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AÑO BISIESTO EN DUBLIN // RAINBOW.XANDER

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Mensaje por mary 8/16/2019, 11:15 pm

Jajajajjaa como me divierte esta historia

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mary
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Mensaje por Vera 8/17/2019, 8:56 pm

Buena adaptación 👍

Vera
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/18/2019, 8:04 pm

Buen y feliz domingo para todos por acá. Les dejaré otro capítulo para que disfruten de esta divertida historia.. A ver, Elena me fascina dentro de esta trama, quien más piensa igual??

A leer!!!


El secreto para un matrimonio feliz. Parte 1

≈8≈


Yulia detuvo su andar de golpe al notar como la pelirroja observaba un punto específico de la habitación sin ejercer ningún movimiento. Las facciones en su rostro variaban entre confundida y molesta.

La morena trasladó su vista hacia donde miraba la rusita para encontrarse con la razón causante de tales gestos en su compañera. Observó la pequeña cama matrimonial, no tan espaciosa. Sonrió. «Esta será una noche interesante» Dijo para sus adentros.

Yulia imitó la posición de la pelirroja frente a la cama, colocando sus manos en la cadera, observando fijamente el mueble con expresión confusa y arrugando el entrecejo.

—Usted no dormirá en esa cama conmigo Sra. Volkova-Katina —dijo de forma contundente Elena girándose un poco para mirar a la morena.

—Quizá tu no vayas a dormir conmigo, solecito —respondió Yulia seria pero con un tono burlón en su voz.

—Muy considerado de tu parte, Yulia —soltó con sarcasmo.

—¿Considerado? —Yulia se cruzó de brazos y se encogió de hombros— Bienvenida a la era de igualdad, mi estimada compañera rusita.

»Somos dos mujeres adultas y perfectamente capaces de compartir una cama. Además, tú no has pasado estas últimas horas sola en un viaje bastante apoteósico, sin contar que he dejado a mi bebé abandonado en quien sabe donde por culpa de cierta arrogante mujer que no pudo esperar a que el paso estuviese libre. Creo que también merezco un buen descanso en éste confortable colchón —finalizó con una sonrisa socarrona y se lanzó de espalda sobre el colchón cruzando los brazos por detrás de su nuca —¡Que cómoda es!

—Oh no, no. Ni siquiera lo pienses —dijo Elena sintiendo como el enojo crecía dentro de ella por lo que la morena había dicho— No me culpes por todo lo sucedido.

»En primer lugar, tú no estás haciendo esto gratis porque yo pagaré una suma considerable de dinero para que me lleves hasta donde necesito y eso mi querida “irlandesa” idiota, no es precisamente lo que has hecho hasta el momento. Segundo, ¿A quién fue la que se le ocurrió la brillante idea de escalar una colina para visitar unas ruinas?—silencio—Exacto, a ti. Y por si no lo has notado, mira nada más a donde nos ha llevado tus maravillosas ideas. Perdóname, pero me parece que yo merezco más la comodidad y confort de la cama antes que tú.

Yulia quería objetar cada una de las acusaciones que había recibido por parte de la pelirroja, pero lo cierto era que aunque ambas habían pasado por cosas desagradables a través del viaje, Elena se había llevado la peor parte de todo. Sin embargo, no estaba dispuesta a dar el brazo a torcer. No quería admitirlo pero algo dentro de ella le encantaba, molestar a la rusita y le gustaba verla molesta, pues le resultaba atractiva su forma de siempre querer ganar una discusión.

—Oh, para ya con tanto drama Elena de Moscú. ¿Qué te parece si lo dejamos a la suerte?—propuso.

La pelirroja lo consideró por un momento, y sabiendo lo competitiva que era no rechazaría la oportunidad de ganarse la comodidad y verle el rostro enojado por la derrota a la morena.

—Me parece justo.

—Bien, entonces lancemos una moneda —buscó dentro de sus bolsillos y encontró una pequeña moneda de baja denominación — Cara, gano yo. Cruz, pierdes tú.

Elena tomó la moneda y la lanzó. Al caer dentro de su palma, observó y el resultado fue que la moneda había caído con el dorso con la figura que representaba la cruz.

—Salió cruz —anunció y por un momento se sintió confundida. Yulia sonrío con travesura.

—Qué pena… ¡Que duermas bien en la tina! —dijo con una gran sonrisa en su cara y observando la confusión que cubría el rostro de la rusita mientras se recostaba nuevamente en el colchón.

El cuarto de baño se ubicaba frente a la cama y en vez de una puerta, el espacio se encontraba separado de la habitación por una fina cortina color verde agua, muy claro.

Elena dirigió sus pasos hasta el lugar y apartó a un lado la cortina. El cuarto de baño era lo suficientemente grande como para tan solo una persona y consistía únicamente por un pequeño lavamanos de color verde oscuro, en contraste con el gris de la cerámica inspeccionó el resto del lugar y a modo de complemento solo estaba la regadera. Ninguna tina.

—Es una ducha —se quejó con el tono de voz lo suficientemente alto como para que la morena la escuchara y soltara una pequeña carcajada.

—Oh bueno, pues. ¡Qué duermas bien en la ducha! — dijo con gracia.

Elena la observó con el enojo escrito en todo su cuerpo.

—Bien. Lo que sea con tal de no tener que compartir espacio cerca de ti.

La pelirroja tomó algunas toallas ubicada en una de las gavetas de la vitrina cercana a la puerta de la habitación y buscó entre las cosas de su maleta su cepillo dental entre otros elementos de aseo personal.

Cuando tuvo todo en sus manos, se adentró en el cuarto de baño e inicio con el proceso de retirar cada prenda de ropa mojada de su cuerpo.

Por otro lado una muy cómoda Yulia se sentó al costado de la cama para retirar sus botas. Miró en dirección al cuarto de baño y notó algo que la dejó estática y con una sensación de calor en todo su cuerpo.

La cortina que funcionaba como división entre las dos habitaciones era tan clara que parecía transparentar la iluminación causando como efecto que la esbelta figura de Elena se viese reflejada a través de ella.

Yulia no podía despegar su mirada de la mujer reflejada detrás de aquél fino material. Incluso era bastante probable que la pelirroja no fuese consciente de que Yulia estuviese observando. «Mierda» pensó.

Elena era una mujer poseedora de un cuerpo magnifico, aquellas curvas marcadas, podrían ser la perdición para cualquiera con el privilegio de apreciarlas. La morena sintió su garganta apretarse y tuvo que tragar seco cuando la pelirroja empezó a masajear su largo cabello dejando un poco más prominente las curvas de zona baja. Si. Definitivamente Elena de Moscú tiene un gran trasero.

Un nuevo pensamiento cruzó por su mente mientras se deleitaba con los movimientos detrás de aquella cortina. «Aquél cirujano es afortunado de poder contemplar tal majestuosidad de mujer siempre que quiera» Tal pensamiento no la hizo sentir bien. Una extraña molestia se depositó al fondo de su estómago y decidió cerrar los ojos para no ser tan entrometida en la privacidad de su compañera. Además, si seguía observando tendría un problema mayor que resolver, pues ni la ducha más fría sería de ayuda.

Mientras que Yulia descansaba y evitaba ser una acosadora, cierta pelirroja provechaba todo lo posible aquella ducha caliente y pensaba sobre todo lo que había pasado hasta el momento.

Elena no podía creerse que los días que había organizado perfectamente para disfrutarlos en su estadía en Dublín junto a su novio, se convirtieran en una película barata de comedia. Terminó de enjuagar para retirar cualquier resto de champú de su cabello y se dispuso a enjabonar su cuerpo. «Cara, gano yo. Cruz, pierdes tú.» La frase rondaba por su mente y la repetía lentamente. «Cara, gano yo. Cruz, pie…»

—Un momento… —dijo deteniendo su lavado y como una especie de revelación, el entendimiento llegó hasta ella— Maldita enana.

Cerró la llave de la ducha y secó rápidamente su cuerpo para luego enrollar una de las toallas en su cabello mojado. Se cubrió el cuerpo con la toalla que había utilizado para secarse y salió echa una furia del cuarto de baño.

—¡Tú! ¡Pequeña estafadora! — gritó mientras le daba una palmada en las piernas a la morena que se incorporó rápidamente con los ojos abiertos como platos— “Cara, yo gano. Cruz, tú pierdes” ¡Levántate idiota!

—¿Qué? ¿Qué te ocurre? —espetó a la pelirroja por los golpes que recibía. Elena la miró con furia contenida—Oh… Ya por fin lo entendiste.

Yulia no pudo evitar dejar fluir la risa que le causaba todo el tiempo que le tomó entender a la pelirroja la pequeña trampa que le había hecho. La observó mientras reía y trataba de esquivar los golpes.

—Vamos ¡Levántate enana! —Yulia cedió y se levantó de la cama y se alejó un poco de la pelirroja pero sin perder la sonrisa— Ahora por ser una estúpida mentirosa me quedaré con la cama y serás tú quien duerma en la ducha.

Elena se acercó hasta la morena y quedaron frente a frente con una mínima separación entre ellas. La pelirroja la miró fijamente con una posición intimidante aunque seguía desnuda y solo cubierta por la toalla.

Yulia detuvo su risa al sentir la proximidad entre ellas y posó sus ojos azules en los de color verdi-grises que la observaban con superioridad.

—En mi defensa, no pensaba que te tomaría tanto tiempo comprender —murmuró.

—Eres una idiota —anunció la pelirroja y la morena sintió como cada vello de su piel se erizaba al sentir el cálido aliento que chocaba directamente a sus labios. Así de cerca se encontraban las dos mujeres—
Y… deberías darte un baño. Apestas.

Yulia esbozó una sonrisa de lado mostrando sus alineados y blancos dientes. Elena no pudo evitar que su mirada se dirigiera hacia los labios de la más baja por unos segundos, pero volvió a fijarlos en los orbes azules cuando notó que la sonrisa de Yulia crecía.

—Como tú digas Elena de Moscú —se separó unos centímetros de la pelirroja —Oh, por cierto. La cortina es traslucida.

—No te habrías atrevido a observar —dijo la pelirroja dudosa entre creer o no lo dicho por la morena. Yulia la observó con ojos de burla y esta vez acompañó la sonrisa con un movimiento de cejas— Porque no lo hiciste, ¿Verdad? —Yulia asintió levemente—¿Si lo hiciste? ¡Yulia!

La pequeña morena temiendo por su integridad física empezó a moverse hasta alejarse lo más posible de la fiera rusita que intentaba golpearla.

—Tampoco es como que haya visto algo nuevo. Somos mujeres por si no lo habías notado aún —defendió

—Pero es MI privacidad. Debiste haberlo mencionado al menos, no quedándote a ver el espectáculo —espetó la pelirroja y le lanzó uno de sus zapatos golpeando un lado de su estómago.

—¡Bien! Me lo merezco —dijo levantado ambos brazos en rendición. Y corrió hacia el otro lado de la habitación para entrar a la ducha —No espíes — le dijo con tono burlón a la pelirroja y cerró la cortina antes de recibir el otro zapato con el que le apuntaba la pelirroja.

Elena se quedó observando en dirección a la ducha sosteniendo la bota de Yulia en su mano y prácticamente expulsando humo por sus orejas del enojo. Se preguntaba por qué le molestaba tanto que la morena la hubiese visto si efectivamente, ambas eran mujeres. «Pero a ella le gustan las mujeres, esa es la diferencia» pensó.

Si bien es cierto que la pelirroja por haber sido de mentalidad más abierta y en sus viajes, frecuentaba con una sociedad menos cuadrada, no tenía ningún problema con las personas homosexuales. Para ella, eran un ser humano como cualquier otro. De hecho, si debía sincerarse y hablar con una mano en su corazón, podría confesar que en sus días de universitaria había experimentado alguno que otro beso con alguna chica a causa de encontrarse en estado de ebriedad, aunque el primero fue simple curiosidad. No le desagradó ni sintió asco, pero siguió prefiriendo a los hombres. Elena Katina era completamente heterosexual.

Entonces, ¿Por qué se sentía tan nerviosa? ¿Qué era ese pequeño revoloteo que había sentido al saber que había sido observada en un momento tan privado por la morena?

El sonido del agua caer de la regadera la hizo salir del trance momentáneo en el que se encontraba e inspeccionó a su alrededor. Además de su maleta y bolso no había nada más. La morena no había preparado nada para pasar la noche fuera. «Obviamente, se supone que compartirían solo un día hasta llegar a Dublín y luego regresaría» razonó.

Luego de la lluvia a la que estuvieron expuestas, toda la ropa de Yulia debió haberse empapado al igual que la de ella. Por más que su insufrible compañera de viaje no quisiera tener que compartir nada más que el oxígeno, consideró egoísta de su parte si no le ofrecía alguna de sus prendas de ropa secas.

—Tampoco puedo permitir que mi taxista pesque una pulmonía o ande por allí desnuda —murmuró con resignación.

Fue hasta su maletín y escogió para ella un pantalón de mezclilla corte alto y entallado a las piernas, una franela sin mangas color blanca para colocársela debajo de una blusa en el mismo color, pero con tela traslucida manga larga. Terminó de secar lo que podía de su cabello y lo peinó para dejarlo suelto y acabara de secarse con aire natural. Esta vez lo pensó mejor y decidió colocarse sus zapatillas casuales negras con un diminuto tacón corrido.

Examinó sus elecciones y sintiéndose lo suficientemente conforme, solo se aplicó un poco de labial humectante sabor a fresas que le daba un ligero toque a sus ya rojizos labios. Buscó entre sus cosas alguna prenda que pudiese servirle a la pequeña morena. Optó por lo más sencillo que encontró por que dudaba mucho que la ojiazul gustara de faldas cortas, al menos no en estos momentos y con éste clima. Se decidió por unos jeans de tubo color negro rasgados un poco en las rodillas, una camisa de tela de jean color celeste y por si el clima enfriaba le dejó también un jersey tejido, unas tallas más grandes en color azul marino que había decidido llevarlo en su maleta solo por si en algún momento quería salir un poco de lo glamoroso y sentirse más cómoda.

Una vez conforme tanto con su vestimenta como la selección para Yulia, gritó:

—¡Yulia! Te he dejado algo de mi ropa para que la uses al salir de la ducha —cerró su maleta y se giró hacia la cortina —¿Escuchaste?

—No tendrías que haberte molestado —gritó desde el interior Yulia.

—Descuida. Aunque seas una idiota, no seré yo quien deba aguantar tus malestares si llegas a enfermar por un resfriado —dijo restándole importancia.

En la ducha Yulia rodó los ojos y sonrió. «Te preocupas por mi Elena de Moscú».

—Eres un encanto solecito.

Elena bufó e iba a responderle cuando se vio interrumpida por el sonido de unos golpecitos en la puerta. Abrió encontrándose con el alto rubio frente a ella con una cálida sonrisa.

—Señor Liam, ¿Se le ofrece algo? —preguntó imitando su sonrisa para el hombre.

—Oh, no querida. Solo pasaba para informarles que para cenar tendremos unos deliciosos Callos caseros, es una receta familiar —dijo emocionado.

—¿Callos?

—Exactamente. Nada mejor que un poco de estómago de vaca en un día lluvioso. Verás que les encantará — explicó sin perder la sonrisa el rubio.

—Yum… Que rico — Elena trató parecer emocionada mientras lo decía — ¿Escuchaste cariño? ¡Tendremos estómago de vaca para cenar! —anunció en voz alta para que la morena pudiese escuchar.

—Bien, Callos —Yulia, considerando que la pelirroja no conocía la comida tradicional en Irlanda y como tampoco se sentía con ganas de comer dicho platillo se le ocurrió una idea— Verá Sr. Liam, como agradecimiento por permitirnos alojarnos sin previo aviso, me gustaría preparar la cena para ustedes. ¿Qué dice?

—Oh, no querida. Eso ni pensarlo, no podría —respondió un poco escandalizado el rubio llevando una mano hacia su pecho.

Elena comprendiendo las intenciones de la morena y se unió para tratar de convencer al hombre.

—Claro que sí, mi esposa es Chef. En verdad cocina muy bien —insistió Elena.

—¡Es cierto! —exclamó Yulia desde la ducha.

—¿En serio? Eso es fantástico —dijo el rubio regresando a su emoción— Tenemos dos huéspedes asiáticas más que vivieron desde pequeñas en Italia ¿Sería eso algún problema?

—Ningún problema Señor —dijo Yulia corriendo un poco la cortina y asomando solo su cabeza para mostrarle una sonrisa al rubio y luego continuó con lo que hacía en la ducha.

—Me parece perfecto. Un millón de gracias querida. Puedes tomar lo que necesites de la despensa y en la parte trasera tenemos una huerta —dijo feliz—Si necesitan algo más, no duden en avisarme por favor.
¿Les gustaría colocar su ropa en la secadora?

—¿No sería mucha molestia? —respondió esta vez la pelirroja.

—Para nada cariño, pueden entregármelas que yo me encargo.

Elena tomó su ropa mojada y la unió a la que Yulia había lanzado fuera de la cortina antes de empezar a ducharse. La acomodó rápidamente y se la entregó al rubio que la recibió con una sonrisa y haciendo un gesto con la mano se despidió de la pelirroja.

—Buena idea —dijo en voz alta para la morena dentro del baño.

No recibió respuesta por lo que se giró en dirección al cuarto de baño y lo que vio la dejó inmóvil en su lugar.

La traslucida cortina se había quedado un poco abierta de cuando la morena había asomado su cabeza por lo que Elena pudo tener una vista privilegiada de Yulia cubierta solo por una diminuta toalla amarrada a su cuerpo. Su cabello mojado estaba tomado por una toalla adicional dejando a la vista la blanca piel del cuello de la morena totalmente expuesta. Se fijó que tenía un pequeño tatuaje ubicado en la parte trasera de su espalda y de pronto se encontró pensando que si tendría alguna otra marca en su piel y en que parte específicamente la tendría.

Bajó un poco más la mirada hasta su espalda y al estar la pequeña un poco inclinada hacia el lavamanos mientras se cepillaba sus dientes la curva de su trasero se marcaba más, logrando que pareciera ser más prominente. «Debo admitir que para ser una menuda mujer, tiene un cuerpo envidiable» pensó. Yulia se encontraba parada en puntillas por lo que al seguir recorriendo inconscientemente el cuerpo de la otra mujer, Elena no pudo evitar admirar como se le marcaban las pantorrillas por la posición.

Yulia era una mujer hermosa, eso no podría negarlo jamás. La pelirroja tragó seco y se dio la vuelta para quedar de espaldas a la cortina y tomó alguna pequeña chaqueta por si le daba frio y aún sintiéndose en trance caminó hacia la puerta, pero sin poder controlarse, giró hacia atrás el rostro para tener una última mirada de la hipnotizante mujer detrás de ella y como seguía caminando, no se percató de que ya estaba frente a la puerta por lo que chocó contra ella.

Torpemente intentó abrirla y al salir se golpeó el costado de su cabeza con el marco de madera de la misma.

—Mierda. ¡Pero que me sucede! —se regañó así misma.

~~*~~

Luego de aquél episodio algo confuso para las dos mujeres, ambas se encontraban en la pequeña huerta ubicada en el patio trasero de la casa. Yulia se encontraba tomando algunos tomates mientras que Elena escogía meticulosamente las zanahorias que necesitarían para preparar el platillo.

La morena observaba como la pelirroja parecía debatirse entre diferentes tamaños de zanahorias y sostenía un gran libro de recetas que seguro había tomado de la cocina sobre su regazo. Sacudió su cabeza a los lados, negando y se acercó a ella hasta estar a su lado.

—¿Qué diablos haces ahora? —interrogó a la pelirroja.

—Ésta receta dice que se deben utilizar tres zanahorias medianas y esta es un poco grande para considerarla mediana —señaló con una de las tres zanahorias en su mano—Y mira estas dos, son claramente medianas —dijo mostrando las dos restantes en su otra mano— Así que estoy buscando otra mediana, pero no veo alguna.

Yulia la observó con una ceja levantada y puso los ojos en blanco.

—Observa… —Tomó la zanahoria que parecía ser más grande y la cortó a la mitad con sus manos—¿Ves? Tres zanahorias medianas —anunció con una falsa sonrisa sin mostrar los dientes y entregándosela a la pelirroja que la observaba con fastidio.

—¿Sabes? No tiene nada de malo querer ser precisa.

—Está bien —dijo Yulia tomando la cesta con todas las verduras que había recogido y llevándolas a otro sector de la huerta para buscar una lechuga mientras la pelirroja revisaba el libro de recetas para consultar que les faltaba—Entonces tú debes ser muy, muy precisa.

Al observar que la pelirroja no respondía su comentario se acercó a ella nuevamente y cerró el libro para que le prestara atención.

—Tengo una idea, ¿Por qué no paras de querer controlar todo el universo? Es una cena, ten un poco de fe. Todo saldrá bien —dijo Yulia volviendo a su labor de buscar la lechuga.

Elena que la observaba con semblante serio empezó a limpiar la tierra de sus manos y respondió con tono frio y ausente.

—Ya he escuchado eso antes.

—Quizás debiste haber hecho caso de lo que te decían.

—¿En serio? ¿Tú crees? —preguntó con sarcasmo— “Saldrá todo bien”

Yulia la observó en silencio.

—Mi papá era el rey del “Todo saldrá bien” Multipropiedades en las Bahamas, tiendas de teléfonos móviles, nuestro dinero iba a parar a todos sus proyectos frustrados —dijo mientras se colocaba de pie y Yulia la imitaba sin dejar de observarla pero sin emitir ninguna palabra—Pero, todo saldrá bien  —Continuó — Terminé con dos empleos después de la escuela y nos embargaron la casa en día de acción de gracias.
Así que discúlpame si no “hago caso” cuando me dicen: Todo saldrá bien.

Para ese momento Elena sentía escozor en los ojos por resistir las lágrimas que luchaban por salir. Aún sintiéndose algo herida por todo lo que tuvo que pasar para llegar a donde se encontraba ahora y obtener la posición social que le ofrecía suficientes comodidades para ella como para su familia y moldeándola a ser la persona perfeccionista que era actualmente, el hecho de que la morena dijera aquello tan relajadamente reprochando su actitud le molestó y lastimó, pero no se lo demostraría.

Así que, mantuvo su posición erguida y mirada fija en los ojos azules.

Yulia entendió que no haber dicho que tenía que tomarse las cosas con calma, cada quien tenía su manera de llevar las cosas y ella no era nadie para reprocharle a la pelirroja su actuar sin saber el por qué de sus actitudes y eso la hizo sentir mal. Dando un paso adelante hacia Elena trató de enmendar su intromisión.

—Lo siento —dijo si despegar la mirada de los profundos verdi-grises frente a ella—En verdad lo siento.

Elena bajó un poco sus defensas y relajó sus músculos para seguir escuchando a la morena que parecía ser sincera en sus palabras.

—Un hijo debería poder confiar en su padre y sentirse segura que cuando le dice que todo estará bien es por qué hará lo imposible para que así sea —Continuó— Hablé sin pensar, y te juzgué sin conocer tu pasado. En verdad lo siento.

»Pero créeme cuando te digo que todo estará bien, terminaremos de recoger lo que necesitamos y haremos la mejor cena que hayan probado estas personas. Juntas.

Elena dio un leve asentimiento luego de soltar todo el aire que había contenido mientras la morena hablaba y se limpió rápidamente una lágrima rebelde que había decidido salir sin su permiso. La sinceridad en las palabras de la morena la hizo sentir mejor y relajó un poco sus instintos compulsivos por el control.

—En fin… La cena. Ya tenemos la mayoría de los ingredientes, sólo nos falta el pollo. ¿Alguna idea de donde conseguiremos uno a esta hora? —dijo con la vista fija en la cesta de verduras.

—No serás de esas vegetarianas ¿O sí? —preguntó Yulia mientras se trasladaba hacia la pequeña jaula improvisada donde se encontraban varias gallinas caminando de un lado a otro.

Elena la miró sin entender muy bien pero respondió.

—No

—Muy bien.

Yulia caminó sigilosamente hasta una de las esquinas y con velocidad atrapó una de las gallinas y la aseguró en sus manos. Salió de la jaula y caminó hasta donde se encontraba Elena.

—Yulia:1, Gallina: 0 —dijo la morena.

—Aw. Que linda. Es una gallina muy bonita —dijo Elena observando con cariño el ave en las manos de la morena.

Yulia con un movimiento rápido hizo tronar el cuello de la gallina y Elena la miró con horror.

—¿Pollo al vino? —dijo Yulia.

—¡Oye! ¡Eres una salvaje! —espetó golpeándole un hombro a la morena —¡Argh! —exclamó y salió caminando rápidamente hacia el interior de la casa.

Yulia puso los ojos en blanco y la siguió con una sonrisa. Le encantaba molestar a la pelirroja, eso es seguro.


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Mensaje por mary 8/18/2019, 11:13 pm

😍😍😍😍😍

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Mensaje por VIVALENZ28 8/19/2019, 6:16 am

Me encanta, me encanta ♥
Me gusta como adaptaste esta historia la verdad
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/19/2019, 6:51 pm

El secreto para un matrimonio feliz. Parte 2

≈9≈



Una vez dentro de la cocina, Yulia se encontró con una seria pelirroja de ceño fruncido moviéndose de un lado a otro, buscando los utensilios que necesitarían para iniciar la preparación de la cena.

La morena suspiró de nuevo y dejando a un lado la inerte criatura en sus manos, habló.

—Elena, ¿Qué acaso no habías cocinado nunca estofado de pollo? —preguntó.

La pelirroja se encontraba de espaldas a Yulia mientras limpiaba algunas de las verduras que había recolectado. No entendía el porqué de sentirse tan susceptible a todo lo que hacía o decía la morena y eso la tenía un poco desconcentrada, por lo que no escuchó la pregunta que le fue realizada.
Yulia notó aquello y se acercó un poco más situándose detrás de ella y habló nuevamente.

—Oye, Elena… —empezó a decir la morena, pero se interrumpió por el brinco de sorpresa que hizo la pelirroja.

—¡Oh por Dios! ¡Yulia! —Chilló por el susto— Casi me matas del susto, no hagas eso. ¿Qué quieres?

—Discúlpame, no fue realmente esa mi intención —se defendió sinceramente— Solo preguntaba de nuevo si alguna vez habías cocinado estofado de pollo por como reaccionaste ante lo de la gallina y como no respondías, pues…

—Por supuesto que he preparado antes un estofado. No me tomes por tonta —respondió rápidamente en tono prepotente causando que Yulia se alejara y endureciera sus gestos.
Elena realmente no había querido responder tan duramente, pero la había tomado desprevenida y no meditó antes de responder.

—Me pregunto entonces, ¿De dónde crees que salen los pollos que utilizas para la receta?—preguntó regresando a su tono de sarcasmo y burla habitual.

—De la sección de congelados en el súpermercado, obviamente… —respondió esta vez en un intento de broma para aliviar un poco la tensión. Yulia la observó con su habitual ceja levantada y sonrisa ladina —Lo sé, lo sé. Es solo que me sorprendiste —dijo mirando fijamente a los ojos azules que le devolvían el gesto y no supo realmente si se refería solo al episodio salvajista de la gallina —No dejas de hacerlo.

Yulia observó la mirada color verdi-gris que se mantenía fija en la de ella y por unos segundos sintió que podría perderse en la profundidad de aquellos ojos hermosos. Al escuchar lo que acababa de decir la pelirroja no pudo evitar sentir como algo en su interior se descontrolaba un poco y el calor subiera hasta sus mejillas sonrojadas.

Elena al notar el rubor en las mejillas de la ojiazul se percató de las palabras que había dicho y sintió como su rostro imitó perfectamente el color rojo del tomate. Desvió la mirada de aquel mar azul que la observaban con tal intensidad que no pudo evitar sentirse algo nerviosa ante su presencia. Por el rabillo del ojo pudo notar como Yulia sonreía ampliamente cuando desconectó sus miradas. Idiota. «Idiota de sonrisa hermosa» pensó.

—Bueno, eh. Es mejor que comencemos a cocinar, la noche está empezando a caer y no debemos hacer esperar tanto a nuestros comensales —dijo Yulia evitando responder el comentario, pero sin perder la sonrisa en su cara.

—Uhm… Sí, eso mismo estaba pensando. ¿Por dónde iniciamos?

—Pues, puedes empezar por desplumar a nuestra pequeña y yo me encargo de lavar y cortar los vegetales —propuso Yulia divertida con una mirada retadora. Elena la miró de vuelta con gesto de sorpresa negando con la cabeza y la morena empezó a reírse—Vale, vale. Entonces yo me encargo de eso y tu de los vegetales, solecito.

—Eres una idiota. ¿Lo sabías?—respondió la pelirroja mientras se acercaba nuevamente al lava platos para iniciar su tarea dándole nuevamente la espalda a la pelinegra.

—Lo sé —respondió simplemente Yulia mientras detallaba rápidamente la figura delante de ella.

Su diversión murió cuando su vista se posó en las caderas de la pelirroja. Elena le parecía una mujer demasiado sexy y eso le estaba preocupando. Bajó un poco más y al llegar a la zona baja de la espalda no pudo evitar los pensamientos oscuros que cruzaron por su mente. «Lo que podría hacer con un trasero así a mi disposición» pensó mientras se mordía el labio inferior.

Elena empezó a moverse para buscar un pañuelo con el que secar los vegetales y cuando la morena notó que iba a girarse, apartó rápidamente la vista enfocándose hacia donde estaban los utensilios, aparentando buscar algo.

—¿Qué haces? Deberías estar encargándote de la gallina —preguntó observando con ceño fruncido a una inmóvil morena que miraba hacia varias direcciones.

—Ah, hem… Si solo, yo… —empezó Yulia con dificultad— Me pre… Estaba buscando un cuchillo.

La pelirroja la observó con curiosidad y se secó un poco las manos para caminar hacia ella. Yulia se quedó totalmente estática en su lugar mientras veía como Elena se acercaba a ella hasta quedar frente a frente. La pelirroja la miró directo a los ojos y estiró su brazo derecho para tomar algo detrás de la pequeña figura frente a ella.Yulia pudo jurar que solo bastaría con un pequeño movimiento para poder unir sus bocas debido a la cercanía momentánea de estas. Sus narices casi rozándose. Luchó contra todos sus impulsos para no mover ni un músculo y Elena levantó una de sus perfectamente arqueadas cejas.

—¿Te refieres a éste? —preguntó con el cuchillo en la mano y extrañada ante la actitud de Yulia.

La pequeña reaccionó y dirigió su vista hasta el objeto que sostenía la pelirroja en su mano. La miró nuevamente a la cara y se movió hacia un lado para tomar un poco de distancia. Tomó el cuchillo de la mano de Elena, rozando sin quererlo un poco de su piel.

Ante el roce ambas mujeres sintieron como una pequeña electricidad las recorría por todo el cuerpo y al mismo tiempo rompieron el contacto. «¿Qué rayos fue eso?» pensaron a la misma vez.

El mar azul en los ojos de Yulia se mezcló por un momento con el verdi-gris de los de Elena y ambas apartaron la vista apenadas, pero a la misma vez con una sensación extraña en sus cuerpos.

—Y…Yo, Gracias —fue lo que logró decir Yulia— Iré a, bueno tú lo sabes.

Sin mediar más palabras, la morena caminó hacia la puerta que conectaba con el patio trasero para realizar su tarea de limpiar a la gallina, dejando atrás a una inmóvil pelirroja que observaba con vista fija en su mano derecha con miles de preguntas rondando en su mente sobre lo que acababa de pasar.

~~*~~

La cocina de la casa de los chicos no era la más grande, tampoco se encontraba equipada con electrodomésticos de acero inoxidable ni con repisas de granito o mármol, pero al igual que todas las habitaciones en esa pequeña cabaña, se respiraba el aire hogareño.

Los esposos poseían lo justo y necesario para poder realizar preparaciones y en medio de la cocina se ubicaba una pequeña isla con terminaciones en cerámica negra para mayor comodidad al cocinar. Los gabinetes parecían haber sido moldeados a mano con madera de nogal. En las despensas, podrías observar una variada cantidad de especias y condimentos, todo perfectamente organizado y cada rincón se encontraba impecable. Lo cierto era que para una diseñadora de interiores tan obsesiva con el orden y perfección como Elena, el hogar del matrimonio le parecía sumamente agradable y la hacía sentir un poco tranquila.

Solo le preocupaba una cosa, o mejor dicho dos para ser más precisas. Cuarto de ducha con solo la regadera y esa única maldita cama matrimonial en la habitación que les ofrecieron. Por más que le hiciera sentir un poco de pena hacer dormir a la morena en la regadera no permitiría que compartieran juntas el mismo colchón. Claro que no. Y mucho menos después de aquel momento tan extraño cuando sin querer sus manos se rozaron levemente.

Elena continuaba incursionando en sus pensamientos sin percatarse de que una mujer a su lado la observaba, cuando un pequeño toque en su hombro derecho la hizo volver a la realidad.

—Oye ¿Todo bien? —preguntó la morena.

Yulia, quien se encontraba junto a ella pero con un poco de distancia en medio, ayudaba a cortar las papas mientras que la pelirroja picaba las zanahorias y se preocupó de lo desconcentrada que parecía estar, pues podría tener algún accidente con el cuchillo así que para no asustarla de nuevo la tocó un poco en su hombro con uno de sus dedos logrando que Elena detuviera sus movimientos con el cuchillo y se girara para verla.

—Oh, sí. Todo bien. Solo estaba un poco distraída con mis pensamientos —respondió continuando su trabajo.

—Uhmm, eso noté. ¿Pensando en tu novio el cirujano? —preguntó desinteresadamente, o eso intentaba parecer.

La verdad es que lo que menos le interesaba a Yulia era saber si pensaba en aquel sujeto, pero también era cierto que esperaba no recibir una respuesta afirmativa a su pregunta.
Elena contra todo pronóstico se sorprendió, pero no por la pregunta en sí, sino de que sus pensamientos no podría haber estado más alejados de su novio y más bien enfocados en la morena y el asunto de la cama.

—En realidad, pensaba en lo bien organizada que se encuentra la cocina de los señores Kavanagh y en lo bien equipada que se encuentra sin parecer ostentosa —respondió evadiendo la pregunta a medias.

—Bueno, tal vez no estés acostumbrada a éste tipo de ambientes, señorita Elena de Moscú, pero los pueblerinos también tenemos buen gusto—dijo y la mencionada rodó los ojos y Yulia sonrió— Ya que debemos trabajar en equipo, porque no me cuentas un poco más sobre lo que te trajo hasta Irlanda. ¿Dónde escuchaste sobre la tonta tradición del año bisiesto?

—Serás idiota. No pienso discutir nada contigo —respondió seriamente sin mirar a la morena.

Yulia volvió a reír e insistió.

—Anda pelirroja, solo trato de buscar un tema de conversación.

—Ya te dije que no es una estupidez, es una tradición muy romántica. El hecho de que seas una piedra insensible no te da el derecho de juzgar el romanticismo  —escupió las palabras.

—Vale, vale. No tienes que alterarte de esa manera. Yo solo quería conversar un poco mientras trabajamos, pero si no te interesa, entonces solo sigamos en silencio —dijo en tono solemne.

Elena suspiró y supo que había dejado salir su carácter nuevamente.

—Mi padre me habló de ella mientras conversábamos y me pareció algo interesante salir de los típicos estereotipos en los cuales el hombre siempre debe ser el que haga la proposición y después de tanto tiempo de relación, he decidido ser yo quien de el siguiente paso en nuestra relación —dijo y Yulia la observó— Estoy completamente segura de que Aleksandr es la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida y que mejor escenario que hacerlo en un día tan significativo en otro país y sorprenderlo con ese detalle —esto último lo dijo con voz firme, aunque algo no se sentía bien.

Yulia sintió como un pequeño golpe en su estómago al escuchar como la pelirroja se refería a su novio y no pudo controlar el pequeño pinchazo de celos que la recorrió en ese momento. Aquello le parecía una tontería, pero no era asunto suyo lo que sucediera en esa relación. Aunque debía reconocer que le parecía más un acto desesperado que un acto de amor, pero ella no tenía porque decirlo en ese momento.

—Bueno, pues entonces no me queda nada más que desearte suerte —dijo en tono neutral. Elena se sorprendió un poco por su actitud y el hecho de que no hizo bromas al respecto.

—Uhmm… Claro. Gracias —dijo un poco extrañada— Pero ya hablamos de mí. Hay algo de lo que he tenido curiosidad desde que te conocí.

Esto último tomó por sorpresa a la ojiazul pero no lo demostró.

—Pues eres libre de preguntar. Dispara.

—Me preguntaba, que hace una mujer tan joven encargándose de una posada que funciona como taberna. ¿No estudiaste alguna carrera?—preguntó un poco insegura de que la pelinegra lo tomara de mala manera. Era sincera con su duda pues, le sorprendía que una chica tan hermosa trabajara en un lugar de ese tipo y no es que la juzgara, solo sentía curiosidad.

A Yulia no le sorprendió la pregunta. Si debía ser honesta, tenía que aceptar que no era la primera vez que lo hacían y era de esperarse. Una única mujer encargada de ese lugar no era lo típico de ver.

—La posada era de mi padre y junto a mi madre eran los encargados —empezó y Elena dejó lo que hacía para presarle completa atención— Desde que tengo conciencia, me he rodeado en ese tipo de ambiente y los ayudaba en lo que podía. Sobre todo me encantaba pasar tiempo en la cocina con mi madre. Luego de cumplir la mayoría de edad y terminar la escuela media mis padres utilizaron la mitad de sus ahorros y parte de la herencia de mis abuelos para pagarme una carrera en gastronomía —dijo con una sonrisa y con la mirada perdida en los recuerdos— Estuve 3 años en el The French Culinary Institut de Nueva York y al graduarme pasé un tiempo viajando para entrenarme en diversos restaurantes de Norte América.

Elena no se esperaba esa información, claro que no.

—Vaya, eso es impresionante. Así que esa es la razón de tu fluido manejo en el idioma inglés —Preguntó y Yulia asintió en afirmación— ¿Y qué fue lo que sucedió? ¿Por qué no continuaste tu carrera como Chef?

Y justo en ese momento, Elena se arrepintió de haber hecho esas preguntas y de haber tocado el tema. El rostro de Yulia tuvo un cambio drástico en sus facciones mostrando la tristeza en sus ojos y borrando todo rastro de sonrisa en sus labios. La pelinegra quedó completamente en silencio por unos largos segundos.

—No tienes que contármelo si no te sientes cómoda con el tema. Disculpa mi intromisión. —dijo sincera.

Ante las palabras de la pelirroja, Yulia se giró para observarla y algo en Elena se removió al notar la mirada opaca en los orbes azules de la morena e imaginó que la conversación había llegado a su fin. Pero ese no fue el caso, Yulia la sorprendió cerrando los ojos por un momento y tomando una respiración profunda para luego continuar hablando.

—En realidad, fue después de recibir mi título en gastronomía e iniciando un trabajo para continuar entrenándome que sucedió...

Inicio del Flashback 3 años atrás…

Una mujer  de aproximadamente veinti tres años, morena, de estatura promedio, se encontraba en constante movimiento alrededor de la gran cocina, mientras equilibraba entre sus manos un recipiente con verduras finamente picadas y en la otra mano un sartén caliente para dirigirse a una de las estufas a la misma vez que trataba de esquivar a sus compañeros de trabajo que se encontraban casi en las mismas condiciones.

El ambiente era ajetreado y no había tiempo que perder ni para desconcentrarse en sus tareas y eso la morena lo sabía muy bien. Día a día se había esforzado para dar siempre lo máximo de su potencial para aprender y complacer a su superior. Después de todo el esfuerzo que habían hecho sus padres para pagarle la carrera que tanto deseaba, se había jurado llegar lo más lejos posible y ser exitosa para compensarles todo a sus padres y ser digna de su orgullo.

Ellos habían hecho muchos sacrificios para siempre darle lo mejor dentro de sus posibilidades a su única hija y eso era algo que Yulia tenía presente en cada paso que daba para ser Chef y cumplir su sueño.
Cuando llegara a ser exitosa sus padres no tendrían que trabajar más y les regalaría todas las comodidades posibles para que disfrutaran a gusto el resto de sus vidas.

Solo que ese día no se sentía particularmente feliz, había recibido constantes reprimendas por parte del Chef principal por tardar tanto en las entregas y por cometer errores de principiantes. Lo que sucedía era que la morena se había levantado desde muy temprano por la mañana con una sensación extraña en su cuerpo. Aquel desasosiego no le había permitido estar completamente concentrada en sus acciones y por ello había fallado en ciertas tareas.

—¡Yulia! —se escuchó como gritaban en el lugar — ¡YULIA!

La mencionada se detuvo un momento y se giró para mirar a quien la solicitaba. El jefe de cocina le hizo una señal con la mano para que fuera hasta él y Yulia colocó las cosas que tenía en sus manos en una sección apartada para evitar accidentes y caminó hasta donde estaba su superior esperando no obtener una nueva disconformidad por parte de su jefe.

—En que puedo ayudarlo Chef? —preguntó respetuosamente.


—Tienes una llamada internacional, me tomé el atrevimiento de atender ya que como sabe está prohibido el uso de móviles en mi cocina y me parece que es urgente por lo que tiene unos minutos para hablar —dijo el hombre con tono bajo entregándole su teléfono móvil.

Yulia lo observó extrañada, solo su familia sabía que trabajaba en ese lugar y no se atrevería a llamarla en horas de trabajo.

—Gracias Chef —dijo y tomó el auricular que el hombre le ofrecía mientras éste permanecía cerca pero dándole privacidad— Habla Yulia —dijo por el intercomunicador.

—Señorita Volkova le habla el Dr. Declan O’gredy del Saint James Hospital —una voz gruesa con acento irlandés— ¿Es usted pariente del Señor Volkov Oleg y su esposa Volkova Larissa?

—Soy su hija —respondió Yulia sintiendo como aquel malestar de su cuerpo se acrecentaba. ¿Por qué llamaban desde el hospital central de Dublín preguntando pos sus padres? ¿Y por qué estarían ellos en la capital? De pronto miles de escenarios negativos se presentaron en su mente— ¿Qué sucede con mis padres?

—Los señores Volkov ingresaron hace unas horas a emergencias debido un accidente de tránsito que se generó en la autopista principal, desconocemos los detalles del accidente, pero es necesario que se dirija hasta el hospital lo más rápido que le sea posible.

—Pero eso no tiene sentido, mis padres no son de la ciudad. En estos momentos me encuentro fuera del país.

—Lamento escucharlo señorita Volkova, pero debemos tener su autorización para realizar los procedimientos operatorios para tratar de estabilizar a los pacientes.

—Pero de que procedimientos habla… mis padres no pueden estar en estado crítico. Tiene que haber alguna equivocación.

El cuerpo de Yulia empezaba a temblar ante las palabras que escuchaba mientras el doctor le explicaba los procedimientos quirúrgicos que debían practicarle a sus padres para salvarles la vida. Su jefe al notarla y escuchar sus palabras se acercó para verificar que sucedía.

—…Haga lo que sea para mantenerlos con vida. Se…S…Se lo suplico por favor—autorizó Yulia con la voz cortada mientras sentía que todo el mundo se le venía abajo.

—Haremos lo que esté en nuestras manos señorita. Lo siento mucho.

La llamada se cortó y una Yulia destrozada se quedó inmóvil en su lugar con la mirada perdida. El hombre frente a ella preocupado la tomó de los hombros para sacudirla y que reaccionara pero no funcionaba.

En cuestión de pocos segundos Yulia vio todo negro. Se había desmayado.



Horas después…

Una mujer se encontraba arrodillada en medio del pasillo en el área de espera del hospital central de Dublín donde había recibido la peor noticia que podría imaginarse. Sus padres, su razón de ser y el motivo de felicidad en su vida, habían fallecido.

Los médicos hicieron todo lo posible, pero no lo lograron. Yulia aún no podía comprender como todo había sucedido de esa manera cuando solo un día atrás habían hablado y la morena había compartido su felicidad por estar siendo tomada en cuenta en su trabajo y las felicitaciones que recibía por parte del Chef. Sus padres habían reído y celebrado junto con ella sus logros.

Su único tío por parte de su padre la había acompañado a recibír las noticias. Al llegar al hospital, le explicó que sus padres habían viajado hasta Dublín para comprar algunas telas debido a que su madre quería hacerle ella misma con sus propias manos su primer uniforme de Chef y habían ido hasta la capital para con sus ahorros comprar el material de mejor calidad. Cuando iban de regreso, un conductor borracho provocó una colisión y para el momento en el que taxi donde ellos iban se había percatado de la situación, le fue imposible cambiar de rumbo y el choque fue masivo entre varios automóviles. Sus padres habían logrado llegar con vida hasta el hospital, pero lamentablemente no soportaron las cirugías.

Yulia escuchaba todo con lágrimas corriendo por sus mejillas sin control y volvió a desmayarse al final.

Lo había perdido todo, su única familia.

Final del Flashback…


—Después de unos meses, renuncié a mi trabajo en Nueva York e inicié a manejar la taberna de mi padre. Es lo único que me queda de ellos y mi padre amaba ese lugar con todo su ser. Mi tío se mudó a San Petersburgo y con la familia de mi madre acá, nunca fui muy cercana por lo que decidí ser la única encargada del lugar —finalizó Yulia girándose para darle la espalda a la pelirroja y limpiándose las lágrimas que había contenido mientras contaba su historia.

Aun después de estos años era algo demasiado doloroso para ella y no tenía la menor idea de la razón por la cual se había atrevido a contarle todo eso a Elena. No le gustaba parecer débil ante nadie ni recibir lastima de las personas.

Elena aún no podía reponerse del shock que había causado la historia de Yulia en ella. No era algo que esperaba, ella solo había preguntado por curiosidad. Al notar el dolor en las palabras de la morena no pudo evitar soltar algunas lágrimas en medio de su relato y en ese momento sentía unas ganas irrefrenables de abrazarla. Pero no podía hacerlo, ellas no eran amigas ni nada cercano. Solo compañeras de viaje y aunque su interior le exigía confortar a la mujer frente a ella no podía cruzar la línea. Respiró profundo y habló:

—Lo siento mucho Yulia. No fue mi intención hacerte recordar ese momento de tu vida —dijo con honestidad.

—No te preocupes, es lo normal. No eres la primera en preguntar. Y no tenías como saberlo, así que no te disculpes —dijo una vez que logró recomponerse y enfrentar a la pelirroja.

Elena no pudo evitar sentí un poco de decepción al pensar que no era la primera persona a la que le confesaba la historia. Lo cual era totalmente absurdo. ¿Por qué debía Yulia confesarle sus historias personales solo a ella? ¿Y por qué rayos se sentía tan triste de ver a la morena en ese estado? Definitivamente algo andaba mal con ella y lo mejor era dejarlo ir. No quería darle vueltas a sus pensamientos.

—Bien. Mejor sigamos con la cena que no hemos avanzado prácticamente nada —propuso un poco nerviosa.

Yulia la observó curiosa, pensaba que indagaría un poco más sobre lo que le había contado, pero prefirió dejarlo de esa manera, tampoco quería seguir con el tema.

—Está bien. Yo ya he terminado con mi parte de las verduras, empezaré a saltearlas. Cuando termines, podrías iniciar a cortar los trozos de pan para luego tostarlos —indicó y Elena solo asintió sin mirarla y continuando con su labor en picar las zanahorias.

Yulia la observó un rato más antes de darse la vuelta para buscar el sartén.

~~*~~

Mientras cada una de las mujeres dentro de esa pequeña cocina se ocupaba de sus tareas, la pelirroja no podía evitar sentirse culpable del decaimiento que observaba en Yulia.

Desde que unos minutos atrás dejaran de conversar, no había podido sentirse cómoda con el silencio mientras notaba que Yulia mantenía la mirada baja y no se había burlado en ningún momento de ella. Ni siquiera cuando había confundido la sal por el azúcar en una ocasión.

Por otro lado, Yulia se encontraba preparando una reducción de vino para aderezar el pollo mientras pensaba que otras cosas hacer como acompañamiento.

Elena se acercó hasta donde se encontraba ella y se colocó a su lado para aspirar el aroma que desprendía la mezcla del vino con algunas especias.

—Eso huele delicioso, Yulia —comentó.

—Gracias, es una receta simple, pero quería darle un toque diferente usando algunas especias fuertes — respondió neutral pero con una pequeña sonrisa.

Elena la observó unos segundos y no pudo soportarlo más. Llevó una de sus manos al hombro de la morena para llamar su atención y acariciarla levemente.

—En verdad lamento haberte hecho pasar por ese momento, Yulia —dijo tratando de que la mirara a los ojos— Estoy segura de que tus padres te desean lo mejor donde sea que se encuentren.

Yulia no dijo nada pero llevó una de sus manos hacia la que se encontraba posada en su hombro. Al sentir el contacto con la suavidad de la piel de Elena, sintió nuevamente esa electricidad recorrer todo su sistema y giró su rostro para fijar su mirada en esos ojos verdi-gris que se mostraban tan sinceros.

Ambas se miraron fijamente por un momento sin apartar el contacto. Una de ellas tratando de entender que era esa sensación de hormigueo proveniente del lugar donde ambas pieles se conectaban y la otra disfrutando del calor que sentía en su interior y los revoltijos que sentía en su estómago.

—Gracias, Elena. —dijo Yulia con una pequeña sonrisa dándole un pequeño apretón a la mano que la acariciaba para luego seguir en lo que estaba.

Elena no pudo evitar que una sonrisa se formara para imitar la de Yulia.

Las cosas en la cocina siguieron su curso. Mientras cada una se encargaba de alguna preparación se dedicaban miradas y sonrisas silenciosas…

Las bromas no se hicieron esperar luego de un rato por parte de la morena cuando Elena se equivocaba en algo y la pelirroja se alegraba de ver nuevamente la actitud normal. En varias ocasiones, Elena se sentía nerviosa cuando Yulia se ubicaba a su espalda para explicarle la forma correcta de preparar el puré de patatas o como cortar las verduras de una forma en específico.

Sentir el calor proveniente de su cuerpo, le estaba provocando cosas raras a su cuerpo y no era nada extraño verla un poco ruborizada luego de cada lección. Por su parte, Yulia no era la excepción y aprovechaba cada oportunidad que tenía para explicarle y sentir la fragancia de su perfume o el aroma del cabello de Elena.

Ninguna de las dos mujeres estaba consciente de lo que generaban la una en la otra, pero tampoco hacían algo para detenerlo.

—Iré a preparar la mesa —dijo la pelirroja con una sonrisa.

—Muy bien, en seguida llevaré el pollo —anunció Yulia para luego guiñarle un ojo a la pelirroja que tragó seco ante la acción pero logró disimularlo bien. O eso decía ella.

~~*~~

Luego de unos minutos, Yulia se dirigió con el pollo recién sacado del horno hacia el área del comedor y lo que se encontró la tomó por sorpresa.

Elena se encontraba inclinada sobre la mesa mientras arreglaba algunos detalles del plato ovalado con diseño manual que se ubicaba en el centro de la mesa. La pelirroja había tomado prestada la losa de porcelana que había encontrado en una de las alacenas del hogar y había ordenado cada plato prolijamente, las servilletas las había doblado en una forma que Yulia no sabía cómo descifrar pero hacían ver la mesa elegante. En verdad se encontraba impresionada.

—Wow, así que a esto le llamas ambientar. ¿No?—dijo y Elena se giró para enfrentarla con una linda sonrisa, se le notaba divertida.

—Algo así —Respondió cruzando sus manos por detrás sin perder la sonrisa de satisfacción por el resultado que había obtenido— ¿Te gusta?

Yulia volvió a observar la mesa y luego la miró nuevamente imitando su sonrisa.

—Nada mal. Elena de Moscú. Te ha quedado muy lindo —la felicitó para luego guiñarle de nuevo.

—Gracias... —dijo Elena algo sonrojada mientras se acomodaba el cabello hacía un lado y Yulia inconscientemente la seguía con la mirada— Ehm… Por favor, coloca el pollo en este lugar —dijo girándose un poco para que la morena no notara su rubor y Yulia hizo lo que le indicaban.

Después de acabar con todo, Elena fue hasta donde se encontraban los señores Kavanagh para informarles que la comida estaba servida.

Una vez estando todos acomodados cada uno en su lugar de la mesa, el matrimonio empezó con las presentaciones.

—¡Oh querida! Pero qué hermoso les ha quedado todo, ¿no es cierto cariño?—se dirigió el rubio hacia su esposo quien asintió con una sonrisa dirigida a Yulia.

—Muchas gracias, aunque debo reconocer que todo el mérito con respecto a la decoración de la mesa es de mi esposa — dijo y Elena sonrió— Las dos hicimos un buen equipo en la cocina también.

—Es bueno saberlo. Te ha quedado maravilloso dulzura —dijo esta vez refiriéndose a Elena quien agradeció con una sonrisa orgullosa—Bien. Déjenme presentarles a nuestras otras huéspedes. Ellas son el matrimonio Kwon —dijo señalando a la pareja.

—Encantada de conocerlas, mi nombre es Kwon Yuri y ella es mi hermosa esposa Jessica Jung de Kwon —dijo la mujer de piel morena y cabello color azabache con una hermosa sonrisa mientras señalaba a su esposa.

Eran un matrimonio joven. Elena podía arriesgarse a decir que las mujeres no sobrepasarían los treinta años.

—Un placer —agregó la mujer llamada Jessica. Una rubia de largo cabello y de facciones finas.

Yulia observó un poco embobada a la rubia y hasta no recibir un pellizco por parte de la pelirroja no pudo reaccionar.

—¡Auch! —Se quejó y Elena le sonrió pero la sonrisa podría ser considerada macabra por la mirada que le dirigió en ese momento— El placer es nuestro. Mi nombre es Yulia, Volkova Yulia y ella es mi esposa Elena Katina de Volkova.

—Como ella dijo. El placer es nuestro —dijo Elena— Espero que disfruten de la cena.

Al finalizar con las presentaciones empezaron a comer.

—¡Oh Vaya! —exclamó la chica — Esto es una delicia —felicitó.

—El pollo está exquisito—agregó la rubia con el acento asiático más marcado.

—Sí, ¿No? Nunca me había quedado bien el pollo —Comentó Elena— Aleksandr siempre me dice que está seco.

—¿Aleksandr? —preguntó la rubia y el resto de los pares de ojos se fijaron en ella.

—Ah… hem. Si… Aleksandr —empezó la pelirroja pensando que excusa dar para enmendar el comentario fuera de lugar— Él es… Él es nuestro —miró hacia Yulia en busca de apoyo quién la miraba con las cejas levantadas.

—Nuestro vecino —contestó la morena entendiendo y sonriendo traviesamente.

—Exacto, nuestro vecino. Él a veces va hasta nuestro hogar para cenar. ¿No Yulia? —agregó Elena agradecida por la intervención de la morena.

—Sí. Es un ser adorable —Respondió en tono adorablemente irónico, por lo que se ganó una mirada de reproche por parte de la pelirroja— Tiene dificultades de aprendizaje —Agregó en tono triste e igualmente falso — Les dice a todos es que es un famoso cirujano plástico, es tan gracioso — completó y las risas se hicieron escuchar en la mesa. Todos reían menos Elena, quien solo sonreía y le pisaba el pie a Yulia por debajo de la mesa.

—Que graciosa, cariño —dijo entre dientes.

Yulia no protestó por la agresión y continuó hablando.

—Pero es un tipo feliz… Tiene cierta atracción por ella — acotó en tono serio señalando a Elena con la mirada.

Elena explayó los ojos y luego la miró fijamente. No tenía palabras «¡¿Qué mierda?!» Las dos mujeres frente a ellas la observaron con interés y el matrimonio Kavanagh mostraba algo de confusión.

El hombre castaño llamado Liam se pidió permiso para levantarse un momento para traer una botella de vino tinto.

—¿Añejo Sr. Liam? —preguntó Yulia una vez el hombre regresó con la botella de vino ya descorchada y recorriendo la mesa para llenar las copas de cada uno.

—Sí, añejo como yo —dijo con gracia y todos volvieron a reír mientras su esposo negaba con la cabeza—Fue un regalo de bodas.

—¡Solo han pasado quince años, sin vergüenza! —exclamó su rubio esposo con falso reproche.

—Los mejores quince años de mi vida, amor —dijo mientras colocaba la botella de vino sobre la mesa y tomaba las mejillas de su esposo con suavidad para darle un gran beso en sus labios que duró unos segundos para terminar ambos con una sonrisa y sus frentes unidas. Al separarse, las cuatro mujeres los observaron conmovidas.

—¡Sláinte! —brindó Yulia con una sonrisa y el restó repitió al unísono y chocando las copas entre sí.

(Sláinte: Salud en el idioma irlandés)

—¿Ven? Éste es el secreto para estar felizmente casados durante quince años —dijo la mujer Kwon señalando al matrimonio Kavanagh con una gran sonrisa—El beso —agregó y su esposa Jessica tomó suavemente su mano sobre la mesa para entrelazar sus dedos mientras le sonreía—Siempre hay que besarse como la primera vez y como la última vez —continuó la chica para girarse y ver fijamente a los ojos de la hermosa rubia frente a ella.

—Ven aquí cariño… —le pidió la rubia y la morena se acercó para dejarle un dulce beso en los labios que inició de forma lenta, pero poco a poco se tornó más profundo mientras la morena tomaba por el cuello a la rubia para acercarse un poco más, si eso fuese posible.

Yulia y Elena observaban toda la escena sorprendidas y cuando ambas podían haber jurado ver un poco de las lenguas de esas mujeres, Yulia prefirió desviar su mirada a un lado mientras tomaba de su copa y notando el calor en sus mejillas.

Una cosa muy distinta era la reacción de Elena que se encontraba con la boca abierta en forma de “O” y sin poder apartar la mirada de las mujeres que se besaban tan apasionadamente frente a ella sin ningún tipo de vergüenza. Sabía que debía estar ruborizada pero no podía evitar mirar.

Por otro lado estaban los únicos dos hombres de la mesa que presenciaban todo con una sonrisa pero que fue cambiando a una expresión algo incomoda por el tiempo que llevaban el matrimonio Kwon besándose.

—Fantástico… —dijo el rubio después de haberse aclarado la garganta y notar que aún no se separaban después de eso.

—Oh… disculpen. Creo que se nos ha pasado un poco la mano —comentó la rubia un poco ruborizada luego de separarse después de escuchar al Sr. Noah.

Elena y Yulia trataron de contener la risa ante eso.

—Vamos hija, es su turno ahora — Mencionó el Sr. Liam refiriéndose a Yulia—Muéstrale a estos viejos el amor juvenil entre ustedes.

La pelinegra lo observó con los ojos abiertos como platos al igual que Elena.

—¿Perdone? —preguntó Yulia con una mueca mientras la pelirroja seguía sin voz.

—Yo besé a mi esposo, Yuri sin duda alguna besó a su esposa… — agregó para darle a entender el punto a la morena.

Yuri y Jessica se dirigieron una mirada picara entre ellas y la rubia tomó la palabra.

—Es cierto, ahora es su turno para demostrarnos su amor — completó.

Elena se giró rápidamente para mirar con preocupación a Yulia que la miró dándole a entender que no sabía que responder.

—Bueno… —empezó la ojiazul.

—No, está todo bien. Nosotras ya nos hemos besado bastante antes —dijo rápidamente Elena con una mueca que pretendía ser una sonrisa.

—Sí, ya lo hicimos antes —apoyó Yulia, pero las otras dos parejas no se darían por vencidos.

—Un poco de pasión querida… ¿Entiendes lo que te digo? —insistió el Sr. Liam

—Vamos, no tienen por qué sentirse apenadas —dijo esta vez la morena de nombre Yuri.

Yulia le sonrió forzadamente a la chica y miró nerviosa a las otras personas un poco para luego posar sus ojos en los verdi-gris que la observaban sin saber que más decir y con la mirada, Yulia trató de decirle que haría algo.

La pequeña se acercó y dejó un tierno pero corto beso en la mejilla de la pelirroja quien saltó un poco en su silla por la sorpresa, pero sonrió para disimularla. Luego de eso, ambas se acomodaron nuevamente en sus asientos.

—Perfecto —dijo Yulia con una sonrisa y Elena le dio una pequeña palmada cariñosa en el brazo.

—Si eso fue un beso, me sorprende que sigas casada con esta pequeña mujer —dijo el rubio con un poco de humor para esconder el reproche dirigiéndose a Elena.

—No. Son tímidas, eso es todo —agregó Yuri con una sonrisa. Y las risas no se hicieron esperar en la mesa.

La tensión entre Elena y Yulia era palpable.

—Sí, muy tímidas —agregó la morena asiática con una pequeña sonrisa. Elena prefirió no comentar pensando en el incómodo momento que se encontraban, pero rememorando en lo lindo que se sintió el pequeño beso que recibió.

—¡Por Dios! ¡Son jóvenes! Y están entre amigos —exclamó con una sonrisa el Sr. Liam— Están casadas y enamoradas, es evidente. No sientan pena.

—Diablos chica, ¡Besa a tu mujer! —Dijo esta vez el Sr. Noah observando a Yulia.

La pelinegra ante la insistencia por parte de las parejas que las rodeaban, algo se movió dentro de ella y un impulso fuerte se apoderó de ella. Tomó una respiración profunda y rezó para que lo que iba a hacer no fuera un error.

Yulia giró la mitad de su cuerpo hacia la hermosa mujer que se encontraba a su lado, tomó todo el valor que pudo y con la ayuda del deseo que se había asentado en ella desde el episodio en la cocina, llevó su mano hasta el mentón de Elena y con delicadeza movió su rostro para que sus rostros quedaran frente a frente.

Elena la observó con sorpresa y al mirar los orbes azules que la observaban con un brillo indescriptible supo lo que estaba por venir. Por una milésima de segundos bajó su mirada hasta los labios rosados de la morena y no pudo evitar pasar su lengua por su propio labio inferior para humedecerlo (gesto que no pasó desapercibido por la pequeña). Yulia se acercó un poco más hasta quedar con su nariz rozando la punta de la pelirroja que cerró sus ojos y entreabrió ligeramente sus labios al sentir la caliente respiración proveniente de la nariz ajena.

Y sucedió.

Yulia hizo el último movimiento para conectar sus labios con los de la pelirroja. El beso por unos segundos fue solo eso. Una unión de labios sin movimientos, solo sintiéndose.

Elena tomó el labio inferior de la morena entre los suyos y ésta se rindió ante la dulzura y suavidad que probaba para empezar a mover sus labios con frenesí.

Ambas mantenían sus ojos cerrados disfrutando de cada roce.

Yulia llevó sus manos para tomar las mejillas de la pelirroja dándole tiernas caricias en las mismas y Elena no pudo contenerse más. Rodeó el cuello de Yulia con sus brazos para acercarla más a ella para profundizar el beso. Un ligero toque de la lengua de la ojiazul fue el detonante y abriendo paso en su boca inició un hermoso baile de lenguas.

El beso continuó unos segundos más y Yulia lanzó una maldición cuando el oxígeno se hizo necesario entre ellas y tuvieron que separase poco a poco, dejando tiernos besos hasta estar completamente separadas.

Yulia abrió sus ojos para observar a la mujer frente a ella que seguía con los ojos cerrados y los labios rojos ligeramente separados. La pelinegra la detalló y sintió como un zoológico entero hacia una fiesta en su estómago. Sentía el calor de sus mejillas y podía jurar que en ese momento podría hacerse pasar perfectamente por un tomate.

La pelirroja al sentir la ausencia de los labios abrió sus ojos pestañeando varias veces con rapidez. Se sentía como si hubiese estado atrapada en una burbuja de tiempo, porque al sentir los labios de Yulia sobre ella, todo a su alrededor se detuvo y solo podía ser consciente de los latidos acelerados de su corazón y el aleteo de las mariposas en su estómago.

Oh mierda.

«Esto no es bueno». Observó a Yulia y notó sus labios ligeramente hinchados por el beso provocándole las ganas de volver a probarlos. «Si, esto no era nada bueno»


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Mensaje por mary 8/19/2019, 9:20 pm

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Mensaje por Fati20 8/20/2019, 4:34 am

Hay q hermoso capitulo y ese besoooo q emoción q fuera tan intenso y tan mágico Razz
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/22/2019, 1:55 am

Hola chicas, paso por acá para dejarles otro capítulo y disfrútenlo al máximo


A leer!!


Mentes hiperactivas.

≈10≈


-Flashback corto-

Yulia abrió sus ojos para observar a la mujer frente a ella que seguía con los ojos cerrados y los labios rojos ligeramente separados. La ojiazul la detalló y sintió como un zoológico entero hacia una fiesta en su estómago. Sentía el calor de sus mejillas y podía jurar que en ese momento podría hacerse pasar perfectamente por un tomate.

La pelirroja al sentir la ausencia de los labios, abrió sus ojos pestañeando varias veces con rapidez. Se sentía como si hubiese estado atrapada en una burbuja de tiempo, porque al sentir los labios de Yulia sobre ella, todo a su alrededor se detuvo y solo podía ser consciente de los latidos acelerados de su corazón y el aleteo de las mariposas en su estómago.

Oh mierda.

«Esto no es bueno». Observó a Yulia y notó sus labios ligeramente hinchados por el beso, provocándole las ganas de volver a probarlos. «Si, esto no era nada bueno»

-Fin del flashback corto-


Luego de aquel vergonzoso momento donde ambas fueron “obligadas” a besarse, «O eso quieren pensar Yulia y Elena» la cena continuó sin ningún otro suceso relevante. Solo había un detalle y era que la ojiazul intentaba mantenerse enfocada en los temas de conversación en la mesa, pero no podía dejar de reproducir en su mente las sensaciones de aquél beso y eso la tenía preocupada. Sin embargo, a pesar de las miradas extrañas que recibía por parte del matrimonio Kwon, logró sobrevivir al bochorno y aparentar tranquilidad e indiferencia.

Ahora bien, con Elena… Con ella la historia era un poco diferente.

La pelirroja sí que no podía dejar de rememorar cada segundo y morder su labio inferior para controlar las estúpidas e indetenibles ganas que tenía de tomar por el cuello a la sarcástica irlandesa y besarla hasta que el aire exigiera separarse, y sí. Repetirlo hasta cansarse.

Se sentía fuera de eje, no se reconocía así misma y eso no podía ser nada bueno. Con un último vistazo a los labios de la mujer a su lado, se llevó la copa a su boca y se bebió el contenido que restaba, y cabe destacar, que había más de la mitad. Luego cerró los ojos y trató de enfocarse en el presente. Al abrirlos se fijó en unos ojos que la observaban fijamente.

Jessica se había percatado de toda la lucha interna en la que se debatía la pelirroja y no podía dejar de sonreír. Ella conocía aquellas ansias. Ese ardor por querer saciar tu sed en los labios de la mujer que amas. Desde la primera vez que se encontró con la maravillosa mujer a su lado no pudo apartar sus ojos de ella y ni que decir de sus labios. Si, para Jessica estaba claro el amor entre esas mujeres y el fuego interno que se había generado en la pelirroja. Después de todo, fijarse en los pequeños detalles es parte de su profesión.

Elena se ruborizó un poco al notar su mirada y se sintió expuesta. La rubia parecía saber lo que había estado pensando después del beso. «Quizás solo soy yo siendo paranoica» se dijo para calmarse.

En el transcurso de la cena, entre miradas cómplices, incomodidades y un montón de besos por parte del matrimonio Kwon, Yulia y Elena se enteraron sobre las profesiones de las otras parejas, quedando impresionadas al saber que la rubia era una fotógrafa de gran prestigio en Italia y su esposa una experta en crítica culinaria con su propia revista.

La pelirroja quedó impresionada con la romántica historia del matrimonio Kwon. Las dos mujeres habían tenido su primer encuentro cuando en una ocasión la morena asiática había solicitado a un fotógrafo para realizar las tomas del último restaurante al que había ido y las necesitaba para el artículo. Tanto la morena asiática como la rubia, se habían enamorado a primera vista cuando la fotógrafa puso un pie en su oficina. Jessica había expresado que no pudo apartar sus ojos de aquella mujer con porte de confianza y superioridad. Para Yuri fue al notar un brillo especial en los ojos de la rubia que le provocó tanta curiosidad que no pudo más que invitarla a una comida después de acordar el trabajo.

Y así terminó la velada, con dos matrimonios felizmente enamorados y con una pareja que no podía dirigirse ni la mirada. Se despidieron de los dueños de la casa y las otras invitadas para dirigirse hasta la habitación. Una vez dentro de ella…

—Y…yo voy a tomar otra ducha —mencionó Yulia en tono bajo—Tengo un calor insoportable —la pelirroja la miró levantando una ceja al escuchar eso— Por el trabajo en la cocina… Me refiero.

—Oh… Está bien, supongo. ¿Necesitas más ropa? —preguntó mientras le daba la espalda. No entendía porque había mal interpretado sus palabras anteriores.

—No es necesario, pero gracias de todas maneras —dijo empezado a retirarse las prendas superiores y caminar hacía la ducha— Además, no suelo usar pijamas para dormir —agregó.

—No es nada —dijo pero su curiosidad fue más grande— Si no usas pijama… Entonces ¿Qué usas en la cama?—preguntó «mierda, eso no se escuchó bien»—Para dormir, quise decir…

Yulia soltó una ligera risa y negó con la cabeza.

—Ninguna prenda, Elena… —gritó desde el baño Yulia. Y esto no era totalmente una mentira. La pelinegra acostumbraba dormir solo con sus cómodas bragas de algodón y una delgada blusa unas tallas más grandes. Pero quería molestar un poco a la pelirroja.

Elena giró tan rápido su cuello para mirar a la cortina del baño al escuchar lo dicho por la ojiazul, que los músculos de esa área resintieron la brusquedad y daba gracias a todos los dioses el hecho de que la irlandesa ya se había metido a la ducha porque el rubor en su rostro era sumamente evidente. «Debe ser una broma, una maldita broma»

—E…Es… ¿Lo dices en serio Yulia?—preguntó no muy segura de querer saber la respuesta. O bueno, en realidad sí. Muy interesada.

Yulia por su parte terminó rápidamente su ducha «fría por decisión propia» y se colocó solo la ropa interior más la camisa que anteriormente le había prestado la pelirroja y esta al ser un poco más grande por la diferencia de alturas entre ellas, cubría parcialmente su trasero, pero dejaba totalmente a la vista sus piernas. Salió del cuarto de baño encontrándose con una pelirroja con cara de sorpresa que esperaba por su respuesta.

—La verdad es que sí, pero esta noche no —respondió y pudo notar el… “alivio” en el rostro de la pelirroja.

—Oh… Bien —dijo un poco más calmada, pero no tanto como para evitar mirar las piernas expuestas de la pelinegra. Sobre todo cuando subió sus brazos para enrollar su cabello en un moño improvisado causando que la camisa subiera un poco y mostrando una pequeña parte de su ropa interior «Mierda, mierda, mierda ¿Qué te pasa Elena? Es solo una mujer al igual que tú. Deja de acosarla» se repetía así misma tomando fuerzas para apartar su mirada.

—Voy a cambiarme en la ducha —dijo y tomando rápidamente su ropa se dispuso a hacer lo dicho.

—Me parece bien —dijo Yulia que no había pasado por alto el recorrido que había hecho la pelirroja con su mirada en la parte inferior de su cuerpo. «¡Ay Katina! ¿A qué juegas?» se dijo mientras veía desaparecer a la pelirroja detrás de la cortina.

Minutos después…

Una vez la pelirroja estuvo lista para dormir, se metió rápidamente entre las sabanas de la cama para evitar que la ojiazul la viera en camisón, pues sí, solo tenía ese tipo de ropa para dormir ya que en sus planes no estaba nada de lo sucedido estos días. Así que aprovechó el aviso de Yulia que saldría por un vaso de agua y se evitó un bochornoso momento.

No es que a ella le preocupara el hecho de que su compañera de habitación la viera en tan poca ropa (Una vez más)… No. Ella solo se sentía agotada y quería acurrucarse entre las sabanas cuanto antes, si eso era.

Yulia entró nuevamente a la habitación equipada con algunas frazadas que le había ofrecido el Sr. Liam, pues las noches solían ser muy frías para esa época.

La pequeña las aceptó gustosa, después de todo le serviría como acolchado en el duro piso y formar una barrera entre su cuerpo y la humedad de las baldosas de la ducha.

Yulia se acercó hasta la cama del lado contrario en el que se encontraba Elena semi -sentada y con la frazada cubriéndole hasta el cuello. Tomó una de las almohadas y con un fuerte suspiro se dispuso a acomodar su especie de “Futón” en el que dormiría esa noche.

Por su parte, Elena fue espectadora de los movimientos que hacía su compañera y el cómo desapareció sin mediar palabras. «¿Y qué? ¿Acaso estaba esperando un “Dulces sueños”? o… ¿un beso de buenas noches? ¿QUÉ? No, claro que no. Ya no sabía ni qué demonios pensar.»

La pelirroja apagó la pequeña lámpara a su lado y dejó caer su espalda contra el colchón y cerró sus ojos para dormir… O eso creía. La verdad era que, sus pensamientos no querían darle tregua en ese momento.

Unos minutos después, cuando creyó que por fin su mente sucumbiría al sueño y lograría descansar, escuchó el sonido de la cortina ser corrida a un lado, mostrando a una Yulia con cara triste y con el puchero más tierno que hubiese visto nunca. Vamos, que ni los suyos propios eran así de lindos.

—Está muy húmedo ahí dentro y huele extraño…—habló la ojiazul manteniendo la expresión triste en su rostro. Miró suplicante a la pelirroja quien se había incorporado sobre sus codos para verla mejor y encendió la lámpara nuevamente.

—Y eso debe importarme por… —expresó con indiferencia «según ella, claro está»

—Oh vamos, ¡Por favor! —pidió Yulia uniendo sus palmas al frente como si rogara y acentuando más el puchero con sus labios— Ten un poco de piedad ¿Quieres?

Elena la observó por unos segundos que parecieron una eternidad para la pelinegra. ¿Debía dejarla dormir junto a ella? ¿Sería una buena idea? Son dos mujeres ¿Qué podría pasar? Solo dormirían cada quien de su lado… sin contacto. Nada. Observó nuevamente a la ojiazul y no pudo resistirse ante ese rostro, ningún mortal podría. ¡Se veía demasiado tierna!

—De acuerdo… —cedió aparentando fastidio y recibió una gran sonrisa por parte de su compañera.

—¡Gracias! —dijo Yulia feliz, tomó la almohada y empezó a caminar hacia la cama.

—¡Pero! —la detuvo Elena levantando el dedo índice y señalándola— Si escucho aunque sea un ronquido, vuelves a la ducha —sentenció y Yulia solo asintió.

—Genial —levantó la frazada y se acomodó dentro de ella.

Elena se había deslizado hasta el lado derecho y se encontraba de espaldas al colchón con la mirada fijada en el cielo raso del techo, perdida en sus pensamientos. Yulia una vez abrigada imitó su posición, pero llevó sus manos hasta detrás de su nuca y suspiró ante la comodidad cerrando los ojos.

Elena rompió aquel silencio y habló logrando que la ojiazul abriera sus parpados nuevamente.

—¿Quién habría pensado que me tomaría dos largos días llegar a Dublín? —preguntó sin girarse.

—Eso me recuerda… Debo cobrarte adicional por una noche, por cierto —dijo. Elena puso los ojos en blanco.

—Qué sorpresa…

—Será cien euros más.

—Cincuenta —regateó la pelirroja.

—Cerramos con setenta y cinco para un total de seiscientos setenta y cinco euros —sentenció con una sonrisa ladina. Elena giró su rostro para verla y levantó una ceja con los labios ligeramente separados por lo cara dura de la pequeña.

—Bien. Si lo único que te importa es el dinero, entonces que sean seiscientos setenta y cinco —cedió en un tono frio y se dio la vuelta completamente par quedar de espaldas a Yulia.

Yulia la observó extrañada.

—Bien —finalizó e imitó la posición de su compañera.

—Buenas noches —dijo Elena con los ojos cerrados.

—Buenas noches —respondió Yulia extendiendo uno de sus brazos para apagar la lámpara.

Ambas mujeres habían cerrado sus ojos e intentando dormir, pero fallando en el intento.

Elena abrió sus ojos nuevamente cuando se encontraban a oscuras y solo con la leve iluminación proveniente de la luna y que atravesaban por la ventana.

Su mente era un caos total. Y todo había empeorado con la presencia a su lado.

Necesitaba aclararse. No podía permitirse ese tipo de comportamientos. ¡Parecía una adolescente hormonada! Y también se sentía culpable. Aquel beso no debió haber pasado, ella estaba comprometida.

Bueno… con planes de estarlo. Había viajado millones de kilómetros por su novio.

Su novio… Extrañaba a Aleksandr, o eso parecía. No. Eso debía sentir. Ya eran varios años de relación, muchos recuerdos compartidos juntos. El castaño era buen hombre. Junto a él habían viajado por varios países y su pareja se había encargado de ofrecerle lujos en cada sitio y para cada ocasión. Incluso, el piso por el que habían estado luchando desde hace meses se encontraba ubicado en la mejor zona de la ciudad. Sí, definitivamente Aleksandr no escatimaba en gastos cuando en darle gustos a ella se refería.

Lujos… Elena siempre había deseado cumplir sus sueños desde que era una niña. Ser profesional, tener una relación estable con el chico perfecto, el príncipe azul con el que después de un tiempo se casaría y formaría su propia familia, y vivirían felices por siempre. Ya saben, el típico cuento de hadas que Disney nos ha vendido desde siempre.

Solo que… Es solo que, estos días de problemas y tropiezos le han cambiado ciertas opiniones haciéndola dudar un poco. Sobre todo un tropiezo en especial, ese que tiene nombre y apellido. Volkova, Yulia Volkova. La mujer con la que se encontraba en la misma cama y con la que había experimentado uno de los mejores besos que le han dado en su vida.

Elena sentía temor. Aquellas sensaciones que la inundaron en ese momento iban desde el deseo hasta algo más, algo difícil de explicar y que no quería descifrar, pues sabía que no le gustaría la respuesta. Mejor dicho, quizás le gustaría demasiado.

La pelirroja giró su cuerpo nuevamente para quedar con la mirada perdida en el techo. Definitivamente, estaba empezado a darse cuenta de algo que podría cambiarlo todo. Pasó largo rato rememorando momentos junto a su novio y comparándolos con los vividos junto a la pelinegra y eso era precisamente lo que la asustaba ¿Por qué comparaba a su novio con una mujer que conocía hace apenas unos días? Una mujer, no otro hombre, sino una mujer. Lo peor de todo era darse cuenta que hacía muchos meses que no se había sentido tan deseada teniendo relaciones íntimas con él, a como le había hecho sentir la irlandesa con un solo beso.

Por su parte, Yulia no se encontraba en mucho mejor estado. Su mente le hacía continuas jugadas sucias llevándola a rememorar los momentos en la cocina junto a Elena, aquél hormigueo en su cuerpo al sentir su piel, la figura de su cuerpo cuando tomaba una ducha en la tarde y el beso. Ese maldito beso que había removido todas y cada una de las fibras de su cuerpo.

No recordaba hace cuanto que no se sentía de esa manera, que no sentía aquel deseo por tocar a otra mujer, aquellos retortijones en su estómago por un beso, las ansias de acariciar su rostro y de perderse en el aroma de su perfume mezclado con el de su champú. Yulia estaba volviéndose loca. Sí, y toda esa locura tenía solo una culpable.

Elena Katina, de Moscú. Esa desquiciante mujer que apareció esa tarde lluviosa en su bar. Una mujer… hermosa y decidida. Pero, una mujer con pareja y a punto de comprometerse.

Yulia sintió nuevamente como su estómago se apretaba con el pensamiento. Va a casarse. Y lo hará con un idiota que ni siquiera se ha tomado la molestia por proponérselo él mismo. La morena no creía en el día del año bisiesto, pero no exactamente por las razones que le había dicho a la pelirroja. Indudablemente si pensaba que era una tradición estúpida para mujeres desesperadas, pero esa no era toda la verdad y

Yulia tenía otra razón que se remontaba a su pasado, un pasado que no quería recordar.

La ojiazul notó el movimiento en la cama y supo que no era la única que no conseguía conciliar el sueño. Giró su cuerpo hacía el frente fijando su vista al techo. La noche era tan silenciosa que ella podía escuchar la respiración de la mujer a su lado. Se preguntaba ¿Qué podría estar pensando para no lograr dormir? ¿Su novio? Claro… seguramente era eso.

A veces el destino se ensaña con hacer coincidir a las personas y como esta vez no sería la excepción…

Elena sintió curiosidad y una fuerza extraña o quizás eran las ganas de observar a la ojiazul que la hicieron girar lentamente hacia su costado derecho. Pero como ya les había mencionado, el destino conspira y en ese preciso momento Yulia había decidido dejarse llevar por sus impulsos y se giró lentamente hacia su costado izquierdo topándose con una visión que la hizo tensarse.

Elena la observaba con aquellos ojos color verdes y Yulia no supo que más hacer y solo se permitió sostener su mirada. Los ojos celestes intentaban penetrar su mente por medio de la mirada, la pelirroja podía sentir la intensidad en ellos aún cuando se encontraban en la oscuridad con la luna de acompañante. Se preguntaba que podría estar pasando por su mente y si recordaba el beso de esa noche.

No supieron si fueron segundos, minutos u horas las que había pasado observándose fijamente sin moverse y solo hablando a través de sus ojos. Pero nada dura para siempre, y en cuanto ambas se percataron del rato que llevaban en aquella acción, expandieron sus ojos con sorpresa y la tensión las llevó a girarse al mismo tiempo para darse nuevamente la espalda.

«Mierda. ¿Que rayos fue eso?» corearon mentalmente.

~~*~~

La noche dio paso al amanecer y con aquello el inicio de un nuevo día. Los primeros rayos de sol entraban por la ventana iluminando la habitación. Misma luz que empezaba a molestar a una pequeña morena que dormía cómodamente.

Yulia empezó a parpadear suavemente, ya estaba despertando y al abrir los ojos completamente se encontró con la gran sorpresa de que anoche su cuerpo había decidido tomar sus propias decisiones y sin darse cuenta, había llevado uno de sus brazos hacia el cuerpo de Elena para rodearle la cintura y colocar la cabeza en el espacio entre su cuello y el hombro.

Percibió el dulce aroma de su piel, levantó con brusquedad su cabeza para contemplar a la mujer a la que se había abrazado por la noche con el temor de que ésta estuviese despierta y le gritaría quizás cuantas cosas. Pero éste no fue el caso. La pelirroja parecía dormir plácidamente sin notar su cercanía y eso la alivió. Se tomó unos minutos más para observar su rostro y sus facciones bañadas con la luz solar de esa mañana.

Yulia sonrió inconscientemente. No podía describir exactamente sus sentimientos, pero de algo estaba segura y era que no se sentía nada desagradable en calor de sus cuerpos juntos y sabía que podría acostumbrase a despertar de esa manera todas las mañanas.

Con un suspiro, retiró lentamente su brazo de la cintura de Elena y se levantó de la cama para dirigirse al cuarto de baño. Lavó su rostro y sus dientes.

Al salir de la ducha, notó su ropa acomodada prolijamente sobre la silla cerca de la puerta. «Seguramente el Sr. Noah habría pasado más temprano para dejarle la ropa limpia» Agradeció el gesto en silencio y tratando de no hacer ruido se vistió. Peinó su cabello y con una sonrisa ante la decisión que había tomado mientras se lavaba, volteó su rostro para observar una vez más a la mujer que seguía dormida en la cama y salió de la habitación.

Lo que no sabía la pelinegra era que Elena había abierto sus ojos al instante en el que escuchó cerrarse la puerta. Ella se había despertado primero cuando efectivamente, el rubio había pasado dentro de la habitación para dejar la ropa de Yulia y en ese momento se dio cuenta de la posición en la se encontraba. Pero contra todo pronóstico, no dijo nada, no se movió ni un centímetro. Fingió que seguía durmiendo cuando percibió que la irlandesa empezaba a despertarse. Tal vez era lo cómoda que parecía dormir la pelinegra, tal vez era la familiaridad que sentía al estar rodeada por su brazo o tal vez… Y solo tal vez… Le gustaba la sensación de tenerla así de cerca.


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Mensaje por Fati20 8/22/2019, 5:52 am

Hay q ternuras son me encanto el capitulo espero con ansias mas me encantan en esta historia Very Happy
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/25/2019, 6:38 pm

Hola chicas, lindo Domingo. Disculpen la tardanza pero tuve que salir de viaje y recién llegué ayer y no me dio chance de subir el capítulo, pero ya estoy devuelta por acá y les dejo el siguiente para que lo disfruten.

Un abrazo Embarassed

A leer!!!



Odio las bodas.

≈11≈



Era una mañana preciosa. El cantar de las aves generaban la sensación de tranquilidad en el ambiente, la cocina se encontraba iluminada por la luz natural que ofrecía el sol que esa mañana parecía estar en todo su esplendor lo que causaba que el color verde de las plantas que adornaban los alrededores resaltara con un brillo especial.

Yulia se encontraba de pie junto al gran ventanal, observando algunos de los animales que se paseaban con lentitud en busca del mejo pasto para comer. Los pensamientos de la noche anterior aún rondaban por su mente llenándola de dudas nuevamente. Llevó uno de sus dedos a su labio inferior y sonrió involuntariamente al comprobar que la sensación de los dulces labios que había probado, permanecía fresca en su memoria y en su boca. Llevó la taza de café que se había preparado hace unos minutos y la mantenía en su mano libre, tomó el líquido que restaba de un solo trago, pues ya se encontraba frío por el tiempo en el que estuvo perdida entre sus pensamientos y el paisaje.

La pequeña pelinegra cerró sus parpados por unos segundos y tras una profunda respiración, dejó escapar el aire que había tomado con un largo suspiro para luego sonreír. En ese momento se sentía de buen humor. Era momento de ponerse manos a la obra con la idea que se le había ocurrido mientras se aseaba.

Mientras tanto, en la habitación…

Elena se encontraba colocándose la última pieza de ropa que usaría ese día. Se decidió en estar completamente cómoda, pues le esperaba otro largo día. Esperaba por fin ponerse en camino hacia la ciudad. Era ya mucho el tiempo que había perdido y aunque la última noche no había sido la peor… Por el bien de su paz mental y su relación, debía reunirse con su novio cuanto antes.

Su novio…

En ese momento se percató de que no se había comunicado con Aleksandr en veinticuatro horas. Su teléfono móvil no había querido funcionar correctamente, pues la recepción era terrible. Su novio debía estar sumamente preocupado.

Con algo de apuro acomodó la ropa que había utilizado por la noche dentro de su maleta y al tener en sus manos el jersey que le había prestado a la pelinegra dudó por unos segundos en hacer lo que a su mente se le había ocurrido… Pero la tentación siempre ha sido más fuerte que nosotros en muchos casos y para Elena, esta vez no sería distinto. Mirando hacia la puerta como si alguien estuviera a punto de entrar en cualquier momento.

En cuanto se aseguró de que se encontraba completamente sola, llevó el jersey hasta su nariz y cerró los ojos respirando el aroma de la tela. No era perfume lo que percibía, era la combinación perfecta del jabón de baño junto a la esencia de Yulia. La pelirroja sabía que era su olor corporal, pues durante el beso de la cena pudo notarlo en su piel. No podría decir que era dulce, pero podría imaginarse teniendo ese aroma impregnado en su piel pos causa de una conexión más allá de abrazos durante una noche apasionada junto a la pelinegra.

Elena abrió rápidamente sus parpados al darse cuenta hasta donde la habían llevado sus pensamientos. «¿Pero qué demonios hago pensando yo en una noche apasionada con Yulia?» La vergüenza recorrió todo su cuerpo. Se sentía como una acosadora oliendo una prenda usada de la pelinegra e imaginando como sería tener su aroma en su piel. Se alarmó al notar el calor de su cuerpo. «Esto no puede seguir así» Se dijo internamente. No podía permitirse confusiones en ese momento. Yulia, el beso, su aroma. Todo tenía que quedar en el olvido. Ella era una mujer con pareja y no estaba interesada en nadie más para su vida que el hombre que la esperaba en Dublín. Ni siquiera la hermosa irlandesa que le había removido el piso con tan solo un beso. No una mujer, no era su destino.

Acomodó el resto de sus cosas y salió de la habitación después de arreglar las sábanas de la cama.

Mientras caminaba por el pasillo de las habitaciones, recordó que el Sr. Liam le había mencionado que cuando necesitara alguna llamada, siendo consciente del mal funcionamiento de los celulares, le ofreció el teléfono fijo de su casa ubicado en la sala de estar.

Caminó hasta el lugar y se sentó en la silla junto a la pequeña mesa donde estaba el teléfono para hacer la llamada.

~~*~~

Yulia se había auto permitido preparar el desayuno tanto como para los dueños del lugar, como para las otras personas. Con agilidad, se movía entre las alacenas y la nevera buscando los materiales que necesitaría para hacer las tortitas, huevos revueltos con tocino. No requería de gran técnica ni mucho tiempo, por lo que le pareció la mejor opción sin abusar de la confianza del matrimonio Kavanagh.

Mientras preparaba la mezcla para las tortitas, el aroma del café recién hecho se esparcía por toda la cocina lo que hizo ganarse un suspiro de la persona que entraba en ese momento.

—¡Oh mi Dios! No hay nada como despertar con el aroma de café recién hecho —dijo la morena asiática con una sonrisa caminando hasta la cafetera y sirviéndose un poco del contenido —Buenos días Yulia, te has levantado con buen ánimo esta mañana, al parecer.

Yulia levantó su mirada hacía la mujer que se había sentado en uno de los taburetes detrás de la barra y sonrió.

—Buenos días Yuri, pues creo que estoy de humor para cocinar y también es una manera de agradecerles a los señores Kavanagh —respondió con simpleza volviendo a su tarea.

Yuri examinó a la pelinegra, sentía curiosidad sobre la mujer. Pero no la malinterpreten. Solo quería saber un poco más de la joven frente a ella, nunca se sabe donde podrás encontrar un nuevo amigo o aliado.

—Parece que has tenido una buena noche, ¡Eh! —comentó un poco sugerente, pero no recibió respuesta de vuelta. Sin embargo, pudo notar que Yulia apretaba con más fuerza el mango de la paleta con la que batía la mezcla —Bueno… Y ya que estamos aquí, ¿Quisieras contarme algo sobre ti?

Yulia esta vez la miró con extrañeza. Eran completas desconocidas, ¿Porqué querría esta mujer saber algo sobre ella? Sin embargo, tras considerarlo un momento supuso que no había problema alguno, igualmente no se volverían a ver.

—Bueno… ¿Y algo como qué?—preguntó dejando la mezcla de lado para empezar con los huevos.

—Pues, anoche mi esposa y yo hemos contado sobre nuestras profesiones, me gustaría sabes a que te dedicas, por ejemplo.

Yulia se giró dándole la espalda a la morena asiática, pues ya empezaría a cocinar las tortitas y los huevos revueltos.

—Tengo el título de chef, pero por el momento me encuentro a cargo del bar familiar.

—Interesante, debí suponer que tendrías algún tipo de conocimientos gastronómicos, después del exquisito estofado que hiciste para la cena y debo decir que esas tortitas no se ven nada mal tampoco.

—No es para tanto, cualquiera podría hacerlo —dijo la pelinegra y se encogió de hombros.

—Y puedo preguntar por qué no te encuentras ejerciendo como Chef ¿O eso sería entrar a terreno personal?—preguntó intrigada Yuri, la pelinegra había hecho maravillas con lo poco que había para la cena de anoche y ella podía dar fe de ello, pues había probado muchos estofados antes, pero nunca probó un pollo tan jugoso como el que Yulia había preparado. Podría estar segura que invertir algo de tiempo investigando sobre ella, le serviría para un futuro.

Yulia tensó su espalda y eso la morena asiática pudo notarlo.

—La verdad, quisiera no hablar sobre ello.

Yuri comprendió que tal vez había preguntado demás cuando apenas iniciaban la conversación. Decidió no incomodar más a la mujer y cambió de tema.

—Entonces, ¿Con qué Chefs has trabajado?

Yulia se relajó ante el cambio de tema y empezó a contarle sobre su experiencia por las ciudades de afuera y los Chefs que había conocido durante su periodo de estudio.

El tiempo corrió rápido y ambas mujeres habían sentido una pequeña conexión entre ellas gracias a las cosas en común sobre la pasión por la gastronomía. Los temas fueron surgiendo sin volver a lo personal.

La pelinegra ya tenía todo listo y luego de servirle un plato a la morena asiática, se dispuso a preparar en una bandeja aparte con la intención de llevárselo a la pelirroja hasta la habitación. Sabía que eso sería raro viniendo de ella, pero lo había decidido al despertar y quería obtener una sonrisa de la hermosa mujer de ojos verdes y grises.

—¡Vaya! Pero que bien huele por aquí —anunció una muy sonriente rubia abrazando por la espalda a su esposa y dejando un dulce beso en sus labios—Buenos días amor y buenos días para ti también, Yulia. —
Saludó con una sonrisa a la pelinegra que le devolvió el gesto.

—Buenos días Sica, aquí la Chef Volkova, ha preparado el desayuno para todos esta mañana.

—Oh, perfecto. Estoy famélica —Dijo la rubia sentándose en el regazo de su esposa quien le dio un trozo de la tortita en la boca — ¡Dios! Esto está delicioso.

Yulia rodó los ojos.

—Son solo tortitas —dijo y la rubia río.

—Créeme, para mi hacerlas son toda una labor.

—No sé de que hablas cielo, tus tortitas son mis favoritas—dijo y le dijo un beso en la mejilla a su mujer que la miraba con cariño.

—Lo dices porque me amas, y porque sabes lo mal que te iría al decir lo contrario.

Yuri sonrió y se encogió de hombros para darle otro bocado de su desayuno a Jessica.

Yulia observaba la escena con una sonrisa, pero la verdad era que se sentía nostálgica con lo afectivas que se mostraba la pareja. Ella anhelaba algo así para su vida. Recordaba haber compartido momentos dulces con su antigua pareja, pero ahora rememorarlos solo le traía dolor.

Sacudió su cabeza a los lados y fue hasta el refrigerador para tomar una jarra de zumo de naranja natural que allí se encontraba. Sirvió un poco en un vaso y junto con una taza de café los dejó en la bandeja con el desayuno para Elena.

—Que romántica ¿Llevarás el desayuno a la cama para tu esposa? —preguntó Jessica.

—Yo… Si, es que quiero sorprenderla —respondió Yulia algo apenada.

—Seguro estará encantada —mencionó Jessica y su esposa asintió de acuerdo. Ambas notaron el ligero rubor en las mejillas de la menuda mujer y sonrieron.

—Entonces, nos vemos después. Disfruten del desayuno —anunció tomando la bandeja en sus manos e iniciando su camino hasta la habitación—Pueden tomar un poco más de tortitas para ti Jessica, he preparado suficientes.

Jessica asintió y colocó los brazos alrededor del cuello de su esposa para besarla y ella apretó su agarre en su cintura.

— Hacen una pareja encantadora —mencionó Yuri al terminar con el beso.

—Lo son. ¿De qué hablaban antes de que yo llegara?

—Sólo sentía curiosidad por ella, es una mujer inteligente y es… —la morena iba a continuar pero la mirada fría que le dirigía su esposa le hizo retroceder y pensar mejor sus palabras—Es decir, me pareció que hizo un gran trabajo con la cena de anoche y sólo quise saber sobre ella, profesionalmente hablando, cariño. Ninguna mujer se compara a ti. Tú eres perfecta Sica baby.

Jessica sonrió y le dio un casto beso a la morena asiática. Yuri respiró aliviada.

—Mmm, y ¿Que descubriste entonces?

—Resulta ser, que es titulada como Chef y trabajó con grandes cocineros reconocidos. La verdad es que me he sorprendido y le he ofrecido mi número de teléfono para contactar en algún momento si ella decidía regresar a los restaurantes. Para mí no sería problema recomendarla con alguno de mis amigos.

Jessica observó a su mujer y sonrió. A pesar de ser sumamente estricta en cuanto a sus críticas para su revista, Yuri siempre se ha caracterizado por buscar nuevos talentos que puedan ofrecer novedades al mundo culinario. Si le ofreció su ayuda a la pelinegra era seguramente porque había visto algo en ella.

—Me parece muy bien amor, pero ¿Por qué no se encuentra ejerciendo profesionalmente?

—Al parecer es un asunto delicado, yo he tenido la misma curiosidad, pero al preguntarlo noté su incomodidad y se negó a contestar.

Jessica asintió y ambas continuaron su charla con otros temas dejando atrás la cuestión con Yulia.

Mientras tanto, una sonriente Yulia pasaba por la sala de estar para dirigirse hasta la habitación cuando el sonido de la voz de Elena cerca, la detuvo. Giró un poco su cuerpo y la encontró sentada junto al teléfono manteniendo una entretenida conversación. Sabía que debía tratarse de su novio y eso le hizo borrar su estúpida sonrisa, pero igualmente no se movió del lugar y continúo escuchando la conversación aunque eso fuese invadir su privacidad.

—Realmente lamento no estar allí contigo amor —Decía Elena con voz triste— No te imaginas lo que he vivido estos últimos días.

—Oh cariño, ¿Peor que cuando perdieron mi equipaje en Barbados?—respondió Aleksandr. Y Elena rodó los ojos.

—Si Sash, diez veces peor que eso. Te extraño, no veo la hora de volver a verte.

Ante esas palabras, Yulia sintió como si le hubiesen dado una patada en el estómago.

—Bueno, quizás esto te anime un poco. Llamaron de las oficinas en Beacon Hill, ¡El apartamento es nuestro! —anunció el hombre, emocionado.

Elena sonrió, le alegraba saber que el piso por el que tanto habían luchado por fin era de ellos luego de tantas entrevistas. Obtener un piso en esa área de la ciudad, era sumamente difícil.

—¡¿Qué?! —exclamó en voz ligeramente alta, pues aún era temprano y no sabía si ya estaban todos despiertos en la casa.

—¡Sí! Acabo de hablar con Oksana y me lo ha informado ¡Es nuestro, amor!

—¡Eso es magnífico, Aleksandr! Vivir juntos en nuestro propio apartamento será maravilloso, cariño. Es justo lo que necesitaba oír esta mañana.

Yulia que se encontraba de pie inmóvil en el pasillo, apretó con fuerza los costados de la bandeja. Pero que tonta había sido. ¿Por qué creería que Elena esperaba compartir con ella esa mañana? Ella sólo había estado desesperada por estar con su novio desde que puso un pie en el bar.

Había sido ilusa al pensar que ella sería la causante de alegrar la mañana de la pelirroja con el desayuno que preparó para ella.

—Nos está saliendo todo muy bien, ¡Me siento tan entusiasmada!—continuó Elena.

—Tenemos que celebrarlo en grande cuando llegues.

—Claro que sí.

—Date prisa cariño. No sabes cuánto te extraño y muero por verte.

—Yo también, Sash.

Y con eso último, Yulia decidió que no necesitaba escuchar nada más. Se dio la vuelta y caminó de regreso a la cocina.

Dejó la bandeja con el desayuno en la barra y tomó una manzana del recipiente con frutas que estaba en medio, pues no había comido nada pensando en compartir de las tortitas con Elena. Caminó con gesto serio hasta el ventanal nuevamente y esta vez no sentía la misma paz que más temprano.

«Acéptalo Yulia, no tenías posibilidades con ella desde el principio» Se reprochó a sí misma.

Un inexplicable malestar se había asentado en su estómago después de haber escuchado como la pelirroja hablaba con tanta emoción con su novio y le decía que lo extrañaba. Era obvio. El hecho de que no la hubiese rechazado cuando la besó no significaba nada, solo había sido por compromiso y para no quedar mal frente a las otras parejas. ¿Qué rayos había pasado por su mente al pensar que podría sentirse aunque sea un poco atraída hacia ella? Ni siquiera sabía si ella gustaba de mujeres, por todos los cielos.

Se cruzó de brazos y cerró los ojos tratando de calmar la mezcla de sentimientos que tenía, pero se vio interrumpida por la voz de la persona que entraba en ese momento a la cocina.

—Buenos días —saludó Elena con una sonrisa caminando hasta donde se encontraba apoyada la bandeja con el desayuno.

Yulia abrió sus ojos y se giró para mirar con frialdad a la sonriente mujer.

—Aja… —respondió.

—¿Esto es para mí? —preguntó señalando la bandeja.

—Aja —repitió sin mirarla y encogiéndose de hombros mientras mordía la manzana.

Elena notó la actitud fría de la pelinegra, pero prefirió no preguntar. Llevó un bocado de las tortitas a su boca y sonrió de gusto. Yulia la miró de soslayo. Un intento de sonrisa quiso brotar de sus labios al notar la felicidad con la que Elena comía de lo que había preparado para ella, pero recordó lo que había escuchado y el porqué del buen ánimo de la pelirroja y la borró de nuevo para continuar comiendo su manzana.

—¡Buenos días, tortolitas! —Saludó un sonriente Noah a las mujeres vestido aún con su pijama— ¿Durmieron bien, no? —dijo más como afirmación que pregunta, guiñando un ojo a la pelinegra.

Yulia solo sonrió brevemente sin mostrar los dientes como respuesta.

—Sí, gracias. Buenos días, Sr. Noah —respondió Elena limpiando un poco de la miel que había ensuciado un costado de sus labios.

—Entonces ¿Cuál es el plan de hoy? —preguntó el hombre sirviéndose una taza de café—Por cierto Yulia, muchas gracias por preparar el desayuno para todos. A Liam le ha encantado, pero dice que no te
hubieras molestado.

Elena dirigió su mirada a la pelinegra que se encogía de hombros para restarle importancia a lo que había dicho el hombre. «Así que esto fue preparado por ella» pensó. La verdad todo estaba muy rico, sin duda
Yulia no mentía con respecto a sus conocimientos culinarios.

—No ha sido nada, me ha provocado prepararles algo como agradecimiento —contestó neutral la pelinegra.

—Bueno, yo me voy a Dublín —respondió luego Elena y Yulia sólo la miró.

—No será hoy, querida.

Elena frunció el ceño ante la negativa de Noah.

—¿Por qué no?

—Es domingo. “Nunca empieces un viaje en Domingo, o cuando hay luna llena” —respondió el hombre. La pelirroja rodó los ojos y negó con la cabeza.

—No creo en supersticiones —dijo riendo por lo bajo.

—¿Qué me dices de los horarios de trenes? ¿Crees en eso? —refutó alzando una fina ceja, pero Elena no parecía entender aún, por lo que agregó:—Es domingo, no hay trenes.

Y la información fue captada al final por Elena como balde de agua fría.

Yulia levantó las cejas ante la información, pero continuó aparentando indiferencia.

—No hay trenes —afirmó más que preguntando Elena.

—Nop —confirmó el hombre.

—¡Por el amor de Dios! —Exclamó sin levantar la voz la pelirroja y cerrando los ojos un momento mientras apoyaba sus brazos en la barra, para luego abrirlos nuevamente—Debo estar en Dublín el 29. Mañana.

—¿Por qué, querida?—intervino esta vez Yulia quien se había apoyado también en la barra y tenía el mentón apoyado en una de sus manos mientras observaba a la pelirroja con una ceja alzada.

Elena la observó y quiso contestarle con sarcasmo, pero recordó que no estaban solas y se quedó en silencio solo mirándola con odio. Yulia sólo alzó la otra ceja con gesto de incredulidad falsa, esperando la respuesta de ella.

—Bien. De acuerdo… —dijo resignada Elena dirigiendo su atención al hombre— Sr. Noah, usted tiene auto ¿No?

—Oh claro que sí —respondió el hombre con una sonrisa oculta por la taza de café mientras tomaba.

—Okay, entonces usted podría llevarme hasta allá. El dinero no es problema, yo podría pagarle una gran suma de dinero a cambio de ese gran favor —preguntó con una sonrisa para tratar de convencer al hombre que asentía ante sus palabras.

Yulia abrió la boca incrédula, y esta vez en serio. «¿Qué, esta mujer no tiene límites?» pensó y puso los ojos en blanco negando con la cabeza.

—No —respondió Noah. Elena borró su sonrisa— No es por el dinero, pequeña. Es por Liam. Él tiene el auto, se fue a hacer las compras de la semana.

Elena estaba con la boca abierta, no podía creerse su mala suerte.

—P…Pero cuando regrese, puede decirle…

—Va regresar muy tarde —interrumpió el hombre y ella río irónica— Es un largo viaje hasta Dublín.

Yulia quien había decidido continuar comiendo su manzana mientras ellos discutían, se quedó paralizada con la fruta en la boca al escuchar lo último y miró a la pelirroja quien parecía haber visto un fantasma.

—Espere… ¿Dónde está él? —preguntó cuando se recobró de la información.

—En Dublín —finalizó Noah.

Elena se quedó inmóvil en su lugar. «¿Qué en el mundo había hecho ella para que todo estuviese en su contra?» Lanzó una maldición internamente. Esto era increíble.

Yulia se acabó la manzana y lanzó el sobrante del centro al cesto de la basura encestando de una en su interior.

—¡Bingo! —gritó un poco Noah como si de una porrista se tratara y Yulia sólo hizo una mueca y levantó los brazos como si celebrara con la boca llena de manzana aún.

Elena la miró nuevamente con odio y ella desvió la mirada. La pecosa giró en sus tacones y salió de la cocina hecha una furia.

Yulia sonrió y la siguió.

~~*~~

—Muchas gracias por todo Sr. Kavanagh —agradeció Elena con una sonrisa al hombre que se despedía de ellas con un corto abrazo desde el umbral de su puerta. Después de todo, no era su culpa que el destino estuviese en su contra.

—Es cierto, muchas gracias. Y por favor dígale a su esposo que le agradezco mucho por haber lavado mi ropa —agregó Yulia quién ya tenía puesto su abrigo, pues la pelirroja había decidido ir a la estación de trenes en caso de remota posibilidad de que se encontrara con un tren disponible y con Dublín como destino.

Era tonto, lo sabía. Pero a pesar de todo “Eran un matrimonio” y no podía quedarse allí mientras “Su esposa” caminaba sola todo el camino.

—Fue todo un placer conocerlas —mencionó Jessica abrazando primero a la pelinegra y luego a la pelirroja, seguida por su esposa que hizo lo mismo.

—El placer es nuestro, chicas —respondió Elena correspondiendo el abrazo de la rubia y de Yuri.

—¡Y Yulia! —Gritó Yuri cuando las mujeres ya habían empezado a caminar— ¡No te olvides de lo que hemos hablado! ¡Llámame!

Yulia asintió en afirmación y con una sonrisa se despidió de ella sacudiendo su mano.

—¿De qué habla? —preguntó Elena mirándola con recelo. Yulia la ignoró continuando sus pasos y la pelirroja sólo bufó molesta—Está bien, no es mi problema.

Elena se adelantó a ella arrastrando consigo al pobre Louis que hacia resonar sus ruedas sobre la grava del camino.

Yulia caminaba tranquilamente detrás observando como la pelirroja murmuraba algo que no logró escuchar claramente, pero se notaba que eran quejas.

—¡Hey! Elena… —llamó y no recibió respuestas solo el paso más acelerado de la pelirroja que la ignoraba. Rodó los ojos— ¡Detente un momento!

Elena se giró con cara de pocos amigos.

—¡¿Qué?! ¿Qué quieres?—escupió enojada.

—La estación de autobuses esta hacia el otro lado —informó en tono neutral, no quería hacerla enfadar más. Por increíble que parezca, entendía un poco su frustración.

Elena la miró y luego miró al cielo como pidiendo paciencia, o tal vez quejándose con Dios. No lo sabía ella.

—Bien —dijo y sin más caminó de regreso en la dirección contraria.

Yulia también miró al cielo por un momento, pero para ver como las nubes grises empezaban a acumularse. Sin embargo, no dijo nada más y caminó siguiendo los pasos de la pecosa.

Unas horas habían pasado cuando Elena sintió como algo pequeño la golpeaba en la cabeza y se giró para mirar a la pelinegra que se encogió de hombros.

—¿Qué? —preguntó sin entender por qué la miraba retadoramente. Elena no respondió y siguió andando.

Pero nuevamente sintió como algo pequeño la golpeaba y se llevó la mano al lugar para luego girarse esta vez furiosa con la pequeña. ¿Qué tan inmadura podía llegar a ser la irlandesa como para lanzarle rocas para molestarla?

—Basta —dijo.

—Pero si no he hecho nada.

Entonces muchos grumos de hielo empezaron a caer del cielo.

—Es granizo —dijo Yulia con una sonrisa burlona señalándole el cielo a la mujer que la miraba dispuesta a patearla.

—¿Estás bromeando? —dijo Elena mirando al cielo.

Yulia se acercó hasta estar frente a ella y se quedaron mirando por unos segundos. Luego sin explicación alguna, Elena estalló en una carcajada que convirtió sus ojos en medias lunas y Yulia la imitó.

—¡Corre! —Dijo tomándole la mano para empezar a correr, ambas manteniendo la risa— ¡Vamos!

Ambas mujeres apresuraron su andar hasta llegar al umbral de una puerta de gran tamaño. Se detuvieron por un momento allí para tomar aire y sacudirse un poco el granizo del cuerpo.

—¡Vaya, Katina! Tú sí que debiste haber hecho algo terrible en tu vida pasada —Dijo Yulia risueña— ¡Que tienes la maldita ley de Murphy pegada a ti!

Elena sólo pudo reír aún más ante la broma de la pelinegra, porque de cierta manera ella también lo pensaba.

—Es verdad, quizás fui alguna reina dictadora o algo así… —dijo con una sonrisa y observando el pequeño lugar dónde estaban y la puerta que parecía no estar asegurada—¿Crees que podríamos abrirla y ver que hay detrás?

Yulia no escuchó la pregunta que le habían realizado pues se encontraba hipnotizada por la sonrisa de la pelirroja. Notó como su cabello se encontraba ligeramente despeinado por las veces que se lo sacudió para retirarse los granizos. Algunos mechones rebeldes se había posado en el costado de su rostro y ella no pudo contenerse a extender la mano para acomodarlos detrás de su oreja.

Elena se giró antes de que la pelinegra cumpliera su objetivo. Yulia retiró la mano rápidamente hacia su hombro y haciendo como le limpiaba algo allí.

—¿Te pasa algo? —preguntó Elena extrañada por la actitud de la más baja.

—¿Qué? Nada, es que tenías una pelusa.

—Mmm —respondió no muy convencida, pero lo dejo pasar— Entonces, ¿Crees que podamos?

—¿El qué? —respondió sin entender a lo que se refería.

—¡¿Qué no me estabas escuchando?! —preguntó con la ceja en alto, una risa se le escapó al ver los gestos de confusión en el rostro de la pelinegra—En fin, te preguntaba si crees que podríamos abrir la puerta.

—Oh, bueno. Podríamos intentarlo y ver si encontramos un lugar mejor para esperar a que la lluvia de granizo se detenga.

Elena asintió y ambas empujaron la puerta que no tenía perilla, sino un pasador de hierro algo grande y oxidado. Para su sorpresa al abrir con un poco de esfuerzo la pesada puerta se encontraron con un camino que subía hasta el final de una colina donde se podía observar una gran casa colonial.

—¡Rayos! ¿Que en este pueblo todo son colinas y tierra mojada?—se quejó la rusita haciendo un puchero con sus labios y arrugando el entrecejo. Yulia río.

—¡Oh! La princesa tiene miedo de que se le arruinen otro par de tacones… —se burló.

—Serás idiota —dijo palmeándole el brazo y la pequeña se sobó el lugar riendo.

—Vamos perla… Una carrera. Quien llegue en segunda llevará el resto del camino a la otra en su espalda —propuso con una sonrisa ladeada y con las cejas en alto expectante.

—Espero que tengas piernas fuertes Yulia, porque ni con estos tacones perderé ante ti.

—Bien. A la cuenta de tres.

—Uno —inició la pelirroja.

—Dos —dijo Yulia preparándose para correr, pero Elena se rehusaba a cargar con ella luego y sabía que sus zapatos la dejaban en desventaja, así que sin esperar el siguiente numero empezó a correr arrastrando descuidadamente al pobre Louis.

—Y Tres… —finalizó negando con su cabeza y corriendo detrás de la pelirroja con una sonrisa.

Ambas reían mientras en momentos debían sostenerse del brazo de la otra pues, entre los baches del camino, la tierra blanda y la lluvia, era muy fácil perder el equilibrio y resbalar.

—Vamos… —dijo Yulia tomando su mano pues Elena se había quedado atrás y la verdad no quería que ninguna de las dos terminara rodando colina abajo.

—Es que mi maleta me detiene —se excusó. Yulia fue hasta detrás de ella y levantó la maleta de un lado, mientras ella sostenía el otro y así por fin ambas terminar su camino hasta llegar a la puerta del lugar.

—¡Está bien! ¡Tengo a Louis!—dijo y corrieron de nuevo.

—¡Auch! ¡Me pinchan! —se quejaba divertida Elena por el granizo que golpeaba sus cabezas.

—¡Son como pelotas de Golf!

Entre risas y apuro por entrar, no se dieron cuenta del que la casa en realidad era una iglesia estilo rural y vaya que fue una sorpresa con lo que se encontraron.

Con un empujón del hombro de Elena las puertas se abrieron y se toparon con un grupo de personas vestidas elegantemente y el interior estaba completamente decorado con arreglos florales blancos y telas del mismo tono.

—¡Dios Santo! —se escuchó que dijeron algunas de las personas al verlas entrar.

«Oh. Mierda» gritaron mentalmente ambas mujeres con los ojos abiertos como platos.

La pareja de novios de pie al final del salón frente al cura, las miraba sin entender, al igual que todas las otras personas que se giraron en su dirección.

—¿Hay alguna causa o impedimento por el que este hombre y esta mujer no deben unirse en sagrado matrimonio? —preguntó el cura señalando a la pareja y obteniendo la atención nuevamente de las personas, esperando la respuesta de las desconocidas que permanecían en silencio e inmóviles en la entrada de la iglesia.

Y todos en efecto dominó giraron sus rostros para esperar igualmente lo que dirían las chicas.

Elena miró nerviosamente a Yulia quien salió de su aturdimiento para responder.

—No, no padre. Prosiga —respondió y Elena miró al cura con una sonrisa de disculpa—Seguramente saben lo que hacen —finalizó.

—Bien —dijo el padre y la pareja de novios sonrió grande con alivio al igual que el resto de los presentes—En ese caso, son bienvenidas. Pueden tomar asiento.

Y eso hizo la pareja de mujeres, una sonriente por la emoción de poder presenciar la ceremonia nupcial y la otra con incomodidad.

Todo el protocolo de bodas siguió su curso normal y Yulia no veía la hora de poder salir de allí. De no haber sido por la lluvia fuera, se habría dado la vuelta y retirado desde ver a la mujer con vestido de novia.
Sin embargo, para su mala suerte. Tanto la pareja de recién casados como la familia de cada uno, eran personas demasiado amables y al enterarse de que eran “una pareja” las invitaron a unírseles para la celebración en el jardín trasero de la iglesia. Yulia se vio obligada a aceptar, pues la pelirroja no había dudado ni un segundo en decir que sí, después de felicitar a la pareja.

~~*~~

La lluvia de granizo se había disipado y todos los invitados se encontraban sentados en las mesas perfectamente organizadas debajo de varios toldos ubicados unos metros lejos del hermoso lago. Era una vista increíble y todo se veía realmente lindo en conjunto con los arreglos florales.

Elena y Yulia fueron ubicadas en una mesa cercana a la barra de bebidas improvisada que habían armado. Estaban sentadas una al lado de la otra con la mirada en la mesa principal dónde se encontraban los familiares principales de la pareja y los recién casados que compartían sonrisas cómplices con las manos entrelazadas.

—Vamos. Dublín. Deberíamos ir yéndonos ya… —decía Yulia tomando una copa de vino que le ofrecía uno de los mesoneros y tomó otra para la mujer a su lado.

—No. El cura nos va llevar a la estación de autobús cuando termine la celebración —respondió con una sonrisa aceptando la copa que le ofrecían y dirigiendo su mirada a la pareja de esposos.

—¡Podemos caminar! —exclamó en voz baja observándola casi con suplica.

—No voy a caminar otras cuatro horas con estos zapatos Yulia —dijo de forma definitiva haciendo que la pelinegra pusiera los ojos en blanco—Además… Mira lo hermoso que se ve todo, el lago, las montañas, los arboles… Ellos.

Yulia dirigió su mirada a la misma dirección en la que veía la pelirroja para encontrarse con la pareja de recién casados besándose y riendo. Hizo una mueca de disgusto.

—Odio las bodas —soltó, pero sin despegar la mirada de ellos.

Elena arrugó su ceño y se giró un poco para mirar a Yulia con suspicacia.

—¿Por qué, porque ellos se ven completamente enamorados y felices? —picó sonriendo y tomó un sorbo de vino sin dejar de mirarla de soslayo esperando su reacción, como no obtuvo más respuesta que un gesto neutral, agregó: —¿Es eso tan ofensivo para ti?

Yulia al escuchar lo último, levantó su mirada un momento para dedicarle un gesto de fastidio.

—Sí.

Elena siguió.

—¿Sabes? Tienes opiniones aleatorias y una muy mala actitud —dijo y Yulia empezaba a molestarse—¿Pero tú qué sabes? No eres casada y obviamente nunca te has comprometido.

Ante eso último, la pelinegra cambió su expresión y bajó su mirada al suelo pensativa por unos segundos.

—En realidad sí lo estuve —Dijo levantando su rostro y mirándola fríamente. Elena se giró tan rápido al escucharla que su cuello dolió—Una vez —finalizó para desviar su mirada y tomar de su copa de vino acabándose el contenido de un solo trago.

Elena no pudo comentar más. Algo se había removido dentro de ella con esa respuesta y sólo atinó a quedarse en silencio. Tal vez había ido demasiado lejos con su intento de broma.

El ambiente incomodo que se había generado entre ellas fue interrumpido por el sonido del cristal siendo golpeado ligeramente con algo duro llamando la atención de los presentes y ambas llevaron su atención hacia la hermosa rubia que se encontraba de pie con un micrófono en su mano con una sonrisa emocionada y con su esposo observándola con amor.

—Disculpen… No quiero interrumpir esta linda fiesta, pero quiero aprovechar este momento para decir unas palabras de agradecimiento a mi esposo —anunció y el hombre sonrió aún más si eso era posible dejando un beso en la mano de su esposa que sostenía con la suya.

Elena sonrió un poco viéndolos. Yulia los miraba atentamente con gesto pensativo.

—Cariño, te ruego que nunca robes, mientas ni engañes.

Pero si debes robar, róbame las penas.

Y si debes mentir, miente conmigo todas las noches de mi vida.

Para ese momento, Yulia tenía los ojos enrojecidos y las lágrimas amenazaban con escapar en cualquier momento. Pero siguió escuchando las palabras de la mujer con nostalgia.

—Y si debes engañar, engaña a la muerte por qué no podría vivir un solo día sin ti.

Elena tuvo la necesidad de observar a la mujer a su lado y se encontró con una Yulia con las facciones endurecidas y los ojos enrojecidos. «¿Está a punto de llorar?» se sentía confusa por el estado de la pelinegra y su corazón de contrajo al ver como una lagrima rodaba por el perfil de Yulia.

—¡Salud! —finalizó la novia y todos brindaron con ella a excepción de Yulia que se había percatado de la mirada penetrante que le dirigía Elena y limpió rápidamente la lágrima rebelde que se le había escapado para levantarse de su asiento, retirándose del lugar.

La pelirroja la siguió observando por unos minutos dudosa sobre si debería seguirla o no. Se moría por saber por qué había llorado, pero no creía prudente ir hasta ella y preguntárselo. Después de todo, ellas no tenían la suficiente confianza como para invadir el terreno personal de la otra. Podía ver como Yulia se alejaba cada vez más hacia el lago.

No supo en qué momento, pero cuando se dio cuenta, ya se encontraba siguiendo los pasos de la pelinegra hasta encontrarla apoyada en un árbol caído a pocas distancia de la orilla del lago.

Yulia se mostraba seria con la mirada puesta en las montañas y las manos dentro de los bolsillos de su abrigo. Notó la presencia de la pelirroja pero no se giró a verla en ese momento.

—Hey… ¿Estás bien? —preguntó en tono suave una vez estuvo a sólo unos pasos de la ojiazul.

Yulia la miró un momento y asintió para desviar su mirada de nuevo.

—Sí, perfectamente. Es sólo que hace mucho calor allí —respondió evadiendo la verdadera razón de la pregunta.

Pero Elena no se daría por vencida y manteniendo el tono suave, lo intentó nuevamente.

—¿Quisieras hablar sobre ello? —preguntó mirándola con interés y Yulia sonrió con arrogancia para luego girar su rostro hacia ella.

—Escucha... Perla —empezó y nada bueno podía venir de su boca con la actitud odiosa que había tomado—No estás en los Rusia. Estás en Irlanda. Así que toma un trago y cállate.

Todas las palabras fueron pronunciadas con fastidio y rudeza junto a una sonrisa irónica.

Elena aunque no quería aceptarlo, se sintió herida y a la vez molesta por como la estaba tratando.

—Yo sólo quería ayudar… No tienes que ser tan ruda —dijo cruzándose de brazos dispuesta a retirarse, pero se detuvo al escuchar como Yulia bufaba.

— ¿Ayudar? —rió imitando la posición de la pelirroja. Elena tensó su mandíbula por la burla.

—Sí —dijo entre dientes.

—Que gracioso… La mujer que está desesperada por llegar a Dublín y toma la decisión más importante de su vida en base a una tradición ridícula, que francamente, es una estupidez con letras mayúsculas —Dijo bañando cada palabra con cruel sarcasmo sin importarle lo que causaría en Elena— Así que gracias, pero no soy yo quien necesita ayuda. ¿Okay?

Por su parte, la pelirroja había quedado sin palabras por la frialdad con la que cada palabra había salido de la boca de Yulia. No sabía si era enojo o dolor lo que sentía, pero de lo que si estaba segura es que se sentía lastimada y decepcionada.

Se supone que eso era totalmente su decisión, y la pelinegra no tenía ningún derecho en opinar sobre su vida y decisiones de esa manera.

—Eres una idiota —escupió con rabia— Y no es una estupidez.

Yulia sólo le dio una sonrisa de lado con burla.

—Es romántico. Si tú tienes algún maldito problema con el amor y el romance, pues guárdate tu mierda y no te metas en donde no se te ha pedido. Es mi decisión lo que decida hacer con mi vida y MÍ novio —dijo con los ojos aguados por las lágrimas que sin saberlo se habían acumulado allí y las mejillas rojas de la rabia, observando a Yulia con dolor y aguantando sus ganas de abofetearla por ser tan idiota con ella.

Yulia la observó sorprendida por el uso de las palabras malsonantes que había utilizado y cuando la vio girarse para retirarse a pasos largos, se dio cuenta que se había pasado con lo que había dicho al percatarse de la mirada dolida que le mostró. No sabía si era por la misma ira que le había causado con sus palabras o si la había lastimado, pero ella empezó a sentirse realmente mal.

Era una imbécil. Se había dicho a sí misma que no tenía que entrometerse. Pero las palabras de aquella mujer la habían hecho viajar a aquellos dolorosos días y la rabia por lo sucedido la invadió. Cuando notó que la pelirroja se había percatado de su vulnerabilidad aumentó su enojo por no saber controlarse.

Sin embargo, eso no la excusaba. No debió haber pagado sus problemas con Elena, ella sólo se había acercado a ella con la intención de escucharla en caso de que quisiera hablar.

«Mierda» gritó ofuscada llevando sus manos a su cabello y despeinándolo.

En verdad se sentía realmente mal.

Que tenía que disculparse. Tenía que hablar con ella cuanto antes.


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Mensaje por mary 8/25/2019, 9:36 pm

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Mensaje por Fati20 8/25/2019, 11:00 pm

Sube otroooooo para saber la historia de Julia
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/29/2019, 2:20 am

Capítulo sad Crying or Very sad Crying or Very sad Sad



Un duro despertar

≈12≈





El atardecer había dado paso al azul oscuro de la noche y Yulia que aún se encontraba apoyada en el árbol frente al lago, decidió que era momento de ir en busca de la pelirroja y disculparse por su actitud.

Lo admitía, el descontrol emocional que la había poseído en ese momento, la llevó a decir palabras que, si bien no eran del todo mentira, no tenían que haber sido dichas de esa forma y menos cuando Elena se había acercado a ella para saber cómo se encontraba. Lo aceptaba, había sido una imbécil y ahora que se encontraba calmada, iría y trataría de arreglar las cosas.

Emprendió su camino de regreso hacia la carpa donde se efectuaba la celebración. Al encontrarse cerca, pudo notar como el sonido de la música folclórica se hacía presente y la mayor parte de los invitados se encontraban en la pista bailando entre pasos alegres y algunos con cerveza en mano mientras entre risas bailaban con sus parejas. Irlanda después de todo.

Al entrar se sacó su abrigo y se lo entregó al encargado de guardarlos con seguridad, miró hacia arriba y notó que la carpa se encontraba adornada con luces de navidad color turquesa y amarillo suave. Se veía realmente lindo. Se abrió paso entre las personas, buscando con su vista a Elena. La encontró sentada de espaldas a ella, a un lado de la barra de bebidas improvisada, con una copa de vino entre sus manos.

Cerró los ojos un momento y dio una respiración profunda, los abrió nuevamente y caminó con paso seguro hacia la pelirroja tropezándose con algunas parejas en la pista de baile.

Por su parte, Elena se tomó de un solo trago su bebida y solicitó al bartender que le colocara uno nuevo. La molestia por lo sucedido con la morena había disminuido un poco. Debía entender que quizá era un tema delicado el pasado de Yulia y preguntarle sobre ello no fue la mejor decisión, pero de igual forma se sentía herida por la forma en que la trató.

Giró su cuerpo un poco para observar la pista de baile, mientras esperaba a que le sirvieran una nueva copa de vino. No tenía idea de cuantas llevaba hasta el momento, pero sinceramente tampoco le preocupaba. Ya sentía como su espíritu fiestero renacía dentro de ella y empezaba a darle igual lo que la prepotente irlandesa tenía para decir sobre sus decisiones. Justo fue en ese hilo de pensamientos cuando notó como la pequeña y delgada mujer trataba de hacerse paso entre las eufóricas personas que bailaban en la pista. No pudo evitar sonreír cuando un chico sin querer, pisó su pie y la morena lo miró tan fríamente que el joven se apartó rápidamente.

La observó un poco más y notó que se dirigía hasta ella, ¿Para qué la buscaba? ¿No había sido suficiente con humillarla antes? El chico de la barra llamó su atención para entregarle su bebida y a los segundos sintió como le tocaban suavemente el hombro.

—Hola —dijo Yulia. Elena se giró para encararla.

—Hola —respondió mirándola fijamente a los ojos.

Yulia al tener los ojos verdi-grises observándola, perdió las palabras del discurso de disculpa que había preparado en su mente antes de llegar hasta ella.

—Escucha. Lo siento ¿Está bien? —Dijo sin desviar su mirada de la pelirroja— No debí actuar de esa manera, no quería hacerte sentir mal o que te molestaras. Solo que… Es sólo que no soy buena para las bodas.

Elena percibió la sinceridad en las palabras de Yulia. Definitivamente, había una historia detrás de toda esa renuencia al romanticismo y el matrimonio era una de las claves para descifrarla.

Realmente quería saber más sobre la morena, pero no tenía derecho. La observó unos segundos más, perdida en aquellos orbes de color azul que resaltaban aún bajo la iluminación tenue de la decoración. No podría asegurar si era por el alcohol que circulaba en su organismo, pero aquellos ojos le parecían más brillantes esa noche. Entonces notó que no había dicho ninguna palabra después de que Yulia se disculpara y salió de su nube para volver a la realidad.

—Bueno, las cosas son mejores con un par de Martinis —dijo ofreciéndole su copa. Yulia sonrió y sintió como un peso se esfumaba de su cuerpo.

—Bien, bien, bien ¡Muchas gracias a todos! —Se hizo escuchar el hombre sobre el escenario frente al micrófono. Una vez la música se detuvo— A continuación, vamos a conceder un pedido especial para las damas de honor. Por favor, todos los que aún están sentados en sus mesas ¡Anímense! ¡Vamos a bailar!

—¿Quieres ir? —ofreció Yulia sonriendo y señalando la pista de baile con un gesto de su rostro.

Elena amplió sus ojos.

—Oh, no… Yo no sé bailar irlandés —dijo negando entre risas nerviosas.

—Oh, vamos. ¿Qué nunca te relajas, mujer?— Yulia la miró con seguridad, sin perder la sonrisa, no aceptaría un no por respuesta. Extendió su mano frente a la pelirroja para que la tomara e hizo un gesto con sus cejas, retándola.

Elena tomó la aceituna de su Martini y la deslizó lentamente por el palillo con sus dientes. Miró a Yulia levantando una ceja y con una confianza renovada.

—Sí. A mi manera, si —tomó la mano que le ofrecían, levantándose de su asiento y la sonrisa de Yulia se hizo más amplia, mostrando su hoyuelo.

—Genial — Apretó el agarre de sus manos y ambas se unieron a las personas en la pista.

En la pista, las personas se encontraban una al lado de la otra tomadas de a mano, formando un circulo. Ambas se ubicaron en un lugar de la formación y la música empezó a sonar nuevamente.

—Esta canción es fácil, te adaptarás rápidamente —dijo Yulia dando un apretón leve en la mano de la pelirroja, quien se mostraba un poco insegura viendo como las otras personas empezaban a moverse con diferentes pasos, pero en perfecta sincronía—No te preocupes, solo síguelos, yo te ayudaré.

Elena la miró y sonrió agradecida, mientras Yulia le explicaba lo que tenía que hacer y ella trataba de imitarla.

Luego de unos minutos entre risas y algunos pasos torpes por parte de la chica, al círculo se empezaron a unir otras parejas, por lo que el tradicional cambio de parejas de baile se llevó a cabo.

Yulia soltó la mano de la pelirroja y tomó de la cintura a una joven, mientras que Elena era tomada por un chico alto pelirrojo y así continuaron divirtiéndose con el baile. Entre cada cambio, ambas mujeres se regalaban miradas furtivas y sonreían cuando alguna se percataba de cómo la otra la observaba.

El ambiente era realmente cálido y los que no bailaban, aplaudían al ritmo de la canción. La joven recién casada, se encontraba en una de las mesas cercanas a la pista aplaudiendo feliz junto a sus familiares.

Elena se encontraba tan relajada en ese momento, que mientras bailaba con otro hombre, esta vez más corpulento que el anterior y con una espesa barba, no se percató de que la habían tomado con dos manos de su cintura y sólo se percató del detalle cuando el joven empezó a girar junto con ella y alzarla algunos centímetros lejos del suelo.

Yulia dejó de bailar y observaba divertida la escena.

La pelirroja continuaba girando en brazos del hombre hasta que uno de sus zapatos se aflojó de su pie y salió volando por el aire generando las risas entre las personas.

Lo que nadie se esperaba, era que ese zapato con un pequeño tacón, siguiera su camino hasta impactar en el rostro de la novia, quien al recibir el golpe cayó de espaldas de su silla.

La música se detuvo, los aplausos se detuvieron. El silencio se apoderó del lugar.

~~*~~

—Lo siento, en verdad, lo siento, lo siento mucho —se disculpaba Elena preocupada, tomando de la mano a la rubia recién casada que sostenía una bolsa de hielo en su frente.

El zapato había dejado la marca del tacón en un costado de la frente de la chica. El golpe había sido fuerte, pero la chica se encontraba bien. Los familiares y amigos las rodeaban en espera de su reacción ante las disculpas de la pecosa y Yulia se mantenía cerca en caso de que debieran huir en cualquier momento.

La rubia respiró profundamente y luego sonrió.

—Bueno, al menos no fue mi esposo el culpable —dijo con gracia y Elena sintió como la tensión se alejaba de su cuerpo al igual que Yulia.

Todos rieron y siguieron con sus asuntos, dispersándose por sus lugares.

—Gracias, realmente me siento muy apenada —dijo Elena y en el intento de acercar su mano hasta el hombro de la mujer, tropezó con la bandeja de uno de los mesoneros que pasaba por allí en ese momento haciendo que una copa de vino tinto cayera sobre la tela blanca del vestido de la recién casada.

La pelirroja lanzó una maldición interna y cerró los ojos esperando la reacción.

—Vaya chica, si que traes problemas ¿Eh? —dijo riendo la rubia, pero su gesto denotaba molestia sin lugar a dudas.

Elena volvió a su ronda de disculpas, mientras ella y las damas de honor daban ideas para tratar de desmanchar la tela.

—Y yo creía que era mala para las bodas —dijo Yulia negando, alejándose del lugar hasta la barra de bebidas.

~~*~~

Unas horas después. Unas muy vergonzosas horas. Elena se encontraba sentada en una roca frente al lago. La luna estaba totalmente llena y ofrecía una suave iluminación por todo el oscuro lago. Este se mostraba brillante ante la luz blanca de la luna.

A su lado, la acompañaba una botella de Absolut Vodka que ya se encontraba sin la mitad del contenido y a lo lejos se escuchaba el sonido de la gaita irlandesa. Luego de aquél patético episodio, la pelirroja había decido alejarse de la fiesta y ahogar su vergüenza en alcohol.

Yulia había seguido sus pasos, pero no se había acercado hasta ese momento, para darle tiempo a solas a Elena. Se ubicó a su lado, pero la pelirroja no la notó y se sirvió más Vodka en un vaso con una mala precisión. Yulia se aclaró la garganta y Elena se giró a ella.

—¡Oh, Yulia! ¡Sláinte!—dijo levantando su vaso hacia Yulia como si brindara y luego bebiendo de él. El líquido corrió un poco fuera de sus labios y se limpió entre risas—Oye… ¿No deberías estarme llevando a Dublín?

Yulia puso los ojos en blanco ante la notable ebriedad de la mujer.

—Bueno, tú solo tienes que decirme cuando —dijo haciendo una leve inclinación de su cuerpo con una mano en su espalda y con la otra haciendo el gesto de quitarse un sombrero inexistente para decir con ironía:—Como siempre, tu leal servidora cumplirá tus órdenes.

Elena, aunque tambaleante, se puso de pie y se acercó a la más baja.

—¿Sabes qué, Yulia? ¿Sabes lo que eres? —dijo tropezando con sus propios pies, hasta estar frente a la morena.

—Uh-hum… —murmuró Yulia observando cada movimiento de Elena. Bueno lo que podía, pues ante la oscuridad de la noche solo ciertos rasgos era lo que podía distinguir gracias a la luz lunar.

—Una bestia —aseguró Elena acercándose aún más a la morena—Eres una verdadera bestia.

Yulia no se movía de su lugar, y la pelirroja estaba tan cerca de ella que podía sentir su aliento etílico, pero no le molestaba. No realmente.

—…Bestia y No. Te. Soporto —repitió golpeando con su dedo índice el hombro de Yulia, haciendo énfasis en cada palabra.

—¿En serio? — preguntó la morena levantando una ceja, la cual pasó desapercibida por la pelirroja.

—Mmm… Pero, ¿Sabes qué? —dijo dando un paso atrás— Ya sé lo que haces.

—Oh… ¿Lo haces? —preguntó esta vez en tono divertido y con ambas cejas en alto. Elena asintió.

—Toda tu bestialidad es… Es como una actuación… Es solo una gran pantalla. Y…y gruñes, y eres ruda, pero… —fue interrumpida por un ligero mareo, pero Yulia la tomó de la cintura y la acercó a su cuerpo para mantenerla en pie— Tú… Tu escondes tus emociones, tu estas sufriendo.

Elena continuó divagando, pero Yulia solo podía concentrarse en lo hermosa que se veía cuando arrugaba el ceño y las muecas de sus labios tratando de decir las palabras con la mayor fluidez que se le permitía en su estado.

—Estás sufriendo… Y tienes… es como si tuvieras una gran espina enterrada en una de tus patas de bestia… —dijo divertida por sus palabras. Sin darse cuenta, tomó por los hombros a Yulia, para luego llevarlos hasta su cuello—Como un león… Sí como un hermoso y encantador león salvaje.

Ambas mujeres se encontraban a escasos centímetros de distancia. Elena se quedó en silencio observando la mirada penetrante con la que la morena la observaba.

Por su parte, Yulia extrañamente se sentía vulnerable, entre sus divagaciones, la pelirroja no estaba muy lejos de la realidad. Pero lo que la hacía sentirse realmente vulnerable era el calor que percibía en sus manos que tenía como prisionera la cintura de Elena. Quizá no estaba bien lo que haría, besarla cuando la mujer se encontraba fuera de sí no se veía correcto, se estaría aprovechando…

Elena apartó su vista de los ojos azules y los posó en los labios de Yulia para luego mirarla nuevamente a los ojos, mientras apretaba sus brazos en el cuello de la morena. Su cuerpo se sentía raro. Muchas sensaciones se acumulaban en su interior, quería besarla. Deseaba con fervor ser besada por Yulia. Aún con su falta de lucidez, estaba segura. Le gustaba la estúpida irlandesa y no entendía porque estaba tomando tanto tiempo besarla.

Cuando Yulia notó como la pelirroja intercambiaba de lugar su mirada de sus ojos a sus labios nuevamente, no pudo contenerse más y mandó a la mierda lo que era correcto o no.

La morena llevó una de sus manos hasta el rostro de Elena para apartar un mechón rebelde de cabello que se había colado en su cara y acomodarlo detrás de su oreja. La pelirroja cerró los ojos ante la sensación cálida del tacto y entreabrió sus labios esperando.

Yulia juntó más sus cuerpos, si eso era posible y con la misma mano que acomodó su cabello, la llevó hasta su mejilla para acariciarla mientras imitaba la acción de Elena, cerrando sus ojos y acercándose para capturar sus labios.

Si la escena fuese vista desde lejos, podría apreciarse perfectamente la figura de dos amantes enamoradas frente al lago, a punto de consumar su amor en un beso, con la luna de fondo.

Pero ninguna de ellas contaba con que la cantidad de alcohol ingerida por la pelirroja, había sido demasiada para su estómago y cuando los labios de Yulia rozaron levemente con los de Elena, ésta sin poder evitarlo giró su rostro y se encorvó hacia el suelo para expulsar todo el contenido gástrico de su estómago hacia fuera. Arruinando completamente el momento y por supuesto, los zapatos de Yulia.

—¡Oh! ¡Pero qué lindo! —exclamó frustrada y asqueada al mismo tiempo. Negó con su cabeza y con una de sus manos tomó el cabello de Elena para que no se le ensuciara. Con la otra, le daba ligeras palmadas en la espalda para ayudarla con las arcadas—Muy bien… Tú sí que sabes de romanticismo, Elena de Moscú.

Elena gruñó, demasiado mareada como para responderle. Yulia se rió.

—Vamos… Vamos, a fuera todo, fuera, fuera… —la animó divertida.

Unos pocos minutos después, Elena se encontraba sentada nuevamente en la roca, frente a una morena preocupada por su estado que se encontraba en cuclillas, observándola. Se notaba débil. Ahora que lo pensaba, la rusita no había comido nada más que el desayuno de la mañana y algunos canapés de la fiesta, sin duda eso no era suficiente para soportar tal consumo de alcohol.

Con un suspiro resignado, se puso de pie sacudiendo sus pantalones. Miró sus zapatos, no estaban tan mal. Se dio la vuelta, dándole la espalda a Elena y colocándose en cuclillas de nuevo.

—Bien, vamos… Súbete —le indicó a la pelirroja quien solo atinó a reírse.

—¿Qué? Estás loca, con ese tamaño no podrías conmigo —dijo, o bueno trató de decir, pues su lengua se sentía entumecida y todo su alrededor daba muchas vueltas—Mejor dile a la otra tú que te ayude y ambas me llevan.

Yulia puso los ojos en blanco «Dios, Zeus, Buda… Por favor, un poco de paciencia» pidió.

—Déjate de tonterías y vamos ya.

Elena no paraba de balbucear y reírse, por lo que Yulia de alguna manera logró acomodarla sobre su espalda y se puso de pie «Mierda, ¿Porque tuvo que venir tan lejos de la carpa?» se quejó al sentir el peso en su espalda, esperaba poder llegar sin que las dos cayeran de bruces al suelo.

En el camino, la pelirroja murmuraba incoherencias sobre bestias, leones y princesas mientras se sujetaba con fuerzas del cuello de Yulia. La morena debía admitir que tenerla así de cerca, y con la respiración en su piel no se sentía nada mal. Definitivamente, nada mal.

—¡Oh! ¡Mi maleta! —exclamó con la lengua enredada.

—No te preocupes, luego regresaré por Louis.

~~*~~

Una vez consiguieron llegar hasta la carpa, Yulia la dejó sentada en una de las sillas para luego regresarse a buscar la valija de la pelirroja y luego ir en busca del hombre que les había ofrecido llevarlas hasta la estación.

El cura se preocupó al ver el estado de la pelirroja, pero la irlandesa le explicó la situación, omitiendo el detalle de la bebida y sólo diciendo que se encontraba agotada por el viaje. El cura le ofreció su ayuda y ambos ayudaron a Elena a caminar hasta el auto.

El camino hacia la estación de buses fue corto, pues a esa hora de la noche ya nadie quedaba en la carretera. No hubo mayor conversación entre Yulia y el hombre, pues así era la personalidad de la morena y Elena, bueno ella se había quedado dormida unos segundos después de recostarse en el asiento trasero.

Llegaron a su destino y Yulia le agradeció amablemente al cura por toda la ayuda y se disculpó por las molestias. Con algunos movimientos, logró despertar a la pelirroja lo suficiente como para no tener que cargarla nuevamente en su espalda hasta la estación.

La morena compró los boletos con destino a Dublín. El autobús saldría a primera hora de la mañana y apenas eran las doce menos cuarto de la noche. Con los pasajes en sus manos, los miró y luego observó a Elena apoyada en la pared cerca de la entrada a punto de caerse de sueño. Suspiró y guardó los boletos en su bolsillo para luego ir por la rusita.

Decidió que lo mejor era esperar en una de las bancas cerca de la parada, pues así podría lograr que la pelirroja se sintiera más cómoda. El área no era insegura, por lo que no se preocupaba por algún robo.

Una vez estuvieron sentadas en la banca, ambas quedaron en silencio, el cual sólo era interrumpido por el cantar de algunos grillos y voces en la lejanía.

Elena se sentía demasiado agotada, no tenía una idea clara de cómo había llegado hasta donde estaba, pero se sentía segura, pues Yulia estaba a su lado. De pronto, el sueño ya fue demasiado como para mantenerse despierta y sus ojos se cerraron.

Yulia se encontraba aún en estado de alerta, por si la pelirroja se sentía en mal estado nuevamente. No la perdió de vista en ningún momento y cuando se quedó dormida en una posición incómoda, no pudo evitar la ternura que le causó. Acercó su cuerpo un poco más a ella, y con delicadeza colocó una mano en uno de sus hombros y con la otra la tomaba suavemente del cuello para halarla hasta ella. La dejó reposar su cabeza en su regazo.

La noche era fría y Yulia notó que entre el apuro por llegar hasta aquí, no tomó la chaqueta de Elena. Ella había tomado la suya antes de ir tras de la pelirroja luego del incidente con la recién casada. Se sintió mal por un momento, pero luego recordó que la rusita tenía otra más en su maleta.

Sin embargo, no quería interrumpir su sueño moviéndose para buscar dentro de Louis. Se retiró su abrigo y arropó con él a la pelirroja quien arrugó su nariz cuando sin querer las puntas del cabello de Yulia la habían rozado, haciéndole cosquillas. Un suspiro inconsciente salió de su boca y se acomodó mejor sobre las piernas de la morena.

Yulia sonrió ante la acción. No le preocupaba el frío. Estaba acostumbrada y tenía dos suéteres sobre su torso. Eso sería suficiente.

Contempló el rostro de la mujer que dormía en su regazo e instintivamente llevó una de sus manos a su cabello para despejar su rostro y luego acariciar su perfil con delicadeza.

Es tan hermosa…

Fue su último pensamiento antes de rendirse ante el sueño y el agotamiento. Sin embargo, una sonrisa permaneció en sus labios.

~~*~~

Un nuevo día se hizo presente… Sí, veintinueve de febrero.

La mujer pelirroja, movió un poco su rostro y sintió una leve punzada en su cuello «¿Qué rayos?» se preguntó y empezó a despertarse. Abrió sus ojos y giró su cabeza para encontrarse con una morena dormida frente a ella. Su cabeza se balanceaba entre cada exhalación y sus labios estaban ligeramente separados. Notó su cabello despeinado y sonrió con ternura. Yulia tenía uno de sus brazos apoyados en el espaldar de la banca y con el otro la rodeaba por la cintura protectoramente. Un sentimiento de calidez llenó su corazón en ese momento y aumentó, al notar como la morena le había cedido su abrigo durante la noche.

La observó por otros largos segundos y luego empezó a levantarse con cuidado para no despertarla. Cuando estuvo de pie, tomó el abrigo y lo colocó sobre el torso de la morena. Llevó una de sus manos a su mejilla y dejó un corto beso en su frente.

Elena dio un paso hacia atrás, tomó su maleta y se alejó del lugar.

~~*~~

No sabiendo si fue la ausencia del peso sobre sus piernas o por causa de su instinto, Yulia despertó unos minutos después. Se talló los ojos con sus dedos y enfocó su vista al frente. Luego miró a su lado notando la falta de una pelirroja y de su maleta. Una punzada de ansiedad atacó su corazón y sus latidos empezaron a acelerarse con temor.

«¿A dónde se había ido?» pensó. Miró a su alrededor y ubicó un autobús que se estacionaba en la parada de una calle al frente de ella. Ese bus señalaba en su letrero eléctrico “Destino: Dublín” en letras rojas y

Yulia se puso de pie rápidamente cuando el vehículo se puso encaminó nuevamente.

No supo cómo, pero sus pies empezaron a correr detrás del bus, pero era imposible, ya se encontraba muy lejos. Se quedó de pie en medio de la calle, sosteniendo su chaqueta con una de sus manos y con la otra se tomaba el cabello.

Increíble… Se ha ido.

Una sensación de pérdida se asentó en su cuerpo y alma. No hizo ningún esfuerzo en contener las lágrimas que brotaron de sus ojos.

La había perdido, aunque nunca había sido de ella.



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Mensaje por mary 8/29/2019, 6:41 pm

😭😭😭😭😭😭😭 mi bebé sufre ya se enamoró

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Mensaje por Fati20 8/30/2019, 3:07 am

No puede haberse ido así Sad sin una nota o algo pobre jul
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/31/2019, 5:37 pm

Hola chicas, cómo han estado? Hoy trataré de subirles dos capítulos ya que mañana será el gran final de la historia.

No fue muy larga como las anteriores, pero tampoco será la última que suba, así que.... espero disfruten de este capítulo de la tanda de hoy.

A leer!!



Dublín.

≈13≈





Increíble… Se ha ido.

Una sensación de pérdida se asentó en su cuerpo y alma. No hizo ningún esfuerzo en contener las lágrimas que brotaron de sus ojos.

La había perdido, aunque nunca había sido de ella.

Es sorprendente lo fácil que puedes llegar a acostumbrarte a la compañía de una persona en tan poco tiempo, el como puedes pasar de la molestia por las manías de una persona a tomarle cariño a esos pequeños detalles que caracterizan a cada individuo. Yulia no esperaba encontrarse en esa situación, en especial, no esperaba encontrarse sola con el sentimiento de melancolía por la partida de la pelirroja y considerando lo egoísta que había sido por no haberse tomado ni la molestia de despertarla y despedirse.

Mientras la morena seguía con su mirada en el camino por el cual el bus había partido…

Una mujer con su maleta en una mano y en la otra una bandeja con dos envases de café, se encontraba a unos escasos metros de distancia observándola a ella con intriga.

Elena había ido hasta la estación y compró los boletos con destino a Dublín. El primer autobús ya estaba a punto de partir por lo que decidió irse en el siguiente que sería unos cuarenta minutos después. Tomó sus cosas y fue hasta el baño del lugar para asearse un poco. Al salir, observó como la morena continuaba dormida en la banca cercana a la parada, por lo que prefirió dejarla descansar un poco más y fue hasta el pequeño café ubicado cerca de la estación.

Luego de pagar por los dos cafés y unos croissants de chocolate, dirigió su mirada hacia el ventanal que le ofrecía una vista de la morena y se sorprendió de ya no encontrarla dormitando en la banca. Buscó desesperada con su mirada por los alrededores, y al no encontrarla sintió una sensación de pánico en su interior. Tomó su maleta y el desayuno, para salir rápidamente del lugar. Lo que no se esperaba era la escena que se presentaba frente a sus ojos, detuvo sus pasos para ver lo que sucedía.

La pelirroja fue capaz de presenciar como Yulia corría detrás de un autobús y luego fallando en su prosecución. Observó como la pequeña morena se detenía en medio de la carretera con su vista perdida en el camino y renegaba con rabia al aire. Algo en su interior se sintió conmovido por lo que había visto. Elena deseaba entender porque la mujer había actuado de esa manera ¿Pensó que iba dentro de ese autobús? ¿Creería la morena que me habría ido sin avisar?

Elena no sabía que pensar. Todo le parecía extraño, pero lo más extraño era la sensación de tranquilidad que le daba el hecho de que la morena no se había ido sin ella como lo había pensado en primer lugar cuando no la había encontrado en la banca. Decidida a responder sus dudas y saber el porqué de su comportamiento, se acercó hasta ella con una sonrisa.

Yulia ya no lloraba, pero aún persistía ese sentimiento de pérdida. Había decidido comprar un boleto de regreso a casa cuando sus oídos percibieron un sonido conocido. Era el ruido de unas pequeñas ruedas chocando en el asfalto de la carretera, aquello podría significar muchas cosas, pero ella sólo pudo pensar en una. Notó como el sonido se detenía sólo a unos pasos cerca de ella y sonrió al escuchar la voz de la mujer a su espalda.

—Puedes descontar el café de mi cuenta —fue el saludo de la pelirroja ofreciéndole uno de los envases a la morena. Yulia se giró hacia ella y su sonrisa creció.

Elena sintió como se le escapaba el aire al ver la hermosa sonrisa que le mostraba la mujer frente a ella. El sol de la mañana hacía ver su cabello azabache un poco menos oscuro y el azul de sus ojos brillaba como antes no lo había hecho. Le devolvió la sonrisa, pero también notó el borde de sus parpados un poco enrojecidos lo que le recordó sus preguntas.

Quiso hacerlo, en verdad deseaba preguntarle porque se encontraba en medio de la carretera y porque su mirada se encontraba perdida hace unos momentos… Pero quiso ser egoísta y prefirió guardarse la ilusión de que la razón había sido ella y que sus ojos enrojecidos podrían significar que le había dolido el creer que ella se había ido sin despedirse.

Lo que nuestra pelirroja no sabía era que sus pensamientos no estaban alejados de la verdad.

—¿Descontarlo? —respondió Yulia luego de unos segundos en los que se había sumergido en la felicidad de tener frente a ella nuevamente a Elena y corroborar que no se había ido sin ella. Tomó mucho de su control en no abrazarla con todas sus fuerzas y nunca soltarla nuevamente— Es cierto, también debemos agregar un nuevo par de zapatos… Vomitona.

Elena dejó salir una suave risa apenada al recordar el incidente en la fiesta y su desmedida ingesta de vodka. Yulia no pudo más que acompañarla riendo también y apreciando las mejillas sonrojadas de la pelirroja.

—Ponlos en la lavadora, quedarán como nuevos —bromeó Elena haciendo alusión a las palabras que había utilizado antes la morena cuando fueron sus zapatos los arruinados y ambas rieron de nuevo.

—Te perdiste el autobús —anunció Yulia llevándose el café a sus labios y fingiendo un tono de voz neutral.

—El otro pasa en veinte minutos —respondió Elena sonriendo y mostrándole uno de los boletos que había comprado para ella.

—Oh por Dios, ¿Aún debo seguir contigo? Creí que ya me había librado de ti —dijo con un claro sentido del humor y Elena fingió sentirse indignada. Ella sabía que no hablaba en serio.

—Claramente. Te pago para que me lleves a Dublín, y tú me llevarás a Dublín —afirmó de forma contundente levantando una de sus cejas. Sonrió y empezó a caminar lejos de la morena.

Yulia sonrió con más fuerza. Observó en boleto en sus manos y luego se giró para ir detrás de la pelirroja.

—Oye… ¿Vienes? ¿O vas a quedarte parada ahí como una tonta todo el día?—preguntó la pelirroja girando la mitad de su cuerpo para ver a Yulia quien había quedado unos pasos detrás.

La morena miró nuevamente el papel y luego la observó a ella con algo parecido al cariño. Oh sí, definitivamente ella la acompañaría hasta el fin del mundo.

~~*~~

Ambas mujeres se quedaron en la banca en la cual habían pasado la noche el tiempo que restaba para la llegada del siguiente autobús mientras disfrutaban el desayuno que había comprado la pelirroja. Las risas entre ellas eran constantes, pues Yulia se había encargado de contarle su comportamiento la noche anterior después de haberse tomado sola casi una botella completa de vodka. Claro, omitiendo algunos detalles como el casi beso frente al lago.

Sin embargo, Elena entre las bromas de Yulia y mientras escuchaba el relato había tenido algunos flashbacks entre los cuales había recordado como había sentido la necesidad imperiosa de unir sus labios con la morena y la penosa escena del vomito que había impedido que lo que tanto deseaba sucediera.

En un momento de silencio, Elena comía con avidez de su croissant, Yulia la observaba sin decir ninguna palabra. Ella había cedido el suyo a la pelirroja pues con el susto que había pasado al despertar, su estómago aún no se recuperaba y no tenía apetito, sólo tomaba del café. Notó como un poco del chocolate de la media luna se había quedado en el labio de la pelirroja sin que esta se percatara.

Realmente Yulia no fue consciente de cómo su mano se abrió paso hasta la mejilla de la pelirroja y con uno de sus dedos limpió los restos del chocolate en la comisura de su boca. Elena se quedó inmóvil ante tal acto y sin mediar palabras observó la concentración de la morena que tenía su vista fija en sus labios mientras los acariciaba con su pulgar.

Yulia al darse cuenta de lo que hacía, retiró su mano de la mejilla de Elena y se aclaró la garganta.

—Eres tan tonta, te habías llenado toda de chocolate — giró su rostro al frente y tomó de su café con aparente indiferencia, pero sus mejillas se sentían encendidas de la vergüenza por haberse dejado llevar.
Elena no pudo evitarlo, estaba sonrojada al igual que su acompañante.

—Oh, si… Gracias —dijo observando el hermoso perfil de la morena. Se preguntaba si Yulia habría deseado besarla de la misma manera en la que ella lo deseaba justo en ese momento. Sacudió su cabeza a los lados para despejarse y dejó a un lado el resto del croissant.

Unos minutos después, el incomodó silencio que se había asentado entre ellas fue interrumpido por la llegada del autobús.

—Vamos, ese es el nuestro —anunció Yulia. Elena la observó levantarse y tomar su maleta. Un suspiro involuntario salió de sus labios y se levantó para imitar las acciones de su acompañante.

Una vez dentro del autobús, se dirigieron a sus asientos. Yulia tomó el puesto al lado de la ventana y Elena el restante a su lado.

Era un viaje largo y ambas se sentían agotadas tanto física como emocionalmente.

Yulia fue la primera en rendirse ante los brazos de Morfeo y se sumergió en un profundo sueño.

Elena la observaba distraídamente, el paisaje que podría apreciarse a través de la ventana no podría competir con la majestuosidad que representaba la morena mientras dormía. Sus facciones se mostraban relajadas haciéndola ver más joven de lo que era. Observó sus largas pestañas y la línea perfecta de su nariz. La piel de su rostro no era perfecta, pero eso poco importaba, para ella era el rostro más bello que había visto.

Su mano tomó sus propias decisiones y cuando se dio cuenta, sus dedos delineaban los labios rosados de Yulia. Apreció la suavidad de ellos, lo que la hizo rememorar el beso que habían compartido unas noches atrás. Sintió como los vellos de su piel se erizaban tan sólo al recordar el contacto de sus lenguas.

¿Estaría mal si la besaba justo ahora? Digo, de igual manera la noche anterior estuvieron a punto de hacerlo y la morena no se veía con intenciones de negarse. Ella podía sentir que no era la única que llevaba deseando repetir su beso y después de lo ocurrido mientras desayunaban, se sentía aún más segura.

Tomó una respiración profunda y acercó su rostro al de la morena que dormía tranquilamente ignorante de lo que estaba a punto de suceder.

Cuando sus labios estuvieron a escasos centímetros… Se detuvo. No podría hacerlo. No estaba bien. Y aunque sus labios ardían por la necesidad del contacto, logró controlarse y tomar un poco de realidad. Ella estaba en camino a ver a su novio, al hombre con el que había decidido casarse. Aunque lo deseaba, no podía robarle un beso a la hermosa mujer frente a ella cuando luego no podría hacerse responsable de ello.

Tal vez Yulia nunca se enteraría, pero ella no podría mirarla nuevamente a los ojos si lo hacía.

Nuevamente un suspiro salió de sus labios.

Se acomodó nuevamente en su sitio y con el deseo de haber conocido a esta mujer unos años antes se rindió ante el sueño y el cansancio. Dejó caer su cabeza en el hombro de la morena, un poco incomoda por la corta diferencia de estaturas, pero sin negarse a cortar el contacto con el cálido cuerpo de ésta. Cerró sus ojos y respiró el aroma de Yulia.

Yulia abrió sus ojos unos minutos después. Ella no estaba completamente dormida, siempre le había costado dormir tranquilamente en los viajes de carretera. Había sentido el acercamiento de la pelirroja y la duda cuando sintió su cálida respiración cerca de sus labios. Un sentimiento de tristeza la embargó cuando esta se retiró sin hacer nada más.

Sintió como la pelirroja la rodeaba por la cintura con uno de sus brazos inconscientemente. Yulia suspiró y llevó su propia mano hasta donde se encontraba la de Elena para dejarle algunas caricias, dejó caer con suavidad su cabeza junto a la de la pelirroja y cerró sus ojos para nuevamente intentar dormir el resto del tiempo que faltaba para llegar a su destino.

~~*~~

La ciudad de Dublín conservaba sus estructuras de la Europa medieval. Las atractivas vistas al río Liffey podía ser apreciadas desde el primer momento en el que te adentrabas por los caminos de la cuidad. El clima continuaba siendo algo frío, pero notablemente menos que en las afueras.

Yulia se encontraba observando a los transeúntes que caminaban de un lado a otro con tranquilidad, ya era casi el mediodía, por lo que la mayoría de las personas habían salido de sus trabajos para comer en alguno de los locales que por allí se encontraban. La morena no era muy simpatizante de la ciudad, razón por la cual había regresado a sus raíces pueblerinas algunos años atrás. En ese momento se encontraba de pie frente a una cabina telefónica esperando la salida de la pelirroja quien se encontraba hablando por teléfono.

Claro, debía notificarle a su “maravilloso” novio que había llegado a la ciudad. Tenía su ceño fruncido y sentía un sabor amargo en su boca mientras pensaba en ese hombre y la razón por la que Elena había viajado hasta allí. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta de la cabina fue abierta.

—No he logrado comunicarme con Sasha, ha salido del hotel —informó Elena una vez estuvo al lado de la morena. Yulia resistió la sonrisa que quería formarse en sus labios— Pero le he dejado un mensaje con la chica de recepción.

La morena asintió y no dijo nada, sólo observaba a la mujer frente a ella. Elena sonrió ante la insistente mirada, pero se sentía un poco intimidada, por lo que buscó romper un poco el ambiente.

—Así que… Dublín —dijo mirando a su alrededor como anteriormente lo había hecho su compañera. Al llegar a la ciudad había quedado impresionada con la belleza del lugar y el río que atravesaba media ciudad.

—Sip, por fin has llegado… Y justo a tiempo —respondió sin apartar la mirada de sus ojos.

—Ahem… Supongo que debería pagarte ya, ¿No?

—Supongo que sí —afirmó Yulia mostrando su sonrisa de lado, sin mostrar los dientes.

—Bueno, debe haber algún cajero automático en el hotel donde Aleksandr se hospeda —dijo insinuante.

—Sigo siendo tu botones y guía turística ¿cierto? —respondió con una ceja levantada.

—No si no quieres, claro —respondió perdiendo ya un poco de su paciencia la pelirroja.

Yulia sonrió esta vez mostrando sus dientes.

—Yo no he dicho eso.

Elena sonrió.

—Bueno, entonces podemos tomar un taxi hasta allí ¿no?—preguntó y Yulia rodó los ojos.

—Oh, la princesa ya se encuentra en su hábitat y la idea de caminar vuelve a ser inaccesible ¿eh? —dijo en broma—Pues, tienes piernas ¿no?

—Mi mejor atributo, según me han dicho —respondió Elena con una sonrisa arrogante y actitud victoriosa.

Yulia no podía refutar esa afirmación, aunque pensaba que lo más atractivo de la mujer frente a ella era su sonrisa y la forma que sus ojos tomaban al hacerlo. Sin embargo, no podía dejar pasar la oportunidad de seguir bromeando.

—¿Quien habrá sido el culpable de hacerte creer eso?— dijo con un falso tono de incredulidad y negando con su cabeza. Tomó nuevamente la maleta de la pelirroja y empezó a caminar.

Elena la observó con una sonrisa y se dispuso a seguir sus pasos.

Ambas caminaron continuando con sus bromas mutuas y el sarcasmo de la ojiazul ya no era tan molesto para la pecosa, quien reía de sus expresiones.

Llegaron hasta un concurrido parque con familias disfrutando del tiempo libre y niños jugando en el pasto. Algunas parejas demostraban su cariño a su alrededor. Ellas observaban todo en silencio, cada quién sumergida en sus pensamientos.

—Dublín en verdad es una ciudad muy hermosa —Fue Elena la encargada de romper el silencio—Y no he visto ninguna víbora tramposa hasta el momento —pico haciendo alusión a las palabras usadas por la morena para describir su desagrado por la ciudad y las personas que allí vivían.

—Sí, pero debes cuidarte de los oportunistas y estafadores que buscan aprovecharse de ti en la primera oportunidad que se presente —respondió Yulia con desinterés.

Elena sintió que sus palabras eran dirigidas a una persona en específico y no a todos en general, pero decidió no decir nada por ahora.

Continuaron su paseo por el lugar hasta llegar a un puente hecho de rocas rusticas y se quedaron allí para observar el lago que hacia conexión con el río Liffey. En él, algunos patos se encontraban y alrededor algunos niños les daban de comer.

Yulia apoyó la mitad de su cuerpo en uno de los lados del puente dejando su peso en los codos y la mirada perdida en algún punto del lago y los árboles que las rodeaban.

Elena se quedó de pie a su lado, observándola. La luz del sol se reflejaba en el agua del lago, provocando que el rostro de la morena brillara, pero ella no se concentraba en su belleza esta vez…. Bueno no tanto.

En realidad, se encontraba pensando en todas las cosas dichas por la más baja en el transcurso de estos días, el odio a las personas de la ciudad, su repudio a las bodas y el hecho de que le había confesado que una vez estuvo comprometida.

Toda esa serie de detalles junto al carácter frío de la pelinegra la llevaron a tomar el valor para preguntar lo que tanto se había debatido desde esa vez y al unir los cabos sueltos, por fin lo hizo:

Ella vive aquí, ¿No es así? —preguntó en tono suave. Yulia salió de sus pensamientos al escucharla y giró su rostro para mirarla sin expresión—En Dublín. Una de esas estafadoras y oportunistas—Yulia asintió una vez aún con su rostro neutral, pero en él se mostraba aceptación a esa afirmación—… La chica rubia de la foto.

La morena bajó su mirada sin decir palabra alguna, y eso fue suficiente respuesta para Elena. Asintió en entendimiento.

—Comprendo, pero ¿Quién era el chico junto a ustedes? —continuó.

Yulia enderezó su postura y la miró con sus penetrantes ojos azules y levantando sus cejas para acentuar la obviedad en su pregunta. Entonces Elena lo entendió todo completamente.

No pudo evitar sentir dolor un poco su corazón y que algo de rencor hacia esa chica que no conocía, creciera dentro de ella.

—Oh… Ya veo… —pronunció dudosa de seguir, pero con demasiada curiosidad— Entonces ella y él…—Yulia desvió su mirada y su expresión se tornó dura—Vaya… entiendo. Lo siento.

La morena se giró ante esto último y arrugó el entrecejo.

—¿Y tú porqué lo sientes?

—Digo… Lo siento por haber traído el tema a colación, me refiero —se explicó la pelirroja y la morena pareció entender.

Ambas se sumieron en un silencio que aunque un poco tenso, no era totalmente incómodo. La rusita no sabía con que temas seguir para cambiar la situación y la chica de mirada azul se debatía entre contar una parte de su historia a su apenada compañera o seguir en silencio y guardarse aquello que tanto le había dolido en el pasado, aquello que ni siquiera sus padres supieron en ese momento.

Tras sospesarlo unos minutos, decidió que nada perdía con hacerlo y tal vez hablándolo su corazón se sentiría con menos peso después.

—Fue un tiempo antes de irme a Norteamérica para estudiar gastronomía —empezó a relatar sin mirar a la mujer a su lado. Elena enfocó toda su atención en ella— Yo ya había decidido que esa sería mi profesión porque amo la cocina, pero claramente la situación económica de mis padres no les permitía pagarme los estudios. Ellos ofrecieron vender una parte del bar, más los pocos ahorros que tenían y entregármelos para cumplir mi sueño, pero yo no lo acepté. No me malinterpretes, en verdad apreciaba su gesto, pero eso no era lo que yo quería para ellos.

»Con mi mejor amigo desde la secundaria, Aidan y mi novia de años, Erin, habíamos estado ahorrando con trabajos a tiempo parcial para alquilar un pequeño local en la capital. Les conté de nuestros planes a mis padres y ellos me dieron todo su apoyo, como siempre.

Todo lo habíamos planeado juntos desde los dieciséis años. Yo me encargaría de la cocina, Aidan del mostrador y mi, en ese momento, novia, sería la mesera. Con su belleza y el carisma de mi amigo junto a mi experiencia en el manejo administrativo gracias al tiempo en el que ayudaba a mi padre, teníamos el éxito asegurado.

Compramos el lugar, lo empezamos de cero y lo sacamos adelante. Nos estaba yendo realmente genial. Y creía que Erin y yo éramos la una para la otra. Yo la adoraba, sentía que era el eje de mi mundo.
Ninguna otra mujer podría compararse a ella, ni en belleza ni en nada más. Pensé que estaríamos juntas toda la vida, por eso le había pedido matrimonio tan joven.

Aparentemente ella no pensaba igual…

Ante las últimas palabras de Yulia, la pelirroja no pudo evitar los celos que sintió y tampoco se lo negó así misma. Tenía una idea de cómo terminaría esa historia y el odio por la desconocida mujer solo crecía cada vez un poco más y la melancolía impregnada en cada palabra pronunciada por la morena solo lograba generar malestar en su propio corazón.

—Unos seis meses de haber abierto el local, todo se vino abajo —continuó la morena con su relato, pero esta vez sus tono era frío y denotaba rabia— Un día, luego de una larga jornada, era el turno de Aidan para cerrar el local, yo me había retirado una hora antes para asegurar con unos proveedores el pedido para el día siguiente, Erin se había quedado para ayudar a Aidan con la limpieza de la barra y él se ofreció a acompañarla a su casa luego. Yo le tenía mucha confianza, por lo que me sentía segura de que ambos llegarían a salvo a sus casas.

Elena se preparó para escuchar la peor parte de la historia y se acercó unos pasos más a Yulia para estar totalmente a su lado.

—La tienda del Sr. Kellan no quedaba muy lejos de nuestro restaurant, pero cuando estaba cerca del lugar, me percaté de que había olvidado la nota con el pedido en el local y no recordaba exactamente lo que contenía. Empecé mi camino de regreso, esta vez corriendo pues como cosa normal con el clima de Irlanda, había empezado a lloviznar. Realmente no esperaba encontrarme con lo que vi al llegar.

-FlashBack-

Una mucho más joven Yulia se encontraba con la respiración agitada por el trayecto que había corrido para llegar. Cuando se encontraba en la entrada del restaurant, sacó sus llaves para abrir la puerta y se extrañó al notar que esta se encontraba abierta. Restándole importancia a ello, pues seguramente aún se encontraban su novia y su amigo allí, se abrió paso dentro del lugar y con su mirada buscó la presencia de los mencionados, fallando en el intento.

Encontró la hoja con el pedido en el mostrador cerca de la caja registradora y decidió verificar si su novia y amigo habían terminado para poder irse los tres juntos.

Mientras se dirigía al pequeño cuarto que habían acondicionado para tenerlo como una oficina, detuvo sus pasos en seco.

Sus oídos alcanzaron a escuchar ruidos que eran amortiguados levemente por las paredes del lugar, pero Yulia podría reconocer esos sonidos en cualquier lugar. Se escuchaba igual a los gemidos de su novia cuando hacían el amor.

Al acercarse un poco más, con pasos temblorosos se quedó de pie frente a la puerta. Su corazón le pedía que diera media vuelta y se retirara, pero su mente ya había hecho los cálculos necesarios… Ella sabía con lo que podía encontrarse al abrir esa puerta y su corazón aceleró sus latidos frenéticamente con dolor. Quería negarse ante sus pensamientos, pero sólo podría hacerlo si seguía adelante.

Entonces lo hizo. Con una respiración profunda y con el temor de lo que vería detrás de la puerta, cerró sus ojos, llevó su mano hasta la perilla y la giró tratando de ser sigilosa

Al abrir sus parpados, sintió como su alma era arrancada de su cuerpo. El temor que la había embargado se transformó en dolor y luego dio paso a una furia desmedida.

Allí en el escritorio se encontraba el hombre que había considerado su mano derecha, cómplice de todas sus aventuras y su mejor amigo por años, sobre la mujer a la que había amado por años y con la que había soñado su futuro juntas. Ambos se encontraban desnudos y el hombre arremetía contra la pelvis de la mujer debajo de él, esta sólo gemía sin control el nombre del joven mientras sus caderas seguían el ritmo de las embestidas.

Ninguno se había percatado de la presencia de la morena hasta que esta dejó caer sus llaves al suelo haciendo un sonido metálico que alertó a la pareja frente a ella.

El tiempo se detuvo por unos segundos en los que tanto Aidan como Erin se giraron para encontrarse con el rostro pálido de la morena.

—Yul, amor, esto no es lo que parece. Déjame exp…—La rubia fue la primera en romper el silencio, empujó el cuerpo del hombre lejos de ella, tomó la camisa de Aidan para cubrir su desnudez lo más pronto que pudo.

Pero este detalle sólo logró enfurecer más a Yulia quien cerró sus puños y con pasos largos se acercó hasta ellos.

—Yulia, espera…

Pero Yulia no la escuchaba, su mirada y sus pasos iban dirigidos al hombre que no había dicho ninguna palabra y que la esperaba firme en su lugar con el rostro serio.

—¡TÚ! IMBECIL ¿CÓMO TE ATREVES?— reclamó empujando al chico con fuerza, pero este no se movió. Era claro que él tendría mayor fuerza—Y TE DICES SER MI AMIGO. MALDITO IDIOTA, YO TE CONFIABA TODO. ERAS COMO UN HERMANO PARA MI. —reclamaba cada vez con más furia lanzando golpes al pecho desnudo de Aidan quien sólo los recibía sin decir nada.

—¡Yulia! —gritaba Erin tratando de separar a los dos amigos—Detente, esto no es su culpa.

La morena detuvo sus golpes y se giró hacia la que hasta hace unos minutos era el amor de su vida.

—Claro. No es su culpa. Él no podría tener sexo consigo mismo ¿No? —dijo con veneno—Para eso estas tú, la zorra que puede hacerlo por él. ¿Desde cuándo Erin? Desde hace cuanto tiempo me han visto la cara de idiota ustedes dos.

—No Yul, no es así como piensas. Todo tiene su explicación.

Yulia la miró incrédula y se alejó del chico para acercarse más a la rubia.

—Claro que la tiene. A ver, cuéntame, ¿Es que tenías curiosidad por saber que se siente estar con un hombre? ¿Ya no te satisface hacerlo conmigo?—preguntó acentuando la rabia en cada palabra—O espera, déjame adivinar. Él siempre ha estado enamorado de ti y sentiste lastima y por eso te acuestas con él para que no se sienta mal. Tan caritativa, Erin. ¡ERES UNA ZORRA!

La rubia no sabía cómo responder y solo bajó su cabeza al suelo.

—¡No le digas así! —habló por fin Aidan.

—¡Vaya! Pero si tiene voz el cobarde. ¿Dime Aidan, que se siente acostarte con la mujer de tu mejor amiga?

—Tú no la mereces Yulia, nunca lo has hecho. Ella necesita un hombre que le dé un futuro. Contigo no tiene nada. Jamás podrías complacerla como yo, que la he amado desde que la vi, pero tú me la robaste —escupió con rencor. La rubia seguía en silencio— La engañaste con tus estupideces de lesbiana enferma, sólo me bastó con tenerla una vez para que se diera cuenta de que soy mejor que tú.

Yulia no podía creer las palabras que salían de la boca del joven. Se sentía dolida ante el silencio de la rubia, pues solo demostraba que lo que decía era verdad.

—Ella me ama, yo no robé nada a nadie —dijo enfurecida sin pensar bien sus palabras.

Aidan soltó una carcajada seca.

—No me hagas reír Yulia. ¿Crees que esta es la primera vez que lo hacemos? ¿Cuántas veces crees que me he follado a tu chica? Tu solo eras una estúpida incrédula y el medio para poder lograr lo que deseábamos. Nunca la tuviste en realidad. ¿En realidad creías que se casaría contigo?

—¡Cállate Aidan! —gritó alterada la rubia—Yulia, no es cierto. Yo si te amo.

Aidan rió nuevamente.

—¿Ah sí? Ahora la amas, eso no era lo que decías cada vez que me llamabas por las noches para que fuera por ti y te hiciera mía luego de haber estado con ella. Ella nunca supo complacerte como yo lo hago.

Yulia no pudo soportarlo más y aprovechó la distracción de Aidan para lanzarle un golpe en el ojo que lo dejó aturdido, tomó impulso y dio varios golpes más.

—¡Basta! Yulia ¡Detente!

Pero Yulia ya no escuchaba, toda su furia y dolor era liberado a través de los golpes propinados en el rostro del pelinegro. Hasta que sintió los brazos de la rubia rodearla y con esfuerzo separarla de él.

—¡Déjame, maldita sea! ¡Es un imbécil!—gritaba y se soltó del agarre, pero la rubia se interpuso colocándose en medio de los dos.

Aidan se levantó como pudo y se quedó detrás de la rubia.

—Lo mejor es que te vayas Yulia, estás muy alterada —trató de negociar— Mañana podremos hablarlo mejor cuando estés más calmada. Todo esto ha sido un mal entendido.

Yulia no podía creer el nivel de descaro que estaba presenciando por parte de la rubia.

—No Erin. Te equivocas, todo está perfectamente claro aquí. Yo fui la idiota con la que jugaron todo este tiempo, pero eso se acaba hoy —dijo con palabras firmes, controlándose para que el dolor no se reflejara en su voz—Sea lo que sea que teníamos se termina ahora. No quiero verlos de nuevo cerca de mí. Olvídate de buscarme después cuando este imbécil te haga lo mismo que a mí. Esperen la llamada de mi abogado para los papeles del local.

Y con esto último se retiró del lugar cerrando la puerta con fuerza e ignorando los gritos de la rubia.

Al salir, no pensó en tomar un taxi, sólo empezó a correr… Corrió para alejarse de todo y maldiciendo el día en el que había confiado en las dos personas que dejaba atrás. Las lágrimas se confundían con las gotas de lluvia que corrían por su rostro.

Había perdido a quien creía, era el amor de su vida y con la persona en la que más confiaba.


-Fin del flaschback-

—Esa es la razón por la que pienso que esta ciudad está llena de plagas. Ellos me utilizaron para su beneficio desde siempre, y yo caí redonda —concluyó con amargura la morena luego de terminar su relato, pero sin dar detalles completos de la traición de sus amigos— Pero eso ya es cosa del pasado. El tiempo ayuda. Después de ese suceso, acepté el dinero que mis padres me ofrecían con la promesa de retribuírselos cuando empezara a trabajar en las prácticas. Por supuesto, ellos se preocuparon y quisieron saber el porqué de mi regreso, pero yo sólo les dije que Erin y yo habíamos terminado, que deseaba irme lo antes posible. Ellos me apoyaron en mi sueño aún sin entender el cambio de idea, pues decidí no contarles exactamente lo que había pasado y las razones del adelanto de todo… tiempo después, se fueron de mi lado y ya conoces el resto de la historia.

Elena se encontraba sin palabras. Ella se esperaba algo así, pero no tan fuerte. Ahora entendía la razón de porque la morena odiaba la idea de las bodas, se burlaba sobre su plan de pedirle matrimonio a su novio, su actitud fría y sarcástica.

Era una mujer que había sufrido muchas heridas y que sola había seguido adelante. Más que nunca, se sintió atraída y aunque no era el momento adecuado, al notar el dolor en sus palabras y el cómo sus ojos habían perdido brillo al terminar de hablar, solo pudo desear ser lo suficientemente valiente para abrazarla y darle un poco de confort que con palabras, jamás podría.

—Tuvo que haber sido difícil para ti. Lo siento, de nuevo lo siento mucho por haber preguntado —fueron las palabras de Elena luego de unos minutos de silencio entre ambas. Yulia la observó unos segundos y luego sonrió de lado ligeramente.

—Han pasado diez años desde eso, ya no duele como antes. No lo sientas, supongo que te debía esta explicación después de cómo me he comportado contigo todo este tiempo.

Elena asintió y Yulia habló nuevamente.

—¿Sabes que es lo que tomaría si mi casa se incendiara y sólo tuviera sesenta segundos para salir?— preguntó.

Esta pregunta atrajo nuevamente la atención de la pelirroja y recordaba que una conversación similar había surgido entre ellas cuando subían hacia el castillo. Sonrió ante el recuerdo, pero no dijo nada y esperó a que la morena continuara.

—Tomaría el anillo de la abuela que mi madre me regaló cuando cumplí los quince años. Era un Claddagh 1 de oro —Mencionó con una sonrisa nostálgica y ante la incomprensión que denotaba el rostro de la pelirroja, explicó—Ya sabes, el de las dos manos que sostienen un corazón con corona.

Y con esto la pelirroja pareció entender, o al menos tener una idea, pues sonrió ante la explicación...

—Y bueno… Ella lo tiene —finalizó suspirando.

—Mmm…—la pelirroja pensaba correctamente lo que diría a continuación—Pues estás aquí ahora. Deberías buscarla y recuperarlo. No merece tenerlo ahora y además, es tuyo.

—No lo sé —respondió pensativa la morena, jugando con sus dedos.

—Es el anillo de tu madre —insistió.

Yulia pareció considerarlo un poco, pero luego sacudió su cabeza en negación y giró su cuerpo hacia ella.

—Como sea…Creí que lo importante aquí era tu anillo… Irlandesita —dijo con gracia, haciendo referencia a la tradición del año bisiesto.

Elena se extrañó del ligero cambio de tema, pero sonrió igual por como la había llamado.

—Sí, bueno. Claro que es importante —dijo y vio sus ojos en los azulados que la observaban atentos pero burlones— Me alegra que finalmente lo entiendas.

—Oh, nada de esto es sobre mí. Yo sólo soy su humilde servidora, bella dama —dijo con burla— ¿Por qué debería importarme tu propuesta?

Esta vez, la pelirroja no supo si la pregunta era con sarcasmo o si en realidad le importaba lo que ella respondería. Yulia la observaba con atención.

Y en efecto, la pregunta tenía un motivo, el cual no era una broma.

—Entonces… ¿No te importa?—preguntó fingiendo una sonrisa de gracia, pero en verdad deseaba obtener una respuesta sincera a su pregunta. Quizás sus palabras dieran otro rumbo a todo, o tal vez no.

Yulia dejó de sonreír, se acercó unos pasos para quedar frente a frente con la pelirroja y la miró a los ojos con seriedad antes de decir.

¿Haría alguna diferencia? —respondió con otra pregunta y Elena ya no sabía que pensar por la forma en la que la miraba en ese momento. Se quedó sin palabras. En sus ojos podía notar la necesidad de una respuesta y su corazón empezó a latir erráticamente.

Al final ningún sonido logró salir de sus labios. Elena le sostuvo la mirada por un tiempo que pareció una eternidad para ambas, pero luego desvió su mirada al suelo lo que para Yulia fue una respuesta más que clara.

¿Le dolió? Si. No lo negaría. Pero tampoco lo demostraría.

—Vamos —dijo con una pequeña sonrisa triste.

Elena se quedó allí unos segundos más. Se sentía rara, fuera de lugar. Deseó haber dicho algo. El dolor fugaz que mostraron los ojos de Yulia por un momento, le hicieron doler su corazón y arrepentirse, pero nada podía hacer ya.

~~*~~

Luego de terminar su paseo por el parque, decidieron que ya había pasado tiempo suficiente como para que el novio de la rusita se encontrara en el hotel. Así que, tomaron un taxi que las llevó hasta el edificio.

El trayecto hasta el hotel fue silencioso, en el auto ninguna de las mujeres dijo una palabra. La morena iba distraída con la mirada puesta fuera de la ventana y la pelirroja observaba su perfil. Ambas sentían algo extraño revolverse dentro de ellas, pero ninguna decía o hacía algo al respecto.

Una vez estuvieron frente a las puertas del majestuoso edificio cinco estrellas, El Clayton Hotel. Yulia se quedó en el área del lobby mientras Elena se dirigía hasta recepción para verificar si todo estaba en orden.

—Disculpe, se encuentra el Dr. Aleksandr Pávlov en su habitación, soy su novia —preguntó a la chica de recepción vestida elegantemente.

—Buenas tardes, ¿Es usted Elena Katina? —preguntó la joven en perfecto inglés y recibió un asentimiento como afirmación. Tomó su teléfono e hizo lo que le correspondía—Srita. Katina, el joven Pávlov bajará a recibirla enseguida.

Elena sonrió y se despidió con un gesto de su mano de la joven, quien sólo asintió para regresar a su labor.

Al llegar al lobby caminó en dirección a la morena que se encontraba de espaldas a ella, admirando uno de los cuadros cerca de la entrada principal.

El sonido de unos tacones chocando con el fino mármol del piso alertó a Yulia de que alguien se acercaba a ella y se giró para encontrarse con una Elena que la observaba mientras caminaba hacia ella y se detuvo muy cerca.

Ambas sonrieron, sin entender la razón. Pero no era una sonrisa de alegría. La verdad es que ellas no podían evitar sonreírse cuando sus miradas se encontraban y esa no sería la excepción.

Permanecieron así por un momento, sólo hasta que la pelirroja rompiera el silencio.

Entonces…

Entonces… —repitió Yulia sin desviar su mirada de los verdi-grises que la hipnotizaban.

Otro silencio momentáneo.

—Así que, toma —dijo Elena ofreciéndole un sobre con el dinero para Yulia, por haberla traído hasta su destino.

Yulia arrugó las cejas y desvió su mirada hacia el sobre que le ofrecían. Negó con una sonrisa de lado y permaneció con las manos dentro de los bolsillos de su abrigo.

—No, está bien. No es necesario—dijo, regresando su mirada a los ojos de Elena.

—Yulia, tómalo —Insistió con la voz más firme que pudo pronunciar en esos momentos en los que sólo quería tener más tiempo—Hicimos un traro, ¿Por favor?

—Mejor… ¿Por qué no me das esa moneda y quedamos a mano, eh, princesita? —dijo con un poco de gracia, pero la pelirroja no entendía, parecía no recordar.

—¿De qué hablas? ¿Cuál moneda? —preguntó.

Yulia rió ligeramente y rodó los ojos.

—La que usamos para elegir quien dormiría en la cama —aclaró con una sonrisa de lado y levantando una ceja.

Elena entonces recordó esa noche, luego el beso y luego ambas en la cama sin poder dormir. Recordó entonces los pensamientos que la atormentaron toda la noche y la calidez del cuerpo que se aferraba a su lado por la mañana.

«Oh… esa moneda» pensó y de nuevo esa sensación rara en su estómago regresó.

Yulia también había recordado todo lo sucedido esa vez y por ello le había pedido la moneda precisamente en ese momento.

—Aquí tienes —dijo después de buscar entre las cosas de su bolso la dichosa moneda y se la ofreció—Enana estafadora.

Yulia rió un poco ante eso último. La pelirroja recordaba todo y eso era un consuelo, al menos. Mordió su labio inferior que parecía temblar y lanzó la moneda al aire para luego caer en su mano y guardarla en su bolsillo sin ver el resultado.

—Tuviste mucha suerte esa vez —dijo y sólo después de haber hablado, notó que su voz había salido rasposa y cortada.

—Sí —respondió Elena que sentía ya como sus ojos empezaban a picar.

Se acercaba la despedida y se sentía desesperada. Algo dentro de ella le rogaba que lo impidiera.

Yulia aclaró su garganta y desvió su mirada de los ojos verdi-grises a la maleta que estaba a su lado.

—Bueno Louis, parece que esto ha sido todo amigo —dijo agachándose y dándole unos golpecitos a la maleta.

Elena miró la escena y quiso reir, pero el nudo en su garganta amenazaba con asfixiarla en cualquier momento.

Yulia enderezó su cuerpo y sus cuerpos se enfrentaron nuevamente. La morena quería decir algo o abrazarla cuando menos. No quería irse así, después de tanto.

Por su parte, Elena se encontraba inmóvil, esperando algo, alguna señal por parte de la hermosa mujer frente a ella que pudiera darle la valentía suficiente y tomarla en sus brazos para decirle que no deseaba despedirse de ella.

Pero nada de eso sucedió. Ninguna dijo palabra. Sólo se miraron un poco más. Tal parece que su mejor medio de comunicación siempre ha sido ese. Sus ojos expresaban todo lo que sus labios se negaban a pronunciar, pero no fue suficiente.

Yulia asintió con su cabeza y cerrando sus ojos se giró para darle la espalda a la pelirroja y caminar hacia la salida.

Elena dio un paso adelante, pero se detuvo. El temor a lo desconocido no le permitió avanzar más y cerrando sus ojos para dejar salir las primeras lágrimas giró su cuerpo para no ver como la delgada espalda de la irlandesa se alejaba cada vez más.

Cuando ya se encontraba a unos pasos de la puerta giratoria de la entrada, Yulia se detuvo.

¿Pero que estoy haciendo?

NO puedo ser tan cobarde e irme sin siquiera intentarlo ¡Ni siquiera hemos dicho adiós!


Con el valor que en alguna parte de su cuerpo se acumuló, giró su cuerpo para caminar nuevamente hacia la mujer más hermosa que había conocido desde hace mucho tiempo.

—Elena —la llamó mientras se acercaba.

Elena la escuchó y limpió sus mejillas para girarse hacia donde Yulia caminaba hasta ella y empezó a caminar ella también.

—¿Sí? —dijo cuando estuvieron a centímetros distancia.

—Yo… —empezó Yulia tomando el atrevimiento de sujetar sus manos con las de ella.



Anillo Caddagh: El anillo de Claddagh es uno de los símbolos Irlandeses más famosos. Los anillos de Claddagh son apreciados por gente de todo el mundo, no sólo para llevarlos como anillo, sino por lo que representa: por el espíritu de amistad, lealtad y amor que refleja.


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AÑO BISIESTO EN DUBLIN // RAINBOW.XANDER - Página 2 Empty Re: AÑO BISIESTO EN DUBLIN // RAINBOW.XANDER

Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/31/2019, 11:16 pm

Time lapse.

Penúltimo capítulo...

≈14≈


—Elena —la llamó mientras se acercaba.

Elena la escuchó y limpió sus mejillas para girarse hacia donde Yulia caminaba hasta ella y empezó a caminar ella también.

—¿Sí? —dijo cuando estuvieron a centímetros distancia.

—Yo... —empezó a decir mientras se tomaba el atrevimiento de sujetar las manos de la pelirroja junto a las de ella— Yo realmente necesito decirte...







—¡Lena! —fue interrumpida por la voz masculina que gritaba en la distancia el nombre de la mujer frente a ella. La morena sintió como todo su valor se iba a la deriva y aflojó el agarre de sus manos, pero la pelirroja se negaba a cortar la conexión y continuaba mirándola en la espera de que terminara la oración e ignorando a su novio quien seguía llamándola —¡Elena!

La pelirroja no pudo evitar sentirse decepcionada cuando se dio cuenta de que la pequeña morena ya no seguiría con lo que estaba a punto de decir. Un frio extraño se apoderó momentáneamente de ella cuando tuvo que soltar sus manos, pues su novio ya había llegado hasta ellas y la tomó en un abrazo que la levantó un poco del suelo y empezaron a girar. La risa fue incontrolable, a pesar de todo, lo había extrañado aunque ese abrazo no se sentía de la forma que debería. Ese frio aun no desaparecía.

Yulia dio un paso hacia atrás observando la escena con algo muy parecido al dolor.

—¡Baby! ¡Estás aquí!  —habló nuevamente el chico con una sonrisa— Pensaba que tendría que llamar a un equipo de rescate para ir por ti.

Aleksandr intentó bromear, pero no resultó gracioso para ninguna de las dos mujeres, sin embargo, Elena se limitó a sonreír y su novio le dio un beso en la mejilla.

—Hola, cariño... —dijo con una sonrisa que no alcanzaba a sus ojos— Es una larga historia, lo siento por tardar tanto.

—Descuida, lo importante es que ya estás aquí. Me alegra verte —dijo y le dio un beso en sus labios que aunque tomó desprevenida a la pelirroja, lo correspondió.

Yulia desvió su mirada al suelo ante esa acción y al separarse, el castaño por fin se percató de su presencia.

—Hey, ¿Necesitas algo? —preguntó a quien para él era una desconocida. Elena se sintió incomoda por el hecho de que por un momento había olvidado su presencia y había presenciado toda la escena con su novio y se repitió que no debería sentirse de esa forma—Disculpa, pero ¿Te conozco?

Y antes de que la morena pudiese responder, ella los presentó.

—Oh, cariño. Ella es Yulia, y Yul, él es Aleksandr. Ella fue quien me ayudó a llegar hasta Dublín.

Yulia se limitó únicamente a asentir en su dirección. No estaba dispuesta a fingir interés en conocer al hombre, al contrario de él que le ofreció una sonrisa de comercial de pasta de dientes. "Maldición, es guapo el imbécil suertudo" pensó.

Aleksandr se mostraba fresco en un traje de alta costura, pero con estilo casual. Su cabello se encontraba perfectamente peinado, nada en él lucía fuera de lugar. La morena deseó que por lo menos tuviera algún defecto con el que poder mofarse después, sin embargo, no fue el caso. El hombre frente a ella podría pasar por modelo de ropa interior sin problemas, además de ser la viva imagen de un hombre exitoso y con el mundo a sus pies.

—Oh vaya, es un gusto Yulia. Debo decir que no envidio tu trabajo, amiga. Esta señorita no es muy aventurera —dijo con gracia. Con uno de sus brazos alrededor de la cintura de la pelirroja, la mantuvo a su lado. Detalle que no pasó desapercibido para Yulia.

—No, no lo es —dijo en voz baja y mirando únicamente a Elena. "Sin embargo, es una maravillosa compañera de aventuras" quiso decir, pero ese pensamiento no fue verbalizado como tantas cosas que quería decir en ese momento.

Elena sintió como su sonrisa, ya falsa, temblaba un poco ante la mirada de esos ojos azules que parecían querer decirle  tantas cosas. Pero logró mantener la compostura, estaba junto a su novio y eso era lo que había deseado todos estos días. ¿No?

—Bueno, entonces. ¿Ella ya te ha correspondido? —Preguntó y Elena se sintió avergonzada por un momento— ¿Le diste propina?

Y con ese último comentario se sintió aun peor al entender a lo que se refería su novio. La morena sintió un golpe más, pero esta vez a su orgullo.

—Oh! Ah... Ehm... —balbuceó la pelirroja nerviosa...

Yulia quiso quitar la pequeña tensión que se generó en el ambiente y habló en primer lugar.

—Sí, ella ya me ha pagado —dijo solemnemente.

Elena la observó por un momento encontrándose en sus orbes azules que amenazaban con absorber su cordura, pero regresó la atención a su novio cuando tomó la palabra nuevamente. Yulia quiso sonreír por como la había mirado, pero no lo hizo.

—Genial. Gracias por traerla a casa a salvo —Agradeció y la morena solo asintió nuevamente —¡Oh, Dios! Baby, no sabes cuánto te he extrañado —dijo y abrazó con fuerza nuevamente a Elena quien dejó escapar un corto grito por la efusividad sorpresiva de su novio.

—Yo también te extrañé, cariño —dijo correspondiendo el abrazo.

Yulia tomó eso como que ya no se necesitaba más de su presencia en ese lugar, visto que tampoco recibiría más atención de la pelirroja, por lo que decidió que era hora de irse. Dio un paso atrás en silencio y se giró para empezar caminar hasta la salida.

—Yo, en verdad lo hice y eso me hizo pensar algo —dijo y soltó de sus brazos a la pelirroja quien lo miró expectante.

Yulia aún estaba lo suficientemente cerca como para escucharlos y ante el tono usado por el hombre,  se giró intrigada, sin embargo, al escuchar el resto de la oración deseó no haber tardado tanto en irse.

—Me preguntaba, ¿Por qué no estamos casados? —Aleksandr dio un paso atrás y colocó una de sus rodillas en el suelo mientras sacaba una pequeña caja negra de terciopelo y la abrió para mostrarle el anillo que había dentro a la mujer frente a él que lo observaba sin expresión alguna, pero con los ojos llenos de sorpresa —¿Te casarías conmigo, Lena?

Los trabajadores del hotel y los otros huéspedes dirigieron sus miradas a la pareja, más especifico, al hombre arrodillado frente a su novia esperando una respuesta y fueron espectadores de todo.
Yulia sintió como su cuerpo se tensaba completamente ante la escena que estaba presenciando. Se debatía entre ceder a su masoquismo y quedarse allí para escuchar la respuesta de la pelirroja o irse y evitarse una decepción aún más grande.

Por otro lado, Elena pasó del estado de confusión a uno de completa incredulidad. La morena tomó su decisión y pensó que si la pelirroja volteaba a verla en cinco segundos, tomaría a la mujer en sus brazos y saldrían corriendo juntas de allí.

Uno...

—¿Hablas en serio? —preguntó aún sin poder asimilarlo y olvidándose momentáneamente de quien los observaba en ese momento.

Dos...

—¿Que si hablo en serio? Claro que sí, estoy de rodillas. Yo... —se interrumpió para sacar el anillo de la cajita y tomar la mano de su novia y acercarlo a su dedo anular.

Tres...

Aleksandr la observó a los ojos con una sonrisa. Su novia solo miraba el anillo sin decir ninguna palabra aún.

—No hay apuro baby, y tampoco quiero presionarte, pero nos están grabando, señaló.

Cuatro...

Y en efecto, las personas que anteriormente solo observaban, ahora se encontraban cada quien con sus teléfonos celulares capturando el momento en video mientras sonreían.

Cinco...

Yulia asintió a la nada, derrotada. Era obvio que la pelirroja no giraría a mirarla cuando por fin estaba cumpliendo aquello que tanto había deseado. Rendirse era lo mejor, al final... Sólo era ilusiones de ella de que algo más que una conexión se había dado entre ellas. Cerró sus ojos y tomando la fuerza de voluntad que quedaba de ella y tratando de preservar un poco de su orgullo, se dio la vuelta y salió de allí a pasos grandes sin oír la respuesta, pues sentía que lloraría en cualquier momento.

Allí sin oír la respuesta de la pelirroja, su corazón ya estaba lo suficientemente dañado.

—¿Lena? — llamó Aleksandr.

Elena miró a su alrededor notando lo que su novio había dicho, sin embargo su intención no era esa. Sus ojos buscaban a la  persona culpable de su estado dubitativo ante la propuesta de su novio. Al enfocar sus ojos en el lugar donde recordaba había estado por última vez la morena, sólo logró observar el movimiento de la puerta giratoria que indicaba que alguien acababa de salir.

Yulia se había ido.

Su corazón cayó y todo lo que ocurrió después fue de forma automática.

—¿Cariño?  —llamó Aleksandr nuevamente a su novia quien tenía la vista perdida hacia la salida, pero no le dio importancia. Lo retribuyó a los nervios.

Elena se tomó unos segundos más para reponerse del sentimiento de pérdida y se obligó a reaccionar ante su novio.

—Cariño... ¿Ibas a darme una respuesta? —preguntó él una vez más y por un momento sintió que su novia estaba dudando. Elena regresó su atención a él.

—Si... —Respondió con una sonrisa. Ese era su destino, estar al lado de ese hombre era lo que tanto había soñado —Si, por supuesto Sasha.

El joven dejó escapar el aire que no sabía,  estaba conteniendo mientras esperaba y sonrió a su ahora prometida.

—¿Si?

—Sí  —afirmó con más efusividad esta vez y aceptando el anillo que su ahora prometido le deslizaba en su dedo felizmente.

Aleksandr se puso de pie y la abrazó para luego darle un beso en sus labios. Los aplausos resonaron por todo el lugar, las personas de su alrededor celebraban el compromiso de la pareja con una sonrisa en sus rostros. Elena los miró un poco apenada por la atención extra, pero se enfocó en el guapo hombre a su lado.

—Ven, tengo champaña en la habitación esperándonos... —dijo tomando a Elena por la cintura para llevarla con él.

—Genial… —respondió la pelirroja y juntos fueron camino al ascensor despidiéndose de las personas que seguían aplaudiendo y dándoles las gracias.

~~*~~

Mientras todo eso sucedía...

Yulia iba de camino hacia la estación de buses al mismo tiempo que limpiaba las lágrimas que había permitido dejar salir una vez que se encontraba a una buena distancia del hotel.

Su corazón parecía haber dejado de latir a su ritmo normal y todo se sentía como que el tiempo transcurría en cámara lenta. Se detuvo por un momento, pues su respiración era errática debido a los sollozos contenidos y recostó su espalda en una pared llevando las manos a su cara para cubrirse un poco. La tristeza  que la invadía en ese momento la tomó por sorpresa y dejó que las lágrimas siguieran su camino por sus  mejillas.

Por su mente pasaban las imágenes de cada momento que había compartido con Elena desde el primer momento en el que puso un pie en su bar. El porte de confianza y la seguridad que desprendía de ella en ese momento sin dejarse intimidar por los hombres del lugar y su decisión inquebrantable de encontrar quien la ayudara. Ella había notado desde un principio que la joven no era una chica cualquiera, pero eso no evitó sus deseos de molestarla y al conocer sus razones del viaje, solo aumentaron más.

Pero eso no era todo, con el transcurso de los días Yulia no se esperó encontrarse con la mujer real detrás de esa fachada, ni mucho menos la atracción que empezó a sentir desde que se percató de su belleza, no solo su belleza física, sino también todo lo que la caracterizaba. Su sonrisa que hacía formar medias lunas en sus ojos, su sentido del humor algo tonto, lo engreída que podía llegar a ser cuando no obtenía lo que quería, su pasión por el diseño, la forma en que su cabello olía siempre delicioso... Sin embargo, fue un momento el que logró romper sus barreras. Un único momento y ni siquiera fue después de su primer y único beso.

El momento en el que Yulia sintió que había caído en las profundidades de sus sentimientos por Elena, fue la mañana antes de llegar a Dublín en la que había amanecido con el cuerpo suave y caliente de la rusita entre sus brazos, en ese instante Yulia sintió que quería vivir muchos amaneceres más de esa forma, junto a ella. Al tenerla entre sus brazos se sintió completa y por unos segundos, aquél vacío con el que había lidiado todos esos años desaparecía...

A pesar de ello, todo había acabado como si despertara de un sueño y lo hizo tan bruscamente como si la hubiesen empujado de la cama.

Era su culpa, lo sabía. Ella se había ilusionado aún sabiendo que no había posibilidad. Pero de eso se trata el amor, ¿No? De soñar, de imaginar un futuro junto a esa persona...

Pero allí estaba de nuevo, golpeándose nuevamente contra la realidad. El mundo no está hecho de sueños y el amor no estaba destinado para ella. Lo había vivido antes y ahora de nuevo. Ella nunca sería la elección de nadie y eso estaba bien porque ella ya no quería serlo, no más.

Deseándole felicidad a la mujer que había reconstruido una ilusión romántica en tan poco tiempo y destruyéndolas en ese mismo trayecto, lo decidió. Limpió sus mejillas húmedas y tomando dos respiraciones profundas  abrió sus ojos y miró a su alrededor. En un costado, a unos pasos de distancia se encontraba una cabina telefónica. Con un nuevo propósito se introdujo dentro de ella para realizar dos llamadas muy importantes para su futuro.

~~*~~

Dos días después...

Una joven y atractiva morena se encontraba de pie en uno de los puentes que atravesaban el río Liffey, sus antebrazos apoyados en el borde de la baranda de concreto y con la mirada fija el hermoso atardecer que se presentaba frente a ella. Su mente divagaba entre recuerdos que trataba de suprimir y los planes que llevaría a cabo después de hoy. Ya todo estaba en marcha, solo faltaba una cosa para entrar en acción.

Mientras se encontraba en esa línea de pensamientos, un suave toque de unos dedos en su hombro la hicieron volverse hacia la persona que buscaba su atención.

Y allí estaba, luciendo tan hermosa como la recordaba desde la primera vez. Su cabello rubio, ahora corto, lucía en ligeras ondas que parecían ser naturales. El corte enmarcaba sus dulces facciones, algo que siempre le había encantado de ella y esos ojos. El verde esmeralda de su mirada la atrapó por un momento, pero pudo darse cuenta de que ya no tenían el mismo brillo de antes o quizás eran solo ideas de ella.

—Erin... —saludó.

—Hola, Yulia —respondió la rubia con timidez, no sabía cómo actuar ante la mujer a la que le había hecho tanto daño hace diez años. Seguía sorprendida de su llamado para encontrarse—Es increíble que estés en la ciudad.

—Sí —respondió Yulia de forma neutral.

—Nunca creí que volvería a verte en Dublín —continuó ante la falta de palabras de la otra.

Yulia la observó detenidamente. Ella quería acabar con el incómodo momento lo antes posible, su intención no era tener una escena de reencuentro ni mucho menos. Ella la había citado con un único propósito.

—Yulia... —dijo nuevamente y la mirada fría en los ojos azules la llenó de aprehensión y se sintió cohibida para seguir.

Yo tampoco lo creía, pero la vida está llena de sorpresas ¿No crees?

La rubia sintió la punzada de culpabilidad y desvió su mirada asintiendo.

—Me sorprende que llamaras, sin embargo — dijo con la voz entrecortada. Sentía ganas de llorar, eso no estaba en sus planes— Yul, yo lo… de verdad.. Lo sien…

—No —Yulia la detuvo— No he venido aquí para escuchar tus disculpas. Lamentablemente, ya es demasiado tarde. Todo ha quedado en el pasado y es así como quiero que continúe.

Erin sintió una pequeña lágrima correr por una de sus mejillas, pero rápidamente la limpió.

—¿Qué es lo que quieres de mí, Yulia?

Yulia la observó por un momento.

Tú tienes algo que me pertenece.

~~*~~

Mientras tanto, Elena se encontraba sentada en el área de primera clase del avión con destino a Moscú, su hogar. A su lado, se encontraba su prometido con toda su atención enfocada en su laptop.

Por su parte, la pelirroja observaba como ya empezaba a notarse desde la distancia los grandes edificios que caracterizaban a la gran ciudad. Un suspiro de origen desconocido,  salió de sus labios. Miró su mano izquierda y observó su anillo de compromiso. La pieza de oro sostenía un diamante de unos cuantos quilates, su mano se sentía pesada, pero no sólo eso. Su corazón también se sentía pesado.

Los días que transcurrieron luego de la propuesta, los pasó prácticamente sola. Su prometido aún estaba ocupado con algunas reuniones y el tiempo que tenían para ellos era por las noches. Aleksandr había intentado en dos ocasiones convencerla para tener un momento íntimo, pero ella siempre se excusaba con que se encontraba muy cansada por todo lo que había pasado durante sus días de viaje hasta llegar allí.

Él se mostró comprensivo, pero visiblemente decepcionado.

Sin embargo, no había nada que ella pudiese hacer. Realmente no se encontraba de ánimos como para tener relaciones con nadie. Su mente y su corazón continuaban en un debate y aunque se encontraba feliz de por fin estar logrando todo lo que había deseado, no podía evitar sentir como que algo estaba equivocado.

Para distraerse de sus pensamientos, decidió tomar su móvil y escuchar algo de música. Necesitaba relajarse, eso es todo. Una vez aterrizaran en Moscú, su vida tendría un nuevo giro y empezaría con la planeación de la mudanza a su nuevo apartamento y la gran boda con su prometido.

Sí, eso era todo lo que tenía que pensar.

~~*~~

Unos días después.

—Hey! Yulia, ¿Qué pasa, cómo estás? —saludó la morena asiática.

—Hola, Yuri. Que gusto verte de nuevo. Lo siento por lo de la otra vez. Realmente estoy muy apenada por haberme mostrado de esa manera ante ti y tu esposa —explicó Yulia con la vergüenza escrita en todo su rostro.

—Oh, vamos. No te hagas tanto problema. En realidad, todo era bastante comprensible. Con Sica, no sentimos un poco enojadas aún por la forma en que nos mintieron esa vez, pero realmente comprendemos que era una causa mayor lo que las hizo mentir. Sin embargo, mi esposa continua empeñada en que entre ustedes sucedió algo más —dijo poniendo los ojos en blanco— Tiene esa loca idea de que percibió un aura entre ustedes de amor, y que mostraban una conexión única, blah, blah, blah. Juro que a veces pienso que no ha dejado atrás sus días bohemios.

Yulia dejó salir una ligera risa que fue acompañada por la otra chica.  Aunque realmente, Yulia deseaba que todo lo dicho fuese cierto, las circunstancias no eran esas, sin embargo.

—A propósito, ¿Cómo está ella, por qué no ha venido?

—Oh, ella está genial, más hermosa que ayer —dijo con un claro afecto en cada palabra— Está ocupada haciendo unos llamados, lo que me recuerda. ¿Estás segura de hacer esto? Es decir, no es que crea que no seas capaz, pero pensé que tu cosa era la cocina, no el modelaje.

Y he allí el motivo de la reunión. Yulia decidió hacer uso de esa llamada que había prometido a la nipona el día que se despidieron en la casa de los Kavanagh. La chica le había comentado que se quedarían un tiempo más en ese país y que debían verse nuevamente antes de partir definitivamente.

Yulia luego de aquél tormentoso día en el que su corazón fue roto. Al igual que sus esperanzas en el amor. Una de sus llamadas fue acordar para encontrarse con el matrimonio Kwon y pedirles un favor, aunque tuviese que confesar todo y dejar su orgullo de lado.

Las tres mujeres tuvieron su encuentro en un pequeño bar de la ciudad, bastante pintoresco. Yulia le explicó todo lo que había sucedido y toda la molestia que habían sentido en primer lugar Jessica y Yuri, se esfumó rápidamente al notar la vulnerabilidad en la que se encontraba la pequeña pelinegra mientras les contaba como había terminado todo.

La pelinegra le atribuyó al alcohol el hecho de haberse sentido lo suficientemente en confianza como para contarles sobre sus sentimientos a las chicas y ellas mostraron su apoyo hacia ella, ofreciéndole su ayuda en lo que necesitara.

Así que, al final, se encontraban allí frente a un edificio elegante a la espera de la rubia para iniciar la sesión de fotos para una marca de ropa deportiva desconocida para Yulia, pero con la que obtendría el dinero necesario para recuperar el negocio de su familia y hacer algunos cambios.

Las divagaciones de la morena fueron interrumpidas por el sonido de una llamada entrante en el teléfono de la asiática.

—Hey, Sica Baby ¿Está todo listo ya? ...Uh, si está conmigo, enseguida subimos. Yo también te amo amor— Finalizó la llamada con un sonoro beso al móvil y Yulia no pudo contenerse, puso sus ojos en blanco y se rió un poco.

—¿Lista? —preguntó. Yuri pasó uno de sus brazos sobre los hombros de la más baja.

—Lista —respondió esta y empezaron su camino hacia el interior del edificio.

En el tiempo que les tomó llegar hasta el salón donde se realizaría la sesión fotográfica, Yuri le iba explicando a su nueva amiga algunas cosas para que no se sintiera tan fuera de lugar. Le notificó que Jessica había planeado un cambio de look para ella, ya que necesitaban un perfil especifico, y aunque la morena poseía una gran belleza, aún tenían que cumplir con cierto estándar.

Yulia se mostró poco convencida al principio, pero recordó la razón por la que se encontraba allí y cedió. Además, un cambio de apariencia no le vendría mal tampoco, había conservado el mismo estilo desde hace diez años y bueno... El cambio después de cualquier ruptura es típico, de alguna u otra manera lo terminaría haciendo.

—Yulia ¿Lista para un nuevo inicio? —preguntó una Jessica muy emocionada de hacer todo lo que tenía planeado para la nueva imagen de su ahora, amiga.

—Supongo que sí —respondió algo tímida.

—Oh vamos, será divertido.

Las tres mujeres compartieron una mirada y empezaron con todo el proceso.

Definitivamente este era un nuevo inicio, lo que ninguna de ellas esperaba era que esa decisión de Yulia le traería más cambios en su vida de los que ella tenía en sus planes.

Y por supuesto, el destino siempre tiene algo planeado para todo, solo queda esperar y ver que sorpresas nos mostrará después.


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Mensaje por mary 9/1/2019, 8:55 am

Pobre mi jul

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 9/1/2019, 5:39 pm

Feliz domingo!!!! Gracias infinitas siempre por leer, comentar... estar siempre allí, dándole chance a un espacio a la imaginación para vivir cada día una nueva aventura.

Hoy se acaba esta historia que aunque haya sido corta, fue muy hermosa, divertida y sobretodo, muy fresca. Gracias una vez más por estar pendiente y aunque no se cual vaya a ser la nueva historia a continuación, les dejaré el capítulo final.

Más tarde subiré el epílogo, así que...

A leer!!



El final.


≈15≈


Un mes después...

Moscú-Rusia.

Era una tarde fría. Las personas iban de un lado a otro entre las calles ataviadas, con sus abrigos que iban de la mano con accesorios para complementar su estilo Chic, lo que les daba a la mayoría un aire de elegancia y superioridad ante aquellos que no podían costearse la ropa al último grito de la moda.

La cantidad de gente en las calles y el sonido del tráfico típicamente congestionado de la capital, era el ambiente normal para cualquiera de los transeúntes que acostumbraban a pasearse por allí. Tres mujeres que resaltaban entre las masas de personas por su belleza y seguridad al caminar, se paseaban entre las tiendas de diseño más populares de la zona. No había chico que no les diera al menos un vistazo cuando pasaban a su lado y más de una mirada femenina se posó en ellas, algunas con admiración y otras tantas con envidia.

Las tres hermosas mujeres se adentraron en uno de los locales y fueron atendidas de inmediato por una de las dependientes con una sonrisa.

—Buenas tardes, sean bienvenidas a "Oysho". ¿En qué puedo ayudarles?— saludó con cortesía la chica que no parecía mayor a los veintidós años.

—Buenas tardes, queremos hablar con la Sra. Olga Petrova, tenemos cita para prueba de vestidos exclusivos —informó la chica más alta.

—Por supuesto, en seguida regreso.

—Entonces, Lena. Al fin lograste que el bombón de tu novio te propusiera matrimonio —dijo con una emoción ligeramente sarcástica la morena de cabello corto.

—Es cierto, pensaba que nunca lo haría. Después de tantos años, creí que seguirían de novios de por vida. Por suerte, mi novio no tardó tanto. A los seis meses ya estaba de rodillas suplicando para que le diera el sí —mencionó la más alta, verificando su manicura recién hecha y con un aura de superioridad.

Elena se sintió atacada con esos comentarios "sin intención" de sus amigas, sin embargo, lo dejó correr, ellas siempre tenían esa forma de decir las cosas y decirles lo contrario sería iniciar una guerra sin tregua de la que no deseaba formar parte ese día. Las conocía desde que había iniciado su noviazgo con Aleksandr hace algunos años. Realmente sus amigas más cercanas se habían mudado a otros estados hace unos años atrás, por lo que no le quedaban muchas opciones y decidió ir de compras con Nastya y Varvara.

Las tres mujeres habían viajado desde las afueras de la ciudad, pues su boda se celebraría en la capital y su prometido quería todo por lo alto, así que le dio pase libre para hacerlo todo a su manera, sin límites.

—Mmmh, si es solo que estuvimos enfocados en otros aspectos de nuestra relación y esperábamos tener nuestro propio piso para hacer planes de boda luego —se excusó sin darle mayor importancia a sus comentarios.

Ellas no tenían que saber sobre la crisis que había pasado y tomando la decisión desesperada de ir a un viaje a un lugar tan desconocido para ella, motivada por una estúpida tradición. Si estúpida, porque ahora luego de un mes había tenido mucho tiempo para pensar y había llegado a la conclusión de que emprender un viaje para pedirle matrimonio a tu novio, era actuar en desesperación, si ahora era capaz de aceptarlo. Cada noche su mente no daba tregua respecto a las decisiones que había tomado recientemente, una en específico era la que hacia su corazón temblar.

La voz de la morena a su lado la hizo volver a la realidad y dejar sus pensamientos de lado y prestarle atención a sus palabras.

—Claro, eso tiene sentido. Aunque sigo sin entender porque tardaron tanto, ¿No será que tu prometido tenía problemas de compromiso? —preguntó Nastya, esperando obtener información jugosa de su amiga. Su insistencia empezaba a molestarla.

—Es cierto, él solía ser muy... Sociable, en la universidad, si entiendes lo que quiero decir... —agregó Varvara.

—Por supuesto que no, él simplemente esperaba el momento perfecto para ambos —respondió Elena defendiendo su relación, a pesar de sus inseguridades al principio, Aleksandr nunca le había fallado en ese aspecto.

Las dos chicas no satisfechas con la respuesta, iban a por más información, pero fueron interrumpidas por la elegante mujer que se acercó a ellas junto a dos ayudantes.

—Buenas tardes chicas ¬—se escuchó una voz aterciopelada proveniente de una mujer rubia que se acercaba con paso desgarbado— tú debes ser la Srta. Katina, encantada de conocerla, es usted muy hermosa —saludó la mujer y dándole especial atención a Elena.

—El gusto es mío, y muchas gracias —saludó también, un poco sonrojada por el cumplido de la mujer mayor.

—Bien, síganme, iremos hasta el área VIP y Tanya se encargara de mostrarles los vestidos que he escogido para ustedes, damas. Y para  usted Srta. Katina. ¿Algún diseñador de preferencia?

—He estado viendo algunos Dior de esta temporada... —mencionó mientras admiraba la decoración del lugar. El brillo y el glamour estaban impregnados en cada rincón. Sin duda era un lugar mágico para cualquier novia.

—Muy bien, sigamos entonces.

Unas horas más tarde...

Luego de probarse una innumerable cantidad de vestidos de diferentes marcas y modelos, Elena hizo su elección con un exclusivo Donna Karan y en ese momento se encontraba esperando a que sus amigas regresaran de tomarse las medidas para los vestidos del cortejo.

Elena revisó su maquillaje y cabello en uno de los espejos sintiéndose extraña, pero no de una mala manera. Hace una semana había cambiado su color de cabello a un rojo nacarado, casi castaño y aún se encontraba adaptándose al nuevo color. Le agradaba, sin embargo.

Se dirigió hasta uno de los confortables sofás del salón y tomó una de las revistas para perder el tiempo. Leía las páginas con poco interés, pues no encontraba nada que llamara su atención, pero todo cambió al llegar a la sección de moda deportiva.

La chica tuvo que toser un par de veces debido a que se había atorado con su propia saliva por la impresión, al notar quien era la modelo que promocionaba la marca. Definitivamente no esperaba encontrarse con eso y claramente eso si robó completamente su interés.

Elena sintió como su corazón se aceleraba al contemplar a una Yulia muy distinta físicamente a la que recordaba de hace unas semanas atrás. La mujer en las fotos no era la prepotente irlandesa con vestimenta sencilla que la había cautivado los últimos días que compartieron juntas.

Su cabello negro lucía totalmente liso en algunas imágenes, el color lograba resaltar aún más el azul claro de sus ojos que sin necesidad de ninguna edición, le hacía imposible apartar la vista de ellos, si no lo hacía ya antes, vaya. Elena continuó pasando las imágenes hasta que llegó a unas que la dejaron esta vez sí con la boca abierta y sentía que empezaría a transpirar en cualquier momento.

¿Quién le subió a la calefacción? Su cuerpo de sentía arder mientras seguía detallando cada imagen.

En la imagen, Yulia se mostraba con un top verde agua y un short corto ajustado que dejaba la piel de su abdomen completamente expuesta, se encontraba simulando hacer abdominales y con la piel brillosa por el sudor. Sus músculos se marcaban un poco más debido a la flexión en ellos que lograba tensionarlos. La chica detallaba cada centímetro de la mujer en la foto sin perderse de nada. Ella nunca se había sentido así de atraída por nadie, ni mucho menos una mujer.

Sin embargo, ese detalle había dejado de ser relevante desde hace un tiempo.

Las sensaciones en su cuerpo eran similares a las que sintió cuando la observó accidentalmente en el baño de su habitación en la casa de los Kavanagh, pero a un nivel mayor.

La pelinegra generaba en ella sensaciones que le eran imposibles de descifrar y la realidad de todo era que la mayoría de ellas no le desagradaban.

Todo lo contrario, le encantaba.

El calor en su cuerpo la hacía sentir excitada y ni siquiera era algo sexual lo que veía.

Al fijar su vista en la mirada implacable que portaba Yulia en las imágenes, Elena sintió como su mente divagaba nuevamente hacia la forma en que esos ojos la miraron la última vez que estuvieron juntas y por un momento sintió una punzada en su corazón al recordar la mirada llena de un brillo y decisión que le ofreció antes de ser interrumpida por Aleksandr y que ese brillo se apagara dejando solo desolación en aquellos hermosos orbes azulados. Su mente divagaba por momentos, imaginando que era lo que quería decirle en esa ocasión.

Sacudió su cabeza para aclararse y volver a la realidad.

Se preguntó como se suponía que la ojiazul había terminado en una sesión de fotos unos pocos días después de que ella se fuera de Dublín, según la fecha de publicación de esa edición de la revista, había sido unas tres semanas atrás, es decir, en realidad nunca se imaginó a la mujer en esa faceta de modelo. Se sentía curiosa por saber cómo había logrado obtener una oportunidad así en tan poco tiempo. Pero esa duda fue rápidamente aclarada al leer quien había sido la fotógrafa encargada de la sesión, entendió un poco, Jessica Jung de Kwon.

Vaya, Yulia Volkova, en verdad, ¿Nunca dejarás de sorprenderme, no es así? Se preguntó a sí misma.

Hizo nota mental de hacer una llamada a la fotógrafa y con la excusa de pedir recomendaciones para fotógrafos para su boda, trataría de obtener información de la ahora pelinegra, una muy sexy pelinegra si debía opinar.

Apenas tuvo tiempo de apuntar el número publicitario de Jessica, pues sus amigas ya se encontraban de regreso junto a ella y aun quedaban muchas cosas por hacer.

Porque ella estaba a semanas de su boda soñada, con su novio soñado y su vida soñada.

~~*~~


Laois, Irlanda.- Volkov's Restaurant.

Un pintoresco local se encontraba atestado de familias y habitantes pueblerinos, la risas y las conversaciones llenaban el ambiente de un aura hogareño entrañable.

Dentro de la cocina, se escuchaba la firme voz de una mujer dando órdenes y explicando como quería las cosas.

—¡Declan! Date prisa y saca las ordenes de la mesa cuatro y siete. Vamos, vamos...— gritó una pequeña pelinegra que ya empezaba a estresarse, pero se mantenía enérgica mientras se paseaba de sartén en sartén, removiendo y verificando la cocción de los diferentes platillos que preparaba.

La cocina se sentía caliente, el sonido de la cerámica de los platos golpeándose entre sí, y la comunicación cruzada entre las cuatro personas que se movían por todo el lugar haciendo diferentes preparaciones, generaba un ambiente típico en toda cocina de restaurant. Los meseros entraban y salían con pedidos cada quince minutos.

Era una tarde productiva.

—Sí, Chef —dijo el joven.

Chef, realmente Yulia no se sentía como una chef, pero el sentimiento de orgullo que le generaba el que sus ayudantes la consideraban de esa forma, era realmente gratificante.

Con una sonrisa, recordó cómo hace una semana había logrado uno de sus propósitos en la vida y todo había sido gracias a dos personas que en poco tiempo se habían convertido en un gran apoyo en ese momento crítico en que se encontraba hace un mes.

De no haber sido por la sesión de fotos que Jessica consiguió para ella en un tiempo imposiblemente rápido, no habría tenido el dinero suficiente para pagarle la deuda al arrendador del local. Pero ese no fue el caso, y a los patrocinantes les había gustado tanto el resultado de todo, que le habían ofrecido un poco más de la cantidad que habían acordado anteriormente, lo que le vino de maravilla a la pelinegra, pues le sirvió para renovar algunas cosas del bar y sobre todo, la cocina.

Yulia no sólo logró salvar el negocio familiar al que tanto amor le había dedicado su padre, sino que estaba cumpliendo su sueño de poder realizar sus propias preparaciones y manejar el menú a su estilo. Era el sueño de todo amante de la cocina, y ella lo estaba cumpliendo.

Hace una semana Volkov's había dejado de ser una "Taberna" para ser un Restaurant digno para recibir a todo tipo de personas. No era de alta clase, pero con el cambio en los colores de las paredes, nuevos inmuebles y más iluminación, le daban un aspecto hogareño y familiar que parecía gustar a los residentes del pueblo. Tanta era la popularidad que estaba obteniendo, que algunas personas de la capital viajaban hasta allí para disfrutar de sus platillos y el ambiente cálido.

Por supuesto, Yuri también tenía un poco que ver en todo ello, pues se había encargado de hablar personalmente con algunos de sus contactos en el ámbito gastronómico de la ciudad para darle un poco de publicidad a su amiga.

Yulia se encontraba feliz, pero aún no podía dejar de sentir ese vacío en su corazón cada vez que el restaurant cerraba sus puertas y ella quedaba sola con sus pensamientos antes de irse a dormir.

El sentimiento de soledad y vacío en su interior le proporcionaban un frio que ni con la mejor calefacción podría aliviar.

Sus días después de aquél momento, eran constantes noches sin estrellas. Sin ella.

Algunas veces se pasaba sus horas de sueño pensando cómo se encontraría ahora, ¿Se habría casado ya con su muñequito de torta? ¿Estaría riendo a su lado? Su mente la llevaba a lugares que la hacían hervir de ira al imaginarla compartiendo cama con su prometido. Pero nada podía hacer ya, la ira de los celos era incontrolable pero debía mantenerse enfocada y aunque su corazón aún sangrara por esa herida, ella no formaba parte del cuento en la vida perfecta de Elena y así debía continuar.

Aunque anhelara sentir nuevamente la calidez de su cuerpo entre sus brazos, Yulia se conformaría con soñarla, pues solo en ellos sería de ella.

~~*~~

Moscú, Rusia.

Elena se encontraba en medio del salón principal del nuevo apartamento, el que compartía con su guapo prometido. Habían sido unos días agobiantes para ella, entre la decoración del piso y los preparativos para la boda, sin mencionar los arreglos para la fiesta de compromiso que a la vez era la celebración por su nuevo y lujoso apartamento.

La pecosa no había recibido mucha ayuda por parte de Aleksandr, pues siempre se encontraba en algún turno completo o en reuniones con los directores de otros hospitales.

Cuando ella le pedía su opinión sobre algo para su boda, éste respondía con monosílabos sin prestarle real atención a lo que decía o con simples "Lo que tu decidas, será perfecto". Y eso no era suficiente, ella quería que los dos estuviesen involucrados en ello, sin embargo lo dejaba pasar.

Era el día, llevaban la mayor parte de la tarde, recibiendo a sus invitados. Elena lucía un hermoso vestido color azul marino, que enmarcaba sus curvas. Aleksandr, vestía un traje de marca color negro completamente, al igual que su camisa y complementado con una corbata color plomo a azul a juego con el vestido de su prometida. Eran la pareja perfecta.

Elena sonrió falsamente cuando vio a su amiga Nastya acercarse a ella junto a su esposo.

—¡Lena! Te ves maravillosa y tu también Sasha —ambos agradecieron y Aleksandr se enfocó en una conversación con Dimitri, su colega— Y el apartamento es simplemente hermoso, la decoración es divina. Me encanta.

Elena se sintió orgullosa por el comentario, pues se había encargado personalmente del diseño para la decoración del piso. Era su mejor trabajo, hasta el momento.

—Gracias, trabajé mucho en ello —dijo amablemente.

—Ven, dejemos a estos obsesivos del trabajo hablando y muéstrame el resto del apartamento—dijo Nastya tomándola del brazo y empezando su camino.

Claramente, Elena no tenía otra opción que seguirla, así que iniciaron su pequeño tour. Estuvieron unos minutos recorriendo cada rincón del lugar.

—Creo que tu final feliz va a ser una prueba para nuestra amistad —mencionó Nastya después de darle un trago a su copa de vino, mientras caminaban por el comedor.

Elena la observó sin entender, pero en cuanto iba a preguntarle el porqué del comentario, se toparon con su prometido y un resto de sus colegas en medio de una conversación que llamó la atención de la pelirroja, por lo que se ubicó al lado de su novio para formar parte de ello.

—...Con el apartamento no hacía falta el compromiso — mencionó Vlad, otro amigo de su prometido.

—Oh, en nuestro caso fue un paquete completo —agregó Aleksandr y tomó un trago de su copa.

—¿Si? ¿El apartamento venía con un anillo de regalo? —preguntó Nastya, intrigada y deseosa de información cuando estuvieron cada una al lado de su pareja.

Elena observó a su novio confundida.

—Bueno, fue más bien al revés —respondió él.

—¿De qué hablas, cariño? —preguntó Elena sintiéndose más confundida aún.

—Me refiero a que, ¿Recuerdas a Oksana, babe? La de la junta para obtener el piso... —  dijo y ella solo asintió para que continuara— Me llamó cuando estaba en Dublín un día antes que llegaras, para preguntar por nuestro estado civil. ¿Pueden creerlo?

Para ese momento, la pelirroja se sentía con un mal presentimiento, pero continuó escuchando a su novio.

—No dijo nada en específico, solo estaba interesada en ello. Como los otros residentes son algo anticuados con respecto a estos temas, blah, blah, blah. Entendí el mensaje."Casados, dentro. Solteros, fuera".

Las facciones de la pecosa cambiaron drásticamente al entender lo que había querido decir y le estaba costando mantener la sonrisa, no podía creer lo que estaba escuchando, pero necesitaba oírlo. Necesitaba confirmar lo que su mente estaba deduciendo rápidamente.

—Así que le dije que estábamos a horas de comprometernos —continuó Aleksandr y con cada palabra sus sentimientos por el hombre a su lado empezaban a distorsionarse— Solo se lo dije, lo dejé salir. No tenía idea de donde salió, pero lo hice y funcionó, casi podía escucharla tomar las llaves para entregárnosla. Así que colgué el teléfono y me dije "¿Por qué diablos no?".

El castaño sonrió y se giró hacia Elena con una sonrisa que fue débilmente correspondida, púes el nudo en su garganta la estaba asfixiando y sus ojos empezaban a picar por las ganas de llorar. Sin embargo, se las arregló para decir algo y no quedar peor ante los presentes.

—¿En serio? —dijo y se maldijo interiormente porque su voz salió un poco rota.

—Claro, tarde temprano se habría dado, ¿No es así, baby? —dijo sin notar nada en ella, ni siquiera lo que le estaba costando mantener la mueca que simulaba una sonrisa en sus labios.

—Sí, claro... Si —dijo y su desvió la mirada topándose con la de su amiga que la miraba con algo que siempre había odiado. Lástima.

Elena se sentía decepcionada, sobre todo. Humillada.

—Oh, Nastya, Dima, quiero mostrarles algo. Cariño ya volvemos contigo —dijo y le dio un pequeño pico en sus labios que correspondió apenas.

Elena se quedó allí inmóvil, sola, pues los otros amigos de su esposo se habían dispersado.

En su mente se repetía cada palabra dicha por el castaño una y otra vez, rompiéndola en cada ocasión.

Observó a su alrededor, y sintió como todo empezaba a desmoronarse en ella. Sentía como si en cualquier momento pudiese sufrir un ataque de ansiedad. Su corazón y su mente entraron en un espiral de contradicciones.

Todo lo que había planeado y la emoción que había sentido por haberse comprometido con el que ella creía era el hombre perfecto para ella, estaba yéndose a la deriva. La imagen de Aleksandr estando con ella por simple costumbre sin en realidad sentir que la quería como su mujer para toda la vida, la estaba destruyendo. Ese no era el plan, ella no tenía que estar sintiéndose de esa forma.

En búsqueda de un lugar donde pudiese estar sola y no mostrar su vulnerabilidad, fue hasta la cocina y se sostuvo del mesón de la isla en medio de la cocina. Sus lágrimas ya habían hecho su camino por sus mejillas. Imágenes de ella de niña dibujando su vestido de princesa para su boda de cuento de hadas con un príncipe azul, se pasaban por su mente, ella planeando su compromiso de año bisiesto, ella explicando sus razones a Yulia de porque pedirle matrimonio a su novio... Yulia.

Y de pronto como una imagen fugaz, el recuerdo de las palabras de la irlandesa mientras subían juntas la colina hasta el castillo, vinieron a su mente.

"Si tu apartamento se incendiara, tu hermoso apartamento y tuvieras sesenta segundos para tomar lo más valioso para ti. ¿Qué te llevarías?"

Elena tuvo una idea y recorrió su mirada nuevamente por el apartamento y a las personas esparcidas en sus diferentes sectores, ninguna parecía darse cuenta del estado en el que se encontraba, luego enfocó su vista en la mano donde estaba su anillo de compromiso, notó como le temblaba un poco por la misma ansiedad que sentía. Levantó su vista nuevamente y ubicó en la pared del costado el interruptor para la alarma contra incendios.

No tuvo que pensar dos veces lo que haría.

Unos segundos después, el sonido de alarma y la robótica voz que pedía que se retiraran por el fuego, inundó el apartamento. Las luces parpadeaban y el agua empezó a caer en sectores del apartamento para apaciguar las supuestas llamas.

Las personas de la fiesta empezaron a salir del piso con rapidez, evitando tropezarse entre ellos, y fallando en el intento.

—¿Es la alarma de incendios? ¿Qué demonios? —exclamó Aleksandr extrañado, pero de igual forma empezó a guiar a las personas hacia la salida para que no dañaran nada a su paso y disculpándose por el mal rato.

Elena continuaba en el mismo lugar de la cocina, esperando.

Su cabello ya estaba mojado y el maquillaje había empezado a correrse... Desvió su mirada de las personas hacia su mano izquierda, observando la piedra hermosa que adornaba su dedo anular. Tomó el anillo y lo sostuvo en un puño.

Continuó esperando con la mirada enfocada en nada en específico.

Cuando solo quedaban ellos dos en el apartamento, Sasha aun parloteaba sobre si ella ya había tomado su Ipad, y las carpetas con los documentos importantes. Él iba de un lado a otro, tomando algunos objetos electrónicos, su laptop...

Elena seguía parada en el mismo lugar sin moverse hasta que sintió como su novio la llamaba. Giró su rostro y lo miró ofreciéndole una última oportunidad de salvar su imagen como el supuesto amor de su vida.

—Elena, ¿Tomaste todo lo que necesitas? Busca las cosas de valor —dijo sin siquiera mirarla, mientras salía del apartamento para dejar sus cosas y entrar por las demás.

La pelirroja ya no lloraba, solo estaba allí… en silencio.

Continuó de esa forma unos cortos minutos más hasta que tomó su decisión.

—¿Baby? —llamó Aleksandr desde el pasillo al no recibir respuesta de la mujer, regresó al salón principal —¿Len...

Pero ya no había nadie allí.

~~*~~

Días después...

Laois, Irlanda.

Estaba siendo una tarde caótica en el Volkov`s Restaurant. Las mesas tanto del exterior como las del interior se encontraban llenas y seguían llegando más personas.

—... A ver muchachos, tenemos una sopa de minestrone, dos quinche... Un pastel de carne, uno de pollo y una ensalada. ¿Oído?

—¡Si, Chef Yul!—corearon los tres hombres, sus ayudantes de cocina.

Luego de cantar las ordenes entrantes, la pelinegra estaba atareada salteando algunos vegetales, cuando uno de los mesoneros se acercó a ella.

—Chef, tenemos una queja...

Yulia arrugó en el entrecejo y apartó el sartén del fuego para darle su atención al joven.

—¿De qué hablas, cual es el problema? —el joven era bastante tímido y Yulia a pesar de ser de menor estatura lograba intimidarlo, siempre que lo miraba de esa manera tan fría.

—U...u…un cliente s…se quejó de que su pollo estaba seco —dijo y le acercó el plato con la comida.

—Que mierda, déjame ver... —tomó un tenedor y probó un trozo del pollo, lo degustó y puso sus ojos en blanco en frustración al no notar nada fuera de lugar.

—Es una tontería, esto está delicioso —dijo en tono molesto—Alex, quedas a cargo de la cocina un momento — dio la orden y se quitó su delantal para salir echando humo por sus orejas, —no literalmente, claro— hacia el salón principal.

Una vez en medio del salón, habló en tono alto para poder ser escuchada por la mayoría de los comensales.

—A ver, ¿Quién de ustedes cree que mi pollo está seco? —preguntó cruzándose de brazos y mirando a cada una de las personas que tenía más cerca— ¿Tú.. o tú? O es que fuiste tú, Malek —se dirigió a un hombre mayor un poco pasado de peso y lo observó con los ojos entrecerrados tratando de intimidarlo.

—... Fui yo.. — se escuchó decir detrás Yulia.

La pelinegra sintió cada musculo de su cuerpo tensarse al reconocer la voz. Ella nunca podría olvidar la melodiosa voz ni mucho menos a la dueña. Por un instante tuvo miedo de girar su cuerpo y comprobar su deducción, pero la curiosidad siempre ha sido uno de sus peores defectos. Dejó salir un suspiro silencioso y se giró lentamente si perder su postura seria.

Y allí estaba.

Era ella, radiante como la recordaba. Se sorprendió un poco al principio al notar su cabello más largo, pero se veía hermosa. Yulia habría pensado que se veía hermosa sin ese cambio también, sin embargo, observó maravillada lo sencilla que lucía en unos simples pantalones de jean y una blusa blanca suelta. Pero a pesar de ello, toda su admiración se vio opacada cuando recordó que ella no la había elegido. De hecho, nunca volteó a verla de nuevo después de que "él" se le propusiera.

Elena, por otro lado, no podía borrar su sonrisa mientras observaba a la pequeña mujer que se mostraba imponente frente a ella. Se sintió intimidada al notar la frialdad en esos ojos azules en los que había estado pensando constantemente, durante estos últimos días antes de decidirse a buscarla. Ella continuaba observándola con adoración, se veía tan diferente pero al mismo tiempo siempre había mantenido esa fachada altiva e inaccesible desde que la conoció y ella conocía sus razones. Pero su sonrisa fue cambiada por una mueca de disgusto al escuchar sus palabras cuando por fin dijo algo.

—¿Qué demonios haces aquí, Elena? —preguntó Yulia en tono frío, pero con genuino interés disimulado, muy bien.

La pelirroja sintió su estómago contraerse, realmente esperaba una reacción así, pero nadie nunca está lo suficientemente preparado para un rechazo. Su última vez no fue agradable como para que ahora la recibiera con los brazos abiertos. Pero ella tenía su esperanza, sin embargo.

—¿Podrías al menos fingir ser agradable por un segundo? Volé más de cinco mil kilómetros para venir aquí —dijo con una ceja levantada pero con una sonrisa y aunque sus piernas se tambaleaban un poco, tomó valor de donde no sabía que tenía, y se acercó hasta la pelinegra.

Yulia quiso sonreír ante el tono altanero que la llevó a sus días de compañeras de aventuras, pero se contuvo perfectamente. La rabia y el temor de salir dañada seguían ahí. Dio un paso atrás alejándose de la mujer frente a ella. Elena no estaba en su mejor estado, sin embargo, le dolió la acción de alejarse.

—Nadie te ha pedido que lo hicieras ¬—la pelirroja no pudo disimular una mueca de dolor al oír esas palabras, pero no dijo nada al respecto—¿Vino Aleksandr contigo? —preguntó Yulia desviando la mirada. Elena sintió una punzada de culpabilidad nuevamente al escucharla, pero sabía que sería así.

—No. He venido sola. Ya no estamos juntos —dijo en tono suave.

Ante lo dicho, Yulia regresó su mirada a los ojos verdi-grises más cautivantes que nunca había visto antes y notó en ellos una sinceridad y vulnerabilidad que antes no había notado.

¿Qué estaba intentando hacer viniendo hasta ella ahora? ¿Sería alguna clase de juego?, pensaba Yulia dudosa entre acercarse o no.

—Mmh, entre Sasha y yo... Mmh, no funcionó... —empezó diciendo y la pelinegra sintió entender un poco, sin razonarlo, empezó a acercarse a la pelirroja.

—Lo siento —dijo en forma neutral pero sin pizca de mentira en sus palabras cuando estaba a unos cortos pasos de ella, pero continuó con su gesto serio. Pero Elena sabía que era sincera al decirlo.

—Sí, bueno... cuando tuve mis sesenta segundos, me di cuenta... —empezó diciendo y recordar la conclusión a la que había llegado, sintió su corazón estrujarse y un nudo se formaba en su garganta —Me di cuenta de que tenía todo lo que quería…

Yulia la miró atentamente, recordando esa conversación en la colina, pero siguió escuchando con mucho interés.

—Pero nada de lo que necesitaba. Y creo que lo que necesito está aquí, justo al frente de mi. Y sé que cometí un grave error hace unas semanas atrás, soy consciente del daño que te hice y lo siento, realmente lo siento, pero nunca fuimos sinceras sobre lo que sentíamos y es solo que.. Yo solo... Yo he venido hasta aquí con la esperanza de saber si tu pensabas lo mismo, si soy yo lo que necesitas y si es así... —dijo pero su voz se cortó y no sabía cómo continuar.

Yulia había dejado caer sus brazos a los lados y la observaba sin decir nada, aun estaba procesando cada palabra y a la pelirroja eso la tenía desconcertada, necesitaba alguna señal, en vista de que aún no decía nada, rebuscó palabras y trató de hilar algunas para obtener alguna reacción de la pelinegra.

—Yo...No tengo, planes después de eso... Lo cual es nuevo para mí, mi vida era una lista de pasos a seguir antes de ti. Y yo no me arrepiento, así que... —dijo y tragó el nudo en su garganta para hacer la pregunta que lo definiría todo —Así que, Yulia Volkova, y probablemente debería haber preparado algo mejor... Esta es mi propuesta.

El corazón de Yulia dio un vuelco ante la última frase dicha, ahora ella empezaba a sentirse nerviosa y sentía las piernas tambalearse un poco por lo que la pecosa tenía por decir, estaba genuinamente emocionada, a la par que atemorizada.

—Yul, hoy expongo mi corazón ante ti, decidas tomarlo o no pues de igual forma ya es más tuyo que mío —Yulia dejó de respirar definitivamente y sus rodillas se sentían débiles—Mi propuesta es que no hagamos planes. No quiero una lista. Te propongo que le demos una oportunidad a esto y veamos como resulta, ¿Qué dices? ¿Quieres no hacer planes conmigo?

Elena dejó escapar un poco de aire por sus labios una vez terminó de hablar. Contempló expectante a la pelinegra que la observaba con los labios ligeramente separados y mostrando un rostro sorprendido pero a la vez neutral. Ella simplemente no podía descifrar lo que por su mente podría estar pasando en esos momentos, sólo rogaba que no fueran cosas negativas porque sinceramente no sabía que otra cosa decir. Sus ojos ya tenían lágrimas acumuladas y aumentaba con cada segundo en silencio.

Yulia no decía nada, su mente estaba vuelta un caos. Su corazón latía erráticamente. Ella no se había esperado esto. Nunca ni en sus más remotos sueños con la mujer frente a ella.

Observó los ojos verdi-grises suplicantes y vulnerables. Tomó su decisión.

Mordió su labio inferior y sin decir nada, se giró dándole la espalda a la chica, para dirigirse a las escaleras y subirlas.

Elena se quedó allí, sola nuevamente, observando el pasillo por el que había salido la mujer por la que había dejado todo atrás. Su corazón dejó de latir completamente en ese momento y sus lágrimas ya eran imparables. Estuvo allí por unos cortos segundos y al mirar como todos los clientes la observaban, limpió sus mejillas y salió corriendo del restaurant para evitar más vergüenza y poder dejar salir su dolor en soledad.

Y corrió... Corrió sin saber realmente hacia donde iba porque solo pensaba en estar sola con su dolor.

Se detuvo cuando ya sus piernas ya no pudieron seguir. Se encontraba cerca de la punta de un risco. Sus músculos quemaban por el esfuerzo en la subida. No había nada más a su alrededor que el fuerte viento que soplaba y el sonido de las olas chocando contra las rocas del mar debajo de ella mezclándose con el sonido de sus sollozos.

Nunca antes se había sentido de esa forma, ella sabía que existían muchas probabilidades de que Yulia la rechazara, después de todo ella nunca más volvió a buscarla después de que se encontrara con su novio. Ni de forma amistosa. Le había hecho daño, a ella que una vez ya había sufrido por amor.

No lo consideró, tan solo siguió con la tonta idea de que un hombre era su destino, seguía creyendo en los príncipes azules y por ello había perdido a la mujer con la que se había sentido más viva en cuatro días, que en toda su vida.

Tarde había comprendido que todas esas confusiones eran en realidad el corazón tratando de bloquear su razón. Y si tan solo no hubiese ignorado sus sentimientos por el temor a lo desconocido y elegir el camino seguro...

Quizás… Quizás ella no estaría sufriendo de esa forma ni sintiendo como la soledad invadía cada rincón de su ser.

Elena seguía lamentándose mientras observaba el mar frente a ella con los ojos colmados de lágrimas y con una mano en el pecho tratando de aliviar el dolor que allí sentía.

Sra. Volkova-Katina.

Elena se giró inmediatamente al escuchar y reconocer la voz que le hablaba encontrándose con la mujer más hermosa que había conocido nunca, observándola con una ceja en alto y respirando agitadamente.

—¿A dónde diablos crees que vas? —preguntó Yulia con una sonrisa. Su cabello estaba revuelto por el fuerte viento que allí llegaba y seguramente por la carrera que tuvo que hacer para seguirla una vez se dio cuenta que había salido cuando regresó al salón y ya no estaba.

Elena la miró por un momento, pero desvió su mirada limpiando su rostro con las manos.

—Dijiste no —dijo con voz ronca y enfrentándola con la resignación y derrota rescrita en sus facciones.

Yulia sonrió de lado.

—No dije no. No dije nada —respondió acercándose un poco más.

—Te fuiste. Estaba implícito —respondió con incredulidad.

—Fui a buscar algo —respondió Yulia tranquilamente encogiéndose de hombros y se detuvo a unos pasos cerca de ella.

—¿Es en serio? ¿Ese era un buen momento para ir por algo? No me jodas Yulia.

—Sí. Lo era. Fui por esto —dijo y sacó la mano de su bolsillo delantero, detalle del cual Elena no se había percatado.

Yulia le mostró el anillo que le había dado su madre. El Caddagh. Elena la miró sorprendida sin saber cómo reaccionar. Yulia sonrió genuinamente ante la timidez de la chica. Eso era nuevo.

—Tonta... —dijo sacudiendo su cabeza a los lados recordando que gracias a lo que habían hablado en el parque esa vez, ella había tomado el valor de llamar a su ex y recuperar lo que era suyo—Tienes que saber que no tendría este anillo de no ser por ti –dijo.

El reflejo del sol hacia ver sus ojos azules en un tono celeste claro que tenían a la pelirroja hipnotizada. Su respiración estaba más pesada y esta vez era un buen sentimiento.

—Y rechazo tu propuesta —Elena volvió a sentir ese familiar dolor en su pecho al escucharla y bajó su mirada al suelo—No quiero no hacer planes contigo. Quiero hacer planes contigo.

Ante lo último, la pelirroja levantó su rostro y la observó en shock, algo parecido a la felicidad se generaba en su interior pero tenía que confirmarlo primero.

—¿En serio? —preguntó insegura.

—Sí. En serio —afirmó Yulia con una sonrisa. Dejó caer sus rodillas en el pasto y con una mano colocó el anillo frente a ella — Entonces, Elena de Moscú, ¿Quieres llevar a cabo todos tus planes conmigo, para toda la vida?

—Nunca en mi vida creí que te vería arrodillada así frente a mí — dijo con una sonrisa, Yulia sonrió aun más.

—Sí, bueno… Está un poco húmedo aquí... Así que, que dices, ¿Quieres? —preguntó de nuevo.

Elena sonrió de manera que sus ojos se formaron medias lunas, gesto que Yulia amaba cada vez más.

La pelirroja no esperaba ese giro de los hechos, pero cómo había dicho anteriormente, ella estaba más que feliz de aceptar cualquier imprevisto, si las sorpresas serían al lado de la mujer que quería. Su respuesta era más que obvia a través de la mirada de adoración con la que contemplaba a la hermosa mujer arrodillada frente a ella, pero decidió verbalizarlo.

—Sí. Si quiero.

Y eso fue todo lo que necesitó escuchar Yulia para colocar el anillo en su dedo y levantarse para tomar a la mujer frente en un abrazo. Un abrazo que demostraba lo mucho que ambas se habían anhelado todos esos días desde que se vieron por última vez tan dolorosamente. Un abrazo lleno de afecto y de seguridad. La seguridad de que ahora eran libres de hacer lo que desearan. Juntas.

Se separaron un momento para mirarse a los ojos, en ambos pares con un brillo indescriptible que iluminaba sus miradas más que el sol del atardecer. Era el brillo de la ilusión, el deseo y las ansias de los todos los nuevos atardeceres que compartirían en los brazos.

Ninguna estaba segura de lo que les deparaban los días venideros, sin embargo, sus corazones saltaban de anticipación por saber que nada de lo que sucediera podría ser peor que haber estado estar juntas los últimos días.

Elena no pudo contenerse por más tiempo e hizo lo que había deseado desde el momento en la que la vio en el restaurant mostrándose tan prepotente como siempre. Llevó las manos a su cuello para acercarla más su rostro y capturó los labios de Yulia en un beso dulce pero con hambre. La pelinegra se sorprendió un poco cuando la pelirroja tomó la iniciativa, pero reaccionó rápidamente y correspondió su beso, tomándola de la cintura para acercar más sus cuerpos.

—Mi corazón también ha estado contigo desde hace mucho tiempo, Lena —susurró Yulia cerca de sus labios una vez se separaron del beso. Permanecieron con sus frentes unidas sin abrir sus ojos y la pelinegra pudo sentir la sonrisa en los labios de la mujer frente a ella.

Ese beso prolongado era la muestra de cuanto se necesitaban la una a la otra. Ambas decidieron que no podrían volver a separarse de nuevo, y no lo harían, porque en la sonrisa de cada una  se reflejaba la felicidad y jubilo de dos almas enamoradas que por fin se unían para estar juntas por el tiempo que les restaba por vivir.

—Te quiero tanto, Yul —susurró en tono firme con la felicidad y el alivio de por fin poder dejar salir sus palabras.

—Y yo te quiero a ti, cariño —correspondió Yulia y su corazón se sintió ligero. Cuantas veces había deseado decírselo.

Ambas abrieron sus ojos al mismo tiempo y sonrieron, para luego cerrarlos y unir sus labios en un nuevo beso dulce que daría paso a muchos y muchos más.

Este no es el fin de una historia, es el final del capítulo de un libro en el cual ambas se encontraban ansiosas por llenar con nuevas historias en cada página, pero esta vez juntas.

El destino tiene formas muy impredecibles de jugar sus cartas, cuando piensas que tu vida es perfecta y nada podría cambiarlo, sucede un hecho en tu vida que la vuelve un caos, algunas veces esos actos espontáneos sin previsión son las formas del destino para llevarte hacia el camino correcto. No ignores las señales y se es libre de cometer locuras, la vida es una aventura y quién sabe, tal vez consigas tu felicidad en una de ellas.


Fin
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Mensaje por mary 9/1/2019, 9:52 pm

😍😍😍😍😍😍😍😍 me encanto

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 9/1/2019, 11:05 pm

EPILOGO




Laois, Irlanda.

3 años después.

Era una mañana tranquila. El sol iniciaba su ascenso al alba y su luz empezaba iluminar lentamente las verdes praderas que rodeaban la isla. El silencio era únicamente interrumpido por los ruidos naturales de los animales que iniciaban su día, en busca del primer alimento.

Una pelinegra se encontraba superando las primeras etapas del letargo por el que toda persona pasa por las mañanas antes de despertarse completamente.

Su cuerpo desudo se removía sobre el suave colchón en busca de la calidez familiar que siempre la acompañaba a su lado cada  noche y al sentir el espacio vacío fue como una señal de alarma que logró espabilarla completamente de su sueño.

Abrió rápidamente sus ojos y observó su alrededor preocupada, retiró las sabanas de su cuerpo para ponerse de pie.

No era usual para ella ser la última en despertarse, por lo general era quien se encargaba de hacerle mimos a la otra para despertarla y empezar juntas su día.

Tomó una  camisa que utilizaba para estar en casa, ya que le quedaba unas tallas más grande y cubría lo suficiente sin taparla completamente.

Mientras bajaba por las escaleras y trataba de desenredar el nudo en su cabello por la agitada noche que había tenido, su nariz percibió un delicioso aroma que hizo que su estómago rugiera en queja. Apuró sus pasos para llegar a la fuente del aroma y el camino la llevó hasta la cocina en donde la esperaba una taza de café humeante junto a dos croissants de chocolate.

El detalle le hizo esbozar una sonrisa, pero ella estaba más interesada en encontrar a la mujer dueña de ese gesto. Tomó su taza de café y siguió en su búsqueda.

Sin embargo no fue mucho el tiempo, pues al adentrarse en el salón principal, encontró lo que tanto estaba buscando desde que despertó y la imagen frente a ella le robó el aliento como cada vez que se tomaba el tiempo de apreciar la gloriosa figura de la mujer de sus sueños.

Elena se encontraba de pie frente al gran ventanal de la sala principal, el cual tenía una vista privilegiada  hacía el mar que rodeaba la isla y dejaba apreciar como la iluminación naranja de los primeros rayos del sol hacían brillar el agua. Observó como el cuerpo de la pelirroja  estaba únicamente cubierto por una larga bata de seda  negra que se abrazaba suavemente a sus curvas. Contemplar la belleza que poseía su mujer, era su pasatiempo favorito desde el primer día que la conoció.

La pelirroja tomó un trago de su té mientras observaba algunos pescadores arribar en sus botes para iniciar sus labores del día. Después de una noche algo movida, los pensamientos y dudas sobre como la pelinegra reaccionaría a lo que había hecho sin su consentimiento, habían perturbado su sueño y le fue imposible conciliarlo nuevamente.

Había decidido levantarse antes del amanecer y prepararle el desayuno a su irlandesa favorita.

Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir  como unos suaves brazos le rodeaban su cintura, haciendo que sus labios se curvaran en una sonrisa.

—Buenos días, hermosa —saludó Yulia y dejó un suave beso en el cuello de su mujer. Ella llevó una de sus manos al cabello de la pelinegra y dejó caer su cabeza en el hombro de la más baja, dándole más espacio para que continuara con sus mimos.

—Buenos días, amor —respondió con los ojos cerrados y luego dejó escapar un suspiro de satisfacción.  Sintió como Yulia apretaba un poco su agarre pidiendo su atención y abrió sus ojos para encararla.

—¿Por qué has decidido salir de nuestra cama tan pronto y sin darme mi beso de buenos días?

Elena giró su cuerpo sin romper el abrazo, y quedó cara a cara con el rostro de la mujer que la cautivaba a diario.

Yulia la observaba con el ceño fruncido, costumbre que Elena había aprendido a amar pues era un gesto muy característico de la irlandesa, y aun después de tres años, eso no había cambiado, solo que ahora tenía una pequeña diferencia y es que en ese momento la pelinegra acompañaba el gesto con sus labios fruncidos, el inferior sobresaliendo en un puchero encantador que la hizo sonreír.

—Lo siento, cariño —dijo y unió sus labios con los de la pelinegra que la recibió gustosa y sonrió al separase— ¿Recuerdas que día es hoy?

Yulia miró en dirección al techo como si buscara algo mientras pensaba.

—¿Es nuestro aniversario? —preguntó dudosa mirando a la pelirroja.

Elena puso sus ojos en blanco y negó con la cabeza.

—Bueno, mi cumpleaños no es porque faltan algunos días y el tuyo no es hasta dentro de seis meses, si no me equivoco —se encogió de hombros—¿Me estoy perdiendo de algo?

—Hoy es veintinueve de Febrero —anunció como si eso fuese suficiente explicación.

Pero para Yulia no era de esa forma, no se estaba enterando de nada y así se lo hizo saber.

—Sí, ¿Y? ¿Estás interesada en planear algún nuevo viaje para proponerle matrimonio a algún imbécil? Porque déjame decirte que hay un problema en ese plan y es que ya tú no estás disponible. Eres completa e irrevocablemente mía Señora Volkova-Katina —dijo y le robó un beso que luego de unos segundos fue aumentando de intensidad hasta volverse hambriento.

Si, Yulia sabía como dejar claro un punto.

Y Elena  disfrutaba su forma de debatir, pero tuvo que morder su labio inferior para luego separarse, pues ya el aire empezaba a hacerse necesario.

—Wou, bien. El mensaje fue recibido, cariño —dijo con una pequeña risa y Yulia solo sonrió de lado con suficiencia— Pero me refería a que  hoy es una fecha especial, hace tres años para esta fecha había planeado toda una travesía que me llevó a conocer a quien me pondría el mundo de cabeza, el y quien se convertiría en la razón de mis sonrisas tiempo después.

Yulia rió suave recordando las tontas discusiones que tenía con Elena los primeros días de conocerla, ella debía admitir que era divertido verla enojada, sin embargo, ese fue solo el primer paso para que de allí naciera una admiración diferente ante cada gesto de la pelirroja. Ella iba a decirle algo sobre ello, pero fue interrumpida por su esposa quien siguió hablando.

—Creo que solo estoy nostálgica. Hace tres años nunca imaginé que me encontraría en esta posición. Siendo feliz y sintiéndome completa. En realidad, pensaba que ya tenía todo lo que deseaba y solo me faltaba comprometerme con una persona que realmente, no me valoraba¬¬ —Yulia no pudo evitar hacer una mueca de disgusto al escuchar lo último, Elena lo notó y llevó una mano a su rostro para acariciarla logrando que su esposa cerrara sus ojos¬— Pero que equivocada estaba. Desde que comparto mis días a tu lado no existe la necesidad de llevar un control sobre qué decisión tomar o planear cada paso con anticipación. Nunca se sintió tan maravilloso el no saber qué nueva aventura me depara el día siguiente. La palabra completa tomó verdadero significado desde que me besaste en esa colina. Contigo siento que he encontrado todo lo que no sabía que había necesitado tanto. No es la fecha y la tradición, es el recuerdo detrás de ello. Sin mi loca idea de venir a Irlanda para llevar a cabo una loca proposición, nunca habría conocido a la chica más hermosa que cambió mi forma de ver la vida —pronunciar esas palabras le costó un poco, pues su voz temblaba por tantas emociones que la embargaban—Te amo, Yulia. Te amo como no te haces una idea y estar a tu lado es lo mejor que me ha pasado ¬¬—finalizó dejando un dulce beso en los labios de la pelinegra, labios que tardaron unos segundos en responder porque no había logrado salir de su estado de estupefacción.

Al separarse, Yulia estaba sin palabras y sólo observaba atontadamente a la mujer frente a ella. Realmente era normal para ella que su esposa  fuera quien tomara la palabra para volver un momento casual, a uno sumamente íntimo y romántico para ellas. No se había tomado la molestia de pensar en ello, pero no quitaba el hecho de que era totalmente consciente de que gracias a esa tradición, de una forma u otra ellas estaban juntas.

—Yo… Amor, realmente no sé qué decir. Me siento un poco tonta ahora por no tener las palabras correctas con las que responder todo lo que me has dicho —dijo y el tono de su voz sonaba afectado, todavía continuaba procesando las palabras que su mujer había expresado,

—No tienes que decir nada Yul. Tú con tus detalles y acciones, me demuestras sin palabras el amor que sientes por mi y eso es una de las tantas cosas que adoro de ti.

Yulia asintió pero no, no podía no decir nada a lo que había recibido.

—Y me alegra que valores todo eso, pues sería muy triste para mí si con mis acciones te demostrara lo contrario. Creo que no te lo he dicho constantemente, o tal vez sí, pero lo diré de nuevo  porque me encanta hacerlo, Te amo Lena. Estoy loca e irreversiblemente enamorada de ti y cada una de tus facetas. El mejor momento de mi vida es siempre cuando estoy entre tus brazos y cuando observo el reflejo de tu amor en tu mirada —dijo y limpió una pequeña lágrima rebelde de la mejilla de su esposa—  Tal vez esta no sea la vida que esperabas, pero quiero creer que es lo suficientemente buena como para que decidas permanecer a mi lado, pues por mi parte no hay mejor vida que la que tengo a junto a ti. Te amo bebé, y tú también eres lo mejor que me ha pasado. Soy tan afortunada de que me hayas elegido para compartir tu vida, que nunca me cansaré de agradecerle al destino por cruzar nuestros caminos hace tres años.

Ambas mujeres se contemplaron mutuamente por unos segundos, rememorando cada hecho de sus vidas desde que se conocieron y luego de que una sonrisa espontanea surgiera en sus labios, ambas se acercaron para fundirse en un beso lleno de afecto y  demostrado a través de sus labios, el amor que anteriormente con palabras se habían profesado.

Elena llevó sus brazos alrededor del cuello de su esposa y la pelinegra la juntó más a su cuerpo. Las manos de Yulia habían dejado su lugar en la cintura de la pelirroja para vagar con caricias por su cuerpo hasta posarse en donde la espalda perdía su nombre.

El beso dejó de ser dulce y empezó a tornarse más pasional cuando sus lenguas entraron en contacto la una con la otra. Elena tomó el cabello de su mujer en un puño al sentir como Yulia succionó su lengua.

Al separarse por la falta de aire, ambas mujeres tenían su respiración pesada y sus corazones latían erráticamente como cada vez que sus cuerpos se conectaban de esa manera.

Yulia le ofreció una sonrisa astuta y su mirada azulada brilló con travesura.

Elena soltó un grito suave al sentir las manos de Yulia sujetarla de su trasero para subirla un poco. Ella le hizo el trabajo más fácil y con un ligero impulso saltó para cruzar sus piernas alrededor de su cintura.

Yulia sonrió y la sostuvo firmemente en su lugar con las manos aún en su espalda baja y arremetió nuevamente contras sus labios.

Las preocupaciones de la pelirroja quedaron en el olvido por el resto de la mañana y se dejó invadir por la pasión insaciable de su esposa.

Si algo debía reconocer, es que ella nunca había hecho tanta actividad física como desde cuando se había comprometido con su esposa quien la llevaba a lugares desconocidos con sus caricias y adoración a su cuerpo.

Una nueva ronda de besos inició y continuó hasta obtener como resultados a ambas mujeres con sus cuerpos desnudos y enredados en el sofá de la sala.

~~*~~

Esa misma mañana, unas horas, más tarde…

—¡Fiona! Necesito esas órdenes en la mesa cuatro ahora mismo. Declan, ese rissoto necesita más caldo, vamos muchachos! Hoy es un buen día, hagámoslo uno mejor para las familias que vinieron a disfrutar de nuestra comida –habló Yulia para sus cocineros con una sonrisa. Ella estaba orgullosa de su equipo de trabajo.

Desde que su Restaurant se volviera popular entre los habitantes de la Capital, el negocio se encontraba en la mejor época. El éxito que estaban obteniendo desde ese entonces era increíble, generaban tantas ganancias como para hacerle todos los arreglos necesarios, contratar mayor personal y hoy después de tres años de arduo trabajo, Yulia era la orgullosa propietaria de su propio restaurant de tres estrellas.

Los logros también eran obra de su esposa. Fue Elena quien se encargó de realizar la nueva decoración del local y llevó a cabo personalmente el diseño de la casa que habían comprado a unas calles del Restaurant. También eligió los diseños de los anuncios publicitarios. Yulia se sentía orgullosa de su mujer. Había continuado con su pasión y ahora pasaba tres días a la semana dando clases de diseño en la Universidad  Central de Dublín y ocasionalmente supervisaba algunos proyectos de diseño que le ofrecían sus colegas de la universidad.

La pelinegra no podía sentirse más feliz.

Su ambición no iba más lejos que lo que tenía en este momento, ella era feliz con la situación actual en la que se encontraba. Si el crecimiento llegaba, ella lo dejaría en manos del tiempo y le daría la bienvenida en su momento.

Pero por ahora, no necesitaba nada más.

—Chef, unos clientes la solicitan para agradecerle personalmente por la comida— anunció la joven mesonera con los ojos llenos de admiración y una sonrisa a quien consideraba su modelo a seguir.

Yulia alejó del fuego la costilla de res que se encontraba sellando y le sonrió a la joven.

—Está bien Caitlín, ve e informales que enseguida estaré con ellos.

Yulia secó el sudor de su frente con el pañuelo que siempre mantenía en su hombro derecho y arregló como pudo su traje blanco de chef. Una vez se sintió conforme, salió para saludar a sus clientes.

Para su sorpresa, al llegar hasta la mesa que le había indicado la mesonera, se encontró con dos personas muy especiales para ella.

—Pero miren nada más quienes están aquí.

—¡Yulia!  —saludó la ahora castaña, Jessica y se levantó de su asiento para rodearla en un abrazo que no sorprendió a la pelinegra, pues ya se había acostumbrado a su afecto luego del verano que habían pasado juntas en Italia  junto a su esposa en un viaje de parejas— Te hemos extrañado.

—Es verdad, si no es por tu esposa que se encarga de mantenernos actualizadas, no sabríamos nada de ti. Ingrata —apoyó  Yuri a su esposa y también se puso de pie para envolver en un abrazo a la más baja  que rodó sus ojos— Hola, por cierto.

—Hola, me da mucho gusto verlas. Y con respecto a eso,  ya saben que la tecnología es lo mío, ese campo lo maneja totalmente Lena —se defendió y ahora fue el matrimonio Kwon quien tuvo su turno para rodar los ojos.

—Siempre tan rudimentaria, deberías aprender una cuantas cosas de tu esposa…

Y como si por como obra de magia se tratara, al momento en el que Jessica hizo mención de la pelirroja, Elena hizo acto de presencia detrás de su esposa llevando sus manos hacia sus ojos para impedirle ver.

—¿Adivina quién soy? —preguntó de forma juguetona.

—¿Será la diseñadora más irritante  y caprichosa del mundo? —respondió Yulia burlona y recibiendo un golpe en el hombro por ello, pero la pelinegra le robó un beso rápidamente.

Elena se alejó con el ceño fruncido con fingida molestia de una sonriente Yulia y se acercó a la pareja para saludar. Ella ya sabía que estarían allí y de hecho había sido su idea encontrarse esa noche. Había algo importante que celebrar.

—¡Hey! Chicas, ¿Cómo han estado? —saludó con alegría.

—¡Vaya! A ti sí que te ha sentado muy bien  la vida al aire libre Lena, te ves hermosa. Tienes un brillo especial —elogió la morena mirando con complicidad a la pelirroja que sintió sus nervios florecer con el comentario—Estamos bien, gracias.

—Es verdad, mi esposa es más hermosa con cada día que pasa y es toda mía. —dijo Yulia acercándose a su esposa y pasando un brazo por su cintura para pegarla a ella y darle un beso en la mejilla lo que logró un tenue rubor en la pelirroja.

La pareja al otro lado de la mesa las observaba con ternura.

—Quien las viera en este momento, pensaría que acaban de llegar de la luna de miel y no que tienen dos años de matrimonio —mencionó con gracia Yuri.

—Por supuesto, mi vida junto a ella es una luna de miel todos los días…Y sobre todo cada noche... –dijo nuevamente en tono malicioso Yulia ganándose un nuevo golpe de su esposa que solo causó la risa de todas.

—Eres imposible, Yulia —dijo pero dejó que su esposa la rodeara completamente con sus brazos.

—Pero bueno, al punto. ¿Qué las ha traído desde tan lejos a mi humilde  restaurant? —preguntó Yulia a la pareja mientras separaba una silla para su esposa y luego tomaba la sobrante, sentándose a su lado.

—Bueno, como sabrán, mi esposa es una maniática del trabajo —inició la explicación Jessica y Yuri la miró amenazadoramente— Una adorable y muy hermosa maniática del trabajo  —se corrigió recibiendo una sonrisa y un beso en la mejilla por parte de la morena asiática— Pues, decidimos viajar alrededor del mundo por unas semanas ya que está en su tiempo de vacaciones y luego ya no podrá hacerlo por los controles médicos.

El matrimonio Volkova-Katina se miró con  preocupación la una a la otra para luego dirigirse a la morena por más información. Sin embargo, la preocupación en la pelirroja no era real, pues conocía la información completa sobre ese comentario.

—¿A qué se refiere Jessica con chequeos médicos? ¿Estás bien, Yuri?— preguntó Yulia con la preocupación por su amiga empapando cada palabra.

El matrimonio Kwon conectó sus miradas y tomaron sus manos para luego enfrentar a sus amigas con una sonrisa y observando la ansiedad creciendo en ellas.

—Bueno, sucede que…  —inició la morena.

—¡Seremos mamás! —gritó Jessica con su muy característico sonido de ardilla cuando está muy emocionada.

—Lo que ella dijo… —afirmó Yuri, negando con su cabeza, pero sin perder la sonrisa. Su esposa no sabía contenerse por mucho tiempo.

Tanto Yulia como Elena se encontraban impactadas por la noticia. Una más que la otra, pero por diferentes motivos.

—¡Vaya! Eso es increíble… Me alegro por ustedes —fue Yulia la primera en romper el silencio.

—Es cierto, me alegro mucho por ustedes y por el futuro bebé. Tiene mucha suerte de que tendrá a dos maravillosas mujeres como madres —agregó Elena.

—Gracias, ambas estamos realmente emocionadas por todo esto. Estuvimos considerándolo por un tiempo y juntas decidimos que ya era el momento de dar el siguiente paso —mencionó Yuri y su esposa asintió en apoyo.

—Por supuesto, es una decisión que debe discutirse con tiempo. Traer al mundo a un niño al que tendrán que dedicarle una gran parte de su tiempo y amor, no es algo de un día para otro y ambas deben estar en la misma página —mencionó Yulia y la pareja asintió de acuerdo.

Elena observó a su esposa. Las palabras que había dicho hicieron que su estómago se revolviera un poco por alguna razón.

—Bueno, pues. ¡No se diga más! ¡Celebremos la noticia! —habló la castaña y su esposa llamó a uno de los mesoneros para que trajeran la mejor champaña de su reserva.

—Un jugo de naranja para mí, por favor —pidió Yuri con un puchero y todas rieron.

El resto de la mañana, Yulia se tomó la libertad de dejar a cargo a Declan, su cocinero segundo al mando y pasó el resto de la noche en compañía del amor de su vida y sus amigas.

El tiempo transcurrió entre risas y anécdotas de ambas parejas. Algunos recuerdos de la boda de las Volkova-Katina y muchos otros momentos felices, hasta que llegó la hora de despedirse con la promesa de que fuera el matrimonio más reciente quien visitara la próxima vez, a lo que por supuesto, ellas aseguraron que así seria.

~~*~~

Una vez que el restaurant Volkov’s cerró sus puertas, la pareja emprendió camino hacia su hogar.

En el trayecto, Yulia notaba a su esposa callada, lo que era totalmente inusual en ella pues era su costumbre iniciar conversaciones sobre la canción que sonaba en el momento, o lo que una nueva idea para uno de sus diseños. A pesar de que sabía como disimularlo, ella estaba segura de que algo tenía preocupada a su mujer y tomó nota de preguntarle cuando estuviesen en casa.

Elena se encontraba en la cama que compartía con su esposa, mientras esperaba que la mencionada terminara de preparar el menú para el día siguiente. Sus pensamientos vagaban de un lado a otro.

Por alguna razón se sentía nerviosa. El motivo por el que se había despertado primero que Yulia por la mañana había regresado a su mente y era la ansiedad de saber la reacción que tendría su esposa cuando le confesara lo que la había estado angustiado los últimos días le causaba algo de inseguridad, sobre todo después de ese almuerzo.

Mientras se encontraba en ese hilo de pensamientos, una pelinegra vestida solo con una blusa larga de tela suave, entraba a la habitación retirándose sus lentes de lectura. Elena amaba ver esa faceta de su esposa, su aspecto hogareño era lo que más le gustaba, poder admirarla al natural. Ella se sentía más enamorada cada vez.

Yulia apagó la luz principal de la habitación, dejando solo la iluminación tenue de las lamparillas ubicadas en las mesa de noche a cada lado de la cama. Se abrió paso hasta estar de pie a un lado de la cama y apartó las frazadas para colocarse dentro de ellas junto a su esposa.

Elena esperó que la pelinegra se pusiera cómoda y luego rodeó su cintura con un brazo y apoyó su cabeza en el suave pecho de su esposa. Le encantaba poder ser capaz de escuchar el tranquilo latir de su corazón, y era lo que lograba hacerla dormir en paz por las noches, junto a la seguridad y calidez del cuerpo de Yulia abrazándola como lo hacía en ese momento y cada noche.

—Buenas noches, amor —dijo Yulia y con una de sus manos libres apagó las luces de las lamparillas.

—Buenas noches, Yul —respondió Elena y luego dejó un casto beso en sus labios.

Yulia suspiró y cerró sus ojos para conciliar el sueño, olvidándose de la pregunta que debía hacerle a su esposa.

Por otro lado…

Elena también había cerrado sus ojos, pero el sueño al parecer no quería apoderarse de ella esa noche.

Sus pensamientos eran completamente hiperactivos y aunque trataba de no moverse para no incomodar a su mujer, fue inevitable que Yulia se percatara de la intranquilidad en su esposa.

Ella había aprendido a conocer cuando su pelirroja esposa caía en un sueño profundo y su respiración se volvía acompasada. Lo cual no era el caso esa noche, y Yulia no podía dormir sabiendo que su esposa no lo hacía también.

Se removió un poco cambiado de posiciones, y quedó frente al rostro ligeramente iluminado por la luna, de la pecosa.

Elena la observó entre apenada por haberla molestado en su sueño y ansiosa.

Yulia lo notó y recordó la pregunta.

—¿Estás bien, Lena? ¿Algo está molestándote? —preguntó acariciado su mejilla.

—Lo siento, ¿Te desperté? —dijo apenada y le dio un pico en sus labios. Yulia sonrió.

—No, no estaba dormida aún. No puedo dormir tranquila si tú no lo haces también.

Elena se sintió conmovida, su esposa podía ser una mujer tan fría e imponente en su trabajo para todos los demás, pero con ella era la mujer más cálida y cariñosa que había conocido. Yulia se preocupaba por que ella siempre estuviese bien, y en momentos así la sorprendía lo dulce que podía llegar a ser.

Siempre terminaba preguntándose que había hecho para merecer a alguien así y se molestaba por no haberla encontrado mucho antes, por no decir que estuvo a punto de perderla completamente en una ocasión.

—¿Cariño? ¿Sucede algo?  Estas muy callada —preguntó Yulia empezando a sentir angustia por la forma en la que su mujer la observaba sin decir nada.

—¿Qué piensas sobre lo de Yuri y Jessica siendo madres? —preguntó de la nada y Yulia se sintió un poco desconcertada por el tema.

—No entiendo que quieres decir, bebé…

—Me refiero, ¿Qué opinas sobre ser madres? —reformuló la pregunta.

Yulia no entendía bien a donde quería llegar la pelirroja con esa pregunta, pero respondió sinceramente como siempre habría sido entre ellas desde que decidieron estar juntas por siempre.

—Como dije antes, es una decisión importante que involucra muchos factores. Está bien si ellas lo quieren y se sienten preparadas. ¿Por qué lo preguntas? —infirió.

Elena consideró sus opciones. Ya había sacado el tema a colación, no podía retroceder  ahora.

—Tú… ¿Tú quisieras formar una familia, es decir, junto a mi? —preguntó con voz temblorosa.

Yulia se tensó al entender lo que su esposa quería decirle, pero trató de calmarse  y responder con la  verdad.

—Claro, en un futuro, si tú también quieres. Por supuesto que me encantaría tener una mini pelirroja corriendo por la casa en busca de sus zapatillas de princesa —dijo con gracia acariciando el cabello de su esposa con gentileza.

Elena se sintió aún más angustiada con esa respuesta.

—¿Cuánto tiempo es ese “En un futuro” para ti?

Yulia lo consideró.

—¿Cuánto tiempo lo es para ti? —refutó con otra pregunta.

—Ocho meses… ¿Tal vez? —dijo con la voz entrecortada  y cerrando sus ojos esperando la reacción de su esposa.

Yulia detuvo sus caricias en el cabello de Elena. Su corazón dejó de latir como cuando la mujer de sus sueños le propuso darse una oportunidad.

Como cuando la vio entrar de la mano de su padre el día de su boda.

Elena lograría que su corazón dejara de funcionar definitivamente un día de estos y ella estaría igual de feliz.

La confesión indirecta de la pelirroja la dejó en un estado de Shock del cual le estaba costando salir. Llevaba más de dos minutos en completo silencio y sin parpadear.

Elena para ese momento estaba asustada y angustiada a la misma vez. Quizá hacerlo sin consultarlo con su esposa no había sido la mejor decisión de todas, después de todo.

—¿Amor?  —llamó a la pelinegra sin obtener respuesta— ¡Yulia! —llamó con un tono más alto y eso logró sacar a la mencionada de sus divagaciones.

Yulia parpadeó repetidas veces y levanto la mitad de su cuerpo de la cama. Elena imitó su acción con la ansiedad y el temor consumiéndola.

—¿Qué dijiste? —preguntó. Necesitaba confirmar lo que su mente especulaba.

Elena tragó seco.

—Yulia, estoy embarazada —confesó y sacó el papel que había resguardado sigilosamente debajo de su almohada.

Yulia lo tomó y leyó el resultado: Positivo.

Lagrimas que no sabía que estaba conteniendo rodaron por sus mejillas y llevó una mano a su boca.

—¡Oh por dios! —dijo sorprendida.

—Lo siento, lo siento cariño. Está bien si estas molesta, debí habértelo consultado antes, pero yo… tu. Bueno… Es que, yo solo quería sorprenderte y yo bueno…

—¿Seremos mamás?  —preguntó deteniendo el balbuceo se su esposa con una gran sonrisa.

Elena se calló abruptamente y asintió aun sin comprender si su esposa estaba feliz o no.

Pero sus dudas fueron aclaradas cuando la pelinegra la rodeo en un abrazo fuerte.  Ella dejo escapar un suspiro de alivio y la abrazó también

—¡Seremos madres, Lena! —dijo Yulia con felicidad, a ella no le importaba si lo había hecho a sus espaldas o no. Habría preferido hacer todo el proceso juntas, por supuesto que sí, pero no podía evitar la emoción y felicidad que la embargaba en ese momento.

Ahora empezaba a entender el comportamiento extraño de su esposa los últimos días y su viaje imprevisto a Moscú, ella había creído en la excusa sobre visitar a su padre porque lo extrañaba y quería pasar tiempo padre e hija con él.

Elena no estaba mucho mejor. Ante la emoción de su esposa ella se permitió liberar las lágrimas de felicidad que había guardado para sí, antes debido a la preocupación de cómo reaccionaría Yulia.

—Te amo Yulia, serás la mejor madre del mundo.

Yulia negó.

—No. Ambas, seremos las mejores madres para ese bebé  —dijo y la besó con fervor— Te amo, me haces la mujer más feliz Lena, tú y esa futura princesa que viene en camino son mi mundo.

Elena sonrió grande formando medias lunas en sus ojos y Yulia no se contuvo más y la besó con todo el amor que podía ofrecerle en ese beso.

Un nuevo cambio en sus vidas se acercaba y aunque ambas estaban preocupadas por todo lo que se les venía, al recordar que se habían prometido vivir todas las sorpresas juntas, el temor se esfumaba dejando solo la emoción de un nuevo comienzo llenar sus corazones.

Una nueva página sería escrita en la vida de nuestras protagonistas y lo que ambas podían asegurar es que esta sería la mejor aventura de sus vidas.

Y lo mejor es que la vivirían juntas.

Siempre juntas.




Es curiosa la forma en el que el destino juega sus cartas en ocasiones. Algunas veces los hilos se trazan de tal manera que en algún punto donde los hilos se anudan, obtiene como resultado  algo totalmente diferente al propósito inicial.

De todos modos esto no siempre significa que salió mal. Es bastante probable que la mayoría de esos “errores” sean las casualidades que unan a dos personas que jamás pensaron se cruzarían entre sí, pero al hacerlo el giro en sus vidas sea el cambio que habían necesitado desde siempre.
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Mensaje por VIVALENZ28 9/2/2019, 12:32 am

Que hermoso final me encantó y esperando por mas historias :*
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Mensaje por Fati20 9/2/2019, 3:18 am

Hay q hermosa historia muy romántica y muy hermosa me encantó. Cuéntanos cuando tendremos una nueva? Estamos tan acostumbradas a leer todas las noches
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