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AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)

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psichobitch2
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)  Empty AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)

Mensaje por psichobitch2 9/29/2020, 6:00 pm

Bien, acá de nuevo. Espero disfrutéis bastante la lectura. Comentarios, sarcásticos o no, son bienvenidos siempre y lo saben.

Disfrutad!


Capítulo 1: El final


Tomó las gafas de sol que guardaba en la guantera del coche, cerrando la misma con bastante fuerza. Estiró la mano hasta el asiento trasero, haciéndose con una carpeta que contenía algunos papeles importantes pero al intentar llevar el brazo de nuevo al frente, chocó contra el respaldar del asiento haciendo que los documentos se esparcieran dentro de la alfombra.

—¡¡¡Maldita sea!!! — Gritó, golpeando fuertemente el volante con la palma de su mano y apoyando su cabeza sobre este.

No cabía duda. Se había levantado de mal humor y con razón. Su abogado la había llamado la noche anterior, solicitando que se debía presentar en su oficina a tempranas horas para terminar de formalizar el trámite para su divorcio, tema que sin duda alguna, la estresaba sobre manera.

Respiró profundo antes de bajarse del auto y dirigirse hacia una de las puertas traseras del coche. Metió medio cuerpo dentro y recogió el desastre que había causado.

— ¿Por qué mierda todo me pasa a mí??? — Murmuró cuando terminó de recoger los documentos, cerrando la puerta tan fuerte, que literalmente casi la traspasó al otro lado de la vereda.

Una vez que tenía todo en las manos, documentos, cartera y sus gafas oscuras, caminó hasta la entrada del edificio. El guardia de turno le saludó, abriendo la puerta caballerosamente para que entrara, ella le devolvió el saludo asintiendo ligeramente con la cabeza.

Una vez que llegó al piso cinco de la torre, bajó del elevador y se dirigió a la oficina del abogado. La joven recepcionista, al ver que la morena pasó de largo hacia el despacho de su jefe, sin haberle dado los buenos días siquiera, se levantó para ver si podía ayudarla en algo.

—Buen día, señora Volkova.

En la puerta, se podía leer impreso el nombre del Dr. Yuri Tikhonov.

Olvidando por completo sus modales y buena educación, abrió el acceso encontrando a Yuri con su desayuno que justo terminaba de comer cuando fue interrumpido. El hombre de inmediato se puso de pie y pasó una servilleta por su boca, limpiando todo rastro de migajas del sándwich de centeno que a duras penas pudo terminar de tragar. Afuera, la joven secretaria negaba con la cabeza con el rostro fruncido, viendo que no era necesaria su presencia y se devolvió hacia su escritorio.

—Buen día, señorita…señora Volkova — Se corrigió de inmediato — Gusto en saludarla —El hombre le tendió la mano para formalizar el saludo pero la morena solo cerró la puerta con la misma intensidad que venía lanzando las cosas desde que puso un pie fuera de la comodidad de su cama.

Caminó hasta quedar al frente del escritorio del hombre que tragó fuerte al verla más de cerca. Desamarró un poco la bufanda que traía prendida al cuello y se quitó las gafas oscuras, dejando al descubierto su poderosa y fría mirada azul.

—A ver, Tikhonov. Para mí no es un gusto saludarte, ni saludar a nadie esta mañana, ¿ok? Tampoco lo tomes personal — El hombre asintió de nuevo, frotándose ambas manos y haciendo una seña para que la pelinegra se sentara, pero esta solo lanzó la carpeta con los documentos sobre el escritorio.

¿Por qué su abogado tenía que ser tan cobarde?

— Si estoy aquí es porque anoche me llamaste para que te trajera algo que tú mismo podías ir a buscar al hotel, porque sabes dónde me estoy quedando hasta que pueda conseguir un piso más decente, ¿no es así?

—Si…si, pero es que… — Yulia alzó una ceja y lo miró intensamente haciendo que el hombre se quedara en silencio mientras la miraba, esperando que le gritara algo más, pero al ver que Volkova se limitaba al silencio, continuó — Como le decía, su esposa no tarda en llegar.

Yulia al escuchar que su esposa, o la que iba a dejar de serlo en algunos días o meses, se encontraría en la misma oficina que ella, hizo que bajara un poco más la guardia y el humor de los mil demonios que se cargaba.

No había dejado de amarla, a su manera, pero aún lo hacía. Cuando conoció a Inna, nunca pensó que su vida iba a cambiar tanto, o al menos por un tiempo. Había decidido retomar sus estudios en la universidad e intentaba darle un giro al desastre que llevaba a cuestas. Con la muerte de su padre, muchas cosas dejaron de importarle. Oleg era la pieza principal para que su cabeza funcionara un tanto coherente y a pesar de lo joven que fue en el pasado, su padre era siempre quien la impulsó a estar, donde hoy en día se encontraba, en lo más alto de la pirámide del éxito.

Aunque a veces sintiera que llegaba a la base de un solo tirón, cada vez que hacía algo bien con las manos y lo jodía con los pies.

Escuchó unos golpes que la trajeron a la realidad inmediatamente. No sabía en que momento se había sentado en una de las sillas que estaban frente al escritorio caoba de su abogado, cuando escuchó la voz dulce de Inna a sus espaldas siendo recibida por Yuri, de manera gentil.

—Buen día, señora Fedorova. Gusto en recibirla — La chica asintió amablemente saludando al hombre con un apretón de manos.

—Buen día, Dr. Tikhonov, gracias — Una vez que saludó, entró dándose cuenta de que allí estaba la pelinegra sentada, dándole la espalda. Suspiró y caminó.

La morena al sentir que la chica se detuvo a su lado, la miró de reojo y se levantó para hacerle frente.

—Hola, Inna — Iba a darle un beso en la mejilla pero la castaña de ojos verdes, disimuladamente giró la cara. Yuri se percató de aquello pero solo quiso hacer como si nada de aquello había pasado delante de sus ojos.

Era vergonzoso.

Ambas mujeres tomaron asiento, y luego el hombre, quien abrió nuevamente el botón de su saco para tener más flexibilidad al sentarse, las imitó.

—Bien. Señora Fedorova, Volkova. El documento que determina la culminación del matrimonio se encuentra en el juzgado, solo está en espera por la firma del juez. El motivo de que hoy las haya citado es porque deben firmar la separación de cuerpos, es decir, se va a suspender…

—Sé lo que es una separación de cuerpos, Yuri — Interrumpió la morena de manera hostil haciendo que Inna rodara los ojos.

—¿Al menos quieres dejar que el Dr. Tikhonov terminé de exponer el caso, o serás tú quien sentencie también el divorcio? — Cuestionó algo molesta la castaña — Claro…. Siempre tienes que hacer lo que se te antoje! — Finalizó ladeando su cabeza y cruzándose de brazos. Escuchó como Yulia murmuró algo que no entendió y volvió el silencio.

—Lo siento, Yuri. Puedes continuar — Dijo terminando de quitarse la bufanda que prendía de su cuello antes de que la halara y se ahorcara de una buena vez.

—Tranquila, señora Volkova. Como les decía, solo necesito que estos documentos que hacen constar que tanto la señora Fedorova y su persona suspenden totalmente algún vínculo en común, sean firmados, podremos continuar con los tramites definitivos. Esta misma tarde los estaré llevando ante el juez quien me informará cuando estará lista la sentencia definitiva.

Inna inmediatamente tomó las copias que el abogado colocó delante de cada una y comenzó a leerlas. Yulia intentaba hacer lo mismo, pero apenas ojeaba el documento que tenía frente a sus ojos. Sabía lo que ya allí estaba plasmado. Sabía que Inna se largaría por completo de su vida.

Aquella chica dulce y espontánea que había conocido por casualidades de la vida, había sido la misma quien sin pensarlo dos veces, introdujo toda la demanda, porque no quería saber nada de ella, de la mujer de quien se había enamorado perdidamente hace cuatro años atrás.

[Flashback]

Al estacionar el coche, apagó el motor y se quedó un rato sosteniendo el volante con ambas manos. A lo lejos, se escuchaban algunos truenos mientras el día comenzaba a oscurecer. Apenas la tarde comenzaba a caer en la ciudad.

Echó su cuerpo para atrás y cerró los ojos. Había tenido una discusión con su amante, que claramente había terminado en el mejor sexo que en su vida nunca había tenido, como siempre solía pasar cada que alguna de las dos sentía que perdía la razón. Cubrió su cara con las dos manos y simplemente dejó caer toda la tristeza fuera de sus ojos, pensando que con eso, se limpiarían tantas cosas que no podía evitar que sucedieran, a pesar de querer tener el poder de retroceder el tiempo.

Transcurrieron varios minutos en los que no había querido abandonar el coche. Afuera, la noche ya había arropado el día y la lluvia podía escucharse caer. Se reclinó hacia adelante y limpió sus ojos, retirando la llave del interruptor de encendido automático. Bajó y de nuevo se encontró frente a frente con la misma chica de mirada particular que la observaba pacientemente.

¿Había estado allí todo ese tiempo?

— Hola, ¿qué haces aquí? — Preguntó Yulia acomodando su cabello un poco. La chica, estaba de pie junto a la puerta de entrada de su casa. Algo extraño.

— Tus padres, nos han invitado a una cena. Los míos estáis dentro — Dijo dirigiendo su mirada hacia la casa para de nuevo mirar a la morena — Iba a fumarme un cigarrillo y vi tú coche — Yulia bajó la vista y descubrió el cigarrillo que llevaba en la mano izquierda.

— ¿Llevas mucho tiempo acá? Me refiero, aquí afuera.

— No. Apenas vi que te bajabas del auto y no me ha dado tiempo de encenderlo — Confirmó mostrándole el objeto.

— ¿Quieres qué te acompañe? Me hace falta uno también.

— Bueno... — Dijo la joven encogiéndose de hombros.

— Pero ven. Iremos a la parte de atrás, donde la nariz de mi madre no nos persiga.

Ambas sonrieron al comentario. Yulia abrió de nuevo la puerta del coche y dejó allí su bolso de mano. Las chicas, se perdieron hacia el patio de atrás.

— ¿Cómo te llamas? — Preguntó ofreciéndole fuego a la chica. La lluvia incrementaba más en el ambiente.

— Inna... Inna Fedorova — Confirmó calando el cigarro. Yulia encendió el suyo.

— El mío debieron habértelo dicho ya pero de todas formas, me llamo Yulia...

— Volkova...

— Exacto.

Ambas se quedaron en silencio disfrutando del humo expandirse en el aire.

— ¿Por qué llorabas? — Cuestionó la chica. El aire olía a humedad y a tabaco.

— ¿Qué edad tienes? — Inna sonrió volviendo a aspirar el “Lucky”.

— La suficiente como para que no creas que no sé nada de la vida — Yulia sonrió negando con la cabeza.

— A veces quisieras que todo lo que pasa no quieres que pase. La felicidad jamás es completa.

— Un bonito trabalenguas... —Sonrió — La vida simplemente toma el curso que le quieras dar y de ese rumbo depende tú destino — Yulia la miró.

— ¿Te has enamorado alguna vez?

— No — Dijo encogiéndose de hombros — Tú chica debe ser un poco complicada, ¿no es así? — Yulia volvió a mirar a Inna, lanzando a un lado los restos del cigarrillo.

— Digamos que mi trabalenguas es bonito.

Yulia le sonrió mientras veía que la lluvia comenzaba a perder fuerza y el frío comenzaba a sentirse en el aire. Las estrellas comenzaban a brillar con más intensidad.

—Tú, si te enamoraste, ¿cierto? — Yulia suspiró, metiendo sus manos dentro de los bolsillos del pantalón, sintiendo como sus ojos volvían a cristalizarse.

—A veces, la vida es injusta con las personas que se aman. Si dicen que el amor es bonito, ¿por qué hay necesidad de sufrir? —Inna botó su cigarro al suelo y se abrazó. Comenzaba a sentir frío.

—Todo en la vida tiene un costo, incluso la felicidad. Antiguamente, los egipcios ofrecían sacrificios para poder obtener bendiciones a cambio. Romeo y Julieta, murieron por sacrificar su amor. Nada es color de rosas, Yulia —La morena sonrió.

—Sé que nada es rosa…

—Las personas tienden siempre a decepcionarte —Interrumpió la chica. Al parecer hablaba con ella misma.

—Tienes razón. Todo el mundo te decepcionará. Incluso, nosotros mismos decepcionaremos a otras personas y el ciclo puede continuar sin acabarse. Perdonaremos, lloraremos y siempre caemos en lo mismo.

El silencio volvió a ser parte del momento, mientras Yulia e Inna se perdían en sus propios pensamientos.

—Ven… Entremos. Hace frío y ya me dio hambre —Ambas sonrieron cuando Yulia fue la primera en avanzar, siendo seguida por la joven castaña — Buenas noches — Saludó la pelinegra una vez que cruzó la entrada viendo a tres personas extrañas en el living junto a sus padres. Inna se pudo a su lado.

— Buenas noches Yulia, veo que al fin decidiste entrar — Contestó Larissa cuando se acercó a ella.

Las cámaras de seguridad. Cuanto las odiaba.

La morena saludó a los presentes dándoos la bienvenida con una cálida y sincera sonrisa.

La cena había transcurrido lo más amena que pudo incluso, era la primera vez que Yulia disfrutaba de la compañía de alguien de casi su misma edad, que no hablara incoherencias y que se comportara muy inmadura. Aunque era una chica muy callada y algo extraña, no dejaba de parecerle agradable al trato.

— ¿Estudias? —Preguntó la castaña una vez que se sentó en una de las sillas ubicadas en el jardín.

Adentro se escuchaban las voces de los adultos que estaban platicando en la sala de estar. Yulia tomó una de las sillas y la colocó frente a Inna, dejando su teléfono móvil sobre la mesa de hierro.

—No… Bueno, he dejado los estudios algo inconclusos pero, tal vez más adelante vuelva a retomarlos.

— ¿Por qué los dejaste? —Cuestionó, mientras cruzaba sus piernas sobre el asiento. Yulia tragó duro.

—No quería seguir estudiando, más bien… sentía que no estaba aprendiendo nada, apenas y llevaba el primer semestre y decidí que más adelante continuaría.

Inna la miró unos segundos y luego enfocó su mirada sobre su hermano, quien había salido solo para hablar por su teléfono móvil, a unos cuantos metros de donde ambas estaban.

— ¿Cuánto hace que se mudaron? —Preguntó la pelinegra para cambiar la conversación aprovechando la distracción de la chica.

—Hace un mes… creo. Pero no quería hacerlo, ¿sabes? Me gustaba vivir en Samara. No es tan grande como Moscú, pero te apuesto a que es más tranquila. Aquí las personas son como más estiradas — Se alzó de hombros sin quitarle la vista a su hermano, que gesticulaba mientras seguía la conversación telefónica.

Al escuchar la voz de Yulia fundirse en una risa, giró a verla con la misma expresión seria con la que había hablado.

—Créeme que acá te encontrarás a un sinfín de personas con esas cualidades, es lo que más abunda —Yulia dijo, pero de inmediato su rostro perdió todo sentido del humor al ver la cara seria de la castaña —Lo siento, si te incomodó lo que dije pero, eres algo extraña, ¿sabes?

— ¿Te parezco? —Ahora su mirada verde se había posado sobre los de la otra chica que asentía ahora dirigiendo su vista hacia el rubio que seguía hablando por su teléfono móvil.

—Las veces que nos hemos encontrado, siempre estás mirándome, atravesándote en la calle o apareciendo de la nada. En silencio. Como si fueras un ninja.

Inna volvió su vista hacia el jardín, dándose cuenta que su hermano había vuelto a entrar a la mansión de los Volkov, luego, giró a ver a la pelinegra pero ninguna pudo contener la risa, largando sendas carcajadas, haciendo que la tensión se librara un poco.

—Te crees el centro del mundo, ¿no es así? — Preguntó la castaña una vez que logró controlar la risa. Yulia sacó un cigarrillo.

—No lo soy, pero he visto como me miras y es difícil no sentirse intimidada.

— ¿Intimidada? —Rió abiertamente aceptando un cigarrillo devuelta — No creo que seas el tipo de mujer que se intimida tan fácilmente.

—No me conoces —Dijo botando el humo y mirando como se dispersaba en el aire.

—No, no te conozco, pero quizás si no estuvieras tan enamorada, pudiera conocerte —Yulia miró a Inna como esta inhalaba de su cigarro, con la mirada fija en la mesa del jardín.

— ¿Qué sabes tú si lo estoy o no?

—Nadie llora con tanto sentimiento porque se le perdió un zapato o porque tiene mucho frío y tú llorabas con sentimiento —Esta vez la castaña fijó sus ojos en la morena quien le desvió la mirada hacia algún punto en la nada.

—Aparte de que eres rara, estás loca… ¿qué otra cualidad tienes? —Inna negó con la cabeza mientras sonreía.

—Soy insistente y puedo llegar a ser peor que un grano en el trasero.

Yulia sonrió ante esa afirmación, sin llegar a pensar que con el tiempo, aquella joven lograría cumplir con las palabras que había prometido aquella noche en el jardín.


[Fin Flashback]


Ahora allí estaba, tratando de ahogar el nudo que tenía en la garganta al saber que firmando ese documento, no habría vuelta atrás para ninguna de las dos, así que, pasó el mal sabor que le estaba dejando todo aquello y se dispuso a buscar una pluma dentro de su bolso.

—Toma — Yulia le ofreció el lapicero que tenía en las manos. Inna lo aceptó sin dirigirle la mirada. Las letras en el documento eran más interesantes que mostrarse débil frente a Volkova. Lo que menos quería era que la viera derrotada.

La chica plasmó su firma en las cuatro páginas que contenía el documento, apenas leyendo por encima algunas cláusulas. Sabía que el Dr. Tikhonov era un hombre íntegro y muy amigo de la familia de su ahora ex mujer.

Lo había conocido unos años atrás, en una cena familiar con su ex suegra y familiares de Yulia y le cayó bastante bien, así que no dudaba de su trabajo y profesionalismo.

Dejó el lapicero encima del escritorio y de reojo miró cuando la pelinegra lo tomó, plasmando de la misma manera su firma en el mismo papel. Yuri aclaró su garganta para acabar con el incómodo silencio.

—Bien, gracias por haber asistido a la reunión. Señora Volkova… — dijo dirigiéndose a la morena quien veía de reojo a Inna recoger sus cosas del escritorio —…La mantendré informada en cuanto al proce…

—Si, si, ya sé y por favor, si necesitas algún otro papelito, puedes dirigirte a mi dirección o llamarme al celular, ¿bien? — Yuri asintió y fue el momento en el que la castaña habló.

—Gracias por su tiempo, Dr. Tikhonov. Por favor, no olvide mantenerme informada de todo lo que acontezca.

—Delo por hecho, señora Federova.

La castaña acomodó su cartera sobre su hombro y caminó hasta la puerta, abriéndola para salir. La recepcionista le saludó, asintiendo gentilmente con su cabeza y una sonrisa que fue devuelta por Inna. Su mente se disputaba si debía esperar el elevador o bajar las escaleras. Total, solo eran cinco pisos y no quería verle la cara a Yulia, pero sabía lo persistente que era su ex, así que miró hacia atrás pero Volkova aún se mantenía dentro de la oficina del abogado. El elevador aun no llegaba y tenía chance de bajar por las escaleras, así que abrió la puerta del pasillo y se fue.

Cuando bajó y salió de la torre, no pudo reprimir la maldición que salió de su boca al encontrar que Yulia estaba recostada en la puerta de su auto.

¿Y ahora que carajos quería? ¿Cómo bajó tan rápido? ¿Acaso se había lanzado por la ventana? No pondría en duda aquel último pensamiento, además, ¿Había bajado tan lento las escaleras?

—Necesito irme, Yulia, por favor. Ahórrate todos los comentarios y las estupideces que salgan de tú boca en este momento porque no quiero…

—¿Puedes callarte un segundo? — Espetó haciendo que la castaña rodara los ojos junto a un suspiro de resignación — Solo quería decirte que en verdad lamento todo esto que nos pasó.

—Yulia, por favor — Inna se cruzó de brazos — Te dije que nada de estupideces y además, tu discurso me lo sé de memoria — Se quedó en silencio un rato, pasando su mano por sus cabellos, intentado tragarse las lágrimas que se le estaban atascando en la garganta. La morena no podía verla a los ojos porque sus gafas no lo permitían — Te recuerdo, que quien falló fuiste tú. Quien se revolcaba con otra mientras me veías la cara de estúpida, fuiste tú… así que no digas que lo sientes, porque jamás te importó un carajo.

—Inna, sé que tienes…

—¡Cállate!!! Volkova, por favor!!! — Algunas personas que pasaban por allí dirigieron sus miradas hacia la pareja pero luego cada quien retomaba su camino, haciendo a un lado la discusión entre las dos mujeres. Yulia cerró los ojos y se quitó del medio. No valía la pena seguir afectando a la mujer más de lo que sabía, se encontraba.

Inna sin dudarlo, tomó las llaves y abrió la puerta del coche, entrando como un rayo a este. Lanzó su bolso a un lado e hizo contacto con el arranque. Observó a Yulia bajo sus gafas sin que esta notara que las lágrimas comenzaban a rodarle por su rostro. Yulia solo vio como el coche se perdía en la lejanía… quizá para siempre.

—¡¡¡¡Maldición!!! Awww!! — Suspiró pesadamente para luego dirigirse hacia su coche. Una vez en él, sacó el celular de la cartera y marcó un número telefónico. Este repicó incansablemente hasta que la otra persona cogió la llamada.

—¡Joder!!! ¿Cuánto debes dejar repicar el maldito teléfono para cogerlo? — Dijo haciendo contacto con el arranque.

—Volkova, Volkova, Volkova, nadie tiene culpa de que Inna te haya descubierto poniéndole los cuernos, así que no pagues tu mal humor conmigo — Yulia bufó molesta. Miroslava, su amiga, tenía razón. Necesitaba relajarse y justamente eso era lo que tenía en mente.

—Ok, ok, Miroslava… Discúlpame, solo…

— ¿Yulia Volkova está disculpándose? — Escuchó una carcajada del otro lado mientras ella rodaba los ojos. Afuera comenzaba a caer una ligera llovizna.

—Solo, necesito que estés lista. Pasaré por tú casa — No quiso esperar alguna respuesta negativa de parte de la rubia, así que colgó la llamada y sin más, arrancó el coche haciendo chirriar las ruedas en el asfalto que comenzaba a humedecerse.

[…]

Alzó la mirada cuando la puerta de su oficina se cerró. Ni siquiera había escuchado cuando la habían abierto. Mihail le sonrió amablemente mientras ella se quitaba sus gafas de lectura. Sabía que la pelirroja estaba cansada, lo podía notar en su mirada. La conocía desde casi toda la vida, así que era difícil que ella le escondiera alguna reacción porque no podía mentirle.

—Lena, por favor. Tienes más de diez horas encerrada en estas cuatro paredes. ¿No crees que deberías tomarte un descanso por lo menos de cinco minutos? Aunque sea por tu propio bien. No eres aquella chica jovial de hace unos cuantos años atrás — La pelirroja se quitó las gafas y apretó el puente de su nariz con los dedos índice y pulgar.

Su mejor amigo y confidente tenía toda la razón. Había dormido en la oficina solo para poder entregar algunos balances de la empresa para la reunión que tenía en algunas horas. Apenas y pudo dormir como tres para seguir con los cálculos que estaba haciendo.

Movió la cabeza de un lado a otro, viendo como Mihail tomaba asiento frente a ella.

—Necesitamos tener los balances al día. Ya conoces como es Filip, sino es información objetiva y precisa, no podrá cerrar el trato y es precisamente lo que quiero. Esos benditos japoneses me han tenido en un subidón toda la semana — Mihail asintió con una sonrisa.

—Morozov solo es un adicto más al trabajo. Ya sé porque lo hiciste tú socio…

—Minoritario — Dijo colocándose de nuevo las gafas. Mihail bufó.

—Lo que sea, Lena. Filip se te metió por los ojos vendiéndote todas sus ideas, aunque no fueron malas del todo, pero aun así… es solo un adulador de tú persona, solo con el fin de quedar bien delante de ti.

Lena alzó la mirada de los papales nuevamente solo para ver a Mihail y negar divertida. Sabía que lo que el hombre estaba sintiendo era comúnmente llamado “Celos” y aunque prácticamente su amigo, era presidente de dos de sus compañías textileras, siempre había cuidado de ella detalladamente, con el fin de no dejarse envolver mucho por los mal llamados “negocios turbios”, pero él aun no entendía que ella tenía una vista de águila para cerrar cualquier contrato que le favoreciera. Tenía a quien haber heredado tanta suspicacia en el mundo de los negocios… Inessa Katina.

—Misha, aprecio mucho la manera en la que siempre me has cuidado y a las empresas, sé que todo esto también es tu pasión y que has estado conmigo en las buenas… y en las malas — Tragó duro haciendo una pausa — Pero quiero que estés tranquilo, ¿vale? Los dos somos un equipo, bueno… tres, porque Nastya, aunque se la pase viajando alrededor del mundo con sus siete maridos, también está al tanto de lo que me pase, corrijo, nos pase.

Mihail le regaló otra de sus agradables y perfectas sonrisas quedando un poco más tranquilo, pero aun así, no dejaba de preocuparse por su amiga, casi hermana y eso era algo que no dejaría de hacer nunca.

—¿Qué tal si vamos a comer algo? Así te despejas la mente. Son casi las dos de la tarde.

Lena miró su reloj de pulsera y confirmó rápidamente la hora. Tomó su teléfono móvil y marcó un número. Esperó algunos segundos para que le contestaran.

— ¿Al fin apareces?

—Ehmmm… lo siento. No me percaté del tiempo.

—No te preocupes, Katina. Acabo de ir por ella, así que tranquila. Solo trata de estar más pendiente de los asuntos de tu hija, si es que te importan… Ah! y avisarme cuando no puedas ir por ella al colegio. Te recuerdo que solo tiene siete años y no puede andar sola por ahí.

La pelirroja pasó una mano por su cabello rizado, mirando como Mihail la observaba.

—Lo siento, en realidad lo siento. No volverá a pasar. Cuando salga de la reunión, llamaré a Khristeen y hablaré con ella, ¿si?

—Como quieras — Dijo la voz del otro lado y de inmediato se encontró que le habían colgado la llamada.

Dejó el teléfono nuevamente sobre el escritorio y recostó su cuerpo contra el espaldar de la silla, siendo aún observada por su mejor amigo.

—Nuevamente he olvidado recoger a la niña al colegio. No sé aun como Svetlana no ha mandado alguien a que acabe con mi vida.

—No seas exagerada, pelirroja. Eres también la madre de la niña, aunque no la hayas parido pero son también tus óvulos los que se utilizaron para la fertilización. Es un derecho que tienes, así ella te odie — Aclaró Misha jugando con un lapicero.

—No me odia, eso lo sé, solo que a veces siento que hago esfuerzos que para ella no valen nada, ¿entiendes? Y claro, metida dentro de estas cuatro paredes!! — Dijo apretando sus puños.

—Estás encerrada dentro de estas cuatro paredes solo porque tú así lo quieres. Elena, eres la dueña de cuatro empresas acá en el país, no tienes porqué esclavizarte tanto. Ven, vamos almorzar. Necesitas distraerte, despejarte un rato y sé a dónde podemos ir.

La pelirroja asintió sin ganas, aunque en el fondo Mihail tenía razón y quizás, saliendo del encierro voluntario que llevaba desde hace casi diez horas, le beneficiaria algo el día.

Al llegar al restaurante, el olor a comida italiana inmediatamente le abrió el apetito. No podía negar que Misha la conocía a la perfección y sabía como subirle el ánimo.

—Si no fueras mi mejor amigo y porque nos conocemos de toda la vida, fueras el marido perfecto — Mihail rió por el comentario, mientras se sentaba luego de esperar que Lena lo hiciera.

—Se te olvidó recalcar lo muy lesbiana que eres, pelirroja. Créeme, que no hubiéramos congeniado en la cama, para nada. Toda la vida he presentido que eres una mujer muy dominante y para muestra un botón, creo que tus ex amantes pueden confirmarlo, ¿cierto?

Lena rodó los ojos, recordando la cantidad de chicas que había besado y más, en su vida.

—No me lo recuerdes, por favor. No es algo que me tenga que llenar de orgullo, además, a ti siempre te gustó Valya, tu eterno amor prohibido —El hombre dejó de leer el menú y la sonrisa se le borró de los labios.

—Cuando me enteré que Valya iba a casarse, quería salir corriendo, no sé, pensé que si desaparecía del mundo, tal vez me olvidaba de ella, pero ¿qué crees? — Lena alzó una ceja, dejando a un lado la carta cuando el mesero estaba junto a la mesa.

—Bienvenidos, señora, señor —Hizo una educada reverencia — ¿Van a ordenar ya o quieren algún aperitivo primeramente?

—Si, yo quiero ordenar de una vez. Por favor, tráigame un plato de Penne* al limón y una copa de agua. Gracias — El chico anotó en la pequeña libreta que tenía en las manos mientras Mihail terminaba de decidirse.

—A mi tráigame unos Linguinis a la carbonara y una copa de un Chianti Clasico para acompañarlo. Gracias.

Cuando el mesero se retiró con las solicitudes, había dejado dos copas con agua las que ya ambos comensales estaban degustando.

—A ver, dejaste una interrogante a la mitad. Cuando Valya se iba a casar, tuviste la idea de irte lejos, pero… —La pelirroja hizo una pausa para que su amigo siguiera la conversación pendiente.

—Soy el mejor amigo de su hermana melliza, quien me la recuerda diariamente.

Lena rió mientras negaba divertida al escuchar aquello.

—Misha, creo que te faltó demasiado coraje para decirle a Valya lo mucho que te gustaba. Ella podrá ser muy cabezota y súper relajada para muchas cosas, pero es una mujer que se enamora perdidamente de quien sepa ganarse su corazón. Debiste luchar por ella, insistir.

—Lena, ¿se te olvida que me rechazó cuando le dije que fuera mi novia?

—Misha, solo teníais quince años!!! A esa edad no quieres un romance para toda la vida, solo… quieres divertirte, conocer personas y ya. Un solo intento no debió bastarte, insisto.

Mihail solo bufó y aunque Lena tuviera razón y ya era tarde para reconocerlo, aun ese amor de adolescente que sentía por la otra melliza Katina, no se había borrado fácilmente de su corazón.

—Mejor comamos que tenemos una reunión dentro de dos horas y ya muero por saber que nueva hazaña hará tu empleado estrella.

La pelirroja rió mientras pinchaba algunas plumas con su tenedor para llevárselas a la boca.
Definitivamente, aquellos eran celos.


*Penne: Plumas, en italiano. Nombre que se le da al plato de espaguetis cuya forma es oblicua al igual que un lapicero.


Continuará...


Última edición por psichobitch2 el 10/2/2020, 11:54 am, editado 1 vez
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A Volkatinale92 y a Elena Sonda les gusta esta publicaciòn

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AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)  Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)

Mensaje por LENYU 9/29/2020, 10:20 pm

Adorada y bella escritora: Estoy andiosa! Que cambiaste que no lo note? A los bifes!
Julia, pasaron una pula de años y ella sigue en Narnia que increible!! Lena isoportable y amargada!! Por eso mi amorcito la dejo!! Jajajajaaaaaaajjsjsjs
Quieromas y mas!!!!! Porfis porfis! Dame al menos una noche con Sveta!!! Jjejejej

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 9/30/2020, 12:27 pm

Totalmente de acuerdo con LENYU, sos la nena más preciosa de la tierra, y tus labios se ven encantadores... En cuanto a la historia, continúa aunque con tus ojos y pecas me olvido rápido del fics
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Mensaje por psichobitch2 10/2/2020, 12:04 pm

Shocked Shocked Shocked Preciosas las dos!! Un besazo.

A ver LENYU si con este capítulo, notáis el cambio.

Disfrutad!


Capítulo 2: Un respiro, un desahogo.


Una rubia de grandes atributos, cuerpo muy bien cuidado y ojos muy azules, terminó de servir la bebida de color ámbar con un olor a fino roble, que quizás provenía de las barricas de cosecha, directamente sobre un vaso de cristal de roca. Seco y doble, como le encantaba a la morena.

Caminó hasta la sala de estar donde se encontraba Yulia sentada en uno de los extremos del sofá Chaise Longue, con la mirada perdida en algún punto en la nada.

—A ver si entendí — Dijo entregándole la bebida y volviendo al otro extremo del sofá, donde había estado sentada — ¿Intentas que Inna te perdone y que la demanda de divorcio sea anulada?!

Yulia bebió un sorbo del bourbon mientras asentía y el silencio se hacía presente, aunque no duró mucho tiempo ya que la carcajada de su amiga retumbó a través de toda la sala de estar, haciendo que la morena pusiera los ojos en blanco. ¿Acaso su idea era pésima?

—Sí, Volkova… Tú idea es pésima — Pero, ¡¡¡¿¿¿cómo¡¡¡¡??? ¿Le había leído el pensamiento, acaso? — No seas ridícula, y perdona que te lo diga crudamente y sin censura, en tu bella cara.

Miroslava subió sus piernas sobre el asiento, cubriéndolas con la bata de satén color blanco, que vestía. Continuó.

—Le pusiste los cuernos a tu esposa, durante más o menos… A ver…

—Seis meses — La pelinegra sacó la cuenta ahorrándole las matemáticas a la rubia.

—Bien, seis meses… Y sin contar los que le pusiste apenas se casaron —La morena iba a refutar a eso pero su amiga volvió a interrumpirla.

—Continúo — Se aclaró la garganta —Te revolcabas con una tipa, que por cierto no sé de donde la sacaste porque tiene porte de prostituta — Yulia volvió a rodar los ojos — A “escondidas”, porque la inocente Inna no sabía nada y llevaba la cornamenta con orgullo. Creo que siempre ha sabido llevarla con mucho orgullo. ¿No es así Volkova?

—Miroslava, por fa…

—Cállate y déjame terminar — La pelinegra tomó otro sorbo de la bebida que le quemó el esófago — Pero como tú a veces eres idiota, con un doctorado por todo lo alto, te la llevaste a tu casa, te la follaste en tú cama… perdón, cierto…en la cama donde dormías con tú mujer y como cereza del pastel, Inna llegó y te encontró con tu cara metida donde no tenías que haberla tenido. ¿Así esperas que esa chica te perdone? — Sus ojos buscaban los de la morena, pero Yulia los mantenía en algún punto de la pared —Lo siento Yulia, pero hasta yo, que soy la chica más heterosexual que existe en la faz de la tierra, no perdono una bajeza como esa, y menos de una mujer como tú.

Yulia giró a verla con la boca abierta y pestañeando muy seguido.

— ¿A qué te refieres cuando dices ¿“Una mujer como yo”?!

Miroslava rodó los ojos y sonrió de lado. Era el momento de destacarse.

—Yulia, no eres una santa ni mucho menos una hermana de la caridad. Eres arrogante, prepotente, mujeriega…

La morena respiró profundo mientras cerraba los ojos, tumbándose de espaldas contra el respaldar del sofá. La había cagado a magnitudes extravagantes, y lo sabía.

—Lo sé, Mirka, lo sé —Interrumpió las descripciones que su mejor amiga sacaba a relucir de su persona — Sé que la cagué. Pero la amo, ¿cómo quieres que lo explique? A mi ridícula manera pero aún la quiero — Suspiró abriendo los ojos, poniéndose de pie. Miroslava solo la observaba y no podía evitar sentir un poco de pena, aunque a veces Yulia actuara como una mujer inmadura.

—Puede que la quieras, pero no la amas —Esperó que Yulia dijera algo pero solo se encontró con un silencio que confirmaba sus palabras — Si la amaras, no hubieras hecho la estupidez que hiciste —Yulia frotó su nuca, girando el cuello de lado a lado — Estuviste engañándola desde que se casaron, con una mujer que también estaba casada, la cual nunca me has descrito ni me has querido contar que fue lo que sucedió. Apenas saco a relucir el tema, te encabronas toda…

—Yo no quiero hablar de ella, Mirka, es parte de mi pasado y ya. Ahórrame el tema —La rubia asintió, acto que pasó desapercibido para la pelinegra por la posición en que se encontraba.

—Mira, Volkova, solo te daré un consejo. Dale su tiempo, ¿de acuerdo? —No hubo ninguna respuesta de vuelta — Sé que… la quieres y que ella también está enamorada de ti porque bastante se le notó que lo hacía, pero debes darle un tiempo.

Yulia se detuvo frente al ventanal, observando la inmensidad de la ciudad. Una lágrima rebelde se le escapó, pero no hizo nada por detenerla.

—Los trámites del divorcio no se detendrán y lo sabes — La rubia esperó algún comentario pero solo se encontró con el silencio de nuevo — Ella llevará a cabo todo el proceso hasta el final y eso no lo podrás evitar. Tienes que dejarla en paz, que piense bien las cosas por lo menos, para que te dé una oportunidad de quedar como amigas, porque, enana… — La chica ya estaba al lado de la pelinegra viendo como esta tenía la mirada cristalina, perdida en cualquier parte mientras observaba el perfil derecho de la ojiazul —… Así te ame, se desviva por ti, muera de amor por ti, nunca te dará otra oportunidad.

La morena bebió de un solo trago lo que restaba de su bebida sin despegar su mirada del ventanal. Sabía que Miroslava llevaba razón en sus palabras. Había jodido la única relación sincera que había podido encontrar después de mucho tiempo. La única relación que le demostró sinceridad, luego de haberse enamorado de alguien que nunca, se la iba a jugar por ella como lo estuvo dispuesta hacer, si se lo pedían.

—Bien, basta de sentimentalismos por hoy —Dijo secándose los ojos y dando vuelta — Creo que mejor iré a la oficina un rato para dejar todo listo. Debo irme a New York en dos días y aún no termino de confiar en Yerik lo suficiente como para dejarlo a cargo durante mi ausencia. No sé porque mi padre tuvo que dejarlo al mando cuando enfermó.

— ¿Te recuerdo que fuiste tú quien no quiso hacerse cargo de las empresas porque querías encontrarte a ti misma? Al menos eso fue lo que me contaste.

—Cierto… en fin. Si te hubieran dado el papel de “Pepito Grillo” no lo hicieras tan bien. Pareces mi jodida consciencia — Miroslava no pudo evitar reír, yendo hacia la cocina.

—Al menos no soy el lado “sucio” de tu consciencia — Puntualizó la rubia y esta vez Yulia fue quien rió por el comentario.

[…]

Eran las 2:56 pm, cuando cruzó la única puerta de cristal que había en aquel piso. Raisa, una joven de cabellos cobrizos, mirada adormilada y con exceso de pecas en su cara, le dio la bienvenida a su jefa cuando ésta se detuvo frente a su escritorio. Solo estaba esperando que la chica de cabellos negros terminara de hablar por su teléfono móvil, para ponerla al corriente de todo.

—Cuenta con ello para el fin de semana. Nos vemos allá… Adiós — Negó con la cabeza una vez que colgó — Imbéciles — Dijo a la nada. La chica pelirroja mantenía su cabeza agachada — ¿Alguna novedad, Raisa?

—Su boleto de avión y las reservaciones para su viaje, ya están listas, señora Volkova. Además… — Dijo buscando algo entre unas carpetas mientras que la morena solo revisaba su teléfono móvil — El contrato con el señor Stanilav está redactado sobre su escritorio y… — Yulia retomó su andar hacia su despacho. La secretaria, rápidamente se levantó del asiento y siguió a su jefa, sin dejar de hablar — Señora Volkova…hay una señora esperándola en su...

La pelinegra no había escuchado la última frase cuando al abrir la puerta, se encontró con su madre sentada en su silla giratoria, esperando su llegada. Yulia no dudó en hacer una mueca de desagrado que para nada había pasado desapercibida por Larissa.

—Gracias, Raisa. Cualquier cosa te estaré llamando. Ahora déjame a solas con la agradable visita —Dijo remarcando las dos últimas palabras.

Larissa se puso de pie de inmediato solo para saludar a su hija con un fuerte abrazo el cual no se llegó a completar ya que Yulia muy directa, lo evitó.

La puerta de la oficina de la morena sonó cuando la chica pelirroja se retiró. Larissa miraba de reojo a su hija pasar por su lado, para ocupar la silla en donde hasta hace algunos segundos, descansaba.

—Yulia, soy tu madre, no sé porque te emocionas tanto al verme — Sabía que el comentario había sido tan sarcástico como el que Yulia tenía preparado. Se giró para quedar de frente al escritorio de la pelinegra.

—Sabes como soy, mamá. La felicidad se me desborda por los poros cuando veo tú rostro que por cierto, creo que te quedaron algunos espacios por llenar con Botox. Aún tu sonrisa no es lo suficientemente falsa.

Era obvia la rivalidad que existía entre ellas dos. Después de la muerte de Oleg, la relación entre ella y su madre se fue deteriorando con el paso de los años. La morena mayor, había decidido rehacer su vida, algo que a Yulia no le gustó para nada ya que no encontraba la idea de hacer los recuerdos de su padre a un lado, cuando no había pasado mucho tiempo de haber fallecido.

Larissa rodó los ojos haciéndose a un lado, mientras Yulia dejaba sus cosas personales sobre el sofá que estaba en una esquina de la oficina, para luego sentarse en el lugar que su madre estaba ocupando, hace segundos atrás.

—¿A qué debo tú visita? Espero que sea algo breve porque tengo una reunión dentro de poco — Mintió.

—Debes estar al tanto que me iré a vivir a España. ¿Cierto? — La morena no levantó la vista de su portátil. Solo escuchaba — La casa que era de tú padre, fue vendida recientemente hace dos semanas, es decir, ya nada me ata a esta ciudad — Yulia tragó duro, pero no levantó la mirada de la laptop —Me iré con…

—Si… con tú nuevo marido. Larissa — Concluyó, llevando su espalda completamente hacia el respaldar de la silla y cruzándose de brazos — Ahórrate cada palabra de despedida, tu pequeño discurso de madre abnegada, porque no te queda. Para nadie es un secreto que vendiste todo lo que era de mi padre.

—Y mío también! — Aclaró la mujer bajo una actitud soberbia.

—Claro madre, se me olvidaba que también es tuyo —Bufó — Que bueno es saber que nunca tuviste una hija, perdón… — Hizo una pausa poniéndose de pie. Larissa giró a verla —… Dos hijas, que por supuesto se han borrado de tu mente y recuerdos.

—No es lo que tú piensas, Yulia, siempre me ocupé de ustedes dos. Kamila fue mi hija y la amé como lo hago contigo, aunque…

—Madre…. —Volvió a tragar duro para no echarse a llorar allí mismo y caminando hacia la puerta —… Larissa, como te dije hace un rato. Tengo una reunión dentro de… — Miró su reloj — … cinco minutos y no puedo faltar. Así que, por favor…

Yulia ya se encontraba frente a la puerta de madera barnizada, abriéndola y sosteniendo el pomo de la misma en espera de que su madre, la atravesara. La mujer mayor tomó sus pertenencias al sentir que obviamente su presencia estaba sobrando, pisando fuerte mientras se dirigía hacia la salida, deteniéndose a la altura de la morena. Ésta, solo miraba hacia el pasillo donde su secretaria al percatarse de la escena, bajó su cabeza y siguió su trabajo, en total silencio.

—Solo espero que algún día, todo ese odio, no se convierta hacia ti — Larissa la miró de arriba / abajo y salió de allí.

El taconeo sobre el parqué fue disminuyendo una vez que la pelinegra tiró la puerta de su oficina con todas sus fuerzas. La ira se había apoderado de ella justo en el momento en el que Larissa, hablaba solo de ella misma.

—¡¡Vete a la maldita mierda!!!! —Gritó, sacando todo el odio que sentía por la mujer que la había traído al mundo.



Media hora más tarde, algunos golpes en la puerta la sacaron de sus pensamientos nulos. Un “adelante” salió de sus labios y Raisa asomó su cabeza a través del trozo de madera caoba.

La chica estaba un tanto nerviosa y más, cuando vio como la oficina de su jefa se encontraba. Algunos trozos de vidrio, estaban regados por el piso. El computador portátil, había quedado destrozado, inservible, al parecer. Todo era un caos, de hecho, la chica pelirroja se había asustado tanto cuando comenzó el jaleo a puertas cerradas, que su mano nunca se apartó de la central telefónica, en caso de que tuviera que llamar al área de seguridad o peor aún, a una ambulancia.

—Señora, ¿se encuentra bien? — Preguntó la chica. La morena se levantó automáticamente de la silla.

—Llama al personal de mantenimiento y has que recojan todo esto, por favor —Dijo sin dar explicaciones de su estado de ánimo — También llama a Kiril, el chico de sistemas y que haga una copia de seguridad de los archivos que deben estar allí — Señaló la portátil que estaba en el suelo — Los necesito a más tardar para mañana y por favor, nunca más… me pases una llamada de Larissa Volkova. Grábate bien ese nombre, ¿entendiste? Nunca más.

La chica asintió con bastante vehemencia viendo como su jefa tomaba su saco y su cartera y salía de la oficina, como alma que lleva el diablo. Raisa respiró profundamente para comenzar a llamar a las personas que iban ayudarla a levantar todo aquel desastre.

[…]

La reunión con Filip habría sido todo un éxito de no ser porque el hombre nunca estuvo de acuerdo con la sociedad entre las empresas japonesas y las de la familia Katin. Simplemente alegó que hubo balances que le parecían extraños y que él mismo se tomaría la molestia de revisarlos. Más adelante, les dejaría saber su opinión y si convenía cerrar el contrato, pues, él mismo lo haría.

—Lena, no entiendo como puedes dejar que tenga el control de todo… o bueno, casi todo!!! — Se quejó Mihail una vez que entró a la oficina, siguiéndole los pasos a la pelirroja.

—Es socio minoritario y si todos los socios no estamos de acuerdo, no se puede cerrar el contrato. No creo que no estés al corriente de cómo se manejan las cosas acá.

—Obvio que estoy al corriente, Lena. Por algo me hiciste presidente de dos de las textileras —Dijo tomando asiento frente a la mujer. La pelirroja marcaba un número en su celular, una vez que había imitado al chico — Solo que, aun no me está quedando claro, que papel está jugando Filip en todo esto.

Cuando terminó de opinar, vio que Lena le hizo una seña con la mano para que esperara. La línea del otro lado, estaba repicando.

Mami!! — Lena automáticamente sonrió al escuchar la dulce voz de su hija.

—Hola mi amor. ¿Cómo está mi princesa, hoy? —Preguntó, sin dejar de sonreír. Su mejor amigo, había caminado hasta la nevera ejecutiva que esta tenía en el despacho, sacando una botella con agua mineral gasificada, llevándosela a la boca bajo la atenta y risueña mirada verdigris de la pecosa.

Bien mami. ¿Por qué no fuiste a buscarme hoy al cole? — La pelirroja se acomodó más en la silla mientras encendía la portátil.

—Mami tenía muchas cosas que hacer en la oficina, cariño y siente mucho no haber podido ir a buscarte al cole. Pero te prometo, que mañana paso por ti y vamos por un helado, de esos gigantes como te gustan, ¿de acuerdo? — Pudo escuchar la risa del otro lado y sus ojos no tardaron en cristalizarse.

Mami, ¿y también puede venir mi mamá con nosotras? A ella le gustan los helados y a mamá Lucía también. ¿Podemos compartir todas juntas, umm?

Lena respiró profundo al escuchar aquel nombre. La mano que tenía libre, la empuñó sobre el escritorio, algo de lo que Mihail se dio cuenta y con una señal le dijo que se calmara un poco.

[Flashback]

Pasaban las tres de la tarde y la sala de exposición de la Galería de Arte Trietiakov, se preparaba para dar inicio a la inauguración de la más reciente obra del artista español Anibal Clemente, titulada: “Al natural”. Esta consistía en un conjunto de varias pinturas donde el desnudo y la religión, se expresaban como arte y no como algo sexista, vulgar ni ofensivo.

Había pasado dos meses tratando de convencer a un grupo de sindicalistas que estaban en contra de que la exposición se llevara a cabo en su galería. Estas mismas personas, al enterarse de que el artista español se inspiraba en la antigüedad clásica, representando el cuerpo humano al desnudo con rostros angelicales y virginales, inmediatamente intentaron clausurar el recinto para que este tipo de blasfemias dejaran de presentarse a la vista de todo el mundo.

—Svetlana, no hagáis de ellos un uso comercial ni obra derivada. Son temas que fácilmente pueden causar controversia, e incluso son calificadas como temas cargados de obscenidad —Dijo el hombre de poblada barba rojiza y ojos verdes, al ritmo del andar de la rubia.

—Igor, sabes perfectamente que el arte cristiano siempre empleará posturas humanistas enfocadas en lo mitológico, en lo virginal, en la pureza. El desnudo siempre ha inspirado a grandes artistas. No encuentro razón alguna, del porqué en mi galería no se pueda realizar una exposición de esta magnitud —La rubia bajaba las escaleras del segundo piso donde quedaban sus oficinas, hacia la sala de exposición. Algunas pinturas del artista español, ya estaban siendo colgadas y ubicadas alrededor del recinto.

—Estoy de acuerdo contigo, pero estaremos corriendo el riesgo de que la galería sea clausurada de por vida y que este grupo de personas nos lleven contra demanda para que el arte de una vez por todas decaiga a nivel general —La rubia bufó sin dejar de supervisar que todo estuviera en orden.

—No me interesa un grupito de personas, Igor. He venido planteando varios escenarios al sindicato para que cese el acosamiento y evitéis que la demandante sea yo. Ellos solo quieren causar un revuelo para que el gobierno se pronuncie a favor y así obtener lo que todos quieren: PODER. Un simple espacio dentro de la asamblea y ser reconocidos —Asintió en dirección a uno de los empleados que terminaba de colocar el último cuadro dentro del perímetro de cristal — Fueron dos meses de reuniones, donde planteé por las buenas, negociar, pero por la vía fácil nada funciona. Además, Igor...

—Vaya! Así que una mujer de armas tomar —Svetlana y su compañero giraron a la vez hacia donde la voz se había pronunciado.

Una mujer alta, de cabellos castaños y mirada oscura, caminaba hacia el encuentro de la pareja, con una mueca emotiva en el fino rostro. La rubia la observó de pies a cabeza, para luego mirar a Igor quien le dedicó una mirada confundida.

—El cuerpo humano no debería ser censurado y más cuando… es sinónimo de belleza y elegancia —Dijo, devolviendo el recorrido que le había hecho la rubia con la mirada, pero de una manera más erótica. Sveta tragó en seguida pero sin dejar su arrogante actitud a un lado.

—Estoy de acuerdo, y más cuando la misma iglesia católica involucra mucho el arte con la desnudez humana — Hizo una pausa y continuó — Perdón, ¿Quién eres? —Preguntó tajante mientras se cruzaba de brazos.

—Directa y conocedora, creo que será todo un placer —Igor se aclaró la garganta haciendo que la mujer recién llegada se percatara de su presencia — Lo siento, me llamo Lucía Rodríguez. Soy comunicadora social y publicista, amante del arte y admiradora de la perfección anatómica de los griegos y los romanos.

Svetlana quiso sonreír ante aquella presentación tan poco común pero solo estiró la mano para recibir el saludo que cortésmente le brindaba la mujer de acento extraño.

—Svetlana Koslova, un placer —Dijo apretando la tersa y firme mano de la otra mujer — Para ser de la prensa, creo que llegaste muy temprano. La exposición apenas comenzará a las dieciocho treinta.

El móvil del hombre pelirrojo sonó en ese momento, alejándose de ambas mujeres para atender la llamada. Lucía se acercó un poco más a la rubia.

—No soy de la prensa, solo vengo admirar la exposición —Sveta frunció el ceño en su dirección. La extraña sonrió ya que la mujer de ojos verdes esperaba una explicación más convincente acerca de su presencia allí — Ya te dije que soy amante del arte y solo quería ver que la exposición se llevara a cabo. Hace algunas semanas he llegado al país en busca de un buen artículo para mi blog.

—¿Blog? Pero, acabas de decirme que no eres de la prensa, no entiendo — Lucía negó sonriente viendo que Igor volvía a reunirse con ellas.

—Disculpad. Sveta, debo irme para atender un asunto. Nos vemos esta noche, ¿si? — Asintiendo con algo de pena en dirección a la castaña, se despidió de las dos mujeres tomando como rumbo, la salida del recinto.

Svetlana había recorrido con su mirada todo el camino que había hecho Igor hasta perderse de su vista, cuando volvió a centrarse en la mujer que estaba frente a ella, consciente de que nunca la había dejado de mirar penetrantemente.

—Retomando el tema, señora Koslova, ¿cierto? — La rubia asintió para luego recorrer la sala y poder dar los últimos retoques de la presentación. El sonido de los tacones de la mujer que la seguía, se escucharon sobre el piso de parqué, haciendo eco en el salón — Las campañas de censura van y vienen. He sido testigo de como muchas obras muy buenas, han sido condenadas de acuerdo a la sensibilidad de cada generación y en algunos casos, son irreversibles ya que las obras originales ni se pueden restaurar.

La rubia detuvo su andar y se giró para quedar frente a la mujer que poco a poco le daba entender que solo estaba allí apoyando el arte y no con la intención de causar alguna polémica más.

—Me dijiste que acabas de llegar al país, y tú nombre no es nada común. ¿De dónde eres? —Indagó retomando el andar, seguida de la castaña.

—Argentina. Buenos Aires, para ser más exacta — La rubia asintió ya que le parecía extraño y a la vez encantador, el acento de la mujer y como remarcaba algunas palabras de su idioma natal.

La argentina le demostraba cada minuto que pasaba a su lado, que gozaba de un amplio conocimiento de las artes, de las pinturas, de todo lo relacionado con una finalidad estética. Su blog hablaba sobre muchas recomendaciones de exposiciones en galerías, sobre viajes, libros, música, era una mujer que aprovechaba al máximo su vida para dedicarla a curiosear, indagar, conocer nuevos mundos y eso a la rubia, terminó encantándole.

Tenían gustos muy similares.

Lucía se había convertido en una amiga incondicional, en una amante ejemplar que pasó a llenar un vacío que había quedado suspendido en el aire, después de que su relación con Elena terminara, definitivamente.

Lucía había sido la nueva apuesta en el amor que había decidido jugar, aunque aún su mente no terminara de olvidar.

[Fin flashback]

Khristeen se había encariñado prontamente con la mujer, y el cariño que le tenía es lo que hacía que a Lena le hirviera la sangre cada que la nombraba tan tiernamente.

—Claro mi amor. Saldremos todas juntas a comer helados, solo si tú mamá así lo desea, ¿de acuerdo?

Mami!!! Eres la mejor mami del mundo. Te quiero mucho — La niña le lanzó un beso a través de la línea y Lena se lo devolvió, aunque quien ahora atendía la llamada no era precisamente su princesa.

No te preocupes, Lena, te ahorraré que pases un mal rato. Lucía y yo no iremos con ustedes a tomar un helado y no te preocupes, yo hablaré con la niña. Así que, espero no se te olvide mañana que le acabas de hacer otra promesa a tú hija… trata de cumplirla. Adiós.

El sonido que dejó salir de su boca fue bastante notorio. Svetlana podía ser una gran piedra en sus zapatos cuando se lo proponía y más, si su objetivo era hacerle la vida de cuadros.

—Ya sé, la niña mencionó a la nueva mujer de tu ex, ¿no es así? — La pelirroja asintió dejando a un lado su móvil, contestando la pregunta de Mihail.

—Sé que la nena no tiene culpa de nada porque lo hace inconscientemente. Es solo una niña y su inocencia no va más allá de los problemas que podamos tener su madre y yo, pero es que me duele. No puedo evitarlo.

Mihail tomó una de las manos de la pelirroja que tenía sobre el escritorio, enviándole todas las energías positivas que tenía con él en ese momento. No le gustaba ver a su amiga de aquella manera, pero era un tema, del que Lena poco a poco se tenía que desligar, así pasaran cincuenta mil años, el tiempo que fuera, pero sabía que lo iba a lograr.

— ¿Por qué no vamos a tomarnos algo?... Sé que no bebes — Aclaró de inmediato el hombre — Pero creo que me vendría bien a mí un trago, para digerir un poco a Filip y a ti, algo ligero para que te desahogues un rato. Al menos podremos disfrutar de otro ambiente, de otras personas. Tanto estar dentro de esta oficina y de las otras, me está creando ansiedad.

Lena asintió sin ganas, pero nada hacía quedándose encerrada en su despacho, cuando sabía que automáticamente, su cerebro la victimizaría de todos los pensamientos que desde ya comenzaban a remolinarse dentro de su cabeza.

Tomó su saco que religiosamente colgaba en el respaldar de la silla, viendo como Misha se adelantaba hasta la puerta. Abrió uno de los cajones de su escritorio, no sin antes confirmar que su amigo estaba llamando el ascensor y sacó una foto donde podía ver a Svetlana junto a su hija, cuando recién había dado a luz.

Aquella mirada de alegría le trajo tantos recuerdos, que una tonta lágrima salió de su ojo limpiándola inmediatamente con su mano y guardando de nuevo la fotografía para así salir, dejando a un lado la melancolía.

[…]

— ¿Quieres que gire y te lleve a tú apartamento? —Mihail interrogó sin quitar la vista de la autopista, viendo los autos detrás de él a través del retrovisor.

—Yo estoy bien, Misha, créeme. Además, no quiero estar en casa porque sé que terminaré en el estudio, trabajando y no quiero seguir embotando mi cabeza con más estrés. Necesito un espacio, distraerme y siempre lo logras. ¿Ya te había dicho que podías haber sido el marido perfecto?

Ambos rieron mientras Lena se ajustaba un poco el cinturón de seguridad y Mihail la miraba de reojo.

—Creo que eres la única mujer que me ve así —Resopló y Lena maldijo en silencio.

— Yevguéniya no te odia y lo sabes. Tú matrimonio con ella fue algo muy lindo y vuestros hijos sois encantadores.

—Pero tuvo que aparecer ese cabrón para aprovecharse de la situación — Dijo dando un ligero golpe sobre el volante, haciendo que la pelirroja le diera un apretón de apoyo en el hombro derecho.

—No te culpes, ella no estaba recibiendo la misma atención que cuando eran novios. A veces me siento culpable por ello, sé que el haberte ascendido ocasionó que te alejaras de tú familia.

—Elena, por favor. No puedes culparte de algo así. Yevguéniya y yo ya teníamos diferencias cuando nació Maxim luego, al quedar embarazada de Evgenia, intentamos salvar la relación pero no funcionó. Yo hacía todo lo humanamente posible pero ella estaba distante, no era la misma mujer con quien me casé, hasta que lamentablemente…

—Podemos dejar el tema hasta aquí, ¿te parece? —Elena aclaró, aunque ya conocía aquella historia donde muchas veces se veía reflejada.

—No me avergüenza decir que mi ex esposa me fue infiel —Dijo dando vuelta en una esquina —Es algo del pasado. Al menos soy feliz por mis hijos.

—Ella hace lo mejor que puede para llevar la paz contigo —Lena vio que habían llegado al lugar.

—Yo me conformo con ello. No le guardo rencor, después de todo sé que descuidé la relación.

—La culpa fue de ambos, ¿Ok? Así que venga, no sigas torturándote con eso — La pelirroja desabrochó el cinturón y abrió la puerta pasa salir —Ya estamos acá. Solo divirtámonos un rato y olvidemos que afuera el mundo aún sigue dando vueltas.

El hombre castaño asintió, bajando también del coche. Cuando rodeó el mismo, hizo que Elena enganchara su brazo con el suyo y se dirigieron adentro. La música no estaba tan alta. Así que todo estaba genial, a pesar de las circunstancias.


Continuará...
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Mensaje por Volkova'sRules2 10/3/2020, 12:28 pm

Que interesante saber que Yulia sigue siendo torpe e inmadura aunque comparando sus actitudes desde la primera parte, podemos decir que es una mujer que solo busca atención, una chica egocéntrica que solo hace lo que es su conveniencia y sino resulta, hiere. Así es ella. En otra parte Lena no puede estar enamorada ahora de su ex esposa, acaso se le olvidó que amaba a la niña morena en la primera parte o solo lo decía para revolcarse con ella? No puede decir que siente rabia porque Svetlana tiene otra

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Mensaje por psichobitch2 10/10/2020, 12:07 pm

Capítulo 3: ¿Tú?

Iba ya por el segundo trago de vodka mientras dejaba que algunas lágrimas corrieran sin vergüenza alguna, a través de su rostro. La gente a su alrededor solo platicaba haciendo que el ruido lograra acompañarla en la soledad que por dentro estaba sintiendo.

Aquella había sido la razón por la que no quería llegar al hotel donde estaba viviendo. No aún. No quería encerrarse entre cuatro paredes y que sus pensamientos la atacaran cruelmente. Tenía varias ideas alocadas en su cabeza y si estaba sola, tal vez las pusiera en marcha.

El móvil sobre la barra de caoba comenzó a timbrar, pero en la posición en la que estaba no permitía que viera la luz de la pantalla iluminarse.

—Señorita… Su móvil. Está timbrando — Le dijo el bartender tocándola apenas sobre la mano que aferraba en el vaso.

Inmediatamente su mirada se enfocó en el rostro del chico quien con su cabeza le señaló el aparato que continuaba timbrando. Lo tomó y revisó. Había recibido un mensaje de texto.

Mirka: Yulia, fui a tu oficina hace rato pero no te ubiqué. ¿Puedes decirme donde carajos estás? Te estoy llamando.

En efecto. Al corroborar el icono de llamadas, tenía tres perdidas, y todas eran de su amiga.

En serio, no había escuchado su móvil sonar.

Yulia: Estoy en el bar de siempre. No quiero estar en casa… Perdón, en el hotel que ahora se ha convertido en mi casa.

Mirka: Voy saliendo para allá.


Leyó el mensaje devuelta y dejó de nuevo el móvil sobre la barra.

—Hey, por favor, tráeme otro vodka… no… mejor un whisky, doble… seco.

El bartender asintió e hizo lo que la morena le solicitó. Conocía a Yulia como cliente fija y nunca la había visto tan seria ni mucho menos tan triste, durante los años que llevaba frecuentando el lugar. Quería hacerle algunas preguntas, tal vez tratar de hablar con ella pero, así como conocía su lado amable, también conocía su lado déspota, por lo que optó por quedarse en silencio, atenderla a ella y a las demás personas que comenzaban a llenar el lugar.

—Disculpa amigo, por favor podrías llevarme a la mesa de allá, una cerveza y una Coca-cola? Voy al baño. Gracias — Dijo un hombre que se paró a unas cuantas sillas de distancia de ella, dirigiéndose al chico detrás de la barra. Este asintió y fue a servir la orden.

Cuando el hombre pasó a sus espaldas, ella solo miró de reojo por encima de su hombro y sonrió negando con la cabeza.

—Coca-Cola… ¿quién toma esa mierda en un bar? — Sonrió y se llevó el trago a la boca, bufando incrédula.

Había pasado un buen rato y su segundo Whisky ya iba por la mitad. Estaba bebiendo demasiado rápido, como si con ello fuera a borrar toda la rabia que estaba sintiendo por dentro, después de haber discutido con Larissa.

Segundos después, una mano se posó sobre su hombro, para escuchar una voz seguidamente en un saludo.

—Hola! —Alzó la vista para ver de quien se trataba y volvió a dirigirla de nuevo al vaso de vidrio.

—Hola.

—Con un demonio, Yulia, ¿qué fue lo que pasó? — Dijo la rubia asiéndose con un taburete para sentarse al lado de la pelinegra. Luego, dirigiéndose al chico de la barra — Hey, por favor, puedes traerme una cerveza? Gracias — El joven volvió asentir viendo como la mujer recién llegada, se sentaba al lado de la chica de ojos azules.

—Larissa… eso es lo que pasa. Esa maldita mujer…

—Hey!!! Yulia!!! — Intervino — No te expreses así. Es tú madre — Dijo agradeciendo la cerveza que colocaban frente a ella. Le dio un trago, solo para quitarle la espuma, observando el perfil de su amiga.

—Dejó de serlo precisamente el día de hoy. No quiero saber de ella nunca más y agradezco que se vaya a España, donde espero, se la trague la tierra, o algún volcán!

La rubia negó bastante preocupada. Conocía los alcances de su amiga y los altercados que de vez en cuando tenía con la mujer mayor, pero desearle prácticamente que desapareciera de la faz de la tierra, tuvo que haberle afectado muy en serio a la chica de cabellos azabache para despotricar y referirse de aquel modo.

—Cuando fui a buscarte, vi a tu secretaria dentro de tu despacho junto a varias personas de mantenimiento, recoger el desastre que dejaste. Por un momento pensé que estabas haciendo alguna remodelación pero, todo estaba vuelto trizas. Juré que un huracán había pasado por allí, pero tu asistente, esa chica totalmente rara, creo que tiene un código de silencio o sufre de Asperger, porque no quiso decir nada.

Yulia sonrió a medias por el comentario acerca de la joven pelirroja de mirada adormilada. Sí, la muchacha era bastante tímida pero hacía bien su trabajo.

—Desde que murió papá, Larissa se ha comportado como si solo estaba esperando que él lo hiciera — Hizo un pausa y con su dedo índice iba marcando la orilla del vaso, sumida en sus pensamientos — Nada le importaba ya, incluso, vendió la casa en la que yo crecí, en la que mi hermana, mi papá y yo vivimos y sin consultarme! Luego, de la nada dice que se larga a otro país, con un amante que tiene. Ella está tan feliz, está tan cambiada… — Volvió el silencio momentáneo, el que Miroslava no quiso interrumpir para que ella continuara — Es como si nunca hubiéramos existido en su vida.

La otra chica fue consiente de las lágrimas que rodaban por el rostro de su amiga. Le dolía verla acabada, sobre todo porque conocía aquella parte noble de la mujer que estaba consolando en ese momento, pero Yulia podía ser tan injusta como caprichosa, a veces.

—Entiendo perfectamente todo lo que sucede porque tú misma me has hecho partícipe de las cosas que han pasado en tú vida. Pero… No te has puesto a pensar, que su actitud sea la única manera de poder drenar todo el dolor que siente? — Yulia volteó a verla en ese momento, con una mirada decaída y la sonrisa irónica en sus labios.

—Miroslava, por favor… —Bufó — Es mi madre, la conozco desde hace veintisiete años. Sí, puede que sea una mujer íntegra, educada, profesional, pero es oportunista y aprovecha muy bien todas las situaciones a su favor. Es una mujer posesiva, materialista, que únicamente le importa engrandecerse y agraciarse ella misma, sin mirar a los demás.

—Pero ha pasado por muchas situaciones que tal vez la hayan golpeado muy fuerte. La muerte de tú hermana, la pérdida de tu padre y… — Se quedó en silencio mientras se debatía si decir lo que tenía en mente. Yulia miró por un segundo los ojos azules de la chica, como adivinando lo que Mirka quería decir, pero desvió sus ojos nuevamente al vaso, bebiendo de un solo trago su bebida.

—Dilo.

—Lo siento — Miroslava posó sus ojos en algún punto de la barra mientras sus dedos jugaban con el porta vasos — Solo quiero que te des cuenta, que tu madre te ama, que ha intentado acercarse a ti, incluso cuando tú padre falleció. Eres lo único que le queda en el mundo. No puedes juzgarla de la noche a la mañana solo porque ha decidido hacer de nuevo su vida. Es un ser humano, Yulia… Como tú y como yo…

—Mirka, ella solo me llamó un día para decirme que se había enamorado de nuevo, que intentaría ser feliz otra vez y que intentaría darse una nueva oportunidad, una nueva vida, de ser posible — La morena miraba a su amiga quien mantenía la vista fija en las botellas de la estantería de la barra. Era su amiga, pero no compartía la misma opinión — No! Y no estoy de acuerdo con que la defiendas solo porque es madre. Me parió, que bien por ella! Pero nunca cumplió con el papel de mamá, ni para mí, ni para Kamila y eso es algo que jamás en la vida le voy a perdonar.

Después de aquellas palabras, el silencio entre ambas mujeres se hizo presente, aunque nunca se volvió incómodo.

La rubia nuevamente llevó su mano hacia la espalda de la pelinegra. Esta se tensó al momento de sentirla pero luego se relajó un poco, volviendo a pasar su dedo sobre el filo del cristal.

Las dos sabían que las palabras estaban de sobra. Mirka no quería decir nada más porque de alguna manera sentía que estaba avivando aquellas brasas que se mantenían en llamas. Tampoco creía conveniente decirle a Yulia, que Larissa en una oportunidad se había reunido con ella, solo con la intención de poder desahogarse ya que conocía la cercanía que había entre ellas dos y solo quiso ver si existía alguna manera de poder unirse más a su hija.

Ahora Miroslava solo iba a dejar que Yulia se desahogara un poco y si tenía que llevarla arrastrada hasta el hotel, lo haría. La quería mucho, como si se tratara de una hermana menor y no iba a dejarla sola.

Una hora después, efectivamente Yulia ya estaba muy tomada. La rubia solo había bebido dos cervezas, pero la ojiazul, ya iba por el sexto trago doble de Whisky y en realidad no se veía nada bien.

—Yul, vamos… Estás borracha y te recuerdo que tienes un viaje en puerta. Déjame aclararte que subirse a un avión con resaca, no es lo recom…

—Bah!!! Cállate Mirka! Tú no… sabes nada! Yo no estoy bo…borracha. Tú… — la señaló con el índice y una estúpida sonrisa en la cara —…si estás borracha, yo…no…no. Yo no voy a viajar…a ning… ninguna parte… Mi mujer me espera en casa… y allí es a donde voy.

Cuando intentó levantarse de la silla, su amiga tuvo que agarrarla de la cintura antes de que aterrizara en el suelo. Eso causó que la morena lanzara una risotada y Miroslava no tuvo más remedio que igualarla. En realidad, le daba gracia ver a Yulia totalmente ebria.

—Lo que tú digas, Volkova. Pero vamos, necesitas descansar, ¿bien? — La morena asintió felizmente mientras pasaba su brazo por encima del hombro de la chica.

—Eres…una gran amiga…te… quiero — Le dijo hundiendo uno de sus dedos en la mejilla de la rubia.

Ok, ya salió la Yulia cariñosa.

Miroslava negó mientras sonreía. Tenía que hacer un esfuerzo para hacer que la morena caminara sin dar tantos tropiezos, porque aunque fuera baja de estatura, pesaba, ya que tenía que cargarla prácticamente.

Ninguna de las dos vio la silla que estaba en el camino y por supuesto, Yulia al ser la que más alcohol tenía encima, tropezó cayendo en brazos de una chica que al parecer iba hacia los sanitarios.

—Lo siento. No me di cuenta — Dijo Miroslava tratando de hacer que Yulia se pusiera derecha pero la mujer que sostenía en brazos a Volkova aún, no daba crédito lo que sus ojos veían.

—Yulia…

—SI!! —Soltó otra risotada con la mirada fija en los pies de la persona que la estaba sosteniendo — Así me llamó mi madre!!!! Por cierto, que… zapatos tan bonitos — La mujer miró confundida a Miroslava y ésta solo se encogió de hombros.

—Permíteme — Le dijo la chica a la rubia y pasó el brazo de Yulia por encima de su propio hombro para ayudarla a caminar — ¿Hacia dónde se dirigen?

—Hacia mi coche. Obvio que ella no puede conducir así en ese estado.

—Yo traje mi coche!!! Y me voy en él…no estoy ebria — La terquedad de Yulia era interminable. La chica y Miroslava rodaron los ojos.

—Sigue siendo una terca, por lo que veo — Dijo y aquel comentario sonó en la cabeza de Yulia.

Espera… ¿me conoces?

La morena alzó la mirada y su boca quedó entreabierta. Parpadeaba tan rápido que hacía que la imagen que había delante de ella, pareciera fragmentos de diapositivas que se reproducían aceleradamente frente a sus ojos.

No puede ser que esté tan borracha.

Se separó de golpe y casi vuelve a caerse pero pronto Mirka volvió a tomarla del brazo.

—Yulia, por dios!!! — Gritó la rubia tratando de hacer equilibrio para mantenerse ambas de pie.

—¿Qué mierda… haces tú, aquí? — Se rió demasiado alto, haciendo que las personas esta vez fijaran su atención en ellas — No puedo… No… puedo estar… tan borracha… no…

Afortunadamente la chica y Miroslava no dejaron que tocara el piso cuando se desplomó en el aire.

Un hombre que estaba a unas cuantas mesas cercanas, observando todo, se levantó y tomó a la pelinegra en brazos, ayudando a que la trasladaran hasta el coche de Miroslava, que aún se encontraba un poco perturbada por todo lo que estaba pasando.

Una vez que colocó a la morena en el asiento trasero, la mujer agradeció al hombre quien asintió amablemente, dejándolas solas de nuevo en la calle.

—No entiendo que está pasando… Lo juro — Comentó la rubia pasando su mano repetidamente por su cabello — ¿Conoces a Yulia? — La mujer asintió lentamente sin dejar de mirar hacia la ventana, donde el cuerpo de la chica, ya estaba tendido en el asiento trasero.

—Digamos que nunca la conocí por completo, pero si tuve la oportunidad de hacerlo a medias. Mucho gusto, me llamo Elena, Elena Katina — La pelirroja extendió su mano y Mirka la tomó amablemente — Disculpa, tú eres su…

—Amiga — Sonrió devuelta — Somos amigas de la universidad. Mucho gusto, me llamo Miroslava Larina — Lena tomó su mano y la estrechó quedando un silencio algo incómodo entre ambas. La pelirroja recordó que su amigo estaba allí adentro, quizás preguntándose donde se había metido.

— ¿Ella va a estar bien? — Se preocupó. La rubia asintió calmadamente.

—Sí. Solo se pasó de tragos, aunque el desmayo no me lo vi venir. Afortunadamente estabas allí porque ya me estaba pesando un poco tener que cargarla para que camine — Sonrió haciendo que Lena también lo hiciera, fijando su mirada en aquella rubia. La chica era bastante guapa.

—Ehmm… Bueno… Creo que debo irme, vine con alguien y seguramente debe estar preguntando por mí — Miroslava asintió.

—Nuevamente gracias por la ayuda.

Lena asintió y decidió que era momento de entrar al bar. Se detuvo en la entrada y se giró para ver nuevamente hacia el coche pero ya la mujer había subido y comenzaba a maniobrar para poder salir del espacio donde había estacionado. Una vez que las vio desaparecer por la calle, suspiró y entró devuelta hasta la mesa donde Mihail, con su móvil en la mano. Había estado intentando comunicarse con ella.

—Joder Lena, te llamé al móvil. Pensé que te habías marchado o que te había pasado algo en el baño — Dijo el castaño una vez que observó a la pelirroja tomar asiento. Lena revisó su teléfono y en efecto, tenía una llamada perdida de él justo hace un par de minutos, pero su semblante era el de una persona que estaba totalmente en otro mundo y su amigo lo notó de inmediato.

—Katina, ¿estás bien? — Cuestionó tomándola de la mano. La pelirroja reaccionó al contacto.

—Era ella, Misha. Ella aún vive aquí — El hombre miraba confundido a la pelirroja.

—Espera, ¿quién vive aquí aun? ¿De qué estás hablando, Lena? No me digas que te afectó la soda — Rió, pero la pelirroja seguía mirando algún punto sobre la mesa.

—Soy una estúpida!!!! ¿Por qué no conseguí su número de teléfono? — Mihail frunció más el ceño. Ahora si no sabía que estaba pasando con su amiga.

—Lena, ¿puedes dejar de hablar incoherencias y decirme de una buena vez que está pasándote? ¿A quién viste?!!!

—A Yulia!!! Joder!!! A Yulia!!! Estaba aquí! — Alzó la voz pero solo para que Mihail la escuchara y poder sacar la frustración que tenía.

El castaño volvió a quedar más confundido que antes porque no sabía a quién se estaba refiriendo la pelirroja. Suspiró.

—A ver. Yulia sigue viviendo aquí pero no sé quién es la tal Yulia. Puedes aclararme un poco el panorama porque aun no entiendo, nada.

La pelirroja sacudió su cabeza volviendo a la realidad. Se había olvidado por completo que no estaba sola en aquella mesa, así que, cuando miró la cara de confusión de su amigo, cerró los ojos y los abrió de nuevo. Debía aclarar las cosas.

—Ha pasado mucho tiempo y no debes acordarte, pero recuerdas cuando me dijiste una vez, estando en la casa del campo: “Sal con ella, conócela. Fóllatela y listo, pero no olvides que tienes una esposa y eso no cambiará”.

Más o menos así había sido el consejo que Misha le había dado hace un buen tiempo cuando le contó que había conocido a una joven chica y que ésta le atraía. El hombre de inmediato captó la referencia y a su mente llegó automáticamente aquel recuerdo.

— ¿Me estás hablando en serio? — Dijo completamente lúcido respecto al tema.

—Claro que sí. Iba al baño cuando ella cayó entre mis brazos, literalmente. Estaba totalmente ebria y se veía bastante mal. Una amiga estaba con ella pero al parecer estaba teniendo problemas para llevarla hacia el coche — Hizo una pausa tratando de recordar el rostro de Yulia cuando la vio. Luego continuó — Ella decía incoherencias, típico de los borrachos, pero no se había dado cuenta que era yo quien la llevaba en brazos. Cuando por fin decidió verme… se desmayó.

—¿Se desmayó? ¿Pero, tan mal estaba? — Preguntó Mihail llevándose un trago a la boca de su bebida.

—Pudo haber sido por el grado de alcohol que llevaba en su cuerpo o pudo haber sido por la impresión de haberme visto, no sé en realidad, Misha. La acompañé hasta el coche de su amiga, pero aún no había reaccionado… Y no fui capaz de pedirle a la otra chica, algún número donde poder localizarla.

Mihail nuevamente volvió a su estado de confusión, frunciendo el ceño directamente hacia la pelirroja. Lena lo miró y sabía lo que este diría.

— ¿Para qué? Lena… Han pasado ya siete, ocho años desde que pasó lo de ustedes. Has vivido sin ella durante todo este tiempo. ¿Para qué quieres ahora tener algún tipo de contacto?

—Solo quiero saber cómo está, es todo. ¿Bien? Ella… — Se quedó callada un segundo — Solo tiende a beber así cuando la está pasando realmente mal y sé que debe estar pasando por alguna situación pesada — Mihail bufó.

—No es tu problema, Lena y disculpa que sea tan sincero pero, es la verdad. Ustedes dos nunca llegaron a formalizar nada, solo fue algo clandestino que hubo entre las dos. Tú estabas casada y creo que ella estaba de novia con alguna chica. Además, Lena, ella te mintió sobre su edad cuando en realidad apenas era una jovencita con ímpetu y ganas de celebrar que había dejado atrás la adolescencia… Créeme, nunca estuvo enamorada de ti, solo jodía contigo y ya.

Lena asintió lentamente queriendo también aceptar aquella realidad, aunque supo que Yulia si la amaba, ella se lo había dicho. Cuando hacían el amor, sentía cada entrega, no fue solo sexo, ella en realidad la había amado.

No quiso profundizar más en el tema porque sabía lo directo que era su amigo. Había perdido la oportunidad de poder tener su número telefónico. Quizás el destino debía actuar de aquella manera y no iba a desafiarlo esta vez.



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AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)  Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)

Mensaje por psichobitch2 10/18/2020, 1:05 pm

Capítulo 4: De vuelta a la realidad.


Miroslava detuvo el coche en el estacionamiento del edificio de siete pisos donde residía. No quería dejar a Yulia sola en el hotel ni mucho menos quería quedarse a dormir en un sitio totalmente desconocido para ella, así que llevó a la morena a su departamento como última opción.

Bajó del coche y fue en busca de Yulia rodeando el vehículo hacía los asientos traseros. Suspiró pesadamente porque ahora el trabajo pesado tendría que hacerlo ella sola. Cuando abrió la puerta del lado izquierdo, la pelinegra salió despedida y cayó al piso. No contaba con que Volkova estuviera totalmente apoyada allí y tuvo que contener la risa cuando escuchó que su amiga emitía quejidos dolorosos, mientras intentaba ponerse de pie.

—Joder, Yulia. Necesito que te levantes. Ayúdame para poder llegar hasta el piso — La ojiazul comenzó a reírse, como si su amiga hubiera dicho el chiste más cómico del momento.

—Estoy… en el piso, Mirka — Dijo arrastrando las palabras — No creo que… que de aquí vaya a avanzar — Volvió a reírse, masajeando su trasero que fue el que más se vio afectado. Miroslava negó divertida.

—Ni borracha dejas de ser una idiota. Vamos, levántate — La rubia tomó a la pelinegra por un brazo y comenzó a alzarla — Mira como estás… hecha un desastre. Un baño no te caería nada mal.

— ¿Acaso… acaso me estás…diciendo que apesto? — Ya con la pelinegra totalmente de pie, pasó su brazo sobre los hombros de la chica comenzando a caminar hacia los elevadores. Yulia trastabillaba.

—Digamos que tú nuevo perfume a alcohol, no es nada agradable — Dijo frunciendo el ceño.

Volkova volvió a reír mientras se dejaba arrastrar por la mujer rubia.

Al llegar al apartamento, Miroslava como pudo, abrió la puerta. Era incómodo tener que cargar a Yulia y buscar el juego de llaves dentro de su cartera. Cuando al fin logró que la morena cruzara el umbral de la entrada, vio como Volkova se doblaba hasta las rodillas, acompañada de un sonido totalmente asqueroso para sus oídos.

—Yulia!!!!! Aggggg!!! Maldición!!! ¿No pudiste vomitar afuera? Tenías que hacerlo dentro de mi apartamento!!!!! — Los ojos azules de la rubia se abrieron como platos.

La morena cerró los ojos y se irguió de nuevo, apoyándose en el marco de la puerta. Su cabeza daba tantas vueltas que no sabía a ciencia cierta donde estaba, si en la tierra o encima de una noria. Necesitaba bajarse de donde estuviera subida. Se tomó la cabeza con ambas manos a ver si con aquello dejaba de girar todo su alrededor.

A lo lejos, vio un sofá inmenso que la llamaba. Dios! Necesitaba llegar hasta allí de alguna manera.

De pronto, sintió un empujón que la lanzó al suelo, cayendo boca abajo para nuevamente quejarse del dolor.

—Idiota! Por poco pisas lo que arrojaste fuera de tu boca! — Miroslava estaba completamente molesta y Yulia, si hubiese estado totalmente sobria, hubiera jurado que es la primera vez que la ve de tan maldito humor.

—Perdóname Mirka… Yo… Yo…

Miroslava observaba de nuevo como el cuerpo de Yulia se desvanecía totalmente sobre la superficie, cayendo en cuenta que se había quedado dormida allí, en mitad de la sala de estar.

Lanzó una maldición por todo lo alto una vez que cerró de mala gana la puerta del apartamento. Ahora le tocaría limpiar todo el desastre provocado por Yulia y vaya que había hecho uno bien grande.

Había pasado media hora cuando terminó de limpiar. Tuvo que contenerse ella misma de no vomitar también. Odiaba ver a alguien hacerlo y mucho más, si tenía que encargarse de recogerlo.

Suspiró pesadamente. Era la 1:45 am y ella había pasado parte de la madrugada, lidiando con una borracha y el aseo de su casa.

Una vez culminado, fue hasta su habitación y del armario sacó algunas sábanas. Pasó hasta su cama y tomó una almohada, saliendo hasta a sala nuevamente. Acomodó el sofá de tal manera que Yulia encontrara comodidad al acostarse, luego, cubrió el cuerpo de la morena que aun yacía en el suelo, con una de las cobijas más gruesas, y la dejó allí.

Estaba demasiado cansada como para tener que batallar de nuevo con su amiga. Yulia se veía estar disfrutando de su sueño. Ya mañana le ofrecería varios calmantes para los dolores de espalda, trasero y cabeza. Todo el combo.


[…]

Cuando abrió los ojos, la luz del sol que atravesaba las ventanas la encandiló momentáneamente, haciendo que parpadeara constantemente para que al abrirlos de nuevo, se acostumbraran a la claridad.

¿Dónde estaba? Fue lo primero que se preguntó mentalmente. ¿Por qué mierda le dolía tanto el cuerpo? Fue la siguiente pregunta cuando intentó ponerse de pie… ¿Y por qué rayos estaba tirada en el piso como si fuera una indigente? Última pregunta del concurso.

Maldita Miroslava, la había dejado allí tirada.

Como pudo, se puso de pie. No podía evitar el dolor que sentía en su espalda y ni hablar de su trasero. Bueno… El de su cabeza no lo podía dejar atrás. Ese era el ganador.

Sus pasos eran peor que los de un niño recién aprendiendo a caminar, pero solo tenía un objetivo a la vista. Quería sentarse en el maldito sofá. Sentir algo cómodo donde recostarse.

—Luces patética, Yulia — Escuchó una voz.

Aún estaba un poco aturdida mientras buscaba por todo aquel espacio la voz de su amiga que le había hablado. Cuando al fin la encontró, pudo ver a la rubia de pie, con un hombro apoyado sobre la pared de la cocina, vistiendo una bata de seda que le llegaba más arriba de las rodillas, y una humeante taza de café en las manos.

De pronto se le antojó… el café, por supuesto.

— ¿Por qué demonios me dejaste dormir en el piso? — Dijo estirándose para que sus músculos volvieran a la normalidad, cayendo como una piedra sobre el modular.

—Digamos que fue mi venganza personal por haber vomitado mi piso — Yulia dejó de estirarse y la miró — Eres asquerosa, Volkova.

—Yo… Afff!! Juro que lo siento, Mirka. En serio — Trató de ponerse de pie pero el dolor en la espalda, hizo que volviera a tumbarse en el sofá, gimiendo mucho más cuando cayó sobre la nalga adolorida — Dime que no fuiste tú quien me cagó a palos!!! Joder! ¿Por qué mierda no tienes una alfombra?

La rubia no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar el comentario.

—No tengo todo el dinero del mundo como para mandar a tapizar completamente el piso con una alfombra, solo para que su majestad, o sea, tú, caiga con estilo cuando cruces el umbral, totalmente borracha, además…Créeme, que no te puse un solo dedo encima, sino para poder traerte hasta acá — Dejó la taza sobre la barra de la cocina y fue hasta donde Yulia se encontraba sentada — Anoche bebiste demasiado. Creo que te tomaste una botella de Whisky tú sola. Además, no tenías equilibrio para nada y entre una chica y yo, tuvimos que ayudarte a caminar y cuando te desmayaste…

—Espera — Sus ojos miraron la mano que le ofrecía Mirka para ayudarla a ponerse de pie — ¿Me desmayé? Aggggg!!! Mierda!!!! — Gimió una vez que se levantó por fin del sofá mientras comenzaba a estirarse para que sus músculos no le dolieran.

—Sí, y te salvaste de que sumaras el dolor de cráneo a tus otros dolores, porque la chica que te ayudó, podía contigo de lo contrario te habrías dado un fuerte golpe en la cabeza. El hematoma no iba a ser nada normal — Dijo sentándose donde la morena había estado anteriormente — Luego un chico que estaba allí cual cotilla, nos ayudó a llevarte hasta mi coche. Obviamente no iba acarrear con un dolor de espaldas por tú culpa —Alzó sus hombros de manera relajada.

—¿Por qué no puedo acordarme de nada? — Caminaba de un lado a otro para ir ejercitando sus tendones y musculatura. Al menos ya podía movilizarse — ¿Estás segura que te percataste, que era Whisky lo que estaba bebiendo? — La rubia rodó los ojos.

—Volkova, es el mismo bar que siempre frecuentamos. El chico nos conoce y no creo que sea capaz de ponerle algo a tú bebida. Por cierto… Hablando del clima y el porqué la vida es difícil, ¿de dónde conoces tú a esa mujer?

Los pasos de la morena se detuvieron, girándose hacia donde Miroslava estaba sentada.

— ¿De qué mujer hablas? — Preguntó con el ceño fruncido.

—Pues, al parecer tú la conocías a ella y ella a ti, fue justamente cuando la reconociste que te desmayaste como una idiota —La rubia comenzó a reírse mientras recordaba como su amiga se había perdido del mundo durante unos buenos minutos — Creo que me dijo que se llamaba…

La morena se cubrió los oídos y cerró los ojos cuando un sonido ensordecedor para ella, comenzó a perforarle los tímpanos. Mirka la miraba confundida. Solo era el timbre del teléfono repicando en su sala de estar.

—Joder Mirka, has que esa cosa deje de sonar! Me duele demasiado la cabeza!!! —Dijo entre dientes mientras volvía a sentarse en el modular. La rubia se levantó y volvió a rodar los ojos.

Yulia tuvo que haber sido actriz de telenovela mexicana.

—Los analgésicos están en el estante de la cocina, ve a buscar uno — Confirmó la rubia pasando por su lado para coger la llamada. Yulia caminó hasta donde le había indicado la chica, aun cubriendo sus oídos.

—¿Hola?... Si, hablas con ella… Vale, está bien. Si, en un rato estaremos por allá y muchas gracias — Colgó. La morena abría los cajones y los estantes de la cocina, buscando rastros del Tylenol.

—¿Acaso tengo que buscarlos en el microondas? —Dijo abriendo la puerta del aparato.

Cuando se dio la vuelta, Mirka estaba frente a ella con el frasco de pastillas en la mano.

—Abrir y cerrar las puertas, no es buscar, Volkova — Le dio dos analgésicos — Toma, bébelas. ¿Debo decirte donde está el agua?

La pelinegra rodó los ojos, tomando un vaso de cristal y llenándolo directamente del grifo del fregadero.

—Por cierto, llamaron del bar. Hay que ir a buscar tú auto que quedó parqueado fuera — Dijo viendo asentir a la morena — Debes tener alguien que te cuide porque en esta ciudad, ya te hubieran desvalijado el carrazo que te gastas.

—Está asegurado y por cierto, necesito una ducha…

—Y con urgencia — Aclaró la rubia juguetonamente viendo como su amiga ponía los ojos en blanco — Ya sabes dónde está el baño. Allí hay toallas y todo lo que necesites y por favor, Volkova, hazlo rápido, tienes un vuelo que tomar esta misma tarde.

[…]

Tomó el saco que tenía en el respaldar de la silla y su teléfono móvil ya dispuesta a salir del despacho, cuando Filip entró sin llamar siquiera a la puerta. Al verla allí, solo asintió y terminó de cruzarla. Llevaba unos documentos en la mano.

—Lo siento por entrar sin anunciar, pero anoche terminé de revisar los balances que nos presentó Kim Mitzuo de sus empresas y efectivamente, hay un declive. Nada de esto cuadra con lo que plasman aquí — Dijo alzando el folder y dejándolos sobre el escritorio de la pelirroja.

—¿Estás seguro? — Cuestionó Lena colocándose por completo el saco que hacía juego con su pantalón de lino negro.

—Totalmente, Elena. Yo mismo me tomé la libertad de chequear uno por uno los reportes, las cuentas y nada de esto, es totalmente confiable — Lena frunció el ceño.

Había hecho muchos contratos anteriormente con el Grupo Financiero Mitzuo. Este iba a ser su cuarto contrato en dos años consecutivos y no entendía como Filip Morozov, a estas alturas, consideraba que el grupo financiero, estaba defalcando a sus socios. Suspiró y tomó su cartera para llevarla a su hombro izquierdo.

—Tengo que hacer una diligencia importantísima en este momento, Filip. No puedo dedicarme a revisar unos balances que me tomarán tiempo. Encárgate tú de hablar con Mitzuo y darle tú punto de vista, eso sí, por favor necesito que Mihail esté al tanto de todo lo que se revise y se hable con Kim, ¿de acuerdo? — El hombre asintió — Yo estaré saliendo de viaje el día de mañana y no sé cuánto tiempo me lleve fuera del país. Por lo tanto, necesito que todo lo que debas hacer, sea notificado a Mihail.

La pelirroja hizo una mueca como sonrisa y salió del despacho, dejando al hombre allí, totalmente frustrado. Éste tomó las carpetas que contenían los balances y se dirigió hasta su oficina de nuevo. Lena aún estaba esperando el elevador, por lo tanto pasó por su lado y se encerró en su despacho.

Tres segundos bastaron para que del otro lado de la línea, contestaran su llamada desde su número móvil.

—Buen día, Grigorii, necesito que contactes de inmediato a Takeshi Kiyoshi y lo cites a una reunión, solo nosotros dos.

Sonrió victorioso, dejando que la mueca en su cara se ensanchara hasta más no poder.

Caminó hasta el ventanal del despacho y exactamente un minuto después, vio como el coche de Lena Katina, salía de la torre, totalmente confiada.

Suspiró una vez más y se sentó detrás del escritorio. Los planes con las empresas Katin, iban a ser todo un éxito, por lo que podía presumir.

[…]

La pelirroja estaba apoyada sobre el cofre de su coche mientras esperaba del otro lado del enrejado de hierro forjado. Hacía frío, pero quería esperar a su hija allí, donde la niña pudiera verla apenas saliera de la escuela. No quería que se decepcionara otra vez.

Media hora antes, se había comunicado con Svetlana, indicándole que estaba en camino a recoger a la niña, pero solo recibió un “Ok” como respuesta y la respectiva colgada de la llamada que no podía faltar.

Escuchó a lo lejos las campanadas que marcaban la hora de salida. Corroboró la hora en su reloj de pulsera: 12:30 pm en punto.

La multitud de chicos y chicas que salían emocionados del edificio, le hizo recordar su época en el colegio, antes de que fuera enviada aquel internado. Sergey siempre estaba esperándolas, muy puntual del otro lado del portón y no podía evitar sentir tal emoción, al ver a su padre allí, esperando verlas correr hasta él para fundirse los tres en un abrazo que siempre acababa, con un helado de chocolate.

Una niña con el cabello rubio y rizado, cubierto por un hermoso gorro de lana rojo, fijó su mirada verdigris en la pelirroja, cuando la vio de pie, detrás del portón que separaba la calle con el instituto.

—Mami!!!! — Gritó emocionada, convirtiendo sus pasos en una carrera.

El chico que vigilaba la entrada, al percatarse que la mujer pelirroja estaba afuera, abrió sin dudar la reja para que la niña se encontrara con su madre.

Lena la alzó en brazos con la misma emoción que emanaba cada que veía a su hija, dándole vueltas en el aire. Amaba escuchar la risa descontrolada de Khristeen.

—¿Cómo está mi niña hermosa? — Le dejó un beso en la mejilla que duró bastante tiempo. Luego la bajó al suelo.

—Bien mami! Si viniste. Ya no tengo que llamar a mamá Sveta, ¿cierto? — Lena le puso la mano en la cabeza, negando con una sonrisa.

—No mi amor, ya no tienes que llamar a mamá para que venga por ti. Recuerda que te dije ayer que yo vendría a buscarte — Tomó de la mano a la niña y ambas caminaron hasta el Mercedes Benz Coupé de su propiedad. Al llegar allí, le abrió la puerta trasera del coche para que esta subiera. Una vez que entró, le ayudó a ponerse el cinturón de seguridad y le dejó un beso en la frente.

—Mami, tengo mucha hambre — La pelirroja rió, guiñándole un ojo para no hacer esperar ni un segundo más a su hija.

Rodeó el coche y subió dejando atrás completamente el St. Leonard College.

Esta vez, quería tomarse más tiempo para compartir con su pequeña. La necesitaba más que nunca en su vida.

— ¿Quieres almorzar comida francesa o casera? —Preguntó Lena mirando a la niña a través del espejo retrovisor mientras intentaba aguantar la risa. La rubiecita rodó los ojos. Ya conocía aquella mirada y la respuesta también.

—Mami!! No seas tonta — Exclamó. Katina abrió la boca haciéndose la sorprendida y sonrió — Sabes que me fascina comer mucha pizza con pepperoni cuando estoy contigo — La pelirroja asintió — Pero a mamá Sveta no le gusta — Khristeen bajó la mirada, algo triste.

—Pero tu mamá no está aquí… Así que iremos a comprar una enorme pizza con mucho pepperoni, una botella gigante de Coca-Cola y unos helados. Iremos al apartamento, haremos una fiesta tú y yo hasta que en la panza no nos quepa más comida. ¿De acuerdo?

El grito de emoción emitido por Khristeen, hizo que el corazón de la pelirroja retumbara de extrema alegría. Amaba demasiado a su hija, era el único recuerdo hermoso que quedaba de su matrimonio y daría la vida de ser necesario por ella, aunque fuera lo último que hiciera.

—A ver, ¿cómo te fue hoy en el colegio? — Preguntó mientras estacionaba el vehículo en Pizzamento Tverskaya. No pudo evitar observar la cara de alegría de su hija a través del espejo una vez que la pequeña vio el lugar. Era su favorito.

—Hoy tuvimos clases de Italiano en la mañana. Mami, sabías que helado se dice “Gelatto” y corazón, “Cuore” — Lena asintió mientras ayudaba a Khristeen a bajarse del asiento.

—Veo que estás prestando mucha atención a las clases. ¿Qué más aprendiste en italiano? —Tomó la pequeña manita y la guio hasta dentro del local.

Una vez que atravesaron las puertas de cristal, la pequeña corrió hacia una mesa para sentarse, tomando el menú infantil junto a una caja de creyones, pintando el dibujo que había en el reverso.

—Khristeen, cielo, solo vamos a pedir la pizza para llevarla a casa, ¿recuerdas? —Lena la observaba con una sonrisa pero la niña solo estaba concentrada en su dibujo.
—Lo sé mamá, pero sé cuánto tiempo se lleva hacer una pizza, son más o menos… — Llevando una mano a su mentón, apoyó su cabeza mientras intentaba pensar en una cifra certera que le ayudara con la intriga — Algo así como veinte minutos. Tiempo, en el que podemos pedir una gaseosa para beberla acá mientras yo dibujo.

Terminó alzando los hombros despreocupadamente mientras volvía su atención a la manualidad que realizaba.

Elena solo la despeinó un poco mientras reía por lo perspicaz que era su hija, dirigiéndose hasta la zona de pedidos y ordenar lo que iba a ser seguramente el almuerzo y la cena.


Continuará...
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)  Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)

Mensaje por Volkatinale92 10/18/2020, 2:14 pm

Bueno bueno por aquí ya casi habíamos leído, ya nos vamos acercando más al desenlace 😎

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 10/20/2020, 12:34 am

Feliz cumpleaños a la chica más guapa de Nueva York. Sos hermosa, princesa y deseo todo lo lindo para vos
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Mensaje por psichobitch2 10/24/2020, 11:27 am

Hola nenas. Hoy os dejaré dos capis para que disfrutéis el fin de semana. Debo ausentarme un tiempo por cuestiones laborales, pero la historia continuará, es obvio.

Un beso!

Disfrutad y venga... Se aceptan comentarios que no he visto muchos.

Laughing Laughing


Capítulo 5: Tú recuerdo



Ambas chicas estaban sentadas en el suelo de la sala de estar, del lujoso apartamento ubicado en el último piso del edificio residencial. Frente a ellas, sobre la mesa ratona de cristal, había una caja de pizza con tres “slice” que habían quedado sin probar. Obviamente, el único ingrediente que más resaltaba era el abundante Pepperoni que la pelirroja se había encargado personalmente de hacer que colocaran de manera cuantiosa y sin chistar, sobre la fina capa de masa cubierta con salsa de tomate y mozzarella.

Khristeen, miraba un programa que trasmitían por la televisión mientras su madre solo se dedicaba a contemplarla como siempre lo hacía. Nunca diría que iba a cansarse de hacerlo. Aquella niña, aunque tenía prácticamente todos sus rasgos genéticos, hacía gestos que le recordaban a Svetlana, la única mujer que la había amado sinceramente desde hace mucho tiempo.

—Mami, ¿por qué no puedo quedarme a dormir contigo? — La pregunta sacó a la pelirroja del letargo en el que se encontraba, haciendo que frunciera el ceño de inmediato.

— ¿Cómo que no te puedes quedar a dormir, quién te dijo eso? — Khristeen se encogió de hombros aún con su mirada verde clara en la televisión. Lena comenzó acariciar el rubio cabello rizado de la pequeña.

—Mamá dice que tú siempre estás ocupada, y que te quedas con algunas mujeres y por eso nunca tienes tiempo para mí. Ella le dice eso a mami Lucía, y Lucy dice que eso es cierto y que por eso no puedo quedarme mucho tiempo contigo — Los ojos de la pelirroja se ampliaron al oír lo que su hija comentaba.

Sabía que la niña solamente repetía lo que escuchaba a su alrededor y se lo decía con toda la inocencia del mundo. Tampoco podía inmiscuir a su hija en los problemas que había entre Svetlana y ella. No cabían terceras personas, incluyendo a la tal Lucía, pero enterarse que su ex esposa la catalogaba como una mujeriega de quien sabe que categoría y que Khristeen, tuviera que escuchar aquellas calumnias hacia su persona, estaba rebasando su límite de paciencia, y vaya que era una mujer que contenía una cantidad infinita de aquella capacidad.

—A ver, mi amor — Lena tomó a la niña en brazos y la sentó sobre su regazo. Khristeen la miraba seriamente — Primero, no deberías estar escuchando lo que hablan los adultos, te he dicho muchas veces que es de mala educación — La pequeña rubia esta vez asintió bajando la mirada mientras comenzaba a jugar con sus manos. Lena la abrazó — Y segundo, te juro, que no existe otra mujer en mi vida a parte de ti. Eres a la única chica que amo con locura y ese lugar en mi corazón, solo te pertenece.

La niña volvió a mirarla con la alegría desbordando de su terso rostro. La pelirroja la abrazó de nuevo con fuerza y le dejó un beso en la frente a la pequeña.

—Y con respecto a si te puedes quedar o no, yo hablaré con tu mamá para que hoy te quedes a dormir conmigo.

Khristeen se levantó del regazo de su mami y comenzó a dar saltos de alegría por toda la casa. Lena la admiraba con un orgullo que no le cabía dentro del pecho. Ver a su hija tan feliz, era el mejor regalo que el mundo le había hecho.

—Mami!!!! Podré comer muchos roles de canela con leche y… y… también, mañana podré desayunar, Cap’n Crunch? ¿Todo lo que yo quiera?

Lena solo negaba divertida por las ocurrencias de Khristeen a la hora de comer. La malcriaba mucho y una de las razones por las que siempre terminaba discutiendo con su ex mujer, era que no ponía ningún filtro a la hora de complacer a la chiquilla con el tema culinario.

—Hey, Khris, sabes que tú mamá se enoja mucho cuando comes demasiada comida chatarra, ¿verdad? — La niña hizo un lindo puchero y bajó la mirada para jugar con sus manos nuevamente. Aquella técnica Lena la conocía a la perfección y lo peor de todo, es que siempre funcionaba con ella — Esta bien! — Dijo resignada viendo como los ojos de la pequeña se iluminaban de nuevo — Pero primero, tienes que darte un baño y cambiarte el uniforme para ir al supermercado. Creo que nada de lo que has nombrado se encuentra en la cocina —Khristeen la abrazó con entusiasmo — Ah! Y cuando regresemos señorita, tendrás que ponerte hacer la tarea, que por cierto, no me has mostrado tu cuaderno de asignaturas para saber que te mandaron hacer en casa, ¿De acuerdo?

La nena asintió rodando los ojos y corrió hacia la habitación que tenía en el apartamento de su mami Lena. Hoy iba a ser un gran día.

[…]

La morena al divisar un coche parado frente al bar donde había estado la noche anterior, bajó inmediatamente del auto de su amiga y caminó hasta encontrarse frente a este. Alzó los brazos hacia el cielo y la cabeza también, dejando que un “gracias” apenas audible, saliera de sus labios haciendo que la rubia negara rodando los ojos.

— ¿La única manera que invoques a dios es porque le pase algo al bendito coche? — Preguntó Mirka bajando el vidrio de la ventana del copiloto.

—Cállate, Miroslava. Es mi bebé… Si algo malo le pasa, moriría.

—Aff!!! Yulia, no entiendo cómo puedes ser tan dramática. Nunca pensaste estudiar arte o dramaturgia? En serio, eres patética — Concluyó riendo. Yulia rodó los ojos, caminando hacia la puerta del bar — ¿A dónde vas?

La morena se detuvo a mitad de camino, girándose hacia su amiga que la veía confundida.

—Voy agradecerle al dueño o sea quien esté allí en este momento.

—Bien, entonces iré contigo — Dijo la rubia apagando el motor del coche y saliendo de él — Te conozco y no te importa la hora para tomarte “una copita” — Yulia murmuró algo que Mirka no quiso prestarle atención y ambas entraron al lugar.

Una hora después, Volkova caminaba de un lado para el otro en su habitación de hotel. Miroslava estaba sentada en el único sofá individual que estaba situado frente a la cama de la morena, donde descansaba una enorme valija abierta, con tan solo un juego de ropa interior dentro.

La rubia pasó la página de la revista de moda que leía desinteresadamente, alzando la vista para ver que hacía la pelinegra que no terminaba de llenar la maldita maleta.

—Volkova, te vas apenas por dos días y ¿no sabes que vas a empacar? — Yulia se detuvo delante del armario gigantesco, donde toda la ropa colgaba delante de ella.

—Juro que siempre es lo mismo. No sé que carajos llevar… No sé qué voy a lucir en las reuniones — Se rascó la nuca, haciendo una mueca de fastidio con la cara.

—Tienes tanta ropa que puedes vestir a los cinco continentes —Dijo totalmente distraída en sus asuntos.

—Son siete continentes, Mirka — La rubia hizo un gesto con sus labios como preguntando “WHAT”? La morena rodó los ojos mientras intentaba doblar una blusa — América se conoce ahora como: del Norte y del Sur… — Suspiró agotada — Whatever!

Mirka abrió los ojos, torciendo sus labios y alzando los hombros.

—En fin. No me importa cuántos continentes existan ni cuánta gente viva allí, solo sé que tienes demasiada ropa y cada que viajas te traes algo nuevo. Además… —Miró el reloj — Tienes escasos quince minutos para terminar de empacar. Tu vuelo sale en dos horas y tenemos que estar en el aeropuerto, ya — Yulia volteó a ver a la rubia con una ceja levantada y una sonrisa de lado.

—Acuérdame contratarte como mi asistente personal, cuando regrese — La rubia soltó una carcajada lanzando la revista sobre la cama y caminando hasta la puerta de la habitación.

—Ni en tus sueños — Dijo apoyada sobre el marco — Tus asistentes terminan todas en tú cama y te recuerdo que, no me gustan las mujeres, Volkova.

La morena sonrió viendo como su amiga salía de la habitación a quien sabe dónde. Suspiró y volvió a concentrarse en lo que hacía. Debía empacar en menos de quince minutos, algo que para ella era bastante difícil.

[…]

El mesero dejó cuatro copas y una botella del mejor Pinot Blanc que tenían en la carta, sobre la mesa. El hombre cuya cabellera rubia ya pintaba algunos matices blancos, asintió, agradeciendo al chico que luego de llenar las copas, se retiró en silencio.

Filip, con una sonrisa triunfante en sus labios, alzó su copa para ser seguido por los dos hombres de rasgos asiáticos que le acompañaban junto a su leal amigo Grigorii Grigoryev, quien también esbozó una sonrisa, mostrando sus dientes perfectos.

—Por esta nueva sociedad que nuevamente triunfa.

Todos hicieron chocar sus cristales y bebieron del vino, totalmente alegres.

—Crees que la señora Katina se dé cuenta? — Preguntó Nichkhun en un ruso poco entendible, cambiando sus facciones de alegría por una de preocupación. Filip sonrió divertido por aquel comentario.

—Nichkhun, llevo dos años trabajando con Elena. Dos años, en los que solo me he encargado de adularla hasta tenerla comiendo de mi mano. Ella confía en mí, con los ojos cerrados, así que no hay nada que temer — Rió bebiendo nuevamente el Pinot Blanc. Grigorii habló.

—Jefe, recuerde que Mihail está siempre muy cerca de ella y que no confía mucho en usted.

—Grigorii — Entre dientes, llamó la atención del hombre un poco más joven — Primero, no me llames “Jefe”, no somos una maldita banda de sicarios ni la mafia rusa. Te recuerdo que tú también estás metido en todo esto conmigo y que llevas mucho tiempo trabajando para las empresas de la familia Katin, así que ambos, nos beneficiamos con todo.

El más joven asintió algo nervioso mirando a los dos asiáticos que solo sonreían ansiosos. Luego Filip se dirigió al que entendía un poco más el idioma.

—Nichkhun, necesito que me mantengas informado una vez que Mitzuo te gire la autorización para la transferencia. Existe una cuenta bancaria, creada con el nombre de las empresas Katin, donde caen ciertos fondos. Yo me encargo de que sean recortados para el presupuesto de las construcciones, allí es donde el 30% irá a parar esta vez.

—Jefe… — Filip fulminó con la mirada a Grigorii quien de inmediato tragó duro y volvió hablar — Lo siento, Filip. Mihail me solicitó un informe precisamente de esa transacción una vez que caiga en la cuenta de la empresa. ¿Cómo vamos hacer? — El hombre se rascó el intento de barba que tenía en la cara mientras observaba con atención al rubio más mayor.

—Grigorii, me haces quedar como un idiota delante de nuestros socios que afortunadamente casi no hablan el idioma — Dijo casi en susurro — ¿Por qué crees que le he dicho a Elena, que los balances del Grupo Financiero Mitzuo no cuadran? Nichkhun, hará saber que todo en las empresas Katin, ha resultado de maravilla según un informe que les llegará, indicando que los mismos fueron revisados y aprobados. Mitzuo hará la transferencia pero Elena Katina, creerá que hasta que los balances no estén corregidos, no existirá ningún contrato.

—Pero, tarde o temprano se dará cuenta —Filip odiaba tanta negatividad en aquel hombre. Si no fuera por los tantos “negocios” que ambos tenían en mente con el único fin de hacerse muy ricos, ya lo hubiera sacado de todos sus planes.

—Grigorii, Katina es una mujer muy débil de mente. Ahora está pasando por algunos problemas personales y toda mujer siempre tiene un lado débil. Tú, ocúpate de tener a Mihail lo más ocupado posible y lejos de Katina, que yo me encargaré del resto.

Ambos fueron interrumpidos cuando el mesero les interrogó si ya habían escogido algo del menú para comer, dejando todo el tema financiero atrás. Todos en aquella mesa tenían hambre.

[…]

Lena y Khristeen llegaron a casa con varias bolsas en sus manos. La niña cargaba las que contenían todos los dulces que su mami le había permitido comprar y la pelirroja, las de los comestibles necesarios.

Todo fue dejado sobre la encimera de la cocina, excepto las que traía la pequeña rubia, que sin más, las tiró en el suelo y salió corriendo a encender la televisión. Lena la miraba con alegría mientras se disponía a guardar las cosas en la alacena y refrigerador.

El pitido del contestador automático llamó su atención. Dirigiéndose hacia la sala de estar, chequeó que un nuevo mensaje estaba allí esperando ser escuchado.

Había dejado el móvil dentro de su cartera, así que al sacarlo, confirmó que tenía ocho llamadas perdidas y siete mensajes de voz; sin contar con los mensajes de texto que también había en la bandeja de entrada.

Respiró profundamente, devolviéndose hacia la cocina no sin antes mirar de reojo a su hija, quien seguía entretenida con la película de Bob Esponja. Remarcó el número de una de las llamadas perdidas y esperó que le contestaran.

—Se supone dónde estabas y ¿por qué aún no sé nada de mi hija? — Preguntó Svetlana al otro lado de la línea. Lena suspiró.

—Sveta, te recuerdo que también es mi hija y que hoy, sería yo quien fuera a buscarla al colegio. Está acá conmigo y acabamos de llegar del supermercado — El silencio del otro lado duró algunos segundos cuando escuchó nuevamente la voz de su ex.

—El acuerdo es que yo debo estar al tanto de todo lo que…

—Svetlana!! — Subió un poco la voz pero Khristeen permaneció con la vista sobre la distracción. Suspiró y trató de mantener la calma — Soy abogada y conozco cuáles son tus derechos como madre y cuáles son los míos, ¿de acuerdo? Ella no está con ninguna desconocida. Soy su mamá al igual que tú y te agradezco que dejes de meterle cosas en la cabeza a nuestra hija!

Fácilmente aquella mujer hacía que perdiera los estribos automáticamente. Caminó hacia el pasillo, donde estaban las habitaciones, sin perder de vista a la pequeña.

—No sé de qué estás hablando, Elena. Yo a mi hija no le meto cosas en la cabeza como tú dices!

—¿No??? ¿Y por qué cree que su mami tiene un sinfín de mujeres? ¿O eso no es lo que hablas con tu nueva mujer delante de ella? — El silencio del otro lado confirmó la verdad. Ella continuó — Te voy agradecer, Svetlana, que no estés divulgando cosas que no son ciertas y menos delante de la niña. Ella no tiene culpa de nuestros problemas y lo que hables con Lucía, trata de hacerlo en privado. Khristeen solo tiene siete años y merece vivir dentro de la inocencia que caracteriza a un niño de esa edad… Y por cierto, se quedará conmigo esta noche. Mañana temprano la llevaré a tú casa.

—Pero… Lena…

La pelirroja no esperó la respuesta que ya estaba imaginando daría su ex mujer, cuando colgó la llamada automáticamente.

—Mierda!!! Dijo lanzando un golpe al aire tratando de no maldecir en voz alta, pero estaba fuera de sí y ya comenzaba a molestarse.

—Mami, ¿estás molesta? —Observó a la niña que estaba de pie en el pasillo frente a ella, mirándola un poco angustiada.

—No mi amor, no estoy molesta. Solo, me tropecé con la puerta y me golpeé el pie —Dijo alzando a la niña en brazos y caminando nuevamente hacia la sala.

—Está bien, pero sabes que es malo decir groserías. Lucy, no me deja decirlas porque dice que los niños no deben decir malas palabras, así que le hago caso a mami Lucy.

Lena puso a la niña en el suelo, tratando de controlarse el doble. Solo la mención de aquel nombre, lograba llevarla al límite.

[Flashback]

Llegó media hora retrasada debido a un accidente causado en la autopista. El ir y venir de las personas a su alrededor era agradable, considerando que no era muy amante de las conglomeraciones. Sacó su tarjeta de invitación de la cartera, y le hizo entrega de la misma al mozo que estaba en la entrada de la galería aquella noche, quien de inmediato bajó la vista para leer la tarjeta dorada.

—Bienvenida, señora Katina. Espero disfrute la exposición — El hombre asintió, recibiendo el mismo gesto devuelta, quitando el cordón aterciopelado que marcaba la seguridad del recinto, dejando que la pelirroja libremente entrara a la galería.

No había oído acerca de aquella artista que estaba presentando sus pinturas esa noche, simplemente había atendido al convite que le había llegado hace dos días, directamente a sus oficinas. Era obvio que su ex esposa aún mantenía contacto con su persona ya que tenían una hija en común, pero le había extrañado de tal manera, que después de tantas discusiones y desacuerdos que ambas mantenían siempre, la hubiera tomado en cuenta para que disfrutara de aquella Exposure que se estaba llevando a cabo ese mismo día.

—Pero si es la misma Elena Katina, en persona. Cuánto tiempo sin verte por acá.

La pelirroja giró hacia donde la voz había provenido, haciendo un gesto de agrado hacia el hombre que ahora estaba de pie junto a ella.

—Hola Igor, ¿Cómo has estado? — Sonrió, imitando el gesto del pelirrojo — Efectivamente. Tanto tiempo ha pasado, pero acá estoy, cumpliendo con mi presencia.

—De igual manera, eres bienvenida. Dime, ¿ya has hablado con Svetlana?

—Pues no. Acabo de llegar prácticamente y no he tenido el gusto de topármela.

—Debe estar en el segundo piso. ¿Por qué no subes? Tal vez esté algo ocupada y así al verte, decida bajar un rato. Hay muchos proveedores que han preguntado por ella —El hombre señaló hacia la parte alta y ella dirigió la mirada hacia el lugar señalado.

—Bien, iré entonces. Puede que la vea allí y de una vez hable con ella — El hombre asintió y la dejó sola, mientras ella se dirigía hacia las oficinas.

Cuando llegó al tope de las escaleras, pudo ver que la luz de la única oficina ubicada en el pasillo, se encontraba encendida, por lo que confirmó lo que Igor le había dicho que tal vez su ex esposa estaba allí adentro. Tanto tiempo había pasado que no había subido aquel piso, en si, tanto tiempo sin pisar aquella galería. Todo permanecía igual, excepto la puerta, esta vez tenía el nombre de Svetlana Koslova escrito en una placa en letras doradas.

Quiso tocar, pero al girar la perilla confirmó que no tenía seguro puesto, así que abrió el trozo de madera caoba y la imagen de su ex esposa sobre el escritorio, casi medio desnuda, siendo devorada por una mujer que hasta ahora no sabía quien era, la dejó como estatua en el mismo lugar. La rubia y la otra mujer al parecer no se habían dado cuenta de la presencia de la pelirroja que no les quitaba la vista de encima, sino hasta que Lena tosió, lo que hizo que se colocaran alerta.

Svetlana inmediatamente empujó a Lucía lejos de ella, logrando cubrir sus pechos lo más ágilmente que pudo hacerlo.

—Elena, pudiste… pudiste… ¿Qué haces aquí? — Preguntó intentando mantener un poco la cordura, sintiendo que la vergüenza no hallaba cabida en ella.

Lena mantenía la mirada fija en la mujer de cabellos castaños que solo acomodó parte de su vestido, aparentemente sin darle mayor importancia a los hechos.

—Yo… yo vine porque recibí la… —Prefirió callar, dejando que un suspiro se apoderara de ella — Disculpa, ¿ella quién es?

La aludida sonrió, acercándose hacia donde la pelirroja aun se mantenía de pie, algo impávida.

—Siento que tengamos que conocernos así. Mucho gusto, soy Lucía Rodríguez, la novia de Sveta. Tú debes ser la otra madre de Khristeen, ¿cierto?

Así la había presentado Svetlana a aquella mujer? ¡¡¿La otra madre de Khristeen?

—En efecto. Soy Elena, la otra madre de Khristeen —Dijo remarcando muy bien la última frase —…y bien. Las dejo entonces para que sigan celebrando la inauguración, que por cierto…— Hizo una pausa cuando se disponía a salir de la oficina. Sentía que las paredes se iban a presionar contra ella —Igor dice que muchas personas están esperando por ti. Buenas noches.

Cuando dio la vuelta para salir de allí, una lagrima bajó desde su mejilla hasta el suelo, sintiendo que había perdido para siempre a la única mujer que le supo amar sinceramente.

Bajó las escaleras lo más rápido que pudo y se sintió agradecida de no toparse nuevamente con Igor. No quería hablar con nadie, ni mucho menos seguir allí. Caminó hasta la entrada, con pasos apresurados, encontrándose de nuevo al mozo que la invitó a pasar.

—Disculpe, ya se retira?

—Si. Me ha surgido un compromiso de último minuto —Dijo a manera de excusa viendo como el chico volvía apartar el precinto aterciopelado y una vez afuera, botó el aire que llevaba retenido en los pulmones, sintiéndose más liberada.

Caminó hasta su auto y una vez adentro, dejó que el llanto la invadiera. ¿Por qué había pensado que podía recuperar a Svetlana de alguna u otra manera? Había aceptado ir a la galería con el pretexto de acercarse un poco, de tratar de llevar las cosas en paz, de…buscar algún tipo de reconciliación, pero jamás pensó encontrar, que ya su lugar había sido ocupado por alguien más y al parecer, mucho más joven que ella.

Suspiró fuertemente y se secó las lágrimas que habían rodado por su cara, decidiendo que mientras más alejada estuviera, menos daño le causaría todo aquello que había descubierto, pero eso solo lo pensó en ese breve momento, lamentablemente para su corazón, debía seguir frecuentando a Svetlana y aún le quedaban muchos sentimiento que intentar superar.

[Fin flashback]


—Ahora, vamos hacer las tareas y ya tendrás tiempo para jugar y ver televisión.

La niña asintió y fue a buscar sus útiles escolares. Más tarde, le diría que llamara a su otra madre para que hablaran, por ahora, disfrutaría de ella lo más que pudiera antes de irse fuera del país, quien sabe por cuánto tiempo.

[…]

La morena se encontraba dentro del avión, esperando que este alzara el vuelo que la llevaría hasta Nueva York. Le esperaban 10 horas sobre el aire. Había llamado a Raisa, su secretaria, para que la pusiera al tanto de lo acontecido durante su corta ausencia, pero la chica solo le dijo que ya su oficina estaba impecable y su portátil, había sido restaurada nuevamente. Todo lo demás, ya se encontraba en las oficinas de América del Norte, a la espera de esta.

Escuchó de parte de la azafata cuando solicitó que apagaran todos los celulares y tabletas, debido a que el vuelo iba a dar inicio. Dejó de navegar en su iPhone y lo guardó dentro del bolsillo de su chaqueta. Hacía frío y el aire acondicionado de la cabina de primera clase no ayudaba, al parecer el capitán de vuelo, quería congelaros para que en caso de que cayera el avión, no sufrieran ningún tipo de trauma.

Con apenas una hora de haber estado en el aire, ya estaba aburrida de ver nubes, leer revistas y mirar la estúpida película que habían puesto en la cabina. Tenía sueño. Aunque había dormido toda la noche en el suelo, lo que pareció ser la mejor siesta del mundo, aún le dolía parte de su cuerpo y el cansancio por todo el trajín del día, le estaban pasando factura.

Cerró los ojos y automáticamente fue vencida por Morfeo.

Un chico, quizás de la misma edad que la morena, estaba sentado a su lado. La miraba de reojo. Aquella chica era demasiado hermosa como para no prestarle atención alguna.

Tratando de buscarle conversación desde que se sentó a su lado, no había tenido éxito alguno ya que la chica era bastante odiosa y arrogante, así que bajó un poco la guardia y quizá viéndola dormir como un ángel, despertaría más calmada y con ganas de hablar.

Entretenido con la película ya que no tenía más nada que hacer, se sobresaltó al ver que la morena había pegado un brinco sobre su asiento. Al girar a verla, confirmó que la chica tenía los ojos bien abiertos, con la vista perdida en algún punto de la cabina y respirando pesadamente.

—Hey, ¿te encuentras bien? — Le preguntó un tanto preocupado.

—Lena!

Continuará...
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)  Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)

Mensaje por psichobitch2 10/24/2020, 11:38 am

Capítulo 6: Dejà Vú.

—Lena!!

Los ojos de la pelinegra se abrieron como platos una vez que despertó por completo. Algunos flashazos vinieron a su mente en sueño, cuando había estado en el bar. Había una chica junto a Miroslava. Alguien la ayudaba a ponerse de pie y justo cuando…

“No tenías equilibrio para nada y entre una chica y yo, tuvimos que ayudarte a caminar y cuando te desmayaste…”

El comentario de su amiga retumbó en su cabeza haciéndola que se espabilara por completo.

—Era ella, ¿cierto?? — Le preguntó al chico que viajaba a su lado, pero este solo la miró confundido. Realmente no entendía nada de lo que estaba pasando con aquella mujer pelinegra.

De repente, Yulia se levantó del asiento como si quisiera lanzarse del avión. Se quitó la manta que la cubría un poco cuando dormía, tirándola al suelo con mucha euforia.

—Permiso!! Permiso!!! — Dijo mientras pasaba por encima de las piernas del joven que solo se quedó de piedra sobre su asiento, viendo como la chica se perdía por el pasillo.

Su cara reflejaba total incomodidad y desconcierto. ¿Acaso estaba sentado al lado de alguna demente? ¿Quién carajos era Lena?

Justo en aquel momento, una señora venía saliendo del baño cuando se encontró con la morena de frente. La chica casi se la lleva por el medio, quizá llevaba mucha urgencia. Le regaló una sonrisa y Yulia se la devolvió a medias cuando cerró la puerta llevando su espalda contra la misma.

Sacó su teléfono móvil del bolsillo de su chaqueta e intentó marcar un número. No tenía nada de cobertura.

—Mierda! Mierda! Mierda! — Bufó molesta.

Intentó conectarse con el Wi-Fi de la aerolínea pero tampoco agarraba ningún tipo de señal.

—Maldita sea!!!!! Malditos aviones, ¿por qué no se caen?? — Se pasó una mano por la cabeza, tratando de tranquilizarse — Pensándolo bien, no quiero morirme sin antes preguntarle a Miroslava quien carajos era la mujer que me estaba ayudando en el bar. !!Aggg!!!! ¿Por qué no puedo recordar nada?

¡¿Será porque te tomaste una botella de Whiskey tu sola y se te nubló la mente?!

Rascó su nuca y cerró sus ojos. Suspiró. Cuando los abrió, se miró un rato en el espejo. Parecía tener un duelo de miradas con ella misma, mientras sus pensamientos se debatían en su cabecita.

—No es posible. Tiene que ser una equivocación — Negaba repetidamente volviendo a guardar el móvil dentro del bolsillo de la chaqueta — Tú desapareciste para siempre. No puedes regresar como si nada… te ahorcaría, Lena Katina.

Suspiró pesadamente y abrió el grifo del lavabo dejando que el agua corriera un poco mientras ella seguía viéndose al espejo. Luego se echó un poco de líquido sobre el rostro y decidió que lo mejor era relajarse. Aún le quedaban algunas horas dentro de aquel avión. Ya hablaría con su amiga.

Volvió a su asiento bajo la atenta mirada del chico que la acompañaba a su lado. Este le sonrió de nuevo y ella también. Se sentía avergonzada por haberse despertado así como una loca, quizá eso era lo que ahora mismo estaría pensando aquel joven.

—Hola — Lo saludó mientras recogía del piso la manta azul que había lanzado y una pequeña almohada, en la que tenía recostada su cabeza.

—Hola… ¿te sientes mejor? — Sonó un tanto preocupado en realidad.

—Si. Solo fue un mal sueño. Siento mucho haberte incomodado — El joven sonrió.

—Mucho gusto, soy Richard — Le extendió la mano para formalizar la presentación. Yulia sonrió devuelta.

—Yulia, un placer — La morena se acomodó en su asiento y cerró los ojos. Lo único que quería era descansar un poco. Tratar de que su mente se relajara.

—Y, ¿qué vas hacer a Nueva York? — Suspiró internamente. Este chico iba a ser el grano en su trasero durante todo el viaje. Abrió los ojos y ladeó su cabeza.

—Iré por negocios — Dijo y volvió a ponerse cómoda sobre el asiento.

—Que bien. Yo… yo me caso mañana, pero vine a Moscú a por…

—Yo siendo tú, me lo pensaría muy bien… ehmm… Richard, ¿no? —El chico asintió confundido — Primero, deberías estar seguro si querrás compartir toda la vida con la mujer que escogiste — Yulia permanecía con los ojos cerrados, las manos cruzadas sobre su abdomen mientras que sus piernas descansaban cómodamente sobre el reclinatorio del asiento de lujo — Segundo, no se ve nada bien que intentes seducirme a escasas horas de decir “Si, acepto” delante de un sacerdote y tú novia — Ladeó la cabeza y abrió uno de sus parpados mientras observaba al chico que se notaba algo nervioso — …y tercero, soy lesbiana y ni de acá a cien mil años luz, te haría caso, así que… no sigas perdiendo tú tiempo — Le guiñó el ojo y volvió a su cómoda posición.

Richard asintió sin ser visto y se levantó con el rostro lleno de sorpresa, camino al baño. Definitivamente aquella chica era bastante extraña y directa.

[…]

El tráfico aquella mañana estaba bastante pesado. Miró a través del espejo retrovisor y Khristeen se entretenía con la consola de vídeo juego de manos, en el asiento trasero. Sonrió para sí misma, mientras volvía su vista hacia la calle. Como era posible, si apenas eran las 8:00 am, el embotellamiento era tan insoportable.

Debía relajarse, no tenía más opción. Puso su brazo sobre la puerta y apoyó su cabeza sobre su mano, con la mirada sobre los transeúntes que caminaban por la vereda. Algunos iban apurados, otros, simplemente no llevaban prisa alguna.

Una chica venía cruzando la calle, justamente a la altura donde ella se encontraba estancada cuando un hombre de la nada, le arrebató sus pertenencias y salió corriendo varias calles abajo. La joven gritó algunas malas palabras en dirección al ratero, pero ya no había remedio. El hombre había desaparecido como por arte de magia.

Lena no sabía que hacer. Había visto todo en primera fila y en realidad la chica se veía un poco consternada.

—Khristeen! Khristeen! — Llamó la atención de la niña quien dejó su vídeo juego en el asiento y pasó su pequeño cuerpo entre las dos butacas delanteras para mirar a su madre.

—Si, mami…

—Espérame acá, si? Ya regreso.

—Pero... a dónde irás? —La niña cuestionó comenzando a sentir miedo. Lena la tranquilizó.

—¿Ves aquella chica que está allá? — Señalo a la joven. Khristeen asintió — Bueno, un hombre muy malo, acaba de llevarse sus cosas y solo quiero preguntarle si está bien, ¿ok?

—De acuerdo, mami… Pero no tardes.

La pelirroja le dejó un beso en la sien y apagó el motor. Abrió la puerta y la cerró rápidamente. Hacía bastante frío. Ajustando su bufanda sobre su cuello, caminó hasta donde la chica se encontraba, recogiendo algunos papeles que también cayeron al suelo cuando le arrebataron la cartera.

—Disculpa, ¿te encuentras bien? — La joven se asustó un poco por la repentina pregunta y al ver a la mujer de pie junto a ella. Se limitó asentir, terminando de tomar los documentos —Vi como el hombre te arrebató tus cosas, pero corrió a unas cuantas calles de acá. Lo siento mucho — Dijo para agacharse y ayudar a la mujer que le sonreía apenada.

Ambas se irguieron cuando terminaron de asirse con las cosas. La chica guardó las hojas sueltas en una carpeta que se había ensuciado cuando cayó sobre el asfalto húmedo.

—Es una pena porque tenía allí las llaves de mi coche y mis identificaciones. Carajo!!

—Mami!!! —Ambas giraron hacia la voz de la niña que había sacado su cabeza por la ventanilla trasera del coche — Mami!!!

—Khristeen, está helando acá afuera. Ya voy — Lena dijo viendo como la niña hacía lo que le ordenó. La chica sonrió ante la escena.

—Gracias de todas maneras…señora — Lena negó con una sonrisa.

—No es nada. ¿Quieres que te lleve algún sitio? — La mujer comenzó a negar repetidamente un tanto sonrojada.

—No, no de verdad… Yo tomaré un taxi, o llamaré… — Luego cerró los ojos y lanzó una maldición en silencio. Lena volvió a negar sonriendo al saber el porqué el mutismo repentino de la chica.

—Ven, además, no creo que un taxi pueda socorrerte en estos momentos ni mucho menos alguien pueda venir por ti. Mira el tráfico como está — Dijo mientras caminaban hacia el coche de Lena señalando los autos que ni amago hacían por moverse — Por tu cara, debiste tener el móvil dentro de tu cartera, ¿cierto? — La joven asintió avergonzada por ser tan descuidada. Lena le abrió la puerta del copiloto. La chica entró y luego la pelirroja dio la vuelta para hacer lo mismo — Además, está helando afuera y no creo que puedas soportar tan altas temperaturas allí, caminando hasta llegar a donde sea que vayas.

Las dos mujeres sonrieron, sintiendo como volvía el calor a sus cuerpos, por la calefacción del coche.

—Hola — El cuerpito de la rubia volvió asomarse entre los dos asientos mientras no le quitaba la mirada de encima a la castaña que recién había subido al coche de su madre. Lena rió al ver la intervención de la niña.

—Bien, esta niña que le gusta gritar en medio de la calle, se llama Khristeen — La pequeña rodó los ojos volviendo a su asiento, con el ceño fruncido, un enorme puchero en sus pequeños labios y cruzándose de brazos.

La chica y la pelirroja giraron sus cuerpos para observar con gracia, el comportamiento de la pequeña.

—Mami, es que tardabas mucho y yo tenía miedo —Dijo sin quitar ninguna de las señas anteriores de su rostro. Su madre acarició su manita para tranquilizarla.

—Discúlpame mi amor, pero ya estoy aquí, ¿si? — La niña asintió y la pelirroja volvió a su posición frente al volante — A ver — Esta vez se dirigió a la chica que también se había acomodado en el asiento — No me he presentado. Me llamo Elena Katina, mucho gusto — Extendió su mano cubierta aún por sus guantes de cuero marrón.

—Un placer, Elena. Inna… Inna Fedorova — Dijo estrechando su mano también cubierta por un guante de cuero, negro — Y el placer es mío.

[…]

Svetlana caminaba de un lado a otro dentro de la habitación con notoria preocupación. La rubia vestía una bata de lino color burdeos que le llegaba más arriba de las rodillas. Aun conservaba su esbelta figura, a pesar de estar pisando los cuarenta y luego de haber sido madre de una niña. Adoraba ejercitarse, aunque ahora sus prioridades eran otras. Cuando podía sacar tiempo libre, subía a la terraza, donde su ahora esposa había mandado hacer un gimnasio, exclusivo para ella.

—Amor, deberías calmarte, ¿no crees? —La mujer de cabellos castaños con algunos toques más claros, salió del baño, secándose la larga melena para luego enrollarla dentro de la toalla blanca. Sveta detuvo sus pasos para luego volver asomarse en la ventana — Lena también es su madre y si dijo que ya venían en camino, no debes preocuparte.

—Eso lo sé, Lucía. Lo que me preocupa es la falta de seriedad que a veces tiene Lena para con su propia hija. ¿Se te olvida que la ha dejado en el colegio hasta tarde solo porque se le olvida ir a buscarla? — Suspiró pesadamente haciendo que su propio aliento, empañara el vidrio por la cercanía. Unos brazos rodearon su cintura mientras sentía un beso húmedo sobre su hombro derecho.

—Se ha disculpado contigo por haber tendido mucho trabajo, amor — Contraatacó la castaña. La rubia la miró por encima de este.

— ¿Tú estás de lado de quién? — Lucía rió ampliamente, dejando todo contacto con la rubia.

—Soy imparcial, Sveta. Te amo a ti, adoro mucho a Khristeen y tú ex mujer puede que sea una imbécil a veces, pero no me ha hecho nada — Dijo encogiéndose de hombros mientras caminaba hacia el armario —Elena es una mujer que, hasta donde conozco, es muy íntegra y respetuosa — La mujer buscaba algo cómodo que vestir. La rubia permanecía en la misma posición, con la mirada fija en el jardín — Cuando viene a por la niña, lo hace de una manera educada y amable y nunca he tenido ningún roce de palabras con ella, salvo que me ve como si quisiera exterminarme de la faz de la tierra, pero aun así, sé que no soy quien para juzgarla por lo que haya hecho en su pasado o cuando ambas estuvieron casadas.

Sabía que su mujer tenía razón. Elena siempre había demostrado ser una mujer en sus cabales. Nunca había señalado ni pecó de entrometida en su nueva unión y mucho menos se refería a Lucía de mala manera, al menos en su presencia. Amaba a su hija más que nada, aunque a veces olvidara que tenía que ir a buscarla al colegio, lugar que ella misma se había encargado de buscarle porque siempre ha querido lo mejor para la niña.

Su rencor, iba más allá de todo eso. Había entregado muchos años de su vida a una mujer que no valoró su amor, cuando apareció aquella jovencita en su camino. Lena se convirtió en una mujer que buscaba afuera de su hogar, lo que ella podía ofrecerle. Una mujer, que no le importaba que su matrimonio apenas se sostuviera con unos cimientos tambaleantes. Ella había buscado una y mil oportunidades para poder fortalecer aquella unión, cuando decidió embarazarse, pero para Elena Katina había algo más importante en su vida… Los negocios y el placer.

Un año después de haber dado a luz, pudo comprobar que en las afueras de la ciudad, Elena y Yulia tenían un apartamento donde planeaban sus encuentros íntimos. Por más que Elena le juró que aquella relación había finalizado, conocía a la pelirroja desde hace mucho tiempo y la debilidad que tenía hacia su mismo sexo era algo incorregible. Quizás pensar que teniendo a Khristeen todo cambiaría, pero aquella chica Volkova, se le había metido por los ojos de una manera tan abrumadora que ya no tenía más fuerzas para seguir peleando por alguien, que cada día la hacía más a un lado.

No podía seguir engañándose sola. Se había cansado ya.

¿Acaso Elena se había estado vengando de ella, cuando la descubrió siéndole infiel en su propia cama?

No. Lena no es una mujer rencorosa.

Un ruido en el jardín la sacó de sus pensamientos cuando avistó el coche de Elena entrar. Pudo distinguir a una mujer que venía sentada en el asiento de al lado. No dudó en rodar los ojos y ajustarse el cordón de la bata.

—Al fin llegan — Le dijo a Lucía cuando pasó por su lado hacia la puerta — Y al parecer tu defendida ya encontró con quien entretenerse nuevamente.

Lucía vio desaparecer a su mujer por la puerta mientras ella terminaba de colocarse el pantalón de mezclilla. Suspiró, pensando que la paciencia era lo único que debía tener para soportar algunas situaciones en su vida.

[…]

Habían pasado cuatro años. Cuatro largos años desde que su divorcio era un hecho. Había decidido mudarse a Moscú, por el simple hecho de tener a su hija más cerca. Extrañaba sobre manera a su Kazan natal, donde vivió mil y una experiencias que la llevaron a la madurez a tan corta edad, pero no por ello dejaría de ser la ciudad que más amaba y donde por primera vez, se había enamorado.

Cuando Svetlana decidió mudarse con su nueva esposa, Lucía, no lo pensó ni un poco y también hizo lo mismo; por las razones explicadas anteriormente, aunque eso era lo que ella quería hacer creer.

Había divisado a su ex mujer apenas parqueó el coche en la entrada del jardín. La rubia, estaba de pie frente a la puerta de entrada, aún con su bata de satén vistiendo aquel cuerpo que muchas veces había sido ella quien lo recorriera con besos, caricias.

Se aclaró la garganta cuando salió del coche, con la intención de borrar aquellos pensamientos.

—Mamá!!! — Gritó la niña apenas descendió de la parte trasera, corriendo hacia los brazos de la rubia, quien al tenerla cerca, no dudó en abrazarla y alzarla en brazos, dejándole un beso en la mejilla.

Inna, observaba todo sin decir palabra alguna. Sentía la incomodidad recorrer todo su cuerpo. ¿Por qué había aceptado que aquella mujer la llevara hacia donde se dirigía en ese momento?

—Cariño, ¿cómo estás? — Preguntó, bajándola al suelo y acariciando su mejilla. De reojo notó como Lena se acercaba.

—Mamá, mamá…un señor le quitó las cosas a una muchacha muy linda. Mira, está en el coche de mami — Dijo señalando a la chica que no sabía dónde meterse en ese momento. Svetlana podía ser demasiado intimidante, y aquella mirada que le dio, arrojaba fuego — Pero mami la ayudó para que no le pasara nada malo.

Svetlana sonrió hacia la niña. Lena cerró los ojos unos segundos y suspiró internamente.

—Que bueno mi amor. Tu mami siempre ayuda a mujeres desvalidas y les da todo su apoyo y…

—Sveta, por favor — Llamó la pelirroja. La mujer despeinó un poco a la niña y besó su cabecita.

—Ve adentro amor, hace un poco de frío y te puedes enfermar. Despídete de mami, ¿si? —La niña asintió y caminó hacia Lena, quien la alzó en brazos.

—Mami, ¿me traerás un regalo? — Cuestionó haciendo un puchero que la pelirroja atrapó con sus dedos índice y pulgar.

—Claro que te voy a traer un regalo, porque eres mi nena consentida — Le dejó un beso sonoro en la mejilla, mientras desviaba su mirada hacia Svetlana quien no dejaba de clavarle la mirada penetrante a la chica que había dejado en el coche — Ve, anda… Hace frío. Antes de irme, te hablo por teléfono para despedirme de ti, ¿vale?

Khristeen tomó el bolso que Lena tenía en sus manos y corrió una vez que su mami la puso en el piso, perdiéndose dentro de la casa. Lena giró sobre sus pasos pero la voz de Lucía, detuvo su andar.

—Elena, buenos días, ¿cómo has estado? — La pelirroja se giró y asintió hacia la mujer que ahora se paraba al lado de Svetlana, abrazándola por la cintura.

—Muy bien, Lucía. Gracias por preguntar, de hecho, ya me marcho. Tengo un vuelo esta tarde y aun no he arreglado las valijas. Un placer saludarte.

La castaña asintió y le dejó un beso a su mujer en la mejilla, desapareciendo por la misma puerta.

—Lena — Esta vez fue Svetlana quien llamó su atención cuando se dirigía a su coche. La pelirroja le regaló una mirada a la joven castaña a través del vidrio templado y esta solo se encogió de hombros, sonriéndole con pena.

—Si, Svetlana? — La rubia caminó hasta pararse frente a ella, mirándola de abajo hacia arriba antes de hablar.

—Te agradezco que a mi hija no la metas en tus asuntos de faldas, que con tú vida puedes hacer lo que quieras, pero con…

La pelirroja la tomó del brazo, haciendo un poco de presión. Miró hacia la puerta, pero la entrada estaba sola. Había perdido la poca paciencia que tenía.

—Lo que yo haga con mi vida, es mi asunto, Svetlana. A la niña jamás, escúchame bien, jamás la involucraría en mis estupideces. Te recuerdo que es mi hija y la respeto y que te quede bien claro, tengo todo el derecho en la custodia por maternidad, no hagas que utilice todos mis recursos como abogada — Hizo una pausa observando como la rubia fruncía el ceño — Y toma como quieras mis palabras.

Al soltarla, escuchó un débil jadeo en los labios de la mujer y caminó hasta entrar al coche. Le dio una mirada decisiva a la rubia mientras encendía el motor y arrancó de allí, antes de que su paciencia se terminara de ir por un tubo.

Svetlana maldijo en silencio viendo el coche de la pelirroja irse por el sendero y caminó hacia la enorme casa, haciendo que las paredes retumbaran cuando lanzó la puerta con todas sus fuerzas.

—Cariño — Llamó la castaña, quien permanecía sentada en el sofá de la sala, leyendo un libro y bebiendo una taza de té. La rubia se detuvo en seco, girando hacia la voz.

Lucía pausó la lectura y dejó la bebida sobre la mesa. Todos sus movimientos eran muy pausados y llenos de calma. Una vez que se detuvo frente a su esposa, le acomodó un mechón rubio que se había alzado con la brisa, detrás de su oreja.

— ¿No crees que es hora, que dejes de meter a la niña, como una excusa? Los celos harán que pierdas la batalla contra tus sentimientos.

Solo sintió que un beso en la sien fue dejado, antes de seguir con la mirada los pasos de su ahora esposa subir por las escaleras.

¿A quién estaba engañando? Se moría de celos cada vez que veía a Elena con una mujer al lado. Aun le costaba superar todos aquellos años que habían pasado juntas.

No es justo para ti, Lucía.

[…]

Hubo un silencio muy sagrado, mientras que solo el ruido de la calefacción era el único que se hacía presente. Inna, solo veía los coches pasar, la gente caminar sobre las veredas, pensando si debía decir algo o mejor mantenerse en silencio.

—Lo siento… Ehmm…

—Inna — Completó ella.

—Inna, claro… — Le dio una sonrisa débil — Lamento que hayas tenido que presenciar toda aquella escena, pero a veces es imposible cruzar dos o tres líneas con mi mu… con mi ex mujer — pronto se corrigió — sin llegar a esto — La chica asintió.

—En serio, no tiene porque disculparse. Soy yo, en este caso la que debe pedir disculpas por haberle dicho que me podría ayudar.

—De ninguna manera iba a dejarte allí. Además, soy abogada, como te dije. Podría ayudarte a poner la denuncia. Conozco muchas personas que pueden movilizar el proceso lo más rápido posible, así que… —Pidiendo permiso, abrió la guantera y sacó una tarjeta — Toma, puedes ubicarme a este número cuando quieras. Te ayudaré.

La chica miraba la tarjetita que en letras doradas se leía el nombre de la pelirroja, su número móvil y la especialidad a la que se dedicaba.

—Gracias. Siempre es bueno contar con un abogado, ¿no? — Sonrió esta vez con un poco más de confianza.

Aquella mujer se la inspiraba, aparte, era muy hermosa aunque fácilmente podía notar que ya rondaba unos cuantos años. Una mujer muy madura e interesante.

—Y bien, ¿a dónde te llevo? — Preguntó la pelirroja una vez que el semáforo cambió para seguir su camino.

—Cuando pasó todo esto, me dirigía a la fiscalía — Lena volteó a verla, alternando su vista entre la chica y la calle — Ehmm… Estoy en proceso de vender mi casa, bueno… la casa que fue mía y mi pareja. Ex pareja.

Lena la miró de reojo y no pudo evitar ver que la chica tragaba fuerte y que sus ojos se pusieron tristes. Quiso probar si Inna continuaba con el tema ya que no quería pecar de imprudente.

—Apenas ayer firmamos la separación de cuerpos y… y…

—Inna, no tienes que contarme nada. Sé que debe ser algo muy fuerte para ti, así que, hagamos una cosa.

La castaña volteó a ver a la pelirroja, sintiendo como estacionaba el coche.

—Yo tengo que viajar esta misma tarde, por cosas de negocios. No sé cuánto tiempo vaya a tardar pero… — Buscó en su cartera un lapicero y le quitó la tarjeta de presentación a la chica de las manos, anotando algo rápidamente, para devolverle el cartón a Inna — …Él es mi socio, mi mano derecha por decirlo de alguna manera. Mihail Levedev, con gusto te estará atendiendo, ¿si?

—Gracias, pero… La idea no es molestarte. Siento que ya has hecho mucho por mí — Lena sonrió agradecida. Le simpatizaba la chica, se veía sincera y al parecer sin malicia.

—No es ningún compromiso, Inna. Solo si así lo requieres, puedes contar conmigo, ya vez, también tuve que pasar por muchos problemas, y papeleos cuando me divorcié, aunque yo misma pude hacerlo pero, sería algo masoquista.

Ambas chicas rieron y así Lena volvió a tomar su camino, esperando que esta vez, la chica pudiera llegar a su destino sin ningún inconveniente.



Una hora después, al fin había llegado a su casa. Miró el reloj por cuarta vez, sabiendo que tenía el tiempo contado para prepararse. No había previsto que su mañana comenzara hecha una locura y que continuara con algunos tropiezos en el transcurso.

Dejó las llaves del coche sobre la mesita de cristal, llevándose el teléfono inalámbrico consigo mientras iba hasta su habitación para comenzar a ordenar lo que se llevaría para el viaje.

Sacó la valija de cabina que guardaba dentro del armario y la dejó totalmente abierta sobre la cama. Luego, marcó el número de Mihail, dejando el teléfono en alta voz mientras comenzaba a guardar la ropa.

—Lena, ¿cómo estás? — Respondió el hombre desde el otro lado de la línea. Ella doblaba una chaqueta.

—Muy bien, Misha. ¿Tienes alguna novedad hasta ahora? —Guardó la prenda en la valija, tomando algunos pantalones para comenzar el mismo proceso.

—Pues, ninguno. Ahora me encuentro en la textilera. Filip llamó temprano diciendo que quería reunirse con nosotros, ya sabes, por el tema de los benditos balances del Centro Financiero, pero le dije que esta misma tarde viajarás y por ende no podrás reunirte.

—¿Te adelantó algo al respecto o simplemente dijo que quería reunirse y ya?

—No. Solo dijo que quería reunirse con nosotros porque debe decirnos algo muy importante — Bufó. Lena sonrió mientras tomaba algunas cosas de su tocador.

—Bien, creo que ya sabes a quien debes llamar. Tal vez la idea no le guste, pero dentro de algunas horas, saldré a Nueva York, así que no creo poder materializarme en la sala de juntas.

—Está bien… Pero, ¿le llamarás antes de irte? — Cuestionó Mihail algo nervioso.

—Ya te dije que no tengo tiempo para hablar ni reunirme…

—No, Lena. Me refiero a tú madre. ¿La llamarás para ponerla al tanto de la reunión? — Volvió a insistir Misha. Solo quería evitar tener que ser él quien se enfrentara con la seriedad e imponencia de Inessa Katina. La pelirroja sonrió mientras se cruzaba de brazos.

—No seas gallina, Mihail. Inessa no traga personas ni mucho menos es una troglodita. Mi madre estará encantada de volver al ruedo, así que, llámala y la pones al tanto, yo seguiré alistándome. Saldré dentro de una hora al aeropuerto y no me he bañado, de nuevo.

—Bien, bien. Creo que no tengo alternativa, ¿eh? — Escuchó a la pelirroja reír del otro lado — Vamos, llámame apenas aterrices y espero tengas un buen viaje. Acaba con todos por allá y trae nuevos contratos, ah y por favor, si te encuentras a Nastya, dile que se le extraña y que recuerde a los amigos.

—Por supuesto, Misha. Le haré llegar tu mensaje. Estamos en contacto.

Finalizó la llamada y continuó con su labor. Tenía un largo viaje por delante y el tiempo estaba pasando muy rápido.

[…]

Eran las 6:57 am cuando salió del Aeropuerto Internacional JFK en New York. El clima era fresco. No hacía el infernal frío que dejó atrás en Moscú.

Arrastrando su valija en una mano, e intentando ponerse las gafas de sol con la otra, caminó hasta la línea de taxis que se peleaban por ver quien hacía su primer pasajero.

—Buen día, señorita, a dónde la llevo? — Un tipo con rasgos árabes, la interceptó abriendo la puerta trasera del Yellow.cab y señalando caballerosamente el asiento.

Yulia se quedó de pie, mirando a todas partes, como si buscara algo o a alguien, pero estaba cansada y después de ver como el hombre prácticamente le arrancó sus valijas de la mano y las metía en el maletero, entró al coche. De inmediato el hombre dio la vuelta para subirse al asiento del piloto mientras ponía andar el taxímetro.

—Por favor, lléveme al The Plaza — Dijo. El hombre asintió y de inmediato ya se encontraban en camino.

Un débil bostezo se le escapó, pasando una de sus manos sobre su cuello para masajearlo un poco. Odiaba tener que viajar tantas horas sentada, pero hasta que a ella no le salieran alas o tuviera súper poderes para poder volar de un lado a otro, no tenía otra alternativa.

Recordó la última vez que había pisado aquella ciudad. Cumplía apenas horas de haberse casado con Inna y nunca dudó, que como primer destino, tomaría la ciudad de los inmensos rascacielos y los mejores teatros para pasarla junto a la mujer que le había robado el corazón.

Una sonrisa tonta se le dibujó en los labios, sacando de su chaqueta su móvil mientras buscaba, la foto de la castaña dentro de la galería de imágenes. Si, le gustaba torturarse la vida y aunque Inna no deseara verla nunca más en su existencia, ella siempre iba a recordarla como la mujer que la rescató de nuevo.

Pero algo se le vino a la mente de pronto y comenzó a marcar el número de Miroslava con prisa. Del otro lado, el repique era cada vez más intenso e insistente.

—Mierda!! — Dijo suspirando pesadamente, llamando la atención del conductor.

— ¿Sucede algo señorita? — Yulia lo miró a través del espejo retrovisor y negó en silencio, insistiendo una vez más con el celular.

Se separó el móvil de su oreja izquierda y vio la hora. Apenas iban a ser las 3:00 de la tarde allá en Moscú. ¿Dónde carajos se metía Miroslava cada que la necesitaba?

—Bien señorita, llegamos — Anunció el hombre árabe mientras descendía a toda prisa del coche.

La morena no esperó que el hombre le abriera la puerta cuando ya ella estaba afuera. El chico sacó del maletero sus cosas y ella le dejó un billete de 50$ en sus manos.

Caminó hasta el lobby, donde tenía reservación y allí esperó paciente a que terminara el registro. En serio, necesitaba con urgencia quitarse aquellos tacones o el próximo grito que alzara en el aire, sería el de su voz, cuando cayera desmayada al piso.



Otro billete de 50$ salió de su monedero cuando agradeció el servicio del botones quien ya había dejado todo su equipaje en la entrada de la habitación 202. Cerró la puerta y de inmediato sus pies sintieron el deseo de suspirar, cuando tocaron la mullida alfombra. Lanzó los tacos en alguna parte y caminó hasta la cama, lanzándose de espaldas contra el colchón, mientras frotaba sus sienes. Un dolor de cabeza comenzaba a latirle y el pensamiento de meterse en la tina durante una hora, era el mejor calmante que podía usar en aquel entonces.

Una hora después, ya se encontraba más relajada y sin malestar. Fue hasta la barra donde se preparó un trago mientras volvía nuevamente a la cama. Su celular comenzó a sonar una vez que se sentó. Leyó el nombre de Miroslava en la pantalla y no tardó ni un segundo más para contestar.

—Al fin te encuentro! — Yulia rodó los ojos.

—Espera, llevo casi más de una hora tratando de comunicarme contigo y tú me dices a mi: ¿Al fin te encuentro?

—Volkova, deja de ser tan maldita y ganar en todo — Sonrió — Apenas vengo llegando del gimnasio y para serte sincera, Aleksey me tenía un poco ocupada — Yulia esta vez sonrió más fuerte.

—En serio, Mirka, no quiero saber los detalles sucios que hace tú novio con tu cuerpo.

—No es mi novio. Digamos que solo salimos para pasar el rato… Algo así como “Amigos con Derecho”.

Y como si le pasaran el interruptor a la morena, la sonrisa del rostro se borró de inmediato, levantándose de golpe nuevamente. Casi botaba el trago que tenía en el vaso.

—Ahora que recuerdo Miroslava, necesito que me digas como se llamaba la mujer que te ayudó a llevarme al auto cuando la otra noche estaba borracha.

Un silencio se hizo del otro lado mientras ella esperaba pacientemente a que su amiga le dijera algo, pero había pasado mucho tiempo y Miroslava aún no hablaba.

—Mirka!!!! Mirka!! ¿Estás allí? — Yulia comenzaba a impacientarse. Observó la pantalla del móvil a ver si no se había cortado la comunicación pero aun su amiga estaba en línea.

—Sorry! Me estaba sacando la ropa. Estoy muy sudada — La morena rodó los ojos de nuevo cuando la chica le preguntó: “Repite la pregunta, que no te escuché” .Yulia suspiró y volvió a preguntar.

— Mirka, la chica que te ayudó a llevarme hasta tu coche el día que estaba borracha, ¿Recuerdas como se llama? ¿Te dijo su nombre?

—Vaya Yulia, si me lo dijo pero no recuerdo en este momento. En serio, a lo mejor pueda que en el transcurso del día me acuerde, pero en este momento no.

La pelinegra puso el vaso sobre la barra y su mirada se enfocó sobre Central Park. Solo necesitaba hacer otra pregunta y esperar a que su amiga la respondiera sin fallar.

—A ver… Déjame adivinar. La mujer era pelirroja y sus ojos eran verdes… o más bien, más grises que verdes?

—Si! — Miroslava respondió esta vez sin titubear — Exactamente. Me pareció una mujer muy hermosa y alta, de hecho, hizo dudar de mi sexualidad porque aquellos ojos no los encuentras en cualquier parte.

Yulia sintió que su respiración se detenía y que su corazón empezaba a latir como loco, como si sintiera la necesidad de salírsele del pecho. A lo lejos, podía escuchar la voz de su amiga llamarle repetidas veces, pero su mente había dejado de pensar con coherencia al saber que Elena Katina esa noche, había vuelto.


Continuará...
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A VIVALENZ28 y a Elena Sonda les gusta esta publicaciòn

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AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)  Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)

Mensaje por LENYU 10/25/2020, 3:39 pm

Dios mio!!! Mi adorada escritora, estoy que no quepo en mi propia piel (o sea estoy mas agrandada que galleta en agua) jasaaaajajaaqj me imagine siendo la mujer de Sveta, y estoy flasheada!!!! Me acoste con Sveta y nos vio Lena!!!!!! Que hermosa felicidad que me dio, pero si me la imaginooo (sale paja puf jajjajaaa) pero la cagaste a lo grande porque al final me hiciste una pinche CORNUDA!!!!! Maldicionnn Lena y todo su sex sex sex a flor de piel la tiene enamora a MI sveta!!! Maldicionnn como odio a Lena jaffffff!!!
Me tranquilizo, Julia, en el limbo, y Lena aun siente cosas por Sveta, debo admitir que aunque sea “Lucia” la cornuda, o se YO y YO, me gustaria que Sveta y Lena se den de aca hasta el universo y mas alla, en esta historia, No hay interes de que Julia se quede con Lena, No pegan.
Ahun puenso en Sveta. Ajjajaaj
Ha sido tu cumple feliz mi bella escritora, puedo hacerte la fiestita?? Ajjajaa chiste! Felicidades en tu dia!!
Por favor, dame una linda mujer nueva cuando Sveta me deje! Jajaaajjajaja
Gracias! De verdad a verdad, jamas pense que ibas a poner mi nombre en tu historia, sos lo masssssss!!


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Mensaje por LENYU 10/25/2020, 3:44 pm

Aunque Julia sea una pinche pendeja! Si me deja Sveta me gusta Julia jajajaaaaaqajaj A Lena quiero darle una tunda cuando me la quite a MI Sveta, porfisssss dejame golpear a lena por las mil mujeres que engaño! Ajjajaja dejame decirte tambien, que Imessa me gusta mucho cuando aparece! Creo que ya no me olvido nada!

LENYU

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Mensaje por psichobitch2 10/31/2020, 3:59 pm

JAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!! LENYU, deja de hackearme la laptop y leer los capítulos de la historia y lamento que lleves cuernos pero la escritora soy yo y decido con quien terminará la Yulia, si es que vive de acá al capítulo 67. En fin... Gracias por felcitarme por mi cumple e igual a vos RAINBOW.XANDER

Embarassed Embarassed

Disfrutad!!!


Capítulo 7: Sinceridad.


Cuando Yulia reaccionó, se dio cuenta que su móvil estaba en el suelo, sobre la alfombra. Se agachó a recogerlo y la voz de su rubia amiga aún estaba del otro lado de la línea tratando de llamar su atención.

—Aquí estoy, Miroslava. Lo siento — Dijo aun con la mirada perdida.

—Yulia, ¿en serio estás bien? Dime que no te has vuelto a desmayar, porque la pasada noche me tomaste por sorpresa y…

—Mirka, tengo que colgar. Tengo una llamada entrante. Te hablo en la noche, ¿vale?

No mentía. Un pitido le alertaba que estaba recibiendo una llamada y al verificar, era la segunda vez que intentaban comunicarse con ella, aunque no había identificado quien. Colgó con Miroslava, que no reparó en despedirse de ella sin problema alguno y contestó la que tenía en espera.

—Hola…

—Buen día, señora Volkova gusto en saludarla, es un placer escucharla de nuevo — La morena se mostró confundida. No sabía con quién demonios estaba hablando. El efecto Katina la había arrancado del planeta algunos minutos.

—Disculpa, aun no sé con quién estoy hablando…

—Lo siento. Soy Adam McArthur, de la sucursal y estaba llamando para confirmar su llegada al país, señora Volkova —Yulia asimiló al fin donde se encontraba y el motivo por el cual se encontraba allí. Sacudió su cabeza y comenzó a caminar alrededor de la habitación.

—Oh, disculpa Adam, estaba algo distraída cuando atendí la llamada —Gracias a una estúpida pelirroja — Recién estoy llegando a la ciudad — Dijo restándole importancia — En horas de la tarde estaré saliendo para allá. Necesito discutir la agenda de esta semana y no quiero perder más tiempo.

—Está bien, señora Volkova. Convocaré a la junta directiva para la reunión. Le estaremos esperando.

—Gracias.

Colgó y lanzó el teléfono sobre la cama. Realmente estaba cansada por el viaje tan largo, pero no quería quedarse encerrada en el hotel así que un buen baño le caería de maravilla mientras calmaba los pensamientos que se le comenzaban a juntar en su mente.



Habían transcurrido tres horas exactamente después de haber tomado un largo baño, vestir algo casual pero formal, y haber comido algo ligero para estar completamente lista. Se miró por última vez al espejo, acomodando la bufanda color beige que hacía juego con su chaqueta y colocando un mechón de su ahora larga cabellera, por detrás de su oreja.

Justo en el momento en que se disponía a salir, escuchó que tocaron la puerta y al abrir, una chica de su misma estatura, cabellos castaños y enrulados, saltó sobre ella haciéndola trastabillar por unos segundos, intentando mantener el equilibrio para no caer en el suelo junto con la mujer, que no dejaba de darle besos alrededor de toda su cara.

—Hey! Hey! Hey!!! ¿Pero qué te pasa? — Dijo molesta tratando de separar a la joven que prácticamente se había adherido a su ropa como una sanguijuela.

La chica se separó algunos centímetros, sin dejar de rodearle el cuello con sus brazos, mirando con sus ojos color miel, los profundos y gruñones azules de Yulia.

—No te alegra verme, ¿honey? — Preguntó con voz aniñada. Yulia rodó los ojos, intentando que la chica la soltara.

—Ashley, puedes soltarme, ¿por favor? Debo ir a la empresa y me estás retrasando, ¿si? — Pero la chica al parecer tenía pegamento extra.

—Honey… No seas amargada, ¿si? — Dijo con un puchero demasiado pronunciado con el fin de que la morena lo besara, algo que al fin Volkova no pudo resistirse y darle un piquetico — Ahora si! — Exclamó y soltó a la morena quien rodó de nuevo los ojos, asiéndose con su cartera que había arrojado al suelo cuando fue interceptada por la mujer — ¿Tú mujercita vino contigo? — Cuestionó Ashley, acomodando la bufanda de la morena en su cuello.

—No, Ashley… No vino mi “mujercita” conmigo. Por favor, ¿En serio puedes quitarte de mi camino? Porque voy apurada — Dijo caminando hacia la puerta. La castaña la siguió, haciendo gemiditos de fastidio con su boca y algo que parecía, ¿berrinches? Mientras salían hacia el pasillo.

—Pero quiero estar contigo… Yul…

—Hey!! ¿Acaso piensas dejar la puerta abierta?! — Yulia estaba perdiendo la poca paciencia que le quedaba. Se devolvió los cuantos pasos que ya había avanzado y cerró la habitación, de mala gana.

Retomó su camino hasta llegar al elevador donde presionó el botón hasta esperar que éste subiera. Ashley se enganchó de su brazo mientras ella suspiraba mentalmente, rogando por un poco más de tolerancia.

—Estás muy hermosa — Dijo la otra chica cuando en ese momento se abrieron las puertas metálicas.

Ambas entraron y Yulia apretó el botón que las llevaría hasta el lobby.

—Gracias — Respondió viendo como se cerraba el elevador — Ashley, ¿cómo supiste que estaba acá, en New York? Me tienes algún rastreador, un micrófono, o supervisas mis pasos con algún satélite? — En serio, aquella chica podía llegar hacer todas esas cosas y a Yulia no le parecería extraño. Ashley rió ampliamente.

—Tonta — Le dio un beso en la mejilla que luego limpió con su pulgar para quitar rastros del labial — Tengo mis métodos, Volkova. Solo sé que me encanta que estés devuelta y sin tú aburrida esposa…

—Agradecería mucho que no la nombres y que no te refieras a ella con insultos o indirectas… Es más, no toquemos el tema, ¿está bien? — Dijo acomodando un poco su bufanda, con la vista fija sobre el tablero de números.

Las puertas del elevador se abrieron y ambas salieron. Ashley se encogió de hombros mientras caminaba del brazo de la morena hasta llegar a la recepción del lobby.

—Buen día, por favor, ¿podrían conseguirme un taxi hasta el Rockefeller Center? — Solicitó al chico que atendía el área.

—En un momento, señora — La morena asintió mirando de arriba hacia abajo a la mujer a su lado, quien estaba revisando su móvil mientras ella pedía el servicio. La joven era bastante guapa, no cabía duda, pero muy infantil y fastidiosa a la vez.

— ¿Vendrás conmigo a las oficinas? — Ashley giró a verla y sonrió.

—Obvio, honey — ¿Por qué de todos los sobrenombres en el mundo, tenía que llamarla por el más ridículo? — No pienso apartarme de ti en ningún momento.

—Pero…

—Disculpe, señora — Interrumpió el chico de recepción. Yulia giró a verlo — Su taxi se encuentra esperándola, afuera.

—Gracias — Dijo y aferró su cartera y sus pasos hacia la salida, seguida de la inquieta castaña que al parecer, no tenía intenciones de dejarla libre las 24 horas del día.

[…]

Una vez que ambas mujeres llegaron al décimo sexto piso de la torre, Yulia fue recibida alegremente por Adam, a quien ya se le había anunciado que Volkova y compañía, habían llegado.

El chico, quien vestía traje formal con corbata, cabellos rubios y ojos de un color que aún la morena no descifraba muy bien, ya que a veces eran verdes y otros de un marrón muy claros, no ocultó para nada la manera un tanto descarada como la observó al atravesar la gran puerta de cristal de las oficinas. Ésta le devolvió la misma sonrisa con la que fue recibida, mientras se sacaba las gafas oscuras que aún llevaba puestas.

—Buen día, señor McArthur. Un gusto volver a verlo después de tanto tiempo, ¿no le parece? —Adam adoraba la manera sarcástica y el humor negro que manejaba aquella mujer, de quien estaba obsesionado hace más de dos años.

Ashley observó la manera en la que el chico miraba a la morena y no dudó en volver a colgarse de su brazo, con el único fin de marcar su territorio. Territorio que al parecer, estaba marcado por más de una persona.

—Así es, señora Volkova — Sonrió de lado aferrando una carpeta en sus manos — La junta directiva fue convocada para una reunión que comenzará dentro de media hora, para ser exactos.

—Bien, solo avísame cuando estén todos reunidos en la sala… Ah… y por favor, asegúrate de tocar la puerta cuando lo hagas.

Volkova le guiñó un ojo, dejando muy en claro sus instrucciones. Sabía claramente las intenciones del joven, que no era mucho mayor que ella, salvo unos tres años. Nunca dejaba de insinuarle cosas con el único fin de llevarse a la dueña del Centro Empresarial, a la cama.

Se dirigió a su oficina, no sin antes saludar cortésmente a los empleados que continuaban con sus labores diarias. Algunos agachaban la mirada al verla pasar, otros simplemente asentían con sus cabezas y sonreían. Ashley todo el tiempo la siguió, como si fuera un perrito faldero.

—Hola… — Saludó con un guiño a la chica que estaba sentada a unos cuantos metros de su oficina y cumplía el rol de ser, su secretaria ejecutiva.

La chica le devolvió el saludo sin dejar de sonrojarse por el guiño que le regaló su jefa al pasar y luego escuchar como cerraba la puerta detrás de ella.

—Honey, ¿qué puedo hacer durante el tiempo que estés dentro de la reunión? — Cuestionó la castaña abrazándose nuevamente del cuello de la morena. Yulia colocó sus manos sobre su delgada cintura y la atrajo hacia ella sin ninguna delicadeza para fundirse en un beso nada sutil.

La morena caminó sin despegar ni un segundo sus labios de los de Ahsley, hasta que el escritorio marcó el límite. Al sentir que no tenían más espacio, una de sus manos pasó de la cintura de la castaña hasta su nuca, para atraerla más como si quisiera formar una sola persona mientras le devoraba la boca a la mujer que no dejaba de mover sus manos sobre su cabello, logrando despeinarla por completo.

Cuando el aire les hizo falta, ambas fueron separándose poco a poco. Yulia sintió como su labio superior era mordido y solo sonrió, pasando la lengua y delineando los hinchados labios de la otra chica.

—Vaya, honey… eso si que no me lo esperaba.

Volkova sonrió de lado, rodeando su escritorio mientras acomodaba su chaqueta y su cabello. Se sentó y encendió la portátil. Ashley también rodeó el mobiliario y se sentó sobre la madera, cruzándose de piernas.

—Tengo una reunión en estos momentos, así que no podré follarte ahora — Suspiró con la vista puesta en la Mac Book— Tendrás que encerrarte en el baño y usar tu mano, cariño — La chica bufó.

—Afff!! Siempre me haces lo mismo, honey — Se quejó, yendo hasta el amplió sofá y sentándose, tomando una revista de la mesa que estaba frente a ella — Espero que en la noche puedas compensarme. No te irás, sin antes yo haber pasado por tú cama.

Yulia continuó frente a la laptop, totalmente concentrada en revisar algunos balances que debía presentar en la reunión que a escasos dos minutos iba a comenzar, ignorando por completo los balbuceos de su amiguita. Luego, tomó unas carpetas que descansaban en su mesa y se levantó caminando hacia la puerta.

—Hey, ¿a dónde vas? — Preguntó la castaña sin moverse de su comodidad.

—Odio cuando no prestas atención a lo que te digo… Hablamos más tarde — Dijo y salió cerrando la puerta detrás de ella.

Justo en ese instante, se encontró a Adam que se dirigía hacia la puerta de su oficina.

—Iba a buscarla, señora Volkova. Ya están todos en la sala de juntas, solo faltamos nosotros dos…

—…Tres, querrás decir — Adam frunció el ceño — Vamos, Brooke, hoy debutarás como mi asistente en la reunión — Se dirigió a la chica que la miraba sorprendida todo el tiempo. Adam solo observó a la joven, no muy convencido.

—Pero, señora Volkova, ella no…

—Ella, si. Ven Brooke, adentro te explico — Yulia retomó el paso dirigiéndose hacia la sala de juntas. Detrás podía escuchar el taconeo de la rubia y el andar de Adam, de quien ya vería la manera de como deshacerse de su toxica presencia.

[…]

La reunión finalizó dos horas después y la junta había quedado complacida con la presentación de los balances que se hacían semestralmente para analizar las alzas y bajas que había tenido el grupo empresarial. Aunque Brooke, estaba un tanto nerviosa al principio, al final terminó moviéndose como pez en el agua cuando expuso acerca de los gastos financieros que se habían hecho durante los últimos meses.

Si las miradas mataran, Adam hubiera acabado con la rubia hace dos horas atrás cuando Yulia le dio todo el mérito a la chica, por supuesto, dejando que el castaño interviniera pocas veces y cuando lo hacía, ella misma se encargaba de interrumpir haciendo que McArthur cambiara sus facciones inmediatamente. Pero eso a ella la llevaba sin cuidado. No le gustaba la actitud del chico y aunque era muy buen analista, quería buscar la manera de poder despedirlo.

En cambio, se sentía muy a gusto con Brooke. La chica entendía mucho de contabilidad y hacía análisis exhaustivos de manera improvisada y para ella, eso estaba muy bien, aparte de que la chica era bastante guapa. Ya lo había apreciado las veces anteriores que visitaba el Centro Empresarial, pero para ese entonces, tenía prioridades.

—Brooke, ¿puedes venir a mi oficina? — Preguntó pasando por su lado y entrando a su despacho. Ashley al verla, se levantó del sofá donde estaba aparentemente jugando con su móvil.

—Honey, ya estabas tardando…

—Ashley, debo reunirme con mi secretaria y por favor, necesito que despejes mi oficina — Fue directa mientras que Brooke permanecía de pie en el umbral de la puerta, tratando de mirar a cualquier lado. Volkova rodeó su escritorio y sin más, se sentó frente a la computadora.

—Aiiinss, pero…

—Ashley, por favor. Necesito que vayas y des una vuelta, no sé. Estoy ocupada, te llamaré cuando termine con los asuntos de la empresa, ¿si?

La castaña tomó su cartera y de mala gana salió de la oficina, sin importar haber tropezado a propósito a la rubia, quien no dijo absolutamente nada. Solo permanecía de pie, en silencio. La morena observó el comportamiento de la castaña y negó con la cabeza mientras la veía atravesar la puerta.

—Discúlpala, a veces es un poco infantil — La chica sonrió a medias — Pasa, y cierra la puerta, por favor.

Brooke asintió entrando a la inmensa oficina de Volkova mientras veía como la morena se acomodaba detrás de su escritorio. Ella se sentó también frente a la atractiva mujer.

La había conocido hacía un año atrás cuando en una oportunidad, la morena había sido invitada para la fiesta anual del Centro Financiero. Apenas tenía meses contratada y no estaba al tanto de todo a su alrededor. Para aquel entonces, la había visto llegar con Inna, su esposa y desde ese momento, la rubia quedó flechada por la belleza sinigual de la pelinegra.

De tratarla, solo lo necesario ya Yulia frecuentaba la ciudad cada tantos meses, pero solo se dedicaba a los asuntos puntuales. Participó en una oportunidad en una video conferencia a larga distancia, pero solo cumplía con su cargo, recibiendo órdenes directas de McArthur, quien era el encargado de trasmitir las sugerencias de la pelinegra desde la sucursal al otro lado del mundo, pero hoy, podía admirarla más de cerca y mantenía su palabra en afirmar, que era la mujer más hermosa que sus ojos hayan visto.

— ¿Has estudiado algo relacionado con la administración de una empresa? — Preguntó Yulia sacando de sus pensamientos a la rubia quien se acomodó más sobre la silla.

—Pues, me gradué en la universidad de Stanford hace algunos años atrás, en la especialidad de administración y finanzas. Desde ese entonces, mis trabajos han estado relacionados con mi carrera. Viví en California hasta que me gradué y luego me vine a vivir acá a Nueva York y bueno… Hace un año que trabajo con usted — Finalizó mientras pasaba una de sus manos sobre su cabello. Yulia la observaba pacientemente. Al parecer podía notar el nerviosismo de la chica.

— ¿Qué edad tienes? — Cuestionó.

—Veintitrés, señora… —Yulia rió al escuchar el sustantivo tan formal que empleaba la joven.

—Por favor, no me digas señora. Puedes llamarme Yulia si así lo prefieres, pero ese calificativo me hace sentir como una vieja y te juro que solo te llevo 4 años — Brooke sonrió y asintió — Bien, a ver señorita Lorenz. Me gusta como hace su trabajo y aunque no estoy el cien por ciento dentro de estas cuatro paredes, estoy pendiente de mi personal y me han hablado mucho de ti… Perdón por tutearte.

—No se preocupe —Brooke negó.

—Bien. Sabes, hay una vacante como Asesor Financiero — Dijo y de inmediato notó que la chica la miró confundida.

— ¿Cómo así? Tengo entendido que el señor McArthur ocupa ese puesto — La morena sonrió y giró su cuerpo totalmente hacia su laptop, mientras escribía algo.

—Cierto… Bueno, justo en este momento, acaba de quedar libre, así que… — Se levantó acomodando su saco tres cuartos — La espero mañana a primera hora en la oficina para girarle las instrucciones.

Los ojos verdes de la chica se abrieron como platos al escuchar a Yulia decir aquellas palabras. Prácticamente había despedido al chico frente a sus narices para ascenderla a ella de cargo. Literalmente había quedado sin palabras.

—Yo…Yo…

—Tú nada — La morena rió — Y por favor, hazle saber a Adam que mañana tendremos una reunión con él… en la sala de juntas… Solos tu y yo, ¿bien? — Finalizó guiñando un ojo.

Brooke, aunque no había demostrado lo feliz que estaba delante de la morena, por dentro no cabía de felicidad. Sentía mucho que Adam hubiera perdido su puesto, pero Yulia era la dueña y tendría sus razones.

Salió de allí aun sin poder asimilar la noticia. Cuando vio a Adam que salía de su oficina, que a partir de mañana sería formalmente la de ella, llamó su atención. McArthur alzó la vista pero solo la miró desde cierta distancia.

—Señor Adam, le informo de parte de la señora Volkova, que mañana a primera hora, tendre…—Hizo una pausa — Tendrá una reunión con ella en la sala de juntas.

—Gracias — El chico asintió para luego volver a entrar a su oficina, al parecer su molestia por no haber intervenido para nada en la reunión, aún estaba en proceso.

[…]

Un coche negro se acababa de estacionar frente al hotel. El conductor, un hombre de casi cincuenta años, fue el primero en bajar para rodear así el vehículo y abrir la puerta trasera para darle paso a la mujer que en ese momento salía con una maleta pequeña en sus manos.

La pelirroja le agradeció al hombre, quien amablemente asintió acompañado con una sonrisa mientras esperaba que dos chicos, que trabajaban como botones en el lugar, terminaran de vaciar la cajuela de las valijas restantes que estaban dentro.

Una vez en el lobby, un caballero muy elegante y traje impecable, la recibió con dos besos en cada una de las mejillas, permitiéndole brindar un abrazo a la recién llegada mujer.

—Elena, un placer tenerte de vuelta por acá, por esta ciudad que ya es prácticamente como tu segundo hogar — Lena sonrió complacida por la comparación.

—Gracias, Thomas. Siempre será un honor para mí, disfrutar de la ciudad de los rascacielos y del mejor hotel de la ciudad.

—Efectivamente. Sabes que The Plaza siempre tiene el orgullo y el placer de atenderte como una reina, eso no lo dudes jamás.

Ambos sonrieron y siguieron poniéndose al día, mientras que quedaba oficialmente registrada en las instalaciones del prestigioso hotel.



Una de las tantas razones por las que le encantaba Nueva York, era que se sentía en casa. Es una ciudad muy fácil. Todo en aquella metrópoli era inmenso. Los rascacielos, las avenidas, las luces y sí, aunque todo grita “Egocentrismo” la ciudad siempre lograba envolver a cualquiera que pisara sus calles, con el único propósito de enamorarte y no dejarte escapar.

Salió de la ducha, sintiéndose más relajada. El viaje había sido un poco pesado, pero ya su cuerpo estaba acostumbrado a las rutinas. La noche era hermosa y el aire que respiraba de la Gran Manzana a través del balcón, complementaban la tranquilidad que sentía.

Encendió la Mac Book, mientras dejaba a un lado la toalla con la que secaba sus cabellos cobrizos y ajustaba el cordón del albornoz blanco que vestía. Vio la hora en su teléfono móvil, apenas las 8:15 pm. No podía llamar a Khristeen, en Moscú era de madrugada, ya buscaría la manera de comunicarse con su hija.

Con su teléfono en mano, se acercó nuevamente al balcón de la suite y tomó una fotografía del hermoso paisaje nocturno de la ciudad, colgándola en uno de los estados del WhatsApp con una referencia simple. No cabían dudas, amaba aquella ciudad.

Se recostó un rato. La portátil estaba a su lado, pero había decidido cerrar los ojos un momento para despejarse la mente un poco, cuando el timbre del móvil, la llevó abrir sus orbes nuevamente.

—Rayos… Hola — Dijo atendiendo la llamada.

—Pelirroja, dime que no estás acá en Nueva York, o me dará un infarto.

—¿Nastya? — Cuestionó incrédula acomodándose sobre la cama.

—Pues, ¿quién más te dice pelirroja? — Dijo la voz desde la otra línea, acompañándola en una carcajada sonora.

—Esto es un milagro! Joder, Nastya… te hacía lejos, no sé… en Europa, por ejemplo.

Lena estaba feliz de poder escuchar nuevamente la voz de su mejor amiga. Aunque aún seguía siendo su socia en el bufete, la castaña había elegido darse unas merecidas vacaciones alrededor del mundo junto a su nuevo amante, un empresario muy adinerado a quien le había hecho el honor de divorciarle cuando acudió a sus servicios, y de quien había quedado locamente prendida a la vez.

—No. Markov tiene que atender algunos negocios acá en Manhattan y recién tenemos una semana aquí. Pero… No sabes lo feliz que me pone que estemos cerca. Cuéntame, ¿has venido sola o alguien más ya acaparó tu corazón?

Lena rió divertida por el comentario de su amiga, mientras negaba.

—No, Nastya. He venido sola. Tengo cosas que atender acá por negocios y créeme que no tengo tiempo para nada más.

—Eres aburrida. No vas a cambiar nunca, aunque espero que ya no estés frecuentando más a la habilidosa de Tanya. Esa mujer no puede oler que estés soltera porque te persigue, es como si tuviera un radar solo para ubicarte en la faz de la tierra, y aparecer como David Copperfield. Así tenga mujer – La pelirroja no dejaba de sonreír, aunque su amiga llevara algo de razón.

—No, ya te he dicho. Estoy sola, Nastya y Tanya se esfumó. Es cierto, me estuvo buscando durante un tiempo…

—Nuevamente – Se apresuró a contestar la castaña desde el otro lado.

—Si, nuevamente – Rodó sus verdigrises ojos – Pero ya no más – Suspiró – Estoy enfocándome en los negocios, en mi hija, que es quien verdaderamente me importa y ya.

Escuchó un fuerte suspiro del otro lado.

—Bien, bien. Solo no quiero que estés sola. Eres una mujer joven, porque tener cuarenta años, dentro de una sociedad bastante demandante, tiene sus “PRO” y tú, amiga mía… estás cada día más hermosa, así que… búscate alguien que te llene y termine de sacarte por competo de la mente a la serpiente que tenías como mujer.

—Nastya… – Rió – Deja de decir tonterías… a ver, ¿cuándo nos vemos?

—Mañana te llamo. Markov creo que debe ir a Brooklyn y pues, no quiero estar encerrada mucho tiempo en el hotel, así que creo que mañana podemos vernos un rato y tomarnos algo.

—Me gustaría mucho… además, tengo cosas que contarte pero me gustaría que nos viéramos – Dijo sentándose por completo.

—Está bien. Hazme saber tú agenda de trabajo y caeré allá para ponernos al día. Ahora, debo irme porque… Afff!!! He comido unos langostinos muy exquisitos y se me está antojando devorarme a mi hombre.

La pelirroja no dudó en soltar una nueva carcajada por las ocurrencias de su amiga, cuando colgó la llamada. Aquella mujer siempre lograba ponerla de buen humor y al menos podría decir, que entre la ducha y la conversación con Nastya, la habían llevado a un estado de relajación, total.

[…]

Terminó de firmar el último documento que tenía sobre el escritorio, luego se retiró las gafas de lectura y apretó con sus dedos índice y pulgar, el puente de su nariz para descansar un poco la vista.

Era tarde, bueno… Apenas el reloj marcaba las 8:20 pm, pero decidió quedarse un rato más para ponerse al día con todo lo que tenía atrasado. Ashley, no había dejado de insistirle en pasar la noche con ella y aunque la chica impertinente le atraía para pasar un día entero en la cama, no tenía ánimos de soportar siquiera su presencia. Así que le desviaba las llamadas hasta que al parecer había entendido sus indirectas y dejó de molestarle.

Se levantó de la silla y estiró un poco sus músculos. Optó por quitarse la chaqueta tres cuartos para sentirse más cómoda. No recordaba si había comido durante todo el día, por lo tanto, le apetecía comerse algo dulce. Revisó sus bolsillos, en busca de algunas monedas y los encontró vacíos. Buscó dentro del monedero y logró reunir apenas algunos centavos que introducir en la máquina dispensadora que se encontraba a mitad del pasillo.

Abrió la puerta y se asustó un poco al ver que su secretaria, todavía estaba sentada en su escritorio acomodando algunos papeles.

—Brooke, ¿qué haces aquí todavía? – La chica también se tensó un poco al escuchar la voz de la pelinegra, deteniendo de inmediato lo que hacía.

—Lo siento, señora Volkova. Estoy aprovechando de dejar todas mis cosas al día. Ya estaba a punto de irme – Dijo volviendo a colocar algunas carpetas en orden. Yulia se acercó más.

—No sabía que aun siguiera alguien dentro de la empresa… es más, ni sabía que hora eran, para ser sincera – Brooke sonrió sin levantar la vista de sus asuntos – De hecho… iba a por un dulce. No recuerdo si almorcé o no.

—Si lo hizo, señora…

—¿Qué te dije con respecto a llamarme así? – Dijo dirigiéndose a la máquina dispensadora de dulces que estaba a unos cuantos metros del escritorio de la rubia. Brooke observaba su andar.

—Lo siento y si… si comió… comiste. Ehmm… hizo que le subieran algo del restaurante de abajo – Yulia hacía un mohín como tratando de recordar, gesto que a la vez le parecían graciosos a la otra chica, por lo que no dudó en sonreír.

—En serio, no recuerdo, pero… me comeré esta galleta – Alzó el paquete de Oreo’s que la máquina le había arrojado — Ya veré que como luego, aunque… — Dijo deteniéndose a mitad de camino. La luz directa del pasillo le daba justo en el rostro, por lo que hacía que aquellos ojos azules brillaran más hermosos, de los que Brooke siempre los había notado — …¿Quieres ir a cenar?

Brooke se tensó un poco por aquella pregunta. No lo había hecho ya que tampoco había tenido cabeza para pensar en que iba a cenar, pero… ¿aceptar comer con Yulia Volkova, su jefa?

—Espera… Si por tu mente está pasando el hecho de que somos jefe-empleado, ve sacándola. No estamos en horario laboral que yo sepa y además, a partir de mañana serás la nueva Asesora Financiera de la empresa. A decir verdad, casi no te conozco de manera personal ya que por referencias laborales, eres una gran trabajadora, así que… no te estoy dejando muchas opciones, ¿o si?

La sonrisa que salió de los labios de la rubia era totalmente hechizante. La mujer era una belleza y no iba a desperdiciar la oportunidad de poder conocerla un poco más.

—Bueno, Yulia… A decir verdad, no me dejas más opciones y aunque me da un poco de miedo saber que eres mi jefa y que lees los pensamientos, acepto.

La pelinegra le regaló una sonrisa y un guiño y caminó hasta su despacho. En el umbral de la puerta se detuvo y giró a ver a la rubia.

—Termino de recoger algunas cosas aquí y nos vamos, ¿vale?

Brooke asintió mientras ella también terminaba de arreglar algunos papeles en su escritorio, con la sonrisa más tonta que jamás se le había dibujado en la cara.



Media hora después, el maître del Le Bernadin acompañaba a las dos chicas hasta la mesa, muy amablemente mientras dejaba que ellas se acomodaran a su gusto.

—Bienvenidas señoritas, ¿desean tomar algo antes de comer? – Yulia miró por un instante a Brooke y asintió.

—Si por favor, nos trae dos copas de Merlot. Gracias.

El maître asintió, dejándolas solas por algunos minutos mientras regresaba con la orden.

—Sé que estamos fuera de la oficina, pero mañana, como última orden siendo mi secretaria, necesito que hagas la solicitud de rentarme un coche. No puedo andar trasladándome en taxi por toda la ciudad.

—Lo siento, pero esa solicitud se hizo antes de que llegaras a la ciudad, salvo que la empresa rentadora ha tenido algunos inconvenientes y justamente hoy llamaron indicando que mañana, a primera hora, le hacen entrega del coche. Es más, la estará esperando fuera del hotel cuando se dirija a la empresa —Yulia terminaba de colocar su servilleta sobre las piernas.

—Bien, por lo menos una buena noticia. En realidad, lidiar con algún taxista en esta ciudad es fatal. Aleatoriamente, conoces a la mitad del mundo. Un día es un italiano, otro día, es un latino, otro… un chino.

Brooke comenzó a reír y a la morena le encantaba que lo hiciera.

—Tienes una sonrisa encantadora y unos dientes perfectos. ¿No te lo han dicho nunca?

—Con permiso, señoritas – El maître llegó con las dos copas de vino tinto. Mismo color del que se habían manchado las mejillas de la rubia – Que disfruten – Asintió y se retiró. Yulia levantó la copa.

—A ver… Brindaré por tu ascenso y porque haré que se te vuelvan a teñir las mejillas de carmesí. En serio Brooke, me encantó ver que se te mancharan así y verte sonreír a la vez.

La joven literalmente no sabía donde meter su cara, su cuerpo… toda su anatomía. Estaba totalmente avergonzada por los comentarios tan directos de la pelinegra, a pesar que le estaba gustando escucharlos, no estaba preparada para que se los dijera de la noche a la mañana.

—Por favor, señora Volkova… lo siento, sé que es cuestión de acostumbrarme y practicaré en ello, pero está haciendo que me avergüence demasiado con sus comentarios – Yulia bebió un trago, dejando la copa sobre la mesa.

— ¿Qué, por qué? ¿Acaso nunca te han dicho que eres hermosa? A ver… He visto como te ven algunos chicos en la oficina y creo que hasta un ciego puede notar que tus ojos son realmente hermosos y si con esto te estoy haciendo sentir incomoda, pues… así soy yo y me encanta halagar a las mujeres, y creo que sabes a la perfección que en mis gustos sexuales nunca incluiré a ningún hombre, por lo tanto, las mujeres son y serán mis platos fuertes – Finalizó haciendo que Brooke respirara más tranquila.

— ¿Siempre eres así de directa? – Cuestionó la rubia bebiendo de su copa.

—Creo que es mejor decir la verdad, a estar engañando a todo el mundo con una supuesta personalidad que no es la tuya. Así soy yo… Y si, me pareces una mujer atractiva y muy inteligente, debo admitir y fue una de las razones por las que decidí subirte de cargo –La rubia dejó lentamente su copa de vino sobre la mesa.

—Puedo entender, que de no haber sido una chica hermosa y atractiva…

—Brooke… Si no me hubieses llamado la atención, conservaras tú mismo puesto – Le dijo tajante — Ahora, quiero que tú también seas sincera conmigo y me digas, si después de esta confesión decides quedarte con el puesto, o eres de esas chicas moralistas que no toleran que la belleza sea un requisito indispensable para surgir en la vida… Bueno, en tu caso, te ayuda el hecho de que eres totalmente trabajadora y estás capacitada para el puesto. Así que digamos que el porcentaje es justo.

—Bien – Dijo mirando fijamente a la pelinegra – Seré sincera contigo – Yulia asintió con una sonrisa –He sido testigo al ver como muchas personas, han ganado interés solo por ser atractivos y no poseer ningún tipo de conocimientos. He visto como me ha pasado lo mismo pero con la salvedad, que me he esforzado siempre en conseguir las cosas bajo mis propios méritos porque para algo quemé mis pestañas día y noche en una universidad que con esfuerzo, logré costearme. Pero siempre fui paciente, siempre demostré que detrás de mi cara bonita, como usted dice, hay una persona que luchó bastante por uno de tantos sueños y no pretendo surgir en una empresa, solo porque usted únicamente se fijó en mi rostro, en mi cuerpo… o en lo que sea.

La morena se tensó cambiando sus alegres facciones a unas de total confusión cuando vio que la rubia se levantaba de su puesto.

—Espera, Brooke, a dónde vas?

—Lo siento, señora Volkova, pero no voy a tolerar que me falte el respeto así como así, solo porque usted es una mujer que solo le atraen las chicas con el único fin de conquistarlas y usarlas una noche. Con permiso.

La rubia tomó su cartera dirigiéndose hasta la salida. La pelinegra lo hizo de la misma manera, buscando dentro del monedero un billete, que tiró sobre la mesa para seguir apresuradamente a la rubia, quien le había tomado algo de distancia.

Le era incomodo tener que correr con los tacones, pero sabía que su sinceridad se había desbordado un poco. Brooke se detuvo junto a un semáforo, mientras esperaba que cambiara para poder cruzar la calle, momento que le permitió poder alcanzar a la chica y tomarla del brazo.

—Brooke, por favor – La chica se giró y suspiró cansada.

—Señora Volkova, no insista. Es tarde y necesito llegar a casa – Dijo esperando que las luces del semáforo cambiaran a su favor.

Cuando esto pasó, la rubia se dispuso atravesar la calle, pero el fuerte agarre de la pelinegra, volvió a impedirle caminar.

—Por favor, señorita Lorenz, déjame hablar – Pidió totalmente arrepentida. Brooke suspiró derrotada.

—Está bien, le escucho – Yulia suspiró y rascó su nuca mientras que Brooke se cruzaba de brazos. Al fondo, el Times Square brillaba con su inigualable cantidad de luces y pantallas, iluminando la calle.

—Lo siento, ¿si? Sé que me pasé de “patán” por decirte todas esas cosas y por faltarte el respeto. Reconozco que eres muy hermosa – La rubia rodó los ojos – Pero… hice mal en decir todas aquellas idioteces acerca de las mujeres y su belleza – Volvió a rascar su nuca. Se le estaba haciendo incómodo tener que hablar en medio de la séptima avenida – Solo quiero pedirte algo, por favor, no renuncies a tu puesto de trabajo solo porque mi boca es más grande que mi cuerpo.

Brooke tuvo que reprimir una sonrisa para no mostrarse grosera, así que descruzó sus brazos y le hizo señas a la pelinegra, que tenían que cruzar la calle. Ambas lo hicieron.

—Señora Volkova, veo injustamente que un joven como Adam, tenga que perder su puesto de trabajo solo porque usted, considera que es mejor tener allí a una modelo que a una persona con total conocimiento – Dijo una vez que se encontraban del otro lado de la calle – Pero yo necesito que usted reconsidere la oferta que me ofrece y piense muy bien, lo que necesita para que su empresa salga adelante, porque no creo que con una simple cara bonita, sus ganancias vayan a duplicarse, ¿o si?

Yulia asintió totalmente apenada por la conversación y es que, le estaban diciendo la verdad en su cara y por primera vez, debía aceptar que aquella mujer llevaba toda la razón.

Un taxi se detuvo justamente frente a ellas. No había visto el momento en el que la rubia le había hecho señas al coche.

—Mañana estaré esperándola en la empresa a primera hora – Habló y ya había subido a la parte trasera del Yellow.cab. Luego bajó el vidrio para poder despedirse – De todas maneras muchas gracias por invitarme a cenar. Que pase buenas noches.

Yulia asintió en silencio y vio como partía el coche amarillo a través de las brillantes calles del Midtown.

Aunque no estaban en invierno, comenzaba a sentir la brisa helada de la noche. Acomodó un poco su chaqueta beige en su torso y ajustó más su bufanda. Sacó la mano y de inmediato otro Yellow.cab, se detuvo frente a ella.

—Al The Plaza, por favor.

Cerró la puerta y el taxímetro comenzó a marcar. Larga noche para pensar, le esperaban.


Continuará...
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)  Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)

Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/1/2020, 9:10 am

Jajajaja, apoyo la moción de que Yulia muera... En el siguiente capítulo, de ser posible. No comprendo como una persona puede ser tan manipuladora, y vacía!
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)  Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE II)

Mensaje por psichobitch2 11/12/2020, 12:24 pm

Lo siento!!! he estado un tanto apretada con la agenda laboral que no me ha dado tiempo siquiera de colgar el capítulo. Sé que tenéis la hostia para mi, pero se me ha salido de las manos esta semana poder pasarme por acá.

Un saludo... Disfrutad!


Capítulo 8: Tomando el control

El fuerte taconeo que hacían sus pisadas a través del pasillo del hotel, se detuvieron justo cuando llegó a la recepción. Un hombre, de rasgos asiáticos, la saludó una vez que se detuvo frente a él.

—Buen día, señora Volkova. Aquí tiene las llaves de su coche. Disculpe los inconvenientes causados. Nuestro servicio la guiará hasta el mismo. Que tenga un buen día— Ella asintió agradecida manteniendo su mirada oculta tras las gafas oscuras que se había colocado dentro del elevador.

—Gracias — ¿Cuántas nacionalidades diferentes tendría que ver durante su estancia en la Gran Manzana?

Un chico alto y rubio, bastante joven, la acompañó hasta afuera donde la esperaba otro caballero de traje junto a un Mercedes Clase “A”. Yulia alzó un poco sus gafas cuando terminó de bajar las escaleras y rodó los ojos.

—Buen día, señora Volkova. ¿Desea que la lleve hasta la empresa o deseará conducir usted misma? — La morena se acercó hasta el hombre de corbata y le quitó las llaves de mala gana.

—Para mañana por favor, necesito que me hagan entrega de un coche deportivo, no algo donde mi abuela pueda ir al supermercado — Dijo. El hombre solo asintió y le abrió la puerta del conductor para que la morena entrara — Ah! Y asegúrate que sea del presente año. No quiero un coche que haya viajado en el tiempo hasta el presente.

El hombre volvió asentir para escuchar el rugir del motor que de inmediato hizo que el coche arrancara, perdiéndose entre las calles de la ciudad. Este negó algo irritado con la cabeza y al percatarse que las puertas automáticas volvían abrirse, subió las escalinatas rápidamente para ponerse al servicio de la hermosa mujer que hacía aparición a través de estas.

—Buen día, señora Katina. ¿Ha sido de su agrado el hospedaje?— Preguntó muy amable siguiendo a la pelirroja escaleras abajo.

—Excelente, diría yo. No descanso en ninguna otra parte como en The Plaza. Por cierto — Dijo interrumpiendo el posible discurso del caballero que le haría acerca de las instalaciones — Al parecer la persona que salió antes que yo, estaba algo apurado, digo, casi dejó los neumáticos adheridos al asfalto.

El hombre rió mientras abría las puertas del coche de Lena una vez que llegaron a este.

— Es solo una de nuestras inquilinas. Es un poco, egocéntrica, es todo.

—Vaya, siempre hay alguien que desea gobernar el mundo, ¿no? — El hombre le regaló una tímida sonrisa, reverenciándola mientras la pelirroja subía al asiento trasero, indicándole algunas instrucciones a su chofer. El día apenas comenzaba.




Pasados quince minutos, el coche se detuvo frente al gran edificio de casi treinta pisos. El sol radiante como siempre, hizo que al bajarse se colocara sus gafas de sol para luego caminar hasta entrar al pasillo, justo al área de los elevadores.

Abordó uno de los tantos transportes que la llevarían de inmediato a las oficinas ubicadas en el piso catorce.

—Buen día, Elena. Qué maravilla tenerte de nuevo por acá. Ya se te está haciendo frecuente visitarnos. ¿No has pensado mudarte a nuestro país? — La pelirroja sonrió sinceramente mientras fundía en un abrazo a la otra persona, quien lo aceptó con gusto.

Lena era recibida por una mujer de cabellos rubios con tonalidades castañas, de sonrisa perfecta y belleza innata. Era, apenas unos centímetros más alta que ella, de curvas pronunciadas debido al tiempo que le gustaba pasar dentro del gimnasio. Orgullosamente le gustaba llevar en alto sus 45 años recién cumplidos. Irene era una chica tanto poderosa, como hermosa.

—Irene, eso no va a ser posible — Dijo manteniendo la sonrisa — Me encanta Nueva York, pero sabes que mis raíces están en Rusia, aunque créeme que no he descartado la idea, pero mi hija vive allá, y no podría vivir sin ella — Irene asintió mientras caminaba a la par de la pelirroja hasta el despacho que mantenía en las empresas.

— ¿Quién diría que Elena Katina, iba a ser totalmente dominada por una mujer? — Ambas rieron mientras entraban a la oficina.

—De quien estoy perdidamente enamorada, Irene. Khristeen, desde que nació, se metió tan dentro de mí que nunca imaginé que algún día me haría la madre más orgullosa sobre la tierra.

—Y vaya que lo logró, porque te brillan los ojos cada vez que hablas de ella — Lena sonrió satisfecha por el comentario de la mujer, tomando asiento detrás de su escritorio.

—A ver Silveira, dame detalles de los informes de las últimas semanas — Solicitó la pelirroja cambiando el semblante a uno totalmente serio mientras sus ojos se enfocaban en la pantalla de su portátil.

—Uy, veo que ya tomó el rol de empresaria, ¿no es así señora Katina? — Irene sonrió abriendo una carpeta que había colocado sobre el escritorio de la pelirroja.

—Es algo que no puedo controlar apenas me siento detrás de cualquier buró.

—Bien — Continuó la rubia, sacando los documentos que estaban en las carpetas — Este es el contrato que hace dos días, firmamos con el Grupo Financiero High Tower. Este viernes, tengo una reunión con el Analista Financiero, y dependiendo de los resultados, se procederá a girar el dinero para la nueva construcción.

La pelirroja tomó las hojas, dándole lectura al documento sin dejar de prestarle atención a Irene quien seguía poniéndola al día.

—Por cierto, antes que llegaras, Mihail llamó y pidió que lo llames urgente que necesita hablar contigo — Lena asintió y marcó dos dígitos del teléfono que tenía en la oficina. Dos repiques bastaron para que del otro lado atendiera una voz de una joven, bastante amable.

—Oh, buenos días señora Katina. No sabía que se encontraba usted el día de hoy en el despacho — La pelirroja asintió.

—Llegué temprano, Lauren, buenos días. Por favor, necesito que me pongas en contacto con Mihail Levedev en Rusia, y me pasas la llamada a la extensión de mi despacho. Gracias.

—De acuerdo, señora Katina. Ya le comunico — Ambas cortaron la comunicación y Lena volvió su atención a Irene.

—La construcción también está esperando por la aprobación del presupuesto del Grupo Financiero Mitzuo, creo que Mihail ya te habrá puesto al corriente — Irene asintió.

—Por supuesto. Lo que no entiendo es porque está tardando demasiado la firma.

—Filip Morozov, se está encargando de ello. Dice que no le están cuadrando algunos balances y por ende… — Una llamada entrante las interrumpió. Era de recepción.

—Lo siento —Se disculpó con la rubia —Dime Lauren.

—Señora Katina, su llamada está en línea.

—Gracias, Lauren — La chica canceló la conexión con la oficina de la pelirroja e inmediatamente se escuchó una voz del otro lado — Mihail, ¿cómo estás?

—No es Mihail. ¿Acaso hablo como un hombre, Lena?

— ¿Inessa? — La pelirroja e Irene se miraron confundidas — Madre, ¿qué
haces allí?

—Aún soy la dueña de la empresa, así que esa pregunta está demás — Lena rodó los ojos al imaginarse a su madre sentada en la silla de su despacho, supurando superioridad por sus poros.

—En fin madre, no lo preguntaba en ese sentido… Bien. Mihail me ha llamado temprano, ¿él está allí contigo o acaso lo mandaste a volar por un tubo?

—Elena, más respeto te agradezco y en cuanto a lo que Mihail deba informarte, lo puedo también hacer yo, por esa razón estuvo reunido conmigo hasta altas horas de la noche el día de ayer, solo para ponerme al día con todo lo que por acá acontece. El que me haya ausentado por atender a tú padre, no significa que no debo estar al tanto de lo que ocurra en mi propiedad, cosa que tú no haces.

—Madre, por favor — Lena se tomó el puente de la nariz. Ya comenzaba a impacientarse. Irene reía por la situación ya que la llamada permanecía en altavoz.

—En fin. Hoy tengo una reunión con las dos constructoras. Tú socio me dice que aún están en revisión algunos estados financieros para poder dar inicio a los trabajos, lo que no entiendo es porqué se están tardando tanto en aprobarlos.

—Filip, es quien se está encargando de ello, madre. Debería darme respuestas el día de hoy. De todas maneras, es un tema que Mihail ya…

—Mihail es un hombre que no sé si me tiene más miedo que respeto. Por ello he enviado a solicitar cada uno de esos informes y revisarlos yo misma. El tiempo es oro, Elena y no podemos darnos el lujo de desperdiciarlo con personas ineptas.

La pelirroja volvió a respirar profundo mientras veía el rostro demasiado alegre de la mujer frente a ella.

—Está bien. Solo dile a Mihail, que se ponga en contacto conmigo a la brevedad. Trataré de ubicarlo yo también y… mantenme al tanto de todo.

—Por cierto Elena, quiero sacar el tema a acotación — Se hizo una pausa que le sirvió a la pelirroja para volver a rodar los ojos — Con respecto a mi nieta, no entiendo los motivos por los cuales, su madre… tú afortunada ex… está demasiado estricta con esa niña. Prácticamente no la deja ni tomar el sol cuando sale al jardín. Y para tú información, el día de hoy iré a recogerla a su casa para que vaya a visitar a sus abuelos un rato.

—Inessa… por favor, no me des más dolores de cabeza…

—Pues, alguien sabrá darte algún analgésico así que, solo te mantengo informada. Te llamaré.

La llamada se colgó, dejando a una Elena anonadada, sentada en su silla.

—Veo que Inessa aún mantiene su carácter — Habló Silveira, observando a Lena echarse hacia atrás en la reclinable.

—¿Puedes creer que siempre busca tener la razón en todo? — Suspiró — Inessa quiere controlarlo todo, hasta a mi hija!

—Es tu madre y deberías saber como actúa, no te sorprendas. Es también su nieta, aunque Valya le haya dado dos, pero creo que siempre fuiste la consentida y la que está manteniendo en pie todo el impero de los Katin, así que, no te extrañe que Khristeen sea su nieta predilecta.

—Solo me busca más problemas con Svetlana, como si no fuera suficiente que viva recordándome a todas las mujeres que pasaron por mi vida.

—Bueno Elena, son cosas que no podemos evitar nosotras las mujeres. Es algo innato en nosotras, recordar los más mínimos detalles, así hayan trascurrido cien años, así que, no te des mala vida.

—Bien…En fin, dime que más ha pasado y a qué hora es la reunión con High Tower. Por cierto, necesito un analgésico.

[…]

El sonido del elevador alertó a la chica que estaba sentada en el escritorio diagonal a este. Alzó la vista de la pantalla y al observar que Yulia recorría el pasillo para entrar a su oficina, volvió su atención a la máquina computadora.

—Buen día, Brooke — Dijo la morena quitando sus gafas de sol para saludar a la chica.

—Buen día, señora Volkova — Devolvió el mismo. La morena rodó los ojos en sus pensamientos.

—Brooke, acompáñame a la oficina. Puntualicemos los temas que trataremos en la reunión — Aclaró y reanudó sus pasos hacia el despacho. La joven se levantaba para seguirla.

—Lo siento señora, Volkova… pero…

— ¿Puedes cerrar la puerta, por favor? — Pidió, tomando asiento. Brooke asintió en silencio e hizo lo que la morena solicitó — Bien — Continuó la ojiazul una vez que estaban completamente a solas — Te escucho.

Brooke se acercó un poco más hacia Yulia, quien la veía desde su silla, manteniendo su postura.

—No puedo aceptar el cargo que me está ofreciendo, señora Volkova. No considero, todas sus palabras que dijo ayer durante la cena… Yo, simplemente no puedo ocupar un lugar solo porque usted tome en cuenta, la superficialidad de las personas y no su desempeño.

Yulia escuchaba atenta cada una de las palabras que decía la chica de ojos verdes y la actitud que mantenía. Supo entonces, que aquella joven tenía razón en lo que acababa de escupirle a la cara. Simplemente, era demasiado egocentrista como para no ver más allá de sus narices, el talento que tenía frente a sus ojos.

Se levantó de la silla, rodeando el escritorio para sentarse justamente en la orilla de este, mirando fijamente a Brooke, quien se hallaba de pie tragando duro al sentirse un poco incomoda por la manera en que la morena la veía fijamente.

—Nunca nadie antes me había bajado los humos de tal manera, señorita Lorenz y le agradezco infinitamente que lo haya hecho. Después de Larissa Volkova, mi madre, nadie había sido tan ruda para decirme las cosas a la cara.

—Yo… solo dije lo que siento y lo que me parece correcto.

—Y por ello te agradezco que lo hicieras — Hizo una pausa para acercarse más a Brooke quien quedó prácticamente de piedra allí, en el mismo lugar que había tomado para enfrentar a la morena — No quiero que te enojes conmigo ni mucho menos pienses, que por haber sido sincera, tomaré represalias, al contrario… — Su mano derecha se alzó a la altura de la mejilla de la rubia y con su pulgar, comenzó acariciarle la misma. La chica cerró los ojos por instinto.

—Señora…Señ… — Suspiró.

—Brooke, déjame disculparme contigo y reivindicarme por ser tan idiota, ¿si?

—Yo… no sé si…

—Por favor — Suplicó, deteniendo las caricias cuando escuchó el golpeteo de la puerta del despacho sonar.

Brooke volvió a respirar normal, mientras trataba de recuperar la cordura que estuvo a punto de perder gracias a la chica de ojos azules que tenía nada más y nada menos, a centímetros de su rostro.

—Adelante — Habló la pelinegra una vez que terminaba de rodear la mesa para sentarse de nuevo. La puerta se abrió, dándole paso a Adam.

—Buenos días, señora Volkova. Disculpe, pero ayer la señorita Lorenz me informó que a las 8:00 en punto, me reuniría con usted — Yulia miró su reloj y luego observó a Brooke.

—Buen día, Adam. Estás en lo correcto, por favor, pasa y siéntate… Los dos — Miró a Brooke quien frunció el ceño confundida.

¿Acaso no había sido totalmente clara con lo que acababa de exponer? Pensó la rubia de ojos verdes.

—Seré lo más clara y rápida, señor McArthur. A partir del día de hoy, la señorita Lorenz pasa a ocupar su puesto — Sintió la mirada desaprobatoria de los claros ojos de la rubia, aunque en ningún momento volteó a verla. Solo observaba los ojos oliva del chico que tensó su cuerpo al escuchar sus palabras — Pero, usted pasará a ser el Gerente General de Finanzas. Por lo tanto, la señorita Lorenz trabajará directamente con usted, lo que quiere decir, que todo, absolutamente todo lo relacionado con cada informe, balance, ella también deberá revisarlo, ¿entendido?

Ambos chicos asintieron pero se veía la clara sorpresa en sus rostros. Adam, cambió sus facciones inmediatamente por una más relajada y Brooke, solo sonreía negando con su cabeza. Yulia era terca en toda la extensión de la palabra.

—No sé que decir, señora Volkova. En serio, me ha dejado sin palabras esta mañana… Pero estoy agradecido por el ascenso y una vez más decirle que no le defraudaré ni a usted ni a la empresa. En verdad, estoy muy agradecido.

—Bien — Dijo la morena poniéndose de pie, seguidamente por los dos chicos que estaban sentados frente a ella — Reúnase con la señora Lorenz y póngala al corriente. Si debe mudarse de oficina, haga todos los trámites que yo los firmo para que hagan las mudanzas respectivas… Usted, señorita Lorenz, necesito que se quede.

—Gracias, señora Volkova. Le mantendré informada.

El chico salió dejando una vez más a solas a ambas mujeres. Brooke fue la primera en hablar.

—Supongo que no tengo opciones, ¿no? — Yulia sonrió.

—Supones bien, Brooke. Te mereces el ascenso y no por tu belleza, lo sé — Caminó hasta volver a quedar frente a la mujer que ya se sentía un poco más relajada — Eres buena en lo que haces, y ya te lo he dicho, aunque haya sido por referencias, y muy buenas de hecho. Solo espero que me perdones por ser demasiado directa y que me permitas poder llegar a conocerte un poco más. No solo en lo laboral, sino de manera personal.

Ambas mantenían un silencio cómodo, mientras sus ojos luchaban una batalla interna por sostener la imagen de la belleza que irradiaban frente a frente.

—Viendo que es demasiado terca e insistente… vuelvo a decirle, ¿supongo que no tengo opción, no?

Ambas sonrieron. Brooke tomó el camino hacia la puerta ya que tenía que reunirse con Adam. Yulia admiraba el andar de aquella chica que comenzaba a interesarle, de una manera agradable hasta que desapareció detrás de la puerta, haciéndola suspirar y negar mientras volvía a sentarse, esta vez con una sonrisa genuina en sus labios.

Volvió a sus asuntos laborales, cuando el celular comenzó a timbrar sobre el escritorio. Al chequear la pantalla dudó en si debía responder la llamada. Al parecer, su estadía en la ciudad iba a ser más complicada de lo que tenía previsto.

—Hola, veo que las noticias vuelan rápido en esta ciudad —Dijo, haciéndose completamente hacia atrás en la silla. Del otro lado de la línea, una agradable risa se escuchaba muy complacida.

—Creo que la ciudad tiembla cada que apareces por acá. ¿Cómo estás? Supongo que tendrás un lugar para mí esta vez, ¿o me equivoco? —La morena sonrió lascivamente mientras negaba con la cabeza.

—Todo depende de cuan ocupada tenga mi agenda en la semana —Una carcajada más fuerte fue la reacción del otro lado.

—Vaya, eso quiere decir que puede que exista un reemplazo por alguien más, ¿no es así? Nunca rechazas una invitación de mi parte. Dime, ¿quién es la afortunada o decidiste volver con tu ex esposa?

—No hay nadie más y no sé porque todo el mundo ha tocado el tema de Inna los escasos días que llevo en New York —Suspiró profundo y giró la silla para observar el panorama desde el ventanal —¿Te parece quedar esta noche? Yo tampoco he tenido noticias tuyas.

—¡¿En tú hotel o en mi apartamento?! —Cuestionó la ronca voz del otro lado.

—Cuando decidas, solo llámame o envíame un mensaje. Donde sea estará bien. El día de hoy estaré un tanto ocupada y saldré un poco tarde, pero si te está matando la ansiedad…

—Mi enemiga siempre será la ansiedad cuando de ti se trata — Sonrió de nuevo pero un golpe en la puerta llamó su atención, acomodándose de nuevo detrás del escritorio, solicitando que la persona que estuviera fuera del despacho, entrara.

Era Brooke, nuevamente. Tragó duro y decidió ponerle fin a la llamada.

—Bien, entonces me confirmas en el transcurso del día. Un placer.

Dejó el celular nuevamente sobre la mesa caoba, prestando atención a la rubia que estaba en la entrada de su despacho.

—Disculpe que la interrumpa pero… Ehm… Hay algunos documentos que deben transcribirse y otras cosas que quedaron pendientes. Como no seré más tu secretaria, supongo…

—Oh, si, si, claro —Dijo enfocándose en lo que Brooke quería hacerle saber —Por favor, envía una solicitud al área de personal para que contraten a una nueva secretaria. Para mañana mismo —La rubia asintió —Te encargarás de entrevistarla y si te parece bien, la pondrás al corriente de todo y listo.

—Bien… Gracias —Dijo, sonriendo algo apenada ya que no se acostumbraba a tener que dirigirse así a la pelinegra. Luego se retiró.

Una vez que la morena estuvo sola de nuevo, suspiró mientras frotaba sus sienes.

—Demonios, New York!

[…]

Grigorii caminaba con pasos apresurados una vez que bajó del ascensor, hacia la oficina de Filip. Cuando llamó a la puerta, escuchó como la invitación se propagó hasta sus oídos, entrando lo más fugaz que pudo y de igual manera cerró el acceso de la entrada.

—Jefe, jefe…—Filip alzó la mirada inmediatamente, levantando su cuerpo como un resorte de la silla.

—Maldita sea, Grigorii. Te he dicho más de una vez que no me llames así. Siéntate —Le dijo totalmente ofuscado mientras caminaba de un lado a otro.

— ¿Qué vamos hacer ahora? ¿Por qué esa mujer está aquí? —Preguntó el rubio más joven notablemente nervioso.

—Obviamente, la vieja se hará cargo de las empresas, en ausencia de Elena.

—Pero, pensé que Mihail era el que quedaría al mando —Sus pupilas azuladas seguían la silueta del rubio más maduro, ir y venir al mismo ritmo.

—Inessa Katina es la dueña mayoritaria de las empresas Katin y con ella de por medio, puede que nuestro plan no funcione. Hay que contactar a Nichkhun a la brevedad.

Grigorii al escuchar las palabras de Filip, se atrevió a tomar el teléfono de la central y comenzó a marcar un número. Fue el grito del otro rubio quien lo descolocó un poco, haciendo que el auricular cayera sobre el escritorio.

— ¿Qué demonios estás haciendo? —Cuestionó bastante alarmado.

—Bueno…yo… intento comunicarme con Nichkhun. Tú dijiste que había que…

—No seas idiota!!! No podemos llamarlo desde acá o quieres dejar alguna conversación en evidencia? —Grigorii aparentemente entendió el punto y asintió vigorosamente, luego ambos dirigieron sus miradas hacia la puerta, cuando algunos golpes llamaron su atención —No abras la boca para nada.

Dijo Filip, dirigiéndose hacia la entrada de su oficina.

—Disculpe señor Morozov, la señora Inessa Katina desea reunirse con usted y lo espera en la oficina de la señora Elena — La joven secretaria una vez que dejó la información, se retiró. Filip asintió antes de cerrar la puerta y suspiró, antes de darse la vuelta.

—Escúchame bien, Grigorii. Harás lo posible por ubicar lo más pronto a Nichkhun. Trata de hallarlo hasta debajo de las piedras si es preciso y lo harás desde tú oficina, con tú teléfono celular y sin levantar tanto revuelo. Una vez que lo contactes, le dices que el plan no lo lleve a cabo hasta que yo de una nueva instrucción. ¿De acuerdo?

Su mirada estaba inyectada de nerviosismo, ya que era la primera vez que algo se salía de control, pero confiaría una vez más en su socio, esperando poder encontrar lo más pronto posible a Nichkhun Hovejkul y que este no se haya adelantado a los hechos, que hablaron en la reunión del restaurant.

Grigorii asintió y salió rápidamente de la oficina de Mozorov, dejando a este un poco preocupado mientras tomada del cajón los balances que había presentado delante del Grupo Financiero Mitzuo, solamente con la esperanza de que Inessa Katina no se interesara en revisarlos de manera minuciosa.

Tomó la carpeta y abandonó su despacho. El recorrido del pasillo hacia la oficina de Elena, le pareció esta vez más corto, queriendo que se trasformara en un kilómetro interminable una vez que se topó con la puerta de entrada.

Dos golpes en el pedazo de madera caoba bastaron para que la invitación a pasar, se escuchara del otro lado.

No podía negar que la belleza y el porte de Elena Katina, eran herencia de aquella imponente mujer que se encontraba detrás del escritorio en ese momento. Su actitud y elegancia eran sinónimo de experiencia y supremacía. Inessa era una mujer que intimidaba hasta el acero más macizo sobre la faz de la tierra, haciéndolo parecer una simple roca a la vista de cualquier terrestre.

—Buenas tardes, señora Katina. Un placer verla nuevamente por acá.

El hombre, un poco intimidado por la mirada verdosa de la madura mujer, se acercaba despacio hasta quedar de pie frente al escritorio. Inessa se acomodó más en la silla presidencial y le hizo un gesto al hombre para que tomara asiento.

—Iré al grano, señor… —La mujer se quedó en silencio tratando de recordar el nombre de aquel hombre que al parecer se había quedado mudo delante de su presencia. Filip cayó en cuenta de que el silencio se estaba haciendo incomodo cuando volvió en sí. Inessa solo esperaba alguna confirmación.

—Mozorov. Filip Mozorov — Afirmó tragando fuerte, viendo como Inessa asentía.

—Bien, señor Mozorov. Necesito que me haga entrega de todos los balances que el Grupo Financiero Mitzuo, presentó hace unos días en la reunión —El hombre asintió, apretando las carpetas que llevaba en las manos, contra su regazo.

Maldita sea, no ahora.

— ¿Cuánto tiempo tiene trabajando con las empresas? —Preguntó la mujer.

—Dos años, señora Katina – Aclaró rápidamente.

—Bien, tiempo suficiente como para saber que si un Analista Financiero dentro de las empresas Katin, no tiene una observación inmediata de los balances, antes de cerrar un contrato, como mínimo en un día, está despedido. ¿Estaba al tanto?

—Claro, señora Inessa —Volvió a tragar fuerte sintiendo algunas gotitas de sudor apoderarse de su semblante —Lo que pasa es que esta vez, yo quise…

—¿Puede ponerme al tanto de quien es el Analista Financiero que está bajo su cargo? —Inessa cada vez era más tajante.

—El señor Grigorii Grigoryev.

—A partir de hoy, el señor como sea que se llame, no trabajará más dentro de las empresas y usted, aunque tengo entendido que es socio minoritario de mi hija y no puedo despedirlo sin antes convocar una junta con todo el personal ejecutivo, esperará las ordenes que le indique yo o a su vez, el señor Mihail Levedev quien desde este momento será su jefe inmediato.

—Pero… yo…

—No me gusta tener alrededor a personas incompetentes, que solo atrasen el trabajo. Usted me dejará la carpeta con todos los balances y documentos del Grupo Financiero y desde hoy yo me haré responsable de la contratación. ¿Le queda claro?

El hombre, quien antes de aquella reunión se notaba bastante nervioso e indispuesto, su actitud había cambiado totalmente por una rabia interna que no dudaría sacar a relucir cuando estuviera solo. Aquella mujer prácticamente lo había despedido salvo que la misma Elena lo había salvado por encontrarse fuera del país. Se sentía humillado e inútil.

Dejó las carpetas llenas con los documentos sobre el escritorio delante de aquella mujer que lo miraba fijamente, levantándose del asiento para abandonar la oficina.

Al llegar a su despacho, no dudó en botar maldiciones por su boca, lanzando puñetazos al aire para no quedar en evidencia al descargar su frustración contra cualquier cosa. Inessa Katina no tardaría en darse cuenta que aquellos balances estaban alterados. Tenía que buscar la manera de hacer que su plan siguiera en marcha, a pesar de que Grigorii ya no estaría trabajando directamente dentro de las empresas. Tenía que buscar alguna manera de como quitar del medio a Inessa Katina, antes de que arruinara el mayor negocio de su vida.


Continuará...

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A Volkatinale92 y a Elena Sonda les gusta esta publicaciòn

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Mensaje por Volkatinale92 11/12/2020, 10:19 pm

Yulia cada día me cae peor, y Elene pues todavía no la entiendo amaba a su mujer la engaña se separan la vuelve amar, en fin son iguales las dos aunque Yulia mucho más descarada

Volkatinale92

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Mensaje por psichobitch2 11/15/2020, 1:18 pm

Hola nenas, feliz domingo! Bueno, os dejaré por acá este capítulo ya que nuevamente debo atender una agenda un poco fuerte esta semana y no sé cuando aparezca y pueda subir el capítulo.

Disfrutad!!!

Un beso


Capítulo 9: Sexo, sudor y… jódete!


Había firmado y leído una gran cantidad de reportes atrasados cuando se percató de la hora. Nastya se había comunicado con ella, diciéndole que se encontrarían al final de la tarde en algún café de la ciudad para ponerse al día con sus vidas. Aprovecharía que estaría en New York haciendo algunas diligencias y ya le había prometido a su amiga, reunirse nuevamente después de tanto tiempo ausente. Tenía hambre, ya que dos reuniones ocuparon su tiempo en horas de la mañana. Apenas había logrado probar algún bocadillo que envió a solicitar en el cafetín de la empresa pero deseaba comer algo de verdad.

—Adelante — Anunció cuando escuchó que tocaban la puerta de su oficina.

—Muero de hambre y cansancio —Dijo Irene cruzando la entrada, cerrando la puerta y sentándose en el sofá que ocupaba el área — ¿Quieres ir a por algo de beber? Es un tanto temprano para regresar a casa —La pelirroja frunció el ceño mientras se despojaba de sus gafas de lectura.

—Soy abstemia, Irene. ¿Ya lo olvidaste? —Silveira se cubrió la boca con una mano mientras sonreía algo apenada.

—Cierto, Elena. Lo siento, lo había olvidado por completo.

—No te preocupes. Aunque de no haberlo sido, creo que con todas las cosas que me han pasado, fuera candidata a ser una alcohólica mundial —Ambas mujeres rieron. Lena se percató que la mujer llevaba sus pertenencias encima — Pero gracias por la invitación, de todas maneras he quedado con una amiga dentro de un rato.

Irene la observaba con una ceja levantada, tratando de escudriñar si había algo más en esa invitación.

—No me mires así… Es Nastya, ¿te acuerdas de ella?

—Oh, claro, claro que me acuerdo de ella. ¿Tú socia, no? —Lena asintió.

—Correcto. Está quedándose unos días en la ciudad, en el distrito de Manhattan, mejor dicho y me ha llamado para quedar hoy. No quiero llegar al hotel tan temprano tampoco.

—Bien —Dijo la rubia lusitana al ponerse de pie —Entonces iré temprano a casa y me daré un baño mientras reviso estos papeles para el viernes —Dijo alzando la carpeta en el aire mientras caminaba hacia la salida —Disfruta tú noche y envíale mis recuerdos a Nastya. Hablamos mañana.

—Vale. Cuídate y descansa.

Una vez que despidió a la mujer que cruzó la puerta, se levantó de la silla para estirar un poco sus piernas cuando su teléfono móvil timbró. Era un mensaje de su hija, acompañado de una foto donde aparecía que estaba acostada en su cama, con el pijama puesto y abrazando un osito de peluche.

“Mami, te extraño mucho. Buenas noches y que tengas lindos sueños. Te amo… K.”

No pudo evitar que sus ojos se pusieran acuosos y de inmediato le contestó, haciéndose un selfie con la vista de la ciudad que ya comenzaba a oscurecer, a sus espaldas.

“Mami también te extraña mucho, princesa. Descansa. Te llamaré cuando amanezca allá. También te amo… E.”

Envió el mensaje mientras secaba una lágrima que ya se le había escapado.

Una tos o un intento de ella, la trajo a la realidad cuando giró hacia la puerta para ver quien estaba allí de pie, junto al umbral.

—Dime que cuando una cumple los cuarenta años exactamente, se convierte en la persona más sentimental del mundo. Digo, para saltar de los treinta y nueve a los cuarenta y uno, de una vez y evitar ponerme así de tierna.

Lena no dudó en largar una risotada que hizo eco a través de su despacho, yendo hacia el encuentro de la que anteriormente fue su castaña amiga.

—Dijiste que nos encontraríamos en algún café del centro, ¿no es así? —Dijo abrazando a Nastya, quien no dudó en devolverle el mismo, con más efusividad — ¿Y qué mierda te hiciste en el cabello? ¿Ahora quieres ser una morena peligrosa?

Ambas lograron separarse del abrazo, Lena siendo testigo de como su amiga, ahora pelinegra, se secaba algo que rodaba por su mejilla.

—Espera, ¿ahora quién es la sentimental antes de los cuarenta? —Preguntó la pelirroja, recibiendo un ligero golpe en su brazo, mientras Nastya se hacía paso dentro de la oficina.

—Imbécil… Tenemos casi dos años que no nos vemos y me haces poner cursi —Lena sonrió mientras caminaba hasta su escritorio —Y vine hasta acá porque conociéndote, capaz me dejabas colgada en el café mientras el tiempo pasa y te hundes en todos estos papeles, ¿no es así?

La pelirroja negaba un tanto divertida mientras comenzaba a recoger un poco el desorden de documentos que tenía encima de la mesa. Nastya la conocía como la palma de su mano, al derecho y al revés, pero cuando hacía una promesa, trataba de cumplirla.

—No iba a dejarte colgada, Nastya. Solo me distraje un segundo porque mi hija me envió un mensaje, es todo —De reojo vio a su amiga tomar asiento en las sillas que estaban delante del mesón.

—Esa enana te puede, ¿no? —Lena suspiró — Quién iba a decir que la cascabel que te gastabas como mujer, iba hacer algo bueno en su vida, claro… Sin tu consentimiento, pero al menos fue algo bueno.

—Al principio no podía creer lo que había hecho. Svetlana siempre le huyó a la idea de ser madre — Dijo sentándose nuevamente detrás de su escritorio.

—Pero recuerda que a su mujer la estuvo rondando cierta chica y como buena mujer toxica, no dudó en embarazarse. Me costó entender también por qué acudió a esa artimaña, si todo el mundo sabe que un hijo no amarra a ningún ser humano… mucho menos al casi macho de su mujer… o ex mujer, ahora.

La pelirroja revoleó los ojos, golpeando algunas carpetas contra la mesa para acomodar los papeles dentro.

—Fue la razón principal por la que terminé mi relación con Yulia, ¿acaso se te olvida? —Nastya rodó los ojos mientras se levantaba de su lugar para dirigirse al ventanal. Ya la noche había arropado la ciudad de New York. Elena la siguió con la vista.

—Claro… la razón principal. ¿Por qué te cuesta decir que nunca dejaste de amar a Svetlana y que lo tuyo con esa chica solo fue una aventura? Pensaste que la amabas, y te entiendo porque la chica era una mujer muy guapa…

—Aún lo es —Acusó la pelirroja ganándose una fulminante mirada de parte de los verdes ojos de Nastya.

— ¿Cómo? —El silencio de palabras quedó en el aire mientras Lena aún seguía recogiendo sus cosas —No me digas que volviste a caer en ese pozo nuevamente.

—No —Al fin Lena habló largando un pesado suspiro — Antes de venir a New York, fui a distraerme un rato con Mihail, que por cierto, te envía muchos saludos y recuerdos…

—Si, si, si… al grano, pelirroja —Nastya estaba ansiosa y Lena lo podía notar. Bufó.

—En fin… Fuimos a un bar que frecuenta Misha y allí la vi. Estaba muy tomada y en compañía de una amiga de ella. Sigue igual de hermosa que siempre —Nastya rió sarcásticamente mientras volvía a tomar asiento frente a la pelirroja.

—Te pareces al gato con botas cuando el monstruo verde quiere comérselo. ¿Te han dicho que pones la mirada idéntica al felino ese cuando te pierdes con tus pensam…

—Nastya… no sé quién es el bendito gato del que me hablas. Te estoy hablando en serio —Interrumpió a su amiga. La ahora pelinegra quitó la risa burlona de su cara y se acomodó sobre su asiento.

—Vale, lo siento. A ver… ¿te reconoció? Capaz y esa mujer vuelve hacer todo lo imposible por mover cielo y tierra para a joderte la vida otra vez —Lena había dejado el escritorio muy prolijo.

—Si… pero me vio y se desmayó —Nastya abrió sorpresivamente sus orbes y luego largó otra carcajada.

— ¡Qué!!¡Espera… ¿la desmayaste?… Katina, sigues siendo una diva, pelirroja —Se burlaba. Lena revoleaba los ojos.

—No seas imbécil, pudo haber sido por la impresión de verme después de mucho tiempo o por lo muy borracha que estaba.

— ¿Y tú? —Elena la miró confundida.

— ¿Yo qué?

— ¿Hiciste algo para buscarla después de eso?

—No… Por favor Nastya… Esa relación terminó hace muchísimo tiempo —Lena quedó pensando si decirle que más bien lamentó el hecho de no haber pedido algún numero donde contactarla.

Nastya se quedó en silencio un rato mientras intentaba creer en lo que acababa de decir su amiga. Sabía que esta había quedado enganchada a esa chica hace mucho tiempo, dejando a un lado todo lo que le importaba en ese momento, sin mirar atrás, solo por el simple hecho de darle rienda a aquella aventura que no hizo más que hundirla más.

—Bien. Supongo que vamos a terminar la charla y de ponernos al día en otro sitio que no sea aquí, ¿verdad?

Lena asintió y se levantó de su asiento, seguidamente de Nastya.

—Por cierto, antes de subir, me encontré con una rubia muy bien parecida. ¿Trabaja aquí?

— ¿Irene? —Dijo la pelirroja tomando las llaves de su coche —Espera, no me digas que ahora has saltado la acera del frente —Nastya rodó los ojos y tomó su bolso de mano que descansaba en el buró de la pelirroja.

—Que comente el estado físico de una mujer, no quiere decir que vaya a terminar pasándome a tú bando. No es por ofender, pero las mujeres somos algo complicadas como para terminar enredándome con una. No sé cómo has soportado andar con mujeres, todos los días — Lena caminó hasta la puerta.

—Tampoco es que me haya acostado con mujeres, diariamente, Nastya, por favor.

—En fin… —Dijo la otra mujer avanzando hasta la entrada — No la reconocí, lo juro. Además, ella no se percató de mi presencia ya que estaba entretenida hablando por su teléfono móvil —Lena le dio paso a Nastya para que saliera. Seguidamente ella se le unió.

—Está encargándose de unos asuntos. Recién hay una reunión con un centro financiero que logró captar para la próxima inversión acá en New York y New Jersey. Misha me había comentado con respecto a eso la semana pasada.

El elevador había llegado.

—Tú y ella… —La pelirroja bufó, subiendo inmediatamente.

—Fue hace algunos dos años. Solo pasó una noche, pero todo quedó en una amistad — Nastya rió a carcajadas mientras las puertas metálicas se cerraban.

—Lo sabía. Esa mujer es de tu target, raro hubiese sido que no haya pasado por tus manos.

—Ya cállate, Nastya.


[…]


Cerró la puerta de su oficina para luego ponerse a buscar las llaves de su coche dentro de su cartera. Estaba algo distraída. No se había percatado aun de la chica que estaba sentada en la sala de espera de la empresa. Cuando se disponía avanzar hasta el elevador, alzó la mirada y pudo encontrarse con una castaña de ojos claros que la miraba despreocupada.

—Eh… Buenas noches, supongo. Disculpa, ¿tienes alguna cita acerca de algo laboral? —Preguntó, mirando su reloj para confirmar que era tarde como para atender a un cliente. La chica se puso de pie inmediatamente.

—No… no. De ninguna manera. Estoy esperando a la señorita Brooke…Brooke Lorenz —
Yulia inmediatamente agudizó todos sus sentidos, pensando quien era aquella mujer y precisamente que relación tendría con su ex secretaria.

—Disculpa, ¿y tú eres? —Le preguntó cambiando a una actitud tajante. La chica caminó hasta quedar frente a ella. Estiró su mano a modo de presentación.

—Marley Thompson, señora. Soy… ahm… amiga de Brooke.

¿Por qué tanto titubeas, idiota?

— ¿Ya la señorita Lorenz está al tanto de su presencia? —Dijo marcando el botón del ascensor.

—Si. De hecho fue a por sus cosas y me dijo que la esperara acá — El elevador indicó que ya había llegado. La morena cruzó las puertas, marcando el botón que la llevaría hasta el sótano de la torre, dándole una última mirada de abajo hacia arriba a la mujer frente a ella.

—Buenas noches —Dijo de la manera menos educada posible antes de que las puertas impidieran que siguiera observando la perfecta sonrisa en aquella carita angelical de la pobre estúpida amiguita de Brooke.

La chica castaña quedó algo incómoda al ver como aquella mujer la había tratado tan groseramente mientras caminaba hacia el sofá que había estado ocupando anteriormente.

—Bien… ya estoy lista —Dijo interrumpiendo el amago que iba hacer la castaña por sentarse de nuevo. Marley caminó hasta llegar a su lado. Brooke marcaba el ascensor — ¿Qué te pasa? —Cuestionó la rubia al notar la cara seria que tenía su acompañante.

—Una mujer que acaba de salir de esa oficina —Señaló hacia el despacho de la pelinegra. Brooke inmediatamente supo que Yulia había abandonado la torre —Fue un poco cortante y grosera, solo eso.

—Ahm… bueno… La señora Volkova es un poco seria. Ella es mi jefa. Hoy fue un día un poco complicado, quizás estaba de mal humor —Marley detuvo las puertas del elevador para que la rubia fuera la primera en abordar el transporte.

—Vaya. Debe haber sido el peor de los días, porque no puedo creer que sea tan déspota.

Brooke rodó los ojos mientras las puertas se cerraban. Marley tenía razón, pero ¿quién podía decir lo contrario?

Joder, Yulia.

Ambas llegaron a la planta baja de la torre, caminando hacia el lugar donde la castaña había estacionado su motocicleta. Marley le entregó un casco a la rubia y ésta cuando se disponía a colocárselo, un coche hacía su aparición por la rampa de salida del estacionamiento. Sabía que era el auto de la pelinegra. Volkova se detuvo justamente al lado de las dos mujeres, bajando el vidrio polarizado del lado del copiloto.

—Señorita Lorenz, usted más que nadie sabe que las visitas se reciben en planta baja y no en el departamento de presidencia. Que sea la última vez que tenga que repetírselo —La morena volvió a subir el vidrio y aceleró para luego perderse de vista.

—Pero, ¿qué demonios fue eso? —Preguntó Marley aún con la mirada perdida hacia la dirección por donde el coche de Volkova ya se había perdido. Brooke la empujó por el hombro para que subiera a la moto, mientras ella comenzaba a colocarse el casco.

—Es mi jefa siendo mi jefa. No le hagas caso, ya te dije que está de mal humor —La rubia se subió al ver que Marley había hecho lo mismo cuando comenzó acelerar la motocicleta. La castaña se giró sobre su hombro izquierdo.

—Si, pero… no entiendo por qué…

—Marley, tengo hambre. ¿Me llevas a comer Sushi? —Se agarró fuertemente de la cintura de la castaña cuando ésta se puso en movimiento.

Mañana tendría una conversación muy importante con su jefa.


[…]


Una vez que salió del Quintessential Wines luego de haber comprado una botella del mejor Merlot, volvió a recorrer la Madison Avenue hasta detenerse frente a un lujoso edificio. Bajó del coche, lanzando ruidosamente la puerta una vez que sus pies pisaron el asfalto, dirigiéndose hacia la entrada.

—Buenas noches, señora. ¿A dónde se dirige? —Preguntó el chico que cuidaba la recepción del edificio. Un joven regordete, con demasiado acné en su rostro.

—Piso siete, apartamento 7-E —Dijo mientras que el chico anotaba su nombre en alguna lista —Yulia se quedó impávida por la acción de éste — Perdón, estoy algo apurada. ¿Es necesario que tengas que anotarme en alguna parte? ¿Necesitas mi número de identificación, teléfono, dirección donde habito, grupo sanguíneo?

Bájale dos a tu humor, Volkova. Él no tiene culpa de que Brooke tenga una “amiga”.

—Lo siento señora… es… es protocolo de seguridad del edificio. Pero, listo… puede continuar con su camino —Anunció el joven un tanto apenado al ver la seriedad en la cara de la chica de ojos azules y cabellos oscuros.

Yulia remarcaba el paso hasta que llegó al elevador, subiendo a este y marcando el piso a donde se dirigía. Suspiró, mientras se sacaba un poco el amarre de la bufanda del cuello, cerrando los ojos y tratando de dejar su enojo a un lado.

Cuando bajó y caminó hasta el apartamento que hubo anunciado anteriormente, la puerta se encontraba semi - abierta. Al parecer el chico ya había anunciado su llegada.

Abrió la entrada y siguió el camino, cerrando la puerta detrás de ella.

De pronto, la sala a donde había llegado, quedó a oscuras. Cuando intentó darse la vuelta, unos brazos la envolvieron plácidamente desde la cintura, comenzando a sentir unos labios apoderarse de su cuello mientras era despojada de su tersa bufanda de seda. Automáticamente sus ojos se cerraron, rindiéndose al placer que comenzaba a sentir. El perfume que emanaba aquel cuerpo comenzaba a ponerla deseosa. Habían pasado unos cuantos meses cuando su olfato había dejado de percibir aquel fuerte y enigmático aroma, tal como sabía le gustaba apreciar.

—He traído vino — Dijo, con la respiración entrecortada debido a la excitación que empezaba a elevarse por todo su cuerpo.

—Podemos tomarlo más tarde —Escuchó muy cerca de su oído derecho.

Sin dejar de recibir los besos y las suaves caricias en su abdomen, sus pasos junto a los de su acompañante, les llevaron hasta la encimera de la cocina, donde rápidamente colocó el Merlot y su bolso de mano. La oscuridad prontamente fue superada una vez que escuchó como el interruptor fue presionado, dejando que una luz tenue y opaca inundara el ambiente, dejando un toque sensual y misterioso.

—No sabes como deseo calmar esta ansiedad de ti —Susurró aquella voz ronca que se paseó esta vez por su oído izquierdo mientras su cuerpo era presionado contra la encimera y el de su acompañante, sintiendo la dureza de aquel miembro contra su trasero.

Soltó un gemido cuando la humedad de una lengua comenzó hacer estragos en su oreja del mismo lado, mientras unas manos recorrían sus caderas hasta llegar a la cremallera de su falda y sentir como era abierto muy despacio. Quiso girarse de nuevo para ver el rostro de su amante, pero nuevamente aquellos brazos se lo impidieron, haciendo presión más fuerte contra su cuerpo.

—No… todo a su tiempo —Susurró leve aquella voz cuando ya llevaba la falda de la pelinegra más debajo de las rodillas.

La prenda cayó solitaria en el suelo y Yulia solo alzó un poco las piernas para liberarla completamente, siendo arrojada a unos cuantos metros del punto donde se encontraban.

—Quiero verte… —Un hilo de éxtasis fueron las palabras de Yulia.

—Ya lo harás —Volvió a susurrarle mientras dejaba besos por el cuello y la nuca de la morena. Con sus manos comenzaba a jugar con el hilo de encaje negro que vestía ésta, el cual se encontraba empapado totalmente debido a la excitación.

Yulia sintió que una mano acariciaba su sexo de manera indecorosa y sin pudor alguno, haciendo un poco de lado, parte de la prenda, comenzando a jugar con su clítoris hinchado, dejándola más excitada que antes.

—Ahhh! Hostia!… fóllame de una jodida vez.

Volkova comenzó a desabrocharse la blusa por su cuenta mientras que miles de caricias seguían repartiéndose por la parte superior de su cuerpo.

—Me encanta cuando te pones ansiosa y deseas que te coja de inmediato —Dijo, mordiendo el lóbulo de la oreja de la morena, quien lanzó otro gemido, cerrando los ojos cuando sintió que su cabello fue halado hacia atrás, dejando su cuello a la deriva, recibiendo lamidas y besos en él, mientras sentía que su prenda íntima de encaje negro, corría por sus piernas, para terminar el mismo recorrido que su falda —No te quites los tacos. Amo cuando solo estás desnuda con ellos como única vestimenta —Sintió como su oreja fue mordida lascivamente mientras la morena comenzaba a frotarse contra el miembro de su acompañante.

—Ahhh… — Un suspiro ronco salió de aquellos labios —Desde acá puedo sentir toda tú humedad, mujer… Me excitas hasta la médula —Sus manos se aferraron a la delgada cintura de la pelinegra, halándola un poco hacía su cuerpo, con la única intención de que quedara inclinada.

La sala comenzaba a oler a sexo, a pasión. El calor impregnaba el ambiente y los gemidos de Yulia eran el acompañante perfecto como tonada musical. De inmediato, sus piernas fueron separadas con algo de brusquedad mientras besos recorrían su espalda que aún vestía una única prenda, tapando sus senos que no cabían duda alguna, también debían estar completamente ansiosos por ser descubiertos y demostrar cuan erectos lucían aquellos dos rozagantes botones. Nuevamente, sintió como su cabello era halado hacia atrás, cuando pequeños mordiscos eran dejados sobre su hombro derecho.

—Dime, ¿qué quieres que te haga? — La mano de su acompañante viajó hacia su rostro hasta detenerse sobre los labios de la morena, quien los entreabrió, dejando que dos dedos se introdujeran dentro de su boca, para comenzar a jugar un sensual mete y saca, sintiendo toda aquella dureza tensarse a sus espaldas.

—Fóllame —Dijo en un sonido casi gutural, inaudible.

Esta vez una nalgada sonora la hizo gruñir de manera sensual, sintiendo un leve mordisco en su cuello.

—Pídemelo más fuerte… como una mujer que quiere que la cojan duro.

—Ahhh! Fóllame maldita sea! Cógeme… házmelo duro… mátame de deseo.

Eso bastó para sentir un leve empujón que hizo que se inclinara, para luego ser penetrada desde atrás sin ningún tipo de miramientos ni tacto. Aquello le encantaba. Ser poseída rudamente, sentir el dolor en sus entrañas apoderarse de la pasión que brotaba cada que era tomada de aquella manera por aquel cuerpo.

El brassier al fin fue la última prenda en abandonar su cuerpo, sintiendo sus senos bailar al vaivén de las fuertes embestidas a las que estaba siendo sometida.

—Ahhh! Si... Si… así.

Sin dejar de penetrarla, acomodó más a la morena a su altura masajeando los senos de ésta, halando sus pezones mientras seguía marcando el ritmo de sus embestidas.

—No sabes cuanto me pone cuando te lo hago de esta manera. Eres toda una perra, Yulia Volkova — La morena sonrió lascivamente sin dejar de gemir, mirando por encima de su hombro los movimientos continuos que hacía su amante mientras la tenía así, de pie, en la encimera de la cocina, destilando fluidos por todas partes.

—No pares, maldita sea. Me encanta como me coges, joder —Dijo aferrándose fuertemente a la barra de la cocina.

De pronto, sintió como las embestidas cesaron y cuando iba a refutar sobre aquello, su cuerpo fue girado bruscamente mientras sus labios eran devorados por otra boca que quería servirla como su cena esa misma noche. El sonido de algo arrastrándose y frío, golpeó sus pantorrillas, luego, cayó sentada sobre un taburete.

—Ábrete… —Ordenó. Yulia sonrió y obedeció, esperando que la flexibilidad de su cuerpo estuviera en condiciones y así fue. Sus piernas dieron con toda la capacidad de abertura, haciendo que unas manos sostuvieran sus piernas en el aire —Vamos… mételo tú misma, cariño —Le dijo, inclinándose un poco para delinear los labios carnosos de la morena con su propia lengua.

Yulia tomó el miembro en sus manos, y poco a poco lo fue colocando en su abertura la cual estaba demasiado húmeda. Sintió de nuevo como aquello entró bruscamente, pero esta vez el gemido murió en los labios de su acompañante, quien mordió sus labios para que ahogara cualquier dolor.

Rápidamente las embestidas no tardaron en llegar… un…dos…tres… cuatro… La espalda de la morena chocaba contra la encimera y el sonido de sus propios fluidos encendían más la velada… cinco…seis…siete… Sus labios fueron devorados de nuevo en un beso cargado de lujuria y pasión…

—Quiero que gimas duro… que te escuche.

…Ocho… nueve…

—Ahhh!!! Si… más duro… aahh!!! Awww!! Sii…

Yulia se aferraba aquellos brazos sin dejar de balancear sus caderas al ritmo frenético del vaivén sexual. Sus respiraciones cada vez estaban más entrecortadas… Perlas de sudor comenzaban a formarse alrededor de sus rostros…Sus senos bailaban encantadamente de arriba hacia abajo.

Diez…once…doce…el oxígeno estaba por hacer combustión.

—Más rápido —Pidió la morena, cuando los movimientos comenzaron a subir el ritmo y la intensidad.

Trece...catorce…quince…

Yulia sentía que estaba a punto de llegar al climax, apretando más el miembro contra sus paredes vaginales, sintiendo como de un momento a otro podía correrse.

Dieciséis…

Ahhhh!!!

Diecisiete…

—Me vengo… Ahhh!!

Dieciocho…

El cuerpo de su amante se presionó más contra ella, descansando su cabeza sobre su hombro, mientras que con pequeñas embestidas terminaba de hacer que el orgasmo de Yulia la relajara por completo.

La morena pasó sus manos por el cuello de su amante, y sus piernas se enroscaron a aquella cintura, sintiendo como aún era invadido su interior.

— ¿Quieres que salga de ti? — Yulia negó simplemente con la cabeza, mientras dejaba otro beso en aquellos labios llenos de sudor.

—Aun no… Irene.


Continuará...
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Mensaje por VIVALENZ28 11/21/2020, 11:55 pm

Ay caramba todos conectan ahí jajajajajajaja no tardes en actualizar
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Mensaje por Volkatinale92 11/22/2020, 10:42 pm

Jajaja que es esto? Un árbol genealógico del sexo? Jajaja

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Mensaje por psichobitch2 11/26/2020, 5:41 pm

En serio, siento mucho no poder subir los capítulos con más frecuencia! Sad Sad

Disfrutad!


Capítulo 10: ¿Casualidad o Causalidad?!

Yulia comenzó a morder el cuello de la lusitana de forma placentera, arrancando pequeños gemidos a la mujer que comenzaba a excitarse nuevamente. Con la morena aferrada a su cintura con las piernas, la alzó fácilmente y caminó con ella a través del recinto hasta la habitación principal. La ojiazul no interrumpía su labor de lograr que la lujuria fuera incrementando el ambiente, mordiendo el lóbulo de la oreja de su amante, mientras observaba el camino que dejaba atrás del a donde era conducida en ese entonces.

Con un movimiento de caderas, salió algunos centímetros de la intimidad de la morena para nuevamente embestirla profundamente, arrancándole un gemido que acabó en su oído, como forma de susurro.

—Maldita! —Escuchó de parte de Yulia mientras ella caminaba unos cuantos pasos hasta encontrarse con la cama —Ahora quiero ser yo quien te de todo el placer que he guardado para ti —Dijo mordiéndose el labio la morena.

La espalda de Yulia chocó contra el suave colchón mientras a horcajadas sobre ella, Irene abandonaba su intimidad. La mujer se deshizo rápidamente de las correas que ajustaban a la perfección aquel arnés y al quedar libre, Yulia de inmediato logró hacer que cambiaran de posición para quedar sobre esta, comenzando con un movimiento de caderas muy pausado, generando una batalla de miradas cargadas de deseo entre aquellas dos mujeres que vaticinaban una batalla campal hasta altas horas de la madrugada.

[…]


Elena caminaba de un lado a otro mientras terminaba de vestirse aquella mañana. Se había quedado dormida y no era para menos, apenas pisó New York y no había descansado absolutamente nada y después del reencuentro con su mejor amiga y socia que duró un poco más de la medianoche, el sueño se apoderó de su cuerpo, hundiéndola en el más profundo descanso.

El sonido de su teléfono personal detuvo su andar por la habitación mientras intentaba adivinar donde demonios había dejado el aparato, la noche anterior.

En su búsqueda, topó con el reloj de cabecera, fijándose que ya eran la nueve menos cuarto de la mañana.

—Mierda! —Lanzó al aire sabiendo que llegaría con buen atraso a la oficina.

El móvil seguía timbrando hasta que al fin dio con él. Cerró la puerta del baño, mientras leía en la pantalla el nombre de Mihail.

—Hola, Misha ¿cómo estás? —Atendió, caminando hacia el placard para hacerse con un par de zapatos que combinaran con su vestimenta.

—Lamento si interrumpo alguna reunión, pero necesito hablar contigo —Dijo el chico desde el otro lado de la línea. Lena se calzó uno de los tacos.

—Ni siquiera he llegado a la oficina. Me he quedado dormida —Escuchó una leve risa del otro lado.

Elena Katina, ¿quedándose dormida? Esto es increíble —Lena bufó mientras terminaba de ponerse el otro zapato.

—Ayer tuve un reencuentro con Nastya…

Hey!!! ¿Cómo está esa mujer? ¿Por qué no ha llamado y solo se ocupa en desaparecer? —Mihail también extrañaba mucho a su amiga.

—Ha estado viajando con su nueva conquista y al parecer está muy enganchada a este. De hecho, se están quedando algunos días en Manhattan, por esa razón me contactó y pudimos ponernos al día… pero, Misha, ando un poco corta de tiempo. Dime, ¿a qué se debe tú llamada?

Cierto, cierto… A ver Lena. Esta mañana ha venido una chica preguntando directamente por mi. ¿Te suena el nombre de Inna Fedorova?

Elena se quedó un poco intrigada ya que para nada le sonaba aquel nombre. Buscaba las llaves del coche y su bolso de mano, tratando de hacer memoria.

—Para nada, Misha. No conozco a nadie que se llame así —Dijo despreocupadamente terminando de guardar sus cosas.

Es extraño, dijo que venía de tu parte. De hecho, me mostró una tarjeta de presentación con tus datos y allí, con letra un poco ilegible, estaba anotado mi nombre y número telefónico, de tu puño y letra. Lo sé porque tu horrible letra de doctora, es inconfundible.

La pelirroja inmediatamente se detuvo, recordando al fin a la chica que había ayudado aquella mañana cuando fue interceptada por un tipo, que la despojó de sus pertenencias.

—Claro que ahora la recuerdo —Dijo sonriente —A Svetlana casi le da un infarto cuando la vio dentro del coche.

¿Cómo? Espera, ¿es algo tuyo? —Preguntó más confundido el chico. Lena tomó de una vez sus pertenencias y salió de la habitación.

—No Mihail, no es nada mío. Es un largo cuento — Pulsó el botón del elevador —El cual supongo te habrá contado.

Algo así. Solo me dijo que le habían robado sus pertenecías y que había traspapelado un documento importante. Por cierto, Lena, es bastante guapa esa chica.

Las puertas metálicas se abrieron y la pelirroja entró, pulsando el botón que la llevaría hasta el lobby del hotel.

—Lo es, sí. Pude fijarme perfectamente, es muy hermosa.

¿Sabes que se está divorciando? —Preguntó Misha. A Lena se le dibujó una sonrisa.

—Algo me dijo, pero… ¿lograste ayudarla? —Lena había llegado a su destino cuando cruzó las puertas, saludando con un asentimiento al chico de recepción.

Por supuesto. Hice algunas llamadas y la denuncia fue levantada, el problema está en recuperar el documento que extravió. Al parecer era algún acta que validaba la sentencia de separación de cuerpos.

—¿Somos abogados, no? —Lena bajaba las escaleras de la entrada, siendo seguida por un chico del valet, que no dudó en abrirle la puerta del coche cuando llegó junto a él —Gracias —Le dijo al muchacho cuando abordó el vehículo y escuchar como la puerta se cerraba a su izquierda.

Créeme que no se me olvidará que lo somos —Rió del otro lado —Le hice el comentario, de hecho me dijo que el abogado de su pareja, está atendiendo todo el asunto, pero…

—¿Qué tal si me envías el número de la chica y yo la convenzo? Últimamente creo que estás perdiendo convicción con las mujeres, Misha —Completó y soltó una carcajada, haciendo que el chófer la mirara a través del retrovisor —El otro día Inessa me dijo que no habías refutado a ninguna de sus órdenes y que más bien la complacías por el miedo que le tienes —Escuchó un bufido allá en Moscú — ¿Es cierto que Mihail le teme a la señora Inessa Katina? —Preguntó burlona.

Pero algo llamó su atención cuando su vista se desplazaba por la cuadra donde recién había dejado atrás el hotel. ¿La mujer que iba en aquel auto era Irene o habían sido alucinaciones suyas? Giró su cabeza hacia atrás, pero solo pudo ver la parte trasera del coche detenerse cerca del “The Plaza”. Su chofer siguió su camino, girando en la primera esquina para tomar la avenida principal, con destino a su despacho.

[…]

—Dime, ¿nos vemos esta noche o tienes otros planes? — Preguntó Irene mientras apagaba el motor del coche. Yulia colocó una de sus manos sobre el muslo de la lusitana, recorriéndolo hasta llegar muy cerca de la intimidad de esta. Irene se mordió los labios.

—Juro que moriría por pasar otra noche tan caliente como la de ayer, pero tengo trabajo que hacer —Irene rió, mientras se acercaba un poco más hacia el rostro de la pelinegra.

—¿Laborar, o trabajarás en tratar de conquistar a tú secretaria? —Dijo clavando sus labios sobre el cuello de la morena. Ésta como respuesta, apretó más su pierna, soltando un gemido casi silencioso.

—Esa chica me puede, pero creo que tendré que quitarle de encima alguien que creo que me estará estorbando —Irene intentó morderla, pero esta se alejó —Hey! Nada de marcas, ¿recuerdas?

—Juro que si no fuera porque estamos en medio de la calle, te bajaría la ropa interior y te cogiera aquí mismo —Yulia soltó una carcajada mientras comenzaba abrir la puerta del coche.

Al bajar, cerró la misma y de inmediato el vidrio polarizado comenzó a bajar hasta visualizar nuevamente a la mujer de cabellos dorados y castaños, quien sostenía el volante con una mano y la otra, cruzaba el espaldar del asiento que había ocupado anteriormente.

—¿Quién te dijo que me había puesto ropa interior? — Le guiñó un ojo y comenzó a subir las escaleras del hotel.

Irene agachó un poco la cabeza para ver si lograba observar algo debajo de la falda de la ojiazul y efectivamente, logró pillar un poco el trasero de Yulia el cual ya no llevaba puesta la pieza de encaje negro que la noche anterior le había arrancado mientras tenían sexo.

—¡Maldita perra! —Dijo con una sonrisa torcida, encendiendo de nuevo el auto y marchándose de allí.

[…]

Eran las diez y cuatro minutos cuando Volkova cruzó el umbral de la empresa cruzándose de frente con una chica de cabellos oscuros y ojos del mismo color, que la miraba desde el escritorio que ocupaba, como si fuera un ser de otro planeta.

—Disculpa, ¿y tú eres? —Preguntó la pelinegra quitándose las gafas de sol, mientras miraba de abajo a arriba a la pobre chica que se levantó de su asiento en cámara lenta. Ambas tenían la misma estatura.

—Me llamo Rachel McHale, señora. ¿Tiene usted cita con la señora Volkova?

Inmediatamente Yulia frunció el ceño, sin dejar de mirar profundamente a la chica de ojos oscuros. Al fondo, el cierre de una puerta y un taconeo que cada vez se acercaba más hacia ellas, sacó de su sorpresa a la pelinegra de ojos claros.

—Brooke, no me digas que fue lo mejor que pudiste conseguir como tú reemplazo — Dijo Volkova señalando a la chica mientras la rubia solo rodaba los ojos.

Maldita sea Yulia, ¿porque carajos eres tan hija de puta?

—Rachel, ella es la señora Yulia Volkova. Tú jefa… mejor dicho, la jefa de todos.

La chica inmediatamente se puso rígida y de no ser por su bronceada piel, las mejillas hubieran iluminado todo el lugar por el sonrojo que había ocasionado toda aquella confusión.

—Lo siento mucho señora Volkova. No era mi intención confundirla con alguien más… En verdad lo siento.

Yulia se colocó sobre la cabeza las gafas de sol y rodó los ojos, caminando hacia su oficina, sin prestarle la más mínima atención a las palabras de Rachel, con Brooke detrás de ella luego de decirle a la chica que no se preocupara y volviera a su trabajo.

—¿No crees que tu actitud hará que te quedes sin ningún empleado? —Dijo Brooke, viendo como la morena rodeaba el escritorio y se sentaba.

—Muchas personas están buscando empleo en estos momentos en esta ciudad y en cualquier parte del mundo, como para preocuparme si la gente quiere renunciar a la empresa.

—¿Por qué tienes que ser tan gilipollas? —Yulia alzó la vista al escuchar aquellas palabras, encontrándose con la mirada verde de la rubia, quien de inmediato bajó la suya y se acercó más hacia el escritorio que ocupaba la ojiazul —Lo siento… No fue mi intención…

Yulia se levantó rodeando de nuevo el buró hasta quedar junto a la rubia. La tomó del brazo e hizo que esta quedara frente a ella. Suspiró.

—Tienes razón, soy una gilipollas de las mejores, solo discúlpame —Brooke la miró inmediatamente a los ojos, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda al tener a la morena tan cerca de su piel.

—No es a mí a quien tienes que pedirle disculpas, Yulia —Le aclaró la chica mientras muy despacio tomaba algo de distancia.

—No pretenderás que salga y le pida disculpas a esa chica, ¿o si? —Brooke bufó, rodando los ojos y caminando hacia la puerta.

—En serio. No se puede hablar contigo esta mañana. Estás insufrible!

—Espera —Dijo viendo las intenciones de la rubia de abandonar la oficina. Brooke se quedó con la perilla de la puerta en la mano, girándose para enfrentar a Volkova.

Cerró y abrió los ojos como tratando de buscar un poco de paciencia. Yulia caminó sigilosa hasta quedar nuevamente de frente a la mujer que no le quitaba la mirada de encima.

—Tenemos una reunión mañana con una importante constructora. Necesito que te quedes para planificarla.

—Bien. Iré a mi oficina a buscar los informes que necesitamos y en este caso, le avisaré a…

Su discurso fue acallado una vez que Yulia tomó su brazo y la haló hacia sus labios, fundiéndose en un beso que comenzó algo tierno, muy tierno para consideración de Volkova, pero se sentía bastante bien. A Brooke, al principio le tomó por sorpresa pero a quien podía mentirle. Le gustaba Yulia, sentía una atracción bastante fuerte por ella y aunque su jefa fuera una real gilipollas y tuviera un carácter de la hostia, no podía negar que aquel carácter hacía crecer más su atracción por ella.

Sintió que las manos de Yulia moldeaban su cintura y ella subió sus brazos, envolviéndolos en el cuello de la pelinegra, para tener un mejor acceso y disfrute de aquel beso que solo la falta de oxígeno, las hizo separarse.

—Yo…yo… Yulia, esto no…

—Shhh… —Advirtió la morena con la vista fija sobre los carnosos labios de la rubia. Por ningún momento, quería alejarla de su piel. Se encontraba a gusto con la mujer entre sus brazos —Tienes unos labios apetecibles, ¿sabías? —Le dijo, mordiéndose ella misma los suyos sin apartar su vista de las carnosidades que la incitaban a seguir disfrutando de otro beso.

Un llamado en la puerta, las alertó a ambas haciendo que Brooke respingara del susto. Yulia apoyó su cabeza sobre el hombro de la rubia.

—Joder! Espero que no sea la chica nueva porque juro que voy a despedirla de una vez —Dijo entre dientes, algo que causó una sonrisa en Brooke, quien con sus dos manos fue apartando poco a poco a Yulia.

—Creo que es mejor que salga de acá.

Al abrir la puerta, se encontró frente a frente con Adam quien la miró un poco extraño al ver que la chica estaba un poco “acalorada”. Yulia estaba sentada detrás de su escritorio. ¿En que momento había llegado tan rápido allí?

—Siento mucho si interrumpí algo —Yulia le dedicó una mirada cargada de furia mientras volvía sus ojos azules a la pantalla de la portátil.

—¿Qué podías haber interrumpido? ¿Una reunión con la Analista Financiera? —Dijo sin mirarlo ni un solo momento —¿Dime, en que puedo ayudarte, Adam?

El joven le acercó una carpeta con documentos dentro para que los firmara.

—Irene Silveira acaba de confirmar su asistencia para el día de mañana junto a su Analista y la abogada de la constructora. Solo falta que firme estos documentos para enviarlos al área de contabilidad y tener todo facturado para la reunión.

Adam esperó alguna instrucción de parte de la morena pero esta solo mantenía la vista fija sobre su equipo.
Yulia, quien había perdido un poco la paciencia luego de que le interrumpiera su momento junto a Brooke, dejó de teclear un segundo y miró de reojo al joven de mirada avellanada.

—¿En serio, vas a esperar a que los firme de una vez, o puedes esperar a que termine de pasar algo importante por correo electrónico? —El chico pestañeó varias veces y empujó un poco más la carpeta hacia la morena.

—Lo siento. Volveré más tarde a recogerlos. Con permiso — Anunció dirigiéndose hacia la puerta para dejar a solas a Yulia quien apenas escuchó el cierre de la misma, apartó la portátil y se reclinó en la silla.

—Joder Brooke!!! Me has dejado con todas las ganas posibles de hacerte mía!

[…]


Al entrar al restaurant, la joven mujer se puso de pie de inmediato abriendo los brazos para recibir a su amiga en una afectiva y calurosa bienvenida.

—Demonios Inna, ¿Hace cuánto tiempo no te veía? —La castaña sonrió, separándose del abrazo y mirando a la otra mujer de arriba abajo.

—Un buen tiempo, ¿eh? Pero mírate, estás preciosa —Ambas chicas se sentaron y el mesero no tardó en llegar a la mesa.

—Buenas noches, señoras. ¿Desean ordenar de una vez o prefieren algo de tomar primero? —La castaña miró a la otra chica y esta asintió francamente.

—Bien, nos puede traer una botella del mejor vino blanco que tenga. Creo que esta noche será un poco larga.

El mesero asintió y le regaló una sonrisa, gesto que no pasó desapercibido para la otra mujer que de inmediato quiso hacerle un comentario burlesco a su amiga.

—Pasan los años y aún cautivas las miradas tanto de hombres como mujeres, ¿no es así? — La mujer bebió de su copa con agua, viendo como Inna negaba algo divertida por su comentario.

—No me considero una diva ni mucho menos una celebridad —Aclaró imitando el gesto de su amiga.

—No seas tonta. Sabes muy bien que eres demasiado guapa y si Yulia no se fijó en eso, otra lo hará por ella. Así que hasta que no aparezca la próxima afortunada, seré yo, tú amiga, la encargada de decirte que eres una mujer muy hermosa.

—Natasha, siempre has sabido como levantarme el ánimo.

Ambas sonrieron y esperaron a que el mesero sirviera las dos copas de vino blanco que no dudaron en degustar de inmediato.

—Y bien, cuéntame. ¿Qué te trae esta vez por acá? ¿Ha pasado algo importante? —Preguntó la otra castaña algo preocupada.

—No… o bueno. Hace unos días me robaron cuando iba a reunirme con el abogado en el tribunal y se me traspapeló el documento que recién había firmado, donde decretan la separación de cuerpos… entre… entre Yulia y yo.

Natasha vio como Inna tragó duro al terminar sus palabras.

La castaña mayor, quien desde hace mucho tiempo se había vuelto la confidente de la chica, una vez que hicieron buenas migas, dejando atrás su pasado con Yulia; no dudó en celebrar la unión de estas dos, pensando así que Volkova al fin asentaría cabeza junto a Inna, la joven que logró hacer que cambiara su manera de ver la vida pero al parecer, Natasha estaba muy lejos de la realidad porque Yulia solo había logrado joderle la vida a su amiga una vez que esta la descubrió siéndole infiel.

¿En verdad pensó que Yulia Volkova podría cambiar?

—Cuanto lo siento, en verdad. Aunque me pareció extraño que llamaras a mi casa y Fyodor me haya dejado el mensaje de que te devolviera la llamada al apartamento. Pero dime, ¿todo está bien?

—Si.. si. Lo está. En fin — Inna volvió a tomar de su copa y Natasha comenzó a notarla que estaba un tanto nerviosa.

—Te conozco, Inna. ¿Pasa algo más? ¿Yulia te hizo algo? —La castaña más joven comenzó a negar de inmediato con su cabeza.

—No, no. Yulia no me ha hecho nada, de hecho, ella está de viaje a New York por asuntos de negocios, según lo último que comentó… Es que… —Hizo una pausa tratando de ordenar sus ideas — Cuando ese sujeto robó mis cosas personales, yo… bueno… una chica… una señora… en fin… una chica muy guapa, se ofreció ayudarme sin importarle el tráfico ni haber dejado a su hija encerrada dentro del coche, solo para aligerarme el mal rato — Natasha la observaba divertida.

—¿Te estás escuchando, Inna Fedorova? Has titubeado tanto que casi no logro entender la historia que me estás contando —Rió, dejando la servilleta de tela a un lado — A ver — Dijo acomodándose sobre la silla y permitiendo que su amiga se relajara un poco — Esta mujer, de la que me hablas, dices que te ayudó gentilmente cuando te robaron, ¿cierto?

Inna asintió con una sonrisa, bebiendo de su copa.

—¿Y tiene una hija? O sea, ¿qué es muy mayor que tú o casi de tu edad?

—Es mayor, aunque no tanto. Podría decir que como cuarenta y tantos años de edad… De hecho, es divorciada y su ex es un poco severa…

—Espera, espera Fedorova! En un solo día conociste toda su vida personal, ¿o de que me perdí?

La chica comenzó a reír un poco más despreocupada que al comienzo, disfrutando de las caras que hacía su amiga al seguir contando su anécdota.

—Tasha, al ayudarme a levantar las cosas del asfalto, ella se ofreció a llevarme a terminar de hacer mis diligencias ya que obviamente dentro de mi bolso tenía todo lo esencial. En su coche, estaba su hija, una niña muy hermosa por cierto… es un tanto parecida a su madre, bueno, a la mujer pelirroja que me ayudó.

—Y es pelirroja, para variar —Inna seguía disfrutando de la conversación y Natasha no se quedaba atrás al ver los sonrojos en la cara de su amiga.

—Y tiene unos ojos muy hermosos, casi grises pero son verdes —Natasha rió algo fuerte, llamando la atención de algunos comensales.

—Inna, no te veía esa cara de embobada desde que Yulia te pidió matrimonio —La castaña más joven borró la sonrisa, cambiado sus facciones por unas más serias. Tasha le había tocado el único punto que le dolía —Maldición, lo siento Inna, de verdad… Yo y mi bocota!

—No pasa nada. Además, no quiero hablar de Volkova en estos momentos, solo… solo quiero intentar olvidarla y sí. Esta mujer me llamó la atención porque a pesar de haberla conocido por algunas horas, despertó muchas cosas en mí. Es educada y muy formal. Inmediatamente colocó a un amigo a mi disposición para que me ayudara con el tema de la denuncia y es algo que le agradezco haya hecho.

—Bien, me alegro que no te estés cerrando ninguna posibilidad de volver a ser feliz y ahora, ¿dónde está esa mujer en estos momentos? — Inna esperó que el mesero le sirviera la segunda copa de vino, viendo como la espuma se disolvía con el pasar de los segundos.

—Está fuera del país por motivos laborales, pero lo importante es que tengo su número telefónico guardado y mañana, luego de comprarme un nuevo móvil, le escribiré para agradecerle que me haya puesto en manos de su amigo, solo con la intención de ayudarme.

—Es la excusa perfecta — Dijo Natasha viendo como su amiga volvía a sonrojarse. La castaña más joven negó.

—No es una excusa, Tasha. Solo quiero agradecerle por haberme tendido una mano —Tasha no dejaba de reír, levantando la copa para beber del vino.

—Y, ¿cuál es el nombre de este ángel guardián? —Se llevó la copa a los labios, bebiendo el último sorbo de la clarificada bebida.

—Elena Katina —Natasha tragó rápidamente y colocó la copa sobre la mesa, logrando hacer un ruido bastante fuerte.

—¿¿¡¡Qué!!!????


Continuará...
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Mensaje por VIVALENZ28 11/29/2020, 7:37 pm

Jajajajajaja esto se está poniendo bueno jajajaja
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Mensaje por Volkatinale92 11/29/2020, 7:59 pm

Jajaja que casualidades, Yuli me cae pésimo 🤮😡

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Mensaje por katina4ever 4/12/2021, 5:26 pm

Ah caray! Está Yulia me cae pésimo!! no sé parece a la Yulia se la primera parte, es muy destructiva 🤨🤨 en todos los aspectos, me agradaría más que Inna se quedara con Lena, aquí se muestra más madura por su hija, en fin. Espero que continúes. Saludos!
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