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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/7/2020, 6:26 pm

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Prologo








Puede hacer que se enamore de ella… otra vez?

Cuando Elena Katina resultó ser digna de la devoción de La Muerte, a Yulia se le dio la oportunidad de quedarse con ella.

Pero a Yulia nunca le prometieron que Elena se quedaría con ella.

Cuando un alma es creada, también lo es su pareja. En cada vida estas almas se encuentran. Completan el destino del otro. Es hora de que el alma de Elena elija si de verdad quiere una eternidad al lado de La Muerte, o si quiere al compañero creado sólo para ella.

Yulia no creía que fuera a tener que preocuparse por su elección. Sabía que su corazón le pertenecía. Hasta que descubrió de que cada beso, cada caricia, cada momento de su tiempo juntas sería borrado de sus recuerdos. Tendría que ganar su corazón de nuevo y demostrarle a su alma que ella es a quién pertenece.

Si tan sólo el compañero de su alma no estuviera allí parado en su camino…




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Mensaje por Fati20 3/7/2020, 7:44 pm

Wuaooooo la historia sigue ya quiero seguir leyéndola
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Mensaje por Aleinads 3/7/2020, 8:29 pm

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/8/2020, 3:01 pm

Bien, feliz domingo para todas. Oficialmente estamos dentro de la historia, del tercer libro así que a partir de este momento, se valen todas las criticas y comentarios Very Happy

Este capítulo está dedicado a BetBet Laughing  Gracias por tus palabras

A leer!!

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Capítulo I





Elena


Anastacia estacionó su nuevo y deslumbrante Land Rover plateado en un lugar vacío del estacionamiento frente a la calle, donde estaba nuestro hogar durante los próximos nueve meses.

—¿Puedes creer que estamos aquí? —murmuró Anastacia con asombro mientras contemplábamos el edificio de ladrillo histórico en frente de nosotras. Mi mamá fue una alumna de esta Universidad. Era una pequeña institución privada de la ciudad. Cuando Anastacia y yo fuimos aceptadas aquí, pensé que éste era el lugar donde yo estaba destinada a estar. Ir a una Universidad estatal más grande, me aterraba. Me gustaba más la sensación íntima y pequeña en este lugar.

—Aún estoy tratando de creerme que estamos en la universidad —le respondí mientras abría la puerta del auto.

—Lo sé, ¿verdad?

Las dos salimos de la camioneta y nos dirigimos al compartimiento trasero de carga para empezar a descargar nuestras cajas. Mi madre no pudo venir con nosotras porque tenía que asistir a una conferencia de escritores en otra ciudad. Anastacia y yo acordamos que era una mala idea tener a sus padres con nosotras. Sus padres podrían ser un poco embarazosos. Ya que hacíamos esto juntas, decidimos ser independientes y hacerlo sin la ayuda de nadie. Nos teníamos la una a la otra.

Ahora, mirando la pila de cajas y maletas amontonadas en la parte trasera del Land Rover de Anastacia, me pregunté si eso fue un error. Nos tomaría horas llevar todo esto a nuestro dormitorio.

—Esto tomará una eternidad —gimió Anastacia en frustración.

Comencé a responder cuando el fuerte y vibrante sonido de unos, realmente buenos, altavoces llamó mi atención. La fuente de la música era un pequeño convertible negro que justamente había aparcado en el espacio de estacionamiento junto a nosotras. Lo primero que llamó mi atención de la conductora del coche fue su salvaje cabello rubio con brillantes puntas rosadas.

La conductora apagó el motor, lo cual agradecieron instantáneamente mis oídos. Abrió la puerta y saltó del coche. Era obvio, desde el maquillaje hasta el atuendo, que era emo. Llevaba puesto grueso delineador negro y botas negras de combate. La única cosa que me confundió un poco fue su cabello. El rosa chillón no era realmente una cosa emo, ¿verdad?

Se puso una mano en la cadera y sopló un gran globo con su chicle, mirándonos descaradamente a las dos. Explotó la burbuja con fuerza y sonrió —Esta mierda será divertida —dijo en tono burlón, luego se giró y caminó hacia el dormitorio.

Una vez que estuvo fuera del rango auditivo, Anastacia me agarró del brazo con firmeza —Por favor, Dios, no dejes que viva cerca de nosotras. Me da miedo.
No podía estar en desacuerdo con ella en este asunto. Asintiendo, alcancé la caja más cercana a mí —Dudo que la veamos mucho. Es un edificio grande. Lo más probable es que ni siquiera estemos en el mismo piso. Ahora, toma una caja y comienza a descargar.

—Espero que tengas razón. ¿Debería escoger otra plaza de aparcamiento? Ya sabes, lejos de ella —Preguntó Anastacia.

—Sólo toma una caja y dejar de preocuparte —Le contesté resueltamente en dirección al dormitorio.

La rubia de aspecto salvaje estaba de pie en el último escalón, me miró cuando llegué a las puertas dobles de la entrada. Genial. No había entrado. Moví mis ojos de ella hacia el suelo para no tropezar y caerme.

Un fuerte estruendo hizo al suelo vibrar. Tropecé y dejé caer la caja de zapatos que llevaba. A pesar de mis esfuerzos para atraparlos, los zapatos se desparramaron sobre el pavimento. Prácticamente gruñí en frustración. Puse mis manos en mis caderas y en silencio me maldije por no pedirle a los padres de Anastacia que vinieran con nosotras.

Era sólo mi primera caja descargada y ni siquiera podía hacerlo bien.

El ruido sordo de un motor se hizo más fuerte y volví mi cabeza para ver una motocicleta negra y plateada detenerse a unos metros de mí y de mi desastre de zapatos. Era su culpa que yo hubiera dejado caer las cosas. ¿Qué hacía alguien conduciendo por el campus en una ruidosa motocicleta? Cuando levanté la vista de la ofensiva motocicleta, mis ojos se encontraron con un par de brillantes ojos azules. Mi consumo rápido de aire fue fuerte, mientras su mirada me recorría lentamente. Era tan... tan... sorprendentemente perfecta. Oscuras pestañas gruesas describían los ojos más locamente hermosos que jamás hubiera visto. Un oscuro cabello liso y largo llegaba hasta debajo de sus hombros y un mechón de cabello se escondía detrás de su oído derecho. Una boca perfecta se torcía en una sonrisa. Espera... una sonrisa. Sacudí mi cabeza para detener la evaluación física que le hacía a esta desconocida. Me las arreglé para convertir mi expresión de asombro a una de molestia.

—¿Crees que podrías conseguir una moto más ruidosa? Porque no creo que esa despertara a la gente en Australia —Escupí y me agaché para comenzar a recoger mis zapatos, lo cual era vergonzoso.

—¿Esto  es  mi  culpa?  —Preguntó  con  un  sexy  acento  hipnótico.

—Me sobresaltaste, así como despertaste a todos los bebés dormidos en los estados vecinos —Le contesté lanzando una de mis botas vaqueras en la caja.

Por el rabillo de mi ojo, la vi pararse, luego balancear la pierna de sus jeans por encima de su motocicleta y bajarse. Genial. Ahora venía hacia aquí. Justo lo que necesito. Mantuve mi mirada en los zapatos esparcidos por todas partes mientras ella caminaba hacia mí. Sus botas negras se detuvieron justo frente a mi montón de zapatos. Se agachó y recogió un tacón de color rosa que casi nunca usaba. Ni siquiera estaba segura de por qué los había traído. Los había comprado por algo, pero no podía recordar qué. Tomó el otro y noté que sus ojos veían casi con reverencia el contenido en sus manos. Tenía curiosidad y no pude evitarlo. Volví la cabeza para mirarla. Ella miraba mis zapatillas rosas como si algo en ellos le entristeciera. ¿Alguna vez tuvo un par así? ¿O ella era algo más allá de enloquecedoramente ardiente?

—¿Quieres devolverme mis zapatos? —Le dije, tendiéndole la mano para que me los diera. Levantó la mirada y el brillo en sus ojos era aún más asombroso de cerca. Había tristeza allí, también. Lo pude ver claramente y le dolía algo sobre mí. Yo ni siquiera conozco a esta chica. ¿Por qué me preocupo tan profundamente por el evidente dolor que ella sufría?

—Me gustan estos. Apuesto a que se ven hermosos en ti —dijo mientras colocaba los dos con cuidado en la caja. Casi temblé al escuchar el tono ronco de su voz.

—Gracias —Contesté torpemente. No sabía qué más decir.

—¿Estás lista para irnos, Yulia? —Preguntó la rubia con el pelo de puntas rosa mientras pasaba por encima de mis zapatos y se dirigía a su motocicleta. ¿Estaba con ella? ¿Vino a buscarla? ¿A la chica emo? ¿En serio?

—No, Viktoria, no lo estoy —le dijo. Su atención era halagadora y un poco estresante al mismo tiempo. Era como si estuviera esperando que yo dijera o hiciera algo. No sabía lo que quería, pero era difícil no querer hacer lo que se necesitara para complacerla. Tomó otro par de zapatos y los puso en la caja. Continuó hasta que cada zapato estuvo de vuelta en la caja correcta. Luego se agachó y recogió la caja. La ceñida playera negra que vestía hacía cosas maravillosas por su pecho mientras sostenía la caja y se quedaba allí, esperando instrucciones.

—¿A dónde? —Preguntó.

No estaba segura de querer su ayuda, pero definitivamente la necesitaba. Anastacia hacía justo ahora su camino a través de la calle. Supe el momento en que sus ojos se posaron sobre ella. Su boca se abrió y dejó caer la caja que cargaba. ¿Qué diablos? La chica era sexy, pero ¿tenía que soltar la caja y derramar sus productos para el cabello por toda la calle? Diablos. Nunca conseguiríamos mudarnos a nuestra habitación en la residencia a este ritmo.

—¡OH-MI-DIOS! —gritó, cubriéndose la boca y saltando sobre las puntas de sus pies. Esto pasó de vergonzoso a humillante. Tenía miedo de volver a mirar a la chica. Anastacia estaba actuando como una loca.

—Anastacia —le susurré, intentando que dejara a un lado su modo de chica-fan en esta extraña. A continuación, levantó su dedo y empezó a señalarla. Fantástico. Se había vuelto loca.

—¿Sabes quién es? —Me preguntó, y entonces gritó, todavía sorprendida frente a ella.

¿Si sabía quién era? ¿Qué quiso decir? ¿Me estaba perdiendo de algo? Di media vuelta y la miré de nuevo. Seguía siendo igual de ridículamente sexy, pero no era más que una chica. La sonrisa divertida en su rostro me alertó de que ella sabía por qué ella actuaba como si hubiera perdido la razón.

—¿Quién eres? —Le pregunté, estudiándola de cerca.

El azul de sus ojos empezó a... ¿brillar?

—Yulia Volkova —respondió, sin apartar su mirada de la mía. Era difícil apartar la mirada de sus ojos. Algo en ellos era magnético. Casi como si mi cuerpo fuera atraído hacia ella. No me gustaba. Me asustaba. Estaba mal. No era normal.

—Elena, ¿no sabes quién es? ¡Oh. Mi. Dios! Tienes que estar bromeando. Tengo que sacarte más. No puedo creer que estés realmente parada aquí. Sosteniendo la caja de Elena. ¿Vienes aquí? No sabía que ibas a la universidad. Soy una gran fan. Yet You Stay es mi tono de llamada. ¡La amo!

¿Tono de llamada? Espera...

—Eres la vocalista en esa banda —Hice una pausa, porque no podía recordar su nombre. Sabía que Anastacia los amaba. Me desconectó la mayor parte del tiempo cuando ella empieza a comenzar con el tema.

—¡Cold Soul, Elena! Ella es la cantante del maldito Cold-Soul. ¿Cómo no sabes esto? —Me informó Anastacia mientras pasaba por encima de sus pinceles y secador de pelo para estar más cerca de Yulia Volkova.

—Soy tu mayor fan —Le dijo, pero tuve la sensación de que ella ya había descubierto eso hace mucho.

—Es un placer conocerte —contestó educadamente, pero sólo la miró antes de volver su atención hacia mí. La sonrisa divertida en su rostro me hizo sentir como si ella supiera algo que yo no. Eso me molestó.

—Puedo cargar la caja. Gracias por tu oferta de ayudar, pero ya lo tengo —le dije, tomando la caja que tenía en sus manos. Arqueó una ceja y movió la caja fuera de mi alcance.

—Estoy segura de que puedes hacerlo sola, Elena. Pero quiero llevarlo a tu habitación. Por favor —No podía ser grosera. Ella había dicho por favor.

—Quiere llevarlo ella misma, Yulia. Dale la maldita caja y vámonos. Tenemos cosas que hacer —La llamó la chica Emo que ahora estaba sentada en su motocicleta.

Algo de lo que estuve bastante segura fue qué la ira brilló en sus ojos. Ella ni siquiera miró en su dirección.

—No le hagas caso —me dijo mientras asentía hacia la puerta del dormitorio— Muéstrame el camino.

Yo no quería que la salvaje y ligeramente aterrorizante chica que vivía en mi dormitorio me aborreciera, pero Anastacia ya empujaba mi brazo como si fuera una idiota.

Quería que dejara a Yulia Volkova llevar mi caja de zapatos y ella estaba evidentemente determinada a ayudarme.

—Está bien, de acuerdo, iré a buscar otra caja. Anastacia, muéstrale donde está la habitación —Anastacia me miró y asintió con la apreciación.

La mirada divertida desapareció y Yulia Volkova pareció molesta. Bien. Bueno. No debería coquetear con otra chica mientras tiene una en la parte trasera de su motocicleta. Yo no era estúpida. Sabía que las chicas de las bandas de rock eran infieles. Eso no era lo mío.

Anastacia comenzó a hablar sin parar mientras echaba a andar hacia el dormitorio, haciendo un gran esfuerzo por mantener la atención de Yulia. Podía manejarlo. No tenía ninguna duda. De vuelta al Land Rover, traté de ignorar sus voces y me centré en las cajas que tenía que descargar.


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En unos minutos, subiré otro capítulo...
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/8/2020, 6:10 pm

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Capítulo II





Yulia

Hace tres días la tenía en mis brazos mientras se quedaba dormida, hablándome sobre todas las cosas que empacó. Me burlé por empacar tanto y no ser capaz de adaptarse del todo en su dormitorio. Ella me prometió que se pondría esos tacones en nuestra primera cita oficial en la universidad. Todo había sido perfecto. Elena me amaba.

Ahora, ella ni siquiera me conocía.

—Aquí está —Anunció Anastacia cuando abrió la puerta del dormitorio que yo sabía que conectaba con la habitación de Viktoria. Me aseguré de eso. También sabía que esta habitación era la más grande disponible. Quería que Elena tuviera lo mejor. Quería que cada experiencia que tuviera fuera perfecta. Ella ya había pasado muchas cosas conmigo. Esto se suponía que sería el comienzo de nuestro felices-para-siempre.

—¡Oh, guau! ¡Es enorme! ¿Me pregunto si este es el correcto? Sólo somos de primer año —La emoción en la voz de Anastacia mientras daba vueltas me recordó que Anastacia también olvidó todo. Mi existencia en el mundo humano el año pasado había sido alterada. Elena no podía recordar. Tomaron su memoria. Cada recuerdo… se fue.

—Puedes poner la caja por ese lado de la habitación. Elena querrá estar lejos del baño. A mí me toma más tiempo estar lista y ella puede dormir más tarde por la mañana —Anastacia tenía razón. Elena no pasaría mucho tiempo preparándose en las mañanas. Eso también me recordaba que yo no estaría aquí para abrazarla y besarla con esa mirada soñolienta en la cara. Coloqué la caja al lado de su armario. La agonía de la separación me atravesaba. Luego hubo miedo. ¿Qué pasaría si Elena no me escogía? ¿Y si nunca podría abrazarla otra vez? ¿Y si ella nunca me miraba nuevamente con amor en sus ojos? ¿Cómo podría existir sin eso?

No. No podía.

—Llegaremos tarde —gruñó Viktoria desde la puerta. Ya era hora de que nos marcháramos a recolectar almas. Sólo que era tan difícil dejarla ahora que ella estaba tan cerca. El no poder tocarla o permitir que me viera era una tortura.

—Oh, ¿tienes práctica? —preguntó Anastacia, batiendo las pestañas hacia mí. Olvidé que ella era una fan de Cold Soul. Había sido la novia de Elena para ella un tiempo. El hecho de que ella era un fan se me había olvidado. Esto sería molesto.

—No, ella tiene un concierto —Explicó Viktoria con un divertido acento sureño.

—Guau, ¿dónde? ¿Está agotado? Me encantaría ir. Nunca te he visto tocar en vivo.

Sí, lo ha hecho. Muchas veces. Pero eso también quedó en el olvido.

Antes de que pudiera articular la respuesta adecuada, Viktoria me interrumpió:

—Elena está afuera, hablando con un chico. Uno con un Acento-Papi-Cajún, si sabes a lo que me refiero.

Mierda.

Pasé a Anastacia y empujé a Viktoria hacia un lado cuando hice mi camino hasta el estacionamiento en una velocidad lo más cercana a la humana. Pero sabía que Aleksey estaba cerca de Elena y ella no sabía quién era o qué hizo, me sentí justificada de poder usar una manera más rápida de viajar.

No quería asustar a Elena apareciendo de la nada. Así que me acerqué detrás de ella. Aleksey sintió mi presencia porque todo su cuerpo se tensó.

—¿Puedo ayudarte a llevar tus cosas adentro? —le preguntó Aleksey a Elena, mirando sobre su hombro en un intento de encontrarme.

Comencé a dar un paso adelante cuando Viktoria tomó mi brazo y me jaló hacia atrás con un fuerte tirón —Detente. Recuerda, él no es su tipo. Cálmate. Deja que la ayude. Joderás todo si actúas como una loca y obsesionada. Este no es la persona de la que ella se enamoró. Ella se enamoró de la oscura y misteriosa Yulia Volkova. Se enamoró de la Muerte. De esa chica. Deja de ser esta triste, lamentable, obsesionada y acosadora chica. Eso no la traerá de vuelta. Y créelo o no, también quiero de vuelta a Elena.

Ella tenía razón. Cerré mis puños con fuerza y esperé.

—No, gracias. Tengo esto. Fue agradable conocerte —Le informó Elena en un tono ligeramente molesto que alivió mi ansiedad. Viktoria tenía razón. Aleksey no era el tipo de Elena. Nunca lo había sido. Sabía que el tipo no era suficientemente estúpido como para intentar tomarla de nuevo. Su padre no lo permitiría. Él probaba las aguas para ver si ella realmente olvidó todo.

—¿Ves? Ella puede con esto. Ahora, vámonos. Actúa misteriosa y sexy. Ahora pon tu trasero en esa moto y maneja sin decir una palabra.

Dejar a Elena fue duro. No quería que llevara todas esas cosas al interior. Yo quería hacer eso para ella. Se suponía que lo haría. Ella me lo pagaría en favores sexuales. Habíamos bromeado con eso por semanas. Pero ahora… ella estaba aquí. Sola.

—Quédate aquí. Permanece cerca de ella. Ayúdala a mudarse. Lo más importante, mantén al príncipe del vudú lejos de ella. Estaré de regreso tan pronto como sea inhumanamente posible.

Sorprendentemente, Viktoria no discutió.

Elena

—Movimiento inteligente. Tenía el aspecto de un canalla.

La rubia con las puntas del pelo rosa estuvo de pronto a mi lado. No la escuché caminar, pero estaba tan ocupada intentando deshacerme del chico-excesivamente-amable que conocí en el auto de Anastacia.

—Él era bastante lindo. No estoy tan loca como para decirle dónde está mi dormitorio a cada chico en el campus —Expliqué. Y no quería que ellos se sintieran como si yo les debiera algo por su ayuda.

La chica llegó a mi auto y sacó mi maleta. No estuve segura de que pensar de eso. El rugido de una moto me asustó y me di vuelta para ver a Yulia Volkova manejando sin siquiera dirigirme una mirada. No era lo que esperaba, realmente. Quiero decir, fue muy agradable y parecía algo interesada, pero exactamente yo no la animé.

—¿Por qué no vas con él? —Pregunté cuando la chica camino a mí alrededor con la maleta en su mano y una de mis cajas escondida en su otro brazo. ¿Realmente me iba a ayudar? ¿Por qué? No había hecho nada para ganar su favor. No parecía ser alguien que hiciera amigos con facilidad.

—Cambié de idea. Ella está un poco deprimida hoy —dijo, sin mirarme. Vi como caminó hacia la entrada del dormitorio y luego me giré para agarrar una caja. Ella no sabía a cuál habitación ir y si encontraba la habitación por sí sola, Anastacia se aterrorizaría si la chica emo entraba en su habitación mientras estaba sola.

Cinco horas después desempacamos completamente. Incluso nuestra enorme habitación estaba lista. Tiramos las cajas vacías a la basura, llenamos la nevera con botellas de agua, y le di la mitad de mi armario a Anastacia. Ella trajo tanta ropa que sobrepasó los suyos. Eso no me sorprendió en lo absoluto. Pensé que sería más fácil vivir con un armario lleno que escuchar a Anastacia quejarse por los siguientes nueve meses de que su armario no era lo suficientemente grande. Además, con el tamaño de esta habitación, los armarios eran enormes.

—Sigo sin creer que ella viva en la habitación que conecta con nosotras y no tiene que compartirla con nadie. ¿Quién es ella? ¿Una estrella de rock? ¡ESO ES! Ella es alguna estrella de rock. Obviamente conoce a Yulia Volkova y tiene el dinero y poder para tener su propia habitación. Y tiene un nombre raro. ¿Quién llama a su hija “Viktoria” si no es una persona famosa?

La mayoría de las veces, desechaba las ridículas ideas de Anastacia, pero está vez podría tener razón. No cualquiera en la residencia tenía su propio dormitorio, todos tenían un compañero. Por supuesto, nuestra habitación era enorme. Incluso más grande que la de Viktoria, pero la compartíamos. Me dejé caer en mi edredón negro punteado que Anastacia insistió que trajera. Ella quería que tuviéramos unos iguales. El de ella era negro con lunares blancos y el mío era blanco con lunares negros. Realmente no me importaba el patrón, pero, honestamente, me sentiría mejor con un edredón de mi casa. Anastacia hizo berrinche cuando le sugerí eso. Entonces, teníamos lunares. Todo era negro y blanco también. Negro y blanco era la nueva obsesión en su esquema de decoración. Incluso nos compró unos clips a juego con una cinta blanca y negra que colgaba de nuestros escritorios, junto al lado de los tableros blancos y negros.

—Se ve bien, ¿no? —preguntó con aire de suficiencia cuando se sentó a mi lado. Ella estaba feliz con la forma en que todo encajaba en su lugar. Estuve feliz cuando ella dejó los posters de One Direction en su casa. No me gustan las bandas pop y estoy segura que no los quiero pegadas en mis paredes todo el año.

—Hiciste un gran trabajo —Concordé y ella me sonrió. No hacía mucho para que ella sonriera. Pasó una mala racha después de que su novio, Vladimir, falleciera. Los tres habíamos crecido juntos. Perderlo me dolió también, pero no tanto como a ella. Ellos tenían una conexión que yo no compartía. La compra de nuestra habitación la mantuvo ocupada el mes pasado y poco a poco ella comenzó a sanar.

—¿Qué debemos hacer ahora? ¿Quieres ir a ver el campus? ¿O buscar algo para comer? La cafetería no abre hasta mañana. Tendremos que salir para comer.

Comencé a responder cuando Viktoria entró en nuestra habitación a través del baño que compartían nuestras habitaciones —Conozco un lugar perfecto para comer y divertirnos. Vamos, perras.


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Nos leemos el otro finde!
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Mensaje por Fati20 3/9/2020, 11:36 am

Hay noooooo el otro fin de semana esta demasiado lejos. Y porque tuvo que olvidarla pobre julia. Pero es emocionante leer como se volverán a enamorar
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Mensaje por Bet bet 3/11/2020, 3:06 pm

Hola Rainbow, me siento muy honrada por la dedicatoria, hermoso finde como siempre, gracias por entretenernos y regalarnos tu tiempo.
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/12/2020, 7:49 pm

Hola chicas, espero estén bien,,, Les dejo el día de hoy otro capítulo de la saga para que lo comenten

A leer!!


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Capítulo III



A pesar de que era un club para mayores de dieciocho años, Viktoria consiguió meternos sin problemas. Yo había comenzado a rehusarme entrar pero Anastacia estaba toda emocionada cuando el portero nos hizo una seña con la mano hacia adentro. Tenía que entrar para mantener a Anastacia lejos de los problemas.

—Deja de fruncir el ceño, Lena. No está tan mal. Relájate —dijo Viktoria mientras nos abríamos camino hacia una de las mesas vacías.

—Mi nombre es Elena —le informé.

—Solías ser más divertida —murmuró. ¿Qué diablos quería decir con eso? Nos conocimos hace seis horas máximo. Estaba a punto de preguntarle sobre su comentario cuando un chico dio un paso frente a mí.

—Hola, preciosa. Eres nueva aquí. Recordaría ojos como esos si los hubiera visto antes.

Dejé escapar un suspiro cansado y levanté la mirada hacia él — ¿En serio? ¿Eso es lo mejor que tienes? —Pregunté arqueando una ceja.

Su ceño confuso me molestó, así que caminé a un lado de él.

—¡Cruel! Me gusta —Rió Viktoria entre dientes mientras tomábamos nuestros asientos en la barra.

Anastacia me agarró del brazo y tiró de mí cerca de ella —No mires ahora, pero Maxim está aquí —susurró con entusiasmo en mi oído.

Sabía que Maxim iba a la Universidad de Ekaterimburgo, una ciudad cercana a nosotras, pero no esperé encontrarme con él tan pronto, especialmente no en mi primera noche en la universidad. Comencé a mirar hacia atrás, pero Anastacia me apretó el brazo con fuerza —Te dije que no mires. Está con una chica. Están bailando muy cerca y bueno, creo que podría estar follándose a su pierna.

— ¿Qué quieres beber, Lena? —Preguntó Viktoria con voz burlona al decir mi nombre ya que la había corregido antes.

—Una Coca-Cola estaría bien —dije, volviendo mi atención del agarre mortal de Anastacia en mi brazo hacia Viktoria, quien se encontraba sentada en un taburete, como si ella fuera en realidad lo suficientemente mayor para ordenar algo más que un refresco.

— ¿Quieres una Coca-Cola? ¿Por qué no estoy sorprendida? — Respondió poniendo los ojos en blanco. Su mirada se movió de mí hacia algo sobre mi hombro— Bueno, mierda —Murmuró.

Curiosa, me di la vuelta y mis ojos se encontraron con los de Maxim. Él de verdad bailaba con una chica que podría estar follando su pierna. Sus manos tocaban el trasero de ella y le susurraba algo en el oído, o al menos eso hacía hasta que me vio. Su expresión de sorpresa me hizo sonreír. Estoy segura de que él no tenía idea de que yo estaba en en la ciudad. No había hablado con él desde el funeral de Vladimir. Sonreí y lo saludé con la mano y me di la vuelta para ver a Viktoria. Ella me miraba de cerca, como si necesitara tirarme al suelo en cualquier momento. ¿Cuál era su problema? Ella era tan extraña como para hacerme sentir nerviosa.

— ¿Lo conoces? —Me preguntó, cambiando la mirada de mí hacia Maxim.

Me encogí de hombros, tomé mi Coca que el camarero colocó delante de mí —Sí, él solía ir a mi instituto —le expliqué. No quise explicarle que fue mi novio durante tres años. Probablemente me avergonzaría de alguna forma con esa información.

—Él fue su novio por tres años. Eran inseparables —Intervino Anastacia con su jugoso momento de cotilleo. Tendré que agradecerle después por eso.

—Hmmm... Bueno Lena, necesitas decidir qué harás porque aquí viene —dijo Viktoria. Parecía molesta.

Genial.

—¿Elena? —El tono de sorpresa de Maxim me hizo desear haberme quedado en el dormitorio esta noche. No me encontraba de ánimos para esto ahora. Especialmente con Viktoria vigilando todos mis movimientos.

Tomé una respiración profunda, forcé una sonrisa en mi rostro, y me di la vuelta para mirar a Maxim.

—Hola, Maxim.

—Hola, Maxim.  Un  gusto  encontrarte  aquí  —dijo  Anastacia  con  una risita.

—No puedo creer que estén aquí —dijo Maxim, con una enorme sonrisa en su rostro— ¿Qué están haciendo aquí?

—Estamos en la universidad —le expliqué.

—¿Estatal? ¿En serio? ¿O sea que viven a sólo treinta minutos de mí?

—La emoción en su voz me sorprendió. Habíamos terminado hace casi un año y medio. No era como si tuviéramos muchísimo tiempo sin vernos.

—Sip. Nos mudamos hoy —dijo Anastacia antes de darle otro trago a su coctel Shirley Temple. Al menos, yo creía que era un Shirley Temple. Seguramente Viktoria no le había ordenado algo con alcohol.

— ¿Ibas a llamarme? ¿Decirme que estás justo a la vuelta de la esquina? —La atención de Maxim estaba puesta en mí, pero yo observaba a la rubia que había estado follándose a su pierna. La expresión en su rostro no parecía muy feliz. La miré acercándose a nosotros y envolver sus brazos alrededor del brazo de Maxim. Volví mis ojos de su mirada enojada hacia la repentina mirada tensa de Maxim.

— ¿Y quiénes son tus amigas, MaxMax? —Preguntó la chica, presionándose más cerca de él.

Tuve que morder mi labio para evitar reírme con lo de “MaxMax”. Anastacia me pateó y escuché su risa ahogada. A ella también le divirtió lo del apodo.

—Uh, ella es uh… —tartamudeó.

Decidí salvarlo de su momento de pánico y le sonreí a su nueva novia. —Hola. Soy Elena y esta es Anastacia. Estuvimos en el instituto con Maxim —Quería tanto decir MaxMax, pero me contuve porque sabía que si lo decía estallaría en carcajadas.

Levantó su mano y la pasó a través del cabello rubio enmarañado de Maxim mientras mantenía sus ojos en mí. Al parecer, yo era con quien menos se encariñó — ¿En serio? Él nunca las mencionó.

Eso era un poco sorprendente. Dado que terminamos el verano en que él se fue a la universidad. Me imaginé que me habría extrañado al menos un poco. Supongo que imaginé mal. Me encogí de hombros —No debe estar tan alto en su radar de importancia —contesté.

Miré a Maxim y le sonreí. Me cansé de esta divertida conversación. Pude ver el ceño fruncido en su frente y decidí alejarme mientras podía. Lo último que quería era que él o Anastacia ahondaran en nuestro pasado.

—Fue lindo verte de nuevo, tal vez volvamos a vernos otra vez en los próximos tres años —Me di la vuelta en mi taburete y dejé que mi sonrisa falsa se disolviera. Ahora, era su turno de irse. Habíamos tenido nuestro momento extraño. Es hora de continuar.

— ¿Tu número celular sigue siendo el mismo?—Preguntó Maxim.

Diablos. ¿Este chico no entendió la indirecta? No estaba interesada en él.

Él había seguido adelante. Por Dios.

—Sip. Su número no ha cambiado —dijo Anastacia cuando fue obvio que yo no le iba a decir.

Esta vez pateé a Anastacia.

—¡Ay! —Gritó ella.

—Deshazte de ellos —le susurré a Viktoria, quien estaba sentada allí, sorprendentemente callada viendo todo el asunto.

Ella me guiñó un ojo y puso su atención de nuevo en Maxim. —Al parecer Elena no tiene ganas de seguir con la charla-charla, MaxMax. Así que tú y tu novia pueden regresar a la pista de baile a follar. Estaban entreteniéndonos antes.

Cubrí mi rostro con mis manos. ¿Por qué confíe en ella para manejar esto?

Anastacia estalló en un ataque de risa y se dio la vuelta en su taburete también lejos de ellos. Mantuve mis ojos cerrados con fuerza con la esperanza de que ellos ya se hubieran ido. No quería que Maxim pensara que había estado viendo su sucio baile.

—Se han ido. No hay de qué. —Anunció Viktoria y levantó su vaso vació en el aire, agitando el hielo en él—. Es un poco lindo, pero creo que esa chica tiene uñas listas para cortar a cualquiera que se acerque.

—Eso pude ver —le respondí y bebí lo que quedaba de refresco en mi vaso.

—Aún está enamorado de ti —dijo Anastacia, dándome un suave codazo. ¿Estaba ciega? Maxim ya salía con alguien más. Él siempre ha sido educado y amable con todos. Por supuesto que lo sería con nosotras. Hicimos juntos todo desde el momento en que estuvimos en el primer año hasta el año en que él se graduó antes que nosotros.

—No, no lo está. Además, no me interesa.

Anastacia suspiró e hizo un puchero —Nunca estás interesada. Hoy ni siquiera fuiste consciente de lo sexy que es Yulia Volkova.

En eso se equivocaba. Fui muy consciente de lo sexy que era Yulia Volkova. Se necesitaría ser ciega para pasar por alto ese hecho e incluso así, yo podría verla. Su voz era hipnótica. Pero hablábamos de la cantante de una banda de rock. No es mi tipo. Su tipo sería una chica con el suficiente tiempo libre para tenerla desnuda y en una cama. Luego la olvidaría.

—Lo noté. Sólo que no me importó. No me gustan los ídolos. Eso es lo tuyo.

Viktoria se aclaró la garganta y puse mi atención en ella —¿Qué tienes en contra de los músicos?

—El hecho de que tienen una chica o un chico diferente cada noche. Sexo, drogas y rock and roll —le contesté.

Viktoria me estudió por un momento, luego asintió lentamente como si estuviera de acuerdo —Quizás, pero Yulia no es la típica cantante.

—Claro que no —respondí, dejando que el sarcasmo se asomará en mi voz— No estoy de humor para hablar de eso. ¿Cuánto tiempo tenemos que quedarnos aquí?

—Acabamos de llegar, Elena. Ningún chico lindo me ha invitado a bailar aún —se quejó Anastacia, mirando por encima de sus hombros por si alguno estuviera mirándola.

—Bueno, está bien. Esperaremos hasta que puedas bailar, ¿luego podemos irnos?

—Te has vuelto aburrida, Lena —murmuró Viktoria.

¿Qué le pasa? ¿Por qué sigue llamándome Lena? Sabía que mi nombre es Elena. ¿Y por qué sigue refiriéndose a mí como si ya nos hubiéramos conocido desde hace tanto tiempo? ¿Usa drogas? Ella había estado en la parte trasera de la motocicleta de Yulia Volkova hoy. Tal vez era una fan. ¿No es cierto que las fans toman drogas y se acuestan con los chicos de la banda?

—¡Oh, chicas! —Gritó Anastacia tranquilamente y tiró de mi brazo. Una chica y un chico estaban de pie detrás de nosotras. EL chico me resultaba familiar; debo haberlo visto en alguna parte antes.

—Mucho gusto en conocerte, Leonid —dijo Anastacia con su dulce voz. La que ella creía que era sexy y que sólo usaba cuando alguien atractivo hablaba con ella. El chico, que me parecía familiar estaba muy enfocado en ella. Pasó una mano a través de su cabello castaño oscuro que se rizaba en las puntas, dándole un aspecto desordenado. Me gustaba. No estaba segura de por qué exactamente, pero lo aprobaba.

—Esta es mi amiga, Elena —le anunció Anastacia a los recién llegados—

Elena, ellos son Leonid y Raiza. Los dos van a la UT.

Raiza dio un paso hacia mí —Si bailas conmigo, pienso que tu amiga bailaría con Leonid, y si lo has notado, ella prácticamente está babeando. No le ha quitado los ojos de encima desde que entraron aquí. —La sonrisa burlona en su rostro mientras miraba a Leonid alivió cualquier preocupación que tenía. No coqueteaba conmigo. Ella estaba aquí para ayudar a Leonid. Me puse de pie y tomé la mano que Raiza me había ofrecido.

—Me encantaría bailar —le sonreí a Anastacia—, dale a la chica un poco de crédito —Le dije haciéndola reír mientras se ponía de pie y deslizaba su mano en la de Leonid. Ella la miraba fijamente, como si le hubieran obsequiado una rara joya. Eso me gustó. Mucho. Hasta ahora, Leonid tenía mi aprobación.

—Por supuesto, ustedes vayan y bailen. Yo me quedaré sentada aquí, bebiendo —dijo Viktoria, recordándome que estaba allí. La miré sintiéndome culpable, pero ella tenía una sonrisa divertida en su rostro, así que supe que sólo bromeaba. Además, Viktoria es una fan de bandas de rock. No le interesan los chicos universitarios.

—Volveremos pronto —aseguré.

Ella levantó su nueva bebida —Estoy bien y de maravilla aquí. Por favor, vayan y entreténganse. Tal vez te alegres más, Lena.

Puse mis ojos en blanco ante el continuo uso de su apodo. Acepté que siempre sería Lena para ella. No dejaría de llamarme así.

—Vamos a bailar —dije volviéndome hacia Raiza.

Me llevó a la pista de baile llena de gente. Los cuerpos se movían por todas partes. Muchos bailaban tan intensamente como Maxim y su novia. En serio, esperaba que Raiza no creyera que me frotaría contra ella. Ese no era el tipo de baile que yo quería.

—Te vi hablando con Zaitsev antes. ¿Lo conoces?

¿Conocía a Maxim? La Universidad de Ekaterimburgo era un lugar enorme. Qué extraño —Uh, sí. Maxim y yo fuimos juntos al instituto.

Raiza nos empujó dentro de lo más denso de la pista y deslizó una mano alrededor de mi cintura. No estaba segura de si eso me agradaba — ¿En serio? Qué bien. Maxim y yo somos hermanos ATO.

Ah. Una chica de la fraternidad. Genial.

—¿Estás en la UT? —Preguntó con interés.

—Nop. Estoy en la estatal.

Raiza deslizó su mano por mi cadera y me tiró contra ella mientras la música se desaceleró a un ritmo sexy. No me gustaba esto. Busqué en la multitud hasta que encontré a Anastacia, vi como les iba a ella y Leonid. Ella estaba envuelta en los brazos de Leonid y la miraba como si fuera la chica más hermosa que hubiera visto. Quería que ella tuviera su momento. Necesitaba divertirse y comenzar a salir con otros chicos. ¿Pero podría lidiar con Raiza frotándose sobre mí para darle su momento?
Justo entonces, dos cálidas manos se deslizaron alrededor de mi cintura y me sostuvieron con firmeza. Cálido aliento me hacía cosquillas en el cuello y en vez de estar sorprendida, me excitaba —Se acabó el tiempo —dijo una voz profunda y sexy detrás de mí. Los ojos de Raiza se agrandaron.

—Eres… eres… ¡Mierda! Eres Yulia Volkova. Yulia Volkova de Cold Soul. —Los brazos de Raiza inmediatamente me soltaron y dio un paso hacia atrás. Sus ojos centrados en la chica detrás de mí. No estaba segura de por qué Volkova se encontraba de pie detrás de mí, reclamándome, pero le agradecía que Raiza ya no presionara su pelvis contra mí.

—Sí. Ahora vete —contestó Yulia. Raiza asintió y se apartó entre los cuerpos en movimiento.

Dándome la vuelta, fruncí el ceño. La mirada aliviada en su rostro me sorprendió —¿Qué fue todo eso? —Le pregunté.

Los ojos de Yulia cambiaron de ser un remolino de fuego mientras veía a Raiza alejarse, a un resplandor suave cuando me miró —Parecías incómoda.

¿Cómo sabía eso? —Tal vez. Pero, ¿Por qué te importa?

Yulia soltó un suspiro de frustración y sacudió la cabeza —No lo sé. Pero me importa.

Bueno… eso fue inesperado.

—¿Bailarías conmigo, Elena?

Estudié a Yulia mientras ella me observaba cuidadosamente, esperando mi respuesta. No confiaba en personas como ella. Ninguna mujer debería. Pero no podía despreciarla. Deslicé una mano sobre su brazo. Sus manos aún estaban en mi cintura.

La música se desaceleró inmediatamente. El ritmo sensual de la música se convirtió en un ritmo más fácil y fluido. Me acomodé en sus brazos y la confianza vino hacia mí fácilmente. Las manos de Yulia no vagaron. Ni hizo movimientos vulgares con su cuerpo. En lugar de eso, me sostuvo cerca mientras nos movíamos con la música.

El aroma de su camisa era algo oscuro y exótico. Quería enterrar mi nariz en ella y oler su esencia. Esta chica podía ser peligrosa. Cada parte de ella era irresistible. Girando un poco la cabeza para poder olerla mejor, me sorprendí cuando un suave gruñido vibró contra su pecho. ¿Qué fue eso?

La miré y vi que sus ojos ahora eran fríos y severos, y se centraban en algo detrás de mí. Miré sobre mi hombro y vi a Maxim allí. Sus manos en sus bolsillos y su novia pareció haber desaparecido de su brazo. Él me observaba. Me aparté de los brazos de Yulia y me volví hacia Maxim. ¿Necesitaba algo?

—Hola, Maxim —dije, tratando de aliviar la tensión repentina. ¿Ellos se conocían?

—Elena. Quería ver si bailarías conmigo por los viejos tiempos. No sabía que tú estabas, uh, con Yulia Volkova. Guau, tú moviste al mundo.

Me reí. A estos chicos de verdad les interesaba la banda de Yulia —No estoy con Yulia. Nos conocimos hoy. Me encantaría bailar contigo, mientras que a tu novia no le importe. Déjame terminar este baile primero.

Maxim cambió su mirada de mí hacia Yulia y luego volvió a mí rápidamente —Sí, claro. Estaré esperando.

Le di una sonrisa tranquilizadora porque de pronto parecía muy nervioso. Raro, Maxim no era del tipo nervioso. Me di la vuelta para colocar mis manos de nuevo en los brazos de Yulia. Los delicados brazos se sintieron bajo mis manos y mi imaginación se disparó. Se vería increíble sin camisa. No tenía que verlo para saberlo.

—Lo conoces —dijo Yulia en un tono lento.

—Sí. Fuimos al instituto juntos —le expliqué, pasando por alto el hecho de que él fue mi primer y único novio; “hombre”. Yulia se veía enojada con Maxim. Probablemente me lo estaba imaginando, pero protegería a Maxim por si acaso. Para ser mujer, Yulia realmente tenía músculos. Muy extraño.

—¿Te gusta? —Me preguntó Yulia.

Bueno, eso fue muy directo. Dejé de bailar y la miré fijamente —No creo que eso sea de tu importancia. Nos acabamos de conocer hoy.

Yulia se mordió su labio inferior y maldición, ¡Eso era increíblemente sexy! Realmente quería morder ese labio y chuparlo. Yo estaba tan obsesionada como cualquier otra fan. Acababa de conocer a la chica y ya tenía malos pensamientos de ella.

—Está bien. Tienes razón. Lo siento —Me respondió.

Su expresión de tristeza hizo que me doliera el corazón. Ignoré el deseo de acercarme y tocar su rostro. No quería que estuviera triste. ¿Soné cruel? No quise hacerlo.

—Vamos a bailar —dije mientras la música comenzó otro ritmo sexy.

Yulia asintió y sus manos se deslizaron hacia mis caderas mientras me traía más cerca. La forma suave y fácil en que su cuerpo se movía con el mío hizo que mi corazón se acelerara con entusiasmo. Sus manos dejaron mi cintura y me rodearon las muñecas. Levanté la mirada hacia ella mientras tomaba mis manos y las subía para rodear su cuello, presionando mi cuerpo más cerca de ella. El apasionante y oscuro destello en sus ojos hizo que mi respiración se dificultara. Yo no era lo suficientemente experimentada como para jugar en su mundo. Pero no importaba qué tan peligroso pudiera ser para mi corazón, parecía que no podía liberarme del encanto hipnótico bajo el que ella me tenía.

—Muy bien, Yul, por qué no dejas a Lena aquí. Tienes lugares a los que ir y gente que ver —La voz de Viktoria me trajo de vuelta a la realidad. Dejé que mis manos cayeran de su cuello y di un paso hacia atrás.

—Viktoria —su tono de advertencia me hizo temblar.

—No te pongas irritable. Sólo te estoy recordando tus planes —le respondió, dándole énfasis a la última palabra. ¿Qué era Viktoria exactamente para Yulia Volkova?


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Mensaje por Fati20 3/13/2020, 6:38 pm

Muy emocionante el capítulo ya ansiosa de mañana leer más
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/14/2020, 1:20 pm

Buen día, espero estén bien. Hoy les dejaré por acá otro capítulo para que disfruten de la historia. Más tarde subiré otro

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Capítulo IV




Yulia

Estrangularía a Viktoria. Elena me estaba calentando. Estuvo en mis brazos y encontré un poco de paz entre el miedo que me consumía desde el momento que me enteré que podía perderla.

—Yulia —dijo Viktoria con descaro. Sabía que ella tenía razón. No había terminado de tomar almas por la noche, pero había sabido que Elena estaba aquí. Podía sentir sus emociones. Su alma aún me llamaba a pesar de no recordarme.

—Umm, los dejaré resolver esto. Le prometí a Maxim un baile, de todos modos —dijo Elena retrocediendo.

«No me dejes»

Elena se congeló. Maldita sea. Le hablé a su alma. Me había escuchado. La confusión en sus ojos mientras me estudiaba me hizo esperar por si me recordaba; que su cerebro humano dominaba a su alma. Pero sacudió la cabeza y continuó alejándose.

—Me tengo que ir —dijo a toda prisa, luego se dio la vuelta y huyó.

—Movimiento inteligente, imbécil. Sólo la asustaste —dijo Viktoria con un suspiro.

—¿Por qué nos interrumpiste? Conozco mi deber. No necesito que me jodas con esto.

Viktoria levantó sus cejas rubias perforadas.

—Oh, ¿en serio? Bueno, si dejaras de acosar a Elena el tiempo suficiente como para recordar que tienes un trabajo, yo no tendría que hacerlo. Tienes que dejarla tomar sus propias decisiones. Si hicieras eso, yo no tendría que intervenir. Sí, ella no te recuerda por culpa de ese hechizo. Pero su alma está conectada a la de Maxim. Necesita enfrentar eso. Entonces, podrá decidir. No puedes aparecerte e interceptarla cada vez que ella se acerca a él.

Gruñendo, me encaminé hacia la salida. No necesitaba escuchar esto. Tenía razón y odió cuando Viktoria está en lo cierto. Elena debía acercarse a Maxim de nuevo. Esto era una competencia. Una que puedo muy bien perder. Hice una mueca cuando el dolor me atravesó. Perder a Elena no era algo que pudiera aceptar.

Eché un vistazo a la pista de baile y mis ojos encontraron inmediatamente a los de Elena. Me miraba marcharme. Maxim no estaba con ella. Estaba de pie, sola en el exterior de los cuerpos moviéndose, su atención puesta en mí. Me detuve y le devolví la mirada. Tomé la inclinación de su cabeza, la suavidad de sus labios y el interés en sus ojos. La había intrigado esta noche. Eso era una cosa buena. ¿Sería la Elena que no ve almas a diario capaz de aceptar a la Muerte como la chica que creció viendo una parte de este mundo que otros eran incapaces de ver? Maxim se le acercó por detrás y tocó su hombro, y ella se volvió para mirarlo. No podía quedarme a ver esto.

Elena

—¿Conseguiré esa ahora? —preguntó Maxim sobre la música.

Miré de nuevo a Yulia para ver si aún estaba allí. Parecía triste o sola. Quería ir a hablar con ella. Pero se había ido. No era una buena idea estar interesada en una cantante. Sí, ella era difícil de ignorar, pero ya encontraría una forma de superar su atractivo.

—Sí, yo… —me detuve a media frase. Su novia regresó y deslizó sus manos alrededor de la cintura de Maxim. La frustración de Maxim fue obvia en su rostro.

—Ven a bailar conmigo —susurró mientras deslizaba ambas manos debajo de su camiseta. Sip, eso era suficiente para mí.

—Necesito irme. Fue agradable verte de nuevo —dije rápidamente y me escapé antes de que él pudiera decir algo más. Escaneando el bar, encontré a Viktoria sentada allí con las piernas cruzadas y una sonrisa en su rostro. Anastacia seguía bailando con Leonid. Por mucho que quisiera irme, no quería arruinarle la noche a Anastacia si me marchaba. Ella obviamente pasaba un buen momento. Hice mi camino hacia Viktoria. Tal vez podía conseguir un taxi a casa y dejarla aquí con Anastacia.

—¿Qué pasó con el chico de la fraternidad número dos? —preguntó Viktoria mientras tomaba otro trago de su bebida.

—Estoy lista para irme. Si consigo un taxi, ¿puedes esperar a Anastacia?

Viktoria se encogió de hombros.

—Sí, supongo. Todavía es muy temprano. ¿Por qué te vas ya?

Porque la chica con quien quería bailar se fue—Estoy cansada. Ha sido un largo día —contesté.

—De acuerdo. Te veo más tarde, entonces —respondió Viktoria y movió sus largas uñas negras a mí.

Miré hacia atrás para ver a Anastacia una última vez; la sonrisa en su rostro mientras hablaba con el chico fue mi respuesta. Ella estaría bien.
Bien por ella.

***
Humo por todas partes. Estaba perdida dentro de él. No podía entrar en pánico. Si quería sobrevivir a esto, no podía entrar en pánico. Mi pecho se sintió apretado por la falta de oxígeno. Lentamente, me abrí paso a través del humo, rogando poder salir antes de que la oscuridad tomara el poder. Una pequeña luz apareció a través del espesor y deseé que me empujara más fuerte. Mis piernas se sentían pesadas. Cuanto más cerca conseguía estar de la luz, más lento se movía mi cuerpo. Cada vez era más difícil levantar mis piernas y ponerlas una en frente de la otra. Mis rodillas se doblaban y descubrí que no lo lograría. La luz estaba allí. Tan cerca. Pero no lo conseguiría. El humo me reclamaba. Tomé otra respiración ahogada mientras mis rodillas golpeaban el cemento debajo de mí.

Unos brazos me rodearon y la asfixia desapareció. Tomé una profunda y limpia respiración. Los brazos me sostenían a un firme y cálido pecho. Traté de abrir mis ojos, pero no pude.

—Estás bien. Estoy aquí —Me aseguró una voz profunda. Conocía esa voz. Me agarré a la sudadera que cubría el cuerpo que me sostenía. Quería verla. Conocerla.

—Ayuda  —supliqué. Mis ojos no se abrían.

—Siempre. Estás bien. Fue sólo un mal sueño. Estoy aquí —Me aseguró. Le creí. No podía verla, pero mi cuerpo sabía que me encontraba a salvo. Relajándome en sus brazos, respiré profundamente de nuevo.

—Quiero verte  —dije.

—Desearía que puedas. Podrás de nuevo un día —su confusa respuesta fue lo último que dijo antes de que la estridente alarma sonara.

Mis ojos se abrieron y me quedé mirando el techo de mi dormitorio.

—Apaga eso —refunfuñó Anastacia, lanzando una almohada al despertador al lado de mi cama. Teníamos orientación de primer año en una hora. Estiré la mano y presioné posponer. Los fragmentos de un sueño revoloteaban en mi memoria. Quería recordarlo. Algo acerca del sueño me había emocionado. Pero no podía recordar. Sentada en el borde de mi cama, pensé mucho en ello antes de que mi despertador volviera a sonar. Había algo que quería recordar, pero no sabía qué. Era como un dibujo en blanco.

Frustrada, tiré de las mantas y me levanté. Anastacia se había acurrucado más profundo en sus mantas. No tenía ni idea de a qué hora finalmente llegó a casa anoche. Era casi imposible despertarla cuando dormía. Esta mañana iba a ser difícil. Decidí que tomaría una ducha primero, luego intentaría despertarla. Orientación era obligatoria. Ella tendría que levantarse y asistir incluso si solamente tenía tiempo suficiente para cepillarse los dientes y ponerse ropa arrugada.

En el baño, Viktoria estaba frente del espejo. No se miraba en él. Su espalda apoyada contra el mostrador, con sus brazos cruzados frente a su pecho, como si esperara a alguien. Su cabello ya arreglado, tan bien como ella lo arreglaba, y estaba vestida. Anoche estuvo fuera más tarde que yo. ¿Cómo lucía tan despierta?

—¿Durmiendo, Lena? —preguntó sin moverse de su lugar frente al lavabo. Realmente necesitaba tomar una ducha, pero yo no era de las que se desnudaban frente a otras personas.

—Sí, no puedo creer que estés tan despierta. Pero ya estás levantada y vestida, ¿puedes salir para que pueda bañarme?

Viktoria se apartó del mostrador.

—Insolente, insolente. Supongo que tampoco quieres escuchar sobre la invitación privada que conseguiste para asistir al concierto de Cold Soul el viernes por la noche.

Vi como Viktoria comenzó a caminar hacia la puerta para dejarme sola, como si yo le hubiera preguntado. No debería preguntarle sobre el concierto. No salía con músicos. Era una mala idea.

—Espera. ¿Qué quieres decir? ¿Yulia me invitó? —Fui débil. La chica era difícil de resistir.

Viktoria detuvo sus pasos y sonrió.

—Sí. Lo hizo. Incluso puedes llevar tu amiga de toda la vida si quieres. Pases a los camerinos y todo.

Camerinos. Eso significaba que ella quería verme, ¿No? Yo necesitaba detener esos pensamientos, pero era tan difícil recordar que ella era una chica mala. No actuaba como una. Parecía casi sola o perdida. No como la mujeriega salvaje que yo decidí que era desde el primer día.

—De acuerdo. Quiero ir. Estoy segura de que Anastacia querrá ir, también —Quise preguntarle por qué ella no me había llamado para invitarme o si podía conseguir su número, pero ella no me lo proporcionó y yo tal vez no debería pedírselo.

—Se lo haré saber. Pero quizás tú la veas primero que yo —dijo Viktoria, luego abrió la puerta y la cerró detrás de ella antes de que yo pudiera preguntarle a qué se refería.

Yulia

La había esperado desde que la dejé en su habitación esta mañana. Anoche fue la primera vez que entré en los sueños de Elena. Fue una invasión a su privacidad que yo nunca hubiera querido cruzar. Pero mientras estaba sentada allí, observándola dormir y asegurándome de que ella se encontraba a salvo, comenzó a tener un mal sueño.
Me tomó unos pocos segundos decidir si debía o no entrar en su sueño y aliviar sus miedos o físicamente abrazarla como solía hacerlo cuando tenía una pesadilla. Decidí que la forma más segura era en sus sueños.

En el momento en que su alarma se apagó, la dejé. Ella estaría por llegar a este edificio pronto. Di un paso alrededor del árbol en el que estuve antes apoyada y me hice visible. A los jóvenes universitarios les gustaban los vocalistas. Tenía que esquivarlos cuando estaba en el campus.

—¿Yulia Volkova? ¡No puede ser! Escuché que te vieron en el campus pero no lo creí. Pero aquí estás —Una mujer ya me había notado. Comenzó a revolver en su mochila—
Tengo un rotulador en alguna parte. ¿Puedes autografiar mi bolso o mi blusa, o mejor aún… mi espalda? — dijo mientras sacaba un rotulador de su mochila.

La chica había comenzado a levantarse su blusa antes de que yo descubriera que hablaba en serio sobre lo de la espalda.

—No. No firmo partes del cuerpo —sostuve el rotulador que me entregó y llevé mi atención de ella a los estudiantes que se acercaban al edificio. Mis ojos se encontraron con los de Elena. Mierda. Vio a la chica levantándose la blusa. Le regresé el rotulador sin romper el contacto visual con Elena y rodeé a la chica— Me tengo que ir —fue la única explicación que le di.

Elena volvió su cabeza y miró hacia adelante y apresuró el paso hacia el edificio. No la dejaría entrar hasta que hablara conmigo.

»Háblame Elena. Por favor«

Se detuvo. Hablar en su cabeza era injusto, pero odiaba no ser capaz de mostrarle quien era. Quería que me viera. Quería que me amara de todos modos.

—Buenos días, Elena —dije cuando me detuve a su lado. Ladeó la cabeza y me miró. La sorprendida y confusa mirada en sus ojos me hizo sentir culpable. No debería haberle hablado de esa manera. Ella no estaba lista.

—¿Yulia? —su voz sonó como su estuviera haciendo una pregunta.

Alcancé su mochila, y en su estado todavía confuso, me dejó tomarla. Arrojándola sobre mi hombro, asentí hacia la entrada del edificio donde Elena tomaría Cálculo durante el resto del semestre.

—Mejor apurémonos o llegarás tarde.

Sacudió la cabeza y luego sus ojos se posicionaron en la mochila ahora sobre mi hombro. Una pequeña arruga en su frente.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó.

—Llevando tus libros adentro. Parecía pesada —comencé a caminar antes de que pudiera pedirme de vuelta su mochila. Yo la cargaría. Quería que cada persona en los alrededores me viera llevando su mochila. Ya había tenido que lidiar con su alma gemela. No quería estar forzada a verla con alguien más. Comenzaba a replantearme mi reclamo.

—Oh. Bueno, sí. Nos dieron un montón de información en Orientación de primer año, luego tuve que ir a la librería y recoger algunos libros que no tenía. Esta es la única clase que tengo hoy. Aparentemente este profesor es estricto y no quiero perder un día de clases.

Amaba escucharla hablar. Cuando llegamos a la puerta, la abrí y di un paso hacia atrás para que ella pudiera entrar. Miró hacia el árbol donde yo había estado cuando ella llegó y entonces se volvió a mí.

—Te vi con una chica y, ¿ella se desnudaba para ti? ¿Cambió de opinión y decidió que desnudarse en público era una mala idea?

La nota burlona en su voz. Me hizo sonreír.

—Quería que le firmara la espalda. Le dije que no firmo partes del cuerpo; entonces te vi y le devolví su rotulador para poder alcanzarte antes de que te alejaras.

—Oh —respondió y se detuvo en la puerta que decía 212—Y, ¿por qué no firmas partes del cuerpo?

¿Estaba coqueteándome? Maldita sea, ese brillo travieso en sus ojos me vuelve loca. Cerré la distancia entre nosotras y bajé mi cabeza hasta que mi boca estuvo justo al lado de su oreja.

—Solamente hay un cuerpo que me gustaría firmar —La respiración de Elena se atascó y sonreí para mí misma antes de alejarme de nuevo. Quería besarla. Había pasado demasiado tiempo desde que tuve una probada de su boca… de su piel.

Entré en el salón desesperada por controlarme a mí misma. Inhalar su aroma hizo que mis sentidos estuvieran en alerta máxima. Elena entró mientras yo sostenía la puerta para ella. Los pantalones vaqueros que llevaba acunaban su trasero como una segunda piel. Era imposible no mirarla caminando a través de la sala. Quitando mi mirada de ella, examiné a los otros estudiantes para ver quien más la observaba. No los quería mirando.


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Mensaje por Fati20 3/14/2020, 3:42 pm

Me encanta leer toda esta conquista. Estoy esperando el próximo capítulo 😊
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/15/2020, 11:36 am

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Capítulo V



Elena

¿Ella habló en mi cabeza, o me volví completamente loca? No fui capaz de concentrarme en nada de lo que mi profesor de cálculo dijo. Por suerte, era una breve bienvenida y una visión general del plan de estudios. Luego nos despidió. Estaba segura de que me perdí algo importante, pero Yulia Volkova se encontraba a mí lado. Todas las miradas masculinas y algunas femeninas en la habitación se centraron en ella y mi cuerpo cosquilleaba cada vez que rozaba su brazo contra el mío, y a mí parecer pasaba mucho.

Casi como si fuera a propósito, se aseguró de hacerlo lo suficiente como para mantenerme agotada.

Mi mochila seguía colgada en su brazo cuando nos fuimos, por lo que me vi obligada a soportar a todos los fans que la detuvieron para preguntarle acerca de su concierto, deslizarles su número y prometerle todo, desde una lengua larga a un espectáculo de desnudos. Si no fuera por el hecho de que ella cargaba mi mochila y que yo quería ver si seguía hablando en mi cabeza, me hubiese ido y la habría dejado con sus admiradores.

—Sígueme —dijo Yulia mientras me tomaba del brazo y apartó una chica en mitad de su frase. Tuve que correr para seguirle el paso mientras me conducía hacia un gran árbol de roble detrás del edificio. Había una mesa de picnic debajo de él. ¿Se está escondiendo?

—No me notarán desde aquí atrás —explicó, asegurándose que el árbol bloqueara la vista de los demás antes de sentarse en la mesa de picnic. Algo sobre verla allí sentada me pareció familiar. Casi como si estuviera experimentando un déjà vu. Sonrió como si hubiera leído mi pensamiento.

—Me sorprende que te hayas ido y huido de la última chica. Si la hubieras traído aquí, seguramente hubieras conseguido algo de acción. Ella se disponía a ofrecerte todo su cuerpo.

Yulia rió y sacudió la cabeza.

—Voy a pasar. No es mi tipo.

Hasta ahora no estaba segura de cual era su tipo. No sólo parece acecharme, sino que no la había visto con nadie más. ¿Era porque yo era un desafío?

—¿Por qué el interés en mí? Si te ofrezco desnudarte, ¿huirás? ¿Soy el único juguete con el cual nunca has jugado? —Me aseguré de sonreír mientras hice la pregunta. No quería sonar como una idiota, pero realmente quería saber por qué yo. Había un montón de chicas y chicos disponibles más que dispuestos a hacer lo que ella quisiera, cuando quiera. Yulia dejó caer mi mochila en los tablones de madera de la mesa y lentamente se puso de pie. Sus ojos se fijaron en mí y la intensidad de su mirada casi me asustó. A veces sus ojos no parecían reales. Parecían antinaturales… maravillosamente antinaturales e inquietantes.

—Entiende esto, Elena Katina —comenzó con una voz sexy y profunda—, si alguna vez te ofreces a desnudarte para mí, entonces tendrás mi completa atención.
Oh, Dios mío.

Tragando saliva me las arreglé para dar un asentimiento de cabeza. Yulia no retrocedió, sino que se acercó más hasta que quedé presionada contra el árbol —No eres un juego. Nunca serás un juego para mí —dijo mientras trazaba mi mandíbula con la punta de su dedo. El anhelo en sus ojos era demasiado fuerte. No tenía ningún sentido.

Acabábamos de conocernos ayer. ¿Por qué reacciono de esta manera con ella? ¿Y por qué mi corazón se vuelve loco cuando está cerca?

—Ha pasado mucho tiempo. No debería besarte —susurró antes de que su boca cubriera la mía. Sus palabras no tenían sentido, pero desaparecieron en el fondo de mi mente, cuando su lengua se deslizó en mi boca y el rico sabor extraño y decadente se burló de mis sentidos. Mis manos volaron hasta sus hombros y me aferré por mi querida vida.

Mis rodillas se debilitaron y necesité ayuda, pero sobre todo, sólo quería mantenerla allí. Justo así. Aspiré el aroma cálido y oscuro que me envolvió mientras su cuerpo me llenó. Sus dientes rozaron mi labio inferior y gemí cuando sus labios empezaron a besar el lugar detrás de mi oreja. El calor de su aliento cosquilleó mi piel. Agarrando con fuerza su blusa, la acerqué más. Una de sus rodillas se deslizó entre mis piernas y se instaló entre ellas, causando que chispas de placer se dispararan a través de mí.

—Ah —grité cuando movió su rodilla hacia arriba. Mi cuerpo se estremeció en respuesta. Yulia hundió la cabeza en la curva de mi cuello y el hombro. Su respiración pesada acompañado por su repentino silencio me dijo que esto iba a terminar. No quería que terminara pero por otra parte, la forma en que reaccioné ante un inocente beso podría significar que no estaba lista para los besos de Yulia Volkova. Empecé a moverme y sus brazos apretaron su agarre en mi cintura.

—No. Por favor. Todavía no. Déjame disfrutar esto —El sonido suplicante en su voz mientras sus palabras fueron pronunciadas contra mi piel me obligó a hacer lo que me pedía. ¿Quién podía decirle que no?

Su respiración pesada hizo correr pensamientos muy malos por mi cabeza. Sus brazos se deslizaron alrededor de mí y me acercó a ella mientras bajaba su rodilla, pero su pierna quedó allí, entre las mías —¿Vendrás el viernes al concierto? Te quiero allí —dijo cuando por fin levantó la cabeza para mirarme.
No era mi tipo. Ella no era segura. Pero no me importaba. Yo era una estudiante universitaria. Había estado segura lo suficiente en mi vida. Ya era hora de irme un poco hacia el lado salvaje.

—Sí, iré.

Yulia cerró los ojos con alivio y una sonrisa tiró de la comisura de sus labios.

—Estaba preparada para sobornarte. Fue más fácil de lo que pensé —respondió.

—Sobornarme, ¿eh? Tal vez debería haberme hecho la difícil por más tiempo.

Yulia bajó la mirada y estudió mis labios.

—¿Qué es lo que quieres, Elena? Sólo pídelo.

Guau. Otra vez fue un poco intensa.

—Umm, bueno, ahora quiero tomar una siesta porque no dormí suficiente anoche —Seguro no era la respuesta que ella esperaba, pero era cierto.

Yulia dio un paso atrás y de pronto sentí frío —No dejes que Viktoria te haga hacer cosas que no quieres. Ella no necesita dormir tanto como tú.

¿Se relacionaban? Nada tenía sentido. Parecía cercana a ella, pero no eran una pareja o algo remotamente parecido a eso.

—Soy una chica grande. Puedo manejar a Viktoria.

Yulia dejó escapar una débil risa y asintió con la cabeza.

—Sí. Lo sé.


Yulia

—No te recuerda tampoco. Esperaba que me olvidara. Pero, ¿por qué no te recuerda a ti? —Sentí su llegada, pero esperé hasta que Elena estuvo lo suficientemente lejos para darme la vuelta y mirarlo.

Aleksey, el espíritu vudú que una vez reclamó el alma de Elena, se encontraba de pie a varios metros de distancia de mí. Había pensado que ir a buscarla con la advertencia de poner fin a su mundo sería suficiente para mantenerlo alejado. El chico estaba al borde de la estupidez.

—No te concierne. Te sugiero que vuelvas a Vilokan y juegues con tus amigos allí. Mi paciencia contigo se está acabando, príncipe Vudú.

Me miró y cruzó los brazos sobre el pecho.

—No estoy haciendo nada malo. La dejé en paz. Sólo vine a ver si estaba bien. Antes de que aparecieras, proteger a Elena era la única vida que conocía.

Aleksey había sido el ángel oscuro de Elena. Uno que ella no sabía que existía. Su enferma y retorcida reclamación a su alma fue algo que hizo su padre, el vudú señor de los muertos.

—Has jodido el futuro de Elena lo suficiente. Ahora está aprendiendo lo que es vivir una vida humana normal. Soy lo único que necesita para asegurar su protección. No toleraré que estés por aquí. Esto no es asunto tuyo.

Aleksey comenzó a decir algo más cuando Viktoria apareció a mi lado.

—Bueno, mira qué demonios ha traído el agua—dijo con un suspiro y se dejó caer sobre la mesa— ¿Es necesario te de una lección para que aprendas? Porque voy a disfrutarlo cada segundo.

La mirada penetrante de Aleksey se convirtió en una de odio cuando se enfocó en Viktoria. No había amor entre ellos dos.

—Ella no te recuerda tampoco —gruñó Aleksey.

—Ooooh, mira, Yulia. Sigue siendo tan rápido como lo ha sido siempre. Que afortunadas somos, ¿no?

—No me iré hasta que una de ustedes me explique lo que le ocurrió a Elena —exigió Aleksey.

Viktoria se rió y supe que su pequeña pelea de sarcasmos terminó. El príncipe Vudú presionó los límites.

—Elena está bien. Se está encontrando a sí misma sin la pretensión de la maldad en su alma.

Aleksey comenzó a dar un paso adelante y Viktoria se encontró cerca de su rostro en menos de una décima de segundo. Se movió a una velocidad inhumana y miré a mí alrededor rápidamente para asegurarme de que nadie la había visto.

—Da un paso más en ese camino y te rebanaré en pedacitos —dijo entre dientes.

—Tienes que irte. Esta es la última advertencia.

Aleksey no discutió. Se fue.

Viktoria maldijo y se dio la vuelta para mirarme.

—Maldita sea. Tenía la esperanza de que se quedara aquí. Eso habría sido divertido. He estado esperando patear su culo vudú desde hace un año.

—Sería algo divertido de ver —concordé— Pero tenemos que irnos a trabajar. Ha habido un terremoto en Haití. Fue muy malo.

Viktoria suspiró.

—Supongo que tendré que ir, esta vez.

Sorprendida por su falta de entusiasmo, me detuve y levanté una ceja.

—Oh, no me mires así. Me gusta ser una universitaria. Es mucho más divertido que tratar con personas muertas.


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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/15/2020, 11:43 am

Capítulo VI



Elena

Anastacia estaba frente a su armario con varios conjuntos colocados sobre nuestras camas cuando entré en la habitación. Pasé el resto del día revisando mis clases, reuniéndome con profesores, y encontrando una cafetería lo suficientemente cerca como para pasar por las mañanas en mi camino a cada clase.

—¿Los armarios vomitan? —pregunté mientras cerraba la puerta y esquivaba el lío que tenía delante.

—Tal vez —se mordió el labio inferior con nerviosismo— No tengo nada que ponerme. Nada.

Sabía a ciencia cierta que tenía suficiente ropa para vestir a un pequeño país. Lo que ella quería decir era que no tenía nada que ponerse en una cita. Debía ser alguien que realmente le gustaba, porque no la había visto volverse loca eligiendo ropa en años.

—¿Quién es la persona afortunada? —pregunté, levantado una falda azul que me pertenecía y su blusa azul para poder sentarme en mi cama.

—Leonid. El chico del club —Anastacia aplaudió— ¡Y no creerás esto, está en la misma fraternidad que Maxim. Quieren que nosotras vayamos a cenar esta noche y a ver una película.

Oh, no. Eso no funcionaría.

—Umm, bueno, veamos, he aquí la cuestión. Maxim tiene una novia o está obviamente en una relación. Lo vi anoche en el club. Sabes que no hago dramas y esto es un drama serio. Tendrás que decirle «no gracias» a Maxim por mí.

La cara de Anastacia cayó y dejó caer la chaqueta roja que había estado sosteniendo en el espejo.

—Elena, por favor. Esto es importante para mí. Leonid es, él es como, yo no he sentido esto por nadie, desde, pues desde… —Vi lágrimas en sus ojos mientras me miraba tristemente.

—¿Desde Vladimir? —pregunté.

Ella suspiró y asintió.

—No es tan fuerte como lo que sentía por Vladimir, pero acabo de conocerla. Hace que mi corazón se acelere y me hormiguea todo cuando me toca. Él no es Vladimir. Nadie lo será. Pero cuando estoy con él, mi corazón no duele.

Bueno, mierda. Finalmente encuentra a alguien con quien seguir adelante y es un amigo de mi ex. Jodidamente perfecto.

—Estoy segura de que Leonid querrá salir contigo aunque yo no salga con Maxim —le aseguré.

Anastacia se acercó y empujó la ropa que estaba a mí lado fuera de su camino y se sentó.

—Estoy segura de que sí. Pero no lo conozco muy bien. Nos acabamos de conocer. Tomamos un café hoy y terminamos hablando durante horas. Me besó. Fue… guau. Sólo quiero tenerte junto a mí en nuestra primera cita oficial. Me sentiré mejor sabiendo que no estoy sola.

Doble mierda.

—¿Qué pasa con la novia de Maxim? —Por favor, dime que es una psicópata y puede venir tras mi cabeza si me voy a alguna parte con él. Esta sería mi única salida.

—Leonid me dijo que Maxim y Aleksandra no son pareja. Ella está en la hermandad que se junta con su fraternidad. Ha estado tras él durante más de un año. Maxim tolera su aferramiento, pero hasta que te vio entrar en el club no había tenido un problema con esto. Ahora está poniendo un alto a las cosas con Aleksandra. Leonid dijo que tú eres de todo lo que habla desde que te vio. Vamos, será divertido. Te necesito allí.

Ese era un problema. Miré los suplicantes ojos de Anastacia, y supe que no sería capaz de decir que no.

—¿A qué hora estarán aquí? —pregunté y ella saltó y chilló.

—A las siete —respondió. Eran sólo las tres. ¿Por qué se preparaba tan temprano?

—Tenemos cuatro horas. ¿Por qué el pánico de la ropa?

Anastacia rodó los ojos.

—Porque me tomará cuatro horas hacer todo lo que tengo que hacer para estar presentable.

Recogí la ropa que había dejado en mi cama y la llevé a la suya y la dejé caer —Quita tu ropa. Tomaré una siesta. Si haré esto, entonces definitivamente necesito dormir un poco. Estoy agotada.

—Bien. Buscaré algo para que te pongas. Pero prométeme que te levantarás con tiempo de sobra para ducharte y depilarte las piernas. Voy a elegirte una mini. A Maxim siempre le han gustado tus piernas.

Ugh.

Yulia

Una adolescente no le prestó atención a una señal de alto. Todo era muy familiar. La diferencia era que yo no estuve acechando esta alma. Ella no me había intrigado. El aplastado auto estaba envuelto alrededor de un poste de electricidad. Sus padres se encontraban a un lado, llorando mientras la desesperada esperanza en sus ojos se mantenía enfocada en el auto. Querían que existiera alguna posibilidad de que su hija estuviera con vida. Que cuando la grúa tirara del coche, la encontraran dentro, con vida. Yo sabía que no lo estaba. Su alma comenzaba a desprenderse, ya sintiendo mi presencia.

Metí la mano en los escombros y atraje el alma. Ella vino de buena gana. La mirada confusa en su rostro cuando se miró a sí misma y luego hacia sus padres era la que veía todos los días. No entendía todavía que ya no estaba en el cuerpo.

—Vamos, chica, tiempo de irnos. Tendrás otra vida antes de que te des cuenta. Di adiós a esta —le informó Viktoria mientras la tomaba de la mano y se fueron.

No me quedé a esperar a que sus padres averiguaran que sus peores temores eran ciertos. Tuve suficiente de esto durante un día. Sólo quería ir a ver a Elena, pero aún tenía miles de almas que recoger.

Caminé hacia la camioneta que se había volcado en un intento de no chocar con el coche de la chica. Me detuve donde los paramédicos le estaban realizando la RCP al conductor. Mientras los paramédicos trabajaban para salvarlo, su alma se liberó ya de su cuerpo y miraba a su cáscara vacía. Viktoria apareció a mi lado y sin mediar palabra lo tomó de la mano, diciéndole que volvería a empezar de nuevo y, tal vez, en su próxima vida podría evitar una panza cervecera.

Elena

—Esto es injusto. Completamente injusto —Anastacia frunció el ceño en el espejo frente a nosotras— He pasado horas preparándome. Tú pasaste menos de media hora y aun así te ves mejor.

Anastacia estaba preciosa. El top rojo combinado con una falda lápiz plateada que llegaba a sus rodillas resaltaba todas las curvas que tenía. Leonid no tenía ninguna posibilidad —En serio, estás confundida. Te ves sexy. Acéptalo y vámonos —le contesté antes de que pudiera cambiar su ropa de nuevo.

—¿Estás segura?¿No estás mintiéndome? —Seguía de pie frente al espejo, jugando con la blusa y el cabello.

—Digo la verdad. Vamos. Probablemente ya están esperándonos —Y ya quería terminar con esto.

—Tal vez debería haberme puesto las botas. Tú te ves mortal con esas botas de cuero —respondió Anastacia sin moverse.

Eché un vistazo a las botas hasta las rodillas que me puse con la mini falda azul de jean que Anastacia me obligó a usar —Puedes llevar las botas si quieres. No me importa. Yo buscaré otra cosa que ponerme.

Anastacia frunció el ceño.

—No. Esas botas no combinan con lo que llevo puesto. Además, acabarías poniéndote tus Converse o algo ridículo como eso. Es un milagro que pudiera obligarte a usarlas. No estropearé mi suerte ahora.

Sonreí porque tenía razón. Si me quitaba las botas me pondría mis Converse.

—Entonces, vamos —Le contesté, y abrí la puerta.

—Está bien. Bien. Vale. Puedes hacer esto —Se recordó a sí misma en el espejo, luego se volvió y se dirigió a mi camino. Quizás podría sacarla de aquí antes de la medianoche.

—De acuerdo, Anastacia. Es sólo un chico y esto es sólo una cita —Le aseguré mientras la empujaba hacia la puerta y al pasillo.

Ella asintió con la cabeza.

—Tienes razón. Es sólo un chico. Es sólo una cita.

Hicimos nuestro camino hacia la gran sala donde habían dicho que se reunirían con nosotras. Podía oír risas femeninas y voces profundas mientras nos acercábamos.

—Los escucho —susurró Anastacia.

—Sip. Suena como que están entreteniendo a algunas de nuestras vecinas —contesté. Quizá Maxim vería a alguien que le gustara y me dejaría en paz. Entonces, ella podría lidiar con la loca de Aleksandra.

Entramos en la sala para ver a Maxim hablando y riendo con una chica a la cual yo no había conocido aún, pero que vi el día anterior, cuando nos mudamos. Las chicas siempre coqueteaban con Maxim. Tenía ese tipo de personalidad amigable. Los ojos de Leonid se enfocaron sobre Anastacia instantáneamente. La sonrisa en su rostro mientras la miraba hizo que todo esto valiera la pena. Me gustaba este chico.

Leonid le dio un codazo a Maxim mientras nos acercábamos y dejó de hablar con la pelirroja y se volvió para mirarnos. Sus ojos pasaron sobre mí lentamente. La chica con la que había estado hablando extendió la mano y le apretó el brazo y le dijo algo sobre verlo mañana por la noche. Casi me reí. Él planeaba una cita con otra chica mientras me esperaba. Esto no tiene precio. Si no estuviera yendo a esta cita por Anastacia, usaría eso como mi excusa y me echaría atrás. Sin embargo, no podía hacerle eso a ella. No cuando Leonid tenía la mirada de adoración reverente en sus ojos mientras la miraba fijamente. Sí, tendría que lidiar con Maxim Romeo toda la noche. Quizá Anastacia y la pelirroja podrían conocerse y ellas podrían ir juntas a la cita doble la próxima vez.

—Elena, guau. Te ves increíble —dijo Maxim mientras daba un paso hacia mí, dejando atrás a su nueva amiga.

—Por favor no dejes que te interrumpa —contesté, volviendo la atención a la chica que dejó esperando su respuesta.

Él estaba nervioso. Le sonreí tranquilizadoramente.

—En serio, Maxim. Me da lo mismo. Termina tu conversación. No tengo prisa.

Maxim me observó un momento y pude ver indecisión en su rostro. Ya no era la enamorada adolescente que él dejó atrás. Ese barco había zarpado. Negó con la cabeza y cerró la distancia entre nosotros y puso su mano en mi espalda baja.

—Estoy listo para irnos. Sólo era amigable.

El ceño fruncido en el rostro de la joven decía lo contrario. Moví su mano de mi espalda y di un paso atrás.

—Si la estabas invitando a salir, por favor, ve a terminar lo que empezaste. No seas grosero —Susurré.

Él dejó escapar un suspiro.

—Joder.

Lo observé mientras se pasaba la mano por el pelo en señal de frustración. Lo conocía muy bien. Podía leer su lenguaje corporal.

—No se suponía que escucharas eso. Maldita sea. He jodido esto. Invitarla a salir esperándote era una falta de respeto. Lo siento.

Me encogí de hombros.

—Sólo estoy en esta cita porque Anastacia me lo rogó. Sabes que no puedo decirle que no. Así que no te preocupes. Te diría que puedes llevar a la pelirroja en mi lugar, pero Anastacia me necesita esta noche. Por lo tanto, estás atrapado conmigo.

Los ojos de Maxim se agrandaron.

—Espera. No. Yo no quiero estar en una cita con alguien más. Quiero estar contigo. Te he echado de menos. Eso de ahí atrás era sólo yo siendo un idiota. Estoy acostumbrado a invitar a las chicas a salir cuando una me parece entretenida. Pero es un hábito. La rechazaría a ella y a cualquiera si tuviera la oportunidad de salir contigo en su lugar.

Bueno, eso era dulce, pero lamentable. Porque, hábito o no, yo no era lo suficientemente estúpida como para creerle.

—Ese hábito tuyo no es saludable y es mezquino. Ve a terminar lo que empezaste. Voy a esperarte con Anastacia y Leonid —Contesté y caminé hacia la puerta, donde Anastacia y Leonid habían ido para darnos algo de privacidad. No es que la necesitáramos.

—Lamento el retraso. Una vez que él termine de planear su cita de mañana, nos iremos.

Leonid cerró los ojos y negó con la cabeza.

—Estúpido —murmuró. Cuando los abrió de nuevo, me miró disculpándose— Lo lamento. Él es un mujeriego. Pero supongo que ya sabes eso.

En realidad, no lo sabía. En el instituto no coqueteó con nadie más que conmigo.

—El Maxim que yo conozco nunca habría hecho eso. Esto me molesta. Me gustaría que le dieras un plantón y regresaras al dormitorio. Puedes llamar a Yulia Volkova, ya que está caliente tras tu cuerpo y sorprenderla con tu culo sexy —Anastacia se había vuelto loca. Maxim se molestaría.

—¿Conoces a Yulia Volkova? —Preguntó Leonid— ¿Cómo la cantante de Cold Soul? —Pude oír la incredulidad en su voz.

—Sí que la conoce. La vi llevar sus libros a clase hoy —dijo Anastacia con aire de suficiencia. No me había dado cuenta de que ella lo vio todo.

—Está bien, estoy listo. Una vez más, lamento todo esto —dijo Maxim mientras se acercaba a nosotros.

—Eres un idiota —dijo Leonid — Un estúpido idiota.

Maxim dejó escapar un suspiro de frustración.

—Sí, lo sé.

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No me gust para nada ese Maxim!!! Sad
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Mensaje por Fati20 3/15/2020, 5:09 pm

Ese maxim es un idiota ni debería ni tener ningún chance con lena. Nadie es tan adorable y perfecta como juli
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/16/2020, 12:49 pm

Hola chicas, con esta cuarentena creo que terminaré de publicar  la historia  muy rápido Laughing

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Capítulo VII



Si Maxim se disculpaba una vez más, le metería un palito de pan en la garganta. Así por lo menos se callaría. Traté de cambiar el tema muchas veces, y cuando eso no funcionó, comencé a unirme a la conversación de Anastacia y Leonid. Lo cual funcionó bastante bien por un tiempo, pero ahora estaban apretujados, susurrándose al oído y dejándonos a Maxim y a mí a un lado, con el bolso entre nosotros como una barrera.

—¿Vas a perdonarme? —preguntó Maxim.

—No estoy enojada, Maxim. No hay nada que perdonar. Vine a esta cita por Anastacia. Nunca accedí a venir para pasar tiempo contigo. Así que, por favor, hablemos de otra cosa —Era un disco rayado.

—¿Así que este desinterés que recibo de tu parte no es porque fuera un imbécil, sino porque realmente no te importaba verme, para empezar? —preguntó con un poco de sorpresa en su voz.

—Exactamente. Eres un viejo amigo. Fue agradable verte la otra noche, pero eso es todo. Estoy aquí por Anastacia.

Maxim se echó hacia atrás en su asiento y jugueteó con la servilleta sobre el plato —Tuve una oportunidad para hacerte cambiar de opinión y metí la pata —Hizo un mohín. Fantástico.

—Tuvimos nuestro momento. Es un buen recuerdo, pero ahora somos más maduros. Las cosas cambian.

—Tú dejándome sin aliento cuando entras en una habitación no ha cambiado —respondió cuando levantó sus ojos para mirarme.

Eso podría ser lo suficientemente dulce como para halagarme si yo estuviera interesada. No era más que un buen amigo. Estiré la mano y le apreté la suya —Gracias. Fue agradable oír eso. Pero podemos concordar en ser solo amigos. De esta forma, cuando tu hábito de invitar a salir a otras chicas se interponga en el camino, nos reiremos de ello —bromeé.

Maxim me dio una sonrisa torcida —Dios, te he extrañado.

—Bueno, yo realmente no te he echado tanto de menos —le respondí, luego me eche a reír al ver la expresión lastimada de su rostro.

—Bromeo. También te extrañé —Tal vez. Cuando pensaba en él. Lo cual no era mucho en el último año.

—¿Acabaron por allí? Porque si escucho a Maxim disculparse una vez más lo lanzaré en el tráfico —dijo Leonid desde el otro lado de la mesa.

—Sí, todo está bien. Somos amigos y Maxim puede invitar a salir a quien quiera, cuando quiera —contesté. Leonid estudió a Maxim por un momento con una mirada de preocupación en su rostro, y luego forzó una sonrisa.

—Si llegaron a ese arreglo, entonces nosotros también.

Anastacia asintió —Si. Suena como un buen plan. Además, Elena tiene una cita con Yulia Volkova el viernes por la noche. Ella le dio pases de backstage para su concierto. Y también me dejará entrar.

—¿Cómo sabes eso? —No le había dicho nada al respecto todavía.

Ella se encogió de hombros —Viktoria me lo dijo.

Imagínate. Viktoria se aseguraba de que yo fuera. Ya había descubierto que Anastacia me hacía hacer cosas que yo no quería. Después de esta noche, sin embargo, realmente quería ir. Yulia Volkova no parecía ser una mala decisión después de tener una cita con un chico "normal y agradable". Por lo menos, cuando estaba con Yulia, actuaba como si yo fuera la única persona para ella.

—¿Acabas de conocerla ayer por la noche en el club? —preguntó Maxim con el ceño fruncido en su rostro.

—No. Ella recogió sus zapatos cuando llegamos aquí ayer. Elena dejó caer una caja entera de zapatos en la calle. Ella se bajó de su gran y diabólica motocicleta y los recogió, llevándolos a nuestro dormitorio. Creo que la está acosando —Anastacia subió y bajó las cejas.

—Su banda no es conocida por su buena reputación. Son ruidosos y se meten en problemas. Andar con ella no es seguro, Elena —Maxim no sonó convincente.

—Hasta ahora ha sido de lo más agradable, educada y muy atenta — respondí mientras me deslizaba fuera de mi asiento. No me pondría a defender a Yulia de Maxim. Eso sería ridículo.

—Lo importante es que mi mejor amiga está saliendo con la cantante de Cold Soul y tengo pases backstage. No nos salgamos del tema — intervino Anastacia. Leonid no parecía realmente entusiasmado con esto, tampoco. Ahora los dos fruncían el ceño. Un poco de celos sería bueno para Leonid. Anastacia estaba haciéndolo parecer demasiado fácil. Pero celarla de una chica?

—¿Por qué te dio boletos backstage? —preguntó Leonid mientras tomaba la mano de Anastacia.

—Porque sabía que Elena no iría sin mí —respondió ella. También tenía razón. Yo no era lo suficientemente valiente como para aparecer en escena si ella no estaba a mi lado.

—Umm —Fue la única respuesta de Leonid. Pobre chico. Quería protestar, y sabía que no tenía derecho porque acababa de conocerla.

—Así que, ¿Qué película vamos a ver? —pregunté cambiando de tema.

—Bueno, iba a sugerir una película de comedia, ya que hay varias que me gustaría ver, pero después de escuchar que ustedes saldrán con una banda de rock a finales de esta semana, siento la necesidad de intensificar mi juego. Así que cualquiera de romance que quieran ver, yo estoy dispuesto —respondió Leonid.

Anastacia se rió —Oh, estás de suerte. Ya vi la única película de romance que está en cartelera. Y fue bastante mala.

—Gracias a Dios —suspiró dramáticamente Maxim.

—Película de comedia, entonces —anunció Leonid.

Yulia

Me senté en el borde de la cama de Elena y miré el reloj por enésima vez en un lapso de diez minutos —¿Cuánto tiempo ha estado fuera? —le pregunté a Viktoria mientras ella entraba en la habitación.

—Yo estaba contigo, ¿Recuerdas?

Estaba, pero Viktoria volvió a casa antes que yo. Había empezado a preocuparme por Elena, porque no tenía a ninguna de las dos cuidándola.

—Antes de señalar que llegué una hora antes que tú, también podría decir que hice una breve parada en el camino. Le eché un vistazo a la madre de Elena e hice un chequeo, para ver si sentía a ese jodido príncipe vudú por aquí cerca. Se ha ido. Y su mamá está bien.

No podía enfadarme con ella por eso.

—Ella está con él.

Viktoria se limitó a asentir. Ella y yo sabíamos que esto tenía que suceder. No podía evitarlo. Su corazón tenía que elegir. Pero, maldita sea, era difícil. Hoy ella se había derretido contra mí de la forma en que solía hacerlo. No me había alejado, me quería. Sé que parte de ella recuerda. Su cuerpo respondía a mí. Tenía que creer que su corazón era lo suficientemente fuerte como para recuperar su memoria. La calidez de la presencia de su alma se apoderó de mí.

—Está de vuelta —le dije, levantándome. Había entrado en el edificio.

—Voy a ver qué puedo averiguar. Pero pórtate bien en la esquina — dijo Viktoria, mandándome lejos. No era visible a los seres humanos en esta forma. Me aparté de pie en un rincón de su habitación y esperé.

La puerta se abrió y ella entró con Anastacia charlando alegremente. No podía entender lo que decían, porque en lo único que podía centrarme era en las botas de tacón alto y la falda corta que Elena llevaba. INFIERNOS. Los quemaría tan pronto como los sacara de su cuerpo. Podría provocar guerras por la forma en que estaba vestida. Lo perseguiría y mataría si él la tocaba. Tomaría su triste alma así fuera o no su momento.

Viktoria se aclaró la garganta y aparté la mirada del cuerpo deliciosamente vestido de Elena para mirarla. Debió de haber leído la intención en mi cara, porque me dio una mirada de advertencia. Esas botas desaparecerían. La falda, también.

—Eso no fue tan malo, ¿verdad? —preguntó Anastacia, sonriéndole a Elena.

Elena puso los ojos en blanco y abrió la cremallera de las botas. Tal vez no las quemaría después de todo. En cambio, las escondería. A ver si podría conseguir que se las quitara para mí alguna vez.

—Sacudes el mundo de Maxim. ¿Cuándo llegó a ser tan arrogante? Caray. Me encanta el hecho de que le dijeras que no te importa que invitara a salir a alguna vagabunda. ¿Y qué pasa con eso? Quiero decir estaba aquí para recogerte y ella parecía una larva. ¿Muy desesperada?

Elena se sacó la bota lentamente y si yo pudiera babear, estoy bastante segura de que lo haría. Maldición, esto era sexy. Cogió la otra bota e hizo lo mismo.
—No me importa. Se puede quedar con él. ¿Por qué salí con el chico tres años? Ya ni lo recuerdo.

Sus palabras interrumpieron mi imaginación lasciva y levanté de golpe mi cabeza para mirarla a la cara. ¿A ella no le gusta? ¿Qué? Pero él era su alma gemela.

—Es diferente de lo que recuerdo. Es aburrido.

Viktoria sonrió en mi dirección. Elena cogió el botón de su camisa. Oh, sí.

Luego, la puerta del baño se abrió y salió una Viktoria muy visible — ¿Así que, ustedes, perras se fueron a divertir sin mí? —preguntó, interrumpiendo a Elena cuando ella iba a desabrochar su camisa. Maldita sea, Viktoria.

—Anastacia se la pasó increíble. Yo sufrí por ella y me la debe a lo grande.

Realmente no le había gustado... y comenzaba a desabrocharse la camisa de nuevo.

—Maxim no estuvo tan mal. Simplemente comenzó su noche invitando a otra chica a salir mientras esperaba por Elena. Llegamos en esa parte. Elena lo manejó brillante y cómicamente, pero él es un idiota.

¿Maxim invitó a alguien más? ¿Acaso el chico no vio lo que Elena vestía? Maldita sea. Puede que no tenga que preocuparme de esto en absoluto. Él era un idiota. El último botón de la camisa de Elena se vino abajo y la dejó caer al suelo. Me moví para poder hundirme en la cama y mirar.

—Está emocionada por la noche del viernes. No lo quiere admitir, pero yo lo sé —dijo Anastacia, recogiendo la camisa desechada de Elena y tirándola hacia ella.

—¿Cambiaste de opinión acerca de chicos de la banda? —Preguntó Viktoria. No estaba segura de lo que quería decir, pero me gustaría preguntárselo en cuanto ella saliera de aquí.

Elena levantó un hombro y yo oré por todo lo que era sagrado, que se quitara ese sujetador rosa. Esto podría ser considerado una invasión a su privacidad, pero yo era la Muerte, maldita sea. Debería tener algunos privilegios —He decidido no juzgar un libro por su cubierta. No puede lastimarme darle a Yulia Volkova una oportunidad.

—Ella puede querer más que una oportunidad —murmuró Viktoria para mis oídos solamente.

Elena comenzó a desabrocharse la falda. Sí, por favor.

—Voy a ir a ducharme. Ustedes siéntanse libres para hablar de mí, porque sé que lo harán —Les informó Elena y se dirigió al baño justo antes de que su falda se deslizara por sus piernas y cayera al suelo. Tuve la tentación de seguirla allí, pero eso sería un error. Ella se pondría furiosa si lo supiera. Miré a Viktoria, quien parecía a punto de echarse a reír de mí.

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Amo a Yulia cuando se pone celosa I love you
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Mensaje por Fati20 3/17/2020, 4:51 pm

Sube massss algo bueno de la cuarentena. Esta super buena la historia
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/18/2020, 4:46 pm

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Capítulo VIII



Elena

Me quedo fuera de vista y sólo te susurro a ti.
Palabras que no puedo decir. Palabras que tu no necesitas escuchar.
Palabras que no puedo evitar que se enreden en mi camino.
Ahora, no puedo estar sola. Ahora, no puedo ignorar que estoy bajo tu influencia.
Me has reclamado y no me importa quién lo sepa.
Me has reclamado y no me importa quién  lo vea.
Estoy debilitada y me fortalezco en tus brazos.
Me has reclamado y necesito sentirte cerca.
Te quedas con ganas de más de lo que jamás podría comprender.
Yo estoy indefensa, necesitando ceder a cada una de tus órdenes.
Esperar ver tu sonrisa me está consumiendo y atando mis manos.
Nada de lo que ofrezco podría ser digno de tu amor.
Es un milagro que me vieras y no huyeras nunca.
Pasaré toda mi vida tratando de ser la mujer que tú crees que soy.
Ahora, no puedo estar sola. Ahora, no puedo ignorar que estoy bajo tu influencia.
Te has hecho cargo de mí y ahora, no puedo ignorar lo que me has mostrado.
Me has reclamado y no me importa quién lo sepa.
Me has reclamado y no me importa quién  lo vea.
Estoy debilitada y me fortalezco en tus brazos.
Me has reclamado y necesito sentirte cerca.
Mantienes el fuego dentro de tu mirada.
Hipnotizas a todos los que entran en tu laberinto.
No sé nada de tus pensamientos, pero tengo que tomar el sol en el calor de tus rayos.
Nada de lo que haces podría ser malo.
Eres por siempre perfecta en todo sentido.
Ahora, no puedo estar sola. Ahora, estoy bajo tu influencia.
Te has hecho cargo de mí y ahora, no puedo ignorar lo que te he mostrado.
Me has reclamado y no me importa quién lo sepa.
Me has reclamado y no me importa quién  lo vea.
Estoy debilitada y me fortalezco en tus brazos.
Me has reclamado y necesito sentirte cerca.”


La música inquietantemente dulce se reprodujo una y otra vez en la oscuridad. No podía abrir mis ojos, pero no me sentía asustada. Sabía que me encontraba a salvo. Las palabras me calmaron y, finalmente, caí en un sueño profundo. Brillantes ojos azules que resplandecían contra la noche fueron las últimas cosas que recordé.

—¡LEVÁNTATE! Eres como el muerto durmiendo. Lo juro. Saca tu perezoso culo fuera. Tenemos clase en diez minutos —me gritaba Anastacia mientras me golpeaba con su almohada.

Gemí, di la vuelta, y bloqueé la embestida de la almohada de plumas —Estoy despierta. Puedes parar ahora.

—Ya era hora. He intentado todo lo demás. He estado despierta durante más de una hora. Tu estúpido despertador se aseguró de despertarme. ¿Cómo has podido dormir a pesar de ese molesto pitido?

—¿He dormido a pesar de que sonó el despertador? —pregunté sentándome y entrecerrando los ojos a los rayos del sol. Era pasada de las ocho. No llegaría a mi clase de Literatura a tiempo. Mierda. Gran primera impresión.

—Sí, lo hiciste. Eso nunca ha sucedido. ¿Qué hiciste, tomaste una pastilla para dormir?

Me puse de pie y me estiré —No, sólo dormí muy bien —Me detuve y pensé en la extraña oscuridad y la música. La voz y la canción— Soñé con una canción —dije, después me detuve.
Anastacia pensaría que había perdido la cabeza.

—No  hay  tiempo  para  hablar  sobre  canciones  en  este  momento.

Aquí, ponte esto y ve a cepillar tus apestosos dientes. Tenemos que irnos.

Menos mal que te ves bien sin maquillaje.

Anastacia metió un par de pantalones cortos y una camisa en mis brazos y me llevó al cuarto de baño. Supongo que no le contaría de mi canción. Aunque, quería contárselo a alguien.

Yulia no se encontraba en clase de literatura. Me decepcionó que no se hubiera presentado y cargado mis libros, pero me sentí aliviada porque pude concentrarme en mis estudios. Ser capaz de escuchar y concentrarme aseguraría que pasara este curso. El primer día y ya teníamos una asignación. También tuvimos que trabajar en equipo. No es mi punto fuerte. Tres chicas y tres chicos por grupo. Tuvimos que leer tres diferentes obras de literatura sobre autodestrucción de hombres. Luego tuvimos que escribir un punto de vista femenino del artículo y un punto de vista masculino como los hombres de las historias autodestructivas. También tuvimos que identificar con quién podríamos relacionarlos en la actualidad y describir cómo esta autodestrucción afecta la política.

Metí mis libros en mi mochila y me dirigí a la pizarra para leer los trabajos en grupo. Cada persona de nuestro grupo tenía una dirección de correo electrónico junto a su nombre para que pudiéramos contactarnos una vez que hubiéramos leído el primer libro, Ethan Frome. Di un paso adelante. Yo ya había leído ese libro. La fila fue disminuyendo, ya que varias personas se marcharon sin mirar. Caminé y escaneé la lista de mi nombre.

Olga Smirnova
Elena Katina
Kim Jong Woon
Henry Smith
Fyodor Pavlov
Yulia Volkova

Dejé de leer los nombres y miré detrás de mí. ¿Por qué estaba el nombre de Yulia en esta lista? No venía a esta clase. ¿O sí? La chica detrás de mí se aclaró la garganta de manera irritada. Tomé una foto rápida de las personas de mi grupo y de sus direcciones de correo electrónico con mi iPhone y me fui.

¿Yulia se había saltado la clase?


Yulia

Para cuando terminé con las almas, ya era demasiado tarde para ir a clase de literatura con Elena. Odiaba perder la oportunidad de sentarme junto a ella, pero me quedé hasta tarde a cantarle para que se durmiera. Eso era algo que extrañaba. No me atreví a irme hasta que supe que dormía pacíficamente.

Las puertas del edificio de Inglés se abrieron y Elena vino caminando con el ceño fruncido en su rostro. No me gustaba que fuera infeliz. Salí de mi escondite hacia su camino.

—¡Oh! Yulia. Estás aquí —Parecía sorprendida.

—Sí. ¿Esperabas que te abandonara? —le pregunté en broma.

Su ceño se desvaneció y me sonrió. Eso estaba mejor —Me siento curiosa en cuanto a por qué perdiste el primer día de Literatura.

Ella había visto la lista. Pasaríamos tiempo juntas, también. Cuanto más tiempo pudiera pasar con ella, mejor. Ahora que sabía que no se encontraba realmente impresionada con
Maxim, podía respirar un poco más tranquila.

—Me quedé despierta hasta tarde. Me pondré al día.

—Tomé notas. Tengo algo de tiempo antes de encontrarme con Anastacia. Si quieres ir a tomar un café o ir a una mesa de picnic, yo podría darte todo lo que te has perdido —ofreció.

Preferiría ir a un lugar más privado, pero no era una posibilidad. Nunca sería capaz de explicar cómo podía colarme en su habitación tan fácilmente, y que yo no tenía una habitación para que ella se colara dentro.

Eso era algo que realmente necesitaba rectificar. Necesitaba un lugar para, por lo menos, parecer como si viviera allí. Seguiría curiosa y hasta saber que me quisiera no podría decirle quién era yo realmente. No creo que me acepte si le explico mi existencia precipitadamente.

La biblioteca. Podríamos tener privacidad —¿Qué te parece la biblioteca? —pregunté. Sus ojos se iluminaron.

—Perfecto. Tenemos que conseguir una copia de Ethan Frome si no lo has leído.

Podríamos fingir que necesito la copia de Ethan Frome —Vamos a buscar ese libro —le contesté.

Elena asintió y empezó a caminar hacia la biblioteca. Le tomé la mochila. Odiaba verla llevarla a su alrededor. Se veía tan pesada sobre sus hombros —Yo me encargo. Muéstrame el camino —dije cuando me miró.

Se sonrojó y murmuró un «gracias» mientras se dirigió hacia la gran construcción de piedra de tres pisos que, yo sabía, tenían un muy tranquilo y aislado ambiente. Lo había comprobado ya.

Abrí una de las enormes puertas dobles y dejé a Elena caminar en el interior —Ve a la planta superior —susurré y asentí hacia la escalera a nuestra izquierda.

Elena no discutió. Hizo lo indicado y la seguí. La vista de su pequeño y lindo trasero en los shorts que vestía hoy hacía esta idea aún mejor. Llegó a la planta superior y me miró —¿A dónde?

—Hay un área de estudio en la parte trasera que está generalmente vacía, podamos hablar sin molestar nadie —Expliqué.

No había nadie allí. Si alguien estuviera allí, ya me había preparado para convencerlos de irse.

—¿Tienes otra clase hoy? Esta era la última para mí —preguntó Elena mientras sacaba una silla y se sentaba.

—Ya he terminado por el día también, así que no hay necesidad de apresurase —contesté. Quería todo el tiempo que pudiera pasar aquí sola con ella.
—Bien, genial —Sonrió y sacó su libro de Literatura y un cuaderno— Mi escritura puede ser desordenada cuando trato de escribir rápido. Se supone que recibiré una portátil la semana que viene. Mamá va a enviármela. Hasta entonces, tengo que hacer garabatos en todo.

Tendría que pasar una semana sin un ordenador portátil. Sabía que sería difícil para ella. Quería que tuviera algo para escribir. A Elena le gusta tomar a fondo sus notas. Ella no sería capaz de hacer eso con una pluma y papel —Tengo un ordenador portátil que no estoy usando. Eres bienvenida a tomarlo prestado hasta que llegue el tuyo.

Sus ojos se iluminaron —¿En serio? ¿Tienes uno extra?

No tenía un ordenador portátil, pero iría a comprar uno tan pronto como me fuera de aquí —Es todo tuyo.

—Gracias. Eres un salvavidas. Esa es una oferta tan dulce. Te prometo que cuidaré de él.

La expresión en su rostro me hizo querer comprarle cinco portátiles y todo lo que ella quisiera.

—Sobre el concierto del viernes por la noche… —comenzó. Por favor, no dejes que me cancele ahora. La quiero allí.

—¿A qué hora tenemos que estar allí? ¿Tú te irás ir temprano y calentarás?

—El concierto comienza a las ocho, pero vamos a calentar alrededor de las cinco. Luego nos relajaremos y pasaremos el rato detrás del escenario hasta el momento del espectáculo.

—Oh, guau. ¿A qué hora tenemos que estar ahí?

No me encontraba preparada para esa pregunta por el momento. Yo quería que viniera a mi práctica conmigo, y dejar que Anastacia llegara con Viktoria más tarde.

—¿Rechazarías mi petición de viajar conmigo, practicar y quedarte toda la noche conmigo?

No respondió de inmediato. Vi como una serie de emociones cruzó su rostro —Umm, bueno. ¿Qué pasará con Anastacia y Viktoria? ¿Pueden venir temprano, también?

Negué con la cabeza —No, ellas llegarán un poco más tarde.

La quería sin su pandilla.

—Oh —respondió y se mordió el labio inferior varias veces antes de mirarme de nuevo— ¿Estarías bien si sólo vengo con ellas? Anastacia ansía esto y Viktoria todavía la pone nerviosa. Además, mientras estés calentando voy a estar sola.

Traté de no dejar que la decepción se mostrara en mi rostro —De acuerdo, Elena. Lo que te haga sentir cómoda —Recordándome a mí misma no presionarla. Yo quería recuperar lo que teníamos. Pero para Elena yo todavía era una chica que acababa de conocer. Una de la que no estaba segura si confiar.

—Muy bien, gracias —respondió y comenzó a sacar más papeles de su mochila. Olvidé que vinimos aquí para ponerme al día en lo que me perdí en clase— Como dije, tomé notas, pero tomé probablemente más de lo necesario. Puedes mirar por encima y anotar los puntos destacados. Voy a ir a buscar una copiadora y hacerte una copia del plan de estudios. Ah, y buscaré el libro, también —Se detuvo y se dirigió a las escaleras. Me recosté en mi silla y cerré los ojos. Un día, me gustaría tenerla de vuelta.

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/18/2020, 5:26 pm

Capítulo IX





Elena


Encontrar la copiadora fue más fácil de lo que pensé. Encontrar Ethan Frome también fue fácil. Siete minutos más tarde me dirigía al piso de arriba, al pequeño escondite aislado con Yulia. Había utilizado la búsqueda de la copiadora y el libro como una excusa para alejarme de ella, para poder tomar una respiración profunda y reunir mis pensamientos. Estaba muy interesada en mí. No podía negar eso ahora. Inclusive me alegraba que ella eligiera este lugar por más propósitos que el estudio, y eso me emociona y asusta al mismo tiempo.

Yulia estaba recostada en su silla con los pies sobre la mesa y sus tobillos cruzados. Algo en esa pose era extrañamente familiar. Esta fue la segunda vez que me sentí como si la hubiera visto haciendo algo similar antes. ¿Soñé con ella? ¿Era eso?

—Eso fue rápido —dijo Yulia arrastrando las palabras cuando volvió la cabeza y sus ojos azules se encontraron con los míos. Puse el libro delante de ella, dirigiéndome de nuevo a la silla vacía.

—Aquí tienes —Le entrego el plan de estudios—, está todo listo. ¿Has revisado mis notas? —Le pregunté para hacer una pequeña charla.

Yulia dejó sus piernas caer de nuevo al suelo y se inclinó sobre la mesa. —Sí. Tengo lo que necesito. Gracias por ayudarme a ponerme al día. No deberías de haber perdido esta mañana.

Cuando bajó la voz así, quise abanicarme. Ella era letalmente sexy. Ella no tenía que hacer su voz toda ronca y profunda. Eso la hizo peormente sexy.

—Me alegro de que vengas el viernes en la noche —dijo acercándose más a mí. Sentí que me inclinaba hacia ella, incapaz de detener la atracción.

—Gracias por haberme invitado —contesté. Mi voz sonó sin aliento. Simplemente genial. Sonaba tan afectada como me sentía.

Yulia empujó su silla hacia atrás y se levantó. Vi como ella se acercó y extendió su mano hacia mí. Sabía lo que quería y yo lo quería demasiado. Si quería una repetición de lo que pasó ayer en el árbol, entonces yo estaba muy de acuerdo con eso. Yulia me acercó hacia ella y envolvió mi mano detrás de su cuello. Enrosqué mis dedos en su cabello, ella cerró los ojos y respiró profundo. Me gustó como mi toque le afectó de esa manera. Deslicé la otra mano por su brazo alrededor de su cuello y vi su rostro, fascinada por el afán evidente en la forma que tenía apretada la boca y el brillo en sus ojos.

Decidí no esperar por ella en esta ocasión. La atraje hacia mí y capturé su boca con la mía, y me tomé la libertad de lamer su labio inferior. Parecía tan lleno y suave que quise probarlo desde la primera vez que lo vi.

Las manos de Yulia se deslizaron por mis costillas hasta que descansaron justo debajo de la parte inferior de mi sujetador. En cuanto a saber a cerca de relaciones, yo era muy inocente. Maxim y yo habíamos tenido algunos besos y roces, pero nada tan excitante. Ya estaba más que segura de que si Yulia tocaba mis pechos, yo estallaría en llamas. No había manera de que ella no se diera cuenta de mi rápida respiración. Casi me daba vergüenza mi reacción ante su tacto, pero los suaves y agradecidos gruñidos procedentes de su pecho mientras probaba mis labios y mi piel, me aseguraron que ella disfrutaba esto tanto como yo.

—Por favor, ven conmigo el viernes en la noche —suplicó Yulia mientas seguía besando mi cuello y a lo largo de mi clavícula. Esta fue una petición injusta. Ella me puso toda caliente y mojada y luego me rogó. ¿Cómo se supone que una chica piense con claridad?

—No puedo. Anastacia me necesita —le contesté, mi corazón golpeando contra mi pecho. Su boca se cernió sobre el escote de mi camisa y su cálido aliento hizo cosquillas en esa sensible parte de piel. Yo estaba casi en el punto de la mendicidad cuando sus manos se deslizaron hacia abajo y tomó mi trasero, me levantó y me sentó en la mesa detrás de mí. Yulia se colocó entre mis piernas y llevó sus manos mi espalda.

—Probablemente es lo mejor —dijo finalmente mientras su boca bajaba para cubrir la mía de nuevo.

Quería saber que quería decir con eso, pero tenía su lengua dentro de mi boca haciéndome cosas que nunca antes me habían hecho. Tiré de su cuerpo más cerca del mío y le devolví el beso con toda la emoción y la necesidad que provocaba en mí —Si vienes, no seré capaz de ensayar. Voy a querer estar a solas contigo. Escucharte hablar, verte sonreír, encontrando razones para besar tu cuerpo.

Guau. Tal vez debería ir…

Su mano se deslizó lentamente hasta mi estómago, hasta que sus manos suaves cubrieron cada uno de mis pechos. Cuando las yemas de sus pulgares rozaron mis pezones, me liberé del beso y jadeé en busca de aire.

La sensación que vino de su toque se disparó a través de mi cuerpo directamente a mi corazón.

Yulia se detuvo y me miró. Ella no movió de nuevo sus pulgares, pero tampoco los alejó. La miré, haciéndole saber que lo estaba esperando. Me sorprendió, pero yo quería más de eso.
Sus pulgares se movieron de nuevo y esta vez movió sus manos hasta que sus dedos se deslizaron dentro de mi sujetador, tirando de él hacia abajo.

Fue entonces cuando escuchamos los pasos y voces en las escaleras. Las manos de Yulia desaparecieron al instante y estuvo acomodando mi camisa mientras se alejaba de mí. Me deslicé fuera de la mesa y me senté en la silla, porque no estaba segura de que mis piernas estuvieran dispuestas a caminar todavía.

Le di un vistazo a Yulia, quien se encontraba sentada en su silla con mis notas en sus manos.

Su boca se fijó en una sonrisa torcida y pude ver los rastros de mi brillo labial en sus labios.

Pasé mi pulgar sobre sus labios para borrar las huellas que mi labial le dejó. Yulia agarró mi muñeca y la besó antes de dejarla ir y levantarse.

—No puedo quedarme aquí y mirarte sin tocarte. Necesito algo de aire fresco —admitió.

Me gustó eso. Me gustó mucho.

Yulia

Mi concentración se fue al infierno. Todo lo que puedo pensar es la manera en la que Elena se sentía en mis manos, toda suave y dulce. Si no hubiéramos sido interrumpidas, no estaba segura de cuán lejos ella me hubiera dejado seguir, habría sido capaz de seguir si ella no me hubiera detenido.

Me iría a recoger almas pronto, pero primero tenía un ensayo con la banda. No me presentaba a todas las prácticas, pero afortunadamente los miembros de la banda nunca recordaban eso. A veces, ellos estaban muy drogados; otras veces tenía que ayudarlos a olvidarlo.

—¿Practicas esta noche? —preguntó Viktoria, apareció delante de mi Harley después de haber aparcado.

—Sí, ¿Por qué? ¿Elena está bien? —le pregunté sin bajarme, en caso de que fuera necesario arrancar.

Viktoria puso los ojos en blanco y negó con la cabeza —Elena está bien. Está encerrada en su cuarto, estudiando. Me prohibió la entrada. Al parecer, la interrumpo.

Sonriendo, me bajé de la moto y me dirigí a la entrada del club que utilizamos para ensayar. Tenía una habitación trasera con un escenario más pequeño que era un buen escondite. El baterista, estaba relacionado con el dueño.

Viktoria se puso a caminar a mi lado.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunté, mirando por encima de ella.

—Estoy aburrida. Y el chico es sexy como el infierno.

Genial. No era lo que yo necesitaba. Viktoria interesada en un ser humano —No puedes hacer nada con él, Viktoria. Es un humano.

—No es como si me fuera a casar con él y tener a sus malditos bebés, Yulia. Estos chicos no quieren nada serio. Un chico sucio y sexy que me atrae. Solo una noche de diversión, es todo lo que quiero.

Me detuve frente a la entrada y puse mi mano en la puerta para evitar que ella la abriera —No puedes entrar y coquetear con él. Tengo a la Deidad justo sobre mí ahora, no quiero cabrearlo más. Si se rompe la misma regla, seré yo quien sufra.

Viktoria puso los ojos en blanco —¿Mucho drama? Solo quiero divertirme un poco con él. Eso nunca ha sido una infracción. Es el enamorarse de humanos lo que está prohibido. Follar traviesamente no es un gran problema. Se ha hecho antes.

No podía discutir porque ella tenía razón. Mientras no se enamorara de él, entonces todos estaríamos a salvo. Y yo sabía que el chico no se encontraba en peligro de enamorarse de alguna mujer, ya que él las amaba a todas.

Viktoria caminó delante de mí dentro del cuarto de prácticas y noté que había hecho un rápido cambio de ropa. Los jeans y su camiseta de “Jódete” que había estado usando desaparecieron y ahora vestía un ajustado vestido corto y rojo, con botas negras que tenían cráneos carmesí a los lados. Sacudiendo la cabeza, me dirigí a la nevera y saqué una botella de agua.

—Mírate. Gracias a todo eso es sagrado por esas tetas a punto de salirse de ese vestido —gritó el chico desde atrás de la batería.

—¡Quieto, muchacho! Tenemos que practicar las canciones del viernes antes de que la arrastres hacia el baño y hagas uso de tu posición favorita —El otro cantante y bajista, le advirtió.

—Yulia acaba de llegar. ¿Por qué no hacen su calentamiento mientras yo le hago compañía a la amiga? ¿La estás compartiendo, no Yulia? —preguntó el baterista.

Maldije en silencio a Viktoria y me di la vuelta para ver a la banda —Ella es toda tuya —contesté.

El chico brincó fuera de su taburete en segundos —Ya regreso —gritó mientras deslizaba una mano por el trasero de Viktoria. Cuando bajó su cabeza para susurrarle algo al oído, los ignoré. No quería oír eso. El chico había encontrado a su igual.

—¿No te molesta que se lleve a tu chica? Por qué no quiero ninguna pelea antes de un concierto—dijo el otro cantante mientras se acercaba a buscar una botella de agua.

—Ella no es mi novia, solo una vieja amiga. Si fuera mi chica, él no saldría de aquí con vida.

El muchacho asintió con la cabeza y tomó un trago —Anotado. ¿Quieres adelantarte y probar los cables mientras Sven se entretiene y esperamos que los otros dos lleguen?

—Sí, hagamos eso.
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Nos leeremos mañana!
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Mensaje por Fati20 3/18/2020, 8:54 pm

Que caliente estuvo ese capitulo ya hay mucha acción entre las chicas me encanto.... Espero leerte más pronto saludos
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/19/2020, 11:26 am

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Capítulo X



Elena


Sólo mis profesores de Cálculo y Literatura sintieron la necesidad de comenzar las clases una semana antes. El resto de mis clases no comenzaban hasta la semana siguiente.

Éramos bienvenidos de ir a conocer a nuestros profesores y escoger nuestros programas de estudio, así que luego de haber hecho eso, mi primera semana de clases en la universidad terminó.

Podría releer Ethan Frome cuantas veces quisiera, ya que hace dos años lo había leído. También podía ir por un café y repasar mí programa de Cálculo. Algo que me asustaba muchísimo; no era buena en las matemáticas y nunca lo había sido.

Anastacia salió del baño luciendo lista para ir de fiesta, pero sólo era la una de la tarde —¿Cómo me veo? —preguntó, dando vueltas.

—Como si quisieras bailar como loca y con ganas de que te sirvieran tragos gratis toda la noche —respondí.

Anastacia sonrió —Bien. Eso es lo que quiero.

—Espera. ¿Qué? Te das cuenta de que apenas son la una de la tarde, ¿Cierto? Los Clubes no abren hasta las ocho, y sin Viktoria nunca lograrás entrar.

Anastacia se encogió de hombros y comenzó a posar frente al espejo.

—No iré a un club. Voy a mi primera fiesta de fraternidad.

—¿A la una de la tarde?

Anastacia me lanzó una mirada exasperada, luego se giró al espejo y frunció sus labios —No, tonta. Leonid vendrá a buscarme a las seis. Vamos a comer algo y luego iremos a la casa ATO.

Aún así, eso no tenía ningún sentido —¿Y por qué estas lista cinco horas antes?

Anastacia dejó de hacer poses frente al espejo, y se giró para mirarme.

—Ésta es sola una de las opciones. Tengo otras dos que probarme antes de que ella llegue. Simplemente estoy viendo cómo me veo con esto. Después voy a cambiarme y a recogerme el cabello en un moño, y quizá colocarme algo de sombra de ojos azul… ¿o crees que es demasiado? Tal vez debería usar la plateada —Continuó hablando como loca y yo cubrí mi rostro con una almohada. Me sentía exhausta con sólo pensar en arreglarme una vez, mucho menos varias veces.

—Creo que estás oficialmente loca —respondí.

Anastacia se rió —Sé lo que piensas. Pero tengo que estar perfecta. Ésta noche tiene que ser perfecta. Él en verdad me gusta, Elena.

Me alegraba que le gustara, pero honestamente, ¿era muy necesario jugar a la muñeca Barbie de tamaño real simplemente para impresionarle?

Un toque en la puerta nos interrumpió, así que moví la almohada de mi rostro y me senté. Anastacia caminó hasta la puerta y la abrió sin siquiera preguntar primero quién era. Cuando vi quien se encontraba del otro lado, en verdad deseé haber preguntado primero. Era Aleksandra.

—¿Puedo ayudarte? —preguntó Anastacia al reconocerla. Se quedó de pie frente a Aleksandra y apoyó una mano sobre su cadera. Estaba en pose protectora. Como si fuese lo suficientemente grande como para luchar contra cualquier persona.

—Estoy aquí para ver a tu amiga —dijo Aleksandra.

—Entonces, hoy no es tu día de suerte, porque eso no va a pasar.

Pude escuchar el gruñido en su voz. Anastacia acababa de hacerse una enemiga —Sí sabías que Leonid está acostándose con mi compañera de hermandad, Wendy, ¿verdad? Ya llevan tres meses siendo amigos con derechos. Anoche, estuvo con ella, luego de traerte.

Estuve de pie y apartando a Anastacia fuera del camino antes de que la perra pudiese decir algo más. Yo no le creía, pero sabía que Anastacia sí. Era buena leyendo a las personas, y había visto la forma en que Leonid miraba a Anastacia. No dudaba que en algún momento se haya involucrado con esa tal Wendy, pero ni por un minuto creía que todavía lo estuviese haciendo.

—Viniste acá a verme a mí. ¿Qué quieres? —demandé, deseando haber mantenido mi distancia con Maxim. Éste era el tipo de drama que odiaba, y que evitaba a toda costa. No me interesaban las peleas de gatas… especialmente por un chico que yo no quería.

—Si piensas que lo tuyo con Maxim volverá a reavivarse; es mejor que lo pienses de nuevo. Apártate, perra. No voy a compartirlo. La mayoría de las noches se encuentra en mi cama.
Solamente eres un nuevo sabor. Y de esos, él se aburre fácilmente —El veneno que brotó de su tono era, en verdad, innecesario. Se sentía molesta por nada.

—Espero que tú y Maxim tengan juntos una larga vida en la cama. No me importa. No estoy interesada en él. Simplemente es un viejo amigo, y nada más. Así que toma tus bocadillos y ve a compartirlos con la pelirroja al final del pasillo, porque es la única en éste edificio que desea a Maxim — No le di tiempo de responderme, y le lancé la puerta en la cara.

La habitación se encontraba en completo silencio, y me giré para ver en dónde estaba Anastacia. La puerta del baño se encontraba abierta, y la ducha sonaba. Ésta no era una buena señal. Aún tenía varios estilos y peinados que debía probarse antes de las seis. Si tomaba una ducha, eso sólo significaba que creyó las malévolas palabras que escupió la boca de Aleksandra.

Entré al baño, salté y me subí al mostrador. Podía escuchar los lloriqueos y pequeños jadeos viniendo de la ducha.

—Si de algo sirve, no le creo —dije lo suficientemente alto como para que pudiese escucharme por encima del agua.

Anastacia sorbió su nariz y soltó una risa amarga —Yo sí. Anoche no quiso llevarme a su apartamento. Incluso luego de que se lo pedí. Dijo que me llevaría otra noche. También recibió una llamada justo cuando terminábamos de cenar, y comenzó a actuar con nerviosismo durante el resto de la noche. Incluso acortó la cita. Pensé que simplemente imaginaba cosas.

—Había sido tan dulce cuando me besó —Otro jadeo se escuchó.

Me encontraba lista para estrangular a este tipo Leonid —Entonces es el idiota más grande del mundo. Eres hermosa y graciosa, y cualquier persona con la suerte suficiente de que le intereses debería darse cuenta de su extrema fortuna y no arruinar las cosas.

Anastacia dejó salir una risa triste —Te quiero, Elena.

—También te quiero —respondí.

—¿Podemos ver esta noche la segunda temporada de The Vampire Diaries y comer helado? Lo necesito. Es la primera vez que me gusta alguien luego de Vladimir, y esto es lo que sucede. Apesta —Hipó.

—Voy por el helado. Tú busca los DVDs —le dije al bajarme del mesón.

—Lo extraño, Elena —Sonaba triste y vencida. No tenía que preguntar a quién extrañaba. Sabía que se refería a Vladimir. También lo extrañaba. Pero sabía que su pérdida era completamente distinta.

—Lo sé. Termina tu ducha, y estaré de vuelta muy pronto con un montón de helado y dos cucharas.

—De acuerdo

Finalmente el teléfono de Anastacia había dejado de sonar. Leonid finalmente se había rendido e ido, una vez que le tranqué la puerta y le informé que si entraba, llamaría a la seguridad del campus y haría que le arrestaran. Eso fue ya hace dos días. Había estado acurrucada en nuestra habitación con Anastacia desde entonces. Habíamos visto las temporadas una, dos, y tres de The Vampire Diaries. Y habíamos comido más galones de helado del que debería ser legal. Dudaba que el lunes mis vaqueros me quedaran.

Lancé una mirada al reloj. Ya eran pasadas las cuatro, y sabía que, en cualquier momento, Viktoria estaría aquí para irnos. Hoy Anastacia se sentía mejor. Ella y yo habíamos pasado la mayor parte de la mañana riéndonos como locas. Lo único que había hecho que su ceño se frunciera, había sido el sonar de su celular. Finalmente se detuvo en algún momento del medio día. Anastacia no iba a contestar el teléfono.

Ayer había pasado de estar triste a enojada. E incluso había salido de la habitación diciendo que necesitaba aire fresco, fue a correr y hasta coqueteó con algunos chicos. Ya me sentía muchísimo mejor con respecto a su recuperación.

La puerta se abrió y Viktoria asomó su cabeza —¿Están listas para ser sexys fanáticas enamoradas esta noche? Son VIP, nenas —terminó su comentario con un guiño.

No había visto a Yulia desde el incidente con Anastacia. Me había llamado y texteado algunas veces luego de haber conseguido mi número y permiso para llamar de Viktoria. Anoche, incluso, sus mensajes fueron un poco subidos de tono. Secretamente, me emocioné con ello, pero ella no fue más allá. Antes de que me calentara excesivamente, me dio las buenas noches e indicó que me fuera a dormir, para que así estuviese descansada para esta noche.

—Sí, estoy lista, pero no soy una fan enamorada —respondí.

—Eres mucho más que eso. Y la única fanática que Yulia Volkova permite que se le acerque.

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Mensaje por Fati20 3/19/2020, 3:29 pm

Hay ese concierto estará buenísimo ya quiero leer más
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Mensaje por Aleinads 3/21/2020, 11:08 am

Oh madre santa! esto esta buenísimooo I love you I love you I love you cheers
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/21/2020, 1:04 pm

Hola chicas, cómo se encuentran? De dónde son, están en cuarentena?? Pues, yo sigo en cuarentena y si no es por mis libros, estaría muy aburrida,

Les dejo otros capítulos para que disfruten la historia

A leer!!


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Capítulo XI






Yulia


El resto de la banda se había marchado tras bambalinas al salón principal. Me agradaban bastante, pero generalmente antes de un concierto tenían groupies con ellos y me alteraban los nervios. Podía oler la tristeza y la enfermedad en muchas de ellas. Lo que los hombres veían como sexy a menudo me repugnaba, porque todo lo que yo podía ver era el alma. Sus almas eran débiles y dañadas.

Me hundí en el sofá de cuero y apoyé los pies arriba. Elena estaría aquí en cualquier minuto junto con Viktoria y Anastacia, quienes querían conocer al resto de la banda. Anastacia iba a decepcionarse. Ellos eran como cualquier otra banda de rock. Tenían sus adicciones. Pensaban que todas las mujeres los adoraban. Eran todo lo que Elena temía.

Un golpe en la puerta me sorprendió. Me imaginé que no era Viktoria, ya que ella no tocaba.

—Adelante —Grité y me levanté para ir saludar a Elena.

Quería mostrarle el lugar. No era Elena. Era una groupie que había visto con Sven antes. Las groupies no eran bienvenidas aquí.

—Te equivocaste de habitación —le contesté regresando a sentarme para esperar a que llegara Elena.

—¡Ups! —se rió y entró en la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. ¿Acaso la chica no sabe hablar español? Ella también tenía herpes. Podía olerlo en su cuerpo.

—Sal. De. Aquí. Ahora —Ordené señalando la puerta. Estaría viendo su alma de nuevo mucho antes de lo que debería si ella seguía con las drogas.

—Exigente. Me gusta cuando una mujer es “el” jefe —Arrastró las palabras acercándose a mí.

Su alma estaba empañada. La apariencia exterior tenía todas las cosas que los humanos buscaban, pero en su interior era fea.

—Esta es tu última advertencia. Llamaré a seguridad y te echarán fuera.

Esto pasa una o dos veces por concierto. Se había convertido en un juego para las groupies ver si alguna de ellas tenía el talento suficiente para llegar a mí y dejarlas quedarse. No entendían que lo que veía no era atractivo.

—Eres gruñona. Me lo advirtieron antes de venir aquí. Apuesto a que puedo hacerte feliz.

Ella estaba casi cerca de mi cuando me moví de su camino y ella se tambaleó hacia adelante y cayó sobre el sofá. Tirando del teléfono de mi bolsillo, marqué el número de la seguridad de bambalinas.

—Tengo a alguien en la habitación que se rehúsa a irse. La quiero fuera del edificio.

—Estoy en eso Srta. Volkova —fue la rápida respuesta.

—¡Oh, no! Ni siquiera me dejaste mostrarte lo talentosa que soy —se quejó desde su posición tendida en el sofá.

La puerta se abrió y entró Viktoria seguida por Elena y Anastacia. Por lo menos yo estaba al otro lado de la habitación de donde se encontraba la chica a medio vestir, tumbada en el sofá como si estuviera esperando por mí.

—¿Tengo que llamar a seguridad? —preguntó Viktoria mientras miraba a la chica de alma dañada, ya que también era la única cosa que Viktoria veía.

—Ya lo hice. Estoy esperando a que vengan y se la lleven —Repliqué caminando alrededor de ella para extender la mano y tomar la de Elena.

Antes de su pérdida de memoria, Elena ya había visto esto antes. Durante el tiempo en que mis fans sabían que tenía novia empeoró. Hicimos un juego de esto. Elena adivinaba cuantas chicas tendríamos que sacar antes del show. Ahora solo parecía preocupada.

—He estado esperando por ti —le aseguré mientras ella miraba a la chica cuya camisa había desaparecido y sus grandes tetas falsas se derramaban fuera del sujetador que llevaba.
Se veía incriminatoria.

—Ella se irá de aquí en un segundo. La seguridad está viniendo para sacarla, entró sin ser invitada.

Elena frunció el ceño y volvió la mirada hacia mí.

—¿Dónde está su camisa? —preguntó lentamente, como esperando que admitiera que yo tenía algo que ver con su falta de ropa.

—Probablemente en la otra habitación, donde la banda está. Vino aquí así. Mi negativa a pasar el rato con la banda y las groupies con frecuencia envía a las más valientes para ver si me pueden hacer cambiar de opinión. No pueden. Yo no quiero drogas o ETS.

Una pequeña sonrisa tiró de los labios de Elena, cuando la puerta se abrió y uno de los chicos del equipo de seguridad entró y levantándola de su lugar en el sofá, arrastró a la muchacha.

—La quiero fuera del club mientras yo esté aquí —Le recordé.

Él asintió con la cabeza.

—Si, señorita.

—¿Por qué ellas se pueden quedar? Vinieron sin ser invitadas también —Gimió y golpeó a los chicos a sus espaldas— Déjenme sola. Tengo mejores tetas que ellas y voy a chupar...

Se cerró la puerta detrás de ellos, cortando cualquier cosa que ella estuviera a punto de decir.

Gracias Deidad.

Una vez que la puerta se cerró, respiré profundamente.

—¡Guau! Eso fue interesante —bromeó Elena.

Le sonreí y luego cambié mi atención hacia Viktoria.

—Por qué no llevas a Anastacia a conocer al resto de la banda —No fue una sugerencia; Yo sabía que Viktoria y todos los demás en la sala sabían eso.

—¡SI! —Anastacia aplaudió con sus manos— Traje mi plumón ¿Autografiarían mi camisa?

Llevaba una camisa blanca que la banda había vendido en un concierto en la playa el año pasado.

Ella había llevado a Elena a ese concierto, aunque Elena no sabía quién o qué era yo en ese momento.

—Te firmaran cualquier cosa que les pidas, pero recuerda que son un grupo vulgar. Vas a terminar con un montón de nombres en el pecho.

Anastacia sonrió a mi advertencia. Estaba sin duda en un mejor estado de ánimo. Elena me había hablado de lo que le pasó a la chica.

Hubiera querido decirle que todo iría bien. Que el alma de Vladimir que ella amaba era la misma que vivía dentro de Leonid. Pero no podía. Tendría que resolverlo por sí sola.

—Lo tengo. Ella estará bien —dijo Viktoria y llevó a Anastacia tras la puerta, dejándome sola con Elena.

—¿Por qué siento como si las hubieras mandado a propósito? — Preguntó Elena mirándome a través de sus pestañas.

—Porque eres una chica lista. Tengo una atracción por las chicas con cerebro —le contesté.

—¡Ooooh! Eso explica porque no te sentías atraída por el cuerpo perfecto de la modelo en topless que estaba más que dispuesta a hacer lo que sea que tú quisieras con ella.

Me encogí mentalmente, pensando en la chica que había estado aquí. Ni siquiera quería llevar a Elena al sofá y decirle que se sentara en donde la chica había estado. Se sentía contaminado ahora.

—Todo lo que quería hacer con ella era mandarla al infierno lejos de mí. Nada en ella era atractivo.

A Elena le gustó mi respuesta. Podía verlo en sus ojos. Le había estado demostrando que yo no era la depravada loca por el sexo, la mujeriega que ella asumió que yo era solo porque era la vocalista en una banda.

Dio un paso hacia mí y no alargué mi mano para tocarla. Quería ver que era exactamente lo que ella planeaba. Si empezaba a moverse, yo podría hacer el siguiente movimiento, pero ahora mismo, yo la quería sentir como si estuviera en control.

—Eso es muy sexy, Yulia Volkova. Para que lo sepas. A la mayoría de los vocalistas no les habría importado cualquier cosa que no sea su apariencia.

La admiración en su voz hizo que mi pecho se expandiera.

—Me alegro de que te des cuenta, soy más profunda de lo que asumiste por primera vez —le contesté.

Elena puso una mano sobre mi pecho y la subió hasta que tocó el collar que ella me había comprado antes de mi último concierto, antes de que le quitaran su memoria. Había dicho que los cantantes en general necesitaban algo de joyería. Escogió un nudo celta en un cordón negro.

Ella había dicho que el nudo era interminable y nosotras también. No me lo había quitado desde entonces. Lo mantenía dentro de mi camisa a menos que estuviera en el escenario. No me gusta que la gente lo tocara. Elena me lo había dado a mí. Era sagrado. Sostuvo el nudo en su mano y sentí una extraña sensación de poder al estar en sus manos de nuevo.

—Es un nudo Celta. ¿Por qué escogiste este? —Preguntó mirándome con intriga en sus ojos.

—Alguien me lo dio —Expliqué, esperando que algo de esto hiciera clic en ella.

Corrió su pulgar sobre el frío metal.

—El nudo no tiene final —dijo en voz baja como si estuviera repitiendo un recuerdo para sus adentros.

No respondí. No quería interrumpir ningún pequeño recuerdo que pudiera estar pasando a través de ella. Dejó caer su mano de mi pecho y dio media vuelta, alejándose de mí. Eso no era lo que yo esperaba.

—¿Qué pasa? —Pregunté casi con miedo de hablar.

Se encogió de hombros y oí un pequeño sorbido de nariz. Maldición, ella estaba llorando. ¿Por qué lloraba? Di dos pasos largos hasta que estuve de pie detrás de ella y la atraje hacia mi pecho.

—¿Por qué lloras? —Le pregunté suavemente.

Respiró hondo y sacudió la cabeza.

—No lo sé.

Se acercó y quité las lágrimas de sus mejillas.

—Solamente tenía muchas ganas de llorar. Fue extraño. Lo siento. No sé qué está mal conmigo.

Esperanza. Yo tenía esperanza. El nudo Celta provocó algo en su interior.

Elena

Yulia iba a pensar que yo era una idiota. El nudo que se formó en mi garganta al momento que sostuve el collar en mis manos fue tan extraño. Tenía que preguntarle de donde lo obtuvo, y ella habló de ello con tal reverencia en su voz que apenas pude luchar con el sollozo. Mis ojos se llenaron de lágrimas instantáneamente. ¿Qué tan loco es eso?

Por más sorprendente que parezca, no llamó a seguridad para que me lanzara de aquí. Ella me abrazaba.

¿Era real esta chica? La mayoría de la gente me hubiera tachado como una lunática. Sus brazos estaban bien envueltos alrededor de mí.

Apoyé mi cabeza en su pecho y lo disfruté. Era algo reconfortante el tenerla abrazándome así. Me sentía a salvo.

—Deberé subir al escenario pronto. ¿Vendrías a verme desde el lado del escenario? Me gustaría poder mirarte y verte aunque sea lejos de la multitud ahí afuera. Este es uno de los clubes más salvajes en donde tocamos.

Su sobreprotección debería molestarme. Acabo de conocer a la chica... pero no lo hacía. Me gustaba. ¿Maxim alguna vez fue protector? ¿Alguien había sido protector conmigo aparte de mi madre?

—Está bien. ¿Qué hay de Anastacia y Viktoria? —Pregunté aún con mi espalda sobre su pecho y sus brazos firmemente alrededor de mí.

—También pueden estar allí si quieren. Son bienvenidas a caminar por allí o mantenerse contigo. Viktoria conoce grandes lugares de afuera.

Eso era lo que quería que respondiera. ¿Quién era Viktoria para ella?

—¿Cómo conoces a Viktoria? La primera vez que las vi pensé que eran pareja, pero me he dado cuenta de que ese no es el caso.

Yulia me giró para mirarla.

—Viktoria es una de las más viejas amigas que tengo.

Esa fue una rara manera de decirlo. ¿Ella quería decir que habían sido amigas por un largo tiempo? ¿Cómo desde que eran niñas? Abrí la boca para preguntar cuando la puerta se abrió y entraron unos chicos que lucían como yo esperaba que lucieran los chicos de una banda de rock.

—Joder, mujer, yo cabreé cuando me dijeron que corriste a la rubia sexy, pero maldición, amiga, no es de extrañar, si fue por esta nena.

Un chico con despeinado cabello castaño y oscuros ojos marrones bordeados de rojo, como si hubiera dormido muy poco o tal vez fumado unos porros de más, me examinó abiertamente.

—Sven, está es Elena. Ella está conmigo. Solo conmigo —Respondió Yulia, manteniendo sus manos entrelazadas en mi cintura— Nadie la toca.

Sven enarcó sus cejas.

—Lo capto. No compartir a la chica de Yulia. Es una maldita lástima, sin embargo, porque seguro, que ella es muy linda.

Un chico con el cabello anormalmente rojo y corto peinado en puntas empujó a Sven.

—Vas a ganarte una patada en el trasero. Retráctate y cállate. Esa chica asusta como la mierda.

Yulia señaló al chico que acababa de hablar.

—Ese es Larry. Él tiene la personalidad más normal del grupo. También es la segunda voz.

—Hola —dije no muy segura de que más se suponía que tenía que decir.

—Ella es totalmente educada. Eso es sexy —Respondió Sven, guiñándome un ojo.

Un tipo con la cabeza rapada y al menos unas quince perforaciones por el oído, caminó y agarró a Sven por los hombros.

—Mantén tu trasero en el escenario antes de que tengamos un baterista menos.

—Él es Rubber y por favor no preguntes —dijo Yulia mientras el calvo asintió con la cabeza y empujó a Sven por la puerta.

—Hora del show, Yulia; Vamos a volar este lugar.

Larry salió de ahí mientras lo seguían los otros dos.

—¿Eran lo que esperabas? —Preguntó Yulia mirándome con una expresión preocupada.

—Sí. Exactamente lo que esperaba —Le aseguré y me dirigí a la puerta.

—Espera, olvidé mencionarte algo —dijo ella.

La miré.

—¿Qué?

Cerró la distancia que había puesto entre nosotras.

—Necesito un beso para la buena suerte.

Oh, Dios, si. Podía hacer eso. Puse ambas manos en sus hombros y me incliné para darle un beso rápido en los labios. Ella tenía otras ideas. Acarició mi labio inferior con su boca y lo lamió suavemente antes de resbalar su lengua dentro para enredarse con la mía.

Terminó muy pronto. Dio un paso atrás y respiró hondo.

—Bien. Tengo que salir antes de que decida que pueden hacer esto sin mí y cerrar esa puerta.

La sensación de vértigo sobre el poder sexual que vino con sus palabras fue sorprendente. Realmente me gustaba que se sintiera tan atraída hacia mí. Pero de nuevo, ¿quién no lo estaría?

Yulia se agachó y tomó mi mano mientras caminábamos hacia la entrada del escenario. Con un guiño, dejó ir mi mano y salió al escenario. El humo la consumía y tuve un momento de pánico por el recuerdo de estar atrapada en el humo y haber tenido a alguien que me rescatara en el sueño, pero eso nunca había sucedido.

La batería comenzó a escucharse con un sonido tribal extranjero, y los gritos de los fanáticos se calmaron. Vi como Yulia salió del humo y se puso en la luz roja. Algo parecido a bragas y sujetadores fueron lanzados al escenario. Larry salió en la siguiente luz y Rubber vino en la última.

El ritmo tribal se hizo más fuerte con Sven tocando el sonido hipnótico. El sonido de una guitarra eléctrica entró en la mezcla y luego la voz de Yulia se unió.

‘’ Peligro, peligro corriendo frío
Sabiendo pero temiendo solo lo mismo
La muerte viene y sin embargo está hecho el ataque
De pie mientras se mantienen las bandas
No camines. No camines donde la luz no puede brillar
Sabes que la advertencia se ha dicho
Viene de lo que es mío y yo sé que así será.
Vamos, es todo lo que queda. Deja ir tu pecado que no tiene ira.
El peligro es la última petición del infierno.
Vamos, es todo lo que queda. Deja ir tu pecado que no tiene ira.
El perdón no había sido dado todavía. Todavía no. Todavía no.
Sin arrepentimientos. ’’


—Esa es nueva. La amo —Susurró Anastacia mientras se acercaba a mi lado.

—Es solo una mierda morbosa, eso es lo que es —dijo Viktoria con un tono molesto.

Mientras veía a Yulia cantando la canción, me pregunté qué canción había escuchado antes. Su voz era tan familiar. Yo ya la había oído cantar. Su repertorio no era común, así que sabía que no había sido en la radio.

Movió sus ojos hacia mí y una sonrisa tiró de las comisuras de su boca antes de regresar al público y empezar la siguiente canción. Les habló a sus fans. Yulia podría ser la voz, pero no era la personalidad. Ella no interpretaba para la multitud. Les hacía un buen trabajo en eso. Las chicas gritaban el nombre de Yulia de igual manera.

—Ella juega su carta misteriosa muy bien —dijo Anastacia con aprobación—, la aman porque sienten que esconde un gran secreto y lo quieren saber.

Viktoria resopló y ambas nos volvimos hacia ella. Si Yulia tenía un secreto, seguramente ella lo sabría.

—Nadie quiere estar dentro de su cabeza. Créanme.

Sentí la necesidad de defenderla. Sacudiéndome, miré hacia atrás para verla. La había conocido una semana. Viktoria sabía la mayor parte de su vida. Yo no sabía nada en realidad.

—Deja de fruncir el ceño, Lena. Sólo bromeaba. Yulia tiene sus secretos, pero nada te hará huir de ella. Créeme cuando te digo eso.

Eso estaba mejor. Ella no estaba siendo tan negativa acerca de Yulia ahora. Me gustaba Yulia. No era nada a lo que yo supuse primero. Empecé a decir algo a Anastacia cuando los sonidos de la guitarra de Yulia se convirtieron en el único sonido que había. El resto de la banda dio un paso atrás, dejándola en el centro del escenario. Algo dentro de mí dolía. ¿Era el triste sonido de la música o ver a Yulia ahí en la oscuridad y sola? No estaba segura exactamente, pero hizo que mi pecho doliera. Luego, ella comenzó a cantar. Cada palabra me atravesó. Algo acerca de lo que cantaba. La melodía me envolvió. Yo quería ir con ella y abrazarla. Me apoyé contra la pared mientras las palabras «Sin embargo, te quedas» hicieron que mi corazón se acelerara. ¿Qué había de malo en mí? Mi cabeza se sacudió violentamente y las palabras «Sin embargo, te quedas» tamborileaban una y otra vez mientras mi respiración se volvía difícil y mi visión borrosa. Escuché a Viktoria preguntándome si estaba bien. Oí la frenética voz de Anastacia diciendo que yo tenía un ataque de pánico. No podía concentrarme en ninguna de ellas. Las palabras me ahogaban. Causando asfixia. Necesitaba aire.

—Muévanse —La voz de Yulia rompió la niebla dentro de mí y me las arreglé para respirar profundo; lo necesitaba. Tosiendo el aire que había entrado a mis pulmones— Te tengo, Elena. Todo está bien. Lo siento —Murmuró otras cosas que no entendí, pero me tranquilizaron.

Mi corazón se calmó y sentí como se convirtió en un dolor pequeño.

Yulia me estaba sosteniendo y me estaba meciendo en sus brazos.

Su mano acariciaba mi cabeza con suaves movimientos. De repente, me sentí cansada.

—¿Está bien? —Preguntó Viktoria desde algún lugar cercano.

—Sí, está respirando más tranquilamente ahora —Respondió Yulia.

—¿Qué demonios pasó? Estaba bien un minuto y al siguiente entró en pánico. Yo sabía lo que era porque yo tuve varios después de que mi novio murió. Podía verlo en su cara. No podía respirar, no podía ver — Anastacia parecía molesta.

Levanté la cabeza del pecho de Yulia y levanté la mirada para ver que Yulia estaba sentada en el piso con la espalda apoyada en la pared y yo en su regazo. Anastacia se arrodilló junto a nosotras, retorciendo sus manos frenéticamente.

—Estoy bien. No sé qué es lo que pasó. Solo algo se quebró —Traté de explicar. Decidí no decirles que la letra de su canción me había enviado en una espiral fuera de control.

—Es el movimiento. No has dormido lo suficiente. Te estás extra limitando. Te estoy forzando a salir por la noche y descargo todas mis emociones contigo. He llorado en tu hombro y tú eres la única que me hace sentir mejor. Es mi culpa. Necesito continuar.

Levanté mi mano para detener a Anastacia de su repentina necesidad de culparse por esto.

—Estoy bien. Nada es culpa tuya. No sé qué lo provocó, pero estoy bien ahora.

Me sentí como una idiota acurrucada como una niña en los brazos de Yulia. Era un milagro que esta chica todavía no me hubiera mandado a sacar.

Empecé a levantarme para poder permitirle volver con la banda. Sonaba como si los otros miembros continuaron sin ella. Se levantó rápidamente y permaneció junto a mí como si yo fuera a estrellarme contra el suelo.

—Se supone que tienes que estar ahí afuera —Le dije asintiendo con la cabeza hacia el escenario.

—Puedo dejarlo por esta noche. ¿Quieres que te lleve de vuelta a tu dormitorio? —Su tono preocupado hizo esto aún más humillante.

Yo era la amiga loca, mentalmente inestable.

—No. En serio. Estoy bien, pero creo que me iré si Anastacia está bien con eso —La miré de reojo y ella asintió con la cabeza.

—Puedo llevarte. Ella puede quedarse y escuchar el resto del concierto —dijo ella, estudiando mi rostro como si estuviera esperando una respuesta.

—Lo tengo, Yulia. Ve y haz lo tuyo. Tienes una larga noche por delante —Viktoria elevó la voz y Yulia le lanzó una mirada de advertencia. Era algo que estaba acostumbrada a verlo de ella hacia Viktoria. Ella lo hacía mucho.

—Estoy bien. Ve a cantar —Le aseguré de nuevo y la empujé suavemente hacia la entrada del escenario.

Yulia profundizó su ceño y empezó a menear la cabeza. Viktoria dio un paso adelante, la agarró por el brazo y le susurró algo al oído con enojo.

Su suspiro de derrota me molestó, pero cuando terminó, ella asintió con la cabeza y me miró.

—Está bien. Si estás segura de que estarás bien. Solo di la palabra y yo te llevaré de nuevo al dormitorio.

—Afirmativo —Le contesté.

Yulia asintió con la cabeza y se dio la vuelta corriendo de nuevo al escenario. La multitud en el club estalló en aplausos y corearon su nombre.

—Muy bien, Lena, salgamos de aquí antes de que ella cante de nuevo. Al parecer, es tu Kriptonita.
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/21/2020, 1:33 pm

Capítulo XII






Yulia


Todavía era temprano y los estudiantes no habían ensuciado el campus aún. Trabajé duro toda la noche, intentando mantener el recuerdo del colapso mental de Elena fuera de mi cabeza.

Ella estuvo a punto de recordarme. Extendí la mano y toqué el nudo celta justo debajo de mi camisa. Esto había desencadenado un recuerdo. La canción que escribí para ella la agotó.

Los recuerdos están allí, tratando de liberarse. Pero por mucho que yo quisiera que ella me recuerde, sabía que la mente humana era una cosa frágil. Viktoria me recordó la noche anterior que podía lastimar a Elena en mi apuro por acelerar las cosas.

—Yulia —Stephanie, una trasportadora, quien también trabajaba como mensajera, salió de la niebla de la mañana, y diferente a Viktoria, ella lucía casi tan sobrenatural como se podría esperar.

—Si —respondí vacilante. La última vez que se apareció era para decirme algo que no había salido bien.

—La Deidad no está contento. Estás presionando mucho a la chica. Ella ni siquiera ha vuelto a conectar emocionalmente con su alma gemela. Su memoria no se restaurara hasta que la decisión sea justa.

¿Por qué hacen esto? Si ella no se conecta con él, ¿no significa eso que su corazón ya está reclamando… con o sin recuerdos? Yo era la razón por la cual era incapaz de sentir algo por su alma gemela.

—No la presiono. Estoy esperando. Pero el alma que ellos esperan signifique algo para ella, no tiene oportunidad. Él tampoco está listo para algún tipo de relación.

Stephanie me dio una sonrisa triste —Te estoy diciendo que tienes que estar lista. Se acerca. Las almas se conectarán y cuando lo hagan necesitas mantenerte al margen y dejarlos. La Muerte no debe intervenir. Tu trabajo no es proteger a la chica. Si ella te ama, entonces vendrá a ti. La muerte no puede ir por ella.

—¿Quieren que me mantenga alejada? —pregunté incrédula. Eso no iba a suceder. Si yo tenía una oportunidad de ganar, entonces tenía que demostrar lo que ella significa para mí. Su corazón lo sabe. Su mente simplemente no puede recordarlo.

—Tienes que estar preparada para la conexión de almas. Así es como tiene que ser. No eres su destino. Sin embargo, si cuando su alma encuentre a su compañero, su corazón aun te quiere, entonces será su decisión. Sus recuerdos se restaurarán, y si ella escoge a su compañero, entonces estos recuerdos se perderán para siempre.

No respondí. No había nada más que decir. Tengo el poder de tomar la vida de un cuerpo, pero allí era donde se terminaba. No podía controlar esto. El destino no era mío para moldear. Stephanie se desvaneció, dejándome con el mensaje y la advertencia. Esto no sería tan fácil como yo lo había pensado. La Deidad conocía el futuro. Sabían lo que seguía. Prepararme para la rabia que podría consumirme era la menor de mis preocupaciones.

Elena

Los golpes en nuestra puerta a las ocho de la mañana eran inoportunos. Era sábado y quería dormir hasta tarde. Anastacia gimió y agarró su almohada para cubrirse la cabeza y las orejas.

—¿Qué demonios es eso? —se quejó mientras yo trataba de quitar lo adormilado a mi cerebro confuso.

—No lo sé, pero no vivirá por mucho tiempo —respondí, tirando de la sábana y saliendo de la cama. Bajé la mirada y noté que dormí en ropa floja y camiseta. Estaba lo suficientemente vestida pero eran las ocho, entonces la persona que golpeaba la puerta tenía que ser una mujer. Así que estar debidamente cubierta no importaba.

Tiré de la puerta para abrirla y las palabras de enojo que estaba a punto de decir cayeron al suelo al mirar a los ojos de un muy molesto y decidido Leonid.

—Traté de detenerlo —dijo Maxim, detrás de él. Miré de Leonid a Maxim luego miré por el pasillo vacío. Como si no hubieran despertado a todos con ese golpeteo.

—¿Qué es esto? —pregunté confundida.

Leonid me movió fuera del camino con un poco de fuerza, ya que yo no me lo esperaba, irrumpiendo en la habitación —Ella no contesta mis llamadas y tú no me dejas estar en el edificio cuando estás despierta. Así que obligué a Maxim a sobornar una chica para que nos metiera mientras tú no estuvieras despierta para detenerme.

Anastacia se sentó en la cama y las sabanas le cayeron hasta la cintura revelando el delgado camisón blanco con el que ella dormía. Pensé en decirle que se cubriera pero la expresión de asombro en su rostro me detuvo. No es como si ellos realmente pudieran ver a través de todo el camino.

—¿Leonid? —gruñó ella con voz somnolienta.

Él se acercó y se arrodilló junto a su cama, luego tiró de la manta para tapar sus pechos. Tenía que darle puntos extras —Necesito que me escuches. No me puedo defenderme si tú no me das la oportunidad.

No estaba segura de si Maxim y yo deberíamos salir de la habitación o si Anastacia me quería allí. Así que me quedé en la puerta.

—Eso no importa, lo he superado —Eso ni siquiera sonó convincente.

La perilla de la puerta al otro lado del pasillo comenzó a girar y tiré del brazo de Maxim hacia dentro y cerré la puerta rápidamente antes de que nos atraparan con chicos en nuestra habitación. Quería que Leonid se apurara a decir lo que vino a decir.

Ambos, Leonid y Anastacia, miraron hacia nosotros en la puerta. Me encogí de hombros —Las chicas de la habitación de enfrente están despertando —expliqué.

Leonid asintió con la cabeza hacia el baño —¿Pueden ir allá y darnos algo de privacidad?

—Seguro —respondí agarrando la mano de Maxim y tirando de él detrás de mí. Quería que este asunto se arreglara y Anastacia no iba a ser fácil de convencer. Nos pasamos dos días completos comiendo helado y mirando a Damon para superar a este chico. Una vez que estuvimos escondidos en el baño, solté la mano de Maxim y puse algo de distancia entre nosotros. En realidad, este desastre era su culpa.

—¿Qué pasa con ellos? —preguntó Maxim mientras yo me recargaba contra la puerta de Viktoria.

—¿No lo sabes? —pregunté. ¿En serio estaba tan ocupado con sus amigas que no le preguntó a Leonid que pasó?

—Leonid tampoco lo sabe. Sólo lo que le dijiste de Aleksandra, que apareció y compartió sus hábitos sexuales con Anastacia y que ella no estaba interesada en ser una más de sus conquistas.

No fui muy clara pero pensé que él lo descubriría si se acostaba constantemente con esa chica —Aleksandra vino para advertirme de ti. Anastacia estaba a la defensiva e intentó interponerse entre las dos. Luego Aleksandra le informó a Anastacia que Leonid se acostaba regularmente con una chica llamada Wendy. Ella le dijo que eran “amigos con derechos” y Anastacia tuvo que retroceder.

Los ojos de Maxim se abrieron y negó con la cabeza —Esa mierda no es verdad. Leonid y Wendy tuvieron una aventura muy corta hace unos dos meses. Era solo sexo. A él ni siquiera le gusta mucho. Creo que pudieron haber tenido sexo alguna vez desde entonces, pero solo porque Leonid bebió demasiado en una fiesta de la fraternidad y ella se arrojó sobre él.

Asentí —Me lo imaginé. Con suerte todo quedará aclarado allí. Maxim dio un paso hacia mí —¿Qué hay de ti? ¿Qué te dijo Aleksandra?

—Oh, que tú y ella lo hacían como conejos y que necesitaba olvidarte. Que no estabas interesado en mí. Sólo era tu nuevo pasatiempo.

Maxim frunció el ceño y golpeó su palma sobre el tocador —Estoy harto de ella. Le he dicho que no. Terminé con ella, pero está convencida de que la quiero.

—¿Estás tratando de decirme que no lo hacen como conejos? —pregunté en tono divertido.

Maxim frunció el ceño —Claro, hemos tenido sexo varias veces. Es una de las chicas más fáciles en el campus. Pero no tengo ningún sentimiento por ella. Solo es práctica. Ahora tiene en su cabeza que yo quiero algo más.

Genial. Él era todo lo que las chicas querían en estos días.

—Umm, me parece que tal vez deberías ser más cuidadoso con tus amistades.

Maxim suspiró y recargó la cadera contra el lavabo —¿Esto ha arruinado cualquier pequeña oportunidad que podría haber tenido de tener otra cita contigo verdad?

Asentí —Si, bastante. Aunque, si te hace sentir mejor, estaba en contra de salir contigo después de que invitaras a alguien más a salir en nuestra última cita.

Maxim pasó ambas manos sobre su cabello y maldijo en voz baja —No esperaba que volvieras a mi vida, Elena. Pensé en ti todo el tiempo, pero me dije durante todo un año que te habías ido. Nunca te vi de nuevo. No tomé en serio a nadie porque siempre las comparaba contigo. Nunca nadie estaba a la altura. Sí, estuve acostándome y saliendo con un montón de chicas, pero era mi manera superar esto. Si hubiera sabido que volverías a mi vida de nuevo, habría hecho las cosas muy diferentes.

Bueno, eso era lindo. No cambió lo que sentía, pero aun así era lindo de escuchar.

La puerta se abrió y Anastacia asomó la cabeza —¿Se pueden ir todos?

—Oh, sí, ¿Podría ponerme mi ropa primero? —pregunté, estudiando su agradable expresión.

—Sí, espera. No salgas, sí —dijo cerrando la puerta en nuestras caras

—Creo que mi chico suavizó las cosas —dijo Maxim con una pequeña risa.

—Sí, creo que tienes razón.

La puerta se abrió y un par de pantalones cortos azules y una camiseta de los Rolling Stones que era demasiada apretada, lo cual Anastacia sabía muy bien, entraron por la puerta antes de que se cerrara de nuevo la cerradura con un click y miré a Maxim.

—Tendrás que salir por la puerta de Viktoria para que me vista.

Maxim sonrió —Prometo cerrar los ojos.

—Ni en un millón de años —le aseguré y me incliné para recoger mi ropa.

—Vamos Elena, prometo no mirar.

Tenía que estar bromeando. ¿Cuándo estuve dispuesta a cambiarme frente a él?

Llamé a la puerta de Viktoria y cuando no obtuve respuesta, la abrí. Asomándome hacia dentro la encontré vacía. Bien, por lo menos no tenía que verme salir del baño con Maxim.

—Despejado, ahora vete.

Maxim sacó su labio inferior en un puchero y lo empujé por la puerta, encerrándome en el interior.[/justify]
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Mensaje por Aleinads 3/21/2020, 2:58 pm

Se pone cada vez mejor, ya tendré que leer durante la cuarentena :3
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