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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I) Empty AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

Mensaje por psichobitch2 8/2/2020, 3:53 pm

Ok, a ver... Debido a que he recibido mensajes, solicitando que publique la primera parte (ya que algunas lectoras son nuevas en el foro) subiré a diario un capítulo de la historia. Como  la segunda parte solo la estoy posteando cada dos días, podréis poneros al corriente lo más rápido posible!

Os adoro, princesas!

Disfrutad!


PRÓLOGO

El reloj marcaba los minutos sobre una hora que finalizaría apenas en 30 segundos. Daba vueltas en la cama enérgicamente mientras sus ojos estaban completamente cerrados. De nuevo su subconsciente la estaba llevando a una historia que no quería más nunca traer a sus recuerdos. Siempre ocurrían al momento de poner su cabeza en la almohada. Era sencillamente, inevitable.

—No!!! No!! No!!!

Gritó sobresaltada en su cama, levantándose de golpe. Nuevamente había tenido otra pesadilla con su pasado y se sentía bastante consternada. El reloj ya marcaba las 2:00 am en punto.

Había transcurrido ya mucho tiempo, y aún, su consciencia cada noche le hacía una mala pasada.

Que podía hacer? Ya lo había intentado todo, desde los más adaptados psicólogos, hasta una gama de anti-depresivos. Sólo restaba una sola cosa, intentar dejar el pasado atrás. Ella misma tenía que hacerlo o acabaría volviéndose loca.

Volvió a hundir su cabeza en la almohada, cerrando sus ojos. Esta vez no intentaría volver a dormir, sólo quería relajarse un poco.
Necesitaba salir y pensar, llevar aire fresco en sus neuronas, considerando que era sábado y que la rutina diaria del trabajo no continuaría acechándola.

Después de unos minutos de hacer el vago, decidió levantarse. Tomó el albornoz y lo volvió a dejar donde estaba colgado. No era muy adicta a llevar ropa dentro de su propia casa considerando que vivía sola, totalmente independiente de sus padres, sin nadie que le dijera que hacer o que decir. Era su mundo y allí Yulia Volkova, era la reina.

Sin nada que le cubriera la parte superior de sus pechos, salió de su habitación solo vistiendo bragas, unas lindas e infantiles bragas de conejitos azules. Se caracterizaba por ser amante de los dibujos animados y de las cosas cursis, siempre y cuando, nadie la viera.

Caminó descalza hasta la cocina, la cual estaba hecha un desastre. Nunca había sido una buena cocinera y su menú solo eran los sándwich. El de atún era su favorito. Abrió la heladera y casi que se ponía a llorar, definitivamente...

— Mierda!!! Debo hacer las compras o un día de estos, terminaré convirtiéndome en caníbal, comiéndome a mí misma. Aunque – Hizo una pausa como si pensara algo importante aun con la puerta de la heladera abierta — No debo saber tan mal, estoy demasiado apetecible — Concluyó, observando su propio reflejo en la puerta una vez que la cerró, llevando consigo un vaso de jugo de naranjas, para comenzar el día.

Caminó sin mucha prisa hacia la sala de estar. Se sentó un rato con los pies sobre una mesita de cristal, que hasta ahora había sobrevivido a todos los desastres de su alocada vida.

Yulia Volkova era una joven soltera. Apenas estaba en la flor de su juventud. Contaba con solamente 20 años de edad y como toda rebelde con o sin causas, se reveló a sus padres y ahora, se encontraba allí, haciendo de su vida lo que siempre había querido. Su propio palacio.

— Diablos, otra vez esta chica... No sé cuántas veces me ha invitado a salir en lo que va de semana. Tal vez tenga que utilizar algún lenguaje entendible para sus oídos, o el Arameo para que comprenda que no me apetece llevármela a la cama, por ahora! — dijo lanzándole un beso al móvil — Pero eres muy linda criaturita — Luego lo dejó nuevamente donde estaba y se estiró hasta que sintió esa sensación de que toda la flojera que se tiene encima, se va.

Se trasladó hacia su habitación, tomando las cosas que necesitaba para darse un buen baño relajante, un ritual donde tardaba horas y horas pero consideraba que era su único método de aislarse por un tiempo del mundo, donde solo ella y su imaginación, viajaban un rato.


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A 742 kilómetros de Moscú, la ciudad de Kazán se levantaba con todo el esplendor de un maravilloso día soleado. Allí, la ciudad de los grandes distritos residenciales, elegantes terrazas, hogar del río Volga, sus sitios icónicos, volvía ser testigo de un nuevo amanecer, un nuevo comienzo.
Una mansión inmensa y llena de lujos era su refugio y a la vez su prisión. Todo su esfuerzo y su empeño, se veían puestas ante la imponente vivienda donde aprendió, hace algunos años atrás, que el poder y la riqueza no lo son todo en el mundo si no tienes con quien compartirlo.

En su lujoso estudio, Elena pasaba la mayoría de las veces, ya fuera leyendo o divagando en su mundo lleno de socialidades y aristocracia. Un mundo, que para ella a veces parecía tan vacío, lleno de hipocresía en inmundicias, pero que lamentablemente había corrido con la fortuna (para muchos)  y la desgracia (para otros) de vivir en una caja de cristal.

— Adelante — dijo colocando a un lado su portátil y apretando con sus dedos, sus cansados ojos mientras se recostaba en su gran silla de cuero.

— Señora Katina, su esposa acaba de llegar. Dice que esté lista porque en diez minutos ya servirá el almuerzo — anunció la chica de servicio.

— Gracias Vayenta. Dile a mi esposa que me espere, que allí estaré — la chica de servicio asintió, mientras Elena echaba un vistazo rápido a su laptop para luego virar hacia la ventana. El día brillaba, pero en cambio su sonrisa no.

Giró nuevamente su silla y dio click con su dedo a cualquier tecla para quitar la oscuridad que había dejado el wallpapers, trayendo de regreso la pantalla principal del Window’s. Su sonrisa volvió aparecer en su rostro, asustándose a sí misma porque hacía tiempo, había olvidado lo que era estar feliz, había perdido la noción de los momentos, de los pequeños detalles; se había perdido a ella misma.

Intentó escribir algo, pero con solo accionar la tecla DELETE, hizo desaparecer sus palabras.

— Qué estoy haciendo? Me sentiría como una chiquilla tonta y no lo soy.

Apagó el computador y solo un suspiro ahogado se apoderó de la habitación, que en menos de dos segundos se hallaba en penumbras cuando la puerta se cerró tras ella.




CAPITULO 1. UNA EXTRAÑA SENSACIÓN


Comenzaba un nuevo día en la ciudad de Moscú. El tiempo estaba en su mejor apogeo. La temperatura era cálida en aquella mañana despejada de aquel día lunes. El tráfico, un poco pesado, pero no difícil de tolerar como en muchas ocasiones.

Desde uno de los más elevados edificios, diseñado con una estructura de un roble y totalmente cubierta de vidrio cristalizado, podía leerse claramente la razón social de lo que era el imperio de los Volkov: VOLKOV ENTERPRISE INC., situada en el centro de la capital moscovita.

Llegando al inmenso Parque de Cristal (como algunos ingenieros decidieron bautizarle a la torre) un Audi-R8 color blanco, hacía como todas las mañanas, su entrada al parqueadero, estacionándose en el lugar indicado y únicamente reservado para la ahora heredera de todo aquello.

Una mediana pero elegante figura descendió de tan portentoso coche, llevando consigo sus pertenencias para así dar comienzo a una “pesada” (como ella misma le llamaba) rutina laboral.

— Buenos días Dimitri, cómo estás? — saludó al amable y cuarentón vigilante que se encontraba postrado en la puerta principal del ala oeste de la entrada.

— Buenos días señorita, un placer como siempre el tenerla por acá todos los días.

— Venga Dimitri, no es para tanto. Se hace lo que se puede, todo sea por no escucharle la lengua a... tú sabes quién — susurró por lo más bajo, arrancando un sonrisa inesperada al tranquilo hombre.

— Y se puede saber Yulia, a quién no quieres escucharle la lengua? — Dijo una femenina voz muy cerca de ambas figuras, trayendo la palidez al rostro del apacible vigilante y dejando fría en el acto a la chica, que sin pensarlo dos veces, giró sobre sus pies hasta quedar de frente a la pelinegra y alta mujer que ahora había hecho (fantasmalmente) acto de presencia.

— Buenos días madre, cómo amaneces? — dijo con la mirada perdida sobre los hombros de Larissa. Detrás, Oleg reprimía una carcajada negando con la cabeza.

— Buenos días. Ahórrate los comentarios y sabes que te espero en mi oficina en.... — chequeó su reloj de pulsera —... 30 minutos. Tenemos una reunión importante y necesitamos de tu presencia.

— Como digas madre...

— Ah!! — Larissa interrumpió sus pasos hacia el elevador, girándose nuevamente hacia Yulia — Guarda tus irónicos comentarios delante del personal — dedicándole un vistazo rápido a Dimitri para luego perderse por el pasillo. La morena menor rodó los ojos.

— Buenos días papá — saludó besando afectivamente la mejilla de Oleg — Creo que tu esposa no está de muy buen humor ésta mañana, verdad?

— Yulia, Yulia... — devolvió calurosamente el afecto — vas a sacarle canas verdes a tu madre, y es en serio.

— Pues, que se las tiña.... No le queda de otra.

Las risas compartidas entre padre e hija se perdían por el pasillo de la gran empresa, comenzando así entonces, una larga rutina de trabajo.


[…]


La puerta de su oficina resonó al escuchar dos golpes leves pero audibles, que llamaron su atención.

— Adelante — dijo sin quitar la vista de unos documentos que en ese momento firmaba.

— Buenos días Señora Larissa. Acá les traigo los estados financieros que solicitó para la junta — dijo una joven y castaña chica desde la elegante puerta color caoba, donde fácilmente podía leerse el anuncio de: Larissa Volkova — VICEPRESIDENCIA — grabado en una pequeña pero elegante placa dorada.

— Buenos días Natasha, muchas gracias; pero puedes llevarlos directamente a la sala de juntas donde se efectuará la reunión. Ya han llegado los demás socios? — preguntó mirando por encima de las gafas de lectura.

— Si, ya están todos reunidos allí. Solamente hace falta su hija.... Señora.

— Bien, entonces sigue que yo me encargo de Yulia y por favor, dile a Angela, que por ningún motivo me envíe llamadas a la sala de conferencias.

— Como usted diga Señora Larissa. Con su permiso — dijo para dar vuelta y cerrar la puerta, pero una mano le interrumpió la acción y la llevó a tropezar con la chica que atrás de ella se encontraba — Lo siento señorita Yulia...

— Dime Yulia, por favor — dijo la pelinegra casi a centímetros del níveo rostro que ahora sus ojos tenían al acecho — lo de señorita, no creo que a éstas alturas lo siga siendo...

— Yulia!!! — alzó la voz Larissa que no se había percatado de lo que estaba sucediendo detrás de su puerta. Al menos, eso pensaban ambas — termina de entrar por favor.

— Con su permiso señ... Yulia — dijo Natasha para retirarse a sus deberes un poco, acalorada por el encuentro.

— Aquí estoy madre. Venía a buscarte, porque allá en la sala de juntas, aclaman por ti.

— Iba a por ti en estos momentos. Vamos — dijo levantándose de su asiento y caminar delante — Yulia... — se detuvo sin girar a verla, desde la puerta —...compórtate y sabes a lo que me refiero.

La morena puso sus ojos en blanco para no darle importancia a lo que siempre su madre le reprochaba. Tener un poquito de decencia dentro de la empresa, pero sobre todo, mantener el apellido bien en alto y no buscarle que hablar al qué dirán.

[…]

El murmullo de todos los socios y los demás congregados en la amplia sala de reuniones, se apaciguaron apenas Larissa Volkova y su hija entraron en la misma. Yulia tomó asiento al lado de la asistente de su madre, Natasha Smirnova, una chica de apenas 26 años de edad, graduada en el área administrativa, con un buen currículum, pero con la mala suerte en el amor tocándole a su puerta.

Divorciada, sin hijos. Natasha llegó a la ciudad de Moscú hace más de 3 años, los cuales han estado destinados a su trabajo al lado de su estricta jefa Larissa, a quien un profundo respeto le profesaba. Una mujer, de la que nadie hablaba.

Su lado más bisexual afloró cuando por sus ojos desfilaron los atributos que se gastaba “la hija de la dueña”, la famosa (como muchos le decían), Yulia Volkova, pero ésta no se atrevía aún a hablarle acerca de sus sentimientos. Tal vez, la chica nunca la tomara en cuenta. Necesitaba su trabajo antes que todo y no se arriesgaría a tanto.

Comenzó a sentir una gran atracción por ella hace algunos meses atrás. Su mayor logro fue cuando Yulia, una vez estando a solas en el elevador, se despidió de ella al llegar al parqueadero. Ese simple “Hasta mañana” la llenó de grandes esperanzas. Al fin, Yulia la había determinado para algo y no simplemente para hacerle llegar los folders, llenos de documentos, a su madre.

Al sentir que la morena se había sentado esa vez a su lado y no como siempre lo hacía, a la derecha de su padre, Oleg Volkov; una extraña sensación, comenzó a recorrerle el cuerpo. Podía sentir como su frente se perlaba con pequeñas, mínimas, tal vez atómicas gotas de sudor. Quizá estaba yendo muy lejos, no tenía por qué sentirse así, tan tonta.

Definitivamente Yulia la ponía en otro nivel, le gustaba tanto que temía no poder controlarse.

— Sabes? Te vez linda así, nerviosa — dijo la pelinegra con aquella sonrisa de medio lado que hacía desvariar a más de una… y a algunos también.

— Buenos días. Gracias por estar acá presente — Habló Oleg — Pero como saben, estamos culminando el año laboral y se procederán a analizar los estados financieros de la empresa. Como muchos ya están al tanto, Iván — dijo, asintiendo en señal de aprobación hacia su socio — hemos cerrado hasta ahora con muy buenas ganancias. Acá, en los folders que han sido colocados previamente sobre sus puestos, podrán chequear lo que les digo.

Todos a la vez, como si hubiesen ensayado sus movimientos, tomaron los folders y comenzaron a leer los estados e informes que allí se encontraban, a excepción de una sola persona la cual estaba muy entretenida haciendo sudar frío a otra, por supuesto Yulia Volkova.

— Yulia.... — llamó su padre una vez entre dientes — Yulia... — dos veces — Yu...

— Padre, que te he escuchado la primera vez — dijo acomodándose en su asiento. Larissa tenía los ojos puestos sobre su asistente que no hacía otra cosa que mirar a un punto fijo en la nada.

— Por favor Yulia, esta reunión es sumamente importante y como Gerente General, necesito que estés al pendiente de todo lo que aquí y de ahora en adelante, ocurra. Me has entendido?

— Claro papá, no soy tonta. Ya estos informes me los sé de principio a fin...

— La idea no es que te los aprendas de principio a fin Yulia — comentó Larissa con apenas un susurro audible — Lo que pretendo es que pongas un poquito más de atención y dejes de distraerte tanto — miró de reojo a Natasha y luego puso su mirada rápidamente en su hija — No nos pongas en ridículo.

Yulia, solo se dedicó a revisar los informes. Que difícil y aburrido se le hacía todo aquello. Lidiar el día a día con las responsabilidades de la empresa de sus padres para tan corta edad. Necesitaba ser ella misma, tener amigos, compartir más con la sociedad. Se sentía tan ahogada, una realidad que parecía ser una soga que con el transcurrir de los días, iba apretándole más el nudo.

[…]

La junta, se realizó sin inconvenientes. Todos los socios estaban muy contentos y satisfechos por los resultados de este año. No solo vigilaban por una sola empresa, había muchas en juego. Condominios, textileras, bancarias y todas aparentemente habían cerrado con muy buenas ganancias.

Al entrar a su oficina, detrás de ella, una voz la hizo detenerse.

— Hija.

— Si, papá — dijo sin girarse.

— Sé que esto es demasiado para ti — continuó Oleg una vez que estuvo a su lado y tomándola por los hombros — pero quiero que entiendas que esto tarde o temprano será tuyo y que tú madre y yo, solo queremos lo mejor para ti.

— Lo sé papá, pero necesito que me entiendas. Que a veces quisiera salir corriendo. Todo hubiese sido más simple y más sencillo si...

— Yulia, lo sé — besó su frente y la envolvió en un cálido abrazo — créeme que también pienso así, pero el destino así funciona, entiendes? Ahora, te gustaría ir almorzar con tu madre y conmigo?

— De acuerdo — le dio un beso en la mejilla — aunque seré yo a la que querrá devorarse mamá, verdad?

— Yulia... — rió divertido —... un día de estos, matarás a tu madre. No sé como te ha tenido tanta paciencia. La haces desvariar, lo juro — concluyó y caminó de regreso a la puerta.

— Vale papá, ella me adora — soltó una carcajada. Oleg agregó algo estando ya por salir.

— Y tú, por favor, no hagas sufrir tanto a esa muchacha, ok? — y guiñándole el ojo, salió de la oficina de la joven morena.

Ésta, después de aquellas palabras dichas por su papá, se quedó un poco más tranquila e inquieta al mismo tiempo. Había empezado un juego en aquella sala de juntas y quería seguir lanzando los dados.

Una vez que se sentó en su escritorio, tomó la computadora de la oficina y tecleó varias palabras para luego enviarlas en un correo. Una sonrisa pícara se dibujó en sus labios. Después, tomó su portátil personal, y comenzó hacer lo que mejor le salía. Escribir.

[…]

Su imaginación volaba como el viento sobre un acantilado cada vez que detrás de su laptop se sentaba. Al abrir el procesador de palabras, rápidamente sus dedos se movían como pez en el agua al tocar el teclado y es que esa era su pasión. Escribir, redactar historias, hacerse conocer a través de las palabras. No pedía dinero a cambio, solo pedía ser reconocida por todos y por cada una de aquellas personas que día a día, entraban un minuto a la página del foro para la cual estaba suscrita, donde ya era conocida como “Psichoheart”.

Llevaba algunos meses escribiendo una historia, una delicada trama y había recibido muchos elogios y felicitaciones. Lo reconocía, su mundo eran los libros, plasmar sus experiencias y algunas veces, sus fantasías.

De un sobresalto en su asiento, se giró hacia la puerta. No había escuchado cuando llamaron ni mucho menos se esperaba esa visita.

— Lo siento. Toqué pero no abrías y pensé que no...

— Adelante... — dijo interrumpiendo y levantándose rápidamente de su silla — Lo siento, solo estaba algo concentrada — dijo cerrando la tapa de su portátil y ofreciéndole inmediatamente asiento a su invitada — Recibiste mi mensaje?

— Si, y quise venir a darte una respuesta personalmente — dijo la castaña de ojos azules que ahora se encontraba sumergida entre sus nervios, como si de una chiquilla se tratara.

— Y...? — dijo tranquilamente Yulia tomando asiento nuevamente — Aceptas o no salir almorzar conmigo, Natasha?

— Si... Acepto.

Continuará...
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Mensaje por JuanaLaLoca 8/2/2020, 10:16 pm

Que bellos recuerdos me llegan, al ver que estas subiendo la primera parte, aquella que nos hizo vibrar en otro foro¡
Gracias
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Mensaje por psichobitch2 8/3/2020, 4:40 pm

Jajajaja... Juanita, Juanita.... Créeme que a mi se me arremolinaron todos los recuerdos en un solo mes.... Saludos!!


CAPITULO 2. LA VIDA SIGUE... AUNQUE NO QUIERAS


Un minuto, tal vez dos... Segundos, quizás...

Yulia había conseguido lo que tanto quería, ser el nuevo centro de atracción para alguien más. Estaban las dos en silencio. El sonido del móvil de la morena las logró al fin, sacar del letargo donde ambas habían quedado hace poco.

— Lo siento, pero debe ser mi padre. He quedado con ellos en ir a almorzar. No pensé, que recibirías mi correo de manera inmediata, aunque pensándolo bien, no sabía que te traía tan loca — dijo la chica nuevamente con esa sonrisa que hacía viajar a la castaña, a quien sabe donde cada vez que la dedicaba.

— Yo... No sabía. Discúlpame. Soy una tonta... — Indicó haciendo amagos de levantarse de su asiento. Yulia, se inclinó sobre su escritorio y la tomó del brazo, delicadamente.

— Hey! No te vayas. Perdona mis palabras y mi egocentrismo extremo. A veces pienso que soy la única cosa importante en el mundo. No quiero decir con esto que no lo sea pero... — Natasha dibujó en sus labios una tímida sonrisa por el comentario. Yulia, llegó a su lado — Quiero salir contigo a almorzar. No será el día de hoy, pero podemos quedar mañana, te parece?

— Me parece bien. Pero, qué tal si te invito yo? Conozco un sitio que tal vez...

— Venga, me has dado en mi orgullo — dijo con fingida molestia, interrumpiéndola abruptamente — Te estoy invitando yo, por ende soy la que cubrirá todos los gastos. No me gusta que escatimen en mí. No me conoces.

— Sí, sé que eres la hija de mí jefa. La dueña de estas empresas, pero no quiero que pienses que estoy abusando de ti...

— Shhh!!! — susurró mientras se acercaba un poco más a la castaña. Podía notar el nerviosismo de la encantadora chica — Al momento en que te vi entrar por esa puerta, has nublado todos mis pensamientos. Puedo, decirte algo?

— Si — contestó perdida en los azules ojos de la joven.

— Por qué nunca me dijiste, que te llamaba la atención? Acaso mi madre te ha amenazado con el látigo de cuero lustroso con el que arrea al ganado, que tiene en su oficina? — Preguntó alzando una ceja.

— NO! Yulia, qué cosas dices? — rió tímidamente — Soy incapaz de faltarle el respeto a tu madre y es lógico que no te había dicho nada, porque si apenas tú... me determinabas.

— YO? — preguntó inocentemente y retrocediendo un paso — Si cada vez que puedo, estoy pendiente de lo que haces, solo que “tu jefa” es un poquito amargada y una de las cláusulas que rigen mi contrato en esta empresa es que “Tengo prohibido acercarme a cualquier ser humano que lleve ropa interior femenina y faldas” — Aquel comentario le causó bastante gracia a Natasha, arrancándole una carcajada para luego ponerse un poco seria.

— Quiere decir entonces, que te gusta demasiado la lencería femenina? – Preguntó con fingido enojo.

— Bueno! — había sido demasiado sincera. Rascó su cabeza y continuó — Para nadie es un secreto que tengo un exquisito gusto por las mujeres, pero eso no quiere decir que viva persiguiéndolas o acosándolas a cada rato. Además, llevo un buen tiempo soltera — al decir estas palabras, sus facciones se endurecieron un poco. Su móvil volvió a anunciar un mensaje.

— Pasa algo? — Preguntó Natasha al ver el cambio.

— No. No pasa nada. Debe ser mi padre con un pequeño ataque de hambruna y si no estoy lista, creo que la teoría de que yo sea el plato principal, se llevará a cabo — La castaña rió.

— Venga, no pasa nada. Espero que tengas buen provecho y que todo salga bien con tus padres, si?

— Gracias... Ehmm…Natasha? — llamó a la chica que ya se dirigía a la puerta.

— Si?... — dijo deteniendo su paso a mitad del camino.

— Creo que no me has dado el número de tú móvil — dijo sacudiendo el suyo al ras de su cabeza mientras se acercaba a la chica.

— Claro. Lo siento. Anota...

La mano de Yulia rozando su mejilla izquierda, hizo que se quedara en silencio.

Automáticamente cerró los ojos y sintió los cálidos labios de la pelinegra, juntarse con los suyos. Un cosquilleo se apoderó de toda su espina dorsal, enviándole un corrientazo por todo su cuerpo que culminó una vez que dejó de sentir la tibieza de aquel inesperado beso.

— Solo quería besarte. Tú número, ya lo tengo — dijo mostrándole la pantalla del móvil donde podía verse claramente el nombre de la chica con su número perfectamente guardado en la agenda telefónica.

[…]

Eran más de las 14:00 horas de la tarde, y el tráfico en la ciudad no apestaba como en algunas ocasiones. Más bien, le parecía que todo estaba más tranquilo de lo normal. Tal vez, habían venido los extraterrestres y habían evacuado la ciudad para evitar una catástrofe, pero no era tiempo para poner a fantasear su mente y mucho menos, cuando tenía a sus padres, esperando por ella desde hacía media hora.

Sus pensamientos se iba debatiendo entre si eran mejor las patatas a la francesa o la salsa de champiñones, con la que su cuerpo se acompañaría mejor al servirse como entrada principal.

Cuando al fin logró estacionarse frente al lujoso restaurant, en donde eran clientes fijos, el chico del valet, al percatarse de su presencia; inmediatamente rodeó el coche y tras saludar, fue a guardar el Audi de la morena, mientras ésta prácticamente aceleraba el paso hacia la entrada.

— Buenas tardes. Discúlpenme, pero he tenido cosas que hacer en la oficina — dijo apenas se acercó a la mesa, sentándose junto a Oleg y Larissa que ya estaban allí.

— Estoy muriendo de hambre hija, pudiste haber avisado que llegarías un poco tarde o que tenías cosas que hacer — señaló Oleg dándole indicaciones al mesero para que trajera la carta.

— Lo siento papá. He tenido que responder unos correos y chequear algunas cuentas. Pero acá estoy. Como te apetezco madre, con salsa de champiñones o con...

— Cierra la boca, Yulia — respondió Larissa ante el sarcasmo empleado por su hija — No hagas que el almuerzo me caiga mal. Puedes dejar tus comentarios para después y dedicarnos a comer como una familia decente que somos?

— Discúlpame madre, solo quería hacerte más placentero el menú — comentó poniendo los ojos en blanco. Su móvil había recibido otro mensaje — Permiso — Solicitó.

Era muy frecuente para la morena, recibir correos y notificaciones en su teléfono, cuando del foro se trataba. Era algo muy personal para ella y le gustaba estar en contacto con sus lectoras. Se sentía feliz y complacida al recibir alguna notificación. Significaba mucho para su persona. Sabía que cada nota, cada historia, llegaba muy adentro de cada ser que le dedicaba cinco minutos en leer un capítulo de lo que escribía. Sintió, sin poder evitarlo, una profunda alegría al abrir la información. Oleg se percató de ello.

“LaRusa31” — dijo mentalmente al leer el seudónimo del destinatario.

— Por qué esa cara de felicidad, cielo? — preguntó su padre mientras volvía a hacer lectura del menú.

— Sólo es un mensaje del blog.

— Muchas felicitaciones? — preguntó nuevamente el hombre. Larissa simplemente miraba con extrañeza la conversación.

— Pues, más o menos papá, sólo que hay algunas personas que no manifiestan sus opiniones, pero sé que con sus pensamientos me transmiten mucho.

— Se puede saber de qué están hablando? — Preguntó Larissa colocando el menú delicadamente sobre la mesa y bebiendo un trago de su copa con agua gasificada.

— A ver, como te explico madre... — el móvil de Yulia interrumpió la conversación. Esta vez era una llamada entrante. Se disculpó de nuevo.

“Hola?... Dime, idiota!!.... (pausa) NO!!, tú eres más.... (pausa). No, no puedo en este momento, estoy almorzando con mis padres y se me hace difícil.... (pausa) Qué pasó con tu novio?.... (pausa) Vale, que a veces le das muy mal trato al pobre Pavell, no sé cómo demonios te soporta... (pausa). Está bien, te llamo esta noche Katya y una vez más, deja el drama, mujer, que estás tensa y me obligarás a usar mis tijeras — Larissa abrió ampliamente los ojos. Oleg escondió su cara detrás de la servilleta de tela — Hablamos”.

— Qué manera de tratarse la de ustedes dos, son esas? — Preguntó mirando a Yulia con el ceño fruncido y luego a su marido con cara de extraterrestre recién llegado a la tierra.

— Tranquila madre, Hitler está muerto y la revolución francesa terminó, así que no te espantes.

— Larissa, déjalas. Son jóvenes y no sé que tiene de malo que se traten así. Conocemos a Katya desde hace mucho tiempo. Es la hija de Iván y la mejor amiga de Yulia, así que, venga; pidamos la comida que tengo hambre, mujeres.


Charlando de negocios, temas personales y familiares, los Volkov estaban compartiendo un almuerzo más. Para Larissa no era nada fácil acarrear con el comportamiento rebelde de su hija, sabía que a veces lo hacía solo para incomodarla o simplemente llevarle la contraria, pero en el fondo, Yulia era una persona bastante ejemplar. Su esposo y ella, se habían encargado de darle la mejor educación posible.

Con apenas cinco años de edad, comenzó a tocar el piano y a sus veinte años, tocaba como profesional. Aunque a veces, no le gustaba deleitarlos con su música. Sabía que su hija tenía otras pasiones ocultas, siempre y cuando, fuesen para su propio bien, no se metería en ello.

[…]

Cuando el cielo, albergaba las estrellas en lo más alto, el frío comenzaba a sentirse sobre la ciudad, Yulia llegaba a su apartamento ubicado en las afueras, en una de las mejores zonas residenciales. Una bastante privada y reservada.

Apagó el motor de su Audi-R8 y se dirigió al calor de su casa.

Después de unas largas horas de relajación en la ducha, se acostó en su cama dispuesta a revisar sus correos. Tomó su portátil, su plato con cereal y se sentó sobre la cama, dispuesta a chequear su blog personal actualizando las últimas notificaciones.

[i]“LaRusa31: Hola, espero que te encuentres muy bien. Por cierto, quiero comentar acerca de la historia que posteas, créeme que me ha encantado el capítulo de hoy, ha estado genial. Por esta vez, has salvado tu pellejo como dices, pero espero que continúes lo más pronto posible ya que me gusta mucho la trama, mejor dicho, todas tus historias y ya quiero leer la continuación. Saludos”


Rió por lo más bajo. Había leído muchos comentarios de esta fanática, pero nunca le había respondido a ninguno de sus halagos. Rápidamente, entró al mensaje privado y comenzó a teclear algunas palabras.

“Hola, LaRusa31. Vale, no seas mala, pero me alegra que te esté gustando mi historia y que esta vez, mi pellejo se haya salvado de un mal comentario. Lo que escribo lo hago por y para todas ustedes. Gracias por comentar”.

Dio click en el botón de enviar y colocó su portátil sobre la cama. Siempre y cuando podía responder privados, lo hacía con mucho gusto. Pero algo le decía, que este tendría consecuencias.

Sin darle mucha importancia, siguió en sus asuntos personales. Tenía una conversación pendiente y un almuerzo por venir. Su móvil, que desde siempre descansaba a su lado, estaba libre. Se acordó que tenía que llamar a su mejor amiga Katya, pero la rubia, en aquel momento, había pasado a segundo plano, así que buscó en su agenda telefónica por la letra “N” e inmediatamente comenzó a textear.

“Hola buenas noches. Espero no ser una molestia a estas horas, solo quería saber si estás bien. Yulia”

Envió el mensaje y decidió encender el televisor un rato. No era muy asidua a ver la pantalla chica, pero a veces se entretenía. Era del porcentaje de las personas que solo encienden el televisor, para después ponerse hacer otras cosas.

Frecuentemente se le podía encontrar leyendo algún libro o navegando en internet, pero la primera opción siempre era la más acertada. Le encantaba hacerlo. Le ayudaba a abrir más su imaginación y obtener un mejor campo para visualizar sus fantasías, algo extrañas.

A la mitad de la lectura, su móvil envió una señal de aviso que su mensaje había sido respondido.

“Hola, Yulia. Estoy en casa, distrayéndome un rato con la tele. Tú, estás bien? Me has dejado un poco preocupada”

“Preocupada?” — Texteó de regreso, frunciendo un poco el ceño.

“Si. Te has puesto muy triste cuando me dijiste que por los momentos estabas soltera. Pensé que había dicho algo indebido, y pido disculpas si así fue”

“Natasha, no hiciste nada malo. Lamento haberte hecho sentir un poco mal, porque no era la intención, pero sabes algo? La vida debe continuar así no quiera, porque por algo suceden las cosas. Tal vez, más adelante pueda contarte pasajes de mi vida, pero si de algo estoy segura, es que has hecho que me de cuenta, que la vida es una sola y tienes que vivirla como te toque. La vida, sigue...Aunque a veces no se quiera”

Esta vez no esperó ninguna respuesta y se acomodó en su cama, apagando la luz que venía de la lámpara sobre su mesa de noche y dejó que la oscuridad invadiera el espacio, y con ella, llegaría el sueño nocturno.


Continuará...
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I) Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/3/2020, 5:21 pm

Belleza, simplemente me encanta como va desarrollándose la historia, es genial y la labia de Yulia es too much! Jajaja... Espero con ansias el capítulo de mañana, hermosa.
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I) Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

Mensaje por psichobitch2 8/4/2020, 8:31 pm

Ufff!!! Siento el atraso, pero acá estoy...

RAINBOW.XANDER Very Happy Embarassed

Disfrutad!


CAPITULO 3. VIVA DE NUEVO


El campo, el olor de la naturaleza, el cantar de los pájaros, recordar sus vivencias, todo aquello podía hacerlo cuando se sentía totalmente libre, cuando era únicamente ella.

Elena Katina, mujer, abogada y piloto profesional de 31 años de edad. Tenía todo lo que la vida le pudo dar. Cosechó y recogió todo lo que se había propuesto hasta ahora. No tenía que rendirle cuentas a nadie, hacía y manejaba su propio dinero y era mucho, a decir verdad. Pero para ella era solo eso, un simple papel con que comprar lo que a muchos les hacía feliz.

Un Husky Siberiano llamado Luke, su gran helicóptero Vader (como le había nombrado) su motocicleta, una TRIUMPH DAYTONA 675R del año, llamada Amidala, eran sus más preciadas pertenencias. Sus grandes tesoros.

Qué si era amante de la saga STAR-WARS? Si lo era. Todas y cada una de sus cosas materiales, llevaban los nombres de cada uno de sus personajes favoritos y es que estaba matada por esa serie, no había nada más importante para ella que su fanatismo. Eso, la hacía sentir segura.

Ese día, había regresado de su despacho más temprano que de costumbre. Delegó algunas responsabilidades a su fiel asistente Alesya y salió dispuesta a hacer su rutina diaria de ejercicios. Ya se había acostumbrado a trotar cada día, junto a su fiel amigo Luke. Era una actividad que la ayudaba a pensar, a respirar, a salirse por un instante de ese mundo tan “perfecto” donde vivía.

Una hora después, regresó a casa. Ya se había duchado y cambiado sus ropas de deporte por algo más casual, cuando subió a su camioneta haciendo que Luke también lo hiciera. Tomó un rumbo distinto esta vez después de haber dejado la mansión, para desviarse unos cuantos kilómetros e ir a su lugar favorito.
Cuando llegó al sur de la ciudad, no dudó en aspirar todo aquel cálido y húmedo aire, hasta que calara dentro de sus pulmones. Cinco años atrás, había comprado una casa muy veraniega, donde iba cada vez que necesitaba pensar, estar a solas con ella misma. Algo de lo que realmente disfrutaba.
Cuando Luke bajó del auto, no dudó en perderse dentro del enorme jardín, así que ella aprovechó para rodear la piscina y llegar hasta el enorme garaje donde tenía guardada a Amidala. Tenía tiempo que no la usaba y se sentía algo triste el recordar el porqué. Dejando los recuerdos atrás, pasó al espacioso hangar donde descansaba Vader, bajo una gran cubierta. Hacía una semana exactamente que le habían hecho mantenimiento pero ya llevaba varios días que no subía a pilotearlo.

— Te apetece dar una vuelta conmigo, Luke? — Le preguntó jocosamente a su perro que llegaba a su encuentro en ese momento. Con un fuerte ladrido, le hizo entender que no sería capaz de subirse a esa cosa en toda la vida perruna que le quedaba por vivir.

Acarició el lomo del Husky y sonrió a medias para proceder a quitarle la cubierta al helicóptero. Sabía que no podía conducirlo. Aún sentía muy recientes las secuelas que Amidala había dejado en su pierna izquierda y no quería cometer una locura peor esta vez. Sin embargo, se subió a él y acarició los controles de mando añorando por un instante, todas las aventuras que había vivido.
Bajó, y volvió a tierra una vez que se sintió volar sin haber encendido los motores de la gran nave.

De nuevo se dirigió hacia el jardín, donde caminaba, siempre con Luke detrás de ella. Chequeó su móvil y se percató que tenía un correo. Se sentó sobre una banqueta que rodeaba una pequeña fuente de mármol y el perro hizo lo mismo bajo sus pies. Trató de abrir la información, pero su señal era bastante interrumpida y no le permitía leer el contenido. Ya tendría tiempo para hacerlo cuando regresara a casa.

Sin darle importancia más que a despejarse un poco la mente, permaneció unas horas afuera, contemplando el atardecer y los relajantes colores que le ofrecía la naturaleza. Amaba el naranja y el rosa que se dibujaban sobre las lejanas montañas de aquel espectacular paisaje. La hacían sentir que no pertenecía a este mundo cuando el aire fresco la arropaba, aunque fuera consciente que era un tiempo de relax que se dedicaba cuando podía. Se levantó de su asiento cuando miró su reloj de pulsera, observando a lo lejos, el río que formaba parte de aquel pintoresco paisaje.

— Vamos Luke, tenemos que regresar. Ya es tarde.

De nuevo subió a su camioneta y tomó el camino de regreso, de nuevo a la ciudad, a la realidad, a su mansión, a su mundo de cristal, donde poco a poco se estaba resquebrajando, pero que con su ímpetu y sosiego, hacía todo lo posible para que no terminara de estallarle encima e incrustársele en el alma.

— Buenas noches señora — dijo Vayenta apenas vio que entraba por la puerta principal. Luke, salió corriendo escaleras arriba. Miró como su amigo se perdía más allá del pasillo y volvió la vista a la mujer de servicio.

— Buenas noches Vayenta, como ha estado todo por acá?

— Muy bien señora Katina, como siempre. Va a cenar o esperará a la señora Svetlana para hacerlo?

— No ha llegado todavía mi esposa? — Preguntó caminando hacia su estudio.

— Aún no señora. Solamente llamó y dio indicaciones para la cena e informar que llegaría sobre las 21 horas. Quiere que le traiga un vaso de zumo de naranja? — Dijo la chica de pie en la puerta de la habitación.

— Solo tráigame agua, si eres tan amable y avísame apenas mi esposa llegue. Voy a revisar unos documentos para aprovechar el tiempo.

Vayenta asintió amablemente a la orden, dejando a solas a Elena quien ya se había acomodado frente a su portátil que descansaba sobre su escritorio.


Su estudio era bastante amplio e imponente. Sobre su biblioteca personal, descansaban todo tipo de libros de Derecho, traducidos al idioma, algunos en italiano y otros en francés. Lenguas que manejaba a la perfección gracias a su coeficiente intelectual, el más avanzado en los últimos tiempos.

No se sentía una genio porque consideraba que no lo era. Tenía todos los errores del mundo y tampoco era perfecta. Era un ser humano como todos, con un trabajo como todos, con una vida como todos. Por qué hacer una excepción con ella, teniendo un cerebro más que genial? Era parte de la herencia que su madre, Inessa Katina, le había dejado al nacer. Mucha inteligencia y mucha prepotencia para exportar nivel mundial. Pero de su madre no hablaría ahora, era un tema bastante sentimental y personal que no le gustaba tocar.

Al encender su laptop, encontró de nuevo el mismo aviso que le indicaba que tenía una gran cantidad de correos por revisar. Tomó un sorbo de su vaso con agua que Vayenta le había traído y comenzó a chequear su buzón.

Negó con la cabeza y torció una sonrisa al visualizar que casi todos los mails eran de su mejor amiga y socia Nastya. Vaya que si le gustaba llenarla de trabajo y fastidiarle la vida. Aunque la quería mucho desde que eran dos adolescentes, sabía que Nastya estaba un poco loca con el trabajo, pero así la quería.

Suspiró y siguió haciendo click sobre su buzón hasta dar con un correo en particular. Se extrañó de sobre manera porque nunca había recibido uno de esa dirección. Se quedó pensando un rato mientras leía nuevamente el nombre del extraño remitente y dio un click allí. Al abrirse la página, leyó el mensaje que en él había escrito desde la noche anterior:

“Hola LaRusa31. Vamos, no seas mala, pero me alegra que te esté gustando mi historia y que esta vez mi pellejo se haya salvado de un mal comentario. Lo que escribo, lo hago por todas vosotras. Gracias por comentar”.

Leyó una y otra vez el comentario y rió para si misma. Era primera vez que alguien le enviaba una respuesta por un comentario que había hecho sobre una historia que le llamó la atención en un foro de adolescentes, donde seguro todas eran sin duda, unas niñas con una súper imaginación, pero en particular, una le había llamado la atención y esa se hacía llamar “Psichoheart”.

“Tal vez sea como su seudónimo lo indicaba, una loca” Pensó en una oportunidad cuando se detuvo a leer lo que esta chica había escrito.

Aunque era primera vez que entraba a una página como ésta, eso no quería decir que perteneciera a ese mundo de fantasías donde un montón de personas, vivían adulando a un grupo de artistas que ni siquiera a veces, sabía que existían.

No le prestó atención y siguió revisando uno a uno los correos que Nastya le había hecho llegar a su bandeja. Siempre lo mismo, análisis de expedientes; casos incompletos por corregir y retomar. Tenía la cabeza hecha un “kilombo” como se refería ella a sus desastres. Se levantó de la silla y caminó hacia la ventana que le mostraba gran parte del jardín y de su árbol de roble preferido. Miró su reloj y faltaban sólo treinta minutos para las 21 horas, dentro de poco tiempo, tenía que volver de nuevo a su escalofriante realidad.

Después de pensar un rato allí, junto a la ventana, giró su cabeza y vio su portátil, incitándola a que se sentara de nuevo, tenía que responder a ese peculiar mensaje o la curiosidad acabaría por matarla. Tal vez ya estaba loca al atreverse a comportarse como una adolescente de nuevo.

“Hola Psichoheart. No considero que yo sea mala. Al fin y al cabo, has dejado la historia en la mejor parte, creo que eres tú la quien tiene culpa por arriesgar su pellejo así como así. Saludos”

Dio al botón de enviar y supo que se sentía algo tonta. No sabía porqué, pero así se sintió desde ese momento. Se alejó un poco de la pantalla y rió negando con la cabeza.

— Katina, crees que tienes aún 20 años? — Sé dijo con la mirada fija en la pantalla. Estaba ansiosa y se comenzó a sentir nerviosa. Daba la impresión que volvía a ser aquella chiquilla que le gustaba entrar a las páginas de chat comunes e indagar un poco sobre la vida de los demás — No Elena, no responderá ahorita.

Y con esas palabras buscó un archivo personal donde guardaba estados financieros y varios expedientes y comenzó a chequearlos minuciosamente, como todo lo que hacía en su vida. Era una mujer totalmente responsable y ordenada, como se ha caracterizado desde sus 14 años de edad cuando su vida dio un giro de 180 grados.

Concentrada en sus oficios, el sonido de un golpe llamando a su puerta la sacó de sus cavilaciones.

— Señora Katina, su esposa le espera en el comedor para servir la cena — dijo Vayenta al entrar al estudio.

— Dígale que ya voy — Dijo amablemente mientras veía que la mujer salía de la habitación y ella, un minuto después, siguió el mismo camino.

Al cerrar la puerta, casi todo quedó a oscuras salvo que la portátil aún seguía encendida dejando en espera un nuevo correo que acababa de llegar donde perfectamente se leía, abajo en una pestaña: just.lesbiforo@sumail.com

[…]

La cena estaba servida perfectamente sobre el alargado tablón donde solo dos ocupantes como cada noche, se sentaban en ella para degustarla. Elena, se hizo presente en el salón comedor viendo que su esposa Svetlana, ocupaba ya el mismo lugar que hace tres años, solía disponer en la mesa.

— Buenas noches Svetlana, cómo estás? — saludó dispuesta a besarla en los labios. La rubia mujer, solo giró su cara a un lado, sintiendo que el beso tomaba dirección hacia su mejilla.

— Buenas noches Elena, dónde estabas? — Preguntó mientras Vayenta y otra chica de servicio servían la cena. Elena se quedó en silencio, esperando a que sirvieran su plato.

— He estado en el estudio... un rato — dijo después de ver salir a la servidumbre del salón comedor.

— Me refiero a dónde estabas hoy al mediodía. Llamé a tu oficina y la tonta de tu secretaria me ha dicho que no estabas. Luego pedí que me comunicara con Nastya y “ésta” tampoco supo que decirme porque estaba muy ocupada. Tan igualada que es, no sé como puede ser amiga tuya — Miraba fijamente a su mujer, ofuscada totalmente.

— Estuve un rato fuera. Salí a caminar como lo hago todas las tardes, no sé porque te extraña y porque te refieres así de Nastya. Sabes que es mi amiga de toda la vida y aparte de eso, mi socia en el bufete.

— Mantengo mis palabras acerca de ella. En fin, necesitaba saber dónde estabas porque quería hablar ciertas cosas contigo, acerca de mis hermanos — Comenzó a probar la comida una vez que terminó sus palabras. Elena, detuvo su masticar y cerró lentamente sus ojos, botando un silencioso suspiro por su boca.

— Y qué sucede ahora con tus hermanos? — Preguntó sin alzar la vista del plato, mientras comía su ensalada. Sabía que su esposa no le daba la cara cada vez que de su familia hablaba.

— Se han metido en aprietos nuevamente… y mi madre… bueno, ella quería pedirte que los ayudes a solventarlos. Lo de siempre.

— Cuándo te refieres a lo de siempre, es que se han quedado nuevamente sin dinero, cierto? A ver Svetlana... — Continuó calmadamente y dejando los cubiertos sobre el plato, dando por terminada su cena —... No puedo tener contemplaciones con tus hermanos cada vez que tengan problemas. Soy abogada, no tengo un cartel en mi despacho que diga: Fundación de caridad para los hermanos Koslov. Así que diles de una vez que...

— Qué les diga de una vez qué? — Interrumpió muy molesta la rubia — Acaso se te olvida quienes son mi familia, ah? Para eso te pagan — Elena se levantó de la mesa tratando de no sobresaltarse demasiado cada que tenía que escuchar aquel discursito sobre la gran familia “real” de su esposa.

— No voy a discutir contigo por lo mismo, así que les dices, porque no voy a llamar nuevamente a tu madre ni hablar con tus hermanitos, que vayan mañana a mi oficina temprano y que si no he llegado, me esperen. Te parece?

— No eres más que una... — Se levantó de la mesa haciendo gran estruendo y pasando por un lado de Elena, decidida abandonar el comedor para dirigirse a su habitación.

La pelirroja volvió a tomar asiento en la mesa, en una de las sillas que no han sido ocupadas nunca y llevó sus manos sobre sus sienes. La cabeza comenzaba a dolerle considerando que tampoco había acabado con su comida. Se quedó un rato allí, pensando sobre el asunto. Estaba obstinada de ver que solo era un títere para su esposa, de saber que su familia política la usaba para tapar cantidades de inmundicias. Algún día se levantaría con todas las ganas de mandar todo por un caño, tomar a Vader y largarse lejos. Pero no todo era tan fácil, nada para ella era tan fácil.

Debía ir a terminar sus asuntos laborales que había dejado al pendiente en su estudio, pero el grito de su esposa hizo que subiera velozmente a la recámara. La escena de Luke bebiendo el agua del jacuzzi, le hicieron retener una carcajada que ya se encontraba en la puerta de sus labios.

— Cuántas veces te he dicho que saques a ese maldito animal de la casa? — Gritó histéricamente Svetlana, enrollada en una toalla. Elena entró al baño.

— Vamos Luke, que acá nunca nos han querido — Tomando a perro del collar lo llevó consigo escaleras abajo.

Al llegar al estudio nuevamente, se sentó en su silla con la cabeza de Luke sobre sus piernas. Acarició un rato al noble Husky mientras volvía a lo suyo. Al abrir la portátil, pudo notar que había recibido un nuevo correo. Sus ojos se abrieron como platos al leer la dirección del remitente. Uno que ya había dejado de ser desconocido para ella.
Entró y al abrirlo, no pudo evitar soltar una risita nerviosa desde sus adentros.

“Tienes razón guapa. Soy yo la que me he buscado mi propia muerte, pero no quiere decir que no siga arriesgando mi pellejo porque suelo ser un poco mala y dejarlos con la intriga. Espero que estés bien”

— Estar bien? Estar bien? Ja... Debe ser una locura Katina. Te ha respondido. Pero vamos, no vas a caer en el jueguito de contestar mensajitos de niñitas o si? — Dijo leyendo el mensaje de nuevo — A ver...

“Pues, si sigues así de mala, creo que podría rastrear tu dirección e ir asesinarte por dejarnos con la intriga. Empezando por mi” — Enviar.

— Elena, Elena... Eres una tonta — Decía con una hermosa sonrisa latiéndole en los labios.

Definitivamente se sentía viva y no sabía aún el porqué. No sabía siquiera, quien estaba detrás de aquel correo. Posiblemente hasta era un hombre o alguna chica rara. No olvidaba aún el seudónimo particular de la persona que había respondido el mensaje. Una serie de preguntas le rondaban la cabeza.

“Ah si? O sea que podrías ahorita mismo comenzar una búsqueda implacable y asesinarme en mi casa porqué te he dejado con la intriga? Ummm!!! Déjame decirte, que sé manejar muy bien las tijeras y que me defiendo muy bien. Sé artes marciales y tengo contactos extraterrestres que podrían acabar con tú humanidad”

Al leer la jocosa respuesta no pudo evitar soltar una estruendosa carcajada que no le importó que hiciera eco en todo su estudio. De verdad que aquella chica, persona o ser extraterrestre que estaba detrás de esos correos, era bastante espontánea e irreal.

“No pude evitar haberme reído como acabo de hacerlo y en cuanto a tus contactos extraterrestres... sabes algo? Creo que estás un poquito chifladita, pero me ha gustado tú respuesta de otro mundo” — Enviar.

Pasaron unos minutos más, diez o quince y no recibía ninguna respuesta. Pensó que tal vez la chica se había molestado o que simplemente había ido a dormir, considerando la hora que marcaba su reloj, las 23:17 pm. Así que decidió prestarle más atención a lo que en realidad le importaba.

Volvió a sus documentos laborales mientras le llegaba algo de sueño. No acostumbraba a dormir tan temprano, ya que su estupendo cerebro solo le hacía dormir pocas horas, como máximo unas cuatro.

La noche estaba bien entrada y el frío comenzaba a calar dentro del estudio. Su perro, dormía en un rincón, que supuso era bastante cálido para él, ya que solo se movía para respirar. Sé asomó al ventanal, y el roble ya no era iluminado por el farol que ella misma había conectado cuando allí se dirigía a pensar o a leer. Se estiró un poco. Ya el sueño estaba viniendo a por ella. Nuevamente revisó los informes que estaba chequeando, cuando entró de nuevo otro correo, haciéndole latir a prisa su corazón.

“Espero que pases buenas noches y gracias nuevamente por tus comentarios. Hablaremos en otra ocasión y cuando quieras. Psichoheart”.

Leyó la despedida y colocó sus manos junto a su boca. Sus verdigrises pupilas se paseaban una y otra vez sobre el correo. Cerró el sistema operativo y apagó la portátil. Volvió de nuevo a pararse en la ventana y negó con la cabeza con la misma sonrisa tonta tatuada en su rostro.

— Amigos extraterrestres — Rió por lo más bajo y dio la vuelta para abandonar su estudio.

Esa noche durmió pensando en alguien que usaba muy bien sus tijeras y que tenía amigos en otra galaxia. No podía evitar sentirse llena de vida, que vivía nuevamente. Que volvía a tener veinte años.


Continuará...
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I) Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

Mensaje por Edirbr 8/5/2020, 6:26 pm

Recordando cundo esperaba ansiosamente cada semana que actualizaras un nuevo capítulo, una de mis historias favoritas.

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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I) Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

Mensaje por psichobitch2 8/6/2020, 6:24 pm

Bien, siento no haber podido publicar el día de ayer, pero les dejaré dos capítulos más para que se pongan al día...

Un besote, nenas!


CAPITULO 4. CONOCIENDOME, CONOCIENDOTE (Parte 1)


Parqueó su camioneta fuera del edificio donde quedaba su despacho, justamente en el tercer piso. Ofreció las llaves al valet junto a algunas indicaciones como a diario lo hacía, para que la estacionaran en su privado.

Ocupaba un vaso de café Latte en su mano izquierda y en la otra llevaba su portafolio.

Vestía esa mañana, un elegante traje de pantalón de gabardina confeccionado a la medida en conjunto con un saco que remarcaba su esbelta figura, todo en color negro, (como la mayoría de sus ropas) y una elegante bufanda de cachemir color verde esmeralda que hacían resaltar sus exquisitos ojos.

Al llegar al despacho, su asistente Alesya Safina, la recibió con varios documentos en la mano, listos para ser analizados.

— Así es cómo recibes a tu jefa, Alesya? — Dijo regalándole una amena sonrisa a la joven de veintidós años mientras caminaba.

— Buenos días, Elena — rió para luego seguir a la pelirroja que ya entraba a su lujosa oficina — Disculpa que te reciba así, pero son los documentos que dejó la señora Nastya ayer antes de marcharse y me dijo que te los entregara apenas pusieras un pie en la oficina.

— Nastya... — bufó — logrará que mi cabeza se tiña de blanco antes de tiempo. Bien Alesya, no te preocupes — Colocó el portafolio sobre la mesa junto a la refinada bufanda que se había quitado apenas puso un pie en el despacho — Déjalos allí que luego los reviso. Te ha dicho Nastya a qué hora regresará hoy?

— No, sólo se despidió ayer y que iba a una reunión social — Elena rodó los ojos. Alesya negó divertida con la cabeza — Por cierto, ayer tú esposa llamó en horas de la tarde, supongo que tuvo que haberte comunicado — Su joven rostro se puso algo serio recordando la llamada.

— Si, ayer me ha dicho eso — tomó asiento — Preguntó algo más? Te trató mal? Porque de ser así...

— Tranquila Elena — interrumpió la joven caminando hacia la puerta de salida — Sé como es Svetlana y su carácter es algo que jamás cambiará. No te preocupes – Sonó despreocupada – Ah! Antes que se me olvide, tus cuñados y tu suegra vendrán en una hora. Llamaron para pedir cita y preguntar si habías llegado — concluyó la chica antes de caminar un poco más hacia la puerta.

— Gracias. Cuando lleguen, hazlos pasar, por favor — La joven asintió y cerró la oficina.


De nuevo se encontraba sola en su despacho con un montón de papeles a su alrededor. Tenía que recibir a la familia Koslov en pleno, y sólo rogaba al cielo que no tuviera que ir almorzar con ellos, como siempre su esposa lograba que sucediera.

Sacó su móvil e hizo una llamada telefónica pero sólo cayó el buzón de mensajes, así que optó por dejar uno en la máquina contestadora, esperando obtener una respuesta de regreso, en algún momento del día.

“Nastya, soy yo, Elena. Por favor comunícate a la brevedad cuando escuches el mensaje. Espero no estés aún en alguna de tus extrañas reuniones sociales”

Negó con la cabeza y se dispuso a lo suyo una vez que estuvo satisfecha con el mensaje de voz.
Su portátil la encendió mientras terminaba de tomar los restos de su Latte. Realmente una delicia con un agradable aroma.

[…]

Tenía un juicio pendiente y expedientes por ordenar, así que tomó una de las carpetas que Alesya había dejado en su escritorio al azar y comenzó a laborar. Todos tenían el mismo status remarcado por fuera: “PENDIENTES”.

Así transcurrió media hora. Su mente ya no estaba concentrada en lo que debería estar haciendo, de repente se encontraba en otro lugar, quizás en... otra galaxia? Se quitó sus gafas de lectura para descansar la vista por un rato y sin pensarlo dos veces, paseó por su correo personal y abrió una nueva redacción. Necesitaba sacarse una duda, saber que había detrás de toda aquella energía que guardaba su elocuente escritora.

“Hola Psichoheart. Buenos días. Espero que tus amigos de la otra galaxia, no hayan venido a por ti y haberte secuestrado, aunque sé que si sabes manejar tus tijeras, te habrás sabido defender. Saludos, LaRusa31” — Enviar.

Cerró los ojos y apoyó sus dos índices sobre su nariz. Si estaba haciendo una locura, quería saber hasta donde tendría que usar una chaqueta de fuerzas.

Redujo la página y siguió en su mundo legal. Chequeó el reloj de la portátil y eran las 10:03 am. No tardarían en anunciar que sus cuñados estarían allí buscándola, así que, decidió dejar el trabajo a un lado por unos instantes y en el justo momento, el teléfono fijo de su oficina repicó.

— Si?.... Bien Alesya, diles que continúen y por favor, no me pases llamadas al menos que sea Nastya diciendo que apareció en China y no sabe como llegó allí de repente — Colgó y se acomodó en el respaldar de su silla, ajustándose el cuello de su saco de vestir. Le gustaba lucir portentosa delante de su suegra, así lograba bajarle los humos a Irina Koslova, ya que aparentaba tener el mundo a sus pies cuando muchas veces, la pobre mujer pasaba desapercibida para este.

— Adelante — Dijo respondiendo el llamado de la puerta. Entró Svetlana junto a una mujer delgada y elegante, rubia de grandes ojos azules (muy parecidos a los de su hija) y con aires de insuficiencia. A su lado, dos hombres, mayores de 30 años. El de la izquierda, moreno de ojos azules, alto, bien parecido de nombre Román Koslov, era el hermano mayor de su esposa y el no tan genio de la familia. El de la derecha, cabello castaño claro de ojos del mismo color que los de toda su familia, de mediana estatura, bien parecido (era el mismo retrato de su fallecido padre). Este llevaba por nombre, Vladimir. Representaba al hermano del medio y el más “listo” (según él mismo se describía), de los Koslov.

Ambos, rufianes de cuello blanco y timadores. Su vida giraba solamente en torno a los casinos y a la vida fácil. Como casi siempre, eran acusados por estafar grandes cantidades en juegos de azar, póker y de despilfarrar parte de la gran herencia que su padre Andrey Koslov había repartido a sus herederos antes de morir.

— Hola cariño, cómo estás? — Saludó Svetlana a Elena dándole un beso en la comisura de los labios. Le gustaba aparentar ser la esposa perfecta, cuando su madre estaba delante de ella.

— Hola — Respondió fríamente la pelirroja para luego ofrecer asiento a sus no tan apreciadas visitas, quienes ya se habían sentado antes de que esta se los ofreciera.

— Cómo estás Elena? Disculpa que hayamos venido hoy por acá, pero es importante que hablemos — Indicó Irina viendo de reojo a Vladimir que le susurraba algo a su hermano.

— Si Irina, ya Svetlana me había comentado algo ayer en la noche – Dijo sin tomar mucha importancia – Y bien, en que puedo ayudarlos...ahora?

— Bueno cuñadita — Comenzó hablando Vladimir — Iremos al grano. Necesitamos dinero, así de simple — Concluyó y le dedicó una irónica sonrisa a la pelirroja, quien le dirigió una seca mirada.

— Discúlpalo Elena por favor — Irina continuó — Pero es verdad. Lamentamos mucho que ésta sea la razón de nuestra visita, pero como comprenderás, mis hijos se han metido nuevamente en aprietos y como eres la que está manejando la herencia de los Koslov, queremos que por favor nos gires varios cheques para que puedan cancelar algunas deudas adquiridas en un juego de póker — finalizó dirigiéndole una mirada definitiva a ambos hermanos.

— Mamá, no crees que ya es hora de qué estos dos idiotas se pongan a derecho con sus responsabilidades? — Cuestionó Svetlana con enojo — Siempre es la misma cantaleta de todos los meses. Elena les gira una fuerte suma de dinero y en semanas no tenéis nada. Estáis echando por la borda todo el dinero que mí padre nos dejó como herencia y al final van a terminar siendo sólo unos mantenidos.

— Hey hermanita, no seas tan dura con nosotros — Aclaró Román, que se acomodó muy presuntuoso sobre la silla — Al fin y al cabo, es nuestra parte de la herencia y podemos gastarla como queramos. No tuvimos la misma suerte que tú de pescar a una millonaria, bastante atractiva y poderosa como tu esposa. Verdad hermano? — Dijo mirando lascivamente a Elena quien no decía una sola palabra, como solía hacer cada que ellos allí llegaban a discutir por lo mismo.

— Sois unos insolentes...

— Basta Svetlana por favor, no quiero que discutan acá en mi oficina — Dijo por primera vez Elena.

El sonido de la notificación de un correo en su portátil la llevó a girar abruptamente la cabeza hacia la pantalla. Comenzó a ponerse un tanto nerviosa cuando sus ojos leyeron el remitente. Su vista se paseó por su esposa, pero esta seguía viendo de mala manera a sus hermanos. Hizo click sobre una de las otras ventanas que tenía abiertas y decidió olvidar el asunto, por los momentos — Cuánto necesitáis?

— A ver cuñadita, necesitamos cada uno 3.000,00 dólares — Se apresuró a contestar el más “listo” de la familia, sabiendo que Román diría una cantidad menos irrisoria.

— Tres mil dólares? — Preguntó anonadada Svetlana. Irina, su madre, sólo bajó la cabeza. En verdad lamentaba que sus otros hijos fueran así y que nunca decidieron sentar cabeza como su hija menor.

— Bien. En estos momentos el despacho no cuenta con más chequeras disponibles puesto a que aún no han enviado la requisición, así que en un lapso de media hora, cada uno tendrá depositado en su cuenta personal la cantidad que han solicitado.

— Me parece perfecto — Agregó alegremente Vladimir de nuevo.

— Elena, muchas gracias de verdad por ser tan amable y habernos dedicado unos minutos de tu ocupado tiempo...

— Madre por favor, es su trabajo. Para eso le pagas, para que sea nuestra abogada y la esposa de tu lesbiana hija — Interrumpió Román. Svetlana empuñó su mano e iba a levantarse de su asiento. Elena le impidió llevar a cabo su acción.

— Si es todo lo que puedo hacer por ustedes, entonces dense por complacidos — Viendo como sus cuñados y suegra se levantaban de sus respectivas sillas que ocupaban hace menos de un segundo.

— Nuevamente gracias, Elena — Concluyó Irina. La mencionada asintió fijamente con la cabeza viendo como parte de la familia Koslov dejaba su oficina. Svetlana, esperó que su madre y hermanos atravesaran la puerta, y así dejar de fingir ser tan agradable.

— Sé que es tu trabajo Elena, pero pido disculpas por la actitud de mis hermanos y por su tonta manera de ver la vida.

— No te preocupes, cariño. Sé que es mi trabajo y me pagan por hacerlo, aunque muy bien les aclaré en una oportunidad, que no hacía falta recibir dinero. Es tú familia y tú eres mi esposa.

— Lo sé. De todas maneras gracias una vez más — Dijo la rubia tomando su cartera y dirigiéndose a la puerta — Te espero en casa para cenar. Voy a la galería a ver unas pinturas — Y así abandonó de igual manera la oficina.

Vio como la puerta se cerraba delante de sus ojos. Un fuerte suspiro, abandonó su boca, y se echó para atrás sobre la silla, pesadamente.

Todo aquello le repugnaba. Ver como aquella familia se arruinaba día a día con las torpezas de los dos hermanos. Una madre que se lamentaba por haber criado a dos gilipollas y a una esposa que le daba igual si vivían en la calle o no, con tal de que su dinero no fuera tocado para tapar sendas barbaridades.

Abrió el cajón de su escritorio y encontró una barra de cereal dietético. Adoraba que Alesya las dejara allí. Sabía que le gustaba probar algo cuando se sentía totalmente presionada.

No tenía vicios, era totalmente abstemia y de lo único que se había vuelto adicta era a la Coca-Cola Light. Esa chica valía oro y no se había equivocado en nada cuando la contrató hace dos años atrás.

Necesitaba airarse un poco. Sentía que el despacho se le estaba reduciendo después de aquella visita. Terminó con su barra de granola y se dirigió a la puerta, pero recordó algo; algo que la hizo devolverse y olvidarse por completo que hasta tenía que ir al baño.

Abrió el correo y allí estaba ella. Le había respondido su saludo, al menos eso esperaba. Al fin y al cabo, le había dicho que podía escribirle cuando quisiera, no?

“Buenos días querida, LaRusa31. Te escribo desde el planeta marte. Gracias al cielo, (que de hecho no sé si estoy dentro o fuera de él), acá tienen wi-fi – Risas – Sólo que las mujeres son un poquito...verdes? Espero que estés bien. Yo apenas me estoy levantando. Soy una perezosa de primera categoría. Saludos Psichoheart”

— Ja! Apenas se está levantando — miró su reloj que marcaba las 10:52 am — Que responsable — Negó con su cabeza nuevamente.

“Vale! Puedo presentir que hoy no hubo clases entonces o te gusta hacer demasiado el vago. Amaneció hace ya más de cinco horas y apenas tú estás levantándote. Debes tener una muy buena razón para ello, pero de todas formas, te deseo que tengas muy buenos días” – Enviar.

Aquella chica le estaba llamando la atención de manera misteriosa. Podía decir que simplemente era una chiquilla adolescente que no tenía que cumplir responsabilidades. Tenía muchas teorías en su cabeza, pero decidió sacarse la duda enviando otro mensaje, esperando no ser imprudente.

“A ver, espero no ser inoportuna con lo que voy a preguntarte ni tampoco faltarte el respeto. Pero me llama mucho la atención tú seudónimo y aparte de eso, algo de lo que me escribiste anteriormente. Me gustaría saber como te llamas y que edad tienes” – Enviar.

Necesitaba ir al baño, pero los correos la tenían bastante intrigada. No quería despegarse ni un segundo de la pantalla de su portátil, no quería perderse ni un momento de la conversación que estaba teniendo con la desconocida (hasta ahora) chica que según ella, se encontraba en marte con un avanzado wi-fi.

Revisaba de arriba a abajo su bandeja de entrada, como si así, la respuesta iba llegar más rápido, pero al parecer funcionó porque volvió a recibir otra contestación.

“Bien. Me gusta hacer el vago querida “LaRusa” porque tengo una jefa demasiado flexible a la que aprecio mucho, aunque a veces no me soporte. Respondiendo a tú último mensaje, mi nick se debe a que soy loca de corazón, desde lo que puedo llamar mi “casi sano juicio”. Mi nombre es Yulia y tengo 26 años. Tal vez hayas pensado que soy una chiquilla descabellada pero, viéndolo desde otro punto de vista....lo soy. No tan descabellada, porque mi cabello es corto”

Nuevamente otra respuesta alocada logró arrancarle una sonora carcajada. No quería pensar que se estaba volviendo loca, pero últimamente reía más por las ocurrencias de la ahora chica llamada Yulia de 26 años de edad. Prácticamente tenía la misma cantidad de años que ella, aunque estaba clara que ella le llevaba cinco más por encima.

— Al menos no es menor de edad — dijo en voz alta para luego retractarse — Pero que dices Katina? Olvídate de lo que acabas de decir. No te interesa una chica de veintiséis que ni sabes donde vive, ni mucho menos como es. Olvídate y ve hacer lo que tenías que hacer.

Volvió a dar un vistazo a la pantalla, pero decidió que era momento de ir atender el llamado que hace más de cinco minutos, su cuerpo le había hecho.


Continuará...
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I) Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

Mensaje por psichobitch2 8/6/2020, 6:33 pm

CAPITULO 5. CONOCIÉNDOME, CONOCIÉNDOTE. (Parte 2)


Habían transcurrido unas cuantas horas, cuando salió de la ducha. Era un gran lujo que podía darse cuando de verdad quería hacer desvariar a su madre. Era, (por decirlo de alguna manera) un ritual para despejar su mente y poder comenzar con buen pie, su día.

Salvo que la mañana, había empezado hacía más de seis horas atrás.

— Hola?... – Contestó al tercer repique y un tanto fastidiada por ver el móvil repicar – Bien papá… Si, lo siento. Me quedé dormida....Está bien, voy saliendo para allá... Pues, dile que no se lance entonces del edificio sin yo antes haber llegado, no quiero perderme el espectáculo... Bien, bien… lo siento... hablamos.

Colgó la llamada luego de rodar los ojos y procedió a vestirse. Con aquella que atendió, contaba fácilmente unas catorce que le había hecho Larissa, tratando de localizarla.

Escogió una hermosa falda de tela Barràge color beige que le llegaba más arriba de las rodillas para combinarla con una camisa blanca de mangas largas y cuello ancho. Arriba, una chaqueta de cuero marrón, hacían conjunto con unas botas de tacón del mismo material y tonalidad. Tenía estilo y glamour a la hora de lucir una vestimenta. Uno de sus hobbies preferidos y que compartía con su mejor amiga Katya, era el ir de compras.

Estaba consiente que ya era tarde, así que no tenía porque llevar prisa. De igual manera tendría que soportar el sermón de su madre y las miradas de comprensión que le regalaba su adorado padre. No podía negar que Oleg era su héroe, su modelo a seguir.
Lo admiraba demasiado y si algún día pudiera hacerse cargo de todo, trataría de copiar la manera en que aquel hombre dirigía todas las empresas. Pero para eso faltaba mucho, por lo menos unos mil años más, junto a treinta lunas galácticas.

Como era de esperarse, al poner un pie en la oficina, Larissa salió a su encuentro. Al parecer la olía a kilómetros o quizás le había incrustado un GPS mientras dormía y ella no se había percatado. Optó por pensar en la última idea, pero más tarde revisaría todas sus pertenencias. Nunca se sabe.

— Buenos días madre. Sé lo que vas a decirme, ya me conozco el sermón así que, déjame seguir a mi oficina y así nos ahorramos un disgusto, te parece? — Dijo toreando a Larissa que detuvo su andar en el pasillo, apenas la ojiazul pasó por su lado.

— No puedes estar haciendo lo que se te venga en gana cada vez que quieres, Yulia Volkova — Dijo la morena mayor siguiendo hacia el despacho de la chica y cerrando (no tan delicadamente) la puerta – Se puede saber qué es lo que te pasa? – Alzó la voz, sin quitar su mirada de la de Yulia  –  Primero nos dices a tu padre y a mí, que querías trabajar, que necesitabas hacer algo distinto porque te “aburrías” de gastar dinero sin habértelo ganado. Se te da una oportunidad para que no andes sin hacer nada ya que tampoco piensas retomar tus estudios.

Tú padre confió en ti, colocándote como Gerente General de la empresa, porque sabemos tú potencial, y mira lo que haces... De qué sirvió entonces pagar todos los educadores, todas las clases extracurriculares, y enviarte a un colegio privado fuera del país? Para que te quedes dormida? — Concluyó la mujer un tanto ofuscada. Yulia permanecía sentada en su silla solamente escuchando lo que su madre vociferaba.

A veces deseaba tener la imperiosa necesidad de quedarse sorda para no tener que estar escuchando como tenía que hacer su vida. Todo le parecía un vil juego del destino que la obligaba a desperdiciar los pocos años que apenas tenía de existencia.

La puerta se abrió, dando paso a Oleg que escuchó desde afuera parte de los gritos que daba su esposa.

— Qué está pasando aquí? — Preguntó el rubio al entrar al despacho — Puedes bajar la voz un poco, Larissa? Criticas a tu hija por hacer espectáculos y estás haciendo uno en este momento. Creo que las cosas no se solucionarán a gritos.

— Pues papá, al parecer a tu esposa no le han enseñado que no debe estar gritando y mucho menos dentro de una “RENOMBRADA” empresa como la vuestra. No es así madre? — Se levantó de su asiento y se colocó al lado de su padre.

—Está bien. Voy a calmarme un poco y siento haber gritado – Suspiró – Simplemente le estoy haciendo saber a Yulia, que tiene que tener un poco más de responsabilidad. Estás viendo la hora que es, Oleg? — Dijo señalando su propio reloj — Son más del mediodía y a estas horas, es que tú hija viene a presentarse en el trabajo. No se supone que la ley empieza por casa? Por esa razón, los empleados quieren alebrestarse y hacer lo que os venga en gana.

— Hay una pequeña diferencia, madre — dijo acentuando la última palabra — y es que yo soy la hija de los dueños y puedo llegar a la hora que me sea conveniente llegar — dijo con demasiada prepotencia. Larissa abrió los ojos y resopló fuerte comenzando a perder la paciencia. No había escuchado eso, o sí?

— Es mejor que me vaya a mi oficina porque sino, voy hacer algo de lo que mañana tenga que arrepentirme.

— Tienes tanto sentido de arrepentimiento... — Susurró la pelinegra. Oleg escuchó. Larissa quiso hacerse la sorda y salió totalmente dolida de la oficina, cerrando la puerta detrás de ella.

— Yulia, por favor. Tienes que dejar de ser tan dura con tu madre. Ella sólo está tratando de ayudarte a que seas una chica responsable y mira como te pones, hija — Oleg pasó su brazo por encima de los hombros de la joven — A ver…Siento mucho que tengas que pasar por todo esto. Pero, todo lo que pisas, todo lo que ves, todo esto –Abarcó espacio con sus brazos – Será tuyo algún día. Eres una chica inteligente, por más que hayas dejado tus estudios a un lado, por rebeldía, por lo que haya sido, pero sabes que te adoro mucho beba, y necesito que entiendas, que aprendas, que ya eres una mujer… Que tienes que asumir compromisos. Ahora vives sola Yulia, algo de responsabilidades debes de tener a cuestas.

La morena se mantenía cabizbaja.

— Lo sé papá. Sé que tienes toda la razón y que esta vez, se me ha ido un poco la mano — abrazó a Oleg — Pero a veces siento que no podré con nada de esto, que tengo toda la responsabilidad del mundo en mis hombros, cuando todo pudo haber sido más fácil — Cerró los ojos apoyando su cabeza contra el pecho de su padre — No culpo a mi madre por todo lo que ha pasado, aunque a veces es lo que le demuestro. Pero es que… la extraño tanto papá, que quisiera que en este momento ella esté a mi lado, a nuestro lado, compartiendo con nosotros de todo esto — dijo mientras en sus ojos se iban formando algunas lágrimas.

— Ven acá hija — Oleg colocó sus dos manos sobre los hombros de Yulia y viéndola a los ojos. Continuó — Tu madre y yo también la extrañamos, pero eso no quiere decir que te vamos a dejar sola en esto. Nos estamos apoyando en todo lo que podamos.

Yulia, cuando nos dijiste acerca de tus gustos y preferencias sexuales, tu madre y yo siempre estuvimos allí para tí...

— Si, pero a mamá casi le da un paro cardíaco — dijo, secando unas cuantas lágrimas que le quedaban en sus azules ojos.

— Y a mí también, pero aquí nos tienes. Aceptando todas tus locuras. No puedes pedir más — Completó con una sonrisa y un fuerte abrazo que llenó a su hija de aliento nuevamente — Y ahora, a trabajar. Vale, que tenemos muchos pendientes que hacer. Más tarde, hablas con tu madre y te disculpas, de acuerdo?

— Está bien papá. Siempre logras sacarme ese lado tierno y tan cursi que nadie conoce...

— Sé que usas ropa interior de dibujos tontos.

— Papá!!!

Oleg abandonó la oficina totalmente lleno de alegría. Amaba más que nada en el mundo a su hija y daría todo lo que tuviera por verla feliz. Era lo único que le importaba después de haber pasado por tantos dolores y tristezas. Vivía por ella y para ella.

[…]

La pelinegra retocó un poco más su maquillaje para ocultar los rastros de haber sollozado. En realidad, estaba consciente que se le había ido un poco la mano con respecto a su madre. La hacía desvariar, llegar al punto de hacerla enojar, pero no para tanto.

Tenía algunos asuntos pendientes y debía ponerlos al día. Necesitaba despejar la mente de la discusión que había tenido, recientemente con Larissa. Sus padres tenían razón. Ella era parte fundamental de la empresa y debía cumplir sus responsabilidades.

Encendió su PC y la portátil, decidiendo atender primero lo que tenía prioridad.

— Adelante — Dijo al escuchar el llamado de la puerta.

— Buenas tardes Yulia, cómo estás? — Anunció Natasha al aparecer detrás del pedazo de madera.

— Buenas tardes linda. Estoy bien, al menos eso intento — dijo levantándose de la silla yendo hacía la mujer que acababa de entrar con unos papeles en mano — Un poco distraída pero estoy bien. Y tú, cómo estás? — Completó acercándose tanto, que su boca quedó al ras de la castaña. Natasha la hizo hacia atrás un poco colocando sus manos sobre los hombros de la morena.

— Yulia, estamos en tu oficina y tu madre está que bota chispas por los ojos. No creo prudente que estemos, así... en esta posición tan, comprometedora — dijo. Yulia cerró la puerta con seguro por dentro.

— Creo que ahora nadie, nos podrá interrumpir, no es así?

Natasha tragó duro. La pelinegra, si que sabía como desarmarla en segundos. No podía resistirse a esa torcida sonrisa, esos ojos azules y aquella actitud, como la de un lobo que está acechando a su presa.

Ese perfume que despedía de todo su cuerpo, la tenían allí, a solo centímetros de poder besar su boca, como siempre lo había soñado… hasta que sucedió.

Yulia se deshizo de los papeles que esta traía en sus manos y fue caminando, poco a poco sintiendo el manojo de nervios del que estaba hecha la castaña, hasta que el escritorio no les dio más espacio. Allí colocó los informes como pudo para luego ocuparse las manos con la perfecta cintura de la mujer. Le gustaba demasiado. Podía sentir que aquella atracción era recíproca.
Acomodó a Natasha sobre el escritorio y la atrajo más hacia a ella. Su boca bailaba un vaivén entre los hermosos y dulces labios de la chica que a su vez, se la estaba devorando literalmente. La respiración hizo falta después de un buen rato y ambas tuvieron que buscar un poco de oxígeno.

— Yu...Yulia por favor, puede venir alguien — dijo respirando entrecortadamente. La morena tuvo que alejarse antes de cometer una infracción a la cláusula número 14 del código de seguridad de las empresas Volkov, inventada por ella:

“No jugar con fuego en horario laboral porque se puede quemar, a su vez incendiar la oficina hasta lograr que a la Vice-Presidenta se le interne de lleno en una clínica psiquiátrica”

— Tienes razón... Ufff!! Diablos!! Sí que sabes besar, eh? — Natasha le reprendió con un pequeño empujón.

— Tonta. Me has provocado y soy de carne y hueso para que sepas, así que, por favor, firma los documentos que te está enviando tu madre y abre la puerta. No quiero buscarme problemas —Dijo tratando de limpiar un poco el labial, que seguramente se había corrido.

— Está bien, como ordene señorita — Hizo un ademán con la mano como el saludo de un soldado para después tomar su pluma y firmar las tres hojas que tenía encima del escritorio — Recuerda que tenemos un almuerzo pendiente usted y yo, o ya lo olvidó?

— Pues no lo he olvidado, pero acabas de llegar prácticamente a la empresa. Ya es más del mediodía – Chequeó la hora – y es mejor que no hagas enfurecer más a tu madre. Comeré algo por acá cerca...

— Entonces, podemos cambiar el almuerzo por una cena? — le interrumpió, haciendo un adorable puchero que Natasha no resistió.

— Está bien. Entonces será una cena.

— En mi apartamento? — ladeó su cabeza y alzó los hombros.

— NO!!! — Respondió tajante la castaña — La idea es comer las dos y no que me comas a mí, así que la cena será en un restaurante, donde tus manitas estén quietas.

— Bien! Está bien. Prometo comportarme. Entonces, hoy a las ocho? — caminó de vuelta a su silla.

— A las ocho — concluyó Natasha recogiendo los papeles y yendo hacia la salida.

— Hey! Arréglate la falda... Das mucho que pensar — Indicó como despedida la ojiazul haciendo que la castaña saliera por la puerta con un tono bastante colorado en sus blancas mejillas.


[…]

Revisaba cada uno de los informes que tenía pendientes por firmar, cuando sus dedos se detuvieron de pronto sobre el teclado.
Cambió de ventana y se fue a su correo personal. Había olvidado por completo que tenía una conversación pendiente con una mujer en particular.

— A ver. Seguramente habrá contestado — dijo abriendo rápidamente el correo que tenía ante sus ojos.

“Mucho gusto Yulia, es un placer conocerte. Mi nombre real es Elena. Con respecto a mi nickname es porque obviamente soy rusa y no encontré nada mejor que ponerme… en fin. Mi edad, pues, espero que no te espante mucho, pero es la misma que uso en mi nick. Tengo 31 años y con respecto a que te encanta hacer el vago? Pues, me gustaría a veces compartir un poco tu vida ya que tengo tanto que hacer, que no descanso. Bueno, has desayunado ya? Saludos”

— He desayunado ya? — dijo emitiendo una sonora carcajada — Pero que se ha creído la chica esta? Mi madre o mi nana? Pues, al menos tiene una edad considerable y respetable. Y un precioso nombre. Solo espero que ella también lo sea. A ver, que aún está en línea y de seguro me responderá más rápido.

“Gracias por preocuparte, pero aún ni he desayunado considerando que es más de mediodía. Pero, estoy acá en la oficina y luego me he de comer alguna cosita. Me encanta tú nombre y sobre todo tu edad. Me gustaría saber que buscas acá en este foro, sabiendo que es para gustos muy divergentes” — Enviar.

A Yulia no le temblaba el pulso en ningún momento mientras redactaba el mensaje. No estaba haciendo nada malo, ya había contestado unos cuantos, y esta vez no iba a dejar pasar la oportunidad de conocer a alguien más. Algo le decía, que esta chica tenía algo... interesante.

“Cierto. Tienes razón, ya es más de mediodía. Yo estoy alistándome para salir almorzar. Gracias por lo que has dicho de mi nombre, aunque es bastante común acá en este país. Con respecto a tus preguntas, bien. No busco nada, solo leer algo interesante y lo he encontrado y sé, que esta página, por lo que ya he leído, es para chicas... un tanto especiales”

La pelinegra respondió de vuelta.

“Vamos linda, que la palabra “especial” me hace sentir como una persona un tanto limitada y no lo soy. La palabra real es que somos Homosexuales, Gays, Lesbianas... A veces os tildáis de closeteras y tortilleras, pero esas palabras sólo las usan los cerrados de mentes y soy muy “LESBIANA” para el gusto de algunos. Pero ya que estás acá, conversando conmigo, deseo hacerte una pregunta. Tienes novia o pareja? Si es que no estás acostumbrada aún en emplear la palabra “NOVIA” cuando se trata de una relación de chica y chica — Enviar.

— Hay que ver que eres un poco majadera y entrometida, Volkova — se dijo mientras volvía a revisar algunos documentos con una real sonrisa en su rostro. En realidad la conversación se estaba tornando bastante interesante y entretenida, tanto que se le había olvidado por completo que tenía que comer. Pero no le importaba, siempre que se entretenía en su mundo, se olvidaba de muchas cosas, como por ejemplo, la torre de papeles pendientes en su escritorio.

Volviendo a sus asuntos, tomó de una bandeja algunos folders y comenzó a leerlos. De vez en cuando, chequeaba su portátil para ver cuando entraba el mensaje con aquella respuesta que estaba esperando con ansias, preguntándose una y otra vez, porque le interesaría a ella que aquella chica, que estaba detrás de aquellos mensajes, estuviera unida o no a alguien.

Pero, porqué tenía que interesarle en lo absoluto. Estaba por comenzar a salir con la asistente de su madre, Natasha. Era hora de tomarse algo en serio nuevamente.

La bandeja de entrada volvió a tildarse con un mensaje recibido.

“Bien, me has hecho reír con tus diferentes “clasificaciones” para nuestro género. También soy muy “LESBIANA” para el disgusto de muchos. Empezando por los de mi madre. Con relación a tu última pregunta, no. No tengo novia.”

Por alguna razón, era la respuesta que Yulia necesitaba para sentirse feliz.

“Entonces, estás soltera. Así como me ha recetado el doctor? Espero que no te moleste mi comentario, pero si estás soltera, eres lesbiana; debes estar buscando a alguna chica que te entretenga el corazón o me equivoco?” — Enviar.

Empujó su cuerpo hacia atrás completamente relajada en la silla sin dejar la sonrisa que llevaba en sus labios. Comenzó hacer girar la silla sin parar mientras resoplaba, haciendo que su cabello se despeinara un poco.

Escuchó que llamaban a la puerta, deteniendo inmediatamente sus giros para erguirse totalmente y tomar la pose, de que al menos estaba haciendo algo productivo.

— Pase — dijo, ocultando la pantalla del foro que se veía de fondo en su ordenador. Una señora de mediana estatura y algo regordeta, entró con una bandeja de plata en sus manos.

— Disculpe señorita Yulia, pero su madre le ha encargado el almuerzo — dijo Ángela con una mirada un poco seria en su rostro. Era una mujer, un poco entrada en años ya, pero llevaba casi toda su vida como secretaria de Larissa.

— Gracias Ángela, aunque mi madre no tenía por qué tomarse la molestia, pero puedes dejarlo allí — señaló una mesa junto a un sofá — Ahora más tarde probaré bocado. Que amable — dijo mientras veía como la mujer colocaba con toda la paciencia del mundo, la bandeja sobre la mesa. Ángela asintió y procuró salir de la oficina de la chica con completa calma para volver dejar a solas a la joven, que no despegaba su vista de la fuente con comida que descansaba sobre la mesita.

— Puede ser que haya enviado “grilletes” en salsa verde o “esposas” al gratén. Con un demonios madre, tengo una vida social y debo respirar de vez en cuando, joder!! — Acompañó su sarcasmo con un leve golpe con la palma de su mano sobre el escritorio.

Era la manera en la que Larissa le hacía entender y pagar por haber llegado tarde a trabajar. Le pedía la comida, solo para retenerla en la oficina, ya que al parecer, Volkova tenía las malas mañas de ausentarse en el almuerzo y aparecer al día siguiente.
Ya la morena se había acostumbrado a las “severas” acciones que tomaba su madre contra ella, tampoco iba a echarse a morir, al final se relajaba y terminaba por degustarse todo. Tenía un apetito voraz, eso nadie se lo quitaría nunca.

Optó por no hacerle mucho caso aquello y volvió a lo que anteriormente estaba haciendo, hablar con su nueva conocida. Un nuevo mensaje aguardaba por ella.

“En realidad no estoy soltera pero tampoco tengo novia. No es el calificativo que yo le daría. Estoy casada, desde hace tres años y con una mujer, para ser más clara”.

Volkova al leer aquella inesperada respuesta, sólo sintió un pequeño vuelco en su estómago. Había estado chateando pocas veces con aquella mujer, y ya le estaba dando demasiada importancia al asunto.

Negó con la cabeza varias veces mientras sonreía tontamente. Dentro de su mente corrían tantos pensamientos: Qué se sentía estar casada con alguien y compartir una misma casa? Le estaba diciendo la verdad o simplemente, quería “quitársela de encima”? Por qué se sentía tan tonta, si aquella mujer solo había hecho un simple comentario en una de sus fantasiosas historias? Al fin y al cabo, cualquiera podía hacer un comentario y ella no tomarlo tan a pecho.

Su mente quedó en blanco por unos segundos mientras salía de sus cavilaciones. Volvió a la realidad. Intentó responder el mensaje pero solo lograba colocar garabatos con el teclado. Así que decidió no contestar. Era lo mejor. Aquello fue un freno, un “STOP” que no esperaba encontrar en el camino.

Cerró su correo y apagó la portátil, tenía demasiado por hacer. Quedó contemplando un rato el informe que tenía bajo sus ojos aunque a estos no le estuviera dando ningún tipo de importancia, de lo que allí había escrito. Su mirada estaba perdida sobre un montón de signos y palabras que por un momento, perdieron su significado.

Golpeó varias veces la pluma fuente sobre el escritorio y se levantó.

Buscó en su bolso un cigarrillo, lo miró y volvió a guardarlo. Tampoco quería escuchar a su madre de nuevo armándole otro escándalo, porque la oficina olía a humo desagradable. Echó un vistazo a la ventana, y la ciudad se estaba tornando gris repentinamente, así como se sentía ella en ese justo momento.

— Al diablo. Las mujeres también se casan con otras mujeres Yulia, no seas tonta.

[…]

Un salmón con salsa de champiñones y vegetales, se hallaban bajo la bandeja lujosa. Larissa conocía muy bien los gustos culinarios de su hija, aunque sabía que ésta no era muy amante de los vegetales, pero siempre estaba al cuidado de su salud.

Llevando a su boca cada trozo de comida aún pensando en lo que acababa de leer, la morena no podía sacarse de su cabeza, la palabra “casada”. Era algo muy importante y pesada dentro de su vocabulario. A pesar de que sus padres, tenían mucho tiempo de haber contraído nupcias y los veía que estaban más que enamorados, no la llevaban a creer jamás en el matrimonio. Tal vez porque aún era muy joven para pensar en aquello… Puede ser.

Nunca había pensado más allá de lo que conlleva una relación seria con otra persona. Apenas y comenzaba a andar con Natasha. Era una chica joven, pero al menos sabía que tenía un divorcio encima y que podía estar con ella libremente, pero aquel comentario la hizo pensar más en el asunto. Jamás había estado con alguien bajo aquellos términos, aunque en su adolescencia, hubiera hecho millones de locuras.

[…]

La tarde pasaba sin premura. Aún faltaban cosas por hacer. Miró de reojo su computador personal, pero no le dio importancia, no había nada que le indicara que tenía un nuevo mensaje, simplemente porque se encontraba apagado.

— Es mejor así — dijo y tomó su teléfono móvil marcando un número telefónico. Esperó a que la otra persona contestara.

“Cómo estás, subnormal?” — dijo una vocecita al otro lado de la línea.

— Bah! Katya, yo también te quiero, tonta. Más cuando me tratas mal. Sabes que soy masoquista.

“Eso no tienes que decírmelo, Yuli. Te conozco como la palma de mi mano. Pero venga, cuéntame. Cómo está tu vida de ejecutiva?”

— Con una infinidad de papeles y cosas que atender, pero casi me pongo al día. Ahora, tú dime, qué haces Katya? Ni una llamada a tu mejor amiga últimamente.

“Te gusta hablar de más para dejar mal a todo el mundo. Ayer te llamé y estabas ocupada cenando con tus padres y no pudiste regresarme la llamada. Tan importante te crees ahora, peli teñida?

—Bueno, discúlpame por no haberte llamado, es que estaba entretenida haciendo cosas mejores.

“Como follarte a una cincuentona con menos clase, que edad?”

— No empieces a lavarme la ropa que no hay sol. Y no. No es una cincuentona esta vez. Tiene veintiséis años y es muy hermosa  — un silencio se formó al otro lado de la línea por algunos segundos. Continuó — Hola? Ekaterina, estás allí?

“Acá estoy, idiota, pero no por mucho tiempo porque voy a salir con Pasha que no debe tardar por llegar y me estoy alistando para él”

— El pobre pendejito. No crees que esta vez sé te ha pasado la mano buscándote un chico que es demasiado tonto y timorato? – Cuestionó jugando con un portalápices, un tanto fastidiada – Como sea. Es tú vida y haces lo que quieras.

“Pensé que me llamabas para decirme algo importante y no criticar a mi novio. No sabes hacer otra cosa que eso y si tanto te molesta Pasha, entonces, por qué no me has invitado al cine a ver una película o tomarnos algo?”

— Esta noche no será, Katya. Voy a salir con alguien — decía volviendo a girar sobre su silla.

“Vas a salir con tu mayorcita? Venga Yuli, acaso no hay chicas como de tu edad que te atraigan? Desde que te conozco, es lo mismo y siempre terminas llorando como una tonta y amargada”.

— Y tú siempre terminas criticándome mis conquistas, Katya. No me fijo en una jovenzuela como yo, porque si yo sé que soy inmadura, las demás de mi edad también lo sois y quiero a mi lado a alguien que me consienta pero a la vez haga un “stop” en todas mis estupideces, y si dos idiotas os juntáis, pues... nada bueno saldrá.

“Claro, te entiendo. Yulia – Se hizo una pausa – Debo irme porque pronto Pasha — dijo acentuando el nombre — Vendrá por mí. Por cierto, te deseo mucha suerte en tu cita. Ojalá no termines hecha un mar de lágrimas porque volveré decirte: te lo dije, idiota”

— Vale. Está bien. Hablamos luego y saludos a el “antoñito” es decir, a Pasha — concluyó para luego colgar el móvil — Bah!!!!! No sé qué le ve a ese tarado.

[…]

Las horas habían pasado y así terminaba un día más. Tenía una cena que cumplir y a una chica hermosa a quien besar.

Arregló su escritorio un poco. Terminó de chequear algunos documentos, pero la curiosidad aún estaba latiéndole en su cabeza, así que, por qué no? Aún tenía tiempo para chequear una vez más si había recibido algún mensaje, algo que le dijera que seguiría en contacto con aquella madura y casada mujer.

Volvió a encender la laptop, esperó el tiempo prudencial para que se cargara de nuevo el sistema operativo y al introducir de nuevo su clave, una sonrisa apareció en su delicado rostro. Llevó el cursor hasta la casilla del correo, lo abrió, encontrándose un nuevo mensaje por leer.

“Creo que fui demasiado sincera, pero así soy. Pude haberte dicho que no estaba casada, al fin y al cabo, ni sé como eres ni sabes como soy. Sólo sé que escribes muy lindo y aparte de eso, tu nombre también lo es. No sé porque necesitaba estar pendiente de cada correo tuyo y por más tonto que suene, así es. Creas o no… En fin. Jamás le he contestado un privado alguien y no sé qué me llevó hacerlo esta vez y de cierta manera me has dejado con la curiosidad de saber quién eres. Pero creo que cometí un error y si algún día quieres escribirme, pues, aquí estaré Yulia. Con esto, no quiero decir que dejaré de leer lo que escribes, porque lo haces bien. Cuídate. Elena”

Cerró los ojos durante un buen rato tanteando el teclado con sus dedos. Quería hacerle saber que allí estaba y que había estado esperando a que viniera por ella de nuevo, pero si escribía estaría cometiendo un error y a escasos minutos, tenía una cena a la que asistir y a una mujer a quien besar seriamente.


Continuará...
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I) Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

Mensaje por psichobitch2 8/7/2020, 4:54 pm

Buen día, chicas. Como habréis notado, estoy subiendo (tratando) de postear dos capítulos diarios de la primera parte para continuar con la segunda. La idea es que se pongan al día con la historia y continuarla.

Un besote!

Disfrutad!!


CAPITULO 6: TUS OJOS, ME DEJAN SIN PALABRAS


Excelente! Era la única palabra con la cual Yulia siempre describía su restaurant favorito.

Amante de la comida del mar y de la buena cocina, nadie podía negar que tenía los mismos gustos de su padre.

Sentadas a la mesa, degustaban de un buen Rioja que les permitía crear algo más relajante el ambiente. La morena, exquisita como siempre, manejando todo aquel encanto que solo ella podía propagar con solo una sonrisa, bebía poco a poco de su copa mientras veía terminar de comer a Natasha. Aquella chica realmente era hermosa. Detallaba cada rasgo, su fina boca, aquellos ojos azules claros que con la luz, le daban un toque bastante particular a su rostro; podría decir que casi brillaban con claridad propia. La manera de llevarse el cubierto a la boca para luego dejarlo delicadamente sobre su plato y luego limpiar finamente la misma con la blanca servilleta.

Quería ser en ese momento el fino pedazo de tela que tocaran aquellos dulces y fogosos labios que ya había saboreado un par de veces.

— Hola! — dijo la castaña al sentirse contemplada por aquellos ojos que no dejaba de admirar.

— Hola — respondió graciosamente Yulia, dejando la copa sobre la mesa para luego acomodarse un poco sobre la silla.

— No has terminado de probar tu plato Yulia y llevas un buen tiempo allí... sólo...viéndome — agregó Natasha sintiéndose un poco intimidada.

— No te preocupes, estoy bien así. Sólo quiero verte... Sabes? — hizo una pausa para tomar su propia servilleta y limpiar la boca de la chica, rozando con su dedo índice la suave piel de la castaña — Tenías un poco de salsa en la comisura.

— Oh! Lo siento — sonrojándose.

— A decir verdad, no tenías nada. Sólo quería saber que siente la servilleta al rozar tus labios.

— Ya los has probado antes — dijo tomando un poco de vino — y, aún no me has dicho a que saben — sintiéndose algo tonta por tan osado comentario.

— A ver. Me encanta el chocolate, en cualquier presentación, así que puedo decir que saben igual o mejor. Fácilmente puedo hacerme adicta a ellos — finalizó para inclinarse un poco sobre la mesa y besarla fugazmente. Natasha aclaró su garganta un poco, sintiéndose algo apenada por el impulso de la pelinegra — Creo que no te gustan las demostraciones en público? — Preguntó Yulia, haciéndose para atrás de nuevo sobre su asiento.

— No es eso. Sólo que, no pensé que te gustara también el chocolate...

— Es mi golosina predilecta. Mataría si alguien se atreve algún día, siquiera tocar las que tengo guardadas en mi escritorio.

— Así que tienes en tu escritorio chocolates...

— Ni lo pienses siquiera, Natasha — interrumpió jocosamente — Puedes terminar muy mal si las tocas.

La castaña solo rió por el comentario. Podía sentir la jovialidad y la frescura de la morena a flor de piel. Ella era una chica que le llevaba algunos años demás. Había vivido muchas experiencias, aunque con esto no quería decir que Yulia fuera una chica inexperta e inocente para su edad. Había escuchado muchas cosas de la morena, apenas puso un pie en las empresas Volkov, lo que nunca imaginó, es que la hija de los dueños fuera simple y llanamente bastante atractiva.

— Yulia, por qué tu madre estaba de tan mal humor hoy? En realidad, la respeto mucho, me ha enseñado muchas cosas para el corto tiempo que llevo allí, pero se gasta a veces un carácter...

—... del demonio, lo sé — completó Yulia — Es mi madre y por supuesto que la conozco. Es una gran mujer, aunque pocas veces se lo digo, pero sé que contribuyo para que de vez en cuando pierda la cabeza.

— En realidad, veo que te tiene mucha paciencia. Deberías ser un poco más amable con ella, no crees? — Dijo. Yulia solo suspiró, dejando caer los hombros con un gesto de despreocupación.

— Lo sé. Debo reconocer que se me ha pasado un poco la mano hoy. Pero vale, que no te he traído acá para hablar de los ataques menopaúsicos de mi madre, ni de lo desquiciante que es tener una hija como yo. Cuéntame, háblame de ti. Eres de acá, de Moscú? — Preguntó. El mesero interrumpió un instante mientras retiraba los platos vacíos. Yulia pidió que trajeran el postre, dejando elegir a Natasha por ella.

— Pues, que soy Ekaterimburguesa. Me mudé a Moscú hace ya casi cuatro años, el mismo tiempo que llevo trabajando para tú madre. Aquí, vivo con unos tíos que son como mis padres y por supuesto, cada que puedo, visito a mi familia — hizo una pausa para luego continuar — Mis padres son personas humildes, aunque jamás nos ha faltado que llevarnos a la boca. Mi verdadero padre, abandonó a mi madre cuando yo apenas era una cría, pero ella encontró a un hombre bueno que veló por los tres. Tengo un hermano mayor.

— Que bien por tu madre que encontró a una persona que realmente la valorara y por supuesto, aceptara todo el combo — Natasha volvió a reír, a Yulia le encantaba hacerla sentir bien — Háblame más de ti. Sé y por mi madre, que eras casada, cierto? — La morena probó un poco más de su torta suiza notando como de repente la castaña endureció sus facciones.

— Pues, si...lo estuve. Pero no funcionó... Hubo mucho motivos que...hicieron que...

— Vale! — Interrumpió Yulia viendo la incomodidad en Natasha — Hablemos de otra cosa, lo siento. Es que soy un poco quisquillosa y entrometida, acaso no lees en mi frente el cartel con luces de neón que raya: METE LA PATA? — Natasha soltó un carcajada — Ves? de seguro ya te lo has estado imaginando.

— Dices cada cosa Yulia — negó muy risueña con la cabeza.

— Sólo me gusta verte reír. Eres muy linda Natasha, en serio. Y sé que tal vez hayas escuchado un par de cosas de mí, que jamás me había fijado como eres o lo que hacías. A veces suelo tener la cabeza en muchas partes y créeme que lo digo en serio, pero jamás pasaste desapercibida para mí. Si nunca te dije todo lo que te estoy diciendo ahorita, es porque no me atrevía a decírtelo y no quería buscarte un problema con mamá. Eres su asistente y ella es... como decirlo sin que suene a que mi madre nació en la época de Cristobal Colón y que cuando vio a los primeros indígenas desnudos, ha saltado del barco sumergida en el bochorno? — Dijo llevándose una mano sobre el mentón, fingiendo pensar.

En verdad que Yulia sabía como mantener joven a una mujer. Solo ella tenía ese DON tan particular de hacer sonreír a las personas con su total y alocada espontaneidad. Así era ella, sin nada que ocultar.

La velada continuó y la conversación se hacía más amena con el pasar del tiempo. Hablaron sobre trivialidades, más de la vida de Natasha, algún que otro chiste contado por la morena de vez en cuando. De verdad que se la estaban pasando genial, hasta que se hizo bastante tarde.

Al llegar al estacionamiento del restaurant, un chico del valet amablemente le entregó las llaves del coche a Yulia.

Eran más de las 23 horas y al día siguiente, les esperaba otra vez la rutina a ambas. Como era de esperarse, la pelinegra abrió la puerta del copiloto para que entrara primero la agradable compañía que traía de la mano.

— Gracias Yulia. En verdad la he pasado bien contigo, eres una mujer muy especial y sincera. A decir verdad, jamás pensé que estuvieras llena de tantas locuras — rió bajando su cabeza. Aún, aquellos ojos de mar, le hacían sentirse como si fuese una adolescente.

— Natasha — dijo tomándola de la barbilla y haciendo que la mirara — No tienes nada que agradecerme. Al contrario, acá la única que tiene que dar las gracias soy yo por haberme permitido disfrutar de tú compañía y hacer de esta noche, la más agradable de todas. No sé... cuantas veces te he dicho que eres hermosa...

— No, escúchame — Interrumpió la chica, llevando sus brazos alrededor del cuello de Yulia y sintiendo las manos de ésta, encender su cintura — Tengo algo acá atorado en mi garganta desde hace mucho tiempo y es que no pude evitar sentirme atraída por ti desde el primer momento en que te vi. Tus manos, tú sonrisa, tus ojos...

“Esos ojos, que desde el primer momento que se encontraron con los míos, pude sentir, como podía sumergirme poco a poco en ellos y aunque nunca fue mi vista, merecedora de la vuestra, siempre estuvieron los míos allí, aguardando impacientemente como la arena, a que ese azul; de esos dos océanos, la invadiera y así fue. Amo tu mirada azul que es tan pura y fresca como el primer día de verano que llegó a mí para alejar la tempestad”... Yulia, me gustas demasiado. Tanto, que no me importa ni tu edad, que no me importa ni mi edad. Que lo que siento lo has hecho crecer más esta noche, que lo que...

Las palabras que venían a continuación no fueron finalizadas por parte de la castaña.

Inmediatamente Yulia la hizo callar con un tierno beso. Un beso que ambas necesitaban en ese momento. Sentirse, apoderarse de ese deseo que les recorría por el cuerpo infinitamente.

Una chispa volvía a renacer en el corazón de Yulia y se sentía que una vez más, el amor llamaba a su puerta, sólo esperaba que esta vez durara para siempre.

[…]

Las 24 menos 15, marcaban su reloj una vez entró a su departamento. Lanzó su bolso de mano sobre el sofá y luego encendió la luz de la sala. Llegó a uno de los tantos sofás individuales y se sentó allí un rato, simplemente repasando lo que había hecho ese día.

Se detuvo a pensar un momento en su madre. Había sido muy dura con ella, remarcando ese pasado que aún le costaba dejar atrás, pero que poco a poco intentaría hacerlo. Suspiró aún con los ojos cerrados, aunque no tenía sueño, pero si estaba algo fatigada.

Comenzó a desvestirse como cada noche, dejando por aquí y por allá, rastros de su vestimenta para quedar simplemente en bragas, como le gustaba andar en la soledad de su casa. Fue hasta la heladera por un vaso con agua y siguió hasta su pequeño estudio, donde su laptop la esperaba.

No estaba inspirada esa noche, así que no escribiría esta vez. Revisó de nuevo aquel mensaje que Elena había dejado en su bandeja de privados y que hasta ahorita no había respondido. Volvió a leerlo, subrayando mentalmente la palabra “ESPOSA”.

Por qué le impacientaba tanto que aquella desconocida con nombre griego estuviera casada? No la conocía para nada, simplemente, había hecho un simple comentario como las demás y ya llevaba dos días de “conversación” con ella. No estaba mal conocer a otra persona. No, no lo estaba.

“Hola Elena. Gracias por haber sido sincera conmigo. Muchas no lo son al primer momento... (como yo, pensó) ...Simplemente, me ha llamado la atención, sólo eso. No he conocido muchos matrimonios de homosexuales, así que serás la primera. Whatever. Quisiera pedirte un favor y espero que no te incomode, pero antes, quiero que sepas, que puedes seguir escribiéndome cuantas veces lo desees. Para mí es un gustoso placer, que leas mis historias. Lo que quería pedirte es: me podrías enviar una foto tuya?”
— Enviar.



CAPITULO 7: AZUL Y.... VERDE QUE TE QUIERO VERDE


Era el quinto día de aquella semana. La misma había transcurrido de forma rápida. Para Elena no era un día normal por así decirlo. Su esposa, esa noche como todos los viernes, se iba con sus amigas al club un rato donde suponía charlaban cosas triviales y sin importancia para ella, así que aprovechaba para salir con su mejor amigo de toda la vida Mihail Levedev a jugar al póker o simplemente hablar una que otra cosa que les haya acontecido.

Eran las 9:16 am cuando se disponía a salir a su despacho. La semana había sido de “perros” por llamarlo de alguna manera. Expedientes iban y venían. Reuniones con clientes malhumorados, otros un tanto incomprensibles pero así era su forma de vida desde que se graduó en Leyes y comenzó a ejercer su profesión.

— Vas a ir al club con tus amigas? — Preguntó a su esposa mientras terminaba de acomodar algunos papeles en su maletín ejecutivo.

— Sí. Como todo los viernes. Por qué preguntas? Tienes algo especial en mente? — Cuestionó secamente la rubia sin alzar la vista de un libro que leía en su regazo.

— Sólo quise preguntar, es todo — No esperó respuesta alguna. Terminó de cerrar su portafolio sin dar más importancia al asunto y lista para irse, comenzó andar hacia la puerta. Con la mano en el picaporte, ya a punto de salir de casa, la voz de su mujer la detuvo.

— Elena...

— Dime, Sveta — Dijo de espaldas. Eran muy pocas las veces que llamaba a su esposa por su diminutivo — Necesitas algo? — Se giró al sentir que la mujer se acercaba a ella.

— No vas a despedirte de mí, ni con un beso? — Svetlana se paró delante de ella con una sonrisa que parecía algo más que una mueca irónica, la miraba con picardía.

— Claro — Dijo la pelirroja acercándose para depositar un beso en la comisura de los labios de ésta. Sveta, tomándola de la cintura, devolvió el beso de manera correcta posando sus provocativos labios sobre los de Elena haciendo que ésta soltara de inmediato su maletín en el suelo para colocar sus manos en una posición más cómoda.

El beso fue subiendo de intensidad y poco a poco la fue empujando hacia el sofá que estaba en medio de la sala, colocando a su esposa debajo de ella, sintiendo una ola de placer que se apoderaba rápidamente de sus cuerpos.

— Por qué… no subimos...a la habitación? — Preguntó la pelirroja con la respiración entrecortada tratando de quitarse el saco, que ya comenzaba a darle un poco de calor.

— No creo que resista llegar hasta allá — Decía una rubia totalmente extasiada — Quiero que me tomes acá mismo Elena, te deseo tanto — Continuó para enredar sus manos bajo los cobrizos cabellos de una pelirroja que llevaba sus manos mucho más allá de la seda que cubría el esbelto y bien cuidado cuerpo de su mujer.

Sabía que la estaba provocando, conocía su punto débil y ese punto era ella. Jamás había dejado de desearla y era la única manera de tenerla allí, enredada, a su merced. Conocía a su esposa, y el alcance que ésta tenía, pero era débil cuando de esa mujer se trataba. La había amado siempre, desde que era una simple adolescente.


>>>>>>> FLASHBACK


— Que pretendes, Valya? — Preguntó una joven Elena de 18 años a su hermana gemela mientras que la otra chica, fingía no dar importancia a la impaciencia de su otra igual.

— Pues, deberías de dejar de hacer preguntas tontas y terminar de vestirte. Dentro de un rato vendrá Svetlana a por nosotras — Dijo la segunda pelirroja mirando por el rabillo del ojo a su desesperada hermana.

— De verdad que estás loca, Valya. No pretendo salir con vosotras. No. Me niego rotundamente — Puntualizó decididamente mientras comenzaba a moverse dentro del cuarto como si de un león enjaulado se tratara. No podía controlar sus nervios.

— A ver, a qué le temes. A mamá o a tener que enfrentarte cara a cara con Svetlana? – Valya rodó los ojos, observando el recorrido que hacía su hermana – Apuesto a que me voy más por lo último que he dicho ya que por tu comportamiento felino de zoológico de quinta, los nervios van a desgastarte completa – Lena le dio una mirada, cargada de impaciencia y nervios a la vez – Te he dicho miles de veces que le gustas. Esa rubia está perdidamente loca por ti. No sé porque tienes que ponerte como una...esquizofrénica. Vamos! Cálmate Elena por favor, o me veré obligada a patearte el trasero — Con los codos extendidos sobre su cama, la pelirroja ojiazul miró como Lena parecía relajarse un poco. De igual manera pensaba que “Su hermana, a ese ritmo, no conseguirá pareja en ningún momento de su asquerosa vida”.

— Está bien, me calmo — Dijo Elena sentándose por fin, en la silla de un escritorio estudiantil llevándose las manos a su cara, transpirando a mil por horas — Qué voy a decirle? — Continuó aún sin descubrir su cara. La misma estaba teñida del mismo color que su cabello.

— Pues tonta, le puedes decir que quieres con ella, te la llevas a la cama y fin de la historia. Al menos sabré que no morirás virgen y menos estúpida.

— No me ayudas en nada, Valya — Manteniendo la misma posición ya con las manos sobre sus rodillas. En serio, su hermana podía ser tan hostil si sé lo proponía, pero tal vez tenía toda la razón del mundo. Era ahora o nunca.

Terminó de acomodar su maquillaje y su despeinado cabello. Ajustó un poco más sus pantalones en las caderas, verificó si sus converse estaban bien amarrados y salió de la habitación hecha (por dentro) una mata de nervios. Valya, le seguía sus pasos mientras negaba con la cabeza y dibujaba una sonrisa triunfadora en su rostro.

Era el año 2001 y para aquel entonces dos jóvenes de 18 años, pelirrojas y de caracteres completamente distintos, se encontraban en un café junto a una rubia, de personalidad algo extrovertida, acompañadas por la presencia masculina de Andrey, que para ese entonces, servía como novio de la pelirroja egocéntrica.

De fondo, se podía escuchar al cantante de moda para la época; Vitas “La voz de diamante” como era conocido en toda Rusia. Tres cafés y una limonada, adornaban la pequeña mesa central del local. Elena, aún sumergida en sus nervios, evitaba a toda costa de encontrarse con la mirada que supuso estaba centrada en ella desde hace bastante tiempo por parte de la joven Svetlana. Valya, estaba algo entretenida con Andrey, perdidos en su mundo donde solo aterrizaban cuando el aire les hacía falta.

— Y bien, vamos a quedarnos aquí a ver como Valya y Andrey, se comen mutuamente cómo caníbales? — Dijo Sveta mirando de reojo a la pareja — O quieres que vayamos a otro sitio? — Terminó su pregunta dirigiendo su mirada a las manos de aquella pelirroja que por sus movimientos y forma de jugar con sus dedos, pudo notar su nerviosismo sincero.

— Bueno, no conozco muchos sitios realmente — Elena puntualizó alzando su mirada para encontrarse con los hermosos ojos de la chica rubia que hasta ese momento, no había dejado de observarla.

— Mmmmm!.... Cierto. Supongo que la vida en ese internado era lo más gris que pudiste haber vivido — Afirmó. Elena bajó la mirada cambiando su expresión por una muy incómoda — Lo siento, no quise decir eso. Pero vamos, estos dos no se enterarán de que nos hemos ido.

Ambas chicas se levantaron de la mesa. Efectivamente, ninguno de sus dos acompañantes se dieron cuenta que habían abandonado el café.

La ciudad de Moscú, comenzaba a oscurecer y las luces artificiales, brillaban en los faroles de las calles donde la gente iba y venía portando sus grandes abrigos para cubrirse del invierno que pronto comenzaría a acechar. Elena y Sveta, caminaban en silencio mientras el sonido de los autos les servía como fondo musical. Llegaron hasta el puente Andreyévski sobre el río Moskova. Desde allí, podían apreciar como la noche venía apoderándose poco a poco del día, haciendo que las luces de los rascacielos y otros edificios recrearan la ciudad con su pintorescas facetas no naturales. Ninguna se atrevía a decir nada, no por no tener que hablar sino por no arruinar aquel hermoso momento.

— Es totalmente maravilloso — dijeron al unísono. Elena negó, como de costumbre con su cabeza y una sonrisa se formó en los labios de Sveta.

El silencio volvió apoderarse del espacio. La rubia miraba al horizonte, perdida en la espontaneidad y belleza del paisaje, Elena, se perdía en el rostro de la chica.

— Qué? — Dijo sintiendo la mirada fija sobre ella. Elena resopló sin bajar la mirada.

— Eres hermosa. Y lo digo en serio — Le dijo. Sveta se tiñó de rojo y a pesar de que ya estaba prácticamente el cielo y el lugar un poco oscuros, pudo notarse su sonrojo.

— Tú también lo eres, aunque para serte sincera, pensé que eras algo odiosa y creída — Comentó con la mirada agachada — Nunca salías con nosotras después de haber estado encerrada allí y tenía miedo de acercarme a ti.

— No es eso, sólo que soy un poco reservada... y tonta — Dijo levantando con sus dedos el mentón de Sveta. Los nervios habían logrado canalizarse en su sistema — Perdóname. En verdad, discúlpame si te di a entender cosas que no son, pero créeme que... — suspiró — Me gustas mucho Sveta, tanto, que quiero decírtelo esta noche y si no soy correspondida, al menos sé que lo dije y que podré morir feliz por quitarme un peso de encima.

— Entonces, quiero que mueras, feliz Elena.

Y a continuación fue acercándose lentamente a ella hasta encontrarse perdida totalmente bajo aquellos ojos verdes con grises que la habían enamorado desde la primera vez que la vió. Elena unió la frente con la suya y fue cerrando los ojos despacio hasta quedar en un abismo donde los suaves e inocentes besos de Svetlana, la acunaban evitando que cayera de nuevo en un vacío donde estuvo mucho tiempo enclaustrada.


FIN FLASHBACK<<<<<<<<<<


Esa mañana se sentía menos tensa al salir de su casa. Después de mucho tiempo, había vuelto a sentir la fogosidad y la sensualidad que emanaba el cuerpo de su esposa. Le gustaba hacerle el amor y que ella le pidiera, de manera desprevenida e improvisada, que la tomara en cualquier lugar que aquella “gigantesca” mansión, la cual ya había sido testigo fiel de muchos encuentros íntimos como ese.

[…]

En el despacho, se encontraba Nastya al borde de un ataque sorpresivo de nervios. La junta con el Sr. Petrovski estaba pautada para las 10:30 de la mañana y eran más de las 11:00 cuando se apareció Elena muy elegantemente vestida y totalmente fresca, llevando en la mano un café Latte, que había comprado en su Starbucks predilecto, como de costumbre.

— Buenos días Alesya — Dijo al aparecer en la sala de visitas de su oficina.

— Bue.... — trató de saludar su joven asistente.

— Buenos días? A esta hora tu vienes a decir que son buenos días? Mira la hora que es Elena — Dijo su castaña amiga al aparecer por la puerta de la sala de juntas interrumpiendo todo lo que encontraba a su paso — La reunión con Petrosvki, estaba pautada para las 10:30 de la mañana y son las... — miró su reloj — 11:15 am. Y... qué es eso que traes en las manos? — hizo a un lado su histeria para mirar fijamente el vaso que Elena traía. La pelirroja y la joven asistente, se dieron una mirada al mismo tiempo como queriendo decir: “Necesita una camisa de fuerzas, o es nuestra imaginación?”

— Pues, hasta ahora es un vaso de café — Respondió la pelirroja alzando el vaso a la altura de sus ojos para regresar la vista al rostro de Nastya que le miraba un poco raro.

— Sé que es un vaso de café Elena, no soy estúpida. Me refiero, a que aún te da tiempo de pasar a por un maldito vaso de café y llegar acá con tú sonrisa de “Me he cogido a mi mujer y ya no estoy amargada” — Elena amplió sus ojos. Alesya reprimió una carcajada. Nastya puso los ojos en blanco.

— Nastya, deberías de dejar de ser tan gilipollas a veces. Y gracias Alesya — Dijo tomando unos papeles que la chica tenía en las manos mientras caminaba hacia el salón de juntas.

— Hey! A donde llevas tu culo, pelirroja? — Cuestionó la castaña haciendo que la pelirroja detuviera su andar. Elena inmediatamente giró sobre sus pies. Definitivamente su amiga iba a llevarla al borde de la locura, si es que no la mataba antes.

— Con un demonio Nastya. Llego a MI despacho y sales convertida en Inessa Katina, armándome un lío porque llegué tarde. Encima, me críticas que traigo un café conmigo. Para completar, sacas a relucir mi vida sexual y todavía me preguntas, para donde llevo MI CULO!!!? — Si las fantasías superaran las realidades, se podría decir que Elena estaba echando humo por las orejas “literalmente”.

— Calma linda, que te va a dar un infarto y no quiero que en tu lápida rece: Elena Katina 1983 - 2014. Amada y “fiel” esposa — remarcando con sus dedos las comillas — sexualmente activa, casada con una serpiente y que falleció gracias a las gilipolleces de su mejor amiga. Descanse en paz por ahora, porque si su suegra se muere el mismo año, dudo que lo haga — Con una mano en su cadera, Elena le tenía el ojo encima, esperando que terminara de cantarle el abecedario — Que ya el señor este del Petrovski se ha largado. Tuve que yo misma hacerle el contrato y quedó satisfecho — Continuó poniéndole una mano en el hombro a Elena. La pelirroja se relajó visiblemente — Un poco pedante e impaciente el majo, pero créeme que lo he convencido para que se quede con la firma al menos un año más. Al menos eso hicieron Lola y Stacy — Elena frunció el ceño mientras tomaba rumbo hacia su despacho.

— Y quienes demonios sois esas dos, Nastya? — Preguntó sentándose en su silla ejecutiva detrás de su escritorio. La castaña lo hizo frente a ella.

— Pues ésta es Lola — tomándose el seno izquierdo — Y ésta es Stacy — tomándose el seno derecho — Estoy segura, que ellas habéis sido, quienes cerraron el trato con Petrosvki — Dijo orgullosa. Elena botó una carcajada.

— Dios mío Nastya, jamás vas a cambiar, verdad? — Comenzando a encender su portátil.

— Bueno, al menos sé que te quito lo amargada, aunque esta vez sé me haya adelantado la serpiente de agua que te gastas como esposa.

— No le digas así por favor. Aunque no te guste, es mi mujer y creo que no tienes porque saber lo que hago con mi vida privada porque al fin y al cabo, es mi vida “privada” — Aclaró la pelirroja introduciendo su contraseña.

— Bien, creo que esta vez si me has ofendido —hizo una mueca fingiendo un infarto — Creo que esta vez me lanzaré en el subterráneo o mejor, me auto atropello. Aunque esto último, veré como hago. En fin mujer. Tengo que montar un juicio y se me hace tarde, quedamos para almorzar? — Quiso confirmar poniéndose de pie.

— Está bien. Ven a por mí como a las 13 horas para ir a comer, te parece?

— Vale. Por mí está bien. Nos vemos dentro de un rato, Lenoska — La pelirroja negó con la cabeza rápidamente y rodando los ojos. Nunca le había gustado que la llamaran así por ese apodo pero a Nastya, no había nadie que la hiciera entrar en razón.


Habían pasado tres días en los cuales no había tenido tiempo siquiera de chequear su correo personal. A parte, no había guardado muchas esperanzas de que aquella chica llamada Yulia, le escribiera de nuevo. Tal vez se le había pasado la mano en cuanto a sinceridad, pero no era quien para mentirle a nadie, así que, esa vez decidió jugárselas todas, al final solo era alguien a quien había conocido por un simple chat, y había compartido una que otra charla trivial.

Al abrir su bandeja de entrada, confirmó que un nuevo mensaje privado le había llegado 3 días atrás, así que no perdió más tiempo y leyó el contenido. Era ella. Yulia le había escrito nuevamente.

— Una foto? — Dijo en voz alta echándose para atrás en su silla mientras volvía a leer el correo. No es que le haya estado pidiendo conocerse en persona, pero ni siquiera sabía de donde era aquella chica. Si en verdad vivía en Rusia, aunque su nombre era demasiado ruso como para haber mentido al respecto.

Abrió la página principal y confirmó, de que “Psichoheart” estaba conectada, bueno… siempre lo estaba. Posiblemente lo hacía desde su móvil, así que no lo pensó mucho y decidió responderle de regreso.

L: “Hola Yulia, espero estés bien. No había podido leer hasta ahora tu mensaje, por tener exceso de trabajo. En fin, acá estoy. Con respecto a que te haga llegar una foto mía, me parece una propuesta un tanto apresurada. No sé dónde vives, si acá en la tierra o en algún planeta extraño — rió por su comentario — Pero en serio, me gustaría saber de dónde eres al menos, no? Pues yo vivo en Kazan, y tú?” — Enviar.

Recibió una respuesta casi de inmediato, lo que le hizo confirmar que la chica se conectaba directamente desde su móvil, aunque no era del todo comprobable.

Y: “Hola Elena. Pues, disculpa si te ha parecido algo apresurada mi petición, sólo que soy un poco curiosa. Pero vale, no hay ningún problema y no te hagas un bolillo de estopa. Estoy bien (respondiendo a tu primera pregunta) y sí. Vivo acá en Rusia, específicamente en la ciudad de Moscú. No soy extraterrestre si es lo que quieres confirmar, pero de primera fuente te digo que no lo soy”.

Aquella chica comenzaba a llamarle la atención más de lo que ella se podía imaginar. Era tan elocuente, espontánea. Para todo tenía una respuesta a la mano y lo mejor del asunto, es que siempre le lograba sacar una sonrisa. Pero tampoco iba a ponérsela tan fácil y a la primera enviarle una foto. No. No era tan tonta, y en el fondo aún desconfiaba un poco. Era para ella, primera vez que navegaba en el mundo el chat, para ser sincera. Su fama de ser la mujer más concentrada y de carácter frío, no era en vano, pero algo le decía, que aquella chica valía la pena. Lo presentía.

L: “Me alegro en lo más profundo de mi ser que no tengas nada que ver con la vida extraterrestre, algo me dice que no eres como ellos. No sé si ya te lo había dicho Yulia, pero me encanta como escribes. Cómo o con qué te inspiras?” — Enviar.

Y: “Bueno. No me considero tampoco que soy una escritora natural, ni tampoco soy Williams Shakespeare, simplemente me gusta plasmar las fantasías que salen de mi cabecita loca y algún que otro relato que me guste y le hago la adaptación. Pero sinceramente, así desde lo más profundo de tu ser, pero saliendo del mío, me alegra que te guste lo que escribo. Pero no hablemos de mí, háblame de tí y de como es la vida en Kazan”

L: “A ver, que puedo deciros acerca de Kazan. Mejor conocida como la tercera capital de Rusia (porque es la que tiene mayor población después de Moscú) y le han nombrado también la capital deportiva. Eso he escuchado. No es que sea una historiadora nata también, pero me gusta leer. Decís que los abogados os lleváis mejor con las letras que con los números. Está situada a orillas del río Volga, un afluente muy espectacular que le da el toque de calma a toda la ciudad. Así como lo soy yo, me gusta ser calmada y muy pausada para las cosas” — Enviar.

Y: “En serio eres calmada para todo? Pues, entonces eres una tía aburrida. Mentira, no lo tomes a mal. Soy un poco deschavetada y mi boca piensa más rápido que mi cabeza. Pero de verdad, describes muy bien a una ciudad que me gustaría visitar en algún momento de mi vida. Aquí entre tú y yo, tuviste que haber sido mi profesora de historia, algo me dice que eres más guapa que ella. Whatever. He leído que eres abogada... interesante. No he conocido a muchas abogadas. Aunque estuve saliendo con una, pero...no valió la pena. Has llevado mucha gente a juicio? Porque si es así, te digo...que suelo perderlo, a veces”

L: “Créeme que he largado una carcajada Yulia por las cosas que inventas. No sabes cuantas personas he llevado a juicio y a las que he hecho que lo pierdan. Me gusta ser la causante de que no coordinen...”— Enviar.

— Elena, si eso no se llamó flirtear con la chica, entonces te estás volviendo loca — se dijo en voz alta mientras se levantaba de la silla. Acaso estaba siguiendo el juego de Yulia? Dios, en realidad se estaba dejando llevar y lo peor de todo era que le estaba gustando.

Miró hacia su escritorio y aún la torre de papeles era inmensa, no había logrado tocar uno siquiera. Tenía que concentrarse, o la licencia y el título donde constaban que se había graduado como abogada, tendría que metérselo en donde el sol no llegaba ni obligado y terminar trabajando en una tienda de venta de ropa.

De pronto a su mente vino Svetlana. Dios por qué ahora tenía que venir el recuerdo de esta mañana donde le acababa de hacer el amor a su esposa. Acaso era una señal? Una bendita señal que se le presentaba claramente que jamás en su vida le había sido infiel?

— Demonios Elena, es una estúpida conversación nada más — Dijo tomando asiento en el gran sofá que se encontraba en una de las esquinas de la oficina, llevando sus manos a su rostro, acunándolo allí.

— Así tendrás tú conciencia — Dijo Nastya de pie frente a ella. La pelirroja logró dar un pequeño saltito en el sofá debido a la sorpresa de ver a su amiga allí. Cuando demonios había entrado sin que ella escuchara la puerta siquiera?

— Maldición, Nast, tienes una agilidad para aparecer como un fantasma — Se levantó de su lugar, yendo de nuevo al escritorio. La castaña la miraba con el ceño fruncido y con cara de “Acá huele algo raro”.

— A ti qué te pasa? — Se sentó frente a ella. Elena tomó un folder y empezó a chequearlo — No me digas que estás sufriendo las consecuencias de haberte cogido a tú esposa esta mañana y estás presentando síntomas de que fallecerás envenenada en... — miró su reloj — 20 minutos? — La pelirroja le lanzó una mirada asesina. Nastya ignoró sus ojos verdigrises — Vamos Elena, que en estos días has estado rara, como si te fueran a salir alas y además, Alesya me ha contado de que te ríes sola acá adentro. Entonces, pelirroja, dime que no te estás volviendo loca y si es así, avisa con tiempo. Necesitaría llamar a tu madre para que no se pierda ese momento.

— En serio Nastya, naciste capulla o con el tiempo te has convertido? — Resopló Elena sin levantar la vista del informe.

— Joder pelirroja, sabes como soy. Vine a por ti para ir almorzar, así que mueve tu trasero de ese asiento porque tengo hambre. Te espero afuera — La castaña salió de la oficina dejando nuevamente sola a Elena con sus pensamientos. Volvió a tomar su portátil para leer la respuesta que había recibido de Yulia.

Y: “Para ser sincera, me ha gustado mucho tú respuesta porque puedo perder el sentido en cualquier momento y más, si a mi lado tengo a una chica hermosa como lo debes ser tú. Espero que tengas buen provecho aunque por la hora, supongo que ya debes haberte ido a almorzar. Un beso”

Rayos. Aquel beso lo sintió como nunca antes en su vida. Fue tan real como si aquella mujer estuviera delante de ella deseándole todo aquello. Inclusive, cerró los ojos por un segundo. Definitivamente aquello no era normal en ella, algo estaba pasando y tenía que descubrirlo.

Su amiga la estaba esperando para ir a comer juntas, no podía decirle que no. También necesitaba con urgencia salir de la oficina o entraría en combustión fácilmente. Tomó su bolso y salió de allí. Necesitaba el aire fresco que le golpeara la cara, porque si se lo pedía a su amiga, esta seguro se le iba a pasar un poco la mano.


Continuará...
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Mensaje por Volkatinale92 8/7/2020, 8:25 pm

Me encanta y mucho es comp si viviéramos dentro del fic jajaja esperando leer mas

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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I) Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

Mensaje por psichobitch2 8/8/2020, 4:32 pm

Volkatinale92: Uy guapa, es un comentario bastante significativo para mi. Jamás pensé que lo vieras desde ese punto de vista. Me encanta!!! Embarassed Embarassed


CAPITULO 8: AZUL Y... VERDE QUE TE QUIERO VERDE? (Parte 2).

Besos iba y venían. La temperatura era totalmente infernal dentro de aquella oficina donde varios códigos y reglas del supuesto manual inventado por una morena de ojos azules, se estaban violando, saltándose hasta las letras más pequeñas del contrato ficticio.

Si las infringía o no, a ella le daba igual.

Si la pillaban, el corazón de su madre podría estallar en pedacitos y ella seguiría en su propio mundo. Capaz y a Larissa tendrían que internarla en algún sanatorio mental, y como medida de seguridad, colocarían un cartel que dijera: MANTENER FUERA DEL ALCANCE DE YULIA VOLKOVA.

Por todos los santos, apenas contaba con 20 años y unas hormonas que estaban más aceleradas que una locomotora, junto a una imaginación que valía oro, de la que podía sacar miles de películas pornográficas, haciéndola merecedora de un Oscar’s por mejor actriz indecente.

Pero bueno, solo aquello ocurría cuando estaba encerrada entre cuatro paredes con una chica hermosa encima de ella, como estaba ocurriendo justo en ese momento. El nombre de la susodicha: Natasha.

— Yu...Yulia, si...sigue nena. Diablos!! Eres espectacular te lo juro! — La castaña gemía aferrándose a la orilla del escritorio con sus dos manos, moviéndose al ritmo frenético de los dedos de Yulia, que entraban y salían de su sexo. La morena, le había subido la falda hasta las caderas, encontrándose en una posición bastante cómoda para hacer lo que estaba haciendo, mientras su boca estaba entretenida con el pezón izquierdo de la castaña y su mano derecha? Afff!!! Joder, su mano precisamente no tenía una batuta dirigiendo una orquesta.

Aunque, aquellos gemidos ahogados que soltaba la chica, era lo más parecido que podía escuchar como un coro de ángeles. Sólo faltaba que Larissa Volkova atravesara la puerta para tener el cielo y el infierno en un mismo lugar.

— No grites preciosa, o se nos acabará la vida terrenal a ambas... Eres... No sé como describirte mujer — Halagaba Yulia con la respiración entrecortada, de vez en cuando llevando su mano libre a la boca de la castaña para que no supieran que estaba pasando dentro de aquella sucursal del cielo en ese momento.

Cuando supo que ya Natasha estaba por correrse, le tapó el gemido con sus besos, ahogándolos en su boca. Demonios, que sensación tan exquisita.

Ambas se quedaron un rato en la misma posición mientras sus anatomías se aclimataban y se liberaban por completo. El cuerpo de la castaña temblaba aún sintiendo los espasmos causados por la ojiazul que a su vez se encontraba dejando un camino de besos por todo el perfecto cuello, que sus labios recorrían en ese instante.

— Espera un momento — Pidió Yulia mientras se separaba de ella, extrayendo del cajón continuo, algunas toallitas desechables con que limpiar el recién desastre. Nunca estaba de más un Kleenex. Santa higiene controlada en cajitas.

Limpió un poco las torneadas piernas de su amante, mientras ésta se subía rápidamente su ropa íntima.

O Yulia era toda una experta o.... Rayos, Yulia tenía 20 años y demasiada imaginación que exportar a un país de desadaptados.

Acomodó ella misma sus ropas y volvió a tomar de la cintura a Natasha, quien la veía con una sonrisa de Me he ganado la lotería y el comodín también .

— Estás loca, sabías? — Dijo la morena besando los labios de Natasha fugazmente. Ésta cruzó sus brazos sobre el cuello de Yulia.

— Loca? Por qué lo dices? — Dijo mirándola fijamente.

— Por aceptar tener sexo conmigo en mi oficina, en la que hay instalado un complejo y avanzado sistema de seguridad y estamos siendo filmadas por algunas cámaras — La castaña abrió los ojos como platos, separándose inmediatamente de Yulia, quien comenzó a reír a carcajadas. En verdad, si en ese momento Yulia hubiese tenido algo con que grabar, con gusto hubiera subido la cara de espanto de Natasha a alguna red social.

— Juro, que un día de estos, vas a matarme de un infarto, Volkova — Le dijo dándole un golpe en el antebrazo. La morena no paraba de reír. En verdad la cara que puso su novia fue demasiado graciosa — Y mejor me voy, no vaya a ser que se cumplan vuestras profecías y la señora Larissa, esté espiándonos y arda Troya.

Se despidió de la morena quedando en encontrarse más tarde. Era viernes y quería salir a bailar y tomarse algunos tragos. Nada mal tampoco para la segunda cita.


[...]

Después de aquella sesión de placer, su estómago reclamaba un buen plato de comida. Ella misma esta vez, ordenó algo para comer dentro de su oficina. No le apetecía salir. Con una llamada al comedor ejecutivo, esperaría sin prisa a que su almuerzo llegara.

Aprovechó para adelantar parte del trabajo que tenía atrasado, considerando que parte de la mañana la había empleado para hablar con cierta abogada que le gustaba hacer perder el juicio a algunas mujeres y luego, la sesión se sexo con Natasha en su oficina le había ocupado casi todo el día.

Bastante engreída y prepotente, Elena.

Acercó su portátil y abrió un documento. Era una historia que estaba subiendo recientemente, así que sin dar más rodeos, prefirió ponerse a escribir un poco. Tenía la mente fresca e ideas iban y venían. No había tenido tiempo de continuar con la escritura y consideró prudente que aquel momento era el perfecto. No quería embotarse la mente con más estadísticas y finanzas.

Pronto, notó que un mensaje privado, en la parte superior de la página esperaba a que fuera leído. Dio click allí…

L: Hola, siento haberme ausentado por mucho tiempo (aunque no han pasado sino dos horas), y es que estaba almorzando con mi socia que está un poco “tocada de la cabeza”. En fin. Eres una chica bastante osada y por lo que leo, no tienes pelos en la lengua. Pero me gusta, así de simple. Pues, ya sabes que estoy casada y que de profesión soy abogada y que además “hago perder el juicio” a algunas personas. Pero bien, me gustaría saber que profesión tienes, porque a tu edad ya yo estaba graduada y con un título debajo del brazo y me gustaría saber, si hay alguien que te esté haciendo “perder el juicio”.

— A mi edad? Debajo del brazo? Mujer, si debajo de mí cuerpo hace rato tenía a una chica, estremeciéndose con un orgasmo que ni te cuento, Elena — Dijo — Pero venga Yulia, no le pondrás eso. Al menos sé sincera y dile que existe alguien.

Y: Hola guapa. Trabajo en la empresa de mis padres donde soy la Gerente General. Algo arriesgado, pero no es difícil de manejar. Lleva mucho trabajo pero trato de liar con el día a día. Con respecto a que si existe alguien en mi vida, pues sí. Estoy saliendo con alguien. Hay quien me hace perder el juicio, pero solo llevamos algunos días saliendo. No sé si llamarle novia o no, porque no se lo he pedido (Acaso tengo que pedírselo?) Pues no sé. Y que tan mal de la cabeza está tu socia? — Enviar.

L: Mal, mal, mal, lo que se llame mal? No está, pero ya estoy comenzando a sospechar que pronto llegará a cruzar el quinto MAL y allí si que la habremos perdido. Pero así es ella, así que no le pongo mucha atención. Entonces tienes a alguien en este momento? Está bien por ti. La época del noviazgo es algo muy lindo, hasta que te casas .

Y: Me ha dado un poco de risa tu comentario (el de tú socia) y susto a la vez (el del noviazgo). Aún no es nada serio, lo reconozco y he vivido relaciones serias, pero tampoco he pensado de lleno en el matrimonio. O tal vez ni siquiera lo he pensado. Por eso, cuando me confesaste que eras casada, me sorprendí porque pensé que muchas mujeres no se tomaban en serio una relación de noviazgo como para llevarlo más allá (me refiero a las mujeres de ambiente). Y por qué dices que el noviazgo es lindo hasta que te casas. Tienes problemas con tu esposa?” — Enviar.

L: Problemas, tenemos todas las parejas, es algo bastante común y pues... mi matrimonio es algo... un poco complicado a veces, diría yo, pero creo que no te aburriré con mis problemas personales en estos momentos. Cuéntame sobre Moscú. Cómo está hoy en día? He ido unas cuantas veces, a pesar de que viví algún tiempo allí, pero no es mi ciudad favorita por más rusa que sea. Como te he dicho anteriormente, Kazan es una ciudad perfecta, por decirlo de alguna manera. Aunque tampoco está muy lejos de donde vives” .

Y: Eso quiere decir, que estás considerando algún día venir a verme? Quise decir, si algún día te matara la curiosidad de saber como soy y decides volver a pisar la ciudad, al menos que solo sea por asuntos laborales. No te mata la idea de saber como soy? Hemos estado conversando algunos días, y por eso pedí una foto tuya. Tengo curiosidad — Enviar.

L: Pues, si me ha entrado un poco el gusanillo de la curiosidad por saber como eres, no te miento. Debo confesarte algo. En todas las fotos que tengo guardadas en mi portátil, salgo siempre con mi esposa y no creo que quieras conocerla. Tendría que editarlas, o sacarme algunas donde esté sola para poder enviártelas. Disculpa una vez más mi sinceridad, pero soy totalmente franca”.

Yulia se quedó un rato pensativa, apoyando sus codos sobre el escritorio, dejando descansar su mentón sobre sus manos. O era la verdad lo que Elena le estaba diciendo, o simplemente la chica era lo suficientemente fea como para no dejarse ver ni siquiera por equivocación.

Y: Bah! Jo! Que si sales con tu esposa es porque es obvio que eres demasiado preciosa como para dejarte sola. Vale! Fue un chiste. Te pregunto ahora yo, para cambiar un poco el tema, que se siente estar hablando con una escritora del foro? Es cómo estar tratando con León Tolstoi, Liudmila Ulistkaya, Boris Pasternak (aunque confieso que nunca he leído “Doctor Zhivago”) o algo más contemporáneo como Stephanie Meyer, Dan Brown?...” — Enviar.

Lanzó su cuerpo hacia atrás en la silla dibujando una sonrisilla en sus labios, y con las manos entrelazadas sobre su estómago, sintió un leve rugido en sus tripas al mismo tiempo que el llamado a su puerta.

— Adelante — Anunció, dejando entrar a un chico vestido de mesero arrastrando un carrito con la bandeja donde estaba su pedido.

— Disculpe señorita. Su almuerzo — Anunció el rubio desgarbado y con nariz bastante pronunciada — Desea algo más señorita, Volkova? — Preguntó. Yulia tenía la mirada perdida en otra galaxia. Otro mundo. Otra ciudad que no era precisamente donde estaba parada — Disculpe...Seño...

— Lo siento...flaco...ehm...chico. Disculpa, pero no se me ofrece nada más. Puedes retirarte — Ordenó. El joven abandonó inmediatamente la oficina.

La puerta hizo click al cerrar y su móvil repicó en ese momento. La pantalla automáticamente mostró el nombre de quien llamaba.

— Hola Katya, cómo estás? — Saludó la morena.

Hola tú, qué estás haciendo? — Respondió la chica del otro lado de la línea. Yulia giró su silla para ver el paisaje de la ciudad por la ventana.

— Pues, iba almorzar en este preciso momento. Y tú que haces, pequeña? — Indagó con la mirada perdida en algún punto sobre la ciudad.

Estoy rayando una hoja. No tengo nada más importante que hacer. Por cierto, que harás esta noche, Yul?

— Tengo planes y saldré a bailar un poco — Respondió haciendo girar su silla un poco.

Entiendo. Saldrás con tu novia? — Katya hizo énfasis remarcado sobre la última palabra. Yulia notó el cambio y rodó sus ojos.

— No es mi novia y si saldré con Natasha. Por qué no sales con el tonto de Pavell un rato? O es qué no sabe cómo divertirse? — Preguntó, trayendo una sonrisa a sus labios. Le gustaba molestar a su amiga un poco.

Pues, me he peleado con él. Es un imbécil y quería salir contigo, pero últimamente estás siempre con tu novia que no es “novia” y ya ni me tomas en cuenta — Concluyó la voz al otro lado.

— Sabes algo, Katya? — Hizo una pausa mientras escuchaba que del otro lado preguntaban Que? — Si no hubieses sido demasiado heterosexual, tal vez hubiese salido contigo, pero a mi parecer, cumples muy bien, con todos los requisitos de una novia.

A ver, y según tú cuales son los requisitos que tiene una novia? — Tajante enfatizó la chica.

— Pues — resopló — Eres celosa, una celopata de primer corte. No dejas respirar, pareces una soga al cuello y muy malcriada. Por todo haces un berrinche. Ese es el tipo de novia que precisamente, a mí no me gustaría tener.

Podría cambiar, no crees? — Yulia dejó de girar en la silla.


FLASHBACK>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>


Era un día muy común de verano en Rusia. Yulia recién había llegado de Londres donde descansaba de unas vacaciones con sus tíos y algunos familiares. Por supuesto, su mejor amiga esta vez no había podido irse con ella y lo primero que hizo al llegar a Moscú, fue decirle a sus padres, que se quedaría en casa de Ekaterina. Le había traído algunas cosas de su viaje y así de una vez se las entregaba personalmente.

Recién cumplido los 17 años, Yulia había decidido cambiar su look estando en Inglaterra. Dejándose llevar por los consejos de sus primas y porque siempre le gustaba estar a la moda. Además, le habían dicho que el azul de sus ojos, resaltarían más si se teñía de negro el cabello. Naciendo rubia, pues, le vendría muy bien el cambio. Para ella estaba bien. Siempre había sido muy coqueta. Era hora de pasar de ser una simple rubia a una sensual morena. Así que decidió cambiar su estilo y su cabello ahora estaba corto con puntas que señalaban en cualquier dirección.

— Y dónde están tus papás? — preguntó la morena sentada frente a la portátil de su amiga chequeando su correo personal.

— Pues, no sé — respondió la rubia de 16 años encogiéndose de hombros mientras se medía un sweater que le había regalado Yulia — Habréis salido a alguna fiesta o que se yo. Nunca están acá.

— Mmmmmm! — musitó sin importancia la pelinegra. Sabía que los padres de su amiga, muy pocas veces se encontraban en casa.

— Cuéntame Yul, esta vez si conociste a la Reina de Inglaterra? — Cuestionó de nuevo la chica, haciendo caras frente al espejo. Esta vez se medía un pantalón de jean.

— Si — dijo llevando su mano dentro del bolsillo de sus pantalones y lanzando algo en la cama — Allí está. Es una foto de ella — Katya giró rápidamente su vista hacia su cama viendo que allí solo había una Libra Esterlina.

— Eres tonta? Esto es una moneda Yulia — Bufó lanzando el objeto de nuevo en la cama. Yulia reía sin mover un centímetro su cuerpo de la silla, solo sus dedos y porque estaba tecleando algo en ese momento.

— Y tú demasiado tonta y rubia.

— Por eso decidiste teñirte el cabello? Para dejar de ser una tonta también? — Contestó Katya, tomando de la cama otro pantalón que se mediría.

— Pues, lamento decepcionarte pequeña. No he sido tonta y jamás lo seré — Respondió de vuelta sin recibir ningún comentario como excusa.

Ya se había aburrido de lo que estaba haciendo. Giró la silla. Katya había quedado en bragas. Unas pequeñas y encantadoras bragas. Llevaba a medias piernas el pantalón, subiéndolo distraídamente sin cerciorarse que su amiga estaba detrás de ella.

— Te queda... muy sexy ese pantalón, pequeña — Yulia había tomado a la rubia por la cintura, colocando su nariz en el cuello, mientras suspiraba todo el perfume que llevaba puesto. La chica, cerró sus ojos, sintiendo como sus piernas flaqueaban por unos instantes. Y es que si Yulia no la hubiese tenido agarrada, aquella mujer iba a parar directo al piso.

La morena soltó una carcajada dejando algo descolocada a la chica de ojos azules claros que de inmediato bajó de la nube donde no sabía porque se había subido allí, frunciendo el ceño de ipso facto mientras Yulia se sentaba en la cama, aún burlándose de ella.

— Eres la lesbiana más imbécil de todas las lesbianas que he conocido en mi vida — Aclaró Katya dejando a Yulia con la boca abierta mientras detrás de ella, se escuchaba el portazo más fuerte que sus oídos jamás hubieran escuchado en su vida.

Había pasado más de una hora. Katya no le dirigía la palabra a la morena. Ya Yulia no sabía que más decirle para que la perdonara. Incluso, había mandado a pedir su pizza favorita, agregándole como sabor adicional “CHOCOLATE” y vaya que tuvo que rogarle a la vendedora para que consiguiera colocarle el bendito chocolate a una pizza margarita. Queso con chocolate? Que chica tan loca y asquerosa. No quería imaginársela teniendo antojos. No, mejor no se lo pensaría.

— Katya, por favor perdóname ya mujer. Solamente, estaba jugando contigo. Sabes que soy demasiado lesbiana y que tú eres demasiado heterosexual. No sabía que ibas a ponerte así — decía Yulia desde la cama de su mejor amiga en tono suplicante. Esa noche se quedaría a dormir allí. Así le hacía un poco de compañía a la rubia, que prácticamente vivía sola dentro de la enorme mansión.

— Voy acostarme al otro cuarto. Si quieres algo...

— Qué? — Preguntó atónita la morena, sentándose de golpe en la cama. Llevaba una pijama de Katya — Siempre hemos dormido acá, en tu cuarto. Cada vez que me quedo es así. Vamos Katya por favor, ya te pedí perdón.

— Tengo miedo de que me violes... Eres perversa y soy una rubia tonta — Discutió Katya quien continuaba peinándose el cabello sentada en la cómoda.

— Puff!!! Súper tonta... No voy hacerte nada. Eres mi mejor amiga y jamás te haría algo. Ven, vamos a dormir, es tarde. Estoy cansada y aburrida de verte peinar tú cabello — Dijo tumbándose en la cama con las piernas cruzadas una sobre la otra, mirando el techo de la habitación.

— Lo haré, solo porque tengo sueño, no porque te tenga miedo — Enfatizó la joven dejando su ritual que tanto sacaba de quicio a la morena para meterse en su cama, junto a su mejor amiga.

Confiaba de lleno en Yulia. Habían sido compañeras de clase desde la preparatoria. Para ella nunca fue tabú la sexualidad de la morena, siempre la había apoyado en todo, solo que a veces, Yulia tenía cada juego que en vez de “tomarlo muy natural” sentía un cosquilleo por todo su cuerpo, haciéndola dudar al respecto de su propia sexualidad.

— Crees que algún día vaya a encontrar el amor de mi vida? — Preguntó la morena una vez que sintió que su amiga ya descansaba a su lado. Le dio una mirada de reojo y volvió a lo que tanto le llamaba la atención en el techo.

— Tal vez sí. En algún geriátrico — Esbozó una sonrisa a la nada — Solo te fijas en chicas muchísimo mayores que tú — Continuó colocándose de costado sobre la cama, apoyando su cabeza en el brazo izquierdo — Nunca te ha llamado la atención alguna chica de tu edad? — miró fijamente a la ojiazul quien seguía entretenida en su mundo.

— Pues, la verdad que sí. Pero luego pienso, analizo y concluyo... — giró su cabeza para mirar a Katya — A veces ni yo me soporto. Soy más infantil que el programa de Barrio Sésamo. Las chicas de mi edad, son inmaduras. Por eso me encantan las chicas que piensen en grande y que puedan liar conmigo. Me entiendes? — Katya resopló y volvió a su posición inicial. Vista al frente.

— Tal vez, algún día esa persona ideal, a quien tanto busques, sea la que menos esperes — Yulia miró de nuevo al techo, creándose un incómodo silencio entre las dos. Que significaban aquellas palabras de su mejor amiga? Dónde demonios tenía el cerebro cuando debía pensar seriamente? En fin, tal vez Katya tuviera razón y dejaría a un lado a las chicas mayorcitas y centrarse a perseguir pubertas; pero ya tendría tiempo para eso.

— Katya, alguna vez has tocado a alguna chica? — Aquella pregunta hizo que la rubia abriera sus ojos como platos y atragantarse con saliva mientras tragaba duro, de paso. Acaso Yulia no tendría nada mejor que hacer que perturbarla?

— No Yulia. No he tocado a ninguna mujer. Soy muy heterosexual como para estar pensando en esas cosas — cerró los ojos al sentir que Yulia la veía directamente — No tienes sueño? — Preguntó, tratando de cambiar el tema mientras hacía que el sueño viniera a por ella, aunque fuera a juro.

— Katya? — Llamó nuevamente la morena.

— Que? — Respondió fastidiada la rubia.

— Tócame! — Pidió Yulia sin pensarlo mucho.

— Creo que estás completamente loca Yulia — Respondió de vuelta, aún con los ojos cerrados.

— Quiero que me toques. Si eres muy heterosexual, te dará igual que me toques. No deberías sentir nada.

— Para que quieres que...haga eso, estúpida? — Si seguía pasando saliva a la fuerza, terminaría dañándose la garganta.

— Ya te lo dije. Solo quiero saber sin en verdad eres muy heterosexual. Solo vas a tocar por aquí, por allá — Dijo arrastrando su delgado cuerpo contra la rubia que por ningún momento abría los ojos — No harás nada malo. Créeme. Así que abre los ojos y deja de ser tan infantil.

Al terminar de escuchar las palabras de la alocada de su amiga, decidió hacer lo que ésta le pedía. No tenía nada que perder; o sí?

A la final, siempre había visto a la morena en ropa íntima e incluso hasta desnuda y para ser sincera, debía reconocer que el cuerpo de Yulia estaba muy bien cuidado y merecía toda la pena del mundo contemplarlo. Pero ella no. Ella no iba hacer eso jamás. Era demasiado heterosexual como para andar viendo mujeres y mucho menos a Yulia. Así que, allí iba de nuevo, a complacer una vez más, las locuras indecentes de su amiga. Seguro no tendrás nada que perder, Katya? Se preguntó mentalmente.

Al ver la decisión formada en su rostro, Yulia se tendió sobre la cama, con los brazos debajo de su cabeza, en una posición bastante cómoda donde podía disfrutar en primera fila de las facciones que le regalaría su amiga al momento que le pasara una mano por encima.

Vamos Yulia, que esta chica huele más a Lesbiana que la propia Ellen DeGeneres, solo falta un empujón y...

Mientras ella terminaba de comparar a la rubia con artistas de Hollywood, Katya ni tonta ni a falta de oxígeno en su cerebro, fue acercándose lentamente hasta poner su mano derecha, sobre el plano vientre de la pelinegra.

— Eso es todo? — Preguntó Yulia un poco decepcionada al no ver nada de acción en aquel intento de toqueteo mal empleado — Tengo más partes del cuerpo donde puedes tocar. Vamos Katya, no tengas miedo, que mira donde tengo mis manitas puestas — Era cierto. Yulia no podía tocarla, al menos no en la posición donde descansaba.

Dejó de tocar el abdomen para subir poco a poco hasta uno de los pechos de Yulia. No eran tan grandes pero tampoco eran pequeños. Los redondeó con la misma mano con la que comenzó a tocar, viendo que Yulia cerraba los ojos. Al menos no la estaba viendo, y por lo tanto, no pudo observarla cuando se saboreó sus propios labios. Del seno izquierdo, pasó al derecho, volviendo a repasar el contorno del mismo.

De repente la morena comenzó a gemir en voz baja moviendo la cabeza de lado a lado, llamando la atención de Katya. Su reacción inmediata, fue parar el toqueteo y levantarse de manera automática de la cama. Parecía un resorte perdido del colchón y por ende, se disparó a correr fuera de su habitación dejando a Yulia aún en la misma posición, con una sonrisa triunfante en su rostro.


<<<<<<<<<<<<<<<<<< FIN FLASHBACK



No podía negarlo. Katya movía una fibra dentro de ella, la cual cuidaba mucho para que no se rompiera. La conocía tanto y viceversa, solo que ella tenía una bendita regla en su cabeza que no podía saltar, la de no fijarse en una chica que fuera igual que ella en cuanto a manera de pensar se refería, porque ella se conocía de pies a cabeza y sabía como actuaba. Estaba predispuesta y quería estar con alguien que definitivamente pensara diferente. Aquella rubia le gustaba más de la cuenta, pero el miedo de que en algún momento su relación fracasara y su amistad cambiara, era más enorme que el edificio en donde se encontraba.

— Pues no Katya, no quiero ni cambiarás nada. La manera en que tú y yo nos llevamos, es única y siempre ha resultado — Dijo mientras volvía a girar despreocupadamente en su silla — Y, esta noche, no podré salir contigo — Concluyó.

Bien, no pasa nada. Ya será en otra oportunidad. Por lo tanto me dedicaré a ver alguna película y si necesitas hablar conmigo, llama a mi casa, voy apagar el móvil. No quiero seguir discutiendo con Pavell por hoy, vale? — Anunció la vocecita del otro lado.

— Vale! Te quiero mucho tonta y cuídate.

Finalizó para colgar la llamada. Había olvidado por completo que tenía que comer, por haber estado atendiendo a su mejor amiga.

Llevando su cuerpo hasta la mesa ejecutiva que estaba en su oficina, comenzó a degustar poco a poco de su plato del día. Muy suculento por cierto, aunque ya no llevaba tanta hambre dentro de su estómago, así que comería lo suficiente para evitar los constantes dolores de cabeza que le atacaban cuando no probaba nada durante el día.

Retomando el tema que había dejado un lado durante algunos minutos, su cabecita no dejaba de imaginar una y otra vez como sería físicamente aquella abogada que vivía en Kazan. Probaba cada bocado, como zombie solo pensando en formarse una imagen de la mujer abogada. Acaso era rubia? Morena? Pelirroja? Gris? Verde?

Su filete de carne, había recibido más pinchazos con el tenedor que los que hubiese dado el mismísimo Freddy Krueger cuando salía de cacería mortal. Solo jugaba con su comida. En verdad, ya había perdido le gusto por el bocado. Ahora su mente traía a su imaginación, labios grandes, gruesos, o tal vez eran delgados. Será alta o será patisa? Acaso tendrá algunos kilos de más? Sí. Dijo mientras se levantaba como un resorte se la silla, tirando la servilleta que llevaba sobre sus piernas al piso. Tal vez sea eso. A lo mejor es algo pesada y por eso no se atreve a enviarme una foto o realmente su mujer tenga cara de sargento con mal de rabia y es hasta difícil de editarle el rostro en el photoshop. En fin. Tenía la cabeza hecha un nido y necesitaba como sea sacarse todas las dudas de su alocada mentecita.

Volvió a su asiento principal. Movió el mouse y la pantalla volvía de su inactividad. El reloj digital marcaba las 18 horas con 32 minutos. Demonios, como hacía para pasar el tiempo tan rápido.

Fue hasta el escritorio de la portátil y abrió una carpeta personal donde guardaba varias fotografías de ella.

— No! Me veo demasiado horrible — Decía mientras pasaba cada una de las fotos que mostraba la galería de imágenes — Esta.... ummmmm... tal vez. El traje de playa me sienta bien — dijo arrastrando la foto a una carpeta nueva que había creado — Y si le envío ésta? — Sé preguntó mientras veía otra foto. Estaba tan emocionada que sentía su corazón latir demasiado rápido para el gusto cardíaco del mismo — Creo que con estas bastará — Guardó 3 fotos en la carpeta la cual nombró rápidamente “Fotos de Yulia” y volvió a irse a la página del foro — Bingo! — Exclamó al ver que la chica aún tenía el estatus de “conectada”.

Hola Elena, tienes algún correo personal?[i/] —Enviar.

Había lanzado la pregunta así, sin anestesia mientras esperaba impacientemente sobre su ahora giratoria silla. Chanfles, no se cansaba de dar vueltas sobre ella? Síntoma de que la paciencia no era su mejor amiga. Ya pensaría como controlarla en algún momento.

L: [i]Hola Yulia. Pues, no envíes nada al correo que aparece en el foro por favor, lo siento, pero es que mi esposa me revisa mis correos y es algo que no puedo evitar. Pero dame unos segundos mientras creo uno nuevo, vale?{/i]

Y: [i]Vale
— Enviar.

— Le revisa los correos personales? Con un demonio. Eso si se llama tener el control— Dijo a la nada — Acaso en vez de tener a una esposa, tienes a un vigilante personal? Demonios mujer.

Sus dedos tamborileaban sobre el escritorio. Su vista se paseaba desde el papeleo y aterrizaba de nuevo en su portátil. Cuánto tiempo puede tardarse una persona en abrir un nuevo correo personal? Diablos!! Si que estaba impaciente. Iba a dar el primer paso definitivamente. Si aquella chica no le respondía nunca más, dejaría de insistir pero en el fondo sabía que la abogada cumplía cada una de sus promesas, aunque nunca le haya hecho una hasta ahora.

Si no se gastaba las uñas en la mesa, se las iba a gastar con la boca. Al fin. Llegó la respuesta.

L: Bien. Disculpa la tardanza, pero puedes enviarme cualquier correo a esta dirección elenasecreta31@hotmail.com.ru, y antes de que me comentes algo, fue lo único que se me ocurrió

Yulia negó con la cabeza dibujándose en su rostro una sonrisa que le abarcaba completamente el mismo. Volvió a la carpeta que había creado recientemente con las fotos y sin pensarlo de nuevo, las adjuntó a un nuevo correo personal.

De: yuliyavolkova@hotmail.co.ru
Para: elenasecreta31@hotmail.com.ru
Asunto: Fotos

Hola de nuevo. No sé porque, pero algo me dice que no crees que soy una ciudadana que habita en la tierra y con esto, no quiero que te sientas obligada a enviarme fotos tuyas como respuesta, solo quiero que sepas, que soy una chica normal que respira y vive como cualquier ser “común” del planeta.

Espero que te gusten... No. No espero que te gusten....En fin, Ésta soy yo!



Continuará...
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I) Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

Mensaje por VIVALENZ28 8/8/2020, 7:18 pm

Ahhhh recuerdo este fic como si fuera ayer de verdad me encanta, y ya me estoy leyendo la segunda parte eh espero ver capítulos de esa también
En fin saludines Wink
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I) Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

Mensaje por psichobitch2 8/10/2020, 4:32 pm

VIVALENZ28: Ainsss, linda. Gracias por el comentario... Espero te agrade la segunda parte... Saludines! Laughing

Disfrutad!!

CAPITULO 9: AZUL, Y...VERDE QUE TE QUIERO VERDE? (Parte 3)


Cuando decía que Nastya era lo suficientemente asfixiante, no exageraba para nada. En el almuerzo lo era. Dormida lo era. Debajo del agua, lo era. Acaso follando también lo era? Sacudió la cabeza después del último pensamiento. Lo que menos quería en ese momento era imaginarse a su mejor amiga cogiendo con quien sabe quién, en alguna sucia posición del Kama Sutra y haciendo miles de ruidos extraños, en una cama.

Necesitaba llegar a su vejez sin ningún tipo de traumas.

No podía quitarle lo tozuda a su mejor amiga, ni tampoco lo intentaría porque ya el desperfecto venía directamente de fábrica. Era una adicta de mierda a lo que hacía, se tomaba el trabajo demasiado en serio. Al menos tuvo la suerte de haber tomado la mejor decisión de su vida, cuando se hicieron socias en el bufete.

Tenía rato ya sentada nuevamente tras su amplio escritorio volviendo a trasladar su vista hacia más y más expedientes que la castaña le dejó para la revisión.

Podría empapelar muy bien su casa, la misma oficina, el baño, con la cantidad infinita de documentos que a diario le llegaban.

Pero a pesar de todo, aquello la hacía feliz. Ella era Elena Katina. La chica con un coeficiente totalmente digno de admirar. La chica responsable y sumergida en sus labores. La chica solitaria que pesar de tener a todo el mundo a sus pies, se sentía vacía.

Su mundo daba vueltas como lo hacía normalmente la tierra, girando alrededor de todos. Su carácter frío, amargo, eran consecuencia de muchas cosas vividas en su adolescencia que le hacían siempre estar a la defensiva. Pero así era ella. Dura, con una vida que no supo tener piedad, cuando solo necesitaba un abrazo. Eso. Una sola palabra, formada por seis letras. La falta de esta, había dejado muchas marcas en su destino.

Cogió su móvil. Mihail, pensó de repente. Quedaría con él para despejarse un poco la mente.

Vio su reloj, que marcaba una hora fija, haciéndola caer en cuenta que el tiempo pasaba inclemente. Texteó algunas palabras y volvió a depositar su teléfono donde siempre solía estar. A su lado.

Paseó su mirada a través de la portátil y allí estaba de nuevo un mensaje de aquella chica, quien esta vez le estaba haciendo la solicitud de un correo personal.

Pero para qué?

Suspiró mientras maquinaba algo rápido, donde solo ella tuviera acceso, lejos del alcance de cualquiera. Era su vida y necesitaba algo de privacidad también.

Estaba ansiosa, aunque muy en el fondo lo negara. Era una experiencia totalmente nueva y eso la hacía sentirse feliz. Por qué? Pues, porque el mundo está loco y las cosas llegan cuando tienen que llegar.

Esperó unos minutos. Ya había enviado la respuesta y solo faltaba esperar a ver que consecuencias traía todo aquello. Buenas nuevas, malas nuevas? Estaba que se comía las uñas, pero eso no iba a suceder. Era muy amante de la pulcritud y los buenos modales.

Pasaron exactamente diez tormentosos minutos.

Cuando chequeó la bandeja, tenía dos correos a la vez. Así que decidió abrir primero el del foro, donde Yulia le pedía que cuando tuviera tiempo, revisara algo que había enviado, marcando claramente en el asunto: Espero que te gusten.

Qué esperaba aquella chica que le gustara, acaso? Joder! Debía haber estado más nerviosa que nunca porque en un solo sorbo y sin respirar, se bebió el vaso de Coca sin quejarse de que las burbujitas le hicieran cosquillas en su garganta.

Resopló. Fue hasta el nuevo correo que había creado, observando como la notificación de un nuevo mensaje, el único que había en aquella cuenta, llamaba su atención.

Volvió a resoplar. Se despojó del saco que hacía juego con sus bien tallados pantalones, decidiendo que necesitaba levantarse de la silla un rato.

Debía estirar las piernas o allí se iba a entumecer de un momento a otro y no quería morir en esa posición. Absolutamente no!!!! Lo haría de una forma normal, como todo el mundo, como cualquier ser humano que se respete, como cualquier mujer que se respete.

Caminaba de allá para acá, tratando de hallar un poco de tranquilidad.

— Cálmate, Katina — Le dijo a la nada. Estaba sola, íngrimamente sola en aquella oficina, casi faltando un minuto para las 20 horas y más nerviosa que bailarina en su primer recital en el lago de los cisnes. Que comparación más absurda.

Tronó sus dedos, como si estuviera a punto de dar un recital de piano y decidió trasladar su firme trasero nuevamente hacia la silla donde de frente, le quedaban su ordenador, su portátil, su móvil personal, papeles, papeles, papeles...

Y allí fue, justo en el momento cuando daba click sobre el correo, aparecieron varias fotografías de una monería de cabellos oscuros y ojos azules.

Seguidamente, aparecieron las babas en su boca, pero más atrás y sin previo aviso había entrado Nastya. Joder!!! Pero porqué tenía que aparecer justamente en ese momento, justo, en el que su boca estaba a punto de descolocarse de su mandíbula. Por todos los santos!!! Justo, cuando acaba de recibir el mejor correo de su existencia. Dios, no era JUSTO!

Como pudo minimizó cada una de las ventanas que tenía abiertas en el sistema operativo como si con aquella acción, lograría desaparecer toda evidencia de la faz de la tierra. Se sentía como una adolescente que pillaban in fraganti viendo pornografía dentro de su solitaria habitación.

Menuda vergüenza. Menudos nervios. Maldita sea la hora en que Nastya entró para despedirse. Es qué no podía poner a funcionar su trasero de mierda hacia el ascensor y desaparecer de una buena vez?

— Le… Lena? A ti qué te pasa? — Preguntó desde la puerta, enarcando las cejas y entrecerrando los ojos mientras veía a la pelirroja de su amiga hacer tantas posiciones extrañas en su asiento, lo que le dio mucho que pensar.

— Nada — Así nomás respondió la mujer con cara de quien no mata una mosca.

— Nada... — Dijo la otra desde la puerta nuevamente. No había sido una pregunta ni una afirmación. Había sido NADA, solo eso — Voy a pensar, que en realidad estás haciendo rictus satánicos cada vez que me voy de la oficina, Katina y lo voy a descubrir.

— Pues... que no me pasa nada. Estoy tranquila, trabajando, como siempre Nastya. Emh! ya te vas? — Diablos Elena, cálmate y que no se te note la ansiedad…

— Claro. No vivo acá metida en la oficina como tú. Tengo una vida personal que atender y muy privada. Así que adiós, Katina. Voy a follar un rato y luego... y luego seguiré follando — Dijo con una sonrisa pícara mientras aún veía la pose sospechosa de Elena — Y Lena por favor, deja de ver pornografía en horas de trabajo que tu cara te delata — Botó una carcajada cerrando la puerta detrás de ella.

Carajos! Katina al fin botó el aire que tenía en sus pulmones. Dos segundos más y necesitaría un desfibrilador.


Al cerciorarse de que estaba completamente sola en su oficina, volvió a su portátil, ampliando cada una de las ventanas que había cerrado y allí estaba su cara. Un rostro que jamás imaginó, podía haber tenido aquella chica de mirada cautivadora y sonrisa especial.

Se había vuelto adicta a sus historias y ahora era adicta a su sonrisa. Ojos hermosos y azules. Un color bastante peculiar, podía observar. Radiante, perfecta... juvenil. Juvenil?

Demonios sí. Aquella chica no aparentaba los 26 años de edad que supuestamente había dicho que tenía. Su rostro era más infantil, más...fresco.

Mientras más se acercaba a la pantalla para detallar cada punto de aquel semblante, más sentía tener a aquella criatura a su lado, respirándole cerca, muy de cerca, pero...

— Demonios, Yulia... — Suspiró echando para atrás todo su cuerpo contra la silla mientras seguía observando la foto de la pelinegra —... No debes tener 26 años, joder. Eres... Eres mucho más joven de lo que supuse, pero hermosa — Terminó acercándose un poco más a la pantalla mientras volvía a pasear su vista sobre las fotos que había recibido.

A manera de confesión, no estaba nada mal la joven, solo algo no le cuadraba y esperaba descubrirlo pronto antes de que no fuera tarde.

[…]

Los minutos habían transcurrido y ella aún seguía dentro de su despacho. Con certeza, el trabajo había pasado a segundo plano hace algunas horas atrás. Estaba entretenida con algo más que le hacía saltar el corazón de vez en cuando, así como su cuerpo sobre el asiento cuando escuchó el timbre de su móvil, inesperadamente sonar.

— Sí?... — Dijo con voz pausada y nerviosa. No había visto quien llamaba en ese momento.

Hola pecosa, cómo estás? — Saludó Mihail desde el otro lado de la línea.

— Ah…Eres tú — Respondió como saludo — No vi quien llamaba Mihail, cómo has estado? Recibiste mí mensaje?

Pues, por eso te estoy devolviendo la respuesta pero a viva voz. Cuéntame, aún estás en la oficina? — Se hizo una pausa del otro lado al no recibir ninguna respuesta. Volvió hablar — Elena, todo bien?

— Si... Si Mihail, todo está bien — Respondió cerrando la foto donde Yulia aparecía sonriente, reaccionando de inmediato — Estoy terminando de chequear unos papeles y salgo para el club. Ya estás allí?

No. Voy en camino. Pero si quieres paso por ti a la oficina y nos venimos juntos, te parece...

— No! — Demasiado rápida tu respuesta Elena, y decías que no te pasa nada? Contrólate mujer — Quise decir no. Solo que ya voy a terminar y fácilmente puedes esperarme allí. No te desvíes. Recuerda que no me gusta dejar mi camioneta acá en el parqueadero de la oficina.

Vale! Aunque insisto que te sucede algo pero por lo cabezota que eres, va a ser difícil sacarte las palabras. Apresúrate, nos vemos acá nena.

— Vale! Quédate tranquilo Misha, que no me pasa nada. Nos vemos — Dijo al colgar la llamada.

Tenía que dejar de comportarse de manera extraña, joder. Toda la vida se ha caracterizado como la mujer más cabal sobre la faz de la tierra y ahora parecía que acabase de recibir el regalo de Santa en pleno verano. Bueno, solo faltan escasos dos meses como mínimo. Tal vez era un regalo por adelantado.
Movió su cabeza de lado a lado y botó nuevamente aire de sus pulmones, logrando calmarse un tanto de los nervios. Puso sus dedos sobre el teclado a continuación.

L: Hola Yulia, acabo de recibir tu mensaje y sinceramente me has dejado con la boca abierta. Sabes que soy sincera y literalmente me has dejado sin palabras, preciosa. Te coloco este calificativo porque en serio eres demasiado hermosa. Tienes una sonrisa encantadora y unos ojos muy cautivadores. Amé tú mirada…Soy franca y bastante honesta. De hecho, de las tres fotos que enviaste, una en particular me ha encantado demás. Ahora bien, como ya te he dicho, no tengo fotos mías (donde salgo sin esposa) ahora mismo a la mano. Tendría que editarlas, pero hagamos un pacto, os parece? — Enviar.

La tonta sonrisa que llevaba dibujada en su rostro, no se le había borrado tan rápido. Sí, tal vez se estaba volviendo completamente loca de tanto estar dentro de aquellas cuatro paredes y de creer que volvía a su adolescencia, pero estaba feliz y ni ella misma conocía las razones.

Se arregló un poco mientras dejaba la oficina en orden.

Cuando acabó de dejar todo como estaba, leyó la respuesta a su sincera misiva.

Y: Gracias. Gracias por todos los cumplidos y calificativos que me has colocado, y que no me molestan par nada. Ahora que ya sabes que si existo, me gustaría saber, cuál es ese pacto al que deseas llegar?

Leyó rápidamente y contestó de igual manera.

L: Bien! Te prometo, que para mañana, sin falta, te enviaré fotos mías. Es algo que de antemano te digo y espero confíes que así será. Ahora no tengo a la mano ninguna, pero trabajaré en ello y te las haré llegar. Quiero desearte buenas noches y que descanses. Yo aún estoy en la oficina, pero dentro de algunos minutos partiré. Cuídate. Elena — Enviar.

Y: Que pases buenas noches Elena y esperaré impaciente tu correo mañana. Cuídate también. Yulia.


Yulia, Yulia, Yulia. En su cabecita repetía aquel nombre hasta el cansancio como si su vida dependiera de aquello.

Ya estaba lista para salir, pero en su psiquis se debatía aquella agradable sonrisa que no podía sacarse para nada.

Diablos. Mihail tenía que haberla estado esperando hace mucho, así que se puso en marcha porque de verdad necesitaba airearse un poco los pensamientos. Menudo día había tenido, pero definitivamente había cerrado con broche de oro.


[…]


Manejaba por la interestatal a una velocidad prudencial. No moría por llegar demasiado rápido a un partido de póker y borrar tan rápido la imagen que hasta hace poco, le rondaba la cabeza, por la de su mejor amigo. De ser posible, prefería manejar con los ojos cerrados para que su mente jamás olvidara aquellos ojos encantadores.

Frenó cuando la luz del semáforo estaba a favor de los peatones y tomó su móvil, abriendo de nuevo el correo que hace minutos había visualizado desde su computadora. Allí estaba nuevamente aquella imagen. No quería dejar de verla, ni de detallarla por un segundo.

Le había gustado demás la mujer que había detrás de todas aquellas palabras, sarcasmos, locuras. No le daba vergüenza volver a sentirse como la propia pendeja de 15 años que aparentaba ser desde hace unas semanas atrás. A quien le importaba? A nadie, así que era su vida y punto.

Estacionó justamente frente al club donde cada viernes se daba un gustazo con su juego de mesa favorito y su bebida gaseosa predilecta. Estaba ansiosa sí y mucho y sabía el porqué.

Después de un buen rato que pasó sentada en el asiento de su coche, luego de parquearlo, decidió bajar al fin. Tenía una sonrisa que le abarcaba toda la cara.

Adentro la esperaba Mihail junto a dos chicas... amigas? Pues, no tenía ni idea de quienes eran, así que siguió su camino hasta encontrarse con él.

— Hola Misha — Le saludó con dos besos en ambas mejillas.

— Por todo lo santos y si es que existen, que os habéis hecho en la cara? — Preguntó el chico escudriñándole el rostro a una confundida Elena. Será que se le había corrido el maquillaje?

— No entiendo. Me puedes decir que tengo? — Cuestionó devuelta sentándose a su lado. Las dos chicas le observaron también algo extrañadas.

— Pues, tienes una sonrisa en la cara que tenía años que no se dibujaba en tú rostro. Cuéntame, has cerrado algún negocio estupendo? — Mihail tomó un poco de su whisky pasando una caricia por el brazo de una de las chicas que hasta ese entonces, se había percatado Elena, que tenían una pinta un poco llamativa. Amigas íntimas, no eran.

— No seas tonto Misha... me asustaste. Pensé que era otra cosa — Respondió un poco más calmada la pelirroja, sintiendo como el rubor se apoderaba de sus mejillas. Demonios, tan obvia era?

— A ver... me alegra que estés de buen humor. Eso significa entonces que nos vamos a divertir esta noche — Acabó diciendo, haciéndole señas con sus ojos al par de mujeres que estaban sentadas en la mesa — Elena, ellas son Doyna e Inna — Señaló a una pelirroja y a una rubia que también compartían un trago. La última, apenas terminó de presentarse, arrimó su silla un poco más hacia Elena. La pecosa se sintió algo incómoda.

No le gustaba que su amigo le consiguiera compañía femenina solo para compartir un rato y él lo sabía.

— Hola chicas — saludó Katina con la cabeza sin siquiera estrechar su mano. Las dos saludaron también a la mujer de aspecto fría y distinguida. La pelirroja les restó importancia y siguieron conversando entre ellas, al fin y al cabo, de igual manera, Mihail iba a pagarles la noche por la compañía.

— Dime Elena, que te has liado esta vez. Tienes un buen semblante y eso me gusta, nena. Te has pescado algo gordo en esta ocasión?

— Pues si Misha, he cerrado un asunto muy importante esta vez… — Mintió porque no quería dar detalles acerca de su flamante sonrisa y buen humor. Tampoco sabía como iba a tomarlo su mejor amigo — Allí radica el motivo de mi notoria felicidad. Negocios. Sabes que no puedo vivir sin ellos — Culminó, para beberse un trago de coca-cola que tanto le encantaba.

La noche transcurrió divertida, al final solo se dedicó a charlar con su amigo de la infancia y las dos muchachas también participaban en la conversación. No pudo nada más que pasar un momento agradable como tenía tiempo que no lo hacía. Era viernes, pero no un viernes simple como todos, aquel viernes fue una de los más gratos en toda su vida y tenía una razón por la cual sentirse alegre, feliz, pero esa razón vivía a cientos de kilómetros, una sonrisa de otro mundo y dos zafiros que le hacían vibrar el alma cada vez que se acordarse de traerla a su mente.



CAPITULO 10: AZUL... Y VERDE QUE TE QUIERO VERDE? (Última parte)



El sábado llegó de lo más tranquilo y un poco lluvioso para la época, aunque ya muy pronto el invierno se haría presente en todo el país. Era el décimo mes del año y las flores empezaban a escasear en los jardines de las casas y en los parques. El verde de los árboles, poco a poco se iba apagando de igual manera. Tarde o temprano, la nieve se haría sentir sobre la ciudad de Moscú y alrededores.

Yulia abrió los ojos, encontrándose con un poco de claridad que la rodeaba. Eran casi las 10 a.m.

Se estiró un poco para relajar los músculos, cuando su tacto sintió una suave piel que estaba a su lado. Un cuerpo, que algunas horas atrás se encontraba totalmente extasiado mientras ella, implacablemente le hacía el amor.

Natasha aquella noche había aceptado la invitación de la pelinegra para ir a cenar y así llevar a cabo su segunda cita. La noche terminó en una larga sesión de besos y caricias, que llegaron más allá. Ahora estaba allí, profundamente dormida, bajo la mirada apasionada de la ojiazul.

Le gustaba estar en compañía de la castaña. Era lo que siempre le había gustado tener, alguien con quien compartir sus locuras, que no le absorbiera su tiempo y sobre todo, que no la tratara simplemente por llevar unos cuantos millones de más en su cuenta bancaria.

Supo desde el primer momento, que aquella chica no era igual a todas las demás que en algún momento habían paseado por su cama y por su vida. Aquella era diferente, al menos ella así lo creía, siempre y cuando no demostrara lo contrario sino, todo aquel encanto se esfumaría de la noche a la mañana. Aparte, era totalmente hermosa. Su piel, sus azules ojos, su sonrisa… Era perfecta.

Se levantó de su cama, luego de haber contemplado un poco la encantadora figura que a su lado descansaba y desnuda, decidió ir a por un vaso con agua hasta la cocina.

La noche anterior habían bebido lo suficiente. Aún podía sentir el sabor de las Margaritas en su paladar.

Abrió la heladera, tomó una jarra y bebió de ella directamente. Si Larissa la hubiese visto, seguramente ya le estaría reclamando el porqué no era capaz de beber del líquido, como se debe. En serio siempre era necesario tener un vaso para poder beber algo? Las madres siempre hacen las cosas más complicadas, pensó.

Dejó la jarra sobre la encimera de la cocina y caminó hasta la sala de estar, sentándose en el sofá, pensando en lo mucho que se había divertido la noche anterior. La había pasado genial, aunque no era muy asidua a irse de marcha, pero si que le hacía falta de vez en cuando y si la salida venía con el combo incluido, el de poder divertirse en su cama? Joder!!! La vida vale la pena vivirla mucho más seguido.

Tomó su móvil y comenzó a pasar una por una las fotos donde aparecía con Natasha en el local, la noche anterior. Habían quedado geniales, ya pensaría si subirlas a las redes sociales o no. Larissa terminaría infartándose de solo enterarse que su intelectual y responsable mano derecha, se estaba acostando con su hija.

Pero bien… Tarde o temprano tendría que hablar con ella acerca del asunto y de Natasha. Solo tendría que esperar su reacción.

Perdió la concentración de lo que hacía cuando escuchó la puerta de su habitación abrirse.

— Hola nena, pensé que me habías dejado solita — Dijo Natasha desde la puerta, con medio cuerpo desnudo apoyado sobre el umbral de la misma. Yulia dejó el móvil sobre su mesa de cristal y le regaló una sonrisa de medio lado.

— Vine a por un vaso con agua, nena. Te veías tan hermosa dormida, que me dio la impresión que estabas soñando conmigo y si así era, no iba a molestarte. Es un privilegio que casi muchas no os dais — Rió y le hizo señas con su dedo índice de manera provocativa para que ésta se acercara. Natasha lo hizo contoneándose de manera sensual, hasta recorrer el tramo que separaba la habitación de la morena, con la sala de estar.

— Qué tienes pensado hacer hoy? — Preguntó la castaña sentándose a horcajadas sobre Yulia. La pelinegra aferró sus manos sobre el trasero de la chica, observándola fijamente a los grandes ojos azules.

— Por ahora, sólo tengo planeado besarte hasta que nuestros labios se hinchen, acariciar todo tu cuerpo hasta fundirme con el tuyo y hacerte el amor hasta que nos cansemos la una de la otra. Ese es mi itinerario para hoy — Resumió mientras comenzaba hacer parte de su placentero cronograma.

Cita una famosa canción: “Para que describir lo que hicimos en la alfombra, basta con resumir que le besé hasta la sombra... y un poco más...”

En ese momento, solo existían ellas dos y el universo… su propio universo. Los latidos acelerados de sus corazones desbocados, amortiguaban cualquier ruido, cualquier acontecimiento que estuviera pasando en esos momentos en el exterior de aquellas cuatro paredes. Si se quería caer Moscú, pues que se cayera. Si un meteorito quería abrir un hoyo en la ciudad, pues, bienvenido sea el desastre, pero a ellas ni la tercera guerra mundial iba a impedirles que dejaran de amarse como lo hacían en aquel instante.

Después de dos horas, aún se encontraban tumbadas las dos en el sofá. Natasha acariciando los lacios cabellos de una pelinegra que se sujetaba de aquel cuerpo, como si de ello dependiera su vida. Se sentía plena, querida, correspondida y sobre todo se sentía exhausta.

— Yul, tengo que irme a casa. Mis tíos son algo complicados y no quiero que se preocupen más de la cuenta. Además, no he avisado nada desde ayer — dijo la castaña acostada sobre el pecho de la más joven.

— Ya eres bastante mayorcita como para dar explicaciones, no crees? — Alegó Yulia con aires de insuficiencia.

— Pues, tienes razón. Pero de igual manera Yul, ellos son mis tíos y...

— No quiero que te vayas — Interrumpió Volkova, pasando una mano a lo largo de aquella blanca espalda — Quiero que te quedes y cuando digo que quiero que lo hagas, es que necesito compartir contigo este apartamento que me está quedando grande para mí sola, que compartas mi cama, me refiero a eso — Natasha alzó un poco su cuerpo para encontrarse con la mirada seria de Yulia. Acaso se estaba volviendo loca? Apenas tenían solo una semana de estar saliendo.

— No puedo hacer eso Yulia. Solo llevamos una semana conociéndonos y no creo poder quedarme a vivir contigo.

— Acaso soy un juego para ti? — Cuestionó la ojiazul alzando una ceja mientras se acomodaba en el sofá para quedar sentada — Yo estoy hablando en serio Natasha. No quiero que te separes de mí. Me complementas en muchos sentidos, la paso muy bien y...

— Shhh! — Le indicó la otra chica colocando su dedo índice sobre los labios de ella — No se hable más, sí? Estamos yendo muy rápido y sí...me gustas mucho, pero vivir juntas ya es como correr si apenas estamos aprendiendo a caminar. Yulia — tomó la mano de la ojiazul entre las de ella — Te quiero, te adoro mucho, pero vamos a darnos tiempo, por favor.

— Está bien — Contestó cabizbaja — Creo que tienes razón, pero me gustas y lo sabes.

— También te quiero Yulia. Ahora, ayúdame a encontrar mi ropa porque necesito irme. De acuerdo? — Dijo Natasha haciendo un pucherito tan gracioso que provocó media hora más de caricias y mimos no aptos para menores de edad.

El día continuaba su rumbo y Yulia se encontraba en su lugar favorito de aquel apartamento. Su mini estudio. Era su espacio, donde la lectura y la escritura lo abarcaban todo para ella. No tenía necesidad de salir y cuando lo hacía, era con su mejor amiga, pero mientras más alejada estuviera de ella, muchísimo mejor por el bien de las dos.

No tenía amigos, algo que a veces la hacía sentir totalmente aislada del mundo. La mayor parte de su educación, había sido con profesores particulares y cuando pudo al fin, pisar un instituto educativo, pues muchas cosas pasaron haciéndola una chica un tanto solitaria. Solo Katya, su mejor amiga, estuvo allí para siempre, haciéndola sentir especial, aunque ya parte de ese pasado comenzaba a quedar bien atrás.

— Mierda!!! — Exclamó haciendo su libro a un lado y tomando su portátil que descansaba a un lado sobre la mesa. Había estado tan concentrada toda la mañana, que olvidó por completo revisar un correo en particular aquel día.

Así que no decidió perder tiempo y conectó su portátil, esperando a que esta se cargara por completo.

— Que lenta sois, joder! — Dijo, golpeando con sus dedos la mesa para apaciguar un poco la espera.

Al fin! Abrió su correo personal, ajustando más la silla para tener más cerca la pantalla. Leyó por encima algunos personales y rápidamente se centró en el que le importaba, leyendo el asunto del mismo:

Asunto: Fotos mías.

Hola Yulia, esta soy yo. Así que cualquier crítica o lo que desees hacerme conocer, estaré esperando por vuestra respuesta. Saludos. Elena”.

— Crítica? Joder!!!! — Algo impaciente vociferó.

Uno, dos, tres, cuatro archivos le habían llegado cuando abrió su bandeja de entrada. Dio click en el primero de todos y esperó a que se cargara la primera fotografía.

Sus ojos se abrieron como platos, seguidamente de su boca. Se le olvidó como pestañear, literalmente. Tal vez había olvidado hasta como se llamaba por unos instantes, hasta que volvió a caer en cuenta que se encontraba en la tierra.

Pelirroja, ojos verdes… no... Se acercó más a la pantalla de la portátil para detallar con más atención lo que sus ojos estaban contemplando en aquel momento.

— Verdes - grises... Rayos, que detallazo!! — Concretó para dejar caer su cuerpo completamente hacia atrás en la pequeña silla.

Acaso estaba soñando en ese momento? Definitivamente estaba en el cielo o quizás simplemente aquello era una ilusión. Solo podía estar bien segura de algo, aquella mujer derrochaba hermosura por cada uno de sus costados.

— Puff! Que guapa sois, Elena, demasiado guapa — Dijo, dándole click a otra de las fotografías que le habían llegado. Apareció de inmediato Elena desde su cama tapada hasta la mitad de su rostro. Supuso que aquella imagen era más reciente, así como leyó en la leyenda que acompañaba a la foto.

Esta fotografía, me la he sacado esta mañana cuando desperté. Salgo, horrorosa. Ni sé porque te la envié.

— Horrorosa? Ja! Por Dios mujer, pero hasta sin maquillaje provoca morderte toda, nena.

A continuación, abrió las otras dos faltantes. Que guapa era aquella mujer. Yulia estaba extasiada, en otro mundo. Había visto mujeres hermosas, pero aquella pelirroja, si que se llevaba los puntos completos en hermosura.

Sorprendida, anonadada estaba la morena aún con la mirada fija en su portátil. Miraba unos ojos verdigrises, acompañados de una preciosa sonrisa. No daba crédito, tal vez estaba exagerando un poco, pero estaba completamente ida, boba... ummm!! Maravillada, por decirlo de alguna manera.

Decidió al fin salir de su letargo donde dulcemente se encontraba aquella tarde. Le enviaría un correo, claro, es lo que haría en ese preciso instante.

Abrió una página nueva y como asunto redactó: Verde que te quiero verde...

Así, simplemente así, nombraría ese correo.

Hola Elena. He recibido tus fotos y no sé que decirte. Sois totalmente hermosa, y tus ojos? Pues, no se diga nada más. Desde hoy, decreto que el color verde, será patrimonio nacional para mí. Sois tan hermosa que por ti, dejaría que me lleven a la cárcel sin derecho a nada, siempre y cuando seas vos la que abogue por mí. Ehm! Qué si soy exagerada? Pues no nena. Tienes un linda mirada, una gran sonrisa y que el diablo me lleve pero sois realmente elegante. Espero que estés bien. Yulia” — Enviar.

Listo! — Dijo al presionar la tecla ENTER y ver que el correo rápidamente viajaría en cuestión de segundos.
Volvió de nuevo a las fotografías y se quedó viéndolas, detallándolas una vez más. Literalmente, había quedado prendada de inmediato a la mujer de sus cabellos rizados, precioso rostro, y del extraño mirar que en cada foto tenía. Tristeza? Soledad? No sabía, pero algo ocultaba detrás de aquella fría mirada encantadora.

Su móvil comenzó a timbrar en ese instante. Perezosamente se levantó a por él solo para atender. Sabía quién era aquella tarde del sábado, nunca fallaba.

Estará con vida?” “Cuántas chicas tendrá en su apartamento?” “Habrá metido al gato en el microondas? Afortunadamente era alérgica a los felinos.

— Hola madre, cómo estás?— Dijo al atender desganadamente.

Hola Yulia, con tanto ánimo para ser sábado?

— Claro madre, puedo hacer ahora mismo una fiesta hasta el amanecer — Contestó rodando los ojos.

Basta, que tú sarcasmo me enferma. Te llamo porque tú padre y yo, saldremos para allá. Llevaremos comida y espero al menos que tu departamento luzca presentable esta vez.

Por supuesto madre, está reluciente. Acabo de coger con una chica y el desorden casi no se nota — Pensó responder mientras paseaba su mirada por la sala de estar, mirando el desastre natural que había pasado por allí.

Al fondo, aun escuchaba la voz de su madre pidiendo atención — Qué?... aquí sigo madre. Os espero acá entonces y para tú información, soy amante del orden y la limpieza. Encontrarás el apartamento, como una tacita de cristal.

Espero que sea por lo limpio y porque esté lleno de café. Hablamos en un rato.

Rodó nuevamente los ojos al finalizar la llamada. Su madre no era tonta y ella lo sabía perfectamente. Más sabe el diablo por viejo que por diablo y ni ella era la reina de la limpieza para ser exactos, así que conociendo a Larissa y al decir que iban a llegar a invadirle su preciado momento de tranquilidad y sosiego, era porque seguramente ya se encontraban en la puerta del edificio.

Cuando finalizó la llamada, corrió hasta la sala, procurando recoger lo más rápido posible todo lo que se veía tirado en el suelo. Vaya desorden!!!

— Mierda!!! Necesito a alguien de servicio que me ayude o acabaré peor que la cenicienta — Murmuró recogiendo una prenda íntima que yacía debajo del sofá — Carajo! Cómo viniste a dar acá? — Levantó la diminuta lencería con su dedo índice, sosteniéndolo a la altura de su cara, empuñándola con otras cosas que llevaba ya amontonadas en su mano.

Entró a su habitación ágilmente, abrió la puerta del closet y guardó todo dentro de cualquier cajón, aleatoriamente.

Salió de nuevo del cuarto, sacudiendo sus manos para ponerlas en jarras sobre su cintura, observando como ahora si estaba un poco más presentable el lugar. La casa brillaba, no tanto como tacita de plata, pero algo era algo, solo le quedaba rogar porque no entraran a su habitación o el papel de niña bien portada, se iría por un caño.

Solo faltaba una cosa. Volvió hacia su mini estudio y decidió volver a checar las fotografías donde una preciosa mujer le devolvía la mirada. Sentía simplemente que aquellos ojos se dedicaban a contemplarla de una manera única. Apagó su portátil y organizó todo suspirando mientras esperaba la visita de sus padres.

[…]

Luego de algunos minutos, el timbre había sonado. Chequeó que todo estuviera bien de nuevo, al menos a simple vista y fue directo abrir la puerta.

— Hola madre — Saludó a Larissa que traía como accesorio de mano a Oleg. Esta la miró de abajo hacia arriba.

— Cuantas veces te he dicho que no abras la puerta en esas fachas, Yulia!! — No había sido una pregunta y ella lo sabía. Ambos entraron y su padre le saludó con dos besos en ambas mejillas.

— Anda a ponerte algo arriba nena, o tu madre terminará en un sanatorio mental — Susurró apenas solo para que la chica lo escuchara. Yulia volvió a rodar los ojos, cerrando la puerta para desviarse hacia su habitación.

Qué había de malo en recibir a sus padres usando solo bragas? Acaso no la habían traído a este mundo? Ya habían disfrutado de su cuerpo desnudo en tantas oportunidades. Fotos de ella desnuda apenas siendo bebé, con 5 años, con 10 años, con 14 años, joder! Se colocó un franelilla y un short más cómodo.

Suspiró y volvió a la sala de estar, donde su padre estaba viendo televisión muy a gusto sobre el sofá. Larissa se encontraba en la cocina tratando de lidiar con la comida que habían traído.

A quién quería engañar su madre? También era dos manos izquierdas cuando de cocinar se trataba. Al menos tenían a Marya “La nana” viviendo en casa, así no morirían de hambre tan trágicamente.

Fue hasta dónde su padre se encontraba, pero detuvo sus pasos de pronto cuando sus ojos cayeron en cuenta de que había dejado algo más por esconder. Maldición!!! Un hilo dental. Pero de dónde demonios había salido?

Tratando de que nadie se diera cuenta, astutamente se sentó al lado de Oleg para comenzar hacerle mimos.

— Ya lo vi, así que trata de desaparecerlo antes de que se de cuenta — Dijo el rubio hombre sin quitar la vista de la pantalla del televisor y con una sonrisa en sus labios. Sabía que en se momento el rostro de su hija estaba pasando por una degradación del rojo en todas las tonalidades conocidas.

— Papá, te juro que es mío... Lo juro — Aclaró. Bueno, no es que su padre fuera más inocente que un niño esperando los regalos de Santa Claus, pero más comprensible que Larissa, si que era.

— Sabes algo, Yulia? — Oleg habló, abrazándola por los hombros mientras la morena se acomodaba gustosamente entre los brazos de su padre.

— Dime...

— Soy tu padre y a mí no me engañas. Fui el primero en darse cuenta de que las niñas te llamaban la atención…

— Yulia!! — Gritó Larissa desde la cocina. Volkova por enésima vez rodó los ojos incorporándose sobre el asiento.

— Afff!!! Papá!! –Dijo arrastrando la palabra — Creo que no te ha llamado la atención de que tu mujer necesita un loquero, al parecer — Terminó murmurando solo para que Oleg pudiera escuchar.

El hombre no tuvo otra que reírse mientras ambos miraban hacia la cocina, donde se encontraba Larissa con, un par de zapatos deportivos en las manos.

— Podrías explicar, Yulia, por qué metes los tenis en el microondas? — La pelinegra abrió los ojos grandemente y en una zancada, estuvo en la cocina.

Pero claro!!! Allí estaban los benditos zapatos que no logró conseguir el día anterior cuando iba a caminar.

— Lo siento madre, pero es que no tenía que comer y...

— Tus sarcasmos Yulia Olegovna Volkova, te he dicho que te los ahorres, así que espero sea la última vez que hagas algo así. Es peligroso, me captas?

— Si Larissa Volkova, te capté — Dijo quitándole los zapatos a su madre de las manos y volviendo de nuevo a su habitación.

Aquella tarde había sido demasiado familiar para la morena. A pesar de que su madre por todo la reprendiera, no negaba que le gustaba estar con ellos allí, compartiendo de su casa.

Comieron lo más tranquilos posible. Oleg como siempre, compartiendo y haciendo chistes junto a Yulia y arrancándole de vez en cuando alguna que otra risa a Larissa que bastante seria siempre había sido.

Fue otro sábado más para la familia Volkov, otro día donde sentirse unidos, volvía a ser parte de su vida cotidiana.

En el sofá, el móvil de Yulia había vibrado con una nueva notificación de un correo personal recibido, parpadeaba constantemente.


Continuará...
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I) Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

Mensaje por LENYU 8/12/2020, 4:33 pm

Ayyyyyyy que ganas tengo de trompear a Lenita!!!!! Como le gusta andar caminando en la puta cornisa!!! Y Julia me hace reir el pedazo de lio que se le hace en la cabeza!!!
Como recuerdo este fic y me da bronca como Lena termina dando vueltitas y vueltitas y se queda con las dos!!!!
Me hace acordar a soraya y la maldita lisiadaaaaaaaa!!!!! Juaaaaaaaaa!!! Mala mala mala Lenita.

LENYU

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Mensaje por psichobitch2 8/12/2020, 9:06 pm

LENYU: Jajajajaaj!!! Trataré de matar a Lena en la tercera parte y última de la historia!!!

Disfrutad

CAPITULO 11: UNA VISITA INESPERADA


Tarde. Se le había hecho tarde aquella mañana. Nunca se había destacado por ser la última en llegar a cualquier parte, al contrario, la puntualidad era una de sus mayores virtudes.

No tenía excusa y perfectamente lo daba por hecho. Trabajaba demás y se trasnochaba de la misma manera, aunque esta vez, su falta de sueño al menos tenía un nombre. Había una morena que comenzaba a quitarle el sueño y eran largas las horas que empleaban, hablando a través del correo electrónico.

Habían pasado varios días desde que cada una ya se conocía personalmente , por decirlo de alguna manera. Elena por su parte, estaba encantada de que detrás de todas aquellas agradables, tristes y dramáticas historias, había un rostro particularmente encantador. La morena, también decía lo mismo. Aquella abogada a pesar de mostrarse rígida y fría, era una mujer bastante atractiva y sobre todo, con unos labios muy carnosos y unos ojos, inigualables.

Una vez que pasó por el Starbucks a comprar su ya acostumbrado café Latte de todos los días, se encontró conduciendo por la interestatal directamente hacia su despacho. El tráfico estaba relajado así que podía llegar a tiempo, sin ningún problema.

Era miércoles y seguramente tendría que soportar otra reunión con los familiares de su esposa que siempre eran tan puntuales como un reloj suizo.

Sus cuñados siempre buscarían la manera de obtener más y más del dinero de su herencia. Su único fin era despilfarrarlo en apuestas y viajes de placer, sin tener control alguno.

Vaya clase de familia política se estaba gastando, pero la vida es así y no podía invertir las cosas aunque a veces quisiera que desaparecieran de una vez por todas.

Lo primero que su mirada detalló al abrirse las puertas del elevador, fue el rostro de su amiga y socia, Nastya. La castaña sonreía cínicamente, mientras alzaba y bajaba una de sus cejas, acompañando el gesto con una sonrisa un tanto macabra. Algo se traía entre manos y ese algo la estaba haciendo sentir demasiado feliz. Nastya casi estallaba de regocijo. La conocía demasiado bien.

— A qué se debe tu cara de “satisfacción”, Nastya? — Dijo la pelirroja al pasar por un lado de ésta, sin tomarle mucha importancia. La mujer de inmediato le siguió los pasos hasta la oficina.

— Adivina quién ha llamado esta mañana a primera hora, diciendo que viene a reunirse contigo? — Cuestionó olvidando sus modales y lanzándose sobre el sofá del despacho. Elena le lanzó una mirada retadora.

— Pues, no sé. Apenas vengo llegando, cómo pudiste darte cuenta. Dormiste acá? —Elena se deshizo de su saco, colocando el portafolio sobre el escritorio de caoba.

— No. No he dormido acá, pero si soy puntual — miró su reloj de pulsera y continuó — Más bien, es raro verte a ti, llegar tarde por esa puerta. Has tenido otra batalla campal en la cama del serpentario?

— Tengo que responderte a eso? — Elena contestó con una pregunta mientras hacía su itinerario habitual cuando se encontraba frente a su escritorio.

— No. Tampoco quiero saber detalles de tú vida íntima – Rodó los ojos – En fin, no me has contestado la primera pregunta — Aclaró levantándose del sofá y sentándose ahora frente a Elena en la otra silla del escritorio — Creo que no tienes la más puta idea de quién sea, verdad?

— Pues, al menos que el señor Kramer haya cambiado la cita. Recuerda que es un trato muy importante el del alemán — Acotó terminando de teclear su contraseña para entrar en su ordenador.

— Cierto, me había olvidado que viene el alemán. Oye Elena, como un hombre qué cree que su país es el culo del mundo, le viene a pedir ayuda a un escritorio ruso? — Preguntó la castaña mirándose las uñas como si nada. Elena se estaba impacientando un poco.

— Tal vez porque aún no le hemos terminado de aclarar que Rusia si es el culo del mundo... Nastya, por favor... Termina de hablar que me tienes intrigada ya. Habla!

— Calma zanahoria...

— No me digas así! — Escupió Katina, terminando de recostarse por completo sobre la silla.

— Bien. No quiero que te de un infarto a estas horas de la mañana. Pues... Inessa...

— Qué pasó con Inessa? — Dijo algo tensa Elena.

— Ella. Ella es la que va a venir aproximadamente... — hizo una pausa mientras confirmaba la hora en su reloj —... como en media hora estará acá.

— Cómo? — Exclamó bastante sorprendida la pelirroja dejando de firmar algunas misivas. Su rostro de inmediato se desencajó.

No le agradaba para nada que su madre fuese hasta su despacho sin haberle consultado primero. No había hablado con ella desde hace mucho tiempo, al menos personalmente.

— Tiene que ser una broma, Nastya... Qué viene hacer Inessa para acá? Por qué no me avisaste antes?! — Finalizó dando un golpe con su puño sobre el escritorio.

— Intenté hacerlo. Si revisas, tienes varias llamadas mías a tú móvil, pero por alguna sexual razón no le has prestado ni la más mínima atención — La castaña se levantó de donde estaba y comenzó a caminar por el despacho — Vamos Elena, seguro vendrá a invitarte a alguna de esas conferencias que realizan en el interior del país o fuera de él. Sólo la recibes por unos segundos y luego... Pufff!! La mandas a volar como siempre lo has hecho. Con elegancia.

— Sabes que sólo viene a recalcarme en cara mi lesbianismo y mi matrimonio — Dijo mirando hacia su móvil. Efectivamente, tenía una sola llamada perdida. Que exageración la de Nastya, como para variar — Nunca estuvo de acuerdo. Para ella no hay nada más importante que mi hermana. Valya es un ejemplo a seguir, yo no.

— Lo sé, pero deja a un lado tus resentimientos personales y recuerda que con tu madre sólo tratas asuntos financieros de la familia Katin y que mucho aportan a veces a nuestra empresa — Dijo deteniendo su andar y mirando fijamente a Elena quien tenía la mirada perdida.

— Dejé de pertenecer a esa familia hace mucho tiempo. Hace 16 años aproximadamente cuando no les importó dejarme metida en el maldito internado, como si tuviera la peor de las enfermedades.

— Y fue lo mejor que pudieron haber hecho — Dijo. Elena le miró con cara de interrogación.

— A que te refieres con que fue lo mejor que pudieron haber hecho? — Dijo emulando las comillas con sus dedos.

— Claro tonta. Allí nos conocimos tú y yo. Eres mi mejor amiga, Elena — Dijo guiñándole el ojo.

— Gracias Nastya. Eres lo único bueno que me ha sucedido desde entonces y sí; tienes razón. Dejaré los enfrentamientos personales para después y no me quedará de otra que enfrentarme a la gran Inessa Katina que seguramente no hará otra cosa que tratar de hacerme perder los estribos.

— Pero jamás los has perdido así que... Amiga, te deseo suerte — Dijo sinceramente mientras se dirigía hacia la puerta — De hecho… hazme saber si empiezan algo así como la tercera guerra mundial. Eso no me lo perdería por nada del mundo — Terminó diciendo con una gran sonrisa en su rostro para desaparecer por la puerta. Elena resopló y volvió a una posición más cómoda sobre la silla, tenía muchas cosas que hacer.

[…]

Acabó aplazando la reunión que tenía con sus cuñados para esa misma hora y decidirse a esperar a que su madre hiciera acto de presencia en su despacho. La estricta orden que le había dejado a su secretaria, Alesya, era no dejar que nadie ni nada las interrumpiera. Inessa Katina, era una mujer bastante exigente y prepotente y lo que menos deseaba era tener que discutir una vez más con la mujer que le dio la vida.

Firmó algunos documentos que tenía pendientes. Comenzaba a dolerle la cabeza. Aún no había probado bocado alguno, salvo su café, considerando que ya eran más de las 10:00 am.

Yulia, pensó en ese momento cuando sus manos por voluntad propia, encendían su portátil personal.
Tenía un correo nuevo, como todas las mañanas desde hace dos días le aguardaba.

Hola guapa. Hoy me he caído de la cama pero no porque haya querido sino por órdenes de mi estricta jefa a quien llamo madre. Me ha llamado muy temprano esta mañana con la excusa de una reunión bastante importante. Debo confesarte algo, amo mi trabajo, pero creo que él me odia a mí. En fin. Espero hoy tengas un hermoso día, Elena. Un beso.

Comenzó a escribir una respuesta de vuelta mientras en su cara se fijaba una sonrisa. Aquella chiquilla lograba sacarle siempre las mejores expresiones que jamás pensó tendría guardadas dentro de sí. No podía negarlo, Yulia le alegraba las mañanas, las tardes y las noches con sus conversaciones. Sólo hablaban de trivialidades. De conocerse un poco más. Ambas estaban claras que cada quien tenía su propia vida, pero cada una sacaba un poco de su tiempo para saber la una de la otra, y no estaba mal, sólo les gustaba interactuar un poco más.

L: Buenos días hermosa. Creo que deberías socializar un poco más con tu trabajo y ganártelo. Recuerda que el amor nace a medida que lo vayas cosechando y vigilarlo constantemente para que crezca. Si tú trabajo te odia entonces, invítale a salir. Ja ja ja ja. Lo siento! ha sido un chiste malo como los que suelo decir. Dejando a un lado mi pésimo sentido del humor, tengo una reunión importante dentro de 10 minutos. Aún no he desayunado y tengo un dolor de cabeza que tiene vida propia. Cuídate mucho hermosa. Besos para ti también. — Enviar.

Dejó a un lado su portátil y asuntos personales y decidió comenzar a trabajar antes de que su paz se fuera por un caño.

[…]

Del otro lado de la puerta de su despacho, llegaba una mujer tanto hermosa, como elegante. No aparentaba que tuviera 50 años vividos. Lucía portentosa, esbelta, muy social y de clase muy preponderante. Su nombre: Inessa Katina.

Había cosechado todo el éxito que no cualquier persona pudo haber logrado siendo tan joven. Era el magnífico ejemplo de aristocracia. Toda una mujer de negocios.

De punta en blanco y pisada decidida, caminó fuera del ascensor. Detrás de ella, un hombre alto, rubio y corpulento, le escoltaba. Era su guardaespaldas personal. Muy oportuno para una mujer como ella.

— Buenos días, Señora Katina — Saludó cortésmente Alesya levantándose de su lugar de trabajo para darle la bienvenida a la rubia que solo le dedicó una mirada de abajo hacia arriba de manera despectiva.

— Y... Tú quién eres? — Preguntó sin quitar las duras facciones de su rostro.

— Soy Alesya Safina, secretaria de Lena... Perdón, de la señora Elena Katina. Un placer — Saludó la chica extendiendo su mano, la cual no fue recibida por la mujer.

— Edad?

— Tengo 20 años, señora Katina.

— Eres muy chica como para merecerte siquiera ese puesto — Dijo con prepotencia y caminó hacia donde en realidad le importaba estar. No tenía ni cinco minutos en aquel despacho, y ya estaba sacando sus filosas garras.

Alesya permaneció en silencio, suspirando pesadamente una vez que vio a la mujer dirigirse hacia la oficina de su jefa.

Katina no se preocupó por tocar la puerta, ni mucho menos en abrirla, para eso su guardaespaldas recibía un buen sueldo. Al entrar, encontró a Elena de espaldas hacia ella, mirando por el ventanal que daba hacia la gran ciudad de Kazan.

— Buenos días, Elena.

— Buenos días ma... – La pelirroja se aclaró la garganta solamente para corregirse – Inessa — Completó sin girarse aún hacia la alta mujer.

— Déjanos, a solas — Se dirigió a su empleado por encima del hombro, quien obedeció la orden de inmediato y desapareció por la puerta. Inessa, aún seguía de pie viendo a su hija darle la espalda — No pretendes saludarme o te quedarás allí todo el día ocultándome la cara?

— De ninguna manera — Dijo Elena girándose al fin. Su rostro era tenso y de inmediato clavó sus ojos en los azules de su madre. Aquella mujer era el vivo retrato de su abuela y ella, una copia fiel al de su madre, exceptuando por el color de sus cabellos y el de sus ojos. Esos los había heredado de su padre, Sergey.

— Jamás te he enseñado malos modales, pero supongo que se te han olvidado así que, tomaré asiento — Inessa indicó mientras hacía lo que ya había anunciado. Elena le siguió más atrás, sentándose en su elegante silla, quedando ambas frente a frente.

— Pues, tú dirás Inessa, para que quieres verme esta mañana? – Entrelazó sus dedos mientras observaba como su madre dejaba sus gafas oscuras sobre su escritorio.

— Me enteré hace unos días que obtuviste un reconocimiento como mejor abogada del país, por llevar el famoso caso del canciller de la ciudad. Te felicito sinceramente — Dijo con la cabeza muy en alto sin perder de vista la mirada grisácea de su hija. La viva imagen de su esposo Sergey.

— Si. Gracias. Fue un caso bastante complicado pero todo tiene solución...

— En fin Elena — Interrumpió abruptamente — He venido porque la empresa de tu padre ha sido galardonada con un importante premio y os habéis invitado a recibirlo. Por cierto, a tu empresa también — La Pelirroja ni se inmutó ante tal invitación.

Hace un mes aproximadamente le habían hablado del asunto, sólo que no le tomó mucha importancia, aunque sabía perfectamente que era porque su madre se encontraría en el mismo lugar.

— Podría fácilmente enviar a Nastya, ella es mi socia en el bufete ya que yo tengo todo el mes comprometido — Aclaró mientras lentamente colocaba su espalda completamente en el respaldar de la silla. Inessa sin decir una palabra más, sacó de su bolso un sobre blanco, bastante formal e impreso con letras doradas. Efectivamente, parecía una invitación muy importante.

— Toma. Lee — Dijo extendiéndole la misma sobre el escritorio a la altura de las manos bien cuidadas de su hija. Elena sabía perfectamente que era, así que sin leer el remitente, lo abrió y extrajo la tarjeta finamente decorada donde se leía perfectamente su nombre y el de su empresa. Lo que le llamó la atención, algo de lo que hasta ahora no había caído en cuenta, era la dirección y el lugar donde se celebraría la conmemoración.

— Moscú? — Dijo en voz alta mientras aún posaba su mirada sobre la tarjeta.

— Sí. Moscú... Es este 10 de noviembre, aunque supongo que tu mente ya tuvo que haberlo procesado y como podrás haber notado también, estrictamente dice tú nombre, en mayúsculas — Inessa aclaró y se levantó de la silla, llevando consigo de nuevo su bolso de mano y tomando sus gafas oscuras, del escritorio donde las había dejado — Solo una petición personal – Algunos segundos de silencio trascurrieron – Espero que hagas sola ese viaje. No quiero tropezarme con... tú esposa — Dijo como conclusión y se dirigió hacia la puerta, que sin ser tocada por sus manos, se abrió de par en par dejando ver a su empleado del otro lado, dándole paso para que esta terminara de salir y cerrarla luego detrás de ella.

Aún la tarjeta bailaba en sus manos. Como podía aún su madre manipularla de aquella manera? No era necesario toda aquella parafernalia para ir a recibir un estúpido premio. Otro más.

¿Y qué si enviaba a Nastya y no iba ella? Nunca se iba a acostumbrar a la idea de tener que compartir el mismo espacio con su madre, ni mucho menos durar quien sabe cuanto tiempo en Moscú.

Juntó nuevamente sus manos y cubrió su cara apretando lo que más podía sus ojos, hasta quedarse sin ellos, si era posible. El dolor de cabeza que llevaba en ese momento, se intensificaba más. Casi hablaba y respiraba por sí mismo.

De pronto, sintió que le faltaba el aire, su corazón comenzó a palpitar más rápido de lo normal y sus ojos se abrieron como platos.

— Acaso no es allí dónde vives, Yulia?

Aquella pregunta se la había formulado su corazón. La chica le había comentado en alguna oportunidad, que allí se residenciaba. Claro!!! Como olvidarlo.

Se levantó de su asiento y comenzó andar por su despacho mientras pensaba. ¿Tendría las agallas y el valor ahora para poder llegar a un encuentro con Yulia? ¿Con aquella chica que comenzaba a moverle cada pieza de su cuerpo?

— No! Definitivamente es una locura Elena en la que te prohíbo terminantemente caigas. No y no — Dijo deteniendo su andar y tomarse la cabeza con ambas manos.

¿Qué le estaba sucediendo? Tenía que viajar a Moscú dentro de dos días. Tenía todas las posibilidades de conocerla en persona.

Y si soy muy alta para ella… O si tal vez me considera muy madura para su edad? Espera Katina, son apenas cinco años de diferencia, aunque en las fotos se ve un poco más joven de lo que aparenta ser… Awwww!!! Elena!!! Y si dejas de pensar tantas estupideces?

Todas aquellas preguntas sin respuesta, pasaban por su mente en ese momento. Acaso tendría las agallas de decirle a la pelinegra que pasaría unos días en Moscú y que deseaba verla? En verdad deseaba verla? Claro que sí, y mucho. Necesitaba hacerlo. Necesitaba tenerla frente a frente, saber como era ella, escuchar su voz, ver sus ojos... Sí, aunque todo su cuerpo gritaba que le dijera a Yulia que iría dentro de algunos días a la ciudad, algo en su mente le frenaba hacerlo... Svetlana!

[…]

Salió de su oficina un rato ya que necesitaba despejarse la mente un poco. La visita inesperada de su madre la había descolocado un tanto esa mañana y ahora pensaba en lo que iba a ser ese viaje a aquella ciudad.

Decidió parar en un café y desayunar un poco, tal vez así su dolor de cabeza se esfumaba por completo, lo necesitaba. Pidió otro Latte y un panecillo comenzando a degustarlo mientras sus pensamientos iban y venían dentro de su cabeza.

Sacó su móvil y comenzó a buscar en la carpeta de fotos, pero se topó con una donde los ojos y el delicado rostro de su esposa, aparecían con toda la belleza que la caracterizaba.

— Svetlana...

Dijo viendo la imagen de la rubia. Estaba perdida en sus pensamientos, con su mirada fija sobre la foto de su esposa. Su mano derecha sostenía el teléfono, mientras que con la otra, acariciaba de arriba a abajo el vaso de café. Una pequeña lágrima corrió por su mejilla haciéndola desaparecer de inmediato, sin dejarla que terminara su trayecto.

Se sentía bastante confundida, no sabía qué hacer. Si planeaba las cosas como las tenía en mente, aquel viaje estaba por cambiarle muchas cosas en su vida y lo sabía. Necesitaba saber de Yulia, conocerla, pero también quería que su matrimonio continuara y que sus problemas con Svetlana, se acabaran de una vez por todas.

¿Y si solamente viajaba y seguía escribiéndole como si nada? La morena no tenía porque enterarse que estaría en Moscú algunos días... Y si Yulia no quería verla? Tal vez se estaba tomando todo aquello muy a pecho, tanto así que no escuchó cuando una voz junto a ella resonaba casi a lo lejos...

— Señora, disculpe, pero va a querer algo más? — Preguntó la mesera del lugar. Era una chica de cabellos cortos y oscuros con unos ojos azules muy claros y muy hermosos.

— Ehm! Disculpa, pero no quiero nada más — Respondió la pelirroja sin quitarle la mirada profunda de encima a aquella chica.

— Muy bien...Ahmm… Quiere... Qué le traiga la factura? — Preguntó un tanto incómoda la muchacha por la mirada que le daba la mujer de rizos.

— Si por favor... Disculpa… — Dijo sacudiendo un poco su cabeza para caer en la realidad. Que vergüenza. — Cómo te llamas?

— Samara — Contestó con una agradable sonrisa.

— Bonito nombre, como la ciudad — La chica asintió mientras Elena la veía alejarse y perderse detrás de un mostrador.

Volvió su mirada hacia su teléfono móvil, quitando la foto de su esposa y colocando la de Yulia para compararla con aquella jovencita que hacía unos minutos, le estaba hablando — Eres tan hermosa Yulia, me tienes pensándote día y noche — Concluyó una vez que volvió a guardar su móvil dentro del bolsillo de su chaqueta.

Canceló su consumo y se despidió amablemente de la muchacha que le había atendido dentro de aquel café.
Afuera, el aire comenzaba a sentirse algo helado. Cerró los botones de su sobretodo color negro, se ajustó la bufanda entre su cuello mientras la brisa le despeinaba un poco el cabello. Caminó con sus manos dentro de los bolsillos nuevamente hacia su oficina.

Tenía muchas cosas que hacer y con las que poder distraer su mente de tantos pensamientos enredados.


CAPITULO 12: ACASO NO SABEN TOCAR LA PUERTA?


— Te amo...

— Mucho?

— Más que nada en el mundo...

— Entonces, no te vayas y me dejes aquí sola por favor. Te necesito tanto.

— Yo también te necesito, más de lo que te imaginas pero no puedes venir conmigo...

— Cuándo volveré a verte?

— Cuando tú quieras, siempre voy a estar aquí... Para siempre...

— No te vayas por favor... Hoy no... No te vayas!!


El grito retumbó en toda su habitación haciendo que de inmediato su cuerpo se levantara como un resorte de la cama, mientras que su corazón se desbocaba dentro de su pecho. De su frente, brotaban pequeñas perlas de sudor mientras trataba de controlar su agitada respiración.

Parte de sus oscuros cabellos, estaban adheridos a su empapada frente y sus ojos azules, se mantenían bien abiertos, mirando a un punto de la nada, rodeada aun de la oscuridad entre las cuatro paredes.

Apoyó sus brazos sobre sus piernas y tapó su rostro con sus manos tratando de controlarse. Al descubrirse, miró hacia el reloj despertador sobre su mesa de noche. Faltaban tres horas para que amaneciera apenas, pero sabía que no volvería a conciliar el sueño nuevamente.

Buscó un albornoz y cubrió su cuerpo, saliendo de su habitación a oscuras. La noche, apenas iluminaba a medias con la luna a cuestas, el balcón de la amplia terraza. Hacía frío, y sin importarle nada más que sus propios pensamientos, se sentó sobre el helado piso mirando hacia el horizonte, donde pequeñas luces sobre el despejado cielo, brillaban a la par que una lágrima corría por su mejilla.

— Si tan solo estuvieras aquí... — Dijo en voz alta, sintiendo la brisa comenzar a calarle la piel.


Borró todo rastro de llanto y dolor de su cara con el borde de su bata. Las lágrimas que se había dedicado a derramar durante quince largos minutos en aquella noche, ya habían desaparecido por completo.

Recordar era lo más grato y a su vez desagradable que le quedaba en su vida. Hermosos recuerdos vividos, recuerdos que jamás iba a olvidar porque los llevaba tatuados en su corazón podían ser los mismos que le ocasionaban las peores pesadillas.


Caminaba alrededor de su apartamento. Había pasado ya una hora. Sesenta minutos más que quedaban atrás con el pasar del tiempo, aquel gran maestro que llevaba a la vida de la mano y que nunca, aunque así lo hubiera deseado más que nada, iba a poder hacer que retrocediera. Sólo le quedaba vivir con lo que su mente y su corazón guardaban muy dentro de su alma. Ese era, su más preciado tesoro.

[…]

La luz del sol hizo que atravesaba las persianas hizo que sintiera un poco de calor y abrió los ojos. Se había quedado dormida en la encimera de la cocina, con un vaso que contenía agua en la mano. Talló sus ojos para despertarse por completo.

El reloj del microondas marcaba las 9:12 am. Había pensado que no volvería a dormir después de lo sucedido esa madrugada, pero el cansancio y su tristeza, la vencieron esta vez.

Un nuevo día, una nueva reprimenda de parte de su madre.

Resopló pesadamente levantándose de la butaca, estirando todas las extremidades que sentía entumecidas por la posición en la que había dormido. Seguramente su móvil había estallado en llamadas, pero ya tendría tiempo para averiguarlo, primero, debía ducharse.

[…]

Once de la mañana y la autopista estaba colapsada. Se ajustó de nuevo sus gafas oscuras sobre su rostro cansado, apoyando su antebrazo en la ventana, observando desganadamente a las personas caminar por las veredas, los coches sin moverse… Su aburrimiento hacerse más gigante.

Revisó su número celular, confirmando otro mensaje entrante de parte de Larissa, pidiéndole una vez más, que intentara no llegar tan tarde. Lanzó el aparato en el asiento de al lado y maldijo internamente.

Madre, ya voy lo suficientemente tarde, carajo.

Sabía que iba haber otro sermón más de parte de la estresada mujer, así que no tenía ganas de darse mala vida. Miró el semáforo y tomó su móvil nuevamente. Su sonrisa se ensanchó más de lo normal cuando buscó la foto de la pelirroja en la galería de imágenes.

— Que seriedad, mi abogada — Dijo a la nada, detallando fijamente la foto que le había enviado la mujer, antes de que el semáforo indicara una vez más, que debía continuar su camino.


[…]

Eran más de las doce del mediodía cuando aparcó el coche en el edificio de la empresa. Le entregó las llaves a Dima para que le llevara el mismo hacia la zona reservada en el estacionamiento, siguiendo su camino hasta llegar la oficina.

Al abrirse el ascensor, no encontró a nadie conocido por los pasillos, así que siguió su andar un poco más aliviada. Saludó a su asistente.

Demonios. Mamá debería jubilar a esta señora o morirá allí sentada de un momento a otro.

— Señorita Yulia... — La señora llamó su atención, sacándola de los pensamientos que justamente tenía con ella. La ojiazul detuvo sus pasos, casi cerca de la puerta.

— Ehm! Si? Dígame...

— Disculpe, pero estos documentos los ha dejado la Señora Volkova para que los firme. Ella y el Señor Volkov, tuvieron que salir a una reunión fuera de las empresas, y le han dejado a cargo durante su ausencia.

— Pues... Gracias... Ahmmm…

— Martina — Dijo amablemente la mujer de canosos cabellos mientras le entregaba los documentos a la chica en sus manos. Ésta asintió con la cabeza y se apresuró a entrar a su oficina, cerrando la puerta detrás de ella.

— En serio tiene nombre de abuelita — Dijo sentándose en su escritorio y dejando los papeles en cualquier lugar del amplio mueble donde descansaban, otros más.

Rápidamente prendió su portátil y se dirigió al correo electrónico como ya se había acostumbrado durante una semana atrás. Tenía una nueva notificación. Sin esperar nada más, lo abrió y leyó.

L: Buenos días hermosa, como siempre espero que te encuentres bien. Te he escrito un poco tarde porque acabo de salir de una reunión. Pues, he llegado a la oficina y he tenido que enfrentarme con miles de reuniones, pero acá estoy, deseándote el mejor de los días y espero hayas podido dormir tranquila. Un beso. Elena.

Leyó el mismo un par de veces mientras se reclinaba completamente hacia atrás sobre la silla.

Cerró los ojos, recordando lo que había pasado la noche anterior. Había sido solo un sueño, un mal sueño que a la vez le trajo tantos recuerdos vividos.

Suspiró y decidió responder.

Y: Buenas tardes. Bien… Otra vez llegando algo retrasada a la oficina. Me quedé dormida ya que no he pasado muy bien la noche. Espero que tus reuniones no terminen algún día contigo, porque no me gustaría que eso sucediera, al contrario, espero poder verte algún día... Yulia. — Enviar.

Lo envió y de inmediato comenzó a revisar algunos documentos de los tantos que había en su escritorio aquel mediodía. Sus padres no se encontraban dentro de la empresa, así que por un momento se había salvado de los regaños de Larissa.

Volvió la vista de nuevo hacia su portátil y vio que había llegado un nuevo correo. Una sonrisa tonta volvió a dibujársele en la cara. Sospechaba que no iba a poder concentrarse para nada en lo que restaba del día.

[i]L: Lamento que hayas tenido una mala noche, me preocupa eso. Te encuentras bien?


Y: Hola, no pensé que responderías de inmediato. Estoy bien, tranquila, no te preocupes, sólo fue una mala noche y no pude dormir algunas horas. Cuéntame, cómo ha transcurrido tu mañana?[i] — Enviar.

[i]L: Bien, en lo que cabe. Nada nuevo, siempre más de lo mismo, pero no quiero aburrirte con mis cosas. Me alegro entonces que no sea nada malo. Dime, ya vas a ir almorzar?


Y: Ehm! Prácticamente acabo de llegar a la oficina. Mis padres no están así que debo ser quien vele por el personal. Luego tocará comerme algo ligero acá porque tengo mucho por hacer. Y tú, ya vas a almorzar? — Enviar.

L: En algunos minutos saldré a comer algo, de hecho, estoy esperando a mi socia para que venga a por mí e ir a un restaurant que queda por aquí cerca. Pensándolo bien, me tiene pasando hambre ya que se encuentra en un juicio en este momento.

Y: Dime, ella es de las que pierde el juicio rápidamente? Ja ja ja. Digo, por lo que me has platicado, tú amiga es algo cu-cu! — Enviar.

L: Jajaja! Me has hecho reír y pues si, Nastya es un poco loca pero aún no he llegado al límite de enviarla a un loquero. Cuéntame algo Yulia, estás estudiando o ya te has graduado? Me has dicho que tienes 26 años y yo a los 24, era toda una abogada.

Yulia resopló fuertemente y colocó sus codos sobre el escritorio, sosteniendo su cara con sus manos… Allí se pasó un tiempo sumida en sus pensamientos planeando que podía responderle a Elena al respecto.

Obviamente le había mentido acerca de su edad y quien la viera a simple vista, fácilmente podía notar que era muchísimo más joven, aparte, había comenzado sus estudios en la Universidad de Moscú hace un año, pero jamás finalizó el primer semestre.

En ese momento alzó su vista hacia la puerta y una hermosa chica de cabellos castaños se encontraba allí de pie, observándola con una sonrisa en los labios.

Cautelosamente minimizó todo lo que podía estar a la vista en su portátil y la cerró con cuidado mientras Natasha se dirigía con pasos sigilosos hacia ella.

— Hola amor, cómo estás? — Le saludó con un beso en los labios — Qué hacías?

— Bueno... — La morena se levantó sigilosamente, aceptando el beso una vez que la chica llegó a su altura — Estaba pensando como cuadrar un balance que me ha dejado mi madre que no sé como empezarlo, está algo complicado a simple vista.

— Pues, si quieres te ayudo y así sales de eso rápido. Creo que lo necesitan para mañana temprano — Objetó la castaña de ojos azules, pasando sus brazos por encima del cuello de la chica. Yulia, aferró sus manos en la cintura de ésta, y llevándola de espaldas hacia una pared, quedaron allí hasta que no hubo más espacio que recorrer.

— No te preocupes linda, si Larissa quiere eso para mañana a primera hora, pues a primera hora lo tendrá en su escritorio. Ahora tengo cosas más importantes que hacer con vuestros labios — Finalizó para luego comerse, literalmente hablando, los labios de su novia que en ese momento se convirtieron en el plato principal de su almuerzo.

Besos iban y venían de parte de una astuta Yulia que sin pensarlo, no era para nada aficionada a perder el tiempo.

Caricias salvajes eran repartidas sobre los dos cuerpos por igual, manifestando lo mucho que se necesitaban en aquel instante.

[…]


Larissa y Oleg, habían tenido una apretada agenda aquella semana. Solo faltaba un día para que todos aquellos compromisos cesaran definitivamente. Aún no se atrevían a pedirle a Yulia que liderara alguna de aquellas conferencias que tenían que presentar delante de tantos proveedores, porque sabían que aún no estaba apta para hacerlo.

Oleg, por su parte, estaba de acuerdo con darle rienda suelta en el mundo de los negocios. Era su única hija, confiaba en ella más que nada. Le había enseñado prácticamente todo con respecto al manejo de su empresa. Sabía que su hija podía hacerlo sola pero a veces tenía que darle la razón a su mujer, Yulia estaba muy chica para hacer tales cuestiones, debía madurar más y tener un poco de responsabilidad delante de la vida.

A veces demostraba hacerlo. Decidió mudarse sola, costearse ella misma sus gastos, aunque el apartamento donde viviera fuera propiedad de sus padres pero ambos, veían su entusiasmo por ganarse las cosas.

Por otra parte, Larissa aún no quería dejarla sola y sus razones bien fundadas tenía.

— Esa mujer es bastante intolerable — mencionó Larissa entrando a la oficina de su esposo. Éste le seguía los pasos.

— Te apoyo cariño, pero es una mujer muy importante y con demasiado poder. Los negocios con ella, siempre van viento en popa y apartando todo lo mal encarada que es y lo prepotente, tenemos que tenerla de nuestro lado y lo sabes – Dijo Oleg quitándose el saco de vestir.

— Claro que lo sé, de lo contrario ya hubiese mandado a cancelar el contrato y la reunión. Jamás la imaginé de esa manera si te soy sincera.

— Siempre tratamos con su abogado, recuérdalo — Dijo sentándose frente a su escritorio. Larissa tomó unas carpetas que descansaban allí y se dirigió de nuevo hacia la puerta, con pasos firmes.

— Prefiero seguir manteniendo relaciones con su abogado, esa mujer me enferma e hizo que me doliera la cabeza – Dijo acariciando su sien – En fin. Voy a buscar a Yulia a ver si tuvo la flamante idea de venir a trabajar — Concluyó saliendo de la oficina de su esposo con documentos en manos avanzando hasta donde la misma mujer entrada en años, a quien había contratado como la asistente personal de su hija, se encontraba atendiendo una llamada. Ésta al ver a Larissa, colocó una mano sobre la bocina del teléfono para prestar atención a lo que le indicaban en aquel momento.

— Martina, Yulia se encuentra en su despacho?

— Si señora Larissa, llegó hace una hora aproximadamente. Le hice entrega de los documentos que me solicitó y no dijo nada más — Aclaró la mujer con tono bastante respetuoso.

— Muchas gracias, Martina — Agradeció la pelinegra mayor yendo hacia la oficina de la pelinegra menor.

Distraídamente revisaba las carpetas que llevaba en su mano, cuando abrió la puerta de caoba, donde una placa como distintivo se leía desde afuera: Yulia Volkova. Gerente General.

Sus ojos se abrieron como platos, ya que jamás pensó ver lo que su mirada en aquel instante estaba detallando. El dolor de cabeza se le intensificó el doble, tres segundos más y le pondría nombre propio.

Había soportado el hecho de que su hija tuviera inclinaciones sexuales por su mismo sexo. De hecho, soportó que Yulia, a sus escasos quince años le hubiese confesado sin pelos en la lengua, que le atraían las niñas, dejándola estupefacta y sin saber que decir. A duras penas, tuvo que aceptar que su hija era una lesbiana más dentro de la alta sociedad. Su esposo, Oleg, siempre trataba de calmarla diciéndole lo bien portada y sobresaliente que era la morena, pero que era su decisión y su vida, y ellos como padres tenían que respetarla y apoyarla.

[i]“Cariño, Yulia apenas es una adolescente y sabemos que es algo rebelde. Tal vez sea otro más de sus caprichos o simplemente lo haga por llevarte la contraria. Dejemos que ella misma decida que es lo que quiere. Tú muy bien sabes como actúa”
— Recordó las palabras de Oleg en ese momento como si éste, se encontrara allí de pie, diciéndolas a viva voz.

Pero aquello que veía en ese instante, era la gota que había rebosado el vaso, que muchas veces le había advertido, no llenara.

—Yulia Olegovna Volkova!!! — Alzó la voz perdiendo completamente la cordura.

Yulia, de inmediato giró su cabeza hacia donde el sonido de la voz de su madre había provenido, quitando sus manos de cualquier parte que estuvieran tocando sobre aquel cuerpo.

— Madre...

— Señora Volkova, yo... — Trató de decir Natasha, quien aún estaba en shock y con los ojos muy abiertos, en dirección a la morena mayor.

Pero toda palabra que quisiera salir de su garganta, se quedó allí, atrapada. Comenzó acomodar de inmediato sus ropas que estaban fuera de sitio, mirando interrogativamente a Yulia, que en ese momento no le quitaba los ojos de encima a Larissa.

— Te espero en mi oficina en 5 minutos Yulia, y tú… — Señaló con su dedo índice a la castaña que no sabía ahora donde meter la cara —…Recoge tus cosas y te me largas inmediatamente de aquí!! — Acabó diciendo para dar media vuelta y perderse por el pasillo.

— Aaawww!! — Gritó la joven ojiazul acomodándose sus rebeldes cabellos mientras tomaba por los hombros a Natasha para calmarla un poco — No te muevas de aquí, ok? Hablaré con ella.

— Yu...Yulia, yo... — No terminó de completar sus palabras ya que el llanto se apoderó de ella, observando como la joven se dirigía hacia la puerta de su oficina dando grandes zancadas.

Estaba totalmente muy nerviosa en ese momento y lo que no sabía, era como podría reaccionar Yulia cuando se molestaba.

Por otra parte, la pelinegra al salir de su oficina, le lanzó una mirada de odio a su senil asistente que en ese instante no sabía a ciencia cierta, que era lo que estaba pasando mientras observaba como su jefa casi corría hasta la oficina de Larissa.

— No puedes hacerle esto!! — Volkova gritó eufórica empujando la puerta de par en par. Larissa le devolvió como respuesta una bofetada que en el fondo, le había dolido con toda el alma, pero su molestia era más grande que cualquier cosa en aquel momento.

— Cómo se te ocurre besuquearte así en tú oficina con esa.... con esa mujer? Ah? Estás loca o qué demonios te pasa por la cabeza? — Respiraba ansiosamente. Podía notarse los latidos de su corazón que se reflejaban sobre sus sienes.

— No tienes derecho a meterte en mi vida!! — Dijo tomándose la mejilla con su mano izquierda y frotándola por el dolor causado. Yulia resoplaba fuertemente por la nariz mientras que con su otra mano apretaba fuertemente el puño, haciendo que sus nudillos se tornaran blancos — Solamente eres una frustrada de mierda, una...

— Basta Yulia! — gritó Natasha desde la puerta de la oficina de Larissa, haciendo que ambas mujeres se giraran de inmediato a verla. Larissa caminó rápidamente hacia la chica y la tomó fuertemente por el brazo, haciéndola pasar casi a empujones. La puerta hizo un sonido fuerte al ser cerrada con brusquedad.

— Te dije que te largaras de mi empresa de inmediato!!!! Acaso eres sorda???? — Dijo con los ojos chispeantes de rabia. Yulia llegó de inmediato para apartarle a su novia del medio antes que pudiera hacerle algo peor.

— Déjala Larissa que le estás haciendo daño. Ella no se va de acá, esta empresa también es mía y yo decido quien se queda o quien se larga!!!! — Objetó rabiosamente. De la mano tomaba fuertemente a Natasha que no dejaba de llorar, cabizbaja.

— Quien decide si se va o no, soy yo... Esta mujer era mi empleada directa, así que voy a prescindir de sus servicios de manera inmediata. No te quiero aquí Natasha Smirnova. Recoge inmediatamente tus cuatro cosas y te largas ya!!! O que esperabas de todo esto? Dime?? — Cautelosamente fue acercándose a ambas chicas. Yulia trataba de interponer su cuerpo delante del de la castaña para protegerla — Solo querías acostarte con mi hija para quedarte con todo su dinero? Era eso?!! Es lo único qué querías?

— Cállate madre, por favor!! No sabes lo que dices. Parece un dialogo de cualquier estúpida novela! — Yulia y Larissa quedaron cara a cara. Sus ojos destilaban rabia, inconformidad y sobre todo indignación de parte de la morena mayor de mirada azulada.

— Si sé lo que digo Yulia o qué creías tú? Pensaste que tu madre era estúpida y no se daba cuenta de las cosas? Sé que esta tipa solo quiere estar contigo para así poder disfrutarte como se le de la gana. Pero que ganaba al final? Te enamoraba, te echaba a un lado y listo!!! Esta mujer es mayor que tú por varios años por favor, Yulia, tiene más experiencia que tú en la vida... Esto es lo que quieres? Abre los ojos!!!!! — Dijo mirando de arriba a abajo a la castaña de manera despectiva.

— Natasha, no es ese tipo de mujeres Larissa y te voy a demostrar que estás muy equivocada con lo que tú bocota está soltando en este momento y si ella se va, entonces, ahora mismo pongo mi cargo a la orden.

— No harás algo así Yulia, me entiendes? — Dijo ahora tomando de un brazo a su hija.

La pelinegra solamente se dedicaba a pasear la vista desde donde su madre la cogía fuertemente hasta volver a encontrarse con su mirada fría y arrogante.

— Suéltame Larissa Volkova o no respondo. Suéltame!! — La joven apretaba fuertemente los dientes.

A lo lejos, podía escuchar el sollozo de su novia. De cerca, podía escuchar el palpitar acelerado de su corazón y el de su madre, al igual que sus respiraciones.

De pronto, sintió como fue halada del otro brazo y su cuerpo se fue hacia atrás con fuerza.

— Me pueden decir que escándalo es éste?! – Oleg veía como su hija y esposa, peleaban por mantenerse las miradas - Larissa, que está pasando acá? Últimamente esto parece un campo de batalla y no una empresa de trabajo — Oleg cuestionó, sosteniendo a Yulia del brazo, mirando muy confundido la situación.

En un rincón estaba Natasha, la ahora ex-asistente de su mujer, con lágrimas en sus ojos. Al frente, Larissa no le quitaba la vista de encima a Yulia. Esta, solo miraba a un punto fijo sobre la pared.

— Pues, pregúntale a tu hija que no hace más nada que dar espectáculos dentro de la empresa...

— Papá, solo fue un mal entendido — Dijo descaradamente como defensa.

— Ja! Llamas mal entendido a besarte descaradamente con esta mujer en tú oficina? Estaban a punto de tener relaciones sobre el escritorio!!! A eso llamas un mal entendido, Yulia???? — Preguntó bastante ofuscada tratando de calmarse un poco mientras iba hacia su escritorio, tomando el teléfono. Oleg colocó sus brazos encima de los hombros de su hija, haciendo que se girara y así enfrentarla.

— Es cierto lo que dice tu madre, Yul?

— Si papá — Simplemente afirmó con la mirada en el suelo. No podía negar más ni ser tan descarada.

— Por favor señorita, haga lo que se le ha pedido ya, supongo, y por favor deje la empresa de inmediato. Se le hará entrega de su cheque por los años de servicio que ha prestado en la empresa. Y tú Yulia… — Volvió a dirigirse a ésta — Te quiero de inmediato en mi oficina. Larissa, tú también por favor — Sin objetar nada más, salió de allí de la misma manera como entró.

La tensión se sentía en el ambiente. Natasha, inmediatamente salió siguiendo a Oleg mientras Yulia solo le dedicó una mirada furiosa más a su madre que no percibió por estar mirando hacia la panorámica de su despacho.

El personal inmediatamente estaba al tanto de la situación. Si algo viajaba más rápido que la luz, eran los chismes y aunque no sabían de lleno el motivo, debido al escándalo que allí se había alzado, estaban hambrientos y sedientos por saber cual había sido la otra fechoría cometida por la egocéntrica hija de los Volkov.

Yulia sabía muy bien donde encontrar a Natasha, así que se dirigió al baño de damas. Abrió la puerta precavidamente y lotería!!! Allí estaba su novia terminando de drenar sus ojos. Se acercó lentamente. La castaña se había percatado ya de su presencia y se limpió los ojos de inmediato con un pañuelo que llevaba en sus manos.

— Lo siento tanto — Dijo Yulia de pie a una distancia prudencial. No quería ocasionarle más problemas.

— No te preocupes, Yulia. Ya encontraré otro empleo o quizás, me devuelva a mi ciudad.

— Natasha, no creo… — Yulia quiso acercarse más pero lo hizo la castaña.

— Yulia, ya escuchaste a tu madre. Ella piensa, jura que solo quiero estar contigo por tú dinero, pero no es así, aparte de eso soy demasiado mayor para ti.

— Lo sé, lo sé... Awwww!!! Maldición, por qué todo esto tiene que pasar así? — Dijo llevando sus dos manos a la cabeza en señal de frustración — No te puedes ir Natasha, te quiero y lo sabes — Una lágrima recorrió la pálida mejilla de la ojiazul sin preocuparse por secarla — Ella no te puede alejar así como así de mi vida, no tiene derecho.

— Es tu madre Yulia, entiende. Tiene todo el derecho del mundo a cuidarte, a protegerte y me ve como una amenaza para ti y no quiero que vivas otro momento así por mi culpa.

— No quiero que te vayas Natasha, no quiero que te vayas a esa ciudad, promételo... — Dijo abrazando a la castaña sin importar nada. Esta aceptó el abrazo pero de inmediato se zafó.

— Hablaremos luego. Me han echado de la empresa y en realidad, solo quiero irme. Tienes que hablar con tu padre por favor, no quiero más problemas — Terminó diciendo para dejar a una Yulia triste dentro de un baño de señoritas con lágrimas e impotencia dentro de su alma.

[…]

Al llegar a su apartamento, corrió hacia su habitación lanzando la puerta de la misma de manera violenta. Tiró su bolso de mano sobre su cama, el cual hizo un efecto rebote y yendo a parar al suelo.

Cayó de rodillas sobre la alfombra y lloró todas las lágrimas que no había podido derramar en todo el día. Su maquillaje, aunque perfecto y bastante costoso, comenzaba a derramarse sobre sus mejillas, dejando rastros negros sobre su piel intacta y blanca.

Sin preocuparse, fue directo hacia su armario y tomó una valija mediana la cual comenzó a llenar de ropa. No sabía a donde iría, ni siquiera sabía porque estaba haciendo todo aquello. Tan importante para ella era Natasha en su vida? Tal vez sí. Aquella chica le importaba demás y no quería dejarla sola. Había sido humillada por su madre, sin derecho a poder defenderse, pero sabía que no podía alegar nada para salvarse y mera culpa llevaban ambas encima.

Dejó de guardar ropa en aquella maleta que yacía sobre su cama y se sentó un rato sobre la misma. Su mirada perdida en la nada era síntoma de que se sentía tan incomprendida, tan sola. Acaso no podía ser feliz como el resto del mundo?

Se levantó y corrió hacia su estudio. Buscó con la mirada su portátil. Había perdido noción del tiempo, se sentía confundida. Llevó su cabello azabache hasta atrás y lo poco que podía atarse en una coleta, lo hizo. Se sentó y de inmediato comenzó a teclear muchas palabras. Escribía muy de prisa, al igual que necesitaba una respuesta de la misma intensidad.

Y: Hola Elena, por favor dime que estas allí. Necesito tanto de una amiga. Necesito tanto desahogarme con alguien... Me gustaría poder llamarte cuando me siento como me estoy sintiendo ahora... — Enviar.

Colocó sus brazos cruzados sobre la mesa y hundió su cabeza dentro de ellos. Lágrimas más volvieron aparecer en su rostro, empapando la noche, llenándola de tanta tristeza. Cuanto necesitaba de un abrazo en aquella oportunidad...

“La vida se complica si tu mismo la complicas”, pensó en aquel instante cuando el sonido de notificación de un nuevo correo electrónico, le hizo levantar su cabeza tan rápido como un rayo y hacer click sobre el asunto.

L: Hey hermosa, qué te pasa? Dime, por qué siento demasiada tristeza en esas palabras? Aquí estoy, cuéntame Yulia. Te leeré cuando más lo necesites.

La misma tonta sonrisa que ya tenía tatuada en su cara cada que leía un correo suyo, no tenía comparación. Aunque esta vez, estaba un tanto apagada. No se sentía menos alegre de haber recibido una respuesta casi inmediata de aquella preciosa pelirroja que siempre estaba dispuesta a “escucharla” cuando más la necesitaba.

Y: Ay! Elena... Me siento tan mal. Recuerdas la chica de la que te hablé hace algunos días y de la que llevaba una relación un tanto temprana, pero igual seguimos saliendo? Para resumirte más el tema, mi madre nos ha descubierto el día de hoy — Enviar.

Sacó de uno de los cajones, una cajetilla de cigarrillos y encendió uno para hacer un poco más llevadera la espera. Por qué no le había pedido el número telefónico aún a la abogada? Cierto... llevaba una esposa a cuestas.

Y: Cuanto lo siento Yulia, de verdad. Ahora dime algo y vas a perdonar mi pregunta, pero que tanto hacían como para que te pongas así de esa manera? Qué dice tu novia?

Botó el humo que en ese momento calaba en su garganta negando con la cabeza. Creo que hasta ella misma sabía que esta vez, se había pasado un poquito de la raya.

Y: Pues, no estábamos rezando lo que se llama un Padre nuestro, precisamente. Estábamos un poco subidas de tono. Pero joder, será que a la gente se le olvida como llamar a la puerta, o eso no aplica para las madres? Y en cuanto a Natasha pues, mi madre la ha corrido de la oficina, casi a empujones. — Enviar.

Volvió a darle otra calada más al cigarillo mientras comenzaba a dar vueltas sobre la silla. Había logrado calmarse un poco ya había podido drenar todo aquello que sentía dentro de su pecho con alguien.

L: Jajaja! Eres de terror Yulia y creo que a tú madre se le ha pasado un poquitín la mano. Por qué la despidió? Aunque suene muy estúpida mi pregunta, pero sé que lo hace para cuidarte y tal vez por el bien de la empresa, me equivoco?

— Pues no te equivocas Lenita... Lenita? Suena encantador — Acotó apagando su cigarrillo por completo en el cenicero.

Y: Pues, no te equivocas. Para mi madre no hay más nada interesante e importante en esta vida que su “bonita” empresa. Además, cree que Natasha está aliada con la mafia rusa y que va a desbancarme todo el dinero. Esa chica no aparenta ser como muchas que solo buscan en mí, un interés. Me siento tan mal por ella. — Enviar.

L: Pues, en eso se puede dar la mano con mi madre. En fin... Vamos hermosa, no debes sentirte así porque no tienes la culpa, bueno, es una manera de decir, pero si es una chica joven, podrá encontrar empleo en cualquier sitio. Por otra parte, pienso que deberías sentarte con tu madre y aclarar las cosas, decirle que es tú vida, que eres mayor de edad y puedes exigirle eso y mucho más. Estás casi a pisar los treinta, no puede decirte que hacer y que no. Todo va a estar bien, ya lo verás.

Claro, pisaré los treinta dentro de diez años aproximadamente y si Larissa me deja viva — pensó.

Pero aquello no era lo que le preocupaba y lo sabía. Tenía que pensar en algo rápido para poder ayudar a su novia en aquel momento tan duro que estaba atravesando. Yulia no tenía por qué preocuparse en cuanto a lo monetario, tenía y de sobra, pero Natasha no y por culpa de ella, la pobre chica de un día para otro, estaba desempleada y con el autoestima por el piso.

Es que acaso la gente no puede darse ni un besito a escondidas, porque todo se pone patas arriba?

Y: Tienes razón Elena, pero hablar con mi madre en estos momentos, es algo imposible. Está dolida y si me ve, me asesinará y tengo que hacer algo por Natasha, ella no merece nada de esto. Gracias Elena, porque siempre estás allí para leerme sin importar la hora que sea, es un honor para mí, haberte encontrado. — Enviar.

L: Ni que lo digas... Sabes que siempre voy a estar aquí... Cuando me necesites, Yulia. De todas maneras, no estará de más, que hables y rectifiques con tu madre, al menos sabrá que lo sientes y que actuaste deliberadamente. Un beso.

En ese momento, cerró sus ojos para imaginarse a la pelirroja y aquel beso que le había enviado electrónicamente. A quien iba a engañar, en cualquier momento del día pensaba en ella y aquello le estaba gustando más de la cuenta.

Sacudió la cabeza para borrar aquel pensamiento y recordar que la persona que estaba a su lado en ese instante, necesitaba de su total apoyo. Sin embargo, una idea algo loca y arriesgada, le estaba pasando por su cabecita. Tocar no era igual que entrar, así que alistó sus dedos y nuevamente se encontraba tecleando un nuevo correo. Tendría el mismo efecto inmediato que los mensajes anteriores?

Y: Elena... Si no es mucho pedir, me darías tú número telefónico? — Enviar.


Continuará...
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/12/2020, 9:56 pm

Si la matas, haces un gran favor a la humanidad!
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Mensaje por Volkatinale92 8/13/2020, 6:40 pm

Podrías matar a las dos Madres

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Mensaje por LENYU 8/13/2020, 10:17 pm

Bravo brevísimo bravo! Creo que somos varias “Teen” “Muerte a la maldita mujeriega de Lenita” juanajajaa a ver si me sigues la parte dos y nos das el gustito!! Juaaaajajja ojo cuaidado spoiler! Hasta aca Lenita parece un pobrecita, despues es una mal parida que del garche se salva la madre y la hermana de resto se las empoma a TOdAS! Mad Mad Mad y Julia que se cree super lista, cae como mosquita!! Evil or Very Mad amo lo que escribir sos muy diva!

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Mensaje por psichobitch2 8/14/2020, 5:13 pm

Jajajaja, hey chicas, no seáis tan hijas de puta con la pobre Lena mira que la Yulia tampoco es una joyita. A ver, porque queréis que la pobre pelirroja muera?

Os dejaré este nuevo capítulo que fue uno de los tantos que más me gustó. Espero lo disfruten!!

Embarassed Embarassed

CAPITULO 13: EL MONSTRUO DE VILLA HERMOSA


Recién había amanecido cuando ya estaba fuera de su cama, caminando por el jardín. Había estado un poco pensativa, tal vez extraña. Luke caminaba a su lado, acompañándola como siempre. Aquella mañana, se encontraba llena de vida, estaba feliz.

Su rizado cabello iba amarrado en una simple cola de caballo. El peinado la hacía lucir más juvenil, llena de gracia. Elena siempre había sido una mujer hermosa, lo suficiente como para presumir con cualquiera.

Caminaba descalza por el suave y bien cuidado césped de su jardín. Era raro verle caminar sin sandalias en sus pies pero era algo diferente que aquella mañana quiso hacer.

Caminó y se sentó bajo su árbol favorito. Un gran roble. El único árbol inmenso que había allí. Recordó cuando compró aquella gran mansión y no quiso deshacerse del frondoso árbol, se había enamorado de él. Le encantaba cuando la sombra cubría su cuerpo, la hacía sentir relajada y lejos de la realidad. Acarició el lomo de su fiel amigo quien inmediatamente se acostó sobre sus piernas y simplemente se dedicó a contemplar la belleza que la rodeaba.

Así estuvo un rato, contemplando el amanecer que comenzaba a izarse sobre la ciudad de Kazán.

— Buenos días — Dijo una dulce voz desde la ventana de su habitación que estaba ubicada en la planta alta. Allí, en el balcón de la terraza del mismo, se encontraba su esposa. Aún llevaba una ligera y seductora bata de satén.

— Buenos días, Svetlana — Dijo alzando la vista.

— Qué haces allí abajo tan temprano? Pensé que habías salido a la oficina este fin de semana, también.

— Quise salir un rato, tomar el aire, sacar a pasear a Luke para que no te moleste — Dijo mirando al animal retozar sobre sus piernas como si más nada en el mundo importara.

— Vas a coger un resfriado Lena, está haciendo frío allá afuera. Por qué no subes? — Preguntó alzando una ceja. A veces la actitud de su pelirroja esposa podían exasperarla un poco. No entendía porqué, pero de un tiempo acá veía a Elena un poco cambiada, así que decidió entrar nuevamente a la habitación y acostarse en la cama, decidiendo que no le daría mucha importancia.

Eran apenas las seis de la mañana. Aún faltaba para que el día levantara por completo.

[…]

Cumbres borrascosas, era el libro que descansaba sobre su mesa de noche, lo tomó de la misma y resolvió continuar con la lectura anterior ya que no le daría sueño de nuevo. La puerta se abrió dejando entrar a Lena, quien luego cerró pausadamente la misma detrás de ella.

La rubia sintió cuando ésta se acostó a su lado y sin alzar la vista aún de la lectura, percibió lo distraída de la pelirroja.

— Me puedes decir qué te pasa? — Cerró el libro colocándolo sobre la cama. Elena le dirigió una mirada interrogativa, cuando sus ojos se encontraron.

— No entiendo, a qué te refieres?

— A esto... Cuando estás distraída siempre respondes con una pregunta. Desde hace un tiempo para acá, te noto extraña Elena, dime, acaso es que existe alguien más? — Preguntó. Lena inmediatamente se acomodó en la cama. De dónde Svetlana sacaba aquella conclusión?

— No existe nadie más por favor. No empieces a ver fantasmas donde no los hay...

— Deben haberlos, porque no soy tonta Elena. Tienes días que no me tocas, que no me haces el amor... Mírate, despiertas temprano y sales a pasear a tu perro al jardín. Antes, me buscabas, te gustan las mañanas para hacernos el amor y... ya ni eso. Dime, qué puedo pensar entonces? – Lena desconectó la mirada de la de su esposa y pasó una de sus manos por su frente.

— Tengo que ir a Moscú... Este lunes — Dijo tomando el control de mando del televisor y encendiéndolo. Le gustaba escuchar las noticias a primera hora de la mañana.

— Otro viajecito planeado por tu madre, cierto?

— Si...

— Por dios, Elena!! — La rubia se levantó de la cama muy molesta. Caminó hacia el balcón, sin salir esta vez, solo dándole la espalda a la pelirroja. Continuó, alzando la voz — Te dejas manipular fácilmente por esa.... por tu madre. Supongo que no soy bienvenida a ese viaje, cierto? — Hubo un corto silencio hasta que sintió las manos suaves de Lena sobre sus hombros.

— No me dejo manipular y lo sabes muy bien Sveta y no, no puedes ir, al menos no quiere verte. Sabes que no eres de su agrado, que no acepta nuestro matrimonio...

— Siempre me odió, lo sé.

— Lo siento tanto — Trató de abrazarla pero la rubia se zafó de sus brazos y salió de la habitación, dejándola allí sola, sintiéndose culpable.

[…]

Luego de la pequeña discusión con su esposa en la mañana, decidió que salir de su encierro era lo mejor. El día pintaba muy fresco a pesar de lo helado que soplaba la brisa. No quería ir a su oficina, esta vez no, a veces pensaba que tantos documentos terminarían volviéndola loca, así que giró el volante de su camioneta hacia un desvío y decidió que el campo sería la mejor opción aquella mañana.

Había recibido una llamada de su mejor amigo, Mihail. Otra invitación para irse a pescar. Sin pensarlo dos veces terminó aceptando la invitación, quizás cambiando de ambiente lograra huir de sus pensamientos.

Cuando llegó a la casa de campo, no había rastro de su amigo por ninguna parte. Había tardado 45 minutos en la carretera y aun así, Mihail ni las sombras. Parqueó su camioneta y bajó hacia la casa.

El lujo y las comodidades eran iguales a los de su mansión en Kazán, por donde quisiera que se mirara. Era obvio que toda la decoración había estado al mando de su elegante esposa, así solo pisara la casa un o dos veces por año.

Entró y decidió ir por un vaso con agua, sentía mucho calor y algo de agotamiento físico. Pasó de la cocina a la terraza, donde se recostó en uno de los muebles para disfrutar de la vista que la naturaleza le regalaba a su verdi-gris mirada. No pudo evitar pensar en su esposa y en su madre. Inessa jamás había aceptado su orientación sexual y mucho menos el que se hubiese casado, con una mujer. Tampoco tenía la voluntad para enfrentarla, aún no sabía el porqué.

Era una mujer de treinta años, con una vida hecha la cual se había trazado y fijado desde que decidió marcharse de casa, pero aún le faltaban las agallas para poder enfrentar la rudeza de su madre. Aquella mujer la hacía sentir indefensa por dentro, aunque por fuera jamás se lo demostraba.

Habían pasado más de veinte minutos desde que llegó a Villa Hermosa. Era el nombre que le habían colocado a todas aquellas tierras, propiedad de los Katin.

Mihail no se había comunicado aun con ella. “Tal vez habrá tenido un inconveniente” pensó para sus adentros mientras jugaba con el vaso en sus manos para luego dejarlo en el suelo mientras iba por su teléfono móvil. Era la mejor manera de salir de dudas, pero en ese instante, el mismo timbró haciendo que su caminar cambiara de pausado a más rápido.

— Diga? — Dijo al contestar la llamada sin reconocer el número. No respondieron a su saludo. Miró de nuevo el identificador de la llamada entrante y volvió a saludar — Diga? Quién es?

— Hola... — Contestó una voz juvenil y ronquecina del otro lado de la línea — Eres Elena? — La pelirroja frunció el ceño al no conocer de quien se trataba. Por un momento pensó que era su asistente, pero esta le reconocía la voz a donde fuera.

— Si, soy Elena, quién llama? — Preguntó.

— Hola... Es Yulia.

Elena al escuchar aquel nombre se quedó simplemente de piedra. Los latidos de su corazón se aceleraron a tal magnitud que pensó que este saldría de su pecho. No existía vocabulario alguno que pudiera emitir en aquel instante, su mente borró cualquier palabra aprendida y simplemente se quedó perdida en la nada.

— Hola. Estás allí? — Insistió la pelinegra al sentir aquel silencio. Tal vez se había cortado la comunicación, pero de inmediato la pelirroja salió de sus cavilaciones.

— Sí, estoy acá... Co... cómo estás? — Dijo mientras sus piernas se flexionaban lentamente hasta tocar el asiento del que allí yacía justamente para sostenerla.

— Bien.... Ehm, interrumpo algo?

— No! — Contestó rápidamente — Bueno, no, simplemente que no esperaba tú llamada porque nunca me dijiste cuando me llamarías la vez que te di mi número telefónico. Solo es... me has sorprendido.

— Puedes hablar? — Preguntó Yulia desde el otro lado.

— Sí. Si puedo hablar. Estoy sola... He venido a mi casa de campo que está en las afueras de Kazán. He quedado con mi mejor amigo para pescar y justo cuando llamaste, iba hacerlo... Bueno a ti no...

— Lo sé tonta — Una risita se escuchaba al mezclarse con aquella voz tan encantadora. Así lo consideraba y procesaba la mente de Elena en aquel momento — Como nunca te di mi número de móvil, quería que fuera una sorpresa. Pensé mucho en llamarte porque no quería buscarte ningún inconveniente con tú esposa y bueno... vi que no es así.

— No te preocupes hermosa, ella casi nunca viene para acá y casi siempre estoy sola. Repito, no pensé que me fueras a sorprender así de esta manera –La pelirroja logró relajarse un poco —Dime, cómo estás? — Preguntó. Por dentro parecía que estaba hecha de gelatina. Lucía como una tonta adolescente al recibir su primera llamada, de la persona que le quita el sueño en el colegio.

— Vale! Estaba terminando de escribir un capítulo de la historia...

— Ya lo has subido al foro? — Interrumpió tontamente.

— Pues sí, hace como unos diez minutos. Te estaba llamando para que lo leyeras – Podía ser la excusa más original.

— Créeme que de todas maneras iba a darme cuenta, siempre sigo cada capítulo que subes de tus historias.

— Lo sé... — Concluyó y un extraño silencio se mantuvo entre las dos. Elena terminó de llevar su cuerpo hacia el espaldar de su asiento mientras cerraba los ojos y suspiraba despacio.

— Por qué el silencio hermosa. Pasa algo? — Acabó diciendo para romper la pequeña capa de hielo que se estaba formando.

— No, no pasa nada Elena, solo sentí necesidad de llamarte y para serte sincera, de conocer tu voz. Mis dedos no querían volver a encontrarse con el teclado para poder comunicarme contigo así que decidí llamarte, pasara lo que pasara. Perdóname por haber sido tan impulsiva...

— Shh! —Elena solicitó — No tienes porqué excusarte ni mucho menos sentirte mal, Yulia, al contrario, me siento muy bien de que hayas tenido esta ocurrencia, pues mira, ahora estamos hablando –Ambas rieron – Me hace bien escucharte. Pensé por un momento que te ocurría algo, pero me alegro que no sea nada e insisto, puedes llamarme cuando quieras. Supongo que éste es tu número, cierto?

— Claro — Respondió Yulia amablemente — Puedes escribirme o hablarme a este número cuando desees siempre, Elena.

— Gracias. Ahora cuéntame, qué harás hoy a parte de cumplir tus compromisos como escritora?

— Bien. Saldré con mi novia un rato. En casa de mis tíos han planeado una barbacoa y he querido ir hasta allá con ella, al menos hasta que mi madre llegue y se me acabe la alegría.

—Por qué ha de acabarse la alegría? – Rió –Acaso no has hablado con tu madre al respecto?

— Si te soy sincera, no. No viene al caso pero mi vida la hago yo. Tengo la suficiente edad como para hacerlo.

— Tienes razón, pero creo que lo más conve...

— Eres tan correcta en todo — No era una pregunta y Elena sabía a ciencia cierta que era toda una afirmación.

— Lo siento, Yulia, no debí..

— Tonta! Solo bromeaba, ok? No te pongas así, suelo ser un poco divertida, a veces — Dijo con un tono bastante pícaro que la pelirroja acató de inmediato.

— Yulia, yo...

— Hey! Pelirroja, estás acá? — Dijo Mihail entrando a la casa de pronto. Elena soltó un suspiro de frustración porque quería contarle algo más a la pelinegra, pero quizá tampoco era el momento justo.

Le hizo una señal a su amigo de que esperara y continuó con la llamada. Era momento de despedirse.

— Yulia, acaba de llegar mi amigo con quien voy a ir de pesca un rato — Dijo sin quitarle la vista a Mihail de su rostro. Este sólo alzó una ceja y la dejó que terminara de hablar por teléfono, preguntándose con quien estaría hablando con tan buen semblante.

— No tengas cuidado, te llamaré pronto y espero que tengas un buen día. Cuídate. Adiós.

— Adiós — Dijo Elena finalizando la llamada aún con una sonrisa dibujada en sus labios. Chequeó de nuevo la cara de Mihail y éste la veía con la pregunta a flor de piel: No piensas decirme?

Elena se levantó del sofá, miró de reojo al castaño mientras pasando por su lado como si nada. Éste se giró a verla esperando que soltara algo, pero sabía que Elena era demasiado reservada.

Observaba a la pecosa buscar sus herramientas para ir a pescar y demás provisiones que necesitarían ese día. Él solo la observaba detalladamente. Sabía que estaba feliz por algo, así lo había notado días atrás y esta vez no era distinto, podía notársele la felicidad por los poros.

— En realidad no piensas decirme que sucede, Lena? — Dijo al fin el joven trasmitiendo toda su curiosidad verbalmente.

— A ver — Dijo ella deteniéndose unos cuantos pasos de la entrada de la casa, dándose vuelta para ver a un Mihail que permanecía parado en el mismo lugar esperando alguna respuesta de su parte —… Ummm… Es una chica que conocí en una de éstas páginas para lesbianas —El castaño la miró confundido ahora.

— No me digas que es una de esas páginas de pornografía? —Elena alzó una ceja y rodó los ojos.

— No es ese tipo de páginas, Mihail por favor. A veces pienso que vos y Nastya, habéis sido cortados por la misma tijera. Sois extremadamente irónicos — El chico botó una sonora carcajada.

— Créeme que tú amiga siempre la he considerado la cosita más hermosa que he conocido en todo lo que llevo de vida pero ese no es el caso, dime... o más bien, cuéntame. De quién se trata?

— Ok. Sin presiones — Lena suspiró y dejó las cosas que llevaba en sus manos, en el suelo, sin moverse de su sitio — Bien, es una chica que he conocido en un foro, escúchame bien “FORO” o “BLOG” donde os podéis leer historias sobre gays y lesbianas. Pues, ella es una de las escritoras y allí la he conocido — Dijo sin darle más vueltas al asunto. Mihail caminó hasta un sofá que se encontraba en una esquina y se sentó de piernas cruzadas. Al parecer, la conversación le iba a ser muy interesante.

— Y supongo que ya la conoces en persona, o no?

— No. Solo la he visto por fotos...

— Es linda? — Dijo irguiendo su postura sobre el sofá. La pelirroja rodó los ojos.

— Si…Lo es... Créeme que lo es.

— Bien, me parece una historia tan tierna, pero no se te olvida algo? Como que estás casada y toda la cosa, por ejemplo? — Mihail se levantó y se puso frente a su amiga —Elena, no creo que vayas a cambiar todo lo que tienes por una simple chiquilla que ni siquiera conoces en persona.

— Te he dicho acaso que voy a cambiar mi vida solo porque te dije que conocí a alguien por un simple chat? — Preguntó algo molesta dirigiéndose a la cocina por otro vaso de agua. Le molestaba cuando la juzgaban en vano.

— No he dicho eso Elena, o no fue mi intención... demonios — Mihail la siguió, encontrándose ambos en la estancia — Lo siento, si? Sólo que en estos días te he visto más animada, estás más distraída y comenzaba a sospechar algo y hoy acabas de darme la respuesta.

— A qué te refieres? — Objetó ella bebiendo de su vaso ya lleno.

— A que te gusta esa chica, verdad? Y acabo de ver la sonrisa más sincera que desde hace tiempo no había visto en tu cara. La última vez fue cuando conociste a Svetlana, tu esposa.

— No tienes que recalcarme a cada momento que estoy casada — Dijo mostrándole el anillo en su mano — Sé perfectamente cuales son mis obligaciones y no, no me gusta esa chica. Sólo he charlado un par de veces con ella.

— Por qué no vas y la conoces? Si sabes donde reside, le haces una visita y listo. Si te gusta, te la follas y…

— No seas imbécil, Mihail!! — Gritó totalmente descolocada, cerrando su puño hasta que los nudillos se le volvieron blancos. Sintió la necesidad impulsiva de abofetearlo, pero se contuvo. Prácticamente tiró el vaso en el fregadero y salió de inmediato del recinto hacia la sala seguida de su amigo que le gritaba y le suplicaba una disculpa.

[…]

Ninguno de los dos se dirigía la palabra. Ambos estaban sentados a distancia en el pequeño muelle que se encontraba en el río. Elena solo se dedicaba a lanzar piedras al agua, mientras Mihail solo la veía, avergonzado.

Se conocían de toda la vida. Él, el hijo de un empleado de Don Sergey, que se había criado con las chicas Katina desde los 5 años de edad. Sostuvo siempre una relación más íntima con la pelirroja que con Valya, la hermana de ésta. La otra chica siempre le pareció algo hueca y muy superficial, así que su amistad fue más hacia la de los ojos verdi-grises.


<<<<<<<<<<< FLASHBACK INICIO


Estaba bastante entrada la noche y Villa Hermosa desde lo lejos no se detallaba muy bien. Apenas y era iluminada por unos cuantos faroles que desde aquella distancia, los hacían lucir como estrellas, pero en la tierra.

Elena y Mihail apenas cumplían los 8 y 9 años respectivamente y habían quedado los dos críos, en salir y atrapar de una vez por todas al gran monstruo del río. Mihail ponía las manos en fuego y daba su vida a que esa noche si atraparían ellos solos al gran animal que según, los pueblerinos, decían que nadaba todas las noches por las oscuras aguas, después de que la luna se ponía en todo lo alto, y que le gustaba alimentarse con estrellas caídas del cielo.

Por esa razón, la noche en Kazán era muy oscura, porque las estrellas no existían gracias al gran monstruo del río que se las comía cuando aparecía cada 3 meses por el lugar.

— Elena espera, no vayas tan rápido — Corría el pequeño chico detrás de la pelirroja que al parecer, no tenía miedo de nada.

— No seas miedoso Misha que es muy tarde y tenemos que llegar al río lo más pronto posible. Hay que colocar la trampa.

Ambos llevaban sogas, estacas de maderas pequeñas que se encontraron en el granero y un listón de cabello color azul que la pecosa llevaba atada en su mano izquierda.

— Para que traes ese listón, Lenita? — Preguntó Misha, jadeando cansado por la carrera.

— Es de Valya, es para que el monstruo aparezca más rápido. Dicen que le atraen las niñas tontas y como ella lo es, seguro podemos atraparlo pronto — Mihail asintió con la cabeza como si aquello fuese lo más lógico, mientras llegaban a su destino un tanto exhausto por los kilómetros que ya habían caminado, o mejor dicho, que habían recorrido al trote.

Al llegar al muelle, la luz de la luna se reflejaba en el agua haciéndola parecer un tanto misteriosa. La niebla envolvía suavemente el lugar y el ruido de las aves nocturnas le daban aquel toque macabro. Ninguno de los dos tenía miedo, no señor. Ambos chicos eran muy valientes siempre y cuando estuvieran juntos, así no sentirían pánico alguno porque sabían que se tenían el uno al otro.

Se sentaron sobre la madera húmeda y ya desgastada del muelle y comenzaron atar pedazos de sogas a las estacas, esas serían los anzuelos con que atraerían al gran animal que aún ni sospechaban que forma tendría. Por último, Elena tomó el listón azul de su hermana gemela y lo ató a una estaca más grande, la cual iba amarrada a una soga más larga que las demás.

— Crees que eso si funcione? — Cuestionó Misha aún terminando de amarrar su parte de los anzuelos.

— Créeme que sí, mira — Elena levantó el listón y lo colocó cerca de la nariz de su amigo. Éste se acercó y lo olió sin cuidado y se alzó de hombros — Huele a Valya, eso lo atraerá más de prisa. Ya verás pequeño Misha — Los dos chicos rieron muy entusiasmados.

Terminaron de armar todo y lanzaron al río lo que llamaron la “Trampa del siglo”. Según el pequeño castaño, si todo salía bien, se harían muy famosos vendiendo el diseño de lo que los llevó a la captura del monstruo y saldrían en todos los periódicos y noticieros de todo el mundo, como los únicos niños valientes, capaces de enfrentar a una criatura muy voraz.

Amarraron cada soga a los soportes de tronco del muelle y luego se tomaron de las manos, apretando sus ojitos, cada quien haciendo una oración mental, pidiéndole al gran Dios cazador, que les ayudara esa noche a atrapar al animal gigante.

Fueron a esconderse detrás de unos arbustos. No querían ser vistos por aquel monstruo, así que, cada uno se sentó en la tierra húmeda y decidir esperar.

— Cómo piensas que sea, Elena? — Dijo Misha abrazando su propio cuerpo. Comenzaba a sentir frío.

— Pues, creo que será muy grande y muy gelatinoso. Debe tener muchos cuernos y un huequito atrás como las ballenas para poder respirar. Sí, eso — La pelirroja se encogió de hombros después de dar su descripción bastante creíble de como sería aquel bicho y bajó más su gorra hasta tapar sus ojos. Tenía algo de sueño pero aquello no iba a ensombrecer la gran captura, así que debía estar bien despierta.

— Creo que deberíamos llamar a Valya, para que nos ayude. Si es muy grande, nosotros dos no...

— Shhh! — Calló Elena de pronto al escuchar un chapoteo en el agua. Esta miró al chico y éste le devolvió la mirada. Ambos estaban extasiados y con los ojos muy abiertos.

El ruido cesó y no escucharon nada más. Se habían puesto en posición de ataque pero al parecer, todo fue una falsa alarma.

Ya eran las dos menos cuarto de la madrugada y no habían vuelto a escuchar nada más después del primer ruido. El río se veía en calma. Los anzuelos permanecían en el mismo lugar. Elena y Mihail, estaban recostados sobre sus espaldas, con el sueño venciéndoles y ganándoles la batalla. Esa noche, ninguno de los dos tuvo la suerte de atrapar al monstruo del río en Villa Hermosa, solo consiguieron una buena reprimenda de parte de sus padres y un gran resfriado que los mantuvo en cama por tres días.

Cada tres meses, se dirigían al lugar con la fe de que algún día serían los cazadores de monstruos más famosos de toda Rusia, pero todo aquello quedó como una simple fantasía de dos chicos que jamás volvieron a separarse al pasar de los años.

>>>>>>>>>>>>>>>>>>> FLASHBACK FIN


Seguían allí sentados, distanciados el uno del otro. Elena sabía que era bastante incómodo aquel sentimiento, pero Mihail se había pasado de la raya esta vez y lo sabía.

Se levantó despacio, limpiando sus pantalones de mezclilla de cualquier rastro de hojitas sobre ellos, contemplando lo increíble y hermoso del paisaje. Una sonrisa en su rostro se dibujó, posiblemente había recordado aquella fantasía y sobre todo el mito acerca del monstruo de Villa Hermosa. Cerró los ojos y respiró un poco de aire fresco. Sintió la mano de su amigo sobre su hombro y los abrió.

— Elena, lo siento... En verdad me siento como un tonto — Increpó un poco avergonzado por su actitud.

— Ya está... No quiero que sigamos así, distanciados Mihail — Respondió la pelirroja dándose la vuelta para mirar a su amigo — Pero no quiero que me juzgues a la primera ni que me recuerdes a cada instante, cual es el papel que debo cumplir. Sé que es lo que hago y porque lo hago y si te conté sobre esto... — Hizo una pausa para mirar atrás y luego continuar — Es porque ni yo sé que es lo que me está pasando — Concluyó bajando su cabeza.

— Recuerdas la historia del monstruo?— Preguntó Misha rompiendo con aquel incómodo silencio que se había vuelto a formar durante unos segundos.

Elena regresó su mirada hacia él y con una sonrisa, corrió hacia la orilla del muelle. Se agachó cuidadosamente y sacó del agua una soga que estaba un tanto vieja y rasgada. La estaca ya podrida por la humedad, aún tenía atado en el medio un listón azul pálido y totalmente deshilachado, por el pasar del tiempo. Lena la tomó en sus manos y largó una carcajada que contagió a Mihail.

— Cómo no voy a recordarla, Misha? Si el monstruo nunca vino hacia nosotros porque el listón era de Valya. Seguro le iba a dar indigestión o posiblemente moriría envenenado.

Ambos chicos rieron placenteramente mientras la tarde comenzaba a ponerse sobre ellos. Sin duda alguna, eran los mejores amigos, se conocían de toda la vida y no había mal entendido que el noble corazón de Elena no pudiera perdonar.


[…]

Estaba de pie a mitad del camino de tierra viendo la nube de polvo que alzaba el coche de Mihail, que abandonaba el lugar. Ya era de noche y no tenía intención alguna de regresar a casa, necesitaba pensar en todo lo que estaba sintiendo, en aquella actitud que para nadie, al menos para las personas que la conocían, podía pasar desapercibida. Estaba cambiando positivamente y ella lo sabía, pero se sentía feliz y es lo que más le importaba.

Estaba olvidando lo que significaba volver a estar feliz por alguien, pero poco a poco todo estaba volviendo a tener sentido para ella.

Su casa de campo era la única que quedaba a la redonda, no habían más vecinos con quienes charlar. Unos cuantos de sus trabajadores que ya concluían su jornada, se despidieron cortésmente mientras tomaban rumbo hacia sus casas, carretera arriba.

Entró y cerró la puerta de manera segura. Extrañaba a su fiel amigo Luke, pero necesitaba estar sola, así que esta vez su peludo amigo, tuvo que quedarse en la mansión de Kazán.

Subió las escaleras hacia su habitación y se sentó sobre su cama, encendiendo el televisor mientras cambiaba sus ropas. Sacó sus tenis y su pantalón de mezclilla rojo quedando así sólo en unos ajustados y muy femeninos boxers, aquellos que ni su madre sabía que usaba porque los consideraba una vestimenta un tanto “masculina”. Arriba, vestía una playera blanca y sus inseparables calcetas corte bajo que le daban cierto toque infantil.

Llevó consigo su móvil y bajó nuevamente las escaleras para prepararse algo de comer.

Eran un poco más de las 21:00 horas así que prepararía una simple ensalada de frutas. Buscó en la heladera un poco de sandía y frutillas. Del mesón de la cocina asió algunos bananos y una naranja para comenzar hacerse la cena. Cogió el control de mando de su stereo y puso algo de música de Sigur Ros (Festival), tarareando un poco la tonada para seguir en su labor.

Al cabo de media hora, se sirvió en un bol la preparación y caminó de nuevo hacia su habitación, llevando consigo su móvil. De nuevo se sentó en su cama, desatando la coleta donde amarraba sus rizos y los dejó libres acomodándolos detrás de su espalda. No tenía ganas de leer pero tal vez haciendo zappin en la televisión, consiguiera algo agradable que ver.

El sonido de un nuevo mensaje de texto, llamó su atención. Se reclinó por completo sobre el espaldar de la cama, colocó sus piernas como canastitas y el bol dentro de ellas. Al abrir su móvil, encontró unas bellas palabras escritas, dedicadas a ella.

SMSYulia: “Buenas noches preciosa, solo pasaba por acá para desearte lindos sueños y que hayas pasado una velada genial de pesca. Me encantó tu voz, no pensé que fuera tan… dulce así que… Bueno, ya lo dije… ja ja ja. Cuídate mucho. Yulia”

Lena sonrió y metió a su boca una porción de frutas. Luego, se puso más cómoda para poder responder el mensaje.

SMSElena: “Buenas noches hermosa, gracias por tus buenos deseos, pero aún sigo despierta. La he pasado bien, aunque no pescamos mucho… Bueno, en realidad no pescamos nada, ya que el río estaba un poco revuelto. Pues bien, tengo que ser también sincera contigo y es que a mí de igual manera me ha gustado tu voz, es muy ronca y a la vez dulce, esa es mi opinión. Y… cómo has pasado el día junto a tú novia?”

SMSYulia: “Ehm! Me has hecho sonrojar por tus halagos y agradezco lo hermoso. En cuanto a la salida con mi novia, la hemos pasado bien pero tuve que venirme antes porque mamá iba hacer acto de presencia junto a mi padre. Aunque con él no estoy molesta, con ella sí. Además, no quise exponer a Natasha a otra humillación. En realidad, mis tíos nos miraban como extraterrestres... En fin. No les hago mucho caso. Ya vas a irte a dormir, o interrumpí tus sueños?”

SMSElena: “En realidad, me encuentro cenando en este momento una rica ensalada de frutas que acabo de prepararme ya que es algo tarde. Nunca me acuesto sin cenar, suelo tener pesadillas. Tú, ya has cenado?”

Le parecía gracioso poder compartir con Yulia sus momentos más íntimos. Ahora sentía estar más cerca de ella.

Ya no estaban simplemente enviándose correos sin temer que su internet fallara y quedarse sin leer hasta el día siguiente, esta vez era más sencillo y para ser sincera, le gustaba ver la foto de Yulia en el avatar de mensajes. Sin duda alguna, veía la foto cada cinco minutos, le parecía totalmente hermosa la chica de ojos azul claros y cabellos rebeldes.

SMSYulia: “No quiero cenar ya que he comido gran cantidad de aperitivos y carnes. No sé como no he vomitado aún, Elena. Me siento reventar créeme. Pero sobreviviré, de eso estoy segura. Nadie ha muerto por un ataque desconsiderado de barbacoa. A parte de eso, no sé cocinar muy bien, si existiera un premio de la persona que compra más comida chatarra sobre la tierra, ese premio me lo llevaría yo sin duda”.

SMSElena: “Ja ja ja ja. Eres muy elocuente Yulia y por qué no contratas a un servicio o algo así? Comer demasiada chatarra no es muy bueno que digamos así que, deberías considerar eso”

SMSYulia: “Lo consideraré no te preocupes y gracias por preocuparte por mi salud y por la integridad física de la cocina. Nadie se había preocupado jamás de que pudiera causar un incendio en ella... Ahm… Te puedo hacer una pregunta?”

SMSElena: “Claro hermosa, las que quieras hacerme.... Dime” — Terminó de escribir y volvió a comer un poco de su ensalada mientras volvía hacer zappin en el televisor.

A decir verdad, tampoco estaba poniendo mucha atención a la programación. Tenía una conversación más importante que atender y todo en ese momento excepto una sola cosa, perdió total interés en ella.

SMSYulia: “Me dijiste una vez que tenías 3 años de casada…. Dime, ¿Cómo es el matrimonio gay y si amas mucho a tu esposa?”

Qué pregunta había sido aquella, joder!!! Inmediatamente la pelirroja pasó por su garganta aquel pedazo de sandía que había llevado a su boca con gran dificultad.

Hablar de Svetlana para ella era algo así como un tema tabú, por decirlo de alguna manera. No es que no le gustase hablar acerca de su esposa, pero Yulia había formulado una pregunta muy importante: “Amaba realmente a Sveta?”. Era algo que comenzaba a rondar por su cabeza de un tiempo para acá. La distancia siempre estuvo presente entre ambas, aunque dormían en la misma cama, sentía que lo hacían en habitaciones distintas.

Para ella su matrimonio siempre fue la gota que derramó el vaso para con su distinguidísima familia. Su rubia mujer, nunca fue moneda de oro para nadie de los Katin a excepción de Valya Katina que siempre fue su mejor amiga, pero a veces podía notar el roce que estas dos chicas tenían, posiblemente por su carácter egocéntrico en común. Pero aquella pregunta no había sido hecha de manera general sino de manera personal.

SMSElena: “Bueno... El matrimonio gay es como la mayoría de los matrimonios heterosexuales, tiene sus momentos buenos y sus momentos malos. Todas las parejas lo tienen Yulia y así es. En cuanto a tu última pregunta, pues, quiero mucho a mi esposa, llevo tres años como ya te he dicho, con ella y me he acostumbrado a sus cosas y viceversa. Bueno… eso”

SMSYulia: “Disculpa si fui algo entrometida pero solo me dio curiosidad. Soy un poquito fisgona como podrás haberte dado cuenta… pero en verdad me alegro mucho que la quieras, pues es tu esposa, no? Lo que si he notado… es cierta tristeza en tus palabras, tal vez esté equivocada, no te conozco mucho pero lo he notado… Si es así entonces, no me prestes mucha atención. A veces quiero hacerme pasar por la mejor psicóloga del mundo y yo estoy más loca que el planeta entero. Y… ahora voy acostarme porque tengo demasiado sueño. Disfruta de tu cena y espero que tengas una feliz noche. Un beso.”

La pelirroja leyó el mensaje muy bien antes de responder. Yulia había tocado una tecla muy importante en su vida sentimental que la puso a dudar como nunca.

Colocó el bol vacío sobre su mesa de noche donde descansaba un libro que siempre se servía de estar allí. Cerró los ojos y el rostro de Svetlana llegó de inmediato a su mente, luego cambió al de Yulia, la sonriente chica que le estaba desordenando las ideas y de pronto una ciudad se mezcló entre ambas: Moscú.

SMSElena: “Yulia... Te gustan las sorpresas?”


Continuará...
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AMIGAS CON DERECHO (PARTE I) Empty Re: AMIGAS CON DERECHO (PARTE I)

Mensaje por VIVALENZ28 8/14/2020, 11:19 pm

Y la sorpresa que se va a llevar! Very Happy
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Mensaje por psichobitch2 8/15/2020, 6:49 pm

Chiquitas, cómo vais????? Excelente! Tarde pero acá estoy.

Disfrutad!

CAPITULO 14: DEL QUE YULIA AHORA SI SUPO EL VERDADERO SIGNIFICADO DE LA PALABRA SORPRESA



Esta vez no había sido un mal sueño lo que le había causado insomnio gran parte de la noche. Se encontraba dando vueltas alrededor del apartamento, cuando apenas el reloj marcaba las seis de la mañana. Estaba incómoda, inquieta, ansiosa.

Una sola palabra le rondaba la mente aquel temprano lunes: SORPRESA.

Qué había querido decir Elena con aquella frase, la noche anterior? “Te gustan las sorpresas?”

Por una parte, quería indagar un poco más del porqué de aquella pregunta, pero tampoco quería sonar tan desesperada, ni curiosa así que solo se dio a la tarea de responder con un “SI” y fue el fin de esa conversación.

Cuando al fin hubo aclarado el día, tomó un baño rápido y decidió vestirse lo más sencilla posible. Amaba andar de jeans y zapatillas cómodas. Agarró las llaves de su coche y salió. Había quedado ese día en ir a desayunar con su novia.

La plaza roja se encontraba ya abarrotada de transeúntes visitando los distintos locales ubicados alrededor. En el gran Café Central, se encontraba Natasha sentada en una de las primeras mesas, degustando un café negro mientras leía el periódico matutino. Hojeaba la sección de empleos un tanto entretenida sin darse cuenta aún, que una chica de cabellos oscuros como la noche y mirada azul como el mar, la detallaba alegremente desde cierta distancia.

Alzó la vista por instinto, y fue cuando sus miradas se encontraron, sonriéndole de la misma manera que lo hacía Yulia.

Lucía tan hermosa aquella chiquilla rebelde, que no lo pensó dos veces y fue hasta su encuentro, fundiéndose en un abrazo y un tierno beso sobre sus labios.

— Hola linda, cómo estás? — Saludó la pelinegra viéndose reflejada en aquellos ojos claros que irradiaban mucha alegría.

— Hola Yul, pensé que no ibas a llegar nunca — Dijo mientras volvía a picotear los labios rosa de la pelinegra.

— Sabes que soy un poquitito impuntual, pero ya me tienes aquí... y con mucha hambre — Objetó tomando de la mano a la castaña para llevarla de nuevo a la mesa donde anteriormente se encontraba ésta leyendo y bebiendo su café — Veo que decidiste comenzar sin mí — Aclaró sentándose y viendo lo que contenía la taza humeante frente a ella.

— Pues, aún no he desayunado, solo fue un café que decidí tomarme mientras leía el periódico, por supuesto, mi nueva sección favorita, la de los empleos — Resopló al terminar la frase. Yulia no pudo evitar sentirse un poco apenada por la situación.

— Lo siento tanto de verdad.... que por mi culpa, tú...

— Shhh!! — La silenció posando su mano sobre la de la ojiazul — Nadie tiene culpa de nada. Las cosas tenían que pasar de alguna manera — Volkova comenzó a jugar con el mantel de la mesa, con la mirada fija sobre sus dedos —Vamos Yulia, quita esa cara, que no he perdido la vida, sólo fue un simple empleo.

— Al menos a mi madre no le dio tiempo de buscar su bazooka favorita y volarnos los sesos a ambas — La castaña sonrío, comenzando acariciar la suave piel de la mano de la otra chica, con su pulgar — Aunque más bien, creo que nos iba a volar en pedacitos — Resopló y miró de nuevo a los ojos de la castaña — En fin linda, he venido hasta acá porque te tengo una grata sorpresa pero... — Alzó una ceja y se quedó un tanto pensativa, como si su cerebro estuviera resolviendo el más complicado de los acertijos. Natasha la detallaba y negaba con la cabeza. Yulia podía ser tan elocuente cuando quería —... Vamos a comer primero, porque no sé tú pero mi estómago está retumbando allí adentro — Dijo haciéndole señas al mesero para que trajera la carta mientras se encargaba de hacerle mimos a su novia quien volvió a sumergirse en los clasificados.

[…]

— Cuéntame, qué has hecho a parte de ponerte más hermosa cada día? — Preguntó Yulia comiendo de su Omelette que ya le habían servido, mientras veía sonrojarse fácilmente a Natasha.

— Eso lo dices porque solo me tienes mucho cariño — Dijo rodando los ojos — Pues, he estado ayudando a mis tíos en casa, como te he comentado. Con el cheque que me han dado en la empresa de tus padres cuando me despidieron, solo lo he empleado para surtir lo que haga falta y el resto no quiero tocarlo. No quiero gastar mucho, sé que encontraré algo pronto — Dijo bebiendo de su nueva taza de café.

— Ummmm!!

— Que significa ese sonidito que sale de tu boca, Yul? – Le preguntó cerrando las hojas de papel.

— Nada... Te he conseguido algo — Dijo la morena masticando aún.

— Perdón? Podrías hablar sin tener comida dentro de la boca? — Negó con la cabeza viendo como la morena intentaba tragar el bocado.

—Lo siento. Te he dicho… que te he buscado algo —Dijo encogiéndose de hombros y volviendo a meterse comida a la boca.

—Algo? Algo de que.... — La castaña hizo una pausa — Oh no!!! — Bajó despacio el cubierto sobre el plato para secarse la comisura de su boca. Yulia, hizo lo mismo mientras le tomaba la mano a su novia.

— Escúchame…Calma. Es algo que ha salido en internet y decidí enviar la solicitud con algunos de tus datos. Mira — Se llevó la mano al bolsillo de sus pantalones sacando un trozo de papel donde se leía una dirección electrónica — Acá la he apuntado y esta mañana, ha llegado una respuesta a mi correo indicando que tienes una entrevista el día de hoy a las... 15 horas.

Natasha no pudo detectar si era una mentira o no, pero la verdad de todo es que Yulia sabía cómo jugar todas las piezas del ajedrez cuando en realidad le importaba alguien. El objetivo era no hacer sentir mal a la chica y que pensara, que por influencias le podía conseguir algún trabajo.

Pero había sido así. Conocía algunas personas que podían ayudarle en algún favor y como era de las que se salía siempre con la suya, hizo algunas llamadas que ayudaron a conseguirle un empleo, o al menos que tuviera un entrevista que la ayudara a obtenerlo.

— No tenías porque molestarte Yulia. Soy yo la que no tiene trabajo ahora y por lo tanto, me toca a mí ocuparme de mis cosas.

— No seas tonta, si? Lo hice con gusto y porque siento que en el fondo te debo una gran disculpa por el comportamiento de Larissa — Le regaló un gesto tranquilizador — Sé que te humilló y te trató muy mal, estuve allí y pude presenciar todo lo que vociferó, además... El trabajo está allí, sólo que tal vez no lo habías visto y puedes confirmar que no tuve nada que ver en esto — Volvió a encogerse de hombros, mientras Natasha la miraba algo dudosa, pero no iba a discutir por una tontería como esa. En el fondo le agradecía mucho a Yulia porque a pesar de su corta edad, era una chica bastante responsable y comprometida.

Charlaron durante un buen tiempo mientras terminaban de desayunar. Pasearon un rato por el centro comercial y luego la morena acompañó a Natasha hasta su coche, cuando acabaron de hacer los recorridos. Ya había caído el mediodía.

Acompañó a su novia hasta el parking y después de una amorosa despedida, la vio marcharse entre la cantidad tráfico que ya comenzaba aglomerarse sobre la ciudad.

Cuando fue su turno de dirigirse hacia su auto, su teléfono móvil comenzó a repicar. Se detuvo un momento para contestar.

— Hola!

Hola, cómo estás? — Saludaron del otro lado de la línea.

— Bien, apenas saliendo de casa, y tú? — Reanudó el paso, sacando las llaves de su bolsillo delantero.

Te conozco Yulia y estás en la calle. Estabas con tu novia, cierto? — La morena rodó los ojos al captar que su mejor amiga la conocía tanto, hasta cuando mentía.

— Katya, a veces pienso que me sigues o que has contratado a un detective para que chequee los pasos. Me asustas!

No seas idiota. Come mocos.

— No me digas así... Qué quieres, Katya? —Su coche no estaba muy lejos, así que mientras escuchaba a la rubia hablar desde el otro lado, ya estaba abriendo la puerta.

Quería que me acompañaras al centro comercial para comprar algo de ropa. Me ha provocado esta noche salir de marcha, qué dices?

— Qué digo a qué? — Jugaba con las llaves de su auto mientras observaba a las personas que pasaban por el lugar.

A que si quieres salir conmigo esta noche a bebernos algo.

— No sé... aún es temprano y tengo tiempo para pensar si quiero ir o no.

No seas aburrida Yulia por favor. Nunca tienes nada que hacer sino estar en tu casa escribiendo tus historias bastante locas y salir con tu noviecita mayor de edad.

— No empieces Katya que no estoy de ánimos para discutir tan temprano. Estoy acá cerca de los locales en la plaza roja. Puedo esperarte si quieres — Acotó subiéndose al coche, encendiendo el stereo y la calefacción.

— Está bien, me das media hora entonces y estoy allí contigo? — Yulia resopló sabiendo que media hora para Katya, podían fácilmente convertirse en dos. Pero aquel día no tenía más nada que hacer así que decidió esperarla mientras pasaba el tiempo.

— Bien, acá te espero entonces, sólo... no tardes tanto, Katya por favor.


[…]

Recorría el centro comercial nuevamente, pero esta vez lo hacía sola y un tanto aburrida. No le gustaba ver las tiendas sin compañía, se sentía indefensa a la hora de criticar algún vestido que le pareciera horrible o simplemente con quien poder discutir acerca de quien vio primero cualquier vestuario que le llamara la atención y correr a la caja a comprarlo.

De pronto, algo llamó su atención haciendo que detuviera su andar delante de una vidriera.

Allí, en exhibición, había una linda bufanda de seda, color verde esmeralda — “Elena” — pensó de inmediato para luego entrar corriendo al local.

Recordó que la pelirroja en varias oportunidades le dijo lo mucho que le encantaban las bufandas y ya la había visto en algunas fotos con muchas de estas, así que esa no podía pasar desapercibida para su colección.

Una chica joven y muy linda se le acercó, sacándola de pronto de sus pelirrojos pensamientos.

— Disculpe señorita, puedo ayudarle en algo? — Cuestionó la vendedora observando a la morena de una manera muy graciosa al ver como la chica rascaba su cabeza.

— Ehmm! Bueno si... Esa bufanda señorita, es muy linda, verdad?

— Claro que si... Es de seda importada y muy elegante. Es para usted?

— No!!.. o si... Pero, no — Yulia no sabía que decir mientras la chica de ojos verdes claros que la atendía, la miraba esperando alguna respuesta. Volkova dirigió la mirada hacia la muchacha y al verla a los ojos sonrió ampliamente, como si la mejor de las ideas se le hubiese ocurrido en aquel preciso instante — Puedes hacerme un favor? —Le preguntó emocionada.

— Como no... — Respondió algo dudosa la chica.

— A ver…Es que quiero que me modeles esa bufanda. Sólo quiero ver como te queda a ti y como luce con el color de tus ojos. Por favor — Clamó algo suplicante. La vendedora asió la bufanda de exhibición y se la colocó delicadamente sobre su cuello.

Yulia la veía muy emocionada. Le quedaba perfectamente y le hacía relucir mucho los ojos. La vendedora estaba un poco apenada por la manera en que la pelinegra le observaba.

— Crees que le guste a una chica de cabellos rojos y ojos verdes grisáceos? — Finalmente preguntó como si fuese la cosa más simple y entendible de la faz de la tierra.

— Será un buen regalo, además, es una prenda muy elegante y sencilla sobre todo. Da un toque juvenil...

— Me refería, que si cree que le gustaré yo — Dijo la morena con la mirada perdida sobre el cuello de la vendedora donde colgaba aún la prenda color esmeralda.

La joven sólo pudo ampliar los ojos y encogerse de hombros. Acaso aquella joven se estaba volviendo loca o le estaba tomando el pelo?

— Disculpa?

— Ah? — Yulia sacudió la cabeza, cayendo en cuenta de que había pensado en voz alta.

— Me preguntó usted, si cree que le gustará a alguien. Eso fue lo que me preguntó.

— Olvídalo, solo bromeaba — Dijo sacudiendo la mano despreocupadamente — Por favor, puede envolverla para regalo?

— Sí. Ahora mismo hago que la envuelvan, señorita. Va a llevar algo más?

La morena negó conforme, viendo como la chica caminaba detrás del mostrador y comenzar a envolver el regalo.

Salió de la tienda un tanto emocionada por haber comprado un regalo para Elena. Sí, se había atrevido hacerle un regalo a aquella chica pelirroja que comenzaba a quitarle el sueño y que entre ceja y ceja llevaba tatuada su mirada.

Pero, cómo podría entregárselo?

Esa mañana le había parecido extraño que Elena aun no le haya contestado el mensaje que ya se les estaba haciendo costumbre enviarse. Quizás estaba muy ocupada, o algo por el estilo. Así que optó por esperar a que la chica le contestara y se desocupara. No quería crear ningún inconveniente.

Chequeó su reloj de pulsera. Habían pasado cuarenta y cinco minutos desde que recibió la llamada de Katya.

Negó con la cabeza y siguió recorriendo algunas tiendas, alternando de vez en cuando su mirada con el regalo que colgaba de su mano. Sonreía feliz, pensando la forma de como hacerle llegar el presente. Su teléfono personal volvió a sonar.

— Dime que ya llegaste por favor. Estoy aburrida de dar vueltas y vueltas por todo el centro comercial – Contestó sin fijarse quien era.

Pues, veo que también te desesperan los centro comerciales... Hola hermosa. –Yulia se quedó de hielo.

— Elena!!? Demonios, discúlpame por dios, no sabía que eras tú — Dijo sorprendida. Lena reía del otro lado de la línea. Al parecer la morena no esperaba su llamada.

No te preocupes Yulia, si estás ocupada, entonces hablamos en otro momento.

— No!!!! — Control Yulia, control — No estoy haciendo nada... Bueno, estoy o estaba comprando un regalo y esperando a mí amiga que se tarda mucho... Eso... si.

Tranquila hermosa... Puedo llamarte en otro momento, de verdad.

— Estaba preocupada por ti — Soltó de pronto, dejando unos segundos que el silencio llegara — Te envié un mensaje pero no me contestabas y no quise molestarte — Dijo, balanceando de un lado a otro, la bolsa que contenía la prenda esmeralda.

No me molestas y lo sabes y la razón por la cual no te contestaba es que, tuve que salir de viaje de negocios a Ucrania. Si… Salí de emergencia, así que por esa razón no pude contestar porque el móvil estaba apagado, descansando dentro de mi bolso, sabes como es lo de viajar en avión y toda la cosa. – La morena se sentó en una banqueta que quedaba frente a un Mc Donald’s, poniendo la bolsa sobre sus piernas.

— Entonces, estás lejos? – Sus facciones se volvieron tristes, escuchando del otro lado la confirmación de su pregunta antes de continuar – Eso quiere decir que… Estás.... con...

Con mi esposa? Esa es la pregunta que no termináis de formular vuestros labios, Yulia? — La morena asintió, pero esta acción la pelirroja no pudo verla desde el otro lado de la línea, así que por el silencio que se formó, supo que debía confirmar su respuesta — No. No estoy con mi esposa en este viaje. Ella tiene sus asuntos aparte. Vine con mi madre, pero eso es otro cuento. Tú como has estado?

— Así que aquí estás? Enana, te he estado llamando y sólo me arroja a tu buzón de voz y decidí buscarte por toda la maldita plaza roja — La joven rubia miraba molesta a la morena, llevándose una mano a la cintura mientras golpeaba su pie izquierdo contra el suelo.

Es tú amiga? — Cuestionó Elena desde el otro lado de la línea.

Yulia veía con cara de: “En buen momento apareces, amiga” a Katya que no le quitaba la mirada de: “No piensas colgar o pasarás de mi?”

— Si. Es ella... Así que debo colgar o le va a dar un coma inducido en cinco minutos — Miró retadoramente a la rubia. Ésta la observaba de igual manera debajo de las gafas oscuras que llevaba. Lena reía del otro lado, nuevamente.

Por todos los cielos, Yulia... cálmate y ve con ella. Yo terminaré de organizarme por acá. Hablamos luego vale?[i]

— Vale! — Dijo la pelinegra al colgar la llamada.

Se puso de pie, tomando la bolsa del regalo y se colocó frente a Katya. La chica bajó un poco sus gafas y la miró por encima de estos.

— Por qué me miras así? No es mi culpa que hayas estado con el móvil ocupado y no pudiera llamarte — Acotó sin quitar su presumida mirada del rostro de Yulia.

La mirada azul de la joven viajó rápidamente hacia la bolsa adornada con un listón de color verde oscuro — Y ese regalo? — Preguntó. Yulia pasó su brazo libre sobre el cuello de la rubia y la instó a caminar con ella.

— A ver mi querida Katya, a veces tu boca es más grande que tu ego. Lo que ves, es un regalo. Para quién? Obviamente que es para mi novia. Será el regalo perfecto para navidad.

— Y dónde está mi regalo de navidad? — Preguntó juguetonamente. Se sentía tan a gusto cuando Yulia simplemente estaba a solo centímetros de ella, que nada más le parecía importar.

— Tú no eres mi novia, Katya. A ti no te he comprado nada, al menos que estés interesada en serlo –Yulia intentó lanzarle una mirada sexy.

— Tonta! No empieces con tus juegos porque solo terminas burlándote de mí.

— Venga!!! Ya deja el drama, si? Además, luces preciosa cuando te sonrojas — Ambas, intercambiaron miradas en silencio que se hizo después del comentario de Yulia.

Los ojos de Volkova viajaban de vez en cuando a los labios de la rubia y viceversa. Ya se habían dado cuenta que era inevitable aquel raro sentimiento que las dos experimentaban cada que estaban muy unidas.

— La que llegue primero a aquella tienda, se queda con la hermosa falda que está en el mostrador — Dijo Yulia cortando la tensión que se había formado entre las dos.

Katya solo podía ver correr a su amiga mientras se perdía a lo lejos hacia la tienda señalada.

— Esta vez es tuya... tonta! – Aclaró, sonriendo para caminar el mismo recorrido que Yulia había hecho, corriendo.

[…]

Llegó a su apartamento luego de haber pasado toda la mañana y parte de la tarde fuera haciendo [i]“Diligencias laborales”
como le había dicho a su madre aquella mañana.

Puso las llaves del coche sobre la mesa y se sentó sobre el cómodo sofá de la sala. Depositó sobre la mesa ratona, el regalo, sin quitarle la vista de encima, ni un solo momento.

Por qué el impulso de comprar aquello? Por qué había pensado en Elena y no en Natasha o hasta en la misma Katya, su amiga?

Cerró los ojos y recordó el rostro entusiasmado de la rubia. Sus labios, sus ojos.

— No, no, no… Maldición!!! — Dijo, poniéndose de pie para dirigirse hacia la cocina y buscar algo que tomar.

La vida era complicada y lo sabía. Precisamente había pasado por muchas cosas que cada día la hacían más fuerte pero, pensar en tres mujeres al mismo tiempo? Era la locura, simplemente.

Revisó la maquina contestadora del teléfono fijo escuchando los seis mensajes que habían dejado en el transcurso del día. Nada importante, en realidad. Bebió de un solo sorbo, el zumo de naranjas que se había servido y decidió que se daría un buen baño. No había nada más tranquilizante y reconfortante que eso, luego de haber pasado todo el día en la calle, junto a una chica que nunca sabía que demonios escoger.

Necesitaba meditar, pensar un rato sobre lo que estaba haciendo de su vida. Algo tenía que darle una solución a todo lo que en su mente estaba revoloteándole y haciéndole un nido. Así fuera la misma agua de la bañera.

Se desnudó y se sumergió dentro del agua tibia. El sentimiento de relajación la envolvió de inmediato y automáticamente cerró los ojos y se dejó llevar.

Como sería tenerla frente a frente y sentir el aroma de su perfume?

Abrió los ojos y comenzó a echarse agua en la cara como si con aquello, iba a dejar de pensar en quien ocupaba su mente ese momento.

—Carajo!!!! Deja de pensarla, Yulia por favor!!!! Es una mujer casada, que vive a treinta millones de kilómetros y jamás te hará caso! Awww!!!!

Sumergió completamente su cuerpo en el agua, contando hasta diez, mientras sus ojos cristalinos miraban el techo del baño, hasta que necesitó respirar y salió a la superficie, en busca de oxígeno.

— Vas a matarme, Lena… Vas… a matarme!

Pasaron cuarenta y cinco minutos desde que había entrado al baño donde supuestamente iba a relajarse, pero todo había sido un intento fallido. Afuera, la tarde caía y el frío invierno se hacía sentir cada vez más.

Salió de la tina, despidiendo agua por todas partes, cuando escuchó a lo lejos su móvil repicar. Miró la hora en su reloj despertador que estaba sobre su mesa de noche y se percató que el crepúsculo estaba ya haciendo su entrada triunfal.

Caminó hacia donde estaba éste, mojando cada espacio que pisaba su húmedo cuerpo y al ver el número de quien llamaba, su corazón dio un grito de alegría dentro de su pecho.

— Hola Elena, cómo estás? — dijo muy risueña sentándose en la orilla de su cama mientras detallaba su imagen delante del espejo.

Yulia, muy bien. En este momento, estoy en el hotel, llegando de una reunión. Cuéntame, estás en casa o aún sigues con tu amiga tratando de ahorcarla? — La morena soltó una carcajada.

—Estoy en casa y para serte sincera, acabo de salir de la ducha donde gratamente me estaba relajando.

Disculpa entonces por haberte interrumpido, puedo llamarte más tarde si así lo...

— Deseo? — El tono que empleó lo usó en doble sentido. Elena le hacía decir cosas que jamás hubiera logrado hacer con desconocida alguna.

Pues... si... no quiero interrumpirte.

— Te disculpas siempre por todo, Elena? Digo... ya he terminado de ducharme y ya puedo hablar contigo, creo que sinceramente más tarde no podré porque iré de marcha con la misma amiga a la que intentaba asesinar esta tarde. Lástima que no llevaba mis tijeras conmigo. Nota mental: llevármelas como si fueran unas tarjetas de crédito.

Usas tijeras para amenazar a tus amigas? — Preguntó desde el otro lado. Aunque Yulia no podía verla, sabía que tal vez la cara de la pelirroja era de espanto total.

— A veces si... depende de la situación. Lo que si puedo decirte es que sé emplearlas muy pero muy bien.

— [i]Me asustas
— Comentó Elena con una risa.

— Pues no tienes porqué, contigo no las usaría.

Entonces, ya que no soy inoportuna para nada... te vas de marcha esta noche. No crees que es demasiado lunes como para irte de marcha?

— Pues, sólo vamos a por unas bebidas y a pasarla diferente. Cuando el cuerpo necesita estar en ambiente, no es necesario un día en específico o sí? — No paraba de hacer muecas frente al espejo, mientras escuchaba la encantadora risa de la pelirroja del otro lado.

En eso tienes razón. Lo decía solo porque apenas es... Basta! no me hagas mucho caso, a veces puedo ponerme algo senil y parezco madre primeriza. Y a dónde iréis?

—Iremos a un pub gay que hay en la ciudad, aunque ella aun no lo sabe y solo porque me apetece llevarle la contraria a mi amiga y me gusta verla incómoda. Aquí entre tú y yo, esa chica está casi que cruza la acera de al frente — Una carcajada saltó desde el otro lado del móvil — Y como tengo tiempo que no visito uno, hoy me ha dado por ir. Por cierto se llama: La pluma del Unicornio. Creo que quien le puso el nombre a ese lugar, tenía plumas en el trasero.

El sonido de la risa de Lena era lo que más le encantaba escuchar.

Yulia, no sé de donde sacas tantas cosas raras de esa cabeza, pero juro que me haces reír como no tienes idea. El nombre del local no me suena, aunque he estado en Moscú pocas veces y si, lleva un nombre poco común y extraño... supongo que debe quedar en algún lugar escondido de la urbanización, no creo que con semejante y peculiar nombre, esté a la vista de todos.

— Pues, está ubicado en la parte norte de la Plaza... Es un lugar que aunque no lo creas, es bastante concurrido por la gente de la alta sociedad que lleva su vida enclosetada y oculta. Puff!!! Pobres personas que creen que dándole gusto a la sociedad, seréis más felices y más aceptados.

Es un mundo muy complicado Yulia, lo sabemos. Somos dos chicas adultas y por lo tanto, no todos tenéis, como muchas de nosotras, la mente abierta.

— Cierto.... y dime… cómo está Ucrania y sus alrededores?

Así pasó un largo rato donde las chicas compartieron opiniones y charlaron un poco más de sus vidas cotidianas, como casi siempre pasaba cuando hablaban por teléfono.

Ambas estaban lo bastante ocupadas como para pensar que afuera, el tiempo seguía corriendo y una rubia de apenas 19 años, estaba botando chispas por todo el cuerpo, gracias a una pelinegra que no le contestaba las llamadas.

Después de haber intentado más de seis veces a su número privado.

— [i]Al fin te da la gana de atenderme?
— Preguntó ofuscada Katya desde el otro lado.

— Cálmate querida que apenas son las 20:00 hrs y me estoy alistando para salir... supongo que querrás divertirte esta noche, cierto? — Indagó con una sonrisa torcida sobre sus labios mientras se probaba por encima una camisa tres cuartos color lila que deseaba acompañar con una falda corta color negra y botas altas del mismo color.

Recuerda que hoy escoges tú el local, así que no vayamos a ningún sitio aburrido Yulia por favor — Katya repicó con tono suplicante.

— Pues, será la mejor noche de nuestras vidas, así que nos vemos en una hora. Adiós!


[…]

El rostro impresionado y desencajado de Katya podría valer miles de Euros en ese momento, y 3000 likes en la página del Facebook de la morena.

Qué demonios estaría pasando en la cabeza de Yulia en ese momento? Ella, en un antro de ambiente? No, definitivamente su amiga se estaba volviendo completamente loca.

Recordó la última vez que quiso acompañar a Yulia a un sitio como ese, apena tenía 16 años, identificación falsa que la misma Yulia le había conseguido y casi fue acosada por una chica, que medía cerca de los dos metros y no sabía a ciencia cierta si era una mujer o un hombre.

Había durado una semana entera soportando las burlas de Yulia y el trauma vivido en ese momento. Casi se hace ver por un psicólogo para poder seguir una vida normal sin tener que entrar en shock por los recuerdos.

— No! no, no, no Yul, tú debes haberte vuelto loca! — Dijo mientras caminaba hacia atrás tratando de alejarse. La morena avanzó un poco, para sostenerla del brazo, evitando que huyera.

— Hey, hey, hey! A dónde crees que vas, Katya? Hoy es el día de escoger mi sitio para pasarla bien y he decidido que este sea el lugar… para pasarla bien — Dijo tratando de contener la risa que estaba a punto de salir de su boca.

— No recuerdas lo que me pasó la última vez? — Objetó la rubia zafándose del agarre de la morena que tenía que aguantarse las carcajadas que deseaba soltarle en la cara.

— Por favor Katya, eso fue hace tres años... Eras la criatura más tierna que había en aquel lugar y por supuesto, “ese” o “esa” mastodonte quería cenarte. No le quitabas los ojos de encima y le sonreías.

— No le sonreía, estúpida... Eran los nervios y además me estaba haciendo pis encima — Finalizó haciendo un puchero recordando aún la mala pasada que a sus escasos dieciséis, había sucumbido gracias a las ocurrencias de la pelinegra alocada.

— Ven acá— Yulia la haló de la mano — Esta vez no va a pasarte nada malo, sí? Aquí se reúne la crema y nata de la sociedad rusa. Habrán miles de escoltas y no vas a encontrarte con ningún mastodonte que te persiga, vale? — Katya asintió. Yulia continuó el camino llevando casi a rastras a la pequeña rubia — Además, si no estoy ocupada por allí, te defenderé, solo tienes que silbar y correré como Forrest.

— Idiota! – Yulia no aguantó más la risa.

— Pajarraca!


[…]

El lugar era bastante confortable y la seguridad estaba bien distribuida a sus alrededores.

Luces de neón bañaban el ambiente haciendo que la atmósfera se tornara bastante agradable y divertida. Como era de esperarse y por ser día de semana, no estaba muy frecuentado el Pub. Había unas cuantas celebridades de la televisora local, tal como Yulia lo había mencionado en el discurso que le recitó a Katya en la entrada y alguna que otras parejas bailando en la pista. Por supuesto, la rubia estaba colgada del brazo de la pelinegra como si de aquella delgada extremidad, dependiera su vida y su seguridad social.

Yulia, con aires de superioridad, veía a cada una de las personas como si con la mirada quisiera indicar, que allí estaba ella, dispuesta a comerse al mundo, con todos los ingredientes que se la sirvieran.

— Desean beber algo, señoritas? — Ofreció una chica muy guapa para el gusto de Katya y para el de Yulia, pues casi que con la mirada le pudo haber desvestido y vestido en un santiamén.

— Pues, para mi novia y para mí un Appletini, por favor — Fue la rubia quien habló.

— Con mucho gusto, ya les traigo sus tragos. Disfrutad — Terminó diciendo la chica para dar media vuelta y comenzar a preparar las bebidas.

— Estás loca? Desde cuándo tú y yo somos novias? – Preguntó confundida la morena.

— Cállate Yulia... te he salvado de que esa mujer con personalidad de gata en celo, te comiera con la vista. Así regresas a tu casa, sana y salva — Dijo Katya con la frente muy en alto como si en ese momento, fuese la súper heroína más grande de toda Rusia. Por supuesto, Yulia no pudo evitar rodar los ojos ante la tonta hazaña de su amiga. Aquella chica tenía que ser en realidad de su equipo o dejaba de llamarse Volkova.

— Pues, gracias por nada, Katya — Dijo sentándose sobre un cómodo asiento que estaba en un rincón, mientras la rubia lo hacía frente a ella sobre una silla, quedando una pequeña mesa entre ellas.

— No hay de que — Dijo encogiéndose de hombros — El lugar es bastante hermoso, y alocado... Esta vez debo reconocer que has escogido bien.

— Siempre escojo bien y lo mejor... Tonta! Además, si no me hubieses espantado a la mesera, ya estuviera pidiéndole su número de teléfono.

— No seas gilipollas, Yulia. Se te olvida que tienes novia y que según tú, la quieres? Además, esa chica es una simple bartender, no es que según tú escoges lo mejor? — Cuestionó mirando a la joven que volvía con ambos tragos en una bandeja sobre sus manos.

La mujer colocó las bebidas en la mesa y se retiró regalándole una sexy sonrisa a la chica rubia que quedó algo perpleja, contagiando también a Yulia que quedó igual en el mismo estúpido estado.

— Esto es increíble.... La chica te sonrió a ti y la lesbiana soy yo? — Ego de Yulia cayendo en 3...2...1...

— Exacto — dijo triunfal bebiendo un sorbo de su trago verde — Queda demostrado una vez más, que no eres el culo del mundo, Volkova y aunque haya sido una mujer la que me haya sonreído, te di en el ego y es lo que me importa. Al fin, mi venganza ha sido llevada a cabo por aquel trauma que me hiciste sufrir a los dieciséis.


[…]

La noche iba de maravilla, ya eran algo más de las 23:00 horas. Las chicas se estaban divirtiendo como muy bien habían planeado hacerlo. Aunque pensaban regresar temprano, a Yulia salir un rato siempre le resultaba algo totalmente relajante.

Beber, sentirse en otro ambiente, ya lo había extrañado un tanto. Había conocido algunas chicas y había bailado un rato, por su parte Katya también hacía lo mismo, aunque esta se encontraba bailando en la pista con dos chicos bastante gays. Ella se lo estaba pasando de lo mejor. Era la idea principal.

Las botas ya comenzaban hacer estragos en los pies de la morena así que primero pasó por la barra para pedir un vaso con agua y luego fue a sentarse a la mesa donde primeramente habían llegado. La seguridad era extrema y podía decirse que el local era a todo dar.

Sacó el móvil de su bolso y al chequearlo, había recibido un mensaje de Natasha diciéndole que estaba muy contenta porque ya había conseguido un nuevo empleo y pidiéndole que se cuidara mucho.

Enhorabuena, y se alegraba mucho por el nuevo logro de su novia. No podía quejarse de la relación que tenía con la castaña ya que esta en ningún momento se comportaba asfixiante y eso era lo que más le gustaba de la mujer.

No quiso responder, ya lo haría con calma al día siguiente, además, le había avisado también que iría un rato a pasarla bien con Katya. Natasha conocía solo de nombre a la mejor amiga de la morena, por esa razón no desconfiaba de esta ya que para Yulia siempre fue eso, una mejor amiga, así que sabía que su novia estaba en buenas manos y no debía preocuparse.

Vio hacia la pista de baile y Katya aún seguía bailando con los mismos chicos que media hora atrás, le habían invitado a bailar, al menos estaba divirtiéndose y eso le agradaba bastante.

Ella ya se sentía bastante agotada, miró su reloj, solo quedaba esperar a que su amiga llegara de nuevo a la mesa, para marcharse a sus casas.

Ya era algo tarde y si mañana no se presentaba en la oficina, Larissa Volkova era capaz de desheredarla y enviarla a un internado de Kuala Lumpur, país que ni siquiera sabía si era habitado por personas o por los pitufos.

Recogió su bolso y sólo se dedicó a esperar con la mirada perdida en algún punto de la pista de baile.

En eso estaba cuando alguien colocó una mano sobre su hombro haciéndola que se girara de inmediato. Sus ojos se abrieron como platos y su boca siguió el mismo camino. Tragó fuerte mientras se iba colocando de pie sin dar crédito a los que sus ojos aún estaban viendo en ese momento.

Era tal cual como la imaginó que sería. Sus ojos verdes con grises, simplemente no tenían comparación alguna, era lo más bello que había contemplado después de los atardeceres en la Toscana-Italia. Sus cabellos, eran fuego vivo y la sonrisa, que en aquel instante le regalaba, era como si los mismos ángeles le hubiera tallado el rostro.

— Hola hermosa!!

Continuará...
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Mensaje por Volkatinale92 8/15/2020, 7:39 pm

Sorpresa sorpresa jajaja, gracias por actualizar

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Mensaje por LENYU 8/16/2020, 6:59 pm

Juaaajajja Julia es una descarada, y (alerta spoiler) tambien se acuesta con todassus amigas, empleadas etc! Pero quiero a Lena muertaaaaaa porque es la Tipica mujer-Macho, que su sexapil hace que todas las chicas caigan a sus pies no siendo mas que una mas que engrosan sus lista de acostones y despues te patean en el culo sin explicación alguna quedándote con un daño en pensar “que hice mal”??? Y nada hacemos como mujeres mal, las “lenas” como esta NO deberian de existir!!! Mad Mad amooo tu fics aunque odie a Lena!! Jjjajaja

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Mensaje por psichobitch2 8/16/2020, 8:37 pm

Jajajaja!!! LENYU, me agradas!

Hola chicas, y bien...

Disfrutad!!! Lenas, podés ver que Yulia no es ninguna joyita inocente como pensás?????


CAPITULO 15: HASTA PRONTO MOSCÚ


Ambas se quedaron en silencio, mirándose a los ojos. Ninguna decía palabra alguna, solo el sonido de la música electrónica de fondo y unos cuantos murmullos, era lo que les ambientaba aquel sorpresivo encuentro que Elena le había regalado a Yulia, quien aún no podía creer lo que estaba viendo.

Era Elena, la misma chica que hasta hace varios días solo le escribía correos, mensajes de texto y alguna que otra llamada telefónica. Era ella, en persona, la tenía allí a escasos centímetros de su cuerpo y la única reacción que había logrado era haberse quedado como un estatua, muda, sintiéndose asediada por una sonrisa de perlas que hacía desaparecer todo lo que estaba a su alrededor.

— Hola! — Volvió a saludar la pelirroja cortando aquel eterno silencio de palabras que se había acumulado entre las dos — Estás bien?

— Si... — Balbuceó la morena con la mirada puesta encima de los verdigrises ojos de Elena. Sonriendo apenas, sintiéndose nerviosa.

— Discúlpame por llegar así de improvisto, Yulia. Quería darte una sorpresa y no sabía como hacer para decirte que había viajado hasta acá. Hasta Moscú. Quería verte, y bueno, gracias a que prácticamente te saqué información de donde ibas a venir, he dado con el lugar — Lena también se notaba algo nerviosa. Hablaba rápido. Yulia era una chica muy hermosa y aun la miraba como si estuviera en algún tipo de trance — Tengo… tengo más de media hora que llegué y aunque no soy fanática de los sitios nocturnos ni de la bebida, decidí venir... a verte — Terminó de hablar detallando cada gesto que hacía la pelinegra.

— Yo...jamás pensé que tú...podrías estar aquí o que... — Casualmente miró hacia atrás y Katya la miraba intensamente desde la pista. Volvió su vista de nuevo hacia Elena. La pelirroja también había dirigido sus ojos hacia donde la chica de cabellos negros había mirado. Se sintió un poco incómoda.

— Lo siento Yulia, lo que menos deseo es causarte incomodidad y sé que estás con tú amiga...

— Elena! — Interrumpió la pelinegra lanzándose a los brazos de la chica más alta, dejando totalmente confundida a la pelirroja quien después de dudar algunos segundos, también la envolvió en un cálido apretón, cerrando los ojos para sentirla por completo.

Era la primera vez que ambas se tocaban, se rozaban. Se extrañaban de la misma manera aunque hablaban casi a diario. Era un sentimiento indescriptible y ambas lo sabían.

Aspirándose sus propios perfumes, sintiendo un cosquilleo al mismo tiempo a través de sus espinas dorsales. Un escalofrío que las dos sintieron venir y la misma sonrisa que compartían mientras duraba la unión de sus cuerpos.

Elena fue la primera en abrir los ojos, y por la posición en la que estaba abrazando a Yulia, pudo ver venir a Katya, que por su cara bastante contraída, podía no estar disfrutando para nada de aquel efectivísimo encuentro entre su mejor amiga y... ella.

— Disculpen! Yulia, ya nos vamos? — Dijo viendo de arriba a abajo a Elena. Ésta solo fue deshaciendo el abrazo hasta quedar de nuevo frente a Yulia, sin apartarle la mirada.

— Lo siento hermosa, pero creo que deberías irte. Es algo tarde.

— Elena.... ehm! Ella es Katya, una amiga — Dijo Yulia cayendo en cuenta que la rubia había dejado la pista de baile.

La joven no sabía disimular el enojo con el que miraba a Elena mientras que a Yulia, los nervios comenzaban a traicionarla otra vez, haciendo que rascara su nuca y desviara la mirada a cualquier punto en el Pub. La situación a su alrededor era bastante incómoda y más cuando el “silencio”, era el único que reinaba.

— Lo siento, pero debemos irnos Katya, es muy tarde y tus papás deben estar preocupados. Vamos — Tomó sus pertenencias y a su mejor amiga de la mano, y casi a rastras, decidió abandonar el lugar sin detenerse a mirar atrás.

Le gustaban las sorpresas, le parecían un gran detalle a la hora de conquistar a alguien pero, ¿Por qué Elena no le había dicho siquiera que su tal viaje a Ucrania no existía y que en realidad era en Moscú donde se encontraba? Al menos podrían haber quedado en alguna cena, un almuerzo! No en un club de ambiente cuando justamente estaba con su mejor amiga y ella… quien sabe con cuantas chicas la había visto coquetear aquella noche.

Caminaba de manera apresurada con Katya de la mano mientras ésta le gritaba prácticamente que parara porque sus pies le estaban doliendo. Al parecer, se le había olvidado que también sus botas la estaban escociendo cuando justamente apareció Elena en escena.

Al llegar al coche, se detuvo dándole la espalda a Katya, quien solo la miraba algo desconcertada e interrogante.

— A ver Yulia, me puedes explicar qué demonios te pasa y por qué casi me traes arrastrando desde que salimos de la disco? Quién es ella? — Cuestionó tratando de buscar la mirada de la pelinegra. Yulia sólo se dedicó a jugar con las llaves del Audi en su mano.

— Nadie... Es sólo una amiga, que conocí hace mucho... Es todo.

— Una amiga.... de hace tiempo... La rubia frunció el ceño —Sabes Yulia, para ser una simple amiga tuya te has puesto demasiado nerviosa, casi haces que el tacón de mi zapato se quede en el asfalto y por poco, arrancas tu nuca con los dedos de tanto que te rascabas allá adentro y si no me equivoco, solo lo haces cuando estás nerviosa. Esa, acaso es alguna novia tuya y no me lo quieres decir? — Objetó Katya colocándose de frente a la morena quien alzó la vista hacia la chica, en completo silencio — Dime Volkova, qué te pasó allá adentro?

— Cállate Katya y deja de meter las narices donde no te importa. Sube al coche por favor — Dijo metiéndose en el auto, cerrando la puerta fuertemente. Afuera la rubia se había sentado sobre la cajuela del Audi, observándola fijamente, esperando una respuesta concreta.

Dentro de la cabeza de la pequeña rubia comenzaban a formarse muchas preguntas que no estaba comprendiendo para nada. ¿Por qué Yulia se había puesto de tal manera al ver a aquella chica parada frente a ella?

Aunque hubiese estado bailando con aquellos chicos, en ningún momento dejó de estar atenta a la morena. Ambas estaban algo tomadas, pero sabía que Yulia era la que menos toleraba el alcohol.

Cuando vio que aquella mujer iba hacia la misma mesa que estaba compartiendo con su amiga, dejó de moverse para saber que iba a pasar. Luego de un rato, vio que Yulia, prácticamente se arrojó a los brazos de la mujer pelirroja y que esta, después de parecer haberlo pensado unos segundos, también le devolvió el abrazo. Pero, ¿Por qué, después de que se abrazaban con tanto entusiasmo, Volkova decide huir así? Prácticamente estaba huyendo y ella no se iba a tragar el cuento de que aquellas dos, sólo eran amigas.

Pero, de algo podía estar más que segura, no se conocían, o al menos nunca se habían visto, de eso pudo darse cuenta por la manera como la mujer pelirroja detallaba de pies a cabeza a Yulia y viceversa.

Acaso habían acordado una cita a ciegas y por esa razón Yulia había escogido ese lugar de ambiente, o tal vez la morena estaba ocultando algo más?

Dejó los pensamientos a un lado y decidió acompañar a Yulia dentro del coche, donde al menos el calor de la calefacción, podía sentirse. Se colocó en el asiento del copiloto, amarró su cinturón de seguridad y se quedó un rato allí, contemplando la mirada perdida de Yulia sobre el volante.

— Dime, ¿Qué edad le dijiste que tenías, Yulia? — Preguntó, sabiendo que posiblemente por allí venía la cosa. Yulia giró a verla confundida.

—Qué?

— Responde!!!!

— Veintiséis...

— Lo supuse — Katya bufó — Por favor Yulia, no puedes andar por allí conquistando mujeres haciéndote la adulta del año. Dime, acaso te avergüenzas de ser aún una cría que recién está dejando atrás la adolescencia?

— No es una conquista mía, Katya y mucho menos sabía que venía para acá. Simplemente apareció de la nada y no quiero que me cuestiones la vida y mucho menos a las personas que conozco.

— Como digas... al final siempre te sales con la tuya — La rubia prefirió callarse y no agregar más nada. Yulia tenía razón, era su vida y podía hacer lo que le daba la gana.

La morena encendió el coche y arrancó a toda velocidad, perdiéndose en la oscuridad.

[…]

Elena había estado de pie a una distancia prudencial, viendo todo. Fue testigo de como desaparecía el coche de Yulia por la oscura carretera con la otra chica adentro.

No podía evitar sentirse culpable por la situación. Tenía que haberle dicho que vendría a Moscú y que quería verla, así evitaría todo lo que hasta ahora su sorpresa, había creado. Caminó hasta un pequeño muro de piedra que se encontraba cerca del parqueadero, ajustando más su gabardina. El frío comenzaba hacerla tiritar. Buscó su teléfono móvil para hacer una llamada de la que se arrepintió rápidamente, guardándolo de nuevo en uno de los amplios bolsillos de su abrigo.

Todo había salido mal! Era el primer encuentro con aquella chica que no dejaba de martillarle la mente todos los días. Lo único que hacía era pensar en ella. Demonios, comenzaba a despertarle sentimientos que durante mucho tiempo creyó habían muerto y para qué? Yulia solo la abrazó y salió huyendo de ella.

De repente, su teléfono comenzó a sonar y se apresuró a contestar. Tal vez sea Yulia, pensó rápidamente, pero sufrió una pequeña desilusión al ver que quien la llamaba en ese momento, era Svetlana, su esposa.

Resopló vagamente, haciendo que el aire se materializara en forma de humo fuera de su boca y contestó sin prisa alguna.

— Hola Svetlana, qué haces despierta a esta hora? — Preguntó chequeando su reloj sabiendo que no era tan temprano.

— Bonita manera de saludar la vuestra — Lena puso los ojos en blanco — Te iba a llamar más temprano pero supuse que estabas ocupada con tu madre y decidí hacerlo a esta hora, por ya sabes, jamás duermes y supuse que estabas despierta, lo que no predije es que estuvieras en la calle. Dónde estás?

— Estoy despejando un poco la mente y por eso salí un rato, pero no te preocupes que ya en un momento me iré al hotel a descansar y a tratar de dormir — Habló sin ganas.

— Cuándo regresas? Sabes que hay un evento al final de la semana y te pedí que me acompañaras, pero como siempre tu madre es lo más...

— No empieces, Svetlana!! — Dijo alzando la voz y poniéndose de pie — No vine a Moscú de vacaciones y lo sabes muy bien. Las diferencias que tengáis mi madre y tú, es entre vosotras dos, así que no tengo porque discutir más de lo mismo y no te preocupes que mañana en la noche regreso a Kazan para volver a ser tu marioneta a la cual ya estás acostumbrada a usar, así que, si eso era todo por lo cual decidiste gastar una llamada, entonces nos veremos mañana.

— Deja de hacerte la sufrida que no te queda nada bien. Adiós! — Ambas colgaron la llamada al mismo tiempo.

Elena volvió a sentarse en aquel muro, pasando ambas manos por sus cabellos. ¿Hasta cuándo tenía que soportar todo aquello? ¿Cuándo se dio cuenta, que a la mujer a quien había amado toda su vida, toda su juventud, por la que había sufrido innumerables veces hasta el punto de sentirse menos, estaba comenzando a importarle menos?

Y todo aquello no tenía nada que ver con la aparición de Yulia ni mucho menos. Aquella chica era totalmente inocente de que tuviera todos los sentimientos revueltos. Las cosas habían cambiado muchísimo antes, porque cuando la confianza se pierde y al corazón lo han maltratado una primera vez, ya no vuelve a latir como antes. Eso precisamente era lo que estaba pasando con ella. Llevaba muchos remiendos por dentro y una vida con muchos caminos libres por donde seguir, pero lamentablemente no tenía salida alguna para tomar un nuevo rumbo.

Se levantó de su improvisado asiento y se dirigió hacia su coche. Algunas personas comenzaban ya a abandonar el Pub. Unos lo hacían completamente ebrios, con sustancias dañinas dentro de sus venas. No valían ya la pena. Sintió mucho asco de aquellas vidas.

Volvió la vista hacia donde el coche de la pelinegra se había marchado hace más de cuarenta y cinco minutos exactos, y se puso en marcha, por el mismo rumbo, sin más nada que hacer.

[…]

Había dejado a Katya en su casa y ya llevaba más de diez minutos estacionada en el parqueadero del edificio donde vivía. Sacó un cigarrillo, lo encendió y comenzó a calarlo suavemente mientras su mente seguía sumergida en lo que sucedió hace más de una hora.

Elena. Con un demonio, había visto a Elena en persona pero no de la manera en que ella hubiese querido. ¿Dónde había quedado un espectacular almuerzo o tal vez algunas copas, donde solo ellas pudieran conocerse mejor?

Volvió aspirar de nuevo el cigarrillo, abrochándose más el abrigo mientras soltaba el humo de sus pulmones. Tal vez Elena no tenía culpa de nada, sólo quiso darle una grata sorpresa y listo. La sintió tan nerviosa, así como ella también lo estaba… no podía negarlo, aquel encuentro la había emocionado mucho. Tener su rostro a escasos centímetros y poder apreciar toda su nívea piel llena de pecas, sus ojos hermosos y ese perfume... Dios!! Ese perfume que muchas veces imaginó, y que esta vez pudo sentirlo tan real cuando la abrazó.

Sonrió. ¿Habrá parecido muy osada al abrazarla así, tan repentinamente? Elena se había quedado como estatua pero luego le correspondió y eso le encantó demás, haberla tenido entre sus brazos.

Salió del coche y se recostó de la cajuela mientras terminaba de fumar. No tenía intenciones aún de subir a su casa. Tenía la cabeza hecha un enjambre justo en ese instante y tal vez el frío de la noche, le congelara de una vez por todas, la cabeza.

Katya tenía razón. ¿Por qué creía que conquistaría a todas, sintiéndose más adulta de lo que no era?

Lanzó la colilla mientras sacaba su teléfono y hacía una llamada. Volvió a sentir los mismos nervios que hace apenas unas horas la estaban martirizando pero al escuchar la voz al otro lado de la línea, se armó de valor y comenzó a escupir todo lo que no se había atrevido a decir.

— No sé qué te estaba pasando por la cabeza Elena, no sé por qué no podía ser de otra manera nuestro encuentro. Tenía pensado hacer muchas cosas y jamás supuse que todo fuera a pasar de esta manera...

— Yulia, cálmate — Elena intervino ya que la morena hablaba muy rápido — Yo en realidad me siento muy triste y tonta por como sucedieron las cosas.

— No Elena!! Demonios deja de disculparte por todo y de ser tan correcta — Comenzó andar de un lado al otro, buscando dentro de su abrigo la cajetilla de cigarros que nunca encontró — Mierda!!! — Dijo al recordar que la tenía dentro del coche —Las cosas pasaron como tenían que haber pasado así no me haya gustado, pero...— Yulia cerró su boca de pronto. Del otro lado no se escuchaba ruido alguno. Por un momento pensó que la conversación se había cortado hasta que Elena habló.

—...Pero qué Yulia? No te quedes callada. Dime lo que tengas que decirme, lo que me merezco por haber actuado así — La voz de la pelirroja estaba llena de angustia.

— …Fue la tontería más especial que alguien ha hecho por mí, Elena. Es eso…— Se detuvo y cerró los ojos, comenzando a negar con la cabeza — Lena, hiciste la tontería más grande del mundo y me diste a entender, que no todas las sorpresas son malas y que siempre hay algo bueno que recibir — Soltó con la mayor alegría escuchando la risa de Elena al otro lado.

— Créeme, que es la locura más emocionante que jamás he hecho en mi vida Yulia y aunque sé que fue una gran estupidez no haberte avisado, y de no frecuentar esos lugares, arriesgándome a todo, lo hice porque quería verte y la sorprendida fui yo, porque me encontré con una chica tan hermosa como ninguna y si no te molesta lo que voy a decirte a continuación… tus ojos, preciosa, son el mismo cielo.

La morena comenzó a reír sintiéndose un poco mejor y menos presionada.

— Dios!!! Elena, también eres hermosa, lo juro!! Me dejaste sin habla por más trillado que se escuche. No sabía que hacer ni que decir cuando vi que eras tú. Carajo!!!!! Pensé que todo era un sueño, algo irreal, pero aquel abrazo me confirmó que no lo eras y ahora... y ahora, bueno… salí huyendo de allí como una tonta, sin poder decirte nada más que una excusa de poder desaparecer — Dijo, una vez que volvió a subir a su coche colocando un poco de música a medio volumen.

— Es tu novia? — Preguntó Elena. Yulia abrió los ojos lo más que pudo y después de contener por poco tiempo una carcajada, la soltó sin chistar, contagiando del mismo modo a la pelirroja.

— Pues, te dije que iría con mi mejor amiga y no, no es mi novia, se llama Ekaterina pero le decimos Katya, así que para nada es algo mío.

Se hizo un silencio de solo segundos.

— Yulia... podría verte mañana?

La morena nuevamente le daba la bienvenida al manojo de nervios.

[…]

Se despertó esa mañana con más ánimo del que se había acostado la noche anterior.

Necesitaba sentir el aire fresco y fue hacia la ventana de su habitación en aquel hotel lujoso y aspiró todo cuanto pudo, con una sonrisa que ni ella misma podía controlar, lejos de sus labios.

Pronto llegaría el invierno como tal, pero su cuerpo en aquel momento no distinguía entre el frío y la felicidad que la embargaban ese momento.

Eran las siete menos quince minutos cuando ya se disponía a comenzar el día, uno en el que se iba a disponer a disfrutar hasta el límite, porque así lo había planeado, así que fue a ducharse para prepararse, Inessa probablemente ya la estaba esperando en el restaurante del hotel, para desayunar juntas. Solo esperaba que no le amargara la comida, aunque aquel día, no dejaría que nadie empañara su alegría.

[…]

— Buenos días Elena, que tal dormiste anoche? — Preguntó la rubia mayor apenas vio entrar a Lena al gran salón donde se disponían a desayunar. La pelirroja tomó la silla y se sentó, sin quitarle la mirada de encima.

— Buenos días, Inessa. Gracias por preguntar, pero sabes que duermo poco y lo que pude dormir, lo hice bien — Contestó para luego tomar el menú que había sobre la mesa.

— No te preocupes en ordenar, ya lo hice por ti — Inessa participó, acomodando la servilleta de tela sobre sus piernas. Elena volvió a colocar el menú devuelta sobre la mesa, acomodándose un poco más en la silla, repitiendo la misma acción de su madre con la servilleta.

— Al menos puedo respirar por mí misma, madre?

— No seas sarcástica, que si lo hice fue para ahorrarnos tiempo. Tenemos apenas treinta minutos para desayunar. Hay una reunión importante con uno de los bancos principales de la capital y hace algunos días firmé un contrato que me beneficia, también podría beneficiarte a ti.

— No me interesa para nada unirme a tus empresas y lo sabes. Tengo la mía propia y si acepté en aquella oportunidad que me entregaras el 30% de tus acciones, fue porque Valya me lo pidió, encarecidamente — Dijo. El mesero se acercaba ya con la comida que Inessa había ordenado con anterioridad. Elena puso sus brazos a los lados para permitir que sirvieran.

— Sabes muy bien que tú hermana no se interesa por nada de esto, ella solo está pendiente de su esposo y de la criatura que está por traer a este mundo. Me gustaría que bajaras la guardia un poco...

— Un poco? — Dijo interrumpiendo a Inessa — Tú fuiste la que me dejó allí, en aquel internado sólo porque no aceptas que sea lesbiana, madre, no creo que seas tú la menos indicada que tenga que decirme que baje la guardia, cuando en ningún momento te importó y me echaste a un lado... Eres... — Hizo una pausa sacando la servilleta de entre sus piernas y dispuesta a levantarse de la silla.

La mano de Inessa tomó su muñeca, ejerciendo fuerza para retenerla.


<<<<<<<<<<<<<<<<<<< INICIO FLASHBACK


Cada vez que llegaban las adolescentes mellizas a la ciudad de Moscú, específicamente a visitar a su abuela, Viktoriana Ivanova, todo se tornaba un revuelo en la gran mansión.

Valya Katina siempre fue la más egocéntrica de las dos chicas, la más risueña y jovial y cada que llegaba a la urbanización, llamaba la atención entre sus amigos y amigas que ya eran frecuentes cuando visitaban el lugar. Por otra parte, Elena fue la chica más reservada, de carácter serio y menos tratable. Aunque querida de igual manera por su familia y en especial su abuela, por sus venas corría la sangre y el ímpetu de su padre, Sergey Katin.

Era muy común encontrarla leyendo algún libro de artes, economía, lo que le llamara la atención. De vez en cuando jugaba al ajedrez con su abuelo mientras éste solo disfrutaba de su compañía juvenil y halagaba silenciosamente, lo orgulloso que estaba de aquella chica que con tan solo 13 años, sabía que le aguardaba un futuro lleno de éxitos y grandes logros.

La semana de vacaciones en Moscú, estaba transcurriendo genial. Habían ido al teatro dos noches seguidas, algo que llenaba de gratitud a la pelirroja ya que siempre, desde muy chica, le había encantado disfrutar de las obras y de la ópera, al contrario de Valya, que simplemente estaba más pendiente de otras cosas un poco banales por llamarlas de alguna manera.

Valentina se juntaba siempre con sus amigos de la urbanización y organizaban reuniones en cualquier casa que estuviera disponible. A su corta edad, solo le llamaba la atención las cosas fáciles, todo lo que no generaba ningún tipo de esfuerzo de su parte. A veces, la actitud de su hermana melliza, Elena, le sacaba de quicio porque siempre actuaba como la más correcta y la más seria para todo. Al final, terminaba agradeciéndole cuando salvaba su pellejo por vivir metiéndose en aprietos. Lena siempre terminaba defendiéndola de cualquier lío en que se metiera.

Amaba a Elena, de eso no cabía duda, solo que no compartía sus gustos tan “serios” de como ver la vida.

— Hey Lenoska... Hoy haremos una reunión en casa de Viktor, va a estar buenísima... Beberemos algo de alcohol que le hemos robado a los padres de Antón, que dices? — Preguntó Valya sentándose junto a la pelirroja en su cama.

— Sabes que odio las bebidas alcohólicas y la algarabía — Contestó con la vista fija en un libro financiero que leía — Apenas tenemos 13 años y no puedes beber alcohol por ser menor de edad. Es más, ninguno debería hacerlo y porque...

— Ya cállate por dios, pareces abuela fastidiosa. Olvídalo, no he dicho nada, pero prométeme algo Elena — Le dijo apuntándola con su dedo índice frente al rostro de su hermana que en ese entonces, había dirigido su mirada a la de su melliza.

— Dime... —Dijo rodando los ojos.

— No le digas nada a mamá por favor, o te las verás conmigo, bien? — Concluyó levantándose de la cama para terminar de arreglarse como lo hacía antes de tener la pequeña charla con su hermana menor. Menor… digamos que por apenas unos cuantos minutos.

Elena seguía en su mundo literario, sin prestarle atención a Valya mientras terminaba de vestirse. Ella y sus amigos podían llamarla como quisieran, pero no le gustaba compartir ese tipo de reuniones con nadie, disfrutaba más estar dentro de sus pensamientos donde se sentía más a gusto y menos vulnerable.

— Ya sabes Elena, no menciones nada de esto a nuestros padres, entendiste? — Valya se había maquillado poco, lo que apenas Inessa dejaba hacerlo. Se arregló bien el cabello ya que al parecer se vería con algún chico que le llamaba la atención más de la cuenta. Se disponía salir de la habitación cuando Lena la llamó.

— Valya? — La otra chica se giró con cara de fastidio — No quiero que manches mi chaqueta que llevas puesta sin mi permiso y te aclaro, que siempre soy yo la que te saco de los aprietos, no te meto en ellos — Terminó diciendo para volver a centrarse en lo que hacía. La puerta se cerró.


[…]

Estaba cansada de leer y decidió salir de la habitación un rato. Quería beber algo, así que llegó hasta la cocina donde raramente no encontró a nadie, le parecía extraño que toda la casa estuviera en silencio. Miró la hora, apenas eran las 21:13 de la noche. Tal vez todos estaban ocupados en sus quehaceres y no le dio mucha importancia tampoco. Amaba la soledad y al que no le preguntaran acerca de sus cosas, así que fue a la heladera y se sirvió un vaso con zumo de naranja, sacó una galleta de la despensa y volvió a recorrer el mismo camino de regreso hasta su habitación.

Había transcurrido más de dos horas en la que su hermana se había largado a la reunión en casa del tal Viktor.

Dejó a un lado su libro y encendió el televisor para distraerse un poco. Se recostó de la cama mientras comía su galleta de chispas con chocolate y bebía del zumo.

De pronto, un escándalo afuera de la habitación, llamó su atención haciendo que se levantara de golpe de la cama donde se estaba dormitando, cuando Valya entró a la recamara, hecha un mar de lágrimas.

Lanzó la puerta y la cerró con seguro. Lena estaba confundida viendo todo. De inmediato, vio como su hermana se sentaba en el suelo, aferrándose a la chaqueta que sin su consentimiento se había llevado.

— Qué pasó, Valya? Por qué vienes así? — Preguntó agachándose para llegar a la misma altura que ésta.

— Es mamá, Elena... Mamá está hecha una fiera conmigo, quiere matarme — Valya sollozaba hundiendo su cabeza entre las piernas. Lena trataba de levantarle la cara. Necesitaba al menos una explicación de lo que ocurría — No dejes que me haga nada malo Elena por favor, ayúdame.

— Pero... Dime que fue lo que sucedió, Valya por favor... Me estás asustando. Carajo, termina de hablar — La pelirroja ya se encontraba lo suficientemente desesperada por la actitud de su hermana.

— Solo ayúdame por favor... No me dejes sola, Elena.

— Espera — Dijo la pelirroja levantándose para dirigirse hacia la puerta.

— No!!! No qué haces? Va a entrar — Valya se aferraba a la pierna de su hermana como si de aquello dependiera tanto su vida. La pelirroja abrió con cuidado el trozo de madera y miró. A cierta distancia, estaban Inessa discutiendo con Sergey, fue lo poco que pudo visualizar para de nuevo cerrarla con seguro, tratando de hacer que su hermana se pusiera de pie.

— Ahora, dime por favor que hiciste, y sabes que tienes poco tiempo para que te pueda sacar del aprieto en el que te volviste a meter.

— Bien.... Elena, yo...yo... — La chica solo balbuceaba, incrementando más la desesperación en Lena.

— Habla Valya, por favor — Decía la pelirroja apretándola fuertemente por los delgados brazos.

— Mamá me ha cogido besándome a escondidas con...con Eva — Soltó la otra pelirroja haciendo que los ojos de Elena de abrieran como platos.

— Qué tu qué? — Preguntó aún con el asombro dibujado en su cara.

— Estaba besándome con Eva... Skokova en uno de los callejones y no me di cuenta que ella venía y...

— Demonios!!! Joder, Valentina pero, qué estabas pensando? Eva y tú...— Elena no terminó de formular la pregunta cuando Valya estaba asintiendo con la cabeza.

Rayos, que el mundo estaba lleno de sorpresas, pero que a su hermana le gustaban las chicas, había sido un balde de agua fría para su intelecto.

Rápidamente la pelirroja de ojos verdes comenzó a desvestirla, sacándole la chaqueta que llevaba puesta, sabiendo perfectamente que su madre pudo haberla confundido con ella misma ya que la prenda era de su color preferido y que la de su hermana en un descuido, la había extraviado.

— Colócate esto — Dijo ofreciéndole una pijama rápidamente — Encima de la ropa que tienes y metete a la cama.

— Pero Elena, que haces...

— Cállate — Dijo la chica de ojos verdes claros, casi susurrando — Cállate y has lo que te digo. Acuéstate, arrópate y sécate las lágrimas — Objetó mientras que Valya se secaba las lágrimas que salían de sus ojos con la orilla de la pijama que se había colocado encima de la blusa que traía puesta.

Corrió hacia su cama y se acobijó un poco. Elena, rápidamente se colocó la chaqueta. Sabía que de un momento a otro, su madre entraría para reprenderla y como si su mente le hubiese hecho un anuncio, la puerta se abrió de pronto dando paso a una histérica Inessa Katina con un juego de llaves en la mano. Detrás, se encontraba un calmado Sergey simplemente siguiendo los pasos de su joven esposa.

— Mañana mismo Elena, vas a recoger tus cosas y nos largamos de acá, entendiste? — Decía mientras la tomaba fuertemente del brazo. La pelirroja, a pesar de su corta edad, lucía tan madura enfrentando una situación que todavía no entendía muy bien pero que sabía que por su temperamento, aguantaría con mucho carácter.

Al día siguiente la semana finalizó, tanto para Elena como para aquel mes de Abril. Atrás, estaban quedando muchos recuerdos vividos en aquella casa donde su abuelo, le había enseñado alguna vez todo sobre el ajedrez, donde podía perderse en la inmensa biblioteca que Viktoriana Ivanova siempre ponía a su disposición, donde dejaba volar su mente por horas y horas dentro de tantos libros que allí se reunían.

Valya abrazaba a su padre y este, jugaba con sus cabellos entre sus fuertes manos.

Aquel, había sido la última imagen que tuvo de su padre y de su hermana melliza antes de haber sido internada por mucho tiempo en ese colegio, donde sólo vivió con el recuerdo de su familia vagando en la mente.


>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> FIN FLASHBACK

— Termina tú desayuno y nos vemos en veinte minutos en el lobby del hotel — Dijo sin más, soltándole el agarre que le había ejercido al brazo de su hija.

Elena volvió a tomar asiento, apartando el plato donde descansaban sus tostadas y huevos revueltos, tomando sólo la taza de café.

Había traído a capítulo, ese recuerdo que pensó había quedado atrás, hace más de 17 años.
Removiéndole cada fibra, cada nostalgia y sentimentalismo.

[…]

Estaba cargada de tensión y un dolor de cabeza apenas leve que comenzaba acecharla. Había enfrentado dos reuniones seguidas en las que no hubo prestado ni la más mínima atención.

En su escritorio, descansaba un balance que debía revisar pero no tenía cabeza para comenzar hacerlo. Estaba cansada, así de simple y la tarde comenzaba a caer ya. Respiró profundo y comenzó a girar sobre su silla, como solía hacerlo para poder relajarse un poco.

— Adelante — Dijo haciendo parar la misma de inmediato y colocar la vista al frente de la puerta.

— Disculpe señorita Yulia, pero la señora Larissa, la solicita en su oficina — Anunció su senil asistente mientras asentía.

Caminó por el pasillo hacia el despacho de su madre. Seguramente otra reunión más con los presidentes de la empresa: Mamá y Papá. Puso su mejor sonrisa apenas abrió la puerta y encontrarse a su madre frente a frente teniendo una conversación telefónica. Se sentó delante de ella, y seguidamente Oleg también lo hizo, dejándole un beso en una de sus mejillas.

Ella le sonrió con amor, mientras ambos esperaban que Larissa se desocupara.

— Y bien, de qué se trata la conferencia de hoy? — Preguntó cruzando una pierna y abriendo de inmediato su agenda de dibujitos para tomar nota. Larissa había colgado la llamada.

— No te hemos llamado para una reunión, Yulia — Dijo su madre acomodándose en la silla de su escritorio y así tener mejor visibilidad de sus dos parientes — Te hemos reunido acá, porque tu padre y yo, hemos decidido irnos de viaje en estas vacaciones navideñas a Londres y obviamente tú vendrás con nosotros.

— Qué? — Te estás volviendo loca Larissa? Pensó mientras se colocaba de pie para rodear la silla.

— Por qué te espantas, acaso no eres tú quien vive metida allá? Te encanta Londres y ya hemos decidido irnos todos de vacaciones, Yulia — Dijo la morena mayor, terminando de arreglar unos papeles sobre su escritorio sin prestarle la más mínima atención al ataque de malcriadez que estaba por comenzarle a su hija en 3...2...1.

— Que no voy y punto. Tengo planes.

— Planes? Qué planes, cariño? — Cuestionó calmadamente Oleg. Larissa solo alzaba su ceja a punto de perder la paciencia.

— Pues... planes papá... tengo planes, como todo el mundo en este planeta.

— Planes????... Por favor Yulia, llamas planes a quedarte acá con la... mujercita esa? Que seguramente debes estar frecuentando aún – Dijo de mala manera.

— Pues si, y pienso pasar mis vacaciones navideñas acá en Moscú, con la mujercita esa, como le llamas.

— Bueno, no está de más que lo pienses un poco, Yulia. Es Diciembre y te encanta la época de navidad — Intervino Oleg para bajar un poco la tensión que comenzaba a crearse en la oficina. Lo que menos quería era otro escándalo. Yulia volvió a emitir un bufido — Piénsalo y nos dices entonces que hacer, si?

— Por esa razón es que tu hija es lo que es... Solamente juega al yo-yo contigo, Oleg. Ponle carácter. Que entienda de una vez que no se manda sola — Aclaró Larissa. Yulia comenzaba a ponerse de color azul.

— Pues, me mando sola porque si y porque es mi vida. Ya he dicho que no hagan planes sin mi presencia y que yo sepa, esto lo habéis decidido vosotros dos y tengo mis propios asuntos que atender — Terminó diciendo para lanzarse sobre la silla que anteriormente ocupaba, cruzando los brazos y con un puchero en sus labios.

Madura Yulia, madura.

— Entonces, has lo que te convenga y cuando te arrepientas, espero que no sea demasiado tarde — Concluyó Larissa para dirigir su vista hacia Oleg — Ya estoy lista, nos espera el abogado de la señora aquella junto con ella para la reunión. Te espero en el parking en cinco minutos — Acotó levantándose de su lugar y abandonar la oficina.

— Corre papá o es capaz de venir a buscarte con la KGB completa y hasta en helicóptero, porque no has acatado sus órdenes — Yulia cortó en tono de burla mientras que el rubio negaba bastante divertido.

—Basta Yulia, deja de discutir con tú madre. Las dos están amargadas y lo peor es que yo tengo que soportaros a ambas. Por qué no te llegas esta noche a la casa y cenamos todos juntos y discutimos lo del viaje? — Dijo Oleg levantándose de la silla y acomodándose la chaqueta del traje., dejándole una palmadita cariñosa en la cabeza a su hija.

— No puedo, tengo un compromiso importante.

— Vas a salir con... tu novia o lo que sea esa chica?

— Es mi novia y sí, voy a salir con ella... Así que nos vemos mañana — Le dijo besando las dos mejillas al hombre — Y ve a calmar a Godzilla o terminará destruyendo todo Moscú.

[…]

Al entrar nuevamente a su oficina, lo hizo lanzando la puerta de la misma junto a la agenda que llevaba en sus manos, al mismo tiempo. Ya era momento de que Larissa dejara de perseguirla para que hiciera lo que le pareciera a su antojo.

La cabeza ya comenzaba a retumbarle y al mismo tiempo, su teléfono móvil hacía lo mismo sobre el escritorio.

— Hola? — Dijo al coger la llamada de mala gana.

Hola Yul, qué pasa? Estás de mal humor?— Preguntó Natasha desde el otro lado. La morena se sentó en su silla y se relajó un poco más.

— Lo siento linda, no fue mi intención responder de esa manera. Lo que sucede es que tengo una madre, que suele llenarme las casillas con mal humor — Dijo apretándose el puente de la nariz — Cuéntame, que tal tu día de trabajo?

Pues, he estado básicamente en inducción y algo nerviosa por pensar que haré todo mal, pero de resto todo va de maravilla. Gracias de nuevo por haberme ayudado. Por meter tú mano.

— No es nada cariño, eres mi novia y quiero ayudarte, recuerda que mi madre fue quien te despidió por mi culpa y… hablando de manos, con gusto te metería todas las que quieras, por donde quieras, guapa — Dijo con una mueca bastante perversa en su cara. Escuchó la carcajada sonora de la otra mujer — Espera, que tengo una llamada entrante en la línea, así que no cuelgues, Tasha… — Dejó la llamada de la castaña en espera y contestó la nueva —Bueno?

Hola hermosa, cómo estás? Muy ocupada? — Al escuchar la voz del otro lado, se tensó un poco.

— Hola Elena, pues... estaba terminando de arreglar unos papeles acá y atendiendo a un cliente un poco intenso del otro lado de la línea, pero no me molesta atenderte para nada — Comenzó a rascar su nuca.

Me alegro entonces no ser una molestia para ti. Pues, tenía una diligencia, pero mi madre ha decidido ir sola y he quedado en arreglar la valija para salir esta misma noche a Kazan, quería confirmar si sigue en pie la invitación a cenar?

— Pues, si el diablo no se arrepiente de ser malo, tampoco yo voy a arrepentirme de salir contigo esta noche como acordamos ayer. Sólo dame unos minutos más mientras… — miró su reloj de pulsera —…termino de solventar un problemita que tengo por acá y estoy a la hora acordada en el restaurante. Sabes llegar? — Preguntó comenzando a girar sobre la silla.

Claro que si Yulia, me sé la ciudad de pies a cabeza, recuerda que anteriormente viví acá. Así que, nos vemos allá, hermosa. Cuídate y conduce con cuidado. Chao — Elena finalizó la llamada automáticamente dejando la otra conversación en línea. ¿Acaso no podía ser más tierna?

— Tasha, estás allí aún?

Si Yul, me dijiste que no colgara. Pasó algo? — Solicitó la castaña en tono preocupado. Yulia se pasó la mano por la cara y un Carajo! gritó en su mente.

— No amor, solo era mi padre confirmándome que esta noche tendremos una cena familiar y tendré que llegar hasta allá apenas salga de la oficina. Sabes como son… — La morena continuaba rascándose la nuca. Afortunadamente Natasha no podía verla.

No te preocupes entonces, linda. Háblame cuando te desocupes esta noche, yo en unos minutos, salgo a mi casa. A pesar de haber sido el primer día, ha estado un poco intenso.

—Bueno cielo, te escribo apenas me desocupe, vale?

Al colgar el móvil, golpeó su cabeza dos veces contra el escritorio para luego dejarla suspendida en el aire. ¿Acaso ya estaba comenzando a enloquecer? No. No podía darse la tarea repentina de enloquecer de la noche a la mañana.

— Calma Yulia!!! Natasha es tu novia, sabe quien eres realmente, sabe que solo tienes casi 20 años, conoce casi todo de ti... casi... y…. Elena? —Maldición!!! — Elena cree que tienes 26 años, que por supuesto no aparentas por ninguna parte, y que seguramente te enviará por un tubo, cuando se entere. Joder!!!! — Dijo dándose con la palma de la mano en la frente — Y ahora, Volkova? No siempre serás una jodida foto!

[…]

La noche era perfecta y las estrellas iluminaban todo el firmamento en todo su esplendor, pareciera que hubiesen estado de acuerdo con la luna para engalanar la oscuridad.

Elena tenía más de quince minutos que había llegado a el Le Petite Soiree, un distinguido restaurante francés ubicado en la zona norte y principal de la ciudad de Moscú, donde solo los más hidalgos se daban el placer de asistir y disfrutar de los más deliciosos gourmets preparados por el famoso y gran chef ruso, especialista en maridajes y manjares europeos, Yuri Bogdanov. Era una eminencia en todo el país.

Bebía pequeños sorbos de su Coca-Cola Zero que había solicitado mientras esperaba sentada en una de las mesas principales, escuchando de fondo una gran interpretación del pianista que deleitaba a todos los comensales con un gran repertorio del músico Federico Chopin.

Habían transcurrido cinco minutos más después de los quince que llevaba ya en el restaurante y miró hacia la puerta principal. Allí, un maîtrê le daba la bienvenida a la pequeña morena que en aquel instante había hecho su entrada.

Lucía hermosa, simplemente bella a la vista de sus ojos. Llevaba una falda un poco más abajo de sus rodillas y unas botas altas de tacón “Kitten”, que la llevaban a un andar sencillamente elegante y sensual. Una chaqueta abierta de cuero marrón, cubría su delgada y acentuada figura y una blusa ceñida al torso, de corte en “V” le dejaba al descubierto su radiante cuello, mostrando una fina cadena de oro con un crucifijo.

— Hola, siento mucho llegar tarde — Dijo Yulia un tanto sonrojada, haciendo que sus ojos azules brillaran con más intensidad. Elena se levantó y agradeció al maîtrê asintiendo levemente y procedió a quitar la silla para que Yulia la ocupara.

— No te preocupes, una dama siempre tiene que darse su tiempo y en realidad no he esperado mucho — Dijo una vez que Yulia se sentó y ella volvió a su silla para también hacerlo. Se veían por demás emocionadas, extasiadas por aquel verdadero encuentro — Estás muy hermosa —Comentó la pelirroja, arrancándole más rubor de las mejillas a Yulia que trataba de controlar sus nervios.

— No es para tanto Elena, pero gracias — Objetó la morena llevándose un mechón negro de su azabache cabello por la parte de atrás de las orejas.

— Quieres algo de beber? — Ofreció la pelirroja amablemente sin quitar la vista de los impactantes ojos de la ojiazul.

— Pues, se me antoja una copa de vino — Anunció.

— Tinto, rosado, blanco?

— Tinto — Completó Yulia un poco extrañada.

— Sin crianza, de reserva? Seco o...

— Espera…Para ser alguien abstemia, sabes mucho de vinos — Interrumpió la chica con un acento bastante sensual al gusto de Elena. Ésta solo negó con la cabeza, acompañando el gesto con una sonrisa.

— Eh…Mi padre es un gran conocedor de vinos y tiene su propia bodega. Ha tratado de enseñarme un poco sobre ellos y aunque sea totalmente abstemia, no me quita el derecho de aprender sobre sus cosechas y fabricación, siempre me ha parecido un tema muy importante el cual comparto con mi padre, cuando puedo – Yulia parpadeó varias veces, asintiendo con la cabeza.

— Me dejas sorprendida Elena y aunque no sea muy conocedora del tema, se diferenciar entre un buen vino y uno que no lo sea — Terminó diciendo mientras que la pecosa le hacía señas al caballero que se acercara a la mesa.

— Por favor, le trae a la señorita una copa del mejor Merloc en la carta de vinos y para mí un vaso con Coca-Cola Zero, por favor — Terminó de ordenar, volviendo su mirada a lo que más le interesaba esa noche.

— Buena elección Elena y vuelves a sorprenderme. Sólo tomarás eso? — Preguntó algo confundida — Me voy a sentir incómoda entonces sabiendo que no bebes.

— Ni lo menciones. No quiero que te cohíbas de tus gustos sólo para complacerme — Aclaró la pelirroja sonriendo plácidamente — Es mi bebida favorita, así como supongo tú tienes la tuya.

— Me parece bien eso de que no debo cohibirme de mis gustos solo para complacerte porque me gusta ser yo misma siempre. Muy bueno tu punto de vista y en cuanto a mi bebida favorita, pues… Está el Dr. Pepper. Fascinante —Yulia subió y bajó ambas cejas repetidas veces. Gesto que descolocó a Lena — Y cuéntame, cómo ha estado todo?

— Pues, digamos que todo va bien. He tenido dos compromisos el día de hoy y nada que sea diferente o bueno sí… — Hizo una pausa mientras servían la copa de vino tinto a la morena y le entregaban su vaso con la gaseosa.

— Qué es lo que ha sido lo diferente? — Preguntó Yulia esperando que el mesero se retirara por completo.

— Pues, el conocerte Yulia, eso ha sido lo diferente — Elena miró con entusiasmo a la morena haciendo que ésta volviera a sonrojarse. Yulia pasó otro mechón de cabello detrás de su oreja, aunque no existiese.

— Me dijiste que te gusta leer — Volkova cambió el tema volviendo a centrar su atención en los ojos preciosos de la pelirroja — Te gusta la literatura rusa, alguna en específica o te atrae leer historias, alocadas? — Lena rió abiertamente.

—Si lo dices por las vuestras pues, no me creerías si te digo que me encanta como escribes. Lo haces detallando cada acto, cada gesto. Soy fanática tuya. No muchos escritores pueden dedicarse a describir cada sensación.

— Hay demasiadas historias publicadas en el foro, así que tuviste que haber leído muchas, no solo las mías — Volvió a probar de su copa. La conversación se hacía más fluida.

— Claro que las hay y que también he leído una que otra, pero siempre me llamó la atención tu manera de escribir — Aclaró Lena bebiendo también de su vaso.

— Ahora sí, ya que estamos frente a frente, me dirás entonces que te llevó a contestarme mi privado? — Cuestionó Yulia dejando a un lado lo que bebía. La pregunta tuvo que esperar un poco por una respuesta ya que el mesero principal se acercó para solicitar si estaban listas para ordenar la cena.

Así lo hicieron, cada una había escogido que fuese el chef quien las sorprendiera, mientras conocían los gustos de cada una.

— Ok, respondiendo a tú pregunta. Ya te había comentado que eres la segunda persona a la cual le he contestado un privado dentro del foro. Con relación a lo que me llevó hacerlo, pues no sé. Me llamó la atención tú seudónimo, lo que me decías y el sentido de humor que le ponías al primer comentario que te dejé en una oportunidad. Me negué a responderte durante unos minutos, pero al final lo hice por curiosidad, esa es la razón verdadera, sólo curiosidad.

— Entonces eres una chica bastante curiosa? — Indagó juguetonamente detallando como Elena llevaba las manos cruzadas sobre la mesa. Aquellas manos eran bastante pecosas, níveas, delicadas… Hermosas.

— No suelo ser curiosa, pero esta vez, juro que he aplicado ese refrán que dice “La curiosidad mató al gato”. Admito que la curiosidad me pudo más y sí, valió la pena, al menos así lo pienso yo.

— Yo también lo pienso así.... créeme — Ambas dejaron la mesa en silencio mientras sus mentes lograban volver a causarse después de haberse perdido un rato, en medio de aquel pequeño flirteo — A qué hora sale tu vuelo a Kazan? — Preguntó la pelinegra para no volver incomoda la situación.

— Salgo a media noche, todavía queda tiempo para compartir un buen rato de este encuentro, que espero sea mejor que el primero — Inmediatamente observó como Yulia bajó su cabeza un tanto apenada.

— Lo siento... Siento haber salido como lo hice anoche, como una loca...

— No te preocupes hermosa. Sé que tal vez no era el momento, pero ya eso no importa. Estamos aquí, esta noche, solas, conociéndonos. Yo estoy tratando con una escritora muy encantadora.

— Y yo estoy conociendo a una chica que no ha tenido más nada que hacer que dedicarse a leer historias de fantasía... Pero que agradezco que lo haya hecho porque lo hago por todas vosotras, Elena, y es un placer para mí, conocerte en persona y aunque no es primera vez que conozco a una de ustedes que lee día a día, eres la que al menos, después de amenazarme con acabar con mi preciosa humanidad, me haya dado la cara.

Las dos rieron por el comentario gracioso y certero que había hecho Yulia para comenzar a cenar.

Yulia, era bastante elocuente y así Elena lo pudo confirmar a medida que pasaba la noche y la conversación seguía. Era fácil platicar con la chica de ojos azules, tenía muchas cosas que tratar y que decir. Ambas habían perdido un poco de ese miedo y nervios por el encontrarse solas, sabiéndose un poco más de la una y de la otra de manera personal. De vez en cuando, Elena no dejaba de detallarle cada gesto que hacía la pelinegra con sus manos, cada gesto que hacía con su boca al hablar, cada detalle de su perfecta y azulada mirada quedándose en completo silencio solo para escucharla un tanto embelesada por la manera de contar las cosas y llevarlas a un plano, que la hacían vivir cada parte de sus historias.

Para Yulia, también era una sensación bastante agradable estar con la pelirroja allí, frente a frente después de haber compartido tantos correos, llamadas y mensajes de texto. Debía reconocer que la sorpresa había estado genial de parte de Elena. Detallaba con gusto cada peca, sobre todo, el especial color de sus ojos, era el toque que la hacía lucir tan hermosa, angelical y reservada. No era una persona que hablara mucho, se dio cuenta de inmediato. Ella parecía un radio loco y simplemente la chica solo prestaba atención. Jamás borró de su cara esa sonrisa elegante y encantadora, era lo que comenzaba a llamarle más su atención.

Su manera de ser atenta y detallista.

Las horas transcurrían y las risas no dejaban de faltar sobre aquella mesa donde de vez en cuando, un comensal dirigía la mirada por la manera un poco común, en la que Yulia reía a carcajadas después de haber escuchado alguno de los chistes malos de la pelirroja.

— Bueno, gracias por haber aceptado esta invitación a cenar que espero no sea la última y podamos vernos en otra ocasión — Dijo la pecosa al acompañar a Yulia hasta su coche.

Esta jugaba con las llaves del mismo entre sus manos sintiéndose feliz por haber pasado también un momento bastante agradable y particular.

— Gracias a ti Elena, por haberme dado esta sorpresa que al final nunca me había esperado recibir. La noche fue genial, la cena también. Me has sorprendido y mucho — Contestó Yulia recíprocamente a la amabilidad de la pelirroja.

— Es hora de despedirme, tengo que estar en el hotel para terminar de arreglar lo que haga falta y salir con mi madre al aeropuerto antes de que salga por sus propios medios a buscarme por toda la ciudad de Moscú — Yulia sonrió ante el comentario.

Hubo un silencio, que esta vez no fue nada incómodo.

— Quiero desearte un feliz viaje y que en cuanto puedas, me hagas saber que llegaste bien a tu destino. Estaré esperando tú llamada — Dijo al abrir la puerta de su coche dispuesta a entrar. La pelirroja sostenía la misma, esperando que Yulia se subiera — Eh…Elena, puedo hacerte una última pregunta? — Cuestionó de pronto haciendo poner en alerta a la pelirroja.

— Claro, dime — La miró a los ojos.

— Soy tal cuál como imaginabas que fuera? — Acaso aquella pelinegra tenía la facilidad de dejar a Elena sin respuestas casi siempre?

— Te imaginé como no quería imaginarte y resultaste ser todo lo contrario a lo que mi mente imaginó — Dijo con una sonrisa dejando a Yulia un poco confundida con la respuesta.

—Si crees que vas a volverme loca con tus acertijos, no lo lograrás —Elena volvió a reír abiertamente.

—Eres genial Yulia y una chica bastante especial. Gracias por permitirme conocerte — Concluyó viendo que la morena comenzaba acercarse despacio hacia ella, sintiendo cada vez más cerca su respiración.

Su instinto básico la llevó a cerrar los ojos, sintiendo apenas el roce de unos labios suaves sobre los suyos.

Parecía haberse quedado pegada al suelo… de piedra… En la misma posición, escuchando el encendido del coche de la pelinegra, y como arrancaba para perderse a lo lejos.

Al volver en sí, pasó su dedo índice sobre sus labios, sintiendo aún la calidez de unos que le habían dado la mejor de las despedidas de Moscú en muchísimos años. Al abrir sus ojos, estaba sola, en el parking del restaurante con su coche parqueado a lo lejos.

Caminaba hacia él cuando su móvil personal timbró, notificando que tenía algo por leer. Abrió la puerta del coche y subió, colocando la llave sobre el panel de encendido para luego leer el mensaje que le había llegado apenas cinco segundos atrás.

SMSYul: Regresa pronto a Moscú, ya comienzo a extrañarte, Elena.


Continuará...


Última edición por psichobitch2 el 8/17/2020, 3:18 pm, editado 1 vez
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A VIVALENZ28, montsejade0847@gmail.com, Fati20, Volkatinale92, Elena Sonda y a valepi les gusta esta publicaciòn

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Mensaje por Volkatinale92 8/16/2020, 9:30 pm

Hola!!! Gracias por publicar cada vez me gusta más!

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