Ángel Oscuro // Por: Rainknight
+2
Paralleluniversun
Alexia29
6 participantes
Página 1 de 3.
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Hola, es un gusto para mi poder publicar este fic que a mi me gusto muchísimo, lo empece a leer en el otro foro y su autor Rainknight me a dado su consentimiento de publicarlo aquí, este fic aun no esta terminado pero su autor después de un tiempo ha decidido volver y continuarlo hasta su final muy pronto (eso me lo ah asegurado el mismo ); los que ya lo han leído lo podrán volver a leer y recordar y los que no espero les guste como me gusto a mi si desean que lo siga publicando, solo díganmelo me incentivaran a seguir subiendolo
Ángel Oscuro
Por: Rainknight
“El mismo, sólo por si mismo, eternamente uno y único”
Platón – El Banquete.
Capitulo I.
En el siglo XIV sucedió una de las más grandes catástrofes demográficas de la historia de la humanidad. Se calcula que de 1348 a 1400 falleció entre un cuarto y la mitad de la población europea a causa de la “muerte negra” la peste bubónica.
Es lo que cuenta la historia, los verdaderos hechos nunca fueron conocidos.
Desde las tinieblas.
El silencio se extingue…el viento huele a paja y heno, madera y fango, y fuego. El fuego lo envuelve todo, lo devora todo, el cielo es más negro que la noche misma, no hay estrellas en la cúpula de plata, solo una inmensa nube de oscuridad con reflejos de bronce ardiente y las lenguas de fuego que se elevan hasta acariciar sus cimientes…silencio y oscuridad nuevamente, el fuego se ha ido, se ha ido desde hace mucho, mucho tiempo, la noche esta plagada de cantarino silencio, esos sonidos que parecen no significar nada y que sin embargo delatan la existencia de si misma.
Los insectos nocturnos aletean y el estruendo de sus alas llena el vació, como un tornado un ave nocturna se lanza sobre su presa y la noche parece sacudida por un huracán. La vida nocturna contemplada desde las tinieblas nada tiene de tranquilidad y sigilo.
Pasos…voces…la distancia trae el eco inconfundible del hombre, el sonido de los hilos de viento que cruza entre sus piernas aleteando…una falda aletea al viento, pasos menudos y cortos, ligeros, los pasos de una mujer…el aroma llega un poco después, como una bofetada en el rostro.
Desde lo más profundo de su ser un agónico grito primitivo es exclamado, una desesperación más allá de todo freno logra lo imposible…despierta, poco a poco sus extremidades cobran movilidad rompiendo el letargo, sus ojos se abren y la noche la inunda como un mar de plata que la ciega, hay luna llena y tal resplandor la molesta. Desearía quedarse ahí, desearía hundirse más y más en ese fango, tan profundo que ninguna luz la alcanzara, ningún sonido, ningún aroma…pero no puede, apenas es conciente de su cuerpo arrastrándose hasta alcanzar la superficie platinada, inundada de luna…tiene hambre y el viento le trae el aroma de la sangre.
La luna ya domina el cielo nocturno, su manto plateado baña las solitarias calles y recovecos de los límites de la ciudad, el silencio solo es roto por correr de las aguas del río contenido en su canal de concreto, y los pasos de una silueta que baga sin destino aparente. Su rostro es joven, casi una niña, sin embargo el dolor y la decepción están grabados en él, en la profundidad de la cuenca de sus ojos. El río que corre a sus pies parece invitarla con un canto de sirenas, una invitación a conocer sus profundos secretos y helados misterios. ¿Qué queda de su vida? Él se ha ido, lleno su futuro de promesas que no pensaba cumplir, de ilusiones que ella se quiso creer y lleno su vientre de una vida que no esta preparada a recibir. Y como un ladrón la despojo de todo cuanto creía suyo, su familia, su hogar, su honor y su futuro. Y huyó, se escondió en la burla y la risa. Ahora todo lo que le queda es esto, un río invitante que la llama a sus pies.
Entonces se sobresalta, tal vez es su imaginación, tal vez es su dolor tan profundo, tal vez es verdad y hay una voz en el río que la llama, una voz suave como el canto de una sirena que la invita a venir, a mirar más de cerca el reflejo de la luna sobre las aguas. Sus piernas se mueven sin voluntad y se acerca, las aguas brillan como un espejo de plata y ve que no esta sola. Hay un ángel ahí, un ser de angelical belleza inhumana, piel de plata como la luna y cabellos más oscuros que la noche misma, ojos de un azul tan intenso que brillan en la oscuridad. Un ángel que la abraza y abriga mientras canta. No esta sola, en este instante vil se siente acompañada y protegida…casi amada.
Pero esos brazos no son calidos, la congelan con un frió más profundo que la noche, su beso no le trae esperanza sino desolación, su promesa no la conduce a ningún lugar, pero su promesa es honesta, es real, emprende camino hacia el silencio, hacia la nada, un lugar más allá del dolor y del miedo.
Sus pensamientos tienen un ultimo instante de claridad, siente una dolorosa curiosidad, ¿Cómo sería la criatura que anidaba en su vientre?, ¿Cómo serían sus brazos y sus besos?, ¿Cómo sería su risa y sus juegos?...ya no hay marcha atrás, prisionera de un abrazo firme, un beso la despoja de su voluntad y su fuerza, se siente afortunada a pesar de todo, ¿es este ángel la muerte encarnada?, ¿es este beso su pasaje a otro mundo y otro tiempo?, a obtenido lo que vino a buscar, ya no hay dolor, ya no hay miedo, ya no hay soledad…ya no hay nada. Como un suspiro se desvanece en el viento.
La criatura emergida de las sombras afloja con suavidad la presa de sus brazos, y el cuerpo sin vida de la chica se desliza en la noche y se sumerge en las aguas. Por un instante se deja abatir por la tristeza de esa jovencita, deja su corazón inundarse con sus sentimientos y su mente se llena de todas sus vivencias.
Son tristes, son amargas y son deliciosas, por un instante se permite el juego, la ilusión de creer que es ella y devora también sus recuerdos felices, su infancia, su familia…pero el ultimo instante de su vida es una mancha negra en ese horizonte, una mancha de dolor y tristeza que la impulso a buscar una puerta falsa, un escape…esa búsqueda de las tinieblas que la trajo a sus brazos.
Después sus propios recuerdos vuelven a ella, pocos, los mínimos que necesita para existir, los demás deben quedar sepultados junto con tantos otros, junto con todos los recuerdos de todos aquellos que han cruzado en su camino…que por fortuna son tantos y tantos que los suyos propios han perdido su identidad. Solo se esfuerza un instante, solo necesita un recuerdo importante, uno de los más difíciles de obtener…su nombre.
- Yulia ….- murmura con una voz inaudible -.. Yulia – repite ahora con voz más humana.
Segura de que su identidad aun esta ahí, continúa su camino entre las sombras, la brisa de la noche agita los harapos que cubren su cuerpo de piel tan blanca y lustrosa como si fueran la vaporosa bruma que en jirones disimula la desnudes de la luna, su rostro es perfecto e inmutable, semeja una mascara de mármol que fielmente imita las facciones de una niña en pétrea ilusión, su cabello es muy corto, de un negro inescrutable que se agita contra el viento casi con vida propia, como el aleteo de alas de un cuervo portador de terribles pesadillas. Su andar es etéreo, se adivina profano, se desliza en las sombras con sensualidad apócrifa. La noche es joven y su hambre es eterna.
La niña vestida de sol
La semi penumbra de un recinto no disimula el aura de fuego que los cabellos ensortijados de la chica que abre los ojos y se sorprende, su rostro ha sido cambiado, no reconoce a la imagen que le devuelve el espejo y por primera vez en mucho tiempo sonríe. Hay risas, algunas divertidas, algunas francas y otras tantas burlonas.
Alexa, otra chica de rasgos sencillos y piel morena aplaude entusiasmada.
- ¡¡Te ves hermosa!! –exclama mordiéndose los labios. Y tomando a la pelirroja por los brazos la pone de pie.
La puerta del camerino se abre y el robusto cuerpo de “Mami”, una mujer madura de gesto amable y ojos vivarachos se asoma por el marco incapaz de cruzar ese espacio con facilidad.
- ¡a escena!, ¡muchacha es tu turno…!. – grita para hacerse oír sobre las risas y la música que se cuela por la puerta abierta. Pero también queda sorprendida.
Los zapatos de plataforma la hacen lucir mucho más alta de lo que en realidad es, su vestuario de lentejuelas y vaporosas gasas poco dejan a la imaginación, una corona que simula los rayos del sol se entreteje con sus cabellos rojizos como el oro fundido, su piel blanca e inmaculada le arrancaba destellos a las luces neon que le dan un aura casi divina. El maquillaje en su rostro le ha despojado por completo de sus facciones de niña, las sombras y luces le dan un tono maduro, el labial dibuja una sonrisa en sus labios y el contorno de sus ojos enmarca en un aura de sutil perversión al esmeralda de su mirada.
- ¡Alexa!, tú si sabes de tu profesión –felicitó Mami.
Alexa agradeció con una caravana. Una voz amplificada se escucho por los altavoces.
- En la pista número 4 pido un fuerte aplauso para recibir a….¡¡ NICHYA !!
Alexa tomo el rostro de la pelirroja y le planto un beso en los labios, muy suave para no arruinar el maquillaje y con una palmada en el trasero la encamino. La pelirroja salio apresurada por el pasillo hasta alcanzar la pista, se tomo un instante para recuperar la compostura y entrar luciendo toda su clase.
Las otras chicas ya ocupaban sus sitios en sus respectivas pistas, las bailarinas anteriores pasaron a su lado dirigiéndose a los vestidores, desnudas, sudorosas y fatigadas…y ahora tendrían que mezclarse con el publico para atender a la clientela.
Sus ojos verdes se pasearon por el interior del club nocturno, apenas una inmensa bodega de paredes desnudas y muebles desvencijados, la clientela se componía de un centenar de borrachos de todas clases, desde los dandis enfundados en sus costosos trajes y sus botellas caras de licor falsificado, obreros ansiosos de compañía que solo podían pagar por unas horas y unos tragos, vividores en busca de su próxima fuente de sustento y una docena de estudiantes con identificaciones falsificadas que casi por error habían caído aquí….el peor lugar del mundo.
Sintió la imperiosa necesidad de dar la vuelta y salir corriendo, como cada noche, y como cada noche se repitió su nombre a si misma.
- Nichya, soy Nichya…soy Nadie….
Y con toda su belleza entro al escenario a hacer la rutina de cada noche y descubrir los secretos de su piel a la lujuria de esa jauría, no era la primera vez, tampoco sería la última.
Alexa y Mami la observaron enloquecer a ese publico, mientras las prendas una a una caían develando un autentico sol, una verdadera estrella extraviada en el fango.
- ¡Es una diosa! –exclamó Alexa.
- ¿Ahora te gusta Nichya?, ¿también a ella la vas a pervertir? –dijo entre risas Mami.
Alexa respondió con un codazo sobre el brazo de la robusta mujer.
- No, ella está más allá, a esta la quiero para mí… No debería estar aquí, no pertenece a este lugar.
- Reclámale a tu hermano, ¡es su mujer!, él la trajo aquí.
Ojos acerados contemplan y disfrutan del baile de la chica de cabellos de fuego, por momentos se deja llevar por la ilusión de ver a un sol bailando en su pista, a pesar de su edad el apetito por la carne joven y fresca se ha despertado. Su rostro esta surcado por las huellas de la edad que ya cubren por completo las cicatrices de una época ida, es duro, ningún gesto delata sus pensamientos, tan solo sus chispeantes ojos azules y acerados delatan la viveza de su interés.
- ¿Seguro que esta limpia?
- ¡Muy limpia! –exclamó Alexei, a quien todos conocían como “el gitano”, el hermano gemelo de Alexa, mientras besaba un relicario que pendía de su cuello entre varias cadenas de oro y baratijas, un gesto que atestiguaba su honestidad- Yo mismo he cuidado de ella desde que la saque de Rusia.
- Nunca me han gustado las bonitas, siempre traen problemas. Como sea, quiero ver su certificado medico antes de ponerle precio.- Sonrió el anciano de ojos acerados, su dentadura era perfecta, porcelana de la mejor calidad. Alexei se sintió intimidado por esa sonrisa, Kürten el “Nazi” nunca sonríe, no podía ser bueno.
Kürten se puso de pie, a pesar de su edad aun se mantenía firme, aun daba la sensación de fuerza y autoridad, más de 90 años, un poco mas 1,90 m. de estatura. Alemán, ex coronel de la SS, algunas vez estuvo bajo las ordenes de Hitler, ahora no recibe ordenes de nadie. Sus ojos han visto el mundo en su peor decadencia, han contemplado el infierno de los campos de batalla, ha visto cabalgar los jinetes del Apocalipsis. Su instinto entrenado en el fuego de cien batallas es capas de captar lo que a ojos más jóvenes e inexpertos, se escapa, sus ojos vuelven a contemplar la muerte encarnada. Por primera vez en casi un cuarto de siglo tiene miedo.
- ¿¿¡¡¡¡ Ella !!!?? – escapa de sus labios mientras siente el peso de la edad golpear todos sus huesos.
* * *
Nuevamente es joven, nuevamente esta corriendo mientras las llamas devoran las paredes y el sonido de las explosiones de los cañones Rusos lo ensordecen, corre por entre las ruinas amparado por una metralleta en sus manos a la cual oprime contra su pecho como si de un relicario se tratara. Los cadáveres a su alrededor se confunden con la basura y los escombros, el resto de sus hombres viene tras él. Un silbido agudo en el aire lo alerta, se arroja pecho a tierra y se cubre la cabeza ambos brazos, una explosión lanza un resplandor plateado y carmesí que por un instante rompe la noche.
Entonces la vio, a ella, el tierno abrazo con que mantenía prisionero a un joven soldado, sus labios fundidos en su cuello en un beso con que le arrancaba la vida. El cuerpo como un cascaron vació que se deslizaba al suelo. Y ella, sabiéndose descubierta, le devolvió la mirada. Un ángel de inmaculada belleza y piel platinada, cabellos negros como alas de cuervo que se agitaban al viento y ojos de un azul sobrenatural que penetraban las sombras sin resistencia. Ella le sonrió, un gesto en que agradecía la desolación y muerte que habían traído al mundo, un mundo donde ella cazaba sin cuidado y sin medida, un mundo plagado por otros monstruos que disfrazaban la presencia de ella. Era el ángel de la muerte.
* * *
Solo la vio un instante como aquella noche, fue el reflejo de la luz de un reflector lo que realmente la atrapo como fue el destello de una explosión hacia tantos años. Pero era ella, su mismo rostro, su misma figura, su mismo cabello, todo en ella era inmutable, aun sus ojos de fiera nocturna ardían con la intensidad de dos llamaradas azules nacidas en el mismo infierno.
- ¡Sáquenme de aquí! – ordenó el Nazi a sus guardaespaldas mientras se tambaleaba.
Alexei no hizo caso del achaque senil de Kürten, había más preocupaciones en su mente, el tiempo se acababa, pero parecía ver una luz al final del túnel. Dirigió una ultima mirada a la pista, ella, la chica rusa terminaba su rutina y el publico ya estalla en aplausos y chiflidos, lastima, era muy hermosa, demasiado, hubiera deseado un poco más de tiempo, un poco más diversión, la oportunidad de terminar de quebrar su voluntad y… pero no podía. Ella le hubiera dejado bastante dinero en el negocio de la prostitución, pero no había tiempo, necesitaba todo el dinero que pudiera reunir ahora, ya no tenia escapatoria. Ellos sabían donde estaba.
Yulia fue consiente del ínfimo instante en que un relámpago de luz la arranco de las sombra, fue conciente también de ese rostro que la contemplo, un rostro conocido de otra época, ya marchito, nada le importó, las sombras volvieron a rodearla y con solo un paso ya se había disuelto en ellas totalmente invisible. Toda su atención estaba puesta en la pista, todos sus sentidos estaban atentos a la niña vestida de sol. Sus movimientos, su soltura, las prendas que una a una, caían descubriendo su belleza. Había pureza en esa niña, había algo distinto a todas las chicas que la rodeaban.
Las prendas doradas caían como las hojas que se desprendían de los árboles en otoño, el cielo era azul y el sol se ocultaba tímido tras las ramas de los árboles. ¿De donde venia esta imagen?, ¿de donde venia este recuerdo?, el viento olía a tierra húmeda y maderas.
El viento olía a sangre.
La vitalidad que corría bajo su piel, en sus venas, coloreando sus mejillas y calentando su cuerpo, tan intima. El hambre latió dolorosamente en todas sus venas, en lo más profundo de su corazón. La pelirroja de movía con gracia en el viento, la criatura se movió con sigilo en las sombras.
La pelirroja descansó un instante apoyada en el tubo del centro de la pista, las tenues luces que la enfocaban se apagaron brindándole un suspiro de pudor en su desnudes. Cerró los ojos y se concentro en su nombre para hacer a un lado la vergüenza.
- Nichya…solo soy Nichya…
Entonces lo sintió…un latido doloroso en su pecho, un latido que había sido forzado como si un puño helado se hubiera cerrado en su corazón exprimiéndolo.
Corría por un campo de trigo, el sol brillaba en lo alto, el aire era calido y perfumado entre las espigas, ahí estaban las amplias espaldas de su padre, él se volvió hacia ella al escucharla llegar, agito su mano en un saludo. Sonreía, su rostro se iluminaba con esa sonrisa franca.
Entonces sintió el dolor, una punzada en la planta de su pie desnudo, la pequeña niña de caireles de fuego cayo entre las espigas de trigo, ahora lloraba. La sangre corría por su pie.
Los brazos de su padre la llevaron de vuelta a casa, había un pañuelo atado a su pie, le dolía pero no demasiado, ningún dolor superaba el abrigo de aquellos brazos inmensos y ese pecho de oso que la protegían.
El sol brillaba en lo alto, el viento jugaba con los trigales y ella, a pesar de sus lágrimas era feliz, inmensamente feliz.
Las luces volvieron a iluminar la pista, pero la chica pelirroja no se había marchado, sus pasos eran vacilantes y Mami apenas alcanzo a atraparla cuando se desvanecía. Hubo risas, siempre pasaba, a veces las chicas ingerían fuertes tragos u otras cosas para darse el valor suficiente para subirse a esas pistas. Mami la ayudo a sostenerse y la llevo de regreso a los vestidores, fue entonces cuando ellos llegaron…
Infierno
Nadie supo de donde salieron, como lograron entrar o quienes eran, varios sujetos extrajeron de sus gruesos abrigos los cañones de armas largas y sin mediar palabra empezaron a disparar. Plomo, cristal y piedra saltaron por todas partes, varias personas cayeron sangrantes al piso, heridos y muertos. Las balas resonaban como las trompetas del juicio final.
La pelirroja reacciono al fin ante tal estruendo, el caos desatado la congelo de miedo, busco refugio en los brazos de Mami que la empujaba rápidamente a los vestidores. Entonces el rubicundo rostro de la señora se contrajo en una mueca de asombro y se desplomo muerta con una gran mancha de sangre en su espalda.
Nichya encaro la muerte, incrédula contemplo la metralleta que barría toda el área y que volvía para apuntarle a ella, el fuego que escupía de su cañón se esparcía en todas direcciones, finalmente el cañón escupió su fuego directo al rostro. Cerro los ojos y supo con toda convicción que su nombre no era Nichya…ella era alguien y no quería morir.
Yulia se contrajo hacia las sombras nuevamente cuando el rayo de luz incidió sobre la pelirroja, atrapó una última gota de sangre en el viento y se perdió de la vista humana. En sus ojos aun brillaba el sol y los campos de trigo, en sus brazos aun sentía el calido cuerpo de una niña de rizos de fuego y su sonrisa estaba grabada en su pecho.
El calor y la vida palpitaban en sus venas con la nueva sangre recibida, en toda ella la felicidad de ese instante robado al tiempo palpitaba. Por un instante volvió a sentirse viva.
Un instante demasiado diáfano.
Los vio llegar hacia un rato, escurrirse en secreto entre las mesas y ubicarse cubriendo las salidas, los vio deslizar sus armas envueltas en mantas por entre las sombras con casi el mismo sigilo con que ella caminaba. Pudieron hacer esto y mil cosas más que a ella le eran totalmente ajenas e indiferentes. Los ignoro aun cuando supo sus intenciones, los ignoro cuando los vio expectantes aguardando el final del baile de la niña vestida de sol, ellos también cautivados por su belleza. Los ignoro cuando empezaron la masacre. Tan solo se replegó en las sombras, fuera del alcance de la vista de nadie. Jugando el juego de siempre, silente testigo de las atrocidades del hombre para con el hombre, aguardando como el carroñero que era para volver a alimentarse de los agónicos, aquellos que casi suplicaban por la llegada de su beso letal que extinguiera su sufrimiento.
Entonces la vio a ella, la niña vestida de sol, en medio del fuego de las balas y la locura. Y la vida palpitó en su interior una vez más, el sol en el cielo calentó su cuerpo, el viento en el trigo despejo su mente…sus piernas se movieron con velocidad como saltando entre las espigas y sus brazos recogieron nuevamente a la niña herida en su pequeño pie, su rostro cubierto en lagrimas le robó una sonrisa.
Abrazo a la niña vestida de sol, ya no era una pequeña niña ni ella tampoco era el gigante que la levanto en brazos. Aun así la cubrió con su cuerpo, la levanto con la ligereza de una pluma mientras sentía el impacto de las balas en su costado. Con la velocidad de un parpadeo cruzo entre las balas y el fuego, gano la calle que también ya había sido contagiada de locura. La chica en sus brazos estaba inconciente. Con sutil delicadeza la coloco en el interior de una fuente seca frente a la calle, oculta y a salvo.
Perdió la noción del tiempo embelezada en aquel rostro que bajo el maquillaje maltratado aun conservaba ese aire de niña e inocencia.
La niña vestida de sol abrió los ojos, el resplandor verde en su interior le trajo la imagen de un ocaso en las verdes aguas del océano.
La pelirroja parpadea confundida, pero no asustada, el rostro que la observaba se había esfumado como si hubiera sido una visión, el fragmento de un sueño que se extinguió apenas despertaba. Lagrimas rodaron por sus mejillas, había sido un milagro. Un ángel la había rescatado de ese infierno, un ángel que la transporto en brazos hasta ponerla a salvo, un ángel que caminaba entre los campos de trigo y cuyos brazos le habían dejado impregnado el aroma de su padre.
Continua...
Ángel Oscuro
Por: Rainknight
“El mismo, sólo por si mismo, eternamente uno y único”
Platón – El Banquete.
Capitulo I.
En el siglo XIV sucedió una de las más grandes catástrofes demográficas de la historia de la humanidad. Se calcula que de 1348 a 1400 falleció entre un cuarto y la mitad de la población europea a causa de la “muerte negra” la peste bubónica.
Es lo que cuenta la historia, los verdaderos hechos nunca fueron conocidos.
Desde las tinieblas.
El silencio se extingue…el viento huele a paja y heno, madera y fango, y fuego. El fuego lo envuelve todo, lo devora todo, el cielo es más negro que la noche misma, no hay estrellas en la cúpula de plata, solo una inmensa nube de oscuridad con reflejos de bronce ardiente y las lenguas de fuego que se elevan hasta acariciar sus cimientes…silencio y oscuridad nuevamente, el fuego se ha ido, se ha ido desde hace mucho, mucho tiempo, la noche esta plagada de cantarino silencio, esos sonidos que parecen no significar nada y que sin embargo delatan la existencia de si misma.
Los insectos nocturnos aletean y el estruendo de sus alas llena el vació, como un tornado un ave nocturna se lanza sobre su presa y la noche parece sacudida por un huracán. La vida nocturna contemplada desde las tinieblas nada tiene de tranquilidad y sigilo.
Pasos…voces…la distancia trae el eco inconfundible del hombre, el sonido de los hilos de viento que cruza entre sus piernas aleteando…una falda aletea al viento, pasos menudos y cortos, ligeros, los pasos de una mujer…el aroma llega un poco después, como una bofetada en el rostro.
Desde lo más profundo de su ser un agónico grito primitivo es exclamado, una desesperación más allá de todo freno logra lo imposible…despierta, poco a poco sus extremidades cobran movilidad rompiendo el letargo, sus ojos se abren y la noche la inunda como un mar de plata que la ciega, hay luna llena y tal resplandor la molesta. Desearía quedarse ahí, desearía hundirse más y más en ese fango, tan profundo que ninguna luz la alcanzara, ningún sonido, ningún aroma…pero no puede, apenas es conciente de su cuerpo arrastrándose hasta alcanzar la superficie platinada, inundada de luna…tiene hambre y el viento le trae el aroma de la sangre.
La luna ya domina el cielo nocturno, su manto plateado baña las solitarias calles y recovecos de los límites de la ciudad, el silencio solo es roto por correr de las aguas del río contenido en su canal de concreto, y los pasos de una silueta que baga sin destino aparente. Su rostro es joven, casi una niña, sin embargo el dolor y la decepción están grabados en él, en la profundidad de la cuenca de sus ojos. El río que corre a sus pies parece invitarla con un canto de sirenas, una invitación a conocer sus profundos secretos y helados misterios. ¿Qué queda de su vida? Él se ha ido, lleno su futuro de promesas que no pensaba cumplir, de ilusiones que ella se quiso creer y lleno su vientre de una vida que no esta preparada a recibir. Y como un ladrón la despojo de todo cuanto creía suyo, su familia, su hogar, su honor y su futuro. Y huyó, se escondió en la burla y la risa. Ahora todo lo que le queda es esto, un río invitante que la llama a sus pies.
Entonces se sobresalta, tal vez es su imaginación, tal vez es su dolor tan profundo, tal vez es verdad y hay una voz en el río que la llama, una voz suave como el canto de una sirena que la invita a venir, a mirar más de cerca el reflejo de la luna sobre las aguas. Sus piernas se mueven sin voluntad y se acerca, las aguas brillan como un espejo de plata y ve que no esta sola. Hay un ángel ahí, un ser de angelical belleza inhumana, piel de plata como la luna y cabellos más oscuros que la noche misma, ojos de un azul tan intenso que brillan en la oscuridad. Un ángel que la abraza y abriga mientras canta. No esta sola, en este instante vil se siente acompañada y protegida…casi amada.
Pero esos brazos no son calidos, la congelan con un frió más profundo que la noche, su beso no le trae esperanza sino desolación, su promesa no la conduce a ningún lugar, pero su promesa es honesta, es real, emprende camino hacia el silencio, hacia la nada, un lugar más allá del dolor y del miedo.
Sus pensamientos tienen un ultimo instante de claridad, siente una dolorosa curiosidad, ¿Cómo sería la criatura que anidaba en su vientre?, ¿Cómo serían sus brazos y sus besos?, ¿Cómo sería su risa y sus juegos?...ya no hay marcha atrás, prisionera de un abrazo firme, un beso la despoja de su voluntad y su fuerza, se siente afortunada a pesar de todo, ¿es este ángel la muerte encarnada?, ¿es este beso su pasaje a otro mundo y otro tiempo?, a obtenido lo que vino a buscar, ya no hay dolor, ya no hay miedo, ya no hay soledad…ya no hay nada. Como un suspiro se desvanece en el viento.
La criatura emergida de las sombras afloja con suavidad la presa de sus brazos, y el cuerpo sin vida de la chica se desliza en la noche y se sumerge en las aguas. Por un instante se deja abatir por la tristeza de esa jovencita, deja su corazón inundarse con sus sentimientos y su mente se llena de todas sus vivencias.
Son tristes, son amargas y son deliciosas, por un instante se permite el juego, la ilusión de creer que es ella y devora también sus recuerdos felices, su infancia, su familia…pero el ultimo instante de su vida es una mancha negra en ese horizonte, una mancha de dolor y tristeza que la impulso a buscar una puerta falsa, un escape…esa búsqueda de las tinieblas que la trajo a sus brazos.
Después sus propios recuerdos vuelven a ella, pocos, los mínimos que necesita para existir, los demás deben quedar sepultados junto con tantos otros, junto con todos los recuerdos de todos aquellos que han cruzado en su camino…que por fortuna son tantos y tantos que los suyos propios han perdido su identidad. Solo se esfuerza un instante, solo necesita un recuerdo importante, uno de los más difíciles de obtener…su nombre.
- Yulia ….- murmura con una voz inaudible -.. Yulia – repite ahora con voz más humana.
Segura de que su identidad aun esta ahí, continúa su camino entre las sombras, la brisa de la noche agita los harapos que cubren su cuerpo de piel tan blanca y lustrosa como si fueran la vaporosa bruma que en jirones disimula la desnudes de la luna, su rostro es perfecto e inmutable, semeja una mascara de mármol que fielmente imita las facciones de una niña en pétrea ilusión, su cabello es muy corto, de un negro inescrutable que se agita contra el viento casi con vida propia, como el aleteo de alas de un cuervo portador de terribles pesadillas. Su andar es etéreo, se adivina profano, se desliza en las sombras con sensualidad apócrifa. La noche es joven y su hambre es eterna.
La niña vestida de sol
La semi penumbra de un recinto no disimula el aura de fuego que los cabellos ensortijados de la chica que abre los ojos y se sorprende, su rostro ha sido cambiado, no reconoce a la imagen que le devuelve el espejo y por primera vez en mucho tiempo sonríe. Hay risas, algunas divertidas, algunas francas y otras tantas burlonas.
Alexa, otra chica de rasgos sencillos y piel morena aplaude entusiasmada.
- ¡¡Te ves hermosa!! –exclama mordiéndose los labios. Y tomando a la pelirroja por los brazos la pone de pie.
La puerta del camerino se abre y el robusto cuerpo de “Mami”, una mujer madura de gesto amable y ojos vivarachos se asoma por el marco incapaz de cruzar ese espacio con facilidad.
- ¡a escena!, ¡muchacha es tu turno…!. – grita para hacerse oír sobre las risas y la música que se cuela por la puerta abierta. Pero también queda sorprendida.
Los zapatos de plataforma la hacen lucir mucho más alta de lo que en realidad es, su vestuario de lentejuelas y vaporosas gasas poco dejan a la imaginación, una corona que simula los rayos del sol se entreteje con sus cabellos rojizos como el oro fundido, su piel blanca e inmaculada le arrancaba destellos a las luces neon que le dan un aura casi divina. El maquillaje en su rostro le ha despojado por completo de sus facciones de niña, las sombras y luces le dan un tono maduro, el labial dibuja una sonrisa en sus labios y el contorno de sus ojos enmarca en un aura de sutil perversión al esmeralda de su mirada.
- ¡Alexa!, tú si sabes de tu profesión –felicitó Mami.
Alexa agradeció con una caravana. Una voz amplificada se escucho por los altavoces.
- En la pista número 4 pido un fuerte aplauso para recibir a….¡¡ NICHYA !!
Alexa tomo el rostro de la pelirroja y le planto un beso en los labios, muy suave para no arruinar el maquillaje y con una palmada en el trasero la encamino. La pelirroja salio apresurada por el pasillo hasta alcanzar la pista, se tomo un instante para recuperar la compostura y entrar luciendo toda su clase.
Las otras chicas ya ocupaban sus sitios en sus respectivas pistas, las bailarinas anteriores pasaron a su lado dirigiéndose a los vestidores, desnudas, sudorosas y fatigadas…y ahora tendrían que mezclarse con el publico para atender a la clientela.
Sus ojos verdes se pasearon por el interior del club nocturno, apenas una inmensa bodega de paredes desnudas y muebles desvencijados, la clientela se componía de un centenar de borrachos de todas clases, desde los dandis enfundados en sus costosos trajes y sus botellas caras de licor falsificado, obreros ansiosos de compañía que solo podían pagar por unas horas y unos tragos, vividores en busca de su próxima fuente de sustento y una docena de estudiantes con identificaciones falsificadas que casi por error habían caído aquí….el peor lugar del mundo.
Sintió la imperiosa necesidad de dar la vuelta y salir corriendo, como cada noche, y como cada noche se repitió su nombre a si misma.
- Nichya, soy Nichya…soy Nadie….
Y con toda su belleza entro al escenario a hacer la rutina de cada noche y descubrir los secretos de su piel a la lujuria de esa jauría, no era la primera vez, tampoco sería la última.
Alexa y Mami la observaron enloquecer a ese publico, mientras las prendas una a una caían develando un autentico sol, una verdadera estrella extraviada en el fango.
- ¡Es una diosa! –exclamó Alexa.
- ¿Ahora te gusta Nichya?, ¿también a ella la vas a pervertir? –dijo entre risas Mami.
Alexa respondió con un codazo sobre el brazo de la robusta mujer.
- No, ella está más allá, a esta la quiero para mí… No debería estar aquí, no pertenece a este lugar.
- Reclámale a tu hermano, ¡es su mujer!, él la trajo aquí.
Ojos acerados contemplan y disfrutan del baile de la chica de cabellos de fuego, por momentos se deja llevar por la ilusión de ver a un sol bailando en su pista, a pesar de su edad el apetito por la carne joven y fresca se ha despertado. Su rostro esta surcado por las huellas de la edad que ya cubren por completo las cicatrices de una época ida, es duro, ningún gesto delata sus pensamientos, tan solo sus chispeantes ojos azules y acerados delatan la viveza de su interés.
- ¿Seguro que esta limpia?
- ¡Muy limpia! –exclamó Alexei, a quien todos conocían como “el gitano”, el hermano gemelo de Alexa, mientras besaba un relicario que pendía de su cuello entre varias cadenas de oro y baratijas, un gesto que atestiguaba su honestidad- Yo mismo he cuidado de ella desde que la saque de Rusia.
- Nunca me han gustado las bonitas, siempre traen problemas. Como sea, quiero ver su certificado medico antes de ponerle precio.- Sonrió el anciano de ojos acerados, su dentadura era perfecta, porcelana de la mejor calidad. Alexei se sintió intimidado por esa sonrisa, Kürten el “Nazi” nunca sonríe, no podía ser bueno.
Kürten se puso de pie, a pesar de su edad aun se mantenía firme, aun daba la sensación de fuerza y autoridad, más de 90 años, un poco mas 1,90 m. de estatura. Alemán, ex coronel de la SS, algunas vez estuvo bajo las ordenes de Hitler, ahora no recibe ordenes de nadie. Sus ojos han visto el mundo en su peor decadencia, han contemplado el infierno de los campos de batalla, ha visto cabalgar los jinetes del Apocalipsis. Su instinto entrenado en el fuego de cien batallas es capas de captar lo que a ojos más jóvenes e inexpertos, se escapa, sus ojos vuelven a contemplar la muerte encarnada. Por primera vez en casi un cuarto de siglo tiene miedo.
- ¿¿¡¡¡¡ Ella !!!?? – escapa de sus labios mientras siente el peso de la edad golpear todos sus huesos.
* * *
Nuevamente es joven, nuevamente esta corriendo mientras las llamas devoran las paredes y el sonido de las explosiones de los cañones Rusos lo ensordecen, corre por entre las ruinas amparado por una metralleta en sus manos a la cual oprime contra su pecho como si de un relicario se tratara. Los cadáveres a su alrededor se confunden con la basura y los escombros, el resto de sus hombres viene tras él. Un silbido agudo en el aire lo alerta, se arroja pecho a tierra y se cubre la cabeza ambos brazos, una explosión lanza un resplandor plateado y carmesí que por un instante rompe la noche.
Entonces la vio, a ella, el tierno abrazo con que mantenía prisionero a un joven soldado, sus labios fundidos en su cuello en un beso con que le arrancaba la vida. El cuerpo como un cascaron vació que se deslizaba al suelo. Y ella, sabiéndose descubierta, le devolvió la mirada. Un ángel de inmaculada belleza y piel platinada, cabellos negros como alas de cuervo que se agitaban al viento y ojos de un azul sobrenatural que penetraban las sombras sin resistencia. Ella le sonrió, un gesto en que agradecía la desolación y muerte que habían traído al mundo, un mundo donde ella cazaba sin cuidado y sin medida, un mundo plagado por otros monstruos que disfrazaban la presencia de ella. Era el ángel de la muerte.
* * *
Solo la vio un instante como aquella noche, fue el reflejo de la luz de un reflector lo que realmente la atrapo como fue el destello de una explosión hacia tantos años. Pero era ella, su mismo rostro, su misma figura, su mismo cabello, todo en ella era inmutable, aun sus ojos de fiera nocturna ardían con la intensidad de dos llamaradas azules nacidas en el mismo infierno.
- ¡Sáquenme de aquí! – ordenó el Nazi a sus guardaespaldas mientras se tambaleaba.
Alexei no hizo caso del achaque senil de Kürten, había más preocupaciones en su mente, el tiempo se acababa, pero parecía ver una luz al final del túnel. Dirigió una ultima mirada a la pista, ella, la chica rusa terminaba su rutina y el publico ya estalla en aplausos y chiflidos, lastima, era muy hermosa, demasiado, hubiera deseado un poco más de tiempo, un poco más diversión, la oportunidad de terminar de quebrar su voluntad y… pero no podía. Ella le hubiera dejado bastante dinero en el negocio de la prostitución, pero no había tiempo, necesitaba todo el dinero que pudiera reunir ahora, ya no tenia escapatoria. Ellos sabían donde estaba.
Yulia fue consiente del ínfimo instante en que un relámpago de luz la arranco de las sombra, fue conciente también de ese rostro que la contemplo, un rostro conocido de otra época, ya marchito, nada le importó, las sombras volvieron a rodearla y con solo un paso ya se había disuelto en ellas totalmente invisible. Toda su atención estaba puesta en la pista, todos sus sentidos estaban atentos a la niña vestida de sol. Sus movimientos, su soltura, las prendas que una a una, caían descubriendo su belleza. Había pureza en esa niña, había algo distinto a todas las chicas que la rodeaban.
Las prendas doradas caían como las hojas que se desprendían de los árboles en otoño, el cielo era azul y el sol se ocultaba tímido tras las ramas de los árboles. ¿De donde venia esta imagen?, ¿de donde venia este recuerdo?, el viento olía a tierra húmeda y maderas.
El viento olía a sangre.
La vitalidad que corría bajo su piel, en sus venas, coloreando sus mejillas y calentando su cuerpo, tan intima. El hambre latió dolorosamente en todas sus venas, en lo más profundo de su corazón. La pelirroja de movía con gracia en el viento, la criatura se movió con sigilo en las sombras.
La pelirroja descansó un instante apoyada en el tubo del centro de la pista, las tenues luces que la enfocaban se apagaron brindándole un suspiro de pudor en su desnudes. Cerró los ojos y se concentro en su nombre para hacer a un lado la vergüenza.
- Nichya…solo soy Nichya…
Entonces lo sintió…un latido doloroso en su pecho, un latido que había sido forzado como si un puño helado se hubiera cerrado en su corazón exprimiéndolo.
Corría por un campo de trigo, el sol brillaba en lo alto, el aire era calido y perfumado entre las espigas, ahí estaban las amplias espaldas de su padre, él se volvió hacia ella al escucharla llegar, agito su mano en un saludo. Sonreía, su rostro se iluminaba con esa sonrisa franca.
Entonces sintió el dolor, una punzada en la planta de su pie desnudo, la pequeña niña de caireles de fuego cayo entre las espigas de trigo, ahora lloraba. La sangre corría por su pie.
Los brazos de su padre la llevaron de vuelta a casa, había un pañuelo atado a su pie, le dolía pero no demasiado, ningún dolor superaba el abrigo de aquellos brazos inmensos y ese pecho de oso que la protegían.
El sol brillaba en lo alto, el viento jugaba con los trigales y ella, a pesar de sus lágrimas era feliz, inmensamente feliz.
Las luces volvieron a iluminar la pista, pero la chica pelirroja no se había marchado, sus pasos eran vacilantes y Mami apenas alcanzo a atraparla cuando se desvanecía. Hubo risas, siempre pasaba, a veces las chicas ingerían fuertes tragos u otras cosas para darse el valor suficiente para subirse a esas pistas. Mami la ayudo a sostenerse y la llevo de regreso a los vestidores, fue entonces cuando ellos llegaron…
Infierno
Nadie supo de donde salieron, como lograron entrar o quienes eran, varios sujetos extrajeron de sus gruesos abrigos los cañones de armas largas y sin mediar palabra empezaron a disparar. Plomo, cristal y piedra saltaron por todas partes, varias personas cayeron sangrantes al piso, heridos y muertos. Las balas resonaban como las trompetas del juicio final.
La pelirroja reacciono al fin ante tal estruendo, el caos desatado la congelo de miedo, busco refugio en los brazos de Mami que la empujaba rápidamente a los vestidores. Entonces el rubicundo rostro de la señora se contrajo en una mueca de asombro y se desplomo muerta con una gran mancha de sangre en su espalda.
Nichya encaro la muerte, incrédula contemplo la metralleta que barría toda el área y que volvía para apuntarle a ella, el fuego que escupía de su cañón se esparcía en todas direcciones, finalmente el cañón escupió su fuego directo al rostro. Cerro los ojos y supo con toda convicción que su nombre no era Nichya…ella era alguien y no quería morir.
Yulia se contrajo hacia las sombras nuevamente cuando el rayo de luz incidió sobre la pelirroja, atrapó una última gota de sangre en el viento y se perdió de la vista humana. En sus ojos aun brillaba el sol y los campos de trigo, en sus brazos aun sentía el calido cuerpo de una niña de rizos de fuego y su sonrisa estaba grabada en su pecho.
El calor y la vida palpitaban en sus venas con la nueva sangre recibida, en toda ella la felicidad de ese instante robado al tiempo palpitaba. Por un instante volvió a sentirse viva.
Un instante demasiado diáfano.
Los vio llegar hacia un rato, escurrirse en secreto entre las mesas y ubicarse cubriendo las salidas, los vio deslizar sus armas envueltas en mantas por entre las sombras con casi el mismo sigilo con que ella caminaba. Pudieron hacer esto y mil cosas más que a ella le eran totalmente ajenas e indiferentes. Los ignoro aun cuando supo sus intenciones, los ignoro cuando los vio expectantes aguardando el final del baile de la niña vestida de sol, ellos también cautivados por su belleza. Los ignoro cuando empezaron la masacre. Tan solo se replegó en las sombras, fuera del alcance de la vista de nadie. Jugando el juego de siempre, silente testigo de las atrocidades del hombre para con el hombre, aguardando como el carroñero que era para volver a alimentarse de los agónicos, aquellos que casi suplicaban por la llegada de su beso letal que extinguiera su sufrimiento.
Entonces la vio a ella, la niña vestida de sol, en medio del fuego de las balas y la locura. Y la vida palpitó en su interior una vez más, el sol en el cielo calentó su cuerpo, el viento en el trigo despejo su mente…sus piernas se movieron con velocidad como saltando entre las espigas y sus brazos recogieron nuevamente a la niña herida en su pequeño pie, su rostro cubierto en lagrimas le robó una sonrisa.
Abrazo a la niña vestida de sol, ya no era una pequeña niña ni ella tampoco era el gigante que la levanto en brazos. Aun así la cubrió con su cuerpo, la levanto con la ligereza de una pluma mientras sentía el impacto de las balas en su costado. Con la velocidad de un parpadeo cruzo entre las balas y el fuego, gano la calle que también ya había sido contagiada de locura. La chica en sus brazos estaba inconciente. Con sutil delicadeza la coloco en el interior de una fuente seca frente a la calle, oculta y a salvo.
Perdió la noción del tiempo embelezada en aquel rostro que bajo el maquillaje maltratado aun conservaba ese aire de niña e inocencia.
La niña vestida de sol abrió los ojos, el resplandor verde en su interior le trajo la imagen de un ocaso en las verdes aguas del océano.
La pelirroja parpadea confundida, pero no asustada, el rostro que la observaba se había esfumado como si hubiera sido una visión, el fragmento de un sueño que se extinguió apenas despertaba. Lagrimas rodaron por sus mejillas, había sido un milagro. Un ángel la había rescatado de ese infierno, un ángel que la transporto en brazos hasta ponerla a salvo, un ángel que caminaba entre los campos de trigo y cuyos brazos le habían dejado impregnado el aroma de su padre.
Continua...
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Eh de confesar que nunca lo leí a este Fan Fic en el otro foro porque lo vi en la sección de abandonados y de verdad no es bueno leer algo que quizás nunca nadie lo termine porque te quedas con un mal sabor de boca, pero si tu dices que el autor lo continuará apostaré y lo leeré, mas bien lo empecé a leer, y me gusto, solo te pido que no lo abandondes, quizas muchos no te comenten pero tene por seguro que te leerán, aveces los lectores son vagos para comentar. En fin espero la conti, y desde ya te amenazó. Saludos
Paralleluniversun- Mensajes : 64
Fecha de inscripción : 26/05/2015
Localización : El Universo Lesbico
Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Hola Slumholdt gracias por tu comentario, con todo y amenaza bueno el autor me aseguro que lo continuara así tenga que ir a un retiro para escribir tranquilo jeje, confiare que así sea en todo caso amenazalo a él espero que te siga gustando la historia
Capitulo II.
Alexa, pervertida seductora.
Alexa, no hay calificativos para describir a la hija de los gitanos, es larguirucha y delgada, pero de piernas firmes y torneadas, piel canela y abundante cabellera negra. Su rostro siempre trae consigo un gesto indefinible, a veces semejaba burla, a veces desafió. Su sensualidad escapaba por todos los poros de su piel, una belleza invisible que cautivaba sin mayor explicación que esta: es una gitana.
Su andar ágil la condujo por entre los callejones que rodeaban al antro, con habilidad adquirida por la practica esquivaba las luces de los autos policíacos que saturaban las calles principales. Había anudado un pareo descolorido en su cintura y echado un chal sobre sus hombros para disimular su vestimenta, disimular su profesión. Sus negros ojos buscaban entre las siluetas que se agazapaban en las sombras la figura de ella, la de los rizos de fuego y piel de porcelana salpicada de lunares. La encontró caminando sin rumbo medio envuelta en harapos.
- ¡Nichya!.. Nichya – dijo mientras la envolvía en sus brazos y la cubría con el chal.
- Elena –corrigió la pelirroja saliendo de su letargo, como despertando de un sueño-… mi nombre es Elena. – concluyo con una sonrisa y se desvaneció.
Alexa la oprimió contra su pecho y besó sus caireles, sus ojos se inundaron de lágrimas y la protegió entre las sombras.
- ¡Elena! –murmuro deleitándose con el secreto revelado, sintiendo en sus labios la llave de su inexpugnable corazón de la rusa.
- Elena – también murmuro el viento y las sombras con una voz que no podía ser escuchada por ningún hombre.
La periferia del club nocturno ya había sido acordonada, las ambulancias apenas habían terminado de retirar los cadáveres y heridos. Docenas de agentes policíacos terminaban de fotografiar y recoger evidencias. El oficial a cargo paseaba su mirada por el interior del lugar, la peor masacre que le había tocado ver, agradecía tener un estomago fuerte. Una voz lo sustrajo de sus pensamientos.
- Troy Maccubbin –se presento un hombre de aspecto vivas, joven, mientras mostraba una identificación.
- ¿INTERPOL? – pregunto el oficial, la credencial ya había desaparecido con un ágil y estudiado movimiento.
- Si, división “Crímenes de Guerra”
El oficial le hizo una señal para que lo siguiera y lo guió por pasadizos semiocultos tras los vestidores, llegaron a una oficina secreta tras una pared falsa que había sido demolida a golpes. Carpetas y cuadernos regados por todas partes daban luz a una contabilidad y agendas secretas. Pero lo más sobresaliente eran las banderas rojas que colgaban en las paredes con la inconfundible svástica.
- Sabíamos que este bastardo era nazi, ex militar, eso no es un crimen. Sospechábamos que traficaba con armas y drogas, hasta hoy podemos probarlo, pero lo que ni siquiera sospechábamos es quien era realmente.
Troy empezó a examinar los documentos esparcidos.
- Coronel Peter Kürten, miembro elite de la SS – leyó – “El cazador Lila”.
- Un sobrenombre algo jocoso, ¿Lila?
- Los campos de concentración no solo albergaron a Judíos y prisioneros de guerra, Hitler era un homo fóbico declarado al igual que el insigne coronel Kürten, fue un cazador de homosexuales…y lo que se cuenta de él es que fue un verdadero monstruo…..
Algo llamo la atención de Troy, recogió un legajo de papeles atado por un banda plástica y los leyó rápidamente.
-…..¡un **** monstruo!, ¡un monstruo siempre será un monstruo!
Elena se contempla en el espejo, por primera vez en mucho tiempo verdaderamente esta mirando su rostro, ha cambiado, muchas cosas han cambiado, cosas terribles guarda en su pecho, mucho dolor y rencor, pero ahora mismo todos esos sentimientos parecen perder su peso, como si el mundo fuera otra vez nuevo, otra vez limpio. De alguna manera es así…ella debería estar muerta. ¿Cómo sucedió el milagro?, ¿Quién….?
Ese rostro que no podía borrar, y que tampoco podía recordar del todo, ¿había sido una ilusión?, o ¿en verdad alcanzo a ver lo imposible?, ¿alcanzo a ver a un ángel?
- Elena –repitió nuevamente Alexa. Se acerco por su espalda y con radiante sonrisa, toalla en mano termino de secar su espalda.
Ambas desnudas, sus cuerpos tan solo cubiertos por finas gotas como de rocío. Elena se estremeció al contacto de sus manos, se sentía despertar de un letargo, de un amargo sueño sin recuerdos. Tembló involuntariamente de miedo. Alexa se detuvo un instante, algo nuevo, Elena reaccionaba a su toque, dudó por un instante pero luego se decidió y apostó fuerte, sus manos la atrajeron hacia si, sus brazos la envolvieron con ternura, puso el corazón en cada movimiento para no hacer huir a esta niña asustada. Suavemente besó su hombro.
- No tengas miedo –dijo con un hilo de voz a su oído. El perfume que emanaba de ese cabello la enloquecía.
Elena la dejo continuar, a través del espejo la miro. Conocía ese rostro, conocía esa voz, sabía mucho de ella, pero realmente apenas empezaba a conocerla. “Pervertida” la llamaba Alexei, ahora lo comprendía, cuan grande había sido su apatía que no había sido conciente de tantas cosas a su alrededor. Se sintió intimidada, con sus brazos trato de cubrir su desnudes, los brazos de Alexa eran agradables, calidos, igual que sus labios.
- Sé lo que te han hecho los hombres….-La voz de Alexa temblaba-…yo no voy a lastimarte...
Elena vio sus lágrimas correr por su piel morena. Era tan diferente a Alexei, él la arrojaba sobre la cama sin el más mínimo asomo de cortesía, la desnudaba apenas con el cuidado suficiente de no desgarrar sus ropas y la penetraba sin miramientos.
Y ella se dejaba hacer, lo ignoraba, como si saliera de su cuerpo y contemplara la escena siendo totalmente ajena a ella.
Una vez su mirada se cruzo con la de Alexa, la puerta estaba entreabierta y la gitana los miraba apenas oculta en el marco. Los miraba en silencio, también entonces vio lagrimas en su rostro, la vio morderse los nudillos y callar. ¿Por qué lloraba Alexa?, no lo podía entender, tan desconectada de la realidad estaba, su mente tan extraviada en su propia amargura. Esas lágrimas eran por ella, por los sentimientos que la gitana ocultaba en su corazón.
- ¿me sienes? –Los pechos de Alexa recorrieron su espalda, su pierna se coló entre las suyas y delicadamente serpenteo entre sus muslos.
- Soy diferente ¿lo notas?, mi contacto es suave….-La hizo volverse, sus rostros quedaron frente a frente - ¡Tócame!
Elena aun trataba de cubrirse, las manos de Alexa guiaron las suyas sobre sus propios senos, la erección de sus pezones dibujo arabescos en sus palmas.
- ¿Lo ves?, ¿lo sientes?, no es malo, es agradable…es rico…
Sus negros ojos temblaban indagando en los suyos, buscando aprobación. Los ojos de Elena dibujaban su desconcierto.
- No soy como un hombre…yo puedo esperar, esperar hasta que compartas mis sentimientos, hasta que yo te guste como tú me gustas…no importa lo que tenga que hacer, no importa cuanto tiempo me tome.
Elena rehuyo su mirada pero no la rechazó, sentimientos que parecían brotar nuevos en su pecho la confundían. “Pervertida” resonó el eco en un rincón de su mente, pero ¡que vacía sonaba esa palabra!, tan carente de fuerza y significado. El toque de Alexa en verdad era distinto a todo lo que había conocido, de pronto sintió dolor al ver sus lágrimas.
Todo lo que había significado una vez su mundo había dejado de existir hace mucho tiempo, todo cuanto estaba viviendo era nuevo…estaba viviendo una nueva vida, la vida que le obsequió un ángel, y era tan efímera que no podía desperdiciar nada.
Tomó el rostro de Alexa entre sus manos y con sus labios secó sus lágrimas, dudó un instante y la besó. Alexa la envolvió con todo su cuerpo, toda ella era una caricia y el beso en sus labios creció de suave ternura a la erupción de un volcán que las devoraba en llamas.
Alexei, el Gitano, a sus 23 años sabía todo cuanto hay que saber del mundo, principalmente como meterse en problemas. Su edad no importaba, ahora lloraba. Su rostro y un brazo sangraban y dolían, estaba asustado. Ellos lo matarían si no conseguía el dinero que debía, la masacre de la noche anterior le demostró que no estaban jugando. Y su única fuente de dinero se había esfumado, se la habían quitado y quien menos lo esperaba.
La noche anterior logro escapar por las ventanas ocultas de los vestidores, paso toda la mañana buscando a la rusa entre los sobrevivientes, finalmente una pista, su hermana la había encontrado y ambas se refugiaron en una “casa segura” que la comunidad gitana local les brindo.
Ambas dormían, sus cuerpos desnudos aún se encontraban entrelazados en un sucio abrazo que a pesar de su hermana le provoco una gran erección. ¡Bueno!, pues podía desahogarla. Tomó por los cabellos a Alexa y la arrojo al otro la de la habitación.
- ¡¡**** pervertida!! –le grito lleno de ira y excitación mientras la pateaba empujándola hacia la salida, con urgencia, el cuerpo de la rusa lucia más apetitoso que nunca. Pero Alexa se volvió contra él convertida en una fiera. Sintió el primer corte en el brazo y el dolor lo obligo a soltarla.
Alexa lo maldijo mientras le apuntaba al rostro con su inseparable “punta” de acero que ya estaba tinta de sangre. Él trató de golpearla subestimándola y recibió una cortada en la cara que lo dejo perplejo. Aún no terminaba de asimilar la sorpresa cuando una silla se estrello en su espalda derribándolo por el marco de la puerta y escalera abajo entre risas y burlas de una docena de gitanos que los observaban divertidos. Elena lo miraba desafiante con los restos de la silla en sus manos. Eso era lo ultimo que hubiera esperado, la rusa estaba irreconocible y tuvo miedo.
- ¡Es una asesina! –gritó pidiendo apoyo- Esa mujer ha matado a un hombre… -
Los restos de la silla se estrellaron en su rostro.
- Y te matare a ti si no te largas –le grito Elena con su marcado acento ruso.
Mas risas estallaron y Alexei huyo de las burlas y … de las chicas.
Monstruos
El cielo era azul y radiante, el sol calidamente acariciaba su rostro mientras el aroma de las espigas de trigo llenaba el aire. La alegría en su pecho se agitaba como un saltarín cachorro cuando vio venir corriendo entre los trigales a la luz de sus ojos. Su pequeña niña….los trigales se convirtieron en leguas de fuego que lamían las paredes, el cielo era una inmensa nube negra de cenizas e inmundicia…quiso llorar cuando vio transformado el paraíso en infierno, el rostro de la niña se escapaba de su memoria como el agua se escurría de entre sus dedos. Los latidos de su corazón golpeaban sus oídos como estampidos de cañones y sus manos eran incapaces de callar ese estruendo que solo significaba una cosa….
Sus ojos se abrieron una vez más, el hambre la despertaba, el dolor de un hambre tan terrible que era capas de levantarla de entre los muertos. Examinó por un instante la oscuridad a su alrededor, los sonidos que develaban todas y cada una de las presencias de insectos, animales y…gente. Su cuerpo parecía prisionero en el interior de una grieta como el espacio entre dos muros, cualquier movimiento era imposible, su cuerpo realizo una convulsión que desarticulo todos sus huesos, sus hombros, su cadera, sus rodillas y codos, inclusive su cuello, después empezó a serpentear ascendiendo por la grieta, recorriendo un laberinto de pliegues en la piedra hasta encontrar una desembocadura. Se dejo caer desde unos 10 metros, la altura de la grieta en el muro de una vieja y abandonada iglesia. Cuando sus pies tocaron el suelo todos sus huesos ya estaban en su lugar.
Yulia aplasto su cuerpo contra el piso, era una posición imposible sin importar cuan delgada y pequeña era, pero nada en su cuerpo funcionaba de forma natural. Quedo totalmente oculta de la mirada de un grupo de niños que se refugiaban en el interior de la iglesia. Una pequeña llamarada salía del interior de una lata, única fuente de calor y luz que tenían. Niños de la calle que se refugiaban en las ruinas abandonadas de la ciudad y mitigaban el hambre en el embrutecimiento que les provocaba un puño de tela empapado en solvente.
Yulia se deslizo a ras del piso siguiendo la danza de las sombras proyectadas por la improvisada antorcha. Sentía en el interior de sus venas y corazón el latido monstruoso como el galope de un corcel desbocado, el galope de su hambre terrible. Los niños dormitaban en ese umbral de semi-inconciencia inducida por la droga improvisada. Nunca más despertarían, sería una pequeña tragedia que a nadie importaba, solo un grupo de niños callejeros, sin familia ni futuro, los diarios dirán que muertos por intoxicación de monóxido de carbono de su improvisada estufa.
* * *
Los pies descalzos de Peter Kürten dolían con el frío invernal que congelaba el concreto del piso, era un pasillo muy largo el que tenía que recorrer, oscuro y frío, en sus manos llevaba un mendrugo de pan amargo y una vela cuya diminuta llama apenas iluminaba las grises paredes del orfanato. La puerta de madera lo esperaba abierta, él se encontraba reclinado sobre un viejo escritorio de madera que rechinaba con cada movimiento de su voluminoso ser, era el Clérigo, el hombre santo, el hombre que velaba por los niños desamparados. El Clérigo lo miro con su sonrisa de dientes sucios y pestilente aliento de licor. Lo llamó con un gesto y el pequeño Kürten entro a la habitación. El Clérigo le quito la vela y el pan y lo contemplo embelezado.
- ¡Que hermoso eres, muchacho!, ¡que hermoso eres…!.-Sus manos regordetas se colaron bajo los harapos de su ropa mientras esa enorme y pestilente sonrisa se le acercaba cada vez más….
* * *
Kürten despertó de un salto, y con un golpe aparto la mano que lo sacudía. El fuego ardía en la chimenea caldeando el ambiente, frente a si se encontraba un hombre de mediana edad, calvicie incipiente y gruesas gafas.
- Supe lo de ayer, ¡fue terrible ¿eh?-Le dijo aquel hombre a modo de saludo.
- Esas cosas pasan –suspiro con voz cascada el Nazi.
- Iré al grano, después de lo de ayer tenemos nuestras dudas sobre si serás capas de cumplir el trato, ¿podrás entregar la mercancía?
- 25 jóvenes, todos limpios y con variados tipos de sangre. No hay problema, los tendré a tiempo.
- El tiempo es un factor importante, Kürten, ¡los necesitamos ya!
- Cada vez es más difícil, aun en las escuelas los muchachos empiezan a drogarse muy pronto, se meten porquerías baratas en la sangre o se tatúan idioteces en la piel. Imposibles de desintoxicar.
- Ese es tu problema, necesito esos órganos, tengo clientes dispuestos a pagar muy bien por un corazón joven, por un riñón joven. Hemos depurado la técnica, podemos casi garantizar el éxito de cualquier cirugía de transplante… 25 muchachos más, Kürten y podremos comprarte un poco más de vida, tal vez darte un poco más de juventud.
- Un poco más de juventud –murmuro Kürten mientras con un atizador removía los carbones ardientes de la chimenea separando las cenizas.
- Debes tener un miedo terrible de encontrarte con Dios, ¿eh?-bromeo el hombre.
- ¿Dios?, ¿de verdad existe un Dios?-Rió cascadamente Kürten -¿Dónde estaba ese Dios cuando arrojamos a todos esos infelices a los hornos?, ¿Dónde estaba ese Dios cuando arrasamos sus iglesias, mezquitas y santuarios? Pregúntale a las cenizas y ellas te responderán.
Cuando los veía morir de hambre y los hacia trabajar hasta reventar, ellos lo sabían. Cuando nos llevábamos a sus niños para los experimentos e investigaciones por las cuales te has llenado de premios, ellos lo sabían. Cuando eran inútiles por viejos y cansados, y los sepultábamos vivos ellos, lo sabían. ¡Solo había un Dios!... ¡y era YO!
Iván comía tranquilamente la legendaria cocina francesa disfrutando de cada bocado con singular alegría. Parecía que no le disgustaría para nada su nueva residencia, Francia era un lugar encantador. La puerta de su oficina se abrió dejando ver una habitación de paredes desnudas que contrastaba con la elegancia de la oficina. Gruesas cadenas colgaban del techo con ganchos como los utilizados para colgar reses. Un hombre bañado en sangre estaba colgado de una de estas cadenas. Boris, un ruso de musculatura tosca, enormes y monstruosas manos se secaba el sudor.
- Nada, no dijo nada sobre Kürten o quien le dio el aviso para que se escapara.
Iván aparto su plato disgustado, se había arruinado el momento y su apetito.
- Ese **** Nazi se nos fue de entre los dedos otra vez. No importa, el muy entupido dejo sus archivos en el sótano de su Club, la policía no tardara en ponerle las manos encima. ¡Hasta nos ahorraran el trabajo de sacarlo del mercado! –Rió Iván- Saca es porquería de aquí y no me molesten hasta la media noche.
Con grandes zancadas gracias a su gran estatura subió ágilmente por una escalera al segundo nivel de su oficina, abrió una puerta haciendo uso de su llave maestra y suspiro con alegría. Era hora del postre. También ansiaba probar la repostería francesa.
Había una enorme cama circular, cojines por todos los rincones y una mullida alfombra que invitaba a caminar descalzo sobre ella. Una niña saltó al verlo, tendría unos 7 u 8 años tal vez. Lucia un pulcro uniforme escolar que le quedaba un poco grande pero no desentonaba. Iván se sentó en la cama excitado. Los negros ojos de la niña lo miraban con miedo, aturdidos por alguna droga pero lo bastante conciente para asustarse, para gritar. Las paredes de la habitación estaban acojinadas para mitigar el ruido. Iván extrajo de su bolsillo un caramelo que ofreció a la niña, ella se acerco tímidamente, tenía hambre.
El sonido de un timbre telefónico la hizo saltar nuevamente. Iván tremendamente disgustado tomó el teléfono.
- ¡Les dije que no me molestaran!-gritó- más vale que sea importante…
- Hubo una redada en los muelles, nos levantaron el último embarque –le dijo una voz al otro lado de la línea.
- Pero ¿Cómo fue?, ¿nuestro hombre de adentro sabe algo?
- El nos esta reportando, fue un golpe orquestado por la INTERPOL, los datos los sacaron de los archivos de Kürten, él muy **** dejo nuestros archivos en vez de los suyos…
Iván cerró los ojos crispando los puños tratando de controlar la rabia.
- ¡¡**** Nazi mal nacido!! –Grito con todas sus fuerzas.- ¡como te has de estar riendo de nosotros!-lloró de rabia.
La niña asustada corrió hacia la puerta buscando escapar, Iván la vio luchar contra la puerta cerrada y sin miramientos le arrojo el teléfono que sostenía en sus manos. El aparato se rompió al chocar contra su cabeza, la niña se derrumbo llorando mientras la sangre empezaba a escurrir por la herida. Iván salto sobre ella y descargo toda su furia pateando su pequeño cuerpo, toda excitación sexual había desaparecido, solo una rabia asesina corría por sus venas. Se detuvo hasta que se quedo sin fuerzas. La niña estaba inmóvil, solo un débil silbido escapaba por sus labios ensangrentados, Iván conocía ese sonido, sus costillas estaban rotas y una había perforado sus pulmones. ¡Lastima!, era una niña muy hermosa.
Salió de la habitación más relajado, había trabajo que hacer.
Luces de Paris.
Paris brillaba con luz propia, sus luces se reflejaban en el cielo nocturno como llamaradas, todos los insectos nocturnos adquirían su propio brillo reflejando esas luces, como si un millar de estrellas se pasearan por entre sus edificios y calles. Millones de luces y solo para sus ojos, Yulia observaba la ciudad parada en lo alto de la Torre Eiffel, con el oído vigilaba los pasos vacilantes del guardia de seguridad que hacía su ronda, el hombre había subido al mirador como era su rutina, el lugar ya estaba cerrado al publico debido a la hora, no hubo novedad con excepción de ese repentino mareo que lo derribo, su corazón dolía como si hubiera sido exprimido por un helado puño. Era la primera vez que le sucedía así que a primera hora visitaría a su medico el cual le diagnosticaría una severa anemia, como si se hubiera desangrado peligrosamente.
Sus pasos se desvanecieron en el interior del elevador y Yulia prestó toda su atención a la ciudad.
El hambre levemente mitigada le obsequiaba un instante contemplación y reflexión. El aroma del trigo volvía a ella al igual que la calida caricia del sol, y esa sonrisa de niña que casi parecía calentar su cuerpo. ¿Por qué?
El sabor de la vida en la sangre de la niña vestida de sol la había impactado, había sido muy diferente que con todas las demás victimas, se dejo poseer por la vida que latía en esa sangre.
- Elena –murmuro con una voz que no se distinguía del viento.
Nunca reflexiona en sus actos, siempre se ha dejado llevar por sus instintos y ha sobrevivido tan solo con ellos, muy pocas veces se ha detenido a pensar en la naturaleza de sus acciones, ¿Por qué?, por que nada en este mundo le importaba más que su hambre. ¿Entonces por que fue que salvó a Elena?, ¿Fue por la vida que latía en su sangre?, no era el alma de Elena la que bebió en ese momento, era el alma de alguien más…¡él alma del padre!
El alma del padre de Elena estaba viva en su sangre, su alma la poseyó en el momento en que su niña estaba en peligro. Nunca antes le había sucedido. Tal vez nunca antes se había alimentado de alguien que alguna vez fue muy amada…
El silencio de sus pensamientos fue roto por la ultima bala al caer expulsada por su cuerpo en lo que quedaba de la herida abierta, su tintineo se escucho en sus oídos como el repicar de una campana de bronce de la catedral de Notre Dame.
Prestó atención a los jirones que quedaban de su ropa, su piel blanquecina parecía brillar reflejando la luz de las estrellas y de la ciudad, inmaculada, aun sus pies descalzos estaban perfectamente limpios sin importar por donde guiaba sus pasos, todo en la naturaleza parecía repelerla, el polvo no se acumulaba en ella, el fango no se le adhería, ni siquiera los insectos reptaban sobre ella en los rincones oscuros donde se refugiaba en las horas diurnas, era como si la naturaleza misma la reconociera como algo totalmente ajeno a si misma, sobrenatural y la rechazara.
Aun las balas escapaban solas de su cuerpo sin importar cuan profundamente se hayan incrustado, como si hasta el plomo rechazara su contacto.
Su presencia lucía deplorable, hacia mucho tiempo que se ocultaba de la mirada de los hombres, que se había convertido en una sombra. Un sentimiento hacia mucho tiempo olvidado volvió a florecer en ella, tenía curiosidad, curiosidad por volver a caminar por esas calles y ver a la cara a los hombres, compartir una conversación, escuchar sus pensamientos de sus propios labios, y lo más importante, volver a ver a la niña vestida de sol, a Elena. Tuvo curiosidad por volver a probar su sangre y su alma.
Elena miraba la ciudad desde una mesa al aire libre, estaba en un humilde pero hermoso café. A pesar de la hora la gente todavía abundaba en las calles y las luces le daban un aura mágica a esta ciudad.
Sonrió tristemente al pensar en todo cuanto había desperdiciado sumida en sus pensamientos y sufrimientos. No lo dejaría pasar una vez más, nunca más volvería a dejarse caer muerta en vida.
Alexa tomó su mano, entrelazo sus dedos, el contraste del color de sus pieles era muy marcado. Elena sonrió con un poco más de alegría, le gustaba esa sensación, la sensación de ser tocada con cariño, de ser mimada, de ser protegida. Tenía dudas, muchas, hasta un poco de pánico con respecto a la transformación de su sexualidad, hasta antes de que las desgracias le arrebataran su vida creía tener su sexualidad y preferencias perfectamente definidas. Pero su mundo había cambiado, todo era nuevo para ella, y ella misma tenía que reinventarse, re-descubrirse y darse la oportunidad de conocerse.
En la intimidad con Alexa descubrió un mar de sensaciones todas nuevas, la exploración de su cuerpo como nunca había imaginado, descubrió puntos de placer que deseaba compartir.
Alexa cumplió su palabra, había sido muy diferente que con un hombre. Los hombres poseen, ella compartía. Los hombres toman, ella obsequiaba. Los hombres exigen, ella renunciaba. Los hombres someten, ella liberaba. No podía definir aún sus sentimientos por ella, pero definitivamente disfrutaba ser tocada por ella, ser amada por ella.
- Yo siempre te protegeré – le susurro la gitana- yo siempre estaré aquí para ti.
Continua..
Capitulo II.
Alexa, pervertida seductora.
Alexa, no hay calificativos para describir a la hija de los gitanos, es larguirucha y delgada, pero de piernas firmes y torneadas, piel canela y abundante cabellera negra. Su rostro siempre trae consigo un gesto indefinible, a veces semejaba burla, a veces desafió. Su sensualidad escapaba por todos los poros de su piel, una belleza invisible que cautivaba sin mayor explicación que esta: es una gitana.
Su andar ágil la condujo por entre los callejones que rodeaban al antro, con habilidad adquirida por la practica esquivaba las luces de los autos policíacos que saturaban las calles principales. Había anudado un pareo descolorido en su cintura y echado un chal sobre sus hombros para disimular su vestimenta, disimular su profesión. Sus negros ojos buscaban entre las siluetas que se agazapaban en las sombras la figura de ella, la de los rizos de fuego y piel de porcelana salpicada de lunares. La encontró caminando sin rumbo medio envuelta en harapos.
- ¡Nichya!.. Nichya – dijo mientras la envolvía en sus brazos y la cubría con el chal.
- Elena –corrigió la pelirroja saliendo de su letargo, como despertando de un sueño-… mi nombre es Elena. – concluyo con una sonrisa y se desvaneció.
Alexa la oprimió contra su pecho y besó sus caireles, sus ojos se inundaron de lágrimas y la protegió entre las sombras.
- ¡Elena! –murmuro deleitándose con el secreto revelado, sintiendo en sus labios la llave de su inexpugnable corazón de la rusa.
- Elena – también murmuro el viento y las sombras con una voz que no podía ser escuchada por ningún hombre.
La periferia del club nocturno ya había sido acordonada, las ambulancias apenas habían terminado de retirar los cadáveres y heridos. Docenas de agentes policíacos terminaban de fotografiar y recoger evidencias. El oficial a cargo paseaba su mirada por el interior del lugar, la peor masacre que le había tocado ver, agradecía tener un estomago fuerte. Una voz lo sustrajo de sus pensamientos.
- Troy Maccubbin –se presento un hombre de aspecto vivas, joven, mientras mostraba una identificación.
- ¿INTERPOL? – pregunto el oficial, la credencial ya había desaparecido con un ágil y estudiado movimiento.
- Si, división “Crímenes de Guerra”
El oficial le hizo una señal para que lo siguiera y lo guió por pasadizos semiocultos tras los vestidores, llegaron a una oficina secreta tras una pared falsa que había sido demolida a golpes. Carpetas y cuadernos regados por todas partes daban luz a una contabilidad y agendas secretas. Pero lo más sobresaliente eran las banderas rojas que colgaban en las paredes con la inconfundible svástica.
- Sabíamos que este bastardo era nazi, ex militar, eso no es un crimen. Sospechábamos que traficaba con armas y drogas, hasta hoy podemos probarlo, pero lo que ni siquiera sospechábamos es quien era realmente.
Troy empezó a examinar los documentos esparcidos.
- Coronel Peter Kürten, miembro elite de la SS – leyó – “El cazador Lila”.
- Un sobrenombre algo jocoso, ¿Lila?
- Los campos de concentración no solo albergaron a Judíos y prisioneros de guerra, Hitler era un homo fóbico declarado al igual que el insigne coronel Kürten, fue un cazador de homosexuales…y lo que se cuenta de él es que fue un verdadero monstruo…..
Algo llamo la atención de Troy, recogió un legajo de papeles atado por un banda plástica y los leyó rápidamente.
-…..¡un **** monstruo!, ¡un monstruo siempre será un monstruo!
Elena se contempla en el espejo, por primera vez en mucho tiempo verdaderamente esta mirando su rostro, ha cambiado, muchas cosas han cambiado, cosas terribles guarda en su pecho, mucho dolor y rencor, pero ahora mismo todos esos sentimientos parecen perder su peso, como si el mundo fuera otra vez nuevo, otra vez limpio. De alguna manera es así…ella debería estar muerta. ¿Cómo sucedió el milagro?, ¿Quién….?
Ese rostro que no podía borrar, y que tampoco podía recordar del todo, ¿había sido una ilusión?, o ¿en verdad alcanzo a ver lo imposible?, ¿alcanzo a ver a un ángel?
- Elena –repitió nuevamente Alexa. Se acerco por su espalda y con radiante sonrisa, toalla en mano termino de secar su espalda.
Ambas desnudas, sus cuerpos tan solo cubiertos por finas gotas como de rocío. Elena se estremeció al contacto de sus manos, se sentía despertar de un letargo, de un amargo sueño sin recuerdos. Tembló involuntariamente de miedo. Alexa se detuvo un instante, algo nuevo, Elena reaccionaba a su toque, dudó por un instante pero luego se decidió y apostó fuerte, sus manos la atrajeron hacia si, sus brazos la envolvieron con ternura, puso el corazón en cada movimiento para no hacer huir a esta niña asustada. Suavemente besó su hombro.
- No tengas miedo –dijo con un hilo de voz a su oído. El perfume que emanaba de ese cabello la enloquecía.
Elena la dejo continuar, a través del espejo la miro. Conocía ese rostro, conocía esa voz, sabía mucho de ella, pero realmente apenas empezaba a conocerla. “Pervertida” la llamaba Alexei, ahora lo comprendía, cuan grande había sido su apatía que no había sido conciente de tantas cosas a su alrededor. Se sintió intimidada, con sus brazos trato de cubrir su desnudes, los brazos de Alexa eran agradables, calidos, igual que sus labios.
- Sé lo que te han hecho los hombres….-La voz de Alexa temblaba-…yo no voy a lastimarte...
Elena vio sus lágrimas correr por su piel morena. Era tan diferente a Alexei, él la arrojaba sobre la cama sin el más mínimo asomo de cortesía, la desnudaba apenas con el cuidado suficiente de no desgarrar sus ropas y la penetraba sin miramientos.
Y ella se dejaba hacer, lo ignoraba, como si saliera de su cuerpo y contemplara la escena siendo totalmente ajena a ella.
Una vez su mirada se cruzo con la de Alexa, la puerta estaba entreabierta y la gitana los miraba apenas oculta en el marco. Los miraba en silencio, también entonces vio lagrimas en su rostro, la vio morderse los nudillos y callar. ¿Por qué lloraba Alexa?, no lo podía entender, tan desconectada de la realidad estaba, su mente tan extraviada en su propia amargura. Esas lágrimas eran por ella, por los sentimientos que la gitana ocultaba en su corazón.
- ¿me sienes? –Los pechos de Alexa recorrieron su espalda, su pierna se coló entre las suyas y delicadamente serpenteo entre sus muslos.
- Soy diferente ¿lo notas?, mi contacto es suave….-La hizo volverse, sus rostros quedaron frente a frente - ¡Tócame!
Elena aun trataba de cubrirse, las manos de Alexa guiaron las suyas sobre sus propios senos, la erección de sus pezones dibujo arabescos en sus palmas.
- ¿Lo ves?, ¿lo sientes?, no es malo, es agradable…es rico…
Sus negros ojos temblaban indagando en los suyos, buscando aprobación. Los ojos de Elena dibujaban su desconcierto.
- No soy como un hombre…yo puedo esperar, esperar hasta que compartas mis sentimientos, hasta que yo te guste como tú me gustas…no importa lo que tenga que hacer, no importa cuanto tiempo me tome.
Elena rehuyo su mirada pero no la rechazó, sentimientos que parecían brotar nuevos en su pecho la confundían. “Pervertida” resonó el eco en un rincón de su mente, pero ¡que vacía sonaba esa palabra!, tan carente de fuerza y significado. El toque de Alexa en verdad era distinto a todo lo que había conocido, de pronto sintió dolor al ver sus lágrimas.
Todo lo que había significado una vez su mundo había dejado de existir hace mucho tiempo, todo cuanto estaba viviendo era nuevo…estaba viviendo una nueva vida, la vida que le obsequió un ángel, y era tan efímera que no podía desperdiciar nada.
Tomó el rostro de Alexa entre sus manos y con sus labios secó sus lágrimas, dudó un instante y la besó. Alexa la envolvió con todo su cuerpo, toda ella era una caricia y el beso en sus labios creció de suave ternura a la erupción de un volcán que las devoraba en llamas.
Alexei, el Gitano, a sus 23 años sabía todo cuanto hay que saber del mundo, principalmente como meterse en problemas. Su edad no importaba, ahora lloraba. Su rostro y un brazo sangraban y dolían, estaba asustado. Ellos lo matarían si no conseguía el dinero que debía, la masacre de la noche anterior le demostró que no estaban jugando. Y su única fuente de dinero se había esfumado, se la habían quitado y quien menos lo esperaba.
La noche anterior logro escapar por las ventanas ocultas de los vestidores, paso toda la mañana buscando a la rusa entre los sobrevivientes, finalmente una pista, su hermana la había encontrado y ambas se refugiaron en una “casa segura” que la comunidad gitana local les brindo.
Ambas dormían, sus cuerpos desnudos aún se encontraban entrelazados en un sucio abrazo que a pesar de su hermana le provoco una gran erección. ¡Bueno!, pues podía desahogarla. Tomó por los cabellos a Alexa y la arrojo al otro la de la habitación.
- ¡¡**** pervertida!! –le grito lleno de ira y excitación mientras la pateaba empujándola hacia la salida, con urgencia, el cuerpo de la rusa lucia más apetitoso que nunca. Pero Alexa se volvió contra él convertida en una fiera. Sintió el primer corte en el brazo y el dolor lo obligo a soltarla.
Alexa lo maldijo mientras le apuntaba al rostro con su inseparable “punta” de acero que ya estaba tinta de sangre. Él trató de golpearla subestimándola y recibió una cortada en la cara que lo dejo perplejo. Aún no terminaba de asimilar la sorpresa cuando una silla se estrello en su espalda derribándolo por el marco de la puerta y escalera abajo entre risas y burlas de una docena de gitanos que los observaban divertidos. Elena lo miraba desafiante con los restos de la silla en sus manos. Eso era lo ultimo que hubiera esperado, la rusa estaba irreconocible y tuvo miedo.
- ¡Es una asesina! –gritó pidiendo apoyo- Esa mujer ha matado a un hombre… -
Los restos de la silla se estrellaron en su rostro.
- Y te matare a ti si no te largas –le grito Elena con su marcado acento ruso.
Mas risas estallaron y Alexei huyo de las burlas y … de las chicas.
Monstruos
El cielo era azul y radiante, el sol calidamente acariciaba su rostro mientras el aroma de las espigas de trigo llenaba el aire. La alegría en su pecho se agitaba como un saltarín cachorro cuando vio venir corriendo entre los trigales a la luz de sus ojos. Su pequeña niña….los trigales se convirtieron en leguas de fuego que lamían las paredes, el cielo era una inmensa nube negra de cenizas e inmundicia…quiso llorar cuando vio transformado el paraíso en infierno, el rostro de la niña se escapaba de su memoria como el agua se escurría de entre sus dedos. Los latidos de su corazón golpeaban sus oídos como estampidos de cañones y sus manos eran incapaces de callar ese estruendo que solo significaba una cosa….
Sus ojos se abrieron una vez más, el hambre la despertaba, el dolor de un hambre tan terrible que era capas de levantarla de entre los muertos. Examinó por un instante la oscuridad a su alrededor, los sonidos que develaban todas y cada una de las presencias de insectos, animales y…gente. Su cuerpo parecía prisionero en el interior de una grieta como el espacio entre dos muros, cualquier movimiento era imposible, su cuerpo realizo una convulsión que desarticulo todos sus huesos, sus hombros, su cadera, sus rodillas y codos, inclusive su cuello, después empezó a serpentear ascendiendo por la grieta, recorriendo un laberinto de pliegues en la piedra hasta encontrar una desembocadura. Se dejo caer desde unos 10 metros, la altura de la grieta en el muro de una vieja y abandonada iglesia. Cuando sus pies tocaron el suelo todos sus huesos ya estaban en su lugar.
Yulia aplasto su cuerpo contra el piso, era una posición imposible sin importar cuan delgada y pequeña era, pero nada en su cuerpo funcionaba de forma natural. Quedo totalmente oculta de la mirada de un grupo de niños que se refugiaban en el interior de la iglesia. Una pequeña llamarada salía del interior de una lata, única fuente de calor y luz que tenían. Niños de la calle que se refugiaban en las ruinas abandonadas de la ciudad y mitigaban el hambre en el embrutecimiento que les provocaba un puño de tela empapado en solvente.
Yulia se deslizo a ras del piso siguiendo la danza de las sombras proyectadas por la improvisada antorcha. Sentía en el interior de sus venas y corazón el latido monstruoso como el galope de un corcel desbocado, el galope de su hambre terrible. Los niños dormitaban en ese umbral de semi-inconciencia inducida por la droga improvisada. Nunca más despertarían, sería una pequeña tragedia que a nadie importaba, solo un grupo de niños callejeros, sin familia ni futuro, los diarios dirán que muertos por intoxicación de monóxido de carbono de su improvisada estufa.
* * *
Los pies descalzos de Peter Kürten dolían con el frío invernal que congelaba el concreto del piso, era un pasillo muy largo el que tenía que recorrer, oscuro y frío, en sus manos llevaba un mendrugo de pan amargo y una vela cuya diminuta llama apenas iluminaba las grises paredes del orfanato. La puerta de madera lo esperaba abierta, él se encontraba reclinado sobre un viejo escritorio de madera que rechinaba con cada movimiento de su voluminoso ser, era el Clérigo, el hombre santo, el hombre que velaba por los niños desamparados. El Clérigo lo miro con su sonrisa de dientes sucios y pestilente aliento de licor. Lo llamó con un gesto y el pequeño Kürten entro a la habitación. El Clérigo le quito la vela y el pan y lo contemplo embelezado.
- ¡Que hermoso eres, muchacho!, ¡que hermoso eres…!.-Sus manos regordetas se colaron bajo los harapos de su ropa mientras esa enorme y pestilente sonrisa se le acercaba cada vez más….
* * *
Kürten despertó de un salto, y con un golpe aparto la mano que lo sacudía. El fuego ardía en la chimenea caldeando el ambiente, frente a si se encontraba un hombre de mediana edad, calvicie incipiente y gruesas gafas.
- Supe lo de ayer, ¡fue terrible ¿eh?-Le dijo aquel hombre a modo de saludo.
- Esas cosas pasan –suspiro con voz cascada el Nazi.
- Iré al grano, después de lo de ayer tenemos nuestras dudas sobre si serás capas de cumplir el trato, ¿podrás entregar la mercancía?
- 25 jóvenes, todos limpios y con variados tipos de sangre. No hay problema, los tendré a tiempo.
- El tiempo es un factor importante, Kürten, ¡los necesitamos ya!
- Cada vez es más difícil, aun en las escuelas los muchachos empiezan a drogarse muy pronto, se meten porquerías baratas en la sangre o se tatúan idioteces en la piel. Imposibles de desintoxicar.
- Ese es tu problema, necesito esos órganos, tengo clientes dispuestos a pagar muy bien por un corazón joven, por un riñón joven. Hemos depurado la técnica, podemos casi garantizar el éxito de cualquier cirugía de transplante… 25 muchachos más, Kürten y podremos comprarte un poco más de vida, tal vez darte un poco más de juventud.
- Un poco más de juventud –murmuro Kürten mientras con un atizador removía los carbones ardientes de la chimenea separando las cenizas.
- Debes tener un miedo terrible de encontrarte con Dios, ¿eh?-bromeo el hombre.
- ¿Dios?, ¿de verdad existe un Dios?-Rió cascadamente Kürten -¿Dónde estaba ese Dios cuando arrojamos a todos esos infelices a los hornos?, ¿Dónde estaba ese Dios cuando arrasamos sus iglesias, mezquitas y santuarios? Pregúntale a las cenizas y ellas te responderán.
Cuando los veía morir de hambre y los hacia trabajar hasta reventar, ellos lo sabían. Cuando nos llevábamos a sus niños para los experimentos e investigaciones por las cuales te has llenado de premios, ellos lo sabían. Cuando eran inútiles por viejos y cansados, y los sepultábamos vivos ellos, lo sabían. ¡Solo había un Dios!... ¡y era YO!
Iván comía tranquilamente la legendaria cocina francesa disfrutando de cada bocado con singular alegría. Parecía que no le disgustaría para nada su nueva residencia, Francia era un lugar encantador. La puerta de su oficina se abrió dejando ver una habitación de paredes desnudas que contrastaba con la elegancia de la oficina. Gruesas cadenas colgaban del techo con ganchos como los utilizados para colgar reses. Un hombre bañado en sangre estaba colgado de una de estas cadenas. Boris, un ruso de musculatura tosca, enormes y monstruosas manos se secaba el sudor.
- Nada, no dijo nada sobre Kürten o quien le dio el aviso para que se escapara.
Iván aparto su plato disgustado, se había arruinado el momento y su apetito.
- Ese **** Nazi se nos fue de entre los dedos otra vez. No importa, el muy entupido dejo sus archivos en el sótano de su Club, la policía no tardara en ponerle las manos encima. ¡Hasta nos ahorraran el trabajo de sacarlo del mercado! –Rió Iván- Saca es porquería de aquí y no me molesten hasta la media noche.
Con grandes zancadas gracias a su gran estatura subió ágilmente por una escalera al segundo nivel de su oficina, abrió una puerta haciendo uso de su llave maestra y suspiro con alegría. Era hora del postre. También ansiaba probar la repostería francesa.
Había una enorme cama circular, cojines por todos los rincones y una mullida alfombra que invitaba a caminar descalzo sobre ella. Una niña saltó al verlo, tendría unos 7 u 8 años tal vez. Lucia un pulcro uniforme escolar que le quedaba un poco grande pero no desentonaba. Iván se sentó en la cama excitado. Los negros ojos de la niña lo miraban con miedo, aturdidos por alguna droga pero lo bastante conciente para asustarse, para gritar. Las paredes de la habitación estaban acojinadas para mitigar el ruido. Iván extrajo de su bolsillo un caramelo que ofreció a la niña, ella se acerco tímidamente, tenía hambre.
El sonido de un timbre telefónico la hizo saltar nuevamente. Iván tremendamente disgustado tomó el teléfono.
- ¡Les dije que no me molestaran!-gritó- más vale que sea importante…
- Hubo una redada en los muelles, nos levantaron el último embarque –le dijo una voz al otro lado de la línea.
- Pero ¿Cómo fue?, ¿nuestro hombre de adentro sabe algo?
- El nos esta reportando, fue un golpe orquestado por la INTERPOL, los datos los sacaron de los archivos de Kürten, él muy **** dejo nuestros archivos en vez de los suyos…
Iván cerró los ojos crispando los puños tratando de controlar la rabia.
- ¡¡**** Nazi mal nacido!! –Grito con todas sus fuerzas.- ¡como te has de estar riendo de nosotros!-lloró de rabia.
La niña asustada corrió hacia la puerta buscando escapar, Iván la vio luchar contra la puerta cerrada y sin miramientos le arrojo el teléfono que sostenía en sus manos. El aparato se rompió al chocar contra su cabeza, la niña se derrumbo llorando mientras la sangre empezaba a escurrir por la herida. Iván salto sobre ella y descargo toda su furia pateando su pequeño cuerpo, toda excitación sexual había desaparecido, solo una rabia asesina corría por sus venas. Se detuvo hasta que se quedo sin fuerzas. La niña estaba inmóvil, solo un débil silbido escapaba por sus labios ensangrentados, Iván conocía ese sonido, sus costillas estaban rotas y una había perforado sus pulmones. ¡Lastima!, era una niña muy hermosa.
Salió de la habitación más relajado, había trabajo que hacer.
Luces de Paris.
Paris brillaba con luz propia, sus luces se reflejaban en el cielo nocturno como llamaradas, todos los insectos nocturnos adquirían su propio brillo reflejando esas luces, como si un millar de estrellas se pasearan por entre sus edificios y calles. Millones de luces y solo para sus ojos, Yulia observaba la ciudad parada en lo alto de la Torre Eiffel, con el oído vigilaba los pasos vacilantes del guardia de seguridad que hacía su ronda, el hombre había subido al mirador como era su rutina, el lugar ya estaba cerrado al publico debido a la hora, no hubo novedad con excepción de ese repentino mareo que lo derribo, su corazón dolía como si hubiera sido exprimido por un helado puño. Era la primera vez que le sucedía así que a primera hora visitaría a su medico el cual le diagnosticaría una severa anemia, como si se hubiera desangrado peligrosamente.
Sus pasos se desvanecieron en el interior del elevador y Yulia prestó toda su atención a la ciudad.
El hambre levemente mitigada le obsequiaba un instante contemplación y reflexión. El aroma del trigo volvía a ella al igual que la calida caricia del sol, y esa sonrisa de niña que casi parecía calentar su cuerpo. ¿Por qué?
El sabor de la vida en la sangre de la niña vestida de sol la había impactado, había sido muy diferente que con todas las demás victimas, se dejo poseer por la vida que latía en esa sangre.
- Elena –murmuro con una voz que no se distinguía del viento.
Nunca reflexiona en sus actos, siempre se ha dejado llevar por sus instintos y ha sobrevivido tan solo con ellos, muy pocas veces se ha detenido a pensar en la naturaleza de sus acciones, ¿Por qué?, por que nada en este mundo le importaba más que su hambre. ¿Entonces por que fue que salvó a Elena?, ¿Fue por la vida que latía en su sangre?, no era el alma de Elena la que bebió en ese momento, era el alma de alguien más…¡él alma del padre!
El alma del padre de Elena estaba viva en su sangre, su alma la poseyó en el momento en que su niña estaba en peligro. Nunca antes le había sucedido. Tal vez nunca antes se había alimentado de alguien que alguna vez fue muy amada…
El silencio de sus pensamientos fue roto por la ultima bala al caer expulsada por su cuerpo en lo que quedaba de la herida abierta, su tintineo se escucho en sus oídos como el repicar de una campana de bronce de la catedral de Notre Dame.
Prestó atención a los jirones que quedaban de su ropa, su piel blanquecina parecía brillar reflejando la luz de las estrellas y de la ciudad, inmaculada, aun sus pies descalzos estaban perfectamente limpios sin importar por donde guiaba sus pasos, todo en la naturaleza parecía repelerla, el polvo no se acumulaba en ella, el fango no se le adhería, ni siquiera los insectos reptaban sobre ella en los rincones oscuros donde se refugiaba en las horas diurnas, era como si la naturaleza misma la reconociera como algo totalmente ajeno a si misma, sobrenatural y la rechazara.
Aun las balas escapaban solas de su cuerpo sin importar cuan profundamente se hayan incrustado, como si hasta el plomo rechazara su contacto.
Su presencia lucía deplorable, hacia mucho tiempo que se ocultaba de la mirada de los hombres, que se había convertido en una sombra. Un sentimiento hacia mucho tiempo olvidado volvió a florecer en ella, tenía curiosidad, curiosidad por volver a caminar por esas calles y ver a la cara a los hombres, compartir una conversación, escuchar sus pensamientos de sus propios labios, y lo más importante, volver a ver a la niña vestida de sol, a Elena. Tuvo curiosidad por volver a probar su sangre y su alma.
Elena miraba la ciudad desde una mesa al aire libre, estaba en un humilde pero hermoso café. A pesar de la hora la gente todavía abundaba en las calles y las luces le daban un aura mágica a esta ciudad.
Sonrió tristemente al pensar en todo cuanto había desperdiciado sumida en sus pensamientos y sufrimientos. No lo dejaría pasar una vez más, nunca más volvería a dejarse caer muerta en vida.
Alexa tomó su mano, entrelazo sus dedos, el contraste del color de sus pieles era muy marcado. Elena sonrió con un poco más de alegría, le gustaba esa sensación, la sensación de ser tocada con cariño, de ser mimada, de ser protegida. Tenía dudas, muchas, hasta un poco de pánico con respecto a la transformación de su sexualidad, hasta antes de que las desgracias le arrebataran su vida creía tener su sexualidad y preferencias perfectamente definidas. Pero su mundo había cambiado, todo era nuevo para ella, y ella misma tenía que reinventarse, re-descubrirse y darse la oportunidad de conocerse.
En la intimidad con Alexa descubrió un mar de sensaciones todas nuevas, la exploración de su cuerpo como nunca había imaginado, descubrió puntos de placer que deseaba compartir.
Alexa cumplió su palabra, había sido muy diferente que con un hombre. Los hombres poseen, ella compartía. Los hombres toman, ella obsequiaba. Los hombres exigen, ella renunciaba. Los hombres someten, ella liberaba. No podía definir aún sus sentimientos por ella, pero definitivamente disfrutaba ser tocada por ella, ser amada por ella.
- Yo siempre te protegeré – le susurro la gitana- yo siempre estaré aquí para ti.
Continua..
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
ÁNGEL OSCURO // POR: RAINKNIGHT
Capitulo III.
Entre lo divino y lo profano.
La desnudes de ella esta cubierta únicamente por un lienzo que corre por sus caderas apenas suficiente para ocultar su pudor, sus pechos son ocultos por el brazo que tiernamente la sostiene, las manos de ella se elevan hasta acariciar el cabello de él, sus rostros parecen querer besarse pero realmente están extasiados cada uno en la belleza del otro. La escultura “Amore e Psiche” había enganchado a Elena. Alexa a su lado no soltaba la mano de la pelirroja, como si tuviera miedo de que escapara volando como un pajarillo, nunca se había sentido tan feliz, estaba más que enamorada. Todo el día pasearon por Paris, la ciudad de la luz se mostraba nueva a sus ojos, a pesar de los años ahí vividos, hoy era turista de la ciudad del amor.
- Eros, hijo de Afrodita, enamorado de Psiche, una mortal.- reflexiono Elena- ¿Un ser divino puede enamorarse de un mortal?.
- Los Dioses griegos lo hacían todo el tiempo- dijo Alexa, también cautivada por el detalle de la escultura.- y yo tengo a mi propia Diosa.-
Elena le respondió con una sonrisa, y volvió su atención a los rostros, otro rostro volvía a su memoria, un rostro tan parecido a este, un rostro de mármol también sumido en contemplación por ella. ¿Un ángel?, La escultura “Amore e Psiche” era la representación del Dios Eros seduciendo a Psiche, Eros representado como un joven de magnifica presencia, las alas en su espalda apuntando el cielo remarcaban su divinidad, una imagen que más tarde la iglesia católica adoptaría como la de los ángeles.
Por el altavoz se advertía a los visitantes que el museo del Louvre cerraría sus puertas pronto, el horario de visitas había concluido. Afuera el sol empezaba a declinar y junto con el arribo de las sombras alguien o algo regresaba a la vida en medio de pesadillas de fuego.
- ¿Que hacemos ahora? –pregunto Elena, el viento fresco jugaba con su cabello.
Alexa no contestó, el día más maravilloso de su vida terminaba y era momento de volver a la realidad, al menos por un instante, había poco dinero, no quería quedarse en Paris, no quería encontrarse con su hermano, tenia un mal presentimiento al respecto, No sabía que tratos y planes tenía su hermano para con ella, pero no podían ser buenos, tampoco quería volver al abrigo de la comunidad gitana, no confiaba en ellos.
- ¡Un buen hotel! –Dijo Alexa divertida con la idea- vamos a un buen Hotel y mañana nos largamos de aquí.
Elena la miro intrigada, sonrió y se dejo llevar por la idea. Un cuarto calido, sabanas limpias, la idea era seductora.
- Notre Dame –le dijo- primero quiero conocer Notre Dame, escuchar misa ahí, ¿podemos?
Alexa tomo sus manos y ágilmente la besó en los labios y rió divertida, una travesura de niña, nadie alcanzo a verlas. No quería exhibirse tan abiertamente, aun que sabia que de todos los lugares del mundo Paris era un refugio para ellas. Era lo único que lamentaría de dejar Paris.
- Escuchemos misa en Notre Dame –afirmó.
Ni siquiera la mirada experta de Alexa alcanzo a captar la silueta entre la gente que las seguía de cerca, lo suficiente como para haber escuchado. Las dejó caminar adelantándose y extrajo de su bolsillo un teléfono móvil que contrastaba con los harapos que vestía. Una voz se escucho al otro lado de la línea.
- Notre Dame, en una hora.
Marcel Franoi tiene la corpulencia de un toro y su fuerza, viste de civil pero jamás se desprende de sus botas militares, carece por completos de los buenos modales franceses, por otra parte tiene todos los contoneos de un militar. Mercenario, se había retirado hacia tiempo y ahora mata el tiempo y se mantiene en forma trabajando como “hombre de confianza” para la mafia local. Guardó el teléfono en su bolsillo e hizo un gesto a sus hombres, tres tipos fornidos, no tanto como él, recogieron sus abrigos bajo los cuales ocultaban sus armas y se aprestaron para salir. Alexei interrogo con la mirada.
- La encontraron –dijo Marcel- están jugando al turista, las interceptaremos en Notre Dame. ¿Podrás controlar a tu hermana o lo hago yo?
- Yo me encargo –se apresuro a responder Alexei.
Marcel le guiño un ojo mientras se tocaba el rostro, en el mismo lugar donde ahora Alexei lucía una gasa para proteger las suturas.
- Yo me encargo- repitió con más firmeza el gitano.
Hubo una risa general. Alexei siguió a los hombres unos pasos atrás. La situación se había escapado de sus manos y se hallaba desconcertado, el repentino excesivo interés del Nazi por recuperar a la rusa lo desconcertaba. Al menos estando junto al pequeño escuadrón de la muerte no le temía a los rusos.
Troy cruzo la plaza frente a Notre Dame con presurosos pasos, comía un bocadillo local, lo único que había llevado a su estomago en todo el día además de un par de tasas de café, el mejor que había probado, mucho mejor que la insípida infusión que bebían los americanos. Francia le gustaba, un rápido vistazo sobre la arquitectura de la gran catedral de Notre Dame fue su único obsequio del día. A lo lejos ya le saludaban desde una camioneta sin marcas, un grupo de militares vestidos de civiles lo aguardaban, serían su apoyo en la siguiente operación que estaban por realizar.
- “Quid pro Quo” –le dijo su comandante- Una cosa por otra, los Franceses nos apoyaran en todo si les damos la oportunidad de apalear a Kürten, a ellos no les interesa sus antecedentes nazis, pero el trafico de armas es otra cosa...
- Como sea Peter Kürten es mió…-dijo para sí. Devolvió el saludo a sus hombres y…. volvió sobre sus pasos. Su instinto lo hizo reaccionar, algo en la plaza le había llamado la atención.
Dos chicas reían frente a Notre Dame, un grupo de gente, turistas casi todos se empezaban a reunir alrededor de ellas. Una de ellas hacia girar con gracia un par de antorchas que dibujaban siluetas mágicas en el aire, sus ropas, su aspecto, su fisonomía delataba sus raíces gitanas. La otra era de piel tan blanca que contrastaban, sus cabellos rojitos se agitaban al viento y le robaban destellos carmesí a las luces que se proyectaban sobre los muros de la gran catedral. Ese rostro le era familiar, sus ojos entrenados para reconocer fisonomías ocultas en disfraces y transformadas por el tiempo reconocieron a la chica, su rostro estaba en los expedientes de Kürten.
Elena se sentía diminuta frente a los vitrales de Notre Dame, la imagen de la Virgen María parecía mirarla fijamente a los ojos, el murmullo de una oración que Alexa recitaba quedamente era el único sonido que acompañaba su respiración. La imagen de serenidad en el rostro grabado en el cristal comenzó a acongojarla, algo muy en el interior de su pecho se agito, lo sintió crecer e hincharse hasta casi asfixiarla, sus lagrimas empezaron a fluir incontenibles.
Alexa suspendió su oración al mirarla, se acerco a ella con respetuoso silencio y no supo que hacer además de verla llorar y acompañar su silencioso dolor aun que cada lágrima le golpeaba el pecho. Elena se volvió hacia ella y levanto sus manos crispadas en un gesto de desesperación. Alexa no pudo resistirlo y la abrazo fuertemente colocando su cabeza en el hombro.
- ¡Mis manos! –lloró Elena-…mis manos están sucias, están llenas de sangre.
Alexa la oprimió con más fuerza para callar sus palabras, Elena no dijo más. Sollozó unos instantes y después recobro la calma.
- Perdón….por favor, llévame lejos, no puedo estar aquí.
Alexa asintió, tomó su mano y recorrieron el pasillo central rumbo a la salida. Miró hacia atrás antes de salir, todas las imágenes santas parecían mirarlas, mirarla a ella, Alexa se sintió sobrecogida por la presencia tan tangible de santidad de ese lugar, una fuerza mística residía ahí, no cabía duda. La mano de Elena, sus dedos entrelazados, sintió un acusador peso en su gesto. Nunca dio explicaciones ni disculpas por su actitud y sus preferencias, a nadie le importaba y a nadie le rendía cuenta de sus actos…pero en ese instante tuvo la imperiosa necesidad de decir algo.
- ¡La amo! –murmuró entre dientes y cerro los ojos rogando que la honestidad de su corazón borrara la esencia del pecado.
Elena levanto el rostro y dejo que la brisa secara sus lágrimas.
- ¿de verdad? –Preguntó a la gitana.- ¿de verdad me amas?
- ¿Por qué lo dudas?
- ¿Cómo puedes amar a alguien que no conoces?- Los verdes ojos de la pelirroja se clavaron en los de Alexa, inquietos.
- ¡Pero si te conozco!, Elena…Nichya, el nombre no importa, no me importa tu pasado, los pecados por los que lloras, no me importa nada... solo me importas tú, la belleza de tu corazón es tan grande que se necesita nada para conocerte.
La mano de piel morena limpió lo que quedaban de las lágrimas en las mejillas de Elena y apartó sus rizos, se hundió en su cabello y la atrajo hacia sí probando el salado sabor del llanto aun prisionero de sus labios.
- Te amo como si te conociera desde siempre…no dudes de mi, por que me lastimas- se separó de ella de un salto.- ¡Basta de tristeza!, tu y yo de hoy en adelante solo seremos fiesta…-dijo soltando una carcajada que sonó a un manantial de aguas frescas.
Elena sonrió contagiada por la viveza de Alexa. La gitana corrió como una gacela hasta donde un pequeño grupo de chicos bailaban acompañados de música de tambores rústicos y pequeñas antorchas, abiertamente las recibieron, también eran gitanos, una comunidad donde todos eran hermanos. Alexa tomó un par de antorchas y comenzó a bailar con toda su sensualidad y erotismo. El publico, los turistas a su alrededor empezaron a rodearlas acompañando el sonido del tambor con sus manos. Elena empezó a aplaudir hipnotizada por la danza, de pronto se encontró dentro del circulo de fuego que trazaban las antorchas, Alexa baila con un frenesí apasionado que parecía haberla sumido en un trance, pero cada movimiento, cada paso la llevaba a rozar el cuerpo de Elena con atrevidas caricias, la pelirroja cedió ante el encanto del momento y comenzó a bailar de forma provocativa.
Sus cuerpos parecieron volverse uno en la sincronía de sus movimientos, el sonido de los tambores ya era acallado por las voces que dictaban nuevos compases. Elena reía alegremente olvidándose por completo de sus pesares, entregándose a la dulce seducción de las maneras de Alexa, la gitana rozo sus labios con los suyos y echo sus brazos al cuello, Elena la sujeto por la cintura, ambas jadeaban y reían por el esfuerzo. El público estallaba en aplausos y un torrente de billetes y monedas no se hizo esperar.
- Tú y yo somos fiesta – Repitió entre jadeos la gitana. Con toda su voluntad reprimió un beso, eso sería después, a solas.
- ¡Alexa! – Llamó firmemente Alexei. La gitana se paralizo un instante por la sorpresa. Su hermano se acercó con pasos sigilosos, los otros muchachos lo miraron desconcertados pero inmediatamente rodearon a las chicas como un escudo protector. Alexei resoplo un chiflido particular que los gitanos conocían muy bien y en un abrir y cerrar de ojos desaparecieron mezclándose en la multitud que ya se dispersaba, era una señal de advertencia que indicaba que la policía estaba presente.
Alexa la sujeto firmemente con la izquierda mientras en la derecha la punta de acero ya brillaba disimulada entre los pliegues de su manga.
- ¿Qué es lo buscas?, Aquí no hay nada para ti. –retó a su hermano. Alexei se detuvo en seco y levanto las manos mostrándose desarmado. Su navaja estaba bajo la manga también pero todavía oculta y guardada en su funda de cuero.
- Déjala ir, hermanita….te estas metiendo en problemas muy grandes.-le dijo en su idioma natal.
- ¡Nunca! –espetó Alexa y lo repitió en todas las lenguas que conocía.
Un puño de hierro atrapo la nuca de la gitana y una inmensa pistola militar se poso en las costillas de Elena mientras otra mano como garfio la sujetó de la nuca también a ella.
- No juegues al valiente, chica lista –le siseo una voz en su oído. Alexa trató de moverse pero el puño que la sujetaba era muy firme y la controlaba como un profesional. Alexei aprovecho el instante para adelantarse y sujetar la muñeca del brazo armado de su hermana.
Otro puño hizo su aparición, la mano que sujetaba la nuca de Alexa también fue apresada, en el mismo movimiento el codo del nuevo brazo golpeo el bíceps anulando su fuerza, un giro violento y el mercenario rodó sobre su eje para caer de cabeza al suelo proyectado por una perfecta palanca de algún arte marcial de nombre impronunciable. En un parpadeo otro cañón se clavo bajo la mandíbula del segundo mercenario, el que amenazaba a Elena, inmovilizándolo.
- ¡Ni lo intentes! –Dijo Troy con voz firme- no hay manera de que libres esto, ¡baja el arma!
Marcel apenas tuvo tiempo de escupir su cigarrillo, ni siquiera lo vio venir, el tipo salio de entre la gente y con eficacia había puesto fuera de combate a uno de sus hombres y al otro lo había inmovilizado sin oportunidad de contra ataque. Barrió la zona con mirada experta y descubrió otro grupo de sujetos que corrían seguramente para reforzarlo, se adivinaban militares, no le preocuparon, pero el primer hombre si, se notaba bien entrenado, un profesional. Su primer disparo fue contra él.
Troy recibió el impacto de la bala en la espalda, la fuerza del golpe lo hizo saltar casi a tres metros arrastrando a Elena con él. Sus hombres se lanzaron al piso y dispararon al aire como advertencia y para ubicar al enemigo.
Alexa nada más se sintió libre de la presa y lanzó un tajo a su hermano para obligar a soltarla, Alexei ya se había echado al suelo tratando de arrastrarla con él, tal vez en un intento por protegerla. Después de todo era su hermana.
El otro hombre echo una rodilla al piso, y disparó contra los militares, la moneda estaba echada, lo sabía, con la pistola en mano no podía rendirse una vez derramada la primera sangre. Solo podría sobrevivir si lograba escapar. No tuvo suerte, fue abatido limpiamente por un par de disparos.
Elena cayó de bruces en el suelo, nuevamente estaba en medio de una balacera. Vio el rostro de Troy frente a ella, el gesto de dolor del agente de la INTERPOL al tratar de jalar aire y el hilo de sangre que escurría por sus labios. Un desesperado tirón la puso de pie, Alexa la arrastro consigo corriendo desesperada entre la muchedumbre que huía en todas direcciones.
- Ironía, Iván, ¡el destino no carece de ironía! – Dijo un hombre de gigantesca estatura, moreno hasta casi alcanzar el tono púrpura de la raza negra pero no lo era, su complexión era delgada, correosa y maciza, ojos saltones que parecían examinarlo todo palpando mas que mirando. Viste un impecable traje de corte italiano, diseñado expreso para su complexión, sus movimientos no perdían un ápice de soltura pese a las prendas. Nadie conocía su nombre, era conocido únicamente como “el Turco”.
- ¿Dónde esta la ironía en todo esto?, ¡es una burla! –Exclamo Iván- El **** Nazi nos engaño a todos. Todos los hombres que he logrado infiltrar y comprar en el gobierno me fueron totalmente inútiles. Nadie esperaba que el Nazi hubiera cambiado los expedientes, nadie pudo escudarnos a tiempo por que todos creímos que el ataque era contra él.
El turco rió a todo pulmón, con esa risa falsa que dejaba en claro su estatus en aquel circulo de gente, no cualquiera se ríe en la cara de Iván.
- ¿Qué esperabas?, ese hombre a vivido 75 años en guerra, alguien más taimado no puedes encontrar. Tal vez hasta tengas que agradecerle su astucia.
Un silencio de muerte lleno la sala juegos y ahora improvisada sala de juntas de la organización de Iván. Hasta las pelotas de la mesa de billar fueron paralizadas.
- ¿Por qué habría de agradecerle a ese bastardo? – En la voz de Iván su asentó ruso se notaba exageradamente remarcado, lo que denotaba que su paciencia estaba en el limite.
- Entre los expedientes aparecieron varios certificados médicos que no corresponden a las chichas del Club que escarmentamos, no eran falsos, eran certificados médicos genuinos.
- ¿Genuinos?, El Nazi tenía al departamento de sanidad en el bolsillo, la salud de sus clientes no era precisamente su preocupación.
- No la de los clientes del Club, pero si la de otros clientes, estos certificados médicos son para asegurar la viabilidad de transplantes de órganos, ¿a quien le interesa un hígado con cirrosis, hepatitis o SIDA?
- Ese negocio no me interesa, se necesitan contactos muy seguros, los únicos que hay son todos esos médicos prófugos de los campos de concentración…
- ¡Una chica! –Interrumpió el Turco- Una chica despertó el interés del Nazi en el ultimo momento y sentí curiosidad del por que.
Extrajo de su bolsillo una papel que dejo sobre la mesa de billar a la vista de todos.
- Nada importante, solo su tipo de sangre, muy difícil de encontrar, triplica su valor en el mercado, vale la pena esforzarse un poco en recuperarla, una chica sin antecedentes, ni familia registrada, nadie sabe que esta aquí, ni como llego, alguien que puede desaparecer sin rastro y sin problemas. Una chica pelirroja de 19 años procedente de Vilnius, Lituania. Se refieren a ella únicamente como “La Rusa”.
Iván parpadeo incrédulo, digiriendo lo que había escuchado. Saltó como un tigre sobre la mesa de billar y tomó la hoja maltrecha casi arrancando el tapiz. El Turco sonreía.
- ¡¡¡Elena Katina!!!... –gritó Iván al borde de la apoplejía- ¡Es Elena Katina!... ¡Es la perra que mató a mi hijo!….
El Volkov
Alexa cruzo esas enormes puertas con toda seguridad y garbo, Elena la seguía muy de cerca entre fascinada y asustada. El hotel se veía inmenso, Elena se había intimidado con su presencia, tenía la certeza de que no serían bien recibidas, Alexa por otro lado se movía con total desenvoltura, aun que realmente fingía. Llego a la recepción y con una rápida inspección respiro aliviada al comprobar los precios, eran muy altos pero la habitación sencilla no estaba fuera de su alcance.
Después de la aventura vivida en Notre Dame, Alexa mantuvo firme su promesa de “un buen Hotel y después nos vamos de aquí”, Paris ya no era un lugar seguro, las calles y los gitanos ya no eran una opción, el ultimo lugar donde Alexei las buscaría sería precisamente en un Hotel de calidad. Así que después de perderse entre las callejuelas volvieron a tomar una avenida principal y Alexa escogió el primer Hotel con “clase” que vio: “El Volkov”, una vieja pero enorme edificación de estilo clásico. También se sintió intimidada pero no podía demostrarlo y tenía que sacar a Elena de las calles.
Pidió una habitación modesta, y resignada al gasto se decidió a disfrutar del lugar, el olor a limpio y maderas inundaba cada rincón, el lobby era inmenso, más grande que cualquier cuartucho donde se hubiera hospedado, tan grande que se hubiera podido montar un club sin problemas en ese lugar, lo que le recordó que necesitarían dinero pero eso lo resolvería mañana. Esta noche era para su chica.
Elena estaba a su lado, recargada sobre el mostrador de la recepción haciendo gala de sus atributos que generosos se mostraban por un escote bastante amplio, y le sonreía coqueta al recepcionista, tuvo un poco de celos pero rió divertida. Era increíble la forma en que se había recuperado de la impresión de los eventos pasados, Alexa por si misma estaría temblando de miedo y escondida en el hoyo más profundo que pudiera encontrar pero al estar con Elena, al sentir la necesidad de protegerla se hacía más fuerte, su mente estaba despejada y sus decisiones eran precisas. No tenía miedo.
- ¿Puedo ayudarles en algo? –Se escucho una voz a sus espaldas. Alexa saltó por la impresión y dio la vuelta preparándose a usar su fiel punta.
Se encontró con un hombre de unos 50 años, de abundante cabellera aun que canosa pero bien cortada, tez muy morena y de facciones agradables, era un tipo apuesto a su edad y bien vestido, en la solapa de su exquisito traje lucía un gafete que lo identificaba como el gerente del Volkov.
- Estamos rentando una habitación- se apresuro a decir Elena con una sonrisa, sabía el efecto que su sonrisa tenía con todo el mundo. Le fue devuelta afablemente, aquel hombre inspiraba confianza, era su trabajo.
Kingsley, el gerente del Volkov se había acercado a las señoritas que negociaban en el mostrador de la recepción, se sintió intrigado por su atuendo, el escaso equipaje que portaban, no le inspiraron confianza en un primer momento, eran un par de gitanas y él conocía muy bien a las de su clase. Aplaudió su audacia al intentar “trabajar” en su hotel, al acercarse se sorprendió al verificar que habían rentado una habitación, una de las más sencillas pero que evidentemente estaba en su presupuesto. La sonrisa de la pelirroja y su acento lo hizo pensar diferente, solo eran un par de trotamundos, un par de amigas aventureras que querían darse el lujo de una buena noche en su travesía por Paris. Dudó un instante, seguramente un par de toallas desaparecerían por la mañana y tal vez algo más, aun no era demasiado tarde para negarles el servicio, el joven de la recepción esperaba instrucciones.
Unos apresurados pasos le distrajeron, una chica también finamente vestida le susurró algo al oído, algo que lo desconcertó por completo. Su mirada se paseo nerviosa y apresuradamente dio la señal de aprobación para la habitación de las señoritas. Se disculpo gentilmente y se introdujo al elevador donde ya lo aguardaban un pequeño sequito del personal, el jefe de botones, el detective del hotel, la jefa de mucamas y el mayordomo en jefe. Todos visiblemente nerviosos.
- ¿Cuándo fue la última limpieza de la suite presidencial?-preguntó aun que sabía la respuesta, era sólo para confirmar.
- Hace dos días, y fue a conciencia. Fue el cambio anual de Tapicerías-Respondió la jefa de mucamas.
- Las chapas de seguridad y cerrojos están en orden, las revise personalmente también durante el aseo- dijo el detective.
- No hubo equipaje-dijo el jefe de botones un tanto incomodo.
- Nunca lo hay, según sé. –dijo Kingsley.
- Nadie la vio llegar, ¿Cómo…?
La puerta del elevador se abrió, un carrito de servicio ya los esperaba a las puertas de la suite presidencial, la habitación más importante del Hotel.
- Solo fue una llamada telefónica a la recepción. Sólo dijo “ya estoy aquí”.- respondió Kingsley mientras extraía de su bolsillo una llave de seguridad. Extrañamente los cerrojos todavía estaban puestos. Había luz en el interior, muy tenue, tal como Kingsley esperaba. Entraron seguidos por carro de servicio.
Al fondo de la habitación había un cuadro enorme, era una imitación hecha a mano del primer cuadro de los “Girasoles” de Van Gogh, el cuadro estaba fuera de proporción pues cubría casi todo el muro. La figura parada frente al cuadro casi se perdía por lo pequeña y delgada, usaba un vestido negro y largo que cubría sus piernas hasta el piso, estaba ricamente adornado por encaje y bisutería que un que se miraba extraño era de buen gusto es su excentricidad, un saco negro de foro púrpura también con encaje en los puños y bisutería en el pecho, blusa de cuello alto y guantes de seda, todo en negro. No había mucho de su piel en exposición excepto su rostro de una palidez de mármol. El cabello despeinado en divertidos mechones le daba un aura aniñada a la delgada señorita que estudiaba con detenimiento la obra imitada de Van Gogh.
- ¿Srta. Volkova? – Preguntó Kingsley.
- Soy – Respondió ella.
Giró en redondo con un movimiento que en su fluidez semejó el paso de una bailarina de valet, sin embargo sus piernas parecieron no haberse movido, como si simplemente hubiera flotado en su sitio
- Yulia Volkova –Se presento, su acento era perfecto, su voz encantadora.
Todos respondieron con un saludo, Kingsley hizo las presentaciones. No hubo contacto físico, lo escuchó atentamente y asintió con la mirada cada vez con cada nombre y cargo, no se acerco a ellos y ellos comprendieron que quería mantener su distancia. Kingsley los despidió con un gesto, gustosamente todos se retiraron, tal vez por el ambiente depresivo de tan poca luz esa habitación era muy incomoda.
- ¿Tiene alguna instrucción? Srta. Volkova –pregunto Kingsley mientras se aseguraba que todo en la habitación estuviera en orden. Casi salta cuando vio a Yulia frente a si, se había movido tan rápido que casi parecía haberse desvanecido en el aire para reaparecer frente a él. La pudo ver de cerca, era una chica de aproximadamente 19 años, muy hermosa, la belleza inmaculada de su rostro parecía brillar con luz propia en su palidez. Su cercanía lo puso muy incomodo, y aun más cuando se dio cuenta de que ella lo estaba olfateando sutilmente.
Se lamentó por haber inspeccionado la cocina hacia unas horas, seguramente se había impregnado del aroma de las cebollas de la sopa, él no lo notaba pero tal vez el aroma era más notorio para alguien no acostumbrado a los paseos rutinarios por las cocinas.
- Hay una chica –dijo Yulia- una pelirroja de cabello rizado, extranjera, de ojos verdes gris.
- Si –respondió Kingsley, sorprendido- acaba de registrarse junto con una amiga. ¿Quiere conocer la habitación?
Yulia negó con la cabeza, lo despidió con un gesto y una sonrisa amable. Kingsley echo el cerrojo de la habitación al salir. Era el protocolo. Extrañamente también se sintió aliviado al estar fuera, conocía la suite perfectamente pero era la primera vez que se sentía incomodo. Por años desde que fue contratado ha cuidado con esmero de esta habitación, nunca se renta, siempre se mantiene en perfectas condiciones pues nunca se sabe cuando algún miembro de la familia Volkov aparecerá para hacer uso de ella. Nunca antes un Volkov se había hecho presente, pero el protocolo era muy claro y preciso.
Al fondo del pasillo había un cuadro tras un vitral que lo protegía por antiguo, sus bordes estaban dañados por el fuego y se notaba una restauración por humedad. Ese cuadro tenía una intención, era el retrato de una joven mujer, miembro de la nobleza rusa, era conocida simplemente como “Madame Volkov”.
- Los Volkov siempre viajan de improvisto, nunca se sabe cuando llegan ni cuando se van, nunca se les cuestiona nada- le dijo el abogado que lo contrató hacia varios años- solo existen 3 copias de la llave de seguridad de la suite presidencial, una la tenemos nosotros, la otra la tendrá solo usted y la tercera esta en posesión de los Volkov, por lo que siempre llegan directo a su habitación sin ver a nadie, ellos le harán saber que están ahí cuando suceda. No se sorprenda, son una familia muy extraña, en costumbres y necesidades, siga el protocolo y no tendrá problemas.
- Si, muy bien, pero comprenderá que ninguna llave es cien por ciento segura, en algún momento alguien podría meterse a esa habitación y hacerse pasar por un Volkov.-Cuestiono Kingsley.
- Eso no sucederá, los Volkov tienen una herencia de sangre muy marcada, use el cuadro de Madame Volkov como referencia, si llega el caso, ese cuadro le ayudara a usted y todo su personal a reconocer un Volkov.
Kingsley estaba muy sorprendido, el abogado tenía razón, el rostro de Yulia y el de Madame Volkov eran idénticos, como dos gotas de agua. Casi podría decirse que eran la misma persona, solo que este cuadro debía tener más de doscientos años de antigüedad.
Yulia siguió sus movimientos con el oído, escuchó sus pasos dirigirse al cuadro mientras el elevador subía y después lo escucho subir en él y marcharse. Los cuchicheos del resto del personal del Hotel también ya no eran claros para ella 4 pisos abajo y el elevador seguía su descenso.
- Elena esta aquí – Pensó.
El hambre latió en sus venas de forma diferente, no por ello menos dolorosa. Corrió las gruesas cortinas y abrió los amplios ventanales dejando entrar la luz de la luna y las estrellas, las luces artificiales de Paris y todos sus aromas y sonidos. No tendría que buscar por todo Paris para encontrarla, una casualidad la había traído justamente allí. Sonrió.
¿Qué era eso?, ¿una sonrisa? Yulia nunca sonreía, todo gesto humano había desaparecido de su rostro hacia mucho tiempo, al igual que las emociones que los producían, otras emociones y gestos totalmente ajenos a la humanidad habían tomado su lugar. Su gesticulación al hablar y expresarse era simplemente una imitación, todo en ella era una imitación de sus presas.
Sin embargo la sonrisa no se desvanecía de su rostro, el hambre en sus venas era también diferente.
Sinfonía nocturna.
La piel de Elena era perfecta, pensaba Alexa mientras sus labios dibujaban arabescos sobre su vientre, uniendo todos y cada uno de los lunares y pecas de su geografía. Sus manos esclavizaban las muñecas de la pelirroja como si temiera que pudiera escapar. Elena la observaba divertida y excitada, sin esfuerzo se libró de las manos de Alexa y hundió sus dedos en la abundante cabellera de la morena, la gitana. Era feliz a pesar de todo, a pesar de lo incierto del amanecer, de lo volátiles de esos momentos. Toda regla de moralidad podía ser rota, olvidada, el mundo se regía con nuevas reglas, y Elena estaba aprendiendo rápidamente el nuevo juego. Había una certeza en su corazón, esta nueva vida, este nuevo mundo, esta alegría duraría muy poco, todo se extinguiría en un instante. No le importaba, por primera vez era libre del miedo, este nuevo mundo se lo había obsequiado un ángel y no lo iba a desperdiciar un solo instante.
- Cuando te conocí creí que no te gustaban las chicas…- rió Alexa entre besos y caricias. Elena la tomó firmemente y la atrajo hacia si, sus rostros tan cerca que sus labios se tocaban en cada palabra.
- De hecho no me gusta nadie…-le dijo-…ni hombres, ni mujeres. ¡Solo me gustas tú!
Alexa se dejo devorar por los besos de Elena, sus caricias ya eran más audaces, su fuego más intimo. Elena se trasformaba cada vez más rápido en alguien diferente, alguien que le encantaba. Las lágrimas fluyeron rebeldes por sus mejillas mientras el nombre de la pelirroja escapaba de sus labios cada vez con más fuerza. Nunca había sido tan feliz.
Solo la luz de las estrellas era testigo de la magia de sus cuerpos, y Yulia. Ella las observaba en silencio, curiosa. No era la primera vez que era espectador de un momento de intimidad, siempre le fueron indiferentes, solo aguardaba que la pasión se consumiera y que la fatiga hiciera más fácil el instante de cobrar el beso. Pero esta vez observo con detenimiento el poema de piel y pasión que se escribía en su presencia. La bestia en su interior se removía cada vez con más furia y fuerza, dientes y garras que golpeaban la puerta que la contenían, su hambre golpeando en cada latido de su corazón con más violencia, con gritos agónicos que se esparcían por todas sus venas. Yulia la dejo crecer disfrutándola. Dolor, el único dolor que conocía. Solo temió que el estruendo de los latidos hambrientos de su corazón pudiera ser escuchado por ellas. Pero los hombres, esas delicadas y débiles criaturas tienen sus sentidos tan atenuados, tan débiles que difícilmente escuchan sus propios corazones.
La magia no se extinguió con el último beso, no se extinguió con la última caricia, no se extinguió ni siquiera cuando ambas cayeron tranquilas en el sueño calmo de la pasión consumida.
Yulia tiró con fuerza de la cadena que estrangulaba su hambre, jugando con la terrible bestia de su interior. No caminó, se deslizó entre la sombra como impulsada por un viento intangible. Se obsequio un momento de contemplación hacia ese rostro, su sonrisa, su paz.
Se despojo del guante de seda negra y su mano desnuda recogió una perla liquida del rostro de Elena. La lágrima se resbalo por su dedo incapaz de adherirse a esa piel seca y lustrosa y se perdió en la noche. Su mano contrastaba aún en la pálida piel de la pelirroja, alguna vez su piel fue como la de ella, alguna vez en su rostro también hubieron lagrimas, alguna vez su cuerpo fue necesitado de calor y pasión, sensible a las caricias…y a las torturas.
El fuego ardía sofocante en las calderas, las cadenas estaban ennegrecidas recién forjadas, los grilletes se hincaron en su piel, cortando y quemando cuando el remache ardiente los sello para siempre. Una cadena que jamás en vida sería retirada de sus muñecas y tobillos. Esa piel que vivió el calor de otra piel que la amaba, ahora se moría, ampollada y lacerada. El dolor era un eco lejano, uno de los tantos recuerdos que Yulia no necesitaba, que no quería.
Su cuerpo estaba muerto. Su piel era totalmente insensible al dolor, al frió, al calor, al fuego y al acero. Su piel podía ser perforada, quemada, lacerada y ningún dolor estaría ahí. Su piel no sanaba, no cicatrizaba como lo haría la piel del hombre, tan solo volvía a cerrarse como se cierra un corte sobre el agua. Pero su piel tampoco podía retener el calor de una caricia.
Entre las sabanas revueltas el cuerpo de Elena se mostraba como la calidez de un sol que para Yulia se había extinguido hacia mucho tiempo, incitante, seductor. Las cadenas que contenían el hambre de Yulia crujían amenazando romperse. Toda esa piel exudaba sensualidad, calor, pasión y vida.
La mano de Yulia recorrió cada centímetro de esa piel con la misma suavidad de la brisa. Las sabanas fueron apartadas por un fino viento. La niña vestida de sol se revelaba como un sol en toda su majestad, irradiando esa luz que atrapaba a Yulia como insecto a una bombilla. El segundo guante de seda también se perdió en la noche. Desde la punta de sus cabellos hasta los dedos de sus pies, las manos de Yulia exploraron todos los contornos y detalles de la chica. Siguió el rastro fresco de los besos de Alexa que había unido todas y cada una de las pecas que semejaban una constelación es ese cielo encarnado de radiantes rizos de oro vivo.
Yulia sonreía otra vez, el fantasma de emociones idas tocaban las ventanas de sus recuerdos. Anheló el calor de ese cuerpo, la tibieza de esa piel. Las prendas oscuras que la cubrían empezaron a resbalar de su cuerpo, una a una empezaron a caer revelando la intimidad plateada de su ser. Centímetro a centímetro la piel de plata acaricio y se fundió en el sol que era el cuerpo de Elena, el hambre que dolorosamente latía en cada centímetro de las venas de Yulia, en cada centímetro de su cuerpo, se transformo en una ilusión, Yulia creyó sentir el calor de ese cuerpo, la caricia de esa piel, su calidez y su vida. Por un instante ese dolor la hizo sentirse viva…sentirse amada…
…El viento es calido, el verano efímero, las nubes se pasean sobre un cielo de un azul inmaculado, el sol arde con majestuosidad que invita a la sombra. La sombra bajo el árbol es tan fresca y el aroma de sus flores despierta el apetito que una manzana apenas alcanza a mitigar. Elena envía un saludo al camino, ese sendero de terrecería donde un par de bicicletas se aproxima. Solo tiene ojos para él, un muchacho de amplios hombros que devuelve el saludo con torpeza y perdiendo el equilibrio cae de la bicicleta sin lastimarse. Elena río y su risa tenia eco en varios labios, aun en aquel muchacho que ya se ponía de pie sacudiéndose el polvo.
Ya no es una niña, su cuerpo empieza a mostrar las generosas formas que adivinan a una hermosa señorita. Una chica que será envidiada, amada…ambicionada.
El sol se apagó por una sombra, un jinete sobre un caballo enorme y negro como la noche, unos ojos la miraron con lujuria contenida.
- Serás mía….-se escuchó una promesa que retumbó como un trueno.
Elena despertó con un sobresalto, su sueño se había convertido en pesadilla y el enorme peso que sentía sobre su pecho, aplastando su corazón como un puño de hielo la asfixiaba. No terminaba de cruzar el umbral entre sus pesadillas y la realidad, cuando la vio.
Ese rostro que una vez fue fugas y etéreo estaba ahí, no era parte de su sueño ni una ilusión, era tan real que podría tocarlo si hubiera podido moverse. Un rostro de singular belleza, cabellos oscuros y recortados en mechones que se agitaban como si tuvieran vida propia, como flotando en un viento inexistente, ojos de un azul tan claro e intenso que parecían brillar con un aura misteriosa y salvaje, ojos que parecían ocultar secretos ancestrales y blasfemos. Labios delineados perfectamente, rojos y palpitantes, listos para ser besados con pasión desmedida, invitantes. Es rostro no era nuevo, Elena tenía la sensación de haberlo visto mucho antes de la primera noche, mucho antes de que sus recuerdos se formarán en la tierna infancia, era un rostro que venia de más allá de sus recuerdos.
Ese rostro que parecía flotar frente al suyo, la miraba con un gesto de angustia contenida, en sus ardientes ojos azules, se leía que lo sabía todo, como si esa mano blanca como el mármol hubiera tomado la suya y ambas hubieran recorrido todo el camino otra vez, pero juntas, la soledad había desaparecido.
Era un ángel, tenía que serlo. Su ángel de la guarda que se había extraviado y ahora en el momento más difícil y desolador de su vida, en los últimos momentos de su existencia, él regresaba a ella. Todo estaría bien.
Alexa también despertó al sentir el sobresalto de Elena, sólo alcanzo a ver esa sombra blanca desaparecer en las sombras sobre la cama, como disolviéndose en el aire, como si se tratara del reflejo de alguna luz que se hubiera colado por la ventana. Elena estaba serena aun que su mirada estaba perdida en el vacío. En sus ojos se leía algo indefinible, una mezcla de alegría y soledad, de perdida, como si su mirada hubiera encontrado y perdido algo de infinito valor.
Continua…
Entre lo divino y lo profano.
La desnudes de ella esta cubierta únicamente por un lienzo que corre por sus caderas apenas suficiente para ocultar su pudor, sus pechos son ocultos por el brazo que tiernamente la sostiene, las manos de ella se elevan hasta acariciar el cabello de él, sus rostros parecen querer besarse pero realmente están extasiados cada uno en la belleza del otro. La escultura “Amore e Psiche” había enganchado a Elena. Alexa a su lado no soltaba la mano de la pelirroja, como si tuviera miedo de que escapara volando como un pajarillo, nunca se había sentido tan feliz, estaba más que enamorada. Todo el día pasearon por Paris, la ciudad de la luz se mostraba nueva a sus ojos, a pesar de los años ahí vividos, hoy era turista de la ciudad del amor.
- Eros, hijo de Afrodita, enamorado de Psiche, una mortal.- reflexiono Elena- ¿Un ser divino puede enamorarse de un mortal?.
- Los Dioses griegos lo hacían todo el tiempo- dijo Alexa, también cautivada por el detalle de la escultura.- y yo tengo a mi propia Diosa.-
Elena le respondió con una sonrisa, y volvió su atención a los rostros, otro rostro volvía a su memoria, un rostro tan parecido a este, un rostro de mármol también sumido en contemplación por ella. ¿Un ángel?, La escultura “Amore e Psiche” era la representación del Dios Eros seduciendo a Psiche, Eros representado como un joven de magnifica presencia, las alas en su espalda apuntando el cielo remarcaban su divinidad, una imagen que más tarde la iglesia católica adoptaría como la de los ángeles.
Por el altavoz se advertía a los visitantes que el museo del Louvre cerraría sus puertas pronto, el horario de visitas había concluido. Afuera el sol empezaba a declinar y junto con el arribo de las sombras alguien o algo regresaba a la vida en medio de pesadillas de fuego.
- ¿Que hacemos ahora? –pregunto Elena, el viento fresco jugaba con su cabello.
Alexa no contestó, el día más maravilloso de su vida terminaba y era momento de volver a la realidad, al menos por un instante, había poco dinero, no quería quedarse en Paris, no quería encontrarse con su hermano, tenia un mal presentimiento al respecto, No sabía que tratos y planes tenía su hermano para con ella, pero no podían ser buenos, tampoco quería volver al abrigo de la comunidad gitana, no confiaba en ellos.
- ¡Un buen hotel! –Dijo Alexa divertida con la idea- vamos a un buen Hotel y mañana nos largamos de aquí.
Elena la miro intrigada, sonrió y se dejo llevar por la idea. Un cuarto calido, sabanas limpias, la idea era seductora.
- Notre Dame –le dijo- primero quiero conocer Notre Dame, escuchar misa ahí, ¿podemos?
Alexa tomo sus manos y ágilmente la besó en los labios y rió divertida, una travesura de niña, nadie alcanzo a verlas. No quería exhibirse tan abiertamente, aun que sabia que de todos los lugares del mundo Paris era un refugio para ellas. Era lo único que lamentaría de dejar Paris.
- Escuchemos misa en Notre Dame –afirmó.
Ni siquiera la mirada experta de Alexa alcanzo a captar la silueta entre la gente que las seguía de cerca, lo suficiente como para haber escuchado. Las dejó caminar adelantándose y extrajo de su bolsillo un teléfono móvil que contrastaba con los harapos que vestía. Una voz se escucho al otro lado de la línea.
- Notre Dame, en una hora.
Marcel Franoi tiene la corpulencia de un toro y su fuerza, viste de civil pero jamás se desprende de sus botas militares, carece por completos de los buenos modales franceses, por otra parte tiene todos los contoneos de un militar. Mercenario, se había retirado hacia tiempo y ahora mata el tiempo y se mantiene en forma trabajando como “hombre de confianza” para la mafia local. Guardó el teléfono en su bolsillo e hizo un gesto a sus hombres, tres tipos fornidos, no tanto como él, recogieron sus abrigos bajo los cuales ocultaban sus armas y se aprestaron para salir. Alexei interrogo con la mirada.
- La encontraron –dijo Marcel- están jugando al turista, las interceptaremos en Notre Dame. ¿Podrás controlar a tu hermana o lo hago yo?
- Yo me encargo –se apresuro a responder Alexei.
Marcel le guiño un ojo mientras se tocaba el rostro, en el mismo lugar donde ahora Alexei lucía una gasa para proteger las suturas.
- Yo me encargo- repitió con más firmeza el gitano.
Hubo una risa general. Alexei siguió a los hombres unos pasos atrás. La situación se había escapado de sus manos y se hallaba desconcertado, el repentino excesivo interés del Nazi por recuperar a la rusa lo desconcertaba. Al menos estando junto al pequeño escuadrón de la muerte no le temía a los rusos.
Troy cruzo la plaza frente a Notre Dame con presurosos pasos, comía un bocadillo local, lo único que había llevado a su estomago en todo el día además de un par de tasas de café, el mejor que había probado, mucho mejor que la insípida infusión que bebían los americanos. Francia le gustaba, un rápido vistazo sobre la arquitectura de la gran catedral de Notre Dame fue su único obsequio del día. A lo lejos ya le saludaban desde una camioneta sin marcas, un grupo de militares vestidos de civiles lo aguardaban, serían su apoyo en la siguiente operación que estaban por realizar.
- “Quid pro Quo” –le dijo su comandante- Una cosa por otra, los Franceses nos apoyaran en todo si les damos la oportunidad de apalear a Kürten, a ellos no les interesa sus antecedentes nazis, pero el trafico de armas es otra cosa...
- Como sea Peter Kürten es mió…-dijo para sí. Devolvió el saludo a sus hombres y…. volvió sobre sus pasos. Su instinto lo hizo reaccionar, algo en la plaza le había llamado la atención.
Dos chicas reían frente a Notre Dame, un grupo de gente, turistas casi todos se empezaban a reunir alrededor de ellas. Una de ellas hacia girar con gracia un par de antorchas que dibujaban siluetas mágicas en el aire, sus ropas, su aspecto, su fisonomía delataba sus raíces gitanas. La otra era de piel tan blanca que contrastaban, sus cabellos rojitos se agitaban al viento y le robaban destellos carmesí a las luces que se proyectaban sobre los muros de la gran catedral. Ese rostro le era familiar, sus ojos entrenados para reconocer fisonomías ocultas en disfraces y transformadas por el tiempo reconocieron a la chica, su rostro estaba en los expedientes de Kürten.
Elena se sentía diminuta frente a los vitrales de Notre Dame, la imagen de la Virgen María parecía mirarla fijamente a los ojos, el murmullo de una oración que Alexa recitaba quedamente era el único sonido que acompañaba su respiración. La imagen de serenidad en el rostro grabado en el cristal comenzó a acongojarla, algo muy en el interior de su pecho se agito, lo sintió crecer e hincharse hasta casi asfixiarla, sus lagrimas empezaron a fluir incontenibles.
Alexa suspendió su oración al mirarla, se acerco a ella con respetuoso silencio y no supo que hacer además de verla llorar y acompañar su silencioso dolor aun que cada lágrima le golpeaba el pecho. Elena se volvió hacia ella y levanto sus manos crispadas en un gesto de desesperación. Alexa no pudo resistirlo y la abrazo fuertemente colocando su cabeza en el hombro.
- ¡Mis manos! –lloró Elena-…mis manos están sucias, están llenas de sangre.
Alexa la oprimió con más fuerza para callar sus palabras, Elena no dijo más. Sollozó unos instantes y después recobro la calma.
- Perdón….por favor, llévame lejos, no puedo estar aquí.
Alexa asintió, tomó su mano y recorrieron el pasillo central rumbo a la salida. Miró hacia atrás antes de salir, todas las imágenes santas parecían mirarlas, mirarla a ella, Alexa se sintió sobrecogida por la presencia tan tangible de santidad de ese lugar, una fuerza mística residía ahí, no cabía duda. La mano de Elena, sus dedos entrelazados, sintió un acusador peso en su gesto. Nunca dio explicaciones ni disculpas por su actitud y sus preferencias, a nadie le importaba y a nadie le rendía cuenta de sus actos…pero en ese instante tuvo la imperiosa necesidad de decir algo.
- ¡La amo! –murmuró entre dientes y cerro los ojos rogando que la honestidad de su corazón borrara la esencia del pecado.
Elena levanto el rostro y dejo que la brisa secara sus lágrimas.
- ¿de verdad? –Preguntó a la gitana.- ¿de verdad me amas?
- ¿Por qué lo dudas?
- ¿Cómo puedes amar a alguien que no conoces?- Los verdes ojos de la pelirroja se clavaron en los de Alexa, inquietos.
- ¡Pero si te conozco!, Elena…Nichya, el nombre no importa, no me importa tu pasado, los pecados por los que lloras, no me importa nada... solo me importas tú, la belleza de tu corazón es tan grande que se necesita nada para conocerte.
La mano de piel morena limpió lo que quedaban de las lágrimas en las mejillas de Elena y apartó sus rizos, se hundió en su cabello y la atrajo hacia sí probando el salado sabor del llanto aun prisionero de sus labios.
- Te amo como si te conociera desde siempre…no dudes de mi, por que me lastimas- se separó de ella de un salto.- ¡Basta de tristeza!, tu y yo de hoy en adelante solo seremos fiesta…-dijo soltando una carcajada que sonó a un manantial de aguas frescas.
Elena sonrió contagiada por la viveza de Alexa. La gitana corrió como una gacela hasta donde un pequeño grupo de chicos bailaban acompañados de música de tambores rústicos y pequeñas antorchas, abiertamente las recibieron, también eran gitanos, una comunidad donde todos eran hermanos. Alexa tomó un par de antorchas y comenzó a bailar con toda su sensualidad y erotismo. El publico, los turistas a su alrededor empezaron a rodearlas acompañando el sonido del tambor con sus manos. Elena empezó a aplaudir hipnotizada por la danza, de pronto se encontró dentro del circulo de fuego que trazaban las antorchas, Alexa baila con un frenesí apasionado que parecía haberla sumido en un trance, pero cada movimiento, cada paso la llevaba a rozar el cuerpo de Elena con atrevidas caricias, la pelirroja cedió ante el encanto del momento y comenzó a bailar de forma provocativa.
Sus cuerpos parecieron volverse uno en la sincronía de sus movimientos, el sonido de los tambores ya era acallado por las voces que dictaban nuevos compases. Elena reía alegremente olvidándose por completo de sus pesares, entregándose a la dulce seducción de las maneras de Alexa, la gitana rozo sus labios con los suyos y echo sus brazos al cuello, Elena la sujeto por la cintura, ambas jadeaban y reían por el esfuerzo. El público estallaba en aplausos y un torrente de billetes y monedas no se hizo esperar.
- Tú y yo somos fiesta – Repitió entre jadeos la gitana. Con toda su voluntad reprimió un beso, eso sería después, a solas.
- ¡Alexa! – Llamó firmemente Alexei. La gitana se paralizo un instante por la sorpresa. Su hermano se acercó con pasos sigilosos, los otros muchachos lo miraron desconcertados pero inmediatamente rodearon a las chicas como un escudo protector. Alexei resoplo un chiflido particular que los gitanos conocían muy bien y en un abrir y cerrar de ojos desaparecieron mezclándose en la multitud que ya se dispersaba, era una señal de advertencia que indicaba que la policía estaba presente.
Alexa la sujeto firmemente con la izquierda mientras en la derecha la punta de acero ya brillaba disimulada entre los pliegues de su manga.
- ¿Qué es lo buscas?, Aquí no hay nada para ti. –retó a su hermano. Alexei se detuvo en seco y levanto las manos mostrándose desarmado. Su navaja estaba bajo la manga también pero todavía oculta y guardada en su funda de cuero.
- Déjala ir, hermanita….te estas metiendo en problemas muy grandes.-le dijo en su idioma natal.
- ¡Nunca! –espetó Alexa y lo repitió en todas las lenguas que conocía.
Un puño de hierro atrapo la nuca de la gitana y una inmensa pistola militar se poso en las costillas de Elena mientras otra mano como garfio la sujetó de la nuca también a ella.
- No juegues al valiente, chica lista –le siseo una voz en su oído. Alexa trató de moverse pero el puño que la sujetaba era muy firme y la controlaba como un profesional. Alexei aprovecho el instante para adelantarse y sujetar la muñeca del brazo armado de su hermana.
Otro puño hizo su aparición, la mano que sujetaba la nuca de Alexa también fue apresada, en el mismo movimiento el codo del nuevo brazo golpeo el bíceps anulando su fuerza, un giro violento y el mercenario rodó sobre su eje para caer de cabeza al suelo proyectado por una perfecta palanca de algún arte marcial de nombre impronunciable. En un parpadeo otro cañón se clavo bajo la mandíbula del segundo mercenario, el que amenazaba a Elena, inmovilizándolo.
- ¡Ni lo intentes! –Dijo Troy con voz firme- no hay manera de que libres esto, ¡baja el arma!
Marcel apenas tuvo tiempo de escupir su cigarrillo, ni siquiera lo vio venir, el tipo salio de entre la gente y con eficacia había puesto fuera de combate a uno de sus hombres y al otro lo había inmovilizado sin oportunidad de contra ataque. Barrió la zona con mirada experta y descubrió otro grupo de sujetos que corrían seguramente para reforzarlo, se adivinaban militares, no le preocuparon, pero el primer hombre si, se notaba bien entrenado, un profesional. Su primer disparo fue contra él.
Troy recibió el impacto de la bala en la espalda, la fuerza del golpe lo hizo saltar casi a tres metros arrastrando a Elena con él. Sus hombres se lanzaron al piso y dispararon al aire como advertencia y para ubicar al enemigo.
Alexa nada más se sintió libre de la presa y lanzó un tajo a su hermano para obligar a soltarla, Alexei ya se había echado al suelo tratando de arrastrarla con él, tal vez en un intento por protegerla. Después de todo era su hermana.
El otro hombre echo una rodilla al piso, y disparó contra los militares, la moneda estaba echada, lo sabía, con la pistola en mano no podía rendirse una vez derramada la primera sangre. Solo podría sobrevivir si lograba escapar. No tuvo suerte, fue abatido limpiamente por un par de disparos.
Elena cayó de bruces en el suelo, nuevamente estaba en medio de una balacera. Vio el rostro de Troy frente a ella, el gesto de dolor del agente de la INTERPOL al tratar de jalar aire y el hilo de sangre que escurría por sus labios. Un desesperado tirón la puso de pie, Alexa la arrastro consigo corriendo desesperada entre la muchedumbre que huía en todas direcciones.
- Ironía, Iván, ¡el destino no carece de ironía! – Dijo un hombre de gigantesca estatura, moreno hasta casi alcanzar el tono púrpura de la raza negra pero no lo era, su complexión era delgada, correosa y maciza, ojos saltones que parecían examinarlo todo palpando mas que mirando. Viste un impecable traje de corte italiano, diseñado expreso para su complexión, sus movimientos no perdían un ápice de soltura pese a las prendas. Nadie conocía su nombre, era conocido únicamente como “el Turco”.
- ¿Dónde esta la ironía en todo esto?, ¡es una burla! –Exclamo Iván- El **** Nazi nos engaño a todos. Todos los hombres que he logrado infiltrar y comprar en el gobierno me fueron totalmente inútiles. Nadie esperaba que el Nazi hubiera cambiado los expedientes, nadie pudo escudarnos a tiempo por que todos creímos que el ataque era contra él.
El turco rió a todo pulmón, con esa risa falsa que dejaba en claro su estatus en aquel circulo de gente, no cualquiera se ríe en la cara de Iván.
- ¿Qué esperabas?, ese hombre a vivido 75 años en guerra, alguien más taimado no puedes encontrar. Tal vez hasta tengas que agradecerle su astucia.
Un silencio de muerte lleno la sala juegos y ahora improvisada sala de juntas de la organización de Iván. Hasta las pelotas de la mesa de billar fueron paralizadas.
- ¿Por qué habría de agradecerle a ese bastardo? – En la voz de Iván su asentó ruso se notaba exageradamente remarcado, lo que denotaba que su paciencia estaba en el limite.
- Entre los expedientes aparecieron varios certificados médicos que no corresponden a las chichas del Club que escarmentamos, no eran falsos, eran certificados médicos genuinos.
- ¿Genuinos?, El Nazi tenía al departamento de sanidad en el bolsillo, la salud de sus clientes no era precisamente su preocupación.
- No la de los clientes del Club, pero si la de otros clientes, estos certificados médicos son para asegurar la viabilidad de transplantes de órganos, ¿a quien le interesa un hígado con cirrosis, hepatitis o SIDA?
- Ese negocio no me interesa, se necesitan contactos muy seguros, los únicos que hay son todos esos médicos prófugos de los campos de concentración…
- ¡Una chica! –Interrumpió el Turco- Una chica despertó el interés del Nazi en el ultimo momento y sentí curiosidad del por que.
Extrajo de su bolsillo una papel que dejo sobre la mesa de billar a la vista de todos.
- Nada importante, solo su tipo de sangre, muy difícil de encontrar, triplica su valor en el mercado, vale la pena esforzarse un poco en recuperarla, una chica sin antecedentes, ni familia registrada, nadie sabe que esta aquí, ni como llego, alguien que puede desaparecer sin rastro y sin problemas. Una chica pelirroja de 19 años procedente de Vilnius, Lituania. Se refieren a ella únicamente como “La Rusa”.
Iván parpadeo incrédulo, digiriendo lo que había escuchado. Saltó como un tigre sobre la mesa de billar y tomó la hoja maltrecha casi arrancando el tapiz. El Turco sonreía.
- ¡¡¡Elena Katina!!!... –gritó Iván al borde de la apoplejía- ¡Es Elena Katina!... ¡Es la perra que mató a mi hijo!….
El Volkov
Alexa cruzo esas enormes puertas con toda seguridad y garbo, Elena la seguía muy de cerca entre fascinada y asustada. El hotel se veía inmenso, Elena se había intimidado con su presencia, tenía la certeza de que no serían bien recibidas, Alexa por otro lado se movía con total desenvoltura, aun que realmente fingía. Llego a la recepción y con una rápida inspección respiro aliviada al comprobar los precios, eran muy altos pero la habitación sencilla no estaba fuera de su alcance.
Después de la aventura vivida en Notre Dame, Alexa mantuvo firme su promesa de “un buen Hotel y después nos vamos de aquí”, Paris ya no era un lugar seguro, las calles y los gitanos ya no eran una opción, el ultimo lugar donde Alexei las buscaría sería precisamente en un Hotel de calidad. Así que después de perderse entre las callejuelas volvieron a tomar una avenida principal y Alexa escogió el primer Hotel con “clase” que vio: “El Volkov”, una vieja pero enorme edificación de estilo clásico. También se sintió intimidada pero no podía demostrarlo y tenía que sacar a Elena de las calles.
Pidió una habitación modesta, y resignada al gasto se decidió a disfrutar del lugar, el olor a limpio y maderas inundaba cada rincón, el lobby era inmenso, más grande que cualquier cuartucho donde se hubiera hospedado, tan grande que se hubiera podido montar un club sin problemas en ese lugar, lo que le recordó que necesitarían dinero pero eso lo resolvería mañana. Esta noche era para su chica.
Elena estaba a su lado, recargada sobre el mostrador de la recepción haciendo gala de sus atributos que generosos se mostraban por un escote bastante amplio, y le sonreía coqueta al recepcionista, tuvo un poco de celos pero rió divertida. Era increíble la forma en que se había recuperado de la impresión de los eventos pasados, Alexa por si misma estaría temblando de miedo y escondida en el hoyo más profundo que pudiera encontrar pero al estar con Elena, al sentir la necesidad de protegerla se hacía más fuerte, su mente estaba despejada y sus decisiones eran precisas. No tenía miedo.
- ¿Puedo ayudarles en algo? –Se escucho una voz a sus espaldas. Alexa saltó por la impresión y dio la vuelta preparándose a usar su fiel punta.
Se encontró con un hombre de unos 50 años, de abundante cabellera aun que canosa pero bien cortada, tez muy morena y de facciones agradables, era un tipo apuesto a su edad y bien vestido, en la solapa de su exquisito traje lucía un gafete que lo identificaba como el gerente del Volkov.
- Estamos rentando una habitación- se apresuro a decir Elena con una sonrisa, sabía el efecto que su sonrisa tenía con todo el mundo. Le fue devuelta afablemente, aquel hombre inspiraba confianza, era su trabajo.
Kingsley, el gerente del Volkov se había acercado a las señoritas que negociaban en el mostrador de la recepción, se sintió intrigado por su atuendo, el escaso equipaje que portaban, no le inspiraron confianza en un primer momento, eran un par de gitanas y él conocía muy bien a las de su clase. Aplaudió su audacia al intentar “trabajar” en su hotel, al acercarse se sorprendió al verificar que habían rentado una habitación, una de las más sencillas pero que evidentemente estaba en su presupuesto. La sonrisa de la pelirroja y su acento lo hizo pensar diferente, solo eran un par de trotamundos, un par de amigas aventureras que querían darse el lujo de una buena noche en su travesía por Paris. Dudó un instante, seguramente un par de toallas desaparecerían por la mañana y tal vez algo más, aun no era demasiado tarde para negarles el servicio, el joven de la recepción esperaba instrucciones.
Unos apresurados pasos le distrajeron, una chica también finamente vestida le susurró algo al oído, algo que lo desconcertó por completo. Su mirada se paseo nerviosa y apresuradamente dio la señal de aprobación para la habitación de las señoritas. Se disculpo gentilmente y se introdujo al elevador donde ya lo aguardaban un pequeño sequito del personal, el jefe de botones, el detective del hotel, la jefa de mucamas y el mayordomo en jefe. Todos visiblemente nerviosos.
- ¿Cuándo fue la última limpieza de la suite presidencial?-preguntó aun que sabía la respuesta, era sólo para confirmar.
- Hace dos días, y fue a conciencia. Fue el cambio anual de Tapicerías-Respondió la jefa de mucamas.
- Las chapas de seguridad y cerrojos están en orden, las revise personalmente también durante el aseo- dijo el detective.
- No hubo equipaje-dijo el jefe de botones un tanto incomodo.
- Nunca lo hay, según sé. –dijo Kingsley.
- Nadie la vio llegar, ¿Cómo…?
La puerta del elevador se abrió, un carrito de servicio ya los esperaba a las puertas de la suite presidencial, la habitación más importante del Hotel.
- Solo fue una llamada telefónica a la recepción. Sólo dijo “ya estoy aquí”.- respondió Kingsley mientras extraía de su bolsillo una llave de seguridad. Extrañamente los cerrojos todavía estaban puestos. Había luz en el interior, muy tenue, tal como Kingsley esperaba. Entraron seguidos por carro de servicio.
Al fondo de la habitación había un cuadro enorme, era una imitación hecha a mano del primer cuadro de los “Girasoles” de Van Gogh, el cuadro estaba fuera de proporción pues cubría casi todo el muro. La figura parada frente al cuadro casi se perdía por lo pequeña y delgada, usaba un vestido negro y largo que cubría sus piernas hasta el piso, estaba ricamente adornado por encaje y bisutería que un que se miraba extraño era de buen gusto es su excentricidad, un saco negro de foro púrpura también con encaje en los puños y bisutería en el pecho, blusa de cuello alto y guantes de seda, todo en negro. No había mucho de su piel en exposición excepto su rostro de una palidez de mármol. El cabello despeinado en divertidos mechones le daba un aura aniñada a la delgada señorita que estudiaba con detenimiento la obra imitada de Van Gogh.
- ¿Srta. Volkova? – Preguntó Kingsley.
- Soy – Respondió ella.
Giró en redondo con un movimiento que en su fluidez semejó el paso de una bailarina de valet, sin embargo sus piernas parecieron no haberse movido, como si simplemente hubiera flotado en su sitio
- Yulia Volkova –Se presento, su acento era perfecto, su voz encantadora.
Todos respondieron con un saludo, Kingsley hizo las presentaciones. No hubo contacto físico, lo escuchó atentamente y asintió con la mirada cada vez con cada nombre y cargo, no se acerco a ellos y ellos comprendieron que quería mantener su distancia. Kingsley los despidió con un gesto, gustosamente todos se retiraron, tal vez por el ambiente depresivo de tan poca luz esa habitación era muy incomoda.
- ¿Tiene alguna instrucción? Srta. Volkova –pregunto Kingsley mientras se aseguraba que todo en la habitación estuviera en orden. Casi salta cuando vio a Yulia frente a si, se había movido tan rápido que casi parecía haberse desvanecido en el aire para reaparecer frente a él. La pudo ver de cerca, era una chica de aproximadamente 19 años, muy hermosa, la belleza inmaculada de su rostro parecía brillar con luz propia en su palidez. Su cercanía lo puso muy incomodo, y aun más cuando se dio cuenta de que ella lo estaba olfateando sutilmente.
Se lamentó por haber inspeccionado la cocina hacia unas horas, seguramente se había impregnado del aroma de las cebollas de la sopa, él no lo notaba pero tal vez el aroma era más notorio para alguien no acostumbrado a los paseos rutinarios por las cocinas.
- Hay una chica –dijo Yulia- una pelirroja de cabello rizado, extranjera, de ojos verdes gris.
- Si –respondió Kingsley, sorprendido- acaba de registrarse junto con una amiga. ¿Quiere conocer la habitación?
Yulia negó con la cabeza, lo despidió con un gesto y una sonrisa amable. Kingsley echo el cerrojo de la habitación al salir. Era el protocolo. Extrañamente también se sintió aliviado al estar fuera, conocía la suite perfectamente pero era la primera vez que se sentía incomodo. Por años desde que fue contratado ha cuidado con esmero de esta habitación, nunca se renta, siempre se mantiene en perfectas condiciones pues nunca se sabe cuando algún miembro de la familia Volkov aparecerá para hacer uso de ella. Nunca antes un Volkov se había hecho presente, pero el protocolo era muy claro y preciso.
Al fondo del pasillo había un cuadro tras un vitral que lo protegía por antiguo, sus bordes estaban dañados por el fuego y se notaba una restauración por humedad. Ese cuadro tenía una intención, era el retrato de una joven mujer, miembro de la nobleza rusa, era conocida simplemente como “Madame Volkov”.
- Los Volkov siempre viajan de improvisto, nunca se sabe cuando llegan ni cuando se van, nunca se les cuestiona nada- le dijo el abogado que lo contrató hacia varios años- solo existen 3 copias de la llave de seguridad de la suite presidencial, una la tenemos nosotros, la otra la tendrá solo usted y la tercera esta en posesión de los Volkov, por lo que siempre llegan directo a su habitación sin ver a nadie, ellos le harán saber que están ahí cuando suceda. No se sorprenda, son una familia muy extraña, en costumbres y necesidades, siga el protocolo y no tendrá problemas.
- Si, muy bien, pero comprenderá que ninguna llave es cien por ciento segura, en algún momento alguien podría meterse a esa habitación y hacerse pasar por un Volkov.-Cuestiono Kingsley.
- Eso no sucederá, los Volkov tienen una herencia de sangre muy marcada, use el cuadro de Madame Volkov como referencia, si llega el caso, ese cuadro le ayudara a usted y todo su personal a reconocer un Volkov.
Kingsley estaba muy sorprendido, el abogado tenía razón, el rostro de Yulia y el de Madame Volkov eran idénticos, como dos gotas de agua. Casi podría decirse que eran la misma persona, solo que este cuadro debía tener más de doscientos años de antigüedad.
Yulia siguió sus movimientos con el oído, escuchó sus pasos dirigirse al cuadro mientras el elevador subía y después lo escucho subir en él y marcharse. Los cuchicheos del resto del personal del Hotel también ya no eran claros para ella 4 pisos abajo y el elevador seguía su descenso.
- Elena esta aquí – Pensó.
El hambre latió en sus venas de forma diferente, no por ello menos dolorosa. Corrió las gruesas cortinas y abrió los amplios ventanales dejando entrar la luz de la luna y las estrellas, las luces artificiales de Paris y todos sus aromas y sonidos. No tendría que buscar por todo Paris para encontrarla, una casualidad la había traído justamente allí. Sonrió.
¿Qué era eso?, ¿una sonrisa? Yulia nunca sonreía, todo gesto humano había desaparecido de su rostro hacia mucho tiempo, al igual que las emociones que los producían, otras emociones y gestos totalmente ajenos a la humanidad habían tomado su lugar. Su gesticulación al hablar y expresarse era simplemente una imitación, todo en ella era una imitación de sus presas.
Sin embargo la sonrisa no se desvanecía de su rostro, el hambre en sus venas era también diferente.
Sinfonía nocturna.
La piel de Elena era perfecta, pensaba Alexa mientras sus labios dibujaban arabescos sobre su vientre, uniendo todos y cada uno de los lunares y pecas de su geografía. Sus manos esclavizaban las muñecas de la pelirroja como si temiera que pudiera escapar. Elena la observaba divertida y excitada, sin esfuerzo se libró de las manos de Alexa y hundió sus dedos en la abundante cabellera de la morena, la gitana. Era feliz a pesar de todo, a pesar de lo incierto del amanecer, de lo volátiles de esos momentos. Toda regla de moralidad podía ser rota, olvidada, el mundo se regía con nuevas reglas, y Elena estaba aprendiendo rápidamente el nuevo juego. Había una certeza en su corazón, esta nueva vida, este nuevo mundo, esta alegría duraría muy poco, todo se extinguiría en un instante. No le importaba, por primera vez era libre del miedo, este nuevo mundo se lo había obsequiado un ángel y no lo iba a desperdiciar un solo instante.
- Cuando te conocí creí que no te gustaban las chicas…- rió Alexa entre besos y caricias. Elena la tomó firmemente y la atrajo hacia si, sus rostros tan cerca que sus labios se tocaban en cada palabra.
- De hecho no me gusta nadie…-le dijo-…ni hombres, ni mujeres. ¡Solo me gustas tú!
Alexa se dejo devorar por los besos de Elena, sus caricias ya eran más audaces, su fuego más intimo. Elena se trasformaba cada vez más rápido en alguien diferente, alguien que le encantaba. Las lágrimas fluyeron rebeldes por sus mejillas mientras el nombre de la pelirroja escapaba de sus labios cada vez con más fuerza. Nunca había sido tan feliz.
Solo la luz de las estrellas era testigo de la magia de sus cuerpos, y Yulia. Ella las observaba en silencio, curiosa. No era la primera vez que era espectador de un momento de intimidad, siempre le fueron indiferentes, solo aguardaba que la pasión se consumiera y que la fatiga hiciera más fácil el instante de cobrar el beso. Pero esta vez observo con detenimiento el poema de piel y pasión que se escribía en su presencia. La bestia en su interior se removía cada vez con más furia y fuerza, dientes y garras que golpeaban la puerta que la contenían, su hambre golpeando en cada latido de su corazón con más violencia, con gritos agónicos que se esparcían por todas sus venas. Yulia la dejo crecer disfrutándola. Dolor, el único dolor que conocía. Solo temió que el estruendo de los latidos hambrientos de su corazón pudiera ser escuchado por ellas. Pero los hombres, esas delicadas y débiles criaturas tienen sus sentidos tan atenuados, tan débiles que difícilmente escuchan sus propios corazones.
La magia no se extinguió con el último beso, no se extinguió con la última caricia, no se extinguió ni siquiera cuando ambas cayeron tranquilas en el sueño calmo de la pasión consumida.
Yulia tiró con fuerza de la cadena que estrangulaba su hambre, jugando con la terrible bestia de su interior. No caminó, se deslizó entre la sombra como impulsada por un viento intangible. Se obsequio un momento de contemplación hacia ese rostro, su sonrisa, su paz.
Se despojo del guante de seda negra y su mano desnuda recogió una perla liquida del rostro de Elena. La lágrima se resbalo por su dedo incapaz de adherirse a esa piel seca y lustrosa y se perdió en la noche. Su mano contrastaba aún en la pálida piel de la pelirroja, alguna vez su piel fue como la de ella, alguna vez en su rostro también hubieron lagrimas, alguna vez su cuerpo fue necesitado de calor y pasión, sensible a las caricias…y a las torturas.
El fuego ardía sofocante en las calderas, las cadenas estaban ennegrecidas recién forjadas, los grilletes se hincaron en su piel, cortando y quemando cuando el remache ardiente los sello para siempre. Una cadena que jamás en vida sería retirada de sus muñecas y tobillos. Esa piel que vivió el calor de otra piel que la amaba, ahora se moría, ampollada y lacerada. El dolor era un eco lejano, uno de los tantos recuerdos que Yulia no necesitaba, que no quería.
Su cuerpo estaba muerto. Su piel era totalmente insensible al dolor, al frió, al calor, al fuego y al acero. Su piel podía ser perforada, quemada, lacerada y ningún dolor estaría ahí. Su piel no sanaba, no cicatrizaba como lo haría la piel del hombre, tan solo volvía a cerrarse como se cierra un corte sobre el agua. Pero su piel tampoco podía retener el calor de una caricia.
Entre las sabanas revueltas el cuerpo de Elena se mostraba como la calidez de un sol que para Yulia se había extinguido hacia mucho tiempo, incitante, seductor. Las cadenas que contenían el hambre de Yulia crujían amenazando romperse. Toda esa piel exudaba sensualidad, calor, pasión y vida.
La mano de Yulia recorrió cada centímetro de esa piel con la misma suavidad de la brisa. Las sabanas fueron apartadas por un fino viento. La niña vestida de sol se revelaba como un sol en toda su majestad, irradiando esa luz que atrapaba a Yulia como insecto a una bombilla. El segundo guante de seda también se perdió en la noche. Desde la punta de sus cabellos hasta los dedos de sus pies, las manos de Yulia exploraron todos los contornos y detalles de la chica. Siguió el rastro fresco de los besos de Alexa que había unido todas y cada una de las pecas que semejaban una constelación es ese cielo encarnado de radiantes rizos de oro vivo.
Yulia sonreía otra vez, el fantasma de emociones idas tocaban las ventanas de sus recuerdos. Anheló el calor de ese cuerpo, la tibieza de esa piel. Las prendas oscuras que la cubrían empezaron a resbalar de su cuerpo, una a una empezaron a caer revelando la intimidad plateada de su ser. Centímetro a centímetro la piel de plata acaricio y se fundió en el sol que era el cuerpo de Elena, el hambre que dolorosamente latía en cada centímetro de las venas de Yulia, en cada centímetro de su cuerpo, se transformo en una ilusión, Yulia creyó sentir el calor de ese cuerpo, la caricia de esa piel, su calidez y su vida. Por un instante ese dolor la hizo sentirse viva…sentirse amada…
…El viento es calido, el verano efímero, las nubes se pasean sobre un cielo de un azul inmaculado, el sol arde con majestuosidad que invita a la sombra. La sombra bajo el árbol es tan fresca y el aroma de sus flores despierta el apetito que una manzana apenas alcanza a mitigar. Elena envía un saludo al camino, ese sendero de terrecería donde un par de bicicletas se aproxima. Solo tiene ojos para él, un muchacho de amplios hombros que devuelve el saludo con torpeza y perdiendo el equilibrio cae de la bicicleta sin lastimarse. Elena río y su risa tenia eco en varios labios, aun en aquel muchacho que ya se ponía de pie sacudiéndose el polvo.
Ya no es una niña, su cuerpo empieza a mostrar las generosas formas que adivinan a una hermosa señorita. Una chica que será envidiada, amada…ambicionada.
El sol se apagó por una sombra, un jinete sobre un caballo enorme y negro como la noche, unos ojos la miraron con lujuria contenida.
- Serás mía….-se escuchó una promesa que retumbó como un trueno.
Elena despertó con un sobresalto, su sueño se había convertido en pesadilla y el enorme peso que sentía sobre su pecho, aplastando su corazón como un puño de hielo la asfixiaba. No terminaba de cruzar el umbral entre sus pesadillas y la realidad, cuando la vio.
Ese rostro que una vez fue fugas y etéreo estaba ahí, no era parte de su sueño ni una ilusión, era tan real que podría tocarlo si hubiera podido moverse. Un rostro de singular belleza, cabellos oscuros y recortados en mechones que se agitaban como si tuvieran vida propia, como flotando en un viento inexistente, ojos de un azul tan claro e intenso que parecían brillar con un aura misteriosa y salvaje, ojos que parecían ocultar secretos ancestrales y blasfemos. Labios delineados perfectamente, rojos y palpitantes, listos para ser besados con pasión desmedida, invitantes. Es rostro no era nuevo, Elena tenía la sensación de haberlo visto mucho antes de la primera noche, mucho antes de que sus recuerdos se formarán en la tierna infancia, era un rostro que venia de más allá de sus recuerdos.
Ese rostro que parecía flotar frente al suyo, la miraba con un gesto de angustia contenida, en sus ardientes ojos azules, se leía que lo sabía todo, como si esa mano blanca como el mármol hubiera tomado la suya y ambas hubieran recorrido todo el camino otra vez, pero juntas, la soledad había desaparecido.
Era un ángel, tenía que serlo. Su ángel de la guarda que se había extraviado y ahora en el momento más difícil y desolador de su vida, en los últimos momentos de su existencia, él regresaba a ella. Todo estaría bien.
Alexa también despertó al sentir el sobresalto de Elena, sólo alcanzo a ver esa sombra blanca desaparecer en las sombras sobre la cama, como disolviéndose en el aire, como si se tratara del reflejo de alguna luz que se hubiera colado por la ventana. Elena estaba serena aun que su mirada estaba perdida en el vacío. En sus ojos se leía algo indefinible, una mezcla de alegría y soledad, de perdida, como si su mirada hubiera encontrado y perdido algo de infinito valor.
Continua…
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
ÁNGEL OSCURO // POR: RAINKNIGHT
Capitulo IV.
Génesis de la perversión.
Alexei deambula sin rumbo por las calles más humildes de Paris, esta vez no hubo puertas que se abrieran, ni amigos que lo ocultaran. Esta vez estaba solo, la comunidad lo sabía todo, se había metido en problemas con los rusos, que lo buscaban frenéticos, se había metido en problemas con Marcel, el hombre del Nazi, a quien ya no deseaba volver a ver. Su propia hermana le había herido 3 veces en menos de una semana. El mundo estaba loco. Y para colmo parecía que las heridas estaban infectadas seriamente pues se sentía enfermo, con fiebre.
Se dejo caer sobre una banca a la sombra de un árbol y trató de poner orden a sus ideas. Alexa había desaparecido, la comunidad no la ocultaba como esperaba, tal vez al igual que a él le negarían el asilo aun que nadie los vendería. ¿Cómo se metió en este lió?
- ¡Pervertida! –escupió con rencor.
* * *
Alexa y Alexei, fueron los quinto y sexto hijos de una familia gitana procedente de Italia. De niños viajaron con la familia en una comunidad errante a bordo de una vieja caravana, su madre tenía una voz especial entre los consejos de las comunidades que a lo largo de sus travesías encontraban, muchas familias hacían enormes viajes solo para cruzarse en su camino y pedir consulta. Para Alexei ella era simplemente una “bruja”.
Cuando niños habían sido muy unidos, todo lo hacían juntos y fueron cómplices de las más extravagantes travesuras, pero el tiempo paso y ambos crecieron, los juegos infantiles se hicieron a un lado y vinieron nuevas diversiones.
Siempre fue un hermano celoso, su anterior cómplice de aventuras ya no daba la talla para los escalones siguientes de su vida, sin embargo ella se rehusaba a adoptar los juegos y las costumbres de las chicas de su edad, continuaba reuniéndose con él y sus amigos sin hacer distinción de su sexo y su incipiente sensualidad. Pronto fue blanco de las miradas lascivas de sus amigos y eso a Alexei no le agrado.
Alexa fue la primera en rebelarse del yugo familiar impuesto por el padre, la primera en tomar sus propias decisiones y en cuestionar su autoridad y las tradiciones de su madre. Sin embargo pronto dejo a Alexei y sus amigos en paz, de pronto la compañía de las otras chicas ya no le pareció tan aburrida y sosa. Sus padres creyeron que al fin había entrado en razón y que la rebeldía de la adolescencia se había apaciguado en ella. Mejor, así pudieron dedicar más tiempo al intento de disciplinar al rebelde Alexei.
Solo el muchacho gitano sabía la verdad, Alexa no se reunía con las demás chicas por definición de su género, en realidad empezaba a asecharlas. Alexei podía leer las intenciones y los secretos que Alexa ocultaba desde niña y que el fuego de la adolescencia revelaba. Alexa era diferente, jugaba diferente con ellas, las miraba diferente… las tocaba diferente. Y era líder.
Las chicas acudían a ella en busca de consejo, consuelo o guía, en su inocencia se dejaban seducir por los encantos incipientes de la hija de la bruja, se dejaban llevar por sus juegos que parecían inocentes a la miopía general pero que al hermano gemelo no engañaban. Juegos como “el primer beso” donde Alexa entrenaba a sus amigas para aprender a besar y otros de tono más íntimo y sutil.
Sin embargo el engaño no podía durar para siempre y la verdad se revela aun en la más profunda oscuridad. Alexei ya era conciente de las correrías ocultas de su hermana. Más de una vez vio a sus “amigas” abandonar alguna caravana o tienda arreglando sus ropas y un gesto indefinible en sus rostros, de sorpresa, desconcierto y ¿alegría?, para luego ver aparecer a su hermana con un gesto triunfal, el mismo que se dibujaba en el rostro de cualquiera de la pandilla cuando han conseguido lo que han querido de alguna chica.
Pero esta vez Camila era el trofeo, ella era una pequeña española cuyos padres recién se habían unido a la comunidad, la niña empezaba a florecer con la belleza de un fruto maduro, listo para ser cortado y devorado por la jauría de la pandilla. Todos la deseaban y Alexei, el líder, tenía que poseerla primero. Sin embargo Camila fue acogida por el brazo protector de Alexa, lo que sus padres aplaudieron y les tranquilizo. ¡Ingenuos!, Alexei sabía que esa niña era el nuevo capricho de su hermana, una inocente chiquilla de 14 años que era arcilla en sus manos. Así que espero el momento en que la pervertida hiciera lo más difícil de la labor.
A sus 16 años Alexa ya contaba con la sutil belleza de un potro indomable, y su padre fiel a las costumbres ya había elegido esposo para ella, así se lo hicieron saber en una fiesta de temporada. La chica gitana guardo silencio, un mar de confusiones ahogo su pecho. Tenía que casarse, estaba en edad, y sin embargo aceptaba que la fantasía del enamoramiento no aplicaba en ella, no había nadie entre todos los muchachos que conocía que hubiera despertado su interés. Tal vez el amor era solo eso, una fantasía que adornaba la poesía y la prosa, no más. Se resigno, el muchacho elegido era un buen hombre, trabajador y honesto, tan contrario a su gemelo. Sin duda sería feliz con él.
Pero a partir de ese momento empezó a cuestionarse sobre la felicidad, ¿Qué significaba esa palabra?, ¿era también una fantasía como el amor? Todas esas preguntas para las que siempre tuvo respuesta a los oídos de sus amigas de pronto perdieron significado y peso en sus propios oídos. Una mañana encontró esa respuesta, sus padres bromeaban durante el desayuno y jugaban, era muy frecuente, a veces se comportaban como niños aun bajo el reproche de sus hermanos. Ellos eran felices, ¡y eran felices por que se amaban!
Esa tarde el calor era agobiante y descansaba junto a Camila en la sombra de su caravana, estaban solas disfrutando su mutua compañía, Alexa peinaba los cabellos de Camila con esmero y cariño, esos momentos eran buenos, felices, reflexiono Alexa. Estar con Camila la hacia feliz, ¿entonces eso era?, ¿amaba a Camila?
Aun que nunca lo revelo a nadie, su obsesión por las chicas le acongojaba, al principio se había sentido desorientada y casi asustada al notar que las chicas le atraían, que disfrutaba tocarlas. Hubo algunos coqueteos con los chicos, más por curiosidad que por gusto, los primeros besos, las primeras caricias le parecieron tan torpes e insípidas que no tuvo interés en repetir la experiencia. Pensó que su inexperiencia era la causa así que en una fiesta de chicas propuso probar “el primer beso” entre ellas, para aprender y mejorar la experiencia con un chico. Tuvo que presionar un poco a sus amigas pero dominante como era logro su objetivo y cayó en su propia trampa, los labios de otra chica eran exquisitos. Ahí empezó a ser conciente de su preferencia, ¡las chicas le gustaban!, los chicos no pasaban de ser insípidos.
A pesar de haberse revelado, no se definía a si misma, dejo el tiempo pasar esperando que las cosas cambiaran, que ella cambiara, que sus hormonas dejaran de jugar con su cuerpo y su mente y entonces todo sería diferente.
Pero no fue así, a escasos días de su enlace con ese muchacho, al peinar los cabellos de Camila, sus lagrimas fluyeron sin control. Camila las sintió y volviendo su rostro hacia ella revelo que ella también lloraba. Sobraron las palabras, los tímidos besos dieron lugar a caricias más audaces y necesidades más profundas, en el arrebato de la pasión Alexa y Camila buscaron refugio en el interior de la caravana sin asegurar la puerta. Alexei las sorprendió, como el taimado depredador que era, él las había estado vigilando de cerca, sabiendo que con la presión del enlace por venir Alexa buscaría el momento propicio para “jugar” con Camila, y él estaría ahí para vender su silencio a cambio de intimidad.
Sin embargo Alexa no lo permitió, y a punta pies corrió a Alexei, quien frustrado en su aventura no encontró las palabras para delatar a su hermana sin aceptar la derrota por parte de una mujer.
Era el día de su enlace cuando Alexa tomó la decisión que definiría su vida, las lágrimas de Camila durante la fiesta le dieron el valor suficiente para encarar a sus padres y al resto de la comunidad y negarse a su unión. Lo puso claro con todas sus letras, ella era Lesbiana.
“Pervertida” fue el eco que le respondió su familia y comunidad. El mundo se derrumbo.
Alexei guardo silencio, sorprendido y admirado por el valor de su hermana, y aun que reprochaba sus caprichos aplaudía su coraje. Coraje del que él carecía. Sus pendencieras aventuras le habían enemistado fuertemente con su padre, sin embargo siempre le falto el valor para encararlo, su hermana le daba el ejemplo, así que hostigado por la envidia finalmente también él se revelo con el resultado de que su padre lo echó de la comunidad.
La vida de Alexa cambio dramáticamente después de su declaración, el silencio de su madre fue peor que los reproches, gritos y golpes de su padre. Después vinieron los insultos y la soledad, sus amigas la abandonaron, muchas hostigadas por sus padres y otras enfurecidas por el engaño del cual secretamente eran concientes desde siempre.
La gitana decidió dar el siguiente e inevitable paso, marcharse, dejar esa comunidad donde estaba estigmatizada como una pervertida. Y quiso llevarse consigo a la chiquilla que le había obligado a abrir los ojos. Conoció la verdadera soledad cuando Camila le dio la espalda como todas las demás. No la culpó, Camila era solo una niña, una adolescente que aun no definía sus preferencias ni su carácter. Tal vez al final su comunidad tenía razón, Alexa era una pervertida y pervertidora. Como fuese, no podía quedarse.
La fraternidad de la infancia, los lazos de sangre y la necesidad los volvió a unir, los gemelos se marcharon juntos para conocer el mundo por su propia cuenta.
* * *
- Que difícil eres de localizar-Dijo una voz a sus espaldas. Por fortuna no tenía acento ruso.
Alexei miró sobre su hombro y la sangre se le fue a los pies al darse cuenta de su error, el hombre a su espalda no era ruso definitivamente, era turco.
- Intenta encontrarme cuando realmente me esté ocultando.
El Turco rió mientras su enorme mano sujetaba al pequeño Alexei de la nuca y lo arrojaba al interior de un auto. Minutos más tarde se encontraba en un bar de mala muerte, pestilente por el vino barato que impregnaba los pisos y música cacofónica que salía de una maquina y en un idioma que ni él conocía. Cómodamente sentado frente a él, con sus ridículas botas vaqueras apoyadas sobre la mesa, se encontraba Iván. Su aspecto larguirucho, desalineado, falto de elegancia contrastaba con las prendas que vestía y el delicado aroma de su colonia.
- No has sido honesto con nosotros, pequeño gitano- le dijo Iván, su voz no reflejaba ninguna emoción, su atención parecía estar concentrada en una revista donde se exhibía la exposición actual del Louvre.
- Los negocios han ido mal –respondió Alexei después de aclararse la garganta- Merezco una prórroga, después del desastre que tus muchachos hicieron en el club del Nazi, ¡ahí tenia mi inversión!. Perdí mucho dinero ahí, ¡perdí tu dinero ahí!
- ¡Perdiste mi dinero cuando te acobardaste en la frontera! –Espetó Iván- ¡Solo tenías que seguir corriendo con el paquete!, ¿Qué tan difícil era?. Lo habías hecho docenas de veces.
- Tenía a la policía pisándome las orejas, ¡a la guardia militar de tu **** país desmembrado!.
Un gesto, un movimiento de ceja de Iván y la inmensa mano del turco se estampo contra la nuca de Alexei proyectando su rostro contra la mesa.
- Cuida tú francés, pequeño, nada personal. –le dijo al oído el Turco.
Alexei le sonrió como si de una broma se tratara, tenia la boca tinta de sangre. El Turco rió quedamente divertido por la sangre fría del gitano.
- Si tenias que aligerar la carga ¿Por qué no te deshiciste de la chica?-pregunto Iván, arrojando la revista sobre la mesa.
- Me pagaban más por ella, mucho más, y me implicaba menores problemas si me atrapaban. Solo sería un turista enamorado que se roba a su novia y no un narcotraficante. Fue una decisión de negocios. ¡Nunca te había fallado!.
- ¡Pinches gitanos! , no se pueden echar un pedo sin ganar un euro- rió Iván. Alexei se sintió relajado.
- Cuidado en el francés- replico Alexei. Otro manotazo volvió a proyectarlo contra la mesa.
- Él es turista, se le puede disculpar por el acento-le susurró el Turco.
- ¡****!, ¿acaso yo uso calzones rojos? *(Por muchos años el pantalón rojo bombacho era parte del uniforme del ejercito francés)
- Eres gitano, ¿no?, ¿no son ustedes los habitantes del mundo?, cualquier país es su país-susurró primero el Turco y después volvió a dar otro manotazo. Esta vez Alexei ya no levanto el rostro.
- Quiero a la mujer, perdonare tu deuda si me entregas a esa mujer. ¿Entiendes?
Iván se agacho para verlo a la cara pero no alcanzó, dirigió una mirada al Turco.
- ¿Lo noqueaste?
- No lo creo, no le he dado tan duro.
- ¡Escuche perfectamente!-dijo Alexei sin levantarse- es solo que ya le tome cariño a esta posición.
El Turco soltó una carcajada. Iván estuvo a punto de reír también y tuvo que morderse los labios para no hacerlo, de un puntapié mandó a volar la mesa junto con Alexei.
- Tráeme a la chica, viva y entera o te despellejare vivo, ¿entiendes?
Dos fuertes manos lo levantaron del piso y arrojaron por la puerta del bar,
El Turco todavía reía mientras la mesa era puesta en su lugar y la silla acomodada aunque Iván no volvió a sentarse.
- Me cae bien ese idiota-dijo Iván- es un tipo con recursos y agallas, si logra llevarnos hasta Elena puede sernos de utilidad en el futuro.
- ¿Después de la estupidez de la frontera?-preguntó el Turco.
- No lo atraparon ¿verdad?, estuvieron muy cerca pero no lo lograron. Nos hubiera costado mucho volver a cambiar la operación. Recuerdo a otro joven y audaz exterminador que una vez cometió un error y la KGB lo lleno de plomo hasta los huesos, un tipo muy duro, frió y con agallas, pero todavía verde, inexperto. Cuando le tendí la mano y rescate sus huesos, sabía que en el futuro me sería de más utilidad, más taimado y experimentado. Algún día me devolvería el favor.
- Todo se retribuye –murmuro el Turco con su voz gutural- ¡todo se retribuye!
Agonía.
Alexa disimulaba su angustia lo mejor que podía, Elena había pasado una noche muy inquieta después de la pesadilla que las despertó a ambas, amaneció con fiebre y un aspecto muy demacrado. A pesar de la insistencia de la pelirroja, había conseguido la visita de un medico.
- Taquicardia, taquipnea, hipotensión, sudoración fría, el cuadro clínico parece indicar una perdida de sangre importante. ¿Estas segura de no haberte herido o sufrido una hemorragia intensa?-Preguntó el galeno, un hombre de edad avanzada, jubilado. Atendía casos particulares, cosas “por debajo del agua” que un medico ordinario no haría, como heridas de bala y sobredosis de narcóticos. Era el medico de cabecera de las chicas del Club, era confiable, discreto y económico cuando se refería a chicas.
Elena negó con un movimiento de cabeza, no se sentía con ánimos de hablar, también disimulaba lo más que podía pero no podía ocultar su debilidad. El doctor le colocó una botella de suero y le aplico vitaminas. Después ambos salieron de la habitación.
- Hay que dejarla descansar, y deben vigilar su alimentación, ¡ambas!, tiene una fuerte anemia. Alexa, ¿en que problema te has metido?
- No lo sé, alguna tontería de mi hermano –respondió la gitana.
- Las están buscando, muchacha, gente muy peligrosa quiere a la rusa, te harán daño si te interpones.
- Es mi amiga, no voy a abandonarla.
- Escucha mi consejo, márchense de Paris, de Francia, vuelve a Italia o España, váyanse lejos, a América si es posible. Perdí muchas amigas esa noche, me da gusto saber que al menos tú estas bien.-el anciano sonrió afablemente y cobró sus honorarios.
Alexa regreso a la habitación y miró dormir a Elena, se le notaba un poco mejor y eso la tranquilizo. Colocó una silla al lado de la cama y se sentó, subió sus piernas y se abrazo a ellas buscando refugio en su propio abrazo.
- Recupérate mi cielo-suplicó en silenció- ¡te necesito!- reprimió una lagrima y se concentro en aclarar su mente.
Necesitaban dinero, necesitaban recursos para salir de Francia y sin recurrir a la comunidad, no podía confiar en nadie. Decidida salio a la calle y caminó por esas calles que conocía tan bien, su destino era el ultimo lugar donde hubiera deseado ir, el teatro “Revue Nocturne”.
Revue Nocturne fue en una época un teatro modesto de comedia, las viejas calles que lo albergan han visto pasar ya sus mejores días y lo que alguna vez fue una zona de ricos restaurantes ahora era un aglomerado de centros nocturnos y club “lap dancer´s”. Ahora el teatro daba otro tipo de servicios, se proyectaban películas pornográficas de mala calidad, pero la actividad como cinematógrafo solo era una tapadera para su verdadera actividad. Las chicas del club solían ir ahí cuando necesitaban urgentemente un poco de dinero y rápido. Se paseaban por el interior de la galería, todavía acondicionada como teatro, y el público asistente podía seleccionar a alguna y pagar por sus “favores” los cuales podían ser dispensados ahí mismo a la vista de todos o si había timidez por alguna parte, siempre estaban los rincones y los muros cubiertos por viejas y pestilentes cortinas.
Prostitución, en ese lugar se ejercía sin ninguna preocupación, Alexa había sido muchas cosas en su vida, “lap dancer” creyó que sería los más bajo que se permitiría caer para sobrevivir, su trabajo hasta ese momento solo había consistido en bailar desnuda al amparo de las sombras de un escenario, ser cariñosa y complaciente con los clientes del club, soportar torpes manoseos y lascivos besos eran su máximo en el limite de tolerancia. Aun que era presionada continuamente para acceder a algo más, nunca lo acepto, siempre hubo un limite que se había prometido jamás cruzar. Hoy esa promesa se hacia vana, hoy estaba dispuesta a todo con tal de poner a salvo a Elena. Se marcharían de Francia lo antes posible y tal vez ella nunca se enteraría de lo que por su amor, estaba dispuesta a hacer.
Respiró hondo al ver la fachada del teatro, y con pasos decididos cruzo la calle y mentalmente supo que también cruzaba la línea. Un automóvil arranco con furia y se proyecto contra ella, Alexa apenas alcanzo a verlo y saltó tratando de esquivarlo, no lo logro. Rodó por la calle unos cuantos metros. Sintió unas manos vigorosas levantarla y arrojarla al interior de una cajuela antes de perder el sentido.
Elena despertó ya pasada la tarde, se sintió bastante mejor, se quito la aguja del suero cuya botella ya se encontraba vacía. Junto a la cama encontró una mesa de servicio con alimentos los cuales devoro ávidamente, tenia hambre, buen síntoma. La ausencia de Alexa la incomodó, pero pasado algunos minutos empezó a preocuparse seriamente por ella. Llamó a la recepción del hotel para verificar si había algún mensaje para ella. Si lo hubo pero no el que esperaba, el gerente del hotel necesitaba hablar con ellas. Elena recordó al amable caballero que las había recibido al principio y sintió la necesidad de hablar con alguien.
Pasados unos minutos Kingsley se presento en la habitación de las chicas seguido por una mucama la cual retiro el carro de servicio.
- ¿Se encuentra usted enferma? –pregunto Kingsley al ver la botella de suero.
- Si, algo me dio durante la noche, un doctor amigo nuestro ya me reviso, nada de cuidado, solo necesito descansar.
- Me alegro-dijo Kingsley con honestidad- Disculpe mi pregunta, no tengo intención de ser entrometido pero necesito hacerle una pregunta la cual no esta obligada a responder- observó disimuladamente las toallas del baño, estaban completas así como los accesorios de aseo, se notaban usados pero era lo normal. Al menos no se habían robado nada todavía. Ya no tenía importancia sus observaciones pero era su costumbre.
Elena lo miraba invitándolo a preguntar.
- ¿Qué relación existe entre ustedes y la familia Volkov?
- ¿la familia Volkov?, No lo sé- respondió Elena – ninguna que yo sepa, el nombre me parece familiar pero nada más. ¿Quiénes son?, ¿Por qué la pregunta?
- Por su acento me parece que al menos usted es rusa ¿me equivoco?
- Podría decirse, pero en realidad no
Kingsley noto la evasiva, hizo un último intento.
- ¿Lituana tal vez?
Elena no respondió, en sus ojos se leía fastidio.
- Por favor discúlpeme, solo trato de hacer mejor mi trabajo, recibo instrucciones muy poco claras y debo averiguar algunas cosas para entender mejor lo que se me pide. ¡En fin!- extrajo de su bolsillo un sobre de papel y lo entrego a la pelirroja, ella advirtió que su contenido eran billetes, la cantidad que había pagado Alexa por la habitación.
- Su estancia en el Volkov es completamente gratuita, una cortesía de los Volkov, puede disponer de alguna de nuestras mejores habitaciones y todas las instalaciones del hotel. Si se siente mejor la invito a conocer nuestro restaurante, en corto empezaran a servir las cenas y el menú es estupendo o puedo enviarle la carta y darle servicio a la habitación.
- ¿Pero como?-preguntó sorprendida Elena- ¿cortesía de los Volkov?, no los conozco, al menos no yo…
- Así son las cosas, es la razón de mi pregunta, solo quería averiguar cual era su relación con ellos y brindarle el servicio más adecuado. ¿Desea que la traslademos a ahora una de nuestras encantadoras habitaciones?, tengo un par disponibles con una magnifica vista del Sena y la torre Eiffel.
- ¡No! –Respondió Elena después de un instante -Tal vez más tarde, estoy esperando a mi amiga. Salió mientras dormía.
- La podemos interceptar en la recepción, la recuerdo perfectamente, puedo informarle sobre los cambios.
- Prefiero esperar, gracias.
- Como desee-Kingsley verificó la hora- por ahora debo atender otros asuntos, en cuanto deseen el traslado por favor avísenos. Tampoco dude en llamarnos si tiene algún malestar o incomodidad, contamos con un servicio medico de emergencia muy capas y contacto con los mejores hospitales de la zona. El Volkov cubrirá cualquier gasto.
Kingsley se retiró dejando a Elena muy confundida.
- ¿Los conoces Alexa?, ¿por eso me trajiste aquí?- se preguntó la pelirroja – ¿Por qué no me lo dijiste?, ¿Dónde estas ahora?, ¿fuiste a hablar con ellos?, No, esto no me gusta.
Volvió a recostarse, todavía se sentía muy débil y fatigada.
- ¡Alexa!, tengo un mal presentimiento, ¡vuelve pronto!, ¿¡donde estas!?
En una de las callejuelas de oeste de Paris, dos hombres conversaban discretamente, uno de ellos vestía con grotesca elegancia un viejo traje color crema y de corbata azul y desalineada. El otro llevaba una gabardina que se veía muy pesada, bajo esta su ropa era de buen gusto aun que no ostentosa. Troy los observaba desde el interior del automóvil, su mirada se paseaba de vez en vez escudriñando los alrededores, no iban a sorprenderlo otra vez. El hombre la gabardina regreso al automóvil con grandes zancadas y ocupó el lugar del piloto, Troy estaba en el otro asiento.
- Hay mucho movimiento en las calles, más del usual, los rusos y el nazi están buscando como locos a la rusa. Pero nadie sabe por que.
- No lo entiendo- dijo Troy mientras se mesaba los cabellos- ¿Por qué es tan importante esa chica?, ¿Qué quieren los rusos con ella?- Se acomodó en su asiento con un gesto de dolor.
- Deberías estar en cama, ¡esa bala atravesó 6 de las 8 capas de kevlar de tu chaleco!, un disparo a quemarropa te hubiera atravesado.
- ¡Tuve suerte!, no la voy a desperdiciar. ¿Pero que demonios tiene la chica rusa?, ¿Quién es?
- Lo que sea, Kürten se ha ocultado hasta que pueda encontrarla, después se largara del país y lo habremos perdido todos. Tal vez los rusos la quieren por eso, como si fuera un señuelo, han estado metiéndose poco a poco en el bajo mundo, ya desplazaron a los italianos y los asiáticos, si hacen a un lado a los nazis ¿Quién podrá detenerlos?, mientras peleen entre ellos podremos controlarlos, pero una vez ganada su guerra interna, nada podremos hacer contra ellos.
- ¡Que optimista eres! –Se quejó Troy- Nuestra prioridad es encontrar a la chica y averiguar que papel juega es todo esto, y obligar a Kürten que de la cara y le echemos el guante. Las redadas y todo lo demás que tenemos organizado es solo participar en su juego, debilitamos a uno pero allanamos el terreno para el otro. ¡Ese **** Kürten!, lo tenía muy bien planeado, nos convirtió en sus peones y no podemos dejar el baile. ¡Por Dios!, tiene 90 años, ¿es que acaso cree que nunca se va a morir?
El timbre de un teléfono móvil empezó a sonar.
- Estos tipos son rápidos en verdad –dijo el tipo de la gabardina mientras revisaba su teléfono- ¡nuestro informante se reporta!
Troy volvió a acomodarse, la gran faja que sostenía su espalda era bastante incomoda, en vedad deseaba recostarse un momento, pero el tiempo era apremiante. Kürten todavía dominaba los muelles y las carreteras, fácilmente podía escaparse si se le daba oportunidad.
- ¿Y? –preguntó.
- No lo vas a creer, vamos a necesitar refuerzos...
Una bofetada hizo despertar a la gitana, Alexa reacciono con el golpe mientras sentía todo el cuerpo molido por el impacto, su rodilla derecha le pulsaba, tal vez se había roto. El sabor de la sangre llenaba sus labios. Estaba atada a una silla en el interior de un viejo almacén. Trató de mantener la calma pero estaba temblando de miedo.
Marcel la miraba divertido, la conocía, alguna vez la tuvo sentada en sus piernas y disfrutó de su cuerpo y sus caricias. Había querido algo más, algo más intimo pero ella no accedió. Ahora no tenía forma de negarse, y lo que podía obtener de ella era mucho más de que esa vez quería.
- ¿Ves esto mi querida Cleopatra? –le preguntó mostrando una mesa llena de herramientas de mecánico y otros artículos.
Alexa sintió una nausea muy fuerte, las ataduras lastimaban sus manos. Ella lo reconoció, el carnicero de Kürten, lo reconoció por que alguna vez había usado el nombre de Cleopatra para su show en el club, le gustaba pero tuvo de cambiarlo después de cierto altercado con ese tipo. Lo hizo para despistar en ese tiempo, las cosas no trascendieron en aquel entonces, una pequeña riña entre un cliente y una bailarina, pasaba todas las noches. Pero los rencores crecen, y cuando encuentran salida podían ser terribles.
Marcel se acerco a Alexa quien le sostenía la mirada tratando de no mostrar miedo, pero su frente ya estaba perlada de sudor.
- Cleopatra, ¿Dónde esta la rusa?
* * *
Yulia las observó dormirse, Alexa envolviendo en sus brazos a Elena con un gesto de preocupación, como si adivinara lo que había sucedido, Elena estaba en calma a pesar de todo y pronto volvió a dormirse, se sentía abrigada y protegida, amada. Elena encontraba confort en esos brazos, abrigo y calor. No lucía muy diferente a la niña que recordaba en los brazos de su padre. Nunca había puesto atención en Alexa, todo el mundo se eclipsaba ante la presencia de la pelirroja.
Yulia retrocedió hasta que el muro le cerro el paso, deslizando por el se dejo caer y en cuclillas se abrazo a si misma buscando la misma sensación que ellas se prodigaban, abrigo y consuelo. No encontró nada. Si hubiera tenido lágrimas habría llorado. Pero no quedaban lágrimas en ella, no deberían quedar tampoco estas sensaciones y sentimientos. Casi estaba asustada por lo que estaba experimentando.
Sueños de campos de trigos, tardes felices, amigos, familia y los poderosos brazos protectores de un padre. Todos eran sueños, ilusiones y recuerdos atrapados en la sangre. Eran su alimento, noche a noche su hambre salvaje solo podía ser saciada por esos fragmentos del alma atrapados en la sangre, pues ella era un cuerpo sin alma.
Pero el sustento de su cuerpo sobrenatural, también puede ser un veneno, no cualquier alma puede nutrir la inmortalidad, no cualquier alma da el vigor para la eterna subsistencia. Entre los hombres las almas son cada vez más vacías, mas insustanciales, almas de hombres que han vivido sin causa y efecto, sumergidos en sus mundos materiales de objetos, hombres que asignan el valor a sus vidas por la cantidad de sus pertenencias y que han olvidado el verdadero valor de la vida, almas tan diáfanas que toda la vitalidad de su sangre apenas alcanza para mitigas unas horas, unos instantes su apetito insaciable. Pero hay otros, cada vez menos, cuyas almas están enriquecidas, tan intensas, tan nobles que un solo trago, un delicado beso puede saciarla de vida por más de una noche.
Así era el alma de Elena, abandonó la postura, que era de conmiseración humana, un eco de un tiempo pasado, y se acerco a Elena nuevamente. Ella lucía tan feliz, completa, siendo protegida y amada. Alexa trenzando su cuerpo en el de ella, disfrutando de la tibieza de ella, fundiendo su vida con la de ella. Ambos cuerpos tan jóvenes y llenos de vitalidad.
Yulia se contemplo a si misma y descubrió el horror que la alejaba de los espejos, su cuerpo tan aberrantemente diferente al de ellas, un cadáver sin más. Sus ojos capases de penetrar en las tinieblas más densas de la noche, no eran engañados como los ojos de los mortales que veían en ella una perfección inmaculada de figura de porcelana o mármol, sus ojos veían en si misma el árido desierto de sus poros secos, su piel carente de pigmentación que se había evaporado, el palpitar irregular de un corazón que ya no inyectaba vida si no ansia. En todas las maravillas de luces, colores, sabores y aromas de la noche, ella era una aberración que no encontraba cabida.
Sin emociones ni recuerdos vagaba noche a noche en busca de almas que le devolvieran al menos por un instante la ilusión de estar nuevamente viva.
Viva como este par de niñas que yacen indefensas compartiendo su amor y su soledad. Lo que ella nunca podría tener sin importar cuantas almas bebiera por noche, ni cuantas noches su hambre las cazara. Otro fantasma más se reanimaba en su pecho, la envidia.
El alma de Elena era tan intensa que la estaba envenenando con la dulzura de los ecos del sol sobre su rostro y la alegría de ser amada en su corazón. Devoraría entonces este veneno hasta agotarlo sin importar que cada trago le colmara el pecho hasta hacerlo explotar. Y sobreviviría a este veneno como sobrevivió a tantas cosas, pues ella era eterna y Elena solo era un parpadeo en la historia del hombre.
Y como en la época en que cazaba por la fuerza, sus garras brotaron de sus dedos como garfios de cristal sólido e irrompible, ninguna presa escapa al gancho de ese abrazo. Sus colmillos saltaron del interior de su boca listos para penetrar desgarrando sin la delicadeza del beso, todo su cuerpo se contrajo en similitud a la figura de un tigre listo a saltar sobre su presa. Cayó sobre Elena dispuesta a penetrar y desgarrar hasta encontrar ese corazón oculto en su pecho y beber la vida directamente de él.
Esa era ella, la autentica Yulia, la bestia que se levanto de entre los muertos y que hace de los hombres su presa, no el fantasma sigiloso que ha sido en los últimos tiempos bebiendo las almas al abrigo de las sombras.
Sus colmillos y garras se detuvieron apenas a un milímetro de su pecho, esa piel, esos pechos, ese cuerpo tan perfecto, la belleza de la niña vestida de sol la contuvo. No la destrozaría, no rompería tan magnifica belleza sin más razón que su ansia. Con la misma delicadeza de la primera vez, deposito el beso en medio de sus pechos y sus manos con el sigilo de la brisa sujetaron la cadera de la pelirroja, poco a poco se deslizaron nuevamente recorriendo esa magnifica figura obedeciendo a la ansiedad de otro fantasma en su interior.
La bebé era demasiado pequeña y débil, apenas y sobresalía de sus manos que temerosas la sostenían envuelta en sus primeras mantas. Un rostro tan pequeño que semejaba una fruta sonrosada que invitaba a ser comido de un bocado. Sergei sostenía en sus manos a su última hija, en la habitación contigua su esposa había fallecido.
El parto se había complicado, en aquel apartado pueblo, la clínica no contaba con el equipo necesario para atender la emergencia, los minutos eran oro y el medico solo pudo hacer una pregunta.
- ¿la madre o el hijo?
La angustia en los ojos de Inessa, su esposa, lo dijo todo, la niña fue salvada a costa de la vida de su madre.
Ahora el padre sostenía a su hija en bazos y se negaba a llorar, se negaba a dejarse abatir por el dolor de la pérdida ahora que en sus brazos estaba su mayor tesoro. Las lágrimas no le cegarían para mirar y amar a su hija con todo el corazón.
Yulia cayo hacia atrás como si hubiera sido empujada por una fuerza brutal, una fuerza superior a la suya. Ya había sentido antes esa fuerza, esa otra vida que latía junto a la Elena en su sangre, una vida tan intensa que la había poseído la primera vez que de ella bebió. Era la vida del padre, el fantasma del padre estaba en su sangre protegiéndola u obligándola a protegerle.
La respiración de Elena era agitada, había bebido demasiado, había estado muy cerca de cumplir su cometido. Aun que hubiera querido ya no tenía fuerzas para seguir bebiendo, la vida le hinchaba el corazón de tal forma que le era doloroso cada latido, por primera vez en toda su existencia estaba completamente saciada. Derrotada volvió a vestir sus prendas, Alexa se despertó inquieta.
Las contemplo por un instante, oculta a su mirada, mientras borraba toda huella de su estancia, ahora Alexa ocupó toda su atención. La envidiaba.
Volvió a su habitación donde volvió a desnudarse, dejó sus prendas sobre la cama la cual revolvió para simular que había dormido, cerró las ventanas y se aseguro que ninguna luz del día pudiera penetrar en ese recinto. Todo era una operación mecánica, era parte del teatro de imitación que llevaba acabo siempre que volvía a convivir con el mundo del hombre, era muy sencillo para ella, había infinidad de detalles que solo un ser como ella podía detectar, los hombres nunca, siempre estarían en desventaja ante los instintos de un cazador.
Una ultima cosa antes retirarse, tomó el teléfono y llamó a la recepción, dio algunas instrucciones y colgó.
Al pie de la inmensa cama se encontraba un gran baúl de madera, ahí había estado desde siempre su interior era un misterio, su interior estaba acojinado solo por capricho, Yulia no necesitaba ninguna comodidad, se introdujo en él y cerro por dentro con un sofisticado mecanismo que fue una maravilla en su época. Ahí ella estaba a salvo, aun que prefería las grietas o los agujeros ocultos en las ruinas o bosques, o los pantanos, nada le producía repulsión, ella era la que causaba repulsión donde quiera que se ocultara en las horas diurnas.
Sus pensamientos vagaron por un instante. Hoy sucumbió a la necesidad de proteger la vida de Elena, una vez más. Pero cuando la noche caiga de nuevo ¿Qué sucederá con Elena?, cuando su hambre la levante de entre los muertos y sea esa misma hambre la que exija la vida de la niña vestida de sol, ¿Qué sucederá ahora?, ella no sobrevivirá a otro beso, esa vida tan maravillosa se extinguirá en sus labios aun que esa otra alma suplique por protegerla. Así debe ser.
Antes de que la nada venciera sus pensamientos, deseó por un instante estar con ella, en esa habitación, sentir a Elena abrazada a su cuerpo y el calor de sus labios recorriendo su piel, y poder sentir la calidez de esos labios. Poder sentirse viva otra vez.
* * *
Era uno de los sótanos de Paris, ahí en los barrios antiguos, lugares conectados entre los edificios y las casas antiguas que formaban una red de laberintos bajo la ciudad, herencia tal vez de la época de la “corte de los milagros”. Aquí, en este oscuro sótanos los milagros volvían a suceder, los ciegos veían, los sordomudos hablaban, los tullidos caminaban y almas perversas encontraban redención. Elena había llegado ahí guiada por un niño, el chico de los mandados que estaba al servicio de las chicas en el club de Kürten, se encontraba frente a una gran mesa redonda y vieja como el edificio mismo, a su alrededor un grupo de gitanos la miraban con curiosidad, recelo y compasión.
- El destino de Alexa no esta en nuestras manos, nunca lo estuvo, ella no es una de los nuestros.
- Pero ella es gitana, como ustedes, es hermana de ustedes. –replico Elena.
- No te confundas, niña- dijo una anciana –Todos aquí somos familia, nuestros lazos de sangre se han cruzado por generaciones y todo gitano en Paris es hermano, primo o pariente. Pero los gemelos no, son parias de su propio clan, nunca han estrechado lazos de sangre con nosotros. No hay nadie entre nosotros que los ame lo suficiente para dar la vida por ellos. No nos protegemos por ser gitanos, nos protegemos por ser familia.
La anciana lucia tan vieja que parecía no ver, pero la debilidad de Elena no escapo a su atención, con un gesto ordeno una silla para la pelirroja.
- ¿Por qué no buscas hermandad con tus paisanos?, los rusos se han vuelto muy fuertes en estas tierras. Llegaron vendiendo armas y odio, pero seguro guardarán calor para alguien de su misma raza.
- Podemos venir de la misma tierra, pero no tenemos lazos ente nosotros-respondió Elena.
- Es por eso que son tan débiles, es por eso que su país ha sufrido tanto. Nosotros en cambio, sin tierra, sin país, sin futuro aún estamos aquí, aún somos los “Condes de Egipto”.
- No quiero nada de ustedes, solo quiero encontrar a Alexa.
- ¿Qué lazo te une con una hija de gitanos?, haces bien en preocuparte pues Alexa ha sido condenada a no ver más el amanecer, y todo es por ti.-dijo otro hombre, anciano también aunque no tanto como la primera – Si fuéramos leales con Alexa tan solo por su sangre gitana, es a ti quien deberíamos castigar esta noche, hija de Rusia, tu cadáver aparecerá en el sena junto con el de Alexa, ¿eso te haría feliz?
- No quiero nada de ustedes – Repitió Elena, sintió un mareo, las fuerzas le fallaban – Ni siquiera su ayuda o compasión, quería pedirles que intercedieran por Alexa que es de los suyos, pero si no, entonces solo quiero saber donde esta. No necesito nada más de ustedes.
- Alexa morirá por ti, ¿no es suficiente?, huye de Francia, huye tan lejos como puedas y aprovecha la vida que Alexa compró con la suya y huye, te ayudaremos en eso si lo deseas y lo haremos para honrar a Alexa y no más.
- ¡No! – Gritó Elena con desesperación poniéndose de pie aun tambaleándose – ninguna vida volverá a comprar la mía, ya no. Mi vida a cambio de la suya, mi vida es lo único que tengo.
La anciana la sostuvo por los hombros y con un pañuelo viejo y raído pero limpio secó sus lágrimas.
- Si lo que buscas en morir junto a ella, entonces te diré el camino.
Elena corrió entre los laberintos y entre los callejones, con el corazón desfalleciente y a punto de saltarle del pecho. Las piernas se le doblaban y un sudor frió perlaba su frente, ya no sabía si eran ilusiones o no la cantidad de rostros que encontró en el camino, rostros de gitanos que en cada oscuro rincón la aguardaban como mostrándole la ruta. Al salir del último callejón se derrumbo frente a un inmenso almacén que parecía abandonado. Sin fuerzas para más. Una tenue luz se filtraba por las grietas de las paredes. Escuchó un grito que rasgó su corazón más que la noche, un grito ahogado y contenido, una vos que reconocía a la perfección. Alexa.
- ¡Por favor! – Suplicó Elena con todo su corazón – ¡Sé que estas aquí!
Intentó ponerse de pie, pero las piernas le fallaron, todo el mundo daba vueltas y el corazón le dolía como si un martillo machacara cada latido. De rodillas volvió su rostro hacia las sombras de ese callejón, sus ojos bañados en lágrimas debían estar ciegos en esa penumbra, pero…
- Sé que estas aquí, sé que me has seguido. ¡Por favor!, mi vida por la de ella- suplicó.
Yulia la contemplaba fuera del abrigo de las tinieblas, enfundada en un elegante traje de terciopelo negro y seda púrpura. Sus manos y su rostro destacaban bajo la luz de las estrellas y los faroles lejanos en su platinada luminiscencia. Inmóvil como si fuera una estatua de mármol perfectamente labrada y vestida, una muñeca sin vida de ardientes ojos azules que se adivinaban sobrenaturales en la penumbra.
- ¡Por favor! – Suplicó Elena con un hilo de voz.
Elena se sintió impulsada por la fuerza de un huracán, apenas un parpadeo y se encontraba de pie contra el muro del callejón del que había salido. Yulia la sostenía contra el muro en casi un abrazo amoroso que indefinible parecía cuidar que no cayera o evitar que huyera. Su rostro la miraba con ese gesto impasible, carente de sentimientos y vida, y tan hermoso como si hubiera sido esculpido por ángeles en la misma luna. Elena tuvo miedo de esos ojos de fuego salvaje, los ojos de un ángel vengador, lo sabía. Este era el ángel que le obsequió esos días tan maravillosos, esté era el ángel que le dio un ultimo instante para despedirse de la vida y estaba agradecida.
Este ángel no venia a salvarla otra vez, solo venía a cobrar su deuda. Y no por ello era menos hermoso. Estaba bien, todo estaba bien, suspiro Elena. Su mano acarició ese rostro mágico sintiéndolo tan frió pero real, el ángel verdaderamente estaba ahí, no era una ilusión. Sonrió con infinita tristeza.
- ¡Por favor!, mi vida por la de ella, ¡sálvala a ella!
Yulia sintió la calidez de esa caricia, el tacto muerto de su piel era capas de sentir una vez más, esa mano en su mejilla la transportó más allá del frió océano del tiempo, la transportó a una época en que el sol brillaba sobre sus rostros y la alegría de la vida corría por todo su cuerpo, esa mano en su mejilla no era nueva, tampoco fueron nuevas las lagrimas que de sus ojos brotaban.
Pero no había lagrimas en su rostro, como tampoco una sensación real de calidez, solo eran recuerdos, los fantasmas de su interior volvían a agitarse, la niña vestida de sol la iluminaba con una luz que penetraba sus secretos más ocultos. Recuerdos de otra época, recuerdos de una vida que se había extinguido.
- Yo siempre te protegeré, yo siempre estaré aquí para ti.
Todo, Yulia lo recordó todo y un dolor superior a su hambre lleno por completo su ser, una vez más retrocedió empujada por una fuerza superior a la suya cuando preparaba el beso mortal para su víctima, cientos, miles de fantasmas en su interior se fundían en la misma suplica.
Sin fuerzas para sostenerse Elena se dejó caer deslizándose por el muro hasta quedar de rodillas, Yulia había desaparecido como si la noche se la hubiera tragado, volvió a hacer un último intento de ponerse de pie pero casi se desvanece por el esfuerzo, respiraba con dificultad. No podía desmayarse, Alexa la necesitaba.
Un estruendo sacudió la noche, Elena vio como el antiguo almacén se venía abajo y una nube de polvo le golpeo la cara.
Continua...
Génesis de la perversión.
Alexei deambula sin rumbo por las calles más humildes de Paris, esta vez no hubo puertas que se abrieran, ni amigos que lo ocultaran. Esta vez estaba solo, la comunidad lo sabía todo, se había metido en problemas con los rusos, que lo buscaban frenéticos, se había metido en problemas con Marcel, el hombre del Nazi, a quien ya no deseaba volver a ver. Su propia hermana le había herido 3 veces en menos de una semana. El mundo estaba loco. Y para colmo parecía que las heridas estaban infectadas seriamente pues se sentía enfermo, con fiebre.
Se dejo caer sobre una banca a la sombra de un árbol y trató de poner orden a sus ideas. Alexa había desaparecido, la comunidad no la ocultaba como esperaba, tal vez al igual que a él le negarían el asilo aun que nadie los vendería. ¿Cómo se metió en este lió?
- ¡Pervertida! –escupió con rencor.
* * *
Alexa y Alexei, fueron los quinto y sexto hijos de una familia gitana procedente de Italia. De niños viajaron con la familia en una comunidad errante a bordo de una vieja caravana, su madre tenía una voz especial entre los consejos de las comunidades que a lo largo de sus travesías encontraban, muchas familias hacían enormes viajes solo para cruzarse en su camino y pedir consulta. Para Alexei ella era simplemente una “bruja”.
Cuando niños habían sido muy unidos, todo lo hacían juntos y fueron cómplices de las más extravagantes travesuras, pero el tiempo paso y ambos crecieron, los juegos infantiles se hicieron a un lado y vinieron nuevas diversiones.
Siempre fue un hermano celoso, su anterior cómplice de aventuras ya no daba la talla para los escalones siguientes de su vida, sin embargo ella se rehusaba a adoptar los juegos y las costumbres de las chicas de su edad, continuaba reuniéndose con él y sus amigos sin hacer distinción de su sexo y su incipiente sensualidad. Pronto fue blanco de las miradas lascivas de sus amigos y eso a Alexei no le agrado.
Alexa fue la primera en rebelarse del yugo familiar impuesto por el padre, la primera en tomar sus propias decisiones y en cuestionar su autoridad y las tradiciones de su madre. Sin embargo pronto dejo a Alexei y sus amigos en paz, de pronto la compañía de las otras chicas ya no le pareció tan aburrida y sosa. Sus padres creyeron que al fin había entrado en razón y que la rebeldía de la adolescencia se había apaciguado en ella. Mejor, así pudieron dedicar más tiempo al intento de disciplinar al rebelde Alexei.
Solo el muchacho gitano sabía la verdad, Alexa no se reunía con las demás chicas por definición de su género, en realidad empezaba a asecharlas. Alexei podía leer las intenciones y los secretos que Alexa ocultaba desde niña y que el fuego de la adolescencia revelaba. Alexa era diferente, jugaba diferente con ellas, las miraba diferente… las tocaba diferente. Y era líder.
Las chicas acudían a ella en busca de consejo, consuelo o guía, en su inocencia se dejaban seducir por los encantos incipientes de la hija de la bruja, se dejaban llevar por sus juegos que parecían inocentes a la miopía general pero que al hermano gemelo no engañaban. Juegos como “el primer beso” donde Alexa entrenaba a sus amigas para aprender a besar y otros de tono más íntimo y sutil.
Sin embargo el engaño no podía durar para siempre y la verdad se revela aun en la más profunda oscuridad. Alexei ya era conciente de las correrías ocultas de su hermana. Más de una vez vio a sus “amigas” abandonar alguna caravana o tienda arreglando sus ropas y un gesto indefinible en sus rostros, de sorpresa, desconcierto y ¿alegría?, para luego ver aparecer a su hermana con un gesto triunfal, el mismo que se dibujaba en el rostro de cualquiera de la pandilla cuando han conseguido lo que han querido de alguna chica.
Pero esta vez Camila era el trofeo, ella era una pequeña española cuyos padres recién se habían unido a la comunidad, la niña empezaba a florecer con la belleza de un fruto maduro, listo para ser cortado y devorado por la jauría de la pandilla. Todos la deseaban y Alexei, el líder, tenía que poseerla primero. Sin embargo Camila fue acogida por el brazo protector de Alexa, lo que sus padres aplaudieron y les tranquilizo. ¡Ingenuos!, Alexei sabía que esa niña era el nuevo capricho de su hermana, una inocente chiquilla de 14 años que era arcilla en sus manos. Así que espero el momento en que la pervertida hiciera lo más difícil de la labor.
A sus 16 años Alexa ya contaba con la sutil belleza de un potro indomable, y su padre fiel a las costumbres ya había elegido esposo para ella, así se lo hicieron saber en una fiesta de temporada. La chica gitana guardo silencio, un mar de confusiones ahogo su pecho. Tenía que casarse, estaba en edad, y sin embargo aceptaba que la fantasía del enamoramiento no aplicaba en ella, no había nadie entre todos los muchachos que conocía que hubiera despertado su interés. Tal vez el amor era solo eso, una fantasía que adornaba la poesía y la prosa, no más. Se resigno, el muchacho elegido era un buen hombre, trabajador y honesto, tan contrario a su gemelo. Sin duda sería feliz con él.
Pero a partir de ese momento empezó a cuestionarse sobre la felicidad, ¿Qué significaba esa palabra?, ¿era también una fantasía como el amor? Todas esas preguntas para las que siempre tuvo respuesta a los oídos de sus amigas de pronto perdieron significado y peso en sus propios oídos. Una mañana encontró esa respuesta, sus padres bromeaban durante el desayuno y jugaban, era muy frecuente, a veces se comportaban como niños aun bajo el reproche de sus hermanos. Ellos eran felices, ¡y eran felices por que se amaban!
Esa tarde el calor era agobiante y descansaba junto a Camila en la sombra de su caravana, estaban solas disfrutando su mutua compañía, Alexa peinaba los cabellos de Camila con esmero y cariño, esos momentos eran buenos, felices, reflexiono Alexa. Estar con Camila la hacia feliz, ¿entonces eso era?, ¿amaba a Camila?
Aun que nunca lo revelo a nadie, su obsesión por las chicas le acongojaba, al principio se había sentido desorientada y casi asustada al notar que las chicas le atraían, que disfrutaba tocarlas. Hubo algunos coqueteos con los chicos, más por curiosidad que por gusto, los primeros besos, las primeras caricias le parecieron tan torpes e insípidas que no tuvo interés en repetir la experiencia. Pensó que su inexperiencia era la causa así que en una fiesta de chicas propuso probar “el primer beso” entre ellas, para aprender y mejorar la experiencia con un chico. Tuvo que presionar un poco a sus amigas pero dominante como era logro su objetivo y cayó en su propia trampa, los labios de otra chica eran exquisitos. Ahí empezó a ser conciente de su preferencia, ¡las chicas le gustaban!, los chicos no pasaban de ser insípidos.
A pesar de haberse revelado, no se definía a si misma, dejo el tiempo pasar esperando que las cosas cambiaran, que ella cambiara, que sus hormonas dejaran de jugar con su cuerpo y su mente y entonces todo sería diferente.
Pero no fue así, a escasos días de su enlace con ese muchacho, al peinar los cabellos de Camila, sus lagrimas fluyeron sin control. Camila las sintió y volviendo su rostro hacia ella revelo que ella también lloraba. Sobraron las palabras, los tímidos besos dieron lugar a caricias más audaces y necesidades más profundas, en el arrebato de la pasión Alexa y Camila buscaron refugio en el interior de la caravana sin asegurar la puerta. Alexei las sorprendió, como el taimado depredador que era, él las había estado vigilando de cerca, sabiendo que con la presión del enlace por venir Alexa buscaría el momento propicio para “jugar” con Camila, y él estaría ahí para vender su silencio a cambio de intimidad.
Sin embargo Alexa no lo permitió, y a punta pies corrió a Alexei, quien frustrado en su aventura no encontró las palabras para delatar a su hermana sin aceptar la derrota por parte de una mujer.
Era el día de su enlace cuando Alexa tomó la decisión que definiría su vida, las lágrimas de Camila durante la fiesta le dieron el valor suficiente para encarar a sus padres y al resto de la comunidad y negarse a su unión. Lo puso claro con todas sus letras, ella era Lesbiana.
“Pervertida” fue el eco que le respondió su familia y comunidad. El mundo se derrumbo.
Alexei guardo silencio, sorprendido y admirado por el valor de su hermana, y aun que reprochaba sus caprichos aplaudía su coraje. Coraje del que él carecía. Sus pendencieras aventuras le habían enemistado fuertemente con su padre, sin embargo siempre le falto el valor para encararlo, su hermana le daba el ejemplo, así que hostigado por la envidia finalmente también él se revelo con el resultado de que su padre lo echó de la comunidad.
La vida de Alexa cambio dramáticamente después de su declaración, el silencio de su madre fue peor que los reproches, gritos y golpes de su padre. Después vinieron los insultos y la soledad, sus amigas la abandonaron, muchas hostigadas por sus padres y otras enfurecidas por el engaño del cual secretamente eran concientes desde siempre.
La gitana decidió dar el siguiente e inevitable paso, marcharse, dejar esa comunidad donde estaba estigmatizada como una pervertida. Y quiso llevarse consigo a la chiquilla que le había obligado a abrir los ojos. Conoció la verdadera soledad cuando Camila le dio la espalda como todas las demás. No la culpó, Camila era solo una niña, una adolescente que aun no definía sus preferencias ni su carácter. Tal vez al final su comunidad tenía razón, Alexa era una pervertida y pervertidora. Como fuese, no podía quedarse.
La fraternidad de la infancia, los lazos de sangre y la necesidad los volvió a unir, los gemelos se marcharon juntos para conocer el mundo por su propia cuenta.
* * *
- Que difícil eres de localizar-Dijo una voz a sus espaldas. Por fortuna no tenía acento ruso.
Alexei miró sobre su hombro y la sangre se le fue a los pies al darse cuenta de su error, el hombre a su espalda no era ruso definitivamente, era turco.
- Intenta encontrarme cuando realmente me esté ocultando.
El Turco rió mientras su enorme mano sujetaba al pequeño Alexei de la nuca y lo arrojaba al interior de un auto. Minutos más tarde se encontraba en un bar de mala muerte, pestilente por el vino barato que impregnaba los pisos y música cacofónica que salía de una maquina y en un idioma que ni él conocía. Cómodamente sentado frente a él, con sus ridículas botas vaqueras apoyadas sobre la mesa, se encontraba Iván. Su aspecto larguirucho, desalineado, falto de elegancia contrastaba con las prendas que vestía y el delicado aroma de su colonia.
- No has sido honesto con nosotros, pequeño gitano- le dijo Iván, su voz no reflejaba ninguna emoción, su atención parecía estar concentrada en una revista donde se exhibía la exposición actual del Louvre.
- Los negocios han ido mal –respondió Alexei después de aclararse la garganta- Merezco una prórroga, después del desastre que tus muchachos hicieron en el club del Nazi, ¡ahí tenia mi inversión!. Perdí mucho dinero ahí, ¡perdí tu dinero ahí!
- ¡Perdiste mi dinero cuando te acobardaste en la frontera! –Espetó Iván- ¡Solo tenías que seguir corriendo con el paquete!, ¿Qué tan difícil era?. Lo habías hecho docenas de veces.
- Tenía a la policía pisándome las orejas, ¡a la guardia militar de tu **** país desmembrado!.
Un gesto, un movimiento de ceja de Iván y la inmensa mano del turco se estampo contra la nuca de Alexei proyectando su rostro contra la mesa.
- Cuida tú francés, pequeño, nada personal. –le dijo al oído el Turco.
Alexei le sonrió como si de una broma se tratara, tenia la boca tinta de sangre. El Turco rió quedamente divertido por la sangre fría del gitano.
- Si tenias que aligerar la carga ¿Por qué no te deshiciste de la chica?-pregunto Iván, arrojando la revista sobre la mesa.
- Me pagaban más por ella, mucho más, y me implicaba menores problemas si me atrapaban. Solo sería un turista enamorado que se roba a su novia y no un narcotraficante. Fue una decisión de negocios. ¡Nunca te había fallado!.
- ¡Pinches gitanos! , no se pueden echar un pedo sin ganar un euro- rió Iván. Alexei se sintió relajado.
- Cuidado en el francés- replico Alexei. Otro manotazo volvió a proyectarlo contra la mesa.
- Él es turista, se le puede disculpar por el acento-le susurró el Turco.
- ¡****!, ¿acaso yo uso calzones rojos? *(Por muchos años el pantalón rojo bombacho era parte del uniforme del ejercito francés)
- Eres gitano, ¿no?, ¿no son ustedes los habitantes del mundo?, cualquier país es su país-susurró primero el Turco y después volvió a dar otro manotazo. Esta vez Alexei ya no levanto el rostro.
- Quiero a la mujer, perdonare tu deuda si me entregas a esa mujer. ¿Entiendes?
Iván se agacho para verlo a la cara pero no alcanzó, dirigió una mirada al Turco.
- ¿Lo noqueaste?
- No lo creo, no le he dado tan duro.
- ¡Escuche perfectamente!-dijo Alexei sin levantarse- es solo que ya le tome cariño a esta posición.
El Turco soltó una carcajada. Iván estuvo a punto de reír también y tuvo que morderse los labios para no hacerlo, de un puntapié mandó a volar la mesa junto con Alexei.
- Tráeme a la chica, viva y entera o te despellejare vivo, ¿entiendes?
Dos fuertes manos lo levantaron del piso y arrojaron por la puerta del bar,
El Turco todavía reía mientras la mesa era puesta en su lugar y la silla acomodada aunque Iván no volvió a sentarse.
- Me cae bien ese idiota-dijo Iván- es un tipo con recursos y agallas, si logra llevarnos hasta Elena puede sernos de utilidad en el futuro.
- ¿Después de la estupidez de la frontera?-preguntó el Turco.
- No lo atraparon ¿verdad?, estuvieron muy cerca pero no lo lograron. Nos hubiera costado mucho volver a cambiar la operación. Recuerdo a otro joven y audaz exterminador que una vez cometió un error y la KGB lo lleno de plomo hasta los huesos, un tipo muy duro, frió y con agallas, pero todavía verde, inexperto. Cuando le tendí la mano y rescate sus huesos, sabía que en el futuro me sería de más utilidad, más taimado y experimentado. Algún día me devolvería el favor.
- Todo se retribuye –murmuro el Turco con su voz gutural- ¡todo se retribuye!
Agonía.
Alexa disimulaba su angustia lo mejor que podía, Elena había pasado una noche muy inquieta después de la pesadilla que las despertó a ambas, amaneció con fiebre y un aspecto muy demacrado. A pesar de la insistencia de la pelirroja, había conseguido la visita de un medico.
- Taquicardia, taquipnea, hipotensión, sudoración fría, el cuadro clínico parece indicar una perdida de sangre importante. ¿Estas segura de no haberte herido o sufrido una hemorragia intensa?-Preguntó el galeno, un hombre de edad avanzada, jubilado. Atendía casos particulares, cosas “por debajo del agua” que un medico ordinario no haría, como heridas de bala y sobredosis de narcóticos. Era el medico de cabecera de las chicas del Club, era confiable, discreto y económico cuando se refería a chicas.
Elena negó con un movimiento de cabeza, no se sentía con ánimos de hablar, también disimulaba lo más que podía pero no podía ocultar su debilidad. El doctor le colocó una botella de suero y le aplico vitaminas. Después ambos salieron de la habitación.
- Hay que dejarla descansar, y deben vigilar su alimentación, ¡ambas!, tiene una fuerte anemia. Alexa, ¿en que problema te has metido?
- No lo sé, alguna tontería de mi hermano –respondió la gitana.
- Las están buscando, muchacha, gente muy peligrosa quiere a la rusa, te harán daño si te interpones.
- Es mi amiga, no voy a abandonarla.
- Escucha mi consejo, márchense de Paris, de Francia, vuelve a Italia o España, váyanse lejos, a América si es posible. Perdí muchas amigas esa noche, me da gusto saber que al menos tú estas bien.-el anciano sonrió afablemente y cobró sus honorarios.
Alexa regreso a la habitación y miró dormir a Elena, se le notaba un poco mejor y eso la tranquilizo. Colocó una silla al lado de la cama y se sentó, subió sus piernas y se abrazo a ellas buscando refugio en su propio abrazo.
- Recupérate mi cielo-suplicó en silenció- ¡te necesito!- reprimió una lagrima y se concentro en aclarar su mente.
Necesitaban dinero, necesitaban recursos para salir de Francia y sin recurrir a la comunidad, no podía confiar en nadie. Decidida salio a la calle y caminó por esas calles que conocía tan bien, su destino era el ultimo lugar donde hubiera deseado ir, el teatro “Revue Nocturne”.
Revue Nocturne fue en una época un teatro modesto de comedia, las viejas calles que lo albergan han visto pasar ya sus mejores días y lo que alguna vez fue una zona de ricos restaurantes ahora era un aglomerado de centros nocturnos y club “lap dancer´s”. Ahora el teatro daba otro tipo de servicios, se proyectaban películas pornográficas de mala calidad, pero la actividad como cinematógrafo solo era una tapadera para su verdadera actividad. Las chicas del club solían ir ahí cuando necesitaban urgentemente un poco de dinero y rápido. Se paseaban por el interior de la galería, todavía acondicionada como teatro, y el público asistente podía seleccionar a alguna y pagar por sus “favores” los cuales podían ser dispensados ahí mismo a la vista de todos o si había timidez por alguna parte, siempre estaban los rincones y los muros cubiertos por viejas y pestilentes cortinas.
Prostitución, en ese lugar se ejercía sin ninguna preocupación, Alexa había sido muchas cosas en su vida, “lap dancer” creyó que sería los más bajo que se permitiría caer para sobrevivir, su trabajo hasta ese momento solo había consistido en bailar desnuda al amparo de las sombras de un escenario, ser cariñosa y complaciente con los clientes del club, soportar torpes manoseos y lascivos besos eran su máximo en el limite de tolerancia. Aun que era presionada continuamente para acceder a algo más, nunca lo acepto, siempre hubo un limite que se había prometido jamás cruzar. Hoy esa promesa se hacia vana, hoy estaba dispuesta a todo con tal de poner a salvo a Elena. Se marcharían de Francia lo antes posible y tal vez ella nunca se enteraría de lo que por su amor, estaba dispuesta a hacer.
Respiró hondo al ver la fachada del teatro, y con pasos decididos cruzo la calle y mentalmente supo que también cruzaba la línea. Un automóvil arranco con furia y se proyecto contra ella, Alexa apenas alcanzo a verlo y saltó tratando de esquivarlo, no lo logro. Rodó por la calle unos cuantos metros. Sintió unas manos vigorosas levantarla y arrojarla al interior de una cajuela antes de perder el sentido.
Elena despertó ya pasada la tarde, se sintió bastante mejor, se quito la aguja del suero cuya botella ya se encontraba vacía. Junto a la cama encontró una mesa de servicio con alimentos los cuales devoro ávidamente, tenia hambre, buen síntoma. La ausencia de Alexa la incomodó, pero pasado algunos minutos empezó a preocuparse seriamente por ella. Llamó a la recepción del hotel para verificar si había algún mensaje para ella. Si lo hubo pero no el que esperaba, el gerente del hotel necesitaba hablar con ellas. Elena recordó al amable caballero que las había recibido al principio y sintió la necesidad de hablar con alguien.
Pasados unos minutos Kingsley se presento en la habitación de las chicas seguido por una mucama la cual retiro el carro de servicio.
- ¿Se encuentra usted enferma? –pregunto Kingsley al ver la botella de suero.
- Si, algo me dio durante la noche, un doctor amigo nuestro ya me reviso, nada de cuidado, solo necesito descansar.
- Me alegro-dijo Kingsley con honestidad- Disculpe mi pregunta, no tengo intención de ser entrometido pero necesito hacerle una pregunta la cual no esta obligada a responder- observó disimuladamente las toallas del baño, estaban completas así como los accesorios de aseo, se notaban usados pero era lo normal. Al menos no se habían robado nada todavía. Ya no tenía importancia sus observaciones pero era su costumbre.
Elena lo miraba invitándolo a preguntar.
- ¿Qué relación existe entre ustedes y la familia Volkov?
- ¿la familia Volkov?, No lo sé- respondió Elena – ninguna que yo sepa, el nombre me parece familiar pero nada más. ¿Quiénes son?, ¿Por qué la pregunta?
- Por su acento me parece que al menos usted es rusa ¿me equivoco?
- Podría decirse, pero en realidad no
Kingsley noto la evasiva, hizo un último intento.
- ¿Lituana tal vez?
Elena no respondió, en sus ojos se leía fastidio.
- Por favor discúlpeme, solo trato de hacer mejor mi trabajo, recibo instrucciones muy poco claras y debo averiguar algunas cosas para entender mejor lo que se me pide. ¡En fin!- extrajo de su bolsillo un sobre de papel y lo entrego a la pelirroja, ella advirtió que su contenido eran billetes, la cantidad que había pagado Alexa por la habitación.
- Su estancia en el Volkov es completamente gratuita, una cortesía de los Volkov, puede disponer de alguna de nuestras mejores habitaciones y todas las instalaciones del hotel. Si se siente mejor la invito a conocer nuestro restaurante, en corto empezaran a servir las cenas y el menú es estupendo o puedo enviarle la carta y darle servicio a la habitación.
- ¿Pero como?-preguntó sorprendida Elena- ¿cortesía de los Volkov?, no los conozco, al menos no yo…
- Así son las cosas, es la razón de mi pregunta, solo quería averiguar cual era su relación con ellos y brindarle el servicio más adecuado. ¿Desea que la traslademos a ahora una de nuestras encantadoras habitaciones?, tengo un par disponibles con una magnifica vista del Sena y la torre Eiffel.
- ¡No! –Respondió Elena después de un instante -Tal vez más tarde, estoy esperando a mi amiga. Salió mientras dormía.
- La podemos interceptar en la recepción, la recuerdo perfectamente, puedo informarle sobre los cambios.
- Prefiero esperar, gracias.
- Como desee-Kingsley verificó la hora- por ahora debo atender otros asuntos, en cuanto deseen el traslado por favor avísenos. Tampoco dude en llamarnos si tiene algún malestar o incomodidad, contamos con un servicio medico de emergencia muy capas y contacto con los mejores hospitales de la zona. El Volkov cubrirá cualquier gasto.
Kingsley se retiró dejando a Elena muy confundida.
- ¿Los conoces Alexa?, ¿por eso me trajiste aquí?- se preguntó la pelirroja – ¿Por qué no me lo dijiste?, ¿Dónde estas ahora?, ¿fuiste a hablar con ellos?, No, esto no me gusta.
Volvió a recostarse, todavía se sentía muy débil y fatigada.
- ¡Alexa!, tengo un mal presentimiento, ¡vuelve pronto!, ¿¡donde estas!?
En una de las callejuelas de oeste de Paris, dos hombres conversaban discretamente, uno de ellos vestía con grotesca elegancia un viejo traje color crema y de corbata azul y desalineada. El otro llevaba una gabardina que se veía muy pesada, bajo esta su ropa era de buen gusto aun que no ostentosa. Troy los observaba desde el interior del automóvil, su mirada se paseaba de vez en vez escudriñando los alrededores, no iban a sorprenderlo otra vez. El hombre la gabardina regreso al automóvil con grandes zancadas y ocupó el lugar del piloto, Troy estaba en el otro asiento.
- Hay mucho movimiento en las calles, más del usual, los rusos y el nazi están buscando como locos a la rusa. Pero nadie sabe por que.
- No lo entiendo- dijo Troy mientras se mesaba los cabellos- ¿Por qué es tan importante esa chica?, ¿Qué quieren los rusos con ella?- Se acomodó en su asiento con un gesto de dolor.
- Deberías estar en cama, ¡esa bala atravesó 6 de las 8 capas de kevlar de tu chaleco!, un disparo a quemarropa te hubiera atravesado.
- ¡Tuve suerte!, no la voy a desperdiciar. ¿Pero que demonios tiene la chica rusa?, ¿Quién es?
- Lo que sea, Kürten se ha ocultado hasta que pueda encontrarla, después se largara del país y lo habremos perdido todos. Tal vez los rusos la quieren por eso, como si fuera un señuelo, han estado metiéndose poco a poco en el bajo mundo, ya desplazaron a los italianos y los asiáticos, si hacen a un lado a los nazis ¿Quién podrá detenerlos?, mientras peleen entre ellos podremos controlarlos, pero una vez ganada su guerra interna, nada podremos hacer contra ellos.
- ¡Que optimista eres! –Se quejó Troy- Nuestra prioridad es encontrar a la chica y averiguar que papel juega es todo esto, y obligar a Kürten que de la cara y le echemos el guante. Las redadas y todo lo demás que tenemos organizado es solo participar en su juego, debilitamos a uno pero allanamos el terreno para el otro. ¡Ese **** Kürten!, lo tenía muy bien planeado, nos convirtió en sus peones y no podemos dejar el baile. ¡Por Dios!, tiene 90 años, ¿es que acaso cree que nunca se va a morir?
El timbre de un teléfono móvil empezó a sonar.
- Estos tipos son rápidos en verdad –dijo el tipo de la gabardina mientras revisaba su teléfono- ¡nuestro informante se reporta!
Troy volvió a acomodarse, la gran faja que sostenía su espalda era bastante incomoda, en vedad deseaba recostarse un momento, pero el tiempo era apremiante. Kürten todavía dominaba los muelles y las carreteras, fácilmente podía escaparse si se le daba oportunidad.
- ¿Y? –preguntó.
- No lo vas a creer, vamos a necesitar refuerzos...
Una bofetada hizo despertar a la gitana, Alexa reacciono con el golpe mientras sentía todo el cuerpo molido por el impacto, su rodilla derecha le pulsaba, tal vez se había roto. El sabor de la sangre llenaba sus labios. Estaba atada a una silla en el interior de un viejo almacén. Trató de mantener la calma pero estaba temblando de miedo.
Marcel la miraba divertido, la conocía, alguna vez la tuvo sentada en sus piernas y disfrutó de su cuerpo y sus caricias. Había querido algo más, algo más intimo pero ella no accedió. Ahora no tenía forma de negarse, y lo que podía obtener de ella era mucho más de que esa vez quería.
- ¿Ves esto mi querida Cleopatra? –le preguntó mostrando una mesa llena de herramientas de mecánico y otros artículos.
Alexa sintió una nausea muy fuerte, las ataduras lastimaban sus manos. Ella lo reconoció, el carnicero de Kürten, lo reconoció por que alguna vez había usado el nombre de Cleopatra para su show en el club, le gustaba pero tuvo de cambiarlo después de cierto altercado con ese tipo. Lo hizo para despistar en ese tiempo, las cosas no trascendieron en aquel entonces, una pequeña riña entre un cliente y una bailarina, pasaba todas las noches. Pero los rencores crecen, y cuando encuentran salida podían ser terribles.
Marcel se acerco a Alexa quien le sostenía la mirada tratando de no mostrar miedo, pero su frente ya estaba perlada de sudor.
- Cleopatra, ¿Dónde esta la rusa?
* * *
Yulia las observó dormirse, Alexa envolviendo en sus brazos a Elena con un gesto de preocupación, como si adivinara lo que había sucedido, Elena estaba en calma a pesar de todo y pronto volvió a dormirse, se sentía abrigada y protegida, amada. Elena encontraba confort en esos brazos, abrigo y calor. No lucía muy diferente a la niña que recordaba en los brazos de su padre. Nunca había puesto atención en Alexa, todo el mundo se eclipsaba ante la presencia de la pelirroja.
Yulia retrocedió hasta que el muro le cerro el paso, deslizando por el se dejo caer y en cuclillas se abrazo a si misma buscando la misma sensación que ellas se prodigaban, abrigo y consuelo. No encontró nada. Si hubiera tenido lágrimas habría llorado. Pero no quedaban lágrimas en ella, no deberían quedar tampoco estas sensaciones y sentimientos. Casi estaba asustada por lo que estaba experimentando.
Sueños de campos de trigos, tardes felices, amigos, familia y los poderosos brazos protectores de un padre. Todos eran sueños, ilusiones y recuerdos atrapados en la sangre. Eran su alimento, noche a noche su hambre salvaje solo podía ser saciada por esos fragmentos del alma atrapados en la sangre, pues ella era un cuerpo sin alma.
Pero el sustento de su cuerpo sobrenatural, también puede ser un veneno, no cualquier alma puede nutrir la inmortalidad, no cualquier alma da el vigor para la eterna subsistencia. Entre los hombres las almas son cada vez más vacías, mas insustanciales, almas de hombres que han vivido sin causa y efecto, sumergidos en sus mundos materiales de objetos, hombres que asignan el valor a sus vidas por la cantidad de sus pertenencias y que han olvidado el verdadero valor de la vida, almas tan diáfanas que toda la vitalidad de su sangre apenas alcanza para mitigas unas horas, unos instantes su apetito insaciable. Pero hay otros, cada vez menos, cuyas almas están enriquecidas, tan intensas, tan nobles que un solo trago, un delicado beso puede saciarla de vida por más de una noche.
Así era el alma de Elena, abandonó la postura, que era de conmiseración humana, un eco de un tiempo pasado, y se acerco a Elena nuevamente. Ella lucía tan feliz, completa, siendo protegida y amada. Alexa trenzando su cuerpo en el de ella, disfrutando de la tibieza de ella, fundiendo su vida con la de ella. Ambos cuerpos tan jóvenes y llenos de vitalidad.
Yulia se contemplo a si misma y descubrió el horror que la alejaba de los espejos, su cuerpo tan aberrantemente diferente al de ellas, un cadáver sin más. Sus ojos capases de penetrar en las tinieblas más densas de la noche, no eran engañados como los ojos de los mortales que veían en ella una perfección inmaculada de figura de porcelana o mármol, sus ojos veían en si misma el árido desierto de sus poros secos, su piel carente de pigmentación que se había evaporado, el palpitar irregular de un corazón que ya no inyectaba vida si no ansia. En todas las maravillas de luces, colores, sabores y aromas de la noche, ella era una aberración que no encontraba cabida.
Sin emociones ni recuerdos vagaba noche a noche en busca de almas que le devolvieran al menos por un instante la ilusión de estar nuevamente viva.
Viva como este par de niñas que yacen indefensas compartiendo su amor y su soledad. Lo que ella nunca podría tener sin importar cuantas almas bebiera por noche, ni cuantas noches su hambre las cazara. Otro fantasma más se reanimaba en su pecho, la envidia.
El alma de Elena era tan intensa que la estaba envenenando con la dulzura de los ecos del sol sobre su rostro y la alegría de ser amada en su corazón. Devoraría entonces este veneno hasta agotarlo sin importar que cada trago le colmara el pecho hasta hacerlo explotar. Y sobreviviría a este veneno como sobrevivió a tantas cosas, pues ella era eterna y Elena solo era un parpadeo en la historia del hombre.
Y como en la época en que cazaba por la fuerza, sus garras brotaron de sus dedos como garfios de cristal sólido e irrompible, ninguna presa escapa al gancho de ese abrazo. Sus colmillos saltaron del interior de su boca listos para penetrar desgarrando sin la delicadeza del beso, todo su cuerpo se contrajo en similitud a la figura de un tigre listo a saltar sobre su presa. Cayó sobre Elena dispuesta a penetrar y desgarrar hasta encontrar ese corazón oculto en su pecho y beber la vida directamente de él.
Esa era ella, la autentica Yulia, la bestia que se levanto de entre los muertos y que hace de los hombres su presa, no el fantasma sigiloso que ha sido en los últimos tiempos bebiendo las almas al abrigo de las sombras.
Sus colmillos y garras se detuvieron apenas a un milímetro de su pecho, esa piel, esos pechos, ese cuerpo tan perfecto, la belleza de la niña vestida de sol la contuvo. No la destrozaría, no rompería tan magnifica belleza sin más razón que su ansia. Con la misma delicadeza de la primera vez, deposito el beso en medio de sus pechos y sus manos con el sigilo de la brisa sujetaron la cadera de la pelirroja, poco a poco se deslizaron nuevamente recorriendo esa magnifica figura obedeciendo a la ansiedad de otro fantasma en su interior.
La bebé era demasiado pequeña y débil, apenas y sobresalía de sus manos que temerosas la sostenían envuelta en sus primeras mantas. Un rostro tan pequeño que semejaba una fruta sonrosada que invitaba a ser comido de un bocado. Sergei sostenía en sus manos a su última hija, en la habitación contigua su esposa había fallecido.
El parto se había complicado, en aquel apartado pueblo, la clínica no contaba con el equipo necesario para atender la emergencia, los minutos eran oro y el medico solo pudo hacer una pregunta.
- ¿la madre o el hijo?
La angustia en los ojos de Inessa, su esposa, lo dijo todo, la niña fue salvada a costa de la vida de su madre.
Ahora el padre sostenía a su hija en bazos y se negaba a llorar, se negaba a dejarse abatir por el dolor de la pérdida ahora que en sus brazos estaba su mayor tesoro. Las lágrimas no le cegarían para mirar y amar a su hija con todo el corazón.
Yulia cayo hacia atrás como si hubiera sido empujada por una fuerza brutal, una fuerza superior a la suya. Ya había sentido antes esa fuerza, esa otra vida que latía junto a la Elena en su sangre, una vida tan intensa que la había poseído la primera vez que de ella bebió. Era la vida del padre, el fantasma del padre estaba en su sangre protegiéndola u obligándola a protegerle.
La respiración de Elena era agitada, había bebido demasiado, había estado muy cerca de cumplir su cometido. Aun que hubiera querido ya no tenía fuerzas para seguir bebiendo, la vida le hinchaba el corazón de tal forma que le era doloroso cada latido, por primera vez en toda su existencia estaba completamente saciada. Derrotada volvió a vestir sus prendas, Alexa se despertó inquieta.
Las contemplo por un instante, oculta a su mirada, mientras borraba toda huella de su estancia, ahora Alexa ocupó toda su atención. La envidiaba.
Volvió a su habitación donde volvió a desnudarse, dejó sus prendas sobre la cama la cual revolvió para simular que había dormido, cerró las ventanas y se aseguro que ninguna luz del día pudiera penetrar en ese recinto. Todo era una operación mecánica, era parte del teatro de imitación que llevaba acabo siempre que volvía a convivir con el mundo del hombre, era muy sencillo para ella, había infinidad de detalles que solo un ser como ella podía detectar, los hombres nunca, siempre estarían en desventaja ante los instintos de un cazador.
Una ultima cosa antes retirarse, tomó el teléfono y llamó a la recepción, dio algunas instrucciones y colgó.
Al pie de la inmensa cama se encontraba un gran baúl de madera, ahí había estado desde siempre su interior era un misterio, su interior estaba acojinado solo por capricho, Yulia no necesitaba ninguna comodidad, se introdujo en él y cerro por dentro con un sofisticado mecanismo que fue una maravilla en su época. Ahí ella estaba a salvo, aun que prefería las grietas o los agujeros ocultos en las ruinas o bosques, o los pantanos, nada le producía repulsión, ella era la que causaba repulsión donde quiera que se ocultara en las horas diurnas.
Sus pensamientos vagaron por un instante. Hoy sucumbió a la necesidad de proteger la vida de Elena, una vez más. Pero cuando la noche caiga de nuevo ¿Qué sucederá con Elena?, cuando su hambre la levante de entre los muertos y sea esa misma hambre la que exija la vida de la niña vestida de sol, ¿Qué sucederá ahora?, ella no sobrevivirá a otro beso, esa vida tan maravillosa se extinguirá en sus labios aun que esa otra alma suplique por protegerla. Así debe ser.
Antes de que la nada venciera sus pensamientos, deseó por un instante estar con ella, en esa habitación, sentir a Elena abrazada a su cuerpo y el calor de sus labios recorriendo su piel, y poder sentir la calidez de esos labios. Poder sentirse viva otra vez.
* * *
Era uno de los sótanos de Paris, ahí en los barrios antiguos, lugares conectados entre los edificios y las casas antiguas que formaban una red de laberintos bajo la ciudad, herencia tal vez de la época de la “corte de los milagros”. Aquí, en este oscuro sótanos los milagros volvían a suceder, los ciegos veían, los sordomudos hablaban, los tullidos caminaban y almas perversas encontraban redención. Elena había llegado ahí guiada por un niño, el chico de los mandados que estaba al servicio de las chicas en el club de Kürten, se encontraba frente a una gran mesa redonda y vieja como el edificio mismo, a su alrededor un grupo de gitanos la miraban con curiosidad, recelo y compasión.
- El destino de Alexa no esta en nuestras manos, nunca lo estuvo, ella no es una de los nuestros.
- Pero ella es gitana, como ustedes, es hermana de ustedes. –replico Elena.
- No te confundas, niña- dijo una anciana –Todos aquí somos familia, nuestros lazos de sangre se han cruzado por generaciones y todo gitano en Paris es hermano, primo o pariente. Pero los gemelos no, son parias de su propio clan, nunca han estrechado lazos de sangre con nosotros. No hay nadie entre nosotros que los ame lo suficiente para dar la vida por ellos. No nos protegemos por ser gitanos, nos protegemos por ser familia.
La anciana lucia tan vieja que parecía no ver, pero la debilidad de Elena no escapo a su atención, con un gesto ordeno una silla para la pelirroja.
- ¿Por qué no buscas hermandad con tus paisanos?, los rusos se han vuelto muy fuertes en estas tierras. Llegaron vendiendo armas y odio, pero seguro guardarán calor para alguien de su misma raza.
- Podemos venir de la misma tierra, pero no tenemos lazos ente nosotros-respondió Elena.
- Es por eso que son tan débiles, es por eso que su país ha sufrido tanto. Nosotros en cambio, sin tierra, sin país, sin futuro aún estamos aquí, aún somos los “Condes de Egipto”.
- No quiero nada de ustedes, solo quiero encontrar a Alexa.
- ¿Qué lazo te une con una hija de gitanos?, haces bien en preocuparte pues Alexa ha sido condenada a no ver más el amanecer, y todo es por ti.-dijo otro hombre, anciano también aunque no tanto como la primera – Si fuéramos leales con Alexa tan solo por su sangre gitana, es a ti quien deberíamos castigar esta noche, hija de Rusia, tu cadáver aparecerá en el sena junto con el de Alexa, ¿eso te haría feliz?
- No quiero nada de ustedes – Repitió Elena, sintió un mareo, las fuerzas le fallaban – Ni siquiera su ayuda o compasión, quería pedirles que intercedieran por Alexa que es de los suyos, pero si no, entonces solo quiero saber donde esta. No necesito nada más de ustedes.
- Alexa morirá por ti, ¿no es suficiente?, huye de Francia, huye tan lejos como puedas y aprovecha la vida que Alexa compró con la suya y huye, te ayudaremos en eso si lo deseas y lo haremos para honrar a Alexa y no más.
- ¡No! – Gritó Elena con desesperación poniéndose de pie aun tambaleándose – ninguna vida volverá a comprar la mía, ya no. Mi vida a cambio de la suya, mi vida es lo único que tengo.
La anciana la sostuvo por los hombros y con un pañuelo viejo y raído pero limpio secó sus lágrimas.
- Si lo que buscas en morir junto a ella, entonces te diré el camino.
Elena corrió entre los laberintos y entre los callejones, con el corazón desfalleciente y a punto de saltarle del pecho. Las piernas se le doblaban y un sudor frió perlaba su frente, ya no sabía si eran ilusiones o no la cantidad de rostros que encontró en el camino, rostros de gitanos que en cada oscuro rincón la aguardaban como mostrándole la ruta. Al salir del último callejón se derrumbo frente a un inmenso almacén que parecía abandonado. Sin fuerzas para más. Una tenue luz se filtraba por las grietas de las paredes. Escuchó un grito que rasgó su corazón más que la noche, un grito ahogado y contenido, una vos que reconocía a la perfección. Alexa.
- ¡Por favor! – Suplicó Elena con todo su corazón – ¡Sé que estas aquí!
Intentó ponerse de pie, pero las piernas le fallaron, todo el mundo daba vueltas y el corazón le dolía como si un martillo machacara cada latido. De rodillas volvió su rostro hacia las sombras de ese callejón, sus ojos bañados en lágrimas debían estar ciegos en esa penumbra, pero…
- Sé que estas aquí, sé que me has seguido. ¡Por favor!, mi vida por la de ella- suplicó.
Yulia la contemplaba fuera del abrigo de las tinieblas, enfundada en un elegante traje de terciopelo negro y seda púrpura. Sus manos y su rostro destacaban bajo la luz de las estrellas y los faroles lejanos en su platinada luminiscencia. Inmóvil como si fuera una estatua de mármol perfectamente labrada y vestida, una muñeca sin vida de ardientes ojos azules que se adivinaban sobrenaturales en la penumbra.
- ¡Por favor! – Suplicó Elena con un hilo de voz.
Elena se sintió impulsada por la fuerza de un huracán, apenas un parpadeo y se encontraba de pie contra el muro del callejón del que había salido. Yulia la sostenía contra el muro en casi un abrazo amoroso que indefinible parecía cuidar que no cayera o evitar que huyera. Su rostro la miraba con ese gesto impasible, carente de sentimientos y vida, y tan hermoso como si hubiera sido esculpido por ángeles en la misma luna. Elena tuvo miedo de esos ojos de fuego salvaje, los ojos de un ángel vengador, lo sabía. Este era el ángel que le obsequió esos días tan maravillosos, esté era el ángel que le dio un ultimo instante para despedirse de la vida y estaba agradecida.
Este ángel no venia a salvarla otra vez, solo venía a cobrar su deuda. Y no por ello era menos hermoso. Estaba bien, todo estaba bien, suspiro Elena. Su mano acarició ese rostro mágico sintiéndolo tan frió pero real, el ángel verdaderamente estaba ahí, no era una ilusión. Sonrió con infinita tristeza.
- ¡Por favor!, mi vida por la de ella, ¡sálvala a ella!
Yulia sintió la calidez de esa caricia, el tacto muerto de su piel era capas de sentir una vez más, esa mano en su mejilla la transportó más allá del frió océano del tiempo, la transportó a una época en que el sol brillaba sobre sus rostros y la alegría de la vida corría por todo su cuerpo, esa mano en su mejilla no era nueva, tampoco fueron nuevas las lagrimas que de sus ojos brotaban.
Pero no había lagrimas en su rostro, como tampoco una sensación real de calidez, solo eran recuerdos, los fantasmas de su interior volvían a agitarse, la niña vestida de sol la iluminaba con una luz que penetraba sus secretos más ocultos. Recuerdos de otra época, recuerdos de una vida que se había extinguido.
- Yo siempre te protegeré, yo siempre estaré aquí para ti.
Todo, Yulia lo recordó todo y un dolor superior a su hambre lleno por completo su ser, una vez más retrocedió empujada por una fuerza superior a la suya cuando preparaba el beso mortal para su víctima, cientos, miles de fantasmas en su interior se fundían en la misma suplica.
Sin fuerzas para sostenerse Elena se dejó caer deslizándose por el muro hasta quedar de rodillas, Yulia había desaparecido como si la noche se la hubiera tragado, volvió a hacer un último intento de ponerse de pie pero casi se desvanece por el esfuerzo, respiraba con dificultad. No podía desmayarse, Alexa la necesitaba.
Un estruendo sacudió la noche, Elena vio como el antiguo almacén se venía abajo y una nube de polvo le golpeo la cara.
Continua...
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo V.
Cadenas.
No hubo un juicio para ella, tan solo se dicto sentencia. La excomulgaron y después la barra de hierro golpeo sus piernas una y otra vez, poco a poco macerando sus pies, sus piernas, sus rodillas, rompiendo los huesos poco a poco. La intención no era matarla, solo tullirla, nunca más volvería a sostenerse sobre sus piernas. Después golpearon sus brazos desarticulando sus codos y muñecas.
Cuando de ella solo quedo un manojo de huesos apenas unidos por la piel, la arrastraron hasta la herrería, entre las calderas y fogones, donde sus cadenas recién forjadas la esperaban. Los grilletes se hincaron en su piel, cortando y quemando cuando el remache ardiente los sello para siempre. Una cadena que jamás en vida sería retirada de sus muñecas y tobillos. Después fue arrastrada hasta la más profunda de las mazmorras, no hubo necesidad de barrotes en su celda, solo era un agujero escavado en el muro y a ras del suelo donde su cadena fue clavada al piso, un agujero apenas lo bastante profundo para arrojarle la tierra encima cuando muriera. Todos esperaban fuera bastante pronto.
Pero no fue así, Yulia sobrevivió, sobrevivió a toda esa ordalía e injuria, sobrevivió al dolor de sus heridas y huesos fracturados, sobrevivió al hambre, sobrevivió a los ultrajes y las violaciones, sobrevivió al dolor y la soledad, sobrevivió a todo.
Llego el momento en que los guardias de las mazmorras dejaron de violarla cuando su belleza se hubo ido, también llego el momento en que dejo de ser alguien para convertirse en “algo” que sobrevivía en el hoyo, llego el momento en que supero el morbo y empezó a provocar miedo, llego el momento en que ya tan solo con una vara le acercaban el trasto con comida, los guardias incapaces de verla, y la escuchaban arrastrarse sobre sus maltrechas extremidades que alguna vez fueron brazos y piernas para alcanzar los mendrugos de pan enmohecido y comida agusanada, ya no tenían el valor para ver la piltrafa en que se había convertido. Entonces ya con piedad en la voz le preguntaban.
- ¿Por qué no te mueres de una vez?
Yulia gruñía ya incapaz de pronunciar palabras. Comía y luego se arrastraba hasta un rincón de su agujero donde esperaba a la luna que se filtraba por una grieta en el muro, solo ella y la luna. La luna era silenciosa mensajera de sus pensamientos que con todo el corazón enviaba a lo alto de una torre, donde alguien más también era prisionera, cautiva en una jaula de oro, seda y locura. Mientras el corazón de ella latiera Yulia sobreviviría, por que les quitaron todo menos la esperanza, les quitaron todo menos su amor.
- Siempre estaré aquí para ti – prometía Yulia todas las noches.
La pasión en el corazón de Yulia no moriría, podían torturarla, podían mutilarla, podían vejarla, pero nunca pudieron matarla.
* * *
Elena tosió escupiendo la tierra que repentinamente lleno su boca cuando la nube de polvo literalmente la arrojo contra el muro. El resplandor carmesí revelaba el fuego, grandes llamaradas que empezaban a alzarse hacia el cielo, no podía ver más allá de su brazo extendido. El sonido de sirenas se empezó a escuchar a lo lejos. Disparos y gritos de dolor empezaron a surgir de entre los escombros. El corazón de Elena parecía estallar en su pecho.
De entre las nubes de polvo la silueta de Yulia apareció de pronto, su vestido estaba hecho jirones dejando ver su piel de resplandeciente luminiscencia, no daba la impresión de caminar sino de deslizarse, suave y elegantemente. En sus brazos traía consigo el cuerpo inerte de Alexa.
Arrodillándose, depositó suavemente a Alexa a un lado de la Pelirroja. Elena abrazo a la gitana, revisándola, sus labios estaban tintos con sangre, innumerables golpes se veían por todo su cuerpo, Elena temió lo peor pero se tranquilizo al comprobar que respiraba con regularidad, sólo estaba inconciente, la abrazó fuertemente contra su pecho y dejó sus lagrimas correr en una mezcla de miedo y gratitud. Yulia las miró sintiendo nuevamente envidia por ese abrazo que nunca sería para ella. Iba a incorporarse cuando la mano de Elena la sujeto de su brazo desnudo. La sonrosada y calida piel de Elena contrastó contra su palidez cadavérica y fría. Sin embargo ese calor parecía volver a extenderse por su brazo y alcanzar su pecho cuando esos ojos verdes se clavaron en ella y sus dulces labios dijeron:
- ¡No te vayas!
* * *
El manzano se erguía como un gigante entre los trigales, sembrado ahí para proveer una sombra refrescante en las calurosas tardes de duras jornadas, proveedor también de un dulce tentempié que aliviaba el hambre y sed de los campesinos y jornaleros que trabajaban los campos de trigo.
Nadya estaba sentada a la sombra de ese manzano, su larga y sedosa cabellera rojiza como las nubes del amanecer, jugaba al viento. Sus brazos desnudos se abrazaban a sus piernas recogidas que la hacían lucir más pequeña de lo que en realidad era. Sus ojos tan verdes como los campos en primavera, miraban al horizonte con un gesto meditabundo. Sus labios de un rojo encendido estaban contraídos en un divertido puchero que invitaba a ser besado.
Yulia, sentada junto a ella sintió un escalofrió recorrer su espalda, el perfume de Nadya la embriagaba, su presencia tan cercana le robaba la calma. Su tristeza le laceraba el corazón, hubiera deseado ser abrigada por esos brazos, hundir su rostro en el perfume que emanaba de su cuello, besar esos labios. Toda una locura de pensamientos que no correspondían a ella.
Pero era Nadya, su mejor amiga, casi una hermana, no había recuerdo desde su infancia en que ella no estuviera ahí. Era solo eso, la quería, la quería tanto que si hubiera podido se la hubiera comido como cuando eran niñas y jugaban a hacerse cosquillas mordiéndose el estómago.
El verla así de triste la confundía, sus pensamientos y todo daba vueltas en su cabeza de una forma agitada y loca. Tal vez al verla tan desamparada y triste deseaba ser un príncipe que apareciera por el horizonte con su espada en mano y pudiera librarla de los dragones que la amenazaban. La quería tanto que tan solo deseaba ser su príncipe.
Otra vez las ideas locas daban vueltas en su cabeza y no estaba bien, era Nadya, su cercanía, su perfume la enfermaba. Yulia empezó a incorporarse para huir de ese dulce aroma cuando la mano de Nadya la sujetó con ternura, la calidez de esa mano le llego al corazón cuando sus ojos verdes se clavaron en la profundidad de su alma y sus dulces labios dijeron:
- ¡No te vayas!
Yulia le sonrió, con el corazón rebosante volvió a sentarse a su lado y Nadya se abrazó a su brazo y entrelazo sus dedos como siempre, apoyó su cabeza en el hombro de Yulia y sonrió complacida. La chica de los ojos azules le acomodó sus cabellos tan rojos como el oro fundido y se deleitó con el fresco aroma que de ellos se desprendía.
- No me iré. Yo siempre te protegere, yo siempre estaré aquí para ti.
Yulia la quería tanto que tan sólo deseaba poder ser su príncipe.
* * *
Alexa abrió los ojos con dificultad, el polvo en todas direcciones empezaba a asentarse, tardó un instante en darse cuenta donde estaba. Elena la sostenía con un brazo mientras su mirada se perdía entre los escombros del almacén derrumbado. Su mano derecha estaba en suspenso en el aire, parecía querer detener a algo que ya no estaba. Las luces de los vehículos de la policía y el sonido de sus sirenas llenaron la calle principal, Elena reaccionó pegándose al muro, por suerte estaban en el interior del callejón por el que había llegado, todavía lejos de la vista de los uniformados que ya rodeaban lo que quedaba del almacén.
- Elena – dijo con hilo de voz. Se avergonzó de mostrarse tan débil, ella que había prometido ser su protectora.
Elena cubrió su rostro con besos y al borde del llanto le preguntó.
- ¿Puedes caminar?
Alexa asintió buscando fortaleza en su interior - ¿y tú?
- Más nos vale – rió la pelirroja haciendo un esfuerzo por incorporarse, lo logró apoyándose en Alexa quien también hizo acopio de toda su voluntad para levantase.
- ¡Estoy bien!- Se dijo a si misma la gitana- no me rompieron nada…creo.
Una apoyada en la otra, emprendieron el camino de regreso. La mente de Elena se movía con celeridad, los gitanos nos les brindarían ayuda, tal vez no las venderían pero no estaban dispuestos a ayudarlas. Solo había un lugar donde no las buscarían, el último lugar en todo Paris donde alguien esperaría encontrarlas, El Volkov.
Alexei.
Horas antes, Alexei sintió derrumbarse cuando se entero de la noticia, su hermana había sido secuestrada por la gente de Kürten. Sabía que lo habían hecho a un lado después del incidente de Notre Dame pero no esperaba que las cosas se torcieran de esa manera, seguramente la torturarían para que revelara el paradero de la rusa. Quiso sentirse indiferente, quiso fingir que no le importaba, este era un problema en que ella se había metido por culpa de sus desviaciones, por ponerse en contra de él. Pero era su hermana.
En su memoria solo podía pensar en ella como la niña que fue su cómplice de aventuras, recordaba lo divertido que fue cuando descubrió sus inclinaciones y creyó que eran cosas de su edad, cosas que pasarían.
Nunca perdonó su homosexualidad, siempre recriminándola en todo momento, siempre llamándola “pervertida”, cuando en realidad él si conocía la perversión. La conoció en los bajos fondos de Italia, España y Paris, en cualquier lugar donde sus pasos lo llevaran encontraba a verdaderos pervertidos que hacían ver la excentricidad de su hermana casi angelical.
La verdad es que tenía miedo, miedo de que la semilla de la homosexualidad también estuviera en él, por eso siempre peleaba con ella, siempre ponía la distinción de que él no era como ella. Él era un hombre en toda la extensión de la palabra, sus pasos lo encaminaron a buscarla, a averiguar donde la llevarían y hacer lo necesario. Por dentro temblaba.
Durante mucho tiempo jugo en los dos bandos, sin definición gracias a su estirpe gitana, era hora de tomar una decisión, Rusos o Nazis, Iván o Kürten. Dadas las circunstancias Kürten estaba descartado. Los rusos, por otro lado, no era conveniente acudir a ellos, aparentemente estaba solo, tampoco podía acudir a la comunidad pues su ultimo interés era ponerse en medio de una guerra de gansters. No podía acudir a ellos, pero podía utilizarlos.
El hombre que había intercedido en defensa de las chicas cuando las interceptaron en Notre Dame era agente de la INTERPOL, eso se supo de inmediato, la misma INTERPOL estaba tendiendo una red de informantes para localizar a Kürten, ¡ingenuos!, ninguna información llegaría a sus manos por ese medio a menos que fuera útil para manipularlos, el brazo de la ley podía serle útil en este momento así que les hizo llegar un falso informe.
Pero la ley puede ser muy lenta, Alexei llegó a la bodega donde sabía tenían a su hermana, una rápida inspección se lo confirmo, ahí estaba uno de los hombres de Marcel, vigilando la entrada. Agazapado tras un auto estacionado cerca vigilo el almacén, al vigía y espero a la policía. Tardaban demasiado, los minutos, se alargaban interminables, sudaba frió pensando en las cosas que Marcel podía estarle haciendo a Alexa.
Entones escucho su grito, inconfundible, no podía esperar más, con una barra de hierro rompió el cristal del auto y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba adentro manipulando los cables de la marcha, fue muy censillo, no había perdido la practica y oprimiendo el acelerador a fondo lanzó el vehiculo contra la puerta corrediza del almacén.
- ¿alguna vez pensaste que haría algo así por ti? –Gritó mientras se agachaba protegiéndose con el volante.
La puerta cedió sin problemas, el auto entro convertido en una mole de escombros y hierros retorcidos, pero imparable, dos muros de falsos se derrumbaron con igual facilidad. Alexei no alcanzaba a ver nada más que la lluvia de escombros y polvo que se levantaba, de pronto el auto se impacto contra algo muy sólido, el gitano sintió el impacto en el pecho y la cara, reboto contra la portezuela que cedió ante el impacto y se encontró rodando por el suelo. El auto se había levantado sobre su frente totalmente deformado, había chocado contra la columna que improvisadamente apuntalaba el techo del almacén. La columna también cedió por el impacto y casi al mismo tiempo que el auto caía sobre sus ruedas traseras el techo mismo se derrumbo.
Con los trozos de techo y muros cayendo por todas partes el mejor refugio era justamente bajo lo que quedaba del auto, Alexei se arrastró penosamente bajo la chatarra.
- Si alguien te tenía que matar, ¡que mejor que fuera yo y a mi manera! – maldijo entre dientes, el techo no parecía terminar de derrumbarse.
Tal vez era su imaginación pero a lo lejos se escuchaban sirenas policíacas.
- ¡Tarde como siempre…!
El Ángel.
Alexa y Elena se internaron entre los callejones de Paris casi guiándose únicamente por el instinto, sus recovecos eran un auténtico laberinto, avanzando tan rápido como sus inseguros pasos se los permitían. Alexa estaba muy mal, visiblemente hacia un esfuerzo sobrehumano para continuar, Elena se sentía ya muy insegura en sus pasos, todo a su alrededor parecía moverse, casi cerraba los ojos y avanzaba sosteniendo a Alexa en un fuerte abrazo y apoyando contra los muros. Escuchó pasos presurosos en su espalda, pasos pesados y gruesos, botas de hombre. A pesar de la penumbra no había un rincón para ocultarse.
Resoplando apareció un hombre, tenía una herida en la cabeza y estaba totalmente cubierto de polvo, llevaba empuñada un arma semioculta en su abrigo. Elena, sin fuerzas para correr solo cubrió con su cuerpo a la gitana quien estaba al borde de la inconciencia. El hombre grito algo que la pelirroja no alcanzo a entender y les apuntó con su arma.
Y desapareció.
Elena se froto los ojos, desconcertada, el sujeto pareció haber sido jalado hacia el interior del callejón del que había salido, de una forma tan rápida y brutal que dio la impresión de haberse disuelto en el aire. Se escuchó un sonido metálico y la pistola emergió de las sombras, rebotando sobre el piso hasta llegar a los pies de la pelirroja. Fue seguido por un sonido sordo como el un gran bulto al ser arrojado al piso.
Entre las sombras Elena creyó alcanzar a ver algo, apenas definible en su borrosa vista. Parecía el cuerpo despatarrado de aquel hombre, tirado en la calle. De pie junto al cuerpo estaba ella, su ángel, diminuta, esbelta, la piel desnuda que asomaba entre los jirones de su maltrecho vestido era lo que resaltaba en la oscuridad haciéndola visible, su rostro estaba semioculto entre los mechones de su cabello. Fue una visión demasiado fugas, pero a propósito, como si ella deseara hacerle saber que aún estaba ahí, aunque no pudiera verla, ella seguía a su lado.
Elena dudó un instante y recogió el arma, la ocultó entre su ropa y renovando esfuerzos continuó caminando con Alexa casi colgada de sus hombros. Esta vez no se apresuró, se tomó su tiempo para seguir, tan solo cuido de no perder el paso y cerro sus oídos todo lo que se escuchó esa noche en su camino. Hubo más pasos, algunos eran sigilosos, otros parecieron correr, hubo agitación en el aire, hubo murmullos que se silenciaron. Elena los ignoró todos, solo se concentró en llegar al Volkov.
La Doncella de hierro
Las doncellas se apresuraban cada una en su labor, una anudaba los incontables listones del corsé, otra acomodaba y daba soltura a la falda, otra aplicaba levemente polvos ese rostro de singular belleza, la última peinaba los largos y sedosos cabellos rojizos. Nadya las apresuraba con la mirada. Terminaron y ultimo toque de su atuendo fue puesto en su sitió, un hermoso parasol que combinaba a las mil maravillas con su vestido. Nadya se había pasado toda la tarde anterior seleccionando el traje que usaría hoy pero había olvidado ese detalle, lo cambió todo en el último instante y ahora se lamentaba por el retrazo. Pero ya estaba lista.
Con pasos presurosos y sin perder un ápice de elegancia la hermosa pelirroja salio al jardín de su casa donde ya la aguardaba un carruaje, el cual prontamente la llevo hasta las caballerizas. Un grupo de caballerangos atendían hermosos corceles. Su padre, Bohdan, el señor feudal protector y dueño de esas tierras le envió un saludo, Nadya correspondió, pero sus ojos estaban atentos al corralón, un enorme circulo cercado donde los potros eran domesticados. Ahí vio al inmenso corcel negro como el ébano, poderoso y orgulloso, la ultima adquisición de su padre. Suspiro aliviada, había llegado a tiempo, Yulia todavía no empezaba la faena, no quería perdérsela.
El caballo se agitaba nervioso, estaba firmemente sujeto por la rienda y la silla de montar estaba siendo ajustada por un peón.
- La Srta. Nadya ha llegado –dijo un mozo.
Yulia sonrió mientras terminaba de ajustarse los guantes de piel, Nadya los había confeccionado especialmente para ella, a la medida de su pequeña mano, hoy los usaría por primera vez. Vestía un traje de pana, con pantalones de montar y botas, estaba sentada sobre los troncos de la cerca, su cabello se mecía con libertad a la brisa de la mañana, recién los había vuelto a cortar con su navaja y ahora solo un pequeño mechón en la nuca era contenido por un listón azul. Levantó la vista hacia donde la pelirroja descendía de su carruaje, sus miradas se intercambiaron y devolvió el saludo. Toda sensación de miedo había desaparecido de su pecho, iluminada por ese sol se sentía invencible, con elegancia y gracia saltó al interior y tomó las riendas del corcel, los mozos se retiraron presurosos. Su figura se miraba tan diminuta junto al caballo, sin embargo su mano era firme y segura, la chica acarició al animal y le susurró.
- No me hagas quedar mal.
Después con agilidad se encaramó a la silla. El corcel, en cuanto sintió su peso, se levantó rebelde e inició la lucha por quitársela de encima. Desde la cerca voces de alientos empezaron a llenar de fiesta el aire.
Nadya se olvidó de su elegancia, corrió y escalo la cerca para tener mejor vista, también su voz se unió a la de los caballerangos y mozos. Su padre reía divertido con los cambios de actitud de su hija, pero también miraba con preocupación como Yulia estaba pasando un mal momento sobre el brioso corcel. Temió por la seguridad de la chica, se lamento haber aceptado que ella domara a su nuevo caballo pero no podía rehusarse. A su lado Oleg, el padre de Yulia no apartaba la vista del corralón. Las voces se callaron cuando Yulia no pudo sostenerse más y cayó al suelo.
Los mozos se apresuraron a controlar el caballo. Yulia ya estaba de pie cuando lo lograron, cojeaba un poco pero no parecía estar lastimada, ya volvía a subir a la silla nuevamente.
- Tu hija es asombrosa –Reconoció Bohdan - ¿No temes que pueda lastimarse?
- Los Volkov sólo lloran cuando nacen –Respondió Oleg, aunque en sus adentros no interrumpía sus oraciones.
Nadya no perdía detalle de la lucha del caballo contra la chica, se cubría los ojos a veces para no ver aunque no perdía detalle mirando entre sus dedos, se cubría la boca para no gritar, saltaba olvidándose de su precario sostén en la cerca. Yulia fue derribada un par de veces más, la tercera fue definitiva, el corcel agoto sus fuerzas y cedió ante la voluntad de hierro de la pequeña doncella de apenas 13 años, pero que en esa época ya era toda una señorita.
Una Yulia maltrecha, cubierta de lodo y raspones, pero de un andar tan orgulloso que hasta parecía más alta, entrego las riendas del caballo recién domado a Bohdan.
- ¡Magnifico! –Aplaudió el hombre- en verdad que la casa de Volkov es un nicho de orgullo.
Padre e hija agradecieron con un gesto, Yulia montó su caballo y corrió en dirección a Nadya quien ya la esperaba con una cesta en sus manos.
- Doma un potro y después se va de día de campo, tu hija es la criatura más encantadora que he conocido. –Rió Bohdan.
- No importa cuan valiente y fuerte sea, es una doncella, no puede negar su naturaleza. –Afirmó Oleg. – Es mi orgullo, hace lo que puede para suplir a su hermano, hace lo que puede para que yo no sienta su ausencia.
Nadya subió al caballo de Yulia, a diferencia de esta, lo montó como lo hacen las damas, ambas piernas en un costado y firmemente abrazada a su amiga. Yulia condujo a su bestia con pasos suaves pero rápidos, tenía prisa por alejarse de todo es bullicio, el bosque mostraba sus senderos como brazos abiertos al recibir a sus hijas predilectas.
Nadya insistió en que Yulia no moviera un dedo, ella preparó todo, la manta sobre el pasto para no ser molestadas por los insectos y sirvió los bocadillos y las golosinas, Incluso la ayudo a quitarse las botas cuando se le antojo mojarse los pies en el arrollo. La pelirroja se sentó a su lado mientras Yulia disfrutaba de la frescura de las cristalinas aguas.
Yulia se mordió los labios cuando Nadya limpio los raspones, ella podía fingir que era tan dura como un chico frente a los demás, pero nada tenía que fingir frente a Nadya, su amiga de toda la vida. Nadya la conocía cuando todavía usaba las hermosas faldas y trajes propios de una señorita, cuando ambas competían en los bailes por ser las más hermosas entre las flores de la nobleza Lituana. Pero después sucedió la tragedia, Yulia y su padre desaparecieron del los círculos sociales, Oleg se enfrascó en el trabajo de sus tierras y Yulia nunca más había vuelto a pisar los salones de baile, ahora las caballerizas y los campos de cultivo eran su lugar.
- Papá cree que no deberías hacer estas cosas de hombres –dijo Nadya.
- Mi padre también creía eso al principio –suspiró Yulia- No pretendo ser un hombre, son torpes, tontos y sucios.
- Tu hermano no era así, tu hermano era un caballero, era un príncipe- Nadya rió.
La sonrisa en el rostro de Yulia se desvaneció. Un silencio incomodo surgió entre ambas, Nadya se mordió los labios lamentándose por el descuido. Yulia miraba a las nubes que con pereza se movían en un cielo tan azul como sus ojos.
Nadya peinó los cortos cabellos de Yulia, como una disculpa. Se había contrariado mucho cuando esa larga y sedosa cabellera había desaparecido por la navaja, igual que el horrible atuendo que empezó a usar y que ocultaba su feminidad convirtiéndola en la caricatura de un muchacho. Sin embargo pronto comprendió todo. Y Yulia seguía siendo muy hermosa a su manera, su delicadeza y elegancia no se perdían en las duras faenas que ahora realizaba, las faenas que eran responsabilidad de su hermano.
Yulia miró a Nadya, no importaba ahora el dolor de los golpes, ni sus hombros molidos por el trabajo, ni sus manos lastimadas. Cuando supo del nuevo corcel del padre de Nadya se ofreció a hacer lo que era el deber de su hermano, el deber que ella había heredado, pero más allá de eso, lo había hecho por ella, por llamar su atención, mantener en ella siempre cautivos esos ojos verdes y esa sonrisa.
La brisa agitaba las hojas de los árboles cantando una sinfonía que era acompañada por el canto del arrollo, el aire estaba impregnado por el aroma de las flores, y el de ella, Nadya, la eterna hermosa, la cascada de oro que era su cabello, el manantial de su risa, el verde resplandor de sus ojos, todo valía la pena por ella, el mundo era perfecto tan solo por que ella estaba ahí.
- Papá lo extraña mucho – Dijo Yulia al fin, rompiendo el hechizo en que Nadya la capturaba siempre.
- ¿Por eso ahora eres así?, Te esfuerzas tanto en todo lo que haces, que a veces me das miedo. A veces pareces tan grande y tan fuerte que asustas. Cuando te caíste del caballo la última vez, yo…. Yo deseaba que ya no lo montaras, deseaba que lo dejaras y vinieras conmigo.
Nadya se abrazó con más fuerza a la pequeña Yulia.
- Tenía mucho miedo de que te lastimaras, sólo quería que por una vez lo dejaras, por una vez aceptaras que hay cosas no puedes hacer, que no debes hacer. Pero tú no eres así, sabía que vencerías a ese caballo o morirías en el intento.
Yulia tomó la mano de Nadya, que estaba sobre su pecho, sus dedos níveos ya contrastaban contra su piel bronceada por la constante exposición al sol. Era una mano tan suave y delicada, deseaba besar esa mano, besar cada dedo, sentir su contacto en la mejilla y disfrutar de ese perfume.
- Papá extraña mucho a Vladimir, dejo un lugar en la familia que debe ser ocupado y sólo quedo yo. Pero él no es la razón por la que todos los días doy lo mejor de mí en todo. ¡Tú eres esa razón!, mi hermano iba a ser tu esposo, ahora nuestra amistad es el único vinculo que queda entre nuestras familias, haré todo por ti, para que nuestra amistad crezca cada día más grande y fuerte, y que no necesites un marido para heredar tu patrimonio, no lo necesitaras por me tendrás a mí, tu hermana que todo lo puede. Por ti seré un Hércules.
- No necesito a Hércules –Dijo Nadya mientras besaba sus mejillas- te necesito a ti, a mi amiga de toda la vida, mi compañera de juegos, mi confidente. No te querría más aun que hubieras sido en verdad mi hermana. Llore mucho a tu hermano, pero lo que en verdad me causo tristeza fue pensar que tú y yo ya no íbamos a ser familia.
Pero ahora ya no importa que nuestros apellidos sean distintos, tú eres mía, tú eres mi familia.
Yulia sintió su corazón saltar en su pecho de alegría, las aves cantaban, el cielo era despejado como sus ojos y el sol las bendecía con su calor. Ese momento era perfecto, Yulia deseaba retener ese momento para siempre, porque sabía lo que vendría mañana.
Algún día llegara un príncipe de tierras lejanas y reclamará la mano de Nadya, sus fantasías llegaran a un final y ella tendrá que casarse.
Cuando llegue ese día, entonces Yulia tendrá que echar mano de su espada, pues nadie le quitará a Nadya, sólo su hermano había sido digno de poseer su mano, nadie más estaba a la altura, nadie más la desposaría.
Si tal cosa pudiera ser posible, Yulia pediría su mano, ella la tomaría para si.
Yulia empezó a reír fuertemente con la idea, contagiando a Nadya, ambas rieron tan sólo por que eran felices. Pero la risa de Yulia sólo disimulaba sus lágrimas.
* * *
Marcel apuró la copa de brandy, las manos todavía le temblaban. Kürten miraba por la ventana. En el otro extremo de la habitación nuevamente se encuentra el otro hombre, el de gafas tan gruesas que sus ojos dan la impresión de saltar de sus ojos a través de ellas.
- Catorce años – dijo Marcel.
Kürten apartó la mirada de los cristales, afuera los niños jugaban en el parque frente a su domicilio provisional, ninguna risa rompía su gesto endurecido.
- Catorce años sin probar licor –explicó Marcel mientras otra copa desaparecía en sus labios.
- El cargamento de “pieles” esta completo, no sé que demonios haces todavía tú aquí – dijo el hombre de las gafas – Si, es una lastima lo de la rusa, ella sola valía todo el cargamento pero ¿y que? Tú nunca has sido codicioso, por eso has prevalecido, por eso eres el único que queda.
- He prevalecido por que escucho a mi corazón –corrigió Kürten – Una corazonada me dijo que la rusa sería el mejor negocio de mi vida, por eso deje vivo al gitano que me la trajo a pesar de saber que tenía tratos con los rusos. Necesitaba verla, valuarla. La noche que la conocí no vi en ella nada extraordinario, nada que valiera la pena por unos euros más. Pero esa noche sucedió algo más, algo que cambio mis planes por completo.
Kürten tomó asiento tras su escritorio, se sirvió una copa de brandy y la vació un trago después de dudarlo por un instante, los médicos se lo prohibían.
- Steinmeier, tendrás que encargarte de la ultima parte de la operación, los rusos dependen de la ultima entrega de armas, si logran arrebatarnos el negocio será duro para nosotros pero si lo concretamos ellos estarán perdidos.
- ¿Por qué yo?, ya tengo bastante con coordinar el traslado de las “pieles”. ¡La INTERPOL esta muy metida en esto! Creí que Marcel se encargaría de esa parte –replicó Steinmeier, el hombre de las gafas.
Kürten le dirigió una mirada que no admitía negativas. Steinmeier se puso de pie, asintió resignado y salio de la habitación.
- Cuéntame todo, otra vez, cuéntame hasta el último detalle. –ordeno el ex coronel.
Marcel se removió inquieto en su asiento, se sirvió otra copa más mientras iniciaba su historia.
* * *
La frente de Marcel ya estaba perlada en sudor y los brazos le dolían por el esfuerzo, Alexa se removía hasta el límite de sus fuerzas en la silla la cual crujía por los embates, jalaba, se sacudía y sus dientes trataban de romper o rasgar la bolsa plástica que cubría su cabeza firmemente sostenida por Marcel.
- No está funcionando – dijo uno de sus hombres cuando la gitana dejo de agitarse y sin fuerzas empezó a convulsionarse por la falta de oxígeno. Marcel retiro la bolsa permitiéndole respirar, la chica estaba tan agotada y aturdida que ni siquiera tocio esta vez al volver sentir el aire correr por su garganta - ¿Cuánto más puede aguantar antes de que estire la pata?
- Debimos traer pentotal o alguna otra droga de la verdad. –dijo otro más, eran un total de 4 hombres además de Marcel los ahí reunidos – la podemos perder como al viejo doc. ¿Quién se imaginaba que al primer “apretón” le daría un infarto.
- No creí que fuera tan dura –se rascó la cabeza Marcel – podríamos molerla a golpes y no le sacaríamos nada, se está dejando morir – Tomó una pinza de acero y la sopeso por un momento, después la arrojo sobre la mesa y cambio de idea.
- No tengo toda la noche. Traigan las baterías, las baterías pueden quebrar a cualquiera y son limpias.
Uno de los mercenarios escupió su cigarrillo y salio de la bodega para volver en seguida con una carretilla cargada de baterías de automóvil atadas y conectadas entre si. Otro más había llenado un cubo de agua y lo arrojo sobre la chica sacándola de su inconciencia.
- Mira muchacha –dijo Marcel mientras preparaba unos cables de corriente y se calzaba unos guantes de carnaza muy largos – Esto ya es algo serio, voy a causarte heridas bajo la piel que nunca van a sanar, la sangre te va a hervir y tus órganos internos se van a cocer. No entiendo por qué simplemente no abres la boca y cantas, ¿tan importante es la rusa para ti?
Alexa sólo levantó la mirada sin fuerzas para maldecir, cerró los ojos y esperó lo inevitable. Marcel movió la cabeza, ya sentía respeto por el coraje de la gitana y aplico los cables en un golpe leve, algo tan solo para que ella midiera la magnitud de lo que seguía.
Hasta ese momento Alexa se había mordió los labios para no gritar, había aguantado el dolor sin soltar queja, las lágrimas eran rebeldes pero eran el único indicio del dolor que le causaban. El shock eléctrico fue diferente, el dolor se le escapó por cada poro de la piel e incontenible también encontró salida por sus labios. La contracción fue tan violenta que la vieja silla a la que estaba atada también cedió. Alexa cayó al suelo todavía convulsionándose por la descarga.
Era evidente que no tenía fuerzas para nada, sin embargo los mercenarios la rodearon para prever un intento de fuga. Marcel ya buscaba algo más donde atarla, ya no había más cosas en ese almacén abandonado.
El sonido de un rechinar de llantas y un motor desbocándose hasta quebrar fue la única advertencia que tuvieron, una mole de hierros retorcidos penetro al almacén por las paredes y puertas podridas y se estrello contra la columna que provisionalmente apuntalaba el techo del lugar. Todo empezó a derrumbarse, Marcel volvió sobre sus pasos extrayendo la pistola de su funda. Sus hombres empezaban a formar un circulo mientras sus armas también mágicamente empezaban a aparecer en sus manos, una reacción fruto del entrenamiento constante.
* * *
Marcel se quedo en silencio, su mirada estaba perdida en la imagen vacía de la ventana, los niños se habían retirado pues la tarde estaba cayendo.
- ¿Qué sucedió después? – Interrogó Kürten después de un minuto de espera.
- No sé de donde salio, de pronto ella estaba ahí….
* * *
Hombro con hombro los mercenarios se acomodaron rodeando a la gitana, las piernas abiertas y firmes, las pistolas al frente y los gatillos listos, la espalda de cada uno estaba custodiada por el cañón de alguien más, eran una célula impenetrable. Esos hombres habían visto docenas de batallas, combates fuego a fuego contra innumerables ejércitos y guerrillas, Eran los mejores.
Nada los había preparado para lo que sucedió, la sombra que saltó directo contra ellos, apenas perceptible en el rabillo del ojo para los de junto. Uno la vio de frente, cuando el gatillo de su arma se había accionado esa sombra ya se había estrellado contra su pecho saltando sobre su arma. Cuando la señal de dolor llego a su cerebro ya estaba frente a sus ojos su propio corazón aún palpitante, una garra tinta de sangre lo sostenía como un fruto maduro que era llevado a los colmillos de boca monstruosa.
* * *
- Mis hombres no pudieron defenderse, se movía tan rápido, tan…. ¡grotesco!, ninguna criatura hecha por el señor se mueve así.
* * *
Garras de cristal penetraron el cráneo de otro hombre, la garra tiró de él con tal violencia que las vértebras del cuello se desprendieron y sus pies salieron de sus botas. Antes de tocar el suelo, colmillos como sables ya habían penetrado su garganta desgarrando músculos y tendones. Su corazón se contrajo hasta convertirse en una masa pulposa incapaz de contener el poder de succión que lo había vaciado.
Otro hombre giro en redondo con la pistola por delante, el fogonazo de su arma ilumino ese rostro de pesadilla, pero las balas no encontraron blanco, ella giro a mayor velocidad que él, tan rápido que el hombre casi parecía estar suspendido en el aire en medio de un valet macabro. La diminuta figura cruzó con el hombre bajo su hombro dejándolo seguir por el impulso, una garra se estrelló en su abdomen y al mismo tiempo sus viseras saltaron liberadas.
Marcel había logrado extraer su arma y apuntar a esa figura, todo había terminado tan rápido como había empezado, los trozos del techo todavía no acababan de caer y el resto de la estructura ya se derrumbaba. Marcel logro jalar el gatillo de su arma, pistola alemana semiautomática de 3 repeticiones, las balas cruzaron el espacio una tras otra a su objetivo con infalible puntería. La primera impactó a la criatura en el abdomen, y la atravesó sin encontrar resistencia para terminar impactada contra el muro. La segunda bala solo alcanzo a rozar ese cuerpo de palidez de mármol pues la criatura ya se movía con su increíble velocidad para esquivar finalmente la tercera bala.
Marcel sin componer figura volvió a apuntar y jalar el gatillo, en su velocidad de reacción estaba su sobre vivencia, lo sabía, toda su experiencia estaba puesta en ese instante. El segundo en que el gatillo de su arma golpeo el yunque y el casquillo de la primera bala explotó expulsando la bala por el cañón, el mercenario tuvo una completa aunque fugas visión de su enemigo.
Apenas un poco mas de metro y medio de altura, tan delgada y flexible que parecía desarticularse en cada movimiento, pero esa figura tenía elegancia y armonía en su agilidad y soltura, era innegable la belleza mortal de su andar, pues en ningún momento parecía correr o saltar, solo deslizarse como impulsada por el viento. Era una chica de palidez mortuoria, la sangre parecía mancharla solo fugazmente pues se escurría de su rostro y manos como si no pudiera adherirse a ella. La chica había girado la cabeza en dirección a él de una forma imposible para las vértebras de un cuello humano, y el fuego sobrenatural de esos ojos tan azules lo hicieron darse cuenta de la realidad, no importa cuan hermosa se viera esa chica, cuan elegantes y graciosas fueran sus maneras, ella definitivamente no era humana.
Las tres últimas balas se perdieron en el aire, Marcel y Yulia quedaron frente a frente con escasos 8 metros de distancia entre ellos. A la velocidad que ella se movía, tenía todo el tiempo de mundo para alcanzarlo antes de que…. El techo y los muros terminaron de derrumbarse sepultándola.
Marcel alcanzo a saltar fuera del derrumbe, varios escombros cayeron sobre él pero logro salvar la mayoría y no fue herido de gravedad por las lozas. Todavía pistola en mano se limpio el polvo de los ojos y trató de enfocar a su alrededor. La vio como en medio de una neblina, imposible de reconocer pues no había claridad, imposible de confundir pues no quedaba nadie más.
Yulia estaba en medio del desastre sosteniendo en sus brazos a Alexa, la gitana estaba inconciente, no se veía herida por el derrumbe a pesar de haber estado bajo el muro principal. Yulia la miraba con cierta curiosidad que se adivinaba en su semblante impasible. Después ambas desaparecieron en las nubes de polvo.
* * *
Marcel se sirvió lo que hacía varios tragos atrás juraba sería el ultimo. Kürten miraba distraídamente por la ventana, asimilando lo que acababa de escuchar.
- Metro y medio de estatura, cabello negro y corto, ojos azules con un **** fulgor que te mete miedo hasta la medula, aparte de eso sus facciones son muy agradables, estéticas, casi podría decirse que es hermosa.
- Así exactamente – asintió Marcel.
- ¡Es “ella”, maldición!, después de todo es ella otra vez. –pensó Kürten.
- ¿Qué demonios esta pasando?, ¿Quién o que, en el nombre de Dios, es esa mujer?
- Lo sabrás, Marcel, lo sabrás a su debido tiempo. Ahora tengo un trabajo para ti…
Kürten dio instrucciones a Marcel quien rápidamente garrapateo algunas notas en su inseparable periódico que usaba como cuadernillo o para ocultar armas.
- Así que has vuelto **** –susurró para sus adentros Kürten una vez que Marcel se retiro- ¿Has vuelto a terminar lo que dejaste pendiente hace 60 años?, Esta vez no será tan fácil, esta vez sé lo que eres. ¡Te he estado esperando todo este tiempo!
Se reclino sobre su asiento colocando los pies sobre un cojinete, tomó un habano y aun que todos sus médicos se lo prohibían lo encendió y disfruto de la primera bocanada. Por primera vez en mucho tiempo tenía esperanza en el futuro.
En su mente no existe un Dios, no existía un cielo para su alma, ni tampoco existía un infierno para sus pecado, sólo existe el mundo en el cual vive y en el cual su tiempo se ha agotado. Pero hay algo nuevo en su horizonte, un secreto que ha guardado por años, la muerte camina sobre el mundo, no es un fantasma o un ser intangible, es una criatura de carne y huesos sobrenaturales pero reales, es un ser contra el que se puede luchar, o se puede negociar. Y Kürten ha sido rey de los negocios siniestros por más de 50 años. Alguna vez fue dueño de vidas y destinos en los campos de concentración, alguna vez fue lo más parecido a Dios entre los miserables, ahora tiene la oportunidad de ser el ángel de la muerte.
Vuelve a mí
El Sena corría perezosamente contenido en su canal de concreto, las luces de los faros estaban tan espaciadas entre las bombillas rotas que producían un ambiente de penumbra adecuado para actos ilícitos o mal sanos en las afueras de Paris. La ciudad se miraba brillando a lo lejos como un manto de estrellas esparcido en el valle.
Varios cuerpos sin vida se encontraban reclinados contra el muro del canal, casi ocultos en la penumbra, la sangre sin vida corría como un riachuelo uniéndose al flujo del Sena. Ella estaba ahí, en cuclillas rodeándose con sus brazos, como cubriéndose de un frió al que era insensible, un abrazo totalmente carente de calor y abrigo. El hambre rumiaba en su interior con pereza, pero seguía ahí, siempre estaba ahí.
La criatura miraba hacia el cielo plagado de estrellas, hacia la luna convertida en un delgado arco, hacia el vació de su más profunda oscuridad. Nunca antes había experimentado una soledad tan grande, tenía la sensación de haber perdido algo de infinito valor.
A sus pies se encuentra el cadáver de una niña, apenas una señorita, sus cabellos se abandonan a la brisa, negros y opacos, el lustro que cubre a todos los seres vivos ha desaparecido de ellos al igual que el tinte sonrosado de su piel, su rostro esta marcado por un golpe que le rompió un labio, labios tan delgados y marchitos que aun en vida carecían de sensualidad, sus pómulos sobresalen de ese rostro tan delgado, pudo haber sido hermosa con esos inmensos ojos negros que ahora reflejan la luna vacíos. Su ropa ya estaba hecha harapos antes de que ellos la encontraran. El corte que dejo el verduguillo sobre su vientre ya se ha secado y solo queda el hilo de sangre muerta que se escurre hacia el Sena, sangre muerta y carente de alma, de recuerdos. Todo lo que esta niña fue ya se ha perdido para siempre.
La criatura sólo puede imaginar a que sabía su alma, sólo puede añorar la forma tan sutil en que hubiera saciado su apetito. Pero ellos las encontraron primero, ella venía siguiendo su rastro, esa pobre niña que buscaba donde pasar la noche a salvo de la jauría en que sus compañeros de desventura se han convertido desde que las hormonas empezaron a transformar su cuerpo.
Cuando la alcanzo ellos ya la tenían, solo querían jugar con ella, la amenazaron con sus navajas improvisadas y verduguillos propios de la profesión de la gente de los muelles clandestinos a las afueras de Paris. Pero la niña se resistió y casi de forma accidental una navaja que solo pretendía asustar se clavo en su vientre arrancándole la vida de la forma más dolorosa e inútil.
Ella lo contempló todo desde las sombras, como siempre, tan sólo aguardando el momento preciso para rescatar lo que quedara de la victima y saciar su apetito con el último aliento de vida que suele ser el mejor.
Así lo ha hecho por años, por siglos, nada en el mundo le importa más que su hambre. Los hombres se pueden aniquilar unos a otros, en callejones oscuros, en cantinas de mala muerte, en peleas sin sentido, en guerras. A ella nada le importa, no es su mundo, no es su gente, ya no. Solo esta ella y su hambre, y su paciencia de cazadora para aguardar la victima ideal, la más desvalida, la agonizante.
Pero esa muerte accidental y sin sentido le abofeteo la cara, había permanecido sepultada entre los escollos del Sena por días sin atreverse a salir y saciar su apetito, esperando a que creciera más y más hasta que fuera tan incontenible que todo rastro de pensamiento desapareciera de su mente y volviera a ser puro instinto salvaje, sin recuerdos, sin rastros de ella.
Pero no podía renunciar a ella, su cabello ardiente, sus ojos como la primavera, su cuerpo tan lleno de pasión. Su sangre tan llena de vida, esa vida que quería poseer. Su hambre estalló en furia desmedida y cazó como en los viejos tiempos, su hambre la arrojo con desesperación contra ellos en cuyas venas sólo encontró la bestialidad que la animaba, almas inhumanas y brutales que la alimentaron de recuerdos y pasiones ruines y miserables.
Almas tan vacías que todos tuvieron que morir para apenas apaciguar su ansiedad.
Dirigió su atención hacia su garra derecha, los garfios de cristal se contrajeron bajo sus uñas devolviéndole la apariencia de una mano de apariencia tan frágil y delicada. Sus colmillos también se contrajeron al interior de su boca como los colmillos de una cobra y sus labios volvieron a ser delicados y hermosos, sugestivos e invitantes, toda ella era otra vez la imagen de una chica de hermosa y delicada figura y rostro angelical, de piel tan limpia y lustrosa que parecía brillar con luz propia. En nada semejaba a la salvaje criatura que había extinguido esas vidas hacia tan solo un momento.
La hija de la luna de puso de pie impulsada por una fuerza incontenible en su interior, algo tan semejante al hambre. La soledad que experimentaba era tan grande que la empujo a abrir sus recuerdos, buscándose a si misma. Todo comenzaba con su nombre.
- Soy Yulia, Yulia Volkova - se dijo a si misma con esa voz que ningún hombre podía escuchar.
Recordó el almacén cayéndose a pedazos y a los hombres que mató en medio de la confusión, la forma salvaje en que mitigó su apetito con gran violencia, como hacía varios años no lo hacía, justo como lo hizo esta noche. Las almas que devoro esa noche eran así, violentas y crueles, tan carentes de valor y sustancia. Se recordó llevando en brazos a Alexa, no entendía por que, pero una fuerza irresistible la empujaba a actuar a pesar de sus instintos, a pesar del hambre que sabía ella saciaría muy bien.
Es por ella, la pelirroja, la chica que semeja un sol. Ella recibió en sus brazos a la agonizante morena y la abrazó como a un tesoro muy preciado. Si el sol se hubiera convertido en mujer, sería ella, cuando esos ojos como esmeraldas se posaban en ella, Yulia se transformaba, la sangre de Elena aun palpitaba en sus venas y le devolvía por fugases instantes su otra vida, le devolvía lo que alguna vez fue, lo que alguna vez tuvo.
-Nadya....
Ahora las memorias ya están nuevamente en su ser, su fallido intento por acabar con esa vida tan intensa que la envenenaba, la súplica que golpeo tan profundo en sus propios recuerdos. Todo de lo que se quiso ocultar estaba ahí de vuelta.
- Elena, ¿Dónde estás, Elena?
Nuevamente Yulia es conciente de si misma, y recuerda todo lo que sucedió después, la suplica de Elena por no abandonarla. Recordó la calida mano de Elena sujetándola del brazo, tocándola, esos ojos que la miraban a ella, directamente a ella. ¡Como había deseado que esos ojos la mirasen! , ¡Como había deseado que esas manos la tocarán!
Pero cuando Elena lo hizo, cuando la toco, la miró y le hablo, ella tuvo miedo y horror. No quería que Elena la viera así, que se diera cuenta de lo que ella era. Huyo a las sombras como siempre, horrorizada de si misma, pero no fue capas de marcharse, las siguió hasta saberlas a salvo en su pequeño feudo que era el Volkov, y en su camino fue implacable con todos aquellos que amenazaban su seguridad. Porque la vida de Elena sólo le pertenecía a ella, y sólo ella dispondría a voluntad de su antojo.
Pero no pudo volver al Volkov, no pudo volver a disfrazar su presencia entre los hombres, porque sentía horror de si misma, horror del monstruo en que se había convertido. Tomo todos sus recuerdos y el fantasma de su humanidad y hasta su nombre y los encerró en lo más profundo de si misma. Volvió a convertirse en un fantasma, una sombra sin nombre que vagaba por las noches acechando presas y cazando.
Sin embargo no importó cuan profundo enterró esos recuerdos, el vació que le dejaron era tan grande que le recordaba insistente que ella alguna vez fue alguien, y que alguna vez perdió algo que había vuelto a encontrar: su vida.
Quería a su vida de vuelta, quería recuperar todo lo que alguna vez fue, y su vida estaba en las venas de Elena, su vida se alimentaba con su alma. Su soledad sólo terminará en el momento que toda el alma de Elena se funda en ella, y nadie más pueda volverá a arrebatarle lo que era suyo.
- Elena…. Nadya, ¡vuelve a mí!
Continua.........
Cadenas.
No hubo un juicio para ella, tan solo se dicto sentencia. La excomulgaron y después la barra de hierro golpeo sus piernas una y otra vez, poco a poco macerando sus pies, sus piernas, sus rodillas, rompiendo los huesos poco a poco. La intención no era matarla, solo tullirla, nunca más volvería a sostenerse sobre sus piernas. Después golpearon sus brazos desarticulando sus codos y muñecas.
Cuando de ella solo quedo un manojo de huesos apenas unidos por la piel, la arrastraron hasta la herrería, entre las calderas y fogones, donde sus cadenas recién forjadas la esperaban. Los grilletes se hincaron en su piel, cortando y quemando cuando el remache ardiente los sello para siempre. Una cadena que jamás en vida sería retirada de sus muñecas y tobillos. Después fue arrastrada hasta la más profunda de las mazmorras, no hubo necesidad de barrotes en su celda, solo era un agujero escavado en el muro y a ras del suelo donde su cadena fue clavada al piso, un agujero apenas lo bastante profundo para arrojarle la tierra encima cuando muriera. Todos esperaban fuera bastante pronto.
Pero no fue así, Yulia sobrevivió, sobrevivió a toda esa ordalía e injuria, sobrevivió al dolor de sus heridas y huesos fracturados, sobrevivió al hambre, sobrevivió a los ultrajes y las violaciones, sobrevivió al dolor y la soledad, sobrevivió a todo.
Llego el momento en que los guardias de las mazmorras dejaron de violarla cuando su belleza se hubo ido, también llego el momento en que dejo de ser alguien para convertirse en “algo” que sobrevivía en el hoyo, llego el momento en que supero el morbo y empezó a provocar miedo, llego el momento en que ya tan solo con una vara le acercaban el trasto con comida, los guardias incapaces de verla, y la escuchaban arrastrarse sobre sus maltrechas extremidades que alguna vez fueron brazos y piernas para alcanzar los mendrugos de pan enmohecido y comida agusanada, ya no tenían el valor para ver la piltrafa en que se había convertido. Entonces ya con piedad en la voz le preguntaban.
- ¿Por qué no te mueres de una vez?
Yulia gruñía ya incapaz de pronunciar palabras. Comía y luego se arrastraba hasta un rincón de su agujero donde esperaba a la luna que se filtraba por una grieta en el muro, solo ella y la luna. La luna era silenciosa mensajera de sus pensamientos que con todo el corazón enviaba a lo alto de una torre, donde alguien más también era prisionera, cautiva en una jaula de oro, seda y locura. Mientras el corazón de ella latiera Yulia sobreviviría, por que les quitaron todo menos la esperanza, les quitaron todo menos su amor.
- Siempre estaré aquí para ti – prometía Yulia todas las noches.
La pasión en el corazón de Yulia no moriría, podían torturarla, podían mutilarla, podían vejarla, pero nunca pudieron matarla.
* * *
Elena tosió escupiendo la tierra que repentinamente lleno su boca cuando la nube de polvo literalmente la arrojo contra el muro. El resplandor carmesí revelaba el fuego, grandes llamaradas que empezaban a alzarse hacia el cielo, no podía ver más allá de su brazo extendido. El sonido de sirenas se empezó a escuchar a lo lejos. Disparos y gritos de dolor empezaron a surgir de entre los escombros. El corazón de Elena parecía estallar en su pecho.
De entre las nubes de polvo la silueta de Yulia apareció de pronto, su vestido estaba hecho jirones dejando ver su piel de resplandeciente luminiscencia, no daba la impresión de caminar sino de deslizarse, suave y elegantemente. En sus brazos traía consigo el cuerpo inerte de Alexa.
Arrodillándose, depositó suavemente a Alexa a un lado de la Pelirroja. Elena abrazo a la gitana, revisándola, sus labios estaban tintos con sangre, innumerables golpes se veían por todo su cuerpo, Elena temió lo peor pero se tranquilizo al comprobar que respiraba con regularidad, sólo estaba inconciente, la abrazó fuertemente contra su pecho y dejó sus lagrimas correr en una mezcla de miedo y gratitud. Yulia las miró sintiendo nuevamente envidia por ese abrazo que nunca sería para ella. Iba a incorporarse cuando la mano de Elena la sujeto de su brazo desnudo. La sonrosada y calida piel de Elena contrastó contra su palidez cadavérica y fría. Sin embargo ese calor parecía volver a extenderse por su brazo y alcanzar su pecho cuando esos ojos verdes se clavaron en ella y sus dulces labios dijeron:
- ¡No te vayas!
* * *
El manzano se erguía como un gigante entre los trigales, sembrado ahí para proveer una sombra refrescante en las calurosas tardes de duras jornadas, proveedor también de un dulce tentempié que aliviaba el hambre y sed de los campesinos y jornaleros que trabajaban los campos de trigo.
Nadya estaba sentada a la sombra de ese manzano, su larga y sedosa cabellera rojiza como las nubes del amanecer, jugaba al viento. Sus brazos desnudos se abrazaban a sus piernas recogidas que la hacían lucir más pequeña de lo que en realidad era. Sus ojos tan verdes como los campos en primavera, miraban al horizonte con un gesto meditabundo. Sus labios de un rojo encendido estaban contraídos en un divertido puchero que invitaba a ser besado.
Yulia, sentada junto a ella sintió un escalofrió recorrer su espalda, el perfume de Nadya la embriagaba, su presencia tan cercana le robaba la calma. Su tristeza le laceraba el corazón, hubiera deseado ser abrigada por esos brazos, hundir su rostro en el perfume que emanaba de su cuello, besar esos labios. Toda una locura de pensamientos que no correspondían a ella.
Pero era Nadya, su mejor amiga, casi una hermana, no había recuerdo desde su infancia en que ella no estuviera ahí. Era solo eso, la quería, la quería tanto que si hubiera podido se la hubiera comido como cuando eran niñas y jugaban a hacerse cosquillas mordiéndose el estómago.
El verla así de triste la confundía, sus pensamientos y todo daba vueltas en su cabeza de una forma agitada y loca. Tal vez al verla tan desamparada y triste deseaba ser un príncipe que apareciera por el horizonte con su espada en mano y pudiera librarla de los dragones que la amenazaban. La quería tanto que tan solo deseaba ser su príncipe.
Otra vez las ideas locas daban vueltas en su cabeza y no estaba bien, era Nadya, su cercanía, su perfume la enfermaba. Yulia empezó a incorporarse para huir de ese dulce aroma cuando la mano de Nadya la sujetó con ternura, la calidez de esa mano le llego al corazón cuando sus ojos verdes se clavaron en la profundidad de su alma y sus dulces labios dijeron:
- ¡No te vayas!
Yulia le sonrió, con el corazón rebosante volvió a sentarse a su lado y Nadya se abrazó a su brazo y entrelazo sus dedos como siempre, apoyó su cabeza en el hombro de Yulia y sonrió complacida. La chica de los ojos azules le acomodó sus cabellos tan rojos como el oro fundido y se deleitó con el fresco aroma que de ellos se desprendía.
- No me iré. Yo siempre te protegere, yo siempre estaré aquí para ti.
Yulia la quería tanto que tan sólo deseaba poder ser su príncipe.
* * *
Alexa abrió los ojos con dificultad, el polvo en todas direcciones empezaba a asentarse, tardó un instante en darse cuenta donde estaba. Elena la sostenía con un brazo mientras su mirada se perdía entre los escombros del almacén derrumbado. Su mano derecha estaba en suspenso en el aire, parecía querer detener a algo que ya no estaba. Las luces de los vehículos de la policía y el sonido de sus sirenas llenaron la calle principal, Elena reaccionó pegándose al muro, por suerte estaban en el interior del callejón por el que había llegado, todavía lejos de la vista de los uniformados que ya rodeaban lo que quedaba del almacén.
- Elena – dijo con hilo de voz. Se avergonzó de mostrarse tan débil, ella que había prometido ser su protectora.
Elena cubrió su rostro con besos y al borde del llanto le preguntó.
- ¿Puedes caminar?
Alexa asintió buscando fortaleza en su interior - ¿y tú?
- Más nos vale – rió la pelirroja haciendo un esfuerzo por incorporarse, lo logró apoyándose en Alexa quien también hizo acopio de toda su voluntad para levantase.
- ¡Estoy bien!- Se dijo a si misma la gitana- no me rompieron nada…creo.
Una apoyada en la otra, emprendieron el camino de regreso. La mente de Elena se movía con celeridad, los gitanos nos les brindarían ayuda, tal vez no las venderían pero no estaban dispuestos a ayudarlas. Solo había un lugar donde no las buscarían, el último lugar en todo Paris donde alguien esperaría encontrarlas, El Volkov.
Alexei.
Horas antes, Alexei sintió derrumbarse cuando se entero de la noticia, su hermana había sido secuestrada por la gente de Kürten. Sabía que lo habían hecho a un lado después del incidente de Notre Dame pero no esperaba que las cosas se torcieran de esa manera, seguramente la torturarían para que revelara el paradero de la rusa. Quiso sentirse indiferente, quiso fingir que no le importaba, este era un problema en que ella se había metido por culpa de sus desviaciones, por ponerse en contra de él. Pero era su hermana.
En su memoria solo podía pensar en ella como la niña que fue su cómplice de aventuras, recordaba lo divertido que fue cuando descubrió sus inclinaciones y creyó que eran cosas de su edad, cosas que pasarían.
Nunca perdonó su homosexualidad, siempre recriminándola en todo momento, siempre llamándola “pervertida”, cuando en realidad él si conocía la perversión. La conoció en los bajos fondos de Italia, España y Paris, en cualquier lugar donde sus pasos lo llevaran encontraba a verdaderos pervertidos que hacían ver la excentricidad de su hermana casi angelical.
La verdad es que tenía miedo, miedo de que la semilla de la homosexualidad también estuviera en él, por eso siempre peleaba con ella, siempre ponía la distinción de que él no era como ella. Él era un hombre en toda la extensión de la palabra, sus pasos lo encaminaron a buscarla, a averiguar donde la llevarían y hacer lo necesario. Por dentro temblaba.
Durante mucho tiempo jugo en los dos bandos, sin definición gracias a su estirpe gitana, era hora de tomar una decisión, Rusos o Nazis, Iván o Kürten. Dadas las circunstancias Kürten estaba descartado. Los rusos, por otro lado, no era conveniente acudir a ellos, aparentemente estaba solo, tampoco podía acudir a la comunidad pues su ultimo interés era ponerse en medio de una guerra de gansters. No podía acudir a ellos, pero podía utilizarlos.
El hombre que había intercedido en defensa de las chicas cuando las interceptaron en Notre Dame era agente de la INTERPOL, eso se supo de inmediato, la misma INTERPOL estaba tendiendo una red de informantes para localizar a Kürten, ¡ingenuos!, ninguna información llegaría a sus manos por ese medio a menos que fuera útil para manipularlos, el brazo de la ley podía serle útil en este momento así que les hizo llegar un falso informe.
Pero la ley puede ser muy lenta, Alexei llegó a la bodega donde sabía tenían a su hermana, una rápida inspección se lo confirmo, ahí estaba uno de los hombres de Marcel, vigilando la entrada. Agazapado tras un auto estacionado cerca vigilo el almacén, al vigía y espero a la policía. Tardaban demasiado, los minutos, se alargaban interminables, sudaba frió pensando en las cosas que Marcel podía estarle haciendo a Alexa.
Entones escucho su grito, inconfundible, no podía esperar más, con una barra de hierro rompió el cristal del auto y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba adentro manipulando los cables de la marcha, fue muy censillo, no había perdido la practica y oprimiendo el acelerador a fondo lanzó el vehiculo contra la puerta corrediza del almacén.
- ¿alguna vez pensaste que haría algo así por ti? –Gritó mientras se agachaba protegiéndose con el volante.
La puerta cedió sin problemas, el auto entro convertido en una mole de escombros y hierros retorcidos, pero imparable, dos muros de falsos se derrumbaron con igual facilidad. Alexei no alcanzaba a ver nada más que la lluvia de escombros y polvo que se levantaba, de pronto el auto se impacto contra algo muy sólido, el gitano sintió el impacto en el pecho y la cara, reboto contra la portezuela que cedió ante el impacto y se encontró rodando por el suelo. El auto se había levantado sobre su frente totalmente deformado, había chocado contra la columna que improvisadamente apuntalaba el techo del almacén. La columna también cedió por el impacto y casi al mismo tiempo que el auto caía sobre sus ruedas traseras el techo mismo se derrumbo.
Con los trozos de techo y muros cayendo por todas partes el mejor refugio era justamente bajo lo que quedaba del auto, Alexei se arrastró penosamente bajo la chatarra.
- Si alguien te tenía que matar, ¡que mejor que fuera yo y a mi manera! – maldijo entre dientes, el techo no parecía terminar de derrumbarse.
Tal vez era su imaginación pero a lo lejos se escuchaban sirenas policíacas.
- ¡Tarde como siempre…!
El Ángel.
Alexa y Elena se internaron entre los callejones de Paris casi guiándose únicamente por el instinto, sus recovecos eran un auténtico laberinto, avanzando tan rápido como sus inseguros pasos se los permitían. Alexa estaba muy mal, visiblemente hacia un esfuerzo sobrehumano para continuar, Elena se sentía ya muy insegura en sus pasos, todo a su alrededor parecía moverse, casi cerraba los ojos y avanzaba sosteniendo a Alexa en un fuerte abrazo y apoyando contra los muros. Escuchó pasos presurosos en su espalda, pasos pesados y gruesos, botas de hombre. A pesar de la penumbra no había un rincón para ocultarse.
Resoplando apareció un hombre, tenía una herida en la cabeza y estaba totalmente cubierto de polvo, llevaba empuñada un arma semioculta en su abrigo. Elena, sin fuerzas para correr solo cubrió con su cuerpo a la gitana quien estaba al borde de la inconciencia. El hombre grito algo que la pelirroja no alcanzo a entender y les apuntó con su arma.
Y desapareció.
Elena se froto los ojos, desconcertada, el sujeto pareció haber sido jalado hacia el interior del callejón del que había salido, de una forma tan rápida y brutal que dio la impresión de haberse disuelto en el aire. Se escuchó un sonido metálico y la pistola emergió de las sombras, rebotando sobre el piso hasta llegar a los pies de la pelirroja. Fue seguido por un sonido sordo como el un gran bulto al ser arrojado al piso.
Entre las sombras Elena creyó alcanzar a ver algo, apenas definible en su borrosa vista. Parecía el cuerpo despatarrado de aquel hombre, tirado en la calle. De pie junto al cuerpo estaba ella, su ángel, diminuta, esbelta, la piel desnuda que asomaba entre los jirones de su maltrecho vestido era lo que resaltaba en la oscuridad haciéndola visible, su rostro estaba semioculto entre los mechones de su cabello. Fue una visión demasiado fugas, pero a propósito, como si ella deseara hacerle saber que aún estaba ahí, aunque no pudiera verla, ella seguía a su lado.
Elena dudó un instante y recogió el arma, la ocultó entre su ropa y renovando esfuerzos continuó caminando con Alexa casi colgada de sus hombros. Esta vez no se apresuró, se tomó su tiempo para seguir, tan solo cuido de no perder el paso y cerro sus oídos todo lo que se escuchó esa noche en su camino. Hubo más pasos, algunos eran sigilosos, otros parecieron correr, hubo agitación en el aire, hubo murmullos que se silenciaron. Elena los ignoró todos, solo se concentró en llegar al Volkov.
La Doncella de hierro
Las doncellas se apresuraban cada una en su labor, una anudaba los incontables listones del corsé, otra acomodaba y daba soltura a la falda, otra aplicaba levemente polvos ese rostro de singular belleza, la última peinaba los largos y sedosos cabellos rojizos. Nadya las apresuraba con la mirada. Terminaron y ultimo toque de su atuendo fue puesto en su sitió, un hermoso parasol que combinaba a las mil maravillas con su vestido. Nadya se había pasado toda la tarde anterior seleccionando el traje que usaría hoy pero había olvidado ese detalle, lo cambió todo en el último instante y ahora se lamentaba por el retrazo. Pero ya estaba lista.
Con pasos presurosos y sin perder un ápice de elegancia la hermosa pelirroja salio al jardín de su casa donde ya la aguardaba un carruaje, el cual prontamente la llevo hasta las caballerizas. Un grupo de caballerangos atendían hermosos corceles. Su padre, Bohdan, el señor feudal protector y dueño de esas tierras le envió un saludo, Nadya correspondió, pero sus ojos estaban atentos al corralón, un enorme circulo cercado donde los potros eran domesticados. Ahí vio al inmenso corcel negro como el ébano, poderoso y orgulloso, la ultima adquisición de su padre. Suspiro aliviada, había llegado a tiempo, Yulia todavía no empezaba la faena, no quería perdérsela.
El caballo se agitaba nervioso, estaba firmemente sujeto por la rienda y la silla de montar estaba siendo ajustada por un peón.
- La Srta. Nadya ha llegado –dijo un mozo.
Yulia sonrió mientras terminaba de ajustarse los guantes de piel, Nadya los había confeccionado especialmente para ella, a la medida de su pequeña mano, hoy los usaría por primera vez. Vestía un traje de pana, con pantalones de montar y botas, estaba sentada sobre los troncos de la cerca, su cabello se mecía con libertad a la brisa de la mañana, recién los había vuelto a cortar con su navaja y ahora solo un pequeño mechón en la nuca era contenido por un listón azul. Levantó la vista hacia donde la pelirroja descendía de su carruaje, sus miradas se intercambiaron y devolvió el saludo. Toda sensación de miedo había desaparecido de su pecho, iluminada por ese sol se sentía invencible, con elegancia y gracia saltó al interior y tomó las riendas del corcel, los mozos se retiraron presurosos. Su figura se miraba tan diminuta junto al caballo, sin embargo su mano era firme y segura, la chica acarició al animal y le susurró.
- No me hagas quedar mal.
Después con agilidad se encaramó a la silla. El corcel, en cuanto sintió su peso, se levantó rebelde e inició la lucha por quitársela de encima. Desde la cerca voces de alientos empezaron a llenar de fiesta el aire.
Nadya se olvidó de su elegancia, corrió y escalo la cerca para tener mejor vista, también su voz se unió a la de los caballerangos y mozos. Su padre reía divertido con los cambios de actitud de su hija, pero también miraba con preocupación como Yulia estaba pasando un mal momento sobre el brioso corcel. Temió por la seguridad de la chica, se lamento haber aceptado que ella domara a su nuevo caballo pero no podía rehusarse. A su lado Oleg, el padre de Yulia no apartaba la vista del corralón. Las voces se callaron cuando Yulia no pudo sostenerse más y cayó al suelo.
Los mozos se apresuraron a controlar el caballo. Yulia ya estaba de pie cuando lo lograron, cojeaba un poco pero no parecía estar lastimada, ya volvía a subir a la silla nuevamente.
- Tu hija es asombrosa –Reconoció Bohdan - ¿No temes que pueda lastimarse?
- Los Volkov sólo lloran cuando nacen –Respondió Oleg, aunque en sus adentros no interrumpía sus oraciones.
Nadya no perdía detalle de la lucha del caballo contra la chica, se cubría los ojos a veces para no ver aunque no perdía detalle mirando entre sus dedos, se cubría la boca para no gritar, saltaba olvidándose de su precario sostén en la cerca. Yulia fue derribada un par de veces más, la tercera fue definitiva, el corcel agoto sus fuerzas y cedió ante la voluntad de hierro de la pequeña doncella de apenas 13 años, pero que en esa época ya era toda una señorita.
Una Yulia maltrecha, cubierta de lodo y raspones, pero de un andar tan orgulloso que hasta parecía más alta, entrego las riendas del caballo recién domado a Bohdan.
- ¡Magnifico! –Aplaudió el hombre- en verdad que la casa de Volkov es un nicho de orgullo.
Padre e hija agradecieron con un gesto, Yulia montó su caballo y corrió en dirección a Nadya quien ya la esperaba con una cesta en sus manos.
- Doma un potro y después se va de día de campo, tu hija es la criatura más encantadora que he conocido. –Rió Bohdan.
- No importa cuan valiente y fuerte sea, es una doncella, no puede negar su naturaleza. –Afirmó Oleg. – Es mi orgullo, hace lo que puede para suplir a su hermano, hace lo que puede para que yo no sienta su ausencia.
Nadya subió al caballo de Yulia, a diferencia de esta, lo montó como lo hacen las damas, ambas piernas en un costado y firmemente abrazada a su amiga. Yulia condujo a su bestia con pasos suaves pero rápidos, tenía prisa por alejarse de todo es bullicio, el bosque mostraba sus senderos como brazos abiertos al recibir a sus hijas predilectas.
Nadya insistió en que Yulia no moviera un dedo, ella preparó todo, la manta sobre el pasto para no ser molestadas por los insectos y sirvió los bocadillos y las golosinas, Incluso la ayudo a quitarse las botas cuando se le antojo mojarse los pies en el arrollo. La pelirroja se sentó a su lado mientras Yulia disfrutaba de la frescura de las cristalinas aguas.
Yulia se mordió los labios cuando Nadya limpio los raspones, ella podía fingir que era tan dura como un chico frente a los demás, pero nada tenía que fingir frente a Nadya, su amiga de toda la vida. Nadya la conocía cuando todavía usaba las hermosas faldas y trajes propios de una señorita, cuando ambas competían en los bailes por ser las más hermosas entre las flores de la nobleza Lituana. Pero después sucedió la tragedia, Yulia y su padre desaparecieron del los círculos sociales, Oleg se enfrascó en el trabajo de sus tierras y Yulia nunca más había vuelto a pisar los salones de baile, ahora las caballerizas y los campos de cultivo eran su lugar.
- Papá cree que no deberías hacer estas cosas de hombres –dijo Nadya.
- Mi padre también creía eso al principio –suspiró Yulia- No pretendo ser un hombre, son torpes, tontos y sucios.
- Tu hermano no era así, tu hermano era un caballero, era un príncipe- Nadya rió.
La sonrisa en el rostro de Yulia se desvaneció. Un silencio incomodo surgió entre ambas, Nadya se mordió los labios lamentándose por el descuido. Yulia miraba a las nubes que con pereza se movían en un cielo tan azul como sus ojos.
Nadya peinó los cortos cabellos de Yulia, como una disculpa. Se había contrariado mucho cuando esa larga y sedosa cabellera había desaparecido por la navaja, igual que el horrible atuendo que empezó a usar y que ocultaba su feminidad convirtiéndola en la caricatura de un muchacho. Sin embargo pronto comprendió todo. Y Yulia seguía siendo muy hermosa a su manera, su delicadeza y elegancia no se perdían en las duras faenas que ahora realizaba, las faenas que eran responsabilidad de su hermano.
Yulia miró a Nadya, no importaba ahora el dolor de los golpes, ni sus hombros molidos por el trabajo, ni sus manos lastimadas. Cuando supo del nuevo corcel del padre de Nadya se ofreció a hacer lo que era el deber de su hermano, el deber que ella había heredado, pero más allá de eso, lo había hecho por ella, por llamar su atención, mantener en ella siempre cautivos esos ojos verdes y esa sonrisa.
La brisa agitaba las hojas de los árboles cantando una sinfonía que era acompañada por el canto del arrollo, el aire estaba impregnado por el aroma de las flores, y el de ella, Nadya, la eterna hermosa, la cascada de oro que era su cabello, el manantial de su risa, el verde resplandor de sus ojos, todo valía la pena por ella, el mundo era perfecto tan solo por que ella estaba ahí.
- Papá lo extraña mucho – Dijo Yulia al fin, rompiendo el hechizo en que Nadya la capturaba siempre.
- ¿Por eso ahora eres así?, Te esfuerzas tanto en todo lo que haces, que a veces me das miedo. A veces pareces tan grande y tan fuerte que asustas. Cuando te caíste del caballo la última vez, yo…. Yo deseaba que ya no lo montaras, deseaba que lo dejaras y vinieras conmigo.
Nadya se abrazó con más fuerza a la pequeña Yulia.
- Tenía mucho miedo de que te lastimaras, sólo quería que por una vez lo dejaras, por una vez aceptaras que hay cosas no puedes hacer, que no debes hacer. Pero tú no eres así, sabía que vencerías a ese caballo o morirías en el intento.
Yulia tomó la mano de Nadya, que estaba sobre su pecho, sus dedos níveos ya contrastaban contra su piel bronceada por la constante exposición al sol. Era una mano tan suave y delicada, deseaba besar esa mano, besar cada dedo, sentir su contacto en la mejilla y disfrutar de ese perfume.
- Papá extraña mucho a Vladimir, dejo un lugar en la familia que debe ser ocupado y sólo quedo yo. Pero él no es la razón por la que todos los días doy lo mejor de mí en todo. ¡Tú eres esa razón!, mi hermano iba a ser tu esposo, ahora nuestra amistad es el único vinculo que queda entre nuestras familias, haré todo por ti, para que nuestra amistad crezca cada día más grande y fuerte, y que no necesites un marido para heredar tu patrimonio, no lo necesitaras por me tendrás a mí, tu hermana que todo lo puede. Por ti seré un Hércules.
- No necesito a Hércules –Dijo Nadya mientras besaba sus mejillas- te necesito a ti, a mi amiga de toda la vida, mi compañera de juegos, mi confidente. No te querría más aun que hubieras sido en verdad mi hermana. Llore mucho a tu hermano, pero lo que en verdad me causo tristeza fue pensar que tú y yo ya no íbamos a ser familia.
Pero ahora ya no importa que nuestros apellidos sean distintos, tú eres mía, tú eres mi familia.
Yulia sintió su corazón saltar en su pecho de alegría, las aves cantaban, el cielo era despejado como sus ojos y el sol las bendecía con su calor. Ese momento era perfecto, Yulia deseaba retener ese momento para siempre, porque sabía lo que vendría mañana.
Algún día llegara un príncipe de tierras lejanas y reclamará la mano de Nadya, sus fantasías llegaran a un final y ella tendrá que casarse.
Cuando llegue ese día, entonces Yulia tendrá que echar mano de su espada, pues nadie le quitará a Nadya, sólo su hermano había sido digno de poseer su mano, nadie más estaba a la altura, nadie más la desposaría.
Si tal cosa pudiera ser posible, Yulia pediría su mano, ella la tomaría para si.
Yulia empezó a reír fuertemente con la idea, contagiando a Nadya, ambas rieron tan sólo por que eran felices. Pero la risa de Yulia sólo disimulaba sus lágrimas.
* * *
Marcel apuró la copa de brandy, las manos todavía le temblaban. Kürten miraba por la ventana. En el otro extremo de la habitación nuevamente se encuentra el otro hombre, el de gafas tan gruesas que sus ojos dan la impresión de saltar de sus ojos a través de ellas.
- Catorce años – dijo Marcel.
Kürten apartó la mirada de los cristales, afuera los niños jugaban en el parque frente a su domicilio provisional, ninguna risa rompía su gesto endurecido.
- Catorce años sin probar licor –explicó Marcel mientras otra copa desaparecía en sus labios.
- El cargamento de “pieles” esta completo, no sé que demonios haces todavía tú aquí – dijo el hombre de las gafas – Si, es una lastima lo de la rusa, ella sola valía todo el cargamento pero ¿y que? Tú nunca has sido codicioso, por eso has prevalecido, por eso eres el único que queda.
- He prevalecido por que escucho a mi corazón –corrigió Kürten – Una corazonada me dijo que la rusa sería el mejor negocio de mi vida, por eso deje vivo al gitano que me la trajo a pesar de saber que tenía tratos con los rusos. Necesitaba verla, valuarla. La noche que la conocí no vi en ella nada extraordinario, nada que valiera la pena por unos euros más. Pero esa noche sucedió algo más, algo que cambio mis planes por completo.
Kürten tomó asiento tras su escritorio, se sirvió una copa de brandy y la vació un trago después de dudarlo por un instante, los médicos se lo prohibían.
- Steinmeier, tendrás que encargarte de la ultima parte de la operación, los rusos dependen de la ultima entrega de armas, si logran arrebatarnos el negocio será duro para nosotros pero si lo concretamos ellos estarán perdidos.
- ¿Por qué yo?, ya tengo bastante con coordinar el traslado de las “pieles”. ¡La INTERPOL esta muy metida en esto! Creí que Marcel se encargaría de esa parte –replicó Steinmeier, el hombre de las gafas.
Kürten le dirigió una mirada que no admitía negativas. Steinmeier se puso de pie, asintió resignado y salio de la habitación.
- Cuéntame todo, otra vez, cuéntame hasta el último detalle. –ordeno el ex coronel.
Marcel se removió inquieto en su asiento, se sirvió otra copa más mientras iniciaba su historia.
* * *
La frente de Marcel ya estaba perlada en sudor y los brazos le dolían por el esfuerzo, Alexa se removía hasta el límite de sus fuerzas en la silla la cual crujía por los embates, jalaba, se sacudía y sus dientes trataban de romper o rasgar la bolsa plástica que cubría su cabeza firmemente sostenida por Marcel.
- No está funcionando – dijo uno de sus hombres cuando la gitana dejo de agitarse y sin fuerzas empezó a convulsionarse por la falta de oxígeno. Marcel retiro la bolsa permitiéndole respirar, la chica estaba tan agotada y aturdida que ni siquiera tocio esta vez al volver sentir el aire correr por su garganta - ¿Cuánto más puede aguantar antes de que estire la pata?
- Debimos traer pentotal o alguna otra droga de la verdad. –dijo otro más, eran un total de 4 hombres además de Marcel los ahí reunidos – la podemos perder como al viejo doc. ¿Quién se imaginaba que al primer “apretón” le daría un infarto.
- No creí que fuera tan dura –se rascó la cabeza Marcel – podríamos molerla a golpes y no le sacaríamos nada, se está dejando morir – Tomó una pinza de acero y la sopeso por un momento, después la arrojo sobre la mesa y cambio de idea.
- No tengo toda la noche. Traigan las baterías, las baterías pueden quebrar a cualquiera y son limpias.
Uno de los mercenarios escupió su cigarrillo y salio de la bodega para volver en seguida con una carretilla cargada de baterías de automóvil atadas y conectadas entre si. Otro más había llenado un cubo de agua y lo arrojo sobre la chica sacándola de su inconciencia.
- Mira muchacha –dijo Marcel mientras preparaba unos cables de corriente y se calzaba unos guantes de carnaza muy largos – Esto ya es algo serio, voy a causarte heridas bajo la piel que nunca van a sanar, la sangre te va a hervir y tus órganos internos se van a cocer. No entiendo por qué simplemente no abres la boca y cantas, ¿tan importante es la rusa para ti?
Alexa sólo levantó la mirada sin fuerzas para maldecir, cerró los ojos y esperó lo inevitable. Marcel movió la cabeza, ya sentía respeto por el coraje de la gitana y aplico los cables en un golpe leve, algo tan solo para que ella midiera la magnitud de lo que seguía.
Hasta ese momento Alexa se había mordió los labios para no gritar, había aguantado el dolor sin soltar queja, las lágrimas eran rebeldes pero eran el único indicio del dolor que le causaban. El shock eléctrico fue diferente, el dolor se le escapó por cada poro de la piel e incontenible también encontró salida por sus labios. La contracción fue tan violenta que la vieja silla a la que estaba atada también cedió. Alexa cayó al suelo todavía convulsionándose por la descarga.
Era evidente que no tenía fuerzas para nada, sin embargo los mercenarios la rodearon para prever un intento de fuga. Marcel ya buscaba algo más donde atarla, ya no había más cosas en ese almacén abandonado.
El sonido de un rechinar de llantas y un motor desbocándose hasta quebrar fue la única advertencia que tuvieron, una mole de hierros retorcidos penetro al almacén por las paredes y puertas podridas y se estrello contra la columna que provisionalmente apuntalaba el techo del lugar. Todo empezó a derrumbarse, Marcel volvió sobre sus pasos extrayendo la pistola de su funda. Sus hombres empezaban a formar un circulo mientras sus armas también mágicamente empezaban a aparecer en sus manos, una reacción fruto del entrenamiento constante.
* * *
Marcel se quedo en silencio, su mirada estaba perdida en la imagen vacía de la ventana, los niños se habían retirado pues la tarde estaba cayendo.
- ¿Qué sucedió después? – Interrogó Kürten después de un minuto de espera.
- No sé de donde salio, de pronto ella estaba ahí….
* * *
Hombro con hombro los mercenarios se acomodaron rodeando a la gitana, las piernas abiertas y firmes, las pistolas al frente y los gatillos listos, la espalda de cada uno estaba custodiada por el cañón de alguien más, eran una célula impenetrable. Esos hombres habían visto docenas de batallas, combates fuego a fuego contra innumerables ejércitos y guerrillas, Eran los mejores.
Nada los había preparado para lo que sucedió, la sombra que saltó directo contra ellos, apenas perceptible en el rabillo del ojo para los de junto. Uno la vio de frente, cuando el gatillo de su arma se había accionado esa sombra ya se había estrellado contra su pecho saltando sobre su arma. Cuando la señal de dolor llego a su cerebro ya estaba frente a sus ojos su propio corazón aún palpitante, una garra tinta de sangre lo sostenía como un fruto maduro que era llevado a los colmillos de boca monstruosa.
* * *
- Mis hombres no pudieron defenderse, se movía tan rápido, tan…. ¡grotesco!, ninguna criatura hecha por el señor se mueve así.
* * *
Garras de cristal penetraron el cráneo de otro hombre, la garra tiró de él con tal violencia que las vértebras del cuello se desprendieron y sus pies salieron de sus botas. Antes de tocar el suelo, colmillos como sables ya habían penetrado su garganta desgarrando músculos y tendones. Su corazón se contrajo hasta convertirse en una masa pulposa incapaz de contener el poder de succión que lo había vaciado.
Otro hombre giro en redondo con la pistola por delante, el fogonazo de su arma ilumino ese rostro de pesadilla, pero las balas no encontraron blanco, ella giro a mayor velocidad que él, tan rápido que el hombre casi parecía estar suspendido en el aire en medio de un valet macabro. La diminuta figura cruzó con el hombre bajo su hombro dejándolo seguir por el impulso, una garra se estrelló en su abdomen y al mismo tiempo sus viseras saltaron liberadas.
Marcel había logrado extraer su arma y apuntar a esa figura, todo había terminado tan rápido como había empezado, los trozos del techo todavía no acababan de caer y el resto de la estructura ya se derrumbaba. Marcel logro jalar el gatillo de su arma, pistola alemana semiautomática de 3 repeticiones, las balas cruzaron el espacio una tras otra a su objetivo con infalible puntería. La primera impactó a la criatura en el abdomen, y la atravesó sin encontrar resistencia para terminar impactada contra el muro. La segunda bala solo alcanzo a rozar ese cuerpo de palidez de mármol pues la criatura ya se movía con su increíble velocidad para esquivar finalmente la tercera bala.
Marcel sin componer figura volvió a apuntar y jalar el gatillo, en su velocidad de reacción estaba su sobre vivencia, lo sabía, toda su experiencia estaba puesta en ese instante. El segundo en que el gatillo de su arma golpeo el yunque y el casquillo de la primera bala explotó expulsando la bala por el cañón, el mercenario tuvo una completa aunque fugas visión de su enemigo.
Apenas un poco mas de metro y medio de altura, tan delgada y flexible que parecía desarticularse en cada movimiento, pero esa figura tenía elegancia y armonía en su agilidad y soltura, era innegable la belleza mortal de su andar, pues en ningún momento parecía correr o saltar, solo deslizarse como impulsada por el viento. Era una chica de palidez mortuoria, la sangre parecía mancharla solo fugazmente pues se escurría de su rostro y manos como si no pudiera adherirse a ella. La chica había girado la cabeza en dirección a él de una forma imposible para las vértebras de un cuello humano, y el fuego sobrenatural de esos ojos tan azules lo hicieron darse cuenta de la realidad, no importa cuan hermosa se viera esa chica, cuan elegantes y graciosas fueran sus maneras, ella definitivamente no era humana.
Las tres últimas balas se perdieron en el aire, Marcel y Yulia quedaron frente a frente con escasos 8 metros de distancia entre ellos. A la velocidad que ella se movía, tenía todo el tiempo de mundo para alcanzarlo antes de que…. El techo y los muros terminaron de derrumbarse sepultándola.
Marcel alcanzo a saltar fuera del derrumbe, varios escombros cayeron sobre él pero logro salvar la mayoría y no fue herido de gravedad por las lozas. Todavía pistola en mano se limpio el polvo de los ojos y trató de enfocar a su alrededor. La vio como en medio de una neblina, imposible de reconocer pues no había claridad, imposible de confundir pues no quedaba nadie más.
Yulia estaba en medio del desastre sosteniendo en sus brazos a Alexa, la gitana estaba inconciente, no se veía herida por el derrumbe a pesar de haber estado bajo el muro principal. Yulia la miraba con cierta curiosidad que se adivinaba en su semblante impasible. Después ambas desaparecieron en las nubes de polvo.
* * *
Marcel se sirvió lo que hacía varios tragos atrás juraba sería el ultimo. Kürten miraba distraídamente por la ventana, asimilando lo que acababa de escuchar.
- Metro y medio de estatura, cabello negro y corto, ojos azules con un **** fulgor que te mete miedo hasta la medula, aparte de eso sus facciones son muy agradables, estéticas, casi podría decirse que es hermosa.
- Así exactamente – asintió Marcel.
- ¡Es “ella”, maldición!, después de todo es ella otra vez. –pensó Kürten.
- ¿Qué demonios esta pasando?, ¿Quién o que, en el nombre de Dios, es esa mujer?
- Lo sabrás, Marcel, lo sabrás a su debido tiempo. Ahora tengo un trabajo para ti…
Kürten dio instrucciones a Marcel quien rápidamente garrapateo algunas notas en su inseparable periódico que usaba como cuadernillo o para ocultar armas.
- Así que has vuelto **** –susurró para sus adentros Kürten una vez que Marcel se retiro- ¿Has vuelto a terminar lo que dejaste pendiente hace 60 años?, Esta vez no será tan fácil, esta vez sé lo que eres. ¡Te he estado esperando todo este tiempo!
Se reclino sobre su asiento colocando los pies sobre un cojinete, tomó un habano y aun que todos sus médicos se lo prohibían lo encendió y disfruto de la primera bocanada. Por primera vez en mucho tiempo tenía esperanza en el futuro.
En su mente no existe un Dios, no existía un cielo para su alma, ni tampoco existía un infierno para sus pecado, sólo existe el mundo en el cual vive y en el cual su tiempo se ha agotado. Pero hay algo nuevo en su horizonte, un secreto que ha guardado por años, la muerte camina sobre el mundo, no es un fantasma o un ser intangible, es una criatura de carne y huesos sobrenaturales pero reales, es un ser contra el que se puede luchar, o se puede negociar. Y Kürten ha sido rey de los negocios siniestros por más de 50 años. Alguna vez fue dueño de vidas y destinos en los campos de concentración, alguna vez fue lo más parecido a Dios entre los miserables, ahora tiene la oportunidad de ser el ángel de la muerte.
Vuelve a mí
El Sena corría perezosamente contenido en su canal de concreto, las luces de los faros estaban tan espaciadas entre las bombillas rotas que producían un ambiente de penumbra adecuado para actos ilícitos o mal sanos en las afueras de Paris. La ciudad se miraba brillando a lo lejos como un manto de estrellas esparcido en el valle.
Varios cuerpos sin vida se encontraban reclinados contra el muro del canal, casi ocultos en la penumbra, la sangre sin vida corría como un riachuelo uniéndose al flujo del Sena. Ella estaba ahí, en cuclillas rodeándose con sus brazos, como cubriéndose de un frió al que era insensible, un abrazo totalmente carente de calor y abrigo. El hambre rumiaba en su interior con pereza, pero seguía ahí, siempre estaba ahí.
La criatura miraba hacia el cielo plagado de estrellas, hacia la luna convertida en un delgado arco, hacia el vació de su más profunda oscuridad. Nunca antes había experimentado una soledad tan grande, tenía la sensación de haber perdido algo de infinito valor.
A sus pies se encuentra el cadáver de una niña, apenas una señorita, sus cabellos se abandonan a la brisa, negros y opacos, el lustro que cubre a todos los seres vivos ha desaparecido de ellos al igual que el tinte sonrosado de su piel, su rostro esta marcado por un golpe que le rompió un labio, labios tan delgados y marchitos que aun en vida carecían de sensualidad, sus pómulos sobresalen de ese rostro tan delgado, pudo haber sido hermosa con esos inmensos ojos negros que ahora reflejan la luna vacíos. Su ropa ya estaba hecha harapos antes de que ellos la encontraran. El corte que dejo el verduguillo sobre su vientre ya se ha secado y solo queda el hilo de sangre muerta que se escurre hacia el Sena, sangre muerta y carente de alma, de recuerdos. Todo lo que esta niña fue ya se ha perdido para siempre.
La criatura sólo puede imaginar a que sabía su alma, sólo puede añorar la forma tan sutil en que hubiera saciado su apetito. Pero ellos las encontraron primero, ella venía siguiendo su rastro, esa pobre niña que buscaba donde pasar la noche a salvo de la jauría en que sus compañeros de desventura se han convertido desde que las hormonas empezaron a transformar su cuerpo.
Cuando la alcanzo ellos ya la tenían, solo querían jugar con ella, la amenazaron con sus navajas improvisadas y verduguillos propios de la profesión de la gente de los muelles clandestinos a las afueras de Paris. Pero la niña se resistió y casi de forma accidental una navaja que solo pretendía asustar se clavo en su vientre arrancándole la vida de la forma más dolorosa e inútil.
Ella lo contempló todo desde las sombras, como siempre, tan sólo aguardando el momento preciso para rescatar lo que quedara de la victima y saciar su apetito con el último aliento de vida que suele ser el mejor.
Así lo ha hecho por años, por siglos, nada en el mundo le importa más que su hambre. Los hombres se pueden aniquilar unos a otros, en callejones oscuros, en cantinas de mala muerte, en peleas sin sentido, en guerras. A ella nada le importa, no es su mundo, no es su gente, ya no. Solo esta ella y su hambre, y su paciencia de cazadora para aguardar la victima ideal, la más desvalida, la agonizante.
Pero esa muerte accidental y sin sentido le abofeteo la cara, había permanecido sepultada entre los escollos del Sena por días sin atreverse a salir y saciar su apetito, esperando a que creciera más y más hasta que fuera tan incontenible que todo rastro de pensamiento desapareciera de su mente y volviera a ser puro instinto salvaje, sin recuerdos, sin rastros de ella.
Pero no podía renunciar a ella, su cabello ardiente, sus ojos como la primavera, su cuerpo tan lleno de pasión. Su sangre tan llena de vida, esa vida que quería poseer. Su hambre estalló en furia desmedida y cazó como en los viejos tiempos, su hambre la arrojo con desesperación contra ellos en cuyas venas sólo encontró la bestialidad que la animaba, almas inhumanas y brutales que la alimentaron de recuerdos y pasiones ruines y miserables.
Almas tan vacías que todos tuvieron que morir para apenas apaciguar su ansiedad.
Dirigió su atención hacia su garra derecha, los garfios de cristal se contrajeron bajo sus uñas devolviéndole la apariencia de una mano de apariencia tan frágil y delicada. Sus colmillos también se contrajeron al interior de su boca como los colmillos de una cobra y sus labios volvieron a ser delicados y hermosos, sugestivos e invitantes, toda ella era otra vez la imagen de una chica de hermosa y delicada figura y rostro angelical, de piel tan limpia y lustrosa que parecía brillar con luz propia. En nada semejaba a la salvaje criatura que había extinguido esas vidas hacia tan solo un momento.
La hija de la luna de puso de pie impulsada por una fuerza incontenible en su interior, algo tan semejante al hambre. La soledad que experimentaba era tan grande que la empujo a abrir sus recuerdos, buscándose a si misma. Todo comenzaba con su nombre.
- Soy Yulia, Yulia Volkova - se dijo a si misma con esa voz que ningún hombre podía escuchar.
Recordó el almacén cayéndose a pedazos y a los hombres que mató en medio de la confusión, la forma salvaje en que mitigó su apetito con gran violencia, como hacía varios años no lo hacía, justo como lo hizo esta noche. Las almas que devoro esa noche eran así, violentas y crueles, tan carentes de valor y sustancia. Se recordó llevando en brazos a Alexa, no entendía por que, pero una fuerza irresistible la empujaba a actuar a pesar de sus instintos, a pesar del hambre que sabía ella saciaría muy bien.
Es por ella, la pelirroja, la chica que semeja un sol. Ella recibió en sus brazos a la agonizante morena y la abrazó como a un tesoro muy preciado. Si el sol se hubiera convertido en mujer, sería ella, cuando esos ojos como esmeraldas se posaban en ella, Yulia se transformaba, la sangre de Elena aun palpitaba en sus venas y le devolvía por fugases instantes su otra vida, le devolvía lo que alguna vez fue, lo que alguna vez tuvo.
-Nadya....
Ahora las memorias ya están nuevamente en su ser, su fallido intento por acabar con esa vida tan intensa que la envenenaba, la súplica que golpeo tan profundo en sus propios recuerdos. Todo de lo que se quiso ocultar estaba ahí de vuelta.
- Elena, ¿Dónde estás, Elena?
Nuevamente Yulia es conciente de si misma, y recuerda todo lo que sucedió después, la suplica de Elena por no abandonarla. Recordó la calida mano de Elena sujetándola del brazo, tocándola, esos ojos que la miraban a ella, directamente a ella. ¡Como había deseado que esos ojos la mirasen! , ¡Como había deseado que esas manos la tocarán!
Pero cuando Elena lo hizo, cuando la toco, la miró y le hablo, ella tuvo miedo y horror. No quería que Elena la viera así, que se diera cuenta de lo que ella era. Huyo a las sombras como siempre, horrorizada de si misma, pero no fue capas de marcharse, las siguió hasta saberlas a salvo en su pequeño feudo que era el Volkov, y en su camino fue implacable con todos aquellos que amenazaban su seguridad. Porque la vida de Elena sólo le pertenecía a ella, y sólo ella dispondría a voluntad de su antojo.
Pero no pudo volver al Volkov, no pudo volver a disfrazar su presencia entre los hombres, porque sentía horror de si misma, horror del monstruo en que se había convertido. Tomo todos sus recuerdos y el fantasma de su humanidad y hasta su nombre y los encerró en lo más profundo de si misma. Volvió a convertirse en un fantasma, una sombra sin nombre que vagaba por las noches acechando presas y cazando.
Sin embargo no importó cuan profundo enterró esos recuerdos, el vació que le dejaron era tan grande que le recordaba insistente que ella alguna vez fue alguien, y que alguna vez perdió algo que había vuelto a encontrar: su vida.
Quería a su vida de vuelta, quería recuperar todo lo que alguna vez fue, y su vida estaba en las venas de Elena, su vida se alimentaba con su alma. Su soledad sólo terminará en el momento que toda el alma de Elena se funda en ella, y nadie más pueda volverá a arrebatarle lo que era suyo.
- Elena…. Nadya, ¡vuelve a mí!
Continua.........
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo VI.
Amanecer a la media noche.
El carruaje saltaba crujiendo en todas sus junturas y remaches mientras corría presuroso por el rudimentario camino, los caballos galopaban a toda velocidad a punto de desbocarse, sólo la destreza del piloto evitaba un desastre. En su interior Nadya se sujetaba firmemente tratando de no echar a perder su vestido y peinado con el ajetreo.
Su hermoso vestido había sido confeccionado con hilo de oro, seda dorada y encaje platinado, ella misma lo había diseñado y elaborado, le había tomado casi un año tenerlo listo. Su tocado había sido tejido en oro y plata, sus cabellos habían sido peinados y acomodados en ese tocado para semejar la bruma del amanecer aprovechando su tonalidad rojiza y vital.
Era el baile de mascarada que anualmente se celebraba en los principales reinos del imperio Ruso, Vilnius había sido seleccionado este año, la ciudad más floreciente de la provincia de Lituania. La crema y nada de la nobleza rusa se había dado cita esa noche, era la noche perfecta para que las jóvenes princesas de los lejanos reinos pudieran lucir sus encantos y sus progenitores las comprometieran en matrimonios que tejerían lazos y alianzas que beneficiarían en mucho al imperio. Sobre todo ahora que la guerra contra los Turcos ya amenazaba las fronteras de Lituania.
Nadya empeño su vida en ese vestido y logró su cometido, se convirtió en un sol entre la concurrencia, su rostro aun oculto tras la mascara de seda y encaje no disimulaba la belleza que apenas se traslucía en sus ojos verdes. Fue el centro de atención del baile desde su llegada, no pudo negarse a bailar con algunos apuestos príncipes que inmediatamente pretendieron su mano, y no sólo por su belleza si no que Nadya era la heredera de una de las fortunas más grandes de Vilnius, la cuarta parte de las tierras que componían el reino eran propiedad de su padre.
Pero Nadya se cansó pronto de los acosos y logro escabullirse por todo el salón buscando a la verdadera razón de su presencia en aquel festival. Furiosa al principió recorrió todos los rincones y jardines, después preocupada hasta curioseó por las cocinas y con los sirvientes. Era imposible que ella hubiera faltado, ella le había prometido que a ese baile no faltaría, se saltaría todos los bailes del reino pero no ese, y Yulia siempre cumplía su palabra. Sin embargo no estaba ahí.
Nadya se sintió frustrada al no encontrarla, se había esmerado mucho en preparar el vestido para ella, quería lucir como un autentico sol a sus ojos de cielo. También ansiaba verla una vez más enfundada en un alegre vestido de tonos azules como sus ojos, con hermosas zapatillas y delicados guantes de seda, ver peinados otra vez sus hermosos cabellos negros como la noche. Verla hermosa y radiante como la princesa que era y no con ese disfraz de peón que se empeñaba en usar al atender sus tareas en el campo.
Estaba muy ilusionada con volver a repetir los viejos tiempos en que ambas competían en belleza y gracia rompiendo corazones y sueños. Tenía la ilusión de bailar con ella…
Por un momento sintió el calor de su sangre correr encendiendo su rostro, por un momento tuvo la imagen de Yulia aparecer no con un hermoso vestido si no con el traje de su hermano, luciendo como un príncipe de angelical belleza y elegancia que ningún otro muchacho jamás podría tener. La imaginó llegar a ella e invitarla a bailar con una inclinación y reverencia que no podía ser negada.
Y ella se entregaría a ese baile como deslizándose entre nubes.
Pero Yulia no era un príncipe, su ilusión se quebró como un cristal, y tampoco estaba ahí, el cristal ahora estaba encajado en su pecho. Yulia nunca le fallaría, nunca rompería una promesa. Corrió hasta su padre, quien guardaba silencio con seriedad. No fue difícil sacarle el secreto que él reservaba para después: Oleg Volkov, caballero Teuton y defensor de Lituania había caído en batalla.
Nada le importó a Nadya, abandonó la fiesta presurosa dejando ahí a los príncipes de la nobleza rusa, dejando a su padre y cientos de murmullos en todos los labios. Con los caballos a punto de reventar, su carruaje llego al castillo Volkov, con ambiente lúgubre y triste los criados la recibieron. Nadya literalmente saltó de el y se internó en los pasillos del castillo que conocía como la palma de su mano.
Encontró a Yulia en el salón principal. El fuego en el hogar de la chimenea era la única luz del salón, tan tenue y agónica que todo danzaba en sombras que semejaban fantasmas sumidos en llanto. Yulia se encontraba sentada en el marco de un ventanal, apoyando el mentón sobre una rodilla y su mano enguantada cubriendo sus labios, usaba los guantes que Nadya le había hecho. Sus cristalinos ojos estaban perdidos más allá del lago donde se bañaba la luna. Un manto platinado iluminaba su rostro de magnifica belleza aun que de gesto extraviado, sus cabellos mas negros que la noche también parecían tener vida propia, mecidos por el viento.
Esa imagen golpeo el pecho de Nadya, era su Yulia, la hermosa niña que compartió sus juegos y risas de infancia, su amiga y confidente, amistosa rival de los salones de baile. Ahora transformada en alguien distinto, algo indefinible. Su aspecto descuidado pero pulcro, rudo y a la vez delicado, una doncella de hierro, un príncipe de belleza angelical. Nadya no podía evitar sentirse atrapada en sueños cuando contemplaba a Yulia, ella era como la suma de las mejores cualidades de un príncipe y una princesa, fundidas en un sólo ser de naturaleza casi divina. Yulia era lo más semejante a un ángel para Nadya, Yulia nunca sería su príncipe, lo sabía, pero era su ángel.
Ahora Yulia lucía magnifica en su silencio, arrogante en su dolor, era la imagen misma de un ángel caído.
Rompiendo el hechizo en que la chica de los ojos de cielo siempre la sumía, Nadya caminó por el salón haciendo notoria su presencia con el sonido de sus pasos. Yulia al fin notó su presencia y volvió su rostro hacia ella, sus ojos se abrieron enormes como un cielo despejado. Nadya se abría paso entre las sombras como un sol rompiendo la noche convirtiéndola en amanecer.
- ¿Era hoy? –pregunto Yulia con voz quebrada.
Nadya asintió sin encontrar palabras. Su mente quedo vacía buscando una frase de consuelo para su ángel. Lo único que tenía para ofrecer era ella misma, sonrió dulcemente y con suma elegancia hizo un giro para lucir su vestido, el vestido que había confeccionado con tanta ilusión para lucirlo ante ella.
- ¡Eres un sol! –exclamo Yulia apenas conteniendo sus lágrimas, sus ojos brillaban perlados en diamantes - … siempre has sido un sol para mí…
- Y tú eres un cielo, tú eres el cielo por el cual brillo, ¡eres mi cielo!
Nadya corrió hacia ella y la abrigó en su pecho, Yulia la abrazó con fuerza y desesperación, como queriendo fundirse con ella, nunca dejarla ir. Yulia, la invencible, la indomable, la doncella de hierro, se quebró, su llanto fluyo como un manantial sobre el pecho de Nadya, sobre su corazón.
- Soy todo lo que queda de mi familia… soy la última Volkov.
* * *
El sol brillaba sobre el bosque, sus rayos se filtraban en delicadas cascadas de luz entre las hojas del tupido follaje, casi era hermoso… casi, pero había lago ahí que no estaba bien, los árboles se elevaban al cielo hasta alcanzar alturas imposibles y las ramas se mecían sin viento. Las hojas estaban escarchadas por gotas de roció que se evaporaban al tacto. Alexa caminaba por ese bosque imposible, tenía miedo. Las flores parecían cantar al viento como si fuesen aves y entonces la gitana lo notó, no había nada más con vida en ese bosque.
No había aves en el follaje, no había animales entre las ramas, ni siquiera insectos. El bosque estaba sumido en un silencio que sólo rompía el canto de las flores.
- ¡Elena! – gritó Alexa, un frió de hielo recorrió su espalda, en su mano todavía sentía la tibieza de la mano de la pelirroja, ella había estado consigo hacia tan sólo un instante y repentinamente la había perdido.
Ese bosque estaba mal, con sus árboles titánicos, su follaje impecablemente verde, sus ramas moviéndose sin viento, su sol que no penetraba las sombras. Desierto de cualquier otra vida. Alexa corrió por entre los arbustos sin encontrar senderos, las ramas eran muy fuertes aun que delgadas, aún las hojas semejaban pequeñas manos que la sujetaban y la acorralaban. Se asfixiaba tratando de gritar su nombre - ¡¡Elenaaaaaa!! – No quería estar ahí, quería alejarse lo más posible de aquel horrendo lugar, pero no se iría sin ella.
La alcanzo a ver, Elena caminaba en medio de un inmenso campo de flores, vestía como una princesa de un cuento de hadas, una túnica blanca que parecía brillar en el reflejo multicolor de las flores, y una corona de flores adornaba su cabeza, ella reía. El sol brillaba sobre ella de una forma triste y opaca, carente de vida a pesar de que no había una sola nube en el cielo. Alexa sintió asfixia como si le faltara el aire, pero no cejó en su esfuerzo y logró llegar hasta el campo de las flores donde sus ramas se enredaron en sus piernas y brazos, sus gritos se ahogaban en el murmullo de las flores que en verdad cantaban.
Elena se volvió hacia ella, la miró con esa sonrisa que tanto amaba, la vio agitar su mano alegremente, no la escuchaba, no escuchaba sus gritos llamándola. De pronto Elena miró hacia la orilla del bosque y corrió hacia allá sin que las flores hicieran resistencia, Elena corría hacia el encuentro de algo maravilloso, se adivinaba en sus ojos y en su risa, Elena era lo único que brillaba en ese bosque siniestro. Alexa luchaba contra las ramas, gritaba para hacerse oír sobre el canto cada vez más fuerte de las flores y ….. Silencio.
Las flores callaron, las ramas de los árboles se inmovilizaron y hasta la luz del sol pareció volverse más opaca. Elena detuvo su carrera frente a los árboles, en su rostro aun había una sonrisa, en sus gestos emoción… y en sus ojos un destello de duda.
De entre los arbustos y los gigantescos árboles apareció de pronto un inmenso lobo negro, Alexa se quedo sin aliento al contemplarlo. Elena saltó emocionada al verlo, aplaudiendo como una niña. El lobo camino hacia ella, sin miedo, sin prisa, sus enormes colmillos no cabían en ese monstruoso hocico, su pelambre estaba encrespado, negro como la noche más profunda, su lomo era nudoso, deforme. Alexa desesperada luchaba contra las flores que no cedían, no había aire en sus pulmones, ni palabras en su boca. La bestia llego hasta Elena quien se arrodillo para recibirla, frente a frente la pelirroja se despojó de su corona de flores y abrió los brazos, echó la cabeza hacia atrás mostrando su cuello desnudo. El lobo dirigió una mirada hacia la gitana, sus ojos eran azules y brillaban como si un fuego siniestro ardiera en el interior de ellos.
- ¡¡Elena, es un monstruo!! –gritó al fin la gitana.
Alexa casi cae da la cama por el salto que había dado. Su grito se había ahogado mitigado por el clamor de un trueno que rasgó la noche. Empapada en sudor, sus labios temblaban conteniendo el llanto.
- ¿Elena? – llamó pero no hubo respuesta. Afuera el cielo nocturno parecía caerse en una colosal tormenta.
No reconoció el lugar en un primer instante, la habitación era inmensa, contenía una pequeña sala y un comedor, los muebles eran ricos y adornados, había un balcón el cual se encontraba cerrado pero con las cortinas abiertas y atreves de él podía verse la imagen borrosa del Sena y la torre Eiffel tras la bruma de la tormenta. El cielo se iluminaba cada vez por los rayos.
Recordó todo, estaba más muerta que viva cuando llegaron al Volkov, Sin fuerzas para resistirse dejó a Elena tomar las riendas, de pronto ya estaban en esa habitación de lujo, no reconoció al medico que la auscultaba pero su gesto de preocupación era genuino y le inspiro confianza, Elena le sostenía su mano en todo momento y se dejo caer en la inconciencia de las drogas que le inyectaron, el tiempo perdió dimensión, claridad y sombras se intercambiaron en algo semejante a días y noches, ella no sabía de nada más que del dolor mortecino que poco a poco se apaciguaba en su interior. Todo lo que necesitaba era esa calida mano que entrelazaba sus dedos con los suyos, el tenue atisbo de la pelirroja vigilando sus sueños.
Sin mucha claridad recordaba esa cabeza de rizos de fuego postrada en la cama, vencida por el cansancio, recordaba como entre sueños que acariciaba esos hermosos cabellos y limpiaba las lagrimas de ese rostro angelical y se recreaba en los hoyuelos de su sonrisa. Era su Elena, su amada pelirroja, por ella valía la pena todo, valía la pena haber soportado y sobrevivido todo, por Elena estaba dispuesta a sacrificarlo todo.
- En cuanto pueda caminar, nos iremos muy lejos de aquí – le prometió – nos iremos a un lugar donde solo estemos tu y yo, nadie más y podamos ser libres.
Elena callaba su boca con sus labios, sus manos la acariciaban con tal ternura que Alexa volvía a sumergirse en sueños, dulces sueños sabiendo que por primera vez todo su amor era correspondido, esta vez su amor no la traicionaría.
Pero ahora Elena se había ido, revisó la habitación como un rayo a pesar de que todavía le temblaban las piernas. En la pequeña mesita encontró una nota y la respuesta que buscaba.
- ¡Tonta! –Sollozó la gitana - ¡Que tonta eres Elena!
Tormenta
Iván contemplaba la tormenta en el interior de su chalet, el olor a humedad siempre embriaga sus sentidos, tal ves le recuerdan la época de su infancia cuando era un pequeño pastor en las verdes montañas. Los rayos siempre le han fascinado, esa magnifica demostración de poder de la naturaleza.
- ¿No te gustan los rayos? –preguntó dirigiéndose a la cama, en ella una niña de 9 años penas lloraba sin fuerzas, las sabanas estaban manchadas de sangre.
Iván tomo asiento junto a ella y acarició sus cabellos haciéndola estremecer, sus pequeños ojos lo miraron con terror pero de sus labios tan solo escapo un gemido.
- Si, la primera vez siempre duele como el demonio…pero después te acostumbraras y finalmente terminara por gustarte –le dijo con una sonrisa.
- ¡Después vaya que lo disfrutaras! –rió el ruso, el teléfono móvil empezó a sonar, su música lo inquietó.
- ¿El embarque estará a salvo? –pregunto una voz al otro lado de la línea.
- Sin problema –respondió Iván con fingida calma.
- No has sido muy eficiente camarada, casi parece que lo has echado a perder. Tal vez debimos haber seguido negociado con Kürten.
- No fue mi decisión la que me trajo aquí –replicó Iván.
- No, fue la mía para salvar tu pellejo. Tu obsesión nos estaba metiendo en problemas, tu obsesión nos sigue causando problemas… Sé que al parecer tuviste suerte y la encontraste ¿verdad?, la muchacha que mató a Pietrov la encontraste en Paris, ¿Quién lo diría?
- Eso no afecta en nada la operación, el embarque se entregara a tiempo y tu gran trasero estará a salvo.
- Tal vez ella te esta distrayendo, tal vez nuestros hombres están en las calles buscándola en vez de vigilar que nada se interponga en las maniobras. Tal vez ya no eres el hombre más adecuado para esta operación.
- Piensa lo que quieras, el embarque se entregara, Kürten será alimento para los peces y yo me convertiré en el nuevo zar de Francia.
- Ese **** nazi parece que nunca se va a morir, no suelta su organización. Es un problema mayor al que esperábamos, no podemos perder este negocio, se ha invertido mucho.
- ¡Tranquilo!, lo tengo bajo control.
- No podemos confiar en eso. Más vale que estés preparado para esto, adelantamos el embarque, debe estar llegando a tus muelles ahora mismo.
- Pero el “Vasilij” aún esta en alta mar. Lo confirme personalmente.
- Y “ellos” también, no Iván, el embarque entro a la costa justo bajo sus narices. Ten tus oídos abiertos, lo escucharas en lo profundo. Otra cosa, te enviamos refuerzos, ella se hará cargo de quitarte a Kürten de encima, cuidara tus espaldas mientras cierras el trato.
- No necesito a nadie más…. ¿ella?, ¿te refieres a ella?
- Si, ya se encuentra en Paris, de hecho ya esta sobre su presa, no te pongas misógino Iván. Kipper se encargara del **** nazi de una buena vez.
Iván colgó la llamada y reflexiono un instante, demasiadas cosas bullían en su mente. Aquella voz tenía razón, no podía echarlo a perder esta vez. Sin embargo Elena Katina tenía que pagar por lo que hizo, tenía que restituir lo que le quito.
- Pietrov, pronto, muy pronto saldaremos cuentas con esa niña –dijo entre dientes. Volvió a tomar el teléfono y marcó un número.
- Turco – se escucho la gutural voz a modo de saludo.
- Mueve a la gente, el cargamento llega hoy…
- Ok, pero tengo noticias de la rusa, te la iba a llevar para el desayuno.
- ¡Bien! – Exclamó Iván con un gesto de triunfo – Yo también te tengo otra sorpresa, adivina quien viene a desayunar…
- No me gustan los juegos…
- Elena Kipper
- ………… -silencio al otro lado de la línea, Iván disfrutó ese instante – El destino no carece de ironía ¿eh? – dijo al fin el Turco.
- ¿Qué más podemos pedir?, nuestros planes a 3 años se han reducido a 3 semanas. ¡Dios!, algo bueno hice en otra vida…. No tengo idea que pudo haber sido…
* * *
Los dos jinetes espoleaban furiosamente sus monturas, los caballos corrían ágilmente tratando de ganarse el paso. Llegaron a una colina y los caballos redoblaron esfuerzos corriendo cuesta arriba, el más joven de los jinetes y más liguero también empezó a ganar terreno y finalmente se coronó vencedor al alcanzar la cima. Iván sonrió satisfecho aceptando su derrota, lo alcanzó al instante.
- ¡Bien! –Felicitó - ¡Muy bien Pietrov!
Iván dio un golpe afectuoso a su hijo en el brazo, estaban dando un paseo para conocer sus nuevas propiedades.
- ¿Qué lugar es este? –preguntó el muchacho.
El campo tras la colina era una explanada inmensa y muy hermosa, poblada de verdes pastizales y flores silvestres, un lago se veía tan cristalino que reflejaba el azul del cielo creando un efecto de magia, era como un paisaje imposible atrapado entre dos cielos.
Ahí, en medio de todo se levantaba imponente lo que quedaba de una vieja construcción, solo un par de muros enormes que se sostenían el uno al otro formado una esquina y una torre que se miraba inclinada, sus paredes cubiertas de vegetación silvestre, tal vez la única argamasa que la sostenía eran las raíces entrelazadas en sus piedras.
- Este es un lugar de leyenda, eso es lo que queda del castillo Volkov.
- ¡Fui! –Chiflo el muchacho - Se ve muy viejo. ¿Este es el famoso castillo embrujado?
- Este es –afirmó Iván – es aquí donde nació la historia de la maldición de los Volkov.
Pietrov paseó su mirada por toda la campiña, sintió un escalofrió recorrer su espalda, no importaba que el sol cayera a plomo sobre los verdes pastizales, no importaban las coloridas flores silvestres ni los imponentes árboles que se reflejaban a lo lejos sobre el espejo del lago. Había algo en ese lugar, un silenció extraño que cubría el ambiente como una mortaja. Mirándolo bien la silueta de las ruinas del castillo semejaban el cadáver de un gigante postrado de rodillas llorando por algo de lo que sus ojos fueron testigos. La torre con sus ventanales y su balcón abierto semejaba la calavera de un rostro exclamando un silencioso grito por el horror vivido en su interior. Un crimen tan horrendo que forjó una leyenda.
El muchacho jaló la rienda de su caballo para tranquilizarlo, ante la risa nerviosa de su padre, ahora lo comprendía, no importa cuan hermoso fuera ese lugar, jamás podría conciliar el sueño en él. Durante casi 600 años nadie se ha atrevido a edificar nada ahí.
Entonces su mirada fue capturada, toda su atención cautivada, fue tan notorio que Iván siguió su mirada y sonrió divertido. Rodeando por la parte de atrás del castillo apareció una hermosa jovencita, su cabellera era de un rojo encendido, ardiente, la belleza y delicadeza de su rostro se adivinaba en la distancia. Ella caminaba despreocupada, aparentemente inmune a la sensación de soledad y miedo que producía la campiña, llevaba en sus manos un manojo de flores silvestres, las cuales seleccionaba del basto campo multicolor que se extendía hasta el lago.
Estaba tan concentrada en sus pensamientos que no se percato de ellos, se acercó al gigante y se perdió entre los restos de los muros a sus pies. Después de unos instantes reapareció con las manos vacías, pero se le miraba contenta, en paz. Alegremente se alejo caminando con ágiles y alegres pasos rumbo al bosque a un costado del lago.
- Esa es Elena – dijo al fin Pietrov, saliendo del hechizo.
- ¿Tendrá unos 16 años? - Preguntó Iván mientras se acomodaba las gafas oscuras con que protegía sus ojos. Pietrov asintió.
- Muy grande para mis gustos – rió Iván.
- Para mi es perfecta –replicó Pietrov – su padre es Sergey, el de la unión de campesinos. - El rostro de Iván se endureció.
- Ese mal nacido me esta causando muchos problemas, no vayas ha hacer la tontería de enamorarte de esta chiquilla. ¡Eres bastante idiota cuando te enamoras!
Pietrov hizo gesto de disgusto pero se trago sus palabras.
- Descuida Papá, no caeré dos veces en la misma piedra. Lo que quiero de esta niña es diferente, solo pasármela bien.
Iván estudió a su hijo, un muchacho de 22 años, más alto que él y pronto sería mucho más fuerte, tan semejante a él con excepción de los ojos, Pietrov tenía los ojos de su madre y sus pasiones, ella había sido una mujer muy arrebatada y visceral, cuando un capricho se le metía, no cejaba hasta conseguirlo, sin importar el preció. Así pues Pietrov no podría escapar del encanto de la pelirroja hasta que la tuviera.
- has algo más que pasártela bien, has lo que quieras con ella pero mándale un mensaje a Sergey, que le quede claro que no se debe meter en mis asuntos.
Pietrov tardó un instante en entender el mensaje. Luego sonrió verdaderamente sorprendido.
- ¿De verdad, Papá?, ¿así nada más?
- Si, ¿Por qué no?, sólo una cosa, no la mates ni la desfigures. No quiero otro problema como el de Konakovo, las mutiladas llaman mucho la atención, sólo quiero mandarle un mensaje al idiota de Sergey, no te vayas a exceder.
Mas tarde se arrepentiría de su orden, cuando lloraba sobre la tumba de su único hijo deseaba no haber dicho jamás eso, debió dejar a Pietrov hacer lo que tanto le gustaba, arrancarle la piel centímetro a centímetro con su fusta o marcarla como a una res con hierros candentes. Pietrov cumplió su palabra, Elena no conservo una cicatriz de su encuentro, en cambio ella si lo mutilo.
* * *
Elena caminaba sin rumbo fijo, el cielo retumbaba anunciando tormenta pero a ella no le preocupaba. Las calles del Paris que no aparece en las guías de turistas se presentaban ante ella, los centros nocturnos ya tenían abiertas sus puestas desde hacia horas y las chicas de la profesión más vieja del mundo se paseaban descaradamente por lo que en otra época fue un barrio respetable. Elena podía sentir las miradas sobre ella, los ojos quemantes que la codiciaban. Su atuendo de gitana que había tomado de Alexa contrastaba con sus facciones nórdicas y su cabello de un tono tan encendido. La miraban con detenimiento y los veía murmurar entre ellos, ninguno se le acercaba o le sostenía la mirada. Elena caminaba desafiante por esas calles de perdición.
No tenía miedo, ya no, y como si esa indiferencia al peligro fuese una especie de monto protector nadie se acerco a ella, nadie se cruzo en su camino. Casi podía leer en sus ojos que le temían.
Cuando Alexa fue secuestrada su corazón se lo dijo, su aventura con la gitana ya estaba más allá que solo eso, ¿se había enamorado de ella o tan solo encontraba refugio en sus brazos para escapar de su soledad?, hacia mucho tiempo que sabía que su destino estaba trazado, ella moriría asesinada de una forma o de otra, sólo era cuestión de esperar el momento. Pero en eso llego un ángel y la rescató, un ángel que la acompañaba en sus sueños, que compartía sus secretos… y que era real, no una ilusión o fantasía. Su ángel era un ser que se hacia presente, que escuchaba y comprendía. Un ser que podía ser tocado.
Durante el tiempo que vigiló los sueños de Alexa, en espera de su recuperación, tuvo tiempo de sobra para pensar en ella.
Ella no era un ángel como los que plasmo la Iglesia cristiana en las paginas de la Biblia, no era una criatura etérea como le dijeron en la Iglesia. Recordaba claramente la sensación de los brazos de su padre cuando ella la rescató la primera vez, la sensación de calidez que de ella emanaba aun que su piel era fría como el mármol en que parecía estar esculpida. Ella era un ángel como nunca se ha plasmado por la mano del hombre y tal vez por eso Elena confiaba en ella mucho más.
- mi vida por la de ella – recordó Elena su suplica, su compromiso.
No tenía esperanzas en aquel instante, su ángel tan sólo venía a cobrar la deuda pendiente, venía a terminar lo que una bala dejo inconcluso hacia unas noches. Y estaba bien, Elena esta muy agradecida por aquellos deliciosos días en que el amor de Alexa le había mostrado un mundo nuevo. Ahora si podía morir en paz, ¡pero no!, no mientras Alexa estuviera en peligro. Por eso suplicó con la única esperanza de que su ángel tuviera un instante de piedad antes de llevársela consigo.
Realmente Elena fue la primer sorprendida de que su ángel la hubiera escuchado, su ángel había entendido su suplica y le había postergado su cita un poco más.
El momento estaba fielmente grabado en su memoria, el rostro del ángel en un gesto irreconocible, feroz, y sin embargo ella no tenía miedo, nada en ese ángel le inspiraba temor a pesar de saber que su vida estaba en sus manos. Ese rostro feroz, esos ojos de infierno, había algo oculto en ellos, como si fuera una mascara sobre el rostro de alguien más, alguien con nobleza en su corazón. No resistió el impulso de tocar ese rostro, de hacerle llegar esa suplica a quien se encontraba bajo la mascara. El rostro era frío como hielo pero… si, no con sus manos si no con su corazón pudo sentir esa calidez. Dentro de ese feroz ángel había piedad.
El ángel salvo la vida de Alexa, y no volvió, Elena la espero noche tras noche en ese balcón, pero ella no regreso ni aun en sus sueños como antes. Alexa estaba casi recuperada y con un plan en mente: huir y esconderse.
Elena sostenía su mano mientras la miraba dormir y deseaba verla sana otra vez, riendo y divirtiéndose como siempre –¡tu yo somos fiesta! -, deseaba volver a disfrutar de sus caricias y besos, se sorprendió a si misma contemplando su rostro con una sonrisa. Huir a un lugar donde nadie las conociera, donde pudieran empezar su vida de nuevo y dejar atrás todo el odio y maldad que destruyo su pasado.
Pero eso era un sueño, ellos no la dejarían escapar tan fácilmente, siempre la buscarían, siempre tendría el temor de que ellos volverían a parecer. Y ahora estaba Alexa en medio de todo, una vida más que sería tomada por su culpa. Sueños, todo aquello era solo un sueño y tenía que despertar de él. La realidad es que su tiempo se había agotado y ahora tenía una deuda que saldar. Ese ángel esperaba para cobrar su deuda.
Elena tomó su decisión en ese momento, saldaría su deuda y Alexa estaría a salvo para siempre. Quiso besarla como despedida pero no se atrevió por temor a despertarla, consiguió una hoja de papel y le escribió una nota
- … si eres capas de morir por mi, entonces se capas de vivir por ambas…
Cuando la puerta la habitación se cerro sintió su corazón romperse, le fue muy difícil reprimir sus lagrimas hasta llegar a la calle, ahí corrió tan rápido como pudo, dejando atrás todo, a Alexa y todo lo que ella representaba, incluso el génesis de una nueva vida. Sólo volvió su rostro cuando las fuerzas le fallaron y le faltó el aliento. El Volkov se elevaba al cielo como una fortaleza que había guardado su intimidad y encubierto su amor de los ojos de la oscuridad que habita en los bajos fondos. Ahí en lo alto Alexa dormía sin sospechar que nunca más volverían a verse. Elena secó sus lágrimas y sonrió, ahora su corazón y su mente estaban claros. Envió un último pensamiento antes de encarar su destino y saldar su deuda.
- Adiós Alexa, adiós mi amor.
Amor, ¿Qué es el amor? Se preguntaba Elena, la respuesta era muy simple, amor era todo aquello que había perdido. Amor era la inocencia de aquellos años en que todo su mundo estaba en los brazos protectores de su padre.
El cielo nocturno volvió a quebrarse con el fulgor de un relámpago y gruesas gotas empezaron a caer empapando todo en un instante. Elena se dejo bañar por la lluvia, sintiendo correr el agua por todo su cuerpo como heladas caricias que le traían el recuerdo de un sueño.
Siguió caminando indiferente a la lluvia hasta que esta empezó a cambiar transformándose en granizo y entonces su molestia se hizo dolorosa, corrió para buscar refugio sin ver claramente donde estaba pues los granos de hielo lastimaban su rostro. Encontró refugio en el interior de lo que semejaba el estacionamiento de la planta baja de un edificio.
Curiosa miró a su alrededor y se vio rodeada de automóviles deportivos y lujosos, grupos y parejas de personas caminaban hacia un pasillo bastante amplio donde una música estridente competía con el sonido de la tormenta. El pasillo estaba custodiado por un par de hombres muy grandes que vestían impecables trajes sport y gafas oscuras para endurecer sus gestos. La curiosidad pico a Elena quien cansada de sus propios pensamientos se atrevió a acercarse para observar el lugar, de pronto se vio mezclada con un grupo de gente que entraban a aquel recinto.
La mesa estaba repleta de botellas de vino y licores, recipientes de cristal contenían pastillas de colores que semejaban dulces y que eran consumidos cuidadosamente por los ahí reunidos. Ella sonreía devolviendo saludos a aquellos que le dirigían la mirada. El lugar estallaba en locura con la música tan alto que no era posible una conversación, la gente bailaba sobre la pista y en los pasillos, entre las mesas y las chicas sobre ellas. Unas mesas atrás alguien se reponía de un repentino mareo producido seguramente por una mala combinación de alcohol y drogas, aun que nunca antes le había dolido el corazón como oprimido por un puño helado. El hambre en su interior rumiaba esperando la siguiente victima. Una leve brisa se coló por el pasillo proveniente de la calle, tan tenue que nadie fue conciente de ella, su frescura completamente neutralizada por el calor del recinto, los aromas que arrastraba se mezclaban y disolvían en la florida gama de perfumes y fragancias que inundaban el ambiente… todos menos uno, el aroma de alguien. Nadie en el mundo podría captar ese aroma o reconocerlo, nadie excepto ella. Rompiendo su imagen impasible giró el rostro buscando atrapar ese aroma de nuevo.
Elena caminó unos pasos deslumbrada por lo que estaba viendo, al fin conocía uno de los centros nocturnos clandestinos de Paris y uno de categoría, este era el otro mundo que ella no conocía, un mundo de glamour, oro, seda y fantasías entretejidas. Una mano la sujetó por el brazo.
- Creo que te has equivocado de lugar –le dijo a gritos uno de los guardias para hacerse oír sobre la música.
Elena le dirigió una mirada indiferente y de un tirón liberó su brazo. Estaba dispuesta a irse cuando sintió el silencio.
Los truenos retumbaban en el cielo, el granizo tamborileaba en las calle, el sonido estridente de la música cimbraba los muros y sin embargo cayo el silencio. Era como si un vacío se hubiera abierto a mitad de la pista de baile, un vacío que se expandía por todo el recinto afectándolos a todos, los rostros se volvieron sobre la pista y aun los que bailaban fueron momentáneamente capturados por esa indefinible sensación de silencio y vacío. Elena como todos se sintió congelada, clavada al piso expectante.
Yulia apareció entre la gente, vestía completamente de negro como casi todos, botas de charol altas, minifalda untada al cuerpo, medias de maya que traslucían la blancura de sus piernas, blusa de seda con cuello alto y encaje en las mangas, pecho y cuello, y botonadura de oro, remataba con un abrigo en pliegues que la cubrían por completo semejando alas. Sus pasos tenían la armonía perfecta de un andar silencioso, ágil y continuo. No esquivaba a la gente que bailaba y saltaba a su alrededor, el ritmo perfecto de avance la hacia verse irreal, como una brisa translucida que cruzaba entre ellos traspasándolos de tan diáfana.
Su delicada mano se extendió hasta Elena, pareció en un primer momento que tocaría su rostro, pero al final descendió hasta tomar su mano. Un guante de maya disimulaba el frió tacto de su piel. La pelirroja no puso resistencia cuando Yulia la condujo hacia el interior del recinto por entre pasillos atestados de gente que si tropezaban con ella, y solo con ella pues Yulia todavía semejaba ser intangible.
Todos en la mesa guardaron silencio cuando Yulia regreso a su lugar llevando de la mano a Elena, la pelirroja desconcertada miró a todos con disimulo, ocho personas hombres y mujeres y algunos de sexo indefinible, todos vestían de modo muy similar a Yulia y algunos tenían tatuajes y aretes en el rostro que los hacía verse más extraños aún, pero toda la concurrencia de ese club nocturno era así, seguidores de una moda tipo dark.
Un asiento le fue ofrecido a Elena ante un gesto de Yulia, una copa le siguió y pronto todo mundo volvió a sus asuntos ignorándola casi por completo, pero se sentía devorada por la mirada de ellos, casi podía adivinar sus pensamientos. Pero ninguno de los reunidos le importaba, solo ella, sólo su ángel.
Por fin y a pesar de la penumbra pudo observarla bien, ella, casi un fantasma en sus sueños, un rostro que se disolvía en la penumbra, ahora estaba frente a ella, perfectamente tangible y real, cómodamente sentada en una posición voluptuosa y sensual, mirándola sin el menor disimulo. Todo era muy confuso para la pelirroja, no sabía que pensar o decir, solo se limitó a beber su copa y estudiar a Yulia con la misma atención con que ella la miraba.
Yulia no podía apartar los ojos de Elena, ¿qué mensaje se escondía en la casualidad de volverla a encontrar y justo ahí?. Ese club nocturno era uno de sus sitios favoritos de cacería, imitadores de vampiros que siempre quedaban hechizados de su presencia, mezclarse entre ellos era natural y censillo, y mucho más cuando se disfrazaba entre los hombres, escuchar sus conversaciones, la riqueza de sus idiomas y culturas la mantenían al tanto de la evolución del mundo. A veces perdía la noción del tiempo y de la época cuando se sumía en el anonimato de la cacería en las sombras, invisible al mundo del hombre, venir a estos lugares le ayudaba a mejorar su disfraz, hasta su extrema palidez quedaba disimulada con la palidez general de esos noctámbulos. La máxima ironía, gente que imita vampiros eran el modelo a seguir de un vampiro que imita a la gente, si Yulia conservara el sentido del humor de la humanidad estaría riendo a carcajadas, pero sólo era conciente de lo divertido del asunto.
El hambre sacudía su pecho con ansiedad renovada, las insípidas victimas que recién había tomado no se comparaban a la hermosa pelirroja sentada frente a ella y que la miraba con ese brillo esmeralda tan puro como la inmensidad del mar. Su cabello húmedo enmarcaba ese rostro de proporciones perfectas, labios delineados y sensuales, como los labios de….. ¡Dolor!, el hambre ya latía en sus venas extendiéndose cada vez más…. La blusa también empapada, transparente y adherida a su cuerpo, sus pechos generosos se mostraban casi desnudos a través de la tela, la aureola de sus pezones la invitaban a…. ¡Dolor! La palpitación de su hambre se extiende por cada rincón de su ser….
- Gracias por Alexa - Elena murmuró.
Yulia la miró a los ojos en respuesta, aun sobre la música estridente, aun a pesar de hablar tan bajo como si sólo hablara para si, ella podía escucharla. Elena sonrió, ¡claro que podía escucharla! era un ángel ¿no?, ella podía ver y escuchar cosas que nadie. Y esos ojos, el brillo sobrenatural de esos ojos de un azul helado la daba la sensación de ser observada desde el otro lado de un océano. Esos ojos las miraban con deseo, la miraban con un fuego similar al de Alexa, con la promesa de algo indefinible.
- Gracias por mi – y bajó la mirada, ella le imponía una sensación extraña, no era miedo, era algo muy distinto, como un eco lejano, un eco extinto que sólo retumba en la mente de quien escucho.
Yulia permanecía inmóvil observándola fijamente, su rostro no mostraba ningún gesto, ni siquiera un parpadeo, semejaba etérea, irreal, si esa mano no hubiera tomado la suya Elena pensaría que era una ilusión.
- ¿Quién eres? – al fin se atrevió a preguntar levantando la vista de nuevo.
Una mano tomó el brazo de Elena, ella volvió su rostro hacia el desconocido y se topó con un rostro agradable, atractivo, una sonrisa blanca que la invitaba a bailar. Esa mano fue capturada por otra al mismo instante, un gestó de dolor se dibujo en ese rostro agradable cuando Yulia oprimió ligeramente obligando a soltar a su pelirroja, su presa.
Yulia extendió su brazo hacia Elena, la pelirroja volvió a respirar, había contenido el aliento al apenas percibir el ágil movimiento de Yulia, antes de un parpadeo ya estaba a su lado, sin correr, sin agitarse, moviéndose como solo un ángel podría hacerlo.
- ¿Quieres bailar? –preguntó Elena al ver la mano esperando por ella, sonrió, nunca hubiera esperado esto.
Yulia se dejo sumergir en esa sonrisa, el hambre la laceraba por dentro y sabía se pondría peor, mucho peor cuando ella tocara su mano y se pusiera de pie. Y así fue, su escultural cuerpo, sus largas piernas e innata coquetería, su cabello ardiente, todo en ella era un sol. El dolor penetró por cada poro marchito de su piel dándole la sensación de flotar de sentir el peso del aire y el contacto calido de esa suave mano que aceptaba la suya fría y pétrea.
La pista de baile se abrió para ellas aun que esta vez no uso su voz, su inaudible canto para hacerlos callar. Las luces multicolores llenaban de magia el ambiente y las sombras jugaban con sus rostros. Yulia comenzó a imitar los sensuales movimientos de alguien, Elena hizo lo propio torpemente pues estaba totalmente fuera de su ambiente, de sus gustos y costumbres. La pelirroja sentía su corazón estallar en su pecho, de alguna forma sabía que ella podía escuchar sus latidos.
- Soy como tú – dijo Yulia, Elena se sobresalto, por primera vez escuchaba su voz, la escuchaba perfectamente a pesar del ruido, a pesar de la gente, a pesar de que ella tampoco parecía esforzarse por hacerse oír.
- Soy como tú –repitió Yulia dándole tiempo para ser escuchada – soy Nichya, soy nadie…
El hambre ya era una bestia salvaje galopando por todo su ser, golpeando su corazón con tal fuerza que ya casi no era capas de escuchar nada más. Y Elena comenzó a bailar con toda su sensualidad, tal como lo hacia noche a noche en el club donde la había encontrado. Pero esta vez su rostro sonreía, esta vez su mirada era clara y su sensualidad desenvuelta, liberada.
Elena recordó esa triste vida pasada – Nichya …. Yo era Nichya, yo era nadie….- pensó para sí. Esa última noche en que bailo vestida como un sol, ella estaba ahí, su ángel, la vio bailar y le gustó lo que vio. Pensó que esa era la razón por la que la había salvado entones, la razón por la que la había protegido. ¿Este era el último baile?, ¿El ángel quería verla bailar así una vez más antes de cobrar la deuda?
Todo era una locura, todo era tan irreal, sin embargo Elena abrió su mente y se atrevió a aceptarlo, después de todo ¿acaso no la presencia tangible de un ángel no era ya bastante loca?. Se dejo llevar por esa sensualidad que enloquecía a Alexa, se libero de todas sus ataduras del convencionalismo y el morbo, el último instante de su vida era este y lo entregaría todo. Los ardientes ojos del ángel la deseaban, lo sabía, podía sentirlo en todo su cuerpo.
Yulia dejó de bailar cautivada por la sensualidad de Elena, su hambre ya no podía ser contenida más, las garras brotaron bajo sus uñas, sus colmillos se irguieron en su boca, entreabrió los labios para darles cabida. Elena frotaba su cuerpo contra el de ella disfrutando el trance de la hija de la luna. Sus manos se hundieron en los negros cabellos de Yulia, su rostro se acercó al suyo, sus ojos se mezclaron en una mirada que revelaba secretos y la sonrisa de Elena desapareció de su rostro para ser reemplazada por un gesto indefinible.
Los labios de Elena se fundieron con los Yulia, Elena la aprisionó en un abrazo intenso, su lengua penetro por esos labios entreabiertos que parecían invitar al beso y algo en el interior de Yulia reaccionó cuando esa suave y delicada lengua se encontró con sus colmillos filosos, solo fue un leve pinchazo, totalmente indoloro por el filo salvaje de esos caninos que podían penetrar la piel si esfuerzo y casi sin dejar marca.
Sólo fue una gota de sangre….
… Ya todos se habían marchado, algunas lámparas iluminaban el corralón donde Yulia cabalgaba un bravo corcel que terminaba de ser entrenado y doblegado por el puño de la doncella de hierro. El viento en su rostro limpiaba las lágrimas que no quería mostrar, entre sus piernas sentía el bramido del corazón de su corcel yendo al mismo ritmo que el suyo. Deseaba que su corazón estallara por el esfuerzo como pronto lo haría el de la noble bestia si no se detenía. Jalo la rienda poniendo fin al sufrimiento del animal y que en nada calmaba en suyo.
Sólo entonces se dio cuenta que ella estaba ahí. Nadya la esperaba al pie de su carruaje, no había nadie más, seguramente había despedido al chofer planeando regresar al castillo con ella. Yulia suspiró resignada, no podía escaparse de ella esta vez.
- ¿Qué pasa contigo? –le pregunto la pelirroja con un tono molesto mientras Yulia liberaba al caballo para dejarlo libre en el corralón.
- ¿Acaso hice algo que te ofendiera?... Yulia, contéstame –insistió Nadya.
- No –respondió al fin Yulia mientras avergonzada se miraba los guantes que ella le había confeccionado, estaban hechos pedazos por el exceso de trabajo y las jornadas salvajes que día a día realizaba – No has hecho nada que me ofenda, ¿Cómo puedes pensar esa tontería?.
- Entonces ¿Por qué ya no vienes conmigo?, ¿Qué ha pasado con nuestros días de campo después de la misa dominical?, ni siquiera a la iglesia asistes y siento que es porque no quieres verme.
- ¡Tanto me conoces!, que adivinas mis pensamientos…. Adivina entonces lo que estoy sintiendo.. – pensó Yulia incapaz de decir palabra.
Nadya corrió hacia ella y la abrazó como si respondiera al reto de la chica indomable.
- ¿Me odias porque tengo que casarme?, ¿crees que es el fin de nuestra amistad?
Yulia levanto la mirada hacia el cielo, hacia la luna, incapaz de contener sus lágrimas, incapaz de ocultar su dolor.
- Ibas a ser mi cuñada, casi mi hermana, ¿recuerdas?.... ¿recuerdas la promesa a Vladimir?.
Las manos de Nadya se hundieron en los negros cabellos de Yulia, su rostro se acercó al suyo, sus ojos se mezclaron en una mirada que revelaba secretos.
- Vladimir esta muerto… me tengo que casar porque así conviene a mi familia, me tengo que casar aunque odie la idea… la idea de alejarme de ti. No mientas más Yulia, no es por tu hermano, es por ti…. ¿no ves lo difícil que también es para mi?, ¿no ves que yo también me estoy muriendo porque van a separarnos?
Los labios de Yulia temblaron, incapaces de contener sus secretos, incapaz de tolerar su cercanía.
- Lo que yo siento es diferente… -dijo al fin – Estar contigo es todo lo que me importa, es todo lo que quiero, es lo único que me hace feliz. ¡Te quiero!, ¡Te quiero con todo mi corazón!
- ¡Yo también te quiero con todo mi corazón! – replicó Nadya.
- Lo sé, pero mi cariño es diferente… es .. es .. – Yulia cerró los ojos incapaz de mirar los ojos de Nadya, incapaz de ver lo que esas esmeraldas le dirían - … mi cariño esta más allá del de una amiga….
- ¡Tonta! –Rió Nadya con lagrimas en sus ojos - ¡Que tonta eres que no te has dado cuenta!.
Los labios de Nadya se fundieron con los Yulia, Nadya la aprisionó en un abrazo intenso, su lengua penetro por esos labios entreabiertos que la invitaban, la reclamaban, le exigían saciar su sed de pasión en ellos.
- ¡Yo también te quiero de esa forma! – le dijo liberando su llanto y volviendo a besarla una y otra vez.
El rostro de Elena al fin se separó del suyo, la pelirroja parecía estar despertando de un sueño, lentamente, dulcemente. Yulia retrocedió tambaleándose, el dolor del hambre se había transformado en algo distintito, el algo totalmente irreconocible para ella, como si esa bestia salvaje se encontrará encadenada dentro de ella, atrapada por grilletes que no podía romper, incapaz de liberarse, incapaz de extinguirse.
Miedo, Yulia recordaba el miedo, nunca antes había vuelto a sentir el miedo, lo que aguijoneaba todo su ser a la par que el hambre era el miedo. Retrocedió sin atreverse a atacar a su presa aunque el momento era perfecto, el instante idóneo. Esta vez no había ninguna fuerza extraña protegiéndola o exigiéndole protección, no había ilusiones ni recuerdos de los dulces campos de trigo ni fantasmas del alma de un padre. No había nada de eso, pero simplemente no podía atacarla.
Elena abrió los ojos al fin y sonrió tristemente, estaba lista para morir pero ella no estaba lista para tomarla. Yulia decidió marcharse, le dio la espalda buscando mezclarse con las sombras y desaparecer de la vista como siempre.
Nunca antes le había sucedido esto, nunca antes había perdido la orientación de donde estaba. Frente a ella se encontró con una columna cubierta de espejos. Se encontró con su propia imagen.
Horror, los ojos de esa criatura nocturna eran capases de penetrar los secretos más íntimos de las tinieblas, son capases de ver los pliegues del viento, son capases de leer los pensamientos dibujados en los rostros del hombre. Son capases de ver la realidad de ese rostro que ilusoriamente parece de una belleza impecable esculpida en mármol. Sus ojos son capaces de ver el horror de un rostro que se ha negado a morir por siglos, la podredumbre de un cadáver incorruptible.
El grito de horror que salió por sus labios reflejó el horror de un infierno de pudrición de 600 años.
Todas las botellas y vasos de cristal estallaron, las ventanas parecieron explotar hacia fuera casi pulverizadas, todos los espejos saltaron convertidos en añicos a causa de ese grito de horror sin igual. El llanto de un ángel.
Elena cayó de rodillas cubriéndose los oídos y cerrando los ojos fuertemente, incapaz de soportar el desgarrante y agudo estruendo. Sintió todos los cristales cayendo sobre ella casi pulverizados afortunadamente, todo el mundo corría de un lado a otro en las completas tinieblas pues las bombillas eléctricas también habían estallado. Se incorporó tratando de entender que había sucedido, los oídos le zumbaban y no escuchaba nada, la cabeza también le dolía terriblemente.
Algunas pequeñas llamas empezaron a aparecer, a pesar de lo tenues y mortecinas que eran Elena tuvo clara visión de donde se encontraba, y donde estaba ella.
Se veía tan diminuta, postrada de rodillas y con sus manos tan blancas cubriendo su rostro, se veía adolorida, aterrada. Elena se acercó a ella, no se atrevía a tocarla pero algo en su interior la obligaba a hacer algo, a decir algo.
- ¿Yulia? – escapó sin saber cómo de sus labios.
Continúa…
Amanecer a la media noche.
El carruaje saltaba crujiendo en todas sus junturas y remaches mientras corría presuroso por el rudimentario camino, los caballos galopaban a toda velocidad a punto de desbocarse, sólo la destreza del piloto evitaba un desastre. En su interior Nadya se sujetaba firmemente tratando de no echar a perder su vestido y peinado con el ajetreo.
Su hermoso vestido había sido confeccionado con hilo de oro, seda dorada y encaje platinado, ella misma lo había diseñado y elaborado, le había tomado casi un año tenerlo listo. Su tocado había sido tejido en oro y plata, sus cabellos habían sido peinados y acomodados en ese tocado para semejar la bruma del amanecer aprovechando su tonalidad rojiza y vital.
Era el baile de mascarada que anualmente se celebraba en los principales reinos del imperio Ruso, Vilnius había sido seleccionado este año, la ciudad más floreciente de la provincia de Lituania. La crema y nada de la nobleza rusa se había dado cita esa noche, era la noche perfecta para que las jóvenes princesas de los lejanos reinos pudieran lucir sus encantos y sus progenitores las comprometieran en matrimonios que tejerían lazos y alianzas que beneficiarían en mucho al imperio. Sobre todo ahora que la guerra contra los Turcos ya amenazaba las fronteras de Lituania.
Nadya empeño su vida en ese vestido y logró su cometido, se convirtió en un sol entre la concurrencia, su rostro aun oculto tras la mascara de seda y encaje no disimulaba la belleza que apenas se traslucía en sus ojos verdes. Fue el centro de atención del baile desde su llegada, no pudo negarse a bailar con algunos apuestos príncipes que inmediatamente pretendieron su mano, y no sólo por su belleza si no que Nadya era la heredera de una de las fortunas más grandes de Vilnius, la cuarta parte de las tierras que componían el reino eran propiedad de su padre.
Pero Nadya se cansó pronto de los acosos y logro escabullirse por todo el salón buscando a la verdadera razón de su presencia en aquel festival. Furiosa al principió recorrió todos los rincones y jardines, después preocupada hasta curioseó por las cocinas y con los sirvientes. Era imposible que ella hubiera faltado, ella le había prometido que a ese baile no faltaría, se saltaría todos los bailes del reino pero no ese, y Yulia siempre cumplía su palabra. Sin embargo no estaba ahí.
Nadya se sintió frustrada al no encontrarla, se había esmerado mucho en preparar el vestido para ella, quería lucir como un autentico sol a sus ojos de cielo. También ansiaba verla una vez más enfundada en un alegre vestido de tonos azules como sus ojos, con hermosas zapatillas y delicados guantes de seda, ver peinados otra vez sus hermosos cabellos negros como la noche. Verla hermosa y radiante como la princesa que era y no con ese disfraz de peón que se empeñaba en usar al atender sus tareas en el campo.
Estaba muy ilusionada con volver a repetir los viejos tiempos en que ambas competían en belleza y gracia rompiendo corazones y sueños. Tenía la ilusión de bailar con ella…
Por un momento sintió el calor de su sangre correr encendiendo su rostro, por un momento tuvo la imagen de Yulia aparecer no con un hermoso vestido si no con el traje de su hermano, luciendo como un príncipe de angelical belleza y elegancia que ningún otro muchacho jamás podría tener. La imaginó llegar a ella e invitarla a bailar con una inclinación y reverencia que no podía ser negada.
Y ella se entregaría a ese baile como deslizándose entre nubes.
Pero Yulia no era un príncipe, su ilusión se quebró como un cristal, y tampoco estaba ahí, el cristal ahora estaba encajado en su pecho. Yulia nunca le fallaría, nunca rompería una promesa. Corrió hasta su padre, quien guardaba silencio con seriedad. No fue difícil sacarle el secreto que él reservaba para después: Oleg Volkov, caballero Teuton y defensor de Lituania había caído en batalla.
Nada le importó a Nadya, abandonó la fiesta presurosa dejando ahí a los príncipes de la nobleza rusa, dejando a su padre y cientos de murmullos en todos los labios. Con los caballos a punto de reventar, su carruaje llego al castillo Volkov, con ambiente lúgubre y triste los criados la recibieron. Nadya literalmente saltó de el y se internó en los pasillos del castillo que conocía como la palma de su mano.
Encontró a Yulia en el salón principal. El fuego en el hogar de la chimenea era la única luz del salón, tan tenue y agónica que todo danzaba en sombras que semejaban fantasmas sumidos en llanto. Yulia se encontraba sentada en el marco de un ventanal, apoyando el mentón sobre una rodilla y su mano enguantada cubriendo sus labios, usaba los guantes que Nadya le había hecho. Sus cristalinos ojos estaban perdidos más allá del lago donde se bañaba la luna. Un manto platinado iluminaba su rostro de magnifica belleza aun que de gesto extraviado, sus cabellos mas negros que la noche también parecían tener vida propia, mecidos por el viento.
Esa imagen golpeo el pecho de Nadya, era su Yulia, la hermosa niña que compartió sus juegos y risas de infancia, su amiga y confidente, amistosa rival de los salones de baile. Ahora transformada en alguien distinto, algo indefinible. Su aspecto descuidado pero pulcro, rudo y a la vez delicado, una doncella de hierro, un príncipe de belleza angelical. Nadya no podía evitar sentirse atrapada en sueños cuando contemplaba a Yulia, ella era como la suma de las mejores cualidades de un príncipe y una princesa, fundidas en un sólo ser de naturaleza casi divina. Yulia era lo más semejante a un ángel para Nadya, Yulia nunca sería su príncipe, lo sabía, pero era su ángel.
Ahora Yulia lucía magnifica en su silencio, arrogante en su dolor, era la imagen misma de un ángel caído.
Rompiendo el hechizo en que la chica de los ojos de cielo siempre la sumía, Nadya caminó por el salón haciendo notoria su presencia con el sonido de sus pasos. Yulia al fin notó su presencia y volvió su rostro hacia ella, sus ojos se abrieron enormes como un cielo despejado. Nadya se abría paso entre las sombras como un sol rompiendo la noche convirtiéndola en amanecer.
- ¿Era hoy? –pregunto Yulia con voz quebrada.
Nadya asintió sin encontrar palabras. Su mente quedo vacía buscando una frase de consuelo para su ángel. Lo único que tenía para ofrecer era ella misma, sonrió dulcemente y con suma elegancia hizo un giro para lucir su vestido, el vestido que había confeccionado con tanta ilusión para lucirlo ante ella.
- ¡Eres un sol! –exclamo Yulia apenas conteniendo sus lágrimas, sus ojos brillaban perlados en diamantes - … siempre has sido un sol para mí…
- Y tú eres un cielo, tú eres el cielo por el cual brillo, ¡eres mi cielo!
Nadya corrió hacia ella y la abrigó en su pecho, Yulia la abrazó con fuerza y desesperación, como queriendo fundirse con ella, nunca dejarla ir. Yulia, la invencible, la indomable, la doncella de hierro, se quebró, su llanto fluyo como un manantial sobre el pecho de Nadya, sobre su corazón.
- Soy todo lo que queda de mi familia… soy la última Volkov.
* * *
El sol brillaba sobre el bosque, sus rayos se filtraban en delicadas cascadas de luz entre las hojas del tupido follaje, casi era hermoso… casi, pero había lago ahí que no estaba bien, los árboles se elevaban al cielo hasta alcanzar alturas imposibles y las ramas se mecían sin viento. Las hojas estaban escarchadas por gotas de roció que se evaporaban al tacto. Alexa caminaba por ese bosque imposible, tenía miedo. Las flores parecían cantar al viento como si fuesen aves y entonces la gitana lo notó, no había nada más con vida en ese bosque.
No había aves en el follaje, no había animales entre las ramas, ni siquiera insectos. El bosque estaba sumido en un silencio que sólo rompía el canto de las flores.
- ¡Elena! – gritó Alexa, un frió de hielo recorrió su espalda, en su mano todavía sentía la tibieza de la mano de la pelirroja, ella había estado consigo hacia tan sólo un instante y repentinamente la había perdido.
Ese bosque estaba mal, con sus árboles titánicos, su follaje impecablemente verde, sus ramas moviéndose sin viento, su sol que no penetraba las sombras. Desierto de cualquier otra vida. Alexa corrió por entre los arbustos sin encontrar senderos, las ramas eran muy fuertes aun que delgadas, aún las hojas semejaban pequeñas manos que la sujetaban y la acorralaban. Se asfixiaba tratando de gritar su nombre - ¡¡Elenaaaaaa!! – No quería estar ahí, quería alejarse lo más posible de aquel horrendo lugar, pero no se iría sin ella.
La alcanzo a ver, Elena caminaba en medio de un inmenso campo de flores, vestía como una princesa de un cuento de hadas, una túnica blanca que parecía brillar en el reflejo multicolor de las flores, y una corona de flores adornaba su cabeza, ella reía. El sol brillaba sobre ella de una forma triste y opaca, carente de vida a pesar de que no había una sola nube en el cielo. Alexa sintió asfixia como si le faltara el aire, pero no cejó en su esfuerzo y logró llegar hasta el campo de las flores donde sus ramas se enredaron en sus piernas y brazos, sus gritos se ahogaban en el murmullo de las flores que en verdad cantaban.
Elena se volvió hacia ella, la miró con esa sonrisa que tanto amaba, la vio agitar su mano alegremente, no la escuchaba, no escuchaba sus gritos llamándola. De pronto Elena miró hacia la orilla del bosque y corrió hacia allá sin que las flores hicieran resistencia, Elena corría hacia el encuentro de algo maravilloso, se adivinaba en sus ojos y en su risa, Elena era lo único que brillaba en ese bosque siniestro. Alexa luchaba contra las ramas, gritaba para hacerse oír sobre el canto cada vez más fuerte de las flores y ….. Silencio.
Las flores callaron, las ramas de los árboles se inmovilizaron y hasta la luz del sol pareció volverse más opaca. Elena detuvo su carrera frente a los árboles, en su rostro aun había una sonrisa, en sus gestos emoción… y en sus ojos un destello de duda.
De entre los arbustos y los gigantescos árboles apareció de pronto un inmenso lobo negro, Alexa se quedo sin aliento al contemplarlo. Elena saltó emocionada al verlo, aplaudiendo como una niña. El lobo camino hacia ella, sin miedo, sin prisa, sus enormes colmillos no cabían en ese monstruoso hocico, su pelambre estaba encrespado, negro como la noche más profunda, su lomo era nudoso, deforme. Alexa desesperada luchaba contra las flores que no cedían, no había aire en sus pulmones, ni palabras en su boca. La bestia llego hasta Elena quien se arrodillo para recibirla, frente a frente la pelirroja se despojó de su corona de flores y abrió los brazos, echó la cabeza hacia atrás mostrando su cuello desnudo. El lobo dirigió una mirada hacia la gitana, sus ojos eran azules y brillaban como si un fuego siniestro ardiera en el interior de ellos.
- ¡¡Elena, es un monstruo!! –gritó al fin la gitana.
Alexa casi cae da la cama por el salto que había dado. Su grito se había ahogado mitigado por el clamor de un trueno que rasgó la noche. Empapada en sudor, sus labios temblaban conteniendo el llanto.
- ¿Elena? – llamó pero no hubo respuesta. Afuera el cielo nocturno parecía caerse en una colosal tormenta.
No reconoció el lugar en un primer instante, la habitación era inmensa, contenía una pequeña sala y un comedor, los muebles eran ricos y adornados, había un balcón el cual se encontraba cerrado pero con las cortinas abiertas y atreves de él podía verse la imagen borrosa del Sena y la torre Eiffel tras la bruma de la tormenta. El cielo se iluminaba cada vez por los rayos.
Recordó todo, estaba más muerta que viva cuando llegaron al Volkov, Sin fuerzas para resistirse dejó a Elena tomar las riendas, de pronto ya estaban en esa habitación de lujo, no reconoció al medico que la auscultaba pero su gesto de preocupación era genuino y le inspiro confianza, Elena le sostenía su mano en todo momento y se dejo caer en la inconciencia de las drogas que le inyectaron, el tiempo perdió dimensión, claridad y sombras se intercambiaron en algo semejante a días y noches, ella no sabía de nada más que del dolor mortecino que poco a poco se apaciguaba en su interior. Todo lo que necesitaba era esa calida mano que entrelazaba sus dedos con los suyos, el tenue atisbo de la pelirroja vigilando sus sueños.
Sin mucha claridad recordaba esa cabeza de rizos de fuego postrada en la cama, vencida por el cansancio, recordaba como entre sueños que acariciaba esos hermosos cabellos y limpiaba las lagrimas de ese rostro angelical y se recreaba en los hoyuelos de su sonrisa. Era su Elena, su amada pelirroja, por ella valía la pena todo, valía la pena haber soportado y sobrevivido todo, por Elena estaba dispuesta a sacrificarlo todo.
- En cuanto pueda caminar, nos iremos muy lejos de aquí – le prometió – nos iremos a un lugar donde solo estemos tu y yo, nadie más y podamos ser libres.
Elena callaba su boca con sus labios, sus manos la acariciaban con tal ternura que Alexa volvía a sumergirse en sueños, dulces sueños sabiendo que por primera vez todo su amor era correspondido, esta vez su amor no la traicionaría.
Pero ahora Elena se había ido, revisó la habitación como un rayo a pesar de que todavía le temblaban las piernas. En la pequeña mesita encontró una nota y la respuesta que buscaba.
- ¡Tonta! –Sollozó la gitana - ¡Que tonta eres Elena!
Tormenta
Iván contemplaba la tormenta en el interior de su chalet, el olor a humedad siempre embriaga sus sentidos, tal ves le recuerdan la época de su infancia cuando era un pequeño pastor en las verdes montañas. Los rayos siempre le han fascinado, esa magnifica demostración de poder de la naturaleza.
- ¿No te gustan los rayos? –preguntó dirigiéndose a la cama, en ella una niña de 9 años penas lloraba sin fuerzas, las sabanas estaban manchadas de sangre.
Iván tomo asiento junto a ella y acarició sus cabellos haciéndola estremecer, sus pequeños ojos lo miraron con terror pero de sus labios tan solo escapo un gemido.
- Si, la primera vez siempre duele como el demonio…pero después te acostumbraras y finalmente terminara por gustarte –le dijo con una sonrisa.
- ¡Después vaya que lo disfrutaras! –rió el ruso, el teléfono móvil empezó a sonar, su música lo inquietó.
- ¿El embarque estará a salvo? –pregunto una voz al otro lado de la línea.
- Sin problema –respondió Iván con fingida calma.
- No has sido muy eficiente camarada, casi parece que lo has echado a perder. Tal vez debimos haber seguido negociado con Kürten.
- No fue mi decisión la que me trajo aquí –replicó Iván.
- No, fue la mía para salvar tu pellejo. Tu obsesión nos estaba metiendo en problemas, tu obsesión nos sigue causando problemas… Sé que al parecer tuviste suerte y la encontraste ¿verdad?, la muchacha que mató a Pietrov la encontraste en Paris, ¿Quién lo diría?
- Eso no afecta en nada la operación, el embarque se entregara a tiempo y tu gran trasero estará a salvo.
- Tal vez ella te esta distrayendo, tal vez nuestros hombres están en las calles buscándola en vez de vigilar que nada se interponga en las maniobras. Tal vez ya no eres el hombre más adecuado para esta operación.
- Piensa lo que quieras, el embarque se entregara, Kürten será alimento para los peces y yo me convertiré en el nuevo zar de Francia.
- Ese **** nazi parece que nunca se va a morir, no suelta su organización. Es un problema mayor al que esperábamos, no podemos perder este negocio, se ha invertido mucho.
- ¡Tranquilo!, lo tengo bajo control.
- No podemos confiar en eso. Más vale que estés preparado para esto, adelantamos el embarque, debe estar llegando a tus muelles ahora mismo.
- Pero el “Vasilij” aún esta en alta mar. Lo confirme personalmente.
- Y “ellos” también, no Iván, el embarque entro a la costa justo bajo sus narices. Ten tus oídos abiertos, lo escucharas en lo profundo. Otra cosa, te enviamos refuerzos, ella se hará cargo de quitarte a Kürten de encima, cuidara tus espaldas mientras cierras el trato.
- No necesito a nadie más…. ¿ella?, ¿te refieres a ella?
- Si, ya se encuentra en Paris, de hecho ya esta sobre su presa, no te pongas misógino Iván. Kipper se encargara del **** nazi de una buena vez.
Iván colgó la llamada y reflexiono un instante, demasiadas cosas bullían en su mente. Aquella voz tenía razón, no podía echarlo a perder esta vez. Sin embargo Elena Katina tenía que pagar por lo que hizo, tenía que restituir lo que le quito.
- Pietrov, pronto, muy pronto saldaremos cuentas con esa niña –dijo entre dientes. Volvió a tomar el teléfono y marcó un número.
- Turco – se escucho la gutural voz a modo de saludo.
- Mueve a la gente, el cargamento llega hoy…
- Ok, pero tengo noticias de la rusa, te la iba a llevar para el desayuno.
- ¡Bien! – Exclamó Iván con un gesto de triunfo – Yo también te tengo otra sorpresa, adivina quien viene a desayunar…
- No me gustan los juegos…
- Elena Kipper
- ………… -silencio al otro lado de la línea, Iván disfrutó ese instante – El destino no carece de ironía ¿eh? – dijo al fin el Turco.
- ¿Qué más podemos pedir?, nuestros planes a 3 años se han reducido a 3 semanas. ¡Dios!, algo bueno hice en otra vida…. No tengo idea que pudo haber sido…
* * *
Los dos jinetes espoleaban furiosamente sus monturas, los caballos corrían ágilmente tratando de ganarse el paso. Llegaron a una colina y los caballos redoblaron esfuerzos corriendo cuesta arriba, el más joven de los jinetes y más liguero también empezó a ganar terreno y finalmente se coronó vencedor al alcanzar la cima. Iván sonrió satisfecho aceptando su derrota, lo alcanzó al instante.
- ¡Bien! –Felicitó - ¡Muy bien Pietrov!
Iván dio un golpe afectuoso a su hijo en el brazo, estaban dando un paseo para conocer sus nuevas propiedades.
- ¿Qué lugar es este? –preguntó el muchacho.
El campo tras la colina era una explanada inmensa y muy hermosa, poblada de verdes pastizales y flores silvestres, un lago se veía tan cristalino que reflejaba el azul del cielo creando un efecto de magia, era como un paisaje imposible atrapado entre dos cielos.
Ahí, en medio de todo se levantaba imponente lo que quedaba de una vieja construcción, solo un par de muros enormes que se sostenían el uno al otro formado una esquina y una torre que se miraba inclinada, sus paredes cubiertas de vegetación silvestre, tal vez la única argamasa que la sostenía eran las raíces entrelazadas en sus piedras.
- Este es un lugar de leyenda, eso es lo que queda del castillo Volkov.
- ¡Fui! –Chiflo el muchacho - Se ve muy viejo. ¿Este es el famoso castillo embrujado?
- Este es –afirmó Iván – es aquí donde nació la historia de la maldición de los Volkov.
Pietrov paseó su mirada por toda la campiña, sintió un escalofrió recorrer su espalda, no importaba que el sol cayera a plomo sobre los verdes pastizales, no importaban las coloridas flores silvestres ni los imponentes árboles que se reflejaban a lo lejos sobre el espejo del lago. Había algo en ese lugar, un silenció extraño que cubría el ambiente como una mortaja. Mirándolo bien la silueta de las ruinas del castillo semejaban el cadáver de un gigante postrado de rodillas llorando por algo de lo que sus ojos fueron testigos. La torre con sus ventanales y su balcón abierto semejaba la calavera de un rostro exclamando un silencioso grito por el horror vivido en su interior. Un crimen tan horrendo que forjó una leyenda.
El muchacho jaló la rienda de su caballo para tranquilizarlo, ante la risa nerviosa de su padre, ahora lo comprendía, no importa cuan hermoso fuera ese lugar, jamás podría conciliar el sueño en él. Durante casi 600 años nadie se ha atrevido a edificar nada ahí.
Entonces su mirada fue capturada, toda su atención cautivada, fue tan notorio que Iván siguió su mirada y sonrió divertido. Rodeando por la parte de atrás del castillo apareció una hermosa jovencita, su cabellera era de un rojo encendido, ardiente, la belleza y delicadeza de su rostro se adivinaba en la distancia. Ella caminaba despreocupada, aparentemente inmune a la sensación de soledad y miedo que producía la campiña, llevaba en sus manos un manojo de flores silvestres, las cuales seleccionaba del basto campo multicolor que se extendía hasta el lago.
Estaba tan concentrada en sus pensamientos que no se percato de ellos, se acercó al gigante y se perdió entre los restos de los muros a sus pies. Después de unos instantes reapareció con las manos vacías, pero se le miraba contenta, en paz. Alegremente se alejo caminando con ágiles y alegres pasos rumbo al bosque a un costado del lago.
- Esa es Elena – dijo al fin Pietrov, saliendo del hechizo.
- ¿Tendrá unos 16 años? - Preguntó Iván mientras se acomodaba las gafas oscuras con que protegía sus ojos. Pietrov asintió.
- Muy grande para mis gustos – rió Iván.
- Para mi es perfecta –replicó Pietrov – su padre es Sergey, el de la unión de campesinos. - El rostro de Iván se endureció.
- Ese mal nacido me esta causando muchos problemas, no vayas ha hacer la tontería de enamorarte de esta chiquilla. ¡Eres bastante idiota cuando te enamoras!
Pietrov hizo gesto de disgusto pero se trago sus palabras.
- Descuida Papá, no caeré dos veces en la misma piedra. Lo que quiero de esta niña es diferente, solo pasármela bien.
Iván estudió a su hijo, un muchacho de 22 años, más alto que él y pronto sería mucho más fuerte, tan semejante a él con excepción de los ojos, Pietrov tenía los ojos de su madre y sus pasiones, ella había sido una mujer muy arrebatada y visceral, cuando un capricho se le metía, no cejaba hasta conseguirlo, sin importar el preció. Así pues Pietrov no podría escapar del encanto de la pelirroja hasta que la tuviera.
- has algo más que pasártela bien, has lo que quieras con ella pero mándale un mensaje a Sergey, que le quede claro que no se debe meter en mis asuntos.
Pietrov tardó un instante en entender el mensaje. Luego sonrió verdaderamente sorprendido.
- ¿De verdad, Papá?, ¿así nada más?
- Si, ¿Por qué no?, sólo una cosa, no la mates ni la desfigures. No quiero otro problema como el de Konakovo, las mutiladas llaman mucho la atención, sólo quiero mandarle un mensaje al idiota de Sergey, no te vayas a exceder.
Mas tarde se arrepentiría de su orden, cuando lloraba sobre la tumba de su único hijo deseaba no haber dicho jamás eso, debió dejar a Pietrov hacer lo que tanto le gustaba, arrancarle la piel centímetro a centímetro con su fusta o marcarla como a una res con hierros candentes. Pietrov cumplió su palabra, Elena no conservo una cicatriz de su encuentro, en cambio ella si lo mutilo.
* * *
Elena caminaba sin rumbo fijo, el cielo retumbaba anunciando tormenta pero a ella no le preocupaba. Las calles del Paris que no aparece en las guías de turistas se presentaban ante ella, los centros nocturnos ya tenían abiertas sus puestas desde hacia horas y las chicas de la profesión más vieja del mundo se paseaban descaradamente por lo que en otra época fue un barrio respetable. Elena podía sentir las miradas sobre ella, los ojos quemantes que la codiciaban. Su atuendo de gitana que había tomado de Alexa contrastaba con sus facciones nórdicas y su cabello de un tono tan encendido. La miraban con detenimiento y los veía murmurar entre ellos, ninguno se le acercaba o le sostenía la mirada. Elena caminaba desafiante por esas calles de perdición.
No tenía miedo, ya no, y como si esa indiferencia al peligro fuese una especie de monto protector nadie se acerco a ella, nadie se cruzo en su camino. Casi podía leer en sus ojos que le temían.
Cuando Alexa fue secuestrada su corazón se lo dijo, su aventura con la gitana ya estaba más allá que solo eso, ¿se había enamorado de ella o tan solo encontraba refugio en sus brazos para escapar de su soledad?, hacia mucho tiempo que sabía que su destino estaba trazado, ella moriría asesinada de una forma o de otra, sólo era cuestión de esperar el momento. Pero en eso llego un ángel y la rescató, un ángel que la acompañaba en sus sueños, que compartía sus secretos… y que era real, no una ilusión o fantasía. Su ángel era un ser que se hacia presente, que escuchaba y comprendía. Un ser que podía ser tocado.
Durante el tiempo que vigiló los sueños de Alexa, en espera de su recuperación, tuvo tiempo de sobra para pensar en ella.
Ella no era un ángel como los que plasmo la Iglesia cristiana en las paginas de la Biblia, no era una criatura etérea como le dijeron en la Iglesia. Recordaba claramente la sensación de los brazos de su padre cuando ella la rescató la primera vez, la sensación de calidez que de ella emanaba aun que su piel era fría como el mármol en que parecía estar esculpida. Ella era un ángel como nunca se ha plasmado por la mano del hombre y tal vez por eso Elena confiaba en ella mucho más.
- mi vida por la de ella – recordó Elena su suplica, su compromiso.
No tenía esperanzas en aquel instante, su ángel tan sólo venía a cobrar la deuda pendiente, venía a terminar lo que una bala dejo inconcluso hacia unas noches. Y estaba bien, Elena esta muy agradecida por aquellos deliciosos días en que el amor de Alexa le había mostrado un mundo nuevo. Ahora si podía morir en paz, ¡pero no!, no mientras Alexa estuviera en peligro. Por eso suplicó con la única esperanza de que su ángel tuviera un instante de piedad antes de llevársela consigo.
Realmente Elena fue la primer sorprendida de que su ángel la hubiera escuchado, su ángel había entendido su suplica y le había postergado su cita un poco más.
El momento estaba fielmente grabado en su memoria, el rostro del ángel en un gesto irreconocible, feroz, y sin embargo ella no tenía miedo, nada en ese ángel le inspiraba temor a pesar de saber que su vida estaba en sus manos. Ese rostro feroz, esos ojos de infierno, había algo oculto en ellos, como si fuera una mascara sobre el rostro de alguien más, alguien con nobleza en su corazón. No resistió el impulso de tocar ese rostro, de hacerle llegar esa suplica a quien se encontraba bajo la mascara. El rostro era frío como hielo pero… si, no con sus manos si no con su corazón pudo sentir esa calidez. Dentro de ese feroz ángel había piedad.
El ángel salvo la vida de Alexa, y no volvió, Elena la espero noche tras noche en ese balcón, pero ella no regreso ni aun en sus sueños como antes. Alexa estaba casi recuperada y con un plan en mente: huir y esconderse.
Elena sostenía su mano mientras la miraba dormir y deseaba verla sana otra vez, riendo y divirtiéndose como siempre –¡tu yo somos fiesta! -, deseaba volver a disfrutar de sus caricias y besos, se sorprendió a si misma contemplando su rostro con una sonrisa. Huir a un lugar donde nadie las conociera, donde pudieran empezar su vida de nuevo y dejar atrás todo el odio y maldad que destruyo su pasado.
Pero eso era un sueño, ellos no la dejarían escapar tan fácilmente, siempre la buscarían, siempre tendría el temor de que ellos volverían a parecer. Y ahora estaba Alexa en medio de todo, una vida más que sería tomada por su culpa. Sueños, todo aquello era solo un sueño y tenía que despertar de él. La realidad es que su tiempo se había agotado y ahora tenía una deuda que saldar. Ese ángel esperaba para cobrar su deuda.
Elena tomó su decisión en ese momento, saldaría su deuda y Alexa estaría a salvo para siempre. Quiso besarla como despedida pero no se atrevió por temor a despertarla, consiguió una hoja de papel y le escribió una nota
- … si eres capas de morir por mi, entonces se capas de vivir por ambas…
Cuando la puerta la habitación se cerro sintió su corazón romperse, le fue muy difícil reprimir sus lagrimas hasta llegar a la calle, ahí corrió tan rápido como pudo, dejando atrás todo, a Alexa y todo lo que ella representaba, incluso el génesis de una nueva vida. Sólo volvió su rostro cuando las fuerzas le fallaron y le faltó el aliento. El Volkov se elevaba al cielo como una fortaleza que había guardado su intimidad y encubierto su amor de los ojos de la oscuridad que habita en los bajos fondos. Ahí en lo alto Alexa dormía sin sospechar que nunca más volverían a verse. Elena secó sus lágrimas y sonrió, ahora su corazón y su mente estaban claros. Envió un último pensamiento antes de encarar su destino y saldar su deuda.
- Adiós Alexa, adiós mi amor.
Amor, ¿Qué es el amor? Se preguntaba Elena, la respuesta era muy simple, amor era todo aquello que había perdido. Amor era la inocencia de aquellos años en que todo su mundo estaba en los brazos protectores de su padre.
El cielo nocturno volvió a quebrarse con el fulgor de un relámpago y gruesas gotas empezaron a caer empapando todo en un instante. Elena se dejo bañar por la lluvia, sintiendo correr el agua por todo su cuerpo como heladas caricias que le traían el recuerdo de un sueño.
Siguió caminando indiferente a la lluvia hasta que esta empezó a cambiar transformándose en granizo y entonces su molestia se hizo dolorosa, corrió para buscar refugio sin ver claramente donde estaba pues los granos de hielo lastimaban su rostro. Encontró refugio en el interior de lo que semejaba el estacionamiento de la planta baja de un edificio.
Curiosa miró a su alrededor y se vio rodeada de automóviles deportivos y lujosos, grupos y parejas de personas caminaban hacia un pasillo bastante amplio donde una música estridente competía con el sonido de la tormenta. El pasillo estaba custodiado por un par de hombres muy grandes que vestían impecables trajes sport y gafas oscuras para endurecer sus gestos. La curiosidad pico a Elena quien cansada de sus propios pensamientos se atrevió a acercarse para observar el lugar, de pronto se vio mezclada con un grupo de gente que entraban a aquel recinto.
La mesa estaba repleta de botellas de vino y licores, recipientes de cristal contenían pastillas de colores que semejaban dulces y que eran consumidos cuidadosamente por los ahí reunidos. Ella sonreía devolviendo saludos a aquellos que le dirigían la mirada. El lugar estallaba en locura con la música tan alto que no era posible una conversación, la gente bailaba sobre la pista y en los pasillos, entre las mesas y las chicas sobre ellas. Unas mesas atrás alguien se reponía de un repentino mareo producido seguramente por una mala combinación de alcohol y drogas, aun que nunca antes le había dolido el corazón como oprimido por un puño helado. El hambre en su interior rumiaba esperando la siguiente victima. Una leve brisa se coló por el pasillo proveniente de la calle, tan tenue que nadie fue conciente de ella, su frescura completamente neutralizada por el calor del recinto, los aromas que arrastraba se mezclaban y disolvían en la florida gama de perfumes y fragancias que inundaban el ambiente… todos menos uno, el aroma de alguien. Nadie en el mundo podría captar ese aroma o reconocerlo, nadie excepto ella. Rompiendo su imagen impasible giró el rostro buscando atrapar ese aroma de nuevo.
Elena caminó unos pasos deslumbrada por lo que estaba viendo, al fin conocía uno de los centros nocturnos clandestinos de Paris y uno de categoría, este era el otro mundo que ella no conocía, un mundo de glamour, oro, seda y fantasías entretejidas. Una mano la sujetó por el brazo.
- Creo que te has equivocado de lugar –le dijo a gritos uno de los guardias para hacerse oír sobre la música.
Elena le dirigió una mirada indiferente y de un tirón liberó su brazo. Estaba dispuesta a irse cuando sintió el silencio.
Los truenos retumbaban en el cielo, el granizo tamborileaba en las calle, el sonido estridente de la música cimbraba los muros y sin embargo cayo el silencio. Era como si un vacío se hubiera abierto a mitad de la pista de baile, un vacío que se expandía por todo el recinto afectándolos a todos, los rostros se volvieron sobre la pista y aun los que bailaban fueron momentáneamente capturados por esa indefinible sensación de silencio y vacío. Elena como todos se sintió congelada, clavada al piso expectante.
Yulia apareció entre la gente, vestía completamente de negro como casi todos, botas de charol altas, minifalda untada al cuerpo, medias de maya que traslucían la blancura de sus piernas, blusa de seda con cuello alto y encaje en las mangas, pecho y cuello, y botonadura de oro, remataba con un abrigo en pliegues que la cubrían por completo semejando alas. Sus pasos tenían la armonía perfecta de un andar silencioso, ágil y continuo. No esquivaba a la gente que bailaba y saltaba a su alrededor, el ritmo perfecto de avance la hacia verse irreal, como una brisa translucida que cruzaba entre ellos traspasándolos de tan diáfana.
Su delicada mano se extendió hasta Elena, pareció en un primer momento que tocaría su rostro, pero al final descendió hasta tomar su mano. Un guante de maya disimulaba el frió tacto de su piel. La pelirroja no puso resistencia cuando Yulia la condujo hacia el interior del recinto por entre pasillos atestados de gente que si tropezaban con ella, y solo con ella pues Yulia todavía semejaba ser intangible.
Todos en la mesa guardaron silencio cuando Yulia regreso a su lugar llevando de la mano a Elena, la pelirroja desconcertada miró a todos con disimulo, ocho personas hombres y mujeres y algunos de sexo indefinible, todos vestían de modo muy similar a Yulia y algunos tenían tatuajes y aretes en el rostro que los hacía verse más extraños aún, pero toda la concurrencia de ese club nocturno era así, seguidores de una moda tipo dark.
Un asiento le fue ofrecido a Elena ante un gesto de Yulia, una copa le siguió y pronto todo mundo volvió a sus asuntos ignorándola casi por completo, pero se sentía devorada por la mirada de ellos, casi podía adivinar sus pensamientos. Pero ninguno de los reunidos le importaba, solo ella, sólo su ángel.
Por fin y a pesar de la penumbra pudo observarla bien, ella, casi un fantasma en sus sueños, un rostro que se disolvía en la penumbra, ahora estaba frente a ella, perfectamente tangible y real, cómodamente sentada en una posición voluptuosa y sensual, mirándola sin el menor disimulo. Todo era muy confuso para la pelirroja, no sabía que pensar o decir, solo se limitó a beber su copa y estudiar a Yulia con la misma atención con que ella la miraba.
Yulia no podía apartar los ojos de Elena, ¿qué mensaje se escondía en la casualidad de volverla a encontrar y justo ahí?. Ese club nocturno era uno de sus sitios favoritos de cacería, imitadores de vampiros que siempre quedaban hechizados de su presencia, mezclarse entre ellos era natural y censillo, y mucho más cuando se disfrazaba entre los hombres, escuchar sus conversaciones, la riqueza de sus idiomas y culturas la mantenían al tanto de la evolución del mundo. A veces perdía la noción del tiempo y de la época cuando se sumía en el anonimato de la cacería en las sombras, invisible al mundo del hombre, venir a estos lugares le ayudaba a mejorar su disfraz, hasta su extrema palidez quedaba disimulada con la palidez general de esos noctámbulos. La máxima ironía, gente que imita vampiros eran el modelo a seguir de un vampiro que imita a la gente, si Yulia conservara el sentido del humor de la humanidad estaría riendo a carcajadas, pero sólo era conciente de lo divertido del asunto.
El hambre sacudía su pecho con ansiedad renovada, las insípidas victimas que recién había tomado no se comparaban a la hermosa pelirroja sentada frente a ella y que la miraba con ese brillo esmeralda tan puro como la inmensidad del mar. Su cabello húmedo enmarcaba ese rostro de proporciones perfectas, labios delineados y sensuales, como los labios de….. ¡Dolor!, el hambre ya latía en sus venas extendiéndose cada vez más…. La blusa también empapada, transparente y adherida a su cuerpo, sus pechos generosos se mostraban casi desnudos a través de la tela, la aureola de sus pezones la invitaban a…. ¡Dolor! La palpitación de su hambre se extiende por cada rincón de su ser….
- Gracias por Alexa - Elena murmuró.
Yulia la miró a los ojos en respuesta, aun sobre la música estridente, aun a pesar de hablar tan bajo como si sólo hablara para si, ella podía escucharla. Elena sonrió, ¡claro que podía escucharla! era un ángel ¿no?, ella podía ver y escuchar cosas que nadie. Y esos ojos, el brillo sobrenatural de esos ojos de un azul helado la daba la sensación de ser observada desde el otro lado de un océano. Esos ojos las miraban con deseo, la miraban con un fuego similar al de Alexa, con la promesa de algo indefinible.
- Gracias por mi – y bajó la mirada, ella le imponía una sensación extraña, no era miedo, era algo muy distinto, como un eco lejano, un eco extinto que sólo retumba en la mente de quien escucho.
Yulia permanecía inmóvil observándola fijamente, su rostro no mostraba ningún gesto, ni siquiera un parpadeo, semejaba etérea, irreal, si esa mano no hubiera tomado la suya Elena pensaría que era una ilusión.
- ¿Quién eres? – al fin se atrevió a preguntar levantando la vista de nuevo.
Una mano tomó el brazo de Elena, ella volvió su rostro hacia el desconocido y se topó con un rostro agradable, atractivo, una sonrisa blanca que la invitaba a bailar. Esa mano fue capturada por otra al mismo instante, un gestó de dolor se dibujo en ese rostro agradable cuando Yulia oprimió ligeramente obligando a soltar a su pelirroja, su presa.
Yulia extendió su brazo hacia Elena, la pelirroja volvió a respirar, había contenido el aliento al apenas percibir el ágil movimiento de Yulia, antes de un parpadeo ya estaba a su lado, sin correr, sin agitarse, moviéndose como solo un ángel podría hacerlo.
- ¿Quieres bailar? –preguntó Elena al ver la mano esperando por ella, sonrió, nunca hubiera esperado esto.
Yulia se dejo sumergir en esa sonrisa, el hambre la laceraba por dentro y sabía se pondría peor, mucho peor cuando ella tocara su mano y se pusiera de pie. Y así fue, su escultural cuerpo, sus largas piernas e innata coquetería, su cabello ardiente, todo en ella era un sol. El dolor penetró por cada poro marchito de su piel dándole la sensación de flotar de sentir el peso del aire y el contacto calido de esa suave mano que aceptaba la suya fría y pétrea.
La pista de baile se abrió para ellas aun que esta vez no uso su voz, su inaudible canto para hacerlos callar. Las luces multicolores llenaban de magia el ambiente y las sombras jugaban con sus rostros. Yulia comenzó a imitar los sensuales movimientos de alguien, Elena hizo lo propio torpemente pues estaba totalmente fuera de su ambiente, de sus gustos y costumbres. La pelirroja sentía su corazón estallar en su pecho, de alguna forma sabía que ella podía escuchar sus latidos.
- Soy como tú – dijo Yulia, Elena se sobresalto, por primera vez escuchaba su voz, la escuchaba perfectamente a pesar del ruido, a pesar de la gente, a pesar de que ella tampoco parecía esforzarse por hacerse oír.
- Soy como tú –repitió Yulia dándole tiempo para ser escuchada – soy Nichya, soy nadie…
El hambre ya era una bestia salvaje galopando por todo su ser, golpeando su corazón con tal fuerza que ya casi no era capas de escuchar nada más. Y Elena comenzó a bailar con toda su sensualidad, tal como lo hacia noche a noche en el club donde la había encontrado. Pero esta vez su rostro sonreía, esta vez su mirada era clara y su sensualidad desenvuelta, liberada.
Elena recordó esa triste vida pasada – Nichya …. Yo era Nichya, yo era nadie….- pensó para sí. Esa última noche en que bailo vestida como un sol, ella estaba ahí, su ángel, la vio bailar y le gustó lo que vio. Pensó que esa era la razón por la que la había salvado entones, la razón por la que la había protegido. ¿Este era el último baile?, ¿El ángel quería verla bailar así una vez más antes de cobrar la deuda?
Todo era una locura, todo era tan irreal, sin embargo Elena abrió su mente y se atrevió a aceptarlo, después de todo ¿acaso no la presencia tangible de un ángel no era ya bastante loca?. Se dejo llevar por esa sensualidad que enloquecía a Alexa, se libero de todas sus ataduras del convencionalismo y el morbo, el último instante de su vida era este y lo entregaría todo. Los ardientes ojos del ángel la deseaban, lo sabía, podía sentirlo en todo su cuerpo.
Yulia dejó de bailar cautivada por la sensualidad de Elena, su hambre ya no podía ser contenida más, las garras brotaron bajo sus uñas, sus colmillos se irguieron en su boca, entreabrió los labios para darles cabida. Elena frotaba su cuerpo contra el de ella disfrutando el trance de la hija de la luna. Sus manos se hundieron en los negros cabellos de Yulia, su rostro se acercó al suyo, sus ojos se mezclaron en una mirada que revelaba secretos y la sonrisa de Elena desapareció de su rostro para ser reemplazada por un gesto indefinible.
Los labios de Elena se fundieron con los Yulia, Elena la aprisionó en un abrazo intenso, su lengua penetro por esos labios entreabiertos que parecían invitar al beso y algo en el interior de Yulia reaccionó cuando esa suave y delicada lengua se encontró con sus colmillos filosos, solo fue un leve pinchazo, totalmente indoloro por el filo salvaje de esos caninos que podían penetrar la piel si esfuerzo y casi sin dejar marca.
Sólo fue una gota de sangre….
… Ya todos se habían marchado, algunas lámparas iluminaban el corralón donde Yulia cabalgaba un bravo corcel que terminaba de ser entrenado y doblegado por el puño de la doncella de hierro. El viento en su rostro limpiaba las lágrimas que no quería mostrar, entre sus piernas sentía el bramido del corazón de su corcel yendo al mismo ritmo que el suyo. Deseaba que su corazón estallara por el esfuerzo como pronto lo haría el de la noble bestia si no se detenía. Jalo la rienda poniendo fin al sufrimiento del animal y que en nada calmaba en suyo.
Sólo entonces se dio cuenta que ella estaba ahí. Nadya la esperaba al pie de su carruaje, no había nadie más, seguramente había despedido al chofer planeando regresar al castillo con ella. Yulia suspiró resignada, no podía escaparse de ella esta vez.
- ¿Qué pasa contigo? –le pregunto la pelirroja con un tono molesto mientras Yulia liberaba al caballo para dejarlo libre en el corralón.
- ¿Acaso hice algo que te ofendiera?... Yulia, contéstame –insistió Nadya.
- No –respondió al fin Yulia mientras avergonzada se miraba los guantes que ella le había confeccionado, estaban hechos pedazos por el exceso de trabajo y las jornadas salvajes que día a día realizaba – No has hecho nada que me ofenda, ¿Cómo puedes pensar esa tontería?.
- Entonces ¿Por qué ya no vienes conmigo?, ¿Qué ha pasado con nuestros días de campo después de la misa dominical?, ni siquiera a la iglesia asistes y siento que es porque no quieres verme.
- ¡Tanto me conoces!, que adivinas mis pensamientos…. Adivina entonces lo que estoy sintiendo.. – pensó Yulia incapaz de decir palabra.
Nadya corrió hacia ella y la abrazó como si respondiera al reto de la chica indomable.
- ¿Me odias porque tengo que casarme?, ¿crees que es el fin de nuestra amistad?
Yulia levanto la mirada hacia el cielo, hacia la luna, incapaz de contener sus lágrimas, incapaz de ocultar su dolor.
- Ibas a ser mi cuñada, casi mi hermana, ¿recuerdas?.... ¿recuerdas la promesa a Vladimir?.
Las manos de Nadya se hundieron en los negros cabellos de Yulia, su rostro se acercó al suyo, sus ojos se mezclaron en una mirada que revelaba secretos.
- Vladimir esta muerto… me tengo que casar porque así conviene a mi familia, me tengo que casar aunque odie la idea… la idea de alejarme de ti. No mientas más Yulia, no es por tu hermano, es por ti…. ¿no ves lo difícil que también es para mi?, ¿no ves que yo también me estoy muriendo porque van a separarnos?
Los labios de Yulia temblaron, incapaces de contener sus secretos, incapaz de tolerar su cercanía.
- Lo que yo siento es diferente… -dijo al fin – Estar contigo es todo lo que me importa, es todo lo que quiero, es lo único que me hace feliz. ¡Te quiero!, ¡Te quiero con todo mi corazón!
- ¡Yo también te quiero con todo mi corazón! – replicó Nadya.
- Lo sé, pero mi cariño es diferente… es .. es .. – Yulia cerró los ojos incapaz de mirar los ojos de Nadya, incapaz de ver lo que esas esmeraldas le dirían - … mi cariño esta más allá del de una amiga….
- ¡Tonta! –Rió Nadya con lagrimas en sus ojos - ¡Que tonta eres que no te has dado cuenta!.
Los labios de Nadya se fundieron con los Yulia, Nadya la aprisionó en un abrazo intenso, su lengua penetro por esos labios entreabiertos que la invitaban, la reclamaban, le exigían saciar su sed de pasión en ellos.
- ¡Yo también te quiero de esa forma! – le dijo liberando su llanto y volviendo a besarla una y otra vez.
El rostro de Elena al fin se separó del suyo, la pelirroja parecía estar despertando de un sueño, lentamente, dulcemente. Yulia retrocedió tambaleándose, el dolor del hambre se había transformado en algo distintito, el algo totalmente irreconocible para ella, como si esa bestia salvaje se encontrará encadenada dentro de ella, atrapada por grilletes que no podía romper, incapaz de liberarse, incapaz de extinguirse.
Miedo, Yulia recordaba el miedo, nunca antes había vuelto a sentir el miedo, lo que aguijoneaba todo su ser a la par que el hambre era el miedo. Retrocedió sin atreverse a atacar a su presa aunque el momento era perfecto, el instante idóneo. Esta vez no había ninguna fuerza extraña protegiéndola o exigiéndole protección, no había ilusiones ni recuerdos de los dulces campos de trigo ni fantasmas del alma de un padre. No había nada de eso, pero simplemente no podía atacarla.
Elena abrió los ojos al fin y sonrió tristemente, estaba lista para morir pero ella no estaba lista para tomarla. Yulia decidió marcharse, le dio la espalda buscando mezclarse con las sombras y desaparecer de la vista como siempre.
Nunca antes le había sucedido esto, nunca antes había perdido la orientación de donde estaba. Frente a ella se encontró con una columna cubierta de espejos. Se encontró con su propia imagen.
Horror, los ojos de esa criatura nocturna eran capases de penetrar los secretos más íntimos de las tinieblas, son capases de ver los pliegues del viento, son capases de leer los pensamientos dibujados en los rostros del hombre. Son capases de ver la realidad de ese rostro que ilusoriamente parece de una belleza impecable esculpida en mármol. Sus ojos son capaces de ver el horror de un rostro que se ha negado a morir por siglos, la podredumbre de un cadáver incorruptible.
El grito de horror que salió por sus labios reflejó el horror de un infierno de pudrición de 600 años.
Todas las botellas y vasos de cristal estallaron, las ventanas parecieron explotar hacia fuera casi pulverizadas, todos los espejos saltaron convertidos en añicos a causa de ese grito de horror sin igual. El llanto de un ángel.
Elena cayó de rodillas cubriéndose los oídos y cerrando los ojos fuertemente, incapaz de soportar el desgarrante y agudo estruendo. Sintió todos los cristales cayendo sobre ella casi pulverizados afortunadamente, todo el mundo corría de un lado a otro en las completas tinieblas pues las bombillas eléctricas también habían estallado. Se incorporó tratando de entender que había sucedido, los oídos le zumbaban y no escuchaba nada, la cabeza también le dolía terriblemente.
Algunas pequeñas llamas empezaron a aparecer, a pesar de lo tenues y mortecinas que eran Elena tuvo clara visión de donde se encontraba, y donde estaba ella.
Se veía tan diminuta, postrada de rodillas y con sus manos tan blancas cubriendo su rostro, se veía adolorida, aterrada. Elena se acercó a ella, no se atrevía a tocarla pero algo en su interior la obligaba a hacer algo, a decir algo.
- ¿Yulia? – escapó sin saber cómo de sus labios.
Continúa…
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo VII.
La esencia del pecado
Alexa se derrumbo de rodillas sin fuerzas, el corazón le palpitaba con tal violencia que le dolía, unió sus manos entrelazando sus dedos con fuerza, como aferrándose a algo intangible, algo que solo podía sentirse con el alma, la imagen de la Virgen Maria le devolvía una mirada de consuelo. Desde el primer día que llego a Paris visitó Notre Dame, la catedral le inspiro respeto y temor desde la primera vez que la vio, le tomo casi dos semanas poder cruzar su umbral y murmurar una oración. El sentimiento de pecado la cubría como una mortaja, el estigma de la depravación estaba grabado en su conciencia de una forma cruel que aniquilaba su fe, ocasionalmente acudía a Notre Dame para hacer una fugas oración aun que nunca se atrevía a cruzar sus puertas.
Cuando Elena le pidió mostrarle la gran catedral, Alexa no dudó un instante en llevarla al lugar santo y conducirla por esos pasillos y vitrales tomadas de la mano, junto a Elena todo parecía nuevo y limpio, la presencia de la pelirroja hasta parecía purificar su alma.
Era la primera vez que se encontraba en Notre Dame sola. La primera vez que hacia a un lado su orgullo, arrogancia y vergüenza, y se acercaba a la divina figura como tantos otros sólo a suplicar.
Las oraciones aprendidas en la infancia no llevaron consuelo a su corazón sin importar la devoción con que elevara esas plegarias. No había consuelo para ella, no había perdón.
- …. No tienes perdón de Dios!!! - Exclamaba su padre mientras ondeaba el cinturón de cuero con que la azotaba – ¡¡¡Ninguna hija mía será una **** lesbiana!!!
- ****… -murmuró interrumpiendo su plegaría.
- ¿de verdad, Madre Santa, estoy ****?
Sus ojos eran reflejo puro de la noche, oscuros, profundos y anegados, ojos que han contemplado y tolerado el sufrimiento y la soledad, ojos que han llorado sin lágrimas la amargura del rechazo, el estigma por ser diferente.
- …¿es mi maldición siempre estar sola?, ¿Alguien como yo no puede aspirar a tener un hogar, a tener alguien a quien amar, a formar una familia?... ¿Por qué pusiste a Elena en mi camino?, ¿Fue una broma?, ¿un castigo?.... ¿Me echas en cara lo que soy?... ¿De verdad amar a alguien así es un pecado? …
El estallido de un trueno fue su única respuesta, las bombillas eléctricas parpadearon, la ya de por si mortecina luz se hizo más opaca. El rostro de la figura Santa parecía en verdad mirarla con piedad.
- Si amarla así es un pecado, ¡déjame pagar por este pecado!, ¡pero déjame a mi!... Hay maldad en la noche, hay gente terrible que quiere lastimarla….¡a ella!, ¡a ella que es un ángel!, un ángel de quien te has olvidado….
Perdona nuestros pecados y déjame ser yo quien pague por ellos… Esta noche ella salió a buscar su destino, ¡déjame ser yo quien lo encuentre!, ¡déjame ser yo quien pague su deuda! … soy Alexa, la pervertida, debo ser yo quien cargue con esos pecados, no ella …. ¡Nunca ella!
- Los pecados no fueron creación de Dios si no del hombre – dijo una voz a su espalda.
Alexa se volvió asustada, ahí se encontraba unos pasos atrás, también de rodillas, un hombre, sus ropas eran eclesiásticas aunque muy viejas, un sacerdote.
- … los pecados los inventó el hombre para hacer tangible el temor a Dios – dijo el sacerdote en respuesta a la mirada interrogante de Alexa. – La verdad es que nada puede ofender a Dios, no somos tan grandes, el concepto de pecado es una arrogancia. – Su sonrisa parecía afable, su rostro estaba cubierto por el capuchón de su túnica.
- ¿Acaso no es un pecado romper las leyes de Dios, sus mandamientos? – dijo Alexa un poco nerviosa, había algo en ese sacerdote que no le gustaba.
- Son mandamientos, no leyes, la suma de todos ellos son la ley. ¿Qué mandamiento ha roto tus sentimientos?
- Lo que siento ….. lo que siento por ella no es bien visto … es pecado.
- ¿Tus sentimientos ofenden a Dios?, ¿amar a alguien es una ofensa al Señor?
- No lo sé, quiero pensar que no, ¡de verdad que quiero creer que no pero….!
- Ten fe –el sacerdote se acerco a ella y tomándola por los hombros la puso de pie, hasta ese momento Alexa se dio cuenta del dolor y entumecimiento de sus rodillas – la fe es una fuerza poderosa, es un obsequio divino, ten fe en que tus sentimientos son puros. El odio es un pecado, el odio ofende al señor, el odio si esta en contra de todo lo que él nos ha enseñado. El amor en ninguna de sus formas y expresiones podrá ser un pecado, el señor es amor.
Alexa sonrió reconfortada, la mano del sacerdote limpió las lágrimas que cubrían sus mejillas, era una mano blanca y fría, le causo un estremecimiento.
- Tu no eres ninguna pervertida por amar a alguien, no permitas que nadie vuelva a llamarte así, la verdadera perversión esta en aquel que odia a sus semejantes por ser diferentes, el odio es la única perversión que existe.
- ¡Gracias! –dijo Alexa más relajada. El sacerdote sonrió cubierto por su túnica y desapareció.
Alexa se incorporó de un salto del asiento donde estaba, no había nadie más en la catedral que esas figuras de arcilla y porcelana, iconos de santidades. Sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, pero lo atribuyo a la humedad de su ropa.
Los fantasmas de Notre Dame también eran famosos aun que sus historias se narraban en voz baja por temor a lo divino. Sintió una molestia, una presión en el corazón como si un puño helado lo hubiera oprimido y débil mareo del que tardo un instante en recuperarse.
Había venido a la iglesia a buscar esperanza y consuelo, ambas cosas había encontrado, ese extraño sueño le había parecido tan real, las palabras del sacerdote la habían reconfortado y despojado del manto de vergüenza que la disminuían. Elena era un milagro en su vida, un autentico ángel que había llegado para arrancarla de las tinieblas, no la perdería tan fácilmente, no la abandonaría, y si era el destino de Elena morir esa noche, ella le tomaría de la mano y moriría con ella.
- … hasta que la muerte no separe… - sonrió divertida y confiada - … sólo es cuestión de fe.
La tormenta aún continuaba, pero ya no en su alma, esos rayos solo retumbaban en el cielo, nunca más en su conciencia. Con pasos seguros y vigorosos se volvió a internar en la noche empapada.
- … o hasta que la muerte las vuelva a unir – dijo una voz tan tenue como el viento.
Codicia
El obispo Alexander Kaunas regocijaba su vista contemplando los hermosos jardines que rodeaban el lago a un costado del castillo Volkov, el clima había mejorado mucho y no era necesario el fuego en la chimenea, sin embargo una madera aromática se quemaba ahí para perfumar el ambiente. Se frotó las manos y jugó un instante con su anillo de oro que le confería el titulo eclesiástico que ostentaba, empezaba a quedarle chico en sus regordetas manos gracias a la buena vida, el señor era generoso con él, ¡muy generoso!
Las grandes extensiones de tierra de cultivo que eran posesión de la familia Volkov generaban casi la cuarta parte de la producción agrícola de todas las provincias de Vilnius, sin contar las innumerables aves, corderos y cerdos en crianza. Los Volkov habían sido una familia muy poderosa y junto con la familia Vladis hubieran sido un poder económico respetable si hubieran logrado estrechar lazos de sangre y unificar ambas familias con el matrimonio de Vladimir Volkov y Nadya Vladis. Pero el todopoderoso había tomado cartas en el asunto y en su infinita sabiduría había puesto fin a las vidas de padre e hijo en los campos de batalla contra los herejes. Ahora toda esa riqueza debía pasar a administración de la iglesia. Sólo había que resolver un pequeño problema, la actitud caprichosa del último miembro de la casi extinta familia.
Las puertas del salón principal se abrieron dando paso a la diminuta figura de Yulia Volkova. El obispo se sorprendió al verla, cubierta de polvo y paja, enfundada en un traje que la hacia ver como un caballerango pero de proporciones diminutas y delicadas. En nada semejaba a la princesa de vestidos de seda y abatida por la tragedia, que esperaba encontrar. A pesar de su aspecto, sus modales eran impecables y con toda elegancia saludó al Obispo.
- ¿Qué puede hacer por su ilustrísima, esta humilde servidora? –preguntó Yulia, a pesar de sus palabras y buenas maneras, no podía disimular cierta molestia.
- No es lo que puedas hacer por mi, lo que importa – dijo el Obispo – Si no lo que la iglesia puede hacer por ti.
Con gestos y maneras amables, bonachonas, el Obispo posó sus manos sobre los hombros de Yulia. Sus ojos indagaron en esos ojos con claridad de cielo.
- ¿Recibiste nuestra carta?, es nuestra propuesta, ¿quieres que la lea para ti?
- No, Gracias, Sé leer gracias a mi padre y también escribir. Me doy cuenta que no recibió mi respuesta, entonces se la daré verbalmente: No, gracias.
El Obispo soltó una risa, divertido- Recibimos tu respuesta y creemos que no nos comprendiste, a veces pasa cuando no estas familiarizada con las palabras y términos de un documento sacro y legal - extrajo de su manga un rollo de papel y empezó a leerlo. Yulia lo interrumpió al inicio de su lectura.
- Lo comprendí perfectamente –dijo Yulia con firmeza en su voz, esa firmeza y seguridad que empezaba a irritar al Obispo.
- Tu padre cometió la imprudencia de no pactar un matrimonio para ti, de haberlo hecho nosotros habríamos procedido a concretar el enlace y poner a buen cuidado el patrimonio de tu familia en hombros de tu esposo.
–Explicó el Obispo resumiendo su lectura – No podemos abandonarte a tu suerte y con esta carga tan pesada. Te estamos ofreciendo un lugar en nuestro convento donde cuidaremos de ti y encontraras seguridad y consuelo en tu pena.
- Y todos mis bienes, mi patrimonio será administrado por el obispado –concluyó Yulia.
- Si, pero nadie tocara lo que es tuyo, todo esto te pertenece y así será por siempre. Tu padre seguramente habría deseado esto, era un hombre honorable, ¡que gran satisfacción que sus riquezas ayuden a los pobres y huérfanos de la guerra!
- Mis riquezas ayudan a mi gente, a la gente que vive en mi feudo y trabaja su porción de tierra. Son la gente por la que murió mi padre, son la gente por la que peleaba. Porque aunque la tierra es nuestra, el techo bajo el que viven es suyo, el producto de su esfuerzo es suyo. Y yo trabajo junto con ellos, no es un peso tan grande. Y no estoy desvalida, no necesito consuelo ni protección como usted puede ver. Ni tampoco necesito un marido, he llevado las riendas de mi casa y mis tierras desde antes que mi padre partiera. ¡Soy una Volkov y no necesito de nadie!
El Obispo negó con la cabeza, y aun que por dentro empezaba a irritarse verdaderamente, sonreía piadosamente.
- El dolor no te deja pensar, hija mía… Esta no es vida para una princesa…
- Y la ambición no le deja escuchar, ilustrísima, un convento no es lugar para una Volkov.
- ¿¡que!? –replicó al fin el Obispo sintiéndose ofendido.
Pero Yulia ya le daba la espalda caminando hacia las puertas del salón.
- Lo siento ilustrísima – le dijo a modo de despedida – Mi respuesta es NO, GRACIAS. Puede quedarse todo el tiempo que desee y disfrutar de mi casa. La comida pronto será servida y tengo un excelente vino en la cava. No podré acompañarle, debo volver a supervisar las faenas del campo y seguramente comeré con los peones.
Al llegar a la puerta se volvió, su rostro se ilumino en un gesto divertido.
- He ordenado que carguen una carreta con lo mejor de nuestra cosecha, para que sea repartido entre los huérfanos de la guerra y los pobres como usted disponga. Lamentaría mucho que se retirará de MIS tierras con las manos vacías, ¡hasta pronto excelencia!
El Obispo se trago una maldición que no era acorde con su rango eclesiástico.
* * *
Kürten contemplaba la tormenta sobre Paris fascinado por el despliegue de poder que los rayos y truenos hacían sobre la ciudad. Tenía una vista privilegiada en uno de los modernos rascacielos de la zona moderna de la gran urbe.
- El Vasilij sigue en alta mar, no ha abandonado aguas internacionales, la guardia costera ya lo esta esperando, tendrán que evadirse mar a dentro. Se acabo Kürten.
Kürten aparto su atención de los ventanales de la lujosa oficina y la dirigió hacia su interlocutor, un hombre de finas maneras, muy robusto y calvo de piel tan sonrosada que semejaba un gran malvavisco parlante, así lo llamaban, el malvavisco.
- ¿Se acabo? – Preguntó con sarcasmo el nazi – supongo que si, ¿Qué puedo hacer si el embarque se ha perdido?, ¿Qué pueden hacer los rusos?
- No podías ganar siempre.
- Centro América, siempre quise acabar mis días allá, como todos, hay un par de países que siempre fueron amables con nosotros.
- Brasil es un lugar encantador, estuve ahí con mi familia hace un par de años.
- Lo sé, ¿Cómo esta tu hija?, ¿Cómo va su corazón?
El hombre apodado Malvavisco bajo la mirada avergonzado.
- Soy abuelo por tercera vez –contestó.
- ¡Tercera vez! –Exclamó Kürten, Malvavisco lo miró con desprecio, no podía ser más falso, Kürten estaba al tanto de todo siempre – No perdió el tiempo ¿eh?, hace bien, esas cirugías nunca han tenido garantías. Un día su cuerpo se dará cuenta que ese corazón no es parte de él y sin importar la función que desempeñe su cuerpo lo echara a patadas de si.
- ¿Nunca has tenido hijos, Kürten?
- Nunca le daría a nadie el poder para manejarme.
- ¿Y nunca has pensado en la continuidad de tu sangre?, los hijos llevan nuestra sangre por el futuro, te mantienen aquí aun que te hayas ido. La sangre, Kürten, es el vehiculo del alma. ¿Estas listo para desaparecer sin dejar rastro?
- ¿De que hablas? –Dijo el nazi con una risa agria- ¡Yo nunca voy a morirme!
- Todos morimos, Kürten, todos morimos –replicó el Malvavisco disfrutando sus palabras.
Las puertas de su oficina se abrieron, cuatro hombres de aspecto militar aunque vestidos de civil entraron, todos eran la imagen fiel y apócrifa del ario, altos, rubios y de impecables ojos azules. Uno de ellos llevaba una silla de ruedas eléctrica, moderna y confortable, un trono sobre ruedas. Kürten tomo asiento en ella sin soltar su bastón, las aceradas facciones de su rostro se relajaron un instante, después volvió a sonreír.
- Tal vez, pero no hoy. Antes tengo una cita, después ya veremos, veremos si se me antoja morir.
El sequito abandonó la oficina, Malvavisco suspiro aliviado, dirigió su vista hacia una mesa donde tenía fotografías de su familia y algunos amigos poderosos, ahí estaba su foto con el Papa de su ultima visita al Roma. También estaba la foto de su hija, su esposo y dos niños en un día de campo, la foto de su último nieto se había anexado sobreponiéndola a ese marco, necesitaba renovar esa fotografía. Había muchos pendientes, incluyendo una deuda.
- Siempre he sabido que valió la pena, también he sabido que no valió el precio. Ya es tiempo de arreglarlo –le dijo al retrato con el pensamiento. Tomó su teléfono móvil y marcó un número.
- Esta en camino….
Juegos
Todos los hombres estaban ubicados en sus sitios, aunque la estrategia se tuvo que cambiar de última hora por el clima, la luz de los relámpagos delataba los escondites más endebles al romper la oscuridad. Troy estaba empapado hasta los huesos y la espalda le dolía olímpicamente pero no podía descuidar su puesto, tan solo cuidaba que su arma no se mojara, era la peor lluvia del año, una verdadera tormenta.
- Al menos los rayos disimularan los disparos –le dijo un subalterno.
Una tenue luz fue la señal, docenas de hombres vestidos de negro, con pasamontañas y verdaderas armaduras salieron de todas partes, rápidos y eficaces. Potentes reflectores barrieron la oscuridad apuntando a un barco que recién atracaba en el Sena. Hubo gritos, algunos disparos, Troy corrió protegido tras la espalda de un escuadrón que se abrió paso hasta el interior del barco a fuego de cañón, los gruesos trajes protectores y armaduras militares eran superiores a su chaleco blindado, además ellos eran peones y él un caballo en ese tablero de ajedrez. A pesar de la resistencia pronto se escucho un -¡Jaquee Mate! – la revuelta había terminado felizmente. Pocas bajas de ambos lados.
- ¡Nada!, señor, no hay nada de armas en esta nave.
- ¿¡Que!? Eso no es posible, ¡tienen que estar aquí! -exclamó Troy. - ¿Kürten?, ¿ya localizaron a Kürten?
- Tampoco esta en la nave. Tenemos a la persona a cargo de la operación.
Troy fue conducido a la cabina de mando, donde se encontraban los cadáveres de algunos hombres abatidos durante la operación.
- Este era –señalo un comando y entregando una cartera la cual Troy examinó rápidamente.
- Steinmeier – leyó Troy - ¿tenemos un expediente de él?
- No, pero ya lo están investigando.
- Quiero que investiguen rápidamente otra cosa más.
- ¿Qué, Señor?
- El cuerpo tiene una pistola en la mano, el arma esta caliente, estaba disparando cuando lo mataron, o sea que no estaba escondido ni huyendo, ¿Entonces por qué tiene un disparo en la nuca?
Troy abandono la cabina y con rápidos pasos se dirigió hacia las bodegas del barco, al llegar ahí se encontró con algunos hombre que luchaban por abrir candados de pequeñas jaulas apiladas unas sobre otras, jaulas de un metro cuadrado y hechas de malla de acero. En su interior se hallaban niños y jóvenes de edades indefinibles.
- Parecen narcotizados –le informaron – Al menos no saldremos con las manos vacías, hemos cortado una red de prostitución infantil.
- No – dijo Troy moviendo la cabeza – No hemos hecho nada más que seguirle el juego otra vez. Y no es prostitución, son órganos, este es un cargamento de órganos humanos.
Troy dejo el barco, dio instrucciones y abordó su vehiculo, a causa de la lluvia tuvo que manejar con extrema precaución.
- ¿Qué pretendes ahora, Kürten?...... ¡Tus clientes!, ¿¡Quienes son tus clientes!?
Troy echo mano de su teléfono móvil y se orillo incapaz de manejar bajo esa lluvia y concentrarse en la llamada.
- Encontrarán expedientes en el barco, fichas médicas que dirán con bastante claridad que se puede obtener de los niños, dirán con bastante claridad QUIEN necesita cada órgano….
Una explosión interrumpió a Troy, al principio el agente del INTERPOL creyó que era un rayo pero cuando su auto se sacudió con violencia supo que no era así, conocía bien esa explosión, era una bomba. Su auto se volteó sobre la acera.
Lágrimas de un ángel
- ¿Yulia…? –El nombre había escapado los labios de Elena sin saber de donde provenía.
Yulia hundió su rostro entre sus piernas, de rodillas y temblaba. Al escuchar su nombre empezó a levantar el rostro lentamente sin atreverse a voltear. Elena se arrodillo junto a ella y haciendo a un lado sus dudas la abrazó. La criatura postrada de rodillas necesitaba ese abrazo, algo muy dentro de si se lo decía.
- Yulia, aquí estoy – le susurró al oído - … aquí estoy.
Elena sintió la frialdad de ese cuerpo traspasar su ropas, pudo ver de cerca la palidez fantasmal de aquella piel, el latido irregular de ese corazón que en nada semejaba al suyo. La sensación de abrazarla era tan similar a abrazar una muñeca, algo sin vida, algo que sólo imitaba la vida.
Yulia sintió los brazos de Elena alrededor de su si, sintió su cuerpo cubriendo su espalda, el dolor del hambre en cada centímetro de su piel le trajo el recuerdo de la sensación de calidez que ese abrazo debía darle. Sus manos buscaron las manos de Elena y se aferro a ellas sabiéndose perdida, entrelazo sus dedos buscando más en sus memorias la sensación de calor y caricia. ¡Como deseaba ese abrazo!, ¡como deseaban el contacto de esas manos!, ¡como la deseaba sabiendo que no podía tenerla!
Ese abrazo no le dejaba nada, esa calidez sólo era el dolor palpitante de su hambre, el hambre que no podía saciar jamás.
Lloraba, se dejó hundir en la ilusión del abrigo de esos bazos y se dejo creer que lloraba, aun que no hubiera lagrimas en sus ojos, todas sus lagrimas estaban dentro de ella, lagrimas nacidas de la mas infinita soledad.
- ¿Sabes que morirás en mis brazos?
Elena no respondió, no podía escucharla sin importar que la voz de Yulia pudiera penetrar el estruendo de la tormenta. Sus oídos no funcionaban.
- ¿Quién eres Elena?, ¿Qué hay en tu alma que no puedo matarte?
Ases de luces aparecieron de la nada, barriendo las sombras buscando. Elena no podía ver con claridad que sucedía, un rayo de luz alcanzo su rostro deslumbrándola, ella trató de proteger sus ojos.
- ¡Aquí esta la rusa! –se escucho un grito. Una docena de luces más, la iluminaron.
Un par de brazos la pusieron de pie sin esfuerzo, Yulia había desaparecido como si hubiera sido una sombra disuelta por el rayo de luz.
- No la lastimen – dijo el Turco, se acerco a ella con lámpara en mano y la examinó rápidamente –la quiero tal como esta, sin un rasguño, Iván quiere todo el placer para sí.
Elena abrió grandemente sus ojos y palideció, al fin la habían encontrado, al final si era esta su última noche, no sería a manos de su ángel, sería a manos de ellos, aquellos que habían destrozado pieza a pieza su vida.
- ¡Por favor! –Suplicó con un murmullo de voz - ¡Quédate conmigo hasta el final!, lo que venga sólo podré soportarlo si permaneces junto a mi.
* * *
Bohdan Vladis, el padre de Nadya alguna vez fue un hombre físicamente poderoso, cuando era joven, audaz y estupido, siempre lo decía. Hacia mucho que había abandonado las armas y ahora se dedicaba a la política, sin embargo así como alguna vez se temió a su espada ahora se temía a su agudeza. Era el último caballero Teutón que gobernaba en las regiones de Vilnius, Lituania.
- Todo cuanto hemos construido se perderá – suspiró con amarga voz.
Nadya lo contemplaba en silencio, lo amaba, comprendía perfectamente a Yulia ahora, el peso de su apellido sobre sus hombros era enorme y ella tan sólo era una doncella, no se suponía que debiera cargar con él. Su destino y futuro había sido planeado de antemano y estaba conforme con él, hasta ahora. Ahora las cosas cambiaban y ese peso cayo sobre sus hombros sin estar lista.
- Todos temían la espada de Oleg Volkov, todos respetaban el coraje de Vladimir Volkov, si te hubieras casado con él, nuestras familias se hubieran unificado en un solo feudo, los demás nobles de Vilnius no se hubieran opuesto a firmar el tratado de paz con los Turcos, un buen acuerdo comercial y en algunos años Vilnius se convertiría en la ciudad más importante del mundo, aun más que Paris, seriamos el centro del comercio…. ¡ah!, de nada sirve soñar, ahora estos perros quieren quitarnos aquello por lo que hemos luchado.
No puedes seguir guardando luto a tu prometido, y aun que me duela traicionar el recuerdo de mi viejo amigo y compañero de armas, deberás casarte con uno de esos perros.
- ¿Que será de Yulia? – preguntó Nadya tratando de mantener firme su voz.
- Estoy tratando de protegerla, en secreto el Ducado ha ordenado el exterminio de todos los Volkov, no permitirán que nadie se despose con ella y tome posesión de sus tierras, son demasiadas riquezas para nadie, demasiada riqueza para ser controlada por ningún otro noble, no, su fortuna deberá ser controlada por la Iglesia, esa es la orden.
- Yulia no necesita un marido para manejar su riqueza, ella no necesita de nadie.
- No estés tan segura hija mía, tu y yo conocemos el corazón de… “la doncella de hierro”, pero no el ducado, ni sus nobles y ejércitos. Es una mujer y será aplastada por la política, no por un ejército. Sólo se necesita torcer una ley y que el consejo de nobles este de acuerdo, y créeme hija, todos están de acuerdo en despojarla de lo que es suyo. Ya hemos votado y yo me he opuesto, si me presionan me levantare en armas, lo saben y todavía nos temen. ¡Por eso deberás casarte! El ducado tendrá una garantía sobre nuestras riquezas y perderán la coalición de enemigos en nuestra contra, con un poco de tiempo podré volver a organizar el futuro para nuestra familia y para Vilnius, y también para Yulia.
- ¿Con quien debo casarme, padre?
Bohdan la miró con lágrimas en los ojos, odiaba que ella lo llamara de un modo tan impersonal como “padre”, la estaba lastimando y lo sabía, ella solo respondía a la presión.
- Tiver Smolensk, sobrino del duque. Te conoció en la mascarada pasada, quedo prendido de tu vestido y me ha buscado por todos los medios para concertar el matrimonio. Es un hombre muy poderoso y ambiciona nuestras riquezas pero es leal a su tío. Así la iglesia controlara la fortuna de los Volkov y el duque controlara la nuestra. Será una ilusión en la que ganaremos tiempo.
- ¿Tiempo para qué, Padre?
- La orden de los caballeros Teutones se esta reorganizando, vendrán aquí a recuperar lo que les quitaron, se pondrán al cobijo de los Volkov, podría decirse que al mando de Yulia, entonces nosotros pactaremos una alianza con los Turcos y juntos pondremos de rodillas al ducado y el resto de los nobles. Pondremos fin a la guerra y cultivaremos la prosperidad.
- Pero ahora somos poderosos, ¿por que no pactamos con los Turcos de una vez?, Yulia no necesita a los caballeros Teutones para convocar su ejército.
Los Turcos sólo negociaran con el más fuerte, sólo negociaran con alguien contra quien no quieran pelear, y Yulia es una mujer, no importa cuan valiente sea ¿crees que un ejercito seguirá a una doncella de 19 años contra todo el ejercito del ducado?, no, hija, debemos esperar y tener fe.
- ¿Tener fe? – Preguntó Yulia - ¿Ese es el plan de tu padre?
Nadya asintió, Yulia hundió su mentón en su pecho en actitud meditabunda. Los sonidos de la noche llenaron el silencio, la luna llena cubría de magia ese bosque, las aves y los insectos nocturnos entonaban sus cánticos que se convertían en el arrullo de sus sueños. El castillo Volkov se miraba mágico como un imponente gigante que rompía las sombras con las luces que se filtraban por sus ventanas y hacían eco en el espejo del lago. Nadya y Yulia caminaban tomadas de la mano por la orilla del lago en las noches de luna llena, en que no necesitaban de ninguna lámpara o luz para guiarse, podían internarse entre los senderos del bosque que conocían tan bien y perderse de las miradas de curiosos y entrometidos.
Nadya oprimió la mano de Yulia con sus dedos entrelazados, la oprimió buscando la fortaleza de la aparentemente delicada niña de cabellos oscuros como alas de cuervo y ojos tan azules como el amanecer.
- Un año, Yulia, en un año será mi boda… En un año pueden pasar muchas cosas, es en eso en lo que yo tengo fe.
- ¿Tengo que volverme monja, según tu padre?
Nadya rió divertida, su cabello se agitó al viento y su delicado perfume inundo los sentidos de Yulia, la luna daba tintes violetas a sus rojizos cabellos, Yulia jugó con esos mechones rebeldes entre sus dedos.
- No, mi padre esta orgulloso de tu valor, ni los nobles ni el obispo esperaban tu respuesta. Papá piensa que no debes ceder, no debes rendirte, continua tal como eres.
- Hasta que los caballeros Teutones tengan suficiente poder para llegar a mis tierras, después yo los protegeré y ellos me protegerán. ¿Piensa acaso que debo casarme con alguno de ellos para que su respaldo sea legitimo?, ¿para qué mi ejercito siga la espada de un hombre en vez de la mía?
La sonrisa desapareció del rostro de Nadya.
- Tu padre es un hombre muy sabio, ¿no ha pensado en eso?, ¿lo ves? Las intensiones de tu padre son legítimas, sé que actúa de buena fe y es fiel a su amistad con mi padre, pero sus intereses no son los míos… mis intereses son más simples… sólo te quiero a ti.
Yulia caminó hacia el lago soltándose de Nadya, la luna brillaba también en el fondo del lago que semejaba un segundo cielo nocturno plagado de estrellas. Ese era su pequeño reino, la herencia de su padre, hasta donde alcanzaba la vista era suyo, sin embargo había encontrado un tesoro mucho más grande que todas sus riquezas, uno por el que valía la pena perderlo todo.
- ¡Huye conmigo! –dijo al fin Yulia. Nadya no reaccionó ante sus palabras, como si las conociera de antemano.
Yulia la miró buscando una respuesta en su rostro, la pelirroja temblaba dentro de su capa de piel a pesar del frondoso pelambre, una capa confeccionada con la piel de lobos que Yulia había cazado hacia algunos meses, otra locura más que Nadya aún no le perdonaba.
- Huye conmigo, vayámonos a un lugar muy lejos de aquí, otro país, otra ciudad, otro pueblo. Mejor aún, escapemos a un bosque solitario, un lugar donde no importe quienes somos, donde nuestros apellidos no tengan el peso de nuestras familias, un lugar donde sólo estemos tu y yo.
Yulia se acerco a Nadya y le acomodó la capa pensando que temblaba de frió. Nadya la tomó entre sus brazos y la besó con vehemencia, con desesperación, con la pasión contenida. Las manos de Yulia se colaron dentro de la capa y rodeando su cintura la atrajo hacia si con la misma pasión con que respondía a sus besos.
- Yulia, ¡te amo! ….. –Le decía Nadya entre suspiros mientras los labios de Yulia se perdían en el nívea de su cuello y sus hombros, sus manos exploraban toda la geografía de su espalda con desesperación.
- … te amo, solo Dios sabe cuanto te amo, pero no puedo… no puedo huir contigo… No puedo abandonar a mi padre…
Las manos de Yulia detuvieron sus caricias y se aferraron a su espalda, la humedad sobre el pecho de Nadya ya no provenía de sus labios si no de sus lagrimas. Yulia lloraba amargamente sobre el pecho de la pelirroja.
-… Yulia…. ¡por favor! –Suplicó la pelirroja - ¡por favor, no llores!, ¡no tú!
- ¿¡Y por que no!?, Soy una dama, llorar es lo único que pueden hacer las damas. Si fuera un hombre podría pelear por ti, podría exigir tu mano, podría amarte… ¡pero sólo soy una doncella como tú! … y no es correcto mis sentimientos por ti, mis deseos de ti, ¡todo lo que siento por ti es pecado!
Nadya limpió sus lágrimas con sus labios, el sabor amargo y salado de su dolor se tornaba dulce en su boca.
- ¡No me importa!, no temo, no me arrepiento y no me avergüenzo. Yulia, quédate conmigo, no me dejes, no me abandones ahora que más necesito de tu fuerza. Ten fe junto conmigo, dejemos pasar este año y veremos que pasa, que pueden pasar muchas cosas. Lo que venga sólo podré soportarlo si permaneces junto a mi.
Yulia trago su dolor y su soledad, el rostro de Nadya dibujaba su propia impotencia, la ausencia de su dulce sonrisa pudo más que su propia amargura y sonrió buscándola.
- Te lo prometo, no importa lo que pase, ¡yo siempre estaré aquí para ti!
* * *
El auto de Troy rodó por la acera hasta impactarse contra un muro, el eco de dos explosiones más lo sacaron del aturdimiento. Con esfuerzo echo mano de su pistola mientras escuchaba el sonido de disparos, eran armas potentes, muy potentes, reconoció el sonido de rifles de asalto de alto poder, balas que podían penetrar blindajes.
Era un convoy de 5 vehículos, cuatro automóviles lujosos, blindaje ligero y motores muy potentes, dos al frente y dos atrás, en medio de la formación el quinto vehiculo era una camioneta con blindaje pesado, podría soportar hasta el impacto de un misil, el cañonazo de un tanque. Circulaban sobre la avenida rumbo al Sena, una serie de bombas estallaron bajo los automóviles cuando circularon sobre ellas, las explosiones fueron tan potentes que hicieron saltar los autos. De la nada salio una docena de hombres y abrieron fuego contra los cristales debilitados por la explosión, las balas penetraron sin problemas.
La camioneta necesito de dos cañonazos más para ceder, las balas finalmente se abrieron paso a través de las grietas en los parabrisas.
Los comandos se retiraron tan pronto como aparecieron, no sin antes examinar el interior de la camioneta que estaba envuelta en llamar.
- Negativo, Kürten no estaba a bordo. –informó alguien a través de un móvil.
En el interior de un automóvil a prudente distancia alguien recibía esa llamada, era una rubia, ocultaba sus ojos tras unas gafas de color naranja cuyos cristales le permitían una mejor vista nocturna, vestía una chaqueta de piel bajo la cual escondía un verdadero arsenal de armas cortas, pantalones vaqueros elásticos que se adherían a sus piernas de impecable contorno. Tenía muchos nombres, tantos que su propia identidad ya estaba en el olvido, pero desde hacia algunos años a la fecha era llamada Elena Kipper.
- No me sorprende, a penas es nuestra primera cita, apenas el cortejo. No esperaba menos del gran Peter Kürten.
- ¿Instrucciones?
- Sin prisioneros, sin testigos. Es un mensaje a los hombres de Kürten, esto va en serio.
Troy luchó contra el cinturón de seguridad hasta que consiguió liberarse y se arrastro fuera del automóvil, todavía estaba aturdido cuando escucho nuevos disparos. Alcanzó a ver una rápida tarea de exterminio, la lluvia no le permitía ver con claridad. Se incorporó agazapado tras el vehiculo, pistola en mano. De la nada apareció un sujeto, con un puntapié en la espalda lo aplastó contra la portezuela del automóvil, Troy vio el cañón de un arma apuntando a su rostro.
Un disparo se confundió con el sonido de un trueno, el sujeto se doblo hacia atrás al recibir el impacto, Troy no perdió tiempo y disparo a esa cabeza cubierta por un pasamontañas, el disparo fue fatal y el hombre se derrumbo. A sus espaldas una joven todavía sostenía un arma humeante.
- ¿Alexa?
La gitana lo miró directo a los ojos, sólo un breve instante antes de desaparecer por entre los callejones en ágil carrera. Cuando Troy se puso de pie todo había terminado.
El hombre a quien llamaban Malvavisco se dejo caer derrotado sobre su lujoso asiento, en su lujosa oficina. Colgó el teléfono y echo mano de una botella de brandy oculta en un cajón de su también lujoso escritorio. Todo ese lujo le gritaba a la cara el precio que pago por el, el precio que tenía que pagar.
La puerta de su oficina volvió a abrirse antes de que se hubiera servido un trago.
- ¡No hoy! – le dijo Kürten mientras caminaba con cierta facilidad a pesar del bastón – ¡no pienso morirme hoy! - le espetó mientras le disparaba todo el contenido de su vieja pistola alemana de la segunda guerra mundial. – No pienso morir hoy, ¡ni nunca!
Continua….
La esencia del pecado
Alexa se derrumbo de rodillas sin fuerzas, el corazón le palpitaba con tal violencia que le dolía, unió sus manos entrelazando sus dedos con fuerza, como aferrándose a algo intangible, algo que solo podía sentirse con el alma, la imagen de la Virgen Maria le devolvía una mirada de consuelo. Desde el primer día que llego a Paris visitó Notre Dame, la catedral le inspiro respeto y temor desde la primera vez que la vio, le tomo casi dos semanas poder cruzar su umbral y murmurar una oración. El sentimiento de pecado la cubría como una mortaja, el estigma de la depravación estaba grabado en su conciencia de una forma cruel que aniquilaba su fe, ocasionalmente acudía a Notre Dame para hacer una fugas oración aun que nunca se atrevía a cruzar sus puertas.
Cuando Elena le pidió mostrarle la gran catedral, Alexa no dudó un instante en llevarla al lugar santo y conducirla por esos pasillos y vitrales tomadas de la mano, junto a Elena todo parecía nuevo y limpio, la presencia de la pelirroja hasta parecía purificar su alma.
Era la primera vez que se encontraba en Notre Dame sola. La primera vez que hacia a un lado su orgullo, arrogancia y vergüenza, y se acercaba a la divina figura como tantos otros sólo a suplicar.
Las oraciones aprendidas en la infancia no llevaron consuelo a su corazón sin importar la devoción con que elevara esas plegarias. No había consuelo para ella, no había perdón.
- …. No tienes perdón de Dios!!! - Exclamaba su padre mientras ondeaba el cinturón de cuero con que la azotaba – ¡¡¡Ninguna hija mía será una **** lesbiana!!!
- ****… -murmuró interrumpiendo su plegaría.
- ¿de verdad, Madre Santa, estoy ****?
Sus ojos eran reflejo puro de la noche, oscuros, profundos y anegados, ojos que han contemplado y tolerado el sufrimiento y la soledad, ojos que han llorado sin lágrimas la amargura del rechazo, el estigma por ser diferente.
- …¿es mi maldición siempre estar sola?, ¿Alguien como yo no puede aspirar a tener un hogar, a tener alguien a quien amar, a formar una familia?... ¿Por qué pusiste a Elena en mi camino?, ¿Fue una broma?, ¿un castigo?.... ¿Me echas en cara lo que soy?... ¿De verdad amar a alguien así es un pecado? …
El estallido de un trueno fue su única respuesta, las bombillas eléctricas parpadearon, la ya de por si mortecina luz se hizo más opaca. El rostro de la figura Santa parecía en verdad mirarla con piedad.
- Si amarla así es un pecado, ¡déjame pagar por este pecado!, ¡pero déjame a mi!... Hay maldad en la noche, hay gente terrible que quiere lastimarla….¡a ella!, ¡a ella que es un ángel!, un ángel de quien te has olvidado….
Perdona nuestros pecados y déjame ser yo quien pague por ellos… Esta noche ella salió a buscar su destino, ¡déjame ser yo quien lo encuentre!, ¡déjame ser yo quien pague su deuda! … soy Alexa, la pervertida, debo ser yo quien cargue con esos pecados, no ella …. ¡Nunca ella!
- Los pecados no fueron creación de Dios si no del hombre – dijo una voz a su espalda.
Alexa se volvió asustada, ahí se encontraba unos pasos atrás, también de rodillas, un hombre, sus ropas eran eclesiásticas aunque muy viejas, un sacerdote.
- … los pecados los inventó el hombre para hacer tangible el temor a Dios – dijo el sacerdote en respuesta a la mirada interrogante de Alexa. – La verdad es que nada puede ofender a Dios, no somos tan grandes, el concepto de pecado es una arrogancia. – Su sonrisa parecía afable, su rostro estaba cubierto por el capuchón de su túnica.
- ¿Acaso no es un pecado romper las leyes de Dios, sus mandamientos? – dijo Alexa un poco nerviosa, había algo en ese sacerdote que no le gustaba.
- Son mandamientos, no leyes, la suma de todos ellos son la ley. ¿Qué mandamiento ha roto tus sentimientos?
- Lo que siento ….. lo que siento por ella no es bien visto … es pecado.
- ¿Tus sentimientos ofenden a Dios?, ¿amar a alguien es una ofensa al Señor?
- No lo sé, quiero pensar que no, ¡de verdad que quiero creer que no pero….!
- Ten fe –el sacerdote se acerco a ella y tomándola por los hombros la puso de pie, hasta ese momento Alexa se dio cuenta del dolor y entumecimiento de sus rodillas – la fe es una fuerza poderosa, es un obsequio divino, ten fe en que tus sentimientos son puros. El odio es un pecado, el odio ofende al señor, el odio si esta en contra de todo lo que él nos ha enseñado. El amor en ninguna de sus formas y expresiones podrá ser un pecado, el señor es amor.
Alexa sonrió reconfortada, la mano del sacerdote limpió las lágrimas que cubrían sus mejillas, era una mano blanca y fría, le causo un estremecimiento.
- Tu no eres ninguna pervertida por amar a alguien, no permitas que nadie vuelva a llamarte así, la verdadera perversión esta en aquel que odia a sus semejantes por ser diferentes, el odio es la única perversión que existe.
- ¡Gracias! –dijo Alexa más relajada. El sacerdote sonrió cubierto por su túnica y desapareció.
Alexa se incorporó de un salto del asiento donde estaba, no había nadie más en la catedral que esas figuras de arcilla y porcelana, iconos de santidades. Sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, pero lo atribuyo a la humedad de su ropa.
Los fantasmas de Notre Dame también eran famosos aun que sus historias se narraban en voz baja por temor a lo divino. Sintió una molestia, una presión en el corazón como si un puño helado lo hubiera oprimido y débil mareo del que tardo un instante en recuperarse.
Había venido a la iglesia a buscar esperanza y consuelo, ambas cosas había encontrado, ese extraño sueño le había parecido tan real, las palabras del sacerdote la habían reconfortado y despojado del manto de vergüenza que la disminuían. Elena era un milagro en su vida, un autentico ángel que había llegado para arrancarla de las tinieblas, no la perdería tan fácilmente, no la abandonaría, y si era el destino de Elena morir esa noche, ella le tomaría de la mano y moriría con ella.
- … hasta que la muerte no separe… - sonrió divertida y confiada - … sólo es cuestión de fe.
La tormenta aún continuaba, pero ya no en su alma, esos rayos solo retumbaban en el cielo, nunca más en su conciencia. Con pasos seguros y vigorosos se volvió a internar en la noche empapada.
- … o hasta que la muerte las vuelva a unir – dijo una voz tan tenue como el viento.
Codicia
El obispo Alexander Kaunas regocijaba su vista contemplando los hermosos jardines que rodeaban el lago a un costado del castillo Volkov, el clima había mejorado mucho y no era necesario el fuego en la chimenea, sin embargo una madera aromática se quemaba ahí para perfumar el ambiente. Se frotó las manos y jugó un instante con su anillo de oro que le confería el titulo eclesiástico que ostentaba, empezaba a quedarle chico en sus regordetas manos gracias a la buena vida, el señor era generoso con él, ¡muy generoso!
Las grandes extensiones de tierra de cultivo que eran posesión de la familia Volkov generaban casi la cuarta parte de la producción agrícola de todas las provincias de Vilnius, sin contar las innumerables aves, corderos y cerdos en crianza. Los Volkov habían sido una familia muy poderosa y junto con la familia Vladis hubieran sido un poder económico respetable si hubieran logrado estrechar lazos de sangre y unificar ambas familias con el matrimonio de Vladimir Volkov y Nadya Vladis. Pero el todopoderoso había tomado cartas en el asunto y en su infinita sabiduría había puesto fin a las vidas de padre e hijo en los campos de batalla contra los herejes. Ahora toda esa riqueza debía pasar a administración de la iglesia. Sólo había que resolver un pequeño problema, la actitud caprichosa del último miembro de la casi extinta familia.
Las puertas del salón principal se abrieron dando paso a la diminuta figura de Yulia Volkova. El obispo se sorprendió al verla, cubierta de polvo y paja, enfundada en un traje que la hacia ver como un caballerango pero de proporciones diminutas y delicadas. En nada semejaba a la princesa de vestidos de seda y abatida por la tragedia, que esperaba encontrar. A pesar de su aspecto, sus modales eran impecables y con toda elegancia saludó al Obispo.
- ¿Qué puede hacer por su ilustrísima, esta humilde servidora? –preguntó Yulia, a pesar de sus palabras y buenas maneras, no podía disimular cierta molestia.
- No es lo que puedas hacer por mi, lo que importa – dijo el Obispo – Si no lo que la iglesia puede hacer por ti.
Con gestos y maneras amables, bonachonas, el Obispo posó sus manos sobre los hombros de Yulia. Sus ojos indagaron en esos ojos con claridad de cielo.
- ¿Recibiste nuestra carta?, es nuestra propuesta, ¿quieres que la lea para ti?
- No, Gracias, Sé leer gracias a mi padre y también escribir. Me doy cuenta que no recibió mi respuesta, entonces se la daré verbalmente: No, gracias.
El Obispo soltó una risa, divertido- Recibimos tu respuesta y creemos que no nos comprendiste, a veces pasa cuando no estas familiarizada con las palabras y términos de un documento sacro y legal - extrajo de su manga un rollo de papel y empezó a leerlo. Yulia lo interrumpió al inicio de su lectura.
- Lo comprendí perfectamente –dijo Yulia con firmeza en su voz, esa firmeza y seguridad que empezaba a irritar al Obispo.
- Tu padre cometió la imprudencia de no pactar un matrimonio para ti, de haberlo hecho nosotros habríamos procedido a concretar el enlace y poner a buen cuidado el patrimonio de tu familia en hombros de tu esposo.
–Explicó el Obispo resumiendo su lectura – No podemos abandonarte a tu suerte y con esta carga tan pesada. Te estamos ofreciendo un lugar en nuestro convento donde cuidaremos de ti y encontraras seguridad y consuelo en tu pena.
- Y todos mis bienes, mi patrimonio será administrado por el obispado –concluyó Yulia.
- Si, pero nadie tocara lo que es tuyo, todo esto te pertenece y así será por siempre. Tu padre seguramente habría deseado esto, era un hombre honorable, ¡que gran satisfacción que sus riquezas ayuden a los pobres y huérfanos de la guerra!
- Mis riquezas ayudan a mi gente, a la gente que vive en mi feudo y trabaja su porción de tierra. Son la gente por la que murió mi padre, son la gente por la que peleaba. Porque aunque la tierra es nuestra, el techo bajo el que viven es suyo, el producto de su esfuerzo es suyo. Y yo trabajo junto con ellos, no es un peso tan grande. Y no estoy desvalida, no necesito consuelo ni protección como usted puede ver. Ni tampoco necesito un marido, he llevado las riendas de mi casa y mis tierras desde antes que mi padre partiera. ¡Soy una Volkov y no necesito de nadie!
El Obispo negó con la cabeza, y aun que por dentro empezaba a irritarse verdaderamente, sonreía piadosamente.
- El dolor no te deja pensar, hija mía… Esta no es vida para una princesa…
- Y la ambición no le deja escuchar, ilustrísima, un convento no es lugar para una Volkov.
- ¿¡que!? –replicó al fin el Obispo sintiéndose ofendido.
Pero Yulia ya le daba la espalda caminando hacia las puertas del salón.
- Lo siento ilustrísima – le dijo a modo de despedida – Mi respuesta es NO, GRACIAS. Puede quedarse todo el tiempo que desee y disfrutar de mi casa. La comida pronto será servida y tengo un excelente vino en la cava. No podré acompañarle, debo volver a supervisar las faenas del campo y seguramente comeré con los peones.
Al llegar a la puerta se volvió, su rostro se ilumino en un gesto divertido.
- He ordenado que carguen una carreta con lo mejor de nuestra cosecha, para que sea repartido entre los huérfanos de la guerra y los pobres como usted disponga. Lamentaría mucho que se retirará de MIS tierras con las manos vacías, ¡hasta pronto excelencia!
El Obispo se trago una maldición que no era acorde con su rango eclesiástico.
* * *
Kürten contemplaba la tormenta sobre Paris fascinado por el despliegue de poder que los rayos y truenos hacían sobre la ciudad. Tenía una vista privilegiada en uno de los modernos rascacielos de la zona moderna de la gran urbe.
- El Vasilij sigue en alta mar, no ha abandonado aguas internacionales, la guardia costera ya lo esta esperando, tendrán que evadirse mar a dentro. Se acabo Kürten.
Kürten aparto su atención de los ventanales de la lujosa oficina y la dirigió hacia su interlocutor, un hombre de finas maneras, muy robusto y calvo de piel tan sonrosada que semejaba un gran malvavisco parlante, así lo llamaban, el malvavisco.
- ¿Se acabo? – Preguntó con sarcasmo el nazi – supongo que si, ¿Qué puedo hacer si el embarque se ha perdido?, ¿Qué pueden hacer los rusos?
- No podías ganar siempre.
- Centro América, siempre quise acabar mis días allá, como todos, hay un par de países que siempre fueron amables con nosotros.
- Brasil es un lugar encantador, estuve ahí con mi familia hace un par de años.
- Lo sé, ¿Cómo esta tu hija?, ¿Cómo va su corazón?
El hombre apodado Malvavisco bajo la mirada avergonzado.
- Soy abuelo por tercera vez –contestó.
- ¡Tercera vez! –Exclamó Kürten, Malvavisco lo miró con desprecio, no podía ser más falso, Kürten estaba al tanto de todo siempre – No perdió el tiempo ¿eh?, hace bien, esas cirugías nunca han tenido garantías. Un día su cuerpo se dará cuenta que ese corazón no es parte de él y sin importar la función que desempeñe su cuerpo lo echara a patadas de si.
- ¿Nunca has tenido hijos, Kürten?
- Nunca le daría a nadie el poder para manejarme.
- ¿Y nunca has pensado en la continuidad de tu sangre?, los hijos llevan nuestra sangre por el futuro, te mantienen aquí aun que te hayas ido. La sangre, Kürten, es el vehiculo del alma. ¿Estas listo para desaparecer sin dejar rastro?
- ¿De que hablas? –Dijo el nazi con una risa agria- ¡Yo nunca voy a morirme!
- Todos morimos, Kürten, todos morimos –replicó el Malvavisco disfrutando sus palabras.
Las puertas de su oficina se abrieron, cuatro hombres de aspecto militar aunque vestidos de civil entraron, todos eran la imagen fiel y apócrifa del ario, altos, rubios y de impecables ojos azules. Uno de ellos llevaba una silla de ruedas eléctrica, moderna y confortable, un trono sobre ruedas. Kürten tomo asiento en ella sin soltar su bastón, las aceradas facciones de su rostro se relajaron un instante, después volvió a sonreír.
- Tal vez, pero no hoy. Antes tengo una cita, después ya veremos, veremos si se me antoja morir.
El sequito abandonó la oficina, Malvavisco suspiro aliviado, dirigió su vista hacia una mesa donde tenía fotografías de su familia y algunos amigos poderosos, ahí estaba su foto con el Papa de su ultima visita al Roma. También estaba la foto de su hija, su esposo y dos niños en un día de campo, la foto de su último nieto se había anexado sobreponiéndola a ese marco, necesitaba renovar esa fotografía. Había muchos pendientes, incluyendo una deuda.
- Siempre he sabido que valió la pena, también he sabido que no valió el precio. Ya es tiempo de arreglarlo –le dijo al retrato con el pensamiento. Tomó su teléfono móvil y marcó un número.
- Esta en camino….
Juegos
Todos los hombres estaban ubicados en sus sitios, aunque la estrategia se tuvo que cambiar de última hora por el clima, la luz de los relámpagos delataba los escondites más endebles al romper la oscuridad. Troy estaba empapado hasta los huesos y la espalda le dolía olímpicamente pero no podía descuidar su puesto, tan solo cuidaba que su arma no se mojara, era la peor lluvia del año, una verdadera tormenta.
- Al menos los rayos disimularan los disparos –le dijo un subalterno.
Una tenue luz fue la señal, docenas de hombres vestidos de negro, con pasamontañas y verdaderas armaduras salieron de todas partes, rápidos y eficaces. Potentes reflectores barrieron la oscuridad apuntando a un barco que recién atracaba en el Sena. Hubo gritos, algunos disparos, Troy corrió protegido tras la espalda de un escuadrón que se abrió paso hasta el interior del barco a fuego de cañón, los gruesos trajes protectores y armaduras militares eran superiores a su chaleco blindado, además ellos eran peones y él un caballo en ese tablero de ajedrez. A pesar de la resistencia pronto se escucho un -¡Jaquee Mate! – la revuelta había terminado felizmente. Pocas bajas de ambos lados.
- ¡Nada!, señor, no hay nada de armas en esta nave.
- ¿¡Que!? Eso no es posible, ¡tienen que estar aquí! -exclamó Troy. - ¿Kürten?, ¿ya localizaron a Kürten?
- Tampoco esta en la nave. Tenemos a la persona a cargo de la operación.
Troy fue conducido a la cabina de mando, donde se encontraban los cadáveres de algunos hombres abatidos durante la operación.
- Este era –señalo un comando y entregando una cartera la cual Troy examinó rápidamente.
- Steinmeier – leyó Troy - ¿tenemos un expediente de él?
- No, pero ya lo están investigando.
- Quiero que investiguen rápidamente otra cosa más.
- ¿Qué, Señor?
- El cuerpo tiene una pistola en la mano, el arma esta caliente, estaba disparando cuando lo mataron, o sea que no estaba escondido ni huyendo, ¿Entonces por qué tiene un disparo en la nuca?
Troy abandono la cabina y con rápidos pasos se dirigió hacia las bodegas del barco, al llegar ahí se encontró con algunos hombre que luchaban por abrir candados de pequeñas jaulas apiladas unas sobre otras, jaulas de un metro cuadrado y hechas de malla de acero. En su interior se hallaban niños y jóvenes de edades indefinibles.
- Parecen narcotizados –le informaron – Al menos no saldremos con las manos vacías, hemos cortado una red de prostitución infantil.
- No – dijo Troy moviendo la cabeza – No hemos hecho nada más que seguirle el juego otra vez. Y no es prostitución, son órganos, este es un cargamento de órganos humanos.
Troy dejo el barco, dio instrucciones y abordó su vehiculo, a causa de la lluvia tuvo que manejar con extrema precaución.
- ¿Qué pretendes ahora, Kürten?...... ¡Tus clientes!, ¿¡Quienes son tus clientes!?
Troy echo mano de su teléfono móvil y se orillo incapaz de manejar bajo esa lluvia y concentrarse en la llamada.
- Encontrarán expedientes en el barco, fichas médicas que dirán con bastante claridad que se puede obtener de los niños, dirán con bastante claridad QUIEN necesita cada órgano….
Una explosión interrumpió a Troy, al principio el agente del INTERPOL creyó que era un rayo pero cuando su auto se sacudió con violencia supo que no era así, conocía bien esa explosión, era una bomba. Su auto se volteó sobre la acera.
Lágrimas de un ángel
- ¿Yulia…? –El nombre había escapado los labios de Elena sin saber de donde provenía.
Yulia hundió su rostro entre sus piernas, de rodillas y temblaba. Al escuchar su nombre empezó a levantar el rostro lentamente sin atreverse a voltear. Elena se arrodillo junto a ella y haciendo a un lado sus dudas la abrazó. La criatura postrada de rodillas necesitaba ese abrazo, algo muy dentro de si se lo decía.
- Yulia, aquí estoy – le susurró al oído - … aquí estoy.
Elena sintió la frialdad de ese cuerpo traspasar su ropas, pudo ver de cerca la palidez fantasmal de aquella piel, el latido irregular de ese corazón que en nada semejaba al suyo. La sensación de abrazarla era tan similar a abrazar una muñeca, algo sin vida, algo que sólo imitaba la vida.
Yulia sintió los brazos de Elena alrededor de su si, sintió su cuerpo cubriendo su espalda, el dolor del hambre en cada centímetro de su piel le trajo el recuerdo de la sensación de calidez que ese abrazo debía darle. Sus manos buscaron las manos de Elena y se aferro a ellas sabiéndose perdida, entrelazo sus dedos buscando más en sus memorias la sensación de calor y caricia. ¡Como deseaba ese abrazo!, ¡como deseaban el contacto de esas manos!, ¡como la deseaba sabiendo que no podía tenerla!
Ese abrazo no le dejaba nada, esa calidez sólo era el dolor palpitante de su hambre, el hambre que no podía saciar jamás.
Lloraba, se dejó hundir en la ilusión del abrigo de esos bazos y se dejo creer que lloraba, aun que no hubiera lagrimas en sus ojos, todas sus lagrimas estaban dentro de ella, lagrimas nacidas de la mas infinita soledad.
- ¿Sabes que morirás en mis brazos?
Elena no respondió, no podía escucharla sin importar que la voz de Yulia pudiera penetrar el estruendo de la tormenta. Sus oídos no funcionaban.
- ¿Quién eres Elena?, ¿Qué hay en tu alma que no puedo matarte?
Ases de luces aparecieron de la nada, barriendo las sombras buscando. Elena no podía ver con claridad que sucedía, un rayo de luz alcanzo su rostro deslumbrándola, ella trató de proteger sus ojos.
- ¡Aquí esta la rusa! –se escucho un grito. Una docena de luces más, la iluminaron.
Un par de brazos la pusieron de pie sin esfuerzo, Yulia había desaparecido como si hubiera sido una sombra disuelta por el rayo de luz.
- No la lastimen – dijo el Turco, se acerco a ella con lámpara en mano y la examinó rápidamente –la quiero tal como esta, sin un rasguño, Iván quiere todo el placer para sí.
Elena abrió grandemente sus ojos y palideció, al fin la habían encontrado, al final si era esta su última noche, no sería a manos de su ángel, sería a manos de ellos, aquellos que habían destrozado pieza a pieza su vida.
- ¡Por favor! –Suplicó con un murmullo de voz - ¡Quédate conmigo hasta el final!, lo que venga sólo podré soportarlo si permaneces junto a mi.
* * *
Bohdan Vladis, el padre de Nadya alguna vez fue un hombre físicamente poderoso, cuando era joven, audaz y estupido, siempre lo decía. Hacia mucho que había abandonado las armas y ahora se dedicaba a la política, sin embargo así como alguna vez se temió a su espada ahora se temía a su agudeza. Era el último caballero Teutón que gobernaba en las regiones de Vilnius, Lituania.
- Todo cuanto hemos construido se perderá – suspiró con amarga voz.
Nadya lo contemplaba en silencio, lo amaba, comprendía perfectamente a Yulia ahora, el peso de su apellido sobre sus hombros era enorme y ella tan sólo era una doncella, no se suponía que debiera cargar con él. Su destino y futuro había sido planeado de antemano y estaba conforme con él, hasta ahora. Ahora las cosas cambiaban y ese peso cayo sobre sus hombros sin estar lista.
- Todos temían la espada de Oleg Volkov, todos respetaban el coraje de Vladimir Volkov, si te hubieras casado con él, nuestras familias se hubieran unificado en un solo feudo, los demás nobles de Vilnius no se hubieran opuesto a firmar el tratado de paz con los Turcos, un buen acuerdo comercial y en algunos años Vilnius se convertiría en la ciudad más importante del mundo, aun más que Paris, seriamos el centro del comercio…. ¡ah!, de nada sirve soñar, ahora estos perros quieren quitarnos aquello por lo que hemos luchado.
No puedes seguir guardando luto a tu prometido, y aun que me duela traicionar el recuerdo de mi viejo amigo y compañero de armas, deberás casarte con uno de esos perros.
- ¿Que será de Yulia? – preguntó Nadya tratando de mantener firme su voz.
- Estoy tratando de protegerla, en secreto el Ducado ha ordenado el exterminio de todos los Volkov, no permitirán que nadie se despose con ella y tome posesión de sus tierras, son demasiadas riquezas para nadie, demasiada riqueza para ser controlada por ningún otro noble, no, su fortuna deberá ser controlada por la Iglesia, esa es la orden.
- Yulia no necesita un marido para manejar su riqueza, ella no necesita de nadie.
- No estés tan segura hija mía, tu y yo conocemos el corazón de… “la doncella de hierro”, pero no el ducado, ni sus nobles y ejércitos. Es una mujer y será aplastada por la política, no por un ejército. Sólo se necesita torcer una ley y que el consejo de nobles este de acuerdo, y créeme hija, todos están de acuerdo en despojarla de lo que es suyo. Ya hemos votado y yo me he opuesto, si me presionan me levantare en armas, lo saben y todavía nos temen. ¡Por eso deberás casarte! El ducado tendrá una garantía sobre nuestras riquezas y perderán la coalición de enemigos en nuestra contra, con un poco de tiempo podré volver a organizar el futuro para nuestra familia y para Vilnius, y también para Yulia.
- ¿Con quien debo casarme, padre?
Bohdan la miró con lágrimas en los ojos, odiaba que ella lo llamara de un modo tan impersonal como “padre”, la estaba lastimando y lo sabía, ella solo respondía a la presión.
- Tiver Smolensk, sobrino del duque. Te conoció en la mascarada pasada, quedo prendido de tu vestido y me ha buscado por todos los medios para concertar el matrimonio. Es un hombre muy poderoso y ambiciona nuestras riquezas pero es leal a su tío. Así la iglesia controlara la fortuna de los Volkov y el duque controlara la nuestra. Será una ilusión en la que ganaremos tiempo.
- ¿Tiempo para qué, Padre?
- La orden de los caballeros Teutones se esta reorganizando, vendrán aquí a recuperar lo que les quitaron, se pondrán al cobijo de los Volkov, podría decirse que al mando de Yulia, entonces nosotros pactaremos una alianza con los Turcos y juntos pondremos de rodillas al ducado y el resto de los nobles. Pondremos fin a la guerra y cultivaremos la prosperidad.
- Pero ahora somos poderosos, ¿por que no pactamos con los Turcos de una vez?, Yulia no necesita a los caballeros Teutones para convocar su ejército.
Los Turcos sólo negociaran con el más fuerte, sólo negociaran con alguien contra quien no quieran pelear, y Yulia es una mujer, no importa cuan valiente sea ¿crees que un ejercito seguirá a una doncella de 19 años contra todo el ejercito del ducado?, no, hija, debemos esperar y tener fe.
- ¿Tener fe? – Preguntó Yulia - ¿Ese es el plan de tu padre?
Nadya asintió, Yulia hundió su mentón en su pecho en actitud meditabunda. Los sonidos de la noche llenaron el silencio, la luna llena cubría de magia ese bosque, las aves y los insectos nocturnos entonaban sus cánticos que se convertían en el arrullo de sus sueños. El castillo Volkov se miraba mágico como un imponente gigante que rompía las sombras con las luces que se filtraban por sus ventanas y hacían eco en el espejo del lago. Nadya y Yulia caminaban tomadas de la mano por la orilla del lago en las noches de luna llena, en que no necesitaban de ninguna lámpara o luz para guiarse, podían internarse entre los senderos del bosque que conocían tan bien y perderse de las miradas de curiosos y entrometidos.
Nadya oprimió la mano de Yulia con sus dedos entrelazados, la oprimió buscando la fortaleza de la aparentemente delicada niña de cabellos oscuros como alas de cuervo y ojos tan azules como el amanecer.
- Un año, Yulia, en un año será mi boda… En un año pueden pasar muchas cosas, es en eso en lo que yo tengo fe.
- ¿Tengo que volverme monja, según tu padre?
Nadya rió divertida, su cabello se agitó al viento y su delicado perfume inundo los sentidos de Yulia, la luna daba tintes violetas a sus rojizos cabellos, Yulia jugó con esos mechones rebeldes entre sus dedos.
- No, mi padre esta orgulloso de tu valor, ni los nobles ni el obispo esperaban tu respuesta. Papá piensa que no debes ceder, no debes rendirte, continua tal como eres.
- Hasta que los caballeros Teutones tengan suficiente poder para llegar a mis tierras, después yo los protegeré y ellos me protegerán. ¿Piensa acaso que debo casarme con alguno de ellos para que su respaldo sea legitimo?, ¿para qué mi ejercito siga la espada de un hombre en vez de la mía?
La sonrisa desapareció del rostro de Nadya.
- Tu padre es un hombre muy sabio, ¿no ha pensado en eso?, ¿lo ves? Las intensiones de tu padre son legítimas, sé que actúa de buena fe y es fiel a su amistad con mi padre, pero sus intereses no son los míos… mis intereses son más simples… sólo te quiero a ti.
Yulia caminó hacia el lago soltándose de Nadya, la luna brillaba también en el fondo del lago que semejaba un segundo cielo nocturno plagado de estrellas. Ese era su pequeño reino, la herencia de su padre, hasta donde alcanzaba la vista era suyo, sin embargo había encontrado un tesoro mucho más grande que todas sus riquezas, uno por el que valía la pena perderlo todo.
- ¡Huye conmigo! –dijo al fin Yulia. Nadya no reaccionó ante sus palabras, como si las conociera de antemano.
Yulia la miró buscando una respuesta en su rostro, la pelirroja temblaba dentro de su capa de piel a pesar del frondoso pelambre, una capa confeccionada con la piel de lobos que Yulia había cazado hacia algunos meses, otra locura más que Nadya aún no le perdonaba.
- Huye conmigo, vayámonos a un lugar muy lejos de aquí, otro país, otra ciudad, otro pueblo. Mejor aún, escapemos a un bosque solitario, un lugar donde no importe quienes somos, donde nuestros apellidos no tengan el peso de nuestras familias, un lugar donde sólo estemos tu y yo.
Yulia se acerco a Nadya y le acomodó la capa pensando que temblaba de frió. Nadya la tomó entre sus brazos y la besó con vehemencia, con desesperación, con la pasión contenida. Las manos de Yulia se colaron dentro de la capa y rodeando su cintura la atrajo hacia si con la misma pasión con que respondía a sus besos.
- Yulia, ¡te amo! ….. –Le decía Nadya entre suspiros mientras los labios de Yulia se perdían en el nívea de su cuello y sus hombros, sus manos exploraban toda la geografía de su espalda con desesperación.
- … te amo, solo Dios sabe cuanto te amo, pero no puedo… no puedo huir contigo… No puedo abandonar a mi padre…
Las manos de Yulia detuvieron sus caricias y se aferraron a su espalda, la humedad sobre el pecho de Nadya ya no provenía de sus labios si no de sus lagrimas. Yulia lloraba amargamente sobre el pecho de la pelirroja.
-… Yulia…. ¡por favor! –Suplicó la pelirroja - ¡por favor, no llores!, ¡no tú!
- ¿¡Y por que no!?, Soy una dama, llorar es lo único que pueden hacer las damas. Si fuera un hombre podría pelear por ti, podría exigir tu mano, podría amarte… ¡pero sólo soy una doncella como tú! … y no es correcto mis sentimientos por ti, mis deseos de ti, ¡todo lo que siento por ti es pecado!
Nadya limpió sus lágrimas con sus labios, el sabor amargo y salado de su dolor se tornaba dulce en su boca.
- ¡No me importa!, no temo, no me arrepiento y no me avergüenzo. Yulia, quédate conmigo, no me dejes, no me abandones ahora que más necesito de tu fuerza. Ten fe junto conmigo, dejemos pasar este año y veremos que pasa, que pueden pasar muchas cosas. Lo que venga sólo podré soportarlo si permaneces junto a mi.
Yulia trago su dolor y su soledad, el rostro de Nadya dibujaba su propia impotencia, la ausencia de su dulce sonrisa pudo más que su propia amargura y sonrió buscándola.
- Te lo prometo, no importa lo que pase, ¡yo siempre estaré aquí para ti!
* * *
El auto de Troy rodó por la acera hasta impactarse contra un muro, el eco de dos explosiones más lo sacaron del aturdimiento. Con esfuerzo echo mano de su pistola mientras escuchaba el sonido de disparos, eran armas potentes, muy potentes, reconoció el sonido de rifles de asalto de alto poder, balas que podían penetrar blindajes.
Era un convoy de 5 vehículos, cuatro automóviles lujosos, blindaje ligero y motores muy potentes, dos al frente y dos atrás, en medio de la formación el quinto vehiculo era una camioneta con blindaje pesado, podría soportar hasta el impacto de un misil, el cañonazo de un tanque. Circulaban sobre la avenida rumbo al Sena, una serie de bombas estallaron bajo los automóviles cuando circularon sobre ellas, las explosiones fueron tan potentes que hicieron saltar los autos. De la nada salio una docena de hombres y abrieron fuego contra los cristales debilitados por la explosión, las balas penetraron sin problemas.
La camioneta necesito de dos cañonazos más para ceder, las balas finalmente se abrieron paso a través de las grietas en los parabrisas.
Los comandos se retiraron tan pronto como aparecieron, no sin antes examinar el interior de la camioneta que estaba envuelta en llamar.
- Negativo, Kürten no estaba a bordo. –informó alguien a través de un móvil.
En el interior de un automóvil a prudente distancia alguien recibía esa llamada, era una rubia, ocultaba sus ojos tras unas gafas de color naranja cuyos cristales le permitían una mejor vista nocturna, vestía una chaqueta de piel bajo la cual escondía un verdadero arsenal de armas cortas, pantalones vaqueros elásticos que se adherían a sus piernas de impecable contorno. Tenía muchos nombres, tantos que su propia identidad ya estaba en el olvido, pero desde hacia algunos años a la fecha era llamada Elena Kipper.
- No me sorprende, a penas es nuestra primera cita, apenas el cortejo. No esperaba menos del gran Peter Kürten.
- ¿Instrucciones?
- Sin prisioneros, sin testigos. Es un mensaje a los hombres de Kürten, esto va en serio.
Troy luchó contra el cinturón de seguridad hasta que consiguió liberarse y se arrastro fuera del automóvil, todavía estaba aturdido cuando escucho nuevos disparos. Alcanzó a ver una rápida tarea de exterminio, la lluvia no le permitía ver con claridad. Se incorporó agazapado tras el vehiculo, pistola en mano. De la nada apareció un sujeto, con un puntapié en la espalda lo aplastó contra la portezuela del automóvil, Troy vio el cañón de un arma apuntando a su rostro.
Un disparo se confundió con el sonido de un trueno, el sujeto se doblo hacia atrás al recibir el impacto, Troy no perdió tiempo y disparo a esa cabeza cubierta por un pasamontañas, el disparo fue fatal y el hombre se derrumbo. A sus espaldas una joven todavía sostenía un arma humeante.
- ¿Alexa?
La gitana lo miró directo a los ojos, sólo un breve instante antes de desaparecer por entre los callejones en ágil carrera. Cuando Troy se puso de pie todo había terminado.
El hombre a quien llamaban Malvavisco se dejo caer derrotado sobre su lujoso asiento, en su lujosa oficina. Colgó el teléfono y echo mano de una botella de brandy oculta en un cajón de su también lujoso escritorio. Todo ese lujo le gritaba a la cara el precio que pago por el, el precio que tenía que pagar.
La puerta de su oficina volvió a abrirse antes de que se hubiera servido un trago.
- ¡No hoy! – le dijo Kürten mientras caminaba con cierta facilidad a pesar del bastón – ¡no pienso morirme hoy! - le espetó mientras le disparaba todo el contenido de su vieja pistola alemana de la segunda guerra mundial. – No pienso morir hoy, ¡ni nunca!
Continua….
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo VIII.
Juramento a la eternidad.
Fuertes manos sujetaban a Elena mientras era conducida hasta el interior de una camioneta tipo Van, no opuso resistencia ni bajo la mirada a pesar de que la lluvia le golpeo el rostro con violencia, estaba aterrada y sin embargo el miedo no la dominaba, esta noche saldaría sus deudas, esta noche culminaría su persecución y era bueno, estaba cansada, muy cansada de huir y esconderse.
Yulia observo todo desde el rincón oscuro donde se escondía, su habilidad sobrenatural para mimetizarse con las sombras en la completa inmovilidad de una roca la hacia invisible a la vista del hombre. Empezó a alejarse del lugar, había demasiada gente y su hambre reclamaba su atención.
El dolor del hambre en cada centímetro de su cuerpo era ya una agonía, sin embargo sus piernas se negaron a moverse, sus ojos no se podían apartar de aquellos rizos de fuegos que desaparecían en el interior de ese auto, el aroma que se desprendía de ella era semejante a los campos de flores alrededor de su castillo, el sonido de su corazón latiendo con esa vida que tanto envidiaba… ese susurro que nadie más que ella podía escuchar
- … si permaneces junto a mi
¿De que labios salieron esas frases?, ¿Quién hablaba a través de la boca de Elena?
Se obligó a si misma a caminar en sentido contrario, a alejarse perdiéndose entre los callejones oscuros y los misterios de la noche. Corrió entre los pliegues del viento y el manto de las sombras, corrió como huyendo del fantasma que sabía la alcanzaría al final pues no había lugar donde pudiera huir de lo que anidaba en su corazón.
Ese corazón marchito y seco que no contenía más vida que la que arrancaba a sus victimas, ese corazón que florecía con la sangre de ellos y … con la sangre de Elena. Detuvo su carrera casi al chocar contra un muro, sus manos se impactaron contra el, sus garras se clavaron en la piedra desnuda, arañando el concreto mientras se deslizaba hasta caer de rodillas. El agua de la lluvia escurría por su rostro supliendo las lágrimas que nunca más brotarían de sus ojos muertos.
Sus memorias estaban ahí, viejos e inmortales fantasmas de cosas terribles que sucedieron hace 600 años, cosas tan terribles que la convirtieron en lo que ahora era.
- … Siempre estaré aquí para ti
Una promesa hecha hace 600 años.
Yulia lloró dejándose abatir por ese dolor, el dolor de su hambre. Su monstruosa hambre era su soledad, un corazón que latía hambriento, despojado del alma que lo llenaba. Sus recuerdos se agolpaban ante sus ojos escurriéndose de su memoria como la lluvia escurría de sus ojos semejando el llanto.
- ¡No quiero esto! –suplicó Yulia mientras su mente caía presa de la vorágine de sus memorias corriendo como una locomotora sin control. - ¡¡No quiero recordarlo otra vez!!
* * *
… Las espadas brillaban bajo la luz de la impotente luna que contemplaba el suplicio de las niñas que buscaban su refugio. Las manos que como garras las sujetaban con violencia y brutalidad, Yulia se agitaba y luchaba con todas sus fuerzas mientras Nadya era sometida con la misma brutalidad, sus manos entrelazadas se negaban a soltarse.
La hoja de una espada cayó sobre su rostro rompiéndole la nariz y una ceja, logrando lo que parecía imposible, la derribo. Media docena de brazos y piernas estuvieron sobre ella en un instante, golpeando, pateando y arañando. La hoja se elevo de nuevo pero ahora era el canto filoso el que amenazaba con dar el golpe fulminante.
Nadya grito algo, y Yulia al fin se derrumbó sin fuerzas, bañada en su propia sangre, todo se oscurecía rápidamente, Nadya dejo de luchar, se rendía ante una amenaza proferida. Al fin su mano escapo de la suya sin fuerzas. Nadya se arrodilló frente a Yulia semiinconsciente, sujeta como una fiera salvaje, tomó su rostro entre sus manos y besó fugazmente sus labios.
- ¡Sobrevive, Yulia!, ¡sobrevive!... si una de las dos vive, lo nuestro sobrevivirá… ¡si eres capas de morir por mi, se capas de vivir por ambas!…
La brutalidad volvió sobre la pelirroja y esos hombres enfundados en sus armaduras la arrastraron lejos de ella. Los gritos de Nadya se perdieron en el sonido del carruaje en que se la llevaron.
* * *
- … ¡Nadya!, te falle, falle a nuestra promesa, ¡no pude protegerte!, ¡no pude salvarte!, te falle en todo… -
La lluvia al fin se detuvo, tan rápido como había iniciado, tan brutal como había sido, así se acabo. Yulia permanecía de rodillas contemplando sus manos y sus garras, esas manos que alguna vez sostuvieron las manos de Nadya, que alguna vez la acariciaron, las manos que Nadya alguna vez besó.
-… y también te olvide, me olvide de todo lo que fuimos, de todo lo que prometimos… lo que queda de mi es esto… nada…. Sólo una sombra en las tinieblas buscando su propia alma… yo soy Nichya, soy nadie…
Sus manos comenzaron a brillar como si tuvieran luz propia, el muro, las aguas que corrían entre sus piernas, las gotas que aun caían desde los tejados. La noche entera brillaba como si el sol hubiera surgido de las sombras, Yulia levanto el rostro y se encontró con el cielo despejado, la luna llena brillando con toda majestad sobre un cielo purificado por la tormenta. Esa misma luna bajo la cual caminó de la mano de Nadya, la misma luna bajo la cual sus labios eran solo suyos y el néctar de sus besos la embriagaba de felicidad, era la misma luna tan eterna como ella.
- … Yulia… - se dijo a si misma, todo comenzaba con su nombre.
- …soy yo… Yulia Volkova soy yo, a pesar del tiempo sigo siendo yo, siempre, sólo he estado dormida, te he esperado como si todo aquello hubiera sido sólo un sueño, una pesadilla, y quiero despertar, quiero despertar contigo a mi lado… siempre… Nadya, Sigo aquí…
Se puso de pie mirando como su cuerpo marchito a la luz de la luna se iluminaba como si de pronto se llenara de pureza, se llenara de vida.
- ¡¡Sigo estando aquí para ti!!
* * *
Yulia se encontraba de rodillas, como todos, en la tercera hilera de bancos del ala derecha de la iglesia, como correspondía a la nobleza de Vilnius. Disimuladamente levanto el rostro cuando escuchó los pasos de Nadya pasar junto a ella, la pelirroja también le dirigió una disimulada mirada y sus ojos se tocaron como se tocaban sus almas. El obispo Kaunas esperó a que terminaran la oración antes de proseguir con la ceremonia de la misa dominical, Nadya se ubicó junto a el.
- Para todos es sabido que nuestra hermana Nadya Elena Vladisa, hija de Bohdan Vladis ha sido pedida en matrimonio por Tiver Smolensk. Hoy he recibido la carta de confirmación de todas las provincias aprobando y bendiciendo esta unión, por lo que de hoy en ocho meses la boda será realizada como se había prometido. ¡Dios bendiga esta unión!
Nadya sonrió tristemente, Yulia se mordió los labios hasta casi hacerlos sangrar.
- La prometida, en gratitud a la benevolencia de todos, leerá un pasaje de las Sagradas Escrituras.
El obispo cedió el lugar en el pulpito a Nadya. El vestido de Nadya, a diferencia de su costumbre por la humildad ahora era extremadamente elegante, luminoso, dorado, era su vestido de la mascarada, lo había vuelto a confeccionar para ese domingo, para esa misa, y le había hecho prometer a Yulia que asistiera.
- Es muy importante para mí –le dijo.
- No lo sé, anunciarán la confirmación de tu boda. No sé si pueda soportarlo.
- ¡Tienes que estar ahí!, por mi, lo prometiste, te necesitare en ese momento. Necesitare tu fuerza junto a mí.
Yulia acepto y cumplió, a pesar de lo incomodo que el recinto sagrado era para ella, cumplió y bajo la mirada acusadora y gestos de reproche del resto de la nobleza femenina que reprobaban ó tal vez envidiaban su conducta, ocupó su lugar, el que alguna vez compartió con su padre. Y no se arrepentía, había sido una agonía esperar el anuncio, hubo un instante en que quiso creer que las cosas podían cambiar, que los milagros podían suceder, que alguien en algún lugar del reino tuviera algo que decir, tal vez un hijo bastardo, tal vez otra promesa de matrimonio oculta, tal vez sólo un milagro… Pero no hubo tal, los planes seguían en pie.
Y sin embargo el milagro había sucedido, por que nunca había visto a Nadya tan hermosa, el ser más radiante de la creación, ella era un sol. Y sus ojos la miraban atentamente, de pronto el gesto triste desapareció del rostro de Nadya y se iluminó una dulce sonrisa, sólo para ella.
- El matrimonio es una institución sagrada en nuestra sociedad y el amor es su fundamento- dijo Nadya mientras sus dedos exploraban el libro sagrado buscando el fragmento que había seleccionado - Pero existe otra clase de amor, la que podemos sentir por nuestros semejantes, el que más fácilmente olvidamos. Aquí está alguien que ha sido más que mi amiga de toda la vida, incluso más que una hermana, Yulia, esto lo escogí para ti.
Sus ojos se posaron en la Biblia y leyó:
- Ruth 1:16-17, de Ruth a Noemí…
“No insistas más en que me separe de ti. Donde tú vayas, yo iré; donde tú vivas, yo viviré; tu pueblo es mi pueblo, y tu Dios es mi Dios; donde tú mueras, yo moriré y allí me enterrarán. Juro hoy solemnemente ante Dios que sólo la muerte nos ha de separar.”
El silenció reinó por unos instante, después inició un murmullo. Yulia volvió a postrarse de rodillas y agradeció al Señor en los cielos y a todos sus Ángeles el haber escuchado esas palabras de esos labios tan dulces.
- Señor, has de mi lo que quieras, nunca más seré tan feliz como en este momento…
El día llego a su fin más no así la sonrisa de Yulia, el castillo Volkov se volvió a engalanar como hacia mucho tiempo atrás no sucedía. Incluso las costureras de su feudo tuvieron que trabajar con premura, el glorioso vestido de Yulia no fue de su agrado, la joven príncipe, la doncella de hierro como todos la llamaban ya no reconocía su imagen enfundada en un vestido, mando arreglar un traje de gala de su difunto hermano, ajustarlo a su talla, fue una proeza de las virtudes y talentos de las costureras y que Yulia agradeció con oro, un pago muy generoso.
Cuando el carruaje de Nadya arribo esa tarde, el camino a la entrada del castillo estaba iluminada por un sendero de antorchas que en la distancia semejaban un camino de estrellas. Yulia la esperó al frente del portal de su fortaleza, orgullosa y erguida sobre su corcel mas noble y digno. Cuando Nadya la vio no pudo evitar sentirse hechizada por esa imagen de perfección en su elegancia. Todo lo mejor de ambos genero fundido en un solo ser, la belleza y elegancia de una princesa, la gallardía y valor de un príncipe. Yulia estaba más allá de cualquier clasificación o genero, Yulia era simplemente un ángel, su propio ángel.
Yulia había decidido esperar montada sobre su corcel favorito, para disimular su pequeña estatura, y estar a la altura de la princesa que descendía de su carruaje como una diosa mítica descendía de las nubes entre velos dorados como los rayos del sol en un amanecer imposible que coronaba su belleza, esos hilos de fuego y oro fundido que arrebataban sus sueños, ese vestido que ahora lucía diferente de cómo se veía en la iglesia esa mañana, en un despliegue de ingenio y audacia Nadya lo había vuelto a transformar, no por nada le había tomado casi un año confeccionar el original.
Yulia no podía decidir que era más radiante, su sonrisa o sus ojos, ambos con la promesa de una eterna primavera.
El salón principal estaba tenuemente iluminado por velas sobre la mesa, el resto de la luz lo proveían los amplios ventanales abiertos en toda su extensión dejando pasar la fresca brisa del bosque y del lago que refrescaba la calurosa noche, y la luz de la luna llena que a raudales cubría todo con su platinada magia.
La cena fue excelente, el mejor vino fue servido y Nadya en un arranque de inspiración invitó a Yulia a terminar la cena con un paseo junto al lago, la bochornosa noche era ideal.
Tomadas de la mano se internaron en esos senderos que ya conocían de memoria.
- Seré tu huésped por ocho meses, ¡por ocho largos meses! – exclamó Nadya.
- Hasta que tu futuro marido venga a reclamar tu mano y te vayas de mí para siempre – suspiró Yulia incapaz de ocultar su amargura. Con los dientes arranco el corcho de la botella de vino que habían traído consigo y sirvió dos copas de oro. Esta noche era para derrochar.
Nadya se recostó sobre la manta que habían extendido sobre el pasto a una orilla del cristalino espejo que les obsequiaba con un segundo cielo a sus pies. Tomó la copa que Yulia de ofreció y la vació de un solo trago. Yulia sonrió divertida con el gesto aunque no podía despejar el alo de tristeza de sus ojos.
- Son ocho meses sólo para nosotras, Yulia, ¡juguemos un juego!
- ¿Qué juego propones? –preguntó Yulia mientras también vaciaba su copa y volvía a servir ambas.
- Que olvides lo que sucederá dentro de ocho meses, porque nadie sabe lo que sucederá mañana. Y que mejor consideres lo que sí sucedió hoy, durante la misa.
Nadya se sentó con la mirada perdida en el lago, la noche era perfecta, calida y perfumada, ningún otro sonido más que el canto de las aves nocturnas. Así era su fantasía, tal cual como estaba sucediendo, ya no necesitaba del vino para llenarse de valor, la noche era suya, la noche era de ellas. Su mano tomó el listón que sobresalía del generoso escote de su vestido y tiró de él, la prenda se abrió como los pétalos del botón de una flor en primavera, sin dificultad un par de tirones aquí y allí y el vestido completo se desprendió de su cuerpo como la crisálida que libera a una mariposa.
Yulia estaba completamente hechizada por la magnifica belleza de Nadya, la pelirroja se dejó acariciar entera por la brisa, de su piel desnuda se desprendió el aroma de la esencia de las flores silvestres que llenaban los bosques del castillo Volkov.
- ¿Q…que haces?
Nadya caminó con toda su sensualidad hasta las frescas aguas del lago, hasta que la fresca caricia cubrió su vientre en un último gesto de pudor.
- Hoy prometí ante mi Dios, ante mi padre, ante todo el mundo que donde tú vayas, yo iré; donde tú vivas, yo viviré; donde tú mueras, yo moriré. Jure hoy solemnemente ante mi Dios que sólo la muerte nos ha de separar…. ¿no lo ves?, no importa lo que suceda dentro de ocho meses, hoy me he desposado contigo, para ser tuya hoy y para siempre… ¿me aceptas, Yulia Volkova?
Las prendas de Yulia acompañaron pronto a las de Nadya y tan pura como el día en que nació se sumergió en las aguas junto a su amada. Las manos de Nadya se enredaron en su cintura haciéndola prisionera de una cadena que no querría romper, Yulia se encadeno a su cuello y besó esos labios que por tantas noches de insomnio la hicieron delirar.
- Te acepto, Nadya Elena Vladisa, te acepto por toda la eternidad.
Sus labios se fundieron, sus corazones sin barrera alguna se tocaron, el verde océano y el azul del cielo se combinaron en un horizonte imposible. Las manos de Yulia recorrieron centímetro a centímetro las curvas de Nadya, la pelirroja dejo escapar el corcel de sus labios por las crestas y valles de la doncella de hierro, bebió de su piel el único vino que necesitaba, en la punta de sus pezones encontró la más dulce golosina. Un suspiro escapó de sus labios cuando esa mano con el vigor que domaba salvajes corceles alcanzó su intimidad y con la dulzura y delicadeza de beso penetro entre sus pétalos conquistando la cima del placer para ella y tan sólo para ella. Sus uñas marcaron esa delicada espalda que en cada empuje la hacía ascender por cascadas de estrellas y despertaba cada vez más su hambre por su piel y sus caricias, y domando su propia locura buscó ella también la flor oculta en sus piernas en cuya profundidad anidaba el misterio de la gloria. En sus ojos verdes quedo grabado por siempre el suspiro eterno de su ángel al ser dulcemente derrotada en el éxtasis de su pasión consumida.
La luna bañaba de pureza platinada sus cuerpos desnudos acurrucados en la cristalina frescura del lago, entrelazadas en un abrazo que las hacia una.
- … por siempre – juró Nadya.
- … por toda la eternidad – prometió Yulia.
* * *
Alexa corrió por los callejones de Paris como sólo un paria de la sociedad lo sabe hacer, el sub-mundo de la glamorosa urbe era un mar de misterios tan grande como su propia historia, esas callejuelas lo han visto todo y ahora son testigos de una persecución de la hija de los “Condes de Egipto”. Los pasos tras ella se escuchaban cada vez más cercanos y tal como esperaba ninguna puerta se abrió para ocultarla aun que podía sentir una docena de ojos sobre ellas.
- No encontraras socorro ni consonuelo entre nosotros, Shuvihani, has sido paria y vergüenza para tu clan y tu familia, y eres paria y vergüenza entre nuestras familias y clanes. Doblemente ****, doblemente exiliada.
La voz de la anciana que presidía la “Corte de los milagros” resonaba en su mente sin encontrar coherencia. - Doblemente ****, doblemente exiliada – Sabía lo que eso significaba, nunca más un gitano volvería a darle la cara ni dirigirle palabra alguna, mucho menos tenderle la mano.
- No los necesito, nunca he necesitado a nadie, ser lo que soy me ha exiliado de todo y de todos- replicó Alexa- ¡Pero no me avergüenzo y no me arrepiento!
- Shuvihani, sólo vete de Paris y nunca vuelvas, tu amiga la rusa, búscala en el puerto del “Caballero alto”, ahí es donde el nazi espera su barco, es todo lo que sabemos y las ultimas palabras que de nuestros labios escucharas.
La anciana guardo silencio y le dio la espalda, todos los reunidos en la mesa de consejo se pusieron de pie y le dieron la espalda. El exilio comenzaba.
- Estoy exiliada pero no **** – lloró bajo la lluvia mientras corría hacia el lugar que le habían señalado. Todo el bajo mundo conocía las maniobras del nazi, todos recibían algo por guardar silencio y mantener los oídos abiertos. El destino de Elena era llegar a ese barco, lo sabía, Alexei se lo había confesado desde que comenzó a negociarla con el nazi, ningún burdel o prostíbulo pagaría tanto por ella como lo que pagaba el nazi por alguien a quien pudiera subir a ese barco. El barco nunca era el mismo, como tampoco repetía el mismo puerto clandestino en el Sena, por lo que ese barco era llamado simplemente “El ultimo suspiro”, una vez en él nunca más se volvía a saber de nadie, ni en otras tierras, ni en otros países, como si ese barco solo condujera a su infeliz cargamento al corazón del océano para nunca más volver.
- No tú, Elena, tú no iras en ese barco –juró Alexa e iba en camino hacia él cuando al llegar a la avenida principal se encontró con la caravana del nazi, su camioneta donde siempre se transportaba y su pequeño ejercito de seguridad.
Instintivamente se ocultó en el borde del callejón para dejarlos pasar, ahora no tenía duda, seguramente encontraría a Elena ahí, tenía que buscar la manera de llegar más rápido que ellos, tal vez robando un auto pensó. Ahí, muy cerca de ella un automóvil se había orillado bruscamente, alguien en su interior usaba su teléfono móvil. Se armó de valor y empuñó la pistola que había encontrado en la habitación del Volkov, era el arma que Elena había recogido durante su rescate. Sabía como usar un arma, Alexei le había enseñado hacia tiempo.
- ¿Por qué, Alexei?, ¿Cómo puedo quererte y odiarte al mismo tiempo?, ¿Cómo puedes ser tan gentil y despreciable conmigo?, ¿Ser gemelos tuvo algo que ver, somos como dos polos iguales y por eso nos rechazamos?, ¿estábamos destinados a odiarnos a pesar de quereros por ser hermanos? Te odió por lo que ibas a hacer con Elena, te quiero por que la trajiste a mi vida.
Estaba a punto de salir del callejón cuando la primera explosión la hizo volverse a ocultar apenas a tiempo pues esquirlas de metal pasaron rozándola. Otras explosiones siguieron y después disparos. Alexa debió salir corriendo en ese momento, pero se detuvo, tenía que ver que estaba pasando, no era sólo curiosidad, era por Elena, todo esto de alguna forma tenía que ver con ella.
Reconoció a Troy cuando muy lastimado trató de agazaparse tras su auto, lo reconoció como el hombre que intercedió por ellas frente a Notre Dame cuando su hermano y otros hombres trataron de llevarse a Elena, seguramente era un policía, tal vez alguien en quien pudiera confiar, necesitaba ayuda, no podía salvar a Elena ella sola, tal vez él podría ayudarla de alguna forma.
-…ten fe.. – dijo la voz de su sueño.
En eso alguien rodeó el vehiculo, fue muy rápido y ataco a Troy antes de que pudiera verlo, se veía que estaba muy lastimado e indefenso. El hombre le apunto con un arma y Alexa reaccionó sin meditarlo, no había tiempo para pensar las cosas, ese desconocido en el suelo y herido les había salvado la vida una vez y sin conocerlas, había una deuda. Alexa salió del callejón y apenas apuntando disparó contra el sujeto. La bala impacto contra un chaleco blindado, aun así el golpe que recibió el sujeto lo doblo en un rictus de dolor al cual no se rindió sin embargo no tuvo tiempo de recuperarse pues un segundo disparo acabo con él.
Alexa miró a Troy a los ojos, la mirada dice todo de una persona, la mirada de Troy le hizo saber que había actuado bien, había algo en sus ojos que le inspiraba confianza. Sin embargo si el tipo era policía no tenía tiempo para dar explicaciones, y menos después de lo que estaba sucediendo, si habían emboscado al nazi ¿Qué había pasado con el barco del Ultimo Suspiro?, ¿Qué pasaría con Elena? Corrió de regreso al callejón y al laberinto que la conduciría al Sena.
Troy trató de correr tras ella, el dolor en la espalda le impidió ser veloz pero no ágil cuando una ráfaga de balas pasó rozándolo, sin componer su figura su arma escupió fuego y plomo haciendo blanco en el auto desde el cual le estaban disparando. Apenas con una mirada la alcanzó a ver antes de que también desapareciera por las callejuelas.
- ¿Kipper? –Se preguntó - ¿Qué hace Elena Kipper aquí?
El auto se alejaba rápidamente a pesar del gesto de dolor del chofer. Kipper, la rubia guardaba sus armas las cuales no había tenido tiempo de usar. Su otro acompañante se había derrumbado también herido e inconciente, respiraba con dificultad y seguramente no sobreviviría.
- ¡Maldición!, ¿Cómo sucedió? –se preguntó el chofer mientras veía la sangre que escurría por su herida, no era grabe pero si su sangrado no se detenía podía ponerse feo, aguantaría hasta poner distancia segura, las sirenas policíacas ya inundaban la noche, había dejado de llover.
- Troy –murmuró Kipper- no me cabe la menor duda, era Troy MacCubbin.
Un nuevo mensaje llegó a su móvil.
- La unidad B esta en persecución de la Gitana, si es capturada puede conducirnos a la rusa, ¿instrucciones?
Kipper parpadeó sorprendida.
- ¿Qué hacia la Gitana aquí?, no hay cambios, no quiero testigos ni prisioneros, la rusa es obsesión de Iván no mía. Tres minutos para borrar el blanco y retírense.
Alexa salió del callejón hacia una calle y un auto salido de la nada le cerró el paso tan violentamente que la gitana saltó sobre su cofre y se deslizo por el hasta el otro lado donde cayó de cabeza pero rodó ágilmente y sin perder impulso volvió saltó sobre un barandal hacia un desnivel. Un hombre bajó del auto rápidamente sólo para escuchar un golpe contra costales de basura apilados allá abajo, cuando se asomó al barandal la gitana ya llevaba un largo trecho de ventaja. Dos hombres más lo alcanzaron jadeantes pero todavía fuertes.
- ¡Maldición!, ¡Es más escurridiza que una anguila! –dijo el primero mientras también saltaba tras ella.
- ¡Un auto! –Pensaba Alexa con celeridad, estaba llegando al limite de sus fuerzas, la adrenalina ya no era suficiente -¡Necesito un **** auto!
Y la calle estaba llena de ellos, pero algo que Alexei no le había enseñado era como encenderlos, sin las llaves no tenía nada que hacer. Por la calle se alcanzo a ver las luces de una camioneta que se acercaba, una van utilitario con los cristales polarizados. Alexa no lo pensó y con la pistola por delante se planto en la cinta asfáltica y cerró los ojos, la camioneta aplico sus frenos casi en el último momento.
Troy corrió calle abajo buscando un teléfono público pues el suyo había sido hecho pedazos en el accidente. Un automóvil se detuvo frente a él, automáticamente Troy apunto con su arma a los cristales, no le fue difícil reconocer el blindaje del vehiculo, ellos no podían dispararle desde adentro y sus balas tampoco podrían penetrar ese parabrisas. Bajo el arma, intrigado.
La portezuela trasera se abrió, era un auto muy grande, de lujo, Troy se asomó al interior.
- Sr. MacCubbin, debemos hablar – le dijo un hombre finamente vestido en su interior, tendría alrededor de unos 60 años, su nacionalidad era indefinida, Alemán tan vez, pero su Ingles era impecable, le llamo la atención ¿Por qué Ingles y no Francés? Sin soltar el arma Troy se introdujo en el auto.
- Estoy empapado, lo siento –dijo para no perder el control y quedar en silencio, signo que tal vez se confundiría con debilidad.
- Pero esta vivo y eso es lo importante. Sr. MacCubbin, es tiempo de que sepa la magnitud de lo que esta sucediendo realmente, lo que acaba de contemplar es sólo el principio de lo que vendrá si usted no lo detiene ahora.
Troy guardó su arma pero no bajó la guardia, si era necesario podía dominar a ese hombre y usarlo de escudo humano contra los dos tipos que iban en el asiento del frente.
- ¿Por qué yo?
- Por que es el único que no tiene idea de lo que esta pasando, no ha sido comprado ni corrompido ni asesinado. Usted es, digámoslo así: la única falla en la ecuación de Kürten, la única variable que él no tenía calculada. Usted es el destino…
El hijo de un monstruo
Elena fue colocada en medio de dos auténticos gorilas, hombres dos veces más grandes que ella, los demás se distribuyeron alrededor de la camioneta y esta empezó a moverse. La pelirroja dirigió una última mirada hacia el hombre profundamente moreno de vestimenta impecable y finos modales, él se quedo abajo contestando una llamada a su teléfono móvil.
- Iván Shapovalov –murmuró Elena.
* * *
El castillo Volkov siempre atrajo la atención de Elena desde su más tierna infancia, las leyendas que se contaban de él y el bosque a su alrededor. Siempre solitario, abandonado, un verdadero terror llenaba los corazones de aquellos que se atrevían a cruzar sus senderos. Todos menos los Katin, desde siempre parecieron inmunes a ese temor supersticioso, pero suplían ese temor por respeto, tal vez por que ellos eran parte de esa leyenda.
Ahora Elena corría por esos inmensos y silvestres jardines que alguna vez fueron parte del castillo, corría con desesperación en ese valle de flores entre las que jugaba cuando era niña. Era el único lugar en el mundo donde se sentía a salvo, corrió con desesperación hasta quedarse sin fuerzas y finalmente tropezó con las rocas de las ruinas ocultas bajo el follaje de las flores silvestres.
Trató de ponerse de pie inútilmente, la inmensa torre se levanta frente a ella, inclinada como una espalda vencida por el dolor. Esos ojos inmensos, como cuencas vacías la miraban con tristeza e impotencia, una vez más contemplando un horror que no podía detener, el cadáver impotente de un gigante destinado a llorar por toda la eternidad los horrores vividos en su simiente.
El galope del caballo a espalda resonaba como el estruendo de una tormenta, el corcel se detuvo y nuevos pasos, más suaves los suplieron. Elena trato de arrastrarse, de ocultarse ahí donde no había refugio ni esperanza. Un puño cayó sobre sus costillas sacándole el poco aliento que le quedaba y después una garra sobre su cabello la hizo volverse.
-….¡No!... ¡Por favor NO! –trató de suplicar, pero no había aire en sus pulmones. Sólo se escuchaba la risa sardónica de Pietrov Shapovalov.
Escuchó más que sentir el desgarre de su blusa, uñas se marcaron en su pecho en la desesperación de despojarla de su ropa y su dignidad, Elena trató de luchar con lo poco que le quedaba, su ira supero al miedo y sus uñas buscaron ese rostro que con lascivia besaba y mordía sus pechos. Pietrov alcanzo a evitar una herida en sus ojos gracias a un fuerte manotazo, pero una ceja alcanzo a ser partida por las uñas de su victima. Una oleada de cólera se agolpó en sus sienes y sin medir sus fuerzas descargo sus puños sobre el rostro de la pelirroja. Elena fue golpeada hasta quedarse sin fuerzas.
Elena dejo de respirar, sintió la asfixia como un aguijonazo en su pecho, saltó como saliendo de las aguas del lago buscando aire.
Abrió sus ojos y estaba flotando, el dolor que estaba padeciendo pareció desvanecerse tras una cortina a sus espaldas, estaba ahí pero no podía alcanzarla. Parecía flotar sobre el mismo lago siendo testigo de cómo Pietrov violaba con toda su ira a una jovencita de cabellos de fuego como los suyos, la sangre en ese rostro no le permitía distinguir sus facciones pero sabía que la conocía, sabía que era ella.
Estaba ahí siendo testigo de su propia violación.
- … ¿voy a morir? – Se preguntó - ¿o ya he muerto?
- ¡Pobre niña! – escuchó una voz que provenía de todas partes y de ninguna.
Había alguien más ahí, se acercó al lago y bajo sus aguas contemplo su propio reflejo, pero diferente, su propia imagen que le hablaba con voz etérea.
- Pobre niña, ¡lo que todavía te falta por sufrir! – lloró su imagen reflejada. Pero no era su imagen, esa otra chica en el lago era distinta, sus cabellos no eran rizados si no lacios y más largos que los suyos, pero su rostro, era casi el mismo rostro.
- Déjame ir junto a ti – le suplicó con lagrimas en sus ojos esa imagen - ¡déjame estar contigo y soportare contigo todo lo que vendrá! ¡No te abandonare mi pobre niña!... ¡sólo déjame ir junto a ti!
Manos cristalinas salieron de las aguas y la abrigaron en un abrazo tierno y calido, sintió a la niña del lago llorar sobre ella y….
Abrió los ojos, y si hubiera podido hablar hubiera gritado por el dolor que la desgarraba desde el interior de su vientre, las sensaciones de cristales rotos en su cabeza ó el gesto de angustia de su padre sosteniendo su mano.
Con un centenar de agujas en sus brazos, armazones de acero sosteniendo sus huesos rotos y su mandíbula desencajada, el infierno no había terminado, apenas comenzaba.
Su único ojo sano miró a Sergey, su padre buscando darle consuelo. El hombre estaba unido a ella por un catéter, una sonda conectada al brazo de él y de ella, por la delgada vía plástica circulaba la sangre de su padre directo a sus venas. Sabía la razón, su tipo de sangre era especial, diferente y difícil de encontrar, sólo su padre lo tenía.
La sangre del padre se mezclaría con la sangre de la hija unificando sus almas para siempre.
Desde una silla de ruedas con dedo de fuego Elena acusó a su violador ante las autoridades, Pietrov fue puesto bajo arresto… por un par de meses. La justicia tenía un precio, el dinero compró a jueces y abogados, el miedo compró a su padre.
Sergey, había sido líder de la unión de campesinos que luchaba por mantener competitivos los precios de la producción agrícola de la región, pero oscuros intereses atacaron el campo bajando los precios de compra hasta cantidades ridículas. La única alternativa para la sobre vivencia de los agricultores de la región era el cultivo del opio. El narcotráfico en su forma más cruda había llegado a las provincias de Lituania, y como un jinete del Apocalipsis, respaldado por poderes políticos y económicos aplastantes, llego Iván Shapovalov.
La unión resistió acceder a cultivar el veneno que se le exigía, pero poco a poco sus miembros empezaron a ser vencidos por la presión económica que Iván les imponía, pero Sergey se resistió hasta el ultimo momento, y su voz como la de un líder era escuchada y seguida por varios. Hasta que su voz fue silenciada. Se suponía que Pietrov aún estaba en prisión cuando Elena fue violada por segunda vez en el mismo hospital donde se recuperaba. El mensaje fue claro, Pietrov podía salir de prisión en el momento que quisiera y encontrarla donde quiera que se ocultara.
Un Sergey derrotado vendió sus tierras al mismo Iván, con lo poco que le pagaron quiso llevarse a sus hijos a otro país, empezar una nueva vida. No tuvieron oportunidad.
Sergey presintió lo que vendría, fueron hasta uno de los pueblos aledaños a Vilnius para tomar el tren que los llevaría a Europa, un viejo tren de carga y pasajeros que tal vez databa de la misma época del auge del imperio ruso cuando Lituania era parte de él. Un error, era un lugar solitario, los pocos que estuvieron ahí no se atrevieron a intervenir.
Pietrov llegó con un par de pistoleros armados hasta los dientes, venía por ella, acribillaron a su padre y hermanos cuando intentaron defenderla. Por tercera vez en el interior de un vagón de carga Elena fue violada por ese monstruo que en nada envidiaba a su padre, pero fue la última.
Elena yacía tumbada en el piso, entre costales de semillas y cuerdas, esta vez no hubo lágrimas y por suerte no hubo huesos rotos. Mientras Pietrov acomodaba sus ropas, la mano de Elena se encontró un objeto metálico entre los costales vacíos esparcidos en el piso, era la navaja, vieja, rota y oxidada de una hoz. Con la fuerza nacida de la ira Elena se lanzó contra Pietrov clavándole la hoja de acero en la parte más vulnerable de su cuerpo, lo que aún tenía desnudo y expuesto, los dientes de la hoja oxidada aserraron sus testículos, la ingle y la vena cava del monstruo.
Pietrov se retorció de dolor e inútilmente trató de contener el chorro de sangre que salía disparado con singular potencia de su entrepierna, antes de cinco minutos su corazón se había vaciado y su execrable existencia había terminado.
Elena corrió por las vías entre los vagones de carga huyendo de los gritos y disparos a su espalda, cruzó por una vía apenas eludiendo a un tren de carga que pasaba por el lugar a velocidad moderada como se acostumbra en esos cruces y sin saber como logró trepar a uno de esos vagones antes de que alcanzara una velocidad imposible.
Tumbada sobre el crujiente piso de madera perdió el sentido, se desmayo por largo tiempo, no supo en que momento sus sueños se fundieron con la realidad, en que momento sus ojos ya estaban abiertos viendo pasar el mundo con gran velocidad, era de noche. Se incorporó adolorida y en medio de la penumbra contemplo sus manos, estaban negras por la sangre.
Uno a uno los recuerdos tomaron dimensión en su mente, la sangre de sus hermanos, la sangre de su padre y finalmente la sangre de Pietrov estaba en sus manos. Lloró con infinita amargura, lloró el dolor de haberlo perdido absolutamente todo y saberse culpable de ellos. Sabía que nunca más podría volver a contemplar su rostro, nunca más podría volver a pronunciar su nombre.
La puerta del vagón seguía abierta, la oscuridad fuera de él era invitante. Se puso de pie con esfuerzo y se paró en el borde. Su corazón gritaba en cada latido que debía saltar, acabar con su dolor y sus memorias de una vez y para siempre. Todos habían muerto por su culpa, pero no podía dar ese paso, algo muy dentro de ella la detenía, como si una voz en su interior la obligara a quedarse ahí, a no saltar al olvido.
- …¡lo que todavía te falta por sufrir!....¡No te abandonare mi pobre niña!... ¡sólo déjame ir junto a ti!
Esa voz que la perseguía en sus más profundos sueños, cuando las drogas y los analgésicos la hacían delirar mientras sus heridas y huesos sanaban. Esa voz que parecía estar otra vez ahí.
El bamboleo del tren la hizo tropezar, se sintió suspendida en la noche, liberada de la decisión fatal. Pero no fue así, un brazo surgido de la nada la alcanzó a sujetar por la cintura y la jalo hacia el interior del vagón.
Cayo al suelo de madera otra vez, junto a ella estaba un muchacho, sólo capto su atención por un efímero instante.
- ¿Estas bien? –preguntó Alexei en algún idioma extraño.
Ya no le importó, ya nada existía para ella, quiso creer que en realidad ya había saltado a la noche, que ya había muerto. Este muchacho sólo era un accidente, sólo una breve interrupción de lo que inevitablemente vendría. Sus ojos se perdieron mas allá de la puerta abierta del vagón, más allá del manto de estrellas que cubría la noche.
La luna, sólo la luna le importaba, ¿era el inició de su locura o en verdad había una voz en la luna?, ahí había una voz que le prometía.
-… Ella sigue aquí…ten fe… Ella te encontrara….
* * *
- ¡¡¡Ella!!! – Exclamó Elena.
Sus ojos se abrieron grandemente, su cuerpo se crispo como saliendo de una pesadilla. Fue tan sorpresivo su grito que sus captores también saltaron de sus lugares con las pistolas en mano.
El chofer no pudo evitar voltear hacia atrás, volvió su vista al frente y se encontró con una joven de rebelde cabellera negra y piel canela, parada a mitad de la calle apuntándoles con un arma.
Por instinto aplicó los frenos a fondo a pesar de que su entrenamiento le dictaba acelerar, tardo un instante en reaccionar y volver a oprimir el acelerador y echar mano de su pistola. Alexa abrió los ojos al escuchar el rechinido de las llantas, vio la camioneta venírsele encima, el primer disparo que salió de su arma fue totalmente involuntario, la bala atravesó el cristal limpiamente y se alojo en el pecho del copiloto, el parabrisas se estrello por completo. El chofer disparó sobre el cristal buscando acertar en un blanco que ya no veía, el parabrisas se desperdigo por todo el tablero convertido en diminutos cristales. A través de el Alexa alcanzo a ver a…
- ¡¡Elenaaaa!!
El segundo disparo fue intencional pero muy mal ejecutado, Alexa se apartó de un salto del camino de la camioneta que volvía a acelerar, había bajado la pistola en el último instante al reconocer a la pelirroja y el proyectil penetro por el radiador rebotando contra el motor e impactándose finalmente contra el eje de una llanta. La camioneta giro bruscamente y el chofer lucho por controlarla.
Otro automóvil apareció raudamente saliendo de una callejuela, era el que perseguía a Alexa, su chofer apenas alcanzó a esquivar la camioneta que sin control lo embistió, a punto de chocar de frente, ambos vehículos se trenzaron por un costado perdiendo las portezuelas izquierda y derecha respectivamente.
- ¡¡Hay, Santa Maria, sácanos de esta!! – rezó Alexa mientras ejecutaba un limpio clavado tras uno de los autos estacionados y millar de fragmentos metálicos y de cristal volaban por todos lados. Se golpeó la cabeza contra algo y sintió su cabello humedecido; Medio aturdida asomó la cabeza para ver que pasaba.
- ¡Elena!
La pelirroja había sido proyectada hacia el frente y se había estrellado contra las espaldas de los gorilas que se preparaban a abrir fuego contra quien fuera que los había atacado, por fortuna para ella no había recibido más que algunos golpes, los pistoleros se reponían rápidamente del golpe y la sorpresa y casi por arte de magia armas largas de gruesos calibres aparecieron en sus manos. Elena aprovechó el instante para escabullirse por el hueco de la portezuela arrancada, saltando por encima del auto incrustado en el costado de la camioneta.
- ¿¡A donde vas, perra!? –bramó uno de los pistoleros tratando de alcanzarla.
Otro disparo se escucho, la bala como un bólido silbó al pasar sobre la cabeza del pistolero que automáticamente se agacho levantando su arma. Elena miro sorprendida a Alexa de pie tras un auto, sosteniendo un arma con ambas manos, totalmente descubierta, una docena de cañones giraban hacía ella mientras jalaba el gatillo nuevamente.
¡¡Click!!
Alexa abrió los ojos grandemente sin dar crédito a lo que acababa de escuchar.
- ¿Vacía? – Pensó, el mundo se movía en cámara lenta, vio todas las armas girando hacia ella -¡la **** pistola se quedo vacía! -. Vio a Elena extender sus manos hacia ella mientras en sus dulces labios se dibujaba un grito y sus piernas la impulsaban.
- ¿Qué haces pelirroja del demonio?, ¡vete de aquí! -quiso gritar la gitana, pero el aire apenas entraba por su garganta, sintió el nacimiento de una lagrima en sus ojos.
- ¿Por qué hago esto?, ¿tanto vale tu amor?... ¿Algún día podrás amarme como yo te he amado?, ¿algún día recordaras lo que hoy…lo que siempre he hecho por ti?... moriría por ti mi amada pelirroja, nací para amarte, nací para llegar a este momento y dar mi vida por ti… ¡¡¡¡QUE DIABLOS ESTAS HACIENDO!!!!
Elena alcanzó a ponerse de pie en un salto desesperado, escapando de la mano que trataba apresarla, pasando por encima del automóvil destrozado. Se puso de pie entre Alexa y la línea de fuego, entre la gitana y los cañones de las armas.
- ¡Aquí se paga mi deuda! – gritó en silenció para si misma, no tenía miedo, sólo tenía ojos para ella, la hermosa gitana que le abrió su corazón y que había prometido siempre estar ahí para ella, siempre protegerla. Su rostro desdibujado y sus ojos enormes y negros como la noche era lo último que quería ver cuando el fuego de las armas la alcanzara.
La noche estalló en cristales rotos y hierros retorcidos, el toldo de la camioneta se hundió aplastado por el impacto de un meteoro caído del cielo, algunas armas se dispararon sin alcanzar a puntar su blanco, las balas surcaron el aire en todas direcciones.
Semejando a una inmensa ave depredadora, se irguió sobre los hierros retorcidos del toldo del vehículo, el abrigo hecho jirones se agitaba al viento como alas de cuervo y la luna agonizante enmarco su delgada figura que semejaba un ave de pesadilla, aun en la penumbra su piel tan blanca como el rostro de la luna desprendía el fulgor frió de un ángel despiadado y sus ardientes ojos parecían contener las azuladas llamas del infierno.
- Yulia ....
-… Ella sigue aquí…ten fe… Ella te encontrara….
Continúa…
Juramento a la eternidad.
Fuertes manos sujetaban a Elena mientras era conducida hasta el interior de una camioneta tipo Van, no opuso resistencia ni bajo la mirada a pesar de que la lluvia le golpeo el rostro con violencia, estaba aterrada y sin embargo el miedo no la dominaba, esta noche saldaría sus deudas, esta noche culminaría su persecución y era bueno, estaba cansada, muy cansada de huir y esconderse.
Yulia observo todo desde el rincón oscuro donde se escondía, su habilidad sobrenatural para mimetizarse con las sombras en la completa inmovilidad de una roca la hacia invisible a la vista del hombre. Empezó a alejarse del lugar, había demasiada gente y su hambre reclamaba su atención.
El dolor del hambre en cada centímetro de su cuerpo era ya una agonía, sin embargo sus piernas se negaron a moverse, sus ojos no se podían apartar de aquellos rizos de fuegos que desaparecían en el interior de ese auto, el aroma que se desprendía de ella era semejante a los campos de flores alrededor de su castillo, el sonido de su corazón latiendo con esa vida que tanto envidiaba… ese susurro que nadie más que ella podía escuchar
- … si permaneces junto a mi
¿De que labios salieron esas frases?, ¿Quién hablaba a través de la boca de Elena?
Se obligó a si misma a caminar en sentido contrario, a alejarse perdiéndose entre los callejones oscuros y los misterios de la noche. Corrió entre los pliegues del viento y el manto de las sombras, corrió como huyendo del fantasma que sabía la alcanzaría al final pues no había lugar donde pudiera huir de lo que anidaba en su corazón.
Ese corazón marchito y seco que no contenía más vida que la que arrancaba a sus victimas, ese corazón que florecía con la sangre de ellos y … con la sangre de Elena. Detuvo su carrera casi al chocar contra un muro, sus manos se impactaron contra el, sus garras se clavaron en la piedra desnuda, arañando el concreto mientras se deslizaba hasta caer de rodillas. El agua de la lluvia escurría por su rostro supliendo las lágrimas que nunca más brotarían de sus ojos muertos.
Sus memorias estaban ahí, viejos e inmortales fantasmas de cosas terribles que sucedieron hace 600 años, cosas tan terribles que la convirtieron en lo que ahora era.
- … Siempre estaré aquí para ti
Una promesa hecha hace 600 años.
Yulia lloró dejándose abatir por ese dolor, el dolor de su hambre. Su monstruosa hambre era su soledad, un corazón que latía hambriento, despojado del alma que lo llenaba. Sus recuerdos se agolpaban ante sus ojos escurriéndose de su memoria como la lluvia escurría de sus ojos semejando el llanto.
- ¡No quiero esto! –suplicó Yulia mientras su mente caía presa de la vorágine de sus memorias corriendo como una locomotora sin control. - ¡¡No quiero recordarlo otra vez!!
* * *
… Las espadas brillaban bajo la luz de la impotente luna que contemplaba el suplicio de las niñas que buscaban su refugio. Las manos que como garras las sujetaban con violencia y brutalidad, Yulia se agitaba y luchaba con todas sus fuerzas mientras Nadya era sometida con la misma brutalidad, sus manos entrelazadas se negaban a soltarse.
La hoja de una espada cayó sobre su rostro rompiéndole la nariz y una ceja, logrando lo que parecía imposible, la derribo. Media docena de brazos y piernas estuvieron sobre ella en un instante, golpeando, pateando y arañando. La hoja se elevo de nuevo pero ahora era el canto filoso el que amenazaba con dar el golpe fulminante.
Nadya grito algo, y Yulia al fin se derrumbó sin fuerzas, bañada en su propia sangre, todo se oscurecía rápidamente, Nadya dejo de luchar, se rendía ante una amenaza proferida. Al fin su mano escapo de la suya sin fuerzas. Nadya se arrodilló frente a Yulia semiinconsciente, sujeta como una fiera salvaje, tomó su rostro entre sus manos y besó fugazmente sus labios.
- ¡Sobrevive, Yulia!, ¡sobrevive!... si una de las dos vive, lo nuestro sobrevivirá… ¡si eres capas de morir por mi, se capas de vivir por ambas!…
La brutalidad volvió sobre la pelirroja y esos hombres enfundados en sus armaduras la arrastraron lejos de ella. Los gritos de Nadya se perdieron en el sonido del carruaje en que se la llevaron.
* * *
- … ¡Nadya!, te falle, falle a nuestra promesa, ¡no pude protegerte!, ¡no pude salvarte!, te falle en todo… -
La lluvia al fin se detuvo, tan rápido como había iniciado, tan brutal como había sido, así se acabo. Yulia permanecía de rodillas contemplando sus manos y sus garras, esas manos que alguna vez sostuvieron las manos de Nadya, que alguna vez la acariciaron, las manos que Nadya alguna vez besó.
-… y también te olvide, me olvide de todo lo que fuimos, de todo lo que prometimos… lo que queda de mi es esto… nada…. Sólo una sombra en las tinieblas buscando su propia alma… yo soy Nichya, soy nadie…
Sus manos comenzaron a brillar como si tuvieran luz propia, el muro, las aguas que corrían entre sus piernas, las gotas que aun caían desde los tejados. La noche entera brillaba como si el sol hubiera surgido de las sombras, Yulia levanto el rostro y se encontró con el cielo despejado, la luna llena brillando con toda majestad sobre un cielo purificado por la tormenta. Esa misma luna bajo la cual caminó de la mano de Nadya, la misma luna bajo la cual sus labios eran solo suyos y el néctar de sus besos la embriagaba de felicidad, era la misma luna tan eterna como ella.
- … Yulia… - se dijo a si misma, todo comenzaba con su nombre.
- …soy yo… Yulia Volkova soy yo, a pesar del tiempo sigo siendo yo, siempre, sólo he estado dormida, te he esperado como si todo aquello hubiera sido sólo un sueño, una pesadilla, y quiero despertar, quiero despertar contigo a mi lado… siempre… Nadya, Sigo aquí…
Se puso de pie mirando como su cuerpo marchito a la luz de la luna se iluminaba como si de pronto se llenara de pureza, se llenara de vida.
- ¡¡Sigo estando aquí para ti!!
* * *
Yulia se encontraba de rodillas, como todos, en la tercera hilera de bancos del ala derecha de la iglesia, como correspondía a la nobleza de Vilnius. Disimuladamente levanto el rostro cuando escuchó los pasos de Nadya pasar junto a ella, la pelirroja también le dirigió una disimulada mirada y sus ojos se tocaron como se tocaban sus almas. El obispo Kaunas esperó a que terminaran la oración antes de proseguir con la ceremonia de la misa dominical, Nadya se ubicó junto a el.
- Para todos es sabido que nuestra hermana Nadya Elena Vladisa, hija de Bohdan Vladis ha sido pedida en matrimonio por Tiver Smolensk. Hoy he recibido la carta de confirmación de todas las provincias aprobando y bendiciendo esta unión, por lo que de hoy en ocho meses la boda será realizada como se había prometido. ¡Dios bendiga esta unión!
Nadya sonrió tristemente, Yulia se mordió los labios hasta casi hacerlos sangrar.
- La prometida, en gratitud a la benevolencia de todos, leerá un pasaje de las Sagradas Escrituras.
El obispo cedió el lugar en el pulpito a Nadya. El vestido de Nadya, a diferencia de su costumbre por la humildad ahora era extremadamente elegante, luminoso, dorado, era su vestido de la mascarada, lo había vuelto a confeccionar para ese domingo, para esa misa, y le había hecho prometer a Yulia que asistiera.
- Es muy importante para mí –le dijo.
- No lo sé, anunciarán la confirmación de tu boda. No sé si pueda soportarlo.
- ¡Tienes que estar ahí!, por mi, lo prometiste, te necesitare en ese momento. Necesitare tu fuerza junto a mí.
Yulia acepto y cumplió, a pesar de lo incomodo que el recinto sagrado era para ella, cumplió y bajo la mirada acusadora y gestos de reproche del resto de la nobleza femenina que reprobaban ó tal vez envidiaban su conducta, ocupó su lugar, el que alguna vez compartió con su padre. Y no se arrepentía, había sido una agonía esperar el anuncio, hubo un instante en que quiso creer que las cosas podían cambiar, que los milagros podían suceder, que alguien en algún lugar del reino tuviera algo que decir, tal vez un hijo bastardo, tal vez otra promesa de matrimonio oculta, tal vez sólo un milagro… Pero no hubo tal, los planes seguían en pie.
Y sin embargo el milagro había sucedido, por que nunca había visto a Nadya tan hermosa, el ser más radiante de la creación, ella era un sol. Y sus ojos la miraban atentamente, de pronto el gesto triste desapareció del rostro de Nadya y se iluminó una dulce sonrisa, sólo para ella.
- El matrimonio es una institución sagrada en nuestra sociedad y el amor es su fundamento- dijo Nadya mientras sus dedos exploraban el libro sagrado buscando el fragmento que había seleccionado - Pero existe otra clase de amor, la que podemos sentir por nuestros semejantes, el que más fácilmente olvidamos. Aquí está alguien que ha sido más que mi amiga de toda la vida, incluso más que una hermana, Yulia, esto lo escogí para ti.
Sus ojos se posaron en la Biblia y leyó:
- Ruth 1:16-17, de Ruth a Noemí…
“No insistas más en que me separe de ti. Donde tú vayas, yo iré; donde tú vivas, yo viviré; tu pueblo es mi pueblo, y tu Dios es mi Dios; donde tú mueras, yo moriré y allí me enterrarán. Juro hoy solemnemente ante Dios que sólo la muerte nos ha de separar.”
El silenció reinó por unos instante, después inició un murmullo. Yulia volvió a postrarse de rodillas y agradeció al Señor en los cielos y a todos sus Ángeles el haber escuchado esas palabras de esos labios tan dulces.
- Señor, has de mi lo que quieras, nunca más seré tan feliz como en este momento…
El día llego a su fin más no así la sonrisa de Yulia, el castillo Volkov se volvió a engalanar como hacia mucho tiempo atrás no sucedía. Incluso las costureras de su feudo tuvieron que trabajar con premura, el glorioso vestido de Yulia no fue de su agrado, la joven príncipe, la doncella de hierro como todos la llamaban ya no reconocía su imagen enfundada en un vestido, mando arreglar un traje de gala de su difunto hermano, ajustarlo a su talla, fue una proeza de las virtudes y talentos de las costureras y que Yulia agradeció con oro, un pago muy generoso.
Cuando el carruaje de Nadya arribo esa tarde, el camino a la entrada del castillo estaba iluminada por un sendero de antorchas que en la distancia semejaban un camino de estrellas. Yulia la esperó al frente del portal de su fortaleza, orgullosa y erguida sobre su corcel mas noble y digno. Cuando Nadya la vio no pudo evitar sentirse hechizada por esa imagen de perfección en su elegancia. Todo lo mejor de ambos genero fundido en un solo ser, la belleza y elegancia de una princesa, la gallardía y valor de un príncipe. Yulia estaba más allá de cualquier clasificación o genero, Yulia era simplemente un ángel, su propio ángel.
Yulia había decidido esperar montada sobre su corcel favorito, para disimular su pequeña estatura, y estar a la altura de la princesa que descendía de su carruaje como una diosa mítica descendía de las nubes entre velos dorados como los rayos del sol en un amanecer imposible que coronaba su belleza, esos hilos de fuego y oro fundido que arrebataban sus sueños, ese vestido que ahora lucía diferente de cómo se veía en la iglesia esa mañana, en un despliegue de ingenio y audacia Nadya lo había vuelto a transformar, no por nada le había tomado casi un año confeccionar el original.
Yulia no podía decidir que era más radiante, su sonrisa o sus ojos, ambos con la promesa de una eterna primavera.
El salón principal estaba tenuemente iluminado por velas sobre la mesa, el resto de la luz lo proveían los amplios ventanales abiertos en toda su extensión dejando pasar la fresca brisa del bosque y del lago que refrescaba la calurosa noche, y la luz de la luna llena que a raudales cubría todo con su platinada magia.
La cena fue excelente, el mejor vino fue servido y Nadya en un arranque de inspiración invitó a Yulia a terminar la cena con un paseo junto al lago, la bochornosa noche era ideal.
Tomadas de la mano se internaron en esos senderos que ya conocían de memoria.
- Seré tu huésped por ocho meses, ¡por ocho largos meses! – exclamó Nadya.
- Hasta que tu futuro marido venga a reclamar tu mano y te vayas de mí para siempre – suspiró Yulia incapaz de ocultar su amargura. Con los dientes arranco el corcho de la botella de vino que habían traído consigo y sirvió dos copas de oro. Esta noche era para derrochar.
Nadya se recostó sobre la manta que habían extendido sobre el pasto a una orilla del cristalino espejo que les obsequiaba con un segundo cielo a sus pies. Tomó la copa que Yulia de ofreció y la vació de un solo trago. Yulia sonrió divertida con el gesto aunque no podía despejar el alo de tristeza de sus ojos.
- Son ocho meses sólo para nosotras, Yulia, ¡juguemos un juego!
- ¿Qué juego propones? –preguntó Yulia mientras también vaciaba su copa y volvía a servir ambas.
- Que olvides lo que sucederá dentro de ocho meses, porque nadie sabe lo que sucederá mañana. Y que mejor consideres lo que sí sucedió hoy, durante la misa.
Nadya se sentó con la mirada perdida en el lago, la noche era perfecta, calida y perfumada, ningún otro sonido más que el canto de las aves nocturnas. Así era su fantasía, tal cual como estaba sucediendo, ya no necesitaba del vino para llenarse de valor, la noche era suya, la noche era de ellas. Su mano tomó el listón que sobresalía del generoso escote de su vestido y tiró de él, la prenda se abrió como los pétalos del botón de una flor en primavera, sin dificultad un par de tirones aquí y allí y el vestido completo se desprendió de su cuerpo como la crisálida que libera a una mariposa.
Yulia estaba completamente hechizada por la magnifica belleza de Nadya, la pelirroja se dejó acariciar entera por la brisa, de su piel desnuda se desprendió el aroma de la esencia de las flores silvestres que llenaban los bosques del castillo Volkov.
- ¿Q…que haces?
Nadya caminó con toda su sensualidad hasta las frescas aguas del lago, hasta que la fresca caricia cubrió su vientre en un último gesto de pudor.
- Hoy prometí ante mi Dios, ante mi padre, ante todo el mundo que donde tú vayas, yo iré; donde tú vivas, yo viviré; donde tú mueras, yo moriré. Jure hoy solemnemente ante mi Dios que sólo la muerte nos ha de separar…. ¿no lo ves?, no importa lo que suceda dentro de ocho meses, hoy me he desposado contigo, para ser tuya hoy y para siempre… ¿me aceptas, Yulia Volkova?
Las prendas de Yulia acompañaron pronto a las de Nadya y tan pura como el día en que nació se sumergió en las aguas junto a su amada. Las manos de Nadya se enredaron en su cintura haciéndola prisionera de una cadena que no querría romper, Yulia se encadeno a su cuello y besó esos labios que por tantas noches de insomnio la hicieron delirar.
- Te acepto, Nadya Elena Vladisa, te acepto por toda la eternidad.
Sus labios se fundieron, sus corazones sin barrera alguna se tocaron, el verde océano y el azul del cielo se combinaron en un horizonte imposible. Las manos de Yulia recorrieron centímetro a centímetro las curvas de Nadya, la pelirroja dejo escapar el corcel de sus labios por las crestas y valles de la doncella de hierro, bebió de su piel el único vino que necesitaba, en la punta de sus pezones encontró la más dulce golosina. Un suspiro escapó de sus labios cuando esa mano con el vigor que domaba salvajes corceles alcanzó su intimidad y con la dulzura y delicadeza de beso penetro entre sus pétalos conquistando la cima del placer para ella y tan sólo para ella. Sus uñas marcaron esa delicada espalda que en cada empuje la hacía ascender por cascadas de estrellas y despertaba cada vez más su hambre por su piel y sus caricias, y domando su propia locura buscó ella también la flor oculta en sus piernas en cuya profundidad anidaba el misterio de la gloria. En sus ojos verdes quedo grabado por siempre el suspiro eterno de su ángel al ser dulcemente derrotada en el éxtasis de su pasión consumida.
La luna bañaba de pureza platinada sus cuerpos desnudos acurrucados en la cristalina frescura del lago, entrelazadas en un abrazo que las hacia una.
- … por siempre – juró Nadya.
- … por toda la eternidad – prometió Yulia.
* * *
Alexa corrió por los callejones de Paris como sólo un paria de la sociedad lo sabe hacer, el sub-mundo de la glamorosa urbe era un mar de misterios tan grande como su propia historia, esas callejuelas lo han visto todo y ahora son testigos de una persecución de la hija de los “Condes de Egipto”. Los pasos tras ella se escuchaban cada vez más cercanos y tal como esperaba ninguna puerta se abrió para ocultarla aun que podía sentir una docena de ojos sobre ellas.
- No encontraras socorro ni consonuelo entre nosotros, Shuvihani, has sido paria y vergüenza para tu clan y tu familia, y eres paria y vergüenza entre nuestras familias y clanes. Doblemente ****, doblemente exiliada.
La voz de la anciana que presidía la “Corte de los milagros” resonaba en su mente sin encontrar coherencia. - Doblemente ****, doblemente exiliada – Sabía lo que eso significaba, nunca más un gitano volvería a darle la cara ni dirigirle palabra alguna, mucho menos tenderle la mano.
- No los necesito, nunca he necesitado a nadie, ser lo que soy me ha exiliado de todo y de todos- replicó Alexa- ¡Pero no me avergüenzo y no me arrepiento!
- Shuvihani, sólo vete de Paris y nunca vuelvas, tu amiga la rusa, búscala en el puerto del “Caballero alto”, ahí es donde el nazi espera su barco, es todo lo que sabemos y las ultimas palabras que de nuestros labios escucharas.
La anciana guardo silencio y le dio la espalda, todos los reunidos en la mesa de consejo se pusieron de pie y le dieron la espalda. El exilio comenzaba.
- Estoy exiliada pero no **** – lloró bajo la lluvia mientras corría hacia el lugar que le habían señalado. Todo el bajo mundo conocía las maniobras del nazi, todos recibían algo por guardar silencio y mantener los oídos abiertos. El destino de Elena era llegar a ese barco, lo sabía, Alexei se lo había confesado desde que comenzó a negociarla con el nazi, ningún burdel o prostíbulo pagaría tanto por ella como lo que pagaba el nazi por alguien a quien pudiera subir a ese barco. El barco nunca era el mismo, como tampoco repetía el mismo puerto clandestino en el Sena, por lo que ese barco era llamado simplemente “El ultimo suspiro”, una vez en él nunca más se volvía a saber de nadie, ni en otras tierras, ni en otros países, como si ese barco solo condujera a su infeliz cargamento al corazón del océano para nunca más volver.
- No tú, Elena, tú no iras en ese barco –juró Alexa e iba en camino hacia él cuando al llegar a la avenida principal se encontró con la caravana del nazi, su camioneta donde siempre se transportaba y su pequeño ejercito de seguridad.
Instintivamente se ocultó en el borde del callejón para dejarlos pasar, ahora no tenía duda, seguramente encontraría a Elena ahí, tenía que buscar la manera de llegar más rápido que ellos, tal vez robando un auto pensó. Ahí, muy cerca de ella un automóvil se había orillado bruscamente, alguien en su interior usaba su teléfono móvil. Se armó de valor y empuñó la pistola que había encontrado en la habitación del Volkov, era el arma que Elena había recogido durante su rescate. Sabía como usar un arma, Alexei le había enseñado hacia tiempo.
- ¿Por qué, Alexei?, ¿Cómo puedo quererte y odiarte al mismo tiempo?, ¿Cómo puedes ser tan gentil y despreciable conmigo?, ¿Ser gemelos tuvo algo que ver, somos como dos polos iguales y por eso nos rechazamos?, ¿estábamos destinados a odiarnos a pesar de quereros por ser hermanos? Te odió por lo que ibas a hacer con Elena, te quiero por que la trajiste a mi vida.
Estaba a punto de salir del callejón cuando la primera explosión la hizo volverse a ocultar apenas a tiempo pues esquirlas de metal pasaron rozándola. Otras explosiones siguieron y después disparos. Alexa debió salir corriendo en ese momento, pero se detuvo, tenía que ver que estaba pasando, no era sólo curiosidad, era por Elena, todo esto de alguna forma tenía que ver con ella.
Reconoció a Troy cuando muy lastimado trató de agazaparse tras su auto, lo reconoció como el hombre que intercedió por ellas frente a Notre Dame cuando su hermano y otros hombres trataron de llevarse a Elena, seguramente era un policía, tal vez alguien en quien pudiera confiar, necesitaba ayuda, no podía salvar a Elena ella sola, tal vez él podría ayudarla de alguna forma.
-…ten fe.. – dijo la voz de su sueño.
En eso alguien rodeó el vehiculo, fue muy rápido y ataco a Troy antes de que pudiera verlo, se veía que estaba muy lastimado e indefenso. El hombre le apunto con un arma y Alexa reaccionó sin meditarlo, no había tiempo para pensar las cosas, ese desconocido en el suelo y herido les había salvado la vida una vez y sin conocerlas, había una deuda. Alexa salió del callejón y apenas apuntando disparó contra el sujeto. La bala impacto contra un chaleco blindado, aun así el golpe que recibió el sujeto lo doblo en un rictus de dolor al cual no se rindió sin embargo no tuvo tiempo de recuperarse pues un segundo disparo acabo con él.
Alexa miró a Troy a los ojos, la mirada dice todo de una persona, la mirada de Troy le hizo saber que había actuado bien, había algo en sus ojos que le inspiraba confianza. Sin embargo si el tipo era policía no tenía tiempo para dar explicaciones, y menos después de lo que estaba sucediendo, si habían emboscado al nazi ¿Qué había pasado con el barco del Ultimo Suspiro?, ¿Qué pasaría con Elena? Corrió de regreso al callejón y al laberinto que la conduciría al Sena.
Troy trató de correr tras ella, el dolor en la espalda le impidió ser veloz pero no ágil cuando una ráfaga de balas pasó rozándolo, sin componer su figura su arma escupió fuego y plomo haciendo blanco en el auto desde el cual le estaban disparando. Apenas con una mirada la alcanzó a ver antes de que también desapareciera por las callejuelas.
- ¿Kipper? –Se preguntó - ¿Qué hace Elena Kipper aquí?
El auto se alejaba rápidamente a pesar del gesto de dolor del chofer. Kipper, la rubia guardaba sus armas las cuales no había tenido tiempo de usar. Su otro acompañante se había derrumbado también herido e inconciente, respiraba con dificultad y seguramente no sobreviviría.
- ¡Maldición!, ¿Cómo sucedió? –se preguntó el chofer mientras veía la sangre que escurría por su herida, no era grabe pero si su sangrado no se detenía podía ponerse feo, aguantaría hasta poner distancia segura, las sirenas policíacas ya inundaban la noche, había dejado de llover.
- Troy –murmuró Kipper- no me cabe la menor duda, era Troy MacCubbin.
Un nuevo mensaje llegó a su móvil.
- La unidad B esta en persecución de la Gitana, si es capturada puede conducirnos a la rusa, ¿instrucciones?
Kipper parpadeó sorprendida.
- ¿Qué hacia la Gitana aquí?, no hay cambios, no quiero testigos ni prisioneros, la rusa es obsesión de Iván no mía. Tres minutos para borrar el blanco y retírense.
Alexa salió del callejón hacia una calle y un auto salido de la nada le cerró el paso tan violentamente que la gitana saltó sobre su cofre y se deslizo por el hasta el otro lado donde cayó de cabeza pero rodó ágilmente y sin perder impulso volvió saltó sobre un barandal hacia un desnivel. Un hombre bajó del auto rápidamente sólo para escuchar un golpe contra costales de basura apilados allá abajo, cuando se asomó al barandal la gitana ya llevaba un largo trecho de ventaja. Dos hombres más lo alcanzaron jadeantes pero todavía fuertes.
- ¡Maldición!, ¡Es más escurridiza que una anguila! –dijo el primero mientras también saltaba tras ella.
- ¡Un auto! –Pensaba Alexa con celeridad, estaba llegando al limite de sus fuerzas, la adrenalina ya no era suficiente -¡Necesito un **** auto!
Y la calle estaba llena de ellos, pero algo que Alexei no le había enseñado era como encenderlos, sin las llaves no tenía nada que hacer. Por la calle se alcanzo a ver las luces de una camioneta que se acercaba, una van utilitario con los cristales polarizados. Alexa no lo pensó y con la pistola por delante se planto en la cinta asfáltica y cerró los ojos, la camioneta aplico sus frenos casi en el último momento.
Troy corrió calle abajo buscando un teléfono público pues el suyo había sido hecho pedazos en el accidente. Un automóvil se detuvo frente a él, automáticamente Troy apunto con su arma a los cristales, no le fue difícil reconocer el blindaje del vehiculo, ellos no podían dispararle desde adentro y sus balas tampoco podrían penetrar ese parabrisas. Bajo el arma, intrigado.
La portezuela trasera se abrió, era un auto muy grande, de lujo, Troy se asomó al interior.
- Sr. MacCubbin, debemos hablar – le dijo un hombre finamente vestido en su interior, tendría alrededor de unos 60 años, su nacionalidad era indefinida, Alemán tan vez, pero su Ingles era impecable, le llamo la atención ¿Por qué Ingles y no Francés? Sin soltar el arma Troy se introdujo en el auto.
- Estoy empapado, lo siento –dijo para no perder el control y quedar en silencio, signo que tal vez se confundiría con debilidad.
- Pero esta vivo y eso es lo importante. Sr. MacCubbin, es tiempo de que sepa la magnitud de lo que esta sucediendo realmente, lo que acaba de contemplar es sólo el principio de lo que vendrá si usted no lo detiene ahora.
Troy guardó su arma pero no bajó la guardia, si era necesario podía dominar a ese hombre y usarlo de escudo humano contra los dos tipos que iban en el asiento del frente.
- ¿Por qué yo?
- Por que es el único que no tiene idea de lo que esta pasando, no ha sido comprado ni corrompido ni asesinado. Usted es, digámoslo así: la única falla en la ecuación de Kürten, la única variable que él no tenía calculada. Usted es el destino…
El hijo de un monstruo
Elena fue colocada en medio de dos auténticos gorilas, hombres dos veces más grandes que ella, los demás se distribuyeron alrededor de la camioneta y esta empezó a moverse. La pelirroja dirigió una última mirada hacia el hombre profundamente moreno de vestimenta impecable y finos modales, él se quedo abajo contestando una llamada a su teléfono móvil.
- Iván Shapovalov –murmuró Elena.
* * *
El castillo Volkov siempre atrajo la atención de Elena desde su más tierna infancia, las leyendas que se contaban de él y el bosque a su alrededor. Siempre solitario, abandonado, un verdadero terror llenaba los corazones de aquellos que se atrevían a cruzar sus senderos. Todos menos los Katin, desde siempre parecieron inmunes a ese temor supersticioso, pero suplían ese temor por respeto, tal vez por que ellos eran parte de esa leyenda.
Ahora Elena corría por esos inmensos y silvestres jardines que alguna vez fueron parte del castillo, corría con desesperación en ese valle de flores entre las que jugaba cuando era niña. Era el único lugar en el mundo donde se sentía a salvo, corrió con desesperación hasta quedarse sin fuerzas y finalmente tropezó con las rocas de las ruinas ocultas bajo el follaje de las flores silvestres.
Trató de ponerse de pie inútilmente, la inmensa torre se levanta frente a ella, inclinada como una espalda vencida por el dolor. Esos ojos inmensos, como cuencas vacías la miraban con tristeza e impotencia, una vez más contemplando un horror que no podía detener, el cadáver impotente de un gigante destinado a llorar por toda la eternidad los horrores vividos en su simiente.
El galope del caballo a espalda resonaba como el estruendo de una tormenta, el corcel se detuvo y nuevos pasos, más suaves los suplieron. Elena trato de arrastrarse, de ocultarse ahí donde no había refugio ni esperanza. Un puño cayó sobre sus costillas sacándole el poco aliento que le quedaba y después una garra sobre su cabello la hizo volverse.
-….¡No!... ¡Por favor NO! –trató de suplicar, pero no había aire en sus pulmones. Sólo se escuchaba la risa sardónica de Pietrov Shapovalov.
Escuchó más que sentir el desgarre de su blusa, uñas se marcaron en su pecho en la desesperación de despojarla de su ropa y su dignidad, Elena trató de luchar con lo poco que le quedaba, su ira supero al miedo y sus uñas buscaron ese rostro que con lascivia besaba y mordía sus pechos. Pietrov alcanzo a evitar una herida en sus ojos gracias a un fuerte manotazo, pero una ceja alcanzo a ser partida por las uñas de su victima. Una oleada de cólera se agolpó en sus sienes y sin medir sus fuerzas descargo sus puños sobre el rostro de la pelirroja. Elena fue golpeada hasta quedarse sin fuerzas.
Elena dejo de respirar, sintió la asfixia como un aguijonazo en su pecho, saltó como saliendo de las aguas del lago buscando aire.
Abrió sus ojos y estaba flotando, el dolor que estaba padeciendo pareció desvanecerse tras una cortina a sus espaldas, estaba ahí pero no podía alcanzarla. Parecía flotar sobre el mismo lago siendo testigo de cómo Pietrov violaba con toda su ira a una jovencita de cabellos de fuego como los suyos, la sangre en ese rostro no le permitía distinguir sus facciones pero sabía que la conocía, sabía que era ella.
Estaba ahí siendo testigo de su propia violación.
- … ¿voy a morir? – Se preguntó - ¿o ya he muerto?
- ¡Pobre niña! – escuchó una voz que provenía de todas partes y de ninguna.
Había alguien más ahí, se acercó al lago y bajo sus aguas contemplo su propio reflejo, pero diferente, su propia imagen que le hablaba con voz etérea.
- Pobre niña, ¡lo que todavía te falta por sufrir! – lloró su imagen reflejada. Pero no era su imagen, esa otra chica en el lago era distinta, sus cabellos no eran rizados si no lacios y más largos que los suyos, pero su rostro, era casi el mismo rostro.
- Déjame ir junto a ti – le suplicó con lagrimas en sus ojos esa imagen - ¡déjame estar contigo y soportare contigo todo lo que vendrá! ¡No te abandonare mi pobre niña!... ¡sólo déjame ir junto a ti!
Manos cristalinas salieron de las aguas y la abrigaron en un abrazo tierno y calido, sintió a la niña del lago llorar sobre ella y….
Abrió los ojos, y si hubiera podido hablar hubiera gritado por el dolor que la desgarraba desde el interior de su vientre, las sensaciones de cristales rotos en su cabeza ó el gesto de angustia de su padre sosteniendo su mano.
Con un centenar de agujas en sus brazos, armazones de acero sosteniendo sus huesos rotos y su mandíbula desencajada, el infierno no había terminado, apenas comenzaba.
Su único ojo sano miró a Sergey, su padre buscando darle consuelo. El hombre estaba unido a ella por un catéter, una sonda conectada al brazo de él y de ella, por la delgada vía plástica circulaba la sangre de su padre directo a sus venas. Sabía la razón, su tipo de sangre era especial, diferente y difícil de encontrar, sólo su padre lo tenía.
La sangre del padre se mezclaría con la sangre de la hija unificando sus almas para siempre.
Desde una silla de ruedas con dedo de fuego Elena acusó a su violador ante las autoridades, Pietrov fue puesto bajo arresto… por un par de meses. La justicia tenía un precio, el dinero compró a jueces y abogados, el miedo compró a su padre.
Sergey, había sido líder de la unión de campesinos que luchaba por mantener competitivos los precios de la producción agrícola de la región, pero oscuros intereses atacaron el campo bajando los precios de compra hasta cantidades ridículas. La única alternativa para la sobre vivencia de los agricultores de la región era el cultivo del opio. El narcotráfico en su forma más cruda había llegado a las provincias de Lituania, y como un jinete del Apocalipsis, respaldado por poderes políticos y económicos aplastantes, llego Iván Shapovalov.
La unión resistió acceder a cultivar el veneno que se le exigía, pero poco a poco sus miembros empezaron a ser vencidos por la presión económica que Iván les imponía, pero Sergey se resistió hasta el ultimo momento, y su voz como la de un líder era escuchada y seguida por varios. Hasta que su voz fue silenciada. Se suponía que Pietrov aún estaba en prisión cuando Elena fue violada por segunda vez en el mismo hospital donde se recuperaba. El mensaje fue claro, Pietrov podía salir de prisión en el momento que quisiera y encontrarla donde quiera que se ocultara.
Un Sergey derrotado vendió sus tierras al mismo Iván, con lo poco que le pagaron quiso llevarse a sus hijos a otro país, empezar una nueva vida. No tuvieron oportunidad.
Sergey presintió lo que vendría, fueron hasta uno de los pueblos aledaños a Vilnius para tomar el tren que los llevaría a Europa, un viejo tren de carga y pasajeros que tal vez databa de la misma época del auge del imperio ruso cuando Lituania era parte de él. Un error, era un lugar solitario, los pocos que estuvieron ahí no se atrevieron a intervenir.
Pietrov llegó con un par de pistoleros armados hasta los dientes, venía por ella, acribillaron a su padre y hermanos cuando intentaron defenderla. Por tercera vez en el interior de un vagón de carga Elena fue violada por ese monstruo que en nada envidiaba a su padre, pero fue la última.
Elena yacía tumbada en el piso, entre costales de semillas y cuerdas, esta vez no hubo lágrimas y por suerte no hubo huesos rotos. Mientras Pietrov acomodaba sus ropas, la mano de Elena se encontró un objeto metálico entre los costales vacíos esparcidos en el piso, era la navaja, vieja, rota y oxidada de una hoz. Con la fuerza nacida de la ira Elena se lanzó contra Pietrov clavándole la hoja de acero en la parte más vulnerable de su cuerpo, lo que aún tenía desnudo y expuesto, los dientes de la hoja oxidada aserraron sus testículos, la ingle y la vena cava del monstruo.
Pietrov se retorció de dolor e inútilmente trató de contener el chorro de sangre que salía disparado con singular potencia de su entrepierna, antes de cinco minutos su corazón se había vaciado y su execrable existencia había terminado.
Elena corrió por las vías entre los vagones de carga huyendo de los gritos y disparos a su espalda, cruzó por una vía apenas eludiendo a un tren de carga que pasaba por el lugar a velocidad moderada como se acostumbra en esos cruces y sin saber como logró trepar a uno de esos vagones antes de que alcanzara una velocidad imposible.
Tumbada sobre el crujiente piso de madera perdió el sentido, se desmayo por largo tiempo, no supo en que momento sus sueños se fundieron con la realidad, en que momento sus ojos ya estaban abiertos viendo pasar el mundo con gran velocidad, era de noche. Se incorporó adolorida y en medio de la penumbra contemplo sus manos, estaban negras por la sangre.
Uno a uno los recuerdos tomaron dimensión en su mente, la sangre de sus hermanos, la sangre de su padre y finalmente la sangre de Pietrov estaba en sus manos. Lloró con infinita amargura, lloró el dolor de haberlo perdido absolutamente todo y saberse culpable de ellos. Sabía que nunca más podría volver a contemplar su rostro, nunca más podría volver a pronunciar su nombre.
La puerta del vagón seguía abierta, la oscuridad fuera de él era invitante. Se puso de pie con esfuerzo y se paró en el borde. Su corazón gritaba en cada latido que debía saltar, acabar con su dolor y sus memorias de una vez y para siempre. Todos habían muerto por su culpa, pero no podía dar ese paso, algo muy dentro de ella la detenía, como si una voz en su interior la obligara a quedarse ahí, a no saltar al olvido.
- …¡lo que todavía te falta por sufrir!....¡No te abandonare mi pobre niña!... ¡sólo déjame ir junto a ti!
Esa voz que la perseguía en sus más profundos sueños, cuando las drogas y los analgésicos la hacían delirar mientras sus heridas y huesos sanaban. Esa voz que parecía estar otra vez ahí.
El bamboleo del tren la hizo tropezar, se sintió suspendida en la noche, liberada de la decisión fatal. Pero no fue así, un brazo surgido de la nada la alcanzó a sujetar por la cintura y la jalo hacia el interior del vagón.
Cayo al suelo de madera otra vez, junto a ella estaba un muchacho, sólo capto su atención por un efímero instante.
- ¿Estas bien? –preguntó Alexei en algún idioma extraño.
Ya no le importó, ya nada existía para ella, quiso creer que en realidad ya había saltado a la noche, que ya había muerto. Este muchacho sólo era un accidente, sólo una breve interrupción de lo que inevitablemente vendría. Sus ojos se perdieron mas allá de la puerta abierta del vagón, más allá del manto de estrellas que cubría la noche.
La luna, sólo la luna le importaba, ¿era el inició de su locura o en verdad había una voz en la luna?, ahí había una voz que le prometía.
-… Ella sigue aquí…ten fe… Ella te encontrara….
* * *
- ¡¡¡Ella!!! – Exclamó Elena.
Sus ojos se abrieron grandemente, su cuerpo se crispo como saliendo de una pesadilla. Fue tan sorpresivo su grito que sus captores también saltaron de sus lugares con las pistolas en mano.
El chofer no pudo evitar voltear hacia atrás, volvió su vista al frente y se encontró con una joven de rebelde cabellera negra y piel canela, parada a mitad de la calle apuntándoles con un arma.
Por instinto aplicó los frenos a fondo a pesar de que su entrenamiento le dictaba acelerar, tardo un instante en reaccionar y volver a oprimir el acelerador y echar mano de su pistola. Alexa abrió los ojos al escuchar el rechinido de las llantas, vio la camioneta venírsele encima, el primer disparo que salió de su arma fue totalmente involuntario, la bala atravesó el cristal limpiamente y se alojo en el pecho del copiloto, el parabrisas se estrello por completo. El chofer disparó sobre el cristal buscando acertar en un blanco que ya no veía, el parabrisas se desperdigo por todo el tablero convertido en diminutos cristales. A través de el Alexa alcanzo a ver a…
- ¡¡Elenaaaa!!
El segundo disparo fue intencional pero muy mal ejecutado, Alexa se apartó de un salto del camino de la camioneta que volvía a acelerar, había bajado la pistola en el último instante al reconocer a la pelirroja y el proyectil penetro por el radiador rebotando contra el motor e impactándose finalmente contra el eje de una llanta. La camioneta giro bruscamente y el chofer lucho por controlarla.
Otro automóvil apareció raudamente saliendo de una callejuela, era el que perseguía a Alexa, su chofer apenas alcanzó a esquivar la camioneta que sin control lo embistió, a punto de chocar de frente, ambos vehículos se trenzaron por un costado perdiendo las portezuelas izquierda y derecha respectivamente.
- ¡¡Hay, Santa Maria, sácanos de esta!! – rezó Alexa mientras ejecutaba un limpio clavado tras uno de los autos estacionados y millar de fragmentos metálicos y de cristal volaban por todos lados. Se golpeó la cabeza contra algo y sintió su cabello humedecido; Medio aturdida asomó la cabeza para ver que pasaba.
- ¡Elena!
La pelirroja había sido proyectada hacia el frente y se había estrellado contra las espaldas de los gorilas que se preparaban a abrir fuego contra quien fuera que los había atacado, por fortuna para ella no había recibido más que algunos golpes, los pistoleros se reponían rápidamente del golpe y la sorpresa y casi por arte de magia armas largas de gruesos calibres aparecieron en sus manos. Elena aprovechó el instante para escabullirse por el hueco de la portezuela arrancada, saltando por encima del auto incrustado en el costado de la camioneta.
- ¿¡A donde vas, perra!? –bramó uno de los pistoleros tratando de alcanzarla.
Otro disparo se escucho, la bala como un bólido silbó al pasar sobre la cabeza del pistolero que automáticamente se agacho levantando su arma. Elena miro sorprendida a Alexa de pie tras un auto, sosteniendo un arma con ambas manos, totalmente descubierta, una docena de cañones giraban hacía ella mientras jalaba el gatillo nuevamente.
¡¡Click!!
Alexa abrió los ojos grandemente sin dar crédito a lo que acababa de escuchar.
- ¿Vacía? – Pensó, el mundo se movía en cámara lenta, vio todas las armas girando hacia ella -¡la **** pistola se quedo vacía! -. Vio a Elena extender sus manos hacia ella mientras en sus dulces labios se dibujaba un grito y sus piernas la impulsaban.
- ¿Qué haces pelirroja del demonio?, ¡vete de aquí! -quiso gritar la gitana, pero el aire apenas entraba por su garganta, sintió el nacimiento de una lagrima en sus ojos.
- ¿Por qué hago esto?, ¿tanto vale tu amor?... ¿Algún día podrás amarme como yo te he amado?, ¿algún día recordaras lo que hoy…lo que siempre he hecho por ti?... moriría por ti mi amada pelirroja, nací para amarte, nací para llegar a este momento y dar mi vida por ti… ¡¡¡¡QUE DIABLOS ESTAS HACIENDO!!!!
Elena alcanzó a ponerse de pie en un salto desesperado, escapando de la mano que trataba apresarla, pasando por encima del automóvil destrozado. Se puso de pie entre Alexa y la línea de fuego, entre la gitana y los cañones de las armas.
- ¡Aquí se paga mi deuda! – gritó en silenció para si misma, no tenía miedo, sólo tenía ojos para ella, la hermosa gitana que le abrió su corazón y que había prometido siempre estar ahí para ella, siempre protegerla. Su rostro desdibujado y sus ojos enormes y negros como la noche era lo último que quería ver cuando el fuego de las armas la alcanzara.
La noche estalló en cristales rotos y hierros retorcidos, el toldo de la camioneta se hundió aplastado por el impacto de un meteoro caído del cielo, algunas armas se dispararon sin alcanzar a puntar su blanco, las balas surcaron el aire en todas direcciones.
Semejando a una inmensa ave depredadora, se irguió sobre los hierros retorcidos del toldo del vehículo, el abrigo hecho jirones se agitaba al viento como alas de cuervo y la luna agonizante enmarco su delgada figura que semejaba un ave de pesadilla, aun en la penumbra su piel tan blanca como el rostro de la luna desprendía el fulgor frió de un ángel despiadado y sus ardientes ojos parecían contener las azuladas llamas del infierno.
- Yulia ....
-… Ella sigue aquí…ten fe… Ella te encontrara….
Continúa…
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Me gusta mucho, continua por favor.
Lesdrumm- Admin
- Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 03/08/2014
Localización : Trapped in some parallel universe
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Gracias por tu comentario Nychia, a mi también me gusta mucho este fic por eso quise compartirlo aquí aquí les dejo dos capítulos mas
Capitulo IX
La agonía de la luna
Alexa mantuvo firme su estéril arma, solo una pieza de acero sin balas, no había más en ella que la simple intimidación, pero se mantuvo firme, sólo necesitaba ganar unos instantes para que Elena pudiera escapar, y los conseguiría a cualquier precio, incluso su vida. Como en cámara lenta los cañones de las armas apuntaron hacia ella.
Pero Elena no la abandonó, la pelirroja no dudó un instante y se interpuso entre las armas de los pistoleros y Alexa.
-… ¡¡¡QUE DIABLOS ESTAS HACIENDO!!! - Exclamó sin palabras la gitana, con los ojos inundados en lágrimas.
Elena la miró con una sonrisa, su mirada triste dibujaba la gratitud que en su corazón había para con ella. Elena también estaba lista y dispuesta a morir por ella, un sentimiento encontrado y confuso llenó el corazón de la gitana… ella, Elena, tal vez no era un sueño, tal vez ella también la amaba, por primera vez su amor no sería traicionado, su amor podía ser correspondido.
Pero no así, no lo quería así, no quería saberse amada a ese preció. Suplicó, imploró al Cielo, a la virgen Maria, a todos los santos cuyos nombres no podía recordar, imploró por que sucediera un milagro.
La noche estallo es cristales rotos y hierros retorcidos, semejando una inmensa ave depredadora nacida de las tinieblas, Yulia cayó sobre el toldo de la camioneta aplastándolo y causando un pandemonio de balas que surcaron el aire sin dirección. Se irguió sobre los hierros retorcidos del vehiculo, con el abrigo destrozado agitándose al viento como alas rotas, su figura enmarcada por la agonizante luna, su piel reluciente como el mármol recién pulido le robaba destellos de plata a las sombras, y sus ojos que brillaban con ese fuego azul, Yulia era la viva imagen de un ángel terrible, un ángel vengador.
Por un leve instante el fuego de las armas fue silenciado, los hombres salieron a rastras de los vehículos, las armas crujieron metálicamente mientras eran amartilladas y los cartuchos cortados. Los cañones apuntaron hacia ella, como si instintivamente todos reconocieran a un verdadero enemigo, su depredador.
Elena alcanzó a llegar hasta Alexa en ese efímero instante en que los trozos diminutos del cristal pulverizado alcanzaron su espalda. La gitana abrió los brazos para recibirla, la hizo girar para cubrirla con su propio cuerpo, aun que Elena se resistió negándose a ceder su lugar como escudo humano. Al sentir, más que escuchar, el estruendo, Elena volvió su rostro y se encontró con ella.
-… Ella sigue aquí…ten fe… Ella te encontrara….
- Yulia… ¡viniste a mí… me encontraste! – Su rostro se ilumino con una sonrisa, sus ojos se llenaron de esperanza.
Yulia la miró un instante con su rostro impasible, levanto sus brazos hacia el cielo de la noche agonizante, como invitando a todos los presentes a bailar con ella. El estruendo de una docena de armas rompió el silencio….
El cazador lila
El automóvil se deslizaba silencioso por las calles, sin rumbo definido, Troy se sentía incomodo por el silencio, el otro hombre miraba por la ventanilla como esperando dejando pasar el tiempo, con un zumbido eléctrico un cristal se interpuso entre los asientos del frente y ellos, la zona de pasajeros se había convertido en una capsula de silencio.
- Su currículo es impresionante Sr. MacCubbin, entrenamiento militar en Centroamérica, antiterrorismo en Alemania y Francia… es una lista muy larga para un simple agente del INTERPOL ¿no lo cree?
- Es una profesión difícil.
- Ha atrapado a las peores escorias de la humanidad, Kürten, un anciano de noventa años no es precisamente una presa para alguien con su entrenamiento. ¿Por qué pidió venir por este?, sólo era un líder criminal de poca monta. ¿Por qué esta aquí Sr. MacCubbin?.
- Nunca había agarrado a un nazi, sólo era para mi colección.
- Un trofeo ¿eh?. – Río el hombre a quien Troy ya había catalogado como alemán - ¿No tuvo que ver en esta decisión su padre?
- Mi padre nada tiene que ver en mi trabajo –espetó Troy, sus ojos se clavaron en la mirada del Alemán, leyendo sus pensamientos a través de sus gestos.
- Sin embargo su padre fue quien lo instruyo en el uso de armas de fuego, su padre le consiguió el pase para su entrenamiento en Centroamérica. Su padre parece tener muchos contactos para ser únicamente un valiente jefe de bomberos en Australia.
- Nos gusta la adrenalina, nos gusta arriesgar el pellejo con beneficio. Mi padre fue un hombre muy sociable, conoció gente interesante.
- Sin lugar a dudas su padre fue un hombre muy valiente y honorable, y sin lugar a dudas conocía gente muy interesante, a varios prófugos de la Alemania nazi de la segunda guerra mundial, su padre fue de la primera generación neo-nazi de las post guerra.
- ¡Mi padre no…. ¡
- ¡Sé quien fue su padre!, fue un alto oficial del ejercito nazi… Su padre me salvó la vida..
* * *
1943, Bélgica…
- ¡Le he dado una orden, soldado!
Era un joven soldado alemán de apenas diez y nueve años, pero ya había sido condecorado por su valor en el campo de batalla, pero el valor era algo muy sujetivo, por que siempre temblaba, sudaba frió y si no se aseguraba de vaciar su vejiga antes de cada combate pues, podía mojar los pantalones; Sin embargo siempre estaba al frente, siempre estaba listo y era resuelto, la case de soldado en que se podía confiar, excepto ahora que su oficial al mando le ordenaba…
- ¡Dispare de una buena vez, soldado!
Su oficial al mando también era joven, veinticinco años a los mucho, pero ya era un tipo muy duro y disciplinado. Se encontraban en su improvisada oficina en los muelles, desde donde controlaba la logística de los suministros a la tropa Alemana, el ejercito Nazi. Sentado en un sillón frente a él estaba un hombre que por sus ropas e insignias podía identificar como un capitán de barco.
El soldado vio con vergüenza temblar su mano, el gatillo era muy duro, no en su mecanismo si no en su voluntad. Se mordió los labios y haciendo acopió de toda su resolución esquivo la mirada penetrante del capitán quien si lo observaba sin ápice de miedo en sus ojos.
Su brazo fue sujeto y bajado por el nazi oficial cuando este alfil reconoció el gesto de determinación en su rostro. Aliviado el soldado entendió que con este gesto que la orden de matar al capitán había sido cancelada.
- No es tan fácil, ¿verdad? – Le dijo el oficial – No es tan fácil cuando el enemigo no tiene un arma, cuando no se esta en el campo de batalla, cuando no se esta en combate no es nada fácil matar a un hombre.
- Tiene dos horas para sacar su barco del puerto – se dirigió al capitán - tiene pocos suministros y no habrá más, tendrán que organizarse y ser cuidadosos. Llévese a todos los que pueda, mujeres y niños primero, como es la tradición, organice a su gente. En dos horas el resto de la tropa estará aquí y nada podré hacer entonces. ¡Salve a todos los que pueda!
El capitán se puso de pie y rápidamente se dirigió a la puerta, el tiempo apremiaba, sin embargo se detuvo antes de salir de la oficina.
- Mi nombre es McKlad, Henry McKlad. Si algún día su suerte no es favorable, encontrara un amigo en Australia, nunca olvidare lo que hoy esta haciendo por nosotros.
El oficial asintió con una tenue sonrisa. El capitán se marcho presuroso, el oficial se sirvió una copa de brandy y se planto frente un cuadro de Hitler, lo miró a los ojos desafiante.
- ¿Alguna vez ha visto un campo de concentración, soldado?
- No, señor –respondió el joven.
- No hay lugar más triste en el mundo, nos hemos igualado a Dios en ellos, pues se han convertido en verdaderos infiernos. Prefiero matar a un hombre antes que enviarlo ahí. No vuelva a cuestionar una orden mía, mientras yo sea su oficial al mando yo responderé por sus actos, ¿me entiende?.
- Si, señor. Lo siento, es que las órdenes eran…
- Sé lo que las órdenes dicen, “todo prisionero útil de ascendencia distinta a la aria debe ser recluido en un campo de concentración” Judíos, Negros, Homosexuales, no hay lugar en el nuevo orden para ellos, no hay lugar en nuestro nuevo mundo para ellos.
- Si, señor. Por eso no entiendo por que… por que les permitió escapar.
- Por la misma razón por la que usted no pudo disparar. Soy un soldado no un asesino. Soy un soldado y no entiendo lo que mi Führer hace o por que, sólo cumplo órdenes. Pero… hay órdenes que no puedo cumplir, hay órdenes que no debemos cumplir.
Nadie responderá por nuestros actos ante Dios, ante Dios no podremos decir que asesinamos inocentes por que nuestro Führer lo ordenó así, ante Dios sólo nosotros responderemos por nuestros actos, soldado, ante Dios sólo estará usted y su alma…
* * *
- … La segunda guerra mundial fue la mayor atrocidad vivida por el hombre, su padre fue un alto oficial nazi, un nacionalista que creía y luchaba por la redención de Alemania después del humillante tratado de Versalles.
Pero él y muchos otros en secreto también se enfrentaron contra las locuras del régimen de Hitler; Arriesgo su puesto y su vida al salvar a cientos de personas permitiéndoles huir, y logro hacerlo por que no estaba solo, había muchos como él que luchaban por Alemania con verdadero nacionalismo pero que no estaban dispuestos a asesinar inocentes. La historia fue muy cruel al juzgas a ese país, la historia los condeno a todos por igual.
- Fue una época muy triste. –asintió Troy, todavía con desconfianza.
- Sigue siendo una época triste. ¿No lo ve?, ¿Cómo es posible que alguien como Kürten todavía este libre, que todavía se este paseado libremente por las calles de Francia como un “honorable” empresario mientras las atrocidades de la guerra se repiten una y otra vez bajo su sombra… ¿Por qué nadie lo había enfrentado antes?
- Dado que conoce bastante bien a mi padre, y a mi por lo que se ve, agradecería que nos quitáramos de sentimentalismos y fuéramos directo al punto. Me estoy poniendo nervioso.
El alemán sonrió divertido, miró por la ventanilla, las luces del amanecer ya bordeaban el horizonte.
- Peter Kürten es un monstruo, de los peores que hay, un sociopata extremo, odia a todo aquel que es diferente de si mismo, de su preciada raza Aria. No podía ser de otra forma, es casi un ser lastimero, su infancia fue muy dura, sufrió de abusos sexuales constantes por parte del eclesiástico que tenía a cargo el orfanato donde se crió. Cuando alcanzo la mayoría de edad fue puesto a disposición del estado para trabajos pesados, la época de paz entre las dos guerras fue muy dura para los desposeídos y Kürten era uno de los mas humillados, en la primera oportunidad que tuvo regreso al orfanato y asesino al hombre que lo violo, lo hizo de una forma extremadamente cruel.
Lo ató a un árbol en el jardín y le prendió fuego a sus piernas, lo cuido y mantuvo vivo el mayor tiempo posible, todavía estaba vivo cuando la policía llego a arrestarlo. Su crimen fue tan horrible que lo encerraron en la peor cárcel de Alemania, con los reos más peligrosos con la esperanza de que alguno lo asesinara y librara a la sociedad de su presencia, ahí fue donde conoció a Hitler, quien estuvo en tan digna prisión por motivos políticos. Obviamente comulgaron en sus ideales y Kürten ascendió rápidamente en la escala social nazi, además Hitler descubrió que tenía una gran habilidad para logística y la organización. Kürten pudo llegar a general pero prefirió mantenerse en la SS y muy cerca del Führer.
Al finalizar la guerra, él ya tenía un segundo plan, Alemania envió a la guerra hasta a sus niños, 12 años era edad suficiente para portar un rifle y salir a morir. Kürten organizo un gran abastecimiento de armas para un ejército de soldados que nunca llego, así que las oculto y emigro hacia Francia donde sus contactos lo ocultaron y labró su futuro político.
- ¿Político?, ¿Kürten esta metido en la política de Francia?.
- Alemania fue invadida por los Rusos y los Americanos al mismo tiempo, fue una feroz competencia por llegar primero a capturar a Hitler y tomar lo que había ahí…Los Rusos se llevaron la tecnología de cohetes, los diseños y los científicos que trabajaron en las bombas V1 y V2 recibieron asilo en Moscú, eso los puso a la cabeza de la carrera espacial, los Americanos se quedaron con las sobras, la menospreciada tecnología “Judia”…. la energía nuclear.
La guerra siempre a sido el mayor precursor de desarrollo de la historia del hombre, sólo durante la guerra el hombre vive situaciones tan extremas que lo obligan a desarrollar al máximo su inventiva.
¿Qué le quedo a Inglaterra y Francia, del botín?, Algo que no se menciona en los libros de historia por que refleja lo peor de la humanidad, y que sin embargo ha sido un mal necesario. Aquello que Kürten vendió para comprar su inmunidad.
De los más grandes horrores que se vivieron en los campos de concentración fue la investigación de los transplantes de órganos humanos. Nunca antes se había tenido tal cantidad de “conejillos de indias” para los experimentos. Nunca antes se había valorado con tanto desprecio la vida humana, y es que para el nazi… para el Ario, las otras razas eran tan inferiores que apenas las consideraban humanas, meros animales de laboratorio. El progreso de esa ciencia fue exponencial, ¡eso fue lo que Kürten vendió a cambio de su libertad!
Los científicos que experimentaron con armas fueron bien recibidos por los Aliados, pero aquellos que experimentaron con seres humanos fueron despreciados, al empezar a salir a la luz la naturaleza de sus investigaciones fueron fusilados o linchados.
Kürten tuvo la visión y los oculto, los sacó de Alemania para después vender sus servicios a quien los necesitara. El mundo de la post guerra fue muy benévolo con él. Tenía la tecnología, tenía los doctores y tenia los medios… la materia prima caminaba por la calle muriendo de hambre. Fue una buena época para el nazi.
Primero vendió las vidas de los desposeídos, después encontró la forma de traer las armas. ¿Imagina cuantos ejércitos terroristas armó?, ¿Cuántos inocentes fueron asesinados con esas armas?, ¿Cuántos horrores que debieron terminar con la guerra continuaron, por que Kürten todavía estaba vivo y libre?
- Esos crímenes no pueden ser perdonados, no pueden ser olvidados, no importa cuantos años tenga Kürten ahora, esa es la razón por la que debe ser detenido, ¡olvidar esos horrores nos condenan a repetirlos! – murmuró Troy.
- Esa era la preocupación de su padre, es por eso que desde joven lo inculco a usted a saldar la deuda que él contrajo. Sr. MacCubbin, nada de lo que esta sucediendo hoy es una casualidad.
El hombre es el único animal tan necio que puede repetir sus errores una y otra vez… La guerra no termino en 1945, sólo cambio el campo de batalla, el odio todavía esta presente hoy en día, ya no sólo es una bandera roji-negra, esta en varias naciones, en varios países, el racismo, la homofonía, la intolerancia. La falsa suposición de la supremacía del hombre blanco, del Ario.
La segregación racial en América, los genocidios en África… ¡hay tantos ejemplos!
Los nazis fueron vencidos por las armas, pero no sus ideales, sus ideales racistas e intolerantes han conquistado aun a sus vencedores. Lo que sucedió hace sesenta años podría volver a suceder, todos esos horrores pueden volver a comenzar.
El alemán extrajo del bolsillo de su saco un papel que entrego a Troy quien no perdía detalle de sus movimientos y lo estudiaba con desconfianza a pesar de la aparente atmósfera de familiaridad.
- Es una fotografía Satelital del “Vasilij”, el barco que transportaba las armas a Kürten
Troy lo examinó rápidamente.
- ¿Satelital?, no hay mucho que ver, el casco de acero del barco impedirá que se distinga cualquier tipo de arma…. A menos que sea… ¿es lo que me imagino?
- Así es, un arma que no puede ser oculta a los rayos X, y que resalta como una lámpara entre todo el acero del barco, entre las armas y la estructura.
- ¿¡Una cabeza nuclear!? ¡Por dios!, ¿Cómo diablos consiguió Kürten una cabeza nuclear…?
- Muy fácilmente, se la ofreció el fabricante…
Promesas
El estruendo de una docena de disparos llenó la noche, el fuego de las municiones iluminó con un destello de estroboscopio las sombras. Yulia pareció disolverse en el aire, como si sólo hubiera dado un paso y simplemente ya no estaba ahí.
Elena y Alexa se sintieron arrastradas por la fuerza irresistible como el viento de un huracán, en un parpadeo ambas rodaban por otra callejuela más, el sonido de los disparos las ensordeció.
-… Vete de aquí… -casi suplico Yulia - …Este no es tu lugar, este no es tu momento. Tu cita es conmigo, sólo conmigo…
Elena estaba maltrecha pero se incorporó un poco para verla, Yulia había caído, se encontraba postrada con una rodilla en el suelo y la cabeza inclinada, en su costado, a la altura de las costillas se veía a través de la tela destrozada y quemada una herida abierta, una herida de la que brotaba sangre negra.
Había dos heridas más en su espalda, la pierna que descansaba en el suelo también tenía un orificio en el muslo.
Sin embargo Yulia se puso de pie otra vez sin problema, pero no levanto el rostro, como si temiera que Elena pudiera ver algo en ella que quería ocultar, que la avergonzaba.
- ... Vete de aquí, Elena, no mires atrás, no quiero que veas esto… Yo te encontrare, donde quiera que vayas yo te encontrare. ¡Donde quiera que estés puedo sentir tu corazón!
Las balas empezaron a zumbar a su alrededor, Alexa reaccionó por instinto a pesar de estar casi inconciente y tambaléate saltó sobre la pelirroja para cubrirla. Elena la abrazó y ambas se pegaron al piso mientras las balas cruzaban a centímetros de ellas, levantó el rostro y buscó a Yulia, pero ella había desaparecido otra vez.
- Ella estará bien –se dijo a si misma- ¡Es un ángel! Ella estará bien…
El sonido de los disparos continuó, pero las balas ya no parecían caer cerca de ellas, sin necesidad de palabras, ambas, la morena y la pelirroja emprendieron la huida calle abajo. Ahí se miraba despejado, un campo abierto como un parque, iluminado, un resplandor dorado que parecía brotar del asfalto y del cielo abierto, era el caudal del Sena. Alexa hizo acopio de sus ultimas fuerzas y sintiendo el corazón saltar de su pecho, tomó la mano de Elena y corrió con ella, casi arrastrándola hasta ahí. La vista se le nublo, las piernas le fallaron y de pronto se sintió caer y rodar sin control, la voz de Elena sonaba muy lejana.
Los disparos, ya no escuchaba los disparos, sonrió con un gramo de fe antes de caer en la inconciencia.
* * *
Hace seiscientos años….
Nadya sonreía como una niña, sus ojos se abrían enormes. Yulia se sintió muy satisfecha, el pequeño potrillo recién nacido se levanto al fin liberándose de la manta con que lo limpiaban, sus primeros pasos fueron vacilantes. Su pequeña cabeza miraba en todas direcciones asustado, los mozos y el caballerango se apartaron un poco y el potrillo reconoció a su madre y con vacilantes pero alegres pasos trotó hacia ella. La yegua lo recibió calidamente con un abrazo que parecía darle con su enorme cuello.
- ¡Míralo, Yulia, es hermoso! –exclamó al fin Nadya.
- ¡Ven!, acércate – le invitó Yulia, con una mano sostenía la rienda de la yegua y con la otra acariciaba a ambos, madre e hijo. Era la primera vez que Nadya veía el nacimiento de un corcel, Yulia ya estaba acostumbrada pero recordaba fielmente la emoción de la primera vez.
- No tengas miedo, son dóciles – dijo la doncella de hierro. Nadya no dudó en acercarse al potrillo y acariciarlo, todavía muy emocionada e incrédula. Le obsequió una sonrisa a Yulia, una sonrisa tan radiante que el sol parecía haber nacido dos veces ese día.
- No tengo miedo, no contigo a mi lado.
Yulia no pudo reprimir la caricia hacia ese rostro de ensueño, pudo contener el beso, pero no pudo disimular la pasión de sus ojos. Un silenció incomodo lleno la caballeriza. Nadya se dio cuenta y nerviosa bajo la mirada para seguir acariciando al potrillo. El caballerango tomó las riendas de la yegua de la mano de Yulia.
-¡ejem! – Tosió levemente para romper el silencio – la llevare a su lugar. ¿Dejo al potrillo un poco más?
- …N...No, no lo separes de su madre, se asustara. –Respondió Yulia. Los mozos ya volvían a sus labores.
- No lo creo, se ve muy contento y mimado. – dijo caballerango.
Nadya jugaba con el pequeño animal que empezaba a retozar alegremente.
- Ve con tu madre –le indicó Nadya al potrillo y lo empujo con una palmada, el animal obedeció prontamente.
- Cuida bien a ese animal, cuídalo con esmero, cuando crezca lo suficiente será de nuestra señora Nadya. - ordenó Yulia.
- ¡Yulia! – aplaudió Nadya muy emocionada.
- Ya reconoce tu voz como ama – rió Yulia – mientras crece podré enseñarte a montar como se hace de verdad.
- ¿Y entonces pasearemos hasta el fin del mundo?
Yulia asintió con una triste sonrisa que disimuló, tomó la mano de Nadya y ambas salieron de las caballerizas, afuera la brisa era fresca y empezaba a caer la noche. Nadya se detuvo un instante para contemplar como el potrillo y su madre se alejaban alegremente.
-…Debe ser maravilloso –suspiró Nadya, había un brillo triste en sus ojos, una mirada que Yulia conocía muy bien y que se encajaba en su corazón.
Nadya volvió su rostro hacia la chica de ojos de cielo y cabello rebelde, la vio esquivar su mirada y disimular. La pelirroja bajó la mirada y trató de sonreír, oprimió su mano y continuaron caminando mientras la tarde agonizaba.
Yulia lo sabía, conocía todos los secretos de la pelirroja hasta lo más intimo, no era sorpresa cuando la sorprendía con la mirada prendada de los pequeños niños que jugaban en el campo, de las madres que cargaban sus hijos, de los padres que instruían a sus muchachos en sus oficios.
Nadya deseaba ser madre.
A veces mientras el sol agonizaba y sus últimos reflejos en el lago semejaban el oro fundido o las cabellera de Nadya, y ambas se obsequiaban ese instante de paz, también Yulia se permitía soñar ¿Cómo sería un bebe con cabellos de fuego y ojos de cielo?, ¿Cómo sería jugar con él, escuchar su risa y su llanto?, todo lo mejor de ambas fundido en una sola personita.
Una ilusión que jamás podría ser; Al menos no con ella. Entonces tomaba su mano y la besaba reteniendo en su memoria cada instante, el sabor de su piel, el aroma de su cabello, sus calidos y delicados dedos entrelazados con los suyos. Todas esas sensaciones y sentimientos que…. Al final se perderían.
Ocho meses para vivir en la gloria y después… Entonces soltaría su mano y la dejaría ir como un ave cuyo canto la llenaba de ilusión pero que día a día se haría más triste por el cautiverio, por las ilusiones que jamás podría cumplir a su lado. La seguiría amando para siempre aún cuando sus alas la lleven a otros cielos y su canto sea para otros oídos.
Ocho meses en la gloria era más de lo que jamás se atrevió a soñar. Nadya tenía razón, el tiempo no importaba, en ese momento era feliz.
Esa noche no hubo luna, negros nubarrones adelantaron el anochecer, una torrencial lluvia se precipito sobre el castillo. La habitación de Nadya se ubicaba junto a la suya, para disimular, aun que al principio compartieron la habitación habían decidido hacerlo así para guardar las apariencias.
Sin embargo Yulia sabía de los rumores que se contaban en el castillo, de los secretos que todos los sirvientes rumoraban – la doncella de hierro sustituye a su hermano en TODAS sus obligaciones, incluso para con su prometida - . No había mentira que durará por siempre, no había verdad que al final no se descubriera. Todo era cuestión de tiempo, y el tiempo se agotaba. Nadya esperaba con fe en su padre y en la benevolencia de la providencia, Yulia esperaba a que sus planes se concretarán.
Iluminando el pasillo con una vela, Yulia llego hasta la habitación de Nadya, como lo hacía todas las noches. La puerta estaba entreabierta, había poca luz en el interior, entró adivinando lo que encontraría. La conocía tan bien, la conocía como conocía como a su propio corazón.
Nadya estaba de pie frente a su ventanal abierto, temblaba de frió y estaba empapada por las gotas de lluvia que alcanzaban a entrar, largo tiempo había estado ahí contemplando el arribo de la lluvia y después su majestad sobre la copa de los árboles en el bosque. Sus lágrimas se confundían con el rocío que la lluvia había depositado en su rostro. Yulia la abrazó por la espalda para brindarle su calor y su consuelo.
- Debe ser muy hermoso traer una vida nueva al mundo – suspiró Nadya.
Yulia besó su hombro salpicado de pecas e impregnado de los aromas del bosque.
-… una vida nueva… una criatura pequeñita fruto del amor de dos seres…
Yulia la abrazó más fuertemente, sin decir palabra, sus labios ascendieron en delicados besos por su cuello, hundió su rostro en esa enloquecedora cascada de fuego, ahí no pudo ocultar un pequeño sollozo.
- Los tendrás –dijo con voz entrecortada -… cuando te cases tendrás lo que siempre has soñado, tendrás los hijos que siempre quisiste.
Nadya giró bruscamente, sus ojos temblaban casi con rabia.
- ¡No digas eso! –Le reclamó- ¡nunca más vuelvas a decirme eso!. ¡Ya estoy casada!, me case contigo…. Sólo contigo….
- Pero yo….
Nadya la abrazó con fuerza y sus labios callaron esos otros labios, el besó fue largo, húmedo y profundo, sus corazones latían ahí, a flor de piel, sus manos hambrientas de su cuerpo hicieron a un lado las prendas sin apenas darse cuenta, la doncella de hierro se derretía bajo el fuego de la doncella vestida de sol, sus labios conocían a la perfección cada centímetro de su anatomía y una vez más la recorrían para grabarla con fuego su memoria, deteniéndose aquí y allí, y todo los secretos rincones donde sabía la hacia delirar. Yulia tocaba el cielo mientras sus dedos se perdían en los cabellos del sol y esos labios conquistaban su intimidad.
-… ¡Tu eres lo que siempre he soñado!... – le decía Nadya entre besos y suspiros - … nunca me arrepentiré de lo que he renunciado por estar contigo, aun que me duela, aun que lo añore. ¡No me arrepiento y nunca renunciare a ti…!
* * *
Alexa abrió los ojos, el cielo baila con cada palpitación que de su pecho llegaba hasta su cerebro, como un centenar de agujas el dolor se extendió por todo su cuerpo, hasta respirar era un suplicio. Llevar su mano hacia su cabeza fue una hazaña, palpar el golpe y sentir la sangre seca en su cabello fue titánico.
- ¡Aaaauuuch! –exclamó al sentir el dolor de la herida entre sus cabellos y un prominente chichón.
- Si aparece otro idiota con un arma….. ¡Se lo voy a agradecer!...- murmuró entre dientes, sus pensamientos tardaron un instante en tomar coherencia, en recordar lo que había pasado. Sus ojos se abrieron grandemente y de pronto todo el martirio de su cuerpo se esfumó, pasó a segundo plano.
- ¡¡Elenaaa!! –gritó llamándola, se medio incorporó, el dolor en todo su cuerpo fue suficiente para detenerla, se sintió doblegada por el esfuerzo.
Se encontraba sobre el pasto húmedo, empapada hasta los huesos, en el parque a las horillas del Sena, a unos metros la pelirroja esta parada sobre el borde del río, también totalmente mojada, se abrazaba a si misma como dándose calor, su rostro estaba contraído en un gesto indescifrable, sus ojos miraban hacia las aguas que perezosas corrían siguiendo el caudal. Un escalofrió recorrió la espalda de la gitana, haciendo un gran esfuerzo se puso de pie y cuidadosamente se acercó a ella.
- No… -suplicó para si-… por favor no regreses a ese estado, no vuelvas a ser la muñeca sin voluntad que trajo mi hermano, ¡no te rindas!...
- Elena – la llamó con suavidad, temiendo incluso que ella deseara saltar al cause del río. No tenía fuerzas para salvarla, pero sin lugar a dudas la seguiría si intentaba una locura.
- ¿Nunca te has visto al espejo y has sabido que no eres tu….? –dijo Elena.
- ¿Qué? –preguntó Alexa acercándose más, con mucho cuidado, en verdad estaba asustada.
- ¿Nunca has sentido que ese rostro que ves… no es el tuyo?, es el mismo rostro que has visto desde que naciste, pero de pronto se vuelve extraño… ¿No has sentido de pronto que todo lo que estas viviendo es ajeno a ti, que esta vida no es verdaderamente tuya… Como si sólo estuvieras aquí esperando algo… tal vez a alguien….
Elena levanto el rostro hacia el cielo, sus lagrimas corrían por sus mejillas como diminutos riachuelos que escapaban del bosque de sus ojos. Su cabello se encendía como si entre sus rizos se ocultara en verdad el sol.
- la primera vez que te vi…. - respondió Alexa-… Sentí todo eso la primera vez que te vi, en ese día, en ese momento me di cuenta de lo grande que era mi soledad, me di cuenta de lo triste y vacía que era mi vida. En ese momento supe que sólo tu…. ¡era una fantasía idiota pero quise tenerla!... que toda mi vida sólo te había esperado a ti…. Sólo tú podías llenar mi soledad.
Elena limpió sus lágrimas, se acercó a Alexa y sostuvo sus manos, la gitana esquivó su mirada.
- ¡Quise creer que podías ser mía!, quise soñar que podías amarme….-
La pelirroja tomó el rostro de Alexa y limpió sus lágrimas, con sumo cuidado sus dedos recorrieron todas las heridas y raspones que había en ese rostro.
- ¡Mi gitana!, mi pobre y soñadora gitana… ¡Que grande es tu corazón!, mira todo lo que te he hecho, todo lo que por mi has pasado…
Elena la atrajo hacia si y la abrazó, la oprimió con fuerza contra su pecho y lloró sobre su hombro.
-…Mi Alexa… ¡perdóname!, ¡perdóname esta locura!, ¡perdóname por todo! …. Ayúdame, algo me esta pasando, me estoy perdiendo, me estoy perdiendo a mi misma…
- ¡No lo permitiré! – Respondió Alexa – Yo no te abandonare, yo te sostendré, yo te seguiré, a donde quiera que vayas yo estaré contigo. No estas sola, no permitiré que vuelvas ha hacer una locura como esta….
Alexa tomó el rostro de Elena entre sus manos y la miró a los ojos.
- Yo siempre estaré aquí para ti….
Unió sus labios con los de ella, suavemente al principio, tan solo paladeando el horizonte de su boca, saboreando la sal de sus lagrimas, pero el latido de su corazón en la punta de su lengua la llamó, la invitó a ir mas adentro, a fundirse con ella, a sentir ese corazón directamente sobre su piel. Elena se convirtió en un manantial de caricias que refrescaron y sanaron cada herida de su cuerpo, extinguiendo cada latido de dolor.
El beso terminó como había comenzado, con suavidad, como si hubiera sido un suspiro.
Elena entrecerró los ojos soñadores, sus temores habían desaparecido, esa sombra que parecía omnipresente se había disuelto, la presión sobre su pecho se había aliviado. Rió quedamente contagiando a Alexa, había algo en la gitana que curaba su alma.
- Nunca lo había visto tan hermoso… -suspiró Alexa. Elena abrió los ojos intrigada.
- ¿Qué…?
- El amanecer, ver el sol brillando en tu cabello, ver su reflejo de su luz sobre el río, ver como se aclara el cielo… Hace unas horas de verdad creí que nunca más volvería a ver otro amanecer… que nunca más volvería a tenerte así…
Elena miró sobre su hombro, la corona del astro rey empezaba a conquistar el horizonte. Volvió su vista hacia el rostro de Alexa, vio como poco a poco se aclaraban las sombras de su rostro y la vio sonreír.
Alexa oprimió esa mano y entrelazo sus dedos, suspiró aliviada y consolada. Sonrió con tristeza que despejó en un instante, ella era fiesta… ellas eran fiesta, así sería por el tiempo que durarán. Por que lo sabía, muy dentro de su corazón ya tenía una certeza y toda ilusión se había esfumado. Elena, su dulce Elena, su corazón tan noble e inocente, tan puro y entregado… La amaba, haría lo que fuera por ella, la seguiría a donde quiera que ella fuera, la protegería de todo y de todos, aun que ahora la sabía… ese corazón nunca sería para ella.
Continua…..
Capitulo IX
La agonía de la luna
Alexa mantuvo firme su estéril arma, solo una pieza de acero sin balas, no había más en ella que la simple intimidación, pero se mantuvo firme, sólo necesitaba ganar unos instantes para que Elena pudiera escapar, y los conseguiría a cualquier precio, incluso su vida. Como en cámara lenta los cañones de las armas apuntaron hacia ella.
Pero Elena no la abandonó, la pelirroja no dudó un instante y se interpuso entre las armas de los pistoleros y Alexa.
-… ¡¡¡QUE DIABLOS ESTAS HACIENDO!!! - Exclamó sin palabras la gitana, con los ojos inundados en lágrimas.
Elena la miró con una sonrisa, su mirada triste dibujaba la gratitud que en su corazón había para con ella. Elena también estaba lista y dispuesta a morir por ella, un sentimiento encontrado y confuso llenó el corazón de la gitana… ella, Elena, tal vez no era un sueño, tal vez ella también la amaba, por primera vez su amor no sería traicionado, su amor podía ser correspondido.
Pero no así, no lo quería así, no quería saberse amada a ese preció. Suplicó, imploró al Cielo, a la virgen Maria, a todos los santos cuyos nombres no podía recordar, imploró por que sucediera un milagro.
La noche estallo es cristales rotos y hierros retorcidos, semejando una inmensa ave depredadora nacida de las tinieblas, Yulia cayó sobre el toldo de la camioneta aplastándolo y causando un pandemonio de balas que surcaron el aire sin dirección. Se irguió sobre los hierros retorcidos del vehiculo, con el abrigo destrozado agitándose al viento como alas rotas, su figura enmarcada por la agonizante luna, su piel reluciente como el mármol recién pulido le robaba destellos de plata a las sombras, y sus ojos que brillaban con ese fuego azul, Yulia era la viva imagen de un ángel terrible, un ángel vengador.
Por un leve instante el fuego de las armas fue silenciado, los hombres salieron a rastras de los vehículos, las armas crujieron metálicamente mientras eran amartilladas y los cartuchos cortados. Los cañones apuntaron hacia ella, como si instintivamente todos reconocieran a un verdadero enemigo, su depredador.
Elena alcanzó a llegar hasta Alexa en ese efímero instante en que los trozos diminutos del cristal pulverizado alcanzaron su espalda. La gitana abrió los brazos para recibirla, la hizo girar para cubrirla con su propio cuerpo, aun que Elena se resistió negándose a ceder su lugar como escudo humano. Al sentir, más que escuchar, el estruendo, Elena volvió su rostro y se encontró con ella.
-… Ella sigue aquí…ten fe… Ella te encontrara….
- Yulia… ¡viniste a mí… me encontraste! – Su rostro se ilumino con una sonrisa, sus ojos se llenaron de esperanza.
Yulia la miró un instante con su rostro impasible, levanto sus brazos hacia el cielo de la noche agonizante, como invitando a todos los presentes a bailar con ella. El estruendo de una docena de armas rompió el silencio….
El cazador lila
El automóvil se deslizaba silencioso por las calles, sin rumbo definido, Troy se sentía incomodo por el silencio, el otro hombre miraba por la ventanilla como esperando dejando pasar el tiempo, con un zumbido eléctrico un cristal se interpuso entre los asientos del frente y ellos, la zona de pasajeros se había convertido en una capsula de silencio.
- Su currículo es impresionante Sr. MacCubbin, entrenamiento militar en Centroamérica, antiterrorismo en Alemania y Francia… es una lista muy larga para un simple agente del INTERPOL ¿no lo cree?
- Es una profesión difícil.
- Ha atrapado a las peores escorias de la humanidad, Kürten, un anciano de noventa años no es precisamente una presa para alguien con su entrenamiento. ¿Por qué pidió venir por este?, sólo era un líder criminal de poca monta. ¿Por qué esta aquí Sr. MacCubbin?.
- Nunca había agarrado a un nazi, sólo era para mi colección.
- Un trofeo ¿eh?. – Río el hombre a quien Troy ya había catalogado como alemán - ¿No tuvo que ver en esta decisión su padre?
- Mi padre nada tiene que ver en mi trabajo –espetó Troy, sus ojos se clavaron en la mirada del Alemán, leyendo sus pensamientos a través de sus gestos.
- Sin embargo su padre fue quien lo instruyo en el uso de armas de fuego, su padre le consiguió el pase para su entrenamiento en Centroamérica. Su padre parece tener muchos contactos para ser únicamente un valiente jefe de bomberos en Australia.
- Nos gusta la adrenalina, nos gusta arriesgar el pellejo con beneficio. Mi padre fue un hombre muy sociable, conoció gente interesante.
- Sin lugar a dudas su padre fue un hombre muy valiente y honorable, y sin lugar a dudas conocía gente muy interesante, a varios prófugos de la Alemania nazi de la segunda guerra mundial, su padre fue de la primera generación neo-nazi de las post guerra.
- ¡Mi padre no…. ¡
- ¡Sé quien fue su padre!, fue un alto oficial del ejercito nazi… Su padre me salvó la vida..
* * *
1943, Bélgica…
- ¡Le he dado una orden, soldado!
Era un joven soldado alemán de apenas diez y nueve años, pero ya había sido condecorado por su valor en el campo de batalla, pero el valor era algo muy sujetivo, por que siempre temblaba, sudaba frió y si no se aseguraba de vaciar su vejiga antes de cada combate pues, podía mojar los pantalones; Sin embargo siempre estaba al frente, siempre estaba listo y era resuelto, la case de soldado en que se podía confiar, excepto ahora que su oficial al mando le ordenaba…
- ¡Dispare de una buena vez, soldado!
Su oficial al mando también era joven, veinticinco años a los mucho, pero ya era un tipo muy duro y disciplinado. Se encontraban en su improvisada oficina en los muelles, desde donde controlaba la logística de los suministros a la tropa Alemana, el ejercito Nazi. Sentado en un sillón frente a él estaba un hombre que por sus ropas e insignias podía identificar como un capitán de barco.
El soldado vio con vergüenza temblar su mano, el gatillo era muy duro, no en su mecanismo si no en su voluntad. Se mordió los labios y haciendo acopió de toda su resolución esquivo la mirada penetrante del capitán quien si lo observaba sin ápice de miedo en sus ojos.
Su brazo fue sujeto y bajado por el nazi oficial cuando este alfil reconoció el gesto de determinación en su rostro. Aliviado el soldado entendió que con este gesto que la orden de matar al capitán había sido cancelada.
- No es tan fácil, ¿verdad? – Le dijo el oficial – No es tan fácil cuando el enemigo no tiene un arma, cuando no se esta en el campo de batalla, cuando no se esta en combate no es nada fácil matar a un hombre.
- Tiene dos horas para sacar su barco del puerto – se dirigió al capitán - tiene pocos suministros y no habrá más, tendrán que organizarse y ser cuidadosos. Llévese a todos los que pueda, mujeres y niños primero, como es la tradición, organice a su gente. En dos horas el resto de la tropa estará aquí y nada podré hacer entonces. ¡Salve a todos los que pueda!
El capitán se puso de pie y rápidamente se dirigió a la puerta, el tiempo apremiaba, sin embargo se detuvo antes de salir de la oficina.
- Mi nombre es McKlad, Henry McKlad. Si algún día su suerte no es favorable, encontrara un amigo en Australia, nunca olvidare lo que hoy esta haciendo por nosotros.
El oficial asintió con una tenue sonrisa. El capitán se marcho presuroso, el oficial se sirvió una copa de brandy y se planto frente un cuadro de Hitler, lo miró a los ojos desafiante.
- ¿Alguna vez ha visto un campo de concentración, soldado?
- No, señor –respondió el joven.
- No hay lugar más triste en el mundo, nos hemos igualado a Dios en ellos, pues se han convertido en verdaderos infiernos. Prefiero matar a un hombre antes que enviarlo ahí. No vuelva a cuestionar una orden mía, mientras yo sea su oficial al mando yo responderé por sus actos, ¿me entiende?.
- Si, señor. Lo siento, es que las órdenes eran…
- Sé lo que las órdenes dicen, “todo prisionero útil de ascendencia distinta a la aria debe ser recluido en un campo de concentración” Judíos, Negros, Homosexuales, no hay lugar en el nuevo orden para ellos, no hay lugar en nuestro nuevo mundo para ellos.
- Si, señor. Por eso no entiendo por que… por que les permitió escapar.
- Por la misma razón por la que usted no pudo disparar. Soy un soldado no un asesino. Soy un soldado y no entiendo lo que mi Führer hace o por que, sólo cumplo órdenes. Pero… hay órdenes que no puedo cumplir, hay órdenes que no debemos cumplir.
Nadie responderá por nuestros actos ante Dios, ante Dios no podremos decir que asesinamos inocentes por que nuestro Führer lo ordenó así, ante Dios sólo nosotros responderemos por nuestros actos, soldado, ante Dios sólo estará usted y su alma…
* * *
- … La segunda guerra mundial fue la mayor atrocidad vivida por el hombre, su padre fue un alto oficial nazi, un nacionalista que creía y luchaba por la redención de Alemania después del humillante tratado de Versalles.
Pero él y muchos otros en secreto también se enfrentaron contra las locuras del régimen de Hitler; Arriesgo su puesto y su vida al salvar a cientos de personas permitiéndoles huir, y logro hacerlo por que no estaba solo, había muchos como él que luchaban por Alemania con verdadero nacionalismo pero que no estaban dispuestos a asesinar inocentes. La historia fue muy cruel al juzgas a ese país, la historia los condeno a todos por igual.
- Fue una época muy triste. –asintió Troy, todavía con desconfianza.
- Sigue siendo una época triste. ¿No lo ve?, ¿Cómo es posible que alguien como Kürten todavía este libre, que todavía se este paseado libremente por las calles de Francia como un “honorable” empresario mientras las atrocidades de la guerra se repiten una y otra vez bajo su sombra… ¿Por qué nadie lo había enfrentado antes?
- Dado que conoce bastante bien a mi padre, y a mi por lo que se ve, agradecería que nos quitáramos de sentimentalismos y fuéramos directo al punto. Me estoy poniendo nervioso.
El alemán sonrió divertido, miró por la ventanilla, las luces del amanecer ya bordeaban el horizonte.
- Peter Kürten es un monstruo, de los peores que hay, un sociopata extremo, odia a todo aquel que es diferente de si mismo, de su preciada raza Aria. No podía ser de otra forma, es casi un ser lastimero, su infancia fue muy dura, sufrió de abusos sexuales constantes por parte del eclesiástico que tenía a cargo el orfanato donde se crió. Cuando alcanzo la mayoría de edad fue puesto a disposición del estado para trabajos pesados, la época de paz entre las dos guerras fue muy dura para los desposeídos y Kürten era uno de los mas humillados, en la primera oportunidad que tuvo regreso al orfanato y asesino al hombre que lo violo, lo hizo de una forma extremadamente cruel.
Lo ató a un árbol en el jardín y le prendió fuego a sus piernas, lo cuido y mantuvo vivo el mayor tiempo posible, todavía estaba vivo cuando la policía llego a arrestarlo. Su crimen fue tan horrible que lo encerraron en la peor cárcel de Alemania, con los reos más peligrosos con la esperanza de que alguno lo asesinara y librara a la sociedad de su presencia, ahí fue donde conoció a Hitler, quien estuvo en tan digna prisión por motivos políticos. Obviamente comulgaron en sus ideales y Kürten ascendió rápidamente en la escala social nazi, además Hitler descubrió que tenía una gran habilidad para logística y la organización. Kürten pudo llegar a general pero prefirió mantenerse en la SS y muy cerca del Führer.
Al finalizar la guerra, él ya tenía un segundo plan, Alemania envió a la guerra hasta a sus niños, 12 años era edad suficiente para portar un rifle y salir a morir. Kürten organizo un gran abastecimiento de armas para un ejército de soldados que nunca llego, así que las oculto y emigro hacia Francia donde sus contactos lo ocultaron y labró su futuro político.
- ¿Político?, ¿Kürten esta metido en la política de Francia?.
- Alemania fue invadida por los Rusos y los Americanos al mismo tiempo, fue una feroz competencia por llegar primero a capturar a Hitler y tomar lo que había ahí…Los Rusos se llevaron la tecnología de cohetes, los diseños y los científicos que trabajaron en las bombas V1 y V2 recibieron asilo en Moscú, eso los puso a la cabeza de la carrera espacial, los Americanos se quedaron con las sobras, la menospreciada tecnología “Judia”…. la energía nuclear.
La guerra siempre a sido el mayor precursor de desarrollo de la historia del hombre, sólo durante la guerra el hombre vive situaciones tan extremas que lo obligan a desarrollar al máximo su inventiva.
¿Qué le quedo a Inglaterra y Francia, del botín?, Algo que no se menciona en los libros de historia por que refleja lo peor de la humanidad, y que sin embargo ha sido un mal necesario. Aquello que Kürten vendió para comprar su inmunidad.
De los más grandes horrores que se vivieron en los campos de concentración fue la investigación de los transplantes de órganos humanos. Nunca antes se había tenido tal cantidad de “conejillos de indias” para los experimentos. Nunca antes se había valorado con tanto desprecio la vida humana, y es que para el nazi… para el Ario, las otras razas eran tan inferiores que apenas las consideraban humanas, meros animales de laboratorio. El progreso de esa ciencia fue exponencial, ¡eso fue lo que Kürten vendió a cambio de su libertad!
Los científicos que experimentaron con armas fueron bien recibidos por los Aliados, pero aquellos que experimentaron con seres humanos fueron despreciados, al empezar a salir a la luz la naturaleza de sus investigaciones fueron fusilados o linchados.
Kürten tuvo la visión y los oculto, los sacó de Alemania para después vender sus servicios a quien los necesitara. El mundo de la post guerra fue muy benévolo con él. Tenía la tecnología, tenía los doctores y tenia los medios… la materia prima caminaba por la calle muriendo de hambre. Fue una buena época para el nazi.
Primero vendió las vidas de los desposeídos, después encontró la forma de traer las armas. ¿Imagina cuantos ejércitos terroristas armó?, ¿Cuántos inocentes fueron asesinados con esas armas?, ¿Cuántos horrores que debieron terminar con la guerra continuaron, por que Kürten todavía estaba vivo y libre?
- Esos crímenes no pueden ser perdonados, no pueden ser olvidados, no importa cuantos años tenga Kürten ahora, esa es la razón por la que debe ser detenido, ¡olvidar esos horrores nos condenan a repetirlos! – murmuró Troy.
- Esa era la preocupación de su padre, es por eso que desde joven lo inculco a usted a saldar la deuda que él contrajo. Sr. MacCubbin, nada de lo que esta sucediendo hoy es una casualidad.
El hombre es el único animal tan necio que puede repetir sus errores una y otra vez… La guerra no termino en 1945, sólo cambio el campo de batalla, el odio todavía esta presente hoy en día, ya no sólo es una bandera roji-negra, esta en varias naciones, en varios países, el racismo, la homofonía, la intolerancia. La falsa suposición de la supremacía del hombre blanco, del Ario.
La segregación racial en América, los genocidios en África… ¡hay tantos ejemplos!
Los nazis fueron vencidos por las armas, pero no sus ideales, sus ideales racistas e intolerantes han conquistado aun a sus vencedores. Lo que sucedió hace sesenta años podría volver a suceder, todos esos horrores pueden volver a comenzar.
El alemán extrajo del bolsillo de su saco un papel que entrego a Troy quien no perdía detalle de sus movimientos y lo estudiaba con desconfianza a pesar de la aparente atmósfera de familiaridad.
- Es una fotografía Satelital del “Vasilij”, el barco que transportaba las armas a Kürten
Troy lo examinó rápidamente.
- ¿Satelital?, no hay mucho que ver, el casco de acero del barco impedirá que se distinga cualquier tipo de arma…. A menos que sea… ¿es lo que me imagino?
- Así es, un arma que no puede ser oculta a los rayos X, y que resalta como una lámpara entre todo el acero del barco, entre las armas y la estructura.
- ¿¡Una cabeza nuclear!? ¡Por dios!, ¿Cómo diablos consiguió Kürten una cabeza nuclear…?
- Muy fácilmente, se la ofreció el fabricante…
Promesas
El estruendo de una docena de disparos llenó la noche, el fuego de las municiones iluminó con un destello de estroboscopio las sombras. Yulia pareció disolverse en el aire, como si sólo hubiera dado un paso y simplemente ya no estaba ahí.
Elena y Alexa se sintieron arrastradas por la fuerza irresistible como el viento de un huracán, en un parpadeo ambas rodaban por otra callejuela más, el sonido de los disparos las ensordeció.
-… Vete de aquí… -casi suplico Yulia - …Este no es tu lugar, este no es tu momento. Tu cita es conmigo, sólo conmigo…
Elena estaba maltrecha pero se incorporó un poco para verla, Yulia había caído, se encontraba postrada con una rodilla en el suelo y la cabeza inclinada, en su costado, a la altura de las costillas se veía a través de la tela destrozada y quemada una herida abierta, una herida de la que brotaba sangre negra.
Había dos heridas más en su espalda, la pierna que descansaba en el suelo también tenía un orificio en el muslo.
Sin embargo Yulia se puso de pie otra vez sin problema, pero no levanto el rostro, como si temiera que Elena pudiera ver algo en ella que quería ocultar, que la avergonzaba.
- ... Vete de aquí, Elena, no mires atrás, no quiero que veas esto… Yo te encontrare, donde quiera que vayas yo te encontrare. ¡Donde quiera que estés puedo sentir tu corazón!
Las balas empezaron a zumbar a su alrededor, Alexa reaccionó por instinto a pesar de estar casi inconciente y tambaléate saltó sobre la pelirroja para cubrirla. Elena la abrazó y ambas se pegaron al piso mientras las balas cruzaban a centímetros de ellas, levantó el rostro y buscó a Yulia, pero ella había desaparecido otra vez.
- Ella estará bien –se dijo a si misma- ¡Es un ángel! Ella estará bien…
El sonido de los disparos continuó, pero las balas ya no parecían caer cerca de ellas, sin necesidad de palabras, ambas, la morena y la pelirroja emprendieron la huida calle abajo. Ahí se miraba despejado, un campo abierto como un parque, iluminado, un resplandor dorado que parecía brotar del asfalto y del cielo abierto, era el caudal del Sena. Alexa hizo acopio de sus ultimas fuerzas y sintiendo el corazón saltar de su pecho, tomó la mano de Elena y corrió con ella, casi arrastrándola hasta ahí. La vista se le nublo, las piernas le fallaron y de pronto se sintió caer y rodar sin control, la voz de Elena sonaba muy lejana.
Los disparos, ya no escuchaba los disparos, sonrió con un gramo de fe antes de caer en la inconciencia.
* * *
Hace seiscientos años….
Nadya sonreía como una niña, sus ojos se abrían enormes. Yulia se sintió muy satisfecha, el pequeño potrillo recién nacido se levanto al fin liberándose de la manta con que lo limpiaban, sus primeros pasos fueron vacilantes. Su pequeña cabeza miraba en todas direcciones asustado, los mozos y el caballerango se apartaron un poco y el potrillo reconoció a su madre y con vacilantes pero alegres pasos trotó hacia ella. La yegua lo recibió calidamente con un abrazo que parecía darle con su enorme cuello.
- ¡Míralo, Yulia, es hermoso! –exclamó al fin Nadya.
- ¡Ven!, acércate – le invitó Yulia, con una mano sostenía la rienda de la yegua y con la otra acariciaba a ambos, madre e hijo. Era la primera vez que Nadya veía el nacimiento de un corcel, Yulia ya estaba acostumbrada pero recordaba fielmente la emoción de la primera vez.
- No tengas miedo, son dóciles – dijo la doncella de hierro. Nadya no dudó en acercarse al potrillo y acariciarlo, todavía muy emocionada e incrédula. Le obsequió una sonrisa a Yulia, una sonrisa tan radiante que el sol parecía haber nacido dos veces ese día.
- No tengo miedo, no contigo a mi lado.
Yulia no pudo reprimir la caricia hacia ese rostro de ensueño, pudo contener el beso, pero no pudo disimular la pasión de sus ojos. Un silenció incomodo lleno la caballeriza. Nadya se dio cuenta y nerviosa bajo la mirada para seguir acariciando al potrillo. El caballerango tomó las riendas de la yegua de la mano de Yulia.
-¡ejem! – Tosió levemente para romper el silencio – la llevare a su lugar. ¿Dejo al potrillo un poco más?
- …N...No, no lo separes de su madre, se asustara. –Respondió Yulia. Los mozos ya volvían a sus labores.
- No lo creo, se ve muy contento y mimado. – dijo caballerango.
Nadya jugaba con el pequeño animal que empezaba a retozar alegremente.
- Ve con tu madre –le indicó Nadya al potrillo y lo empujo con una palmada, el animal obedeció prontamente.
- Cuida bien a ese animal, cuídalo con esmero, cuando crezca lo suficiente será de nuestra señora Nadya. - ordenó Yulia.
- ¡Yulia! – aplaudió Nadya muy emocionada.
- Ya reconoce tu voz como ama – rió Yulia – mientras crece podré enseñarte a montar como se hace de verdad.
- ¿Y entonces pasearemos hasta el fin del mundo?
Yulia asintió con una triste sonrisa que disimuló, tomó la mano de Nadya y ambas salieron de las caballerizas, afuera la brisa era fresca y empezaba a caer la noche. Nadya se detuvo un instante para contemplar como el potrillo y su madre se alejaban alegremente.
-…Debe ser maravilloso –suspiró Nadya, había un brillo triste en sus ojos, una mirada que Yulia conocía muy bien y que se encajaba en su corazón.
Nadya volvió su rostro hacia la chica de ojos de cielo y cabello rebelde, la vio esquivar su mirada y disimular. La pelirroja bajó la mirada y trató de sonreír, oprimió su mano y continuaron caminando mientras la tarde agonizaba.
Yulia lo sabía, conocía todos los secretos de la pelirroja hasta lo más intimo, no era sorpresa cuando la sorprendía con la mirada prendada de los pequeños niños que jugaban en el campo, de las madres que cargaban sus hijos, de los padres que instruían a sus muchachos en sus oficios.
Nadya deseaba ser madre.
A veces mientras el sol agonizaba y sus últimos reflejos en el lago semejaban el oro fundido o las cabellera de Nadya, y ambas se obsequiaban ese instante de paz, también Yulia se permitía soñar ¿Cómo sería un bebe con cabellos de fuego y ojos de cielo?, ¿Cómo sería jugar con él, escuchar su risa y su llanto?, todo lo mejor de ambas fundido en una sola personita.
Una ilusión que jamás podría ser; Al menos no con ella. Entonces tomaba su mano y la besaba reteniendo en su memoria cada instante, el sabor de su piel, el aroma de su cabello, sus calidos y delicados dedos entrelazados con los suyos. Todas esas sensaciones y sentimientos que…. Al final se perderían.
Ocho meses para vivir en la gloria y después… Entonces soltaría su mano y la dejaría ir como un ave cuyo canto la llenaba de ilusión pero que día a día se haría más triste por el cautiverio, por las ilusiones que jamás podría cumplir a su lado. La seguiría amando para siempre aún cuando sus alas la lleven a otros cielos y su canto sea para otros oídos.
Ocho meses en la gloria era más de lo que jamás se atrevió a soñar. Nadya tenía razón, el tiempo no importaba, en ese momento era feliz.
Esa noche no hubo luna, negros nubarrones adelantaron el anochecer, una torrencial lluvia se precipito sobre el castillo. La habitación de Nadya se ubicaba junto a la suya, para disimular, aun que al principio compartieron la habitación habían decidido hacerlo así para guardar las apariencias.
Sin embargo Yulia sabía de los rumores que se contaban en el castillo, de los secretos que todos los sirvientes rumoraban – la doncella de hierro sustituye a su hermano en TODAS sus obligaciones, incluso para con su prometida - . No había mentira que durará por siempre, no había verdad que al final no se descubriera. Todo era cuestión de tiempo, y el tiempo se agotaba. Nadya esperaba con fe en su padre y en la benevolencia de la providencia, Yulia esperaba a que sus planes se concretarán.
Iluminando el pasillo con una vela, Yulia llego hasta la habitación de Nadya, como lo hacía todas las noches. La puerta estaba entreabierta, había poca luz en el interior, entró adivinando lo que encontraría. La conocía tan bien, la conocía como conocía como a su propio corazón.
Nadya estaba de pie frente a su ventanal abierto, temblaba de frió y estaba empapada por las gotas de lluvia que alcanzaban a entrar, largo tiempo había estado ahí contemplando el arribo de la lluvia y después su majestad sobre la copa de los árboles en el bosque. Sus lágrimas se confundían con el rocío que la lluvia había depositado en su rostro. Yulia la abrazó por la espalda para brindarle su calor y su consuelo.
- Debe ser muy hermoso traer una vida nueva al mundo – suspiró Nadya.
Yulia besó su hombro salpicado de pecas e impregnado de los aromas del bosque.
-… una vida nueva… una criatura pequeñita fruto del amor de dos seres…
Yulia la abrazó más fuertemente, sin decir palabra, sus labios ascendieron en delicados besos por su cuello, hundió su rostro en esa enloquecedora cascada de fuego, ahí no pudo ocultar un pequeño sollozo.
- Los tendrás –dijo con voz entrecortada -… cuando te cases tendrás lo que siempre has soñado, tendrás los hijos que siempre quisiste.
Nadya giró bruscamente, sus ojos temblaban casi con rabia.
- ¡No digas eso! –Le reclamó- ¡nunca más vuelvas a decirme eso!. ¡Ya estoy casada!, me case contigo…. Sólo contigo….
- Pero yo….
Nadya la abrazó con fuerza y sus labios callaron esos otros labios, el besó fue largo, húmedo y profundo, sus corazones latían ahí, a flor de piel, sus manos hambrientas de su cuerpo hicieron a un lado las prendas sin apenas darse cuenta, la doncella de hierro se derretía bajo el fuego de la doncella vestida de sol, sus labios conocían a la perfección cada centímetro de su anatomía y una vez más la recorrían para grabarla con fuego su memoria, deteniéndose aquí y allí, y todo los secretos rincones donde sabía la hacia delirar. Yulia tocaba el cielo mientras sus dedos se perdían en los cabellos del sol y esos labios conquistaban su intimidad.
-… ¡Tu eres lo que siempre he soñado!... – le decía Nadya entre besos y suspiros - … nunca me arrepentiré de lo que he renunciado por estar contigo, aun que me duela, aun que lo añore. ¡No me arrepiento y nunca renunciare a ti…!
* * *
Alexa abrió los ojos, el cielo baila con cada palpitación que de su pecho llegaba hasta su cerebro, como un centenar de agujas el dolor se extendió por todo su cuerpo, hasta respirar era un suplicio. Llevar su mano hacia su cabeza fue una hazaña, palpar el golpe y sentir la sangre seca en su cabello fue titánico.
- ¡Aaaauuuch! –exclamó al sentir el dolor de la herida entre sus cabellos y un prominente chichón.
- Si aparece otro idiota con un arma….. ¡Se lo voy a agradecer!...- murmuró entre dientes, sus pensamientos tardaron un instante en tomar coherencia, en recordar lo que había pasado. Sus ojos se abrieron grandemente y de pronto todo el martirio de su cuerpo se esfumó, pasó a segundo plano.
- ¡¡Elenaaa!! –gritó llamándola, se medio incorporó, el dolor en todo su cuerpo fue suficiente para detenerla, se sintió doblegada por el esfuerzo.
Se encontraba sobre el pasto húmedo, empapada hasta los huesos, en el parque a las horillas del Sena, a unos metros la pelirroja esta parada sobre el borde del río, también totalmente mojada, se abrazaba a si misma como dándose calor, su rostro estaba contraído en un gesto indescifrable, sus ojos miraban hacia las aguas que perezosas corrían siguiendo el caudal. Un escalofrió recorrió la espalda de la gitana, haciendo un gran esfuerzo se puso de pie y cuidadosamente se acercó a ella.
- No… -suplicó para si-… por favor no regreses a ese estado, no vuelvas a ser la muñeca sin voluntad que trajo mi hermano, ¡no te rindas!...
- Elena – la llamó con suavidad, temiendo incluso que ella deseara saltar al cause del río. No tenía fuerzas para salvarla, pero sin lugar a dudas la seguiría si intentaba una locura.
- ¿Nunca te has visto al espejo y has sabido que no eres tu….? –dijo Elena.
- ¿Qué? –preguntó Alexa acercándose más, con mucho cuidado, en verdad estaba asustada.
- ¿Nunca has sentido que ese rostro que ves… no es el tuyo?, es el mismo rostro que has visto desde que naciste, pero de pronto se vuelve extraño… ¿No has sentido de pronto que todo lo que estas viviendo es ajeno a ti, que esta vida no es verdaderamente tuya… Como si sólo estuvieras aquí esperando algo… tal vez a alguien….
Elena levanto el rostro hacia el cielo, sus lagrimas corrían por sus mejillas como diminutos riachuelos que escapaban del bosque de sus ojos. Su cabello se encendía como si entre sus rizos se ocultara en verdad el sol.
- la primera vez que te vi…. - respondió Alexa-… Sentí todo eso la primera vez que te vi, en ese día, en ese momento me di cuenta de lo grande que era mi soledad, me di cuenta de lo triste y vacía que era mi vida. En ese momento supe que sólo tu…. ¡era una fantasía idiota pero quise tenerla!... que toda mi vida sólo te había esperado a ti…. Sólo tú podías llenar mi soledad.
Elena limpió sus lágrimas, se acercó a Alexa y sostuvo sus manos, la gitana esquivó su mirada.
- ¡Quise creer que podías ser mía!, quise soñar que podías amarme….-
La pelirroja tomó el rostro de Alexa y limpió sus lágrimas, con sumo cuidado sus dedos recorrieron todas las heridas y raspones que había en ese rostro.
- ¡Mi gitana!, mi pobre y soñadora gitana… ¡Que grande es tu corazón!, mira todo lo que te he hecho, todo lo que por mi has pasado…
Elena la atrajo hacia si y la abrazó, la oprimió con fuerza contra su pecho y lloró sobre su hombro.
-…Mi Alexa… ¡perdóname!, ¡perdóname esta locura!, ¡perdóname por todo! …. Ayúdame, algo me esta pasando, me estoy perdiendo, me estoy perdiendo a mi misma…
- ¡No lo permitiré! – Respondió Alexa – Yo no te abandonare, yo te sostendré, yo te seguiré, a donde quiera que vayas yo estaré contigo. No estas sola, no permitiré que vuelvas ha hacer una locura como esta….
Alexa tomó el rostro de Elena entre sus manos y la miró a los ojos.
- Yo siempre estaré aquí para ti….
Unió sus labios con los de ella, suavemente al principio, tan solo paladeando el horizonte de su boca, saboreando la sal de sus lagrimas, pero el latido de su corazón en la punta de su lengua la llamó, la invitó a ir mas adentro, a fundirse con ella, a sentir ese corazón directamente sobre su piel. Elena se convirtió en un manantial de caricias que refrescaron y sanaron cada herida de su cuerpo, extinguiendo cada latido de dolor.
El beso terminó como había comenzado, con suavidad, como si hubiera sido un suspiro.
Elena entrecerró los ojos soñadores, sus temores habían desaparecido, esa sombra que parecía omnipresente se había disuelto, la presión sobre su pecho se había aliviado. Rió quedamente contagiando a Alexa, había algo en la gitana que curaba su alma.
- Nunca lo había visto tan hermoso… -suspiró Alexa. Elena abrió los ojos intrigada.
- ¿Qué…?
- El amanecer, ver el sol brillando en tu cabello, ver su reflejo de su luz sobre el río, ver como se aclara el cielo… Hace unas horas de verdad creí que nunca más volvería a ver otro amanecer… que nunca más volvería a tenerte así…
Elena miró sobre su hombro, la corona del astro rey empezaba a conquistar el horizonte. Volvió su vista hacia el rostro de Alexa, vio como poco a poco se aclaraban las sombras de su rostro y la vio sonreír.
Alexa oprimió esa mano y entrelazo sus dedos, suspiró aliviada y consolada. Sonrió con tristeza que despejó en un instante, ella era fiesta… ellas eran fiesta, así sería por el tiempo que durarán. Por que lo sabía, muy dentro de su corazón ya tenía una certeza y toda ilusión se había esfumado. Elena, su dulce Elena, su corazón tan noble e inocente, tan puro y entregado… La amaba, haría lo que fuera por ella, la seguiría a donde quiera que ella fuera, la protegería de todo y de todos, aun que ahora la sabía… ese corazón nunca sería para ella.
Continua…..
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo X
Sueños y pesadillas
La penumbra fue rota por el tenue rayo de luz cristalino que como una flecha se filtro profanando su intimidad, una masa de oscuridad se precipito por el foso para caer estrepitosamente entre la inmundicia del fondo, el canal de desagüe era tan grande que una locomotora cabria sin problemas en su cause, aun así el torrente de agua se había elevado considerablemente a causa de la tormenta que había asolado.
Una mano tan blanca como la porcelana surgió de entre las negras aguas, sus garras en vez de uñas se afianzaron sobre los bordes del cause de concreto del río subterráneo de la gran ciudad. Yulia emergió de esas aguas bajo la columna de luz que penetraba por el foso de desagüe. Arrastrándose salió de las aguas al delgado pasillo que apenas sobresalía del torrente y apoyándose en el muro empezó a caminar con pasos vacilantes. Una convulsión la hizo caer de rodillas mientras de su boca saltaba un amasijo de sangre negra que al estrellarse contra el piso de concreto tintineo con sonido metálico, tres balas rebotaron por el piso y se perdieron en la sombras.
Yulia miró hacia atrás y vio la columna de luz haciéndose cada vez más grande e intensa. Sus garras penetraron en un orificio negro en su pierna, extrajo una bala más de su muslo e indiferente la arrojó a la corriente del agua, sin el estorbo del plomo en su pierna se puso de pie nuevamente y continuó caminando. De su costado una bala más salto para tintinear en el piso, su corazón latía cada vez más despacio, cada vez más débil…
- Aun la liebre es un enemigo peligroso para el lobo, cuando es acorralada; Por eso debes cazar en sigilo, que nunca te vean llegar. Mátalos en silencio, mátalos rápido, que nunca sepan que estas ahí…
- Elena… - murmuro con una voz que sólo escuchaba el viento-…Nadya….
Cayó al suelo, sus piernas eran incapaces de sostenerla, la oscuridad ya era pura nuevamente, pero no total, se arrastro sobre sus codos impulsándose como podía con sus piernas inservibles. No era nuevo, ni las sombras, ni la humedad y el fango que la rodeaba, no era nuevo arrastrarse entre la inmundicia con la mitad del cuerpo mutilado… su corazón latía cada vez más despacio, pero cada latido era a su vez más despiadado. El hambre la asaltaba por cada herida, cada orificio que los hombres le habían hecho con sus armas…
Hubiera sido tan fácil escapar, desaparecer entre las sombras de los callejones, ellos no podían alcanzarla, no hubieran podido tocarla si ella lo hubiera deseado pero… pero si hubieran alcanzado a Elena, la hubieran lastimado; Se la hubieran quitado como hace tantos años le quitaron a Nadya…
Todos sus recuerdos habían vuelto a ella esa noche con la crueldad de siempre, trayéndole un dolor que sólo se podía comparar con su hambre… No, no iba a suceder otra vez, esta vez no había escape en el olvido, no cuando el corazón de Elena latía con tanta potencia como los campanarios de Notre Dame, su sangre corría por sus venas con el bramido de un mar en tormenta… Elena encerraba misterios maravillosos en su sangre, en su alma y Yulia los quería todos. Una gota de su sangre hacia latir su corazón aniquilando el hambre, trayéndole sueños de tardes calurosas, fragantes campos de trigo, brazos protectores de un padre…. Sueños de una vida que se esfumó en el tiempo. Su propia vida…¿Por qué sus propios recuerdos palpitaban en la sangre de Elena?, ¿acaso su alma….. – su corazón se detuvo un instante que pareció eterno, pero llegó el latido - … acaso su alma su alma estaba en el corazón de Elena?.
Yulia se derrumbo totalmente inerte entre las aguas negras, el fango y la inmundicia de las alcantarillas, los bichos rastreros, insectos y demás nauseabunda vida de las cloacas huyeron de ella, escaparon arrastrándose y reptando, sintiendo repulsión de esa extraña criatura sobrenatural que yacía en las profundas tinieblas del negro corazón de Paris.
- …Elena…. – si hubiera tenido lagrimas hubiera llorado-…. Nadya Elena…..
Su corazón palpitó por ultima vez, su piel se torno opaca y blanquecina, un ultimo aliento salio de sus labios y el fuego azul de sus ojos se extinguió.
Sueños
La luna era majestad en el cielo nocturno, en armonía perfecta con las estrellas silentes, la brisa hacia cantar las hojas de los árboles y arrastraba consigo el aroma de las flores y la frescura del lago. Elena aspiro con deleite todos los aromas del bosque, y el aroma de ella, mas allá de las cristalinas aguas, al pie de su propio reflejo se erguía el castillo Volkov, pero no era la ruina que conoció desde niña, era la majestuosa fortaleza que coronaba el valle entre los bosques. Bosques encantados que ahuyentaban a los extraños con leyendas antiquísimas, bosque mágico que la atrapaba en sus sueños, Elena se estiró recostada sobre una manta, deleitándose de la frescura de la brisa en su piel desnuda, toda la sensualidad de su cuerpo era bañado por la luz de la luna, su desnudes le daba una sensación de libertad absoluta, voluptuosa, sensual.
Junto a ella, sentada con las piernas recogidas y apoyada en un brazo se encontraba ella, tan magnifica como en sus sueños, también desnuda con todo el aroma de su piel perfumando el aire, Yulia. Elena se sorprendió mucho de lo que veía, era hermosa, inigualablemente hermosa, sus piernas delgadas pero torneadas y atléticas, su vientre plano bien delineado, sus hombros firmes, sus pechos pequeños en comparación con los suyos pero bien proporcionados, redondos e invitantes, sus pesos erguidos que invitaban sus labios. Toda ella invitaba a sus labios; La doncella de hierro.
Sus ojos en la penumbra eran diferentes a como siempre los veía, no brillaban con ese fuego extraño en su interior, ahora eran vivaces, humanamente ardientes, la penumbra ocultaba su color a cielo pero su mirada era la misma, una mirada que aparentaba indiferencia pero que ahora, en este justo momento delataban sus pensamientos tristes, premonitorios. Su piel no brillaba con la luna, no tenia ese lustre de mármol, su piel tenía un tinte sonrosado, tostado por el sol y vivo. Esa piel era más que invitante. Elena no desdeño la invitación y con timidez sus dedos se deslizaron por esa pierna que a su contacto echaba chispas, se estremecía.
Lentamente su mano se deslizo por toda su geografía, esa piel era suave, era calida, palpitaba y se estremecía en su mano, en la punta de sus dedos, no era fría ni inmutable como recordaba, esa piel estaba viva. Sintió la mirada de Yulia en su rostro, sintió la mano de ella hundiéndose en sus cabellos y atrayéndola hacia sí, sintió su aliento y esos labios tersos recorriendo su rostro, como queriendo devorar sus facciones. La mano de Elena ya exploraba las maravillas de su pecho, la suavidad de sus senos y la agresividad de sus cumbres, temblando bajo por su vientre, sintiendo palmo a palmo el estremecer y encrespar de su deseo, jugó un instante con el vello de su pubis y después descendió con una mezcla de ansiedad y calma, con timidez sus dedos se deslizaron en humedad por el borde de sus labios, mientras sus bocas se decían impetuosos secretos que solo su lenguas entrelazadas como amantes escuchaban. Elena sintió la mano de Yulia sobre la suya, como suplicando en ir mas allá y profundo en ese juego, esa mano impulso la suya para hundirse en su intimo secreto donde la calidez de su corazón la quemaba en un palpitar ansioso…
Yulia era suya, la criatura más hermosa que alguna vez existió, era para ella, no era su príncipe, jamás lo sería, ella era algo más que todos sus sueños y fantasías, Yulia era su ángel…
Elena abrió lentamente los ojos al sentirla estremecerse en sus manos, al sentir la conquista de la cúspide de la pasión estremeciéndola por completo. La luz entraba a raudales por los cristales multicolores, los sonidos y aromas del bosque fueron cambiados por sonidos y olores metálicos y artificiales. Alexa la oprimía con desesperación contra su pecho mientras sus labios jadeantes bajaban por su cuello, mordiéndola suavemente. Elena la sostenía en un apasionado abrazo, su mano se encontraba oculta entre sus piernas, la larga falda, típica de su vestimenta estaba recogida dejando al descubierto las hermosas piernas de la gitana. Alexa temblando dejó escapar un suspiro que Elena conocía bastante bien mientras mordía un poco más fuerte su hombro desnudo, después su cuerpo entero se relajo dulcemente.
- … No sé… que estabas… soñando – dijo Alexa entre jadeos - ¡Pero vuelve a soñarlo cuando quieras!
Elena abochornada acomodó sus ropas que en la pasión habían dejado demasiado a la vista, igual que Alexa, quien todavía luchaba por cruzar el umbral de los suelos. Miró a su alrededor totalmente sonrojada, se encontraban en la estación del tren europeo, en la zona de espera, habían llegado ahí buscando un lugar donde descansar un instante y se habían quedado dormidas mientras veían sobre el muro los itinerarios de los trenes. Una multitud las miraban, algunos con disimulo, otros murmurando y otros abiertamente divertidos, un grupo de jóvenes trotamundos, mas allá, sentados sobre el suelo con sus mochilas en plena organización les obsequiaron un aplauso y una ovación.
Elena y Alexa estaban tan sonrojadas que parecían brillar como lámparas, ya totalmente despiertas. Alexa sintió unos golpecitos en el hombro, miró hacia arriba y se encontró con la simpática figura de un oficial de policía.
- ¡ejem!, Señoritas, temo que tendré que pedirles que se retiren… - les dijo, él también estaba muy sonrojado.
- ¡Pero inmediatamente! –exclamó Alexa.
Con las cabezas gachas, pero tomadas de las manos, las chicas abandonaron el lugar. Una vez en la calle ambas estallaron en carcajadas.
- Tengo hambre – se quejo Alexa.
Elena temía la oleada de preguntas que sabía de un momento a otro Alexa le haría caer, sin embargo la gitana no daba muestras de querer saber nada más que lo que ella quisiera decirle, eso la tranquilizaba en parte y en parte la angustiaba por que no tenía ninguna respuesta ni siquiera para ella misma.
La calle estaba plagada de cafeterías económicas, típicas de las afueras de las centrales de autobuses y trenes. Alexa se detuvo en una esquina y degusto en el aire los aromas, Elena no pudo contener una risita al verla en una actitud que semejaba a un cachorro cazador.
- ¡No te burles! –le dijo con una sonrisa radiante- mi olfato nunca falla, he comido en los peores lugares del mundo sin mas guía que mi olfato, y nunca me he enfermado…
Elena sintió también el vació de su estomago y sin más preguntas entraron al primer lugar donde el “infalible” olfato de Alexa los guiara. La comida fue buena, aun que un incomodo silencio se apoderó de la mesa.
- ¿Y que haremos ahora? –pregunto Elena, buscando la mirada de Alexa. La gitana miraba distraídamente por la ventana, afuera la vida parisiense transcurría monótonamente.
- Irnos de Paris, de Francia… lejos a un lugar donde nadie nos encuentre… ¿Te gusta Grecia?
Elena tuvo un extraño estremecimiento, fue como un latido muy a dentro de su pecho, como un llamado indefinido.
- Si –contestó aun que su voz tembló levemente. Eso llamó la atención de Alexa, la gitana tomó su mano sobre la mesa y la oprimió afectuosamente mientras sus negros ojos estudiaron la mirada de la pelirroja, ahora era ella quien esquivaba la suya.
- ¿Cómo llegaremos tan lejos? –preguntó Elena tratando de ignorar el leve malestar.
- Como podamos –rió Alexa disimulando su preocupación, pero el gesto de zozobra de Elena no había escapado a su mirada-… No quiero estar más en Paris, tengo un mal presentimiento de todo, si nos quedamos una noche más…. No nos ira bien.
Elena al fin levanto la vista, ese extraño vacío que golpeó su pecho se había ido, fue una sensación de zozobra o miedo a… perder algo, perder a alguien. Pero ese temor se esfumo tan repentinamente como llego. Vio los ojos de la gitana y se sintió conmovida de la preocupación en ellos reflejada.
- ¡Te estoy causando tantos problemas! – exclamó la pelirroja con una sonrisa triste.
- No, tu le has dado aventura a mi vida… ya no es una metáfora eso de vivir cada día como si fuera el ultimo –
Alexa soltó una risa agradable - ¡Desde que estoy contigo cada día ha sido así de extremo… Eres una aventura Elena, pero más que nada, Tu y Yo somos fiesta, no lo olvides, borra esa cara triste que no va bien con tus ojos.
Elena sonrió otra vez, llevo su mano hacia el rostro de Alexa, se detuvo apenas unos centímetros antes de tocarla, sólo un instante que la lleno de dudas, el lugar, la gente que las rodeaba, sus propios temores. Mandó al diablo todo y acarició ese rostro, lo atrajo hacia si y la besó.
Al principio fue un gesto de gratitud, de renovada curiosidad por sus nuevas emociones, pero apenas sintió el rose de esos labios despertó en ella autentica pasión. Algo estaba sucediendo entre ellas, algo que le gustaba y la reconfortaba.
Aun con los ojos cerrados, aun con el sabor de Alexa en sus labios tuvo una visión, algo tan similar a un sueño que por un instante creyó que dormía…
El sol y la luna parecían ser uno, el cielo era radiante en un azul profundo y limpio, las copas de los árboles se agitaban alegremente al viento y al mismo tiempo las estrellas dominaban el horizonte y el sol era plateado, una figura se contrastaba contra esa luz convirtiéndose en sombras, era la figura de un jinete en su montura, un jinete que dominaba su corcel con puño de hierro, la imagen del jinete no era nueva, y siempre era una pesadilla, un recuerdo remanente de su desgracia… pero esta vez no, era una imagen que la llenaba de alegría, sentía sus piernas saltar al encuentro de ese jinete que venía cabalgando de un bosque mágico que se fundía en luz y oscuridad.
La conocía, era “ella”… era alguien que conocía muy bien, alguien a quien deseaba estrechar en sus brazos y besar…. Pero a pesar de reconocerla no sabía quien era ella. Ella llegó tan cerca de Elena que su rostro era perfectamente claro, era el rostro de un ángel, era su ángel.
Todo se oscureció de pronto, el sol al fin se convirtió en una luna llena que dominaba la corona del cielo. La montura del jinete se disolvió en las sombras como si hubiera sido hecha de bruma y “ella” se elevó hacia el cielo lentamente mientras de su espalda brotaban hermosas alas plateadas como la luna, plateadas como su piel de pureza inmaculada… sus alas extendidas parecían cubrir el cielo entero.
- ¡Eres un Ángel! …lo sabía… siempre lo supe… tú sólo podías ser un ángel… - rió Elena extasiada ante la magnifica imagen de “ella” cuyo nombre se escondía en sus labios.
El ángel miraba hacia el cielo con un gesto indefinible, ¿trágico?, un gesto de infinita amargura y soledad, la sonrisa de Elena se congelo en su rostro. Las alas se contrajeron, se arrugaron y quebraron como si hubieran sido hechas de papel y una mano gigante las hubiera estrujado. El ángel cayó de rodillas al suelo… la luna se escondió entre nubarrones y el bosque se volvió tan negro que la noche pareció crecer al infinito. El ángel lloraba postrada de rodillas y con el rostro oculto entre sus manos… el bosque desapareció dando su lugar a muros extraños, muros que empezó a reconocer, el suelo estaba escarchado de cristales rotos en trozos tan pequeños que parecían diamantes o lagrimas de cristal, las lagrimas que ya no podían brotar de esos azules ojos… El ángel lloraba sin lágrimas y sin dolor… y su nombre…Elena conocía su nombre…. “ella” era…
- ¿Yulia?....
Sintió sus lagrimas correr, sintió ese vació profundo de inmensa soledad, la frialdad de ese cuerpo que abrazó para darle consuelo y que no pudo por que ese cuerpo ya no sentía nada… La criatura que fingía llorar entre sus brazos no era su Yulia…
Elena abrió los ojos para escuchar como se extinguía de sus labios el nombre de su ángel, Alexa la miraba fijamente, en su rostro se leía el desconcierto. Elena abrió sus labios buscando dar una explicación que no tenía… un dedo de la gitana sello sus labios, esa mano morena se deslizó por su mejilla limpiando sus lagrimas…Alexa bajó el rostro esquivando su mirada y la atrajo hacia si para abrazarla fuertemente contra su pecho.
- …No digas nada… -le susurró al oído-… no quiero saber nada…
Era extraño, pero en los brazos de Alexa encontraba el consuelo y la fortaleza que necesitaba, también había ahí la confianza para dejar libres esas lagrimas que la ahogaban y cuyo origen desconocía. Ese profundo dolor que iba más allá de su tragedia personal. Alexa le brindó su calor y su amor entero en ese abrazo.
- Vayámonos de aquí –le susurro a la pelirroja en el oído- vayámonos que estamos dando un espectáculo…
- ¡Si! –Asintió Elena- llévame lejos, vayámonos de Paris, vayámonos de Francia, ¡vayámonos tan lejos como podamos!
Alexa dejó unos billetes sobre la mesa para saldar la cuenta y tomadas de la mano salieron del café bajo la mirada curiosa del resto de la gente.
- ¡Si! - devolvió Alexa una mirada retadora a todos – es mi chica – dijo en silencio para si misma- ¡es mi chica!, aun que sea sólo por hoy, sólo por un momento… sólo por un instante, este instante en que toma mi mano y se deja conducir por mi…En este preciso instante ella es mía, es sólo para mi… lo que venga… lo que pase… nada me importa más que este instante…
En silencio caminaron por la calle cada una sumida en sus propios pensamientos, Alexa hizo un esfuerzo para limpiar su mente, hacer a un lado toda la confusión que le robaba la serenidad que necesitaba. Había cosas más importantes que hacer que preocuparse de fantasmas, mentalmente elaboró una lista de lo que necesitaban hacer.
- ¡Un plan!, necesito un plan…. –se repetía mentalmente-….dinero, necesitamos dinero… todavía nos queda lo que nos devolvieron del hotel pero no es nada… no saldremos de Francia con eso..
Las dos gritaron al unisón cuando se escucho un golpe seco acompañado del rechinar de neumáticos, amabas chicas se pegaron al muro abrazadas esperando lo peor. Un automóvil se detuvo frente a ellas, un Mercedes Benz 280 SL, Coupé Pagoda, modelo 1980, en flamante color rojo carmín y acabados cromados, convertible con la capota abierta. Alexa, por segunda vez en su vida se enamoró hasta los huesos.
- … ¡Un auto!, ¿Por qué no?, Necesitamos un auto .. –dijo en voz alta.
- ¿Qué? –murmuró Elena. Echo una mirada hacia atrás, un accidente automovilístico, común de las grandes ciudades, una señora de edad conduciendo una camioneta había salido imprevistamente al carril de transito y otra camioneta tipo Van negra de cristales oscuros le había chocado por atrás, otra camioneta similar se estaba deteniendo tras ellos pues habían bloqueado la calle. Elena vio a la gitana mirar hacia todos lados y caminar con gesto decidido hacia el Mercedes, de algún lugar de su blusa extrajo una pistola.
- ¡¡Alexa!! –le gritó entre dientes.
En el Mercedes dos hombres iban en los asientos del piloto y copiloto respectivamente, el copiloto se bajo del auto con un ágil salto sin abrir la portezuela, el otro sólo se levantó sobre su asiento para observar el accidente.
- ¡Hola Pepe! – saludó Alexa.
El piloto saltó en el asiento por la sorpresa, giró forzadamente en su posición para verla llegar.
- ¡¡Alexa!! – exclamó sorprendido. Sólo alcanzó a ver como el brazo de la gitana hizo un amplio círculo, recibió el impacto de la pistola en la cabeza. El puro golpe casi saca del auto al piloto, Alexa lo tomó del cuello de la camisa y con un vigoroso tirón lo arrojo sobre la acera, antes de un parpadeo ya estaba al volante oprimiendo el acelerador.
- ¿¡Que esperas Elena!? –le gritó a la Pelirroja, quien apenas empezaba a reaccionar.
El copiloto regresó sobre sus pasos rápidamente, el auto se acerco a la acera donde estaba la pelirroja y esta dio un salto sobre los asientos traseros. Alexa oprimió el acelerador a fondo dejando atrás al perseguidor quien luchaba con algo en su chaqueta.
El hombre corría con todas sus fuerzas en un vano intento de alcanzar el Mercedes, en la sobaquera bajo su chaqueta su pistola se había enredado entre el cinturón de cuero y los pliegues de la tela, dio un tirón muy fuerte y escucho la tela rasgarse, la pistola alfil estaba libre pero el Mercedes ya no se alcanzaba a ver.
- ¡¡Diablos!! – Bramó enfurecido -…. ¡¡¡Diablos, diablos, diablos!!! – empezó llorar haciendo pucheros como un niño. Miró a su alrededor y vio a sus compañeros acercarse en loca carrera, podía adivinar sus ojos inyectados en sangre e ira.
-…. Diablos … volvió a maldecir sin fuerza. Miró su pistola y la llevo a la cabeza.
Alexa ya no alcanzó a escuchar el disparo.
Elena se acomodo en el asiento del copiloto mientras la gitana conducía ágilmente el vehiculo por las callejuelas, entrando y saliendo de las avenidas principales.
- ¡Alexa, estas loca! – exclamó Elena.
- ¿Qué nos puede pasar ahora?, ¿Qué nos maten?... ¡¡Pues que esperen su turno por que hay fila!! – rió la gitana muy excitada. Ingreso a una vía rápida y oprimió el acelerador a fondo, el motor del auto ronroneo como un tigre cebado mientras cobraba velocidad.
- ¡Que bonito se mueve esta preciosidad!...¡¡ UUUUUUUUUUUUUUUUUUHHHHHHH!!
- Alexa, esto no me gusta….
- ¿Voy muy rápido?, ten paciencia por que no voy a soltar el acelerador hasta llegar a…a…a ¡Italia!, ¡Si **** sea!, no vamos a parar hasta llegar a Roma.. ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja…
Elena rió, empezaba a contagiarse de la euforia de la gitana. Una nueva vida obsequiada por un ángel, una deuda postergada por un ángel, unos últimos instantes, horas, tal vez días… una cita suspendida en el tiempo y postergada por el capricho y voluntad de un ángel. Ese tiempo es precioso. Cada minuto una joya irremplazable. Elena se arrodillo sobre el asiento y asomándose sobre el parabrisas dejo la brisa salvaje jugar con su cabello.
- ¡¡Si, **** sea, no te detengas hasta el fin del mundo!!
Ambas rieron divertidas mientras la imagen de la torre Eiffel quedaba cada vez más lejos.
- tú y yo somos fiesta… - recordó y rió con más ganas.
Definitivamente si estos eran sus últimos momentos en el mundo, Alexa era la persona con quien quería pasarlos, aun que ella no fuera el príncipe que soñó en su infancia, aun que Alexa jamás podría ser su príncipe, la gitana podía ser algo mas… La observo un instante, a pesar de su risa y su desenfado, estaba atenta a la carretera, guiando el auto con seguridad, aun le parecía increíble la audacia y coraje de esa chica, todo lo que por ella había pasado y la facilidad con que dejaba atrás todo por seguir con ella… Un pensamiento cruzo su mente y opaco un tanto su sonrisa, se dejo caer sobre el asiento para no llamar más la atención, además el viento en la cara ya la había fatigado. Alexa no perdía detalle ella.
- ¿Te preocupa lo del robo? – Preguntó.
Elena asintió, a pesar de todo nada era excusa para romper su moral, o lo que quedaba de su moral si hacia un recuento de todo cuanto le había sucedido.
- ¡No te preocupes!, de alguna manera este cochecito me lo debían…¡Y mucho más!..
Elena la interrogó con la mirada.
- Asómate bajo la guantera.
Elena se inclino un poco y tanteo con la mano bajo el espacio de la guantera del auto, descubrió un paquete, lo extrajo. Era un rollo de billetes envueltos en una bolsa plástica.
- ¡¡Queeee!! – exclamaron las dos al mismo tiempo.
- Debería ser droga… cocaína… -explicó Alexa.
- ¡Cuatro mil euros! – contó Elena.
- ¡Bonita cantidad! … entonces es bastante mejor, la cocaína no tengo idea de cómo moverla, no nos serviría de nada, ¡el efectivo es bien venido!
- ¿Cómo sabías que había algo ahí?.
- Es su costumbre, la del dueño… je, je, ex dueño del auto. Siempre dejaba su mercancía ahí en sus otros autos. Creía que nunca nadie le robaría… ¡idiota!
- ¿Lo conoces?
- ¡Por supuesto!, ¿crees que le quitaría un auto o lastimaría a alguien que no lo mereciera?, ¡que poco me conoces Elena!, ¡me has roto el corazón!
Alexa rió un poco para ganar tiempo, decidir lo que iba a hacer, se mordió los labios y lo soltó.
- Pepe fue mi novio…
- ¡¡¡TU NOVIO!!! ……
En algún otro lugar el sol estaba radiante, justificaba perfectamente el uso de las gafas oscuras que protegían sus azules ojos, azules y fríos como el hielo, su rostro era medio cubierto por sus largos cabellos sueltos, del color del trigo. Vestía informalmente, unos jeans de mezclilla y botas color café de tacón bajo, algo que no le restara soltura a sus movimientos, un gran abrigo de seda púrpura la cubría casi por completo agitándose en el viento que provocaban sus pasos. Elena Kipper penetró en aquel hermoso bar en el centro de Paris, ignorando por completo al corpulento tipo que disimuladamente vigilaba la entrada. Con pasos firmes y resonantes, actitud a propósito para llamar la atención la rubia llego hasta una mesa, no habiendo lugar libre en ella por el camino tomó una silla vacía y arrastrándola con total indiferencia la colocó y se sentó en ella dejando que su abrigo se abriera libremente en su ligereza.
Una docena de ojos ya estaban clavados en ella, nadie perdió el instante en que sus armas quedaron a la vista, dos pistolas en sus fundas atadas individualmente sobre sus muslos; Dos más en la cadera, al frente; Dos más bajo las axilas; Y aun que nadie las vio había dos mas en su espalda a la altura de la cadera también y dos mas en los tobillos, ocultas por las botas. Todas eran armas pequeñas, dos tipos escuadras y revólveres, efectivas en corto alcance y ligeras, el tipo de arma ideal para una dama.
- Una pistola más y te verías ridícula – rió Iván - ¿Cómo puedes caminar con tantos “hierros” encima?
Kipper sonrió falsamente y subió sus piernas sobre la mesa, cruzándolas de forma sensual. Una docena de manos ya estaban puestas sobre sus respectivas armas esperando alguna señal.
- Tengo buenas piernas – dijo Kipper.
Iván paseo sus ojos por las largas piernas de Kipper, aun bajo la mezclilla se podía apreciar su definido tono muscular, como todos los de su profesión era experta en por lo menos un par de artes marciales, compensaba su relativa baja estatura con el alcance de sus piernas, el Tae-kwon-do era su especialidad.
- Por favor, si algún día vienes a matarme ¡usa minifalda!, me encantaría llevarme una ultima imagen de ti…
- No te emociones cerdo… cuando venga por ti, ni siquiera me veras llegar.
- Señores, relájense un poco – dijo Iván dirigiéndose a sus acompañantes, los de esa misma mesa y otros tantos distribuidos en el bar- Les presento a Elena Kipper, mejor conocida como “Ангел смерти… El Ángel de la Muerte” , y si han escuchado de ella sabrán que su colección de juguetes no son alarde, podría acabar con todos ustedes antes de que logren echarse una flatulencia, ¿verdad Turco?
- Sin lugar a dudas es muy rápida –respondió una voz gutural en una alejada y solitaria mesa.
- Que deliciosa sorpresa es tenerte cerca – sonrió Kipper, sin volver el rostro, se hizo un silencio total en el bar - ¿aun conservas algunas de mis balas?
- Dos –respondió el Turco – una todavía esta en mi cabeza, nunca la pudieron sacar.. la otra la volví a fundir, le puse teflón y la marque con tu nombre, espero devolvértela antes de navidad.
- antes de navidad, si, me gusta la idea…
- ¿Por qué no mejor hacen una cita a la luz de las velas y todo eso? –dijo Iván rompiendo el incomodo silencio. - ¡al grano Kipper!, ¿Qué demonios quieres?
- Tienes 4 horas para cerrar el trato con el cliente, muy poco tiempo para jugar al detective así que me veo obligada a preguntar ¿Quién esta detrás de la Lituana y la Gitana?... ¡vaya, es un verso!..
- No sé de que estas hablando.
- Alguien hizo morder el polvo a mis hombres en la madrugada, y a los tuyos también, una buena emboscada, muy ingeniosa. Y lo hizo bien, no dejo testigos. Rescataron a la Lituana, te la quitaron de las manos y protegieron a la gitana. No es la primera vez, Kürten también tuvo en sus manos a la gitana y se la arrebataron con la misma facilidad. ¿Quién esta protegiendo a esas chicas?, ¿son un peligro para la operación?
Iván jugó con sus dedos como era su costumbre cuando meditaba algo, hizo una señal y todos sus hombres se alejaron, el Turco tomó asiento junto a ellos.
- No lo sé, camarada… no sé quienes están protegiendo a las perras, pero es alguien que ha inspirado mucho miedo en la comunidad gitana, cuando rescataron a la gitana hubo ocho muertos más esa noche, además de la gente de Kürten, fue algo muy a tu estilo, no dejaron testigos de primera fila y los que supieron que sucedió se han callado la boca muy bien, alguien les metió un susto de muerte. ¡Y no tengo idea de quien fue o por que!.
- ¿Sicilianos?, ¿Japoneses?... ¿los clientes?
- No, ya indague con ellos, pero esto ha dificultado un poco las cosas, los clientes creen que hay alguien mas en el mercado, creen que la protección a las perras es una demostración de poder contra Kürten y nosotros. Hay alguien capas de meterse con cualquiera de ambos y no lo hemos podido parar… es muy mala señal ablando de mercadotecnia.
- Me encargare de Kürten, en cuanto asome las narices para negociar con los clientes, yo misma se la cortare. Pero ten cuidado, cerdo, por que él también va a cortarte los testículos en cuanto des la cara para negociar por él. No lo eches a perder.
Iván iba a replicar cuando sintió el zumbido de su teléfono móvil, por costumbre lo extrajo de su bolsillo y revisó la carátula, hizo un gesto de sorpresa y contestó. Kipper lanzó un resoplido de molestia, no le agradaba ser interrumpida. Pero puso atención cuando el rostro de Iván se contrajo en una mueca de sorpresa.
- … Creo, camarada, que te van a ahorrar el trabajo… -balbuceó Iván -… de seguro le va a dar un infarto a Kürten…¡Se robaron el auto!
- ¡¡¡Que…!!! -exclamaron al mismo tiempo Kipper y el Turco.
- Le robaron el auto a Kürten… -Repitió Iván todavía incrédulo.
Era el auto perfecto, pensaba Pepe, elegante, discreto, con clase sin llegar a ostentoso, inspiraba respeto sin ser pretensioso, podía haber cruzado Europa con él sin problema, ¡y ese motor!, sólo tenía que escucharlo para saber el animal que llevaba bajo el cofre.
- ¡Escucha eso Alexa! – Recordaba Pepe - ¿puedes escuchar todos esos caballos correr?- Y la gitana sonreía, la sonrisa de Alexa era muy hermosa y su risa, ¡le encantaba su risa!, casi podía comparar su risa con el ronroneo de un buen motor.
Pepe había sido un gran corredor de autos, no un corredor de pista, era un corredor urbano, se alquilaba para sacar a la gente de cualquier lugar, robos a bancos, secuestros, atentados terroristas o simples escapes. Una vez hasta la policía ocupo su servicio para atrapar a un colega, fue una persecución hermosa, cruzaron la ciudad de punta a punta tres veces antes de lograr “quebrar” a su rival. Pepe era el mejor, lo malo fue que ese trabajo le costó mala reputación en el bajo mundo y tuvo que dedicarse a otra cosa por que ya nadie quiso contratar sus servicios.
Alexa tenía la misma pasión por los autos que él, la conoció gracias a su gemelo, Alexei, amigo de aventuras y problemas. La gitana lo fascino desde el primer momento, tenía el mas fabuloso par de piernas que jamás había visto.
- Ella pudo llegar a las olimpiadas – se burlaba Alexei, y le contaba como cuando era niña su padre la alquilaba a las escuelas locales para las competencias deportivas. Alexa siempre ganaba las pruebas de atletismo y era una velocista inigualable.
Un entrenador hablo seriamente con los padres la niña, les dijo que era una lastima desperdiciar un talento como el de ella, sin problema podría llegar a competir en las olimpiadas con el entrenamiento adecuado. Los gitanos desecharon la propuesta, Alexa redituaba más corriendo por su cuenta. Y Pepe no dudaba de la historia, al ver ese par de piernas se imaginaba la potencia con que podían impulsarla como el viento… y también imaginaba como esas piernas enredadas en su cintura podían cabalgarlo como el corcel que inspiraba a Ferrari, se podría decir que se enamoro de Alexa por sus piernas.
La relación más conflictiva que jamás vivió, el alcahuete de Alexei lo motivo y ayudo mucho en lograr esa relación, en lograr que Alexa aceptara salir con él. Al principio fue bueno, divertido, Alexa descubrió su pasión por los autos y perfeccionó su habilidad con el volante bajo su tutela. El problema fue pasar a lo romántico, Alexa era una piedra en ese aspecto, dura y áspera. Siempre supo de sus preferencias, no le dio importancia, siempre creyó que solo era un capricho o una excentricidad propia de gitanos. Alexa nunca había conocido a un hombre de verdad, como él, no dudaba que la haría retomar el buen camino.
- Sólo necesita que la cabalguen – decía muy ufano - ¡que se le muestre la mano del amo y un par de buenos orgasmos y ya esta!, ¡Yo voy a curarla!, verán que si…
Ahora, lamentaba mucho todo lo que había sucedido, la forma en que logró que Alexa lo odiara, empezó a tratarla como estaba acostumbrado a tratar a las mujeres, y con más rudeza, estaba convencido que Alexa necesitaba eso, recobrar su lugar como hembra, entender para lo que ella había nacido, esa vagina sólo servia para procrear, y Pepe tenía el antojo de un par de hijos morenos como ella.
- ¿Y si sólo hubiéramos sido amigos? – El hubiera no existe. Como ahora no existía un ápice de esperanza por el futuro.
Igual que Alexa, él también se enamoro de ese auto hasta los huesos.
- ¡Vamos a hacerlo ronronear sólo un poco! – dijo Pepe y oprimió el acelerador, pese a las protestas de su acompañante. El auto cobro velocidad sin esfuerzo. Dos camionetas los escoltaban, una al frente y otra atrás, un fácil quiebre del volante y adelanto a la primera escolta dejándolos atrás.
- ¡¡Vamos tortugas!!, ¡¡No tenemos todo el día!! – les grito al rebasarlos. Por el espejo retrovisor vio las caras de sorpresa de sus escoltas cuando los dejo atrás y rió con ganas cuando los vio sudar por el esfuerzo de alcanzarlos, traían buenas camionetas, él sin esfuerzo hubiera podido alcanzarlo, por supuesto nadie igualaba su habilidad al volante… nadie salvo tal vez Alexa.
- ¡Auuuchhhh! – exclamó al ver el accidente, la estupida mujer que sin precaución invadió el carril de transito. La broma terminaba mal, se orillo para ver que pasaba y de pronto Alexa estaba ahí, tan hermosa como siempre pero… ¡que mal se veía!, cansada, lastimada, ¿herida?... ¿y esa pistola?
Toda su vida había pasado por sus ojos en este instante, Pepe comprobó lo que tantas veces había escuchado, le dijeron que su acompañante se voló la tapa de los sesos cuando no pudo evitar el robo, si él hubiera estado conciente en ese momento, si hubiera tenido un arma… tal vez hubiera hecho lo mismo.
El hubiera no existe, lo que existe ahora es el tanque de acero al que esta atado y el gigantesco Hans que viene a él con unos hierros al rojo vivo y esa sonrisa estupida que no se borra de su rostro.
- Me hubieras disparado Alexa – lloró Pepe.
Mentiras
- ¡Se acabo!, con esto se acabo el negocio de Kürten –sonrió afable un hombre con insignias de coronel en el pecho, lucía un pequeño bigote que le recordaba a Troy a su enemigo.
Se encontraban en una sala de juntas de algún edificio de servicio militar. Troy había sido invitado a esa reunión casi de manera forzosa, “accidentalmente” involucrado con los hechos, casi todo lo que había sucedido estuvo bajo su mando pero al descubrirse la naturaleza real de los eventos, estos simplemente superaban su cargo, su rango y su posición. Era una extrema cortesía que él estuviera ahí. Todos lucían relucientes e impecables, listos para la fotografía de la prensa o las cámaras de televisión. Troy, con la misma ropa de hace tres días, sólo un par de horas de sueño y una afeitada descuidada con una navaja de segunda que consiguió en los sanitarios.
Pero el café era excelente. Una vez más su mente salía del letargo, la bofetada de cafeína ayudaba en algo. Otra vez se sintió parte de la reunión al empezar a hilar sus ideas, memorias y pensamientos. ¡Cuanta razón tenía el Alemán!, él era la única pieza que no encajaba en ningún cuadro, el tornillo roto que hace ceder a la maquinaria mas precisa.
-… con el asesinato de “malvavisco” – hubo una risa general, lo que inquieto a Troy, el coronel continuó-… es decir nuestro estimado Ministro de Defensa, se ha puesto al descubierto la red de corrupción que ha operado en las altas esferas políticas…-
- ¿Se descubrió o se elimino la competencia para los Rusos?, sólo están haciendo a un lado a la red que Kürten había tejido… ¿Qué hay de los contactos de los Rusos, también están al descubierto? – Se preguntó Troy.
-… También se ha logrado cortar de tajo una mafia que traficaba con seres humanos, prostitución, esclavismo y venta de órganos. Ha caído el principal líder de la organización: Hans Steinmeier…-
-… y con eso se cierra el caso, todos olvídense de que las armas no estaban en el barco, ni tampoco en el “Vasilij”, las armas ya están en Paris, ¡Hay una cabeza nuclear paseándose en Paris!. ¿Qué a nadie le importa?, y Steinmeier ¿de verdad era un líder o sólo un peón sacrificado para distraer la atención?...
-… gracias a la notable participación del Agente Troy MacCubbin, mucho de esto se ha logrado esclarecer. El primer ministro y su alteza el Rey, están muy agradecidos con usted. Lamentablemente ya no se trata del arresto de un criminal de Guerra, Peter Kürten es un líder activo de la mafia Alemana, un líder Neo-Nazi y ya es nuestra responsabilidad detenerlo.
-… gracias por participar, recoge algunas medallas, tomate la foto con gente que en tu vida soñaste conocer y lárgate en silencio, déjanos seguir ocultando lo que hemos hecho los últimos sesenta años, déjanos concretar lo que planeamos para los próximos cincuenta años… déjanos orquestar la guerra. – leyó entre líneas Troy.
Unas horas antes…
- Una cabeza nuclear con capacidad de 10 megatones… algo relativamente pequeño, pero suficiente para pulverizar la mitad de Paris. – Dijo el alemán.
- No, debe haber un error, una cabeza nuclear no puede mover así de fácil, no se puede comprar la tienda de la esquina… -replicó Troy.
- ¿Por qué no?... La ex Union Sovietica tenía MILES de ellas, miles de misiles aún ocultos bajo el subsuelo de lugares perdidos de las estepas siberianas. Cuando se separo en las republicas independientes ¿que paso con todos esos misiles que ya no quedaron en suelo Ruso?.
- Pero la ONU, la OTAN … se han tomado medidas muy severas para no perder el control de esas armas, están los planes en conjunto con los americanos para el desarme de dispositivos de destrucción masiva… La guerra nuclear es una pesadilla olvidada…
- Eso, Sr. MacCubbin, es el principal error de la humanidad… ¡olvidar!... tratamos de olvidar que esas cosas están ahí, que ambos las tienen, queremos creer que una firma en un papel y una ceremonia que vimos por televisión da por terminada esa pesadilla.
Un misil transcontinental tiene al menos veinte cabezas nucleares individuales, cada una con potencia de diez megatones. El misil puede estar a buen resguardo, es difícil pero no imposible que una cabeza nuclear se haya extraviado…Una facción del gobierno ruso pudo haberla sacado, hay muchos sueldos pendientes de pagar por ahí, muchas familias de militares que están muriendo de hambre, familias que comerán gracias a una cabeza nuclear extraviada, un arma que no podrá ser usada.
¿Qué tan confiable pueden ser los agentes de la ONU?, ¿Qué tan cuidadosos?, ¿reconocerán una cabeza nuclear fuera de un misil?. ¿De que sirve una cabeza nuclear sin un misil que la transporte?. Suficiente dinero a algunas personas estratégicas y esa cabeza nuclear ya esta fuera de los límites de control.
Es muy difícil esconder algo así, no es como robarse un maletín, la red de protección que se necesita para transportarla es muy notoria, no todos los ojos están corrompidos, mover algo así tiene que llamar la atención a menos que se disfrace.
Si las autoridades supieran que una cabeza nuclear se anda moviendo por ahí, créame que tendríamos portaviones y submarinos saliendo de los lavabos de cada restaurante de Francia. No, disfrazaron su movimiento con algo menos peligroso, con una línea de transporte de droga.
Gente más sencilla de engañar, mas sencilla de sobornar, y sobre todo muy discretas.
- Aún así, ok, todo suena lógico, pero aún así no es tan simple buscar y sobornar a la gente, no con algo tan grande como una bomba nuclear.
- En realidad fue algo muy sencillo, sólo fue cuestión de poner a la gente adecuada, en el lugar adecuado en el momento exacto. No es una casualidad… fue planeado.
- Eso implicaría que el gobierno ruso, el gobierno local, la ONU, la OTAN, los americanos, los Ingleses y los…Franceses estuvieran coludidos… ¡Estamos hablando de un complot!.
-¿Por qué no, Sr. MacCubbin?, ¿ya olvidó lo que sucedió en 1914, olvidó como empezó la primer guerra mundial…?
Bajo las sombras de hierro
Kürten respiró hondamente para relajarse, las manos le temblaban y empezaba a preocuparle esa presión en el pecho. Sus malditas pastillas se habían quedado en el auto, uno de sus escoltas ya venia corriendo con ellas y una botella de agua en la mano.
- Ella, otra vez es ella… como hace sesenta años… ¿Por qué no vienes de una vez por mi?, ¿Por qué no das la cara en vez de jugar conmigo de esta manera? –pensaba Kürten.
- … hasta ahora hemos trabajado muy bien… -esa voz parecía venir de muy lejos. En realidad venía de un hombre de color que caminaba a unos diez pasos de él, ambos paseándose en el parque bajo la sombra de la Torre Eiffel, el clima era agradable, el cielo muy despejado gracias a la lluvia de la noche anterior -… pero la realidad amigo Kürten, es que hay varias propuestas en el aire, de gente muy interesante…
- Eran gente interesante –aclaró Kürten – el “malvavisco” ha muerto y ha enturbiado las aguas, ahora el único que puede garantizar tus “paquetes” soy yo.
- “Malvavisco” , ja, ja que divertido apodo para un hombre que fue el ministro de defensa de este país… ¿Esta seguro, amigo Kürten, que con su capricho de anoche no cerro las puertas para usted también?, La comunidad internacional ahora tiene puesto sus ojos en Francia, secretitos como el trafico de órganos están saliendo a la luz y muchas cabezas van a rodar… ¿la suya sigue firme en sus hombros?
- Mi cabeza es lo único firme que ha quedado en este mundo desde hace sesenta años. No se preocupe por mis negocios en Francia, es un capitulo que estoy cerrando y sólo estoy haciendo limpieza. Es la última vez que negociamos aquí, de ahora en adelante cambiare mi centro de operaciones. Mis amigos los Rusos ya han preparado mis nuevas oficinas, sólo que ellos todavía no lo saben.
El hombre de color rió fuertemente como era costumbre en su raza, sus dientes blancos parecían querer cegar a Kürten casi de manera ofensiva. El Ario lo observaba con absoluto desprecio oculto en el acero de su mirada.
-¿Cuántas guerras tengo que orquestar para que dejen de apestar el aire con su presencia?, sólo una más y tú y todos tus risueños simios volverán a los árboles donde pertenecen. –rumiaba en silencio el alemán.
- No me refería a los rusos –aclaró el hombre de color- por ahí hay alguien más ofreciendo lo que ustedes tienen… incluso ofreciendo lo que ya no tiene.
- ¿Qué..?
- Los han estado cazando desde hace unas noches, a los rusos y tu gente por igual. Y sé que ya no tienen el auto.. Yo todavía tengo mis diamantes, yo todavía puedo comprar lo que me ofrezcan, ¿Qué tienes para ofrecer amigo Kürten?.
- No te equivoques hijo del congo, no eres el único comprador, no vaya a ser que te revienten el culo con la misma bota con que ibas a patear tú el de otro.
El hombre de color se olvido de los modales, del protocolo, se acerco a Kürten más allá de lo permitido, llego hasta el límite de distancia permitida y vio las luces rojas sobre su pecho sin inmutarse, había una docena de rifles de largo alcance con francotiradores muy eficientes apuntándole, no le asusto. Se dirigió a Kürten sin disimular el odio que también él le tenía.
- Cuando recuperes el auto hablaremos, los rifles rusos son tan buenos como los rifles americanos, ya todo se anuncia en Internet, no descuides tu “tiendita” nazi, los negocios familiares ya no prosperan.
El afro y el ario salieron del parque en direcciones opuestas. Kürten abordo su camioneta y un pequeño ejército se movilizo para limpiar su camino.
- Quiero que mates a este simio, no puedo permitir que me falten el respeto de esta manera.
- ¿Querrán negociar contigo después de eso? –preguntó la rubia sentada a su lado, era Elena Kipper.
- Eso es mi problema, eres una exterminadora, ¡extermina! –urgió Kürten. Kipper se encogió de hombros.
- ¿Qué esta pasando, Peter?, ¿Qué fue lo que sucedió anoche?
Kürten por primera vez en el día dibujó una sonrisa.
- Un milagro, espere sesenta años para verla otra vez, para no tener miedo esta vez y tenerla cara a cara.
Kipper se quitó las gafas dejando lucir sus hermosos ojos azules, el gesto de interrogación en ellos era más elocuente que cualquier palabra.
- Estuviste ahí, viste lo que sucedió con tus hombres y los hombres de Iván…-continuó Kürten- .. Fueron aniquilados limpia y rápidamente, y sin armas… fueron atacados por algo que se movía con velocidad y fuerza inhumana. Una brutalidad mas allá de la bestialidad salvaje… viste la obra de un ser perfecto, lo que hemos buscado desde mucho antes de que yo naciera, de mucho antes de la guerra y la iluminación de Hitler, una criatura de piel tan blanca como la luna y ojos azules como si fueran de fuego, alguien como tu y como yo, pero magnificado, purificado por el fuego de la muerte y renacido, ahora inmortal e invencible, viste la obra de un ario puro…. Justo en lo que nos convertiremos.
* * *
Hace seiscientos años….
El suelo parecía temblar como ante el paso de un terremoto, los animales en las granjas se asustaron ante un estruendo que semejaba un alud apocalíptico. Los ojos asustados de un muchacho fueron testigos, no se dejo abatir por el miedo y presto saltó sobre su montura y salió al galope para dar aviso, más pequeño, más ligero, más ágil, tenía la esperanza de llegar a tiempo.
Nadya los vio venir desde lo alto de una ventana en el castillo, vio llegar al muchacho, lo conocía era un joven caballerango, un mozo muy despierto y servicial, Yulia le tenia en alta estima pues era de los pocos a los que no tenía que intimidar para que cumplieran sus ordenes, de los pocos que no les molestaba que el señor y amo de esas tierras fuera una mujer.
Las puertas del castillo se cerraron y atrancaron, la servidumbre se reunió en el patio, desconcertados. Por el camino aparecieron 50 caballeros con sus armaduras puestas y sus lanzas empuñadas. El galope de las cincuenta bestias, con sus jinetes y sus armaduras, retumbaba como el trueno de una tormenta. Nadya palideció, ¡aun faltaba mas de un mes!, pero él ya estaba aquí.
La caballería se detuvo a unos metros del castillo, una distancia prudente, el que parecía ser el líder se adelanto a los demás, caminaba con la arrogancia de un patán que cree que el mundo le pertenece por derecho. Nadya no pudo evitar comparar su vulgaridad que ni la bruñida armadura podía ocultar contra las finas maneras de Yulia, ella que también se paseaba campeando por el mundo con el derecho de hacer suyo todo cuanto deseaba tan sólo con su esfuerzo. ¿Era esta la imagen de un príncipe?. Definitivamente Yulia estaba muy por encima de él, de todos, si tuviera que escoger nuevamente entre su príncipe y su ángel, siempre se quedaría con su ángel.
- ¡¡AAAAAHHHH, DEL CASTILLOOOO !! -Saludó desafiante.
Como única respuesta por la ladera apareció un jinete, su montura avanzaba rápida pero elegantemente, sin prisas, dueño de la situación. Yulia venía sola por esa vereda, ni uno solo de los peones o mozos con los que estaba trabajando la acompañaba. Nadya sintió el corazón salirse de su pecho.
- ¡Por favor Yulia, no hagas una locura! –suplicó.
- ¿Quién eres tu y que deseas en mis tierras? –preguntó Yulia al llegar con príncipe.
El príncipe se quitó el casco que ocultaba su rostro, era un hombre altivo, rubio de ojos grises y melena descuidada, su rostro tenía algunas cicatrices, la nariz aguileña le daba un aspecto que no se podía definir entre desafiante o desagradable, según el carisma de sus ojos hasta podría ser atractivo. Pero no lo era. Algo en su persona emanaba la negrura de sus rastreras ambiciones. Yulia no necesito más para olvidarse de los buenos modales.
- Soy Tiver Smolensk, sobrino del Duque, regidor del ducado de Lituania. Caballero de la orden de la Santa Maria… He venido por mi futura esposa.
* * *
De vuelta al presente.
Una mano más estrechaba la mano de Troy mientras lo despedían de la junta.
- … lo que sigue supera al rango de sus credenciales, la INTERPOL ya ha enviado a una división de colegas suyos para sustituirlo. Lo recomendaremos ampliamente para una promoción, no dude que tal vez vuelva a unirse a esta investigación en breve.. –le decía el Coronel con una afable sonrisa. – pero por ahora necesita un descanso…
Troy sonrió devolviendo la amabilidad, en realidad estaba apunto de sobornar a alguien para conseguir un rincón en alguna oficina para tomar una siesta. De pronto sus ojos se abrieron grandemente.
- ¡Las fotografías! -exclamó - ¡déjeme ver esas fotografías! - y tomó una de las carpetas donde se documentaba la investigación. Busco la fotografía satelital del “Vasilij” y encontró lo que esperaba.
- Ya sé como trajeron las armas, sé donde están –dijo con sonrisa triunfal.
Sintió una docena de miradas que lo apuñalaron con frialdad, con una mirada tomó una fotografía mental del momento. Uno a uno cada rostro se gravo en su memoria, aquellos que lo miraban con desconcierto y los que lo miraban con elocuente frialdad, los que ocultaban un secreto y los que pretendían descubrirlo. La fotografía que mostraba en su mano era una simple toma aérea. La fotografía con rayos X que en privado le habían mostrado antes no estaba ahí.
-… no todos los ojos están corrompidos… -recordó -... mover algo así tiene que llamar la atención a menos que se disfrace.
- Las armas llegaron con el “Vasilij”, no en el “Vasilij”, así se podía vigilar donde estaban en todo momento, pudieron ser rastreadas por el satélite pero al mismo tiempo ocultas del satélite, ocultas a menos que realmente las quisieran ver. ¿Por que no se uso fotografía en rayos X?
- El acero del barco y su estructura ocultarían su contenido, las piezas de metal no podrían distinguirse desde el espacio ni aun que hubiéramos usado el Hubble.
- No, pero hubiera revelado la presencia de un isótopo radioactivo y por consiguiente un dispositivo nuclear. Pero también hubiera hecho evidente la diferencia de estructuras… en la foto que vi el barco era más grande.- razonó mentalmente Troy.
- Las armas están bajo el barco que capturamos con los niños… están custodiadas por la propia policía, y ocultas por la resonancia magnética de la torre Eiffel y todas las tuberías de drenaje de Paris. El lugar perfecto para ocultarlas, justo en el Sena, justo bajo “El barco del último suspiro”. Trajeron las armas en un submarino.
Unas horas antes…el alba de una pesadilla
-… 1914, Sr. MacCubbin, el mundo vivía una relativa paz, dos países relativamente nuevos abrían los ojos al mundo: Alemania y Los Estados Unidos de Norte América. La economía mundial estaba basada en las colonias conquistadas por las grandes potencias, Francia, España e Inglaterra principalmente, pero todos querían un trozo más grande de pastel.
Todos querían la guerra, todos querían arrebatarle su trozo de pastel al vecino, hacer más grandes sus territorios conquistados. Hasta los grandes pensadores de la época fomentaban la idea de la necesidad de un conflicto armado para impulsar el desarrollo industrial que al parecer se había estancado. Todos los países estaban listos para entrar en conflicto, estaban preparados para una guerra que debió durar un año, todos tenían reservas económicas para un año. Con tantos intereses agitados la guerra fue inevitable.
Pero fue desastrosa, el año planificado se extendió a cuatro años, cuatro años en que la industria europea se detuvo, la producción agrícola y ganadera de detuvieron. Cuatro años de hambre y muerte para Europa. ¿De donde se alimentaron durante esos cuatro interminables años?, ¿de donde se vistieron y se armaron?
Los Estados Unidos de Norte América se convirtieron en la tienda de Europa durante esos cuatro años, toda su producción agrícola, textil y ganadera encontró mercado en una Europa en guerra. Esos cuatro años convirtieron a Norte América en la primera potencia económica del mundo.
Los americanos descubrieron las bondades de la “Economía de Guerra” y lo ratificaron cuando la segunda guerra mundial los rescato de la gran recesión. La guerra es lo que ha mantenido a la cabeza económica a los americanos, sin guerra ellos pierden.
¿Qué sucede ahora con el mundo?, La URSS fue una gran potencia, el único rival temible para los americanos y motor de su economía también. Mientras la URSS existiera siempre habría la necesidad de producir más y mejores armas, no sólo para los americanos si no para los aliados, el mundo estaba bien. Pero la URSS no pudo soportar ese estupido juego de la carrera armamentista y se fracturo económicamente. La mitad del ejército fue despedida sin sueldos ni recursos para sobrevivir. Sus grandes y poderosas armas se están pudriendo en almacenes controlados, sus submarinos se oxidan en los diques secos y su economía se va por el drenaje.
No fue de extrañar que la mafia rusa naciera como un titán, antiguos generales y coroneles del antiguo régimen organizaron literalmente tropas para sobrevivir. El narcotráfico, la trata de blancas y el tráfico de armas se volvieron sustento de la economía subterránea. ¿Cuánta de esa mafia no esta ya coludida con el gobierno legitimo?
¿Tiene idea de la cantidad de armas que Rusia tiene en sus almacenes?, la ONU estimó alguna vez que si la URSS movilizaba todos sus tanques en una invasión a Europa, sólo podrían detenerlos usando armamento nuclear.
Durante los últimos sesenta años los rusos invirtieron todo lo que tenían en armas. Para equilibrar su economía necesitan recuperar esa inversión, necesitan una guerra, no una guerra pequeña, necesitan algo a gran escala, algo que obligue a la mitad del mundo a comprar sus armas. Los americanos estarán felices que la otra mitad del mundo compre las suyas. La ONU ha perdido presencia y respeto internacional, necesitan una guerra que le recuerde al mundo la razón de su existencia. La OTAN necesita un enemigo, una causa que justifique también su existencia.
El mundo ha olvidado lo que sucedió en 1914, todos quieren otra guerra de esa magnitud para reactivar sus economías. Necesitan una excusa, no una querella ni una guerrilla, necesitan una guerra en serio… la presencia de una bomba nuclear es la excusa perfecta para iniciar esta locura.
Sólo una, un arma que nadie va a usar, sólo necesitan la amenaza de su existencia para empezar a moverse. ¡Que gran estupidez! Creen que nadie se atreverá a usar la bomba, creen que será usada como una pistola vacía de un bravucón de barrio. Creen que una cabeza nuclear sin un misil es un arma nula.
- Una cabeza nuclear sin los accesorios del misil, los dispositivos de activación, con un dispositivo de activación manual no ocuparía un espacio mayor a un metro cuadrado tal vez… Algo fácil de ocultar en el interior de una maquinaria blindada, el motor de un barco, un tractor… cientos de formas de transportarla si no se sabe que buscar. Incluso en el fondo de un contenedor de cocaína, la misma policía se encargaría de transportarla al centro de cualquier ciudad.
- Kürten ha dado el banderazo inicial al asesinar al ministro de defensa de Francia, empezaran a caer cabezas y se destapara la cloaca, no sólo en Francia si no en todo el mundo, puede ser el incidente internacional que provoque el inicio de la guerra como lo fue el asesinato del Archiduque Francisco Fernando en 1914. Cuando el mundo se entere que hay una bomba nuclear por ahí perdida… todo comenzara.
Troy, esa bomba debe ser recuperada, si se logra, el plan de Kürten aplastara a todos los involucrados y cortara la amenaza. Si se pierde, sin importar en que manos caiga, la guerra iniciara y lo que es peor, mucho peor que en 1914, mucho peor que en 1939. ¿Quiénes están dirigiendo al mundo ahora?, ¿Cuántos gobiernos han abrazado la cultura de la intolerancia, cuantos racistas, cuantos homo fóbicos?
Recuerda cuantos muros entre fronteras se han levantado, cuantas segregaciones raciales ha habido, cuantos genocidios entre pueblos se han cometido en los últimos sesenta años… Los ideales de los nazis conquistaron a sus conquistadores, esta guerra será mucho peor que la anterior, como si en cada país del mundo hubiera un partido nazi luchando por el poder y esperando la oportunidad de esta guerra para tomarlo.
Y ese, puede ser el plan definitivo de Kürten… su legado a la humanidad.
De vuelta al presente… el alba de una pesadilla
Troy ya iba en camino una vez más, una movilización militar se desplazaba al puerto donde el “Barco del último suspiro” había quedado a resguardo de una pequeña guardia. Intentó dormitar en el auto pero no le fue posible, sus pensamientos y tal vez el ultimo café eran demasiado para sus nervios.
- Gente más sencilla de engañar, mas sencilla de sobornar, y sobre todo muy discretas -
- Un barco que sólo transportaba niños… un buen soborno y los pocos policías harían la vista gorda cuando por ahí empiecen a moverse cajas, seguramente contrabando de poca monta, telas, aparatos eléctricos, etc..
Todo estará bien si nadie se sube al barco, no necesitan subirse al barco,
Las cajas aparecerán de quien sabe donde, seguro de una lancha que se oculta tras el barco, los policías no se asomarán para no entrometerse, ¿Quién se imaginaria que un submarino ha viajado bajo el casco del barco?, ¿Quién se imaginara que esas cajas contienen armas de alto poder?. ¿Quién se imagina que tal vez ese frigorífico contenido en una caja de madera en realidad es una bomba nuclear. ¡Esto es una locura!.
El teléfono móvil de Troy empezó a vibrar, le tomó un instante reconocer el zumbido y contestarlo, definitivamente necesitaba dormir.
- Tengo un reporte más, Señor, ¿le interesa? –le dijo una voz al otro lado de la línea.
- Si, todavía estoy en el caso –respondió Troy.
- Es algo muy extraño pero todos se han vuelto locos por un automóvil. Parece que le robaron un auto a Kürten, se ha vuelto loca la ciudad tratando de localizarlo.
- ¿Un auto?.... ¿Qué tipo de auto?
- No lo sabemos, es un modelo viejo… no tenemos mas datos.
De pronto el sueño de Troy se esfumo completamente, se volvió a sus acompañantes quienes coordinaban la operación con sus radios y respectivos subordinados.
- ¿Qué hay en el muelle?, ¿Qué otros cargamentos hay en el muelle donde vamos?
- Infinidad de cosas, todo lo que se puede transportar por mar, telas, maderas, cerámicas, hasta motores, hay una bodega especial de la Mercedes Benz, restauran autos antiguos con motores originales.
Troy no contesto a la mirada interrogante de sus acompañantes, se hundió en el asiento y miró por la ventanilla de la camioneta mientras la tarde empezaba a caer y él continuaba despierto…
- … sin importar en que manos caiga.. – Recordó- ¡Pero si importa!, por que no es un arma estéril, el misil a sido sustituido por algo mas discreto pero eficaz, un arma de uso común entre los terroristas de Medio Oriente… entre los terroristas de todo el mundo. Kürten ha hecho el coche bomba más devastador de todos los tiempos… un misil de cuatro ruedas capas de moverse a cualquier parte del mundo por que nadie sabe lo se oculta bajo el maletero… Nadie debe saber que la bomba esta perdida o el mundo estallaran en guerra.
Troy miró las nubes que empezaron a cubrir el cielo, nuevamente se avecinaba otra tormenta.
- ¡Necesito ayuda! –Imploró Troy- no hay nadie en quien confiar… ¡Necesito toda la ayuda del cielo para detener esto!… ¡Señor, mándame aun que sea a un ángel por favor!…
Continua....
Sueños y pesadillas
La penumbra fue rota por el tenue rayo de luz cristalino que como una flecha se filtro profanando su intimidad, una masa de oscuridad se precipito por el foso para caer estrepitosamente entre la inmundicia del fondo, el canal de desagüe era tan grande que una locomotora cabria sin problemas en su cause, aun así el torrente de agua se había elevado considerablemente a causa de la tormenta que había asolado.
Una mano tan blanca como la porcelana surgió de entre las negras aguas, sus garras en vez de uñas se afianzaron sobre los bordes del cause de concreto del río subterráneo de la gran ciudad. Yulia emergió de esas aguas bajo la columna de luz que penetraba por el foso de desagüe. Arrastrándose salió de las aguas al delgado pasillo que apenas sobresalía del torrente y apoyándose en el muro empezó a caminar con pasos vacilantes. Una convulsión la hizo caer de rodillas mientras de su boca saltaba un amasijo de sangre negra que al estrellarse contra el piso de concreto tintineo con sonido metálico, tres balas rebotaron por el piso y se perdieron en la sombras.
Yulia miró hacia atrás y vio la columna de luz haciéndose cada vez más grande e intensa. Sus garras penetraron en un orificio negro en su pierna, extrajo una bala más de su muslo e indiferente la arrojó a la corriente del agua, sin el estorbo del plomo en su pierna se puso de pie nuevamente y continuó caminando. De su costado una bala más salto para tintinear en el piso, su corazón latía cada vez más despacio, cada vez más débil…
- Aun la liebre es un enemigo peligroso para el lobo, cuando es acorralada; Por eso debes cazar en sigilo, que nunca te vean llegar. Mátalos en silencio, mátalos rápido, que nunca sepan que estas ahí…
- Elena… - murmuro con una voz que sólo escuchaba el viento-…Nadya….
Cayó al suelo, sus piernas eran incapaces de sostenerla, la oscuridad ya era pura nuevamente, pero no total, se arrastro sobre sus codos impulsándose como podía con sus piernas inservibles. No era nuevo, ni las sombras, ni la humedad y el fango que la rodeaba, no era nuevo arrastrarse entre la inmundicia con la mitad del cuerpo mutilado… su corazón latía cada vez más despacio, pero cada latido era a su vez más despiadado. El hambre la asaltaba por cada herida, cada orificio que los hombres le habían hecho con sus armas…
Hubiera sido tan fácil escapar, desaparecer entre las sombras de los callejones, ellos no podían alcanzarla, no hubieran podido tocarla si ella lo hubiera deseado pero… pero si hubieran alcanzado a Elena, la hubieran lastimado; Se la hubieran quitado como hace tantos años le quitaron a Nadya…
Todos sus recuerdos habían vuelto a ella esa noche con la crueldad de siempre, trayéndole un dolor que sólo se podía comparar con su hambre… No, no iba a suceder otra vez, esta vez no había escape en el olvido, no cuando el corazón de Elena latía con tanta potencia como los campanarios de Notre Dame, su sangre corría por sus venas con el bramido de un mar en tormenta… Elena encerraba misterios maravillosos en su sangre, en su alma y Yulia los quería todos. Una gota de su sangre hacia latir su corazón aniquilando el hambre, trayéndole sueños de tardes calurosas, fragantes campos de trigo, brazos protectores de un padre…. Sueños de una vida que se esfumó en el tiempo. Su propia vida…¿Por qué sus propios recuerdos palpitaban en la sangre de Elena?, ¿acaso su alma….. – su corazón se detuvo un instante que pareció eterno, pero llegó el latido - … acaso su alma su alma estaba en el corazón de Elena?.
Yulia se derrumbo totalmente inerte entre las aguas negras, el fango y la inmundicia de las alcantarillas, los bichos rastreros, insectos y demás nauseabunda vida de las cloacas huyeron de ella, escaparon arrastrándose y reptando, sintiendo repulsión de esa extraña criatura sobrenatural que yacía en las profundas tinieblas del negro corazón de Paris.
- …Elena…. – si hubiera tenido lagrimas hubiera llorado-…. Nadya Elena…..
Su corazón palpitó por ultima vez, su piel se torno opaca y blanquecina, un ultimo aliento salio de sus labios y el fuego azul de sus ojos se extinguió.
Sueños
La luna era majestad en el cielo nocturno, en armonía perfecta con las estrellas silentes, la brisa hacia cantar las hojas de los árboles y arrastraba consigo el aroma de las flores y la frescura del lago. Elena aspiro con deleite todos los aromas del bosque, y el aroma de ella, mas allá de las cristalinas aguas, al pie de su propio reflejo se erguía el castillo Volkov, pero no era la ruina que conoció desde niña, era la majestuosa fortaleza que coronaba el valle entre los bosques. Bosques encantados que ahuyentaban a los extraños con leyendas antiquísimas, bosque mágico que la atrapaba en sus sueños, Elena se estiró recostada sobre una manta, deleitándose de la frescura de la brisa en su piel desnuda, toda la sensualidad de su cuerpo era bañado por la luz de la luna, su desnudes le daba una sensación de libertad absoluta, voluptuosa, sensual.
Junto a ella, sentada con las piernas recogidas y apoyada en un brazo se encontraba ella, tan magnifica como en sus sueños, también desnuda con todo el aroma de su piel perfumando el aire, Yulia. Elena se sorprendió mucho de lo que veía, era hermosa, inigualablemente hermosa, sus piernas delgadas pero torneadas y atléticas, su vientre plano bien delineado, sus hombros firmes, sus pechos pequeños en comparación con los suyos pero bien proporcionados, redondos e invitantes, sus pesos erguidos que invitaban sus labios. Toda ella invitaba a sus labios; La doncella de hierro.
Sus ojos en la penumbra eran diferentes a como siempre los veía, no brillaban con ese fuego extraño en su interior, ahora eran vivaces, humanamente ardientes, la penumbra ocultaba su color a cielo pero su mirada era la misma, una mirada que aparentaba indiferencia pero que ahora, en este justo momento delataban sus pensamientos tristes, premonitorios. Su piel no brillaba con la luna, no tenia ese lustre de mármol, su piel tenía un tinte sonrosado, tostado por el sol y vivo. Esa piel era más que invitante. Elena no desdeño la invitación y con timidez sus dedos se deslizaron por esa pierna que a su contacto echaba chispas, se estremecía.
Lentamente su mano se deslizo por toda su geografía, esa piel era suave, era calida, palpitaba y se estremecía en su mano, en la punta de sus dedos, no era fría ni inmutable como recordaba, esa piel estaba viva. Sintió la mirada de Yulia en su rostro, sintió la mano de ella hundiéndose en sus cabellos y atrayéndola hacia sí, sintió su aliento y esos labios tersos recorriendo su rostro, como queriendo devorar sus facciones. La mano de Elena ya exploraba las maravillas de su pecho, la suavidad de sus senos y la agresividad de sus cumbres, temblando bajo por su vientre, sintiendo palmo a palmo el estremecer y encrespar de su deseo, jugó un instante con el vello de su pubis y después descendió con una mezcla de ansiedad y calma, con timidez sus dedos se deslizaron en humedad por el borde de sus labios, mientras sus bocas se decían impetuosos secretos que solo su lenguas entrelazadas como amantes escuchaban. Elena sintió la mano de Yulia sobre la suya, como suplicando en ir mas allá y profundo en ese juego, esa mano impulso la suya para hundirse en su intimo secreto donde la calidez de su corazón la quemaba en un palpitar ansioso…
Yulia era suya, la criatura más hermosa que alguna vez existió, era para ella, no era su príncipe, jamás lo sería, ella era algo más que todos sus sueños y fantasías, Yulia era su ángel…
Elena abrió lentamente los ojos al sentirla estremecerse en sus manos, al sentir la conquista de la cúspide de la pasión estremeciéndola por completo. La luz entraba a raudales por los cristales multicolores, los sonidos y aromas del bosque fueron cambiados por sonidos y olores metálicos y artificiales. Alexa la oprimía con desesperación contra su pecho mientras sus labios jadeantes bajaban por su cuello, mordiéndola suavemente. Elena la sostenía en un apasionado abrazo, su mano se encontraba oculta entre sus piernas, la larga falda, típica de su vestimenta estaba recogida dejando al descubierto las hermosas piernas de la gitana. Alexa temblando dejó escapar un suspiro que Elena conocía bastante bien mientras mordía un poco más fuerte su hombro desnudo, después su cuerpo entero se relajo dulcemente.
- … No sé… que estabas… soñando – dijo Alexa entre jadeos - ¡Pero vuelve a soñarlo cuando quieras!
Elena abochornada acomodó sus ropas que en la pasión habían dejado demasiado a la vista, igual que Alexa, quien todavía luchaba por cruzar el umbral de los suelos. Miró a su alrededor totalmente sonrojada, se encontraban en la estación del tren europeo, en la zona de espera, habían llegado ahí buscando un lugar donde descansar un instante y se habían quedado dormidas mientras veían sobre el muro los itinerarios de los trenes. Una multitud las miraban, algunos con disimulo, otros murmurando y otros abiertamente divertidos, un grupo de jóvenes trotamundos, mas allá, sentados sobre el suelo con sus mochilas en plena organización les obsequiaron un aplauso y una ovación.
Elena y Alexa estaban tan sonrojadas que parecían brillar como lámparas, ya totalmente despiertas. Alexa sintió unos golpecitos en el hombro, miró hacia arriba y se encontró con la simpática figura de un oficial de policía.
- ¡ejem!, Señoritas, temo que tendré que pedirles que se retiren… - les dijo, él también estaba muy sonrojado.
- ¡Pero inmediatamente! –exclamó Alexa.
Con las cabezas gachas, pero tomadas de las manos, las chicas abandonaron el lugar. Una vez en la calle ambas estallaron en carcajadas.
- Tengo hambre – se quejo Alexa.
Elena temía la oleada de preguntas que sabía de un momento a otro Alexa le haría caer, sin embargo la gitana no daba muestras de querer saber nada más que lo que ella quisiera decirle, eso la tranquilizaba en parte y en parte la angustiaba por que no tenía ninguna respuesta ni siquiera para ella misma.
La calle estaba plagada de cafeterías económicas, típicas de las afueras de las centrales de autobuses y trenes. Alexa se detuvo en una esquina y degusto en el aire los aromas, Elena no pudo contener una risita al verla en una actitud que semejaba a un cachorro cazador.
- ¡No te burles! –le dijo con una sonrisa radiante- mi olfato nunca falla, he comido en los peores lugares del mundo sin mas guía que mi olfato, y nunca me he enfermado…
Elena sintió también el vació de su estomago y sin más preguntas entraron al primer lugar donde el “infalible” olfato de Alexa los guiara. La comida fue buena, aun que un incomodo silencio se apoderó de la mesa.
- ¿Y que haremos ahora? –pregunto Elena, buscando la mirada de Alexa. La gitana miraba distraídamente por la ventana, afuera la vida parisiense transcurría monótonamente.
- Irnos de Paris, de Francia… lejos a un lugar donde nadie nos encuentre… ¿Te gusta Grecia?
Elena tuvo un extraño estremecimiento, fue como un latido muy a dentro de su pecho, como un llamado indefinido.
- Si –contestó aun que su voz tembló levemente. Eso llamó la atención de Alexa, la gitana tomó su mano sobre la mesa y la oprimió afectuosamente mientras sus negros ojos estudiaron la mirada de la pelirroja, ahora era ella quien esquivaba la suya.
- ¿Cómo llegaremos tan lejos? –preguntó Elena tratando de ignorar el leve malestar.
- Como podamos –rió Alexa disimulando su preocupación, pero el gesto de zozobra de Elena no había escapado a su mirada-… No quiero estar más en Paris, tengo un mal presentimiento de todo, si nos quedamos una noche más…. No nos ira bien.
Elena al fin levanto la vista, ese extraño vacío que golpeó su pecho se había ido, fue una sensación de zozobra o miedo a… perder algo, perder a alguien. Pero ese temor se esfumo tan repentinamente como llego. Vio los ojos de la gitana y se sintió conmovida de la preocupación en ellos reflejada.
- ¡Te estoy causando tantos problemas! – exclamó la pelirroja con una sonrisa triste.
- No, tu le has dado aventura a mi vida… ya no es una metáfora eso de vivir cada día como si fuera el ultimo –
Alexa soltó una risa agradable - ¡Desde que estoy contigo cada día ha sido así de extremo… Eres una aventura Elena, pero más que nada, Tu y Yo somos fiesta, no lo olvides, borra esa cara triste que no va bien con tus ojos.
Elena sonrió otra vez, llevo su mano hacia el rostro de Alexa, se detuvo apenas unos centímetros antes de tocarla, sólo un instante que la lleno de dudas, el lugar, la gente que las rodeaba, sus propios temores. Mandó al diablo todo y acarició ese rostro, lo atrajo hacia si y la besó.
Al principio fue un gesto de gratitud, de renovada curiosidad por sus nuevas emociones, pero apenas sintió el rose de esos labios despertó en ella autentica pasión. Algo estaba sucediendo entre ellas, algo que le gustaba y la reconfortaba.
Aun con los ojos cerrados, aun con el sabor de Alexa en sus labios tuvo una visión, algo tan similar a un sueño que por un instante creyó que dormía…
El sol y la luna parecían ser uno, el cielo era radiante en un azul profundo y limpio, las copas de los árboles se agitaban alegremente al viento y al mismo tiempo las estrellas dominaban el horizonte y el sol era plateado, una figura se contrastaba contra esa luz convirtiéndose en sombras, era la figura de un jinete en su montura, un jinete que dominaba su corcel con puño de hierro, la imagen del jinete no era nueva, y siempre era una pesadilla, un recuerdo remanente de su desgracia… pero esta vez no, era una imagen que la llenaba de alegría, sentía sus piernas saltar al encuentro de ese jinete que venía cabalgando de un bosque mágico que se fundía en luz y oscuridad.
La conocía, era “ella”… era alguien que conocía muy bien, alguien a quien deseaba estrechar en sus brazos y besar…. Pero a pesar de reconocerla no sabía quien era ella. Ella llegó tan cerca de Elena que su rostro era perfectamente claro, era el rostro de un ángel, era su ángel.
Todo se oscureció de pronto, el sol al fin se convirtió en una luna llena que dominaba la corona del cielo. La montura del jinete se disolvió en las sombras como si hubiera sido hecha de bruma y “ella” se elevó hacia el cielo lentamente mientras de su espalda brotaban hermosas alas plateadas como la luna, plateadas como su piel de pureza inmaculada… sus alas extendidas parecían cubrir el cielo entero.
- ¡Eres un Ángel! …lo sabía… siempre lo supe… tú sólo podías ser un ángel… - rió Elena extasiada ante la magnifica imagen de “ella” cuyo nombre se escondía en sus labios.
El ángel miraba hacia el cielo con un gesto indefinible, ¿trágico?, un gesto de infinita amargura y soledad, la sonrisa de Elena se congelo en su rostro. Las alas se contrajeron, se arrugaron y quebraron como si hubieran sido hechas de papel y una mano gigante las hubiera estrujado. El ángel cayó de rodillas al suelo… la luna se escondió entre nubarrones y el bosque se volvió tan negro que la noche pareció crecer al infinito. El ángel lloraba postrada de rodillas y con el rostro oculto entre sus manos… el bosque desapareció dando su lugar a muros extraños, muros que empezó a reconocer, el suelo estaba escarchado de cristales rotos en trozos tan pequeños que parecían diamantes o lagrimas de cristal, las lagrimas que ya no podían brotar de esos azules ojos… El ángel lloraba sin lágrimas y sin dolor… y su nombre…Elena conocía su nombre…. “ella” era…
- ¿Yulia?....
Sintió sus lagrimas correr, sintió ese vació profundo de inmensa soledad, la frialdad de ese cuerpo que abrazó para darle consuelo y que no pudo por que ese cuerpo ya no sentía nada… La criatura que fingía llorar entre sus brazos no era su Yulia…
Elena abrió los ojos para escuchar como se extinguía de sus labios el nombre de su ángel, Alexa la miraba fijamente, en su rostro se leía el desconcierto. Elena abrió sus labios buscando dar una explicación que no tenía… un dedo de la gitana sello sus labios, esa mano morena se deslizó por su mejilla limpiando sus lagrimas…Alexa bajó el rostro esquivando su mirada y la atrajo hacia si para abrazarla fuertemente contra su pecho.
- …No digas nada… -le susurró al oído-… no quiero saber nada…
Era extraño, pero en los brazos de Alexa encontraba el consuelo y la fortaleza que necesitaba, también había ahí la confianza para dejar libres esas lagrimas que la ahogaban y cuyo origen desconocía. Ese profundo dolor que iba más allá de su tragedia personal. Alexa le brindó su calor y su amor entero en ese abrazo.
- Vayámonos de aquí –le susurro a la pelirroja en el oído- vayámonos que estamos dando un espectáculo…
- ¡Si! –Asintió Elena- llévame lejos, vayámonos de Paris, vayámonos de Francia, ¡vayámonos tan lejos como podamos!
Alexa dejó unos billetes sobre la mesa para saldar la cuenta y tomadas de la mano salieron del café bajo la mirada curiosa del resto de la gente.
- ¡Si! - devolvió Alexa una mirada retadora a todos – es mi chica – dijo en silencio para si misma- ¡es mi chica!, aun que sea sólo por hoy, sólo por un momento… sólo por un instante, este instante en que toma mi mano y se deja conducir por mi…En este preciso instante ella es mía, es sólo para mi… lo que venga… lo que pase… nada me importa más que este instante…
En silencio caminaron por la calle cada una sumida en sus propios pensamientos, Alexa hizo un esfuerzo para limpiar su mente, hacer a un lado toda la confusión que le robaba la serenidad que necesitaba. Había cosas más importantes que hacer que preocuparse de fantasmas, mentalmente elaboró una lista de lo que necesitaban hacer.
- ¡Un plan!, necesito un plan…. –se repetía mentalmente-….dinero, necesitamos dinero… todavía nos queda lo que nos devolvieron del hotel pero no es nada… no saldremos de Francia con eso..
Las dos gritaron al unisón cuando se escucho un golpe seco acompañado del rechinar de neumáticos, amabas chicas se pegaron al muro abrazadas esperando lo peor. Un automóvil se detuvo frente a ellas, un Mercedes Benz 280 SL, Coupé Pagoda, modelo 1980, en flamante color rojo carmín y acabados cromados, convertible con la capota abierta. Alexa, por segunda vez en su vida se enamoró hasta los huesos.
- … ¡Un auto!, ¿Por qué no?, Necesitamos un auto .. –dijo en voz alta.
- ¿Qué? –murmuró Elena. Echo una mirada hacia atrás, un accidente automovilístico, común de las grandes ciudades, una señora de edad conduciendo una camioneta había salido imprevistamente al carril de transito y otra camioneta tipo Van negra de cristales oscuros le había chocado por atrás, otra camioneta similar se estaba deteniendo tras ellos pues habían bloqueado la calle. Elena vio a la gitana mirar hacia todos lados y caminar con gesto decidido hacia el Mercedes, de algún lugar de su blusa extrajo una pistola.
- ¡¡Alexa!! –le gritó entre dientes.
En el Mercedes dos hombres iban en los asientos del piloto y copiloto respectivamente, el copiloto se bajo del auto con un ágil salto sin abrir la portezuela, el otro sólo se levantó sobre su asiento para observar el accidente.
- ¡Hola Pepe! – saludó Alexa.
El piloto saltó en el asiento por la sorpresa, giró forzadamente en su posición para verla llegar.
- ¡¡Alexa!! – exclamó sorprendido. Sólo alcanzó a ver como el brazo de la gitana hizo un amplio círculo, recibió el impacto de la pistola en la cabeza. El puro golpe casi saca del auto al piloto, Alexa lo tomó del cuello de la camisa y con un vigoroso tirón lo arrojo sobre la acera, antes de un parpadeo ya estaba al volante oprimiendo el acelerador.
- ¿¡Que esperas Elena!? –le gritó a la Pelirroja, quien apenas empezaba a reaccionar.
El copiloto regresó sobre sus pasos rápidamente, el auto se acerco a la acera donde estaba la pelirroja y esta dio un salto sobre los asientos traseros. Alexa oprimió el acelerador a fondo dejando atrás al perseguidor quien luchaba con algo en su chaqueta.
El hombre corría con todas sus fuerzas en un vano intento de alcanzar el Mercedes, en la sobaquera bajo su chaqueta su pistola se había enredado entre el cinturón de cuero y los pliegues de la tela, dio un tirón muy fuerte y escucho la tela rasgarse, la pistola alfil estaba libre pero el Mercedes ya no se alcanzaba a ver.
- ¡¡Diablos!! – Bramó enfurecido -…. ¡¡¡Diablos, diablos, diablos!!! – empezó llorar haciendo pucheros como un niño. Miró a su alrededor y vio a sus compañeros acercarse en loca carrera, podía adivinar sus ojos inyectados en sangre e ira.
-…. Diablos … volvió a maldecir sin fuerza. Miró su pistola y la llevo a la cabeza.
Alexa ya no alcanzó a escuchar el disparo.
Elena se acomodo en el asiento del copiloto mientras la gitana conducía ágilmente el vehiculo por las callejuelas, entrando y saliendo de las avenidas principales.
- ¡Alexa, estas loca! – exclamó Elena.
- ¿Qué nos puede pasar ahora?, ¿Qué nos maten?... ¡¡Pues que esperen su turno por que hay fila!! – rió la gitana muy excitada. Ingreso a una vía rápida y oprimió el acelerador a fondo, el motor del auto ronroneo como un tigre cebado mientras cobraba velocidad.
- ¡Que bonito se mueve esta preciosidad!...¡¡ UUUUUUUUUUUUUUUUUUHHHHHHH!!
- Alexa, esto no me gusta….
- ¿Voy muy rápido?, ten paciencia por que no voy a soltar el acelerador hasta llegar a…a…a ¡Italia!, ¡Si **** sea!, no vamos a parar hasta llegar a Roma.. ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja…
Elena rió, empezaba a contagiarse de la euforia de la gitana. Una nueva vida obsequiada por un ángel, una deuda postergada por un ángel, unos últimos instantes, horas, tal vez días… una cita suspendida en el tiempo y postergada por el capricho y voluntad de un ángel. Ese tiempo es precioso. Cada minuto una joya irremplazable. Elena se arrodillo sobre el asiento y asomándose sobre el parabrisas dejo la brisa salvaje jugar con su cabello.
- ¡¡Si, **** sea, no te detengas hasta el fin del mundo!!
Ambas rieron divertidas mientras la imagen de la torre Eiffel quedaba cada vez más lejos.
- tú y yo somos fiesta… - recordó y rió con más ganas.
Definitivamente si estos eran sus últimos momentos en el mundo, Alexa era la persona con quien quería pasarlos, aun que ella no fuera el príncipe que soñó en su infancia, aun que Alexa jamás podría ser su príncipe, la gitana podía ser algo mas… La observo un instante, a pesar de su risa y su desenfado, estaba atenta a la carretera, guiando el auto con seguridad, aun le parecía increíble la audacia y coraje de esa chica, todo lo que por ella había pasado y la facilidad con que dejaba atrás todo por seguir con ella… Un pensamiento cruzo su mente y opaco un tanto su sonrisa, se dejo caer sobre el asiento para no llamar más la atención, además el viento en la cara ya la había fatigado. Alexa no perdía detalle ella.
- ¿Te preocupa lo del robo? – Preguntó.
Elena asintió, a pesar de todo nada era excusa para romper su moral, o lo que quedaba de su moral si hacia un recuento de todo cuanto le había sucedido.
- ¡No te preocupes!, de alguna manera este cochecito me lo debían…¡Y mucho más!..
Elena la interrogó con la mirada.
- Asómate bajo la guantera.
Elena se inclino un poco y tanteo con la mano bajo el espacio de la guantera del auto, descubrió un paquete, lo extrajo. Era un rollo de billetes envueltos en una bolsa plástica.
- ¡¡Queeee!! – exclamaron las dos al mismo tiempo.
- Debería ser droga… cocaína… -explicó Alexa.
- ¡Cuatro mil euros! – contó Elena.
- ¡Bonita cantidad! … entonces es bastante mejor, la cocaína no tengo idea de cómo moverla, no nos serviría de nada, ¡el efectivo es bien venido!
- ¿Cómo sabías que había algo ahí?.
- Es su costumbre, la del dueño… je, je, ex dueño del auto. Siempre dejaba su mercancía ahí en sus otros autos. Creía que nunca nadie le robaría… ¡idiota!
- ¿Lo conoces?
- ¡Por supuesto!, ¿crees que le quitaría un auto o lastimaría a alguien que no lo mereciera?, ¡que poco me conoces Elena!, ¡me has roto el corazón!
Alexa rió un poco para ganar tiempo, decidir lo que iba a hacer, se mordió los labios y lo soltó.
- Pepe fue mi novio…
- ¡¡¡TU NOVIO!!! ……
En algún otro lugar el sol estaba radiante, justificaba perfectamente el uso de las gafas oscuras que protegían sus azules ojos, azules y fríos como el hielo, su rostro era medio cubierto por sus largos cabellos sueltos, del color del trigo. Vestía informalmente, unos jeans de mezclilla y botas color café de tacón bajo, algo que no le restara soltura a sus movimientos, un gran abrigo de seda púrpura la cubría casi por completo agitándose en el viento que provocaban sus pasos. Elena Kipper penetró en aquel hermoso bar en el centro de Paris, ignorando por completo al corpulento tipo que disimuladamente vigilaba la entrada. Con pasos firmes y resonantes, actitud a propósito para llamar la atención la rubia llego hasta una mesa, no habiendo lugar libre en ella por el camino tomó una silla vacía y arrastrándola con total indiferencia la colocó y se sentó en ella dejando que su abrigo se abriera libremente en su ligereza.
Una docena de ojos ya estaban clavados en ella, nadie perdió el instante en que sus armas quedaron a la vista, dos pistolas en sus fundas atadas individualmente sobre sus muslos; Dos más en la cadera, al frente; Dos más bajo las axilas; Y aun que nadie las vio había dos mas en su espalda a la altura de la cadera también y dos mas en los tobillos, ocultas por las botas. Todas eran armas pequeñas, dos tipos escuadras y revólveres, efectivas en corto alcance y ligeras, el tipo de arma ideal para una dama.
- Una pistola más y te verías ridícula – rió Iván - ¿Cómo puedes caminar con tantos “hierros” encima?
Kipper sonrió falsamente y subió sus piernas sobre la mesa, cruzándolas de forma sensual. Una docena de manos ya estaban puestas sobre sus respectivas armas esperando alguna señal.
- Tengo buenas piernas – dijo Kipper.
Iván paseo sus ojos por las largas piernas de Kipper, aun bajo la mezclilla se podía apreciar su definido tono muscular, como todos los de su profesión era experta en por lo menos un par de artes marciales, compensaba su relativa baja estatura con el alcance de sus piernas, el Tae-kwon-do era su especialidad.
- Por favor, si algún día vienes a matarme ¡usa minifalda!, me encantaría llevarme una ultima imagen de ti…
- No te emociones cerdo… cuando venga por ti, ni siquiera me veras llegar.
- Señores, relájense un poco – dijo Iván dirigiéndose a sus acompañantes, los de esa misma mesa y otros tantos distribuidos en el bar- Les presento a Elena Kipper, mejor conocida como “Ангел смерти… El Ángel de la Muerte” , y si han escuchado de ella sabrán que su colección de juguetes no son alarde, podría acabar con todos ustedes antes de que logren echarse una flatulencia, ¿verdad Turco?
- Sin lugar a dudas es muy rápida –respondió una voz gutural en una alejada y solitaria mesa.
- Que deliciosa sorpresa es tenerte cerca – sonrió Kipper, sin volver el rostro, se hizo un silencio total en el bar - ¿aun conservas algunas de mis balas?
- Dos –respondió el Turco – una todavía esta en mi cabeza, nunca la pudieron sacar.. la otra la volví a fundir, le puse teflón y la marque con tu nombre, espero devolvértela antes de navidad.
- antes de navidad, si, me gusta la idea…
- ¿Por qué no mejor hacen una cita a la luz de las velas y todo eso? –dijo Iván rompiendo el incomodo silencio. - ¡al grano Kipper!, ¿Qué demonios quieres?
- Tienes 4 horas para cerrar el trato con el cliente, muy poco tiempo para jugar al detective así que me veo obligada a preguntar ¿Quién esta detrás de la Lituana y la Gitana?... ¡vaya, es un verso!..
- No sé de que estas hablando.
- Alguien hizo morder el polvo a mis hombres en la madrugada, y a los tuyos también, una buena emboscada, muy ingeniosa. Y lo hizo bien, no dejo testigos. Rescataron a la Lituana, te la quitaron de las manos y protegieron a la gitana. No es la primera vez, Kürten también tuvo en sus manos a la gitana y se la arrebataron con la misma facilidad. ¿Quién esta protegiendo a esas chicas?, ¿son un peligro para la operación?
Iván jugó con sus dedos como era su costumbre cuando meditaba algo, hizo una señal y todos sus hombres se alejaron, el Turco tomó asiento junto a ellos.
- No lo sé, camarada… no sé quienes están protegiendo a las perras, pero es alguien que ha inspirado mucho miedo en la comunidad gitana, cuando rescataron a la gitana hubo ocho muertos más esa noche, además de la gente de Kürten, fue algo muy a tu estilo, no dejaron testigos de primera fila y los que supieron que sucedió se han callado la boca muy bien, alguien les metió un susto de muerte. ¡Y no tengo idea de quien fue o por que!.
- ¿Sicilianos?, ¿Japoneses?... ¿los clientes?
- No, ya indague con ellos, pero esto ha dificultado un poco las cosas, los clientes creen que hay alguien mas en el mercado, creen que la protección a las perras es una demostración de poder contra Kürten y nosotros. Hay alguien capas de meterse con cualquiera de ambos y no lo hemos podido parar… es muy mala señal ablando de mercadotecnia.
- Me encargare de Kürten, en cuanto asome las narices para negociar con los clientes, yo misma se la cortare. Pero ten cuidado, cerdo, por que él también va a cortarte los testículos en cuanto des la cara para negociar por él. No lo eches a perder.
Iván iba a replicar cuando sintió el zumbido de su teléfono móvil, por costumbre lo extrajo de su bolsillo y revisó la carátula, hizo un gesto de sorpresa y contestó. Kipper lanzó un resoplido de molestia, no le agradaba ser interrumpida. Pero puso atención cuando el rostro de Iván se contrajo en una mueca de sorpresa.
- … Creo, camarada, que te van a ahorrar el trabajo… -balbuceó Iván -… de seguro le va a dar un infarto a Kürten…¡Se robaron el auto!
- ¡¡¡Que…!!! -exclamaron al mismo tiempo Kipper y el Turco.
- Le robaron el auto a Kürten… -Repitió Iván todavía incrédulo.
Era el auto perfecto, pensaba Pepe, elegante, discreto, con clase sin llegar a ostentoso, inspiraba respeto sin ser pretensioso, podía haber cruzado Europa con él sin problema, ¡y ese motor!, sólo tenía que escucharlo para saber el animal que llevaba bajo el cofre.
- ¡Escucha eso Alexa! – Recordaba Pepe - ¿puedes escuchar todos esos caballos correr?- Y la gitana sonreía, la sonrisa de Alexa era muy hermosa y su risa, ¡le encantaba su risa!, casi podía comparar su risa con el ronroneo de un buen motor.
Pepe había sido un gran corredor de autos, no un corredor de pista, era un corredor urbano, se alquilaba para sacar a la gente de cualquier lugar, robos a bancos, secuestros, atentados terroristas o simples escapes. Una vez hasta la policía ocupo su servicio para atrapar a un colega, fue una persecución hermosa, cruzaron la ciudad de punta a punta tres veces antes de lograr “quebrar” a su rival. Pepe era el mejor, lo malo fue que ese trabajo le costó mala reputación en el bajo mundo y tuvo que dedicarse a otra cosa por que ya nadie quiso contratar sus servicios.
Alexa tenía la misma pasión por los autos que él, la conoció gracias a su gemelo, Alexei, amigo de aventuras y problemas. La gitana lo fascino desde el primer momento, tenía el mas fabuloso par de piernas que jamás había visto.
- Ella pudo llegar a las olimpiadas – se burlaba Alexei, y le contaba como cuando era niña su padre la alquilaba a las escuelas locales para las competencias deportivas. Alexa siempre ganaba las pruebas de atletismo y era una velocista inigualable.
Un entrenador hablo seriamente con los padres la niña, les dijo que era una lastima desperdiciar un talento como el de ella, sin problema podría llegar a competir en las olimpiadas con el entrenamiento adecuado. Los gitanos desecharon la propuesta, Alexa redituaba más corriendo por su cuenta. Y Pepe no dudaba de la historia, al ver ese par de piernas se imaginaba la potencia con que podían impulsarla como el viento… y también imaginaba como esas piernas enredadas en su cintura podían cabalgarlo como el corcel que inspiraba a Ferrari, se podría decir que se enamoro de Alexa por sus piernas.
La relación más conflictiva que jamás vivió, el alcahuete de Alexei lo motivo y ayudo mucho en lograr esa relación, en lograr que Alexa aceptara salir con él. Al principio fue bueno, divertido, Alexa descubrió su pasión por los autos y perfeccionó su habilidad con el volante bajo su tutela. El problema fue pasar a lo romántico, Alexa era una piedra en ese aspecto, dura y áspera. Siempre supo de sus preferencias, no le dio importancia, siempre creyó que solo era un capricho o una excentricidad propia de gitanos. Alexa nunca había conocido a un hombre de verdad, como él, no dudaba que la haría retomar el buen camino.
- Sólo necesita que la cabalguen – decía muy ufano - ¡que se le muestre la mano del amo y un par de buenos orgasmos y ya esta!, ¡Yo voy a curarla!, verán que si…
Ahora, lamentaba mucho todo lo que había sucedido, la forma en que logró que Alexa lo odiara, empezó a tratarla como estaba acostumbrado a tratar a las mujeres, y con más rudeza, estaba convencido que Alexa necesitaba eso, recobrar su lugar como hembra, entender para lo que ella había nacido, esa vagina sólo servia para procrear, y Pepe tenía el antojo de un par de hijos morenos como ella.
- ¿Y si sólo hubiéramos sido amigos? – El hubiera no existe. Como ahora no existía un ápice de esperanza por el futuro.
Igual que Alexa, él también se enamoro de ese auto hasta los huesos.
- ¡Vamos a hacerlo ronronear sólo un poco! – dijo Pepe y oprimió el acelerador, pese a las protestas de su acompañante. El auto cobro velocidad sin esfuerzo. Dos camionetas los escoltaban, una al frente y otra atrás, un fácil quiebre del volante y adelanto a la primera escolta dejándolos atrás.
- ¡¡Vamos tortugas!!, ¡¡No tenemos todo el día!! – les grito al rebasarlos. Por el espejo retrovisor vio las caras de sorpresa de sus escoltas cuando los dejo atrás y rió con ganas cuando los vio sudar por el esfuerzo de alcanzarlos, traían buenas camionetas, él sin esfuerzo hubiera podido alcanzarlo, por supuesto nadie igualaba su habilidad al volante… nadie salvo tal vez Alexa.
- ¡Auuuchhhh! – exclamó al ver el accidente, la estupida mujer que sin precaución invadió el carril de transito. La broma terminaba mal, se orillo para ver que pasaba y de pronto Alexa estaba ahí, tan hermosa como siempre pero… ¡que mal se veía!, cansada, lastimada, ¿herida?... ¿y esa pistola?
Toda su vida había pasado por sus ojos en este instante, Pepe comprobó lo que tantas veces había escuchado, le dijeron que su acompañante se voló la tapa de los sesos cuando no pudo evitar el robo, si él hubiera estado conciente en ese momento, si hubiera tenido un arma… tal vez hubiera hecho lo mismo.
El hubiera no existe, lo que existe ahora es el tanque de acero al que esta atado y el gigantesco Hans que viene a él con unos hierros al rojo vivo y esa sonrisa estupida que no se borra de su rostro.
- Me hubieras disparado Alexa – lloró Pepe.
Mentiras
- ¡Se acabo!, con esto se acabo el negocio de Kürten –sonrió afable un hombre con insignias de coronel en el pecho, lucía un pequeño bigote que le recordaba a Troy a su enemigo.
Se encontraban en una sala de juntas de algún edificio de servicio militar. Troy había sido invitado a esa reunión casi de manera forzosa, “accidentalmente” involucrado con los hechos, casi todo lo que había sucedido estuvo bajo su mando pero al descubrirse la naturaleza real de los eventos, estos simplemente superaban su cargo, su rango y su posición. Era una extrema cortesía que él estuviera ahí. Todos lucían relucientes e impecables, listos para la fotografía de la prensa o las cámaras de televisión. Troy, con la misma ropa de hace tres días, sólo un par de horas de sueño y una afeitada descuidada con una navaja de segunda que consiguió en los sanitarios.
Pero el café era excelente. Una vez más su mente salía del letargo, la bofetada de cafeína ayudaba en algo. Otra vez se sintió parte de la reunión al empezar a hilar sus ideas, memorias y pensamientos. ¡Cuanta razón tenía el Alemán!, él era la única pieza que no encajaba en ningún cuadro, el tornillo roto que hace ceder a la maquinaria mas precisa.
-… con el asesinato de “malvavisco” – hubo una risa general, lo que inquieto a Troy, el coronel continuó-… es decir nuestro estimado Ministro de Defensa, se ha puesto al descubierto la red de corrupción que ha operado en las altas esferas políticas…-
- ¿Se descubrió o se elimino la competencia para los Rusos?, sólo están haciendo a un lado a la red que Kürten había tejido… ¿Qué hay de los contactos de los Rusos, también están al descubierto? – Se preguntó Troy.
-… También se ha logrado cortar de tajo una mafia que traficaba con seres humanos, prostitución, esclavismo y venta de órganos. Ha caído el principal líder de la organización: Hans Steinmeier…-
-… y con eso se cierra el caso, todos olvídense de que las armas no estaban en el barco, ni tampoco en el “Vasilij”, las armas ya están en Paris, ¡Hay una cabeza nuclear paseándose en Paris!. ¿Qué a nadie le importa?, y Steinmeier ¿de verdad era un líder o sólo un peón sacrificado para distraer la atención?...
-… gracias a la notable participación del Agente Troy MacCubbin, mucho de esto se ha logrado esclarecer. El primer ministro y su alteza el Rey, están muy agradecidos con usted. Lamentablemente ya no se trata del arresto de un criminal de Guerra, Peter Kürten es un líder activo de la mafia Alemana, un líder Neo-Nazi y ya es nuestra responsabilidad detenerlo.
-… gracias por participar, recoge algunas medallas, tomate la foto con gente que en tu vida soñaste conocer y lárgate en silencio, déjanos seguir ocultando lo que hemos hecho los últimos sesenta años, déjanos concretar lo que planeamos para los próximos cincuenta años… déjanos orquestar la guerra. – leyó entre líneas Troy.
Unas horas antes…
- Una cabeza nuclear con capacidad de 10 megatones… algo relativamente pequeño, pero suficiente para pulverizar la mitad de Paris. – Dijo el alemán.
- No, debe haber un error, una cabeza nuclear no puede mover así de fácil, no se puede comprar la tienda de la esquina… -replicó Troy.
- ¿Por qué no?... La ex Union Sovietica tenía MILES de ellas, miles de misiles aún ocultos bajo el subsuelo de lugares perdidos de las estepas siberianas. Cuando se separo en las republicas independientes ¿que paso con todos esos misiles que ya no quedaron en suelo Ruso?.
- Pero la ONU, la OTAN … se han tomado medidas muy severas para no perder el control de esas armas, están los planes en conjunto con los americanos para el desarme de dispositivos de destrucción masiva… La guerra nuclear es una pesadilla olvidada…
- Eso, Sr. MacCubbin, es el principal error de la humanidad… ¡olvidar!... tratamos de olvidar que esas cosas están ahí, que ambos las tienen, queremos creer que una firma en un papel y una ceremonia que vimos por televisión da por terminada esa pesadilla.
Un misil transcontinental tiene al menos veinte cabezas nucleares individuales, cada una con potencia de diez megatones. El misil puede estar a buen resguardo, es difícil pero no imposible que una cabeza nuclear se haya extraviado…Una facción del gobierno ruso pudo haberla sacado, hay muchos sueldos pendientes de pagar por ahí, muchas familias de militares que están muriendo de hambre, familias que comerán gracias a una cabeza nuclear extraviada, un arma que no podrá ser usada.
¿Qué tan confiable pueden ser los agentes de la ONU?, ¿Qué tan cuidadosos?, ¿reconocerán una cabeza nuclear fuera de un misil?. ¿De que sirve una cabeza nuclear sin un misil que la transporte?. Suficiente dinero a algunas personas estratégicas y esa cabeza nuclear ya esta fuera de los límites de control.
Es muy difícil esconder algo así, no es como robarse un maletín, la red de protección que se necesita para transportarla es muy notoria, no todos los ojos están corrompidos, mover algo así tiene que llamar la atención a menos que se disfrace.
Si las autoridades supieran que una cabeza nuclear se anda moviendo por ahí, créame que tendríamos portaviones y submarinos saliendo de los lavabos de cada restaurante de Francia. No, disfrazaron su movimiento con algo menos peligroso, con una línea de transporte de droga.
Gente más sencilla de engañar, mas sencilla de sobornar, y sobre todo muy discretas.
- Aún así, ok, todo suena lógico, pero aún así no es tan simple buscar y sobornar a la gente, no con algo tan grande como una bomba nuclear.
- En realidad fue algo muy sencillo, sólo fue cuestión de poner a la gente adecuada, en el lugar adecuado en el momento exacto. No es una casualidad… fue planeado.
- Eso implicaría que el gobierno ruso, el gobierno local, la ONU, la OTAN, los americanos, los Ingleses y los…Franceses estuvieran coludidos… ¡Estamos hablando de un complot!.
-¿Por qué no, Sr. MacCubbin?, ¿ya olvidó lo que sucedió en 1914, olvidó como empezó la primer guerra mundial…?
Bajo las sombras de hierro
Kürten respiró hondamente para relajarse, las manos le temblaban y empezaba a preocuparle esa presión en el pecho. Sus malditas pastillas se habían quedado en el auto, uno de sus escoltas ya venia corriendo con ellas y una botella de agua en la mano.
- Ella, otra vez es ella… como hace sesenta años… ¿Por qué no vienes de una vez por mi?, ¿Por qué no das la cara en vez de jugar conmigo de esta manera? –pensaba Kürten.
- … hasta ahora hemos trabajado muy bien… -esa voz parecía venir de muy lejos. En realidad venía de un hombre de color que caminaba a unos diez pasos de él, ambos paseándose en el parque bajo la sombra de la Torre Eiffel, el clima era agradable, el cielo muy despejado gracias a la lluvia de la noche anterior -… pero la realidad amigo Kürten, es que hay varias propuestas en el aire, de gente muy interesante…
- Eran gente interesante –aclaró Kürten – el “malvavisco” ha muerto y ha enturbiado las aguas, ahora el único que puede garantizar tus “paquetes” soy yo.
- “Malvavisco” , ja, ja que divertido apodo para un hombre que fue el ministro de defensa de este país… ¿Esta seguro, amigo Kürten, que con su capricho de anoche no cerro las puertas para usted también?, La comunidad internacional ahora tiene puesto sus ojos en Francia, secretitos como el trafico de órganos están saliendo a la luz y muchas cabezas van a rodar… ¿la suya sigue firme en sus hombros?
- Mi cabeza es lo único firme que ha quedado en este mundo desde hace sesenta años. No se preocupe por mis negocios en Francia, es un capitulo que estoy cerrando y sólo estoy haciendo limpieza. Es la última vez que negociamos aquí, de ahora en adelante cambiare mi centro de operaciones. Mis amigos los Rusos ya han preparado mis nuevas oficinas, sólo que ellos todavía no lo saben.
El hombre de color rió fuertemente como era costumbre en su raza, sus dientes blancos parecían querer cegar a Kürten casi de manera ofensiva. El Ario lo observaba con absoluto desprecio oculto en el acero de su mirada.
-¿Cuántas guerras tengo que orquestar para que dejen de apestar el aire con su presencia?, sólo una más y tú y todos tus risueños simios volverán a los árboles donde pertenecen. –rumiaba en silencio el alemán.
- No me refería a los rusos –aclaró el hombre de color- por ahí hay alguien más ofreciendo lo que ustedes tienen… incluso ofreciendo lo que ya no tiene.
- ¿Qué..?
- Los han estado cazando desde hace unas noches, a los rusos y tu gente por igual. Y sé que ya no tienen el auto.. Yo todavía tengo mis diamantes, yo todavía puedo comprar lo que me ofrezcan, ¿Qué tienes para ofrecer amigo Kürten?.
- No te equivoques hijo del congo, no eres el único comprador, no vaya a ser que te revienten el culo con la misma bota con que ibas a patear tú el de otro.
El hombre de color se olvido de los modales, del protocolo, se acerco a Kürten más allá de lo permitido, llego hasta el límite de distancia permitida y vio las luces rojas sobre su pecho sin inmutarse, había una docena de rifles de largo alcance con francotiradores muy eficientes apuntándole, no le asusto. Se dirigió a Kürten sin disimular el odio que también él le tenía.
- Cuando recuperes el auto hablaremos, los rifles rusos son tan buenos como los rifles americanos, ya todo se anuncia en Internet, no descuides tu “tiendita” nazi, los negocios familiares ya no prosperan.
El afro y el ario salieron del parque en direcciones opuestas. Kürten abordo su camioneta y un pequeño ejército se movilizo para limpiar su camino.
- Quiero que mates a este simio, no puedo permitir que me falten el respeto de esta manera.
- ¿Querrán negociar contigo después de eso? –preguntó la rubia sentada a su lado, era Elena Kipper.
- Eso es mi problema, eres una exterminadora, ¡extermina! –urgió Kürten. Kipper se encogió de hombros.
- ¿Qué esta pasando, Peter?, ¿Qué fue lo que sucedió anoche?
Kürten por primera vez en el día dibujó una sonrisa.
- Un milagro, espere sesenta años para verla otra vez, para no tener miedo esta vez y tenerla cara a cara.
Kipper se quitó las gafas dejando lucir sus hermosos ojos azules, el gesto de interrogación en ellos era más elocuente que cualquier palabra.
- Estuviste ahí, viste lo que sucedió con tus hombres y los hombres de Iván…-continuó Kürten- .. Fueron aniquilados limpia y rápidamente, y sin armas… fueron atacados por algo que se movía con velocidad y fuerza inhumana. Una brutalidad mas allá de la bestialidad salvaje… viste la obra de un ser perfecto, lo que hemos buscado desde mucho antes de que yo naciera, de mucho antes de la guerra y la iluminación de Hitler, una criatura de piel tan blanca como la luna y ojos azules como si fueran de fuego, alguien como tu y como yo, pero magnificado, purificado por el fuego de la muerte y renacido, ahora inmortal e invencible, viste la obra de un ario puro…. Justo en lo que nos convertiremos.
* * *
Hace seiscientos años….
El suelo parecía temblar como ante el paso de un terremoto, los animales en las granjas se asustaron ante un estruendo que semejaba un alud apocalíptico. Los ojos asustados de un muchacho fueron testigos, no se dejo abatir por el miedo y presto saltó sobre su montura y salió al galope para dar aviso, más pequeño, más ligero, más ágil, tenía la esperanza de llegar a tiempo.
Nadya los vio venir desde lo alto de una ventana en el castillo, vio llegar al muchacho, lo conocía era un joven caballerango, un mozo muy despierto y servicial, Yulia le tenia en alta estima pues era de los pocos a los que no tenía que intimidar para que cumplieran sus ordenes, de los pocos que no les molestaba que el señor y amo de esas tierras fuera una mujer.
Las puertas del castillo se cerraron y atrancaron, la servidumbre se reunió en el patio, desconcertados. Por el camino aparecieron 50 caballeros con sus armaduras puestas y sus lanzas empuñadas. El galope de las cincuenta bestias, con sus jinetes y sus armaduras, retumbaba como el trueno de una tormenta. Nadya palideció, ¡aun faltaba mas de un mes!, pero él ya estaba aquí.
La caballería se detuvo a unos metros del castillo, una distancia prudente, el que parecía ser el líder se adelanto a los demás, caminaba con la arrogancia de un patán que cree que el mundo le pertenece por derecho. Nadya no pudo evitar comparar su vulgaridad que ni la bruñida armadura podía ocultar contra las finas maneras de Yulia, ella que también se paseaba campeando por el mundo con el derecho de hacer suyo todo cuanto deseaba tan sólo con su esfuerzo. ¿Era esta la imagen de un príncipe?. Definitivamente Yulia estaba muy por encima de él, de todos, si tuviera que escoger nuevamente entre su príncipe y su ángel, siempre se quedaría con su ángel.
- ¡¡AAAAAHHHH, DEL CASTILLOOOO !! -Saludó desafiante.
Como única respuesta por la ladera apareció un jinete, su montura avanzaba rápida pero elegantemente, sin prisas, dueño de la situación. Yulia venía sola por esa vereda, ni uno solo de los peones o mozos con los que estaba trabajando la acompañaba. Nadya sintió el corazón salirse de su pecho.
- ¡Por favor Yulia, no hagas una locura! –suplicó.
- ¿Quién eres tu y que deseas en mis tierras? –preguntó Yulia al llegar con príncipe.
El príncipe se quitó el casco que ocultaba su rostro, era un hombre altivo, rubio de ojos grises y melena descuidada, su rostro tenía algunas cicatrices, la nariz aguileña le daba un aspecto que no se podía definir entre desafiante o desagradable, según el carisma de sus ojos hasta podría ser atractivo. Pero no lo era. Algo en su persona emanaba la negrura de sus rastreras ambiciones. Yulia no necesito más para olvidarse de los buenos modales.
- Soy Tiver Smolensk, sobrino del Duque, regidor del ducado de Lituania. Caballero de la orden de la Santa Maria… He venido por mi futura esposa.
* * *
De vuelta al presente.
Una mano más estrechaba la mano de Troy mientras lo despedían de la junta.
- … lo que sigue supera al rango de sus credenciales, la INTERPOL ya ha enviado a una división de colegas suyos para sustituirlo. Lo recomendaremos ampliamente para una promoción, no dude que tal vez vuelva a unirse a esta investigación en breve.. –le decía el Coronel con una afable sonrisa. – pero por ahora necesita un descanso…
Troy sonrió devolviendo la amabilidad, en realidad estaba apunto de sobornar a alguien para conseguir un rincón en alguna oficina para tomar una siesta. De pronto sus ojos se abrieron grandemente.
- ¡Las fotografías! -exclamó - ¡déjeme ver esas fotografías! - y tomó una de las carpetas donde se documentaba la investigación. Busco la fotografía satelital del “Vasilij” y encontró lo que esperaba.
- Ya sé como trajeron las armas, sé donde están –dijo con sonrisa triunfal.
Sintió una docena de miradas que lo apuñalaron con frialdad, con una mirada tomó una fotografía mental del momento. Uno a uno cada rostro se gravo en su memoria, aquellos que lo miraban con desconcierto y los que lo miraban con elocuente frialdad, los que ocultaban un secreto y los que pretendían descubrirlo. La fotografía que mostraba en su mano era una simple toma aérea. La fotografía con rayos X que en privado le habían mostrado antes no estaba ahí.
-… no todos los ojos están corrompidos… -recordó -... mover algo así tiene que llamar la atención a menos que se disfrace.
- Las armas llegaron con el “Vasilij”, no en el “Vasilij”, así se podía vigilar donde estaban en todo momento, pudieron ser rastreadas por el satélite pero al mismo tiempo ocultas del satélite, ocultas a menos que realmente las quisieran ver. ¿Por que no se uso fotografía en rayos X?
- El acero del barco y su estructura ocultarían su contenido, las piezas de metal no podrían distinguirse desde el espacio ni aun que hubiéramos usado el Hubble.
- No, pero hubiera revelado la presencia de un isótopo radioactivo y por consiguiente un dispositivo nuclear. Pero también hubiera hecho evidente la diferencia de estructuras… en la foto que vi el barco era más grande.- razonó mentalmente Troy.
- Las armas están bajo el barco que capturamos con los niños… están custodiadas por la propia policía, y ocultas por la resonancia magnética de la torre Eiffel y todas las tuberías de drenaje de Paris. El lugar perfecto para ocultarlas, justo en el Sena, justo bajo “El barco del último suspiro”. Trajeron las armas en un submarino.
Unas horas antes…el alba de una pesadilla
-… 1914, Sr. MacCubbin, el mundo vivía una relativa paz, dos países relativamente nuevos abrían los ojos al mundo: Alemania y Los Estados Unidos de Norte América. La economía mundial estaba basada en las colonias conquistadas por las grandes potencias, Francia, España e Inglaterra principalmente, pero todos querían un trozo más grande de pastel.
Todos querían la guerra, todos querían arrebatarle su trozo de pastel al vecino, hacer más grandes sus territorios conquistados. Hasta los grandes pensadores de la época fomentaban la idea de la necesidad de un conflicto armado para impulsar el desarrollo industrial que al parecer se había estancado. Todos los países estaban listos para entrar en conflicto, estaban preparados para una guerra que debió durar un año, todos tenían reservas económicas para un año. Con tantos intereses agitados la guerra fue inevitable.
Pero fue desastrosa, el año planificado se extendió a cuatro años, cuatro años en que la industria europea se detuvo, la producción agrícola y ganadera de detuvieron. Cuatro años de hambre y muerte para Europa. ¿De donde se alimentaron durante esos cuatro interminables años?, ¿de donde se vistieron y se armaron?
Los Estados Unidos de Norte América se convirtieron en la tienda de Europa durante esos cuatro años, toda su producción agrícola, textil y ganadera encontró mercado en una Europa en guerra. Esos cuatro años convirtieron a Norte América en la primera potencia económica del mundo.
Los americanos descubrieron las bondades de la “Economía de Guerra” y lo ratificaron cuando la segunda guerra mundial los rescato de la gran recesión. La guerra es lo que ha mantenido a la cabeza económica a los americanos, sin guerra ellos pierden.
¿Qué sucede ahora con el mundo?, La URSS fue una gran potencia, el único rival temible para los americanos y motor de su economía también. Mientras la URSS existiera siempre habría la necesidad de producir más y mejores armas, no sólo para los americanos si no para los aliados, el mundo estaba bien. Pero la URSS no pudo soportar ese estupido juego de la carrera armamentista y se fracturo económicamente. La mitad del ejército fue despedida sin sueldos ni recursos para sobrevivir. Sus grandes y poderosas armas se están pudriendo en almacenes controlados, sus submarinos se oxidan en los diques secos y su economía se va por el drenaje.
No fue de extrañar que la mafia rusa naciera como un titán, antiguos generales y coroneles del antiguo régimen organizaron literalmente tropas para sobrevivir. El narcotráfico, la trata de blancas y el tráfico de armas se volvieron sustento de la economía subterránea. ¿Cuánta de esa mafia no esta ya coludida con el gobierno legitimo?
¿Tiene idea de la cantidad de armas que Rusia tiene en sus almacenes?, la ONU estimó alguna vez que si la URSS movilizaba todos sus tanques en una invasión a Europa, sólo podrían detenerlos usando armamento nuclear.
Durante los últimos sesenta años los rusos invirtieron todo lo que tenían en armas. Para equilibrar su economía necesitan recuperar esa inversión, necesitan una guerra, no una guerra pequeña, necesitan algo a gran escala, algo que obligue a la mitad del mundo a comprar sus armas. Los americanos estarán felices que la otra mitad del mundo compre las suyas. La ONU ha perdido presencia y respeto internacional, necesitan una guerra que le recuerde al mundo la razón de su existencia. La OTAN necesita un enemigo, una causa que justifique también su existencia.
El mundo ha olvidado lo que sucedió en 1914, todos quieren otra guerra de esa magnitud para reactivar sus economías. Necesitan una excusa, no una querella ni una guerrilla, necesitan una guerra en serio… la presencia de una bomba nuclear es la excusa perfecta para iniciar esta locura.
Sólo una, un arma que nadie va a usar, sólo necesitan la amenaza de su existencia para empezar a moverse. ¡Que gran estupidez! Creen que nadie se atreverá a usar la bomba, creen que será usada como una pistola vacía de un bravucón de barrio. Creen que una cabeza nuclear sin un misil es un arma nula.
- Una cabeza nuclear sin los accesorios del misil, los dispositivos de activación, con un dispositivo de activación manual no ocuparía un espacio mayor a un metro cuadrado tal vez… Algo fácil de ocultar en el interior de una maquinaria blindada, el motor de un barco, un tractor… cientos de formas de transportarla si no se sabe que buscar. Incluso en el fondo de un contenedor de cocaína, la misma policía se encargaría de transportarla al centro de cualquier ciudad.
- Kürten ha dado el banderazo inicial al asesinar al ministro de defensa de Francia, empezaran a caer cabezas y se destapara la cloaca, no sólo en Francia si no en todo el mundo, puede ser el incidente internacional que provoque el inicio de la guerra como lo fue el asesinato del Archiduque Francisco Fernando en 1914. Cuando el mundo se entere que hay una bomba nuclear por ahí perdida… todo comenzara.
Troy, esa bomba debe ser recuperada, si se logra, el plan de Kürten aplastara a todos los involucrados y cortara la amenaza. Si se pierde, sin importar en que manos caiga, la guerra iniciara y lo que es peor, mucho peor que en 1914, mucho peor que en 1939. ¿Quiénes están dirigiendo al mundo ahora?, ¿Cuántos gobiernos han abrazado la cultura de la intolerancia, cuantos racistas, cuantos homo fóbicos?
Recuerda cuantos muros entre fronteras se han levantado, cuantas segregaciones raciales ha habido, cuantos genocidios entre pueblos se han cometido en los últimos sesenta años… Los ideales de los nazis conquistaron a sus conquistadores, esta guerra será mucho peor que la anterior, como si en cada país del mundo hubiera un partido nazi luchando por el poder y esperando la oportunidad de esta guerra para tomarlo.
Y ese, puede ser el plan definitivo de Kürten… su legado a la humanidad.
De vuelta al presente… el alba de una pesadilla
Troy ya iba en camino una vez más, una movilización militar se desplazaba al puerto donde el “Barco del último suspiro” había quedado a resguardo de una pequeña guardia. Intentó dormitar en el auto pero no le fue posible, sus pensamientos y tal vez el ultimo café eran demasiado para sus nervios.
- Gente más sencilla de engañar, mas sencilla de sobornar, y sobre todo muy discretas -
- Un barco que sólo transportaba niños… un buen soborno y los pocos policías harían la vista gorda cuando por ahí empiecen a moverse cajas, seguramente contrabando de poca monta, telas, aparatos eléctricos, etc..
Todo estará bien si nadie se sube al barco, no necesitan subirse al barco,
Las cajas aparecerán de quien sabe donde, seguro de una lancha que se oculta tras el barco, los policías no se asomarán para no entrometerse, ¿Quién se imaginaria que un submarino ha viajado bajo el casco del barco?, ¿Quién se imaginara que esas cajas contienen armas de alto poder?. ¿Quién se imagina que tal vez ese frigorífico contenido en una caja de madera en realidad es una bomba nuclear. ¡Esto es una locura!.
El teléfono móvil de Troy empezó a vibrar, le tomó un instante reconocer el zumbido y contestarlo, definitivamente necesitaba dormir.
- Tengo un reporte más, Señor, ¿le interesa? –le dijo una voz al otro lado de la línea.
- Si, todavía estoy en el caso –respondió Troy.
- Es algo muy extraño pero todos se han vuelto locos por un automóvil. Parece que le robaron un auto a Kürten, se ha vuelto loca la ciudad tratando de localizarlo.
- ¿Un auto?.... ¿Qué tipo de auto?
- No lo sabemos, es un modelo viejo… no tenemos mas datos.
De pronto el sueño de Troy se esfumo completamente, se volvió a sus acompañantes quienes coordinaban la operación con sus radios y respectivos subordinados.
- ¿Qué hay en el muelle?, ¿Qué otros cargamentos hay en el muelle donde vamos?
- Infinidad de cosas, todo lo que se puede transportar por mar, telas, maderas, cerámicas, hasta motores, hay una bodega especial de la Mercedes Benz, restauran autos antiguos con motores originales.
Troy no contesto a la mirada interrogante de sus acompañantes, se hundió en el asiento y miró por la ventanilla de la camioneta mientras la tarde empezaba a caer y él continuaba despierto…
- … sin importar en que manos caiga.. – Recordó- ¡Pero si importa!, por que no es un arma estéril, el misil a sido sustituido por algo mas discreto pero eficaz, un arma de uso común entre los terroristas de Medio Oriente… entre los terroristas de todo el mundo. Kürten ha hecho el coche bomba más devastador de todos los tiempos… un misil de cuatro ruedas capas de moverse a cualquier parte del mundo por que nadie sabe lo se oculta bajo el maletero… Nadie debe saber que la bomba esta perdida o el mundo estallaran en guerra.
Troy miró las nubes que empezaron a cubrir el cielo, nuevamente se avecinaba otra tormenta.
- ¡Necesito ayuda! –Imploró Troy- no hay nadie en quien confiar… ¡Necesito toda la ayuda del cielo para detener esto!… ¡Señor, mándame aun que sea a un ángel por favor!…
Continua....
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo X (continuación...)
La bestia.
La tarde esta agonizando, las calles ya no son seguras para un tipo como él, figura corpulenta, brazos fuertes y hombros poderosos, aparte la barriga, ha sido todo cuanto ha podido a su mediocre parecer del mundo, cargador, estibador, golpeador y últimamente se ha convertido en asaltante. Quiso traficar con droga pero su escaso intelecto y su nulo interés en desarrollarlo le cerraron esas puertas, con una pistola en el cinto y su verduguillo bajo la manga ha descubierto tal vez su verdadera vocación. Era una vida fácil hasta hace unas noches en que todo Paris parece haber enloquecido y las noches plagadas de patrullas policíacas han vuelto difícil el merodeo y mas cuidadoso al “cliente”.
El cielo ya esta perdiendo su color naranja opaco que precede a la noche, ese leve instante en que todo parece brillar con esos tonos cobres y dorados, ese instante en que todo parece carecer de sombra, la agonía de los últimos rayos del sol rebotando sobre el cielo y dando un ultimo toque de luz antes de la penumbra, ese instante se esta extinguiendo dando paso a las tintineantes luces eléctricas de los faroles.
El hombre camina por esas callejuelas donde sabe ningún “cliente” valdrá la pena pero al menos están libres de los policías y los soplones, hay miedo en la noche, lo puede oler con ese olfato que ha desarrollado de sus victimas, un miedo que empezó con la cacería de la “Rusa”, esa chica se convertirá en leyenda, una leyenda más de esta ciudad tan vieja como la historia del mundo. Los murmullos que se cuentan en las sombras, en los rincones de los bares y cantinas del bajo mundo, relatos de un ángel protector invocado por los hechizos de una gitana…
La noche huele a miedo, su olfato nunca falla y automáticamente lo lleva a empuñar su verduguillo, la noche huele a su propio miedo, hay mucho silencio ahí, como si el mundo hiciera una pausa, todos guardaran silencio, aun el viento, no esta bien, la piel se le eriza al ver la luz tintineante de un farol en absoluto silencio, ni siquiera un tintineo eléctrico, débiles chispazos, nada. La calle esta muy solitaria… no, si hay un sonido ahí, es lejano, como un eco venido de tiempos inmemorables, el gruñido escapado de un bestia primitiva que debió extinguirse en el principio del tiempo… podría jurar que es el sonido de un corazón.
Un latido que hace vibrar todo, un latido que se extiende por el piso, llega a los muros de las calles, hace sacudir las hojas de los árboles y calla todo sonido a su alrededor, un latido irregular, deforme, no es el latido de un corazón humano. Su otra mano ya esta puesta sobre la pistola. Sus pasos vacilantes lo llevan a acercarse a la tapa de una alcantarilla, no puede escucharlo, pero lo sabe, el latido nace de ahí, de su interior, de algo que se abriga en las sombras del podrido corazón de la ciudad.
Un instinto primitivo alcanza la claridad de su mente y hace lo que toda criatura viva debe hacer, gira en redondo y sus piernas se convierten en pistones, inicia una enloquecida carrera que es justificada por el sonido del metal al crujir y desprenderse. Gira el rostro un instante para ver la tapa de hierro colado del drenaje saltando sobre la acera, el hoyo en el suelo luce como una boca abierta al infierno. Un infierno que no desea conocer, los rostros de todas sus victimas, desde su remota juventud hasta la pobre señora de un par de noches atrás se hacen presente, lagrimas incipientes en sus ojos suplican por un perdón, suplican por una oportunidad.
Una garra frena su carrera oprimiendo su cuello con tal brutalidad que siente sus vertebrar crujir, el latigazo de dolor se extiende por su espalda rápidamente, sus noventa kilos de peso son sostenidos con toda facilidad por un brazo tan delgado que debería romperse con el viento.
El hombre contempla un rostro que debería ser hermoso, debería cautivarlo con la perfección tallada en mármol de un ángel de rostro inmutable, cabellos negros que se agitan con voluntad propia como una madeja de finas de serpientes negras, ojos de un azul salvaje, fulgurante. Esos labios que se acercan a su rostro como para depositar un beso, labios que se abren para dar lugar a un par de colmillos de cobra que sin esfuerzo penetran y desgarran piel, carne, tendones, y cartílago.
Sus manos se engarrotan anulando el intento de defenderse, se contraen al sentir el dolor de un puño de hielo sobre su corazón que lo exprime, le succiona, le vacía.
Lo que queda del hombre es una ruina de un cuerpo desparpajado, sin voluntad y sin vida, sólo un manojo de músculos y huesos que alguna vez fueron humanos. Yulia lo contempla tal cual es, sólo un cascarón vació, no muy diferente a lo que era antes de que su beso le arrebatara lo poco que tenia, una vida que apenas valía nada.
Sin embargo la sangre ha llegado a su corazón portando esa tenue pero significativa alma, esa vida que ahora se esparce por cada vena, cada vaso sanguíneo, cada centímetro de su ser, su cuerpo parece ceder al engaño de la vida hurtada y las heridas, los orificios abiertos en su piel se cierran como si su cuerpo nunca hubiera sido profanado. Las últimas balas son expulsadas en espasmos musculares, su cuerpo se reconstruye como el reflejo roto de la luna en la tranquilidad de un lago.
Recién ha matado y el hambre ya empieza a surgir nuevamente, pero su hambre más profunda y salvaje tiene nombre.
- …. Elena…. –invoca al viento, a la luna que nace y las estrellas que la miran con tristeza.
Sus ojos de fuego azul se abren grandemente, ella, la niña vestida de sol no esta ahí, puede escuchar el latido de su corazón, late muy lejos, late perdido en la noche…. Ella ya no esta en Paris.
Continuara….
La bestia.
La tarde esta agonizando, las calles ya no son seguras para un tipo como él, figura corpulenta, brazos fuertes y hombros poderosos, aparte la barriga, ha sido todo cuanto ha podido a su mediocre parecer del mundo, cargador, estibador, golpeador y últimamente se ha convertido en asaltante. Quiso traficar con droga pero su escaso intelecto y su nulo interés en desarrollarlo le cerraron esas puertas, con una pistola en el cinto y su verduguillo bajo la manga ha descubierto tal vez su verdadera vocación. Era una vida fácil hasta hace unas noches en que todo Paris parece haber enloquecido y las noches plagadas de patrullas policíacas han vuelto difícil el merodeo y mas cuidadoso al “cliente”.
El cielo ya esta perdiendo su color naranja opaco que precede a la noche, ese leve instante en que todo parece brillar con esos tonos cobres y dorados, ese instante en que todo parece carecer de sombra, la agonía de los últimos rayos del sol rebotando sobre el cielo y dando un ultimo toque de luz antes de la penumbra, ese instante se esta extinguiendo dando paso a las tintineantes luces eléctricas de los faroles.
El hombre camina por esas callejuelas donde sabe ningún “cliente” valdrá la pena pero al menos están libres de los policías y los soplones, hay miedo en la noche, lo puede oler con ese olfato que ha desarrollado de sus victimas, un miedo que empezó con la cacería de la “Rusa”, esa chica se convertirá en leyenda, una leyenda más de esta ciudad tan vieja como la historia del mundo. Los murmullos que se cuentan en las sombras, en los rincones de los bares y cantinas del bajo mundo, relatos de un ángel protector invocado por los hechizos de una gitana…
La noche huele a miedo, su olfato nunca falla y automáticamente lo lleva a empuñar su verduguillo, la noche huele a su propio miedo, hay mucho silencio ahí, como si el mundo hiciera una pausa, todos guardaran silencio, aun el viento, no esta bien, la piel se le eriza al ver la luz tintineante de un farol en absoluto silencio, ni siquiera un tintineo eléctrico, débiles chispazos, nada. La calle esta muy solitaria… no, si hay un sonido ahí, es lejano, como un eco venido de tiempos inmemorables, el gruñido escapado de un bestia primitiva que debió extinguirse en el principio del tiempo… podría jurar que es el sonido de un corazón.
Un latido que hace vibrar todo, un latido que se extiende por el piso, llega a los muros de las calles, hace sacudir las hojas de los árboles y calla todo sonido a su alrededor, un latido irregular, deforme, no es el latido de un corazón humano. Su otra mano ya esta puesta sobre la pistola. Sus pasos vacilantes lo llevan a acercarse a la tapa de una alcantarilla, no puede escucharlo, pero lo sabe, el latido nace de ahí, de su interior, de algo que se abriga en las sombras del podrido corazón de la ciudad.
Un instinto primitivo alcanza la claridad de su mente y hace lo que toda criatura viva debe hacer, gira en redondo y sus piernas se convierten en pistones, inicia una enloquecida carrera que es justificada por el sonido del metal al crujir y desprenderse. Gira el rostro un instante para ver la tapa de hierro colado del drenaje saltando sobre la acera, el hoyo en el suelo luce como una boca abierta al infierno. Un infierno que no desea conocer, los rostros de todas sus victimas, desde su remota juventud hasta la pobre señora de un par de noches atrás se hacen presente, lagrimas incipientes en sus ojos suplican por un perdón, suplican por una oportunidad.
Una garra frena su carrera oprimiendo su cuello con tal brutalidad que siente sus vertebrar crujir, el latigazo de dolor se extiende por su espalda rápidamente, sus noventa kilos de peso son sostenidos con toda facilidad por un brazo tan delgado que debería romperse con el viento.
El hombre contempla un rostro que debería ser hermoso, debería cautivarlo con la perfección tallada en mármol de un ángel de rostro inmutable, cabellos negros que se agitan con voluntad propia como una madeja de finas de serpientes negras, ojos de un azul salvaje, fulgurante. Esos labios que se acercan a su rostro como para depositar un beso, labios que se abren para dar lugar a un par de colmillos de cobra que sin esfuerzo penetran y desgarran piel, carne, tendones, y cartílago.
Sus manos se engarrotan anulando el intento de defenderse, se contraen al sentir el dolor de un puño de hielo sobre su corazón que lo exprime, le succiona, le vacía.
Lo que queda del hombre es una ruina de un cuerpo desparpajado, sin voluntad y sin vida, sólo un manojo de músculos y huesos que alguna vez fueron humanos. Yulia lo contempla tal cual es, sólo un cascarón vació, no muy diferente a lo que era antes de que su beso le arrebatara lo poco que tenia, una vida que apenas valía nada.
Sin embargo la sangre ha llegado a su corazón portando esa tenue pero significativa alma, esa vida que ahora se esparce por cada vena, cada vaso sanguíneo, cada centímetro de su ser, su cuerpo parece ceder al engaño de la vida hurtada y las heridas, los orificios abiertos en su piel se cierran como si su cuerpo nunca hubiera sido profanado. Las últimas balas son expulsadas en espasmos musculares, su cuerpo se reconstruye como el reflejo roto de la luna en la tranquilidad de un lago.
Recién ha matado y el hambre ya empieza a surgir nuevamente, pero su hambre más profunda y salvaje tiene nombre.
- …. Elena…. –invoca al viento, a la luna que nace y las estrellas que la miran con tristeza.
Sus ojos de fuego azul se abren grandemente, ella, la niña vestida de sol no esta ahí, puede escuchar el latido de su corazón, late muy lejos, late perdido en la noche…. Ella ya no esta en Paris.
Continuara….
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Me encanta tu fic, ya quiero la conti!!
Lesdrumm- Admin
- Mensajes : 516
Fecha de inscripción : 03/08/2014
Localización : Trapped in some parallel universe
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Gracias Nichya, pero una pequeña aclaración, no es mi fic ya quisiera yo poder escribir así , lo único que sera mio de este fic es el vídeo con música que estoy haciendo de el solo lo comparto aquí por que me gusto mucho y me dieron permiso para hacerlo aquí van mas caps disfrútalos
Capitulo XI
El Terror y la Guerra
Ella ya no esta… y sin embargo puede sentir su presencia todavía en la habitación vacía del Volkov. Yulia se encuentra de pie en el mismo rincón donde la observaba cuando ella estaba ahí, como si temiera que ella pudieran verla, tal vez quiere engañarse y creer que de un momento a otro podrían aparecer por esa puerta o que duermen invisible todavía en esa cama.
La habitación ha sido limpiada con esmero, cada cosa esta en su sitio y el aire esta perfumado con esencias que a su olfato son casi agresivas en la cantidad de químicos que las saturan, nada que ver con el autentico aroma de flores frescas que entraba a raudales por los ventanales del Castillo, aún la luz que penetra por la ventana es falsa, aun que es plateada como la de la luna, no proviene del cielo estrellado si no de los miles de reflejos eléctricos del la urbe.
Al fin abandona su refugio, camina por entre la habitación palpando su presencia, su aroma todavía esta en el aire. Su mano tan blanca y pulida como el mármol se desliza quedamente sobre las mantas de la cama, recuerda como era deslizar su mano sobre esa piel sonrosada y calida… calida, así debió sentirse, así lo recuerda, aun que en realidad lo único que sintió aquella vez fue el dolor de su hambre a flor de piel, sus labios que recorrieron cada rincón de ella, labios que querían sentir, querían besar. Labios muertos que sólo podían sentir el hambre.
Emociones y sentimientos humanos, perdidos, desgastados en el olvido, sólo le queda la memoria de lo que fueron y el hambre como único escenario para revivirlos.
Cruza la habitación esquivando el espejo que la domina. Las puertas del closet de abren, unas cuantas prendas están ahí colgadas todavía. Se fueron tan rápido que no se llevaron nada más que lo que tenían encima. Desprenden el aroma de ella con tanta nitidez…
- ¡Que tarde nos dimos cuenta que eso debimos hacer! –se lamentó Yulia.
-…¿Por qué?, si el mundo conspira contra nosotras ¿Qué importa que el mundo diga que lo nuestro no puede ser… no debe ser..?, ¿ha quien hacemos daño?.... Yulia, sólo nos separa la codicia, nos separa la ambición de hombres muy pequeños… ¡Que se queden con su oro, con sus tierras y sus títulos!... Yulia, nosotras tenemos algo que ellos jamás tendrán… Nos tenemos tú y yo…
Yulia cierra los ojos y extiende su mano, sus dedos palpan la tela de las prendas ahí guardadas, un vestido se desliza entre sus dedos y ella lo atrae hacia su rostro. El aroma de Elena es tan puro en él, casi como si pudiera tocarla, como si ella estuviera ahí. El hambre aguijoneo su pecho con crueldad y ella reacciona como debe reaccionar, como siempre lo ha hecho… sus garras cristalinas surgen a la par que sus colmillos… su cuerpo por instinto reacciona al engaño de sus sentidos embotados en la presencia de Elena.
Yulia contempla el involuntario gesto, su puño crispado atrapando un delgado vestido que se desmenuza en sus garras.
-…Nadya… ¿has vuelto ha mi?, después de seis siglos de tu ausencia, ¿al fin has vuelto a mi?... ¿y para que?, ¿Qué queda de mi que pueda ofrecerte…que queda de mi de lo que fui?
Las garras y los colmillos desaparecieron, Yulia se abraza al vestido cayendo de rodillas y oprimiéndolo contra su pecho, su rostro perfecto tiembla por un instante y se contrae en un gesto que debería ser llanto… pero no lo es, es sólo el recuerdo de lo que era llorar, en sus ojos no hay lagrimas, en su pecho no hay soledad, en su corazón no hay dolor… es sólo una fantasía, es sólo la ilusión de un recuerdo… pero Yulia quiere creer en él, quiere creer que puede sentir, que puede llorar, que puede amar… quiere creer que ha cumplido parte de su promesa, al menos una pequeña parte. Quiere creer que sobrevivió, y que el amor que alguna vez se tuvieron sobrevivió con ella.
Y sin embargo sabe la verdad, lo único que siente es el dolor del hambre… lo único que verdaderamente desea es matar a Elena, beber su alma, aun que en ella está el fantasma de Nadya, desde hace seiscientos años lo único que puede sentir es hambre…
Hay truenos en la noche, pero el cielo aun cargado de nubes esta tranquilo. Yulia levanta el rostro y escucha. Es el sonido del fuego de las armas de los hombres… ¡aquí!, en lo que queda de su pequeño reino, de su pequeño feudo… aquí donde ofreció un refugio a Elena, donde decidió culminar su ultima cita… ¡Ellos se atrevieron a traer su fuego y su odio aquí!…
* * *
Seis siglos atrás…
- Soy Tiver Smolensk, sobrino del Duque, regidor del ducado de Lituania. Caballero de la orden de la Santa Maria… He venido por mi futura esposa.
Tiver levanto la vista hasta el castillo y miró sobre los muros de la fachada, eran altos e imponentes, esperaba ver actividad ahí arriba, esperaba escuchar la cadena del portón agitarse y las puertas abrirse. Pero no sucedió nada. Con fastidió volvió a dirigir su mirada hacia la insolente mujer que vestida de hombre se atrevía a dirigirle la palabra.
Sabía quien era ella, había escuchado todo cuanto se contaba sobre ella, “la doncella de hierro”, en persona se miraba más pequeña y menos hermosa de como se la habían descrito, pero no menos insolente. Ella era el amo de esas tierras y sin embargo era sólo una mujer… ¿acaso no había nadie en el castillo con sentido común para darse cuenta de la farsa?, esta muchacha debería estar en un monasterio haciendo deberes propios de una mujer y no jugar a ser el amo de este magnifico castillo que ya empezaba a ambicionar como suyo…¡al diablo el obispo!. Se podía quedar con todo lo demás, pero el castillo, ese sin lugar a dudas lo tomaría para él.
-… ¿Y bien? ¿No piensan recibirme? –al fin dijo después de una pausa de incomodo silencio.
- No importa quien seas, de donde vengas o con quien – dijo Yulia, miró sobre su hombro a la media centena de jinetes armados y sucios que parecían venir de un campo de batalla. Lo cual no era posible pues la frontera quedaba muy lejos.
- Tu no eres bien recibido en estas tierras… -prosiguió Yulia-… la señorita Nadya Vladisa sólo será entregada a su padre, y sólo su padre puede venir a mis tierras y entrar en mi castillo.
- La ley dice….
- ¡¡Esta es mi ley!!…. estas son mis tierras, tierras de mis antepasados, tierras que el mismo Papa entrego a mi familia y que ni siquiera el Ducado nos puede quitar… ¡en estas tierras mi voz es la ley!
Tiver la miró con ira infinita y espoleó su caballo con la maestría adquirida en el campo de batalla, el noble corcel saltó ágilmente y giro de costado dejando acercando a su amo a distancia justa para descargar un golpe contra Yulia. La mano de Tiver se levanto para descargar una bofetada por la insolencia.
Yulia también espoleó su montura y esta giró en redondo, maniobra para esquivar un mandoble de espada pero que acerca al enemigo para aprovechar el impulso. Cientos de veces Yulia observo y practico esas maniobras que su padre le enseñó a su hermano. Tiver se inclino demasiado pues la distancia era ideal para un brazo con el alcance de una espada y no una mano desnuda. Yulia empujo con su caballo y atrapando la manga de la armadura de Tiver, tiró de ella con todas sus fuerzas. El peso y el desequilibrio hicieron el resto. Tiver fue a dar con sus huesos al suelo.
Tiver se puso de pie torpemente, el peso de la armadura era demasiado para incorporarse, pero lo logró. Hubo algunas risas contenidas.
- ¡Si eres tan valiente como un hombre, ¿Dónde esta tu espada?! –bramó el joven príncipe.
- Aquí esta –señalo Yulia ya empuñando su hoja acerada.
Tiver dudó un instante, estudió a Yulia, se dio cuenta que no necesitaba la espada, dominaba muy bien a su caballo y las pezuñas de este eran un arma formidable, un arma que le apuntaba lista para aplastarle el cráneo con cualquier movimiento. ¡Y sus hombres no hacían nada, mirándolos divertidos!... pero ¿realmente necesitaba ayuda… ¡era sólo una mujer!?
- ¡¡¡BASTA!!! - se escuchó una voz sobre ellos - ¡¡¡ES SUFICIENTE!!!
Todos levantaron la vista, ahí, sobre la muralla, en el ventanal que servía para vigilar el portón, Nadya hacia su presencia.
* * *
Elena Kipper escupió lo que quedaba de su cigarrillo y dio una señal, bajó del auto con el teléfono móvil en la mano. Sus hombres bajaron de los autos con velocidad y precisión, prontamente ya estaban entrando al hotel por las puertas traseras y frontales.
- Si tienes una orden… dala ahora.. –urgió Kipper.
- ¡Maldición!, no puedes hacer esto…. –bramó Iván al otro lado de la línea- ¡son mis contactos!, todavía puedo negociar con ellos…
- Sólo tienes que dar la orden…
- ¡Maldición, yo… ¡
- Tuviste tu tiempo, no cerraste el trato… si no negociaron contigo, no negociarán con Kürten, esas son mis ordenes… ¡Dame una orden!, asume la responsabilidad y dame la orden de abortar la operación…
-…. Necesito tiempo….
- ¡Dame la **** orden si estas seguro que lo puedes manejar!
-….. (Silencio)
Kipper cortó la llamada y arrojó el teléfono, ya no le era útil, su línea seguramente ya estaba intervenida y rastreada, y todo cuanto habían conversado estaba grabado, otro teléfono sería activado en unos minutos, cuando terminarán el trabajo. La oportunidad de Iván para detenerla había pasado, ahora actuaba siguiendo sus ordenes y totalmente incomunicada. Así era el protocolo.
Entró al hotel y con rápidos pasos, escoltada por 4 de sus hombres entró al elevador, se escucho un poco de estática en el audífono que llevaba al oído, pero se corrigió al instante, usaban lo mejor en radio-tecnología… - sólo la telepatía supera eso – le bromearon cuando les entregaron los paquetes.
- ¡Kipper! –escucho una voz llamándola por la estancia del hotel. Las puertas del elevador estaban a punto de cerrarse, pero alcanzó a verlo.
- ¿Troy? – se sorprendió la rubia al reconocerlo. Al mismo tiempo su diestra ya había dejado escapar una bala.
Troy vio el movimiento de Kipper, giró lo más rápido que pudo mientras su arman también salía a relucir, Kipper fue más rápida, la bala le dio en el pecho arrojándolo de costado sobre unos sillones. Esta vez su chaleco hizo mejor trabajo pues la bala le dio de filón y no de lleno como la última vez.
- ¿¡Que te pasa, idiota!? – Bramó el agente de la INTERPOL, mientras recuperaba el aliento -¿Qué esperabas que hiciera…?, “hola Troy, ¿Cómo estas?, que gusto verte ¿y la familia?, ¿bien?, ¡que lindo!, ¿puedo darte un balazo como la ultima vez..!, sólo por los viejos tiempos, nada personal, ya sabes… ¡saludos a Lucifer..!”.
Corrió por las escaleras de servicio, la recepción del hotel ya era una locura.
-¡Definitivamente ya necesito dormir!
El zumbido del elevador era lo único que rompía el silencio, los lentes amarillos de Kipper ocultaban sus ojos y sus pensamientos.
- ¿Abortamos? – recibió la pregunta al fin, mientras el elevador se detenía.
- ¿Posiciones? – preguntó la rubia.
- A lugar – respondieron varias voces al mismo tiempo por los radios.
- Tres minutos para concluir y evasión –ordenó Kipper.
Fue la primera en salir de la caja del ascensor, dirigió su oído a la izquierda, donde estaban las escaleras de emergencia, no escucho nada más que los pasos de sus hombres, los pasos de Troy no eran distinguibles, se necesitaría mucho más que ser un atleta olímpico para alcanzarlos. Acabarían con todo antes de que Troy y sus muchachos lleguen por cualquier medio. Se dirigió al pasillo y ahí encontró el resto de su equipo.
Llegaron al fin a la habitación que buscaban, dos hombres de color estaban en la puerta, custodiándola, ligeramente distraídos revisando los platos que una mucama llevaba en un carrito de servicio, junto a ella se encontraba Kingsley con una notas en la mano. Kipper disparó contra los hombres de color.
- ¡Por Dios! – exclamó Kingsley mientras se agachaba arrastrando consigo a la chica, no tuvieron oportunidad, dos disparos hicieron blanco en ellos.
Rodearon la puerta y con una escopeta la abrieron, nuevamente Kipper fue la primera en entrar, con pistolas en ambas manos abrió fuego contra todo lo que se movía, su puntería era excelente.
Tres minutos fueron suficientes.
Todavía no se escuchaban las sirenas los autos policíacos cuando Kipper “El ángel de la muerte” abandono el lugar.
Seis siglos atrás…
- ¡¡¡BASTA!!! - se escuchó una voz sobre ellos - ¡¡¡ES SUFICIENTE!!!
Nadya hacia su presencia en el ventanal que servía para vigilar el portón, sobre la muralla, sólo se escucho un murmullo de admiración entre los caballeros ante el magnifico porte de la pelirroja que semejaba una reina en majestuosidad, de sus ojos verdes parecían saltar llamas de una ira contenida y su voz había retumbado tan potente como el sonido de las campanas del monasterio anunciando el juicio final.
-… Esta no es la manera en que debería conocerlo mi Señor… - Dijo con voz clara y potente desde lo alto, no hubo una brisa de viento que se llevara sus palabras-… ¿Qué es esto?, ¿una demostración de su fuerza?, ¿soy acaso una prenda del enemigo que debe ser tomada por la fuerza?...
Tiver levantó los brazos mostrándolos libres de armas y sonrió afable, con una señal hizo que todos sus hombres retrocedieran unos pasos y desmontara.
- ¡Mi señora! – Exclamo también – Su belleza es superior a lo que recordaba, me ha deslumbrado como un sol y a traído claridad a mi mente belicosa… ¡Pido perdón por mi insolencia! – Hizo una reverencia en dirección a Nadya pero sin apartar la mirada de Yulia quien no soltaba su espada ni aflojaba la rienda que mantenía presto a su corcel para atacar.
- Este no es un campo de batalla –continuó Nadya - ¿Con que derecho viene a estas tierras con sus armas y sus hombres, y a atacar a quien es mi protectora?
- Con el derecho que me da el ser su futuro marido MI SEÑORA. He venido por usted para llevarla a un lugar más conveniente, el monasterio de Melk es el lugar mas adecuado para su residencia en ausencia de su padre. Así lo he decidido.
Nadya dirigió una mirada fugas hacia Yulia, vio la tormenta que se desataba en esos azules ojos y temió mucho que intentara una locura por su impulsivo carácter.
- Ten fe mi amor… - le dijo con los ojos y se volvió hacia Tiver.
- Me halaga que se preocupe anticipadamente por mi, la promesa de mi padre le confiere el derecho pero todavía impera en mi su voluntad, y fue voluntad de mi padre que fuera huésped de esta casa, que fuera protegida por el ala de esta familia hasta el día en que felizmente seamos unidos en matrimonio. Y debo respetar la voluntad de mi padre hasta ese día
- La promesa de tu mano me confiere el derecho en este día de decidir donde será custodiado su virtud… -replicó furioso.
- ¿Con que dignidad me someteré a su voluntad, mi señor, si antes no puedo respetar la voluntad de mi padre?, ¿con que confianza asumiré su apellido y la descendencia de su casta si hoy me amilano y contrarío la voluntad del único que HOY puede decidir sobre mi vida?. La que va a ser tu esposa deberá ser firme en respetar la voluntad de su señor, aun contra la voluntad de Tiver Smolensk mientras aun no sea su esposa. Sólo así seré digna de su nombre y su casa.
- Pero…
- Y no tengo más que decir… le suplico, mi señor, no me avergüence más forzándome a torcer la voluntad de mi padre. Demuestre que confía en su juicio así como él le ha confiado a su hija.
Nadya les dio la espalda y desapareció hacia el interior del castillo. Tiver se quedo mirando el hueco vacío del ventanal, en su mente las ideas tropezaban unas con otras.
- Sea prudente, mi señor, no provoque un conflicto… El Papa sólo necesita una excusa para extender su poder hasta acá y enviar sus cruzados, los Vladis y los Volkov son los últimos caballeros Teutones de la región, nos tomó casi doscientos años expulsarlos de aquí, no podemos cometer la imprudencia de hacerlos venir nuevamente. – le dijo el Obispo Kaunas a través de una carta antes de su llegada.
Hubiera sido muy fácil sitiar el castillo, ¿Quién vendría a defenderlo?, el padre de Nadya se encontraba lejos ahora luchando en la frontera junto con el ejercito de los Volkov, ¿Cuánto resistiría el castillo su asedio?, ¿días?, ¿semanas?... ¿el tiempo suficiente para que cualquier ejercito vuelva sobre sus pasos e inicie una guerra civil?... No, su tío lo asesinaría por eso. Esta batalla se ganara con astucia, no con la espada. Montó a su caballo e ignorando a Yulia le dio la espalda y ordeno a sus hombres retirarse.
Yulia esperó hasta que se perdieron de vista, entonces cruzo los portones que ya abrían los sirvientes adivinando su voluntad. Nadya estaba ahí, en el pasillo de la entrada esperándola con los brazos abiertos y los ojos húmedos. Yulia se refugió en esos brazos, sólo hasta ese momento se dio cuenta de que temblaba, por fin dio rienda suelta a su miedo y sus lagrimas se mezclaron.
- ¡Nunca!…- sollozó Nadya-… nunca me iré de tu lado…
Yulia miró a su alrededor, todos las miraban, silencio en sus miradas y en sus labios, pero miradas reprobantes, miradas expectantes, miradas acusadoras, se mordió los labios sin un ápice de fe por el futuro.
El terror…
Las paredes llenas de agujeros de balas, las cortinas arrancadas dejaban pasar la luz de la ciudad iluminando tenuemente la grotesca escena, los cadáveres regados por aquí y por allá. Hay un teléfono móvil en el suelo, vibra con una llamada que llego muy tarde. La sangre mancha las paredes y lentamente se escurre hasta el suelo.
Yulia camina entre los cadáveres regados, escucha atentamente y lo encuentra. Es el sonido de un corazón solitario, un débil latido que poco a poco se desvanece. Llega hasta él y su mano de mármol despeja la mancha de sangre de ese rostro.
Es un hombre de color, como todos en la habitación, su respiración silva imperceptiblemente a través de la herida que atraviesa sus pulmones. Los dientes de él son tan blancos como su piel pero ahora están manchados de sangre. Yulia es gentil, es amable con su presa, con suavidad besa ese pecho como si se tratara de un niño…
… El sol arde rojizo sobre un cielo inclemente, no hay nubes en el cielo, no hay brisa en el aire y no hay agua en el suelo. Así ha sido por muchos años, es mundo es duro e inclemente, casi estéril, pero no para ellos, hijos de esas tierras yermas donde sólo sobreviven aquellos que la misma tierra a abrazado como sus hijos. ¿Quién ambicionaría estos desolados parajes?.
El es un muchacho en la flor de su juventud, la adolescencia apenas termina y ya es un hombre, se ha desposado con una tierna niña de sensualidad y belleza insipiente, fue una promesa entre familias que se ha cumplido, según la costumbre, él es muy feliz y ella también sonríe aun que asustada, su madre y las ancianas le han hablado de lo que sucederá esta noche y tiene algo de miedo, curiosidad y excitación. Ella lo espera desnuda en la covacha que será su hogar, luce tan linda entre las mantas que enternece el corazón de él. Esa noche no hay juegos, la abraza como la tierna niña que todavía es y decide esperar un poco, esperar a que su cuerpo defina sus formas, a que los primeros sangrados lleguen y definan la edad de su madures, es sólo una niña y él la desea como mujer.
Ellos llegaron de mas allá de las montañas, una nación a la que según todos pertenecen, traen sus armas y su odio, toman el pueblo y lo destruyen todo con el fuego. Y la toman a ella, sin importarles que es sólo una niña, uno a uno la violan a placer hasta dejar su cuerpecito yermo y sangrante sobre la arena. El se convierte en esclavo de esos hombres, se dicen de otra raza, de otra casta aun que sus pieles son del mismo color, aun que sus rostros tienen los mismos rasgos.
Llegaron más hombres y hubo lucha y sangre, fue rescatado de una esclavitud para abrazar otra, pero esta es diferente, estas nuevas cadenas le gustan por que le ofrecen venganza, desquitar su ira contra los que le arrebataron todo lo que era suyo y destruyeron todo lo que fue su vida. Pelea con piedras y palos, no importa, tiene la oportunidad de pelear y no se amedrenta.
Llego un hombre blanco, tan pálido que parecía de leche y ojos tan azules como el amanecer y tan fríos como la media noche. El les trajo las armas con que ahora pelean, él les trajo la oportunidad de tomar venganza y le agradece el acero que tiene en sus manos aun que es igual, es el mismo que traían los hombres que lo esclavizaron.
En el desierto se reúnen, dictan juicios y deciden, hay pueblos que deben morir en pago por los pueblos que fueron exterminados, y con frenesí se lanzan a la lucha siguiendo a sus líderes, aquellos que llevan la “libertad” en los labios, las cadenas en los puños y el odio en el corazón.
Conoció a un hombre como él, también le arrebataron su mujer, mataron su familia y destruyeron su hogar. Este hombre es sagrado, se le trata con un respeto que causa envidia y se le llama héroe. Este hombre se envuelve en explosivos y caminando los lleva a un pueblo que debe ser castigado y los castiga con su vida de por medio.
- Nos llaman terroristas, y eso somos por que nacimos del terror, ¿Qué otra cosa podemos ser?, ellos no vinieron con palabras, vinieron con armas, ellos no escuchan razones, pero si escuchan nuestras bombas, ¿Que nos queda para defendernos o hacer justicia cuando nos han quitado todo?... ¡El terror!, nos queda el terror… si destruyeron nuestros hogares, ¡vamos a destruirles los suyos!, si mataron nuestras familias, ¡matemos las suyas!... No nos queda nada que nos puedan quitar, entonces que a ellos no les quede nada por lo que nos quitaron, tengamos fe y en algún momento nuestros enemigos entenderán que lo que nos hagan les será devuelto y entonces tal vez se detengan en sus horrores y nosotros detendremos nuestros horrores, tengamos fe que algún día dejaremos de ser enemigos para volver a ser vecinos… -le dijo antes de partir.
Ahora quiere ser como él, con todo su corazón deseaba morir como él...
… El corazón se detuvo en ese pecho, la ultima imagen de la memoria robada, la última chispa de esa alma es el rostro de una niña de piel oscura y sonrisa blanca. Yulia contempla ese rostro cargado de dolor, tristeza y odio. Es sólo un cadáver, todo cuanto valía de él ahora corre por sus venas mitigando su hambre. Sin embargo no puede soltar este cadáver, no puede apartar la densidad de sus recuerdos de su mente. Abraza este cadáver como abrazaría a un niño y lo sostiene suavemente en sus brazos. Si tuviera lágrimas lloraría por él.
Escucha con atención en la oscuridad, vienen los sonidos de las voces, los pasos… pero más allá, lejos muy lejos lo escucha perfectamente. Es el corazón de ella, el corazón de Elena llamándola.
Con delicadeza recuesta al cadáver en el piso, como si durmiera y temiera despertarlo, y sus etéreos pasos la conducen a la noche eléctrica de Paris.
Alianzas profanas
Enfundado en su grueso abrigo de piel Sergey Galoyan apresuró sus pasos por los verdes senderos del parque Gorky en Moscú, terminaba una llamada en su teléfono móvil y sabía que el tiempo apremiaba. Sonrió al ver sentado en la banca del parque a un anciano que alimentaba palomas con migajas de pan duro. Sin preámbulos se sentó al otro extremo de la banca.
- General… -Saludó al anciano. El hombre no le devolvió el saludo más que con un bufido, lo que era normal en su carácter huraño.
- ¿Así es como terminan las cosas? –preguntó al fin el viejo general.
- No debería ser así, General, lo siento.
- Yo lo lamento más…. – arrojó las ultimas migajas con un puño descuidado, las aves se asustaron y huyeron revoloteando en el aire-… sólo quería ver de regreso los viejos tiempos, la época en que la URSS era temida en todo el mundo, ¿en que no hemos convertido, Sergey?, en un país de gangster, narcotraficantes y prostitutas.
¿Te enorgullece eso Sergey?.
- No me enorgullece la guerra.
- La guerra es una necesidad… A todo lo largo de la historia de la humanidad, Sergey, las armas han resuelto más conflictos que cualquier medio diplomático. Ningún país logró su independencia con discursos, ningún país logró su revolución negociando, ningún pueblo se ha librado de ningún yugo mediante la política… Somos hipócritas al soñar que una firma puede ser más contundente que un cañón. La paz esta en quien tiene el cañón más grande.
- ¿Así fue en Afganistán, General?
- Afganistán…..- la mirada del General se perdió en el azul del cielo de Moscú, una amarga nostalgia lo hizo temblar levemente.
- No podíamos ganar esa guerra, ¿vas a preguntarme si son ciertas las historias que de ahí se cuentan?, tengo que ser sincero y decir que si… todo fue cierto, masacramos a sus mujeres y arrojábamos a sus niños a las hogueras, sus gritos congelaban el alma pero… No eran niños, era guerrilleros… eran ya pequeños asesinos bien entrenados.
El general ahogo un sollozó, se mordió los nudillos. Sergey miró en otra dirección respetando sus sentimientos.
-… Niños de nueve años, escuálidos y esqueléticos, se amarraban el fusil a las muñecas para que en el retroceso de la carga, el culatazo, el fusil no se les escapara de las manos. Esas hermosas fotos de los niños con sus rostros golpeados, no fuimos nosotros, las armas les saltaban en la cara, incapaces de sostenerlas en sus pequeñas manos, todas esas heridas se las hicieron ellos mismos. ¿Por qué los matábamos, y por que así?, por que no queríamos pelear con ellos cuando fueran adultos, por que ya no eran niños… por que les temíamos… los matábamos de la forma más cruel que podíamos para disuadir a los otros, para convencer a los otros de que arrojaran sus armas y se rindieran… pero ellos nunca se rindieron.
- No lo entiendo, general, ¿Por qué apoyó esta locura?, usted que ha visto la guerra tan de cerca, cara a cara, ¿Por qué permitió que esa cosa cayera en manos de un nazi?
- Para un soldado morir en el campo de batalla es digno, defendiendo su tierra, su hogar, su familia y su patria. Esa es la razón de ser de un soldado. No morir de hambre y ver impotente a sus hijos y camaradas morir de hambre. ¿Por qué lucharon tanto?, ¿Por qué sangraron por esta tierra?, ¿Por qué…?. Un día despertamos y descubrimos que nuestro mundo ha cambiado, que las cosas que defendimos con nuestro dolor ya no existen. La nobleza se esfumado en el aire junto con el orgullo y la dignidad…. Después de sangrar por tu patria, después de asesinar por tu patria, después de hacer cosas inconfesables por el bien estar de tu patria ¿es justo morir de hambre?
La caída de gracia de la URSS es la caída de gracia del mundo, enciende tu televisor o a esa cosa del Internet, míralo todo con tus propios ojos, nuestra decadencia es la decadencia del mundo, países mueren de hambre mientras McDonals abre cientos de sucursales en sus mismas calles.
Se necesita una guerra que convierta a los niños en hombres, una guerra que limpie con sangre el odio que poco a poco carcome la mitad del mundo, una guerra donde el más fuerte recupere o tome lo que le corresponde. Se necesita una guerra tan grande que todas las pequeñas naciones que se desprendieron de la URSS vuelvan a unirse en la madre patria para volver a ser una sola nación fuerte y poderosa.
Sólo sé de guerra… Sergey, sólo conozco la guerra. Esas ancianas del Politburó son incapaces de tomar una decisión de esta magnitud, con una cabeza nuclear por ahí rondando en algún pueblo embravecido de medio oriente, ya no podrían más frenos a la venta de nuestras armas, pondrían en actividad las vieja maquinaria de guerra y nos prepararíamos para la gloria.
¡¡Como demonios pudieron perder esa bomba!!
- Será recuperada, General, téngalo por seguro… -asintió Sergey.- Usted no será llevado a una corte militar, no es digno de un hombre como usted…
- Tampoco se vería bien por televisión –rió el viejo General mientras arreglaba sus ropas y limpiaba los migajones que sobre su abrigo había caído.
- Sólo una pregunta, general…. –Sergey dibujó un gesto de ansiedad en los ojos-.. ¿hubo algo más que se escapara del control de armas… algo además de esa cabeza nuclear?... ¿algo biotecnológico?.
El anciano rió jugando con la idea y negó con la cabeza.
- No, una cabeza nuclear es algo controlado, aun si se usa, el daño es controlado… un arma biológica es totalmente incontrolable, impredecible. Nunca se desarrollaron de esa manera, esos mitos de bombas de bacterias o virales si eran pura propaganda, la evolución de los microorganismos es totalmente descontrolada, ni los americanos ni nosotros fuimos tan estupidos de creer que podíamos lograr algo así… No, Sergey, lo que sea que haya salido de las cloacas de Paris no fue nuestro, no es un arma, lo que sea que fuere ya estaba ahí… tal vez sólo esperando el momento, el evento que lo hiciera despertar…
Tal vez al fin los religiosos han acertado, tal vez al fin la caída de gracia del mundo sólo significa una cosa… El fin de los tiempos…
El General se puso de pie con dignidad, firme como en sus mejores días, miró a un Sergey confundido y sintió lastima por su juventud e inexperiencia que hacían incomprensibles sus palabras.
- Es un jinete, Sergey – rió cascadamente, genuinamente, como tratando de explicar un chiste- “La Peste”, sergey, es un jinete del Apocalipsis…. Como el hambre, la guerra y la muerte… la peste es el ultimo jinete del Apocalipsis, los otros ya estaban aquí, han estado desde hace mucho tiempo, la llegada del ultimo jinete sólo puede significar que el tiempo nos ha alcanzado…. Es el principio del final….
- Adiós, General -dijo Sergey, con gesto serio.
Una bala impactó limpiamente en el pecho del anciano, partió su corazón sin problema. El general cayó nuevamente sobre la banca del parque Gorky y el eco silenciado del disparo hizo que las palomas alrededor volaran. El anciano pareció dormir.
Sergey se puso de pie y empezó a caminar presuroso, tomó nuevamente su teléfono móvil.
- Esta hecho. ¿Tenemos noticias del “paquete”?
- Se esta rastreando, nuestro agente ya esta sobre la pista, han cambiado las prioridades. “El ángel de la muerte” ha sido reasignado.
Sergey colgó y meneando la cabeza tomó otro teléfono.
- … Van a recuperar el paquete y eliminar a quien lo porte, y lo harán con todo el escándalo posible, será un escarmiento publico, Elena Kipper fue encomendada. No me gusta.
- Eso significa que van a anunciar al mercado negro que el paquete ha sido recuperado y la negociación continúa… Kipper no es un agente, es una exterminadora, se necesitan de línea directa del Politburó para comisionarla, eso significa que en el Politburó todavía hay partidarios a favor del tráfico de armas, el general no pudo actuar solo. –dijo al otro lado de la línea una voz con un suave acento alemán.
- Si no podemos confiar en nuestra gente entonces deberemos confiar en un extraño. Hay que darle todo el apoyo necesario a Maccubbin, de forma discreta, donde la astucia falle, deberemos confiar en la suerte, el “idiota del pueblo” puede ser el héroe.
- ¿y sobre lo otro?….
- Confirmado, es un evento aislado, un accidente, la plaga de Paris no es nuestra…
De vuelta en Paris, Francia.
- ¿Que es esto? – Preguntó Troy - ¿acaso estamos en Miami?
El patio de la prisión estaba encendido de actividad, en su centro en una improvisada cancha de voleibol dos equipos se enfrentaban ferozmente entre vítores y rechiflas de los presos, todos con el torso desnudo luciendo sus más extravagantes tatuajes, musculaturas toscas y un centenar de cicatrices. Troy pudo haber jurado que también se estaban rolando por ahí algunas cervezas.
- Es una prisión de baja seguridad –le explicó uno de los guardias que lo acompañaba – es bueno para los presos, los mantiene ocupados y fatigados, no causan problemas y aceptan más fácilmente la rehabilitación.
- ¿Están en prisión o de vacaciones? - protestó Troy.
- No lo sé, señor, ¿en que calidad esta su reo..?, no hay cargos, no hubo un proceso, sólo su brillante firma en un papel y el pobre tío esta recluido…
- ¡Suficiente!, lo siento, fue una noche muy larga.. –se disculpó.
- Aquí esta… sacando su ira de una forma constructiva.
Alexei salía junto con su equipo de la cancha, su musculatura estética, joven, resaltaba entre sus compañeros, sudoroso y jadeante se paro frente al Troy al reconocerlo.
- ¡Que cara, Oficial! .. ¿Mala noche? – le dijo con un dejo de sarcasmo.
- Tu hermana esta viva – le soltó Troy y encendió un cigarrillo para darle tiempo a la bofetada llegar a su cerebro.
- ¿Viva..?, .. – El gitano miró hacia el piso, llevo su mano al rostro para limpiarse el sudor que escurría sobre sus ojos y los irritaban, le sacaban lagrimas… pero no era el sudor, sintió como un golpe en el pecho o el abdomen que casi lo dobla y muy a su vergüenza dejo escapar unas lagrimas - ¡Esta viva! –exclamó ahogando sus sentimientos.
Troy sonrió disimuladamente, recordó el momento en que lo arrestó, el pobre muchacho estaba desesperado sobre los escombros del almacén derrumbado, con frenesí luchaba contra las lozas y las vigas tratando de levantarlas mientras bajo ellas se escuchaban débiles gemidos que honestamente helaban la sangre, gemidos que callaron muy pronto.
Tuvieron que usar la fuerza para subirlo a una patrulla y ahí lo mantuvieron mientras los bomberos y equipos de rescate removieron los escombros para no encontrar a ningún sobreviviente. Algunos cuerpos estaban tan desfigurados que no fue posible reconocerlos en el momento. Sólo quedo claro una cosa, nadie sobrevivió.
Para ese momento Troy ya había identificado a Alexei, el hermano gemelo de la gitana, después de un largo interrogatorio no le pudo sacar nada. Así que decidió abusar de su cargo, sin ningún cargo en su contra lo encerró en la primera prisión que encontró disponible.
- O no sabe nada y nada tiene que decir o sabe demasiado y por eso no dirá nada.
La gitana no fue identificada de entre los cuerpos hallados, podía usar eso en cualquier momento, pero ahora, después de haber sido salvado por la chica, Troy sabía lo que tenia en las manos.
- ¿Dónde esta ella? –al fin preguntó Alexei, recobrando la compostura y avergonzado por un instante de debilidad.
- Eso es exactamente lo que necesito, Alexei Palmieri… ¡encontrarla!
Florencia
La luna empezaba a asomarse por la venta, la línea plateada de su silueta era lo que ella más esperaba con total ilusión, era su luna, la luna que compartieron, la luna que abrigó sus secretos, la luna que compartió su intimidad y su amor. Se arrastró tan cerca como pudo del espacio abierto del balcón, hasta donde la cadena atada en la correa de cuero de su cuello se lo permitió.
Atada a una cadena como un animal, con harapos mugrosos apenas cubriendo su pudor.
- En una bestia te ha convertido tu lujuria, como una bestia serás tratada –dijo una voz de cuyo rostro ya no queda memoria.
Fue encerrada en la torre del castillo que antes le brindo cobijo, fue encadenada al muro por que temieron buscara el final de su miseria en la invitación del ventanal abierto del balcón.
Y después fue usada para lo único que una mujer podía servir.
Extiende su pálida mano mientras su rostro se inclina, hace incontables noches que no se atreve a mirar la luna de frente, se siente sucia e indigna. Incontables noches le ha suplicado a la luna perdón por la traición cometida.
Su vientre se abulta dolorosamente, siente en su interior el palpitar de una nueva vida, la vida que ella anhelaba procrear…. Pero no así… no de él… Las lágrimas de la vergüenza se acabaron hace mucho tiempo.
Los platinados rayos tocaron la punta de sus dedos y podía jurar que sentía el calor de sus labios en esta caricia, por que ella esta ahí, en la noche, encadenada y oculta en algún lugar, lejos de su vista y lejos de sus caricias, pero nunca lejos de su amor.
- Yulia… - murmuró con una voz entrecortada -… ¿Dónde estas, mi Yulia?...
La luna envuelve esa mano trayendo esa caricia anhelada desde una mazmorra bajo tierra cavada, y Elena la siente, y es lo único que le da fe, fuerza y esperanza. Al menos él ha cumplido con su promesa. Yulia esta viva, Yulia sobrevivirá.
Y si al menos una de las dos vive, su amor sobrevivirá
* * *
Elena abre los ojos… frente a si esta un rostro de mirada triste tras esos ojos negros e insondables como la noche, sus rizos oscuros se mezclan con los suyos ardientes como el fuego, labios calidos y dulces besan su frente mientras repiten su nombre suavemente.
- Elena…despierta pelirroja…- le decía en suaves murmullos-… es sólo una pesadilla, pequeña.
Elena mira a su alrededor y de pronto se da cuenta que la torre del castillo ha desaparecido, incluso se lleva la mano al cuello y respira libremente al comprobar que nunca una correa de cuero ha sido atada a el. Solloza por ultima vez como libradote de las ultimas imágenes que de su sueño quedan en su mente, esa pesadilla que no concluía… había algo más que no había alcanzado a ver, algo tan terrible que en su premonición agradecía que no alcanzaría a ver.
Siente la mirada de Alexa, siempre callada en estos momentos, siempre expectante pero distante. Ya ha leído en sus ojos que no tiene secretos para ella, esta gitana ha visto más mundo que ella, su raza, su casta, su cultura… Alexa sabe algo, Alexa entiende lo que ella esta viviendo y guarda silencio en respeto a sus secretos, secretos que tal vez comprende aún mejor que ella.
Salta de la cama y corre hacia ese balcón el cual abre sin importar su desnudes, se siente encerrada, asfixiada, el ultimo eco de su pesadilla que ya se disuelve en su memoria la obliga a abrir esos ventanales y dejar la brisa fresca acaricia su cuerpo hasta el ultimo rincón de su intimidad. Esta viva y siente esa chispa correr por toda su piel y su cuerpo y de pronto todo ha sido olvidado, todo dolor oculto y perdido. Sólo esta frente a ella la vista del Duomo que corona la ciudad legendaria y todo el colorido de su arquitectura y arabescos de su diseño.
Están en Florencia. Alexa hubiera querido tener fuerzas suficientes para no soltar el acelerador del auto hasta no llegar a Roma, pero ya había sido titánico llegar las hermosas calles de Florencia a unos 1250 kilómetros de Paris. Florencia las recibió junto con las primeras luces del amanecer.
Elena, de pie y apoyada sobre el parabrisas del convertible dio la bienvenida al nuevo día con una sonrisa radiante y sus rizos ardientes iluminados con los primeros rayos del sol. Las calles de la colorida ciudad que fue cuna del renacimiento les dio calido recibimiento, había alegría en el aire, con una cierta atmósfera de sobriedad y pasión por la belleza que se adivinaba en cada edificio, en cada muro, en cada casa. Buscaron alojamiento en el hostal más económico y decente que encontraron y muertas de cansancio durmieron hasta ya entrada la tarde.
- ¡Florencia! –Exclamó Elena-¡Tenia muchas ganas de conocer Florencia!
Alexa la envolvió en la sabana blanca con que ella también cubría su desnudes, se funden en un abrazo que abriga su pudor y su intimidad. Su gesto triste ha sido reemplazado otra vez por su sonrisa. Elena envuelve su cintura con sus brazos y atrapa esa sonrisa en la suya. En su corazón siente un vació que por un leve instante encuentra paz en esos labios.
- Es el principio de nuestro viaje…-se atrevió a soñar en voz alta, la gitana -… daremos la vuelta al mundo hasta llegar a un lugar donde nadie pueda encontrarnos… donde nadie pueda separarnos… donde sólo seamos tu y yo y podamos ser libres.
La gitana suspiro disfrutando de un momento mágico de ilusión. Elena se aferró a ella sintiendo conocidas esas palabras, ecos de un tiempo que empezaba a recordar, de viejas pesadillas de una infancia ya desvanecida, murmullos que escuchaba como lamentos en las ruinas de un castillo abandonado.
Hizo un esfuerzo para no temblar en esos brazos, por que el final de sus pesadillas nunca llegaba, pero siempre sabía que eran terribles, eran tan horribles que siempre despertaba antes que concluyeran, por que sabía que no quería conocer el final, no quería volver a encarar ese final.
Tenía miedo por que sus pesadillas ahora se escapaban de sus sueños, aun que sus pesadillas se disolvían confusas y las olvidaba por completo, le quedaba siempre esa sensación de fatalidad, esa sensación de que sin importar a donde dirigiera sus pasos, estos sólo podían encaminarla al desastre.
- Yulia… ¿Dónde estas, mi Yulia?... ¿Dónde estas, mi ángel oscuro, seguirás protegiéndome hasta el momento de nuestra cita?...
Apenas a un par de calles, sobre la acera una rubia de elegante porte y enigmático abrigo color crema, disfruta de un café en uno de los tantos pequeños restaurantes que pululan en Florencia. Cubre sus ojos con unas gafas amarillas, las cuales no se quita ni siquiera cuando usa un pequeño par de binoculares de elegante confección. Finge mirar las distantes construcciones y la hermosa arquitectura del Duomo, pero en realidad ha estado esperando con paciencia.
Al fin sonríe divertida cuando distingue la figura de Elena saliendo por el balcón, le divierte ver la frescura de su audacia, el sabor a la vida que tiene al mostrarse desnuda. Extrae de un bolsillo del abrigo un pequeño teléfono móvil y hace una llamada.
- Confirmado, ¡las encontré!
- Sabes lo que tienes que hacer –escuchó la voz de Kürten al otro lado de la línea.
Elena Kipper lanzó un suspiro disfrutando del atardecer, la noche era deliciosa, disfrutaría un poco de las calles de Florencia, el río y sus puentes. Después haría lo que mejor sabía hacer.
Eurail…el caballo de acero
Era un hombre muy robusto, nunca temió al problema del sobrepeso e hizo caso omiso de las recomendaciones de su medico por las dietas. En este momento se lamenta no haber atendido a tiempo esas recomendaciones, respira con dificultas y un sudor frió cubre su frente. Las luces del vagón del tren están apagadas y sólo hay un par de pasajeros más ahí, sumidos en un profundo sueño.
El hombre se incorpora en su asiento con dificultad pero aliviado comprueba que el dolor en su pecho esta desapareciendo, lentamente pero se va, busca al frente, ¿Dónde esta esa chica?, sonríe, es una buena señal que su primer pensamiento lucido vaya hacia la ausencia de esa jovencita vestida de negro como es la moda moderna de esas subcultura que escuchan música incomprensible y leen textos por demás fantásticos… su hija es una de ellas, pero no tan extrema como esta jovencita, al menos su hija conserva color en su piel y no se esconde del sol como sus otros amigos y siempre es basta dispuesta a asolearse cuando llega la oportunidad de ir a alguna playa.
Tal vez eso llamó la atención del hombre, la extrema palidez de esta jovencita que incluso pretendía ocultar bajo un tul negro de encaje con que cubría su rostro, el cual tras la tela vaporosa se adivina hermoso y perfecto. El colmo eran esos lentes oscuros, ¿Cómo podía ver en la semipenumbra de este vagón del tren nocturno del Eurail europeo con eso lentes?.
Nunca entendería esas modas, así como tampoco él fue entendido por su padre cuando abrazó la música de los Beatles y toda esa época. ¿Pero donde se había ido esa jovencita?
El dolor en su pecho ya sólo era un tenue palpitar, nada que ver con la severa presión en su corazón, tan semejante a como si un puño helado hubiera sujetado su corazón y lo hubiera oprimido para exprimirle su… sangre y también su… alma.
Miró por la ventanilla más aliviado, las primeras luces del amanecer empezaban a dibujarse aun que todavía muy lejanas en el horizonte. En cambio las luces de la ciudad de Florencia ya se extendían a todo lo largo de su vista, la legendaria ciudad de la Toscana le daba la bienvenida.
A unos metros sobre su cabeza, de pie sobre el techo del vagón, con un viento como de un huracán acariciando su rostro y jugando con sus cabellos que luchaban por imponer su natural movimiento a la fuerza de la brisa, Yulia sonreía, no importaba el estruendo de los rieles, el rechinar del acero, el zumbido del viento. Nada en la noche podía opacar el latido que venía de esa ciudad, el latido de un corazón que acariciaba sus oídos y despertaba su…. Hambre.
Continua…..
Capitulo XI
El Terror y la Guerra
Ella ya no esta… y sin embargo puede sentir su presencia todavía en la habitación vacía del Volkov. Yulia se encuentra de pie en el mismo rincón donde la observaba cuando ella estaba ahí, como si temiera que ella pudieran verla, tal vez quiere engañarse y creer que de un momento a otro podrían aparecer por esa puerta o que duermen invisible todavía en esa cama.
La habitación ha sido limpiada con esmero, cada cosa esta en su sitio y el aire esta perfumado con esencias que a su olfato son casi agresivas en la cantidad de químicos que las saturan, nada que ver con el autentico aroma de flores frescas que entraba a raudales por los ventanales del Castillo, aún la luz que penetra por la ventana es falsa, aun que es plateada como la de la luna, no proviene del cielo estrellado si no de los miles de reflejos eléctricos del la urbe.
Al fin abandona su refugio, camina por entre la habitación palpando su presencia, su aroma todavía esta en el aire. Su mano tan blanca y pulida como el mármol se desliza quedamente sobre las mantas de la cama, recuerda como era deslizar su mano sobre esa piel sonrosada y calida… calida, así debió sentirse, así lo recuerda, aun que en realidad lo único que sintió aquella vez fue el dolor de su hambre a flor de piel, sus labios que recorrieron cada rincón de ella, labios que querían sentir, querían besar. Labios muertos que sólo podían sentir el hambre.
Emociones y sentimientos humanos, perdidos, desgastados en el olvido, sólo le queda la memoria de lo que fueron y el hambre como único escenario para revivirlos.
Cruza la habitación esquivando el espejo que la domina. Las puertas del closet de abren, unas cuantas prendas están ahí colgadas todavía. Se fueron tan rápido que no se llevaron nada más que lo que tenían encima. Desprenden el aroma de ella con tanta nitidez…
- ¡Que tarde nos dimos cuenta que eso debimos hacer! –se lamentó Yulia.
-…¿Por qué?, si el mundo conspira contra nosotras ¿Qué importa que el mundo diga que lo nuestro no puede ser… no debe ser..?, ¿ha quien hacemos daño?.... Yulia, sólo nos separa la codicia, nos separa la ambición de hombres muy pequeños… ¡Que se queden con su oro, con sus tierras y sus títulos!... Yulia, nosotras tenemos algo que ellos jamás tendrán… Nos tenemos tú y yo…
Yulia cierra los ojos y extiende su mano, sus dedos palpan la tela de las prendas ahí guardadas, un vestido se desliza entre sus dedos y ella lo atrae hacia su rostro. El aroma de Elena es tan puro en él, casi como si pudiera tocarla, como si ella estuviera ahí. El hambre aguijoneo su pecho con crueldad y ella reacciona como debe reaccionar, como siempre lo ha hecho… sus garras cristalinas surgen a la par que sus colmillos… su cuerpo por instinto reacciona al engaño de sus sentidos embotados en la presencia de Elena.
Yulia contempla el involuntario gesto, su puño crispado atrapando un delgado vestido que se desmenuza en sus garras.
-…Nadya… ¿has vuelto ha mi?, después de seis siglos de tu ausencia, ¿al fin has vuelto a mi?... ¿y para que?, ¿Qué queda de mi que pueda ofrecerte…que queda de mi de lo que fui?
Las garras y los colmillos desaparecieron, Yulia se abraza al vestido cayendo de rodillas y oprimiéndolo contra su pecho, su rostro perfecto tiembla por un instante y se contrae en un gesto que debería ser llanto… pero no lo es, es sólo el recuerdo de lo que era llorar, en sus ojos no hay lagrimas, en su pecho no hay soledad, en su corazón no hay dolor… es sólo una fantasía, es sólo la ilusión de un recuerdo… pero Yulia quiere creer en él, quiere creer que puede sentir, que puede llorar, que puede amar… quiere creer que ha cumplido parte de su promesa, al menos una pequeña parte. Quiere creer que sobrevivió, y que el amor que alguna vez se tuvieron sobrevivió con ella.
Y sin embargo sabe la verdad, lo único que siente es el dolor del hambre… lo único que verdaderamente desea es matar a Elena, beber su alma, aun que en ella está el fantasma de Nadya, desde hace seiscientos años lo único que puede sentir es hambre…
Hay truenos en la noche, pero el cielo aun cargado de nubes esta tranquilo. Yulia levanta el rostro y escucha. Es el sonido del fuego de las armas de los hombres… ¡aquí!, en lo que queda de su pequeño reino, de su pequeño feudo… aquí donde ofreció un refugio a Elena, donde decidió culminar su ultima cita… ¡Ellos se atrevieron a traer su fuego y su odio aquí!…
* * *
Seis siglos atrás…
- Soy Tiver Smolensk, sobrino del Duque, regidor del ducado de Lituania. Caballero de la orden de la Santa Maria… He venido por mi futura esposa.
Tiver levanto la vista hasta el castillo y miró sobre los muros de la fachada, eran altos e imponentes, esperaba ver actividad ahí arriba, esperaba escuchar la cadena del portón agitarse y las puertas abrirse. Pero no sucedió nada. Con fastidió volvió a dirigir su mirada hacia la insolente mujer que vestida de hombre se atrevía a dirigirle la palabra.
Sabía quien era ella, había escuchado todo cuanto se contaba sobre ella, “la doncella de hierro”, en persona se miraba más pequeña y menos hermosa de como se la habían descrito, pero no menos insolente. Ella era el amo de esas tierras y sin embargo era sólo una mujer… ¿acaso no había nadie en el castillo con sentido común para darse cuenta de la farsa?, esta muchacha debería estar en un monasterio haciendo deberes propios de una mujer y no jugar a ser el amo de este magnifico castillo que ya empezaba a ambicionar como suyo…¡al diablo el obispo!. Se podía quedar con todo lo demás, pero el castillo, ese sin lugar a dudas lo tomaría para él.
-… ¿Y bien? ¿No piensan recibirme? –al fin dijo después de una pausa de incomodo silencio.
- No importa quien seas, de donde vengas o con quien – dijo Yulia, miró sobre su hombro a la media centena de jinetes armados y sucios que parecían venir de un campo de batalla. Lo cual no era posible pues la frontera quedaba muy lejos.
- Tu no eres bien recibido en estas tierras… -prosiguió Yulia-… la señorita Nadya Vladisa sólo será entregada a su padre, y sólo su padre puede venir a mis tierras y entrar en mi castillo.
- La ley dice….
- ¡¡Esta es mi ley!!…. estas son mis tierras, tierras de mis antepasados, tierras que el mismo Papa entrego a mi familia y que ni siquiera el Ducado nos puede quitar… ¡en estas tierras mi voz es la ley!
Tiver la miró con ira infinita y espoleó su caballo con la maestría adquirida en el campo de batalla, el noble corcel saltó ágilmente y giro de costado dejando acercando a su amo a distancia justa para descargar un golpe contra Yulia. La mano de Tiver se levanto para descargar una bofetada por la insolencia.
Yulia también espoleó su montura y esta giró en redondo, maniobra para esquivar un mandoble de espada pero que acerca al enemigo para aprovechar el impulso. Cientos de veces Yulia observo y practico esas maniobras que su padre le enseñó a su hermano. Tiver se inclino demasiado pues la distancia era ideal para un brazo con el alcance de una espada y no una mano desnuda. Yulia empujo con su caballo y atrapando la manga de la armadura de Tiver, tiró de ella con todas sus fuerzas. El peso y el desequilibrio hicieron el resto. Tiver fue a dar con sus huesos al suelo.
Tiver se puso de pie torpemente, el peso de la armadura era demasiado para incorporarse, pero lo logró. Hubo algunas risas contenidas.
- ¡Si eres tan valiente como un hombre, ¿Dónde esta tu espada?! –bramó el joven príncipe.
- Aquí esta –señalo Yulia ya empuñando su hoja acerada.
Tiver dudó un instante, estudió a Yulia, se dio cuenta que no necesitaba la espada, dominaba muy bien a su caballo y las pezuñas de este eran un arma formidable, un arma que le apuntaba lista para aplastarle el cráneo con cualquier movimiento. ¡Y sus hombres no hacían nada, mirándolos divertidos!... pero ¿realmente necesitaba ayuda… ¡era sólo una mujer!?
- ¡¡¡BASTA!!! - se escuchó una voz sobre ellos - ¡¡¡ES SUFICIENTE!!!
Todos levantaron la vista, ahí, sobre la muralla, en el ventanal que servía para vigilar el portón, Nadya hacia su presencia.
* * *
Elena Kipper escupió lo que quedaba de su cigarrillo y dio una señal, bajó del auto con el teléfono móvil en la mano. Sus hombres bajaron de los autos con velocidad y precisión, prontamente ya estaban entrando al hotel por las puertas traseras y frontales.
- Si tienes una orden… dala ahora.. –urgió Kipper.
- ¡Maldición!, no puedes hacer esto…. –bramó Iván al otro lado de la línea- ¡son mis contactos!, todavía puedo negociar con ellos…
- Sólo tienes que dar la orden…
- ¡Maldición, yo… ¡
- Tuviste tu tiempo, no cerraste el trato… si no negociaron contigo, no negociarán con Kürten, esas son mis ordenes… ¡Dame una orden!, asume la responsabilidad y dame la orden de abortar la operación…
-…. Necesito tiempo….
- ¡Dame la **** orden si estas seguro que lo puedes manejar!
-….. (Silencio)
Kipper cortó la llamada y arrojó el teléfono, ya no le era útil, su línea seguramente ya estaba intervenida y rastreada, y todo cuanto habían conversado estaba grabado, otro teléfono sería activado en unos minutos, cuando terminarán el trabajo. La oportunidad de Iván para detenerla había pasado, ahora actuaba siguiendo sus ordenes y totalmente incomunicada. Así era el protocolo.
Entró al hotel y con rápidos pasos, escoltada por 4 de sus hombres entró al elevador, se escucho un poco de estática en el audífono que llevaba al oído, pero se corrigió al instante, usaban lo mejor en radio-tecnología… - sólo la telepatía supera eso – le bromearon cuando les entregaron los paquetes.
- ¡Kipper! –escucho una voz llamándola por la estancia del hotel. Las puertas del elevador estaban a punto de cerrarse, pero alcanzó a verlo.
- ¿Troy? – se sorprendió la rubia al reconocerlo. Al mismo tiempo su diestra ya había dejado escapar una bala.
Troy vio el movimiento de Kipper, giró lo más rápido que pudo mientras su arman también salía a relucir, Kipper fue más rápida, la bala le dio en el pecho arrojándolo de costado sobre unos sillones. Esta vez su chaleco hizo mejor trabajo pues la bala le dio de filón y no de lleno como la última vez.
- ¿¡Que te pasa, idiota!? – Bramó el agente de la INTERPOL, mientras recuperaba el aliento -¿Qué esperabas que hiciera…?, “hola Troy, ¿Cómo estas?, que gusto verte ¿y la familia?, ¿bien?, ¡que lindo!, ¿puedo darte un balazo como la ultima vez..!, sólo por los viejos tiempos, nada personal, ya sabes… ¡saludos a Lucifer..!”.
Corrió por las escaleras de servicio, la recepción del hotel ya era una locura.
-¡Definitivamente ya necesito dormir!
El zumbido del elevador era lo único que rompía el silencio, los lentes amarillos de Kipper ocultaban sus ojos y sus pensamientos.
- ¿Abortamos? – recibió la pregunta al fin, mientras el elevador se detenía.
- ¿Posiciones? – preguntó la rubia.
- A lugar – respondieron varias voces al mismo tiempo por los radios.
- Tres minutos para concluir y evasión –ordenó Kipper.
Fue la primera en salir de la caja del ascensor, dirigió su oído a la izquierda, donde estaban las escaleras de emergencia, no escucho nada más que los pasos de sus hombres, los pasos de Troy no eran distinguibles, se necesitaría mucho más que ser un atleta olímpico para alcanzarlos. Acabarían con todo antes de que Troy y sus muchachos lleguen por cualquier medio. Se dirigió al pasillo y ahí encontró el resto de su equipo.
Llegaron al fin a la habitación que buscaban, dos hombres de color estaban en la puerta, custodiándola, ligeramente distraídos revisando los platos que una mucama llevaba en un carrito de servicio, junto a ella se encontraba Kingsley con una notas en la mano. Kipper disparó contra los hombres de color.
- ¡Por Dios! – exclamó Kingsley mientras se agachaba arrastrando consigo a la chica, no tuvieron oportunidad, dos disparos hicieron blanco en ellos.
Rodearon la puerta y con una escopeta la abrieron, nuevamente Kipper fue la primera en entrar, con pistolas en ambas manos abrió fuego contra todo lo que se movía, su puntería era excelente.
Tres minutos fueron suficientes.
Todavía no se escuchaban las sirenas los autos policíacos cuando Kipper “El ángel de la muerte” abandono el lugar.
Seis siglos atrás…
- ¡¡¡BASTA!!! - se escuchó una voz sobre ellos - ¡¡¡ES SUFICIENTE!!!
Nadya hacia su presencia en el ventanal que servía para vigilar el portón, sobre la muralla, sólo se escucho un murmullo de admiración entre los caballeros ante el magnifico porte de la pelirroja que semejaba una reina en majestuosidad, de sus ojos verdes parecían saltar llamas de una ira contenida y su voz había retumbado tan potente como el sonido de las campanas del monasterio anunciando el juicio final.
-… Esta no es la manera en que debería conocerlo mi Señor… - Dijo con voz clara y potente desde lo alto, no hubo una brisa de viento que se llevara sus palabras-… ¿Qué es esto?, ¿una demostración de su fuerza?, ¿soy acaso una prenda del enemigo que debe ser tomada por la fuerza?...
Tiver levantó los brazos mostrándolos libres de armas y sonrió afable, con una señal hizo que todos sus hombres retrocedieran unos pasos y desmontara.
- ¡Mi señora! – Exclamo también – Su belleza es superior a lo que recordaba, me ha deslumbrado como un sol y a traído claridad a mi mente belicosa… ¡Pido perdón por mi insolencia! – Hizo una reverencia en dirección a Nadya pero sin apartar la mirada de Yulia quien no soltaba su espada ni aflojaba la rienda que mantenía presto a su corcel para atacar.
- Este no es un campo de batalla –continuó Nadya - ¿Con que derecho viene a estas tierras con sus armas y sus hombres, y a atacar a quien es mi protectora?
- Con el derecho que me da el ser su futuro marido MI SEÑORA. He venido por usted para llevarla a un lugar más conveniente, el monasterio de Melk es el lugar mas adecuado para su residencia en ausencia de su padre. Así lo he decidido.
Nadya dirigió una mirada fugas hacia Yulia, vio la tormenta que se desataba en esos azules ojos y temió mucho que intentara una locura por su impulsivo carácter.
- Ten fe mi amor… - le dijo con los ojos y se volvió hacia Tiver.
- Me halaga que se preocupe anticipadamente por mi, la promesa de mi padre le confiere el derecho pero todavía impera en mi su voluntad, y fue voluntad de mi padre que fuera huésped de esta casa, que fuera protegida por el ala de esta familia hasta el día en que felizmente seamos unidos en matrimonio. Y debo respetar la voluntad de mi padre hasta ese día
- La promesa de tu mano me confiere el derecho en este día de decidir donde será custodiado su virtud… -replicó furioso.
- ¿Con que dignidad me someteré a su voluntad, mi señor, si antes no puedo respetar la voluntad de mi padre?, ¿con que confianza asumiré su apellido y la descendencia de su casta si hoy me amilano y contrarío la voluntad del único que HOY puede decidir sobre mi vida?. La que va a ser tu esposa deberá ser firme en respetar la voluntad de su señor, aun contra la voluntad de Tiver Smolensk mientras aun no sea su esposa. Sólo así seré digna de su nombre y su casa.
- Pero…
- Y no tengo más que decir… le suplico, mi señor, no me avergüence más forzándome a torcer la voluntad de mi padre. Demuestre que confía en su juicio así como él le ha confiado a su hija.
Nadya les dio la espalda y desapareció hacia el interior del castillo. Tiver se quedo mirando el hueco vacío del ventanal, en su mente las ideas tropezaban unas con otras.
- Sea prudente, mi señor, no provoque un conflicto… El Papa sólo necesita una excusa para extender su poder hasta acá y enviar sus cruzados, los Vladis y los Volkov son los últimos caballeros Teutones de la región, nos tomó casi doscientos años expulsarlos de aquí, no podemos cometer la imprudencia de hacerlos venir nuevamente. – le dijo el Obispo Kaunas a través de una carta antes de su llegada.
Hubiera sido muy fácil sitiar el castillo, ¿Quién vendría a defenderlo?, el padre de Nadya se encontraba lejos ahora luchando en la frontera junto con el ejercito de los Volkov, ¿Cuánto resistiría el castillo su asedio?, ¿días?, ¿semanas?... ¿el tiempo suficiente para que cualquier ejercito vuelva sobre sus pasos e inicie una guerra civil?... No, su tío lo asesinaría por eso. Esta batalla se ganara con astucia, no con la espada. Montó a su caballo e ignorando a Yulia le dio la espalda y ordeno a sus hombres retirarse.
Yulia esperó hasta que se perdieron de vista, entonces cruzo los portones que ya abrían los sirvientes adivinando su voluntad. Nadya estaba ahí, en el pasillo de la entrada esperándola con los brazos abiertos y los ojos húmedos. Yulia se refugió en esos brazos, sólo hasta ese momento se dio cuenta de que temblaba, por fin dio rienda suelta a su miedo y sus lagrimas se mezclaron.
- ¡Nunca!…- sollozó Nadya-… nunca me iré de tu lado…
Yulia miró a su alrededor, todos las miraban, silencio en sus miradas y en sus labios, pero miradas reprobantes, miradas expectantes, miradas acusadoras, se mordió los labios sin un ápice de fe por el futuro.
El terror…
Las paredes llenas de agujeros de balas, las cortinas arrancadas dejaban pasar la luz de la ciudad iluminando tenuemente la grotesca escena, los cadáveres regados por aquí y por allá. Hay un teléfono móvil en el suelo, vibra con una llamada que llego muy tarde. La sangre mancha las paredes y lentamente se escurre hasta el suelo.
Yulia camina entre los cadáveres regados, escucha atentamente y lo encuentra. Es el sonido de un corazón solitario, un débil latido que poco a poco se desvanece. Llega hasta él y su mano de mármol despeja la mancha de sangre de ese rostro.
Es un hombre de color, como todos en la habitación, su respiración silva imperceptiblemente a través de la herida que atraviesa sus pulmones. Los dientes de él son tan blancos como su piel pero ahora están manchados de sangre. Yulia es gentil, es amable con su presa, con suavidad besa ese pecho como si se tratara de un niño…
… El sol arde rojizo sobre un cielo inclemente, no hay nubes en el cielo, no hay brisa en el aire y no hay agua en el suelo. Así ha sido por muchos años, es mundo es duro e inclemente, casi estéril, pero no para ellos, hijos de esas tierras yermas donde sólo sobreviven aquellos que la misma tierra a abrazado como sus hijos. ¿Quién ambicionaría estos desolados parajes?.
El es un muchacho en la flor de su juventud, la adolescencia apenas termina y ya es un hombre, se ha desposado con una tierna niña de sensualidad y belleza insipiente, fue una promesa entre familias que se ha cumplido, según la costumbre, él es muy feliz y ella también sonríe aun que asustada, su madre y las ancianas le han hablado de lo que sucederá esta noche y tiene algo de miedo, curiosidad y excitación. Ella lo espera desnuda en la covacha que será su hogar, luce tan linda entre las mantas que enternece el corazón de él. Esa noche no hay juegos, la abraza como la tierna niña que todavía es y decide esperar un poco, esperar a que su cuerpo defina sus formas, a que los primeros sangrados lleguen y definan la edad de su madures, es sólo una niña y él la desea como mujer.
Ellos llegaron de mas allá de las montañas, una nación a la que según todos pertenecen, traen sus armas y su odio, toman el pueblo y lo destruyen todo con el fuego. Y la toman a ella, sin importarles que es sólo una niña, uno a uno la violan a placer hasta dejar su cuerpecito yermo y sangrante sobre la arena. El se convierte en esclavo de esos hombres, se dicen de otra raza, de otra casta aun que sus pieles son del mismo color, aun que sus rostros tienen los mismos rasgos.
Llegaron más hombres y hubo lucha y sangre, fue rescatado de una esclavitud para abrazar otra, pero esta es diferente, estas nuevas cadenas le gustan por que le ofrecen venganza, desquitar su ira contra los que le arrebataron todo lo que era suyo y destruyeron todo lo que fue su vida. Pelea con piedras y palos, no importa, tiene la oportunidad de pelear y no se amedrenta.
Llego un hombre blanco, tan pálido que parecía de leche y ojos tan azules como el amanecer y tan fríos como la media noche. El les trajo las armas con que ahora pelean, él les trajo la oportunidad de tomar venganza y le agradece el acero que tiene en sus manos aun que es igual, es el mismo que traían los hombres que lo esclavizaron.
En el desierto se reúnen, dictan juicios y deciden, hay pueblos que deben morir en pago por los pueblos que fueron exterminados, y con frenesí se lanzan a la lucha siguiendo a sus líderes, aquellos que llevan la “libertad” en los labios, las cadenas en los puños y el odio en el corazón.
Conoció a un hombre como él, también le arrebataron su mujer, mataron su familia y destruyeron su hogar. Este hombre es sagrado, se le trata con un respeto que causa envidia y se le llama héroe. Este hombre se envuelve en explosivos y caminando los lleva a un pueblo que debe ser castigado y los castiga con su vida de por medio.
- Nos llaman terroristas, y eso somos por que nacimos del terror, ¿Qué otra cosa podemos ser?, ellos no vinieron con palabras, vinieron con armas, ellos no escuchan razones, pero si escuchan nuestras bombas, ¿Que nos queda para defendernos o hacer justicia cuando nos han quitado todo?... ¡El terror!, nos queda el terror… si destruyeron nuestros hogares, ¡vamos a destruirles los suyos!, si mataron nuestras familias, ¡matemos las suyas!... No nos queda nada que nos puedan quitar, entonces que a ellos no les quede nada por lo que nos quitaron, tengamos fe y en algún momento nuestros enemigos entenderán que lo que nos hagan les será devuelto y entonces tal vez se detengan en sus horrores y nosotros detendremos nuestros horrores, tengamos fe que algún día dejaremos de ser enemigos para volver a ser vecinos… -le dijo antes de partir.
Ahora quiere ser como él, con todo su corazón deseaba morir como él...
… El corazón se detuvo en ese pecho, la ultima imagen de la memoria robada, la última chispa de esa alma es el rostro de una niña de piel oscura y sonrisa blanca. Yulia contempla ese rostro cargado de dolor, tristeza y odio. Es sólo un cadáver, todo cuanto valía de él ahora corre por sus venas mitigando su hambre. Sin embargo no puede soltar este cadáver, no puede apartar la densidad de sus recuerdos de su mente. Abraza este cadáver como abrazaría a un niño y lo sostiene suavemente en sus brazos. Si tuviera lágrimas lloraría por él.
Escucha con atención en la oscuridad, vienen los sonidos de las voces, los pasos… pero más allá, lejos muy lejos lo escucha perfectamente. Es el corazón de ella, el corazón de Elena llamándola.
Con delicadeza recuesta al cadáver en el piso, como si durmiera y temiera despertarlo, y sus etéreos pasos la conducen a la noche eléctrica de Paris.
Alianzas profanas
Enfundado en su grueso abrigo de piel Sergey Galoyan apresuró sus pasos por los verdes senderos del parque Gorky en Moscú, terminaba una llamada en su teléfono móvil y sabía que el tiempo apremiaba. Sonrió al ver sentado en la banca del parque a un anciano que alimentaba palomas con migajas de pan duro. Sin preámbulos se sentó al otro extremo de la banca.
- General… -Saludó al anciano. El hombre no le devolvió el saludo más que con un bufido, lo que era normal en su carácter huraño.
- ¿Así es como terminan las cosas? –preguntó al fin el viejo general.
- No debería ser así, General, lo siento.
- Yo lo lamento más…. – arrojó las ultimas migajas con un puño descuidado, las aves se asustaron y huyeron revoloteando en el aire-… sólo quería ver de regreso los viejos tiempos, la época en que la URSS era temida en todo el mundo, ¿en que no hemos convertido, Sergey?, en un país de gangster, narcotraficantes y prostitutas.
¿Te enorgullece eso Sergey?.
- No me enorgullece la guerra.
- La guerra es una necesidad… A todo lo largo de la historia de la humanidad, Sergey, las armas han resuelto más conflictos que cualquier medio diplomático. Ningún país logró su independencia con discursos, ningún país logró su revolución negociando, ningún pueblo se ha librado de ningún yugo mediante la política… Somos hipócritas al soñar que una firma puede ser más contundente que un cañón. La paz esta en quien tiene el cañón más grande.
- ¿Así fue en Afganistán, General?
- Afganistán…..- la mirada del General se perdió en el azul del cielo de Moscú, una amarga nostalgia lo hizo temblar levemente.
- No podíamos ganar esa guerra, ¿vas a preguntarme si son ciertas las historias que de ahí se cuentan?, tengo que ser sincero y decir que si… todo fue cierto, masacramos a sus mujeres y arrojábamos a sus niños a las hogueras, sus gritos congelaban el alma pero… No eran niños, era guerrilleros… eran ya pequeños asesinos bien entrenados.
El general ahogo un sollozó, se mordió los nudillos. Sergey miró en otra dirección respetando sus sentimientos.
-… Niños de nueve años, escuálidos y esqueléticos, se amarraban el fusil a las muñecas para que en el retroceso de la carga, el culatazo, el fusil no se les escapara de las manos. Esas hermosas fotos de los niños con sus rostros golpeados, no fuimos nosotros, las armas les saltaban en la cara, incapaces de sostenerlas en sus pequeñas manos, todas esas heridas se las hicieron ellos mismos. ¿Por qué los matábamos, y por que así?, por que no queríamos pelear con ellos cuando fueran adultos, por que ya no eran niños… por que les temíamos… los matábamos de la forma más cruel que podíamos para disuadir a los otros, para convencer a los otros de que arrojaran sus armas y se rindieran… pero ellos nunca se rindieron.
- No lo entiendo, general, ¿Por qué apoyó esta locura?, usted que ha visto la guerra tan de cerca, cara a cara, ¿Por qué permitió que esa cosa cayera en manos de un nazi?
- Para un soldado morir en el campo de batalla es digno, defendiendo su tierra, su hogar, su familia y su patria. Esa es la razón de ser de un soldado. No morir de hambre y ver impotente a sus hijos y camaradas morir de hambre. ¿Por qué lucharon tanto?, ¿Por qué sangraron por esta tierra?, ¿Por qué…?. Un día despertamos y descubrimos que nuestro mundo ha cambiado, que las cosas que defendimos con nuestro dolor ya no existen. La nobleza se esfumado en el aire junto con el orgullo y la dignidad…. Después de sangrar por tu patria, después de asesinar por tu patria, después de hacer cosas inconfesables por el bien estar de tu patria ¿es justo morir de hambre?
La caída de gracia de la URSS es la caída de gracia del mundo, enciende tu televisor o a esa cosa del Internet, míralo todo con tus propios ojos, nuestra decadencia es la decadencia del mundo, países mueren de hambre mientras McDonals abre cientos de sucursales en sus mismas calles.
Se necesita una guerra que convierta a los niños en hombres, una guerra que limpie con sangre el odio que poco a poco carcome la mitad del mundo, una guerra donde el más fuerte recupere o tome lo que le corresponde. Se necesita una guerra tan grande que todas las pequeñas naciones que se desprendieron de la URSS vuelvan a unirse en la madre patria para volver a ser una sola nación fuerte y poderosa.
Sólo sé de guerra… Sergey, sólo conozco la guerra. Esas ancianas del Politburó son incapaces de tomar una decisión de esta magnitud, con una cabeza nuclear por ahí rondando en algún pueblo embravecido de medio oriente, ya no podrían más frenos a la venta de nuestras armas, pondrían en actividad las vieja maquinaria de guerra y nos prepararíamos para la gloria.
¡¡Como demonios pudieron perder esa bomba!!
- Será recuperada, General, téngalo por seguro… -asintió Sergey.- Usted no será llevado a una corte militar, no es digno de un hombre como usted…
- Tampoco se vería bien por televisión –rió el viejo General mientras arreglaba sus ropas y limpiaba los migajones que sobre su abrigo había caído.
- Sólo una pregunta, general…. –Sergey dibujó un gesto de ansiedad en los ojos-.. ¿hubo algo más que se escapara del control de armas… algo además de esa cabeza nuclear?... ¿algo biotecnológico?.
El anciano rió jugando con la idea y negó con la cabeza.
- No, una cabeza nuclear es algo controlado, aun si se usa, el daño es controlado… un arma biológica es totalmente incontrolable, impredecible. Nunca se desarrollaron de esa manera, esos mitos de bombas de bacterias o virales si eran pura propaganda, la evolución de los microorganismos es totalmente descontrolada, ni los americanos ni nosotros fuimos tan estupidos de creer que podíamos lograr algo así… No, Sergey, lo que sea que haya salido de las cloacas de Paris no fue nuestro, no es un arma, lo que sea que fuere ya estaba ahí… tal vez sólo esperando el momento, el evento que lo hiciera despertar…
Tal vez al fin los religiosos han acertado, tal vez al fin la caída de gracia del mundo sólo significa una cosa… El fin de los tiempos…
El General se puso de pie con dignidad, firme como en sus mejores días, miró a un Sergey confundido y sintió lastima por su juventud e inexperiencia que hacían incomprensibles sus palabras.
- Es un jinete, Sergey – rió cascadamente, genuinamente, como tratando de explicar un chiste- “La Peste”, sergey, es un jinete del Apocalipsis…. Como el hambre, la guerra y la muerte… la peste es el ultimo jinete del Apocalipsis, los otros ya estaban aquí, han estado desde hace mucho tiempo, la llegada del ultimo jinete sólo puede significar que el tiempo nos ha alcanzado…. Es el principio del final….
- Adiós, General -dijo Sergey, con gesto serio.
Una bala impactó limpiamente en el pecho del anciano, partió su corazón sin problema. El general cayó nuevamente sobre la banca del parque Gorky y el eco silenciado del disparo hizo que las palomas alrededor volaran. El anciano pareció dormir.
Sergey se puso de pie y empezó a caminar presuroso, tomó nuevamente su teléfono móvil.
- Esta hecho. ¿Tenemos noticias del “paquete”?
- Se esta rastreando, nuestro agente ya esta sobre la pista, han cambiado las prioridades. “El ángel de la muerte” ha sido reasignado.
Sergey colgó y meneando la cabeza tomó otro teléfono.
- … Van a recuperar el paquete y eliminar a quien lo porte, y lo harán con todo el escándalo posible, será un escarmiento publico, Elena Kipper fue encomendada. No me gusta.
- Eso significa que van a anunciar al mercado negro que el paquete ha sido recuperado y la negociación continúa… Kipper no es un agente, es una exterminadora, se necesitan de línea directa del Politburó para comisionarla, eso significa que en el Politburó todavía hay partidarios a favor del tráfico de armas, el general no pudo actuar solo. –dijo al otro lado de la línea una voz con un suave acento alemán.
- Si no podemos confiar en nuestra gente entonces deberemos confiar en un extraño. Hay que darle todo el apoyo necesario a Maccubbin, de forma discreta, donde la astucia falle, deberemos confiar en la suerte, el “idiota del pueblo” puede ser el héroe.
- ¿y sobre lo otro?….
- Confirmado, es un evento aislado, un accidente, la plaga de Paris no es nuestra…
De vuelta en Paris, Francia.
- ¿Que es esto? – Preguntó Troy - ¿acaso estamos en Miami?
El patio de la prisión estaba encendido de actividad, en su centro en una improvisada cancha de voleibol dos equipos se enfrentaban ferozmente entre vítores y rechiflas de los presos, todos con el torso desnudo luciendo sus más extravagantes tatuajes, musculaturas toscas y un centenar de cicatrices. Troy pudo haber jurado que también se estaban rolando por ahí algunas cervezas.
- Es una prisión de baja seguridad –le explicó uno de los guardias que lo acompañaba – es bueno para los presos, los mantiene ocupados y fatigados, no causan problemas y aceptan más fácilmente la rehabilitación.
- ¿Están en prisión o de vacaciones? - protestó Troy.
- No lo sé, señor, ¿en que calidad esta su reo..?, no hay cargos, no hubo un proceso, sólo su brillante firma en un papel y el pobre tío esta recluido…
- ¡Suficiente!, lo siento, fue una noche muy larga.. –se disculpó.
- Aquí esta… sacando su ira de una forma constructiva.
Alexei salía junto con su equipo de la cancha, su musculatura estética, joven, resaltaba entre sus compañeros, sudoroso y jadeante se paro frente al Troy al reconocerlo.
- ¡Que cara, Oficial! .. ¿Mala noche? – le dijo con un dejo de sarcasmo.
- Tu hermana esta viva – le soltó Troy y encendió un cigarrillo para darle tiempo a la bofetada llegar a su cerebro.
- ¿Viva..?, .. – El gitano miró hacia el piso, llevo su mano al rostro para limpiarse el sudor que escurría sobre sus ojos y los irritaban, le sacaban lagrimas… pero no era el sudor, sintió como un golpe en el pecho o el abdomen que casi lo dobla y muy a su vergüenza dejo escapar unas lagrimas - ¡Esta viva! –exclamó ahogando sus sentimientos.
Troy sonrió disimuladamente, recordó el momento en que lo arrestó, el pobre muchacho estaba desesperado sobre los escombros del almacén derrumbado, con frenesí luchaba contra las lozas y las vigas tratando de levantarlas mientras bajo ellas se escuchaban débiles gemidos que honestamente helaban la sangre, gemidos que callaron muy pronto.
Tuvieron que usar la fuerza para subirlo a una patrulla y ahí lo mantuvieron mientras los bomberos y equipos de rescate removieron los escombros para no encontrar a ningún sobreviviente. Algunos cuerpos estaban tan desfigurados que no fue posible reconocerlos en el momento. Sólo quedo claro una cosa, nadie sobrevivió.
Para ese momento Troy ya había identificado a Alexei, el hermano gemelo de la gitana, después de un largo interrogatorio no le pudo sacar nada. Así que decidió abusar de su cargo, sin ningún cargo en su contra lo encerró en la primera prisión que encontró disponible.
- O no sabe nada y nada tiene que decir o sabe demasiado y por eso no dirá nada.
La gitana no fue identificada de entre los cuerpos hallados, podía usar eso en cualquier momento, pero ahora, después de haber sido salvado por la chica, Troy sabía lo que tenia en las manos.
- ¿Dónde esta ella? –al fin preguntó Alexei, recobrando la compostura y avergonzado por un instante de debilidad.
- Eso es exactamente lo que necesito, Alexei Palmieri… ¡encontrarla!
Florencia
La luna empezaba a asomarse por la venta, la línea plateada de su silueta era lo que ella más esperaba con total ilusión, era su luna, la luna que compartieron, la luna que abrigó sus secretos, la luna que compartió su intimidad y su amor. Se arrastró tan cerca como pudo del espacio abierto del balcón, hasta donde la cadena atada en la correa de cuero de su cuello se lo permitió.
Atada a una cadena como un animal, con harapos mugrosos apenas cubriendo su pudor.
- En una bestia te ha convertido tu lujuria, como una bestia serás tratada –dijo una voz de cuyo rostro ya no queda memoria.
Fue encerrada en la torre del castillo que antes le brindo cobijo, fue encadenada al muro por que temieron buscara el final de su miseria en la invitación del ventanal abierto del balcón.
Y después fue usada para lo único que una mujer podía servir.
Extiende su pálida mano mientras su rostro se inclina, hace incontables noches que no se atreve a mirar la luna de frente, se siente sucia e indigna. Incontables noches le ha suplicado a la luna perdón por la traición cometida.
Su vientre se abulta dolorosamente, siente en su interior el palpitar de una nueva vida, la vida que ella anhelaba procrear…. Pero no así… no de él… Las lágrimas de la vergüenza se acabaron hace mucho tiempo.
Los platinados rayos tocaron la punta de sus dedos y podía jurar que sentía el calor de sus labios en esta caricia, por que ella esta ahí, en la noche, encadenada y oculta en algún lugar, lejos de su vista y lejos de sus caricias, pero nunca lejos de su amor.
- Yulia… - murmuró con una voz entrecortada -… ¿Dónde estas, mi Yulia?...
La luna envuelve esa mano trayendo esa caricia anhelada desde una mazmorra bajo tierra cavada, y Elena la siente, y es lo único que le da fe, fuerza y esperanza. Al menos él ha cumplido con su promesa. Yulia esta viva, Yulia sobrevivirá.
Y si al menos una de las dos vive, su amor sobrevivirá
* * *
Elena abre los ojos… frente a si esta un rostro de mirada triste tras esos ojos negros e insondables como la noche, sus rizos oscuros se mezclan con los suyos ardientes como el fuego, labios calidos y dulces besan su frente mientras repiten su nombre suavemente.
- Elena…despierta pelirroja…- le decía en suaves murmullos-… es sólo una pesadilla, pequeña.
Elena mira a su alrededor y de pronto se da cuenta que la torre del castillo ha desaparecido, incluso se lleva la mano al cuello y respira libremente al comprobar que nunca una correa de cuero ha sido atada a el. Solloza por ultima vez como libradote de las ultimas imágenes que de su sueño quedan en su mente, esa pesadilla que no concluía… había algo más que no había alcanzado a ver, algo tan terrible que en su premonición agradecía que no alcanzaría a ver.
Siente la mirada de Alexa, siempre callada en estos momentos, siempre expectante pero distante. Ya ha leído en sus ojos que no tiene secretos para ella, esta gitana ha visto más mundo que ella, su raza, su casta, su cultura… Alexa sabe algo, Alexa entiende lo que ella esta viviendo y guarda silencio en respeto a sus secretos, secretos que tal vez comprende aún mejor que ella.
Salta de la cama y corre hacia ese balcón el cual abre sin importar su desnudes, se siente encerrada, asfixiada, el ultimo eco de su pesadilla que ya se disuelve en su memoria la obliga a abrir esos ventanales y dejar la brisa fresca acaricia su cuerpo hasta el ultimo rincón de su intimidad. Esta viva y siente esa chispa correr por toda su piel y su cuerpo y de pronto todo ha sido olvidado, todo dolor oculto y perdido. Sólo esta frente a ella la vista del Duomo que corona la ciudad legendaria y todo el colorido de su arquitectura y arabescos de su diseño.
Están en Florencia. Alexa hubiera querido tener fuerzas suficientes para no soltar el acelerador del auto hasta no llegar a Roma, pero ya había sido titánico llegar las hermosas calles de Florencia a unos 1250 kilómetros de Paris. Florencia las recibió junto con las primeras luces del amanecer.
Elena, de pie y apoyada sobre el parabrisas del convertible dio la bienvenida al nuevo día con una sonrisa radiante y sus rizos ardientes iluminados con los primeros rayos del sol. Las calles de la colorida ciudad que fue cuna del renacimiento les dio calido recibimiento, había alegría en el aire, con una cierta atmósfera de sobriedad y pasión por la belleza que se adivinaba en cada edificio, en cada muro, en cada casa. Buscaron alojamiento en el hostal más económico y decente que encontraron y muertas de cansancio durmieron hasta ya entrada la tarde.
- ¡Florencia! –Exclamó Elena-¡Tenia muchas ganas de conocer Florencia!
Alexa la envolvió en la sabana blanca con que ella también cubría su desnudes, se funden en un abrazo que abriga su pudor y su intimidad. Su gesto triste ha sido reemplazado otra vez por su sonrisa. Elena envuelve su cintura con sus brazos y atrapa esa sonrisa en la suya. En su corazón siente un vació que por un leve instante encuentra paz en esos labios.
- Es el principio de nuestro viaje…-se atrevió a soñar en voz alta, la gitana -… daremos la vuelta al mundo hasta llegar a un lugar donde nadie pueda encontrarnos… donde nadie pueda separarnos… donde sólo seamos tu y yo y podamos ser libres.
La gitana suspiro disfrutando de un momento mágico de ilusión. Elena se aferró a ella sintiendo conocidas esas palabras, ecos de un tiempo que empezaba a recordar, de viejas pesadillas de una infancia ya desvanecida, murmullos que escuchaba como lamentos en las ruinas de un castillo abandonado.
Hizo un esfuerzo para no temblar en esos brazos, por que el final de sus pesadillas nunca llegaba, pero siempre sabía que eran terribles, eran tan horribles que siempre despertaba antes que concluyeran, por que sabía que no quería conocer el final, no quería volver a encarar ese final.
Tenía miedo por que sus pesadillas ahora se escapaban de sus sueños, aun que sus pesadillas se disolvían confusas y las olvidaba por completo, le quedaba siempre esa sensación de fatalidad, esa sensación de que sin importar a donde dirigiera sus pasos, estos sólo podían encaminarla al desastre.
- Yulia… ¿Dónde estas, mi Yulia?... ¿Dónde estas, mi ángel oscuro, seguirás protegiéndome hasta el momento de nuestra cita?...
Apenas a un par de calles, sobre la acera una rubia de elegante porte y enigmático abrigo color crema, disfruta de un café en uno de los tantos pequeños restaurantes que pululan en Florencia. Cubre sus ojos con unas gafas amarillas, las cuales no se quita ni siquiera cuando usa un pequeño par de binoculares de elegante confección. Finge mirar las distantes construcciones y la hermosa arquitectura del Duomo, pero en realidad ha estado esperando con paciencia.
Al fin sonríe divertida cuando distingue la figura de Elena saliendo por el balcón, le divierte ver la frescura de su audacia, el sabor a la vida que tiene al mostrarse desnuda. Extrae de un bolsillo del abrigo un pequeño teléfono móvil y hace una llamada.
- Confirmado, ¡las encontré!
- Sabes lo que tienes que hacer –escuchó la voz de Kürten al otro lado de la línea.
Elena Kipper lanzó un suspiro disfrutando del atardecer, la noche era deliciosa, disfrutaría un poco de las calles de Florencia, el río y sus puentes. Después haría lo que mejor sabía hacer.
Eurail…el caballo de acero
Era un hombre muy robusto, nunca temió al problema del sobrepeso e hizo caso omiso de las recomendaciones de su medico por las dietas. En este momento se lamenta no haber atendido a tiempo esas recomendaciones, respira con dificultas y un sudor frió cubre su frente. Las luces del vagón del tren están apagadas y sólo hay un par de pasajeros más ahí, sumidos en un profundo sueño.
El hombre se incorpora en su asiento con dificultad pero aliviado comprueba que el dolor en su pecho esta desapareciendo, lentamente pero se va, busca al frente, ¿Dónde esta esa chica?, sonríe, es una buena señal que su primer pensamiento lucido vaya hacia la ausencia de esa jovencita vestida de negro como es la moda moderna de esas subcultura que escuchan música incomprensible y leen textos por demás fantásticos… su hija es una de ellas, pero no tan extrema como esta jovencita, al menos su hija conserva color en su piel y no se esconde del sol como sus otros amigos y siempre es basta dispuesta a asolearse cuando llega la oportunidad de ir a alguna playa.
Tal vez eso llamó la atención del hombre, la extrema palidez de esta jovencita que incluso pretendía ocultar bajo un tul negro de encaje con que cubría su rostro, el cual tras la tela vaporosa se adivina hermoso y perfecto. El colmo eran esos lentes oscuros, ¿Cómo podía ver en la semipenumbra de este vagón del tren nocturno del Eurail europeo con eso lentes?.
Nunca entendería esas modas, así como tampoco él fue entendido por su padre cuando abrazó la música de los Beatles y toda esa época. ¿Pero donde se había ido esa jovencita?
El dolor en su pecho ya sólo era un tenue palpitar, nada que ver con la severa presión en su corazón, tan semejante a como si un puño helado hubiera sujetado su corazón y lo hubiera oprimido para exprimirle su… sangre y también su… alma.
Miró por la ventanilla más aliviado, las primeras luces del amanecer empezaban a dibujarse aun que todavía muy lejanas en el horizonte. En cambio las luces de la ciudad de Florencia ya se extendían a todo lo largo de su vista, la legendaria ciudad de la Toscana le daba la bienvenida.
A unos metros sobre su cabeza, de pie sobre el techo del vagón, con un viento como de un huracán acariciando su rostro y jugando con sus cabellos que luchaban por imponer su natural movimiento a la fuerza de la brisa, Yulia sonreía, no importaba el estruendo de los rieles, el rechinar del acero, el zumbido del viento. Nada en la noche podía opacar el latido que venía de esa ciudad, el latido de un corazón que acariciaba sus oídos y despertaba su…. Hambre.
Continua…..
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo XII
Ecos del pasado
- ¿Nunca has sentido que ese rostro que ves… no es el tuyo?, es el mismo rostro que has visto desde que naciste, pero de pronto se vuelve extraño… ¿No has sentido de pronto que todo lo que estas viviendo es ajeno a ti, que esta vida no es verdaderamente tuya…
Elena contempla su reflejo en el cristal, sentimientos encontrados se agitan en su pecho, confusos, se siente atada de pies y manos a corceles que tiran en direcciones opuestas, se siente destrozada por dentro y al mismo tiempo se siente… feliz.
Su mano recorre en ese cristal la silueta de su rostro, el contorno de sus ojos y sus labios, el tacto frió del cristal le agrada, la suave brisa que se cuela por algún lugar refrescando su cuello es tan tonificante, el latido acelerado de su corazón después del baile… ¡Esta viva!, todas las sensaciones y placeres del mundo son suyas, todos y cada uno de los instantes que componen hasta el mas insignificante evento es un milagro maravilloso.
La euforia llena su corazón que late cada vez más fuerte, cierra los ojos y escucha atentamente… ahí, en lo más profundo de la noche, en un rincón mas allá de su propio pecho escucha ese otro latido, ese otro corazón que de forma caprichosa y torpe también palpita, como si fuera sólo una mala imitación de un corazón palpitante… es el corazón de ella, el corazón de su ángel.
-… Yulia… - murmura con una sonrisa. Sus ojos esmeraldas se pasean por toda la extensión del río al otro lado del cristal que le devuelve como reflejo un rostro que sabe no es el suyo.
-… otra vez estoy viva… -murmura deleitándose con esa palabra y todo su significado, saboreándola como un caramelo.
El ondular de las aguas del río se cubre de estrellas carmesí mientras el sol termina su agonía en el horizonte.
-… viva…
Con los ojos cerrados las aguas siguen ahí, puede ver la luna filtrándose en columnas de plata desde la ondulante superficie del agua, que como un muro la contiene. No tiene frió, ni calor, ni ningún otra sensación, extiende sus brazos a la luna pero sólo se agitan las aguas, no hay brazos, no hay piernas, no hay nada… no flota en el agua, esta en ella como disuelta, intangible, errante. No hay voz en sus labios, no hay lagrimas en sus ojos… ella es una lagrima, ella es llanto.
Del otro lado del muro de cristal líquido aparece un rostro, una niña que la mira fijamente con ojos esmeraldas como los suyos, ensortijados cabellos de fuego. La niña la mira fijamente, como si la reconociera, la pequeña y rolliza mano penetra el muro con suavidad, como una caricia, siente esa pequeña mano como si tocara su rostro y de pronto cae en sus brazos.
La niña se sumerge en las aguas atrapada en la visión de su rostro, se hunde hacia la negrura de sus profundidades y ella presurosa trata de envolverla en sus brazos, de detener su caída a la oscuridad, pero no puede… no hay brazos que puedan atraparla, así que sólo la abraza con su corazón y se hunde junto con ella.
Ese fue un instante único, un momento mágico, otra vez tiene brazos y piernas, otra vez siente la presión de un corazón en su pecho y la desesperación de sentir el aire en sus pulmones. Se agita torpemente, se impulsa recordando como hacerlo, pero todo es nuevo y distinto… Un brazo poderoso la atrapa y finalmente es arrancada de la prisión de cristal líquido que la ha mantenido cautiva… pero sólo un instante.
El muro de cristal se estrella en su rostro y la arranca de ese calido sitio para devolverla a la fría oscuridad del lago.
Puede ver más allá de la superficie acuosa, puede ver la pequeña barca donde un hombre de proporciones hercúleas abraza a una pequeña pelirroja que tose asustada pero viva…
La niña le dirige una vez más la mirada y sabe que ella puede verla, la niña sabe que ella esta ahí… Los labios del hombre tiemblan mientras pronuncia…. ¡su nombre!
- ¡Elena! –gritó una voz.
Elena abre los ojos y gira el rostro para arrancar su atención de las aguas del río ya totalmente oscurecido. El sol ha sido reemplazado por la luz eléctrica y la magia del ocaso ha desaparecido.
Alexa esta de pie junto a ella, sostiene dos vasos con alguna bebida de colores fluorescentes que resaltan más con las luces violetas del lugar y la música hace casi inaudible su voz. Sin embargo escucha con cierta claridad.
- ¿Qué le paso a tu cabello? –preguntó la gitana.
Todavía como en sueños Elena mira su reflejo en el cristal de la ventana… su cabello cae libremente sobre sus hombros como una interminable cascada de oro, completamente lacio.
Como despertando de un sueño toma su cabello entre los dedos para mirarlo de cerca, asombrada, pero sus rizos están ahí otra vez, el reflejo en el cristal se lo confirma.
- ¿Qué tiene mi cabello? –pregunta incrédula, a pesar de haberlo visto.
- Nada…. –leyó de los labios de Alexa, la gitana mira en otra dirección-…. ¿estas cansada?, creo que estabas durmiendo… ¿quieres que nos vayamos?
Elena le arrebata un vaso y lo bebe de golpe, era una bebida alcohólica pero muy ligera, y tomando la mano de Alexa la sacarla casi a rastras del lugar. Ríe mientras la gitana la mira confusa.
- ¿¡Estas loca!? – le preguntó la pelirroja a la morena. Soltó su mano al salir del antro y corriendo alcanza el borde del puente y se encarama en él extendiendo sus manos hacia el cielo. La brisa de la noche agita sus cabellos y acaricia su rostro, el frescor la hace temblar un instante y las luces de la vida nocturna de Florencia parecen sonreírle. Esta viva, después de mucho tiempo, esas sensaciones son completamente suyas otra vez.
- ¡La noche apenas comienza! – le dice a la gitana - ¡¡Y tu y yo somos fiesta!!
Kipper no pierde de vista a las chicas, desde el interior del antro a aguardado esquivando la insulsa compañía de un par de “Don Juanes” que han intentando abordarla. Con serena calma dirige sus pasos hacia la calle, mientras sus ojos tras las gafas amarillas, ideales para la visión nocturna, no pierden detalle de sus movimientos. Ha disfrutado toda la tarde realmente, invisible se ha mimetizado con ellas convirtiéndose en su sombra.
Las siguió mientras renovaban su guardarropa, compraron pocas prendas con gran prudencia, apenas un par de bolsos para todo su equipaje, están listas para salir huyendo sin dejar nada atrás. Las siguió por las calles, las plazas, y se divirtió con ellas…. Sintió envidia de ellas.
Ese par corría incansable de un lugar a otro, como un par de niñas que descubren todo un mundo nuevo. Kipper había visitado Florencia una docena de veces, hoy, a la sobra de las chicas, todo es nuevo, junto con ellas se ha maravillado de las exposiciones de los museos, de las fuentes y de las calles.
Esas risas martillan sus oídos, oprimen su pecho. Siente nausea cuando ve sus manos entrelazadas y los fugases besos que se roban la una a la otra en lugares públicos, siente su rostro arder cuando las observa entregarse a un apasionado beso a la discreta sombra de algún callejón.
- … ¡las desviadas están de luna de miel! – rió después de una ligera reflexión. Y eso también le causo una envidia amarga que ascendió desde su estomago hasta agriarle los labios.
El auto estaba estacionado a unos pocos metros de ellas, sería tan fácil tomar alguna de sus armas y poner punto final a sus correrías, recuperar el auto y seguir adelante con el plan.
-… tienes que ser paciente… -le ordenó Kürten- … te lo prometo, cuando esto termine, yo te convertiré en lo que debes ser realmente, “Ангел смерти” así te llaman y eso serás, en verdad serás “Ангел смерти”… “el ángel de la muerte”.
Fantasmas de Notre Dame.
Una pequeña isla en medio de las aguas del Sena sería la simiente del corazón de la fe del hombre, mucho antes de que ella naciera. Los celtas habían celebrado aquí sus ceremonias donde, más tarde, los romanos erigirían un templo de devoción al dios Júpiter. También en este local existió la primera iglesia cristiana en París, la Basílica de Saint-Etienne, proyectada por Childeberto I alrededor del 528 d.C. En sustitución de esta obra surge una iglesia románica que permanecerá hasta 1163, cuando se da el impulso en la construcción de la catedral.
Este era el lugar perfecto para él, como si esta enorme catedral hubiera sido edificada a cada palmo de su historia para contenerlo, para ser su prisión que voluntariamente abrazaba o para ser su mundo donde cómodamente reinaba.
"Y la catedral no era sólo su compañera, era el universo; mejor dicho, era la Naturaleza en sí misma. Él nunca soñó que había otros setos que las vidrieras en continua floración; otra sombra que la del follaje de piedra siempre en ciernes, lleno de pájaros en los matorrales de los capiteles sajones; otras montañas que las colosales torres de la iglesia; u otros océanos que París rugiendo bajo sus pies." Víctor Hugo, Notre-Dame de Paris, 1831. ¿Acaso Víctor Hugo supo de él?
Poco se sabe de las catacumbas, los laberintos que se excavaron en los cimientos de Notre Dame, desde hace mas de cien años han sido clausurados, olvidados y perdidos.
Yulia descendió por esas escaleras en medio del polvo. El silencio parecía absoluto, así lo sería para los oídos del hombre, como sería impenetrable la oscuridad. Pero no a los ojos de ella, ni a sus oídos, perfectamente escucha el sonido de una hoja de papiro descender suavemente sobre otra y los granos de polvo agitarse en el aire, sus ojos pueden ver la figura postrada de rodillas que lee las sagradas escrituras de un libro tan antiguo que todavía fue escrito a mano.
Los ojos de él alguna vez fueron negros, su piel alguna vez fue morena y curtida por los soles del desierto, sobre sus amplios hombros alguna vez portó una armadura de hierro forjado y en sus manos blandió una espada llevando una cruz rojo sangre en el pecho. Hoy sus ojos son tan claros como si fueran de cristal y arden con un fuego salvaje que le permite leer en la penumbra más profunda sin siquiera esforzarse, su piel es tan pálida y grisácea que podría confundirse con una gárgola si no se captara el casi imperceptible movimiento de su pecho, de ese corazón que late a caprichosa irregularidad como el de Yulia. La armadura fue sustituida por una toga de sacerdote, tan antigua que se hubiera podrido en sus hombros si las bacterias que todo desintegran no hubieran huido de su cuerpo asqueadas que su poseedor.
El, termina su lectura y se santigua como siempre lo ha hecho desde tiempos inmemorables, se pone de pie con parsimonia lentitud que en nada semeja a su naturaleza o sobrenaturalaza, como si la edad sobre sus hombros tuviera algún significado.
- Yulia Volkova – Saluda él, sin el menor asomo de gesto en su rostro. No tiene necesidad de fingir lo que no es, ella no es una presa que busca consuelo entre los muros y secretos de Notre Dame, ella es una criatura como él.
- Augusto Castulo – Saluda Yulia. El nombre es lo único que les queda, su único vinculo con la razón y el pensamiento, con la personalidad. Sin él no son más que meros fantasmas merodeadores de presas y devoradores de almas, no más que bestias. Pero sus nombres les recuerdan que alguna vez fueron alguien, alguna vez existieron.
Seis cientos años atrás…
El obispo Kaunas selló el ultimo documento y lo depositó en el interior de una carpeta de piel, casi de una manera ceremoniosa ató el cordón que la cerraba y la entrego a Yulia.
- Una nota de crédito más – suspiró Kaunas – No sabía que la fortuna de la familia Volkov era tan grande. – con una señal dio la indicación para que un par de fornidos guardias recogieran el cofre lleno de monedas de oro que Yulia entregada.
- Es toda la fortuna de mi padre, y del padre de mi padre… - suspiró Yulia.
- Oro convertido en papel, no lo entiendo –dijo uno de los escribanos que servia como testigo de la transacción.
- Papel que se convertirá en oro nuevamente cuando llegue a Roma. Es imposible viajar con tal cantidad de oro, y muy peligroso. Las notas de crédito en cambio son sólo papel hasta que lleguen a su destino y sólo para aquel que acredite su propiedad. –explico Yulia.
- Entonces piensa viajar a Roma con toda su fortuna… ¿acaso piensa vivir allá? –interrogo Kaunas con verdadero interés.
- Por un tiempo, algunos años. Debo cumplir con la voluntad de mi padre, él siempre tuvo la intención de pagar la benevolencia del santo Papa con nuestra familia, edificando un templo, una catedral tan grande que pudiera verse desde muchas leguas, un templo capas de guiar al extraviado a la casa del señor.
- Noble misión – aplaudió Kaunas- pero entonces ¿Quién se quedara a cargo del castillo Volkov?
- Usted, excelencia – dijo Yulia mirándolo a los ojos, sonrió, ese hombre era transparente, no hubiera podido ocultar el brillo de sus ojos aun que los hubiera tenido cerrados – Si es de su agrado, me gustaría que fuera huésped de mi castillo, podrá disponer de él como le plazca.
- ¡hija!, el señor pagara tu bondad con creces..- dijo Kaunas mientas besaba sus mejillas. – Pero entonces ¿Cuándo partirás?
- Cuanto antes, debo terminar unos asuntos más, me iré un día antes de la boda de mi querida amiga Nadya, debo entregarla a su padre quien ya viene en camino.
- ¿Y por que no esperar a después de la boda?
- Por que mi misión no puede esperar…. Además Nadya estará tan ocupada y contenta ese día que ni siquiera notara mi ausencia.
- Estoy seguro que sí, píenselo, unos días más no serán relevantes. –insistió Kaunas con falsa amabilidad, mientras Yulia se retiraba con sus sirvientes.
Kaunas volvió a su escritorio y reviso la gran cantidad de documentos que tenía, los arrojó con un bufido y clavo su mirada en el escriba que también era su asistente.
-¿De donde salio tal cantidad de oro?, no me creo que la familia Volkov fuera tan rica.
- De la venta de sus tierras –sonrió el escriba disfrutando de tener información que el Obispo desconocía.
- ¿Vendió sus tierras? –repitió incrédulo Kaunas.
- Así lo escuche, la Señorita Volkova reunió las familias que viven en su feudo y les vendió a cada una el pedazo de tierra que han trabajado. Les dio la oportunidad de pagar poco a poco por esta propiedad. Ese es el oro que poco a poco a convertido Volkova en notas de crédito todos estos meses.
- Pero entonces…. ¡ella no piensa regresar! – Aplaudió Kaunas - ¡El castillo será mío!… es decir de la santa Iglesia…
- Es muy probable, las familias tardaran años en poder pagar sus tierras. ¿Cómo piensa seguir cobrándolas?
- Mediante más notas de crédito – aplaudió Kaunas mientas abría un documento – una persona de mucha confianza para Volkova se encargara en lo sucesivo de cambiar el oro por notas de crédito y hacérselas llegar…. ¡aquí esta!, es un caballerango, parece que su familia ha sido muy unida a los Volkov por generaciones, un tal Ilich Katin.
El escriba se encogió de hombros y volvió a lo suyo.
Hermanos
Alexei terminó de comer su bollo e hizo una pelota de papel con su envoltorio y lo arrojo sobre su hombro a la carretera. Bajó de su improvisado asiento sobre el cofre del automóvil y volvió a plantarse a mitad del camino. Clavó su vista nuevamente en las flechas pintadas sobre láminas que indicaban varias rutas.
-…. ¿Por donde?.... ¿por cual? – se mezo el cabello tratando de aclarar sus ideas. Volvió el rostro y vio en el asiento del copiloto del auto a un totalmente exhausto Troy que dormía como un tronco.
- ¡Idiota! –Rumió entre dientes el gitano - ¿sabes por que no me he dado a la fuga?... ¡por que no quiero!
Meneó la cabeza divertido, que fácil sería quitarle su arma ahora y acabarlo con ella… No, Alexei podía ser muchas cosas, pero no un asesino. Además tenia que encontrar a su hermana, tenia una cuenta pendiente con ella.
Se acercó al auto y golpeo el hombro del agente haciéndolo saltar.
- ¡AAAUUUCHHHH! …. ¡infeliz, ¿Qué pretendes?! -se quejó Troy.
- Ya sé por donde se fue…. –respondió una afable y falsa sonrisa - ¿duele?
Troy le devolvió el golpe en el mismo hombro, a pesar de sus reflejos, Alexei no pudo esquivarlo.
- ¡HHHAAAAYYYY!.... ¡perro!…
- ¿Eso contesta tu pregunta?
Ambos se frotaron al adolorido hombro. Antes de salir de Francia tuvieron que recibir un cóctel de medicamentos y vacunas, muy dolorosas vacunas. Al menos lograron salir antes de que se impusiera la cuarentena en 3 barrios franceses.
- ¿Y bien?... ¿Dónde fueron?- inquirió Troy.
Alexei levanto la mirada como para confirmar su presentimiento, por que no tenía nada más que una corazonada para seguir adelante.
- Florencia –respondió convencido.
- Adelante – indicó Troy y Alexei abordo el auto en el lugar del piloto, puso en marcha otra vez el auto.
- ¿De verdad trabajan así en el INTERPOL?
- medidas extremas…- murmuró Troy mientras volvía a acomodarse para conciliar el sueño- ha falta de otra herramienta…. No es la primera vez que se rastrea a alguien usando las corazonadas de un hermano gemelo… no sé como, pero funciona…
Un rincón para el amor… seiscientos años atrás…
Yulia abrió de par en par los ventanales del balcón de su propia habitación, la brisa fresca penetro de golpe agitando el delgado y transparente camisón con que cubría su desnudes. Deliciosamente transparente, pensó Nadya con una sonrisa mientras la miraba desde la cama, sin perder un sólo detalle se deleitaba de la pequeña damisela de figura tan frágil que parecía romperse con el viento pero que en realidad era tan fuerte como el hierro.
-… mi doncella de hierro… - suspiró con una picara sonrisa que Yulia devolvió al mirarla - ¡ven aca! – le ordenó imperativa mientras extendía su mano con gesto nobiliario, Yulia obedeció sin chistar, tomó la mano y con sumo deleite la besó.
Nadya hundió sus dedos entre los rebeldes cabellos tan negros como la noche, recordaba cuando eran niñas esos cabellos era tan rubios como el trigo y su piel tan clara como la suya, pero el sol bronceo esa piel y la edad cambio el tono de ese cabello hasta oscurecerlo como alas de cuervo.
- ¡Fuiste muy valiente hoy, mi pequeño caballero! – Rió Nadya – te has ganado una prenda…-
Con sutileza, la pelirroja desató el pequeño nudo de su camisón tan transparente como el de Yulia, la prenda se deslizo levemente dejando al descubierto sus hombros, la línea de cordones se entreabrió con el sensual movimiento de Nadya al recostarse apoyada en sus brazos, la línea entre sus seños quedo al recubierta totalmente aun mas allá de su nacimiento. Su perfume invadía la habitación, golpeaba el rostro de Yulia y excitaba sus sentidos. Lo sabía, lo disfrutaba.
El pie de Nadya acaricio la pierna de Yulia desde su tobillo y suavemente ascendió, colándose bajo el camisón, sus dedos recorrieron la cara interna de sus muslos hasta alcanzar su entrepierna. Las esmeraldas de sus ojos lanzaban chispas.
* * *
Bohdan Vladis cruzó el puente que le daba la bienvenida a su reino, una docena de sus hombres venían con él, una vez salidos del puente volvieron a rodearlo como un cerco protector, eran su guardia personal. Bohdan, el caballero Teuton estaba nervioso, y tenía razones para estarlo.
Del bosque que lo rodeaba salieron sorpresivamente varios caballeros armados y en sus monturas rodeándolos, lo superaban en número. Al frente de todos ellos apareció un rostro conocido.
- ¡Tiver! – Exclamó Bohdan - ¿Qué significa esto?
- No… no es usted quien puede hacer preguntas en este momento, ¿Qué es esto? Es lo que pregunto yo, o mejor dicho, lo que pregunta mi tío.
Tiver arrojó a los pies del caballo de Bohdan un cilindro de piel en cuyo interior se guardaba un documento, Bohdan conocía este recipiente, conocía el documento… él lo había escrito, él lo había sellado.
* * *
Yulia cerró los ojos dejándose llevar por la caricia de ese pie en su intimidad, tembló e incapaz de contenerse sus manos corrieron por esa pierna devorando con la punta de sus dedos toda la extensión de esa piel, esa palidez tachonada de pecas, saltó sobre la cama y cayó aprisionando entre sus piernas a Nadya mientras sus manos abrían ese camisón y liberaban los encantos de la pelirroja.
-… ¿mi prenda? – preguntó mientras sus labios empezaban a recorrer la majestuosidad de sus senos, su lengua empezaba a dibujar arabescos en el contorno de sus pezones.
-… tu… prenda…-suspiró Nadya-… ¡es tu prenda, tómala!
* * *
- Es una carta que dirigí al líder de los Turcos, una propuesta para poner fin a las hostilidades, poner fin a la guerra. – dijo Bohdan
- ¡Es un acto de traición! – exclamó Tiver.
- Los Turcos ya no quieren esta guerra, están dispuestos a pagar por el permiso de cruzar nuestras tierras y negociar con nosotros… La guerra puede terminar aquí y ahora…
- Pero no negociaremos con herejes, no haremos negocios con quienes desconocen la palabra de Dios…
- ¿La palabra de Dios?, ¿no es uno de sus mandamientos “amar a tu prójimo como a ti mismo”?
- Los Turcos no son nuestros prójimos, tienen sus Dioses y su fe, no vamos a negociar con ellos, ¡los vamos a aplastar!.
- Tu tío ya esta buscando negociar con ellos, detener la guerra… ¿Qué importa si yo adelanto este fin?, entre más pronto dejemos las armas, más pronto empezaremos a hacer negocios…
- ¡Silencio! –Exclamó Tiver – Si mi tío negocia con los Turcos es un acto de gobierno, si lo haces tú es un acto de traición.
* * *
Nadya envolvió son sus brazos a Yulia y con vehemencia le arrebató el camisón, dejándola tan desnuda como ella. Tomándola de los brazos la hizo girar para recostarse sobre ella. El verde de sus ojos y el azul de los de ella se mezclaron por un instante infinito.
-… mi príncipe… -jadeó Nadya-… ¡no!, eres mucho más que un príncipe, mucho más hermosa que una princesa… ¿Qué eres Yulia?... ¿Quién eres para mi… un ángel acaso?
Los labios de Yulia no se detenían aún en esa posición en que ella era la sometida, la presa.
- ¿Eres mi ángel, Yulia?, ¿eres un ser de naturaleza divina sólo para mi, para protegerme siempre?..
Yulia detuvo sus labios, sus manos que generosas acariciaban cada centímetro de esa piel sonrosada y pecosa. Sus ojos miraron el inmenso y pacifico océano verde de los de Nadya…
- Para ti, soy lo que tu quieras… si me quieres caballero, seré caballero, si me quieres como un ángel, seré un ángel… Pero siempre, no importa lo que pase, lo que venga, yo siempre estaré contigo para protegerte… yo siempre estaré aquí para ti…
* * *
- No hay nada más que decir entonces… - afirmó Bohdan-… ¿Por qué no decir la verdad?, el ducado desea mis riquezas y las de mi hermano y amigo… desean el poder absoluto que con nosotros no puede tener… Si fuera un poco más inteligente entendería que uniendo sus fuerzas con las nuestras y con los Turcos, seriamos tan poderosos que el mismo Papa no se atrevería a enfrentarnos… nuestros ejércitos traerían la paz a todas estas regiones sin usar la espada, la pura intimidación acabaría con todas la guerras… El ejército de Lituania haría mediante la paz lo que ningún otro ejército santo ha logrado en siglos, sería el fin de la violencia y el inicio de la edad de la razón… Todo esto no puede compararse con un castillo, con unas tierras, con algunas piezas de oro y la mansedumbre a los poderes de la iglesia… ¡Que hombre tan pequeño es tu tío!, que hombre tan pequeño eres tu….
Bohdan miro hacia el cielo, ahí en lo alto estaba la luna, reina indiscutible de la regiones etéreas, silenciosa testigo de las promesas imposibles. Nadya amaba la luna, ¿Qué secretos le platicaba a la luna?, echo mano a su espada y el acero brilló bajo el plata reluciente de la cascada etérea.
Un centenar de espadas más brillaron en la noche y se mancharon de carmesí….
* * *
- ¿Dónde esta la fe? –Pregunto Yulia, sus manos se entrelazaban mientras la luna se filtraba por el balcón abierto y bañaba de pureza sus cuerpos desnudos, perlados de diamantes por el fuego de la pasión extinguida con caricias y besos.
- ¿La fe?... aquí mismo –señaló Nadya sobre su pecho -… en este preciso rincón donde tu habitas, donde siento que todo es posible, que el cielo puede alcanzarse, que el rostro de Dios es benévolo conmigo tan sólo por que tu estas a mi lado.
Yulia besó delicadamente sus labios y la abrazó disimulando un estremecimiento.
- … El tiempo se nos ha acabado, ¿Qué será de nosotras mañana?, la fecha se ha cumplido y tu padre esta por llegar… ¿Cómo haremos para que te quedes a mi lado?
- ¡Tonta!, no pierdas la fe faltando tan poco… mi padre no nos fallara, traerá buenas noticias y anulara la promesa de mi mano… Me quedare contigo para siempre…
- Ya no podemos ocultar lo que hay entre nosotras... todos murmuran, todos lo sospechan… ¿Qué crees que pensara tu padre cuando lo sepa?…
- No… él no debe saberlo, nadie debe saberlo… nadie lo entenderá… para todos es un pecado…
- Aun que tu padre traiga buenas noticias, aun que tu padre nos apoye… ¿Qué futuro nos espera aquí?.... Nadya, no podemos quedarnos… ¡Ven conmigo Nadya!, vayámonos tan lejos que nadie pueda encontrarnos..
- ¿Y a donde podemos ir?… ¿Dónde nuestro amor no será visto como un pecado?, lo nuestro esta prohibido entre los Turcos, entre los Sarracenos, entre los Griegos, es prohibido en Roma… no hay un lugar en el mundo donde nuestro amor no signifique pecado…
- Tiene que haberlo, y si no lo hay… construyámoslo, viajemos por el mundo hasta encontrar un lugar donde podamos estar en paz, y si ese lugar no existe… entonces viajemos por siempre, sin quedarnos demasiado tiempo en ninguna parte para que nunca nos descubran, ¡el mundo es tan grande y hay tantos lugares por conocer!
-… Yulia, ya lo tienes planeado ¿verdad?
La pequeña morena giro sobre si misma y aprisiono a Nadya entre sus piernas, sonreía aun que sus labios temblaban.
- Así es, he planeado nuestra fuga de este reino donde sólo impera la envidia y la codicia… lo he planeado desde que supe que me amabas, por que nunca nos permitirán estar juntas, no importa quienes seamos, ni nuestras riquezas, ni nuestras tierras… Si voy a perderte, prefiero renunciar a todo lo que tengo y huir contigo… no sé a donde, ni sé como, pero tengo fe en que hallaremos el lugar… tengo fe en que vendrás conmigo…
Nadya acarició ese rostro que había sido su felicidad en los últimos meses, había sido su universo y su mundo.
Ahora sería su futuro.
- ¿Crees que no lo había pensado ya?, ¿crees que he desperdiciado las horas sólo soñando contigo cuando sé que puedo perderte?... No puedo abandonar a mi padre, no ahora. Tengo que verlo y saber que noticias trae, que ha planeado para el futuro y… tengo que romperle el corazón por que en ese futuro yo no estaré… Si, Yulia Volkova, te tome como esposa e iré contigo a cualquier lugar donde quieras llevarme…
- No será un viaje fácil, no será lujoso ni confortable, he hecho arreglos para que no nos falte nada al principio pero la vida que llevaremos no se comparara con lo que tenemos ahora…
- ¡Será una aventura!, será divertido, será maravilloso si permanecemos juntas, junto a ti Yulia, me siento un Hércules, no habrá montaña que no pueda conquistar, no habrá desierto que no pueda cruzar… si permaneces junto a mi… sólo quédate a mi lado, llévame contigo y soportare todo, todo cuanto venga.
- ¡¡Te amo, Nadya Elena Vladis!!… te amo más que a mi vida…
* * *
La luna se mancho de carmesí, doce valientes caballeros murieron en batalla desigual pero no menguaron sus espadas hasta que el ultimo latido de sus corazones expiaron.
Bohdan sintió una amarga paz cuando la luna parecía lavar sus lagrimas, ella, hermosa, inmensa y majestuosa, ahora comprendía el por que Nadya siempre se refugiaba en la luna. Tuvo una visión fugas, dos niñas que corrían inocentes y alegres por entre los jardines del castillo Volkov, la luz de las antorchas no era suficiente para romper la noche, pero la luna era como una madre, la madre que ambas habían perdido desde muy infantas, salía de entre las nubes victoriosa y llenaba de plata el patio de sus juegos y acariciaba sus sonrisas, ambas compartían a la luna como madre y eso las hacia más que hermanas… su ensoñación fue rota cuando el acero inclemente penetró en su pecho y alcanzo finalmente su corazón.
- Nadya…. Yulia…. ¡lo siento!, lo siento mucho… les he fallado…
Ángel de la muerte… ángel de la guerra
Una docena de camionetas blindadas, negras, con los cristales polarizados arribaron presurosas a las calles de Florencia.
Continúa….
Ecos del pasado
- ¿Nunca has sentido que ese rostro que ves… no es el tuyo?, es el mismo rostro que has visto desde que naciste, pero de pronto se vuelve extraño… ¿No has sentido de pronto que todo lo que estas viviendo es ajeno a ti, que esta vida no es verdaderamente tuya…
Elena contempla su reflejo en el cristal, sentimientos encontrados se agitan en su pecho, confusos, se siente atada de pies y manos a corceles que tiran en direcciones opuestas, se siente destrozada por dentro y al mismo tiempo se siente… feliz.
Su mano recorre en ese cristal la silueta de su rostro, el contorno de sus ojos y sus labios, el tacto frió del cristal le agrada, la suave brisa que se cuela por algún lugar refrescando su cuello es tan tonificante, el latido acelerado de su corazón después del baile… ¡Esta viva!, todas las sensaciones y placeres del mundo son suyas, todos y cada uno de los instantes que componen hasta el mas insignificante evento es un milagro maravilloso.
La euforia llena su corazón que late cada vez más fuerte, cierra los ojos y escucha atentamente… ahí, en lo más profundo de la noche, en un rincón mas allá de su propio pecho escucha ese otro latido, ese otro corazón que de forma caprichosa y torpe también palpita, como si fuera sólo una mala imitación de un corazón palpitante… es el corazón de ella, el corazón de su ángel.
-… Yulia… - murmura con una sonrisa. Sus ojos esmeraldas se pasean por toda la extensión del río al otro lado del cristal que le devuelve como reflejo un rostro que sabe no es el suyo.
-… otra vez estoy viva… -murmura deleitándose con esa palabra y todo su significado, saboreándola como un caramelo.
El ondular de las aguas del río se cubre de estrellas carmesí mientras el sol termina su agonía en el horizonte.
-… viva…
Con los ojos cerrados las aguas siguen ahí, puede ver la luna filtrándose en columnas de plata desde la ondulante superficie del agua, que como un muro la contiene. No tiene frió, ni calor, ni ningún otra sensación, extiende sus brazos a la luna pero sólo se agitan las aguas, no hay brazos, no hay piernas, no hay nada… no flota en el agua, esta en ella como disuelta, intangible, errante. No hay voz en sus labios, no hay lagrimas en sus ojos… ella es una lagrima, ella es llanto.
Del otro lado del muro de cristal líquido aparece un rostro, una niña que la mira fijamente con ojos esmeraldas como los suyos, ensortijados cabellos de fuego. La niña la mira fijamente, como si la reconociera, la pequeña y rolliza mano penetra el muro con suavidad, como una caricia, siente esa pequeña mano como si tocara su rostro y de pronto cae en sus brazos.
La niña se sumerge en las aguas atrapada en la visión de su rostro, se hunde hacia la negrura de sus profundidades y ella presurosa trata de envolverla en sus brazos, de detener su caída a la oscuridad, pero no puede… no hay brazos que puedan atraparla, así que sólo la abraza con su corazón y se hunde junto con ella.
Ese fue un instante único, un momento mágico, otra vez tiene brazos y piernas, otra vez siente la presión de un corazón en su pecho y la desesperación de sentir el aire en sus pulmones. Se agita torpemente, se impulsa recordando como hacerlo, pero todo es nuevo y distinto… Un brazo poderoso la atrapa y finalmente es arrancada de la prisión de cristal líquido que la ha mantenido cautiva… pero sólo un instante.
El muro de cristal se estrella en su rostro y la arranca de ese calido sitio para devolverla a la fría oscuridad del lago.
Puede ver más allá de la superficie acuosa, puede ver la pequeña barca donde un hombre de proporciones hercúleas abraza a una pequeña pelirroja que tose asustada pero viva…
La niña le dirige una vez más la mirada y sabe que ella puede verla, la niña sabe que ella esta ahí… Los labios del hombre tiemblan mientras pronuncia…. ¡su nombre!
- ¡Elena! –gritó una voz.
Elena abre los ojos y gira el rostro para arrancar su atención de las aguas del río ya totalmente oscurecido. El sol ha sido reemplazado por la luz eléctrica y la magia del ocaso ha desaparecido.
Alexa esta de pie junto a ella, sostiene dos vasos con alguna bebida de colores fluorescentes que resaltan más con las luces violetas del lugar y la música hace casi inaudible su voz. Sin embargo escucha con cierta claridad.
- ¿Qué le paso a tu cabello? –preguntó la gitana.
Todavía como en sueños Elena mira su reflejo en el cristal de la ventana… su cabello cae libremente sobre sus hombros como una interminable cascada de oro, completamente lacio.
Como despertando de un sueño toma su cabello entre los dedos para mirarlo de cerca, asombrada, pero sus rizos están ahí otra vez, el reflejo en el cristal se lo confirma.
- ¿Qué tiene mi cabello? –pregunta incrédula, a pesar de haberlo visto.
- Nada…. –leyó de los labios de Alexa, la gitana mira en otra dirección-…. ¿estas cansada?, creo que estabas durmiendo… ¿quieres que nos vayamos?
Elena le arrebata un vaso y lo bebe de golpe, era una bebida alcohólica pero muy ligera, y tomando la mano de Alexa la sacarla casi a rastras del lugar. Ríe mientras la gitana la mira confusa.
- ¿¡Estas loca!? – le preguntó la pelirroja a la morena. Soltó su mano al salir del antro y corriendo alcanza el borde del puente y se encarama en él extendiendo sus manos hacia el cielo. La brisa de la noche agita sus cabellos y acaricia su rostro, el frescor la hace temblar un instante y las luces de la vida nocturna de Florencia parecen sonreírle. Esta viva, después de mucho tiempo, esas sensaciones son completamente suyas otra vez.
- ¡La noche apenas comienza! – le dice a la gitana - ¡¡Y tu y yo somos fiesta!!
Kipper no pierde de vista a las chicas, desde el interior del antro a aguardado esquivando la insulsa compañía de un par de “Don Juanes” que han intentando abordarla. Con serena calma dirige sus pasos hacia la calle, mientras sus ojos tras las gafas amarillas, ideales para la visión nocturna, no pierden detalle de sus movimientos. Ha disfrutado toda la tarde realmente, invisible se ha mimetizado con ellas convirtiéndose en su sombra.
Las siguió mientras renovaban su guardarropa, compraron pocas prendas con gran prudencia, apenas un par de bolsos para todo su equipaje, están listas para salir huyendo sin dejar nada atrás. Las siguió por las calles, las plazas, y se divirtió con ellas…. Sintió envidia de ellas.
Ese par corría incansable de un lugar a otro, como un par de niñas que descubren todo un mundo nuevo. Kipper había visitado Florencia una docena de veces, hoy, a la sobra de las chicas, todo es nuevo, junto con ellas se ha maravillado de las exposiciones de los museos, de las fuentes y de las calles.
Esas risas martillan sus oídos, oprimen su pecho. Siente nausea cuando ve sus manos entrelazadas y los fugases besos que se roban la una a la otra en lugares públicos, siente su rostro arder cuando las observa entregarse a un apasionado beso a la discreta sombra de algún callejón.
- … ¡las desviadas están de luna de miel! – rió después de una ligera reflexión. Y eso también le causo una envidia amarga que ascendió desde su estomago hasta agriarle los labios.
El auto estaba estacionado a unos pocos metros de ellas, sería tan fácil tomar alguna de sus armas y poner punto final a sus correrías, recuperar el auto y seguir adelante con el plan.
-… tienes que ser paciente… -le ordenó Kürten- … te lo prometo, cuando esto termine, yo te convertiré en lo que debes ser realmente, “Ангел смерти” así te llaman y eso serás, en verdad serás “Ангел смерти”… “el ángel de la muerte”.
Fantasmas de Notre Dame.
Una pequeña isla en medio de las aguas del Sena sería la simiente del corazón de la fe del hombre, mucho antes de que ella naciera. Los celtas habían celebrado aquí sus ceremonias donde, más tarde, los romanos erigirían un templo de devoción al dios Júpiter. También en este local existió la primera iglesia cristiana en París, la Basílica de Saint-Etienne, proyectada por Childeberto I alrededor del 528 d.C. En sustitución de esta obra surge una iglesia románica que permanecerá hasta 1163, cuando se da el impulso en la construcción de la catedral.
Este era el lugar perfecto para él, como si esta enorme catedral hubiera sido edificada a cada palmo de su historia para contenerlo, para ser su prisión que voluntariamente abrazaba o para ser su mundo donde cómodamente reinaba.
"Y la catedral no era sólo su compañera, era el universo; mejor dicho, era la Naturaleza en sí misma. Él nunca soñó que había otros setos que las vidrieras en continua floración; otra sombra que la del follaje de piedra siempre en ciernes, lleno de pájaros en los matorrales de los capiteles sajones; otras montañas que las colosales torres de la iglesia; u otros océanos que París rugiendo bajo sus pies." Víctor Hugo, Notre-Dame de Paris, 1831. ¿Acaso Víctor Hugo supo de él?
Poco se sabe de las catacumbas, los laberintos que se excavaron en los cimientos de Notre Dame, desde hace mas de cien años han sido clausurados, olvidados y perdidos.
Yulia descendió por esas escaleras en medio del polvo. El silencio parecía absoluto, así lo sería para los oídos del hombre, como sería impenetrable la oscuridad. Pero no a los ojos de ella, ni a sus oídos, perfectamente escucha el sonido de una hoja de papiro descender suavemente sobre otra y los granos de polvo agitarse en el aire, sus ojos pueden ver la figura postrada de rodillas que lee las sagradas escrituras de un libro tan antiguo que todavía fue escrito a mano.
Los ojos de él alguna vez fueron negros, su piel alguna vez fue morena y curtida por los soles del desierto, sobre sus amplios hombros alguna vez portó una armadura de hierro forjado y en sus manos blandió una espada llevando una cruz rojo sangre en el pecho. Hoy sus ojos son tan claros como si fueran de cristal y arden con un fuego salvaje que le permite leer en la penumbra más profunda sin siquiera esforzarse, su piel es tan pálida y grisácea que podría confundirse con una gárgola si no se captara el casi imperceptible movimiento de su pecho, de ese corazón que late a caprichosa irregularidad como el de Yulia. La armadura fue sustituida por una toga de sacerdote, tan antigua que se hubiera podrido en sus hombros si las bacterias que todo desintegran no hubieran huido de su cuerpo asqueadas que su poseedor.
El, termina su lectura y se santigua como siempre lo ha hecho desde tiempos inmemorables, se pone de pie con parsimonia lentitud que en nada semeja a su naturaleza o sobrenaturalaza, como si la edad sobre sus hombros tuviera algún significado.
- Yulia Volkova – Saluda él, sin el menor asomo de gesto en su rostro. No tiene necesidad de fingir lo que no es, ella no es una presa que busca consuelo entre los muros y secretos de Notre Dame, ella es una criatura como él.
- Augusto Castulo – Saluda Yulia. El nombre es lo único que les queda, su único vinculo con la razón y el pensamiento, con la personalidad. Sin él no son más que meros fantasmas merodeadores de presas y devoradores de almas, no más que bestias. Pero sus nombres les recuerdan que alguna vez fueron alguien, alguna vez existieron.
Seis cientos años atrás…
El obispo Kaunas selló el ultimo documento y lo depositó en el interior de una carpeta de piel, casi de una manera ceremoniosa ató el cordón que la cerraba y la entrego a Yulia.
- Una nota de crédito más – suspiró Kaunas – No sabía que la fortuna de la familia Volkov era tan grande. – con una señal dio la indicación para que un par de fornidos guardias recogieran el cofre lleno de monedas de oro que Yulia entregada.
- Es toda la fortuna de mi padre, y del padre de mi padre… - suspiró Yulia.
- Oro convertido en papel, no lo entiendo –dijo uno de los escribanos que servia como testigo de la transacción.
- Papel que se convertirá en oro nuevamente cuando llegue a Roma. Es imposible viajar con tal cantidad de oro, y muy peligroso. Las notas de crédito en cambio son sólo papel hasta que lleguen a su destino y sólo para aquel que acredite su propiedad. –explico Yulia.
- Entonces piensa viajar a Roma con toda su fortuna… ¿acaso piensa vivir allá? –interrogo Kaunas con verdadero interés.
- Por un tiempo, algunos años. Debo cumplir con la voluntad de mi padre, él siempre tuvo la intención de pagar la benevolencia del santo Papa con nuestra familia, edificando un templo, una catedral tan grande que pudiera verse desde muchas leguas, un templo capas de guiar al extraviado a la casa del señor.
- Noble misión – aplaudió Kaunas- pero entonces ¿Quién se quedara a cargo del castillo Volkov?
- Usted, excelencia – dijo Yulia mirándolo a los ojos, sonrió, ese hombre era transparente, no hubiera podido ocultar el brillo de sus ojos aun que los hubiera tenido cerrados – Si es de su agrado, me gustaría que fuera huésped de mi castillo, podrá disponer de él como le plazca.
- ¡hija!, el señor pagara tu bondad con creces..- dijo Kaunas mientas besaba sus mejillas. – Pero entonces ¿Cuándo partirás?
- Cuanto antes, debo terminar unos asuntos más, me iré un día antes de la boda de mi querida amiga Nadya, debo entregarla a su padre quien ya viene en camino.
- ¿Y por que no esperar a después de la boda?
- Por que mi misión no puede esperar…. Además Nadya estará tan ocupada y contenta ese día que ni siquiera notara mi ausencia.
- Estoy seguro que sí, píenselo, unos días más no serán relevantes. –insistió Kaunas con falsa amabilidad, mientras Yulia se retiraba con sus sirvientes.
Kaunas volvió a su escritorio y reviso la gran cantidad de documentos que tenía, los arrojó con un bufido y clavo su mirada en el escriba que también era su asistente.
-¿De donde salio tal cantidad de oro?, no me creo que la familia Volkov fuera tan rica.
- De la venta de sus tierras –sonrió el escriba disfrutando de tener información que el Obispo desconocía.
- ¿Vendió sus tierras? –repitió incrédulo Kaunas.
- Así lo escuche, la Señorita Volkova reunió las familias que viven en su feudo y les vendió a cada una el pedazo de tierra que han trabajado. Les dio la oportunidad de pagar poco a poco por esta propiedad. Ese es el oro que poco a poco a convertido Volkova en notas de crédito todos estos meses.
- Pero entonces…. ¡ella no piensa regresar! – Aplaudió Kaunas - ¡El castillo será mío!… es decir de la santa Iglesia…
- Es muy probable, las familias tardaran años en poder pagar sus tierras. ¿Cómo piensa seguir cobrándolas?
- Mediante más notas de crédito – aplaudió Kaunas mientas abría un documento – una persona de mucha confianza para Volkova se encargara en lo sucesivo de cambiar el oro por notas de crédito y hacérselas llegar…. ¡aquí esta!, es un caballerango, parece que su familia ha sido muy unida a los Volkov por generaciones, un tal Ilich Katin.
El escriba se encogió de hombros y volvió a lo suyo.
Hermanos
Alexei terminó de comer su bollo e hizo una pelota de papel con su envoltorio y lo arrojo sobre su hombro a la carretera. Bajó de su improvisado asiento sobre el cofre del automóvil y volvió a plantarse a mitad del camino. Clavó su vista nuevamente en las flechas pintadas sobre láminas que indicaban varias rutas.
-…. ¿Por donde?.... ¿por cual? – se mezo el cabello tratando de aclarar sus ideas. Volvió el rostro y vio en el asiento del copiloto del auto a un totalmente exhausto Troy que dormía como un tronco.
- ¡Idiota! –Rumió entre dientes el gitano - ¿sabes por que no me he dado a la fuga?... ¡por que no quiero!
Meneó la cabeza divertido, que fácil sería quitarle su arma ahora y acabarlo con ella… No, Alexei podía ser muchas cosas, pero no un asesino. Además tenia que encontrar a su hermana, tenia una cuenta pendiente con ella.
Se acercó al auto y golpeo el hombro del agente haciéndolo saltar.
- ¡AAAUUUCHHHH! …. ¡infeliz, ¿Qué pretendes?! -se quejó Troy.
- Ya sé por donde se fue…. –respondió una afable y falsa sonrisa - ¿duele?
Troy le devolvió el golpe en el mismo hombro, a pesar de sus reflejos, Alexei no pudo esquivarlo.
- ¡HHHAAAAYYYY!.... ¡perro!…
- ¿Eso contesta tu pregunta?
Ambos se frotaron al adolorido hombro. Antes de salir de Francia tuvieron que recibir un cóctel de medicamentos y vacunas, muy dolorosas vacunas. Al menos lograron salir antes de que se impusiera la cuarentena en 3 barrios franceses.
- ¿Y bien?... ¿Dónde fueron?- inquirió Troy.
Alexei levanto la mirada como para confirmar su presentimiento, por que no tenía nada más que una corazonada para seguir adelante.
- Florencia –respondió convencido.
- Adelante – indicó Troy y Alexei abordo el auto en el lugar del piloto, puso en marcha otra vez el auto.
- ¿De verdad trabajan así en el INTERPOL?
- medidas extremas…- murmuró Troy mientras volvía a acomodarse para conciliar el sueño- ha falta de otra herramienta…. No es la primera vez que se rastrea a alguien usando las corazonadas de un hermano gemelo… no sé como, pero funciona…
Un rincón para el amor… seiscientos años atrás…
Yulia abrió de par en par los ventanales del balcón de su propia habitación, la brisa fresca penetro de golpe agitando el delgado y transparente camisón con que cubría su desnudes. Deliciosamente transparente, pensó Nadya con una sonrisa mientras la miraba desde la cama, sin perder un sólo detalle se deleitaba de la pequeña damisela de figura tan frágil que parecía romperse con el viento pero que en realidad era tan fuerte como el hierro.
-… mi doncella de hierro… - suspiró con una picara sonrisa que Yulia devolvió al mirarla - ¡ven aca! – le ordenó imperativa mientras extendía su mano con gesto nobiliario, Yulia obedeció sin chistar, tomó la mano y con sumo deleite la besó.
Nadya hundió sus dedos entre los rebeldes cabellos tan negros como la noche, recordaba cuando eran niñas esos cabellos era tan rubios como el trigo y su piel tan clara como la suya, pero el sol bronceo esa piel y la edad cambio el tono de ese cabello hasta oscurecerlo como alas de cuervo.
- ¡Fuiste muy valiente hoy, mi pequeño caballero! – Rió Nadya – te has ganado una prenda…-
Con sutileza, la pelirroja desató el pequeño nudo de su camisón tan transparente como el de Yulia, la prenda se deslizo levemente dejando al descubierto sus hombros, la línea de cordones se entreabrió con el sensual movimiento de Nadya al recostarse apoyada en sus brazos, la línea entre sus seños quedo al recubierta totalmente aun mas allá de su nacimiento. Su perfume invadía la habitación, golpeaba el rostro de Yulia y excitaba sus sentidos. Lo sabía, lo disfrutaba.
El pie de Nadya acaricio la pierna de Yulia desde su tobillo y suavemente ascendió, colándose bajo el camisón, sus dedos recorrieron la cara interna de sus muslos hasta alcanzar su entrepierna. Las esmeraldas de sus ojos lanzaban chispas.
* * *
Bohdan Vladis cruzó el puente que le daba la bienvenida a su reino, una docena de sus hombres venían con él, una vez salidos del puente volvieron a rodearlo como un cerco protector, eran su guardia personal. Bohdan, el caballero Teuton estaba nervioso, y tenía razones para estarlo.
Del bosque que lo rodeaba salieron sorpresivamente varios caballeros armados y en sus monturas rodeándolos, lo superaban en número. Al frente de todos ellos apareció un rostro conocido.
- ¡Tiver! – Exclamó Bohdan - ¿Qué significa esto?
- No… no es usted quien puede hacer preguntas en este momento, ¿Qué es esto? Es lo que pregunto yo, o mejor dicho, lo que pregunta mi tío.
Tiver arrojó a los pies del caballo de Bohdan un cilindro de piel en cuyo interior se guardaba un documento, Bohdan conocía este recipiente, conocía el documento… él lo había escrito, él lo había sellado.
* * *
Yulia cerró los ojos dejándose llevar por la caricia de ese pie en su intimidad, tembló e incapaz de contenerse sus manos corrieron por esa pierna devorando con la punta de sus dedos toda la extensión de esa piel, esa palidez tachonada de pecas, saltó sobre la cama y cayó aprisionando entre sus piernas a Nadya mientras sus manos abrían ese camisón y liberaban los encantos de la pelirroja.
-… ¿mi prenda? – preguntó mientras sus labios empezaban a recorrer la majestuosidad de sus senos, su lengua empezaba a dibujar arabescos en el contorno de sus pezones.
-… tu… prenda…-suspiró Nadya-… ¡es tu prenda, tómala!
* * *
- Es una carta que dirigí al líder de los Turcos, una propuesta para poner fin a las hostilidades, poner fin a la guerra. – dijo Bohdan
- ¡Es un acto de traición! – exclamó Tiver.
- Los Turcos ya no quieren esta guerra, están dispuestos a pagar por el permiso de cruzar nuestras tierras y negociar con nosotros… La guerra puede terminar aquí y ahora…
- Pero no negociaremos con herejes, no haremos negocios con quienes desconocen la palabra de Dios…
- ¿La palabra de Dios?, ¿no es uno de sus mandamientos “amar a tu prójimo como a ti mismo”?
- Los Turcos no son nuestros prójimos, tienen sus Dioses y su fe, no vamos a negociar con ellos, ¡los vamos a aplastar!.
- Tu tío ya esta buscando negociar con ellos, detener la guerra… ¿Qué importa si yo adelanto este fin?, entre más pronto dejemos las armas, más pronto empezaremos a hacer negocios…
- ¡Silencio! –Exclamó Tiver – Si mi tío negocia con los Turcos es un acto de gobierno, si lo haces tú es un acto de traición.
* * *
Nadya envolvió son sus brazos a Yulia y con vehemencia le arrebató el camisón, dejándola tan desnuda como ella. Tomándola de los brazos la hizo girar para recostarse sobre ella. El verde de sus ojos y el azul de los de ella se mezclaron por un instante infinito.
-… mi príncipe… -jadeó Nadya-… ¡no!, eres mucho más que un príncipe, mucho más hermosa que una princesa… ¿Qué eres Yulia?... ¿Quién eres para mi… un ángel acaso?
Los labios de Yulia no se detenían aún en esa posición en que ella era la sometida, la presa.
- ¿Eres mi ángel, Yulia?, ¿eres un ser de naturaleza divina sólo para mi, para protegerme siempre?..
Yulia detuvo sus labios, sus manos que generosas acariciaban cada centímetro de esa piel sonrosada y pecosa. Sus ojos miraron el inmenso y pacifico océano verde de los de Nadya…
- Para ti, soy lo que tu quieras… si me quieres caballero, seré caballero, si me quieres como un ángel, seré un ángel… Pero siempre, no importa lo que pase, lo que venga, yo siempre estaré contigo para protegerte… yo siempre estaré aquí para ti…
* * *
- No hay nada más que decir entonces… - afirmó Bohdan-… ¿Por qué no decir la verdad?, el ducado desea mis riquezas y las de mi hermano y amigo… desean el poder absoluto que con nosotros no puede tener… Si fuera un poco más inteligente entendería que uniendo sus fuerzas con las nuestras y con los Turcos, seriamos tan poderosos que el mismo Papa no se atrevería a enfrentarnos… nuestros ejércitos traerían la paz a todas estas regiones sin usar la espada, la pura intimidación acabaría con todas la guerras… El ejército de Lituania haría mediante la paz lo que ningún otro ejército santo ha logrado en siglos, sería el fin de la violencia y el inicio de la edad de la razón… Todo esto no puede compararse con un castillo, con unas tierras, con algunas piezas de oro y la mansedumbre a los poderes de la iglesia… ¡Que hombre tan pequeño es tu tío!, que hombre tan pequeño eres tu….
Bohdan miro hacia el cielo, ahí en lo alto estaba la luna, reina indiscutible de la regiones etéreas, silenciosa testigo de las promesas imposibles. Nadya amaba la luna, ¿Qué secretos le platicaba a la luna?, echo mano a su espada y el acero brilló bajo el plata reluciente de la cascada etérea.
Un centenar de espadas más brillaron en la noche y se mancharon de carmesí….
* * *
- ¿Dónde esta la fe? –Pregunto Yulia, sus manos se entrelazaban mientras la luna se filtraba por el balcón abierto y bañaba de pureza sus cuerpos desnudos, perlados de diamantes por el fuego de la pasión extinguida con caricias y besos.
- ¿La fe?... aquí mismo –señaló Nadya sobre su pecho -… en este preciso rincón donde tu habitas, donde siento que todo es posible, que el cielo puede alcanzarse, que el rostro de Dios es benévolo conmigo tan sólo por que tu estas a mi lado.
Yulia besó delicadamente sus labios y la abrazó disimulando un estremecimiento.
- … El tiempo se nos ha acabado, ¿Qué será de nosotras mañana?, la fecha se ha cumplido y tu padre esta por llegar… ¿Cómo haremos para que te quedes a mi lado?
- ¡Tonta!, no pierdas la fe faltando tan poco… mi padre no nos fallara, traerá buenas noticias y anulara la promesa de mi mano… Me quedare contigo para siempre…
- Ya no podemos ocultar lo que hay entre nosotras... todos murmuran, todos lo sospechan… ¿Qué crees que pensara tu padre cuando lo sepa?…
- No… él no debe saberlo, nadie debe saberlo… nadie lo entenderá… para todos es un pecado…
- Aun que tu padre traiga buenas noticias, aun que tu padre nos apoye… ¿Qué futuro nos espera aquí?.... Nadya, no podemos quedarnos… ¡Ven conmigo Nadya!, vayámonos tan lejos que nadie pueda encontrarnos..
- ¿Y a donde podemos ir?… ¿Dónde nuestro amor no será visto como un pecado?, lo nuestro esta prohibido entre los Turcos, entre los Sarracenos, entre los Griegos, es prohibido en Roma… no hay un lugar en el mundo donde nuestro amor no signifique pecado…
- Tiene que haberlo, y si no lo hay… construyámoslo, viajemos por el mundo hasta encontrar un lugar donde podamos estar en paz, y si ese lugar no existe… entonces viajemos por siempre, sin quedarnos demasiado tiempo en ninguna parte para que nunca nos descubran, ¡el mundo es tan grande y hay tantos lugares por conocer!
-… Yulia, ya lo tienes planeado ¿verdad?
La pequeña morena giro sobre si misma y aprisiono a Nadya entre sus piernas, sonreía aun que sus labios temblaban.
- Así es, he planeado nuestra fuga de este reino donde sólo impera la envidia y la codicia… lo he planeado desde que supe que me amabas, por que nunca nos permitirán estar juntas, no importa quienes seamos, ni nuestras riquezas, ni nuestras tierras… Si voy a perderte, prefiero renunciar a todo lo que tengo y huir contigo… no sé a donde, ni sé como, pero tengo fe en que hallaremos el lugar… tengo fe en que vendrás conmigo…
Nadya acarició ese rostro que había sido su felicidad en los últimos meses, había sido su universo y su mundo.
Ahora sería su futuro.
- ¿Crees que no lo había pensado ya?, ¿crees que he desperdiciado las horas sólo soñando contigo cuando sé que puedo perderte?... No puedo abandonar a mi padre, no ahora. Tengo que verlo y saber que noticias trae, que ha planeado para el futuro y… tengo que romperle el corazón por que en ese futuro yo no estaré… Si, Yulia Volkova, te tome como esposa e iré contigo a cualquier lugar donde quieras llevarme…
- No será un viaje fácil, no será lujoso ni confortable, he hecho arreglos para que no nos falte nada al principio pero la vida que llevaremos no se comparara con lo que tenemos ahora…
- ¡Será una aventura!, será divertido, será maravilloso si permanecemos juntas, junto a ti Yulia, me siento un Hércules, no habrá montaña que no pueda conquistar, no habrá desierto que no pueda cruzar… si permaneces junto a mi… sólo quédate a mi lado, llévame contigo y soportare todo, todo cuanto venga.
- ¡¡Te amo, Nadya Elena Vladis!!… te amo más que a mi vida…
* * *
La luna se mancho de carmesí, doce valientes caballeros murieron en batalla desigual pero no menguaron sus espadas hasta que el ultimo latido de sus corazones expiaron.
Bohdan sintió una amarga paz cuando la luna parecía lavar sus lagrimas, ella, hermosa, inmensa y majestuosa, ahora comprendía el por que Nadya siempre se refugiaba en la luna. Tuvo una visión fugas, dos niñas que corrían inocentes y alegres por entre los jardines del castillo Volkov, la luz de las antorchas no era suficiente para romper la noche, pero la luna era como una madre, la madre que ambas habían perdido desde muy infantas, salía de entre las nubes victoriosa y llenaba de plata el patio de sus juegos y acariciaba sus sonrisas, ambas compartían a la luna como madre y eso las hacia más que hermanas… su ensoñación fue rota cuando el acero inclemente penetró en su pecho y alcanzo finalmente su corazón.
- Nadya…. Yulia…. ¡lo siento!, lo siento mucho… les he fallado…
Ángel de la muerte… ángel de la guerra
Una docena de camionetas blindadas, negras, con los cristales polarizados arribaron presurosas a las calles de Florencia.
Continúa….
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo XIII
“...para evitar que las cosas que deben ser recordadas perezcan con el tiempo y sean borradas del recuerdo de quienes vendrán tras nosotros. Dejo pergamino para continuar este trabajo, por si alguien sobrevive y cualquiera de la raza de Adán escapa a la peste y continúa la labor que yo he comenzado”.
Extracto de los pergaminos del Hermano John Clyn de los frailes Menores, 1348. Registros del siglo de la Peste.
Ángel de la muerte… ángel de la guerra.
No hay respuesta a tu pregunta, no tengo testimonio ni del cielo ni del infierno… lo único que tengo es mi fe…. Busca la respuesta a tu pregunta en ti misma, busca en tu fe… busca en tu corazón.[/i]
Yulia contempla el río, las apacibles aguas que corren a sus pies, el palpitar del hambre debería enloquecerla, debería empujarla a cruzar ese puente y…. encontrarse con ella. Ella esta ahí, en medio de la muchedumbre, en medio de la música, en medio de las luces multicolores, la ve reír, escucha la cascada de su risa como cántico celestial, percibe su aroma como una mezcla del trigo fresco y fresas silvestres… Desea con todo su ser llegar hasta ella, tomar esa mano que adivina calida y suave, aun que no pueda sentirla, desea ver el reflejo de sus ojos en los ojos de ella, aun que sabe que eso la aterraría, desea hundir su rostro en esos cabellos de oro fundido y sentir su frescura… Sus garras brotan, saltan de bajo sus uñas negras laqueadas de su disfraz de niña humana enamorada de la noche, garras transparentes y recias como de cristal… garras para apresar una victima, destrozar una victima, garras para arrancar un corazón del pecho como si fuera un fruto maduro.
Elena se deja caer sobre un viejo y destartalado pero mullido sillón, ríe con una alegría que le sorprende a si misma, en la pista de baile un chico se ufana por llamar su atención y baila graciosamente, a pesar de saber que es una batalla perdida, pero insiste sin malicia y provoca las risas de la pelirroja, y es lo único que obtendrá de ella, lo saben todos. Esta es la pandilla, un grupo de motociclistas gitanos que resultaron ser amigos de Alexa, algunos amigos de la infancia, otros amigos de sus correrías por el mundo.
- Con ellos estarás bien, volveré pronto – le dijo la gitana antes de irse.
Un vaso apareció frente a ella, lo tomó agradeciendo en el primer idioma que se le ocurrió, el italiano no le era tan familiar, sin embargo todos en esa comunidad hablaban por lo menos cuatro idiomas además del propio, no el idioma del lugar donde nacieron, si no de esa lengua extraña que era como una mezcla de todas las lenguas, no era Ingles, tampoco era Francés, tenia un poco de Italiano y Portugués, tenia mucho de Rumano y Ruso, casi no era un idioma en forma como tal, pero esa comunidad lo entendía perfectamente, quizás por que se leían más los gestos y las expresiones que realmente escucharse… sus maestros de idiomas se volverían locos con esa aberración… o ese poema de idioma multicolor, era simplemente “gitanes”.
Elena arqueo su espalda para relajar los músculos de la nuca, después de un solo trago vació el vaso de vino, muy ligero y dulce, y se dejo llevar por el leve mareo que las copas le estaban provocando. No importaba, con un poco más de baile se le pasarían, el secreto es no dejar de bailar. Estaba feliz, había miles de motivos para festejar su vida… el simple hecho de que aun la tuviera era suficiente… pero no, estaba inmensamente feliz por algo distinto… estaba feliz por que muy por encima de la música, podía escucharlo, ese palpitar errático, ansioso, ¿asustado?
Ella estaba ahí, estaba afuera y su corazón la llamaba.
- Mi ángel oscuro… ¿es el momento de nuestra cita?, ¿es hora de poner fin a esta fiesta..?
* * *
- ¡Una belleza! – asintió Fernando, un corpulento gitano, joven y a pesar de tener un rostro poco agraciado era bastante atractivo, era algo en su gesto, la determinación de su mirada y sus tonificados brazos lo que provocaban el inconsciente deseo de dejarse atrapar por ellos. Alexa admiro esos bíceps, a su vez Fernando también se deleito con las torneadas piernas de la gitana, suspiro resignado y volvió su vista hacia el auto.
- Esta impecable – sus manos recorrieron las curvas de la carrocería con la misma pasión con que hubiera desea acariciar esas piernas. – Casi no se nota que fue reconstruido, fue un trabajo muy bien hecho… ¿Qué tiene en la cajuela?
- Buena pregunta- asintió la gitana- Eso quisiera saber, creí que era un equipo de sonido, pero… -accionó la llave en la cajuela y esa se abrió para dejar ver un diminuto espacio donde apenas cabían un par de bolsos con el equipaje de las chicas, lo indispensable y apenas. Todo el espacio esta lleno por una estructura metálica que semejaba una caja de sonido con sus bocinas y todo, pero herméticamente sellado.
- Sí esto sonara, seguramente podrías hacer una fiesta en el Coliseo de Roma. Pero no es un equipo de sonido, sólo lo parece… ¿a quien le robaste esta belleza?
- Larga historia…
- Debe pesar muchísimo, mira la suspensión trasera, esta reforzada, las llantas sólo parecen deportivas, pero en realidad son para carga pesada. Seguramente modificaron el motor – Fernando se asomó al cofre y lanzó una exclamación cubriéndose la boca abierta con ambas manos.
- ¡¡DIOS MIO!! ……… Esta cromado… ¡que belleza!...
Alexa lanzó una carcajada, orgullosa de “su” automóvil.
-… pero si, el motor esta modificado para aumentar su potencia, y no lo modificaron mal, tiene piezas de titanio… ¡y esta todo cromado!... el motor original ya es bastante potente, con esto podrías arrastrar un tractor…ó podrías cargar un elefante en la cajuela. Apuesto que ni siquiera sentiste el peso de lo que llevas allá atrás.
- Si se siente, pero sólo un poco y sólo cuando arranca, una vez corriendo es una pluma.
- ¿Entonces quieres que averigüe que traes allá atrás?
- Si, no encontré forma de abrirlo…
- Y no la hay, esta sellado, necesitare un cortador de acero y sopletes de acetileno.. Debemos llevarlo a mi taller, en un par de días…
- Un par de horas. No nos quedaremos otro día más.
- Entiendo… - Fernando echo otro vistazo a la cajuela, sujetó la estructura y dio un par de tirones con su descomunal fuerza – Imposible en dos horas… esta muy bien montado, necesito cortar, mi primo esta en Roma, tiene buen equipo en su taller ¿quieres que él lo vea allá?, es discreto y se dedica a hacer estos “trabajos especiales”, dobles compartimientos muy ocultos en los autos.
- ¿Puedo confiar en él?
- Depende de a quien se lo robaste… -Fernando se encogió de hombros mientras cerraba la cajuela y se aseguraba que todo estaba en orden.
- …. La pelirroja… ¿es tu chica?
Alexa asintió con una sonrisa y brillo en los ojos que arrancó una carcajada a Fernando.
- ¡Maldita pervertidora! – Rió fuertemente – nunca pierdes el tiempo ¿eh?
El gigante se detuvo frente al caudal del río, mas allá se alcanzaba a ver el “Ponte Vecchio” y en sentido contrario las luces de la gran fiesta donde la pandilla festejaba.
-… Entonces no veras a Camila ¿verdad?, no viniste por ella…
Alexa detuvo sus pasos en seco, miro los hombros de Fernando y su cabeza inclinada en un gesto meditabundo.
- ¿Camila?, ¿esta Camila en Florencia?
- Creímos que venías por ella, si alguien en el mundo pudiera hacer algo por ella, eres sólo tu…
- ¿Qué pasa con ella?, no sé nada de ella desde…
- Hemos hecho lo que hemos podido, pero Camila ya no es una niña. Esta metida en grandes problemas, esta muy mal… a ti te escuchara, seguramente a ti te hará caso, siempre fue así ¿no?... Ella era tuya, no debiste dejarla, debiste llevarla contigo, no debiste dejarla sola.
* * *
Su hambre… su cuerpo reacciona al hambre que Elena le provoca, contempla sus garras mientras siente en sus labios la erección de sus colmillos… y se avergüenza.
Una brisa cruel le golpea el rostro trayéndole su aroma. Siente sus piernas temblar de ansiedad por ir con ella. Levanta sus ardientes ojos hacia el cielo e implora a la luna un instante de paz, un instante en que su hambre desaparezca por completo, mengüe como mengua la luna y le permita ser lo que fue alguna vez… aun que sea sólo un instante…
Elena conduce sus pasos hacia la noche, deja atrás sus nuevos amigos que viven una fiesta que parece nunca terminar. La oscuridad la llama, la llama el misterio.
-…ten fe… Ella te encontrara…. –le dijo una voz.
-… Ella… -murmuró Elena-… mi ángel… ¿Quién eres, oscuro ángel nocturno?, ¿de donde has venido… de que tiempo?, ¿que historia esta escrita en tu corazón?... ¿Quién te negó la entrada a las puertas del cielo?... ¿tu me encontraste o era yo quien te buscaba?, ¿Cómo es que sé tantas cosas de ti y no sé nada al mismo tiempo?... ¿tu sabes de quien son los sueños que me persiguen?, ¿tu sabes quien vivió esas pesadillas?...
Elena llega al gran arco que es la entrada del club, en semipenumbra, las sombras son un calidoscopio de reflejos multicolores, parejas a su alrededor la ignoran entregadas a intimas charlas, audaces caricias, apasionados besos… no hay maldad en el aire, hay pasión, hay amor, hay una inocente lujuria. Por sobre los compases de la música, por sobre las voces que cantan, por sobre los versos de amor de mil promesas, se escucha, Elena lo escucha con toda claridad y lo siente. Esa pasión antigua dormida en su pecho, ese flujo de emociones y pasiones que la inundan como un poderoso vino que nubla en cada latido de pecho, su razón.
Su mente se llena de recuerdos que sabe que no son suyos, recuerdos tan ajenos que no reconoce, no se alcanzan a solidificar y ante sus ojos sólo los contempla como imágenes rotas, como el reflejo de una vida sobre las aguas de un lago bañado por la lluvia
Su rostro se refleja en los cristales, aun que esta entre sobras ella se da cuenta… ese rostro le es familiar, le es conocido… pero no es el suyo, es el mismo rostro con el que nació, los mismos ojos, sus mismo labios… pero su mirada ha cambiado, el esmeralda de sus ojos parece más profundo que cualquier océano, ojos que han llorado una eternidad de lagrimas, ojos que brillan con esperanza renacida de cenizas esparcidas en el viento. Su cabellos parece crecer en una caída libre sobre sus hombros desnudos, sus caireles, sus rizos se disuelven como una bruma y su cabello se libera como hilos de una cascada de oro…
Cuando extiende su mano para abrir esa puerta de cristal y dar paso a la noche, al fin reconoce su rostro, al fin sabe quien es ella… esta aquí por que acude al llamado solitario y triste del corazón de su ángel, esa criatura mágica que no encuentra cabida en el mundo, no era un príncipe, era mas magnifica que cualquier princesa, era una criatura de celestial naturaleza… pero ahora esta perdida, atrapada en las sombras, encadenada por la maldad de un mundo que la esclavizo en las tinieblas… ella siempre fue su ángel, y sabe su nombre.
Los cristales se apartan dejando salir a alguien de magnifico porte, princesa de nacimiento, noble de corazón, inocente, ella es un eco del pasado, como el repicar del extinto canto de una campana. Extiende su mano a las sobras como siempre lo ha hecho, exigiendo ser reconocida con la nobleza de su cuna, con la gentileza de su corazón…
-… Yulia …- llama a las sombras con apenas un murmullo.
* * *
Troy escupe un cigarrillo al que apenas ha dado una calada. Mal momento para comenzar un vicio, o quizás el mejor de todos los momentos para iniciarlo. Enciende otro cigarrillo mientras Alexei lo mira divertido. Ese maldito gitano parece leer sus pensamientos y más allá, sabe leer sus temores, sus secretos. Se sorprendió enormemente lo fácil que había accedido a ayudarlo, lo cooperativo que era, como si lo supiera, como si comprendiera la magnitud de la misión que lleva a cuestas.
Un helicóptero de la fuerza aérea británica recién había aterrizando, sus hélices aun giraban cuando un hombre en ropa deportiva había descendido de él acompañado de varios efectivos militares.
- ¿lo saben? – Se preguntaba, Troy - ¿saben lo que hay en el auto?
En medio de la carretera fue contactado por su teléfono móvil un par de veces, la primera fue para cuestionarlo por la persecución que estaba realizando sobre las chicas, recibió un par de amenazas y la advertencia de proseguir bajo su responsabilidad. La segunda llamada cambio de tono, esta vez lo llamo el superior de su superior, lo cual lo puso bastante nervioso, recibió una felicitación por la captura de las armas y una instrucción inesperada, todas las prioridades habían cambiado, su nueva misión era encontrar a las chicas, específicamente a una. Ahora estaba en el helipuerto de un hospital de Florencia, la movilización militar y policíaca a su alrededor, simplemente lo tenia aterrado.
- ¿Troy Maccubbin? –preguntó el hombre, era de baja estatura, bonachón y con una calvicie muy avanzada, sus ojos se ocultaban tras gruesas gafas, por su acento lo identificó como británico. Extendió la mano como saludo- Soy Trevor Horn, de la OMS. Sé de su éxito en el caso de las armas de Francia, ¡buen trabajo!, parece ser que usted es el hombre adecuado para lo que sigue.
Troy parpadeo sorprendido. – la OMS ¿la Organización Mundial de la Salud?
- Sin preámbulos, no hay mucho tiempo. Debemos localizar y poner a resguardo a la srta. Alexa Palmieri, la joven que usted esta rastreando.
Sólo el ojo entrenado de Troy capto el disimulado gesto de sorpresa de Alexei, quien hábilmente pasaba desapercibido tras ellos.
- Es mi prioridad, pero supongo que hay otros motivos ajenos a los míos –asintió Troy.
- Seguramente ya se entero de “La Plaga de Paris” ¿no?
Troy recordó el doloroso cóctel de antibióticos que recibieron al salir de la ciudad de la luz, había una movilización médica a la cual no le tomo atención. Trevor leyó sus pensamientos en el rostro.
- Es muy grave, Maccubbin, más de lo que hemos permitido que se sepa… 72 horas, 125 muertos, 680 desahuciados, 1400 contagios confirmados. ¡Y sólo han pasado 72 horas! Estimamos que antes de 90 horas la cifra de decesos será de 805 con 1400 desahuciados. Estamos ante el inicio de una pandemia, es la infección más toxica conocida en los últimos seiscientos años, no hemos identificado todavía que demonios es, ni como se propaga, ni como curarlo. Lo único que sabemos es que hay un individuo que por extrañas circunstancias estuvo presente en los focos de infección detectados, la srta Alexa Palmieri.
Creemos que ella podría ser la portadora del virus, si es así, ella puede desencadenar un contagio masivo donde quiera que se encuentre, pero también en su sangre puede estar la cura, como portadora su organismo ha desarrollado una inmunidad al virus, podemos obtener una vacuna de sus anticuerpos.
- Muy bien, genios, si lograron ubicarla con las zonas de contagio, quiere decir que son muy buenos rastreando gente… ¿Por qué me necesitan?
- Por que no tenemos nada de ella, más que su nombre. Pertenece a la comunidad gitana, no tiene documentos de identificación, no tiene registros, es como si fuera un fantasma, ¡ni siquiera tenemos una fotografía!, todo lo que tenemos es su nombre. Recurriríamos a una campaña en los medios, televisión, periódicos… pero no es posible en este caso, sabemos que es fugitiva de la mafia Francesa, si ellos la encuentran antes que nosotros… la necesitamos viva, ¿me entiende?, no podemos obtener los anticuerpos de un cadáver.
- Y como mi especialidad es el rastreo de gente…
- Usted es el hombre más adecuado para esta misión, no tenemos idea de que esta haciendo en Florencia, pero localizarlo a usted fue nuestra única pista para localizarla a ella. Sr. Maccubbin, tiene todos nuestros recursos a su disposición.
Troy se cruzo de brazos meditando un instante, escupió su cigarrillo y se froto las manos, se obsequió una sonrisa complaciente.
- Todos sus recursos a mi disposición… ¡me gusta como suena eso!, ¡si Papá pudiera verme ahora!
* * *
Un instante de paz, un instante en que su hambre, el vacío de su corazón, se llene por completo con la chispa de la vida y…
La amargura le llega con la verdad, Yulia puede comprar ese instante, puede lograr ese momento de paz en que el calor de la vida puede llenarla por completo… pero ese instante tiene un precio, la vida de Elena.
Como una bofetada venida de la luna, la realidad se estrella en su rostro y la llena de vergüenza… no desea tocarla, no desea abrazarla, no desea besarla…. Desea matarla, desea tomarla entre sus brazos y clavar sus garras en esa delicada espalda, hundir sus colmillos en esa suave piel y beber uno a uno cada instante de su vida, sus risas y juegos de niña, el calor de los brazos de su padre, su inocencia, su primer amor, sus noches tristes y sus días alegres, sus alegrías y sus amarguras, todo cuanto es ella desea poseerlo.
Abrigar a su alma en su corazón, aun que sea sólo un instante, y después… Eso es lo que la detiene, Yulia sabe que no hay un después, Elena nunca más volver a reír y soñar, nunca más volverá a llenar la noche con su aroma, con su presencia… Elena morirá en sus brazos, es su destino, pero no ahora, no aun…
La hija de la luna le da la espalda a la muchedumbre que ríe y baila en una plaza al otro lado del río. El hambre reclama su atención… los pliegues de la vaporosa tela de su vestido se agitan en las sombras como las alas de un ave gigantesca, sus pasos imperceptibles la guían hacia una de tantas callejuelas donde el aroma de la sangre de alguien más la llama.
- … Yulia….
Se escuchó en un palpitar silencioso de las hondas del viento. Su nombre pronunciado tan quedamente que sólo sus oídos lo pueden escuchar. Se congela, el hambre salta en su corazón haciéndolo retorcerse como si fuera un latido de ansiedad.
Tiene miedo, se da cuenta que por primera vez en seis siglos tiene miedo… esa voz… esa voz parece venir de una eternidad perdida en el mar del tiempo.
Con cautela voltea su rostro hacia atrás, escucha con claridad los pasos de ella haciéndose mas claros entre los pasos de la multitud que baila, pasos que vienen hacia ella, todavía muy distantes, todavía hay tiempo para desaparecer, esfumarse en las sombras, en algún rincón oscuro o alcanzar la protección de algún tejado. Pero no puede, esa voz la ha clavado al piso petrificando sus piernas.
Aparta de su rostro el tul con que disimula su palidez extrema y encara los ojos verde océano que la miran fijamente a pesar de la distancia.
Elena emerge de la multitud, luce tan distinta, irreconocible aun a los ojos de Yulia, su atuendo es alegre, un vestido casual con estampado de flores multicolores y predominando las amarillas, escote generoso que hipnotiza y hombros descubiertos, una abertura que deja entrever el movimiento de sus piernas mientras su andar felino gana terreno sin dificultas. Hay un centenar de miradas a su alrededor, ella sigue siendo un sol, pero ella sólo tiene ojos para Yulia.
La Pelirroja extiendo un brazo hacia ella, con gesto nobiliario que exige un beso de sumisión. El fuego esmeralda en sus ojos y la tenue sonrisa de sus labios lo dicen todo. En tan sólo un parpadeo la pálida y marmolea mano de Yulia, enguantada en encaje toma esa mano sonrosada y sus labios se depositan con dulzura sobre esa piel calida y sonrosada.
Elena ríe, su cabello como una cascada de fuego se desliza sobre sus hombros desnudos y su espalda, sin señal de sus rizos.
-… Yulia… ¡mi Yulia!.... ¿Dónde has estado todo este tiempo?...
* * *
El agua había perdido su temperatura gradualmente, sin embargo aún era bastante agradable. El tono verdoso que el champú y las esencias aromáticas le dieron, provocaba un reflejo extraño en la copa de vino blanco que Kipper sostenía con descuido. Sumergida en una tina de porcelana del siglo XVIII, la mejor “exterminadora” de la KGB disfrutaba de un instante de paz, preludio de la tormenta que vendría, de la tormenta que ella provocaría.
Luz de velas aromáticas saturaban el ambiente con aromas mágicos de flores y maderas, el tono ocre de las paredes jugaba con los caprichosos reflejos de las diminutas llamas. El balcón abierto dejaba entrar las luces de la noche de Florencia. Kipper se excitaba ante la idea de que tal vez un centenar de ojos de aquellas ventanas observaban su cuerpo desnudo sumergido en esmeraldas y calidas aguas. La desnudes le dada una sensación de libertad seductora… peligrosa. Lo disfrutaba.
Cuando vio a Elena salir así a su balcón, sintió la tremenda necesidad de experimentar lo que ella sentía. Había sido muy agradable, liberarse del pudor no era un problema para ella, pocos son los sentimientos de represión que un ser como ella podía sentir. No había nada más liberador para romper las ataduras del convencionalismo de la sociedad que matar a alguien. Pero la desnudes desinhibida era un sentimiento nuevo. Algo que agradecer a la chica pelirroja, definitivamente las extrañaría, no importa cuanta repulsión sintiera por sus desviaciones, esas chicas eran divertidas y extrañaría ser observadora de sus correrías.
Sobre una mesita contigua, a un lado de una charola que contenía quesos y frutas secas, su teléfono móvil empezó a tintinear con una delicada luz azul. Kipper lo tomó y verificó la hora. Salio de la tina y con sensuales pasos se dirigió al balcón donde se recargo con movimiento felino sobre el barandal, la suave brisa la hizo estremecer un instante, después su cuerpo se relajó y dejo que la brisa secara las perlas que se deslizaban sobre su piel.
- La gente de Kürten a llegado a tu localización, van a recuperar el paquete. –dijo una voz por el teléfono. No podemos continuar con los planes de Iván, la situación se ha complicado mucho, el politburó esta cediendo a la presión, con la ejecución del general se han mojado muchos pantalones.
- Comprendo, La bomba esta ubicada y Kürten en la mira… pero el precio ha subido.
- ¿Precio?... ¿de que demonios?
- ¿Crees que recuperare tu maldita bomba gratis?, ¿sabes lo que mucha gente esta dispuesta a pagar por ella ahora mismo?, si arrojo una piedra saltaran veinte compradores… un tipo de la ETA me invito a desayunar para ponerle precio. ¿Por qué no dejas que la recupere Iván?, Es su negocio, Kürten es mío, a ese lo elimino gratis, pero la bomba…. Digamos que son horas extras.
- Creí que eras leal a la madre patria…
- ¡¡No ve vengas con idioteces!!... por pura lealtad a mi país ya los habría aniquilado a todos, ni un solo trasero gordo del Politburó es digno de estar ahí… No me vengas con ponerme patriota por que empezaría contigo… Galoyan, considera tu maldita bomba en mis manos, tienes 48 horas para poner una cifra de muchos ceros en mi cuenta bancaria. Si no considero conveniente esa cantidad, la pondré en subasta.
Kipper colgó la llamada y espero un instante antes de que nuevamente volviera a brillar el aparato.
- ¿Entonces me matarías gratis? –Rió la voz de Kürten -…. A propósito, ¡luces magnifica!.
- Disfrútalo –rió Kipper- Creí que estarías lejos…
- Lo estoy, pero tengo una cámara robot vigilándote, lo de rutina. Ahora se viene lo difícil del plan, el Politburó entrara en pánico, te enviaran todo lo que tienen, sus mejores agentes y lo mas importante, ya no podrán mantener el secreto, el mundo sabrá de la bomba y comenzara la fiesta… la madre de todas la guerras comenzara ahora, lentamente, comenzara con los grupos terroristas, pelearan entre ellos por conseguirla, después se unirán las pequeñas naciones que buscaran la seguridad de contar con una de “esas” en su arsenal, trataran de mantenerlo en secreto, pero se sabrá, el fantasma de bomba empujara a las grandes potencias a lanzar sus “invasiones” preventivas contra sus enemigos pequeños, se invadirán sus intereses particulares, tenemos a nuestra gente en todos los lugares importante, arios esperando el momento de la resurrección de la supremacía del hombre blanco sobre los criollos inferiores del mundo, antes de 3 años el mundo entero estará envuelto en la madre de todas las guerras.
- El politburó tendrá que ceder ante la necesidad de vender armas y recapitalizar la nación y al ejército, y su único contacto con las organizaciones terroristas del este, seré yo, y entonces se darán cuenta esos inútiles que cada ejecución, cada asesinato que he llevado acabo los últimos diez años ha sido para lograr este propósito, para labrar mi destino, se darán cuenta que hace mucho que deje de ser un simple instrumento, que ahora yo soy artífice del infierno que se desatara y sabrán que no ha existido mejor sobrenombre que con el que me bautizaron… soy el verdadero ángel de la muerte.
* * *
Esto era Florencia, la cuna del renacimiento, Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y Botticelli pasearon por sus calles, el nombre de la ciudad misma se evocaba como místico, mágico en su belleza histórica y cultural… pero es una ciudad, y como los individuos también tenía su lado oscuro, su lado oculto, bien sabia de eso un habitante de los callejones de Paris, como Alexa. La gitana temblaba por dentro pero no daba muestra de debilidad ante los rostros que la miraban sin ver, rostros de seres que alguna vez fueron humanos, pero ahora estaban convertidos en piltrafas sin voluntad ni esperanza.
Alexa recorría los pasillos del interior de un edificio tan antiguo como la ciudad, todo estaba en semipenumbra, su naturaleza de abandono y clandestinidad le traía malos recuerdos a la chica de piel de bronce, recuerdos de una época que había dejado atrás.
El vació de esos rostros le oprimía el corazón y le provocaba un vació en el estomago.
- Cuida de ella… -le dijo Alexei cuando regresó de última aventura en Rusia. Se suponía que debía haber vuelto con puños de dinero, sólo volvió con unas chicas. Una de de ellas en particular fue alojada en el departamento que compartían cuando Alexei estaba en Francia.
Alexa recién entraba al departamento, se trago sus lagrimas y el nudo que oprimía su garganta, había pasado un momento muy malo y necesitaba la soledad de su refugio… pero hoy no sería, no se mostraría débil frente a él.
- ¿Quien es esta? –preguntó intrigada la gitana.
- Es especial, es una buena inversión…. ¡Y es mía!
Alexa se encogió de hombros y sonrió ante la amenaza de su hermano. Miró sobre su hombro y la vio por primera vez… la chica más hermosa que jamás había visto, sus cabellos rebeldes y ensortijados caían libres sobre ese rostro que oculto tras ellos se adivinaba hermoso. Esos enormes ojos verdes miraban por la ventana a ningún punto en particular.
- ¿Esta drogada?
- No, esta “limpia”, pero esta enferma ¿entiendes? – Alexei hizo un remolino con su dedo sobre la sien.
- ¿Qué tanto… puede hablar?
Alexei rió fuertemente mientras se dejaba caer sobre el camastro.
- Si, sólo esta un poco “ida”, pero te escucha perfectamente y puede hablar… siempre y cuando te ponga atención. Le paso algo muy malo, algo que no quiere recordar, a veces llora sin motivo, pero no es un problema, es muy dócil y hace lo que le pidas. Hasta te podría ayudar con los quehaceres de la casa.
- No necesito una sirvienta… y mucho menos una hija, no soy una niñera.
- Sólo por unos días, el nazi esta interesado en verla, paga muy bien por chicas como esta.
Alexa cedió ante la curiosidad y se acerco a la pelirroja quien se encontraba sentada inmóvil en el suelo y su mirada casi sin parpadear no se apartaba de la ventana. La gitana se sentó a su lado y admiro ese rostro, era una chica muy hermosa, si tan sólo peinara su cabello y arreglara los harapos que vestía. Hechizada por esa belleza, Alexa apartó los cabellos que cubrían ese rostro. La pelirroja apartó su mirada de la ventana y se posó en los negros ojos de la gitana.
Un abismo eterno de soledad y amargura se miraba en esos ojos verdes que alguna vez parecían sonreír. Una soledad y un dolor tan terrible se veía en esa chica que esos sentimientos se hincaron en el pecho de Alexa como si fueran puñaladas reales. Acarició ese rostro agradecida, sintiendo que sus problemas eran tan pequeños en comparación de todo lo que esa chica pelirroja guardaba en su interior.
La chica tembló al contacto de esa mano y saltó a los brazos de la gitana, abrazándola con dolorosa desesperación y soltando un llanto que parecía reprimido cientos de años atrás. Alexa correspondió, la envolvió con toda su simpatía y piedad.
Nunca olvidaría la primera mirada que Elena le obsequio, el dolor y soledad de esa mirada la marcarían para siempre.
Ninguno de estos rostros, con todo su dolor, con toda su amargura y soledad competían con lo que ella vio en los ojos de Elena aquel día que parecía tan lejano. Apresuro sus pasos, Florencia había perdido por completo su magia para ella, quería volver al lado de Elena y llevársela lejos, mucho mas lejos todavía, llevársela a un lugar donde lugares como este no existieran, lugares donde la pelirroja pudiera sanar las heridas de su corazón.
Pero antes estaba ella, la dulce niña por la que había venido al pequeño infierno de Florencia.
Dio la vuelta en una habitación inmensa, una cúpula translucida en el techo dejaba entrar la luz de la luna iluminando de manera irreal el último rincón de aquel palacete de vicio.
Era todavía una niña, su diminuta estatura no había cambiado mucho, pero su cabello antes tan lustroso como la seda ahora lucia opaco, su rostro vivas que semejaba un fruto maduro, ahora estaba marchito, contraído en sus pliegues, marcado por una edad que no le correspondía. Estaba tumbada apenas recargada contra un muro. Sus piernas tan delgadas como el brazo de un niño asomaban bajo una falda diminuta, escandalosa, su maquillaje barato, su ropa, su pudor expuesto... no había nada que decir o que pensar, su profesión era obvia, como obvio era su estado, de su pierna aun colgaba incrustada una pequeña jeringa.
Alexa se mordió una muñeca para no soltar un grito de sorpresa o dolor. Tomó a la niña en sus brazos y la oprimió contra su pecho.
-… Camila… Camila… ¿¡Qué te has hecho!? –sollozó Alexa.
La niña abrió los ojos con dificultad, de un empujón se libero del abrazo de Alexa y se arrastro como pudo hasta que su espalda volvió a encontrarse contra el muro. Entonces la miró con atención, casi se podía ver la lentitud de los pensamientos de la niña tomando forma.
-… Soy yo, Alexa... Pequeña… ¡soy Alexa!…
Camila parpadeo reconociéndola y sus labios se abrieron mostrando una dentadura mellada y rota, de sus labios broto una risa que heló la espalda de la gitana.
* * *
“El Turco”, ese era su único alias, ningún nombre, ningún documento, sólo ese alias, sólo su origen era importante, era un nacionalista, en otra época hubiera sido un héroe, pero son tiempos oscuros y ahora no es más que mero mercenario, un asesino. Pero a sus 25 años, es un asesino refinado, con clase y bien cotizado.
Su gran estatura es un distintivo, pero no su rostro, su rostro es tosco, de gesto rudo que delata su profesión, sin embargo ha logrado refinar su imagen, sin educación formal, la lectura ha sido motor de su crecimiento personal, el nacimiento de su ambición. Pulió sus maneras, sus ademanes y su lenguaje, y sobre todo mejoro su guardarropa.
Con su elegante traje, cortado a la perfección y sobre medida exacta de su cuerpo, se ha convertido en un caballero, las gafas tenuemente tintas le dan un aire intelectual, su refinamiento ha logrado opacar la crudeza de su rostro.
Ahora, sentado en un cómodo sillón de este burdel de alta categoría, recibe un trato distinguido, no es como los otros guardaespaldas que aguardan de pie, expectantes y alertas, pero sigue siendo sólo empleado. El es diferente, mantiene su distancia con el cliente, a pesar de la afabilidad y familiaridad que sus maneras elegantes logran, él mantiene su lugar y eso bueno y agradable para ellos, lo ven casi como un amigo, alguien que pueden tener cerca, dentro de su circulo, pero que a diferencia de los “amigos” él tiene una inmensa arma bajo la manga y esta presto a defender sus vidas y mantenerlos a salvo, y mejor aún, esta listo para volarle la tapa se los sesos a cualquier que el cliente señale con sólo un chasquido.
Su cliente ríe con excitación contenida mientras hermosas chicas en trajes diminutos se pasean por el lugar buscando agradarle, es un hombre poderoso, muchas influencias y mucho dinero. Pero él ya tiene su elección hecha, y ella viene en camino.
Con rápidas instrucciones le da órdenes, con claves le señala un blanco, el Turco no es un guardaespaldas ordinario, es un exterminador, mañana el futuro político de un país se decidirá con la cabeza que rodara esta noche.
Hay un momento de silencio, el cliente a callado y el Turco se acomoda las gafas para observar mejor sintiendo una incomoda erección que lo distrae y lo hace sentir culpable. La chica ha llegado… pero no es una chica… es un ángel… es una niña.
Tal vez 12 años, indefinible en esa diminuta estatura, indefinible en ese rostro de angelical sonrisa de labios caricaturescos embutidos en labial carmín que mal dibujan una voluptues que resulta cómica, cabellos dorados como el trigo y el oro mezclado en plata, cayendo libres sobre pequeños y delicados hombros desnudos. Esos ojos enormes y dulces, de un azul tan intenso que semeja un amanecer sin nubes, lo hipnotizan, lo estudian.
La niña viene hacia ellos, su caminar no es el de una niña, sus pasos son sensuales, felinos, agresivos. Su delicada figura esta cubierta por una túnica blanca que resalta el tono perla de su piel y dibuja su cuerpo que se transparenta desnudo, el rosa de sus pezones compite con sus ojos. Ella viene hacia ellos, llevando una charola de plata con una botella del mejor vino y un par de copas. El cliente asiente y sonríe satisfecho, ella es tal como la solicitó.
A tan sólo unos pasos ella se detiene, mira al par de guardaespaldas que no disimulan la fascinación por su belleza y les sonríe coqueta. Uno de ellos al fin reacciona y nervioso se acerca a ella para hacer la revisión de rutina, pero… es sólo una niña, esta desnuda bajo esa túnica transparente… Los pelos de la nuca del Turco se erizan de golpe… es ella, ahora lo sabe… ella ha llegado tan cerca, con su imagen de dulzura ha cruzado la línea y ahora se ríe, se divierte. Sus ojos ya no son inocentes, en sus ojos hay un brillo malicioso.
El Turco tardo un segundo en reaccionar, un segundo para que su cerebro rechace la imagen que lo ha hipnotizado y la vea como lo que es realmente.
La niña lo mira sin mover el rostro ni perder por un instante de vista a ambos guardaespaldas, levanta los brazos en gesto divertido e invitante. Torpemente la charola de plata se ladea y la botella de vino cae por un lado junto con las copas. Buenos reflejos, la botella es atrapada en el aire por el guardaespaldas… atrapada por la mano que debería mantener cerca de su arma… bajo la charola aparece un arma pequeña, una Beretta de 6 tiros y corto alcance pero de alta precisión.
El primer disparo dio en el pecho al Turco, el segundo en el cuello del otro guardaespaldas que todavía la miraba embobado, el tercer y cuarto disparo dieron en el pecho y cabeza del cliente. El Turco alcanzo a sacar su arma y cortar cartucho con un movimiento veloz y bien practicado, pero no alcanzó a disparar, el quinto disparo partió el corazón del primer guardaespaldas. El Turco disparó un par de veces sin lograr ubicar a su blanco, la niña se movió con velocidad y precisión saliendo de su campo visual. Pero estaba desarmada, el Turco conocía bien el arma de la niña y sabía que ya no tenía balas.
Fue temerario, la herida en su pecho dolía, pero no tanto como su orgullo lacerado. Con piernas tambaleantes saltó buscando a la niña, caro pagaría es mocosa haberse cruzado en su camino, sin importar su alias y su fama en el bajo mundo, ella sólo sería una marca más en el record del Turco.
Pero la niña no huyo, lo aguardo de pie y sonriendo, con esa mirada que helaba el alma en un rostro de angelical ternura. La pistola del guardaespaldas estaba en sus manos, firmemente amartillada y esperándolo. Ocho balas penetraron en la humanidad del gigante.
Lo ultimo que el Turco vio antes de perder el sentido era esa niña que sin preocupación se alejaba saltando alegremente.
Ella era el arma más formidable de la KGB, un asesino nato disfrazado de una angelical criatura, ella era Elena Kipper, y a sus trece años ya es conocida como “El ángel de la muerte”.
Eso había sucedido hacia catorce años.
El Turco colocaba cuidadosamente las balas de sus cartucheras de repuesto.
- ¿Se pondrá feo? –preguntó Iván.
- Mucho, los malditos Italianos no saben callarse la boca, saben que el paquete esta aquí pero no han podido localizarlo… no les tomara mucho, debemos movernos esta noche.
El Turco extrajo su última arma, era una beretta que parecía de juguete, abrió el carril del cañon y extrajo de su bolsillo una bala, su cabeza estaba cubierta de un material oscuro y opaco, teflón, para garantizar que atravesara cualquier chaleco blindado. Grabado sobre el casquillo se leía: “E. Kipper”.
- Entonces ¿ella estará ahí… ella me traicionara? –murmuró Iván al verlo. El Turco rió fuertemente, con su voz gutural.
- Para traicionarte, ella debió haber sido leal a ti… no, ella no te va a traicionar, sólo se va a poner honesta…
Kürten ha subestimado la ambición de esa mujer, ella sólo esta esperando que tipo muera, y ella tomara control sobre su organización, lo hará a la fuerza, pero creedme, ella es muy fuerte, tiene los contactos adecuados, tiene el apoyo necesario, ella puede lograrlo.
- Esa es la idea, hemos debilitado la organización de Kürten, pero no estamos ni siquiera cerca de poder vencerlo, y lo necesitamos, si Kipper toma su lugar estaremos bien posicionados, ella es aria además de Rusa, no habrá mucho problema en que los neonazis la acepten como líder, sobre todo si ella es él contacto con la mina de armas de Rusia.
- Pero ese también es el mayor defecto de tu plan, ella ha militado en las filas de los neonazis desde hace mucho tiempo, aun que hay un gran número de neonazis en el partido, en el politburó, no son una mayoría, ¿realmente tendrá el apoyo que necesita de tu gobierno para ocupar el puesto de Kürten?. Tu sabes lo que ella necesita para ganar la facción de tu gobierno que no la apoya… ella tiene que matarte y tomar también tu lugar.
Iván rió mirando por la ventana para ocultar su mirada a los ojos del Turco.
-… tienes razón… esto se pondrá Feo…
Ponte Vecchio[/b]
Yulia, las fibras de su hambre temblaban en el borde de sus labios mientras el sabor de la piel, el sabor de la sangre de sus bazos capilares se esparcía por todo su ser. Apretó los labios para ocultar los colmillos que rebeldes traicionaban su discreción. La gente bailando y festejando a su alrededor se volvió borrosa, el sonido de la música era cacofónico. Las luces multicolores se fundían en una oscuridad blanca, una oscuridad luminosa donde el fuego azul de sus ojos no podían penetrar.
El mundo era ella, el mundo era Elena, su figura ligeramente más alta, su sonrisa, su mirada. Nada existía más para ella que Elena. La mano que había besado sin saber por que, se movió hasta su mejilla… sintió esa caricia recorrer su rostro y conducirla a la locura. Todas las fibras de su ser suplicaban por saciar su hambre, la bestia de su hambre ensañaba sus colmillos contra las cadenas que la aprisionaban, llorando y gimiendo. Pero su corazón… su errático palpitar, su torpe imitación de la vida, parecía detenerse, latir más suavemente aliviando el dolor del hambre en cada centímetro de su cuerpo. La bestia en su interior parecía rendirse ante la presencia de Elena.
Elena era el mundo, Elena era el viento, era la marea, sus ojos eran la inmensidad del mar, su piel la nieve de un invierno calido, su cabello un amanecer brumoso, su sonrisa era el cielo y las estrellas. Elena era la vida, en toda su pureza, en toda su belleza… en toda su inocencia…
-… ¿Existe un destino…?... ¿Existió una razón..?... ¿mi fe?... ¿Dónde esta mi fe?
Elena era su destino, todo en ella le gritaba la promesa de un futuro que se convirtió en pasado y que no fue… que nunca sería… De una forma ineludible, Elena era su destino.
- … En la oscuridad… he estado en la oscuridad… - Al fin respondió, los labios de Yulia se abrieron dejando escuchar su voz, que a pesar de la música era perfectamente clara.
Las manos de Elena se metieron bajo el tul que cubría su rostro y su cabeza, de su atuendo que disfrazaba con poesía su verdadera naturaleza, y lo apartó dejando al descubierto su rostro de pulida y pétrea perfección, sus dedos se hundieron entre los negros cabellos que se agitaron alegremente a su contacto, enredándose entre ellos como tratando de retener esa mano, esa caricia. Nada de esto asusto a Elena, quien les obsequio una sonrisa.
La doncella vestida de sol tomó la mano enfundada en encaje de la doncella de hierro y la condujo atreves de la multitud al centro de la pista de baile. Esta vez avanzaron entre pequeños empujones y ágiles pasos para cruzar la efervescencia de la juventud Florentina. Las hijas de la luna llegaron al centro de la pista de baile, voces aterciopeladas llenaban el ambiente al compás de una música sugestiva.
Elena tomó la cintura de Yulia y la atrajo hacia si, encadenándola a sus brazos, sus esmeraldas ojos indagaron en el fuego azul del ángel.
-.. Ahora soy yo, quien quiere bailar contigo…
* * *
- ¿Dónde esta la gitana? – Preguntó Iván mientras sus hombres corrían entra las calles con precisión militar.
- Se separaron, la pelirroja esta en el club con varias personas, parece que todos son gitanos. La gitana, Alexa, salió con otro tipo y no han vuelto. – le dijo uno de sus hombre.
- ¿Los mandaste seguir?.
- Si, están en la parte vieja de la ciudad.
- ¡Están negociando! – Bramó Iván – Maldita sea, entonces esa gitana para nada es la inocente palomita que nos ha hecho creer… ¡tal vez hasta el maldito de Alexei también es un espía de alguien más!... ¿de quien?
- De quien las ha protegido en Paris, de quien se ha atrevido a enfrentarnos y enfrentar a Kürten cada vez que las teníamos en las manos – dijo el Turco.
- Entonces es cierto, es otra maldita mafia, otro maldito grupo el que nos quiere robar el mercado. Y quienes más, si no los gitanos… ¡los malditos gitanos se han unido en una mafia contra todos nosotros!... ahora entiendo todo, por que se callaron la boca después de que rescataron a Alexa, como pudieron quitarle el auto a Kürten, el maldito chofer era también un gitano. Ellos han estado metidos en todo esto… estaban bajo nuestras narices y nunca nos dimos cuenta…
- ¿Cómo procedemos?, debemos recuperar el auto…
Iván miro a su alrededor, sus hombres ya estaban listos para tomar por asalto el club donde Alexa y Elena deberían estar divirtiéndose.
- Esto lo cambia todo, ¿Qué tan involucrada esta Elena Katina?, aun que ella no es gitana pues parece que Alexa le ha tomado mucho cariño…. ¿será otra traición más?, de alguna manera mis camaradas la están usando en mi contra… ¿Por qué no?, tiene motivos suficientes para destruirme… Maldición, esto esta alterando todos mis planes… si existe otro grupo que yo no he calculado… Hay que aplastarlos, hay que hacerlo ahora… Turco, lo haremos a la vieja manera, tu te encargas de la gitana, toma algunos hombres y por ella y recupera el auto. Mata a todo aquel que este con ella, gitano o no, todos deben morir. Yo me encargare de Katina, sabes que tengo mis cuentas pendientes, ella y todo aquel que se encuentre con ella…
- ¡Como en los viejos tiempos! –rió el Turco – Iván, la cortina de hierro ya cayo, el muro de Berlín ya cayo. La masacre que hagamos ahora se vera por televisión e Internet en menos de 15 minutos y alrededor del mundo. ¿Estas seguro de querer hacer esto algo publico?, después de las masacres de Paris… el politburó va a mandar a alguien a ponerte en silencio.
- ¡Estupido! – bramó Iván, su mirada se clavo en el bolsillo donde el Turco guardaba su Beretta, la que tenía la bala marcada como “Kipper” - ¡Ellos ya mandaron a alguien a hacerme silenciar!, desde que salimos de Paris esto va por nuestra cuenta… ya no se trata del negocio, se trata de salvar nuestro pellejo.
* * *
Yulia movió sus manos lentamente hacia Elena, hacia sus caderas, las cuales recorrió con la sutileza de la brisa, no presto atención a sus garras que brillaban reflejando las luces multicolores, asomando por la punta de los dedos destrozados de sus guantes. Lentamente ascendió acariciando su abdomen, con timidez pasó sobre sus pechos donde la caricia se hizo mas palpable y sugestiva, sintió sus manos temblar mientras el hambre aguijoneaba cada centímetro de sus dedos como una descarga eléctrica que…. ¿era de excitación?
Al fin sus manos encontraron el fin del camino en el cuello de Elena y se entrelazaron en su nuca, rindiéndose por completo al hechizo de esa sonrisa… esa sonrisa que estaba cada vez más cerca.
La fresca brisa soplaba en un bochornoso atardecer, la sombra de un árbol de manzanas en medio del campo era refrescante, el trigo se extendía como si de la tierra misma brotaran flores de sol. El cielo era azul en sus ojos y las nubes hacían figuras perezosas que ellas jugaban a adivinar…
¿Ellas?... en este campo de trigo no había un “ellas”… Era sólo ella, Elena, la niña de cabellos ensortijados, que tumbada a la sombra de un manzano miraba al cielo adivinando las formas de las nubes… En este mundo Yulia no existía, ella no estaba ahí… sólo estaba esa niña pelirroja que sin embargo murmuraba, hablaba en voz alta charlando con alguien que no estaba ahí…
Yulia retrocedió… Elena bajó la mirada, como si hubiera compartido ese instante con ella… en sus labios estaba, casi imperceptible, invisible a otros ojos que no fueran los suyos, una diminuta joya de rubí extraviada en su comisura, una ínfima gota de sangre.
El sabor de su sangre invadía los labios de Yulia, la niña de piel de luna contemplo sus manos, las garras que retrocedían como avergonzadas de su necedad, sus colmillos que se ocultaban en el paladar…
No la había atacado, lo sabía, el hambre no la había vencido como tanto temía.
Había sucedido algo totalmente distinto… algo más poderoso que su hambre la había dominado, le había arrancado la razón con una dulzura que aniquilo a la bestia… La había besado.
Una copa de cristal saltó hecha pedazos, acompañada con un latigazo eléctrico, pequeñas píldoras de plomo volaron en todas direcciones bañadas en sangre y fuego. Yulia giro el rostro hacia atrás al fin conciente de lo que estaba pasando… los cristales de la copa todavía giraban en el aire cuando la perla de plomo cruzo por un costado de Yulia quien de forma imperceptible giro la cadera para esquivar el proyectil.
Elena dio un paso atrás al sentir el impacto, sus manos oprimieron de forma instintiva su vientre, de entre sus dedos el rió rojo de su vida, de su alma empezó a manar. Su gesto de sorpresa sustituyo a su sonrisa seductora, sus cabellos se agitaron en aire al momento del impacto y ahora volvían a caer sobre su rostro como un caudal de rizos… Elena cayó de rodillas
Todo fue tan rápido que Yulia ni siquiera alcanzo a detenerla, incrédula contemplaba a la pequeña niña de cabellos de fuego derrumbar sobre su costado. En el último instante reacciono y la tomo entre sus brazos antes de que tocara el suelo.
-… ¡Nadya!.. –exclamó sintiendo el hambre enloqueciendo en su corazón con el aroma de la sangre que manaba de su vientre.
Elena abrió los ojos con dificultad… su gesto, su débil sonrisa, la forma de su cabello, todo era distinto.
- ¿Nadya? –Murmuró con voz entrecortada-… ¿también sabes todo mi nombre?... ¿Es así como me dices adiós…?
Continuara…
“...para evitar que las cosas que deben ser recordadas perezcan con el tiempo y sean borradas del recuerdo de quienes vendrán tras nosotros. Dejo pergamino para continuar este trabajo, por si alguien sobrevive y cualquiera de la raza de Adán escapa a la peste y continúa la labor que yo he comenzado”.
Extracto de los pergaminos del Hermano John Clyn de los frailes Menores, 1348. Registros del siglo de la Peste.
Ángel de la muerte… ángel de la guerra.
No hay respuesta a tu pregunta, no tengo testimonio ni del cielo ni del infierno… lo único que tengo es mi fe…. Busca la respuesta a tu pregunta en ti misma, busca en tu fe… busca en tu corazón.[/i]
Yulia contempla el río, las apacibles aguas que corren a sus pies, el palpitar del hambre debería enloquecerla, debería empujarla a cruzar ese puente y…. encontrarse con ella. Ella esta ahí, en medio de la muchedumbre, en medio de la música, en medio de las luces multicolores, la ve reír, escucha la cascada de su risa como cántico celestial, percibe su aroma como una mezcla del trigo fresco y fresas silvestres… Desea con todo su ser llegar hasta ella, tomar esa mano que adivina calida y suave, aun que no pueda sentirla, desea ver el reflejo de sus ojos en los ojos de ella, aun que sabe que eso la aterraría, desea hundir su rostro en esos cabellos de oro fundido y sentir su frescura… Sus garras brotan, saltan de bajo sus uñas negras laqueadas de su disfraz de niña humana enamorada de la noche, garras transparentes y recias como de cristal… garras para apresar una victima, destrozar una victima, garras para arrancar un corazón del pecho como si fuera un fruto maduro.
Elena se deja caer sobre un viejo y destartalado pero mullido sillón, ríe con una alegría que le sorprende a si misma, en la pista de baile un chico se ufana por llamar su atención y baila graciosamente, a pesar de saber que es una batalla perdida, pero insiste sin malicia y provoca las risas de la pelirroja, y es lo único que obtendrá de ella, lo saben todos. Esta es la pandilla, un grupo de motociclistas gitanos que resultaron ser amigos de Alexa, algunos amigos de la infancia, otros amigos de sus correrías por el mundo.
- Con ellos estarás bien, volveré pronto – le dijo la gitana antes de irse.
Un vaso apareció frente a ella, lo tomó agradeciendo en el primer idioma que se le ocurrió, el italiano no le era tan familiar, sin embargo todos en esa comunidad hablaban por lo menos cuatro idiomas además del propio, no el idioma del lugar donde nacieron, si no de esa lengua extraña que era como una mezcla de todas las lenguas, no era Ingles, tampoco era Francés, tenia un poco de Italiano y Portugués, tenia mucho de Rumano y Ruso, casi no era un idioma en forma como tal, pero esa comunidad lo entendía perfectamente, quizás por que se leían más los gestos y las expresiones que realmente escucharse… sus maestros de idiomas se volverían locos con esa aberración… o ese poema de idioma multicolor, era simplemente “gitanes”.
Elena arqueo su espalda para relajar los músculos de la nuca, después de un solo trago vació el vaso de vino, muy ligero y dulce, y se dejo llevar por el leve mareo que las copas le estaban provocando. No importaba, con un poco más de baile se le pasarían, el secreto es no dejar de bailar. Estaba feliz, había miles de motivos para festejar su vida… el simple hecho de que aun la tuviera era suficiente… pero no, estaba inmensamente feliz por algo distinto… estaba feliz por que muy por encima de la música, podía escucharlo, ese palpitar errático, ansioso, ¿asustado?
Ella estaba ahí, estaba afuera y su corazón la llamaba.
- Mi ángel oscuro… ¿es el momento de nuestra cita?, ¿es hora de poner fin a esta fiesta..?
* * *
- ¡Una belleza! – asintió Fernando, un corpulento gitano, joven y a pesar de tener un rostro poco agraciado era bastante atractivo, era algo en su gesto, la determinación de su mirada y sus tonificados brazos lo que provocaban el inconsciente deseo de dejarse atrapar por ellos. Alexa admiro esos bíceps, a su vez Fernando también se deleito con las torneadas piernas de la gitana, suspiro resignado y volvió su vista hacia el auto.
- Esta impecable – sus manos recorrieron las curvas de la carrocería con la misma pasión con que hubiera desea acariciar esas piernas. – Casi no se nota que fue reconstruido, fue un trabajo muy bien hecho… ¿Qué tiene en la cajuela?
- Buena pregunta- asintió la gitana- Eso quisiera saber, creí que era un equipo de sonido, pero… -accionó la llave en la cajuela y esa se abrió para dejar ver un diminuto espacio donde apenas cabían un par de bolsos con el equipaje de las chicas, lo indispensable y apenas. Todo el espacio esta lleno por una estructura metálica que semejaba una caja de sonido con sus bocinas y todo, pero herméticamente sellado.
- Sí esto sonara, seguramente podrías hacer una fiesta en el Coliseo de Roma. Pero no es un equipo de sonido, sólo lo parece… ¿a quien le robaste esta belleza?
- Larga historia…
- Debe pesar muchísimo, mira la suspensión trasera, esta reforzada, las llantas sólo parecen deportivas, pero en realidad son para carga pesada. Seguramente modificaron el motor – Fernando se asomó al cofre y lanzó una exclamación cubriéndose la boca abierta con ambas manos.
- ¡¡DIOS MIO!! ……… Esta cromado… ¡que belleza!...
Alexa lanzó una carcajada, orgullosa de “su” automóvil.
-… pero si, el motor esta modificado para aumentar su potencia, y no lo modificaron mal, tiene piezas de titanio… ¡y esta todo cromado!... el motor original ya es bastante potente, con esto podrías arrastrar un tractor…ó podrías cargar un elefante en la cajuela. Apuesto que ni siquiera sentiste el peso de lo que llevas allá atrás.
- Si se siente, pero sólo un poco y sólo cuando arranca, una vez corriendo es una pluma.
- ¿Entonces quieres que averigüe que traes allá atrás?
- Si, no encontré forma de abrirlo…
- Y no la hay, esta sellado, necesitare un cortador de acero y sopletes de acetileno.. Debemos llevarlo a mi taller, en un par de días…
- Un par de horas. No nos quedaremos otro día más.
- Entiendo… - Fernando echo otro vistazo a la cajuela, sujetó la estructura y dio un par de tirones con su descomunal fuerza – Imposible en dos horas… esta muy bien montado, necesito cortar, mi primo esta en Roma, tiene buen equipo en su taller ¿quieres que él lo vea allá?, es discreto y se dedica a hacer estos “trabajos especiales”, dobles compartimientos muy ocultos en los autos.
- ¿Puedo confiar en él?
- Depende de a quien se lo robaste… -Fernando se encogió de hombros mientras cerraba la cajuela y se aseguraba que todo estaba en orden.
- …. La pelirroja… ¿es tu chica?
Alexa asintió con una sonrisa y brillo en los ojos que arrancó una carcajada a Fernando.
- ¡Maldita pervertidora! – Rió fuertemente – nunca pierdes el tiempo ¿eh?
El gigante se detuvo frente al caudal del río, mas allá se alcanzaba a ver el “Ponte Vecchio” y en sentido contrario las luces de la gran fiesta donde la pandilla festejaba.
-… Entonces no veras a Camila ¿verdad?, no viniste por ella…
Alexa detuvo sus pasos en seco, miro los hombros de Fernando y su cabeza inclinada en un gesto meditabundo.
- ¿Camila?, ¿esta Camila en Florencia?
- Creímos que venías por ella, si alguien en el mundo pudiera hacer algo por ella, eres sólo tu…
- ¿Qué pasa con ella?, no sé nada de ella desde…
- Hemos hecho lo que hemos podido, pero Camila ya no es una niña. Esta metida en grandes problemas, esta muy mal… a ti te escuchara, seguramente a ti te hará caso, siempre fue así ¿no?... Ella era tuya, no debiste dejarla, debiste llevarla contigo, no debiste dejarla sola.
* * *
Su hambre… su cuerpo reacciona al hambre que Elena le provoca, contempla sus garras mientras siente en sus labios la erección de sus colmillos… y se avergüenza.
Una brisa cruel le golpea el rostro trayéndole su aroma. Siente sus piernas temblar de ansiedad por ir con ella. Levanta sus ardientes ojos hacia el cielo e implora a la luna un instante de paz, un instante en que su hambre desaparezca por completo, mengüe como mengua la luna y le permita ser lo que fue alguna vez… aun que sea sólo un instante…
Elena conduce sus pasos hacia la noche, deja atrás sus nuevos amigos que viven una fiesta que parece nunca terminar. La oscuridad la llama, la llama el misterio.
-…ten fe… Ella te encontrara…. –le dijo una voz.
-… Ella… -murmuró Elena-… mi ángel… ¿Quién eres, oscuro ángel nocturno?, ¿de donde has venido… de que tiempo?, ¿que historia esta escrita en tu corazón?... ¿Quién te negó la entrada a las puertas del cielo?... ¿tu me encontraste o era yo quien te buscaba?, ¿Cómo es que sé tantas cosas de ti y no sé nada al mismo tiempo?... ¿tu sabes de quien son los sueños que me persiguen?, ¿tu sabes quien vivió esas pesadillas?...
Elena llega al gran arco que es la entrada del club, en semipenumbra, las sombras son un calidoscopio de reflejos multicolores, parejas a su alrededor la ignoran entregadas a intimas charlas, audaces caricias, apasionados besos… no hay maldad en el aire, hay pasión, hay amor, hay una inocente lujuria. Por sobre los compases de la música, por sobre las voces que cantan, por sobre los versos de amor de mil promesas, se escucha, Elena lo escucha con toda claridad y lo siente. Esa pasión antigua dormida en su pecho, ese flujo de emociones y pasiones que la inundan como un poderoso vino que nubla en cada latido de pecho, su razón.
Su mente se llena de recuerdos que sabe que no son suyos, recuerdos tan ajenos que no reconoce, no se alcanzan a solidificar y ante sus ojos sólo los contempla como imágenes rotas, como el reflejo de una vida sobre las aguas de un lago bañado por la lluvia
Su rostro se refleja en los cristales, aun que esta entre sobras ella se da cuenta… ese rostro le es familiar, le es conocido… pero no es el suyo, es el mismo rostro con el que nació, los mismos ojos, sus mismo labios… pero su mirada ha cambiado, el esmeralda de sus ojos parece más profundo que cualquier océano, ojos que han llorado una eternidad de lagrimas, ojos que brillan con esperanza renacida de cenizas esparcidas en el viento. Su cabellos parece crecer en una caída libre sobre sus hombros desnudos, sus caireles, sus rizos se disuelven como una bruma y su cabello se libera como hilos de una cascada de oro…
Cuando extiende su mano para abrir esa puerta de cristal y dar paso a la noche, al fin reconoce su rostro, al fin sabe quien es ella… esta aquí por que acude al llamado solitario y triste del corazón de su ángel, esa criatura mágica que no encuentra cabida en el mundo, no era un príncipe, era mas magnifica que cualquier princesa, era una criatura de celestial naturaleza… pero ahora esta perdida, atrapada en las sombras, encadenada por la maldad de un mundo que la esclavizo en las tinieblas… ella siempre fue su ángel, y sabe su nombre.
Los cristales se apartan dejando salir a alguien de magnifico porte, princesa de nacimiento, noble de corazón, inocente, ella es un eco del pasado, como el repicar del extinto canto de una campana. Extiende su mano a las sobras como siempre lo ha hecho, exigiendo ser reconocida con la nobleza de su cuna, con la gentileza de su corazón…
-… Yulia …- llama a las sombras con apenas un murmullo.
* * *
Troy escupe un cigarrillo al que apenas ha dado una calada. Mal momento para comenzar un vicio, o quizás el mejor de todos los momentos para iniciarlo. Enciende otro cigarrillo mientras Alexei lo mira divertido. Ese maldito gitano parece leer sus pensamientos y más allá, sabe leer sus temores, sus secretos. Se sorprendió enormemente lo fácil que había accedido a ayudarlo, lo cooperativo que era, como si lo supiera, como si comprendiera la magnitud de la misión que lleva a cuestas.
Un helicóptero de la fuerza aérea británica recién había aterrizando, sus hélices aun giraban cuando un hombre en ropa deportiva había descendido de él acompañado de varios efectivos militares.
- ¿lo saben? – Se preguntaba, Troy - ¿saben lo que hay en el auto?
En medio de la carretera fue contactado por su teléfono móvil un par de veces, la primera fue para cuestionarlo por la persecución que estaba realizando sobre las chicas, recibió un par de amenazas y la advertencia de proseguir bajo su responsabilidad. La segunda llamada cambio de tono, esta vez lo llamo el superior de su superior, lo cual lo puso bastante nervioso, recibió una felicitación por la captura de las armas y una instrucción inesperada, todas las prioridades habían cambiado, su nueva misión era encontrar a las chicas, específicamente a una. Ahora estaba en el helipuerto de un hospital de Florencia, la movilización militar y policíaca a su alrededor, simplemente lo tenia aterrado.
- ¿Troy Maccubbin? –preguntó el hombre, era de baja estatura, bonachón y con una calvicie muy avanzada, sus ojos se ocultaban tras gruesas gafas, por su acento lo identificó como británico. Extendió la mano como saludo- Soy Trevor Horn, de la OMS. Sé de su éxito en el caso de las armas de Francia, ¡buen trabajo!, parece ser que usted es el hombre adecuado para lo que sigue.
Troy parpadeo sorprendido. – la OMS ¿la Organización Mundial de la Salud?
- Sin preámbulos, no hay mucho tiempo. Debemos localizar y poner a resguardo a la srta. Alexa Palmieri, la joven que usted esta rastreando.
Sólo el ojo entrenado de Troy capto el disimulado gesto de sorpresa de Alexei, quien hábilmente pasaba desapercibido tras ellos.
- Es mi prioridad, pero supongo que hay otros motivos ajenos a los míos –asintió Troy.
- Seguramente ya se entero de “La Plaga de Paris” ¿no?
Troy recordó el doloroso cóctel de antibióticos que recibieron al salir de la ciudad de la luz, había una movilización médica a la cual no le tomo atención. Trevor leyó sus pensamientos en el rostro.
- Es muy grave, Maccubbin, más de lo que hemos permitido que se sepa… 72 horas, 125 muertos, 680 desahuciados, 1400 contagios confirmados. ¡Y sólo han pasado 72 horas! Estimamos que antes de 90 horas la cifra de decesos será de 805 con 1400 desahuciados. Estamos ante el inicio de una pandemia, es la infección más toxica conocida en los últimos seiscientos años, no hemos identificado todavía que demonios es, ni como se propaga, ni como curarlo. Lo único que sabemos es que hay un individuo que por extrañas circunstancias estuvo presente en los focos de infección detectados, la srta Alexa Palmieri.
Creemos que ella podría ser la portadora del virus, si es así, ella puede desencadenar un contagio masivo donde quiera que se encuentre, pero también en su sangre puede estar la cura, como portadora su organismo ha desarrollado una inmunidad al virus, podemos obtener una vacuna de sus anticuerpos.
- Muy bien, genios, si lograron ubicarla con las zonas de contagio, quiere decir que son muy buenos rastreando gente… ¿Por qué me necesitan?
- Por que no tenemos nada de ella, más que su nombre. Pertenece a la comunidad gitana, no tiene documentos de identificación, no tiene registros, es como si fuera un fantasma, ¡ni siquiera tenemos una fotografía!, todo lo que tenemos es su nombre. Recurriríamos a una campaña en los medios, televisión, periódicos… pero no es posible en este caso, sabemos que es fugitiva de la mafia Francesa, si ellos la encuentran antes que nosotros… la necesitamos viva, ¿me entiende?, no podemos obtener los anticuerpos de un cadáver.
- Y como mi especialidad es el rastreo de gente…
- Usted es el hombre más adecuado para esta misión, no tenemos idea de que esta haciendo en Florencia, pero localizarlo a usted fue nuestra única pista para localizarla a ella. Sr. Maccubbin, tiene todos nuestros recursos a su disposición.
Troy se cruzo de brazos meditando un instante, escupió su cigarrillo y se froto las manos, se obsequió una sonrisa complaciente.
- Todos sus recursos a mi disposición… ¡me gusta como suena eso!, ¡si Papá pudiera verme ahora!
* * *
Un instante de paz, un instante en que su hambre, el vacío de su corazón, se llene por completo con la chispa de la vida y…
La amargura le llega con la verdad, Yulia puede comprar ese instante, puede lograr ese momento de paz en que el calor de la vida puede llenarla por completo… pero ese instante tiene un precio, la vida de Elena.
Como una bofetada venida de la luna, la realidad se estrella en su rostro y la llena de vergüenza… no desea tocarla, no desea abrazarla, no desea besarla…. Desea matarla, desea tomarla entre sus brazos y clavar sus garras en esa delicada espalda, hundir sus colmillos en esa suave piel y beber uno a uno cada instante de su vida, sus risas y juegos de niña, el calor de los brazos de su padre, su inocencia, su primer amor, sus noches tristes y sus días alegres, sus alegrías y sus amarguras, todo cuanto es ella desea poseerlo.
Abrigar a su alma en su corazón, aun que sea sólo un instante, y después… Eso es lo que la detiene, Yulia sabe que no hay un después, Elena nunca más volver a reír y soñar, nunca más volverá a llenar la noche con su aroma, con su presencia… Elena morirá en sus brazos, es su destino, pero no ahora, no aun…
La hija de la luna le da la espalda a la muchedumbre que ríe y baila en una plaza al otro lado del río. El hambre reclama su atención… los pliegues de la vaporosa tela de su vestido se agitan en las sombras como las alas de un ave gigantesca, sus pasos imperceptibles la guían hacia una de tantas callejuelas donde el aroma de la sangre de alguien más la llama.
- … Yulia….
Se escuchó en un palpitar silencioso de las hondas del viento. Su nombre pronunciado tan quedamente que sólo sus oídos lo pueden escuchar. Se congela, el hambre salta en su corazón haciéndolo retorcerse como si fuera un latido de ansiedad.
Tiene miedo, se da cuenta que por primera vez en seis siglos tiene miedo… esa voz… esa voz parece venir de una eternidad perdida en el mar del tiempo.
Con cautela voltea su rostro hacia atrás, escucha con claridad los pasos de ella haciéndose mas claros entre los pasos de la multitud que baila, pasos que vienen hacia ella, todavía muy distantes, todavía hay tiempo para desaparecer, esfumarse en las sombras, en algún rincón oscuro o alcanzar la protección de algún tejado. Pero no puede, esa voz la ha clavado al piso petrificando sus piernas.
Aparta de su rostro el tul con que disimula su palidez extrema y encara los ojos verde océano que la miran fijamente a pesar de la distancia.
Elena emerge de la multitud, luce tan distinta, irreconocible aun a los ojos de Yulia, su atuendo es alegre, un vestido casual con estampado de flores multicolores y predominando las amarillas, escote generoso que hipnotiza y hombros descubiertos, una abertura que deja entrever el movimiento de sus piernas mientras su andar felino gana terreno sin dificultas. Hay un centenar de miradas a su alrededor, ella sigue siendo un sol, pero ella sólo tiene ojos para Yulia.
La Pelirroja extiendo un brazo hacia ella, con gesto nobiliario que exige un beso de sumisión. El fuego esmeralda en sus ojos y la tenue sonrisa de sus labios lo dicen todo. En tan sólo un parpadeo la pálida y marmolea mano de Yulia, enguantada en encaje toma esa mano sonrosada y sus labios se depositan con dulzura sobre esa piel calida y sonrosada.
Elena ríe, su cabello como una cascada de fuego se desliza sobre sus hombros desnudos y su espalda, sin señal de sus rizos.
-… Yulia… ¡mi Yulia!.... ¿Dónde has estado todo este tiempo?...
* * *
El agua había perdido su temperatura gradualmente, sin embargo aún era bastante agradable. El tono verdoso que el champú y las esencias aromáticas le dieron, provocaba un reflejo extraño en la copa de vino blanco que Kipper sostenía con descuido. Sumergida en una tina de porcelana del siglo XVIII, la mejor “exterminadora” de la KGB disfrutaba de un instante de paz, preludio de la tormenta que vendría, de la tormenta que ella provocaría.
Luz de velas aromáticas saturaban el ambiente con aromas mágicos de flores y maderas, el tono ocre de las paredes jugaba con los caprichosos reflejos de las diminutas llamas. El balcón abierto dejaba entrar las luces de la noche de Florencia. Kipper se excitaba ante la idea de que tal vez un centenar de ojos de aquellas ventanas observaban su cuerpo desnudo sumergido en esmeraldas y calidas aguas. La desnudes le dada una sensación de libertad seductora… peligrosa. Lo disfrutaba.
Cuando vio a Elena salir así a su balcón, sintió la tremenda necesidad de experimentar lo que ella sentía. Había sido muy agradable, liberarse del pudor no era un problema para ella, pocos son los sentimientos de represión que un ser como ella podía sentir. No había nada más liberador para romper las ataduras del convencionalismo de la sociedad que matar a alguien. Pero la desnudes desinhibida era un sentimiento nuevo. Algo que agradecer a la chica pelirroja, definitivamente las extrañaría, no importa cuanta repulsión sintiera por sus desviaciones, esas chicas eran divertidas y extrañaría ser observadora de sus correrías.
Sobre una mesita contigua, a un lado de una charola que contenía quesos y frutas secas, su teléfono móvil empezó a tintinear con una delicada luz azul. Kipper lo tomó y verificó la hora. Salio de la tina y con sensuales pasos se dirigió al balcón donde se recargo con movimiento felino sobre el barandal, la suave brisa la hizo estremecer un instante, después su cuerpo se relajó y dejo que la brisa secara las perlas que se deslizaban sobre su piel.
- La gente de Kürten a llegado a tu localización, van a recuperar el paquete. –dijo una voz por el teléfono. No podemos continuar con los planes de Iván, la situación se ha complicado mucho, el politburó esta cediendo a la presión, con la ejecución del general se han mojado muchos pantalones.
- Comprendo, La bomba esta ubicada y Kürten en la mira… pero el precio ha subido.
- ¿Precio?... ¿de que demonios?
- ¿Crees que recuperare tu maldita bomba gratis?, ¿sabes lo que mucha gente esta dispuesta a pagar por ella ahora mismo?, si arrojo una piedra saltaran veinte compradores… un tipo de la ETA me invito a desayunar para ponerle precio. ¿Por qué no dejas que la recupere Iván?, Es su negocio, Kürten es mío, a ese lo elimino gratis, pero la bomba…. Digamos que son horas extras.
- Creí que eras leal a la madre patria…
- ¡¡No ve vengas con idioteces!!... por pura lealtad a mi país ya los habría aniquilado a todos, ni un solo trasero gordo del Politburó es digno de estar ahí… No me vengas con ponerme patriota por que empezaría contigo… Galoyan, considera tu maldita bomba en mis manos, tienes 48 horas para poner una cifra de muchos ceros en mi cuenta bancaria. Si no considero conveniente esa cantidad, la pondré en subasta.
Kipper colgó la llamada y espero un instante antes de que nuevamente volviera a brillar el aparato.
- ¿Entonces me matarías gratis? –Rió la voz de Kürten -…. A propósito, ¡luces magnifica!.
- Disfrútalo –rió Kipper- Creí que estarías lejos…
- Lo estoy, pero tengo una cámara robot vigilándote, lo de rutina. Ahora se viene lo difícil del plan, el Politburó entrara en pánico, te enviaran todo lo que tienen, sus mejores agentes y lo mas importante, ya no podrán mantener el secreto, el mundo sabrá de la bomba y comenzara la fiesta… la madre de todas la guerras comenzara ahora, lentamente, comenzara con los grupos terroristas, pelearan entre ellos por conseguirla, después se unirán las pequeñas naciones que buscaran la seguridad de contar con una de “esas” en su arsenal, trataran de mantenerlo en secreto, pero se sabrá, el fantasma de bomba empujara a las grandes potencias a lanzar sus “invasiones” preventivas contra sus enemigos pequeños, se invadirán sus intereses particulares, tenemos a nuestra gente en todos los lugares importante, arios esperando el momento de la resurrección de la supremacía del hombre blanco sobre los criollos inferiores del mundo, antes de 3 años el mundo entero estará envuelto en la madre de todas las guerras.
- El politburó tendrá que ceder ante la necesidad de vender armas y recapitalizar la nación y al ejército, y su único contacto con las organizaciones terroristas del este, seré yo, y entonces se darán cuenta esos inútiles que cada ejecución, cada asesinato que he llevado acabo los últimos diez años ha sido para lograr este propósito, para labrar mi destino, se darán cuenta que hace mucho que deje de ser un simple instrumento, que ahora yo soy artífice del infierno que se desatara y sabrán que no ha existido mejor sobrenombre que con el que me bautizaron… soy el verdadero ángel de la muerte.
* * *
Esto era Florencia, la cuna del renacimiento, Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci y Botticelli pasearon por sus calles, el nombre de la ciudad misma se evocaba como místico, mágico en su belleza histórica y cultural… pero es una ciudad, y como los individuos también tenía su lado oscuro, su lado oculto, bien sabia de eso un habitante de los callejones de Paris, como Alexa. La gitana temblaba por dentro pero no daba muestra de debilidad ante los rostros que la miraban sin ver, rostros de seres que alguna vez fueron humanos, pero ahora estaban convertidos en piltrafas sin voluntad ni esperanza.
Alexa recorría los pasillos del interior de un edificio tan antiguo como la ciudad, todo estaba en semipenumbra, su naturaleza de abandono y clandestinidad le traía malos recuerdos a la chica de piel de bronce, recuerdos de una época que había dejado atrás.
El vació de esos rostros le oprimía el corazón y le provocaba un vació en el estomago.
- Cuida de ella… -le dijo Alexei cuando regresó de última aventura en Rusia. Se suponía que debía haber vuelto con puños de dinero, sólo volvió con unas chicas. Una de de ellas en particular fue alojada en el departamento que compartían cuando Alexei estaba en Francia.
Alexa recién entraba al departamento, se trago sus lagrimas y el nudo que oprimía su garganta, había pasado un momento muy malo y necesitaba la soledad de su refugio… pero hoy no sería, no se mostraría débil frente a él.
- ¿Quien es esta? –preguntó intrigada la gitana.
- Es especial, es una buena inversión…. ¡Y es mía!
Alexa se encogió de hombros y sonrió ante la amenaza de su hermano. Miró sobre su hombro y la vio por primera vez… la chica más hermosa que jamás había visto, sus cabellos rebeldes y ensortijados caían libres sobre ese rostro que oculto tras ellos se adivinaba hermoso. Esos enormes ojos verdes miraban por la ventana a ningún punto en particular.
- ¿Esta drogada?
- No, esta “limpia”, pero esta enferma ¿entiendes? – Alexei hizo un remolino con su dedo sobre la sien.
- ¿Qué tanto… puede hablar?
Alexei rió fuertemente mientras se dejaba caer sobre el camastro.
- Si, sólo esta un poco “ida”, pero te escucha perfectamente y puede hablar… siempre y cuando te ponga atención. Le paso algo muy malo, algo que no quiere recordar, a veces llora sin motivo, pero no es un problema, es muy dócil y hace lo que le pidas. Hasta te podría ayudar con los quehaceres de la casa.
- No necesito una sirvienta… y mucho menos una hija, no soy una niñera.
- Sólo por unos días, el nazi esta interesado en verla, paga muy bien por chicas como esta.
Alexa cedió ante la curiosidad y se acerco a la pelirroja quien se encontraba sentada inmóvil en el suelo y su mirada casi sin parpadear no se apartaba de la ventana. La gitana se sentó a su lado y admiro ese rostro, era una chica muy hermosa, si tan sólo peinara su cabello y arreglara los harapos que vestía. Hechizada por esa belleza, Alexa apartó los cabellos que cubrían ese rostro. La pelirroja apartó su mirada de la ventana y se posó en los negros ojos de la gitana.
Un abismo eterno de soledad y amargura se miraba en esos ojos verdes que alguna vez parecían sonreír. Una soledad y un dolor tan terrible se veía en esa chica que esos sentimientos se hincaron en el pecho de Alexa como si fueran puñaladas reales. Acarició ese rostro agradecida, sintiendo que sus problemas eran tan pequeños en comparación de todo lo que esa chica pelirroja guardaba en su interior.
La chica tembló al contacto de esa mano y saltó a los brazos de la gitana, abrazándola con dolorosa desesperación y soltando un llanto que parecía reprimido cientos de años atrás. Alexa correspondió, la envolvió con toda su simpatía y piedad.
Nunca olvidaría la primera mirada que Elena le obsequio, el dolor y soledad de esa mirada la marcarían para siempre.
Ninguno de estos rostros, con todo su dolor, con toda su amargura y soledad competían con lo que ella vio en los ojos de Elena aquel día que parecía tan lejano. Apresuro sus pasos, Florencia había perdido por completo su magia para ella, quería volver al lado de Elena y llevársela lejos, mucho mas lejos todavía, llevársela a un lugar donde lugares como este no existieran, lugares donde la pelirroja pudiera sanar las heridas de su corazón.
Pero antes estaba ella, la dulce niña por la que había venido al pequeño infierno de Florencia.
Dio la vuelta en una habitación inmensa, una cúpula translucida en el techo dejaba entrar la luz de la luna iluminando de manera irreal el último rincón de aquel palacete de vicio.
Era todavía una niña, su diminuta estatura no había cambiado mucho, pero su cabello antes tan lustroso como la seda ahora lucia opaco, su rostro vivas que semejaba un fruto maduro, ahora estaba marchito, contraído en sus pliegues, marcado por una edad que no le correspondía. Estaba tumbada apenas recargada contra un muro. Sus piernas tan delgadas como el brazo de un niño asomaban bajo una falda diminuta, escandalosa, su maquillaje barato, su ropa, su pudor expuesto... no había nada que decir o que pensar, su profesión era obvia, como obvio era su estado, de su pierna aun colgaba incrustada una pequeña jeringa.
Alexa se mordió una muñeca para no soltar un grito de sorpresa o dolor. Tomó a la niña en sus brazos y la oprimió contra su pecho.
-… Camila… Camila… ¿¡Qué te has hecho!? –sollozó Alexa.
La niña abrió los ojos con dificultad, de un empujón se libero del abrazo de Alexa y se arrastro como pudo hasta que su espalda volvió a encontrarse contra el muro. Entonces la miró con atención, casi se podía ver la lentitud de los pensamientos de la niña tomando forma.
-… Soy yo, Alexa... Pequeña… ¡soy Alexa!…
Camila parpadeo reconociéndola y sus labios se abrieron mostrando una dentadura mellada y rota, de sus labios broto una risa que heló la espalda de la gitana.
* * *
“El Turco”, ese era su único alias, ningún nombre, ningún documento, sólo ese alias, sólo su origen era importante, era un nacionalista, en otra época hubiera sido un héroe, pero son tiempos oscuros y ahora no es más que mero mercenario, un asesino. Pero a sus 25 años, es un asesino refinado, con clase y bien cotizado.
Su gran estatura es un distintivo, pero no su rostro, su rostro es tosco, de gesto rudo que delata su profesión, sin embargo ha logrado refinar su imagen, sin educación formal, la lectura ha sido motor de su crecimiento personal, el nacimiento de su ambición. Pulió sus maneras, sus ademanes y su lenguaje, y sobre todo mejoro su guardarropa.
Con su elegante traje, cortado a la perfección y sobre medida exacta de su cuerpo, se ha convertido en un caballero, las gafas tenuemente tintas le dan un aire intelectual, su refinamiento ha logrado opacar la crudeza de su rostro.
Ahora, sentado en un cómodo sillón de este burdel de alta categoría, recibe un trato distinguido, no es como los otros guardaespaldas que aguardan de pie, expectantes y alertas, pero sigue siendo sólo empleado. El es diferente, mantiene su distancia con el cliente, a pesar de la afabilidad y familiaridad que sus maneras elegantes logran, él mantiene su lugar y eso bueno y agradable para ellos, lo ven casi como un amigo, alguien que pueden tener cerca, dentro de su circulo, pero que a diferencia de los “amigos” él tiene una inmensa arma bajo la manga y esta presto a defender sus vidas y mantenerlos a salvo, y mejor aún, esta listo para volarle la tapa se los sesos a cualquier que el cliente señale con sólo un chasquido.
Su cliente ríe con excitación contenida mientras hermosas chicas en trajes diminutos se pasean por el lugar buscando agradarle, es un hombre poderoso, muchas influencias y mucho dinero. Pero él ya tiene su elección hecha, y ella viene en camino.
Con rápidas instrucciones le da órdenes, con claves le señala un blanco, el Turco no es un guardaespaldas ordinario, es un exterminador, mañana el futuro político de un país se decidirá con la cabeza que rodara esta noche.
Hay un momento de silencio, el cliente a callado y el Turco se acomoda las gafas para observar mejor sintiendo una incomoda erección que lo distrae y lo hace sentir culpable. La chica ha llegado… pero no es una chica… es un ángel… es una niña.
Tal vez 12 años, indefinible en esa diminuta estatura, indefinible en ese rostro de angelical sonrisa de labios caricaturescos embutidos en labial carmín que mal dibujan una voluptues que resulta cómica, cabellos dorados como el trigo y el oro mezclado en plata, cayendo libres sobre pequeños y delicados hombros desnudos. Esos ojos enormes y dulces, de un azul tan intenso que semeja un amanecer sin nubes, lo hipnotizan, lo estudian.
La niña viene hacia ellos, su caminar no es el de una niña, sus pasos son sensuales, felinos, agresivos. Su delicada figura esta cubierta por una túnica blanca que resalta el tono perla de su piel y dibuja su cuerpo que se transparenta desnudo, el rosa de sus pezones compite con sus ojos. Ella viene hacia ellos, llevando una charola de plata con una botella del mejor vino y un par de copas. El cliente asiente y sonríe satisfecho, ella es tal como la solicitó.
A tan sólo unos pasos ella se detiene, mira al par de guardaespaldas que no disimulan la fascinación por su belleza y les sonríe coqueta. Uno de ellos al fin reacciona y nervioso se acerca a ella para hacer la revisión de rutina, pero… es sólo una niña, esta desnuda bajo esa túnica transparente… Los pelos de la nuca del Turco se erizan de golpe… es ella, ahora lo sabe… ella ha llegado tan cerca, con su imagen de dulzura ha cruzado la línea y ahora se ríe, se divierte. Sus ojos ya no son inocentes, en sus ojos hay un brillo malicioso.
El Turco tardo un segundo en reaccionar, un segundo para que su cerebro rechace la imagen que lo ha hipnotizado y la vea como lo que es realmente.
La niña lo mira sin mover el rostro ni perder por un instante de vista a ambos guardaespaldas, levanta los brazos en gesto divertido e invitante. Torpemente la charola de plata se ladea y la botella de vino cae por un lado junto con las copas. Buenos reflejos, la botella es atrapada en el aire por el guardaespaldas… atrapada por la mano que debería mantener cerca de su arma… bajo la charola aparece un arma pequeña, una Beretta de 6 tiros y corto alcance pero de alta precisión.
El primer disparo dio en el pecho al Turco, el segundo en el cuello del otro guardaespaldas que todavía la miraba embobado, el tercer y cuarto disparo dieron en el pecho y cabeza del cliente. El Turco alcanzo a sacar su arma y cortar cartucho con un movimiento veloz y bien practicado, pero no alcanzó a disparar, el quinto disparo partió el corazón del primer guardaespaldas. El Turco disparó un par de veces sin lograr ubicar a su blanco, la niña se movió con velocidad y precisión saliendo de su campo visual. Pero estaba desarmada, el Turco conocía bien el arma de la niña y sabía que ya no tenía balas.
Fue temerario, la herida en su pecho dolía, pero no tanto como su orgullo lacerado. Con piernas tambaleantes saltó buscando a la niña, caro pagaría es mocosa haberse cruzado en su camino, sin importar su alias y su fama en el bajo mundo, ella sólo sería una marca más en el record del Turco.
Pero la niña no huyo, lo aguardo de pie y sonriendo, con esa mirada que helaba el alma en un rostro de angelical ternura. La pistola del guardaespaldas estaba en sus manos, firmemente amartillada y esperándolo. Ocho balas penetraron en la humanidad del gigante.
Lo ultimo que el Turco vio antes de perder el sentido era esa niña que sin preocupación se alejaba saltando alegremente.
Ella era el arma más formidable de la KGB, un asesino nato disfrazado de una angelical criatura, ella era Elena Kipper, y a sus trece años ya es conocida como “El ángel de la muerte”.
Eso había sucedido hacia catorce años.
El Turco colocaba cuidadosamente las balas de sus cartucheras de repuesto.
- ¿Se pondrá feo? –preguntó Iván.
- Mucho, los malditos Italianos no saben callarse la boca, saben que el paquete esta aquí pero no han podido localizarlo… no les tomara mucho, debemos movernos esta noche.
El Turco extrajo su última arma, era una beretta que parecía de juguete, abrió el carril del cañon y extrajo de su bolsillo una bala, su cabeza estaba cubierta de un material oscuro y opaco, teflón, para garantizar que atravesara cualquier chaleco blindado. Grabado sobre el casquillo se leía: “E. Kipper”.
- Entonces ¿ella estará ahí… ella me traicionara? –murmuró Iván al verlo. El Turco rió fuertemente, con su voz gutural.
- Para traicionarte, ella debió haber sido leal a ti… no, ella no te va a traicionar, sólo se va a poner honesta…
Kürten ha subestimado la ambición de esa mujer, ella sólo esta esperando que tipo muera, y ella tomara control sobre su organización, lo hará a la fuerza, pero creedme, ella es muy fuerte, tiene los contactos adecuados, tiene el apoyo necesario, ella puede lograrlo.
- Esa es la idea, hemos debilitado la organización de Kürten, pero no estamos ni siquiera cerca de poder vencerlo, y lo necesitamos, si Kipper toma su lugar estaremos bien posicionados, ella es aria además de Rusa, no habrá mucho problema en que los neonazis la acepten como líder, sobre todo si ella es él contacto con la mina de armas de Rusia.
- Pero ese también es el mayor defecto de tu plan, ella ha militado en las filas de los neonazis desde hace mucho tiempo, aun que hay un gran número de neonazis en el partido, en el politburó, no son una mayoría, ¿realmente tendrá el apoyo que necesita de tu gobierno para ocupar el puesto de Kürten?. Tu sabes lo que ella necesita para ganar la facción de tu gobierno que no la apoya… ella tiene que matarte y tomar también tu lugar.
Iván rió mirando por la ventana para ocultar su mirada a los ojos del Turco.
-… tienes razón… esto se pondrá Feo…
Ponte Vecchio[/b]
Yulia, las fibras de su hambre temblaban en el borde de sus labios mientras el sabor de la piel, el sabor de la sangre de sus bazos capilares se esparcía por todo su ser. Apretó los labios para ocultar los colmillos que rebeldes traicionaban su discreción. La gente bailando y festejando a su alrededor se volvió borrosa, el sonido de la música era cacofónico. Las luces multicolores se fundían en una oscuridad blanca, una oscuridad luminosa donde el fuego azul de sus ojos no podían penetrar.
El mundo era ella, el mundo era Elena, su figura ligeramente más alta, su sonrisa, su mirada. Nada existía más para ella que Elena. La mano que había besado sin saber por que, se movió hasta su mejilla… sintió esa caricia recorrer su rostro y conducirla a la locura. Todas las fibras de su ser suplicaban por saciar su hambre, la bestia de su hambre ensañaba sus colmillos contra las cadenas que la aprisionaban, llorando y gimiendo. Pero su corazón… su errático palpitar, su torpe imitación de la vida, parecía detenerse, latir más suavemente aliviando el dolor del hambre en cada centímetro de su cuerpo. La bestia en su interior parecía rendirse ante la presencia de Elena.
Elena era el mundo, Elena era el viento, era la marea, sus ojos eran la inmensidad del mar, su piel la nieve de un invierno calido, su cabello un amanecer brumoso, su sonrisa era el cielo y las estrellas. Elena era la vida, en toda su pureza, en toda su belleza… en toda su inocencia…
-… ¿Existe un destino…?... ¿Existió una razón..?... ¿mi fe?... ¿Dónde esta mi fe?
Elena era su destino, todo en ella le gritaba la promesa de un futuro que se convirtió en pasado y que no fue… que nunca sería… De una forma ineludible, Elena era su destino.
- … En la oscuridad… he estado en la oscuridad… - Al fin respondió, los labios de Yulia se abrieron dejando escuchar su voz, que a pesar de la música era perfectamente clara.
Las manos de Elena se metieron bajo el tul que cubría su rostro y su cabeza, de su atuendo que disfrazaba con poesía su verdadera naturaleza, y lo apartó dejando al descubierto su rostro de pulida y pétrea perfección, sus dedos se hundieron entre los negros cabellos que se agitaron alegremente a su contacto, enredándose entre ellos como tratando de retener esa mano, esa caricia. Nada de esto asusto a Elena, quien les obsequio una sonrisa.
La doncella vestida de sol tomó la mano enfundada en encaje de la doncella de hierro y la condujo atreves de la multitud al centro de la pista de baile. Esta vez avanzaron entre pequeños empujones y ágiles pasos para cruzar la efervescencia de la juventud Florentina. Las hijas de la luna llegaron al centro de la pista de baile, voces aterciopeladas llenaban el ambiente al compás de una música sugestiva.
Elena tomó la cintura de Yulia y la atrajo hacia si, encadenándola a sus brazos, sus esmeraldas ojos indagaron en el fuego azul del ángel.
-.. Ahora soy yo, quien quiere bailar contigo…
* * *
- ¿Dónde esta la gitana? – Preguntó Iván mientras sus hombres corrían entra las calles con precisión militar.
- Se separaron, la pelirroja esta en el club con varias personas, parece que todos son gitanos. La gitana, Alexa, salió con otro tipo y no han vuelto. – le dijo uno de sus hombre.
- ¿Los mandaste seguir?.
- Si, están en la parte vieja de la ciudad.
- ¡Están negociando! – Bramó Iván – Maldita sea, entonces esa gitana para nada es la inocente palomita que nos ha hecho creer… ¡tal vez hasta el maldito de Alexei también es un espía de alguien más!... ¿de quien?
- De quien las ha protegido en Paris, de quien se ha atrevido a enfrentarnos y enfrentar a Kürten cada vez que las teníamos en las manos – dijo el Turco.
- Entonces es cierto, es otra maldita mafia, otro maldito grupo el que nos quiere robar el mercado. Y quienes más, si no los gitanos… ¡los malditos gitanos se han unido en una mafia contra todos nosotros!... ahora entiendo todo, por que se callaron la boca después de que rescataron a Alexa, como pudieron quitarle el auto a Kürten, el maldito chofer era también un gitano. Ellos han estado metidos en todo esto… estaban bajo nuestras narices y nunca nos dimos cuenta…
- ¿Cómo procedemos?, debemos recuperar el auto…
Iván miro a su alrededor, sus hombres ya estaban listos para tomar por asalto el club donde Alexa y Elena deberían estar divirtiéndose.
- Esto lo cambia todo, ¿Qué tan involucrada esta Elena Katina?, aun que ella no es gitana pues parece que Alexa le ha tomado mucho cariño…. ¿será otra traición más?, de alguna manera mis camaradas la están usando en mi contra… ¿Por qué no?, tiene motivos suficientes para destruirme… Maldición, esto esta alterando todos mis planes… si existe otro grupo que yo no he calculado… Hay que aplastarlos, hay que hacerlo ahora… Turco, lo haremos a la vieja manera, tu te encargas de la gitana, toma algunos hombres y por ella y recupera el auto. Mata a todo aquel que este con ella, gitano o no, todos deben morir. Yo me encargare de Katina, sabes que tengo mis cuentas pendientes, ella y todo aquel que se encuentre con ella…
- ¡Como en los viejos tiempos! –rió el Turco – Iván, la cortina de hierro ya cayo, el muro de Berlín ya cayo. La masacre que hagamos ahora se vera por televisión e Internet en menos de 15 minutos y alrededor del mundo. ¿Estas seguro de querer hacer esto algo publico?, después de las masacres de Paris… el politburó va a mandar a alguien a ponerte en silencio.
- ¡Estupido! – bramó Iván, su mirada se clavo en el bolsillo donde el Turco guardaba su Beretta, la que tenía la bala marcada como “Kipper” - ¡Ellos ya mandaron a alguien a hacerme silenciar!, desde que salimos de Paris esto va por nuestra cuenta… ya no se trata del negocio, se trata de salvar nuestro pellejo.
* * *
Yulia movió sus manos lentamente hacia Elena, hacia sus caderas, las cuales recorrió con la sutileza de la brisa, no presto atención a sus garras que brillaban reflejando las luces multicolores, asomando por la punta de los dedos destrozados de sus guantes. Lentamente ascendió acariciando su abdomen, con timidez pasó sobre sus pechos donde la caricia se hizo mas palpable y sugestiva, sintió sus manos temblar mientras el hambre aguijoneaba cada centímetro de sus dedos como una descarga eléctrica que…. ¿era de excitación?
Al fin sus manos encontraron el fin del camino en el cuello de Elena y se entrelazaron en su nuca, rindiéndose por completo al hechizo de esa sonrisa… esa sonrisa que estaba cada vez más cerca.
La fresca brisa soplaba en un bochornoso atardecer, la sombra de un árbol de manzanas en medio del campo era refrescante, el trigo se extendía como si de la tierra misma brotaran flores de sol. El cielo era azul en sus ojos y las nubes hacían figuras perezosas que ellas jugaban a adivinar…
¿Ellas?... en este campo de trigo no había un “ellas”… Era sólo ella, Elena, la niña de cabellos ensortijados, que tumbada a la sombra de un manzano miraba al cielo adivinando las formas de las nubes… En este mundo Yulia no existía, ella no estaba ahí… sólo estaba esa niña pelirroja que sin embargo murmuraba, hablaba en voz alta charlando con alguien que no estaba ahí…
Yulia retrocedió… Elena bajó la mirada, como si hubiera compartido ese instante con ella… en sus labios estaba, casi imperceptible, invisible a otros ojos que no fueran los suyos, una diminuta joya de rubí extraviada en su comisura, una ínfima gota de sangre.
El sabor de su sangre invadía los labios de Yulia, la niña de piel de luna contemplo sus manos, las garras que retrocedían como avergonzadas de su necedad, sus colmillos que se ocultaban en el paladar…
No la había atacado, lo sabía, el hambre no la había vencido como tanto temía.
Había sucedido algo totalmente distinto… algo más poderoso que su hambre la había dominado, le había arrancado la razón con una dulzura que aniquilo a la bestia… La había besado.
Una copa de cristal saltó hecha pedazos, acompañada con un latigazo eléctrico, pequeñas píldoras de plomo volaron en todas direcciones bañadas en sangre y fuego. Yulia giro el rostro hacia atrás al fin conciente de lo que estaba pasando… los cristales de la copa todavía giraban en el aire cuando la perla de plomo cruzo por un costado de Yulia quien de forma imperceptible giro la cadera para esquivar el proyectil.
Elena dio un paso atrás al sentir el impacto, sus manos oprimieron de forma instintiva su vientre, de entre sus dedos el rió rojo de su vida, de su alma empezó a manar. Su gesto de sorpresa sustituyo a su sonrisa seductora, sus cabellos se agitaron en aire al momento del impacto y ahora volvían a caer sobre su rostro como un caudal de rizos… Elena cayó de rodillas
Todo fue tan rápido que Yulia ni siquiera alcanzo a detenerla, incrédula contemplaba a la pequeña niña de cabellos de fuego derrumbar sobre su costado. En el último instante reacciono y la tomo entre sus brazos antes de que tocara el suelo.
-… ¡Nadya!.. –exclamó sintiendo el hambre enloqueciendo en su corazón con el aroma de la sangre que manaba de su vientre.
Elena abrió los ojos con dificultad… su gesto, su débil sonrisa, la forma de su cabello, todo era distinto.
- ¿Nadya? –Murmuró con voz entrecortada-… ¿también sabes todo mi nombre?... ¿Es así como me dices adiós…?
Continuara…
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo XIV (Primera Parte)
Destino
Oleg Volkov, desmontó de su caballo con ágil salto que no correspondía a un hombre de tu tamaño y corpulencia, con una triste sonrisa paseó su mirada por los alegres campos de flores silvestres que rodeaban al majestuoso castillo Volkov. Todo lucia en orden y en paz. Un hombre de similares proporciones se acerco a él con grandes pasos y honesta sonrisa. Se abrazaron con camaradería.
- Bien venido a casa, viejo amigo – saludó Bohdan Vladis - … lamento mucho lo de tu esposa, ¡noble mujer! –dijo con genuinos sentimientos.
Oleg asintió con un gran suspiro que disimulaba el alarido de dolor que todavía hacia eco en su pecho.
- Yo también lo siento… y lo siento mucho más por ella – giró la cabeza hacia el carruaje que llegaba junto con él. Sus ojos buscaron con esperanza un rostro curioso sobre la portezuela del carruaje. No había nada. - ¡Vamos!... te la presentare.
Oleg abrio la portezuela y miro en su interior, una sonrisa ilumino su rostro y su inmensa mano tomó una pequeña y delicada manita de una niña.
- Ven, Yulia, hemos llegado a casa… tu nueva casa.
Una pequeña niña de cabellos rubios e inmensos ojos azules como los de Oleg apareció en el marco de la portezuela, era tan pequeña que parecía que Oleg se la echaría al hombro como una mascota. Debía tener unos seis o siete años; En sus ojos había usa gran soledad y tristeza.
- ¡Que hermosa es! – exclamó Bohdan, inclinándose mucho para poder ver a la niña de cerca- Yulia ¿eh?... Eres idéntica a tu madre.
Yulia levanto la mirada haciendo un gesto cómico por que el sol le hería los ojos, pero ese otro hombre le llamaba la atención, su enorme mano acariciaba sus cabellos.
- Mamá esta muerta –dijo Yulia sin asomo de emoción.
Ambos hombres se miraron incómodos.
- Quiero presentarte a alguien, Yulia, alguien que tiene muchas ganas de conocerte.
Como esperando una señal, una pequeña niña se asomo de tras las piernas de Bohdan, era tan pequeña que Oleg ni siquiera la había visto. Esos enormes ojos verdes miraban a la pequeña Yulia con curiosidad, se acerco a ella he hizo una reverencia como le habían enseñado. Yulia la miraba con cierto aire de asombro. Su pequeña manita se extendió hasta el cabello de la pelirroja y con cierta precaución lo tocó.
- Tu cabeza parece que se quema – rió Yulia.
Esa pequeña risa cargada de inocencia rompió la tensión, la pequeña Nadya rió también, en su rostro se dibujaron tiernos hoyuelos.
- ¡Ven conmigo! – le dijo a Yulia tomando su mano – voy a enseñarte el lago.
Las niñas salieron corriendo con la energía y espontaneidad propia de la infancia. Oleg al fin rió aliviado.
- Gracias por traer a tu hija, camarada, Yulia necesitaba una amiga.
- Lo supuse, cuando murió la madre de Nadya, ella pasó días muy tristes. También necesita a una amiga y parece que se llevaran muy bien.
Ambos hombres vieron a las niñas correr en dirección al lago y la pobre criada que fungía como nana de Nadya corría tras ellas tratando de alcanzarlas.
Yulia se enamoro del lago en cuanto lo vio, durante horas se divertía arrojando guijarros para ver como se rompía el espejo del bosque para volverse a recomponer una vez que se extinguían las diminutas olas. Nadya a su lado le platicaba incansable sobre todos los por menores de la región.
-….. Papá dice que Mamá esta en luna, que de ahí me cuidara siempre… - señaló Yulia hacia el cielo nocturno.
La luz de la luna entraba por la ventana de la habitación de la pequeña princesa del castillo Volkov. Nadya, recostada junto a ella compartiría esa habitación por algunas noches mientras Yulia se acostumbraba a su nuevo hogar.
-… ¡es cierto! –Afirmó Nadya con una gran sonrisa-… mi mamá también esta ahí, tal vez ya sean amigas como nosotras.
Yulia sonrió, por primera vez en mucho tiempo se sentía bien, casi se sentía feliz.
- ¿Siempre serás mi amiga?
- ¡Claro!, yo siempre seré tu amiga, siempre que tu quieras…
Yulia le sonrió con la mirada, con ese azul tan claro de sus ojos que sólo encontraba igual en la suave pradera de los ojos de Nadya. Sin embargo su sonrisa se opacó un instante.
- Cuando mueras… ¿tu también te iras a la luna?
Nadya se puso muy sería y pensó con detenimiento esa pregunta, en su inocencia miró a la luna y se imagino un viaje en barco con velas de estrellas que navegara sobre aguas negras de la noche y la luna como un puerto de magnifico resplandor donde su madre la aguardaba.
El rostro de Yulia, iluminado por las estrellas dibujaba su ansiedad por la respuesta.
-… No… no me iré a la luna, ¡me quedare contigo!, me quedare contigo para siempre….
* * *
Florencia en llamas…
El fuego de las armas semejaban una tormenta, las balas cruzaban en todas direcciones y la multitud reunida corría en busca de refugio, la estructura de todo el lugar se desprendía en pedazos haciendo una lluvia de escombros, las luces eléctrica se habían apagado pero la oscuridad era rota por el fuego que empezaba a brotar de los muebles y el piso de madera empapado de alcohol.
Yulia estaba postrada de rodillas, en sus brazos acunaba el cuerpo inerte de Elena, los rizos de fuego cobrizo jugaban sobre su rostro que parecía dormir, un hilo de sangre empezaba a correr por el piso hacia ninguna parte.
La bestia del hambre en el corazón de Yulia se agitó como nunca antes lo había hecho, transformada, corrompida, deformada... más terrible y monstruosa de lo que jamás había sido. Desde que renació en las sombras, todos sus sentimientos y pasiones se convirtieron en uno solo, se convirtieron en su hambre… Pero hoy su hambre se ha convertido en otra cosa, algo totalmente distinto… demasiado terrible para mantenerlo en silencio. Levanto el rostro hacia el cielo, el infierno se asomaba por sus ojos ardientes. Sus labios se abrieron y desde lo más profundo de su corazón brotó un alarido que desgarro la noche…
Fue un llanto primitivo y salvaje, un llanto como nunca antes se había escuchado en el mundo, el llanto de una criatura celestial a la que se le ha negado la entrada en las puertas del cielo, que se le ha arrebatado su divinidad y su gloria. Es el llanto de un ángel caído en tinieblas.
Todos los cristales de Florencia, todos los ventanales y hasta sus magníficos vitrales estallaron convertidos en polvo.
Fantasmas de Notre Dame... unas noches antes
La vista de Paris desde la cima de los campanarios de Notre Dame era magnifica, semejaba un manto de estrellas centelleantes, las grandes avenidas y transitadas calles semejaban un río interminable de luces en un ir y venir presuroso. Sus sonidos, sus aromas, todo Paris se ofrecía como un fruto maduro para ser deleitado por sus sentidos. Sin embargo esa noche Yulia no podía disfrutar de la ciudad de la luz.
Junto a ella la imponente figura de un monje con el rostro oculto bajo el capuchón de su túnica, también devoraba la noche con ojos ardientes que desnudaban las sombras.
- ¿… un destino…? – murmuro él, con una voz que ningún hombre podría escuchar, una voz sólo para los oídos de Yulia-… no existe tal cosa como un destino para nosotros, destino es el ultimo puerto de un barco en su travesía por el mar, destino es la conclusión de un viaje… nosotros navegamos por un oscuro y eterno océano, nuestro camino no conduce a ninguna parte, nuestro destino es la nada.
-… no… no lo creo. Debe haber algo más para nosotros… una razón para nuestra hambre, nuestro dolor… nuestra soledad… -dijo Yulia, también con una voz sólo para él.
- ¿soledad?, ¿dolor?... Yulia, lo único que podemos sentir es nuestra hambre… ¿Qué es lo que quieres saber realmente, Yulia?
- Que es lo que soy… lo que quiero sabes es… ¿Por qué?
- Lo que buscas es una excusa para lo que sucedió… para lo que hiciste hace seiscientos años, una razón que justifique el pecado que cometiste hace seis siglos… ¿era ese tu destino?, ¿era esa la razón por la que volviste de tus cenizas?... ¿era esa la razón para todo lo que te sucedió?
Esa es tu verdadera pregunta… por que moriste de la forma mas terrible que un ser humano puede sufrir, moriste sacrificada por la maldad del hombre… Todo ese dolor, toda esa tragedia debe tener un sentido, debe haber una razón por la cual aun caminas sobre el mundo… La crueldad de ese destino debería tener un propósito... Dios no habría sido tan cruelmente indiferente con ustedes si no tuviera una razón para ese dolor, para tu existencia en la eterna oscuridad…
- ¿entonces este era el plan divino?... ¿esto es lo que Dios quería para mi?... ¿fue por eso que templo mi alma en sangre, dolor, fuego y acero… para hacer de mi… esto…?
- Tu destino, Yulia, es lo que eres… lo que has elegido ser. Tu vida fue un camino accidentado, como la vida de tantos otros, una vida que tuvo un triste final… Pero a diferencia de otros, tu volviste de tus cenizas. ¿Por qué?... ¿Qué fue lo que te hizo volver?, Yulia Volkova, esa es tu verdadera pregunta, ¿Por qué volviste, Yulia?, ¿Por qué sigues aquí?
No hay respuesta a tu pregunta, en los mil cuatrocientos años de mi existencia no tengo testimonio ni del cielo ni del infierno… lo único que tengo es mi fe…. Busca la respuesta a tu pregunta en ti misma, busca en tu fe… busca en tu corazón, ahí encontraras tu destino… ¿Qué fue lo que despertó a tu corazón?, ¿Cuándo moriste qué fue lo que sobrevivió de ti?, ¿Qué fuerza tan enorme te hizo levantarte de entre los muertos?... ¿fue tu odio ó tu amor?...
Amanecer en tinieblas.
Troy sintió la quemada del cigarrillo en los labios y se dio cuenta que hacia mucho tiempo que debió escupirlo. Lo arrojo a un cesto de basura junto con los restos un café horrible que le hacia sentir nostalgia por el café Francés.
Frente a él, al otro lado de una sala de juntas, ahora oficina improvisada, Trevor estaba sumergido en mar de papeles e informes, el teléfono móvil en un oído y un teléfono regular en otro, tres pc’s portátiles frente a él y unas ojeras enormes es sus ojos, mas producto del estrés que de la recién desvelada.
- Al menos alguien la esta pasando peor que yo –suspiro para sí, sin sentir un ápice de confort.
- …. De los hechos acontecidos en la madrugada de hoy, aun no hay declaración oficial… - lacónica voz surgía monótona de un aparato de televisión empotrado en la pared. Troy cambio el canal del aparato, aburrido de la misma noticia.
- … comandos paramilitares tuvieron enfrentamiento con pandillas locales… - otra voz, otro canal, tomas aéreas desde un helicóptero mostraban las calles de Florencia como un campo de batalla, una cuadra entera se había colapsado y camiones de bomberos y ambulancias todavía se miraban ahí junto con las primeras luces del amanecer.
- … fuerzas militares de la ONU fueron convocadas en Francia, como apoyo al ejercito local, Paris se encuentra sitiada por el ejercito tal como sucedió durante la segunda guerra mundial, pero el enemigo esta ahora dentro de sus casas y edificios, una misteriosa enfermedad que ha cobrado las vidas de… - El televisor fue apagado. Troy miró sobre su hombro y vio el rostro de Trevor agradeciendo el gesto.
- al mundo se lo esta cargando el diablo… ¿verdad?
Troy le devolvió una mirada helada al tipo que dijo eso a sus espaldas.
- ¡ejem!, Sr. Maccubbin, podemos pasar – le dijo un oficial de la policía cuyo nombre ya había olvidado, una puerta fue abierta y un largo pasillo apareció frente a él, sus pasos hicieron un eco lúgubre que lo incomodó aun mas.
- ¿A quien desea ver primero, al hombre ó a la chica?.
- ¿Cómo esta el pobre diablo?
- Agoniza, no le queda mucho.
- Entonces lo veré a él primero… ¿la chica?
- Ok, la chica no ira a ningún lado –se encogió de hombros el oficial- ya estaba muerta cuando la ingresaron… hmmm.. ¿Es la que llego de Francia?, ¿la que venia con la gitana?
- Así parece – asintió Troy.
- ¿Qué demonios sucedió anoche? Todavía no acabamos de barrer los vidrios rotos..
- Fue una noche muy larga… una más.
Una puerta más se abrió y al fin estaba ahí, era blanca y con un olor a desinfectantes y antisépticos que mareo aun al curtido Troy. No era un cuarto de hospital ordinario. En una cama estaba un sujeto al cual le habían retirado un tubo de la garganta, un dispositivo que lo ayudaba a respirar. El doctor que lo atendía se veía muy cansado.
- Agoniza… no hay nada más que hacer.. –le dijo el medico a Troy con un murmullo.
El agente del INTERPOL tomo asiento junto a la cama, era difícil ver al hombre al rostro, estaba completamente vendado y todo, pero la sangre manchaba ya las sabanas, hemorragias casi imposibles de contener. Había poca lucidez en el único ojo visible de aquel rostro.
- Dime, Dimitri, dime que fue lo que viste, ¿Qué fue lo que sucedió? – preguntó Troy, hablo en ruso con un marcado acento pero comprensible.
El ojo de Dimitri se movió en la cuenca como un ratón asustado, giro de un modo imposible y enfoco a Troy, esa mirada era todo, sus labios temblaron mientras balbuceaba…
* * *
Lenguas de fuego tan inmensas como torres se elevaban al cielo y besaban las estrellas, columnas de humo creaban cortinas y nubes, el cielo ardía en un rojo mortecino, un rojo sangre. Las ruinas del viejo edificio ardían con furia, los cadáveres regados por doquier también eran pasta de las llamas que semejaban una jauría de gigantescas bestias.
De entre este infierno liberado “ella” surgió de las llamas que se abrían a su paso como cachorros juguetones saltando entre sus piernas, jirones de tela vaporosa y negra cubrían pobremente su piel que resplandecía con una luminiscencia nacida de las llamas, su rostro era una escultura perfecta de brillo de mármol, a veces una mascara de plata y oro ante el reflejo de la luz de las llamas.
Ella de cuya mano habían recibido la muerte, ella que volaba en la oscuridad como la bruja de los cuentos infantiles en las alas de la noche con garras y colmillos que destrozaron gargantas y arrancaron corazones palpitantes de pechos abiertos como ostras, un centenar de balas derrumbaron el lugar sin siquiera encontrar alojo en la sombra bailarina que los destrozo como un lobo a rebaño de corderos.
Ella surgió de entre las llamas llevando en brazos el cuerpo inerte de una joven, semejaba una virgen sacrificada a dioses antiguos. La brutalidad, la bestialidad de la criatura se había ido, ahora esos brazos que rasgaron la noche como dagas filosas, sostenían con infinita ternura y cuidado a esta doncella sacrificada, la oprimía contra su pecho como si fuera un tesoro de valor incalculable.
La criatura lo miró a la cara, y él pudo contemplar con todo detalle ese rostro que a pesar de una belleza que semejaba celestial… nada tenia de divino… o tal vez si.
Esos ojos ardían contrastando con la luz de las llamas, ardían con un fuego azul, frió, helado… eterno. Ardían con un odio salvaje y cruel, un odio de proporciones imposibles, infinitas… semejante odio no podía ser contenido por el corazón de ningún hombre, ninguna criatura del señor podía albergar semejante odio en su corazón… sólo esa criatura podía soportar tal magnitud de rencor… un odio que haría latir su corazón hasta el final de los tiempos.
Esa criatura sólo podía ser…
* * *
-… un ángel… un ángel oscuro….
Troy espero un instante, mientras la voz de Dimitri se convirtió en un suspiro y se disolvió en la nada. El débil brillo de aquel ojo se extinguió. Extendió la mano y cerró aquel ojo que había visto el máximo terror en el último momento de su vida.
- ¿el único sobreviviente? –volvió a preguntar.
- era el único… -asintió el doctor.
- ¿La chica?
- El Sr. Horn pide que lo espere un momento.
Troy se puso de pie y salio de la habitación, le era incomodo estar cerca de un cadáver.
- ¿un ángel oscuro?... ¿Qué fue lo que viste?, ¿Qué fue lo que sucedió anoche…?... es como en Francia, ¿Dónde esta el maldito coche?... ¿¡donde diablos esta la gitana!?
* * *
Horas antes…
Había llantos, había estampidos como truenos de lluvia, el sonido de los autos, de las sirenas, de las armas. Pero también había silencio, el silencio de sus labios.
Yulia se postro de rodillas y recargo a Elena con mucho cuidado contra una chimenea de ladrillo, sin soltarla del todo. La palidez de su rostro ya competía con la de ella, perlas de sudor cubrían su frente y el latido de su corazón era irregular, a veces desbocaba a veces parecía silenciarse.. Ahora se normalizaba y quería mantenerlo así.
Encontró refugio entre los tejados de los viejos edificios de Florencia, abajo el mundo era una locura, pero aquí la noche era suya y silenciosa.
Elena abrió los ojos, no se veía asustada ni nada, apenas un gesto de dolor, débil y agónico.
-… no era así… ¿verdad?... no es lo que querías… - murmuró Elena.
Yulia fingió una sonrisa… no, no la fingió… su sonrisa en verdad estaba ahí, no era una recuerdo, no era una imitación… un fragmento de vida que latía en su pecho la hizo sonreír. Un dolor más profundo que su hambre también estaba presente.
-… la vida nunca es como la planeamos, ¿eh? –Sonrió Elena - … pero como sea… ha sido muy buena… tu has sido muy buena…. Gracias… - tosió un poco y se mordió los labios por el dolor-… Gracias por estos días tan maravillosos…
La mano de Elena acarició la mejilla de Yulia, su palma lleno de calidez ese rostro de frió mármol, una caricia que si bien no tenia efectos en esa piel muerta, si llego hasta ese diminuto rincón del corazón de la hija de la noche.
-… estoy lista… - sus dedos temblaban cuando acaricio sus labios, cuando delicadamente rozo los colmillos que ahí aguardaban.
Yulia abrió los labios, pero no supo que decir, había infinidad de cosas que su corazón balbuceaba, que en su mente giraban, pero ninguna tomaba coherencia suficiente para convertirse en palabras.
-… la vida… - al fin dijo Yulia-… tu vida… No, no es así como quiero que termine, no es así como debe ser… Yo quería… - Yulia levanto el rostro hacia la luna que empezaba a declinar sobre el horizonte -… Quería estar contigo por siempre en el campo de las flores. Caminar contigo entre los senderos de nuestro bosque. Nadar en la frescura de nuestro lago cuando el verano se torna caluroso. Y quería refugiarme contigo en el gran salón cuando llegara el invierno, que me abrazaras y me abrigaras con la capa de lobos que cace para ti, el fuego de la chimenea perfumando y caldeando el aire con las maderas de oriente… Tan sólo quería verte feliz… verte feliz conmigo... y que tu vida, nuestra vida terminara así… en un día en que nos alcanzara el ocaso, tu yo de la mano… así es como quería que fuera… no así…
Elena se removió en sus brazos y mordió un jirón de su vestido.
-… me duele… me duele mucho…
Yulia volvió a tomarla con firmeza y con la ligereza de una pluma se movió con ella en brazos por los pliegues de la noche.
- ¡Se fuerte! –Le dijo- resiste… nuestra cita no es esta noche, nuestra cita no es hoy… quédate conmigo, ¡por favor quédate conmigo un poco mas!
* * *
Alexa tomó a la niña por los hombros, a través de la delgada tela palpó a la perfección los huesos de sus hombros, una delgadez extrema y dolorosa.
- ¡Camila, soy yo…de verdad soy yo! – le gritó al rostro mientras la sacudía.
Camila dejo de reír, la miró fijamente mientras su mente divagaba.
- ¡Ya no! – Suplico - ¡ya déjame en paz!... te fuiste… te fuiste…
La esquelética niña se hizo un ovillo y siguió llorando.
- esta muy “pasada” – dijo Fernando.
- Ayúdame, hay que sacarla de aquí – le pidió Alexa al joven gigante. Haciendo gala de su fuerza tomó a la niña y se la echo al hombro sin ninguna dificultas, al sopesarla se dio cuenta de que en realidad hasta Alexa lo hubiera podido hacer con un pequeño esfuerzo, era tan solo un costal de huesos.
- ¿A dónde crees que vas? – dijo una voz de acento irreconocible, pero definitivamente no era gitano. Era un hombre de color, había varios tatuajes en su rostro, marcas con motivos étnicos, tribales- Esa puta es mía… si quieres algo con ella hay una tarifa hermano- una enorme y afable sonrisa lleno ese rostro, casi todos sus dientes estaban blindados con oro.
Dos pensamientos cruzaron por la mente de Alexa, tomar un puño de billetes que llevaba en un bolsillo oculto o… el cañón de acero de “su” arma melló el oro de todos esos dientes.
- ¡¡Ella es mía… y voy a llevármela!! – Gritó con convicción- ¡muevete! – le espetó a Fernando, quien apenas empezaba a reaccionar. El hombre de color yacía en el suelo, gimiendo débilmente e inmóvil.
Fernando corrió como una gacela pese a su carga y corpulencia, sabía lo que iba a suceder, no se preocupo en volver el rostro, había crecido con Alexa en la caravana de su comunidad, sabía que cuando las piernas de la gitana empezaban a moverse...
Alexa paso junto a él como una exhalación, casi al mismo tiempo se escucho el crujido metálico de al menos una docena de armas cortando cartucho.
El laberinto de los pasillos de aquella antiquísima mansión no fue problema para los gitanos, pronto alcanzaron la escalinata que daba a la calle como si conocieran el edificio como la palma de sus manos. Los gritos a sus espaldas eran mala señal. Alexa se lamentó de haber dejado el auto a unas calles de ahí, hubiera sido mejor dejar el coche en frente del edifico pese a que llamara la atención, tenía que ir por él...
Por la escalera subían presurosos pero ordenados un grupo de hombres con pasamontañas cubriendo sus rostros, en las manos llevaban armas de grueso calibre. De pronto haber dejado el auto lejos del edificio había sido la mejor idea de la noche, la segunda mejor idea fue volver sobre sus pasos.
Fernando sentía su corazón latir como el de un caballo de carreras, sus piernas se movían a todo lo que daban tratando de alcanzar a una Alexa que corría por lo menos diez veces más rápido que él. De pronto se la encontró de frente.
- ¡Regresa, regresa te digo! – le gritó la gitana.
- ¡No hay manera! – gritó en respuesta Fernando, entonces los vio aparecer y giró siguiendo a la chica. El estruendo de los disparos lo ensordeció, casi sentía el plomo ardiente silbando a su alrededor. No se detuvo hasta encontrarse con Alexa quien luchaba ferozmente con una puerta, no fue problema para su peso y la adrenalina en su sangre, la madera podrida se hizo polvo de un solo empuje.
Una oscura escalinata se alcanzaba a ver a penas, ágilmente descendieron por ella hasta que la oscuridad fue completa y de pronto no había nada.
-… ¡maldita seas, Alexa! De verdad que no extrañaba para nada tus aventuras…
* * *
La puerta trasera de la camioneta fue abierta hábilmente con una palanca de hierro, había cajas de cartón en su interior, contenían prendas de medio uso, varias. Todas fueron regadas por la calle por un par de hombres con pasamontañas bajo la atenta mirada del Turco.
- Nada – exclamo uno.
El Turco descargo un golpe sobre la portezuela recién violada y echo una mirada a todo lo largo de la calle. Había un centenar de vehículos ahí estacionados, una docena de camionetas eran posibles candidatas. Pero a lo lejos ya se escuchaban sirenas policíacas.
- ¿¡Cual es el maldito auto!? – estalló en ira el Turco.
- ¿Y como sabes que esta aquí? – rió una cantarina voz al otro lado de la acera.
- ¡¡Kipper!! – Bramó el Turco, tuvo que hacer un esfuerzo para no echar mano de su arma- ¿Cuál es el auto?
- Una idea genial ¿no?... esconder la bomba en un auto… ¿crees que Kürten echaría a perder esa genialidad usando una simple camioneta que en cualquier frontera puede ser abierta para una inspección? ¡Vamos!, creí que tenían más imaginación…
- ¿Tienes el auto, maldita perra?, la gitana y sus amigos están siendo exterminados ahora mismo…
Kipper miro hacia el edificio cuyas ventanas destellaban con luces intermitentes en su interior, los disparos sonaban como fuegos artificiales.
- Este era un nido de vicio, vas a encontrar pequeñas bandas aquí, nada importante, ni siquiera hay gente de Kürten o Sicilianos ahí… Una verdadera pérdida de tiempo. Hasta para matar hay que tener tino y estilo. No importa que tan bien te vistas, no importa que tan educado sea tu lenguaje… Nunca pasaras de ser un mero carnicero.
El Turco se quito el sombrero y las gafas de un manotazo.
- lo sabía… ¿para que rendirle culto a Kürten?, ¿Por qué seguirle el juego a Iván?, ¿Por qué seguir a la sombra de la KGB?... Vas por tu cuenta, ¿he? Perra.. al final de esto vas por tu cuenta.
Kipper le sonrió, había crecido, su cuerpo había madurado, su rostro ya no era el de una niña, pero su mirada, su sonrisa era la misma. La misma sonrisa traviesa de una niña que esta a punto de hacer una gran maldad.
- Eras el único… -dijo la rubia mientas sus armas aparecían en sus manos como por arte de magia, un movimiento tan rápido que ni siquiera los hombres que le apuntaban pudieron seguir. Pero las balas no salieron de sus cañones, el fuego cruzo desde una barca sobre el rió, cañones poderoso pero silenciados para no revelar su ubicación.
- los carabineros sicilianos, nada es mas confiable que la venganza de un siciliano –rió Kipper mientras se escabullía entre los autos sin perder una ápice de elegancia.
El Turco disparó en todas direcciones, corrió buscando un refugio, logro alcanzar una callejuela, sus ojos trataban de seguirle el paso a la rubia.
- No, no esta vez, perra – rumiaba entre dientes. De su bolsillo extrajo su teléfono móvil y trató de marcar un número.
La callejuela se abrió como boca de lobo ante él, supo que no había tiempo para nada más, dejo caer el teléfono mientras echaba mano de su pistola “especial”, años de práctica, años de experiencia le dieron la pauta, apunto el arma al ángulo que no alcanzaba a ver, el punto ciego de su posición. El sitio perfecto para que Kipper apareciera. Ambas balas se cruzaron en el aire.
El Turco fue atravesado limpiamente por el plomo. Cayó de rodillas negándose a besar el piso.
- Muy alto… no crecí tanto – dijo Kipper. Se acerco a él con pasos sigilosos y sus armas apuntando. La sangre empezó a manar por los labios del Turco, giro su rostro con dificultad y sonrió.
- … quedara cicatriz… - dijo el Turco con un gemido ahogado.
Un hilo de sangre bañaba la mitad del rostro de Elena Kipper, sus gafas amarillas estaban rotas y sus cabellos rubios se estaban volviendo pelirrojos.
- Esta bien, sabía que no me iba a librar de ti tan fácil. Eras el único que me había sobrevivido, no me avergüenza quedarme con un recuerdo tuyo.
Entonces Kipper cayo de rodillas cubriéndose los oídos, de algún lugar de la noche broto un estruendo terrible, como el rechinar del acero al rasgarse, como el llanto de un niño en un eco interminable. Todos los cristales se hicieron añicos y saltaron de los parabrisas de los autos, de las ventanas y marcos de puertas. Las hojas de los árboles se agitaron y hasta las estrellas parecieron temblar en el infinito.
La frente de Elena Kipper toco el suelo, el chillido le había taladrado los oídos profundamente, llegando más allá de su umbral auditivo. Palpo el suelo buscando su arma y descargo todo su contenido sobre el cuerpo del Turco y trató de ponerse de pie. Las piernas le temblaban, se arrastro hasta encontrar refugio en un rincón oscuro y ahí se aferro a su arma con las manos temblando.
Las alarmas de los autos lloraban en todo lo largo de Florencia, cientos de voces se unieron a las suya en un gemido. Kipper no podía explicarse por que, pero ese chillido le había taladrado el corazón, sintió sus lagrimas correr sin poder contenerlas.
Una soledad inmensa aplasto su alma, ese chillido, ese llanto en la noche era un grito de desolación absoluta y todos, incluso una asesina despiadada como ella, se sintió conmovida por ese grito de dolor.
Hace seis siglos
Una vez más cincuenta caballeros con sus armaduras y sus espadas en mano se plantaron frente al castillo Volkov. Una vez más un caballero se adelanto hasta las puertas del castillo luciendo el estandarte de su familia, su pecho rebozaba ante la oportunidad de una revancha.
- Soy Tiver Smolensk, sobrino del Duque, regidor del ducado de Lituania. Caballero de la orden de la Santa Maria… He venido a arrestar a la hija de un traidor y a todo aquel que le brinde protección…
Continúa…
Destino
Oleg Volkov, desmontó de su caballo con ágil salto que no correspondía a un hombre de tu tamaño y corpulencia, con una triste sonrisa paseó su mirada por los alegres campos de flores silvestres que rodeaban al majestuoso castillo Volkov. Todo lucia en orden y en paz. Un hombre de similares proporciones se acerco a él con grandes pasos y honesta sonrisa. Se abrazaron con camaradería.
- Bien venido a casa, viejo amigo – saludó Bohdan Vladis - … lamento mucho lo de tu esposa, ¡noble mujer! –dijo con genuinos sentimientos.
Oleg asintió con un gran suspiro que disimulaba el alarido de dolor que todavía hacia eco en su pecho.
- Yo también lo siento… y lo siento mucho más por ella – giró la cabeza hacia el carruaje que llegaba junto con él. Sus ojos buscaron con esperanza un rostro curioso sobre la portezuela del carruaje. No había nada. - ¡Vamos!... te la presentare.
Oleg abrio la portezuela y miro en su interior, una sonrisa ilumino su rostro y su inmensa mano tomó una pequeña y delicada manita de una niña.
- Ven, Yulia, hemos llegado a casa… tu nueva casa.
Una pequeña niña de cabellos rubios e inmensos ojos azules como los de Oleg apareció en el marco de la portezuela, era tan pequeña que parecía que Oleg se la echaría al hombro como una mascota. Debía tener unos seis o siete años; En sus ojos había usa gran soledad y tristeza.
- ¡Que hermosa es! – exclamó Bohdan, inclinándose mucho para poder ver a la niña de cerca- Yulia ¿eh?... Eres idéntica a tu madre.
Yulia levanto la mirada haciendo un gesto cómico por que el sol le hería los ojos, pero ese otro hombre le llamaba la atención, su enorme mano acariciaba sus cabellos.
- Mamá esta muerta –dijo Yulia sin asomo de emoción.
Ambos hombres se miraron incómodos.
- Quiero presentarte a alguien, Yulia, alguien que tiene muchas ganas de conocerte.
Como esperando una señal, una pequeña niña se asomo de tras las piernas de Bohdan, era tan pequeña que Oleg ni siquiera la había visto. Esos enormes ojos verdes miraban a la pequeña Yulia con curiosidad, se acerco a ella he hizo una reverencia como le habían enseñado. Yulia la miraba con cierto aire de asombro. Su pequeña manita se extendió hasta el cabello de la pelirroja y con cierta precaución lo tocó.
- Tu cabeza parece que se quema – rió Yulia.
Esa pequeña risa cargada de inocencia rompió la tensión, la pequeña Nadya rió también, en su rostro se dibujaron tiernos hoyuelos.
- ¡Ven conmigo! – le dijo a Yulia tomando su mano – voy a enseñarte el lago.
Las niñas salieron corriendo con la energía y espontaneidad propia de la infancia. Oleg al fin rió aliviado.
- Gracias por traer a tu hija, camarada, Yulia necesitaba una amiga.
- Lo supuse, cuando murió la madre de Nadya, ella pasó días muy tristes. También necesita a una amiga y parece que se llevaran muy bien.
Ambos hombres vieron a las niñas correr en dirección al lago y la pobre criada que fungía como nana de Nadya corría tras ellas tratando de alcanzarlas.
Yulia se enamoro del lago en cuanto lo vio, durante horas se divertía arrojando guijarros para ver como se rompía el espejo del bosque para volverse a recomponer una vez que se extinguían las diminutas olas. Nadya a su lado le platicaba incansable sobre todos los por menores de la región.
-….. Papá dice que Mamá esta en luna, que de ahí me cuidara siempre… - señaló Yulia hacia el cielo nocturno.
La luz de la luna entraba por la ventana de la habitación de la pequeña princesa del castillo Volkov. Nadya, recostada junto a ella compartiría esa habitación por algunas noches mientras Yulia se acostumbraba a su nuevo hogar.
-… ¡es cierto! –Afirmó Nadya con una gran sonrisa-… mi mamá también esta ahí, tal vez ya sean amigas como nosotras.
Yulia sonrió, por primera vez en mucho tiempo se sentía bien, casi se sentía feliz.
- ¿Siempre serás mi amiga?
- ¡Claro!, yo siempre seré tu amiga, siempre que tu quieras…
Yulia le sonrió con la mirada, con ese azul tan claro de sus ojos que sólo encontraba igual en la suave pradera de los ojos de Nadya. Sin embargo su sonrisa se opacó un instante.
- Cuando mueras… ¿tu también te iras a la luna?
Nadya se puso muy sería y pensó con detenimiento esa pregunta, en su inocencia miró a la luna y se imagino un viaje en barco con velas de estrellas que navegara sobre aguas negras de la noche y la luna como un puerto de magnifico resplandor donde su madre la aguardaba.
El rostro de Yulia, iluminado por las estrellas dibujaba su ansiedad por la respuesta.
-… No… no me iré a la luna, ¡me quedare contigo!, me quedare contigo para siempre….
* * *
Florencia en llamas…
El fuego de las armas semejaban una tormenta, las balas cruzaban en todas direcciones y la multitud reunida corría en busca de refugio, la estructura de todo el lugar se desprendía en pedazos haciendo una lluvia de escombros, las luces eléctrica se habían apagado pero la oscuridad era rota por el fuego que empezaba a brotar de los muebles y el piso de madera empapado de alcohol.
Yulia estaba postrada de rodillas, en sus brazos acunaba el cuerpo inerte de Elena, los rizos de fuego cobrizo jugaban sobre su rostro que parecía dormir, un hilo de sangre empezaba a correr por el piso hacia ninguna parte.
La bestia del hambre en el corazón de Yulia se agitó como nunca antes lo había hecho, transformada, corrompida, deformada... más terrible y monstruosa de lo que jamás había sido. Desde que renació en las sombras, todos sus sentimientos y pasiones se convirtieron en uno solo, se convirtieron en su hambre… Pero hoy su hambre se ha convertido en otra cosa, algo totalmente distinto… demasiado terrible para mantenerlo en silencio. Levanto el rostro hacia el cielo, el infierno se asomaba por sus ojos ardientes. Sus labios se abrieron y desde lo más profundo de su corazón brotó un alarido que desgarro la noche…
Fue un llanto primitivo y salvaje, un llanto como nunca antes se había escuchado en el mundo, el llanto de una criatura celestial a la que se le ha negado la entrada en las puertas del cielo, que se le ha arrebatado su divinidad y su gloria. Es el llanto de un ángel caído en tinieblas.
Todos los cristales de Florencia, todos los ventanales y hasta sus magníficos vitrales estallaron convertidos en polvo.
Fantasmas de Notre Dame... unas noches antes
La vista de Paris desde la cima de los campanarios de Notre Dame era magnifica, semejaba un manto de estrellas centelleantes, las grandes avenidas y transitadas calles semejaban un río interminable de luces en un ir y venir presuroso. Sus sonidos, sus aromas, todo Paris se ofrecía como un fruto maduro para ser deleitado por sus sentidos. Sin embargo esa noche Yulia no podía disfrutar de la ciudad de la luz.
Junto a ella la imponente figura de un monje con el rostro oculto bajo el capuchón de su túnica, también devoraba la noche con ojos ardientes que desnudaban las sombras.
- ¿… un destino…? – murmuro él, con una voz que ningún hombre podría escuchar, una voz sólo para los oídos de Yulia-… no existe tal cosa como un destino para nosotros, destino es el ultimo puerto de un barco en su travesía por el mar, destino es la conclusión de un viaje… nosotros navegamos por un oscuro y eterno océano, nuestro camino no conduce a ninguna parte, nuestro destino es la nada.
-… no… no lo creo. Debe haber algo más para nosotros… una razón para nuestra hambre, nuestro dolor… nuestra soledad… -dijo Yulia, también con una voz sólo para él.
- ¿soledad?, ¿dolor?... Yulia, lo único que podemos sentir es nuestra hambre… ¿Qué es lo que quieres saber realmente, Yulia?
- Que es lo que soy… lo que quiero sabes es… ¿Por qué?
- Lo que buscas es una excusa para lo que sucedió… para lo que hiciste hace seiscientos años, una razón que justifique el pecado que cometiste hace seis siglos… ¿era ese tu destino?, ¿era esa la razón por la que volviste de tus cenizas?... ¿era esa la razón para todo lo que te sucedió?
Esa es tu verdadera pregunta… por que moriste de la forma mas terrible que un ser humano puede sufrir, moriste sacrificada por la maldad del hombre… Todo ese dolor, toda esa tragedia debe tener un sentido, debe haber una razón por la cual aun caminas sobre el mundo… La crueldad de ese destino debería tener un propósito... Dios no habría sido tan cruelmente indiferente con ustedes si no tuviera una razón para ese dolor, para tu existencia en la eterna oscuridad…
- ¿entonces este era el plan divino?... ¿esto es lo que Dios quería para mi?... ¿fue por eso que templo mi alma en sangre, dolor, fuego y acero… para hacer de mi… esto…?
- Tu destino, Yulia, es lo que eres… lo que has elegido ser. Tu vida fue un camino accidentado, como la vida de tantos otros, una vida que tuvo un triste final… Pero a diferencia de otros, tu volviste de tus cenizas. ¿Por qué?... ¿Qué fue lo que te hizo volver?, Yulia Volkova, esa es tu verdadera pregunta, ¿Por qué volviste, Yulia?, ¿Por qué sigues aquí?
No hay respuesta a tu pregunta, en los mil cuatrocientos años de mi existencia no tengo testimonio ni del cielo ni del infierno… lo único que tengo es mi fe…. Busca la respuesta a tu pregunta en ti misma, busca en tu fe… busca en tu corazón, ahí encontraras tu destino… ¿Qué fue lo que despertó a tu corazón?, ¿Cuándo moriste qué fue lo que sobrevivió de ti?, ¿Qué fuerza tan enorme te hizo levantarte de entre los muertos?... ¿fue tu odio ó tu amor?...
Amanecer en tinieblas.
Troy sintió la quemada del cigarrillo en los labios y se dio cuenta que hacia mucho tiempo que debió escupirlo. Lo arrojo a un cesto de basura junto con los restos un café horrible que le hacia sentir nostalgia por el café Francés.
Frente a él, al otro lado de una sala de juntas, ahora oficina improvisada, Trevor estaba sumergido en mar de papeles e informes, el teléfono móvil en un oído y un teléfono regular en otro, tres pc’s portátiles frente a él y unas ojeras enormes es sus ojos, mas producto del estrés que de la recién desvelada.
- Al menos alguien la esta pasando peor que yo –suspiro para sí, sin sentir un ápice de confort.
- …. De los hechos acontecidos en la madrugada de hoy, aun no hay declaración oficial… - lacónica voz surgía monótona de un aparato de televisión empotrado en la pared. Troy cambio el canal del aparato, aburrido de la misma noticia.
- … comandos paramilitares tuvieron enfrentamiento con pandillas locales… - otra voz, otro canal, tomas aéreas desde un helicóptero mostraban las calles de Florencia como un campo de batalla, una cuadra entera se había colapsado y camiones de bomberos y ambulancias todavía se miraban ahí junto con las primeras luces del amanecer.
- … fuerzas militares de la ONU fueron convocadas en Francia, como apoyo al ejercito local, Paris se encuentra sitiada por el ejercito tal como sucedió durante la segunda guerra mundial, pero el enemigo esta ahora dentro de sus casas y edificios, una misteriosa enfermedad que ha cobrado las vidas de… - El televisor fue apagado. Troy miró sobre su hombro y vio el rostro de Trevor agradeciendo el gesto.
- al mundo se lo esta cargando el diablo… ¿verdad?
Troy le devolvió una mirada helada al tipo que dijo eso a sus espaldas.
- ¡ejem!, Sr. Maccubbin, podemos pasar – le dijo un oficial de la policía cuyo nombre ya había olvidado, una puerta fue abierta y un largo pasillo apareció frente a él, sus pasos hicieron un eco lúgubre que lo incomodó aun mas.
- ¿A quien desea ver primero, al hombre ó a la chica?.
- ¿Cómo esta el pobre diablo?
- Agoniza, no le queda mucho.
- Entonces lo veré a él primero… ¿la chica?
- Ok, la chica no ira a ningún lado –se encogió de hombros el oficial- ya estaba muerta cuando la ingresaron… hmmm.. ¿Es la que llego de Francia?, ¿la que venia con la gitana?
- Así parece – asintió Troy.
- ¿Qué demonios sucedió anoche? Todavía no acabamos de barrer los vidrios rotos..
- Fue una noche muy larga… una más.
Una puerta más se abrió y al fin estaba ahí, era blanca y con un olor a desinfectantes y antisépticos que mareo aun al curtido Troy. No era un cuarto de hospital ordinario. En una cama estaba un sujeto al cual le habían retirado un tubo de la garganta, un dispositivo que lo ayudaba a respirar. El doctor que lo atendía se veía muy cansado.
- Agoniza… no hay nada más que hacer.. –le dijo el medico a Troy con un murmullo.
El agente del INTERPOL tomo asiento junto a la cama, era difícil ver al hombre al rostro, estaba completamente vendado y todo, pero la sangre manchaba ya las sabanas, hemorragias casi imposibles de contener. Había poca lucidez en el único ojo visible de aquel rostro.
- Dime, Dimitri, dime que fue lo que viste, ¿Qué fue lo que sucedió? – preguntó Troy, hablo en ruso con un marcado acento pero comprensible.
El ojo de Dimitri se movió en la cuenca como un ratón asustado, giro de un modo imposible y enfoco a Troy, esa mirada era todo, sus labios temblaron mientras balbuceaba…
* * *
Lenguas de fuego tan inmensas como torres se elevaban al cielo y besaban las estrellas, columnas de humo creaban cortinas y nubes, el cielo ardía en un rojo mortecino, un rojo sangre. Las ruinas del viejo edificio ardían con furia, los cadáveres regados por doquier también eran pasta de las llamas que semejaban una jauría de gigantescas bestias.
De entre este infierno liberado “ella” surgió de las llamas que se abrían a su paso como cachorros juguetones saltando entre sus piernas, jirones de tela vaporosa y negra cubrían pobremente su piel que resplandecía con una luminiscencia nacida de las llamas, su rostro era una escultura perfecta de brillo de mármol, a veces una mascara de plata y oro ante el reflejo de la luz de las llamas.
Ella de cuya mano habían recibido la muerte, ella que volaba en la oscuridad como la bruja de los cuentos infantiles en las alas de la noche con garras y colmillos que destrozaron gargantas y arrancaron corazones palpitantes de pechos abiertos como ostras, un centenar de balas derrumbaron el lugar sin siquiera encontrar alojo en la sombra bailarina que los destrozo como un lobo a rebaño de corderos.
Ella surgió de entre las llamas llevando en brazos el cuerpo inerte de una joven, semejaba una virgen sacrificada a dioses antiguos. La brutalidad, la bestialidad de la criatura se había ido, ahora esos brazos que rasgaron la noche como dagas filosas, sostenían con infinita ternura y cuidado a esta doncella sacrificada, la oprimía contra su pecho como si fuera un tesoro de valor incalculable.
La criatura lo miró a la cara, y él pudo contemplar con todo detalle ese rostro que a pesar de una belleza que semejaba celestial… nada tenia de divino… o tal vez si.
Esos ojos ardían contrastando con la luz de las llamas, ardían con un fuego azul, frió, helado… eterno. Ardían con un odio salvaje y cruel, un odio de proporciones imposibles, infinitas… semejante odio no podía ser contenido por el corazón de ningún hombre, ninguna criatura del señor podía albergar semejante odio en su corazón… sólo esa criatura podía soportar tal magnitud de rencor… un odio que haría latir su corazón hasta el final de los tiempos.
Esa criatura sólo podía ser…
* * *
-… un ángel… un ángel oscuro….
Troy espero un instante, mientras la voz de Dimitri se convirtió en un suspiro y se disolvió en la nada. El débil brillo de aquel ojo se extinguió. Extendió la mano y cerró aquel ojo que había visto el máximo terror en el último momento de su vida.
- ¿el único sobreviviente? –volvió a preguntar.
- era el único… -asintió el doctor.
- ¿La chica?
- El Sr. Horn pide que lo espere un momento.
Troy se puso de pie y salio de la habitación, le era incomodo estar cerca de un cadáver.
- ¿un ángel oscuro?... ¿Qué fue lo que viste?, ¿Qué fue lo que sucedió anoche…?... es como en Francia, ¿Dónde esta el maldito coche?... ¿¡donde diablos esta la gitana!?
* * *
Horas antes…
Había llantos, había estampidos como truenos de lluvia, el sonido de los autos, de las sirenas, de las armas. Pero también había silencio, el silencio de sus labios.
Yulia se postro de rodillas y recargo a Elena con mucho cuidado contra una chimenea de ladrillo, sin soltarla del todo. La palidez de su rostro ya competía con la de ella, perlas de sudor cubrían su frente y el latido de su corazón era irregular, a veces desbocaba a veces parecía silenciarse.. Ahora se normalizaba y quería mantenerlo así.
Encontró refugio entre los tejados de los viejos edificios de Florencia, abajo el mundo era una locura, pero aquí la noche era suya y silenciosa.
Elena abrió los ojos, no se veía asustada ni nada, apenas un gesto de dolor, débil y agónico.
-… no era así… ¿verdad?... no es lo que querías… - murmuró Elena.
Yulia fingió una sonrisa… no, no la fingió… su sonrisa en verdad estaba ahí, no era una recuerdo, no era una imitación… un fragmento de vida que latía en su pecho la hizo sonreír. Un dolor más profundo que su hambre también estaba presente.
-… la vida nunca es como la planeamos, ¿eh? –Sonrió Elena - … pero como sea… ha sido muy buena… tu has sido muy buena…. Gracias… - tosió un poco y se mordió los labios por el dolor-… Gracias por estos días tan maravillosos…
La mano de Elena acarició la mejilla de Yulia, su palma lleno de calidez ese rostro de frió mármol, una caricia que si bien no tenia efectos en esa piel muerta, si llego hasta ese diminuto rincón del corazón de la hija de la noche.
-… estoy lista… - sus dedos temblaban cuando acaricio sus labios, cuando delicadamente rozo los colmillos que ahí aguardaban.
Yulia abrió los labios, pero no supo que decir, había infinidad de cosas que su corazón balbuceaba, que en su mente giraban, pero ninguna tomaba coherencia suficiente para convertirse en palabras.
-… la vida… - al fin dijo Yulia-… tu vida… No, no es así como quiero que termine, no es así como debe ser… Yo quería… - Yulia levanto el rostro hacia la luna que empezaba a declinar sobre el horizonte -… Quería estar contigo por siempre en el campo de las flores. Caminar contigo entre los senderos de nuestro bosque. Nadar en la frescura de nuestro lago cuando el verano se torna caluroso. Y quería refugiarme contigo en el gran salón cuando llegara el invierno, que me abrazaras y me abrigaras con la capa de lobos que cace para ti, el fuego de la chimenea perfumando y caldeando el aire con las maderas de oriente… Tan sólo quería verte feliz… verte feliz conmigo... y que tu vida, nuestra vida terminara así… en un día en que nos alcanzara el ocaso, tu yo de la mano… así es como quería que fuera… no así…
Elena se removió en sus brazos y mordió un jirón de su vestido.
-… me duele… me duele mucho…
Yulia volvió a tomarla con firmeza y con la ligereza de una pluma se movió con ella en brazos por los pliegues de la noche.
- ¡Se fuerte! –Le dijo- resiste… nuestra cita no es esta noche, nuestra cita no es hoy… quédate conmigo, ¡por favor quédate conmigo un poco mas!
* * *
Alexa tomó a la niña por los hombros, a través de la delgada tela palpó a la perfección los huesos de sus hombros, una delgadez extrema y dolorosa.
- ¡Camila, soy yo…de verdad soy yo! – le gritó al rostro mientras la sacudía.
Camila dejo de reír, la miró fijamente mientras su mente divagaba.
- ¡Ya no! – Suplico - ¡ya déjame en paz!... te fuiste… te fuiste…
La esquelética niña se hizo un ovillo y siguió llorando.
- esta muy “pasada” – dijo Fernando.
- Ayúdame, hay que sacarla de aquí – le pidió Alexa al joven gigante. Haciendo gala de su fuerza tomó a la niña y se la echo al hombro sin ninguna dificultas, al sopesarla se dio cuenta de que en realidad hasta Alexa lo hubiera podido hacer con un pequeño esfuerzo, era tan solo un costal de huesos.
- ¿A dónde crees que vas? – dijo una voz de acento irreconocible, pero definitivamente no era gitano. Era un hombre de color, había varios tatuajes en su rostro, marcas con motivos étnicos, tribales- Esa puta es mía… si quieres algo con ella hay una tarifa hermano- una enorme y afable sonrisa lleno ese rostro, casi todos sus dientes estaban blindados con oro.
Dos pensamientos cruzaron por la mente de Alexa, tomar un puño de billetes que llevaba en un bolsillo oculto o… el cañón de acero de “su” arma melló el oro de todos esos dientes.
- ¡¡Ella es mía… y voy a llevármela!! – Gritó con convicción- ¡muevete! – le espetó a Fernando, quien apenas empezaba a reaccionar. El hombre de color yacía en el suelo, gimiendo débilmente e inmóvil.
Fernando corrió como una gacela pese a su carga y corpulencia, sabía lo que iba a suceder, no se preocupo en volver el rostro, había crecido con Alexa en la caravana de su comunidad, sabía que cuando las piernas de la gitana empezaban a moverse...
Alexa paso junto a él como una exhalación, casi al mismo tiempo se escucho el crujido metálico de al menos una docena de armas cortando cartucho.
El laberinto de los pasillos de aquella antiquísima mansión no fue problema para los gitanos, pronto alcanzaron la escalinata que daba a la calle como si conocieran el edificio como la palma de sus manos. Los gritos a sus espaldas eran mala señal. Alexa se lamentó de haber dejado el auto a unas calles de ahí, hubiera sido mejor dejar el coche en frente del edifico pese a que llamara la atención, tenía que ir por él...
Por la escalera subían presurosos pero ordenados un grupo de hombres con pasamontañas cubriendo sus rostros, en las manos llevaban armas de grueso calibre. De pronto haber dejado el auto lejos del edificio había sido la mejor idea de la noche, la segunda mejor idea fue volver sobre sus pasos.
Fernando sentía su corazón latir como el de un caballo de carreras, sus piernas se movían a todo lo que daban tratando de alcanzar a una Alexa que corría por lo menos diez veces más rápido que él. De pronto se la encontró de frente.
- ¡Regresa, regresa te digo! – le gritó la gitana.
- ¡No hay manera! – gritó en respuesta Fernando, entonces los vio aparecer y giró siguiendo a la chica. El estruendo de los disparos lo ensordeció, casi sentía el plomo ardiente silbando a su alrededor. No se detuvo hasta encontrarse con Alexa quien luchaba ferozmente con una puerta, no fue problema para su peso y la adrenalina en su sangre, la madera podrida se hizo polvo de un solo empuje.
Una oscura escalinata se alcanzaba a ver a penas, ágilmente descendieron por ella hasta que la oscuridad fue completa y de pronto no había nada.
-… ¡maldita seas, Alexa! De verdad que no extrañaba para nada tus aventuras…
* * *
La puerta trasera de la camioneta fue abierta hábilmente con una palanca de hierro, había cajas de cartón en su interior, contenían prendas de medio uso, varias. Todas fueron regadas por la calle por un par de hombres con pasamontañas bajo la atenta mirada del Turco.
- Nada – exclamo uno.
El Turco descargo un golpe sobre la portezuela recién violada y echo una mirada a todo lo largo de la calle. Había un centenar de vehículos ahí estacionados, una docena de camionetas eran posibles candidatas. Pero a lo lejos ya se escuchaban sirenas policíacas.
- ¿¡Cual es el maldito auto!? – estalló en ira el Turco.
- ¿Y como sabes que esta aquí? – rió una cantarina voz al otro lado de la acera.
- ¡¡Kipper!! – Bramó el Turco, tuvo que hacer un esfuerzo para no echar mano de su arma- ¿Cuál es el auto?
- Una idea genial ¿no?... esconder la bomba en un auto… ¿crees que Kürten echaría a perder esa genialidad usando una simple camioneta que en cualquier frontera puede ser abierta para una inspección? ¡Vamos!, creí que tenían más imaginación…
- ¿Tienes el auto, maldita perra?, la gitana y sus amigos están siendo exterminados ahora mismo…
Kipper miro hacia el edificio cuyas ventanas destellaban con luces intermitentes en su interior, los disparos sonaban como fuegos artificiales.
- Este era un nido de vicio, vas a encontrar pequeñas bandas aquí, nada importante, ni siquiera hay gente de Kürten o Sicilianos ahí… Una verdadera pérdida de tiempo. Hasta para matar hay que tener tino y estilo. No importa que tan bien te vistas, no importa que tan educado sea tu lenguaje… Nunca pasaras de ser un mero carnicero.
El Turco se quito el sombrero y las gafas de un manotazo.
- lo sabía… ¿para que rendirle culto a Kürten?, ¿Por qué seguirle el juego a Iván?, ¿Por qué seguir a la sombra de la KGB?... Vas por tu cuenta, ¿he? Perra.. al final de esto vas por tu cuenta.
Kipper le sonrió, había crecido, su cuerpo había madurado, su rostro ya no era el de una niña, pero su mirada, su sonrisa era la misma. La misma sonrisa traviesa de una niña que esta a punto de hacer una gran maldad.
- Eras el único… -dijo la rubia mientas sus armas aparecían en sus manos como por arte de magia, un movimiento tan rápido que ni siquiera los hombres que le apuntaban pudieron seguir. Pero las balas no salieron de sus cañones, el fuego cruzo desde una barca sobre el rió, cañones poderoso pero silenciados para no revelar su ubicación.
- los carabineros sicilianos, nada es mas confiable que la venganza de un siciliano –rió Kipper mientras se escabullía entre los autos sin perder una ápice de elegancia.
El Turco disparó en todas direcciones, corrió buscando un refugio, logro alcanzar una callejuela, sus ojos trataban de seguirle el paso a la rubia.
- No, no esta vez, perra – rumiaba entre dientes. De su bolsillo extrajo su teléfono móvil y trató de marcar un número.
La callejuela se abrió como boca de lobo ante él, supo que no había tiempo para nada más, dejo caer el teléfono mientras echaba mano de su pistola “especial”, años de práctica, años de experiencia le dieron la pauta, apunto el arma al ángulo que no alcanzaba a ver, el punto ciego de su posición. El sitio perfecto para que Kipper apareciera. Ambas balas se cruzaron en el aire.
El Turco fue atravesado limpiamente por el plomo. Cayó de rodillas negándose a besar el piso.
- Muy alto… no crecí tanto – dijo Kipper. Se acerco a él con pasos sigilosos y sus armas apuntando. La sangre empezó a manar por los labios del Turco, giro su rostro con dificultad y sonrió.
- … quedara cicatriz… - dijo el Turco con un gemido ahogado.
Un hilo de sangre bañaba la mitad del rostro de Elena Kipper, sus gafas amarillas estaban rotas y sus cabellos rubios se estaban volviendo pelirrojos.
- Esta bien, sabía que no me iba a librar de ti tan fácil. Eras el único que me había sobrevivido, no me avergüenza quedarme con un recuerdo tuyo.
Entonces Kipper cayo de rodillas cubriéndose los oídos, de algún lugar de la noche broto un estruendo terrible, como el rechinar del acero al rasgarse, como el llanto de un niño en un eco interminable. Todos los cristales se hicieron añicos y saltaron de los parabrisas de los autos, de las ventanas y marcos de puertas. Las hojas de los árboles se agitaron y hasta las estrellas parecieron temblar en el infinito.
La frente de Elena Kipper toco el suelo, el chillido le había taladrado los oídos profundamente, llegando más allá de su umbral auditivo. Palpo el suelo buscando su arma y descargo todo su contenido sobre el cuerpo del Turco y trató de ponerse de pie. Las piernas le temblaban, se arrastro hasta encontrar refugio en un rincón oscuro y ahí se aferro a su arma con las manos temblando.
Las alarmas de los autos lloraban en todo lo largo de Florencia, cientos de voces se unieron a las suya en un gemido. Kipper no podía explicarse por que, pero ese chillido le había taladrado el corazón, sintió sus lagrimas correr sin poder contenerlas.
Una soledad inmensa aplasto su alma, ese chillido, ese llanto en la noche era un grito de desolación absoluta y todos, incluso una asesina despiadada como ella, se sintió conmovida por ese grito de dolor.
Hace seis siglos
Una vez más cincuenta caballeros con sus armaduras y sus espadas en mano se plantaron frente al castillo Volkov. Una vez más un caballero se adelanto hasta las puertas del castillo luciendo el estandarte de su familia, su pecho rebozaba ante la oportunidad de una revancha.
- Soy Tiver Smolensk, sobrino del Duque, regidor del ducado de Lituania. Caballero de la orden de la Santa Maria… He venido a arrestar a la hija de un traidor y a todo aquel que le brinde protección…
Continúa…
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Cap XIV - Destino (segunda parte)
Tiver extrajo su espada con velocidad y presteza, corrió con agilidad y descargo un golpe fatal. El hierro partió limpiamente en dos la mesa de roble del gran comedor.
- ¿¡Nadie!?... ¡¡no es posible que no haya nadie en el castillo!! –bramó con el rostro congestionado por la ira.
- Lo hemos revisado desde los sótanos hasta la torre, no hay nadie en él –afirmó un caballero.
- Es momento de calmar tu ira y razonar con frialdad – dijo desde la entrada el Obispo Kaunas mientras penetraba en la estancia- ellas se han ido.
Tiver estudió por un instante el rostro afable del obispo, este descubrió sus pensamientos y extrajo de entre sus ropas un rollo de papel.
- No te hagas de ideas extrañas, mi señor… Yulia Volkova me notificó de su partida. Salieron al amanecer, con rumbo desconocido, pero dejo a cargo de la santa Iglesia Cristiana la responsabilidad del Castillo y sus tierras adyacentes.
Tiver tomó el documento y lo desenrollo, sus ojos lo recorrieron con avidez, encontró la firma y la reconoció como la de Yulia al igual que el sello se su familia. También se dio cuenta que el papel estaba al revés. Volvió a enrollarlo y lo devolvió al obispo quien lo miraba con aire divertido.
- No sé leer, pero conozco la firma… no dudo de su palabra…
- Se acabo, mi señor, la traición de Bohdan Vladis es lo que necesitaba para decomisar sus bienes, la iglesia de Lituania no tiene inconveniente en firmar los testimonios, el papa no podrá objetar nada, todos los bienes de los Vladis pasaran a ser posesión del Ducado… de usted como representante de su tío. Los bienes de los Volkov también han sido dispuestos, todo lo que queda de su feudo es el castillo, del cual tengo legitima posesión hasta el regreso de Volkova, y ella jamás volverá. Ha ganado, mi señor, el único poder que en el futuro podría oponerse al ducado, ya no existe.
- Partieron al amanecer ¿eh? – asintió Tiver- ¿Qué esta esperando?, vaya y averigüe con los vecinos, mande jinetes a los caminos principales, ¿Qué rumbo tomó el carruaje que abandono este castillo al amanecer? –le ordenó al caballero. Este asintió y salió con pasos presurosos.
- ¿Por qué…?- preguntó Kaunas- Tiene todo cuanto quería, mi señor, ¿Por qué no las deja ir en paz?
- Por que esa mujer me humillo, por que la hija del traidor mancho mi nombre, por que….
Tiver descargo otro golpe con su espada sobre el marco de la chimenea, arrancando un trozo de él. Alcanzó a observar el gesto de disgusto del Obispo.
- ¿Le duele el castillo, Ilustrísima? –Preguntó Tiver con sarcasmo - ¡Pues el castillo no será suyo!, Yulia Volkova ha intercedido para evitar que la traidora sea presentada ante la ley del ducado. Se ha sumado al acto de traición y con eso pierde posesión del Castillo… y sus facultades para otorgarlo temporalmente a nadie… El castillo es mío…
- ¡Pero mi señor..!
- Los caballeros Teutones ya vienen en camino, vienen a hacer la voluntad del papa… recuperarán las tierras de los Volkov y los Vladis por derecho de vasallaje, el papa lo apoyara y habremos perdido la tercera parte del reino. Los Turcos están muy cerca de rendirse… de aceptar nuestras condiciones para cruzar nuestras tierra y pagaran impuestos sobre sus líneas comerciales… pero ellos sólo negociarán con nosotros si conservamos la fuerza de los Teutones de nuestro lado, ¿entiendes?... si el papa y los Teutones reclaman la tierra de los Vladis, tendremos que dárselas o ir a la guerra contra ellos.
- Entonces sólo hay una solución…
- Si, debo desposar a Nadya Vladis, debo tener un hijo con ella, un hijo que recibirá el perdón de propia voz de mi tío y que podrá heredar las tierras de los Vladis bajo la ley, y mientras sea menor de edad yo administrare sus tierras. Así es la ley, así son los acuerdos firmados por el papa… si lo hacemos así, no hay nada que temer.
- Que astuto eres, Tiver Smolensk, ¿Qué será de la madre, después?
- Su padre fue un traidor, la ley dicta que esa familia será castigada hasta la tercera generación, una vez que me haya dado el hijo que necesitamos… recibirá el castigo del traidor.
El caballero volvía a entrar en el gran salón, presuroso.
- Tenemos su rumbo, ya sabemos hacia donde partieron –dijo triunfal.
-¡Bien!, ¿Qué estamos esperando? –aplaudió Tiver- ¿hacia donde se fueron?
- Al norte, Señor, tomaron camino a Rusia…
- ¿Rusia? –preguntó Kaunas.
- ¿Por qué no?, la madre de Yulia era Rusa, ellas vivieron allá hasta que su madre murió por tuberculosis. Es una familia antigua y poderosa, seguramente esperan recibir protección por parte de ellos.
-Señor, hay que detenerlas antes de la frontera. Si logran salir de Lituania, si logran llegar a territorio ruso, estarán libres de nuestra Ley, los Teutones podrán reclamar sus tierras. Su mayor temor podría hacerse realidad.
* * *
Basílica del Santo Spirito, 1545
Manos sabias se deslizan con agilidad y fuerza sobre la madera arrancando viruta y fragmentos, manos todavía poderosas que retiran “lo que esta de sobra” extrayendo de ese tronco la imagen que desde que nació ya ocultaba en su interior.
Es el ojo omnisciente de este hombre el que ha captado la belleza oculta en los pliegues naturales del tronco, es su voluntad y esmero lo que la hace surgir de entre trozos de madera, es su fe lo que la hará brillar. A sus setenta años Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni es un hombre muy, muy anciano para su época. Y sin embargo es un hombre que todavía contempla el futuro. La edad le ha traído sabiduría, más allá de la docta cultura que lo hicieron escultor, pintor, arquitecto… ha tocado las puertas del cielo literalmente con su obra y su arte, pero ahora, desprotegido por la muerte de Lorenzo de Médici, también ha encontrado la paz en las paredes de la Basílica del Santo Spirito, aquí le han recibido bien, no por piedad si no con orgullo. La gratitud de este hombre es muy amplia y ahora sus manos se esmeran en crear otra obra que hará eco en el mundo.
Ha cuarenta años de haber creado lo que el mundo consideraría la escultura mas fiel y mejor de un cuerpo humano, “El David”, hoy repetirá su hazaña y un cuerpo desnudo pero anatómicamente perfecto nacerá de sus manos y de un trozo de madera. Será una escultura que en su belleza de proporciones y formas hablara de la divinidad que representa, ahí esta su fe, ahí esta su amor…
Un amor tan grande que aun curvada su espalda por la edad, aun avanzadas las sombras, sus manos guían la herramienta sobre la madera como una caricia, sin que su pulso tiemble por el cansancio o la hora…
¿O tal vez si?... El hombre al que el mundo conocerá como Miguel Ángel, se derrumba sobre su obra sintiendo un latido doloroso en su pecho, casi de rodillas jadea tratando de recuperarse mientras todo le da vueltas en la soledad de su taller improvisado. El dolor en su pecho ha sido semejante a como si un puño helado se hubiera cerrado sobre su corazón exprimiéndolo dolorosamente.
Su vista se nubla, y no por la debilidad, si quiera por la edad, hay lagrimas en sus ojos, lagrimas de gratitud y pasión por la vida, lagrimas por la intensidad con que late su corazón.
… Era apenas un incipiente hombre, un muchacho de diez y seis años, su belleza y gracia inspiraban sus sueños, cuando lo vio por primera vez era como la personificación de su obra, como si cuando sus manos delinearon en mármol al “El David” diez y seis años atrás, en secreto estaba invocando el nacimiento de esta criatura que a sus ojos se figuraba… angelical. Su nombre era Tommaso dei Cavalieri.
¿Pero que podía esperar un aciano de Cincuenta y siete años de este jovencito al cual el mundo se le ofrecía como un cuenco de frutas frescas?, Teniendo uvas frescas a su disposición ¿encontraría gusto en el vino añejo?. Grata fue su sorpresa al descubrir que este muchacho tenia gustos por sabores intensos y a sus ojos el nombre de Miguel Ángel se antojaba como un héroe, un titán de mitología arcaica.
“… Me apena grandemente que no pueda recuperar mi pasado, y así de esa manera por más tiempo estar a su servicio. Tal como es, sólo puedo ofrecerle mi futuro, el cual es corto ya que soy anciano… “- le declaró a Tommaso.
“…Juro devolver su amor. Jamás he querido a un hombre como lo quiero a usted, ni he deseado una amistad más que la que deseo la suya. “– Le respondió el muchacho.
Y cumplió, convirtiéndose en su sombra y siguiendo sus pasos con discreción, cada triunfo, cada fracaso, sosteniendo su mano mientras el mundo proseguía su camino.. y tal vez era ese el secreto de la vitalidad de este anciano, el amor de un joven que le devolvía su efervescencia…
Miguel Ángel se puso de pie trabajosamente y decidió que ya era demasiada labor para una noche, se quitó el delantal que protegía sus ropas de la viruta de la madera y dejando sus herramientas donde estaban salió de su taller sin prestar atención a la sobra tras una columna, que postrada de rodillas aun sentía el calor de los labios de Tommaso en los suyos… aun que jamás lo hubiera tocado.
* * *
Basílica del Santo Spirito, época actual…
¿Qué sabia Yulia del mundo de los hombres?, eran su presa, conocía sus hábitos, sus fortalezas y sus debilidades, y aun que alguna vez perteneció el, alguna vez fue una criatura hermosa de sangre roja y calida, de piel suave y viva que tolera la caricia del sol, ya todos esos recuerdos son tan ajenos a su ser, tan incompresibles a su naturaleza que le son ajenos.
Ha escuchado sus voces, ha aprendido sus lenguas con la impecable memoria de la inmortalidad, también ha observado sus gestos, sus costumbres, las imita a la perfección cuando desea fingir que es parte de ellos, pero realmente no sabe nada de ellos, nada verdaderamente importante, nada sobre donde van ellos cuando enferman.
La vida y la muerte por enfermedad de ellos le había sido totalmente intrascendente, como intrascendentes son las vidas de estas delicadas criaturas que a comparación suya sólo existen un diáfano momento en el tiempo… seres destinados a morir, a desaparecer, por enfermedad, por vejez, por accidente… o por su hambre.
Sin embargo recuerda el lugar que siempre significo sanación para cuerpos y almas de esa época en que las dolencias del cuerpo todavía eran suyas. Era el único lugar donde podía llevar a Elena.
Sus pasos no producen el más mínimo ruido, como si apenas tocara el piso apenas deslizándose en la brisa, a pesar del peso de ella. Yulia camina entre los arcos de la nave principal de la Basílica del Santo Spirito, Elena tiembla y delira en sus brazos, esta en el borde de la inconciencia y de vez en vez dibuja una temblorosa sonrisa para ella, su ángel. Ya no tiene fuerzas para pronunciar palabra alguna, así que sólo sus ojos hablan.
Yulia depositó a Elena con sumo cuidado sobre un altar de madera, con sus propias manos tomo un poco de agua bendita y la roció sobre los labios ardientes de la pelirroja, ella bebió con avidez. La frescura tal vez le devolvió un poco de calma.
- No sé que hacer – dijo Yulia, con voz trémula. Miro a su alrededor buscando algo, buscando aquello que la había atraído hacia allá.
Conocía cada rincón de esa iglesia, la reconocía a la perfección a pesar de haberla visitado hacia tanto tiempo, a pesar de las remodelaciones y las reconstrucciones, seguía siendo la misma. ¿Sería lo mismo con ella?, ¿a pesar de la forma en que había sido reconstruida, renacida desde un cuerpo marchito y maltrecho, renacidas literalmente de sus cenizas…¿también ella podría seguir siendo en lo más profundo de si misma…ella misma?
* * *
… Toda tu amargura es muy simple…-le había dicho Augusto, el habitante de Notre Dame-.. Realmente no quieres saber sobre tu destino, no quieres saber sobre lo que eres, no quieres una justificación para lo que les paso o lo que hiciste… al final tan sólo quieres saber si Ella puede volver a amarte.
Pero… ¿realmente crees que un ser como tu puede ser amado?... El amor es sinónimo de vida, y tú, eres un ángel de la muerte… Lo sabes, siempre lo has sabido, cuando contemplas el reflejo de tu rostro ¿no es ese el horror que te devuelve?, tus ojos que pueden captar la verdad desnuda del mundo, ven en tu rostro lo que eres realmente…
…Busca la respuesta a tu pregunta en ti misma, busca en tu fe… busca en tu corazón
* * *
- ¿En mi corazón?, ¿en mi fe? … ¿queda algo de eso en mí? –se preguntó Yulia, se sorprendió. Su voz hizo eco en las bóvedas del techo, lo había hablado lo bastante alto para ser escuchada por cualquiera… como si nuevamente fuera una mujer.
Elena miraba a lo alto, temblando por la fiebre y con sus manos tintas en su propia sangre oprimían instintivamente el nudo de jirones de tela con que había cubierto la herida para detener la hemorragia.
- Tu dolor es mi dolor…-dijo la pelirroja como pronunciando una oración-… ¿acaso no puedes sentir el mío?, ¿acaso no sientes mi agonía en cada latido de mi corazón?... ¿acaso no sientes mi corazón?
Esos ojos verdes como la primavera se movieron hacia ella, esa frente perlada en sudor y esos labios temblorosos y rotos por sus propios dientes le hincaron una terrible laceración en el vientre, en dolor de ella en su propia piel.
- Si… puedo sentirlo tan claramente como si fuera mío…-asintió Yulia, también sintió sus lagrimas correr aun que sabia que su rostro estaba seco.
-… Tu dolor es mi dolor… tu fe es mi fe… -dijeron ambas al mismo tiempo. Elena cerró los ojos y su cuerpo se relajo por completo. Yulia observo como nuevamente esos cabellos que caían libres sobre el altar volvían a enroscarse recuperando sus caireles.
Yulia levanto la vista con un gesto de impotencia.
-…¿y ahora que?... –casi suplico a los recintos vacíos. Pero entonces lo vio.
Se acercó al altar mayor, ahí estaba ese trozo de madera otra vez, sólo un retorcido tocón de madera, tallado, alisado y pulido, pero a sus ojos era sólo un pedazo de madera… sus ojos que veían el mundo desnudo, el mundo tal cual era. Para ella los vitrales sólo eran cristales de colores, las pinturas sólo eran multicolores adheridos a un lienzo, las esculturas sólo eran bloques de piedra.
Pero si observaba detenidamente esta pieza de madera, si podía hacer a un lado el detalle de las betas de la madera, el contorno, el color, olor, la textura… si podía ignorar que sólo estaba viendo el trozo de un árbol donde alguien plasmo su imaginación y corazón, entonces podría distinguir lo que su creador quiso plasmar.
Si, ahí estaba otra vez, el recuerdo, esa madera en cuya superficie a ojos cerrados delineaba el cuerpo joven y fresco de Tommaso. Esta pieza de madera fue tallada de manera tan magnifica y apasionada por su creador que al verla los hombres adivinaban el amor, la divinidad. Podía palparse la pasión de un hombre cuyo corazón estaba entregado… y correspondido.
Esa pasión fue la que aniquilo su hambre hacia seis siglos, el amor de Miguel Ángel le había salvado la vida la noche en que sus caminos se cruzaron. Ese amor todavía era palpable en esa obra, ese amor no morirá jamás.
-… tu… sé que tan sólo eres un trozo de madera, el capricho de la imaginación de alguien de quien ya no queda ni el polvo… y sin embargo, sabiendo lo que eres… me inclino ante lo que representas… y aquí esta mi fe… en mi corazón, en el corazón que late en el pecho de ella… Yo soy la muerte, yo soy las sombras, yo soy tinieblas, yo soy Nichya… soy nadie… soy nada… y nada puedo hacer por ella que es el sol, ella es la luz, ella es el amor… Nada pido para mí y al mismo tiempo lo pido todo… tú que eres la vida ¡sálvala!...
Sombras en la luna… hace seis siglos
Los carruajes era grandes, pertrechados para viajes largos y se desmontaban con facilidad para aumentar su tamaño casi al triple del original, autenticas casas móviles, todos en conjunto eran un pueblo móvil. Los carruajes estaban dispuestos en el claro del bosque en forma circular, en su centro se preparaba la gran hoguera que daría luz y calor a la comunidad en la noche. Y esta era una noche de fiesta. El vino ya corría a raudales y el olor a comida ya inundaba el ambiente.
Un par de niñas salieron corriendo de una tienda y con prontitud abrieron las cortinas para dar paso a una princesa. Una hermosa dama de cabellos rojos como los últimos rayos del sol y mirada profunda como el mar salió del misterio de aquellas tiendas repletas de joyas falsa, cristales, telas y magia.
Nadya sonrió complacida al ver todos los rostros volverse hacia ella e inmediatamente postrarse respetuosos inclinando la cabeza. Se había puesto un holgado vestido gitano, con un corpiño que ceñía sus cintura y levantan con turgencia su generoso busto, sus pies calzaban sandalias de correas de cervato, deliciosamente cómodas y frescas, un generoso escote dejaban al aire sus hombros sobre los cuales caía como cascada de oro florentino su cabellos perfumado en aceites de flores y especias. Su cabeza era coronada por toque de flores y anillos que simulaban oro. Sus labios pintados en carmín hacían resplandecer su sonrisa.
- ¡Salve, reina de lo gitanos! – gritó Yulia desde el otro lado de la improvisada plaza.
Nadya se inclino con elegancia devolviendo el saludo y obsequiando una generosa vista de su pecho. Todos contuvieron el aliento un instante y después secundaron el grito de Yulia.
- Más que una reina, yo la haría una Diosa! – exclamo un muchacho junto a Yulia.
- ¡No blasfemes! – Le reprendió Yulia – ella es un ángel… es mi ángel.
El gitano iba a replicar pero guardo silencio cuando Nadya llego hasta ellos, se mordió la lengua según su costumbre cuando vio sus manos encontrarse y oprimirse con demasiada intimidad en un gesto disimulado a los ojos de cualquiera, excepto a los ojos de un gitano.
- ¿Por qué no te pusiste un vestido?, ¿Por qué te empeñas en vestirte como un muchacho? –rió Nadya.
- ¿Me veo mal? – se examinó Yulia. Nadya rió con más fuerza causando que varios más rieran aun que no supieran el motivo, era tal la frescura de su voz.
-… es que, hace tanto que ya no…
- Lo sé, yo también deberé acostumbrarme a esos pantalones, una falda no es adecuada para nuestro viaje… pero cuando lleguemos a Francia, te vestirás como la princesa que eres. Por ahora disfruta como luzco, por que no me veras así en mucho tiempo –sonrió con coquetería.
Yulia se encogió de hombros y revisó nuevamente su atuendo.
- Tienes razón, me cambiare en un instante… -dijo la chica de ojos celestes, pero Nadya la detuvo sujetándola por la cintura.
- No, ya es tarde, el baile ya comienza y quiero bailar… además así luces como un príncipe, así no nos miraran tan extraño por vernos bailar a las dos… así sabrán que soy tuya y de nadie más.
Yulia sonrió, sabía que la sonrisa y felicidad de Nadya era verdadera, pero también sabía que ocultaba tras ella las lágrimas que se había tragado cuando supo de la muerte de su padre. No hubo tiempo para el luto, no hubo tiempo para nada más que tomar aquello con lo que podían cargar y escapar. El castillo, el palacio, todo lo que había sido su vida se quedo atrás.
- Y así tampoco se me acercaran los muchachos ¿verdad?, así la única que controlara sus celos soy yo. – Dijo Yulia y Nadya respondió con otra sonora carcajada. Sin embargo lanzó una mirada asesina al grupo de muchachos con los que Yulia estaba y tomándola de la mano se la llevo a donde varias parejas ya bailaban y reían.
Carlo, el muchacho gitano la siguió con la mirada y se volvió hacia sus amigos, estos seguían embobados por la belleza de ambas chicas.
- ¿Cuándo tiempo se quedaran con nosotros? –preguntó uno de ellos, haciendo planes.
- Sólo por esta noche –respondió Carlo y rió ante el gesto de desencanto- ¡Olvidenlo!, ninguno de nosotros esta a la altura de Madame Volkova.
- ¿Cómo fue que la conociste?, Siempre he tenido curiosidad Carlo, ¿Qué hace una princesa entre gitanos?
Carlo le arrebato una manzana a uno de sus amigos y antes de que protestara le dio una gran mordida.
- Era un chiquillo, y ella era una chiquilla… fue la primera vez que conocí Vilnius, me robe una manzana justo al final de la misa de los domingos. Tuve mala suerte por que me sorprendieron, el hombre al que se la robe era un verdadero cerdo, gordo como una vaca, lento de pies pero ágil de manos. Me confié y me atrapo. Iba a azotarme en el centro de la plaza “un escarmiento para los hijos de gitanos”. Ella estaba ahí, con su padre… recuerdo que todavía tenia el luto de su madre, era la niña más triste que jamás vi, no sólo por su vestido negro… no se rían, en serio usaba vestidos entonces… Recuerdo que la mire fijamente a los ojos, yo estaba muy enojado y asustado o asustado y enojado, ¡como sea!.. Yo esperaba que ella se burlara de mi como todos, pero ella sólo me miraba, su padre, un hombre tan grande como una torre se inclino a su oído, ¡por Dios que ese hombre era enorme! Parecía que nunca iba a acabar de agacharse, algo le susurró al oído y ella se acercó a nosotros justo cuando el energúmeno levantaba el látigo.
Carlo arrojo el corazón de la manzana y bebió un gran trago de vino.
- ¡Vamos!, el baile esta comenzando –les llamó mientras a grandes zancadas se acercó a las chicas que lo miraban con insistencia y disimulado interés. Carlo era un joven muy atractivo, sin contar que su padre era el “Patrón” de la comunidad.
- ¡Hey! –le gritó alcanzándolo el que le habia cuestionado, los otros los alcanzaron en un santiamén - ¿y que paso entonces?.
- ¿Qué paso con que…? …. ¡¡Auch!! … - recibió un golpe en el brazo.
- ¡Ah, si!... ja, ja, ¿pues que creen?, Yulia pagó cinco monedas de cobre por mi, una por cada azote que me esperaba.
- Vaya, eso fue generoso…
- Pero no suficiente, el gordo prefirió azotarme.
Carlo se levanto la camisa y volvió a mostrar su cicatriz en la espalda, como siempre lo hacia cada vez que estaba ebrio e inventaba historias fantásticas sobre ella.
- Al menos fue sólo uno…
- No, iban a ser cinco, pero Yulia se interpuso después del primero… fue muy rápido e imprevisto, el segundo azote ya me venia encima y le hubiera alcanzado a ella de no ser por su padre, nunca vi a una espada moverse tan rápido, desde ese día le tengo un miedo mortal a los caballeros armados, especialmente a los cruzados y los Teutones. El gordo aquel pudo haber perdido una manzana, pero por su capricho y venganza perdió una mano.
- ¡¡UHF!! Esa es una buena historia… mejor que las que siempre inventas… ¿es cierta?
- Aquí esta la cicatriz, allá esta la princesa, ¿Qué otra prueba necesitas?
- Pero… ¿Por qué?, ¿Qué puede importarle a una princesa un gitano? Aun que sea un niño
- Por que ella es de la nobleza, no por su apellido o por su familia, la verdadera nobleza esta e su corazón. Por eso para mi ella siempre será “Madame Volkova”
Nadya rodeo la cintura de Yulia con sus brazos y la atrajo hacia si, Yulia echo los suyos al cuello de la pelirroja y se dejo pasear por parajes imposibles en el interior de esos ojos.
- ¿Qué festejan? – preguntó Nadya mirando a su alrededor.
- Es una boda, aun que en realidad estos festejan por todo.
- Así parece… ¿Cómo es una boda gitana?
- Espera y lo veras… ¡Hey! Bailas muy bien... ¿acaso esta es la moda en la corte?
- De ninguna corte, pero los he visto bailar en la plaza, en algo me tenía que entretener cuando dejaste de ir a Misa.
- ¿Sólo observando has aprendido?
- No… practicando cuando nadie me veía… - dijo Nadya separándose de Yulia y con ágiles pasos se integro al círculo que formaban las chicas alrededor de la hoguera.
Levanto sus manos al cielo e imito a la perfección los contoneos de la muñecas de las demás, sus caderas se agitaron con vigor siguiendo el ritmo de la música, los aplausos y las risas. Yulia corrió tras ella tratando se seguirla, pero Nadya era un torbellino en movimiento.
* * *
El camino de terrecería era literalmente arrancando del piso, desgarrado por las pezuñas de presurosos corceles. Las armaduras brillan ocres y opacas con los últimos rayos de sol de la tarde. Luz apenas suficiente para ver el camino, los caballeros armados se detuvieron un momento para volver a afianzar sus monturas y darles de beber un poco a las bestias.
- ¡Descansen sólo un momento!- dijo uno de ellos, el que parecía ser el líder- Nos llevan un día de ventaja, pero van en un carruaje, viajan lento. Podemos alcanzarlas a la media noche. ¡Debemos alcanzarlas a la media noche o nuestras cabezas terminaran en una lanza!
* * *
Nadya giraba veloz y elegantemente entre lienzos multicolores y pétalos de flores, su risa llenaba los sentidos de Yulia quien corría e intentaba bailar junto a ella en medio de una fiesta que casi parecía para ellas.
- ¡Vamos! – le gritaba Nadya -¿acaso has perdido toda tu gracia?... tu eras más ágil..
Se sujetaron se las manos junto con todo el circulo, los muchachos ya se habían intercalado entre las chicas, cada uno buscando una par otros sólo buscando seguir la diversión. Nadia pudo filtrarse entre las manos de Nadya y Yulia, sus dedos entrelazados parecían una cadena irrompible.
La cadena cedió en otro punto, en varios, hileras de muchachos salieron corriendo en diversas direcciones tropezado y cayendo entre risas. Yulia perdió el equilibrio y fue a dar de bruces al suelo cubierto de paja arrastrando consigo a Nadya. La pelirroja no puso resistencia al caer sobre la morena. Sus rostros se encontraron riendo alegremente en el suelo, jadeantes y exhaustas.
Los ojos de Yulia eran un cielo despejado en el cual como un ave Nadya le encantaba volar, cuando se dio cuenta sus labios se habían fundido. Apenas se percataron del silencio que las rodeo.
Nadya sólo atino a abrazarse con fuerza y ocultar su rostro en el cuello de Yulia cuando sintió el gélido silencio que había caído sobre la fiesta. Yulia la oprimió contra su pecho y acaricio sus cabellos revueltos con los pétalos de flores.
- … esta bien… -le susurró- … esta bien… No podemos escondernos siempre.
Yulia se puso de pie, con el rostro bien en alto. El silencio se rompía lentamente con murmullos de las voces de los que se encontraban mas lejos, los muchachos que también habían caído ya se levantaban y volvían los que habían corrido lejos. Los ojos celestes de la chica miraron a todos al rostro, a todos lo que se atrevieron a sostenerle la mirada mientras ayuda a Nadya a ponerse de pie. La música nuevamente iniciaba, poco a poco mientras los músicos salían de una especie de trance o murmuraban entre ellos. Yulia volvió a abrazar a Nadya.
- … sólo sigue bailando, ¿si?... no dejes que nadie te asuste, no tengas miedo, sólo sigue bailando.
Nadya tomo su rostro entre sus manos y le dio un fugas beso en los labios que fue orquestado por un murmullo que se escucho como una ráfaga de viento en una hojarasca.
- No tengo miedo, no contigo a mi lado.
Y siguieron bailando…
* * *
Todos en el interior de la posada contuvieron el aliento cuando por la puerta entraron veinte caballeros con sus armaduras puestas, los yelmos cubriendo sus rostros y las espadas en mano, caminaban presurosos con pasos firmes, ordenados y seguros. Rápidamente identificaron al patrón de la posada y casi en vilo lo llevaron a la cocina para ser interrogado, otros con velocidad subieron a las habitaciones y una a una fueron revisadas.
Tan rápido como llegaron se fueron, todos recobraron el aliento cuando los corceles se alejaron con su estruendo como una tromba.
- Si no se quedaron en la posada, entonces estarán en el bosque, estamos cerca, casi puedo olerlas – dijo el líder a la cabeza de la formación militar.
* * *
Ella era una muchacha muy hermosa, morena y de ojos verdes e intensos, no eran como los ojos de Nadya que semejaban una serenidad oceánica, eran más encendidos como el fuego verde de las selvas tropicales, y tenía una cabellera negra que se ondulaba a todo lo largo de su espalda. El era un muchacho bien parecido, muy delgado pero de hombros poderosos, mirada firme y gesto resuelto. O tal vez era la magia del momento lo que los hacia ver a ambos hermosos. Nadya no podía refrenar sus lágrimas. En medio de ellos y culminando sus oraciones, advertencias y recomendaciones, el patriarca de la tribu gitana, el padre de Carlo, tomó las manos de ambos y ceremonialmente con un pequeño cuchillo hizo un corte en sus muñecas para después unir ambas heridas y con un lienzo blanco ató las manos de la pareja. Todos aplaudieron con alegría, la ceremonia concluía.
- ¡¡Que hermoso!! – lloró Nadya. Yulia disimulo una lágrima pero también estaba muy conmovida.
- por que…? – preguntó Yulia…
- La sangre… –se adelanto en su respuesta Carlo, adivinando la pregunta- el alma de todos nosotros esta en la sangre, al mezclar sus sangres están formando un nuevo linaje una nueva familia, ahora ya no pertenecen a sus padres ahora se pertenecen el uno al otro, se han compartido el alma.
- ¡Que bonito! – suspiró Nadya.
- ¡¡Hey!!... –exclamó Yulia. Carlo rió con una carcajada.
- No sólo en las bodas se comparte la sangre –explico- también la compartimos entre los “hombres”.
- ¿Qué se traen ustedes? – preguntó Nadya, mirando divertida el gesto de Yulia.
- ¿No te lo ha contado? –Siguió riendo Carlo – Yulia y yo compartimos nuestra sangre cuando éramos niños.
- ¿¡Cómo fue eso!? – exclamó Nadya, la sonrisa se había borrado de su rostro, las mejillas de Yulia estaban encendidas. Carlo reía más fuerte.
- Fue una hermandad –explicó- cuando dos “hombres” comparten su sangre están haciendo un juramente de hermandad, al compartir tu sangre con alguien lo reconoces como tu igual, lo haces de tu familia, se convierte en tu hermano… comparten el alma de una forma distinta, ¿verdad hermana?
- Si, así recuerdo que era… ¡pero no me habías contado que también podía ser una boda!.
- ¿¡y quien querría casarse contigo!? –Carlo no paraba de reír.
Nadya lo miro fijamente a los ojos, la sonrisa de Carlo se borro al instante. Tomó la mano de Carlo y la de Yulia y casi los arrastro fuera del círculo de la fiesta, fuera de la luz de la hoguera y las antorchas, fuera del diminuto pueblo improvisado. Los llevo hasta un pequeño claro donde sólo la luna era majestad en el cielo.
- ¿De verdad Yulia es como tu hermana?
- ¡Lo juro! – dijo con solemnidad el gitano.
- Entonces, príncipe de los gitanos, has algo por tu hermana que sólo el cariño desinteresado de un hermano puede hacer.
Nadya extrajo de algún lugar de su vestido una pequeña daga ricamente adornada con esmeraldas y diamantes, una letal joya que valía una pequeña fortuna. La puso en la mano de Carlo.
- Yulia y yo somos una… nuestros corazones son uno… has de nuestras almas una sola.
Carlo la miró perplejo, volteó a ver a Yulia, la vio como su mirada estaba fija en el rostro de Nadya, sentimientos indefinibles estaban dibujados en esos ojos de cielo despejado. Después de un instante que pareció eterno, Yulia pareció despertar de ese hechizo y miro a Carlo directo a los ojos, se descubrió la muñeca y se la ofreció al joven gitano con una sonrisa en los labios, la misma sonrisa de Nadya quien también ofrecía la suya.
Carlo vio un instante ambas muñecas, en la de Yulia apenas se distinguía la cicatriz de hacia muchos años. Contemplo la daga como consultándola, el acero brillaba majestuoso bañado por el plata de la luna, observo los diamantes azules como los ojos de Yulia, las esmeraldas como los ojos de Nadya. Sonrió, toda duda, todo temor a la blasfemia y al pecado se esfumaron de su corazón. Tomo ambas muñecas e inicio las oraciones que su padre le ha enseñado.
* * *
Con una agilidad que no correspondía a un hombre de su corpulencia, un hombre bajo de la copa de un árbol, la luna generosa iluminaba las ramas con suficiente resplandor para guiarle. De un último salto llegó al suelo donde lo esperaban.
- El camino del este, no hay duda, pude ver la luz de una hoguera. Acamparon en el valle como esperábamos.
– informó mientras volvía a ponerse su armadura ayudado por sus compañeros.
- ¿A que distancia? –preguntó el líder.
- Un par de horas a los mucho, pero el camino esta muy oscuro, necesitaremos las lámparas.
- Cuando estemos lo bastante cerca las apagaremos, hay que sorprenderlas, Nadya Vladis debe ser llevada con vida, no podemos permitir que se suicide o escape. Nuestras cabezas van de por medio.
- ¿Es necesario que vayamos todos?, sólo son dos muchachas ¿Qué problema pueden causar?.
- El destino de nuestro reino, de nuestro país depende de que arrestemos a la hija del traidor.
Volvieron a montar en sus caballos y presurosos siguieron adelante.
* * *
Bailaron, comieron y bebieron hasta la saciedad, hasta que la luna se oculto entre nubarrones y una suave llovizna puso fin a la fiesta. Nadya y Yulia encontraron refugio de la lluvia en el interior de la carpa que los gitanos habían preparado para ellas.
Nadya se deshizo de los últimos pétalos que adornaban sus cabellos mientras Yulia daba cuenta de una botella de vino que había sido su fiel compañera toda la velada. Se acerco a la pelirroja y la tomo con delicadeza del brazo atrayéndola hacia si. Con infinita ternura retiro el lienzo que cubría la herida en la muñeca. Había sido un corte limpio, apenas un arañazo, ya había cerrado y sanaría sin problemas.
- Así será siempre –dijo Nadya- nos volveremos a casar en cada lugar donde lleguemos, en cada cultura que conozcamos, con cada nueva costumbre, con cada nueva religión, no casaremos una y otra vez hasta que algún día el cielo comprenda que lo nuestro no puede ser prohibido, que nuestro amor no es un pecado…
- …Pecado… -murmuró Yulia-… Si lo nuestro es un pecado, Nadya Elena Vladis… ven a mi, abrázame tan fuerte que no pueda soltarme de ti ni en el infierno.
Los brazos de la pelirroja rodearon la espalda de la morena, sus manos jugaron sobre esa espalda, los labios de Yulia apenas rozaron los de Nadya, después se deslizaron lentamente por la columna de mármol de su cuello, embriagándose con el perfume de flores silvestres que emanaba de su cuerpo. Las manos de Nadya ya se colaban bajo las prendas con urgencia de fundirse con esa piel morena.
- …No… no… -dijo entre jadeos Nadya, su corazón latía con el ímpetu de un corcel desbocado-.. no es un pecado… ¡no puede ser un pecado!...
Casi al mismo tiempo las prendas de ambas cayeron al suelo, sus manos se entrelazaron con las curvas de la otra, sus labios, sus dientes, sus manos exploraban con desenfreno los secretos y la intimidad de cada una. Yulia y Nadya se dejaron llevar una y otra vez por el clímax de la pasión desatada.
-…No… no puede ser un pecado… -suspiro Yulia mientras contemplaba a Nadya perderse en el éxtasis de sus caricias- ¿Cómo puede ser un pecado amar a un ángel?
Afuera sólo se escuchaba el tintineo de la lluvia sobre la carpa.
* * *
La lluvia también tintineaba sobre las hojas desnudas de las espadas de hierro blandiéndose en la oscuridad, pero sólo eso se escuchaba, los pasos sigilosos y bien entrenados de la guardia personal de Tiver Smolensk. Veinte caballeros rodearon la carpa sostenida por la carreta, el líder espero hasta que todos estuvieron en su sitió y levantó su espada calculando el lugar donde dar el golpe. Con un solo tajo la lona se partió en dos.
Gritos de guerra se fundieron con el canto de los truenos.
Desesperanza…
-… tú que eres la vida ¡sálvala!...
Yulia tuvo que apoyarse sobre el altar, se sintió abrumada por el peso de su impotencia. Ella que tal vez existiría para siempre no podía obsequiar un instante más de vida a nadie. Ella sólo podía obsequiar el silencio absoluto, la oscuridad absoluta. Ella sólo podía obsequiar la muerte.
Levantó el rostro hacia la imagen del cristo tallada en madera, mover la cabeza fue un esfuerzo terrible, así como los tres pasos que la alejaron del altar. Sus piernas parecían tan pesadas como si lastres de plomo estuvieran atados a sus tobillos. Giro en redondo mientras sus oídos escuchaban presurosos pasos en el exterior de la basílica.
Como una respuesta a su plegaria vio los restos de los cristales hechos añicos de los grandes vitrales encenderse como si fueran llamas multicolores adheridas a los marcos de los ventanales. Columnas de luz dorada comenzaron a entran por esos huecos que se abrían a la noche como ojos incrédulos de lagrimas multicolores.
Yulia se acercó a Elena, quien permanecía inconsciente sobre el altar, cada paso era un esfuerzo titánico, terrible. El latido errático en su pecho empezaba a detenerse mientras de la cabellera de Elena comenzaba a brotar un resplandor rojizo que enmarco su rostro como un aura de santidad. Los ojos de Yulia comenzaron a arder cegados por ese resplandor. La hija de la luna tuvo que retroceder por que una columna de luz dorada y quemante empezó a incidir desde un ventanal roto sobre Elena.
Aquello no era un milagro, no era ninguna divinidad haciendo acto de presencia, la única respuesta a la plegaria de Yulia era el inicio del amanecer.
Las puertas de la Basílica se abrieron con brutalidad, saltando de sus goznes, un grupo de hombres penetro por ellas y avanzaron por el pasillo central, la luz era demasiado pobre para sus ojos todavía por lo que llevaban lámparas atadas a los cañones de sus armas.
Pero los ojos de Yulia aún heridos por la pobre brillantes de un sol aun oculto tras las montañas, penetraron las sombras y la distancia… se abrieron grandemente penetrando también las brechas del tiempo.
Iván Shapovalov avanzaba al frente de sus hombres, tenia el rostro herido y sangrante, pero su gesto altivo no había perdido un ápice de arrogancia.
Yulia miró ese rostro como sólo ella podía ver, con esos ojos que penetraban las tinieblas con su fuego azul del infierno. Ojos para los que las sombras no guardan secretos. Esos ojos reconocieron ese rostro.
Sus facciones eran diferentes, pero era el mismo gesto, sus ojos eran distintos, pero la misma mirada, su cuerpo era otro, pero era su mismo andar. La vieja maldad que nunca muere, que nunca se extingue del todo, que regresa generación tras generación como una plaga. Los labios de Yulia temblaron por el esfuerzo de murmurar su nombre.
- Tiver Smolensk
Continúa…
Tiver extrajo su espada con velocidad y presteza, corrió con agilidad y descargo un golpe fatal. El hierro partió limpiamente en dos la mesa de roble del gran comedor.
- ¿¡Nadie!?... ¡¡no es posible que no haya nadie en el castillo!! –bramó con el rostro congestionado por la ira.
- Lo hemos revisado desde los sótanos hasta la torre, no hay nadie en él –afirmó un caballero.
- Es momento de calmar tu ira y razonar con frialdad – dijo desde la entrada el Obispo Kaunas mientras penetraba en la estancia- ellas se han ido.
Tiver estudió por un instante el rostro afable del obispo, este descubrió sus pensamientos y extrajo de entre sus ropas un rollo de papel.
- No te hagas de ideas extrañas, mi señor… Yulia Volkova me notificó de su partida. Salieron al amanecer, con rumbo desconocido, pero dejo a cargo de la santa Iglesia Cristiana la responsabilidad del Castillo y sus tierras adyacentes.
Tiver tomó el documento y lo desenrollo, sus ojos lo recorrieron con avidez, encontró la firma y la reconoció como la de Yulia al igual que el sello se su familia. También se dio cuenta que el papel estaba al revés. Volvió a enrollarlo y lo devolvió al obispo quien lo miraba con aire divertido.
- No sé leer, pero conozco la firma… no dudo de su palabra…
- Se acabo, mi señor, la traición de Bohdan Vladis es lo que necesitaba para decomisar sus bienes, la iglesia de Lituania no tiene inconveniente en firmar los testimonios, el papa no podrá objetar nada, todos los bienes de los Vladis pasaran a ser posesión del Ducado… de usted como representante de su tío. Los bienes de los Volkov también han sido dispuestos, todo lo que queda de su feudo es el castillo, del cual tengo legitima posesión hasta el regreso de Volkova, y ella jamás volverá. Ha ganado, mi señor, el único poder que en el futuro podría oponerse al ducado, ya no existe.
- Partieron al amanecer ¿eh? – asintió Tiver- ¿Qué esta esperando?, vaya y averigüe con los vecinos, mande jinetes a los caminos principales, ¿Qué rumbo tomó el carruaje que abandono este castillo al amanecer? –le ordenó al caballero. Este asintió y salió con pasos presurosos.
- ¿Por qué…?- preguntó Kaunas- Tiene todo cuanto quería, mi señor, ¿Por qué no las deja ir en paz?
- Por que esa mujer me humillo, por que la hija del traidor mancho mi nombre, por que….
Tiver descargo otro golpe con su espada sobre el marco de la chimenea, arrancando un trozo de él. Alcanzó a observar el gesto de disgusto del Obispo.
- ¿Le duele el castillo, Ilustrísima? –Preguntó Tiver con sarcasmo - ¡Pues el castillo no será suyo!, Yulia Volkova ha intercedido para evitar que la traidora sea presentada ante la ley del ducado. Se ha sumado al acto de traición y con eso pierde posesión del Castillo… y sus facultades para otorgarlo temporalmente a nadie… El castillo es mío…
- ¡Pero mi señor..!
- Los caballeros Teutones ya vienen en camino, vienen a hacer la voluntad del papa… recuperarán las tierras de los Volkov y los Vladis por derecho de vasallaje, el papa lo apoyara y habremos perdido la tercera parte del reino. Los Turcos están muy cerca de rendirse… de aceptar nuestras condiciones para cruzar nuestras tierra y pagaran impuestos sobre sus líneas comerciales… pero ellos sólo negociarán con nosotros si conservamos la fuerza de los Teutones de nuestro lado, ¿entiendes?... si el papa y los Teutones reclaman la tierra de los Vladis, tendremos que dárselas o ir a la guerra contra ellos.
- Entonces sólo hay una solución…
- Si, debo desposar a Nadya Vladis, debo tener un hijo con ella, un hijo que recibirá el perdón de propia voz de mi tío y que podrá heredar las tierras de los Vladis bajo la ley, y mientras sea menor de edad yo administrare sus tierras. Así es la ley, así son los acuerdos firmados por el papa… si lo hacemos así, no hay nada que temer.
- Que astuto eres, Tiver Smolensk, ¿Qué será de la madre, después?
- Su padre fue un traidor, la ley dicta que esa familia será castigada hasta la tercera generación, una vez que me haya dado el hijo que necesitamos… recibirá el castigo del traidor.
El caballero volvía a entrar en el gran salón, presuroso.
- Tenemos su rumbo, ya sabemos hacia donde partieron –dijo triunfal.
-¡Bien!, ¿Qué estamos esperando? –aplaudió Tiver- ¿hacia donde se fueron?
- Al norte, Señor, tomaron camino a Rusia…
- ¿Rusia? –preguntó Kaunas.
- ¿Por qué no?, la madre de Yulia era Rusa, ellas vivieron allá hasta que su madre murió por tuberculosis. Es una familia antigua y poderosa, seguramente esperan recibir protección por parte de ellos.
-Señor, hay que detenerlas antes de la frontera. Si logran salir de Lituania, si logran llegar a territorio ruso, estarán libres de nuestra Ley, los Teutones podrán reclamar sus tierras. Su mayor temor podría hacerse realidad.
* * *
Basílica del Santo Spirito, 1545
Manos sabias se deslizan con agilidad y fuerza sobre la madera arrancando viruta y fragmentos, manos todavía poderosas que retiran “lo que esta de sobra” extrayendo de ese tronco la imagen que desde que nació ya ocultaba en su interior.
Es el ojo omnisciente de este hombre el que ha captado la belleza oculta en los pliegues naturales del tronco, es su voluntad y esmero lo que la hace surgir de entre trozos de madera, es su fe lo que la hará brillar. A sus setenta años Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni es un hombre muy, muy anciano para su época. Y sin embargo es un hombre que todavía contempla el futuro. La edad le ha traído sabiduría, más allá de la docta cultura que lo hicieron escultor, pintor, arquitecto… ha tocado las puertas del cielo literalmente con su obra y su arte, pero ahora, desprotegido por la muerte de Lorenzo de Médici, también ha encontrado la paz en las paredes de la Basílica del Santo Spirito, aquí le han recibido bien, no por piedad si no con orgullo. La gratitud de este hombre es muy amplia y ahora sus manos se esmeran en crear otra obra que hará eco en el mundo.
Ha cuarenta años de haber creado lo que el mundo consideraría la escultura mas fiel y mejor de un cuerpo humano, “El David”, hoy repetirá su hazaña y un cuerpo desnudo pero anatómicamente perfecto nacerá de sus manos y de un trozo de madera. Será una escultura que en su belleza de proporciones y formas hablara de la divinidad que representa, ahí esta su fe, ahí esta su amor…
Un amor tan grande que aun curvada su espalda por la edad, aun avanzadas las sombras, sus manos guían la herramienta sobre la madera como una caricia, sin que su pulso tiemble por el cansancio o la hora…
¿O tal vez si?... El hombre al que el mundo conocerá como Miguel Ángel, se derrumba sobre su obra sintiendo un latido doloroso en su pecho, casi de rodillas jadea tratando de recuperarse mientras todo le da vueltas en la soledad de su taller improvisado. El dolor en su pecho ha sido semejante a como si un puño helado se hubiera cerrado sobre su corazón exprimiéndolo dolorosamente.
Su vista se nubla, y no por la debilidad, si quiera por la edad, hay lagrimas en sus ojos, lagrimas de gratitud y pasión por la vida, lagrimas por la intensidad con que late su corazón.
… Era apenas un incipiente hombre, un muchacho de diez y seis años, su belleza y gracia inspiraban sus sueños, cuando lo vio por primera vez era como la personificación de su obra, como si cuando sus manos delinearon en mármol al “El David” diez y seis años atrás, en secreto estaba invocando el nacimiento de esta criatura que a sus ojos se figuraba… angelical. Su nombre era Tommaso dei Cavalieri.
¿Pero que podía esperar un aciano de Cincuenta y siete años de este jovencito al cual el mundo se le ofrecía como un cuenco de frutas frescas?, Teniendo uvas frescas a su disposición ¿encontraría gusto en el vino añejo?. Grata fue su sorpresa al descubrir que este muchacho tenia gustos por sabores intensos y a sus ojos el nombre de Miguel Ángel se antojaba como un héroe, un titán de mitología arcaica.
“… Me apena grandemente que no pueda recuperar mi pasado, y así de esa manera por más tiempo estar a su servicio. Tal como es, sólo puedo ofrecerle mi futuro, el cual es corto ya que soy anciano… “- le declaró a Tommaso.
“…Juro devolver su amor. Jamás he querido a un hombre como lo quiero a usted, ni he deseado una amistad más que la que deseo la suya. “– Le respondió el muchacho.
Y cumplió, convirtiéndose en su sombra y siguiendo sus pasos con discreción, cada triunfo, cada fracaso, sosteniendo su mano mientras el mundo proseguía su camino.. y tal vez era ese el secreto de la vitalidad de este anciano, el amor de un joven que le devolvía su efervescencia…
Miguel Ángel se puso de pie trabajosamente y decidió que ya era demasiada labor para una noche, se quitó el delantal que protegía sus ropas de la viruta de la madera y dejando sus herramientas donde estaban salió de su taller sin prestar atención a la sobra tras una columna, que postrada de rodillas aun sentía el calor de los labios de Tommaso en los suyos… aun que jamás lo hubiera tocado.
* * *
Basílica del Santo Spirito, época actual…
¿Qué sabia Yulia del mundo de los hombres?, eran su presa, conocía sus hábitos, sus fortalezas y sus debilidades, y aun que alguna vez perteneció el, alguna vez fue una criatura hermosa de sangre roja y calida, de piel suave y viva que tolera la caricia del sol, ya todos esos recuerdos son tan ajenos a su ser, tan incompresibles a su naturaleza que le son ajenos.
Ha escuchado sus voces, ha aprendido sus lenguas con la impecable memoria de la inmortalidad, también ha observado sus gestos, sus costumbres, las imita a la perfección cuando desea fingir que es parte de ellos, pero realmente no sabe nada de ellos, nada verdaderamente importante, nada sobre donde van ellos cuando enferman.
La vida y la muerte por enfermedad de ellos le había sido totalmente intrascendente, como intrascendentes son las vidas de estas delicadas criaturas que a comparación suya sólo existen un diáfano momento en el tiempo… seres destinados a morir, a desaparecer, por enfermedad, por vejez, por accidente… o por su hambre.
Sin embargo recuerda el lugar que siempre significo sanación para cuerpos y almas de esa época en que las dolencias del cuerpo todavía eran suyas. Era el único lugar donde podía llevar a Elena.
Sus pasos no producen el más mínimo ruido, como si apenas tocara el piso apenas deslizándose en la brisa, a pesar del peso de ella. Yulia camina entre los arcos de la nave principal de la Basílica del Santo Spirito, Elena tiembla y delira en sus brazos, esta en el borde de la inconciencia y de vez en vez dibuja una temblorosa sonrisa para ella, su ángel. Ya no tiene fuerzas para pronunciar palabra alguna, así que sólo sus ojos hablan.
Yulia depositó a Elena con sumo cuidado sobre un altar de madera, con sus propias manos tomo un poco de agua bendita y la roció sobre los labios ardientes de la pelirroja, ella bebió con avidez. La frescura tal vez le devolvió un poco de calma.
- No sé que hacer – dijo Yulia, con voz trémula. Miro a su alrededor buscando algo, buscando aquello que la había atraído hacia allá.
Conocía cada rincón de esa iglesia, la reconocía a la perfección a pesar de haberla visitado hacia tanto tiempo, a pesar de las remodelaciones y las reconstrucciones, seguía siendo la misma. ¿Sería lo mismo con ella?, ¿a pesar de la forma en que había sido reconstruida, renacida desde un cuerpo marchito y maltrecho, renacidas literalmente de sus cenizas…¿también ella podría seguir siendo en lo más profundo de si misma…ella misma?
* * *
… Toda tu amargura es muy simple…-le había dicho Augusto, el habitante de Notre Dame-.. Realmente no quieres saber sobre tu destino, no quieres saber sobre lo que eres, no quieres una justificación para lo que les paso o lo que hiciste… al final tan sólo quieres saber si Ella puede volver a amarte.
Pero… ¿realmente crees que un ser como tu puede ser amado?... El amor es sinónimo de vida, y tú, eres un ángel de la muerte… Lo sabes, siempre lo has sabido, cuando contemplas el reflejo de tu rostro ¿no es ese el horror que te devuelve?, tus ojos que pueden captar la verdad desnuda del mundo, ven en tu rostro lo que eres realmente…
…Busca la respuesta a tu pregunta en ti misma, busca en tu fe… busca en tu corazón
* * *
- ¿En mi corazón?, ¿en mi fe? … ¿queda algo de eso en mí? –se preguntó Yulia, se sorprendió. Su voz hizo eco en las bóvedas del techo, lo había hablado lo bastante alto para ser escuchada por cualquiera… como si nuevamente fuera una mujer.
Elena miraba a lo alto, temblando por la fiebre y con sus manos tintas en su propia sangre oprimían instintivamente el nudo de jirones de tela con que había cubierto la herida para detener la hemorragia.
- Tu dolor es mi dolor…-dijo la pelirroja como pronunciando una oración-… ¿acaso no puedes sentir el mío?, ¿acaso no sientes mi agonía en cada latido de mi corazón?... ¿acaso no sientes mi corazón?
Esos ojos verdes como la primavera se movieron hacia ella, esa frente perlada en sudor y esos labios temblorosos y rotos por sus propios dientes le hincaron una terrible laceración en el vientre, en dolor de ella en su propia piel.
- Si… puedo sentirlo tan claramente como si fuera mío…-asintió Yulia, también sintió sus lagrimas correr aun que sabia que su rostro estaba seco.
-… Tu dolor es mi dolor… tu fe es mi fe… -dijeron ambas al mismo tiempo. Elena cerró los ojos y su cuerpo se relajo por completo. Yulia observo como nuevamente esos cabellos que caían libres sobre el altar volvían a enroscarse recuperando sus caireles.
Yulia levanto la vista con un gesto de impotencia.
-…¿y ahora que?... –casi suplico a los recintos vacíos. Pero entonces lo vio.
Se acercó al altar mayor, ahí estaba ese trozo de madera otra vez, sólo un retorcido tocón de madera, tallado, alisado y pulido, pero a sus ojos era sólo un pedazo de madera… sus ojos que veían el mundo desnudo, el mundo tal cual era. Para ella los vitrales sólo eran cristales de colores, las pinturas sólo eran multicolores adheridos a un lienzo, las esculturas sólo eran bloques de piedra.
Pero si observaba detenidamente esta pieza de madera, si podía hacer a un lado el detalle de las betas de la madera, el contorno, el color, olor, la textura… si podía ignorar que sólo estaba viendo el trozo de un árbol donde alguien plasmo su imaginación y corazón, entonces podría distinguir lo que su creador quiso plasmar.
Si, ahí estaba otra vez, el recuerdo, esa madera en cuya superficie a ojos cerrados delineaba el cuerpo joven y fresco de Tommaso. Esta pieza de madera fue tallada de manera tan magnifica y apasionada por su creador que al verla los hombres adivinaban el amor, la divinidad. Podía palparse la pasión de un hombre cuyo corazón estaba entregado… y correspondido.
Esa pasión fue la que aniquilo su hambre hacia seis siglos, el amor de Miguel Ángel le había salvado la vida la noche en que sus caminos se cruzaron. Ese amor todavía era palpable en esa obra, ese amor no morirá jamás.
-… tu… sé que tan sólo eres un trozo de madera, el capricho de la imaginación de alguien de quien ya no queda ni el polvo… y sin embargo, sabiendo lo que eres… me inclino ante lo que representas… y aquí esta mi fe… en mi corazón, en el corazón que late en el pecho de ella… Yo soy la muerte, yo soy las sombras, yo soy tinieblas, yo soy Nichya… soy nadie… soy nada… y nada puedo hacer por ella que es el sol, ella es la luz, ella es el amor… Nada pido para mí y al mismo tiempo lo pido todo… tú que eres la vida ¡sálvala!...
Sombras en la luna… hace seis siglos
Los carruajes era grandes, pertrechados para viajes largos y se desmontaban con facilidad para aumentar su tamaño casi al triple del original, autenticas casas móviles, todos en conjunto eran un pueblo móvil. Los carruajes estaban dispuestos en el claro del bosque en forma circular, en su centro se preparaba la gran hoguera que daría luz y calor a la comunidad en la noche. Y esta era una noche de fiesta. El vino ya corría a raudales y el olor a comida ya inundaba el ambiente.
Un par de niñas salieron corriendo de una tienda y con prontitud abrieron las cortinas para dar paso a una princesa. Una hermosa dama de cabellos rojos como los últimos rayos del sol y mirada profunda como el mar salió del misterio de aquellas tiendas repletas de joyas falsa, cristales, telas y magia.
Nadya sonrió complacida al ver todos los rostros volverse hacia ella e inmediatamente postrarse respetuosos inclinando la cabeza. Se había puesto un holgado vestido gitano, con un corpiño que ceñía sus cintura y levantan con turgencia su generoso busto, sus pies calzaban sandalias de correas de cervato, deliciosamente cómodas y frescas, un generoso escote dejaban al aire sus hombros sobre los cuales caía como cascada de oro florentino su cabellos perfumado en aceites de flores y especias. Su cabeza era coronada por toque de flores y anillos que simulaban oro. Sus labios pintados en carmín hacían resplandecer su sonrisa.
- ¡Salve, reina de lo gitanos! – gritó Yulia desde el otro lado de la improvisada plaza.
Nadya se inclino con elegancia devolviendo el saludo y obsequiando una generosa vista de su pecho. Todos contuvieron el aliento un instante y después secundaron el grito de Yulia.
- Más que una reina, yo la haría una Diosa! – exclamo un muchacho junto a Yulia.
- ¡No blasfemes! – Le reprendió Yulia – ella es un ángel… es mi ángel.
El gitano iba a replicar pero guardo silencio cuando Nadya llego hasta ellos, se mordió la lengua según su costumbre cuando vio sus manos encontrarse y oprimirse con demasiada intimidad en un gesto disimulado a los ojos de cualquiera, excepto a los ojos de un gitano.
- ¿Por qué no te pusiste un vestido?, ¿Por qué te empeñas en vestirte como un muchacho? –rió Nadya.
- ¿Me veo mal? – se examinó Yulia. Nadya rió con más fuerza causando que varios más rieran aun que no supieran el motivo, era tal la frescura de su voz.
-… es que, hace tanto que ya no…
- Lo sé, yo también deberé acostumbrarme a esos pantalones, una falda no es adecuada para nuestro viaje… pero cuando lleguemos a Francia, te vestirás como la princesa que eres. Por ahora disfruta como luzco, por que no me veras así en mucho tiempo –sonrió con coquetería.
Yulia se encogió de hombros y revisó nuevamente su atuendo.
- Tienes razón, me cambiare en un instante… -dijo la chica de ojos celestes, pero Nadya la detuvo sujetándola por la cintura.
- No, ya es tarde, el baile ya comienza y quiero bailar… además así luces como un príncipe, así no nos miraran tan extraño por vernos bailar a las dos… así sabrán que soy tuya y de nadie más.
Yulia sonrió, sabía que la sonrisa y felicidad de Nadya era verdadera, pero también sabía que ocultaba tras ella las lágrimas que se había tragado cuando supo de la muerte de su padre. No hubo tiempo para el luto, no hubo tiempo para nada más que tomar aquello con lo que podían cargar y escapar. El castillo, el palacio, todo lo que había sido su vida se quedo atrás.
- Y así tampoco se me acercaran los muchachos ¿verdad?, así la única que controlara sus celos soy yo. – Dijo Yulia y Nadya respondió con otra sonora carcajada. Sin embargo lanzó una mirada asesina al grupo de muchachos con los que Yulia estaba y tomándola de la mano se la llevo a donde varias parejas ya bailaban y reían.
Carlo, el muchacho gitano la siguió con la mirada y se volvió hacia sus amigos, estos seguían embobados por la belleza de ambas chicas.
- ¿Cuándo tiempo se quedaran con nosotros? –preguntó uno de ellos, haciendo planes.
- Sólo por esta noche –respondió Carlo y rió ante el gesto de desencanto- ¡Olvidenlo!, ninguno de nosotros esta a la altura de Madame Volkova.
- ¿Cómo fue que la conociste?, Siempre he tenido curiosidad Carlo, ¿Qué hace una princesa entre gitanos?
Carlo le arrebato una manzana a uno de sus amigos y antes de que protestara le dio una gran mordida.
- Era un chiquillo, y ella era una chiquilla… fue la primera vez que conocí Vilnius, me robe una manzana justo al final de la misa de los domingos. Tuve mala suerte por que me sorprendieron, el hombre al que se la robe era un verdadero cerdo, gordo como una vaca, lento de pies pero ágil de manos. Me confié y me atrapo. Iba a azotarme en el centro de la plaza “un escarmiento para los hijos de gitanos”. Ella estaba ahí, con su padre… recuerdo que todavía tenia el luto de su madre, era la niña más triste que jamás vi, no sólo por su vestido negro… no se rían, en serio usaba vestidos entonces… Recuerdo que la mire fijamente a los ojos, yo estaba muy enojado y asustado o asustado y enojado, ¡como sea!.. Yo esperaba que ella se burlara de mi como todos, pero ella sólo me miraba, su padre, un hombre tan grande como una torre se inclino a su oído, ¡por Dios que ese hombre era enorme! Parecía que nunca iba a acabar de agacharse, algo le susurró al oído y ella se acercó a nosotros justo cuando el energúmeno levantaba el látigo.
Carlo arrojo el corazón de la manzana y bebió un gran trago de vino.
- ¡Vamos!, el baile esta comenzando –les llamó mientras a grandes zancadas se acercó a las chicas que lo miraban con insistencia y disimulado interés. Carlo era un joven muy atractivo, sin contar que su padre era el “Patrón” de la comunidad.
- ¡Hey! –le gritó alcanzándolo el que le habia cuestionado, los otros los alcanzaron en un santiamén - ¿y que paso entonces?.
- ¿Qué paso con que…? …. ¡¡Auch!! … - recibió un golpe en el brazo.
- ¡Ah, si!... ja, ja, ¿pues que creen?, Yulia pagó cinco monedas de cobre por mi, una por cada azote que me esperaba.
- Vaya, eso fue generoso…
- Pero no suficiente, el gordo prefirió azotarme.
Carlo se levanto la camisa y volvió a mostrar su cicatriz en la espalda, como siempre lo hacia cada vez que estaba ebrio e inventaba historias fantásticas sobre ella.
- Al menos fue sólo uno…
- No, iban a ser cinco, pero Yulia se interpuso después del primero… fue muy rápido e imprevisto, el segundo azote ya me venia encima y le hubiera alcanzado a ella de no ser por su padre, nunca vi a una espada moverse tan rápido, desde ese día le tengo un miedo mortal a los caballeros armados, especialmente a los cruzados y los Teutones. El gordo aquel pudo haber perdido una manzana, pero por su capricho y venganza perdió una mano.
- ¡¡UHF!! Esa es una buena historia… mejor que las que siempre inventas… ¿es cierta?
- Aquí esta la cicatriz, allá esta la princesa, ¿Qué otra prueba necesitas?
- Pero… ¿Por qué?, ¿Qué puede importarle a una princesa un gitano? Aun que sea un niño
- Por que ella es de la nobleza, no por su apellido o por su familia, la verdadera nobleza esta e su corazón. Por eso para mi ella siempre será “Madame Volkova”
Nadya rodeo la cintura de Yulia con sus brazos y la atrajo hacia si, Yulia echo los suyos al cuello de la pelirroja y se dejo pasear por parajes imposibles en el interior de esos ojos.
- ¿Qué festejan? – preguntó Nadya mirando a su alrededor.
- Es una boda, aun que en realidad estos festejan por todo.
- Así parece… ¿Cómo es una boda gitana?
- Espera y lo veras… ¡Hey! Bailas muy bien... ¿acaso esta es la moda en la corte?
- De ninguna corte, pero los he visto bailar en la plaza, en algo me tenía que entretener cuando dejaste de ir a Misa.
- ¿Sólo observando has aprendido?
- No… practicando cuando nadie me veía… - dijo Nadya separándose de Yulia y con ágiles pasos se integro al círculo que formaban las chicas alrededor de la hoguera.
Levanto sus manos al cielo e imito a la perfección los contoneos de la muñecas de las demás, sus caderas se agitaron con vigor siguiendo el ritmo de la música, los aplausos y las risas. Yulia corrió tras ella tratando se seguirla, pero Nadya era un torbellino en movimiento.
* * *
El camino de terrecería era literalmente arrancando del piso, desgarrado por las pezuñas de presurosos corceles. Las armaduras brillan ocres y opacas con los últimos rayos de sol de la tarde. Luz apenas suficiente para ver el camino, los caballeros armados se detuvieron un momento para volver a afianzar sus monturas y darles de beber un poco a las bestias.
- ¡Descansen sólo un momento!- dijo uno de ellos, el que parecía ser el líder- Nos llevan un día de ventaja, pero van en un carruaje, viajan lento. Podemos alcanzarlas a la media noche. ¡Debemos alcanzarlas a la media noche o nuestras cabezas terminaran en una lanza!
* * *
Nadya giraba veloz y elegantemente entre lienzos multicolores y pétalos de flores, su risa llenaba los sentidos de Yulia quien corría e intentaba bailar junto a ella en medio de una fiesta que casi parecía para ellas.
- ¡Vamos! – le gritaba Nadya -¿acaso has perdido toda tu gracia?... tu eras más ágil..
Se sujetaron se las manos junto con todo el circulo, los muchachos ya se habían intercalado entre las chicas, cada uno buscando una par otros sólo buscando seguir la diversión. Nadia pudo filtrarse entre las manos de Nadya y Yulia, sus dedos entrelazados parecían una cadena irrompible.
La cadena cedió en otro punto, en varios, hileras de muchachos salieron corriendo en diversas direcciones tropezado y cayendo entre risas. Yulia perdió el equilibrio y fue a dar de bruces al suelo cubierto de paja arrastrando consigo a Nadya. La pelirroja no puso resistencia al caer sobre la morena. Sus rostros se encontraron riendo alegremente en el suelo, jadeantes y exhaustas.
Los ojos de Yulia eran un cielo despejado en el cual como un ave Nadya le encantaba volar, cuando se dio cuenta sus labios se habían fundido. Apenas se percataron del silencio que las rodeo.
Nadya sólo atino a abrazarse con fuerza y ocultar su rostro en el cuello de Yulia cuando sintió el gélido silencio que había caído sobre la fiesta. Yulia la oprimió contra su pecho y acaricio sus cabellos revueltos con los pétalos de flores.
- … esta bien… -le susurró- … esta bien… No podemos escondernos siempre.
Yulia se puso de pie, con el rostro bien en alto. El silencio se rompía lentamente con murmullos de las voces de los que se encontraban mas lejos, los muchachos que también habían caído ya se levantaban y volvían los que habían corrido lejos. Los ojos celestes de la chica miraron a todos al rostro, a todos lo que se atrevieron a sostenerle la mirada mientras ayuda a Nadya a ponerse de pie. La música nuevamente iniciaba, poco a poco mientras los músicos salían de una especie de trance o murmuraban entre ellos. Yulia volvió a abrazar a Nadya.
- … sólo sigue bailando, ¿si?... no dejes que nadie te asuste, no tengas miedo, sólo sigue bailando.
Nadya tomo su rostro entre sus manos y le dio un fugas beso en los labios que fue orquestado por un murmullo que se escucho como una ráfaga de viento en una hojarasca.
- No tengo miedo, no contigo a mi lado.
Y siguieron bailando…
* * *
Todos en el interior de la posada contuvieron el aliento cuando por la puerta entraron veinte caballeros con sus armaduras puestas, los yelmos cubriendo sus rostros y las espadas en mano, caminaban presurosos con pasos firmes, ordenados y seguros. Rápidamente identificaron al patrón de la posada y casi en vilo lo llevaron a la cocina para ser interrogado, otros con velocidad subieron a las habitaciones y una a una fueron revisadas.
Tan rápido como llegaron se fueron, todos recobraron el aliento cuando los corceles se alejaron con su estruendo como una tromba.
- Si no se quedaron en la posada, entonces estarán en el bosque, estamos cerca, casi puedo olerlas – dijo el líder a la cabeza de la formación militar.
* * *
Ella era una muchacha muy hermosa, morena y de ojos verdes e intensos, no eran como los ojos de Nadya que semejaban una serenidad oceánica, eran más encendidos como el fuego verde de las selvas tropicales, y tenía una cabellera negra que se ondulaba a todo lo largo de su espalda. El era un muchacho bien parecido, muy delgado pero de hombros poderosos, mirada firme y gesto resuelto. O tal vez era la magia del momento lo que los hacia ver a ambos hermosos. Nadya no podía refrenar sus lágrimas. En medio de ellos y culminando sus oraciones, advertencias y recomendaciones, el patriarca de la tribu gitana, el padre de Carlo, tomó las manos de ambos y ceremonialmente con un pequeño cuchillo hizo un corte en sus muñecas para después unir ambas heridas y con un lienzo blanco ató las manos de la pareja. Todos aplaudieron con alegría, la ceremonia concluía.
- ¡¡Que hermoso!! – lloró Nadya. Yulia disimulo una lágrima pero también estaba muy conmovida.
- por que…? – preguntó Yulia…
- La sangre… –se adelanto en su respuesta Carlo, adivinando la pregunta- el alma de todos nosotros esta en la sangre, al mezclar sus sangres están formando un nuevo linaje una nueva familia, ahora ya no pertenecen a sus padres ahora se pertenecen el uno al otro, se han compartido el alma.
- ¡Que bonito! – suspiró Nadya.
- ¡¡Hey!!... –exclamó Yulia. Carlo rió con una carcajada.
- No sólo en las bodas se comparte la sangre –explico- también la compartimos entre los “hombres”.
- ¿Qué se traen ustedes? – preguntó Nadya, mirando divertida el gesto de Yulia.
- ¿No te lo ha contado? –Siguió riendo Carlo – Yulia y yo compartimos nuestra sangre cuando éramos niños.
- ¿¡Cómo fue eso!? – exclamó Nadya, la sonrisa se había borrado de su rostro, las mejillas de Yulia estaban encendidas. Carlo reía más fuerte.
- Fue una hermandad –explicó- cuando dos “hombres” comparten su sangre están haciendo un juramente de hermandad, al compartir tu sangre con alguien lo reconoces como tu igual, lo haces de tu familia, se convierte en tu hermano… comparten el alma de una forma distinta, ¿verdad hermana?
- Si, así recuerdo que era… ¡pero no me habías contado que también podía ser una boda!.
- ¿¡y quien querría casarse contigo!? –Carlo no paraba de reír.
Nadya lo miro fijamente a los ojos, la sonrisa de Carlo se borro al instante. Tomó la mano de Carlo y la de Yulia y casi los arrastro fuera del círculo de la fiesta, fuera de la luz de la hoguera y las antorchas, fuera del diminuto pueblo improvisado. Los llevo hasta un pequeño claro donde sólo la luna era majestad en el cielo.
- ¿De verdad Yulia es como tu hermana?
- ¡Lo juro! – dijo con solemnidad el gitano.
- Entonces, príncipe de los gitanos, has algo por tu hermana que sólo el cariño desinteresado de un hermano puede hacer.
Nadya extrajo de algún lugar de su vestido una pequeña daga ricamente adornada con esmeraldas y diamantes, una letal joya que valía una pequeña fortuna. La puso en la mano de Carlo.
- Yulia y yo somos una… nuestros corazones son uno… has de nuestras almas una sola.
Carlo la miró perplejo, volteó a ver a Yulia, la vio como su mirada estaba fija en el rostro de Nadya, sentimientos indefinibles estaban dibujados en esos ojos de cielo despejado. Después de un instante que pareció eterno, Yulia pareció despertar de ese hechizo y miro a Carlo directo a los ojos, se descubrió la muñeca y se la ofreció al joven gitano con una sonrisa en los labios, la misma sonrisa de Nadya quien también ofrecía la suya.
Carlo vio un instante ambas muñecas, en la de Yulia apenas se distinguía la cicatriz de hacia muchos años. Contemplo la daga como consultándola, el acero brillaba majestuoso bañado por el plata de la luna, observo los diamantes azules como los ojos de Yulia, las esmeraldas como los ojos de Nadya. Sonrió, toda duda, todo temor a la blasfemia y al pecado se esfumaron de su corazón. Tomo ambas muñecas e inicio las oraciones que su padre le ha enseñado.
* * *
Con una agilidad que no correspondía a un hombre de su corpulencia, un hombre bajo de la copa de un árbol, la luna generosa iluminaba las ramas con suficiente resplandor para guiarle. De un último salto llegó al suelo donde lo esperaban.
- El camino del este, no hay duda, pude ver la luz de una hoguera. Acamparon en el valle como esperábamos.
– informó mientras volvía a ponerse su armadura ayudado por sus compañeros.
- ¿A que distancia? –preguntó el líder.
- Un par de horas a los mucho, pero el camino esta muy oscuro, necesitaremos las lámparas.
- Cuando estemos lo bastante cerca las apagaremos, hay que sorprenderlas, Nadya Vladis debe ser llevada con vida, no podemos permitir que se suicide o escape. Nuestras cabezas van de por medio.
- ¿Es necesario que vayamos todos?, sólo son dos muchachas ¿Qué problema pueden causar?.
- El destino de nuestro reino, de nuestro país depende de que arrestemos a la hija del traidor.
Volvieron a montar en sus caballos y presurosos siguieron adelante.
* * *
Bailaron, comieron y bebieron hasta la saciedad, hasta que la luna se oculto entre nubarrones y una suave llovizna puso fin a la fiesta. Nadya y Yulia encontraron refugio de la lluvia en el interior de la carpa que los gitanos habían preparado para ellas.
Nadya se deshizo de los últimos pétalos que adornaban sus cabellos mientras Yulia daba cuenta de una botella de vino que había sido su fiel compañera toda la velada. Se acerco a la pelirroja y la tomo con delicadeza del brazo atrayéndola hacia si. Con infinita ternura retiro el lienzo que cubría la herida en la muñeca. Había sido un corte limpio, apenas un arañazo, ya había cerrado y sanaría sin problemas.
- Así será siempre –dijo Nadya- nos volveremos a casar en cada lugar donde lleguemos, en cada cultura que conozcamos, con cada nueva costumbre, con cada nueva religión, no casaremos una y otra vez hasta que algún día el cielo comprenda que lo nuestro no puede ser prohibido, que nuestro amor no es un pecado…
- …Pecado… -murmuró Yulia-… Si lo nuestro es un pecado, Nadya Elena Vladis… ven a mi, abrázame tan fuerte que no pueda soltarme de ti ni en el infierno.
Los brazos de la pelirroja rodearon la espalda de la morena, sus manos jugaron sobre esa espalda, los labios de Yulia apenas rozaron los de Nadya, después se deslizaron lentamente por la columna de mármol de su cuello, embriagándose con el perfume de flores silvestres que emanaba de su cuerpo. Las manos de Nadya ya se colaban bajo las prendas con urgencia de fundirse con esa piel morena.
- …No… no… -dijo entre jadeos Nadya, su corazón latía con el ímpetu de un corcel desbocado-.. no es un pecado… ¡no puede ser un pecado!...
Casi al mismo tiempo las prendas de ambas cayeron al suelo, sus manos se entrelazaron con las curvas de la otra, sus labios, sus dientes, sus manos exploraban con desenfreno los secretos y la intimidad de cada una. Yulia y Nadya se dejaron llevar una y otra vez por el clímax de la pasión desatada.
-…No… no puede ser un pecado… -suspiro Yulia mientras contemplaba a Nadya perderse en el éxtasis de sus caricias- ¿Cómo puede ser un pecado amar a un ángel?
Afuera sólo se escuchaba el tintineo de la lluvia sobre la carpa.
* * *
La lluvia también tintineaba sobre las hojas desnudas de las espadas de hierro blandiéndose en la oscuridad, pero sólo eso se escuchaba, los pasos sigilosos y bien entrenados de la guardia personal de Tiver Smolensk. Veinte caballeros rodearon la carpa sostenida por la carreta, el líder espero hasta que todos estuvieron en su sitió y levantó su espada calculando el lugar donde dar el golpe. Con un solo tajo la lona se partió en dos.
Gritos de guerra se fundieron con el canto de los truenos.
Desesperanza…
-… tú que eres la vida ¡sálvala!...
Yulia tuvo que apoyarse sobre el altar, se sintió abrumada por el peso de su impotencia. Ella que tal vez existiría para siempre no podía obsequiar un instante más de vida a nadie. Ella sólo podía obsequiar el silencio absoluto, la oscuridad absoluta. Ella sólo podía obsequiar la muerte.
Levantó el rostro hacia la imagen del cristo tallada en madera, mover la cabeza fue un esfuerzo terrible, así como los tres pasos que la alejaron del altar. Sus piernas parecían tan pesadas como si lastres de plomo estuvieran atados a sus tobillos. Giro en redondo mientras sus oídos escuchaban presurosos pasos en el exterior de la basílica.
Como una respuesta a su plegaria vio los restos de los cristales hechos añicos de los grandes vitrales encenderse como si fueran llamas multicolores adheridas a los marcos de los ventanales. Columnas de luz dorada comenzaron a entran por esos huecos que se abrían a la noche como ojos incrédulos de lagrimas multicolores.
Yulia se acercó a Elena, quien permanecía inconsciente sobre el altar, cada paso era un esfuerzo titánico, terrible. El latido errático en su pecho empezaba a detenerse mientras de la cabellera de Elena comenzaba a brotar un resplandor rojizo que enmarco su rostro como un aura de santidad. Los ojos de Yulia comenzaron a arder cegados por ese resplandor. La hija de la luna tuvo que retroceder por que una columna de luz dorada y quemante empezó a incidir desde un ventanal roto sobre Elena.
Aquello no era un milagro, no era ninguna divinidad haciendo acto de presencia, la única respuesta a la plegaria de Yulia era el inicio del amanecer.
Las puertas de la Basílica se abrieron con brutalidad, saltando de sus goznes, un grupo de hombres penetro por ellas y avanzaron por el pasillo central, la luz era demasiado pobre para sus ojos todavía por lo que llevaban lámparas atadas a los cañones de sus armas.
Pero los ojos de Yulia aún heridos por la pobre brillantes de un sol aun oculto tras las montañas, penetraron las sombras y la distancia… se abrieron grandemente penetrando también las brechas del tiempo.
Iván Shapovalov avanzaba al frente de sus hombres, tenia el rostro herido y sangrante, pero su gesto altivo no había perdido un ápice de arrogancia.
Yulia miró ese rostro como sólo ella podía ver, con esos ojos que penetraban las tinieblas con su fuego azul del infierno. Ojos para los que las sombras no guardan secretos. Esos ojos reconocieron ese rostro.
Sus facciones eran diferentes, pero era el mismo gesto, sus ojos eran distintos, pero la misma mirada, su cuerpo era otro, pero era su mismo andar. La vieja maldad que nunca muere, que nunca se extingue del todo, que regresa generación tras generación como una plaga. Los labios de Yulia temblaron por el esfuerzo de murmurar su nombre.
- Tiver Smolensk
Continúa…
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo XV .. Desesperanza…
Primera traición… hace seis siglos.
La lluvia tintineaba sobre las hojas desnudas de las espadas de hierro blandiéndose en la oscuridad, sigilosos pasos rodearon la carpa sostenida por la carreta, y como un solo hombre veinte caballeros atacaron, la carpa se hizo jirones bajo el corte de los aceros, gritos de guerra se fundieron con el canto de los truenos.
En unos instantes todo había terminado. Junto a los restos de una hoguera extinguida los caballeros postraron de rodillas a tres mujeres y un muchacho.
* * *
Tiver disfrutaba de los primeros rayos del sol que se filtraban por los ventanales del Castillo Volkov, la radiante luz iluminaba los frescos frutos de sus nuevos huertos, un excelente vino acompañaba los jugosos cortes de carne de sus nuevo ganado, la riqueza de los Volkov estaba a su disposición y pronto sería legalmente suya junto con la fortuna de los Vladis, sería el hombre más poderoso de Europa, sólo tenia que asegurar la legitimidad de sus nuevas propiedades, su tío no sería problema, era ya un hombre anciano y su herencia estaba asegurada. Uniría su ejercito a los Turcos y emprendería una guerra contra el mismo papa y la cristiandad… tenia planes, muchos planes para el futuro, tan sólo necesitaba un hijo.
Escucho los pasos presurosos del mozo que cuidaba las palomas mensajeras, seguramente venía con el mensaje esperado. Las traidoras habrían sido capturadas. Degusto un buen trago de vino adelantándose a la noticia.
El capitán de la guardia entro en el comedor llevando en su mano una diminuta pieza de papel. En la puerta se veía al mozo con rostro expectante. Los mensajes eran secretos para él, como la mayoría no sabia leer.
Tiver examinó el papel, no sabía leer tampoco, pero reconocía los caracteres que deseaba encontrar… no los hubo, no necesitó leer el papel para saber que sus hombres habían fallado.
La ira de Tiver retumbo en todo el castillo.
* * *
Nadya se sentía extraña enfundada en unos pantalones de montar, le parecían feos, incómodos, no entendía como Yulia podía usarlos con tanto gusto. Fue hasta que experimento la libertad que le daba que lo comprendió. Sus piernas abrazaron la montura del caballo con más seguridad, se sentía como un centauro, con un poco de practica se sentiría tan ágil como Yulia.
La doncella de hierro cabalgaba a su lado charlando vivamente con Carlo, el joven príncipe de los gitanos que también era su hermano de sangre. La pelirroja rió divertida con las aventuras infantiles de Yulia.
- Aquí es donde nos separamos –dijo Yulia al llegar al llegar a un entronque.
- ¿Estas segura?, ¿Por qué no vienen con nosotros?, hay tantos pueblos que visitar, tantos lugares que les puedo mostrar… -dijo Carlo.
- Gracias, pero no. Nuestro camino es incierto y peligroso, ya hiciste bastante querido hermano –le respondió Yulia con una gran sinceridad en su voz.
- Es por eso que me gustaría que siguieran con nosotros. Tenerte cerca para echarte una mano si hace falta.
- No te preocupes, volveremos a encontrarnos, lo sé. Pero Nadya y yo debemos encontrar nuestro destino y debemos hacerlo solas.
Carlo asintió, cuando algo se metía en la cabeza de Yulia… se acerco a Nadya y besó su mano.
- Hermosa princesa… esposa de otra princesa, es usted una maravilla en el mundo, en verdad que no existe criatura en el mundo que no pierda el corazón en sus ojos. ¡Cuide de mi hermana!, es loca y obstinada, necia como una mula, pero es la persona más noble que jamás he conocido. Ha sido un honor tenerla entre nosotros, compartir una luna y un amanecer.
Nadya rió sonrojada.
- El honor fue todo mío, príncipe de los gitanos, hermano de mi amada.
- ¡Hey! Ya son demasiados halagos, a mi no me engañas “príncipe”, nunca dejaras de ser un pequeño ladrón. –replicó Yulia entre risas. Después estrecho con fuerza la mano de este, devolviendo todo el afecto que él sentía por ella, rió al recordar como de niños ambos se habían probado su valor y amistad hiriéndose torpemente con una navaja y compartiendo su sangre… compartiendo sus almas.
-… esto nos unirá por siempre –le prometió él-… tu sangre en mi sangre, tu alma en mi alma así hasta el final de mis días y mas allá por que quienes hereden mi sangre, también heredaran tu alma.
- Adiós, Carlo Palmieri. Nunca olvides tu promesa que yo nunca olvidare la mía.
Los gitanos tomaron un camino y las chicas otro, la suerte estaba echada.
* * *
A media mañana el Obispo Kaunas se había reunido con Tiver en el castillo. Como los buitres que olfatean la carroña, Kaunas había olfateado la ira de Tiver.
-… las personas que dejaron el castillo la madrugada de ayer con rumbo a Rusia no eran las señoritas Nadya y Yulia… fueron el hermano, la esposa y los dos hijos de Katin, el sirviente de Yulia. Debimos suponer que la Volkova no dejaría un rastro tan fácil de seguir. –dijo Kaunas después de leer el papel que había llegado con la paloma mensajera.
- ¡Por todos los cielos… ¿hacia donde pudieron escapar?! –gritó Tiver luchando por contener su ira y su ansiedad.- Para cuando regresen mis soldados con los Katin será muy tarde para interrogarlos. ¡Piense! ¿Cuál de todos los caminos pudieron seguir?.
Kaunas disfrutaba enormemente la ira de Tiver, se regodeaba con ella, perder la posesión del castillo le había dolido. Sin embargo la balanza del poder que ostentaba en Lituania dependía de ese hombre. Los rumores de un nuevo obispo para Lituania eran ya de dominio público en el clero, un nuevo obispo más cercano al papa y nada amistoso con el Ducado. Su permanencia en el poder requería del éxito de ese hombre.
- Hay alguien que sabe la ruta por donde escaparon… -dijo al fin el obispo.
- ¿Cómo?... pero ¿Por qué no me lo había dicho?...
- Secreto de confesión, no puedo divulgarlo yo, pero usted si puede convencer a quien lo sabe para que vulva a decirlo.
- ¡¡Con un demonio!!... ¡haga venir a esa persona!, el tiempo apremia.
Kaunas asintió y con una señal uno de sus sirvientes corrió al pasillo volviendo unos instantes después con una mujer. Su aspecto era humilde pero severo, caminaba con una altivez que desentonaba con el viejo y raído vestido aun que pulcramente limpio, su mirada mal disimulaba el brillo de aguda crítica en un tono de indiferencia.
- Su alteza – saludo ella con una reverencia cansadamente estudiada.
- ¿Qué tienes que decirme mujer?, se breve, el tiempo apremia… -urgió Tiver.
- Señor, temo por mi alma, esa es la razón por la que estoy aquí.
Tiver dirigió una mirada de fastidió a Kaunas, el Obispo le respondió con un gesto que le solicitaba paciencia.
- ¿Qué puedo hacer por su alma, mi señora? –dijo lacónico, Tiver, luchando por controlar sus nervios.
- ¡¡Justicia!! – Espetó la mujer- Justicia ante las infamias que han sucedido en estas paredes, justicia ante los pecados y las abominaciones que ha cometido la heredera de este castillo, justicia por la infamia con que ha manchado el nombre de tu padre…
Tiver sonrió, de pronto esa antipática mujer le pareció sumamente interesante.
- ¿De que infamias esta hablando? – preguntó curioso.
- No me atrevo a recordar todo lo que he visto… cosas horribles y asquerosas… - respondió la mujer haciendo un gesto de desagrado.
- Debo saber… ¿Cómo aplicar la justicia si desconozco la magnitud del pecado?
La mujer lanzo una mirada suplicante hacia Kaunas.
- Esta mujer fue ama de llaves del castillo los últimos 3 años. Vio muy de cerca de las Señoritas, vio actos inconfesables… ¿No es suficiente con eso?
- Yo juzgare que es un acto inconfesable, yo juzgare la magnitud del pecado. Debo saber.
El Obispo se removió inquieto en su lugar, después miro hacia la mujer y asintió.
- Lo que vi, mi señor… lo que todos veíamos, un conducta que no era propia de una dama. Entre ellas había algo que no era amistad, en sus ojos se miraba la lujuria cada vez que se tocaban…
-…¿lujuria?...
- Si, señor, ¡lujuria!... cada vez que se tocaban, cada vez se buscaban mas y mas como si fueran una pareja, un muchacho y una muchacha… y aun peor, se tocaban suciamente, se acariciaban cuando creían que nadie las veía….
-…¿se acariciaban? … -repitió Tiver con gesto de incredulidad y sorpresa.
- y cosas peores… mucho peores… fornicaban como si fueran marido y mujer, corrían al bosque y hacían aquelarres con los animales… ¡yo lo vi!, ¡yo lo vi todo!. Las vi bailando desnudas alrededor de una hoguera y sacrificando gallinas negras y gatos… El Diablo acudía a fornicar con ellas… ¡Yo lo vi todo!
- ¡¡Suficiente, mujer!!... ¡Basta ya! –explotó Kaunas, su frente estaba perlada de sudor.
La mujer se santiguo y guardo silencio, sus labios se movían repitiendo la letanía de una oración.
Tiver se puso de pie de un salto, tomo una jarra de vino y de un trago la hizo menguar grandemente.
- … ahora lo entiendo… -murmuro con una ira ahogada-… ¡malditas pecadoras!.. ¡Sucias pecadoras!... ¡Esa estupida mujer jugando a se un hombre!... ¡¡y jugando con la que iba a ser mi mujer!!
Con grandes zancadas corrió hacia la mujer y tomándola rudamente por los brazos la sacudió con violencia.
- ¡¡Pero tu sabes hacia donde huyeron!! ¿No es verdad?, ¡tú sabes donde están!
- Mi señor… yo sólo quiero justicia… -replico ella.
- Yo traeré la justicia a esta tierra… ¡sólo dime donde están!.
- Mi señor… quiero justicia para mí…
- ¿¡Que!?... ¡Basta de juegos mujer!
- ¡Mi señor! –suplicó Kaunas obligando a Tiver a soltar a la mujer- mi señor, esta mujer ha dicho mas de lo que querías escuchar… ahora escucha lo que ella quiere decir, que su alma va de por medio…
Tiver respiró hondo para tranquilizarse.
- Mi señor –prosiguió la mujer- … la Señora Volkova nos ha cedido las tierras que hemos trabajado toda una vida, tierras por las que hemos sudado y sangrado, ¿con que derecho una pecadora puede tomar posesión de una tierra de la que jamás se ha hecho cargo?, ¿no son acaso nuestras esas tierras por derecho?... ¡Ya hemos pagado tanto por ellas! Nosotros que las hemos trabajado de sol a sol debemos pagar por esas tierras a una sucia pecadora para que huya a tierra santa a buscar refugio bajo el manto de aquel que la debería hacer arder por sus pecados..
- ¿Tierra santa?... ¡Van hacia Roma! – Rió Tiver, pero su sonrisa se congelo prontamente- ¡Hay cien caminos posibles, hay mil veredas… hay un ejercito esperándola a mitad del camino. ¿Qué camino tomaron?, mujer, dímelo ya..
La mujer lo miro inquisitivamente, no había necesidad de más palabras.
- La deuda de las familias a las que Volkova vendió sus tierras aun es muy grande, es una deuda que tardaran años en pagar –dijo Kaunas.
- Volkova ha cometido acto de traición, sus bienes son ahora propiedad del Ducado, yo decidiré el destino de esa deuda… la decidiré cuando Volkova este en un calabozo o en una hoguera… Seré generoso con quienes me ayudan a ponerla ahí.
La mujer sonrió.
- Se fueron con los gitanos, mi señor, pero sólo la mitad del camino hacia la frontera, después tomaran otro camino…
Con un grito el capitán de la guardia fue llamado. El soldado acudió presuroso junto con varios hombres más.
- ¡Ha Roma!, ¡se fueron camino a Roma!, tomaron la ruta a Polonia y van acompañadas de la tribu de gitanos que acampo en el bosque hace unas noches… dense prisa, viajen ligero y las alcanzaran mañana al atardecer… No importa si cruzaron la frontera, no importa que suelo pisen, aún si logran llegar a Roma… ¡Están malditas a los ojos de Dios y las quiero aquí para ser juzgadas!
Esta vez cuarenta jinetes partieron al instante, el capitán de la guardia iba con ellos.
Florencia justo antes del amanecer…
El horizonte se cubría con una delgada línea púrpura que se extendía como una marea, la noche agonizaba en un tono plomizo, que llenaba las calles saturadas de locura. La policía no se daba abasto para cubrir las calles, la gente corría de un lado a otro todavía incrédulas del extraño fenómeno que había roto todos los cristales.
La mole de escombros en el centro de la ciudad parecía albergar el secreto de tan extraño suceso, un edificio antiguo que se había venido abajo en extrañas circunstancias. La policía ya había acordonado el lugar y personal de rescate removían los escombros buscando sobrevivientes. Al otro lado del cordón de seguridad, mezclada entre la multitud que a gritos clamaban nombres de amigos y parientes, Alexa contemplaba incrédula los escombros, su rostro tenia un gesto de incredulidad, sus manos temblaban violentamente.
- ¡Alexa! – Le grito a sus espaldas Fernando- Tenemos que irnos…
El gigante gitano tuvo que tomarla de un brazo y conducirla de regreso al auto. El también estaba en shock al ver lo que había sucedido con el club y podía adivinar a varios de sus amigos en el interior de las bolsas negras que las ambulancias estaban acarreaban interminablemente. Pero uno de los dos tenía que ser el fuerte y él siempre fue el más fuerte de la pandilla.
- .. No debí dejarla… no debí dejarla… -murmuraba una y otra vez.
- No hay nada que hacer, vayámonos.
Casi a empujones Fernando la introdujo en el auto, en el asiento del copiloto, Camila en el asiento de atrás miraba en todas direcciones con los ojos extraviados, tal vez pensando que todo era un sueño. El auto comenzó a moverse por la calle esquivando a la gente y manteniendo distancia de los autos policíacos. Afortunadamente había bástate confusión para que alguien reparara en ellos.
- Tengo un amigo en las afueras, podemos escondernos allá hasta saber que paso… -Fernando miró a Alexa y se preocupo verdaderamente al ver su gesto de desesperación.
- ¡Diablos!... no eres la chica que conozco, ¡espabilare! Te necesito… ya tengo suficiente con un zombi. –le dijo mientras las sacudía con un poco de rudeza. Respiro hondo, en realidad también él estaba desesperado y ansioso por dejar salir su pánico.
Alexa se incorporó sobre el asiento mirando hacia atrás.
- No, espera… tenemos que regresar, ¡tenemos que buscarla…!
- ¡Es suficiente! –bramó al fin Fernando mientras de un manotazo volvía a sentar a la gitana en su lugar- … ¡reacciona o tendré que golpearte! – amenazó levantado la mano. Hablaba en serio.
Alexa respiró hondo para aclarar sus pensamientos.
- Tengo que buscarla…-le dijo con tono mas calmado pero firme-.. Tengo que encontrarla… ella esta enferma y sólo me tiene a mí…
- ¿Ah si?... ¿y la cosita que traemos atrás?
Alexa dirigió su mirada hacia Camila, sus ojos se humedecieron y con infinita ternura acaricio su rostro, la niña sólo le devolvió una mirada recelosa pero no hizo nada. En sus ojos se notaba que su mente estaba muy lejos de su cabeza ahora.
- Ella es alguien que deje atrás… ahora Elena es mi vida…
- … y pensar que no me he casado para no tener esta clase de problema…-murmuro quedamente Fernando- Ok, ok, ¿Qué quieres hacer?... No podemos volver, si la encontramos allá va a ser bajo un montón de escombros o en una bolsa negra… así que quiero ser optimista y propongo buscarla en otro sitio. ¿Conoce a alguien o algún lugar en Florencia?
- No, ella no tiene a nadie más que a mí…
- ¡Que consuelo!, dijiste que estaba enferma ¿necesita algún medicamento o algo?
Alexa desvió su mirada a hacia la calle, había demasiada gente, mucho vandalismo, no paso mucho tiempo antes de que comenzaran los saqueos de las tiendas departamentales con sus muros de cristal hechos añicos.
- ¡Vamos!, necesito saberlo, podría ayudar- urgió del gitano.
- no se esta medicando todavía… no hemos buscado ayuda profesional todavía, quería llevarla lejos primero, llevarla a un lugar donde estuviera a salvo, donde pudiera curarse…
- Eso no me sirve… ¿Qué paso con la confianza?... ¿no es algo sexual o si?... ¿es contagioso?
- Es su alma lo que esta enferma, su corazón o su mente, como quieras llamarlo… padece alucinaciones… escucha voces…
- ¿Cómo tu abuela?
Gruesas lágrimas escaparon de sus ojos venciendo su orgullo.
-… si, como la abuela… Alguien lastimo su alma… alguien le hizo tanto daño que le lastimo la razón… creo que Elena padece esquizofrenia.
Fernando suspiró rascándose la cabeza.
- ahora lo comprendo… ¿por donde empezamos?, la verdad es que quisiera largarme cuanto antes de aquí… esto pinta a que se va a poner más feo…
Alexa se recogió cabello anudándolo, era una forma de darse una pausa, de distraer un instante su mente para ver si algún pensamiento lucido podía ser atrapado en sus despistes. Levanto el rostro hacia el cielo plomizo de la noche agónica, entonces un destello dorado ilumino su rostro, era como una respuesta a un milagro implorado desde lo mas intimo de su corazón…
-… quiero escuchar misa… - pareció escuchar nuevamente esa dulce voz…
* * *
Había por lo menos 24 pantallas de televisión fijadas al muro, era una habitación circular, sin ángulos, los muros estaban pintados en tonos marrones y rojizos, el color cobre y madera combinaban en armonía, en medio de la habitación estaba un enorme escritorio también de forma circular en cuyo centro estaba el sillón ejecutivo del señor de este recinto de armonías ocres. Hasta los sillones pregonaban los mismos tonos y la adversidad a los ángulos rectos. Las pantallas de televisión dominaban el centro de visión de esa oficina carente de ventanas, esas pantallas podían mostrar cualquier paisaje del basto reino del imperio ruso, eran una ventana electrónica ahí donde un solo rayo de sol podía filtrarse. Pero ahora esos televisores mostraban cada uno sucesos del mundo, todo cuanto sucedía en el globo terrestre y pudiera ser monitoreado al momento aparecía en esos televisores.
Peter Kürten admiraba esta ventana de información como había sido bautizada, los trágicos eventos que se desarrollaban en Paris Francia estaban siendo seguidos minuto a minuto por cadenas noticiosas en todo el mundo, una nueva noticia empezaba a ganar terreno geográfico sobre el muro, los extraños sucesos acontecidos en Florencia, una enigmática explosión que demolió un viejo edificio en los bordes del centro de Florencia y su estruendo que aniquilo todos los cristales del centro de la ciudad arruinando vitrales con siglos de historia.
El resto de las pantallas mostraban el pandemonium que lentamente empezaba a reinar en el resto del mundo, como si estos sucesos fueran un detonante los atentados terroristas en cada país asolado por crisis internas empezaban a agudizarse, la ineficacia de las fuerzas del orden en todo el mundo esta siendo evidenciada.
- Lo saben –dijo Kürten con su voz áspera y ajada por la edad lo saben, la subasta ha comenzado y todos esos grupillos, esas pequeñas guerrillas están en pugna por conseguir la bomba… y quien no consiga la bomba esta desesperado por conseguir más de tus armas… ¿entonces?
-… Guerra… - suspiro el hombre que se encontraba tras el escritorio sumergido en un mar de papeles.
- ¿Para que construyeron tantas armas?, mataron a su pueblo de hambre por tener esas armas, destruyeron su sistema económico por crear esas armas… arruinaron la fe de su pueblo por tener ese poder que ahora se corrompe en oxido en un sin fin de almacenes. Todo lo hicieron por llegar este momento, a este instante único en la historia, el momento en el que quien posea las armas poseerá el poder y control sobre la balanza del mundo.
- Fue por ustedes… -respondió el hombre – comenzó por ustedes, los nazis, nosotros lo vimos suceder, vimos como empezaron a migrar hacia las fronteras de quienes fueron sus enemigos y convertirlos en aliados… cuando ustedes volvieran a levantarse en armas nosotros estaríamos listos… vimos como poco a poco engatusaban a los americanos con sus doctrinas racistas, como poco a poco sus títeres empezaron a escalar puestos cada vez más altos en ese gobierno, América era la nueva republica nazi y no nos íbamos a quedar cruzados de brazos esperando que volviera a suceder.
- Y mientras eso sucedía en América ¿no se dieron cuenta que también estábamos filtrándonos en su gobierno, que también poco a poco empezábamos a ganar lugares en sus asientos políticos? ¡Claro que si!, ustedes se dieron cuenta que la raza aria no éramos exclusivamente germanos, todo hombre nórdico, el hombre blanco es ario y la Unión Soviética era aria, Rusia es aria… sabían que tarde o temprano su gente adoptaría nuestras doctrinas… Pero no les importo mientras les dábamos la tecnología que llevo a la cabeza de la carrera espacial y la ventaja en la carrera armamentista…
No hay rencores por haber sido nuestros enemigos cuando debieron ser nuestros aliados, ya no, abracémonos como hermanos… yo, el neo-nazi te ayudare ha rescatar tu pueblo de la miseria, yo te ayudare a reconstruir el antiguo imperio Ruso ¡más basto y mas poderoso de lo que fue la Unión Soviética! Yo te ayudare a traer de regreso la gloria de la época de los zares… yo te ayudare a convertir a Moscú en la nueva capital del IV REICH…
- El poder te ha enloquecido… has reinado el bajo mundo del terrorismo durante demasiado tiempo, el mundo ha cambiado, la sociedad ha cambiado… tu oferta, por tentadora que sea no puede ser tomada por una sola persona, ni siquiera por mi… mi gobierno depende del Politburó, mi gobierno es una democracia…
- Su gobierno, Sr. Presidente, es una ilusión, la democracia no existe, la voz del pueblo no nace del pueblo… siempre nace de un líder, siempre es una sola persona quien mueve a las masas, al mundo, así fue en la época de mi Fhürer Adolfo Hitler, en la época de Genjis Kan, en la época de Alejandro Magno… en mi época… al final no importa el Politburó, como no importa el Parlamento, o la cámara de los Lores o el senado… al final como en mi caso, todo el poder siempre esta en una persona. ¿Es usted esa persona? ¿o es alguien más en el Politburó?
- Cuida tus palabras Kürten, cuida las promesas que no puedes cumplir… estas en mi oficina, en mi palacio, en mi ciudad, en mi país… y hoy por hoy YO gobierno este país y tienes razón, al final la última voz que escucharas será la mía.
Kürten sonrió afablemente.
- Sr. Presidente… tengo más de 90 años, ¿cree usted que espero ver mis planes cumplidos?, ¿cree usted que viviré lo suficiente para llevar acabo todas las tareas que aun faltan por hacer. Si tengo suerte viviré lo suficiente para llegar a mi hotel sin morir de un resfriado con su paradisíaco clima. No señor, mi muerte en estos momentos ya no significa nada, pero mis planes continuaran, los actos que he cometido sus efectos tendrán… mi poder se extiende más allá de mi muerte, toda amenaza en mi contra es vana
- Habla demasiado considerando el hecho de que perdió un arma nuclear –rió el Presidente de Rusia.
- No he perdido nada… sé exactamente donde esta mi bomba, se exactamente a donde se dirige en este momento. Sólo parece estar perdida por que así me conviene por ahora, extraviada esta mas segura que nunca y se esta promocionando como jamás imagine en el mercado negro. ¿No es asombrosa la tecnología?, con un circuito no mas sofisticado que un teléfono móvil puedo rastrear donde esta mi auto y lo que es mejor… puedo detonarlo en el momento en que realmente más me convenga, aun si nadie ha pagado el precio… Paris sitiado por un nuevo brote de la peste, Florencia arruinada por una guerrilla ¿Qué pasaría si una bomba atómica fuera detonada en… digamos Roma… mas especifico aún… ¿se imagina la crisis internacional que se desataría si esa bomba estalla… ¡en el Vaticano!
- ¡Madre de Dios!…
-…ja, ja, ja… ¡No!... ¡Madre de todas la guerras!.. Desempolva tus submarinos, desentierra tus misiles, prepárate para vender hasta los clavos oxidados de tus almacenes… viene la guerra, la madre de todas las guerras… El cuarto Reich esta por comenzar.
Las amantes perdidas…
Del fuego sólo quedaban algunas brazas, apenas una luminosidad rojiza pero calida, la noche era fresca, no fría como Yulia temió. Elena despertó sin saber donde estaba, sin embargo todo el era familiar, conocido. En el aire se respiraba una calma que la inquietaba, había algo ahí que no le gustaba. A su lado Yulia dormía profundamente, Elena no se atrevió a moverse por temor a despertarla, su rostro estaba frente a ella… lucia tan hermosa… tan viva.
Aun en la penumbra podía distinguir la increíble diferencia de ese rostro, no era pálido y frió, su cabello era de un tono más claro, se notaba que alguna vez fue rubio y que las inclemencias del clima y la herencia de su padre lo había tornado en oscuro… ¿su padre? Elena podía recordar a un hombre enorme, de proporciones hercúleas, gesto severo y corazón noble, también podía recordar un muchacho, más alto que ese hombre, un rostro fresco de mirada triste, un muchacho que hubiera preferido empuñar una pluma en vez de una espada…
Ella tenía familia, Yulia, su enigmático ángel alguna vez tuvo una familia… alguna vez este ángel fue una chica como ella… Elena extendió su mano lentamente, con miedo a tocarla, con miedo a que se desvaneciera pues seguramente era un sueño… Su mano tembló a escasos milímetros de ella, no debía tocarla, una voz dentro de ella le suplicaba que no la tocara…
Los ojos de Yulia se abrieron… el azul de su mirada era un cielo despejado, claro y limpio… calido y lleno de emociones, sus ojos no brillaban con ese fuego infernal que delataba su naturaleza sobrenatural… eran los ojos de una chica, unos ojos cargados de todo el amor del mundo, un amor tan profundo que casi le arranca una lagrima pues Yulia la miraba a ella.
La mano de Yulia cruzo el vacío que las separaba, esa mano no tembló cuando estaba por rozar su mejilla… Elena se estremeció, su corazón palpitó con furia, con miedo, no debía tocarla, no debía dejarse tocar… Pero ella era tan hermosa, sus labios tan dulces, ¿Cómo negarse ante la caricia de un ángel?
Yulia acaricio su rostro, la atrajo hacía si tan suavemente que Elena no pudo resistirse y sus labios se fundieron.
Entonces Elena lo supo, en su contacto, en su caricia, en su beso… fue como si una barrera se hubiera roto, como si una enorme caja hubiera caído de muy alto y al tocar el suelo se hubiera roto en mil pedazos liberando todo lo que contenía, todos los recuerdos que sólo fragmento a fragmento parecían venir de vez en cuando.
…. Elena lo supo todo….
Yulia se desvaneció junto con la noche, la hoguera, el bosque y la luna… todo se volvió gris y frió. El mundo había cambiado, se había transformado, ahora parecía estar de pie en medio de un lago, sobre las aguas. El suelo era una cristalina y ondeante cubierta que reflejaba el cielo nocturno y algo más.
Elena cayó de rodillas al ver el reflejo que devolvían las aguas, ahora lo sabía todo, sabía el nombre de Yulia, sabía quien había sido y sabía lo que iba a suceder… sus puños golpearon la superficie del lago sin lograr romperla, sin lograr hacerse escuchar… También sabía al fin de quien era la voz que desde niña le susurraba en sueños, la voz que la acompañaba en sus momentos más negros, sabía de quien era el rostro que le devolvía el espejo y que no era suyo… Ella estaba ahí… ella estuvo ahí… En el reflejo del lago podía verlas, Nadya Elena recostada junto a Yulia, a mitad del bosque, con una hoguera que se extinguía como sus sueños, habían venido de muy lejos, habían corrido mucho, se detuvieron cuando se sintieron a salvo. Había sido decisión de Yulia cuando vio las delicadas manos de Nadya sangrar por las tiendas del caballo, a lo que no estaba acostumbrada, cuando vio sus piernas temblar por la montura y casi desfallecer, había sido su culpa, su debilidad, sus costumbres delicadas de princesa de la corte. Si hubiera sido más fuerte hubieran podido continuar, hubieran llegado más lejos, tal vez hubieran llegado a un lugar donde si hubieran estado a salvo….
Demasiados “hubieran”… si Yulia no hubiera estado tan cansada, si hubieran estado más alertas… ¿realmente habría habido alguna diferencia?
Elena gritó con todas sus fuerzas cuando ellos salieron de entre los matorrales, espadas en mano las rodearon y una hoja de acero cayó entre ellas separándolas. Golpeó con furia una y otra vez la superficie de cristal líquido mientras veía como Yulia y Nadya trataron de defenderse, trataron de luchar. Yulia tomaba su mano con férrea determinación, tratando de encontrar una brecha, un espació entre los hombres que traban de doblegarla, Yulia, hija de un guerrero, hermana de un guerrero, la doncella de hierro… tal vez lo hubiera logrado, tal vez hubiera encontrado ese espacio para escabullirse, esa brecha para escapar… si hubiera estado sola… pero su mano, su mano se aferraba a la suya como una cadena de acero que nadie lograba romper. Nadya tampoco fue una presa fácil, el acero y oro de la joya con que las habían desposado ya estaba tinta con la sangre de más de uno… Una hoja de hierro golpeo el rostro de Yulia y al fin lograron derribarla, pero su mano no soltó la suya, la hoja de hierro volvió a levantarse… Yulia estaba de rodillas, luchando por ponerse de pie, luchando por no caer en la inconciencia… el hierro iba a separar con brutalidad lo que la fuerza de cuarenta hombres no había podido.
- ¡¡¡ Cállate!!! - grito una voz más fuerte que la de Elena.
- ¡¡¡ Cállate!!! – se repitió el grito resonando en un eco imposible.
Elena la vio entonces… a ella, la doncella cuyo rostro la miraba a través de las aguas del lago cuando era niña, la doncella que la abrigó dulcemente cuando en aquel remoto día cayó a las aguas del lago y… murió…
Ahora Elena lo recordaba todo, ese accidente en su infancia, ese momento en que se hundió en las frías aguas del lago frente al castillo Volkov, ella había muerto, por un instante su cuerpo de niña se había hundido inerte y sin remedio hacía la oscuridad sin limite del fondo del lago, pero había “algo” en las aguas, algo en el lago, una pasión que se negaba a morir, un fantasma atrapado en el tiempo, en la noche, un ángel que había acudido con desesperación en auxilio de la niña que se perdía en las tiniebla y la había salvado.
Sus almas se habían fundido en ese instante, ¿o acaso no existía ese vinculo desde siempre?, ¿acaso no era ella la única que podía ver ese rostro triste llorando bajo las aguas?, ¿no fue esa la causa de su accidente?... Ella podía verla, podía ver esa triste doncella que los ojos de su padre, ni los de sus hermanos podían distinguir… ¿fue por eso que ella pudo entrar en su cuerpo para sacarla de las aguas y traerla de regreso de las tinieblas?... y ella era Nadya.
- ¡¡¡Cállate!!! – lloraba ahora Nadya, postrada de rodillas sobre las aguas de ese lago imposible, al otro lado del reflejo, en otro tiempo, en otro lugar, Nadya hacia una promesa a cambio de una vida… a cambio de la vida de Yulia…
- Mi vida por la de ella –dijo Nadya- Es a mí a quien buscan, es a mí a quien quieren… No le hagan más daño he iré en paz a donde me lleven.
-…. Cállate… -seguía llorando Nadya, de rodillas sobre el lago, sus manos arañaban sin más voluntad esa superficie-…. Cállate…. Debiste callarte, debiste ser más fuerte… debiste dejarla morir…
Levantó su rostro hacía Elena, la pelirroja de los rizos de fuego se congelo al ver su propio rostro, distinto, diferentes facciones, diferentes gestos… pero era su rostro, era ella misma, al fin, lo que ningún espejo había logrado; Al fin estaba viendo su propia imagen.
-… debí dejarla morir… No lo sabía, no sabía todo lo que vendría… no sabía todo lo que le harían… en lo que se convertiría… mi Yulia… mi amada Yulia… debí dejarla morir esa noche.
Elena alcanzó a escuchar esa voz ahora viniendo del otro lado del reflejo, esa vieja promesa que se cumpliría de una forma tan horrible.
- ¡Sobrevive, Yulia!, ¡sobrevive!...
Elena se cubrió los ojos tratando de no ver lo que seguía, pero todo aquello era ya una historia escrita, todos esos horrores ya habían sido vividos…
- ¿Por qué? – Preguntó Elena mientras las imágenes en el reflejo narraban una historia fuera del tiempo-… ¿¡Por que!? - clamó con más fuerza la pelirroja horrorizada ante las atrocidades cometidas contra ellas… contra su ángel… vio la barra con que rompieron sus huesos, vio el nauseabundo agujero que se convirtió en su prisión, la vio convertirse en una piltrafa inferior a un animal que se arrastraba por ese agujero cargada de cadenas y sin más esperanza ni fe que la llegada de la luna… su corazón indomable que latía con férrea voluntad tan sólo por el eco de una voz “- ¡Sobrevive, Yulia!, ¡sobrevive!...”
- Aquí estoy… sigo aquí… siempre estaré aquí para ti…. Siempre…. –murmuraba noche a noche la piltrafa que habitaba el agujero más profundo de las mazmorras de su propio castillo.
-… ¿Por qué tengo que ver todo esto?... – preguntó llorando Elena. Nadya se había quedado sin lagrimas, postrada de rodillas su rostro era la mascara de la soledad más infinita…
- Nunca más volvimos a estar juntas… nunca más volvimos a tocarnos… hasta que llegaste tu…
Elena sintió entonces el peso que pendía de su cuello, en la imagen del lago podía ver a Nadya encadenada a un muro, una cadena fijada a su cuello que apenas le permitía respirar, ella también contemplaba la luna, ese era su único momento de paz, su único momento de amor… Cuando la luna le traía y llevaba los versos de amor de Yulia…. Su vientre abultado, sangrante…
Las aguas del algo se tiñeron de rojo, intenso y oscuro, las imágenes que reflejaba ya eran opacas y oscuras, pero aun así la historia continuaba. Había sangre por todos lados… la sangre que brotaba del vientre de Nadya… Elena sintió su propia sangre brotar de su vientre, de su herida abierta y el dolor la acometió de forma atroz, doblándola, haciéndola caer encogida sobre si misma mientras el dolor en su vientre la traspasaba.
Había una cadena atada a su cuello, esa cadena estaba también atada al cuello de Nadya, esa era la cadena que las unía, que las hacia una… Nadya se postró sobre la superficie roja cristalina del lago y empezó a llorar amargamente.
Elena vio la ultima imagen que devolvían las rojas aguas que empezaban a tornarse negras, más negras que la noche…
Había miles de antorchas, espadas y lanzas, un ejército que se extendía hasta el final del horizonte, un centenar de banderas que hondeaban al viento. El castillo Volkov ardía en llamas que lamían en cielo y columnas de humo ocultaban la luna… La noche se estaba volviendo más negra de lo que jamás había sido, una oscuridad se expandía por todo el cielo tapando la luz de las estrellas y cayendo sobre los ejércitos que marchaban sin rumbo, una oscuridad terrible y maligna, una oscuridad que se extendería más allá del horizonte, más allá de cualquier frontera… Yulia estaba ahí, de pie otra vez, victoriosa sobre las ruinas llameantes de un castillo que empezaba a derrumbarse, pero ya no era la Yulia que recién había visto, su piel ya no era suave y bronceada, su rostro ya no era dulce y amable… su rostro era una mascara de mármol pulido que vigilaba las sombras con ojos de fuego azul como los de una bestia venida del infierno… un triste ángel caído de gracia. Y esa oscuridad que empezaba a cubrir el mundo estaba naciendo de su pecho abierto, brotando de su corazón como una fuente… ese corazón que ya no latía con pasión y amor, ese corazón latía con un hambre que no se detendría hasta el final de los tiempos…
El dolor en su vientre la hizo semi-incorporarse de rodillas sobre el altar… Elena vio las sombras agonizantes, el tenue resplandor plomizo que anunciaba el inicio del amanecer… Reconoció el lugar como el interior de una iglesia… y también lo reconoció a él.
-… Iván –murmuró mordiéndose los labios y ahogando un gemido de dolor.
Iván husmeo el aire como si se tratara de un perro cazador, la claridad que entraba por los ventanales rotos dibujaba todo con siluetas opacas y grises, sin forma todavía, las bombillas eléctricas también se habían roto con el extraño evento que sacudió la ciudad, pocas luces habían sobrevivido, sólo las lámparas acrílicas funcionaban ahora, hasta la policía estaba sumida en tinieblas y no podía desperdiciar los minutos.
- Ella esta aquí –dijo una voz a sus espaldas.
- ¿Dónde?
- Justo frente a nosotros.
Iván agudizo su visión y alcanzó a distinguir la silueta de Elena postrada sobre el altar, hizo una señal a sus hombres y las lámparas incidieron sobre ella.
- ¡Idiotas! –Gruño el ruso cuando vio la mancha de sangre entre sus ropas – Les dije que la quería viva…
Yulia se encontraba a un lado de ellos, postrada tras una columna, sus piernas ya no tenían fuerza para sostenerla, sus brazos pesaban mucho más que cuando estaba cargada de cadenas y con los huesos rotos… Los ventanales rotos la bañaban con esa luz ocre, semejaban las fauces abiertas de alguna bestia mítica... semejaban… la boca abierta de los fogones, las calderas donde forjaron sus cadenas.
* * *
A rastras la habían llevado hasta las herrerías, y sin miramientos, sin contemplación por sus huesos rotos y dislocados pusieron sus brazos y pernas sobre el yunque, los brazaletes de hierro forjado todavía estaban al rojo vivo cuando se cerraron sobre sus miembros y los remaches sellaron para siempre esas cadenas que fueron ajustadas a golpes de mazo. Yulia intento no gritar otra vez, no llorar, pero igual que antes sus lágrimas, las pocas que le quedaban la traicionaron al igual que su garganta, sus gritos reverberaron en todo el interior de las mazmorras del castillo. Todo se impregno con el olor a su piel quemada.
* * *
Cuando Iván y sus hombres pasaron junto a ella, Yulia estaba de pie una vez más, el aire empezaba a oler a piel quemada otra vez, la luz que entraba por los ventanales era cada vez más intensa, mas amarga. El corazón en su pecho latía cada vez más despacio, mas débil. Todo su ser urgía por escapar, por buscar el refugio de sombras más profundas, de alejarse de boca abierta de los ventanales rotos.
Su corazón se detendría con el primer rayo del sol que rompiera el horizonte.
Pero Elena estaba ahí, herida, sola… y con él.
- … Vete… -murmuro la voz de Elena, susurró tan quedamente que nadie salvo ella podía escucharla-… vete de aquí… mi ángel oscuro… ya nada puedes hacer por mi…
Yulia levanto el rostro, miró hacia Elena, el sol estaba a punto de salir, a punto de aniquilar la noche y a ella.
- ¡Sobrevive, Yulia!, ¡sobrevive!... ¡si eres capas de morir por mi, se capas de vivir por ambas!…
Los ecos en su cabeza eran más claros que nunca… pero su corazón se estaba deteniendo…
- ¿Esto es lo que recibo a cambio de mi fe? –reprochó al cristo de madera, a todas las imágenes y santos.
Su corazón palpitó una vez más, en ese ínfimo instante en que su sangre volvió a correr por sus venas sus garras brotaron en sus manos, sus colmillos se irguieron y sus piernas la impulsaron. El ultimo hombre que paso junto a la columna sintió el golpe de un cuerpo cayendo sobre él, las garras penetraron su chaleco blindado y se hincaron en su carne, las garras lo afianzaron en abrazo irrompible, los colmillos penetraron su garganta, desgarraron piel, carne y llegaron hasta los huesos. Apenas iba a lanzar un alarido cuando su voz se seco al mismo tiempo que su corazón se aplastaba vaciándose por completo.
El corazón de Yulia volvió a latir acelerado por la sangre devorada… y ahí estaba él, Tiver Smolensk, otro rostro, otro cuerpo… otra vida, pero era él, lo sabía, lo reconocía. El sol rompería el horizonte en cualquier instante…
- ¿Qué fuerza tan enorme te hizo levantarte de entre los muertos?... ¿fue tu odio ó tu amor?...
Como una ráfaga de viento cruzo entre los hombres, los hizo a un lado como si se tratara de la maleza de un jardín salvaje… Elena se sintió apresada por un viento con la fuerza de un huracán, nuevamente en los brazos de Yulia vio los ventanales pasar junto a ella con tal velocidad que semejaban las imágenes de una película, pero cada ventanal arrojaba mas y mas luz.
- … Yulia, tienes que irte, no puedes escapar conmigo así..- le dijo entre jadeos.
Yulia se detuvo en seco cayendo de rodillas tratando de no soltar a su preciada carga, pero sus fuerzas le fallaron. Su fuerza de había ido, sus piernas ya no se movían… Elena rodó por el piso, sin embargo y a pesar del dolor en el vientre logró volver hacía Yulia, la tomo de un brazo y tiró de ella con desesperación, tratando de levantarla, tan sólo estaban a unos metros de un ventanal que daba a la calle en uno de los costados de la basílica… pero era imposible, la pelirroja apenas podía mantenerse de pie, no podía levantar a su ángel por etéreo que este fuera.
-…No…-dijo Yulia levantando el rostro, le avergonzaba que Elena la mirara a los ojos, que viera lo que realmente era-… eres tú la que debe escapar… corre… corre tan lejos y tan fuerte como puedas… y perdóname, te falle otra vez…
-…no.. Yulia, ven conmigo… no me dejes mi ángel oscuro, ¿Quién me protegerá si no estas a mi lado?… no me dejes…
-…nunca… nunca he podido protegerte…
El corazón de Yulia había latido por última vez, la palidez de su piel se hizo opaca y el fuego en sus ojos se extinguió. Yulia se desplomo inerte mientras el primer rayo del sol bañaba el cielo.
La noche se extinguió pero no el infierno, en el interior de la basílica se escuchó disparos, ráfagas de armas de fuego de alto poder retumbaron en el recinto sagrado. Elena como pudo se tambaleo hacia el exterior, sus piernas apenas podían sostenerla y sabía que no llegaría lejos… Nunca como en aquel momento se sintió tan totalmente desamparada.
Continúa…
Primera traición… hace seis siglos.
La lluvia tintineaba sobre las hojas desnudas de las espadas de hierro blandiéndose en la oscuridad, sigilosos pasos rodearon la carpa sostenida por la carreta, y como un solo hombre veinte caballeros atacaron, la carpa se hizo jirones bajo el corte de los aceros, gritos de guerra se fundieron con el canto de los truenos.
En unos instantes todo había terminado. Junto a los restos de una hoguera extinguida los caballeros postraron de rodillas a tres mujeres y un muchacho.
* * *
Tiver disfrutaba de los primeros rayos del sol que se filtraban por los ventanales del Castillo Volkov, la radiante luz iluminaba los frescos frutos de sus nuevos huertos, un excelente vino acompañaba los jugosos cortes de carne de sus nuevo ganado, la riqueza de los Volkov estaba a su disposición y pronto sería legalmente suya junto con la fortuna de los Vladis, sería el hombre más poderoso de Europa, sólo tenia que asegurar la legitimidad de sus nuevas propiedades, su tío no sería problema, era ya un hombre anciano y su herencia estaba asegurada. Uniría su ejercito a los Turcos y emprendería una guerra contra el mismo papa y la cristiandad… tenia planes, muchos planes para el futuro, tan sólo necesitaba un hijo.
Escucho los pasos presurosos del mozo que cuidaba las palomas mensajeras, seguramente venía con el mensaje esperado. Las traidoras habrían sido capturadas. Degusto un buen trago de vino adelantándose a la noticia.
El capitán de la guardia entro en el comedor llevando en su mano una diminuta pieza de papel. En la puerta se veía al mozo con rostro expectante. Los mensajes eran secretos para él, como la mayoría no sabia leer.
Tiver examinó el papel, no sabía leer tampoco, pero reconocía los caracteres que deseaba encontrar… no los hubo, no necesitó leer el papel para saber que sus hombres habían fallado.
La ira de Tiver retumbo en todo el castillo.
* * *
Nadya se sentía extraña enfundada en unos pantalones de montar, le parecían feos, incómodos, no entendía como Yulia podía usarlos con tanto gusto. Fue hasta que experimento la libertad que le daba que lo comprendió. Sus piernas abrazaron la montura del caballo con más seguridad, se sentía como un centauro, con un poco de practica se sentiría tan ágil como Yulia.
La doncella de hierro cabalgaba a su lado charlando vivamente con Carlo, el joven príncipe de los gitanos que también era su hermano de sangre. La pelirroja rió divertida con las aventuras infantiles de Yulia.
- Aquí es donde nos separamos –dijo Yulia al llegar al llegar a un entronque.
- ¿Estas segura?, ¿Por qué no vienen con nosotros?, hay tantos pueblos que visitar, tantos lugares que les puedo mostrar… -dijo Carlo.
- Gracias, pero no. Nuestro camino es incierto y peligroso, ya hiciste bastante querido hermano –le respondió Yulia con una gran sinceridad en su voz.
- Es por eso que me gustaría que siguieran con nosotros. Tenerte cerca para echarte una mano si hace falta.
- No te preocupes, volveremos a encontrarnos, lo sé. Pero Nadya y yo debemos encontrar nuestro destino y debemos hacerlo solas.
Carlo asintió, cuando algo se metía en la cabeza de Yulia… se acerco a Nadya y besó su mano.
- Hermosa princesa… esposa de otra princesa, es usted una maravilla en el mundo, en verdad que no existe criatura en el mundo que no pierda el corazón en sus ojos. ¡Cuide de mi hermana!, es loca y obstinada, necia como una mula, pero es la persona más noble que jamás he conocido. Ha sido un honor tenerla entre nosotros, compartir una luna y un amanecer.
Nadya rió sonrojada.
- El honor fue todo mío, príncipe de los gitanos, hermano de mi amada.
- ¡Hey! Ya son demasiados halagos, a mi no me engañas “príncipe”, nunca dejaras de ser un pequeño ladrón. –replicó Yulia entre risas. Después estrecho con fuerza la mano de este, devolviendo todo el afecto que él sentía por ella, rió al recordar como de niños ambos se habían probado su valor y amistad hiriéndose torpemente con una navaja y compartiendo su sangre… compartiendo sus almas.
-… esto nos unirá por siempre –le prometió él-… tu sangre en mi sangre, tu alma en mi alma así hasta el final de mis días y mas allá por que quienes hereden mi sangre, también heredaran tu alma.
- Adiós, Carlo Palmieri. Nunca olvides tu promesa que yo nunca olvidare la mía.
Los gitanos tomaron un camino y las chicas otro, la suerte estaba echada.
* * *
A media mañana el Obispo Kaunas se había reunido con Tiver en el castillo. Como los buitres que olfatean la carroña, Kaunas había olfateado la ira de Tiver.
-… las personas que dejaron el castillo la madrugada de ayer con rumbo a Rusia no eran las señoritas Nadya y Yulia… fueron el hermano, la esposa y los dos hijos de Katin, el sirviente de Yulia. Debimos suponer que la Volkova no dejaría un rastro tan fácil de seguir. –dijo Kaunas después de leer el papel que había llegado con la paloma mensajera.
- ¡Por todos los cielos… ¿hacia donde pudieron escapar?! –gritó Tiver luchando por contener su ira y su ansiedad.- Para cuando regresen mis soldados con los Katin será muy tarde para interrogarlos. ¡Piense! ¿Cuál de todos los caminos pudieron seguir?.
Kaunas disfrutaba enormemente la ira de Tiver, se regodeaba con ella, perder la posesión del castillo le había dolido. Sin embargo la balanza del poder que ostentaba en Lituania dependía de ese hombre. Los rumores de un nuevo obispo para Lituania eran ya de dominio público en el clero, un nuevo obispo más cercano al papa y nada amistoso con el Ducado. Su permanencia en el poder requería del éxito de ese hombre.
- Hay alguien que sabe la ruta por donde escaparon… -dijo al fin el obispo.
- ¿Cómo?... pero ¿Por qué no me lo había dicho?...
- Secreto de confesión, no puedo divulgarlo yo, pero usted si puede convencer a quien lo sabe para que vulva a decirlo.
- ¡¡Con un demonio!!... ¡haga venir a esa persona!, el tiempo apremia.
Kaunas asintió y con una señal uno de sus sirvientes corrió al pasillo volviendo unos instantes después con una mujer. Su aspecto era humilde pero severo, caminaba con una altivez que desentonaba con el viejo y raído vestido aun que pulcramente limpio, su mirada mal disimulaba el brillo de aguda crítica en un tono de indiferencia.
- Su alteza – saludo ella con una reverencia cansadamente estudiada.
- ¿Qué tienes que decirme mujer?, se breve, el tiempo apremia… -urgió Tiver.
- Señor, temo por mi alma, esa es la razón por la que estoy aquí.
Tiver dirigió una mirada de fastidió a Kaunas, el Obispo le respondió con un gesto que le solicitaba paciencia.
- ¿Qué puedo hacer por su alma, mi señora? –dijo lacónico, Tiver, luchando por controlar sus nervios.
- ¡¡Justicia!! – Espetó la mujer- Justicia ante las infamias que han sucedido en estas paredes, justicia ante los pecados y las abominaciones que ha cometido la heredera de este castillo, justicia por la infamia con que ha manchado el nombre de tu padre…
Tiver sonrió, de pronto esa antipática mujer le pareció sumamente interesante.
- ¿De que infamias esta hablando? – preguntó curioso.
- No me atrevo a recordar todo lo que he visto… cosas horribles y asquerosas… - respondió la mujer haciendo un gesto de desagrado.
- Debo saber… ¿Cómo aplicar la justicia si desconozco la magnitud del pecado?
La mujer lanzo una mirada suplicante hacia Kaunas.
- Esta mujer fue ama de llaves del castillo los últimos 3 años. Vio muy de cerca de las Señoritas, vio actos inconfesables… ¿No es suficiente con eso?
- Yo juzgare que es un acto inconfesable, yo juzgare la magnitud del pecado. Debo saber.
El Obispo se removió inquieto en su lugar, después miro hacia la mujer y asintió.
- Lo que vi, mi señor… lo que todos veíamos, un conducta que no era propia de una dama. Entre ellas había algo que no era amistad, en sus ojos se miraba la lujuria cada vez que se tocaban…
-…¿lujuria?...
- Si, señor, ¡lujuria!... cada vez que se tocaban, cada vez se buscaban mas y mas como si fueran una pareja, un muchacho y una muchacha… y aun peor, se tocaban suciamente, se acariciaban cuando creían que nadie las veía….
-…¿se acariciaban? … -repitió Tiver con gesto de incredulidad y sorpresa.
- y cosas peores… mucho peores… fornicaban como si fueran marido y mujer, corrían al bosque y hacían aquelarres con los animales… ¡yo lo vi!, ¡yo lo vi todo!. Las vi bailando desnudas alrededor de una hoguera y sacrificando gallinas negras y gatos… El Diablo acudía a fornicar con ellas… ¡Yo lo vi todo!
- ¡¡Suficiente, mujer!!... ¡Basta ya! –explotó Kaunas, su frente estaba perlada de sudor.
La mujer se santiguo y guardo silencio, sus labios se movían repitiendo la letanía de una oración.
Tiver se puso de pie de un salto, tomo una jarra de vino y de un trago la hizo menguar grandemente.
- … ahora lo entiendo… -murmuro con una ira ahogada-… ¡malditas pecadoras!.. ¡Sucias pecadoras!... ¡Esa estupida mujer jugando a se un hombre!... ¡¡y jugando con la que iba a ser mi mujer!!
Con grandes zancadas corrió hacia la mujer y tomándola rudamente por los brazos la sacudió con violencia.
- ¡¡Pero tu sabes hacia donde huyeron!! ¿No es verdad?, ¡tú sabes donde están!
- Mi señor… yo sólo quiero justicia… -replico ella.
- Yo traeré la justicia a esta tierra… ¡sólo dime donde están!.
- Mi señor… quiero justicia para mí…
- ¿¡Que!?... ¡Basta de juegos mujer!
- ¡Mi señor! –suplicó Kaunas obligando a Tiver a soltar a la mujer- mi señor, esta mujer ha dicho mas de lo que querías escuchar… ahora escucha lo que ella quiere decir, que su alma va de por medio…
Tiver respiró hondo para tranquilizarse.
- Mi señor –prosiguió la mujer- … la Señora Volkova nos ha cedido las tierras que hemos trabajado toda una vida, tierras por las que hemos sudado y sangrado, ¿con que derecho una pecadora puede tomar posesión de una tierra de la que jamás se ha hecho cargo?, ¿no son acaso nuestras esas tierras por derecho?... ¡Ya hemos pagado tanto por ellas! Nosotros que las hemos trabajado de sol a sol debemos pagar por esas tierras a una sucia pecadora para que huya a tierra santa a buscar refugio bajo el manto de aquel que la debería hacer arder por sus pecados..
- ¿Tierra santa?... ¡Van hacia Roma! – Rió Tiver, pero su sonrisa se congelo prontamente- ¡Hay cien caminos posibles, hay mil veredas… hay un ejercito esperándola a mitad del camino. ¿Qué camino tomaron?, mujer, dímelo ya..
La mujer lo miro inquisitivamente, no había necesidad de más palabras.
- La deuda de las familias a las que Volkova vendió sus tierras aun es muy grande, es una deuda que tardaran años en pagar –dijo Kaunas.
- Volkova ha cometido acto de traición, sus bienes son ahora propiedad del Ducado, yo decidiré el destino de esa deuda… la decidiré cuando Volkova este en un calabozo o en una hoguera… Seré generoso con quienes me ayudan a ponerla ahí.
La mujer sonrió.
- Se fueron con los gitanos, mi señor, pero sólo la mitad del camino hacia la frontera, después tomaran otro camino…
Con un grito el capitán de la guardia fue llamado. El soldado acudió presuroso junto con varios hombres más.
- ¡Ha Roma!, ¡se fueron camino a Roma!, tomaron la ruta a Polonia y van acompañadas de la tribu de gitanos que acampo en el bosque hace unas noches… dense prisa, viajen ligero y las alcanzaran mañana al atardecer… No importa si cruzaron la frontera, no importa que suelo pisen, aún si logran llegar a Roma… ¡Están malditas a los ojos de Dios y las quiero aquí para ser juzgadas!
Esta vez cuarenta jinetes partieron al instante, el capitán de la guardia iba con ellos.
Florencia justo antes del amanecer…
El horizonte se cubría con una delgada línea púrpura que se extendía como una marea, la noche agonizaba en un tono plomizo, que llenaba las calles saturadas de locura. La policía no se daba abasto para cubrir las calles, la gente corría de un lado a otro todavía incrédulas del extraño fenómeno que había roto todos los cristales.
La mole de escombros en el centro de la ciudad parecía albergar el secreto de tan extraño suceso, un edificio antiguo que se había venido abajo en extrañas circunstancias. La policía ya había acordonado el lugar y personal de rescate removían los escombros buscando sobrevivientes. Al otro lado del cordón de seguridad, mezclada entre la multitud que a gritos clamaban nombres de amigos y parientes, Alexa contemplaba incrédula los escombros, su rostro tenia un gesto de incredulidad, sus manos temblaban violentamente.
- ¡Alexa! – Le grito a sus espaldas Fernando- Tenemos que irnos…
El gigante gitano tuvo que tomarla de un brazo y conducirla de regreso al auto. El también estaba en shock al ver lo que había sucedido con el club y podía adivinar a varios de sus amigos en el interior de las bolsas negras que las ambulancias estaban acarreaban interminablemente. Pero uno de los dos tenía que ser el fuerte y él siempre fue el más fuerte de la pandilla.
- .. No debí dejarla… no debí dejarla… -murmuraba una y otra vez.
- No hay nada que hacer, vayámonos.
Casi a empujones Fernando la introdujo en el auto, en el asiento del copiloto, Camila en el asiento de atrás miraba en todas direcciones con los ojos extraviados, tal vez pensando que todo era un sueño. El auto comenzó a moverse por la calle esquivando a la gente y manteniendo distancia de los autos policíacos. Afortunadamente había bástate confusión para que alguien reparara en ellos.
- Tengo un amigo en las afueras, podemos escondernos allá hasta saber que paso… -Fernando miró a Alexa y se preocupo verdaderamente al ver su gesto de desesperación.
- ¡Diablos!... no eres la chica que conozco, ¡espabilare! Te necesito… ya tengo suficiente con un zombi. –le dijo mientras las sacudía con un poco de rudeza. Respiro hondo, en realidad también él estaba desesperado y ansioso por dejar salir su pánico.
Alexa se incorporó sobre el asiento mirando hacia atrás.
- No, espera… tenemos que regresar, ¡tenemos que buscarla…!
- ¡Es suficiente! –bramó al fin Fernando mientras de un manotazo volvía a sentar a la gitana en su lugar- … ¡reacciona o tendré que golpearte! – amenazó levantado la mano. Hablaba en serio.
Alexa respiró hondo para aclarar sus pensamientos.
- Tengo que buscarla…-le dijo con tono mas calmado pero firme-.. Tengo que encontrarla… ella esta enferma y sólo me tiene a mí…
- ¿Ah si?... ¿y la cosita que traemos atrás?
Alexa dirigió su mirada hacia Camila, sus ojos se humedecieron y con infinita ternura acaricio su rostro, la niña sólo le devolvió una mirada recelosa pero no hizo nada. En sus ojos se notaba que su mente estaba muy lejos de su cabeza ahora.
- Ella es alguien que deje atrás… ahora Elena es mi vida…
- … y pensar que no me he casado para no tener esta clase de problema…-murmuro quedamente Fernando- Ok, ok, ¿Qué quieres hacer?... No podemos volver, si la encontramos allá va a ser bajo un montón de escombros o en una bolsa negra… así que quiero ser optimista y propongo buscarla en otro sitio. ¿Conoce a alguien o algún lugar en Florencia?
- No, ella no tiene a nadie más que a mí…
- ¡Que consuelo!, dijiste que estaba enferma ¿necesita algún medicamento o algo?
Alexa desvió su mirada a hacia la calle, había demasiada gente, mucho vandalismo, no paso mucho tiempo antes de que comenzaran los saqueos de las tiendas departamentales con sus muros de cristal hechos añicos.
- ¡Vamos!, necesito saberlo, podría ayudar- urgió del gitano.
- no se esta medicando todavía… no hemos buscado ayuda profesional todavía, quería llevarla lejos primero, llevarla a un lugar donde estuviera a salvo, donde pudiera curarse…
- Eso no me sirve… ¿Qué paso con la confianza?... ¿no es algo sexual o si?... ¿es contagioso?
- Es su alma lo que esta enferma, su corazón o su mente, como quieras llamarlo… padece alucinaciones… escucha voces…
- ¿Cómo tu abuela?
Gruesas lágrimas escaparon de sus ojos venciendo su orgullo.
-… si, como la abuela… Alguien lastimo su alma… alguien le hizo tanto daño que le lastimo la razón… creo que Elena padece esquizofrenia.
Fernando suspiró rascándose la cabeza.
- ahora lo comprendo… ¿por donde empezamos?, la verdad es que quisiera largarme cuanto antes de aquí… esto pinta a que se va a poner más feo…
Alexa se recogió cabello anudándolo, era una forma de darse una pausa, de distraer un instante su mente para ver si algún pensamiento lucido podía ser atrapado en sus despistes. Levanto el rostro hacia el cielo plomizo de la noche agónica, entonces un destello dorado ilumino su rostro, era como una respuesta a un milagro implorado desde lo mas intimo de su corazón…
-… quiero escuchar misa… - pareció escuchar nuevamente esa dulce voz…
* * *
Había por lo menos 24 pantallas de televisión fijadas al muro, era una habitación circular, sin ángulos, los muros estaban pintados en tonos marrones y rojizos, el color cobre y madera combinaban en armonía, en medio de la habitación estaba un enorme escritorio también de forma circular en cuyo centro estaba el sillón ejecutivo del señor de este recinto de armonías ocres. Hasta los sillones pregonaban los mismos tonos y la adversidad a los ángulos rectos. Las pantallas de televisión dominaban el centro de visión de esa oficina carente de ventanas, esas pantallas podían mostrar cualquier paisaje del basto reino del imperio ruso, eran una ventana electrónica ahí donde un solo rayo de sol podía filtrarse. Pero ahora esos televisores mostraban cada uno sucesos del mundo, todo cuanto sucedía en el globo terrestre y pudiera ser monitoreado al momento aparecía en esos televisores.
Peter Kürten admiraba esta ventana de información como había sido bautizada, los trágicos eventos que se desarrollaban en Paris Francia estaban siendo seguidos minuto a minuto por cadenas noticiosas en todo el mundo, una nueva noticia empezaba a ganar terreno geográfico sobre el muro, los extraños sucesos acontecidos en Florencia, una enigmática explosión que demolió un viejo edificio en los bordes del centro de Florencia y su estruendo que aniquilo todos los cristales del centro de la ciudad arruinando vitrales con siglos de historia.
El resto de las pantallas mostraban el pandemonium que lentamente empezaba a reinar en el resto del mundo, como si estos sucesos fueran un detonante los atentados terroristas en cada país asolado por crisis internas empezaban a agudizarse, la ineficacia de las fuerzas del orden en todo el mundo esta siendo evidenciada.
- Lo saben –dijo Kürten con su voz áspera y ajada por la edad lo saben, la subasta ha comenzado y todos esos grupillos, esas pequeñas guerrillas están en pugna por conseguir la bomba… y quien no consiga la bomba esta desesperado por conseguir más de tus armas… ¿entonces?
-… Guerra… - suspiro el hombre que se encontraba tras el escritorio sumergido en un mar de papeles.
- ¿Para que construyeron tantas armas?, mataron a su pueblo de hambre por tener esas armas, destruyeron su sistema económico por crear esas armas… arruinaron la fe de su pueblo por tener ese poder que ahora se corrompe en oxido en un sin fin de almacenes. Todo lo hicieron por llegar este momento, a este instante único en la historia, el momento en el que quien posea las armas poseerá el poder y control sobre la balanza del mundo.
- Fue por ustedes… -respondió el hombre – comenzó por ustedes, los nazis, nosotros lo vimos suceder, vimos como empezaron a migrar hacia las fronteras de quienes fueron sus enemigos y convertirlos en aliados… cuando ustedes volvieran a levantarse en armas nosotros estaríamos listos… vimos como poco a poco engatusaban a los americanos con sus doctrinas racistas, como poco a poco sus títeres empezaron a escalar puestos cada vez más altos en ese gobierno, América era la nueva republica nazi y no nos íbamos a quedar cruzados de brazos esperando que volviera a suceder.
- Y mientras eso sucedía en América ¿no se dieron cuenta que también estábamos filtrándonos en su gobierno, que también poco a poco empezábamos a ganar lugares en sus asientos políticos? ¡Claro que si!, ustedes se dieron cuenta que la raza aria no éramos exclusivamente germanos, todo hombre nórdico, el hombre blanco es ario y la Unión Soviética era aria, Rusia es aria… sabían que tarde o temprano su gente adoptaría nuestras doctrinas… Pero no les importo mientras les dábamos la tecnología que llevo a la cabeza de la carrera espacial y la ventaja en la carrera armamentista…
No hay rencores por haber sido nuestros enemigos cuando debieron ser nuestros aliados, ya no, abracémonos como hermanos… yo, el neo-nazi te ayudare ha rescatar tu pueblo de la miseria, yo te ayudare a reconstruir el antiguo imperio Ruso ¡más basto y mas poderoso de lo que fue la Unión Soviética! Yo te ayudare a traer de regreso la gloria de la época de los zares… yo te ayudare a convertir a Moscú en la nueva capital del IV REICH…
- El poder te ha enloquecido… has reinado el bajo mundo del terrorismo durante demasiado tiempo, el mundo ha cambiado, la sociedad ha cambiado… tu oferta, por tentadora que sea no puede ser tomada por una sola persona, ni siquiera por mi… mi gobierno depende del Politburó, mi gobierno es una democracia…
- Su gobierno, Sr. Presidente, es una ilusión, la democracia no existe, la voz del pueblo no nace del pueblo… siempre nace de un líder, siempre es una sola persona quien mueve a las masas, al mundo, así fue en la época de mi Fhürer Adolfo Hitler, en la época de Genjis Kan, en la época de Alejandro Magno… en mi época… al final no importa el Politburó, como no importa el Parlamento, o la cámara de los Lores o el senado… al final como en mi caso, todo el poder siempre esta en una persona. ¿Es usted esa persona? ¿o es alguien más en el Politburó?
- Cuida tus palabras Kürten, cuida las promesas que no puedes cumplir… estas en mi oficina, en mi palacio, en mi ciudad, en mi país… y hoy por hoy YO gobierno este país y tienes razón, al final la última voz que escucharas será la mía.
Kürten sonrió afablemente.
- Sr. Presidente… tengo más de 90 años, ¿cree usted que espero ver mis planes cumplidos?, ¿cree usted que viviré lo suficiente para llevar acabo todas las tareas que aun faltan por hacer. Si tengo suerte viviré lo suficiente para llegar a mi hotel sin morir de un resfriado con su paradisíaco clima. No señor, mi muerte en estos momentos ya no significa nada, pero mis planes continuaran, los actos que he cometido sus efectos tendrán… mi poder se extiende más allá de mi muerte, toda amenaza en mi contra es vana
- Habla demasiado considerando el hecho de que perdió un arma nuclear –rió el Presidente de Rusia.
- No he perdido nada… sé exactamente donde esta mi bomba, se exactamente a donde se dirige en este momento. Sólo parece estar perdida por que así me conviene por ahora, extraviada esta mas segura que nunca y se esta promocionando como jamás imagine en el mercado negro. ¿No es asombrosa la tecnología?, con un circuito no mas sofisticado que un teléfono móvil puedo rastrear donde esta mi auto y lo que es mejor… puedo detonarlo en el momento en que realmente más me convenga, aun si nadie ha pagado el precio… Paris sitiado por un nuevo brote de la peste, Florencia arruinada por una guerrilla ¿Qué pasaría si una bomba atómica fuera detonada en… digamos Roma… mas especifico aún… ¿se imagina la crisis internacional que se desataría si esa bomba estalla… ¡en el Vaticano!
- ¡Madre de Dios!…
-…ja, ja, ja… ¡No!... ¡Madre de todas la guerras!.. Desempolva tus submarinos, desentierra tus misiles, prepárate para vender hasta los clavos oxidados de tus almacenes… viene la guerra, la madre de todas las guerras… El cuarto Reich esta por comenzar.
Las amantes perdidas…
Del fuego sólo quedaban algunas brazas, apenas una luminosidad rojiza pero calida, la noche era fresca, no fría como Yulia temió. Elena despertó sin saber donde estaba, sin embargo todo el era familiar, conocido. En el aire se respiraba una calma que la inquietaba, había algo ahí que no le gustaba. A su lado Yulia dormía profundamente, Elena no se atrevió a moverse por temor a despertarla, su rostro estaba frente a ella… lucia tan hermosa… tan viva.
Aun en la penumbra podía distinguir la increíble diferencia de ese rostro, no era pálido y frió, su cabello era de un tono más claro, se notaba que alguna vez fue rubio y que las inclemencias del clima y la herencia de su padre lo había tornado en oscuro… ¿su padre? Elena podía recordar a un hombre enorme, de proporciones hercúleas, gesto severo y corazón noble, también podía recordar un muchacho, más alto que ese hombre, un rostro fresco de mirada triste, un muchacho que hubiera preferido empuñar una pluma en vez de una espada…
Ella tenía familia, Yulia, su enigmático ángel alguna vez tuvo una familia… alguna vez este ángel fue una chica como ella… Elena extendió su mano lentamente, con miedo a tocarla, con miedo a que se desvaneciera pues seguramente era un sueño… Su mano tembló a escasos milímetros de ella, no debía tocarla, una voz dentro de ella le suplicaba que no la tocara…
Los ojos de Yulia se abrieron… el azul de su mirada era un cielo despejado, claro y limpio… calido y lleno de emociones, sus ojos no brillaban con ese fuego infernal que delataba su naturaleza sobrenatural… eran los ojos de una chica, unos ojos cargados de todo el amor del mundo, un amor tan profundo que casi le arranca una lagrima pues Yulia la miraba a ella.
La mano de Yulia cruzo el vacío que las separaba, esa mano no tembló cuando estaba por rozar su mejilla… Elena se estremeció, su corazón palpitó con furia, con miedo, no debía tocarla, no debía dejarse tocar… Pero ella era tan hermosa, sus labios tan dulces, ¿Cómo negarse ante la caricia de un ángel?
Yulia acaricio su rostro, la atrajo hacía si tan suavemente que Elena no pudo resistirse y sus labios se fundieron.
Entonces Elena lo supo, en su contacto, en su caricia, en su beso… fue como si una barrera se hubiera roto, como si una enorme caja hubiera caído de muy alto y al tocar el suelo se hubiera roto en mil pedazos liberando todo lo que contenía, todos los recuerdos que sólo fragmento a fragmento parecían venir de vez en cuando.
…. Elena lo supo todo….
Yulia se desvaneció junto con la noche, la hoguera, el bosque y la luna… todo se volvió gris y frió. El mundo había cambiado, se había transformado, ahora parecía estar de pie en medio de un lago, sobre las aguas. El suelo era una cristalina y ondeante cubierta que reflejaba el cielo nocturno y algo más.
Elena cayó de rodillas al ver el reflejo que devolvían las aguas, ahora lo sabía todo, sabía el nombre de Yulia, sabía quien había sido y sabía lo que iba a suceder… sus puños golpearon la superficie del lago sin lograr romperla, sin lograr hacerse escuchar… También sabía al fin de quien era la voz que desde niña le susurraba en sueños, la voz que la acompañaba en sus momentos más negros, sabía de quien era el rostro que le devolvía el espejo y que no era suyo… Ella estaba ahí… ella estuvo ahí… En el reflejo del lago podía verlas, Nadya Elena recostada junto a Yulia, a mitad del bosque, con una hoguera que se extinguía como sus sueños, habían venido de muy lejos, habían corrido mucho, se detuvieron cuando se sintieron a salvo. Había sido decisión de Yulia cuando vio las delicadas manos de Nadya sangrar por las tiendas del caballo, a lo que no estaba acostumbrada, cuando vio sus piernas temblar por la montura y casi desfallecer, había sido su culpa, su debilidad, sus costumbres delicadas de princesa de la corte. Si hubiera sido más fuerte hubieran podido continuar, hubieran llegado más lejos, tal vez hubieran llegado a un lugar donde si hubieran estado a salvo….
Demasiados “hubieran”… si Yulia no hubiera estado tan cansada, si hubieran estado más alertas… ¿realmente habría habido alguna diferencia?
Elena gritó con todas sus fuerzas cuando ellos salieron de entre los matorrales, espadas en mano las rodearon y una hoja de acero cayó entre ellas separándolas. Golpeó con furia una y otra vez la superficie de cristal líquido mientras veía como Yulia y Nadya trataron de defenderse, trataron de luchar. Yulia tomaba su mano con férrea determinación, tratando de encontrar una brecha, un espació entre los hombres que traban de doblegarla, Yulia, hija de un guerrero, hermana de un guerrero, la doncella de hierro… tal vez lo hubiera logrado, tal vez hubiera encontrado ese espacio para escabullirse, esa brecha para escapar… si hubiera estado sola… pero su mano, su mano se aferraba a la suya como una cadena de acero que nadie lograba romper. Nadya tampoco fue una presa fácil, el acero y oro de la joya con que las habían desposado ya estaba tinta con la sangre de más de uno… Una hoja de hierro golpeo el rostro de Yulia y al fin lograron derribarla, pero su mano no soltó la suya, la hoja de hierro volvió a levantarse… Yulia estaba de rodillas, luchando por ponerse de pie, luchando por no caer en la inconciencia… el hierro iba a separar con brutalidad lo que la fuerza de cuarenta hombres no había podido.
- ¡¡¡ Cállate!!! - grito una voz más fuerte que la de Elena.
- ¡¡¡ Cállate!!! – se repitió el grito resonando en un eco imposible.
Elena la vio entonces… a ella, la doncella cuyo rostro la miraba a través de las aguas del lago cuando era niña, la doncella que la abrigó dulcemente cuando en aquel remoto día cayó a las aguas del lago y… murió…
Ahora Elena lo recordaba todo, ese accidente en su infancia, ese momento en que se hundió en las frías aguas del lago frente al castillo Volkov, ella había muerto, por un instante su cuerpo de niña se había hundido inerte y sin remedio hacía la oscuridad sin limite del fondo del lago, pero había “algo” en las aguas, algo en el lago, una pasión que se negaba a morir, un fantasma atrapado en el tiempo, en la noche, un ángel que había acudido con desesperación en auxilio de la niña que se perdía en las tiniebla y la había salvado.
Sus almas se habían fundido en ese instante, ¿o acaso no existía ese vinculo desde siempre?, ¿acaso no era ella la única que podía ver ese rostro triste llorando bajo las aguas?, ¿no fue esa la causa de su accidente?... Ella podía verla, podía ver esa triste doncella que los ojos de su padre, ni los de sus hermanos podían distinguir… ¿fue por eso que ella pudo entrar en su cuerpo para sacarla de las aguas y traerla de regreso de las tinieblas?... y ella era Nadya.
- ¡¡¡Cállate!!! – lloraba ahora Nadya, postrada de rodillas sobre las aguas de ese lago imposible, al otro lado del reflejo, en otro tiempo, en otro lugar, Nadya hacia una promesa a cambio de una vida… a cambio de la vida de Yulia…
- Mi vida por la de ella –dijo Nadya- Es a mí a quien buscan, es a mí a quien quieren… No le hagan más daño he iré en paz a donde me lleven.
-…. Cállate… -seguía llorando Nadya, de rodillas sobre el lago, sus manos arañaban sin más voluntad esa superficie-…. Cállate…. Debiste callarte, debiste ser más fuerte… debiste dejarla morir…
Levantó su rostro hacía Elena, la pelirroja de los rizos de fuego se congelo al ver su propio rostro, distinto, diferentes facciones, diferentes gestos… pero era su rostro, era ella misma, al fin, lo que ningún espejo había logrado; Al fin estaba viendo su propia imagen.
-… debí dejarla morir… No lo sabía, no sabía todo lo que vendría… no sabía todo lo que le harían… en lo que se convertiría… mi Yulia… mi amada Yulia… debí dejarla morir esa noche.
Elena alcanzó a escuchar esa voz ahora viniendo del otro lado del reflejo, esa vieja promesa que se cumpliría de una forma tan horrible.
- ¡Sobrevive, Yulia!, ¡sobrevive!...
Elena se cubrió los ojos tratando de no ver lo que seguía, pero todo aquello era ya una historia escrita, todos esos horrores ya habían sido vividos…
- ¿Por qué? – Preguntó Elena mientras las imágenes en el reflejo narraban una historia fuera del tiempo-… ¿¡Por que!? - clamó con más fuerza la pelirroja horrorizada ante las atrocidades cometidas contra ellas… contra su ángel… vio la barra con que rompieron sus huesos, vio el nauseabundo agujero que se convirtió en su prisión, la vio convertirse en una piltrafa inferior a un animal que se arrastraba por ese agujero cargada de cadenas y sin más esperanza ni fe que la llegada de la luna… su corazón indomable que latía con férrea voluntad tan sólo por el eco de una voz “- ¡Sobrevive, Yulia!, ¡sobrevive!...”
- Aquí estoy… sigo aquí… siempre estaré aquí para ti…. Siempre…. –murmuraba noche a noche la piltrafa que habitaba el agujero más profundo de las mazmorras de su propio castillo.
-… ¿Por qué tengo que ver todo esto?... – preguntó llorando Elena. Nadya se había quedado sin lagrimas, postrada de rodillas su rostro era la mascara de la soledad más infinita…
- Nunca más volvimos a estar juntas… nunca más volvimos a tocarnos… hasta que llegaste tu…
Elena sintió entonces el peso que pendía de su cuello, en la imagen del lago podía ver a Nadya encadenada a un muro, una cadena fijada a su cuello que apenas le permitía respirar, ella también contemplaba la luna, ese era su único momento de paz, su único momento de amor… Cuando la luna le traía y llevaba los versos de amor de Yulia…. Su vientre abultado, sangrante…
Las aguas del algo se tiñeron de rojo, intenso y oscuro, las imágenes que reflejaba ya eran opacas y oscuras, pero aun así la historia continuaba. Había sangre por todos lados… la sangre que brotaba del vientre de Nadya… Elena sintió su propia sangre brotar de su vientre, de su herida abierta y el dolor la acometió de forma atroz, doblándola, haciéndola caer encogida sobre si misma mientras el dolor en su vientre la traspasaba.
Había una cadena atada a su cuello, esa cadena estaba también atada al cuello de Nadya, esa era la cadena que las unía, que las hacia una… Nadya se postró sobre la superficie roja cristalina del lago y empezó a llorar amargamente.
Elena vio la ultima imagen que devolvían las rojas aguas que empezaban a tornarse negras, más negras que la noche…
Había miles de antorchas, espadas y lanzas, un ejército que se extendía hasta el final del horizonte, un centenar de banderas que hondeaban al viento. El castillo Volkov ardía en llamas que lamían en cielo y columnas de humo ocultaban la luna… La noche se estaba volviendo más negra de lo que jamás había sido, una oscuridad se expandía por todo el cielo tapando la luz de las estrellas y cayendo sobre los ejércitos que marchaban sin rumbo, una oscuridad terrible y maligna, una oscuridad que se extendería más allá del horizonte, más allá de cualquier frontera… Yulia estaba ahí, de pie otra vez, victoriosa sobre las ruinas llameantes de un castillo que empezaba a derrumbarse, pero ya no era la Yulia que recién había visto, su piel ya no era suave y bronceada, su rostro ya no era dulce y amable… su rostro era una mascara de mármol pulido que vigilaba las sombras con ojos de fuego azul como los de una bestia venida del infierno… un triste ángel caído de gracia. Y esa oscuridad que empezaba a cubrir el mundo estaba naciendo de su pecho abierto, brotando de su corazón como una fuente… ese corazón que ya no latía con pasión y amor, ese corazón latía con un hambre que no se detendría hasta el final de los tiempos…
El dolor en su vientre la hizo semi-incorporarse de rodillas sobre el altar… Elena vio las sombras agonizantes, el tenue resplandor plomizo que anunciaba el inicio del amanecer… Reconoció el lugar como el interior de una iglesia… y también lo reconoció a él.
-… Iván –murmuró mordiéndose los labios y ahogando un gemido de dolor.
Iván husmeo el aire como si se tratara de un perro cazador, la claridad que entraba por los ventanales rotos dibujaba todo con siluetas opacas y grises, sin forma todavía, las bombillas eléctricas también se habían roto con el extraño evento que sacudió la ciudad, pocas luces habían sobrevivido, sólo las lámparas acrílicas funcionaban ahora, hasta la policía estaba sumida en tinieblas y no podía desperdiciar los minutos.
- Ella esta aquí –dijo una voz a sus espaldas.
- ¿Dónde?
- Justo frente a nosotros.
Iván agudizo su visión y alcanzó a distinguir la silueta de Elena postrada sobre el altar, hizo una señal a sus hombres y las lámparas incidieron sobre ella.
- ¡Idiotas! –Gruño el ruso cuando vio la mancha de sangre entre sus ropas – Les dije que la quería viva…
Yulia se encontraba a un lado de ellos, postrada tras una columna, sus piernas ya no tenían fuerza para sostenerla, sus brazos pesaban mucho más que cuando estaba cargada de cadenas y con los huesos rotos… Los ventanales rotos la bañaban con esa luz ocre, semejaban las fauces abiertas de alguna bestia mítica... semejaban… la boca abierta de los fogones, las calderas donde forjaron sus cadenas.
* * *
A rastras la habían llevado hasta las herrerías, y sin miramientos, sin contemplación por sus huesos rotos y dislocados pusieron sus brazos y pernas sobre el yunque, los brazaletes de hierro forjado todavía estaban al rojo vivo cuando se cerraron sobre sus miembros y los remaches sellaron para siempre esas cadenas que fueron ajustadas a golpes de mazo. Yulia intento no gritar otra vez, no llorar, pero igual que antes sus lágrimas, las pocas que le quedaban la traicionaron al igual que su garganta, sus gritos reverberaron en todo el interior de las mazmorras del castillo. Todo se impregno con el olor a su piel quemada.
* * *
Cuando Iván y sus hombres pasaron junto a ella, Yulia estaba de pie una vez más, el aire empezaba a oler a piel quemada otra vez, la luz que entraba por los ventanales era cada vez más intensa, mas amarga. El corazón en su pecho latía cada vez más despacio, mas débil. Todo su ser urgía por escapar, por buscar el refugio de sombras más profundas, de alejarse de boca abierta de los ventanales rotos.
Su corazón se detendría con el primer rayo del sol que rompiera el horizonte.
Pero Elena estaba ahí, herida, sola… y con él.
- … Vete… -murmuro la voz de Elena, susurró tan quedamente que nadie salvo ella podía escucharla-… vete de aquí… mi ángel oscuro… ya nada puedes hacer por mi…
Yulia levanto el rostro, miró hacia Elena, el sol estaba a punto de salir, a punto de aniquilar la noche y a ella.
- ¡Sobrevive, Yulia!, ¡sobrevive!... ¡si eres capas de morir por mi, se capas de vivir por ambas!…
Los ecos en su cabeza eran más claros que nunca… pero su corazón se estaba deteniendo…
- ¿Esto es lo que recibo a cambio de mi fe? –reprochó al cristo de madera, a todas las imágenes y santos.
Su corazón palpitó una vez más, en ese ínfimo instante en que su sangre volvió a correr por sus venas sus garras brotaron en sus manos, sus colmillos se irguieron y sus piernas la impulsaron. El ultimo hombre que paso junto a la columna sintió el golpe de un cuerpo cayendo sobre él, las garras penetraron su chaleco blindado y se hincaron en su carne, las garras lo afianzaron en abrazo irrompible, los colmillos penetraron su garganta, desgarraron piel, carne y llegaron hasta los huesos. Apenas iba a lanzar un alarido cuando su voz se seco al mismo tiempo que su corazón se aplastaba vaciándose por completo.
El corazón de Yulia volvió a latir acelerado por la sangre devorada… y ahí estaba él, Tiver Smolensk, otro rostro, otro cuerpo… otra vida, pero era él, lo sabía, lo reconocía. El sol rompería el horizonte en cualquier instante…
- ¿Qué fuerza tan enorme te hizo levantarte de entre los muertos?... ¿fue tu odio ó tu amor?...
Como una ráfaga de viento cruzo entre los hombres, los hizo a un lado como si se tratara de la maleza de un jardín salvaje… Elena se sintió apresada por un viento con la fuerza de un huracán, nuevamente en los brazos de Yulia vio los ventanales pasar junto a ella con tal velocidad que semejaban las imágenes de una película, pero cada ventanal arrojaba mas y mas luz.
- … Yulia, tienes que irte, no puedes escapar conmigo así..- le dijo entre jadeos.
Yulia se detuvo en seco cayendo de rodillas tratando de no soltar a su preciada carga, pero sus fuerzas le fallaron. Su fuerza de había ido, sus piernas ya no se movían… Elena rodó por el piso, sin embargo y a pesar del dolor en el vientre logró volver hacía Yulia, la tomo de un brazo y tiró de ella con desesperación, tratando de levantarla, tan sólo estaban a unos metros de un ventanal que daba a la calle en uno de los costados de la basílica… pero era imposible, la pelirroja apenas podía mantenerse de pie, no podía levantar a su ángel por etéreo que este fuera.
-…No…-dijo Yulia levantando el rostro, le avergonzaba que Elena la mirara a los ojos, que viera lo que realmente era-… eres tú la que debe escapar… corre… corre tan lejos y tan fuerte como puedas… y perdóname, te falle otra vez…
-…no.. Yulia, ven conmigo… no me dejes mi ángel oscuro, ¿Quién me protegerá si no estas a mi lado?… no me dejes…
-…nunca… nunca he podido protegerte…
El corazón de Yulia había latido por última vez, la palidez de su piel se hizo opaca y el fuego en sus ojos se extinguió. Yulia se desplomo inerte mientras el primer rayo del sol bañaba el cielo.
La noche se extinguió pero no el infierno, en el interior de la basílica se escuchó disparos, ráfagas de armas de fuego de alto poder retumbaron en el recinto sagrado. Elena como pudo se tambaleo hacia el exterior, sus piernas apenas podían sostenerla y sabía que no llegaría lejos… Nunca como en aquel momento se sintió tan totalmente desamparada.
Continúa…
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo XVI … La semilla de la Oscuridad
You, Darkness
You, darkness, that I come from
I love you more than all the fires
that fence in the world,
for the fire makes a circle of light for everyone
and then no one outside learns of you.
But the darkness pulls in everything-
shapes and fires, animals and myself,
how easily it gathers them! -
powers and people-
and it is possible a great presence is moving near me.
I have faith in nights.
By: Rainer Maria Rilke
Por un gramo de fe…
Apenas una delgada luminosidad, pero los rayos del sol ponían fin a las tinieblas de la noche, la noche mas oscura de Florencia llegaba a su fin. Pero no para Elena, para la pelirroja este amanecer era el fin de su esperanza, por que ella, su ángel, no estaba ahí. Sin embargo toda su voluntad estaba puesta en mover sus piernas, mantenerse en movimiento, escapar, sobrevivir. Un sudor frió parlaba su frente, la vista se le nublaba y sus fuerzas estaban llegando al limite. Sus piernas le traicionaron y cayó al piso sin apenas darse cuenta, todo giraba a su alrededor.
Elena luchó por ponerse de pie nuevamente, el dolor de su vientre la hizo morderse los labios hasta hacerlos sangrar, pero su fuerza había llegado al límite. Volvió a caer, pero esta vez unos brazos la rodearon, un pecho acuno su rostro, una dulce voz trató de llegar a sus oídos. De pronto todo parecía estar bien, en paz, de alguna manera Elena sabía que estaba a salvo, sonrió, todo se desvanecía rápidamente, no podía distinguir a ese rostro que besaba su frente con labios suaves y lagrimas que se sumaban a las suyas.
- … Yulia… -murmuró la pelirroja con una exhalación de alivio mientras perdía el sentido.
Alexa sintió como un puñal helado se hubiera clavado en su pecho y esa frialdad corriera por todo su cuerpo aniquilando su espíritu. Y sin embargo la oprimió con más fuerza contra su pecho aun que sus manos temblaban.
Levanto la mirada al cielo para doblegar sus lagrimas, el cielo le devolvió la imagen del crucifico de oro apostado en la cima de la basílica, un crucifico que brillaba con los primeros rayos del sol que emergía tras las montañas.
-… quiero escuchar misa… - Parecía repetir la voz de Elena en su mente.
- Fe… ten una poca de fe, Alexa – se dijo a si misma- .. Todo saldrá bien… todo estará bien.
Iván trató de ponerse de pie en cuanto se dio cuenta que se hallaba en el suelo, lo que fuera que había pasado sucedió muy rápido. Los disparos habían terminado rápidamente, sólo había sido una ráfaga de las armas de sus hombres al sentirse atacados. Había alguien sobre él, un brazo fuerte lo aplasto con cierta rudeza contra el suelo.
- ¡Quédese abajo, señor! – le dijo una voz.
Era uno de sus hombres que lo cubría como un escudo humano, con su arma lista, los haces de luz de las demás armas barrían el interior de la basílica con cuidadosa practica, si había alguien ahí no escaparía a su escrutinio. Iván contuvo su ansiedad, esos hombres eran de los mejores. El mismo brazo lo puso de pie con un tirón.
- Hay que salir de aquí – le dijeron.
- De prisa, la chica… ¿Dónde esta la chica?
- No hay rastro de ella, tenemos tres hombres heridos y una baja señor.
- ¿Heridos?, no escuche el ataque.
- Fue silencioso… muy silencioso… - gimió uno de ellos, otro lo sostenía pues se veía pálido y desencajado. La Luz que entraba por los ventanales era todavía muy pobre para distinguir detalles, una lámpara incidió sobre su pecho. Tenía cuatro profundos cortes a todo lo largo del tórax, su chaleco blindado no había servido de mucho, estaba deshilachado y a través de el la sangra manaba abundantemente.-... no lo vi llegar, no lo escuche… Era muy fuerte y muy rápido.
- Gregory cayó, le destrozaron la garganta… No hay nada que hacer aquí, hay que irnos.
- ¿El rastreador?
- Funcionando.
- Hay que seguir la señal, no podemos perder el rastro de esa chica.
- Negativo, el ejercito esta arribando en el perímetro… ¡Hay que replegarnos!.
- Bien, vayámonos… ¡Pero no pierdan la señal!, vamos tras ella con discreción.
En ordenada formación con sus armas listas avanzaron hacia el final de las tinieblas, cruzaron los pasillos y alcanzaron los ventanales. Pasaron por encima de un cadáver al cual apenas prestaron atención solo para asegurarse que estaba muerto. Iván rechinaba sus dientes en una mezcla de ira contenida y ansiedad.
- ¡No escaparas, maldita, no escaparas!.. ¡Me devolverás todo lo que me has quitado!, ¡quiero a mi hijo, quiero mi bomba y quiero mi imperio!.. y te juro que no habrá poder en el cielo o en el infierno que me detenga.
Segunda traición… hace seiscientos años
Llovía copiosamente, el barro era tan espeso que podía sacar las botas si no estaban bien puestas. A saltos un hombre envuelto en una capa logró llegar hasta el resguardo de la entrada de una posada, se sacudió las botas con la mayor discreción posible tratando de pasar desapercibido, pero al levantar el rostro se encontró con una cara conocida que lo miraba expectante, era un hombre alto de rostro resuelto y profundos ojos negros, el bronceado de su piel parecía brillar empapada por la brisa húmeda. Esos ojos negros vigilaban el camino por el que había llegado, en su mano empuñaba una delgada navaja, flexible y muy filosa, fácilmente hubiera podido rebanarle la panza sin ningún esfuerzo. El hombre hubiera huido si no lo hubiese retenido un cargo de conciencia tan grande que necesitaba enfrentar lo que había adentro.
- ¿Carlo Palmieri? – pregunto al gitano. Este sólo respondió con un gesto y lo condujo al interior de la posada.
El fuego era casi la única fuente de luz del lugar, algunos viajeros cenaban o bebían el vino de la región, la mayoría fatigados, otros festejando alegre pero discretamente. En una mesa muy al fondo se encontraba otro hombre enfundado en una capa de viajero que cubría su rostro. De un empujo Carlo lo sentó en esa mesa.
- ¡Ilich Katin!… entonces es verdad que has vuelto – exclamo el hombre.
Ilich colocó una moneda de oro sobre la mesa, el hombre la tomo y la mordió como era costumbre, había herreros muy hábiles que podían bañar con una delgada capa de oro a las monedas de cobre o plomo, una buena mordida era infalible para no caer en el engaño.
- Queremos saber que sucedió hace un año –le ordenó Ilich.
- Tu esposa, tus hijas y tu hermano fueron exiliados, los habían condenado a morir a “garrote vil” pero el Obispo Kaunas intervino a favor de ellos, todos tus bienes confiscados. Pero todo eso lo debes saber ya, por eso estas aquí, ¿no es así?... ¿quieres recuperar tus propiedades?, es mejor que te marches, la benevolencia del sobrino del Duque no es abundante… con su tío a punto de morir no hay mucha esperanza para los sirvientes de los Volkov.
- Tienes razón, todo eso ya lo sé… no me interesan mis tierras, me interesa saber que sucedió con ella, con nuestra señora Yulia Volkova.
- Por la amistad que alguna vez compartimos, te lo imploro, vuelve por donde viniste. Lo que sucedió aquí fue muy triste, muy malo, déjanos con nuestra conciencia, déjanos con nuestro pecado.
- ¡Necesito saber!, si no es con oro será con sangre, pero tu nos vas a contar lo que paso.
Carlo se abalanzo sobre el hombre, le clavó la punta de la navaja en el vientre, no mucho, una estocada bien estudiada, una herida que sólo causaría dolor y tal vez se infectaría pero no era mortal. La mano del gitano oprimió los labios del hombre ahogando su grito, gruesas lágrimas brotaron de sus ojos.
- ¿Vas a hablar? – preguntó Ilich. El hombre asintió con los ojos desorbitados. El gitano aflojo la presa pero no lo soltó.
- No nos juzgues con tal dureza… tu no estuviste aquí, tu no viviste esos días… El Obispo enveneno nuestros oídos, nos relató de todos los pecados, de todas las cosas que se ocultaban a nuestros ojos en el castillo, y entre las mujeres se contaron mil cosas más, al final nuestra señora no parecía ser tan respetable como todos la creíamos, nos contaron cosas horribles de ella y la Señorita Nadya, ¡Y tu bien sabes que cosas extrañas había entre ellas!.
Cuando el padre de Nadya fue acusado de traición y ellas huyeron, Tiver nos reunió a todos en el castillo y nos… ¡nos compró!... Debíamos abjurar de nuestra lealtad a los Volkov y a cambio nuestra deuda por las tierras que Yulia nos vendió sería cancelada, y también se nos advirtió que toda lealtad con los Volkov sería castigada con la pena del traidor.
- Y se rindieron. En vez de defender el honor de su señora, se rindieron por un puñado de tierras…
- Nos rendimos para que perdonaran a tu familia… -el hombre levanto su mirada por primera vez y clavó los ojos en los de Ilich Katin. – Pedimos una prueba de buena fe… el Obispo intercedió y tu familia sólo fue exiliada.
Ilich desvió la mirada. El hombre suspiro con resignación y tal vez también con cierto alivio, como si un peso se aligerara de sus hombros al revelar sus secretos. Prosiguió.
- Y nuestra señora… las Señoritas…No esperábamos que pudieran alcanzarlas, la Señorita Yulia siempre fue muy astuta y valiente, no creímos que fuera necesario pelear por alguien que había huido… además estaba todo lo que se contaba de ellas, lo que veíamos…
- ¡Era mentira!, todo eso era mentira, vivimos con ella, la vimos crecer, la vimos jugar con nuestros hijos, no era una extraña, la conocíamos muy bien, ella era…
- Tu también los sabias, tu también lo viste, había algo extraño en ellas, algo diferente, no era sólo amistad o hermandad… Lo sabemos por que la conocíamos muy bien.
- ¡¡Pero no era una hereje!!... si, ellas eran muy unidas, tal vez demasiado… tal vez demasiado…
Carlo bajo la mirada incomodo, apretó con más fuerza su puño sobre el hombre arrancándole una mueca de dolor.
- ¿¡y si así hubiera sido!?... ¿¡a quien hacían daño!?... Si, ellas eran diferentes, pero eran hermosas, cuando estaban juntas parecían brillar como el sol, eran como ángeles… ellas sólo hacían lo que les dictaba su corazón, y su amor era para todos, no conozco a nadie que no recibiera un acto de bondad por parte de ellas… eran como ángeles… ¿Dónde estaba la maldad?, ¿Dónde estaba el pecado?
- …Ella… jugó con nuestros hijos… ¡con nuestras hijas!... ¿entiendes? ¡Jugó con nuestras hijas!... Teníamos miedo, miedo de lo que ella les hubiera enseñado o hecho… –dijo el hombre incapaz de mantener firme su mirada-… por eso la vendimos, por eso y por un puñado de tierra, por unas monedas de oro, vendimos a nuestra señora… pero lo que realmente vendimos fue nuestras almas… ¿de verdad quieres saber lo que sucedió esos días, Katin? Mejor váyanse por donde vinieron y déjenos con nuestro pecado, esta tierra esta maldita.
- No,… Quiero escuchar… Necesito saber…
- Tú también escondes un pecado en todo esto ¿verdad Katin?, tu alma no estará tranquila hasta que sepas que sucedió, hasta que compartas nuestra maldición, ¿verdad Katin?... Entonces escúchame… escúchame bien…
Por un gramo de fe… época actual.
- ¡Tenemos que irnos! – Urgió Fernando a Alexa desde el auto- ¡¡Alexa no hay tiempo!!
- ¡¡Esta herida!! – gritó la gitana. Trago fuerte para deshacer el nudo de su garganta y respiro hondo para tratar de serenarse, no podía entrar en pánico ahora. Una nueva impresión golpeo su rostro, un par de camionetas negras aparecieron presurosas dando la vuelta a la calle.
- ¡Ya no más! – exclamó ella mientras levantaba en brazos a Elena, no le sorprendió lo extremadamente ligera que se había vuelto, en un instante ya estaba en el auto, Fernando recibió a la pelirroja y la acomodó lo mejor que pudo en el asiento trasero. Camila estaba hecha un ovillo en el piso del auto, temblaba y sudaba. Alexa tomó el volante y haciendo quemar las llantas salieron corriendo pasando a un lado de las camionetas que intentaron cerrarles el paso demasiado tarde.
- ¡¡Estas loca!!... ¿¡Donde aprendiste a conducir así!? –exclamó Fernando.
- ¡¡Un hospital, necesitamos un hospital…!!
Iván y sus hombres fueron interceptados a la salida por las camionetas, inmediatamente iniciaron se lanzaron a la persecución. Encendió un artefacto semejante a un juego de video portátil, la pantalla parpadeo varias veces sin aclarar su imagen.
- ¿Qué pasa?, no tengo señal.
- Interferencia por los radios militares, están levantando antenas de emergencia. –le respondió el chofer de la camioneta en que viajaba. – Tenemos que cambiar de vehículo, señor, nos han identificado.
- Primero alcanza a ese auto, alcanza a la rusa… ¿Qué auto era?
- No lo alcanzamos a ver bien, era un Mercedes Benz, modelo 70 u 80, convertible, rojo carmín, no distinguí mas.
- Hay centenares de autos así, si no les damos alcance ahora…
El piloto dio un giro brusco al volante, frente a ellos un convoy militar hacia si aparición, los vehículos militares también venían zigzagueando, hacia unos instante un Mercedes Benz les había dado un gran susto al casi estrellarse con ellos, la habilidad del piloto del Mercedes los dejo pasmados.
Cañones de armas asomaron por ambos convoy mientras se cruzaban en la misma calle.
Iván se quedo con la boca abierta, con la orden de fuego en la punta de los labios pero… aquello era una batalla perdida, demasiadas armas, muy poco espacio. Justo frente a sus ojos apareció el rostro de Troy, también con la orden de fuego en la boca pero la claridad del problema en sus ojos.. Ambas miradas se cruzaron, hubo un instante de inteligencia compartida, de concilio… soldados y mercenarios lo compartieron, frente a los rostros de cada uno cruzaron ojos expectantes y cañones de armas. La primera bala seria el inicio del desastre.
Ambas hileras de vehículos cruzaron con direcciones distintas…
La Torre… seis cientos años atrás…
¿Minutos... horas?... Nadya no sabía cuanto tiempo había pasado desde su llegada al castillo Volkov, el tiempo parecía haberse congelado, la tarde no terminaba de caer, la agónica luz dorada del sol se filtraba por los tablones que improvisaban una puerta del antes hermoso balcón de la torre, fuera de eso todo estaba en oscuridad, sólo se escuchaba el murmullo de la gente al pie de la torre, un murmullo que crecía cada vez más.
Nadya no podía reconocer el castillo cuando llegó a él, parecía la plaza de un carnaval, una feria, infestado de gente, carpas y basura, toda la sobria elegancia se había esfumado. Era un carnaval lo que había ahí. Fuertemente sujeta fue conducida hasta la torre, frente a ella se había construido un improvisado cadalso, un arco de troncos del cual pendía una soga con el nudo listo para ser echado al cuello. A pesar de todo su valor Nadya tembló al verlo, un hombre de rostro duro, sin expresiones pasaba ese nudo por un costal lleno de piedras que simulaba un cuerpo, después con un tirón levanto ese costal hasta lo alto, los tablones rechinaron por el peso pero se mantuvieron firmes.
- No habrá trampa ni banquillo –dijo el verdugo- el “penitente” será levantado a peso, asfixiado hasta morir, será lento y doloroso, muy doloroso.
Las piernas de Nadya fallaron, si no la hubieran tenido tan bien sujeta habría caído, se esforzó en recuperar su aplomo y mantener la cabeza en alto con dignidad. Su mirada recorrió toda la explanada de la torre, las flores y los árboles frutales habían sido arrancados, sólo una muchedumbre que se reunía curiosa era el panorama.
Aquí y allá Nadya reconoció rostros, docenas de ellos.
Nuevamente a empujones fue conducida ahora hacia la entrada de la torre. De pronto sintió un golpe en el rostro, la aturdió un instante y una sensación viscosa la cubrió, escucho risas antes de poder abrir los ojos, otro impacto más le dio en la cabeza y otros tantos en el cuerpo. Los soldados se movieron con rapidez para esquivar una lluvia de frutas y huevos podridos que la multitud empezó a arrojarle.
- ¡¡Pervertida!!... ¡¡Bruja!!... ¡¡Hereje!!... – gritaban todos como una sola voz.
A rastras la subieron a lo alto de la torre y la encerraron en esa habitación, todos los muebles habían sido retirados, sólo se dejo un camastro improvisado con mantas y paja en vez de suelo vil como un mínimo gesto de respeto a una dama… o eso creyó.
No quiso asomarse a la hendidura de esos tablones, no quiso ver los preparativos de su ejecución y aquellos rostros que reconoció, que alguna vez conoció como amigos y que ahora la miraban con desprecio, lastima o burla. Empezó a orar con todas sus fuerzas, no por su destino el cual ya sabia trazado, si no por el de ella.
La puerta se abrió de golpe, por ella entro Tiver, Kaunas y algunos hombres más. Los tablones que cubrían el balcón fueron retirados. Uno de los hombres colocó en su cuello una correa de cuero y amartillo un cerrojo a ella, la correa estaba unida a una cadena la cual fue entregada a Tiver.
- En una bestia te ha convertido tu lujuria, como una bestia serás tratada –dijo entre siseos el sobrino del Duque.
Jaló de la cadena y la atrajo hacia el balcón. La muchedumbre se bramó enardecida, era el principio de la feria. Nadya fue exhibida como un trofeo, como una presa, con la cadena a su cuello semejaba una bestia domada.
Al pie de la torre, en el cadalso se encontraba Yulia.
Por un gramo de fe… época actual
El ronroneo del motor del auto semejaba el ronroneo de una fiera al asecho, el auto en si, agazapado tras una barda semejaba una fiera al asecho, Alexa oprimía el volante fuertemente como dominando a la bestia. Frente a ellos estaba la inmensa mole de un hospital, había confusión y actividad, pero era una confusión controlada, la policía y el ejercito estaban ayudado en la coordinación, los cristales rotos ya habían sido retirados y sustituidos con plásticos de forma provisional donde era necesario, docenas de heridos ingresaban y salían por sus puertas… heridos por cortaduras de cristales y otros accidentes, pero una herida de bala era otra cosa. También estaban ahí un grupo de hombres que no semejaban ni policías ni militares, y sin embargo estaban armados y vigilaban, no se involucraban en ninguna actividad, sólo vigilaban.
Fernando sostenía a Elena, mantenía presión sobre la herida para detener el sangrado, la pelirroja era presa de la fiebre y sus dientes castañeaban.
- No es buena idea – dijo Fernando – las están esperando, saben que tu amiga esta herida y van a cazarlas aquí.
Elena pareció salir de su letargo de golpe, lucho por zafarse del abrazo de Fernando, extendió las manos al cielo como buscando algo. Alexa tomó sus manos y las oprimió con amor buscando darle confort. Elena se agitó, sus enormes ojos verdes se buscaron los de Alexa.
- ¡Tranquila Lenita… tranquila! – Suplicó la gitana- … aquí estoy… aquí estoy…
- Su corazón… su corazón en tinieblas… su corazón maldito… en tinieblas… la muerte negra…-gimió débilmente-… ¡viene la muerte negra!
Alexa besó su frente y acaricio sus cabellos, Elena pareció tranquilizarse un poco.
- No… no morirás… no te dejare morir… -lloró Alexa.
-… ella es la muerte negra… mi ángel oscuro… ¿Qué te hicieron, mi ángel oscuro?
Alexa se mordió una muñeca para no llorar, volvió a tomar el volante decidida a todo.
- ¡Estera!... –la detuvo Fernando - … hay otro lugar donde podemos ir… hay que darnos prisa… es seguro, pero… ¿esta lista para venderle tu alma al diablo?
- Sólo dime hacia donde me dirijo…
El cuerpo…
- ¿Me quieren decir que después de todo el despliegue de fuerzas militares, de la brillante labor de rastreo y rescate… fallido rescate, tenemos el cuerpo equivocado? – pregunto Trevor con una vos tan cansada que no alcanzaba el tono de sonar molesto.
- Lo siento, lo siento mucho – dijo Alexei con tono sarcástico – lamento mucho decepcionarlos y decirles que este cadáver no es el de mi hermana ni de su “amiguita”.
- No quise decir eso, ¡que bueno que su hermana esta con vida! –Se corrigió Trevor – es solo que esto… nos esta superando.
Se encontraban en una morgue, tres hombres vestidos como militares y en trajes de faena, un par de tipos más con indumentaria blanca como médicos, Troy, Trevor y Alexei. Todos rodeaban un cuerpo en una plancha de autopsia en la cual se había depositado el cadáver de una chica guardado en el interior de una bolsa negra cuyo cierre estaba abierto para examinarla.
- Si, no seas ridículo – afirmó Troy – hiciste un gran trabajo rastreando a tu hermana y guiarnos hasta la Basílica… Estuvimos muy cerca de “resguardarlas” y ponerles la mano encima a una partida de mercenario. Buen trabajo, pero llegamos algo tarde.
- siempre llegan tarde –pensó Alexei
- Si, usted fue más eficiente que nuestro servicio de inteligencia. No es nada personal contra su hermana. Es sólo que necesitamos encontrar al portador del virus… la plaga se ha extendido de forma sorprendente, por ahora logramos contener la diseminación pero alcanzo a llegar a España, Alemania, Canadá y América, por los vuelos internacionales, tardamos demasiado en bloquear los aeropuertos y poner en cuarentena a todos, sin embargo la buena noticia es que al parecer se ha contenido, no a habido un nuevo caso. Pero todavía tenemos varias interrogantes ¿Ya se detuvo o debemos esperar un nuevo brote?, ¿estamos a salvo o debo ponerlos a ustedes también en cuarentena?
- Hubo muchos muertos anoche, ¿estamos seguros que no es una confusión?-preguntó Troy
- No, señor – respondió un militar – este cuerpo lo encontramos en la Basílica, justo donde los mercenarios hicieron su fiesta después del club, la iban persiguiendo seguramente.
- Tiene quemaduras en la mitad del rostro y cuello, no se ven importantes pero ¿de eso murió?, no veo más heridas.
- Desprendía humo cuando la encontramos, no había señales de fuego o algo incandescente, era muy extraño pero parecía que… bueno, es la razón por la que la trajimos, nos advirtieron sobre extrañas reacciones a la luz y pues… parecía que la luz era lo que la estaba quemando.
Trevor frunció el ceño.
- ¿la luz la quemaba… la luz del sol?
- Si, por eso la pusimos en una bolsa inmediatamente y sólo marcamos el lugar, en otro caso hubiéramos dejado el cuerpo para estudio forense por parte de la policía local.
- Es verdad que los contagiados presentan una severa fotofobia, es el primer signo de contagio, los enfermos no toleran la luz del sol. Además los ciclos de contagio son nocturnos… es como si el virus entrara en letargo durante las horas diurnas. Pero esto es inútil, no hemos podido encontrar rastro del virus en ningún cadáver, tal parece que se desintegra al morir la victima. Este cuerpo no nos dirá nada… ¿o encontramos algo distinto en la sangre?
- Solo que es negra, y que difícilmente califica como sangre, si no la hubiera extraído personalmente del cuerpo no tendría la menor idea de lo que es. Pero efectivamente no hay señales de bacterias ni virus… de hecho es una muestra extremadamente limpia, ningún parásito, ninguna bacteria, ningún hongo… El cuerpo humano siempre esta plagado de microorganismos con los que hemos logrado una simbiosis, enfermedades menores, parásitos menores, etc, nadie esta libre de ellos pero... nada de eso encontré en la muestra, este cuerpo parecer ser la cosa más estéril que jamás haya visto. Y siendo un cadáver debería estar invadido por microorganismos, bacterias iniciando el proceso de descomposición, podría apostar que este cuerpo no se va a pudrir nunca.
Trevor se rasco la incipiente calva.
- ¿Y si echamos un vistazo?
Trevor se calzó unos guantes plásticos y tomando un escalpelo hizo una incisión en el pecho de la chica, con mano experta extendió el corte a todo lo largo del pecho y el vientre.
- ¡¡Trevor, por Dios!! – exclamaron todos, su maniobra había sido tan rápida que nadie alcanzo a reaccionar.
- ¿Qué pasa, señores?, ¿unos rudos hombres de armas no tienen estomago suficiente para ver una autopsia? – Trevor maniobro dentro del cadáver con habilidad, se le notaba experto - ¡¡Nada!!, ¡maldición aquí no hay nada! … y sin embargo es la cosa más rara que haya yo visto.
Miren, los pulmones, el hígado… todo esta en su lugar y bien, no hay deformaciones, ni manchas, ni erupciones, nada. Sin importar que la coloración de la sangre muestre que esta totalmente contaminada sus órganos están intactos.
- Pues no entiendo mucho de medicina, ¿Qué esperaba ver?.. –Preguntó Troy.
- Los órganos desechos, literalmente licuados… eso es lo que hemos encontrado, el virus provoca una alteración a nivel celular en los órganos, por si misma esta alteración no parece ser dañina pero las células se vuelven irreconocibles para el resto del organismo… El sistema inmunológico las ataca, las destruye, pero la infección se expande tan rápido que órganos enteros son alterados antes de que el sistema inmune logre erradicar las células malignas, el órgano entero es aniquilado por su propio sistema inmunológico… El cuerpo literalmente se suicida, muere antes de tolerar este cambio.
Trevor cerró la bolsa nuevamente. Al fin fue conciente de la incomodidad de la gente que lo rodeaba. Todos volvieron a respirar.
- Pero los órganos están intactos… - afirmó meditabundo uno de los médicos.
- Lo más aterrador de todo es que no conocemos a nuestro enemigo, no hemos podido observarlo bajo el microscopio, no tenemos una sola imagen del virus… solo hemos podido observar la muerte que dejo a su paso, los síntomas que desencadenan la muerte… Pero al maldito virus no hemos podido obsérvalo y no tenemos idea de cómo combatirlo. Sólo hemos podido observar a los contagiados evolucionar en su infección hasta morir y rogar que no hayan contagiado a nadie más antes de ser detectados, rogamos que la plaga desaparezca con ellos.
- Cientos de enfermos, ciento de muertos ¿y no han podido obtener una muestra del virus? –preguntó Alexei.
Trevor se encogió de hombros.
-… ¿y si están equivocados?, ¿y si lo que están buscando no existe?, es decir ¿y si no existe ningún virus?
Todos voltearon a ver a Alexei.
- … Es sólo un viejo cuento de terror… historias para asustar a los niños de mi tribu, de mi comunidad. Una maldad vieja y oscura, una plaga que se extiende por las sombras, nosotros lo llamábamos “El exilio”, cuando la maldad del hombre es muy grande, mas allá de todo perdón, un ángel oscuro, un enviado del cielo toca su trompeta de muerte y su canto marcara con el “exilio” a la sangre de los malditos, la tierra, el aire, el agua y el fuego exiliaran de este mundo a los malditos, se pudrirán en vida arrasados por la muerte negra… sangre negra, manchas negras en la piel, erupciones y supuraciones… la gente se pudre en vida… no es una enfermedad, es una maldición… Pero por supuesto, es sólo un cuento de miedo para niños.
- Educativo… ¡gracias! – dijo Trevor con sarcasmo.
- Ningún otro pueblo sabe de maldiciones como mío, Señor Horn, Alguna vez fuimos una tribu más que los egipcios esclavizaron para construir sus ciudades y templos, y al igual los judíos seguimos a Moisés hacia la tierra prometida… pero no tuvimos la paciencia ni la fe para cruzar el desierto, abandonamos a los Judíos en el momento en que más debimos estar unidos, despreciamos las enseñanzas y la fe de su Dios y los abandonamos en el desierto. Fuimos maldecidos ha errar por siempre, ha nunca encontrar una tierra que pudiéramos llamar nuestra y desde entonces hemos vagado por el mundo… fuimos llamados “Egiptianos” “los exiliados o condenados de Egipto” y después simplemente “Gitanos”… siempre errantes, siempre malditos… Pero también nos convertimos en los testigos de todas las traiciones de fe de todos los pueblos del mundo, todas las maldiciones y plagas que han caído sobre el mundo, hemos visto pueblos florecer y morir por sus pecados…
Esto que tanto le preocupa señor Horn, no es nuevo para nosotros… lo hemos visto pasar una y otra vez… no es el fin del mundo, es sólo el fin de otra época.
-… lo peor de todo, es que me siento tentado a creerle… - suspiró Trevor- …
“Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra” (Apocalipsis 6:. “Y habrá... pestes” (Mateo 24:7)…
Lo que me sorprende siempre es la precisión de ese dato “la cuarta parte de la tierra”…. Y el joven Palmieri tiene razón, no es la primera vez que algo así sucede, en la edad media una plaga muy similar azoto al mundo y extermino a la cuarta parte de la población mundial, no sólo de Europa, la plaga alcanzo a Asia y a toda civilización conocida… La cuarta parte.
- Me asusta que estemos tomando con seriedad estas leyendas “gitanescas”, sin ofender. –dijo Troy.
- No son “gitanescas”, Troy, están en la Biblia, “la muerte negra” esta en los registros históricos. Pero basta ya de este breviario cultural, no sé de maldiciones, ni de plagas bíblicas, sé de patología, virus y bacterias. Volvamos al trabajo y encontremos a nuestro enemigo, todavía tengo esperanza de encontrar a la Señorita Palmieri y a su acompañante y ver la cara de mi enemigo. ¡Manos a obra!.
- ¿Qué hacemos con el cuerpo?
Trevor se acercó a la bolsa y dio unas palmaditas en la cabeza.
- Lo siento mucho, muchacha, pero dado las circunstancias….Incinérenlo de inmediato, manden sus cenizas a la fosa común.
El cadalso… hace seis cientos años.
Yulia luchaba por no caer en la inconciencia, luchaba por no doblegarse al dolor, la fatiga, el hambre y sus heridas. La habían lavado echándole unos baldes de agua encima para quitarle el polvo y la sangre seca, la vistieron con una túnica blanca, apenas una manta, ataron sus muñecas y la llevaron al cadalso. Le dolió mucho ver lo que habían hecho con su castillo, pero más le dolió reconocer entre la multitud tantos rostros conocidos, rostros que la miraban de mil formas diferentes, algunos bajaron la vista avergonzados y otros disfrutaban la humillación de su princesa.
Cuando le echaron la soga al cuello sintió verdadero pánico, sus ojos, hasta donde los golpes le permitían ver, buscaron con ansiedad a su amada. No podía morir, no podía abandonarla.
Y entonces ella apreció ahí en lo alto, en el balcón de la torre. Junto a ella estaba él.
- Tiver Smolensk –murmuró Yulia con todo su odio.
Tiver la miró divertido, se le notaba como gozaba de ese momento. Yulia le sostuvo la mirada, temblaba, no sabia si por la debilidad, por el dolor, la fiebre o la ira.
Tiver dio una señal y el verdugo se escupió en las manos, tomó la soga y lentamente empezó a tirar de ella. Yulia sintió la presión en su cuello, el nudo cerrarse con fuerza en su garganta mordiendo la piel y estrangulándola, sus pies perdieron el contacto con el suelo.
- Pena de muerte para quien ayude a un traidor, ¡es la ley! – exclamó triunfal Tiver.
- ¡¡¡Noooo!!! –exclamó Nadya, arrojándose sobre el sobrino del duque- ¡¡ella es inocente!! .. yo soy la hija del traidor, yo soy quien te traiciono, yo soy a quien debes colgar.. –le gritó al rostro.
Tiver uso la cadena para quitársela de encima, sorprendido ante la fuerza de la princesa pelirroja.
- Ella tiene sus propios pecados- dijo quedamente Kaunas ante la mirada suplicante de Nadya.
- Soy yo a quien quieres castigar… déjala a ella… perdona su vida… ella no te ha hecho nada…
- ¡¡Ella se burlo de mi!!... ¡Ella te pervirtió! –Bramó Tiver – ella te hizo romper tu promesa… si fueras mi esposa yo podría ayudarte… podría conseguir la benevolencia de mi tío…
Nadya se acerco al borde de la torre, extendió su mano como si pudiera alcanzar a Yulia, Tiver jaló la cadena nuevamente y la hizo retroceder temiendo que intentara saltar. Yulia se agitaba suspendida de la soga entre las risas y abucheos de la multitud que gozaba del espectáculo, había llegado a lo más alto del arco, toda su fuerza y voluntad estaba en continuar respirando, en resistir lo mas posible, no podía dejarse matar así, no podía abandonar a Nadya en ese momento.
- ¿Qué es lo que quieres de mi? –preguntó Nadya, sin mas rodeos, ya no había tiempo para suplicas, Yulia estaba muriendo - ¿¡Qué quieres de mi!?... tendrás lo que quieras… ¡¡sólo dime lo que quieres!!
Por un gramo de fe… época actual
Era una barda inmensa, parecía no tener fin, Alexa oprimía el acelerador a fondo siguiendo el camino de terrecería que conducía al gran portal que parecía estar ubicado en su centro, apenas con el cuidado suficiente de no agitar demasiado el vehículo. Apenas se detuvo frente al portal cuando un hombre apareció como salido de la nada, llevaba sobre su espalda una gran carabina.
- ¡Eh!, Fernando… no te esperábamos. – saludó.
- Hombre, traigo un problema… mi amiga necesita ayuda, consígueme a Leonard, por favor.
El hombre echo una mirada sobre la pelirroja y las otras chicas, revisó el auto rápidamente. Extrajo de sus ropas un radio he hizo una llamada.
- Sonríe a la cámara – le dijo Fernando a Alexa, señalando el lente de una cámara que les apuntaba. Alexa sólo logro hace una mueca.
El portal se abrió y Alexa condujo al interior de la propiedad, si por fuera la barda parecía inmensa, en el interior no tenia fin. Condujo por una vereda de graba bordeada de árboles frutales en flor, al fin llegaron a un palacio de impecable arquitectura. Afuera los esperaba un hombre de edad avanzada, robusto y de complexión sólida, su cabello estaba totalmente cano aun que se notaba que había sido rubio en otros tiempos, abundante caía sobre sus hombros en un perfecto corte, barba de candado también muy cuidada, todo en la apariencia de Leonard revelaba a una persona de buen gusto y sobriedad con aire de desenfado. No hubo formalidad en las presentaciones, ha Leonard le bastó una mirada sobre Elena para darse cuenta de la gravedad de la situación.
- Llevala adentro.. –Le ordenó a Fernando- a la recamara sur… ¡Maria! Mi botiquín, tendrás que asistirme.
En un instante Elena ya estaba recostada sobre una amplia cama que la hacia verse más pequeña, un ejercito de sirvientes prepararon la habitación.
Leonard tomó por los hombros a Alexa y la sacó de la habitación.
- Por favor señorita, deberá esperar afuera… ahora su amiga esta en mis manos y en las de Dios.-le dijo con una vos reconfortante, Alexa quiso protestar pero la gruesa puerta de roble se cerro en sus narices.
Leonard tomó unas tijeras y cortó el vestido de Elena, suspiró preocupado.
- Tendrás que sostenerla –le dijo a Fernando- No tengo el equipo necesario, apenas cuento con lo básico, no puedo anestesiarla pues debo vigilar sus signos vitales. Niña… ¿me escuchas?, mírame a los ojos.
Elena lo miro apenas consiente y apenas comprendiendo lo que escuchaba. Una mujer le ponía un catéter con suero. Fernando penas se había limpiado la sangre con unas toallas y alcohol, la sujetó por los hombros para inmovilizarla. Un chorro de alcohol baño la herida y con cuidado un algodón la limpio.
- Bala ¿he?... no me gusta, no hay mucho que yo pueda hacer, no aquí… y ya no hay tiempo para ir a otro lugar… Que el señor guié mi mano.
Alexa caminó en círculos alrededor de la puerta, respiró hondo cuando se dio cuenta de que su ansiedad la estaba enloqueciendo y decidió salir. Afuera el sol ya brillaba radiante sobre un cielo de azul inmaculado, sería un día muy hermoso.
-.. en las manos de Dios –lloró impotente-… pero Dios me guió hasta ti, ¿no?, ¿Dónde más podía buscarte si no en una iglesia?… en la basílica… y ahí estabas, mi pobre pelirroja, ¡ahí estabas como esperándome!. No, no vas a morir… tu no puedes morir…
La gitana se dejo caer de rodillas y empezó a llorar a la vez que oraba. No escuchó los pasos a su espalda hasta que una mano se poso en su hombro. Alexa levanto el rostro sorprendida.
- ¿Alexa…?... ¿de verdad eres tú? – exclamó Camila.
La boda… hace seis cientos años.
- Un heredero… un legitimo heredero de todos tus bienes y tierras. Cumple tu palabra, despósate conmigo y dame un heredero… y te prometo que no seré yo quien de muerte a tu “doncella de hierro” - dijo Tiver, su vos siseo como la de una serpiente y sus ojos ardían en codicia.
Nadya dirigió su rostro hacia Yulia, pero cerro los ojos, no se atrevió a mirarla.
- Que así sea…. – aceptó.
Tiver se acerco otra vez al borde de la torre, arrastró a Nadya con él y la abrazó contra si, con un gesto hizo acercar a Kaunas.
- No necesitamos una fiesta ni una ceremonia, tenemos aquí bastantes testigos, ¡Sólo hazlo!
- Pero señor… la liturgia…
- No se necesita nada de eso… ¡Sólo dilo!, tan fuerte que todos te escuchen y será suficiente!
Kaunas vio la desesperación en los ojos de Nadya, a Yulia agitarse cada vez mas débilmente, la multitud que los miraba atentamente sabiendo que algo importante estaba pasando. Se santiguo e hizo una oración lo más rápido que pudo, levanto el brazo he hizo la señal de la bendición.
- Yo los declaro Marido y Mujer… - dijo tan fuerte como pudo.
La gente guardo silencio un instante, Tiver dio entonces la señal. El verdugo soltó la cuerda y Yulia cayo al suelo, tosiendo y escupiendo sangre, trató de incorporarse pero le fue imposible, ahí postrada en el suelo, con el rostro hundido en el fango, miro hacia Nadya y Tiver … Ni el orgullo ni la vergüenza pudieron evitar su silencioso llanto.
La gente sobre la torre se había retirado, pero por la entrada a esta sólo Kaunas y los soldados salieron. El verdugo se acerco a Yulia pero al instante retrocedió, ella clavando sus uñas heridas en la tierra para mitigar el dolor, lucho hasta lograr incorporarse, la gente murmuraba y algunos reían, Yulia levanto el rostro hacia ellos, sus ojos miraron cada uno de los rostros de los ahí reunidos, todos eran rostros conocidos, todos eran un nombre que sus labios habían pronunciado.
Un silenció de muerte se hizo en la multitud, hasta pareció que el viento, las aves y todo en el mundo quedo callado, expectante. Los ojos de la doncella de hierro ardían con el fuego del infierno.
En lo más profundo de su corazón Yulia deseaba matarlos a todos…
La morgue… época actual.
Luigui era una hombre ya muy anciano, pero se mantenía activo, en su juventud había sido campesino y de esa época conservaba un cuerpo robusto y fuerte, aun que la edad había mellado su salud. Residente de tiempo completo de la morgue, poéticamente había logrado su último empleo como preparación para un futuro ineludible, así lo decía a sus amigos, la verdad es que un anciano tiene pocas alternativas para ganarse el pan.
Llego empujando una camilla hasta el crematorio, la puerta del horno esta abierta y lista la plancha. Abrió el cierre de la bolsa plástica y expuso por completo al cuerpo. Retrocedió un paso para santiguarse como era su costumbre, pero esta vez además se quedo un instante en silencio.
- ¡Pobre niña! –Exclamó- una flor cortada en su plenitud… una flor que ni siquiera alcanzó ha dar frutos.
Su mano acaricio el vientre plano, su ojo experto adivinó que ese vientre jamás albergo criatura alguna. Sus dedos se toparon con la herida abierta de la autopsia.
- ¡Malditos! –Exclamó - .. Ni siquiera tuvieron el respeto de sellarte.
Extrajo de un bolsillo una engrapadora de gran tamaño, adecuada para ese fin, con sumo cuidado colocó las grapas a lo largo de la herida. Retiro los cabellos que cubrían el rostro.
- Debiste ser muy hermosa, la muerte no te ha quitado nada, aun en tu palidez vacía tal parece que sólo duermes, pequeña. ¿En que sueñas?, ¿con quien…?
Dejo su mano izquierda sobre la frente del cuerpo y se llevo la derecha al pecho, a la altura de su corazón y murmuro:
- “Aunque camine por el valle de sombras,
nada temo, porque el señor va conmigo:
su vara y su cayado me sosiegan.
Preparada esta una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me ungirá la cabeza con perfume,
y llenara mi copa.
Su bondad y su misericordia me acompañaran
todos los días de mi vida,
y por siempre habitaré en la casa del Señor.”
Tomó al cuerpo por los hombros y la colocó sobre la plancha deslizable del horno, por ultima vez miró ese rostro de apacible belleza, volvió a acariciar esa mejilla con pena, ella tan joven se había adelantado a él tan anciano en ese viaje. Empujo la plancha hasta el fondo del horno y lo cerró, abrió las válvulas de gas butano y con un fósforo encendió la llama.
- No temas, niña, pronto te alcanzare… -dijo Luigui, se santiguo por ultima vez y tomando su periódico salió del crematorio. Leyó los encabezados amarillistas de la publicación y meneo la cabeza-… pronto te alcanzaremos todos…
En el interior del horno, las llamas azuladas de gas butano crecieron hasta cubrir el cuerpo, al principio tímidamente, hasta parecían temerosas, como un amante novicio, suaves toques, suaves caricias, después lo envolvieron con singular alegría y finalmente se aferraron a su piel.
La simiente de la oscuridad.. Hace seis cientos años.
- Tiver cumplió su promesa, No ordenó la ejecución de Yulia, la sentencio a ser “tratada” con la barra y ser recluida en las mazmorras hasta el nacimiento de su heredero. Pero la Señorita Nadya no fue preñada ese día ni el siguiente, llegamos a creer que el heredero que tanto ansiaba Tiver le sería negado… pero ese hombre es obstinado como el diablo y después de algún tiempo lo logró. Ahora se encuentra en su último mes de embarazo, es cuidada muy de cerca por las monjas del convento que el Obispo Kaunas envió… Ella fue condenada a nunca salir de esa torre, dicen que esta encadenada al muro como una bestia y sólo la mantienen con vida hasta que nazca el heredero… después… pues dicen que la torre será tapiada y todo lo que hay dentro de ella será olvidado.
Ilich Katin introdujo su mano en el interior de su capa, tomó el puñal que ahí guardaba y su mano se cerró sobre la empuñadura hasta que sus nudillos se tornaron blancos. Soltó el arma y en vez tomó unas monedas que también ahí guardaba, las arrojó sobre la mesa. El oro y la codicia brillaron en los ojos del hombre a pesar de su gesto de pesadumbre.
- aquí esta tu oro… ¡Te lo ganaste!… ¿es suficiente para callar tu conciencia?
- ¿Mi conciencia dices?... ¿¡Que sabes tu de lo que cargamos en nuestra conciencia!?... ¿Qué sabes tu de lo que ha sucedido desde ese día?. ¡Estamos malditos!, ¡lo sabemos!... Es como si una enorme nube negra estuviera pendiendo sobre nosotros esperando el momento de desatar una tormenta, una tormenta que nos arrancara la piel de lo huesos… ¡lo sabemos!, no pasa día en que no sepamos que vendrán cosas terribles y que ya nada de lo que hagamos podrá remediarlo.
- ¿y que esperaban después de mirar como torturaban a morir a aquella cuya familia debíamos lealtad y respeto?, ¡me sorprende que no se hayan podrido sobre sus pies todavía!.
- Torturada hasta morir… si, así fue… la torturaron de una forma vil y horrenda. La torturaron como para matar de dolor a una docena de hombres… pero no a ella, ella resistió, ¡lo soportó todo!, y aun mas… Ilich Katin, no sabes lo peor… ella, Yulia Volkova aún vive…
Continúa…
You, Darkness
You, darkness, that I come from
I love you more than all the fires
that fence in the world,
for the fire makes a circle of light for everyone
and then no one outside learns of you.
But the darkness pulls in everything-
shapes and fires, animals and myself,
how easily it gathers them! -
powers and people-
and it is possible a great presence is moving near me.
I have faith in nights.
By: Rainer Maria Rilke
Por un gramo de fe…
Apenas una delgada luminosidad, pero los rayos del sol ponían fin a las tinieblas de la noche, la noche mas oscura de Florencia llegaba a su fin. Pero no para Elena, para la pelirroja este amanecer era el fin de su esperanza, por que ella, su ángel, no estaba ahí. Sin embargo toda su voluntad estaba puesta en mover sus piernas, mantenerse en movimiento, escapar, sobrevivir. Un sudor frió parlaba su frente, la vista se le nublaba y sus fuerzas estaban llegando al limite. Sus piernas le traicionaron y cayó al piso sin apenas darse cuenta, todo giraba a su alrededor.
Elena luchó por ponerse de pie nuevamente, el dolor de su vientre la hizo morderse los labios hasta hacerlos sangrar, pero su fuerza había llegado al límite. Volvió a caer, pero esta vez unos brazos la rodearon, un pecho acuno su rostro, una dulce voz trató de llegar a sus oídos. De pronto todo parecía estar bien, en paz, de alguna manera Elena sabía que estaba a salvo, sonrió, todo se desvanecía rápidamente, no podía distinguir a ese rostro que besaba su frente con labios suaves y lagrimas que se sumaban a las suyas.
- … Yulia… -murmuró la pelirroja con una exhalación de alivio mientras perdía el sentido.
Alexa sintió como un puñal helado se hubiera clavado en su pecho y esa frialdad corriera por todo su cuerpo aniquilando su espíritu. Y sin embargo la oprimió con más fuerza contra su pecho aun que sus manos temblaban.
Levanto la mirada al cielo para doblegar sus lagrimas, el cielo le devolvió la imagen del crucifico de oro apostado en la cima de la basílica, un crucifico que brillaba con los primeros rayos del sol que emergía tras las montañas.
-… quiero escuchar misa… - Parecía repetir la voz de Elena en su mente.
- Fe… ten una poca de fe, Alexa – se dijo a si misma- .. Todo saldrá bien… todo estará bien.
Iván trató de ponerse de pie en cuanto se dio cuenta que se hallaba en el suelo, lo que fuera que había pasado sucedió muy rápido. Los disparos habían terminado rápidamente, sólo había sido una ráfaga de las armas de sus hombres al sentirse atacados. Había alguien sobre él, un brazo fuerte lo aplasto con cierta rudeza contra el suelo.
- ¡Quédese abajo, señor! – le dijo una voz.
Era uno de sus hombres que lo cubría como un escudo humano, con su arma lista, los haces de luz de las demás armas barrían el interior de la basílica con cuidadosa practica, si había alguien ahí no escaparía a su escrutinio. Iván contuvo su ansiedad, esos hombres eran de los mejores. El mismo brazo lo puso de pie con un tirón.
- Hay que salir de aquí – le dijeron.
- De prisa, la chica… ¿Dónde esta la chica?
- No hay rastro de ella, tenemos tres hombres heridos y una baja señor.
- ¿Heridos?, no escuche el ataque.
- Fue silencioso… muy silencioso… - gimió uno de ellos, otro lo sostenía pues se veía pálido y desencajado. La Luz que entraba por los ventanales era todavía muy pobre para distinguir detalles, una lámpara incidió sobre su pecho. Tenía cuatro profundos cortes a todo lo largo del tórax, su chaleco blindado no había servido de mucho, estaba deshilachado y a través de el la sangra manaba abundantemente.-... no lo vi llegar, no lo escuche… Era muy fuerte y muy rápido.
- Gregory cayó, le destrozaron la garganta… No hay nada que hacer aquí, hay que irnos.
- ¿El rastreador?
- Funcionando.
- Hay que seguir la señal, no podemos perder el rastro de esa chica.
- Negativo, el ejercito esta arribando en el perímetro… ¡Hay que replegarnos!.
- Bien, vayámonos… ¡Pero no pierdan la señal!, vamos tras ella con discreción.
En ordenada formación con sus armas listas avanzaron hacia el final de las tinieblas, cruzaron los pasillos y alcanzaron los ventanales. Pasaron por encima de un cadáver al cual apenas prestaron atención solo para asegurarse que estaba muerto. Iván rechinaba sus dientes en una mezcla de ira contenida y ansiedad.
- ¡No escaparas, maldita, no escaparas!.. ¡Me devolverás todo lo que me has quitado!, ¡quiero a mi hijo, quiero mi bomba y quiero mi imperio!.. y te juro que no habrá poder en el cielo o en el infierno que me detenga.
Segunda traición… hace seiscientos años
Llovía copiosamente, el barro era tan espeso que podía sacar las botas si no estaban bien puestas. A saltos un hombre envuelto en una capa logró llegar hasta el resguardo de la entrada de una posada, se sacudió las botas con la mayor discreción posible tratando de pasar desapercibido, pero al levantar el rostro se encontró con una cara conocida que lo miraba expectante, era un hombre alto de rostro resuelto y profundos ojos negros, el bronceado de su piel parecía brillar empapada por la brisa húmeda. Esos ojos negros vigilaban el camino por el que había llegado, en su mano empuñaba una delgada navaja, flexible y muy filosa, fácilmente hubiera podido rebanarle la panza sin ningún esfuerzo. El hombre hubiera huido si no lo hubiese retenido un cargo de conciencia tan grande que necesitaba enfrentar lo que había adentro.
- ¿Carlo Palmieri? – pregunto al gitano. Este sólo respondió con un gesto y lo condujo al interior de la posada.
El fuego era casi la única fuente de luz del lugar, algunos viajeros cenaban o bebían el vino de la región, la mayoría fatigados, otros festejando alegre pero discretamente. En una mesa muy al fondo se encontraba otro hombre enfundado en una capa de viajero que cubría su rostro. De un empujo Carlo lo sentó en esa mesa.
- ¡Ilich Katin!… entonces es verdad que has vuelto – exclamo el hombre.
Ilich colocó una moneda de oro sobre la mesa, el hombre la tomo y la mordió como era costumbre, había herreros muy hábiles que podían bañar con una delgada capa de oro a las monedas de cobre o plomo, una buena mordida era infalible para no caer en el engaño.
- Queremos saber que sucedió hace un año –le ordenó Ilich.
- Tu esposa, tus hijas y tu hermano fueron exiliados, los habían condenado a morir a “garrote vil” pero el Obispo Kaunas intervino a favor de ellos, todos tus bienes confiscados. Pero todo eso lo debes saber ya, por eso estas aquí, ¿no es así?... ¿quieres recuperar tus propiedades?, es mejor que te marches, la benevolencia del sobrino del Duque no es abundante… con su tío a punto de morir no hay mucha esperanza para los sirvientes de los Volkov.
- Tienes razón, todo eso ya lo sé… no me interesan mis tierras, me interesa saber que sucedió con ella, con nuestra señora Yulia Volkova.
- Por la amistad que alguna vez compartimos, te lo imploro, vuelve por donde viniste. Lo que sucedió aquí fue muy triste, muy malo, déjanos con nuestra conciencia, déjanos con nuestro pecado.
- ¡Necesito saber!, si no es con oro será con sangre, pero tu nos vas a contar lo que paso.
Carlo se abalanzo sobre el hombre, le clavó la punta de la navaja en el vientre, no mucho, una estocada bien estudiada, una herida que sólo causaría dolor y tal vez se infectaría pero no era mortal. La mano del gitano oprimió los labios del hombre ahogando su grito, gruesas lágrimas brotaron de sus ojos.
- ¿Vas a hablar? – preguntó Ilich. El hombre asintió con los ojos desorbitados. El gitano aflojo la presa pero no lo soltó.
- No nos juzgues con tal dureza… tu no estuviste aquí, tu no viviste esos días… El Obispo enveneno nuestros oídos, nos relató de todos los pecados, de todas las cosas que se ocultaban a nuestros ojos en el castillo, y entre las mujeres se contaron mil cosas más, al final nuestra señora no parecía ser tan respetable como todos la creíamos, nos contaron cosas horribles de ella y la Señorita Nadya, ¡Y tu bien sabes que cosas extrañas había entre ellas!.
Cuando el padre de Nadya fue acusado de traición y ellas huyeron, Tiver nos reunió a todos en el castillo y nos… ¡nos compró!... Debíamos abjurar de nuestra lealtad a los Volkov y a cambio nuestra deuda por las tierras que Yulia nos vendió sería cancelada, y también se nos advirtió que toda lealtad con los Volkov sería castigada con la pena del traidor.
- Y se rindieron. En vez de defender el honor de su señora, se rindieron por un puñado de tierras…
- Nos rendimos para que perdonaran a tu familia… -el hombre levanto su mirada por primera vez y clavó los ojos en los de Ilich Katin. – Pedimos una prueba de buena fe… el Obispo intercedió y tu familia sólo fue exiliada.
Ilich desvió la mirada. El hombre suspiro con resignación y tal vez también con cierto alivio, como si un peso se aligerara de sus hombros al revelar sus secretos. Prosiguió.
- Y nuestra señora… las Señoritas…No esperábamos que pudieran alcanzarlas, la Señorita Yulia siempre fue muy astuta y valiente, no creímos que fuera necesario pelear por alguien que había huido… además estaba todo lo que se contaba de ellas, lo que veíamos…
- ¡Era mentira!, todo eso era mentira, vivimos con ella, la vimos crecer, la vimos jugar con nuestros hijos, no era una extraña, la conocíamos muy bien, ella era…
- Tu también los sabias, tu también lo viste, había algo extraño en ellas, algo diferente, no era sólo amistad o hermandad… Lo sabemos por que la conocíamos muy bien.
- ¡¡Pero no era una hereje!!... si, ellas eran muy unidas, tal vez demasiado… tal vez demasiado…
Carlo bajo la mirada incomodo, apretó con más fuerza su puño sobre el hombre arrancándole una mueca de dolor.
- ¿¡y si así hubiera sido!?... ¿¡a quien hacían daño!?... Si, ellas eran diferentes, pero eran hermosas, cuando estaban juntas parecían brillar como el sol, eran como ángeles… ellas sólo hacían lo que les dictaba su corazón, y su amor era para todos, no conozco a nadie que no recibiera un acto de bondad por parte de ellas… eran como ángeles… ¿Dónde estaba la maldad?, ¿Dónde estaba el pecado?
- …Ella… jugó con nuestros hijos… ¡con nuestras hijas!... ¿entiendes? ¡Jugó con nuestras hijas!... Teníamos miedo, miedo de lo que ella les hubiera enseñado o hecho… –dijo el hombre incapaz de mantener firme su mirada-… por eso la vendimos, por eso y por un puñado de tierra, por unas monedas de oro, vendimos a nuestra señora… pero lo que realmente vendimos fue nuestras almas… ¿de verdad quieres saber lo que sucedió esos días, Katin? Mejor váyanse por donde vinieron y déjenos con nuestro pecado, esta tierra esta maldita.
- No,… Quiero escuchar… Necesito saber…
- Tú también escondes un pecado en todo esto ¿verdad Katin?, tu alma no estará tranquila hasta que sepas que sucedió, hasta que compartas nuestra maldición, ¿verdad Katin?... Entonces escúchame… escúchame bien…
Por un gramo de fe… época actual.
- ¡Tenemos que irnos! – Urgió Fernando a Alexa desde el auto- ¡¡Alexa no hay tiempo!!
- ¡¡Esta herida!! – gritó la gitana. Trago fuerte para deshacer el nudo de su garganta y respiro hondo para tratar de serenarse, no podía entrar en pánico ahora. Una nueva impresión golpeo su rostro, un par de camionetas negras aparecieron presurosas dando la vuelta a la calle.
- ¡Ya no más! – exclamó ella mientras levantaba en brazos a Elena, no le sorprendió lo extremadamente ligera que se había vuelto, en un instante ya estaba en el auto, Fernando recibió a la pelirroja y la acomodó lo mejor que pudo en el asiento trasero. Camila estaba hecha un ovillo en el piso del auto, temblaba y sudaba. Alexa tomó el volante y haciendo quemar las llantas salieron corriendo pasando a un lado de las camionetas que intentaron cerrarles el paso demasiado tarde.
- ¡¡Estas loca!!... ¿¡Donde aprendiste a conducir así!? –exclamó Fernando.
- ¡¡Un hospital, necesitamos un hospital…!!
Iván y sus hombres fueron interceptados a la salida por las camionetas, inmediatamente iniciaron se lanzaron a la persecución. Encendió un artefacto semejante a un juego de video portátil, la pantalla parpadeo varias veces sin aclarar su imagen.
- ¿Qué pasa?, no tengo señal.
- Interferencia por los radios militares, están levantando antenas de emergencia. –le respondió el chofer de la camioneta en que viajaba. – Tenemos que cambiar de vehículo, señor, nos han identificado.
- Primero alcanza a ese auto, alcanza a la rusa… ¿Qué auto era?
- No lo alcanzamos a ver bien, era un Mercedes Benz, modelo 70 u 80, convertible, rojo carmín, no distinguí mas.
- Hay centenares de autos así, si no les damos alcance ahora…
El piloto dio un giro brusco al volante, frente a ellos un convoy militar hacia si aparición, los vehículos militares también venían zigzagueando, hacia unos instante un Mercedes Benz les había dado un gran susto al casi estrellarse con ellos, la habilidad del piloto del Mercedes los dejo pasmados.
Cañones de armas asomaron por ambos convoy mientras se cruzaban en la misma calle.
Iván se quedo con la boca abierta, con la orden de fuego en la punta de los labios pero… aquello era una batalla perdida, demasiadas armas, muy poco espacio. Justo frente a sus ojos apareció el rostro de Troy, también con la orden de fuego en la boca pero la claridad del problema en sus ojos.. Ambas miradas se cruzaron, hubo un instante de inteligencia compartida, de concilio… soldados y mercenarios lo compartieron, frente a los rostros de cada uno cruzaron ojos expectantes y cañones de armas. La primera bala seria el inicio del desastre.
Ambas hileras de vehículos cruzaron con direcciones distintas…
La Torre… seis cientos años atrás…
¿Minutos... horas?... Nadya no sabía cuanto tiempo había pasado desde su llegada al castillo Volkov, el tiempo parecía haberse congelado, la tarde no terminaba de caer, la agónica luz dorada del sol se filtraba por los tablones que improvisaban una puerta del antes hermoso balcón de la torre, fuera de eso todo estaba en oscuridad, sólo se escuchaba el murmullo de la gente al pie de la torre, un murmullo que crecía cada vez más.
Nadya no podía reconocer el castillo cuando llegó a él, parecía la plaza de un carnaval, una feria, infestado de gente, carpas y basura, toda la sobria elegancia se había esfumado. Era un carnaval lo que había ahí. Fuertemente sujeta fue conducida hasta la torre, frente a ella se había construido un improvisado cadalso, un arco de troncos del cual pendía una soga con el nudo listo para ser echado al cuello. A pesar de todo su valor Nadya tembló al verlo, un hombre de rostro duro, sin expresiones pasaba ese nudo por un costal lleno de piedras que simulaba un cuerpo, después con un tirón levanto ese costal hasta lo alto, los tablones rechinaron por el peso pero se mantuvieron firmes.
- No habrá trampa ni banquillo –dijo el verdugo- el “penitente” será levantado a peso, asfixiado hasta morir, será lento y doloroso, muy doloroso.
Las piernas de Nadya fallaron, si no la hubieran tenido tan bien sujeta habría caído, se esforzó en recuperar su aplomo y mantener la cabeza en alto con dignidad. Su mirada recorrió toda la explanada de la torre, las flores y los árboles frutales habían sido arrancados, sólo una muchedumbre que se reunía curiosa era el panorama.
Aquí y allá Nadya reconoció rostros, docenas de ellos.
Nuevamente a empujones fue conducida ahora hacia la entrada de la torre. De pronto sintió un golpe en el rostro, la aturdió un instante y una sensación viscosa la cubrió, escucho risas antes de poder abrir los ojos, otro impacto más le dio en la cabeza y otros tantos en el cuerpo. Los soldados se movieron con rapidez para esquivar una lluvia de frutas y huevos podridos que la multitud empezó a arrojarle.
- ¡¡Pervertida!!... ¡¡Bruja!!... ¡¡Hereje!!... – gritaban todos como una sola voz.
A rastras la subieron a lo alto de la torre y la encerraron en esa habitación, todos los muebles habían sido retirados, sólo se dejo un camastro improvisado con mantas y paja en vez de suelo vil como un mínimo gesto de respeto a una dama… o eso creyó.
No quiso asomarse a la hendidura de esos tablones, no quiso ver los preparativos de su ejecución y aquellos rostros que reconoció, que alguna vez conoció como amigos y que ahora la miraban con desprecio, lastima o burla. Empezó a orar con todas sus fuerzas, no por su destino el cual ya sabia trazado, si no por el de ella.
La puerta se abrió de golpe, por ella entro Tiver, Kaunas y algunos hombres más. Los tablones que cubrían el balcón fueron retirados. Uno de los hombres colocó en su cuello una correa de cuero y amartillo un cerrojo a ella, la correa estaba unida a una cadena la cual fue entregada a Tiver.
- En una bestia te ha convertido tu lujuria, como una bestia serás tratada –dijo entre siseos el sobrino del Duque.
Jaló de la cadena y la atrajo hacia el balcón. La muchedumbre se bramó enardecida, era el principio de la feria. Nadya fue exhibida como un trofeo, como una presa, con la cadena a su cuello semejaba una bestia domada.
Al pie de la torre, en el cadalso se encontraba Yulia.
Por un gramo de fe… época actual
El ronroneo del motor del auto semejaba el ronroneo de una fiera al asecho, el auto en si, agazapado tras una barda semejaba una fiera al asecho, Alexa oprimía el volante fuertemente como dominando a la bestia. Frente a ellos estaba la inmensa mole de un hospital, había confusión y actividad, pero era una confusión controlada, la policía y el ejercito estaban ayudado en la coordinación, los cristales rotos ya habían sido retirados y sustituidos con plásticos de forma provisional donde era necesario, docenas de heridos ingresaban y salían por sus puertas… heridos por cortaduras de cristales y otros accidentes, pero una herida de bala era otra cosa. También estaban ahí un grupo de hombres que no semejaban ni policías ni militares, y sin embargo estaban armados y vigilaban, no se involucraban en ninguna actividad, sólo vigilaban.
Fernando sostenía a Elena, mantenía presión sobre la herida para detener el sangrado, la pelirroja era presa de la fiebre y sus dientes castañeaban.
- No es buena idea – dijo Fernando – las están esperando, saben que tu amiga esta herida y van a cazarlas aquí.
Elena pareció salir de su letargo de golpe, lucho por zafarse del abrazo de Fernando, extendió las manos al cielo como buscando algo. Alexa tomó sus manos y las oprimió con amor buscando darle confort. Elena se agitó, sus enormes ojos verdes se buscaron los de Alexa.
- ¡Tranquila Lenita… tranquila! – Suplicó la gitana- … aquí estoy… aquí estoy…
- Su corazón… su corazón en tinieblas… su corazón maldito… en tinieblas… la muerte negra…-gimió débilmente-… ¡viene la muerte negra!
Alexa besó su frente y acaricio sus cabellos, Elena pareció tranquilizarse un poco.
- No… no morirás… no te dejare morir… -lloró Alexa.
-… ella es la muerte negra… mi ángel oscuro… ¿Qué te hicieron, mi ángel oscuro?
Alexa se mordió una muñeca para no llorar, volvió a tomar el volante decidida a todo.
- ¡Estera!... –la detuvo Fernando - … hay otro lugar donde podemos ir… hay que darnos prisa… es seguro, pero… ¿esta lista para venderle tu alma al diablo?
- Sólo dime hacia donde me dirijo…
El cuerpo…
- ¿Me quieren decir que después de todo el despliegue de fuerzas militares, de la brillante labor de rastreo y rescate… fallido rescate, tenemos el cuerpo equivocado? – pregunto Trevor con una vos tan cansada que no alcanzaba el tono de sonar molesto.
- Lo siento, lo siento mucho – dijo Alexei con tono sarcástico – lamento mucho decepcionarlos y decirles que este cadáver no es el de mi hermana ni de su “amiguita”.
- No quise decir eso, ¡que bueno que su hermana esta con vida! –Se corrigió Trevor – es solo que esto… nos esta superando.
Se encontraban en una morgue, tres hombres vestidos como militares y en trajes de faena, un par de tipos más con indumentaria blanca como médicos, Troy, Trevor y Alexei. Todos rodeaban un cuerpo en una plancha de autopsia en la cual se había depositado el cadáver de una chica guardado en el interior de una bolsa negra cuyo cierre estaba abierto para examinarla.
- Si, no seas ridículo – afirmó Troy – hiciste un gran trabajo rastreando a tu hermana y guiarnos hasta la Basílica… Estuvimos muy cerca de “resguardarlas” y ponerles la mano encima a una partida de mercenario. Buen trabajo, pero llegamos algo tarde.
- siempre llegan tarde –pensó Alexei
- Si, usted fue más eficiente que nuestro servicio de inteligencia. No es nada personal contra su hermana. Es sólo que necesitamos encontrar al portador del virus… la plaga se ha extendido de forma sorprendente, por ahora logramos contener la diseminación pero alcanzo a llegar a España, Alemania, Canadá y América, por los vuelos internacionales, tardamos demasiado en bloquear los aeropuertos y poner en cuarentena a todos, sin embargo la buena noticia es que al parecer se ha contenido, no a habido un nuevo caso. Pero todavía tenemos varias interrogantes ¿Ya se detuvo o debemos esperar un nuevo brote?, ¿estamos a salvo o debo ponerlos a ustedes también en cuarentena?
- Hubo muchos muertos anoche, ¿estamos seguros que no es una confusión?-preguntó Troy
- No, señor – respondió un militar – este cuerpo lo encontramos en la Basílica, justo donde los mercenarios hicieron su fiesta después del club, la iban persiguiendo seguramente.
- Tiene quemaduras en la mitad del rostro y cuello, no se ven importantes pero ¿de eso murió?, no veo más heridas.
- Desprendía humo cuando la encontramos, no había señales de fuego o algo incandescente, era muy extraño pero parecía que… bueno, es la razón por la que la trajimos, nos advirtieron sobre extrañas reacciones a la luz y pues… parecía que la luz era lo que la estaba quemando.
Trevor frunció el ceño.
- ¿la luz la quemaba… la luz del sol?
- Si, por eso la pusimos en una bolsa inmediatamente y sólo marcamos el lugar, en otro caso hubiéramos dejado el cuerpo para estudio forense por parte de la policía local.
- Es verdad que los contagiados presentan una severa fotofobia, es el primer signo de contagio, los enfermos no toleran la luz del sol. Además los ciclos de contagio son nocturnos… es como si el virus entrara en letargo durante las horas diurnas. Pero esto es inútil, no hemos podido encontrar rastro del virus en ningún cadáver, tal parece que se desintegra al morir la victima. Este cuerpo no nos dirá nada… ¿o encontramos algo distinto en la sangre?
- Solo que es negra, y que difícilmente califica como sangre, si no la hubiera extraído personalmente del cuerpo no tendría la menor idea de lo que es. Pero efectivamente no hay señales de bacterias ni virus… de hecho es una muestra extremadamente limpia, ningún parásito, ninguna bacteria, ningún hongo… El cuerpo humano siempre esta plagado de microorganismos con los que hemos logrado una simbiosis, enfermedades menores, parásitos menores, etc, nadie esta libre de ellos pero... nada de eso encontré en la muestra, este cuerpo parecer ser la cosa más estéril que jamás haya visto. Y siendo un cadáver debería estar invadido por microorganismos, bacterias iniciando el proceso de descomposición, podría apostar que este cuerpo no se va a pudrir nunca.
Trevor se rasco la incipiente calva.
- ¿Y si echamos un vistazo?
Trevor se calzó unos guantes plásticos y tomando un escalpelo hizo una incisión en el pecho de la chica, con mano experta extendió el corte a todo lo largo del pecho y el vientre.
- ¡¡Trevor, por Dios!! – exclamaron todos, su maniobra había sido tan rápida que nadie alcanzo a reaccionar.
- ¿Qué pasa, señores?, ¿unos rudos hombres de armas no tienen estomago suficiente para ver una autopsia? – Trevor maniobro dentro del cadáver con habilidad, se le notaba experto - ¡¡Nada!!, ¡maldición aquí no hay nada! … y sin embargo es la cosa más rara que haya yo visto.
Miren, los pulmones, el hígado… todo esta en su lugar y bien, no hay deformaciones, ni manchas, ni erupciones, nada. Sin importar que la coloración de la sangre muestre que esta totalmente contaminada sus órganos están intactos.
- Pues no entiendo mucho de medicina, ¿Qué esperaba ver?.. –Preguntó Troy.
- Los órganos desechos, literalmente licuados… eso es lo que hemos encontrado, el virus provoca una alteración a nivel celular en los órganos, por si misma esta alteración no parece ser dañina pero las células se vuelven irreconocibles para el resto del organismo… El sistema inmunológico las ataca, las destruye, pero la infección se expande tan rápido que órganos enteros son alterados antes de que el sistema inmune logre erradicar las células malignas, el órgano entero es aniquilado por su propio sistema inmunológico… El cuerpo literalmente se suicida, muere antes de tolerar este cambio.
Trevor cerró la bolsa nuevamente. Al fin fue conciente de la incomodidad de la gente que lo rodeaba. Todos volvieron a respirar.
- Pero los órganos están intactos… - afirmó meditabundo uno de los médicos.
- Lo más aterrador de todo es que no conocemos a nuestro enemigo, no hemos podido observarlo bajo el microscopio, no tenemos una sola imagen del virus… solo hemos podido observar la muerte que dejo a su paso, los síntomas que desencadenan la muerte… Pero al maldito virus no hemos podido obsérvalo y no tenemos idea de cómo combatirlo. Sólo hemos podido observar a los contagiados evolucionar en su infección hasta morir y rogar que no hayan contagiado a nadie más antes de ser detectados, rogamos que la plaga desaparezca con ellos.
- Cientos de enfermos, ciento de muertos ¿y no han podido obtener una muestra del virus? –preguntó Alexei.
Trevor se encogió de hombros.
-… ¿y si están equivocados?, ¿y si lo que están buscando no existe?, es decir ¿y si no existe ningún virus?
Todos voltearon a ver a Alexei.
- … Es sólo un viejo cuento de terror… historias para asustar a los niños de mi tribu, de mi comunidad. Una maldad vieja y oscura, una plaga que se extiende por las sombras, nosotros lo llamábamos “El exilio”, cuando la maldad del hombre es muy grande, mas allá de todo perdón, un ángel oscuro, un enviado del cielo toca su trompeta de muerte y su canto marcara con el “exilio” a la sangre de los malditos, la tierra, el aire, el agua y el fuego exiliaran de este mundo a los malditos, se pudrirán en vida arrasados por la muerte negra… sangre negra, manchas negras en la piel, erupciones y supuraciones… la gente se pudre en vida… no es una enfermedad, es una maldición… Pero por supuesto, es sólo un cuento de miedo para niños.
- Educativo… ¡gracias! – dijo Trevor con sarcasmo.
- Ningún otro pueblo sabe de maldiciones como mío, Señor Horn, Alguna vez fuimos una tribu más que los egipcios esclavizaron para construir sus ciudades y templos, y al igual los judíos seguimos a Moisés hacia la tierra prometida… pero no tuvimos la paciencia ni la fe para cruzar el desierto, abandonamos a los Judíos en el momento en que más debimos estar unidos, despreciamos las enseñanzas y la fe de su Dios y los abandonamos en el desierto. Fuimos maldecidos ha errar por siempre, ha nunca encontrar una tierra que pudiéramos llamar nuestra y desde entonces hemos vagado por el mundo… fuimos llamados “Egiptianos” “los exiliados o condenados de Egipto” y después simplemente “Gitanos”… siempre errantes, siempre malditos… Pero también nos convertimos en los testigos de todas las traiciones de fe de todos los pueblos del mundo, todas las maldiciones y plagas que han caído sobre el mundo, hemos visto pueblos florecer y morir por sus pecados…
Esto que tanto le preocupa señor Horn, no es nuevo para nosotros… lo hemos visto pasar una y otra vez… no es el fin del mundo, es sólo el fin de otra época.
-… lo peor de todo, es que me siento tentado a creerle… - suspiró Trevor- …
“Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra” (Apocalipsis 6:. “Y habrá... pestes” (Mateo 24:7)…
Lo que me sorprende siempre es la precisión de ese dato “la cuarta parte de la tierra”…. Y el joven Palmieri tiene razón, no es la primera vez que algo así sucede, en la edad media una plaga muy similar azoto al mundo y extermino a la cuarta parte de la población mundial, no sólo de Europa, la plaga alcanzo a Asia y a toda civilización conocida… La cuarta parte.
- Me asusta que estemos tomando con seriedad estas leyendas “gitanescas”, sin ofender. –dijo Troy.
- No son “gitanescas”, Troy, están en la Biblia, “la muerte negra” esta en los registros históricos. Pero basta ya de este breviario cultural, no sé de maldiciones, ni de plagas bíblicas, sé de patología, virus y bacterias. Volvamos al trabajo y encontremos a nuestro enemigo, todavía tengo esperanza de encontrar a la Señorita Palmieri y a su acompañante y ver la cara de mi enemigo. ¡Manos a obra!.
- ¿Qué hacemos con el cuerpo?
Trevor se acercó a la bolsa y dio unas palmaditas en la cabeza.
- Lo siento mucho, muchacha, pero dado las circunstancias….Incinérenlo de inmediato, manden sus cenizas a la fosa común.
El cadalso… hace seis cientos años.
Yulia luchaba por no caer en la inconciencia, luchaba por no doblegarse al dolor, la fatiga, el hambre y sus heridas. La habían lavado echándole unos baldes de agua encima para quitarle el polvo y la sangre seca, la vistieron con una túnica blanca, apenas una manta, ataron sus muñecas y la llevaron al cadalso. Le dolió mucho ver lo que habían hecho con su castillo, pero más le dolió reconocer entre la multitud tantos rostros conocidos, rostros que la miraban de mil formas diferentes, algunos bajaron la vista avergonzados y otros disfrutaban la humillación de su princesa.
Cuando le echaron la soga al cuello sintió verdadero pánico, sus ojos, hasta donde los golpes le permitían ver, buscaron con ansiedad a su amada. No podía morir, no podía abandonarla.
Y entonces ella apreció ahí en lo alto, en el balcón de la torre. Junto a ella estaba él.
- Tiver Smolensk –murmuró Yulia con todo su odio.
Tiver la miró divertido, se le notaba como gozaba de ese momento. Yulia le sostuvo la mirada, temblaba, no sabia si por la debilidad, por el dolor, la fiebre o la ira.
Tiver dio una señal y el verdugo se escupió en las manos, tomó la soga y lentamente empezó a tirar de ella. Yulia sintió la presión en su cuello, el nudo cerrarse con fuerza en su garganta mordiendo la piel y estrangulándola, sus pies perdieron el contacto con el suelo.
- Pena de muerte para quien ayude a un traidor, ¡es la ley! – exclamó triunfal Tiver.
- ¡¡¡Noooo!!! –exclamó Nadya, arrojándose sobre el sobrino del duque- ¡¡ella es inocente!! .. yo soy la hija del traidor, yo soy quien te traiciono, yo soy a quien debes colgar.. –le gritó al rostro.
Tiver uso la cadena para quitársela de encima, sorprendido ante la fuerza de la princesa pelirroja.
- Ella tiene sus propios pecados- dijo quedamente Kaunas ante la mirada suplicante de Nadya.
- Soy yo a quien quieres castigar… déjala a ella… perdona su vida… ella no te ha hecho nada…
- ¡¡Ella se burlo de mi!!... ¡Ella te pervirtió! –Bramó Tiver – ella te hizo romper tu promesa… si fueras mi esposa yo podría ayudarte… podría conseguir la benevolencia de mi tío…
Nadya se acerco al borde de la torre, extendió su mano como si pudiera alcanzar a Yulia, Tiver jaló la cadena nuevamente y la hizo retroceder temiendo que intentara saltar. Yulia se agitaba suspendida de la soga entre las risas y abucheos de la multitud que gozaba del espectáculo, había llegado a lo más alto del arco, toda su fuerza y voluntad estaba en continuar respirando, en resistir lo mas posible, no podía dejarse matar así, no podía abandonar a Nadya en ese momento.
- ¿Qué es lo que quieres de mi? –preguntó Nadya, sin mas rodeos, ya no había tiempo para suplicas, Yulia estaba muriendo - ¿¡Qué quieres de mi!?... tendrás lo que quieras… ¡¡sólo dime lo que quieres!!
Por un gramo de fe… época actual
Era una barda inmensa, parecía no tener fin, Alexa oprimía el acelerador a fondo siguiendo el camino de terrecería que conducía al gran portal que parecía estar ubicado en su centro, apenas con el cuidado suficiente de no agitar demasiado el vehículo. Apenas se detuvo frente al portal cuando un hombre apareció como salido de la nada, llevaba sobre su espalda una gran carabina.
- ¡Eh!, Fernando… no te esperábamos. – saludó.
- Hombre, traigo un problema… mi amiga necesita ayuda, consígueme a Leonard, por favor.
El hombre echo una mirada sobre la pelirroja y las otras chicas, revisó el auto rápidamente. Extrajo de sus ropas un radio he hizo una llamada.
- Sonríe a la cámara – le dijo Fernando a Alexa, señalando el lente de una cámara que les apuntaba. Alexa sólo logro hace una mueca.
El portal se abrió y Alexa condujo al interior de la propiedad, si por fuera la barda parecía inmensa, en el interior no tenia fin. Condujo por una vereda de graba bordeada de árboles frutales en flor, al fin llegaron a un palacio de impecable arquitectura. Afuera los esperaba un hombre de edad avanzada, robusto y de complexión sólida, su cabello estaba totalmente cano aun que se notaba que había sido rubio en otros tiempos, abundante caía sobre sus hombros en un perfecto corte, barba de candado también muy cuidada, todo en la apariencia de Leonard revelaba a una persona de buen gusto y sobriedad con aire de desenfado. No hubo formalidad en las presentaciones, ha Leonard le bastó una mirada sobre Elena para darse cuenta de la gravedad de la situación.
- Llevala adentro.. –Le ordenó a Fernando- a la recamara sur… ¡Maria! Mi botiquín, tendrás que asistirme.
En un instante Elena ya estaba recostada sobre una amplia cama que la hacia verse más pequeña, un ejercito de sirvientes prepararon la habitación.
Leonard tomó por los hombros a Alexa y la sacó de la habitación.
- Por favor señorita, deberá esperar afuera… ahora su amiga esta en mis manos y en las de Dios.-le dijo con una vos reconfortante, Alexa quiso protestar pero la gruesa puerta de roble se cerro en sus narices.
Leonard tomó unas tijeras y cortó el vestido de Elena, suspiró preocupado.
- Tendrás que sostenerla –le dijo a Fernando- No tengo el equipo necesario, apenas cuento con lo básico, no puedo anestesiarla pues debo vigilar sus signos vitales. Niña… ¿me escuchas?, mírame a los ojos.
Elena lo miro apenas consiente y apenas comprendiendo lo que escuchaba. Una mujer le ponía un catéter con suero. Fernando penas se había limpiado la sangre con unas toallas y alcohol, la sujetó por los hombros para inmovilizarla. Un chorro de alcohol baño la herida y con cuidado un algodón la limpio.
- Bala ¿he?... no me gusta, no hay mucho que yo pueda hacer, no aquí… y ya no hay tiempo para ir a otro lugar… Que el señor guié mi mano.
Alexa caminó en círculos alrededor de la puerta, respiró hondo cuando se dio cuenta de que su ansiedad la estaba enloqueciendo y decidió salir. Afuera el sol ya brillaba radiante sobre un cielo de azul inmaculado, sería un día muy hermoso.
-.. en las manos de Dios –lloró impotente-… pero Dios me guió hasta ti, ¿no?, ¿Dónde más podía buscarte si no en una iglesia?… en la basílica… y ahí estabas, mi pobre pelirroja, ¡ahí estabas como esperándome!. No, no vas a morir… tu no puedes morir…
La gitana se dejo caer de rodillas y empezó a llorar a la vez que oraba. No escuchó los pasos a su espalda hasta que una mano se poso en su hombro. Alexa levanto el rostro sorprendida.
- ¿Alexa…?... ¿de verdad eres tú? – exclamó Camila.
La boda… hace seis cientos años.
- Un heredero… un legitimo heredero de todos tus bienes y tierras. Cumple tu palabra, despósate conmigo y dame un heredero… y te prometo que no seré yo quien de muerte a tu “doncella de hierro” - dijo Tiver, su vos siseo como la de una serpiente y sus ojos ardían en codicia.
Nadya dirigió su rostro hacia Yulia, pero cerro los ojos, no se atrevió a mirarla.
- Que así sea…. – aceptó.
Tiver se acerco otra vez al borde de la torre, arrastró a Nadya con él y la abrazó contra si, con un gesto hizo acercar a Kaunas.
- No necesitamos una fiesta ni una ceremonia, tenemos aquí bastantes testigos, ¡Sólo hazlo!
- Pero señor… la liturgia…
- No se necesita nada de eso… ¡Sólo dilo!, tan fuerte que todos te escuchen y será suficiente!
Kaunas vio la desesperación en los ojos de Nadya, a Yulia agitarse cada vez mas débilmente, la multitud que los miraba atentamente sabiendo que algo importante estaba pasando. Se santiguo e hizo una oración lo más rápido que pudo, levanto el brazo he hizo la señal de la bendición.
- Yo los declaro Marido y Mujer… - dijo tan fuerte como pudo.
La gente guardo silencio un instante, Tiver dio entonces la señal. El verdugo soltó la cuerda y Yulia cayo al suelo, tosiendo y escupiendo sangre, trató de incorporarse pero le fue imposible, ahí postrada en el suelo, con el rostro hundido en el fango, miro hacia Nadya y Tiver … Ni el orgullo ni la vergüenza pudieron evitar su silencioso llanto.
La gente sobre la torre se había retirado, pero por la entrada a esta sólo Kaunas y los soldados salieron. El verdugo se acerco a Yulia pero al instante retrocedió, ella clavando sus uñas heridas en la tierra para mitigar el dolor, lucho hasta lograr incorporarse, la gente murmuraba y algunos reían, Yulia levanto el rostro hacia ellos, sus ojos miraron cada uno de los rostros de los ahí reunidos, todos eran rostros conocidos, todos eran un nombre que sus labios habían pronunciado.
Un silenció de muerte se hizo en la multitud, hasta pareció que el viento, las aves y todo en el mundo quedo callado, expectante. Los ojos de la doncella de hierro ardían con el fuego del infierno.
En lo más profundo de su corazón Yulia deseaba matarlos a todos…
La morgue… época actual.
Luigui era una hombre ya muy anciano, pero se mantenía activo, en su juventud había sido campesino y de esa época conservaba un cuerpo robusto y fuerte, aun que la edad había mellado su salud. Residente de tiempo completo de la morgue, poéticamente había logrado su último empleo como preparación para un futuro ineludible, así lo decía a sus amigos, la verdad es que un anciano tiene pocas alternativas para ganarse el pan.
Llego empujando una camilla hasta el crematorio, la puerta del horno esta abierta y lista la plancha. Abrió el cierre de la bolsa plástica y expuso por completo al cuerpo. Retrocedió un paso para santiguarse como era su costumbre, pero esta vez además se quedo un instante en silencio.
- ¡Pobre niña! –Exclamó- una flor cortada en su plenitud… una flor que ni siquiera alcanzó ha dar frutos.
Su mano acaricio el vientre plano, su ojo experto adivinó que ese vientre jamás albergo criatura alguna. Sus dedos se toparon con la herida abierta de la autopsia.
- ¡Malditos! –Exclamó - .. Ni siquiera tuvieron el respeto de sellarte.
Extrajo de un bolsillo una engrapadora de gran tamaño, adecuada para ese fin, con sumo cuidado colocó las grapas a lo largo de la herida. Retiro los cabellos que cubrían el rostro.
- Debiste ser muy hermosa, la muerte no te ha quitado nada, aun en tu palidez vacía tal parece que sólo duermes, pequeña. ¿En que sueñas?, ¿con quien…?
Dejo su mano izquierda sobre la frente del cuerpo y se llevo la derecha al pecho, a la altura de su corazón y murmuro:
- “Aunque camine por el valle de sombras,
nada temo, porque el señor va conmigo:
su vara y su cayado me sosiegan.
Preparada esta una mesa ante mí
enfrente de mis enemigos;
me ungirá la cabeza con perfume,
y llenara mi copa.
Su bondad y su misericordia me acompañaran
todos los días de mi vida,
y por siempre habitaré en la casa del Señor.”
Tomó al cuerpo por los hombros y la colocó sobre la plancha deslizable del horno, por ultima vez miró ese rostro de apacible belleza, volvió a acariciar esa mejilla con pena, ella tan joven se había adelantado a él tan anciano en ese viaje. Empujo la plancha hasta el fondo del horno y lo cerró, abrió las válvulas de gas butano y con un fósforo encendió la llama.
- No temas, niña, pronto te alcanzare… -dijo Luigui, se santiguo por ultima vez y tomando su periódico salió del crematorio. Leyó los encabezados amarillistas de la publicación y meneo la cabeza-… pronto te alcanzaremos todos…
En el interior del horno, las llamas azuladas de gas butano crecieron hasta cubrir el cuerpo, al principio tímidamente, hasta parecían temerosas, como un amante novicio, suaves toques, suaves caricias, después lo envolvieron con singular alegría y finalmente se aferraron a su piel.
La simiente de la oscuridad.. Hace seis cientos años.
- Tiver cumplió su promesa, No ordenó la ejecución de Yulia, la sentencio a ser “tratada” con la barra y ser recluida en las mazmorras hasta el nacimiento de su heredero. Pero la Señorita Nadya no fue preñada ese día ni el siguiente, llegamos a creer que el heredero que tanto ansiaba Tiver le sería negado… pero ese hombre es obstinado como el diablo y después de algún tiempo lo logró. Ahora se encuentra en su último mes de embarazo, es cuidada muy de cerca por las monjas del convento que el Obispo Kaunas envió… Ella fue condenada a nunca salir de esa torre, dicen que esta encadenada al muro como una bestia y sólo la mantienen con vida hasta que nazca el heredero… después… pues dicen que la torre será tapiada y todo lo que hay dentro de ella será olvidado.
Ilich Katin introdujo su mano en el interior de su capa, tomó el puñal que ahí guardaba y su mano se cerró sobre la empuñadura hasta que sus nudillos se tornaron blancos. Soltó el arma y en vez tomó unas monedas que también ahí guardaba, las arrojó sobre la mesa. El oro y la codicia brillaron en los ojos del hombre a pesar de su gesto de pesadumbre.
- aquí esta tu oro… ¡Te lo ganaste!… ¿es suficiente para callar tu conciencia?
- ¿Mi conciencia dices?... ¿¡Que sabes tu de lo que cargamos en nuestra conciencia!?... ¿Qué sabes tu de lo que ha sucedido desde ese día?. ¡Estamos malditos!, ¡lo sabemos!... Es como si una enorme nube negra estuviera pendiendo sobre nosotros esperando el momento de desatar una tormenta, una tormenta que nos arrancara la piel de lo huesos… ¡lo sabemos!, no pasa día en que no sepamos que vendrán cosas terribles y que ya nada de lo que hagamos podrá remediarlo.
- ¿y que esperaban después de mirar como torturaban a morir a aquella cuya familia debíamos lealtad y respeto?, ¡me sorprende que no se hayan podrido sobre sus pies todavía!.
- Torturada hasta morir… si, así fue… la torturaron de una forma vil y horrenda. La torturaron como para matar de dolor a una docena de hombres… pero no a ella, ella resistió, ¡lo soportó todo!, y aun mas… Ilich Katin, no sabes lo peor… ella, Yulia Volkova aún vive…
Continúa…
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo XVII … Inmortal
Y allí dentro está la voluntad que no muere.
¿Quién conoce los misterios de la voluntad y su fuerza?
Pues Dios no es sino una gran voluntad que penetra todas las cosas
por obra de su intensidad.
El hombre no se doblega a los ángeles,
ni cede por entero a la muerte,
como no sea por la flaqueza de su voluntad.
-Joseph Glanvill
Los que moran en las sombras…
Yulia caminaba en un bosque sumido en la más profunda penumbra, el cielo era despejado, limpio y debería ser hermoso, debería estar plagado de estrellas silentes y una luna que… Pero no había luna ni estrellas, el cielo no estaba cubierto por nubes, eran las copas de los árboles las que lo oscurecían todo, árboles inmensos, tan altos que parecían no tener fin, troncos gruesos como casas y retorcidos, deformes e inmensos. Pero había algo entre los árboles y arbustos del bosque, algo que se movía cobijado en las sombras, Yulia tenía miedo pero no huyo, no había hacia donde correr en este bosque de praderas interminables y sombras sin limites, sólo podía seguir caminando…
Yulia abrió los ojos, al menos uno de ellos, fue un esfuerzo titánico, doloroso, las heridas en su rostro apenas le permitían respirar. Dolor, fuerte y constante, cada inhalación era un esfuerzo de voluntad, pero la doncella de hierro no se iba a doblegar, no se iba a rendir ante el dolor…
El olor de su piel quemada dominaba el ambiente, escuchó el tintineo de la cadena un instante antes de que el dolor se volviera a clavar hasta la raíz de sus huesos…. Estaba siendo arrastrada.
Los inmensos árboles se extendían hacia el cielo y esas cosas que corrían a su alrededor ya no se ocultaban, entre la maleza del bosque podía verlos… Las bestias del bosque al fin dieron la cara, como una jauría saltaron sobre ella saliendo de entre las sombras y los arbustos… lobos, inmensos, lomos nudosos y contrahechos, hocicos plagados de dientes y colmillos retorcidos, deformes, monstruosos, esos dientes como relámpagos se prendieron de sus piernas y brazos, Yulia era una muñeca que retorcían en sus fauces
- …Marido y mujer… - la vos de Kaunas retumbaba como el eco de un trueno en ese bosque.
Las lágrimas fluían de sus ojos como un manantial inagotable, era arrastrada por el pasillo de las catacumbas, en la parte más oscura y profunda del castillo, sus huesos luxados y rotos se retorcían en la presa de las cadenas, Yulia mordió su propio brazo para ahogar sus gritos, todo se oscurecía a pesar de las antorchas, a pesar de la luz de las lámparas, todo se estaba sumiendo en tinieblas y un frió helado empezó a congelar sus miembros… un sopor, un dulce sopor que prometía poner fin a sus sufrimientos, a su dolor…
Yulia abrió los ojos y vio a la jauría que peleaba por arrancarle sus miembros, deseó cerrar los ojos nuevamente y dejar que las bestias acabaran su trabajo de una vez, que devorarán todo cuanto quedaba de ella… el bosque en silencio prometía ser tan hermoso…
-… Siempre aquí para ti… -escuchó el sonido de su propia voz, su propia promesa.
Yulia empezó a patear a las bestias una y otra vez, aun que sus fauces sanguinarias mostraban sus miembros destrozados…
- No puedes morir, Yulia… ¡¡no te dejes morir Yulia!!... no la abandones… -se reprochó a si misma.
Las bestias corrían a su alrededor, no la dejarían escapar, no soltarían a su presa, sus mordidas acertaban una y otra vez en todo su cuerpo, mordida a mordida la estaban devorando… pero no cerró los ojos, no se dejo caer en ese pozo de oscuridad fría que la llamaba, el dolor que martilleaba sus huesos era inmenso, insoportable, insufrible…
Su rostro cayó sobre el fango, el sabor putrefacto de la tierra infecta de oscuridad y podredumbre lleno su boca. Tosió y escupió una mezcla de fango, lagrimas y sangre. De las sombras saltaron chispas cuando un mazo enorme empezó a golpear sobre una clavija incrustándola en la roca escavada del suelo, de los cimientos del castillo, sus cadenas atadas a ella eran selladas para nunca más soltarse.
Las bestias seguían corriendo a su alrededor, arrancando con sus fauces lo poco que quedaba de ella… pero no iba a morir… Había otro sonido en el bosque… era un retumbar extraño, como un galope vacilante, como el sonido de pezuñas golpeando el suelo… Las bestias se apartaron, como asustadas, gruñeron a la silueta, mostraron sus colmillos y garras, y empezaron a correr a su alrededor en círculos cada vez más grandes hasta que finalmente volvieron a la penumbra del bosque… … Era como la silueta de un caballo gigantesco, era tan negro que semejaba un agujero en las sombras, Yulia sólo podía distinguir las crines salvajes agitándose a un viento inexistente y unos ojos envueltos en llamas que la miraban.
Yulia extendió su mano cruelmente destrozada, devorada, hacia esa sombra. El suelo retumbo de nuevo con el galope de ese corcel infernal.
- … soy lo único que le queda… soy lo único que tiene… No voy a morir… no voy a morir… no puedo morir… Yo siempre… siempre estaré aquí para ella… siempre… -le prometió al corcel monstruoso.
El corcel se levanto sobre sus cuartos traseros, sus pezuñas se agitaron en el aire, su relinchido atronó como una tormenta. Después la bestia empezó a galopar alrededor de Yulia, las otras bestias permanecían ocultas entre los arbustos, esperando, asechando, sólo era visible un centenar de ojos ardientes sobre ella. El galope de la bestia hacia cimbrar los árboles y retumbaba hasta sus copas… Yulia sentía ese galope golpeándole el pecho, frió y doloroso, ese galope era el latido de su corazón.
El verdugo se echo el mazo al hombro y recogió la lámpara del suelo, miro hacia atrás y tuvo un leve atisbo de piedad por la piltrafa humana que había quedado de aquella hermosa chica que fuera princesa de esas tierras y que alguna vez fuera llamada “la doncella de hierro”.
- …No pasaras de esta noche… -sonrió con boca desdentada.
Yulia lo miro sin decir palabra, un delgado rayo de luz se filtraba por la bóveda del techo, una grieta que milagrosamente se abría paso hacia la noche, era sólo un delgado hilo de plata pero dibujaba una línea sobre el rostro de Yulia, una línea que iluminaba sus ojos. El verdugo sintió un escalofrió recorrer su espalda, de pronto ese oscuro rincón en las profundidades del castillo lo lleno de miedo, ella lo llenaba de miedo. Dio medía vuelta y con presurosos pasos salio de ahí… Sabía que era sólo un capricho de la luz de la luna cayendo sobre ese rostro, pero podía haber jurado que los ojos de Yulia brillaban, brillaban con un azul intenso y helado… como dos diminutas llamas azuladas, como los ojos de una bestia.
Camila… dialogo en silencio.
El cielo parecía purificado en su claridad, solo un tenue pincelazo blanquecino, una nube que se disolvía perezosamente, las aves cantaban con alegría en medio de esa brisa de multicolores aromas. Alexa miraba al cielo, sus oraciones parecían ser contestadas con esa paz. Tumbada en el pasto, entre flores y árboles frutales, su espalda apoyada en el hueco de un tronco que parecía en sus formas caprichosas y naturales haber nacido para ella, para es instante, estaba cómoda, casi podía decir que se sentía feliz… cerró los ojos y se esforzó en disfrutar de ese instante, creer ciegamente que sus oraciones tenían respuesta y que alguien más allá de las nubes le sonreiría. Todo estaría bien… todo estaba bien.
Tumbada a su lado, recostada sobre el pasto y con la cabeza apoyada en sus piernas, Camila se abrazaba a ella con timidez, no se atrevía a levantar el rostro, a encarar esos negros ojos que penetraban todos sus secretos… no tenía necesidad. La mano de Alexa acariciaba esos cabellos como hacia tanto tiempo nadie la tocaba.
- ¿… de verdad eres tu? –preguntó y esa fue la ultima palabra que entre ellas se escucho. Alexa levantó el rostro hacia ella, sorprendida y angustiada, pero por sobre todas las cosas en esos ojos había un mensaje para ella, siempre hubo un mensaje para ella…
* * *
Su familia llego errante y cansada a esa caravana, una comunidad de al menos veinte familias, su padre se adentro en el circulo que sus vehículos caravanas formaban y encontró al líder de la tribu, a ella la llevaba de la mano como señal de que no buscaba problemas, era un hombre de familia buscando una comunidad a la cual pertenecer, pero ellos eran españoles y aquellos Italianos, a veces no es tan fácil… pero en esta ocasión si lo fue, era una comunidad de gente buena.
Camila paseo su mirada curiosa por todos los rostro de los niños que acudieron a verlos, como una tromba Alexa penetro en el circulo seguida por la pandilla, una parvada de jóvenes adolescentes que de inmediato identifico como los buscapleitos de la comunidad, la generación que presurosa trataba de ganarse un lugar en el rol de adultos sin dejar de ser niños, a leguas se notaba que Alexa era la líder.
El padre de Alexa reprendió a la gitana de rebelde actitud por sus maneras y la grosera intromisión, ella asentía con gesto humilde y resignado, pero con la cabeza agachada y su gran cabellera cubriéndole parte del rostro le dirigió un mirada a la recién llegada Camila, era una sonrisa traviesa y divertida, sus negros ojos la veían con gran intensidad, casi incomodándola, como si pudiera palparla con ellos… como si estuviera desnudándola con ellos… entonces apareció un guiño y la sonrisa de perla se mostró abierta y franca… Camila se sonrojo ante ese guiño, ante esos ojos y esa sonrisa, sintió un hormigueo en su piel y muy a su pesar también sonrió en respuesta…
* * *
Alexa se puso de pie, ya no era tan alta como recordaba Camila, tal vez por que ella había crecido un poco más. Tomó su mano y la condujo entre los árboles frutales, caminaron apenas unos pasos para no perder de vista la entrada a esa mansión… También su rostro era distinto, tenia marcas, no sólo de las cicatrices de peleas viejas, siempre fue una busca pleitos, no las heridas recientes, seguramente seguía siendo una buscapleitos, había marcas en su rostro que revelaban las cicatrices más profundas, cicatrices en su corazón. La mirada de Alexa no se despegaba de esa puerta.
- ¿me odias? –quiso preguntarle.
* * *
Era el día de la boda, Alexa nunca se había visto tan hermosa, eso decían todos, todos reían divertidos y bajo la mesa comentaban como seguramente había llegado a su fin las bravatas de la gitana rebelde o tal vez iniciaría un yugo tiránico sobre el pobre muchacho que le había entregado su corazón. Todos eran felices… menos Camila… menos Alexa.
La joven gitana de raíces españolas no paraba de llorar, aquello estaba mal, siempre lo supo, era una chica… sus sentimientos, su pasión, el dolor en su pecho… no deberían ser, todo había sido un juego, una fantasía traviesa donde creaba un mundo alterno y Alexa podía ser su príncipe… y el juego terminaba ahora y su príncipe dejaría de serlo. Alexa sonreía tristemente, todos pensaban que por los nervios, y se veía tan hermosa con su corona de flores… Camila logro estar en la primera fila, para despedirse de la ilusión de su príncipe, en su infantil pensamiento imaginaba como si un ogro hubiera llegado para arrebatarle a su príncipe y arrancarle el corazón y su príncipe no podía hacer más que cerrar los ojos y dejarse llevar…
Pero Alexa no cerraba los ojos, de hecho la miraba con la misma intensidad del primer día, sus ojos la acariciaban con la misma pasión de aquella tarde en que le entrego su virginidad… Alexa se puso de pie parando la ceremonia, lentamente se quito la corona de flores, todos sabían que eso significaba que se negaba a desposarse, una exhalación de sorpresa fue seguida por un incrédulo silencio… Camila leyó en esa mirada lo que sucedía en su corazón, Alexa era un príncipe que no se dejaría llevar por ningún ogro sin plantarle la cara… el ogro no era el muchacho a su lado que pretendía desposarla, el ogro era toda esa comunidad, toda esa gente, su familia y sus amigos que decidían y planeaban una vida para ella en la que ella dejaría de ser… El ogro era un monstruo de cien cabezas que la empujaban a seguir unas costumbres que no eran para ella, que la amenazaba con la crítica, con el miedo, con el rechazo, con el odio. Pero Alexa era un príncipe que enfrentaría cualquier ogro. Sus labios se abrieron a la par que sus secretos y su corazón.
Y el ogro respondió… fue cruel, fue duro, fue temible, pero no fue invencible. Alexa se mantuvo firme en sus palabras a pesar de todo lo que vino, después de ser la princesa de los gitanos ahora era una paria, una escoria, sin embargo no se doblego, no se rendiría pero tampoco soportaría aquello para siempre.
Camila escuchó los toquidos en su ventana, el sonido de las piedrecillas con que disimuladamente la llamaba. Tenía un bolso listo, empacado apenas lo indispensable, todo lo que realmente necesitaba… excepto su valor. ¿Qué futuro le esperaba al lado de Alexa?... ¿un hogar?, ¿familia?, ¿hijos?... nada, nada de lo que esperaba de la vida estaba con ella, nada de lo que le enseñaron que debía buscar en la vida como realización estaba en su mano… Alexa sólo podía brindarle su amor… y su amor no le era suficiente. Donde quiera que fueran, donde quiera que llegaran siempre sería lo mismo, el ogro no estaba en su comunidad, estaba en todas partes, Alexa sólo buscaba no enfrentar un ogro que tuviera el rostro de un amigo, pero su guerra apenas comenzaba… y Camila no tenía el valor para pelearla junto en ella… su amor no era suficiente.
Se asomó a la ventana y sus tristes ojos lo dijeron todo, Alexa sintió que el mundo se derrumbaba, su ilusión y su amor no encontraban eco en la niña que los inspiraba. Vio como Camila cerraba esa cortina a la par que cerraba su corazón… Se dio la vuelta y con temblorosos pasos empezó a alejarse por ese camino incierto… empezó a correr como sólo ella podía, con esa tenacidad que la impulsaba como el viento, y el viento secó sus lagrimas… Alexa había sacrificado todo por su amor, ¿sacrifico todo por nada?… Alexa corrió con coraje, nada importaba ahora, dejaría todo atrás y comenzaría de nuevo, nada la detendría para vivir su vida como había decidido vivirla… ni siquiera el cobarde amor de una chiquilla… Camila era sólo una niña ¿Cómo podía esperar otra cosa de ella?
* * *
- No, no te odio – fue la respuesta que la mano de Alexa escribía en sus cabellos con cada caricia.
- Perdóname por ser tan cobarde – dijo la mano de Camila al atrapar la ultima caricia, al entrelazar sus dedos evocando las tardes en que tomadas de la mano disfrutaban de su intimidad y del ocaso.
* * *
La cruel burla de que había sido objeto Alexa no término con su partida, los comentarios cargados de veneno y recelo aumentaron en los cuchicheos diarios y con mayor cinismo. Las chicas necesitaban un chivo expiatorio para desviar los comentarios y las sospechas sobre la amistad que alguna vez tuvieron con la “lesbiana”, Camila, la más joven de la pandilla, la favorita de Alexa fue el blanco… la adolescente española descubrió que sin Alexa no tenía un ala protectora sobre ella, y en carne propia vivió la crueldad de la comunidad, su familia optó por separarse de la tribu.
Viajo con sus padres soportando ahora el silencioso estigma con que su familia la había marcado, la crueldad de su madre y la intolerancia de su padre la orillaron a tomar el camino que Alexa le había sugerido, sólo que tuvo que hacerlo sola. El mundo fuera de la protección de una familia es cruel con una jovencita gitana. Conoció el hambre y la fatiga, aprendió a dormir en la intemperie, bajo los puentes o al resguardo de covachas tambaleantes, conoció otras pandillas de gitanos jóvenes que empezaban formando nuevos clanes con nuevas reglas y nuevas costumbres, gente que no conocía su nombre ni su mancha… y que tampoco jamás habían escuchado sobre Alexa.
La primera vez que conoció el sexo… al menos con un hombre fue en la cabina de un camión de carga en una carretera perdida de cualquier mapa, al fin unos rublos en su bolsa y no los míseros centavos que podía ganar mendigando o haciendo labores de cocina en los comedores de paso de las carreteras fronterizas. Al fin mitigo su hambre con algo decente y se abrigo del frió… Su primer cliente fue un hombre muy amable, nunca conoció otro igual, los siguientes pagaban bien pero eran más miserables y sucios… a veces Camila tenía de volver su estomago después de cada “faena” por no resistir el asco que ella misma se provocaba. ¡Como extrañaba el toque de Alexa!, su ternura, su pasión… su amor.
Después ya no importo nada, a todo se acostumbro… tampoco importo sus propios prejuicios, su convicción de nunca más volver a tocar a una chica… extrañaba ser amada, extrañaba ser protegida y mimada, ya no importaba quien fuera… hombre o mujer, lo único que deseaba es que alguien volviera a tratarla como lo hizo Alexa, que alguien volviera a amarla… deseaba que Alexa volviera…
Conoció las drogas en el camino, encontró la ilusión de paz en ellas y cayo en la trampa, sin darse cuenta ya era adicta, y no le importó, era sólo un vicio más de los tantos que ya tenia, su virtud era un valor mas que se había perdido… Llego el momento en que sólo empezó a dejar pasar los días sabiendo que el final era inevitable para todos, y para ella la promesa de ese final era bastante cercana, sólo quería llegar a él durmiendo… Y en medio de un sueño esos cabellos tan profundos como la noche, esa mirada que parecía calmar tormentas volvió a ella, Alexa estaba otra vez ahí, pero en sus sueños o en sus pesadillas… Sin embargo despertó y descubrió que no era un sueño, ella, Alexa, en verdad estaba ahí.
- ¿Todavía…. Me amas? – la mirada de Camila exigió la atención de Alexa.
Ella bajo su mirada hacia esos encantadores ojos tan negros como los suyos, tuvo la evocación de aquella época en que esos ojos eran todo su mundo, su fuerza, la fuente del coraje que le dio el valor de proclamar al mundo lo que era, el valor de asumir quien era. El mundo, su mundo había cambiado mucho desde entonces. La había amado como a nadie antes que a ella, la había amado de una forma tan intensa e intima que cuando se sintió traicionada por ella… no quiso odiarla, no quiso manchar los bellos recuerdos que la pequeña Camila había dejado como joyas en su corazón, no, sentimientos ruines para alguien que la había hecho tan feliz no cabrían en su pecho sin importar el dolor que le causara al final… Nunca odiaría a Camila, aun que lo que sentía por ella… tampoco podría cambiarlo, ni olvidarlo, ni borrarlo, sólo lo guardaría en lo más profundo de su corazón para que le diera fuerzas cuando necesitara el sustento de un instante feliz… sólo eso conservaría de Camila, la felicidad que una vez le brindo.
Al fin las puertas de la mansión se abrieron, un fatigado Leonard apareció por ellas, ansioso de una bocanada de aire fresco y un poco de relajación que la vista de sus cultivos de árboles frutales siempre le traían. Alexa intentó no correr a su encuentro, pero fue inútil, antes de darse cuente sus pasos ya volaban sobre los arbustos y la graba. Camila ni siquiera la sintió desprenderse de ella, la vio correr con la agilidad que era muy propia de la gitana, con la alegría por la vida que era su marca, su persona, la vio tomar las manos de Leonard con el rostro en un gesto de suplica y después la vio saltar sobre el hombre en un vigoroso abrazo que casi lo hace caer al suelo…
Ahí estaba la respuesta a su pregunta… El corazón de Alexa no tenía siquiera una seña de rencor para ella… pero tampoco le pertenecía, el corazón de Alexa ya era de alguien más.
La cadena… (hace seis siglos)
Eran seis hombres reunidos en una mesa, en sus manos los mendrugos de pan eran acarreados sus bocas en silencio, el vino barato era servido uno y otra vez en su vasos. Las miradas iban de uno a otro una vez más. La luz de la lámpara de aceite apenas alcanzaba a iluminar el interior de la tabla de la mesa, y no había nada más que iluminar, de memoria conocían esas paredes de roca desnuda. Afuera el estruendo de un relámpago era lo único que les hacia conciente del paso del tiempo.
Uno de ellos tomo el cuchillo del centro de la mesa y se dispuso a cortar otra rodaja de carne seca para acompañar su pan… miró el filo mellado por un instante y después descargo un golpe sobre la mesa clavando la hoja en ella.
- Ya es suficiente… lo haré yo – bramó a los demás.
- No digas estupideces y siéntate… es lo mejor. – le dijo el más anciano.
- No, esto tiene que terminar ya… ahora… no podemos seguir así, esperando… ella… ella debe morir ya.
- Ella ya esta muerta… -le dijo otro hombre y se santiguo- .. Solo que ella no lo sabe, no lo acepta… ella murió hace mucho tiempo, sólo tienes que mirarla, es un cadáver que no deja escapar su alma…
- Pues yo le haré saber que ya no tiene lugar entre nosotros… - Con determinación encendió una antorcha y tomó de la armería un alfanje, una espada curva con un solo filo, ideal para sacrificar animales, decapitar de un solo golpe.
Otro hombre se puso de pie he hizo el intento de detenerlo, pero el anciano lo contuvo con un gesto, en realidad nadie quería entrar al pasillo por donde el primero desapareció.
- Que sea lo que dios disponga –se santiguo el anciano.
- No pasara nada… como siempre… no pasara nada –bufó otro y continuo comiendo como si no le importara pero sus oídos estaban atentos.
El hombre caminó esquivando los charcos que se hacían con las goteras de la bóveda del techo, en momentos parecía llover mas ahí adentro que afuera.
- ¿Cómo es posible que hayas sobrevivido tanto tiempo? – Bramó entre dientes- ya no es cristiano tenerte entre nosotros, ya no es cristiano que sigas sufriendo así… ¿Qué te queda, si no puro dolor?, ¿Qué te queda, si no pura miseria?, ¿Por qué?...
Al fin llego al final del pasillo, la última vuelta, el último rincón, el sonido de la lluvia cayendo y tintineando sobre esa cadena. Dio gracias a Dios por esa cadena, entró al hueco que era la prisión de “ella” y levanto en alto el alfanje…
-….
- ¿Por qué…?... – su rostro se descompuso en un gesto indefinible, la espada escapo de sus manos y cayo clavándose a sus pies… - ¡¡Oh, Dios!!... ¿Cómo puedes estar viva así?... ¿Por qué…?... ¿Por qué no te mueres de una vez?...
La criatura que sobrevivía en el pozo apartó su mirada de la grieta en el muro por la que se filtraba la lluvia que bebía con avidez. Sus ojos se posaron en el hombre y este tembló, hasta el ultimo hueso de su cuerpo se retorció de frió. Esos ojos brillaban, lo había escuchado y ahora lo creía, lo miraba, eran los ojos de una bestia, lo que vio en esos ojos, en la profundidad de esas llamas azules le congelo el alma. Recogió la espada y volvió sobre sus pasos.
Al llegar a la mesa volvió a colocar la espada en su lugar, apago la antorcha y se sentó, el vino corrió por su garganta.
-… no paso nada… - suspiró el otro hombre.
- ¿Por qué no puede morir...?
- ¡¡Por que no quiere!! –respondió el anciano-… ella no quiere morir, aun que su cuerpo ya se ha podrido, aun que su vida ya se haya extinguido, ella no quiere morir… y es mejor así… ahora esta encadenada, esta presa…
Todos voltearon a ver al anciano, en sus miradas se adivinaba el temor supersticioso que merodeaba con los rumores en todos los rincones de la comarca.
-Solo ruego al señor morir antes que ella… ¿viste sus ojos?, ¿viste el odió que anida en sus ojos, en su alma?, ¡que fuerza tan salvaje y terrible!... y por ahora esta atada, encadenada a un cuerpo marchito que no acaba de extinguirse alimentado por ese odio… pero cuando ese cuerpo falle, cuando al fin se quiebre… ese odio no se detendrá jamás... ¡Estamos malditos!... estamos condenados por todo lo que les hicimos… Dios nos ampare el día que Yulia Volkova muera.
Leonard
Fernando se tumbo a la sombra de un árbol, estaba más que muerto, agotado hasta el limite de sus fuerzas pero tan tenso que difícilmente hubiera podido dormir aun que hubiera querido. Encontró una botella de vino y se hizo de ella, ahí tumbado la abrió sacando el corcho con los dientes y dio un largo trago, el alcohol en su vientre le dio una sensación de calidez y frescura que empezó a relajarlo. Cerro los ojos y espero.
- Una noche loca ¿eh? – dijo Leonard a su lado.
Fernando no se sorprendió, no lo escucho llegar pero sabía que vendría directo a él.
- lamento mucho todo esto… no teníamos donde mas acudir.
- Saliste de Florencia a penas a tiempo, ya esta acordonada, resguardada, la ciudad luz ha caído en tinieblas, igual que Francia… ¿de donde venían tus amigas?
Fernando levantó el rostro hacia Leonard, la luz del sol le dio en la cara y sólo podía distinguir su silueta como una gran mancha negra recortada contra el cielo. Como hubiera deseado poder leer esos ojos.
- No sé nada… Alexa es amiga de la infancia, sólo eso, los chicos y yo nos reunimos en el club para saludarla. Creo que ahora todos ellos…
- Están muertos, al menos la mayoría. Dios los tenga en su seno… Pero ustedes están en mi casa y necesito respuestas.
Leonard extrajo algo de su bolsillo y se lo arrojo a Fernando quien lo atrapo en el aire en un acto de reflejo. Era una diminuta pieza de metal.
- Una herida de bala en el vientre es casi letal, muy difícil sobrevivir a ella sin cirugía mayor, reconstrucción de órganos, limpieza del contenido estomacal… es una muerte muy larga, dolorosa e inevitable. Tu amiga tuvo mucha suerte pues sólo fue herida con esto.
- ¿Y que es esto?
- No es una bala… es un trazador. Es un dispositivo que desarrollaron los Rusos para su guerra en Afganistán, se dispara desde una pistola ordinaria del calibre adecuado, penetra en el cuerpo como una bala pero no tan profundo y por su consistencia más ligera no es tan peligrosa. Es un transmisor de radio, manda una señal de radiofrecuencia, normalmente se dispara en una pierna o espalda, en el vientre fue un tiro muy arriesgado o malo, la victima recibe el disparo sin saber que es y cándidamente escapa a su refugio, con el resto de sus compañeros guiando al ejercito tras de si sin saberlo. Quien le disparo esto a tu amiga no quería matarla, quería seguirla por alguna razón, una razón los bastante grande como para haber causado todos los desmanes que ayer asolaron a Florencia y que seguramente llegaron de Francia… y ahora las has traído a mi casa.
- ¡Diablos!... no, no tenía idea – Balbuceó Fernando.
- No te preocupes, ninguna señal de radio puede entrar o salir de aquí sin mi permiso – sonrió Leonard señalando una de varias grandes antenas montadas en torres a todo lo largo de su propiedad.
- Pero necesito saber quien es esa chica.
- Ni siquiera sé su nombre.
- Ese sería un buen comienzo… -Leonard extrajo de su bolsillo un teléfono móvil, leyó un mensaje en su pantalla y después volvió el rostro hacia una torre de vigilancia apostada sobre la muralla más allá, usando una mano como visera para cubrirse del sol.
-… Si, su nombre será un buen comienzo. Pero lo discutiremos en la cena… por ahora disfruta del descansó. ¡Me han llegado un par de autos hermosísimos!, un Testarossa impecable… vas a tener mucho trabajo esta temporada. – Leonard le guiño el ojo y se alejó silbando alegremente.
- ¡¡Un Testarossa!! –exclamó Fernando.
Un jeep deportivo alcanzó a Leonard, subió a el y se dejo conducir hasta una bodega ubicada en la parte mas alejada de sus campos de cultivo, las tierras de su propiedad eran de una extensión considerable, hubiera podido tener su propio aeropuerto particular si lo hubiera deseado pero prefería sus árboles frutales.
- ¿Vino con alguien? –preguntó mientras baja del vehículo.
- No, señor, esta sola.
Leonard despidió a los hombres, un tanto renuentes se alejaron tan sólo un poco. Leonard sonrió por ese gesto de lealtad mientras entraba a la bodega. Sabía que la compañía de sus hombres no era de ninguna manera seguridad para él, ni la compañía de todos sus hombres ahí reunidos realmente podría protegerlo, no de ella.
- ¡Kipper! – saludó con gesto afable.
Elena Kipper estaba de espaldas a él, admirando la enorme colección de autos que Leonard tenía en esa bodega, por lo menos uno de los mejores exponentes de las ultimas 30 generaciones de autos estaban ahí almacenados, casi todos impecables y relucientes, otros en plena reconstrucción.
- Leonard – Devolvió el saludo la rubia rusa con una radiante sonrisa. Portaba un vestido largo de pana que se adhería a sus piernas resaltando el contorno de su estética musculatura, botas a media pantorrilla que combinaban en color con la falda y un turbante que parecía proteger sus rubios cabellos del sol. No engañaron al ojo experto de Leonard.
- ¿Te lastimaste?... ¿algo no salio bien?
- Un arañazo… una cicatriz, valió la pena, se acaba el espacio para muescas en mi pistola.- sonrió ella.
- Entonces todo estuvo bien. ¿Alguna otra encomienda para mis muchachos?
- No, se portaron a la altura como lo esperaba, tus carabineros Sicilianos son los mejores del mundo. Traigo un obsequio especial por el “favor”
Elena Kipper, “el ángel de la muerte”, le entrego un sobre de papel. Leonard lo miró con curiosidad y lo abrió sin preocupación, venenos no eran el estilo de Kipper, no tenía nada que temer.
- Esto es muy interesante –asintió Leonard al empezar a leer los documentos que contenía el sobre.
- Kürten cree que en tus manos serán de mayor utilidad.
- Sin lugar a dudas. ¿Eso es todo?... ¿te quedaras a cenar?
Kipper sonrió ante la indirecta, pocas personas como Leonard se atrevían a ser tan directos y corteses con ella.
- No, ya tengo una cita… sólo me ha llamado la atención tu última adquisición…
Kipper volvió el rostro hacia un automóvil estacionado frente a ella. Un mercedes convertible, rojo carmín, con el parabrisas roto y huellas de golpes en los costados.
- Definitivamente no es tu estilo…
Inocencia.. (Hace seis siglos)
El castillo en el valle del lago fue edificado como una fortaleza cuando las fronteras no eran tan lejanas, su arquitectura fue inspirada en las viejas fortalezas romanas que coronaron el norte de Europa, la torre era un mirador a la distancia, primero para vigilar los caminos y valles alejados en espera cauta del enemigo, cuanto los bárbaros fueron expulsados y la frontera se logro mover varios kilómetros hacia el sur, el magnifico castillo paso a ser hogar del capitán de los ejércitos de los cruzados que el papa envió para defender la fe y los intereses de la iglesia en la naciente región de Vilnius, provincia de Lituania, de ahí adquirió su nombre: El castillo Volkov.
La torre fue acondicionada con comodidades, un lugar especial donde el señor del castillo agasajaba a sus invitados y mostraba orgulloso la extensión de sus dominios, hasta donde alcanzara la vista. Pero también se convirtió en el sitio más seguro del castillo, mas seguro para un prisionero que no debería poder escapar, y el lugar más cercano y lejano de las mazmorras en los sótanos del castillo. Todas las comodidades fueron arrancadas de la habitación que coronaba la torre, sólo quedo un camastro de paja y mantas, no un acto de gentileza si no de comodidad para el verdugo.
Nadya pegaba su rostro las rendijas de madera con que habían cubierto los ventanales, un tenue rayo de luz dorada se filtraba para iluminar el esmeralda de sus ojos que con avidez bebía lo poco del exterior que se filtraba. La única distracción que Nadya tenía para si en esa torre.
Escuchó los cerrojos de su puerta abrirse con torpeza, como siempre. A su nariz llego la peste de él, podrido en alcohol y sudor de prostitutas. Ella no volvió el rostro hacia él, simplemente lo ignoraba, como si no estuviera. Tiver vació de un largo trago la jarra de vino que traía en sus manos y la arrojó contra el muro a un lado de donde Nadya se encontraba postrada sobre un montículo de paja sin inmutarse. Tras él entraron un par de monjas, una mujer muy vieja y robusta y el Obispo Kaunas.
- ¿Cuánto le falta? – preguntó Tiver, mientras jalaba la cadena para obligar a Nadya a ponerse de pie.
La mujer se inclino con dificultad por su enorme vientre y con manos expertas palpó el vientre de la pelirroja.
- Un par de meses, señor.
- ¡No puedo esperar tanto! – exclamó Tiver pateando los trozos de la jarra. Kaunas lo tomó de un brazo y lo obligo sutilmente a alejarse de la chica.
- No es conveniente ponerse violento, mi señor, todo podría arruinarse, la criatura podría malograrse por la impresión o miedo.
- Nada de eso…- Tiver, hizo una mueca que semejaba una sonrisa -… nada de eso sucederá, ¡mírala!, hace mucho tiempo que la razón escapo de esa cabeza, hace mucho tiempo que sus nervios se quebraron. Ahora no hay mas inteligencia en ella que en un cordero. Apenas come por que tus monjas la alimentan, esta mujer ya no sirve más que para parir. Y debe hacerlo pronto por que los ejércitos del papa están muy cerca de la frontera, en un mes estarán a las puertas del castillo. Alguien le mando una carta al papa contándole lo que sucedió con la herencia de los Vladis y los Volkov, el santo señor no va a dejar perder esas tierras.
- ¡Un mes!.. A los turcos sólo les tomara una semana, podrían llegar al mismo tiempo, ¿no esperaras que se alíen con los cruzados ¿verdad?
- No seas idiota, eso no sucederá, el papa jamás negociaría con herejes, los turcos esperan que los cruzados y mis ejércitos se enfrenten, cuando estemos cansados y heridos caerán sobre nosotros y nos aplastaran. No debemos luchar contra los cruzados, ellos vienen a dialogar con el señor de estas tierras, con el señor absoluto de estas tierras, vienen a discutir la posesión de las tierras de los Vladis y los Volkov… necesito al heredero con mi sangre cuando ellos estén aquí, de otra forma todo estará perdido.
Tiver volvió al lado de Nadya y con firmeza sujetó a la mujer del cuello.
- Me dijeron que usted era la mejor partera de la región… ¡Necesito a esta criatura ahora!
- Nada puedo hacer, mi señor –exclamó la mujer con ojos entornados – aún no esta listo… aun si lo sacáramos de su vientre ahora mismo él moriría. Nada podemos hacer salvo esperar.
- Entonces no me sirves de nada –siseó Tiver echando mano de su espada. Kaunas corrió para interponerse entre el hierro y la mujer. Las monjas corrieron para proteger a Nadya, la pelirroja parecía ausente del mundo, su mirada en ningún momento se apartó de la luz que entraba por las rendijas.
- ¡Nooo!, mi señor, ¡se lo suplico! –exclamó Kaunas.
- ¡¡Unas yerbas!!... ¡¡unas yerbas!! .. –lloró la mujer, su voz logro calmar al tirano-… puedo darle infusiones de yerbas, puedo ayudarla a que el fruto madure más rápido… tal vez en un mes y medio ya este listo..
- ¡¡Un mes!!... sólo tienes un mes… -le escupió Tiver a la mujer y a puntapiés la sacó de ahí.
Nadya continuaba con la mirada perdida en el vació, Tiver la contemplo un instante con renovada furia se planto frente a ella, pero aquellos ojos esmeralda lo traspasaron como si no estuviera ahí, ni siquiera parpadeo cuando su rostro fue cruzado por una bofetada. Iba a repetirla pero su mano fue detenida por una monja.
- Se exactamente lo que estas mirando –le dijo- se que miras a través de los muros, a través de los cobertizos, a través de la tierra y la roca… la estas mirando a ella ¿verdad?.... creo que ya es tiempo de que alguien se lo diga… es tiempo de que Volkova sepa que estas a punto de darme algo que a ella “con todo tu amor” no podrás darle nunca, que estas a punto de darme un hijo.
Por primera vez Nadya apartó la mirada del vació, se volvió para encarar al tirano, Tiver y las monjas saltaron por la impresión de tan inesperado gesto.
- ¿estas seguro, mi señor… esposo mío?- dijo Nadya con extremo sarcasmo en su voz. Avanzó hacia él un par de pasos, nuevamente toda la majestad de una princesa estaba en ella, sin importar los harapos mugrosos, la suciedad que la cubría, el descuido de sus cabellos, las marcas del dolor y la soledad en su rostro, nuevamente el aura de una princesa esta en ella. Triver retrocedió un paso sin saber por que.
- ¿Cómo sabes que este hijo en verdad es tuyo?... lo concebí meses después de estar prisionera en esta torre…
¿ Y?... ¿acaso no acusaste a Yulia y a mi de ser brujas?, ¿Qué crees que paso con nuestros pactos con el diablo?... ¿Estas seguro que este hijo en verdad es tuyo… y no de ella?.
- ¡¡Estas completamente loca!! – Exclamó Tiver, sumamente nervioso – Perdiste la razón hace mucho tiempo, ahora lo confirmo sin duda alguna…
Tiver abandonó la torre con pasos presurosos antes de perder los estribos de su furia y cometer un error que tal vez Nadya le estaba empujando a hacer. Las monjas esperaron un instante sin saber que hacer.
Nadya volvió a tumbarse en su sitio, el vientre tan abultado ya era bastante incomodo, sonrió con la dulzura de una madre mientras sus manos acariciaban a la criatura que crecía dentro de ella.
- No es por magia… es por fe… es por amor… -les dijo a las monjas que no apartaban la vista de ella. Ambas se santiguaron y salieron atrancando la puerta.
- ¿Qué es la concepción si no la unión de la sangre de dos seres en uno nuevo?, un milagro con que nos obsequio nuestro señor… nuestra sangre ya fue mezclada, Yulia, tu sangre ya corría por mis venas gracias a nuestra boda gitana ¿no es verdad?, entonces tu sangre también correrá por las venas de esta criatura… y desde que lo concebí, día tras día he llenado mis pensamientos de ti, sólo tu has estado presente conmigo todo este tiempo, puedo sentir tu presencia, no en la distancia si no aquí conmigo… todo el tiempo, y tengo tantos hermosos recuerdos de nosotras, de nuestro amor… es lo único que me permito pensar… para que sea nuestro amor y tu presencia lo que alimente el alma de este niño… nuestro hijo… que tu alma y tu sangre borren la sangre y semilla de él… y será nuestro hijo Yulia… y tuyo y mío… y nuestro amor vivirá para siempre en él… ¡para siempre!
Despertares… (Época actual)
Luigui estaba más que sorprendido, es todo el tiempo que llevaba trabajando en la morgue nunca había vito un caso así, ¡y le había tocado ver cosas por demás extrañas!, cuando recién entro vio un cadáver retorcerse en el interior de un horno, gritar y patalear mientras el fuego lo devoraba. Había sido una broma muy pesada de sus antiguos compañeros, al consumirse por el fuego los nervios y músculos de los cadáveres se contraen semejando como si la vida volviera al cadáver y los gases producto de la combustión escapan por la garganta haciendo funcionar las cuerdas vocales. Un gran susto para novatos…
Pero lo que Luigui tenia al frente era lo más extraño que jamás había visto. El sol de la tarde ya caía, la débil luz que se filtraba por las rendijas de las ventanas de esa habitación ubicada en el sótano daba un tinte ocre a todo el ambiente. Sobre la plancha deslizable del horno, justo ahí donde deberían estar las cenizas de la chica que le habían llevado esa tarde estaba el cadáver carbonizado de ella, pero entero.
Una pieza de carbón del tamaño de una chica, como si en un tronco carbonizado se hubiera esculpido la imagen de esta chica, todos sus rasgos eran perfectamente claros y definidos, aún las uñas de las manos y pies sólo parecían piezas de plástico amarillento, no deformado ni torcido, ni uno sólo de los miembros parecía haber sufrido de la contracción de los músculos y nervios al quemarse… como si el fuego sólo hubiera podido quemar la primera y mas delgada capa de piel de aquel cuerpo y no hubiera podido penetrar más allá… La chica aún parecía dormir.
Luigui golpeo los reguladores de gas del horno, parecían estar bien, había gas suficiente para un segundo intento, pero era tarde, Luigui estaba muy cansado, no dejaría un horno de gas ardiendo sin vigilancia, sobre todo por que al parecer no estaba funcionando muy bien… No, en la mañana lo revisaría a conciencia y lo volvería a intentar. Deslizo la charola con el cuerpo al interior del horno y lo cerró. Silbando para producir un ruido que le hiciera compañía volvió a lo suyo. En el marco de la puerta se detuvo… volvió su rostro con un gesto de sorpresa y escucho atentamente, pero el sonido que creyó haber escuchado no volvió… se rasco la cabeza extrañado y continuó con su camino… empezó a reír quedamente ante los juegos de su imaginación… podía haber jurado que escucho el latido de un corazón… el sol agonizaba.
Elena abrió los ojos débilmente, una sed atroz quemaba su garganta, había una luz sobre ella, una luz intensa que cegaba sus ojos, parpadeo un par de veces y sintió el dolor recorrer su vientre nuevamente, pero ahora distinto, mas calmado, cediendo al fin. Sintió un escozor en su brazo, giró la cabeza y empezó a reconocer donde estaba, era una habitación muy amplia, había un hermoso ventanal por donde se colaba una brisa con aromas a frutas y flores, el sonido del canto de la aves era dulce melodía. La molestia en su brazo se debía a un catéter, una bolsa con suero pendía de un perchero. No le fue necesario incorporarse para ver todo, estaba cómodamente acomodada entre mullidas almohadas… todo era demasiado cuidado, demasiado perfecto para ser una cama de hospital. Fue entonces cuando se dio cuenta de que era vigilada.
Había una niña al pie de la cama, su edad era indefinible al igual que su gesto, su tez era morena clara, cabello quebrado anudado en una cola de caballo que se esparcía sobre su espalda, tenía puesto un ligero vestido de confección típica y regional, blanco, tal vez algodón con algunos motivos bordados como nubes y flores. Sus ojos eran negros y a pesar de su corta edad tenía una extraña profundidad en la mirada. Elena se inquieto un instante al verla, la niña la miraba fijamente sin parpadear.
- ¡Hola! – susurró Elena con un hilo de voz.
La niña abrió los ojos grandemente, un gesto de sorpresa se dibujo en su rostro de forma tan cómica que le causó una leve risa a Elena a pesar del dolor de su vientre.
- ..¿Quien eres, pequeña?...-preguntó Elena, la niña parecía no salir de su asombro- ¿eres mi enfermera?.
La niña sonrió al final, hasta su rostro pareció iluminarse con una chispa de magia. Asintió sin decir palabra.
-… ¿me puedes dar un poco de agua?... – pidió Elena, entonces se dio cuenta de que estaba hablando en su lengua natal, seguramente la niña no entendía nada de lo que decía. Pero se sintió muy cansada para pensar en que parte del mundo se encontraba… el mundo se había vuelto tan pequeño últimamente ¿todavía estaría en Italia?
La niña no se movía de su lugar, sin embargo sus ojos estaban puestos en un buró al lado de la cama donde se encontraba una charola de plata con una jarra de cristal que contenía agua y tres vasos dispuestos boca abajo. Había algo extraño en su mirada, como una suave brisa de tristeza y ansiedad. Se acerco al buró pero sin atreverse a tocar nada… Elena se extrañó por la actitud de la niña, a pesar de todo parecía que le había entendido, sin embargo sólo miraba la jarra de agua sin atreverse a tocarla. Se veía mortificada.
- ¿Cómo te llamas? –preguntó Elena usando otra vez su lengua, para asegurarse que la niña podía entenderla.
La niña volvió su rostro hacia la pelirroja, sus oscuros ojos parecían temblar, se acerco a ella y usando sus manitas protegió su boca como para susurrar un secreto, para evitar que el viento pudiera llevarse sus palabras…
- …Marina.. –le susurró con dulce voz.
Se escuchó un golpe seco, como un fardo cayendo sobre el piso de duela, Elena estaba demasiado débil para asustarse o saltar. Entonces se dio cuenta del sillón que se encontraba al otro lado de la cama, en el piso, alguien dentro de un amasijo de mantas luchaba torpemente por liberarse. De entre los pliegues de las mantas al fin asomó una cabeza con gesto de sorpresa y los largos y negros cabellos revueltos cubriéndole el rostro.
- ¡Lena!... –exclamó Alexa desde el piso. Intentó ponerse de pie nuevamente con singular torpeza volvió a caer de cabeza todavía enredada en las mantas.
Elena volvió a reír quedamente mientras el vientre le aguijoneaba.
- ¿Qué haces ahí? –preguntó la pelirroja.
- ¡Cuidando tu sueño, pelirroja endemoniada!… ¿Cómo te sientes?... – Alexa al fin se medio libró de las mantas y de rodillas corrió hacia la cama para sostener la mano de Elena.
-… Estoy bien… -tosió secamente un poco, Alexa se apresuro a darle un trago de agua…
- ¿Marina? –preguntó Elena mirando en torno suyo una vez que bebió con avidez.
- ¿Quién?
- …había una niña aquí… ¿Donde se fue?...
Alexa miró en redondo también, pero no vio a nadie, las puertas de la habitación estaban abiertas de par en par dejando que la luz del sol de la tarde se filtrara por los ventanales del pasillo y la brisa corriera suavemente refrescando todo. El clima era calido.
- Maldita pelirroja... –Alexa besó la frente de Elena- Ya no puedo con más sustos… - empezó a llorar. Elena la abrazó al sentir como la fortaleza de la gitana se derrumbaba momentáneamente, un instante de paz en que dejaba salir todo lo que había en su corazón.
Pero muy a su pesar, los ojos esmeraldas de Elena se dirigieron a otra parte, mas allá del claro cielo que dominaba la ventana… hacia el interior de sus recuerdos… la simiente de sus pesadillas las cuales por primera vez tenían sentido y razón… al fin había una respuesta para todo, una respuesta que le dolía en lo más profundo de su corazón.
-… Yulia… Yulia Volkova… -
* * *
Su brazo destrozado, devorado por las jaurías, se levanto hacia la noche, Yulia agonizaba, el bosque de pesadilla agonizaba… los árboles se quemaban, eran inmensas columnas de fuego que besaban la cúpula de estrellas silentes, y los árboles lloraban y gemían retorciéndose por el cruel abrazo de las llamas. Yulia se arrastraba por ese bosque que se calcinaba y levantaba su rostro y su brazo llamando a la terrible bestia que habitaba en el corazón de ese bosque. Los lobos corrían de un lado a otro con sus lomos envueltos en llamas también. En medio de las llameantes flores que ahora adornaban este bosque apareció la bestia.
Enorme e imponente, indiferente al infierno que a su alrededor se desataba, un gigantesco corcel mas negro que la misma noche, con ojos de un fuerzo ardiente mas radiante que estas llamas. El brazo destrozado de Yulia volvió a llamarlo, suplicante.
- Nadya – escapó de sus labios sangrantes.
El corcel infernal se acerco a ella con pasos arrogantes y terribles, el bosque, las llamas parecían temblar ante cada paso.
Yulia se aferro de esas crines que amorosas se enredaron en sus manos, crueles se clavaron en su piel, no para evitar que se soltara y cayera, si no para no dejarla ir. Yulia lucho con sus miembros destrozados, rotos, el bosque ardía quemándole la piel. Logró al fin subir sobre el lomo del corcel infernal y lo escuchó reír, una risa como jamás había escuchado otra… sus talones espolearon las costillas de la bestia…
Con perezosos pasos el corcel empezó a caminar, indiferente, Yulia insistió, a lo lejos, muy lejos de ahí podía verla a ella… era Nadya, estaba en el lago… el lago… de pie sobre sus cristalinas aguas, hundiéndose poco a poco… tenía que llegar con ella. Sus talones espolearon al corcel una y otro vez, sus manos agitaron las crines con brío. Poco a poco la bestia empezó a obedecer, su galope fue lento, al principio, pasos arrogantes e indiferentes, pero poco a poco empezó a tomar brío y empuje… poco a poco empezó a moverse con velocidad sobre las veredas ardientes… Yulia sentía esos cascos retumbar en toda la simiente del bosque, en toda ella… se había fundido con la bestia, ya no era su jinete, ahora era ella quien corría con desesperación por entre las veredas incendiadas… cada galope era más y mas intenso y poderoso, el dolor se había ido, el miedo se había ido… ella… ¿Quién era ella?... ¿a quien buscaba?... ¿Quién estaba en el lago?... ¿Cuál lago?....
Sólo importaba el galope de la bestia, su galope… ese estampido era el sonido de su corazón…
Yulia abrió los ojos, sintió como se desprendían de sus parpados una cáscara seca y marchita, en todo su cuerpo semejante a un capullo se quebró una delgada cáscara carbonizada, adherida a su piel… su piel que resplandecía con la luz de la luna. Se deslizó por el interior del horno y sin problemas lo abrió. No sabía donde se encontraba, ni le importaba… había algo en el aire, algo que aguijoneaba su piel en toda su extensión, algo que hacia palpitar sus venas con ira salvaje, el galope del corcel infernal en su pecho la conducía hacia eso.
Tenía hambre.
Luigui escucho el sonido de la puerta del horno abrirse, un sonido tan viejo y conocido que lo hizo saltar en su improvisado lecho. Dio un rápido trago a la botella de vino que le hacia compañía esa noche y después con más curiosidad que miedo salió de su habitación, empuñando la botella de vino como su única arma. Intento encender la luz del pasillo, pero el interruptor no funciono, sólo su eco rompiendo el silencio fue el único efecto que su insistencia logró, había olvidado que no se habían reemplazado las bombillas eléctricas todavía.
Pero no necesitaba luz, ahí estaba ella, al final del pasillo, mirándolo fijamente con sus ojos de un ardiente azul… primitivo… puro. Caminó hacia él con silentes pasos, más bien parecía flotar que deslizarse en un andar humano, su piel parecía brillar como si un aura de pureza la cubriera… La botella escapo de las manos de Luigui, el cristal roto fue el único sonido a parte de su respiración.
Yulia llego hasta él, y se detuvo, como si lo reconociera… como si recordara sus palabras… como si lo hubiera alcanzado a escuchar. Pero no era así, en su memoria no había nada.
El anciano extendió su mano incrédulo, sus dedos recorrieron ese rostro de perfección inhumana, frió como una escultura de mármol.
-… ¿es mi momento? – preguntó, el mismo Luigui se sorprendió de su voz aun firme.
Yulia sonrió, sólo fue la imitación de un gesto que alguna vez vio… que alguna vez tuvo, pero lo imito tan dulce y pacifico como deseaba que fuera.
-… ¿y eres tu el ángel de la muerte?... ¡Dios!, que niña tan hermosa, así imagine que sería, Dios que milagroso eres… ha sido una buena vida, ¡seguro que si! – ahora si tembló la voz del anciano.
Yulia se acercó un poco más y lo abrazó, suavemente, apoyo su cabeza en ese pecho y escuchó el corazón de ese hombre latir con toda su vitalidad. Su hambre se agitó salvaje y cruel, clavando sus garras en lo más profundo de ella… el único dolor que podía sentir. Sin embargo y aun que sus garras ya habían saltado en la punta de sus dedos, espero, dejo pasar un instante para que ese corazón se calmara tan sólo un poco más… Se paro en la punta de sus pies y depositó un beso en los labios de Luigui, el beso bajo por su cuello hasta llegar al nacimiento de su pecho… sus colmillos se abrieron paso con delicadeza por esa piel envejecida… Luigui ni siquiera sintió el pinchazo.
El anciano se derrumbo en sus brazos como si cayera en un profundo sueño, uno del que jamás iba a despertar. Luigui, el anciano que vigilaba la morgue del edificio federal de Florencia amaneció muerto sobre su cama… lucía tranquilo y feliz, su corazón fallo en algún momento de la media noche. No hubo familiares en su entierro, era un viejo solitario.
Yulia levanto el rostro hacia la noche, los ruidos que si llegaban a sus oídos, oídos de un cazador, escucho el murmullo de versos de amor de unos amantes que caminaban tomados de la mano por esas calles de gótico diseño, escucho el murmullo del agua correr por las tuberías de los drenajes, escucho el tintineo de los cristales rotos almacenados en costales de basura por doquier… los sonidos de la aves y los insectos nocturnos en su eterno valet, escucho el sonido del viento empujando las perezosas nubes muy, muy en lo alto… y al fin… la escucho a ella, el latido de ese corazón… su hambre se agitó renovada, sus labios dibujaron una sonrisa que esta vez no fue una imitación.
- Elena… -dijo con su voz que sólo escuchaba el viento-… Nadya Elena Katina… ¡Nadya!
Continúa…
Y allí dentro está la voluntad que no muere.
¿Quién conoce los misterios de la voluntad y su fuerza?
Pues Dios no es sino una gran voluntad que penetra todas las cosas
por obra de su intensidad.
El hombre no se doblega a los ángeles,
ni cede por entero a la muerte,
como no sea por la flaqueza de su voluntad.
-Joseph Glanvill
Los que moran en las sombras…
Yulia caminaba en un bosque sumido en la más profunda penumbra, el cielo era despejado, limpio y debería ser hermoso, debería estar plagado de estrellas silentes y una luna que… Pero no había luna ni estrellas, el cielo no estaba cubierto por nubes, eran las copas de los árboles las que lo oscurecían todo, árboles inmensos, tan altos que parecían no tener fin, troncos gruesos como casas y retorcidos, deformes e inmensos. Pero había algo entre los árboles y arbustos del bosque, algo que se movía cobijado en las sombras, Yulia tenía miedo pero no huyo, no había hacia donde correr en este bosque de praderas interminables y sombras sin limites, sólo podía seguir caminando…
Yulia abrió los ojos, al menos uno de ellos, fue un esfuerzo titánico, doloroso, las heridas en su rostro apenas le permitían respirar. Dolor, fuerte y constante, cada inhalación era un esfuerzo de voluntad, pero la doncella de hierro no se iba a doblegar, no se iba a rendir ante el dolor…
El olor de su piel quemada dominaba el ambiente, escuchó el tintineo de la cadena un instante antes de que el dolor se volviera a clavar hasta la raíz de sus huesos…. Estaba siendo arrastrada.
Los inmensos árboles se extendían hacia el cielo y esas cosas que corrían a su alrededor ya no se ocultaban, entre la maleza del bosque podía verlos… Las bestias del bosque al fin dieron la cara, como una jauría saltaron sobre ella saliendo de entre las sombras y los arbustos… lobos, inmensos, lomos nudosos y contrahechos, hocicos plagados de dientes y colmillos retorcidos, deformes, monstruosos, esos dientes como relámpagos se prendieron de sus piernas y brazos, Yulia era una muñeca que retorcían en sus fauces
- …Marido y mujer… - la vos de Kaunas retumbaba como el eco de un trueno en ese bosque.
Las lágrimas fluían de sus ojos como un manantial inagotable, era arrastrada por el pasillo de las catacumbas, en la parte más oscura y profunda del castillo, sus huesos luxados y rotos se retorcían en la presa de las cadenas, Yulia mordió su propio brazo para ahogar sus gritos, todo se oscurecía a pesar de las antorchas, a pesar de la luz de las lámparas, todo se estaba sumiendo en tinieblas y un frió helado empezó a congelar sus miembros… un sopor, un dulce sopor que prometía poner fin a sus sufrimientos, a su dolor…
Yulia abrió los ojos y vio a la jauría que peleaba por arrancarle sus miembros, deseó cerrar los ojos nuevamente y dejar que las bestias acabaran su trabajo de una vez, que devorarán todo cuanto quedaba de ella… el bosque en silencio prometía ser tan hermoso…
-… Siempre aquí para ti… -escuchó el sonido de su propia voz, su propia promesa.
Yulia empezó a patear a las bestias una y otra vez, aun que sus fauces sanguinarias mostraban sus miembros destrozados…
- No puedes morir, Yulia… ¡¡no te dejes morir Yulia!!... no la abandones… -se reprochó a si misma.
Las bestias corrían a su alrededor, no la dejarían escapar, no soltarían a su presa, sus mordidas acertaban una y otra vez en todo su cuerpo, mordida a mordida la estaban devorando… pero no cerró los ojos, no se dejo caer en ese pozo de oscuridad fría que la llamaba, el dolor que martilleaba sus huesos era inmenso, insoportable, insufrible…
Su rostro cayó sobre el fango, el sabor putrefacto de la tierra infecta de oscuridad y podredumbre lleno su boca. Tosió y escupió una mezcla de fango, lagrimas y sangre. De las sombras saltaron chispas cuando un mazo enorme empezó a golpear sobre una clavija incrustándola en la roca escavada del suelo, de los cimientos del castillo, sus cadenas atadas a ella eran selladas para nunca más soltarse.
Las bestias seguían corriendo a su alrededor, arrancando con sus fauces lo poco que quedaba de ella… pero no iba a morir… Había otro sonido en el bosque… era un retumbar extraño, como un galope vacilante, como el sonido de pezuñas golpeando el suelo… Las bestias se apartaron, como asustadas, gruñeron a la silueta, mostraron sus colmillos y garras, y empezaron a correr a su alrededor en círculos cada vez más grandes hasta que finalmente volvieron a la penumbra del bosque… … Era como la silueta de un caballo gigantesco, era tan negro que semejaba un agujero en las sombras, Yulia sólo podía distinguir las crines salvajes agitándose a un viento inexistente y unos ojos envueltos en llamas que la miraban.
Yulia extendió su mano cruelmente destrozada, devorada, hacia esa sombra. El suelo retumbo de nuevo con el galope de ese corcel infernal.
- … soy lo único que le queda… soy lo único que tiene… No voy a morir… no voy a morir… no puedo morir… Yo siempre… siempre estaré aquí para ella… siempre… -le prometió al corcel monstruoso.
El corcel se levanto sobre sus cuartos traseros, sus pezuñas se agitaron en el aire, su relinchido atronó como una tormenta. Después la bestia empezó a galopar alrededor de Yulia, las otras bestias permanecían ocultas entre los arbustos, esperando, asechando, sólo era visible un centenar de ojos ardientes sobre ella. El galope de la bestia hacia cimbrar los árboles y retumbaba hasta sus copas… Yulia sentía ese galope golpeándole el pecho, frió y doloroso, ese galope era el latido de su corazón.
El verdugo se echo el mazo al hombro y recogió la lámpara del suelo, miro hacia atrás y tuvo un leve atisbo de piedad por la piltrafa humana que había quedado de aquella hermosa chica que fuera princesa de esas tierras y que alguna vez fuera llamada “la doncella de hierro”.
- …No pasaras de esta noche… -sonrió con boca desdentada.
Yulia lo miro sin decir palabra, un delgado rayo de luz se filtraba por la bóveda del techo, una grieta que milagrosamente se abría paso hacia la noche, era sólo un delgado hilo de plata pero dibujaba una línea sobre el rostro de Yulia, una línea que iluminaba sus ojos. El verdugo sintió un escalofrió recorrer su espalda, de pronto ese oscuro rincón en las profundidades del castillo lo lleno de miedo, ella lo llenaba de miedo. Dio medía vuelta y con presurosos pasos salio de ahí… Sabía que era sólo un capricho de la luz de la luna cayendo sobre ese rostro, pero podía haber jurado que los ojos de Yulia brillaban, brillaban con un azul intenso y helado… como dos diminutas llamas azuladas, como los ojos de una bestia.
Camila… dialogo en silencio.
El cielo parecía purificado en su claridad, solo un tenue pincelazo blanquecino, una nube que se disolvía perezosamente, las aves cantaban con alegría en medio de esa brisa de multicolores aromas. Alexa miraba al cielo, sus oraciones parecían ser contestadas con esa paz. Tumbada en el pasto, entre flores y árboles frutales, su espalda apoyada en el hueco de un tronco que parecía en sus formas caprichosas y naturales haber nacido para ella, para es instante, estaba cómoda, casi podía decir que se sentía feliz… cerró los ojos y se esforzó en disfrutar de ese instante, creer ciegamente que sus oraciones tenían respuesta y que alguien más allá de las nubes le sonreiría. Todo estaría bien… todo estaba bien.
Tumbada a su lado, recostada sobre el pasto y con la cabeza apoyada en sus piernas, Camila se abrazaba a ella con timidez, no se atrevía a levantar el rostro, a encarar esos negros ojos que penetraban todos sus secretos… no tenía necesidad. La mano de Alexa acariciaba esos cabellos como hacia tanto tiempo nadie la tocaba.
- ¿… de verdad eres tu? –preguntó y esa fue la ultima palabra que entre ellas se escucho. Alexa levantó el rostro hacia ella, sorprendida y angustiada, pero por sobre todas las cosas en esos ojos había un mensaje para ella, siempre hubo un mensaje para ella…
* * *
Su familia llego errante y cansada a esa caravana, una comunidad de al menos veinte familias, su padre se adentro en el circulo que sus vehículos caravanas formaban y encontró al líder de la tribu, a ella la llevaba de la mano como señal de que no buscaba problemas, era un hombre de familia buscando una comunidad a la cual pertenecer, pero ellos eran españoles y aquellos Italianos, a veces no es tan fácil… pero en esta ocasión si lo fue, era una comunidad de gente buena.
Camila paseo su mirada curiosa por todos los rostro de los niños que acudieron a verlos, como una tromba Alexa penetro en el circulo seguida por la pandilla, una parvada de jóvenes adolescentes que de inmediato identifico como los buscapleitos de la comunidad, la generación que presurosa trataba de ganarse un lugar en el rol de adultos sin dejar de ser niños, a leguas se notaba que Alexa era la líder.
El padre de Alexa reprendió a la gitana de rebelde actitud por sus maneras y la grosera intromisión, ella asentía con gesto humilde y resignado, pero con la cabeza agachada y su gran cabellera cubriéndole parte del rostro le dirigió un mirada a la recién llegada Camila, era una sonrisa traviesa y divertida, sus negros ojos la veían con gran intensidad, casi incomodándola, como si pudiera palparla con ellos… como si estuviera desnudándola con ellos… entonces apareció un guiño y la sonrisa de perla se mostró abierta y franca… Camila se sonrojo ante ese guiño, ante esos ojos y esa sonrisa, sintió un hormigueo en su piel y muy a su pesar también sonrió en respuesta…
* * *
Alexa se puso de pie, ya no era tan alta como recordaba Camila, tal vez por que ella había crecido un poco más. Tomó su mano y la condujo entre los árboles frutales, caminaron apenas unos pasos para no perder de vista la entrada a esa mansión… También su rostro era distinto, tenia marcas, no sólo de las cicatrices de peleas viejas, siempre fue una busca pleitos, no las heridas recientes, seguramente seguía siendo una buscapleitos, había marcas en su rostro que revelaban las cicatrices más profundas, cicatrices en su corazón. La mirada de Alexa no se despegaba de esa puerta.
- ¿me odias? –quiso preguntarle.
* * *
Era el día de la boda, Alexa nunca se había visto tan hermosa, eso decían todos, todos reían divertidos y bajo la mesa comentaban como seguramente había llegado a su fin las bravatas de la gitana rebelde o tal vez iniciaría un yugo tiránico sobre el pobre muchacho que le había entregado su corazón. Todos eran felices… menos Camila… menos Alexa.
La joven gitana de raíces españolas no paraba de llorar, aquello estaba mal, siempre lo supo, era una chica… sus sentimientos, su pasión, el dolor en su pecho… no deberían ser, todo había sido un juego, una fantasía traviesa donde creaba un mundo alterno y Alexa podía ser su príncipe… y el juego terminaba ahora y su príncipe dejaría de serlo. Alexa sonreía tristemente, todos pensaban que por los nervios, y se veía tan hermosa con su corona de flores… Camila logro estar en la primera fila, para despedirse de la ilusión de su príncipe, en su infantil pensamiento imaginaba como si un ogro hubiera llegado para arrebatarle a su príncipe y arrancarle el corazón y su príncipe no podía hacer más que cerrar los ojos y dejarse llevar…
Pero Alexa no cerraba los ojos, de hecho la miraba con la misma intensidad del primer día, sus ojos la acariciaban con la misma pasión de aquella tarde en que le entrego su virginidad… Alexa se puso de pie parando la ceremonia, lentamente se quito la corona de flores, todos sabían que eso significaba que se negaba a desposarse, una exhalación de sorpresa fue seguida por un incrédulo silencio… Camila leyó en esa mirada lo que sucedía en su corazón, Alexa era un príncipe que no se dejaría llevar por ningún ogro sin plantarle la cara… el ogro no era el muchacho a su lado que pretendía desposarla, el ogro era toda esa comunidad, toda esa gente, su familia y sus amigos que decidían y planeaban una vida para ella en la que ella dejaría de ser… El ogro era un monstruo de cien cabezas que la empujaban a seguir unas costumbres que no eran para ella, que la amenazaba con la crítica, con el miedo, con el rechazo, con el odio. Pero Alexa era un príncipe que enfrentaría cualquier ogro. Sus labios se abrieron a la par que sus secretos y su corazón.
Y el ogro respondió… fue cruel, fue duro, fue temible, pero no fue invencible. Alexa se mantuvo firme en sus palabras a pesar de todo lo que vino, después de ser la princesa de los gitanos ahora era una paria, una escoria, sin embargo no se doblego, no se rendiría pero tampoco soportaría aquello para siempre.
Camila escuchó los toquidos en su ventana, el sonido de las piedrecillas con que disimuladamente la llamaba. Tenía un bolso listo, empacado apenas lo indispensable, todo lo que realmente necesitaba… excepto su valor. ¿Qué futuro le esperaba al lado de Alexa?... ¿un hogar?, ¿familia?, ¿hijos?... nada, nada de lo que esperaba de la vida estaba con ella, nada de lo que le enseñaron que debía buscar en la vida como realización estaba en su mano… Alexa sólo podía brindarle su amor… y su amor no le era suficiente. Donde quiera que fueran, donde quiera que llegaran siempre sería lo mismo, el ogro no estaba en su comunidad, estaba en todas partes, Alexa sólo buscaba no enfrentar un ogro que tuviera el rostro de un amigo, pero su guerra apenas comenzaba… y Camila no tenía el valor para pelearla junto en ella… su amor no era suficiente.
Se asomó a la ventana y sus tristes ojos lo dijeron todo, Alexa sintió que el mundo se derrumbaba, su ilusión y su amor no encontraban eco en la niña que los inspiraba. Vio como Camila cerraba esa cortina a la par que cerraba su corazón… Se dio la vuelta y con temblorosos pasos empezó a alejarse por ese camino incierto… empezó a correr como sólo ella podía, con esa tenacidad que la impulsaba como el viento, y el viento secó sus lagrimas… Alexa había sacrificado todo por su amor, ¿sacrifico todo por nada?… Alexa corrió con coraje, nada importaba ahora, dejaría todo atrás y comenzaría de nuevo, nada la detendría para vivir su vida como había decidido vivirla… ni siquiera el cobarde amor de una chiquilla… Camila era sólo una niña ¿Cómo podía esperar otra cosa de ella?
* * *
- No, no te odio – fue la respuesta que la mano de Alexa escribía en sus cabellos con cada caricia.
- Perdóname por ser tan cobarde – dijo la mano de Camila al atrapar la ultima caricia, al entrelazar sus dedos evocando las tardes en que tomadas de la mano disfrutaban de su intimidad y del ocaso.
* * *
La cruel burla de que había sido objeto Alexa no término con su partida, los comentarios cargados de veneno y recelo aumentaron en los cuchicheos diarios y con mayor cinismo. Las chicas necesitaban un chivo expiatorio para desviar los comentarios y las sospechas sobre la amistad que alguna vez tuvieron con la “lesbiana”, Camila, la más joven de la pandilla, la favorita de Alexa fue el blanco… la adolescente española descubrió que sin Alexa no tenía un ala protectora sobre ella, y en carne propia vivió la crueldad de la comunidad, su familia optó por separarse de la tribu.
Viajo con sus padres soportando ahora el silencioso estigma con que su familia la había marcado, la crueldad de su madre y la intolerancia de su padre la orillaron a tomar el camino que Alexa le había sugerido, sólo que tuvo que hacerlo sola. El mundo fuera de la protección de una familia es cruel con una jovencita gitana. Conoció el hambre y la fatiga, aprendió a dormir en la intemperie, bajo los puentes o al resguardo de covachas tambaleantes, conoció otras pandillas de gitanos jóvenes que empezaban formando nuevos clanes con nuevas reglas y nuevas costumbres, gente que no conocía su nombre ni su mancha… y que tampoco jamás habían escuchado sobre Alexa.
La primera vez que conoció el sexo… al menos con un hombre fue en la cabina de un camión de carga en una carretera perdida de cualquier mapa, al fin unos rublos en su bolsa y no los míseros centavos que podía ganar mendigando o haciendo labores de cocina en los comedores de paso de las carreteras fronterizas. Al fin mitigo su hambre con algo decente y se abrigo del frió… Su primer cliente fue un hombre muy amable, nunca conoció otro igual, los siguientes pagaban bien pero eran más miserables y sucios… a veces Camila tenía de volver su estomago después de cada “faena” por no resistir el asco que ella misma se provocaba. ¡Como extrañaba el toque de Alexa!, su ternura, su pasión… su amor.
Después ya no importo nada, a todo se acostumbro… tampoco importo sus propios prejuicios, su convicción de nunca más volver a tocar a una chica… extrañaba ser amada, extrañaba ser protegida y mimada, ya no importaba quien fuera… hombre o mujer, lo único que deseaba es que alguien volviera a tratarla como lo hizo Alexa, que alguien volviera a amarla… deseaba que Alexa volviera…
Conoció las drogas en el camino, encontró la ilusión de paz en ellas y cayo en la trampa, sin darse cuenta ya era adicta, y no le importó, era sólo un vicio más de los tantos que ya tenia, su virtud era un valor mas que se había perdido… Llego el momento en que sólo empezó a dejar pasar los días sabiendo que el final era inevitable para todos, y para ella la promesa de ese final era bastante cercana, sólo quería llegar a él durmiendo… Y en medio de un sueño esos cabellos tan profundos como la noche, esa mirada que parecía calmar tormentas volvió a ella, Alexa estaba otra vez ahí, pero en sus sueños o en sus pesadillas… Sin embargo despertó y descubrió que no era un sueño, ella, Alexa, en verdad estaba ahí.
- ¿Todavía…. Me amas? – la mirada de Camila exigió la atención de Alexa.
Ella bajo su mirada hacia esos encantadores ojos tan negros como los suyos, tuvo la evocación de aquella época en que esos ojos eran todo su mundo, su fuerza, la fuente del coraje que le dio el valor de proclamar al mundo lo que era, el valor de asumir quien era. El mundo, su mundo había cambiado mucho desde entonces. La había amado como a nadie antes que a ella, la había amado de una forma tan intensa e intima que cuando se sintió traicionada por ella… no quiso odiarla, no quiso manchar los bellos recuerdos que la pequeña Camila había dejado como joyas en su corazón, no, sentimientos ruines para alguien que la había hecho tan feliz no cabrían en su pecho sin importar el dolor que le causara al final… Nunca odiaría a Camila, aun que lo que sentía por ella… tampoco podría cambiarlo, ni olvidarlo, ni borrarlo, sólo lo guardaría en lo más profundo de su corazón para que le diera fuerzas cuando necesitara el sustento de un instante feliz… sólo eso conservaría de Camila, la felicidad que una vez le brindo.
Al fin las puertas de la mansión se abrieron, un fatigado Leonard apareció por ellas, ansioso de una bocanada de aire fresco y un poco de relajación que la vista de sus cultivos de árboles frutales siempre le traían. Alexa intentó no correr a su encuentro, pero fue inútil, antes de darse cuente sus pasos ya volaban sobre los arbustos y la graba. Camila ni siquiera la sintió desprenderse de ella, la vio correr con la agilidad que era muy propia de la gitana, con la alegría por la vida que era su marca, su persona, la vio tomar las manos de Leonard con el rostro en un gesto de suplica y después la vio saltar sobre el hombre en un vigoroso abrazo que casi lo hace caer al suelo…
Ahí estaba la respuesta a su pregunta… El corazón de Alexa no tenía siquiera una seña de rencor para ella… pero tampoco le pertenecía, el corazón de Alexa ya era de alguien más.
La cadena… (hace seis siglos)
Eran seis hombres reunidos en una mesa, en sus manos los mendrugos de pan eran acarreados sus bocas en silencio, el vino barato era servido uno y otra vez en su vasos. Las miradas iban de uno a otro una vez más. La luz de la lámpara de aceite apenas alcanzaba a iluminar el interior de la tabla de la mesa, y no había nada más que iluminar, de memoria conocían esas paredes de roca desnuda. Afuera el estruendo de un relámpago era lo único que les hacia conciente del paso del tiempo.
Uno de ellos tomo el cuchillo del centro de la mesa y se dispuso a cortar otra rodaja de carne seca para acompañar su pan… miró el filo mellado por un instante y después descargo un golpe sobre la mesa clavando la hoja en ella.
- Ya es suficiente… lo haré yo – bramó a los demás.
- No digas estupideces y siéntate… es lo mejor. – le dijo el más anciano.
- No, esto tiene que terminar ya… ahora… no podemos seguir así, esperando… ella… ella debe morir ya.
- Ella ya esta muerta… -le dijo otro hombre y se santiguo- .. Solo que ella no lo sabe, no lo acepta… ella murió hace mucho tiempo, sólo tienes que mirarla, es un cadáver que no deja escapar su alma…
- Pues yo le haré saber que ya no tiene lugar entre nosotros… - Con determinación encendió una antorcha y tomó de la armería un alfanje, una espada curva con un solo filo, ideal para sacrificar animales, decapitar de un solo golpe.
Otro hombre se puso de pie he hizo el intento de detenerlo, pero el anciano lo contuvo con un gesto, en realidad nadie quería entrar al pasillo por donde el primero desapareció.
- Que sea lo que dios disponga –se santiguo el anciano.
- No pasara nada… como siempre… no pasara nada –bufó otro y continuo comiendo como si no le importara pero sus oídos estaban atentos.
El hombre caminó esquivando los charcos que se hacían con las goteras de la bóveda del techo, en momentos parecía llover mas ahí adentro que afuera.
- ¿Cómo es posible que hayas sobrevivido tanto tiempo? – Bramó entre dientes- ya no es cristiano tenerte entre nosotros, ya no es cristiano que sigas sufriendo así… ¿Qué te queda, si no puro dolor?, ¿Qué te queda, si no pura miseria?, ¿Por qué?...
Al fin llego al final del pasillo, la última vuelta, el último rincón, el sonido de la lluvia cayendo y tintineando sobre esa cadena. Dio gracias a Dios por esa cadena, entró al hueco que era la prisión de “ella” y levanto en alto el alfanje…
-….
- ¿Por qué…?... – su rostro se descompuso en un gesto indefinible, la espada escapo de sus manos y cayo clavándose a sus pies… - ¡¡Oh, Dios!!... ¿Cómo puedes estar viva así?... ¿Por qué…?... ¿Por qué no te mueres de una vez?...
La criatura que sobrevivía en el pozo apartó su mirada de la grieta en el muro por la que se filtraba la lluvia que bebía con avidez. Sus ojos se posaron en el hombre y este tembló, hasta el ultimo hueso de su cuerpo se retorció de frió. Esos ojos brillaban, lo había escuchado y ahora lo creía, lo miraba, eran los ojos de una bestia, lo que vio en esos ojos, en la profundidad de esas llamas azules le congelo el alma. Recogió la espada y volvió sobre sus pasos.
Al llegar a la mesa volvió a colocar la espada en su lugar, apago la antorcha y se sentó, el vino corrió por su garganta.
-… no paso nada… - suspiró el otro hombre.
- ¿Por qué no puede morir...?
- ¡¡Por que no quiere!! –respondió el anciano-… ella no quiere morir, aun que su cuerpo ya se ha podrido, aun que su vida ya se haya extinguido, ella no quiere morir… y es mejor así… ahora esta encadenada, esta presa…
Todos voltearon a ver al anciano, en sus miradas se adivinaba el temor supersticioso que merodeaba con los rumores en todos los rincones de la comarca.
-Solo ruego al señor morir antes que ella… ¿viste sus ojos?, ¿viste el odió que anida en sus ojos, en su alma?, ¡que fuerza tan salvaje y terrible!... y por ahora esta atada, encadenada a un cuerpo marchito que no acaba de extinguirse alimentado por ese odio… pero cuando ese cuerpo falle, cuando al fin se quiebre… ese odio no se detendrá jamás... ¡Estamos malditos!... estamos condenados por todo lo que les hicimos… Dios nos ampare el día que Yulia Volkova muera.
Leonard
Fernando se tumbo a la sombra de un árbol, estaba más que muerto, agotado hasta el limite de sus fuerzas pero tan tenso que difícilmente hubiera podido dormir aun que hubiera querido. Encontró una botella de vino y se hizo de ella, ahí tumbado la abrió sacando el corcho con los dientes y dio un largo trago, el alcohol en su vientre le dio una sensación de calidez y frescura que empezó a relajarlo. Cerro los ojos y espero.
- Una noche loca ¿eh? – dijo Leonard a su lado.
Fernando no se sorprendió, no lo escucho llegar pero sabía que vendría directo a él.
- lamento mucho todo esto… no teníamos donde mas acudir.
- Saliste de Florencia a penas a tiempo, ya esta acordonada, resguardada, la ciudad luz ha caído en tinieblas, igual que Francia… ¿de donde venían tus amigas?
Fernando levantó el rostro hacia Leonard, la luz del sol le dio en la cara y sólo podía distinguir su silueta como una gran mancha negra recortada contra el cielo. Como hubiera deseado poder leer esos ojos.
- No sé nada… Alexa es amiga de la infancia, sólo eso, los chicos y yo nos reunimos en el club para saludarla. Creo que ahora todos ellos…
- Están muertos, al menos la mayoría. Dios los tenga en su seno… Pero ustedes están en mi casa y necesito respuestas.
Leonard extrajo algo de su bolsillo y se lo arrojo a Fernando quien lo atrapo en el aire en un acto de reflejo. Era una diminuta pieza de metal.
- Una herida de bala en el vientre es casi letal, muy difícil sobrevivir a ella sin cirugía mayor, reconstrucción de órganos, limpieza del contenido estomacal… es una muerte muy larga, dolorosa e inevitable. Tu amiga tuvo mucha suerte pues sólo fue herida con esto.
- ¿Y que es esto?
- No es una bala… es un trazador. Es un dispositivo que desarrollaron los Rusos para su guerra en Afganistán, se dispara desde una pistola ordinaria del calibre adecuado, penetra en el cuerpo como una bala pero no tan profundo y por su consistencia más ligera no es tan peligrosa. Es un transmisor de radio, manda una señal de radiofrecuencia, normalmente se dispara en una pierna o espalda, en el vientre fue un tiro muy arriesgado o malo, la victima recibe el disparo sin saber que es y cándidamente escapa a su refugio, con el resto de sus compañeros guiando al ejercito tras de si sin saberlo. Quien le disparo esto a tu amiga no quería matarla, quería seguirla por alguna razón, una razón los bastante grande como para haber causado todos los desmanes que ayer asolaron a Florencia y que seguramente llegaron de Francia… y ahora las has traído a mi casa.
- ¡Diablos!... no, no tenía idea – Balbuceó Fernando.
- No te preocupes, ninguna señal de radio puede entrar o salir de aquí sin mi permiso – sonrió Leonard señalando una de varias grandes antenas montadas en torres a todo lo largo de su propiedad.
- Pero necesito saber quien es esa chica.
- Ni siquiera sé su nombre.
- Ese sería un buen comienzo… -Leonard extrajo de su bolsillo un teléfono móvil, leyó un mensaje en su pantalla y después volvió el rostro hacia una torre de vigilancia apostada sobre la muralla más allá, usando una mano como visera para cubrirse del sol.
-… Si, su nombre será un buen comienzo. Pero lo discutiremos en la cena… por ahora disfruta del descansó. ¡Me han llegado un par de autos hermosísimos!, un Testarossa impecable… vas a tener mucho trabajo esta temporada. – Leonard le guiño el ojo y se alejó silbando alegremente.
- ¡¡Un Testarossa!! –exclamó Fernando.
Un jeep deportivo alcanzó a Leonard, subió a el y se dejo conducir hasta una bodega ubicada en la parte mas alejada de sus campos de cultivo, las tierras de su propiedad eran de una extensión considerable, hubiera podido tener su propio aeropuerto particular si lo hubiera deseado pero prefería sus árboles frutales.
- ¿Vino con alguien? –preguntó mientras baja del vehículo.
- No, señor, esta sola.
Leonard despidió a los hombres, un tanto renuentes se alejaron tan sólo un poco. Leonard sonrió por ese gesto de lealtad mientras entraba a la bodega. Sabía que la compañía de sus hombres no era de ninguna manera seguridad para él, ni la compañía de todos sus hombres ahí reunidos realmente podría protegerlo, no de ella.
- ¡Kipper! – saludó con gesto afable.
Elena Kipper estaba de espaldas a él, admirando la enorme colección de autos que Leonard tenía en esa bodega, por lo menos uno de los mejores exponentes de las ultimas 30 generaciones de autos estaban ahí almacenados, casi todos impecables y relucientes, otros en plena reconstrucción.
- Leonard – Devolvió el saludo la rubia rusa con una radiante sonrisa. Portaba un vestido largo de pana que se adhería a sus piernas resaltando el contorno de su estética musculatura, botas a media pantorrilla que combinaban en color con la falda y un turbante que parecía proteger sus rubios cabellos del sol. No engañaron al ojo experto de Leonard.
- ¿Te lastimaste?... ¿algo no salio bien?
- Un arañazo… una cicatriz, valió la pena, se acaba el espacio para muescas en mi pistola.- sonrió ella.
- Entonces todo estuvo bien. ¿Alguna otra encomienda para mis muchachos?
- No, se portaron a la altura como lo esperaba, tus carabineros Sicilianos son los mejores del mundo. Traigo un obsequio especial por el “favor”
Elena Kipper, “el ángel de la muerte”, le entrego un sobre de papel. Leonard lo miró con curiosidad y lo abrió sin preocupación, venenos no eran el estilo de Kipper, no tenía nada que temer.
- Esto es muy interesante –asintió Leonard al empezar a leer los documentos que contenía el sobre.
- Kürten cree que en tus manos serán de mayor utilidad.
- Sin lugar a dudas. ¿Eso es todo?... ¿te quedaras a cenar?
Kipper sonrió ante la indirecta, pocas personas como Leonard se atrevían a ser tan directos y corteses con ella.
- No, ya tengo una cita… sólo me ha llamado la atención tu última adquisición…
Kipper volvió el rostro hacia un automóvil estacionado frente a ella. Un mercedes convertible, rojo carmín, con el parabrisas roto y huellas de golpes en los costados.
- Definitivamente no es tu estilo…
Inocencia.. (Hace seis siglos)
El castillo en el valle del lago fue edificado como una fortaleza cuando las fronteras no eran tan lejanas, su arquitectura fue inspirada en las viejas fortalezas romanas que coronaron el norte de Europa, la torre era un mirador a la distancia, primero para vigilar los caminos y valles alejados en espera cauta del enemigo, cuanto los bárbaros fueron expulsados y la frontera se logro mover varios kilómetros hacia el sur, el magnifico castillo paso a ser hogar del capitán de los ejércitos de los cruzados que el papa envió para defender la fe y los intereses de la iglesia en la naciente región de Vilnius, provincia de Lituania, de ahí adquirió su nombre: El castillo Volkov.
La torre fue acondicionada con comodidades, un lugar especial donde el señor del castillo agasajaba a sus invitados y mostraba orgulloso la extensión de sus dominios, hasta donde alcanzara la vista. Pero también se convirtió en el sitio más seguro del castillo, mas seguro para un prisionero que no debería poder escapar, y el lugar más cercano y lejano de las mazmorras en los sótanos del castillo. Todas las comodidades fueron arrancadas de la habitación que coronaba la torre, sólo quedo un camastro de paja y mantas, no un acto de gentileza si no de comodidad para el verdugo.
Nadya pegaba su rostro las rendijas de madera con que habían cubierto los ventanales, un tenue rayo de luz dorada se filtraba para iluminar el esmeralda de sus ojos que con avidez bebía lo poco del exterior que se filtraba. La única distracción que Nadya tenía para si en esa torre.
Escuchó los cerrojos de su puerta abrirse con torpeza, como siempre. A su nariz llego la peste de él, podrido en alcohol y sudor de prostitutas. Ella no volvió el rostro hacia él, simplemente lo ignoraba, como si no estuviera. Tiver vació de un largo trago la jarra de vino que traía en sus manos y la arrojó contra el muro a un lado de donde Nadya se encontraba postrada sobre un montículo de paja sin inmutarse. Tras él entraron un par de monjas, una mujer muy vieja y robusta y el Obispo Kaunas.
- ¿Cuánto le falta? – preguntó Tiver, mientras jalaba la cadena para obligar a Nadya a ponerse de pie.
La mujer se inclino con dificultad por su enorme vientre y con manos expertas palpó el vientre de la pelirroja.
- Un par de meses, señor.
- ¡No puedo esperar tanto! – exclamó Tiver pateando los trozos de la jarra. Kaunas lo tomó de un brazo y lo obligo sutilmente a alejarse de la chica.
- No es conveniente ponerse violento, mi señor, todo podría arruinarse, la criatura podría malograrse por la impresión o miedo.
- Nada de eso…- Tiver, hizo una mueca que semejaba una sonrisa -… nada de eso sucederá, ¡mírala!, hace mucho tiempo que la razón escapo de esa cabeza, hace mucho tiempo que sus nervios se quebraron. Ahora no hay mas inteligencia en ella que en un cordero. Apenas come por que tus monjas la alimentan, esta mujer ya no sirve más que para parir. Y debe hacerlo pronto por que los ejércitos del papa están muy cerca de la frontera, en un mes estarán a las puertas del castillo. Alguien le mando una carta al papa contándole lo que sucedió con la herencia de los Vladis y los Volkov, el santo señor no va a dejar perder esas tierras.
- ¡Un mes!.. A los turcos sólo les tomara una semana, podrían llegar al mismo tiempo, ¿no esperaras que se alíen con los cruzados ¿verdad?
- No seas idiota, eso no sucederá, el papa jamás negociaría con herejes, los turcos esperan que los cruzados y mis ejércitos se enfrenten, cuando estemos cansados y heridos caerán sobre nosotros y nos aplastaran. No debemos luchar contra los cruzados, ellos vienen a dialogar con el señor de estas tierras, con el señor absoluto de estas tierras, vienen a discutir la posesión de las tierras de los Vladis y los Volkov… necesito al heredero con mi sangre cuando ellos estén aquí, de otra forma todo estará perdido.
Tiver volvió al lado de Nadya y con firmeza sujetó a la mujer del cuello.
- Me dijeron que usted era la mejor partera de la región… ¡Necesito a esta criatura ahora!
- Nada puedo hacer, mi señor –exclamó la mujer con ojos entornados – aún no esta listo… aun si lo sacáramos de su vientre ahora mismo él moriría. Nada podemos hacer salvo esperar.
- Entonces no me sirves de nada –siseó Tiver echando mano de su espada. Kaunas corrió para interponerse entre el hierro y la mujer. Las monjas corrieron para proteger a Nadya, la pelirroja parecía ausente del mundo, su mirada en ningún momento se apartó de la luz que entraba por las rendijas.
- ¡Nooo!, mi señor, ¡se lo suplico! –exclamó Kaunas.
- ¡¡Unas yerbas!!... ¡¡unas yerbas!! .. –lloró la mujer, su voz logro calmar al tirano-… puedo darle infusiones de yerbas, puedo ayudarla a que el fruto madure más rápido… tal vez en un mes y medio ya este listo..
- ¡¡Un mes!!... sólo tienes un mes… -le escupió Tiver a la mujer y a puntapiés la sacó de ahí.
Nadya continuaba con la mirada perdida en el vació, Tiver la contemplo un instante con renovada furia se planto frente a ella, pero aquellos ojos esmeralda lo traspasaron como si no estuviera ahí, ni siquiera parpadeo cuando su rostro fue cruzado por una bofetada. Iba a repetirla pero su mano fue detenida por una monja.
- Se exactamente lo que estas mirando –le dijo- se que miras a través de los muros, a través de los cobertizos, a través de la tierra y la roca… la estas mirando a ella ¿verdad?.... creo que ya es tiempo de que alguien se lo diga… es tiempo de que Volkova sepa que estas a punto de darme algo que a ella “con todo tu amor” no podrás darle nunca, que estas a punto de darme un hijo.
Por primera vez Nadya apartó la mirada del vació, se volvió para encarar al tirano, Tiver y las monjas saltaron por la impresión de tan inesperado gesto.
- ¿estas seguro, mi señor… esposo mío?- dijo Nadya con extremo sarcasmo en su voz. Avanzó hacia él un par de pasos, nuevamente toda la majestad de una princesa estaba en ella, sin importar los harapos mugrosos, la suciedad que la cubría, el descuido de sus cabellos, las marcas del dolor y la soledad en su rostro, nuevamente el aura de una princesa esta en ella. Triver retrocedió un paso sin saber por que.
- ¿Cómo sabes que este hijo en verdad es tuyo?... lo concebí meses después de estar prisionera en esta torre…
¿ Y?... ¿acaso no acusaste a Yulia y a mi de ser brujas?, ¿Qué crees que paso con nuestros pactos con el diablo?... ¿Estas seguro que este hijo en verdad es tuyo… y no de ella?.
- ¡¡Estas completamente loca!! – Exclamó Tiver, sumamente nervioso – Perdiste la razón hace mucho tiempo, ahora lo confirmo sin duda alguna…
Tiver abandonó la torre con pasos presurosos antes de perder los estribos de su furia y cometer un error que tal vez Nadya le estaba empujando a hacer. Las monjas esperaron un instante sin saber que hacer.
Nadya volvió a tumbarse en su sitio, el vientre tan abultado ya era bastante incomodo, sonrió con la dulzura de una madre mientras sus manos acariciaban a la criatura que crecía dentro de ella.
- No es por magia… es por fe… es por amor… -les dijo a las monjas que no apartaban la vista de ella. Ambas se santiguaron y salieron atrancando la puerta.
- ¿Qué es la concepción si no la unión de la sangre de dos seres en uno nuevo?, un milagro con que nos obsequio nuestro señor… nuestra sangre ya fue mezclada, Yulia, tu sangre ya corría por mis venas gracias a nuestra boda gitana ¿no es verdad?, entonces tu sangre también correrá por las venas de esta criatura… y desde que lo concebí, día tras día he llenado mis pensamientos de ti, sólo tu has estado presente conmigo todo este tiempo, puedo sentir tu presencia, no en la distancia si no aquí conmigo… todo el tiempo, y tengo tantos hermosos recuerdos de nosotras, de nuestro amor… es lo único que me permito pensar… para que sea nuestro amor y tu presencia lo que alimente el alma de este niño… nuestro hijo… que tu alma y tu sangre borren la sangre y semilla de él… y será nuestro hijo Yulia… y tuyo y mío… y nuestro amor vivirá para siempre en él… ¡para siempre!
Despertares… (Época actual)
Luigui estaba más que sorprendido, es todo el tiempo que llevaba trabajando en la morgue nunca había vito un caso así, ¡y le había tocado ver cosas por demás extrañas!, cuando recién entro vio un cadáver retorcerse en el interior de un horno, gritar y patalear mientras el fuego lo devoraba. Había sido una broma muy pesada de sus antiguos compañeros, al consumirse por el fuego los nervios y músculos de los cadáveres se contraen semejando como si la vida volviera al cadáver y los gases producto de la combustión escapan por la garganta haciendo funcionar las cuerdas vocales. Un gran susto para novatos…
Pero lo que Luigui tenia al frente era lo más extraño que jamás había visto. El sol de la tarde ya caía, la débil luz que se filtraba por las rendijas de las ventanas de esa habitación ubicada en el sótano daba un tinte ocre a todo el ambiente. Sobre la plancha deslizable del horno, justo ahí donde deberían estar las cenizas de la chica que le habían llevado esa tarde estaba el cadáver carbonizado de ella, pero entero.
Una pieza de carbón del tamaño de una chica, como si en un tronco carbonizado se hubiera esculpido la imagen de esta chica, todos sus rasgos eran perfectamente claros y definidos, aún las uñas de las manos y pies sólo parecían piezas de plástico amarillento, no deformado ni torcido, ni uno sólo de los miembros parecía haber sufrido de la contracción de los músculos y nervios al quemarse… como si el fuego sólo hubiera podido quemar la primera y mas delgada capa de piel de aquel cuerpo y no hubiera podido penetrar más allá… La chica aún parecía dormir.
Luigui golpeo los reguladores de gas del horno, parecían estar bien, había gas suficiente para un segundo intento, pero era tarde, Luigui estaba muy cansado, no dejaría un horno de gas ardiendo sin vigilancia, sobre todo por que al parecer no estaba funcionando muy bien… No, en la mañana lo revisaría a conciencia y lo volvería a intentar. Deslizo la charola con el cuerpo al interior del horno y lo cerró. Silbando para producir un ruido que le hiciera compañía volvió a lo suyo. En el marco de la puerta se detuvo… volvió su rostro con un gesto de sorpresa y escucho atentamente, pero el sonido que creyó haber escuchado no volvió… se rasco la cabeza extrañado y continuó con su camino… empezó a reír quedamente ante los juegos de su imaginación… podía haber jurado que escucho el latido de un corazón… el sol agonizaba.
Elena abrió los ojos débilmente, una sed atroz quemaba su garganta, había una luz sobre ella, una luz intensa que cegaba sus ojos, parpadeo un par de veces y sintió el dolor recorrer su vientre nuevamente, pero ahora distinto, mas calmado, cediendo al fin. Sintió un escozor en su brazo, giró la cabeza y empezó a reconocer donde estaba, era una habitación muy amplia, había un hermoso ventanal por donde se colaba una brisa con aromas a frutas y flores, el sonido del canto de la aves era dulce melodía. La molestia en su brazo se debía a un catéter, una bolsa con suero pendía de un perchero. No le fue necesario incorporarse para ver todo, estaba cómodamente acomodada entre mullidas almohadas… todo era demasiado cuidado, demasiado perfecto para ser una cama de hospital. Fue entonces cuando se dio cuenta de que era vigilada.
Había una niña al pie de la cama, su edad era indefinible al igual que su gesto, su tez era morena clara, cabello quebrado anudado en una cola de caballo que se esparcía sobre su espalda, tenía puesto un ligero vestido de confección típica y regional, blanco, tal vez algodón con algunos motivos bordados como nubes y flores. Sus ojos eran negros y a pesar de su corta edad tenía una extraña profundidad en la mirada. Elena se inquieto un instante al verla, la niña la miraba fijamente sin parpadear.
- ¡Hola! – susurró Elena con un hilo de voz.
La niña abrió los ojos grandemente, un gesto de sorpresa se dibujo en su rostro de forma tan cómica que le causó una leve risa a Elena a pesar del dolor de su vientre.
- ..¿Quien eres, pequeña?...-preguntó Elena, la niña parecía no salir de su asombro- ¿eres mi enfermera?.
La niña sonrió al final, hasta su rostro pareció iluminarse con una chispa de magia. Asintió sin decir palabra.
-… ¿me puedes dar un poco de agua?... – pidió Elena, entonces se dio cuenta de que estaba hablando en su lengua natal, seguramente la niña no entendía nada de lo que decía. Pero se sintió muy cansada para pensar en que parte del mundo se encontraba… el mundo se había vuelto tan pequeño últimamente ¿todavía estaría en Italia?
La niña no se movía de su lugar, sin embargo sus ojos estaban puestos en un buró al lado de la cama donde se encontraba una charola de plata con una jarra de cristal que contenía agua y tres vasos dispuestos boca abajo. Había algo extraño en su mirada, como una suave brisa de tristeza y ansiedad. Se acerco al buró pero sin atreverse a tocar nada… Elena se extrañó por la actitud de la niña, a pesar de todo parecía que le había entendido, sin embargo sólo miraba la jarra de agua sin atreverse a tocarla. Se veía mortificada.
- ¿Cómo te llamas? –preguntó Elena usando otra vez su lengua, para asegurarse que la niña podía entenderla.
La niña volvió su rostro hacia la pelirroja, sus oscuros ojos parecían temblar, se acerco a ella y usando sus manitas protegió su boca como para susurrar un secreto, para evitar que el viento pudiera llevarse sus palabras…
- …Marina.. –le susurró con dulce voz.
Se escuchó un golpe seco, como un fardo cayendo sobre el piso de duela, Elena estaba demasiado débil para asustarse o saltar. Entonces se dio cuenta del sillón que se encontraba al otro lado de la cama, en el piso, alguien dentro de un amasijo de mantas luchaba torpemente por liberarse. De entre los pliegues de las mantas al fin asomó una cabeza con gesto de sorpresa y los largos y negros cabellos revueltos cubriéndole el rostro.
- ¡Lena!... –exclamó Alexa desde el piso. Intentó ponerse de pie nuevamente con singular torpeza volvió a caer de cabeza todavía enredada en las mantas.
Elena volvió a reír quedamente mientras el vientre le aguijoneaba.
- ¿Qué haces ahí? –preguntó la pelirroja.
- ¡Cuidando tu sueño, pelirroja endemoniada!… ¿Cómo te sientes?... – Alexa al fin se medio libró de las mantas y de rodillas corrió hacia la cama para sostener la mano de Elena.
-… Estoy bien… -tosió secamente un poco, Alexa se apresuro a darle un trago de agua…
- ¿Marina? –preguntó Elena mirando en torno suyo una vez que bebió con avidez.
- ¿Quién?
- …había una niña aquí… ¿Donde se fue?...
Alexa miró en redondo también, pero no vio a nadie, las puertas de la habitación estaban abiertas de par en par dejando que la luz del sol de la tarde se filtrara por los ventanales del pasillo y la brisa corriera suavemente refrescando todo. El clima era calido.
- Maldita pelirroja... –Alexa besó la frente de Elena- Ya no puedo con más sustos… - empezó a llorar. Elena la abrazó al sentir como la fortaleza de la gitana se derrumbaba momentáneamente, un instante de paz en que dejaba salir todo lo que había en su corazón.
Pero muy a su pesar, los ojos esmeraldas de Elena se dirigieron a otra parte, mas allá del claro cielo que dominaba la ventana… hacia el interior de sus recuerdos… la simiente de sus pesadillas las cuales por primera vez tenían sentido y razón… al fin había una respuesta para todo, una respuesta que le dolía en lo más profundo de su corazón.
-… Yulia… Yulia Volkova… -
* * *
Su brazo destrozado, devorado por las jaurías, se levanto hacia la noche, Yulia agonizaba, el bosque de pesadilla agonizaba… los árboles se quemaban, eran inmensas columnas de fuego que besaban la cúpula de estrellas silentes, y los árboles lloraban y gemían retorciéndose por el cruel abrazo de las llamas. Yulia se arrastraba por ese bosque que se calcinaba y levantaba su rostro y su brazo llamando a la terrible bestia que habitaba en el corazón de ese bosque. Los lobos corrían de un lado a otro con sus lomos envueltos en llamas también. En medio de las llameantes flores que ahora adornaban este bosque apareció la bestia.
Enorme e imponente, indiferente al infierno que a su alrededor se desataba, un gigantesco corcel mas negro que la misma noche, con ojos de un fuerzo ardiente mas radiante que estas llamas. El brazo destrozado de Yulia volvió a llamarlo, suplicante.
- Nadya – escapó de sus labios sangrantes.
El corcel infernal se acerco a ella con pasos arrogantes y terribles, el bosque, las llamas parecían temblar ante cada paso.
Yulia se aferro de esas crines que amorosas se enredaron en sus manos, crueles se clavaron en su piel, no para evitar que se soltara y cayera, si no para no dejarla ir. Yulia lucho con sus miembros destrozados, rotos, el bosque ardía quemándole la piel. Logró al fin subir sobre el lomo del corcel infernal y lo escuchó reír, una risa como jamás había escuchado otra… sus talones espolearon las costillas de la bestia…
Con perezosos pasos el corcel empezó a caminar, indiferente, Yulia insistió, a lo lejos, muy lejos de ahí podía verla a ella… era Nadya, estaba en el lago… el lago… de pie sobre sus cristalinas aguas, hundiéndose poco a poco… tenía que llegar con ella. Sus talones espolearon al corcel una y otro vez, sus manos agitaron las crines con brío. Poco a poco la bestia empezó a obedecer, su galope fue lento, al principio, pasos arrogantes e indiferentes, pero poco a poco empezó a tomar brío y empuje… poco a poco empezó a moverse con velocidad sobre las veredas ardientes… Yulia sentía esos cascos retumbar en toda la simiente del bosque, en toda ella… se había fundido con la bestia, ya no era su jinete, ahora era ella quien corría con desesperación por entre las veredas incendiadas… cada galope era más y mas intenso y poderoso, el dolor se había ido, el miedo se había ido… ella… ¿Quién era ella?... ¿a quien buscaba?... ¿Quién estaba en el lago?... ¿Cuál lago?....
Sólo importaba el galope de la bestia, su galope… ese estampido era el sonido de su corazón…
Yulia abrió los ojos, sintió como se desprendían de sus parpados una cáscara seca y marchita, en todo su cuerpo semejante a un capullo se quebró una delgada cáscara carbonizada, adherida a su piel… su piel que resplandecía con la luz de la luna. Se deslizó por el interior del horno y sin problemas lo abrió. No sabía donde se encontraba, ni le importaba… había algo en el aire, algo que aguijoneaba su piel en toda su extensión, algo que hacia palpitar sus venas con ira salvaje, el galope del corcel infernal en su pecho la conducía hacia eso.
Tenía hambre.
Luigui escucho el sonido de la puerta del horno abrirse, un sonido tan viejo y conocido que lo hizo saltar en su improvisado lecho. Dio un rápido trago a la botella de vino que le hacia compañía esa noche y después con más curiosidad que miedo salió de su habitación, empuñando la botella de vino como su única arma. Intento encender la luz del pasillo, pero el interruptor no funciono, sólo su eco rompiendo el silencio fue el único efecto que su insistencia logró, había olvidado que no se habían reemplazado las bombillas eléctricas todavía.
Pero no necesitaba luz, ahí estaba ella, al final del pasillo, mirándolo fijamente con sus ojos de un ardiente azul… primitivo… puro. Caminó hacia él con silentes pasos, más bien parecía flotar que deslizarse en un andar humano, su piel parecía brillar como si un aura de pureza la cubriera… La botella escapo de las manos de Luigui, el cristal roto fue el único sonido a parte de su respiración.
Yulia llego hasta él, y se detuvo, como si lo reconociera… como si recordara sus palabras… como si lo hubiera alcanzado a escuchar. Pero no era así, en su memoria no había nada.
El anciano extendió su mano incrédulo, sus dedos recorrieron ese rostro de perfección inhumana, frió como una escultura de mármol.
-… ¿es mi momento? – preguntó, el mismo Luigui se sorprendió de su voz aun firme.
Yulia sonrió, sólo fue la imitación de un gesto que alguna vez vio… que alguna vez tuvo, pero lo imito tan dulce y pacifico como deseaba que fuera.
-… ¿y eres tu el ángel de la muerte?... ¡Dios!, que niña tan hermosa, así imagine que sería, Dios que milagroso eres… ha sido una buena vida, ¡seguro que si! – ahora si tembló la voz del anciano.
Yulia se acercó un poco más y lo abrazó, suavemente, apoyo su cabeza en ese pecho y escuchó el corazón de ese hombre latir con toda su vitalidad. Su hambre se agitó salvaje y cruel, clavando sus garras en lo más profundo de ella… el único dolor que podía sentir. Sin embargo y aun que sus garras ya habían saltado en la punta de sus dedos, espero, dejo pasar un instante para que ese corazón se calmara tan sólo un poco más… Se paro en la punta de sus pies y depositó un beso en los labios de Luigui, el beso bajo por su cuello hasta llegar al nacimiento de su pecho… sus colmillos se abrieron paso con delicadeza por esa piel envejecida… Luigui ni siquiera sintió el pinchazo.
El anciano se derrumbo en sus brazos como si cayera en un profundo sueño, uno del que jamás iba a despertar. Luigui, el anciano que vigilaba la morgue del edificio federal de Florencia amaneció muerto sobre su cama… lucía tranquilo y feliz, su corazón fallo en algún momento de la media noche. No hubo familiares en su entierro, era un viejo solitario.
Yulia levanto el rostro hacia la noche, los ruidos que si llegaban a sus oídos, oídos de un cazador, escucho el murmullo de versos de amor de unos amantes que caminaban tomados de la mano por esas calles de gótico diseño, escucho el murmullo del agua correr por las tuberías de los drenajes, escucho el tintineo de los cristales rotos almacenados en costales de basura por doquier… los sonidos de la aves y los insectos nocturnos en su eterno valet, escucho el sonido del viento empujando las perezosas nubes muy, muy en lo alto… y al fin… la escucho a ella, el latido de ese corazón… su hambre se agitó renovada, sus labios dibujaron una sonrisa que esta vez no fue una imitación.
- Elena… -dijo con su voz que sólo escuchaba el viento-… Nadya Elena Katina… ¡Nadya!
Continúa…
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo XVIII … Las amantes perdidas (primera parte)
Los amantes perdidos...
Aun que se intenten olvidar, serán recordados,
Aunque las gaviotas no griten más en su oído
ni las olas estallen ruidosas en las costas;
aunque no broten flores donde antes brotaron
ni levanten ya más la cabeza al golpe de la lluvia;
Aunque se hundan en el mar surgirán de nuevo,
estallarán al sol hasta que el sol estalle,
los amantes perdidos en el amor se reencuentran;
y la muerte sobre ellos no tendrá ningún dominio.
Variación al poema "Y la muerte no tendrá dominio" de Dylan Thomas
Yulia…
La noche nunca fue mas hermosa… la luna se asomaba tímida tras las nubes que perezosas se deslizaban sobre las alas del viento que pintaba con estelas de diamantes sus caudales, colores nítidos y puros en el cielo agitándose, palpitando con alegría. Colores que los ojos de los hombres jamás podrán llegar a ver.
El viento canta, es un sonido como el de un millar de diminutas campanillas, cada hoja de cada arbusto, cada árbol, cada delgada línea de pasto tiene su propio sonido, único e irrepetible, aun en los instantes en que el viento descansa cada hoja vibra con su propia voz en el canto de la noche. Sonidos que ningún oído humano podrá jamás escuchar.
Cada flor, cada fruto, cada hoja, todos desprenden sus aromas y sus almas, sus sabores se pasean en la brisa y acarician sus labios como si la noche fuera una tímida amante.
La noche nunca fue más hermosa… desde que el latido del corazón de ella rompió el silencio.
-… Nadya… Elena… -murmuro quedamente la hija de la luna.
El eco de su vos, inaudible para el oído del hombre hizo cantar a la noche.
Las manos de Yulia se posaron sobre su pecho, su frió e insensible pecho… ha pasado mucho tiempo… no sabe exactamente cuanto, el tiempo como tantas cosas perdió sentido en ella, sólo sabe que es un recuerdo muy lejano la sensación de calidez que ahora la invade… Duele, cada latido duele de una forma salvaje y triste… pero no es hambre, por primera vez no es su hambre la fuente de su dolor…
Eso quiere creer, eso quiere pensar… ahora entiende las palabras de Augusto… Ella sólo puede sentir hambre, pero su fe… ¿su fe puede obrar un milagro?, no tiene fe en Ángeles ni demonios, en santos o divinidades… ¿en que tener fe?... en ella misma.
Si niega la verdad… si voluntariamente ignora que este dolor es sólo su hambre… si puede creer que este dolor es un hambre mucho más profunda e intensa, más pura. Si puede creer con toda su voluntad y su fuerza que este dolor es algo distinto… Si puede tener fe en que ella puede sentir algo más que su primitiva hambre… entonces ese dolor puede transformarse, convertirse en algo diferente… ya lo ha sentido, ha sentido la transformación de su hambre en algo diferente, algo más grande y poderoso... Tal vez… si tiene suficiente fe… ella también pueda transformarse.
Si los muertos pueden levantase de la tumba… todo es posible.
Al fin… Yulia tiene fe…
Al fin, la sonrisa en su rostro ya no es un recuerdo, ni una imitación, su sonrisa es real… aun que la sonrisa ya no sea uno de sus gestos, ella tiene fe que es el comienzo de un milagro.
Ella es un milagro, su corazón que palpita tras esos muros, más allá de ese bosque de árboles frutales y flores, esa chica de cabellos de oro fundido, de ojos como mares, de dulces labios… Nadya, otro rostro que no es tan distinto, otra vida… otro corazón que ahora late fresco y renovado. ¿Es ella?, ¿en verdad es ella?.... Necesita saberlo, necesita mirar en lo más profundo de su alma… ¿esta Nadya ahí?
Yulia extiende sus manos al cielo, de sus labios surge un dulce canto que no puede ser escuchado por ningún hombre o bestia, es un canto primitivo, antiguo… un canto que sólo seres como ella pueden entonar y que sólo las nubes pueden escuchar.
Uno a uno los diminutos diamantes líquidos despiertan al llamado de su canto, acuden desde lo más profundo de la tierra, brotan de las hojas de los árboles, acuden desde lo alto de las nubes, uno a uno acuden al llamado del ángel nocturno.
La niebla, espesa e impenetrable envuelve como una mortaja lentamente toda la propiedad de un hombre llamado Leonard, su manto alcanza desde las praderas hasta el nacimiento de las montañas.
La marcha de los siete ejércitos (hace seiscientos años)
Las puntas de las lanzas se extendían hasta más allá de donde alcanzaba la vista, Ilich Katin jamás había visto tal cantidad de soldados marchando sobre un camino, ni en los majestuosos desfiles romanos, jamás había visto tal ostentación de poder.
- El Santo Papa no va a dejar perder estas tierras, no va a perder su poder sobre esta región del mundo.
- ¿Que esperabas? – Se lamentó Carlo - ¿creíste que mandaría a un misionero a negociar las tierras de tu señora?, ¿creíste que de verdad le interesa la existencia de una familia que le sirvió tan bien a su trono?, lo único que le interesa es el poder, las riquezas que esta por perder… como ha todos.
- Vienen a negociar con la fuerza de la espada, Jerusalén y la tierra santa nos les enseñaron nada…
- Si Tiver no tiene un heredero ahora lo perderá todo, los cruzados van a bañar en sangre esa región.
- Nada podemos esperar de ellos… Tengo que sacar a Yulia y Nadya del castillo, aun que sea por la fuerza.
- TENEMOS que sacarlas de ahí –le corrigió Carlo- ella también es mi señora, aun que jamás serví a su familia, aun que jamás poseí un pedazo de tierra de su feudo, Yulia y yo tenemos un compromiso de lealtad.
- ¿Estas seguro de esto joven gitano?, tienes familia que espera por ti, ya hiciste mucho al venir conmigo desde tan lejos. No tengo mucha esperanza en el éxito, te soy franco.
- Yulia iría por mí hasta el fin del mundo, no descansare hasta ver a Yulia y Nadya a salvo… o descansando en paz, aun que sea junto con nosotros. Así que arrogante lacayo de los Volkov, no te dejare con la gloria de esta aventura para ti solo, si tienes un plan por descabellado que sea cuenta conmigo.
Ilich Katin miró por ultima vez el avance del ejercito sin fin, a lo lejos sobre el horizonte también se veía el avance de otro ejercito de igual proporción, lo podía ver por la inmensa cantidad de polvo que levantaban a su paso.
Jaló las riendas de su caballo y presurosos regresaron a la villa.
- No hay plan mas simple, será de noche, penetramos al calabozo y a la torre, sobornamos al que se deje y matamos a todo el que se interponga. Si Dios nos sonríe para el amanecer estaremos fuera del castillo. Buscaremos asilo entre los cruzados.
- No puedes confiar en la nobleza de los cruzados, ¿Por qué habrían de darnos asilo?
- Por que con nosotros llevaremos la llave del reino, ha Nadya y su hijo no nato. Son un ejército, son asesinos entrenados y crueles, pero son cruzados y fieles a las leyes y ordenes del Papa, no romperán su palabra, no romperán su pacto… como sea, las riquezas de estas tierras pasaran a ser propiedad de ellos y no de Tiver. El tiempo es lo importante, deberá ser la víspera del arribo de los ejércitos, si logramos salir del castillo no podremos huir muy lejos, ellos deberán estar ahí, a las afueras de la ciudad.
- ¿Eso es lo mejor que un erudito de la universidad de Roma puede planear?
- Mi señor Volkov me mando a Roma a estudiar Cuentas (finanzas) no ha estudiar milicia. Lo siento mucho, si tienes un plan mejor me gustaría escucharlo.
- Me gusta tu plan, es un gran plan… ¡vamos a hacerlo!
Castillos en la niebla.
El despacho de Leonard era la habitación central de su casa, si fuera otra región de Europa esa casa bien podría ser un castillo o una mansión, pero aquí sólo era una “propiedad”. Suelo de maderas aromáticas, mármol y finos tapetes, cuadros de pintores aun no reconocidos pero muy talentosos y ricas cortinas de finas telas en las ventanas. Su estudio esta plagado de libros, todos y cada uno ha sido devorado por su intelecto e insaciable curiosidad. Ahora el Internet es su nueva biblioteca pero la desdeña mucho. Ya no es su época.
Mira por la ventana con gesto extrañado, hace muchos años que la niebla no se presenta en sus campos, es un mal presagio, lo sabe, es un hombre muy culto y ha visto suficiente mundo como para saber que la palabra escrita en los libros, la ciencia con toda su rimbombancia no es una verdad absoluta. Afuera hay algo que todo el intelecto del hombre no puede comprender. Por eso aun en la gloriosa época del electrón, Dios aún esta en la boca de todos los hombres, aun que con diferentes nombres y rostros… pero siempre hay un Dios… y esta neblina sólo puede ser un mal presagio.
Un sonido lo sustrae de sus pensamientos, un viejo libro ha caído sobre el piso de madera. Leonard se acerca a él con pasos calmos, controlando la angustia de su pecho…
“El Principito” dice la portada del libro.
Leonard lo observa sin mover un músculo, lo observa como si esperara que de un momento a otro se moviera por si mismo, cobrara vida y sus paginas se deslicen una sobre otra hasta..
Sonríe mientras lo recoge del piso, vuelve a colocarlo en su lugar y nuevamente medita en la necesidad de ubicarlo en diferente sitio… ¿se romperá la magia?, hay algo en ese rincón, una falla en la madera del librero, tal vez una corriente de aire imperceptible… algo que escapa a su visión. Tal vez es sólo el último clavo de su fe… Decide seguir el juego y dejarlo en su sitio como siempre y esperar.
Se sienta tras su escritorio de caoba, marca un número telefónico y mientras el aparato conecta la llamada enciende un cigarrillo. El altavoz se enciende al mismo tiempo que un golpe seco se escucha y lo hace saltar.
- ¿Entonces iras al baile del cascanueces? –pregunto una voz por el parlante.
La vos volvió a hacer saltar a Leonard de su asiento.
- Sólo si las nueces son dulces –respondió Leonard mientras se ponía de pie miraba hacia el suelo, una vez más el libro estaba en el piso.
- Prometen ser excesivamente dulces… ¿recibiste los documentos?
- No esperaba que el Nazi me los hiciera llegar así, y menos de manos de quien… “ella” estuvo aquí.
- ¿Ella te los entrego?
- Si – Leonard recogió el libro del suelo y lo dejo sobre su escritorio. Volvió a su lugar y tomo los papeles.
- No puedo creer lo que estoy leyendo… ¿conoces la introducción?, ¿de verdad esto se esta revisando?
- Si, todo lo que dice ahí es cierto… el maldito Nazi lo ha planeado todo muy bien. Se avecina una crisis financiera a nivel mundial como nunca se ha conocido, el problema y solución son muy simples.
El mundo ya no tiene recursos para sostener el crecimiento de la población, el crecimiento demográfico es tan grande que en pocos años ya no alcanzara la producción agrícola mundial para alimentar a la población. Hoy los gobiernos de los países industrializados ya no puedes hacer crecer la taza de empleos al mismo ritmo que crece su población productiva… el desempleo y el hambre están tocando la puerta del primer mundo ¿no es una maravilla?
- Ya vimos pasar esto una vez… en 1914 ¿recuerdas?... entonces los grandes filósofos del mundo llegaron a la misma conclusión que hoy.
- Es que no hay otra salida, en esta ecuación solo hay un factor que se puede arreglar, la solución de 1914 dio una pausa para mejorar los sistemas de producción, sin esa pausa esta crisis hubiera estallado hace muchos años, pero ya llegamos al limite otra vez… no hay más salida… si no podemos aumentar nuestra capacidad de producción… y no podemos por que el mundo no es mas grande, las tierras de cultivo ya se acabaron… sólo queda una alternativa… hay que reducir la población mundial, hay que reducirla drásticamente… Se necesita una guerra, una gran guerra.
- Volveremos otra vez a los genocidios, a los exterminios, a los campos de concentración…el holocausto.
- Leonard, la guerra es el mejor negocio de todos los tiempos. Ya no tendremos que escondernos para hacer negocios, ellos, los arrogantes y corruptos políticos vendrán a nosotros a cómpranos a plena vista lo que hoy vendemos bajo la mesa… armas, drogas y prostitución… ¡Leonard, se vienen tiempos maravillosos para nosotros!... ¿estas dudando?... ¿te estas ablandando?
- Es muy utópico… se ve tan fácil, como si fuera tan censillo detonar una guerra de esa magnitud. Tengo mis reservas sobre Kürten… En este negocio podemos perderlo todo… después de todo lo que hemos conseguido ¿de verdad quieres arriesgarte por las fantasías de un Nazi decrepito?
- Los documentos que tienes en las manos no son fantasía… son los temas a tratar en la “Cumbre de Roma”, los presidentes de los países más poderosos del mundo se van a reunir para considerar con seriedad desatar esta guerra… ¿de que otra forma pueden reducir su población y reactivar sus economías?, Kürten estuvo en Moscú ¿lo sabias?, fue a negociar con el presidente Ruso.
- Estaba enterado
- ¿También estas enterado que al día siguiente zarpó el porta aviones Nevsky para realizar ejercicios de entrenamiento en alta mar?
- ¿El Nevsky?
- Si, lo más grande que tienen, y va cargado con todo… literalmente un ejercito sobre el mar, poder suficiente para hacer pedazos un país pequeño en 15 minutos. Viene la guerra Leonard, una hermosa y descomunal guerra, y estamos invitados en la primera línea de ventas… Creo que vale la pena arriesgarse por las fantasías de un “Nazi decrepito”.
- Qué podemos perder, ¿verdad?
- ¿son ahora las nueces lo bastante dulces?
Leonard apago su cigarrillo sin siquiera darle una bocanada. Nuevamente escucho un golpe seco sobre la duela del piso. El libro había desaparecido de su vista…
- ¿Sigues ahí? –dijo la voz por el parlante.
-… Si… -respondió Leonard- … las nueces lucen lo bastante dulces, sólo espero no atragantarme.
Cortó la llamada y se puso de pie con nerviosismo. Tomó el libro y lo sostuvo en su mano, lo examinó con mucho cuidado como siempre. Tal vez el problema no estaba en el librero si no en el libro en si.
Marcó otro número telefónico sin atreverse a soltar el libro, examinándolo con el tacto buscando un detalle que escapara de su vista.
- ¿Leonard? –escucho otra voz por el parlante.
Leonard reflexionaba mirando la niebla que se hacia más espesa al otro lado del cristal. Definitivamente era muy mal augurio.
- Hola, Sven –saludó a la voz-… tenemos un tema que discutir, pero primero quiero comentarte algo, tengo un huésped muy interesante… interesante para ti. Es una chica originaria de Vilnius, Lituania.
- ¿Vilnius…?
- Su nombre es Nadya Elena Katina Sergeevna
- … Cuéntame todo -
Leonard volvió a colocar el libro en su lugar en el librero, dio una palmadita sobre él y murmuro algo antes de volver a su escritorio.
- ¡Basta de juegos, Marina!
* * *
Troy se encontraba sentado junto a Vincent “ApellidoImpronunciable” encargado del área de control de videos de seguridad de una agencia de nombre extravagante del cual sólo recordaba el pomposo final etiquetado “Dante”. Jugaba con el teléfono móvil en sus manos esperando el reporte de su dudoso pero eficiente aliado Alexei Palmieri.
- Fue muy interesante involucrarme en todo esto, muy excitante lo ultimo que vi… y lo que escuche… Pero no es extraño ¿sabe?, tengo una gran colección de fotos de fantasmas, Florencia es una ciudad muy vieja, demasiadas leyendas, demasiados fantasmas…
- Cualquier cosa que puedas aportar a mi investigación es buena… aun que sea la foto de un fantasma. –asintió Troy, aun que por dentro no sabía si reír o llorar. Al menos era una forma de distraerse de todo, la cantidad de información que estaba recibiendo superaba su capacidad de análisis, seguir ciegamente las instrucciones del misterioso alemán que religiosamente le llamaba para ponerlo al tanto de todo y darle órdenes era muy desgastarte.
-… Un portaviones nuclear ruso ha zarpado sin rumbo definido, va cargado con todo lo necesario para una invasión. El presidente ruso dio la orden personalmente. –le dijo el alemán en su ultima llamada.
- ¿Se sabe ya lo de la bomba?
- Es un secreto a voces… tres países en conflicto ya presumen que cuentan con un artefacto nuclear en su haber, la mayoría sabe que son fanfarronadas, pero por la duda bien vale la pena imponer un cerco de seguridad, los americanos, ingleses y franceses ya pusieron en movimiento a todos sus portaviones y submarinos a la espera de una sorpresa. El que los rusos hayan mandado un portaviones al Báltico no es un buen presagio para nadie.
- Me temo que estamos llegando al punto en que no importa si la bomba existe o no, alguien va a cometer un error y encender la mecha. ¿Cuál es el objetivo de ese portaviones?
- No lo sabemos, el politburó se ha vuelto hermético para nuestros contactos… hasta donde sé la orden la dio el presidente y por encima del politburó… Se necesitan cinco firmas del politburó para autorizar esa orden, eso quiere decir que por lo menos la mitad del politburó esta del lado del presidente, sea cual sea su plan tiene poder suficiente para realizarlo… Ese portaviones puede hacer pedazos cualquier país europeo antes de que los otros gigantes tengan tiempo de responder… ¿recuerdas Bélgica?
- Hitler aplasto a Bélgica como declaración de guerra contra Europa… es lo mismo ¿verdad?, la misma historia se repite una y otra vez…
- ¡¡Aquí esta!! – dijo Vincent saltando sobre su asiento y aplaudiendo como un niño, sacando a Troy de sus reflexiones. Viéndolo bien Vincent podría ser un inmenso niño, un metro noventa de estatura y como ciento veinte kilogramos de peso en un cuerpo por demás robusto de prominente panza, sus ojos eran casi rasgados, no por ascendencia asiática si no por lo rubicundo de su rostro, su cabeza estaba coronada por un cabello extremadamente rizado que se notaba a leguas que no había conocido jamás un peine. Troy volvió su atención a la pantalla.
- Es la grabación de una cámara de seguridad de Francia, es la panorámica de una tienda de autoservicios que vigila el acceso a un cajero automático. El lente apuntaba hacia una calle de acceso, por la distancia la imagen es muy mala pero con el tratamiento adecuado podemos ver la acción cuadro por cuadro en acercamiento. –explicó Vincent.
Las imágenes empezaron a cruzar por la pantalla en algo semejante a un revista, los cortes de secuencia eran muy amplios.
- Mire esta parte, es divertida, ahí esta la camioneta van del reporte FR34567Y78 y justo frente a ella ¿puede distinguir a la chica?
- Casi no, esta muy oscuro… ¿es la gitana?
- Así es, supongo que les esta disparando con un arma por que ¿de que otra forma se detendría un vehículo así?, ¿puede ver el reflejo de la luz?, definitivamente estaba disparando. Aquí aparecen otros amigos y ¡¡zaazzzz!! Estoy seguro que eso no fue planeado.
- Con que así sucedió, es tal como lo reportaron los peritos… ¡son buenos!
- Sip, pero el reporte no es concluyente, ¿recuerda las balas y todo lo demás?, mire este momento, la gitana y otra chica como patos listos para el tiro al blanco. El siguiente cuadro es el más interesante de todos.
Con toda parsimonia Vincent congeló la siguiente escena de su exposición, se cruzo de brazos muy ufano mientras Troy casi metía la cabeza en la pantalla para tratar de distinguir lo que veía.
-… esa otra figura… sobre la camioneta… ¿Cómo sucedió?, no se distingue casi nada…
- Déjeme jugar con el momento, la imagen no puede mejorarse mucho pero también lo voy a hacer… mire ¿lo ve? … aquí la camioneta entera… aquí aplastada… entera… aplastada… ¿lo nota?... ¿Sabe la fuerza que se necesita para aplastar así un automóvil como ese?... esa silueta parece una persona de menuda estatura con un peso no mayor de cincuenta kilogramos, tal vez sesenta exagerando… ¿Cómo logro aplastar así ese vehículo?... otra pregunta ¿de donde salio?. No hay nada a su alrededor, nada cercano de donde pudiera haber saltado sobre el auto, nada excepto los edificios alrededor y eso hubiera implicado un salto de por lo menos treinta metros, una caída de esa altura si podría justificar el destrozo que logró, pero…
- ¿Pero quien puede caer treinta metros sobre algo, aplastarlo y ponerse de pie como si nada? Además de que hay al menos diez metros de distancia horizontal desde el edificio más cercano hasta el auto… una distancia imposible se salvar con un salto.
- Imposible para un ser humano –dijo Vincent- pero déjeme mostrarle la escena siguiente.
En el siguiente cuadro la luz de uno de los autos empezando a arder arrojaba más claridad sobre la figura posada sobre el toldo del auto aplastado.
- ¿Las puede distinguir?... Sé que es increíble pero aquí esta la evidencia…
- ¿Distinguir que? –preguntó Troy bastante intrigado.
- ¡Las alas! – Exclamó Vincent - ¡mire bien la silueta!, mire sobre su espalda… no es muy claro, la imagen es muy borrosa, apenas es un manchon pero están ahí… ¡tiene alas!
Troy volvió su atención a la imagen, aun que le zumbaba la cabeza examinó con cuidado lo que le señalaba el regordete dedo de Vincent.
- Por Dios… pude ser cualquier cosa, un abrigo roto, una chaqueta… no sé.
- Señor… esta silueta cayo del cielo, cayo con suficiente fuerza para aplastar un auto y no se rompió ni una pierna… ¿de donde salio?... ¿Ya olvido la declaración del pobre tipo que trajeron del centro?, justo del lugar donde estas chicas estaban… él lo vio todo, él lo dijo… “Un ángel oscuro”… puedo apostar que él vio a esta “persona” en vivo, la vio ahí haciendo lo mismo que hizo en esa calle en Francia, rescatando a estas chicas de en medio de un tiroteo… es una especie de ángel protector… un ángel oscuro.
Troy se acomodó inquieto en su asiento y mira de hito en hito al técnico.
- Vincent… ¿esta usted drogado?
La niebla…
Poco a poco como una segunda oscuridad la niebla fue inundando todos los rincones de los parajes y arboledas, cada vez más espesa y profunda. Era como si un océano etéreo se volcara sobre la propiedad de Leonard, como si un gigante arrojara una bocanada de humo sobre la casa y después otra y otra mas, ola tras ola la niebla alcanzo todos los rincones, como una mortaja empezó a penetrar por cada rincón abierto, por debajo de la puestas, por las ventanas que no alcanzaron a ser cerradas, por los hogares de las chimeneas que rara vez eran usadas.
Los hombres armados que custodiaban la propiedad aumentaron su número en esa singular noche, caminaban en grupos de tres sin separarse demasiado pues a unos cuantos pasos la visibilidad era totalmente nula.
Camila abrió una puerta que daba al exterior, a los jardines traseros, sintió a la niebla tan espesa y tangible, casi se sintió empujada cuando penetro por el hueco de la puerta, ni siquiera podía alcanzar a ver el inicio de los escalones que descendían al sendero de graba que la conduciría al portón y después al exterior de esta fortaleza. Pero a pesar de todo no había duda ni marcha atrás en su deseo de marcharse.
Sintió un escozor en los ojos, secos de lágrimas y que aún deseaban llorar más… no quedaba en ella más esperanza. Con menudos pasos e ignorando sus raquíticas ropas se interno en la noche, la niebla la devoro para no devolverla más.
Algo más había penetrado la casa junto con la niebla en ese instante. Protegida y oculta por la niebla y el sigilo natural de sus pasos, completamente invisible aun a los ojos entrenados de los hombres que vigilaban, Yulia entro a la fortaleza de Leonard. Un corazón latía en su interior y como un faro guiaba los pasos de un marino extraviado en el océano del tiempo, un marino cuyo cielo estaba despojado de estrellas y vientos que lo guiaran, pero que ahora tenía la esperanza de encontrar el camino de regreso a casa.
La pequeña habitación al final del pasillo fue alcanzada por la niebla, suavemente se filtro por debajo de la puerta y se escurrió por cada rincón hasta que la grácil figura de la chica postrada en una inmensa cama pareció flotar entre nubes.
Elena… sus ojos se abrieron lentamente, el mar esmeralda de sus ojos era más profundo que nunca, se adivinaba que su conciencia asomaba por ellos desde un distante abismo, como inmersa en un sueño.
Yulia… su rostro emergió de la niebla como si esta se solidificara para esculpir ese rostro de mármol y perfectas líneas donde las cicatrices y las heridas no habían dejado huella. El fuego ardiente de sus ojos eran dos luceros que bañaban de plata el rostro de la pelirroja.
Elena extendió débilmente su mano hacia ese rostro mágico, pero su mano tembló antes de tocarla, como si temiera que se desvaneciera en la niebla como un sueño, una ilusión.
- ¿eres tu?... ¿en verdad eres tu?... –preguntó Elena con su mirada. En sus ojos brillo el nacimiento de una lagrima.
Yulia cerró los ojos, ese monstruo que se agitaba en su interior era cruel, era impetuoso, era… distinto, confuso. ¿Es sólo hambre?... ¿es algo más?... Yulia duda… Entonces se da cuenta de que nunca antes ha dudado, no frente a una victima, sus instintos lo son todo, precisos y letales. Ella es la muerte… ¿Por qué duda ahora?... ¿En verdad lo que siente en su corazón es distinto?... ¿Qué es este nuevo dolor que la embarga y la encadena… que doblega incluso su hambre?. Nuevamente siente la necesidad de huir, escapar de aquello que no comprende… Pero tiene que saber, sus piernas descienden de la niebla y sus rodillas se posan a cada lado de la cadera de Elena, atrapándola entre ellas. Sus manos también parecen materializarse sobre el rostro su rostro. Elena cierra los ojos y deja escapar unas cuantas lagrimas cuando siente el frió tacto de esa caricia sobre su rostro, esas manos helas que envuelven sus mejillas con la misma suavidad que la brisa.
Yulia mira esas lagrimas correr por sus mejillas, un delicado diamante que atrapa en sus labios y se desliza por sus colmillos enviado una descarga eléctrica a todo su cuerpo… no es sangre y sin embargo… algo la esta penetrando, dulcemente, esta llegando a su corazón como la suave brisa de un perfume… sus manos descienden por el cuello níveo de Elena, siente bajo esa piel el torrente de vida que la inunda toda… su hambre enloquece pero la cadena que la contiene también parece hacerse más fuerte…
¿Ella puede transformarla?, ¿ella puede hacer el milagro?... Fe… ¿esta es un prueba de que su fe puede dar frutos?.
El hambre en la punta de sus dedos late… ¿o es el tacto de esa piel lo que produce esta sensación de calidez?, sus manos hambrientas de más de esa piel sonrosada y viva desnudan sus hombros suavemente, temerosamente… como si Elena fuera también una ilusión salida de la niebla y un movimiento apresurado pudiera disolverla… perderla. El aroma de ella golpea su rostro casi quemándola… Yulia desea más… necesita más… las garras brotan de sus dedos, su filo impecable apenas rozan el algodón de la tela que cubre el cuerpo de la pelirroja, su piel sonrosada y cubierta de pecas brota como un manantial de aromas y sabores que inundan los sentidos de Yulia. Sus manos vuelven a ser delicadas y etéreas… exploran sus hombros y se deslizan más abajo con movimientos temblorosos e inseguros que nada tienen que ver con su naturaleza. Sus labios recorren cada milímetro de ese rostro y devoran sus lágrimas con avidez.
Elena parece despertar de su sopor y sus manos al fin se atreven a tocar la frialdad de lapida de ese rostro perfecto, la atrae hacia si, siente la fuerza pétrea de una estatua de mármol doblegarse sin resistencia ante su toque y volverse maravillosamente flexible. Su lengua explora en el interior de esos labios que tiemblan en los suyos, sus manos se aventuran en el interior de los pliegues y jirones de los harapos con que apenas su ángel cubre la pureza de su cuerpo, se deslizan por la desnudes de esas piernas que la atrapan innecesariamente pero que disfruta sumisa la esclavitud impuesta… Sus lenguas se entrelazan dolorosamente en el tacto helado del beso de un ángel… los colmillos están ahí desafiantes… Elena no sabe que fuerza la impulsa a recorrerlos con audacia y dejarse herir por ese filo sin igual. La sangre pinta de carmesí la pasión de ese beso….
… Las velas, docenas de ellas, tal vez cientos, arden como una multitud de estrellas que las rodean y en silencio las contemplan. El cielo esta cubierto de estrellas y tímidamente se asoma por un ventanal abierto, en un viejo granero abandonado, el piso esta cubierto por la capa de lobos que Yulia cazo, y cubierto también por el millar de pétalos de flores que trajo de sus campos. Todo debería oler al perfume que se desprende de las flores o las velas de oriente, pero no, huele a ella… La mano izquierda de Nadya se desliza con pasión sobre la espalda de Yulia, bañada en el roció que brota de su piel, esa mano que la encadena y la oprime con fuerza, cada vez más como buscando fundirse con ella… Yulia la sostiene con mas fuerza hundiendo sus dedos entre los rizos ardientes y quemando en el fuego de sus jadeos, sus labios no encuentran colmo ni cansancio en el deleite de seguir la huella de los dioses grabada en su geografía, peca a peca su lengua reinicia el conteo de cada uno, uno y otra vez… las diestras, sus manos se entrelazan bajo el vientre, explorando con vigor y audacia sin perder un ápice de ternura ese rincón que sólo pertenece a cada una, con los meñiques unidos en caprichoso abrazo están consiguiendo al unísono el remonte de la cúspide del placer en cada penetración. Al fin la gloria las alcanza con la misma fuerza del trueno que amenaza con la tormenta…
Elena abre los ojos, el dolor ha desparecido de su vientre, de cada rincón de su cuerpo, ha sido sustituido por un hambre semejante a la que inunda ya también a su ángel. Las prendas han desaparecido por completo de ella y Yulia hace surgir sus garras para arrancarse de si lo poco que queda de sus harapos. La sangre nueva que corre por su venas es apenas un suspiro de vida… pero es la vida de ella… de Elena, toda su pasión, todo su calor la inunda junto con sus recuerdos, no aquellos doloroso y amargos que la convirtieron en algo indefinible… si no aquellos por los que aun vive…
¡¡Aun vive!! - se grita a ella misma mientras sus labios ya sin miedo recorren todo el cuerpo de la pelirroja quien ahora es ella la que la aprisiona entre sus piernas y sus brazos con caricias frenéticas que le brindan el calor que hace siglos no ha sentido… Las manos de Elena encuentran el camino entre sus piernas. Yulia reacciona por un recuerdo vuelto a la vida en ese mágico instante y su mano busca esa otra… sus meñiques se entrelazan una vez más y también encuentra la gloria que la pelirroja le brinda sin recato separando sus piernas mientras sus labios son ahora los que corren por el cuello de mármol y sus dientes los que juegan con esa piel de plata como si el papel de la bestia pudiera ser invertido… Yulia es la victima de un depredador superior a ella… su cuerpo invencible a las heridas, al paso del tiempo, a la corrupción de los siglos se estremece con el toque de este ángel radiante de sol… ella es su sol… Yulia levanta su rostro hacia el cielo y por primera vez en muchos siglos sabe que ha vuelto a ver la luz…
Sus colmillos brotan de sus labios, su pasión se desboca incontrolable a la par que la de Elena, y penetran profundamente en su garganta mientras la pelirroja se entrega en un orgasmo.
-… ¡este es el momento!… esta es nuestra cita…. ¡Adiós, Elena!... ¡adiós, niña vestida de sol!... Siempre te amare….
Continúa….
Los amantes perdidos...
Aun que se intenten olvidar, serán recordados,
Aunque las gaviotas no griten más en su oído
ni las olas estallen ruidosas en las costas;
aunque no broten flores donde antes brotaron
ni levanten ya más la cabeza al golpe de la lluvia;
Aunque se hundan en el mar surgirán de nuevo,
estallarán al sol hasta que el sol estalle,
los amantes perdidos en el amor se reencuentran;
y la muerte sobre ellos no tendrá ningún dominio.
Variación al poema "Y la muerte no tendrá dominio" de Dylan Thomas
Yulia…
La noche nunca fue mas hermosa… la luna se asomaba tímida tras las nubes que perezosas se deslizaban sobre las alas del viento que pintaba con estelas de diamantes sus caudales, colores nítidos y puros en el cielo agitándose, palpitando con alegría. Colores que los ojos de los hombres jamás podrán llegar a ver.
El viento canta, es un sonido como el de un millar de diminutas campanillas, cada hoja de cada arbusto, cada árbol, cada delgada línea de pasto tiene su propio sonido, único e irrepetible, aun en los instantes en que el viento descansa cada hoja vibra con su propia voz en el canto de la noche. Sonidos que ningún oído humano podrá jamás escuchar.
Cada flor, cada fruto, cada hoja, todos desprenden sus aromas y sus almas, sus sabores se pasean en la brisa y acarician sus labios como si la noche fuera una tímida amante.
La noche nunca fue más hermosa… desde que el latido del corazón de ella rompió el silencio.
-… Nadya… Elena… -murmuro quedamente la hija de la luna.
El eco de su vos, inaudible para el oído del hombre hizo cantar a la noche.
Las manos de Yulia se posaron sobre su pecho, su frió e insensible pecho… ha pasado mucho tiempo… no sabe exactamente cuanto, el tiempo como tantas cosas perdió sentido en ella, sólo sabe que es un recuerdo muy lejano la sensación de calidez que ahora la invade… Duele, cada latido duele de una forma salvaje y triste… pero no es hambre, por primera vez no es su hambre la fuente de su dolor…
Eso quiere creer, eso quiere pensar… ahora entiende las palabras de Augusto… Ella sólo puede sentir hambre, pero su fe… ¿su fe puede obrar un milagro?, no tiene fe en Ángeles ni demonios, en santos o divinidades… ¿en que tener fe?... en ella misma.
Si niega la verdad… si voluntariamente ignora que este dolor es sólo su hambre… si puede creer que este dolor es un hambre mucho más profunda e intensa, más pura. Si puede creer con toda su voluntad y su fuerza que este dolor es algo distinto… Si puede tener fe en que ella puede sentir algo más que su primitiva hambre… entonces ese dolor puede transformarse, convertirse en algo diferente… ya lo ha sentido, ha sentido la transformación de su hambre en algo diferente, algo más grande y poderoso... Tal vez… si tiene suficiente fe… ella también pueda transformarse.
Si los muertos pueden levantase de la tumba… todo es posible.
Al fin… Yulia tiene fe…
Al fin, la sonrisa en su rostro ya no es un recuerdo, ni una imitación, su sonrisa es real… aun que la sonrisa ya no sea uno de sus gestos, ella tiene fe que es el comienzo de un milagro.
Ella es un milagro, su corazón que palpita tras esos muros, más allá de ese bosque de árboles frutales y flores, esa chica de cabellos de oro fundido, de ojos como mares, de dulces labios… Nadya, otro rostro que no es tan distinto, otra vida… otro corazón que ahora late fresco y renovado. ¿Es ella?, ¿en verdad es ella?.... Necesita saberlo, necesita mirar en lo más profundo de su alma… ¿esta Nadya ahí?
Yulia extiende sus manos al cielo, de sus labios surge un dulce canto que no puede ser escuchado por ningún hombre o bestia, es un canto primitivo, antiguo… un canto que sólo seres como ella pueden entonar y que sólo las nubes pueden escuchar.
Uno a uno los diminutos diamantes líquidos despiertan al llamado de su canto, acuden desde lo más profundo de la tierra, brotan de las hojas de los árboles, acuden desde lo alto de las nubes, uno a uno acuden al llamado del ángel nocturno.
La niebla, espesa e impenetrable envuelve como una mortaja lentamente toda la propiedad de un hombre llamado Leonard, su manto alcanza desde las praderas hasta el nacimiento de las montañas.
La marcha de los siete ejércitos (hace seiscientos años)
Las puntas de las lanzas se extendían hasta más allá de donde alcanzaba la vista, Ilich Katin jamás había visto tal cantidad de soldados marchando sobre un camino, ni en los majestuosos desfiles romanos, jamás había visto tal ostentación de poder.
- El Santo Papa no va a dejar perder estas tierras, no va a perder su poder sobre esta región del mundo.
- ¿Que esperabas? – Se lamentó Carlo - ¿creíste que mandaría a un misionero a negociar las tierras de tu señora?, ¿creíste que de verdad le interesa la existencia de una familia que le sirvió tan bien a su trono?, lo único que le interesa es el poder, las riquezas que esta por perder… como ha todos.
- Vienen a negociar con la fuerza de la espada, Jerusalén y la tierra santa nos les enseñaron nada…
- Si Tiver no tiene un heredero ahora lo perderá todo, los cruzados van a bañar en sangre esa región.
- Nada podemos esperar de ellos… Tengo que sacar a Yulia y Nadya del castillo, aun que sea por la fuerza.
- TENEMOS que sacarlas de ahí –le corrigió Carlo- ella también es mi señora, aun que jamás serví a su familia, aun que jamás poseí un pedazo de tierra de su feudo, Yulia y yo tenemos un compromiso de lealtad.
- ¿Estas seguro de esto joven gitano?, tienes familia que espera por ti, ya hiciste mucho al venir conmigo desde tan lejos. No tengo mucha esperanza en el éxito, te soy franco.
- Yulia iría por mí hasta el fin del mundo, no descansare hasta ver a Yulia y Nadya a salvo… o descansando en paz, aun que sea junto con nosotros. Así que arrogante lacayo de los Volkov, no te dejare con la gloria de esta aventura para ti solo, si tienes un plan por descabellado que sea cuenta conmigo.
Ilich Katin miró por ultima vez el avance del ejercito sin fin, a lo lejos sobre el horizonte también se veía el avance de otro ejercito de igual proporción, lo podía ver por la inmensa cantidad de polvo que levantaban a su paso.
Jaló las riendas de su caballo y presurosos regresaron a la villa.
- No hay plan mas simple, será de noche, penetramos al calabozo y a la torre, sobornamos al que se deje y matamos a todo el que se interponga. Si Dios nos sonríe para el amanecer estaremos fuera del castillo. Buscaremos asilo entre los cruzados.
- No puedes confiar en la nobleza de los cruzados, ¿Por qué habrían de darnos asilo?
- Por que con nosotros llevaremos la llave del reino, ha Nadya y su hijo no nato. Son un ejército, son asesinos entrenados y crueles, pero son cruzados y fieles a las leyes y ordenes del Papa, no romperán su palabra, no romperán su pacto… como sea, las riquezas de estas tierras pasaran a ser propiedad de ellos y no de Tiver. El tiempo es lo importante, deberá ser la víspera del arribo de los ejércitos, si logramos salir del castillo no podremos huir muy lejos, ellos deberán estar ahí, a las afueras de la ciudad.
- ¿Eso es lo mejor que un erudito de la universidad de Roma puede planear?
- Mi señor Volkov me mando a Roma a estudiar Cuentas (finanzas) no ha estudiar milicia. Lo siento mucho, si tienes un plan mejor me gustaría escucharlo.
- Me gusta tu plan, es un gran plan… ¡vamos a hacerlo!
Castillos en la niebla.
El despacho de Leonard era la habitación central de su casa, si fuera otra región de Europa esa casa bien podría ser un castillo o una mansión, pero aquí sólo era una “propiedad”. Suelo de maderas aromáticas, mármol y finos tapetes, cuadros de pintores aun no reconocidos pero muy talentosos y ricas cortinas de finas telas en las ventanas. Su estudio esta plagado de libros, todos y cada uno ha sido devorado por su intelecto e insaciable curiosidad. Ahora el Internet es su nueva biblioteca pero la desdeña mucho. Ya no es su época.
Mira por la ventana con gesto extrañado, hace muchos años que la niebla no se presenta en sus campos, es un mal presagio, lo sabe, es un hombre muy culto y ha visto suficiente mundo como para saber que la palabra escrita en los libros, la ciencia con toda su rimbombancia no es una verdad absoluta. Afuera hay algo que todo el intelecto del hombre no puede comprender. Por eso aun en la gloriosa época del electrón, Dios aún esta en la boca de todos los hombres, aun que con diferentes nombres y rostros… pero siempre hay un Dios… y esta neblina sólo puede ser un mal presagio.
Un sonido lo sustrae de sus pensamientos, un viejo libro ha caído sobre el piso de madera. Leonard se acerca a él con pasos calmos, controlando la angustia de su pecho…
“El Principito” dice la portada del libro.
Leonard lo observa sin mover un músculo, lo observa como si esperara que de un momento a otro se moviera por si mismo, cobrara vida y sus paginas se deslicen una sobre otra hasta..
Sonríe mientras lo recoge del piso, vuelve a colocarlo en su lugar y nuevamente medita en la necesidad de ubicarlo en diferente sitio… ¿se romperá la magia?, hay algo en ese rincón, una falla en la madera del librero, tal vez una corriente de aire imperceptible… algo que escapa a su visión. Tal vez es sólo el último clavo de su fe… Decide seguir el juego y dejarlo en su sitio como siempre y esperar.
Se sienta tras su escritorio de caoba, marca un número telefónico y mientras el aparato conecta la llamada enciende un cigarrillo. El altavoz se enciende al mismo tiempo que un golpe seco se escucha y lo hace saltar.
- ¿Entonces iras al baile del cascanueces? –pregunto una voz por el parlante.
La vos volvió a hacer saltar a Leonard de su asiento.
- Sólo si las nueces son dulces –respondió Leonard mientras se ponía de pie miraba hacia el suelo, una vez más el libro estaba en el piso.
- Prometen ser excesivamente dulces… ¿recibiste los documentos?
- No esperaba que el Nazi me los hiciera llegar así, y menos de manos de quien… “ella” estuvo aquí.
- ¿Ella te los entrego?
- Si – Leonard recogió el libro del suelo y lo dejo sobre su escritorio. Volvió a su lugar y tomo los papeles.
- No puedo creer lo que estoy leyendo… ¿conoces la introducción?, ¿de verdad esto se esta revisando?
- Si, todo lo que dice ahí es cierto… el maldito Nazi lo ha planeado todo muy bien. Se avecina una crisis financiera a nivel mundial como nunca se ha conocido, el problema y solución son muy simples.
El mundo ya no tiene recursos para sostener el crecimiento de la población, el crecimiento demográfico es tan grande que en pocos años ya no alcanzara la producción agrícola mundial para alimentar a la población. Hoy los gobiernos de los países industrializados ya no puedes hacer crecer la taza de empleos al mismo ritmo que crece su población productiva… el desempleo y el hambre están tocando la puerta del primer mundo ¿no es una maravilla?
- Ya vimos pasar esto una vez… en 1914 ¿recuerdas?... entonces los grandes filósofos del mundo llegaron a la misma conclusión que hoy.
- Es que no hay otra salida, en esta ecuación solo hay un factor que se puede arreglar, la solución de 1914 dio una pausa para mejorar los sistemas de producción, sin esa pausa esta crisis hubiera estallado hace muchos años, pero ya llegamos al limite otra vez… no hay más salida… si no podemos aumentar nuestra capacidad de producción… y no podemos por que el mundo no es mas grande, las tierras de cultivo ya se acabaron… sólo queda una alternativa… hay que reducir la población mundial, hay que reducirla drásticamente… Se necesita una guerra, una gran guerra.
- Volveremos otra vez a los genocidios, a los exterminios, a los campos de concentración…el holocausto.
- Leonard, la guerra es el mejor negocio de todos los tiempos. Ya no tendremos que escondernos para hacer negocios, ellos, los arrogantes y corruptos políticos vendrán a nosotros a cómpranos a plena vista lo que hoy vendemos bajo la mesa… armas, drogas y prostitución… ¡Leonard, se vienen tiempos maravillosos para nosotros!... ¿estas dudando?... ¿te estas ablandando?
- Es muy utópico… se ve tan fácil, como si fuera tan censillo detonar una guerra de esa magnitud. Tengo mis reservas sobre Kürten… En este negocio podemos perderlo todo… después de todo lo que hemos conseguido ¿de verdad quieres arriesgarte por las fantasías de un Nazi decrepito?
- Los documentos que tienes en las manos no son fantasía… son los temas a tratar en la “Cumbre de Roma”, los presidentes de los países más poderosos del mundo se van a reunir para considerar con seriedad desatar esta guerra… ¿de que otra forma pueden reducir su población y reactivar sus economías?, Kürten estuvo en Moscú ¿lo sabias?, fue a negociar con el presidente Ruso.
- Estaba enterado
- ¿También estas enterado que al día siguiente zarpó el porta aviones Nevsky para realizar ejercicios de entrenamiento en alta mar?
- ¿El Nevsky?
- Si, lo más grande que tienen, y va cargado con todo… literalmente un ejercito sobre el mar, poder suficiente para hacer pedazos un país pequeño en 15 minutos. Viene la guerra Leonard, una hermosa y descomunal guerra, y estamos invitados en la primera línea de ventas… Creo que vale la pena arriesgarse por las fantasías de un “Nazi decrepito”.
- Qué podemos perder, ¿verdad?
- ¿son ahora las nueces lo bastante dulces?
Leonard apago su cigarrillo sin siquiera darle una bocanada. Nuevamente escucho un golpe seco sobre la duela del piso. El libro había desaparecido de su vista…
- ¿Sigues ahí? –dijo la voz por el parlante.
-… Si… -respondió Leonard- … las nueces lucen lo bastante dulces, sólo espero no atragantarme.
Cortó la llamada y se puso de pie con nerviosismo. Tomó el libro y lo sostuvo en su mano, lo examinó con mucho cuidado como siempre. Tal vez el problema no estaba en el librero si no en el libro en si.
Marcó otro número telefónico sin atreverse a soltar el libro, examinándolo con el tacto buscando un detalle que escapara de su vista.
- ¿Leonard? –escucho otra voz por el parlante.
Leonard reflexionaba mirando la niebla que se hacia más espesa al otro lado del cristal. Definitivamente era muy mal augurio.
- Hola, Sven –saludó a la voz-… tenemos un tema que discutir, pero primero quiero comentarte algo, tengo un huésped muy interesante… interesante para ti. Es una chica originaria de Vilnius, Lituania.
- ¿Vilnius…?
- Su nombre es Nadya Elena Katina Sergeevna
- … Cuéntame todo -
Leonard volvió a colocar el libro en su lugar en el librero, dio una palmadita sobre él y murmuro algo antes de volver a su escritorio.
- ¡Basta de juegos, Marina!
* * *
Troy se encontraba sentado junto a Vincent “ApellidoImpronunciable” encargado del área de control de videos de seguridad de una agencia de nombre extravagante del cual sólo recordaba el pomposo final etiquetado “Dante”. Jugaba con el teléfono móvil en sus manos esperando el reporte de su dudoso pero eficiente aliado Alexei Palmieri.
- Fue muy interesante involucrarme en todo esto, muy excitante lo ultimo que vi… y lo que escuche… Pero no es extraño ¿sabe?, tengo una gran colección de fotos de fantasmas, Florencia es una ciudad muy vieja, demasiadas leyendas, demasiados fantasmas…
- Cualquier cosa que puedas aportar a mi investigación es buena… aun que sea la foto de un fantasma. –asintió Troy, aun que por dentro no sabía si reír o llorar. Al menos era una forma de distraerse de todo, la cantidad de información que estaba recibiendo superaba su capacidad de análisis, seguir ciegamente las instrucciones del misterioso alemán que religiosamente le llamaba para ponerlo al tanto de todo y darle órdenes era muy desgastarte.
-… Un portaviones nuclear ruso ha zarpado sin rumbo definido, va cargado con todo lo necesario para una invasión. El presidente ruso dio la orden personalmente. –le dijo el alemán en su ultima llamada.
- ¿Se sabe ya lo de la bomba?
- Es un secreto a voces… tres países en conflicto ya presumen que cuentan con un artefacto nuclear en su haber, la mayoría sabe que son fanfarronadas, pero por la duda bien vale la pena imponer un cerco de seguridad, los americanos, ingleses y franceses ya pusieron en movimiento a todos sus portaviones y submarinos a la espera de una sorpresa. El que los rusos hayan mandado un portaviones al Báltico no es un buen presagio para nadie.
- Me temo que estamos llegando al punto en que no importa si la bomba existe o no, alguien va a cometer un error y encender la mecha. ¿Cuál es el objetivo de ese portaviones?
- No lo sabemos, el politburó se ha vuelto hermético para nuestros contactos… hasta donde sé la orden la dio el presidente y por encima del politburó… Se necesitan cinco firmas del politburó para autorizar esa orden, eso quiere decir que por lo menos la mitad del politburó esta del lado del presidente, sea cual sea su plan tiene poder suficiente para realizarlo… Ese portaviones puede hacer pedazos cualquier país europeo antes de que los otros gigantes tengan tiempo de responder… ¿recuerdas Bélgica?
- Hitler aplasto a Bélgica como declaración de guerra contra Europa… es lo mismo ¿verdad?, la misma historia se repite una y otra vez…
- ¡¡Aquí esta!! – dijo Vincent saltando sobre su asiento y aplaudiendo como un niño, sacando a Troy de sus reflexiones. Viéndolo bien Vincent podría ser un inmenso niño, un metro noventa de estatura y como ciento veinte kilogramos de peso en un cuerpo por demás robusto de prominente panza, sus ojos eran casi rasgados, no por ascendencia asiática si no por lo rubicundo de su rostro, su cabeza estaba coronada por un cabello extremadamente rizado que se notaba a leguas que no había conocido jamás un peine. Troy volvió su atención a la pantalla.
- Es la grabación de una cámara de seguridad de Francia, es la panorámica de una tienda de autoservicios que vigila el acceso a un cajero automático. El lente apuntaba hacia una calle de acceso, por la distancia la imagen es muy mala pero con el tratamiento adecuado podemos ver la acción cuadro por cuadro en acercamiento. –explicó Vincent.
Las imágenes empezaron a cruzar por la pantalla en algo semejante a un revista, los cortes de secuencia eran muy amplios.
- Mire esta parte, es divertida, ahí esta la camioneta van del reporte FR34567Y78 y justo frente a ella ¿puede distinguir a la chica?
- Casi no, esta muy oscuro… ¿es la gitana?
- Así es, supongo que les esta disparando con un arma por que ¿de que otra forma se detendría un vehículo así?, ¿puede ver el reflejo de la luz?, definitivamente estaba disparando. Aquí aparecen otros amigos y ¡¡zaazzzz!! Estoy seguro que eso no fue planeado.
- Con que así sucedió, es tal como lo reportaron los peritos… ¡son buenos!
- Sip, pero el reporte no es concluyente, ¿recuerda las balas y todo lo demás?, mire este momento, la gitana y otra chica como patos listos para el tiro al blanco. El siguiente cuadro es el más interesante de todos.
Con toda parsimonia Vincent congeló la siguiente escena de su exposición, se cruzo de brazos muy ufano mientras Troy casi metía la cabeza en la pantalla para tratar de distinguir lo que veía.
-… esa otra figura… sobre la camioneta… ¿Cómo sucedió?, no se distingue casi nada…
- Déjeme jugar con el momento, la imagen no puede mejorarse mucho pero también lo voy a hacer… mire ¿lo ve? … aquí la camioneta entera… aquí aplastada… entera… aplastada… ¿lo nota?... ¿Sabe la fuerza que se necesita para aplastar así un automóvil como ese?... esa silueta parece una persona de menuda estatura con un peso no mayor de cincuenta kilogramos, tal vez sesenta exagerando… ¿Cómo logro aplastar así ese vehículo?... otra pregunta ¿de donde salio?. No hay nada a su alrededor, nada cercano de donde pudiera haber saltado sobre el auto, nada excepto los edificios alrededor y eso hubiera implicado un salto de por lo menos treinta metros, una caída de esa altura si podría justificar el destrozo que logró, pero…
- ¿Pero quien puede caer treinta metros sobre algo, aplastarlo y ponerse de pie como si nada? Además de que hay al menos diez metros de distancia horizontal desde el edificio más cercano hasta el auto… una distancia imposible se salvar con un salto.
- Imposible para un ser humano –dijo Vincent- pero déjeme mostrarle la escena siguiente.
En el siguiente cuadro la luz de uno de los autos empezando a arder arrojaba más claridad sobre la figura posada sobre el toldo del auto aplastado.
- ¿Las puede distinguir?... Sé que es increíble pero aquí esta la evidencia…
- ¿Distinguir que? –preguntó Troy bastante intrigado.
- ¡Las alas! – Exclamó Vincent - ¡mire bien la silueta!, mire sobre su espalda… no es muy claro, la imagen es muy borrosa, apenas es un manchon pero están ahí… ¡tiene alas!
Troy volvió su atención a la imagen, aun que le zumbaba la cabeza examinó con cuidado lo que le señalaba el regordete dedo de Vincent.
- Por Dios… pude ser cualquier cosa, un abrigo roto, una chaqueta… no sé.
- Señor… esta silueta cayo del cielo, cayo con suficiente fuerza para aplastar un auto y no se rompió ni una pierna… ¿de donde salio?... ¿Ya olvido la declaración del pobre tipo que trajeron del centro?, justo del lugar donde estas chicas estaban… él lo vio todo, él lo dijo… “Un ángel oscuro”… puedo apostar que él vio a esta “persona” en vivo, la vio ahí haciendo lo mismo que hizo en esa calle en Francia, rescatando a estas chicas de en medio de un tiroteo… es una especie de ángel protector… un ángel oscuro.
Troy se acomodó inquieto en su asiento y mira de hito en hito al técnico.
- Vincent… ¿esta usted drogado?
La niebla…
Poco a poco como una segunda oscuridad la niebla fue inundando todos los rincones de los parajes y arboledas, cada vez más espesa y profunda. Era como si un océano etéreo se volcara sobre la propiedad de Leonard, como si un gigante arrojara una bocanada de humo sobre la casa y después otra y otra mas, ola tras ola la niebla alcanzo todos los rincones, como una mortaja empezó a penetrar por cada rincón abierto, por debajo de la puestas, por las ventanas que no alcanzaron a ser cerradas, por los hogares de las chimeneas que rara vez eran usadas.
Los hombres armados que custodiaban la propiedad aumentaron su número en esa singular noche, caminaban en grupos de tres sin separarse demasiado pues a unos cuantos pasos la visibilidad era totalmente nula.
Camila abrió una puerta que daba al exterior, a los jardines traseros, sintió a la niebla tan espesa y tangible, casi se sintió empujada cuando penetro por el hueco de la puerta, ni siquiera podía alcanzar a ver el inicio de los escalones que descendían al sendero de graba que la conduciría al portón y después al exterior de esta fortaleza. Pero a pesar de todo no había duda ni marcha atrás en su deseo de marcharse.
Sintió un escozor en los ojos, secos de lágrimas y que aún deseaban llorar más… no quedaba en ella más esperanza. Con menudos pasos e ignorando sus raquíticas ropas se interno en la noche, la niebla la devoro para no devolverla más.
Algo más había penetrado la casa junto con la niebla en ese instante. Protegida y oculta por la niebla y el sigilo natural de sus pasos, completamente invisible aun a los ojos entrenados de los hombres que vigilaban, Yulia entro a la fortaleza de Leonard. Un corazón latía en su interior y como un faro guiaba los pasos de un marino extraviado en el océano del tiempo, un marino cuyo cielo estaba despojado de estrellas y vientos que lo guiaran, pero que ahora tenía la esperanza de encontrar el camino de regreso a casa.
La pequeña habitación al final del pasillo fue alcanzada por la niebla, suavemente se filtro por debajo de la puerta y se escurrió por cada rincón hasta que la grácil figura de la chica postrada en una inmensa cama pareció flotar entre nubes.
Elena… sus ojos se abrieron lentamente, el mar esmeralda de sus ojos era más profundo que nunca, se adivinaba que su conciencia asomaba por ellos desde un distante abismo, como inmersa en un sueño.
Yulia… su rostro emergió de la niebla como si esta se solidificara para esculpir ese rostro de mármol y perfectas líneas donde las cicatrices y las heridas no habían dejado huella. El fuego ardiente de sus ojos eran dos luceros que bañaban de plata el rostro de la pelirroja.
Elena extendió débilmente su mano hacia ese rostro mágico, pero su mano tembló antes de tocarla, como si temiera que se desvaneciera en la niebla como un sueño, una ilusión.
- ¿eres tu?... ¿en verdad eres tu?... –preguntó Elena con su mirada. En sus ojos brillo el nacimiento de una lagrima.
Yulia cerró los ojos, ese monstruo que se agitaba en su interior era cruel, era impetuoso, era… distinto, confuso. ¿Es sólo hambre?... ¿es algo más?... Yulia duda… Entonces se da cuenta de que nunca antes ha dudado, no frente a una victima, sus instintos lo son todo, precisos y letales. Ella es la muerte… ¿Por qué duda ahora?... ¿En verdad lo que siente en su corazón es distinto?... ¿Qué es este nuevo dolor que la embarga y la encadena… que doblega incluso su hambre?. Nuevamente siente la necesidad de huir, escapar de aquello que no comprende… Pero tiene que saber, sus piernas descienden de la niebla y sus rodillas se posan a cada lado de la cadera de Elena, atrapándola entre ellas. Sus manos también parecen materializarse sobre el rostro su rostro. Elena cierra los ojos y deja escapar unas cuantas lagrimas cuando siente el frió tacto de esa caricia sobre su rostro, esas manos helas que envuelven sus mejillas con la misma suavidad que la brisa.
Yulia mira esas lagrimas correr por sus mejillas, un delicado diamante que atrapa en sus labios y se desliza por sus colmillos enviado una descarga eléctrica a todo su cuerpo… no es sangre y sin embargo… algo la esta penetrando, dulcemente, esta llegando a su corazón como la suave brisa de un perfume… sus manos descienden por el cuello níveo de Elena, siente bajo esa piel el torrente de vida que la inunda toda… su hambre enloquece pero la cadena que la contiene también parece hacerse más fuerte…
¿Ella puede transformarla?, ¿ella puede hacer el milagro?... Fe… ¿esta es un prueba de que su fe puede dar frutos?.
El hambre en la punta de sus dedos late… ¿o es el tacto de esa piel lo que produce esta sensación de calidez?, sus manos hambrientas de más de esa piel sonrosada y viva desnudan sus hombros suavemente, temerosamente… como si Elena fuera también una ilusión salida de la niebla y un movimiento apresurado pudiera disolverla… perderla. El aroma de ella golpea su rostro casi quemándola… Yulia desea más… necesita más… las garras brotan de sus dedos, su filo impecable apenas rozan el algodón de la tela que cubre el cuerpo de la pelirroja, su piel sonrosada y cubierta de pecas brota como un manantial de aromas y sabores que inundan los sentidos de Yulia. Sus manos vuelven a ser delicadas y etéreas… exploran sus hombros y se deslizan más abajo con movimientos temblorosos e inseguros que nada tienen que ver con su naturaleza. Sus labios recorren cada milímetro de ese rostro y devoran sus lágrimas con avidez.
Elena parece despertar de su sopor y sus manos al fin se atreven a tocar la frialdad de lapida de ese rostro perfecto, la atrae hacia si, siente la fuerza pétrea de una estatua de mármol doblegarse sin resistencia ante su toque y volverse maravillosamente flexible. Su lengua explora en el interior de esos labios que tiemblan en los suyos, sus manos se aventuran en el interior de los pliegues y jirones de los harapos con que apenas su ángel cubre la pureza de su cuerpo, se deslizan por la desnudes de esas piernas que la atrapan innecesariamente pero que disfruta sumisa la esclavitud impuesta… Sus lenguas se entrelazan dolorosamente en el tacto helado del beso de un ángel… los colmillos están ahí desafiantes… Elena no sabe que fuerza la impulsa a recorrerlos con audacia y dejarse herir por ese filo sin igual. La sangre pinta de carmesí la pasión de ese beso….
… Las velas, docenas de ellas, tal vez cientos, arden como una multitud de estrellas que las rodean y en silencio las contemplan. El cielo esta cubierto de estrellas y tímidamente se asoma por un ventanal abierto, en un viejo granero abandonado, el piso esta cubierto por la capa de lobos que Yulia cazo, y cubierto también por el millar de pétalos de flores que trajo de sus campos. Todo debería oler al perfume que se desprende de las flores o las velas de oriente, pero no, huele a ella… La mano izquierda de Nadya se desliza con pasión sobre la espalda de Yulia, bañada en el roció que brota de su piel, esa mano que la encadena y la oprime con fuerza, cada vez más como buscando fundirse con ella… Yulia la sostiene con mas fuerza hundiendo sus dedos entre los rizos ardientes y quemando en el fuego de sus jadeos, sus labios no encuentran colmo ni cansancio en el deleite de seguir la huella de los dioses grabada en su geografía, peca a peca su lengua reinicia el conteo de cada uno, uno y otra vez… las diestras, sus manos se entrelazan bajo el vientre, explorando con vigor y audacia sin perder un ápice de ternura ese rincón que sólo pertenece a cada una, con los meñiques unidos en caprichoso abrazo están consiguiendo al unísono el remonte de la cúspide del placer en cada penetración. Al fin la gloria las alcanza con la misma fuerza del trueno que amenaza con la tormenta…
Elena abre los ojos, el dolor ha desparecido de su vientre, de cada rincón de su cuerpo, ha sido sustituido por un hambre semejante a la que inunda ya también a su ángel. Las prendas han desaparecido por completo de ella y Yulia hace surgir sus garras para arrancarse de si lo poco que queda de sus harapos. La sangre nueva que corre por su venas es apenas un suspiro de vida… pero es la vida de ella… de Elena, toda su pasión, todo su calor la inunda junto con sus recuerdos, no aquellos doloroso y amargos que la convirtieron en algo indefinible… si no aquellos por los que aun vive…
¡¡Aun vive!! - se grita a ella misma mientras sus labios ya sin miedo recorren todo el cuerpo de la pelirroja quien ahora es ella la que la aprisiona entre sus piernas y sus brazos con caricias frenéticas que le brindan el calor que hace siglos no ha sentido… Las manos de Elena encuentran el camino entre sus piernas. Yulia reacciona por un recuerdo vuelto a la vida en ese mágico instante y su mano busca esa otra… sus meñiques se entrelazan una vez más y también encuentra la gloria que la pelirroja le brinda sin recato separando sus piernas mientras sus labios son ahora los que corren por el cuello de mármol y sus dientes los que juegan con esa piel de plata como si el papel de la bestia pudiera ser invertido… Yulia es la victima de un depredador superior a ella… su cuerpo invencible a las heridas, al paso del tiempo, a la corrupción de los siglos se estremece con el toque de este ángel radiante de sol… ella es su sol… Yulia levanta su rostro hacia el cielo y por primera vez en muchos siglos sabe que ha vuelto a ver la luz…
Sus colmillos brotan de sus labios, su pasión se desboca incontrolable a la par que la de Elena, y penetran profundamente en su garganta mientras la pelirroja se entrega en un orgasmo.
-… ¡este es el momento!… esta es nuestra cita…. ¡Adiós, Elena!... ¡adiós, niña vestida de sol!... Siempre te amare….
Continúa….
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo XVIII … Las amantes perdidas (Segunda parte)
…Aunque se hundan en el mar surgirán de nuevo,
estallarán al sol hasta que el sol estalle,
los amantes perdidos en el amor se reencuentran;
y la muerte sobre ellos no tendrá ningún dominio…
El adiós…
Comenzó con la niebla, una pesadez aniquilante, Alexa sintió un sueño imposible de vencer apoderándose de ella, de sus miembros. Su cabeza empezó a caer dolorosamente y sus parpados eran cada vez más pesados. Sentada en un sillón al lado de la cama donde Elena dormía, la gitana se sintió abatida por el cansancio.
Con un esfuerzo titánico estiro esas piernas que la hacían volar como el viento pero que ahora se tambaleaban. Se inclino sobre la pelirroja para verla dormir pacíficamente a causa de los analgésicos que le habían administrado. Su semblante era dulce y tranquilo, se estaba recuperando.
Había decidido pasar la noche en vela cuidando su sueño, pero… ¿hace cuanto que no dormía realmente?, estaba agotada, arrastrando los pies alcanzo a llegar al sofá ubicado un poco más allá, Elena estaba a la vista… se dejo caer pesadamente sobre él y dio un ultimo vistazo a la figura que se perdía entre las sabanas. Sus ojos se cerraron y el mundo dejo de existir para ella.
… sus ojos se abrieron con sorpresa, el cielo era de un azul opaco, oscuro, estaba semioculto por el follaje de árboles gigantescos. Alexa se incorporo reconociendo este bosque, esas veredas y esas flores que volteaban sus botones hacia ella como mirándola. La gitana sabía que estaba soñando, tuvo miedo al principio, pero se relajo, se asombro… no era un sueño borroso y opaco, su claridad le sorprendía, podía contar las hojas de cada arbusto, de cada árbol, en su detalle. Rió un poco para despejar su miedo, pero esa sensación de fatalidad no desaparecía…
Las flores cantaban otra vez, pero mas allá, entre los árboles parecía distinguirse un claro, un lugar donde el sol brillaba dominando las sombras. A pesar de que todos sus instintos le dictaban salir corriendo en sentido contrario, Alexa empezó a caminar hacia ese claro, esta vez esquivo las flores que la miraban con curiosidad. Al fin llego al borde de este claro y la luminosidad del sol era tan contrastante que la cegó en un primer momento. Fuera de ahí el bosque era tremendamente oscuro.
Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, lo que vio la dejo sin aliento.
Flores de múltiples colores y formas, como nunca antes había visto, como nunca habían existido, eran tan tupidas y frondosas que semejaban un arco iris haciendo de alfombra. Entre las flores se encontraba Elena, como una ninfa, desnuda, su piel brillaba calidamente bajo un único arco de luz que se filtraba entre las copas de los árboles, una única cascada de luz solo para ella, los pétalos de las flores se mezclaban con su cabello que parecía flotar en una brisa inexistente.
Casi era un cuadro hermoso, Elena lucia toda su belleza en armonía con el bizarro mundo que la rodeaba, era tan semejante a una divinidad evocada de tiempos antiguos… Casi… por que toda esa belleza se quebraba con la criatura que se encontraba postrada con ella, entrelazada en sus brazos como recibiendo un abrazo, caricias… un gigantesco lobo de pelambre tan oscuro y lustroso que parecía absorber la luz también lo bañaba. Un lobo de proporciones deformes y hocico monstruoso.
Elena lo abrazaba como abrigándose en su pelambre, como necesitando el calor que emanaba de ese cuerpo nudoso y contrahecho.
La bestia percibió su presencia y volvió su horrible cabeza hacia Alexa. La luz del sol no competía con el fuego azul de esos ojos hambrientos. Mostró sus colmillos retorcidos cuando Alexa entro al claro y con pasos firmes pero cautelosos se acerco a ellos.
-… Elena… -llamó la gitana, pero la pelirroja parecía estar en un trance acariciando la melena de la bestia. - … ¡¡Elena!! – insistió la gitana.
Ni siquiera alcanzo a ver como la bestia saltaba, fue tan rápida que cuando reacciono el monstruo ya estaba sobre ella. Sus patas delanteras inmovilizaban sus manos, el enorme pecho aplastaba el suyo contra el suelo y la monstruosa cabeza estaba a unos centímetros de la suya. Alexa jadeaba conteniéndose para no gritar de terror.
- … ella es mía… - gruño la bestia con una voz que parecía venir de tan lejos... de un lugar más allá de los bosques y del cielo, de un lugar mas allá del tiempo.
- ¿Elena? – un hilo de voz salió de los labios de la gitana.
Como única respuesta los níveos brazos de la pelirroja rodearon el cuello de la bestia, y la jalaron con suavidad, el monstruo respondió dócilmente a su llamado apartándose de encima de Alexa y liberándola.
Ambos comenzaron a alejarse rumbo a un oscuro sendero, la columna de sol parecía seguir a Elena del mismo modo que también parecía esquivar a la bestia.
- ¿¡Elena!? – llamó la gitana aun desde el suelo, sintiéndose derrotada.
Elena volvió su rostro hacia ella, sus esmeraldas ojos estaban nublados por las lagrimas, su pacifico gesto ahora estaba descompuesto en dolor. Sin separarse del monstruo extendió una mano hacia ella como queriendo tocarla a través de la distancia.
- Así debe ser… - le dijo con la mirada – compréndelo y déjame ir…
Los ojos de Elena se cerraron, sus lágrimas parecían estar suspendidas en el aire. Alexa gritó con una furia que no había conocido antes… saltó tras ellas, sin dudar, sin miedo… no importaba cuan grande y terrible fuera la bestia… nadie le arrebataría a Elena.
Una vez más cayo de cabeza al piso, que por suerte era de madera, una Alexa aturdida se puso de pie rápidamente, aun se escuchaba el eco de su grito resonando por los pasillos. Se sobo la cabeza mientras sorprendida miraba como la niebla había invadido la habitación. Ahí, exactamente como en su sueño, Elena parecía flotar placidamente entre la bruma, pero tremendamente más pálida… inmóvil… su pecho estaba totalmente quieto. Ni un hilo de aliento escapaba de sus labios.
Alexa tomó en su brazos a Elena y la oprimió contra su pecho temblando con el frió de su cuerpo.
Su llanto alcanzo a ese bosque de una tierra imposible.
Una taza de té.
Humeante, calido, delicioso. Su aroma penetraba con facilidad por sus fosas nasales y se extendía por su garganta con seductora calma. La taza toco sus labios y el calido líquido se esparció por su boca con la misma fresca fragancia. La rubia disfrutó cada sorbo de su taza de té.
* * *
Nuevamente en la oficina circular de algún edificio de gobierno en Moscú, la mesa de reuniones que semejaba en mucho a la mítica mesa redonda de Camelot, el presidente ruso arrojó con desgano un legajo de papeles al centro de la mesa. Ninguno de los reunidos, parpadeo siquiera, todos conocían el contenido de esos documentos, con excepción de uno.
- No lo comprendo… ¿Cómo una persona como Elena Kipper pudo llegar tan lejos?- Pregunto el presidente ruso
-… ¿Cómo permitimos que ella estuviera tan cerca de la bomba?
- No esperábamos que … que se revelara, ella era el agente perfecto, siempre obediente, leal…
- Obediente y leal… ¡por supuesto que era obediente y leal!... si sólo le ordenábamos matar sería siempre obediente y leal… y entonces alguien se le ocurrió ponerla tras una bomba nuclear ¿y esperaban que ella perdiera la oportunidad de hacer lo “suyo”?
- Ella era el haz bajo la manga de Kürten… casi me aventuraría a decir que ella fue su creación.
- ¿su creación?
- Alguna vez Peter Kürten dijo “si hubiera tenido una hija, seria Kipper”… Kürten nos asesoro para el entrenamiento de Kipper, era el único verdaderamente experto en el tema. Nuestros psiquiatras no sabían que hacer.
- Bien, Elena Kipper esta en disposición de recuperar la bomba y usarla en sus propios intereses… ¿Por qué nos preocupa más este asunto?, ¿en que cambia?... ¿Quién es Elena Kipper? –al fin pregunto alguien.
- La pregunta no es ¿Quién es Elena Kipper?, si no más bien ¿Qué es Elena Kipper?... Ella es un monstruo, en toda la extensión de la palabra… ella es… fue nuestra exterminadora más eficiente de las ultimas tres décadas…
* * *
Al fin el teléfono móvil de Kipper empezó a vibrar justo cuando temía que su taza de té se acabaría antes de recibir esa llamada. No tendría tiempo para otra taza… y nunca existían dos tazas iguales, aun que vinieran de la misma jarra, de las misma yerbas, es el momento, la temperatura exacta, el escenario exacto para disfrutar una única taza de té.
- ¿Así que encontraste el auto antes de que yo te avisara que lo habíamos perdido?- la voz de Kürten sonaba al otro lado de la línea.
- Nunca lo perdiste, si la señal de radio desaparece ¿Dónde más podrían haberlo metido?. Sólo Leonard tiene la tecnología para bloquear esa señal de radio.
- No me gusta que Leonard tenga el auto, seguramente no sabe lo que tiene entre manos pero no tardara en averiguarlo… tendrás que recuperarlo, las cosas están saliendo mejor de lo que esperaba, la plaga que azoto a Paris mejoro mucho el escenario, la cumbre económica de Roma se ha adelantado. Tendrás que llevar personalmente el auto a Roma.
- No hay problema… quería visitar otra vez la Plaza de San Pedro.
* * *
- ¿Tres décadas?... pero si es muy joven.
- Kipper empezó a trabajar a muy temprana edad… su primer trabajo para nosotros lo hizo a los nueve años, y fue muy eficiente. Creímos que sería un “elemento” desechable, pero no fue así. Sabíamos lo que ella era cuando la encontramos, debimos haberla eliminado después de su primer misión. Pero Kürten no sugirió que no lo hiciéramos… que la entrenáramos ¿Cuándo volveríamos a encontrar un asesino así de perfecto?, ¿Quién espera la muerte de manos de una niña de nueve años?... hizo algunos trabajos más y sobrevivió, la maldita sobrevivió a misiones casi imposibles para veteranos. Así se gano su apodo y nombre clave… “El ángel de la muerte”.
- Debimos eliminarla cuando podíamos controlarla… lo más conveniente después fue enviarla lejos, a misiones mas difíciles. Y la maldita siempre volvía, siempre cumplía…
- Enferma mental… psicópata pura… no hay definición para ella, alguna vez cuando era una niña sólo teníamos una forma de describirla… Elena Kipper es un asesino serial.
Algo daño su mente cuando era una niña, es de esa clase de monstruos que convive con tus hijos, crece en tu vecindario y de pronto una mañana alguien encuentra una docena de cadáveres en su sótano. Nosotros la detectamos y la retiramos de la sociedad mientras todavía no era una amenaza… pero en vez de eliminarla, la entrenamos, la capacitamos, le enseñamos a hacer de forma profesional aquello que se le daba por instinto… y lo que obtuvimos fue la mejor exterminadora de la KGB.
- A ella lo único que realmente le da placer es matar… no lo hace por el dinero, por la patria, por nada, ella mata por puro placer personal… y ahora tiene en sus manos un arma nuclear… ¿se imaginan lo que su retorcida mente esta planeando?
- Por fortuna la hemos ubicado, esta en un poblado cerca de Florencia en Italia. Un comando de elite se encargara de eliminarla.
- ¿Estamos seguros de ello? –pregunto el presidente.
- En un par de minutos me confirmaran el éxito de la misión.
Casi como si hubiera sido una invocación una secretaria con atuendo militar femenino penetro a la sala llevando una charola con una tarjeta sobre ella, cual si fuera una copa se la ofreció al hombre que hablaba.
- ¿y bien? – preguntó el presidente.
El hombre no contesto.
* * *
- ¿tuviste problemas? –preguntó Kürten.
- Ninguno, un poco de diversión. Es un hecho que mis “patrones” se han enojado conmigo, ¡fuera mascaras!
Ahora podremos actuar con libertad.
- Se que te encantara escuchar esto: Mata a todo aquel que se interponga, recupera el auto y llevalo a Roma.
Elena Kipper cortó la llamada y vació de un trago la taza de té.
- Al fin, niñas, es hora de acabar con su estupida luna de miel
Con elegante paso salio del restaurante donde disfrutaba su taza de té, pasó por encima de una docena de cadáveres uniformados de negro. Cuando salio a la calle apenas se escuchaba a lo lejos el aullido de una sirena policíaca.
Noche sin luna…
El cielo empieza a despejarse, la niebla se adelgaza cada vez más ahora que el canto que la invoco a cesado y las estrellas silentes se asoman sobre la bóveda infinita. Pero no hay luna en esta noche… la misma luna se avergüenza de lo que Yulia ha hecho y no esta ahí para reconfortarla.
Yulia esta postrada de rodillas en medio de un solar, sólo el sonido cantarín de una fuente rompe el silencio pues los insectos y las aves se han callado en su presencia o simplemente han huido de su repulsiva sobre naturaleza. La niña de piel de luna no se atreve a levantar rostro aun sabiendo que la luna no esta ahí para juzgarla.
Aquello que late en su pecho como la imitación de un corazón, late con un dolor que nada tiene que ver con su hambre… El monstruo de su hambre se ha silenciado por un instante… un trágico y efímero instante… y ya lo siente volver…
Abre los ojos y se da cuenta de que no esta sola…hay alguien frente a ella, una pequeña niña que la mira con sus enormes ojos llenos de sorpresa y curiosidad que rayan en un gesto que en otra época hubiera sido cómico… Yulia la mira por un instante… nada ni nadie puede acercarse tanto a ella, tal vez excepto esta niña... Ella sabe el nombre de esta niña…
- Marina… - le murmulla tan quedamente que parecería que sólo podría escucharla el viento.
La niña la mira fijamente, Yulia se mira tan pequeña y tan frágil como un sueño, delicada y transparente como la tela de una araña. Su rostro impasible, parece ser una mascara de mármol cincelada por una divinidad griega ya extinta. Toda ella es la imagen de la soledad misma, del dolor mismo. Un ser divino que ha perdido la gracia del cielo. Un ángel de alas destrozadas incapaz de emprender el vuelo que lo lleve a casa.
Marina se acerca a ella conmovida por esa amargura que brilla aún más que su propia piel. No se intimida ante el fuego azul en el cual no puede reflejarse, sólo Dios sabe que ha visto cosas más increíbles…
- ¿Eres un ángel? –pregunta al fin con inocencia la niña.
Yulia la observa detenidamente, después vuelve su rostro hacia la nada, hay algo en esa mirada que la confunde, tal vez ve en ella el fuego de la esperanza que no puede brindarle. Marina extiende su mano sin miedo hacia ella y toca esa mejilla fría y pétrea.
-¡Estas llorando!
Yulia aparta con suavidad esa pequeña mano.
- No… no me quedan lágrimas… -le responde a Marina- … y tampoco soy un ángel… soy Nichya… soy nadie…
- ¡Pero si eres un ángel! –Exclama con una gran sonrisa en su rostro la pequeña Marina- … mira, puedo ver tus alas…
Algo en el corazón de Yulia palpito de una forma diferente, una sonrisa se dibujo en su rostro y con gran pesar sabía que no era una imitación o un recuerdo… era una sonrisa real, un destello de la vida de Elena que aún palpitaba en su interior.
- No puedo ser un ángel… he hecho cosas terribles…
* * *
… Sus colmillos penetraron la suavidad de esa garganta, la pasión incontenible arrebató por completo su voluntad, el corazón palpitante de Elena se fundió en latidos con el suyo mientras la espalda de ella se arqueaba en la entrega de un delicioso orgasmo que escapaba por sus labios en un jadeo que no se acababa de convertir en su nombre… sus manos aprisionaban ese cuerpo delicado y vivo con la misma pasión con que Elena se entregaba… y no la soltaría, no la dejaría huir… sus garras surgieron rasgando la noche y clavándose en tan delicada piel… Elena no escaparía de su pasión asesina…
* * *
- ¿Por eso lloras? – Marina se pone de pie, apenas es más alta que Yulia arrodillada, sin pensarlo sus pequeños brazos abrigan a la hija de la luna, el rostro de Yulia rostro es oprimido contra ese diminuto pecho y sus pequeñas manos acarician su cabello que juguetón se enrosca entre sus diminutos dedos.
- ¡no llores!... eres un ángel, tu no debes llorar…
Yulia tiembla dejándose atrapar por ese inocente abrazo, sus propios brazos rodean a la niña y se encadena a ella mientras verdaderamente siente sus lagrimas fluir… aun que sabe que no es cierto, es tan solo otra ilusión… otra ilusión como la que la llevo hasta Elena.
-… creí que podía amarla… -empezó a llorar en verdad-… creí que podía sentir otra vez… Pero no…yo tan sólo quería matarla… tan sólo quería beber su alma... quería llenar este vació que me duele tanto…
- Shhhh… shhhhh – le susurró Marina al oído mientras besaba su frente como a una niña pequeña.
- No soy un ángel… no soy nada… No queda nada de mí… ni siquiera mi nombre.
- Tu nombre es Yulia… y eres un ángel… eres su ángel… y ella te ama.
* * *
Yulia sentía su corazón llenarse de ese calor tan dulce, mientras el de Elena era oprimido cada vez más por el puño helado que le exprimía… le vaciaba.
-… Yulia… - susurró con un hilo de voz la pelirroja. Sus ojos como esmeraldas se entreabrieron, rebosantes de dicha… sus ojos sonreían mientras la miraba beber su vida… Yulia sintió esa mirada acariciar su rostro, sintió esa mano sobre su mejilla… el beso carmesí se congelo en sus labios… sus colmillos se retiraron dejando diminutas heridas tan delicadas que apenas se notaban.
El corazón de Yulia latía con vida verdadera, su piel estaba calida y sonrosada, el viento se deslizaba sobre su espalda… estaba viva, por un leve e ínfimo instante estaba viva… el hambre se había extinguido. Yulia era ahora sólo una mujer que sostenía en brazos el agonizante cuerpo de su amada…
Los rizos de Elena se habían esfumando dejando en su lugar una cabellera larga y sedosa que como una cascada sin fin se perdía en la niebla. Su rostro reflejaba un amor que no se había diluido con el paso de los siglos…
-… ¿Nadya?… - susurro aún incrédula.
-… Yulia… - le respondió con una sonrisa y sus brazos volvieron a encadenar su cintura, la atrajo hacia si y sus labios se fundieron nuevamente… fue un beso largo, tierno e intenso a la vez, un beso que había tardado seiscientos años en madurar y ahora explotaba como una lluvia de estrellas.
El corazón de Elena palpitaba débilmente, Yulia podía sentirlo en su pecho, a través de su piel desnuda y viva… una vida que cobraba a costa de la de la ella… Su rostro dibujo un gesto de dolor al darse cuenta de que Elena se moría.
-… esta bien… -le dijo la pelirroja tomando su rostro entre sus manos-… todo esta bien… ¡me encontraste!, ¡al fin me encontraste!... sólo vuelve… Yulia…vuelve a mí…
- No voy a perderte… no otra vez… -lloró el ángel oscuro mientras sentía como la niña de los cabellos de oro se desvanecía en sus brazos, sin fuerzas, sin aliento… casi sin vida.
Al mismo tiempo sintió como la vida se esfumaba de su cuerpo, la calidez desaparecía, su piel se enfriaba y perdía el tono sonrosado para volver a ser una fría estatua de mármol… sus pasiones, sus memorias, su amor… todo parecía irse por un vórtice, escapar de entre sus dedos como si fueran lagrimas.
… su corazón volvió a latir en su pecho, pero totalmente vació de todos aquellos sentimientos que la empujaron desde las mas profundas tinieblas, esas pasiones que le dieron la fuerza para volver de entre los muertos se habían acabado como se acaba la leña en el fuego de una hoguera, lo que quedaba en su corazón era un vació inmenso, doloroso, cada latido es un latigazo de dolor que se extiende por todo su ser, por todo su cuerpo renovado.
La primera ve que la hija de la luna abrió los ojos a la noche, su nuevo mundo, descubrió la ausencia de todo… se encontró extraviada, sola, perdida y ajena, todas las cosas de este mundo ya no le pertenecían… Ella… Nadya Elena… aquella a quien juro siempre proteger, siempre estar a su lado… ella por quien volvió… Ella ya no estaba.
El dolor de la soledad en su corazón crecía con cada latido, cada vez más fuerte, cada vez más insoportable… una terrible sensación de vació que tenia que ser llenado, una terrible y dolorosa hambre que debía ser saciada… Dolía tanto que Yulia se arrancaría el corazón con sus propias manos… por que Ella ya no estaba.
- No te mueras… -suplicó alejándose del lecho donde Elena agonizaba.
Cruzo sus brazos sobre su pecho, como protegiéndose de un frió que ya no sentía… Aun que todo su ser le urgía por tomar a Elena entre sus brazos, abrigarla y protegerla… sabía que no podía hacerlo, en sus brazos no había protección, no había calor, sólo había muerte… y se alejaba de ella como si intentara alejar a la torva sombra que representaba.
- No te mueras… ¡por favor!... volveré cuando caiga la noche… tu y yo… volveremos a estar juntas otra vez… volveremos a caminar por los senderos de nuestro bosque… volveremos ha…
Yulia contemplo la mano que involuntariamente se extendió hacia Elena, un brazo pálido y carente de vida… una mano sin delicadeza ni sentidos… Muerta. ¿Con esa mano acariciaría esos cabellos otra vez?, ¿con esa mano la conduciría por los campos de flores?...
Los primeros recuerdos de su existencia en al noche estaban vivos en su corazón, en este instante… vio sus manos, etéreas, inmaculadas, inmortales… monstruosas garras disfrazadas de delicadas manos de mujer… la imagen de su propio corazón palpitando en sus manos mientras su sangre manchaba de muerte a la noche…
-… una justificación para lo que hiciste… una redención para tu pecado.
Con la fluidez del viento encontró camino a la noche a través de una ventana levemente abierta.
* * *
- ¿Cómo podría ella amarme?... después de lo que hice… Ella es mi vida… la deseo tanto, quiero tomarla para mi… pero no así… no quiero su vida en mi corazón… quiero su corazón junto al mío. No quiero robar su existencia, quiero existir junto a ella… No quiero beber su alma, quiero fundir la mía con la de ella… ¡quiero mi alma!, ¡quiero recuperar mi alma!... volver a ser tan solo Yulia Volkova… un día de sol, un día en que mis manos se encuentren con las manos de ella, en que su sonrisa vuelva a iluminar el mundo, un día en que ella y yo volvamos a estar juntas… toda la eternidad no vale como un día junto a ella.
- ¿Qué te detiene?, si ella es tu sol ¿que importa que sea de noche cuando vuelvas a ella?....
- ¿No lo viste hace un momento?... este corazón ya no puede sentir amor, este corazón ya no puede sentir nada… sólo hambre, sólo dolor… este corazón no desea amarla, ¡desea matarla!... Tengo miedo Marina…
Yulia se puso de pie con un movimiento imposible de seguir, todos sus sentidos se clavaron en lo profundo de las arboledas. Escuchando, olfateando, palpando la noche.
Había alguien ahí… podía escuchar el latido de ese corazón, percibía el aroma de su sangre. El hambre victoriosa renació salvaje en su pecho.
Camila… la niña de nadie.
No era la primera vez que recorría ese sendero, casi de memoria conocía la graba bajo sus pies, a veces los hombres de Leonard organizaban pequeñas fiestas en la propiedad cuando su amo estaba ausente, hubo una época en que ella fue de la chicas favoritas de esa jauría, pero esa época ya había pasado. Sin embargo aun conservaba suficientes amigos ahí como para no tener problema en salir de la fortaleza. Después de todo solo era una prostituta no solicitada.
- … prostituta… -murmuro dolorosamente-… drogadicta…
Detuvo sus pasos y giro en redondo, recogió una piedra del piso y la lanzo en dirección de donde venia, donde debería estar la casa. La piedra se perdió en la niebla, no hubo sonido de su caída. Camila limpio sus lagrimas extrañada, su ira se veía opacada por el miedo, repentinamente se dio cuenta que no podía reconocer donde se encontraba, ¿había caminado por minutos o por horas?… ¿en que dirección?. Estaba desorientada… y la maldita piedra no se escucho caer.
Una voz la llamo de entre la niebla, una voz suave y reconfortante.
- ¿Mamá? –pregunto la pequeña gitana. Después soltó una risa nerviosa, una voz en su interior le recordaba que se madre hace mucho que ha muerto.
Esa voz no podía ser de ella, no importa cuanto se pareciera, cuanto la extrañara. Esa misma voz le exigió correr cuando una figura empezó a distinguirse como solidificándose en la niebla, como avanzando hacia ella sin dar un solo paso, sin producir el mas mínimo sonido. Excepto esa voz que la llamaba.
Corrió tropezando con los arbustos y los árboles que parecían salir a su paso. Tropezó y por un instante se sintió flotando entre nubes, pero no cayó al suelo, unos brazos la recibieron.
- No tengas miedo –le dijo esa voz que ahora tenia rostro. Esos brazos parecían abrazarla de forma protectora y tierna, amable… pero eran férreos, Camila estaba prisionera de un abrazo irrompible. Sus manos empujaron con fuerza y desesperación esos hombros, fríos y duros, sin efecto, era como estar en los brazos de una estatua de Mármol.
- … déjeme ir... –Suplico Camila-… ¡por la virgen santa… déjeme ir! –lloró.
Yulia sonrió dulcemente, sin esfuerzo apretó aún mas a la niña en sus brazos, acuno esa cabeza en su hombro y le hablo al oído.
- Vine a liberarte… vengo a llevarte a un lugar maravilloso, mas allá del dolor y del miedo… mas allá de la soledad… ¿no quieres venir conmigo?
La presión se aflojo un poco, lo suficiente para que Camila tuviera espacio para separarse y mirar a los ojos de Yulia, el fuego azul brillaba intensamente.
- ¿de verdad?... ¿de verdad puedes liberarme de este dolor…de esta maldita soledad?.
Yulia robó un fugas besos de sus labios, acarició suavemente sus revueltos cabellos y asintió. Se acerco a su oído como para susurrarle un secreto, Camila le permitió la intima cercanía… apenas fue conciente del momento en que esos colmillos penetraron en ella.
* * *
Leonard peino con dulzura los rizos rebeldes que cubrían el rostro de Elena, su mano manchada por la edad pero aun con el firme pulso del cirujano y la calidez de un padre acariciaron ese rostro salpicado de pecas que empezaba a recobrar color y temperatura.
- Esta mejor… mucho mejor. –suspiró aliviado.
Alexa hundió su rostro entre las manos y sus negros rizos lo cubrieron. Si le quedaran más lagrimas habría llorado pero… solo una sed atroz le llamo la atención en su garganta.
- Perdió mucho sangre – dijo Leonard rascándose la cabeza- … pero no tengo idea como… no estaba así cuando la cure en la mañana, no entiendo… no entiendo…
Alexa lo miraba sin pronunciar palabra, extrañamente para Leonard no había reproche en su mirada, había algo en esos oscuros ojos, un secreto que dudaba en compartir.
- ¡Y esta niebla!... ¿de donde salio esta maldita niebla?... – Leonard clavo su mirada en los ojos de la gitana nuevamente. Leyó algo en ellos que esperaba y que sin embargo le sorprendió. Con un par de pasos se encaminó hacia la salida de la habitación, en el camino poso una mano sobre el hombro de Alexa, como un gesto de mutuo entendimiento.
-… se pondrá bien, por hoy… le estoy dando en el suero un “Cóctel de combate”, una solución salina para compensar la deshidratación y mezcla bomba de vitaminas, estimulantes y antibióticos. Lo inventamos durante la guerra, para literalmente “revivir” a soldados heridos… le dolerá como el diablo pero la pondrá de pie en un parpadeo. Eso quiere decir que se quejara en cuanto tenga más fuerzas, no debes preocuparte por ello.
Alexa asintió sin que ninguna palabra alcanzara a salir de sus labios, solo con una leve caricia sobre la mano del anciano le mostró su gratitud.
Leonard cerró tras de si al salir, un par de hombres fuertemente armados lo aguardaban en el pasillo, la niebla dentro de la casa era muy tenue y transparente, se había adelgazado mucho. Caminó con vigorosos pasos hasta la puerta principal y esta fue abierta por otro hombre que vigilaba. Afuera la niebla todavía parecía un sudario blanco que todo envolvía.
El anciano caballero miro con serenidad de izquierda a derecha, su dominio, su pequeño reino. Frunció el seño al saberlo profanado, invadido por un invitado no deseado. Los ojos de la gitana le habían confirmado lo que en su mente daba vueltas. Una teoría imposible que sólo un hombre como él, que lo ha visto todo, podría comprender.
- Nosferatu… -murmuro quedamente.
* * *
Camila abrió los ojos pesadamente… todo parecía darle vueltas como si estuviera en medio de un terremoto de proporciones cósmicas… pero no era así, entre sus dientes oprimía la cinta de goma con la que hacia presión sobre su brazo, la jeringuilla que colgaba de su piel tachonada de punciones estaba vacía. Soltó el cordón y sintió la sangre correr presurosa y quemante por su brazo hasta alcanzar su corazón, todo estaría bien ahora, el mareo, las nauseas… todo se compondría ahora… esa calidez y paz era tan similar a las caricias de Alexa, a su abrazo amoroso, el sonido cacofónico se convertía en el dulce canto de su Alexa… esto era casi como si ella estuviera ahí… su mano se deslizo con la esperanza de encontrarse con ella.
Encontró el brazo musculoso y marcado de hombre de color que dormía totalmente drogado junto a ella, miro a su alrededor ahora el que temblor había pasado y tenia cierta claridad en su visión, hombres y mujeres a su alrededor enfrascados en una sucia orgía de sexo y drogas. Ahí no estaba Alexa, nunca estaría Alexa…
Las nauseas y el horror volvieron junto con la soledad, las drogas ya no eran suficientes para contener ese dolor. Su existencia iba cuesta debajo de forma descontrolada y sin freno… ¿cuan bajo le faltaba por caer?, ¿Cuándo tendría fin todo esto?...
-… ahora mismo... –le dijo esa voz.
Yulia estaba de pie frente a ella, lucia tan hermosa y tan pura, desnuda como un ángel su piel brillaba como la luz de la luna en esa oscuridad. Sus ojos ardían en un fuego azul como los faros en medio del mar. Sus manos se extendían hacia ella, sus manos flotaban en el aire, expectantes. Su sonrisa no podía ser más dulce.
- ¿tu eres la muerte?
Yulia asintió.
- Yo soy el fin del camino… el fin de tu soledad, de tu dolor… donde te llevare no hay nada de esto… no hay nada.
Camila empezó a llorar mientras extendía sus manos hacia ese ángel oscuro de misteriosas promesas.
- ¡No quiero morir! –lloró y grito desde lo más profundo de su corazón. Pero se abandono a ese abrazo que la fundía con la luna.
-… no… quiero… morir… -murmuro por ultima vez mientras su cuerpo se desmoronaba como un títere al que han cortado sus hilos.
Yulia sostuvo el cuerpo con delicadeza hasta posarlo en el suelo. Peino sus cabellos y beso sus labios por última vez. Estaban de vuelta en los jardines de Leonard, la niebla casi se había desvanecido por completo y un tenue brillo dorado se dejaba entrever tras las montañas.
- ¿Aun piensas que soy un ángel?
Marina salió de tras los arbustos. La miró con un gesto indefinible, piadoso. Se acercó a Yulia y le mostró la palma de su mano.
- Aquí tengo tus lágrimas… y todavía puedo ver tus alas… Todavía veo que lloras.
Yulia contemplo las diminutas gotas de roció que parecían brillar en esa manita con la luz de las estrellas en su interior. Involuntariamente se llevo la mano a su rostro y comprobó que ahí no había nada, en seis siglos una sola lágrima ha brotado de sus ojos muertos.
Dirigió su mirada hacia el cadáver de Camila, en su rostro todavía brillaban sus lágrimas.
- ¿puedes perdonarme por lo que he hecho?... ¿podrá perdonarme ella?
- Eres un ángel… sólo tu puedes perdonarte a ti misma.
- ¿Por qué me estas siguiendo?... ¿Quieres que haga algo por ti?...
Los ojos de Marina se iluminaron nuevamente, una sonrisa lleno su rostro. Extendió su manita hacia Yulia.
- ¿Puedes llevarme con Mamá?
- No… no sé como…
- ¿Uuuhh? – sólo eso salio de los labios de Marina cuando la esperanza de su rostro desapareció. Su manita se quedo en el aire.
- Tu madre… esta muerta, lo sabes… no puedo llevarte allá, no a ti.
- ¿¡Por que!?... ¿¡por que!?- lloró la niña.
- Si pudiera… yo misma me habría marchado hace mucho tiempo…
Marina se sentó en el piso de graba y limpio sus lagrimas con la resignación de quien ya conoce muchos desaires.
- Eres un ángel, tú puedes hacer lo que quieras… -le reprochó.
Yulia le dirigió una última mirada antes de encaminarse a las sombras.
- … Si ella te lo pidiera ¿lo harías? –pregunto Marina.
Yulia volvió sobre sus pasos con la velocidad del viento, algo muy semejante a la ira había en su pecho… pero la niña ya no estaba. La bruma, lo último que quedaba de la niebla se esfumaba perezosamente, la claridad del amanecer ya bordeaba por el horizonte.
- ¿si ella me lo pidiera?... –se preguntó Yulia.
Cerró los ojos como para concentrarse y escuchó con toda claridad el corazón de Elena latiendo en la distancia, débilmente todavía pero con fuerza renovada… sonrió, ella sobreviviría hasta su regreso…
-…sólo vuelve… Yulia…vuelve a mí…
Yulia abrió los ojos y encaro el borde del mundo donde amenazaba con nacer el sol. Se miro las manos y entonces el fuego azul de sus ojos brillo con una claridad renovada. Sonreír, llorar, sufrir, sentir piedad o ira… una gama de sentimientos humanos de los que hacia poco estaba totalmente desprovista… recuerdos de emociones que alguna vez tuvo, ya no son meros recueros, todos están volviendo a ella… sus lagrimas pueden ser reales, su dolor puede ser más que hambre… y tiene miedo… nunca antes había tenido miedo…
-… viva… -murmuró deleitándose con es palabra-… lo entiendo, ahora comprendo la magia de la sangre de Elena… mi Elena… mi Nadya… al fin lo comprendo.
Levanto los brazos al cielo y por primera vez le sonrió al amanecer y el hambre que se agitaba en su pecho se convirtió en alegría… en desafió.
- Volveré… volveré a ti mi amada Nadya Elena, volveré pero no como un fantasma, como la sombra que soy… volveré como fui antes, volveremos a ser como fuimos antes… por ti. Por que tu me lo pediste, volveré a vivir Elena… verdaderamente volveré a la vida…
Continúa…
…Aunque se hundan en el mar surgirán de nuevo,
estallarán al sol hasta que el sol estalle,
los amantes perdidos en el amor se reencuentran;
y la muerte sobre ellos no tendrá ningún dominio…
El adiós…
Comenzó con la niebla, una pesadez aniquilante, Alexa sintió un sueño imposible de vencer apoderándose de ella, de sus miembros. Su cabeza empezó a caer dolorosamente y sus parpados eran cada vez más pesados. Sentada en un sillón al lado de la cama donde Elena dormía, la gitana se sintió abatida por el cansancio.
Con un esfuerzo titánico estiro esas piernas que la hacían volar como el viento pero que ahora se tambaleaban. Se inclino sobre la pelirroja para verla dormir pacíficamente a causa de los analgésicos que le habían administrado. Su semblante era dulce y tranquilo, se estaba recuperando.
Había decidido pasar la noche en vela cuidando su sueño, pero… ¿hace cuanto que no dormía realmente?, estaba agotada, arrastrando los pies alcanzo a llegar al sofá ubicado un poco más allá, Elena estaba a la vista… se dejo caer pesadamente sobre él y dio un ultimo vistazo a la figura que se perdía entre las sabanas. Sus ojos se cerraron y el mundo dejo de existir para ella.
… sus ojos se abrieron con sorpresa, el cielo era de un azul opaco, oscuro, estaba semioculto por el follaje de árboles gigantescos. Alexa se incorporo reconociendo este bosque, esas veredas y esas flores que volteaban sus botones hacia ella como mirándola. La gitana sabía que estaba soñando, tuvo miedo al principio, pero se relajo, se asombro… no era un sueño borroso y opaco, su claridad le sorprendía, podía contar las hojas de cada arbusto, de cada árbol, en su detalle. Rió un poco para despejar su miedo, pero esa sensación de fatalidad no desaparecía…
Las flores cantaban otra vez, pero mas allá, entre los árboles parecía distinguirse un claro, un lugar donde el sol brillaba dominando las sombras. A pesar de que todos sus instintos le dictaban salir corriendo en sentido contrario, Alexa empezó a caminar hacia ese claro, esta vez esquivo las flores que la miraban con curiosidad. Al fin llego al borde de este claro y la luminosidad del sol era tan contrastante que la cegó en un primer momento. Fuera de ahí el bosque era tremendamente oscuro.
Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz, lo que vio la dejo sin aliento.
Flores de múltiples colores y formas, como nunca antes había visto, como nunca habían existido, eran tan tupidas y frondosas que semejaban un arco iris haciendo de alfombra. Entre las flores se encontraba Elena, como una ninfa, desnuda, su piel brillaba calidamente bajo un único arco de luz que se filtraba entre las copas de los árboles, una única cascada de luz solo para ella, los pétalos de las flores se mezclaban con su cabello que parecía flotar en una brisa inexistente.
Casi era un cuadro hermoso, Elena lucia toda su belleza en armonía con el bizarro mundo que la rodeaba, era tan semejante a una divinidad evocada de tiempos antiguos… Casi… por que toda esa belleza se quebraba con la criatura que se encontraba postrada con ella, entrelazada en sus brazos como recibiendo un abrazo, caricias… un gigantesco lobo de pelambre tan oscuro y lustroso que parecía absorber la luz también lo bañaba. Un lobo de proporciones deformes y hocico monstruoso.
Elena lo abrazaba como abrigándose en su pelambre, como necesitando el calor que emanaba de ese cuerpo nudoso y contrahecho.
La bestia percibió su presencia y volvió su horrible cabeza hacia Alexa. La luz del sol no competía con el fuego azul de esos ojos hambrientos. Mostró sus colmillos retorcidos cuando Alexa entro al claro y con pasos firmes pero cautelosos se acerco a ellos.
-… Elena… -llamó la gitana, pero la pelirroja parecía estar en un trance acariciando la melena de la bestia. - … ¡¡Elena!! – insistió la gitana.
Ni siquiera alcanzo a ver como la bestia saltaba, fue tan rápida que cuando reacciono el monstruo ya estaba sobre ella. Sus patas delanteras inmovilizaban sus manos, el enorme pecho aplastaba el suyo contra el suelo y la monstruosa cabeza estaba a unos centímetros de la suya. Alexa jadeaba conteniéndose para no gritar de terror.
- … ella es mía… - gruño la bestia con una voz que parecía venir de tan lejos... de un lugar más allá de los bosques y del cielo, de un lugar mas allá del tiempo.
- ¿Elena? – un hilo de voz salió de los labios de la gitana.
Como única respuesta los níveos brazos de la pelirroja rodearon el cuello de la bestia, y la jalaron con suavidad, el monstruo respondió dócilmente a su llamado apartándose de encima de Alexa y liberándola.
Ambos comenzaron a alejarse rumbo a un oscuro sendero, la columna de sol parecía seguir a Elena del mismo modo que también parecía esquivar a la bestia.
- ¿¡Elena!? – llamó la gitana aun desde el suelo, sintiéndose derrotada.
Elena volvió su rostro hacia ella, sus esmeraldas ojos estaban nublados por las lagrimas, su pacifico gesto ahora estaba descompuesto en dolor. Sin separarse del monstruo extendió una mano hacia ella como queriendo tocarla a través de la distancia.
- Así debe ser… - le dijo con la mirada – compréndelo y déjame ir…
Los ojos de Elena se cerraron, sus lágrimas parecían estar suspendidas en el aire. Alexa gritó con una furia que no había conocido antes… saltó tras ellas, sin dudar, sin miedo… no importaba cuan grande y terrible fuera la bestia… nadie le arrebataría a Elena.
Una vez más cayo de cabeza al piso, que por suerte era de madera, una Alexa aturdida se puso de pie rápidamente, aun se escuchaba el eco de su grito resonando por los pasillos. Se sobo la cabeza mientras sorprendida miraba como la niebla había invadido la habitación. Ahí, exactamente como en su sueño, Elena parecía flotar placidamente entre la bruma, pero tremendamente más pálida… inmóvil… su pecho estaba totalmente quieto. Ni un hilo de aliento escapaba de sus labios.
Alexa tomó en su brazos a Elena y la oprimió contra su pecho temblando con el frió de su cuerpo.
Su llanto alcanzo a ese bosque de una tierra imposible.
Una taza de té.
Humeante, calido, delicioso. Su aroma penetraba con facilidad por sus fosas nasales y se extendía por su garganta con seductora calma. La taza toco sus labios y el calido líquido se esparció por su boca con la misma fresca fragancia. La rubia disfrutó cada sorbo de su taza de té.
* * *
Nuevamente en la oficina circular de algún edificio de gobierno en Moscú, la mesa de reuniones que semejaba en mucho a la mítica mesa redonda de Camelot, el presidente ruso arrojó con desgano un legajo de papeles al centro de la mesa. Ninguno de los reunidos, parpadeo siquiera, todos conocían el contenido de esos documentos, con excepción de uno.
- No lo comprendo… ¿Cómo una persona como Elena Kipper pudo llegar tan lejos?- Pregunto el presidente ruso
-… ¿Cómo permitimos que ella estuviera tan cerca de la bomba?
- No esperábamos que … que se revelara, ella era el agente perfecto, siempre obediente, leal…
- Obediente y leal… ¡por supuesto que era obediente y leal!... si sólo le ordenábamos matar sería siempre obediente y leal… y entonces alguien se le ocurrió ponerla tras una bomba nuclear ¿y esperaban que ella perdiera la oportunidad de hacer lo “suyo”?
- Ella era el haz bajo la manga de Kürten… casi me aventuraría a decir que ella fue su creación.
- ¿su creación?
- Alguna vez Peter Kürten dijo “si hubiera tenido una hija, seria Kipper”… Kürten nos asesoro para el entrenamiento de Kipper, era el único verdaderamente experto en el tema. Nuestros psiquiatras no sabían que hacer.
- Bien, Elena Kipper esta en disposición de recuperar la bomba y usarla en sus propios intereses… ¿Por qué nos preocupa más este asunto?, ¿en que cambia?... ¿Quién es Elena Kipper? –al fin pregunto alguien.
- La pregunta no es ¿Quién es Elena Kipper?, si no más bien ¿Qué es Elena Kipper?... Ella es un monstruo, en toda la extensión de la palabra… ella es… fue nuestra exterminadora más eficiente de las ultimas tres décadas…
* * *
Al fin el teléfono móvil de Kipper empezó a vibrar justo cuando temía que su taza de té se acabaría antes de recibir esa llamada. No tendría tiempo para otra taza… y nunca existían dos tazas iguales, aun que vinieran de la misma jarra, de las misma yerbas, es el momento, la temperatura exacta, el escenario exacto para disfrutar una única taza de té.
- ¿Así que encontraste el auto antes de que yo te avisara que lo habíamos perdido?- la voz de Kürten sonaba al otro lado de la línea.
- Nunca lo perdiste, si la señal de radio desaparece ¿Dónde más podrían haberlo metido?. Sólo Leonard tiene la tecnología para bloquear esa señal de radio.
- No me gusta que Leonard tenga el auto, seguramente no sabe lo que tiene entre manos pero no tardara en averiguarlo… tendrás que recuperarlo, las cosas están saliendo mejor de lo que esperaba, la plaga que azoto a Paris mejoro mucho el escenario, la cumbre económica de Roma se ha adelantado. Tendrás que llevar personalmente el auto a Roma.
- No hay problema… quería visitar otra vez la Plaza de San Pedro.
* * *
- ¿Tres décadas?... pero si es muy joven.
- Kipper empezó a trabajar a muy temprana edad… su primer trabajo para nosotros lo hizo a los nueve años, y fue muy eficiente. Creímos que sería un “elemento” desechable, pero no fue así. Sabíamos lo que ella era cuando la encontramos, debimos haberla eliminado después de su primer misión. Pero Kürten no sugirió que no lo hiciéramos… que la entrenáramos ¿Cuándo volveríamos a encontrar un asesino así de perfecto?, ¿Quién espera la muerte de manos de una niña de nueve años?... hizo algunos trabajos más y sobrevivió, la maldita sobrevivió a misiones casi imposibles para veteranos. Así se gano su apodo y nombre clave… “El ángel de la muerte”.
- Debimos eliminarla cuando podíamos controlarla… lo más conveniente después fue enviarla lejos, a misiones mas difíciles. Y la maldita siempre volvía, siempre cumplía…
- Enferma mental… psicópata pura… no hay definición para ella, alguna vez cuando era una niña sólo teníamos una forma de describirla… Elena Kipper es un asesino serial.
Algo daño su mente cuando era una niña, es de esa clase de monstruos que convive con tus hijos, crece en tu vecindario y de pronto una mañana alguien encuentra una docena de cadáveres en su sótano. Nosotros la detectamos y la retiramos de la sociedad mientras todavía no era una amenaza… pero en vez de eliminarla, la entrenamos, la capacitamos, le enseñamos a hacer de forma profesional aquello que se le daba por instinto… y lo que obtuvimos fue la mejor exterminadora de la KGB.
- A ella lo único que realmente le da placer es matar… no lo hace por el dinero, por la patria, por nada, ella mata por puro placer personal… y ahora tiene en sus manos un arma nuclear… ¿se imaginan lo que su retorcida mente esta planeando?
- Por fortuna la hemos ubicado, esta en un poblado cerca de Florencia en Italia. Un comando de elite se encargara de eliminarla.
- ¿Estamos seguros de ello? –pregunto el presidente.
- En un par de minutos me confirmaran el éxito de la misión.
Casi como si hubiera sido una invocación una secretaria con atuendo militar femenino penetro a la sala llevando una charola con una tarjeta sobre ella, cual si fuera una copa se la ofreció al hombre que hablaba.
- ¿y bien? – preguntó el presidente.
El hombre no contesto.
* * *
- ¿tuviste problemas? –preguntó Kürten.
- Ninguno, un poco de diversión. Es un hecho que mis “patrones” se han enojado conmigo, ¡fuera mascaras!
Ahora podremos actuar con libertad.
- Se que te encantara escuchar esto: Mata a todo aquel que se interponga, recupera el auto y llevalo a Roma.
Elena Kipper cortó la llamada y vació de un trago la taza de té.
- Al fin, niñas, es hora de acabar con su estupida luna de miel
Con elegante paso salio del restaurante donde disfrutaba su taza de té, pasó por encima de una docena de cadáveres uniformados de negro. Cuando salio a la calle apenas se escuchaba a lo lejos el aullido de una sirena policíaca.
Noche sin luna…
El cielo empieza a despejarse, la niebla se adelgaza cada vez más ahora que el canto que la invoco a cesado y las estrellas silentes se asoman sobre la bóveda infinita. Pero no hay luna en esta noche… la misma luna se avergüenza de lo que Yulia ha hecho y no esta ahí para reconfortarla.
Yulia esta postrada de rodillas en medio de un solar, sólo el sonido cantarín de una fuente rompe el silencio pues los insectos y las aves se han callado en su presencia o simplemente han huido de su repulsiva sobre naturaleza. La niña de piel de luna no se atreve a levantar rostro aun sabiendo que la luna no esta ahí para juzgarla.
Aquello que late en su pecho como la imitación de un corazón, late con un dolor que nada tiene que ver con su hambre… El monstruo de su hambre se ha silenciado por un instante… un trágico y efímero instante… y ya lo siente volver…
Abre los ojos y se da cuenta de que no esta sola…hay alguien frente a ella, una pequeña niña que la mira con sus enormes ojos llenos de sorpresa y curiosidad que rayan en un gesto que en otra época hubiera sido cómico… Yulia la mira por un instante… nada ni nadie puede acercarse tanto a ella, tal vez excepto esta niña... Ella sabe el nombre de esta niña…
- Marina… - le murmulla tan quedamente que parecería que sólo podría escucharla el viento.
La niña la mira fijamente, Yulia se mira tan pequeña y tan frágil como un sueño, delicada y transparente como la tela de una araña. Su rostro impasible, parece ser una mascara de mármol cincelada por una divinidad griega ya extinta. Toda ella es la imagen de la soledad misma, del dolor mismo. Un ser divino que ha perdido la gracia del cielo. Un ángel de alas destrozadas incapaz de emprender el vuelo que lo lleve a casa.
Marina se acerca a ella conmovida por esa amargura que brilla aún más que su propia piel. No se intimida ante el fuego azul en el cual no puede reflejarse, sólo Dios sabe que ha visto cosas más increíbles…
- ¿Eres un ángel? –pregunta al fin con inocencia la niña.
Yulia la observa detenidamente, después vuelve su rostro hacia la nada, hay algo en esa mirada que la confunde, tal vez ve en ella el fuego de la esperanza que no puede brindarle. Marina extiende su mano sin miedo hacia ella y toca esa mejilla fría y pétrea.
-¡Estas llorando!
Yulia aparta con suavidad esa pequeña mano.
- No… no me quedan lágrimas… -le responde a Marina- … y tampoco soy un ángel… soy Nichya… soy nadie…
- ¡Pero si eres un ángel! –Exclama con una gran sonrisa en su rostro la pequeña Marina- … mira, puedo ver tus alas…
Algo en el corazón de Yulia palpito de una forma diferente, una sonrisa se dibujo en su rostro y con gran pesar sabía que no era una imitación o un recuerdo… era una sonrisa real, un destello de la vida de Elena que aún palpitaba en su interior.
- No puedo ser un ángel… he hecho cosas terribles…
* * *
… Sus colmillos penetraron la suavidad de esa garganta, la pasión incontenible arrebató por completo su voluntad, el corazón palpitante de Elena se fundió en latidos con el suyo mientras la espalda de ella se arqueaba en la entrega de un delicioso orgasmo que escapaba por sus labios en un jadeo que no se acababa de convertir en su nombre… sus manos aprisionaban ese cuerpo delicado y vivo con la misma pasión con que Elena se entregaba… y no la soltaría, no la dejaría huir… sus garras surgieron rasgando la noche y clavándose en tan delicada piel… Elena no escaparía de su pasión asesina…
* * *
- ¿Por eso lloras? – Marina se pone de pie, apenas es más alta que Yulia arrodillada, sin pensarlo sus pequeños brazos abrigan a la hija de la luna, el rostro de Yulia rostro es oprimido contra ese diminuto pecho y sus pequeñas manos acarician su cabello que juguetón se enrosca entre sus diminutos dedos.
- ¡no llores!... eres un ángel, tu no debes llorar…
Yulia tiembla dejándose atrapar por ese inocente abrazo, sus propios brazos rodean a la niña y se encadena a ella mientras verdaderamente siente sus lagrimas fluir… aun que sabe que no es cierto, es tan solo otra ilusión… otra ilusión como la que la llevo hasta Elena.
-… creí que podía amarla… -empezó a llorar en verdad-… creí que podía sentir otra vez… Pero no…yo tan sólo quería matarla… tan sólo quería beber su alma... quería llenar este vació que me duele tanto…
- Shhhh… shhhhh – le susurró Marina al oído mientras besaba su frente como a una niña pequeña.
- No soy un ángel… no soy nada… No queda nada de mí… ni siquiera mi nombre.
- Tu nombre es Yulia… y eres un ángel… eres su ángel… y ella te ama.
* * *
Yulia sentía su corazón llenarse de ese calor tan dulce, mientras el de Elena era oprimido cada vez más por el puño helado que le exprimía… le vaciaba.
-… Yulia… - susurró con un hilo de voz la pelirroja. Sus ojos como esmeraldas se entreabrieron, rebosantes de dicha… sus ojos sonreían mientras la miraba beber su vida… Yulia sintió esa mirada acariciar su rostro, sintió esa mano sobre su mejilla… el beso carmesí se congelo en sus labios… sus colmillos se retiraron dejando diminutas heridas tan delicadas que apenas se notaban.
El corazón de Yulia latía con vida verdadera, su piel estaba calida y sonrosada, el viento se deslizaba sobre su espalda… estaba viva, por un leve e ínfimo instante estaba viva… el hambre se había extinguido. Yulia era ahora sólo una mujer que sostenía en brazos el agonizante cuerpo de su amada…
Los rizos de Elena se habían esfumando dejando en su lugar una cabellera larga y sedosa que como una cascada sin fin se perdía en la niebla. Su rostro reflejaba un amor que no se había diluido con el paso de los siglos…
-… ¿Nadya?… - susurro aún incrédula.
-… Yulia… - le respondió con una sonrisa y sus brazos volvieron a encadenar su cintura, la atrajo hacia si y sus labios se fundieron nuevamente… fue un beso largo, tierno e intenso a la vez, un beso que había tardado seiscientos años en madurar y ahora explotaba como una lluvia de estrellas.
El corazón de Elena palpitaba débilmente, Yulia podía sentirlo en su pecho, a través de su piel desnuda y viva… una vida que cobraba a costa de la de la ella… Su rostro dibujo un gesto de dolor al darse cuenta de que Elena se moría.
-… esta bien… -le dijo la pelirroja tomando su rostro entre sus manos-… todo esta bien… ¡me encontraste!, ¡al fin me encontraste!... sólo vuelve… Yulia…vuelve a mí…
- No voy a perderte… no otra vez… -lloró el ángel oscuro mientras sentía como la niña de los cabellos de oro se desvanecía en sus brazos, sin fuerzas, sin aliento… casi sin vida.
Al mismo tiempo sintió como la vida se esfumaba de su cuerpo, la calidez desaparecía, su piel se enfriaba y perdía el tono sonrosado para volver a ser una fría estatua de mármol… sus pasiones, sus memorias, su amor… todo parecía irse por un vórtice, escapar de entre sus dedos como si fueran lagrimas.
… su corazón volvió a latir en su pecho, pero totalmente vació de todos aquellos sentimientos que la empujaron desde las mas profundas tinieblas, esas pasiones que le dieron la fuerza para volver de entre los muertos se habían acabado como se acaba la leña en el fuego de una hoguera, lo que quedaba en su corazón era un vació inmenso, doloroso, cada latido es un latigazo de dolor que se extiende por todo su ser, por todo su cuerpo renovado.
La primera ve que la hija de la luna abrió los ojos a la noche, su nuevo mundo, descubrió la ausencia de todo… se encontró extraviada, sola, perdida y ajena, todas las cosas de este mundo ya no le pertenecían… Ella… Nadya Elena… aquella a quien juro siempre proteger, siempre estar a su lado… ella por quien volvió… Ella ya no estaba.
El dolor de la soledad en su corazón crecía con cada latido, cada vez más fuerte, cada vez más insoportable… una terrible sensación de vació que tenia que ser llenado, una terrible y dolorosa hambre que debía ser saciada… Dolía tanto que Yulia se arrancaría el corazón con sus propias manos… por que Ella ya no estaba.
- No te mueras… -suplicó alejándose del lecho donde Elena agonizaba.
Cruzo sus brazos sobre su pecho, como protegiéndose de un frió que ya no sentía… Aun que todo su ser le urgía por tomar a Elena entre sus brazos, abrigarla y protegerla… sabía que no podía hacerlo, en sus brazos no había protección, no había calor, sólo había muerte… y se alejaba de ella como si intentara alejar a la torva sombra que representaba.
- No te mueras… ¡por favor!... volveré cuando caiga la noche… tu y yo… volveremos a estar juntas otra vez… volveremos a caminar por los senderos de nuestro bosque… volveremos ha…
Yulia contemplo la mano que involuntariamente se extendió hacia Elena, un brazo pálido y carente de vida… una mano sin delicadeza ni sentidos… Muerta. ¿Con esa mano acariciaría esos cabellos otra vez?, ¿con esa mano la conduciría por los campos de flores?...
Los primeros recuerdos de su existencia en al noche estaban vivos en su corazón, en este instante… vio sus manos, etéreas, inmaculadas, inmortales… monstruosas garras disfrazadas de delicadas manos de mujer… la imagen de su propio corazón palpitando en sus manos mientras su sangre manchaba de muerte a la noche…
-… una justificación para lo que hiciste… una redención para tu pecado.
Con la fluidez del viento encontró camino a la noche a través de una ventana levemente abierta.
* * *
- ¿Cómo podría ella amarme?... después de lo que hice… Ella es mi vida… la deseo tanto, quiero tomarla para mi… pero no así… no quiero su vida en mi corazón… quiero su corazón junto al mío. No quiero robar su existencia, quiero existir junto a ella… No quiero beber su alma, quiero fundir la mía con la de ella… ¡quiero mi alma!, ¡quiero recuperar mi alma!... volver a ser tan solo Yulia Volkova… un día de sol, un día en que mis manos se encuentren con las manos de ella, en que su sonrisa vuelva a iluminar el mundo, un día en que ella y yo volvamos a estar juntas… toda la eternidad no vale como un día junto a ella.
- ¿Qué te detiene?, si ella es tu sol ¿que importa que sea de noche cuando vuelvas a ella?....
- ¿No lo viste hace un momento?... este corazón ya no puede sentir amor, este corazón ya no puede sentir nada… sólo hambre, sólo dolor… este corazón no desea amarla, ¡desea matarla!... Tengo miedo Marina…
Yulia se puso de pie con un movimiento imposible de seguir, todos sus sentidos se clavaron en lo profundo de las arboledas. Escuchando, olfateando, palpando la noche.
Había alguien ahí… podía escuchar el latido de ese corazón, percibía el aroma de su sangre. El hambre victoriosa renació salvaje en su pecho.
Camila… la niña de nadie.
No era la primera vez que recorría ese sendero, casi de memoria conocía la graba bajo sus pies, a veces los hombres de Leonard organizaban pequeñas fiestas en la propiedad cuando su amo estaba ausente, hubo una época en que ella fue de la chicas favoritas de esa jauría, pero esa época ya había pasado. Sin embargo aun conservaba suficientes amigos ahí como para no tener problema en salir de la fortaleza. Después de todo solo era una prostituta no solicitada.
- … prostituta… -murmuro dolorosamente-… drogadicta…
Detuvo sus pasos y giro en redondo, recogió una piedra del piso y la lanzo en dirección de donde venia, donde debería estar la casa. La piedra se perdió en la niebla, no hubo sonido de su caída. Camila limpio sus lagrimas extrañada, su ira se veía opacada por el miedo, repentinamente se dio cuenta que no podía reconocer donde se encontraba, ¿había caminado por minutos o por horas?… ¿en que dirección?. Estaba desorientada… y la maldita piedra no se escucho caer.
Una voz la llamo de entre la niebla, una voz suave y reconfortante.
- ¿Mamá? –pregunto la pequeña gitana. Después soltó una risa nerviosa, una voz en su interior le recordaba que se madre hace mucho que ha muerto.
Esa voz no podía ser de ella, no importa cuanto se pareciera, cuanto la extrañara. Esa misma voz le exigió correr cuando una figura empezó a distinguirse como solidificándose en la niebla, como avanzando hacia ella sin dar un solo paso, sin producir el mas mínimo sonido. Excepto esa voz que la llamaba.
Corrió tropezando con los arbustos y los árboles que parecían salir a su paso. Tropezó y por un instante se sintió flotando entre nubes, pero no cayó al suelo, unos brazos la recibieron.
- No tengas miedo –le dijo esa voz que ahora tenia rostro. Esos brazos parecían abrazarla de forma protectora y tierna, amable… pero eran férreos, Camila estaba prisionera de un abrazo irrompible. Sus manos empujaron con fuerza y desesperación esos hombros, fríos y duros, sin efecto, era como estar en los brazos de una estatua de Mármol.
- … déjeme ir... –Suplico Camila-… ¡por la virgen santa… déjeme ir! –lloró.
Yulia sonrió dulcemente, sin esfuerzo apretó aún mas a la niña en sus brazos, acuno esa cabeza en su hombro y le hablo al oído.
- Vine a liberarte… vengo a llevarte a un lugar maravilloso, mas allá del dolor y del miedo… mas allá de la soledad… ¿no quieres venir conmigo?
La presión se aflojo un poco, lo suficiente para que Camila tuviera espacio para separarse y mirar a los ojos de Yulia, el fuego azul brillaba intensamente.
- ¿de verdad?... ¿de verdad puedes liberarme de este dolor…de esta maldita soledad?.
Yulia robó un fugas besos de sus labios, acarició suavemente sus revueltos cabellos y asintió. Se acerco a su oído como para susurrarle un secreto, Camila le permitió la intima cercanía… apenas fue conciente del momento en que esos colmillos penetraron en ella.
* * *
Leonard peino con dulzura los rizos rebeldes que cubrían el rostro de Elena, su mano manchada por la edad pero aun con el firme pulso del cirujano y la calidez de un padre acariciaron ese rostro salpicado de pecas que empezaba a recobrar color y temperatura.
- Esta mejor… mucho mejor. –suspiró aliviado.
Alexa hundió su rostro entre las manos y sus negros rizos lo cubrieron. Si le quedaran más lagrimas habría llorado pero… solo una sed atroz le llamo la atención en su garganta.
- Perdió mucho sangre – dijo Leonard rascándose la cabeza- … pero no tengo idea como… no estaba así cuando la cure en la mañana, no entiendo… no entiendo…
Alexa lo miraba sin pronunciar palabra, extrañamente para Leonard no había reproche en su mirada, había algo en esos oscuros ojos, un secreto que dudaba en compartir.
- ¡Y esta niebla!... ¿de donde salio esta maldita niebla?... – Leonard clavo su mirada en los ojos de la gitana nuevamente. Leyó algo en ellos que esperaba y que sin embargo le sorprendió. Con un par de pasos se encaminó hacia la salida de la habitación, en el camino poso una mano sobre el hombro de Alexa, como un gesto de mutuo entendimiento.
-… se pondrá bien, por hoy… le estoy dando en el suero un “Cóctel de combate”, una solución salina para compensar la deshidratación y mezcla bomba de vitaminas, estimulantes y antibióticos. Lo inventamos durante la guerra, para literalmente “revivir” a soldados heridos… le dolerá como el diablo pero la pondrá de pie en un parpadeo. Eso quiere decir que se quejara en cuanto tenga más fuerzas, no debes preocuparte por ello.
Alexa asintió sin que ninguna palabra alcanzara a salir de sus labios, solo con una leve caricia sobre la mano del anciano le mostró su gratitud.
Leonard cerró tras de si al salir, un par de hombres fuertemente armados lo aguardaban en el pasillo, la niebla dentro de la casa era muy tenue y transparente, se había adelgazado mucho. Caminó con vigorosos pasos hasta la puerta principal y esta fue abierta por otro hombre que vigilaba. Afuera la niebla todavía parecía un sudario blanco que todo envolvía.
El anciano caballero miro con serenidad de izquierda a derecha, su dominio, su pequeño reino. Frunció el seño al saberlo profanado, invadido por un invitado no deseado. Los ojos de la gitana le habían confirmado lo que en su mente daba vueltas. Una teoría imposible que sólo un hombre como él, que lo ha visto todo, podría comprender.
- Nosferatu… -murmuro quedamente.
* * *
Camila abrió los ojos pesadamente… todo parecía darle vueltas como si estuviera en medio de un terremoto de proporciones cósmicas… pero no era así, entre sus dientes oprimía la cinta de goma con la que hacia presión sobre su brazo, la jeringuilla que colgaba de su piel tachonada de punciones estaba vacía. Soltó el cordón y sintió la sangre correr presurosa y quemante por su brazo hasta alcanzar su corazón, todo estaría bien ahora, el mareo, las nauseas… todo se compondría ahora… esa calidez y paz era tan similar a las caricias de Alexa, a su abrazo amoroso, el sonido cacofónico se convertía en el dulce canto de su Alexa… esto era casi como si ella estuviera ahí… su mano se deslizo con la esperanza de encontrarse con ella.
Encontró el brazo musculoso y marcado de hombre de color que dormía totalmente drogado junto a ella, miro a su alrededor ahora el que temblor había pasado y tenia cierta claridad en su visión, hombres y mujeres a su alrededor enfrascados en una sucia orgía de sexo y drogas. Ahí no estaba Alexa, nunca estaría Alexa…
Las nauseas y el horror volvieron junto con la soledad, las drogas ya no eran suficientes para contener ese dolor. Su existencia iba cuesta debajo de forma descontrolada y sin freno… ¿cuan bajo le faltaba por caer?, ¿Cuándo tendría fin todo esto?...
-… ahora mismo... –le dijo esa voz.
Yulia estaba de pie frente a ella, lucia tan hermosa y tan pura, desnuda como un ángel su piel brillaba como la luz de la luna en esa oscuridad. Sus ojos ardían en un fuego azul como los faros en medio del mar. Sus manos se extendían hacia ella, sus manos flotaban en el aire, expectantes. Su sonrisa no podía ser más dulce.
- ¿tu eres la muerte?
Yulia asintió.
- Yo soy el fin del camino… el fin de tu soledad, de tu dolor… donde te llevare no hay nada de esto… no hay nada.
Camila empezó a llorar mientras extendía sus manos hacia ese ángel oscuro de misteriosas promesas.
- ¡No quiero morir! –lloró y grito desde lo más profundo de su corazón. Pero se abandono a ese abrazo que la fundía con la luna.
-… no… quiero… morir… -murmuro por ultima vez mientras su cuerpo se desmoronaba como un títere al que han cortado sus hilos.
Yulia sostuvo el cuerpo con delicadeza hasta posarlo en el suelo. Peino sus cabellos y beso sus labios por última vez. Estaban de vuelta en los jardines de Leonard, la niebla casi se había desvanecido por completo y un tenue brillo dorado se dejaba entrever tras las montañas.
- ¿Aun piensas que soy un ángel?
Marina salió de tras los arbustos. La miró con un gesto indefinible, piadoso. Se acercó a Yulia y le mostró la palma de su mano.
- Aquí tengo tus lágrimas… y todavía puedo ver tus alas… Todavía veo que lloras.
Yulia contemplo las diminutas gotas de roció que parecían brillar en esa manita con la luz de las estrellas en su interior. Involuntariamente se llevo la mano a su rostro y comprobó que ahí no había nada, en seis siglos una sola lágrima ha brotado de sus ojos muertos.
Dirigió su mirada hacia el cadáver de Camila, en su rostro todavía brillaban sus lágrimas.
- ¿puedes perdonarme por lo que he hecho?... ¿podrá perdonarme ella?
- Eres un ángel… sólo tu puedes perdonarte a ti misma.
- ¿Por qué me estas siguiendo?... ¿Quieres que haga algo por ti?...
Los ojos de Marina se iluminaron nuevamente, una sonrisa lleno su rostro. Extendió su manita hacia Yulia.
- ¿Puedes llevarme con Mamá?
- No… no sé como…
- ¿Uuuhh? – sólo eso salio de los labios de Marina cuando la esperanza de su rostro desapareció. Su manita se quedo en el aire.
- Tu madre… esta muerta, lo sabes… no puedo llevarte allá, no a ti.
- ¿¡Por que!?... ¿¡por que!?- lloró la niña.
- Si pudiera… yo misma me habría marchado hace mucho tiempo…
Marina se sentó en el piso de graba y limpio sus lagrimas con la resignación de quien ya conoce muchos desaires.
- Eres un ángel, tú puedes hacer lo que quieras… -le reprochó.
Yulia le dirigió una última mirada antes de encaminarse a las sombras.
- … Si ella te lo pidiera ¿lo harías? –pregunto Marina.
Yulia volvió sobre sus pasos con la velocidad del viento, algo muy semejante a la ira había en su pecho… pero la niña ya no estaba. La bruma, lo último que quedaba de la niebla se esfumaba perezosamente, la claridad del amanecer ya bordeaba por el horizonte.
- ¿si ella me lo pidiera?... –se preguntó Yulia.
Cerró los ojos como para concentrarse y escuchó con toda claridad el corazón de Elena latiendo en la distancia, débilmente todavía pero con fuerza renovada… sonrió, ella sobreviviría hasta su regreso…
-…sólo vuelve… Yulia…vuelve a mí…
Yulia abrió los ojos y encaro el borde del mundo donde amenazaba con nacer el sol. Se miro las manos y entonces el fuego azul de sus ojos brillo con una claridad renovada. Sonreír, llorar, sufrir, sentir piedad o ira… una gama de sentimientos humanos de los que hacia poco estaba totalmente desprovista… recuerdos de emociones que alguna vez tuvo, ya no son meros recueros, todos están volviendo a ella… sus lagrimas pueden ser reales, su dolor puede ser más que hambre… y tiene miedo… nunca antes había tenido miedo…
-… viva… -murmuró deleitándose con es palabra-… lo entiendo, ahora comprendo la magia de la sangre de Elena… mi Elena… mi Nadya… al fin lo comprendo.
Levanto los brazos al cielo y por primera vez le sonrió al amanecer y el hambre que se agitaba en su pecho se convirtió en alegría… en desafió.
- Volveré… volveré a ti mi amada Nadya Elena, volveré pero no como un fantasma, como la sombra que soy… volveré como fui antes, volveremos a ser como fuimos antes… por ti. Por que tu me lo pediste, volveré a vivir Elena… verdaderamente volveré a la vida…
Continúa…
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Re: Ángel Oscuro // Por: Rainknight
Capitulo XIX … Dioses, Ángeles y Demonios.
El ángel oscuro…
Sumergida en la más profunda oscuridad y silencio, Yulia siente el monstruo de su hambre derrotado por lo único que puede hacerlo retroceder, el primer rayo del sol brota en el horizonte y cruza un cielo muy lejano sobre su cabeza, muy arriba del agujero que ha cavado en la tierra yerma para refugiarse de su luz como un insecto.
El rostro de Elena y Nadya se funden en uno sólo, no hay diferencia, sólo existe la pureza de esa mirada esmeralda llena de pasión y deseo que la mira directo a los ojos sin miedo, esa sonrisa que devora la suya entregando su alma y su vida en perlas carmesí… el hambre en su pecho se transforma… su corazón late por ultima vez henchido de una emoción tan vieja y olvidada… ama, una vez más su corazón ama… el monstruo del hambre será vencido, Yulia tiene fe, tiene esperanza… eso fue lo que jamás pudieron arrebatarle… la esperanza de volver a estar con ella.
- ¿Y ella querrá volver contigo?... –preguntó una voz muy lejana, una voz venida de tiempos inmemorables… era su propia voz deformada y corrompida, la voz de la bestia de su hambre.
-… ¿podrá amarte cuando sepa lo que hiciste…?-
Yulia se contrae más sobre si misma, sus garras crispada en un rito de dolor o vergüenza, el ultimo eco de su corazón se desvanece con una imagen en su memoria indeleble…
Seis cientos años atrás… la torre en llamas, el mundo en llamas, un millar de espadas desnudas cruzándose en una batalla sin sentido ni razón… la sangre bañándolo todo, su hambre regocijada ante el banquete… la niña en sus manos… un bebe, tan pequeña, tan tierna, tan frágil… tan hermosa… tiene el rostro de su madre, el rostro de Nadya… pero en sus venas… la sangre de él.
No hay rencor en la Yulia renacida de sus cenizas, no hay odio, no hay amor… sólo hay hambre… sus colmillos relucientes surgen… El sol se empieza a dibujar sobre el horizonte pero totalmente ensombrecido por las nubes de tormenta, el humo de la batalla, la sombra negra de la muerte esparcida sobre el cielo… fue un amanecer oscuro.
El ultimo gramo de lealtad… seiscientos años atrás.
Carlo mordía distraídamente una manzana mientras sus pasos lo guiaban aparentemente sin rumbo por las caballerizas improvisadas al costado del castillo Volkov, pero sus ojos estudian sin perder detalle todo el campo. El olor a estiércol en el aire ya lo había fastidiado y añoraba el aroma a flores frescas que siempre tuvo tan magnifico territorio. El Lago mismo parecía empantanado con el chapoteo constante de las bestias en su acarreo del agua fresca. El gitano dijo una maldición a todos aquellos, apenas la cabeza de la avanzada de tropas que llegaban de todas las fronteras.
- ¿Perdiste algo, gitano? –preguntó una voz gruesa y dominante a sus espaldas.
Carlo mordió por ultima vez la manzana mientras giraba para encarar a quien fuera, su mano oculta bajo la capa de viaje que lo cubría ya estaba presta sobre su daga. Pero un puño de hierro sujetó su brazo adivinando sus pensamientos y un brazo atrapó su cuello inmovilizándolo.
Una docena de hombres con sus armaduras oxidadas y sus espadas melladas lo miraban divertidos, empezaron a reír ante su inútil intento de liberarse.
Ilich Katin tenía una vista panorámica del Castillo, el desastre que habían hecho con los hermosos jardines del castillo. El desfile interminable de soldados no le agradaba en lo absoluto, sin embargo su plan era desesperado y no encontraba forma de llevarlo acabo con éxito, ni siquiera como iniciarlo, debido a las tropas el castillo había reforzado su seguridad, un anillo protector de caballeros armados eran la primer línea de defensa y el primer gran obstáculo.
- Carlo… espero que encuentres una grieta en esa guardia. – dijo para sí.
De pronto sintió un silencio incomodo en el bosque a su alrededor, el silencio que precede a la cacería. Se echo la capa de viaje sobre la cabeza y empezó a caminar presuroso temiendo ser descubierto. El sonido brusco de los matorrales muy cerca de él lo alertaron demasiado tarde. Intentó escapar pero una larga lanza hábilmente se cruzo en sus piernas, derribándolo. Manos expertas cayeron sobre él inmovilizándolo, una bolsa de manta cubrió su rostro y sus maldiciones.
El ángel de la muerte… medio Oriente, 1990.
El calor se filtraba por el hueco del ventanal abierto, sin cristales, una gasa de tela se agitaba perezosamente en la brisa pesada y seca del mediodía, la gasa envolvía un cañón de acero que se miraba enorme entre las manos de esa niña cuyos cabellos dorados escapaban por debajo del amasijo de telas que cubrían su cabeza y rostro, sus ojos azules estaban fijos y congelados en un gesto de atención suprema. Un par de hombres a su lado la miraban con una mezcla de fascinación e incredulidad, sus ropas y el color moreno de su piel, aparte quemada por el sol y los vientos helados del desierto los revelaban como oriundos de la región.
Afuera, el calor de la tarde no se comparaba con el calor de los ánimos de una multitud que se congregaba alrededor de una plaza, marchas que desfilaban por esas tristes calles de terrecería, pancartas y banderolas multicolores lucían por doquier. Cuatro hombres dominaban las cuatro esquinas de es plaza, cada uno dirigiendo sus voces potentes y seguras a aquellos que los seguían y apoyaban, a pesar de que lo que parecía había un orden en ese caos, una delicada línea de respeto entre cada uno de ello. Unas calles atrás una línea de automóviles era bloqueada por la multitud.
- ¿Estas lista, Kipper, tienes los blancos a la vista?- dijo una voz a través de un radio que sostenía uno de los hombres que acompañaban a la chica.
- Lista –respondió la chica.- ¡Confirme el blanco!
Los hombres intercambiaron una mirada de inteligencia, el otro, el que no tenia la radio dio un sigiloso paso tras la niña, de entre sus ropas extrajo una navaja.
En el interior de un automóvil viajaban tres hombres aparte del chofer, uno de ellos llevaban en mano un radio de honda corta, sudaba copiosamente a pesar del clima artificial del auto, levanto la mirada del aparato en sus manos para consultar a otro rostro de acerados ojos azules.
- Sólo aguarda un minuto –le dijo como respuesta a su mirada.
- Kürten, ¡por Dios!.... ¿esta improvisando?
Peter Kürten se inclino un poco para lograr tener una visión del sol sobre los edificios.
- El blanco esta a las 9:00 de su posición… dígaselo.
- Su blanco esta a las 9:00 – repitió maquinalmente el hombre mientras sentía su corazón saltando en su pecho, Kürten reía entre dientes.
En lo alto de un edificio, la pequeña Elena Kipper giro su arma y apunto al blanco señalado, la luz del sol daba en su espalda ocultando su presencia, lastimando los ojos de cualquiera que levantara el rostro en su dirección.
- ¿Procedo? –pregunto la niña.
- Aguarde – ordenó Kürten. Sus ojos se cerraron y su dedo índice cubrió sus labios ordenando silencio adivinando la intención del hombre del radio de presionar con una pregunta. El tercer hombre tan sólo miraba por la ventanilla a la multitud que levantaban sus voces en clamor.
- Si estos “monos” declaran la paz, si terminan su conflicto aquí y ahora, ¡se acabo!… todo el petróleo bajo estas tierras se perderá… -mascullaba en su mente mientras la los gritos de la multitud parecían alcanzar el cielo.
De pronto hubo un instante de silencio, un instante en que todos parecieron respirar y escuchar, una voz clara y dominante se elevo por entre los vítores restantes y el silencio fue casi total en respeto a esa voz.
- ¡Ahora! – ordenó Kürten.
- ¡¡D-Dispare!! – ordenó el hombre a través del radio.
Casi al mismo tiempo se escucho el sonido de un trueno. Sólo un instante después el mundo enloquecía.
Elena Kipper escuchó esa voz eléctrica salir del aparato en la mano morena de aquel hombre, al fin, sus nervios se relajaron, la tensión en su frente desapareció… el mundo se congelo mientras el aire escapaba de sus pulmones, su corazón latía sereno pese a la presión y ahora se relajaba, sintió un latido golpear con fuerza su pecho y extender esa vibración por sus brazos, lo dejo extinguirse… vio la brisa levantando levemente la gasa de su arma y deslizó el cañón un milímetro para corregir el blanco, observo su blanco, se fundió con él, sintió su corazón latir en el pecho adelantándose a sus movimientos, su boca que se abría profiriendo palabras vigorosas que lo cimbraban entero… palpo su cuerpo en la distancia y adivino su movimiento, el nacimiento de ese paso que lo ubicaba aun mas fácilmente en el rango de tiro de su arma… dejo que su propio corazón esfumara el latido, un latido podía desviar la bala un milímetro, un milímetro a esa distancia se convierte en casi un metro de diferencia en la zona de su blanco… su cuerpo sin aire se convirtió en piedra, sus manos firmes oprimieron el gatillo… antes de parpadear la bala ya había alcanzado su objetivo. No hubo necesidad de un segundo disparo, la bala penetro por la frente a su blanco con tal potencia y precisión que el hombre saltó hacia atrás bañando a todos con su sangre.
Kipper se dejo caer de rodillas al mismo tiempo que el hombre tocaba el suelo, sintió su corazón saltar en su pecho y sus labios temblar en una sonrisa plena. Su mano libero el puño del arma y se posó sobre su pecho para deslizarse por su vientre hasta alcanzar su entre pierna.
Se dio un instante para disfrutar de su orgasmo, amaba esos trabajos, los instantes en que como un cazador ponía a la presa en la mira de su arma, la tremenda excitación de la cacería, el éxtasis de ver su sangre saltar y la vida extinguirse de sus ojos. Pero la cacería no terminaba aquí… otra presa estaba lista y cayendo en la trampa.
Aun le temblaban las piernas cuando saltó de su posición esquivando la navaja que buscaba su garganta, corrió al otro lado del edificio y penetro en otra habitación, dejando tras de si a los hombres que la acompañaban, tardaron un segundo en reaccionar. Una multitud enardecida ya subía por las escaleras del edificio y una lluvia de plomo penetraba por la ventana. Kipper voló escaleras abajo ocultando sus cabellos lo mejor que pudo. Se detuvo un instante, molesta, esos hombres eran muy lentos, sin problema les había sacado una gran ventaja, con sangre fría espero hasta que ellos volvieron a verla y entonces le dispararon sin dudar.
Kipper continuó con su alocada carrera hacia abajo mientras la balas zumbaban a su alrededor, dio una vuelta y se encontró de frente con una multitud enardecida y armada. Las prendas que le cubrían el rostro estaban desajustadas y dejaban ver sus rasgos casi infantiles, su piel pálida estaba manchada de ceniza que disimulaba un poco su color, su menuda y delgada figura la hacia inconfundible. Un par de hombres de la multitud la sujetó. Kipper grito algo en el idioma local y señalo hacia arriba de las escaleras de donde venía. Los hombres que la perseguían aparecieron con sus armas en mano y aun rugientes. Fueron masacrados en un instante mientras Kipper era aparatada con brutalidad por la multitud que casi la hieren aplastándola contra los muros. Con habilidad logro escabullirse a la calle.
- Confirmen… ¿Eliminaron el Blanco?... – insistió el hombre del automóvil por el radio.
- ¿Importa? –Preguntó Kürten - ¡escucha ese sonido!... es el sonido de la guerra, el infierno desatado… se acabaron los acuerdos de paz, se acabaron los sueños de independencia… están en guerra otra vez. Unos cuantos meses y la ONU autorizara una invasión para pacificar esta guerra y podrán tomar el petróleo que tanto les interesa.
- … y podremos seguir vendiendo sus niños al mercado negro y prostituyendo sus mujeres, y venderles más armas y municiones a todos – recalcó el tercer hombre.
Kürten respondió con una mordaz carcajada.
-… Confirmen… ¿Eliminaron también al paquete? –volvió a insistir el hombre del radio.
- No, aquí viene “el paquete” –rió Kürten.
Los tres hombres miraron por la ventanilla.
Una chica mal disfrazada con atuendo de la región venía caminando con total tranquilidad por una calle que se había convertido en un caldero del infierno, la sonrisa en su rostro manchado de ceniza lucía siniestra, transparente en sus pensamientos. Lo estaba disfrutando, estaba gozando de toda esa locura, de cada herido que se arrastraba a sus pies, de cada bala que encontraba alojo en el cuerpo de alguien, de cada herida y cada maldición.
- … esta en éxtasis… – Asistió Kürten-.. Sabe lo que ha hecho y lo esta disfrutando… ¡mírenla!... es hermosa en su naturaleza… una bala y ha matado a un país… y lo sabe.
- Ella debería estar muerta, los hombres debieron haberla acabado, la gente debió lincharla…
- ¿A ella?, ¡mírala!, es solo una chiquilla… ¿sería ella capas de matar a una mosca?, ¿sería ella capas de dispararle en la cabeza a nadie?...
- No te burles Kürten, ella no es una profesional… no mata por seguir una misión o una orden, ella disfruta lo que hace, ¡ella necesita hacer lo que hace!… en cualquier momento empezara a matar sin distinción, sin razón y sin objeto, los hará por puro placer… esta enferma, desquiciada… Sólo parece una niña pero no lo es, ¡¡ella es un monstruo!!
- ¡No!... ¡No te confundas, camarada! Por ultima vez se los voy a decir, no pueden con ella por que caen ante el mismo engaño que sus victimas, no es una niña inocente, pero tampoco es una niña perturbada, no esta loca ni dañada… si tratas de cazarla como a una “enferma mental” has caído en su juego y tu serás su presa, ella esta más allá, no olvides su nombre… ella es un ángel. “el ángel de la muerte”.
El Dios de la guerra…en el presente.
- “’Angel de la muerte” – murmuró Kürten mientras mojaba sus labios en licor.
- Fuiste tu quien la bautizo así, ¿no es verdad? – dijo un hombre sentado Frente a él. Marcel.
- Era una niña de aspecto tan dulce… su sonrisa maliciosa y traviesa te tentaba, la primera vez que mato lo hizo por instinto, la segunda vez fue por curiosidad, en la tercera ya había descubierto el placer y lo podías leer en sus ojos…. La lujuria de sus ojos y esa sonrisa… cuidado, acariciabas esa cabecita de cabellos rubios y terminabas con el vientre abierto de cabo a rabo… y ella podía verte morir sin parpadear siquiera… era una niña muy hermosa… y ahora es una magnifica mujer. Con un gran objetivo, un gran sueño… ella quiere ver al mundo sangrar, exterminarnos a todos.
- ¿Por qué?... si dices que no esta loca… ¿Por qué lo hace?
- Por que puede. – Kürten rió hasta que una tos seca lo interrumpió- Lo hace tan sólo por que puede hacer, por que no teme, no duda, no siente ningún remordimiento, ninguna pena… mata por que puede… ¡Poder!, amigo Marcel… lo que hacemos es por poder, no por dinero, el dinero es efímero, mezquino, esclavizante. El dinero te da poder sobre la gente… ¡¡pero no es el poder!!… Dinero tengo suficiente, más del que podré gastar en cien vidas, ¿Qué puede ambicionar un hombre como yo, que lo he poseído todo, lo he hecho todo?... ¡nada!... al menos nada que el dinero pueda comprar. Lo que ambiciono, lo que me mantiene con vida es el poder… Yo cambiare la historia del mundo, yo vengare una guerra perdida, yo rescatare mi nombre de la derrota y la vergüenza… yo derribare naciones y cambiare la cara del mundo… ese es el poder, que ambiciono… total y absoluto… y no lo hago por gloria ni por dinero… lo hago por que puedo…
- Entonces Kipper no perderá el control con la bomba ¿eh?
- No, no la detonara de forma absurda u oportunista como teme el Politburó… para ella la bomba es una bala de fusil, puede matar un país con una sola bala si sabe esperar el momento y elegir el blanco… puede hacer arder el mundo con una sola bomba si sabe esperar y elegir el blanco.
- Pero el blanco y el momento lo has elegido tu… siempre has sido tu.
- Así es… aun ella, “El Ángel de la Muerte” ha sido un títere en mis manos… y ella lo sabe y lo consiente, soy la única persona en el mundo a quien ella no puede matar, si ella es un ángel yo soy su Dios… Pero aparte de mi Kipper jamás ha seguido las ordenes de nadie, si no hace mucho que la hubieran eliminado… no, Kipper hace lo suyo, arbitrariamente, imprevisiblemente, siempre esta un paso adelante. Puedo confiar en que aun que yo me equivoque ella podrá corregir el blanco y el momento, la bala que salga de su arma no será guiada por mi si no por ella. Y ella jamás falla.
- ¿Qué hay de los “chicos”?, son dignos de considerarse, son impresionantes.
- Los chicos… - masticó Kürten esa palabra -… ¿te encariñaste con ellos? Admito que es encantadora la idea un batallón de “Cabezas Rapadas”, un ejercito ansioso de entrar en combate como en los viejos tiempos… pero no son los viejos tiempos, y esta guerra no la pelearemos en las trincheras… la pelearemos desde un escritorio, y dejaremos que los enemigos se hagan pedazos unos a otros y desde un escritorio tomaremos el control del mundo que quede… Necesitare líderes, no fanáticos. Pero si los “Cabezas Rapadas” tienen tantas ganas de entrar en batalla… algo puedo hacer con ellos… si, al final también pueden servirme.
- Pues están listos para seguirte, eres una leyenda entre ellos…
- Lo que me interesa mas es lo otro… ¿lo conseguiste?
- Fue difícil, “el Doc” se oculto en la selva de Brasil, tuve que meterme hasta el cogote en esos pantanos y ríos… pero di con él y no muy convencido me dio esto. – Marcel abrió un portafolio.
- Interesante – sonrió Kürten-… hay que volver a lo básico ¿no?, ¿quien lo hubiera creído?
- El Doc me insistió que dejáramos en paz este asunto…
- Si. Lo sé, siempre fue un cobarde respecto a eso… recuerdo perfectamente el último informe que presentó de su investigación a la “Sociedad del Thule”(*). Sin embargo el destino nos la ha traído una vez más, y nada sucede sin una razón… es como una confirmación, ella aparece en el momento indicado, y mejor aun se pone en mis manos… este es mi destino, cazaremos a un inmortal, le arrancaremos la semilla de la eternidad de su sangre y tal como lo soñó Hitler, el Cuarto Rehich bajo mi mando durara mil años.
Alexa y un puño de tierra para Camila… la cruzada por un ángel.
El sol brilla alegremente en lo alto, algunas nubes perezosas se pasean sobre el inmaculado cielo, la brisa agita el follaje de los inmensos árboles y esparcen el aroma de sus frutos por todo el valle, las flores irradian sus multicolores con singular alegría, hasta el pequeño rió que canta mas allá parece complementar a la perfección este cuadro. Alexa sonríe mientras una oración se esfuma en sus labios. Este lugar es prefecto… ella estará bien aquí.
Si hubiera lagrimas en sus ojos estas correrían, pero su llanto se ha secado, al fin se extinguió por el uso, literalmente ha llorado hasta quedarse sin lagrimas, pero no sin pasión.
Las flores fueron removidas provisionalmente, un agujero en el suelo se ha sido excavado y ahora un improvisado féretro es deslizado dentro con sumo cuidado bajo la atenta mirada de Leonard.
- No quiero a la policía aquí, no la necesitamos… - le advirtió Leonard esa madrugada cuando ella fue encontrada. Alexa estuvo de acuerdo, Fernando estuvo de acuerdo, Elena no podía opinar presa de la fiebre y no tenía nada que decir pues ni siquiera supo de la existencia de la pequeña Camila.
- ¿Qué fue…? – preguntó Fernando con los ojos enrojecidos por las lagrimas contenidas.
- Sobredosis seguramente… -respondió Leonard, aunque hubo una mirada de inteligencia entre él y Alexa-… su salud era muy endeble, mal alimentada, simplemente no tenia ganas de vivir, así que se extinguió.
- ¿Cómo pudo suceder en el sendero…? –protesto Fernando no muy convencido.
- ¿Y por que no ahí? Era el lugar perfecto, estaba sola, sólo ella y sus… recuerdos, su infierno… Que mejor lugar para despedirse. – Dijo Alexa.
Leonard hizo un gesto con la mirada hacia Alexa, la gitana tomó un puño de tierra lo lanzó sobre el féretro como señal para iniciar la sepultura.
- Un puño de tierra… con él deberían marcharse nuestros recuerdos y nuestras amarguras, para que todo lo que signifique dolor se vaya junto con la persona a quien despedimos… ¿pero no acaso es el recuerdo lo que las mantiene vivas en nuestro corazón…? ¿Entonces debemos olvidar o recordar?... un puño de tierra debería simbolizar que la dejamos ir… que no importa cuanto la hayamos amado debemos dejarla ir con todos sus recuerdos y todo su dolor… No quiero dejarte ir Camila… mi niña… mi dulce niña… todos nuestros recuerdos juntas, la inocencia de lo que vivimos, nuestro amor tan criticado… no lo abandonare al olvido, no lo dejare ir… este puño de tierra es por todas las lagrimas que por ti no llorare... Siempre estarás en mi corazón.
La última palada de tierra cubrió el agujero, y un jardinero empezó a trabajar devolviendo las flores a su lugar y borrando para siempre la huella de lo que ahí había sucedido. Alexa dirigió su mirada con disimulo hacia ese hombre.
- Leonard, es un hombre de “respeto” –le explico Fernando- un hombre de mucho “respeto”
- ¿Mafia?... ¿Leonard es un gangster?
- Esas son palabras que jamás debes mencionar en Italia, la mafia no se llama a si misma mafia, aquí se les llaman “los amigos”… y si, Leonard es uno de los “amigos”, uno de los más grandes, aun que ya esta retirado de los “negocios” todavía es un hombre muy escuchado, muchas familias muy poderosas acuden a él por su “consejo”. Leonard es un hombre de “respeto”.
- ¿Que clase de consejos puede dar?
- ¡Tonta!... un “consejo” es un permiso, las familias viven bajo códigos éticos y morales aun que tu no lo creas, y bajo un gobierno de respeto, respeto que se compra con sangre… cuando existe un conflicto de intereses las “familias” acuden a hombres de “respeto”, alguien con el suficiente poder para imponer una orden y cuyos intereses sean lo bastante grandes como para ser imparcial en cualquier asunto… “los hombres de respeto” velan por la paz entre las “familias”. Y Leonard es uno de ellos…
- un hombre de respeto… -murmuró Alexa mientras lo observaba.
Leonard extrajo una navaja de su bolsillo y durante unos minutos talló algo en el tronco del árbol a cuyo pie había sido sepultada Camila.
- No es una lapida, pero tiene tal fin. –dijo el hombre al pasar junto a Alexa, ya todos se habían ido, el sol de la tarde empezaba a descender.
- No fue la droga… -dijo Alexa casi entre dientes.
- No, no fue la droga… fue la oscuridad.
- … Vino por Elena… y se llevo a Camila.
- Así es la oscuridad, siempre se lleva a los más débiles. Hay mucha luz en tu amiga, la oscuridad siempre persigue a la luz, volverá por ella… ¿Estas lista para lidiar con la oscuridad?
Leonard se alejo con paso tranquilo, todo en él reflejaba un aura de serenidad, la serenidad de un hombre que nada debe y que nada puede arrebatársele. La gitana se acerco al árbol para leer lo que él había inscrito.
“Camila… por siempre un sueño”
Alexa tocó el tronco, la savia de la madera recién tallada mojo sus dedos como las lagrimas que eran ausentes de sus ojos.
- … simplemente no tenia ganas de vivir, así que se extinguió. –había dicho Leonard.
- ¿Fue por mi?... por que a pesar de todo lo que alguna vez te ame, supiste que ya no había lugar para ti en mi corazón… ¿fue por eso?
A su mente llego el recuerdo de su reencuentro, aquel horrible lugar de vicio y corrupción, oscuro y pestilente… ¿eso fue por su culpa?... También recordó su rostro tras el cristal de su caravana, sus ojos tristes pero esa cortina corriendo para ocultarse tras ella y abandonarla cuando le había propuesto fugarse… pudieron conquistar el mundo juntas, cuando se amaban… No, lo que sucedió con Camila no fue su culpa, fueron las decisiones que Camila tomó.
¿Y que tan lejos estaba Alexa de ese mismo destino?... se recordó a si misma bailando desnuda bajo la lujuria de un centenar de miradas… las drogas no la habían alcanzado todavía pero en ese medio sólo era cuestión de tiempo.
Pero llego Elena… y de pronto toda su vida tuvo un sentido, un significado.
- No pude protegerte a ti… pero la protegeré a ella… Elena es la luz, ella no caminara en la oscuridad.
Alianza profana…
Iván dio una chupada más al cigarrillo que se consumía en sus labios, después lo arrojo con fuerza sobre el piso de loza de la habitación donde descansaba. Con una patada aparto de si las sabanas que manchadas de sangre empezaban a ensuciarlo, acomodado en la exila tenía una botella de vodka ya casi vacía, al otro lado de la cama, semejando una muñeca rota, el cuerpo de una niña había perdido por completo su color, su dulce aroma a caramelo empezaba tornarse amargo en el inicio de la descomposición.
Iván cerro los ojos un instante, entonces sintió el frió contacto del acero en su frente.
- ¿Era necesario matar al Turco? –preguntó.
- Indispensable –respondió Elena Kipper- Era un espía leal, leal a los rusos… cuando descubriera tu juego seguro que acabaría contigo.
- No lo sé… tal vez hubiera podido negociar con él. Me fue leal muchos años…
- Por eso estas destinado a perder, piensas con las pelotas y no con la cabeza.
- ¿A cuantos mataste para llegar hasta aquí?
- A un par… no te preocupes, tus hombres todavía te cuidan, todavía no han podido comprar su lealtad, aun sigues siendo el zar de las drogas en Rusia, aun que tus aspiraciones para ser el principal mercader de armas de Europa se han derrumbado.
- ¿Que es lo que quieres?, no viniste aquí a saludar, los rusos ya pusieron precio a tu cabeza.
- Y están considerando ponerle precio a la tuya… ¿Qué estas dispuesto a hacer para recuperar la bomba y la rusa?
- ¿La Rusa…. Qué es lo que quieres que haga?
- Tu pequeño ejercito personal, tardare demasiado en reunir la gente que necesito, no los puedo reclutar de aquí… te entrego a la Rusa y tal vez la oportunidad de negociar con la bomba.
- ¡Que generosa te has vuelto!
- No me interesa la bomba… me interesa lo que vendrá después de la bomba, igual que a ti. Kürten promete cosas que no puede cumplir, es un genio pero también es un anciano, su visión se limita a desatar la guerra, él sabe que no vivirá mucho después de eso… pero tú y yo aun somos jóvenes, y el mundo es muy grande.
Iván empezó a reír entre dientes.
- El mundo es muy grande y alcanza para los dos ¿no?... ¿Crees que soy estupido?... Kürten jugo bien contigo, tienes los nexos con los clientes, en tu agenda están todos los clanes terroristas del mundo pero perdiste tus nexos con el gobierno ruso… ahora sólo Kürten puede negociar con ellos… o yo. Se que mataste a mis clientes para que yo no pudiera negociar la bomba, cualquiera puede comprar armas pero una ojiva nuclear no es para cualquiera…. Soy tu segunda opción si las cosas le salen mal a Kürten… no eres tonta Kipper, no ofendas mi inteligencia, quieres que juegue a ser la carta de triunfo bajo tu manga…
- Si, la carta bajo mi manga… te estoy ofreciendo una tregua, puedes volver al negocio por la puerta grande, a mis jefes les da miedo lo que quiero hacer con la bomba, creen que me va a ganar la emoción y se la voy a explotar en la cara a cualquier idiota… No. Tengo planes mas ambiciosos para ese juguete, mucha diversión que quiero compartir. La Rusa es una prueba de buena fe.
- La tomo… ¿Qué puedo perder? ¿Qué quieres que haga?
- Leonard… ¿lo recuerdas?
- Maldición… ¿él tiene a la Rusa y la bomba?... ¡con razón no podía rastrearla! ese tipo tiene los recursos para…
- Para quedarse con el negocio si descubre lo que tiene en sus manos. Entramos a su propiedad, yo tomo la bomba y tu tomas la chica… Cuando la bomba sea usada ¿Quién tendrá las llaves del arsenal ruso? ¿Quién pondrá los precios?, ¿Quién será el nuevo zar de las armas?, ¿tienes los pantalones para serlo? Toma lo que te pertenece, toma a la rusa y recupera el hijo que te quito,
- La rusa es un asunto aparte… ¡Con razón me necesitas!, nadie en cien kilómetros a la redonda se atrevería a meterse con Leonard… sólo yo y mi gente, no me gusta que la bomba este en sus manos… será más útil en las tuyas ¿Qué garantías tengo?
- Que no he puesto una bala en tu cabeza.
- ¿Que garantías tienes tu, de que no ponga una bala en la tuya cuando tenga a la Rusa y vaya por la bomba?
Elena Kipper acerco su rostro a unos centímetros del de Iván mientras sus dedos aferraban sus cabellos con vigor sin aflojar el arma.
- Que no puedes… que nadie puede… yo soy El Ángel de la Muerte… nadie puede tocarme.
Marina, el ángel del amanecer.
El sol, su luz tan calida y radiante, alegre, sus rayos se filtran como arcos de gloria entre el follaje de los árboles y bañan con su bendición el rostro de Elena. La pelirroja se siente renovada a pesar de las heridas y la terrible debilidad que la aqueja, el aire fresco en sus pulmones, la brisa en el cabello y el sol acariciando sus mejillas han sido la mejor medicina que ha recibido desde que llego a esta fortaleza. Levanta su rostro y sonríe dejándose acariciar libremente por tan calidos rayos.
Hay algo más en todo esto, mucho mas, esta mañana despertó con una sonrisa que no se ha disuelto, no sabe por que, sólo sabe que es feliz, como si el destino al fin la ha conducido al camino correcto. Por primera vez en mucho tiempo siente paz.
Algo se mueve entre los matorrales, una silueta que escapa veloz internándose entre los árboles.
Elena mira a su lado y ve a la anciana señora que la cuida dormir como un tronco en una silla de mimbre igual a la suya, ¡que cómodas son esas amplias sillas!, pero el reposo era también un tanto aburrido y esa silueta….
Se apoyo en los descansa brazos y haciendo un esfuerzo logro incorporarse sin ayuda. Sintió sus piernas temblar y un ligero mareo la hizo cerrar los ojos, pero respiro hondo y paso rápido, la graba en sus pies descalzos fue buen motivarte para mover las piernas, con agrado se internó en el pasto de los jardines y la tierra suave de los florales también era agradable. Con curiosidad creciente siguió a esa silueta que se detenía de vez en vez más adelante como dándole pistas de su rastro, como guiándola.
Al fin alcanzo un claro rodeado de flores silvestres, había un riachuelo que se veía profundo y de corriente fuerte, había un viejo puente de madera en forma de arco para cruzarlo, en medio de este sentada con las piernas colgando estaba ella.
- ¿Siempre juegas sola? – preguntó Elena.
Marina levanta la mirada hacia Elena y la pelirroja se da cuenta de que había llorado, sus ojitos están enrojecidos y sus mejillas sonrosadas.
- Siempre… -respondió Marina.
La pelirroja se sintió fatigada por el esfuerzo de la caminata y con dificultad se sentó junto a la niña.
- ¿No hay más niños aquí?, ¿y tu mamá?
- Mamá murió, y no hay nadie más…. Nadie que quiera jugar conmigo.
Elena se mordió el labio, el recuerdo de una infancia solitaria sin los brazos de su madre le llego de pronto, pero fue una soledad muy leve, sus recuerdos de soledad eran muy escasos, siempre estaban ellos… su padre y sus hermanos jugando con ella, cuidándola, la hija menor, la princesa de los Katin… También vino a su mente la triste tarde en que ellos fueron… y frente a ella… Con un esfuerzo de voluntad aparto esos recuerdos amargos, la alegría de su pecho no se marcharía tan fácilmente, hacia tanto que no se sentía así…
- Lo siento… -dijo sin perder su sonrisa.
Marina sonrió en respuesta.
- No importa, ya no importa… tu me ayudaras, lo sé.
Elena no pudo evitar soltar una risita por la convicción en la voz de Marina. La niña se puso de pie muy sería. Elena se mordió los labios para dejar de reír, Marina lucia tan cómica con ese gesto adulto en su rostro.
- Quiero pedirte un favor… ¿si?- Marina unió sus manitas mirando el suelo.- ¿siiiii?, ¿por fa?, ¿por fa?, ¿por fa?, ¿por fa?....
Elena soltó una carcajada esta vez, tuvo que contenerse pues la herida en su vientre le dolió. Se acarició la herida tratando de calmar un poco la molestia…
…. El dolor no existía… sólo esos labios, esa lengua que recorría con avidez la herida en un dulce beso que mitigaba cada vez más la molestia como si fuera un bálsamo curativo, y esas manos de porcelana que ascendían sobre su vientre hasta alcanzar sus senos, sus propias manos aprisionaban esos cabellos que se enredaban entre sus dedos con vida propia y sus piernas que envolvían esa cintura que cada vez era mas calida…
Elena sintió un escozor recorrer su vientre, sus piernas, se había sonrojado ante el recuerdo de ese sueño que sintió tan vivido… que había olvidado y cuyo fragmento revivía espontáneo en este momento… Se sintió excitada.
- Tú también fuiste Mamá alguna vez…- dijo Marina.
- No, yo nunca…
La niña puso su manita sobre el vientre de Elena, a la misma altura que la cicatriz de su herida.
- ¿no lo recuerdas, verdad?...
… El brillo ocre del acero al reflejar las llamas de una antorcha cegó sus ojos, sus manos sin fuerzas intentaron luchar sin éxito… un rostro la miraba sin un grano de compasión en sus ojos, ese rostro, ella conocía ese rostro, conocía esa prisión de piedra y paja… el dolor de su vientre desgarrado…. “¡¡Yuliiiaaaaa!! Escapó de sus labios mientras que escuchaba el llanto de un bebe…
- No, no lo recordaba… ¿Cómo podría recordarlo?, no fue… no fue en esta vida… no fui yo. No fui yo…
- Ya no quiero estar sola. –Suspiró la niña-… quiero ir con Mamá.
- ¿Dónde esta tu Mamá, Marina? – preguntó Elena, se dio cuenta de que estaba temblando, de pronto empezó a hacer un frió muy intenso, la herida le dolía.
- Ella se fue hace mucho tiempo… se fue al cielo, eso dice Papá.
- ¿El Señor Leonard es tu padre, verdad?
Marina asintió mientras recargaba su cabeza sobre el barandal de troncos del puente.
- Esta muy enojado conmigo… ya no me quiere.
- No digas eso, tu Papá siempre te va a querer.
- No, ya no me quiere por que iba a irme con Mamá… Mamá no quería que nos quedáramos con él… decía que era el diablo, ¡Papá no es el diablo!, de verdad… sólo que conoce a gente muy mala… pero él siempre fue bueno conmigo, me leía cuentos, cuentos bonitos… íbamos a leer un libro… mi primer libro… yo quería leer muchos libros como él… Pero ya no lee mas… ya no me lee cuentos. Mi libro, sé quedo con mi libro en su biblioteca y no me deja entrar… ¿Por qué ya no me quiere?
Marina se tumbo junto a Elena y empezó a llorar escondiendo su rostro entre sus manitas. Elena hubiera querido abrazarla, pero tenía mucho frió y empezó a temblar violentamente, su frente estaba perlada de sudor, el mareo y el malestar habían vuelto.
- ¿Qué paso con tu Mamá? –preguntó la pelirroja.
- ¡¡Se fue!!... Se fue y dejo a Papá muy triste… Papá lloró mucho… nunca había visto a Papá llorando, nunca había visto a Papá tan triste… - Marina levantó el rostro hacia Elena, sus lagrimas empapaban sus mejillas, Elena quiso limpiar esas lagrimas pero Marina parecía estar muy lejos pues no la alcanzaba-… Se quemó… el auto de Mamá se quemó con ella dentro…
- ¡¡Dios mío!! –Exclamó Elena a pesar de lo aturdida que se sentía- ¡Pobrecita!… -agregó con sinceridad.- ¿tu lo viste?
- ¡Fue cuando ella quiso que nos fueramos!… ¡pero yo no quería irme, yo no quería que ella se fuera!… ¡yo quería que estuviéramos con Papá!… -lloró Marina.
Elena se recargo o mejor dicho se dejo caer sobre un tronco, cerró los ojos un instante, le dolían mucho, como si fueran a escapar de su cabeza. Volvió a abrirlos y vio su reflejo en el agua del riachuelo, a pesar de su claridad no alcanzaba a ver el fondo, era muy profundo. El reflejo de Marina no se veía. Miró a su alrededor sólo para encontrarse con Alexa que venía por un sendero seguida muy de cerca de la señora que la estaba cuidando, la pobre mujer se deshacía en disculpas, la gitana tenía un gesto indefinible, entre molestia, preocupación y dolor. Pero su gestó se ilumino al verla.
- ¿Qué haces aquí? –Preguntó Alexa mientras la abrigaba en sus brazos- ¡estas ardiendo en fiebre! –exclamó asustada.
- Estoy bien… -dijo Elena tratando de ocultar la debilidad de su voz para no preocupar de mas a Alexa.-… sólo estaba platicando con Marina.
- Pues platicaran en la casa… ¿Por qué no te cansas de asustarme?
A pesar de su malestar Elena logró ponerse de pie sin demasiado esfuerzo, era como si estar cerca de Alexa le inyectaba su propia vitalidad.
Alexa miró hacia el cielo, el sol empezaba a descender… se estremeció, la oscuridad, pronto volvería la oscuridad.
El ultimo gramo de lealtad… seiscientos años atrás.
Ilich fue arrojado al piso y el costal que cubría su rostro fue retirado, parpadeo acostumbrándose a la luz. Frente a él apareció un rostro sonriente y sucio.
- El pequeño Ilich Katin ha vuelto a casa. –rió ese rostro.
- ¿Quién…?
- ¿No me reconoces?... el campo de batalla me ha llenado de cicatrices pero no creo que sea para tanto.
- ¡¡Sergey!! – Exclamó Ilich-… ¡¡Primo!!... ¿Qué haces aquí?
- Nos hicieron volver como a todos, después de años de batalla en la frontera, nos han hecho volver a casa de la forma más vergonzosa posible. Somos los “derrotados” por que no ganamos esa guerra… estábamos tan cerca de alcanzar la paz, Oleg Volkov estaba tan cerca de lograr el final pacifico de esa guerra y sólo le costó un hijo.
- Vladimir…
- Si, yo estuve ahí cuando Vladimir guió la batalla más sangrienta de toda la guerra, ciento cincuenta hombres contra mil, no podía ganar esa batalla, pero la gano con su muerte. Los Turcos se retiraron muy diezmados y heridos, creeme que no querían volver a enfrenar a ese demonio rubio de ojos azules, el primogénito de la casta de los Volkov… y para suerte nunca más volverán a hacerlo… El general Turco mando recuperar el cuerpo de Vladimir del campo de batalla y lo incinero según sus costumbres, le saco el corazón y lo curo con sal para enviárselo a mi señor Oleg.
- ¿Por qué esa crueldad?
- ¿Crueldad?... eres un “tenedor de libros” no un soldado, no entiendes eso… fue un gesto de respeto, el cuerpo de Vladimir Volkov no sería pasto de las bestias y su corazón merecía ser sepultado en la tierra que lo vio nacer, la tierra por la que murió… La muerte de Vladimir le mostró a los Turcos que aquí había hombres que no podrían vencer, lo mejor era negociar… y empezaron a hacerlo, pero el duque no entiende de razones sólo de armas… ¿Oleg Volkov fue un traidor por buscar una forma de poner fin a esas carnicerías?. No lo creo, ninguno de estos pomposos nobles Lituanos ha estado en un campo de batalla, ninguno sabe lo que es la ver la muerte cara a cara… Ahora vinieron todos estos caballeros de todos los rincones del mundo, y después de pelear como poseídos por más de cincuenta años ahora debimos volver manchados de vergüenza a casa para una última batalla… Nos quitaran estas tierras y todo cuanto poseemos, todo por cuanto hemos luchado…
- Tienes una opción Sergey Katin... rinde juramente a tu nuevo señor y todo te será devuelto.
- Ya preste juramento una vez, al hombre con el cual luche hombro con hombro, al padre del hombre más valiente que jamás he conocido… Y ahora su hija esta prisionera en las mazmorras de su propio castillo, torturada y enferma, ¡no lo puedo permitir!…. Ilich Katin, no viniste de tan lejos por nada, eres un Katin como yo y por eso conozco tu lealtad. Sé que estas planeando algo… cuenta con nosotros para lo que sea.
La familia.
La oficina del director del Banco era un lugar sumamente agradable, todo el edificio estaba construido en sólida roca de cantera pero revestido de finas maderas que perfumaban el aire y absorbía los mundanales ruidos del exterior, solo la docena de computadoras en los escritorios de las otras oficinas contrastaban con el aire victoriano del inmueble. El escritorio de Sven, director del banco no era la excepción. Sven se encontraba examinando los números en la reluciente pantalla de cristal liquido mientras una suave pieza de música clásica ambientaba el silencio, su edad era indefinible por la flexibilidad de sus movimientos, la viveza de sus ojos azules tras el cristal de unos lentes de montura de oro que restaban seriedad a su gesto, su cabello estaba pulcramente cortado, era abundante pero canoso, su tez era blanca aunque ligeramente bronceada.
-… han invertido mucho dinero en “accesorios” para automóvil ¿no lo cree? – le dijo al hombre sentado frente a él, un tipo que ya rondaba los cincuenta años, de gesto altivo y duro, piel curtida por la intemperie y diversos climas… de profesión militar se le notaba. A pesar de sus finas ropas, acorde con las oficinas que pisaba, el tatuaje de una swástica resaltaba en su cuello.
- Invertimos nuestro dinero en su banco por que es uno de los mas “discretos” –asintió el hombre- lo que hacemos con nuestro dinero es nuestra responsabilidad.
- No me mal interprete, nadie puede penetrar la información de sus cuentas, pero sí la forma en que ustedes hayan usado su dinero fuera de aquí… Hay mecanismos para ganar mayor discreción, creo que uno de mis asesores le hubieran podido ayudar a manejar con mas sigilo el “acondicionamiento” de cincuenta camionetas de uso miliar, mismas que también adquirió de una forma no muy discreta… a mi no me interesa si las acondiciono para recrear Woodstock en alta fidelidad o si las equipó con fusiles alto calibre… pero alguien más va a preguntar. Considere mi consejo como una prestación más del mi banco.
- Estamos encantados con el servicio de su banco. ¿Algún otro trámite hay que hacer?
Sven se puso de pie con una amplia sonrisa y estrecho la mano de ese hombre verdaderamente feliz de verlo marcharse.
- ¡Maldito neo-nazi! – murmuró entre dientes mientras veía el automóvil de ese hombre y sus escoltas abandonar su edificio.
- ¿Tendrán algo planeado para la cumbre de Roma? –pregunto un hombre mas joven a su espalda, su asistente, su futuro suplente en el cargo que ha desempeñado por más de veinte años.
- Con esta partida de bárbaros todo es posible, no hay que perderles la vista, han armado un pequeño ejercito pero ¿serán capaces de moverlo con discreción?... Me preocupa más el portaviones Ruso, la ruta que ha tomado también lo dirige hacia Roma y mis contactos están desconcertados… la ultima vez que un Papa convoco a una cumbre multinacional en secreto fue para promover el nacimiento de la OTAN y la ONU, después de la segunda guerra mundial, para crear un mecanismo internacional que pudiera prevenir que otra guerra de esa magnitud volviera a suceder… ¿no sería paradójico que esta nueva cumbre fuera para en secreto promover una guerra similar?...
- Si, ¿Qué podríamos hacer al respecto?
- Lo que hemos hecho durante todas las guerras… lo mejor que podamos. ¿tienes alguna información relevante sobre la chica de Leonard?
- El dato que nos proporciono Leonard es correcto, Nadya Elena Katina, hija de Sergei Katin, efectivamente hay grandes posibilidades de que sea descendiente de la rama extraviada de la “familia”.
- ¿Cómo es que no lo supimos antes?
- Esa rama de la familia se oculto en Rusia por generaciones, tiene relativamente poco que regresaron a Vilnius, pero la Troyka (mafia rusa) tiene control absoluto de esas tierras.
- ¿Es verdad que el bastardo de Iván Shapovalov extermino a esa familia?
- Todo parece indicar que si… en todo caso esta chica es la ultima sobreviviente de su rama.
- La ultima… - Sven aparto los ojos de la ventana-… a pesar de que su nombre podría ser una gran coincidencia pues en Rusia el apellido Katin es muy común vale la pena indagarlo un poco más ¿no lo crees? Pide a Leonard que le de asilo por un tiempo, por ahora me debo enfocar en las cuestiones de la cumbre de Roma. ¿Hay algo más?
- Si señor, hay algo más… hubo un segundo contacto.
Sven hizo un gesto de sorpresa, se acomodo las gafas para clavar sus azules ojos en los del muchacho.
- ¿otro…? ¡Tan pronto!
- Fue en el hotel de Florencia… El gerente siguió el protocolo, ha constatado la legitimidad del contacto, y es la misma persona de Francia… Yulia Volkova, “idéntica al cuadro como una gota de agua”… pero esta vez hay algo más… pidió hablar con usted.
- ¿Ella pidió hablar conmigo?... -preguntó Sven incrédulo.
- Así es señor, ¿al fin los Volkov mostraran su rostro?
- … Esto es algo muy inusual… ni siquiera mi antecesor tuvo el honor de conocer a un Volkov. Prepara mi avión, debo estar en Florencia antes del amanecer y…
- ¿La bóveda? – preguntó el muchacho mientras extraía una cadena atada a su cuello, en ella una llave de seguridad.
Sven sonrió y extrajo la suya de una cadena similar.
- Si, vamos a la bóveda. Creo que no moriré sin saber que hay en esos documentos.
- El secreto y razón del exilio al anonimato de los Volkov, ¿lo conoceré yo también?
- No… lo siento, el protocolo es muy claro, sólo podrás tener acceso a esos documentos cuando ocupes mi lugar y un Volkov te llame a su presencia.
Continua….
El ángel oscuro…
Sumergida en la más profunda oscuridad y silencio, Yulia siente el monstruo de su hambre derrotado por lo único que puede hacerlo retroceder, el primer rayo del sol brota en el horizonte y cruza un cielo muy lejano sobre su cabeza, muy arriba del agujero que ha cavado en la tierra yerma para refugiarse de su luz como un insecto.
El rostro de Elena y Nadya se funden en uno sólo, no hay diferencia, sólo existe la pureza de esa mirada esmeralda llena de pasión y deseo que la mira directo a los ojos sin miedo, esa sonrisa que devora la suya entregando su alma y su vida en perlas carmesí… el hambre en su pecho se transforma… su corazón late por ultima vez henchido de una emoción tan vieja y olvidada… ama, una vez más su corazón ama… el monstruo del hambre será vencido, Yulia tiene fe, tiene esperanza… eso fue lo que jamás pudieron arrebatarle… la esperanza de volver a estar con ella.
- ¿Y ella querrá volver contigo?... –preguntó una voz muy lejana, una voz venida de tiempos inmemorables… era su propia voz deformada y corrompida, la voz de la bestia de su hambre.
-… ¿podrá amarte cuando sepa lo que hiciste…?-
Yulia se contrae más sobre si misma, sus garras crispada en un rito de dolor o vergüenza, el ultimo eco de su corazón se desvanece con una imagen en su memoria indeleble…
Seis cientos años atrás… la torre en llamas, el mundo en llamas, un millar de espadas desnudas cruzándose en una batalla sin sentido ni razón… la sangre bañándolo todo, su hambre regocijada ante el banquete… la niña en sus manos… un bebe, tan pequeña, tan tierna, tan frágil… tan hermosa… tiene el rostro de su madre, el rostro de Nadya… pero en sus venas… la sangre de él.
No hay rencor en la Yulia renacida de sus cenizas, no hay odio, no hay amor… sólo hay hambre… sus colmillos relucientes surgen… El sol se empieza a dibujar sobre el horizonte pero totalmente ensombrecido por las nubes de tormenta, el humo de la batalla, la sombra negra de la muerte esparcida sobre el cielo… fue un amanecer oscuro.
El ultimo gramo de lealtad… seiscientos años atrás.
Carlo mordía distraídamente una manzana mientras sus pasos lo guiaban aparentemente sin rumbo por las caballerizas improvisadas al costado del castillo Volkov, pero sus ojos estudian sin perder detalle todo el campo. El olor a estiércol en el aire ya lo había fastidiado y añoraba el aroma a flores frescas que siempre tuvo tan magnifico territorio. El Lago mismo parecía empantanado con el chapoteo constante de las bestias en su acarreo del agua fresca. El gitano dijo una maldición a todos aquellos, apenas la cabeza de la avanzada de tropas que llegaban de todas las fronteras.
- ¿Perdiste algo, gitano? –preguntó una voz gruesa y dominante a sus espaldas.
Carlo mordió por ultima vez la manzana mientras giraba para encarar a quien fuera, su mano oculta bajo la capa de viaje que lo cubría ya estaba presta sobre su daga. Pero un puño de hierro sujetó su brazo adivinando sus pensamientos y un brazo atrapó su cuello inmovilizándolo.
Una docena de hombres con sus armaduras oxidadas y sus espadas melladas lo miraban divertidos, empezaron a reír ante su inútil intento de liberarse.
Ilich Katin tenía una vista panorámica del Castillo, el desastre que habían hecho con los hermosos jardines del castillo. El desfile interminable de soldados no le agradaba en lo absoluto, sin embargo su plan era desesperado y no encontraba forma de llevarlo acabo con éxito, ni siquiera como iniciarlo, debido a las tropas el castillo había reforzado su seguridad, un anillo protector de caballeros armados eran la primer línea de defensa y el primer gran obstáculo.
- Carlo… espero que encuentres una grieta en esa guardia. – dijo para sí.
De pronto sintió un silencio incomodo en el bosque a su alrededor, el silencio que precede a la cacería. Se echo la capa de viaje sobre la cabeza y empezó a caminar presuroso temiendo ser descubierto. El sonido brusco de los matorrales muy cerca de él lo alertaron demasiado tarde. Intentó escapar pero una larga lanza hábilmente se cruzo en sus piernas, derribándolo. Manos expertas cayeron sobre él inmovilizándolo, una bolsa de manta cubrió su rostro y sus maldiciones.
El ángel de la muerte… medio Oriente, 1990.
El calor se filtraba por el hueco del ventanal abierto, sin cristales, una gasa de tela se agitaba perezosamente en la brisa pesada y seca del mediodía, la gasa envolvía un cañón de acero que se miraba enorme entre las manos de esa niña cuyos cabellos dorados escapaban por debajo del amasijo de telas que cubrían su cabeza y rostro, sus ojos azules estaban fijos y congelados en un gesto de atención suprema. Un par de hombres a su lado la miraban con una mezcla de fascinación e incredulidad, sus ropas y el color moreno de su piel, aparte quemada por el sol y los vientos helados del desierto los revelaban como oriundos de la región.
Afuera, el calor de la tarde no se comparaba con el calor de los ánimos de una multitud que se congregaba alrededor de una plaza, marchas que desfilaban por esas tristes calles de terrecería, pancartas y banderolas multicolores lucían por doquier. Cuatro hombres dominaban las cuatro esquinas de es plaza, cada uno dirigiendo sus voces potentes y seguras a aquellos que los seguían y apoyaban, a pesar de que lo que parecía había un orden en ese caos, una delicada línea de respeto entre cada uno de ello. Unas calles atrás una línea de automóviles era bloqueada por la multitud.
- ¿Estas lista, Kipper, tienes los blancos a la vista?- dijo una voz a través de un radio que sostenía uno de los hombres que acompañaban a la chica.
- Lista –respondió la chica.- ¡Confirme el blanco!
Los hombres intercambiaron una mirada de inteligencia, el otro, el que no tenia la radio dio un sigiloso paso tras la niña, de entre sus ropas extrajo una navaja.
En el interior de un automóvil viajaban tres hombres aparte del chofer, uno de ellos llevaban en mano un radio de honda corta, sudaba copiosamente a pesar del clima artificial del auto, levanto la mirada del aparato en sus manos para consultar a otro rostro de acerados ojos azules.
- Sólo aguarda un minuto –le dijo como respuesta a su mirada.
- Kürten, ¡por Dios!.... ¿esta improvisando?
Peter Kürten se inclino un poco para lograr tener una visión del sol sobre los edificios.
- El blanco esta a las 9:00 de su posición… dígaselo.
- Su blanco esta a las 9:00 – repitió maquinalmente el hombre mientras sentía su corazón saltando en su pecho, Kürten reía entre dientes.
En lo alto de un edificio, la pequeña Elena Kipper giro su arma y apunto al blanco señalado, la luz del sol daba en su espalda ocultando su presencia, lastimando los ojos de cualquiera que levantara el rostro en su dirección.
- ¿Procedo? –pregunto la niña.
- Aguarde – ordenó Kürten. Sus ojos se cerraron y su dedo índice cubrió sus labios ordenando silencio adivinando la intención del hombre del radio de presionar con una pregunta. El tercer hombre tan sólo miraba por la ventanilla a la multitud que levantaban sus voces en clamor.
- Si estos “monos” declaran la paz, si terminan su conflicto aquí y ahora, ¡se acabo!… todo el petróleo bajo estas tierras se perderá… -mascullaba en su mente mientras la los gritos de la multitud parecían alcanzar el cielo.
De pronto hubo un instante de silencio, un instante en que todos parecieron respirar y escuchar, una voz clara y dominante se elevo por entre los vítores restantes y el silencio fue casi total en respeto a esa voz.
- ¡Ahora! – ordenó Kürten.
- ¡¡D-Dispare!! – ordenó el hombre a través del radio.
Casi al mismo tiempo se escucho el sonido de un trueno. Sólo un instante después el mundo enloquecía.
Elena Kipper escuchó esa voz eléctrica salir del aparato en la mano morena de aquel hombre, al fin, sus nervios se relajaron, la tensión en su frente desapareció… el mundo se congelo mientras el aire escapaba de sus pulmones, su corazón latía sereno pese a la presión y ahora se relajaba, sintió un latido golpear con fuerza su pecho y extender esa vibración por sus brazos, lo dejo extinguirse… vio la brisa levantando levemente la gasa de su arma y deslizó el cañón un milímetro para corregir el blanco, observo su blanco, se fundió con él, sintió su corazón latir en el pecho adelantándose a sus movimientos, su boca que se abría profiriendo palabras vigorosas que lo cimbraban entero… palpo su cuerpo en la distancia y adivino su movimiento, el nacimiento de ese paso que lo ubicaba aun mas fácilmente en el rango de tiro de su arma… dejo que su propio corazón esfumara el latido, un latido podía desviar la bala un milímetro, un milímetro a esa distancia se convierte en casi un metro de diferencia en la zona de su blanco… su cuerpo sin aire se convirtió en piedra, sus manos firmes oprimieron el gatillo… antes de parpadear la bala ya había alcanzado su objetivo. No hubo necesidad de un segundo disparo, la bala penetro por la frente a su blanco con tal potencia y precisión que el hombre saltó hacia atrás bañando a todos con su sangre.
Kipper se dejo caer de rodillas al mismo tiempo que el hombre tocaba el suelo, sintió su corazón saltar en su pecho y sus labios temblar en una sonrisa plena. Su mano libero el puño del arma y se posó sobre su pecho para deslizarse por su vientre hasta alcanzar su entre pierna.
Se dio un instante para disfrutar de su orgasmo, amaba esos trabajos, los instantes en que como un cazador ponía a la presa en la mira de su arma, la tremenda excitación de la cacería, el éxtasis de ver su sangre saltar y la vida extinguirse de sus ojos. Pero la cacería no terminaba aquí… otra presa estaba lista y cayendo en la trampa.
Aun le temblaban las piernas cuando saltó de su posición esquivando la navaja que buscaba su garganta, corrió al otro lado del edificio y penetro en otra habitación, dejando tras de si a los hombres que la acompañaban, tardaron un segundo en reaccionar. Una multitud enardecida ya subía por las escaleras del edificio y una lluvia de plomo penetraba por la ventana. Kipper voló escaleras abajo ocultando sus cabellos lo mejor que pudo. Se detuvo un instante, molesta, esos hombres eran muy lentos, sin problema les había sacado una gran ventaja, con sangre fría espero hasta que ellos volvieron a verla y entonces le dispararon sin dudar.
Kipper continuó con su alocada carrera hacia abajo mientras la balas zumbaban a su alrededor, dio una vuelta y se encontró de frente con una multitud enardecida y armada. Las prendas que le cubrían el rostro estaban desajustadas y dejaban ver sus rasgos casi infantiles, su piel pálida estaba manchada de ceniza que disimulaba un poco su color, su menuda y delgada figura la hacia inconfundible. Un par de hombres de la multitud la sujetó. Kipper grito algo en el idioma local y señalo hacia arriba de las escaleras de donde venía. Los hombres que la perseguían aparecieron con sus armas en mano y aun rugientes. Fueron masacrados en un instante mientras Kipper era aparatada con brutalidad por la multitud que casi la hieren aplastándola contra los muros. Con habilidad logro escabullirse a la calle.
- Confirmen… ¿Eliminaron el Blanco?... – insistió el hombre del automóvil por el radio.
- ¿Importa? –Preguntó Kürten - ¡escucha ese sonido!... es el sonido de la guerra, el infierno desatado… se acabaron los acuerdos de paz, se acabaron los sueños de independencia… están en guerra otra vez. Unos cuantos meses y la ONU autorizara una invasión para pacificar esta guerra y podrán tomar el petróleo que tanto les interesa.
- … y podremos seguir vendiendo sus niños al mercado negro y prostituyendo sus mujeres, y venderles más armas y municiones a todos – recalcó el tercer hombre.
Kürten respondió con una mordaz carcajada.
-… Confirmen… ¿Eliminaron también al paquete? –volvió a insistir el hombre del radio.
- No, aquí viene “el paquete” –rió Kürten.
Los tres hombres miraron por la ventanilla.
Una chica mal disfrazada con atuendo de la región venía caminando con total tranquilidad por una calle que se había convertido en un caldero del infierno, la sonrisa en su rostro manchado de ceniza lucía siniestra, transparente en sus pensamientos. Lo estaba disfrutando, estaba gozando de toda esa locura, de cada herido que se arrastraba a sus pies, de cada bala que encontraba alojo en el cuerpo de alguien, de cada herida y cada maldición.
- … esta en éxtasis… – Asistió Kürten-.. Sabe lo que ha hecho y lo esta disfrutando… ¡mírenla!... es hermosa en su naturaleza… una bala y ha matado a un país… y lo sabe.
- Ella debería estar muerta, los hombres debieron haberla acabado, la gente debió lincharla…
- ¿A ella?, ¡mírala!, es solo una chiquilla… ¿sería ella capas de matar a una mosca?, ¿sería ella capas de dispararle en la cabeza a nadie?...
- No te burles Kürten, ella no es una profesional… no mata por seguir una misión o una orden, ella disfruta lo que hace, ¡ella necesita hacer lo que hace!… en cualquier momento empezara a matar sin distinción, sin razón y sin objeto, los hará por puro placer… esta enferma, desquiciada… Sólo parece una niña pero no lo es, ¡¡ella es un monstruo!!
- ¡No!... ¡No te confundas, camarada! Por ultima vez se los voy a decir, no pueden con ella por que caen ante el mismo engaño que sus victimas, no es una niña inocente, pero tampoco es una niña perturbada, no esta loca ni dañada… si tratas de cazarla como a una “enferma mental” has caído en su juego y tu serás su presa, ella esta más allá, no olvides su nombre… ella es un ángel. “el ángel de la muerte”.
El Dios de la guerra…en el presente.
- “’Angel de la muerte” – murmuró Kürten mientras mojaba sus labios en licor.
- Fuiste tu quien la bautizo así, ¿no es verdad? – dijo un hombre sentado Frente a él. Marcel.
- Era una niña de aspecto tan dulce… su sonrisa maliciosa y traviesa te tentaba, la primera vez que mato lo hizo por instinto, la segunda vez fue por curiosidad, en la tercera ya había descubierto el placer y lo podías leer en sus ojos…. La lujuria de sus ojos y esa sonrisa… cuidado, acariciabas esa cabecita de cabellos rubios y terminabas con el vientre abierto de cabo a rabo… y ella podía verte morir sin parpadear siquiera… era una niña muy hermosa… y ahora es una magnifica mujer. Con un gran objetivo, un gran sueño… ella quiere ver al mundo sangrar, exterminarnos a todos.
- ¿Por qué?... si dices que no esta loca… ¿Por qué lo hace?
- Por que puede. – Kürten rió hasta que una tos seca lo interrumpió- Lo hace tan sólo por que puede hacer, por que no teme, no duda, no siente ningún remordimiento, ninguna pena… mata por que puede… ¡Poder!, amigo Marcel… lo que hacemos es por poder, no por dinero, el dinero es efímero, mezquino, esclavizante. El dinero te da poder sobre la gente… ¡¡pero no es el poder!!… Dinero tengo suficiente, más del que podré gastar en cien vidas, ¿Qué puede ambicionar un hombre como yo, que lo he poseído todo, lo he hecho todo?... ¡nada!... al menos nada que el dinero pueda comprar. Lo que ambiciono, lo que me mantiene con vida es el poder… Yo cambiare la historia del mundo, yo vengare una guerra perdida, yo rescatare mi nombre de la derrota y la vergüenza… yo derribare naciones y cambiare la cara del mundo… ese es el poder, que ambiciono… total y absoluto… y no lo hago por gloria ni por dinero… lo hago por que puedo…
- Entonces Kipper no perderá el control con la bomba ¿eh?
- No, no la detonara de forma absurda u oportunista como teme el Politburó… para ella la bomba es una bala de fusil, puede matar un país con una sola bala si sabe esperar el momento y elegir el blanco… puede hacer arder el mundo con una sola bomba si sabe esperar y elegir el blanco.
- Pero el blanco y el momento lo has elegido tu… siempre has sido tu.
- Así es… aun ella, “El Ángel de la Muerte” ha sido un títere en mis manos… y ella lo sabe y lo consiente, soy la única persona en el mundo a quien ella no puede matar, si ella es un ángel yo soy su Dios… Pero aparte de mi Kipper jamás ha seguido las ordenes de nadie, si no hace mucho que la hubieran eliminado… no, Kipper hace lo suyo, arbitrariamente, imprevisiblemente, siempre esta un paso adelante. Puedo confiar en que aun que yo me equivoque ella podrá corregir el blanco y el momento, la bala que salga de su arma no será guiada por mi si no por ella. Y ella jamás falla.
- ¿Qué hay de los “chicos”?, son dignos de considerarse, son impresionantes.
- Los chicos… - masticó Kürten esa palabra -… ¿te encariñaste con ellos? Admito que es encantadora la idea un batallón de “Cabezas Rapadas”, un ejercito ansioso de entrar en combate como en los viejos tiempos… pero no son los viejos tiempos, y esta guerra no la pelearemos en las trincheras… la pelearemos desde un escritorio, y dejaremos que los enemigos se hagan pedazos unos a otros y desde un escritorio tomaremos el control del mundo que quede… Necesitare líderes, no fanáticos. Pero si los “Cabezas Rapadas” tienen tantas ganas de entrar en batalla… algo puedo hacer con ellos… si, al final también pueden servirme.
- Pues están listos para seguirte, eres una leyenda entre ellos…
- Lo que me interesa mas es lo otro… ¿lo conseguiste?
- Fue difícil, “el Doc” se oculto en la selva de Brasil, tuve que meterme hasta el cogote en esos pantanos y ríos… pero di con él y no muy convencido me dio esto. – Marcel abrió un portafolio.
- Interesante – sonrió Kürten-… hay que volver a lo básico ¿no?, ¿quien lo hubiera creído?
- El Doc me insistió que dejáramos en paz este asunto…
- Si. Lo sé, siempre fue un cobarde respecto a eso… recuerdo perfectamente el último informe que presentó de su investigación a la “Sociedad del Thule”(*). Sin embargo el destino nos la ha traído una vez más, y nada sucede sin una razón… es como una confirmación, ella aparece en el momento indicado, y mejor aun se pone en mis manos… este es mi destino, cazaremos a un inmortal, le arrancaremos la semilla de la eternidad de su sangre y tal como lo soñó Hitler, el Cuarto Rehich bajo mi mando durara mil años.
Alexa y un puño de tierra para Camila… la cruzada por un ángel.
El sol brilla alegremente en lo alto, algunas nubes perezosas se pasean sobre el inmaculado cielo, la brisa agita el follaje de los inmensos árboles y esparcen el aroma de sus frutos por todo el valle, las flores irradian sus multicolores con singular alegría, hasta el pequeño rió que canta mas allá parece complementar a la perfección este cuadro. Alexa sonríe mientras una oración se esfuma en sus labios. Este lugar es prefecto… ella estará bien aquí.
Si hubiera lagrimas en sus ojos estas correrían, pero su llanto se ha secado, al fin se extinguió por el uso, literalmente ha llorado hasta quedarse sin lagrimas, pero no sin pasión.
Las flores fueron removidas provisionalmente, un agujero en el suelo se ha sido excavado y ahora un improvisado féretro es deslizado dentro con sumo cuidado bajo la atenta mirada de Leonard.
- No quiero a la policía aquí, no la necesitamos… - le advirtió Leonard esa madrugada cuando ella fue encontrada. Alexa estuvo de acuerdo, Fernando estuvo de acuerdo, Elena no podía opinar presa de la fiebre y no tenía nada que decir pues ni siquiera supo de la existencia de la pequeña Camila.
- ¿Qué fue…? – preguntó Fernando con los ojos enrojecidos por las lagrimas contenidas.
- Sobredosis seguramente… -respondió Leonard, aunque hubo una mirada de inteligencia entre él y Alexa-… su salud era muy endeble, mal alimentada, simplemente no tenia ganas de vivir, así que se extinguió.
- ¿Cómo pudo suceder en el sendero…? –protesto Fernando no muy convencido.
- ¿Y por que no ahí? Era el lugar perfecto, estaba sola, sólo ella y sus… recuerdos, su infierno… Que mejor lugar para despedirse. – Dijo Alexa.
Leonard hizo un gesto con la mirada hacia Alexa, la gitana tomó un puño de tierra lo lanzó sobre el féretro como señal para iniciar la sepultura.
- Un puño de tierra… con él deberían marcharse nuestros recuerdos y nuestras amarguras, para que todo lo que signifique dolor se vaya junto con la persona a quien despedimos… ¿pero no acaso es el recuerdo lo que las mantiene vivas en nuestro corazón…? ¿Entonces debemos olvidar o recordar?... un puño de tierra debería simbolizar que la dejamos ir… que no importa cuanto la hayamos amado debemos dejarla ir con todos sus recuerdos y todo su dolor… No quiero dejarte ir Camila… mi niña… mi dulce niña… todos nuestros recuerdos juntas, la inocencia de lo que vivimos, nuestro amor tan criticado… no lo abandonare al olvido, no lo dejare ir… este puño de tierra es por todas las lagrimas que por ti no llorare... Siempre estarás en mi corazón.
La última palada de tierra cubrió el agujero, y un jardinero empezó a trabajar devolviendo las flores a su lugar y borrando para siempre la huella de lo que ahí había sucedido. Alexa dirigió su mirada con disimulo hacia ese hombre.
- Leonard, es un hombre de “respeto” –le explico Fernando- un hombre de mucho “respeto”
- ¿Mafia?... ¿Leonard es un gangster?
- Esas son palabras que jamás debes mencionar en Italia, la mafia no se llama a si misma mafia, aquí se les llaman “los amigos”… y si, Leonard es uno de los “amigos”, uno de los más grandes, aun que ya esta retirado de los “negocios” todavía es un hombre muy escuchado, muchas familias muy poderosas acuden a él por su “consejo”. Leonard es un hombre de “respeto”.
- ¿Que clase de consejos puede dar?
- ¡Tonta!... un “consejo” es un permiso, las familias viven bajo códigos éticos y morales aun que tu no lo creas, y bajo un gobierno de respeto, respeto que se compra con sangre… cuando existe un conflicto de intereses las “familias” acuden a hombres de “respeto”, alguien con el suficiente poder para imponer una orden y cuyos intereses sean lo bastante grandes como para ser imparcial en cualquier asunto… “los hombres de respeto” velan por la paz entre las “familias”. Y Leonard es uno de ellos…
- un hombre de respeto… -murmuró Alexa mientras lo observaba.
Leonard extrajo una navaja de su bolsillo y durante unos minutos talló algo en el tronco del árbol a cuyo pie había sido sepultada Camila.
- No es una lapida, pero tiene tal fin. –dijo el hombre al pasar junto a Alexa, ya todos se habían ido, el sol de la tarde empezaba a descender.
- No fue la droga… -dijo Alexa casi entre dientes.
- No, no fue la droga… fue la oscuridad.
- … Vino por Elena… y se llevo a Camila.
- Así es la oscuridad, siempre se lleva a los más débiles. Hay mucha luz en tu amiga, la oscuridad siempre persigue a la luz, volverá por ella… ¿Estas lista para lidiar con la oscuridad?
Leonard se alejo con paso tranquilo, todo en él reflejaba un aura de serenidad, la serenidad de un hombre que nada debe y que nada puede arrebatársele. La gitana se acerco al árbol para leer lo que él había inscrito.
“Camila… por siempre un sueño”
Alexa tocó el tronco, la savia de la madera recién tallada mojo sus dedos como las lagrimas que eran ausentes de sus ojos.
- … simplemente no tenia ganas de vivir, así que se extinguió. –había dicho Leonard.
- ¿Fue por mi?... por que a pesar de todo lo que alguna vez te ame, supiste que ya no había lugar para ti en mi corazón… ¿fue por eso?
A su mente llego el recuerdo de su reencuentro, aquel horrible lugar de vicio y corrupción, oscuro y pestilente… ¿eso fue por su culpa?... También recordó su rostro tras el cristal de su caravana, sus ojos tristes pero esa cortina corriendo para ocultarse tras ella y abandonarla cuando le había propuesto fugarse… pudieron conquistar el mundo juntas, cuando se amaban… No, lo que sucedió con Camila no fue su culpa, fueron las decisiones que Camila tomó.
¿Y que tan lejos estaba Alexa de ese mismo destino?... se recordó a si misma bailando desnuda bajo la lujuria de un centenar de miradas… las drogas no la habían alcanzado todavía pero en ese medio sólo era cuestión de tiempo.
Pero llego Elena… y de pronto toda su vida tuvo un sentido, un significado.
- No pude protegerte a ti… pero la protegeré a ella… Elena es la luz, ella no caminara en la oscuridad.
Alianza profana…
Iván dio una chupada más al cigarrillo que se consumía en sus labios, después lo arrojo con fuerza sobre el piso de loza de la habitación donde descansaba. Con una patada aparto de si las sabanas que manchadas de sangre empezaban a ensuciarlo, acomodado en la exila tenía una botella de vodka ya casi vacía, al otro lado de la cama, semejando una muñeca rota, el cuerpo de una niña había perdido por completo su color, su dulce aroma a caramelo empezaba tornarse amargo en el inicio de la descomposición.
Iván cerro los ojos un instante, entonces sintió el frió contacto del acero en su frente.
- ¿Era necesario matar al Turco? –preguntó.
- Indispensable –respondió Elena Kipper- Era un espía leal, leal a los rusos… cuando descubriera tu juego seguro que acabaría contigo.
- No lo sé… tal vez hubiera podido negociar con él. Me fue leal muchos años…
- Por eso estas destinado a perder, piensas con las pelotas y no con la cabeza.
- ¿A cuantos mataste para llegar hasta aquí?
- A un par… no te preocupes, tus hombres todavía te cuidan, todavía no han podido comprar su lealtad, aun sigues siendo el zar de las drogas en Rusia, aun que tus aspiraciones para ser el principal mercader de armas de Europa se han derrumbado.
- ¿Que es lo que quieres?, no viniste aquí a saludar, los rusos ya pusieron precio a tu cabeza.
- Y están considerando ponerle precio a la tuya… ¿Qué estas dispuesto a hacer para recuperar la bomba y la rusa?
- ¿La Rusa…. Qué es lo que quieres que haga?
- Tu pequeño ejercito personal, tardare demasiado en reunir la gente que necesito, no los puedo reclutar de aquí… te entrego a la Rusa y tal vez la oportunidad de negociar con la bomba.
- ¡Que generosa te has vuelto!
- No me interesa la bomba… me interesa lo que vendrá después de la bomba, igual que a ti. Kürten promete cosas que no puede cumplir, es un genio pero también es un anciano, su visión se limita a desatar la guerra, él sabe que no vivirá mucho después de eso… pero tú y yo aun somos jóvenes, y el mundo es muy grande.
Iván empezó a reír entre dientes.
- El mundo es muy grande y alcanza para los dos ¿no?... ¿Crees que soy estupido?... Kürten jugo bien contigo, tienes los nexos con los clientes, en tu agenda están todos los clanes terroristas del mundo pero perdiste tus nexos con el gobierno ruso… ahora sólo Kürten puede negociar con ellos… o yo. Se que mataste a mis clientes para que yo no pudiera negociar la bomba, cualquiera puede comprar armas pero una ojiva nuclear no es para cualquiera…. Soy tu segunda opción si las cosas le salen mal a Kürten… no eres tonta Kipper, no ofendas mi inteligencia, quieres que juegue a ser la carta de triunfo bajo tu manga…
- Si, la carta bajo mi manga… te estoy ofreciendo una tregua, puedes volver al negocio por la puerta grande, a mis jefes les da miedo lo que quiero hacer con la bomba, creen que me va a ganar la emoción y se la voy a explotar en la cara a cualquier idiota… No. Tengo planes mas ambiciosos para ese juguete, mucha diversión que quiero compartir. La Rusa es una prueba de buena fe.
- La tomo… ¿Qué puedo perder? ¿Qué quieres que haga?
- Leonard… ¿lo recuerdas?
- Maldición… ¿él tiene a la Rusa y la bomba?... ¡con razón no podía rastrearla! ese tipo tiene los recursos para…
- Para quedarse con el negocio si descubre lo que tiene en sus manos. Entramos a su propiedad, yo tomo la bomba y tu tomas la chica… Cuando la bomba sea usada ¿Quién tendrá las llaves del arsenal ruso? ¿Quién pondrá los precios?, ¿Quién será el nuevo zar de las armas?, ¿tienes los pantalones para serlo? Toma lo que te pertenece, toma a la rusa y recupera el hijo que te quito,
- La rusa es un asunto aparte… ¡Con razón me necesitas!, nadie en cien kilómetros a la redonda se atrevería a meterse con Leonard… sólo yo y mi gente, no me gusta que la bomba este en sus manos… será más útil en las tuyas ¿Qué garantías tengo?
- Que no he puesto una bala en tu cabeza.
- ¿Que garantías tienes tu, de que no ponga una bala en la tuya cuando tenga a la Rusa y vaya por la bomba?
Elena Kipper acerco su rostro a unos centímetros del de Iván mientras sus dedos aferraban sus cabellos con vigor sin aflojar el arma.
- Que no puedes… que nadie puede… yo soy El Ángel de la Muerte… nadie puede tocarme.
Marina, el ángel del amanecer.
El sol, su luz tan calida y radiante, alegre, sus rayos se filtran como arcos de gloria entre el follaje de los árboles y bañan con su bendición el rostro de Elena. La pelirroja se siente renovada a pesar de las heridas y la terrible debilidad que la aqueja, el aire fresco en sus pulmones, la brisa en el cabello y el sol acariciando sus mejillas han sido la mejor medicina que ha recibido desde que llego a esta fortaleza. Levanta su rostro y sonríe dejándose acariciar libremente por tan calidos rayos.
Hay algo más en todo esto, mucho mas, esta mañana despertó con una sonrisa que no se ha disuelto, no sabe por que, sólo sabe que es feliz, como si el destino al fin la ha conducido al camino correcto. Por primera vez en mucho tiempo siente paz.
Algo se mueve entre los matorrales, una silueta que escapa veloz internándose entre los árboles.
Elena mira a su lado y ve a la anciana señora que la cuida dormir como un tronco en una silla de mimbre igual a la suya, ¡que cómodas son esas amplias sillas!, pero el reposo era también un tanto aburrido y esa silueta….
Se apoyo en los descansa brazos y haciendo un esfuerzo logro incorporarse sin ayuda. Sintió sus piernas temblar y un ligero mareo la hizo cerrar los ojos, pero respiro hondo y paso rápido, la graba en sus pies descalzos fue buen motivarte para mover las piernas, con agrado se internó en el pasto de los jardines y la tierra suave de los florales también era agradable. Con curiosidad creciente siguió a esa silueta que se detenía de vez en vez más adelante como dándole pistas de su rastro, como guiándola.
Al fin alcanzo un claro rodeado de flores silvestres, había un riachuelo que se veía profundo y de corriente fuerte, había un viejo puente de madera en forma de arco para cruzarlo, en medio de este sentada con las piernas colgando estaba ella.
- ¿Siempre juegas sola? – preguntó Elena.
Marina levanta la mirada hacia Elena y la pelirroja se da cuenta de que había llorado, sus ojitos están enrojecidos y sus mejillas sonrosadas.
- Siempre… -respondió Marina.
La pelirroja se sintió fatigada por el esfuerzo de la caminata y con dificultad se sentó junto a la niña.
- ¿No hay más niños aquí?, ¿y tu mamá?
- Mamá murió, y no hay nadie más…. Nadie que quiera jugar conmigo.
Elena se mordió el labio, el recuerdo de una infancia solitaria sin los brazos de su madre le llego de pronto, pero fue una soledad muy leve, sus recuerdos de soledad eran muy escasos, siempre estaban ellos… su padre y sus hermanos jugando con ella, cuidándola, la hija menor, la princesa de los Katin… También vino a su mente la triste tarde en que ellos fueron… y frente a ella… Con un esfuerzo de voluntad aparto esos recuerdos amargos, la alegría de su pecho no se marcharía tan fácilmente, hacia tanto que no se sentía así…
- Lo siento… -dijo sin perder su sonrisa.
Marina sonrió en respuesta.
- No importa, ya no importa… tu me ayudaras, lo sé.
Elena no pudo evitar soltar una risita por la convicción en la voz de Marina. La niña se puso de pie muy sería. Elena se mordió los labios para dejar de reír, Marina lucia tan cómica con ese gesto adulto en su rostro.
- Quiero pedirte un favor… ¿si?- Marina unió sus manitas mirando el suelo.- ¿siiiii?, ¿por fa?, ¿por fa?, ¿por fa?, ¿por fa?....
Elena soltó una carcajada esta vez, tuvo que contenerse pues la herida en su vientre le dolió. Se acarició la herida tratando de calmar un poco la molestia…
…. El dolor no existía… sólo esos labios, esa lengua que recorría con avidez la herida en un dulce beso que mitigaba cada vez más la molestia como si fuera un bálsamo curativo, y esas manos de porcelana que ascendían sobre su vientre hasta alcanzar sus senos, sus propias manos aprisionaban esos cabellos que se enredaban entre sus dedos con vida propia y sus piernas que envolvían esa cintura que cada vez era mas calida…
Elena sintió un escozor recorrer su vientre, sus piernas, se había sonrojado ante el recuerdo de ese sueño que sintió tan vivido… que había olvidado y cuyo fragmento revivía espontáneo en este momento… Se sintió excitada.
- Tú también fuiste Mamá alguna vez…- dijo Marina.
- No, yo nunca…
La niña puso su manita sobre el vientre de Elena, a la misma altura que la cicatriz de su herida.
- ¿no lo recuerdas, verdad?...
… El brillo ocre del acero al reflejar las llamas de una antorcha cegó sus ojos, sus manos sin fuerzas intentaron luchar sin éxito… un rostro la miraba sin un grano de compasión en sus ojos, ese rostro, ella conocía ese rostro, conocía esa prisión de piedra y paja… el dolor de su vientre desgarrado…. “¡¡Yuliiiaaaaa!! Escapó de sus labios mientras que escuchaba el llanto de un bebe…
- No, no lo recordaba… ¿Cómo podría recordarlo?, no fue… no fue en esta vida… no fui yo. No fui yo…
- Ya no quiero estar sola. –Suspiró la niña-… quiero ir con Mamá.
- ¿Dónde esta tu Mamá, Marina? – preguntó Elena, se dio cuenta de que estaba temblando, de pronto empezó a hacer un frió muy intenso, la herida le dolía.
- Ella se fue hace mucho tiempo… se fue al cielo, eso dice Papá.
- ¿El Señor Leonard es tu padre, verdad?
Marina asintió mientras recargaba su cabeza sobre el barandal de troncos del puente.
- Esta muy enojado conmigo… ya no me quiere.
- No digas eso, tu Papá siempre te va a querer.
- No, ya no me quiere por que iba a irme con Mamá… Mamá no quería que nos quedáramos con él… decía que era el diablo, ¡Papá no es el diablo!, de verdad… sólo que conoce a gente muy mala… pero él siempre fue bueno conmigo, me leía cuentos, cuentos bonitos… íbamos a leer un libro… mi primer libro… yo quería leer muchos libros como él… Pero ya no lee mas… ya no me lee cuentos. Mi libro, sé quedo con mi libro en su biblioteca y no me deja entrar… ¿Por qué ya no me quiere?
Marina se tumbo junto a Elena y empezó a llorar escondiendo su rostro entre sus manitas. Elena hubiera querido abrazarla, pero tenía mucho frió y empezó a temblar violentamente, su frente estaba perlada de sudor, el mareo y el malestar habían vuelto.
- ¿Qué paso con tu Mamá? –preguntó la pelirroja.
- ¡¡Se fue!!... Se fue y dejo a Papá muy triste… Papá lloró mucho… nunca había visto a Papá llorando, nunca había visto a Papá tan triste… - Marina levantó el rostro hacia Elena, sus lagrimas empapaban sus mejillas, Elena quiso limpiar esas lagrimas pero Marina parecía estar muy lejos pues no la alcanzaba-… Se quemó… el auto de Mamá se quemó con ella dentro…
- ¡¡Dios mío!! –Exclamó Elena a pesar de lo aturdida que se sentía- ¡Pobrecita!… -agregó con sinceridad.- ¿tu lo viste?
- ¡Fue cuando ella quiso que nos fueramos!… ¡pero yo no quería irme, yo no quería que ella se fuera!… ¡yo quería que estuviéramos con Papá!… -lloró Marina.
Elena se recargo o mejor dicho se dejo caer sobre un tronco, cerró los ojos un instante, le dolían mucho, como si fueran a escapar de su cabeza. Volvió a abrirlos y vio su reflejo en el agua del riachuelo, a pesar de su claridad no alcanzaba a ver el fondo, era muy profundo. El reflejo de Marina no se veía. Miró a su alrededor sólo para encontrarse con Alexa que venía por un sendero seguida muy de cerca de la señora que la estaba cuidando, la pobre mujer se deshacía en disculpas, la gitana tenía un gesto indefinible, entre molestia, preocupación y dolor. Pero su gestó se ilumino al verla.
- ¿Qué haces aquí? –Preguntó Alexa mientras la abrigaba en sus brazos- ¡estas ardiendo en fiebre! –exclamó asustada.
- Estoy bien… -dijo Elena tratando de ocultar la debilidad de su voz para no preocupar de mas a Alexa.-… sólo estaba platicando con Marina.
- Pues platicaran en la casa… ¿Por qué no te cansas de asustarme?
A pesar de su malestar Elena logró ponerse de pie sin demasiado esfuerzo, era como si estar cerca de Alexa le inyectaba su propia vitalidad.
Alexa miró hacia el cielo, el sol empezaba a descender… se estremeció, la oscuridad, pronto volvería la oscuridad.
El ultimo gramo de lealtad… seiscientos años atrás.
Ilich fue arrojado al piso y el costal que cubría su rostro fue retirado, parpadeo acostumbrándose a la luz. Frente a él apareció un rostro sonriente y sucio.
- El pequeño Ilich Katin ha vuelto a casa. –rió ese rostro.
- ¿Quién…?
- ¿No me reconoces?... el campo de batalla me ha llenado de cicatrices pero no creo que sea para tanto.
- ¡¡Sergey!! – Exclamó Ilich-… ¡¡Primo!!... ¿Qué haces aquí?
- Nos hicieron volver como a todos, después de años de batalla en la frontera, nos han hecho volver a casa de la forma más vergonzosa posible. Somos los “derrotados” por que no ganamos esa guerra… estábamos tan cerca de alcanzar la paz, Oleg Volkov estaba tan cerca de lograr el final pacifico de esa guerra y sólo le costó un hijo.
- Vladimir…
- Si, yo estuve ahí cuando Vladimir guió la batalla más sangrienta de toda la guerra, ciento cincuenta hombres contra mil, no podía ganar esa batalla, pero la gano con su muerte. Los Turcos se retiraron muy diezmados y heridos, creeme que no querían volver a enfrenar a ese demonio rubio de ojos azules, el primogénito de la casta de los Volkov… y para suerte nunca más volverán a hacerlo… El general Turco mando recuperar el cuerpo de Vladimir del campo de batalla y lo incinero según sus costumbres, le saco el corazón y lo curo con sal para enviárselo a mi señor Oleg.
- ¿Por qué esa crueldad?
- ¿Crueldad?... eres un “tenedor de libros” no un soldado, no entiendes eso… fue un gesto de respeto, el cuerpo de Vladimir Volkov no sería pasto de las bestias y su corazón merecía ser sepultado en la tierra que lo vio nacer, la tierra por la que murió… La muerte de Vladimir le mostró a los Turcos que aquí había hombres que no podrían vencer, lo mejor era negociar… y empezaron a hacerlo, pero el duque no entiende de razones sólo de armas… ¿Oleg Volkov fue un traidor por buscar una forma de poner fin a esas carnicerías?. No lo creo, ninguno de estos pomposos nobles Lituanos ha estado en un campo de batalla, ninguno sabe lo que es la ver la muerte cara a cara… Ahora vinieron todos estos caballeros de todos los rincones del mundo, y después de pelear como poseídos por más de cincuenta años ahora debimos volver manchados de vergüenza a casa para una última batalla… Nos quitaran estas tierras y todo cuanto poseemos, todo por cuanto hemos luchado…
- Tienes una opción Sergey Katin... rinde juramente a tu nuevo señor y todo te será devuelto.
- Ya preste juramento una vez, al hombre con el cual luche hombro con hombro, al padre del hombre más valiente que jamás he conocido… Y ahora su hija esta prisionera en las mazmorras de su propio castillo, torturada y enferma, ¡no lo puedo permitir!…. Ilich Katin, no viniste de tan lejos por nada, eres un Katin como yo y por eso conozco tu lealtad. Sé que estas planeando algo… cuenta con nosotros para lo que sea.
La familia.
La oficina del director del Banco era un lugar sumamente agradable, todo el edificio estaba construido en sólida roca de cantera pero revestido de finas maderas que perfumaban el aire y absorbía los mundanales ruidos del exterior, solo la docena de computadoras en los escritorios de las otras oficinas contrastaban con el aire victoriano del inmueble. El escritorio de Sven, director del banco no era la excepción. Sven se encontraba examinando los números en la reluciente pantalla de cristal liquido mientras una suave pieza de música clásica ambientaba el silencio, su edad era indefinible por la flexibilidad de sus movimientos, la viveza de sus ojos azules tras el cristal de unos lentes de montura de oro que restaban seriedad a su gesto, su cabello estaba pulcramente cortado, era abundante pero canoso, su tez era blanca aunque ligeramente bronceada.
-… han invertido mucho dinero en “accesorios” para automóvil ¿no lo cree? – le dijo al hombre sentado frente a él, un tipo que ya rondaba los cincuenta años, de gesto altivo y duro, piel curtida por la intemperie y diversos climas… de profesión militar se le notaba. A pesar de sus finas ropas, acorde con las oficinas que pisaba, el tatuaje de una swástica resaltaba en su cuello.
- Invertimos nuestro dinero en su banco por que es uno de los mas “discretos” –asintió el hombre- lo que hacemos con nuestro dinero es nuestra responsabilidad.
- No me mal interprete, nadie puede penetrar la información de sus cuentas, pero sí la forma en que ustedes hayan usado su dinero fuera de aquí… Hay mecanismos para ganar mayor discreción, creo que uno de mis asesores le hubieran podido ayudar a manejar con mas sigilo el “acondicionamiento” de cincuenta camionetas de uso miliar, mismas que también adquirió de una forma no muy discreta… a mi no me interesa si las acondiciono para recrear Woodstock en alta fidelidad o si las equipó con fusiles alto calibre… pero alguien más va a preguntar. Considere mi consejo como una prestación más del mi banco.
- Estamos encantados con el servicio de su banco. ¿Algún otro trámite hay que hacer?
Sven se puso de pie con una amplia sonrisa y estrecho la mano de ese hombre verdaderamente feliz de verlo marcharse.
- ¡Maldito neo-nazi! – murmuró entre dientes mientras veía el automóvil de ese hombre y sus escoltas abandonar su edificio.
- ¿Tendrán algo planeado para la cumbre de Roma? –pregunto un hombre mas joven a su espalda, su asistente, su futuro suplente en el cargo que ha desempeñado por más de veinte años.
- Con esta partida de bárbaros todo es posible, no hay que perderles la vista, han armado un pequeño ejercito pero ¿serán capaces de moverlo con discreción?... Me preocupa más el portaviones Ruso, la ruta que ha tomado también lo dirige hacia Roma y mis contactos están desconcertados… la ultima vez que un Papa convoco a una cumbre multinacional en secreto fue para promover el nacimiento de la OTAN y la ONU, después de la segunda guerra mundial, para crear un mecanismo internacional que pudiera prevenir que otra guerra de esa magnitud volviera a suceder… ¿no sería paradójico que esta nueva cumbre fuera para en secreto promover una guerra similar?...
- Si, ¿Qué podríamos hacer al respecto?
- Lo que hemos hecho durante todas las guerras… lo mejor que podamos. ¿tienes alguna información relevante sobre la chica de Leonard?
- El dato que nos proporciono Leonard es correcto, Nadya Elena Katina, hija de Sergei Katin, efectivamente hay grandes posibilidades de que sea descendiente de la rama extraviada de la “familia”.
- ¿Cómo es que no lo supimos antes?
- Esa rama de la familia se oculto en Rusia por generaciones, tiene relativamente poco que regresaron a Vilnius, pero la Troyka (mafia rusa) tiene control absoluto de esas tierras.
- ¿Es verdad que el bastardo de Iván Shapovalov extermino a esa familia?
- Todo parece indicar que si… en todo caso esta chica es la ultima sobreviviente de su rama.
- La ultima… - Sven aparto los ojos de la ventana-… a pesar de que su nombre podría ser una gran coincidencia pues en Rusia el apellido Katin es muy común vale la pena indagarlo un poco más ¿no lo crees? Pide a Leonard que le de asilo por un tiempo, por ahora me debo enfocar en las cuestiones de la cumbre de Roma. ¿Hay algo más?
- Si señor, hay algo más… hubo un segundo contacto.
Sven hizo un gesto de sorpresa, se acomodo las gafas para clavar sus azules ojos en los del muchacho.
- ¿otro…? ¡Tan pronto!
- Fue en el hotel de Florencia… El gerente siguió el protocolo, ha constatado la legitimidad del contacto, y es la misma persona de Francia… Yulia Volkova, “idéntica al cuadro como una gota de agua”… pero esta vez hay algo más… pidió hablar con usted.
- ¿Ella pidió hablar conmigo?... -preguntó Sven incrédulo.
- Así es señor, ¿al fin los Volkov mostraran su rostro?
- … Esto es algo muy inusual… ni siquiera mi antecesor tuvo el honor de conocer a un Volkov. Prepara mi avión, debo estar en Florencia antes del amanecer y…
- ¿La bóveda? – preguntó el muchacho mientras extraía una cadena atada a su cuello, en ella una llave de seguridad.
Sven sonrió y extrajo la suya de una cadena similar.
- Si, vamos a la bóveda. Creo que no moriré sin saber que hay en esos documentos.
- El secreto y razón del exilio al anonimato de los Volkov, ¿lo conoceré yo también?
- No… lo siento, el protocolo es muy claro, sólo podrás tener acceso a esos documentos cuando ocupes mi lugar y un Volkov te llame a su presencia.
Continua….
Alexia29- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 15/12/2014
Página 1 de 3. • 1, 2, 3
Página 1 de 3.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.