáculo del peluche —Bueno — Continuó el Dr. Vyacheslav — ¿Qué tal ese pequeño tartamudeo que aparece cuando estás emocionada o nerviosa? Siento que eres incapaz de mentir, Elena, o mantener las cosas adentro. Todo, incluidos esos pequeños tics nerviosos, simplemente se exteriorizan automáticamente. ¿Ves?

Elena miró a Yulia insegura y la morena tomó su mano. De hecho, estuvo completamente de acuerdo con lo que había dicho Yakov, pero esperó a ver qué diría Elena.

Elena era una bola gigante de honestidad inadvertida.

—Um... no miento. Eso es... malo.

Yulia sonrió y levantó la mano de Elena para besarla. Sí. Mentir era cruel. Elena tenía toda la razón.

—Es cierto — Yakov estuvo de acuerdo con una sonrisa, volviéndose hacia la otra chica —Yulia, ¿qué crees que pasa por la cabeza de Elena cuando sus palabras caen una sobre la otra?

Esta vez, Yulia si tenía una respuesta para esa pregunta. Sabía exactamente lo que pasaba por la cabeza de Elena, y le sonrió antes de responder.

—Cuando está emocionada, tartamudea porque tiene tanto que decir que no puede decirlo lo suficientemente rápido— Yulia conocía el sentimiento. Ella también había estado muy nerviosa, pero había aprendido a contenerse mucho, por lo que parecía menos psicótica —Y luego, cuando está nerviosa, pienso que, ella intenta expresar lo que quiere decir lo más rápido que pueda, así, como si estuviera... hablando menos. Supongo — Miró al médico insegura. ¿Eso tenía algún sentido?

—Creo que le pegaste justo en la cabeza, Yulia — Yakov dijo —Ahora, Elena, tengo un truco que les doy a todos mis pacientes que lidian con la ansiedad en situaciones sociales — Elena se enderezó y escuchó con atención —Queremos que pienses en imágenes, lo que creo que ya haces. Mantén el contacto visual, pero no te enfoques en lo que estás viendo. Concéntrate en lo que estás diciendo e imagina eso en su lugar. Creo que en tu caso, podría ayudar a ralentizar tu discurso cuando te dejes llevar un poco — Elena se quedó callada por un segundo.

—Pensar en imágenes —Declaró. Yakov asintió.

—Piensa en imágenes. Para ti, tal vez animales. Libros... ¿Estás lista para intentarlo?—Yulia sonrió cuando Elena se volvió para mirarla y luego la pelirroja asintió resueltamente.

—Sí. Puedo hacerlo.

El Dr. Vyacheslav salió de la habitación y Yulia se inclinó sobre el espacio entre las sillas para despeinar el cabello de Elena, riendo cuando esta le apartó la mano.

Cuando Yakov regresó con Masha, la secretaria, ella y Elena se trasladaron al sofá, y Yakov tomó el asiento ahora vacío junto a Yulia. Masha saludó a Elena cálidamente y la pecosa le dedicó una tímida sonrisa.


Yulia vio los ojos de Elena parpadear repetidamente viajando desde los ojos de Masha hasta su cuello. Esa tenía que ser la forma más incómoda de tener una conversación. Seriamente. La morocha no podía pensar en una situación más incómoda en este momento.

Yakov simplemente se sentó allí, cruzando las piernas con indiferencia y mirando expectante a las dos mujeres en el sofá.

Yulia casi se pone a cantar. Todo estaba tan jodidamente silencioso.

—Elena, escuché que trabajas en un refugio de animales. Debe ser divertido — Masha comenzó alegremente. Dios, finalmente alguien está hablando.

—Si — Lena asintió, frotando la parte superior de sus manos, sobre sus jeans — Ummm, puedo pasear a los perros y darles de comer. Mi jefe dice que se sienten atraídos por mí... o algo así. También me gustan los gatos. Y los conejos, pero ellos…ellos no tienen conejos allí.

Yulia le sonrió con cariño a su novia. Sabía que pronto tendrían un conejo que agregar a su maldita flota de animales. Los ojos de Elena se movían lentamente ahora. No estaban fijos en los de Masha, pero tampoco parpadeaban como locos.

—¡Solía tener un conejo!— Proclamó Masha — Su nombre era Snowy.

—¿Era blanco?— Preguntó Elena, mirando fijamente un punto justo encima de la cabeza de Masha, luego dejó que su mirada se desviara ligeramente hacia abajo. Masha negó con la cabeza.

—En realidad era negro. Mi hermano estaba tratando de ser irónico cuando lo nombró.

—Mi cachorro es negro — Dijo Elena —Y blanco.

Sí, negro para el diablo que había dentro de él, que llevaba enmascarado con su ternura angelical. Masha pareció sorprendida por la declaración, pero sonrió.

—Tendré que ir al refugio en algún momento — Elena se mordió el labio y asintió —¿Vas mucho al zoológico?— Preguntó Masha.

Para Yulia, esta conversación parecía que tenía lugar entre dos niños de kindergarten. Pero Elena estaba haciendo contacto visual, probablemente imaginando conejitos esponjosos o algo, así que en fin. Lo simple, es que era bueno.

Elena asintió.

—Me gustan los leones y los osos — Dijo.

—Mi animal favorito deberían ser las cebras — Proclamó Masha.

Yulia vio a Elena comenzar a balancearse un poco hacia adelante y hacia atrás en su asiento. La pelirroja respiró un par de veces y parpadeó exageradamente otro par más, como si estuviera cambiando las imágenes en su cabeza.

—A mí también me encantan — Elena respondió, no lentamente, pero tampoco fue un revoltijo ininteligible.

—¿Si?— Dijo Masha —Solía vivir en Honolulu, que es donde las vi por primera vez cuando era niña. En el zoológico de allí— Los ojos de Elena se iluminaron aún más.

—¿En serio? Yo…..nosotras….en….en…— se interrumpió y tomó aliento antes de continuar —En mi cumpleaños, fuimos al zoológico, pero no tienen cebras — Masha sonrió.

—No, no las tienen. No sé si has ido al Zoológico del Gorky Park, allí si las tienen. Y también hay elefantes.
Los ojos de Elena se abrieron de par en par y giró la cabeza hacia Yulia. La morena trató de no reír, pero, Dios, su novia parecía tener cuatro putos años. Yulia solo asintió. Sabía que pronto la llevaría a ese maldito zoológico.

Elena miró directamente a los ojos de Masha y habló con seriedad.

—Gracias por decírmelo — Masha le sonrió cálidamente.

—¡No hay problema! Ustedes dos deberían ir alguna vez. Simplemente hacen una pareja muy linda— Elena le sonrió a Yulia. Dios, Yulia la amaba tanto.

Cuando Masha se fue, Elena le dio un abrazo espontáneo. Probablemente por presentarle nuevos mamíferos gigantes que visitar. Yulia también le dio un abrazo, porque siempre les daba caramelos al salir.

—Elena, lo hiciste maravillosamente hoy — Yakov comentó. Yulia asintió con él, sonriéndole a su novia con orgullo.

Sí, la novia de Yulia era una profesional para pensar en imágenes. Mejor que todos los demás. Era simplemente asombrosa. Elena se sonrojó y sonrió.

—Me gustaría que te concentraras en lo que hicimos hoy esta semana, ¿de acuerdo, Elena? Y luego, para las próximas sesiones, me gustaría que vinieras sola. Hablaremos un poco sobre tu pasado y acercarnos a la raíz de tus problemas. Creo que puede haber cosas con las que debes lidiar tu misma antes de traer a Yulia nuevamente.

Elena guardó silencio y Yulia se limitó a mirarla. Aceptaría cualquier cosa que Elena quisiera hacer.

—¿Crees que te sientes lo suficientemente cómoda conmigo para hacer eso?— Yakov le preguntó gentilmente. Elena se humedeció los labios y asintió lentamente.

—Puedo… puedo hablar con Yulia sobre esto antes de decidir, ¿no? Quiero, quiero asegurarme de que estoy… bien para poder ser buena para ella — Dijo ella seriamente.

Y ahí mismo. Mezclado con toda la inocencia e ingenuidad, con un júbilo juvenil, estaba una adulta racional capaz de mantener una relación sana. Dios, Yulia estaba a punto de llorar.

—Por supuesto. Yulia es parte de tu sistema de apoyo, ahora — Dijo Yakov, buscando debajo de su escritorio y levantando un recipiente de plástico con galletas.

Los ojos de Elena lo siguieron mientras los empujaba sobre el escritorio. El Dr. Vyacheslav le sonrió y la felicitó nuevamente por la sesión del día.

Yulia tomó las galletas para evitar que Elena las comiera todas de camino a casa. Tenía planes para practicar la estrategia de “pensar en imágenes” de Yakov con Elena, pero ahora necesitaba buscar el horario de funcionamiento del Zoológico del Gorky Park.

***

Yulia no había ido al karaoke desde hace como un mes, y lo extrañaba. Era la actividad perfecta para ella. Cantar con todo su corazón, sonar mejor que los demás, recibir muchos aplausos y elogios de los borrachos. Simplemente maravilloso.

Ahora esperaba compartir esto con Elena y obligar a su novia a cantar con ella mientras le brindaba oportunidades para interactuar socialmente. Ella ya era una vieja psicóloga habitual. Elena se estaba negando hacerlo, mientras estaban sentadas en el apartamento esperando que aparecieran sus amigos, pero Yulia Volkova se saldría con la suya, o emborracharse y olvidarse de todo y no importarle nada.

Vlad le envió un mensaje de texto diciéndole que él, Oksana y Anya estaban en un taxi abajo. Yulia encerró a Cornelius en el baño antes de salir de su apartamento con Elena a cuestas.

—¡Hola a todos!— Yulia saludó con entusiasmo, deslizándose hacia la parte de atrás e indicándole a Elena que se acomodara a su lado. Anya les sonrió y les dio abrazos rápidos, mientras que Oksana se limitó a mirarlas mientras les preguntaba por qué tardaban tanto en bajar.

—Estaban teniendo sexo?— Las orejas de Elena se volvieron carmesí y Yulia accidentalmente pisoteó el pie de Oksana.

—Entonces, ¿cómo te va, Katina? ¿Yulia te ha hecho querer cortarte las orejas y saltar del edificio?

Elena negó con la cabeza y respiró hondo, luego miró a Oksana a los ojos. La miraba y la miraba mientras permanecía en silencio. Oksana parecía un poco aterrorizada, por lo que Yulia se rió. Acarició el muslo de Elena de manera alentadora.

—Buen trabajo, cariño. Es una forma increíble de empezar— Elena sonrió, pero no rompió el contacto visual —¿Qué estás imaginando?— Preguntó Yulia.

Vlad las estaba mirando como si no tuviera idea de lo que estaba pasando, pero en fin, no podía importarle menos. Anya estaba hablando con el taxista tratando de que cambiara de estación de radio.

—Volky — Respondió Elena, con los ojos todavía fijos en los de Oksana. La mandíbula de la rubia cayó.

—¿Te estás imaginando a tu maldito perro? ¿Qué diablos?— Los ojos de Elena se posaron en los labios de Oksana y Yulia le dio un codazo en las costillas.

—Oksana, por favor, no maldigas.

Oksana parecía que estaba a punto de decirle a Yulia y Elena que metieran su pequeño ejercicio en sus…

—¿Sabes qué? Métanse en sus…

—¡Oksa!— Anya exclamó, interrumpiéndola y aplaudiendo cuando el taxista finalmente cambió la estación de radio.

El bar de karaoke era un lugar pequeño, lo que prácticamente aseguraba que no fueran acosados por los fanáticos de Yulia. Estaba lleno de cabinas y mesas pequeñas, todas frente a un escenario que parecía a punto de colapsar. Si Yulia moría allí arriba, o abajo en el suelo lo haría feliz porque, al menos estaría en un escenario haciendo lo que amaba. Cantando.

Se deslizaron en una cabina, tratando de ignorar lo que sonaba como un búho chillando cantando Bon Jovi, mientras un camarero vino a tomar sus pedidos de bebidas.

Elena se enderezó en su asiento, rodeó a Yulia con el brazo y se aseguró de mirarlo a los ojos cuando ordenó.

—¿Puede traerme leche, por favor?— preguntó lentamente, dando golpecitos con los dedos contra la pila del posavasos.

Dios, aquella frase salió como algo que diría James Bond. Elena parecía tan seria. Yulia sonrió y volvió a palmear el muslo de la pelirroja, dejando su mano allí esta vez. Oksana las estaba mirando con una especie de expresión de qué carajo. En fin. Pronto estaría borracha.

Luka y Marko se unieron a ellos media hora después, en medio de la impresionante interpretación de Anya de “Baby Got Back”, antes de que ella y Oksana desaparecieran por el resto de la noche.

—¿Vas a cantar, Yulia?— Preguntó Marko, después de anotarse para cantar algo de los Bee Gees. Yulia asintió con entusiasmo, casi tirando su bebida. No, no estaba borracha. Simplemente feliz, porque Elena estaba feliz y no abrumada, y jugaba futbolín con el envoltorio arrugado de la pajita.

—¡Por supuesto! Y Elena va a cantar conmigo — declaró. Elena se atragantó con la leche.

—Umm—no, no, no voy a ir allí — Farfulló. Marko alzó las cejas hacia ellas.

—Cariño, por favor — Yulia gimió. Tal vez si se mostraba borracha y patética, Elena se apiadaría de ella. O mejor probaría con las galletas. Las galletas resolvían todos los problemas de la vida.

—Te haré galletas mañana — Regateó. Sí, las haría incluso si la pelirroja no subiera al escenario, pero Elena no necesitaba saber eso.

—Yulia, no, no puedo... todavía. Por favor, lo siento — Elena tartamudeó en voz baja.

Yulia suavizó su sonrisa y apretó el muslo de su novia. En realidad no obligaría a Elena a subir allí. No importaba cuánto quisiera escucharla cantar.

—No te preocupes, osita. No te preocupes, solo, será mejor que me animes, ¿ok?—
Elena sonrió y la besó. Marko y Luka soltaron un Ooohhh!! y Awww!! desde el otro lado de la cabina.

Yulia caminó con orgullo hacia el escenario cuando fue su turno, señaló directamente a la cabeza desordenada de la pelirroja y proclamó: —Esto es para ti, osita.

La morena no estaba realmente de ánimo como para analizar la letra de “Believe” de Cher, pero, fuera lo que fuera, con suerte Elena no las tomaría literalmente.

Estaba agitándose en el escenario cuando tocó el coro, haciendo una especie de baile ridículo, viendo a Elena reírse de eso.

Do you believe in life after love? (Crees en la vida después del amor)

I can feel something inside me saying (Puedo sentir algo dentro de mi decir)

I can feel something inside me saying (Realmente no creo que seas lo suficientemente fuerte)

Now!! (Ahora!!!!)


Yulia exageraba cada estrofa... Bien, tal vez estaba un poco borracha, cuando se agarraba el corazón poniéndolo en el micrófono, tratando de hacer que su voz sonara como si estuviera siendo alterada electrónicamente. Era difícil. Los bares de karaoke debían proporcionar micrófonos con cajas de voz para canciones como esta.

Yulia se bajó del escenario aun muy concentrada en el rostro de Elena. Cher estaría orgullosa, porque había cantado jodidamente increíble.

Elena le dio un abrazo y besó todo su rostro sonrojado cuando se volvió a sentar, finalmente dándose cuenta de que se había puesto en ridículo. Sin embargo, Elena no podía dejar de reír, así que en fin, podía ignorar las burlas de Luka y Marko porque en realidad, estaban a punto de pararse a cantar.

La pelirroja se despidió alegremente, de forma audible y con frases completas, de todos sus amigos. Bueno, los que no habían desaparecido para ir a tener sexo.

O sea, Luka y Marko.

Mantuvo contacto visual con el taxista durante unos segundos cuando le dijo a dónde debía ir, y Yulia se limitó a mirarla con orgullo. Ya estaba un poco borracha.

Ya en casa, estaba ya sobria cuando se acostó en la cama. Los pies de Elena se presionaban contra sus piernas, Jelly en la almohada junto a su cara, Volky a los pies de la cama y Cornelius acurrucado al lado de Elena.

Casa llena!!!

—Yulia— Elena susurró vacilante —¿Estás despierta?— Yulia sonrió, aunque tenía los ojos cerrados. Tarareó en afirmación.

Elena se quedó en silencio por un minuto, y Yulia la dejó procesar lo que quería decir en lugar de sacárselo de una vez.

—Quiero cantarte una canción — Dijo Elena suavemente. Espera, ¿cómo? ¿ahora? Yulia abrió los ojos y parpadeó en la oscuridad, luego se dio la vuelta y esperó hasta que pudo ver el rostro de la pelirroja.

Ella estaba eufórica por dentro. Realmente, cantar era la clave del corazón de Yulia Volkova. Si no fueras Elena Katina. Elena solo tenía la llave sin importar nada.

—Me encantaría que me cantaras una canción— Dijo Yulia, con la misma tranquilidad. Elena frotó la piel de la mejilla de Pooh y tragó.

—Solía cantar para mí misma todas las noches, porque yo…porque quería que alguien, ummm, sintiera eso... por mí. Supongo… O alguien por quien pudiera sentir eso... O por...— Yulia la dejó divagar un poco y apartó el cabello rojo de los ojos verdes mientras lo hacía.

—Adelante, cariño — Ella susurró.

—Tienes que prometer que no llorarás — Dijo Elena sabiamente —Porque soy una cantante increíble. No tan increíble como tú, pero soy realmente fantástica, Yulia— La morena rió entre dientes y la empujó por el hombro.

Elena se humedeció los labios y Yulia apoyó la cabeza en el pecho de esta mientras la chica comenzaba a cantar. Muy silenciosamente.

Llega un momento, un momento en la vida de todos

Donde nada parece ir a tu manera

Donde nada parece salir bien

Puede llegar un momento en que parece que no puedes encontrar tu lugar

Por cada puerta que abres, parece que te cierran dos en la cara…


Yulia realmente reconocía esa canción. Era Ray Lamontagne, y rayos, la letra era hermosa. Elena tenía razón. Estaba jodidamente a segundos de llorar, y se concentró en presionar los pies de Elena entre sus piernas, como una especie de terapia de choque para evitar que las lágrimas cayeran. La pelirroja se puso un poco más fuerte a medida que avanzaba.

Ahí es cuando necesitas a alguien, alguien a quien puedas llamar.

Y cuando toda tu fe se haya ido

Se siente como si no pudieras seguir

Deja que sea yo

Deja que sea yo

Si es un amigo lo que necesitas

Deja que sea yo

Deja que sea yo


Elena se calló al final y Yulia trató de controlar sus emociones para poder hablar. Simplemente estaba sucediendo. Dios, incluso los pies helados de la pelirroja y el aliento de un gatito en su rostro no pudieron detener las lágrimas. Elena debió haber oído un sollozo porque pasó un brazo alrededor de la espalda de Yulia.

—¿Estás bien?— preguntó —Lo siento. Yo no…—

—No. Dios, Elena…— interrumpió Yulia. —Dios, te amo. Tu voz es hermosa. Y quienquiera que te hizo sentir como si lo necesitaras, como si no pudieras, Dios, ni siquiera puedo...— Realmente, contrólate Yulia —No importa lo que pase, siempre seré tu amiga, Elena. Y sé que siempre serás mía—Y con suerte más. Por supuesto.

—Y más — Dijo Elena suavemente en el cabello de Yulia. La morena rió entre dientes.

—Por supuesto.

—¿Así que no llorabas porque sonaba mejor que tú?— Preguntó Elena un momento después. Yulia podía escuchar esa pequeña sonrisa en su voz.

Yulia ignoró esta pregunta y se acurrucó más cerca de Elena, desplazando a los múltiples animales tanto reales como de peluche, de su camino. Y se durmió de inmediato.


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Mensaje por Volkatinale92 9/3/2020, 6:10 pm

Awwww cada vez me enamoran más y más 😍

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Mensaje por Edirbr 9/6/2020, 3:12 pm

La historia más tierna 🤗

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 9/8/2020, 2:29 pm

I love you I love you I love you I love you

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Capítulo 15: No seré yo quien te deje ir



Yulia no se consideraba una maníaca ni loca por el sexo. No, no lo era. En realidad, pero era humana y tenía una hermosa novia a la que amaba y que, afortunadamente, también era humana. Muy humana. Aunque parecía un ángel.

Y aquella chica tenía las manos debajo de su blusa del pijama y su boca se aferraba a su cuello, y Yulia, bueno, estaba perdiendo el control. No estaba realmente segura de dónde se hallaba en ese momento... Ni lo que las rodeaba... Ni como se llamaba... Ni por qué había un perro sentado en la puerta mirándolas.

Definitivamente no estaba en un estado mental para encontrar eso apropiadamente espeluznante.

Yulia solo sabía que se sentía como si estaba a punto de estallar en llamas, y que Elena sonreía deliciosamente mientras acariciaba uno de sus pechos como si fuera un juguete. Gimió, haciendo que Elena se riera y la besara de nuevo, pasando una de sus manos por la espalda de la pelirroja. Dios, ¿estaba en llamas? Tenía que estar en llamas. Simplemente no había otra explicación.

—Elena, tenemos…tenemos que... tenemos que parar — Logró decir. ¿Cómo lo hizo? No tenía idea. No tenía nada de control en su cuerpo en ese momento. Ni siquiera hacía el intento, solo estaba dejando que Elena explorara, porque todo era nuevo para ella.

La pelirroja estaba pasando el mejor momento de su vida, aparentemente.

Pensó en lo que Oksana había dicho, de que Elena probablemente no tenía idea de lo que estaba haciendo, luego lamentó haber traído aquel pensamiento porque ahora se estaba imaginando a Oksana, quién probablemente tenía razón. Elena era torpe, pero estaba muy feliz de poder amarla.

Lena hizo un puchero y volvió a besar a la morena antes de dejar caer la cabeza sobre el pecho agitado de esta, mirándola a los ojos… Sus ojos azules muy dilatados, probablemente.

—¿Por qué?— Preguntó, recuperando el aliento. Yulia esperó hasta estar segura de que podía responder. Vio a Cornelius sentado en la puerta del cuarto.

Cachorro del demonio pervertido.

—Nos estamos dejando llevar. Y sé que no estás lista para...— Yulia se detuvo antes de que algo más saliera de su boca.

—¿Lista para qué?— Preguntó Elena sin darse cuenta, con los ojos brillantes todavía sobre Yulia, pasando sus dedos por la mandíbula de la morena….Alegremente despistada.

—Eres virgen, ¿verdad?— Yulia preguntó gentilmente.

Los ojos de Elena se posaron en su cuello y su mano se detuvo. Ella asintió en silencio.

—Elena, mírame — Yulia susurró.

Apartó el enredado cabello rojizo de los ojos de Lena y le sonrió suavemente. Esperó hasta que la pelirroja la mirara de nuevo.

—Está bien cariño. No haremos nada de lo que no estemos preparadas — Dijo en voz baja. Lena ladeó la cabeza y se apoyó contra su pecho —Te amo, y eres tan... — Yulia rió con ironía —Simplemente teníamos que parar.

Pasó su mano por el cabello de Elena y esta respiró hondo, botando el aire caliente sobre su brazo.

— ¿Estás lista?— Preguntó la pecosa vacilante, un momento después. ¿Espera? ¿Ahora mismo?

Yulia cerró los ojos conteniendo un “Diablos, sí” pero se quedó callada por un momento. No podía mentir y decirle “no”. Mentirle a Elena sería como… golpear a un cachorro. O algo parecido.

Elena todavía estaba esperando su respuesta.

—Cuando tú también lo estés — Dijo la morena en voz baja y honestamente, trazando suavemente con el índice la parte posterior del cuello de Elena —Lo que sea…Semanas, meses, años. Lo que sea, osita grande. Te amo —Elena asintió contra su pecho y se quedó en silencio durante un minuto.

—Podría…yo podría...

Yulia se quedó callada y esperó a que Elena ordenara sus pensamientos. Cuando no le llegaron más palabras, ella le dio un ligero codazo en las costillas.

—Osita — Dijo. Elena suspiró temblorosamente.

—¿Qué pasa si... no... no sé cómo hacerlo?— Respiró en el cuello de Yulia. Esta la miró y sonrió levemente.

—Te amo cariño — Envolvió sus brazos alrededor de Elena —No te preocupes. Cuando eso suceda, te ayudaré, y tú me ayudarás, y... cerraremos la puerta para que nuestros animales pervertidos no puedan acecharnos desde allí.

Lena suspiró de nuevo, pero la pelinegra pudo sentir la sonrisa presionada contra su pecho. La pecosa se quedó en silencio por un rato mientras la morena hacía girar mechones cobrizos alrededor de su dedo.

—Hueles a mantequilla de maní — Comentó Elena varios minutos después, golpeando con los dedos el brazo de Yulia al ritmo de su corazón.

Dios, esas malditas galletas ahora se estaban convirtiendo en parte de ella. Estaban corriendo por su torrente sanguíneo y saliendo por su piel. Pronto tendría alma de mantequilla de maní.

Yulia inclinó la cabeza para oler el cabello de la chica, sonrió y lo revolvió, suspirando cuando Elena se acurrucó en el espacio entre su hombro y su cuello.

—Hueles a Airheads* azules— Dijo Yulia. Elena tarareó.

—Me gustan los azules. Y los blancos, porque se supone que tienen un sabor misterioso, pero todos saben igual... así que no es un misterio. Y me gustan los verdes. Y los rojos— Básicamente todos ellos. Yulia sonrió para sí misma.

Estuvieron en silencio durante unos minutos. La temperatura corporal de Yulia iba subiendo lentamente a niveles intolerables mientras Elena permanecía completamente encima de ella.

—Elena — Susurró, empujándola un poco. La pelirroja no se movió. Esencialmente era un peso muerto, durmiendo con la mejilla presionada contra su cuello. Dios, hacía tanto calor allí. El cálido aliento de Elena no ayudaba.

Afortunadamente, Volky pareció sentir que su ayuda podría ser necesaria, y pasó a toda velocidad junto a Cornelius, entrando en el dormitorio, saltando y sentándose junto a Elena. Yulia hizo que la pelirroja abrazara al perro en su lugar. Se limpió la baba de su cuello y salió a la cocina para hacer panqueques con chispas de chocolate.


***


Elena se comió todos los panqueques, así como todas las chispas de chocolate que quedaban en la bolsa, así que Yulia tuvo que ir a la tienda para reabastecerse. No podía permitir que su novia viviera en una casa sin chispas de chocolate.

Ahora, la morena caminaba de regreso a casa, tratando de no hacer que pareciera que estaba acechando a la mujer que caminaba frente a ella. Realmente, iban en la misma dirección... Y al mismo edificio... Y al mismo piso. La pelinegra no reconocía a esa mujer, aunque no conocía a la mayoría de sus vecinos, así que aquello no le dijo absolutamente nada.

Parecía tener unos cincuenta años, con cabello rubio rizado y arrugas en el ceño que estropeaban su rostro escultural. Yulia sonrió cortésmente, aunque le parecía sospechosa esa extraña.

En realidad, simplemente no estaba… entusiasmada con esta mujer. Ni con su cara crítica, Ni... ¿quién diablos usa tacones de aguja en la vida cotidiana?

Cuando se abrió el ascensor, Yulia caminó por el pasillo hasta su apartamento, con la extraña pisándole los talones. Oh no, estaba a punto de ser asesinada. Con suerte, Elena escucharía sus gritos y Volky podría ser útil, tal vez “jugando” con la extraña hasta que muriera.

La pelinegra buscaba cámaras de seguridad en las esquinas. Ninguna. Dios, ¿cuántos años tenía este edificio? Tubos que gimen, falta de seguridad, asesinatos que se cometen a mitad del día.

Llegó a su puerta y buscó la llave pero dio un salto cuando la asesina se dirigió a ella y le dijo: —Oh, ¿vives aquí?

No, voy a entrar al apartamento de otra persona con una bolsa de chispas de chocolate y con una llave, solo por diversión. ¿Qué tipo de pregunta era esa? Aun así, Yulia sonrió cortésmente, con la mano sobre el corazón.

—Si — Dijo un poco sin aliento.

La comprensión apareció en los ojos verdes, muy claros de la mujer, y sonrió con fuerza. Yulia solo esperó a que dijera algo... O que la matara. La puerta aún estaba cerrada, pero estaba segura de que podría entrar antes de que esta mujer sacara un cuchillo o algo.

—Soy Olga — La mujer extendió la mano y Yulia se quedó boquiabierta.

La puerta se abrió de repente, y Yulia giró la cabeza para encontrarse con el rostro sonriente de Elena, con un bigote de chocolate con leche y sus perros que intentaban abrirse camino hacia el pasillo. Al parecer, la pelirroja había escuchado el sonido de los pensamientos atronadores de su novia.

— ¡Elena!— Exclamó la morena, ignorando la mano que le tendían para dar un paso hacia su novia. Sin embargo, tan pronto como Lena vio a Olga, su sonrisa se redujo y sus ojos se enfocaron en los zapatos de Yulia.

—Hola, Elena — Dijo Olga. Dios, su voz era como una licuadora, o algo igualmente ruidoso y molesto.

—Hola, tía Olga — Dijo la pelirroja en voz baja mientras Yulia le limpiaba el bigote de leche de su labio superior, en sus jeans. Yulia se dio la vuelta, de modo que Elena quedara detrás de ella, y miró a la mujer en el pasillo, esperando a ver qué tenía que decir.

—Bueno, Elena, no podemos quedarnos en el pasillo. ¿Dónde están tus modales?— Dijo Olga, mirando por encima del hombro de Yulia. La morena cuadró los hombros.

—Quizás Elena no…

—Sí, lo siento, pasa — Interrumpió la pecosa, envolviendo suavemente un brazo alrededor de la cintura de Yulia para sacarla de la puerta y evitar que los animales escaparan. La morena se dio la vuelta y le lanzó una mirada interrogante. Elena solo asintió levemente y los enredados cabellos rojos cayeron sobre sus ojos.

Yulia se paró en la puerta y vio a Elena acompañar a su tía a la sala de estar. Miró a Cornelius, que intentaba trepar por sus piernas, y negó con la cabeza. Esto no terminaría bien. Simplemente no había manera. Debería llamar a Yakov, o quizás una ambulancia.

Suspiró, tomó las provisiones y se trasladó a la cocina.

Guardó las chispas de chocolate, y luego el helado que Elena había dejado fuera después de obviamente decidir tomar un segundo desayuno, luego fue y se sentó junto a su novia en el sofá. Oh, se olvidó de preguntarle a la tía de Elena si le gustaría beber algo. Que modales!

—Entonces, tú debes ser Yulia — Olga infirió con una de sus sonrisas extrañas —Hablamos por teléfono una vez— Yulia solo asintió. No supo qué decir. No parecía tener mucho tacto.

Elena estaba haciendo girar la banda de goma alrededor de su muñeca mientras hacía rebotar sus piernas como loca. Volky se deslizó justo delante de ella, se aplastó entre sus rodillas y la mesa de café, sentándose sobre sus pies. Yulia escuchó un ruido en el fondo de su garganta y Elena comenzó a jugar con sus oídos en lugar de la goma elástica.

Estaba extrañamente orgullosa de su perro. No tanto de Cornelius, que estaba rodando sobre su espalda como un idiota, en el espacio abierto junto a Yulia. La morena pensó que era simplemente inexperiencia. O que estaba poseído por algún demonio.

Elena tragó y Yulia puso una mano en su muslo para detenerlo, viendo cómo los ojos de Olga seguían el movimiento.

—¿Qué estás haciendo aquí?— Preguntó la pelirroja, con los ojos fijos en la parte posterior de la cabeza de Volky.

—Mira a la gente cuando hables, Elena — Dijo Olga —Y estoy en la ciudad de compras con unos amigos. Quería hablar contigo— La morena apretó el muslo de Elena y vio como esta levantaba minuciosamente los ojos para encontrar los de su tía.

—¿Acerca de?— preguntó con cautela. Los ojos de Olga estaban enfocados en la mano de Yulia, luego miró fijamente a la pelinegra por un momento antes de volverse hacia Elena y responder.

—Tienes veinticuatro años y debes ser responsable de ti misma, así que ya no te pagaré el apartamento ni los gastos de manutención. Pensé decírtelo en persona — Elena se quedó en silencio por un minuto, mordiéndose el labio.

—Bueno — Dijo ella suavemente.

Yulia movió su mano del muslo de Elena a su espalda, subiéndola y bajándola con dulzura. Esa acción mantenía a Yulia ocupada, para no hacer nada en contra de aquella mujer que luego pudiera arrepentirse.

—Así que tendrás que dejar ese ridículo trabajo y conseguir uno de verdad, y probablemente mudarte a un apartamento más barato — Proclamó la mujer. Yulia descubrió que parecía cada vez más a un roedor a medida que avanzaba la conversación.

Ojos pequeños y brillantes. Cabello fibroso. Dientes afilados.

Una rata.


¿Dónde estaba Jelly? Tal vez ella podría causarle algunos rasguños. Accidentalmente.

—El trabajo de Elena es maravilloso — Yulia habló —Y ella no necesita mudarse — Elena solo estaba en silencio acariciando y mirando fijamente la cabeza de Volky. Olga enarcó las cejas hacia la pelinegra.

—Lo siento, pero... puedes aclararme ¿cuál es exactamente tu papel en la vida de Lena?— Yulia vio cómo los ojos de Olga se desviaban hacia la mano que todavía estaba frotando la espalda de la chica. Negando a detenerse. Se negaba a detenerse porque su novia se estaba molestando y no le importaba lo que pensara aquella extraña.

Sin embargo, ella realmente no sabía cómo responder aquella pregunta, así que miró a Elena. La pelirroja parecía querer hundirse en los cojines del sofá y desaparecer por completo.

—Soy su novia— Dijo Yulia en voz alta. Estaba totalmente lista para recibir algún mal comentario pero para su sorpresa, Olga simplemente asintió con calma.

—Voy a contarte un poco sobre Elena, que está demasiado asustada, o... demasiado atrofiada. Lo que sea, para no habértelo contado ella misma.

Ahmm. Espera. Yulia no estaba segura de eso. Aquello no parecía que pudiera salir bien en lo absoluto. Se inclinó frente a su novia y se agachó para que ella la mirara a los ojos.

—Umm, ¿está bien, osita?— Yulia preguntó en voz baja. No quería que Olga revelara los secretos más profundos de Lena sin su consentimiento y sin ningún tipo de arma a la mano, más que un resistente tenedor de pudín.

Ella ni siquiera comía pudín. ¿De dónde diablos había salido ese tenedor? ¿Elena había comido pudín y había metido el tenedor usado en su bolso?

Mierda!!! Ese no era el momento adecuado para pensar en eso.

—Elena, mírala cuando te hable — Dijo Olga.

Jesús, cállate mujer!! Ese era el mensaje que Yulia trató de transmitir con sus ojos. La morena se volvió y suavizó su expresión, sonriéndole a su novia.

Lena asintió levemente. Yulia pudo ver ansiedad y miedo en esos hermosos ojos verdigrises, pero también vio confianza. Se sentó, tomó la mano de la pelirroja y asintió con la cabeza hacia Olga, expectante.

—Adopté a Elena cuando tenía once años — Olga comenzó de inmediato —El Hogar de Niños me llamó y me dijo que ella tenía problemas. No cooperaba. No se llevaba bien con los otros niños. No conocía a mi hermano, así que no conocía a Elena, y me negué a acogerla — Yulia tragó y escuchó con atención. Apretó la mano temblorosa de la pecosa con más fuerza —Luego, una semana después, volvieron a llamar y dijeron que se había escapado. Llevaba tres días fuera y no se había llevado nada con ella excepto este asqueroso oso viejo que solía tener.

Yulia podía imaginarse a ese oso ahora mismo, recién salido de la lavadora porque Elena había insistido en que Pooh necesitaba un baño. Ella misma le había dicho que la lavadora le arrancaría la cabeza y Lena se había horrorizado por eso. Por suerte, Yulia estaba equivocada y no pasó.

Ahora descansaba bajo las sábanas de la cama de Yulia con Fuzzy y Cariñosito, y probablemente también con Jelly. Dios sabe dónde estaba metido ese gatito. Con suerte esperaba que no estuviera dentro de la lavadora.

—No comía nada, bebía de fuentes de agua y dormía en el lago. Cuando la encontraron, se negaba a hablar. No dijo una palabra. Me ofrecieron pagos mensuales para adoptarla, y... no quiero decir que esa fue la única razón por la que la acogí. Simplemente no sabía cómo... no la conocía.

Olga frunció el ceño. Yulia mantuvo la mandíbula apretada para evitar llorar. Probablemente estaba rompiendo la mano de Elena en este momento. ¿O era Elena rompiendo la suya? No sabía cómo Lena había estado sin comer durante tres días, pero la estaba volviendo loca. Miró el recipiente medio vacío de galletas en el mostrador.

Nunca más, osita. Galletas de por vida.

—De todos modos, eduqué a Elena en casa durante la secundaria y la preparatoria. Pero me di cuenta de cómo...— Olga miró a Elena como si la estuviera estudiando. Elena se escondió un poco detrás del hombro de Yulia —Ella no es normal. E hice lo mejor que pude. Ella regresaba al lago cuando se suponía que debía estar estudiando, o la encontraba en el patio del vecino, jugando con sus perros. Decía cosas raras, hacía cosas raras, se negaba a ver al terapeuta al que la llevaba. Nunca cambió — Olga tomó aliento y miró fijamente a Yulia a los ojos —La hice mudarse en enero cuando la encontré llorando en un banco de una plaza, en lugar de haber asistido a la reunión de admisiones de la universidad que le había organizado. Simplemente se niega a cambiar, Yulia. No puede jugar con perros el resto de su vida. Necesita aguantar y encontrar un nuevo trabajo en algún lugar al que no le importe que sea socialmente... retrasada.

Oh no, no lo dijo. Oh no, no lo dijo.

—A falta de una palabra mejor— Olga apuntó antes de que Yulia pudiera lanzarse sobre ella, atravesando la mesa de café —Elena tenía veintitrés años, estaba desempleada, sin educación universitaria. No quería dejar mi apartamento. No podía hablar con la gente. Necesita crecer, tomar su medicación y empezar a vivir en el mundo real.

Yulia se sentó allí apretando la mano de Elena como si su vida dependiera de ello. ¿Existían personas así en el mundo, o realmente había sido asesinada en el pasillo, y ahora estaba en…el limbo? Con una perra ignorante, una novia y un perro a la defensiva sentado a los pies de esta.

Se preguntó si su pequeño cuerpo podría lanzarse sobre la mesa de café con un solo movimiento, o si terminaría cayendo sobre ella y rodando por el piso como una tonta, con un tenedor de pudín en la mano.

—No… no sé cómo puede entrar en mi casa y decir eso — Dijo Yulia incrédula, mirando a Olga a los ojos. Elena miraba por el rabillo del ojo —Ella…Lena logró conseguir un trabajo en esta gran ciudad aterradora, haciendo lo que ama. Tiene amigos que se preocupan por ella, y está haciendo lo posible para mejorar el trato con la gente. Ella…ella se metió de alguna manera en mi día a día e hizo que me enamorara de ella. Hizo que verdaderamente sintiera un amor incondicional hacia los animales y a las galletas.

—Córtala! — Olga interrumpió. Lo que probablemente era lo mejor —Ella no podrá pagar este lugar, y usted puede que saque provecho de todo esto y sea una mujer débil que no sepa como lidiar con ella…

—¡Whoa!— Elena soltó, poniéndose rígida de inmediato. Sacudió la cabeza como si no hubiera querido decir nada, pero luego miró a los ojos a Olga, agarrándose con fuerza al cuello de Volky.

Yulia la miró con atención. Esperando que Elena pudiera defenderse por ella misma.

—No…no seas mala con ella. Yulia es fuerte, y…y valiente... Y ella sabe…ella sabe que estoy…lo estoy intentando — Dijo, volviéndose hacia Yulia. Temblaba un poco y respiraba con dificultad —Lo estoy intentando, Yulia — Repitió débilmente.

Yulia solo asintió con la cabeza y la abrazó con fuerza. Le susurró que lo sabía, que estaba bien, que la amaba, y Elena se abrazó a ella como un koala. La morena se preguntó qué haría falta para que Volky atacara realmente. ¿Podría simplemente decir “ATACA”, como en las películas? Probablemente empezaría a jugar o algo así. Ella quería que fuera un poco más dramático que eso.

Ella era Yulia Volkova. La decidida Yulia Volkova. Capaz de convertir un tenedor en un arma, cuando alguien era malo con su chica.

—Creo que deberías irte ahora — Dijo la pelinegra, presionando su rostro contra el desordenado cabello cobrizo, dirigiendo la mirada en dirección a Olga.

Escuchó un suspiro exasperado y luego la mujer mayor se puso de pie. Volky la siguió de inmediato, totalmente listo para lanzársele encima si era necesario.

—Eres una chica brillante, Elena — Dijo su tía, agarrando su bolso frente a ella —Pero tómate tu medicación. Eres totalmente inútil sin ella.

Olga giró sobre sus talones y caminó hacia el pasillo antes de que Yulia pudiera aplastarle la cabeza con el jarrón que había en la mesa auxiliar. La morena soltó suavemente a Lena, apartando suavemente su cabello de los ojos verdigrises y esbozando una sonrisa rápida y tranquilizadora, se levantó para seguir a Olga.

No tan rápido, perra.

Oh, rayos!!! ¿Había dicho eso en voz alta?

Olga se dio la vuelta y arqueó las cejas...Sin filtro. Sin filtro en absoluto.

Yulia no titubeó, a pesar del hecho de que estaba experimentando una especie de subidón inspirado en la adrenalina por llamar a alguien perra en su cara.

Ella no quería tratar mal a nadie. A Elena no le gustaría eso así que habló rápida y tranquilamente, para que la pelirroja no la oyera, mientras que Volky se plantó a sus pies y miró a Olga.

—No te conozco, Olga, pero... acogiste a Elena cuando era una niña, así que tenía que haber algo bueno en ti — Dijo en voz baja —No sé a dónde fue, no sé qué pudo haber pasado durante esos tres días, pero Elena es la mujer más dulce y bondadosa que he conocido. A pesar de ti. No sé por qué no puedes ver lo perfecta que es, pero tienes que dejarla en paz, porque eres una influencia horrible.

De Verdad. La peor. Yulia probablemente sería una adicta al crack o algo así si hubiera crecido con una tutora como Olga. Estaba a punto de darse la vuelta y volver con Elena, pero se detuvo. Suavizó su mirada solo un poco y miró a los aprensivos ojos color verdes de Olga.

—Gracias... por... traerla a mí. Por traerla aquí — La mujer la miró fijamente por un momento, luego asintió brevemente y salió por la puerta principal.

Yulia suspiró y se dio la vuelta, sorprendida de encontrar a Elena justo frente a ella. La pelirroja de hecho gimió un poco en fracciones de segundos antes de que Yulia la envolviera en un abrazo. La respiración de Elena no mejoraba, y Yulia la acompañó con paso vacilante hasta el sofá para sentarse, sin desenvolver sus brazos.

La morena quería cortar esto antes de que la chica colapsara totalmente. Se balanceaba ligeramente con la pelirroja en sus brazos, tarareando una canción de cuna en el oído de esta.

—Estás bien, osita — Dijo en voz baja. Elena la apretó con más fuerza, sollozando levemente, con la cara presionada contra el cuello de Yulia —Respira conmigo, cariño — Animó la ojiazul, exagerando su respiración para que Elena pudiera sentirla.

Movió la mano de la chica sobre su corazón y la mantuvo allí durante unos minutos. Cuando Elena dejó de temblar, Yulia se apartó lo suficiente para ver los enrojecidos ojos.

—¿Mejor?— preguntó ella suavemente. Elena asintió levemente, pero no soltó a Yulia. Se secó la nariz con la blusa de su pijama de manga larga. Tenía dibujos de dinosaurios, y la morena la besó en la nariz porque sabía que Elena arrugaría su rostro como si no lo disfrutara —Elena, tu tía es una psicópata — Dijo, completamente en serio.

Los labios de Elena se arquearon y soltó a Yulia para acariciar a Jelly, que había surgido de la nada.

—¿Cómo fue que me llamó?— Yulia preguntó medio sarcásticamente sobre el comentario de tía de Elena —¿Débil y aprovechada?

—Tú no eres eso— Dijo Elena de inmediato, deteniendo las manos en el vientre anaranjado y esponjoso del gato. Yulia sonrió.

—Lo sé. Y gracias por defenderme. Solo para que sepas, si alguna vez la veo... a ella, de nuevo, la voy a golpear con mi tenedor — Informó Yulia. Elena sonrió completamente y asintió, dejando que la morena le limpiara las últimas lágrimas de su rostro, antes de volver a abrazarla.

—Umm, creo que es mi tenedor, pero no importa.

Yulia resopló. Ella lo sabía.


***

Bueno, después de ese fiasco, Yulia pensó que se necesitaría algo más que unas cuantas galletas para levantarle el ánimo a Lena. No tanto como galletas, sino algo diferente.

Era algo loco. Las galletas no pudieron resolver este problema.

Yulia la llevó a la librería, porque pensó que básicamente era la personalidad de Elena. Escogieron algunos libros para leer, en un ambiente tranquilo, caliente, comiendo pasteles azucarados, chocolate caliente. Simplemente maravilloso.

Miraba a Elena alimentar a Volky descaradamente con dos galletas de mantequilla de maní para animarlo. Ahora, mientras negaba divertida, regresaba de la sección de cafés de la librería, con chocolate y muffins, mientras que la pelirroja estaba sentada en el suelo entre los estantes, completamente absorta en la enciclopedia de animales que le había entregado diez minutos antes.

Estaba con las piernas cruzadas e inclinada hacia adelante. Su cabello cobrizo, cubría su rostro. Se mecía levemente y movía la cabeza de vez en cuando mientras Yulia la detallaba, sonriendo con cariño. La morena quería lanzarle cosas, como malvaviscos o algo, solo para ver si su novia se daba cuenta. De hecho, estaba volviendo al café para comprar unos mini malvaviscos cuando Elena la miró y sonrió. Sí, su sexto sentido había funcionado.

Le sonrió y se acercó para sentarse frente a Elena. Los ojos de esta se iluminaron al ver el muffin de chocolate, tomándolo con entusiasmo. Porque una bolsa de galletas con chispas de chocolate y un cuenco de helado, no habían sido suficientes por hoy.

—Deberías comprarlo — Dijo Yulia, señalando el libro, que estaba abierto en una página sobre elefantes. Elena asintió vagamente, y Yulia atrapó las migas de muffin antes de que pudieran caer en las páginas limpias.

La pelirroja estaba demasiado concentrada en los elefantes como para preocuparse, y Yulia sonrió para sí misma. Se comió su propio muffin y luego miró a la chica leer por un momento.

—Sabes, podrías tomar algunas clases universitarias, Elena. Como tal vez algunos cursos de ciencia animal, y poder conseguir un trabajo en el zoológico... o algo así — Dijo con cuidado, arrugando el envoltorio de su muffin de plátano.

Elena la miró con los ojos muy abiertos, con las mejillas hinchadas por la comida. Se apresuró a tragar.

—¿Crees que podría trabajar en el zoológico?— Yulia asintió con entusiasmo. Dios, Elena podía hacer lo que quisiera. Yulia podía imaginárselo: Elena, la cuidadora del zoológico. Jugando con los tigres. O con los hipopótamos. Ellos la amarían.

—Si quisieras, sí. Eres la persona más inteligente que conozco, osita. El refugio de animales es asombroso, pero realmente no puedes, ascender allí. ¿Verdad?— Elena asintió pensativamente. Yulia le sonrió suavemente y le quitó algunas migajas del rostro —Solo recuerda que no tienes que hacer nada que no quieras, está bien? Volky, yo, Cornelius y Jelly no te vamos a dejar ir a ningún lado, pronto.

Elena sonrió y con cuidado dejó su panecillo, concentrándose en él como si fuera una bomba volátil o algo así, antes de inclinarse hacia adelante sobre sus manos y dirigirse directamente a los labios de Yulia. La morena se sorprendió gratamente y tuvo que usar los brazos para evitar rodar hacia atrás.

Ser atrapada de espaldas en el pasillo de una librería no podría ser beneficioso para su carrera. Bueno, en realidad, probablemente podría, ya que su carrera era el teatro.

Pasión y Amor en los pasillos de Barnes & Noble*.

—Mmm, cariño—, dijo Yulia, —aquí no. Tu muffin se va a caer...—

Yulia ni siquiera terminó su oración antes de que Elena se retirara como si la hubieran escaldado, solo para rescatar su muffin. La morena enderezó las páginas de los elefantes y se sacudió un poco, con mal humor.

Bueno, está bien entonces. El muffin está bien. Todos cálmense. El maldito muffin está bien.

Miró a Elena tratando de meter tres cuartas partes del panecillo en su boca a la vez. Bueno, alguien tenía prisa. Yulia enarcó las cejas, divertida.

—Wogzgeddo desto ag ownos a wadsa— Dijo Elena. La morena la miró fijamente y luego limpió el chocolate que se había escupido en la cara.

La pecosa sonrió en tono de disculpa, lo que era completamente poco atractivo, y tomó el libro con cuidado antes de poner a Yulia de pie.

—Compremos esto y vayamos a casa — Dijo de nuevo después de tomar unos dos minutos para tragar. Sostenía el libro en una mano y la de Yulia en la otra. La ojiazul la balanceó emocionada.

—¿Para investigar algunas clases?— La valentía decidida de Elena se desvaneció un poco, y su mirada se desvió cuando Yulia la miró.

—Si — Se mordió el labio y continuó —Y yo... quiero besarte un poco más y…y hacer... otras cosas — Dijo Elena en voz baja.

Oh, bueno está bien. La morena miró a su alrededor mientras su rostro se incendiaba solo para asegurarse de que las personas que estaban en la fila no hubieran escuchado eso.

Si lo escucharon, bueno, “otras cosas” podrían ser totalmente... cosas como tejer, beber, exorcizar cachorros, buscar sicarios.

Todo plausible. Ninguno probable.

Excepto revolcarse un poco en la cama con su hermosa novia que ahora mismo sabía a chocolate y cuyo nuevo juguete favorito era su cuerpo.



*Airheads: Caramelos masticables con sabores afrutados.
* Barnes & Noble: Nombre de la librería.



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Mensaje por Volkatinale92 9/9/2020, 11:50 pm

Odio a la tía de Lena, bello capitulo

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JUST OFF THE KEY OF REASON! // By: Elly-Bells - Página 2 Empty Re: JUST OFF THE KEY OF REASON! // By: Elly-Bells

Mensaje por RAINBOW.XANDER 9/11/2020, 2:23 pm

Hola chicas. Lamento no haber podido subir el capítulo el día de ayer... Espero lo disfruten

A leer!!

Capítulo 16: Animal Planet



Yulia se había despertado por la mañana para “ejercitarse” con sus gigantes pelotas de yoga, pero por supuesto, no hizo ningún ejercicio porque se había dedicado a bailar como una loca alrededor de la sala con la música que colocó en el estéreo. Realmente estaba agitada por el ritmo que había por todo el lugar, mientras cantaba a todo pulmón usando un cepillo de perro lleno de pelo dorado que esperaba fuera de Volky.

Cornelius se unió a ella “cantando”. Volky parecía tener cubierto lo del baile, y sí, estaba bastante segura de que sus vecinos presentarían algún tipo de queja pronto. ¿Cómo no hacerlo con este jodido alboroto?

Estuvo a punto de tropezar con Jelly cuando intentaba ejecutar uno de sus extraños pasos, cuando Elena entró a trompicones en la sala de estar, frunciendo el ceño y luciendo confundida. Era lo suficientemente consciente como para sonreír cuando vio a Yulia bailar.

— ¡Elena!— Exclamó alegremente, después de disculparse profusamente con Jelly y dejarla a salvo en el sofá.

Yulia corrió hacia su novia y abrazó con fuerza su cálido y adormecido cuerpo, luego se aferró a las manos de Elena cuando se apartó.

—Ven ¡Baila conmigo!— La pelinegra intentó arrastrar a Elena hacia el centro de la sala, pero esta se echó hacia atrás como un peso muerto y no se movió.

Yulia volvió a mirarla, luego a los pies y resopló. De verdad, lo mínimo que podía hacer su novia era bailar con ella, antes de que fueran desalojadas o multadas o algo así.

— ¡Elena, baila conmigo!— Le exigió de nuevo, tirando esta vez más fuerte. Elena se inclinó un poco más hacia atrás, luego se acostó en el suelo para que no pudiera moverla.

Yulia estaría preocupada en realidad si aquello se tratara de un desmayo o algo, pero la pelirroja tenía esa maldita sonrisa en su rostro.

La pelinegra la miró con exasperación mientras ponía un pie en el estómago de la chica cuando lo escuchó retumbar.

OH!! Oh! Hora de alimentar a su osita.

Pero primero la osita tenía que bailar.

Yulia movió su pie hacia la cara de Elena y presionó los dedos contra las mejillas sonrientes. Lena tenía los ojos cerrados.

Sí, como si estuviera engañando a alguien.

—Si no te levantas y bailas conmigo Elena, pondré mi pie sobre tu boca — Amenazó. Pensó que sería lo suficientemente asqueroso como para que alguien hiciera algo. A menos que Elena fuera una pervertida.

Yulia sonrió para sí misma. Elena no era nada pervertida.

—Me gustan tus pies — Comentó con los ojos aún cerrados. Esa maldita sonrisa se estaba haciendo aún más grande. Extendió una mano, tomó el pie de Yulia y lo besó, antes de abrir un ojo.

La morena se mordió el interior de la mejilla. Maldita Elena y su maldita dulzura. Era imposible de coaccionar. De nuevo, escuchó el rugido de la barriga de su novia y decidió usar el desayuno como parte del soborno.

—Lena, si no bailas conmigo, no volveré a prepararte waffles de arándanos con caras sonrientes de chocolate para el desayuno — Los ojos de Elena se abrieron de golpe y dejó caer esa pequeña sonrisa inocente.

Se sentó y se apoyó en sus manos para poder mirar a Yulia. Bueno, parecía angustiada.

—Yulia, no puedo… no puedo bailar — Tartamudeó — ¿Puedes… puedes bailar con Volky?— La sonrisa victoriosa de Yulia se suavizó ante el tono de Elena.

—No, cariño, quiero bailar contigo. Y yo tampoco puedo bailar. Parece que no tuviera huesos en el cuerpo — Lo cual, en realidad, debería hacerle lucir como una bailarina increíble, ¿verdad? No tanto por Yulia. Este era un problema con el que se enfrentaba todos los días.

La pelirroja se veía en conflicto, así que la ojiazul la dejó sentada en el suelo y se alejó para subir el volumen del radio. Al diablo con los vecinos.

En realidad, no estaba segura si tenía vecinos o no, porque nunca los había visto. Probablemente eran asesinos en serie o algo así, solo ocupándose de sus propios asuntos.

Ni siquiera salían durante las alarmas de incendio.

Yulia saltó sobre la mesa de café, logrando con éxito no suicidarse, cuando ejecutó un “Plié” exagerado, antes de pasar no tan suavemente al tan famoso “giro”. Cantó la canción que estaba sonando porque en realidad conocía la letra. Vio a Elena tratando de contener su risa.

Muy bien, compórtate como una tonta un poco más, Yulia. Casi la tengo.

Pero en ese momento alzó los brazos tan altos como pudo y casi se cortó los dedos con el ventilador de techo, haciendo que Elena se moviera rápidamente hacia ella. La pelinegra no perdió tiempo en agarrarse de las manos de Lena y darle vueltas un par de veces, mientras se deleitaba entre risas y comenzaba a sentirse mareada.

Estuvo a punto de subir a Lena a la mesa de café, pero realmente no quería decapitar a su novia con el ventilador. La pelirroja se dejó guiar por Yulia y, finalmente, comenzó su propio baile de conga con Volky.

— ¡Elena, eres increíble!— Proclamó mientras veía a su novia convertirse en una espontánea bailarina con el cabello rebotando salvajemente en su cabeza. Su chica sabía moverse. Y con ese pijama de renos de navidad... mmhmm.

La pelirroja negó con la cabeza, riendo y sonrojándose intensamente. Yulia no sabía si era por el esfuerzo que hacía o por vergüenza. Sabía que su propio rubor si provenía del esfuerzo. Realmente, había estado bailando exageradamente estúpida durante, como media hora, y ya se estaba muriendo. Quizás debería hacer más ejercicio. Algo más fuerte que esas malditas bolas inútiles.

Lena se derrumbó en el suelo y todos los animales migraron directamente a su regazo y para aquellos que no cabían, harían un espacio. La pelirroja parecía no poder dejar de reír.

La pelinegra estaba demasiado exhausta para detenerla, así que la empujó por el hombro y luego se derrumbó sobre su costado, respirando con dificultad. Dios, eran las nueve de la mañana y ya estaba que no podía con ella misma.

—Deberíamos hacer más ejercicio — Yulia jadeó, jugando con la colita de Jelly. Quería bajar el volumen de la música para poder escuchar a Elena, pero… estaba muy lejos.

Elena pareció animarse por un segundo. Oh! Oh! Eso implicaba que en algún momento le diría que quería jugar o simplemente, iría por algo de dulces.

—Sé lo que podemos hacer — Dijo Lena, mirando a Yulia con alegría. ¿Cómo se había recuperado tan rápido? Yulia era la estrella del teatro, del canto. Elena era solo una bola de energía azucarada. La morena le sonrió y le apretó el muslo.

— ¿Qué podemos hacer, cariño?— La pelirroja se balanceó hacia adelante sobre sus rodillas mientras miraba a Yulia.

—Hay una carrera de 5 km en Gorky Park para celebrar el comienzo de la primavera y para…para…levantar…los…muchos…

Yulia se rió entre dientes y apretó el muslo de Elena con más fuerza. Fuera lo que fuera, sabía que lo estaba intentando. A pesar de que había escuchado “5k” y su primer instinto fue saltar por el balcón.

—Más lento, osita — Dijo, poniéndose de rodillas. Elena tragó.

—Para crear conciencia sobre la adopción de animales. Un parque de perros.

Dios, ¿podría Cornelius recorrer 5 kilómetros? Realmente, en cuanto a resistencia podría fácilmente, pero aquel cachorro era un demonio, tal vez terminaría en el lago de alguna otra ciudad, persiguiendo un pato o algo así. Con quienquiera que estuviera arrastrando su correa.

Yulia ya sabía que terminarían con otro puto animal después de la carrera. Miró al gatito medio ciego en su regazo y a su novia que se balanceaba hacia adelante y hacia atrás frente a ella. De hecho, podría ser muy bueno para Elena. Seguramente habría bastantes personas y estaría rodeada de perros. Perros por todas partes. Sería el paraíso para la pelirroja.

—Sí, podríamos hacer eso — Dijo Yulia con una sonrisa. Le despeinó el cabello a Elena con cariño, y se rió cuando esta la abordó y la besó, casi golpeando sus cabezas contra la pared.

Elena se emocionaba mucho con pequeñas cosas como esa. Realmente hacía de su vida más divertida.

—¿Me harás waffles de arándanos con caras sonrientes de chocolate ahora?— La pecosa preguntó ansiosamente cuando se apartó.

Yulia asintió, esperando y aceptando el beso que llegó de nuevo. Finalmente apagó la música cuando fue a la cocina, y pateó las inútiles pelotas de yoga hacia la sala de estar para que Elena jugara con ellas.

Era hora de alimentar a su osita gruñona.

***

Después del espectáculo de Yulia esa noche, ella y Elena se encontraban paseando por el parque en lugar de dirigirse directamente a casa. En medio de la oscuridad y el frío. Yulia estaba casi muerta de cansancio pero Elena estaba felizmente balbuceando sobre cómo los avestruces machos pueden rugir como leones y cómo la leche de hipopótamo es rosada, así que Yulia estaba entretenida.

La morena se vio obligada a interrumpir a su novia cuando mencionó que las vacas producen doscientas veces más gas al día que los humanos. Ella no necesitaba ese detalle en su cerebro. Elena cambió al tema sobre los pulpos comiéndose sus propios brazos bajo el estrés, y Yulia tuvo que poner una mano sobre la boca de la pelirroja antes de que pudiera formarse alguna imagen en su mente.

Fue demasiado tarde. Ya quería comerse su propio brazo.

—Estoy lista para conocer a tus compañeros de elenco — Soltó Elena, después de lamer la mano de Yulia para quitarla de su boca. La morena dejó de preguntarse si la gente podría permanecer consciente el tiempo suficiente para comerse las partes de su propio cuerpo.

Miró a Elena, quien se subió a la acera para mantener el equilibrio mientras Yulia caminaba a su lado porque estaba oscuro y Elena no era gimnasta. Tenía que cuidar de que no se fuera a romper un tobillo.

—¿Mañana?— Preguntó Yulia, con evidente sorpresa en su voz. Elena la miró y se deslizó lentamente. Yulia tomó su mano.

—Umm, sí. Yakov dijo... dijo que fuera bajo un... ambiente controlado. Y, ya sabes, estas personas... tú estás con ellos todos los días, así que debería conocerlos. Quiero decir, quiero conocerlos — Yulia sonrió alentadoramente, mirando los pies de Elena.

—¡Te amarán, Elena!— proclamó alegremente —Podemos hacerlo antes del show mañana. ¿En mi camerino tal vez? O, no, ¿qué tal en casa? Entonces, ya sabes, estarás más cómoda y…

—Donde quieras, Yul— Intervino Elena, sonriendo nerviosamente y concentrándose en la acera.

Saltó cuando llegó a su fin y caminó silenciosamente junto a Yulia durante unos minutos. Los pensamientos de la morena estaban algo acelerados. Se preguntaba si sus compañeros de elenco se comportarían bien y si debía mencionarle que sus madres estarían de visita en dos semanas.

Probablemente debería hacerlo. Definitivamente debería. Elena dormía en su cama, con ella, así que tal vez en algún momento lo descubriría. O cuando aparecieran en su puerta.

—Oye, osita — Yulia dijo vacilante. Elena dejó de girar el cinturón de su abrigo como si fuera un sable de luz y miró a su pequeña novia —Mis mamás estarán de visita en dos semanas. Les encanta venir cada dos meses, a menos que vuelva a St. Petersburgo, pero, umm... No tienes que reunirte con ellas, y puedo pagarles un hotel, y….

—¡Que no!— Elena soltó, deteniéndose y colocándose frente a Yulia para que esta caminara directamente hacia ella —No los envíes, quiero conocer a tus madres. Pueden quedarse con nosotras, ¿no? ¿No quieren conocerme?— Preguntó. Sus ojos color grisáceos con toques verdes se movieron rápidamente entre los de Yulia.

Dios. Yulia no tenía palabras sobre lo mucho que sus madres querían conocer a Elena. La mujer era una descripción sin rostro para ellas, y ya la amaban más de lo que amaban a Yulia. De hecho, era un poco ridículo. Pero totalmente comprensible.

A Yulia ni siquiera le importaba responder sus constantes preguntas de “¿Cómo está Elena hoy?” y “¿Cómo están sus animales?” y “¿Qué tipo de galletas le preparaste para desayunar hoy?” Realmente, las preguntas eran acerca del tema favorito de Yulia.

Le sonrió suavemente y le tomó las manos. Tenía las manos heladas porque Lena había perdido sus guantes en uno de sus paseos. ¿Cómo sucedió?, Yulia no tenía idea. No se suponía que debieras quitarte los guantes en medio de una caminata. Elena obviamente dijo “a la mierda” y lo hizo de todos modos.

Yulia le frotó las manos frías y luego se acercó y las metió en los bolsillos de su chaqueta para calentarlas.

—Cariño, mis mamás te adoran. Por supuesto que quieren conocerte. Pero están más locas que yo, ya sabes, por decir algo — Yulia sonrió cuando Elena resopló y se tapó la nariz —Son realmente... muy animadas y creo que tienen la impresión de que ya eres su segunda hija. Solo quería asegurarme de que estarías bien con eso.

Yulia podía sentir los dedos de Elena golpeando dentro de sus bolsillos. Sin embargo, la pelirroja asintió con la cabeza, con los ojos fijos en los de Yulia.

—Quiero conocer a las personas que te hicieron — Lena declaró.

Yulia sonrió, se inclinó y la besó. La respiración de Elena era cálida y la morena solo quería acurrucarse dentro de ella y… esperen… Eso fue raro.

Dejó que Elena la abrazara y suspiró con satisfacción sobre el pecho de ella.

—¿Sabías que es físicamente imposible que los cerdos miren al cielo?— Yulia dijo en voz baja. No tenía idea de cómo sabía eso. Era la información más jodidamente inútil que había almacenado en su cerebro, pero era uno de esos hechos que escuchas una vez, y ocupa un espacio valioso por el resto de tu vida.

Elena se apartó y la miró con los ojos muy abiertos, reflejando la luna y las luces de la ciudad en sus pupilas.

Oh mierda. Ahora tendría que encontrar un cerdo para demostrarle este hecho a su asombrada novia.

***

—Quiero comprar los morados — Dijo Elena, acostada boca abajo en el piso de la sala y mirando con determinación el tablero de Monopoly. Yulia sonrió y lanzó los dados.

—Entonces tienes que aterrizar sobre ellos, cariño— Mierda. Un cuatro. Impuesto de lujo en el Boardwalk. La morena quería comprar los azules para poder construir algunos hoteles y arruinar a cualquiera que se cruzara en su camino. Específicamente a Oksana, quien había estado dominando el juego sobre todos, durante veinte minutos.

Dios sabe por qué Elena quería los morados. El Báltico y el Mediterráneo eran jodidamente inútiles. Aún así, la pelirroja miró el tablero como si estuviera buscando una escapatoria. Una forma de adquirir las propiedades moradas sin aterrizar en ellas. Hizo un puchero cuando vio que no tenía éxito, y Yulia sonrió dándole dio un leve empujón en el hombro.

—Vlad, deja de robar del banco — Demandó Oksana, volteando una tarjeta del Cofre Comunitario y frunciendo el ceño cuando fue enviada directamente a la cárcel. Vlad había hipotecado todas sus propiedades y simplemente estaba tratando desesperadamente de pasar sin aterrizar en una parte del imperio de Oksana. Yulia no podía culparlo por robar en el banco.

Tendría que declararse en bancarrota como lo hizo Anya hace una hora. O hace siete horas. ¿Cuánto tiempo habían estado jugando a este puto juego?

Elena se rió entre dientes cuando Oksana llegó a la cárcel, y vaciló solo un poco cuando la rubia la miró.

—¿Sabías…sabías que los canguros no pueden caminar hacia atrás?— Lena le preguntó cuando los ojos de Oksana no vacilaron, mientras tiraba los dados y movía su ficha a uno de los hoteles de Yulia, en las propiedades amarillas.

La mirada de la rubia se convirtió en una de rabia. Yulia sonrió para sí misma y recogió mil doscientos dólares de la menguante pila de dinero falso de Elena. Y luego, subrepticiamente, devolvió quinientos porque Elena pronto estaría en quiebra, y todo lo que quería hacer era comprar las propiedades moradas.

—Ellos… ahmmm…sus colas, ummm, se interponen en el camino — Elena continuó, mirando a Oksana. La rubia no decía nada. Probablemente quería ver cuánto tiempo podía hablar Elena acerca de canguros. Yulia sabía que podían estar allí todo el día.

— ¿Sabías que los orgasmos de los cerdos duran treinta minutos?— Vlad preguntó con indiferencia, derribando la pieza de Yulia mientras lanzaba el dado, aterrizando en el ferrocarril de Oksana. Luego, se declaró en quiebra.

Pero, Dios, Yulia no podía ignorar una declaración como esa. ¿Alguien podría hacerlo? Simplemente la obligó a pensar en cómo se sentiría un orgasmo de media hora. Sería fatal, ¿verdad? ¿Había muerto alguien de un orgasmo?

Se obligó a cerrar la boca y miró a Elena que estaba de color rojo brillante mientras construía una torre con las casitas verdes.

— ¡Lo he confirmado totalmente!— Anya proclamó alegremente desde el sofá donde estaba atando hilos multicolores alrededor del cuello de Jelly para hacerle un collar, o para estrangular al gatito. Yulia la estaba observando de cerca para luego darse cuenta de lo que decía Anya.

No, no hay manera. No estaban teniendo una conversación como esta. Oksana sonreía con una especie de sonrisa sarcástica y Vlad hablaba sobre los hábitos de apareamiento de los cerdos, y luego alguien llamó a la puerta, dejando entrar algunos compañeros del elenco de Yulia.

Gracias a Dios.

— ¡Hola chicos!— Yulia saludó casi gritando. Hizo un gesto para que Elena se levantara y se sentara. La pelirroja obedeció y en silencio observaba al bullicioso grupo dirigirse a la sala de estar, colapsándose sobre varias superficies como si fueran los dueños del lugar —Está bien, todos ustedes conocen a Oksana, Vlad y Anya — Yulia hizo un gesto a sus amigos mientras se deslizaba en el sofá contra el que estaba la espalda de Elena. Puso sus manos sobre la cabeza esponjosa de la pelirroja frente a ella —Y esta es mi novia, Elena —
La pecosa se dio la vuelta y miró a Yulia. La morena le sonrió y asintió alentadoramente —Elena, estos son Pasha, y Alina, y ese viejo es Kolya — Yulia sonrió a sus compañeros de reparto —Los conoces como Nick Arnstein, Georgia James y el Sr. Ziegfeld.

Elena les dio a todos un medio saludo y una pequeña sonrisa.

—Todos ustedes… todos ustedes son muy, muy talentosos. He visto todos los programas durante el último mes — Dijo, empujando hacia atrás las piernas de Yulia. La morena pasó sus manos por el cabello rojo frente a ella, tratando de convertirlo en una especie de mohawk. Sonrió cuando Elena se retorció.

— ¡Yulia!— Pasha exclamó desde su posición en uno de los sillones — ¡Tu novia es real! ¡E incluso más hermosa de lo que dijiste!— Está bien, sí, atrás amigo.

Pasha le guiñó un ojo a Yulia cuando Elena se sonrojó y volvió la cara para quedar medio presionada contra la rodilla de su novia. La pelinegra le sonrió.

— ¿Entonces, que están haciendo?— Preguntó Alina alegremente, sentándose con las piernas cruzadas junto a Oksana —¿Monopolio?

Sí, durante las últimas malditas siete horas.

—Y estábamos hablando de animales y orgasmos de cerdos — Vlad arrastró las palabras con una sonrisa. Sus compañeros de reparto se iluminaron visiblemente. ¿Con qué tipo de gente estaba trabajando?

Yulia decidió ignorarlos y lanzó el dado, golpeando deliberadamente la pieza de la bolsa de dinero, pero aterrizando en otro de los malditos hoteles de Oksana. La morena se vio obligada a hipotecar todas sus propiedades para pagar el alquiler.

Ahora sus ingresos se habían ido. Estaba varada en Arlington Avenue. Y estaba a un paso de ser encarcelada. Era como la vida real. Se preguntó cómo sería si Monopoly fuera la vida real. Todo terminaría en lágrimas y peleas y con las piezas del juego volando por todas partes.

Bueno no. Si fuera Monopoly, nunca terminaría.

—... Sí, estoy seguro de que podríamos ir a una granja que tienen algunos cerdos que podrían demostrar…

—¡Vladimir!— Yulia exclamó, deteniéndose apenas antes de poner sus manos sobre los oídos de Elena. En cambio, apretó con fuerza los hombros de la pelirroja y se preguntó brevemente si esa granja de cerdos podría demostrar que los cerdos no pueden mirar al cielo.

Elena se soltó de su agarre y se sentó, cuadrando los hombros y respirando profundamente.

—Creo que deberíamos, ummm, podemos hablar de otra cosa, como que las lenguas de las jirafas miden diecisiete pulgadas de largo— Uh.

Elena tragó saliva en silencio y se movió nerviosamente. Yulia le acarició la cabeza distraídamente como un cachorro. Estaba demasiado ocupada preguntándose si era la única que eufemizaba sexualmente cada comentario que se hacía ahora. Ojalá no.

Simplemente no puede ser bueno. Kolya fue el primero en hablar.

—Oh Dios mío — Comentó, mirando a Elena. Parecía impresionado. Probablemente no por Elena, sino por la enorme longitud de las lenguas de las jirafas. Yulia también quedó impresionada. Se preguntó para qué las usaban.

Dios, que pervertida. Controla tus malditos pensamientos, Yulia.

Oksana la estaba mirando con una sonrisa de suficiencia, y la morena se sonrojó por un momento antes de darse cuenta de que era porque había aterrizado en su ferrocarril de nuevo y ahora estaba en bancarrota. Gimió y se inclinó hacia adelante, presionando su rostro contra el desorden de cabello rojizo de su novia.

Luego se dio cuenta de que no tenía que jugar más y se sentó con la espalda recta con una gran sonrisa. ¡Si! ¡Estaba en bancarrota!

Desafortunadamente, Elena se negó a darse por vencida hasta que pudo comprar las propiedades moradas, por lo que el juego continuó durante una hora más o menos. O varias. O diez más.

Los compañeros de reparto de Yulia consiguieron que siguiera escupiendo datos sobre animales, lo que los mantuvo a todos entretenidos.

Sí, ella era una guardiana del zoológico. Yulia lo sabía.

Jadeó cuando Elena tiró un cinco y la agarró por los hombros, esperando que su novia se diera cuenta de donde había aterrizado. La pelirroja se quedó quieta y luego soltó un ininteligible sonido de victoria, mirando a Yulia con una enorme sonrisa.

—¡Tengo el otro morado!— Yulia se rió, y entre Vlad y Anya ayudaron a Elena a conseguir suficiente dinero para comprar la propiedad.

—Oksana, eres dueña de la mitad del tablero. Deja de fruncir el ceño — Comentó Pasha, sacando cien del banco para dárselos a Lena.

En fin. Elena era dueña de sus propiedades moradas.

Luego aterrizó en uno de los hoteles de Oksana en su siguiente viaje y de repente se declaró en bancarrota. Con una sonrisa en su rostro.

Maldita Oksana. Era una especie de dios en este juego. Un magnate inmobiliario. Probablemente porque no tenía reparos en manipular a la gente con dinero falso o vender sus propiedades por siete veces su valor real.

Yulia estaba en medio de sacar las pequeñas piezas de metal del juego de la boca de Volky cuando finalmente se acabó el juego. Había terminado una partida de Monopoly. Aquello aun parecía imposible.

Elena les dio abrazos de despedida a Pasha, Alina y Kolya cuando se fueron. Eran espontáneos y parecidos a los de un oso, como la mayoría de los abrazos de Elena, y Yulia estaba orgullosa de ella.

La morena se estaba metiendo en la cama esa noche cuando Elena salió del baño con la boca llena de espuma de pasta de dientes y un cepillo en la mano.

—¿Sabías que algunos leones se aparean más de cincuenta veces al día?— Comentó Elena a través de la espuma, tapándose la boca con la mano para mantener la pasta de dientes adentro.

Whoa!!! Solo termina de cepillarte los dientes, mujer, antes de que te pasees por aquí y le des a Yulia un maldito infarto.

Porque, rayos!!! Yulia no estaba preparada para cosas así.

Elena la iba a matar.


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Mensaje por Fati20 9/12/2020, 11:06 am

Jajajaja cada capítulo es buenísimo!!!! Será muy muy interesante ver como se dará un acercamiento en lo sexual, yo creo q lena será la de la iniciativa como siempre 🤣
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 9/15/2020, 4:31 pm

Capítulo 17: Camina un poco, sonríe, sueña en grande


Elena se preguntaba, por qué todas las salas de espera en las que parecía estar últimamente, tenían peceras. Bueno, había estado solo en dos, pero aun así. Ella ni siquiera tenía una pecera. Debería investigar por qué sobre eso. Definitivamente, las peceras llamaban la atención de la gente, especialmente si los peces eran tropicales o depredadores o… medusas… o si también eran un pulpo.

Los nervios que tenía Elena por reunirse con uno de los asesores en las oficinas de admisiones de la Universidad, no se estaban controlando para nada.

Su mirada se centraba en la estrella de mar que se aferraba al cristal en lugar de los estudiantes universitarios que estaban sentados a su alrededor.

¿Para qué estaban allí? Habían reprobado exámenes. Dejaban algunas clases. Añadían clases extracurriculares inútiles que nada tienen que ver con sus especialidades. En fin.

La pelirroja llegó temprano, lo cual era sorprendente, considerando que había pasado quince minutos extra besando a Yulia cuando se despertó y luego diez más, atrapando a Cornelius cuando salió disparado por la puerta principal, recorriendo el pasillo del edificio.

Ahora miraba a la estrella de mar con una sonrisa en su rostro.

—Voy a fallar... Voy a fallar... Joder… Joder... Estoy jodido... No hay manera... Voy a fallar — Un chico joven salía de la oficina del asesor, frotándose la cara frenéticamente, mientras la pelirroja lo miraba distraídamente cuando se dirigía a la salida.

Elena le sonrió tranquilamente, felizmente. Simplemente parecía que era justo eso lo que necesitaba. Una sonrisa para hacerle saber que la vida continuaba, después de los exámenes finales. El chico dejó de frotarse la cara, dejando caer las manos a sus costados y le devolvió la sonrisa.

Parecía un zombi y Lena esperaba que no se acercara demasiado. Luego el joven respiró hondo, sonrió y le asintió con la cabeza mientras salía por la puerta. La pelirroja volvió a mirar a la estrella de mar.

—Sra. Katina — La asesora llamó, inclinándose a medio camino de la puerta de su oficina y haciéndole señas a Elena para que se acercara —Puedes entrar ahora.

Elena respiró hondo y llenó su mente con imágenes del por qué estaba allí. El zoológico. Quería trabajar profesionalmente con los animales del zoológico. Quería estudiar su comportamiento y contribuir a su bienestar.

Ahora podía manejar la universidad. No estaba preparada para una privada, pero haría que esto sucediera por sí misma en la Universidad Estatal Rusa de Humanidades.

Elena estaba tranquila, la mayor parte, mientras se sentaba en la silla frente al escritorio del Dr. Kuzovkov. Sus piernas se movían de arriba a abajo, sentándose derecha, lista para causar una buena impresión.

El consejero parecía un tucán, o tal vez una iguana. En fin, un animal exótico con gafas de montura naranja y ojos brillantes. Ella quería también unos lentes así.

—Hola, Elena — Saludó el Dr. Kuzovkov, cruzando las manos frente a ella y dándole a la pelirroja toda su atención —Gracias por expresar interés en UERH. ¿Qué podemos hacer por usted hoy?— Elena respiró hondo de nuevo. Recordó al Dr. Vyacheslav y a Yulia diciéndole “palabras”. Imágenes y palabras. Ella podía hacer eso. Se imaginó a un oso pardo cuando se encontró con los ojos del Dr. Kuzovkov y le sostuvo la mirada.

—Me interesa saber qué tipo de programas ofrecen en el campo de ciencias animales — Dijo con firmeza.

—Está bien, eso es genial — Dijo el Dr. Kuzovkov con entusiasmo, sacando una pila de folletos debajo de su escritorio. Elena se preguntó qué más había allí, debajo. ¿Y si hubiera una trampilla? ¿Y si este asesor de la UERH tuviera acceso exclusivo al País de las Maravillas o Narnia?

No. No, Elena. Pon atención. Osita.

—No ofrecemos una especialización en ciencias animales, pero la mayoría de nuestros estudiantes pre-veterinarios se especializan en biología, y simplemente agregan las clases que requieren las escuelas veterinarias. ¿Estás interesada en pre-veterinarios?— Elena tragó.

—Quiero... trabajar en el zoológico. Quiero decir, sí, me interesaría un pre-veterinario. Pero probablemente me concentraría en obtener la licenciatura primero, y luego decidiría si quiero ir a la escuela veterinaria— El Dr. Kuzovkov asintió con agrado.

—Sí, definitivamente tienes tiempo para decidir. Solo debes considerar, si haces una pre-veterinaria, debes comenzar a obtener tu experiencia en la carrera, ahora. Ya sabes, ser voluntaria, trabajar con un veterinario y con animales en cualquier contexto.

Elena escuchaba con atención. Dejó de dar golpecitos con los dedos y de mover las piernas, y la imagen del oso desapareció de su mente. Se centró por completo en lo que tenía que hacer.

—Incluso si no haces un pre-veterinario — continuó el Dr. Kuzovkov —tu mejor apuesta para cualquier tipo de carrera animal sería una especialización en biología y una especialización en estudios con animales. Ya que no vas a venir a nosotros, recién salida de la escuela secundaria, es posible que te interese nuestro programa de grado acelerado. Si comienzas este verano como estudiante a tiempo completo, puedes obtener tu título bióloga, en dos años. Solo tienes que tomar algunas pruebas para calificar para el programa.
Elena asintió lentamente. Eso sonaba… perfecto. Se meció un poco en su silla y pensó qué preguntar primero. Había tantas cosas.

—¿Qué tipo de ayuda financiera ofrecen?— Luego arrugó la cara porque, de todos los colores, imágenes, posibilidades y oportunidades que se arremolinaban en su cabeza, eso fue lo primero que salió. El Dr. Kuzovkov sonrió.

—Bueno, la universidad ofrece cientos de becas, que van desde cien Euros hasta la matrícula completa. Todos califican para algo. Solo tienes que ser proactiva para buscarlos y postularte. Además, no conozco tu situación financiera, pero siempre hay ayuda federal que los estudiantes pueden solicitar.

—¿Permiten perros en su campus?— Se dio cuenta de que esto probablemente no debería ser una prioridad legítima, pero no, no se arrepintió de nada.

—Lo hacemos. No en las aulas, por supuesto.

Bueno. Elena podía manejar eso perfectamente. A Cornelius probablemente no le iría bien estar en un salón de clases de todos modos o en cualquier escenario.

—¿Cuántas horas crédito, tendría que tomar para ser un estudiante de tiempo completo? ¿Y qué, ummm, qué tipo de clases implicaría un título en biología?— Elena conscientemente ralentizó su discurso porque podía sentir que la emoción aumentaba, y sabía que se estaba entusiasmando y su corazón latía muy rápido.

Se sentó sobre sus manos y miró al Dr. Kuzovkov con ojos brillantes.

—Necesitarías doce horas crédito por semestre. Tus clases principales serían química y todos sus niveles, ya sabes, general, orgánico, etcétera. Además de biología, y luego pasarás a microbiología, física, genética y bioquímica. Si quieres basarte en estudios con animales, también tomarás clases de zoología y comportamiento. Pero con el programa acelerado no necesitarías tantas materias optativas de inglés, literatura, ciencias sociales, historia, cosas así.

Espera. Elena frunció el ceño. ¿Y sus libros? Quería estudiarlos. Quería profesores que amaran estas tierras imaginarias y las personas que las crearon, que le enseñaran todo lo que sabían.

—Pero puedo estudiar inglés y literatura si quiero, ¿verdad?— preguntó, haciendo girar la banda elástica alrededor de su muñeca. El Dr. Kuzovkov pareció un poco sorprendido, pero sonrió.

—Por supuesto. Muchos estudiantes de ciencias solo tratan de evitar eso, porque bueno, no es una especialización fácil, Elena. Quiero asegurarme de que sabes en lo que te estás metiendo —Los ojos de Elena se posaron en el cuello del Dr. Kuzovkov por un momento, y respiró hondo antes de mirar con determinación hacia arriba.

—Lo sé, sé que no será fácil. Pero estoy lista para un desafío. Me han... desafiado mucho últimamente. Y siento que estoy aprendiendo y mejorando, y puedo manejar esto.

Elena podía sentir esa emoción creciendo de nuevo. Ese sentimiento incontenible en su estómago y en su corazón que la hacía balancearse hacia adelante y hacia atrás porque no podía contenerlo. Parpadeó exageradamente para aclarar las imágenes en su mente.

Palabras, osita.

Se imaginó a Yulia. A Yulia y sus encantadores ojos azules debajo de ella esa mañana, con el pelo revuelto y negándose a levantarse de la cama porque era “demasiado temprano para que una estrella de teatro, estuviera despierta”. Sin embargo, no podía rechazar los besos de Elena.

Lena lo sabía. Le gustaba usarlo a su beneficio.

Luego se imaginó a Volky, Cornelius y a Jelly, robando los waffles del mostrador y luego moviendo la cola, envolviéndose alrededor de sus piernas cuando les daba dulces en el desayuno, esa.

Les gustaban los waffles. Obviamente querían waffles y ella les daría waffles.

Se imaginó el pastel de león azul de Oksana y los comprensivos ojos azules de Luka, el guiño de Vlad y los abrazos de Anya.

Se imaginó todo, porque todo era tan maravilloso y la hacía sentir bienvenida, aceptada y emocionada, y simplemente no podía contenerlo. Tamborileó con los dedos contra sus piernas y siguió balanceándose, sonriéndole con confianza al Dr. Kuzovkov.

—Señor, obtuve un 2340 en la prueba de evaluación académica. Obtuve un 32 en las pruebas de admisión, y mi promedio de calificaciones cuando presenté mi solicitud en la Universidad Privada era de 5.8 ponderado. No asistí porque tenía algunos... Tengo algunos problemas en los que estoy trabajando y mejorando, y sé que puedo hacerlo. ¿Sabía que los pingüinos pueden saltar dos metros en el aire?

Lo había dicho.

Lena se obligó a detenerse para ver si el Dr. Kuzovkov respondía. Pero no lo hizo. Él solo se sentó con una pequeña sonrisa en su rostro y su mirada fija en la pelirroja. Elena no vaciló. Su boca y su corazón no se lo permitían. Además, la pelirroja se dio cuenta de que era una pregunta al azar y quería darse prisa y dejar claro su punto. Yulia y Yakov estarían orgullosos. Ella simplemente no podía detener las palabras.

—Sé muchas cosas así, y sé que ahora mismo son completamente inútiles. Pero también conozco los grupos funcionales de la química orgánica, ya sabe, alcoholes, amidas, ácidos carboxílicos, que son como una mezcla de carbonilo e hidroxilo. Sé estas cosas. El trabajo escolar nunca será un problema.
Elena hizo una pausa y respiró hondo. No porque sintiera que estaba a punto de comenzar a caer en sus palabras, sino porque literalmente no podía respirar. Así es como debe sentirse Yulia.

Dios, Yulia. La sonrisa de Elena se hizo aún más amplia.

—También tengo un trabajo, trabajo en un refugio de animales, que de hecho dirijo cuando el gerente no puede estar o no tenemos suficiente personal. Yo solo…yo... — Se humedeció los labios y miró directamente a los ojos verdes del Dr. Kuzovkov —Puedo hacer esto. Estoy lista para hacer esto, y quiero hacerlo en UERH — Terminó tranquilamente.

El Dr. Kuzovkov respiró hondo y arqueó las cejas con una especie de expresión de asombro en su rostro. Pasaron algunos segundos antes de que hablara mientras Lena pasaba el tiempo repasando frenéticamente todo lo que había dicho para asegurarse de que todo era apropiado.

Simplemente no podía recordar lo que había dicho. Rayos, había mencionado pingüinos saltarines. Y ácido carboxílico. ¿Por qué había hecho eso? El tipo zombi que había conocido en el vestíbulo antes sabría que eso baja el estado de ánimo. Un destructor de conversaciones.

—Elena, creo que UERH tendría suerte de tenerte este verano — Dijo finalmente el Dr. Kuzovkov. Elena dejó escapar un profundo suspiro. Una respiración muy, muy profunda.

—Eres inteligente, eres apasionada... Y hay una capa, un elemento o una mezcla de ellos que la mayoría de la gente no tiene. Si he contestado a todas tus preguntas, espero verla a usted en Junio.

Elena se puso de pie y estrechó la mano del Dr. Kuzovkov, sonrojándose después de eso. Estaba tan exhausta, pero tan orgullosa de sí misma. No podía esperar a encontrarse con Yulia para almorzar. Se detuvo junto a la pecera al salir para mirar a la estrella de mar durante cinco minutos con una sonrisa de alivio en su rostro.

Los pequeños pasos se estaban convirtiendo en grandes pasos.

Elena caminó todo el trayecto hasta el café, sin pisar las grietas de la acera, porque era divertido, dándole a su mente algo que hacer.

Y eso hacía sonreír a la gente que la rodeaba. Le gustaba ver a la gente sonreír.

***

—Estás preciosa.

No estaba segura de saber si Yulia la había escuchado ya que estaba demasiado ocupada dando vueltas con el vestido vintage verde pálido que se estaba probando en la tienda de segunda mano. Yulia se acercó a ella felizmente.

—¿Te gusta?— Elena asintió con entusiasmo. Le encantaría aún más sin el vestido.

—Estás preciosa — Repitió para distraer a Yulia del rubor que podía sentir arrastrándose por sus mejillas.

La pelinegra miró tímidamente hacia abajo y luego se inclinó y la besó. A Elena le encantaba esto, ver como Yulia encajaba perfectamente en sus brazos y ponía su cabeza en su hombro para sentir el cálido aliento en su cuello. Un cuerpo, que cada día quería tener más cerca de ella. Tan cerca como fuera posible.

Como cuando Volky y Cornelius intentaban robar su almohada todas las noches y terminaban respirando sobre sus globos oculares y babeando en su cuello.

Solo Yulia era más amable.

—¿Debería comprarlo?— Preguntó Yulia, dando un paso atrás y girando de nuevo, manteniendo una buena distancia entre ella y los maniquíes.

Elena asintió y dio un brinco sobre sus talones. Todavía no le había dicho a Yulia cómo había ido la reunión y sabía que Yulia no se la sacaría de encima. Pero ella estaba emocionada y se estaba preparando para hablar.

Luego se concentró realmente en la ojiazul y se sintió realmente emocionada.

—La…la longitud es buena para ti. Resalta tus piernas. Y el color me hace pensar en el océano… Y ballenas... Y delfines — Elena solo enumeraba animales para distraer su mente de las piernas de Yulia. Eran tan hermosas y suaves como delfines. Delfines… Delfines…Delfines.

El color realmente le recordaba a Elena a las ballenas y los delfines. No sabía por qué, pero era... relajante.

Yulia la estaba mirando con una sonrisa. Elena se retorció un poco.

—Y, umm, va con tu tono de piel.

Yulia siguió mirándola. ¿Qué más se podía decir sobre un vestido? ¿Sin, ya sabes, empezar por las piernas? Elena se perdió en esos ojos conocedores y finalmente habló.

—Yulia, voy a ir a la Universidad Estatal Rusa para Humanidades durante dos años como estudiante de tiempo completo a partir de este verano, para poder obtener un título en biología con una especialización en estudios animales. Lo pagaré con ayuda financiera, y ahorros, y mi trabajo, y obtendré…obtendré…quiero… — Se interrumpió, tragó saliva y se imaginó a la estrella de mar en la sala de espera. La mandíbula de Yulia se había abierto un poco y sus ojos se habían ensanchado, y Elena podía decir, que la estaba escuchando atentamente. Pacientemente.

Ella esperaba que Yulia pudiera entender lo que estaba diciendo. Estaba tan emocionada.

—Puedo tomar clases de animales, y clases de literatura también, si…si quiero. El campus y los edificios son hermosos, y yo... estoy haciendo esto.

Yulia la miró por un segundo para asegurarse de que había terminado, y luego dio un paso adelante y envolvió a Elena en un abrazo. La pelinegra olía a malvaviscos. A Elena le gustó eso.

—Estarás increíble, Elena.

La pecosa sonrió y besó la cabeza de Yulia. Las meció a ambas de lado a lado, sintiéndose mucho mejor ahora que la energía zumbante en su estómago había sido liberada.

Cuando Yulia se recompuso y se cambió de nuevo a su ropa normal, Lena la llevó hacia el estante giratorio para gafas de sol, girándolo, buscando algo que le llamara la atención.

Muy aburrido. Muy aburrido. Bonito, pero negro. Muy aburrido. Está bien, pero plateado. Aburrido. Aburrido.

Yulia se probó unos Ray Ban negros falsos y se volvió hacia Elena, girando las manos en la vaga dirección de su rostro.

—¿Te gusta?

No. A Elena no le gustó. No podía ver los ojos de Yulia.

Negó con la cabeza con seriedad, y la expresión de la pelinegra cayó por un segundo antes de que Lena le colocara cuidadosamente unos anteojos de lectura en la cara. Lo último que Elena quería hacer era sacarle los ojos a su novia.

Se preguntó si alguna vez le habían “sacado un ojo” a alguien, porque no parecía posible. Extraer un globo ocular pinchándolo solo con un objeto alargado. Probablemente no recomendaría a nadie que lo hiciera, pero… Rayos. Pon atención.

Lena estaba satisfecha consigo misma. Ahora los ojos azules de Yulia estaban realmente agrandados. Sonrió.

Yulia quiso moverse para dar un paso hacia Elena, pero su percepción de profundidad y equilibrio, hicieron que se desviara, así que se balanceó y se agarró a la torre de gafas de sol. Esos cristales se veían entretenidos. Lena definitivamente los compraría.

Se probó un par de gafas de sol normales de color verde neón, baratas, sabiendo que las negras serían más atractivas, pero las verdes harían reír a Yulia. Elena se volvió para mirar a Yulia completamente en serio.

—Quiero ese.
Yulia entrecerró los ojos, luego se rindió y se quitó las gafas para leer, parpadeando un par de veces, aparentemente mareada, y luego se echó a reír.

Sí, Elena definitivamente los compraría.

Le encantaba ver sonreír a Yulia. Le encantaba hacer sonreír a Yulia.

***

La pelirroja había querido cancelar su sesión de terapia ese día, porque la reunión de la UERH significaba que tendría que retrasarse y se perdería la obra de Yulia. Pero Yakov dijo que era una sesión importante, y ella sabía que tendría que empezar a perderse muchos espectáculos en el teatro, y Vlad dijo que iría y se aseguraría de que Yulia fuera tan fantástica como siempre, así que Elena estuvo de acuerdo.

Se sentó frente al Dr. Vyacheslav con Henry en su regazo, cantando la letra de “Tutti Frutti” en su cabeza. En realidad, no conocía toda la letra, solo tarareaba las partes que no sabía y ya.

Estaba a punto de saltar del techo cuando Yakov juntó las manos y la miró a los ojos. Dios, no podía dejar de tararear la canción.

—Es Asperger — Él dijo.

Elena tragó saliva y mantuvo contacto visual, inclinándose un poco hacia adelante en su silla e imaginando los lentes verde neón y los ojos ampliados de Yulia.

—Es Asperger— Yakov asintió.

—Después de tratarte estas últimas semanas, me siento cómodo confirmando que tienes el síndrome de Asperger.

Elena podía sentir que su respiración se volvía menos profunda, y sus ojos se desviaron hacia los botones de la camisa de Yakov, pero asintió lentamente.

—Bueno — Dijo en voz baja, rascando furiosamente uno de los tentáculos de Henry. Yakov no dijo nada, solo se sentó y la miró con una expresión abierta.

Elena se movió nerviosamente en su asiento. En realidad, no le sorprendió. Le habían dicho que tenía Asperger antes, pero le habían dicho muchas cosas. Realmente le creía a Yakov. Se veía tranquilo, contento y cariñoso, así que… Elena respiró hondo y asintió de nuevo.

—¿Qué, um, qué significa eso? Sé lo que implica Asperger, pero, para mí, ¿qué significa eso?— Yakov frunció los labios y Elena siguió haciendo girar el tentáculo de Henry entre sus dedos.

—Bueno, no mucho, Elena. Sabes que es un trastorno del espectro autista y no lo medicamos, así que nos centraremos en sus componentes principales. El principal, por supuesto, es la ansiedad social.

—¿Y todo lo demás?— Preguntó Elena, haciendo contacto visual de nuevo y obligándose a sostenerlo. Se concentró en la imagen en su mente de pingüinos saltando seis metros en el aire. Le gustaría ir a algún lugar y ver que eso suceda, por sí misma. Sin embargo, probablemente no lo hacían en el zoológico. Quizás en la naturaleza.

Probablemente a Yulia le gustaría ir con ella. A Yulia le encantaría la Antártida.

—Las otras... peculiaridades, que vienen con Asperger, no las vamos a tratar o cambiar, o alterar. Como, bueno, un interés profundo en temas específicos de inteligencia superior, o rarezas en el habla, el humor... Incluso tus pequeños tics, Elena, vamos a ignorarlos, por ahora, porque provienen de la ansiedad y la emoción, y eso es exactamente en lo que hemos estado trabajando.

Elena procesó todo eso por un momento. Dejó de jugar con el pulpo y su respiración volvió gradualmente a la normalidad.

—Entonces, no tenemos que cambiar nada. Lo estoy haciendo… ¿bien?— Yakov le sonrió cálidamente.

—Maravillosamente. El Asperger simplemente le está poniendo un nombre a todo en lo que hemos estado trabajando durante las últimas semanas — Elena se relajó en su silla. Ella podría lidiar con esto. Eso estaba bien.

El Dr. Vyacheslav se inclinó hacia adelante sobre su escritorio, riendo mientras empujaba a un lado múltiples bolas de estrés con caritas sonrientes y clips de papel de colores y... ¿cómo hacía su trabajo? ¿Se sentaba en su escritorio y jugaba todo el día entre sesiones?

—Eres una persona muy bien adaptada para tu situación, Elena. No creo que tu pasado haya contribuido mucho traumáticamente, a tus problemas de hoy. Estás... muy feliz. Eres joven. Y lo estás haciendo muy bien.

Elena se sonrojó y sonrió mirando a su regazo. Dejó a Henry de nuevo en el escritorio del Dr. Vyacheslav y le dio unas palmaditas en su esponjosa cabeza.

Se imaginó a Henry comiéndose sus propios brazos, pero eso la horrorizó, así que... En cambio, llamó a Yulia de camino a casa. Su sesión habría terminado hace aproximadamente una hora. Dios, ¿qué clase de psicólogo realizaba sesiones nocturnas?

Yakov Vyacheslav, quien más? Elena pensó en hacerle un regalo. Quizás un pez para agregar a su tanque. O una tortuga.

—¡Oye, cariño! ¿Cómo estuvo tu sesión?— Exclamó Yulia. Elena podía escuchar el ruido en la cocina al otro extremo y a uno de los perros lloriqueando. Sonrió para sí misma en el paso de peatones.

—¿Cómo estuvo tu presentación?— Preguntó con igual entusiasmo.

—Yo pregunté primero… — Yulia interrumpió y los ruidos se hicieron más fuertes así como los lloriqueos, los arañazos y... ¿el agua? ¿Qué estaba pasando? Elena entrecerró los ojos y escuchaba con atención —¡Volky, imbécil!— Elena escuchó a la distancia.

Resopló y se tapó la nariz, a pesar de que no había nadie alrededor. Tenía que estar en desacuerdo. Volky no era un imbécil. Era un genio que sabía cómo usar sus poderes para molestar a Yulia en la mayor medida posible, y aún así hacer que ella lo amara.

—¡Sal del lavaplatos!— Cruzó la línea, un poco más fuerte.

Bien, tal vez Volky estaba siendo un imbécil esta vez. Probablemente quería un baño. Ella misma le daría uno mañana. Se preguntó si a Yulia le quedaba algo de champú.

Hubo muchos chasquidos, crujidos y palabrotas antes de que Yulia volviera a la línea. Respiró hondo unas cuantas veces mientras Elena se reía para sí misma.

—Yo pregunté primero — Dijo Yulia con indiferencia, ignorando los dos minutos anteriores.

—Tengo Asperger — Soltó, luego negó con la cabeza mientras caminaba por la acera. Dios, las cosas simplemente salieron de su boca.

Yulia se quedó en silencio durante un minuto. Inquietantemente silenciosa. ¿Qué había hecho con Volky?

—¿Sin lugar a duda?— Preguntó preocupada. Elena sonrió ante su tono.

—Sí. Yakov, eh, se sintió cómodo al diagnosticarlo. Pero, um, hablaré… ¿podemos hablar de eso cuando llegue a casa? Quiero escuchar sobre tu presentación —Yulia se quedó callada por un segundo, pero luego respondió feliz.

—Sí, por supuesto, osita. Entonces, umm, Vlad me estuvo acosando toda la noche, porque dijo que mi aterradora novia lo amenazó para asegurarse de que yo estuviera bien, y que no fui, bueno...acosada.

Una vez más, Elena resopló. Podía escuchar la sonrisa de Yulia a través del teléfono.

—Pasha llegó un poco antes a sus líneas una vez, pero luego se tropezó por los escalones del backstage para que entendiera lo que se le avecinaba... Umm, veamos ... Uno de mis fans me dijo que la chica pelirroja con la que salgo mucho, es totalmente hermosa y me preguntó si era una estrella de cine...
Elena se rió.

Yulia habló durante todo el camino a casa, porque su obra de teatro era su segundo tema favorito y ella la escucharía, porque la pelinegra la hacía sonreír y a ella le gustaba la forma en que su novia se reía y luego quedaban absorbidas por esta reacción en cadena, de risa.

Que era una reacción bastante buena para estar atrapadas.

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A VIVALENZ28, Fati20 y a Volkatinale92 les gusta esta publicaciòn

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Mensaje por Fati20 9/15/2020, 5:11 pm

Amo mucho esta historia es increíble y me encantó este capitulo desde la perspectiva de lenita 😍
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 9/17/2020, 11:29 am

Capítulo 18: Apaga las luces y la timidez



Yulia en su vida nunca había estado preparada para correr cinco kilómetros por la avenida central, mejor dicho, que su novia y sus perros la arrastraran cinco kilómetros por la avenida central. La calle estaba abarrotada de personas que parecían estar a punto de comenzar un puto triatlón.

Era una carrera de perros, por favor. Calma!!

La morena tomó la mano de Elena para evitar que se saltara cuando llegaron al claro donde se suponía que comenzaría la carrera. Los ojos de la pelirroja se abrieron y se quedó de piedra, en su sitio.

Perros. Había perros en todas partes. Perros, perros y más perros. Yulia arqueó las cejas y vio a Elena absorberlo todo. La pecosa salió de su ensueño cuando Cornelius trató de correr tras un cachorro que trataba de jugar con él.

Yulia, quien hacía un recorrido con la vista por todo el lugar, le dio un leve codazo a su novia en las costillas, señalándole con la cabeza hacia la mesa de registro.

— ¿Qué tal si nos registras, cariño?

Elena miró a la mesa que estaba rodeada por un buen número de personas, pero no abarrotada y luego a Yulia, retorciendo la correa de Cornelius alrededor de sus dedos.

La pelinegra esperó pacientemente. Tan paciente como se puede esperar cuando tu perro quiere arrastrarte en cinco direcciones diferentes.

Elena asintió con confianza y Yulia le dio un manotazo en el trasero mientras se alejaba sonriendo, viendo como la pelirroja se sonrojaba cuando giró a verla. La ojiazul le regaló un pulgar hacia arriba, en señal de que todo estaba bien.

Mientras eso pasaba, fue a sentarse en la hierba, pero tuvo que levantarse rápidamente cuando Volky trató de sentarse en su regazo. Examinó a todas las personas con sus animales a su alrededor, viendo como lucían.

¡Awww!! Debió haber conseguido ropa pequeña para que se la pusieran a Volky y a Cornelius! Botitas de carrera y chalecos de neón.

Ahora estaba decepcionada de sí misma. Había perdido la oportunidad de disfrazar a sus perros. Realmente no venían tan a menudo a una carrera de animales. Halloween era lo más cerca que había estado de poder disfrazarlos.

Observó a Elena parada en silencio en la fila, y luego inclinándose sobre el mostrador para registrarlas, sonriéndole a la dama que les entregó sus números de identificación. Las manos de la pecosa jugaban con la correa pero saludó felizmente a la mujer cuando ésta se levantó de la mesa. Luego giró su cabeza y saludó a Yulia, que sonreía como una tonta.

—¡Listo!— Elena gritó emocionada cuando todavía estaba a unos veinte metros de distancia. La pelinegra iba a gritarle algo, aunque todavía no había determinado qué, cuando un tipo se interpuso en su camino.

Yulia se detuvo abruptamente y lo miró. Tenía pelo oscuro, ojos oscuros. Arqueó una ceja en lugar mientras pensaba si debía empujarlo fuera de su camino.

—Hola, soy Igor — Dijo con confianza, extendiendo su mano con una sonrisa.

Yulia entrecerró los ojos, pero le estrechó la mano y se presentó. ¿Dónde estaba el perro de este tipo? ¿Realmente estaba troleando en la carrera para conseguir chicas? Se mordió el interior de la mejilla para no reír, luego alzó la vista para ver la expresión de Elena. Parecía una suricata, observando desde unos metros detrás de Igor con los ojos bien abiertos y alerta. Lista para abalanzarse sobre su mujer.

Yulia negó levemente con la cabeza. Quería ver hasta dónde podía llegar este chico antes de déjalo en vergüenza por completo. Elena los miraba con recelo, asintiendo con la cabeza, juntando sus manos frente a ella y balanceándose sobre sus talones.

La morena volvió a concentrarse en un Igor expectante. No había escuchado nada de lo que él había dicho en los últimos treinta segundos, así que solo asintió con la cabeza y esperó que no le hubiera hecho ninguna pregunta.

—Parece que esta carrera no debería ser demasiado difícil para ti — Comentó.

Joder. En primer lugar, esta carrera iba a ser la maldita cosa más difícil en la vida de Yulia. En segundo lugar, rayos.... Yulia se sonrojó y miró a Elena.

Oh!! Oh! Su novia tenía la mirada de muerte, puesta justo en la parte posterior de la cabeza de Igor.

Yulia simplemente lo habría abofeteado allí mismo, pero quería ver qué se le ocurría a continuación. Era entretenido. Tal vez entablaría una conversación muy larga y no tendría que hacer esta carrera.

—¡De verdad!— Persistió, sonriendo porque Yulia aún no le había dicho que no estaba ganando en este juego —Te ves muy en forma. ¿Te ejercitas?

Oh Dios, de ninguna manera. Más bien necesitaba plantearse un régimen de ejercicios diarios para ver si dejaba las benditas pelotas de yoga a un lado.

Los dedos de Elena se movían inquietos contra sus muslos, mientras se balanceaba sobre sus talones. Igor miró a Yulia enarcando una ceja.

—¿No hablas?— Preguntó.

Al parecer no, en los últimos tres minutos. La pelinegra había estado demasiado concentrada en las idioteces que salían de su boca y para conseguir que Yulia no hable... bueno, sí, Igor era el único que estaba logrando eso.

Elena caminó rápidamente, pasando por un lado de Igor abruptamente y se inclinó contra Yulia, besándola en la boca y luego mordiendo su labio inferior mientras se alejaba. La morena se lamió los labios, un poco aturdida.

¿Quién era este tipo que estaba parado frente a ella? ¿Qué estaba pasando?

—Sí, si habla — Dijo Elena, colocando a Yulia completamente a su lado y mirando sin pestañear a Igor. La morena se limitó a sonreír, mientras sentía que estaba en las nubes.

Esa se parecía a Elena. Y esa se parecía a Elena. ¡Ah, y esa también!

El chico no dijo nada. Simplemente se encogió de hombros y fue a hablar con una chica rubia que tenía un chihuahua en sus brazos, mientras Yulia hacía que Elena la besara de nuevo, fijando cuidadosamente sus números.

Treinta y tres y treinta y cuatro.

Yulia estaba lista para esto.

Veinte minutos después, la morena llegó a la conclusión de que definitivamente no estaba preparada para esto. Ella solo se había estado engañando a sí misma. Estaba en forma, pero no era una corredora, y no era lo suficientemente fuerte para contener a Volky que estaba perfectamente feliz de correr por la calle a toda velocidad.

¿Por qué diablos estaba haciendo esto?

—¡Corre más rápido, osita!— Elena la llamó por encima del hombro, trotando con facilidad, apenas sujetando a los dos perros frente a ella. Parecía tener el control total, aunque probablemente estaba a punto de ser tirada hacia adelante, romperse un tobillo o dislocándose un brazo… o algo así.

Yulia puso los ojos en blanco y aceleró el paso. Su cabello le caía sobre la cara, y tenía suciedad en las rodillas de donde Volky la había arrastrado al suelo antes, pero alcanzó a Elena y la miró… o eso trató. Estaba demasiado desorientada y con los ojos llorosos para estar segura de que era una mirada.

—Esta fue... una... horrible... idea — Dijo, poniendo sus manos sobre sus muslos, tratando de respirar. Sus pulmones ardían. Le dolían los pies. No era una buena situación.

Elena la miró y luego volvió a mirar el camino cuando Cornelius trató de desviarlas hacia un canal.
—Es por una buena causa— Dijo con facilidad. Dios, seguro tenía los pulmones de hierro. El estómago de hierro. ¿Era su novia acaso un robot? Definitivamente no.

Dios. Debía estar privada de oxígeno o algo así. Solo deseaba ser un robot para poder terminar esta carrera sin desmayarse.

Elena continuó alegremente.

—Y porque hay... hay muchos perros.

Oh en serio? Yulia no se había dado cuenta. ¿Es eso lo que eran? Dios mío, sus piernas estaban a punto de romperse.

—Lenaaaa — Gimió, reduciendo la velocidad dramáticamente a un trote de abuela. Elena también redujo la velocidad y los perros se estrangulaban mientras trataban de seguir corriendo. Miró a la morena con el ceño fruncido y preocupada.

—¿Estás bien?

La morena se concentró en recuperar el aliento y no respondió. Si pudiera hablar, lo haría.

—¿Estás bien, Yulia? ¿Quieres…quieres que te lleve?— Le preguntó preocupada, reduciendo la velocidad a un paseo.

Yulia seguía sin poder decir nada. Rayos, ¿qué le pasaba a su puto cuerpo? Ocho espectáculos en el teatro a la semana, y era una carrera de perros de veinte minutos lo que realmente la estaba matando. Pensó que estaba hecha para el escenario. Realmente, solo estaba destinada a eso. Era lo único para lo que estaba hecho su cuerpo.

Estaba tratando de que sus ojos se descruzaran cuando Elena se inclinó frente a ella y la convenció de que se subiera a su espalda. Bueno, bien entonces. No protestó, porque no podía pronunciar palabras en este momento, así que tomó las correas de Elena y se subió a cuestas, apoyando la cabeza en el desordenado cabello rojo.

Mucho mejor. Yulia podía dormir así. Con Elena agarrando sus muslos con fuerza y sus piernas envueltas alrededor de su mujer.

Oh Dios mío.

La pelirroja cruzó la línea de meta diez minutos más tarde, haciendo saltar a Yulia en su espalda, con entusiasmo.

—¡La terminamos!— Exclamó, tirando accidentalmente a la morena al suelo.

—La terminaste — Yulia refunfuñó. Elena le sonrió y la ayudó a ponerse de pie —Estás aquí, Yulia. En la…en la línea de meta. Así que... ¡terminaste!

Yulia siguió limpiando malhumorada la suciedad de sus piernas y la expresión de Elena cayó un poco. No estaba ignorando a su novia. Solo se estaba preguntando cómo diablos se había arraigado la suciedad en su carne por un par de caídas y si acaso tendría que quitarse la epidermis para sacar todas esas malditas cosas.

—Lo siento, Yulia. Podemos…te llevaré a otra cita esta semana y será mucho mejor. Podemos…

Ok, entonces esta era una cita y ella no había sido informada, pero podría con eso.

—No, Elena, esto es divertido. Es por una buena causa, y estoy contigo, así que me estoy divirtiendo — Aseguró genuinamente. Realmente lo estaba. A pesar de la suciedad, el sudor y la carrera. Rayos, la carrera. A Yulia le gustaba observar a la gente. Y a los perros. Especialmente cuando los perros eran más horriblemente maleducados que los suyos.

Lo cual era raro. Pero le daba algo de confianza.

Elena la miró por un momento, asegurándose de que esos ojos azules fueran sinceros. Luego sonrió y se puso de puntillas.

—¿Podemos ir a ver a los perros ahora?

Yulia tuvo que sonreír. Su novia era un alma tan pura. La pelirroja la arrastró hacia los perros del refugio antes de responder. Solo se les permitía tres perros en su apartamento, así que... Elena lo sabía.

La pelirroja se balanceaba hacia atrás y hacia adelante sobre sus talones esperando con impaciencia que las personas que estaban frente a la primera jaula se movieran. Yulia le apretó la mano para que se quedara quieta y luego dieron un paso adelante un minuto después.

—Awww...— murmuró Elena, agachándose y metiendo los dedos a través de los barrotes para que un pequeño chucho bronceado, pudiera lamerlos. Yulia puso sus manos sobre los hombros de su novia y evitó que Cornelius se precipitara hacia la jaula y asustara al perro.

Se conformó con acostarse de espaldas y enredarse con la correa.

Una mujer sin límites en absoluto se agachó junto a Elena, presionando sus brazos haciendo que Lena se arrastrara hacia la izquierda abruptamente y pasara a la siguiente jaula. Miró con nostalgia al perro callejero, y luego dio exactamente la misma expresión a los mordiscos de tobillo que tenía delante.

Sí, llévate a todos los perros. Llévatelos todos a casa. Tendrían suerte de tener a Elena.

La pelirroja pasó a la siguiente caja que contenía un Samoyedo enorme, esponjoso y parecido a un oso polar. Yulia no podía decir qué extremo estaba debido a todo el pelaje. Dios, piensa en la muda. Sería como vivir en un paraíso invernal dentro de su apartamento.

Excepto solo porque sería pelo de perro y eso sería asqueroso. La morena tendría que comprar una aspiradora. Dios sabe por qué no tenía ya una puta aspiradora.

Elena miró al perro “muñeco de nieve” con ojos suaves, y se deslizó hacia el frente de la jaula.

Yulia leyó la etiqueta de la caja. Su nombre era Pongo, lo que la hizo sonreír. Como 101 dálmatas. A Elena le encantaría.

Rayos, el perro tenía dieciséis años. La morena lo miró más de cerca, y, sí, ese perro… No duraría mucho más. Pero sus ojos brillaban cuando Elena frotaba su oreja a través de la jaula. La mujer insistente se acercó a Elena de nuevo, gritándole algo a sus hijos detrás de ella, pero la pelirroja esta vez no se movió, ni se inmutó.

Yulia sabía que este perro era el indicado. Por supuesto que Elena querría el oso polar.

No se sorprendió cuando su novia la miró con esos brillantes ojos verdigrises y le preguntó en voz baja:

—¿Puede venir a casa con nosotras?— Dios, por supuesto. ¿Quién podría decir que no?

Yulia le hacía compañía a Pongo mientras Elena pagaba la tarifa de adopción, y observaba cómo Cornelius se acostaba contra la jaula, de modo que su espalda estaba pegada al mullido y blanco pelaje. Su pequeña familia seguía creciendo.

—¿Debería llevarlo en brazos?— Preguntó Elena seriamente cuando regresó.

Sí Elena, intenta llevar esta bola de pelusa parecida a un oso de noventa libras y un metro de alto, nueve cuadras hasta la casa.

Yulia negó con la cabeza con cariño.

—No. Él puede caminar. Solo… ve despacio.

Con suerte, el nuevo perro podría llegar a casa sin, bueno… morirse. Una vez allí, podría holgazanear como un rey.

El camino a casa fue tedioso y lento porque Pongo caminaba con paso rígido y se detenía con frecuencia, pero movía la cola con alegría. Era la primera vez en la vida de Yulia que Volky no tiró hacia adelante su correa como un psicópata, sino que permaneció junto a su otro nuevo mejor amigo.

Sin duda, Volky pronto tendría una flota de nuevos mejores amigos.

Elena estaba complacida y la morena estaba contenta de haber “completado” los 5 km sin que la llevaran al hospital y que la suciedad que había pensado que había sido absorbida por sus órganos ahora se había desvanecido. También estaba contenta de que ahora estuvieran llenas de perros.

Elena tendría que usar más esa imaginación si quería seguir convirtiendo su apartamento en un zoológico.

***

Pongo no durmió en la cama de las chicas porque no podía saltar allí, así que le consiguieron una cama para perros y la pusieron en el lado de la habitación de la pelirroja.

La pelinegra cada vez que se despertaba en la noche para ir al baño, se encontraba con esta bola gigante y de brillante blancura, haciendo que casi le diera un ataque al corazón, antes de volver a caer en cuenta, que ahora tenían un perro “oso polar”.

Elena y sus animales que brillan en la oscuridad.

Sin embargo, en este momento, Elena estaba sacando a Pongo y a Jelly de la habitación mientras cerraba la puerta, antes de regresar a su lugar en la cama, encima de una Yulia que estaba medio desnuda. Una Yulia en topless, que realmente no sabía cuándo había perdido la camisa.

El corazón de la morena empezó a latir más rápido, si eso fuera jodidamente posible. Elena nunca antes había excluido a los animales del cuarto.

Oh Dios. Contrólate. Autocontrolate.

La pelirroja se acomodó suavemente en la cama junto a Yulia, apoyada sobre un codo, mientras que una de sus manos recorría su estómago. La morena la miraba con atención, sin vacilar nunca, bajo la brillante mirada verdigris.

Era implacable. Un rayo X. Estaba segura de que Elena podía ver su alma.

La pelirroja se inclinó y presionó sus labios contra los de ella, luego apoyó su mejilla contra la suya y le susurró, respirándole al oído.

—Te amo, Yulia.

Volkova realmente estaba temblando. Sabía lo que estaba pasando, pero al mismo tiempo, realmente no lo sabía. Todo era nuevo. Tenía los pensamientos más locos pasando por su cabeza en este momento. Se imaginó a sus cuatro animales sentados fuera de la puerta del dormitorio, con las orejas pegadas a ella y escuchando como unos pervertidos. Luego sacudió esa imagen y pasó una mano por el costado de Elena.

—Yo también te amo, osita.

Elena sonrió y se humedeció los labios antes de besar a Yulia de nuevo y mover su mano hacia el abdomen de esta… subiendo entre sus pechos.

Definitivamente esto era diferente. Elena no estaba jugando alegremente con ellos, como… en otras ocasiones. Esta vez era lenta y cuidadosa y, oh, mierda. Oh, mierda. Oh Dios.

—Yulia, estoy lista — Dijo en voz baja sobre su oído. A Yulia se le encogió el corazón, porque… rayos…esa voz. Ella nunca la había escuchado antes.

Quería oírla de nuevo.

Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que Elena había dicho en realidad, apenas evitando poder desmayarse… o tener un paro cardíaco. No. De ninguna manera, Yulia Volkova. No iba a arruinar este momento perdiendo el conocimiento.

Miró hacia los ojos verdigrises brillantes que en este momento eran más de un verde arremolinado y embriagador. No podía apartar la mirada de ellos.

—¿Estás segura, Elena?— Yulia respiró, tratando de ignorar los patrones que trazaban las manos en su estómago. Dios, era jodidamente imposible.

Elena asintió lenta y segura, besando el cuello de la morena, justo debajo de su mandíbula.

—Estoy lista para ti, Yulia, si tú... me ayudas.

Bueno, la morena estaba a punto de incendiarse… de eso estaba segura. Según lo que su poco razonamiento le hacía saber.

Aquellas palabras, eran las más gloriosas de la historia que había escuchado, aparte de cuando le dijeron que tenía el papel principal de la obra y cuando la pelirroja exuberante con la que estaba a punto de hacer el amor, le dijo por primera vez que la amaba, afuera de un recinto de osos polares, en un zoológico.

Joder. Su cuerpo estaba fuera de serie. Su presión arterial, frecuencia cardíaca, temperatura. Todos los valores tenían que estar en niveles críticos.

Yulia dio la vuelta para quedar encima de Elena. Su último pensamiento estando en el “mundo real” era sobre sus perros, probablemente destruyendo todas sus posesiones de la sala de estar, sin supervisión.

Pero rápidamente bloqueó eso. Simplemente lo hizo desaparecer de su mente. Iría despacio, concentrándose solo en los confiados ojos verdigrises que estaban debajo de ella.

Después de quitarle toda la ropa a Elena y la suya propia, pasó las manos por toda la piel que podía alcanzar. Había tanta. Y era tan suave. Y toda olía a jodidos ositos de goma. ¿Estaba hecha de ellos? ¿Elena tenía alma de oso gomoso?

Dios, Yulia estaba temblando.

Comenzó a besarla suavemente, recorriendo todo su cuerpo mientras bloqueaba el gemido de las tuberías, por otros gemidos que eran mucho mejores, que le susurraban “Te amo” todo el tiempo. Toda esa energía y amor que se había acumulado dentro de ella finalmente se estaba liberando bajo las sábanas, y Elena se sentía exactamente de la misma manera, si sus pequeños gemidos eran algo por lo que pasar.

Yulia se había incendiado, se había extinguido y comenzó a arder de nuevo cuando terminó, abrazando a Elena con fuerza, enterrando su rostro en el cuello de la pelirroja.

Lena tenía lágrimas en los ojos, pero estaba sonriendo, besando a Yulia en la cabeza, manteniéndola allí por un tiempo.

No dijo nada, y la pelinegra se detuvo para no iniciar algún tipo de conversación, lo que normalmente sería una hazaña, pero ahora… solo quería quedarse en silencio.

Se sentía... como nunca antes se había sentido. Yulia Volkova no tenía palabras en su vocabulario para describir todo lo que estaba sintiendo y estaba contenta por eso.

Elena se durmió poco después, respirando suavemente en el cabello de Yulia. La morena se movió de modo que su cabeza estaba sobre el pecho de la pecosa mientras volvía a entrelazar sus piernas, aún ignorando los arañazos en la puerta.

Los pies de Lena estaban realmente calientes por primera vez, y si Yulia despertaba y encontraba una sala demolida por la mañana, habría valido la pena.

***

Cuando la morena despertó, era porque Elena se había dado la vuelta mientras dormía, arrojando un brazo sobre su cara. Ahogó un grito instintivo y agarró el brazo suavemente, moviéndolo hacia el costado, apretándolo entre sus cuerpos.

En el pequeño espacio que había.

Elena yacía boca abajo, de cara a Yulia. Ella dibujaba pequeños corazones en su hombro desnudo mientras la veía dormir. La pecosa estaba arropada porque en la noche, el apartamento estaba helado, pero podía ver el contorno de su cuerpo sin poder quitarle la mirada de encima.

Probablemente debería levantarse y hacer panqueques o galletas o algo, pero... no. No ahora. Tenía mejores cosas que hacer. Como acostarse allí y mirar a su novia.

Cuando Yulia arrastró sus ojos hacia el cuerpo de Elena cinco minutos más tarde, encontró los ojos de su novia muy abiertos y mirándola. La pelirroja se apoyó en los codos cuando Yulia palideció.

Mierda. ¿Eso era raro? ¿Mirar a tu novia mientras duerme? Eso era un poco raro.

Sin embargo, Elena fue la que se sonrojó cuando miró a Yulia a los ojos y esta le sonrió.

—¿Por qué tienes las mejillas tan rojas?— preguntó inocentemente, colocando una fría palma contra el rostro de Elena.

Lena se sonrojó aún más y Yulia sonrió mientras sus orejas se ponían rojas.

—No lo están— Dijo Elena en voz baja, presionando su rostro contra la almohada, pero agarrando la mano de Yulia para mantenerla en su mejilla.

—Te ves como una fresa — Yulia susurró con una sonrisa.

Elena la miró con un ojo, mientras tenía el otro cubierto bajo la almohada. Tiró de Yulia más cerca hasta que sus caras estuvieron a centímetros de distancia.

—Buenos días, hermosa niña — Dijo la pelirroja suavemente.

Yulia se estiró y le revolvió el pelo. Elena enterró toda su cara en la almohada y la morena esperó a que se quedara sin aire para poder recibir un beso de buenos días antes del desayuno.

La morena rascó ligeramente la parte posterior del cuello de su novia para animarla más.

—Bebé, date la vuelta — Gimió mientras pasaban los minutos y la pelirroja aún no se había movido. ¿Cómo hacía para respirar? Espera, estaba respirando, ¿verdad?

El corazón de Yulia dejó de latir por un momento, enterrándose en una especie de estado irracional de pánico antes de que Elena se volteara de costado para enfrentarla, con las líneas de la almohada marcadas en sus mejillas y deslizando la sábana hasta descubrirse el torso.

Aun así, la morena quería su beso de buenos días, así que se inclinó sobre su espalda y se lo dio. Elena era toda sonrisas tímidas, y estaba más roja que antes, probablemente debido a que estaba contra la almohada.

Yulia realmente no pudo evitar que sus pechos se apretaran con su espalda, envolviendo su cuerpo alrededor del de Elena en un abrazo de buenos días también. Simplemente no pudo evitarlo. Tenía que suceder. Quería que sucediera.

—¿Quieres galletas o panqueques hoy?— Preguntó mientras se sentaba, mirando con cariño el cabello desordenado y el torso desnudo de la pelirroja. Elena miraba probablemente las mismas cosas, excepto que el cabello de Yulia era más como el de un nido de pájaros, y el de ella era más al de “una diosa azotada por el viento y loca por el sexo”.

Elena asintió alegremente. Yulia arqueó una ceja.

—Galletas o panqueques— Elena asintió de nuevo.

—Sí por favor — Yulia resopló y se inclinó, con una mano a cada lado de la cabeza de Elena para que sus narices estuvieran a centímetros de distancia.

—Elige uno. Galletas o panqueques.

Elena sonrió como si estuviera desafiando a Yulia a hacer algo.

—Sí por favor — Dijo de nuevo. Bueno, aquí vamos.

Se derrumbó como un peso muerto encima de Elena, y luego le hizo cosquillas en las costillas, sujetando a su novia cuando pateaba y se retorcía para escapar. Se empapó de la risa maravillosamente fuera de control y trató de evitar ser golpeada por la cabeza agitada de la pelirroja.

—¡Yul…Yulia! ¡Yu…Yul…Ahh! ¡Para…Yul…Yu!

La morena no podía descifrar lo que Elena estaba tratando de decir a través de su risa.

¿Tendría misericordia con ella? Definitivamente no.

Ambas se encontraron rodando desnudas bajo las mantas de invierno, que hacían que todo fuera tan cálido. De pronto, ambas se quedaron en silencio mientras se miraban a los ojos. Elena la miraba con lágrimas de risa rodando por las mejillas, el pecho agitado, las pupilas dilatadas y brillantes y… rayos!!

Entonces, ¿galletas o panqueques?

Al carajo. Yulia tenía mejores cosas que hacer con las manos, en ese momento.


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Mensaje por Fati20 9/17/2020, 8:43 pm

Tan lindas, cada capítulo es una felicidad leerlo 😍
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