PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
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Fati20
Aixa
Marý07
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Me encanta esta historia continúa pronto
Aixa- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 17/04/2018
Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Lindo domingo, espero los disfruten al máximo... Acá les dejo otro capítulo para que lo disfruten este día....
Considero que subiré algunos más, aunque no sé aún....
A leer!!
Elena
La pequeña margarita amarilla que saqué del ramo de mamá que su novio le trajo, parecía un poco triste sin todos sus pétalos. Hice girar el tallo entre mis dedos y le fruncí el ceño. Flores estúpidas. Dulces estúpidos. Estúpidos conejitos de peluche con su estúpida piel morada. Ah, y globos estúpidos, estúpidos en forma de corazón.
Todo era una estupidez.
Arrojé el tallo de mi mano al arroyo detrás de mi casa.
La margarita dañada flotó por un momento, mientras la rápida corriente se la llevaba hasta que vi que se hundía lentamente en la superficie barrosa. Se lo tenía merecido por ser estúpida, pensé en una rabieta. Cruzando mis brazos vacíos, fulminé con la mirada el agua a medida que pasaba corriendo. No tenía nada más que hacer.
Así que acabé estando aquí y contando todas las cosas estúpidas acerca de hoy.
—¿No tienes un buen día? —Preguntó una voz familiar detrás de mí. Me di la vuelta y vi a un muchacho pelinegro con amistosos ojos marrones, sonriéndome. Sentí que lo conocía, pero no pude averiguar de dónde lo había visto antes.
Tal vez jugó en uno de los otros equipos que habían jugado béisbol este año. Es difícil de reconocer a las personas cuando no tienen su gorra de béisbol y uniforme. Fuera de allí, todos tienen el mismo aspecto. Empecé a responder hasta que noté el perro de peluche blanco y esponjoso en su mano. El animal de peluche tenía un corazón rojo lleno de dulces de chocolate en sus patas.
Incluso él recibió un estúpido presente de San Valentín. Decidí que no quería hablar con él y me di la vuelta para mirar hacia el agua. Tal vez se daría cuenta de que yo era grosera y se iría lejos.
—¿Tienes algo en contra de los animales de peluche y chocolates? — Preguntó en un tono divertido. No pensaba que fuera gracioso. Ni un poquito. Chico estúpido con su estúpido presente de San Valentín. De una chica estúpida.
—Sí, ¿Qué pasa si lo tengo? —Le respondí en un tono agrio.
—Bueno, parece cómico que tengas problemas con esas cosas. Quiero decir hay un montón de cosas que no le gustan a las personas. Serpientes, por ejemplo, o arañas —Se estremeció haciéndome poner los ojos en blanco.
—¿Me puede disgustar lo que quiera, no es así? Es un país libre.
Se aclaró la garganta y sonaba sospechosamente como si estuviera ocultando una sonrisa. Tenía muchas ganas de pegarle y ver si pensaba que era gracioso. Porque sabía que yo podría lanzar un gancho derecho mejor que la mayoría de los niños de mi calle.
No, él no se reiría de todo después de que lo golpeara.
—Creo que puedes. Tengo curiosidad de por qué odias estas cosas. A la mayoría de las niñas les gustan —El hecho de que ya no sonara bromista, sino en realidad confundido, lo salvó de mi puño.
—¿Quieres saber por qué? —Le pregunté, cambiando mi mirada furiosa a su dirección— Te diré por qué —Fruncí el ceño, tragando el nudo en la garganta. Odiaba que esto realmente me diera ganas de llorar. Las lágrimas eran para cobardes estúpidos.
—Estoy escuchando —El chico me convenció.
—Porque eso es lo único de lo que todo el mundo habla hoy. Todos andan por allí con sus corazones de chocolate y osos de peluche y conejitos, incluso estúpidos, mientras caminan por los pasillos. Globos atados a las sillas con esas cursis líneas estúpidas “Te amo” en ellos. Quiero decir, realmente, tenemos nueve. No amamos a nadie todavía. Por lo menos no de ESA manera. Y para empeorar las cosas, el estúpido de Dima le dio a Anastacia, mi mejor amiga, un conejo de color púrpura con un gran globo unido y una gran caja de chocolates. ¿Y ella compartió un pedazo de su dulce conmigo? ¡NO! No lo hizo. Dijo que no sería romántico regalar un dulce de su San Valentín. Luego, cuando le pedí sentir la suave piel de su conejo negó con la cabeza y se acurrucó contra ella como si tuviera una enfermedad que le pudiera contagiar. ¿Qué tan absurdo es eso? ¿Eh? Ciertamente ridículo. Luego, vuelvo a casa y mi mamá aún tiene un gran ramo de flores y una caja con forma de corazón sobre la mesa de parte de su novio. Estaba segura que conseguiría un caramelo entonces. ¡PERO NO! La caja se encontraba vacía. Se había comido todo. ¿Por qué mantiene una estúpida caja vacía?
Dejé mi diatriba furiosa el tiempo suficiente para mirar sobre mi hombro al niño a través de mi cabello y ver si él me miraba como a un bebé llorón. Pero él tenía esa sonrisa estúpida en su cara otra vez. Supongo que dado a que él si recibió chocolates, pensó que el que yo no los recibiera era divertido.
Me di la vuelta pensando en pegarle de todas formas o decirle que se fuera y volver a entrar. Sin embargo, sostuvo el cachorro cuya piel parecía realmente más suave que la del conejito púrpura que Anastacia había recibido de Dima y la caja de bombones hacia mi.
Confundida, levanté mi mirada hacia él.
—Esto es para ti. Puedes sentir la piel todo lo que quieras y comer cada uno de esos bombones todo para ti sola. Lo traje para ti... es decir, si los quieres.
—¿A mi? Pero, ¿Por qué a mí? Ni siquiera me conoces —Balbucee, queriendo desesperadamente acercarme y tomar los regalos. Tenía muchas ganas del chocolate.
—Es el Día de San Valentín y bueno, te he estado observando desde hace mucho tiempo y tú eres la única persona que quiero que sea mi San Valentín.
Mis ojos se abrieron y el broche de oro sobre el buró al lado de mi cama brilló con las corrientes de luz de la madrugada. Me acordé de ese San Valentín. Me sentía mal porque nadie quería que yo fuera su San Valentín. A todas las niñas en la escuela les había dado algo un niño. Incluso Vladimir le había dado algo a Aleksandra. Pero yo no había conseguido nada. Vladimir les había dicho a los niños que no era una niña porque podía correr más rápido que ellos y golpear un balón más allá de lo posible. Pero aún me molestaba.
Aleksey lo había sabido y me había traído algo.
Había comido cada uno de esos bombones antes de irme a la cama esa noche. Milagrosamente, no me había dado un dolor de estómago como el que mamá dijo que me daría cuando le confesé en la cena que me llené de chocolate. Recuerdos como éste hacían muy difícil temerle a Aleksey. Él realmente ha sido muy bueno conmigo toda mi vida. Tal vez no eran todos defectos.
Ese hecho me recordó que quería llevar mi alma al Infierno.
Tal vez esa no era la forma en que él lo veía, pero era la forma en que yo lo veía, y estar cerca de él cuando no estaba en su forma de "ser humano" me ponía la piel de gallina. Odiaba la sensación que se apoderaba de mí cuando él estaba cerca. Los vellos de mis brazos y cuello se erizaban y retrocedía al instante.
Pensando en el Día de San Valentín, recordé el cachorro. Se encontraba en el desván, en algún lugar de una caja. No había sido capaz de deshacerme de él cuando ya había descartado todos mis juguetes infantiles. No podía recordar dónde lo había conseguido, pero siempre me pareció muy especial para mí. Como si no pudiera deshacerme de él.
Realmente tuve un momento difícil al dejarlo en el ático. Ahora la idea de que un regalo de un espíritu vudú estuviera mi casa era inquietante. Tenía que sacarlo. Claro que había dormido con él durante años, pero eso era antes. Esto es ahora. Lo quería fuera.
Sentada en la cama, decidí que tendría que esperar y ver si Viktoria o Yulia se presentaban hoy. Le dije que tenía la intención de regresar a casa ayer por la noche, pero que no era seguro. Ella piensa que estoy allí con Anastacia y dijo que ella y Viktoria se turnaban para vigilar la casa. Dejé que Viktoria se apareciera de la nada, pero ella no lo hizo.
Entonces, me arrastré en la cama y caí dormida.
La puerta de mi dormitorio se abrió y andando con paso majestuoso entró ella.
—Así que aquí estás. Estoy vigilando la casa de Anastacia sin prestarle atención a algo de la noche, porque estoy aburrida de mi maldito ingenio. Luego, me doy cuenta de que definitivamente no te siento allí. Así que hago una comprobación rápida, ¿Y adivina qué? No te encontrabas allí, Elena —Posó su mirada sobre mí, dejándose caer en la silla de la esquina y cruzando las piernas— Por lo tanto, vengo aquí a echarte un ojo y mira, aquí estás. Perdí toda una noche en el patio trasero de Anastacia, cuando podría haber estado comiendo en tu cocina y viendo el patea traseros de Chuck Bass en la pantalla de televisión.
Poniendo mis ojos en blanco, me levanté y me acerqué al armario para coger un jersey. Si Viktoria estaba aquí, entonces, podríamos ir a buscar ese perrito de peluche a mi ático.
—¿A dónde vas a ir? Acabo de llegar —Viktoria gruñó.
—Vamos al ático. Tengo un perrito de peluche arriba que me dio Aleksey y lo quiero fuera.
—¿Qué?
—Sólo vamos Viktoria, te explicaré mientras lo buscamos.
Yulia
—Yulia, necesito hablar contigo —Me detuve frente a la casa de Elena y me giré para ver a Inna. La ansiedad en su rostro era alarmante. Los transportistas normalmente no tenían problemas reales. Viktoria era una excepción porque ella había hecho amistad con un humano.
Inna era una transportista típica. Su único objetivo era manejar las almas.
—¿Qué pasa Inna? No tengo mucho tiempo.
—Me doy cuenta señorita, pero realmente tienes que escuchar lo que tengo que decir o umm... explicar —Miró nerviosamente hacia la casa— Tiene que ver con tu ummm,... el alma, eh...
—Tiene que ver con Elena, la chica que amo —Terminé por ella.
Ella no había estado segura de la terminología, ya que nunca había sentido la emoción.
— Sí, Elena. Ya ves... —El giro nervioso de sus manos comenzaba a molestarme.
—Escúpelo, Inna. Si se trata de Elena, entonces necesito saberlo ahora —Asintió con la cabeza rápidamente como un niño desobediente que acaba de ser regañado y miró hacia el suelo.
—Verá, señorita, el chico cuya alma transportada... Conoce a Elena. Él, eh… no debía morir. Ese no era su destino. No llegó muy lejos antes de que su alma se me fuera apartada…
—¿Qué quieres decir con que no debía morir? Su cuerpo ya no era utilizable. Me sentí atraída allí. Su alma podía apenas mantenerse en su cuerpo en espera de mi llegada. ¿Y a qué te refieres con que PERDISTE su alma? —No pude evitar el rugido que salió de mi cuerpo. Esto no tenía ningún sentido. ¿Se había vuelto loca Inna?
—Sí, lo sé, señora, me sentía atraída allí también. Pero algo sucedió. Otro poder se lo llevó. El poder tiene el derecho debido a una... una restitución —El hielo llenó mi coraza vacía comprendiendo todo, fue cuando caí en cuenta. La restitución pedía un alma por un alma. Una que estuviese pegada cerca del corazón de Elena.
—No —Repliqué, acechando la puerta por la que había estado a punto de entrar sólo unos minutos antes. Esto no podía estar sucediendo. Vladimir no podía ser un alma de Ghede debido a Elena. Ella nunca sería capaz de vivir con ello si se enteraba.
Sin embargo, ¿Podría alejarla de esto? Tenía que conseguir el alma de Vladimir de regreso. Él no podría ser capaz de volver a esta vida, pero su alma pertenecía al Creador. Vladimir no había hecho nada malo. Nunca se había vendido a Ghede.
—Yulia, señorita, no es todo —El suave susurro de Inna rastrilló sobre mí como cuchillas de afeitar. Esto no podría ser peor.
—¿Qué? —Susurré mirándola.
—El Creador. Él quiere verte. Ahora.
Considero que subiré algunos más, aunque no sé aún....
A leer!!
Capítulo XV
Elena
La pequeña margarita amarilla que saqué del ramo de mamá que su novio le trajo, parecía un poco triste sin todos sus pétalos. Hice girar el tallo entre mis dedos y le fruncí el ceño. Flores estúpidas. Dulces estúpidos. Estúpidos conejitos de peluche con su estúpida piel morada. Ah, y globos estúpidos, estúpidos en forma de corazón.
Todo era una estupidez.
Arrojé el tallo de mi mano al arroyo detrás de mi casa.
La margarita dañada flotó por un momento, mientras la rápida corriente se la llevaba hasta que vi que se hundía lentamente en la superficie barrosa. Se lo tenía merecido por ser estúpida, pensé en una rabieta. Cruzando mis brazos vacíos, fulminé con la mirada el agua a medida que pasaba corriendo. No tenía nada más que hacer.
Así que acabé estando aquí y contando todas las cosas estúpidas acerca de hoy.
—¿No tienes un buen día? —Preguntó una voz familiar detrás de mí. Me di la vuelta y vi a un muchacho pelinegro con amistosos ojos marrones, sonriéndome. Sentí que lo conocía, pero no pude averiguar de dónde lo había visto antes.
Tal vez jugó en uno de los otros equipos que habían jugado béisbol este año. Es difícil de reconocer a las personas cuando no tienen su gorra de béisbol y uniforme. Fuera de allí, todos tienen el mismo aspecto. Empecé a responder hasta que noté el perro de peluche blanco y esponjoso en su mano. El animal de peluche tenía un corazón rojo lleno de dulces de chocolate en sus patas.
Incluso él recibió un estúpido presente de San Valentín. Decidí que no quería hablar con él y me di la vuelta para mirar hacia el agua. Tal vez se daría cuenta de que yo era grosera y se iría lejos.
—¿Tienes algo en contra de los animales de peluche y chocolates? — Preguntó en un tono divertido. No pensaba que fuera gracioso. Ni un poquito. Chico estúpido con su estúpido presente de San Valentín. De una chica estúpida.
—Sí, ¿Qué pasa si lo tengo? —Le respondí en un tono agrio.
—Bueno, parece cómico que tengas problemas con esas cosas. Quiero decir hay un montón de cosas que no le gustan a las personas. Serpientes, por ejemplo, o arañas —Se estremeció haciéndome poner los ojos en blanco.
—¿Me puede disgustar lo que quiera, no es así? Es un país libre.
Se aclaró la garganta y sonaba sospechosamente como si estuviera ocultando una sonrisa. Tenía muchas ganas de pegarle y ver si pensaba que era gracioso. Porque sabía que yo podría lanzar un gancho derecho mejor que la mayoría de los niños de mi calle.
No, él no se reiría de todo después de que lo golpeara.
—Creo que puedes. Tengo curiosidad de por qué odias estas cosas. A la mayoría de las niñas les gustan —El hecho de que ya no sonara bromista, sino en realidad confundido, lo salvó de mi puño.
—¿Quieres saber por qué? —Le pregunté, cambiando mi mirada furiosa a su dirección— Te diré por qué —Fruncí el ceño, tragando el nudo en la garganta. Odiaba que esto realmente me diera ganas de llorar. Las lágrimas eran para cobardes estúpidos.
—Estoy escuchando —El chico me convenció.
—Porque eso es lo único de lo que todo el mundo habla hoy. Todos andan por allí con sus corazones de chocolate y osos de peluche y conejitos, incluso estúpidos, mientras caminan por los pasillos. Globos atados a las sillas con esas cursis líneas estúpidas “Te amo” en ellos. Quiero decir, realmente, tenemos nueve. No amamos a nadie todavía. Por lo menos no de ESA manera. Y para empeorar las cosas, el estúpido de Dima le dio a Anastacia, mi mejor amiga, un conejo de color púrpura con un gran globo unido y una gran caja de chocolates. ¿Y ella compartió un pedazo de su dulce conmigo? ¡NO! No lo hizo. Dijo que no sería romántico regalar un dulce de su San Valentín. Luego, cuando le pedí sentir la suave piel de su conejo negó con la cabeza y se acurrucó contra ella como si tuviera una enfermedad que le pudiera contagiar. ¿Qué tan absurdo es eso? ¿Eh? Ciertamente ridículo. Luego, vuelvo a casa y mi mamá aún tiene un gran ramo de flores y una caja con forma de corazón sobre la mesa de parte de su novio. Estaba segura que conseguiría un caramelo entonces. ¡PERO NO! La caja se encontraba vacía. Se había comido todo. ¿Por qué mantiene una estúpida caja vacía?
Dejé mi diatriba furiosa el tiempo suficiente para mirar sobre mi hombro al niño a través de mi cabello y ver si él me miraba como a un bebé llorón. Pero él tenía esa sonrisa estúpida en su cara otra vez. Supongo que dado a que él si recibió chocolates, pensó que el que yo no los recibiera era divertido.
Me di la vuelta pensando en pegarle de todas formas o decirle que se fuera y volver a entrar. Sin embargo, sostuvo el cachorro cuya piel parecía realmente más suave que la del conejito púrpura que Anastacia había recibido de Dima y la caja de bombones hacia mi.
Confundida, levanté mi mirada hacia él.
—Esto es para ti. Puedes sentir la piel todo lo que quieras y comer cada uno de esos bombones todo para ti sola. Lo traje para ti... es decir, si los quieres.
—¿A mi? Pero, ¿Por qué a mí? Ni siquiera me conoces —Balbucee, queriendo desesperadamente acercarme y tomar los regalos. Tenía muchas ganas del chocolate.
—Es el Día de San Valentín y bueno, te he estado observando desde hace mucho tiempo y tú eres la única persona que quiero que sea mi San Valentín.
Mis ojos se abrieron y el broche de oro sobre el buró al lado de mi cama brilló con las corrientes de luz de la madrugada. Me acordé de ese San Valentín. Me sentía mal porque nadie quería que yo fuera su San Valentín. A todas las niñas en la escuela les había dado algo un niño. Incluso Vladimir le había dado algo a Aleksandra. Pero yo no había conseguido nada. Vladimir les había dicho a los niños que no era una niña porque podía correr más rápido que ellos y golpear un balón más allá de lo posible. Pero aún me molestaba.
Aleksey lo había sabido y me había traído algo.
Había comido cada uno de esos bombones antes de irme a la cama esa noche. Milagrosamente, no me había dado un dolor de estómago como el que mamá dijo que me daría cuando le confesé en la cena que me llené de chocolate. Recuerdos como éste hacían muy difícil temerle a Aleksey. Él realmente ha sido muy bueno conmigo toda mi vida. Tal vez no eran todos defectos.
Ese hecho me recordó que quería llevar mi alma al Infierno.
Tal vez esa no era la forma en que él lo veía, pero era la forma en que yo lo veía, y estar cerca de él cuando no estaba en su forma de "ser humano" me ponía la piel de gallina. Odiaba la sensación que se apoderaba de mí cuando él estaba cerca. Los vellos de mis brazos y cuello se erizaban y retrocedía al instante.
Pensando en el Día de San Valentín, recordé el cachorro. Se encontraba en el desván, en algún lugar de una caja. No había sido capaz de deshacerme de él cuando ya había descartado todos mis juguetes infantiles. No podía recordar dónde lo había conseguido, pero siempre me pareció muy especial para mí. Como si no pudiera deshacerme de él.
Realmente tuve un momento difícil al dejarlo en el ático. Ahora la idea de que un regalo de un espíritu vudú estuviera mi casa era inquietante. Tenía que sacarlo. Claro que había dormido con él durante años, pero eso era antes. Esto es ahora. Lo quería fuera.
Sentada en la cama, decidí que tendría que esperar y ver si Viktoria o Yulia se presentaban hoy. Le dije que tenía la intención de regresar a casa ayer por la noche, pero que no era seguro. Ella piensa que estoy allí con Anastacia y dijo que ella y Viktoria se turnaban para vigilar la casa. Dejé que Viktoria se apareciera de la nada, pero ella no lo hizo.
Entonces, me arrastré en la cama y caí dormida.
La puerta de mi dormitorio se abrió y andando con paso majestuoso entró ella.
—Así que aquí estás. Estoy vigilando la casa de Anastacia sin prestarle atención a algo de la noche, porque estoy aburrida de mi maldito ingenio. Luego, me doy cuenta de que definitivamente no te siento allí. Así que hago una comprobación rápida, ¿Y adivina qué? No te encontrabas allí, Elena —Posó su mirada sobre mí, dejándose caer en la silla de la esquina y cruzando las piernas— Por lo tanto, vengo aquí a echarte un ojo y mira, aquí estás. Perdí toda una noche en el patio trasero de Anastacia, cuando podría haber estado comiendo en tu cocina y viendo el patea traseros de Chuck Bass en la pantalla de televisión.
Poniendo mis ojos en blanco, me levanté y me acerqué al armario para coger un jersey. Si Viktoria estaba aquí, entonces, podríamos ir a buscar ese perrito de peluche a mi ático.
—¿A dónde vas a ir? Acabo de llegar —Viktoria gruñó.
—Vamos al ático. Tengo un perrito de peluche arriba que me dio Aleksey y lo quiero fuera.
—¿Qué?
—Sólo vamos Viktoria, te explicaré mientras lo buscamos.
Yulia
—Yulia, necesito hablar contigo —Me detuve frente a la casa de Elena y me giré para ver a Inna. La ansiedad en su rostro era alarmante. Los transportistas normalmente no tenían problemas reales. Viktoria era una excepción porque ella había hecho amistad con un humano.
Inna era una transportista típica. Su único objetivo era manejar las almas.
—¿Qué pasa Inna? No tengo mucho tiempo.
—Me doy cuenta señorita, pero realmente tienes que escuchar lo que tengo que decir o umm... explicar —Miró nerviosamente hacia la casa— Tiene que ver con tu ummm,... el alma, eh...
—Tiene que ver con Elena, la chica que amo —Terminé por ella.
Ella no había estado segura de la terminología, ya que nunca había sentido la emoción.
— Sí, Elena. Ya ves... —El giro nervioso de sus manos comenzaba a molestarme.
—Escúpelo, Inna. Si se trata de Elena, entonces necesito saberlo ahora —Asintió con la cabeza rápidamente como un niño desobediente que acaba de ser regañado y miró hacia el suelo.
—Verá, señorita, el chico cuya alma transportada... Conoce a Elena. Él, eh… no debía morir. Ese no era su destino. No llegó muy lejos antes de que su alma se me fuera apartada…
—¿Qué quieres decir con que no debía morir? Su cuerpo ya no era utilizable. Me sentí atraída allí. Su alma podía apenas mantenerse en su cuerpo en espera de mi llegada. ¿Y a qué te refieres con que PERDISTE su alma? —No pude evitar el rugido que salió de mi cuerpo. Esto no tenía ningún sentido. ¿Se había vuelto loca Inna?
—Sí, lo sé, señora, me sentía atraída allí también. Pero algo sucedió. Otro poder se lo llevó. El poder tiene el derecho debido a una... una restitución —El hielo llenó mi coraza vacía comprendiendo todo, fue cuando caí en cuenta. La restitución pedía un alma por un alma. Una que estuviese pegada cerca del corazón de Elena.
—No —Repliqué, acechando la puerta por la que había estado a punto de entrar sólo unos minutos antes. Esto no podía estar sucediendo. Vladimir no podía ser un alma de Ghede debido a Elena. Ella nunca sería capaz de vivir con ello si se enteraba.
Sin embargo, ¿Podría alejarla de esto? Tenía que conseguir el alma de Vladimir de regreso. Él no podría ser capaz de volver a esta vida, pero su alma pertenecía al Creador. Vladimir no había hecho nada malo. Nunca se había vendido a Ghede.
—Yulia, señorita, no es todo —El suave susurro de Inna rastrilló sobre mí como cuchillas de afeitar. Esto no podría ser peor.
—¿Qué? —Susurré mirándola.
—El Creador. Él quiere verte. Ahora.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Hay dios las cosas se están complicando, ya quiero ver q le quieren decir a julia
Fati20- Mensajes : 1370
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 32
Localización : Venezuela
Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
OMG se complicaron mucho las cosas, que hará Julia?, Porfavor sube otro capítulo este domingo, no nos dejes asi
Aixa- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 17/04/2018
Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Capítulo XVI
Elena
Creo que quizás moriré por inhalación de polvo —Se quejó Viktoria mientras abría otra caja de las decenas de cajas de cartón que mi madre había colocado aquí en los últimos años.
—¡Oh, deja de ser tan dramática! ¿Qué es un poco de polvo? Has estado en edificios en llamas.
—Sí, bueno, porque es mi obligación. Es mi trabajo. Sin embargo, mi trabajo no dice que tenga que hacer trabajo manual en un ático con un ser humano —Riéndome de mí misma, abrí la caja que acababa de bajar de la pila largamente peligrosa que mi madre había hecho. Quiero decir, entiendo que ella tratara de ahorrar espacio aquí, pero una pila de cajas que casi tocaba el techo, no era exactamente una decisión inteligente.
—¿Quieres que busque en esta? —preguntó Viktoria mientras dejaba la caja que había bajado a un lado.
—Sí, por favor.
—Y es un perrito de peluche blanco, ¿no?
—Sí... bueno, quizá ya no sea exactamente blanco. Han pasado muchos años, así que la piel puede estar un poco descolorida ahora —Viktoria gruñó para sus adentros mientras comenzaba a hurgar en su caja. Me moví a través de los artículos que había empacado hace sólo ocho años, porque había sido incapaz de armarme de valor para llevarlos a la beneficencia. Un bolso pequeño con letras de lentejuelas que decían “Las Vegas” me hizo sonreír. Mi madre me llevó a una convención de escritores allí una vez. Fue uno de los últimos viajes largos que pasé con ella. Siempre me aburría, pero en el viaje a Las Vegas, conocí a un amigo... Creo. Sacudiendo la cabeza, lo hice a un lado y encontré una camiseta de los Backstreet Boys que recibí una navidad. Dios, había sido una idiota. Después, encontré una caja de zapatos que supe sin mirar que contenía las cartas que nos pasábamos Anastacia y yo en la escuela. Tenía de cosas inútiles e interesantes, tales como: "¿Crees que le guste a Yulia?" O "¿Has visto la manera en que el trasero de Ainoa se ve en esos pantalones vaqueros? Debería ponerse a dieta", o mi favorita, "¿Crees que la señora Povarova tiene un pelo en la barbilla nuevo hoy?" Sí, esa caja de zapatos no tenía precio. Desafortunadamente, no había un cachorro de peluche. Frustrada, cerré la caja y la dejé a un lado.
—Bueno, esto fue un fracaso... — Golpeé mi mano sobre mi boca para no aullar de risa. Viktoria posaba frente al espejo que una vez estuvo en mi dormitorio de "princesa". Pero esa no era la parte divertida. Viktoria encontró mis ropas de vestir de las que yo no quise separarme cuando tenía diez años, pero ya no las quería en mi habitación más. Se había puesto mi vestido de Campanita con un par de tacones de Blanca Nieves a los que no encajaba ni de lejos su pie. En su cabeza llevaba el velo que había ido con mi traje de Jasmine.
—¿Cómo me veo? —Preguntó dando vueltas más rápido de las que un ser humano sería capaz de hacer con la falda de Campanita, flotando en frente de ella. Yo siempre daba vueltas en ese vestido también, tratando con todas mis fuerzas en conseguir que se destacara a la perfección.
—Fabuloso, deberías usarlo para el trabajo –Canté, luego solté una gran carcajada.
—No sé qué pensaría Yulia si me presentara luciendo como si estuviese lista para un viaje a Disney World. Temería enviar el alma conmigo —Me senté en la caja detrás de mí, no podía parar de reír al verla vestida tan ridícula.
—La asustarías... ¡Hasta la muerte! —Me reí más fuerte ante mi propio pequeño juego de palabras. Viktoria empezó a decir algo más cuando un sonido detrás de mí convirtió mi risa en un pequeño chillido.
—¿Qué diablos, Inna? Esta no es una fiesta —Se quejó Viktoria y me alivió un poco saber que Viktoria conocía a la pelirroja pálida que apareció en mi ático. Sus rasgos perfectos, translúcidos, eran tan similares a los de Viktoria cuando estaba en el modo de "transportista" que rápidamente sumé dos más dos.
—Lo siento, Viktoria —Se detuvo y lentamente miró el vestuario de Viktoria con el ceño fruncido, la confusión en su rostro.
—Déjate de tonterías Inna y dime por qué estás aquí —La cortó Viktoria. Las prendas de vestir desaparecieron de su cuerpo y estuvo una vez más, vestida con sus pantalones vaqueros, sudadera con capucha y botas.
—Oh, eh, sí... bueno, uh, Yulia te necesita —La atención de Viktoria se desvió de la transportista a mí.
—¿Qué hay de Elena?
—Oh, eh, no lo dijo. Sólo dijo que te necesitaba —El ceño fruncido en el rostro de Viktoria me dijo que no estaba tan segura de esto. Pero si Yulia envió por ella, entonces debía ser importante.
—Iré a pasar el día con Anastacia. Podemos buscar el pelu... la cosa más tarde—Empecé a hablar. Viktoria asintió con la cabeza hacia mí.
—Bueno, vayamos ahora, antes de irme. No necesitas quedarte aquí sola.
—Está bien.
Me dirigí a las escaleras, entonces miré a Viktoria para pedirle que por favor, me hiciera saber si algo andaba mal, pero ella hablaba en voz baja con Inna en una conversación muy intensa, por lo que las dejé solas. Viktoria no tardaría mucho. Yulia no la dejaría irse demasiado tiempo. Además, Yulia estaba bien. Ella era la muerte. No hay de qué preocuparse.
Yulia
—¿Qué está pasando Yulia? —Exigió Viktoria a su llegada con Inna al cementerio fuera de la pequeña funeraria en la ciudad de Elena. Vine a la tumba de Vladimir para ver si había algún rastro de actividad. Su alma no se había quedado vagando por la tierra. El único otro lugar en el que podría estar era con Ghede en el Vilokan. Si es así, se encontraba completamente fuera del radar. Dar con él sería casi imposible. Ninguna deidad o ser creado por el Creador habían estado nunca en Vilokan. La isla bajo el mar era para los espíritus del vudú y las almas que reclamaban en la tierra.
—Vladimir. Su alma no debió ser tomada. Él nunca estuvo en los libros —Continuaba sonando increíble cuando lo decía. Incluso después de hablar con el Creador. Las decisiones habían sido tomadas. Con el poder de la restitución en el lado de Ghede, esto podría empeorar.
—¿Qué? —Su tono de incredulidad no me sorprendió. Yo tuve la misma reacción. Esto nunca había sucedido. Y si no encontraba una manera de detenerlo, el Creador esperaría que entregara a Elena o a su madre a Ghede. Ninguna de las dos era una opción.
—Ghede, él tomó el alma de Vladimir por la restitución de Elena. El Creador no cree que vaya a parar allí. Vladimir fue una advertencia para mí o para Elena. No se detendrá hasta tener en sus garras a Elena. Viktoria se dejó caer en la lápida detrás de ella.
—Oh, mierda.
—No quiero que le digas a Elena aún. No si podemos arreglar esto sin que ella lo sepa. Las implicaciones de la muerte de Vladimir serían demasiado para que ella les hiciera frente. Se sacrificaría sin lugar a dudas. No lo permitiré. Detendré esto.
Viktoria asintió con la cabeza totalmente de acuerdo. Sabía que podía contar con ella. Inna por el contrario, estaría dispuesta a ofrecer a Elena en bandeja de plata. Ella no entendía, pero aun así se me era difícil tenerla cerca de mí. Quería saciar mi enojo con alguien y su indiferencia la ponía directo en el camino de mi ira.
—¿Dónde está Elena ahora? —Le pregunté, variando mi ceño fruncido de Inna a Viktoria de nuevo.
—Ella está con Anastacia —Me aseguró. Eso era bueno. Necesitaba a Viktoria en estos momentos. Teníamos que encontrar una manera de penetrar Vilokan. El infierno habría sido mucho más fácil.
Elena
Convencer a Anastacia para un día de compras no fue fácil, pero tenía que salir. Después de forzarla a alistarse y empujarla hacia mi coche, nos dirigimos al centro comercial. Cuatro horas más tarde, ella mostró señales de vida. Estuve muy agradecida.
—Necesito un café —Anuncié cuando salimos de nuestra tercer tienda de zapatos a la hora. Me las arreglé para encontrar dos pares de zapatos sin los que no podría vivir. Uno de ellos era un par de sandalias amarillas sin respaldo que tenían un poco de tacón. Los otros eran botas de color beige que combinan perfectamente con mi chaqueta de cuero beige. La mejor parte era que tenían descuento. Anastacia, sin embargo, no había comprado nada. Fuimos poco a poco hasta llegar allí. Ella había intentado medirse unos zapatos en la tienda anterior. Yo la había obligado, pero al menos se los había puesto.
—Yo también —respondió Anastacia, volviéndose hacia el Starbucks en vez de ir a la siguiente ala del centro, donde se ubicaba Wide Mouth, la cafetería favorita de Vladimir. Entendí, y honestamente, no estoy segura de poder entrar en Wide Mouth ahora tampoco.
—¿Qué quieres? —Le pregunté, sacando mi cartera.
—No sé, consígueme lo mismo que tú pidas —dijo ella con un gesto de la mano y se acercó a encontrar una mesa. No podía pedirle lo mismo que yo. Yo siempre pedía un café con leche con caramelo, crema batida al igual que lo hacía Vladimir. Me hice a un lado para que las personas detrás de mí pudieran ordenar y estudié el menú detrás del mostrador. Hacía años que no ordenaba algo más que un café con leche y caramelo. Ni siquiera estoy segura de conocer algo más para ordenar.
—He oído que el chocolate caliente es increíble —Susurró en mi oído Aleksey. Él tenía forma humana, porque los vellos de mis brazos no se erizaron.
—Soy una niña grande. Prefiero el café —Le espeté sin mirar hacia atrás a él. Él rió en voz baja.
—Sí, lo sé. Café con caramelo, leche con crema batida —Tensándome, miré hacia donde se encontraba sentada Anastacia. Nos observaba con una mirada divertida y triste en su rostro. Sabía que verme con Aleksey le recordaba a Vladimir. Sin embargo, era otra razón para permanecer malditamente lejos de él. Si sólo entendiera la insinuación y me dejara en paz. Nunca estaría de acuerdo en darle mi alma. Que se jodiera la estúpida restitución o lo que fuera.
—No —Repliqué y me acerqué al mostrador para ordenar y poner espacio entre los dos. La chica en el mostrador se comía con los ojos a Aleksey y no me prestaba ni un ápice de atención. Ella empezó a jugar con un mechón de su cabello castaño alrededor de su dedo y bateó sus pestañas. Si la chica tonta supiera...Él no era un Mr. World. Me aclaré la garganta para llamar su atención y cuando eso no funcionó, literalmente, tuve golpear el área del mostrador frente a ella.
—Hola, perdón, pero es mi turno —Apartó su intensa mirada de “ven a por mí” de Aleksey y me miró. Bien, ahora va a escupir en mi café.
—Ya lo sé. Esperaba que ordenaras—El tono de la muchacha fue molesto.
—Bueno, no me di cuenta. Parecías ocupada. Tenía las mejillas enrojecidas y lista para dar rienda suelta a su réplica ágil cuando Aleksey tosió ruidosamente. Su voz sonaba sospechosa, como si estuviera ocultando una sonrisa.
—Creo que hemos comenzado con el pie equivocado —La voz de Aleksey fue suave y profunda. Tal como imaginó la chica en su mente. Las chicas realmente eran débiles cuando se trataba de hombres atractivos — Sólo necesitamos ordenar, necesito un chocolate caliente y tú necesitas un... —Fijó la mirada en mí, como si estuviéramos aquí juntos. Empecé a abrir la boca para corregirlo, cuando decidí que era mejor ir con él si no quería la saliva de la chica en mi café con leche.
—Oh, eh, que sean dos grandes... uh.... dos grandes.... um... —Pude sentir la molestia e impaciencia en la chica, pero no dejé que eso me detuviera. Traté de encontrar algo en el menú que seguramente nosotras ordenaríamos.
—Quiere dos cafés con leche, de moka, con nata y chocolate espolvoreado en la cima, grandes, por favor —Informó Aleksey a la chica. ¿Qué diablos? No le di permiso para ordenar por mí. Incluso, si lo que él ordenó sonaba tan bien. Se acercó a mí, le pagó a la chica mientras coqueteaba con ella, me crucé de brazos y esperé hasta que terminara. Cuando se volvió para sonreírme, gruñí.
—¿Qué? No podías decidir. Te he ayudado. Te encanta el chocolate. Te gusta el moca con leche.
—No recuerdo haber pedido tu ayuda. Puedo ordenar yo sola —Susurré. Aleksey se encogió de hombros y tomó mi brazo, poniéndome a un lado para que la gente que hacía fila detrás de nosotros pudiera ordenar. Quise alejarme de él, pero tiró de mi brazo hasta él.
—¿Por qué insistes en estar molesta conmigo todo el tiempo? —¿Acaso no lo sabía? Abrí la boca para decirle exactamente cómo me sentía acerca de su reclamo sobre mi alma, cuando Anastacia se puso de pie y corrió hacia la puerta de la cafetería hacia el Centro comercial. Empujé a Aleksey mientras pasaba y salí detrás de ella. Ella giró a la izquierda y se dirigió a la puerta de atrás por la que habíamos entrado. Cogí mi ritmo y esquivé las personas que se detenían a ver como perseguía a Anastacia. Mi primera preocupación fue que quizás le recordé algún momento doloroso. Mi segunda preocupación fue que un policía me iba a arrestar por pensar que iba a hacerle daño. Y luego me preocupé por chocar accidentalmente contra una persona en mi búsqueda. Menos mal, se detuvo en las puertas que llevaban al estacionamiento donde nos estacionamos. Sus hombros se movían mientras se aferraba a la manija para tratar de recuperar el aliento. Mis dos bolsas que había estado llevando estaban a sus pies.
—Anastacia, ¿Qué pasa? —Le pregunté sin aliento cuando definitivamente me encontré con ella. Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras miraba lejos. La devastación estaba tan profundamente grabada en su rostro que me pregunté si alguna vez el dolor se iría. La chica que había conocido toda mi vida cambió completamente ese día en el campo de futbol, mientras que vimos el cuerpo sin vida de Vladimir.
—No puedo —Sollozó sacudiendo la cabeza—, Sólo no puedo.
Envolví mi brazo alrededor de sus hombros y la acerqué. Ella se desplomó a mi lado, llorando y triste. Fui demasiado lejos hoy. No estaba preparada para ello. La culpa me carcomía. Debía haber hecho esto en una excursión más pequeña. Salir de poco a poco. Yo y mis grandes ideas.
—Ven, vámonos a casa —Insté a que abriera la puerta y que entrara en el auto.
—¿Podemos...? —Anastacia hipó—, ¿Podemos ir a visitar su tumba? Tengo que hacerlo —No estaba de acuerdo. Ella no estaba lista para eso todavía. Yo tampoco estoy preparada para eso. Pero no podía negarme. Abrí la puerta del lado del pasajero y Anastacia se deslizó en el interior. Tal vez, podríamos ir. Si eso era lo que ella quería hacer, entonces yo sería fuerte e iría con ella. Pero primero, íbamos a pasar por su casa. Ella necesitaría una pequeña dosis de coraje y su madre tenía un armario entero con valor alcohólico que iba a necesitar.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Capítulo XVII
Los cementerios en la noche son mucho más espeluznantes que durante el día. Intenté desesperadamente ignorar a las almas cerniéndose sobre las tumbas que supuse que eran suyas. Pero era muy difícil no saltar cada vez que pasábamos por delante de una tumba y un alma aparecía frente de nosotras. Quería agarrar a Anastacia por el brazo y detenerla para que el alma pudiese vagar más allá, pero eso sólo la habría confundido y les haría saber a las almas que yo las podía ver. Así que en vez de eso, cerré los ojos con fuerza y traté de fingir que no caminábamos entre las almas. Oh, cómo odiaba al padre de Aleksey por esta estúpida maldición.
—Hace frío aquí —dijo Anastacia, rompiendo el silencio. Le miré mientras tomaba otro sorbo de la botella de vino que tenía en las manos. Había encontrado un vino de postre que yo sabía que ella podría manejar. Venir al cementerio en la noche no era mi mejor idea de pasar un rato agradable, pero no quería que ella perdiese el control o, Dios no lo quiera, que corriese asustada en la noche de la manera que corrió por el centro comercial. Yo no estaba dispuesta a perseguirla entre almas.
—Sip —dije, tirando de mi chaqueta de cuero beige y abotonándomela.
—¿Quieres? Te calentará —Anastacia me ofreció la botella de vino. La miré en su mano. El color pálido y el aroma afrutado me tentaban. Podía beber un poco para mitigar mi incomodidad. Pero yo conducía, así que negué con la cabeza.
—No, estoy bien.
Anastacia esperó un segundo más antes de atraer el vino a su pecho.
—De acuerdo, si estás segura. Pero ayuda de verdad.
No iba a discutir con ella. Estoy segura de que el vino le ayudaba muchísimo. Tres semanas antes no habría podido pagarle para caminar a través del cementerio por noche. Tener a alguien querido enterrado aquí cambia las cosas.
—Ahí está —susurró, deteniéndose finalmente. Mi mirada siguió la suya. La tumba de Vladimir se encontraba todavía fresca y cubierta de flores. Unas pocas comenzaban a marchitarse, pero la mayor parte de las flores todavía seguía tan encantadoras como lo habían estado en su funeral —Sentémonos en el banco —dijo Anastacia casi reverentemente. Los padres de Vladimir habían puesto un banco a los pies de su tumba. Me pregunté sobre eso cuando lo vi el día del funeral. Pensé que solo estaría allí durante el mismo, pero cuando nos fuimos miré atrás y todavía estaba allí —Ahí está el que mandé yo —La voz de Anastacia se quebró mientras nos sentábamos y mirábamos los arreglos florales que había delante nuestro. La pelota de baloncesto grande y redonda que se recostaba en la cabeza de su tumba estaba hecha de claveles naranjas y botones de oro en negro. Anastacia había insistido histéricamente al florista que hiciera un arreglo que pareciese una pelota de baloncesto. Lo hicieron para ella. Era bonito. A Vladimir le habría encantado.
—Quedó muy bien —Le aseguré.
—Sí. Ojalá él pudiera verlo.
No estaba segura de cómo responder a eso. No quería empezar a decirle que su alma no estaba aquí y que yo lo vi irse. Mentir no era mi punto fuerte y lo pasé mal estando de acuerdo con ella cuando yo sabía más cosas.
—¿Recuerdas la vez que trajimos la cuatri moto de Vladimir hasta aquí, por el camino del bosque de detrás de su casa? —La voz de Anastacia tenía un toque divertido.
—Sí—La policía nos persiguió por saltar tumbas con su cuatri moto. Vladimir y yo asumimos la culpa y dejamos a Anastacia fuera. Vladimir siempre había sido protector con ella y, honestamente, nos había rogado que no lo hiciéramos. Le habíamos escuchado durante todo el camino hasta aquí hablar sobre lo mal que estaba eso y cómo los fantasmas de las personas sobre cuyas tumbas habíamos saltado nos perseguirían. Yo sabía, claro, que se equivocaba y no me preocupaba.
—Mi madre todavía no tiene ni idea de lo que pasó. Ni siquiera le he dicho que fueron perseguidos, porque temí que no me dejase salir con delincuentes. Me reí y una pequeña sonrisa apareció en los labios de Anastacia. Era tan bueno ver esas sonrisas. Eran muy pocas y distantes entre sí. Anastacia tomó otro trago de vino. Sus sorbos se habían vuelto tragos. La mirada vidriosa en sus ojos me dijo que conseguía el efecto deseado. Me sentí culpable de conseguirle el vino, pero ella necesitaba estar relajada para afrontar esto. Recordar el pasado. Eso era bueno. Valían la pena una botella de vino y consumo de alcohol de menores.
—Whoa, no son a quienes esperaba ver aquí —dijo Aleksey mientras se acercaba a nuestro lado. Anastacia dejó escapar un pequeño grito, luego le siguió una risilla después de darse cuenta que era Aleksey y no un zombi quien se nos había unido —¿Y bebiendo? —Los ojos de Aleksey se levantaron de la botella de vino de Anastacia para encontrarse con mi mirada.
—Ella quería venir aquí. Me imaginé que necesitaba un poco de valor para afrontarlo.
Aleksey asintió con la cabeza y un pequeño ceño frunció su frente. Me pregunté si lo sentía por la pérdida de ella o si incluso echaba de menos a Vladimir.
—Puedo entenderlo —Contestó. Anastacia se acercó más a mí y dio unas palmaditas en el sitio al lado suyo.
—Ven y siéntate —Le ordenó a Aleksey. Quería decirle que él era lo más peligroso aquí afuera, pero mantuve mi boca cerrada. Por lo menos, en el otro lado de Anastacia no tendría que ver su cara —Toma, está bueno — Contestó Anastacia, empujando la botella a Aleksey torpemente. Vale, posiblemente ya ha bebido suficiente.
—Claro —Contestó él, y pude verlo inclinar la botella por la esquina de mi ojo.
—Perdón por haber huido hoy y...po… habete deado allí—Anastacia comenzaba a balbucear. Sip, había tenido suficiente. Llegué al otro lado de ella y le cogí la botella a Aleksey.
—Has alcanzado tu límite, Anastacia. Un poco más y mañana me odiarás —Le expliqué mientras me sacaba el corcho del bolsillo y tapé la botella antes de ponerla entre mis pies.
—Me preocupe por ti, pero vi a Elena contigo —Respondió Aleksey palmeándole la rodilla.
—Sssssí. Do zabría ge hacer zin ella—Balbuceó Anastacia. Aleksey se inclinó hacia delante y pude sentir su mirada en mí.
—Ella es muy especial —Concordó. Anastacia asintió con la cabeza y empezó a apoyar su cabeza en mi hombro, pero falló y se cayó. Tanto Aleksey como yo la agarramos antes de que pudiera caerse de cara en la tierra fresca y las flores. Riendo, Anastacia se balanceó de atrás y adelante mientras la sentábamos de nuevo. Había bebido más que suficiente. Dudo que recordara algo en la mañana. Con suerte, no se despertaría abrazando la taza del baño.
—Vale, creo que es hora de que volvamos a casa —dije agachándome para coger la botella de vino y después me levanté— Vamos. Te meteremos en la cama.
—Te ayudaré a llevarla al coche —Ofreció Aleksey y comencé a negarme cuando Anastacia se cayó de rodillas y se rió a carcajadas.
—Sí, gracias —murmuré. Sería de mucha ayuda si Viktoria no hubiese desaparecido completamente hoy. Pero estaba por mi cuenta y Aleksey era el único “ser” acechándome en este momento. Aleksey parecía demasiado satisfecho con este giro de acontecimientos, y tuve que reprimir el impulso de decirle que yo podía hacerlo por mí misma. Porque estaba más que segura de que terminaríamos durmiendo en el cementerio si tenía que llevarla al coche sola. Aleksey se agachó y la cogió por debajo de los brazos. Ella se balanceó en sus pies y Aleksey envolvió su brazo alrededor de su cintura.
—Tranquila, chica —dijo.
—Dranquila, chica —Le imitó Anastacia riéndose como si hubiera dicho la cosa más graciosa que nunca había escuchado. Nota para mí, Anastacia es un peso ligero. En el futuro, una copa de vino será su límite.
—Adiós, Vladimir, de guiero musho—gritó Anastacia mientras Aleksey la guiaba por el camino que hicimos desde el aparcamiento hasta aquí. Como yo, Aleksey podía ver las almas, las esquivó y las ahuyentó así yo no tendría que atravesarlas en el camino a la salida —De guiero musho —Anastacia empezó a canturrear con tristeza. La borracha triste empezaba a emerger. No había pensado sobre esa posibilidad. Aleksey abrió la puerta del lado del pasajero y dejó a Anastacia en el asiento en vez de dejar que cayera. Lo que debía admitir era muy considerado. Especialmente para un espíritu vudú. Me dirigí al lado del conductor cuando oí cerrarse la puerta del pasajero y abrirse la de la parte de atrás. Volviendo mi cabeza, vi a Aleksey meterse en el asiento trasero. No había manera de que eso pasara. Me paré y abrí la puerta del pasajero de mi lado y metí la cabeza.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Siseé.
—Me estoy asegurando de que lleguen a casa a salvo —Contestó con una sonrisa educada en el rostro.
—Oh, no, no lo vas a hacer. ¡Sal fuera!
—No seas tan mala, Elena —Intervino Anastacia desde el lado del copiloto. Rodando los ojos, dejé salir un suspiro exasperado. Bien, si quería ser el príncipe encantador podía serlo. No iba a tratar con él ahora mismo. Necesitaba llevar a Anastacia a casa antes de que se desmayase, o peor, vomitase en el coche.
—Lo que sea —refunfuñé y cerré la puerta de golpe para darle un efecto extra. Me las arreglé para arrancar el coche y llevarlo a la carretera sin mirar atrás, ni reconocer la presencia de Aleksey. Pretendí ignorarlo todo el camino hasta casa. Igual se enfadaba y desaparecía. Dios sabe que Anastacia no se enteraría. Deslicé mis ojos a ella y vi sus parpados ponerse pesados —Quédate despierta. No seré capaz de llevarte dentro si estás desmayada. No queremos que tu padre salga y te encuentre de esta manera.
Eso la animó. Si su padre la encontraba borracha estaría furioso. Bueno, puede. Sus padres habían estado tan preocupados por ella que quizás lo entendería. O podrían ingresarla en un centro psiquiátrico. Ella realmente no quería ir a uno de esos.
—Así está mejor, mantén esos ojos abiertos —Bajé su ventana— El aire frío te ayudará y si empiezas a marearte, por favor, asómate por la ventana y vomita.
Anastacia se rió y apoyó la cabeza en el reposa cabezas, dejando que la fría brisa le volase el pelo de un lado a otro de su cara.
—¿De quién fue la idea de emborracharla? —preguntó Aleksey desde el asiento trasero. Me iba apegar a mi plan de ignorarlo, así que alcancé el volumen de la radio para subirlo cuando Anastacia dijo arrastrando las palabras:
—Deeee Eleeeeenaaa, eees tan listaaa.
Aleksey rió entre dientes desde el asiento trasero. Tenía que estar de acuerdo con él. Yo también me cuestionaba mi inteligencia.
—¿Podemos hacerlo ooootra vez ma...mañana? —preguntó Anastacia. Negué con la cabeza.
—No. Créeme, el dolor de cabeza que vas a tener mañana me dará la razón. Esto ha sido cosa de una sola vez. Anastacia hizo un sonido de “pffft” que causó que escupiera saliva. Me detuve en el camino de entrada de Anastacia, esperando por completo que Aleksey simplemente se evaporara cuando abrió la puerta del coche como un humano y procedió a sacar a Anastacia del coche. Genial, el Príncipe Encantador iba a seguir con su educado comportamiento. Lo seguí a la puerta y la madre de Anastacia se encontró allí con nosotros. Di un paso adelante y le entregué la botella de vino medio vacía —Ella quería ir a ver la tumba de Vladimir esta noche. Cogí esto porque pensé que lo iba a necesitar. Lo siento...
Su madre levantó la mano para detenerme —No, está bien. Entiendo. Esto no es peor que las pastillas que le he estado dando — El tono de voz de su madre sonó derrotado.
Había escuchado ese tono antes en mi madre. Esperaba que no hiciesen con Anastacia lo que mi madre hizo conmigo.
—Solo vete a casa, Elena. Tu madre ya me ha llamado buscándote. Su avión llegó hace una hora. Cuidaré de Anastacia esta noche.
Asentí y di un paso atrás mientras Anastacia se metió en los brazos de su madre y cerró la puerta.
—Parece que estamos solo tú y yo —dijo Aleksey, completamente satisfecho.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Uyyyy ese solo estamos tu y yo de Aleksey suena problemas al proximo capitulo
Eac- Mensajes : 70
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Que fastidioso es aleksey y muy mal cuando queda solo con lena, espero julia regrese pronto
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Hola chicas, cómo están? Yo acá, muriendo lentamente con una gripe pero sin dejar subir los capítulos correspondientes a este finde
un abrazo...
A leer!!
No, estoy sólo yo y me voy a casa —Le respondí dándome la vuelta y me encaminé al coche.
No le iba a dar el placer de mirar atrás. Abrí la puerta del coche con un poco más de fuerza de la que era necesaria y me metí dentro. Alcanzando las llaves que había dejado en el encendido, las busqué a tientas y no las pude encontrar. Frustrada, encendí la luz y miré alrededor del volante para ver que mis llaves no se encontraban allí.
Comprobé mis dos bolsillos y empecé a agacharme y buscar por el suelo cuando la puerta del lado del pasajero se abrió y Aleksey se deslizó dentro con mis llaves colgando de sus dedos.
Grrrrrr… Las alcancé y se las arrebaté fácilmente de sus dedos y las empujé en el encendido.
—¿Qué planeas hacer, Aleksey? ¿Irás conmigo a visitar a mi madre? Hmmm… Porque es más que probable que Viktoria esté allí poco después de que yo llegue y está deseando darte una patada en el culo.
Aleksey se inclinó hacia atrás en el asiento, poniéndose cómodo.
—No, Elena, sólo pienso que tú y yo necesitamos hablar.
—¿Sobre qué? ¿Del hecho de que quieres quitarme mi alma para algún rito vudú o del hecho de que me has acechado toda mi vida y luego me quitaste mis recuerdos? ¡Ya lo sé! Quieres hablar sobre cómo me mentiste sobre todo desde el principio y me hiciste pensar que eras un buen tipo. Elige un tema porque voy a hablar de todos.
Aleksey dejó escapar un cansado suspiro y se frotó la palma en la rodilla casi nerviosamente. Antes, cuando pensaba que era humano, pensaba que era un gesto lindo. Ahora, yo no estoy muy encariñada con ese gesto.
—Estás enfadada conmigo. Lo cojo. Incluso lo entiendo. Yo siempre esperaba a que tú lo supieses…
—¿Entonces por qué no me lo dijiste?
—Porque te elegí. Era tu propósito. Es tu propósito. ¿No lo entiendes? Has muerto, Elena. Muerto. Desaparecido. Conseguido otra vida y completamente perdido la oportunidad en esta vida. Porque tú ibas a morir. La Muerte no estaba enamorada de ti entonces. Iba a cogerte como se suponía que debía. No había nada que nadie pudiese hacer para detenerle, excepto tu madre. Ella pudo elegir entregarte a Ghede, y así lo hizo. Puede que no se diese cuenta, pero cuando le suplicó a un doctor vudú que salvase tu vida con magia vudú, ella te entregó a mi padre. Así que viviste. No moriste. La Muerte no te tomó. Tú tenías que crecer con tu madre y tener una amistad con Anastacia e incluso con Vladimir. Tú tenías que VIVIR. Esos años no los habrías tenido si yo no te hubiese elegido. Esta vida que tienes ahora debió terminar esa noche en el Hospital Infantil de la ciudad.
Escuchar esa explicación fue duro. Tragando el repentino nudo en mi garganta, empecé a dar la vuelta cuando Aleksey agarró le volante.
—No. No hemos terminado de hablar.
Intenté girar, pero el volante no se movía. El coche se quedó encabezado hacia las afueras de la ciudad y el viejo puente del lago.
—Vale, de acuerdo. Me has mantenido viva. Tenía que vivir esta vida. Lo aprecio, pero ahora quiero mantenerla y a ti no te importa. Tú reclamas que me quieres y me necesitas, pero no te podría importar menos lo que yo quiero. Es muy egoísta de tu parte. Es todo sobre lo que Aleksey quiere. No tomas en consideración lo que yo quiero. Actúas como si fuera tu posesión y yo debo estar feliz sobre eso.
Aleksey no me contestó de inmediato. Intenté girar el volante otra vez y no pude. Sospechaba que si quitaba mis manos del volante, el coche conduciría solo. La idea de que posiblemente Aleksey no me dejaría ir a casa empezó a crecer. Mi ritmo cardiaco se aceleró e intenté mantenerme en calma. Si ese no era su plan, no quería darle ninguna idea.
—He intentado hacértelo fácil. He intentado hacer esta transición de manera que lo pudieses aceptar. Te he protegido de la verdad. Quería que hicieses esta decisión porque tú lo querías. No porque te estuviese forzando, pero nos hemos quedado sin tiempo. Hay algo que debes saber —Aleksey señaló hacia la parte de la carretera justo antes del puente— Detente.
No estaba segura si se dirigía a mí o al coche, porque yo no iba a detenerme, pero el coche se detuvo y se paró sin mi ayuda.
—¿Qué es lo que necesito saber? —Le pregunté, golpeando el volante por haberme traicionado.
—No te va a gustar esto. No quería que lo supieses. Pero cuando te negaste a aceptar que tu alma era la restitución por la vida que mi padre te concedió, mi padre decidió que el tomaría su restitución en otra parte.
¿Qué quería decir eso? ¿Significaba que la deuda fue pagada por completo y que sería libre ahora? Porque si era así, no había nada sobre eso que no me gustase.
—Elena, mírame —Me ordenó Aleksey, y volví mi cabeza para encontrarme con su firme mirada— La muerte de Vladimir fue solo el principio. Ghede tomará más. A todos a tu alrededor. Él los tomará uno por uno hasta que cedas y aceptes venir conmigo o hasta que no quede nadie más por tomar.
Un entumecimiento se estableció en mí y miré de regreso a Aleksey. Era como si hubiera hablado en otro idioma. Entendí lo que decía, pero el significado debajo de sus palabras era casi imposible para mí de aceptar.
Quería empujarlo hacia atrás, empujarlo fuera. No podía haber dicho lo que acababa de escuchar. No había manera de que esta restitución de mi alma afectase a otros. Solo a mí. No… no a Vladimir. No, había estado allí.
Había visto a Yulia. Aleksey mentía.
Sacudiendo mi cabeza casi violentamente grité:
—¡NO! TÚ estás mintiendo. Eres un mentiroso. Yo vi a Yulia. La vi sacar el alma de Vladimir. Yulia nunca habría tomado un alma para tu padre. Ella nunca habría…
—Yulia no lo sabía —Me interrumpió Aleksey—, ¿Te dijo sobre eso de antemano? ¿Te preparó para la muerte de tu amigo? No. No lo hizo. Porque la muerte de Vladimir no era el destino. Mi padre usó su poder sobre tu restitución sin pagar para matar el cuerpo que habitaba el alma de Vladimir. Yulia fue atraída a allí para recuperar el alma del cuerpo porque ese es su trabajo. Ella estaba tan sorprendida como tú.
No tenía respuesta. Yulia no me lo dijo. Nunca me había preparado para ello. ¿Podría esto simplemente ocurrir? ¿Podría este señor espiritual de los muertos tomar almas porque yo no cumplí sus órdenes?
—Pero… pero tú me dijiste que mi muerte y la de Vladimir iban a ser las tragedias este año escolar. Eso significaría que la muerte de Vladimir era el destino.
—Te mentí. Quería que estuvieses enfadada con Yulia. Podía sentir tu dolor y sabía que te mantenías lejos de ella.
Mentiras. Parecía que Aleksey sólo sabía cómo vivir con mentiras. Me quería a su lado, así que mintió de todas las maneras que pudo para conseguir lo que quería. Y ahora, su padre iba a matar a personas inocentes que amaba si no me rendía. ¿Quién sería la siguiente? ¿Mamá? ¿Anastacia? No podía esperar a averiguarlo. Esto no ocurriría otra vez.
Yulia había dicho que ella era más grande que esto. Ella podría detenerlo, pero era muy tarde ahora. Vladimir ya había perdido la vida por mí. No podía sentarme y esperar que alguien más muriese. El dolor y la culpa serían peores que una eternidad con Aleksey. Dejé ir el férreo control que tenía en el volante y mis hombros se hundieron en derrota.
—Bien. Iré contigo.
Aleksey no contestó inmediatamente. El coche se puso en marcha y se movió a la carretera. Miré a través de una neblina mientras se conducía a sí mismo hacia el puente. Al instante, mi cabeza se estrelló contra el reposacabezas por la velocidad del coche y agarré frenéticamente el volante y empecé a apretar los frenos inservibles.
—¡Aleksey! ¡Ayúdame! —Lloré y el volante hizo un brusco giro a la derecha tan pronto como estuvimos en medio del puente.
—Te tengo, Elena —La voz de Aleksey era calmada, a pesar que el coche rompió a través de la barandilla y nos fuimos a toda velocidad a las aguas del lago de debajo de nosotros. Ni siquiera tuve tiempo de gritar antes de que todo se volviese oscuro.
Yulia
Viktoria apareció delante de mí, deteniéndome de ir más lejos en mi búsqueda de espíritus vudú en su principal Meca. Sabía que tenían aquí, en alguna parte, un portal que los llevaba a Vilokan, el espíritu vudú de otro mundo. Sólo tres sitios en el mundo tenían un portal. Con el tiempo, la ciudad se había convertido en el portal más famoso para los espíritus. Aquí los humanos les daban la bienvenida y los celebraban. Incluso los católicos empezaron a aceptarlos e integrarlos en su religión.
—Tenemos un problema —Las palabras de Viktoria no contenían sarcasmo ni humor. Eran serias. Lo que significaba que cualquiera que fuera el problema, involucraba a Elena.
Preparándome, le pregunté:
—¿Qué?
—Fui a revisarla tal como me dijiste. Había coches de policía en su casa. Su madre está muy cerca de un colapso emocional, si no ha sufrido ya uno, y había lanchas de rescate, helicópteros y ambulancias en el Puente. El coche de Elena fue encontrado a un kilometro río abajo. Hay marcas de patinazos en el puente y una apertura del tamaño de un coche en la barandilla donde el coche chocó.
—Ella no está ahogada —declaré, sabiendo que el cuerpo de Elena no había muerto. Yo no había sido convocada.
—Claro que no lo está. Pero todos piensan que ha muerto. Llevó a casa a Anastacia anoche y ella se emborracho. Aleksey la acompañó a casa según lo que dice la madre de Anastacia. Ahora se están preguntando si también estaba intoxicada y por supuesto, si Aleksey también está desaparecido, otra vez, y piensan que los dos se encontraban en el coche que cayó al río.
—Vilokan —gruñí.
Aleksey la había llevado a Vilokan. Se sabía que había una isla debajo del agua. Pero sólo los espíritus vudú podrían entrar a través del fondo del mar. Los portales eran la única vía para que cualquiera pudiera entrar.
—Eso es lo que yo pensé, también, pero no podría llevarla si ella se negara.
Él se lo había contado. Aleksey le había dicho sobre Vladimir y por supuesto ella aceptó. Haría cualquier cosa para salvar a aquellos que amaba. La había visto rendirse por mí sin ninguna pregunta. Mi bella alma se sacrificaba una vez más. Maldito Ghede. Él pagaría por esto. Lo pagaría con la extinción del Vudú. Su mundo se cerrará a este mundo. Haré que desee nunca haberse acercado a Elena.
Con un rugido de furia, empujé la farola que estaba junto a mí con la suficiente fuerza para mandarla volando hacia el centro de la concurrida calle. El cristal se hizo añicos y la gente corrió gritando mientras las bocinas de los coches sonaban.
—Un movimiento brillante, Capitana Marvel. Ve y mata a alguien que no está destinado a morir hoy, ¿Por qué no? Como si el Creador no estuviera lo suficientemente enfadado ahora mismo —Se quejó Viktoria antes de empujarme y empezar a andar con enojo.
No había matado a nadie. Lo máximo que había hecho era causar algún daño a unos pocos coches y a la farola. El caos que había creado no había sido intencional, pero sería muy útil.
un abrazo...
A leer!!
Capítulo XVIII
No, estoy sólo yo y me voy a casa —Le respondí dándome la vuelta y me encaminé al coche.
No le iba a dar el placer de mirar atrás. Abrí la puerta del coche con un poco más de fuerza de la que era necesaria y me metí dentro. Alcanzando las llaves que había dejado en el encendido, las busqué a tientas y no las pude encontrar. Frustrada, encendí la luz y miré alrededor del volante para ver que mis llaves no se encontraban allí.
Comprobé mis dos bolsillos y empecé a agacharme y buscar por el suelo cuando la puerta del lado del pasajero se abrió y Aleksey se deslizó dentro con mis llaves colgando de sus dedos.
Grrrrrr… Las alcancé y se las arrebaté fácilmente de sus dedos y las empujé en el encendido.
—¿Qué planeas hacer, Aleksey? ¿Irás conmigo a visitar a mi madre? Hmmm… Porque es más que probable que Viktoria esté allí poco después de que yo llegue y está deseando darte una patada en el culo.
Aleksey se inclinó hacia atrás en el asiento, poniéndose cómodo.
—No, Elena, sólo pienso que tú y yo necesitamos hablar.
—¿Sobre qué? ¿Del hecho de que quieres quitarme mi alma para algún rito vudú o del hecho de que me has acechado toda mi vida y luego me quitaste mis recuerdos? ¡Ya lo sé! Quieres hablar sobre cómo me mentiste sobre todo desde el principio y me hiciste pensar que eras un buen tipo. Elige un tema porque voy a hablar de todos.
Aleksey dejó escapar un cansado suspiro y se frotó la palma en la rodilla casi nerviosamente. Antes, cuando pensaba que era humano, pensaba que era un gesto lindo. Ahora, yo no estoy muy encariñada con ese gesto.
—Estás enfadada conmigo. Lo cojo. Incluso lo entiendo. Yo siempre esperaba a que tú lo supieses…
—¿Entonces por qué no me lo dijiste?
—Porque te elegí. Era tu propósito. Es tu propósito. ¿No lo entiendes? Has muerto, Elena. Muerto. Desaparecido. Conseguido otra vida y completamente perdido la oportunidad en esta vida. Porque tú ibas a morir. La Muerte no estaba enamorada de ti entonces. Iba a cogerte como se suponía que debía. No había nada que nadie pudiese hacer para detenerle, excepto tu madre. Ella pudo elegir entregarte a Ghede, y así lo hizo. Puede que no se diese cuenta, pero cuando le suplicó a un doctor vudú que salvase tu vida con magia vudú, ella te entregó a mi padre. Así que viviste. No moriste. La Muerte no te tomó. Tú tenías que crecer con tu madre y tener una amistad con Anastacia e incluso con Vladimir. Tú tenías que VIVIR. Esos años no los habrías tenido si yo no te hubiese elegido. Esta vida que tienes ahora debió terminar esa noche en el Hospital Infantil de la ciudad.
Escuchar esa explicación fue duro. Tragando el repentino nudo en mi garganta, empecé a dar la vuelta cuando Aleksey agarró le volante.
—No. No hemos terminado de hablar.
Intenté girar, pero el volante no se movía. El coche se quedó encabezado hacia las afueras de la ciudad y el viejo puente del lago.
—Vale, de acuerdo. Me has mantenido viva. Tenía que vivir esta vida. Lo aprecio, pero ahora quiero mantenerla y a ti no te importa. Tú reclamas que me quieres y me necesitas, pero no te podría importar menos lo que yo quiero. Es muy egoísta de tu parte. Es todo sobre lo que Aleksey quiere. No tomas en consideración lo que yo quiero. Actúas como si fuera tu posesión y yo debo estar feliz sobre eso.
Aleksey no me contestó de inmediato. Intenté girar el volante otra vez y no pude. Sospechaba que si quitaba mis manos del volante, el coche conduciría solo. La idea de que posiblemente Aleksey no me dejaría ir a casa empezó a crecer. Mi ritmo cardiaco se aceleró e intenté mantenerme en calma. Si ese no era su plan, no quería darle ninguna idea.
—He intentado hacértelo fácil. He intentado hacer esta transición de manera que lo pudieses aceptar. Te he protegido de la verdad. Quería que hicieses esta decisión porque tú lo querías. No porque te estuviese forzando, pero nos hemos quedado sin tiempo. Hay algo que debes saber —Aleksey señaló hacia la parte de la carretera justo antes del puente— Detente.
No estaba segura si se dirigía a mí o al coche, porque yo no iba a detenerme, pero el coche se detuvo y se paró sin mi ayuda.
—¿Qué es lo que necesito saber? —Le pregunté, golpeando el volante por haberme traicionado.
—No te va a gustar esto. No quería que lo supieses. Pero cuando te negaste a aceptar que tu alma era la restitución por la vida que mi padre te concedió, mi padre decidió que el tomaría su restitución en otra parte.
¿Qué quería decir eso? ¿Significaba que la deuda fue pagada por completo y que sería libre ahora? Porque si era así, no había nada sobre eso que no me gustase.
—Elena, mírame —Me ordenó Aleksey, y volví mi cabeza para encontrarme con su firme mirada— La muerte de Vladimir fue solo el principio. Ghede tomará más. A todos a tu alrededor. Él los tomará uno por uno hasta que cedas y aceptes venir conmigo o hasta que no quede nadie más por tomar.
Un entumecimiento se estableció en mí y miré de regreso a Aleksey. Era como si hubiera hablado en otro idioma. Entendí lo que decía, pero el significado debajo de sus palabras era casi imposible para mí de aceptar.
Quería empujarlo hacia atrás, empujarlo fuera. No podía haber dicho lo que acababa de escuchar. No había manera de que esta restitución de mi alma afectase a otros. Solo a mí. No… no a Vladimir. No, había estado allí.
Había visto a Yulia. Aleksey mentía.
Sacudiendo mi cabeza casi violentamente grité:
—¡NO! TÚ estás mintiendo. Eres un mentiroso. Yo vi a Yulia. La vi sacar el alma de Vladimir. Yulia nunca habría tomado un alma para tu padre. Ella nunca habría…
—Yulia no lo sabía —Me interrumpió Aleksey—, ¿Te dijo sobre eso de antemano? ¿Te preparó para la muerte de tu amigo? No. No lo hizo. Porque la muerte de Vladimir no era el destino. Mi padre usó su poder sobre tu restitución sin pagar para matar el cuerpo que habitaba el alma de Vladimir. Yulia fue atraída a allí para recuperar el alma del cuerpo porque ese es su trabajo. Ella estaba tan sorprendida como tú.
No tenía respuesta. Yulia no me lo dijo. Nunca me había preparado para ello. ¿Podría esto simplemente ocurrir? ¿Podría este señor espiritual de los muertos tomar almas porque yo no cumplí sus órdenes?
—Pero… pero tú me dijiste que mi muerte y la de Vladimir iban a ser las tragedias este año escolar. Eso significaría que la muerte de Vladimir era el destino.
—Te mentí. Quería que estuvieses enfadada con Yulia. Podía sentir tu dolor y sabía que te mantenías lejos de ella.
Mentiras. Parecía que Aleksey sólo sabía cómo vivir con mentiras. Me quería a su lado, así que mintió de todas las maneras que pudo para conseguir lo que quería. Y ahora, su padre iba a matar a personas inocentes que amaba si no me rendía. ¿Quién sería la siguiente? ¿Mamá? ¿Anastacia? No podía esperar a averiguarlo. Esto no ocurriría otra vez.
Yulia había dicho que ella era más grande que esto. Ella podría detenerlo, pero era muy tarde ahora. Vladimir ya había perdido la vida por mí. No podía sentarme y esperar que alguien más muriese. El dolor y la culpa serían peores que una eternidad con Aleksey. Dejé ir el férreo control que tenía en el volante y mis hombros se hundieron en derrota.
—Bien. Iré contigo.
Aleksey no contestó inmediatamente. El coche se puso en marcha y se movió a la carretera. Miré a través de una neblina mientras se conducía a sí mismo hacia el puente. Al instante, mi cabeza se estrelló contra el reposacabezas por la velocidad del coche y agarré frenéticamente el volante y empecé a apretar los frenos inservibles.
—¡Aleksey! ¡Ayúdame! —Lloré y el volante hizo un brusco giro a la derecha tan pronto como estuvimos en medio del puente.
—Te tengo, Elena —La voz de Aleksey era calmada, a pesar que el coche rompió a través de la barandilla y nos fuimos a toda velocidad a las aguas del lago de debajo de nosotros. Ni siquiera tuve tiempo de gritar antes de que todo se volviese oscuro.
Yulia
Viktoria apareció delante de mí, deteniéndome de ir más lejos en mi búsqueda de espíritus vudú en su principal Meca. Sabía que tenían aquí, en alguna parte, un portal que los llevaba a Vilokan, el espíritu vudú de otro mundo. Sólo tres sitios en el mundo tenían un portal. Con el tiempo, la ciudad se había convertido en el portal más famoso para los espíritus. Aquí los humanos les daban la bienvenida y los celebraban. Incluso los católicos empezaron a aceptarlos e integrarlos en su religión.
—Tenemos un problema —Las palabras de Viktoria no contenían sarcasmo ni humor. Eran serias. Lo que significaba que cualquiera que fuera el problema, involucraba a Elena.
Preparándome, le pregunté:
—¿Qué?
—Fui a revisarla tal como me dijiste. Había coches de policía en su casa. Su madre está muy cerca de un colapso emocional, si no ha sufrido ya uno, y había lanchas de rescate, helicópteros y ambulancias en el Puente. El coche de Elena fue encontrado a un kilometro río abajo. Hay marcas de patinazos en el puente y una apertura del tamaño de un coche en la barandilla donde el coche chocó.
—Ella no está ahogada —declaré, sabiendo que el cuerpo de Elena no había muerto. Yo no había sido convocada.
—Claro que no lo está. Pero todos piensan que ha muerto. Llevó a casa a Anastacia anoche y ella se emborracho. Aleksey la acompañó a casa según lo que dice la madre de Anastacia. Ahora se están preguntando si también estaba intoxicada y por supuesto, si Aleksey también está desaparecido, otra vez, y piensan que los dos se encontraban en el coche que cayó al río.
—Vilokan —gruñí.
Aleksey la había llevado a Vilokan. Se sabía que había una isla debajo del agua. Pero sólo los espíritus vudú podrían entrar a través del fondo del mar. Los portales eran la única vía para que cualquiera pudiera entrar.
—Eso es lo que yo pensé, también, pero no podría llevarla si ella se negara.
Él se lo había contado. Aleksey le había dicho sobre Vladimir y por supuesto ella aceptó. Haría cualquier cosa para salvar a aquellos que amaba. La había visto rendirse por mí sin ninguna pregunta. Mi bella alma se sacrificaba una vez más. Maldito Ghede. Él pagaría por esto. Lo pagaría con la extinción del Vudú. Su mundo se cerrará a este mundo. Haré que desee nunca haberse acercado a Elena.
Con un rugido de furia, empujé la farola que estaba junto a mí con la suficiente fuerza para mandarla volando hacia el centro de la concurrida calle. El cristal se hizo añicos y la gente corrió gritando mientras las bocinas de los coches sonaban.
—Un movimiento brillante, Capitana Marvel. Ve y mata a alguien que no está destinado a morir hoy, ¿Por qué no? Como si el Creador no estuviera lo suficientemente enfadado ahora mismo —Se quejó Viktoria antes de empujarme y empezar a andar con enojo.
No había matado a nadie. Lo máximo que había hecho era causar algún daño a unos pocos coches y a la farola. El caos que había creado no había sido intencional, pero sería muy útil.
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Capítulo XIX
Elena
La tela de chiffon negro flotaba encima de mi cabeza cuando abrí mis ojos. Esto era familiar. Había hecho esto antes. Parpadeando varias veces hasta que pude concentrarme, estudié el delicado tejido envuelto sobre mi cabeza. Era encantador pero espeluznante. Velas de todos los diferentes tipos en candelabros de plata presentaban los muebles de la habitación; las llamas llenaron la habitación con un brillo suave. Había estado aquí antes. Tratando de concentrarme, me senté y miré a mí alrededor. Las paredes de piedra que me rodeaban daban a la larga habitación una sensación de oscuridad. Una lámpara de cristal grande flotaba en el centro de la habitación. El techo era alto y hecho de piedra, al igual que las paredes. Poco a poco, mi mente comenzó a trabajar y me acordé que esta era la habitación de Aleksey. Él me trajo aquí antes. Me encontraba en algún lugar de las afueras de la ciudad. Esto era bueno. Había una puerta oculta en algún lugar de estos muros que me pondría en la calle donde una vez había estado. Podría salir allí y llamaría a Yulia. Ella vendría por mí, estaré bien. Me puse de pie y me quedé inmóvil a medida que más recuerdos comenzaron a brillar en mi mente. Mi auto volando por la carretera. Había sido incapaz de controlarlo. Aleksey fue quien lo controló. Giró el volante y nos estrellamos contra la baranda y luego nosotros... entonces nosotros...
—Estás despierta —La voz de Aleksey rompió mi concentración y di la vuelta, para verlo entrar por una puerta oculta. Al otro lado de la habitación. No es la misma que recordaba. ¿Cuántas puertas se encontraban en esta habitación?
—Nosotros. Tú, nos estrellamos con un puente. Sobre el lago —Aleksey asintió con la cabeza y una sonrisa sencilla. Por lo menos lucía arrepentido por habernos conducido a través de… a donde quisiera que estuvieramos.
—Sí, lo hice. Lo siento, pero era la forma más rápida de llegar hasta aquí sin que tenga que transportarme. La última vez quedé realmente agotado, pero tenía que traerte aquí en tu forma humana.
Tratar de extraer tu alma sería imposible, considerando que la Muerte nunca te haría eso, tenía que traerte a Vilokan a través de la ruta más cercana...
—¿Vilokan? ¿Que es Vilokan? ¿No estamos en las afueras de Moscú? ¿Y lanzarnos en el lago es la ruta más cercana a dónde?
Aleksey se echó a reír y se sentó en el borde de la cama. Quería estar enfadada con él, pero algo en mi mente me recordaba que no podía echarle la culpa.
—Lo siento. Vilokan es mi hogar. Es el mundo del espíritu en la religión vudú. Se encuentra bajo el agua. Es una isla preciosa. No puedo esperar para enseñártela.
Sacudiendo la cabeza, me acerqué a la puerta que la última vez me había conducido directamente a aquella calle tan peligrosa.
—He estado fuera de esa puerta. Sé lo que hay allí afuera. Nosotros no estamos bajo el agua. Estamos en un edificio en alguna calle.
Aleksey se levantó, se acercó a la pared y empujó sobre ella —No hay puerta, ves.
—Pero he estado fuera de esa puerta —Insistí.
—Sí, cuando hice una puerta que salió de la misma. Pero a menos que haga una puerta allí, entonces no hay. Te fuiste a través de un portal especial que sólo los espíritus vudú pueden crear. Tenemos tres. Uno en Nueva Orleans, uno en Haití, y uno en Togo, en África. Todos estos lugares tienen la mayor población de creyentes. Nuestros espíritus son llamados allí y tenemos los portales para traer humanos o almas de aquellas ciudades en Vilokan.
—¿Estás manteniéndome aquí? —La comprensión de que esta vez podría estar atrapada en esta isla bajo el agua comenzó a hundirme. Aleksey frunció el ceño, entonces la comprensión parecía asomar en su rostro.
—¿No te acuerdas? Debí haber adivinado que el viaje podría haber confundido tu cabeza un poco. Todo volverá a ti, pero no voy a sentarme alrededor a esperar por eso.
De pie, Aleksey cerró el espacio entre nosotros y comencé a retroceder cuando él puso sus manos a cada lado de mi cabeza. Irradiaba calor, hasta que imágenes poco a poco comenzaron a parpadear en mis ojos. Entonces, como una pantalla de cine que se creó tras de mis párpados, me acordé de todo. Cada horrible detalle. Dando un paso atrás, fuera de sus manos, me tapé la cara con ambas manos. Estaría aquí. Por siempre. Vladimir se había ido por mi culpa. Anastacia había perdido tanto de nosotros, por mí culpa. Y Yulia, nunca sabría que me pasó. ¿Podría incluso encontrarme aquí?
—Lo siento, tuve que hacerlo. Anoche sólo lidiaste con esta noticia unos pocos minutos antes de hundirnos. Con el tiempo, estas cosas se curan. Te lo prometo.
El tono suave de Aleksey era tan fuera de lugar como las palabras que salían de su boca. ¿Acaso se notaba que acababa de decir que mi amigo MURIÓ por MI? No había nada que decir. No había nada que decir sobre el hecho de que me encontraba atrapada aquí eternamente con él, mientras la chica que amo camina por la tierra buscándome. Mi madre llorando por mí. Anastacia...¡Oh,Dios! No quiero pensar en Anastacia. No está emocionalmente estable. Esto no es algo que manejaría con facilidad.
—Sé que es mucho que procesar en este momento. Pero todas esas cosas son de ese mundo. Tienes que dejar de lado la vida que conocías —Aleksey me dirigió una sonrisa y extendió sus brazos a lo ancho, como si me estuviera ofreciendo el mundo— Elena, puedes vivir aquí como nunca has vivido antes.
No tenía una respuesta a eso. Él realmente no lo entiende. La humanidad que pensé que poseía, al menos un poco, en realidad no existía, fue una ilusión. Las emociones y pensamientos de Aleksey no eran las de un ser humano normal. Creía que me ofrecía un maravilloso mundo, que era mucho más grande, que en el que yo había nacido. Pero era una prisionera. Siempre sería una prisionera. Me encontraba aquí, porque no podía permitir que su padre tomara ningún alma más. Era mi alma, la que había sido condenada. Era mi alma, la que tendría que pagar.
—Ven conmigo. Te voy a enseñar la isla. Es hermoso aquí. Te encantará. Es como un paraíso que otros podrían haber imaginado. Vamos a caminar a lo largo de la blanca costa y el agua es de un azul cristalino. Luego está mi padre. Quiere conocerte oficialmente. Y...
—No voy a salir de esta habitación —Puede tener el poder para obligarme a permanecer aquí, pero eso no significaba que tuviera que obedecerlo. Era una maldita mascota molesta, él podía jugar conmigo. Me quedaría aquí. Tal vez voy a perder mi cordura y empezaré a hablar con amigos imaginarios. Eso sería mucho más preferible que la realidad.
—Elena, por favor, no actúes de esta manera. Te aburrirás aquí. Quiero mostrarte todas las cosas que hay en Vikolan, te gustará. Es tu hogar. Por favor, ven conmigo.
De ninguna manera en el infierno. Negué con la cabeza y caminé para sentarme en la cama.
—¿Tienes algún libro aquí? Dudo tener mi iPhone —Metí la mano en mi bolsillo para ver si mi teléfono seguía en el último lugar que lo había visto. Pero, por supuesto, no.
—Tenemos una biblioteca entera. Llena de todo lo que quieras leer. Ven conmigo. Conseguiremos algunos, no te puedes llevar todos —La esperanza en su voz sólo encendió más mi furia. Sacudiendo mi cabeza, espeté:
—No, gracias. Sólo dormiré —Le informé, sacudiendo las sabanas de satén negro, le di la espalda. No iba a ser capaz de dormir, pero tal vez si pensaba que lo hacía, sería capaz de
deshacerme de él, por el momento. Tenerlo aquí no me ayuda a hacer frente a las cosas. La puerta detrás de mí, fue abierta y luego cerrada, dejé escapar un suspiro. Rodando sobre mi espalda, miré fijamente el chiffon negro y traté de imaginar mi eternidad. Se veía muy triste. Con suerte la locura llegaría rápidamente. Debo haberme quedado dormida porque el sonido de la puerta de piedra moviéndose me asustó.
Frotándome los ojos, me senté y observé a Aleksey entrando a la habitación. Su sonrisa era tentativa cuando sus ojos se encontraron con los míos. Bien, lo ponía nervioso acercarse a mí. Tal vez sería la peor "compañera" y me dejaría ir y buscaría una nueva compañera de juegos.
—¿Te sientes mejor después de la siesta? —preguntó, deteniéndose en los pies de la cama.
No, nunca me sentiré mejor de nuevo. Ni siquiera daré una respuesta a esa pregunta tan ridícula. Aleksey aceptó mi silencio, sin mucha preocupación. Trataba con mi actitud demasiado bien. ¿Y por qué llevaba un esmoquin?
—A mi padre le gustaría que te unieras con nosotros para la cena.
—No .Nunca.
—Elena, no puedes rechazar a Ghede. No puedo protegerte de cualquier castigo que él decida que mereces. Por favor, no le desobedezcas.
Tenía que estar bromeando. ¿Estoy atascada en la versión vudú del infierno y piensa que me haré pis por su estúpido papi?
—No —repetí. La fría determinación de Aleksey comenzó a resquebrajarse un poco. Pude ver la frustración en sus ojos y me pregunté si en verdad podría molestarlo, al punto que decida deshacerme de mí. Por supuesto, no esperaba que me enviara de vuelta a la tierra, pero me tiraría a su fosa de fuego o algo así. ¿Tendrían incluso uno de esos?
—Está bien, escucha. Si haces esto por mí yo... Voy a enviar el alma de Vladimir a ti. Incluso serías capaz de hablar con él. Su alma es diferente cuando no está en la tierra. Una vez que un alma sin cuerpo deja la tierra y habita en el más allá, puede hablar. Es sólo en la tierra que se requiere un cuerpo para la comunicación. Sin embargo, cuando te hable va a ser diferente. No lo hará con su boca. La voz de Vladimir estará en tu cabeza. Su alma hablará con tu alma.
Vladimir. Podría ver y hablar con Vladimir. Me puse de pie y caminé alrededor de la cama hacia la puerta.
—Bueno, vamos a hacer esto.
Aleksey se echó a reír detrás de mí.
—Tengo que tomar nota de esto. Sólo tengo que encontrar el incentivo adecuado para ponerte en marcha y en movimiento. Ojala hubiera pensado antes en Vladimir. Y no puedes llevar eso a lacena. Ghede exige respeto. Necesitas vestirte de acuerdo a sus deseos.
—Bueno, Ghede tendrá que superarlo porque cuando me lanzó del maldito puente sólo tenía un par de pantalones vaqueros, un suéter y una chaqueta de cuero. No sabía exactamente que empacar para esta excursión —Sonriendo, Aleksey hizo un gesto con su mano, que más bien parecía un patético intento de espantar a una mosca.
—Te ves hermosa y mi padre estará satisfecho.
Al bajar la mirada, contuve el aliento. Sabía que tenía algo de busto, pero el apretado escote del vestido ridículamente extravagante, había hecho subir mis pechos a mi nariz. O al menos eso parecía. La falda del vestido estaba a mí alrededor como un aro ¿Qué era esto,1800?
—¿Por qué acabas de ponerme en un vestido de Scarlett O'Hara? ¿Eres consciente de que nos trasladamos a la moda de hace más de cien años?
Aleksey se río entre dientes y me ofreció su codo —Mi padre disfrutará de la fiesta. Mardi Gras es su época favorita del año. Hoy en día, el Mardi Gras está en su apogeo a lo largo de las calles de Nueva Orleans, de modo que mi padre tiene sus propias celebraciones aquí. Lo más probable es que él lance cuentas de rosario en la mesa y nos sirva King Cake. Te gustara de verdad. Es conocido por ser el alma de las fiestas.
—¿En serio? Y yo que pensaba que él era conocido por ser el espíritu maligno del mal de los muertos.
Tonta de mí. Aleksey sacudió la cabeza hacia mí.
—No puedes decir esas cosas, Elena. No lo va a aprobar. No puedo evitar que se te castigue. Por favor, escucha lo que dices. Si no lo haces, no seré capaz de traer a Vladimir para ti esta noche.
Eso fue suficiente para hacerme callar. Tengo que morder mi lengua y negociar con él. Bajando la mirada, el vestido lavanda y púrpura oscuro con perlas que adornaban, me pregunté si tendría que soportar este ridículo vestido todas las noches. Si es así, ¿Significa eso que conseguiré ver a Vladimir?
—Vamos. La cena espera y debes estar hambrienta.
Mi estómago gruñó en respuesta y Aleksey sonrió antes de abrir la puerta y permitirme salir. Esta vez, no había calles malolientes. En cambio, el amplio pasillo se encontraba adornado con lámparas de gas y algunas esculturas con máscaras a lo largo de las paredes. Eran el tipo de máscaras que se ven en los bailes de disfraces. Entonces, así son las calles de New Orleans?
Di un silencioso suspiró y caminé a su lado.
— Cada año, mi padre hace una fiesta de disfraces el Fat Tuesday y cada máscara es la asistencia que siempre es recordada por estas paredes.
Si no despreciara todo lo relacionado con este lugar podría encontrarlo interesante.
Yulia, dónde estabas, te necesitaba más que nada…
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Ojalá te mejores rápido de la gripe gracias por no dejarnos sin capitulo se esta poniendo las emocionante a ver como julia va a sacar a Elena de allí
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Buenas tardes, chicas. Espero que estén bien y disfrutando de tan agradable finde. A partir del capítulo de hoy, contaremos 5 más para que la historia finalice. Por lo tanto, les dejaré uno esta tarde para que esperen con ansias los de esta semana que ojalá, pueda subirles para no hacer tan larga la espera.
Un abrazo!
Yulia
La madre de Elena se encontraba en duelo. Podía oír su dolor desde fuera de la casa. Había pasado dos días buscando la manera de penetrar en Vilokan. Pero Elena no querría que su madre llorara su muerte. No querría saber que su madre tenía una completa crisis emocional. Ahora mismo, esta era la única cosa que podía hacer por ella y en cambio, podía encontrar si había algo, cualquier cosa que su madre recordara acerca de la noche con el doctor vudú en la choza.
Llamar a la puerta sería lo que ella esperaba. Me veía como la pareja de Elena. Si quería que creyera que no soy un ser humano, tendría que entrar de una manera diferente. Sólo esperaba que no se asustara demasiado.
Aparecí en el taburete de la barra, directamente en frente de ella. Se encontraba sentada en la mesa con una taza de café. Podía oler el whisky en su bebida.
Los ojos hundidos se destacaban con anillos oscuros por no dormir, su mirada se encontró con la mía. Sorprendentemente, ni siquiera se inmutó. En cambio, me miró directamente y me estudió en silencio. No hubo manchas de lágrimas corriendo por su rostro.
Su rostro eran los de una completa pérdida y angustia. Había visto esa expresión en otras madres, que se enfrentan a la pérdida de su hijo.
Pero este dolor de madre hizo que mi pecho doliera. Tal vez, porque compartía su dolor. Aunque sabía que Elena no ha muerto, se había ido.
Por ahora.
—Yulia —Por fin habló. Su voz era pequeña y áspera por el poco uso.
—Sí —le contesté, a la espera de que dijera más.
No lo hizo de inmediato. Tenía su cabeza inclinada y buscaba en mi rostro las respuestas a sus preguntas, sabía que se acumulaban en su cabeza. Pensó que había bebido hasta quedarse dormida y que se encontraba soñando.
Posiblemente alucinando. Varias explicaciones diferentes corrieron a través de la niebla de sus pensamientos.
—¿Cómo has…? —Calló, no sabía que decir exactamente. ¿Cómo acabas de aparecer de la nada? Aún podía ver la incertidumbre en sus ojos.
—Porque no soy un ser humano. Soy algo más —La dejé asimilar esa información.
Dio un suspiro de cansancio y empujó la taza de café y whisky fuera de ella.
—Bueno, he tenido mucho de eso, supongo.
—No soy una alucinación. He estado aquí en su casa casi todas las noches desde el momento en que el alma de Elena estuvo marcada por la muerte. Vigilándola.
—¿Tu sabías que iba a morir? —La pregunta de su madre era una mezcla de ira y confusión.
Sacudiendo la cabeza sostuve su mirada —No. Elena no está muerta. No le permití morir en el accidente de coche que debería haber tomado su vida, y no murió cuando su coche se salió de ese puente.
Empujándose así misma de nuevo fuera de la mesa, se puso de pie.
—Tengo que ir a la cama. No he dormido en un tiempo y ahora estoy perdiendo la cabeza —murmuró.
Me puse de pie y me detuve en su camino —No. No lo harás. Soy real y lo que te estoy diciendo también, Elena está viva. Su alma está en su cuerpo. Sin embargo, el espíritu vudú al que la vendiste, cuando era una niña, tiene derecho sobre ella y en este mismo momento él la tiene. Necesito que me escuches, confía en mí y ayúdame.
Poco a poco el rostro de su madre, pasó de la incredulidad al horror. Comprobé que estuviera estable, hasta que sus piernas se reunieron con el sillón de cuero detrás de ella, se dejó caer en él y la comprensión hundió más su rostro. No estaba segura de si lo creía o no, pero sabía que mis palabras tenían algo de verdad.
—¿El espíritu vudú? —susurró con voz entrecortada.
—Sí, el médico vudú que abrió el alma de Elena con el fin de salvar su vida.
Sacudió la cabeza y levantó los ojos de nuevo hacia mí —Nunca prometí su alma. Nunca haría algo por el estilo. Sólo pregunté por cualquier forma de hacer alguna magia especial o poción milagrosa para curarla. La enfermera, la enfermera dijo que su abuela nos podría ayudar. Me encontraba desesperada y dispuesta a intentar cualquier otra vía. La medicina tradicional no funcionaba. Pensé que con las hierbas y remedios naturales de la anciana, podría tener alguna posibilidad de hacer algo que los médicos no pudieron. Nunca... nunca... prometí su alma.
Los seres humanos eran tan ingenuos de los poderes sobrenaturales a su alrededor. Las cosas que creían muchos, otros tenían una fácil explicación. Los conceptos de magia y poderes eran tan exagerados que ellos asumían una curación natural. Esa sería una explicación médica que cubre todo.
—El vudú no son hierbas y recursos naturales de jurisdicción. Es una religión. Una que se hace poderosa por los malos espíritus, cuando los seres humanos creen en ellos. Si no crees, entonces no pueden hacerte daño. Pero si alguna vez encomienda responder una solicitud, se encuentra en deuda con el espíritu que responde. Quiso salvar a su hija de la muerte. Sólo hay un espíritu vudú que puede hacer eso. Uno poderoso. El espíritu del Señor de los muertos puede otorgar la vida. Es aficionado a la concesión de las vidas de los niños. Pero no es por amabilidad. Porque entonces, él es dueño de su alma. Le pidió al médico vudú que hiciera lo que sea por ella. Sin embargo, Ghede, el espíritu señor de los muertos, podía hacer algo. Y así lo hizo. Él le dio vida a Elena cuando era su destino fallecer. Su alma tendría una vida corta esta vez. Su otra vida hubiera sido más larga. Permitiste que el mal cambiara eso porque no estabas dispuesta a dejarla ir. Ahora, Ghede ha venido a reclamar lo que por derecho le pertenece.
Ella no habló de inmediato. Vi cómo se hundía más con mis palabras y procesaba todo lo que le había dicho. No es fácil para los humanos entender. Por lo menos no los temas espirituales. Pero esperaba que, debido a que había experimentado el poder del vudú aquella vez, por lo menos podría abrir su mente.
—¿Me estás diciendo que Elena está... ella está en…?
—Vilokan, el reino más allá de lo espiritual, donde los espíritus del vudú habitan. Está ahí en su forma humana. Ellos no pueden tomar el alma de su cuerpo sin la Muerte y puedo asegurarte que la Muerte no se llevará su alma —Explicarle que yo era la muerte sería llevar las cosas un poco demasiado lejos. Había tomado en su mente todo lo que era capaz de manejar.
—¿Cómo hago? ¿Qué debo hacer? Si está en Vilokan ¿Hay alguna manera en la que pueda traerla de regreso? ¿Cómo puedo solucionar este problema?
—Usted no. Pero yo lo haré. Sólo necesito que recuerdes esa noche. Desde el momento en que la enfermera vino y el momento en el que Elena se curó. Luego, necesito que recuerde la infancia de Elena. Esta ese niño, un niño pelinegro que entró en su vida varias veces. Necesito que lo recuerde todo. Incluso si cree que no es importante. Necesito saberlo.
Asintió con la cabeza y luego frunció el ceño —¿Y si estoy dormida? ¿Esto no es un sueño?
—No, está muy despierta. De hecho, ¿Por qué no va y se prepara una taza de café sin el whisky esta vez? La necesito tan alerta como sea posible.
—Sí, está bien, eh, ¿no tomas café? —preguntó volviendo a mirarme.
—No, gracias. Estoy bien —Le aseguré, y se apresuró a entrar en la cocina para preparar la taza. Me levanté y me acerqué a la repisa, tomé una de las muchas fotos de Elena alineadas en la misma. Se encontraba sonriendo con alegría a la cámara, con los brazos colgando sobre los hombros de Vladimir y Anastacia. Froté la yema de mi dedo pulgar por encima de su dulce sonrisa, luego, coloqué la imagen en su lugar.
—Acaba de ocurrir algo. La madre de Anastacia dijo que Aleksey iba en el coche con ella y que está también desaparecido.
Sin darme la vuelta para mirarla, respondí.
—Sí, me imagino. Considerando que Aleksey es el hijo de Ghede.
El fuerte ruido de la taza golpeando el suelo de baldosas me recordó, que trataba con un humano aquí. Uno que, a diferencia de Elena, no había visto almas durante toda su vida. Realmente necesito decir las cosas con un poco más de cuidado.
Elena
Cuando acepté la invitación de Ghede ni una sola vez imaginé, lo que veía en la larga mesa de seis metros. Echándose hacia atrás, con una sonrisa siniestra en su rostro, era una figura alta con un negro sombrero de copa, un par de gafas de sol oscuras y dos cigarrillos colgando de su boca. Por lo que podía decir, llevaba un esmoquin de colas. Sus dos pies apoyados en la mesa, mientras se reclinaba en la silla de mármol y un enorme espaldar que, me recordó más, a un trono de una película de princesas.
Salvo, como la mayoría de los otros elementos en la habitación, era negro.
Aleksey nos había colocado justo a la derecha de él y sonreía con orgullo como si hubiera traído a su preciada posesión para impresionar a su padre.
Una mujer escasamente vestida colocó una copa de plata gigante delante de mí y me sentía un poco preocupada de que sus senos fueran a explotar en mi cara. Me encontraba aterrorizada de tomar o beber algo, que un montón de espíritus vudú pusieran algo en mi comida, pero quería ver a Vladimir. Por lo que me forcé a recoger la copa y entre abrir los labios.
El hedor quemó mi nariz y rápidamente la coloqué de nuevo en su lugar. No tomaré eso.
La risa de Aleksey me sobresaltó y de un tirón llamó la atención de Ghede, para verlo golpear la mesa con una mano y reír sorprendentemente en voz alta, sin dejar caer ni una vez un cigarrillo de su boca.
—Me divierte hijo —gritó y el resto de los asistentes en la mesa se unieron a su risa.
La mano de Aleksey tomó la mía bajo la mesa, en un intento de apretón y luego la apartó rápidamente.
No quería que me tocara.
—No te gusta el ron —declaró Ghede para que el resto de la mesa escuchara.
Ron. Así que eso era. No, no me gustó el ron.
—No —respondí, incapaz de sostener su mirada penetrante, incluso con las gafas oscuras. Todavía podía sentirlo.
—Ah, eso podemos solucionarlo.
Es muy improbable.
—¿Podrías tener un poco de soda, padre? —preguntó Aleksey y por una vez me sentí agradecida por su presencia.
Tenía la boca muy seca.
—Si, trae un poco de soda —Ordenó a una de las mujeres de pie, alrededor de la mesa, a la espera de hacer su voluntad.
—Gracias —Logré articular. Vladimir, me recordé a mí misma. Hacía esto por Vladimir.
—Ah, y tiene costumbres. Has elegido una buena, hijo. Me agrada.
Aleksey sonrió a mi lado y sentí el impulso de vomitar.
—Un brindis —anunció en voz alta Ghede al resto de la mesa— Ella se enamoró de Yulia. Correcto —Gozó de las respuestas de sorpresa que venían de los otros. Me asomé bajo la mesa, por primera vez desde que me había sentado, y tuve que esforzarme para no bostezar. Por lo menos mi vestido no destacaba. Cada mujer en la mesa se encontraba vestida de una manera similar al estilo antiguo. Sin embargo, sus pechos eran mucho más grandes, por lo que en realidad tenía el escote a la altura de su nariz. Mi respiración se atascó, cuando observé a uno de los hombres, tirar de la parte delantera de una dama hasta que su pecho entero rebotó libre.
Aparté la mirada y estudié otro lado de la mesa.
Los hombres iban vestidos con trajes de etiqueta e incluso varios llevaban máscaras negras. Los peinados de las mujeres, fueron alarmantemente altos. Rizos apilados al menos de treinta centímetros, joyas brillantes, plumas y otros accesorios. Todos bebieron abundantemente y reían estridentemente. Un chillido fuerte trajo mis ojos de nuevo al otro lado de la mesa y vi como el hombre que sacó los pechos de la mujer, ahora dejaba el trasero de ella en el borde de la mesa, con su vestido levantado, y tenía las piernas extendidas mientras gritaba con deleite. Cuando el hombre fue a desabrochar sus pantalones cerré los ojos y moví mi cabeza hacia la pared, detrás de la cabeza de Aleksey. Querido Dios, iban a... hacerlo en la mesa. ¿Qué había acordado?
—Padre, por favor, Elena no está acostumbrada a este tipo de comportamiento. ¿Por esta noche se puede detener? —preguntó Aleksey a mi lado y quería enterrar mi cara en su hombro y empezar a tararear una canción, que disfrazara los fuertes gruñidos que venían del hombre tan sólo a unos metros.
—¿Qué? El sexo es parte de la diversión. ¿Qué es una fiesta sin el placer de la carne? Nada.
Esa no era la respuesta que quería oir.
La mujer empezó a gemir en voz alta y gritar palabras que nunca había oído antes. El brazo de Aleksey rodeó mis hombros y a su lado usé su brazo para callar el sonido, mientras mis ojos seguían herméticamente cerrados.
—Lo siento, Elena —susurró en mi pelo.
Si él realmente lo sintiera, no me habría sobornado para que viniera a este lugar. No era una comida, esto era... una... maldita orgía. Más gemidos se unieron y me encogí con horror, cuando las mujeres daban sugerencias vulgares y los hombres gritaban descripciones desagradables.
Esto no era nada como lo había imaginado.
—Por favor, Padre, ¿Puedo ser excusado? —preguntó Aleksey.
—Hmmh, supongo. No quiero detener mi fiesta. Toma a la chica, enviaré comida para ustedes.
Aliviada, me levanté con cuidado de no echar un vistazo hacia la mesa y dejar que Aleksey me lleve a la habitación, de nuevo en la seguridad del gran pasillo.
—Ay. Dios. Mío —Le susurré horrorizada. Mi mente siempre quedaría traumatizada.
—Lo siento. Esperaba que con mi padre allí, pudieran contenerse pero…
—Pero él es un enfermo pervertido —Terminé por él.
Aleksey comenzó a abrir la boca, pero lo interrumpí.
—No lo hagas. No me importa lo que tengo y lo que no puedo decir sobre él, aquí. Esa fue la experiencia más repugnante de mi vida. Y tú sólo me llevaste directamente a ella. Sin preparación, ni advertencia.
—Porque si no, no hubieras asistido y mi padre te habría castigado.
—¿Y eso no fue un castigo?
—No, encuentra eso entretenido. Él es el un espíritu vudú sobre muchas cosas. El erotismo es uno de ellos.
—Uf, ¡oh!, ¡uf! —Negué con la cabeza y comencé a caminar hacia la habitación en la que había estado antes.
—¿No quieres ver a la biblioteca? —preguntó Aleksey.
Pensé en lo que acababa de ver y tuve una idea de lo que la biblioteca contenía, probablemente el noventa por ciento de porno, era una salida importante para mí.
—No, prefiero ir a lavar con cloro mis ojos y mis oídos —Le espeté de vuelta —¿Qué pasa con Vladimir?
Había utilizado el poder de esa jugada. Me detuve y lo fulminé con la mirada.
Odiaba que aún tuviera algún control sobre mí.
—Si de verdad sintieras lo de esta noche, lo enviarías a mí ahora.
Aleksey asintió con la cabeza —Hecho. Y te voy a traer comida, también. Comida normal y soda.
No discutí, porque sabía que, cuando mi estómago se estableciera de esa escena asquerosa de la que fui testigo, iba a tener hambre. Hacía un tiempo desde que había comido.
—Cruza a la derecha, es la tercera puerta —Instruyó Aleksey. Era buena con las direcciones, así que no necesitaba que me lo recordara, pero aun así, asentí con la cabeza y seguí mi camino. Ahora, me sentía aterrorizada de lo que podría ser testigo en estos pasillos.
La puerta era de un color púrpura oscuro, con una gran calavera negra esculpida en mármol montado en el centro de la misma.
No había prestado atención a la puerta cuando habíamos salido, anteriormente.
Es triste, pero esto fue un recuerdo reconfortante para mí.
Anteriormente, lo había odiado. Ahora, después de la horrible experiencia, decidí que tenía que estar muy bien informada de esta habitación, porque no la dejaría de nuevo.
Al mirar hacia mi vestido, lo quería fuera. Me recordó a las otras mujeres y me hizo sentir sucia llevarlo. Sin embargo, no vi mis otras ropas.
Un abrazo!
Capítulo XX
Yulia
La madre de Elena se encontraba en duelo. Podía oír su dolor desde fuera de la casa. Había pasado dos días buscando la manera de penetrar en Vilokan. Pero Elena no querría que su madre llorara su muerte. No querría saber que su madre tenía una completa crisis emocional. Ahora mismo, esta era la única cosa que podía hacer por ella y en cambio, podía encontrar si había algo, cualquier cosa que su madre recordara acerca de la noche con el doctor vudú en la choza.
Llamar a la puerta sería lo que ella esperaba. Me veía como la pareja de Elena. Si quería que creyera que no soy un ser humano, tendría que entrar de una manera diferente. Sólo esperaba que no se asustara demasiado.
Aparecí en el taburete de la barra, directamente en frente de ella. Se encontraba sentada en la mesa con una taza de café. Podía oler el whisky en su bebida.
Los ojos hundidos se destacaban con anillos oscuros por no dormir, su mirada se encontró con la mía. Sorprendentemente, ni siquiera se inmutó. En cambio, me miró directamente y me estudió en silencio. No hubo manchas de lágrimas corriendo por su rostro.
Su rostro eran los de una completa pérdida y angustia. Había visto esa expresión en otras madres, que se enfrentan a la pérdida de su hijo.
Pero este dolor de madre hizo que mi pecho doliera. Tal vez, porque compartía su dolor. Aunque sabía que Elena no ha muerto, se había ido.
Por ahora.
—Yulia —Por fin habló. Su voz era pequeña y áspera por el poco uso.
—Sí —le contesté, a la espera de que dijera más.
No lo hizo de inmediato. Tenía su cabeza inclinada y buscaba en mi rostro las respuestas a sus preguntas, sabía que se acumulaban en su cabeza. Pensó que había bebido hasta quedarse dormida y que se encontraba soñando.
Posiblemente alucinando. Varias explicaciones diferentes corrieron a través de la niebla de sus pensamientos.
—¿Cómo has…? —Calló, no sabía que decir exactamente. ¿Cómo acabas de aparecer de la nada? Aún podía ver la incertidumbre en sus ojos.
—Porque no soy un ser humano. Soy algo más —La dejé asimilar esa información.
Dio un suspiro de cansancio y empujó la taza de café y whisky fuera de ella.
—Bueno, he tenido mucho de eso, supongo.
—No soy una alucinación. He estado aquí en su casa casi todas las noches desde el momento en que el alma de Elena estuvo marcada por la muerte. Vigilándola.
—¿Tu sabías que iba a morir? —La pregunta de su madre era una mezcla de ira y confusión.
Sacudiendo la cabeza sostuve su mirada —No. Elena no está muerta. No le permití morir en el accidente de coche que debería haber tomado su vida, y no murió cuando su coche se salió de ese puente.
Empujándose así misma de nuevo fuera de la mesa, se puso de pie.
—Tengo que ir a la cama. No he dormido en un tiempo y ahora estoy perdiendo la cabeza —murmuró.
Me puse de pie y me detuve en su camino —No. No lo harás. Soy real y lo que te estoy diciendo también, Elena está viva. Su alma está en su cuerpo. Sin embargo, el espíritu vudú al que la vendiste, cuando era una niña, tiene derecho sobre ella y en este mismo momento él la tiene. Necesito que me escuches, confía en mí y ayúdame.
Poco a poco el rostro de su madre, pasó de la incredulidad al horror. Comprobé que estuviera estable, hasta que sus piernas se reunieron con el sillón de cuero detrás de ella, se dejó caer en él y la comprensión hundió más su rostro. No estaba segura de si lo creía o no, pero sabía que mis palabras tenían algo de verdad.
—¿El espíritu vudú? —susurró con voz entrecortada.
—Sí, el médico vudú que abrió el alma de Elena con el fin de salvar su vida.
Sacudió la cabeza y levantó los ojos de nuevo hacia mí —Nunca prometí su alma. Nunca haría algo por el estilo. Sólo pregunté por cualquier forma de hacer alguna magia especial o poción milagrosa para curarla. La enfermera, la enfermera dijo que su abuela nos podría ayudar. Me encontraba desesperada y dispuesta a intentar cualquier otra vía. La medicina tradicional no funcionaba. Pensé que con las hierbas y remedios naturales de la anciana, podría tener alguna posibilidad de hacer algo que los médicos no pudieron. Nunca... nunca... prometí su alma.
Los seres humanos eran tan ingenuos de los poderes sobrenaturales a su alrededor. Las cosas que creían muchos, otros tenían una fácil explicación. Los conceptos de magia y poderes eran tan exagerados que ellos asumían una curación natural. Esa sería una explicación médica que cubre todo.
—El vudú no son hierbas y recursos naturales de jurisdicción. Es una religión. Una que se hace poderosa por los malos espíritus, cuando los seres humanos creen en ellos. Si no crees, entonces no pueden hacerte daño. Pero si alguna vez encomienda responder una solicitud, se encuentra en deuda con el espíritu que responde. Quiso salvar a su hija de la muerte. Sólo hay un espíritu vudú que puede hacer eso. Uno poderoso. El espíritu del Señor de los muertos puede otorgar la vida. Es aficionado a la concesión de las vidas de los niños. Pero no es por amabilidad. Porque entonces, él es dueño de su alma. Le pidió al médico vudú que hiciera lo que sea por ella. Sin embargo, Ghede, el espíritu señor de los muertos, podía hacer algo. Y así lo hizo. Él le dio vida a Elena cuando era su destino fallecer. Su alma tendría una vida corta esta vez. Su otra vida hubiera sido más larga. Permitiste que el mal cambiara eso porque no estabas dispuesta a dejarla ir. Ahora, Ghede ha venido a reclamar lo que por derecho le pertenece.
Ella no habló de inmediato. Vi cómo se hundía más con mis palabras y procesaba todo lo que le había dicho. No es fácil para los humanos entender. Por lo menos no los temas espirituales. Pero esperaba que, debido a que había experimentado el poder del vudú aquella vez, por lo menos podría abrir su mente.
—¿Me estás diciendo que Elena está... ella está en…?
—Vilokan, el reino más allá de lo espiritual, donde los espíritus del vudú habitan. Está ahí en su forma humana. Ellos no pueden tomar el alma de su cuerpo sin la Muerte y puedo asegurarte que la Muerte no se llevará su alma —Explicarle que yo era la muerte sería llevar las cosas un poco demasiado lejos. Había tomado en su mente todo lo que era capaz de manejar.
—¿Cómo hago? ¿Qué debo hacer? Si está en Vilokan ¿Hay alguna manera en la que pueda traerla de regreso? ¿Cómo puedo solucionar este problema?
—Usted no. Pero yo lo haré. Sólo necesito que recuerdes esa noche. Desde el momento en que la enfermera vino y el momento en el que Elena se curó. Luego, necesito que recuerde la infancia de Elena. Esta ese niño, un niño pelinegro que entró en su vida varias veces. Necesito que lo recuerde todo. Incluso si cree que no es importante. Necesito saberlo.
Asintió con la cabeza y luego frunció el ceño —¿Y si estoy dormida? ¿Esto no es un sueño?
—No, está muy despierta. De hecho, ¿Por qué no va y se prepara una taza de café sin el whisky esta vez? La necesito tan alerta como sea posible.
—Sí, está bien, eh, ¿no tomas café? —preguntó volviendo a mirarme.
—No, gracias. Estoy bien —Le aseguré, y se apresuró a entrar en la cocina para preparar la taza. Me levanté y me acerqué a la repisa, tomé una de las muchas fotos de Elena alineadas en la misma. Se encontraba sonriendo con alegría a la cámara, con los brazos colgando sobre los hombros de Vladimir y Anastacia. Froté la yema de mi dedo pulgar por encima de su dulce sonrisa, luego, coloqué la imagen en su lugar.
—Acaba de ocurrir algo. La madre de Anastacia dijo que Aleksey iba en el coche con ella y que está también desaparecido.
Sin darme la vuelta para mirarla, respondí.
—Sí, me imagino. Considerando que Aleksey es el hijo de Ghede.
El fuerte ruido de la taza golpeando el suelo de baldosas me recordó, que trataba con un humano aquí. Uno que, a diferencia de Elena, no había visto almas durante toda su vida. Realmente necesito decir las cosas con un poco más de cuidado.
Elena
Cuando acepté la invitación de Ghede ni una sola vez imaginé, lo que veía en la larga mesa de seis metros. Echándose hacia atrás, con una sonrisa siniestra en su rostro, era una figura alta con un negro sombrero de copa, un par de gafas de sol oscuras y dos cigarrillos colgando de su boca. Por lo que podía decir, llevaba un esmoquin de colas. Sus dos pies apoyados en la mesa, mientras se reclinaba en la silla de mármol y un enorme espaldar que, me recordó más, a un trono de una película de princesas.
Salvo, como la mayoría de los otros elementos en la habitación, era negro.
Aleksey nos había colocado justo a la derecha de él y sonreía con orgullo como si hubiera traído a su preciada posesión para impresionar a su padre.
Una mujer escasamente vestida colocó una copa de plata gigante delante de mí y me sentía un poco preocupada de que sus senos fueran a explotar en mi cara. Me encontraba aterrorizada de tomar o beber algo, que un montón de espíritus vudú pusieran algo en mi comida, pero quería ver a Vladimir. Por lo que me forcé a recoger la copa y entre abrir los labios.
El hedor quemó mi nariz y rápidamente la coloqué de nuevo en su lugar. No tomaré eso.
La risa de Aleksey me sobresaltó y de un tirón llamó la atención de Ghede, para verlo golpear la mesa con una mano y reír sorprendentemente en voz alta, sin dejar caer ni una vez un cigarrillo de su boca.
—Me divierte hijo —gritó y el resto de los asistentes en la mesa se unieron a su risa.
La mano de Aleksey tomó la mía bajo la mesa, en un intento de apretón y luego la apartó rápidamente.
No quería que me tocara.
—No te gusta el ron —declaró Ghede para que el resto de la mesa escuchara.
Ron. Así que eso era. No, no me gustó el ron.
—No —respondí, incapaz de sostener su mirada penetrante, incluso con las gafas oscuras. Todavía podía sentirlo.
—Ah, eso podemos solucionarlo.
Es muy improbable.
—¿Podrías tener un poco de soda, padre? —preguntó Aleksey y por una vez me sentí agradecida por su presencia.
Tenía la boca muy seca.
—Si, trae un poco de soda —Ordenó a una de las mujeres de pie, alrededor de la mesa, a la espera de hacer su voluntad.
—Gracias —Logré articular. Vladimir, me recordé a mí misma. Hacía esto por Vladimir.
—Ah, y tiene costumbres. Has elegido una buena, hijo. Me agrada.
Aleksey sonrió a mi lado y sentí el impulso de vomitar.
—Un brindis —anunció en voz alta Ghede al resto de la mesa— Ella se enamoró de Yulia. Correcto —Gozó de las respuestas de sorpresa que venían de los otros. Me asomé bajo la mesa, por primera vez desde que me había sentado, y tuve que esforzarme para no bostezar. Por lo menos mi vestido no destacaba. Cada mujer en la mesa se encontraba vestida de una manera similar al estilo antiguo. Sin embargo, sus pechos eran mucho más grandes, por lo que en realidad tenía el escote a la altura de su nariz. Mi respiración se atascó, cuando observé a uno de los hombres, tirar de la parte delantera de una dama hasta que su pecho entero rebotó libre.
Aparté la mirada y estudié otro lado de la mesa.
Los hombres iban vestidos con trajes de etiqueta e incluso varios llevaban máscaras negras. Los peinados de las mujeres, fueron alarmantemente altos. Rizos apilados al menos de treinta centímetros, joyas brillantes, plumas y otros accesorios. Todos bebieron abundantemente y reían estridentemente. Un chillido fuerte trajo mis ojos de nuevo al otro lado de la mesa y vi como el hombre que sacó los pechos de la mujer, ahora dejaba el trasero de ella en el borde de la mesa, con su vestido levantado, y tenía las piernas extendidas mientras gritaba con deleite. Cuando el hombre fue a desabrochar sus pantalones cerré los ojos y moví mi cabeza hacia la pared, detrás de la cabeza de Aleksey. Querido Dios, iban a... hacerlo en la mesa. ¿Qué había acordado?
—Padre, por favor, Elena no está acostumbrada a este tipo de comportamiento. ¿Por esta noche se puede detener? —preguntó Aleksey a mi lado y quería enterrar mi cara en su hombro y empezar a tararear una canción, que disfrazara los fuertes gruñidos que venían del hombre tan sólo a unos metros.
—¿Qué? El sexo es parte de la diversión. ¿Qué es una fiesta sin el placer de la carne? Nada.
Esa no era la respuesta que quería oir.
La mujer empezó a gemir en voz alta y gritar palabras que nunca había oído antes. El brazo de Aleksey rodeó mis hombros y a su lado usé su brazo para callar el sonido, mientras mis ojos seguían herméticamente cerrados.
—Lo siento, Elena —susurró en mi pelo.
Si él realmente lo sintiera, no me habría sobornado para que viniera a este lugar. No era una comida, esto era... una... maldita orgía. Más gemidos se unieron y me encogí con horror, cuando las mujeres daban sugerencias vulgares y los hombres gritaban descripciones desagradables.
Esto no era nada como lo había imaginado.
—Por favor, Padre, ¿Puedo ser excusado? —preguntó Aleksey.
—Hmmh, supongo. No quiero detener mi fiesta. Toma a la chica, enviaré comida para ustedes.
Aliviada, me levanté con cuidado de no echar un vistazo hacia la mesa y dejar que Aleksey me lleve a la habitación, de nuevo en la seguridad del gran pasillo.
—Ay. Dios. Mío —Le susurré horrorizada. Mi mente siempre quedaría traumatizada.
—Lo siento. Esperaba que con mi padre allí, pudieran contenerse pero…
—Pero él es un enfermo pervertido —Terminé por él.
Aleksey comenzó a abrir la boca, pero lo interrumpí.
—No lo hagas. No me importa lo que tengo y lo que no puedo decir sobre él, aquí. Esa fue la experiencia más repugnante de mi vida. Y tú sólo me llevaste directamente a ella. Sin preparación, ni advertencia.
—Porque si no, no hubieras asistido y mi padre te habría castigado.
—¿Y eso no fue un castigo?
—No, encuentra eso entretenido. Él es el un espíritu vudú sobre muchas cosas. El erotismo es uno de ellos.
—Uf, ¡oh!, ¡uf! —Negué con la cabeza y comencé a caminar hacia la habitación en la que había estado antes.
—¿No quieres ver a la biblioteca? —preguntó Aleksey.
Pensé en lo que acababa de ver y tuve una idea de lo que la biblioteca contenía, probablemente el noventa por ciento de porno, era una salida importante para mí.
—No, prefiero ir a lavar con cloro mis ojos y mis oídos —Le espeté de vuelta —¿Qué pasa con Vladimir?
Había utilizado el poder de esa jugada. Me detuve y lo fulminé con la mirada.
Odiaba que aún tuviera algún control sobre mí.
—Si de verdad sintieras lo de esta noche, lo enviarías a mí ahora.
Aleksey asintió con la cabeza —Hecho. Y te voy a traer comida, también. Comida normal y soda.
No discutí, porque sabía que, cuando mi estómago se estableciera de esa escena asquerosa de la que fui testigo, iba a tener hambre. Hacía un tiempo desde que había comido.
—Cruza a la derecha, es la tercera puerta —Instruyó Aleksey. Era buena con las direcciones, así que no necesitaba que me lo recordara, pero aun así, asentí con la cabeza y seguí mi camino. Ahora, me sentía aterrorizada de lo que podría ser testigo en estos pasillos.
La puerta era de un color púrpura oscuro, con una gran calavera negra esculpida en mármol montado en el centro de la misma.
No había prestado atención a la puerta cuando habíamos salido, anteriormente.
Es triste, pero esto fue un recuerdo reconfortante para mí.
Anteriormente, lo había odiado. Ahora, después de la horrible experiencia, decidí que tenía que estar muy bien informada de esta habitación, porque no la dejaría de nuevo.
Al mirar hacia mi vestido, lo quería fuera. Me recordó a las otras mujeres y me hizo sentir sucia llevarlo. Sin embargo, no vi mis otras ropas.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
5 para el final de esta segunda parte o ya el final? Espero q julia pueda pronto entrar a la isla a rescatar a su Elena
Fati20- Mensajes : 1370
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 32
Localización : Venezuela
Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Capítulo XXI
La puerta se abrió con un crujido detrás de mí y me volví esperando ver a Aleksey con la comida, pero era Vladimir. Cerró la puerta detrás de él y una sonrisa triste curvó sus labios.
Era más sólida de lo que las almas se suponían que eran.
—Hola, Elena —Lo miré mientras registraba que sólo me había hablado en mi cabeza.
—Vladimir, lo siento mucho —Le contesté acercándome a él.
—Esto no es tu culpa, Elena. No entendía nada de esto al principio, pero Aleksey me ha visitado en varias ocasiones y me ha explicado todo.
—No, es mi culpa. Si hubiera ido con él cuando reclamó mi alma, tú estarías vivo. Pero no lo sabía. Si hubiera sabido que iban a tomar a otra persona en mi lugar, nunca me hubiera quedado.
—Pensaste que La Muerte lo arreglaría con el tiempo —Respondió.
—Sí, lo hice. Supongo que sabes sobre Yulia ahora —Vladimir asintió con la cabeza, entonces, me tendió su mano y aunque no estaba segura de si la mía atravesaría la suya o si era sólida como parecía, extendí la mano para tomar la de él. La mano dura y fría bajo la mía me sorprendió.
—No eres como las otras almas. Ellos no pueden hablar y no son sólidas.
—Creo que es por donde estamos. Aquí, Ghede hace las cosas como él quiere que sean. Creo que... uh —Vladimir dejó de hablar y miró hacia otro lado. Casi parecía incómodo y poco a poco la cena de esta noche volvió a mí y me di cuenta de lo que estaba tratando de decir.
—¿Él usa las almas como entretenimiento? —pregunté, Vladimir me miró y asintió. Mi estómago se sintió mal de nuevo. ¿Había utilizado Ghede a Vladimir de esa manera? Iba a vomitar.
—No, Elena, no me ha obligado a hacer nada de... esas cosas. Simplemente lo vi. Creo que por mi edad me mantiene a salvo de ello, no estoy seguro —Me apoyé al lado de la cama y me hundí en el relieve— Tiene la intención de que te quedes aquí, ya sabes —Levanté mis ojos hacia Vladimir y asentí.
—Lo sé. Sólo deseo que hubiese una manera de que pudiera sacarte. No es justo que tengas que permanecer aquí ahora que he aceptado venir. Él me tiene. No me voy a ir.
—¿Cómo esta Anastacia? —preguntó Vladimir y el dolor en sus ojos cortó a través de mí.
Me acordé de ella sentada en su cama con sus notas rodeándola y al oso de peluche que le había regalado, en su regazo. No podía decirle lo mucho que ella lamentaba su muerte. Sería demasiado.
—Está bien. Te echa de menos salvajemente, pero cada día se pone mejor —Le aseguré Su rostro cayó.
—Eso era antes. Cuando te tenía a ti. Ahora nos ha perdido a los dos —Las palabras no dichas que colgaban en el aire entre nosotros eran gruesas y dolorosas.
—Es más fuerte de lo que crees —Le aseguré, pero el recuerdo de su cuerpo desequilibrado tambaleándose fuera del cementerio, decía otra cosa completamente distinta.
—Espero que sí —Podría decir por el tono de su voz que no estaba de acuerdo. Tenía razón, por supuesto. Anastacia era como una flor frágil.
Una que necesita ternura y cuidados especiales. Vladimir siempre lo había entendido y trató de darle exactamente lo que necesitaba. La amaba por eso.
—Va a venir —dijo Vladimir, mirando fijamente la puerta cerrada.
—¿Puedes quedarte? —pregunté, no estaba dispuesta a verlo partir.
—No. Pero voy a volver otra vez.
—Quédate. Le pediré que te deje —Vladimir sacudió la cabeza.
—No quiero, Elena. No quiero estar cerca de él —Lo comprendí. Aleksey le había quitado todo a Vladimir. Su futuro. Su eternidad.
—Adiós, Elena.
—Adiós.
Aleksey abrió la puerta y Vladimir pasó a su lado sin decir una palabra. Frunció el ceño, Aleksey cerró la puerta y se acercó a la mesa junto a la cama y dejó una bandeja de plata llena con elementos reconocibles, como queso y galletas, fresas, carne de cerdo rellena y galletas con chispas de chocolate.
—No me quiere —murmuró Aleksey mientras me entregaba un plato grande de porcelana redondo.
—No, no lo hace. Pero, ¿Quién puede culparlo? Le quitaste la eternidad. Ahora está atrapado aquí para siempre —La línea de ira de mis palabras le hizo estremecerse.
—No tomé su alma, Elena, lo hizo mi padre. No tenía ni idea que iba a hacerlo. Ghede no le da respuestas a nadie dentro de nuestro reino. Él toma las decisiones que le agradan y se excede en cosas placenteras y corrompe actividades agradables, haciendo las cosas que deben ser satisfactorias y buenas como conductas depravadas. Nada de lo que pueda decir lo detendrá. Era un niño cuando me pidió elegir un alma. No tenía idea de cuáles eran las consecuencias. Te elegí. Entonces, no sabía lo que eso significaba. Puedes odiarme, pero trata de entender que yo no soy mi padre.
Puede que no sea su padre, pero no tenía el coraje de enfrentarse a él. Era débil, ¿Pero acaso no lo había sabido siempre? Incluso cuando yo pensaba que era un ser humano, Aleksey había sido débil. Nunca aceptaba realmente el peso de sus acciones. Siempre te hacía sentir como si sus disculpas fueran algo precioso y especial y que serías estúpida si no las aceptabas. El carisma que había llevado le había ganado muchos avances. ¿Quién era él exactamente? Si su padre era Ghede entonces, ¿Quién era Aleksey?
—¿Quién es tu madre? —Aleksey hizo una pausa, fijando la vista en su plato. Dejo caer la fresa de sus dedos en el plato, luego suspiró con cansancio antes de levantar los ojos y mirarme a través de sus largas pestañas.
—Mi madre es Erzulie, es la razón de que mi piel sea pálida. Es la diosa vudú de muchas cosas. El amor es una... la venganza es otra. Tiene muchos amigos y disfruta de las mismas cosas que hace mi padre. La veo de vez en cuando, pero la mayor parte del tiempo vivo con mi padre. Nunca ha tenido ningún deseo de tener hijos, pero no soy el único. Tiene varios, muchos de los cuales andan por la tierra. Está detrás de los hombres humanos, intentando que vayan a su mmm... cama —Su madre era una diosa vudú del sexo alocado. Genial.
Tomé un bocado del cerdo relleno y mastiqué mientras esta información se hundía en mí. Nunca cuestioné su verdadero color de piel hasta esta noche. Cuando vi que su padre era de color tostado me sorprendí. Pero también estuve conmocionada por la salvaje orgía que pasaba y ese tipo de precedencia.
Después de tomar un largo trago de la lata de coca-cola que Aleksey me había llevado, lo estudié un momento.
—No hablas como tu padre, tampoco. Él tiene un poco de acento cajún. —Aleksey se encogió de hombros.
—He pasado la mayor parte de mi vida siguiéndote. Adopté tu acento, así estaría en línea con tu vida. No quería parecerte extraño.
—¿Así que todos esos sueños que he tenido son reales? Esas cosas realmente pasaron. ¿Hay más recuerdos que he olvidado? —Aleksey miró fijamente la comida en su plato. Luego hizo un pequeño encogimiento de hombros.
—Tal vez unos pocos más —Mentía. Ni siquiera podía mirarme.
—¿Unos pocos más? ¿Eso es todo?
Dejando su plato en la mesa, Aleksey se puso de pie y comenzó a caminar hacia el extremo de la cama. Vio como yo comía el queso y las galletas en el plato. Tenía la sensación de que no me iba a gustar esta respuesta y decidí que mejor sería que comiera antes de que perdiera el apetito de nuevo.
—He estado contigo muchas veces en tu vida. Cuando estabas sola o triste, yo estuve allí. Cuando corrías peligro, allí estaba yo. Era lo que hacía. Padre dijo que eras mía y debía protegerte. Así que lo hice. Siento que no lo recuerdes. No fue algo que hice a propósito. Es sólo que yo no tengo alma y tu alma no puede recordar por mucho tiempo cuando no estoy cerca de ti.
—¿Por qué quieres que recuerde aquellos tiempos? ¿Los que me has elegido para soñar? —Aleksey se detuvo y puso sus manos sobre la baranda al pie de la cama. Sus intensos ojos marrones me penetraron.
—Porque esas fueron las veces que me enamoré un poco más de ti —No. No, no, no, y no. No quería que me amara. Quería que me dejara ir.
—Tú no me amas, Aleksey. Si me amaras, nunca habrías sido capaz de mantenerme en contra de mi voluntad —Aleksey gruñó de frustración y levantó las manos.
—Ya te he dicho que no puedo controlar a mi padre. Él salvó tu vida. Es tu dueño, Elena.
—Nadie es mi dueño —Aleksey negó con la cabeza.
—No quiero discutir contigo. No esta noche. Vamos a comer, ¿De acuerdo? —Caminó de vuelta y agarró su plato.
Terminé de comer mi comida hasta que mi estómago estuvo definitivamente satisfecho y luego bebí hasta la última gota de mi refresco. No estaba segura de cuánto tiempo pasaría antes de que tuviera la oportunidad de volver a comer. Porque de ninguna manera quiero volver a ese comedor. Me podría morir de hambre, para lo que me importaba.
—¿Estás llena? —Preguntó Aleksey de pie y apilando los platos en la bandeja.
—Sí —Era la única respuesta que iba a obtener de mí. Se volvió para salir y luego se detuvo. Sus hombros cayeron con un profundo suspiro y me devolvió la mirada.
—¿Qué puedo hacer para demostrarte que te amo? Cualquier cosa menos que te permita irte, porque no puedo. Haré cualquier otra cosa que me pidas. Quiero que aceptes esto. A nosotros. Sólo dime —Le devolví la mirada y sabía lo que podía hacer para que mi eternidad fuera más soportable.
—Libera a Vladimir con un transportador. No lo tengas aquí.
—¿Si puedo convencer a mi padre para liberarlo a un transportador, entonces creerás que te amo y dejarás que esto funcione entre nosotros?
Sentí un nudo formándose en mi garganta ante la promesa que estaba a punto de hacer. Estaría tirando la pequeña esperanza de que Yulia pudiera salvarme de esto. Pero el alma de Vladimir estaba en juego por mi culpa.
—Sí, si llevas de la mano el alma de Vladimir a un transportista y me demuestras que así fue. Una vez que sepa que ha sucedido y que su alma está donde le corresponde, entonces me quedaré contigo. Haré lo que pueda para hacerte feliz. Para hacernos... a nosotros... felices —La cara de Aleksey rompió en una sonrisa por primera vez en toda la noche.
—Tienes un trato. Descansa un poco, Elena. Mañana será un nuevo día y no puedo esperar para comenzar la eternidad contigo.
No pude estar totalmente de acuerdo con él. Acababa de destrozar mi corazón.
Yulia
De pie en la escuela derrumbada que quedó devastada por el tornado que acababa de levantar todo un pueblo, no podía concentrarme en mi objetivo. Tenía que buscar la entrada de Vilokan. Pero las almas tenían que ser tomadas. Acechaba a través de las grietas del edificio, sacando las almas llenas de dolor de los cuerpos de los niños y maestros.
Varios transportistas me seguían en mi vigilia.
Cada vez que pasaba a un niño cuya alma no tenía que ser tomada, sentía alivio. Una vida más que se salvó de la tragedia.
Seguí rumbo a cada edificio y casas sin contar las almas. Sólo me tomó unos momentos y luego caminé por los caminos fangosos de Nicaragua, donde tenían almas de mujeres enfermas y niños que nunca tuvieron una oportunidad. Casas de cartón y pisos de lodo llenaban la tierra. No había agua potable en kilómetros. Tanta pobreza aquí, mientras en otros lugares había tanta abundancia.
Los distintos países, continentes, causas, pasaban frente a mí, mientras arrebataba las almas de los cuerpos.
La muerte ocurría a menudo. Era un oscuro vacío que una vez caminé sin alegría. Después, Elena entró en mi mundo y lo había hecho todo bueno. Había hecho que el vacío se fuera dándome una razón para existir.
Ahora, se había ido. Yo le fallé. Me encontraba a punto de asaltar las calles de Nueva Orleans y rasgarlas de principio a fin hasta encontrar el portal que buscaba.
—Yulia —La voz de Viktoria me llamaba, y apartándome de mi tarea, la miré.
—¿Qué? —Gruñí. Verla sólo me hacía recordar a Elena. Mi Elena.
—Ghede va a liberar el alma de Vladimir a un transportista. El Creador me ha llamado. Dijo que te avisara, y que puedes hacer con esa información lo que te plazca.
—¿Dónde? ¿Cuándo? —Le pregunté mientras se disparaba la esperanza a través de mi pecho.
—Esta noche. Él quiere que se haga lo más pronto posible —¿Por qué? ¿Cuál era su juego?
—¿Dónde? —Le exigí.
—En la calle Bourbon —Así que el portal se encontraba en Bourbon.
—Necesito a los transportistas que irán con nosotros. Dirígelos. Yo me encargo del resto.
Viktoria corrió para seguirme el ritmo mientras yo acechaba la calle hacia la iglesia católica, donde un sacerdote acababa de terminar con su vida. Tenía que lidiar con el alma, entonces podría llamar las tropas.
—¿Por qué? ¿Qué vas a hacer?
—Voy a hacer explotar el maldito Infierno para entrar. Eso es lo que voy a hacer.
—¿Quieres decir: Vilokan?
—La misma cosa.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Elena se va hundiendo más aceptando todas esas cosas como julia la va a salvar. Será capaz aleksey aceptar dejarla libre
Fati20- Mensajes : 1370
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Edad : 32
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Ojala Julia logre salvar a Elena dado que ella confia que Julia la salvara
Eac- Mensajes : 70
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Edad : 46
Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Hola chicas, feliz fin de semana. Acá de vuelta con uds y quienes se preocuparon por mi salud, muchas gracias, me alegra decirles que estoy mucho mejor. Un gran abrazo y les dejo este capítulo que es un tanto corto, pero que no será el único que subiré en este día.
A leer!!
Elena
Estaba harta de este espacio. Incluso aunque las enfermeras fueran realmente agradables, extrañaba mi dormitorio. Me gustaba mi alfombra rosada mullida y mis muñecas Bratz. Le pregunté a mamá si podíamos ir a recogerlas, pero dijo que estaba muy lejos. No quiso dejarme por mucho tiempo, y yo tampoco quise que ella se fuera por durante un rato. Ahora que la abuela regresó a casa para ver a su doctor, éramos solamente mamá y yo. Ella fue a conseguir algo de café y algo caliente para comer, me dijo. Sé que no durmió muy bien en la silla al lado de mí, que se convirtió en una cama. Pero me alegré de que se quedara.
De noche me da miedo. La habitación era muy oscura y a veces mi puerta se abría y nadie estaba allí. Mamá dijo que los fantasmas no eran reales, pero yo no estoy tan segura.
Ya extrañaba a la abuela. Ella me lee un cuento cada mañana. Quise preguntarle a mamá si me podía leer una historia, pero sus ojos se veían muy somnolientos. Metí la mano bajo mi almohada y saqué el bonito alfiletero en forma de corazón que la abuela me había dejado. Siempre me gustó cuando lo llevaba puesto sobre sus camisas. Dijo que mi abuelo se lo dio el día de su boda. Él le había dicho que ahora ella tenía su corazón. Eso era una tontería, pero sonaba del tipo de cosas dulces. Yo lo tenía ahora, porque tenía el corazón de la abuela. Siempre podría recordar que ella me amaba.
La puerta se abrió y entró una chica que yo no conocía. Ella no vestía de blanco o azul, así que no era un médico o una enfermera. Su cabello negro era un poco largo al frente, pero se ondulaba al final. Unos ojos azules me estudiaron y la miré fijamente de vuelta. Tenía las pestañas largas, llevaba una chaqueta negra de cuero y vaqueros desaliñados y un par de botas negras, pero no eran muy femeninas. ¿Era la hermana mayor de alguien y se había perdido?
—Hola, Elena —dijo con una voz cálida, profunda, que me hizo sentir a gusto.
—Oye, ¿Cómo sabes mi nombre?
Ella se rió un poco —Porque vine para hablarte de algo.
—Se supone que no debo hablar con extraños —Contesté, sacudiendo la cabeza y señalando mi dedo hacia la puerta. A mamá le daría un ataque cuando regresara a la habitación. Le daría un ataque cuando regresara y la encontrara aquí.
—Eso está bien, pero yo no soy exactamente una extraña. Tú me verás otra vez pronto. Estoy aquí para explicarte algo y necesito que me escuches, ¿Bien?
Asentí.
—Tu cuerpo está enfermo. Los médicos no van a ser capaces de hacerlo mejor. Pero tu cuerpo es sólo una cáscara. Eres un alma. Cuando éste cuerpo se esté demasiado enfermo, el alma tendrá que dejarlo y es aquí donde entraré. Estaré aquí para sacarte de este cuerpo enfermo y luego te presentaré a una joven muchacha hermosa que te recordará a una princesa de hadas. Ella te llevará a un lugar donde te darán un nuevo cuerpo.
—Pero, ¿Cómo me conocerá mi mami si estoy en un cuerpo diferente? Ella solamente conoce este cuerpo.
—Eso es verdad. Ves, la vida que tienes ahora morirá. ¿Te acuerdas de cuando tu abuelo murió?
Asentí.
—Bueno, su alma dejó ese cuerpo, fue enviado arriba y se le ha dado un nuevo cuerpo. Una nueva vida. Su siguiente vida, su alma estará cerca del alma de su mamá y las almas de todas las personas que amas. Las almas se unen en cada vida. No recordarás esta vida, pero tu alma recordará las almas que ama.
Entonces, tendría que sentarme y esperar a mami en el Cielo ¿La volvería a ver otra vez? —Bien.
La chica pareció feliz con mi respuesta —Buena chica. Ahora, la próxima vez que me veas sabrás que es la hora. Vendrás conmigo. No intentes quedarte con tu cuerpo, porque quieres tener otra vida, ¿bien?
No entendí realmente, pero asentí. Entonces recordé el bonito corazón de mi abuela. Lo apreté fuerte y pregunté: —¿Puedes tomar esto y dármelo después de que mi alma abandone mi cuerpo? Quiero tenerlo conmigo.
La chica frunció el ceño y alcanzó el corazón de color rosa en mi mano extendida.
—Creo que podría hacer eso —Respondió.
Vi como lo deslizó en sus pantalones vaqueros.
La puerta se abrió y entró mi mamá —Oye, mi amor, te he traído un poco de ese zumo de naranja que tanto te gusta —dijo con voz feliz. Miré a la chica y ella puso su dedo sobre los labios, negó con la cabeza y luego se fue.
***
—¿Qué es esto? —Le pregunté, levantando el vestido de seda extraña que había encontrado en mi cama cuando me desperté.
Aleksey dejó una bandeja llena de rosquillas, frutas, crema, pan, queso crema y tocino antes de contestarme —Es el vestido ceremonial que usarás esta noche.
—Umm, no, yo quiero mis pantalones vaqueros.
Aleksey apretó su mandíbula y se levantó —No, Elena, usarás lo que te diga que uses. Estoy cansado de que seas tan difícil. Acuérdate que, si yo hacía los arreglos para el alma de Vladimir fuera entregada a un transportador, tú harías todo lo posible para que esto funcione.
Bien, mierda —No sabía que tú tendrías que escoger mi vestuario a partir de ahora, eso es todo —Me quejé y dejé caer el vestido negro de nuevo a la cama y cogí una rosquilla llena de crema.
—Lo sé, y, normalmente, no va a ser así, pero hay ciertos momentos que tienes que usar ciertas cosas. Este es uno de esos momentos. Estarás conmigo en posición de mi princesa estando con Ghede.
—Pero parece una camisa de dormir —Argumenté.
—Se verá encantador en ti —respondió Aleksey.
Volví a mirar a la pieza de seda ofensiva. ¿Ghede hacía todo lo que tenía en su mano para que fuera tan sexual?
—Te cubrirá adecuadamente. Te lo prometo. Sin embargo, deberías sentirte cómoda con tu carne. Aquí se venera y aprecia. Hay pocos que la ocultan. Lo único que cubre la carne, está destinado a aumentar el atractivo, no a ocultarlo.
Quería mis vaqueros. Ahora. Sólo de oírlo hablar de mi carne, puso mi piel de gallina. Si esperaba que le enseñara mi cuerpo a su pervertido padre, estaba loco. Accedí a hacer este trabajo, no en convertirme en una prostituta.
—Sólo hace falta tiempo para acostumbrarse.
—¿Cuándo vamos a darle el alma de Vladimir a un transportista? — Realmente quería cambiar de tema.
—Esta noche.
Bueno. Tenía la esperanza de que fuera hoy. Tomando la copa de plata, me detuve y la levanté hacia el Aleksey —¿Qué hay en esto?
—Zumo de uva. Es fresco y no se parece a nada de lo que hayas probado —dijo Aleksey, con una sonrisa divertida.
Dado a que estaría aquí por la eternidad, tenía que empezar a confiar en él. Puse la copa en los labios y tomé un sorbo tentativo. El jugo dulce golpeó mi lengua y rápidamente bebí más. Tenía razón. No se parecía a nada que alguna vez haya probado. El rico sabor despertó mis papilas gustativas y me sentí un poco mareada. Se encendió la alarma en mi cabeza y rápidamente dejé la bebida y alcancé el tazón de bayas.
—Fue un subidón de azúcar, Elena. Nada más —dijo Aleksey cuando alcanzó su copa.
Yo no estaba tan segura de eso, pero también me encontraba algo paranoica. Con una buena causa.
—¿Te gustaría visitar a Vladimir antes de que él se marche?
—Sí, por favor —Me las arreglé para parecer amable en ese momento.
Evidentemente complacido, Aleksey sonrió intensamente.
Terminé con mi desayuno, y esperé que Aleksey tomara eso como una indirecta para irse. Él había tocado la puerta y me preguntó si quería el desayuno, y luego me dio tiempo apenas suficiente para deshacerme de la ropa que me había dado ayer por la noche como mis pijamas. Las cuáles eran de franela, gracias a Dios.
Tuve un sueño anoche, de un recuerdo, que absolutamente no tenían que ver con Aleksey. Él no entró en mi cabeza. Soñé con el día que Yulia fue a mi habitación en el hospital, y yo le había dado mi broche.
Las lágrimas quemaron mis ojos al recordar el broche que ahora se encontraba al lado de mi cama. Era la única cosa que lamentaba no haber traído conmigo.
—Me llevaré esta bandeja, y volveré pronto. Tal vez finalmente podamos tener ese recorrido —dijo Aleksey en tono jovial. Tenía mucho para ser feliz. Había ganado.
—¿Podrías enviar a Vladimir a verme? —Eso fue todo lo que realmente importaba.
Aleksey asintió con la cabeza —Por supuesto.
Cerró la puerta detrás de él y me pregunté si esto alguna vez iba a mejorar.
A leer!!
Capítulo XXII
Elena
Estaba harta de este espacio. Incluso aunque las enfermeras fueran realmente agradables, extrañaba mi dormitorio. Me gustaba mi alfombra rosada mullida y mis muñecas Bratz. Le pregunté a mamá si podíamos ir a recogerlas, pero dijo que estaba muy lejos. No quiso dejarme por mucho tiempo, y yo tampoco quise que ella se fuera por durante un rato. Ahora que la abuela regresó a casa para ver a su doctor, éramos solamente mamá y yo. Ella fue a conseguir algo de café y algo caliente para comer, me dijo. Sé que no durmió muy bien en la silla al lado de mí, que se convirtió en una cama. Pero me alegré de que se quedara.
De noche me da miedo. La habitación era muy oscura y a veces mi puerta se abría y nadie estaba allí. Mamá dijo que los fantasmas no eran reales, pero yo no estoy tan segura.
Ya extrañaba a la abuela. Ella me lee un cuento cada mañana. Quise preguntarle a mamá si me podía leer una historia, pero sus ojos se veían muy somnolientos. Metí la mano bajo mi almohada y saqué el bonito alfiletero en forma de corazón que la abuela me había dejado. Siempre me gustó cuando lo llevaba puesto sobre sus camisas. Dijo que mi abuelo se lo dio el día de su boda. Él le había dicho que ahora ella tenía su corazón. Eso era una tontería, pero sonaba del tipo de cosas dulces. Yo lo tenía ahora, porque tenía el corazón de la abuela. Siempre podría recordar que ella me amaba.
La puerta se abrió y entró una chica que yo no conocía. Ella no vestía de blanco o azul, así que no era un médico o una enfermera. Su cabello negro era un poco largo al frente, pero se ondulaba al final. Unos ojos azules me estudiaron y la miré fijamente de vuelta. Tenía las pestañas largas, llevaba una chaqueta negra de cuero y vaqueros desaliñados y un par de botas negras, pero no eran muy femeninas. ¿Era la hermana mayor de alguien y se había perdido?
—Hola, Elena —dijo con una voz cálida, profunda, que me hizo sentir a gusto.
—Oye, ¿Cómo sabes mi nombre?
Ella se rió un poco —Porque vine para hablarte de algo.
—Se supone que no debo hablar con extraños —Contesté, sacudiendo la cabeza y señalando mi dedo hacia la puerta. A mamá le daría un ataque cuando regresara a la habitación. Le daría un ataque cuando regresara y la encontrara aquí.
—Eso está bien, pero yo no soy exactamente una extraña. Tú me verás otra vez pronto. Estoy aquí para explicarte algo y necesito que me escuches, ¿Bien?
Asentí.
—Tu cuerpo está enfermo. Los médicos no van a ser capaces de hacerlo mejor. Pero tu cuerpo es sólo una cáscara. Eres un alma. Cuando éste cuerpo se esté demasiado enfermo, el alma tendrá que dejarlo y es aquí donde entraré. Estaré aquí para sacarte de este cuerpo enfermo y luego te presentaré a una joven muchacha hermosa que te recordará a una princesa de hadas. Ella te llevará a un lugar donde te darán un nuevo cuerpo.
—Pero, ¿Cómo me conocerá mi mami si estoy en un cuerpo diferente? Ella solamente conoce este cuerpo.
—Eso es verdad. Ves, la vida que tienes ahora morirá. ¿Te acuerdas de cuando tu abuelo murió?
Asentí.
—Bueno, su alma dejó ese cuerpo, fue enviado arriba y se le ha dado un nuevo cuerpo. Una nueva vida. Su siguiente vida, su alma estará cerca del alma de su mamá y las almas de todas las personas que amas. Las almas se unen en cada vida. No recordarás esta vida, pero tu alma recordará las almas que ama.
Entonces, tendría que sentarme y esperar a mami en el Cielo ¿La volvería a ver otra vez? —Bien.
La chica pareció feliz con mi respuesta —Buena chica. Ahora, la próxima vez que me veas sabrás que es la hora. Vendrás conmigo. No intentes quedarte con tu cuerpo, porque quieres tener otra vida, ¿bien?
No entendí realmente, pero asentí. Entonces recordé el bonito corazón de mi abuela. Lo apreté fuerte y pregunté: —¿Puedes tomar esto y dármelo después de que mi alma abandone mi cuerpo? Quiero tenerlo conmigo.
La chica frunció el ceño y alcanzó el corazón de color rosa en mi mano extendida.
—Creo que podría hacer eso —Respondió.
Vi como lo deslizó en sus pantalones vaqueros.
La puerta se abrió y entró mi mamá —Oye, mi amor, te he traído un poco de ese zumo de naranja que tanto te gusta —dijo con voz feliz. Miré a la chica y ella puso su dedo sobre los labios, negó con la cabeza y luego se fue.
***
—¿Qué es esto? —Le pregunté, levantando el vestido de seda extraña que había encontrado en mi cama cuando me desperté.
Aleksey dejó una bandeja llena de rosquillas, frutas, crema, pan, queso crema y tocino antes de contestarme —Es el vestido ceremonial que usarás esta noche.
—Umm, no, yo quiero mis pantalones vaqueros.
Aleksey apretó su mandíbula y se levantó —No, Elena, usarás lo que te diga que uses. Estoy cansado de que seas tan difícil. Acuérdate que, si yo hacía los arreglos para el alma de Vladimir fuera entregada a un transportador, tú harías todo lo posible para que esto funcione.
Bien, mierda —No sabía que tú tendrías que escoger mi vestuario a partir de ahora, eso es todo —Me quejé y dejé caer el vestido negro de nuevo a la cama y cogí una rosquilla llena de crema.
—Lo sé, y, normalmente, no va a ser así, pero hay ciertos momentos que tienes que usar ciertas cosas. Este es uno de esos momentos. Estarás conmigo en posición de mi princesa estando con Ghede.
—Pero parece una camisa de dormir —Argumenté.
—Se verá encantador en ti —respondió Aleksey.
Volví a mirar a la pieza de seda ofensiva. ¿Ghede hacía todo lo que tenía en su mano para que fuera tan sexual?
—Te cubrirá adecuadamente. Te lo prometo. Sin embargo, deberías sentirte cómoda con tu carne. Aquí se venera y aprecia. Hay pocos que la ocultan. Lo único que cubre la carne, está destinado a aumentar el atractivo, no a ocultarlo.
Quería mis vaqueros. Ahora. Sólo de oírlo hablar de mi carne, puso mi piel de gallina. Si esperaba que le enseñara mi cuerpo a su pervertido padre, estaba loco. Accedí a hacer este trabajo, no en convertirme en una prostituta.
—Sólo hace falta tiempo para acostumbrarse.
—¿Cuándo vamos a darle el alma de Vladimir a un transportista? — Realmente quería cambiar de tema.
—Esta noche.
Bueno. Tenía la esperanza de que fuera hoy. Tomando la copa de plata, me detuve y la levanté hacia el Aleksey —¿Qué hay en esto?
—Zumo de uva. Es fresco y no se parece a nada de lo que hayas probado —dijo Aleksey, con una sonrisa divertida.
Dado a que estaría aquí por la eternidad, tenía que empezar a confiar en él. Puse la copa en los labios y tomé un sorbo tentativo. El jugo dulce golpeó mi lengua y rápidamente bebí más. Tenía razón. No se parecía a nada que alguna vez haya probado. El rico sabor despertó mis papilas gustativas y me sentí un poco mareada. Se encendió la alarma en mi cabeza y rápidamente dejé la bebida y alcancé el tazón de bayas.
—Fue un subidón de azúcar, Elena. Nada más —dijo Aleksey cuando alcanzó su copa.
Yo no estaba tan segura de eso, pero también me encontraba algo paranoica. Con una buena causa.
—¿Te gustaría visitar a Vladimir antes de que él se marche?
—Sí, por favor —Me las arreglé para parecer amable en ese momento.
Evidentemente complacido, Aleksey sonrió intensamente.
Terminé con mi desayuno, y esperé que Aleksey tomara eso como una indirecta para irse. Él había tocado la puerta y me preguntó si quería el desayuno, y luego me dio tiempo apenas suficiente para deshacerme de la ropa que me había dado ayer por la noche como mis pijamas. Las cuáles eran de franela, gracias a Dios.
Tuve un sueño anoche, de un recuerdo, que absolutamente no tenían que ver con Aleksey. Él no entró en mi cabeza. Soñé con el día que Yulia fue a mi habitación en el hospital, y yo le había dado mi broche.
Las lágrimas quemaron mis ojos al recordar el broche que ahora se encontraba al lado de mi cama. Era la única cosa que lamentaba no haber traído conmigo.
—Me llevaré esta bandeja, y volveré pronto. Tal vez finalmente podamos tener ese recorrido —dijo Aleksey en tono jovial. Tenía mucho para ser feliz. Había ganado.
—¿Podrías enviar a Vladimir a verme? —Eso fue todo lo que realmente importaba.
Aleksey asintió con la cabeza —Por supuesto.
Cerró la puerta detrás de él y me pregunté si esto alguna vez iba a mejorar.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires
Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Capítulo XXIII
Los convenciste de que me dejen ir —La voz de Vladimir entró en mi cabeza y me di la vuelta para verlo de pie en mi puerta.
—Sí, es lo menos que puedo hacer.
—Pero, ¿Qué hay de ti? ¿Qué les prometiste para que estuvieran de acuerdo con esto?
—Nada que no tendría que hacer de todos modos. Estoy atrapada aquí con Aleksey. Sólo le prometí que no sería una malcriada eterna, si me concedían este deseo.
Vladimir sonrió —Tú si sabes cómo ser una malcriada.
—Mira quién habla de malcriadeces "El señor: Las niñas débiles no están permitidas."
La sonrisa de Vladimir creció —No te vas a olvidar de eso nunca, ¿verdad?
—Nop y tengo una eternidad para pensar en ello.
Su sonrisa divertida se desvaneció. No tenía la intención de recordarnos a ambos lo que me esperaba.
—Ojalá pudiera llevarte conmigo —Su voz se redujo a un susurro.
—Yo también. Pero esto es… Es mi destino. No es el tuyo y estoy muy agradecida que vayas a ser puesto en libertad.
—¿Tú crees que la Muer...te, Yulia va a venir?
Dudaba que Ghede le permitiera acercarse a mí si lo hiciera. Además, ¿Qué bien le haría? No podía permitirle a La Muerte que me llevara. Ghede tomaría la vida de otra persona que amaba y estaría de vuelta en esta misma situación.
—No importa si lo hace. Tengo que pagar esta indemnización —Vladimir negó con frustración la cabeza —Esto es tan malo.
No podría estar más de acuerdo, pero llegué a un acuerdo con esto. Forcé una sonrisa —¿Harías algo por mí?
—Por supuesto —respondió rápidamente.
—¿Le dirías a Yulia que siempre la amaré? Que siento no poder salir de aquí. Estoy protegiendo a los que amo. Pero pensaré en ella todos los días y voy a tararear su canción para mi misma todas las noches, cuando me vaya a dormir.
Vladimir asintió con la cabeza, luego hizo una mueca —Eso es un poco demasiado cursi para mi gusto, pero sí, creo que puedo transmitirle eso.
Rodé los ojos y él se rió entre dientes. Era casi como si estuviéramos sentados uno frente al otro en la cafetería de nuevo.
—Él va regresar y ya sabes lo que siento por él.
—Te amo, Vladimir. Voy a echarte de menos —grité cuando abrió la puerta.
Se detuvo y me miró —Yo también te amo, Elena. Te echaré de menos también. En cada vida.
Sollozando, me las arreglé para asentir con la cabeza antes de que desapareciera a través de la puerta.
Yulia
—Sabes Yulia, cuando me dijiste que haríamos explotar el infierno, pensé que hablabas en serio. Sin embargo, un grupo de transportadores y tú no son suficientes para acabar con una pandilla de espíritus vudú.
Yo tenía un plan, pero por una vez, Viktoria no necesita saberlo todo.
Ella hizo lo que le pedí y eso era suficiente.
—Tengo lo que necesito —Le respondí simplemente.
—Espero que tú sepas algo que yo no sé, porque no sólo estamos a punto de enfrentarnos a un montón de espíritus del vudú, sino que también vamos a hacerlo en su propio terreno. Aquí mismo, en su Meca.
¿Alguna vez has escuchado el dicho, "la ventaja de jugar en casa"? Bueno, esta es la descripción.
—Lo capto, Viktoria.
Con un suspiro de cansancio, caminó a mi lado con los cientos de transportadores en nuestra estela. Parecíamos como el diablo con groupies de las huestes celestiales, pero no me importaba.
Mi plan era fuerte. Esto funcionaría o iría contra Vilokan y destruiría a todo espíritu que se cruzara en mi camino. Pidieron mi ira, pues bien, ahora la tenían.
Elena
La puerta se abrió después de un golpe rápido —Es hora —Anunció Aleksey sonriendo brillantemente.
Tenía muchas ganas de abofetear la sonrisa de su cara, pero en lugar de eso me ajusté el camisón negro que era obligada a usar y di las gracias a mi buena estrella que fuera largo —Vamos a hacer esto —Le contesté y me dirigí hacia la puerta. Ofreció su brazo y me negué con la cabeza— No, esto no ha terminado todavía. Dejas a Vladimir seguro en manos de un transportador y fuera de este lugar, entonces cumpliré con mi parte del trato.
Aleksey pareció pensar en eso un momento y luego asintió con la cabeza. Por lo menos, era razonable.
—Tú marca el camino —Le dije en el pasillo. No tenía idea de a dónde íbamos.
—Sabes que Yulia probablemente estará aquí, Elena.
Sí, ya me había preparado para eso. El impulso de correr a sus brazos protectores iba a ser fuerte, pero tenía que mantener mi cabeza clara. Vidas, dependían de mí. Las vidas de las personas que amo.
—Me imagino que estará —Le contesté con frialdad.
—Entiendes las consecuencias si te vas con ella.
—Sí, Aleksey, sé que vas a matar a todos los que amo y tomar sus almas para que vivan aquí, en la fornicación, por toda la eternidad. Entendido.
Aleksey se detuvo y se volvió para mirarme —Elena, esto no es sobre mí. Ya te he dicho esto, es mi padre. Es la forma en que opera. No lo puedo controlar. No tienes ni idea de cuánto lo tuve que engatusar para que devolviera el alma de Vladimir. Y para ser honesto, la única razón por la que yo creo que accedió es porque cree que así te negarás a irte con Yulia y que él va a ser quien te controle.
Sentí un malestar en el estómago. Realmente odiaba a su padre.
—Ahora, por favor, entiende, ningún dolor que hayas sufrido es porque yo lo quisiera. Nunca quise hacerte daño. Yo siempre pensé que me querías. Que tu alma me quería. Diablos, cuando llego a cualquier lugar cerca de ti, tus ojos se ven como si hubieran sido atrapados en el fuego. Se suponía que me quisieras. Pero no lo haces. En lugar de eso la quieres a ella. Y no puedes tenerla, Elena. Nunca estuvo destinado a suceder.
Abrí la boca para gritarle lo injusto que era todo esto, pero rápidamente la cerré de nuevo. Tenía que dejar de estar enojada con él. Esta era mi vida ahora. En algún punto tenía que aceptarlo. Hoy sería un buen día.
—Está bien.
Aleksey arqueó una ceja —¿Está bien?
—Ya me has oído, Aleksey. Ya dije que sí. Ahora vamos.
Parecía un poco desconcertado, pero luego asintió con la cabeza y continuó liderando el camino. Pasamos de un salón de máscaras a otro, hasta que dos grandes puertas se abrieron más adelante y pude ver la familiar imagen de la calle Bourbon.
Caminamos a través de habitantes que conocía por la cena de anoche, y me estremecí mientras sonreían sádicamente hacía mí. Estoy atrapada con estos psicópatas.
—Ya basta —Siseó Aleksey cuando uno de los hombres lanzaba miradas lascivas a mi pecho.
Él me acercó contra él y fui con mucho gusto.
—Entonces, esto es algo para ver, ¿no es así? —dijo Ghede mientras caminaba en el gran vestíbulo. Vestía una vez más un sombrero de copa, gafas de sol negras, y un esmoquin con cola.
—No la pongas incómoda, Padre —Declaró Aleksey.
—¿Quién? ¿Yo? —preguntó en un tono divertido. Lo observé mientras levantaba la mano y se colocaba dos cigarrillos en la boca y luego dirigió su atención a las actividades realizadas afuera. Ya lo había visto una vez y no quería volver a verlo.
Vladimir entró en la sala flanqueada a ambos lados por mujeres prácticamente desnudas. Lo que no fue una sorpresa, comenzaba a pensar que todas las mujeres aquí, menos yo, les gustaba usar tan poco como fuera posible.
Una de las mujeres pasaba una larga uña roja por la mitad de la camisa de Vladimir y luego continuó hacia abajo, por encima de su cremallera. Él no se inmutó, pero pude ver la tensión en su cara.
—Por favor, has que se detengan —Le susurré a Aleksey, quien siguió mi mirada.
Él negó con la cabeza y se inclinó a mí —Si hago una escena, luego Padre hará que esto sea mucho peor. Si no quieres ver a una de esas dos montarse a Vladimir aquí, no digas ni una palabra. Vladimir lo sabe. Es por eso que está tan tranquilo.
La ingestión de la bilis ardió en mi garganta y tuve que apartar mis ojos de ellos y rezar para que el transportador no llegara tarde.
Las calles afuera de repente quedaron vacías y tranquilas.
—¡Ah, La Muerte se acerca! Los caídos han corrido a ocultarse — Ghede arrastró las palabras y sacó los dos cigarrillos de su boca para exhalar pequeños anillos de humo antes de llevárselos a la boca de nuevo.
—¿Qué quiere decir? —Le dije Aleksey.
—Yulia está cerca. Las almas de las personas en las calles lo sienten y salieron corriendo. A diferencia de ti, la mayoría de los seres humanos no se aferran a La Muerte cuando está en su forma verdadera. Claro, les gusta la cantante Yulia Volkova, pero cuando está realmente en la forma de La Muerte, ellos se ocultan.
Vi como las oscuras calles se hicieron más brillantes. Susurros y risas a mis espaldas me hacían querer correr fuera para evitar todo esto, pero Vladimir se agitó a mi izquierda y recordé por qué hacía esto. Él me dio una sonrisa triste y luego Ghede le hizo señas de adelantarse.
Yulia, junto con más transportadores de los que jamás había visto, llenó la calle frente a las puertas. Viktoria se encontraba directamente junto a ella. Su expresión feroz escrutó la multitud en el interior y de inmediato me encontró. Negué con la cabeza en su dirección, haciéndole saber que no podía ir hacía a ellos. Si trajeron a todos estos transportadores para llevarme, estaban sin suerte, porque yo no me iría. No podía.
—Bien, bien, bien, Yulia y sus amigos. ¿A qué le debemos este honor? —preguntó Ghede en voz alta, divertida.
—Sabes por qué estoy aquí, Ghede —respondió Yulia, trabando su expresión en mí. La fría determinación en sus ojos se transformó en furia cuando su mirada se posó en mi vestido.
—Tsk tsk tsk, no sé qué quieres decir. Tú dijiste que la dejara elegir —anunció Ghede brillantemente, agitando la mano en mi dirección—Ella lo hizo.
Viktoria dio un paso hacia mí y el brazo de Yulia salió disparado y lo retuvo. Ella entendió.
—No. Tú la obligaste a elegir. Eso no era parte del acuerdo — respondió Yulia. El veneno en su voz me hizo temblar. Nunca la escuché sonar tan siniestra.
—Aquí está el alma que viniste a buscar —Ghede empujó a Vladimir hacia Yulia y con mucho gusto Vladimir fue. Un transportador dio un paso hacia adelante, y al instante ella y el alma de Vladimir se marcharon.
—Ahora, ¿Es todo lo que querías? ¿O le quieres preguntar a ella tú misma? —Ghede se dio la vuelta y me hizo señas hacia adelante— Ven aquí, Elena —Me convenció.
Aleksey me apretó el brazo y me empujó suavemente hacia su padre. Traté de recordarme a mí misma que si actuaba de manera asustada, Yulia me llevaría, y terminaría con esto.
Después, perdería a alguien más. Tenía que mantener la calma.
—Pregúntale, Yulia —Incitó Ghede, quién me empujó delante de él.
Los ojos de Yulia perforaron los míos. Trataba de decirme algo, pero no estoy segura de qué. En su lugar, cerré los ojos con fuerza y luché por fuerza y luego los abrí y miré directamente hacia ella —Quiero que...
—No te pregunté nada de eso todavía, Elena. Guarda ese pensamiento un momento más —Me interrumpió. Su mirada dura atravesaba a Ghede que estaba detrás de mí.
—Te has metido con la persona equivocada esta vez, Ghede. A ti te gusta el entretenimiento, pero nunca he sido una actriz de nadie.
Los transportadores comenzaron a cambiar hacia los laterales, cubriendo las calles mientras hombres grandes con espadas reales colgando de la cintura llenaban la calle de atrás y al lado de Yulia.
Jadeos y chillidos y otros sonidos horrorizados vinieron detrás de mí, pero yo me quedé asombrada cuando el ejército alrededor de Yulia creció.
—¿Trajiste a los guerreros por una chica? —La voz de Ghede sonaba incrédula.
—Sí —Fue la única respuesta Yulia. Dio un paso hacia adelante y tendió la mano hacia mí. Yo quería agarrarla y correr hacia ella, pero negué con la cabeza mientras las lágrimas llenaban mis ojos —No puedo —Me atraganté.
—Confía en mí —respondió. He escuchado tantas veces las mismas palabras de Aleksey en las últimas semanas, pero nada de lo que él hizo ha sido digno de confianza. Yulia era diferente. Ella era La Muerte. Conocía las razones por las que tenía miedo de ir. Pero su "confía en mí" era suficiente. Di un paso hacia adelante y puse mi mano en la suya. Ella me acercó contra su lado.
—Mala elección, pequeña —Siseó Ghede desde el otro lado de la puerta.
—No, Ghede. Tú eres el único que hizo una mala elección. No tomes lo que es mío.
Yulia inclinó la cabeza y me besó en la sien —Te amo y yo me encargaré. Nadie más va a morir. Confía en mí. Ahora, quiero que vayas con Viktoria y salgas del camino —Me susurró al oído.
Asentí, pero rápidamente eché los brazos alrededor de su cuello y la apreté con fuerza antes de que la mano de Viktoria se envolviera alrededor de mi brazo.
—Vámonos. Habrá mucho tiempo para eso después —dijo Viktoria, tirando de mi para que fuera con ella. Solté a Yulia y me apresuré a continuar con ella antes de que me arrancara el brazo.
—Tomaste un alma que era demasiado joven para defenderse. Un alma que pertenecía al Creador. Has cambiado el destino y luego decidiste jugar con un mundo que no es tuyo. Saliste de tu reino y te llevaste otra alma que no estaba bajo tu gobierno. Ahora te doy una alternativa, Ghede. Cerramos este portal, así como los que se encuentran en África y Haití, donde los guerreros están de guardia y los sellamos por toda la eternidad. El poder del vudú va a terminar aquí. Justo ahora. Te pasaste de la raya —La fuerte voz de mando de Yulia tenía un auge en las calles.
La sonrisa de burla de Ghede había desaparecido.
—O dejas ir el alma de Elena. Libre de cualquier restitución. Te mantendrás alejado de ella y su familia por toda la eternidad y seguirás siendo como eres. Pero te advierto que si veo a tu hijo, a ti o cualquiera de sus espíritus que se acerque una vez más a Elena voy a terminar esta religión. No habrá segundas oportunidades. Es tu elección.
Ghede se dio la vuelta y encontró la mirada con Aleksey, la cual estaba fija en la mía. Su padre lo dejaba elegir. Sentí un pequeño toque de simpatía por el chico que había estado en mi vida por muchos años. Yo sabía que había recuerdos que nunca recordaría, donde Aleksey entró en mi vida cuando yo necesitaba a alguien. Estaría agradecida por aquellos momentos. Si sólo hubiera sido el hombre honesto, puro, dulce, que parecía. Pero era un producto del mal. Nada cambiaría eso. Era egoísta y débil. Nunca sería suficiente para mí. Mi corazón nunca podría amarlo. Mi alma nunca podría quererlo.
Entonces él respondió—: Deja que se vaya.
Solo dos capítulos para el final!
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires
A Veroska le gusta esta publicaciòn
Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Oh por Dios!! Juro que desde que lo empecé a leer me obsesioné y ahora uuufff no puedo con las ansias de seguirlo, esto se pone ada vez mas bueno. Gracias al cielo recupere mi cuenta
Aleinads- Mensajes : 519
Fecha de inscripción : 14/05/2015
Edad : 35
Localización : Colombia
Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Penúltimo capítulo, chicas
Yulia
La tenue tela de color rosa se balanceaba suavemente en sus piernas mientras ella venía hacia mí. Preferí observar su entrada en vez de acercarme a ella. Tacones plateados cubrían sus pequeños y delicados pies. El ruedo de su vestido rozaba la piel justo por encima de sus rodillas. La línea de su cintura estaba cubierta por un cinturón de gasa con una amplia faja de raso. Directamente encima de su corazón, el familiar corazón de filigrana brillaba mientras que la luz golpeaba sus pequeñas piedras rosas. El vestido no tenía tirantes por lo que la suave piel de sus hombros era visible, así como también la elegante curva de su cuello. Normalmente, disfrutaba ver su cabello suelto, pero tenía la masa sedosa de su cabello rojizo recogido en un elegante moño, dejando su cuello y hombros desnudos.
Cuando estuvo a unos pasos de distancia, me moví hacia ella y le ofrecí mi mano. Ella deslizó su mano en la mía y la conexión de nuestras palmas envió olas de calor por todo mi cuerpo. La luz que iluminaban sus ojos, hacía que el verdigris de ellos, brillara. Estaba sumergida en la profundidad de su belleza mientras ella me miraba. Después de tomar detalle de cada perfecta parte de ella mientras entraba, pareció casi imposible que su alma excediera se belleza exterior. Pero como yo me había empapado de la hermosa alma que veía tan claramente a través de sus ojos, sabía que sí era posible.
—Yulia, tenemos que estar en el escenario, mujer. Si ella ya está aquí, entonces vámonos.
Troy, mi baterista, me interrumpió. Con el ceño fruncido, rodé mis ojos para encontrarme con su mirada. Los largos cabellos rubios que volvían locas a las chicas, estaban peinados en una coleta. Estaba tentado a acercarme y arrancarlos de su cabeza.
Elena acababa de llegar. Su madre le había dado un aventón por mí. Ha estado pasando tiempo extra con Anastacia y su madre desde su regreso. Ambas parecían necesitar tranquilidad ya que ella se encontraba de hecho viva. Cuando el auto cayó al océano, perdió la memoria. Bueno, esa fue nuestra historia. Se cree que Aleksey se había ahogado. Además, los recuerdos sobre él se desvanecerían lo suficientemente pronto. Muchas personas ya lo estaban olvidando.
—Solo estoy diciendo que ya es hora —Se quejó Troy.
Elena rió detrás de mí.
—Está bien. Ve y rockea.
Deslicé mis manos entre las suyas y la empujé conmigo.
—No sin ti allá arriba, para que te pueda ver.
Este también era su baile de graduación, pero no me gustaba la idea de otros chicos bailando con mi chica. Ella se veía demasiado hermosa esta noche.
—Sin quejas de mi parte— dijo mientras me seguía.
Nos detuvimos a la izquierda del escenario y la besé suavemente en los labios. Solo quería darle un beso rápido, pero sus brazos se enrollaron alrededor de mi cuello y mordió mi labio inferior, por lo que decidí que la multitud podía esperar.
Tirando de ella contra mí, disfruté el dulce sabor que solo tenía Elena. Sus labios suaves se amoldaron debajo de los míos y luché por permanecer concentrada, esperando el momento en que su alma se liberara. Un suave gemido se escapó de su garganta y mi sangre empezó a hervir debajo de cada pequeña caricia de sus brazos y su lengua. La concentración se volvía cada vez más difícil. La presión de su suave pecho contra el mío me provocó un estremecimiento que corría a través de mí.
¿Por qué su alma no se había liberado aún?
No podía seguir con esto o todo pensamiento coherente me abandonaría. Calientes dedos rozaban mi abdomen mientras ella deslizaba una mano debajo de mi camisa.
Jadeando, me separé de ella y observé sus labios hinchados y rojos y sus pesados párpados.
—Tu alma. Ella no se está liberando —Me las arreglé para decir.
Corriendo su mano por mi pecho, me sonrió débilmente.
—También noté eso. ¿Por qué te detuviste?
¿Acaso la petición de Aleksey sobre su alma la había afectado? Sacudiendo mi cabeza, decidí que por el momento no me importaba. No iba a desperdiciar este inesperado regalo. La tomé de la mano y empecé a dar largas zancadas hacia el cuarto en donde estaban guardados nuestros equipos.
—¿Qué estás haciendo?
—Voy a disfrutar una larga sesión de besuqueo con mi chica. Eso es lo que estoy haciendo —Expliqué, entrando en la habitación y cerrando la puerta detrás de mí con mi pie.
—Oh—Jadeó antes de que la empujara contra la pared, presionándola contra el muro mientras ella enrollaba sus manos alrededor de mi cintura. Saboreé su boca como nunca antes lo había hecho, sin pensamientos de autocontrol rondando por mi cabeza. En lo único en que pensaba era en lo suertuda que era.
Elena
La banda de Yulia cantó cuatro de sus canciones más populares y la clase del 2012 de la preparatoria disfrutó cada minuto de ello. Solo tendríamos dos meses más hasta que camináramos a través del escenario y recibiéramos nuestros diplomas.
—Oye, hermosa. Eres la peor distracción que pueda imaginar —Me dijo Yulia en esa oscura y suave voz que tanto amaba.
McCubbin les decía a la multitud que regresarían después de un receso de quince minutos. Puse mis brazos alrededor de su cintura y descansé mi cabeza en su pecho.
—Chicos, tocaron asombrosos allá arriba —Les dije. Eché mi cabeza hacia atrás para estudiar su ridículamente perfecto rostro.
—Están un poco fuera de sí esta noche, pero creo que es por todas las chicas que gritan nuestros nombres y el hecho de que están tan cerca. Normalmente hay más distancia entre nosotros y ellos, y notar a quien pertenecen los gritos es difícil, por no decir imposible.
—Hmm, ¿Así que me estás diciendo que les interesan estás chicas?
Se encogió de hombros —En cierto modo.
—Podría presentarles a las chicas, si en verdad están interesados.
Yulia sacudió su cabeza.
—No, por favor, no lo hagas. Quiero mantener a estos chicos en una sección aparte de mi vida. No alrededor mío todo el tiempo. La última cosa que necesito es que uno de ellos empiece a salir con una chica de la escuela.
Me gustaba que esta parte de su vida estuviera a un lado, y aislada del resto. Ya compartía a Yulia con… la muerte. No quería compartirla con nadie más.
—¿Quieres bailar… o quizás… regresar a ese cuarto de almacenamiento? —preguntó abrazándome por la cintura.
—Sí al baile y sí al cuarto de almacenamiento. En ese orden por favor —Le respondí, sintiendo de nuevo mi piel calentarse ante el recuerdo de las manos de Yulia sobre mí.
No nos dirigimos a la concurrida pista de baile. Yulia me empujó contra ella y empezó a cantar en mi oído mientras dábamos vueltas alrededor en nuestro pequeño mundo privado, lejos del escenario y la multitud. Este era, por mucho, la mejor graduación a la que cualquier chica hubiera ido.
***
—¿No hemos estado ya en cada tienda de este centro comercial? —
Me quejé mientras mis pies empezaban a protestar. Anastacia me fulminó con la mirada y frunció el ceño.
—Necesitamos el vestido perfecto y los zapatos perfectos para usar debajo de nuestras togas de graduación. Tenemos que quitárnoslas y dirigirnos directamente hacia la fiesta que mi padre dará después de la ceremonia. Pensaría que con tu caliente novia rockera cantando en un escenario y un montón de chicas y chicos rodeándola, tal vez tú querrías verte sexy.
Yulia no solo había conseguido que Cold Soul cantara en nuestra graduación, sino que también había accedido a traerlos a la fiesta. Por supuesto, yo estaba más que segura que el padre de Anastacia les pagaría bien. Yulia tenía que pagarles algo a los chicos. Así era como se mantenían.
Me hundí en el banco más cercano y capté el aroma del queso fundido de los pretzels de la panadería en frente de mí. Era el olor más angelical que existía sobre la faz de la tierra.
—De acuerdo, si tú me compras uno de esos deliciosos pretzels rellenos de queso fundido, continuaré torturando mis pies en búsqueda de la perfección.
Anastacia rodó sus ojos.
—Está bien. Pero tienes que compartirlo. Huelen increíble y no necesito comerme uno entero yo sola. Lo último que necesito es engordar mientras buscamos vestidos.
Anastacia jamás había estado cerca a engordarse. Fue mi turno para rodar los ojos. La chica era una cabeza dura.
La pasé un billete de cinco euros y me recosté de nuevo en el asiento.
—Por favor, solo ve y compra uno grande. Demonios, compra dos. Me comeré uno y medio.
—No, no lo harás. Recuerda que tienes que verte increíble para tu caliente y sexy novia. Uno y medio de esos pretzels son miles de calorías, y no es un movimiento en la dirección correcta…
—Sólo son pretzels, Anastacia. Y esos son bajos en grasa —Le recordé.
Abrió su boca para replicar, pero luego la volvió a cerrar y se encaminó hacia la panadería. Había vuelto a ser ella misma. Le tomó un tiempo regresar definitivamente. Algunos días, ella quería hablar sobre de Vladimir. Otros días, no podía soportar escuchar su nombre. A veces sus cambios de humor me desconcertaban. Verla con su cadera inclinada hacia la derecha con su mano apoyada en ella mientras esperaba impacientemente en la fila me hizo sonreír. Su chispa volvió. Un atractivo chico se dio la vuelta y la notó. Él le habló y parecía estarle ofreciendo que fuera primero. Pero ella no cedió y su postura permaneció firme. El chico se veía un poco decepcionado porque Anastacia rechazara su ofrecimiento.
No volvió a la normalidad por completo y probablemente nunca lo haría. La vieja Anastacia habría flirteado para conseguir estar de primera en la fila. Esta difícilmente puede estar junto a alguien del sexo opuesto.
—¿Está este asiento ocupado? —preguntó una caliente y sexy voz.
Aparté mi mirada y le sonreí a Yulia.
—Sí. La estoy guardando para mi sexy novia—Le respondí a modo de broma.
Yulia se sentó junto a mí y puso su brazo alrededor de mi cintura.
—Mmm, bueno, ella debió haber llegado más temprano. Si te duermes, pierdes.
Riéndome, me acurruqué contra ella.
—Sálvame de Anastacia. Trata de matarme a punta de compras.
—Imposible. Me he enterado que La Muerte siente algo por ti, por lo cual no puedes ser asesinada fácilmente.
Pellizqué su abdomen a través de su blusa. Se sintió tan bien estar cerca de ella y no tenerme que preocupar por nada más que cosas normales de adolescentes, como una mejor amiga que pronto me estaría mirando impacientemente con cara de reproche.
—¿Has averiguado algo acerca de Vladimir? —pregunté bajando la voz. Ella asintió.
—Sí. Umm, solo digamos que su muerte fue anormal… un evento único. Así que su retorno también es único.
—¿Qué? —pregunté, levantándome del asiento para poder leer su expresión.
Yulia se estiró y metió un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
—Sólo espera. Lo entenderás pronto.
—Ejem, discúlpenme mis tortolitas, pero este es un día de compras de emergencia y ya tengo nuestro combustible. Ahora, Yulia, necesitas irte y estar toda deslumbrante y sexy en otro sitio. Necesito toda la atención de Elena hoy —Anastacia había adquirido un tono mandón.
Yulia besó mi boca suavemente, luego acunó mi cara en sus manos y susurró: —Te amo —En mí oído antes de levantarse e irse, dejándome hecha un charco de pudín.
—Te veo luego, Anastacia. No la desgastes por completo —Bromeó Yulia mientras se daba la vuelta y se alejaba. Miré más allá de Anastacia, quien observaba su trasero asombrada. Levanté una de mis bolsas de compras y la golpeé suavemente en un costado.
—¡OYE! —Chilló mientras se alejaba.
—Deja de mirar el trasero de mi novia —Le repliqué.
Me di cuenta que quizás Anastacia solo rechazaba a las personas que mostraban interés en ella. Aquellas como Yulia, las que no veía como una traición hacia Vladimir, le prestaban atención.
Mordiendo su labio, ella trató de contener una sonrisa.
—Lo siento, es muy difícil no hacerlo.
—Bueno, inténtalo.
—Aguafiestas —Murmuró mientras tiraba de mi brazo.
—Caminemos y comamos. Quiero ir a ver si tienen un sostén strapless en Victoria’s Secret.
Protestando, dejé que tirara de mí y arranqué mi mitad de pretzel de su mano. Al menos tenía algo delicioso para soportar esta tortura.
Yulia
Fui a abrir la puerta de la habitación de Elena cuando alguien aclaró su garganta detrás de mí. No había sido cuidadosa y me había vuelto un poco… confiada, con lo de escabullirme en la habitación de Elena en las mañanas. Tendría que enfrentar las consecuencias por ese error. Dándome la vuelta, frente a la madre de Elena, de pie al final del pasillo con sus manos en sus labios y las cejas enarcadas. Su oscuro cabello rojizo un poco revuelto debido al sueño, pero ella ya vestía sus ropas de trabajo: pantalones de gimnasia y una camiseta. Con una mancha de café en ella.
—Buenos días —Traté de sonar lo más educada posible.
No era que ella pudiera evitar que viniese a la habitación de Elena cuando quisiera, pero yo seguía sin querer que ella fuera mi enemigo.
—Bueno días, Yulia. ¿A qué debemos esta temprana visita?
Esta vez yo aclaré mi garganta.
—Pensé en levantar a Elena. No quiero que ella se pierda su desayuno —Bien, eso sonó lamentable.
—¿De verdad? Bueno, solo para que aclaremos las cosas, me di cuenta que la novia de mi hija es… bueno… algo que no es exactamente humano. Pero todavía espero que sigas mis reglas.
—Por supuesto —Le respondí.
Me observó por un largo momento, luego, empezó a bajar las escaleras. Permanecí congelada sin estar segura si ella quería que me fuera o no.
Deteniéndose y mirando hacia atrás por encima de su hombro, me sonrió.
—Vamos. Te alimentaré mientras esperas —Luego continuó su descenso por las escaleras.
Sonreí a mí misma mientras la seguía, ¿Quién era yo para desobedecer a su madre?
Una vez llegamos a la cocina, su madre abrió un gabinete y sacó la mezcla para panqueques, un gran recipiente y una cuchara.
—Aquí. Lee las instrucciones y empieza a mezclar los ingredientes mientras caliento la parrilla —Me ordenó mientras empujaba los ingredientes en mis brazos. No planeé preparar el desayuno junto con la madre de Elena, pero había pasado tiempo desde que ella y yo hablamos.
Nuestra última conversación privada fue la noche en que hablamos del alma de Elena.
—La clave para hacer panqueques como le gustan a Elena es mucha mantequilla. Mantequilla real, hace que los bordes se doren.
Archivé esa pieza de información para usarla en futuras citas.
—Cuando ella era pequeña, yo hacía sus panqueques en forma de Mickey Mouse. Bueno, su cabeza al menos. Ella los amaba. Les hacía ojos, nariz y boca con frutas y luego lo cubría todo con jarabe.
Recordé aquellos ojos verdigrises, demasiados grandes para su rostro, estudiándome desde la cama del hospital el día en que había ido a hablar con ella. Ella había perdido todo su cabello y su cara era frágil y delgada, pero su mente era afilada como una tachuela. Después de ese día, siempre la recordé cuando caminé en las habitaciones de niños terminales para explicarles lo que estaba por venir. Su cara siempre vino a mi mente, y ahora me preguntaba qué había pasado con esa alma.
Su madre tomó el recipiente de mis manos. Afortunadamente, me las había arreglado para mezclar la leche, los huevos y la harina apropiadamente. Su asentimiento aprobatorio era una señal de ello.
—Entonces, Yulia Volkova, ¿Alguna vez vas a decirme qué eres exactamente?
Me había preguntado si ahora que Elena estaba en casa, sana y salva, libre de espíritus vudú que querían su alma, su madre alguna vez me cuestionaría lo que yo soy.
Aclarando mi garganta, apoyé mi cadera en contra del mostrador y crucé mis brazos encima de mi pecho. No estaba segura de si ella en verdad quería la respuesta a esta pregunta.
—Bueno, eso depende si realmente quiere que se lo diga. Tal vez es mejor que sólo sepa que voy a proteger a Elena por toda la eternidad. Ella nunca tendrá que temer a la muerte —Me detuve en esas últimas palabras y esperé.
Su madre acababa de verter un poco de mantequilla en la parrilla caliente, se congeló y lentamente bajó la cuchara y el recipiente al mostrador. Su cabeza giró en cámara lenta hasta que sus ojos se encontraron incrédulamente los míos.
—Estás diciendo… quiero decir… tú no puedes ser… estás diciendo… no, eso no puede ser posible —Negó con su cabeza y me dio una última fruncida de ceño antes de volver su atención de vuelta al panqueque en frente de ella. Ella lo deslizó en un plato y me lo pasó.
—El primero siempre es el mejor. ¿Por qué no lo tomas si… tú comes?
No oculté mi diversión mientras alcanzaba el plato.
—Sí, yo como. La eternidad sería terriblemente aburrida sin comida.
Capítulo XXIV
Yulia
La tenue tela de color rosa se balanceaba suavemente en sus piernas mientras ella venía hacia mí. Preferí observar su entrada en vez de acercarme a ella. Tacones plateados cubrían sus pequeños y delicados pies. El ruedo de su vestido rozaba la piel justo por encima de sus rodillas. La línea de su cintura estaba cubierta por un cinturón de gasa con una amplia faja de raso. Directamente encima de su corazón, el familiar corazón de filigrana brillaba mientras que la luz golpeaba sus pequeñas piedras rosas. El vestido no tenía tirantes por lo que la suave piel de sus hombros era visible, así como también la elegante curva de su cuello. Normalmente, disfrutaba ver su cabello suelto, pero tenía la masa sedosa de su cabello rojizo recogido en un elegante moño, dejando su cuello y hombros desnudos.
Cuando estuvo a unos pasos de distancia, me moví hacia ella y le ofrecí mi mano. Ella deslizó su mano en la mía y la conexión de nuestras palmas envió olas de calor por todo mi cuerpo. La luz que iluminaban sus ojos, hacía que el verdigris de ellos, brillara. Estaba sumergida en la profundidad de su belleza mientras ella me miraba. Después de tomar detalle de cada perfecta parte de ella mientras entraba, pareció casi imposible que su alma excediera se belleza exterior. Pero como yo me había empapado de la hermosa alma que veía tan claramente a través de sus ojos, sabía que sí era posible.
—Yulia, tenemos que estar en el escenario, mujer. Si ella ya está aquí, entonces vámonos.
Troy, mi baterista, me interrumpió. Con el ceño fruncido, rodé mis ojos para encontrarme con su mirada. Los largos cabellos rubios que volvían locas a las chicas, estaban peinados en una coleta. Estaba tentado a acercarme y arrancarlos de su cabeza.
Elena acababa de llegar. Su madre le había dado un aventón por mí. Ha estado pasando tiempo extra con Anastacia y su madre desde su regreso. Ambas parecían necesitar tranquilidad ya que ella se encontraba de hecho viva. Cuando el auto cayó al océano, perdió la memoria. Bueno, esa fue nuestra historia. Se cree que Aleksey se había ahogado. Además, los recuerdos sobre él se desvanecerían lo suficientemente pronto. Muchas personas ya lo estaban olvidando.
—Solo estoy diciendo que ya es hora —Se quejó Troy.
Elena rió detrás de mí.
—Está bien. Ve y rockea.
Deslicé mis manos entre las suyas y la empujé conmigo.
—No sin ti allá arriba, para que te pueda ver.
Este también era su baile de graduación, pero no me gustaba la idea de otros chicos bailando con mi chica. Ella se veía demasiado hermosa esta noche.
—Sin quejas de mi parte— dijo mientras me seguía.
Nos detuvimos a la izquierda del escenario y la besé suavemente en los labios. Solo quería darle un beso rápido, pero sus brazos se enrollaron alrededor de mi cuello y mordió mi labio inferior, por lo que decidí que la multitud podía esperar.
Tirando de ella contra mí, disfruté el dulce sabor que solo tenía Elena. Sus labios suaves se amoldaron debajo de los míos y luché por permanecer concentrada, esperando el momento en que su alma se liberara. Un suave gemido se escapó de su garganta y mi sangre empezó a hervir debajo de cada pequeña caricia de sus brazos y su lengua. La concentración se volvía cada vez más difícil. La presión de su suave pecho contra el mío me provocó un estremecimiento que corría a través de mí.
¿Por qué su alma no se había liberado aún?
No podía seguir con esto o todo pensamiento coherente me abandonaría. Calientes dedos rozaban mi abdomen mientras ella deslizaba una mano debajo de mi camisa.
Jadeando, me separé de ella y observé sus labios hinchados y rojos y sus pesados párpados.
—Tu alma. Ella no se está liberando —Me las arreglé para decir.
Corriendo su mano por mi pecho, me sonrió débilmente.
—También noté eso. ¿Por qué te detuviste?
¿Acaso la petición de Aleksey sobre su alma la había afectado? Sacudiendo mi cabeza, decidí que por el momento no me importaba. No iba a desperdiciar este inesperado regalo. La tomé de la mano y empecé a dar largas zancadas hacia el cuarto en donde estaban guardados nuestros equipos.
—¿Qué estás haciendo?
—Voy a disfrutar una larga sesión de besuqueo con mi chica. Eso es lo que estoy haciendo —Expliqué, entrando en la habitación y cerrando la puerta detrás de mí con mi pie.
—Oh—Jadeó antes de que la empujara contra la pared, presionándola contra el muro mientras ella enrollaba sus manos alrededor de mi cintura. Saboreé su boca como nunca antes lo había hecho, sin pensamientos de autocontrol rondando por mi cabeza. En lo único en que pensaba era en lo suertuda que era.
Elena
La banda de Yulia cantó cuatro de sus canciones más populares y la clase del 2012 de la preparatoria disfrutó cada minuto de ello. Solo tendríamos dos meses más hasta que camináramos a través del escenario y recibiéramos nuestros diplomas.
—Oye, hermosa. Eres la peor distracción que pueda imaginar —Me dijo Yulia en esa oscura y suave voz que tanto amaba.
McCubbin les decía a la multitud que regresarían después de un receso de quince minutos. Puse mis brazos alrededor de su cintura y descansé mi cabeza en su pecho.
—Chicos, tocaron asombrosos allá arriba —Les dije. Eché mi cabeza hacia atrás para estudiar su ridículamente perfecto rostro.
—Están un poco fuera de sí esta noche, pero creo que es por todas las chicas que gritan nuestros nombres y el hecho de que están tan cerca. Normalmente hay más distancia entre nosotros y ellos, y notar a quien pertenecen los gritos es difícil, por no decir imposible.
—Hmm, ¿Así que me estás diciendo que les interesan estás chicas?
Se encogió de hombros —En cierto modo.
—Podría presentarles a las chicas, si en verdad están interesados.
Yulia sacudió su cabeza.
—No, por favor, no lo hagas. Quiero mantener a estos chicos en una sección aparte de mi vida. No alrededor mío todo el tiempo. La última cosa que necesito es que uno de ellos empiece a salir con una chica de la escuela.
Me gustaba que esta parte de su vida estuviera a un lado, y aislada del resto. Ya compartía a Yulia con… la muerte. No quería compartirla con nadie más.
—¿Quieres bailar… o quizás… regresar a ese cuarto de almacenamiento? —preguntó abrazándome por la cintura.
—Sí al baile y sí al cuarto de almacenamiento. En ese orden por favor —Le respondí, sintiendo de nuevo mi piel calentarse ante el recuerdo de las manos de Yulia sobre mí.
No nos dirigimos a la concurrida pista de baile. Yulia me empujó contra ella y empezó a cantar en mi oído mientras dábamos vueltas alrededor en nuestro pequeño mundo privado, lejos del escenario y la multitud. Este era, por mucho, la mejor graduación a la que cualquier chica hubiera ido.
***
—¿No hemos estado ya en cada tienda de este centro comercial? —
Me quejé mientras mis pies empezaban a protestar. Anastacia me fulminó con la mirada y frunció el ceño.
—Necesitamos el vestido perfecto y los zapatos perfectos para usar debajo de nuestras togas de graduación. Tenemos que quitárnoslas y dirigirnos directamente hacia la fiesta que mi padre dará después de la ceremonia. Pensaría que con tu caliente novia rockera cantando en un escenario y un montón de chicas y chicos rodeándola, tal vez tú querrías verte sexy.
Yulia no solo había conseguido que Cold Soul cantara en nuestra graduación, sino que también había accedido a traerlos a la fiesta. Por supuesto, yo estaba más que segura que el padre de Anastacia les pagaría bien. Yulia tenía que pagarles algo a los chicos. Así era como se mantenían.
Me hundí en el banco más cercano y capté el aroma del queso fundido de los pretzels de la panadería en frente de mí. Era el olor más angelical que existía sobre la faz de la tierra.
—De acuerdo, si tú me compras uno de esos deliciosos pretzels rellenos de queso fundido, continuaré torturando mis pies en búsqueda de la perfección.
Anastacia rodó sus ojos.
—Está bien. Pero tienes que compartirlo. Huelen increíble y no necesito comerme uno entero yo sola. Lo último que necesito es engordar mientras buscamos vestidos.
Anastacia jamás había estado cerca a engordarse. Fue mi turno para rodar los ojos. La chica era una cabeza dura.
La pasé un billete de cinco euros y me recosté de nuevo en el asiento.
—Por favor, solo ve y compra uno grande. Demonios, compra dos. Me comeré uno y medio.
—No, no lo harás. Recuerda que tienes que verte increíble para tu caliente y sexy novia. Uno y medio de esos pretzels son miles de calorías, y no es un movimiento en la dirección correcta…
—Sólo son pretzels, Anastacia. Y esos son bajos en grasa —Le recordé.
Abrió su boca para replicar, pero luego la volvió a cerrar y se encaminó hacia la panadería. Había vuelto a ser ella misma. Le tomó un tiempo regresar definitivamente. Algunos días, ella quería hablar sobre de Vladimir. Otros días, no podía soportar escuchar su nombre. A veces sus cambios de humor me desconcertaban. Verla con su cadera inclinada hacia la derecha con su mano apoyada en ella mientras esperaba impacientemente en la fila me hizo sonreír. Su chispa volvió. Un atractivo chico se dio la vuelta y la notó. Él le habló y parecía estarle ofreciendo que fuera primero. Pero ella no cedió y su postura permaneció firme. El chico se veía un poco decepcionado porque Anastacia rechazara su ofrecimiento.
No volvió a la normalidad por completo y probablemente nunca lo haría. La vieja Anastacia habría flirteado para conseguir estar de primera en la fila. Esta difícilmente puede estar junto a alguien del sexo opuesto.
—¿Está este asiento ocupado? —preguntó una caliente y sexy voz.
Aparté mi mirada y le sonreí a Yulia.
—Sí. La estoy guardando para mi sexy novia—Le respondí a modo de broma.
Yulia se sentó junto a mí y puso su brazo alrededor de mi cintura.
—Mmm, bueno, ella debió haber llegado más temprano. Si te duermes, pierdes.
Riéndome, me acurruqué contra ella.
—Sálvame de Anastacia. Trata de matarme a punta de compras.
—Imposible. Me he enterado que La Muerte siente algo por ti, por lo cual no puedes ser asesinada fácilmente.
Pellizqué su abdomen a través de su blusa. Se sintió tan bien estar cerca de ella y no tenerme que preocupar por nada más que cosas normales de adolescentes, como una mejor amiga que pronto me estaría mirando impacientemente con cara de reproche.
—¿Has averiguado algo acerca de Vladimir? —pregunté bajando la voz. Ella asintió.
—Sí. Umm, solo digamos que su muerte fue anormal… un evento único. Así que su retorno también es único.
—¿Qué? —pregunté, levantándome del asiento para poder leer su expresión.
Yulia se estiró y metió un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
—Sólo espera. Lo entenderás pronto.
—Ejem, discúlpenme mis tortolitas, pero este es un día de compras de emergencia y ya tengo nuestro combustible. Ahora, Yulia, necesitas irte y estar toda deslumbrante y sexy en otro sitio. Necesito toda la atención de Elena hoy —Anastacia había adquirido un tono mandón.
Yulia besó mi boca suavemente, luego acunó mi cara en sus manos y susurró: —Te amo —En mí oído antes de levantarse e irse, dejándome hecha un charco de pudín.
—Te veo luego, Anastacia. No la desgastes por completo —Bromeó Yulia mientras se daba la vuelta y se alejaba. Miré más allá de Anastacia, quien observaba su trasero asombrada. Levanté una de mis bolsas de compras y la golpeé suavemente en un costado.
—¡OYE! —Chilló mientras se alejaba.
—Deja de mirar el trasero de mi novia —Le repliqué.
Me di cuenta que quizás Anastacia solo rechazaba a las personas que mostraban interés en ella. Aquellas como Yulia, las que no veía como una traición hacia Vladimir, le prestaban atención.
Mordiendo su labio, ella trató de contener una sonrisa.
—Lo siento, es muy difícil no hacerlo.
—Bueno, inténtalo.
—Aguafiestas —Murmuró mientras tiraba de mi brazo.
—Caminemos y comamos. Quiero ir a ver si tienen un sostén strapless en Victoria’s Secret.
Protestando, dejé que tirara de mí y arranqué mi mitad de pretzel de su mano. Al menos tenía algo delicioso para soportar esta tortura.
Yulia
Fui a abrir la puerta de la habitación de Elena cuando alguien aclaró su garganta detrás de mí. No había sido cuidadosa y me había vuelto un poco… confiada, con lo de escabullirme en la habitación de Elena en las mañanas. Tendría que enfrentar las consecuencias por ese error. Dándome la vuelta, frente a la madre de Elena, de pie al final del pasillo con sus manos en sus labios y las cejas enarcadas. Su oscuro cabello rojizo un poco revuelto debido al sueño, pero ella ya vestía sus ropas de trabajo: pantalones de gimnasia y una camiseta. Con una mancha de café en ella.
—Buenos días —Traté de sonar lo más educada posible.
No era que ella pudiera evitar que viniese a la habitación de Elena cuando quisiera, pero yo seguía sin querer que ella fuera mi enemigo.
—Bueno días, Yulia. ¿A qué debemos esta temprana visita?
Esta vez yo aclaré mi garganta.
—Pensé en levantar a Elena. No quiero que ella se pierda su desayuno —Bien, eso sonó lamentable.
—¿De verdad? Bueno, solo para que aclaremos las cosas, me di cuenta que la novia de mi hija es… bueno… algo que no es exactamente humano. Pero todavía espero que sigas mis reglas.
—Por supuesto —Le respondí.
Me observó por un largo momento, luego, empezó a bajar las escaleras. Permanecí congelada sin estar segura si ella quería que me fuera o no.
Deteniéndose y mirando hacia atrás por encima de su hombro, me sonrió.
—Vamos. Te alimentaré mientras esperas —Luego continuó su descenso por las escaleras.
Sonreí a mí misma mientras la seguía, ¿Quién era yo para desobedecer a su madre?
Una vez llegamos a la cocina, su madre abrió un gabinete y sacó la mezcla para panqueques, un gran recipiente y una cuchara.
—Aquí. Lee las instrucciones y empieza a mezclar los ingredientes mientras caliento la parrilla —Me ordenó mientras empujaba los ingredientes en mis brazos. No planeé preparar el desayuno junto con la madre de Elena, pero había pasado tiempo desde que ella y yo hablamos.
Nuestra última conversación privada fue la noche en que hablamos del alma de Elena.
—La clave para hacer panqueques como le gustan a Elena es mucha mantequilla. Mantequilla real, hace que los bordes se doren.
Archivé esa pieza de información para usarla en futuras citas.
—Cuando ella era pequeña, yo hacía sus panqueques en forma de Mickey Mouse. Bueno, su cabeza al menos. Ella los amaba. Les hacía ojos, nariz y boca con frutas y luego lo cubría todo con jarabe.
Recordé aquellos ojos verdigrises, demasiados grandes para su rostro, estudiándome desde la cama del hospital el día en que había ido a hablar con ella. Ella había perdido todo su cabello y su cara era frágil y delgada, pero su mente era afilada como una tachuela. Después de ese día, siempre la recordé cuando caminé en las habitaciones de niños terminales para explicarles lo que estaba por venir. Su cara siempre vino a mi mente, y ahora me preguntaba qué había pasado con esa alma.
Su madre tomó el recipiente de mis manos. Afortunadamente, me las había arreglado para mezclar la leche, los huevos y la harina apropiadamente. Su asentimiento aprobatorio era una señal de ello.
—Entonces, Yulia Volkova, ¿Alguna vez vas a decirme qué eres exactamente?
Me había preguntado si ahora que Elena estaba en casa, sana y salva, libre de espíritus vudú que querían su alma, su madre alguna vez me cuestionaría lo que yo soy.
Aclarando mi garganta, apoyé mi cadera en contra del mostrador y crucé mis brazos encima de mi pecho. No estaba segura de si ella en verdad quería la respuesta a esta pregunta.
—Bueno, eso depende si realmente quiere que se lo diga. Tal vez es mejor que sólo sepa que voy a proteger a Elena por toda la eternidad. Ella nunca tendrá que temer a la muerte —Me detuve en esas últimas palabras y esperé.
Su madre acababa de verter un poco de mantequilla en la parrilla caliente, se congeló y lentamente bajó la cuchara y el recipiente al mostrador. Su cabeza giró en cámara lenta hasta que sus ojos se encontraron incrédulamente los míos.
—Estás diciendo… quiero decir… tú no puedes ser… estás diciendo… no, eso no puede ser posible —Negó con su cabeza y me dio una última fruncida de ceño antes de volver su atención de vuelta al panqueque en frente de ella. Ella lo deslizó en un plato y me lo pasó.
—El primero siempre es el mejor. ¿Por qué no lo tomas si… tú comes?
No oculté mi diversión mientras alcanzaba el plato.
—Sí, yo como. La eternidad sería terriblemente aburrida sin comida.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Bueno chicas, no me queda más que darle las gracias una vez más por estar al tanto de esta historia que hoy, llega a su final. Me encanta que haya sido de su total agrado y no sin antes anunciarles que pronto, subiré la otra saga; si, el tercer libro de está interesante historia que la gran escritora Abbi Glines, supo redactar y en mi particular, envolver con sus personajes.
Hasta pronto chicas
A leer!!
Elena
La risa de mi madre subió por las escaleras mientras pesadamente abría mis párpados y observaba la alarma, la cual no había sonado esta mañana. Probablemente porque no la había programado, pero esos eran solo detalles. Una voz baja que no pude distinguir, serpenteó por las escaleras y el tono alto de la voz de mi madre se le unió. Ella no se encontraba en el teléfono. Alguien se encontraba aquí.
Sentándome derecha en la cama, cubrí mi boca. ¿Mi madre dejó que Boris pasara la noche aquí? En toda mi vida, ella nunca dejó que un novio durmiera en la casa. Desenredando mis piernas de las sábanas y deslizándolas por un lado de la cama, agarré mi corto albornoz amarillo y me precipité por la puerta para atraparla con las manos en la masa. No era que en verdad me importara. Tan solo sería divertido ver su cara ruborizada tratando de explicarme la situación. Corriendo por las escaleras, bajándolas de dos en dos, golpeé el último escalón y giré por la esquina y patiné hasta la cocina. Sentada en la mesa de mi cocina con un plato lleno de panqueques y tocino en frente de ella, estaba Yulia. Sus cabellos negros se encontraban perfectamente desordenados y la pálida blusa azul que le convencí de comprar hacía que sus ojos resaltaran y abrazaba su perfecta cintura. Un toque de humor iluminaba sus ojos y sus labios estaban contraídos en una pequeña sexy sonrisa que era increíblemente besable. Y esos labios eran exactamente lo que debería estar disfrutando esta mañana. La última vez que hablé con Yulia, me dijo que me levantaría con besos.
Deslicé mi mirada hasta mi madre, quien estaba sentada, sonriendo como si conociera un secreto mientras sostenía con sus manos lo que probablemente era su cuarta taza de café de hoy. Había peinado su cabello sin estilo detrás de sus orejas y sus gafas se encontraban en el puente de su nariz, como una profesora de escuela.
—¿Qué están haciendo? —pregunté incrédula.
—Desayunando y hablando. Lo que podrías estar haciendo si te hubieras levantado a tiempo —replicó mi madre con un poco de acidez en su tono. La sacaba de sus casillas que durmiera hasta tarde.
—Los panqueques están deliciosos, Elena. No puedo creer que no te levantes temprano para disfrutar esto cada mañana —dijo Yulia.
La fulminé con la mirada —¿Estás de su parte, entonces?
Ella asintió mientras llevaba otro pedazo a su boca. Traidora. Ella no pasó a mi habitación para levantarme porque prefirió comer los panqueques de mi madre.
—Espero que disfrutes tus panqueques. Iré a prepararme, ya que mi despertador no sonó. Deberías preocuparte por algo más —dije y luego me dirigí hacia las escaleras.
La risa ahogada de mi madre me dijo que quizás mi alarma se había descarrilado gracias a ella.
—Apestosos panqueques —Murmuré y me dirigí a la ducha.
***
Parecía como si sólo hubiese sido ayer cuando caminaba por este gimnasio por primera vez. La clase de Orientación de primer año había sido tan emocionante como aterradora. Anastacia y yo nos habíamos sentado en la cuarta fila de las gradas del lado izquierdo, tomándonos las manos fuertemente mientras el director nos daba la bienvenida y leía las reglas. Vladimir había ingresado tarde y se había sentado junto a mí. Todos éramos tan jóvenes. Conocí a Max ese día. Él era un estudiante de segundo año y se sentaba con el equipo de baloncesto. Vino hacia nosotros y se presentó con Vladimir. Le preguntó si planeaba unirse al equipo mixto. Él lo había visto jugar en la escuela intermedia. Ganamos el campeonato estatal el año anterior. Vladimir era así de bueno. Luego, Max le preguntó si yo era novia de la Vladimir y todas nos reímos como si esa fuera la cosa más divertida que habíamos escuchado. Dos semanas después, Max me pidió salir en nuestra primera cita.
Los recuerdos volaban por mi mente mientras veía a todos mis compañeros de clase. Todos usábamos la misma toga azul rey y todos teníamos la misma expresión. Alivio, emoción y un toque de incertidumbre. Entramos en este edificio sin saber en qué grupos encajaríamos, cuáles eran los mejores profesores y que almuerzos comeríamos en la cafetería. Ahora sabíamos todas esas cosas y más.
En mi último día en este gimnasio, estaba sentada en medio de dos de las personas más importantes de mi vida. Anastacia sostenía mi mano derecha y Yulia mi mano izquierda. Anastacia apretaba mi mano tan fuertemente que temía de sufrir pérdidas de sangre y Yulia acariciaba mi otra mano con su pulgar. Incluso sentada en medio de ellas, no podía evitar sentirme un poco sola. No teníamos una de las importantes piezas del rompecabezas. Vladimir también debía de estar aquí. Sabía que Anastacia pensaba lo mismo. Esa era la razón por la que no me quejé del hecho de que ella prácticamente trituraba los huesos de mi mano. Razoné que si mi mano derecha la ayudaba a pasar a través de todo esto, entonces, felizmente haría el sacrificio.
—¿Estás bien? —Susurró Yulia en mi oído.
Asentí y descansé mi cabeza encima de su hombro.
El orador invitado terminó su discurso seguido por Vera Brezhneva. Una vez que ella terminó, pasamos al escenario uno a la vez mientras éramos llamados por nuestros nombres para recibir nuestros diplomas. Silbidos retumbaban por el lugar cuando los estudiantes pasaban al escenario.
—Elena Katina.
Recibí un apretón tanto de la mano de Yulia como de la mano de Anastacia mientras me dirigía al escenario. Aplausos seguidos por un silbido de Yulia y un sonoro “Bravo” de Anastacia trajeron una sonrisa a mi cara. Mientras tomaba mi diploma, crucé el escenario y otro grito que venía de la parte de atrás de escenario captó mi atención. Observándome, vi a Max recostado contra la puerta, aplaudiendo y sonriendo abiertamente. Me pregunté si regresó porque sabía que me sería difícil la ausencia de Vladimir. Sonriendo en su dirección, hice mi camino fuera del escenario y me dirigí hacia mi asiento.
—Tienes un fan en la parte trasera —dijo Yulia en un frío y serio tono cuando me senté.
—Oh, no. Es sólo Maxim. No sabía que estaría aquí hoy.
La mandíbula de Yulia se tensó y se dio la vuelta para mirar en la dirección de Max. Oh, Dios, esto no era bueno. Una fría y celosa Yulia podría ser peligrosa. Tiré del brazo de ella.
—Está bien, de verdad. Pienso que probablemente vino porque Vladimir no está aquí. Para, tú sabes, mostrar condolencias. Ellos eran cercanos.
Los ojos de Yulia pasaron de estar enojados a estar visiblemente sorprendidos mientras su mirada se posó directamente sobre mi hombro. Curiosa, volteé mi cabeza y vi a un chico con cabello castaño oscuro, liso, y una camisa color turquesa, junto a Max. Hablaban y Max sonreía a lo que fuera que él le comentaba. Debió haber venido con un amigo. Luego, el chico se giró para mirar en nuestra dirección y una extraña paz vino sobre mí. Era una cosa extraña. No era algo que hubiera sentido con un extraño antes. Su mirada encontró la mía y sonrió. Luego volvió su atención a Anastacia, quien ni siquiera miraba en su dirección. Él casi tenía una expresión de reverencia en su rostro. Los observé un momento, luego me di la vuelta en mi asiento.
—Elena —Susurró Yulia.
—Mmm —Le respondí acercándome para poder escucharla mejor.
—¿Recuerdas cuando te dije que el retorno de Vladimir sería único?
—Sí.
—Bueno, él está de vuelta.
Frunciendo el ceño dejé que mis ojos se encontraran con los suyos.
—¿Quién está de vuelta?
Los ojos de Yulia se deslizaron hacia la puerta, donde estaban los chicos y luego se encontraron con los míos.
—Vladimir. Su alma está de vuelta.
F I N.
Hasta pronto chicas
A leer!!
Capítulo XXV [Final]
Elena
La risa de mi madre subió por las escaleras mientras pesadamente abría mis párpados y observaba la alarma, la cual no había sonado esta mañana. Probablemente porque no la había programado, pero esos eran solo detalles. Una voz baja que no pude distinguir, serpenteó por las escaleras y el tono alto de la voz de mi madre se le unió. Ella no se encontraba en el teléfono. Alguien se encontraba aquí.
Sentándome derecha en la cama, cubrí mi boca. ¿Mi madre dejó que Boris pasara la noche aquí? En toda mi vida, ella nunca dejó que un novio durmiera en la casa. Desenredando mis piernas de las sábanas y deslizándolas por un lado de la cama, agarré mi corto albornoz amarillo y me precipité por la puerta para atraparla con las manos en la masa. No era que en verdad me importara. Tan solo sería divertido ver su cara ruborizada tratando de explicarme la situación. Corriendo por las escaleras, bajándolas de dos en dos, golpeé el último escalón y giré por la esquina y patiné hasta la cocina. Sentada en la mesa de mi cocina con un plato lleno de panqueques y tocino en frente de ella, estaba Yulia. Sus cabellos negros se encontraban perfectamente desordenados y la pálida blusa azul que le convencí de comprar hacía que sus ojos resaltaran y abrazaba su perfecta cintura. Un toque de humor iluminaba sus ojos y sus labios estaban contraídos en una pequeña sexy sonrisa que era increíblemente besable. Y esos labios eran exactamente lo que debería estar disfrutando esta mañana. La última vez que hablé con Yulia, me dijo que me levantaría con besos.
Deslicé mi mirada hasta mi madre, quien estaba sentada, sonriendo como si conociera un secreto mientras sostenía con sus manos lo que probablemente era su cuarta taza de café de hoy. Había peinado su cabello sin estilo detrás de sus orejas y sus gafas se encontraban en el puente de su nariz, como una profesora de escuela.
—¿Qué están haciendo? —pregunté incrédula.
—Desayunando y hablando. Lo que podrías estar haciendo si te hubieras levantado a tiempo —replicó mi madre con un poco de acidez en su tono. La sacaba de sus casillas que durmiera hasta tarde.
—Los panqueques están deliciosos, Elena. No puedo creer que no te levantes temprano para disfrutar esto cada mañana —dijo Yulia.
La fulminé con la mirada —¿Estás de su parte, entonces?
Ella asintió mientras llevaba otro pedazo a su boca. Traidora. Ella no pasó a mi habitación para levantarme porque prefirió comer los panqueques de mi madre.
—Espero que disfrutes tus panqueques. Iré a prepararme, ya que mi despertador no sonó. Deberías preocuparte por algo más —dije y luego me dirigí hacia las escaleras.
La risa ahogada de mi madre me dijo que quizás mi alarma se había descarrilado gracias a ella.
—Apestosos panqueques —Murmuré y me dirigí a la ducha.
***
Parecía como si sólo hubiese sido ayer cuando caminaba por este gimnasio por primera vez. La clase de Orientación de primer año había sido tan emocionante como aterradora. Anastacia y yo nos habíamos sentado en la cuarta fila de las gradas del lado izquierdo, tomándonos las manos fuertemente mientras el director nos daba la bienvenida y leía las reglas. Vladimir había ingresado tarde y se había sentado junto a mí. Todos éramos tan jóvenes. Conocí a Max ese día. Él era un estudiante de segundo año y se sentaba con el equipo de baloncesto. Vino hacia nosotros y se presentó con Vladimir. Le preguntó si planeaba unirse al equipo mixto. Él lo había visto jugar en la escuela intermedia. Ganamos el campeonato estatal el año anterior. Vladimir era así de bueno. Luego, Max le preguntó si yo era novia de la Vladimir y todas nos reímos como si esa fuera la cosa más divertida que habíamos escuchado. Dos semanas después, Max me pidió salir en nuestra primera cita.
Los recuerdos volaban por mi mente mientras veía a todos mis compañeros de clase. Todos usábamos la misma toga azul rey y todos teníamos la misma expresión. Alivio, emoción y un toque de incertidumbre. Entramos en este edificio sin saber en qué grupos encajaríamos, cuáles eran los mejores profesores y que almuerzos comeríamos en la cafetería. Ahora sabíamos todas esas cosas y más.
En mi último día en este gimnasio, estaba sentada en medio de dos de las personas más importantes de mi vida. Anastacia sostenía mi mano derecha y Yulia mi mano izquierda. Anastacia apretaba mi mano tan fuertemente que temía de sufrir pérdidas de sangre y Yulia acariciaba mi otra mano con su pulgar. Incluso sentada en medio de ellas, no podía evitar sentirme un poco sola. No teníamos una de las importantes piezas del rompecabezas. Vladimir también debía de estar aquí. Sabía que Anastacia pensaba lo mismo. Esa era la razón por la que no me quejé del hecho de que ella prácticamente trituraba los huesos de mi mano. Razoné que si mi mano derecha la ayudaba a pasar a través de todo esto, entonces, felizmente haría el sacrificio.
—¿Estás bien? —Susurró Yulia en mi oído.
Asentí y descansé mi cabeza encima de su hombro.
El orador invitado terminó su discurso seguido por Vera Brezhneva. Una vez que ella terminó, pasamos al escenario uno a la vez mientras éramos llamados por nuestros nombres para recibir nuestros diplomas. Silbidos retumbaban por el lugar cuando los estudiantes pasaban al escenario.
—Elena Katina.
Recibí un apretón tanto de la mano de Yulia como de la mano de Anastacia mientras me dirigía al escenario. Aplausos seguidos por un silbido de Yulia y un sonoro “Bravo” de Anastacia trajeron una sonrisa a mi cara. Mientras tomaba mi diploma, crucé el escenario y otro grito que venía de la parte de atrás de escenario captó mi atención. Observándome, vi a Max recostado contra la puerta, aplaudiendo y sonriendo abiertamente. Me pregunté si regresó porque sabía que me sería difícil la ausencia de Vladimir. Sonriendo en su dirección, hice mi camino fuera del escenario y me dirigí hacia mi asiento.
—Tienes un fan en la parte trasera —dijo Yulia en un frío y serio tono cuando me senté.
—Oh, no. Es sólo Maxim. No sabía que estaría aquí hoy.
La mandíbula de Yulia se tensó y se dio la vuelta para mirar en la dirección de Max. Oh, Dios, esto no era bueno. Una fría y celosa Yulia podría ser peligrosa. Tiré del brazo de ella.
—Está bien, de verdad. Pienso que probablemente vino porque Vladimir no está aquí. Para, tú sabes, mostrar condolencias. Ellos eran cercanos.
Los ojos de Yulia pasaron de estar enojados a estar visiblemente sorprendidos mientras su mirada se posó directamente sobre mi hombro. Curiosa, volteé mi cabeza y vi a un chico con cabello castaño oscuro, liso, y una camisa color turquesa, junto a Max. Hablaban y Max sonreía a lo que fuera que él le comentaba. Debió haber venido con un amigo. Luego, el chico se giró para mirar en nuestra dirección y una extraña paz vino sobre mí. Era una cosa extraña. No era algo que hubiera sentido con un extraño antes. Su mirada encontró la mía y sonrió. Luego volvió su atención a Anastacia, quien ni siquiera miraba en su dirección. Él casi tenía una expresión de reverencia en su rostro. Los observé un momento, luego me di la vuelta en mi asiento.
—Elena —Susurró Yulia.
—Mmm —Le respondí acercándome para poder escucharla mejor.
—¿Recuerdas cuando te dije que el retorno de Vladimir sería único?
—Sí.
—Bueno, él está de vuelta.
Frunciendo el ceño dejé que mis ojos se encontraran con los suyos.
—¿Quién está de vuelta?
Los ojos de Yulia se deslizaron hacia la puerta, donde estaban los chicos y luego se encontraron con los míos.
—Vladimir. Su alma está de vuelta.
F I N.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires
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Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Hay q buen final, estoy ansiosa por leer la 3 parte q tranquilidad q anastasia volverá a tener a su amor eso hacia falta. Gracias por darnos tan maravillosas juristas historias
Fati20- Mensajes : 1370
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 32
Localización : Venezuela
Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Aahhww que cosa mas buena, ansío leer la continuación. Tremenda historia.
Aleinads- Mensajes : 519
Fecha de inscripción : 14/05/2015
Edad : 35
Localización : Colombia
Re: PREDESTINED (by Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER
Me encanta esta historia
ccdkatina- Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 23/12/2015
Edad : 40
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