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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by:  Papillon Empty ¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:09 pm

Nunca había imaginado hasta que punto somos simples títeres del destino, nunca pensé cuantas vueltas da la vida, que tan cerca puede aproximarse un cambio radical en tu rutina, un cambio radical en tus convicciones, tus principios, tus pensamientos…
Hace un tiempo, mi vida cambió de una manera que no me esperaba, si, el responsable fue el amor. No creía en el amor hasta que tocó mis puertas, no era una amor cualquiera, era un tanto difícil, complicado… los detalles de mi vida aparecerán en las líneas a continuación.
Todo empezó en la escuela estatal de Moscú, era un instituto privado donde asistían los hijos de las celebridades moscovitas, entre ellos políticos, empresarios, actores de televisión… etc. Como era de esperarse los estudiantes en su mayoría estaban regidos por el mismo prototipo de personalidad, chicas materialistas y huecas, totalmente vacías por dentro, yo fui una de ellas, pero ese año todo se puso de cabeza…
Soy Elena Katina, mi padre es un poderoso magnate, empresario muy conocido en toda Rusia con una cuenta bancaria bastante atractiva. Tengo dos hermanos, ambos ya se encuentran fuera del país, trabajan por su propia cuenta… yo soy la menor de los tres, acabo de cumplir diecisiete años y voy al instituto más popular de la capital. Para ser una “plástica” me va muy bien en las materias, de hecho, mis notas son las mejores entre las de mi salón, se me hace muy fácil el aprendizaje.
Mis amigas y yo somos las más populares en el instituto, cabe mencionar también que tenemos la lista más larga de admiradores y a su vez de ex novios. No me enorgullece pero tampoco me causa remordimiento decir que tenemos el hobby más descarado: nos encanta jugar con los sentimientos de los chicos… somos unas rompecorazones.
Me acerco a mi salón de clases, soy muy puntual, es naturaleza en mí de ser responsable con mis deberes, también se lo debo en parte a la crianza que me dio mi madre. Estoy cerca de la entrada de mi bloque cuando algo me llama la atención, a unos metros alcanzo a localizar a Ushka, es una de mis amigas y a la que más aprecio le tengo, ella es la menos mala de nuestro grupo.

-Hola Lenok.- Me saluda la castaña de ojos cafés al darse cuenta de mi presencia, observo que tiene los ojos hinchados y rojos de tanto llorar.
-Ushka. ¿Qué haces aquí?- Le pregunto un tanto preocupada.
-Espero que de inicio a las clases.
-El timbre ya sonó- Le recordé. -¿Cómo te sientes?
-Creo que mejor que ayer- Me respondió con tristeza.
-¡Por Dios Ushka! ¿Aun no lo superas? Pero esto te pasa por romper las reglas.
-¡Al diablo con las reglas!- Exclamó enojada y dolida. -Nunca se sabe cuando te vas a enamorar, el día en que algunas de ustedes pase por todo este rollo que estoy viviendo, entonces ese día van a comprenderme.
-Jamás… Jamás, escucha bien, jamás me voy a enamorar- Repliqué con toda seguridad.
-Espero que nunca te rompan el corazón cuando eso suceda.
-A ver Ushka…- Le hablé un poco más paciente. -Sabías que la regla del grupo es enamorar a los chicos para luego deshacernos de ellos, no al revés.
-Ahora entiendo… estoy pagando todo lo que le hice a muchos- Luego de decir esto, estalló en llanto, la abracé para darle un poco de consuelo.
-No digas tonterías, ves que esos idiotas bien merecido que lo tienen, pero tú no te preocupes por el canalla de Nicolay, nosotras le haremos pagar lo que te ha hecho- Aseguré.
-Déjalo así, Lena, ya no hay nada que hacer.
* Miré otra vez a mi amiga, se veía devastada, sin embargo yo no sentía el más mínimo remordimiento por ella, solía ser muy fría, insensible, eso era en lo que me había convertido.
-Mejor vayamos a clases- Le sugería tomándola de la mano.
-Tienes razón.

En segundos estábamos en el salón, para nuestra mala suerte el maestro ya había ingresado así que nos dio unos cuantos sermones, pero Ushka y yo lo ignoramos y rápidamente nos ubicamos en nuestros puestos sin decir nada.
Cuando la jornada de clases acabó, mi grupo de amigas se reunió a la salida del instituto como era costumbre, pero esta vez, Ushka no se presentó, al parecer se había ido directamente a su casa.

-Definitivamente estamos perdiendo a Ushka- Habló Ekaterina, una rubia de ojos grises, muy bonita y con cuerpo de supermodelo, esa era la descripción de cada una de nosotras, catalogadas como las chicas más hot de la escuela.
-Ya pasó una semana y aun no da por superado el suceso- Esta vez habló Anzhelika otra rubia pero un poco más delgada que Ekaterina.

Anzhelika o “Lika” como la conocían todos, era hija de un político importante de Moscú, era una de mis amigas más superficiales y la única del grupo que salía con chicas y chicos, se había declaro bisexual un año atrás. Además de Ushka, Ekaterina y Lika estaba Svetlana, con ella éramos cinco, amadas por los chicos y temidas por las chicas. Si, aunque teníamos caras angelicales la realidad era otra… admito que hicimos bromas pesadas a más de una persona en la escuela, pero esos eran aquellos tiempos.

-Yo sabía que Ushka no tenía la fortaleza necesaria para andar con nosotras. Dijo Svetlana.
-Démosle un tiempo… eso es lo único que necesita- Les dije con seriedad y di por terminado el tema de Ushka y la depresión que le había causado la ruptura con Nicolay.

Después de salir con mis amigas a comer helado me fui a casa, me sentía un poco cansada por los trabajos que dejaban en el instituto y estresada por la presión que últimamente me oponía mi ahora novio, conocí a Avery en una fiesta, él va al mismo instituto, pero está en un grado mayor que el mío, es muy guapo a decir verdad, sin embargo ya está siendo tiempo de borrarlo de mi vida, agregándole que en los último días se ha estado comportando de una manera muy irritante, si, definitivamente mañana mismo a primera hora le diré adiós.

-Hola hija- Me saludó mi madre al verme entrar por la puerta principal.
-Hola mamá- Le respondí a medias y me fui directo a mi habitación.
-Espera Lena- Me llamó cuando iba a mitad de las escaleras, me di media vuelta para mirarla.
-¿Qué sucede?- Le pregunté con fastidio en mis palabras.
-¿Qué sucede contigo hoy, preciosa?- Me interrogó con una mirada tierna.
-Mamá…- Suspiré y corrí hasta su lado para enroscarme en su costado derecho, era una manía que tenía desde niña, ella me dio un beso en la frente conforme me acariciaba los rizos rojos.
-¿Qué tienes princesa?
-Estoy agotada…
-¿Demasiada tarea en el instituto?
-En parte si… por otro lado está Avery- Le expliqué.
-¿Qué sucede con tu guapo novio?- Dijo mirándome a los ojos.
-Voy a terminar con él.
-¿Por qué?- Me preguntó escandalizada. -Es un buen chico.
-Ya me harté de él- Confesé con naturalidad.
-Lena… ¿Cuándo tendrás una relación estable?- Habló indignada.
-No entiendes mamá, a Avery ya le llegó su hora- Sonreí descaradamente.
-Definitivamente no entiendo los códigos que manejas con tus amigas, pero lo que si me doy cuenta y en lo que no estoy de acuerdo es que andes jugando con los sentimientos de los demás.
-Ya vas a empezar mamá- Me quejé separándome de sus brazos.
-Lena…- Quiso decir algo pero se contuvo.
* Me paré del diván y deposité un beso en la frente de mi mamá, éramos idénticas, el mismo cabello rojo y ondulado y aquellos ojos de una combinación entre el verde y el gris.
-Voy a dormir mamá- Sentencié antes de abandonar la sala.

Mis padres son buenos, pero por ser la única mujer entre mis hermanos y la menor fueron demasiados flexibles a la hora de criarme, papá siempre cumple mis caprichos, mamá nunca se opone ante mis decisiones y todo el tiempo me consienten mucho.

** ** **

Nunca había imaginado hasta que punto somos simples títeres del destino, nunca pensé cuantas vueltas da la vida, que tan cerca puede aproximarse un cambio radical en tu rutina, un cambio radical en tus convicciones, tus principios, tus pensamientos…
Mi vida fue marcada por vez primera siete años atrás. Tenía nueve años cuando perdí a mis padres, soy hija única y nada me quedó en el mundo más que mi tutor, Edward. Edik como le llamaba había trabajado de chofer para la familia antes de que yo naciera, incluso muchas veces le llamé tío, se encargó de mí luego de aquel accidente en el que mis padres perdieron la vida.
Acabo de regresar a Moscú, permanecí cinco años en un internado de Londres hasta que finalmente Edik me convenció de regresar a mi ciudad natal para que estuviéramos juntos, decía que me extrañaba a horrores.

-Has cambiado tanto Yulia- Me decía mi tutor al ver mi cabello negro corto. -¿Cómo fue que decidiste dejar de ser rubia? Además te has cortado toda tu larga melena.
-Necesitaba cambiar- Mascullé.
* Soy una persona solitaria, no tengo amigos y la verdad no me interesa tenerlos. Desde que mis padres me dejaron, solo he vivido por vivir, no existe ninguna motivación en mi alma, no existe calor en mi corazón, hasta el brillo se perdió de mis ojos azules.
-Aun así te ves preciosa- Me halagó Edik. -Siempre has sido una chica muy simpática.
-No te cansas de repetirme eso- Le dije en un tono grosero. Sabía que algunas veces me comportaba demasiado distante con Edward, aun así él era el único que me soportaba en cada uno de mis cambios bruscos de temperamento.
-Y no me cansaré de repetírtelo jamás- Me sonrió, así era Edik a mis insultos siempre me respondía con una mirada tierna o con una amplia sonrisa.
-Entonces espero quedar sorda muy pronto para no tener que oírte- Le dije mientras dejaba escapar una sonrisa.
-Si no es que antes cortas mi lengua- Habló con sus exagerados comentarios de siempre.
-No me des ideas, no me des ideas- Le advertí en broma. Me levanté de la mesa en señal de que ya me iba a mi habitación.
-Yulia- Me llamó Edik.
-¿Sucede algo?
-Mañana empiezas en tu nueva escuela- Me recordó.
-Lo había olvidado por completo… ¿En que escuela me inscribiste?- Le pregunté con indiferencia.
-En la estatal
-Genial- Dije sarcástica. -Ahora tendré que soportar esa bola de niños riquillos tontos
-Es la mejor escuela aun así- Se encogió de hombros. -Ya estás dentro.
-Ni modo- Musité con cara de fastidio e indignación.
-Buenas noches pequeña- Y me dio un beso en la frente.
-Nos vemos Edik.

** ** **

Despierto, abro mis ojos y veo las paredes de color pastel de mi habitación, algunos afiches adheridos a la pared y otras decoraciones, me gusta. Mi recámara es bastante espaciosa al igual que mi cama, la adoro por que es muy cómoda. Después de tomar un baño y desayunar algo ligero tomo mis libros y me voy a la escuela, esta vez llevo el auto que mi papá me regaló en primavera, es último modelo pero me aterra conducir, sin embargo hago el esfuerzo por mejorar y practico cuando puedo.
A penas estaciono mi auto y desciendo de él con lo primero que me encuentro es con mi novio, lo miro con cara de fastidio y maldigo en mis adentros.

-Hola preciosa- Me saluda, se acerca para besar mis labios pero yo lo evito. -¿Qué sucede amor? ¿Por qué te comportas de esta manera?- Me interrogó confundido.
-Avery tenemos que hablar- Le dije seria.
-¿Sobre que?- Dice preocupado.
-Lo haré corto y sencillo- Di un suspiro. -Terminamos- Sentencié y me di la vuelta.
-¡¿Qué?!- Exclamó con mayor confusión y me tomó del brazo.
-¡Que terminamos! ¿No lo entiendes?- Grité enfadada, ahora hay más de cinco par de ojos observándonos.
-¿Por qué? Dame una razón… ¿Es por otra persona?- Habló desesperado.
-No.
-¿Es alguien más?- Vuelve a insistir y mi paciencia se agotaba.
-¡Estoy harta de ti!- Después de mandarlo al infierno caminé hasta mí bloque.
* Cuando entraba a mi salón mis amigas susurraban entre ellas luego todas enfocaron sus miradas hacia mí y me sonrieron con complicidad.
-Te felicito Lena- Dijo Lika con una sonrisa bastante amplia.
-En realidad, todas te felicitamos- La interrumpió Svetlana.
-¿Y eso a que se debe?- Les pregunté.
-Por la manera que rompiste con Avery- Me explicó Ekaterina y todas rieron.
-¿Ya se enteraron?- Dije asombrada.
-Es que fue tan humillante que toda la prepa ya lo sabe- Volvieron a reír. -Dicen que el muy tonto estuvo a punto de ponerse de rodillas para que no lo dejaras… ¡Que patético!
-¿Creen que se me pasó la mano?
-No claro que no Lenita, ¡Estuvo genial!- Exclamó Lika.

Mis amigas continuaron comentando sobre el reciente hecho, yo por mi lado las ignoré y me senté en mi lugar abrí el libro de trigonometría y me puse a repasar la lección de hoy.

** ** **

Edik me trajo a la escuela hoy, es mucho más amplia de lo que esperaba, pero tal y como lo pensé todos eran niños riquillos que se creían estar en la cima del mundo, son tan patéticos que me dan ganas de vomitar, no se desde cuando empecé a odiar a la gente… Según lo que he oído es el mejor instituto en academia en Moscú, parece una universidad, sonreí.

-¿Qué opinas?- Me preguntó Edik, aun no me había bajado del auto.
-Me agrada- Respondí inexpresiva.
-Eso es bueno- Sonrió.
-Nos vemos- Le dije y me bajé.
-Pasaré por ti a las cuatro.

Lo que siguió después de bajar del auto fue el momento más fastidioso de mi vida… todas las personas en esa estúpida escuela me miraban con cara de tontos, sentí muchas ganas de mandarlos al demonio de una vez por todas pero me contuve, no quería armar un escándalo por que sería peor, de hacerlo así todos me recordarían desde la primera vez.
En la entrada de uno de los bloques encontré al prefecto, él me indicó donde sería mi salón, insistió en acompañarme pero yo me negué, me parecía tan infantil que me estuvieran acompañando hasta el aula de clases, así que me rehusé de inmediato.
En el camino a mi nuevo salón observé minuciosamente los pasillos, estaban impecables, definitivamente la escuela tenía una buena cultura, eso me gustó de algún modo.

** ** **

Por primera vez me estaba aburriendo en la clase de trigonometría, últimamente había empezado a sentirme cansada, el sonido de la puerta me hizo despertar del sueño cercano que estaba teniendo, inconscientemente mi mirada se posó en la puerta de madera del salón, fue entonces cuando la vi… Era una chica de cabellos negros y corto, pero eso no fue lo que me llamó la atención del todo, fue cuando levantó su mirada y dejó al descubierto sus ojos, eran azules, pero como ningunos otros, eran los ojos azules más puros y hermosos que había visto en toda mi vida, era como mirar el cielo mismo. Nunca me había llamado la atención una chica como ahora, ella era petisa y de poca estatura, seguramente aparentaba menos edad de la que tenía en realidad, llevaba unos pantalones de mezclillas entubados, una blusa blanca y una chaqueta negra.
El profesor se detuvo al verla entrar también, la detalló mirándola seriamente, la expresión de su rostro fue como si acabara de recordar algo, entonces se dio un golpecillo en la frente.

-Eres la alumna nueva ¿Cierto?
-Si- Respondió la chica de cabellos negro de una manera muy sombría.
-Adelante- Le dijo el profesor dándole una sonrisa que ella no correspondió.
* El maestro de trigonometría buscó entre su lista mientras la chica desconocida aun permanecía cerca de la puerta de donde no se había movido ni un milímetro.
-¿Yulia Volkova?- Preguntó finalmente el profesor levantando la vista.
-Si- Volvió a responder de la misma manera.
-Tome asiento- Le indicó mientras señalaba un pupitre desocupado.
* Yulia Volkova, apenas escuché su nombre sentí una electricidad que recorrió mi cuerpo. Aun así, sentía que algo de aquella chica era muy extraño, parecía una persona misteriosa, seguro esa fue la razón por la que llamó tanto mi atención sin dejar a un lado aquellos ojos de cielo.
-Bien chicos como ya escucharon, tienen una nueva compañera- Empezó a hablar el profesor obligándome a dejar mis pensamientos. -Yulia viene de un internado en Londres- Leyendo el expediente de la pelinegra. -Vaya… es una de las mejores escuelas de Europa- Dijo como hablando para sí mismo, luego fijó su vista en la chica de una manera intensa. -Espero que te sientas a gusto aquí Yulia- Le sonrió, pero ella pareció haberlo ignorado por que no levantó la mirada y tampoco articulo palabra alguna, y eso era una mala señal, por que el profesor odiaba que no le miraran cuando el hablaba. -Parece que es muy tímida- Dijo burlonamente, estaba enojado y el resto de la clase rió entonces se escuchó un fuerte golpe en la mesa del pupitre de la nueva alumna. Yulia levantó la cabeza y le dirijo una mirada asesina al profesor.
-¡Basta!- Vociferó la chica nueva apretó los puños y se paró de su asiento acercándose al profesor quien parecía intimidado con la mirada de la pelinegra. -Déjeme en paz- Le advirtió y volvió a su silla, todos en el salón estaban sorprendidos.
* El profesor muy enojado caminó hasta el tablero y escribió un ejercicio de trigonometría en el pizarrón, era un poco complicado que hasta yo vacilé en si podía resolverlo o no.
-Señorita Volkova… ¿Por qué no viene a ganarse su primera nota del semestre?- Dijo retándola.

Nunca antes había visto al profesor haciendo esta clase de cosas, estaba claro para todos que lo que él quería era hacer quedar mal a la chica con la intensión de desquitarse, se trataba sin dudas de una humillación. Yulia se puso de pie lentamente y caminó hasta el pizarrón cuando estuvo allí le dio una mirada fugaz al profesor luego tomó un marcador del pupitre y empezó a resolver el ejercicio.
Después de cinco minutos y tras haber utilizado todo el tablero en su extensión dio por terminado el ejercicio, colocó el marcador en su lugar, volvió a mirar al profesor de una manera fugaz y regresó a su puesto. Luego de ver que Yulia había tomado asiento posé mi mirada en el maestro quien permanecía con una expresión de asombro, al parecer el ejercicio estaba perfectamente resuelto.
En el descanso fui a la cafetería por una soda, tenía la garganta seca por que en la clase de lenguaje me correspondió hacer una exposición, y yo acostumbro a ser muy habladora no se si será un defecto o una habilidad. Me acerqué a la mesa donde mis amigas y yo siempre almorzamos.

-Lena- Me sonrió Ekaterina. -Te estábamos esperando.
-¿Alguna novedad?- Les pregunté sentándome.
-Si- Se apresuró Lika. -El demonio con cara de ángel.
-¿Cómo dices?- Le pregunté confundida sin entender a que se refería.
-Yulia Volkova- Dijo Ushka, todas la miramos pues tenía tiempo sin decir una palabra para opinar, aunque mi amiga la castaña aun tenía esa expresión de tristeza.
-¿Qué sucede con ella?- Le pregunté a Lika.
-¡Por Dios Lena!- Exclamó la rubia. -Que no ves que está muy linda… y con ese carácter, ¡Dios! Quiero que me castigue a mí también- Habló Lika tan descaradamente como solía hacerlo.
-Y a Lena- Agregó Svetlana.
-¿Yo?- Dije nerviosa.
-Todas nos dimos cuenta que te gustó también- Rió Lika.
-No es cierto- Me negué pero el rojo en las mejillas me delataba, no podía creer que me había sonrojado, mis amigas explotaron en carcajadas.
-No te preocupes Lenita que la podemos compartir o podemos turnarnos quien juega primero con esa lobita de ojos azules- Dijo Lika sacando una moneda, era lo que hacíamos cuando a más de una le gustaba el mismo chico. -¿Cara o sello?
-Espera Lika…- Intenté decir algo pero Anzhelika me interrumpió y dijo “sello”, luego lanzó la moneda. La moneda calló sobre la mesa en segundos.
-Sello- Sonrió Lika triunfante. -Esta vez voy yo primero- Dijo y se puso de pie.

** ** **

Mi primer día en el instituto hasta hora no va como lo planee, especialmente con el suceso de la primera hora en clase de trigonometría, si no fuera por que ese maestro me hubiese retado… la clase de lenguaje no estuvo tan mal, excepto por que una chica pelirroja habló como loca durante toda la hora, es bastante inteligente, lo digo por que sus argumentos me parecieron muy ingeniosos y justificables. No entiendo por que me llamó la atención, no recuerdo su nombre pero si la cara de ángel que tiene, aun no me lo creo que por mi mente haya pasado ese pensamiento tan cursi. Como si el destino quisiese cumplir mis deseos… esta fue la manera como me enteré del nombre de la chica que he mencionado con anterioridad… luego de las odiosas clases salí del salón a dar una vuelta, era el primer receso, arrepentida de caminar me senté en una de las escaleras y escuché como dos chicos conversaban animadamente.

-Deja de pensar en Katina. - Escuché que un chico le decía al otro… ¿Katina?
* ¡Claro! Ahora recuerdo que ese era el apellido de la chica pelirroja, inconscientemente me dispuse a escuchar su conversación, se que es algo de mala educación pero sentí cierta curiosidad por lo que dirían de aquella chica que siendo sincera me había llamado la atención.
-¿Cómo quieres que dejes de pensar en ella? ¿Acaso no ves lo irresistible que es? No sabes lo que daría por solo besar sus labios… Tal vez tenga una oportunidad con ella ahora que dejó a su novio ¿No crees?- Suspiró el chico con cara de idiota, en un impulso salí frente a ellos, quería saber más sobre aquella chica.
-Hola- Los saludé.
-Hola… ¿Estudias aquí?- Me preguntó uno de los chicos que era rubio.
-Soy nueva- Les sonreí coquetamente.
-Eres una chica muy linda ¿Sabías?- Me halagó el otro chico, quien era castaño.
-En realidad… quería preguntarles sobre esa chica de quien hablaban- Fui al grano, ellos me miraron pensativos.
-¿Por qué quieres que te hablemos de ella?
-Va en mi curso- Les dije y a ellos se le iluminaron los ojos. -Tal vez pueda echarte una mano.
-¿Harías eso?- Me preguntó ilusionado, que idiotas eran… sonreí por dentro.
-Podría… es decir como te escuché hablar se nota que…
-¡Exacto! Me gustaría salir con ella- Me interrumpió.
-Les podría ayudar si me hablaran de ella…

Los chicos, quienes resultaron ser unos tontos estudiantes de cuarto, me contaron demasiadas cosas sobre la pelirroja, algunas me sorprendieron otras me causaron coraje, no se por que, igual ni siquiera la conozco ¿Por qué habría de importarme? Estaba en la cafetería cuando veo que una rubia se me acerca, dejo de comer mi pastel para mirarla aproximarse, una sensación de fastidio empezó dentro de mí.

-Hola- Me saludó con una sonrisa muy coqueta que no me gustó para nada.
-¿Necesitas algo?- Le dije con una mirada indiferente.
-Solo conocerte- Volvió a sonreírme con la misma sonrisa.
-Ya me presentaron en el salón- Le contesté en tono de pocos amigos.
-Soy Anzhelika- Me dijo tendiendo su mano pero yo solo la miré sin tomarla.
-¿Qué quieres?- Le pregunté altanera.
-Que genio- Me sonrió. -Pero así me gustan más- Dijo mientras se mordía el labio inferior.
-¡Lo que me faltaba para completar el día!- Exclamé para luego reír a carcajadas mientras que la rubia me miraba con cara de interrogación. -Lárgate de mi vista ramera- La insulté y me puse de pie para retirarme.
-¡Esto no se queda así! ¡Ya caerás!- Me gritó a lo lejos pero yo seguí mi camino.

** ** **

josshua2014

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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by:  Papillon Empty Re: ¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:11 pm

Observé con detenimiento la conversación de Lika y Yulia, tenía muchos deseos de saber que hablaban, además no quería que esa chica de ojos azules fuera para mi amiga, Yulia tenía que ser mía, eso era lo que deseaba, ya se había convertido en otro de mis caprichos.

-¿Cómo te fue Lika?- Escuché que Svetlana le preguntaba.
-La niñita rebelde me bateó… pero ya va a caer- Dijo muy segura.
-¿Por qué no le das la oportunidad a Lena?- Preguntó Ekaterina. -Mira que a ti no te hizo caso, hasta te trató de puta- Ekaterina rió fuertemente.
-Denme una semana más- Pidió Lika. -Nadie me dice que no, no se que se cree esa mocosa.
-¿Y que pasa si al final te dice que no?- La interrogó Ushka.
-No me dirá que no- Dijo muy segura Lika.
-A lo mejor la Volkova no se le dan las chicas- Comentó Ekaterina.

Me paré para ir al baño, en realidad tampoco quería seguir escuchando a Anzhelika, sus palabras siempre terminaban hartándome, así que me levanté y me salí del lugar con rapidez. Camino al baño notaba como en los pasillos los demás alumnos me miraban y hablaban entre ellos, sabía que se trataba de la manera como rompí con Avery, sabía que otros pensaban en que tenían una nueva oportunidad para conquistarme. Iba tan distraída en mis cavilaciones que sin querer atropellé a otra persona en las escaleras.

-¡Oh! Disculpa- Dije apenada mientras intentaba ayudar a la otra persona.
-¿Acaso en esta escuela todos son unos idiotas?- Escuché la voz de una chica y me sorprendí al descubrir que se trataba de Yulia Volkova, sin embargo su comentario me causó enojo.
-¿Quién te crees para tratar a los demás como se te antoje?- Le reclamé molesta y pude ver una expresión de asombro en su rostro. -Yo me disculpé ¿Acaso no escuchaste? Y después dices que en esta escuela todos son idiotas- Agregué.
-Mira quien habla de tratar a las personas como se le antoja- Me retó, aunque yo no entendí que quiso decir con sus palabras. -Nos vemos Katina o debo decir señorita rompecorazones- Después de decir eso la escuché dejar salir una risita traviesa de burla lo que intensificó mi ira pero cuando iba a decir algo la chica ya se había ido y no logré volver a verla.

** ** **

Finalmente la jornada de hoy acabó, fue un día algo peculiar empezando por el estúpido y decrépito profesor de trigonometría terminando con la pelirroja que está en mis clases, si, cada vez que recuerdo el rostro de Elena Katina me vuelven las ganas de reír, apuesto a que no se esperaba que le llamara rompecorazones, de seguro eso debió haberle herido el orgullo. Me enteré de las costumbres de Elena y sus amigas por la conversación que escuché sin querer de unos chicos de cuarto, un grado menor que el mío, les llamé tanto la atención que pude sacarle mucha información a esos tontos, claro que nunca pensé que esa información me iba ser útil tan rápidamente.

-¿Qué tal tu día, Yulia?- Me saludó Edik.
-Normal- Le respondí secamente.
-¿Nos vamos ya?
-Si.

** ** **

Después del nada amigable encuentro con Yulia Volkova me fui directamente a casa, el enojo no se me había pasado en toda la tarde, ni siquiera sabía por que tenía que afectarme tanto la actitud de esa chiquilla insolente.

-Hola Lena- Me saludó mi mamá, sentada en el sofá como siempre.
-Hola- Le respondí aun molesta.
-¿Qué te sucedió pequeña?
-Hoy no fue un buen día mamá- Me quejé mientras me sentaba a su lado.
-¿Qué sucedió?
-A primera hora rompí con Avery y toda la prepa se enteró.
-¿Por qué hiciste eso?- Me regañó.
-El me obligó a hacerlo… empezó a presionarme otra vez- Me justifiqué.
-¿Y que más sucedió?
-La chica nueva… es una persona detestable.
-¿Una chica nueva?- Preguntó mi mamá con curiosidad.
-Si… Yulia Volkova.
-¿Volkova?- Exclamó y se separó de mi lado.
-¿La conoces?- Pregunté extrañada por su actitud.
-Así que es verdad que la heredera de los Volkova regresó de Londres- Habló pensativa.
-¿Hay algo que quieras decirme mamá?
-Si, si conocí a Yulia… hace años cuando era una niña- Empezó a relatar mi mamá.
-¿Por qué se fue a Londres?
-Sus padres murieron- Me respondió y yo entendí todo perfectamente. -Larissa y Oleg estaban muy enamorados y pasaban haciendo pequeñas lunas de miel cada primavera, solían ir a otros países pasear y todo ese tipo de cosas, pero una vez no volvieron…
-¿Qué sucedió?
-Se accidentaron en el avión- Respondió mi madre con tristeza. -Eran buenas personas.
-¿Qué hay de los hermanos de Yulia?
-Es hija única… vive con un tutor, Edward ha trabajado años con los Volkov.
-Ahora entiendo por que se comporta de esa manera- mascullé.
-Supongo que Yulia cambió a raíz de la pérdida de sus padres… eso sucede comúnmente, ella era un niña de nueve años- Suspiró.
-Nueve años- Repetí pensativa.

Después de escuchar la triste historia de Yulia me fui a mi habitación a descansar un poco, sin embargo aquellos ojos azules aparecieron en mi mente durante toda la tarde. ¿Qué me pasa con esa insolente? Ya no deseaba seguir pensando en aquella petisa de cabellos negros.

* Esa tarde Ushka apareció en mi casa…
-Hola Lenok.
-¿Ushka?- Dije extrañada. -¿Y ese milagro?
-Quise venir a saludarte… eres la única a la que me quedan ganas de visitar.
-Entiendo…- Musité recordando los comentarios de mis otras amigas.
-Si, ya no soporto a las chicas.
-Yo no tengo la intensión de seguir criticándote.
-Por eso vengo donde ti- Me sonrió. -Tú mamá me advirtió que estabas algo molesta.
-Si, saliendo de la cafetería me tropecé con Yulia Volkova en las escaleras y no sabes todo lo que me dijo, hasta agregó que yo era una rompecorazones y trataba a la gente como se me antojaba.
-¿Eso hizo?
-Es una pesada.
-¿Y te gusta de verdad?
* La pregunta de Ushka me dejó helada, no había vuelto a pensar si eso era verdad o una confusión.
-No lo se… esa chica me atrapó en sus ojos de cielo- Confesé.
-Vaya… ahora eres poeta- Bromeó mi amiga.
-¡Ushka!- Le regañé y ella rió aun más. -Seguro esa tonta nos embruja a todos.
-Que imaginación Katina, esperaba que me dieras una argumento mas razonable.
-El punto es que parece odiar a todo el mundo.
-De seguro tiene un trauma- Continuó bromeando Ushka.
-Sus padres murieron cuando ella tenía nueve.
-¿Hablas en serio?- Dijo sorprendida la castaña.
-Si, mi mamá me acaba de contar la historia.
-Bueno eso justifica muchas cosas.
-Eso mismo pensé yo… pero Ushka ¿A cuantas personas no le ha sucedido lo mismo?
-No todos reaccionamos de la misma manera.

** ** **
Han pasado dos semanas desde que ingresé a la nueva escuela, debo admitir que las clases no se me hacen tan aburridas, soy buena con los números, muy buena diría yo… he descubierto que la pelirroja es la mejor de mi clase, si, es buena en todo, y poseedora de un asombroso arte de la oratoria, pienso que es muy inteligente aunque no entiendo como una chica tan “brillante” actúa de la manera como ella lo hace. Entre materias me paso estudiando también a su grupo de amigas, son cinco, Anzhelika o Lika es una resbalosa y no ha dejado de perseguirme en estos días, la verdad es muy ingenua al creer que yo me podría fijar en ella o en alguien de esa preparatoria, Ekaterina y Svetlana se comportan de una manera muy parecida a Lika pero con los chicos, Ushka no se ve tan mala persona y Elena… pues Elena es Elena.
Parece que algunos chicos ven algo en mí, ahora resulta que tengo nuevos admiradores, incluso tres se han atrevido a hablarme e invitarme a salir, pero les he dejado muy claro que no me interesa esa clase de tonterías, lo que menos me interesa es caer en un embrollo sentimental, eso no es para mí.

** ** **

Hoy estamos en el campo de fútbol, los chicos de nuestra clase entrenan para el campeonato escolar, nosotras hacemos parte del grupo de animadoras, eso también nos ayuda a conquistar chicos y a que nuestra lista crezca más y más… del otro lado de la cancha está sentada Yulia Volkova, he estado observándola hace quince minutos, la veo distante, exactamente a unos cinco metros del resto del salón, parece que le importa poco socializarse con los demás.

-Parece inalcanzable ¿Verdad Lenita?- Me dice al oído Lika.
-No lo se, Lika- Le respondo sin apartar mi mirada de la pelinegra.
-¿Ya te rendiste Anzhelika?- Le pregunta Ekaterina.
-Estoy a punto de hacerlo- Suspiró Lika. -Esa chica es de piedra, no se rinde ante nadie.
-Olvídate de ella, Lika- Habló Svetlana. -Creo que ya es el turno de Lenita.
-Yo estoy fuera- Me precipité.
-¿No vas a intentarlo siquiera?- Preguntó asombrada Ekaterina.
-No, no me gustan que me rechacen y no pretendo humillarme ante esa mocosa rogándole- Dije.
-Eres muy orgullosa Lena- Sonrió Svetlana. -Eres toda una chica.
-Estoy de acuerdo con Lena, no debe rogarle a esa tonta- Me apoyó Ekaterina. -Ella se lo pierde.

** ** **

Miro del otro lado de la cancha, Elena Katina no me ha quitado los ojos de encima desde hace unos minutos, a veces creo que ella tiene una doble faceta, pero no la conozco, es solo que sus actos no coinciden con su apariencia, nunca antes mencioné que tiene el rostro de un ángel… lo noté aquel día en que nos tropezamos en las escaleras, además tiene unos ojos de un color indescifrable, si, son entre un verde y un gris, incluso hay días en los que se tornan un poco azulosos, es una chica linda, ahora entiendo por que tantos chicos han caído a sus pies, que tontos son.

-Hola- Escuché una voz a mis espaldas, sin embargo no me volteé. -¿Yulia Volkova?
* Con mucho fastidio me di la vuelta a ver de quien se trataba, era una chica, tenía el cabello ondulado y castaño, sus ojos eran negros, de compostura no tan delgada.
-Si, soy yo- Respondí cortante.
-Soy Aliona- Dijo con timidez y se sentó a mi costado.
-¿Deseas algo?
-Solo quiero hablar contigo.
-¿Sobre que?- Le pregunté en un tono grosero.
-Cálmate, no tienes por que ponerte agresiva- Me sonrió.
-¡No me estoy poniendo agresiva!- Exclamé y ella rió.
-Avísame cuando lo estés haciendo- Bromeó y yo quité mi cara de enojo.
-¿Estás en mi clase?- La interrogué después de casi un minuto en el que no dije ni una letra.
-Si, eres algo distraída.
-Claro que no- Repliqué molesta nuevamente. -Solo que no me interesa conocer a mis compañeros- Le dije con prepotencia.
-Eso me supuse… en realidad todos en el salón lo saben.
-Me parece genial.
-¿Y por que siempre miras a Katina y a su grupo de amigas?- Me preguntó sacándome de orbita prácticamente, no se que se creía esa chica para retarme de esa manera.
-Parece que tú me miras mucho.
-Todos en el salón lo hacen.
* Su comentario solo hizo que estallará en risas, ella me miró con cara de interrogación.
-¿Te importe mucho que mira a esas chicas? ¿Hay algún problema? ¿Eh?- Empecé a presionarla.
-No- Contestó agachando la cabeza. -El hecho es que miras a Katina.
-¡¿Y que tiene, Katina?!- Me exasperé ya me estaba hartando de su insistencia con la pelirroja, pero no me di cuenta de que levanté tanto la voz que todos me escucharon, me maldije por dentro por la estupidez que había acabado de cometer.

** ** **

Escuché como alguien gritaba mi apellido desde el otro lado del campo y de manera automática fijé mi mirada encontrándome con la escena de Yulia Volkova quien parecía haber estado discutiendo con una chica del salón que se llamaba Aliona. Después de gritar no se por que mi apellido todos se la quedaron viendo y ella parecía estar congelada, su expresión se volvió de vergüenza pero rápidamente la cambió por una de enojo y se alejó de la cancha después de gritarles a todos incluyendo al maestro: “¡Váyanse al infierno!” Y se fue como alma que lleva el diablo.

-¿Se enloqueció completamente?- Dijo Ekaterina a punto de reír.
-¿Qué le pasó?- Preguntó Lika. -¿Por qué nos mandaría todos al infierno? ¿Por qué gritó tu apellido Lena?- Ahora la clase entera estaba mirándome.
-No lo se- Contesté y me encogí de hombros, pero de inmediato me puse en pie. -Aun así, puedo averiguarlo- Agregué con un poco de malicia y salí tras la ojiazul.
A lo lejos pude divisar la pequeña figura de Yulia entre los árboles, me acerqué con cautela y asumo que sentí algo de temor ya que nunca se sabía la manera como reaccionaba esa chica.
-Yulia Volkova- Le llamé a sus espaldas pero ella no se movió ni un centímetro. -¡Hey!- Exclamé para que prestara atención y funcionó por que la pelinegra se dio vuelta.
-Ah… eres tú- Me habló despectivamente.
-Si. ¿Esperabas a alguien más?- Le seguí su juego.
-No, en realidad no esperaba a NADIE, mucho menos a ti- Habló con su tono grosero de siempre, logrando que mi enojo saliera a la superficie.
-¿Por qué gritaste mi nombre hace unos minutos?- Le pregunté calmadamente.
-¿Tengo que responder?- Dijo fastidiada.
-Claro… a menos que empiece a pensar que se te zafó un tornillo y que ahora gritas nombres sin tener una justificación- Dije con sarcasmo.
-Me importa poco lo que pienses Katina- Me contestó, ahora estaba enojada.
-¿Te hice enojar?- Le pregunté al borde de la risa.
-No eres lo suficientemente importante como para hacerme enojar- Habló fríamente.
-Pero Aliona si.
* Cuando dije el nombre de la chica Yulia estalló en risas, rió por tanto tiempo que ya estaba empezando a fastidiarme, parecía una demente.
-¿Ya terminaste?- Le dije aburrida.
-¿Sabes? Por ella fue que grite tu nombre- Confesó. -Me hizo perder la paciencia por que me preguntó más de una vez cosas relacionadas contigo… ¡No se que le pasa a esa estúpida!
-Está enamorada de mí- Expliqué como si no fuera nada de otro mundo, Yulia se mantuvo callada por unos segundos y de repente volvió a estallar en risas.
-¡Ahora entiendo!- Exclamó de la nada. -¡Estaba celosa!- Volvió a reír y yo quedé más confundida. ¿Por qué Aliona debía estar celosa de Yulia? -¿Es tu novia?- Me preguntó.
-¡¿Que?!- Grité exasperada. -Que esté enamorada de mí no quiere decir que sea mi novia ¡Por Dios Volkova pensé que tenías más sentido común!
-No se me haría raro que también quisieras jugar con las chicas tal y como lo haces con los chicos.
* Yulia iba a seguir hablando pero yo la callé de una cachetada mientras mi rostro se ponía rojo de la rabia e impotencia que me había provocado.
-¡¿Por qué hiciste eso?! -Me gritó enfadada también.
-¿Quién te crees para hablarme de esa manera? - Le exigí.
-¿Acaso no es verdad? ¡¿Acaso no es verdad, Katina?!
-¡Claro que no!
-Ni siquiera tienes la agallas de admitirlo… que poca… - Le di otra bofetada.
-¡No te permitiré que me sigas insultando de esa manera! - Ahora me encontraba más furiosa.
-¡Pégame todo lo que quieras! De todas maneras seguirás siendo la misma zorra de siempre. - Esta fue la gota que rebozó la copa, como loca me lancé sobre ella y empezamos a pelear sobre el césped mientras el resto del salón ya se acerca a observar el mini espectáculo que estábamos dando.
-¡Yo puedo ser todo lo zorra que tú quieras pero nunca tan ruin como tú! ¡Te comportas así solo por que aun no has podido superar la muerte de tus padres! - Yo empecé a hablar cegada de la rabia por que nunca antes me habían humillado de la manera como lo había hecho aquella petisa, y en ese momento lo que quería era hacerla sentir mal, tal y como ella lo había acabado de hacer, y al final lo había logrado. -Lo único que inspiras en mí y en todos es lástima, ¡Huérfana!-
Cuando acabé con mis insultos Yulia me miró fijamente, pero en sus ojos nunca vi ira como hace unos momentos, esta vez vi dolor, vi tristeza y no pude evitar sentirme tan mal. Todos mis compañeros y mis amigas me miraban atónitos mientras que Yulia había prácticamente huido del lugar.
-Lena… se te pasó la mano- Me dijo Ushka dándome golpecitos en el hombro.
-Lo sé. - Le respondí tristemente. - Ella me sacó de control.
-Si, escuché lo que te dijo… Se fue de la escuela.
-¿Quién?
-Volkova. - me contestó. - No está en el salón, no está por ningún lado.
-Me siento muy mal por todo lo que le dije, Ushka. - Comenté sinceramente.
-Lo se, Lena. - Me dio una sonrisa que pareció más una mueca. - Discúlpate.
-¿Cómo dices? - Su sugerencia me había sacado de base, tenía la costumbre de nunca pedir perdón o una disculpa, ni siquiera sabía como hacerlo.
-Si, deja tu orgullo a un lado y ve a disculparte con ella.
-De seguro no querrá verme… además yo no me disculpo con nadie.
-Lena. - Me miró a los ojos Ushka. - Solo tú puedes salvarla. -Me dijo y luego se fue sin agregar nada más dejándome más confundida que nunca.

** ** **

Después de la riña con la pelirroja me salí del instituto, no quería verle la cara a nadie más, Elena Katina había tocado el punto más débil, lo más sensible que hay en mi vida y es el recuerdo de mis padres. ¿Cómo lo sabía? Es algo que hasta a mi me sorprendió, no se de donde sacó esa información, no se como se enteró… Me dolieron sus palabras, lo sentí como si unas dagas atravesaran mi corazón, no solo por lo que dijo sino por que ella fue quien lo dijo, sin embargo también me siento culpable por haberla provocado, al final fui yo quien la trató de zorra y luego ella se puso como loca a gritarme, esta es la segunda vez que le hiero el orgullo.

-Yulia ¿Qué haces tan temprano en casa? - Me preguntó Edward un poco sorprendido.
-No me siento bien. - Respondí y me fui hasta la habitación donde permanecí toda la tarde encerrada, hasta se me había quitado el apetito.
* Los golpes en la puerta me hicieron caer en cuenta que me había quedado dormida por un tiempo indeterminado, me levanté soñolienta, caminé hasta el baño para echarme un poco de agua en la cara, luego miré por la ventana y supe que eran casi las seis.
-¿Qué quieres, Edik? - Le pregunté al abrir la puerta y encontrarme con mi tutor.
-¿Estabas dormida?
-¿Se nota tanto? - Le contesté con sarcasmo.
-No quería despertarte, pero alguien te busca.
-¿Me buscan? -Dije sorprendida pues yo jamás tenía visitas.
-Si. ¿Qué hago?
-Dile a quien quiera que sea que suba a mi habitación. - Le respondí sin importancia y entré a mi cuarto nuevamente para encender la televisión. -Adelante. - Alcé la voz cuando escuché que tocaban la puerta de mi cuarto. - ¿Tú? - dije muy sorprendida al ver a la pelirroja entrando a mi recámara, traía un falda sobre las rodillas en un tono pastel una blusa blanca muy bonita y el cabello en una cola alta, no se por que su apariencia me llamó tanto la atención, además era la primera vez que no la veía en uniforme.
-Hola Yulia. - Me saludó tímidamente.
-¿Qué demonios haces aquí? ¿Vienes a seguir insultándome? - Le pregunté enojada.
-Claro que no, con lo de esta mañana fue suficiente. - Contestó seria.
-¿Qué es lo que quieres? - Le volví a preguntar pero con fastidio.
-Solo vine a disculparme. - contestó con timidez.
-No me interesan tus disculpas, Katina. - Hablé cortante. - Ya te puedes ir.
* Después de prácticamente echarla de mi habitación posé mi vista en la pantalla de la televisión, pero la pelirroja aun permanecía de pie, y se mantuvo en el mismo lugar por tres minutos más.
-A mí si me interesa disculparme. - Dijo finalmente y yo la volvía a mirar.
-¡Que pesada eres Katina! ¿Qué haces aquí? Ya se que nunca le pides disculpas a nadie, entonces ¿Qué haces perdiendo el tiempo aquí en mi casa? ¿Por qué has venido? - Me exasperé.

Cuando acabé de gritarle vi como Elena se derrumbó sobre el suelo de mi habitación se cubrió el rostro con ambas manos y empezó a sollozar. Yo permanecí estupefacta por un momento, no entendía por que aquella chica estaba llorando, y tampoco creí que lo hiciera por mi actitud, y si así fuera ¿Por qué? ¿Por qué lo haría? Después de otros minutos me conmovió, no podía soportar seguir viéndola en ese estado, era como ver llorar a un ángel.

-Lena… - Me acerqué taciturna de cuclillas e intenté levantar su barbilla pero ella se rehusó y volvió a meter el rostro entre las manos. - Perdóname. - Mascullé finalmente. - No quería hacerte llorar, lo juro, yo solo, yo solo… - Empecé a hablar desesperada.

Ahora me sentía peor, sin embargó la pelirroja levantó el rostro de un momento a otro y me observó con sus ojos de esmeralda en donde me perdí por unos instantes, tenía el rostro colorado a causa del llanto, limpié sus lágrimas con el dorso de mi mano y le regalé una mirada intensa, seguro ella pudo descifrar todo lo que quería expresarle a través de esa mirada.

-Yulia- Masculló.

Nuestras miradas se encontraron una vez más, entonces fue cuando todo empezó… Lena se acercó lentamente y unió sus labios con los míos. Me mantuve un largo tiempo congelada por la impresión, definitivamente no entendía que estaba sucediendo, jamás había besado a alguien con anterioridad y debo reconocer que los labios de la pelirroja se sentía muy bien, eran suaves como pétalos de rosas, me besaba con ternura y delicadeza. No supe en que momento yo le empecé a corresponder y permití que su lengua entrara en mi boca, la sensación era tan indescriptible para mí que permanecí sumida en sus besos por un buen tiempo.

-¿Qué fue eso?- Le pregunté con una mirada asustada cuando nos separamos.
-Fue un beso, Volkova- Me sonrió. -No besas nada mal- Comentó dejando escapar una risita traviesa de sus labios, se escuchó tan encantadora que yo quedé hipnotizada. -Eres muy linda, Yulia- Dijo acariciando mi mejilla, luego me depositó un beso en mi frente y desapareció de mi habitación dejándome totalmente confundida.

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josshua2014

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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by:  Papillon Empty Re: ¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:12 pm

Estoy recostada sobre mi cama observando únicamente el techo de mi alcoba, hace media hora regresé de casa de Yulia y aun estoy pensando en ese beso, fue simplemente mágico, no tenía planeado hacerlo pero al tenerla tan cerca mis impulsos actuaron por mí, pude sentir la inexperiencia de Volkova, sonreí al saber que fue su primer beso y que yo fui la protagonista de ese momento, y se que nunca lo olvidará, si, nunca me olvidará…

-¡Lena! ¿Dónde has estado toda la tarde?- Entró gritando Ushka a mi cuarto que me espantó.
-Ushka… ¿Qué sucede?
-No sabes lo que pasó- dijo acercándose a mi lado. -Adivina.
-Mmm… no tengo idea Ushka.
-¡Nicolay me pidió que volviera con él!- Exclamó muy feliz.
-¿Qué dices? - Pregunté aun sorprendida.
-Si, él me explicó todo, pero no te va a gustar lo que vas a escuchar.
-¿Qué pasó? - Digo extrañada.
-Me confesó que nunca me engañó, que todo fue un plan de Ekaterina y Svetlana.
-¿Estás segura? - Exclamé sorprendida. - pero… ¿Por qué hicieron eso? Se supone que acordamos que nadie se mete en la relación de otra, ¡Rompieron una de las reglas! - Dije molesta.
-Ya no importa Lena. - Me tranquilizó. - Lo único que me importa es que Nicolay está a mi lado.
-Me alegro. - Le sonreí. - sin embargo esto no se puede acabar aquí.
-Ya no voy a andar más con ellas… deberías hacer lo mismo.
-Ushka… siempre hemos andado juntas, no podemos separarnos ahora que solo falta poco para acabar la preparatoria.
-Lo siento Lena, pero yo no quiero seguir haciendo lo que hemos venido haciendo. -Dijo segura.
-Tendré que pensarlo muy bien.
-Cambiando de tema… ¿Dónde te metiste toda la tarde?
* Sonreí al recordar lo que había pasado esa tarde.
-¿Por qué tienes cara de boba? - Me preguntó entre risas mi amiga.
-Fui a casa de Yulia Volkova. - confesé.
-¡No! - Exclamó mientras se tapaba la boca la castaña. - ¿De verdad? ¿Qué pasó? ¿Te disculpaste?
-Si, y empezó a gritarme nuevamente, entonces empecé a llorar. - Sonreí con malicia. -No vas a creer pero se conmovió de mí y me pidió perdón, la hubieses escuchado Ushka.
-Es que se me dificulta creerlo, Lena.
-Eso no es todo. - Empecé animada. - Lo que pasó luego no lo vas a creer. - Sonreí.
-¿Pasó algo más relevante que Yulia te haya pedido perdón y que se haya conmovido de ti?
-Si- Afirmé ante la cara de incredulidad de Ushka. - Nos besamos.
-¡¿Que?!- Exclamó la castaña muy sorprendida. -¿Es en serio?
-Si, yo la besé… es que no pude contenerme al tenerla tan cerca.
-¿Te correspondió?
-Al principio no lo hacía pero al final cayó… es la primera vez que da un beso.
-Estoy en shock… ¿Y que son ahora Lena?- me preguntó mi amiga mirándome a los ojos.
-Pues… no acordamos nada que yo recuerde.
-¿Planeas jugar con esa chica también?- Me dijo muy seria Ushka.
-No lo se, Ushka… ya sabes que nunca voy tan enserio, ya me conoces- Le respondí descaradamente y mi amiga me lanzó una mirada asesina.
-No pienso que debas hacerle eso a ella…si no quieres nada en serio lo mejor sería que la dejaras en paz, por favor Lena… no la lastimes.

Al día siguiente me levanté temprano para ir a clases, además tenía muchas ganas de ver a Yulia, toda la noche me la había pasado soñando con aquel beso. Inconscientemente me puse más bonita que de costumbre como cuando estrenaba un novio nuevo. Yulia tenía que caer a mi pies lo quisiera o no, después de dar el primer paso lo demás sería más sencillo, sobre todo para mí. Cuando llegué al salón la vi sentada en su lugar, sin embargo, no me dirigió ni una mirada, no quise extrañarme ya que sabía de antemano que Yulia era de por sí una persona algo “extraña” y que yo jamás comprenderé.

-¿Qué tal, Lenita?- Me saludó Ushka con una sonrisa, definitivamente el hecho de haber regresado con Nicolay había cambiado su imagen, su estado de ánimo, todo…
-Muy bien, Ushka- Le respondí devolviéndole la sonrisa.
-¿Ya viste a la Volkova?
-Si, está metida en el libro de biología. - Observando a la ojiazul.
-No me refiero a eso tonta. - Me corrigió mi amiga.
-¿Entonces a que?
-Parece que tuvo un accidente o que se yo.
-¿Por qué? ¿Qué le pasó? - Le pregunté preocupada.
-Tiene un golpe en el ojo izquierdo… y hoy vino más amargada que nunca, tiene una cara de demonio que da miedo. - Relató la castaña.
-¿Qué le sucedería? - Me dije un poco pensativa.
-Todos queremos saber. - Respondió Lika encogiéndose de hombros.

Durante las primeras clases me la pasé pensando en Yulia, no se me ocurría ninguna por la que tuviera un ojo lastimado. Apenas tocaron indicando receso, la chica de ojos azules se puso unas gafas oscuras y salió prácticamente corriendo del salón, yo la seguí de una vez.

** ** **

Ayer fue un día de demasiadas emociones, la pelea en la escuela, aquel beso que aun me tiene confundida y por último la pelea en el entrenamiento de tenis… hace tres años practico tenis dos veces a la semana en una academia, soy buena a decir verdad y me gusta mucho el deporte, pero lo que no me gusta son mis compañeros, especialmente Aleksi. Aleksi es un tonto hijo de un hombre con dinero, no soporto su actitud, sin embargo nunca digo nada por que él jamás se ha metido conmigo. Ayer después del entrenamiento no se por que razón empezó a hablar estupideces de mí, que yo era bruja o que hacía pactos con el mismo demonio y un montón de idioteces más que no recuerdo ya, sus comentarios hicieron hervir mi sangre y como una tormenta desataron mi ira haciendo que me lanzara sobre él como una loca, lo golpeé tantas veces en las que descargué toda era rabia que había tenido retenida hacia él, Aleksi solo alcanzó a golpearme el ojo izquierdo, el cual dejó en mal estado a pesar de que toda la noche me la pasé poniéndole hielo, aún así no me importa, por que ese cretino salió perdiendo como era de esperarse, le rompí la nariz, le dejé dos ojos morados y por último también le partí el labio.
Apenas terminaron las primeras clases salí como bala del salón pues no quería que ninguno preguntara que me había sucedido… caminé hasta un árbol donde por suerte no había nadie, perfecto para mí, me senté debajo de éste y cerré mis ojos para dejar mi mente en blanco…

** ** **

Seguí a Yulia hasta uno de los árboles que están cerca de la cancha, está sola como siempre, vacilé en si acercarme o no, pero al final terminé haciéndolo. Caminé unos metros y me paré frente a ella, las gafas oscuras impedían que yo viera sus ojos, necesitaba ver el azul de sus ojos.

-Yulia- Susurré y ella se movió un poco.
-¿Lena? - Preguntó un poco nerviosa. - ¿Qué quieres? - Volviendo a su postura normal, demasiado fría, demasiado seca, totalmente indiferente.
-Verte- Le sonreí.
-Ya me viste, ya puedes irte- Respondió con su altanería de siempre, al parecer conquistarla sería más difícil de lo que creí.
-Yul…- Hablé con ternura y me senté a su lado rodeando su cuello con mis brazos. -¿Olvidaste tan rápido lo que pasó ayer?- Le pregunté haciendo el típico puchero con el que convencía a todos, y esta vez Yulia no iba a ser la excepción.
-Eh… ayer… de eso quiero que hablemos- Dijo, pero yo noté que estaba totalmente nerviosa, definitivamente mis armas nunca fallan.
-¿Si? ¿Y que quieres decirme?- Le pregunté en un tono dulce.
-Primero suéltame- Me ordenó seria y yo le hice caso. -Lena, no se que pasó ayer.
-¿No sabes?- Dije alzando una ceja. -Pues yo si se, nos besamos.
-No se como pasó eso- Ahora estaba más seria que nunca.
-¿Por qué me correspondiste entonces?
-No lo se- Respondió sin mirarme.
-Por que algo de mí te gusta- Hablé mientras le hacía mirarme.
-¡No!- Me gritó exaltada. -Tú solo quieres jugar con todos… yo no seré tu juguete Elena- Dijo con una mirada de resentimiento mientras que mi paciencia se acababa.
-Claro que no, Yulia yo no quiero jugar contigo- Le dije seria.
-¡Déjame en paz!- Volvió a gritarme, pero yo tome su rostro en mis manos con delicadeza y le quité los lentes oscuros descubriendo el golpe que tenía en su ojo.
-¿Qué te paso, Yul?- Le pregunté preocupada.
-Solo es un golpe.
-No se ve muy bien… ¿Cómo ocurrió?- Insistí.
-No te importa- Me contestó cortante.
-Claro que si me importa… mira como te dejaron tu ojo- Dije y le di un pequeño beso al ojo maltratado, la pelinegra no hizo nada para impedirlo, eso era una buena señal.
-Ya déjame, solo fue una pelea ¿Contenta?- Dijo en tono de fastidio.
-¿Te peleaste?- Exclamé sorprendida. -¿Cómo que te peleaste? ¿Por qué?- La interrogué.
-No eres mi mamá Lena, no tengo por que darte explicaciones.
-Ok- Le respondí y después le di un beso en la mejilla. - Nos vemos luego, lobita- Le dije al sonreír mientras veía la cara de confusión que tenía.

** ** **

A veces pienso que la chica pelirroja no solo quiere conquistarme o jugar conmigo sino que también pretende volverme loca, el encuentro de hoy bajo el árbol me dejo fuera de base, sentí como me desarmó con sus palabras dulces a pesar de mi comportamiento, ni siquiera logré evitar ponerme nerviosa… es tan encantadora que siento que algún momento hará conmigo lo que se le antoje, y eso es lo que no quiero que suceda.

** ** **

Después de dejar a Yulia me dirigí a la cafetería donde de un momento a otro aparecieron mis amigas provocándome un susto horrible, las saludé mientras todas me miraban intensamente.

-Elena Sergeevna Katina ¿Tienes algo que contarnos?- Me preguntó Ekaterina.
-¿Por qué o que?- Pregunté desconcertada.
-No te hagas la tontita que ya lo sabemos- Dijo Svetlana.
-Dime cuales son sus puntos débiles- Exigió Lika. -¿Cómo le hiciste? ¡Eres una maestra!
-Pensé que habías desistido con Volkova- Habló de nuevo Svetlana.
-No se de que están hablando- Repetí.
-Te acabamos de ver muy cariñosita con el demonio. - Me explicó Ekaterina.
-Ah se refieren a Yulia- Contesté haciéndome la desentendida. -Pues… ¿Hay algún problema?
-¿Cómo le hiciste?- Volvió a preguntarme Anzhelika.
-Solo utilicé mis encantos- Dije para luego sonreír con picardía.
-Lenita eres la mejor, nuestra ídolo y por eso te amamos- Dijo Svetlana.
-¿Desde cuando son novias?- Preguntó Ekaterina.
-Aun no somos novias.
-¿Cómo? ¿Por qué no?
-Verás… esta Volkova no es tan fácil, con ella los procedimientos son lentos- Expliqué.
-A ese paso pronto te cansarás de esa chica- Comentó Svetlana.
-No te puedo negar que he estado a punto de perder la paciencia más de una vez- Confesé.
-Pero ella lo vale todo- Dijo Lika. -Por fajarme a esa chica le soportaría cuanto berrinche.
-Alto Lika- La detuve. -Ya tú estás fuera.
-Es cierto, Lika tu tiempo se acabó y ella no te presto atención, las reglas son las reglas- Le aclaró Ekaterina con una mirada seria a la que Lika solo asintió.
-¿Sabes Lenita? Estuve pensando que cuando te aburras de ella…- Empezó a hablar Svetlana.
-Ni lo pienses- La interrumpí. -Yulia Volkova solo será para mí.
-No seas egoísta, Lena- Rió Ekaterina. -Ya cada una de nosotras tendrá el turno con ella.
-Pero si ustedes no se involucran con chicas- Repliqué.
-Tú tampoco lo hacías Lenita y mírate… la verdad es que ese demonio es muy provocativo.
-¿Y que pasa si Yulia no les pone atención?- Les pregunté.
-Nos hacemos a un lado… ya sabes que no le rogamos a nadie- Respondió Svetlana.

Después de escuchar los comentarios de mis amigas decidí que tenía que enloquecer a Yulia hasta tal punto que jamás volviera a tener ojos para nadie más, era verdad, yo no quería compartirla con mis amigas, la quería únicamente para mí y ya me encargaré de eso.

** ** **


Ese día no volví a hablar con Lena, por lo menos no en la escuela, y la verdad no quería que se apareciera por nada del mundo, las cosas que siento con su cercanía están empezando a asustarme.
Cuando llegué a casa Edik no estaba, generalmente él se la pasa en la empresa, desde que mis padres murieron se ha encargado de manejar todos mis bienes y vaya que lo hace bien, sin Edward no se que sería de mí, además confío mucho en él… pasé por la cocina y me prepararon un gran vaso de malteada de vainilla, mi favorito, el cual que llevé hasta mi cuarto para disfrutarle frente a la televisión, el vaso era tan grande que cuando iba por la mitad sentía que no me cabía más, mientras tanto veía mis caricaturas favoritas entonces escuché como la puerta se abría y detrás de ella aparecía una pelirroja que ya conocía.

-¿Qué demonios haces aquí?- Le pregunté mientras dejaba de tomar la malteada por el pitillo.
-Vengo a hacerme cargo de ti- Sonrió mientras mostraba unas pomadas que traía en las manos.
-¿Para qué es eso?- Le interrogué señalando lo que llevaba en las manos.
* Lena se acercó y se sentó a un costado mío.
-¿No crees que ya estás muy grandecita como para ver ese tipo de caricaturas?- Dijo mientras tomaba el control remoto y apagaba el televisor.
-No pretendas comportarte como si fueras mi madre- Le dije molesta pero ella acercó la pomada y la colocó sobre mi ojo lastimado haciendo que yo gritara de manera exagerada.
-Perdón. ¿Muy fuerte verdad?- Se disculpó.
-Claro ¡¿No ves que me hiciste gritar?!- Exclamé enojada.
-Verás como te mejorarás con esto- Me dijo entusiasmada.
-Enciende la televisión y deja las caricaturas- Le ordené.
-Hoy no vas a ver caricaturas, hoy te vas a dejar curar ese golpe.
-¿Cuántas veces tengo que repetirte que me dejes en paz?- Dije fastidiada.
-Puedes hacerlo todas las veces que quieras- Me dio una sonrisa que casi me derrite. -No te haré caso- Agregó mientras le daba un sorbo a mi malteada.
-Eres un verdadero dolor de cabeza.
-Ya me lo habían dicho.
-¿Quién? ¿Todos tus novios?- Pregunté con cinismo y la pelirroja presionó el golpe que tenía en el ojo y nuevamente volví a gritar.
-No, fueron mis padres- Contestó molesta.
-Ten más cuidado ¿Quieres? Me duele bastante- Me quejé.
-Eso te pasa por ser tan problemática… Tu tutor me contó. ¿Qué harás ahora que te suspendieron en la academia?
-Solo serán unos cuantos días- Dije sin importancia. -Lo bueno es que ese tonto se llevó su merecido- Sonreí al recordar su cara toda golpeada.
-Tienes suerte de que no te haya pasado algo peor.
-¿Y a ti que te importa lo que a mi me pase?
-Te seré sincera… me gustas Yul y todo de ti me interesa- Me contestó muy segura.
-No, la respuesta es: quieres jugar conmigo y no sabes que hacer para que caiga en tus redes.
-No soy así como piensas- Dijo molesta.
-Todos dicen eso de ti.
-No es cierto, si fuera así los chicos no saldrían conmigo- Sonrió cínicamente.
-Ellos son unos idiotas que no les importa saber lo que haces con ellos con tal de salir contigo.
-Bueno si… admito que son idiotas- Volvió a sonreír.
-Yo no soy idiota, Lena- Le advertí. -No caeré en tu juego, no se que es lo que quieres.
-A ti- Dijo tomándome del cuello de la playera que llevaba puesta, se acercó a mi cara lentamente pero cuando creí que iba a besarme se alejó y me sonrió. -Nos vemos, lobita- Dijo al darme un beso en la frente y desaparecer de mi habitación.
Permanecí en un trance por unos minutos, admito que había deseado que me besara, sin embargo no lo hizo, quiso dejarme con las ganas, definitivamente planea volverme loca, ahora lo tengo más claro que nunca, aun así no se por que insiste tanto.
-Hola Yul- Interrumpió mis pensamientos Edik. -Acabo de ver a tu amiga salir- Sonrió.
-No es mi amiga- Le aclaré.
-Bueno tu compañera o como le quieras llamar.
-Elena Katina y es una obstinada- Dije con fastidio.
-Si, ya la conocía… aunque pienso que es una chica encantadora.
-¿La conocías?- Le pregunté extrañada.
-Claro, es hija de Sergei Katin, él y su esposa eran amigos de tus padres- Me explicó.

Ese día continuó fluyendo naturalmente, ningún hecho extraordinario se hizo presente en lo que restó de la tarde… Cuando anocheció no salí de mi habitación, ni siquiera tuve apetito para la cena, Edik algunas veces logra convencerme con que me llevará al doctor nuevamente, admito que odio las citas médicas, especialmente los exámenes que me realizan, los aborrezco. Sufro de asma desde muy pequeña y tengo algunas complicaciones cardiacas, pero nada severas, es algo que se puede controlar a través de las pastillas, lo más importante es que no interfiere de manera significativa en mis entrenamientos y me hace lucir como una persona común.
Esa noche caí dormida alrededor de las diez de la noche, sin embargo mis sueños estuvieron empapados por la imagen de Lena, no es la primera vez que me la paso soñándola toda la noche, a veces pienso que puede ser capaz de absorber mi vida si me descuido.

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josshua2014

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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by:  Papillon Empty Re: ¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:13 pm

Desperté con el sonido de la lluvia en las ventanas, hice una mueca al saber que sería un día frío y sin rastro de sol. El ambiente me hizo tomar pereza al intentar levantarme de la cama, al final terminé en la ducha como todos lo días y luego alistándome para ir a la escuela, justo antes de tomar mi morral observé que en una esquina del escritorio estaba una lapicera, la había tomado de la mesa de noche de Yulia, era mi excusa para hoy intercambiar palabras con ella, estaba casi segura de que lograría un avance esta vez.
Cuando estuve en la preparatoria me alarmé al ver mi reloj y observé que estaba retrasada diez minutos, Boris me dejó en el estacionamiento por que un auto estaba atravesado y había ocasionado un trancón, maldije mi suerte, ya que nunca llegaba tarde a clases y precisamente la vez que lo hacía un inepto se le daba por atravesar su estúpido auto en la vía principal del instituto. No pude evitar enojarme y ponerme de mal humor, invertiría unos siete minutos más para llegar al aula, definitivamente el profesor no me permitiría entrar.
No llevaba prisa al saber que había perdido la primera clase, poco a poco me iba acercando al famoso trancón entonces pude visualizar el auto, era un mercedes deportivo de color negro, de repente vi como el conductor descendía del auto, era Yulia, sonreí y me acerqué entre las personas.

-¿Yulia?
-Y ahora apareces tú para rematarme el día. - Dijo la chica de ojos azules con el enojo de siempre, sin embargo yo decidí ignorar su comentario.
-¿Es tu auto? - Le pregunté con la mirada fija en el carro.
-¿Qué haces aquí, Lena? ¿No deberías estar en clases?
-Me cogió el día y me retrasé, además tu has ocasionado un trancón y mi chofer tuvo que dejarme prácticamente en la entrada ¿Sabes lo lejos que está de los salones?
-¿Me estás culpando? - Preguntó arqueando una de sus cejas.
-Para ser francos, eres la culpable, admítelo Volkova. - Sonreí y ella me observó.
-¿Sabes una cosa? - Me habló señalándome con un objeto metálico que no se de donde sacó. - Me alegra saber que gracias a mí has perdido tu clase. - Rió por unos segundos.
-Supuse que dirías eso.
* Miré hacia mí alrededor y ya no había personas, Yulia se inclinó frente a una de las llantas delanteras, tomó un gato y lo insertó en las ranuras del chasis, entonces entendí que pretendía cambiar un llanta, se me hizo sumamente extraño que hasta pensé en reírme.
-¿Qué vas a hacer, Yulia?
-No lo se con certeza. - Me respondió encogiéndose de hombros.
-Esto debe ser broma. ¿Cómo cambiarás una llanta si nunca antes lo habías hecho?
-Traigo conmigo un manual. - Me dijo mientras sacudía frente a mí un folleto. - Ahora si me disculpas, tengo mucho trabajo que hacer.

Pero antes de que la pelinegra pudiera terminar de decir la frase el gato se zafó haciendo una esquina del auto golpeara contra el pavimento ocasionando un ruido molesto, pude ver la expresión tan chistosa que hizo Yulia debido al susto. Después de superar su trance su cara pasó a una expresión de molestia, lo siguiente que vi fue como la ojiazul tomaba la llave de cruz y golpeaba una y otra vez el capo del auto, hundiendo algunas partes y arruinando la pintura.

-¡Hey, cálmate! - Le grité mientras le quitaba la llave de las manos.
* Yulia miró fijamente el piso mientras respiraba con dificultad, lo que me preocupó, pensé que estaba sollozando, pero luego vi como se adentró al auto, tomó su morral y sacó un inhalador para calmar el pequeño ataque que estaba por venir.
-Arruiné el auto- Dijo con una vocecita. - No tiene ni dos meses.
-Eso tiene arreglo, Yul- Intenté calmarla y tomé sus manos con delicadeza. -¿Estás bien?
-Si- Me respondió clavando su mirada en mis ojos.
-Ok, lo que tenemos que hacer es llamar un grúa para que lo lleve a un taller y lo reparen.
-Mejor vete a clases, ya he hecho mucho con hacerte perder la primera- Por primera vez la vi apenada de sus actos, me sorprendió.
-No, lo que voy a hacer es ayudarte a solucionar esto- Le dije decidida.
-Lena…
-No digas nada, no te haré caso- La interrumpí.

Antes de que pudiera insistir en algo le di la espalda y marqué un numero que me había dado mi padre en caso de que se me presentaran problemas de este tipo, que útil me había sido ese día.
Después de casi media hora la grúa apareció en la escuela remolcando el auto de Yulia, le expliqué que lo llevarían a un taller donde siempre atendían los autos de papá, ella se tranquilizó, luego de llenar un formato con algunos datos la grúa desapareció.

-¿Lo ves? Todo tiene una solución- Le dije mientras le regalaba una de mis amplias sonrisas.
-Si… es solo que tengo la mala costumbre de perder el control fácilmente.
-Menos mal me tienes a mí- Bromeé y volví a sonreír, esta vez ella también sonrió.
-La modestia no se te va- Me siguió la broma.
-¿Y eso te gusta?- Le pregunté coquetamente, definitivamente estaba dispuesta a aprovechar cualquier oportunidad, observé a la ojiazul y parecía un poco nerviosa, ahora sabía que mis encantos posiblemente estaban empezando a hacer efecto en la pelinegra.
-Eh… ¿Lena?- Me llamó con algo de inseguridad.
-Dime.
-Ya que has perdido tus clases por mi culpa… al menos yo… bueno no creo que quieras volver al salón… es decir, pienso que debo reponer tu perdida de tiempo… lo que quiero decirte Lena es que…
* Yulia no siguió hablando por que mis risas la obligaron a detenerse, la verdad me parecía muy chistosa la manera en que balbuceaba, decía demasiadas palabras para llegar a un punto muy simple, jamás la había visto tan insegura en sus palabras.
-¿Qué te parece tan divertido?- Me preguntó seria.
-Claro que aceptaría salir contigo por allí- Sonreí.
-¿Cómo sabías que te iba a pedir eso?- Frunció el ceño.
-Ay Yulia… por eso me encantas, eres tan inocente- Le dije plantándole un beso en la mejilla.
-Y yo no se como te soporto- Dijo torciendo la boca.
-Por que me quieres.
-¿Nos vamos ya?- Me preguntó fastidiada. -Antes de que cambié de opinión.
* Quise seguir provocándola pero me contuve y caminamos hasta afuera de la preparatoria, vi como Yulia se puso al borde del anden dispuesta a detener un bus, antes de que pudiera hacerlo la halé bruscamente.
-¿Qué demonios te sucede, Katina?- Exclamó.
-¿Qué te sucede a ti? ¿Por qué planeabas detener ese autobús?
-¿Qué hay de malo con eso?- Me preguntó más calmada.
-Jamás en mi vida he tomado un autobús y jamás lo haré- Dije cruzada de brazos.
-No le veo el inconveniente- Se encogió de hombros la ojiazul.
-¿Tomas el bus con frecuencia?
-En Londres si, cuando quería dar un paseo por la ciudad- Sonrió.
-Si que estás loca- Le dije mientras sacaba mi celular y marcaba el número de mi chofer.
-¿Qué es lo que haces?- Me preguntó.
-Llamaré al chofer para que nos lleve- Le expliqué y ella me arrebató el teléfono de las manos rápidamente.
-No seas tonta, pelirroja- Me miró seriamente. -si no quieres tomar el bus tomaremos un taxi, no es necesario que llames a tu guarda espaldas que yo no te voy a secuestrar.
-Está bien- Dije resignada. -¿A dónde me vas a llevar?
-Aún no lo he decidido… pero quisiera ver algo especial. - Sonrió y detuvo un taxi rápidamente.
-¿Algo especial?- Le pregunté queriendo que me dijera a que se refería, pero Yulia me empujó dentro del taxi en vez de contestarme. -Pero que delicada eres, Volkova- Le dije con sarcasmo.
-Lo siento pelirroja pero no es mi culpa que seas tan lenta.

Después de casi media hora el taxi se detuvo finalmente, entonces supe que estábamos en el zoológico. ¿Qué demonios hacíamos en el zoológico? Nunca se me pasó por la mente que veníamos a parar a este lugar, miré a Yulia quien se veía tan emocionada mientras que yo no podía quitar mi cara de desconcierto. Hicimos una pequeña fila y la pelinegra pagó la tarifa de ambas para poder entrar, yo la seguí sin quejarme ni una sola vez, después de todo, esta era otra faceta que no conocía de la chica de ojos azules.
Lo que siguió fue un paseo por todo el zoo, Yulia parecía una niñita de cinco años, se asombraba con cualquier animal convencional que veía, jamás había visto a alguien que se emocionara tanto, me pareció tan chistosa la escena, y por primera vez no fue grosera ni pedante como de costumbre, lo repito, parecía una niña que hasta me causó ternura.

-Oh, estoy exhausta. - Dijo dejando escapar un largo suspiro mientras se sentaba en un muro.
-Hemos recorrido todo este lugar, y es enorme.
-¿Lena?- Me llamó suavemente.
-Dime.
-¿Me comprarías una nieve? Es que siento que no podré levantarme de aquí- Me lo pidió haciendo un puchero tan infantil que no pude negarme.
-Espérame aquí y volveré pronto- Le prometí y ella asintió.
* Caminé cinco minutos hasta encontrar el carrito de las nieves, compré dos de mandarinas, no sabía cual era el favorito de Yulia pero a mi me encantaba el de mandarina, volví tan rápido como pude y la encontré sentada en el mismo lugar mirándose los pies.
-Aquí está- Dije entregándole la nieve.
-Gracias- Sonrió y me dio un beso en la mejilla que me quedé paralizada. -¡Es mi favorito!
-¿De veras? Es mi favorito también- Sonreí ampliamente.
-Oye Lena… eh… quería agradecerte por haberme acompañado, al principio pensé que no aceptarías entrar, lo que pasa es que hace un tiempo tenía ganas de venir y no tenía con quien, no me gusta venir sola- Habló con timidez.
-No te preocupes Yul- Le tomé la mano. -Podré venir contigo cada vez que quieras.
-Bueno es hora de irnos- Dijo apresuradamente mientras se soltaba de mí.
-Te invito a almorzar.
-Mmm… está bien. - Aceptó finalmente.
* Después de almorzar dimos una vuelta por el centro comercial, nos detuvimos en la sala de juegos por que Yulia me lo pidió, estuvimos allí por una hora, la vi jugar al dance-dance como toda una experta, no la había visto antes sonreír tantas veces en un mismo día.
-Son las cuatro- Miré sorprendida el reloj.
-Es hora de que regreses a casa- Me sugirió.
* Yulia llevaba un muñeco grande que se había ganado en un concurso del dance-dance que habían realizado, no imaginé que podía ganar, esta chica es toda una caja de sorpresa.
-Si, lo mismo opino, no quiero que mis padres se empiecen a preocupar.
-Vamos.
* Tomamos un taxi que nos llevó hasta mi casa, la pelinegra le pidió al conductor que esperara unos segundos mientras yo entrara a mi casa.
-La pasé muy bien, Yul.
-Yo también- Me sonrió. -Ten- Dijo ofreciéndome el enorme oso de felpa que había ganado.
-¿Qué?
-Es un regalo- Volvió a sonreír.
-Yulia es tu premio, tú te lo ganaste.
-Lena no lo sabes pero lo gané por que quería obsequiártelo a ti.
-¡Gracias, Yulia! Eres muy linda cuando quieres- Le iba a dar un beso en la mejilla pero ella me besó en los labios primero, fue un beso fugaz pero entendí lo que quería decirme con eso.
-No preguntes- Dijo apresurada y volvió a entrar al taxi.
* Yo que quedé embobada al ver como se alejaba Yulia, aun no me lo podía creer.
-¿Qué fue todo eso, Elena Katina?- Escuché a mis espaldas.
-¡Ahhh! ¡Ushka, me espantaste!- Grité aterrada.
-Te pasaste todo el día con esa chica ¿Cierto? Por eso no fuiste a clases.
-Bueno, todo tiene una explicación- Dije sonrojada.
-¡Oh por Dios Lena tienes los síntomas!- Exclamó mi amiga mientras yo la miraba con cara de que no entendía a que se estaba refiriendo.
-¿Qué síntomas?
-¿Acaso te estás enamorando de Yulia Volkova?
-¡¿Qué?! No claro que no- Lo negué asustada.
-¿Y que fue todo eso? El beso, el oso de felpa.
-Créeme Ushka, yo también estoy tan sorprendida como tú.
* Entramos a la casa hasta mi habitación y allí le relaté todo lo que había sucedido ese día con la ojiazul, también le conté acerca de la extraña reacción de Yulia en el zoológico.
-Lena ¿Qué vas a hacer con ella?- Me preguntó seriamente, Ushka.
-No lo se- Le contesté pensativa.
-¿Y si finalmente se te cumple tu sueño y te pide que seas su novia?
-Obviamente le diré que si.
-¿Y luego que harás con ella?
-No lo se… tampoco voy a enamorarme, estás loca Ushka, Yulia solo me atrae mucho por que se hace la difícil y por que es muy extraña.
-Así que es un hecho de que planeas plantarla como a todos los chicos.
-No creo que le afecte mucho, y si le afecta se le pasará- Dije despreocupada.
-¿No te importa herirle los sentimientos?- Me preguntó incrédula.
-Tampoco lo pongas así.

** ** **

Después de hacer pasado todo el día con la pelirroja volví a casa recordando todos los sucesos del día de hoy, luego de haberla besado me arrepentí, pero simplemente fue un impulso que no pude contener, se que estoy jugando con fuego si llegase a involucrarme con Lena sentimentalmente, ella no tiene sentimientos y no le importaría burlarse de mí, aunque se que tengo que alejarme de ella, no puedo, a veces pienso que no es tan mala como dicen, que no es capaz de dañar a alguien, que no es capaz de dañarme, pero se que detrás de esa cara de ángel está el demonio que tanto enloquece a los chicos… definitivamente no puedo acercarme tanto como lo hice hoy.

** ** **

-Hija ¿Por qué tan radiante hoy?- Me preguntó mi mamá después de la cena.
-Nada especial mamá- Le respondí tranquila.
-¿Hay un nuevo chico que te gusta?
-Bueno, en realidad es una chica- Le corregí sin pensar en cual sería la reacción de mi madre.
-¿Una chica?- Dijo un poco sorprendida. -Esto es nuevo.
-Si, es que es tan irresistible, su manera de ser, todo de ella mamá- Le confesé.
-¿Y cuando podré conocerla?
-Cuando sea mi novia… es algo complicado.
-¿Complicado?
-Si, esa chica no es tan fácil… pero mamá ¿Conoces a alguien que no ha sucumbido en la tentación que represento?- Dije soltando una risita traviesa, mi madre también rió.
-Lena, Lenita, tú no cambias hija- Dijo indignada. -Pero algún día la vida se encargará de darte una lección, ya lo verás- Me aseguró.
-Tú también me vas a salir con eso mamá- Reí.

Esa noche dormí con una sonrisa en mi rostro, algo me decía que Yulia caería muy pronto a mis brazos, lo de ayer me había entusiasmado tanto que ya me creía victoriosa en esta guerra. Al día siguiente me levanté antes de que sonara el despertador, tenía tantas ganas de ver a Yulia que me di prisa a la hora de alistarme, esta vez llevé mi auto y me fui a la escuela.
Cuando me estacioné encontré a Yulia estacionando un jaguar rojo muy ostentoso, vaya que tenía buenos gustos para los autos, le di gracias al cielo por ponérmela en el camino a primera hora del día, demasiadas oportunidades como para no desaprovecharlas.

-Hola Yul- La saludé con una de mis mejores sonrisas.
-Hola- Me contestó sin mirarme, lo que me extrañó, de inmediato supe que era una mala señal. ¿Por qué cuando creo que todo va bien con esta chica en realidad no lo va?
-¿Te pasa algo?
-Nada ¿por?- Me contestó de una manera muy grosera, me molesté y me alejé de ella antes de arruinarlo todo por completo.

Cada día entiendo menos a esa chica, pensé que lo de ayer era un avance, pero las cosas se complican cuando menos me lo espero, no creo tener mucha paciencia para seguir lidiando con el genio de Yulia.
Las cosas se complicaron cada vez más, pasó una semana y el comportamiento de la ojiazul no cambió, nada de lo que hacía podía llamarle la atención y eso era algo que me preocupaba sobremanera, admito que más de una vez estuve por darme por vencida, estaba harta de sus desprecios y su actitud, pero yo era Elena Katina y nadie para mí era inalcanzable, ni siquiera esa chiquilla malcriada, Yulia Volkova sería para mí por las buenas o por las malas.
Sin embargo la pelinegra continuó igual de pedante, rehusándose a dar su brazo a torcer. Mi obsesión por ella crecía hasta el punto de empezar a seguirla a los lugares que recurría, parecía un detective, afortunadamente Yulia no lo había notado, o eso creía yo.

-¿Señorita?- Me habló Boris, estábamos estacionados cerca del auto de la ojiazul, ella había entrado a una tienda de música.
-Dime.
-¿Por qué siempre seguimos el mismo auto? ¿Acaso quiere averiguar si su novio le engaña?
* Ante el comentario de Boris solté una carcajada.
-No, claro que no Boris, ni siquiera tengo novio. - Le contesté.
-¿Por qué sigue a esa chica?
-Por que no se de que manera entrar a su mundo y se me acaban los recursos-Suspiré.
-Le interesa demasiado- Comentó pensativo.
-Solo es un reto personal- Repliqué con tranquilidad. -¿Sabes? No me daré por vencida tan fácilmente… ya me conoces- Sonreí. -Hora de actuar- Dije y salí de la camioneta.
* Le pedí a Boris que esperara y entré a la tienda de música, observé a Yulia desde lejos, estaba observando unos discos, eran rock, góticos entre otros, vacilé en acercarme.
-¿Yulia?- Dije fingiendo sorpresa. -¿Qué haces por aquí? - Ella me miró despectivamente.
-Ah… tú- Me habló indiferente y continuó mirando los discos.
-¿Te gusta ese tipo de música?- Le pregunté al verla con un CD de Blink 182 en sus manos.
-¿Acaso me estás persiguiendo?- Me preguntó molesta.
-¿Qué ridiculez dices? Simplemente acabo de llegar por casualidad a esta tienda- Me defendí.
-Siempre vengo a esta tienda y nunca te veo por aquí… es extraño ¿No? - Dijo con sarcasmo.
-¿Por qué tendría que perseguirte? Es una idea muy tonta.
-Conozco la camioneta de tu chofer… siempre vas en ella cuando no llevas tu auto, es la misma camioneta que me ha estado siguiendo hace una semana y media… admito que al principio creí que iban a secuestrarme o algo parecido, pero me fastidió más la idea de saber que eras tú.
-Solo cuido tus espaldas… y lo mejor es que es un servicio gratuito. - Bromeé y logré arrancarle una sonrisa muy amplia.
-No he solicitado sus servicios señorita Katina. Además pienso que deberías tener algo mejor que hacer con tus amigas que estar detrás de mí todos los días.
-Te equivocas… estar detrás de ti es mucho mejor. Vamos Yulia ya deja de hacerte la difícil, mejor facilita las cosas y pues… tú sabes. - Le sonreí coquetamente.
-¿Qué es lo que quieres exactamente?
-Lo que muchos en la escuela… ser tu novia- Le respondí y ella empezó a reírse.
-No me interesa- Dijo seria.
-Yo se que sí- Insistí. -Mira, puedes dejar de hacerte la fuerte- Empecé a decirle con muecas y pucheros, ella comenzó a reírse. -La indomable, la… la… - Dije buscando otras palabras.
-Detente, Katina- Me habló levantando una mano en señal de stop. - ¿No te han dicho que siempre hablas demasiado? Me mareas- Dijo con fastidio.
-Ok… es bueno saber que al menos te provoco alguna sensación, así sea mareo. - Yulia rió ante mi comentario, no entendía como era que no daba su brazo a torcer si estaba más que claro que yo le gustaba, muchas veces la hacía sonreír aunque ella se diera de amargada.
-Suficiente, señorita rompecorazones- Masculló y se alejó a la salida, yo la seguí de inmediato.
* Yulia caminó de prisa hasta llegar a su auto, esta vez traía un Ferrari blanco, no sabía de donde sacaba tantos autos, autos que no había visto en la ciudad, seguro los importaba o que se yo, todos los modelos eran muy originales y bastante ostentosos.
-¿No me das un paseo en tu bonito auto?- Le pregunté antes de que ella abordara la máquina.
-No- Me contestó tajante.
-¡Bah! Cuando sea tu novia ya me llevarás a todos lados… No querrás que me baje- Sonreí y empecé a caminar hasta la camioneta negra donde me esperaba Boris.
-Estás loca- Le escuché decir entre dientes y luego soltar una risita.
* La pelinegra arrancó su auto de una vez, haciendo rugir el motor fuerte. Llegué hasta la puerta de la camioneta, Boris la deslizó por mí y yo entré rápidamente.
-¿Quiere que continúe siguiendo el auto?- Me preguntó mi chofer, yo solo lo miré a través de retrovisor sin contestarle. -Señorita… esa chica corre a demasiada velocidad.
-Tienes razón… por hoy no la seguiremos más- Le respondí y me recargué en el asiento.
-¿Y por que esta vez no es un chico? Me preguntó de la nada Boris.
-Ella es mejor que muchos chicos- Suspiré. -No se por que, Boris… cuando la conozcas seguro sentirás las misma sensación, parece tener un campo magnético que te atrae poderosamente.
-Wow- Sonrió sorprendido mi amigo. - Nunca la había escuchado hablar así.
-Ahora entiendes porque es ella y no un chico.
-Creo que empiezo a darme cuenta- Rió y encendió la camioneta.

** ** **

Elena Katina ha empezado a sobrepasar el límite… resulta que ahora se le da por perseguirme por toda la ciudad a cada lugar donde voy, se que es ella la que me espía, ni que fuera tan tonta y no reconociera esa camioneta en la que comúnmente la lleva su chofer… la última vez tuvo el descaro de aparecer en la tienda de discos y bromear con el hecho, no se como es que siempre consigue hacerme sonreír, para ser honesta pienso que es encantadora, Lena, Lena, Lena, no se que voy a hacer contigo…

-¿Por qué andas tan pensativa últimamente?- Me preguntó Edik haciéndome salir de mis cavilaciones, me sobresalté y el sonrió. -¿Alguien en especial?
-Que tonterías dices… claro que no es nadie- Repliqué molesta.
-Tu actitud me dice lo contrario- volvió a reír. -¿Un chico?- Insistió.
-Mejor sería que me dejaras en paz- Le hablé con enfado.
-Pero hasta de mal humor te pones- Continuó bromeando Edward.
-Iré a mi habitación- Dije y me levanté de la mesa sin acabar la cena, no pretendía seguir escuchando las bromas de mal gusto de Edik, solo quería fastidiarme.
-¡Hey Yulia!- Me detuvo a mitad de escalera.
-¿Y ahora que quieres?- Le pregunté sin voltearme.
-Acaban de decir que alguien busca por ti.
-No quiero ver a nadie- Ordené.
-Es la señorita Katina- Me explicó y sentí hervir la sangre.

De inmediato me di la vuelta y bajé como alma que lleva el diablo, ya era hora de poner a esa pelirroja en su lugar, estoy harta de sus acosos. Cerré mis puños y caminé hasta el vestíbulo con la misma expresión de enojo. Lena se encontraba sentada en una silla con la mirada en un cuadro medieval, parecía que le agradaba aquella pintura.

-¿Qué demonios quieres esta vez?- Le pregunté, ella volteó un poco desconcertada.
-¿Eh?
-A ver Lena, ya es hora de que me dejes vivir en paz ¿No crees?
-Ah, te refieres a eso- Sonrió con esa cara angelical, ella era insoportablemente atractiva.
-¿Qué quieres que haga para que me dejes tranquila?- Dije menos exaltada.
-Lo siento, Yulia, pero no puedo hacer eso- Me respondió de una manera muy casual.
-Te advertiré que mi paciencia tiene un límite y la estás agotando- Dije seria.
-¿Cuándo será el día en que te dejaras de hacer la de rogar?- Habló indignada. -Se que estarás esperando el día en que me canse de todo esto… pero temo decepcionarte por que no me voy a rendir tan rápido… no te la haré tan fácil y conseguiré que me digas que si o mejor aún- Sonrió con malicia. -Te llevaré a un punto en el que me lo pedirás tu misma.
-¿Por qué me tiene que pasar esto a mi?- Pregunté a nadie con las manos levantadas al cielo.
-En realidad no venía a molestarte sobre eso- Me advirtió. -Solo quiero que me des una mano.
* La pelirroja tomó el morral que tenía a un lado y lo abrió, extrajo un papel que había estado doblando muchas veces, lo desenvolvió por completo y me lo mostró, entonces me di cuenta que se trataba de la última prueba de matemáticas que nos habían realizado, el examen estaba reprobado.
-Parece que la única persona que la ganó fuiste tú- Me explicó. -No entiendo bien por que perdí el examen, no sabes el tiempo que invertí estudiando.

-Oh si de eso no me queda duda. - Dije sarcástica. - A ver Lena, las dos últimas semanas te la has pasado siguiéndome el paso. Debiste emplear ese tiempo estudiando- La regañé.
-Yul- Musitó con cara de perro abandonado. -No se me da muy bien el tema, y tu eres toda una genio con los número, necesito recuperar esa nota ¿Puedes ayudarme o no?
* Observé a Lena mientras me tomaba un tiempo en responder a su petición, en un principio pensé en negarme, pero al ver esa carita que puso al pedírmelo me obligó a cambiar de parecer, cada vez entiendo más por que los chicos caen rendidos a sus pies.
-Eh…- Dejé escapar un suspiro de resignación y agaché la cabeza. -Está bien.
-¡Gracias, Yulia!- Chilló emocionada y con una gran sonrisa que yo al verla me transportó a otra dimensión, era una sensación inexplicable, pero ella podía atraparme en sus ojos, en su mirada.
* En un cuarto de hora ya estábamos en la habitación donde yo acostumbraba a hacer mis deberes, es extraño como hacía unos minutos estaba muy enojada y luego cuando apareció la chica de ojos verdigrís todo cambió… Oh Lena vas a matarme.
-¿Sabes que todos reprobaron el examen?- Me preguntó mientras abría un libro de cálculo.
-No, no lo sabía- Le contesté sin mirarla.
-Si fueras una persona más amable y amigable tu casa estaría infestada de alumnos- Sonrió.
-¿Ah si? ¿Y eso por que?- Esta vez la miré a los ojos.
-Por que no se atreven a dirigirte la palabra… das miedo- Me explicó y rió.
-Tontos- Reí. -De todas maneras tampoco les hubiese ayudado- Me encogí de hombros.
-No deberías ser así- Me reprochó.
-Ni se te ocurra pretender que puedes decirme que está bien o que está mal- Dije enojada.
-¿Y por que si has accedido a ayudarme a mi?- Me retó.
-No quería que te pusieras de rodillas, te verías ridícula- Bromeé y ella sonrió.
-No iba a rogarte- Replicó.
-¿Estás segura?- Le pregunté alzando una ceja.
-Yo ya sabía que no te negarías- Respondió y sonrió traviesa. -Es que soy irresistible.
-Estoy empezando a creer que reprobaste el examen a propósito.
-No, no lo hice, pero hubiese sido una maravillosa idea para pasar un rato contigo, sería una excelente excusa- Dijo pensativa.
-Bien, empecemos- Le indiqué para cambiar el tema.
* Nos acomodamos en una mesa, tomé el libro de cálculo y también su cuaderno, “Lena tenía una caligrafía perfecta, por el cielo todo de ella es hermoso… ¡Demonios me voy a volver loca!” sacudí la cabeza ante mi pensamiento y empecé a explicarle algunos ejercicios, pero tarde me di cuenta que la pelirroja no me prestó atención ni un segundo, se había pasado todo el tiempo mirándome.
-¿Entendiste algo?- Le pregunté, ella aun me miraba fijamente.
-Claro con una maestra como tu ¿Cómo no iba a entender?- Me sonrió.
-Parecías distraída… veamos que tanto entendiste- Le indiqué que hiciera un ejercicio.
* Lena tomó la libreta y un lápiz, y empezó a solucionar el problema como si se tratara de un suma, en tres minutos ya lo había terminado. Me devolvió el lápiz, apoyo el codo en la mesa y colocó su cabeza sobre su mano para mirarme como antes, revisé el ejercicio y estaba correcto.
-Entonces si reprobaste el examen a propósito- Dije pensativa.
-¿Por qué dices eso?
-Es evidente que no me prestaste atención cuando te explicaba y luego resuelves el ejercicio como si nada… me has hecho perder el tiempo- Le contesté molesta.
-Y no reprobé el examen a propósito- Dijo y sacó el verdadero examen que estaba en una de las páginas del libro, había realizado perfectamente todos los ejercicios.
-Me engañaste- Fruncí el seño. -Mucho peor- Le hablé enojada y me levanté de la mesa, ella me miró pero sin inmutarse por mi reacción.
-No me castigues por querer pasar unos minutos contigo- Dijo poniendo un puchero cargado de dulzura que destrozó todos mis escudos. -A situaciones extremas soluciones extremas.
-Pero es que esto ya es el colmo- Exclamé menos exaltada. -Lena- Suspiré con total resignación, ella me miró con sus ojos que hechizan. -¿Quieres un helado?
-Por supuesto- Sonrió y se levantó de la silla.

** ** **

La idea de hacerle creer a Yulia que había perdido la prueba resultó de mil maravillas como los sospeché, al final logré que hiciéramos una cita, si es que se le puede llamar cita a la invitación de helado que me hizo ¿Se puede? Al día siguiente me reuní con mis amigas en el mismo lugar que nos hacemos durante el primer receso, cuando llegué murmuraban muchas cosas entre ellas, y sonreían.

-Te estábamos esperando- dijo Ekaterina. -Queremos saber que usaras para la fiesta de otoño.
-¿Fiesta?- Pregunté confundida.
-¿Lena? ¿Acaso has olvidado por completo la fiesta que siempre se realiza en otoño?- Habló espantada Svetlana, la verdad, si, lo había olvidado.
-Volkova ocupa todo su pensamiento, tiempo, memoria últimamente. - Dijo Lika.
-Hablando de Volkova. - Interrumpió Ekaterina. - No estábamos consciente de su gran cuenta bancaria que crece descomunalmente cada día.
-¿De que hablas? - Indagó Svetlana.
-Es la heredera del imperio Volkov. - Puntualizó Ekaterina. - Digamos que tiene más dinero que todas nosotras aunque juntemos las fortunas de nuestros padres.
-Ahora se vuelve más provocativa. - masculló Lika con ambición en los ojos.
-¿Por qué no nos dijiste antes Lena? - Reclamó Svetlana.
-Yo tampoco sabía que tenía tanto dinero. - Me encogí de hombros.
-¿Por qué estás tan relajada? O sea Elena la chica más adinerada de Moscú está interesada en ti, eso debería emocionarte sobremanera. - Exclamó Lika.
-No me interesa su dinero. - Repliqué. - Yo solo la quiero a ella. - Sonreí.
-¿Acaso te has enamorado? - Me preguntó con una mirada asustadiza Ekaterina.
-Claro que no. - Me apresuré al contestar. - No seas estúpida, simplemente no me interesa que esté forrada en dinero, no soy tan materialista, con solo pertenecer al mundo de esa chica, me basta.
-Wow… si no te conociéramos diríamos que si estás enamorándote. - Rió Svetlana.
-¿Van a insistir? - Dije molesta y ellas se intimidaron entendiendo que el tema estaba cerrado.

Si, tal vez mis amigas tenían razón, la pelinegra empezaba a ocupar toda mi mente, había olvidado la fiesta de otoño y todo lo relacionado con esta, es decir, no había comprado la ropa que usaría y lo más importante, no tenía pareja. Sabía que muchos chicos desearían ir conmigo, pero no había uno especial al que yo quisiera elegir esta vez, entonces, algo se me ocurrió.
Esa tarde, llegué a mi casa y salí de inmediato a la academia de tenis principal de Moscú, después de seguir una semana y media a la ojiazul podía saber en que lugar se encontraba cualquier día de la semana, ese día, Yulia tenía práctica.
Decidí llevar mi auto, no quería ocupar inútilmente a Boris, cuando estuve allá aun estaban en práctica, Yulia competía con una chica mucho más alta que ella y con una diferencia de masa corporal considerable, sin embargo se esforzaba bastante por devolver los ataques de la pelinegra, Yulia era ágil, y tenía un buen saque, demasiada potencia en comparación a su petisa condición. La observé durante la media hora que siguió, el partido había acabado y ella había salido victoriosa, unas chicas corrieron a felicitarla, pero la ojiazul las apartó con su descortesía regular.

-Hola, Yul- Me acerqué hasta ella, Yulia bebía agua de su botella y se quitaba el exceso de sudoración con una toalla blanca. - No sabía que jugaras tan bien.
-¿Quién es esta chica, Volkova? - Preguntó una rubia, que era una de las chicas que habían corrido a halagarla, de inmediato noté que no me veía bien, sentí cierto recelo en su mirada.
-¿Lena? ¿Qué haces aquí? - Me preguntó sorprendida e ignorando a la rubia.
-Solo quería verte. - Le respondí con una sonrisa.
-¿Elena Katina? - Rectificó la rubia, interrumpiendo nuevamente. - Ves a volar a otra parte, tonta.
-¿Disculpa? - Le hablé un poco molesta, no sabía por que esa chica me conocía, yo no la recordaba de antes, o eso creía yo.
-Ksenia. - La reprendió la ojiazul de manera fría. - ¿Puedes dejarnos en paz? - Hizo un movimiento con la mano indicándole que se fuera.
* Vaya al fin Yulia había actuado a favor mío, vi la cara de sorpresa de la chica, me miró con odio y yo le sonreí triunfante.
-Esa chica es una pesadilla. - Comentó la petisa.
-¿Peor que yo? - Bromeé.
-Creo que a ti te puedo soportar mil veces antes. - Respondió.
-Es por que me quieres, ya sabes, soy irresistible. - Continué bromeando.
-Engreída diría yo. - Sonrió. - ¿Me vas a decir que viniste a buscar?
-Quería preguntarte algo. - Detuve la caminata y la observé detenidamente, aún estaba roja por la agitación que había vivido en el juego, sus cabellos estaban un poco húmedos. - No sabía que te veías tan linda así agitada y sudada. - Comenté y sus mejillas se vieron sonrojadas.
-¿Eso fue lo que venías a decirme? - Dijo un poco más seria.
-Eh… no, sino que me distraje al verte así. - Sonreí. - Lo que quería preguntarte era…
-Yulia. ¿No presentas? - Interrumpió un chico alto de cabellos castaños.
-Lárgate, Mikolka. - Le respondió ella con una mirada asesina.
-Huy que amargada, adiós linda pelirroja. - Gritó desde lejos.
-Parece que eres “demasiado” amigable.
-¿Me dirás a que viniste? - Preguntó un poco impaciente.
-No es mi culpa que tus “amigos” se la pasen de entrometidos. - Repliqué.
-Espera, espera, en primera, ninguno de esos tontos son mis amigos, ni desearlo.
-Bueno, lo que sean. - Me encogí de hombros. - La cuestión es que hay una fiesta este fin de semana, es algo que siempre se hace en otoño… quería preguntarte…
-¿Fiesta? - Me interrumpió. - Ni pensarlo Lena. - Se negó.
-¿Acaso no te gusta divertirte? Vamos Yulia no seas tan aburrida. - Insistí.
-Puedes decirme como quieras. - Continuó en su intransigencia.
-Pienso que deberías ir, no te vas a arrepentir.
-¿Apostaste con tus amigas que me iría contigo? - Me preguntó de golpe.
-¿Qué? Claro que no, es una tontería lo que dices. - Hablé molesta.
-No me sorprendería de ti y tu grupito.
-Me estás ofendiendo. - Le dije con seriedad, ella no se inmuto, solo continuó caminando. - No he conseguido pareja por querer esperar a que me dijeras que irás. - Utilicé mi último recurso.
-¿Y tengo que sentirme muy afortunada por eso? - Dijo con ese gesto en que arqueaba una ceja.
-La chica más afortunada para ser exacta. - Bromeé por última vez, ella soltó una risa sarcástica.
-Tu modestia me sorprende cada vez más. - Sonrió. - Nos vemos, pelirroja. - Se despidió guiñando un ojo, y me dio una mirada que sentí que me derritió sobre el césped molido, creo que por poco hubiesen tenido que recogerme con una espátula.

Después de perder a la ojiazul de vista, decidí regresar a casa con las manos vacías por supuesto, pero al menos lo había intentado, me convencí que al final lo mejor sería ir sola, no necesitaba a un chico que como siempre intentara pasarse de listo en algún lapso de la noche, odiaba eso, y no estaba dispuesta a lidiar con ello una vez más.
El fin de semana llegó de manera veloz, ese mismo día salí a escoger mi atuendo, mi mamá se ofreció a acompañarme y yo no me negué, además ella era la única que tenía paciencia para ir conmigo de compras, cabe decir que la razón es por que ella y yo somos iguales en cuanto a comprar ropa se trata. Recorrimos las mejores tiendas de la ciudad, mi madre me había acostumbrado a usar las mejores colecciones y todo ese tipo de cosas, y así crecí, ligada a esas costumbres.

-Estoy completamente agotada. - Comentó mi madre después de casi cinco horas de ver, probar y finalmente elegir alrededor de doce prendas.
-Vamos por un helado, mamá. - La animé y fuimos a una heladería cercana.
-¿Con quien irás a la fiesta finalmente, hija? - Me preguntó mi mamá.
-Con nadie. - Respondí comiendo de mi helado de vainilla.
-¿Con nadie? - Me miró mi madre incrédula.
-Si, con nadie. - Corroboré.
-¿Es en serio? Esto si que es una novedad, se puede saber por que.
-Por que con quien quería ir, se negó. - Contesté con desánimo.
-¿Un chico te ha dicho que no? - Preguntó mi mamá con ese exagerado gesto de sorpresa.
-No mamá. ¿Recuerdas la chica de la que te hable?
-Si, nunca me dijiste su nombre. - Admitió un poco pensativa.
-Te dije que lo sabrías cuando fuera mi novia… algo que veo muy difícil.
-¿Y ella está interesada en ti? - Indagó.
-Pienso que si, mamá, solo que es un poco orgullosa y pues ya saben lo que dicen de mi en la escuela, que soy una rompecorazones. - Sonreí.
-Pero eso es algo que tiene cierto grado de verdad, Lena.
-Tal vez. - Asentí no tan convencida.

Cuando se hizo de noche empecé a alistarme, deje mi cabello suelto después de haberlo alisado perfectamente, me maquillé sin exagerar, y finalmente vestí las ropas que había comprado ese mismo día, luego bajé hasta la planta inferior de mi casa.

-Wow. - Articuló el chico que arreglaba los jardines en mi casa y torpemente dejó caer el florero que había acabado de arreglar para la sala de estar.
-Estás hermosa, Lena. - Me halagó mi padre con una sonrisa.
-Como siempre. - Apoyó orgullosa mi madre. - Mira lo que le provocaste a Rodia. - Viendo al chico, quien intentaba recoger las piezas rotas y permanecía sumamente nervioso.
-No fue mi intención.
-Lástima que no haya nadie que te acompañe hoy. - Comentó mi mamá.
-No importa, solo quiero pasarla bien con mis amigas, nos vemos. - Les sonreí.
-Diviértete, Lena. - Dijo mi padre. - Te estaré cuidando.

Mi padre tenía unos guardaespaldas por decirlo así, eran hombres que estaba pendiente a mí cuando salía por las noches y me cuidaban en el caso que algún chico se intentara propasarse o alguien intentara hacerme daño, la verdad, casi nunca sentía su presencia, eran bastante discretos.
Llegué al lugar un poco después de las once, había bastante personal de la escuela, reconocí a la mayoría, solía ser muy popular en el instituto. Mis amigas estaban en una mesa de las del centro, me hicieron señas con las manos y las logré ver.

-Pensamos que ya no vendrías, Lenita. - Dijo Ekaterina.
-Me atrasé un poco. - Contesté con descuido.
-¿Dónde está la Volkova? - Preguntó Lika para provocarme.
-El demonio no quiso aceptar hacerle compañía. - Agregó Svetlana sonriendo, yo las miré con resentimiento, estaban ahí, burlándose por que Yulia me había rechazado, y era la primera vez para mí, a ellas ya les había pasado por lo menos un par de veces, admito que era bastante humillante, pues era la única que nunca le habían dicho que no, y ellas siempre se habían sentido celosas, así que por ende ahora se dedicaban a disfrutar de mi mala pasada.
-Se equivocan, chicas- Escuché una voz a mis espaldas, me di vuelta y allí estaba la pelinegra, se veía simplemente hermosa con esa falda sobre las rodillas y aquellas botas negras, usaba un top blanco que mostraba el arete que tenía en su ombligo y sobre él una chaqueta ceñida al cuerpo, no podía quitar mi cara de sorpresa ¿Qué hacía ahí? -Jamás le diría que no a esta pelirroja- Agregó y me tomó de la mano, mientras yo observaba la expresión de incredulidad de mis amigas. -Y si me disculpan, me llevaré a Lena a tomar un refresco- Dijo por último con un alón que nos alejó de la mesa de una vez dejando a mi grupo de amigas atónitas.
-¿Qué haces aquí, Yulia?- Le pregunté cuando finalmente pude hablar.
-¿No lo ves? Vine a salvarte de la humillación que ibas a pasar con tus amigas- Respondió. -Por suerte llegué justo a tiempo, esas resbalosas ya iban a empezar a ponerse pesadas con sus comentarios siempre tan fuera de lugar. Te diré algo Lena, tú puedes permitir que ellas te hagan sentir mal en toda la noche, pero así no soy yo, yo no lo permitiría.
-Cielos Yulia, te daría un beso ahora si me dejaras… es lo más lindo que han hecho por mí- Le dije con una profunda expresión de ternura y agradecimiento.
-No es necesario que lo hagas, con un “gracias” estaría bien para mí- Me aclaró.
-Ok, muchas gracias Yul- Y le di un beso en la mejilla.
-Por cierto, te ves muy bien, Lena- Me halagó guiñándome un ojo.
-Tú no te quedas atrás. - Le sonreí escaneando su figura. -¿Y por que te decidiste a venir?
-Creí que ya te lo había dejado claro.
-No lo había pensado así… incluso llegué a imaginar que habías venido con alguien más.
-¿Con quien podría ser? Tú misma has dicho que no soy muy amigable- Me sonrió.
-Pero también eres impredecible.
-Tal vez tengas razón- Volvió a sonreír mirando la botella de su refresco. -Eh… ya que me acabo de convertir en tu pareja de la noche- Sonrió. -¿Por qué no vamos a otro lugar más tranquilo?
-¿A dónde me vas a llevar? - Le pregunté.
-Vamos. - Me indicó tomándome de la mano.

Salimos de la discoteca, era la primera vez que dejaba una fiesta a la mitad, y lo hacía por gusto. Afuera, en el estacionamiento, estaba el auto de Yulia, esta vez se trataba de un Porche de color amarillo, como todos, bastante sobresaliente entre los demás autos de chicos adinerados de la ciudad. La pelinegra desactivó la alarma y en un gesto de cortesía me abrió la puerta del copiloto.

-Y yo que pensaba que me llevarías en algunos de tus autos cuando fuera tu novia, pero mira que te adelantaste. - Bromeé y ella rió por lo bajo.
-Digamos que hoy es un día fuera de lo normal. - Dijo.
-Estoy de acuerdo.

Yulia encendió el auto, la observé conducir, lo hacía un poco irregular a decir verdad, pues unas veces aceleraba demasiado, otras frenaba de repente, a lo lejos observé el velocímetro el cual indicaba que el auto alcanzaba los 300Km/h, recé por que no se le ocurriera hacerlo llegar al tope de la velocidad, por fortuna no lo hizo. Después de veinte minutos nos detuvimos en un café nocturno muy famoso en la ciudad, generalmente la música era agradable y el ambiente era muy tranquilo, tenía tiempo de no haber ido a ese lugar. Rápidamente entramos después de haber estacionado el auto, dentro Yulia parecía ser reconocida por los empleados que atendían allí, escogimos una mesa y la carta llegó ipso facto.

-¿Frecuentas mucho este lugar? - Le pregunté.
-No, solo vengo algunas veces. - Respondió.
-Me da la impresión que te conocen todos aquí.
-Sucede que el dueño era amigo de mis padres. - Explicó. - ¿Te gusta?
-Ya había venido antes, con mis padres. - Sonreí. - A ellos les encanta este lugar.
-Lo sospeché… es algo demasiado tranquilo para lo que estás acostumbrada.
-No estar tarde para dejar mi estilo de vida tan acelerado ¿No crees? Además, si estoy aquí contigo es suficiente para mí. - Le sonreí. - Sin contar con que este lugar me agrada, y es en serio.
-Creo que capté el punto. - Sonrió también. -Pienso que tu habilidad más sobresaliente es la labia, Lena podrías convencer a cualquiera así se tratase de una mentira, el único inconveniente es que no lo has utilizado para cosas propicias en su totalidad, y ya sabes a lo que me refiero.
-¿Te importa mucho lo que es correcto o lo que no lo es? - Le pregunté.
-Solo en algunas ocasiones.
* El pedido llegó en diez minutos, Yulia había ordenado un helado de café, yo simplemente me decidí por un café moca, era siempre mi favorito.
-¿Yulia? - La llamé.
-Dime. - Dijo sin mirarme, tenía su vista puesta en la copa de helado.
-¿Por qué no has permitido que alguien entre a tu corazón? - Le pregunté y ella permaneció en silencio por un tiempo, luego soltó una risita, no la entendí como muchas veces.
-Tengo diecisiete años Lena, no se trata de una comedia virgen a los cuarenta- Sonrió.
-No he mencionado la palabra sexo. - Repliqué. - Me refiero simplemente a alguien a quien querer, alguien con quien compartir, no lo sé… alguien que te haga sentir de una manera peculiar.
-¿En verdad ves a tus novios de esa manera tan especial? - Me preguntó seria.
-No lo sé… - Respondí pensativa. - Tal vez no.
-Entonces yo podría hacerte la misma pregunta. - Dijo con una sonrisa. - Tú has estados con mucho, es verdad, pero no has dejado entrar a nadie en tu corazón ¿O si?
-Tienes razón. - Asentí y hubo un silencio.
-¿Y cual es tu respuestas? - Preguntó repentinamente.
-Yo te pregunté primero, y si quieres saber mi respuesta, no la sé con exactitud, pero podría decirte que es posible que ninguno ha sido lo suficientemente bueno como para tener ese privilegio.
-Quieres decir no ha llegado el indicado.
-¿Sabes, Yulia? - La miré. - Todos los chicos con que he estado han sido tan superficiales que sencillamente no pueden inspirarme más que un poco de desprecio.
-¿Y que hay de ti? ¿Acaso no eres igual que ellos? - Me retó.
-¿Es lo que piensas?
-Te diré lo que pienso. - Empezó animada y se olvidó de la copa de helado por un momento, acercándose más a la mesa. - Pienso que muestras otra careta a las demás persona, pero, la verdadera Lena está muy dentro de ti, solo que algo le impide que salga a flote, tal vez sea lo que puedan llegar a pensar o decir las huecas de tus amigas, exceptuando a Ushka. - Aclaró.
-Me estás haciendo pensar que confías en mí de alguna manera.
-Y así es. - Confirmó con una mirada de confianza. - Tus amigas tienen una gran influencia sobre ti, deberías cambiar eso, lo que acostumbran a hacer es dañino Lena, engañar y jugar con las personas está muy mal, y lo peor son las consecuencias de tus actos, entonces es ahí cuando aparece el arrepentimiento, si puedes cambiar y si quieres cambiar ahora, estás a tiempo.
* No dije nada en un tiempo prolongado en el que me mantuve analizando las palabras que me había dirigido la chica de cabellos negros, en gran parte ella tenía razón.
-¿Cuál es tu respuesta? - Le pregunté finalmente.
-Ya ves que no interactuar con los demás no es una de mis cualidades… un conjunto de factores me ha obligado a crear una pared a mi alrededor, a veces pienso que es un mecanismos de defensa, las personas siempre tienden a decepcionarte, no me gusta experimentar constantemente ese tipo de sensaciones, por esa razón prefiero mantenerme al margen. - Contestó.
-Yo lo resumiría en una palabra: miedo. - Comenté y ella rió.
-¿Miedo a que?
-A que alguien te lastime… pero así es la vida. - Me encogí de hombros.
-¿No te parece que hago bien en evitarme males? - Me cuestionó.
-Pero por pretender evitarte males también puedes estarte perdiendo la posibilidad de querer y que te quieran ¿No lo piensas así?
-Entonces prefiero estar sola, yo no necesito a nadie. - Respondió con dureza.
-Date una oportunidad, por lo menos una, simplemente inténtalo, y si todo sale mal, tú verás lo que decides hacer para después, si seguir así o cambiar…
-¿Y jugarme todo por el todo?
-De eso se trata. - Sonreí. - Así son todas las cosas de esta vida, si no te arriesgas, no llegas a ningún lado, y te estancas, estás estancada Yulia, y si sigues así, llegará un momento en el que no soportarás lo monótona que es tu vida y tal vez sea demasiado tarde.
-El amor no es para mí. - Escuché su excusa recursiva.
-¿Y eso como lo puedes saber? - Le pregunté.
-Solo lo sé. - Contestó.
-Además no tienes que precipitarse, el amor es algo demasiado complejo que posiblemente ni tú ni yo seamos lo suficientemente maduras como para comprender su verdadero significado.
-¿Te refieres a solo querer de manera especial a alguien entonces? - Me preguntó.
-Si. - Asentí.
-Entonces prefieres disfrazar las cosas para no sentirte culpable. - Rió.
-¿A que te refieres? - Le pregunté confundida.
-¿Acaso querer de una manera especial no puede tratarse directamente de amor? Solo que lo estás expresando una palabra menos comprometedora… ¿La palabra amor te asusta de por si?
-¿Asustarme? ¿Por qué habría de ser así?
-A veces pienso que sí. - Dijo pensativa y continuó comiendo de su helado. - Lena.
-¿Eh?
-¿Quieres que volvamos a la fiesta? - Me preguntó.
-¿Tú quieres volver?
-Me has acompañado hasta aquí, sería justo que ahora vayamos a donde tú quieres estar.
-Lo justo es que hagamos lo que tú quieras después de haberme salvado de mis amigas.
-Pero quiero complacerte. - Replicó.
-¿Desde cuando? - Reí.
-Te dije que hoy no era una noche convencional. - Sonrió y le hizo señas a uno de los meseros para que le trajera la cuenta. - Deberías aprovechar. - Agregó y yo sonreí. - Tomaré esa sonrisa como un “si, si quiero que regresemos”.

Yulia canceló la cuenta rápidamente y salimos en busca del auto. De regreso, la pelinegra condujo más rápido que cuando salimos al café nocturno, además las calles estaban más despejadas. En aproximadamente diez minutos estuvimos de vuelta a la discoteca donde se realizaba la famosa fiesta de otoño, estacionamos el auto y volvimos a entrar. Dentro, sentí más de un par de ojos sobre nosotras, llegar a al fiesta con Yulia Volkova daba muchas cosas de que hablar, y pensé que seguramente los chismes empezaban a difuminarse.

-Vaya pareces una celebridad, Katina. - Bromeó la ojiazul.
-Creo que todo se debe a tu presencia esta vez. - Le corregí. - Por lo general los chicos con que aparezco en las fiestas son los afortunados, pero esta vez la afortunada soy yo.
-¿Por qué tanto alboroto conmigo? - Me dijo algo molesta.
-Aunque no lo creas, llamas mucho la atención.
-No sabes lo que lo haría por que no fuera así.
* Elegimos una mesa que aún estaba desocupada, pedimos un coctel y continuamos charlando hasta que apareció Anzhelika, quien ya estaba un poco tomada.
-Al fin volvieron de su paseo. - Habló la rubia con la lengua un poco enredada.
-Deberías irte a casa Lika. - Le sugerí.
-¿Cómo le haces, Lena? - Preguntó.
-¿De que hablas?
-¿Cómo haces para que nadie te diga que no? Ni siquiera Yulia Volkova pudo negarse ante ti, no se por que tienes que tener tanta suerte. - Empezó a hablar con cierta molestia, yo decidí no responder nada, Lika acostumbraba a perder el control por cosas superficiales cuando se encontraba en ese estado, no quería presenciar otro de sus famosos numeritos.
-Dime, Yulia. ¿Quieres bailar? - Le preguntó a la petisa mientras se sentaba en sus piernas.
-¿Por qué no te vas a otro lado? - Le dijo Yulia en un tono nada amigable y la apartó de sí.
-¿Por qué eres tan fría? - Le reclamó la rubia. - Yo puedo darte más de lo que está pelirroja puede, te lo aseguro. ¿No quieres averiguarlo? - Insistió acercándose peligrosamente a la pelinegra.
-Aléjate, Anzhelika. - Le advirtió Yulia molesta. - Estás borracha.
-¿Me estás rechazando? - Se quejó la rubia relativamente molesta, y yo ya me imaginaba venir lo peor. - ¿Prefieres a Lena que a mí? Responde.
-Creo que eso está más que claro. - Contestó la chica de ojos celeste aumentando la cólera de Lika, lo que siguió fue ver como mi amiga vació el coctel sobre la cabeza de la pelinegra, Yulia se quedó pasmada mientras la bebida escurría por todo su ropa.
-¡Estoy harta de que tú te des el gusto de rechazarme! ¿Me oíste, Volkova? - Empezó a gritar Lika fuera de control mientras agitaba las manos alrededor.
* Yulia se puso de pie y le tomó fuertemente del brazo, en sus ojos solo se podía ver el coraje que experimentaba en ese momento.
-Esta te va a salir cara. - Le dijo Yulia en un tono ronco y le liberó el brazo en un brusco movimiento, Lika se quejó. - Lo mejor que podrías hacer sería largarte, no quisieras que esto pase a mayores ¿O si? ¡Que te largues! - Le gritó de una manera tan tenebrosa que Lika pareció asustarse, lo digo por la expresión que hizo, entonces llegaron el resto de las chicas y se llevaron a la rubia.
-¿Estás bien, Yulia? - Le pregunté con cierta cautela.
-Ya ves que estoy toda empapada. - Me respondió mientras se secaba con una servilleta.
-Lo mejor sería que regresáramos a casa. - Le sugerí.
-Si quieres puedes quedarte. - Se apresuró.
-Quiero irme a casa también.
-Está bien, te llevaré. - Dijo poniéndose de pie.

Me paré junto a Yulia y caminamos entre las personas para poder salir del lugar, eché una última mirada a mis amigas, quienes todavía estaban en la misma mesa calmando a Anzhelika, comúnmente ella siempre terminaba comportándose así de insoportable. Cerca de la salida se apareció una chica del salón de nombre Aliona, si la misma chica que estuvo hablando con Yulia aquella vez, y la que en una ocasión trató de cortejarme.

-De manera que todo lo que se dice de ustedes es verdad. - Habló Aliona interponiéndose en nuestro camino y mirando de mala manera a la ojiazul.
-¿Y ahora que sigue? - Se quejó Yulia cansada. - Sería mejor que te apartaras Aliona.
-Ya me intuía que estabas interesada en Katina… solo te advertiré que no te confíes mucho, ya sabes al final te va a dejar como hace con todos.
-Aliona por favor… - La interrumpí. - Quiero dejar claro que no hay nada entre ella y yo.
-¿Qué necesidad tienen de negarlo? Todo el mundo ya está enterado.
-Bueno, si ese fuera el caso a ti no debería de importarte. -Le dijo Yulia en un tono cortante.
-No se que fue lo que Lena te pudo ver a ti, Volkova. - Habló Aliona muy cerca de la pelinegra, pero Yulia no se intimidó, definitivamente esa noche no concluiría de la mejor manera.
-Seguro lo que tú no tienes. - Contestó Yulia y sonrió para provocarla.
-¡¿Cómo te atreves a hablarme así!? - Exclamó Aliona y seguidamente empujó a la petisa fuertemente haciendo que la ojiazul cayera al piso, y alrededor se formó rápidamente una aglomeración de personas, todos estudiantes de la preparatoria, mientras tanto, la pelinegra ya se ponía de pie, pero milagrosamente no tenía esa expresión de molestia.
-Yulia. ¿Estás tranquila? No te vayas a exaltar, no vale la pena. - Le dije suavemente.
-No te preocupes Lena, no me pondré al nivel de tu amiguita la resentida.
-¡Hey! - Le gritó Aliona dolida por el comentario.
-Basta, Aliona. -Le advertí deteniéndola.
-No dejaré que esa bastarda mocosa me hablé así, Lena, apártate. - Continuó molesta.
-Tendrás que pasar sobre mí entonces. - Le dije.
-Lo haré si es necesario. - Me habló decidida.
* Por suerte antes de que Aliona se lanzara sobre mí apareció uno de los tipos que papá enviaba, esta vez se trataba de Mijaíl, quien tomó por detrás a la chica de cabellos ondulado impidiéndole cualquier movimiento, aunque Aliona pataleara no podía liberarse.
-¿Qué le pasa? ¡Suélteme! - Empezó a quejarse mientras forcejaba.
-No puedo permitirle que agreda a la señorita Katina. - Le explicó el hombre bastante fornido, luego Mijaíl me miró. - Puede retirarse señorita Katina, tendremos todo bajo control.
-Gracias, Mijaíl. - Le sonreí y tomé a Yulia de la mano para salir no sin antes que ella en un gesto infantil le enseñara la lengua a Aliona y sonriera triunfante, salimos rápidamente escuchando a lo lejos los insultos de la chica.
-Cuantos problemas me trae tu compañía, Katina. - Bromeó la ojiazul dentro del auto.
-Estás de muy buen humor hoy, definitivamente estamos en una noche nada convencional.
-Yo te lo advertí- Sonrió. -Sabes que si me sorprendió la actitud de Aliona.
-Ya te había dicho que estaba enamorada de mí.
-Pero no lo había creído- Rió. -Esa chica está loca, pero sin lugar a dudas Anzhelika lleva la bandera en estos asuntos, mira como me dejó la ropa y el cabello.
-Bueno, cabe agregar que tal vez se debió al vodka.
-¿La estás justificando?
-No, de ninguna manera, la cuestión es que Lika siempre se pone de esa manera cuando bebe.
-Mmmm si tú lo dices- Me miró por un segundo. -Ya estamos en tu casa- Se detuvo.
-Si- Asentí mirando a través del cristal de la ventana. -Te van a comer las hormigas esta noche.
-No si me baño antes de acostarme.
-Gracias por pasarla conmigo… a pesar de los inconvenientes- Le dije con sinceridad.
-No te preocupes, estuvo bien- Musitó.
* No supe en que momento nuestros rostros estuvieron tan cerca, evidentemente fui yo la quien dio la iniciativa para reducir por completo la distancia de nuestros labios, Yulia no chilló y correspondió el beso de una tierna manera, a pesar de que solo fueron unos segundos.
-Yulia quisiera que…
-Espera- Me interrumpió. -La verdad es que he estado pensando mucho y pues… Lena, esta noche fui a la fiesta por una única razón, y era que quería decirte… quería decirte que hay una posibilidad de que tú y yo compartamos algo…- La escuchaba balbucear como cuando intentaba decir algo importante y que se le dificultaba. -Lo que trato de decirte es que…- Empezaba a desesperarse.
-¿Quieres que tengamos algo?- Le pregunté con cierta emoción.
-Bueno si- Contestó con timidez. -Quisiera intentarlo, eso era lo que quería decirte.
-Pienso que es genial- Comenté con una sonrisa. -Entonces… ¿Somos algo?
-Si yo he dicho que si y tú también has aceptado, solo puede significar una sola cosa ¿No?
-Wow Yulia, no sabes lo feliz que me haces- Exclamé y le di un abrazo.

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josshua2014

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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by:  Papillon Empty Re: ¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:14 pm

Desde ayer decidí comenzar una relación con Lena, después de todo ya no podía seguir luchando contra esa necesidad de tenerla cerca. Bien se que Lena no es una persona cien por ciento confiable, y nadie puede garantizarme que no planea jugar conmigo como hace con todos, sin embargo, decidí arriesgarme, tal vez al final las cosas resultaran diferentes.
Hoy escuché a mi novia (que extraña se escucha la palabra) hablando con esas amiguitas que no me traman para nada, nada más vi como la felicitaban como si conquistarme a mi fuese un reto muy difícil de alcanzar, como si yo me tratase de un premio, al final me les acerqué.

-Hola Lena- Sonreí y le dio un beso en la mejilla, ella me abrazó por la cintura.
-Así que son la pareja del momento- Dijo con hipocresía Lika yo la ignoré por completo.
-Todavía no lo hemos hecho oficial- Dijo Lena. -Pero hoy llevaré a Yul con mi mamá.
* Las palabras de Lena me cayeron como un balde de agua fría, de inmediato empalidecí.
-¿Eso harás, Lenita?- Le preguntó Ekaterina sorprendida.
-¿Eso harás?- Le dije espantada.
-Parece que a Yulia no le gustan las relaciones oficiales, mira la cara que puso- Comentó Svetlana.
-¿Te sientes bien, Yul? - Me preguntó Lena acariciando mi mejilla. - Te ves pálida.
-No, no es nada- Titubeé.
-No tienes por que alarmante, mi mamá no come- Sonrió la pelirroja.
-Ya te dije que no es eso- Le repetí fastidiada.
-Pero no tienes por que enojarte, bebé- Me habló con ternura.
* ¿Bebé? Ya se están empezando a aparecer esos apodos que tanto detesto, sin embargo no dije nada, tampoco me quejé, Lena era mi novia y tenía todo el derecho.
-No estoy enojada. - La tranquilicé. - ¿Y a que hora será eso?
-Pasó por ti a las cinco.
-¿No crees que sea muy pronto? - Le pregunté insegura.
-Yulia… estás exagerando, simplemente te llevaré con mi mamá, pero parece que te he mencionado la horca. - Rió muy divertida la pecosa.
-No me parece tan divertido. - Le dije y me fui de allí, pensé por un momento que me seguiría pero no lo hizo.

** ** **

-Se molestó. - Dijo Lika riendo.
-Ya se le pasará. - Aseguré.
-Te lo repito, Lenita, a Yulia no le gustan las relaciones oficiales, todas vimos la cara que puso.
-No es eso, sucede que Yulia nunca ha tenido novio ni novia, ni nada parecido. - Les expliqué.
-No me digas. - gritó asombrada Anzhelika. - Lena le robaste el primer beso a esa chica, ¡Que suertuda eres! No sabes lo que daría por estar en tu lugar.
-Ya les dije que mi Yulia es muy especial, por eso y por muchas cosas más. - Sonreí.
-Apuesto a que es muy mala besando. - Comentó Svetlana.
-No lo creo, de ser así no traería a Lenita en las nubes. - Replicó Ekaterina.
-Exacto, la verdad es que Yulia besa como los ángeles. - Aseguré con una sonrisa boba.
-Con esa cara que pusiste nos convenciste a todas. - Rió Svetlana.
-Si, a mi hasta me dieron ganas de besarla. - Dijo Lika.
-Tú tienes ganas de besarla desde que llegó a este instituto. - Se burló Ekaterina.
-Les aclaro a todas que ella es mi novia. -Hablé un con un poco de molestia.
-Lenita se puso celosa. - Rió Ekaterina.
El resto del descanso no las pasamos bromeando y hablando de cosas triviales.
En la tarde me arreglé muy bien para ir a recoger a Yulia, quería estar perfecta para ella, faltando un cuarto para las cinco salí directo a su casa.

** ** **

Estaba terminando de arreglarme cuando sentí que abrían la puerta de mi habitación y me tapaban los ojos, empecé a reír al saber que se trataba de Lena, luego ella me liberó y me dio un largo beso que casi me deja sin respiración. Después del beso la detallé, se veía realmente hermosa, parecía una diosa o algo parecido, me sorprendió tanto que me dejó sin aliento.

-Wow- Fue lo único que alcancé a decir.
-¿Ya estás lista lobita? - Me preguntó muy tiernamente.
-Ya casi.
-Te ves muy linda, Yul, vas a darle una buena impresión a mamá.
-Bueno, gracias… Tú te ves más que hermosa.
-Ya lo se… y me arreglé para ti.
-Aja. - Le sonreí.
-Vamos.

Conduje a mi casa lentamente, en el camino podía ver que Yulia estaba un poco ansiosa, me causó mucha gracia verla así, de cualquier manera ella siempre se veía hermosa, aun molesta, aun histérica, pensativa, triste… pronto llegamos a la mansión que era mi casa, estacioné el auto donde siempre y tomé a Yulia de la mano antes de entrar, mi mamá estaba en la sala cuando entramos, pude sentir que Yulia estaba fría y empezaba a ponerse pálida como esta mañana.

-Lena ya volviste. - Me saludó mamá con una sonrisa. - Vienes acompañada.
-Si, ella es…
-¿Yulia Volkova?- preguntó con sorpresa mi madre.
* Antes de que mi mamá pudiera decir algo o yo pudiese responder Yulia se desmayó repentinamente, como pude la alcancé entre mis brazos, mi mamá me ayudó y la recostamos en el diván que había en la sala.
-Yulia, Yul, respóndeme. - Intentaba reanimarla. - Yulia Volkova. - Ya empezaba a preocuparme.
* Mi madre regresó con un algodón empapado de alcohol y lo puso cerca de la nariz de la pelinegra haciendo que despertara lentamente.
-¡Estás bien! - Exclamé en un abrazo.
* Yulia se acomodó las ropas y se sentó.
-¿Qué sucedió? - Le pregunté.
-Creo que fueron los nervios. - Respondió sonrojada.
-Has cambiado mucho Yulia, pero esos ojos no los podría olvidar. - dijo mi mamá. -Son los mismos ojos de Oleg.
-Eh… - Yulia intentó decir algo pero no salió ni una palabra de su boca.
-Yul… ella es mi mamá.
-Mucho gusto señora. - Balbuceó la ojiazul.
-Mucho gusto de volver a verte, pequeña. - Le sonrió mi mamá.
-Mamá… la razón por la que traje a Yulia a la casa es por que es mi novia. - Le expliqué a mi mamá y sentí como Yulia se volvió a desmayar.
-¿Tu novia? ¿Yulia es la chica de quien me hablabas?
-¿Yul? - La llamé golpeando levemente sus mejillas. - Esto se te está volviendo una costumbre.
-Despertémosla con el mismo método de hace unos minutos.
* Mi madre volvió a ponerle alcohol y ella regresó nuevamente a la conciencia.
-Creo que no me estoy sintiendo bien, Lena. - Me habló la pelinegra en un hilo de voz.
-Vamos a mi habitación. - Le indiqué.
-Mejor me voy a mi casa. - Replicó ella.
-Mejor quédate para la cena, hija. - Le dijo mi mamá.
-Vamos a mi habitación mientras está la comida. - Le sonreí y ella se puso de pie.

Después de vergonzoso suceso frente a la madre de Lena, ella me llevó hasta su habitación, subimos por unas escaleras que me parecieron interminables, finalmente nos detuvimos en una puerta, la pelirroja la abrió y me haló de la mano. La habitación de Lena era un poco más amplia que la mía, había un portón de vidrio que daban a un balcón, las paredes eran de un rosa pastel con blanco, definitivamente era su estilo.

-Yulia nunca pensé que te fueras a desmayar frente a mi mamá. - Sonrió.
-Te dije que no me estaba sintiendo bien.
-Oh, claro, no te has estado sintiendo bien desde que te mencioné que te presentaría a mi mamá.
-¿Sabes, Lena? Me pregunto si tu madre no se cansará de recibir a cada momento tus parejas, si pasas cambiando de novio como ropa interior… - Iba seguir hablando cuando sentí un ardor en mi mejilla, la chica de ojos verdes me había bofeteado.
Lena me miró con ojos llorosos y sin decirme nada se fue hasta el balcón, el comentario había estado un poco fuera de lugar, sin embargo no pensé que afectaría tanto a la pelirroja.
-Lena… - La llamé mientras yo entraba al balcón, ella estaba de espaldas. - Escucha, ya se que se me fue la mano con lo de hace unos minutos, perdóname.
-No importa, Yulia. - Dijo dándose la vuelta mientras se limpiaba las mejillas.
-De verdad, lo siento. - Repetí acercándome. - Soy una tonta.
-Está bien, Yulia, ya te dije que no importa. - Me habló un poco alterada y volvió a la habitación sentándose en el borde de su cama.
* Iba a decirle algo cuando alguien llamó a la puerta avisando que la cena estaba lista.

En el comedor estaban ambos padres de Lena, no había pensado en donde pudiera estar el papá de la pelirroja, aún no lo conocía, debo admitir que esta experiencia es algo incómoda para mí, si tan solo Lena no fuese tan afanada de presentarme con sus padres, además, no se si a su padre le agradará la noticia de que ahora anda con una chica. ¿Y si algo se complica?

-Aquí están las niñas, amor- Le dijo la señora Inessa al padre de Lena.
-Vaya, Yulia Volkova. - Habló el señor Katin, se levantó de su lugar y de repente me dio un abrazo, yo no podía evitar sentirme nerviosa. -Has crecido tanto, pensamos que nunca regresarías de Londres, Edward al final logró convencerte.
-Creo que también extrañaba un poco a Moscú- Musité.
-Lena ¿Por qué estás tan callada? - Preguntó la señora Inessa
-No es nada. - Respondió la pecosa con cara de todo lo contrario.
-¿Se pelearon? - Preguntó el papá.
-Déjalas, Sergei, eso es normal en las parejas. - Sonrió la señora.
-Espero que soluciones sus problemas pronto… ¿Sabes, Yulia? Tus padres estarían muy contentos de su noviazgo, siempre quisimos que nuestras familias formaran lazos consanguíneos, pensamos que ellos tendrían varón, sin embargo eso no fue inconveniente. - Dijo sonriendo ampliamente.

La cena continuó en silencio por parte de nosotras, los padres de Lena me preguntaban algunas cosas y yo respondía con monosílabos, ese día no fue el mejor para ambas y creo que yo fui la responsable de echarlo a perder.

-Bien, creo que es hora de que vuelva a casa- Dije poniéndome de pie.
-¿Trajiste auto?- Me preguntó Sergei.
-No, pero llamaré a Edik para que venga por mí.
-No te preocupes, le diremos a Boris que te lleve, él es el chofer de Lena.
-Muchas gracias por todo.

** ** **

Después que Yulia se fue a su casa yo ni siquiera me despedí de ella, estaba tan molesta que simplemente no podía olvidarme de su ofensa tan rápido, ella nunca dejará de ser una insolente a pesar de todo.

-¿Cómo fue que conquistaste a esa chica, hija?- Me preguntó mi madre.
-Créeme cuando te digo que fue toda una odisea- Le contesté y di un largo suspiro. -Yulia no es perita en dulce, es tan insoportable a veces que solo quiero ahorcarla o algo parecido, sin embargo esa manera de ser y esos ojos mamá hacen que se le perdone el resto.
-No me digas que también planeas hacerle lo que les haces a todos- Comentó molesta.
-No lo se, mamá…- dije pensativa. -¿Sabes? Me extrañó mucho la actitud de papá, nunca había estado tan contento como cuando traía a alguno de mis novios… y yo que pensé que se iba a alterar.
-Es por que se trata de la hija de Oleg y Larissa- Me explicó. -Cuando dijo lo de su deseo de unir familias iba en serio Lena.
-Está totalmente chiflado- Opiné.
-Será mejor que trates bien a Yulia, espero no le rompas el corazón- Me advirtió.
* Por primera vez no le respondí nada a mi mamá, la verdad es que no había planeado nada acerca de Yulia, aun no me había decidido si quería dejarla o si estaba dispuesta a conservarla por un tiempo más prolongado.

Al día siguiente, Yulia no me habló en el instituto, supuse que ella sabía que yo estaba molesta, además seguro no iba seguir insistiéndome, ya ayer se había disculpado, se que es demasiado orgullosa como para continuar rogándome.

-¿Qué pasó con Volkova ayer?- Preguntó Ekaterina.
-Todo estuvo normal- Le contesté obviando el suceso de sus desmayos, no quise exponerla al ridículo frente a mis amigas.
-¿Y por que no se te ha acercado en todo el día?
-Estoy molesta con ella, y lo sabe.
-¿Tan rápido se pelearon?- dijo sorprendida Lika.
-No es una pelea, solo estoy molesta con ella, es todo.

Cuando llegué a mi casa aun estaba de mal humor, mi mamá me miró de reojo, yo le di un hola y ella me respondió sin agregar nada más, lo que me extrañó un poco ya que siempre que yo llegaba con esos ánimos ella iniciaba su interrogatorio. Rápidamente subí a mi habitación y cuando abrí la puerta me llevé una sorpresa bastante grande, la recámara estaba llena de ramos de flores, margaritas, rosas, lirios, algo que ninguno de mis novios antes había hecho.

-Wow. ¿Cómo llegó esto aquí? ¿Podrá ser posible que tenga un admirador tan especial?- Hablé para mí misma mientras observaba que también habían unas cajas de chocolate.
-Hola, pelirroja- Escuché una voz aterciopelada que ya conocía y sonreí. -Pensé que con esto tal vez podrías perdonarme por lo de ayer.
* Estaba más que sorprendida cuando supe que todo eso había sido obra de la ojiazul, jamás imaginé que Yulia me daría por lo menos una flor, vaya que es una caja de sorpresa.
-Yulia…- Pero no me dejó terminar de hablar por que selló mis labios con los suyos en un beso, ese beso que me hizo sentir en el cielo, aquella chica era una combinación entre la calma y lo indomable, podía ser ambas cosas al tiempo.
-¿Podrías perdonar a una novia torpe que mete las patas con frecuencia?- Me preguntó haciendo un puchero de esos que te desarman.
-Me sorprendiste mucho con este gesto, lo repito, eres linda cuando quieres serlo- Sonreí.
-Por Dios, Lena, yo soy linda siempre- Bromeó arrancándome una sonrisa.
-Pero no en tu forma de ser, tontita- Le dije poniendo mi frente contra la de ella.
Por que si hablamos de tus atributos, eres una hermosa lobita- Le guiñé un ojo y ella se sonrojó.
-Me gustas mucho, pelirroja- Me dijo tomándome de las caderas y apretándome contra ella. -En realidad no solo me gustas, también te quiero- Me abrazó.
-Yo también, Yul, aunque a veces me hagas querer matarte- Ambas reímos.

Así era Yulia Volkova, un día dulce, otro día completamente distinta, a pesar de todo yo sabía sobrellevarla siempre, mi madre creía que yo tenía el poder de calmarla, nunca lo pensé así, pero a veces me sorprendía que ella me hiciera caso en muchas ocasiones. Sin embargo era tan impredecible sus cambios de ánimo, o como se salía tan fácilmente de control que me hacían pensar que algo en su cabeza no andaba bien, recuerdo la vez que la expulsaron por una semana entera…
Hacían unos días un chico había empezado a cortejarme, sin embargo no le preste atención, Yulia mantenía bien ocupada mi mente, que ni siquiera me fijé en el chico, pero la noticia ya había llegado a los oídos de la ojiazul, sin yo saberlo. Un día Marco, era así como se llamaba, me alcanzó a la puerta de los baños.

-Elena- Me detuvo el chico por el brazo y me dio una rosa.
-Oh, gracias, pero no puedo aceptarla, Marco- Le dije apenada.
-¿Por qué no?- Habló un poco molesto.
-Por que yo…
-Andas con la chiquilla tonta e insolente. ¿Sabes Lena? No se que es lo que le ves a esa Volkova, es tan egoísta, insoportable, no se como es que una chica tan amable y linda como tu anda con esa loca, desquiciada- Empezó a decir.
-Marco… si vienes a hablarme mal de ella no quiero seguir escuchándote.
-Lena… yo puedo darte más de lo que ella es capaz, no creas que no he escuchado como te grita a veces, no mereces que alguien te trate de esa manera. ¡Abre los ojos!- Exclamó.
-Déjala en paz, zoquete- Escuché la voz de Yulia detrás de Marco y me alarmé al verla con un tubo en las manos, que no se de donde había sacado, no quería imaginar que haría con ese objeto, entonces recordé la vez que golpeó el capo de su propio auto y un miedo terrible se apoderó de mí.
-Yulia, todo está bien, lobita- Le hablé con ternura para que no se saliera de control.
-¿Qué es lo que pretendías hacer, estúpido?- Le preguntó a Marco ignorándome.
-Mira mocosa- Se volteó el chico chispeando de rabia. -¡¿Quién demonios te crees para hablarme así!? No eres más que una tonta que se cree la dueña del mundo y se las da de rebelde.
* Antes de que Marco o yo pudiéramos hacer algo, Yulia le propinó un fuerte golpe en el estómago con el tubo, de inmediato lo volvió a golpear pero esta vez en la rodilla, Marco gritaba del dolor.
-¡No vuelvas a dirigirte a mí de esa manera!- Le gritó molesta.
-Eres una zorra- Le contestó él y ella se salió de total control y lo golpeó varias veces. Yo intentaba detenerla, pero cuando Yulia entraba en ese estado no se de donde sacaba tanta fuerza para ser tan pequeña y petisa.
-¡No vuelvas acercarte a Lena, por que te mato!
-¡Yulia, basta!- Le gritaba desde mi lugar.
-¡¿Qué sucede aquí?!- Se escuchó la voz del prefecto y todos nos detuvimos.
-¡Que este idiota es un acosador!- Se defendió Yulia de inmediato.

Durante casi todo el resto de la jornada escolar, Marco y Yulia estuvieron retenidos en la oficina del prefecto, claro, después de que al chico lo trajeran de la enfermería, mi novia por poco le fractura una rodilla, mientras tanto mi preocupación crecía, ese ataque daba para una expulsión, temía que Yulia fuera expulsada.

-Lenita, quita esa cara- Me dijo Svetlana.
-Esto es serio, ese chico podría demandarla- Dije preocupada.
* Luego aparecieron Ekaterina y Lika riendo sin parar.
-¿Qué le sucede a ustedes?- Les preguntó Svetlana.
-La novia de Lenita es una maestra- Habló Ekaterina.
-Vimos como dejó a Marco, pobre chico- Rió Lika. -Eso le pasa por meterse con la novia de ese demonio, Lena, Yulia está loca, de verdad está loca.
-Si, y de seguro la van a expulsar- Mascullé.
-Nada de eso, Lenita- Me corrigió Ekaterina. - Venimos de la rectoría, y nos dijeron lo que pasó en la conversación del prefecto con ellos.
-¿De veras?- Le interrogué con interés en saber lo que había pasado.
-No lo vas a creer, pero Yulia se inventó una película y el prefecto se la creyó ciegamente.
-¿De que hablas?- Le pregunté.
-Volkova dijo que atacó a Marco por que lo había pillado intentando propasarse contigo en los baños de las mujeres, agregó que de no ser por ella quien sabe lo que te hubiese hecho.
-Pero eso no fue lo que pasó- Murmuré confundida.
-Pero Yulia es inteligente- Repuso Lika.
-Si, a pesar de que Marco lo negó, ella puso su carita de niña buena y el prefecto le creyó a ella, por eso no la expulsaron- Terminó de relatar Ekaterina. -Claro solo que la suspendieron por una semana completa por que se excedió con los golpes.
-¿Una semana completa?- Les pregunté sorprendida.
-A ver Lenita, a Marco le fue peor- Me interrumpió Lika.
-A él lo expulsaron del todo- Agregó Ekaterina.
-¿Lo expulsaron?- Dijimos Svetlana y yo al unísono.
-Wow Lena, tienes una novia excelente- Rieron otra vez.

Lo ocurrido en ese día me había dejado realmente aturdida, pensé que Yulia no sería una novia celosa, pero lo de hoy me había dejado claro que sus celos no tienen límite, no se como fue capaz de moler a golpes a ese chico y luego salir ilesa de amonestaciones, bueno, sin contar la suspensión de una semana.

-¿Eso hizo?- Preguntó mi mamá sorprendida cuando le relaté la historia.
-Si… mamá fue aterrador.
-No es normal que esa chica se comporte de esa manera… pero ahora que lo recuerdo, Oleg era muy parecido en su adolescencia- Me dijo pensativa. -Demasiado impulsivo.
-¿Desde cuando conocen a los padres de Yulia?
-Desde la preparatoria, salíamos en citas dobles- Sonrió mi madre.
-Hace mucho tiempo.
-Si. ¿No recuerdas a Yulia en tu niñez? Jugaron juntas muchas veces, Lena.
-No, no lo recuerdo.
-Bueno. ¿No irás a su casa a ver como está?- Me preguntó.
-Si, estuve pensando en ir dentro de una hora.

En la tarde me alisté para visitar a la pelinegra tal y como le había avisado a mi madre… apenas llegué una señora del servicio me avisó que estaba en su recamará y que no había salido de allí desde que llegó, le pedí que le subiera el almuerzo en unos minutos, que yo me encargaría de que se lo comiera todo.
Cuando entré a su habitación estaba a oscuras, la vi acostada sobre la colcha con una cobija que la cubría de los pies a la cabeza, abrí las cortinas para dejar entrar la luz y me acerqué a su lado.

-Yulia- Le susurré pero no obtuve respuesta, entonces la destapé y descubrí que ardía en fiebre.
-Lena ¿Qué haces aquí?- Me preguntó somnolienta.
-¿Te sientes bien?- Indagué.
-¿Tú estás bien? No quise asustarte esta mañana, pensé que Marco te había hecho algo…
-Shhhh… cálmate un poco, no pasa nada.
* Me puse de pie y bajé en busca de un recipiente con agua y un retazo de toalla, luego volví rápidamente a la habitación.
-Estarás bien- Le prometí mientras le colocaba la toalla húmeda en la frente con la intensión de bajar la temperatura.
-Estoy bien- insistió.
-Claro que no- Dije al ver que el termómetro había marcado treinta ocho punto cinco grados.
-Estoy bien, Lena, no te preocupes- Continuó insistiendo.
-Será mejor que te des un baño frío- Le sugerí mientras empezaba a quitarle la playera y la sacaba de las cobijas ella empezaba a quejarse pero como pude la arrastré hasta el cuarto de baño.
-Puedo hacerlo sola… - Me detuvo cuando me disponía a quitarle la falda que traía puesta.
* Dentro del baño observé que su espalda tenía un golpe que ya se había tornado de color morado, me alarmé y no dudé en preguntarle.
-¿Qué te sucedió?
-No es nada.
-Yulia- Le agarré el rostro en mis manos para que me mirara. -Dime ¿Qué te sucedió?
-Lena…
-Háblame- insistí. -¿Te peleaste con alguien más?
-Ayer Marco me enfrentó detrás de las canchas, empezamos a discutir y me empujó. - Relató.
-¿Por qué no me dijiste?
-Por que no tenía caso… pero no iba a permitir que se metiera contigo, por eso le di su merecido hoy en la escuela.
-No vuelvas a ocultarme algo como esto.
* La envolví en un abrazo y besé sus cabellos con ternura ella se acurrucó en mí con fervor, como si quisiera estar así por mucho tiempo, comprendí la falta de afecto que tenía.
-Ve a bañarte.
-No quiero- Dijo haciendo un puchero infantil- No me gusta el agua fría.
-Pero tienes que hacerlo, vamos Yulia no me hagas repetírtelo.
-Está bien- Dijo resignada.
-Estaré aquí para cerciorarme de que no utilizaras el agua caliente- Le advertí.
-Date la vuelta para que pueda terminar de desvestirme.
-Oh, claro- Le dije sonrojada.
* Me di la vuelta y ella empezó a lanzarme encima la ropa que se quitaba mientras reía traviesa.
-Voy a darme la vuelta si no dejas de hacer eso- La amenacé, ella siguió riendo y me lanzó por último sus bragas. -¡Yulia Volkova!- La regañé y escuché que gritó cuando el agua helada hizo contacto con su cuerpo entonces yo empecé a burlarme.
* Después de unos minutos salió envuelta en una toalla, la tomé de la mano y la senté en la cama y con otra toalla le empecé a frotar el cabello, ella permanecía quieta y solo observaba el piso.
-¿También vas a ponerme la ropa? - Dijo con sarcasmo y yo deje de secarle la cabeza.
-Si eso quieres- Le contesté dándole un beso en la frente.
-Prefiero vestirme yo misma, no soy un bebé- Me sacó la lengua.
-Pero eso es lo que pareces, tontita- Le sonreí.
-Ya me las pagarás- Bromeó.
* Volví a darme la vuelta para permitir que se vistiera.
-Listo- Me avisó y yo la miré, usaba una playera blanca y un bóxer del mismo color.
-Pensé que ibas a “vestirte”
-Estoy vestida- dijo y se tiró en la cama de un salto.
-Deja de comportarte como una niñita- Bromeé y ella me abrazó por la espalda poniendo la barbilla en mi nuca. -Deja de jugar.
-No soy una niñita- Dijo al cruzarse de brazos y poner cara de seria.
-Claro que si- Me acerqué y le di un corto beso, pero Yulia me atrajo hacia ella y empezó un beso fogoso, después de unos segundos más sentí como recorría con sus manos mi espalda, luego bajó hasta mis caderas y cuando planeaba seguir a mis piernas yo la detuve y sonreí. -Eres una niña muy mala ¿Sabías?- Ella rió y me besó las mejillas. -Todavía tienes fiebre.
-No me pidas que vuelva a echarme agua fría- Se quejó.
-No haré eso, tienes fiebre pero no como ahora rato.
* Tocaron la puerta, era una de las señoras del servicio, traía un carrito con el almuerzo de Yulia.
-Katenca…- Dijo la pelinegra molesta. -Ya te había dicho que no me subieras nada de comer- Vi como Yulia le hablaba de una manera intimidante, me di cuenta que solo conmigo era otra.
-La señorita Katina me ordenó a que lo hiciera- Respondió con timidez la señora.
-Yul… no te enfades con ella, además tienes que comer lo quieras o no.
-Pero…
-Pero nada- Sentencié. -Katenca, gracias por traer la comida- Le dije a la señora con una sonrisa cálida, se había puesto pálida apenas la ojiazul le habló.
-Ya le dije que no iba a comer.
-Espérate Yulia Volkova, no quiero que trates a las personas de tu casa de esa manera- La regañé.
-Ellos trabajan para mí, y deben hacer lo que yo les diga.
-¿Acaso son tus esclavos o que? No puedes abusar de ellos, ¡Son personas, Yulia!- Exclamé.
-Eres una pesada- Dijo con fastidio.
-No me hables así- Le advertí.
-¿Desde cuando tengo que hacer lo que tú digas? no me fastidies Me gritó parándose de la cama y caminando hacia la puerta principal de su habitación.
-¿A dónde vas?- Le detuve, pero ella me ignoró y salió dando un portazo yo la seguí hasta el inicio de las escaleras. -¡Yulia vuelve aquí! Estás enferma, ¡Yulia!- Le grité otras veces más pero no se inmuto y continuó caminando hasta el jardín. -¡Vete al infierno!- Le grité al final.
-¡Tú también!- Se volteó por unos segundos, luego continuó caminando.
-¿Qué sucede aquí?- preguntó el tutor de Yulia entrando. -¿Yulia?
-¡Déjame en paz!- Le gritó a Edward también, pero él en vez de molestarse solo hizo un gesto en el que negó con la cabeza un par de veces cargado de total resignación.
-¿Por qué dejas que haga eso, Edward?- Le pregunté aun molesta.
-Señorita Katina… es solo un trance por los que tanto pasa, al principio tal vez me molestaba pero ahora ya se que ella es así, y que probablemente no tiene arreglo- Respondió tranquilo.
-¿Yulia ya te contó por que paso tanto tiempo aquí o ella en mi casa?
-No, no me ha comentado nada en absoluto, pero imagino que es por que son buenas amigas.
-Pues te diré… Yulia y yo…
-Somos novias- me interrumpió la pelinegra quien regresaba a la mansión.
-¿Qué dices?- Vi la cara de interrogación que puso el tutor, la ojiazul estalló en risas, así era ella estaba molesta y de repente empezaba a reírse como una demente.
-¡Ya para de reír!- Le grité harta de escuchar sus carcajadas.
-¡Cállate!- Me gritó molesta.
-¡Tú cállate!- Y empezamos a pelear otra vez, primero nos gritamos cosas y luego siguieron las señas obscenas iniciadas por la petisa.
-¡Cállense las dos!- Exclamó Edward molesto y ambas paramos. - Yulia ¿Me quieres explicar que fue lo que acabas de decir?
-Lo explicaré si tuviera un padre, pero por desgracia él está tres metros bajo tierra- Esas fueron las frías palabras de la ojiazul.
-Necesitas un poco de disciplina- Dijo Edward molesto.
-¿Un poco?- Le dijo burlonamente. -Subiré a mi habitación. -Y eso fue lo que hizo.
* Edward se sentó en una silla y tomó su cabeza entre las manos, en su rostro se veía mucha preocupación pero también indignación.
-Discúlpala, Edik- Le hablé bajito como para consolarlo.
-Me duele saber que tal vez Yulia nunca cambie… y que no pueda estar siempre con ella para intentar remediar las consecuencias de sus errores. - Musitó tristemente.
-Yo tengo muchas esperanzas que cambie… algo me dice que así va a ser.
-Tenía un mes sin comportarse de esa manera.
-Es exactamente el tiempo que llevamos juntas- Murmuré pensativa.
-Tal vez sea por ti- Me miró con ojos esperanzados.
-No, no lo creo- repliqué, pero algo dentro de mí decía que eso podía ser verdad. -Iré a su habitación, esa mocosa tiene que comer o empeorará.
-¿Empeorar?- Preguntó confundido.
-Tiene fiebre- Le expliqué.
-Llamaré a un doctor.
-Es una buena idea- Le dije caminando hacia las escaleras.
* Subí los escalones lentamente, no quería enfrentarme a Yulia nuevamente, cuando al fin llegué a su puerta vacilé en si tocar o no, al final entré sin llamar y la encontré enroscada en las sábanas. Me acerqué lentamente sentándome a un lado, luego la abracé.
-Pensé que ya te habías ido a tu casa- me habló después de cinco minutos.
-¿Quieres que me vaya?
-No, lo decía por que ya ha oscurecido.
-Me quedaré esta noche para cuidarte- Le di un beso en la mejilla.
-No tienes por que hacerlo.
-Pero quiero hacerlo… mira ya estás rojita, seguro la fiebre te subió nuevamente.
-¿Me obligarás a comer?- me preguntó con una vocecita de niña buena.
-No es que quiera obligarte… pero, necesitas comer- Le contesté seria.
* Yulia no dijo más nada, así que tomé su silencio como un signo de indignación, halé el carrito y destape la bandeja, tomé el plato y los cubiertos entre mis manos.
-Abre la boca- Le indiqué con una porción de comida en la cuchara, ella me miró por un segundo y después abrió la boca sin quejarse, empecé a darle la comida.
-Ojala siempre fueras tan sumisa- Dijo Edward desde la puerta al ver la escena. -¿Eres maga o algo Lena?- Me preguntó asombrado y yo me sonrojé.
-Debo ser una encantadora de demonios- Bromeé y todos reímos.
-Pero si yo soy un angelito- Replicó Yulia haciendo un puchero.
-Un angelito muy malvado entonces- Comentó Edik con una sonrisa. -Por cierto, ya llegó el doctor- Avisó y Yulia puso una cara de espanto.
-¿Doctor?- Preguntó la pelinegra ahora molesta. -No quiero verlo.
-Solo te revisará, Yul- Le explicó el tutor para calmarla.
-¡Ya sabes que odio a los médicos!- Exclamó la chica de ojos celeste.
-Yul…- La calmé y ella se calló. -Yo estaré aquí contigo para cerciorarme de que no te haga nada cruel o malvado ¿Vale?- Le hablé con ternura.
-Vale- Aceptó no muy convencida.

Después de pocos minutos el doctor apareció en la habitación, yo me hice a un lado para que pudiera examinar a Yulia, quien todavía tenía esa expresión de terror en el rostro, no sabía cual era la razón por la cual le tenía tanto pavor a los médicos. Durante la revisión estuve a un costado de ella como se lo había prometido, se negaba a dejar hacerse algunas cosas de vez en cuando, pero yo la convencía y ella se comportaba más sumisa. Después de casi quince minutos el doctor se detuvo y empezó a escribir en una hoja sus garabatos, luego miró a Yulia.

-Parece que es solo un resfriado común- Dijo mirando a Edward. -Estos son los medicamentos que le recetaré, allí está también la frecuencia con que debe tomarlos. - Indicó.
-¿Eso es todo? - Preguntó el tutor.
-Si, es todo.
-¿Ves Yul? No sucedió nada. - Le sonrió Edik.
-Si, eres una niña muy buena. - Le dije metiéndole una chupeta en la boca. - Y por eso te has ganado un caramelo. - Le di un beso en la frente.
* El doctor salió y Edward me llamó desde la puerta, Yulia estaba casi dormida.
-Lena deberías venirte a vivir con nosotros.
-Gracias Edik, pero ya yo tengo casa. - Sonreí.
-Es no entiendo como es que Yulia te hace tanto caso. - Dijo pensativo. - Aquí están los medicamentos. ¿Te quedarás esta noche?
-Si, eso le prometí a ella.
-¿Te preparo un cuarto?
-No, no es necesario, voy a cuidar a Yulia toda la noche, así que me quedaré aquí con ella.
-Está bien… buenas noches. - Se retiró.

Regresé a la habitación, imaginé en encontrar a la ojiazul rendida pero en vez de eso miraba entretenida unas caricaturas, ahora que lo pienso, Yulia es como una niña, y eso también me gusta mucho de ella, es como si tuviera la necesidad de protegerla y cuidarla siempre. Abrí el armario y busqué una playera y un bóxer que me quedara, me fui a dar un baño y salí ya vestida, Yulia me quedó mirando un rato al verme en sus ropas que me quedaban un poco más ajustadas que a ella.

-Deja de verme así- Le dije sonrojada.
-¡Oh! No, no es lo que tú piensas- Replicó desviando la mirada hacia la televisión.
-Busquemos una película- Le propuse mientras me acomodaba a su lado.

Yulia empezó a cambiar los canales, hasta que se detuvo en una comedia, ella me prometió que era muy divertida y que no me iba a arrepentir, pero yo le dije que ya la había visto, entonces ella continuó cambiando los canales hasta dejarlo en una película que parecía romántica y que ninguna de las dos habíamos mirado antes.

-La trama está muy interesante a pesar de ser una película de romance. - Comentó cuando había pasado una hora y ya yo había dejado escapar unas cuantas lágrimas un par de veces, siempre fui demasiado sensible para esas cosas.
-No llores Lenita que es solo una película.
-No estoy llorando. - Dije limpiándome los ojos.
-Si, claro. - Dijo sarcástica.

El final de la película era muy triste, los protagonistas no quedaron juntos a pesar de que estaban muy enamorados y todo había sido por una mal entendido que nunca se solucionó, por supuesto me hice un mar de lágrimas apenas acabó, Yulia en cambio estaba molesta por la manera en que había concluido, hasta empezó a discutir con la televisión como si los personajes pudiesen escucharla, a ella le faltaba más de un tornillo.

-¡Son unos tontos! Ven Lena ya no llores. - Me abrazó y después de unos minutos me calmé.
-Creo que será mejor que vayamos a dormir. - Le sugerí y ella asintió.
* Saqué la cobija y nos cubrí, Yulia se acurrucó a mis costillas poniendo su cabeza en mi pecho y enredando sus piernas con las mías, al principio el contacto me hizo temblar pero después me sentí tan bien, como nunca antes me había sentido con alguien, Yulia había sido lo más especial que había tenido en mi vida.
-Te quiero tanto, Yul. - Le susurré besando su cabeza.
* Ella se levantó un poco para mirarme a los ojos de una manera profunda.
-Tienes unos ojos como el cielo. -Le sonreí y ella me dio un beso cargado de ternura.
-También te quiero pelirroja. - Dijo para acomodarse nuevamente en mi pecho.
-Duerme, lobita.

** ** **

Cuando desperté supe que la fiebre había desaparecido, aun estaba recostada al pecho de Lena, se sentía tan bien estar así con ella, me ha estado cuidando desde ayer, nunca pensé que Lena pudiese ser tan atenta y especial conmigo, me pregunto si sería así con todos sus novios… llevamos un mes juntas y me ha demostrado ser algo muy diferente a los que dicen de ella, tal vez sea por que me quiere, si, pienso que me quiere, además me lo ha dicho. Creo que me estoy involucrando demasiado con la pelirroja y me aterra que pueda traicionarme, no quisiera acostumbrarme a ella, pero es inevitable, Lena es demasiado linda, tierna que cualquier puede caer a sus pies fácilmente, ella puede tener a quien quiera, es algo que comprobó conmigo… Ahora la miro dormir plácidamente, se ve hermosa, es mi ángel, su cabello rojo está suelto, su rostro salpicado de diminutas pecas es tan perfecto, me gustaría tenerla así conmigo para siempre.

-Yul- Susurra con los ojos cerrados pero con un sonrisa y me pega más a su cuerpo.
* Rompí el abrazo para bajarme de la cama, pero ella me tomó de la cintura y me obligó a volver a su lado mientras empezaba a reír.
-¿A dónde vas, lobita?
-Ya estoy bien, no tienes por que preocuparte.
-Es cierto- Afirmó al palparme la frente. -Soy una buena enfermera- Sonrió.
-Ahora eres enfermera- Reí. - gracias por sus servicios señorita.
-¿Qué hora es?- Me preguntó.
-Las ocho… es temprano- Dije en un bostezo.
-Podemos seguir durmiendo, hoy es sábado.
-Eres una floja- Le dije volviendo a sus brazos.

Lena tomó mi rostro en sus manos y lo atrajo hacia el de ella, rozó levemente mis labios, yo me acerqué más para iniciar un beso que fue lento al principio, luego ella abrió un poco más su boca permitiéndole el paso a mi lengua… esa fue la primera vez que me sumí en un frenesí al tocar sus labios y volví el beso más apasionado, ella se dejó. Inconscientemente colé una de mis manos entre su playera y acaricié su suave y plano abdomen, Lena suspiró hondamente ante la acción haciéndome saber que el contacto había tenido efecto en ella, sin quedarse atrás empezó a levantar mi playera para frotar mi espalda suavemente, sus manos continuaron subiendo hasta atrapar uno de mis pequeños senos mientras yo ya acariciaba sus blancos muslos, ambas estábamos excitándonos y yo no daba pie para detener el juego que poco a poco se hacía más ardiente…

-Yul… Yulia- Me empezó a decir agitada entre besos. -Paremos- Continuó hablando con la respiración agitada.
* Yo me detuve poco a poco, respirando con algo de dificultad, dejé de besarla y la miré a los ojos, aun estaba sobre su cuerpo. Lena se acomodó la playera y me acomodó la mía.
-¿Qué sucedió? - Le pregunté finalmente.
-Nada, por que nos detuvimos a tiempo- Me contestó sonrojada.
-Lena, lo siento- Dije apenada.
-No, no tienes por que disculparte, además yo también… Yulia, el hecho es que pienso que es muy pronto, además yo…
-¿Tú que?- Le pregunté.
-Jamás he estado con alguien- Confesó sonrojándose al máximo.
-¿Jamás?- Le pregunté con escepticismo, no se me pasó por la cabeza la posibilidad de que Lena era virgen, cuando afirmo que tiene una larga lista de ex-novios no es para exagerar.
-Se que debes estar pensando en todos los novios que he tenido… pero la verdad es que nunca hice el amor con ninguno de ellos por que no los quería, yo nunca me he enamorado como para entregarme a un cien por ciento ¿Me comprendes?
-Si, entiendo… y también estoy de acuerdo cuando dices que es muy pronto- Le dije haciéndome a un lado por que había estado sobre ella hace unos minutos.
-¿Qué vamos a hacer hoy?- Me preguntó divertida.
-Lo que quieras tú.
-Primero bajemos a desayunar- Me tomó de la mano y salimos de mi habitación.
* En la cocina nos encontramos a Edik leyendo el periódico, vestía su saco como siempre, él era el gerente de mis empresas y tenía que estar elegante todo el tiempo.
-Hola Edik- Dijimos Lena y yo al tiempo.
-Buenos días niñas- Nos sonrió.
-¿Vas a la oficina?- Le pregunté.
-Si. ¿Quieres acompañarme por fin?- Edward siempre me invitaba a darme una vuelta por la empresa pero yo siempre me negaba, desde que mis padres murieron me había rehusado a regresar, recuerdo que cuando niña papá me recorría el lugar entero enseñándome que era cada cosa.
-No, no creo…
-Yulia, tienes mas de seis años de no volver… debes empezar a acostumbrarte.
-Pero Edward ya sabes que…
-Invita a Lena- Me propuso.
-¿Quieres ir Lena?- Le pregunté a mi novia esperando que dijera que no.
-Me gustaría- Respondió en una sonrisa.
-Las esperare mientras están listas.

Después de desayunar subimos para tomar un rápido baño, Lena comentó algunas cosas pero no la escuché, creo que me preguntó por que tenía tanto tiempo sin ir… La pecosa llamó a su casa para que le trajeran ropa, así que mientras ella esperaba yo me fui a bañar. Lena se demoró una hora completa en alistarse, estuve a punto de estallar de la desesperación, pero al ver que lucía tan hermosa se me pasó el enojo.
La idea de volver a la empresa me ponía nerviosa, ese lugar estaba empapado de recuerdos con mis padres, Oleg quería que yo fuera una gran empresaria y a menudo me mantenía en las juntas, yo escuchaba todo lo que decían, al principio entendía poco, pero después mi papá me explicaba, él era un genio. Edward siempre estaba con él, pienso que mi padre lo preparó por si alguna vez ellos llegaran a faltarme y eso fue exactamente lo que sucedió…
El edificio estaba igual que siempre, bueno, había algunas remodelaciones, pero lucía excelente como años atrás, entramos al subterráneo donde Edward estacionó el auto, luego tomamos un ascensor que nos llevó a una de los últimos pisos, donde recuerdo que estaba la administración.
Saliendo del ascensor muchas miradas se posaban sobre nosotros, especialmente sobre Lena y yo.

-Buenos días señores- Dijo Edik al entrar a un salón de juntas, el preferido de papá.
* Había muchos hombres elegantes, supuse que eran accionistas y socios, millonarios y muchas cosas más.
-Hoy nos acompañarán estás chicas, la señorita Katina- Señalando a Lena. -Y la señorita Volkova, su futura jefa- Sonrió Edik y de inmediato se escucharon algunos murmullos.

La reunión se tomó cerca de una hora completa, pude observar que Edward tenía buenas ideas y era muy bueno en lo que hacía, a pesar de que papá murió, nuestra empresa no dejó de ganar dinero, así, mi cuenta bancaria crecía cada vez más y aun lo sigue haciendo, los periódicos de Moscú decían que yo era la chica más rica del país, yo ignoraba simplemente todos sus comentarios.
Edward nos mostró otras cosas más, incluso su oficina, continuamos caminando hasta que nos detuvimos frente a una puerta del último piso.

-¿Y esto que es?- Preguntó Lena.
-Era la oficina de mi padre- Recordé y bajé la cabeza.
-Es la oficina de Yulia- Respondió Edik. -Lista para acondicionarse cuando decidas tomar las riendas de la empresa, no ha sido ocupada por nadie más que no haya sido el señor Oleg Volkov.
* Entramos a la oficina y estaba igual como la recordé, me acerqué al escritorio y había una foto de los tres, mamá, papá y yo.
-¿Eres rubia, Yul?- Me preguntó Lena asombrada al ver la foto.
-Eh… si- Contesté.
-Tus padres eran muy guapos- Me dijo. -Tienes los ojos iguales a él- Refiriéndose a Oleg.
-Eso decía mi mamá todo el tiempo- Recordé con melancolía.
* Ese día almorzamos en la empresa, Edward se fue a sus asuntos y dejó a cargo a un muchacho para que nos diera un tour, nos llevó hasta la fábrica, la cual quedaba al lado del edificio, papá hacía papel. Lena se divirtió y bromeamos muchas veces, hasta que quedamos exhaustas.
-No puedo más, Yul… me duelen los pies- Se quejó.
-A mi igual.
-Volvamos.
* El joven no regresó hasta donde Edik, le avisamos que no iríamos, Edward me dio las llaves de un auto, papá amaba los autos tanto como yo lo hago ahora, tenía su propio concesionario en el subterráneo, solo eran diez carros.
-Te va a gustar ese- Me aseguró Edward.
-Ya lo veremos.
* Bajé hasta el estacionamiento con Lena, íbamos tomadas de la mano, sonreía maliciosamente al imaginar que lo harían o dirían esas personas si se enteraran que ella era mi novia. En el subterráneo caminamos hasta donde había otra puerta, allí estaba la colección que mi papá mantenía en la empresa.
-Ya se de donde salieron tus buenos gustos por los autos- Sonrió la pelirroja.
-Papá enloquecía por estos- Dije al ver que eran unos modelos muy originales.
-¿A dónde iremos, Yulia?
-Al cine- Le contesté. -¿O estás muy cansada?
-Vamos al cine.

** ** **

josshua2014

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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by:  Papillon Empty Re: ¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:15 pm

Mi relación con Yulia se extendió hasta los dos meses, admito que era la primera vez que andaba con alguien por tanto tiempo, y debo anexar que mi fidelidad ha sido admirable, la razón es que esa chica de cabellos negros se ha empezado a meter en mi corazón y a veces deseo que no salga de allí jamás. Mis amigas me habían empezado a presionar sobre dejar a Yulia, dicen que estoy comenzando a romper las reglas, por mi parte la paciencia se me está acabando y estoy harta de escuchar sus tonterías, ellas no pueden decirme lo que debo o no hacer, así que dejaré a Yulia cuando yo lo decida no cuando ellas me lo ordenen.

-¿Qué sucede, Lenita? ¿Por qué estás tan molesta?- Me preguntó Ushka en uno de los recesos.
-No es nada- Le respondí cabizbaja.
-Yo creo saber por que- Dijo pensativa. -Estás harta de las chicas ¿Cierto?
-Ellas no pueden decirme que hacer- Le dije molesta.
-¿Por qué no quieres dejar a Yulia? ¿No es eso lo que hacías antes? Además, nunca te daba el mínimo remordimiento.
-Ya lo se, Ushka… pero esta vez siento que es distinto.
-¿La quieres?- Me preguntó directamente a los ojos.
-Claro que la quiero… ¿Y como dejar a Yulia si ella es diferente a todos los tontos que he tenido de novios? Aún es muy pronto para romper con ella- Le contesté.
-¿La amas?- Preguntó Ushka más seria.
-No, no lo creo ¡Por Dios, Ushka! Solo tenemos dos meses ¿Cómo voy a amarla?
-Eso no tiene nada que ver, no necesitas un año para conocer a una persona y mucho menos para enamorarte… Lena te diré algo, eres mi amiga, te quiero.
-Ya lo sé y yo también te quiero- Le sonreí.
-No hagas cosas de las que después te puedas arrepentir, tal vez te hayas enamorado de ella y no lo quieras ver. ¿Sabes? Nunca es fácil aceptarlo.

Las palabras de Ushka me dejaron pensativa por un largo tiempo, pero mi mente me decía que no podía enamorarme de nadie, y tampoco de Yulia Volkova, además no sabía que podía sentir ella por mí, seguramente ella no me amaba. Después de todo solo tengo diecisiete, estoy demasiado joven como para caer en enamoramientos. Al final me convencí de que si algún día llegara a enamorarme de alguien posiblemente sería de alguien como la ojiazul, también me convencí de que no estoy enamorada de ella.
Esa tarde estuve en casa de la pelinegra, habíamos quedado en ver películas, al principio noté que Yulia vaciló para responder, me pregunto si habrá tenido algún plan con alguien más, después de todo y hasta donde se ella no tiene amigos…

-Llegas temprano- Me dijo Yulia desde un sillón que está ubicado frente a su televisor de cuarenta pulgadas, a su lado vi unas películas y muchas palomitas.
-Acordamos a esta hora- Le respondí y me encogí de hombros.
-Claro que no- Replicó.
-¿No?- Le pregunté confundida. -Dijiste a las cinco y son las cinco.
-Dije a las cinco y media ¿No te acuerdas?
-¿Acaso quieres volverme loca?- Sonreí.
-Te tengo una sorpresa- Me dijo y salió de la habitación rápidamente.
* Mientras Yulia volvía me acomodé en el sillón y encendí la televisión en un canal de música, sin saber por que me quedé pensando en cual sería la razón por la que la ojiazul no tenía amigos, a la vez era algo que me preocupaba.
-Ya estoy de vuelta- Apareció con una caja que tenía un moño rojo encima.
-¿Un regalo?- fruncí el ceño.
-Te va a gustar- Me prometió. -Ten, ábrelo.
* Tomé la caja en mis manos y empecé a abrirla con curiosidad, me sorprendí mucho al ver que adentro había un cachorrito muy bonito.
-Wow, ¡Es hermoso!- Exclamé mirando a Yulia, ella sonreía.
-Hermosa- Me corrigió. -Es hembra.
-¿Cómo supiste que me gustan los perros?
-No lo se, además no hay ningún perro en tu casa… ¿Cómo le vas a llamar?
-Mmmm… ¿Qué te parece Blankeira?
-Me gusta- Sonrió. -Serás Blankeira entonces- Dijo acariciando el cachorrito.
-Gracias Yul- Le dije y besé sus mejillas.

** ** **

Han pasado dos meses desde que estoy con Lena, me costó admitir que esa chica le daba mucho color a mi vida, que ella me hacía feliz… una vez la escuché hablar con esas amigas que no me caen nada bien, son malas personas, a veces me aterra pensar en la posibilidad de que la pelirroja sea así y tal vez este fingiendo conmigo, sus amigas le insistían en que ya era hora de que rompiera conmigo, que había pasado mucho tiempo y que según la regla numero tal, bla, bla, jamás había escuchado tantas estupideces juntas, Lena se molestó y dijo que ellas no podía obligarla a nada y que me dejaría cuando ella lo decidiese… no se que pensar.
Una tarde me fui a casa de Lena, pero ella no estaba, su madre me explicó que había salido con sus amigas, me molesto pero no dije nada, ella tiene derecho a salir con esas chicas y a ser amiga de quien ella quiera. Inessa me invitó a quedarme un rato para charlar, después de pensarlo unos segundos acepté.

-¿Lena quedó de verse contigo a esta hora?- Me preguntó Inessa.
-No, claro que no.
-Pensé que te había dejado plantada- Suspiró aliviada.
-¿Le hacía eso muchas veces a sus novios?- Pregunté seria.
-Si, y cuando lo hacía era una mala señal.
-¿Mala señal?- Le pregunté confundida.
-Lena se hartaba de ellos tan rápido.
-Son sus amigas- Musité.
-Yo también pensaba que eran ellas… pero la misma Lena era así.
-¿Era? ¿Cómo está tan segura que aun no es así?
-Por que te tiene a ti… Yulia yo se que tendrás muchas dudas pero… yo pienso que ella te quiere mucho y se que no te hará daño- Me aseguró.
-También quiero pensar de la misma manera todo el tiempo.
-La gente cambia Yulia, tal vez mi hija lo haya hecho y todo se debería a ti.

Conversamos una hora más, pero esta vez no hablamos de la pelirroja, Inessa me agrada, además es muy comprensiva y con ella se puede hablar de cualquier cosa, me recordaba mucho a mi madre. Cuando ya me iba escuchamos muchas risas, entonces apareció Lena con sus amigas, parecía que se estaban divirtiendo de lo lindo, a penas la pelirroja me vio detuvo las carcajadas.

-¿Yulia?- Preguntó Lena muy extrañada.
-Parece que Lenita tiene una visita muy importante- Dijo Lika en un tono burlón.
-En realidad voy de salida- Repliqué rápidamente.
* Antes de que sus amigas siguieran hablando, Lena me tomó de la mano y me haló hasta la cocina.
-¿Por qué no me dijiste que vendrías?
-No lo había planeado, fue algo de última hora- Le expliqué.
-Me hubieses llamado y hubiese venido.
-Entiendo que estabas con tus amigas.
-Las hubiese dejado de todas maneras y hubiese venido- Me dijo seria.
-Pero si saliste primero con ellas, yo no me hubiese molestado.
-Pero tú eres más importante que ellas- Me dijo mirándome a los ojos, la escuché tan sincera que me dieron ganas de darle un beso y lo hice.
* Besar a Lena era sentirse en otra dimensión, en donde se me olvidaba todo y lo demás desaparecía, solo quedábamos ella y yo, su perfume embriagaba cada uno de mis sentidos haciéndome desconectarme de la realidad, me sentía en las nubes, ella me hacía sentir tantas cosas diferentes…
-Te adoro mi lobita- Me dijo con una sonrisa.
-¿Desde cuando eres tan cursi, Lena?- Interrumpieron Lika y Ekaterina en la cocina.
-¿Y desde cuando les importa si soy cursi o no?- Contestó Lena molesta.
-Lena, Lenita, continúas rompiendo las reglas por esa mocosa- Dijo Lika.
-Guarda silencio, Anzhelika- Le indicó Ekaterina.
-Las reglas son una estupidez- Rió Lena. -Yo las hice así que las puedo romper cada que quiera.
-Nunca dejarás de ser una zorra- Exclamó Lika muy enojada.
-¡Hey, no vuelvas a hablarle así!- Le advertí a Lika.
-Eres muy inocente Volkova, te falta mucho por conocer a la verdadera Lena- Me dijo.
-Bueno ya, dejemos de discutir- Habló Ekaterina. -No es necesario, Lika, Lenita tiene razón, ella puede disfrutar todo el tiempo que quiera, sin embargo el final será el mismo de siempre- Sonrió.
* Después de la pequeña pelea, las amigas de Lena abandonaron la cocina, la pelirroja permanecía en silencio, un silencio algo molesto.
-Yo ya me voy- Le dije.
-Espera Yulia- Intentó detenerme.
-No tienes que explicarme nada- La detuve.
-No quiero que pienses que…
-Lena, escucha, yo sabía quien eras antes de que empezáramos algo… quiero que sepas que confiaré en ti mientras no me decepciones- Le dije y salí de la cocina.
Cuando salí me di cuenta que las amigas de Lena ya no estaban, me acerqué hasta donde la señora Katina y me despedí.
-¡Yulia!- Escuché la voz de la pelirroja, yo me detuve muy cerca de mi auto. -No quiero que te vayas así- Me suplicó.
-Lena, lo que te dije es cierto… voy a confiar en ti- Le repetí.
-Y yo no voy a lastimarte- Me dijo con una vocecita. -Nos escuches a mis amigas.
-No lo haré- Le aseguré. -Lo que no entiendo es como andas con ellas- Se me escapó.
-Somos amigas desde hace mucho tiempo… nunca habíamos tenido problemas.
-Está bien- Suspiré. -Me voy a casa.

Vi como la chica de ojos verdigrís intentó decirme algo pero al final se quedó callada, me subí al auto y emprendí la marcha, no nos despedimos…
El resto de la tarde me la pasé pensando en los sucesos de hoy en casa de Lena, especialmente en aquel momento en que me dijo que yo era más importante que sus amigas. Pienso que esas chicas no me quieren ver cerca de la pelirroja, se me hace que son unas envidiosas, no entiendo por que no pueden dejarle la vida en paz, no entiendo a ese grupo de chicas ¿Por qué Lena no podría hacer lo mismo que Ushka y dejar de hablarles? ¡Ushka! Claro debería hablar con ella.

-¿Yulia Volkova?- Dijo asombrada la castaña al verme al pie de la puerta principal de su casa.
-Hola, Ushka- Musité.
-Pasa- Me indicó y caminamos hasta el jardín, nos sentamos. - ¿Qué te trae por aquí?
-Vaya… parece que aun no sales de tu estupor- Bromeé y ella rio un poco.
-Es que aun no me lo creo… es decir, jamás hablas con alguien o vas a la casa de alguien que no sea Lena- Me comentó.
-Es cierto… admito que soy un poco…
-Si… ¿Necesitas algo?
-Tal vez… he visto que eres muy amiga de Lena y eres la única que me parece buena persona.
-No te agradan las demás ¿Cierto?
-Exacto y tú ya no andas con ellas.
-Digamos que me di cuenta de algunas cosas- respondió
-¿Qué te hicieron ellas?- Fui al grano de una vez.
-¿Por qué quieres saber?- Me preguntó extrañada.
-Tienes razón, es algo que no me incumbe- Me disculpe.
-Te lo contaré- Me detuvo, luego me guió hasta la sala de su casa, nos acomodamos en un mueble para conversar. -Todo lo que te hayan dicho de nosotras, es verdad… Somos amigas desde hace años, creo que desde los doce- Sonrió con melancolía. -Cuando empezamos a crecer nos dimos cuenta que chicos de la escuela querían salir con nosotras, Lena nunca creía en las palabras de los hombres, nunca supe por que ella no se mostró ingenua a pesar de su corta edad, y tampoco se que la orilló a la idea de inventarse unas reglas que debíamos manejar entre amigas, a la mayoría de las chicas ya las habían usado y roto el corazón, ella quería “venganza”… si, ya se que te sonará descarrilado sobre todo por que viene de una mente adolescente.
-¿Usado?
-Si, otros chicos… ¿Ahora entiendes por que inició todo?
-¿Qué hay de Lena? ¿Qué le sucedió a ella?
-Bueno no lo se con exactitud, pero tengo una teoría: ella nunca se involucró demasiado, pero vio como las chicas sufrían por los desplantes que les habían ocasionados sus ex-novios, entonces el coraje hacia los hombres creció dentro de ella… Lena expuso la gran idea, y nosotras, heridas, aceptamos…
-¿Y luego que sucedió?
-Lo que un día empezó como un juego se convirtió en algo más serio, algo que consumió a las chicas, con el tiempo, ellas se convirtieron en personas insensibles, frías, y nunca sentían remordimiento por nadie.
-¿Tú también eras así, no?
-Si- Respondió con arrepentimiento. - Ojala pudiera reparar todo lo que hice.
-¿Qué te sucedió a ti? - Le pregunté.
-Quebrante una de las reglas “más importantes”
-¿Cuál?
-Me enamoré de uno de los chicos… y teníamos cuatro meses de estar juntos, ellas me insistían en que debía dejarlo, yo me había dado cuenta de que no todos los hombres son iguales.
-¿Hablas de Nicolay?
-¿Cómo lo sabes?- Me preguntó confundida.
-Lena me habla de ustedes y dice que se quieren mucho- Le contesté. -Continúa.
-Luego ellas me hicieron creer que él me engañaba… nos engañaron a ambos- Relató con coraje.
-¿Eso hicieron? - Dije molesta. - No se suponen que son tus amigas ¿Y Lena?
-Lena nunca estuvo involucrada… una de las reglas era no interferir en la relación de cualquiera de nosotras, que se respetara el espacio de cada quien y que manejáramos las cosas a nuestra consideración. - Me explicó.
-No se que decirte- Mascullé. -Todo esto se me hace muy absurdo.
-Yulia- Me miró. -Yo pienso que tú puedes sacar a Lena de todo esto.
-No- Dije de golpe. -Solo ella puede hacerlo, es su decisión.
-Ella te ama, solo que no se ha dado cuenta… simplemente no quiere ver- Me dijo Ushka y yo me sorprendí demasiado, nunca antes había pensado en esa posibilidad, estaba convencida de que la pelirroja podría llegar a ser una gran actriz, entonces recordé las palabras de Lika cuando estábamos en la cocina. ¿Sería posible?
-¿Yulia?- Escuché de lejos la voz de Ushka. -¿Yulia?
-Dime- Sacudí la cabeza para concentrarme.
-¿Qué tanto quieres a Lena? ¿La amas?- Me miró fijamente y yo observé el suelo.
-Es alguien muy importante para mí… pero no sabría decirte si estoy enamorada de ella.
-Yo pienso que si es posible- Sonrió. -Además hacen un bonita pareja… nunca antes Lena había estado tanto tiempo con una persona, nunca la había visto tan feliz.
-No lo se…- Respondí con cara de confusión por que era así como me sentía, tal vez Lena había cambiado un poco, parecía ser más sensata. ¿Acaso podría llegar a amarme? -Me tengo que ir.
-Está bien, fue un placer hablar contigo… espero y pienses en lo que te he dicho- Sonrió.
-Gracias por todo.

Me alejé de cada de Ushka lentamente, no tenía prisa por llegar a mi hogar, y para mi suerte no me topé con ningún trancón cerca del centro, durante el recorrido no pude evitar pensar en todo lo que había sucedido esta tarde, especialmente aquellas palabras de Ushka. ¿Era verdad? ¿O mi mente quería engañarme deseando que así lo fuera? Cuando llegué a casa estacioné el auto afuera, me bajé con la misma paciencia con la que había conducido, eché un vistazo a lo que era mi residencia, parecía una mansión, mis padres siempre habían adorado esta casa, pero después de su muerte me sentía muy pequeña dentro de ella, por esa razón preferí irme a Londres. Supe que mi vida había sido muy solitaria, en el internado no hice muchos amigos, solo tenía uno, se llamaba Benjamins, nos hicimos amigos desde el primer año, él era muy divertido, no importa que tan triste me sintiera siempre lograba subirme los ánimos, había dejado de sentirme tan miserable hasta que él también me abandonó en este mundo, murió de leucemia hace casi tres años.

-Benjamins- Dije al recordar y dejé escapar un suspiro.
-¿Quién es ese?- Escuché la voz de Lena detrás de mí.
-¿Lena? ¿Qué haces aquí? - Le pregunté alarmada, me había provocado un susto.
-¿No me vas a responder? - Dijo molesta mientras se cruzaba de brazos.
-¿Qué es lo que tengo que responderte? - Indagué algo confundida.
-¿Acaso me estás engañando? - Exclamó alzando un poco más la voz, todavía no habíamos entrado a la casa, apenas estaba a unos metros del auto.
-¿Qué? - Pregunté más desorbitada que antes.
-A ver Yulia, dijiste un nombre de un chico y luego suspiras hondamente. ¿Quién es ese tal Benjamins?- Empezó a reclamarme, ahora había entendido su actitud, estaba tan desconectada que no me di cuenta que la pelirroja me había escuchado cuando dejé escapar el nombre de mi amigo.
-¿Puedes calmarte?
-¡Quiero que me respondas en este mismo momento! - Gritó exasperada mientras se ponía roja hasta las orejas, entonces supe que estaba verdaderamente molesta.
-Vamos a mi habitación y ahí te responderé quien es. - Le indiqué.

Lena me siguió refunfuñando y murmurando cosas de las cuales pocas entendí, pronto llegamos a mi cuarto, ella se sentó en uno de los extremos de la cama con cara de pocos amigos, yo me acerqué hasta un cajón que tenía seguro, era donde guardaba cosas muy personales, con la llave lo abrí y extraje de allí una foto de Benjamins.

-Este es- Dije dándole la foto a Lena, ella la tomó, en esa foto mi amigo tenía catorce años, sonreía ampliamente y yo estaba a su lado con una medio sonrisa, ese había sido mi cumpleaños número trece, tenía un gorro en forma de cono sobre la cabeza.
-¿Quién es?
-El único amigo que he tenido, Lena…

** ** **

Después de ver partir a Yulia, permanecí pensando un largo rato, la situación con mis amigas se ponía cada vez más estresante, especialmente mis constantes roces con Lika, pero las palabras de la ojiazul me dolieron más, no quería traicionarla, sin embargo ella aseguró que confiaría en mí, es tan difícil no quererla si Yulia se hace tan comprensiva a veces… Después de casi una hora decidí que iría a su casa, deseaba pasar un tiempo con ella, cada vez se me hacía más imposible no tenerla cerca, y tan solo podía extrañarla.
Cuando llegué a casa de la pelinegra deje el carro un poco más alejado de la entrada principal, a lo lejos vi su auto y luego la vi descender, se veía tan pensativa, quise sorprenderla pero justo cuando iba a lanzarme sobre ella la escuché susurrar claramente el nombre de un chico y luego dio un largo suspiro como esos que das cuando te gusta alguien. No pude evitar ponerme sumamente celosa, no soportaba escuchar de los labios de Yulia decir otro nombre de manera tan intensa que no sea el mío, así que de inmediato le reclamé, sin embargo ella parecía estar totalmente desorientada.
Cuando finalmente se dio cuenta de que estábamos hablando me guió hasta su habitación con la intensión de explicarme, todo se me hacía más extraño hasta que Yulia me entregó una foto vieja donde aparecía abrazada con un chico un poco más alto que ella, era rubio de una bonita sonrisa, parecía un cumpleaños, Yulia traía un gorro de fiestas, pero ella no se veía tan feliz.

-El único amigo que he tenido, Lena…- Le escuché decir con cierta nostalgia, su respuesta me sorprendió, al fin conocería un amigo de la ojiazul.
-¿Dónde está?- Se me ocurrió preguntarle.
-Benjamins fue mi único amigo en el internado- Me explicó. -Siempre fue demasiado especial, con él no me sentía tan sola- Relató con la cabeza agachada, la actitud de Yulia me empezaba a indicar que algo no andaba bien. -Lo quise mucho, Lena, él era como mi única familia- Dijo al borde de las lágrimas. -Pero luego murió. - Estalló en sollozos.

Por un momento me quedé en shock, no sabía como reaccionar, solo sabía que aquella chica había sufrido demasiado en su vida a una edad tan corta, me dolía verla en ese estado, era cuando se hacía más frágil, más pequeña… sin tardarme mucho la tapé en un abrazo consolador, ella hundió su cabeza en mi pecho para ahogar el llanto.

-Lo siento mucho, Yul- Le dije besando sus cabellos mientras intentaba levantarle la cabeza y limpiar sus lágrimas pero ella me lo impedía.

Me recosté sobre la cama sin deja de abrazarla, ella continuaba con la cabeza escondida, la escuché sollozar por un largo tiempo hasta que después noté que se había quedado profundamente dormida. La observé dormir sin poder apartar de mi mente los últimos sucesos, Yulia había desempolvado un pasado que así como otros de seguro había intentado apartarlo de ella por mucho tiempo, y ahora que retornaba a su memoria no podía evitar sentir más dolor simplemente.
“Te amo Yulia…” Se me escapó del inconsciente después de algún tiempo, me sorprendí tanto de mis propias palabras, que solo pude abrir los ojos como platos, ahora lo entendía. Ahora todos esas sensaciones encajaban, claro solo podía relacionarlas con ese sentimiento ¿Pero acaso uno se puede enamorar en tan poco tiempo? Solo han sido cinco cortos meses ¿Podría ser? Volvió su mirar hacia la chica de ojos azules, aún dormía y ya es sol estaba a punto de ocultarse.

-Es hora de comer, lobita. - Le susurré al oído pero no despertó. - Yulia. - Continué llamándola.
* La escuches gemir levemente mientras se separaba de mi costado y estiraba algunas partes de su cuerpo para abandonar la pereza, luego bostezó y finalmente abrió los ojos.
-¿Qué hora es? - Preguntó soñolienta mirando a través de la ventana.
-Poco más de las ocho. - Le respondí.
-¡He dormido muchas horas! - Exclamó alarmada.
-Solo un par. - Le sonreí. - ¿No tienes hambre?
-Tal vez un poco. - Contestó levantándose de la cama. - ¿No vienes?
-Por supuesto.

Bajamos hasta la cocina, donde siempre permanecía una señora de unos cincuenta años de nombre Aleksandra, a la que Yulia trataba de mejor manera después de Edik, supuse que le guardaba algún tipo aprecio, sin embargo, durante los últimos meses Edward me ha comentado sobre la mejoría de la actitud de la pelinegra con el personal del servicio, me dijo que prácticamente trataba bien a todos.

-Señoritas- Nos saludó la señora al entrar a la habitación.
-Hola Aleksandra. - Respondí al saludo con una sonrisa.
-Código rojo, Shura. - Dijo Yulia mientras se sentaba frente la barra y apoyaba la cabeza sobre ella.
-¿Qué es código rojo? - Les pregunté intrigada.
-Pronto lo sabrá señorita Sergeevna. - Me contestó con una sonrisa. - ¿Usted que desea que le prepare?
-Creo que una tortilla estará bien. - Respondí sentándome al lado de Yulia.

Al poco rato Shura, el cual era su apelativo, empezó a poner la comida sobre la barra, primero colocó mi tortilla acompañada con pan y una malteada de fresa, luego vino el montón de comida para la ojiazul, habían dos hamburguesas, papas a la francesa, sushi, postre, helado y finalmente un exagerado vaso de malteada de vainilla, yo no podía quitar mi cara de asombro, se trataba de algo que yo jamás me comería en una cena, entonces comprendí lo que significaba código rojo.

-¿Te comerás todo eso?
-Bueno, te mentí cuando dije que tenía un “poco” de hambre. - Sonrió.
-La señorita Olegovna es una tragona compulsiva. - Bromeó Shura y todas reímos.
-Claro que no, ¡Shura, eres una exagerada! - Exclamó la pelinegra aun riendo.
-La exagerada eres tú, Yulia Volkova. - Le dije seria y luego volví a reír.
-Lena. - Interrumpió Shura, por primera vez me llamaba por mi primer nombre.
-¿Eh? - Yulia y yo detuvimos la comida por un momento.
-Solo quería agradecerte por hacer sonreír tanto a Yulia. - Me dijo seria y yo me sonrojé al máximo, sentía que la cara me ardía demasiado. - Disculpe no quise apenarla.
-No te preocupes, Shura, gracias por lo que has dicho. - Mascullé y la ojiazul permanecía callada, pero de inmediato me miró y sonrió con ternura, traía la boca llena y se veía tan graciosa.
-Te vas a atorar. - Le advertí y continué con mi cena.
* Después de la cena regresamos a la habitación de Yulia, ella se acostó sobre la colcha de una vez mientras se sobaba el estómago inflado por tanta comida, me pareció que se le dificultaba hasta respirar.
-Eso te ganas por comer tanto.
-Creo que no volveré a repetirlo. - Se quejó. - ¿Te quedarás hoy a dormir?
-Mmmm, tal vez. - Dije haciéndome la rogada.
-Di que si. - Habló con cara de súplica. - Veremos películas. - Me prometió.
-¿Por qué mejor no hacemos algo mejor? - Le pregunté saltando a su lado.
-¿Hay algo mejor que ver películas? - Dijo frunciendo el ceño.
-Tonta. - Me burlé dándole un golpe en la cabeza. - Nos iremos de antro. - Sonreí.
-¿Qué? - Dijo de golpe.
-A ver Yulia, nos iremos a bailar. - Le expliqué emocionada.
-Eso lo entendí perfectamente. - Me aclaró. - ¿Qué vamos a hacer allá?
-Pues bailar ¿Qué más? - Respondí con una expresión de obvio.
-Jamás he ido a esos lugares, la música siempre está a un volumen bastante desconsiderado y todos fuman o beben, es desesperante.
-Claro que no, te prometo que te divertirás de lo lindo.
-No creo que sea buena idea, Lena. - Continuó negándose.
-Yul. - Dije con cara suplicante. - Dime que si.
* La ojiazul se quedó pensando por un largo tiempo sin decir nada.
-Está bien. - Aceptó no muy convencida. - Pero que quede claro que solo lo hago por ti, y otra cosas, cuando quiera regresar, regresaremos ¿Vale?
-Vale- Contesté levantando una mano en señal de juramento.

Muy cerca de las once estábamos listas, Yulia aun tenía esa expresión de no estar segura en ir, sin embargo no se abstuvo. Antes de salir le indicó a Edward a donde iríamos, él rió al saber que Yulia asistiría por primera vez a esa clase de lugares, ella lo quiso asesinar con la mirada y él detuvo las risas. Esta vez Yulia eligió un Lamborghini negro, era simplemente espectacular, tenía una súper colección de autos lujosos, no recuerdo el número, pero su concesionario era bastante amplio.

-Wow Yulia, cada vez me sorprendes más con estas máquinas.
-¿Te gusta? - Preguntó con una sonrisa mientras acariciaba el volante. - Es simplemente genial, solo lo utilizo para las noches. - Me explicó.
-¿Con quien sales en las noches? - Pregunté seria.
-Es la primera vez que lo saco tontita.
-Más te vale. - Le dije con voz amenazante y ella rió.

Le expliqué a Yulia la dirección del lugar donde iríamos, ella condujo prudentemente hasta el sitio, cuando llegamos vi como inspeccionaba todo a su alrededor con cierta cautela, entramos rápidamente por que yo era amiga del administrado de l lugar, quien era el hijo del dueño de la discoteca, un chico que ya iba a la universidad a quien conocí por que una mis amigas fue su novia y salimos en citas dobles más de un par de veces.

-Hola, Lena. - Me saludó alegremente Vitaly.
-¿Cómo estás Vitya?
-¿Vienes acompañada? - Mirando a Yulia con insinuación.
-Es mi novia. - Le aclaré de inmediato.
-Lo siento. - Sonrió por que supo que yo había notado su expresión al verla.
-Su nombre es Yulia. - Le dije presentándola.
-Mucho gusto Yulia, soy Vitaly.
-Hola. - Respondió Yulia con descuido.
-No sabía que ahora sales con chicas. - Dijo Vitaly y me guiñó un ojo. - Pensé que podía tener un chance contigo, pero veo que ya no estás disponible. - Me susurró muy cerca del oído.
-Me dio mucho gusto verte Vitya, hasta pronto. - Me despedí al ver que la pelinegra se empezaba a irritar por la presencia de aquel chico.
-Ok Lena, llámame cuando necesites a alguien, digo algo. - Sonrió y se fue.
* Elegí una mesa y nos sentamos, Yulia aun permanecía seria.
-¿Qué pasa, lobita? - Le pregunté.
-¿Quién era ese tipo? - Me preguntó con cierto recelo.
-Fue novio de Ekaterina. - Le expliqué. - Es administrador de este lugar.
-Entiendo.
-¿Quieres tomar algo? - Le pregunté.
-¿Qué vas a tomar tú?
-Un vodka estaría bien. - Le respondí.
-¿Te vas a embriagar?
-No necesariamente.

Para empezar Yulia pidió un jugo, aclarándome que no pensaba embriagarse ni nada parecido, pero luego le sugerí que le agregara un poco de vodka al jugo de naranja, vaciló pero al final aceptó y se dio cuenta de lo bien que sabía, charlamos un rato que no me di cuenta en que momento la pelinegra empezó a beber el vodka puro. Yo estaba acostumbrada a tomar y me hacía falta muchas copas más para empezar a perder los sentido, caso contrario con Yulia que cuando eran un poco más de la una empezaba a ponerse bastante charlatana y desinhibida.

-Bailemos, Lena. - Me dijo de pronto.
-¿Bailas? - Le pregunté.
-¿Quién no? Prometo no defraudarte. - Me guiñó un ojo y nos acercamos a la pista.

En ese preciso momento estaba sonando una electrónica que me encantaba, además era muy movida, observé a Yulia quien parecía un poco mareada, definitivamente ya no era ella. Lo que siguió fue aun más insospechado, Yulia empezó a bailar al ritmo de la música, se movía muy bien en lo que parecía más una danza muy sensual que estaba desconcertando mis sentidos haciendo que un calor singular recorriera mi cuerpo.

-Ok Yul, creo que es hora de que volvamos. - Le dije cerca del oído para que pudiera oírme, ya habíamos bailado tres canciones.
-Podemos seguir bailando. - Replicó bebiendo otra copa de Vodka.
-Sería mejor que dejaras de tomar.
-¡Vamos, Lena, no seas aguafiestas! - Exclamó.
-Y eso que no querías venir. - Dije entre dientes.
* Continué insistiéndole a la ojiazul en que regresáramos a casa pero ella se negó innumerablemente. En ese momento un chico se nos acercó, de inmediato adiviné que estaba bastante tomado y percibí lo peligrosa que podía ponerse la situación.
-Hola pelirroja. - Me habló muy cerca de la cara. - ¿No quieres bailar conmigo?
-No, gracias. - Le evadí de inmediato.
-Anda, no te arrepentirás linda pelirroja. - insistió.
-¿Qué no entiendes, imbécil? - Interrumpió la chica de ojos celestes.
-Wow que linda mocosa. - Dijo el hombre. - Entonces pelirroja. ¿No bailas? - Repitió tomándome del brazo de una manera muy ordinaria.
-¡Aléjate de ella, Idiota! - Gritó Yulia y le soltó un puñetazo en la nariz, el chico empezó a sangrar dejando entender que estaba rota a causa del golpe.
-¡Maldita ramera! - Exclamó adolorido mientras se agarraba la nariz, pero eso no fue todo, el chico se volvió hacia nosotras y como pudo le devolvió el golpe a Yulia.

Lo que siguió fue un complot en la discoteca, la ojiazul perdió el equilibrio y fue a dar al piso después del golpe, yo la puse de pie como pude y logré sacarnos de allí rápidamente. Yulia iba semiinconsciente, nuevamente le habían golpeado un ojo, busqué entre sus bolsillos la llave del auto y nos conduje hasta la casa de la pelinegra.

-Ok Yulia, despierta- Dije dándole golpecitos en la mejilla, ella yacía sobre la cama. -¡Vamos!
* Insistí durante un tiempo, pero ella no reaccionaba.
-¡Yulia!
-¿Lena?- Le alcancé a entender.
-Estás bien- Suspiré aliviada. -Serio, te pasas eh…

Como pude logré sacarle el pantalón y le cambié la blusa por una playera blanca, luego, me puse ropa de dormir, tenía alguna parte de mis ropas en casa de Yulia para las veces en que no planeaba quedarme a dormir pero lo hacía, así no tenía que llamar a mi casa para que me la trajeran. Después de acomodarme la pijama me metí debajo de las cobijas junto a la pelinegra que no se porque esa noche habló dormida más que de costumbre.

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josshua2014

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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by:  Papillon Empty Re: ¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:17 pm

Empecé a despertar a medida que sentía un fastidioso dolor en todo el cuerpo, especialmente en la cabeza y en mi ojo izquierdo, por un segundo creí que no abriría los párpados, los cuales sentía muy pesados, me moví con dificultad mientras intentaba enderezarme.

-Despertaste. - Escuché la voz de la pecosa. - ¿Cómo te sientes?
-Fatal- Alcancé a articular y finalmente pude abrir los ojos por completo.
-Me imagino. - Murmuró. - Ten. - Ofreciéndome un vaso de agua.
-Gracias. - Dije al terminar de tomármelo por completo, tenía la garganta reseca.
-Déjame ver tu ojo. - Dijo acercándose a mí. - No está tan mal como la vez pasada, seguro fue por que ese chico estaba bastante ebrio. - Me consoló. - Cielos Yulia, no pensé que ibas a romperle la nariz… parece que tienes la mano pesada- Sonrió.
-Ni lo menciones. - Puse los ojos en blanco.
-Te advertí que nos fuéramos, pero te empeñabas en quedarte. - Me recordó.
-Necesito una aspirina. - Me levanté ignorando el comentario de la pelirroja.
-Aquí te traje una. -Me dijo entregándome la pastilla y otro vaso de agua.
-Al parecer has tenido muchas veces esta experiencia.
-Solo un par. - Especificó.
* Me tragué la aspirina esperando que hiciera su efecto lo más rápido posible, sentía que la cabeza estaba a punto de estallar en mil pedazos. Volví a recostarme al espaldar de la cama, con una mano sobre la frente intentando soportar el dolor que me acompañaba.
-Le diré a Shura que te prepare un caldo, te caerá bien. - Me aseguró.
-¿Qué horas es?
-Es casi medio día. - Contestó. - Regreso en un segundo. - Me avisó saliendo de la habitación.

Durante ese día completo, Lena se la pasó en mi casa consintiéndome como solía hacerlo cuando algo me sucedía, me trataba como una chiquilla incapaz de hacer cualquier cosa, al principio me molestaba pero con el paso del tiempo se me hacía hasta agradable sus cuidados, la pelirroja se comportaba muy dulce y especial conmigo, cosa que me hacía feliz de una u otra manera. Necesitaba a Lena en mi vida, por que se había convertido en una parte fundamental de ella sin que me diera cuenta, simplemente no podía estar lejos de esa chica de ojos verdigrís.
El lunes estuve a primera hora en la escuela, quise llegar temprano para aclarar una nota pendiente que tenía con un profesor, las primeras clases estuvo dentro de los parámetros, claro que no vi a la pecosa dentro del aula, algo totalmente anormal, porque Lena siempre asistía a todas las clases. Sin embargo la encontré durante el primer receso con su grupo de amigas, vacilé en acercarme, pero al final decidí ir, quería preguntar la razón de su ausencia en las clases.

-Hola. - Interrumpí las risas de las chicas.
-Yulia. ¿Cómo estás, lobita? - Me saludó la pelirroja con su tono dulzón de siempre.
-Bien. - Respondí rápidamente. - ¿Dónde estabas esta mañana?
-En la coordinación, la oficina de bienestar me citó para promover la realización de un evento aquí en la escuela, me eligieron como organizadora para la fiesta del fin de año. - Relató emocionada.
-Eso es bueno. - Comenté.
-Yulia. ¿Por qué no nos saludas a nosotras? - Dijo de pronto Anzhelika, yo solo la miré despectivamente y volví mi mirada a Lena. - Supimos lo que pasó el fin de semana.
-Si, te vimos bailar de la manera que lo hiciste. - Agregó Svetlana.
-Wow quisiera bailar contigo un día de estos. ¿Aceptarías mi invitación? - Habló Lika.
-No creo que Lenita le de permiso. - Dijo Ekaterina en tono burlón.
-Y lo mejor fue cuando atacaste a aquel chico, como de película. - Rió Svetlana.
-Chicas, basta. - Habló Lena muy seria y casi molesta.
-Déjalas Lena, que la única razón por la cual no quiero decirles nada es por que son tus amigas.
-Yulia… - Intentó decirme algo pero yo la interrumpí.
-Búscame cuando estés sola. - Le dije y me fui sin mirar a las amigas de ella.

** ** **

-¿Te molestaste, Lenita? - Me preguntó con hipocresía Lika.
-¿Cuándo será que dejaran de fastidiarla?
-¿Y cuando será el día en que la dejes de una vez? - Contraatacó Svetlana.
-Entiendan que no tengo pensado dejarla por ahora. - Les aclaré con enfado.
-A ver Elena, ya están rayando los tres meses, se supone que hace dos meses tendrías que haberla dejado. - Dijo molesta Lika.
-Yo hago mi vida como me plazca, no les volveré a repetir así que espero que les quede claro: no voy a terminar con Yulia por ahora. - Sentencié y me aleje de la mesa.

Cada vez se hacía más insoportable estar con las que yo creía mis amigas, en realidad ya no éramos las mismas de antes, todas habíamos cambiado significativamente, en ellas no quedaba ya la mínima inocencia de cuando nos conocimos, especialmente Anzhelika que ahora no era más que una chica interesada y envidiosa, ahora era otra persona, las citas de una noche y sexo era lo único que había en su vida y nosotras que éramos su único apoyo, pero ella no podía ver que su mundo estaba colgando de un hilo y que estaba muy cerca de caer en un precipicio, sin embargo, yo no podía alejarme de ellas, me sentía culpable, fueron mis absurdas ideas las que nos llevaron hasta este punto, solo que a diferencia de Ushka y de mi las demás están a punto de salirse de control.

-¿En que piensas con tanta intensidad? - Escuché a mis espaldas la aterciopelada voz de Yulia.
* Me volteé para poder admirar el cielo que eran sus ojos, ahora lo comprendía, Yulia me había salvado de todo lo que era antes, desde que ella había entrado mi vida todo se había transformado, yo era un persona completamente diferente.
-¿Qué sucede, pelirroja? - Volvió a preguntar sentándose a mi lado.
-Gracias, Yulia. - Le dije mirándola directo a los ojos, de inmediato vi su expresión de confusión.
-¿Y a que se debe eso? - Me preguntó divertida, simplemente su sonrisa podía hacer desaparecer cualquier angustia que albergara mi corazón.
-Por estar conmigo. - Respondí en un susurro.
-Definitivamente algo extraño pasa contigo. - Sonrió.
-Yulia. - Le hablé seriamente, ella quitó su sonrisa de una vez. - Quiero que me prometas algo.
-¿Algo como que?
-Que nunca te apartarás de mí, pase lo que pase.
-No entiendo Lena. ¿Sucede algo? Dime. - Habló un poco más desesperada.
-Solo prométemelo, no quiero que nunca te dejes engañar por lo que te hablen de mí… Yulia yo no quiero perderte, por que eres muy importante en mi vida, solo deseo que entiendas eso.
* Observé a la pelinegra, ella desvió la mirada hacia el suelo mientras permanecía muy pensativa y un silencio grande ya se hacía bastante molesto.
-¿Yulia? - La llamé sutilmente.
-Lena. - Me miró. - ¿No lo sabes? Tú también eres muy importante para mí, en realidad, no es solo eso, tú eres ahora la persona más importante en mi vida, eres lo único que tengo, yo jamás me apartaría de tu lado.

Sentí como mi alma fue atravesada por las palabras de aquella chica de ojos celestes ¿Cómo no quererla? ¿Cómo no amarle? ¿Cómo decirle que no a esos ojos de cielo que me cautivaban día a día? Sentía que a medida que pasaba el tiempo ella se apoderaba mucho más de mi corazón. Aunque todo iba bien, algo dentro de mí temía que mis amigas actuaran en contra de nuestra relación como lo que sucedió con Ushka. Inconscientemente acerqué mi cara a la de ella lentamente hasta sellar nuestros labios en un beso, duró unos segundos hasta cuando sentí mi cabeza totalmente empapada.

-¿Qué demonios? - Exclamó Yulia con cierta molestia al verse toda mojada.
-Hola hermanita. - Escuché la voz de uno de mis hermanos, era D'mitri.
-¿Dima? ¿Qué haces aquí? - Le pregunté extrañada.
-No sabía que ahora hacías esta clase de shows. - Dijo mirando a la pelinegra.
-¡¿Qué te pasa estúpido?! - Le gritó la ojiazul.
-Yulia… espera, es mi hermano. - Le expliqué y vi nuevamente esa expresión de confusión.
-¿Tu hermano? - Me preguntó mirando al chico de arriba abajo.
-¿No presentas, Lenita? - Interrumpió nuevamente mi hermano intermedio.
-No me has respondido que haces aquí.
-Tuve algunos problemas en Berlín. ¿Acaso papá no te ha puesto al día? - Contestó mientras no apartaba la mirada de la pelinegra. - Hola Yulia, soy D’mitri. - Le sonrió extendiéndole la mano.
-Ya pagarás haberme echado esa botella de agua encima. - Fue lo que respondió Yulia sin siquiera tomarle la mano. - Yo me voy. - Me avisó y desapareció.
-Que chica tan “amigable” - Comentó mi hermano.
-La hiciste enfadar, tonto.
-Pero sin dudas está como se quiere, es muy linda. ¿Yulia Volkova, cierto?
-¿Cómo sabes que así se llama? - Le pregunté extrañada.
-Papá me ha comentado, además tengo recuerdos de cuando estaba pequeña. - Explicó.
-¿Y por que has venido hasta mi escuela?
-Quería verte. - Contestó. - Ya hace un año que no nos veíamos… y también quería darte la noticia. - Sonrió. - ¿No quieres conocer a tu nuevo sobrino?
-¿Sobrino? - Dije confundida. - ¿De que me estás hablando?
-Soy papá, Lena. - Exclamó muy feliz y yo quedé en shock.
-¿Qué? ¿Cómo?
-Y me voy a casar. - Agregó. - ¿Qué no vas a felicitarme? Ya quita esa cara.
-Wow aun lo estoy procesando.
-Vamos a la casa. - me tomó de la mano.
-Tengo que avisarle a Yulia.
-¿Desde cuando le avisas donde vas a tus citas? - Me preguntó divertido. - No me digas que todos los rumores son ciertos. - Rió.
-¿Qué rumores? - Indagué con curiosidad.
-Dicen que esa chica te ha cambiado demasiado, que ya no eres ni la sombra de lo que eras, no vas a fiestas, no coqueteas constantemente con los chicos, ahora eres fiel… etc. Wow Lena ¿Te enamoraste acaso? - Continuó en tono divertido.
-Ay déjame en paz. - Le hablé un poco seria.
-¿Entonces es verdad? - Me miró sorprendido.
-Puede que si haya cambiado un poco, pues…
-¡Lena! ¡Estás sonrojándote! ¡Es cierto! - Exclamó de repente.
-¿Podrías dejar de fastidiarme por un momento? Ya vámonos que quiero conocer a mi nuevo sobrino. - Sonreí y lo halé hasta el estacionamiento.

Boris había venido con D’mitri, así que nos regresamos a casa, en el camino llamé a Yulia y la puse al tanto, también le pedí que se presentara en mi casa en la noche, ella prometió que estaría allá después de las seis. Cuando llegamos a casa nos bajamos rápidamente de la camioneta, en la sala estaban mi padres con una cara de felicidad única, también había una chica de cabello castaño con una criatura en brazos.

-Victoria- Escuché decir de los labios de Dima, la chica se dio la vuelta. -Ella es Lena.
-Hola. - Me saludó tímidamente.
-Mucho gusto. - Le respondí con una sonrisa.
-Este es mi bebé. - Me indicó con una gran sonrisa mi hermano y yo me acerqué al pequeño, parecía de unos cinco meses, era blanco, con unas pequeñas pecas, pero castaño como D’mitri.
-Es hermoso. - Comenté, el niño abrió los ojos y eran verdes.
-¿Lo ves? - Me dijo Dima. - Son los ojos de mamá y los tuyos. - Sonrió.
-Es cierto. - Asintió Victoria mirando mis pupilas. - Tu hermana tiene ese mismo color de ojos, es hermoso, como el color de las esmeraldas.
-¿Dónde dejaste a Yulia? - Me preguntó papá como siempre.
-En la escuela. - Respondí mirando a D’mitri y le hice señas para que no dijera nada.
-Quiero que la llames y le invites, haremos una cena familiar hoy. - Sonrió mi padre.
-Ya le dije que viniera.

Pasamos la tarde hablando en la sala, hasta las cinco que nos fuimos a arreglar, papá dijo que también vendrían amigos suyos a celebrar el nacimiento de su nieto. A las seis y quince apareció Yulia quien fue recibida por Blankeira, el cachorro que me había obsequiado la ojiazul se había encariñado mucho con ella. Entró y saludó solo a mis padres, sin mirar a Dima.

-Yulia- Sonrió mi papá al verla, él simplemente la adoraba. - Me alegra verte.
-A mi también, señor. - Sonrió con ese encantador gesto que ella sabe hacer.
-Imagino que Lena te explicó la razón por la que quise que vinieras a cenar hoy.
-Mmmm, no. - Respondió confundida e intercambiamos miradas.
-Bueno este que ves aquí, es mi hijo. - Dijo presentando a D’mitri, mi hermano se puso de pie frente a ella y le sonrió, ella lo miró por unos cinco segundos, luego bajó la mirada y la fijó en el vaso de jugo que habían acabado de entregarle, entonces supe de inmediato lo que haría, si, le vació completamente el jugo a D’mitri sobre la cabeza, todos la miraron atónita.
-Ya nos conocíamos. - Sonrió Yulia. - ¿Verdad, D’mitri?
-¡Demonios! - Fue lo único que dijo Dima.
-¿Qué es todo esto? - Preguntó mi padre serio.
-Te lo puedo explicar papá. - Se apresuró D’mitri. - Lo tengo bien merecido…
-Ahora sí, mucho gusto, D’mitri. - Dijo Yulia y le apretó la mano regalándole una sonrisa.
-Esta chica es muy simpática. - Comentó mi hermano, pero en la sala nadie entendía lo que acababa de suceder. - Yulia, esta es mi prometida Victoria.
-Hola. - Saludó a la chica castaña.
-Amor, esta es Yulia, la novia de mi hermana.
-Mucho gusto. - Sonrió Victoria.
-Y este mi pequeño bebé.
-¿Eres papá? - Preguntó con una sonrisa mi novia.
-Si, ven, te presento al pequeño Vitaly. - Mostrando al niño.
-Lena. - Masculló la pelinegra al ver los ojos de mi sobrino.
-¿Son idénticos, cierto? - Dijo Dima refiriéndose al color de los ojos de su hijo.
-Es muy bonito. - Comentó finalmente Yulia y le sonrió. - Te felicito.
-Gracias, ahora, yo me iré a cambiar si me disculpan.
* D’mitri desapareció de la sala y los primero invitados empezaron a llegar, mi papá dejó de atacar a Yulia con sus preguntas por un momento, entonces me acerqué a ella.
-¿Estás loca?
-¿Qué sucede, Lena?
-Por suerte solo estábamos nosotros. ¿Por qué le hiciste eso a Dima?
-Se lo merecía. - Me contestó y se encogió de hombros como si no fuera nada del otro mundo.
-Yulia Volkova. - La reprendí.
-¿Qué? ¿Acaso no tengo razón? Le advertí que me desquitaría la de esta mañana en la escuela. ¿Y por que no me dijiste que había una cena familiar hoy en tu casa? - Preguntó cambiando de tema.
-Por que no sabía cuando te avisé que vinieras. - Le expliqué. - Pero no te preocupes que así como estás te ves bien. - Bromeé y le guiñé un ojo.
-No lo digo por eso boba. - Puso los ojos en blancos y me acercó a ella aferrándose a mi cintura.
-Yulia… los acercamientos están prohibidos en presencia de mis padres. - Le susurré.
-No te voy a hacer nada, pelirroja. - Bromeó y luego dejó escapar una sonrisa de malicia. - A menos que tú me lo pidas. - Me habló en un tono más serio mientras observaba mis labios.
-¿Qué te dieron de comer hoy? - Le pregunté mientras disimuladamente me liberaba de sus brazos.
-¿Nerviosa? - Soltó una carcajada.
-Tonta, ya deja de jugar. - Dije al darle un golpecito en la cabeza.
-No sabes cuantas ganas tenía de conocerte. - Interrumpió mi hermano de la nada. - ¿Sabes, Yulia? Eres muy famosa, mis padres no paran de hablarme de ti. - Continuó.
-Ve a volar D’mitri. - Lo detuve por que ya lo veía hablar de más.
-No seas mala hermanita, solo quiero fortalecer lazos con mi cuñada ¿Tú que dices Yulia? - Sonrió.
-D’mitri. - Le hablé seria.
-Lena solo quería corroborar de que manera esta chica te robó el corazón.
-¿Qué es lo que dices? - Habló finalmente la pelinegra.
-Yulia no lo escuches, ya ves que solo le gusta molestar.
-Si Volkova, todos en la casa dice que tienes enamorada a mi hermanita- Concluyó mi hermano y sentí como el rostro se ponía del color de mis cabellos, la ojiazul me miró seria y al verme sonrojada sonrió ampliamente y me robó un beso, del que yo me separé rápidamente.
-¿Lo ves? - Rió mi hermano. - No se pueden ni contener, no seas tímida Lenita- Sonrió por última vez y se alejó de nosotras.
-Te voy a matar ¿Por qué me besaste? - Le pregunté alarmada, mientras miraba a mí alrededor pendiente a la mirada de mis padres sobre nosotras, pero ellos se notaban muy tranquilos, sin embargo, me apenaba hacer este tipo de cosas delante de ellos.
-Huy Lena me sorprendes, si generalmente tú eres la que siempre quieres besarme y ahora que lo hago te enojas. ¿Quién te entiende a ti? - Dijo seria.
-Ahora te haces la tonta. - Le hablé molesta. - Definitivamente algo pasa contigo hoy.
-Mejor me voy a otro lado, amargada.
-Tú no te mueves de aquí. - La detuve agarrándola del brazo.
-¿Crees que tú me lo vas a impedir? - Me dijo alzando un poco el tono de voz haciendo que más de un par de ojos se posara sobre nosotras.
-¿Pasa algo niñas? - Preguntó mi padre un poco inquieto.
-No, no es nada papá. - Lo tranquilicé liberando a la pelinegra.
-Déjalas Sergei, ya sabes como son ellas, están de cariñosas y de un momento a otro se pelean por cualquier tontería, así son los enamorados. - Comentó mi madre.
-Mamá. - Dije sonrojada. - Yulia ven aquí. - Exclamé al ver a la ojiazul salir hacia el jardín, pero ella ignoró mi llamado y siguió su camino. - Grrrrr - Gemí molesta mientras me recargaba sobre un sillón a un costado de mi madre.
-Tenle paciencia hermanita, que ella ya hace mucho soportándote a ti. - Habló D’mitri siempre con sus comentarios fuera de lugar, yo le dirigí una mirada de enojo y él se puso serio.
-Basta Dima. - Le indicó mi padre. - Y tu princesa ¿Por qué mejor no vas con Yulia?
-Papá ya sabes como se pone de pesada cuando quiere. - Me quejé y mis padres me miraron de inmediato con desaprobación, entonces me puse de pie de mala gana y salí al jardín.
* Caminé lentamente pensando intensamente en los sucesos de unos momentos atrás, a lo lejos visualicé a Yulia sobre el césped jugando con Blankeira, que a pesar de tener meses estaba bastante grande y fuerte, sonreí al ver la escena de la pelinegra siendo arrollada por mi mascota.
-Basta Blankeira. - Decía Yulia entre risas intentando apartar el animal de encima.
-Blankeira. - La llamé desde cerca y ella se me acercó entre saltos.
-Gracias por salvarme de ese animal endemoniado. - Dijo la ojiazul sentada todavía sobre el césped mientras arreglaba sus ropas y se sacudía la hierba del cabello.
-Eso te ganas por seguirle los juegos pesados. - Sonreí.
-Tal vez. - Dijo con una expresión de duda, en esa que coloca su índice sobre el labio inferior.
-Volvamos a la casa, ya sabes que es un día especial para mi familia. - Le pedí.
-¿Por qué mejor no nos quedamos aquí? - Reprochó infantilmente volviéndose a recostar sobre el pasto, yo suspiré un poco desesperada.
-Yulia. ¿Te das cuenta de lo que estoy intentando decirte? - Le hablé en un tono serio. - Y ponte de pie que solo estás ensuciando tu ropa y luego llegan los amigos de mis padres.
-No me interesan los amigos de tus padres.
-Pero ellos son importantes para mis papas ¿Por qué no puedes comprender? - Exclamé levantando las manos al cielo pidiendo un poco más de paciencia.
-Entonces me voy a casa. - Dijo enojada.
-¡No! No puedes hacerle eso a papá… A ver. ¿Qué quieres que haga para que dejes esa actitud?
-Ok. - Habló indignada. - Volvamos. - Agregó poniéndose de pie.
-Gracias. - Dije aliviada y le tomé la mano, pero ella no me miró, solo continuó caminando.
-Déjame. - Me dijo soltándose de mí.
-Eres una pedante, no te soporto Yulia. - Le hablé molesta.
-¡¿Entonces que demonios haces conmigo?! - Exclamó.
-No vayamos a discutir. - Intenté calmarla. - Hoy no, por favor.
-Como quieras. - Masculló y siguió su camino
-Cielos Yulia, no entiendo por que tienes que comportarte de esta manera.
-Acabas de decir que hoy no quieres discutir, sería mejor que guardaras silencio.
-¿Me estás mandando a callar? - Me detuve y le reclamé con molestia.
-Sería lo más sensato… hablas demasiado que me ocasionas jaqueca.
-¡Hasta aquí llegué contigo! - Exclamé enojada. - ¿quieres largarte? ¡Lárgate entonces! - Le grité.
-¿Sabes, Lena? ¡Eso es precisamente lo que voy a hacer! - Exclamó señalándome con su índice.
* De inmediato caminó en sentido opuesto a la casa, se dirigía a la zona de parqueo y caminaba a paso doble, sabía que estaba molesta pero yo lo estaba más. Después de verla partir en su auto, regresé con mis padres.
-¿Dónde dejaste a Yulia, Lenita? -Me preguntó mi padre haciendo que me irritara aun más.
-Se fue. - Respondí cortante. - Voy a estar en mi habitación.
-Espera, Lena. - Me detuvo. - Lo más conveniente sería que te quedaras con nosotros, en menos de una hora empezaran a llegar los invitados.
-Pero. - Intenté decir algo pero mi madre me interrumpió.
-Pero nada, hija, quedamos en hacer esta reunión en mención al retorno de tu hermano.
-Está bien. - Mascullé con indignación y me recargué sobre una silla.
-Y no te preocupes por Yulia, seguro regresa pronto. - Dijo mi padre.
** ** **

Salí de casa de Lena enfadada, bueno la verdad es que no podría justificar mi enojo, pero algunas veces se me dificulta entender las actitudes de la pelirroja, aunque admito que puedo llegar a ser muy caprichosa en ciertas ocasiones, finalmente concluí que mi comportamiento no fue el adecuado durante la tarde, pensé en ir a casa y cambiarme las ropas para regresar a la cena de mis queridos “suegros”. Me tardé media hora en llegar a casa, el tráfico estaba difícil, pero lo tomé con calma, no quería molestarme por nada, sin embargo cuando llegué a casa me encontré con una sorpresa nada agradable, si, en la sala principal de mi casa me estaba esperando un chico que en las últimas semanas se había dedicado a cortejarme, y por suerte, Lena no se daba por enterada de la situación, su nombre era Valeri, era nuevo en la academia de tenis. Valeri era alto y de ojos grises con su cabello castaño bajo la altura del mentón, traía un ramo de rosas en la mano.

-Yulia, que bueno que llegas, te he estado esperando por una hora. - Me saludó con un beso muy cerca de la comisura de mis labios.
-¿Qué haces aquí? - Le pregunté en mi tono seco.
-Quería verte.
-Hubieses esperado hasta mañana que tenemos que ir a la academia.
-Bueno pero… te traje estas rosas. - Dijo ofreciéndome el ramo yo lo recibí y las miré despectivamente, luego las coloqué de inmediato sobre una mesa.
-Gracias.
-Aún así no son tan hermosas como tú. - Me halagó.
-Bueno Valeri ya que cumpliste con tu encargo puedes irte.
-Pero quisiera pasar un tiempo contigo, charlar tal vez. - Replicó.
-Tengo que salir, así que necesito tiempo para arreglarme.
-¿Vas a salir? ¿Con quien? Pero si no tienes novio.
-¿Y a ti que te importa si salgo o no? - Le dije cortante y el se intimidó, sentí remordimiento.
-Tienes razón. - Habló con una expresión algo triste. - Supongo que me tengo que ir.
-Exacto.
-Por lo menos podrías acompañarme hasta mi auto. - Me rogó.
-No hay problema. - Acepté para que se fuera lo más rápido posible.
* Caminamos hasta su auto, durante el trayecto extrañamente no me dijo nada, supuse que estaba un poco desanimado por mi actitud, claro que él aun no estaba enterado de que yo andaba con Lena, ni siquiera se conocían, pues Lena tenía un poco más de un mes de no asistir a mis practicas.
-Gracias Yulia por haberme acompañado. - Habló.
-No te preocupes, adiós.
-Si adiós. - Musitó, entonces sin que yo pudiera reaccionar, Valeri se balanceó sobre mí, me tomó de la cintura y me plantó un beso en la boca, de la impresión no pude moverme para evitarlo, fueron como cinco segundos, y fue él quien rompió el lazo.
-Lo siento, no pude resistirme, tienes unos labios muy…
-¡¿Pero quien te crees?! - Exclamé cuando finalmente reaccioné. - Tonto. - Le di una bofetada.
-Huy tienes la mano pesada. - Se quejó sobándose la mejilla. - Pero no me arrepiento. - Agregó rápidamente y corrió a subirse a su auto.

Me quedé unos minutos pensando en lo que había acabado de suceder, definitivamente un situación muy extraña, por primera vez me besaba alguien que no fuera la pelirroja, Lena ¿Qué pensaría si se enterara de lo ocurrido? ¿Sería lo mejor decirle? ¿Y si se ponía histérica? Aparté mis cavilaciones y decidí ir a arreglarme para volver a la reunión de los Katin.

** ** **

Después de media hora se presentaron los amigos de mis padres, algunos venían con sus hijos, chicos que estudiaban en la preparatoria, entre ellos, mis ex-novios, otros solo los reconocía de cara. Papá como buen anfitrión se dispuso a atender a sus invitados de inmediato, mientras que yo no me moví de mi sitio, esperando que el enfado se evaporara rápidamente. Sonreí al ver a mis padres enseñar su nuevo nieto, estaban extremadamente contentos y orgullosos, además, ver a D’mitri tan cambiado a causa de nueva situación, también me alegraba, Dima solía ser algo insoportable a veces, pero la verdad era que a pesar de todo nunca dejaba de ser una buena persona, a diferencia de Vlad, mi hermano mayor, quien siempre se a caracterizado por su arrogancia, Vladimir se había ido de Rusia detrás de un proyecto millonario, desde pequeño le gustó ser muy independiente, pero de él poco se tenían noticias, no llamaba mucho a mis padres, y hacen ya cuatro años que no lo veía
En el transcurso de la noche continuaron llegando más personas, yo esperaba por la cena para irme a descansar pensando en que una siesta no me haría nada mal, y mi papá tenía razón, Yulia regresó cuando se hicieron las ocho, se había cambiado de ropa y en su mano traía una rosa roja.

-Yulia que bueno que regresaste. - Le escuché decir a mi padre.
-Hola pelirroja. - Me saludó parándose frente a mi, seguido me entregó la flor.
-¿Y esto? - Le pregunté al recibir la rosa. - ¿Es para mi? - La miré.
-Ni modo que para el perro, Lena.
-Me fascina lo romántica que eres. - Le dije con sarcasmo, ella puso los ojos en blanco.
-¿Vas a empezar? No me digas que todavía estas molesta después de yo haber regresado a la “importante” reunión familiar por ti. - Se quejó un poco irritada.
-Ya no estoy tan molesta. - Le hablé en un tono más calmado, entonces me puse de pie frente a ella y observé sus ojos azules, luego le di un corto beso.
-¿Y ese beso? - Preguntó un poco desorbitada.
-Por haber regresado. - Sonreí. - Y por este bonito gesto. - Haciendo referencia a la flor.
-Las rosas siempre funcionan. - Sonrió encogiéndose de hombros.
-Si, y considero que te mereces algo mejor que ese corto beso. - Le dije en un tono coqueto, ella solo me observó con cara de interrogación, entonces la halé del brazo y corrimos hasta mi habitación tan rápido que Yulia casi tropieza en las escaleras.
* Cuando estuvimos dentro de mi cuarto la besé de inmediato con ansiedad recargándola contra la pared para impedirle cualquier intento de escape, al principio la ojiazul me respondió pero después de unos segundos empezó a empujarme para interrumpir el beso.
-¿Qué sucede? - Protesté.
-Bajemos el ritmo ¿No? - Dijo limpiándose el labial corrido.
-Ya se te quitaron las ganas de besarme. - Hablé haciéndome la dolida mientras me sentaba en el borde de la cama, ella se acercó sentándose a mi lado.
-No, no es eso Lena… ya sabes que me gustan muchos tus besos. - Me consoló. - Pero ¿No sería mejor que estuviéramos allá abajo? Seguro tus padres deben estar preguntándose por nosotras.
-No creo que siquiera se hayan percatado. - Refuté y rodeé su cuello con mis brazos acortando la distancia entre nosotras, noté como la pelinegra se empezaba a poner nerviosa.
-Eh… Lena… - Tartamudeó.
-A ver Yulia ¿Qué es lo que te sucede? - Le pregunté molesta. - ¿Tienes algo que decirme?
-Bueno es que sucedió algo. - Masculló dudosa.
-¿Qué fue eso que sucedió? - Le pregunté preocupada.
-No es que sea algo del otro mundo… pero… este.
-Por favor al grano. - Dije con desespero.
-Un chico me besó esta tarde. - Confesó con rapidez.
-¡¿Qué?! - Exclamé poniéndome de pie como un resorte. - ¿Cómo es eso que te andas besando con otro? ¿Es por eso por lo que no quieres responder a mis besos? ¡Responde Yulia Volkova!
-Ya sospechaba que te ibas a poner así de histérica.
-¡No estoy histérica! Mejor explícame lo que hiciste. - Le exigí molesta.
-¿Lo que hice? ¡Por el cielo, Lena yo no hice nada! Ese chico fue quien me besó. - Explicó.
-¿Y tu muy gustosa se lo permitiste? Claro ya me preguntaba por que te comportabas así.
-Espera, Lena, cálmate por un momento, eso no tiene nada que ver, además fue esta tarde después de que me fui de tu casa.
-¿Fue por eso que te devolviste y me traes flores? De seguro te sentías tan culpable que no sabías que hacer para remediar tus actos. - La juzgué.
-Creo que estás empezando a decir estupideces. - Habló empezando a molestarse.
-¡¿Cómo quieres que me ponga si me dices que te andas besando con un chico?! No te permitiré que me veas la cara de tonta. ¿Me estás engañando, Yulia?
-No, claro que no… ¿Te vas a calmar? Si te calmas te explicaré como sucedió todo.
-Habla. - Le ordené mientras volvía a tomar asiento.
-Se llama Valeri, es nuevo en la academia y desde que llegó se la pasa molestándome… hoy cuando llegué a mi casa me encontré con que me estaba esperando, de inmediato le dejé claro que tenía que volver a salir y que no podía atenderlo, él entendió y dijo que se iría pero me pidió que lo acompañara hasta su auto, y justo antes de irse me plantó un beso de sorpresa.
-¿Y tú te dejaste?
-No pude hacer nada. - Se encogió de hombros. - Luego le di una bofetada para ponerlo en su lugar, te estoy contando esto por que quiero que no haya ningún tipo de secretos y pues…
* Las palabras de Yulia me tranquilizaron un poco, y la última frase me ocasionó un gran alivio, ella confiaba en mí, y no tenía la intención de esconderme ningún detalle.
-Discúlpame por haberte gritado. - Dije después de casi un minuto. - pero ¿Por qué no me habías hablado antes de ese chico?
-Por que pensé que no era algo significativo. - Contestó. - ¿Ya no estás molesta? - Me preguntó en un tono dulzón haciendo un puchero mientras se sentaba sobre mis piernas.
-Mmmm… - Empecé a hacerme la rogada.
-Ya se. - Dijo con una sonrisa y después inició un nuevo beso.
-Lena, Yulia, ni… - Escuchamos la voz de mi mamá y nos separamos de inmediato, Yulia se sobresaltó que se fue de espaldas y cayó al piso.
-¡Mamá! - Exclamé y corrí a ayudar a la pelinegra a que se pusiera de pie.
-¿Y ustedes que hacen aquí? Las he estado buscando. - Preguntó mi madre.
-Pues… estábamos hablando. - Respondí con lo primero que se me ocurrió.
-¿Hablando? ¿Eso era lo que estaban haciendo? Creo que lo que acabo de ver no fue precisamente una conversación - Dijo frunciendo el ceño, Yulia y yo nos sonrojamos automáticamente.
-Mamá, por favor… además tenías que haber tocado la puerta antes de entrar.
-Bueno entiendo que necesitan su privacidad, pero…
-Está bien mamá… De todas maneras, Yul y yo ya íbamos a bajar. - La interrumpí.
-Bien, las espero allá abajo. - Dijo y salió de la habitación.
-Que inoportuna es mi madre.
-Fue una escena bastante vergonzosa… - dijo mientras se retocaba con el lápiz labial. - Te dije que nos estaban buscando. - Me recordó.

Bajamos rápidamente y notamos que había más gente que hacía media hora, al parecer la pequeña reunión de mi padre se había convertido en una fiesta. Mamá hablaba animadamente con sus amigas y D’mitri estaba a un costado de su futura esposa quien acunaba a mi nuevo sobrino en brazos. De inmediato mi papá se nos aproximó.

-Niñas… ¿Dónde se habían metido? - Preguntó.
-Eh… - Intentó responder Yulia.
-Estábamos en el jardín trasero, papá, salimos a tomar un poco de aire, ya sabes. - Me apresuré a contestar, Yulia me miró y frunció el ceño.
-Inessa me contó que las buscó por toda la casa.
-Papá la casa es lo suficientemente grande como para que mi mamá pudiese obviar algún lugar.
-Es cierto. - Nos sonrió. - Sigan entreteniéndose. - Se alejó.
-Eres una mentirosilla. - Me dijo la ojiazul enseñándome la lengua como muchas veces.
-Te la voy a arrancar un día de estos. - Le hablé de una manera amenazante.
-Si, me la vas a arrancar, pero con tus besos. - Me dio un beso corto y salió corriendo hacia el lugar donde supuestamente habíamos estado, el jardín trasero, yo salí detrás de ella para alcanzarla pero cuando llegué no estaba por ningún lado.
-Yulia, sal de una vez. ¿Dónde estás metida? - Hablé mirando a todos los lados. - Yulia, ya esto no es divertido, sal de donde quiera que estés.
-¿Me vas a pegar? - Escuché su pregunta desde algún lugar, justo entre los arbustos.
-Si sales te pego, pero si te quedas allí te va a morder algún bicho raro.
-Prefiero el bicho raro. - Dijo tras una risita.
-Entre más te tardes en salir, peor te va a ir. - Le advertí mientras me acercaba cuidadosamente hacia su escondite, planeaba sorprenderla.
-Está bien, saldré pero no vayas a ponerme una mano encima. - Contestó un poco dudosa.
-¡Aquí estás! - Grité al aparecer entre los arbustos y vi su expresión de susto, la halé de una oreja hasta levantarla por que había estado agachada.
-Ahhh - Se quejó. - Duele, duele, ¡Ya! ¿Por qué me haces esto?
-Para que aprendas que es malo robar. - La reprendí
-¿Robar? ¿Y que se supone que me robé? - Preguntó confundida.
-Ese último beso. - Contesté.
-¿Es broma? - Preguntó levantando una ceja. - Por tu bien será mejor que lo que acabas de decir es broma. - Me habló amenazante.
-Mmmm espérate y pienso. - Contesté al tiempo que la tomaba de la cintura.
-Lena tienes que dejar de maltratarme, todavía me duele la oreja. - Dijo en una vocecita de niña.
-Es que tú te las tienes bien merecidas todas. - Me acerqué y le di un corto beso. - Te quiero mucho, lobita. - Le dije en un susurro.
-Bueno creo que ya te perdoné, bonita. - Me dijo en una sonrisa.
-¿Bonita? ¿Solo bonita? - Reproché haciendo un puchero.
-Ay Lena no seas exigente. - Me dijo en broma y yo le solté un golpecito en la cabeza.
-Tonta. - Me crucé de brazos y ella se sobaba el lugar del golpe.
-Otra vez me golpeas. - Continuó quejándose.
-¿Ves que todas te las tienes bien ganadas?
-Está bien me retracto, no eres bonita. - Dijo con seriedad y yo le di una mirada asesina. - Es decir, no eres bonita, eres preciosa, hermosa, eh… ¿Qué mas? - Se rascó la cabeza.
-Que poca imaginación tienes.
-Y tú eres una inconforme. - Volvió a sacar la lengua y yo le plante un beso fogoso como el de mi habitación, pero esta vez Yulia no objetó en ningún momento.
-Chicas, la cena está… - Escuché la voz de mi madre nuevamente y nos separamos alarmadas, mi mamá no nos quitaba la mirada de encima y yo ya estaba del color de mi cabello. - …lista.
-Eh… - Nuevamente Yulia es su intentó de hablar.
-Mamá, últimamente estás como muy inoportuna. - Aún estaba sonrojada.
-No crea que sea eso, sucede que ustedes hoy están como que muy calenturientas. - Bromeó mi madre y esta vez Yulia fue quien se sonrosó al extremo.
-Mamá no digas esas cosas, mira como pones a Yulia. - Me quejé.
-Si, y se ve muy chistosa. - Rió.
-Eres cruel mamá.
-En fin, venía a decirles que ya están a punto de servir la cena, entren. - Repitió mi madre y regresó por donde había aparecido, la pelinegra me miró y yo me encogí de hombros.
-Creo que una situación más como esta y me moriré de la vergüenza. - Comentó la ojiazul.
-¿Para que me besas?
-¿Qué? Si fuiste tú. - Replicó molesta.
-Bueno ya vamos a comer. - Le dije tomándola de la mano y arrastrándola hasta dentro.

** ** **

josshua2014

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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by:  Papillon Empty Re: ¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:18 pm

Regresé de la casa de los Katin un poco más de las once, tarde por que Sergei no me dejaba venir y al día siguiente había clases, saludé a Edik quien estaba sentado en un sillón de la sala de estar, se veía un poco pensativo que me quedé a interrogarlo.

-¿Por qué vienes tan tarde? - Me preguntó.
-El padre de Lena me invitó a una reunión, celebraba el regreso de su hijo y conoció a su primer nieto. - Le expliqué. - No pude decirle que no, ya sabes como es.
-¿Sergei o Lena?
-Ambos. - Admití sin pensarlo dos veces. - ¿Y a ti que te sucede?
-Solo son problemas. - Respondió con descuido.
-¿Relacionados con mi empresa?
-Esto si que es un avance. - Comentó con sorpresa. - Nunca te había escuchado decir mi empresa, es bueno que estés familiarizándote. - Sonrió. - Y si, tiene que ver con eso.
-¿Qué sucedió?
-El gerente de la sucursal en San Petersburgo te robó, lo siento mucho Yulia, no alcancé a darme cuenta antes de que se fugara con tu dinero.
-Cielos. - Dije con despreocupación. - ¿De que cantidad estamos hablando?
-Quince millones de euros.
-¡¿Qué?! - Exclamé sorprendida. - ¿Estamos en quiebra? - Pregunté ahora inquieta y Edik solo soltó una risita.
-Creo que eres la única que no está consciente de cuanto dinero tienes.
-Quince millones de euro es una cantidad bastante extrema.
-Si, lo es, pero no para que estés en quiebra. - Sonrió. - Y en cuanto a ese sujeto, ya se levantó un procedimiento en la policía y lo buscan, aunque no te puedo asegurar que van a dar con él, pero he tomado unas decisiones, hay que ser más cuidadoso con este tipo de cosas, y no se deben repetir.
-Creo que eres bueno en lo que haces, por lo menos se que eres muy honesto. - Lo animé.
-Gracias Yulia, yo sé que confías en mí, y haces bien. - Me abrazó.
-Y no te preocupes por ese tipo, ya lo agarraran y el dinero nos será devuelto.
-Eso espero. - Suspiró.
* Luego de la corta platica decidí irme a dormir, estaba un poco cansada y el sueño ya me comenzaba a vencer, apenas toqué la cama caí rendida y soñé con Lena como muchas veces lo hacía.

Al siguiente día me levanté con el despertador como de costumbre, me alisté lentamente y llegué a la preparatoria un poco tarde. Lena no fue a clases en todo el día, no le llamé, pero supuse que todo se debía a la reunión que se había organizado el día anterior, ella tampoco llamó. En la tarde, me vestí para ir a la academia de tenis, aunque sentí un poco de fastidio al recordar que muy probablemente debía enfrentarme una vez más con Valeri. Apenas llegué el entrenador me ordenó a calentar, otra vez me enfrentaría a uno de mis compañeros, cosas de rutina. Después de media hora nuestro juego empezó, gané de entrada el primer set, no es por presumir pero siempre fui buena en el tenis, en el segundo set, me descuidé al mirar hacia las gradas y ver a Lena, mi contrincante devolvió el ataque y la bola me golpeó la cabeza dejándome inconsciente por unos minutos, cuando logré volver a abrir los ojos, habían una rueda de personas a mi alrededor, entre ellas la pelirroja y también Valeri.

-¿Estás bien, lobita? - Me preguntó la pecosa con preocupación.
-Cielos Yulia, ese golpe no se vio bien. ¿Cómo estás? - Preguntó al tiempo Valeri. - Creo que debes irte a casa, déjame llevarte.
-Ella no se va a ningún lado contigo. - Lo corrigió Lena de inmediato.
-¿Perdón? ¿Quién eres tú? - Le preguntó confundido.
-Lena ¿Qué haces aquí? - Logré hablar.
-Vine a verte, ya ves que no fui a la escuela hoy. - Me contestó. - Y en cuanto a ti “extraño” soy Lena, su novia. - Habló dirigiéndose a Valeri y recalcando las últimas palabras quien puso una expresión de total confusión y mucho escepticismo.
-Mucho gusto, yo soy Valeri y estoy pretendiendo a Yulia. - Sonrió Valeri con hipocresía, la pelirroja se vio sorprendida.
-Eres un cínico. - Dijo molesta y se dobló para estar frente a él. - Te advertiré algo ahora mismo, deja a Yulia en paz ¿Comprendes? Y ni se te ocurra volver a hacer lo mismo de ayer por que…
-Lena, Lena ¿Puedes dejar tu discusión para después? - Le interrumpí con tono de adolorida y ella me miró de inmediato me palpó las mejillas y observó con cautela el golpe.
-Creo que puedo tratarte ese golpe, Yul. - Dijo después de examinarme.
-¿Acaso eres enfermera?
-Siempre te cuido bien… ¿O prefieres que te lleve al hospital?
-No. - Respondí de golpe y con una mirada de terror.
-Pienso que lo más conveniente sería eso, Yulia, debes ir a que te examine un profesional. - Objetó Valeri y Lena casi lo difumina con la mirada.
-Nadie pidió tu opinión niño bonito. - Espetó la pecosa.
-Mira pelirroja, no quiero ser grosero contigo pero…
-Pero será mejor que te vayas. - Lo interrumpió Lena con brusquedad.
-De ningún modo, Yulia me preocupa y por eso me quedo todo lo que quiera. - Replicó el chico.
-Como quieras, quédate, pero nosotras nos vamos. - Dijo Lena y empezó a recoger mis cosas con las que iba siempre a las prácticas.
-Yulia se va a un hospital. - Insistió Valeri enfrentando a Lena.
-Yulia se va conmigo a donde yo lo decida. - Refutó ella.
-¿Pueden pedir mi opinión? No soy propiedad de nadie ¿Está claro? - Les hablé con cierta molestia y hastío de su actitud y de la pequeña discusión que habían iniciado.
-Entonces aclárale a tu amiguito que te vienes conmigo.
-Yulia dile a la paranoica de tu amiga que sea más comprensiva con la situación, a ti debe verte un especialista. - Contrarió el chico.
-¿A quien le dices paranoica? - Se exaltó la chica de ojos verdigrís.
-¡Basta! Me van a partir la cabeza en dos si no se callan. - Exclamé y los dos me miraron. - Valeri, gracias por toda tu preocupación, pero me voy con Lena, quien es en realidad mi novia. - Aclaré y vi decepción en los ojos del castaño. - Y no es por que ella no se preocupe por mí, es solo que sabe que odio los médicos y también los hospitales, y si dice que es un golpe superficial le creo. - Agregué por último para luego ponerme de pie lentamente, Lena se acercó y me rodeó la cintura con su brazo libre para que yo me apoyará en ella, Valeri nos siguió.
-Permite que te lleve hasta el auto. - Se ofreció insistiendo, y vi que Lena estaba por perder la paciencia, yo solo quería llegar a mi casa y recostarme de una vez.
-Estoy bien así, gracias. - Le contesté y él dejó de seguir nuestro paso.
En minutos estuvimos frente a mi auto, no vi el de Lena, así que supuse que Boris la había traído, a ella poco le gustaba conducir. La pelirroja me abrió la puerta de copiloto y me acomodó con delicadeza, luego puso mis cosas en el asiento trasero, finalmente abordó el auto.
-Oh no. - Dije al recordar algo, Lena me miró.
-¿Qué sucedió? - Preguntó preocupada.
-Este auto no es automático… - Dije al recordar que ella no conducía muy bien los carros que no eran automáticos, se le dificultaba la manipulación del cloche. - Así que ya sabrás que nos tardaremos un poco en llegar.
-Haré lo mejor que pueda, no te preocupes. - Me tranquilizó y encendió el auto, pero cuando quiso arrancar en primera el auto se apagó y Lena empezaba a desesperarse.
-Te lo dije. - Le recordé.
-Y yo te dije que hago lo mejor que puedo, pero si prefieres podrías llamar a tu amiguito. -Me habló un poco enojada.
-Ya vas a empezar. - Le dije indignada.
-Mira Yulia, yo no tengo culpa de que tengas la manía de salir siempre con un auto diferente y que yo no sepa conducir la colección de aparatos que tienes. - Ahora si estaba enojada, volvió a encender el auto y esta vez si avanzó.
-No estés enojada, mira que estás conduciendo. - La tranquilice.
-No nos voy a matar. - Espetó.
-Eso espero. - Mascullé y me descargué completamente sobre la silla cerrando mis ojos para intentar olvidarme del dolor.
-No te preocupes. - Dijo al tomarme la mano con sutileza. - Estarás bien. - yo no respondí nada.

Durante el camino que fue un viaje bastante lento, pero extraordinariamente a Lena solo se le apagó el auto en dos ocasiones más, la vi muy concentrada en su labor. Cuando llegamos a mi casa, yo me dirigí directamente a mi habitación, Lena pasó por la cocina para darle algunas indicaciones a Shura, seguro le estaba poniendo al tanto y le pidió que preparara algo.

-Regresé. - Avisó mientras entraba a mi habitación.
-Veamos ese golpecito. - Se acercó a mi costado y volvió a examinar. - A ti siempre te suceden esta clase de cosas. ¿Cómo fue que no te apartaste?
-Lena fue tu culpa, no es que yo sea tonta y me dejara golpear de la bola. - Le corregí.
-¿Mi culpa? Esa si que es una excusa nada válida.
-Pero es la verdad, verás, yo estaba jugando normalmente y cuando te vi en las gradas me descuidé, me sacaste de concentración. - Le expliqué
-Bueno ya yo sabía que te ponía tonta, eso no es nuevo. - Bromeó.
-Odio que seas tan egocéntrica.
-Pero así me quieres. - Se encogió de hombros.
* A los diez minutos, Shura apareció con un vaso de agua y una pastilla para aliviar el dolor, también con una bolsa de hielo la cual Lena envolvió en una pequeña toalla.
-Tómatela. - Me ordenó señalándome la pastilla, yo lo hice de inmediato.
-Definitivamente Edward tiene razón, la niña Yulia solo le hace caso a la señorita Katina.
-¿Por qué? - Preguntó la pelirroja.
-Yulia odia tomar píldoras, y siempre se abstiene con terquedad.
-Me gusta que me hagas caso. - Sonrió la pecosa.
-Lena es mala y me pega. - Expliqué a Shura y ella me miró extrañada.
-Solo cuando es necesario. - Aclaró la pelirroja.
-El amor es tan extraño. - Comentó Shura mientras movía la cabeza de un lado a otro y luego se retiró de la habitación, mientras tanto en mi descuido Lena puso el hielo envuelto en la toalla sobre el golpe, me lastimó como solía hacerlo de entrada.
-¿Por qué no puedes tener más delicadeza? Soy tu novia ¿No te dice nada? - Me quejé.
-Eres una exagerada. - Dijo mientras disminuía la presión sobre mi lesión.
-Más suave, por favor, no seas tan cruel. - Prácticamente le supliqué.
-Está bien. - Accedió. - Siempre tienes que comportarte como una chiquilla llorona.
-Eso ni lo vuelvas a repetir. - Le advertí apartando su mano de mí.
-Déjate poner el hielo.
-Sería mejor que mantuvieras lo boca cerrada. - Y permití que volviera a poner hielo en el golpe.
-Si me das un beso la mantendría ocupada en otra cosa que no fuera hablar. - Sonrió con malicia.
-Eso ni lo sueñes. - Me negué. - No te lo mereces.
-Tú te lo pierdes… a menos que te haya gustado más el beso de ese tonto de Valeri.
-Mmmm déjame pensarlo. -Dije para provocarla y ella presionó el hielo sobre la lesión nuevamente, esta vez grité adolorida. - Lena, la idea es que me sane y tú solo ocupas ponerme peor.
-Ten cuidado con lo que dices, Volkova. - Advirtió y con una mano me tomó de la barbilla obligándome a mirarla. - Y una cosa más, tú a mi no me niegas un beso. - Agregó para luego besarme pero a los pocos segundos yo me encargué de apartarle en un empujón.
-Y tú a mi no me obligas.
-Eres un animal. - Me dijo. - Pero así te quiero, mi lobita. - Y me dio un beso en la mejilla.
-Y tú eres una resbalosa. - Le enseñé la lengua.
-¿Sabes? Ahora que recuerdo mi papá estaba como neurótico esta tarde.
-¿Y eso? - Le pregunté.
-Decía que alguien te estafo.
-Querrás decir, estafaron a Edik, es él quien está al mando. - Le corregí.
-¿Entonces es verdad?
-Si, el gerente de la sucursal de San Petersburgo se fugó con quince millones de euros. - Le expliqué. - Pero ya está reportado a la policía.
-Demasiado dinero. - Comentó la pelirroja algo pensativa y yo asentí con la cabeza. - Cambiando de tema. ¿Qué harás en vacaciones? Mira que ya están aquí mismo.
-Si… a solo unos pocos días. - Recordé. - Y no he planeado nada, bueno, casi nunca planeo algo.
-¿Te la pasas aquí?
-Bueno, he estado viviendo los últimos años en Londres y no había regresado desde entonces, Edik me insistía en que volviera para las vacaciones pero Moscú no me trae buenos recuerdos.
-¿Y yo no soy un buen recuerdo? - Me preguntó haciendo un puchero.
-Eres por lo que no me iría. - Contesté y ella sonrió. - ¿Y tú que harás?
-Mmmm… creo que haré un sacrificio y ocuparé mis vacaciones para ti.
-No estoy segura de que se trate de un sacrificio como dices. - Sonreí. - ¿Si te hago un propuesta aceptarías? - Dije con una idea reciente en la cabeza.
-No Yulia, ni se te ocurra pedirme matrimonio. - Bromeó.
-Que tonta eres… eso no era lo que te iba a proponer.
-Dime entonces.
-Hagamos un viaje… he estado pensando en algo tropical, playas, sol y nada de nieve y frío.
-¿Quieres que vayamos a otro lugar tú y yo?
-Te lo estoy diciendo. ¿Qué respondes?
-Me encantaría ir contigo así sea hasta la luna. - Me dio un beso corto.
-Bien, hay que planearlo y que tus padres te den permiso ¿No?
-Seguro dicen que si.

Enredé mi mano con la de ella, Lena me observó profundamente, pude ver en sus ojos un brillo peculiar, ese día eran mas verdes que gris, fácilmente podía perderme en su mirar e ignorar cualquier noción de tiempo o espacio. La pelirroja se acercó lentamente y yo me estiré un poco para alcanzar su boca, sus labios eran de un rojo carmesí tan dulces como una manzana, muchas veces alcancé a pensar que esa chica no era de este planeta, y podía definirla en una sola cosa, perfección, su figura era perfección, luego sentí como se recargó sobre mi cuerpo e intensificó el beso dejando la ternura a un lado volviéndose más pasional, dejó a un lado el hielo y nos concentramos más en lo que hacíamos, no se en que momento ninguna de las dos teníamos suéter, y las caricias empezaban a pasar a otro nivel.

-Yulia. - La escuché gemir. - Me encantas. - Agregó con un tono cargado de sensualidad.
-¿Ya me amas? - Le hice una pregunta al hecho de que ella no se acostaría con nadie que no amara realmente, entonces, se separó un poco y vi en sus ojos una expresión que no supe descifrar, luego rió traviesa, yo solo la observé con detenimiento.
-Eres solo una niña. - Musitó parándose y vistiendo su blusa nuevamente, de manera rápida. - ¿Y tú ya te convenciste de que no quiero jugar con tus sentimientos?
-Posiblemente. - Contesté jugando con uno de sus rizos entre mis dedos.
-Eso es un gran avance. - Me dio un beso en la mejilla y yo sonreí.
-¿Eso piensas? - Le pregunté, pero ella acarició mis mejillas con el dorso de su mano y sentí una vez más esa mirada intensa, algo quería decirme, lo intuí.
-Yulia, te amo. - Musitó.
-¿Qué dices? - Quise rectificar con algo de escepticismo.
-Ahora te volviste sorda. - Habló indignada.
-Yo también. - Dije con seguridad.
-Si es a ti a quien le digo sorda. ¿O acaso hay alguien más en el cuarto?
-Que yo también te amo, tonta. - Sonreí y alcancé a sonrojarme, entonces cuando Lena planeaba decir algo su teléfono celular empezó a sonar, yo aproveché para ponerme la playera y arreglarme un poco el cabello, luego observé la expresión en el rostro de la pelirroja, había un poco de asombro, la llamada fue corta, pero el mensaje la dejó algo descontrolada.
-Me tengo que ir. - Dijo después de colgar y empezó a recoger su bolsa.
-¿Qué sucedió? - Le pregunté.
-Tengo que ir a mi casa. - Fue lo único que contestó.
-¿Sucedió algo malo? ¿Quieres que te lleve?
-Descuida, tomaré un taxi.
-De ninguna manera. - Refuté. - Déjame llevarte, además, ya me siento mejor.
-Yulia, por favor. - Me detuvo. - No es necesario.
-Pero…
-No te preocupes, es algo familiar… luego te cuento. - Me interrumpió, me dio un corto beso y salió con prisa de la habitación.

** ** **

D’mitri había llamado, solo quería informarme que por una desconocida razón nuestro hermano mayor había regresado, Dima y Vlad nunca se había llevado bien, ni una vez en su vida, y generalmente uno desconfiaba del otro, por lo que a D’mitri ya se le hacía sospechoso el regreso de Vladimir. Cuando llegué a mi casa, la familia estaba reunida en la sala, mis padres estaban serios, y la cara de mi hermano intermedio daba la impresión de estar sumamente enojado.

-Lena. - Me saludó Vlad en un corto abrazo mientras me escaneaba con su mirada de arriba abajo, tan extremado que hasta que incomodó. - Has cambiado mucho desde la última vez que te vi.
-Hola. - Le respondí cortante, me molestaba que solo se acordaba de mis padres cuando necesitaba algo, en la mayoría de los casos, dinero, y en cuanto a mí, nunca me puso atención.
-¿Por qué me saludas de esa manera tan tajante? ¿Ya se te olvido que somos hermanos?
-Mira que ironía, si al que comúnmente se le olvida la familia es a ti. - Hablé en un tono de molestia y remordimiento.
-Lena. - Me reprendió mi padre.
-Déjala papá, solo corrobora lo que me suponía, no es más que una adolescente malcriada.
-No tienes ningún derecho de hablarme así. - Le dije alzando la voz. - Mejor me voy a mi habitación, el ambiente está como pesado aquí.
* Subía las gradas cargada de enojo, no soportaba a mi hermano mayor, él nunca cambiaba, no había dejado de ser el mismo arrogante de siempre, entré a mi cuarto y cerré la puerta de un golpe, pero a los pocos minutos vi aparecer a D’mitri a través de ella.
-Imagino que estás enojada.
-¿Tú que crees? ¿Me puedes explicar por que regresó Vladimir?
-No lo sé con claridad y mis padres no dicen nada… pero tengo el presentimiento de que algo fuera de lo normal sucedió, de otra manera no habría regresado.
-No entiendo por que mis padres no le ponen un alto de una buena vez, no quiero ni pensar que tendré que soportarlo quien sabe cuantos días o semanas…
-Pero no le prestes atención, no vale la pena.
-¿Cómo quieres que no le preste atención si vamos a estar conviviendo bajo el mismo techo?
-Será mejor que te calmes. - Me sugirió Dima.
-Estoy calmada.

Durante el resto del día me rehusé a salir de la habitación, ni siquiera bajé a cenar y no me preocupé por que subieran la comida hasta mi cuarto, mis padres tampoco se acercaron así que supuse que aún conversaban con Vladimir, después de tantos años seguro tenían mucho de que hablar…

** ** **

Lena me había dejado algo inquieta, me pregunté toda la noche que podría haber pasado, esperé a ver si ella llamaba, pero nunca lo hizo, sin embargo, yo tampoco quise insistirle. Al día siguiente tampoco llamó y cuando ya era de tarde no pude más con la ansiedad y me fui a su casa en un arranque de impaciencia. Cuando llegué a casa de los Katin, me encontré con Inessa en la sala de estar, era una costumbre de ella pasarla en ese lugar.

-Yulia. ¿Cómo estás? - Me saludó de inmediato.
-Muy bien, gracias. - Contesté con voz neutral.
-Pero ¿Qué te sucedió en la frente? - Preguntó preocupada.
-Fue un accidente en una práctica de tenis. - Contesté.
-¿Quién está aquí mamá? - Escuché la voz de un hombre, de inmediato vi la figura de un joven de unos veinticinco años, era castaño como Sergei y tenía los ojos miel como los de D’mitri, era apuesto y de buena figura, pero la mirada que me dio al verme no me agradó de ninguna manera, no es por exagerar pero me pareció que contenía cierto de morbo.
-Vlad ¿Recuerdas a la hija de los Volkov? - Le preguntó Inessa.
-¿La heredera de los Volkov? - Dijo alzando una ceja y mostrando interés. - ¿Así que tú eres Yulia Volkova? Pareces muy joven. ¿Acaso tienes quince años?
-Diecisiete. - Puntualicé y él no dejaba de mirarme.
-Definitivamente heredaste ese encanto que tenía tu madre. - Comentó.
-Yulia, él es mi hijo mayor, Vladimir. - Me habló la señora Katina y él extendió su mano.
-Hola. - Articulé y le di un corto apretón de manos.
-¿Yulia? - Escuché la voz de Lena. - ¿Qué haces aquí?
-Vine a verte, como ayer te fuiste y…
-Ya te presentaron a mi hermano. - Dijo Lena despectivamente.
-¿Entonces eres amiga de mi hermana? - Preguntó Vladimir con una sonrisa algo maliciosa.
-No es mi amiga, es mi novia. - Respondió Lena con brusquedad y la cara de su hermano fue de total sorpresa y un tanto de enojo.
-¿De que estás hablando? - Preguntó Vladimir sombríamente.
-¿Qué no escuchaste? - Le habló Lena en el mismo tono, parecía que esos dos no se llevaban nada bien, no entendía nada y la madre de ambos no intervenía.
-¡¿Acaso te volviste loca?! - Gritó histérico el castaño.
-¿Otra vez se andan peleando? - Interrumpió Sergei en la sala.
-Papá ¿Quieres explicarme esto de que Lena y esta chica son novias?
-No tengo nada que explicarte por que es la verdad. - Respondió con naturalidad.
-Ahora si que te pasaste, no puedo creer que todo lo que haga esta niña se lo acoliten sin tener en cuenta los perjuicios que comprenda la situación.
-Mira Vladimir, tú nada tienes que ver en este asunto, así que sería mejor que no opinaras nada en absoluto, yo hago con mi vida lo que me plazca. - Le retó la pelirroja.
-¡Eres una insolente, malcriada! - Le gritó furioso.
-¡No pretendas creer que eres mi padre! - Le contestó ella de la misma manera.
-¡Basta! Cállense los dos. - Ordenó Sergei. - Dejen de discutir como niños.
-Papá, pero es que es inaudito. ¿Cómo es que permites semejante aberración?
-Vladimir, tu madre y yo apoyamos la relación entre las chicas, es algo que decidí y punto.
-Me opongo rotundamente. - Insistió el hermano mayor, mientras que yo me sentía cada vez más incómoda con la situación. ¿Qué hacía en medio de un conflicto familiar?
-No puedes hacer nada. - Dijo Lena encogiéndose de hombres. - Te guste o no, así están las cosas… Yulia, vamos a mi habitación, no quiero seguir en presencia de este.
-Todos se volvieron locos. - Fue lo último que escuché decirle a Vladimir.
* Arriba, en la alcoba de la pelirroja veía a una Lena colorada por el disgusto de hace poco rato, se sentó en el sofá que había a un rincón de la habitación y la escuché dejar escapar un suspiro, yo aún me sentía incómoda, no sabía si hablar o permanecer en silencio.
-Yul… disculpa que hayas tenido que presenciar esa escena. - Rompió el silencio la pecosa.
-No te preocupes. - Le tranquilicé. - No sabía que tenías otro hermano.
-Ya te diste cuenta de que no es de mi agrado, por eso prefiero no hablar de él.
-¿Fue por esto que saliste ayer disparada de mi casa? - Le pregunté.
-Si, desafortunadamente tuve que recibir esa mala noticia. - Respondió con desgano.
-Entiendo…
-¿Y tú como sigues con lo del golpe?
-Estoy bien, me molesta un poco, pero no es insoportable. - Contesté, de repente se escuchó abrir la puerta de golpe, apareció D’mitri en la habitación.
-¿Qué no puedes tocar primero? - Le gritó prácticamente Lena a su hermano.
-Cálmate, Lena, soy yo… escuché la discusión.
-No sabes lo que haría por no tener que soportarlo. - Se quejó la pelirroja.
-Venía a decirte que ya descubrí la razón del retorno de nuestro “querido” hermano mayor.
-Eh… mejor será que me vaya. - Interrumpí con timidez.
-Yulia… lo siento, por no poder atenderte. - Se disculpó apenada la pecosa. - Te prometo que lo compensaré, pero ahora estoy muy enojada y…
-Te entiendo perfectamente, no te preocupes por nada, te veo el fin de semana.
-Pero si es fin de semana, Yul.
-Mañana, paso por aquí ¿Vale?
-Está bien, te esperaré. - Me dio un beso fugaz en señal de despedida.
-Adiós D’mitri. - Me despedí del pelirrojo.
-Nos vemos Yulia. - Me sonrió.

Salí lo más rápido posible de esa casa, por suerte, el hermano de Lena ni ninguno de sus padres estaban en la sala cuando pasé justo por allí, corrí al estacionamiento y me devolví a mi casa con prisa, las cosas no estaban bien en casa de Lena, y ella estaba totalmente descontrolada con la presencia de su hermano.
Pero extrañamente a los quince minutos de haber llegado a casa, Sergei Katin se apareció en mi hogar, lo que fue un total sorpresa, el padre de Lena jamás había pasada a mi casa desde que mis padres murieron… hace muchos años.

-¿Señor Katin?
-Hola Yulia. - Me saludó y de una vez descubrí una mirada avergonzada.
-Eh…
-Se que te extraña verme por aquí… solo quiero hablar algunas cosas contigo.
-¿Es acerca de Lena? - Pregunté algo preocupada.
-No, es algo personal. - Corrigió.
* La situación se me hacía cada vez más confusa, y yo me imaginaba lo peor, incluso llegué a pensar que el padre de Lena quería que no nos viéramos más, que se había dejado sugestionar de su hijo mayor, esa probabilidad me mantuvo inquieta.
-Acompáñeme al estudio por favor. - Lo dirigí hasta la habitación que había mencionado, le pedí que tomara asiento y que se acomodara.
-Bien… dígame que necesita.
-Ya conociste a mi hijo mayor, Vladimir… por cierto, debes disculparlo por su actitud de hoy, es solo que no estaba enterado de la situación y…
-Comprendo, no se preocupe señor Katin. - Le aclaré.
-Yulia… me da mucha vergüenza tener que recurrir a ti en este tipo de cosas- Empezó a hablar y yo estaba más confundida. - Mi hijo fue estafado en Alemania y ahora tiene que pagar una suma de dinero, de otra manera se lo llevaran preso, es algo que no puedo permitir, por que es mi hijo, no se si lo entiendas. - Agachó la cabeza.
-Usted es un buen padre al preocuparse por su hijo de esa manera. - Lo reconforté.
-Gracias… bien, iré al punto, el dinero hay que pagarlo la otra semana, es una cantidad muy grande y esta fuera de mi posibilidad obtenerla sin que una parte considerable de mi empresa se venga abajo, y yo tengo que responderle a mis socios… necesito que si estás en la disponibilidad de prestármelo, lo hagas, por favor, prometo que te pagaré hasta él último rublo y los intereses que tú impongas.- Lo escuché bastante desesperado, luego, Edik entró a la habitación.
-Muy buenas tardes, señor Katin.
-Edward, me alegra verte. - Estrecharon las manos.
-Lo mismo pienso… he escuchado la conversación que ha tenido con la señorita Volkova. - Dijo Edik y yo lo miré con seriedad.
-Que bueno, por que así ya estará enterado de mi situación.
-Yulia ¿Qué has decidido acerca de lo que te ha dicho el señor Katin? - Me preguntó.
-Pues… si estamos en la disponibilidad de prestar el dinero, lo haremos, y una cosa más, no se le impondrá ningún porcentaje de intereses. - Contesté con naturalidad, no iba a negarle un favor como este al que fue el mejor amigo de mi padre, y el ahora padre de mi novia.
-Eres muy solidaria, gracias Yulia. - Dijo apenado aun Sergei.
-No se preocupe… además me alegra que haya recurrido a mí, sabe que con gusto le ayudaría en lo que necesite, sea lo que sea. - Le sonreí. - Ahora, póngase de acuerdo con Edik para que hagan el papeleo necesario, ya sabe que él es mi representante legal.
-De acuerdo. - Dijo Edik. - Cuando usted guste señor Katin.
-De nuevo muchas gracias Yulia. - Repitió Sergei.
-Todo está bien. - Lo tranquilicé. - Ahora si me disculpa señor Katin, me retiro, creo que descansaré un rato. - Me despedí.
-Ve tranquila, nos vemos Yulia. - Me sonrió.

** ** **

-Ahora si. ¿Qué fue lo que descubriste? - Le pregunté a D’mitri después de que la ojiazul dejara mi habitación, sentí algo de pena con ella, pero yo misma sabía que no estaba en condiciones para estar con ella, simplemente no era el momento adecuado.
-Como lo suponíamos, Vladimir regresó por un interés particular y créeme que no fue algo familiar.
-¿Entonces cual es?
-Dinero, Lena. ¿Qué otra cosa podría ser? Sabes que Vlad no le importa otra cosa que no sea el **** dinero, siempre ha sido así… es tan predecible.
-¿Busca dinero? - Le pregunté. - ¿Para que?
-Hizo un mal negocio y lo estafaron, ahora tiene que responder por una buena suma. - Confesó mi hermano con total preocupación.
-Si… y corrió de una a las faldas de nuestros padres, es tan cobarde que no es capaz de dar la cara por sus actos y enfrentar las consecuencias. - Comenté con enojo. - ¿De cuanto dinero se trata?
-Ciento cincuenta millones de euros.
-¡¿Cómo?! - Exclamé más molesta.
-Si, Lena… Vlad huyó por que lo quieren encarcelar a menos que pagué la cuota.
-Y seguro no tiene un rublo.
-Exacto, nuestro “inteligente” hermano invirtió todo su dinero en ese negocio.
-¿Y ahora pretende que papá pague por sus estupideces?
-Es lo que busca… Lena, nuestro padre tendría que vender muchas acciones de la empresa para proporcionarle ese dinero a Vladimir… Estamos hablando de una gran pérdida que afectaría su economía, y, por lo tanto, la de nuestra familia. - Dijo con preocupación.
-Estamos en aprietos… pobre de mi padre, debe estar muy preocupado. - Me recargué sobre el sofá, deseando que Vladimir nunca hubiese regresado, él solo traía problemas.
-Papá está planeando hacer un préstamo… es lo más conveniente a decir verdad.
-¿Y a quien? Sus amigos son los socios de la empresa, y ninguno de ellos tiene esa cantidad de dinero disponible… ¿Qué se supone que hará? - Pregunté con angustia.
-La única persona que puede prestar ese dinero es Edward Brocovich.
-¿El tutor de Yulia?
-En realidad estaríamos hablando directamente de Yulia Volkova… al fin de cuentas es su dinero.
-Yulia le acaban de robar un buen dinero en San Petersburgo… primero tendría que recuperarse de esa pérdida. - Le comenté.
-Por Dios Lena, quince millones de euros no significan nada en comparación a la fortuna de Volkova, y a esa cuenta bancaria que no deja de crecer cada día.
-¿Cuál es el plazo de Vladimir?
-La otra semana tiene que tener todo el dinero… No sabes como deseo partirle la cara. - Habló molesto mi hermano. - Es un completo idiota.
-Solo sirve para ocasionarles dolores de cabeza a mi padre.

Quería creer que todo lo que estaba pasando se tratara de una simple pesadilla, me preocupaba sobremanera mi padre, seguramente estaba tan angustiado, y él no merecía que Vladimir lo pusiera en esa situación tan penosa. Odiaba que mi hermano mayor fuese tan desconsiderado, sabía que mi padre no permitiría que se lo llevaran al calabozo, él era un hombre extremadamente bondadoso como para hacerle eso a alguno de sus hijos. La situación me tenía tan perturbada que no pude dormir en toda la noche, además no quería despertar y recordar la presencia de Vlad.
A las seis de la mañana empezó a aclarar el día, cansada de dar vueltas en la cama, me levanté y bajé a desayunar algo ligero, luego volvía a la alcoba y logré conciliar el sueño que había perdido en toda la noche. Cuando desperté miré el reloj y ya eran las dos de la tarde y aun me sentía cansada, con suprema pesadez me levanté de la cama y me fui al baño a asearme, me alisté con lentitud, sentía que mi cuerpo exigía más horas de descanso, luego de estar arreglada bajé hasta la primera planta, me dirigía al patio trasero a jugar con Blankeira, pero para mi infortuna Vladimir se atravesó en mi camino.

-Hola Lena. - Me saludó con hipocresía, yo lo ignoré por completo. - ¿Qué? No me digas ¿Se te comió la lengua algún ratón? Vamos saca ese espíritu insolente que tienes.
-Déjame en paz. - Le dije lo más tranquila posible.
-No, no quiero ¿Sabes por que? Por que me molesta que ahora andes con tus tendencias anormales… ¿Lo entiendes Lena? - Dijo con su arrogancia peculiar.
-No es tu **** problema. - Empezaba a impacientarme.
-Pues debería… no quiero que por tu culpa señalen a nuestra familia.
-Por lo menos yo no me meto en problemas para angustiar a mis padres.
-¿De que estás hablando? - Me preguntó totalmente serio.
-¿Crees que no estoy enterada de que necesitas pagar ciento cincuenta millones de euros o de lo contrario te meten de cabeza al calabozo?
-¿Cómo te enteraste? - Me exigió que le respondiera.
-No tengo por que responderte nada. - Le respondí cortante.
-Mira, Lena. - Me agarró del brazo con brusquedad. - No quieras tirarte de muy rebelde conmigo, por que presiento que no te convendría.
-No te tengo miedo zoquete. - Lo desafié.
-¡No me hables así! - Me sacudió fuertemente.
-¡¿Qué demonios te pasa estúpido?! - Escuché gritar a Yulia que se aparecía apenas, Vladimir me liberó de inmediato y lanzó una mirada de odio a la pelinegra.
-¿Quién te crees para tratar a Lena de esta manera? - Le reclamó.
-Tú mejor ni me hables, mocosa, que nada tienes que ver en este asunto.
-Pues fíjate que si tengo mucho que ver, por que Lena es mi novia. - Me defendió.
-No me hables en ese tonito, que no eres más que otra chiquilla insolente.
-Con Yulia no te metas, esto es entre tú y yo. - Me interpuse.
-No la defiendas tanto, Lenita, me enferman. - Dijo con desprecio.
-No te soporto. - Vociferé con toda la ira que llevaba por dentro.
-Ni modo, por desgracia vivimos en la misma casa, a menos que te quieras ir.
-Si, eso es lo que más deseo.
-Aunque no se a donde te irás… no creo que mi padre te deje vivir sola en alguno de los apartamentos. - Sonrió triunfante.
-No me importa, cualquier lugar es mejor que estar viviendo bajo tu mismo techo, Tú eres tan despreciable, Vladimir, que me das lástima y sencillamente lo que menos quiero es verte.
-¡Entonces que esperas para largarte! - Me gritó muy cerca del rostro, y Yulia corrió delante de mí y rápidamente le propinó una patada en la entrepierna haciendo que mi hermano mayor se desplomara sobre el suelo del dolor.
-**** lesbiana, esta me las pagas. - Jadeó.
-Lena, vente conmigo, vente a mi casa ahora mismo, no quiero que estés atormentándote con la presencia de este imbécil. - Me propuso tomándome de la mano.
* Yulia me guió hasta el estacionamiento, donde estaba su auto, abrió la puerta del asiento de copiloto y yo aborde sin negarme, luego ella encendió el auto y nos dirijo hasta su casa, ninguna de las dos habló durante el camino, yo estaba sumida en mis cavilaciones y ella solo me miraba de reojo algunas veces.
-Yulia, regresas rápido. - La saludó Edik. - Señorita Katina. ¿Le sucede algo?
-Déjala Edik… de paso te comunico que Lena se viene a vivir conmigo.
-¿Qué? - Dijo Edward y ambos la miramos con cara de interrogación.
-Bueno, por lo menos hasta que su hermano se vaya de su casa. - Y Yulia se encogió de hombros.
-¿Y su padres? ¿La han dejado venir así como así?
-Aún no se han enterado, y si se enteran, me da igual, no voy a dejar que Lena regrese si ese idiota sigue allá en casa de los Katin. - Dijo Yulia muy segura.
-¿Estás loca? Te recuerdo que la señorita Katina es menor de edad y si sus padres quieren llevársela a su casa estarán en todo su derecho.
-Bueno no me importa, tendrán que pasar primero sobre mi cadáver. - Se cruzó de brazos.
-Eres demasiado terca como para seguir insistiéndote… - Habló con indignación el tutor. - Lena, siéntete como en tu casa, de todas maneras me da gusto que estés aquí. - Me sonrió.
-Gracias.
-Lena, no estés triste, estoy segura de que tu hermano pronto volverá por donde vino, y mientras estés conmigo no dejaré que vuelva a fastidiarte. - Me prometió la chica de ojos azules.
-Te quiero mucho, Yulia. - La abracé. - Pero no estás en ninguna obligación de traerme a tu casa, puedo irme a otro parte, no se, a casa de alguna de mis amigas.
-Eso ni lo digas, yo no tengo problema por que te quedes aquí… mira que esta estúpida casa es lo suficientemente grande, además me harás buena compañía. - Sonrió ampliamente.
-Está bien. - Acepté y ella volvió a sonreír.
-Ekaterina. - Gritó Yulia desde la sala y la mujer apareció de inmediato. - ¿Podrías acomodar la habitación que está al lado de la mía? Es para Lena. - Le ordenó amablemente.
-Con mucho gusto, señorita.
-Gracias, Ekaterina.
* Después de una hora, Yulia me guió hasta la habitación que era contigua a la de ella, no se por que lucía tan alegre, yo no estaba incómoda pero sabía que no era tan buena idea eso de vivir bajo el mismo techo de tu pareja, seguro mis padres se iban a enojar como nunca.
-¿Qué sucede Lena? ¿Hay algo que no te guste de la habitación?
-No, no, es perfecta… es solo que me preocupan mis padres. - Le contesté.
-Mmmm bueno pero ya sabes lo que pienso, no voy a dejar que te lleven.
-Pero Yulia si mis padres insisten, tienes que ceder… no hay razón por la que tengas que armar tanto alboroto, no quiero problemas.
-Si, si hay razón, y eres tú, es una razón suficiente para mí. - Refutó. - Aquí hay suficiente ropa tuya como para dos semanas. - Comentó revisando el armario. - Así que por lo pronto hay algo menos por lo que preocuparnos. - Sonrió.

Después bajamos a cenar, Yulia ordenó que prepararan su plato favorito prometiéndome que me encantaría, era una receta sueca que había probado en Londres y desde entonces le había encantado. Nunca habíamos cenado en el comedor principal, incluso llegue a pensar que la pelinegra jamás lo utilizaba, y era por que lucía demasiado grande, como para unas veinte personas.
Justo a mitad de la cena escuchamos un alboroto que provenía de la entrada principal, Yulia no se inmutaba y continuaba con su comida como si nada estuviera sucediendo, pero se detuvo al ver que mi padre entraba a la casa con cara de pocos amigos.

-Papá… - Articulé algo nerviosa.
-Lena ¿Cómo es eso de que te fuiste de la casa? Explícame ahora mismo. - Me habló molesto.
-¿Que no te contaron que Vladimir y yo reñimos? - Respondí.
-¿Y por esa razón te viniste a dormir con Yulia? -Exclamó rojo del enojo.
-¿Pero que dices? En primera yo no duermo con Yulia, y tampoco lo he hecho en el otro sentido si es lo que te imaginas. - Dije molesta y vi como la ojiazul se sonrojaba.
-Señor Katin. - Interrumpió Yulia poniéndose de pie. - La idea de que Lena viniera a mi casa fue mía, y espero que entienda que la razón por la cual tomé esa decisión es por que no me agrada que su hermano mayor, que es un completo imbécil y machista maltrate a Lena tanto verbal como físicamente, un hecho que presencié esta tarde en su casa… Lena es muy importante para mí y por eso creo que estoy en mi derecho de prevenir que un suceso como el de hoy se vuelva a repetir, discúlpeme si lo he ofendido, pero no me arrepiento. - Habló Yulia con tranquilidad y muy seria, por primera vez no balbuceó para referirse a algo importante que se tratara sobre nosotras frente a alguno de mis padres.
-¿A que te refieres con que Vladimir maltrató a mi hija? - Preguntó mi padre más calmado, pero el enojo ahora parecía cambiar de ente. - ¿Es eso verdad, Lena? - Me miró.
-Yo llegué a su casa, y su hijo mayor tenía a Lena por los brazos sacudiéndola bruscamente, luego empezó a gritarle de una manera muy grotesca, incluso conmigo también hizo lo mismo. - Explicó Yulia y vi como las pupilas de mi papá se dilataban de la ira.
-Vladimir me va a escuchar… y tu hija, ven conmigo a la casa.
-Lo siento papá, pero dije que no regresaría hasta que Vlad se fuera, entiende que simplemente no puedo vivir en paz con su presencia. - Me negué.
-Está bien. - Masculló mi padre tragándose su orgullo. - Por lo menos ves en cuanto puedas para que le expliques a tu madre la situación.
-Lo haré. - Asentí.
* Mi padre se retiró de inmediato después de darnos una rápida mirada a ambas, a los pocos segundos escuchamos el motor de su auto alejarse de la casa, miré a Yulia quien volvía a sentarse y retomaba la comida, se veía muy calmada.
-Pudo haber sido peor. - Comentó la ojiazul después de unos quince minutos.
-Ya lo creo. - Dije con descuido.
-¿Quieres regresar a tu casa? - Me preguntó tomando mi mano sobre la mesa.
-Todavía no. - Contesté. - Solo me preocupa mi padre, él no se comporta así, es Vladimir el que lo mantiene en constante angustia cada vez que se aparece.
-No te preocupes, todo va a estar bien, te lo prometo. - Me apretó la mano.
-¿Sabes Volkova? Eres una buena chica. - Me puse de pie y me senté en sus piernas rodeando su cuello con mis brazos. - ¿No quieres que enmendé todo lo que has hecho por mi? - Le pregunté al oído en un tono bastante provocador, la escuché tragar en seco.
-Eh… Lena… no tienes que… - Empezó a balbucear.
-¿No quieres que vayamos a tu habitación?
-No… no era… no era eso lo que te iba… lo que te iba a decir. - La escuché hablar torpemente mientras concentraba su mirada en mi escote.
-Ay Yul… cada vez eres más débil. - Le susurré al tiempo que deslizaba mi dedo índice por sus labios hasta llegar a su abdomen, la ojiazul respiraba más rápido.
-Cof, Cof, Cof. - Escuchamos la toz fingida de Edik que irrumpía en el comedor.
-Edik. - Dijo Yulia recobrando su postura. ¿Necesitas algo?
-No, solo quería saber que pasó, hace un momento escuché la voz del señor Katin.
-Si, se acaba de ir. - Corroboró la pelinegra.
-¿Estaba histérico?
-Solo un poco, pero ve que no se llevó a Lena.
-Si, ya me di cuenta… mejor me retiro. - Dijo un poco apenado y desapareció, yo volví a mi puesto y terminé con mi plato.
-Estuvo muy buena la cena. - Comenté y Yulia no paraba de mirarme. - Deliciosa, diría. - Luego di un bostezo y me recargué en la mesa. - Creo que me voy a dormir… Hasta mañana, lobita, que descanses. - Me acerqué hasta besar sus labios, Yulia aun permanecía sin decir nada, incluso salí del comedor y siguió callada.

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josshua2014

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Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:19 pm

La visita del padre de Lena no estuvo tan mal, al menos el señor Katin no insistió mucho en eso de llevarse a la pelirroja de vuelta, seguro le molestó que Vladimir haya tratado de esa manera a su hija, él era complicado en todo lo que tenía que ver con ella, él la había malcriado de esa manera, por que simplemente le gustaba cumplir todos sus caprichos, y jamás le puso un dedo encima para corregirla, podía decir que amaba a Lena más que a cualquiera de sus hijos o su esposa.
La actitud de la pecosa en la cena me dejó totalmente desconcertada, pero me sorprendí más de mi propia reacción y todas las sensaciones que me embriagaron en el acercamiento, no se si lo hizo para molestarme o si hablaba en serio, no sabía que buscaba con todo eso del coqueteo abierto. ¿Acaso quería estar conmigo? No, no lo creo, no se nada.
Después de que Lena avisara que se iría a dormir, pasaron quince minutos para yo imitar su acción, me sentía algo cansada y no eran más de las diez de la noche, rápidamente me puse la pijama y quedé profundamente dormida… esa noche tuve sueños bastante extraños, o más bien algo eróticos, preocupada le eché la culpa a la copa de vino que me había bebido en la cena, hasta había despertado en media noche bañada en sudor y con las hormonas revueltas, pensé que era la primera etapa de una locura, claro que esa locura tenía nombre, Lena Katina…
Desperté cerca de las nueve de la mañana, miré alrededor de mi habitación, todo estaba en orden, aun continuaba algo inquieta por los sueño que recién había tenido, sin pararme de la cama alcancé el control y encendí la televisión para distraer mi mente. A la media hora, escuché como abrían mi puerta, era Lena, venía cubierta por una toalla y con el cabello húmedo.

-¿Lena? - Dije alarmada. - ¿Qué haces vestida así?
-Hola Yul. - Me respondió algo desconcertada por mi reacción.
-No te vayas a quitar eso. - Le advertí con terror y ella solo empezó a reír.
-Yulia… ¿Estás bien? - Me preguntó aun riendo. - No tengo pensado quitarme la toalla ¿Qué te hizo creer eso? - Continuó riendo.
-Eh… pues… no lo se. - Empecé a hablar algo nerviosa. - ¿Entonces por que te apareces en mi habitación así? - Le pregunté.
-Me fui a bañar y cuando salí me di cuenta de que mi ropa interior no está… seguro a Ekaterina se le olvidó mudarla al armario de la otra habitación. - Me explicó.
-Así que era eso… - Suspiré aliviada. - Estoy volviéndome loca. - Dije para mí.
-De eso no tengo ninguna duda. - Rió nuevamente recordando mi comentario. - Ahora, voy a asomarme a tu armario y tomaré mi ropa interior ¿De acuerdo?
-Si, si… - Asentí.

Lena se tardó encontrando su ropa íntima, y para mí el tiempo pasaba más lento de lo que parecía, de un salto me levanté de la cama y me fui a bañar con agua fría de inmediato, estaba empezando a sentir que un sospechoso calor se apoderaba de mi cuerpo, cuando salí ya bañada, la pelirroja no estaba por ningún lado, suspiré con alivio al saber que se había ido a poner ropa finalmente.
Abrí mi armario y empecé a elegir lo que usaría ese día, algo abrigador y cómodo, el invierno ya había tocado las puertas de Moscú y hace una semana había empezado a nevar. Después de media hora bajé para desayunar, el hambre me había atacado.

-Bueno días señorita Olegovna. - me saludó Shura con una sonrisa.
-Hola Shura. - Le respondí. - ¿Lena ya comió?
-Hace unos minutos…

Comí lentamente esa mañana, no estaba pensando en nada por lo que estaba muy distraída, tampoco quería recordar esos sueños tan raros que había tenido toda la noche. Cuando acabé mi desayuno salí al jardín a tomar algo de aire, afuera estaba helado y los arbusto tenía una pequeña capa de nieve, me senté en un columpio mientras miraba mis pies concentrada.

-Hola, lobita. - Escuché la voz de la pelirroja. - ¿Ahora si te puedo dar los buenos días sin que te pongas neurótica con eso de que me voy a quedar sin ropa? - rió.
-Lena, discúlpame… todo tiene un explicación. - Dije apenada.
-¿Y cual es esa explicación? - Indagó.
-Pues… no te la diré. - Chillé sonrojada.
-¿Te estás sonrojando? - Dijo alarmada. - ¡Oh por Dios! - Comenzó a bromear.
-Lena no, ya bájale… - Me quejé cansada. - Esto es serio. - Ella cesó las risas.
-Está bien, prometo no volver a entrar a tu habitación con una toalla únicamente. - Dijo levantando la mano derecha. - Ahora si, dime que te tiene tan inquieta.
-Es que tuve unos sueños demasiado extraños. - Le dije en un susurro.
-¿Sueños extraños? - Preguntó confundida.
-Si, eso.
-¿Pero a que te refieres con sueños extraños? - Volvió a preguntar.
-Pues… sueños donde… donde… ay no se como decirte. - Dije frustrada.
-Dime simplemente. - Habló con un poco de impaciencia.
-Está bien. - Respiré hondo. - Sueños donde tú y yo hacíamos… pues… ya tú sabes…
-¿El amor? - Preguntó incrédula mientras yo veía como se mordía el labio para evitar dejar escapar una carcajada. - y… ¿Cómo fue?
-¿Qué? -Exclamé alarmada. - ¿Cómo te atreves a preguntarme eso?
-Vamos Yul… no seas tímida, dime si te complací. - Y luego empezó a reír descontroladamente, sabía que se estaba burlando de mí.
-Por eso no quería contarte. - Le dije enojada.
-Está bien, lo siento. - Y dejó de reír. - Pues… Yul eso es normal.
-¿De veras?
-Si, estamos en una edad donde las hormonas son algo locas. ¿Entiendes? - Me explicó.
-Ok, solo espero que no se vuelva a repetir. - dije preocupada.

El día continuó con normalidad, Lena salió después del almuerzo, dijo que quería dar una vuelta al centro comercial más cercano, yo preferí quedarme en casa viendo la televisión, Edward estuvo todo el día en la empresa, nosotras no tuvimos clases, las vacaciones ya habían llegado, por fin había tiempo libre para descansar y entretenerse.

** ** **

Mi primera día en casa de la chica de ojos celestes no fue tan malo, cuando mi papá nos interrumpió en la cena, pensé que se iba a poner más histérico, pero al final creo que comprendió y aceptó la razón por la cual yo había dejado la casa el día anterior. Al día siguiente Yulia estuvo muy extraña hasta que me reveló eso de sus sueños, la verdad, no pude evitar reírme al ver su cara de inocencia cuando me contó sobre los sucesos, pobre Yul tal vez sus sueños se debieron por haberla provocado la noche anterior, en la tarde después de el almuerzo invité a la pelinegra a que fuéramos a dar una vuelta y pasear pero para mi sorpresa se negó, sin embargo yo si salí, estaba un poco aburrida y Yulia aún seguía traumada por la traición que le habían hecho sus hormonas.
No fue mucho lo que hice en el centro comercial, simplemente llegué al café que me gustaba y pedí lo mismo de siempre, de repente un chico llegó y sin autorización se sentó en mi mesa.

-Hola, pelirroja. - Escuché su voz grave y levanté la mirada, era bastante guapo, había pasado muchos meses desde que no me fijaba en un chico, por primera vez alguien aparte de Yulia me llamaba la atención, era castaño, de cabello liso, ojos verdes, muy atractivo.
-Hola. - No pude evitar sonreírle coquetamente.
-¿Cómo te llamas hermosa pelirroja? - Me preguntó interesado.
-Soy Elena Katina. - Contesté embrujada en su mirada.
-¿Elena Katina? Vaya… los rumores no mienten. - Comentó.
-¿A que te refieres?
-Me habían dicho que eras hermosa, pero creo que se quedaron cortos, eres más que hermosa, estoy impactado. - Me halagó y yo volví a sonreír.
-¿Y cómo te llamas?
-Iván, Iván Lazarev. - Respondió.
-Un placer conocerte… pero me tengo que ir.
-Quisiera que no lo hicieras… pero supongo que alguien te espera, una chica como tú no debe estar sola. ¿O me equivoco?
-No, no te equivocas. - Confirmé recordando a Yulia.
-Pero aún así me gustaría volver a verte… ¿Me das tu número? Tal vez algún día aceptes una cita.
-Claro, te lo daré. - Asentí y escribí mi número celular en una servilleta.
-Gracias. - Me guiñó el ojo, yo me levanté para irme y él me dio un beso en la mejilla.
-Adiós. - Me despedí.
-Hasta pronto. - Corrigió.

Corrí prácticamente hasta el auto, ese chico me había gustado e intentaba sacarme de la cabeza sus palabras, me fui corriendo a casa de Yulia para olvidarme de lo sucedido en el café. Cuando finalmente llegué, pregunté por la ojiazul y me dijeron que estaba en el cuarto de estar, me dirigí hasta el lugar, el televisor estaba encendido, ella estaba tirada en el sofá con el control remoto en las manos y profundamente dormida. Me senté a su lado indignada, le quité el control y cambié el canal de caricaturas.

-¿Lena? - Me habló soñolienta después de una hora.
-Te quedaste dormida.
-¿A que horas regresaste? - Preguntó.
-Una hora aproximadamente. - Respondí mirando mi reloj de pulso.
-¿Y como te fue en el centro comercial?
-Bien. - dije con una sonrisa boba al recordar a Iván.
-Vaya… por tu cara me doy cuenta que te fue más que bien.
-Ay no exageres. - Recobré mi postura al darme cuenta que mi respuesta fue muy sospechosa, cielos estaba pensando otra vez en ese chico. - Yulia, debes besarme ahora.
-¿Qué? - Dijo extrañada.
-Solo hazlo. - Insistí y me acerqué a sus labios para iniciar un beso.

Yulia me respondió con calma, pero esta vez era yo quien tenía urgencia, poco a poco fui acomodando a la petisa sobre el sofá y yo me situé sobre ella, le di más pasión en mis besos y luego me separé de su boca para bajar por su cuello hasta la base de su nuca, besando y algunas veces succionando su piel, la escuché gemir más de un par de veces pero sus manos estaban quietas y yo deseaba que me tocara, así que las tomé colocándolas sobre mis caderas e indicándole lo que quería, rápidamente la pelinegra captó el mensaje y coló una de sus manos debajo de mi falda pero sin propasarse hasta mi entrepierna o mis posaderas, mientras tanto yo exploraba bajo su suéter sin dejar de darle placer a su cuello, lo que parecía estar enloqueciendo a la ojiazul pues no paraba de gemir, luego buscó desesperada mis labios dando paso a un fogoso beso que carecía de inocencia.

-Lena, Lena. - Me decía entre besos. - ¿Quieres ir a mi habitación? - Me preguntó y yo me detuve sentándome, ella se subió sobre mis piernas y empezó a besar mi cuello como yo lo había hecho hace un rato, yo bajé mis manos por su espalda y un poco más.
-¿No me responderás? - Me preguntó sin parar de besarme.
-¿Estás muy caliente? - Le pregunté sonriendo.
-No lo sé… solo necesito sentirte debajo de la ropa. - Contestó y se deshizo de su suéter, debajo tenía una blusa blanca de tirantes.
-Cálmate, lobita…luego no querrás perder el control.
-Tú haces que pierda el control.
-¿Estás segura que quieres llevarme a tu habitación? - Le pregunté y detuvimos los besos.
-Aún no. - Respondió pensativa. - Lo dejaremos para otra ocasión… y creo saber cuando será propicio - Añadió y se bajó de mis piernas.
-¿Ah si? - Le pregunté tras darle un corto beso. - ¿No quieres contarme?
-No, quiero que sea sorpresa. - Sonrió y me dio un beso igual. - Ahora que recuerdo, tenía algo que decirte. - Agregó mientras volvía a colocarse el suéter.
-¿De que se trata?
-De nuestras vacaciones ¿Recuerdas que te conté acerca de irnos de viaje?
-Eh… si, si lo recuerdo. - Contesté pensativa.
-¿Hablaste con tus padres? - Me preguntó.
-Aún no, si apenas me lo propusiste hace unos días, además ya sabes como están las cosas en mi casa desde que llegó Vladimir… pero mañana iré a hablar con mi madre y aprovecharé para comentarles ¿Qué te parece?
-Estoy de acuerdo… espero que te digan que sí por que ya compré los boletos. - Dijo.
-¿Eso hiciste? - La miré extrañada.
-Si… ya se que fue algo apresurado. - Se encogió de hombros. - Pero en verdad estoy algo emocionada, hace mucho tiempo que no disfruto de mis vacaciones. - Sonrió.
-Te prometo que serán las mejores. - Le di un beso fugaz.
-¿No tienes hambre? - Me preguntó poniéndose de pie de un salto.
-Solo son las siete, nunca cenas tan temprano.
-Y supongo que tú comiste algo en el centro comercial.
-Solo un café. - Respondí.

Yulia se fue a cenar, yo por mi parte me quedé mirando un tiempo más la televisión, ya no pensaba en Iván Lazarev, ahora lo que me inquietaba era la situación con mis padres, sabía que a la final terminaría volviendo a casa, no por que me obligaran, sino por que era mi casa y allá era donde estaba mi hogar, además no se veía bien que me quedara viviendo con la pelinegra tanto tiempo, si bien a mi no me importaba lo que podía decir las demás personas, pero eso era algo que a mi familia afectaba, no deseaba molestar la tranquilidad de mis padres con los comentarios de sus amigos, ya tenían demasiado con las torpezas de Vlad.
Cuando me aburrí de la televisión caminé hasta la cocina en busca de Yulia, pero solo me encontré con Shura preparando algunas cosas.

-Hola Shura. - La interrumpí, ella dirijo su mirada hacia mí y me sonrió.
-Señorita.
-¿Ya comió Yulia?
-Hace unos veinte minutos acabó.
-¿No sabes donde está? - Le pregunté.
-Le escuché decir que iba a dormir. - Me respondió.
-¿A dormir? Si apenas anochece. - Comenté extrañada.
-Seguro no se siente bien… toda la tarde se la pasó dormida en la sala de estar y ahora se va a la cama temprano, es lo que suele hacer cuando las molestias vuelven. - Me explicó.
-¿Y por que no dice nada? ¿Acaso está enferma?
-Me sorprende que no sepa. - Dijo la mujer con extrañeza.
-¿Qué es eso que no se?
-Bueno… Yulia no está enferma, no de gravedad, desde pequeña sufre de asma y tiene algunas complicaciones cardiacas, pero todo se lo controla con pastillas… y ya la conoces, ella nunca dice nada, siempre ha sido así.
-No estaba enterada. - Mascullé pensativa.
-Tal vez la niña Yulia no quiso comentarle para no preocuparla… y el malestar de hoy es común cuando no se toma las píldoras, a veces es tan terca, y lo peor es que no aprende que con eso no consigue nada sino empeorarse.
-Creo que iré a ver como está.

Abandoné la cocina lentamente, solo pensaba en que el problema de salud de la ojiazul no parecía tan simple como lo describía Shura, y no entendía como era que ella nunca me lo hubiese comentado antes. De repente recordé aquella vez cuando la encontré en el estacionamiento de la escuela con su auto averiado, impacientada empezó a golpearlo, después presencié el pequeño ataque respiratorio, creí que sollozaba pero luego se adentró en el auto en busca de un inhalador ¿Por qué no le había prestado atención al detalle de aquella vez?

-¿Yulia? - La llamé mientras entraba a su habitación, todo estaba oscuro. - ¿Estás dormida?
-Ya casi. - Escuché su débil respuesta.
* Despacio me acerqué hasta un costado de su cama y encendí la lámpara que estaba sobre la mesa de noche, vi que estaba ya arropada.
-¿Te sientes bien? - Indagué.
-Claro ¿Por qué? - Contestó, pero yo me dedicaba a buscar algún gesto en su rostro que la delatara.
-Es algo temprano para dormir. - Le dije.
-Tienes razón, pero ya sabes que anoche descansé poco. - Me recordó.
-¿Estás segura que te sientes bien? - Insistí.
-Te he dicho que si. - Me respondió en un tono en el que me dio a entender que no quería que le volviera a preguntar sobre lo mismo.
-Voy a dejarte descansar entonces. - Dije y ella volvió a recargarse en la almohada luego dejó escapar un suspiro de alivio, sabía que estaba mintiendo, pero ella había decidido no decirme nada, tampoco la obligaría a hablar. - Buenas noches. - Agregué y deposité un beso en su frente.
-Que descanses pelirroja. - Dijo antes de que yo saliera de la habitación.

Al día siguiente desperté temprano, me alisté para ir a visitar mis padres, se lo había prometido a mi papá, cuando salí, me avisaron que la ojiazul aún no despertaba, imaginé en que se encontraba peor que anoche y decidí asomarme a su cuarto, pero la encontré profundamente dormida.

-Yul… ¿Por qué no puedes confiarme todas tus cosas? - Susurré aproximándome a su cama, pensé en acariciar su cabello negro y revuelto pero me arrepentí, no quería despertarla.

Después de salir de cada de Yulia, me fui directo a la de mis padres, en el camino pensaba en todo lo que tenía que decirle a mi madre para que entendiera y asimilara que mi hermano mayor y yo no podíamos convivir ni un día juntos.
Cuando llegué a la casa, extrañamente no había nadie en el vestíbulo, ni en la sala de estar, donde mi mamá acostumbraba a pasar las tardes. De repente escuché unas voces en el estudio, a medida que me iba acercando pude reconocer las voces de mi padre y de Vladimir, al parecer discutían fuertemente…

-¡¿Qué acaso eres estúpido?! - Escuché a mi padre gritar.
-¿Por qué dices eso papá?
-¿Acaso no sabes quien te salvó de este embrollo de los ciento cincuenta millones de euro? ¿No sabes quien fue la única persona que aceptó prestarme ese dinero para poder corregir tus errores? ¡¿NO lo sabes?! - Nunca antes había escuchado a mi padre tan molesto.
-No. - Contestó Vladimir.
-Te lo diré y espero que no se te olvide que Yulia Volkova te libró de que te pudrieras en la cárcel ¡Y tú vienes y la insultas, que idiota eres! No es que eso no es lo peor, maltratas a Lena en su presencia, ¡¿Cómo te atreves a ponerle un solo dedo encima a mi hija?! Te juro Vladimir que si esto se vuelve a repetir, si llegaras a decir cualquier insulto contra Lena, te irá muy mal conmigo, te olvidarás de que existo y de que puedes contar con mi apoyo. ¿Entiendes? ¡¿Está claro?!
-Si, señor. - Asintió el castaño con la cabeza agachada.
-Una cosa más, quiero que recojas tus cosas y te vayas a vivir a uno de los apartamentos del centro de la ciudad, si bien, Lena y tú no pueden convivir, has de dejar la casa por que no permitiré que mi hija se tenga que ir, así que ya estás advertido, hoy mismo te quiero fuera. - Le ordenó.
-Pero papá… - Intentó reclamar pero mi padre lo interrumpió.
-Pero nada, y su vuelvo a escuchar otro “pero” te irás no al apartamento si no a la calle a ver como te las arreglas tú solo y demuestras que tan independiente eres.
* La conversación de esos dos me dejó bastante fuera de lugar, no quería seguir escuchando por educación, así que me alejé hasta encontrar la habitación de mi madre.
-¡Lena! ¿Cómo estás hija? - Me recibió mi madre eufórica.
-¿Te hice mucha falta? - Le pregunté haciendo un puchero infantil.
-Pues claro que si, ahora explícame ¿Por qué tomaste esa loca decisión de irte con Yulia?
-Fue idea de ella, se puso furiosa cuando vio como discutíamos Vlad y yo.
-Tu padre estaba como loco cuando se enteró… ya sabes como es contigo.
-Si… supongo. - Dije pensativa.
-¿Cuándo piensas regresar a casa? - Me preguntó.
-No lo se mamá… pero será muy pronto, te lo prometo. - Y me acerqué para depositarle un beso en la mejilla, cuando me separé ella me observó confundida. -
¿Qué pasa mamá?
-Tienes algo en el cuello. - Me explicó.
-¿Algo como que? - Pregunté sin entender a que se refería.
-Míralo por ti misma. - Me dijo señalando el espejo.

Me acerqué lentamente al espejo y con cautela revisé cuidadosamente mi cuello, y descubrí que mi madre no se equivocaba, había un morado bastante notorio, recordé entonces la razón, habían sido sin dudas los besos que me había propinado Yulia ayer, de inmediato me puse del color de mis cabellos, mi mamá me miró esperando una explicación.

-Eh… - Empecé a intentar decir algo, pero aun seguía sonrojada.
-Creo que ya comprendí la situación. - Habló mi mamá algo seria.
-No, mamá, no es lo que te imaginas. - Me apresuré.
-¿Y que es lo que crees que estoy imaginando? - Me preguntó.
-Por lo menos déjame aclararte que Yulia y yo nada de nada… esto solo fue un beso.
-Está bien, hija, pero yo no te he reclamado nada. - Empezaba a reírse. - Mira como te pones de nerviosa, y yo que ni había pensado en lo que acabas de decir.
-Bueno de todas maneras por si tenías las dudas.
-Lena ¿A que horas llegaste? - Irrumpió mi padre sorprendido.
-Hola, papá. - Sonreí. - Apenas voy llegando.
-¿Te regresas a casa? - Me preguntó emocionado.
-Vine a visitarlos como te lo prometí.
-De todas maneras ya quiero que regreses, le acabo de decir a Vladimir que se vaya a vivir a uno de los apartamentos en el centro, así que no tendrás que quedarte con Yulia.
-Gracias, papá… creo que mañana regresaré, si es así. - Dije y mis padres sonrieron. - También quería comentarles algo.
-Dinos princesa. - Habló mi padre muy atento.
-Me voy de vacaciones.
-¿A dónde quieres ir? - Preguntó mi madre.
-En realidad me voy con Yulia. - Expliqué y ellos se quedaron callados por unos segundos.
-¿Y para cuando es el viaje? - Habló finalmente mi mamá.
-No lo se, primero quería saber si ustedes están de acuerdo.
-Por mi no hay problema… ya sabes que te estaré cuidando. - Dijo mi padre.
-¿De verdad, papá? - Le pregunté emocionada.
-Espero que se diviertan mucho, y que diviertas mucho a Yulia, me alegra saber que haya cambiado tanto gracias a ti. - Sonrió. - ¿La idea de irse de vacaciones fue tuya, princesa?
-No, ella fue quien me invitó, no sabes como está de emocionada. - Sonreí.
-Bueno, entonces no puedes decirle que no… Ya sabes chiquita, mañana te quiero de nuevo en la casa ¿Estamos? - Me recordó.
-Claro papá, no te preocupes. - Asentí.

** ** **

Me desperté cerca de las once de la mañana, percibí el perfume de la pelirroja en mi habitación, pero ella no estaba por ningún lado. Dejé la cama para irme directamente a la ducha, los malestares del día anterior se habían ido aunque no lograba sentirme perfectamente bien… estuve en la habitación hasta las tres de la tarde, bajé con la intensión de encontrarme con Lena.

-Niña… ¿Por qué no ha bajado a comer en todo el día? ¿Se siente bien? - Me preguntó Shura.
-Estoy bien. - Contesté. - No he tenido mucho apetito, pero quisiera que me sirvieras un poco de helado de vainilla, se me antoja. - Le pedí haciendo un puchero.
-No es lo correcto, pero si es lo que deseas. - Dijo seriamente.
-Gracias. - Sonreí. - ¿No has visto a Lena? - Le pregunté.
-La señorita Katina salió muy temprano esta mañana… creo que iba a su casa.
-¿A su casa? ¿No me dejó algún recado? - Indagué extrañada.
-No, no dejó dicho nada.
-Mmmm… estaré en el patio Shura. - Le avisé saliendo por la puerta trasera.

Afuera el frío era casi insoportable, pero a mi había dejado de molestarme después de media hora, estaba sentada en una banca frente a la alberca que permanecía congelada por la baja temperatura, sin embargo a mi no me molestaba comer helado, era una costumbre que tenía desde niña, recuerdo que mis padres no entendían como era que soportaba comer helado con ese clima.

-¿Yulia? ¿Qué haces acá afuera? - Escuché la voz de Lena. -Te vas a congelar.
-Me gusta estar aquí. - Le contesté sin mirarla.
-Eres la primera persona que veo comer helado en invierno. - Comentó.
-¿Quieres? - Le ofrecí.
-No, no me provoca.
-¿A dónde fuiste desde la mañana? - Le pregunté.
-Estaba en casa de mis padres… por cierto, mañana regreso. - Me avisó.
-¿Y que pasó con tu hermano mayor?
-Se va de la casa. - explicó. - También quería decirte que ya hablé con mis padres.
-¿Sobre nuestras vacaciones?
-Si, y están de acuerdo. - Sonrió y se sentó a mi lado apoyando su cabeza en mi hombro, yo solo la miré de reojo y deposité un beso en su cabeza.
-Te amo. - Levantó la mirada y me habló con seriedad.
-Yo también te amo. - Le dije sin muchos ánimos.
-¿Te pasa algo? - Me preguntó con un dejo de preocupación.
-No es nada. - Respondí casualmente y luego metí una cucharada de helado en mi boca.
-¿Qué puede ser tan malo que no me lo puedas contar? - Insistió.
-No sucede nada, Lena. - Le contesté un poco cansada por no querer ser grosera.
-Yulia… Shura me dijo ayer que te sentías mal y que probablemente se debió a que no tomaras tus pastillas a tiempo.
-No se de que pastillas me estás hablando. - Dije con brusquedad, no quería que Lena se enterara de mis tratamientos, mi enfermedad era algo que se podía controlar, no era necesario que se preocupara por mí, eso solo significaría una perdida de tiempo.
-No tiene caso que te hagas la desentendida conmigo. -Habló un poco molesta.
-No tienes de que preocuparte. - Quise tranquilizarla. - Es algo demasiado trivial en mi vida.
-Está bien. - Dijo resignada. - No voy a insistirte.
-Este viernes nos iremos. - Le comenté para cambiar el tema. - Así que ves arreglando tu maleta, o las cosas que desees llevar. - Sonreí para disminuir la tensión que había entre nosotras.
-¿Tan pronto? - Preguntó seria aun.
-Bueno estamos en vacaciones, no podemos ir para víspera de navidad, ya que tú querrás pasarte esos días con tu familia. - Le expliqué.
-Tienes razón. - Me apoyó. - No me has dicho a donde iremos.
-Iremos a Hawai. - Le respondí. - Espero que sea de tu agrado, me han hablado muy bien de esas islas y… ¿Qué opinas Lena? ¿O deseas que vayamos a otro lugar?
-Hawai es perfecto. - Chilló emocionada. - Wow no pensé que querrías dejar el continente.
-Quiero que te diviertas y que la pasemos muy bien. - Sonreí y tomé su mano. - De paso nos alejaremos un poco de este clima que se vuelve cada vez más tedioso.
-Claro que nos divertiremos. - Su enojo ya se había difuminado.

Durante el resto de la tarde la invertimos en ver películas, por primera vez la pelirroja sugirió que veríamos, diciendo que había escuchado mucho de ese filme y que se lo habían recomendado, yo acepté sin negarme en ningún momento, simplemente podía disfrutar con su presencia. Sabía que Lena volvería al día siguiente a su casa, pero yo había tenido la sensación de quererla conmigo para siempre, la única manera de no sentirme tan sola en casa era que estuviera la pecosa en ella, era la persona que conocía los secretos para alegrar mis días.

-¿Cenamos ya? - Me invitó al acabarse la película.
-Creo que pediré una pizza.
-Yulia no has probado bocado en todo el día, y ahora comerás chatarra. - Me reprendió.
-Pero tengo antojo de pizza. - Me quejé haciendo un puchero infantil.
-No pongas esa cara que ya sabes que se me hace difícil decirte que no.
-Entonces no digas no.
-Mmmm solo por hoy. - Aceptó finalmente.

La pizza no estuvo mal, claro que admito que comí demasiado y después de eso sentía una pesadez en el estómago, supe que necesitaba dormir para que el estómago y los jugos gástricos hicieran su trabajo más fácilmente. Lena estaba recostada en mi pecho y miraba la pantalla del televisor, sin embargo llegué a adivinar que no le ponía atención, obviamente sus pensamientos estaban concentrados en algo más, bostecé y estiré un poco el cuerpo para que entendiera mis deseos de ir a dormir aunque pareciera temprano aun.

-¿Estás cansada? - Me preguntó después de diez minutos.
-Un poco. - Volví a emitir un bostezo.
-Vamos a dormir. - Dijo y se puso de pie tomándome de la mano.
* Subimos las escaleras con paciencia, observaba a la pelirroja en otra dimensión ¿Qué era lo que la tenía tan inquieta desde la cena? Llegamos a mi alcoba y Lena abrió la puerta, apenas la atravesamos se fue hasta mi armario y extrajo de allí una pijama que le pertenecía, luego se fue al baño y salió con la prenda ya puesta.
-¿No te vas a cambiar? - me preguntó.
* Me puse de pie, pues había estado sentada sobre la colcha, penetré al cuarto de baño y cambié mis ropas por las de dormí, salí y la pecosa ya se había metido debajo de las sábanas.
-Pensé que dormirías en tu habitación. - Dije.
-Cambio de planes. - sonrió y yo fui a hacerle compañía. - Hace un poco más de frío esta noche ¿No crees? - Dijo al tiempo que me rodeaba con sus brazos.
-Si. - Contesté con la vista en la ventana, la luna brillaba feroz y se podían distinguir pequeñas partículas de nieve en el ambiente.
-Olvidaste cerrar las cortinas. - Me recordó.
-La luna está muy sonriente hoy, creo que quiere que la veamos. - Comenté para evadir la responsabilidad de levantarme a cerrar las persianas.
-Eres una floja. - Se burló hundiendo la cabeza en mi pecho mientras emitía risitas sin razón.
-Me haces cosquillas. -Empecé a reír también.

Levanté su cabeza para clavar mis ojos en su selva verde, no entendía como podía tener unos ojos tan hermosos, observé de cerca su rostro, detallando cada uno de sus rasgos como queriendo retenerlos en mi memoria para siempre, sus pecas eran muchas, pero también diminutas, algunas solo se les podía ver desde muy cerca, nunca fueron feas, todo lo contrario, eran delicadas como cada una de sus facciones… amaba que siempre sostuviera mi mirada, amaba cuando trasmitía su cariño a través de sus expresiones, amaba que su piel fuera casi trasparente, pero el tacto era indescriptible, suave como la seda, descubrí que amaba todo lo que ella significaba y era.

-¿Qué? - Interrumpió el contacto finalmente y luego sonrió.
-¿Qué de que? - Le pregunté sonriendo también.
-¿Por qué miras durante tanto tiempo?
-No solo te observaba, también estaba pensando. - Respondí.
-¿En que pensabas?
-Pensaba en ti. - Esbocé nuevamente una sonrisa.
-¿Cómo puedes pensar en mí teniéndome al lado? - Preguntó en una risita.
-Debe ser por que te quiero mucho. - Contesté encogiéndome de hombros.
-Y yo te adoro, mi lobita. - Susurró colocándose sobre mí, luego me di un rápido beso en el cuello, después me abrazo posesivamente y cerró los ojos. - Buenas noches.
-Buenas noches, Lena. - Contesté para cerrar también mis ojos y entregarme a los brazos de Morfeo

** ** **

Unas gotas de agua congeladas que golpeaban la ventana me hicieron despertar, a mi lado yacía la ojiazul profundamente dormida y con ese gesto infantil que siempre cargaba, la miraba y me parecía más una niña, se veía aun más pequeña debajo de esa gruesa cobija que nos protegía del frío. Con suma delicadeza desaté sus brazos de mi cintura para evitar despertarle, la escuché gemir un poco, pero pronto retomó una nueva postura para continuar su momentáneo descanso. Me aproximé al reloj y observé que eran las siete y media de la mañana, entonces volví a recostarme al lado de la chica de ojos celeste y la envolví en un abrazo, la escuché balbucear cosas inentendibles como acostumbraba cuando dormía, reí bajito y justo cuando iba a cerrar los ojos nuevamente, la pelinegra despertó.

-¿Lena? - Me llamó con los ojos aun cerrados.
-Aquí estoy, Yul. - Le susurré cerca del oído.
-¿Qué haces despierta de madrugada? - Volvió a preguntarme somnolienta.
-No es de madrugada, tontita. - Le corregí y entonces se decidió a abrir los ojos.
-Pero no deja de ser temprano.
-Me desperté por el ruido del granizo. - Le expliqué.
-¿Y a que horas te vas a tu casa? - Me preguntó con cierta tristeza.
-En la tarde. - Contesté.
-¿Y si te pido que te quedes conmigo?
-Yul… ojala pudiera, pero mis padres quieren que regrese, además ya estaremos juntas a partir del viernes ¿No crees?
-Todavía faltan cuatro días para que sea viernes. - Reprochó en tono de niña consentida.
-Creo que puedes sobrevivir. - Le dije sonriendo.
-Está bien… si no hay nada que hacer. - Habló indignada.
-Yul… entiende que mis padres son mis padres.
-¿Y si te secuestro para siempre? - Preguntó con expresión de que era una gran idea.
-Seguro mi padre te encontrará y luego te degollará lenta, pero muy lentamente. - Bromeé.
-Huy como que ya me dio miedo… mejor no. - Siguió mi juego.
-¿Vas a seguir durmiendo o me acompañas a desayunar?
-Estoy pensando en dormir hasta el medio día. - Respondió seriamente.
-No, no te lo permitiré, es mi último día de estar en tu casa, así que tendrás que hacer lo que yo te diga ¿Comprendes? - Le hablé en un tono amenazante pero en broma.
-Con tal de que no me maltrates como sueles hacerlo. - Dijo.
-Vamos, levántate. - Le ordené.
-Ay no Lena quedémonos un ratito más, mira que hace mucho frío. - Suplicó.
-Mmmm déjame pensarlo…

Nos quedamos en la habitación hasta un poco más de las diez, y efectivamente después de almorzar decidí regresar a mi casa, no llevaba nada por que así había salido unos días, la ropa que tenía en casa de la ojiazul allí se quedaría como antes, era mi reserva para las ocasiones cuando me quedaba a dormir allá. Yulia se ofreció a llevarme de vuelta y yo acepté, cuando llegamos se despidió rápidamente y me pidió que no regresara a su casa en esa semana, que quería verme hasta el viernes, por que de otra manera me extrañaría más, no entendí el significado de su petición pero no objeté en ningún momento, ella prometió que pensaría en mi.
Mi padre se puso muy feliz como lo sospeché, Vladimir no estaba por ningún lado cuando llegué, tampoco sus cosas estaban, D’mitri aun disfrutaba de las vacaciones con su futura esposa, mamá acordó con Victoria preparar todo lo relacionado con la boda a partir de enero, Dima estaba buscando una casa para mudarse con su familia tan pronto se unieran en matrimonio.
Los días pasaron tranquilos, aproveché el tiempo libre para leer un par de libros, de vez en cuando me preguntaba que estaría haciendo Yulia en esos momentos, incluso quería correr a su casa, pero de inmediato recordaba lo que me había pedido.

-Lena, Lenita. - Escuché a mis amigas entrando por la puerta principal de mi casa.
-Hola chicas. - Las saludé sonriendo y ellas se acomodaron en los sillones de la sala.
-Pensamos que no te encontraríamos aquí. - Comentó Svetlana.
-¿Y eso por que? - Les pregunté.
-Nos habían dicho que te habías ido a vivir con la Volkova. - Me explicó Ekaterina.
-Y yo pensé que se habían casado. - Dijo Lika con sus comentarios siempre tan fueras de lugar.
-No seas tonta. - La reprendí. - Solo estuve unos cuatro días en casa de ella, y la razón fue mi hermano mayor, ya saben que no me lo banco.
-Ahora entendemos… Vinimos a visitarte por que como últimamente hablamos tan poco, así que vinimos a traerte una mega idea. - Habló Ekaterina.
-¿De que se trata? - Les pregunté.
-Bueno hemos planeado irnos a Londres de vacaciones, las cuatro. - Respondió Svetlana.
-Si, Lena sería bueno para todas, hay que fortalecer lazos de amistad.
-Lo siento, pero ya tengo planes. - Les dije.
-¿Qué? - Exclamaron todas al unísono.
-¿Tu familia se va de viaje? - Preguntó finalmente Ekaterina.
-No, en realidad me voy de vacaciones con Yulia. - Expliqué.
-Wow, esta Volkova es rápida, se nos adelantó… ¿Y a donde te llevará, Lenita? ¿A Siberia? ¿O tal vez al polo norte? ¿O ella prefiere Transilvania? - Empezó a fastidiar Lika.
-Ay Anzhelika que pesada eres. - Hablé harta de sus comentarios.

El viernes llegó… desde el día anterior yo había comprado todo lo que creí que necesitaría, le hablé a Yulia para decirle si pasaba por mí pero me aclaró que nos encontraríamos directamente en el aeropuerto. Se me hizo algo extraño pero no quise pensar en el porqué de su decisión. Mis padres me acompañaron hasta el aeropuerto internacional.
Cuando llegamos busqué a la pelinegra por todos lados hasta que la encontré sentada en la sala de espera, a su lado estaba Edik, ella estaba recostada en su hombro medio dormida, lo que me pareció muy extraño.

-Yul. - La estremecí con cuidado por el brazo, ella alzó la cabeza con lentitud.
-¿Estás bien? - Le pregunté seriamente.
-Yulia ¿Cómo estás hija? - La saludó mi papá.
-Eh… papá, mamá nos dan un segundo. - Les dije a ambos y tomé a la pelinegra del brazo alejándola de los presente, también noté que ella caminaba algo torpe.
-¿Yulia, estás bien? - Le pregunté en un susurro.
-Si, si, si. - Me habló con la lengua enredada, entonces empecé a sospechar que estaba tomada.
-Yulia, en media hora sale el avión. - Nos interrumpió Edward y yo lo miré exigiendo una explicación, su expresión fue de indignación.
-¿Me puedes explicar que le pasa? - Pregunté con insistencia.
-Tuve que ir a despertarla a la fuerza esta mañana… estaba en el estudio con una botella de vodka casi vacía… - Me explicó. - Creo que fue por lo de sus padres. - Masculló. - ayer se cumplían ocho años de su muerte, le pregunté si quería hacer una ceremonia en la iglesia o si prefería ir al cementerio, se negó a todas y simplemente se encerró desde la tarde.
* Ahora entendía por que la ojiazul quería estar sola, seguro se sentía muy mal por el hecho, me sentí un poco culpable por no estar con ella en ese momento.
-¿Sucede algo, princesa? - Se aproximó mi papá.
-No, es solo que Yulia tiene un poco de dolor de cabeza, dice que tuvo mal sueño. - Mentí.
-Se ve un poco mal.- Comentó mi madre.
-No se preocupen. - Les dijo la chica de ojos celeste y sonrió con dificultad. - Ya me tomé una pastilla. - Agregó y por suerte no balbuceó ni una vez.
-Está bien, esperemos que haga rápido su efecto. - La ánimo mi padre.
* Después de quince minutos, estábamos abordando el avión, prácticamente arrastré a la pelinegra hasta su lugar, se veía muy mal, no se como mis padres no se dieron cuenta de su verdadera situación, con dificultad le puse el cinturón mientras la escuchaba balbucear nuevamente.
-¿Lena? ¿Lena? - Me llamaba inquieta.
-Compórtate. - La regañé en voz baja. - Dios. ¿Por qué hiciste esto, Volkova?
-Voy a vomitar. - Me avisó.
-¿Qué? - Exclamé alarmada. - Te buscaré una bolsa. - Le dije realizando la acción.

Puedo decir que ese fue el vuelo más estresante de mi vida, tuve que soportar a Yulia mientras vomitaba todo lo que tenía en el estómago, tuvimos que irnos hasta el baño y allí se tardó unos quince minutos devolviendo hasta lo último que había ingerido el día de ayer, cuando finalmente regresamos a nuestro puestos, recostó su cabeza a mi hombro y cayó profundamente dormida hasta que nuevamente volvimos a tierra.

-Yulia, Yulia. - Empecé a moverla para que despertara, pero era en vano. - Vamos a aterrizar, debes abrocharte el cinturón, Hey, Yulia. - Suspiré indignada e hice el trabajo por ella.
* El aterrizaje fue normal, luego el avión empezó a detenerse hasta que lo hizo por completo, recogí mis cosas y nuevamente intenté despertar a mi novia.
-¡Yulia! - Esta vez le di una sacudida más fuerte y empezó a abrir los ojos con pesadez.
-¿Qué? ¿Qué sucede? - Preguntó desorientada.
-Llegamos. - Le indiqué.
-¿Llegamos? ¿Tan pronto? - Dijo con sorpresa.
-Bueno han pasado un poco más de nueve horas. - Le aclaré. - Solo que no pudiste notarlo por que has dormido todo este tiempo.
-Lena, me siento muy mal. - Se quejó.
-Claro, seguro estás pasando por la resaca de tu vida. - Le dije con sarcasmo.
-Cuando esté un poco mejor podrás regañarme todo lo que quieras.

Al bajarnos del avión, de inmediato detecte el cambio de clima, hacía una calor impresionante y se puso peor cuando salimos del aeropuerto a tomar un taxi, el sol estaba como de medio día, me molestaba en la vista y me picaba la piel, miré a Yulia pero se me hizo que ella no podía si quiera notarlo, aun no estaba en sus cinco sentidos.
La pelinegra le indicó al conductor en inglés a donde iríamos, yo solo me dedicaba a observar a través de la ventana el lugar, y me gustó mucho el paisaje, era tan diferente a nuestra Moscú… Después de un tiempo, no tan largo, llegamos a un hotel muy lujoso, Yulia se encargó de todo el papeleo, aun tenía esa expresión de no sentirse bien, pero soportó llegar hasta la habitación que se nos fue asignada, apenas entramos se dejó caer pesadamente en la cama mientras observaba detenidamente el techo.

-Lena ¿Me harías un favor? - Me habló algo sofocada. - ¿Puedes subirle al aire acondicionado? Siento que me estoy derritiendo todavía. - Se quejó mientras empezaba a desvestirse.
-Ve a darte un baño. - Le sugerí y ella se metió al cuarto de baño.
* Mientras Yulia se aseaba, que por cierto tardó cerca de una hora echándose agua fría, yo exploraba el lugar, era una habitación bastante amplia con todo incluido, observé a través de cristal de la ventana y claramente vi esa espectacular imagen que irradiaba el mar, era entre un azul verdoso, un color muy mágico.
-Tu turno, pecosa. - Dijo Yulia a mis espaldas.
-Vaya… al parecer el baño mejoró tu aspecto. - Comenté al verla más fresca y sobria.
-No te voy a negar que me siento mucho mejor. - Dijo mientras se recostaba nuevamente.
-Espérame para tomar una siesta.
-Está bien. - Asintió al tiempo que encendía la televisión.

Penetré el baño y empecé a desvestirme con lentitud, sentía que me dolía hasta la última hebra de cabello, el viaje me había dejado totalmente agotada, disfruté del baño pero no me tardé tanto como Yulia. Después de media hora salí envuelta en una toalla, fijé mi vista en la cama y vi a la ojiazul dormida como me lo imaginé, con el control remoto en las manos y en una posición bastante incómoda. Me vestí con un short y una playera sin mangas, me acosté al lado de Yulia y le quité el control de las manos para empezar a navegar entre los canales, con la esperanza de encontrar algo que ver, pero todos estaban en ingles, y yo no era que entendiera a la perfección el idioma, entonces apagué el televisor y me acomodé para descansar también.

-Lena, Lena. - Escuchaba una voz que se aproximaba más y más hasta que me desperté abriendo poco a poco los ojos, de frente estaba Yulia mirándome extrañamente.
-¿Qué? - Le pregunté soñolienta mientras me tallaba los ojos.
-Wow pensé que te habías desmayado… he estado intentando despertarte hace quince minutos.
-Es que estaba muy cansada. - Le expliqué.
-Ya anocheció. - Me informó señalando la ventana y en efecto el sol se había ocultado.
-¿Hace cuanto te despertaste? - Le pregunté mientras me sentaba, y vi que Yulia tenía puesto un pantalón de mezclilla con un estilo desgastado en algunas partes, una playera blanca sin mangas, unas sandalias negras y una boina beige. - ¿Saliste?
-Solo a dar una vuelta por el hotel. - Se encogió de hombros. - Dormiste cerca de siete horas.
-Y todavía me siento cansada.
-Entonces ¿Quieres que te traiga algo de comer o prefieres que vayamos a algún lugar?
-Hoy no, Yul… en verdad necesito reponer energías. - Le respondí débilmente.
-Ok, entonces te traeré algo de comer. - Me sonrió. - Prometo que no me tardaré.

Vi salir a Yulia por la puerta, volví a encender la televisión, pero esta vez sincronicé un canal de música, eso era lo mejor que podía soportar, miré el reloj y eran cerca de las nueve de la noche. Permanecí escuchando y viendo videos musicales durante los siguientes cuarenta minutos, luego la pelinegra apareció con un paquete en las manos.

-Regresé. - Gritó desde la puerta.
-Te tardaste. -La miré con seriedad.
-Mmmm solo un poco. - Se acercó hasta sentarse a mi lado y me entregó la comida.
-Hamburguesas y coca cola. - Pronuncié refiriéndome a lo que había dentro de la bolsa.
-Pensé que se te antojaría. - Sonrió con inocencia.
-Gracias. - Y le di un beso en la mejilla.
-¿Qué quieres hacer? - Me preguntó ansiosa.
-¿Qué te parece si nos dormimos temprano y mañana hacemos todo lo que quieras?
-Bueno todo sea por complacerte a ti. - Me sonrió tiernamente, y yo la tumbe sobre la cama y me acomodé sobre ella, exactamente me senté encima de su abdomen.
-Por eso te amo. ¿Y sabes una cosa? - Le pregunté y ella negó con la cabeza tan infantilmente sin dejar de sonreír y sin apartar sus ojos de los míos. - Nunca, pero nunca te voy a dejar ir.
-Yo también te amo, pero si no dejas de aplastarme el estómago creo que devolveré todo lo que me he comido en el día. - Comentó y reímos.
Yulia se puso de pie y se deshizo de sus pantalones de mezclilla, dejando al descubierto un bóxer blanco un poco holgado, luego de un brinco se metió a la cama.
-¿No te vas a poner pijama? - Le pregunté al ver que pretendía dormir así.
-Hace calor. - Fue su respuesta y se retiró la boina de la cabeza.
-Yo iré a darme otro baño antes de dormir. - Dije caminando hacia la ducha.
-Esta vez no te espero. - Le escuché decir mientras se acomodaba para dormir.
-Al medio día tampoco lo hiciste.

Dentro del cuarto de baño me desvestí para luego meterme por un tiempo prolongado bajo el agua, claro que no me excedí, pues mi cuerpo aun reclamaba más horas de descanso. Después de asearme me vestí con ropa para dormir lo suficientemente fresca para evitar un ataque de calor. Yulia estaba ya dormida como lo imaginé, solo se había tapado con una delgada sábana blanca, con cuidado me acosté al otro costado de la cama para evitar despertarla, me acomodé y rápidamente quedé dormida.
A la mañana siguiente desperté con el sonido de la televisión, en efecto, la ojiazul miraba caricaturas muy entretenida. La brillante luz de la estrella amarilla inundaba la habitación, recuerdo que Yulia tenía esa manía de abrir las ventanas cuando despertaba por las mañanas, en cambio yo, siempre preferí mantener un poco la oscuridad en mi habitación.

-Mmmm - Gemí con pereza y sentí la mirada de la pelinegra sobre mí.
-Wow, Lena te vas convertir en morsa si sigues durmiendo por tantas horas. - Bromeó y yo me di la vuelta para observarla, tenía un bote de helado del cual ya había devorado la mitad.
-Te excedes. - Le dije a manera de regaño.
-Simplemente no lo puedo evitar. - Se encogió de hombros y se llevó otra cucharada a la boca.
-¿Y mis buenos días? - Reclamé haciendo un puchero.
-Bueno días, bonita. - Habló sin apartar la mirada de las caricaturas.
-Yulia. - Le hablé molesta.
-Eh… - Se rascó la cabeza. - ¿Preciosa?
-Tonta, no lo digo por eso. -Continué en el mismo tono.
-Entonces ¿Por qué? - Me preguntó.
-¿Esas caricaturas te parecen más importantes que yo? - Reclamé dolida por su actitud tan indiferente.
-Obvio no. -Contestó con la boca llena de helado.
-¿Entonces por que no puedes apartar por un miserable segundo la vista de la estúpida televisión y mirarme siquiera para decirme buenos días? - Dije y me levanté molesta hacia el baño.
-Pero… - Quiso decir algo.
-No quiero escucharte. - Le dije y azoté la puerta.

Me tardé más de media hora allí dentro y cuando finalmente salí, Yulia no estaba en ningún lado, la televisión estaba apagada y el bote de helado estaba sobre una de las mesas de noche con un poco de su contenido. Resignada al saber que se había ido sin siquiera dejarme una nota empecé a vestirme, usé un pequeño vestido blanco perfecto para darme un paseo por la playa, me calcé unas sandalias y agarré mis gafas de sol.

-¡Lena! - Escuché la voz de Yulia llamándome, yo caminaba por las orillas, tan extasiada con la vista que tenía alrededor que me obligaba a ignorar la sensación que producía la radiación de la estrella amarilla sobre mi piel. - ¡Lena! - Escuchaba la voz más cerca, pero en ningún momento me di la vuelta, entonces Yulia me interceptó, estaba agitada, seguro había estado corriendo, y algo más, llevaba un pequeño ramo de flores algo desordenado. - ¿Estás sorda? - Me preguntó intentando recuperar el aliento, entonces me fijé en ella, traía un short blanco y la misma playera sin mangas del día anterior, tenía los pies descalzos.
-¿Me decías? - Le dirigí la palabra finalmente, pero fui algo cortante.
-Te busque por todo el hotel.
-Solo vine a dar un paseo ya que mi novia me abandonó en la habitación. - Dije resentida.
-Claro que no, solo salí un segundo por esto. - Me enseñó las flores.
-¿Tengo que creerte?
-Te estoy hablando con la verdad. - Aseguró y empezó a dar pequeños saltos.
-¿Qué te sucede? - Le pregunté extrañada por su acción.
-Me estoy quemando los pies. - Se quejó mirándolos, no traía calzado.
-¿Para que vienes descalza? - Hablé y de un jalón le quité el ramo.
-¿Te gustan? - Me preguntó con una expresión infantil refiriéndose a las flores.
-Mmmm, están algo…- Comenté detallándolas.
-Si, lo se, fue por todo el trajín, salí corriendo como loca a encontrarte. - Me interrumpió.
-Seguro… - Yulia caminó unos pasos más hacia la orilla para mojarse los pies.
-Que delicia. - Dijo con cara de satisfacción y con los ojos cerrados. - Oye, Lena, por cierto, te ves hermosa con ese vestido. - Comentó y yo me sonrojé. - Me gusta.
-¿Quién? ¿El vestido o yo? - Le pregunté juguetona acercándome a ella.
-Pues… la combinación entre los dos. - Respondió.
-¿Pero cual te gusta más?
-Eh… el vestido no es nada del otro mundo ¿Cierto? Pero tú sin ese vestido pues… - Empezó a decir como imaginando la escena que estaba a punto de terminar de describir y yo le di un leve empujón, ella se estaba sonrojando y yo ya intuía lo que estaba pensando. - ¡Ouch! - Se quejó.
-Pervertida. - La regañé.
-Todo es tu culpa. - Se quejó otra vez. - Tú provocas esos pensamientos obscenos. - Continuó con su broma. - Vamos Lena si me dejaras verte sin el vestido no dudaría en decir que tu me gustas más. - Rió, pero yo la empujé con más fuerza que la vez pasada haciendo que cayera sobre el agua, Yulia quedó totalmente empapada y ahora yo era la que reía.
-Esta me las pagas. - Dijo cuando volvió a ponerse en pie, entonces yo corrí a toda velocidad mientras ella me perseguía hasta que tropezamos y caímos sobre la arena, Yulia estaba sobre mí, con su cabello escurriendo agua sobre mi ropa, nos miramos para después sonreír.
-¿Qué te parece si entramos al mar un rato? - Me invitó.
-De acuerdo. - Acepté.
-Vamos a cambiarnos. - Dijo y se puso de pie para después extenderme la mano y ayudar a incorporarme.

De allí volvimos a nuestra habitación para cambiar la ropa por nuestros respectivos vestidos de baño, tenía un año sin usar uno desde mis últimas vacaciones que mis amigas y yo nos fuimos a las playas de Portugal. En el baño me di un vistazo al espejo, tenía un buen cuerpo, y muchas personas me lo repetían, el bikini me quedaba muy bien, pero yo era demasiada blanca, casi transparente, sabía que aunque quisiera jamás me broncearía, me pregunté si a Yulia le gustaba, ella también era blanca pero no tanto como yo.

-Te tardas, Lena. - Escuché la voz de Yulia desde el otro lado, hace unos minutos se había bañado y quedó en vestirse mientras yo lo hacía en el baño.
-Que impaciente eres.
* A los cinco minutos, después de ponerme la salida de baño que tapaba únicamente abajo como una especie de falda pero semitransparente, abrí la puerta y Yulia estaba de espalda guardando unas cosas en la mochila, ya estaba lista y se veía muy linda con su traje de baño.
-Pensé que no ibas a salir n…- Se dio la vuelta y no pudo terminar su frase al verme, con la expresión en su rostro supe que le encantaba como yo lucía. -Wow- Articuló.
-Que linda te ves Yul- Le dije pero ella aun parecía estar distraída. - ¡Hey!- Exclamé para ayudarla a regresar a tierra. -¡Volkova! - Grité más alto y ella se sobresaltó.
-¿Eh?- Aún tenía su cara de boba.
-¿Qué haré contigo? - Hablé con resignación, la tomé del brazo para prácticamente arrastrarla hasta afuera pues no salía de su trance.

Llegamos hasta la playa y escogimos una carpa cerca de las palmeras, la ojiazul se sentó en una de las sillas y abrió la mochila para extraer un bloqueador que había guardado, yo me senté en la otra silla que restaba, mientras la observaba aplicarse la crema, vi como se la esparció por casi todo el cuerpo, luego cuando acabó con su tarea me lo extendió para que yo hiciera lo mismo.

-Gracias. - Dije al recibirlo, entonces se me ocurrió algo para molestar a la pelinegra, me causaba mucha gracia cuando la acorralaba. - ¿Me harías un favor, chiquita? - Le hablé en un tono dulzón.
-Dime. - Me miró.
-¿Me colocas el bloqueador? - Le pedí coquetamente y ella se aclaró la garganta como nerviosa.
-Eh… Claro. - Aceptó y yo le entregué el recipiente.

Yulia vertió un poco de la crema en sus manos, y vi como vacilaba en si rozármela o no, estaba acorralada como lo predije, finalmente se decidió y empezó a esparcirlo por mis hombros bajando por mi brazos, luego lo deslizó tímidamente por mi vientre, después mi pecho pero sin acercarse a mis senos, pero yo la interrumpí por que no pude seguir evitando reírme, ella apartó sus manos y yo me di la vuelta para quedar boca abajo.

-¿Quieres que siga de verdad? - Me preguntó dudosa.
-Apresúrate Yul que ya quiero entrar.
* La ojiazul continuó con su trabajo esta vez por todo mi espalda y mis piernas, finalmente cuando acabó la escuché emitir un suspiro de alivio.
-Vamos ahora si. - Le extendí mi mano y ella la tomó.
* Penetramos solo hasta que el agua nos dio a los hombros, Yulia me rodeó mi cuello con sus brazos y yo la abracé por la cintura, la distancia entre las dos era muy corta, entonces se acercó y besó mi mejilla, yo le sonreí.
-Te amo. - Masculló. - Nunca me imaginé que alguien podría hacerme tan feliz, como tú lo haces.
-Yo también soy extremadamente feliz contigo a mi lado.
-Entonces prométeme algo.
-Lo que quieras.
-Promete que cuando me dejes de querer me lo harás saber, y no me engañarás.
-Yulia, jamás voy a dejar de quererte. - Le dije tiernamente para luego darle un beso.
-Promételo. - insistió.
-Está bien, pero eso es algo que nunca, escúchame bien, nunca sucederá.

Después de un tiempo decidimos irnos a almorzar, pues ya había pasado un poco más del medio día, fuimos hasta un restaurante cerca del hotel y comimos mariscos. Nos quedamos charlando media hora y finalmente volvimos al hotel para bañarnos, Yulia me avisó que daríamos una vuelta por la isla. En la tarde paseamos, fuimos a un muelle, compramos nieves e hicimos otro par de cosas más, con ella el tiempo siempre se disfruta y pasa tan rápido, es increíble como parece otra persona a la que inicialmente vi por primera vez cuando atravesó la puerta de mi salón, ese día estaba gravado en mi mente, y lo estaría por siempre, la manera como sus ojos me cautivaron al instante, aunque su semblante era serio, algo de mi pudo ver más allá de su alma, puedo asegurar que probablemente fue un amor a primera vista.

-¿Qué tal te la pasaste? - Me preguntó en el hotel mientras se acostaba sobre la cama.
-Divertido. - Sonreí y me acosté a un costado de ella. - Contigo siempre me la paso bien, tonta.
-Estoy agotada. - Suspiró.
-Descansa.- Le dije y besé su frente.
-Pero quería llevarte de antro.
-Vamos mañana, eso no es problema… ¿y desde cuando eres tan fiestera?
-Quiero que te diviertas. - Contestó con su sonrisa.
-Iremos mañana, yo también estoy algo cansada. - Le dije y ella estuvo de acuerdo.
-Oye Lena. - Me llamó de repente, ya estábamos acostadas dispuestas a dormir y con las luces apagadas, yo me di la vuelta para quedar frente a ella.
-Dime.
-Como ya sabes que el próximo semestre terminaremos la preparatoria… pues estaba pensando en que nunca te he preguntado cuales son tus planes.
-¿Mis planes?
-¿Qué has decidido estudiar? ¿Qué harás después de la preparatoria?
-Mmmm pues siempre me ha gustado la psicología. - Sonreí. - Creo que estudiaré precisamente eso… ¿Y que hay de ti Yulia? ¿Regresaras a Londres para hacer tu carrera? - Le pregunté con un dejo de tristeza pues hasta ahora había pensado en esa posibilidad.
-Lena. ¿Recuerdas cuando te dije que tú eras la razón por la cual me quedaría?
-¿Te quedarías en Moscú por mí? - Dije con cierta emoción.
-Por ti haría cualquier cosa, hasta lo imaginable. - Contestó segura y yo le abracé fuertemente.
-Eres lo mejor que me ha pasado. - Mascullé con ternura.
-Yo opino lo mismo. - Dijo para luego bostezar.
-Ahora si vamos a descansar que mañana nos espera un día largo.
-De acuerdo. - Comentó y luego me dio un beso en la cabeza, esa noche dormimos abrazadas…

josshua2014

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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by:  Papillon Empty Re: ¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:23 pm

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Mis vacaciones con Lena han resultado de lo mejor, nos hemos divertido como nunca, pienso que es la etapa más feliz de mi vida en años, es cierto que desde que mis padres murieron había caído en una infinita depresión que se veía reflejada en mis estados de ánimos, nunca dejaba de pensar en ellos y en lo diferente que hubiese sido mi vida si ellos no hubiesen tenido que haber muerto en aquel trágico accidente. Sin embargo, en los últimos meses y sin yo poner mucha atención, mi vida había cambiado en muchos aspectos y todo se debía a una sola persona, que hacía que los días tuvieran color aunque estuviéramos en la más fuerte nevada, Lena se había convertido en mi único apoyo y en el único ser al que había dejado entrar en mi corazón y vida desde los sucesos de mi niñez, nunca supe si ella estuvo consciente de que la situación en verdad era así… pero hoy en día las cosas son muy diferentes, claro, no me adelantaré por ahora a los hechos, únicamente me limitaré a continuar con el relato de aquellas vacaciones en Hawai, las mejores vacaciones de mi vida sin temor a equivocarme.
Cuando desperté al siguiente día, Lena ya no estaba a un costado, no sentía la calidez de su abrazo, ni sus manos enredadas a mi cintura, así era como dormíamos, muchas veces llegué a pensar que ella temía que yo me escapara en algún momento por esa razón acostumbraba a atarse de de mi pequeño cuerpo, nunca me molesto… Abrí los ojos y la pelirroja estaba sentada en el diván mientras bebía algo de un vaso que sostenía entre sus manos.

-Dormilona. - Me dijo desde su lugar. - ¿Ya te sientes descansada?
-Buenos días, Lena. - Le lancé un beso desde la cama, ella sonrió.
-¿Adivina que? - Me habló juguetona mientras se sentaba al lado.
-¿Qué?
-Te traje tu desayuno. - Respondió regalándome otra sonrisa mientras me acercaba una bandeja, obviamente se trataba de mi desayuno.
-¿Y ese milagro que recapacitaste y decidiste comportarte como mi novia? - Bromeé.
-Yulia. - Dijo en tono serio.
-Sabes que solo estoy bromeando. - Le di un beso en la mejilla. - Gracias.
-Para que veas lo mucho que te quiero. - Me habló haciendo un puchero.
-Eso lo se. - Dije mirándola. - ¿Qué quieres hacer hoy?
-Pues… iremos a la playa. - Empezó a decir pensativa.
-Aja.
-Y… luego daremos un paseo, mm…
-Aja…
-Y en la noche si nos iremos de marcha. - Sonrió.
-Bueno no te emociones mucho que no quiero cargar con novias borrachinas.
-A ver Yulia si aquí la borracha eres tú. - Rió. - O no recuerdas aquella…
-Ok Lena ya entendí, además solo fue aquella vez, y fue tu culpa acuérdate que yo no era que tenía muchas ganas de salir. - La interrumpí.
-Como sea. - Se puso de pie. - Iré a bañarme.
-No te tardes. - Le advertí y ella me sacó la lengua.
-¿No vienes? - Me invitó con una mirada seductora, pero yo no planeaba caer en su juego otra vez.
-No quiero que me vayas a pervertir allá dentro. - Contesté rápidamente.
-Tú te lo pierdes. - Dijo con orgullo y cerró la puerta.

Mientras la pelirroja se bañaba yo continuaba con mi desayuno, pero esta vez pensaba en nuestra conversación de anoche, toda mi vida planeé irme a estudiar a una universidad muy prestigiada en Londres, la misma donde había estudiado mi papá, y ahora que Lena estaba en mi vida hasta eso había perdido la importancia de antes, claro que no me sentía arrepentida por mi decisión, estar con ella era todo lo que yo deseaba, mis estudios universitarios ahora habían pasado a un segundo plano, de repente me detuve en mis pensamientos… ¿Y si al final todo eso no valía la pena como yo creía? ¿Si lo nuestro no perpetuaría? ¿Y si Lena me dejara de querer y mandara todo a volar? Entonces allí sería el momento que en me arrepentiría, con mucho esfuerzo me obligué a espantar esos pensamientos negativos, Lena me amaba y era posible que yo me tratase de su alma gemela y ella de la mía…
Después de una hora estuvimos listas, Lena visitó un traje de baño diferente al del día anterior, recordé que ella aun no dejaba del todo esa manía de usar la ropa una sola vez, claro que ya no exageraba como antes, por lo menos la ropa que dejaba en mi casa la reutilizaba, y eso por que yo le insistía hasta convencerla de que se trataba de algo normal, Lena siempre fue un caso, pero admito que ha cambiado considerablemente. Yo, por mi parte me coloqué un short beige y arriba únicamente llevaba mi parte del bikini, la pelirroja usaba una falda y una blusa, debajo llevaba su traje de baño. Salimos del hotel y yo le indiqué que subiera al auto, ella accedió poniéndose sus gafas de sol, ahora solo estaba un poco roja por la insolación del día anterior, se veía hermosa, algo que era natural en la chica de ojos verdigrís.

-¿A dónde iremos Yul? - Me preguntó recostando su cabeza en mi hombro mientras yo conducía atenta al GPS instalado en el auto para poder llegar a nuestro destino.
-Pronto lo sabrás.
-¿Por qué tanto misterio? - Me preguntó.
-Confórmate con saber que daremos un paseo.
-Ok, confío en ti. - Dijo mientras tomaba la cámara y me sacaba algunas fotos.

Finalmente en cuestiones de minutos, llegamos a lo que era un puerto, había algunos barcos y yates estacionados, nos bajamos y un señor de poca estatura, con algunas canas, y que yo conocía de antes en unas vacaciones que mis padres y yo vinimos hasta la isla, el día anterior lo contacté y hoy nos interceptó apenas nos vio llegar.

-Señorita Volkova. - Se dirijo hacia mí en ingles.
-Señor Swam. - Le sonreí. - ¿Todo listo?
-Por supuesto.
-¿Qué hacemos aquí Yulia? - insistió.
-Daremos un paseo, pelirroja, ten un poco de paciencia.
-¿Su amiga también es rusa? - Me preguntó el señor Swam.
-Si. - Contesté. - Su nombre es Lena. - Le dije y ella le sonrió al viejo.
* Caminamos un poco hasta que no detuvimos frente a un yate, no era exageradamente grande, pero si muy lujoso, le pedí que me alquilara el mismo que utilizaron mis padres aquella ocasión que vinimos por vez última.
-¿Te gusta? - Le pregunté a la pecosa refiriéndome al barco.
-Sensacional. - Le escuché decir y sonrió. - Ay Yulia, te pasas de especial. - Me dio un beso en la mejilla y yo crucé mi brazo por su cintura.
-Bien, andando.

Subimos al yate en compañía del señor Swam, él era encargado de darnos un recorrido por las islas más visitadas en Hawai, y algunos lugares también turísticos, almorzamos allí pues zarpamos cerca de las once de la mañana. Hicimos parada solo en cinco lugares, en los que nos dedicamos a bucear cerca de los corales, la experiencia fue simplemente magnífica, y lo mejor fue ver a Lena sonreír todo el tiempo, dándome a saber que estaba divirtiéndose.

-¿En que piensas, lobita? - Me preguntó en su tono dulce mientras me abrazaba por el cuello, yo estaba algo distante mirando el atardecer en la proa.
-En nada. - Respondí mirando sus ojos.
-¿Y en mí? - Dijo haciendo un puchero.
-Ya sabes que en ti pienso siempre. - Volví mi mirada al ocaso pero ella me tomó de la barbilla haciendo que nuestros ojos se volvieran a encontrar.
-¿Me amas? - Me preguntó en un susurro.
-Ya sabes que si. - Contesté segura.
-Es que me gusta que me lo recuerdes. - Otra vez su hermosa sonrisa adornando su rostro.
-Te amo Lena, como nunca voy a amar a nadie en esta vida.
-¿Lo juras?
-Lo juro. - Aseguré.
-Hiciste un juramento… ya sabes que no lo puedes romper. - Me habló muy seria.
-Lo se, estoy consciente de eso, y créeme que jamás lo romperé, primero tendrían que sacarme el corazón o tal vez borrarme la memoria, de otro modo nunca dejaría de amarte.
-Gracias… no sabes lo bien que me hace cuando te escucho decir todas esas cosas. - Sonrió y se acercó a mi rostro para sellar con un beso nuestros labios.
* Después del beso, permanecimos abrazadas todo el tiempo en que le cantaba una canción al oído de la chica de ojos verdes, una canción que siempre me hacía pensar en ella, una canción escrita especialmente para Lena. Luego volvió a darme un beso, pero esta vez más corto.
-Es hora de regresar. - Escuché la voz del señor Swam, Lena me liberó.
-Pronto va a oscurecer.
-Exactamente, no se preocupe señorita Volkova, estaremos en tierra dentro de media hora.
-Perfecto. - Dije y el hombre volvió a desaparecer.
-¿Qué quería? -Preguntó Lena tomando mi mano.
-Avisarnos que ya regresamos, mira que ya el sol está cayendo.
-Si, se hace tarde, además tenemos que arreglarnos para irnos a bailar. - Comentó emocionada.
-¿Es un hecho?
-Me lo prometiste. -Me recordó.

Justo en media hora, tal y como lo había predicho el seño Swam regresamos al puerto, cancelé al viejo lo acordado mientras que Lena compraba un algodón de azúcar que se le había acabado de antojar, luego regreso hasta donde yo estaba y nos despedimos de nuestro acompañante.
De inmediato nos fuimos hasta el auto, claro que me tomó mas tiempo que el de venida ya que era hora pico y el tráfico estaba más congestionado, el sol caía casi completamente y una brisa fresca nos acariciaba el rostro y también despeinaba un poco nuestros cabellos.
Lena encendió el equipo de sonido al máximo volumen mientras seguía la letra a todo pulmón, la gente ya empezaba a poner su mirada sobre nosotros durante los altos, no era que Lena cantara mal solo que su escándalo estaba llamando la atención, yo solo la observaba de reojo desde mi lugar y algunas veces reía por sus ocurrencias, ya que no solo cantaba sino que hacía mímicas y bailaba desde el asiento.
Cuando llegamos al hotel decidimos pasar a comer algo en el lobby, luego regresamos a nuestra habitación y yo me dejé caer pesadamente sobre la cama tras emitir un largo suspiro.

-Que ni se te ocurra quedarte dormida, Yulia Volkova. ¿Entendido? - Me advirtió.
-Si, mamá. - Respondí en un bostezo.
-Eso espero. - Habló con escepticismo.

Luego de ver que la pelirroja se metiera a ducharse encendí la televisión y estaba sincronizado el canal de las caricaturas, pero en realidad no prestaba mucha atención a lo que transmitía la pantalla, pues mi mente estaba en blanco. El sonido de la puerta del baño me hizo abandonar mi distracción después de un tiempo, Lena salía envuelta en una toalla blanca a la vez que con otra de menos tamaño sacaba sus rojos cabellos húmedos.

-Tu turno… cielos Yulia ¿Cuándo superaras eso de las caricaturas?
-¿Y a ti cuando dejará de molestarte? - Me puse de pie y le di un beso en la mejilla. - No me tardo. ¿Vale? - Prometí mientras entraba rápidamente al cuarto de baño y cerraba la puerta.

Tal y como le había avisado a la pecosa no me tomé mucho tiempo en bañarme, cuando salí, Lena aun se alistaba yo solo que dediqué a tomar la ropa que usaría, que por cierto se trataba de algo sencillo, elegí unos jeans y una blusa negra, me vestí rápidamente para después despeinarme mi cabello con un poco de gel y para terminar me maquillé como me gustaba. Finalmente me di la vuelta para observar a la pelirroja, notando que llevaba una falda y un mini top que dejaba mucho a la imaginación.

-¿Saldrás así? - Le pregunté dejando notar cierta molestia en mi voz.
-Si ¿Por qué? - Me preguntó con naturalidad.
-Si te vas así de seguro me quedaré sin novia esta noche. - Le dije y ella solo atinó a reírse por mi comentario. - De verdad Lena, no me gusta la idea, es decir, no es que te veas mal, por que la realidad es otra, digo, te ves bien, pero muy bien. - Comenté escaneando su escultura de diosa que podía enloquecer a cualquiera. - y ese es el problema, ya que no me gustaría soportar a todos los hombres que de seguro no van a apartarte de la mirada imaginando quien sabe cuanta cochinada se les ocurra, esto es serio. - Terminé.
-Creo que capté tu inquietud. - Volvió a reír al tiempo que se cambiaba de blusa mientras que yo suspiraba aliviada, pensé que Lena se abstendría de cambiarse ese mini top.

En minutos bajamos por el auto, uno que había alquilado en una agencia. Llegar a nuestro destino no nos tomo demasiado tiempo, pues cerca del hotel quedaba una zona exclusiva de discotecas, entre ambas escogimos una donde pasaríamos el resto de la noche, el lugar tenía buen ambiente, buena música y la atención era excelente.
Nos acomodamos en una mesa y antes de que pasara media hora Lena ordenó licor, elegimos algunos cócteles, claro que ella iba a una velocidad no recomendable para permanecer en suma sobriedad. Durante la primera hora alguno que otro chico se nos acercó para invitarnos a bailar, por supuesto ambas nos negamos y la pelirroja no desistía con beber las bebidas alcohólicas, finalmente después de un tiempo me invitó a bailar con tanta insistencia que yo accedí. No fueron más de seis pistas para que ella decidiera volver a nuestra mesa y hablar cosas triviales, con el tiempo ya yo no tomaba, tenía el presentimiento de que la pecosa ya no estaba a un cien por ciento en sus cinco sentidos, nunca había visto a Lena ebria, por lo tanto desconocía de que manera podía llegar a reaccionar… Y fue de la que no me esperaba efectivamente, en la madrugada y después de una larga fila de copas vacías, mi novia estaba completamente borracha, había bailado sobre la mesa hasta romper algunas cosas, tuve que salvarla de unos chicos que querían llevársela a no sé qué lugar y ella en su embriaguez estaba por aceptar, bregué con ella en muchas situaciones y le insistí en que regresáramos pero siempre se negó y cada vez que se lo proponía se molestaba, después de su exclusivo show en la barra en el que solo permití que se despojara de su blusa porque detuve a tiempo su striptease y tras caerse desde aquella altura, la arrastré hasta la mesa con dificultad y sin darme cuenta se quedó dormida para mi fortuna si eso podía ser, pues ahora otro problema surgía ¿Cómo cargaría a Lena hasta el auto? Por suerte mis súplicas fueron escuchadas y uno de los guardias del lugar me ayudó a cargarla hasta el automóvil para podernos ir, no sin antes de que me encargara de cancelar los daños hechos por la chica de ojos verdigrís.

-Ok Lena, ya llegamos. - Le hablé cuando estuvimos frente a la puerta de nuestra habitación, la recosté con cuidado en la pared mientras encontraba la tarjeta, pero Lena se deslizó y fue a dar contra el piso. - Cielos, mañana me disculparé por esto. - Corrí a socorrerla.
-¿Mamá? - Habló con la lengua enredada. - Mami todo esto tiene una explicación.
-Eh… no, vaya que si estás borracha. - Reí.

Abrí la puerta y cargué a Lena con gran esfuerzo hasta que por fin la pude recostar sobre la colcha, le quité la única sandalia que traía, pues la compañera la había perdido en el antro junto con su blusa, y pensar que tanto que le insistí en que no se llevara el mini top para que finalmente regresara en sostén.
Me deshice de mi ropa por una más cómoda, estaba cansada y el sueño estaba a punto de vencerme, me acomodé a un lado de la cama y pretendí cerrar los ojos cuando sentí que la pelirroja se acomodaba sobre mí y empezaba a besarme el cuello.

-Cielos Lena, pensé que estabas dormida.
-¿Y quien te dijo que vamos a dormir? La noche apenas empieza. - Habló con la lengua enredada, podía percibir su aliento a alcohol.
-Creo que ha sido todo por hoy, chiquita. - Le dije mientras la apartaba a un lado. - Lo mejor sería que descansaras. - La arropé y ella no puso oposición.
-Bien, tú te lo pierdes. - Y eso fue lo último que le escuché decir, pues de inmediato calló profundamente dormida.

Desperté cerca de las diez de la mañana, había bastante claridad y era por que había olvidado cerrar parte de las persianas, salí de la cama con pereza, pero sobre todo aún sentía que mis músculos estaban tensionados. Miré a la pelirroja que aun permanecía revuelta entre las sábanas ocupando la mayor parte del colchón, “tal vez no despierte hoy” pensé para luego sonreír por mis adentros, ahora estaba recordando todos y cada uno de los sucesos del día anterior, incluyendo aquellas escenas vergonzosas que protagonizó mi novia.
Quise quemar tiempo, así que me di un rápido baño y me tardé unos minutos para bajar por algo de comer y por unas aspirinas, regresé y Lena seguía en su sueño profundo, sin ninguna otra alternativa me senté a mirar la televisión, esta vez decidí mirar una película, era una comedia que había visto un par de veces, pero si lo suficientemente divertida como para repetirla.

-Yulia. - Escuché la débil voz de Lena llamándome, miré el reloj, ya era medio día.
-Hola, preciosa. - Me senté a su lado, la observé y su rostro solo reflejaba un fuerte malestar.
-¿En donde estamos? - Me preguntó sin abrir los ojos.
-En el hotel. - Le contesté y acaricie su mejilla. - ¿Cómo estás?
-Me siento fatal. - Se quejó. - Siento que hubiese rodado por las escaleras.
-Bueno… es que anoche te diste un par de golpes. - Le expliqué.
-¿Qué pasó?
-Sería mejor que no lo supieras. -Sugerí.
-¿Tan mal estuvo? - Me preguntó.
-No… claro, si obviamos el hecho de que hallas pretendido desnudarte sobre la barra del antro.
-¡¿Qué?! - Exclamó enderezándose completamente.
-Relájate eso ya pasó, ¡vamos! estamos en vacaciones y todo se vale. - Sonreí. - Además para eso estoy yo, para cuidarte. - Me acerqué para besar su frente, ella volvió a recostarse y yo le acerqué la aspirina acompañada de un vaso de agua.
-Tonta, ese es mi trabajo. - Intentó bromear. - ¿Me aceptas una disculpa?- Preguntó haciendo ese puchero característico al que nunca podía negarme.
-No tienes por que disculparte. - Le contesté seria. - Al menos dime si te divertiste.
-Si, a pesar de los inconvenientes, ya ves. - Sonrió y volvió a recostarse.
-Voy a pedirte unas sopas. - Le avisé levantando el auricular.

** ** **

Si, aquel día había tenido la cruda de mi vida, intentaba recordar pero solo algunas escenas llegaban a mi mente, tampoco recordaba por que había empezado a beber con tanto entusiasmo en la discoteca, por suerte Yulia se encargó de que regresáramos a casa. Ese día no salimos del hotel, puesto que yo me la pasé en la cama durante todo el día, y ella se encargó de atenderme. Los cambios en la actitud de Yulia eran tan notorios, jamás imaginé que podía ser tan tierna y especial, al parecer su comportamiento de antes era solo una máscara que escondía unos bonitos sentimientos, sentimientos que ahora eran para mí.
Era jueves y estábamos a tres días de finalizar nuestra holganza, regresábamos de una mini fiesta que habíamos tenido con otra pareja de rusos que recién conocido en el restaurante del hotel, ellos estaban hospedados a tres habitaciones de la nuestra, congeniamos excelentemente que decidimos tomar un par de copas y charlar un rato. Cerca de las doce de la noche le pedí a Yulia que regresáramos y ella accedió sin objetar, rápidamente nos despedimos de la pareja y volvimos a nuestro cuarto.

-¡Genial! - Escuché gritar a la ojiazul apenas entramos a la habitación, encendió la televisión y sincronizó un canal de música dance para bailar energéticamente, yo la observé y fruncí el ceño.
-¿Se te subieron las copas, enana?
-No me friegues. - Contestó poniendo los ojos en blanco.
* Yulia bajó el volumen de la televisión, me tomó de la mano para que camináramos hasta el balcón, señaló el cielo, el cual lucía despejado y cubierto de muchas estrellas esa noche, además la luna estaba hermosa y mostraba su mejor cara. Luego, la petisa me miró con intensidad, claramente vi un brillo peculiar en sus azules pupilas.
-Hoy es una noche especial, Lena. - Habló y luego no se de donde sacó una rosa para entregármela.
-¿Por qué te parece que es una noche especial? - Le pregunté.
-Por que te tengo a ti, con eso basta. - Respondió. - Además, por que lo puedo percibir… créeme Lena, hoy no es una noche convencional.
-¿Insistes? - Sonreí.
-Quienes insisten son ellas. - Me dijo señalando nuevamente las estrellas. - ¿No lo sabes? ¿No las escuchas? - Cerró los ojos y respiró profundo.
-Se te corrió una teja, Yulia. - Bromeé.
-No me arruines el momento. - Ella rió.
-Ok, voy a seguir tu jueguito… ¿Qué es lo que debería escuchar? ¿Qué es lo que según tú nos dicen? - Me aproximé más a su delgado cuerpo y quise besarla pero ella me tomó por los hombros para que sostuviera su mirada.
-No están pidiendo a gritos que nos amemos. - Contestó en un tono soñador.
-¿Y tú crees que debamos hacer caso? - Le pregunté con voz seductora a unos poco centímetros de su boca, ella no respondió pero pude sentir que su respiración doblaba el paso, quise ganar campo y la tomé de la cintura para aproximar nuestros cuerpos, ella tembló en el contacto.
-Lena. - Me susurró. - Te necesito. - Añadió y yo le robé un beso.
-¿Qué necesitas, Yulia? - Le pregunté en el mismo tono para después agregar un beso otra vez.
-Que me vuelvas a besar. - Respondió.
-¿Y que más? - Volví a preguntar pegándola más a mi cuerpo.
-Sentirte. - Masculló. - Quiero que me hagas tuya. - Abrió los ojos para encontrarse con los míos, y en ellos pude ver perfectamente el deseo.

No era mi intención aplazar nuestro encuentro, no podía ni quería detener la pasión que se había desatado en ambas. Poco a poco volvimos a la habitación mientras nuestras ropas se dispersaban alrededor en el camino que llevaba hasta el lecho. Los besos aumentaban de intensidad conforme nuestras inexpertas manos tomaban confianza para explorar el cuerpo de la otra… Yulia fue tierna y sutil, la escuché gemir en mis oídos y temblar bajo mi cuerpo en varias ocasiones, haciéndome saber que le estaba proporcionando placer, cosa que ella ocupó para mí en su oportunidad.
En esa noche tuvimos nuestra primera entrega, y debo admitir que fue única e inolvidable, nunca imaginé que el amor se podía expresar y percibirse de tantas maneras, nuestros cuerpos y nuestras almas fueron uno solo mientras experimentábamos un éxtasis que nos acercaba al mejor frenesí de nuestras vidas… sentir a Yulia debajo de mi piel mientras yo me fundía con su anatomía en un rito del amor puro por definición se convirtió en mi mejor experiencia, entonces supe que había estado incompleta antes de que ella hiciera parte de mi vida.

-¿Duermes? - Me susurró mi cerca del oído mientras percibía directamente el calor de su cuerpo, nuestras piernas entrelazadas y su cabello revuelto sobre mi pecho. - ¿Lena? - Me llamó sutilmente a medida que apartaba unos mechones rojos de mi rostro. - Eres hermosa. - Volvió a susurrar.
* Yo abrí mis ojos y cubrí mi rostro con mis manos para evitar que ella viera que me estaba sonrojando, me sentía extraña al vernos en esta situación, después de haber pasado toda la noche haciendo el amor.
-¿Qué sucede? - Me preguntó traviesa e intentaba apartar mis manos de mi rostro.
-Deja que te vea, Lena, mírame a los ojos. - Me pidió, pero yo continuaba en mi pequeña escena de retraimiento.
-Ahora resulta que me saliste tímida, a pesar de que anoche me demostraste lo contrario. - Rió.
-Detente. - Le rogué y finalmente la miré a los ojos y acaricie su rostro. - Te amo Yulia Volkova. - Dije con seguridad y ella me sonrió satisfecha.
-Yo también, princesa. - Respondió para hundir su cabeza en mi nuca e iniciar un bombardeo de besos a mi cuello.
-¿No te bastó con lo de anoche? - Le pregunté entre risas.
-No. - Contestó y dio paso al inicio de otro ritual como el de la noche anterior.

** ** **

Permanecimos exactamente quince días en Hawai, se acercaba la noche buena y queríamos estar en Rusia para esos días, evidentemente por que yo debía pasarme esas fechas con mi familia. Nuestras vacaciones estuvieron magníficas hasta lo último, no me puedo quejar, además Yulia se portó tan bien, y en ningún momento afloró su “bipolaridad” característica, recuerdo que siempre odié sus extremos cambios de ánimos, supe que había mucho esfuerzo de su parte, y todo para que yo la pasara muy bien, cada vez entendía mejor por que me había enamorado de aquella chica de ojos celestes…
En el aeropuerto internacional de Moscú me sorprendió al ver a mis padres esperándonos, lo digo por que generalmente papá siempre está ocupado con sus asuntos de la empresa y todo lo relacionado con ella.

-Hola papá, hola mamá. - Los saludé con alegría, tras darles un abrazo.
-¿Cómo están, niñas? - Nos preguntaron al mismo tiempo con una enorme sonrisa.
-Hola. - Articuló Yulia, se le veía cansada por el viaje, mis padres la envolvieron en un abrazo.

Desde hacía meses parecía que la trataran como a su hija, en realidad mis padres querían remediar los años que debieron estar pendiente de ella, no por obligación, si no por que ellos sentían la responsabilidad, pues nuestros padres eran muy buenos amigos desde jóvenes. Y aunque la pelinegra a veces no era muy expresiva, mis papas se mostraban muy comprensivos con su situación, ellos continuaban pensando que la raíz de su actitud era la muerte de Larissa y Oleg, y yo realmente estaba de acuerdo con ellos, sin embargo, muchas veces también llegué a pensar que Yulia tenía otros demonios que la mortificaban, pero nunca supe cuales fueron…
Mi padre cargó nuestras maletas hasta la camioneta, extrañamente Boris, nuestro chofer, no venía con ellos, quise preguntar pero me arrepentir, no tenía caso, mejor tomaría eso como un bonito gesto por parte de ambos. En la camioneta, Yulia venía recargada en mi hombro, busqué su mirada y sorpresivamente no solo encontré cansancio sino que también creí ver tristeza en ella.

-¿Yulia? - Le llamé y ella levantó solo un poco la cabeza. - ¿Te sientes bien?
-Si. - Respondió débilmente.
-¿De verdad? - Insistí y ella de una vez puso su gesto de fastidio, ese gesto tan común cuando quería que no le siguiera preguntando, nuevamente era la Yulia de siempre.

En media hora aproximadamente nos detuvimos en la casa de Yulia, apenas estacionamos la camioneta unas personas del servicio vinieron a recibirla, yo me bajé junto a ella, Edik se apareció y la saludó en un abrazo que ella correspondió a duras penas.

-¿No me dirás que te sucede? - Le volví a preguntar.
-Estoy bien, Lena, es solo el cansancio… - Contestó y escuchamos el claxon de la camioneta.
-Tengo que irme.
-Si, tus padres te están esperando. - Dijo y besó mis dos mejillas.
-Te llamo luego… ¿Vale?
-Mejor mañana… me iré a dormir de inmediato.
-Como quieras, lobita. - Acepté y besé sus labios rápidamente.
* Decidí dejar de pensar en el comportamiento de la ojiazul y quise convencerme de que se trataba del cansancio y que solo estaba alucinando cosas, pero sucedía que conocía a Yulia y me bastaba con solo mirar esos ojos celestes para saber que le ocurría…
-¿Y como se la pasaron, princesa? - Me preguntó mi padre.
-Muy bien papi… nos divertimos mucho, fueron unas vacaciones inolvidables. - Sonreí.
-¿Se portaron bien? - Preguntó mi mamá.
-Si. - Esta vez reí. - Ya sabes que si mamá.
-Por cierto Lena, dejaste tu teléfono celular encendido y alguien estuvo insistiendo.
-¿Contestaste para saber de quien se trataba? - Indagué.
-Si, un chico, llamado Iván Lazarev. - Contestó mi madre y entonces recordé al guapo chico del café, luego sentí una extraña sensación por el cuerpo, ese chico me había gustado.
-Eh… ¿Si? - Estaba nerviosa y creo que mi madre se dio cuenta.
-Elena… - Me habló ella seriamente.
-Mamá, no es lo que tú piensas. - La detuve de inmediato. - Es un chico que solo he visto una vez en mi vida, y me pidió mi número y pues… se lo di.
-Parece que está interesado en ti, llamó un sinnúmero de veces hasta que tuve que contestar.
-No lo se, te he dicho que lo he visto en solo una ocasión.

Para mi desgracia el tema de Iván Lazarev no acabó allí en el cuento de mi vida… a partir de ese momento las consecuencias pusieron mi subsistencia de cabeza y llenó mis horas de arrepentimiento… la historia viene a continuación con sus respectivos detalles.
Noche buena y año nuevo no las pasamos con mi familia, Vlad también estuvo, pero entre nosotros no volvió a haber roces, por supuesto él no me provocó en ningún momento, y simplemente optamos por ignorarnos mutuamente, mis padres estaban algo descontentos por eso, pero no había nada que hacer, entre nosotros nunca se alimentaron lazos familiares.
Yulia mejoró su ánimo con el año nuevo, supuse que estaba un poco triste por la fecha, evidentemente la ocasión la obligaba a recordar su familia que ya no existía, yo por mi parte me esforcé por hacerla pasar unos buenos momentos, y dio resultado.
El año nuevo nos recibió con muchas expectativas por cumplir, esa era el último semestre de preparatoria y finalmente nos graduaríamos para después empezar nuestros estudios universitarios.
La escuela empezó a finales del mes de enero, sentía que Yulia y yo estábamos en nuestro mejor momento hasta que una tarde mientras buscaba un regalo para la pelinegra en uno de los centros comerciales me encontré a una persona que recordaba claramente.

-Hola, pelirroja. -De nuevo aquella voz varonil que hechizaba.
-¿Iván? - Dije con sorpresa.
-Parece que la vida insiste en juntarnos. - Comentó y yo puse los ojos en blanco. - ¿Sabes? Me la pasé llamándote en las vacaciones, pero al parecer no estabas en Rusia.
-¿Cómo sabes eso? - Pregunté extrañada y pude ver que él chico se puso nervioso pero de inmediato recobró su postura para encogerse de hombros.
-Tú madre me lo dijo… ella me contestó. - Respondió rápidamente.
-Mmmm si, estuve de vacaciones en otro lugar.
-Me dejaste con las ganas de volver a verte. - Dijo.
-Eh… yo también. - Dije para después arrepentirme.
-¿Y que haces? ¿Buscas un regalo para tu novio o alguien especial?
-No, en realidad… - No sabía que decir, ese chico tenía un sonrisa tan perfecta que simplemente me hipnotizaba por completo.
-¿No tienes novio? - Preguntó con seriedad.
-No… no salgo con nadie. - Dije esas palabras lentamente, y me sentí muy mal, pues había negado a Yulia, mi novia, la chica a quien amaba.
-Que casualidad. - Sonrió. - Yo tampoco salgo con nadie.
-Que bien. - Mascullé. - Tengo que irme.
-Espera. - Me tomó de la mano. - Espera solo un segundo. - Me pidió mirándome a los ojos fijamente. - Al menos prométeme que te volveré a ver.
-Mmmm - Pensativa, la verdad no sabía que hacer.
-¿Me aceptarías una cita? - Me preguntó de repente.
-¿Una cita? - Dije dudosa.
-Por favor, me gustaría mucho volver a verte, no me prives de ese privilegio.
Wow ese chico era realmente encantador, para ese entonces me había olvidado de la ojiazul, quería decirle que si y aceptar salir con él.
-Está bien. - Acepté después de unos minutos, de inmediato sentí una punzada en el estómago, como un presentimiento de que las cosas no iban por buen camino.
-Gracias. - Sonrió ampliamente y se acercó para besar mi mejilla. - Nos vemos, princesa.

Iván desapareció y yo regresé a mi casa con prisa, mientras que una enorme confusión me embriagaba por dentro ¿Qué había acabado de hacer? “no es nada, solo una salida como amigos… eso espero” pensé para intentar tranquilizarme.
Al día siguiente en la preparatoria vi a Yulia en el salón, después nos pasamos todo el primer receso juntas, hablando o simplemente acompañándola en los lapsos en los que acostumbraba a perderse en sus propios pensamientos, yo solo le acariciaba la cabeza mientras que ella se recargaba sobre mis piernas, y gastábamos el tiempo así, sin hablar, sin hacer nada…
El día de la cita con Iván, tuve la precaución de vestirme muy bien para llamar su atención, y lo peor fue que lo hice conscientemente.

-Lena. ¿A dónde vas, hija? - Preguntó mi madre al verme en el vestíbulo.
-Saldré por allí mamá. - Le respondí rápidamente.
-¿Con Yulia?
-Eh… claro. - Aseguré. Mientras sentía que los nervios se apoderaban de mí.
-¿Y a que hora pasa por ti? - Preguntó mirando su reloj.
-En realidad, quedamos en encontrarnos en un café. - Continuaba mintiendo.
-Que extraño… si regularmente ella pasa por ti. - Dijo mi madre extrañada y yo temerosa de que pudiera estar sospechando de la situación.
-Bueno pero sucede que hoy me dijo que estaría en un centro comercial buscando algunas cosas, entonces no podía pasar por mí ¿Entiendes?
-Mmmm… está bien, que te diviertas hijita, y me saludas a Yulia. - Sonrió y yo suspiré aliviada, mi mamá aparentemente me había creído todo.
-Por supuesto, mami. - Sonreí y le lancé un beso para después salir.

Me aseguré de llevar mi propio auto, pues tampoco era fiable irme con Boris, mis padres siempre le sacaban la información acerca de lo que yo hacía cuando el me acompañaba… en veinte minutos estuve en el parqueadero del café en el cual nos habíamos citado, hacía una semana había sido el reencuentro con Iván en aquel mismo centro comercial. Entré al lugar y el castaño ya estaba esperándome a la puerta del café, me sonrió de inmediato, luego me dio un delicado beso en la mejilla, por último me entregó una rosa roja.

-Una rosa, que es poca cosa para la flor que me acompaña hoy. - Dijo y yo me sonrojé.
-Gracias, Iván. - Sonreí con recato.
-Gracias a ti, por aceptar esta invitación.

La cita de ese día fue crucial, pues desencadenó todos los sucesos que desearon que yo pudiera retroceder el tiempo y enmendar los errores que cometí por mi simple estupidez. Ese fue el mismo día en que por primera vez me di un beso con Iván, si, yo le permití que me besara, por que con solo mirar sus labios que eran un poderoso imán que te atraía fuertemente, y esa fue mi primera y mayor equivocación, allí dio inicio a un círculo vicioso que después no pude detener…
Las salidas con Iván empezaron a mediados de febrero, al principio me sentía culpable por lo que le estaba haciendo a Yulia, pero luego pensaba en que ella no tenía por que enterarse, además yo sabía que lo que tenía con el chico castaño pronto iba a hartarme y volvería a estar para Yulia completamente.
Vanya como le aprendía a decir con el paso del tiempo, siempre era muy lindo y especial conmigo, íbamos al cine, a la feria, a bailar, hacíamos muchas cosas, incluso llegué a rechazar un par de invitaciones de la pelinegra por él, sin embargo, aunque andaba con Vanya tenía claro que mi corazón pertenecía a la ojiazul, por que ella era la verdadera dueña de mi alma, mi cuerpo y todo lo que yo era, a pesar de estar engañándole con aquel chico castaño.

-Lena Katina. - Me habló seriamente Ushka una tarde que llegó a mi casa.
-Hola, Ushka. ¿Cómo estás? - La saludé alegremente.
-Bien. - Sentía su tono algo cortante, supe que algo le estaba molestando.
-Me alegra. - Sonreí. - ¿Sucede algo?
-Solo quería preguntarte ¿Cómo van tú y Yulia?
-De maravilla. - contesté con un brillo en los ojos. - Ya te he contado que…
-¿Cómo te atreves a mentirme a mí que soy tu amiga? - Soltó de repente la castaña.
-¿De que hablas? - Reaccioné con suma extrañeza.
-¿Cómo que de que hablo? A ver Lena, te vi. - Mi amiga estaba muy molesta.
-Sigo sin entender, no se de que me hablas.
-Te vi con un chico castaño, alto, muy parecido… ¡Dándose besos! - Exclamó aun más molesta, pero sobretodo decepcionada, yo me sorprendí mucho.
-Espera, Ushka… todo tiene una explicación.
-No hay explicación, Lena, Iván es amigo de un primo de Nicolái… y él le asegurado que tú y él se han empezado a ver desde hace unas semanas… ¿Por qué le haces esto a Yulia? Yo pensé que ella te hacía feliz, que la amabas como me aseguraste.
-No confundas las cosas, yo amo a Yulia, y ella me hace realmente feliz… lo de Vanya es… pues es… algo muy aparte. - No sabía que palabras usar para justificarme.
-Por Dios Lena. ¿Engañar a Yulia con ese chico es algo muy aparte? ¿De verdad piensas que así son las cosas? Yulia no se merece lo que le estás haciendo, y lo sabes… es que no entiendo como te has atrevido a traicionar su amor de esta manera. - Ushka me dio una mirada de decepción y se fue de mi casa sin decir más, yo me quedé en mi habitación muy pensativa, las palabras de mi amiga me habían llegado al fondo, pero yo no sabía exactamente que hacer.

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josshua2014

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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by:  Papillon Empty Re: ¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:28 pm

Este es nuestro último semestre de preparatoria, ya vamos en el mes de marzo, muchos han empezado a enviar cartas de solicitud a diferentes universidades, Lena y yo ya nos encargamos de enviar nuestras respectivas solicitudes a la misma universidad, aquí en Moscú. Sin embargo, justamente ayer también envié una a la universidad de Londres, no por que estaba decidido irme a estudiar allá, pues la única razón por la que me quedaba en Rusia era por Lena y por todo el amor que sentía hacia ella, pero la tendría como una segunda posibilidad, fue una decisión que jamás le comenté a la pelirroja, no se cual fue la razón pero así lo hice.
Con respecto a Lena, desde un par de semanas atrás su actitud empezaba a extrañarme, ya no salíamos tan frecuentemente como antes, y yo entiendo que posiblemente se deba a que mantiene su mente en terminar el semestre y en la respuesta de la universidad de Moscú, aunque ambas sabíamos que nos dirían que sí, pues éramos muy buenas estudiantes y nuestras notas eran respetables. Esa tarde no tenía nada que hacer, entonces sentí la necesidad de ir a ver a la pelirroja, recuerdo que ella decía que siempre disfrutaba de mi presencia, que le fascinaba tenerme a su lado.

-Buenas. ¿Cómo está señora Inessa? - Saludé a la madre de Lena.
-Hola, hija. ¿Cómo estás? - Me preguntó con una sonrisa.
-Muy bien… he venido a ver a Lena.
-Mmmm me prometió que volvía pronto, dijo que tenía que ir al centro comercial por un regalo que quería hacerle a una de sus amigas. - Me explicó.
-Entonces la esperaré.
-Claro, ven, sentémonos en la sala, yo se que ella no tarda en venir.

Charlé cerca de una hora y media con la señora Katina, me dio noticias de D’mitri y su familia, pues habían comprado una casa aquí en Moscú y desde hacía dos meses se habían mudado a ella, después de todo ese tiempo Lena apareció, venía con una enorme sonrisa en su rostro que borró apenas se percató de mi presencia y su expresión fue de sorpresa.

-¿Yulia?
-Hola, Lena… quise venir a verte un rato. - La saludé, ella se acercó y me dio un beso en la mejilla.
-¿Cómo estás, Yul? - Sonrió, pero me pareció que lo hizo fingidamente.
-Bien… ¿Y el regalo? - Le pregunté al verla con las manos vacías.
-¿Qué regalo? - Preguntó extrañada.
-Tu mamá me dijo que saliste a comprar un regalo para una de tus amigas.
-Eh… - Estaba nerviosa y yo lo noté. - Lo dejé en el auto… Es que ahorita salgo y de inmediato se lo llevo, es para Ekaterina.
-Entiendo. - Le sonreí y ella me dio un profundo beso cargado de ternura.
-Te amo Yulia… ¿Lo sabes verdad?
-Yo también te amo. - correspondí la sonrisa. - Mucho. - Añadí.

Los días fueron pasando y el comportamiento de la pelirroja a veces me desconcertaba tanto, Lena se mostraba nerviosa otras veces incomodas cuando estábamos en ciertos lugares específicos, yo siempre indagué cual era la razón, pero ella se negaba a decirme la verdad, pues siempre me salía con un pretexto diferente y eso se le estaba convirtiendo en una costumbre, una costumbre que daba paso a el desencadenamiento de nuestras seguidas discusiones.

-Estás paranoica, Yulia, por supuesto que no me sucede nada. - Me decía como tantas veces cuando le preguntaba la razón de sus actitudes extrañas.
-No estoy paranoica, deja de llamarme de esa manera de una buena vez. - Le dije molesta. - ¿Por qué mejor no me dices que coños está sucediendo? Yo no soy imbécil, Lena.
-No te he tratado de imbécil en ningún momento. - Levantó el tono de voz.
-¡Claro que si! Siempre me sales con tu excusas sin fundamento y déjame decirte que esta situación ya me está hartando. - Me exasperé un poco más.
-Mira Yulia, aquí el problema es que tú nunca quieres creer en mi palabra.
-¿Pero que dices? Si me dijeras cosas factibles tal vez sería más sencillo creerte tus mentiras.
-¡No soy ninguna mentirosa! - Me gritó.
-¡Claro que si! ¡Solo que eres un pésima mentirosa!
-¡Déjame en paz! ¡Estás alucinando, Volkova, date cuenta de una buena vez!

Como esas discusiones hubo muchas similares, pero al final alguna de las dos se disculpaba y volvíamos a reconciliarnos, muchas ocasiones llegué a pensar que tal vez la pelirroja estaba en lo cierto y yo simplemente empezaba a exagerar, pero el desenlace no fue como yo lo imaginaba…
Y mis sospechas empezaron aquella vez que me animé a ir por Lena para que saliéramos a comer un helado o tal vez a ver una película en el cine, cuando llegué a su casa no estaba como últimamente sucedía, hecho que se me empezaba a hacer bastante extraño. Lo admito, yo era una persona demasiado ingenua y cegada por el amor que le guardaba a esa pelirroja, tan ingenua que olvidé fácilmente el peligro de involucrarse íntimamente con Elena Katina…

-Buenas tardes, señora Katina. - Saludé como siempre, la madre de Lena se extrañó un poco al verme, su reacción me inquietó.
-¿Yulia? ¿Ya regresaron tan pronto? ¿Qué haces aquí?
-Vengo a ver a Lena, quisiera invitarla a salir por ahí. - Expliqué.
-¿De que hablas? Lena acaba de salir diciendo que se iban a encontrar en no recuerdo que lugar.
-¿Qué dice? Pero si yo no quedé en nada con ella. - La confusión se hacía mayor. ¿Por qué Lena mentiría a su madre? ¿Por qué le diría que saldría conmigo cuando no era verdad?
-¿Estás segura?
-Usted sabe que siempre paso por ella para salir, nunca quedamos de encontrarnos. - Respondí.
-Ay Lena. - Masculló la señora Katina y se sentó en un sillón. - No entiendo nada, Yulia.
-Yo mucho menos señora. -Me encogí de hombros, mientras que por dentro un sinnúmero de ideas viajaban a una velocidad vertiginosa a través de mi mente, como si se tratase de una repentina lluvia de meteoritos ¿Por qué mientes, Lena? ¿Por qué tienes la necesidad de mentir?

Esa tarde salí de la casa de la chica de ojos verdigrís sin siquiera despedirme de la señora Katina, mi cabeza era un conjunto de eslabones desordenados, ideas venían, ideas iban, entonces una frase se me pasó por la mente y me estremeció hasta el último rincón del cuerpo, “Lena se estaba viendo con alguien más” no, la solo idea de imaginarlo me hacía experimentar un ardor en las venas que me invadía completamente… pero la fantasía es la fantasía y la realidad es otra, y yo me había alejado de ella desde que empecé a involucrarme con aquella chica. Precisamente ese mismo día recibí el segundo golpe más fuerte de mi vida, si, por que eso fue lo más parecido que sentí cuando de regreso a mi casa quise detenerme por el centro comercial cercano a la casa de Lena y vi a una pareja de chicos jóvenes salir de un café al que había ido varias veces con la pecosa, esta vez se trataba de un chico castaño que le propinaba un beso a una chica casualmente pelirroja muy parecida a mi Lena, para ser más exactos se trataba de la misma persona… para describir como me sentí en ese momento necesitaría mucho tiempo y detallada objetividad, pero con decir que sentí como mi corazón se quebraba en miles de fragmentos es suficiente para referirme a lo que experimenté, y es que yo había confiado plenamente en ella, le había entregado mi vida, mi alma, todo lo que yo tenía para que me pagara con eso, entonces descubrí que mi corazón lo intuyó desde el inicio, pero el amor es ciego y te vuelve completamente estúpido y miserable, claro, que te das cuenta de ello luego de que todas tus ilusiones son arrastradas y lanzadas a un bote de basura como si se tratara de algo sin valor, algo completamente insignificante.
No quise detenerme para reclamarle, no, eso sería escándalo publico y Lena no merecía que yo me humillara frente a tanta gente por ella, y mucho menos frente a el idiota que me la había robado. Decidí seguir mi camino, pero mi vista se ponía borrosa conforme pasaba el tiempo y el velocímetro avanzaba sin darme cuenta, pues mi rabia y dolor hacía que pisara más fuerte el acelerador. No me di cuenta en que momento me pasé un alto y me atravesé en el camino de otro auto, intenté evitar el impacto, pero no pude tomar el control de mi carro a tiempo, entonces me desvié de la calle y estrellé contra un almacén…

-¿Yulia? ¿Estás bien? - Escuchaba a lo lejos la voz de Edik. - ¿Yulia?
-¿Eh? - Desperté de mi inconsciencia y supe que estaba en un hospital, percibí una leve molestia en mi frente, deduje que me había golpeado, también me dolía el hombro izquierdo.
-¿Estás bien?
-¿Qué me pasó? - Pregunté
-Violaste las normas de transito y te accidentaste, por suerte traías el cinturón de seguridad puesto, de otra manera quien sabe que hubiese sucedido… me asustaste.
-Si. - Dije cabizbaja pues la imagen de Lena besándose con aquel chico volvían a mi mente, haciéndome revivir las mismas sensaciones encontradas de rabia, dolor, tristeza, decepción.
-¿Qué sucede?
-¡Yulia! ¿Estás bien, chiquita? - Interrumpió Lena en la habitación mientras me abrazaba, estaba angustiada, pero al verla no me fijé en eso sino que sentí la ira correr por la sangre.
-¡No te me vuelvas a acercar jamás! - Le grité alejándola de mí.
-¿Qué sucede, Yulia? ¿Por qué me dices esas cosas? - Me reclamó sorprendida.
-¡Por que eres un falsa! ¡No te quiero ver Lena! ¡Lárgate de aquí! - Admito que en esa ocasión si me puse histérica, recuerdo que no paré de gritar hasta que la pelirroja abandonó la habitación por completo y entonces yo estallé en llanto.
-Yulia ¿Qué fue todo eso? - Me preguntó Edik en un abrazo.
-Déjame. - Le dije fríamente entre mis sollozos y lo empujé lejos de mí. - No quiero ver a nadie.
-Pero… Yulia.
-¡¿Qué acaso no entiendes?! - Volví a gritar. - ¡No quiero ver a nadie! - Entonces mi tutor, libre de culpas por supuesto, agachó su cabeza y se retiró para dejarme sola y finalmente pude llorar sin que nadie estuviera allí para observarme.

** ** **

Estaba llegando a mi casa cuando recibí la llamada de Edward diciéndome que estaba en el hospital por que Yulia había sufrido un accidente, de inmediato me alarmé imaginándome lo peor y un temor singular se apoderó de mi, me aterraba imaginar que podía perderla… rápidamente llegué al lugar pero me encontré con algo peor que una Yulia accidentada, pues, se puso histérica y me gritó muchas cosas de las cuales no entendí, no quería verme y tampoco me permitió quedarme en la habitación donde reposaba, su actitud me hizo sentir terrible. ¿Por qué me trataría de esa manera? ¿Qué podía estar sucediendo? Llegué con lágrimas en mis ojos a mi casa, allí mi madre me esperaba en la sala con cara de pocos amigos.

-Elena Katina. - Me llamó.
-Ahora no, mamá. - Pero por primera vez ella me detuvo del brazo y me obligó a mirarla.
-Dime con quien estás saliendo ¿Acaso estás engañando a Yulia?
-¿Por qué dices eso? - Le pregunté confundida.
-Yulia vino esta tarde a buscarte. ¿No se suponía que estabas con ella?
* En ese momento no supe que responderle a mi mamá. ¿Y si eso estaba relacionado con el ataque de ira de la ojiazul?
-Mamá… quiero subir a mi habitación, por favor.
-No puedo creer lo que has hecho. - Dijo molesta. - ¿Así es como pagas la devoción y el cariño de esa chica? ¿Crees que es justo, Lena?
-Mamá, por favor… - Entonces me solté a llorar dejándome caer sobre las escaleras.
-Ve a tu habitación. - Musitó mi mamá compadeciéndose de mí, yo me levanté como pude y me fui hasta mi cuarto donde permanecí el resto del día.

Apenas amaneció tomé la decisión de irme a aclarar el asunto con Yulia, ese día también terminaría cualquier lazo con Vanya, no quería seguir viéndolo, por dos razones, la primera: me había hartado de él, y la segunda: había recapacitado acerca de serle fiel a Yulia, a la larga ella no se lo merecía.
Como era sábado salí desde la mañana hasta su casa, al llegar me encontré con Shura, estaba en el vestíbulo organizando algunas cosas.

-Señorita Katina. - Me saludó con una sonrisa.
-¿Cómo estás Shura?
-Supongo que ha venido a cuidar de la señorita Volkova… que bueno que ya está aquí, Yulia llegó ayer con un genio del demonio, Edward teme que se vuelva salir de control. - Comentó. - Pero ahora que está usted aquí lo más seguro es que logres poner todo en orden con esa chiquilla.
-¿Y dónde está? - Le pregunté.
-Se levantó desde temprano, no quiso dejarse ver por el doctor, tampoco ha querido desayunar, solo se le vio encerrarse en el estudio. - Contestó.
-Iré a verle, gracias Shura. -Le regalé una sonrisa.

Caminé lentamente hasta donde quedaba el estudio, mientras que un cierto temor me invadía, sospechaba que algo estaba muy mal. Finalmente estuve frente a la puerta de la habitación mencionada, puse mi mano sobre la perilla y la giré para notar que no estaba asegurada, con suma discreción la abrí hasta pasar adentro.
Yulia estaba sentada en la gran silla del escritorio, mirando a través de la ventana, parecía bastante distraída, los golpes de ayer aun se notaban bastante recientes, me aclaré la garganta para llamar su atención, ella giró su cabeza y yo pude ver claramente sus ojos, y por primera vez, no había cariño ni ternura en ellos, solo eran inexpresivos.

-¿Qué haces aquí? - Su voz se escuchaba bastante neutral, pero yo sabía que solo estaba intentando retener lo que en verdad llevaba por dentro.
-Vine a ver como seguías. - Respondí y ella se levantó para aproximarse a la ventana a paso lento.
-A ver Lena, ayer te dije claramente que no quería volver a verte ¿Cuál fue la parte que no entendiste? - Continuó en el mismo tono y se dio la vuelta para volver a mirarme.
-No entiendo por que me trataste de esa manera ayer.
-Será mejor que te vayas haciendo la idea, por que entre tú y yo no hay nada. - Habló fríamente y yo seguía sin comprender.
-Pero ¿Por qué? Al menos merezco una explicación, Yulia ¿Por qué vas a dejarme si yo te amo y tú me amas a mí? Pienso que cualquier problema podemos solucionarlo y…
-No, Lena. - Me interrumpió alzando un poco la voz. -Tú me hiciste creer que me amabas, pero la verdad nunca fue así, ¡Desde un principio quisiste verme la cara de idiota! Al final solo fui un reto que presumiste ante tus amigas. - Pude percibir el dolor que sentí en ese momento, mientras que mis ideas empezaban a organizarse para forma una explicación.
-Eso no es cierto. - Repliqué al borde del llanto.
-¡Ni se te ocurra venir a llorar! - Exclamó. - Ya el teatro se acabó, no tienes por que actuar.
-¿Por qué me haces esto, Yulia? - Mascullé.
-¿Por qué te hago esto? - Rió con sarcasmo. - Ahora resulta que la señorita Katina es la victima, la pregunta correcta sería ¿Por qué me hiciste esto a mí? ¿Por qué Lena? Si yo lo único que he hecho ha sido quererte… - Se recargó en la silla nuevamente.
-Yulia… por favor… no se que es eso que dices que te hice.
-¿Desde hace cuanto tiempo te estás viendo con ese chico castaño? -Me preguntó de repente y yo me quedé helada, sin dudas, alguien le había contado a Yulia, y ella ya estaba enterada de mis encuentros con Iván.
-No se que fue lo que te hayan podido decir, pero nada de eso es cierto.
-¡Basta! - Gritó a punto de la histeria, ahora solo podía notar la furia en sus ojos. - Por lo menos ten la delicadeza de admitirlo ¡Lena yo los vi! ¡Te vi cuando te besabas con él a las afueras de aquel café cerca del centro comercial! Ahora entiendo por que te portabas tan extraña cuando íbamos allí, seguro tu noviecito o lo que sea, no sabía de que también andabas conmigo ¿cierto?
-Yulia… lo de Iván fue un error y…
-Y nada, aquí la única que cometió un error fui yo desde el momento en que decidí confiar en ti, pero me di cuenta que siempre serás una cualquiera.
Las palabras de Yulia no solo causaron enojo sino que también me dolieron, yo reaccioné con una bofetada en su mejilla derecha, pero para mi asombro, Yulia no tardó en devolverme el golpe, lo que me sorprendió, pues ella nunca se había atrevido a ponerme una mano encima.
-¡No vuelvas a tocarme! - Dijo con enfado. - Vete Lena, yo no quiero volver a verte en mi vida, ve y continúa con tu manía de ir rompiéndole el corazón a cualquiera que se te atraviese en tu camino.
-Yulia por favor… déjame explicarte como sucedieron las cosas, yo te amo. - Empecé a hablar desesperada y ya mis mejillas estaban bañadas en lágrimas.
-Lena no más… ya no quiero escucharte. - Ahora ella también lloraba. - Por favor, vete.
-Yulia… - Quise insistir, pero ella abrió la puerta de un golpe y me miró con una mezcla de odio y tristeza, esa fue la última mirada que recibí de ella… fue la última vez que vi sus ojos, esos ojos en los que tantas veces me perdí, como te extraño Yulia…

josshua2014

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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by:  Papillon Empty Re: ¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:30 pm

** ** **

Mi vida volvió a dar otro giro de ciento ochenta grados, y en tan poco tiempo… terminé cualquier vínculo con Lena aquella mañana de un sábado, me dolía sacarla de mi vida, pero la pelirroja había traicionado todo aquel amor que algunas vez profesé a ella… y las cosas positivas que habían llegado a mi vida se fueron con su adiós, ahora volvía a ser la Yulia Volkova de siempre…
La semana siguiente no fui a clases ningún día, Edik quiso preguntarme más de una vez que estaba sucediendo conmigo pero yo siempre lograba evadirlo y él dejaba de insistir, en realidad invertí todos esos días pensando en lo que haría ahora, no quería ver a Lena ni en las curvas, no solo por lo que me hizo sino también por que no podría con el dolor que eso me ocasionaría, supe que fue todos esos días a mi casa, pero yo di orden que para ella yo no iba a estar bajo ninguna situación. Afortunadamente esa misma semana también cayó como del cielo mi salida, si, la universidad de Londres había enviado su respuesta y me habían aceptado, no dude en empezar a organizar mis cosa para dejar Moscú de una vez.

-Edward. - Lo llamé.
-Dime, Yul.
-Quiero que vayas a la escuela y consigas mi diploma y los papeles que certifiquen que acabé la preparatoria, encárgate de todos los arreglos necesarios. - Le ordené.
-¿Cómo? Pero si todavía faltan dos meses. - Dijo extrañado.
-Inventa algo, además tengo excelentes notas, si tienes que dar dinero, dales todo el que sea necesario, no me interesa.
-¿Pero? ¿Por qué? ¿Qué sucede Yulia?
-Me iré a Londres… aceptaron mi solicitud en la misma universidad que estudió papá. - Contesté.
-¿Cómo? ¿Quiere decir que te vuelves a ir? Pero si ya habías decidido quedarte aquí en Moscú, Yulia piénsalo muy bien.
-Ya sabías que esos siempre habían sido mis planes, deja el drama, por favor. - Le hablé fríamente, él agacho su cabeza con tristeza. - ¿Puedes hacer lo que te pedí?
-Claro, Y… ¿Cuándo te irás? - Preguntó con melancolía.
-Este fin de semana. - Respondí.
-¿Esto tiene que ver con la señorita Katina?
-Mira. - Respondí para obtener calma. - No quiero que en mi vida vuelvas a mencionar ese nombre. ¿Entendido? - Le advertí y el me miró confundido.
-Está bien, discúlpame. - Agregó y volvió a dejarme sola.

Esa noche salí sin avisar a donde iría, por suerte Edward no estaba para detenerme, tomé uno de los autos y arranqué hacia la calle sin rumbo alguno, no tenía en mente lo que iba hacer, lo único que deseaba era poder alejarme de todo, pero ¿Cómo? En ese instante vi el letrero de un bar que alumbraba con luces de neón, lo cual me pareció una respuesta a mis recién formuladas preguntas, entonces sentí la necesidad de perder la consciencia por una noche ¿Qué mas daba? ¿Qué más podría perder? Decidida me estacioné y tuve que pagar una gran cantidad de dinero al guardia con tal de que me permitiera la entrada, pues no traía identificación y era menor de edad.
Al entrar no elegí ninguna mesa, simplemente opté por sentarme en la barra y el barman me sirvió enseguida mi primera copa, y con ella vinieron otras más…
Cuando eran alrededor de la una de la madrugada, estaba un poco mareada pero conservaba parte de mi consciencia, vi que un chico se acercó, traía amarrado de la cintura una rubia de piernas largas, los observé detenidamente y descubrí después de unos segundos que se trataba del mismo castaño que había visto besarse con Lena hace unos días, automáticamente los recuerdos volvieron a mi cabeza con ese extraño sabor de rabia y deseos de venganza que se fue apoderando de mis determinaciones. Con avidez miré hacia mi alrededor y logré localizar una botella de cerveza casi vacía, la tomé y sin vacilar la exploté contra la cabeza del chico haciéndolo sangrar.

-¡¿Qué te pasa imbécil?! - Lo escuché gritar mientras presionaba sus manos contra la fuga de sangre que tenía en el cráneo, yo me hice oídos sordos y lo tomé de la camisa con fuerza para que me mirara a los ojos.
-¿Por qué? - Le pregunté. - ¿Qué te vio Lena? ¡¿Qué te vio?! - Lo estremecí y él solo mostraba una expresión de confusión.
-¿De que hablas? - Preguntó y otras personas se acercaban a ver que sucedía, la música se detuvo y los guardias ya se nos acercaban. - ¿Eres Yulia Volkova?
-¿Eh? - Ahora era yo la sorprendida. - ¿Cómo sabes mi nombre?
-Así que eras la novia de esa exquisita pelirroja. - Rió para burlarse de mí.
* Entonces varios de los guardias nos sacaron a la fuerza del lugar, yo forcejé pero era inútil, esos tipos eran del estilo gorilas, bastante fornidos, no tenía posibilidad de zafarme por mucho que lo deseara. Finalmente nos sacaron a ambos de un puntapié, afuera, cuando quise ponerme de pie fue el castaño quien me tomó de mis ropas y me elevó sobre su altura.
-Esta te va a salir cara, niñita- Me dijo para luego estrujarme contra la pared. -Acabas de arruinarme la noche con aquella rubia- Añadió para golpear mi estómago y dejarme caer sobre el pavimento, el dolor era tan intenso que no pude incorporarme de inmediato. -¿Sabes? No es mi culpa de que tu novia fuera tan fácil. - Volvió a reír. - Además el dinero que me pagaron sus resbalosas amiguitas por conquistarla no me cayó tan mal. - Continuó hablando mientras que por cada frase me soltaba una patada, pero estaba convencida que el dolor que proporcionaba a mi corazón sus palabras sobrepasaba al dolor de sus abusos.

Cuando estuve a punto de convencerme que iba a acabar conmigo en ese callejón escuché rugir varios autos y estacionarse frente a nosotros, de él descendieron varios hombres vestidos de traje, pero lucían como guardaespaldas, rápidamente me quitaron al castaño de encima y los papeles se intercambiaron, ahora era él quien recibía la paliza, no entendía nada, solo podía sentir un ardor a través de toda mi anatomía, y la imagen de Lena, quien nunca se apartaba de mi mente.

-¿Yulia? ¿Estás bien, pequeña? ¿Te hizo algo? - Escuché la voz de Edward, la misma voz que había ordenado minutos antes que le dieran su merecido al castaño.
-Edik. - Me solté a llorar con una niña y el me cargó entre sus brazos para llevarme hasta uno de los autos. - Lena… Lena. - Ahora temblaba y solo podía murmurar el nombre de la pecosa.
-Estarás bien. - Me prometió. - Ya me encargaré del cerdo que te hizo esto.

** ** **

Después de aquel día mi vida se convirtió en un verdadero infierno, no podía dormir pensando en la manera de acercarme nuevamente a Yulia y poder recuperarla, había ido a su casa todos los días la semana entera pero siempre me decían que no estaba, yo sabía que eran mentiras, sabía que no quería atenderme, además no ha aparecido por la escuela, la situación empezaba a desesperarme, no sabía que hacer, no sabía como arreglar aquello… desde entonces tampoco había visto a Iván, él no volvió a llamarme, y después de unos días me enteré que estaba internado en un hospital debido a una golpiza que le había propinado cerca de un famoso bar, desconocí la razón y jamás me lo volví a topar de nuevo en mi camino.
No dejé de ir a casa de la pelinegra, pero siempre me recibían con la misma respuesta “la joven Volkova no se encuentra, lo siento mucho” estaba harta de escuchar la mis frase. Pero una tarde después de dos semanas de nuestra ruptura me encontré con Edik, di gracias al cielo, por que vi en él una oportunidad de ayudarme a ver a la ojiazul

-Hola Edik. - Lo saludé con una sonrisa que significaba esperanza.
-Hola. ¿Cómo estás Lena? - Me saludó también, pero noté que estaba algo triste.
-Vengo a ver a Yulia, y por favor no me digas que no está por que ese cuento ya me lo se de memoria, tienes que ayudarme Edik. - Le pedí prácticamente suplicando.
-Lo siento, Lena, Yulia no está.
-Edward yo se que no es así, se que ella se niega cuando yo vengo.
-Lena, de verdad, Yulia no está… y no vuelvas a buscarla aquí por que no va a estar.
-Edik, por favor, te lo pido… - Le dije al borde del llanto.
-Lena, niña… - Me abrazó, y yo no entendía su actitud. - De verdad Yulia se fue, se fue y dijo que no regresaría… no se que pude haber sucedido, pero ella tomó esa decisión.
-No entiendo de que hablas. - musité y al tiempo que presentía algo muy malo.
-Yulia se fue del país. - Me aclaró.
-¡¿Qué?! - Exclamé incrédula. - ¿Cómo que se fue de Rusia? No, no puede ser verdad. - Me desmoroné sobre el suelo sin dejar de llorar, el tutor de la ojiazul me abrazó y me levantó para llevarme hasta el sofá.
-Lo siento mucho, Lena. - Me susurró y aun sentía su abrazo. - Yo no pude detenerla.
* Después de casi media hora dejé de sollozar y pude recobrar la calma, Edward aun permanecía a mi lado, y Shura me había preparado un chocolate caliente.
-Edik… ¿A dónde se fue? - Le pregunté.
-Me hizo jurar que no le diría a nadie. - Contestó cabizbajo. - Perdóname Lena, no se que pasaría entre ustedes, pero Yulia está fuera de control nuevamente, y no se si se le vuelva a pasar.
-Está bien, no te preocupes… yo creo que es hora de que regrese a mi casa.
-Espera… - Me detuve. - cuando Yulia se fue, los del servicio encontraron esto en la mesa de su habitación. - Me dijo sacando algo de su bolsillo. -De hecho hoy iba a llevártelo a tu casa, supongo que de todas maneras te pertenece. - Agregó y me entregó lo que era una cadena.
-Pero, esto no es mío. - Aseguré mirando la cadena, nunca antes la había visto.
-No entiendes. - Dijo y la tomó en sus manos, me mostró el respaldo del dije y esto era lo que estaba inscrito: Lena, te amaré por siempre, Y. V. apenas vi el grabado no pude evitar volver a derramar mis lagrimas, Edward me la entregó nuevamente y yo la guardé en el bolsillo de mi pantalón.
-Tengo que irme. - Dije apresuradamente. - Gracias por todo, Edik. - Lo abracé, luego también me despedí de Shura y de inmediato partí a mi casa.
* Cuando llegué a mi hogar quise pasar de largo hasta mi habitación pero mi madre me detuvo preocupada por el estado en que había llegado.
-¿Lena? ¿Qué pasa mi amor? - Me preguntó con ternura.
-Yulia.
-¿Qué pasó con Yulia? ¿Aún no se han reconciliado?
-Yulia se fue… se fue para siempre. - Nuevamente estallé en llanto y mi mamá solo se ocupó en abrazarme muy fuerte.
-¿A dónde? ¿Cuándo?
-No lo se… solo se que se fue de Rusia. - Contesté entre sollozos. - Y todo es mi culpa mamá…

Nunca supe de la vida de Yulia en mucho tiempo. Entré a la universidad para estudiar Psicología, de mis amigas me alejé para siempre, después de enterarme que Iván no había llegado a mi vida por mera casualidad, ellas tenían un trato con él con la finalidad de separarme de Yulia, nunca pudieron soportar que yo era muy feliz con ella… los años pasaron mientras que a mi me parecían siglos, el tiempo sin la ojiazul se me hacía eterno, desde que ella me dejó cambié muchos aspectos de mi vida, dejé esa manía que ahora me parece hasta tonta de jugar con lo chicos, también aprendía a reutilizar la ropa, era algo que había aprendido a hacer gracias a Yulia, ahora no era ni la sombra de aquella chica materialista e inmadura que fui por tanto tiempo…

-Hola, Lena. - Me saludaba mi amiga castaña.
-Ushka ¿Cómo estás?
-Bien, atareada con la universidad pero ya sabes que eso es normal.
-¿Y como está Nicolái? No lo he visto en semanas.
-Está muy bien, ocupado también en sus cosas. - Respondió.
-Me imagino. - Murmuré.
-¿Y tú como has estado?
-Ya sabes, he estado bien. - Hice un esfuerzo por sonreír y la castaña lo notó.
-Hoy te ves algo triste.
-No te preocupes, no es nada, tal vez sea cansancio… he dormido poco. - Me justifiqué.
-A mi se me hace que todo esto tiene nombre propio.
-No empecemos con ese tema. - Me quejé cansada.
-Lena… si no la has podido olvidar ¿Por qué no la buscas? Alguien tiene que saber a donde se fue, y ese alguien es Edward. - Me sugirió mi amiga como tantas veces.
-Edik me dejó muy claro que él le había jurado a Yulia que no le diría a nadie acerca de su paradero. ¿Sabes lo que eso significa? Él no me dirá.
-Pero si ya han pasado más de tres años… estoy segura que te dirá o al menos ve y pregúntale que nada vas a perder, pero es posible que tengas mucho que ganar.
-Tú lo has dicho ya han pasado casi cuatro años, no dudo que Yulia ya me olvidó. ¿Para que perder mi tiempo buscándola? Si cuando la encuentre ella ya debe tener a alguien más, alguien que de verdad la valore y que no cometa mis mismos errores. - Otra vez estaba llorando.
-¿Y si aun te ama? ¿No piensas en esa posibilidad? - Insistió.
-Ushka, ella me dejó muy claro que no quería volver a verme… nunca me hubiese perdonado.
-Eres muy pesimista Lena, ese es tu problema… espero que algún día la vida se encargue de cruzártela nuevamente en tu camino y que ese día ninguna de las dos dejen ir la oportunidad.
-No se si eso sería lo mejor.

Los años continuaron pasando, yo me gradué de la universidad en menos de lo planeado, mis padres estaban muy orgullosos, en cuanto a mis hermanos, D’mitri ahora tenía tres hijos con su esposa Victoria y continuaban viviendo muy felices, al igual que Dima yo también tenía unas acciones en la empresa de mi padre, él no las había obsequiado al cumplir la mayoría de edad, papá decía que yo no podía alejarme del todo de ese mundo de los negocios si lo llevaba en la sangre… Vladimir, mejoró su actitud, no somos los mejores amigos pero al menos nos sobrellevamos mucho más que antes, él se dedicó a trabajar después de aquella vez que lo estafaron en Alemania, y ahora creo que tiene la vista puesta sobre una nueva sucursal en la capital que abrió la empresa de los Volkov, ese nombre que no podía evitar recordarme a la ojiazul, Vlad aspiraba al puesto de supervisor, solo esperaba si su hoja de vida la aceptaban o no, con el tiempo había comprado unas acciones en otra empresa de un amigo de mi padre, mi hermano mayor se recuperaba y por si mismo, ahora había dejado de ser aquel tipo arrogante e interesado.
Mientras tanto, mi papá me regalo mi propio consultorio en un edificio del centro de la ciudad para mi cumpleaños, yo también había empezado a trabajar en el hospital privado de Moscú, le había insistido a mi padre que me suspendiera la mensualidad que acostumbrar a darme, pero él se había negado todas las veces, yo con deseos de independizarme por completo pero él no me lo permitía, sin embargo con la mensualidad de papá podía darme algunos gustos, debía admitirlo.
Después de unos meses y con dinero obtenido de las acciones más mis ahorros compré un apartamento lo suficiente cómodo para mí, y así fue como salí de mi casa, aunque me la pasaba más en casa de mis padres que en mi nuevo hogar, sentía que no podía separarme de ellos aún, a pesar de que ya estaba en edad de hacerlo.
Aunque ha pasado ya bastante tiempo, increíblemente sigo pensando en el día en el que vuelva a ver aquellos ojos celeste, extrañaba a Yulia desde que se había ido, pero nunca me animé a buscarla, por temor de encontrarme con algo que preferiblemente no quería saber… acostada sobre mi cama, observando el techo únicamente me dedico a pensar en aquella chica que me robó el aliento desde la primera vez que la vi, aún llevo conmigo aquella cadena que me entregó su tutor el último día que fui a su casa, y desde entonces no me la quitaba, era uno de los recuerdos de los cuales no podía despegarme, por que Yulia estaba debajo de mi piel, y sacarla de mi corazón se había convertido en algo utópico…

** ** **

Mi primera semana en Londres, pero ya no estaba en ese fastidioso internado, mis padres tenían un apartamento en uno de los mejores edificios de la capital, así que decidí vivir en el, y en unos días acondicioné el lugar y contraté una señora para que se encargara de mis necesidades y las de mi nuevo hogar, su nombre era Elizabeth, tenía unos cuarenta años y lo mejor era que hablaba poco y nunca fue entrometida. Así fue como inicié mis estudios en la universidad de Londres, famosa por ser la tercera universidad más antigua del reino unido después de Oxford y Cambridge, y por ser la primera en recibir mujeres. Mi padre había estudiado allí, como lo mencioné anteriormente, por esa razón también era mi deseo profesionalizarme en el mencionado lugar.
El primer año fue normal, mis calificaciones siempre fueron impecables, simplemente el estudio se me facilitaba, pero Lena aún no salía de mi corazón ni de mi mente, me preguntaba que sería de su vida, si acaso pensaba en mí tanto como yo en ella, muchas veces pensé en volver a Moscú, pero la imagen de su engaño se revivía en mi cabeza y todos esos deseos se desvanecían, el segundo año me dispuse a continuar con mi vida sin el fantasma de la pelirroja, aparentemente no pensaba en ella pero extrañamente no había tenido pareja y tampoco tenía amigos… Durante el tercer año las cosas mejoraron, seguía soltera pero encontré un gran amigo, Mathew, estudiábamos la misma carrera, siempre fue encantador y supo ganarse mi amistad, era divertido y muchas veces me convencía de salir a pasear un rato, o irnos de antro alguno que otra noche, con el tiempo nos volvimos inseparables, sin embargo jamás sufrí enamoramiento con él, y él tampoco lo hizo conmigo aunque vivía repitiéndome que era una chica muy guapa.

-¿Qué me dices Volkova? ¿Sales esta noche?
-No, Mat, te he dicho que hoy no tengo muchas ganas. - Le dije recostándome sobre el diván.
-Yulia, por Dios, te conozco hace dos años, ya pronto nos vamos a graduar y tú sigues en la misma actitud… mejor anímate mira que de pronto consigues a un chico, ya se me hace demasiado extraño que nunca te haya conocido un novio.
-Ya sabes como soy. -Me justifiqué.
-La gente cree que eres insoportable y soberbia pero yo he comprobado de que no es cierto, eres una gran chica, claro que a veces si te comportas extraño, pero así te quiero. - Me sonrió y yo le di un leve golpe en el hombro.
-Simplemente es mi manera de ser.
-Estoy seguro de que alguna vez en tu vida fuiste diferente. - Comentó y yo recordé aquella época en que salía con una pelirroja de ojos verdes, fue en esa época cuando cambié mucho mi manera de ser, pero recordarlo aun me dolía.
-¡Hey Yulia! - Me llamaba mi rubio amigo.
-¿Eh? - Mascullé distraída.
-¿En que piensas? No es la primera vez que sucede esto, anteriormente en varias ocasiones también te he pillado como en otro planeta, pareciera que recordaras algo que te causara melancolía, no sabes como me gustaría saber de tu vida antes de que te conociera.
-Pues, no hay mucho por contar, te he dicho que ya había vivido aquí en Londres, después de la muerte de mis padres me vine a estudiar en un internado, luego volví por un solo año a Moscú, para acabar la preparatoria y… pues eso es todo. - Me encogí de hombros.
-Yo se que hay más. - Me dijo sonriendo.
-Ay eres un verdadero dolor de cabeza ¿Sabías? - Bromeé.
-De verdad quisiera saber ¿Alguna vez te enamoraste y no tuviste una buena experiencia?
-¿En serio crees que mi actitud se debe algo como eso?
-Bueno, pero algo debe tener que ver, mira que nunca sales con nadie… tienes una fila de admiradores que hasta pareces una celebridad y a ninguno le das la mínima oportunidad.
-Tu si que insistes con eso. - Dije negando con la cabeza.
-Al menos respóndeme si es algo relacionado con un viejo amor.
-Bien, te diré. - suspiré hondamente. - Si, fue un viejo amor que me dejó con el corazón completamente deshecho ¿Contento? - confesé rápidamente mientras observaba el chistoso rostro de mi amigo con expresión de sorpresa.
-Oh. ¿De veras? - Me preguntó despabilado.
-Si, pero no quiero escuchar ningún comentario ¿Está claro?
-Ok, Ok, no comentaré absolutamente nada. - Me miró tras darme una sonrisa.
-Me parece perfecto… ¿Y como sigue tu papá? - Le pregunté, el padre de Mathew estaba enfermo del corazón desde hace tres años atrás, pero en los últimos meses se había agravado, y mi amigo se la pasaba algo preocupado, él era de clase media, de hecho Mat era becado en la universidad, así que había que conseguir dinero para los caros tratamientos, yo le presté un dinero, que él insistió en prometerme que me pagaría por que yo quise obsequiárselo, pero se negó rotundamente.
-Está estable, ya sabes. - Hizo una mueca. - ya quisiera graduarme para conseguir un trabajo y poder hacerle un mejor tratamiento… claro si es que eso de conseguir trabajo no estará tan difícil.
-Puedes trabajar para mí. - Le propuse, la idea había acabado de llegar a mi cabeza.
-¿Cómo? - Me miró extrañado. - ¿De que manera podría trabajar para ti, si tu también necesitaras trabajo para cuando nos graduemos?
-Bueno, hay algo que no sabes.
-¿Algo más? Por Dios Yulia hay miles de cosas que desconozco de ti. - Rió.
-Tampoco exageres. - Puse los ojos en blanco.
-A ver dime de que se trata esta vez.
-Pero primero tienes que prometerme que trabajarás para mí.
-No entiendo nada, pero si con eso me dirás, está bien, acepto… nada más no me vayas a salir con que eres narcotraficante o mafiosa o que se yo ¿Eh? - Bromeó y ambos reímos.
-Tonto. - Volví a darle un golpecito en el brazo. - La cuestión es que apenas termine los estudios regresaré a Moscú. - Le dije. - Lo he pensado mucho y…
-¿Te irás?
-Y tú también vendrás conmigo. - Enuncié y nuevamente Mat puso esa expresión de confusión.
-¿Y allá trabajaré para ti?
-Si, en Moscú están acabando la construcción de la otra sucursal de la empresa en la capital… aún no he contratado a alguien para el cargo de la gerencia y espero que Edik tampoco lo haya hecho, así que he estado pensando en ti, eres una persona muy inteligente e innovadora, además te mereces el puesto ¿Qué te parece? - Le pregunté con entusiasmo.
-Sigo sin entender. ¿De que empresa me estás hablando?
-De mi empresa. - Le aclaré.
-¿Cómo? ¿Tienes una empresa? - Me preguntaba asombrado. - ¿Hablas en serio Yulia?
-Pues si… Pero aun no me has respondido.
-No lo se, tendría que pensarlo, además como es eso de que tienes una empresa y no me lo habías dicho, seguro tienes más dinero del que aparentas.
-No, no lo creo, anda Mat di que si, te prometo un excelente sueldo si es que eso es lo que te preocupa, además mis empresas son muy famosas en Rusia, no se trata de cualquier cosa eh…
-El dinero no es lo que más me importa… pero aceptar tu propuesta implicaría irme del país.
-Pero necesitas un trabajo rentable, y es algo que yo puedo ofrecerte, y no será para siempre si es eso lo que te preocupa, incluso si deseas ir a ensayar por un tiempo determinado puedes hacerlo, todo será como tú desees. - insistí, sabía que mi amigo necesitaba dinero para el tratamiento de su padre y yo no podía hacer otra cosa más que ayudarle.
-Está bien, lo haré Yulia y muchas gracias. - Me abrazó efusivamente.
-Ya sabes que puedes contar conmigo siempre. - Le sonreí.
-Y no sabes como me alegra que seas mi amiga.

Los meses se pasaron más rápido de lo que yo pensaba, hasta que finalmente llegó el tan esperado día de nuestra graduación, nadie fue acompañarme en ese día, solo se me dio por extrañar increíblemente la presencia de mis padres, pero no tardé en comprender que desde cualquier lugar ellos estaban allí conmigo, tal vez no físicamente, pero algo me decía que podía sentirlos y que seguro se encontraban muy orgullosos de todo lo que había alcanzado en mi vida hasta ahora. A Edik no quise avisarle, de hecho tenía casi un año que había cortado la comunicación con él, únicamente se encargaba de enviarme los informes de la empresa y las sucursales, para que yo estuviera al tanto de todo, y así fue durante los últimos meses.
Durante un mes más en el que permanecía en Londres solo hice un par de ajuste para regresar a Moscú después de cinco años de ausencia, una decisión que me había costado, pues cada cosa de ese lugar me gritaba el nombre de una sola persona: Lena. ¿Qué pasaría ahora que regresara? ¿Qué pasaría si le volviera a ver? ¿Aún me dolería como antes?

-¿Estás lista Yul? - Me preguntó Mathew desde la sala, él ya tenía todas sus cosas preparadas para nuestro nuevo destino, no llevaba muchas cosas, pues no era necesario.
-Claro, solo dejaré todo ordenado, se que regresaré por algunos lapsos de tiempo. ¿Sabes? He estado iniciando un negocio con un hombre sueco que planea abrir una nueva industria, tiene buenas ideas así que he decidido financiar parte de esa construcción, de esa manera me convertiría en la accionista principal ¿Qué te parece?
-Vaya… ¿Tienes dinero para financiar la creación de una industria?
-Solo será el cincuenta por ciento… ese fue el acuerdo, así me pertenecerá la mitad a mi y pues el resto a él y a sus socios.
-¿No temes a que te puedan estafar o pierdas gran parte de tu dinero allí?
-Despreocúpate, todo esta asegurado, confía en mí. - Sonreí.
-Bien… nuestro vuelo sale en… - Mirando su reloj de pulso. - Una hora.
-Démonos prisa. - Le apuré.

En el transcurso del viaje me la pasé completamente distraída y sumamente hundida en mis cavilaciones, no eran mis deseos volver a Moscú, pero ya era hora de que me empezara a hacer cargo del legado de mi familia, así como mi padre siempre quiso que fuera, era hora de cumplir con sus deseos y de hacerlo muy tan excelente como el lo había hecho.
Cayendo la noche, finalmente aterrizamos en suelo moscovita, no pude evitar sentir escalofríos y otro centenares de sensaciones encontradas, cinco años sin volver a mi ciudad natal, cinco años sin pronunciar una palabra en ruso y sin escucharla también, no se por que siempre acababa admitiendo que extrañaba Moscú, donde cada cosa me obligaba a odiarla.

-Bienvenido a mi país. - Le dije a Mat mientras abría expandía mis brazos.
-Gracias Yul… y por favor deja de ser tan payasa. - Me sonrió. - ¿Alguien viene a recogerte?
-Edik ni siquiera sabe que estoy aquí. - Contesté.
-¿Quién es Edik? - Indagó.
-Mi tutor, bueno lo era por que ahora soy mayor de edad, el hecho es que Edward se ha encargado de mí desde que mis padres murieron y también de mis empresas y mis bienes, claro que hace casi un año que no hemos hablado.
-¿Un año? - Dijo alarmado. - Dios Yulia ¿Qué no puedes ser más expresiva? Pobre tipo, seguro te quiere como si fueras su propia hija y tú ni por reportada te das. - Me regañó y yo lo miré con cara de que lo iba a asesinar entonces él guardó silencio.
-Bueno… tal vez tengas un poquito de razón. - Admití después de unos segundos.
-Yo siempre tengo razón. - Bromeó con aire de superioridad.
-Ya cállate. - y lo empujé en juego. - Andando, que mi casa está a casi una hora.
-Bien, bien.
* Tomamos un taxi e indiqué la dirección al conductor, después de un largo tiempo llegamos a lo que era mi casa, que más bien parecía una mansión, en la entrada el portero detuvo el automóvil.
-¿Quién busca? - Preguntó Marco, él siempre había sido el portero desde hace como quince años, es un tipo Italiano que había llegado a Rusia en una difícil situación huyendo de un persecución que le habían hecho a su familia en su patria de origen, mi papá le había dado trabajo desde entonces.
-La señorita Volkova. - Contesté, yo llevaba una boina y unas gafas de sol, por lo que él tal vez no me había reconocido.
-Disculpe, pero la señorita Volkova no vive aquí desde hace…
-No me has entendido. - Lo interrumpí.- No estoy buscando a la señorita Volkova, soy Yulia Volkova. - Agregué y me quité los lentes para que Marco pudiera verme bien, de inmediato el hombre de unos cuarenta años se sorprendió exageradamente.
-Se… Señorita… señorita Yulia. - Balbuceó con suma sorpresa.
-Ya abre Marco. - Le indiqué para después sonreírle.
-Si, si, si, enseguida. - Respondió nervioso.
* El auto avanzó hasta lo que era la entrada principal, observé cuidadosamente mi casa, solo tenía unos pequeños y casi imperceptibles cambios, además lucía en muy buen estado, como siempre, Edward haciendo su trabajo bien.
-Wow, Yulia, tu casa es gigantesca. - Dijo sorprendido Mat mientras estudiaba todo alrededor.
-Si, y no sabes como odio que sea así.
-¿Por qué?
-¿Qué podía hacer yo en un lugar tan grande como este? Me sentiría realmente sola.
-Oh, entiendo.
-Pero ahora tú estás aquí… aunque sea por unos meses o unas semanas, no lo sé.
-¿Yulia? - interrumpió nuestra platica mi tutor, nosotros apenas penetrábamos en el vestíbulo con nuestras respectivas maletas. - ¿Yulia? ¿Eres tú?
-Hola Edik. - Le sonreí ampliamente, entonces él se aproximó hasta mí y me envolvió en un abrazo, incluso llegó a elevarme un poco.
-¡Te extrañé tanto! - Exclamó emocionado. - ¿Por qué no me dijiste que vendrías?
-Bueno… quise que fuera sorpresa y…
-No importa. - Me interrumpió. - Me alegra enormemente que estés aquí.
-Gracias, mira, este es mi amigo, su nombre es Mathew.
-Mucho gusto, señor. - Le extendió la mano mi amigo.
-Bienvenido, muchacho. - Le respondió Edward en ingles también.
-Gracias. - Contestó Mat.
-Desearía que le prepararan una habitación a Mathew, se quedará por un tiempo, ya te enterarás, luego te explicaré y te pondré al día con todo. - Le dije a Edik.
-No te preocupes, Yul… también ordenaré que te preparen tú habitación, ya sabes que ha estado sin utilizar durante muchos años.
-Bien, gracias.

Rápidamente ayudé a Mathew a acomodarse en la habitación que le habían asignado, la cual estaba a dos habitaciones de la mía, luego me dispuse a ir a lo que había sido mi habitación desde siempre, abrí la puerta lentamente y me encontré con que todo seguía igual, en las mismas posiciones, excepto las sábanas que cubrían el colchón, me acerqué hasta la cama para sentarme en una orilla, cuantos recuerdos venían a mi mente, ahora todo parecía una película en mi cabeza…
Me acerqué hasta una de las mesas de noche y abrí la primera gaveta, aun estaban mis cosas, las tomé entre mis manos, había una peinilla, un cuaderno en blanco, una carpeta con partituras, y finalmente en el fondo hallé una foto de Lena y yo, estábamos abrazadas y ambas sonreíamos, sabían que habían más fotos como estas en otros lugares de mi habitación, antes de irme a Londres no me percaté en deshacerme de ellas, ahora se encargaban de revivir un pasado que he querido enterrar sin obtener avances en cinco largos años, cinco largos años.

-Hey Yulia. - Apareció Mathew a mis espaldas y yo me puse de pie como un resorte, con las cosas en mis manos, algo se cayó y él se agachó para recogerlo.
-Wow, Yulia no has cambiado nada. - tenía la foto entre sus manos. - ¿Y quien es esa chica tan linda que está contigo?
-No es nadie. - Respondí apresuradamente con indiferencia.
-Parece como si te hubiese mencionado a tu peor enemigo.
-No es nada. - Dije y le arrebaté la foto para regresarla al cajón de donde la había sacado.
-Ya se, ya se. -Habló levantando sus manos. -No te insistiré con este nuevo asunto.
-Hasta que por fin aprendes.
-¿Y que haremos hoy?
-Primero cenaremos y luego dormiremos, mañana a primera hora te llevaré a la empresa.
* La noche continuó normalmente, cenamos en compañía de Edik, mientras me interrogaba sobre todo lo que había hecho durante los últimos meses, yo traté de resumírselo en las menores palabras posibles.
-Y dime Yul ¿Cuánto tiempo estarás aquí? - Preguntó mi tutor.
-A eso quería llegar… decidí regresar del todo a Moscú, quiero empezar a hacerme cargo de la empresa. - Le contesté con seriedad
-Me parece fascinante ¿Pero acaso no tienes que regresar a Londres a terminar tus estudios?
-Este… Hace un poco más de un mes que me gradué. - Hablé con un poco de culpa, ahora lamentaba no haberle avisado.
-¿Cómo? ¿Y por que no me lo dijiste? Pude haber ido a tu ceremonia.
-No era nada del otro mundo, Edik.
-A mi me parece algo bastante importante. - Refutó. - Pero entiendo que fue tu decisión, en cuanto a la empresa quería comunicarte que continúo en el proceso de selección de personal para la nueva sucursal.
-Yo ya he escogido a quien estará en la gerencia. - Le informé.
-¿Si? ¿De quien se trata?
-Mathew, es un excelente estudiante y tengo muy buena fe en él. - Le contesté mirando a mi amigo, mientras que él únicamente ponía su cara de interrogación pues no entendía el ruso.
-¿Estás segura?
-¿Crees que me equivocaría con algo como eso? Dale una oportunidad.
-Yulia, la empresa te pertenece a ti, eres tú la quien debe tomar las decisiones, por lo tanto no me digas que le de una oportunidad si es algo que te compete a ti.
-Por lo menos dime que estás de acuerdo.
-Yo confío en ti.
-Gracias. - Le sonreí.
-Por cierto… ¿Estás de buen humor o son ideas mías?
-Supongo que estoy de buen humor. - Me encogí de hombros.

** ** **

Salía de mi consultorio con destino a mi apartamento, pero de solo pensar que allá me sentiría más sola y eso no me ayudaba mucho, sin darle tantas vueltas al asunto, decidí irme a casa de mis padres, últimamente mi papá se pasaba más tiempo en casa y pues mi madre era una costumbre para ella permanecer allí, recibiendo visitas o haciendo reuniones con sus amigas.

-Lena ¿Cómo estás princesa? - Saludó mi padre desde la entrada.
-Hola a todos. - Dije al ver que mis hermanos también estaban en casa.
-¿Te quedarás a cenar, hija? - Me preguntó mi mamá.
-En realidad vine a quedarme el fin de semana.
-Nos parece maravilloso. - Sonrió mi papá.
-¿Y a que se debe esta coincidencia de que todos estemos reunidos?
-Tus hermanos me avisaron que cenarían aquí hoy, además Vlad está muy contento. ¿Sabes que lo aceptaron en el puesto de supervisor en la empresa de los Volkov?
-Felicitaciones. - Le sonreí a mi hermano, él me lo agradeció.
-Oye Vlad ¿No te da pavor pensar en la posibilidad de tener a Yulia Volkova como jefa? Digo, ya sabes los rumores, dicen que Yulia es una chica soberbia. - Comentó D’mitri.
-Pues, eso me tiene sin cuidado, también dicen que Yulia nunca volverá de Londres.
-¿Londres? - Interrumpí, nunca supe donde se había metido todo este tiempo. ¿Cómo no se me ocurrió antes?
-Si, estudia allá, en la universidad de Londres. - Me explicó. - Se que pronto se graduará si no es que ya lo hizo, el caso es que ella ya empezó a hacer negocios allá, así que se duda mucho de que regrese. - Agregó.
-Yo no lo pienso así. - Refutó Dima. - Verán que Yulia regresará cuando menos se lo esperen, tengo ese leve presentimiento.
-¿Acaso tienes una bola de cristal o que? - Lo molestó Vlad.
-Que pesado eres Vlad.

Platicamos durante la cena, después de eso avisé que iría a mi habitación a descansar, el resto de mi familia continuaron charlando hasta altas horas de la noche, era algo que tenían por costumbre, yo me había sentido lo suficientemente agotada debido a todo el trajín del día, papá me ha insistido a que renuncie al trabajo del hospital para no tener sobrecarga laboral, pero para mí era un escape, de esa manera mantengo mi mente ocupada en otras cosas.
Como era fin de semana, a la mañana siguiente, me animé a dar un paseo por un reciente centro comercial que habían inaugurado en la ciudad, era bastante moderno y también quería compara algo de ropa, eso me entretenía siempre. Pero ese día también me llevé una gran sorpresa, no contaba con encontrar en ese mismo lugar a una persona…

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Durante la primera semana, me encargué de explicarle el funcionamiento de la empresa y las cosas más esenciales a Mathew, él estaba asombrado por la estructuración y la buena producción que obteníamos, me dijo que no sería problema para él estar al frente de la nueva sucursal, y que de hecho ya tenía algunas excelentes ideas en la mente. A partir del viernes, decidimos que daríamos un tour por los principales lugares de la ciudad, tanto históricos como novedades, a Mat le gustó mucho Moscú, ya que no dejaba de perder ese aire de ciudad europea.
El sábado le pedí que me acompañara a un nuevo centro comercial del que escuche hablar, lo construyeron en mi ausencia, así que quise aprovechar para recorrer el novedoso lugar, además me habían hablado muy bien de este.

-¿Y que hacías para divertirte aquí en Moscú?
-Pues… aquí hay de todo para hacer. - Le contesté a mi amigo mientras veía las vitrinas de los almacenes, buscando algo que llamara mi atención.
-Este lugar está genial. - Comentó.
-Estoy de acuerdo contigo.
-Hoy estás como aburrida. - Me dijo y yo lo miré.
-No es cierto. - Refuté volviendo mi vista a las vitrinas.
-Amargada. - Empezó a provocarme en broma.
-Tonto.
-Amargada nuevamente. - Me enseñó la lengua.
-Te voy a matar. - Lo amenacé en juego, entonces él salió corriendo y yo le seguí a toda velocidad, sin importar que lucíamos como unos niños, Mat entró a un almacén para camuflarse entre la ropa, yo intenté atraparlo pero cuando quise correr nuevamente tras él, tropecé accidentalmente a una persona, haciéndole tirar todas sus bolsas.
-Disculpe. - Dije pero sin sentirme arrepentida.
-Claro… esto de que las personas corran dentro de los almacenes es novedad. - Comentó, pero yo simplemente ignoré las palabras mientras que recogíamos las bolsas tiradas.
-Bien, eso es todo. - Dijo y ambas levantamos la mirada a la misma vez, decir que el mundo se me paralizó es poco para poder describir mi verdadera reacción, tenía a nada más y nada menos que Elena Katina frente a mí, después de tantos años, lucía algo diferente pero sin dudas mucho más hermosa que años atrás, si antes era una diosa ahora no se lo que sería, vestía de una manera algo des complicada, lo que me extraño, pues recordaba que Lena siempre tenía que lucir bien aunque fuera a hacer cualquier actividad insignificante, esta vez, solo llevaba unos jeans, una blusa informal y sobre ella una gabardina café, sumado a unas botas del mismo color, era una gran casualidad reencontrarnos de la misma manera que cuando nos dirigimos por primera vez la palabra, tal y como aquella ocasión que chocamos en las escaleras de la escuela.
-¿Yulia Volkova? - Preguntó con total sorpresa.
-¿Eh? - Fue lo único que pude articular.
-Hey Yulia. ¿Te cansaste tan rápido, enana? - Interrumpió Mathew. - Wow. - Dijo al ver a Lena, obviamente impactado por su belleza.

Mientras tanto yo no apartaba mi mirada de la de ella, pero sentía un nudo en la garganta que me impedía hablar, lo único que hice fue soltar las bolsas que le había recogido e irme de la tienda, por supuesto Mat se fue tras de mí y me interceptó en el auto.

-¿Qué fue eso Yulia? Te pasaste de grosera con esa chica. ¿Cómo se te ocurre comportarte de esa manera con una chica tan linda?
-¡Cállate! - Grité repentinamente. - Tú no sabes nada de nada.
-Cálmate. ¿Por qué te molesta tanto? Espera… ¿Es la misma chica de aquella foto? No, no puedo equivocarme, nunca olvido una cara bonita ¿Es una amiga tuya? ¿Fue una amiga tuya? - Empezó a bombardearme con sus preguntas.
-Ya déjame, Mathew. - Le ordené con fastidio.
-Ay Yulia ¿Cuándo dejarás esa actitud? - Habló con indignación.
-¿Cuál actitud? ¿Cuándo será el día en que comprendas mi manera de ser?
-Que te hayan roto el corazón no quiere decir que tienes que comportarte de esa manera… ¿No crees? -Las palabras de Mat me sacaron de órbita, pero tarde me di cuenta que todo había sido un malentendido, yo creí que él se refería a Lena, cuando nunca fue así, entonces dije la estupidez de mi vida:
-¿Cómo sabes que ella me rompió el corazón? - Le pregunté alterada.
-¿Qué? - Hizo una mueca de total confusión, y fue entonces cuando caí en la cuenta, de inmediato me di un golpe en la frente. - ¿Qué acabas de decir?
-Demonios. - Estaba enfadada conmigo misma.
-Creó que ya sacaré mis propias conclusiones.
-Espera Mat, todo tiene una explicación.
-Yulia. - Me detuvo y me sonrió. - ¿Crees que me afectaría que te hayas enamorado de una chica? Yo te quiero tal y como eres, no me importa si te gustan las mujeres.
-Pensé que tal vez…
-Siempre sacando conclusiones precipitadas. - Sonrió.
-Quien te escuchara diría que me conoces de toda la vida.
-¿A poco no es así? - Bromeó.
-Eres un completo tonto. - Puse mis ojos en blancos.
-¿Y entonces?
-¿Entonces que? - Pregunté sin responder.
-¿No me contarás que pasó con esa hermosa pelirroja?
-No tengo por que hacerlo. - Dije con brusquedad.
-Al menos podrías decirme lo más importante. - Insistió.
-Bien, si con eso me dejas en paz. -Suspiré con indignación. - El tiempo en que estuve en Moscú fuimos pareja, después me di cuenta que ella solo quería jugar conmigo, entonces me regresé a Londres, lejos de todo esto. - Expliqué.
-Ahora entiendo por que nunca querías volver a Moscú. - Comentó pensativo.
-No se por que siempre crees que lo sabes todo. - Sonreí.
-¿Y todavía la quieres? - Me preguntó de repente.
-No tengo por que responderte esa pregunta. - Dije seria.
-El que calla otorga.
-Bueno, no voy seguir discutiendo este tedioso tema, Elena Katina no hace parte de mi vida, ni de mis conversaciones desde hace muchos años…
-Pero si de tus pensamientos. - No sabía por que mi amigo solía presionarme constantemente.
-Ella es cosa del pasado ¿De acuerdo? - Dije en tono molesto.
-Está bien, está bien, no tienes por que empezar a alterarte.

Las cuestiones de la empresa empezar a partir de la semana que continuaba, ese mismo día, todos o la mayoría de los empleados se enteraron de mi retorno a Moscú, también me paseé por la nueva sucursal para dejar todo en orden respecto a las responsabilidades de mi amigo, después de todo, Mathew estaba muy entusiasmado con el cargo, incluso aseguró que nunca se arrepentiría de haber aceptado mi propuesta.

-¿Yulia Volkova? - Escuché una voz varonil mientras caminaba por uno de los pasillos, acababa de visitar a Mat.
-Si. - Me di la vuelta para encontrarme con el hermano mayor de los Katin. - ¿Vladimir Katin? - Dije algo asombrada.
-¿Cómo estás? - Me sonrió para después darme la mano, lo que me extraño, pues ese era un Vladimir muy distinto al que yo había conocido.
-Bien. - Aun no salía de mi asombro. - ¿Qué haces aquí?
-Aunque no lo creas trabajo para ti.
-¿Cómo? - Ahora estaba más confundida.
-Si, me contrataron como supervisor en el área industrial.
-No, no lo sabía. - Comenté. - Es una sorpresa tenerte por aquí. - Agregué.
-Se que tampoco estarás contenta, pues ya sabes lo que sucedió…
-Eso quedó en el pasado. - Lo interrumpí con brusquedad, ya que esos episodios también me recordaban a la pelirroja, y era eso lo que quería evitar, pero ahora con su hermano trabajando para mis empresas no sería algo sencillo.
-Comprendo. - Habló un poco apenado. - Que bueno que hayas regresado a Moscú, no estaba enterado, es algo como inesperado…
-Si, supongo… se que mucha gente pensaba que jamás volvería para hacerme cargo personalmente de las empresas.
-Exacto, pero una vez más nos dejas ver que eres una persona bastante impredecible… me pregunto si algún día de estos te gustaría ir a casa de mis padres, ya sabes que ellos te tienen mucho cariño y desde que te fuiste te han echado mucho de menos.
-Tendría que pensarlo… pero hay una gran posibilidad, de todas maneras te pediré el favor de enviarles mis saludos. - Le dije y el asintió con la cabeza.
-No hay problema, nos vemos. - Se despidió.

Estaba empezando a convencerme de que había sido un error haber regresado a Moscú, debía haber esperado que mis heridas sanaran y que Lena aun no significara algo para mí, por que aunque quisiera convencerme de que continuaba extrañando su presencia no podía engañar a lo que gritaba mi corazón…

** ** **

Aquel día creo que diez minutos después de que Yulia me dejara allí con las bolsas tiradas y todo pude reaccionar que había sido ella a quien había visto. ¿Qué hacía Yulia aquí en el país? ¿Quién era ese chico? ¿Tal vez su novio? ¿Pero acaso un novio le llamaría enana? Pero ahora que recuerdo el chico no disimuló al verme, si fueran algo, no haría una cosa tan obvia frente a ella, por lo menos disimularía. Pero la actitud de la ojiazul también me había desconcertado un poco, ya que prácticamente había huido de mi presencia. ¿Qué podría significar eso? ¿Habría venido para quedarse o solo estaba de paso? Sin dejar mis cavilaciones llegué hasta mi casa, en un estado de distracción.

-Buenas tardes. - Saludé a mi familia quienes estaban reunidos en la sala.
-Lenita. ¿Cómo te fue hoy en el trabajo? Te hemos estado insistiendo que dejes el trabajo del hospital, no es necesario que te canses de esa manera, mira el estado en que vienes, por favor, Lena, al menos dime que lo pensarás. - Insistió mi mamá siempre con la misma historia, yo me acerqué hasta sentarme entre mi padre y ella.
-Princesa haznos caso, mira que es por el bien tuyo. - La apoyó mi papá.
-Estoy de acuerdo con mis padres. - Remató Vladimir.
-Prometo que lo pensaré. - Aseguré para que me dejaran en paz.
-Nada más falta que lo cumplas eh. - Me advirtió Dima.
-Hablando de trabajos y obligaciones ¿Cómo te ha ido en tu primera semana de trabajo, Vlad? - Le preguntó mi padre.
-Muy bien, además de que en esa empresa pagan muy bien, lo he comprobado por la suma en que hicieron mi contrato. - Comentó. - Ahora que lo mencionan, no saben lo que me pasó el miércoles.
-¿Qué te sucedió? ¿Encontraste a una ex-novia acosadora? - Interrumpió D’mitri con sus comentarios tan fuera de lugar como de costumbre.
-No. - Respondió mi hermano mayor serio. - Encontré a Yulia Volkova.
-¿Yulia Volkova? - Dijeron mi papá, mi mamá y Dima a la vez, yo no tenía por que sorprenderme, ya yo estaba enterada.
-Si, la misma… por cierto, ha cambiado poco desde la última vez que la vi, aun mantiene esa chispa de infante. - Agregó otro comentario. - Me dijo que estaba en Moscú para ponerse al frente de las empresas. - Suspiró. - Desde el primer día empezó a hacer cambios, todos comentan que es muy estricta.
-Bueno, eso se lleva en la sangre, recuerdo que Oleg era igual, sin embargo, nunca fue soberbio. - Dijo mi padre. - Claro que las circunstancias sin dudas afectaron carácter de esa chica, pero me alegra mucho que esté de vuelta, ya tengo ganas de verla. - Sonrió mi papá.
-Es una buena noticia. - Dijo mi madre sonriendo también, yo continuaba seria, mientras que D’mitri no me apartaba la vista de encima.
-¿Y tú princesa que opinas? ¿No estás contenta? Finalmente Yulia regresó, no se por que lo que había entre ustedes se terminó y de la noche a la mañana esa chica se fue de Rusia, se supone que se querían mucho ¿No es así? - Me interrogó mi padre.
* Yo empecé a toser levente por el comentario de mi padre, lo menos que quería era abordar el tema de la ojiazul y mucho menos con toda mi familia a la expectativa de lo que yo respondiera.
-Disculpa, papá, pero lo de nosotras fue hace mucho tiempo. - Contesté seria.
-¿Entonces por que no te hemos conocido novios? - Preguntó Dima y yo quise simplemente asesinarlo.
-Claro que si he salido con chicos. - Repliqué.
-¿Y entonces por que no los traes a la casa, hija? - Ahora mi mamá preguntó.
-Por que… por que. - Buscando que contestar. - por que al final ninguno termina siendo lo suficientemente bueno. - Concreté finalmente.
-Que es lo mismo a decir, que ninguno es tan bueno como Yulia. - Comentó D’mitri otra vez, entonces mis padres sonrieron.
-Eso puede ser posible. - Añadió mi padre con una enorme sonrisa de esperanza.
-Ustedes no saben nada. - Enuncié con molestia y caminé hacia mi habitación.

No quise ser grosera con mi familia, pero lo que menos deseaba era hablar de Yulia y de todas esas cosas que pasaron hace ya demasiados años, además no quería que ellos se dieran cuenta que ella es la responsable de todos esos extensos lapsos de tiempos en los que me dedicaba a estar triste o llorar, y que por no poder olvidarla no haya sido capaz de sostener una verdadera relación. En la tarde Ushka se apareció en mi casa, diciendo que se había ido a visitarme en mi apartamento, pero como no me encontró predijo que estaba en casa de mis padres.

-Lena. ¿Cómo estás?
-Hola, Ushka. - Le di un beso en la mejilla.
-¿Y por que no estás abajo con los demás?
-Quise descansar un poco, ha sido una semana bastante trajinada. - Respondí.
-Pues esta semana has estado bastante extraña, bueno es así como te he escuchado cuando hablamos por teléfono.
-Es que no sabes lo que pasó. - Dije cerrando los ojos y tirándome sobre la colcha mientras cubría mi rostro con las manos.
-¿Qué pasó?
-Me encontré con Yulia. - Revelé y Ushka lució bastante sorprendida.
-¡¿Qué?! ¿De verdad? ¿Y como fue?
-Pues yo estaba en el centro comercial, fui a comprar algo de ropa, y cuando estaba dentro del almacén alguien que venía corriendo se estrelló contra mí, y resultó siendo Yulia.
-¿Y que pasó?
-Me hizo tirar todas mis bolsas, entonces apresurada me ayudó a recogerlas, pero cuando levantamos la mirada nos descubrimos.
-¿Y que te dijo? ¿Qué le dijiste?
-Pues ella se quedó como paralizada, luego llegó un chico que también venía corriendo y le preguntó algo, ella reaccionó, tiró las bolsas y desapareció del almacén. - Relaté.
-Seguro que también estaba sorprendida… ¿Tú sabías que ella había regresado a Moscú? Yo apenas esta semana escuché algunos rumores, pero nada asegurado.
-Por supuesto que no tenía idea.
-¿Y que vas a hacer, Lena? - Me preguntó mi amiga con seriedad.
-No lo se… ¿Qué podría hacer, Ushka, si no se que tan cambiada esté Yulia desde la última vez? Todos dicen que ha vuelto a hacer aquella persona de antes… - Respondí.
-Vamos Lena, ella era así hasta que te conoció, tú hiciste que cambiara mucho.
-Y también fui yo la que echó a perder todo ese avance. - Dije con tristeza y culpa.
-¿Y si la buscas? - Me sugirió a modo de pregunta.
-¿Por qué crees que ella querría verme? - Contesté con indignación.
-Tal vez aun piense en ti. - Dijo. - Deberías explicarle como sucedieron las cosas con aquel chico, que al final todo resultó siendo un plan de las que fueron tus amigas.
-Yulia no me escucharía, eso es cosa del pasado.
-No tienes por que ser de mente tan cerrada. - Me reprochó.
-¡Vamos Ushka! No puedo hacerme esperanzas en el aire, yo traicioné su amor, su confianza. ¿Qué te hace pensar que por lo menos me perdonaría eso?

** ** **

Edward ordenó que me acondicionaran la oficina que perteneció a mi padre, yo le pedí que siguiera en la empresa y que entre los dos la administráramos hasta que me sintiera lo suficientemente confiada, necesitaba adquirir toda la experiencia necesaria, apenas me posicioné como gerente, hice algunos cambios que consideré necesario, se los comenté a Edik y él estuvo de acuerdo. El primer mes pasó apresurado, me di cuenta que las cosas en la empresa no eran tan sencillas, mi tiempo estaba hastiado de las juntas y los seguimientos y supervisiones, me gustaba ver por mí misma como estaban funcionando las cosas, así que yo misma me encargaba de vez en cuando a revisar cada una de las etapas de producción.
En esas semanas recibí un fax por parte del señor Katin, lo que me sorprendió un poco, el mensaje se trataba de una invitación a su casa. Durante el día entero me la pasé dando cabeza a ese asunto. ¿Y si Lena también estaría? No creo, me enteré de que ella había dejado de vivir en su casa hace un tiempo.
Finalmente me decidí a ir, pues la señora Inessa y el señor Sergei nunca se portaron mal conmigo, todo lo contrario, no dejaron de ser muy amables.

-Buenas tardes. - Saludé a la ama de llaves, la reconocí, era la misma de hace años. Yo vestía informal, usaba unos jeans entubados, una playera y sobre ella una chaqueta de cuero, y unas sandalias, también llevaba una boina y unas gafas oscuras.
-Muy buenas tardes, señorita. - Me contestó con una sonrisa. - ¿Qué se le ofrece?
-Busco a los señores Katin. - Respondí.
-¿De parte de quien sería tan amable?
-Yulia Volkova. -Contesté al bajarme un poco las gafas y dejar ver mis ojos.
-¡Señorita Volkova! - Exclamó con sorpresa el ama de llaves. - Que grata noticia, no sabía que los señores le estaban esperando para la cena, pase, pase. - Me animó.
-¡Yulia! - Exclamó Sergei al verme, estaba eufórico y me abrazó fuertemente.
-Que bueno verte, mi niña. - Siguió la señora Katina y también me dio un abrazo.
-Yo podría decir lo mismo. - Les sonreí mientras miraba alrededor, y mi mente no dejaba de retomar recuerdos, en todos, Lena.
-Pero estás muy hermosa, chiquilla. - Me alagó la señora Inessa.
-Gracias, es un placer que me hayan invitado a cenar.
-El placer es de nosotros, hija. - Dijo Sergei.
* Pasamos hasta la sala principal, en la que me invitaron a sentarme para hablar básicamente sobre lo que había hecho estos últimos años de mi vida, les conté todo de manera superficial, además no era mucho lo que había por relatar. Después de casi dos horas, pasamos al comedor, pues la cena estaba lista.
-¿Y como han estado sus hijos? - Les pregunté, pues quería saber de D’mitri y Vlad, pero luego me arrepentí, pues con eso podía haber iniciado una conversación alrededor de la pelirroja.
-Muy bien, ya sabes que D’mitri se casó, y bueno tuvieron otro hijo.
-Los felicito. - Sonreí.
-Vlad, tomó juicio y ahora es otra persona. - Comentó con alegría el señor Katin.
-De eso me di cuenta, en una ocasión lo intercepté en la empresa.
-Y mi Lena se graduó de la universidad hace un año, y hace pocos meses se fue de la casa, no sabes como he extrañado su compañía. - Dijo Sergei con nostalgia.
-Sergei no exageres, además Lena es como si no se hubiera ido jamás, pues aun mantiene en su habitación y muchas veces viene a dormir a casa, sobre todo cuando se la pasa agotada por los trabajos y quiere que le cuide y le consienta. - Habló Inessa.
-Pero no es lo mismo, mujer. - Refutó el señor.
* En ese preciso momento vimos pasar a Lena por la entrada principal con rumbo afanado, tenía una mano sobre la cabeza y se veía tan preocupada por alguna cosa, así que simplemente pasó de largo hacia las escaleras sin siquiera mirar o saludar.
-Lena. -Le llamó su madre y yo ya me veía dentro de una situación algo incomoda, la pelirroja se devolvió con paso lento, arrastrando los pies y con la mirada agachada.
-¿Qué pasó madre? Estoy muy cansada así que solo me gustaría dormir.
-¿Y no piensas saludar a nuestra invitada?
-¿Eh? - La pelirroja levantó el rostro para encontrarse con mi mirada, en sus ojos una vez más vi sorpresa, de inmediato rompió el contacto visual y ambas permanecíamos en silencio, mientras que sus padres estaban a la expectativa.
-Buenas tardes. - Articulé en tono neutral sin mirarla.
-Buenas tardes, Yulia. - Respondió con algo parecido a un susurro.
-¿Por qué se saludan como si nunca se hubiesen conocido? - Preguntó el padre. - Se que han pasado años de no verse y aunque no sepa como concluyeron las cosas entre ustedes solo puedo recordar que se les veía muy felices.
-Papá, por favor. - Se quejó Lena. - Discúlpenme, pero necesito descansar, esta semana me ha agotado todas las energías. - Dijo para retirarse rápidamente.
* Después de la última escena todos permanecimos en silencio, fue cuando me di cuenta que ir a cenar con los Katin no había sido mi mejor elección.
-Disculpa a nuestra hija, Yulia, sucede que Lena se la pasa constantemente presionada, pues insiste con eso de pasar trabajando todo el día sin cesar, y sin tener siquiera la mínima necesidad… pero es tan terca que se ha aferrado al hecho de trabajar excesivamente, sin una razón concreta, nadie sabe por que se sobrepasa con ella misma. - Habló finalmente el señor Katin.
-No se preocupe, yo entiendo. - Lo tranquilicé y continué mi comida en silencio.
-Me comentaron de que pusiste a tu novio como gerente de la nueva sucursal. - Dijo la señora Katina y por poco me ahogo con el bocado de comida que había ingerido.
-Perdón, él no es mi novio. - Corregí. - Al parecer la gente es muy mal interpretadora. ¿No cree? Es un amigo con el que estudié allá en Londres, una excelente persona y muy capacitada para el puesto en el cual decidí ubicarlo.
-Y confiamos en ti… eso se lleva en la sangre, el instinto de Volkov nunca falla. - Sonrió Sergei. - Tu abuelo y tu padre eran iguales.
-Es bueno escucharle decir eso, ya sabe que muchos otros piensan que fue una decisión errónea, pues Mathew es muy joven y aparentemente no tiene mucha experiencia.
-Exactamente es eso a lo que me refiero, pero se que tú le diste ese puesto por una buena razón o algo de él que te convenció rotundamente.
-Le agradezco su comprensión, señor Katin.
-Yulia, no tienes que dirigirte a mí tan estrictamente. ¿Sabes que te queremos como si fueras nuestra hija? ¿Sabes que significas mucho para nosotros? Por favor, te pido que desde hoy no vuelvas a llamarse “señor Katin” bien puedes dirigirte hacia nosotros por nuestros nombres. - Me solicitó Sergei y yo solo asentí con la cabeza.
-Gracias por la confianza. -Musité.

Después de aproximadamente una hora, me despedí de los señores Katin con la excusa de que necesitaba llegar a casa para arreglar unos asuntos con Edik, y que él ya estaba esperando por mí. Los señores Katin se despidieron haciéndome prometerles que la cena de hoy se repetiría una vez más, no pude negarme, ellos de verdad siempre andaban pendiente de mí, según lo que me comentó Edik, aun cuando estaba en Londres ellos continuaban atentos a los sucesos de mi vida.
Salí de la casa de Lena a paso lento, mi auto estaba estacionado e unos diez metros, un recorrido que hice con los ojos cerrados, pues cada paso revivía a mí una historia de años atrás. ¿Cuántas veces no estuve por estos andares en busca de una simple sonrisa, de una simple mirada, de una palabra que le devolviera el sentido a mi vida y la lucidez a mi alma? ¿Cuántas veces no tomaste mi mano salvándome de mis temores, alejándome de aquel oscuro y profundo abismo en el cual después me regresaste con tu traición? ¿Por qué tenía que amarte tanto Lena? ¿Y por que tenías que pagarme de esa manera tan vil? Finalmente mis pies me arrastraron hasta el auto, y por simple impulso levanté la mirada hacia el balcón de la habitación de Lena antes de abrir la puerta del copiloto, sorpresivamente me encontré con la figura de la pelirroja, mantenía las luces apagadas pero fácilmente podía distinguirla, y en la oscuridad sus ojos brillaban como un diamante en el desierto, ella me observaba con intensidad, me observaba como muchas veces lo había hecho hace tiempo, como cuando sus palabras solo eran de amor, cuando juraba que me quería y que su corazón era solo mío, pero tarde pude comprender que el corazón de Lena jamás podrá tener dueño, ella jamás lo entregaría, era tan egoísta con ella misma que apartaba cualquier posibilidad de sentirse amada, así como me apartó a mi…

-¡Yulia! - Me gritó desde el balcón, entonces yo reaccioné y abrí con prisa la puerta para introducirme al auto. - ¡Yulia! - Escuché nuevamente su voz, pero está vez se quebró al final en lo que pudo haberse tratado del inicio del llanto, sin embargo, yo no quise averiguarlo y arranqué el coche con brusquedad haciendo rechinar el neumático de las llantas.

** ** **

-¿Qué pasa hija? ¿Por qué gritas? - Irrumpió mi madre en mi alcoba, yo aun estaba sentada o mejor dicho, derrumbada en la terraza del balcón. ¿Por qué habría gritado el nombre de Yulia con tanta desesperación? No había sido yo, había sido mi corazón, el cual ya no soportaba su ausencia, el cual la necesitaba a mi lado, el cual le imploraba que dejara a un lado esa frialdad, esa indiferencia, le implorara que volviera a amarle.
-Lena, por Dios ¿Qué sucede? - Insistía mi madre al ver que no respondía.
-Mamá. - Susurré y ella me abrazó.
-¿Qué sucede Lena? ¿Por qué te haces esto? ¿Por qué te has hecho esto por tantos años?
-No lo se. - Contesté.
-Lena, Yulia salió de tu vida hace muchos años, y tú aun no has podido sobrevivir aceptándolo.
-No entiendes. - Dije poniéndome de pie. - Yulia pude haber salido de mi vida pero nunca lo hará de mi corazón… nadie sabe como me siento, madre.
-¿Qué fue lo que pasó hace años? - Me preguntó directa. - ¿Qué fue lo que pudo haber sucedido para que esa chica simplemente te abandonara tan de repente?
-Lo sabes mamá… ¿Para que quieres revivir mis errores? He pagado por ellos durante mucho tiempo, ya no quiero seguir así, ya no puedo. - Nuevamente no pude evitar empezar a llorar.
-Búscala. - Me animó.
-¿Para que? En ella ya no hay ni el polvo de lo que una vez pudo haber sentido por mí.
-Hija. - Me tomó el rostro entre sus manos. - ¿Tú crees que el amor verdadero se acaba? Es verdad que Yulia ya no es la misma de antes, pero ¿Sabes? Sus ojos están tan vacíos como cuando sus padres murieron, y continuaron así durante muchos años, expresando simplemente lo que había en su corazón: soledad, pero luego cuando te conoció, solo me hizo recordar los ojos de Oleg enamorado de Larissa, siempre tan transparentes… Lena, tú eres la única que puede devolverle el brillo a ese cielo celeste. ¿No te has dado cuenta? Yulia nació para ti, para que solo tú puedas hacerla feliz, por que solo tú puedes tener su corazón. - Me habló seriamente.

Increíblemente las palabras de mi madre me convencieron, entonces desde ese día me propuse volver a conquistar el corazón de la pelinegra, o al menos lo intentaría, y si al final resultaba daría fin a esas largas noches de insomnio en el que solo la soledad llegaba a hacerme compañía, a esas tardes de lluvia que me arrojaban a la depresión para luego arroparme con mi alma roída debido al dolor que hacía añicos todos mis sistemas.
Animada durante la primera semana, me aparecía todos los días a la oficina con un ramo de rosas, pero siempre recibía la misma respuesta de su secretaria: “La joven Volkova no la puede atender en este momento” dejaba las flores y me regresaba a trabajar, eso se había convertido en una costumbre por tres semanas más, hasta que un día me encontré con aquel mismo chico que había visto en la tienda de nuestro reencuentro.

-¿Elena Katina? - Me habló en su acento inglés.
-Hola. - Le hablé en su idioma.
-Soy Mathew. - Me extendió la mano tras darme una gran sonrisa.
-Mucho gusto. - Le recibí el gesto.
-¿Vienes a ver a Yulia? - Me preguntó.
-Eso intento. - Respondí cabizbaja. - Nunca quiere atenderme. - Sonreí con una mueca.
-No me sorprende que sea así… créeme yo conocí a Yulia en una situación peor. - Me habló acercándose. - Claro que la adultez le ha hecho cambiar un poco, pero no ha sido mucha la diferencia, sin embargo, en el fondo aun mantiene esa bondad que ella no deja que salga a flote.
-¿De donde la conoces? - Le pregunté.
-Estudiamos juntos en Londres… somos amigos hace unos años.
-Entiendo. - Mascullé.
-¿Esas flores son para ella?
-Eh… si, pero ya ves que no me las ha querido recibir nunca. - Me encogí de hombros totalmente indignada.
-Yo se las entregaré. - Me prometió quitándome el ramo de las manos. - Solo dale tiempo.
* El chico habló con la secretaria y de inmediato pasó dentro de la oficina de Yulia, ni siquiera me dio tiempo de agradecerle o despedirme, suspiré una vez más y cerré los ojos queriendo que llegara el día en que Yulia parara de ignorarme de esa manera.
-Hasta mañana Lizaveta. - Me despedí de la secretaria, ella ya me conocía de tanto aparecerme por allí y en algunas ocasiones nos quedábamos platicando.
-Que tenga un buen día, señorita Katina. - Me sonrió.
-Gracias.

josshua2014

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¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by:  Papillon Empty Re: ¿POR QUE ME QUE ROBASTE EL CORAZÓN? by: Papillon

Mensaje por josshua2014 10/19/2015, 11:31 pm

** ** **

-Yulia Volkova. - Escuché a Mat aparecerse haciendo una de su jocosa reverencia, una costumbre de él para arrancarme una sonrisa y nunca fallaba.
-¿Cómo estás, payaso? - Lo saludé sonriente.
-Muy bien.
-¿Y esas flores? No me digas que ya te enamoraste de mí. - Bromeé y él rió.
-No, aunque estés muy buena y todo…
-Ordinario. - Le interrumpí. - ¿Cómo te atreves a dirigirte hacia tu jefa con esas grotescas expresiones? - Continué bromeando.
-Perdóneme jefa, por favor no me vaya a quitar el trabajo, tengo quince hijos a los que mantener y una esposa enferma. - Dijo jugando mientras se ponía de rodillas y hacía muecas muy chistosas.
-Suficiente. - Lo detuve. - Dime ahora ¿Qué significan esas flores?
-Una linda y desesperada pelirroja te las dejó. - Me contestó.
-¿Otra vez? ¿Cuándo será el día en que se cansará? ¿Qué es lo que pretendes, Lena?
-¿Desde cuando te trae flores y la dejas plantada sin querer atenderla?
-Un mes tal vez.
-¡¿Qué?! - Exclamó alarmado. - ¿Cómo puedes hacerle eso a alguien? ¿No tienes alma o que?
-No sabes lo que ella me hizo a mí… esto no es nada a comparación. - Me encogí de hombros.
-Por Dios Yulia, eso fue hace muchos años ¿Qué tal si ella se equivocó pero aun te ama? Bueno es obvio que lo hace, mira que sigue persistiendo desde hace un mes ¡Un mes!
-No me interesa.
-Vamos Yulia no puedes ser tan cruel. - insistió.
-No entiendes Mat, Lena ya me engatusó una vez, no le permitiré que vuelva a jugar conmigo, no la conoces, esa chica es peligrosa.
-Bueno, pero ¿Quién podría evitar sucumbir esa tentación? - Dijo con ojos lujuriosos.
-¿Te gusta?
-¿A quien no podría gustarle? Por Dios, si ella consiguió que la gran Yulia Volkova cayera a sus pies, cualquiera podría hacerlo… y yo lo haría con mucho gusto.
-Bueno, ves, estás a tiempo, después de todo es una chica fácil. - Dije molesta.
-¿Celosa?
-Ay, ya déjame en paz. - Le hablé con más molestia.
-Para ser sinceros, yo personalmente no perdería el tiempo tras ella, si solamente quiere estar contigo, sin dudarlo me va a mandar a la porra. - Se encogió de hombros.
-No más Lena Katina, ya estoy hastiada que me hablen de ella. - Dije con fastidio.
-Deja de ser tan orgullosa. - Me dijo, colocó el ramo sobre mi escritorio y se devolvió por donde vino, yo permanecí algo pensativa, observé las rosas y me animé a tomarlas entre mis manos, aspiré su olor profundamente, luego busqué alguna tarjeta, pero no halle nada parecido.

Al día siguiente llegué a la oficina un poco tarde, había trasnochado haciendo unos informes y organizando datos así que decidí dormir un par de horas más y así recuperar las energías agotadas en la noche anterior. Miré el reloj y faltaban quince para las diez, a las en punto siempre sonaba el teléfono y era mi secretaria para decirme lo mismo: “la señorita Katina quiere verla. ¿La hago pasar?” al parecer la pelirroja salía a la misma hora para venir a dejarme su ramos de rosas.
Sin darme cuenta mis pensamientos estaban perdiéndose en el sueño nuevamente, sentía los párpados demasiado pesados y mi cuerpo empezaba a relajarse completamente sobre el sillón, entonces el sonido del teléfono me despertó de un salto.

-Dime Lizaveta.
-Señorita Volkova es…
-Si, ya se, la señorita Katina, bla, bla, bla… dile que pase. - Le ordené, quería acabar con esta tontería de una vez.
-¿Cómo? ¿Está segura? - Noté la sorpresa de mi secretaria.
-Si, dile que pase rápido.
* En menos de un minuto, Lena estaba detrás de la puerta, lo admito se veía hermosa como siempre, ¡demonios! ¿Por qué tenías que nacer tan perfecta? Traía como siempre su ramo de rosas.
-Hola. - Masculló yo solo la observé de reojo.
-Siéntate. - Le indiqué mostrándole un asiento, mientras tanto yo estaba recargada sobre mi sillón al tiempo que hacía un leve movimiento oscilatorio y mis manos jugaban con una lapicera.
-Yulia…
-¿Qué es lo que quieres, Elena? - Le pregunté en un tono bastante sombrío.
-Quiero hablar contigo, solo eso. - Respondió con esa seguridad irrompible que la caracterizaba.
-¿Y de que podríamos hablar tú y yo? - Le cuestioné con cinismo.
-De lo que paso…
-¿De lo que pasó hace cinco largos años? - Reí con ironía. - Vaya… a mi singularmente me parece que eso hace parte del pasado, además ya ha sido mucho tiempo ¿No crees?
-Jamás dejaste que te explicara.
-¿Y no crees que ya es como innecesario?
-Para mí no lo es. - Otra vez esa tenacidad que intimidaba, por ninguna razón dejaba de sostenerme la mirada, nuevamente me estaba haciendo sentir como antes.
-Las cosas no funcionan igual para ambas, simplemente a mí ya no me interesa.
-¿Ya no me amas? - Me preguntó directa y yo sentí que mi corazón daba un vuelco, sus palabras estaban empezando a sofocarme. - ¿Ya no me amas Yulia?
-No. - Contesté tajante, pero era una mentira. - ¿Cómo crees que podría seguir amándote después de lo que me hiciste? Eres más exigente de lo que pensaba.
-Pues yo aún te sigo amando. - Me miró a los ojos pero esta vez no pude sostener su mirada y la desvié hacia la mesa.
-¿Sabes? Esto se está convirtiendo en un acoso. - Le dije seria. - ¿Sabes que podría demandarte?
-No lo harás.
-¿Por qué? ¿Aún piensas que puedes manipularme como antes? - Enarqué mi ceja en una expresión de victoria, le había herido. - Lo siento, Lena, yo ya deje de ser tu marioneta. - Añadí.
-Eso nunca fue así. - Replicó.
-¡No me importa como hayan sido las cosas! - Estallé. - Ya te he escuchado demasiado, por favor vete. - Le pedí en un tono más calmado y ella se puso de pie.
-No voy a dejar de venir hasta que vuelvas a escucharme. - Sentenció.
-Haz lo que quieras. - Me encogí de hombros.
** ** **

Salí de la oficina de Yulia con el corazón más deshecho que ayer, no quería perder las esperanzas, pero la actitud de la ojiazul me desanimaba demasiado. Que ironía saber que cuando estaba en la preparatoria se me hacía tan fácil conquistar a los chicos sin importar la situación, y ahora simplemente no podía hacer cambiar a Yulia de opinión, no hallaba la manera que la devolviera a mis brazos. ¿Y si me olvidaba de todo? ¿Si guardaba el poco de dignidad que me quedaba? Pero vivir sin Yulia… vivir sin Yulia me era imposible. ¿Qué hacer? Estaba enterada de lo difícil que podía hacerse esa chica, me había costado trabajo conquistarla, pero había sido muy sencillo perderla, si tan solo no me hubiese equivocado de aquella manera…
No desistí con las visitas y el ramo de rosas cada día, pero ahora había pasado otro mes y desde entonces, Yulia no había accedido a verme otra vez.

-¿Señorita Katina? - Llamó mi atención Lizaveta, yo estaba recargada en la pared con las rosas en la mano derecha y mi mirada perdida, esperando que pasaron los mismos treinta minutos de siempre, y luego regresar por donde vine.
-Dime.
-¿De verdad ya no se encuentra harta de esta situación? - Me preguntó con cierta timidez, pero ya yo le había tomado un poco de confianza, después de todo habían sido dos meses en los que compartíamos treinta minutos de charla.
-Tal vez. - Suspiré agotada. - Mañana, mañana será el último día. - Le aseguré, y era algo que apenas decidía, realmente estaba dispuesta a dejar de presionar, tenía que entender que posiblemente Yulia ya no quería saber nada de mí.
-¿Habla en serio? - Dijo asombrada y con algo de escepticismo.
-Si, al final solo viene la resignación ¿No crees? - Le contesté con un dejo de tristeza, ella regaló una mirada compasiva. -Hasta mañana. - Avisé y tomé mi bolsa para dirigirme a mi trabajo.

Ese día me lo pasé pensando en los últimos acontecimientos, y me ayudó a darme cuenta que realmente había pasado el límite, simplemente ya era hora de aceptar una realidad que por mucho que me hiriera no podía seguir con esa estúpida idea de pretender cosas donde no las habían.
Yulia había sido mi mejor recuerdo que con el tiempo solo se había transformado en el fantasma de mi vida que me impedía de alguna forma ser feliz y continuar con mi vida normalmente. Empezaba a convencerme a mí misma que desde de el principio ella solo se trató de una obsesión, y que ese deseo de tenerla conmigo había crecido tan descomunalmente que estaba a punto de hacer colapsar mi estabilidad emocional ¿Pude haberlo confundido tan fácilmente con el amor que decía profesar por ella? ¿Y si al final solo se trataba de eso? ¿De una confusión?
Ya había oscurecido y aún me encontraba en mi oficina sin dejar mis cavilaciones, hasta que recordé que había prometido a mis padres que llegaría para la cena, miré el reloj, eran las ocho, no me alcanzaba para llegar a tiempo… Abrí uno de los cajones del escritorio, en él había una foto de la pelinegra y sobre ella también descubrí una tarjeta, la tomé para leerla, pertenecía a un doctor Francés que era dueño de una clínica psiquiatra en Norteamérica y más de una vez me había invitado a trabajar para él, pero yo siempre me había negado, estaba tan aferrada a permanecer en Moscú con la esperanza de que el amor de mi vida regresara algún día.

-Todo se trata siempre de ti, Yulia. - Pensé en voz alta mientras en un mano sostenía su fotografía y en la otra la tarjeta del doctor Cédric Lambert. - Creo que lo más sano para mí sería alejarme de ti y de este lugar que solo me retuerce en los recuerdos de nuestra historia. - Dejé escapar un par de lágrimas que limpié rápidamente.

Guardé la foto en su lugar y metí la tarjeta en mis bolsillos para luego encaminarme a casa de mis padres. El camino lo sentí más largo que de costumbre, sin embargo, invertí el mismo tiempo que se requiere normalmente, al llegar a casa pasé directamente al comedor, mis padres estaban por terminar su cena, yo me acomodé en el mismo puesto de siempre y ellos me miraron.

-Llegas tarde hija. - Habló mi padre.
-Me cogió la noche organizando unos archivos en el consultorio. - Contesté.
-Lena. - Me habló con seriedad. - Quiero que dejes el trabajo del hospital mañana mismo, esta será la última vez que te lo sugiero, la próxima yo mismo tomaré cartas en el asunto.
* Admito que mi padre se pasaba de sobre protector conmigo, él aún no caía en la cuenta de que yo ya era una persona mayor de edad que podía tomar por sí misma sus decisiones.
-Lo dejaré. - Les avisé.
-¿De verdad? - Dijo mi padre bastante asombrado.
-Si… he estado pensando en otra oferta.
-Sigues insistiendo con eso de tener más de un trabajo… con tal de que no tengas que trabajar tanto como lo haces ahora, estaré feliz.
-Eso no lo se, pero les comunico que estoy a punto de decidirme.
-¿Y con quien trabajarás esta vez? - Preguntó mi madre.
-El doctor Cédric Lambert. - Contesté con mi mirada en la comida recién servida.
-¿El mismo doctor francés que te propuso trabajar en su clínica hace cuatro meses? - Preguntó mi padre haciendo memoria, pero con un tono en el que se notaba que deseaba estar equivocado.
-Si, el mismo, papá.
-Pero eso implicaría dejar el país. - Exclamó exaltado.
-Estoy consciente de eso… de verdad quiero aprovechar la oportunidad. - Lo miré.
-Hija… ¿Por qué razón dejarías el país? ¿Sabes lo difícil que sería para mí? Para nosotros… por favor, princesa, piénsalo mejor ¿quieres? - Me dijo casi suplicando.
-No les prometo nada, además solo será por el tiempo que considere necesario, no estoy diciendo que haré un viaje sin retorno… solo quiero experimentar en otros ambientes.
-Pero Lena…
-Lo siento mucho. - Lo interrumpí y me paré de la mesa. - Con permiso.

Me causaba mucho dolor ver a mi padre, sabía que él era muy apegado a mí y yo a él, sabía que haría todo lo posible por detenerme, pero en verdad necesitaba un respiro para mi vida, necesitaba dejar todo eso que me atormentaba atrás, si bien parecía que estuviera huyendo como una cobarde, pero ya no veía otra salida, dejaría Moscú por un tiempo, todo ese tiempo que sea necesario para olvidarme de ti, para sacarte de mi corazón.
Esa noche no dormí esperando el amanecer y sonreí al ver los primeros rayos del sol que se colaban por las persianas, miré mi habitación. ¿Cómo era que con mis veintitrés años no había podido independizarme de mis padres? Ya tenía un mes sin dormir en mi apartamento, muchas veces me lo había propuesto, pero estar en mi casa y con mis padres era mejor que regresar a ese apartamento vacío para sentirme igual a él y en aquella habitación en la cual todas las noches esperaba a mis demonios que se encargaban de robarme el sueño…
A las ocho dejé la cama para internarme en el cuarto de baño, al entrar me miré al espejo, desvelarme había ocasionado unas leves ojeras, pero me despreocupé, pues podía cubrirlas con un poco de maquillaje. Me bañé y me arreglé con mucha paciencia, no tenía la más mínima prisa, al final, hoy sería el último día.
Abordé mi auto y conduje al mismo lugar de siempre, una floristería que se ubicaba a unas cuadras de la empresa que dirigía Yulia, ese día escogí un ramo más grande que el de costumbre, y esta vez no eran rosas, esta vez eran lirios…

-Bueno días señorita Katina. - Me saludó con una sonrisa Lizaveta.
-Hola. - Le contesté con una medio sonrisa.
-¿No hay rosas hoy? - Observó el ramo.
-No, hoy será diferente.
* En ese momento, se abrió la puerta de la oficina de Yulia, milagrosamente se trataba de ella, a penas me vio su semblante se puso serio.
-Hola, Yulia. - Le dije.
-Elena… en verdad estás pasando el límite. - Habló con suma seriedad.
-Y lo sé. - Respondí. - No te preocupes, Yulia, que ya lo se.
-¿Y que haces aquí entonces? - Me reclamó. - ¿De que manera te tengo que decir que no quiero que vuelvas más, que estoy harta de esas estúpidas flores?
Cada una de sus palabras era como una daga que atravesaba mi corazón, sin embargo, no me permití volver a derramar una lágrima.
-Escúchame. - Le pedí. - Solo serán unas pocas palabras.
-Que sea rápido, no tengo tu tiempo. - Dijo cortante.
-Siempre me voy a arrepentir de lo que pasó… por que a pesar de que te traicioné, yo siempre…
-Suficiente. - Me detuvo bruscamente. - No quiero volver a escuchar la misma historia de aquella vez, escucha Lena, no vuelvas más, olvídate de lo que paso, has como si nunca hubiese existido, abre los ojos y date cuenta que esta es otra realidad ¡Deja de vivir del maldito pasado! - Exclamó.
-Yulia… - Intenté a decir algo, pero en mi garganta se formaba un gigantesco nudo que me impedía articular alguna palabra, el dolor se hacía demasiado insoportable.
-No quiero volver a verte más, grábate eso de una buena vez. - Agregó.

Sin más, Yulia se perdió de mi vista, había tomado el ascensor, yo solo pude derrumbarme sobre uno de los asientos que habían en aquella sala de espera, coloqué el ramo en otro asiento para poder cubrir mi rostro con mis manos. En minutos sentí el abrazo de alguien, se trataba de Lizaveta, quien intentaba consolarme.

-¿Señorita Katina? ¿Se encuentra bien? Debe disculpar a la joven Volkova, como todos sabemos ella tiene su temperamento tan singular… y…
-Deja así, Lizaveta. - La detuve levantando el rostro y tomando mi bolsa. - Aquí dejo las flores, como siempre… gracias por todo. - Le sonreí.
-¿No volverá, verdad?
-No.
-Que le vaya muy bien señorita. - Dijo con melancolía.
-Deseo lo mismo para ti. - Contesté antes de dejar por completo la sala.

Corrí prácticamente para alejarme de ese edificio y entrar a mi auto con la intensión de desahogarme sin que nadie me observara. Las palabras de Yulia se habían escuchado tan reales, haciéndome ver que en verdad ella no sentía nada por mí, absolutamente nada, finalmente había comprendido que la había perdido para siempre.

-Esto ya no tiene caso, Elena Katina. - Dije para mí misma mientras buscaba con ansiedad la tarjeta del doctor Lambert, ese mismo día acordé con él que estaba dispuesta a aceptar su oferta, el francés se alegró mucho por mi decisión y dijo que se encargaría de prepararme el puesto en New York e hicimos una cita en esa misma ciudad para una semana.
-Papá, renuncié al puesto en el hospital. - Hablé en medio de la cena, y todos me posaron su vista sobre mí, Vlad, Dima, Victoria y mis padres.
-Es bueno escucharte decir eso.
-En una semana me iré a Norteamérica. - Les avisé sin preámbulo.
-¿Cómo? - Y escuché el sonido que emitió el tenedor que dejó caer mi padre sobre el plato.
-Ya acordé con el doctor Lambert… todo estará listo en pocos días.
-¿De que hablas Lena? - Preguntó D’mitri.
-Me iré a trabajar por un tiempo a New York. - Respondí.
-¿Estás segura? - Volvió a preguntar mi hermano.
-Si, no ha sido una decisión muy sencilla de tomar…
-¿Hay algo o alguien que influye en esto? - Otra vez Dima con sus indirectas.
-No. - Mentí y lo miré con cara de querer despedazarlo. - En verdad quiero hacer esto.

Desvié mi vista hacia mi padre, y ahí estaba él con una expresión de infinita tristeza, por un momento me rehusé a irme solo por él… pero quise convencerme que con el tiempo, mi padre lo entendería y terminaría aceptándolo, por mamá no me preocupaba mucho, ella era más comprensiva y siempre me apoyaba en mis decisiones.

** ** **

Me costó más de lo que pensé decirle todas aquellas palabras a la pelirroja, por un momento pensé que no sobreviviría a esa mirada de dolor que pude ver claramente. ¿Debería creer en ella? ¿Sería verdaderamente rentable volver a creer en sus palabras? Ya lo había hecho una vez, y todo había acabado de la peor manera, simplemente no creía poder sobrevivir a otra desilusión de ese tipo…
Daba vueltas en mi cama pensando en lo mismo. ¿Me amas Elena? ¿Me amas de verdad como lo decías aquella vez? Lo jurabas, y aún así terminaste demostrando lo contrario, me mentiste y quebraste mi vida, me devolviste al oscuro laberinto en el que había permanecido durante tantos años, lo que hiciste con las manos lo arruinaste con los pies en segundos…
¿Podría seguir viviendo sin ti? ¿Podría? Las preguntabas que rondaban por mi cabeza constantemente y yo sin saber que hacer.

-Yulia, Yulia. - Entraba Mathew a mi oficina.
-¿Qué sucede, Mat?
-¿No sabes de lo que me acaban de comunicar? - Dijo emocionado.
-¿Qué es? - Le pregunté un poco impaciente.
-Mi padre está mucho mejor después del tratamiento en la nueva clínica… no sabes todo lo que progresado, mi madre está muy contenta.
-Me alegra mucho. - Sonreí y él me abrazó.
-Por cierto… Hoy no vi el ramo de rosas. - Comentó extrañado.
-¿No? - Dije algo sorprendida.
-No, le pregunté a Lizaveta y me contó que Lena no ha venido en todo el día.
-Finalmente se hartó. - Me encogí de hombros, pero interiormente quería saber la verdadera razón por la cual la pelirroja no había aparecido en todo el día por mi oficina.
-¿Y quien no? Con esa actitud tan pedante que te traes… Yulia ¿Por qué dejas ir esta nueva oportunidad que te da la vida?
-Mathew, ya te he explicado esto más de una vez. - Dije cansada.
-Por Dios Yulia, ya no son unas adolescentes. ¿Qué te hace pensar que Lena es la misma chica de hace cinco años con los mismos errores y la mis inmadurez? - Quiso hacerme entender, y sus palabras me dejaron bastante pensativa a decir verdad ¿Y si Lena había cambiado? Obvio ya no era la misma púbera de aquella época.
-No insistas. - Hablé fastidiada por su insistencia.
-Algún día cuando quieras darte cuenta tal vez ya sea tarde. - Sentenció para luego perderse tras la puerta de mi oficina.

Los días continuaron pasando y no paraba de pensar en las palabras de mi amigo. ¿Existiría una segunda oportunidad para nosotras?
Era sábado y estaba en mi habitación intentando descansar un poco, el reloj marcaba las cinco de la tarde, ese día me había sentido tan agotada que decidí volver temprano a casa. Pero cada vez que intentaba descansar mis pensamientos nuevamente los recuerdos del pasado me atacaban, pensaba en Lena, en todos los buenos y mágicos momentos que compartimos, en lo bien que me hacía sentir con sus palabras, sus besos, sus atenciones… en aquel entonces yo era tan feliz. Miré hacia la derecha y sobre una mesa estaba un florero con los lirios que me había llevado en el último episodio que cruzamos palabras, desde ese día los ramos había cesado de llegar y eso me tenía un poco inquieta, ya me había acostumbrado a ver las flores cada que salía de mi oficina a almorzar.
Me puse de pie para esculcar ente mis cosas y hallar un conjunto de fotografías viejas, en las que estábamos ella y yo, sonreí mientas podía sentir que aquel sentimiento nunca había dejado de fluir dentro de mis venas, la amaba, la amaba como nunca amaría a alguien más.

-¡Demonios! Ya no puedo seguir callándolo, Has algo Yulia Volkova. - Hablé para mí.
* En un arrebato salí corriendo de mi habitación como alma que lleva el diablo, en el vestíbulo me tropecé con Mathew, quien me miró algo desconcertado.
-Hey ¿A dónde vas con tanta prisa, Volkova?
-Buscaré a Lena. - Le dije en una sonrisa.
-¡Has recapacitado! - Exclamó levantando los brazos al cielo.

Corrí hacia mi auto y arranqué de inmediato, entonces una pregunta surgió en mi cabeza ¿Dónde la encontraría? Sabía que Lena vivía en un apartamento y trabajaba en un hospital y tenía su propio consultorio, pero desconocía la dirección de cada uno de estos lugares que he mencionado. En mi desesperación opté por dirigirme hacia la casa de la familia Katin, ellos eran los únicos que podían darme toda información acerca de la pelirroja.

-Yulia… que bueno tenerte por aquí. - Me recibió la señora Inessa y por primera vez no la vi sonriente, al parece algo había sucedido.
-¿Cómo ha estado, Inessa?
-Oh muy bien hija… ¿Qué te ha traído por aquí?
-Bueno… quisiera pedirle un favor. - Contesté sentándome en un mueble.
-Claro. ¿Qué puedo hacer por ti? - Me preguntó dulcemente.
-Quisiera saber donde puedo encontrar a Lena… ¿Podría darme la dirección de su apartamento?
-Eh… Yulia. - Agachó la cabeza. - ¿No estás enterada?
-¿Enterada de que? - Pregunté extrañada.
-Sucede que mi hija se fue… aceptó un trabajo en New York. - Me explicó.
-¿De que habla? ¿Dejó Moscú? Pero ¿Cuándo? ¿Por qué? - Hablé desesperada, la sorpresa había sido de mi poco agrado.
-De hecho su vuelo salió esta mañana… su padre intento convencerla de lo contrario, pero Lena estaba tan empeñada en dejar el país. - Relató con un poco de tristeza. - Fue una decisión que tomó de la noche a la mañana y nadie pudo detenerla.

La información recién recibida se procesaba muy lentamente en mi cabeza, creo que se me hubiese hecho más fácil convencerme de que las palabras de Inessa no eran ciertas, pero no… la realidad era otra, y esta vez muy cruda. Lena se había ido, así como en una ocasión yo también salí de su vida. ¿Le habría dolido de la misma manera que me estaba doliendo en ese momento? Parpadeé un poco y después sentí una leve punzada en el pecho, como si algo ahí dentro se hubiese desgarrado, podría haber jurado que se trataba de mi corazón. A lo lejos escuchaba una voz, la voz de la madre de la pelirroja, pero por alguna razón no estaba escuchando con claridad, luego dejé de percibirla y me sentí viajar a un nuevo sueño.

-Yulia. ¿Yulia? - Otra vez la voz de Inessa, pero cada vez más entendible, abrí los ojos y me vi recostada sobre una cama, después de inspeccionar bien, recordé que esa era la habitación de Lena, no lucía tan diferente, solo que ahora las paredes no eran rosa pastel. - ¿Estás bien?
-¿Eh? ¿Qué sucedió? - Le pregunté en un hilo de voz.
-Te desmayaste. ¿Te sientes bien? - Insistió.
-Si, eso creo. - Respondí para incorporarme.
-Guarda un poco de reposo. - Me sugirió haciendo que volviera a recostarme. - Aún te ves algo pálida. ¿Quieres un poco de agua? - Me ofreció un vaso.
-Gracias. - Lo tomé entre mis manos. - Tengo que irme. - Dije apresurada y me puse de pie, sentí un poco de mareo pero logré disimularlo, recordé que hacía unos días había estado experimentado esa misma sensación de vértigo.
-Pero, Yulia, el doctor acaba de decir que… - Habló Inessa en un intento por detenerme.
-Lo siento mucho, pero en verdad tengo muchas cosas que hacer. - La interrumpí. - Gracias por todo y disculpe las molestias, hasta luego. - Agregué sin hacer ni una pausa, luego abandoné la habitación sin decir más.

Caminé rápidamente hasta localizar mi automóvil e internarme en él, me acomodé en el asiento y cerré la puerta de un fuerte golpe, mis manos se aferraron al volante con fuerza, mientras intentaba controlar mis impulsos, sentía rabia, rabia conmigo misma. ¿Por qué tenía que esperar tanto tiempo? Conduje a gran velocidad de vuelta a mi casa, necesitaba organizar mis pensamientos e ingeniarme algo, algo como ir tras Lena, si, eso podía ser una buena idea.

-Yulia. - Me interceptó Mathew apenas entré a la casa. - ¿Por qué regresas tan temprano? ¿Qué sucedió? ¿Cómo te fue con Lena?
-No estaba en su casa. - Le respondí con desgano.
-Bueno pero me imagino que preguntaste donde podrías ubicarla ¿No?
-Ella acaba de tomar un vuelo a Estados Unidos.
-¿Cómo? ¿Se fue? - Habló sorprendido.
-No quiero hablar de eso. - Le advertí. - Solo necesito descansar un poco. - Dije para encaminarme hacían mi habitación, extrañamente volvía sentir fatiga, como si mi cuerpo no estuviese dotado para realizar esfuerzo alguno, no me detuve a pensar que podía estar sucediéndome, en ese entonces mi cabeza se centraba completamente en otro asunto.

Apenas me vi dentro de mi recamará que se había convertido en algún tipo de refugio, donde podía sentirme aislada de la realidad, donde podía crear mi propio mundo… de inmediato me desplomé sobre la cama, ese día por razones desconocidas la sentía mucho más grande de lo convencional, o tal vez era yo quien se sentía demasiado minimizada, mientras que el vacío de mi corazón laceraba los rincones de mi alma, y en ella solo existía un nombre que empapaba mi interior: Lena, algo estaba decidido o al menos por decidirse, y era que deseaba encontrarla y hablarle con la verdad, no me importaba si para eso tuviese que atravesar los continentes que fuesen necesarios, pues por ella, yo no solo atravesaría simples continente, por ella yo atravesaría galaxias si fuese posible, por Lena iría hasta después de la muerte. No se por cuanto tiempo permanecí sumida en mis cavilaciones, de un momento a otro el cansancio me venció y el sueño vino a hacerme visita en la soledad de mi noche.
A la mañana siguiente empecé a despertar después de escuchar unas voces en la planta baja de la casa, parecían tratarse de Edik y Mathew, pero por desconocidas razones hablaban en un tono demasiado alto a como acostumbraban, además se escuchaban por más alterados. Miré el reloj y descubrí que eran las once de la mañana, me exalte al saber lo mucho que había dormido, tenía tiempo sin levantarme tan tarde. Me levanté para lavarme la cara rápidamente en el baño y después bajar y enterarme de lo que estaba sucediendo. Finalmente me encontraba en la primera planta, y ahí estaban Mathew, Edward y Boris. ¿Qué hacía el chofer de los Katin en mi casa? Ellos al sentir mi presencia detuvieron la conversación y me clavaron sus ojos en mí y se pusieron nerviosos.

-¿Qué? - Interrumpí el molesto silencio y de paso sus escrupulosas miradas sobre mí.
-Yul… Yulia. - Intentó hablar Edik.
-¿Alguien me puede explicar cual es el alboroto? - Les pregunté molesta. - ¿Y que hace Boris aquí?
-El señor. - Habló Edik señalando al chofer. - Viene de parte de los Katin… es que… es que… ¿Has visto las noticias por casualidad, Yulia?
-No, apenas y despierto.
-Bueno… no se como decirte, pero… - Estudié a mi tutor, ahora estaba más que nervioso y buscaba palabras para decirme algo, algo que yo intuía que no me iba a gustar.
-¡Pues solo dilo! - Exclamé impaciente.
-Pero antes prométeme que lo vas a tomar con calma.
-Edward, por favor, ya me estás hartando la paciencia. ¿Qué puede ser tan malo que no me lo puedes decir? - Estaba a punto de estallar.
-Eh… hoy se ha informado de que hubo un accidente aéreo… un vuelo con destino a Norteamérica, exactamente el vuelo de la señorita Katina… y…
-¿Qué estás queriendo decir? - Balbuceé incrédula.
-Yulia… Lena está muerta. - Concluyó.

¿Lena muerta? No, eso no podía estar sucediendo, los tres hombres aun me miraban como esperando mi reacción, pero mi mente en ese momento se desconecto de la realidad y a mi cabeza vinieron muchas imágenes, después empecé a sentir un conocido vértigo, creí que iba a sufrir un desmayo nuevamente entonces intenté hablar pero para mis sorpresa se me hizo imposible, lo que siguió fue una punzada en el pecho y otro dolor que partía desde mi brazo izquierdo avanzando por mi hombro hasta la mandíbula, después de eso no podría decir que continuó ya que había perdido la consciencia del todo…

** ** **

Desde el día que Yulia me plantó por última vez empecé a hacer mis maletas, solo pocas cosas, no quería llevar demás, haría una nueva vida y la empezaría con nuevas cosas. Mi padre tal como lo intuí hizo mil intentos para hacerme cambiar de opinión, pero yo solo le repetía que la decisión la había tomado y que no habría vuelta atrás. Me despedí de mi única amiga, Ushka, ella también me pidió que pensara las cosas, que estaba haciendo algo apresurado, pero yo me rehusé a echarme para atrás con lo que estaba decidido.
Finalmente el dichoso día había llegado, mi vuelo salía a las doce del día, desde las diez ya estaba en el vestíbulo de mi casa con mi única maleta esperando que el tiempo se hiciera más rápido, mis padres me acompañaban, papá cargaba aún su expresión de tristeza pero a la vez de indignación, me había prometido que en dos semanas iría a visitarme para cerciorarse de que estuviera en buenas condiciones y de que el trabajo no me exigiera demasiado. Mi mamá estaba tranquila, ella siempre sabía manejar la situación, cuando llegó la hora ambos me desearon mucha suerte después de cubrirme con sus abrazos y besos, Boris se encargó de llevarme al aeropuerto.
Eran las once y media cuando llegué al aeropuerto, de inmediato me acomodé en la sala de espera para leer una revista con la intensión de matar tiempo, para mi mala suerte se trataba de un documento sobre culinaria, lo que se me hacía extremadamente aburrido, lo dejé a un lado e intenté centrar mi mente en algo, pero lo único que se me venía en ese momento era Yulia y sus frías palabras. ¿Por qué tienes que comportarte de esa manera? Un fugaz recuerdo revivió en mi memoria, el día en que la conocí, ese mismo comportamiento, esa misma manera de ser que con el tiempo desapareció parcialmente, Yulia solo había estado necesitando un poco de cariño… entonces lo descubrí, ella aún me necesitaba, su frialdad era solo un síntoma de que todavía necesitaba de mi amor, era solo una manera de pedir a gritos que le quisiera, que sanara sus heridas con lo único que yo podía brindarle: mi amor incondicional, ahora dispuesto a no volverle a fallar.
El llamado para abordar el avión me obligó a dejar mis pensamientos, abrí mi bolsa de mano y de ella extraje una cadena, la misma que me había entregado Edik aquel día que me fui a buscar a Yulia a su casa, esa misma mañana me la había quitado por primera vez, incluso tuve deseos de dejarla pero al final no pude, entonces opté por guardarla, así como planeaba hacer con el recuerdo de la ojiazul, guardarlo en un baúl de mi memoria y perder la llave.

-Señorita, por favor dese prisa. - Me habló uno de los reguladores.
Yo no respondí a su llamado, simplemente permanecí pasmada en mi lugar.
-¿Señorita? - Insistió. - El avión pronto va a despegar.
* Un recuerdo me invadió en ese preciso momento, aquellas palabras que me dirigió en las vacaciones de invierno que invertimos en Hawái:
“-Te amo Lena, como nunca voy a amar a nadie en esta vida.
-¿Lo juras?
-Lo juro. - Aseguró.
-Hiciste un juramento… ya sabes que no lo puedes romper. - Le hablé muy seria.
-Lo se, estoy consciente de eso, y créeme que jamás lo romperé, primero tendrían que sacarme el corazón o tal vez borrarme la memoria, de otro modo nunca dejaría de amarte.”
* Ese recuerdo fue como una revelación para mí, me hizo saber que no podía irme y separarme de ella ahora que la vida nos mostraba una segunda oportunidad, no me importa si tenga que insistir las veces que sean necesarias, lo haría, haría cualquier cosa por devolverla a mis brazos.
-¿Lena? - Me miró mi amiga completamente sorprendida. - ¿Qué haces aquí? ¡Y vienes toda empapada! Pasa por favor, necesitas cambiarte esas ropas.
-Gracias, Ushka. - Me adentré al apartamento y ella aumentó la calefacción.
-Camina directo a la ducha, yo me encargo de prepararte algo de ropa.

Hice caso a mi amiga y me incorporé en el cuarto de baño, me deshice de mis ropas mojadas para luego darme un baño con agua caliente, hace unos momentos el frío estaba calándome los huesos, había salido del aeropuerto a pie y la lluvia me había sorprendido en el camino. No se por que no había hecho algo para evitarla, ahora estaba expuesta a un resfriado.
Finalmente cuando ya estuve aseada vestí la muda que había conseguido para mí la castaña, algunas veces me había quedado a dormir en casa de Ushka, así que tenía por lo menos tres mudas.

-Ahora sí. ¿Puedes explicarme que sucedió? - Me preguntó mi amiga mientras me ofrecía una taza de chocolate caliente.
-Al final no pude tomar el avión. - Respondí.
-Me alegra que estés aquí. - Sonrió. - Se que es una buena decisión.
-¿Te molestaría si me quedo aquí por esta noche?
-Para nada, ya sabes que mi casa es tu casa. ¿Y dónde dejaste tu maleta?
-Supongo que en el aeropuerto, no se. - Me encogí de hombros. - Hasta ahora la recuerdo.
-¿Le llamarás a tus padres? - Me preguntó.
-Mejor les llego mañana de improviso, seguro se llevarán una sorpresa.
-Ya quiero ver la cara de tu papá. - reímos.

Ushka y yo conversamos hasta tarde, ella fue la única amiga que conservé de la preparatoria, esa noche aprovechó para informarme sobre su compromiso con Nicolái, yo me alegré por la buena noticia, ambas estábamos emocionadas por el suceso. Cerca de la media noche decidimos ir a dormir, esa vez descansé como no lo había hecho en tanto tiempo, incluso desperté tarde al día siguiente, para entonces, mi amiga ya se había ido a trabajar y yo me encontraba sola en el apartamento.
Tomé un taxi para ir a mi casa, solo llevaba la bolsa de mano con la que había salido ayer. Cuando el conductor se estacionó frente a mi morada me sorprendió ver que no había ningún vigilante en el portón, el puesto estaba inexplicablemente vacío, pagué la tarifa al taxista y entré, a medida que caminaba descubrí un gran número de autos estacionados en el parqueadero. ¿Por qué mis padres tenían tanta visita? ¿Qué podría estar sucediendo? La situación se me hacía cada vez más extraña y confusa… finalmente llegué a la puerta principal, también estaba abierta de par en par, entre más me iba incorporando dentro de la casa podía ver que el lugar estaba infestado de personas, vestidas de negro o blanco, como si se tratase de un funeral, yo estaba completamente inquieta.
En segundos irrumpí en el vestíbulo, me aclaré la garganta y todas las personas posaron sus ojos sobre mí, de repente escuché varios gritos y vi una que otra persona desmayada. ¿Tan mal me veía, acaso? El resto de los presentes no quitaban sus miradas de sorpresa y cierto temor.

-¿Qué sucede? - Pregunté finalmente, mi padre caminó hacia mí vacilando, recorrí su rostro y noté que había estado llorando ¿Había sucedido alguna tragedia en mi ausencia?
-¿Lena? - Me llamó mi padre aun desorbitado.
-Papá… ¿Qué está sucediendo? - Y de un momento a otro, mi papá saltó hacia mí, y me abrazo tan efusivamente que sentía que el aire estaba empezando a faltarme.
-¡Esto es un milagro! - Exclamó.
* Mi madre y mis hermanos también se apresuraron a envolverme en sus abrazos, mientras tanto, yo permanecía totalmente confundida y sin entender que estaba sucediendo.
-No entiendo nada. ¿Qué pasa papá? - Insistí.
-Te creíamos muerta, hija. - Explicó mi madre limpiándose las lágrimas.
-¿Muerta? ¿Cómo que muerta?
-El avión en el que supuestamente viajabas se accidentó y no hubo sobrevivientes.
Ahora lograba entender. ¿Accidente? Si hubiese decidido tomar el avión estuviera muerta en este instante, la horrorosa idea hizo que me estremeciera.
-Al final no pude irme. - Les dije.
* Cuando todo se creía calma por fin, apareció en la sala Boris, venía bastante agitado y con un semblante de preocupación, parecía que las malas noticias aun no llegaban a su fin. Boris se alarmó al verme y hasta empalideció y su expresión fue como si estuviera viendo un mismísimo fantasma.
-Se… señorita… ¿Señorita Lena? - Balbuceó sorprendido.
-No estoy muerta Boris, todo fue una confusión. - Le expliqué antes de que pudiera decir otra cosa.
-¡Gracias a Dios! - Exclamó el hombre, quien ya tenía algunas canas en su cabello y no dudó en abrazarme de igual forma.
-¿Vienes de la casa de los Volkov? - Le preguntó mi madre y él volvió a su expresión de antes.
-Si, señora. - Respondió. - Pero no sabe lo que sucedió. - Otra vez ese gesto de preocupación.
-¿Qué ha sucedido? - No dudó en preguntar mi padre.
-Pues… yo fui a avisarle a la señorita Volkova la supuesta muerte de la señorita Lena.
-¡¿Qué?! - Exclamé. - ¿Cómo se les ocurre eso?
-A ver Lena, Yulia tenía derecho a saberlo… no sabíamos que se trataba de un malentendido. - Interrumpió mi madre. - Por favor continúa, Boris.
-Bueno y… la señorita, a la señorita Yulia le dio un infarto. - Contestó con nerviosismo.
-No puede ser. - Hablé a punto del llanto. - ¿Cómo que un infarto?

Mi padre no dudó en sacar su teléfono celular y llamar a Edward, tuvieron una conversación de unos cinco minutos, en la que el tutor de Yulia dio la dirección de la clínica donde se encontraban y otro par de detalles que mi papá no quiso compartir conmigo. Las demás personas evacuaron la casa poco a poco, por mi parte me fui con mis padres a la clínica que había indicado Edik, estaba tan nerviosa y asustada que no dije una palabra más durante el recorrido.
Finalmente llegamos a nuestro destino, se trataba de una clínica privada, la conocía de antes por que mi abuelo también había sido remitido en una ocasión al mismo lugar. Entramos a paso rápido hasta localizar a los dos hombres que acompañaban a Yulia, su amigo Mathew y Edward.

-¿Lena? - Dijeron ambos al unísono y con expresión de sorpresa.
-Hola. - Respondí a medias, la preocupación estaba sobre las explicaciones que me estaban empezando a molestar en contestar.
-Pero… - Intentó decir Edik.
-Todo fue una confusión, al final Lena decidió no tomar el vuelo. - Lo interrumpió mi papá con la historia que ya se sabía de memoria.
-¿Cómo está Yulia? - Le pregunté desesperada.
-Hace unos minutos el médico vino a avisarnos lo que había sucedido. - Contestó. - En efecto la gran impresión le provocó un infarto.
-Pero es una chica demasiado joven para presentar este tipo de problemas. - Replicó mi padre.
-Tiene razón, pero lo que no sabe es que ella ha tenido ciertas complicaciones cardiacas desde la niñez, y pues el doctor dice que tal vez se debió a que Yulia ha estado suspendiendo los medicamentos… siempre con su terquedad. - Explicó. - Además entiendo que le haya ocurrido esto después de semejante noticia tan devastadora, que por fortuna terminó siendo una confusión.
-Todo es mi culpa. - Mascullé. - Que tonta soy, la raíz de todos lo problemas de Yulia soy yo.
-Nada ganas con culparte, Lena. - Me detuvo Edik. - Solo son cosas que suceden.
* En eso apareció el médico encargado de la ojiazul, todos guardamos silencio esperando con cierta ansiedad su informe acerca del estado de Yulia.
-¿Familiares de la señorita Volkova?
-¿Cómo está, doctor? - Preguntó Edward.
-Afortunadamente, por ahora está estable, tuvo mucho suerte además de que la internamos a tiempo, sigo insistiendo en que la señorita no debió de dejar de tomar los medicamentos. ¿Hay alguien que esté pendiente a eso?
-Hace unos años, yo me encargaba de hacerlo… pero la verdad es que Yulia ha crecido y siempre se comporta tan independiente que pensé que tenía la responsabilidad suficiente para cuidar ella misma de su salud. - Respondió el tutor.
-Al parecer supuso mal señor Brocovich, esto es un asunto delicado ¿Lo sabe?
-Estoy muy consciente de ello.
-¿Podemos pasar a verla? - Le pregunté esperanzada, el médico me observó.
-Tal vez en un par de horas… necesita reposo. - Contestó.

El médico desapareció de la sala de espera y no nos quedó de otra que continuar esperando por el avance de Yulia, mientras tanto, sentía que el tiempo se pasaba demasiado lento, no sabía que hacer para calmar mis ganas de ir corriendo y verla, era lo único que necesitaba, verla y saber que estaba mejor. Durante la siguiente hora, mis hermanos aparecieron en la clínica junto con Ushka y su prometido, Nicolái.

-¿Cómo estás, Lena? - Me preguntó la castaña.
-Creo que bien.
-Ya me enteré de todo lo que sucedió… vaya que fue algo dramático, demasiadas cosas en tan poco tiempo, el accidente aéreo, tu supuesta muerte y ahora el infarto de Yulia.
-Si, todo esto se me parece más a una pesadilla. - Mascullé con un poco de cansancio.
-Toda estará bien. - Me animó Ushka y puso una de sus manos sobre la mía.
-Siempre estás en los momentos oportunos. - Le sonreí con agradecimiento.
-Para eso somos amigas ¿No? - Respondió con una sonrisa también.

Esperamos otra hora más de lo acordado, entonces el médico dio el permiso de pasar a verla por unos pocos minutos, después de darnos ciertas recomendaciones se nos permitió ingresar a la habitación.
La imagen que percibí al entrar al cuarto blanco me causó dolor, Yulia estaba postrada sobre la cama con un conjunto de aparatos conectados a su cuerpo, se veía tan indefensa y pequeña. Con sumo cuidado me senté a un costado y tomé sus manos, tenía tantos años sin hacer contacto con su suave y delicada piel, sonreí al tenerla tan cerca de mí.

-Perdóname Yulia. - Empecé a hablar entre sollozos. - Desearía ser yo la que estuviera en tu lugar, es lo que menos me merezco, sería lo más sensato… ¿No crees? - Limpié mis lágrimas con mi mano libre. - ¿Sabes? Nunca debí acercarme a ti aquella vez, hace años, cuando interrumpiste la paz de mi vida con tu mirada, cuando con tu amor hiciste que me convirtiera en una mejor persona… y mucho menos debí empeñarme en que estuvieras conmigo, en que fueras para mí. ¿Por qué tenías que ser tan inocente, Yulia? ¿Por qué tenías que creer en mí? ¿Por qué tenías que amarme tanto?

Iba a continuar con mi monólogo cuando sentí un leve apretón por parte de la mano de Yulia, un indicio de que estaba volviendo a la consciencia, yo no pude evitar emocionarme y estuve atenta a su reacción, observé como poco a poco abría los ojos.

-¿Yulia? - La llamé sutilmente, ella me observó con sus ojos de cielo, pero en su mirada ya no había enojo ni odio esta vez, era la misma mirada que me regalaba años atrás.
-¿Entonces morí? - Le escuché decir. - Yo sabía que era capaz de seguirte hasta después de la muerte, y al parecer me lo tomé muy a pecho. -Sonrió.
-¿Eh? - Dije algo confundida. - ¿Te sientes bien, Yul? - Le pregunté acariciando su mejilla.
-¿Quién no podría sentirse bien estando en el cielo y con un ángel tan cerca? - Me respondió con un infinito gesto de ternura que me conmovió.
-Por Dios, perdiste la cordura de nacimiento. - Bromeé y reí un poco.
-No, perdí la cordura desde que vi unos ojos verdigrís.
-Te amo. - Le dije depositando un beso en su mano.
-Yo también, Lena. - Contestó con una sonrisa, luego volvió a cerrar los ojos para seguir descansando, mientras que yo no cabía de tanta felicidad, finalmente había escuchado lo que tanto estaba esperando decir por parte de la ojiazul.

** ** **

Al abrir mis ojos solo pude observarme reposar sobre una cama de hospital rodeada de cuatro paredes blancas propias de esos lugares, lugares a lo que yo le guardaba un infinito pavor… hice un esfuerzo por devolver a mi mente los últimos sucesos, y con ellos solo llegaron dos cosas: un nombre, un rostro, Lena… ¿Había sido un sueño haberle tenido de cerca? No podía saberlo con exactitud, pues mi corazón podía percibir su presencia. Sin poder detenerlo un lágrima resbaló por mis mejillas, mientras mi pecho se sentía estrujado por la impotencia ¿Le había dejado ir sin antes poder revelarle que aún le amaba? Cuanta estupidez en nuestra pequeña historia… cuanta estupidez que nos ha alejado de nuestra felicidad. ¡Demonios! Necesitaba a Lena como el aire para respirar. ¿Por qué tuve que nacer siendo tan dependiente? ¿O es que mi corazón no puede eludir de la dependencia de tu alma, tu voz, tu amor?

-No te esfuerces, Volkova. - Escuché la voz de Edik interrumpir mis pensamientos.
-¿Qué? - Lo observé detenidamente.
-Aún estás muy débil. - Me contestó. - ¿Cómo te sientes?
-Como acabas de decir… ¿Sabes que me sucedió?
-Claro, nos causaste un susto terrible a todos, tuviste un infarto no tan severo…
-¿De verdad? - Le pregunté incrédula, admito que me sentía supremamente desfallecida, pero nunca imaginé que después de aquello que creí haberse tratado de un simple desmayo más, resultaría en realidad algo más complejo. - ¿Cuánto tiempo he estado aquí?
-Un par de días, los médicos dices que mejorarás con el tiempo… claro y debes seguir rigurosamente el tratamiento. ¿Sabes lo que eso significa verdad? - Me dijo con un tono de regaño, sabía que Edik ya estaba enterado de mi irresponsabilidad al no tomarme las pastillas al pie de la letra.
-Por supuesto. - Pestañeé para luego desviar mi mirada hacia la ventana, los recuerdos de la pelirroja no se apartaban. - Debo recuperarme lo más pronto posible, así podré ir cuanto antes a la casa de los Katin.
-Ahora que lo mencionas, te tengo buenas noticias. - Me sonrió y yo lo miré. - con respecto al accidente de la señorita Katina, al final todo se trató de una penosa confusión.
-¿Hablas en serio? - Le pregunté esperanzada esperando que mi cabeza no se hiciera falsas ilusiones.
-A la final, la señorita Lena no tomó el vuelo… ¿Cómo le pareció la noticia?
-Bastante alentadora, Edik. - Sonreí ampliamente, mientras sentía que mi corazón daba un suspiro de tranquilidad y daba inicio a una incontenible felicidad.
-¿Desea verle? - me preguntó dudoso.
-Es lo que más quiero. - Asentí débilmente y él se retiró.

Intenté incorporarme pero se me hizo prácticamente imposible, así que opté por seguir el consejo de Edward, y permanecer en completo reposo, además no podía obviar la presencia de ese conjunto de tediosos aparatos conectados a mí cuerpo, ese lugar era lo que más odiaba en el mundo. Inquieta observé el techo pretendiendo encontrar alguna figura en la blanca pared, la cual era insoportablemente uniforme. De un momento a otro escuché la puerta abrir, no quise mirar a ver de quien se trataba, no era necesario, mi corazón ya lo intuía, y me lo hacía saber con su acelerado palpitar, bloqueé mis ojos y respiré profundo para distinguir su perfume… era ella. Mantuve mis ojos cerrados hasta sentirla a un costado.

-Yulia. - Me llamó con voz tenue, entonces finalmente despejé mi vista para encontrarme con ese paraíso al que me transportaba sus ojos, supe que estaba perdida, que lo había estado desde la primera vez, y ahora solo debía asimilarlo.
-Hola. - Musité.
-Oh, Yulia. - Dijo en un hilo de voz y empezó a llorar. - perdona todos los disturbios que le he traído a tu vida que ya de por sí es algo complicada.
-No llores, Lena, ya no hay por que hacerlo. - La tranquilicé y tomé su mano con delicadeza, ella volvió sus ojos a mí. - Me gustaría más ver tu hermosa sonrisa, por favor Lena calma mi alma con tu angelical gesto, dime que estás feliz, que estás feliz por que yo soy la causa de esa felicidad.
-Estoy feliz Yulia, como nunca antes lo he estado, por que tú eres la única persona que puede llenar todos mis vacíos, por que eres mi alma gemela, mi otra mitad… - Sonrió y entonces simplemente sentí que todo estaba olvidado y perdonado, como si todo ese dolor que me atormentó en el pasado no hubiese estado nunca, mi corazón se había curado sin tener porque dejar cicatrices.

Lena se acercó a mi como leyendo mis pensamientos, quería volver a sentir su boca sobre la mía, cuando estuvo a unos escasos centímetros dudó en continuar pero yo me incliné un poco para iniciar aquel beso que anhelábamos ambas, después de tantos años no podía negar que había extrañado el sabor de sus labios, sentir su dulce boca sincronizar con la mía en una danza que para nosotras simplemente representaba la unión de dos almas que nacieron para estar juntas, el mágico lenguaje con el que se comunicaban nuestros corazones… Para entonces, las dudas y las complejidades desaparecían de mi cabeza, solo Lena podía transmitir la paz y tranquilidad que necesitaba mi vida. Si, tengo que admitirlo, esa pelirroja me tenía a sus pies, por ella no existía límite para mí que no alcanzase, si, el amor es ciego, pero prefiero vivir así que vivir sin sus besos, sin la calidez de sus palabras, sin la sutilidad de sus caricias. ¿Cómo podía olvidarme de ella si cada célula de mi piel la necesitaba para continuar subsistiendo?
Estuvimos unos cuantos minutos explorando nuestras bocas hasta que escuchamos como alguien se aclaraba la garganta y rápidamente nos separamos sonrojadas.

-Disculpen la interrupción. - Dijo Mathew algo apenado. - Es que ya quería verte Yulia, saber si estás bien, pero con lo que acabo de presenciar no me queda ninguna duda. - Bromeó.
-¡Mat! - Me sonrojé y sonreí. - Cuando me saquen de aquí ya te cobraré esta y todas las que me debes. - Lo amenacé.
-Huy si Volkova que miedo me das. - Hizo una mueca de burla. - Aunque ahora que esta señorita regresó a tu vida no creo que tenga que seguir presenciando tus ataques de ira… si, Edik me contó como Lena era la única que podía calmarte, gracias Lena, no sabes el peso que nos quitas de encima, seguro más de una persona estará agradecida contigo. - Continuó mi amigo con su juego y vi como la pelirroja sonrió, ella también empezaba a sonrosarse.
-Eres un entrometido. - Le dije. - Bueno, ya me viste, ya te largas. - Lo eché haciendo un ademán con la mano para que saliera.
-¡Claro! No quiero seguir quitándoles su tiempo. - Dijo con una mirada pícara.
-¡Mathew! - Lo reprendí. - Con esta si que te mato. - Él salió de la habitación con prisa mientras dejaba escapar un par de risas.
-Parecen un par de infantes. - Comentó Lena sonriendo.
-¿Si ves como es él? Se la pasa fastidiándome la existencia. - Me defendí.
-Me encantas cuando te pones a discutir como una chiquilla. - Me dijo. - ¿Sabes? Muchas veces creí que este día nunca llegaría… perdí las esperanzas muchas veces, sin embargo quise seguir a pesar de todos tus desplantes…
-Lena, perdóname por eso yo…
-No. - Me detuvo poniendo su índice sobre mis labios en señal de que guardara silencio. - Me lo merecía Yul… después de haber sido tan miserable contigo, eso era lo menos merecía… y es que pienso que ni siquiera te merezco.
-Eso si que no te lo permito decir. - Repliqué con seriedad. - Por supuesto que me mereces. ¿Cómo no vas a hacerlo si eres la persona que mi corazón ha elegido? Por Dios Lena, yo te amo, y no quiero escuchar decirte que no mereces eso… incluso mi amor es poco para lo que yo quisiera darte, para lo que tú mereces… mi amor es poco para…
-Tu amor es cuanto necesito, tu amor es todo para mí… Yulia, no necesito más que eso. - Me miró con infinita ternura mientras sostenía mi rostro entre sus manos.
-No se como pude vivir sin ti todos estos años. - musité. - Te prometo que jamás volveré a irme de esa misma manera.
-Y yo te juro que no volveré a fallarte. - Habló con seguridad mientras tomaba mi mano.

Después de otro par de días finalmente me dieron de alta, claro con la condición de que seguiría bajo observación en mi casa, además no podía realizar nada que implicara esfuerzo y debía mantener reposo durante un tiempo más… Esos días fueron como de pesadilla, estaba harta de permanecer en cama sin hacer nada como una ostra, necesita realizar alguna actividad antes de empezar a sentir que moriría del aburrimiento, los únicos buenos ratos que tenía solo era cuando Lena se iba a hacerme visitas, casi todas las tardes, ya que en la mañana atendía algunos pacientes en su consultorio. Le pedí más de una vez que se quedara en mi casa por un tiempo, por lo menos hasta que me recuperara, cada vez se me hacía más difícil no tenerla cerca, pero ella aún no accedía a mi propuesta diciendo que era algo apresurado, pero yo empezaba a sospechar en el fondo que aún no podía salir por completo de las faldas de su padre, definitivamente Sergei la había malcriado… pero ella siempre había sido así, demasiada apegada a él, por esa razón no lograba entender como era que ella había decidido dejar el país, si Sergei no puede vivir lejos de ella ni ella lejos de él.

-¿Quieres algo de comer? - Me preguntaba la pecosa.
-No. - Respondí aburrida.
-Yulia, Shura dice que no has almorzado.
-Lena, no tengo hambre, lo único que en verdad deseo es regresar a mis actividades diarias, necesito trabajar, necesito estar haciendo algo. - Hablé un poco desesperada.
-Todo a su tiempo, chiquita. - Besó mi cabeza para después acunarme en su pecho. - El médico dice que en dos semanas podrás volver a tus deberes.
-¿Dos semanas más? - Exclamé. - Ya ha sido un mes.
-¿De veras estás tan desesperada?
-Pues si… es que no aguanto un día más encerrada en esta casa y sin nada que hacer, siento que no puedo soportarlo más y en algún momento me escaparé. - Me quejé en tono de niña consentida mientras jugaba con uno de sus risos y hundía mi cabeza en su pecho.
-¿Escaparte? - Rió. - Yulia, no eres una adolescente.
-No importa, pero te juro que si esto sigue así algún día lo haré.
-Bien. - Asintió y guardó silencio por unos segundos, supe que evidentemente estaba pensando en alguna idea. - ¿Te portarás bien si me vengo a tu casa por estas dos semanas? - Me propuso y yo no pude evitar levantar mi cabeza para mirarle y esbozar una enorme sonrisa.
-¿Lo harías?
-Si, pero ya sabes, solo si prometes dejar esa terquedad.
-Lena. - Le hablé con seriedad, ella me miró atenta. - Quiero que te vengas a vivir conmigo.
-Ya te dije que me quedaré a partir de mañana.
-No, no me entiendes… quiero que te quedes para siempre. - Le aclaré, entonces percibí en su rostro el mismo gesto que ponía cuando se tornaba muy pensativa. - Lena, ya no tenemos diecisiete, no estamos para una relación de visitas diarias y esas cosas… yo te necesito para mí las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana… quiero encontrarte cuando llegue a casa en las noches, cenar contigo cada tarde, compartir mi vida completamente junto a ti, no seguir sintiendo ese hueco a un costado de mi cama.
-¿Estás segura de lo que me estás pidiendo, Yulia?
-Jamás en mi vida he hablado tan en serio. - Le sonreí y ella me dio un profundo beso.
-Te prometo que lo pensaré. - Contestó al final.
-¿Eh? - Dije confundida. - Pensé que ese beso había significado un si.
-Piensas bien, Volkova. - Sonrió para regresar a mis labios.
* La pelirroja se balanceó sobre mi con la intención de dar inicio a una faena, esa noche ninguna de las dos dormiríamos, la invertiríamos en dedicarnos a amar nuestros cuerpos, a fundir nuestras almas…

** ** **

Después de casi dos meses, Yulia pudo regresar finalmente a trabajar, claro que solo por unas pocas horas, aun no estaba apta como para invertir todo un día completo en sus tareas, ella aceptó no muy convencida, pero lo hizo. Me mudé a su casa una semana después de que ella me lo propusiera, lo hablé con mis padres y milagrosamente mi papá no objetó en nada, por contrario estuvo muy a gusto y me insistió en que me mudara tan pronto pudiera, yo en mi perplejidad no cabía en asimilar sus palabras, él me sonrió para luego decirme que estaba empezando a comprender y a aceptar que yo ya no era una niña y por tanto estaba en hora de hacer mi vida… Mi vida volvía a transformarse nuevamente por la misma razón, o mejor decir, la misma persona, ya no habían más días grises y vacíos, no más lágrimas de tristeza por derramar, no más tiempo en soledad, ahora cada amanecer lo recibiría con una sonrisa junto a la persona que hacía de mi vida un verdadero elíseo.
Yulia, la razón por la cual respiraba cada instante y mi corazón se animaba a continuar haciendo esa labor de latir, la dueña de mis suspiros y cada uno de mis pensamientos, el ángel mortal que sin yo tener méritos vivía a mi costilla, unida a mi alma, la personalización de mis fantasías, la fiel consentidora de cada uno de mis deseos, esa era Yulia, un chica convencional para cualquier otro, pero pieza fundamental de mi vida, motor de mi existencia, y si, me declaro esclava de cada uno de sus gestos, de su sonrisa, de sus besos, de su etéreo corazón y de esa pasión con la que sabe amar.
Y si alguien me pidiera definir felicidad, yo respondería: ojos azules, cabellos negro y enjuta anotomía…

** ** **

Desde que Lena regresó a mi vida dejé de contar los días, con ella el tiempo es relativo, a veces rápido, otras, demasiado lento… mi salud se recuperó progresivamente, después de que hubo corrido un año, las molestias desaparecieron por completo, evidentemente senté cabeza y me dispuse a ser más cuidadosa en cuanto a seguir el tratamiento estrictamente, además, Lena estaba mucho más pendiente que yo respecto a eso, nunca dejo de ser demasiado atenta y protectora, pienso que eso lo heredó de su padre. Lena se encargó de borrar con su cariño todos esos cinco largos años en los que sufrí por su ausencia, como si ese tiempo se hubiese suprimido de mi vida, como si nunca hubiese existido, un pasado que decidí dejar atrás junto a los perjuicios que le acompañaban también, por que era algo que simplemente no valía la pena retomar en mi memoria.
¿Mi vida a su lado? Mi vida a su lado es algo que para describir lo que significaba en mí no habían palabras que se ajusten o se acerquen a la realidad, Lena, Lena, Lena, decir que eres mi todo aún no es suficiente. ¿Por qué me robaste el corazón? Por que eso fue lo que sucedió desde aquel día en alguna escuela de Moscú cuando vi por primera vez tu rostro inmaculado, cuando mi alma sintió tu presencia, ese día me obligaste a vivir atada de ti. ¿Para que palabras? ¿Para que delimitaciones? Lo demás sobra… no era necesario, no era necesario siquiera que alguna de las dos o incluso ambas lo supiéramos, estaba escrito en el destino de antes, como estuvo tu nombre grabado en mi corazón desde que mi vida empezó a formarse, Oh Lena, no hay vuelta atrás, estaré perdida en ti por el resto de mi vida, estaré ligada a tu corazón hasta mi último respiro, estaré prendada de tus ojos hasta el día que no vuelvas a mirarme, por que tú y yo somos una… Y si me preguntara que es la felicidad, yo respondería: ojos verdes, cabellos rojos, perfecta anatomía, ángel maleante del corazón de Yulia Volkova.

-¿Qué? - Interrumpió el contacto de nuestro abrazo finalmente y luego sonrió.
-¿Qué de que? - Le pregunté sonriendo también.
-¿Por qué miras durante tanto tiempo?
-No solo te observaba, también estaba pensando. - Respondí.
-¿En que pensabas?
-Pensaba en ti. - Esbocé nuevamente una sonrisa.
-¿Cómo puedes pensar en mí teniéndome al lado? - Preguntó en una risita.
-Debe ser por que te quiero mucho. - Contesté encogiéndome de hombros.

¿Cómo es que el amor puede ser perdición y salvación al mismo tiempo?


FIN

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Mensaje por flakita volkatina 3/5/2016, 12:11 am

Ya lo había leído en el otro foro pero es uno d mis favoritos y n pud resistir n leerlo.. gracias X compartirlo aca
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