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INCESANTE (by: Abbi Glines) // RAINBOW.XANDER

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Mensaje por Fati20 3/22/2020, 12:57 am

Hay la pobre jul le tocara sufrir Sad pero lena la ama y la escojera
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/22/2020, 5:46 pm

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Capítulo XIII




Yulia

El alma que amenazaba mi éxito recuperando a Elena apareció caminando fuera de su dormitorio mientras yo esperaba a que ella saliera. Levanté mi pierna sobre mi Harley y me puse de pie. ¿Qué demonios hacía él en su dormitorio?

—Viktoria —dije en voz baja, sabiendo que me escucharía sin importar dónde se encontraba. Miré hacia la ventana de la habitación de Elena y parecía tener una buena razón para la tonta sonrisa en su cara. Ambas manos se volvieron puños y me dirigí hacia él. No estaba segura de lo que iba a decir o hacer pero tenía que saber porque estuvo en su habitación.

—Guau, disminuye la velocidad, vaquera. ¿A dónde vas? —Viktoria me agarró del brazo cuando apareció a mi lado.

—A patear su arrepentido trasero —contesté y sacudí mi brazo de su agarre.

—No, no lo harás. Se supone que esto debe suceder, ¿Recuerdas? Sus almas tienen que conectarse, Yulia. Tranquilízate de una jodida vez.

Lo sabía. Lo odiaba, pero lo sabía —¿Por qué está saliendo de su dormitorio tan temprano en la mañana y en donde estabas tú, de todos modos?
Viktoria sonrió —Estoy segura de que no es nada parecido a lo que estás pensando. Elena ni siquiera está interesada en él. Y en cuanto a donde estaba… digamos que tu baterista es un chico feliz esta mañana.

—No te dejes llevar de nuevo. No puedes encariñarte, Viktoria —advertí. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando la puerta de su edificio se abrió y Elena salió. Mi corazón saltó contra mi pecho por ella. Llevaba un par de pantalones demasiados cortos como para que los usara en público y su camiseta no dejaba nada a la imaginación. La vi fruncir el ceño y seguí su mirada al chico que estaba esperándola. Al diablo las reglas. No me quedaría de pie aquí y la dejaría irse con él, especialmente vestida así.

—No, Yulia —gritó Viktoria detrás de mí, pero la ignoré y seguí caminando. No necesitaba un sermón cuando había estado jodiendo con el baterista, otra vez.

La mirada de Elena giró y sus ojos se encontraron con los míos. Una pequeña sonrisa tocó sus labios y mi pecho quería explotar en señal de alegría. Estaba feliz de verme. No le sonreía a él. Me sonreía a mí.

—¿Yulia? —La sorpresa en su voz fue acompañada por un brillo de satisfacción en sus ojos.

—Buenos días —contesté tratando de pensar en una manera de convencerla a entrar y cambiarse sin sonar como una idiota.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Esperando verte.

Sus ojos se abrieron ampliamente y descubrí que involuntariamente hablé de nuevo con su alma. Tenía que dejar de hacer eso.

—Me levanté temprano y pensé en pasar por aquí y ver si querías desayunar conmigo.

Su sonrisa se desvaneció mientras su cerebro trabajaba a través de la confusión por haberme oído en su cabeza.

—¿Elena? ¿Vienes? —preguntó Maxim, manteniendo su distancia de nosotras. Lo puse nervioso, podía sentir su miedo.

Elena frunció el ceño y miró por encima de su hombro —¿Ir a dónde?

Esa es mi chica. Buena respuesta.

—Pensé que iríamos a tomar un café y hablar, mientras ellos ya sabes… —Y apuntó hacia su cuarto.

Elena me miró y consideré seriamente la mendicidad. Ella apretó los labios y luego volvió los ojos hacia Maxim.

—Uh, en realidad pensé que ya te ibas. Estoy segura de que Leonid encontrará una manera de regresar. Anastacia tiene un coche.

Me elegía a mí. La necesidad de extender mi mano y abrazarla para enviarle una posesiva advertencia al chico era abrumadora, pero me mantuve a raya.

—¿Te vas con ella? —preguntó con rudeza. Entrecerré mis ojos en su dirección y se puso rígido. Sí, esto era mejor que la advertencia.

—Sí, Maxim, yo… eso no es asunto tuyo.

La estaría besando tan pronto como el infierno nos dejara solas. Maxim abrió la boca y un gruñido salió de mis labios. Se detuvo. Chico inteligente. Sacudiendo la cabeza, dio media vuelta y se alejó.

Alargué mi mano y entrelacé mis dedos con los de ella —Vamos a comer.

Sonrió viendo nuestras manos y luego miró hacia mí —Está bien. ¿A dónde?

La acerqué más a mí —A donde quieras.

Miró alrededor y vio mi Harley aparcada al otro lado de la calle.

—¿Vamos a subir en eso? —preguntó.

—Sí, ¿te parece bien? Te prometo que estarás completamente segura.

Se mordió el labio inferior varias veces mientras contemplaba la Harley. Finalmente, asintió —Sí, está bien, vamos.

Había traído conmigo un casco por si acaso accedía a acompañarme. Tirando de él desde el compartimiento trasero, lo puse en su cabeza y se lo até. Ella era adorable. En serio, debí haberle conseguido uno de estos antes. Se hubiera visto sexy montando conmigo cada mañana.

—¿Cómo me veo? —preguntó.

—Buena y ardiente.

Un rubor cubrió sus mejillas y agachó la cabeza para ocultarlo. Subí a la motocicleta y sostuve mi mano hacia ella

—Ven aquí.

Deslizó su mano junto con la mía y la agarré mientras levantaba su pierna por encima de la motocicleta, deslizándose contra mi espalda. Cuando deslizó su brazo alrededor de mí y sus manos se agarraron con fuerza de la camiseta que cubría mi estómago cerré los ojos y suspiré. Sí, esto era bueno. Realmente bueno.

Elena

Montar en la parte trasera de una motocicleta presionada fuertemente contra Yulia Volkova era una de esas experiencias que todas las mujeres deberían tener antes de morir. Nada comparado con ella. Un olor exótico que sólo era suyo invadió mis sentidos. Mis manos y palmas se mantenían rozando su abdomen y, oh, su abdomen es candente. A diferencia de otros abdómenes que había visto, el suyo era muy, muy firme.

Luché contra la necesidad de deslizar mis manos debajo de su blusa sólo para ver cómo se sentía su piel perfecta cubriendo su estómago. Por desgracia, nuestro viaje terminó demasiado pronto. Yulia detuvo la motocicleta en un pequeño café que tenía un cartel anunciando su menú de desayuno al aire libre en una pizarra.

Yulia descendió de la moto y me ayudó a bajar. Yo estaba un poco inestable, pero todo salió a mi favor porque ella tomó mi cintura y me recargó contra su hombro. Ahora sabía cómo se sentía. Estaba muy emocionada por conseguir estar así de cerca.

—Me gustó eso… y mucho —dijo con un susurro sexy y bajo.

Tragué con dificultad y asentí. Bien, yo podría ser honesta. También me gustó mucho.

—Sí, a mí también —Miré hacia su estómago. Tenía muchas ganas de verla desnuda.

—¿Qué estas mirando, Elena? —El tono divertido de su voz no ocultaba el hecho de que estaba excitada.

Decidí  ser  valiente  —Me  preguntaba  como  se  ve  tu  estómago. Después de nuestro paseo tengo algunas ideas pero… —Me interrumpió.

Las manos de Yulia apretaron mi cintura y respiró profundamente —Si quieres que me quite la blusa estaré más que feliz de hacerlo. Sin embargo, ¿Podemos hacerlo cuando no haya gente alrededor de nosotras?

Asentí y presioné mis labios para evitar reírme. Le pedí a una mujer que se quitara la blusa. ¿Alguna vez hice algo así? Sencillamente se me escapó.

Ella tomó mi mano y entramos en el pequeño y lindo café envuelto en deliciosos aromas. Yulia eligió una mesa para dos en un rincón. Sacó la silla para mí y estaba segura que nadie me había hecho eso antes. Una vez que estuvo sentada se inclinó hacia el frente y sus ojos azules parecían a punto de tener esa mirada brillante que ella casi siempre tenía.

—No sé cómo voy a comer ahora. Todo lo que puedo pensar es que tú quieres que me quite mi blusa.

Riendo tontamente, me cubrí la boca y miré alrededor. El lugar estaba lleno, pero no demasiado. Teníamos un poco de intimidad donde nos encontrábamos sentadas.

—Lo siento. No debí haber dicho nada.

Los ojos de Yulia se dilataron, se acercó y tomó mi mano —No, si quieres algo, pídemelo. Lo que sea.

Umm. Bien, Uh. Eso fue un poco intenso. Pero comenzaba a acostumbrarme a la intensidad de Yulia. Definitivamente, ella estaba interesada en mí. No había duda. Me gustó mucho saber que yo le gustaba. Maxim no tenía ninguna posibilidad contra esto.

—¿Puedo ofrecerle algo de beber? —preguntó una voz alegre y tiré mi mano hacia atrás, sorprendida por la interrupción.

—¿Elena? —preguntó Yulia mirándome en lugar del mesero. Levanté mi atención al chico que no me miraba en absoluto. Él se comía a Yulia con los ojos. No podía culparlo. Ni un poco.

—Jugo de naranja, por favor —asintió y luego escribió mirando nostálgicamente a Yulia.

—Leche —respondió ella todavía observándome.

—Aquí están sus menús. Volveré en unos minutos para tomar su orden —dijo a Yulia, quien lo ignoró.

—Gracias —contesté.

Se fue y volví a mirar a Yulia —Me estás poniendo nerviosa —dije.

Frunció el ceño y se recostó en su asiento —Lo siento.

Estupendo. Ahora parecía preocupada. ¿Cómo alguien puede hace un minuto ser fuerte e intocable y en al otro segundo podía sentirse sensible y herida? Ella era una gran contradicción.

—No te disculpes. No he podido bañarme y no tengo nada de maquillaje. No esperaba verte esta mañana, cuando Anastacia me echó del dormitorio sin nada más que esta ropa para ponerme.

Yulia sonrió —Te ves perfecta. Siempre lo haces —Luego hizo una pausa y se inclinó de nuevo— ¿Por qué te echó Anastacia?

—Leonid vino a disculparse esta mañana. Nos despertó golpeando la puerta. Maxim estaba con él. De todos modos, no estoy segura de lo que le dijo para hacer que nos echaran. Estoy bastante segura de que iban a estar muy ocupados, por eso me lanzó la ropa y me dijo que me fuera.

—Eso explica lo de esta mañana. Me preocupaba que tuviera un poco de competencia.

¿Una competencia? ¿Por mí?

—No, ahora mismo me interesa pasar más tiempo contigo que con ellos.

La sonrisa de satisfacción que iluminó su rostro era digna de presumirse. Nuestras bebidas se colocaron delante de nosotras y noté que no había visto aún el menú. Yulia explicó que necesitábamos unos minutos más.
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Mensaje por Fati20 3/22/2020, 6:39 pm

Hay me encanta como se adoran julia es irresistible y el alma de lena la ama y no la olvida
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Mensaje por Aleinads 3/22/2020, 7:14 pm

Me preocupa que Yulia sufra por acercarse a Lena, pero esta demasiado intenso esto!
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/22/2020, 11:16 pm

#quédateencasa#quédateencasa
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Capítulo XIV



Elena

Me las arreglé para despertarme con la alarma del reloj esta mañana, así que tuve tiempo para pasarme por la cafetería. También estaría más espabilada en clases. Anastacia seguía durmiendo cuando me fui. Su primera clase del día empezaba a las once, por lo que podía dormir hasta tarde. Desafortunadamente, no fui bendecida con una de esas en mi horario.

Después de pasar la mañana del sábado con Yulia, había ido a la biblioteca y encontrado los otros libros que necesitaba para mi clase de Literatura. Luego la llamé temprano en la noche. Anastacia salió con Leonid y no regresó hasta las siete de la mañana del domingo. Me desperté nuevamente demasiado temprano para un fin de semana. Insistió en que pasáramos el día comprando ropa interior y zapatos nuevos.

Me había enviado mensajes con Yulia, y me llamó una vez, pero no la había visto. No es que ella no lo intentara. Sencillamente, Anastacia consumió mi domingo entero. Entonces, esa noche, cuando salió de nuevo con Leonid, Yulia no apareció. Al menos me fui temprano a la cama.

La fila en la cafetería no se movía muy rápido. Miré al móvil para ver la hora. Tenía quince minutos. Desde aquí, tardaría unos cinco, así que me daría tiempo a llegar.

Finalmente, el chico que estaba delante de mí se movió. Sostenía dos tazas de café y me sonreía. Le devolví la sonrisa y esperé a que se fuera para poder acercarme y pedir mi dosis de cafeína matutina. Pero no se movía. Me tendió una de las tazas de café. ¿Qué hacía? ¿Estaba compartiendo? Umm, no, gracias. Era bastante quisquillosa con mi latte.

—Latte de caramelo con crema batida. Justo para ti —dijo el feliz desconocido. ¿Cómo supo lo que pediría? ¿Y por qué me lo pidió? ¿Era un acosador? ¿Debería llamar a la policía?

—Siguiente, por favor —dijo el chico que estaba detrás del mostrador con un tono irritado. Estábamos deteniendo el avance.

—Cógelo. El chico lo acaba de hacer. No puedo beberme los dos — La sincera amabilidad en sus ojos me compró. Tal vez era un adivino afortunado. O tal vez debería llamar a la policía.

Acepté la taza de su mano y salí de la fila. La chica que estaba detrás de mí suspiró en voz alta y murmuró—: Por fin. Gracias.

Tomé un sorbo y noté que era exactamente como me gustaba. Debería al menos agradecerle y ser educada. Reconsideraría la orden de alejamiento más tarde.

—Umm, gracias. No estoy segura de cómo supiste lo que quería, pero gracias. Llego tarde a clase, así que esto ayuda.

—¿Puedo acompañarte? —preguntó mientras se movía conmigo hacia la puerta.

—Uh, sí, supongo. ¿Vas allí? —pregunté mientras se ponía a mi lado.

Rió suavemente y se me puso la piel de gallina. No era una buena señal. Paré de beber mi café. Algo estaba fuera de lugar.

—Sólo vivo aquí —Fue su respuesta. Un asesino en serie en cuyas garras podría haber caído— Tengo que admitir que hice una educada suposición con tu café y tuve suerte. Trataba de impresionarte con mi caballerosidad. En cambio, parece que te he asustado. No quería hacerlo.

Era observador. Le concedía eso. Asintiendo, seguí sin beber. Toda esta situación empezaba a molestarme. No tenía un café que pudiese tomarme sin peligro y llegaría tarde a clase si este tipo no me dejaba en paz.

—Tenía curiosidad. ¿Sales con alguien? —Bueno, era atrevido. Podía mentir y enviarlo a paseo o contestar honestamente y correr hacia mi edificio.

—Umm, no es de tu incumbencia, pero no —¿Debería correr ahora?

—Entonces, ¿tú y Yulia, quiero decir, Yulia Volkova no salen juntas? —Espera… ¿qué? ¿Cómo sabía sobre Yulia? ¿Era un fan? Tal vez era un acosador suyo.

—Uh, no. Sólo nos conocemos —respondí acelerando el paso. El chico se detuvo y pensé que me había librado de él hasta que lo oí corriendo para ponerse a mi lado.

—¿No le conociste antes de la Universidad? ¿En el instituto? —¿Qué pasaba con las preguntas de este chico? Oh. Preguntas… era reportero de una de esas revistas de chismes. Tenía que ser eso. No me había dado cuenta todavía de que Cold Soul eran tan importantes. Estaba siendo acosada por un paparazzi.

—Escucha, acabo de conocer a la chica. No sé nada sobre ella. Déjame en paz —Me quebré y le devolví el café antes de darme la vuelta y echar a correr para cruzar la calle antes de que el semáforo se pusiera en rojo. Tenía que contarle esto a Yulia. O a Yulia… ¿Cuál era su verdadero nombre?

—Vaya, Lena. ¿De quién estás escapando? —preguntó Viktoria, adelantándome cuando llegué al edificio de Ciencias.

—De un imbécil entrometido. Creo que era un reportero de alguna revista de chismes. Me estaba preguntando sobre mi relación con Yulia.

El divertido humor de Viktoria se desvaneció y volvió la cabeza hacia la calle que acababa de cruzar. Apareció una mueca en su cara. Miré hacia atrás y por supuesto, ahí estaba todavía el chico mirándonos, ambas manos sosteniendo tazas de café.

—¿Lo conoces? Porque me ha puesto los pelos de punta.

Viktoria sacudió la cabeza —El chico Vudú no sabe cuándo retirarse.

—¿Chico Vudú? —pregunté confundida.

Viktoria volvió su mirada hacia mí —Nada. Es agua pasada. Vamos, tenemos una clase juntas. Esto será divertido. Oh, y toma esto. Es de la chica amorosa —Puso una mochila entre mis brazos.

—¿Qué es esto? —pregunté confundida.

—Necesitabas un portátil y Yulia te lo da. Vamos —dijo Viktoria dándose la vuelta en sus botas de combate de cuero negro y caminando hacia el edificio. Tuve que correr para mantener su ritmo.

Olvidé que ella mencionó que me dejaría usar su otro portátil. Esto haría mi semana mucho más fácil. Mamá todavía no había conseguido suficiente dinero como para comprarme uno. Me aseguraría de agradecerle apropiadamente en cuanto le viera.

Tenía la esperanza de ver a Yulia esta mañana, pero no había manera de que tuviéramos más de dos clases juntas. Por lo menos tenía a Viktoria en esta. Bueno… tal vez eso no era algo bueno. Podía terminar distrayéndome más que nada.

De hecho, coqueteó con el profesor. Mucho. Tanto, que le hizo ruborizarse varias veces. El hombre tartamudeó durante la mayor parte de la clase. Fue más divertido que cualquier otra cosa. No aprendí nada. Al menos nos dio algunas referencias y un página web con las asignaciones de esta semana.

—No me lo puedo creer —dije, riéndome mientras íbamos a la residencia. Tenía tres horas antes de tener Cálculo con Yulia.

Viktoria se encogió de hombros —¿Qué? Era lindo. Del tipo nerd tranquilo. Me gusta meterme con ellos. Además, esa mierda era aburrida. Tengo mejores cosas que hacer.

—Si quieres aprobar esta asignatura tendrás que prestarle más atención a lo que dice que a cómo hacerle sonrojar —Aunque fuese divertido.

—Cambio de tema. El chico de esta mañana. Mantente alejada si lo ves otra vez.

¿Lo conocía? Su comentario sobre “chico Vudú” me había preocupado, pero Viktoria estaba muy rara y me dijo que lo olvidase. Ahora, eso me preocupaba —¿Es peligroso? —pregunté mirando hacia atrás para ver si nos seguía. Tal vez esa llamada a la policía no hubiera sido tan mala idea.

—No te hará daño. Créeme. Sólo evítalo. Desaparecerá muy pronto.

Debía ser un paparazzi, tal y como asumí. La cantante principal de Cold Soul no podría mantener su interés por mucho tiempo. No cuando existían estrellas de cine con mal comportamiento a las que seguir.

Cuando doblamos la esquina y la parte delantera de nuestro dormitorio quedó a la vista, vi a Yulia apoyándose en su motocicleta con los brazos cruzados, hablando con un par de chicos. No parecía interesada y sus ojos inmediatamente encontraron los míos. No les dijo nada mientras se enderezaba y se alejaba de ellos para acercarse a mí. Así era como quería que actuara la persona con quien consideraba salir cuando otras chicos y chicas coqueteaban con ella. No podía mantener la sonrisa tonta alejada de mi cara.

—Parece que tu enana está esperando por tu regreso.

Yulia

Si tenía un tiempo limitado antes de que el alma de Elena empezase a conectarse con la de Maxim, entonces me aseguraría de que no me pudiese sacar de la cabeza. Había pasado toda la mañana planeando nuestra tarde. Ahora, sólo tenía que conseguir que aceptase.

Viktoria murmuró—: Elena consiguió un café esta mañana —Mientras pasaba junto a mí en su camino hacia la residencia.

No necesitaba una explicación. Se lo advertí a Aleksey, pero necesitaba hacer realidad mi advertencia. Ella no lo recordaba. Su tiempo había terminado. Que permaneciera cerca sólo la confundiría.

—Hey —dijo Elena a modo de saludo. Se detuvo frente a mí. No parecía triste o asustada. Lo que sea que Aleksey le dijo no tuvo efecto. Ghede seriamente debía conseguirle a su hijo un pasatiempo. Elena ya no estaba disponible para su entretenimiento.

—Buenos días. ¿Cómo fue la clase?

Se encogió de hombros y una divertida sonrisa apareció en su cara.

—Viktoria tuvo al profesor hecho un manojo de nervios con su coqueteo.

Dejen a Viktoria causar un gran revuelo a donde quiera que vaya —¿En serio? Me imagino que disfrutaste del espectáculo.

Elena dejó escapar una pequeña risa —Sí. Probablemente no debería, pero fue demasiado divertido como para ignorarlo. Pero fue mucho más fácil tomar apuntes con el portátil que me enviaste. Muchas gracias. Prometo cuidarlo bien.

—¡Yulia Volkova! Oh, vaya, te vi la semana pasada en el Club Butter. Estuviste asombrosa —Una chica se paró en frente de Elena y posó su mano en mi brazo mientras empezaba a parlotear sobre algo más. Alcancé su muñeca y quité su mano de mi cuerpo, entonces agarré la mano de Elena y la atraje hacia mí.

—Gracias, me alegro de que te gustase el espectáculo. Si nos disculpas, teníamos una conversación privada —informé. Movió sus ojos de mí a Elena y una sonrisa poco impresionada distorsionó su cara. Deslicé la mano alrededor de la cintura de Elena y la atraje más cerca. Vino de buena gana.

—Oh, bueno, cuando quieras un poco más de emoción me puedes encontrar justo ahí —Señaló la residencia. Elena vivía en el mismo edificio. Necesitaba hacerle saber a Viktoria que esta chica podía ser vengativa.

—Estoy segura de que nunca ocurrirá —contesté.

La chica se dio la vuelta y se marchó, enfadada. No estaba acostumbrada a que la rechazaran.

—¿Qué pasa con ella? Va detrás de todas las personas con los que salgo.

La respuesta de Elena hizo que me tensara. ¿Con qué otra gente salía ella? No era consciente de que salía con alguien más que Maxim. ¿Viktoria me ocultaba algo?

—¿De verdad? —Me las arreglé para preguntar en voz normal. La ira y los celos me estaban aplastando. Elena no podía ver eso.

—Sí, de verdad. Pero al menos tú no coqueteaste con ella delante de mí. Maxim hizo planes con ella durante una cita conmigo. No me importó exactamente, pero fue un poco vergonzoso. No hizo nada por mi ego.

Él era un idiota. ¿Cómo podía ser su alma gemela? No eran compatibles. Estaba lejos de ser digno —El chico es idiota. No hay comparación entre ustedes. No puede competir contigo.

Elena respiró hondo y se volvió para mirarme —Vale, sí, eres muy buena en esto, Yulia Volkova. Muy buena.

—Me alegra que te gustase el portátil. Puedes usar la mochila para llevar tus otros libros. ¿Eso quiere decir que vendrás a clase conmigo? — pregunté sacando su casco.

La esquina de su boca se curvó y alcanzó el casco —Gracias. Lo haré y, sí, creo que voy a aceptar ese aventón.

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Mensaje por Fati20 3/22/2020, 11:50 pm

Alexsey es necio también, ah no te contestamos lo q nos habías preguntado yo soy de Venezuela y ya tenemos 1 semana en cuarentena, lo único positivo de esto es poder leer y q scribd dio 1 mes gratis de sus libros es genial. Aquí aun no está la cosa muy mal no hay muertos
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Mensaje por Aleinads 3/23/2020, 12:57 am

Ayyy que bueno leer otra vez xD Aquí en Colombia estamos en simulacro hasta el martes, que comienza la "cuarentena" de 19 días.
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/23/2020, 8:03 pm

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Capítulo XV




Elena

Tenía una cita con Yulia. Una cita de verdad, no un desayuno improvisado,  una  cita  real.  Sólo  nosotras.  Estaba  tan emocionada y nerviosa. Sin embargo, no estaba segura de que ponerme. Así es como debió haberse sentido Anastacia cuando planeaba salir con Leonid.

—Puedes usar los shorts y sujetador, pero estoy pensando que la ropa será necesaria para dónde vas a ir esta noche —dijo Viktoria mientras entraba en la habitación a través de nuestro cuarto de baño contiguo sin llamar.

—Graciosa —le contesté frunciéndole el ceño— No puedo decidir qué ponerme. Me dijo que podía vestirme como yo quisiera, pero eso no es muy útil.

—Estoy segura a que no se refería a que usaras poca ropa —Viktoria arrastró las palabras mientras se dejó caer sobre mi cama.

—¿Tú crees? Gracias por la pista. Pensaba en desfilar en mi ropa interior toda la noche.

Viktoria se rió.

—Pensándolo bien, probablemente le gustaría. Sin embargo, me inclino por usar más ropa.

—¿Debo llevar ropa casual o elegante? ¿Cuál preferirá? —Le pregunté a Viktoria escaneado mi armario limitado.

—¿Quieres mi sincera opinión?

Eché un vistazo hacia ella por encima de mi hombro.

—Sí, la quiero. La conoces mejor que yo

—Viktoria asintió con la cabeza a los tacones rosa.

—Está bien, usa ese vestido rosa con esos tacones de color rosa. Será un charco a tus pies.

¿El vestido rosa? ¿En serio? Ni siquiera estaba segura de por qué tenía ese vestido. Nunca lo usé antes. Llegué a la percha y lo saqué. Era sexy y a la vez inocente. Podría ser un poco elegante, pero ella no dijo que no podría usar algo elegante. Recordé cómo ella recogió esos tacones y los mantenía como si fueran preciosos. Tal vez tenía algo con los tacones de color rosa.

—Si te pones eso ella no será capaz de concentrarse. Puedo apostártelo.

Viktoria le conocía bien. Me quedé con su opinión.

—Está bien. Si tú lo dices.

Dos horas más tarde estaba depilada, desplumada, vestida y lista cuando alguien llamó a mi puerta. ¿Quién era? Tenía que encontrarme con Yulia en la sala en cinco minutos. Anastacia seguía con Leonid. Habían acordado comer juntos, según sus muchos mensajes de texto. Viktoria me había sacado de apuros después de que empecé a pintar mis uñas de los pies. Ella me ayudó lo más que había podido.

Abrí la puerta y Yulia se quedó allí, en un par de pantalones color negro, una blusa blanca de vestir y, por supuesto, sus botas, con una docena de rosas rojas. Se quedó con la boca abierta. Su expresión de sorpresa cuando vio lo que llevaba puesto no me pasó desapercibido. ¿Qué era lo que le sorprendió? ¿Qué podía vestirme bien?

—Elena, tú, uh, guau. Yo, me gustas mucho en rosa.

Me encantó ese lado de ella. El lado no tan fresco y confiado. El que era vulnerable. Señalé las rosas.

—¿Son para mí?

Miró las flores olvidadas en la mano y se echó a reír.

—Sí, lo son —Las ofreció para que yo las tomara y me di cuenta que era la primera vez. Nadie jamás me había comprado rosas fuera de una graduación.

—Gracias —le contesté dando un paso atrás para dejarle entrar. Si hubiera sido vista en la sala, entonces alguien le hubiera dicho algo a estas alturas. Quería poner mis primeras rosas en agua antes de irnos y dejarlas en la sala era una mala idea. Podrían llevárselas. No tenía un florero aquí. Recorrí la habitación para encontrar algo en que poner mis rosas.

—¿Qué hay de esto? —dijo Yulia caminando hacia mi mesa y tomando un lapicero vacío que Anastacia insistió en que compráramos para que coincidiera con nuestros otros artículos de escritorio. Era perfecto.

—¡Sí! Finalmente resulta útil —Tomé la lapicera y fui al cuarto de baño para limpiarlo y llenarlo con agua. Cuando entré a la habitación Yulia estaba de pie frente a mi tablón de anuncios, mirando las fotos que yo había clavado allí desde el instituto. Varias tenían a Vladimir en ellas. Pocas tenían a mi madre, pero la mayoría eran sólo Anastacia y yo.

No tenía muchas fotos de mis años en el instituto.

Especialmente mi último año. No había nada. A veces ni siquiera podía recordar cosas como mi fiesta de graduación o que veíamos en clases. Todo parecía borroso. Mi madre decía que era el trauma de perder a Vladimir lo que afectaba mis recuerdos. Anastacia sentía lo mismo, por lo que tenía sentido. Ella había perdido a su novio, pero las dos habíamos perdido a un mejor amigo.

—Ese es Vladimir —le expliqué cuando me acerqué a su lado— Él era el novio de… Anastacia y un buen amigo mío. Murió el año pasado.

Yulia asintió con la cabeza. Había una tristeza allí, casi como si entendiera ese tipo de dolor. ¿Y si hubiera perdido a alguien también?

—Estoy segura de que fue difícil.

Sí, fue horrible.

—Odio la muerte. Es algo trágico que viene para todos. Algunos antes que otros.

Yulia tensó los hombros y se alejó de mí. ¿Qué había dicho? Esto no era de lo que yo quisiera estar hablando esta noche. La muerte era tan morbosa y triste.

—Lo siento. Yo debí haber comenzado un tema tan triste.

Vi como Yulia miraba por la ventana en vez de mirarme. Ella lidiaba con algo. Me hubiera gustado saber qué era lo que quería. Después de lo que parecieron varios minutos, pero fueron sólo segundos, en realidad, volvió su atención hacia mí.

—La muerte no puede evitar lo que el destino decide.

Eso fue mucho más profundo que cualquier cosa que yo esperaba que saliera de su boca. Tenía razón, pero aun así. Asentí con la cabeza.

—Eso es cierto. Supongo que no se puede culpar a la muerte de la tragedia. El destino no es algo que alguien puede controlar.

Yulia dejó escapar un profundo suspiro. Ella debió haber tenido que lidiar con la muerte demasiadas veces en su vida. Así se hace, Elena. Trae a colación algo molesto y arruina el estado de ánimo.

—¿Estás lista? —preguntó finalmente, rompiendo el incómodo silencio.

—Sí.

Yulia me hizo señas para que indicara el camino y abrió la puerta para mí. Me aseguré de que no hubiera nadie cerca antes de que ella me siguiera. La tensión en el ambiente que nos rodeaba era espesa. Sabía que era mi culpa, pero no sabía que decir. Yo tampoco podía obligarla a explicarme lo que había dicho mal o dejar pasar esto por temor a arruinar nuestra noche. Tal vez se abriría voluntariamente en otra ocasión.

Cuando salimos al estacionamiento, estaba a punto de ofrecerle usar el coche de Anastacia cuando vislumbré una limusina esperando en la acera. Yulia me dedicó una sonrisa torcida.

—No podía hacer que montaras la parte trasera de una motocicleta en un vestido y tacones.

¿Cómo supo que yo usaría un vestido y tacones?

—Viktoria —respondió sin que yo le preguntaba.

—Ah, eso tiene sentido, pero Anastacia me dijo que podía usar su coche. Sé que tu moto y mi vestido no harían una buena combinación.

—Esto será más divertido —me guiñó un ojo, abrió la puerta, y me ayudó a entrar. El conductor no salió. Pensé que era extraño, pero yo no lo cuestioné.

Yulia

Tener a Elena sentada a mi lado y con ese vestido rosado que tanto me gustaba y mostrando sus piernas alivió el dolor en el pecho causado por sus palabras sobre odiar a la muerte. Ella no sabía lo que decía, y en su mente la muerte era un evento, no un ser. La mayoría de los seres humanos lo ven de esa manera. Mi trabajo no trae fama ni popularidad. Trae las almas. La cosa que los humanos más aprecian, sin embargo yo se las quito.

Elena perdió a Vladimir. Odiaba a la muerte, la culpaba de esa pérdida, a pesar de que no fue culpa de la Muerte.

—Entonces, ¿puedes decirme a dónde vamos? —preguntó. Pude ver la mirada de preocupación en sus ojos. Necesitaba deshacerme de toda la tensión. Ella se sentía mal y yo no quería arruinar la noche sólo porque dijo que me odiaba. No lo había querido decir. No sabía lo que causaba en mí que no pudiera recordarme. No ser capaz de ver que el amor y la devoción de sus ojos hacían que todos los días parezcan sombríos.

—Llegaremos pronto. ¿Siempre eres tan impaciente? —Le sonreí y relajé los hombros para que supiera que yo le estaba tomando el pelo. Yo la había disgustado con mi reacción antes.

—Sí, de hecho, lo soy —respondió.

—Puedo hacer que el conductor nos pasee un poco más sólo para divertirme.

Elena me empujó con el hombro.

—No me subestimes. Puedo hacerte pagar por esto.

Y con mucho gusto le creí.

—¿Eso crees? Quiero verte intentarlo, sería el punto culminante de mi año.

Elena levantó ambas cejas y con una mirada desafiante, se agachó para quitarse los tacones. ¿Qué diablos? Los puso en el asiento frente a nosotras y luego volvió su atención hacia mí.

—¿Estás segura de esto?

—Si lo que quieres decir es que estás a punto de saltar sobre mi cuerpo, entonces, por favor, Elena, por supuesto, adelante.

Su rostro se puso rojo brillante al instante. Maldición. Iba a retractarse.

—Uh —dijo mirándome como si no estuviera segura de cuál sería su próximo paso.

—Estaban a punto de demostrar cuán fácil es hacerme pagar. No te pongas tímida ahora, después de que me has emocionado.

Elena agachó la cabeza y dejó escapar una pequeña risa. Me aproveché de la situación y me moví rápidamente y la coloqué en el asiento mientras me ponía sobre ella antes de que supiera lo que estaba pasando.

—Te tengo. ¿Y ahora qué vas a hacer? —Le pregunté cuando la mirada de asombro se convirtió en un destello calculador.

Ella se inclinó y cubrí mis labios con los de ella antes de que supiera lo que planeaba hacer. Sus pequeños dientes blancos mordieron mi labio inferior y su lengua dio un golpe pequeño antes de introducirse en mi boca muy ansiosa. Tenía sus manos sobre mi pecho y se movieron hacia abajo, ahuyentando cualquier pensamiento lógico.

Sólo podía concentrarme en una cosa: Elena y cómo se sentía, su sabor, y los pequeños sonidos viniendo de su garganta.

Sus manos me empujaron hacia atrás y sus piernas alrededor de mi cintura. Me moví hacia atrás, trayéndola conmigo, y ella movió su cuerpo hasta que estuvo a horcajadas sobre mí. Enterré mis manos en su pelo mientras apretaba los costados de su cintura para lentamente alejarla. La sonrisa triunfante en su rostro era adorable.

—¿Quién está en la cima ahora? No me subestimes —dijo con voz ronca.

Si no estuviera ya completamente enamorada por esta mujer, lo estaría ahora. Esta era mi Elena.
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/23/2020, 10:00 pm

Capítulo XVI


Elena

Lo primero que vi a través de los cristales tintados de la limusina fueron las centelleantes luces blancas. Había miles de ellas. Me deslicé para mirarlas de cerca y ver a donde nos trajo el conductor. Acababa de pasar más de diez minutos en el regazo de Yulia, besándola y siendo besada sin sentido.

El enorme lugar parecía un campo con un mirador cubierto de luces blancas reposando en medio de él. Las luces fueron colgadas de la glorieta a los árboles que lo rodean, dando una sensación de luces de dosel. ¿Qué era este lugar?

La limusina se detuvo y miré a Yulia, quien me miraba en lugar de mirar por la ventana.

—¿Dónde estamos? —Le pregunté.

Yulia sonrió con esa sexy sonrisa que sólo ella podía tener y el conductor abrió la puerta. Salí y me siguió. Yulia le dio las gracias al hombre alto y moreno que luego volvió a subir al auto y se marchó.

Miré alrededor, al aislado lugar que Yulia me había traído, obviamente, hicieron un gran esfuerzo para hacerlo parecer impresionante.

—No es el Jardín de Hespérides, pero entonces, quién quiere comer manzanas de oro y esquivar a un dragón. Este jardín es una opción mucho mejor.

¿Acaso esta rockera comparó este lugar con el jardín Hara? Impresionante. Pero, de nuevo, con frecuencia ella conseguía sorprenderme.

—Es una preciosidad. ¿Cómo hiciste todo esto? —pregunté mientras ella tomaba mi codo y me guiaba hacia el mirador.

—Tengo mis contactos.

Siempre era muy reservada. No debí haber esperado que realmente me dijera cómo se las había arreglado para conseguir un elaborado y gran mirador en el medio de un campo desierto y luego cubrir el lugar con las luces.

Los tres escalones en el mirador se encontraban llenos de luces blancas. Una pequeña mesa redonda se situaba en el centro del área cubierta. Un mantel plateado cubría la mesa y había dos sillas colocadas alrededor. Un ramo de algún tipo de flores exóticas que nunca había visto ubicadas en el centro de la mesa. El florero de cristal incluso tenía luces en el interior. Había realmente puesto mucho esfuerzo en esto. De repente, me sentí muy agradecida de no haberme puesto jeans.

—¿En qué estás pensando? —preguntó en mi oído. Me estremecí por el calor de su aliento contra mi piel.

—Estoy pensando en que realmente quieres impresionarme o bien, este es tu plan para todas las primeras citas —Fue una broma, por supuesto, y le sonreí mientras lo decía para que supiera que no hablaba en serio.

—Nunca noté lo sexy que podría ser una boca inteligente — respondió.

La suave música comenzó a tocar desde unos altavoces ocultos en los rincones del mirador. Yulia me tendió la mano.

—¿Bailas conmigo?

Deslicé mi mano en la suya y me apretó contra su pecho. Esto era diferente a nuestro primer baile en el club. Era más dulce, más sincero. Menos sobre la atracción y más sobre la conexión.

—¿Elena? —preguntó Yulia suavemente contra mi oído.

—Sí —respondí apoyando mi barbilla en su hombro.

—¿Me prometerás algo?

Esa era una extraña petición. Lo pensé un momento y luego asentí.

—Sí.

Dejó escapar otro suspiro. Algo le molestaba esta noche.

—Un día necesitarás recordar esto. Recordar cómo se sintió esto.

Necesito que dejes este recuerdo cerca, dentro de ti, y te aferres a él.

Eso era como mucho la cosa más extraña que nadie me había dicho o me había pedido. Casi sonó como si estuviera muriendo.

—Uhm, bien —respondí titubeante.

Dejó escapar una suave risa.

—Lo siento. A veces me pongo un poco demasiado seria.

Sin bromear. Me tomó la mano y la levantó en el aire y me dio vueltas a mí alrededor. Decidí olvidar su siniestra solicitud por el momento y disfrutar de la cita más romántica la que jamás había tenido.

Después de que la canción terminó, Yulia se acercó y sacó una silla para mí.

—Sé que parece que estamos aquí solas, pero no tengo la intención de morir de hambre.

Miré a mí alrededor y por supuesto, un hombre en un smoking venía caminando por el bosque llevando una bandeja de plata y dos botellas de vidrio de Coca-Cola.

Sonriéndole a Yulia le dije—: No puedo creer que hayas hecho todo esto.

Me guiñó un ojo.

—Quería impresionante en nuestra primera cita oficial.

—Bueno, opacaste cualquier otra primera cita que yo haya tenido, ya puedes sentarte y relajarte.

Yulia rió mientras el camarero colocaba las Coca-Colas en frente de nosotras y las abría. Levantó la tapa de la bandeja de plata y luego tomó los dos vasos con hielo y los puso a un lado de las botellas.

—No sé cómo pudiste siquiera pensar que yo sería capaz de olvidar esto —dije con asombro mientras el camarero servía fresas cubiertas con chocolate en frente de nosotras.

—Bien. Esa es la idea —respondió.



* * *

Había pasado casi un día entero desde que había visto o escuchado de Yulia. Me había traído a casa después de nuestra cita de anoche y yo medio esperaba que estuviera esperándome fuera del dormitorio esta mañana cuando salí. Desde entonces esperé que me estuviera esperando en el exterior del edificio de nuestra primera clase. Pero no, ella no se presentó a literatura de nuevo. Después del almuerzo, cuando todavía no había llamado ni aparecido, empecé a preguntarme si yo había hecho algo malo anoche. Desde el primer día que nos conocimos se las había arreglado para aparecer por lo menos dos veces al día. Pensé que después de la noche que habíamos tenido, ella estaría alrededor aún más. Tenía ganas de verla. Estuve a punto de enviarle mensajes de texto varias veces, pero me abstuve. Ella tenía mi número.

Ahora que el sol se ocultaba y no se había molestado incluso en enviarme un texto, decidí que anoche significó más para mí que para ella. Tal vez eso realmente era un montaje para las primeras citas. Tal vez no significo nada más de ella.

Apilé mis libros y los metí en mi mochila. Había pasado las dos últimas horas en la biblioteca estudiando. Anastacia se preparaba para otra cita con Leonid y estaba demasiado habladora para permitirme hacer nada. Esto no había sido mucho mejor. Mis pensamientos volvían siempre a la noche anterior y lo que pude haber hecho mal.

La brisa nocturna era anormalmente fría esta noche. Empujé mis libros más arriba en mi hombro y me dirigí hacia el dormitorio. Era casi un kilómetro, pero pensé que la caminata era un buen ejercicio. No me permitía usar la camioneta de Anastacia. Podía rayarla.

—Yulia, para —dijo una voz femenina riendo en la oscuridad. Mi sangre se congeló. Deteniéndome en seco esperé a escuchar más. Seguramente oí mal eso.

—Quiero una probada —respondió una voz familiar. Mi estómago se sentía enfermo.

—No puedo andar desnuda por aquí. Alguien puede venir —susurró la chica y luego dejó escapar un pequeño gemido.

—Abre tus piernas —respondió.

Quería mover las piernas. Quería alejarme de las voces. Pero no podía. Mis piernas no cooperaban.

—¿Justo aquí? —preguntó la chica sin aliento.

—Sí —dijo, y un pequeño gemido salió de ella. Sí, me encontraba a punto de vomitar.

—Ah, Yulia. Umm, eso se siente tan bien.

Salí corriendo. No miré hacia atrás.

Yulia

Trabajé todo el día para compensar mi noche con Elena. Esta noche, sin embargo, tenía la intención de pasarla con ella de nuevo. Entré en el parque vacío en las afueras de la residencia de estudiantes de Elena antes de aparecer. Aleksey se sentaba en el banco frente a la residencia con una pierna cruzada sobre la rodilla y los brazos cruzados sobre el pecho.
¿Qué hacía aquí todavía? Ella no lo conoce ni lo desea. Ahora que su alma estaba libre de su demanda ni siquiera podía incluso recordarlo de una semana a la siguiente. Dentro de una semana olvidaría al extraño tipo que ordenó su café correctamente y la había interrogado. Tenía un alma. Él no. Nunca podría haber una relación duradera. Un espíritu nacido de Vudú nunca podía conectar con el alma que nace del Creador. Era así de simple. También él lo sabía.

—¿Por qué estás aquí? —No me molesté en anunciar mi llegada.

—Porque te debía una —Fue su única respuesta.

¿Qué demonios significa eso? Bajé la mirada hacia él.

—Explica eso.

Aleksey se encogió de hombros.

—No hay mucho que explicar, Yulia. Te llevaste a Elena de mí. Nunca me recordará. He perdido todo lo que conocí y amé. Por lo tanto, pensé que merecías la misma cosa a cambio.

Todavía no tenía sentido. Sabía que Elena se encontraba a salvo. Ya no podía tocar su alma. Sostenía la vida de su alma en mis manos.

—Nunca te eligió. Me eligió a mí. No tienes poder aquí.

Aleksey se puso de pie y dio un paso atrás lejos de mí. Ni a él ni a su padre le gustaba acercarse demasiado a mí. Conocían su lugar en el esquema de las cosas. Mi poder era interminable, los suyos fueron conjurados por las creencias de los seres humanos. El peso del poder estaba pesadamente a mi favor.

—Digamos que estamos a mano ahora. Si tienes suerte, podrás averiguarlo, pero el daño ya está hecho. Adiós, Yulia —Aleksey miró el dormitorio de Elena una vez más antes de que desapareciera.

Su tono solemne era la única cosa que me preocupaba. Parecía preocupado por algo. Inseguro. Sólo tenía sentimientos hacia una persona. Nadie más pesaba en su conciencia. Elena.

Tenía que encontrarla. Cerré los ojos y sentí su alma. Estaba herida. Se encontraba en el dormitorio. Parpadeé abriendo mis ojos para encontrar a Viktoria de pie delante de mí.

—Estás en grandes jodidos problemas. No puedo imaginar qué sea exactamente, pero sé que todo está jodido —Viktoria negó con la cabeza y señaló hacia la ventana de la habitación de Elena— Cree que estabas haciéndolo a lo salvaje detrás de la biblioteca con una chica. Para ella es evidente que eras tú. La chica te llamó por tu nombre y tú le contéstate. No es bonito.

Mierda.

—No es como que esté enamorada de ti. Ya que no puede recordar quién demonios eres, pero obviamente se siente traicionada. Está escupiendo acerca de escuchar a sus instintos y lo contenta que está de descubrir esto antes. Los rockeros son imbéciles y son escoria. Creo que eso es todo.

Me dejé caer sobre el banco y hundí mi cabeza en mis manos. ¿Cómo demonios arreglaría esto? Yo había hecho progresos. Cuando el alma de Maxim comenzó a conectar con la suya esto hacia que tuviera la sartén por el mango. Había encontrado un camino en su corazón de nuevo. ¿Pero ahora? ¿Pensaba que me había enredado con otra chica? ¿Afuera? ¿Cuándo?

—¿Cuando sucedió esto? —le pregunté a Viktoria.

—Entró lanzando todo hace unos quince minutos. Llamándote por nombres muy coloridos que no sabía que ella era consciente de que existían.

Estamos a mano ahora.

Las palabras de Aleksey se repitieron en mi cabeza. Había estado observando la ventana de su habitación. Había estado actuando como si algo le molestara. Elena se encontraba molesta. Él sabía por qué. Había hecho esto. Alejé a Elena de él y ahora me lo devolvía.

—Aleksey —dije mientras me volvía para mirar hacia su ventana.

—¿Qué? ¿Crees que el estúpido engendro vudú hizo esto?

Asentí con la cabeza.

—Yo sé que lo hizo. Me lo está devolviendo.

—A la mierda con eso. Voy a patear su culo —gruñó Viktoria.

—Te necesito allí con ella, Viktoria. Te necesito para estar segura de que está bien. Vigílala. Tengo que encontrar una manera de arreglar esto, porque no me va a dejar estar cerca de ella en este momento.

Viktoria suspiró.

—Quiero ir a patearle su trasero vudú. No quiero escuchar a una mujer quejándose.

—Por favor, Viktoria.

—Está bien. Iré. Pero tienes que pensar en algo que decirle.

Asentí con la cabeza.

—Lo sé.

Viktoria se fue a hacer lo que le había pedido.

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Mensaje por Fati20 3/24/2020, 7:11 am

Hay pobre lena, ojalá julia le dé su merecido a alexsey seguro con esto es q maxim ganara puntos con ella q injusto
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/24/2020, 6:07 pm

Hola, me alegro que estén disfrutando del tercer libro de esta historia. Ya quedan pocos capítulos, así que espero entretenerlas por mucho más tiempo.

A leer!!


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Capítulo XVII



Elena

Cuatro días de esquivar a Yulia e ignorar a Viktoria cuando intentaba que yo la viera, comenzaba a desgastarme. Esta era una estupidez. Tuve una cita real con Yulia Volkova. La había besado un par de veces y caía bajo el carisma sexy que había a su favor. Toda chica se enamora de alguien en una banda en algún momento. Sucede. Es la vida. Se aprende de ello y se sigue adelante. Estaba lista para continuar. ¿Por qué eso me había molestado tan profundamente? Excepto que en realidad nunca nadie me había traicionado. ¿Pero era realmente traición? No éramos una pareja. No habíamos hecho ninguna promesa. Yulia podría follar a cualquiera del edificio si lo deseaba. Yo no iba a tener sexo con ella. Ella era atractiva. Era lógico que esto ocurriera. Mi orgullo estaba un poco herido, pero debía recuperarme.

Pasé el fin de semana estudiando sola en mi habitación. Era la mañana del lunes y Yulia estaría en mi próxima clase. Yo sonreiría y sería amable y distante. No había razón para actuar como si algo importante hubiera ocurrido. No era como si ella me hubiera llamado el fin de semana o enviado mensajes de texto. Estaba segura de que ella sabía que yo descubrí su aventura, porque Viktoria lo sabía.

Desafortunadamente, Viktoria estuvo allí justo después de lo que yo escuché, así que vio mi reacción inmediata. Realmente, realmente, esperaba que no hubiera compartido la escena con Yulia. Tendría que fingir como si nada hubiera ocurrido cuando me enfrentará a ella hoy.

Tenía mis expectativas muy altas en éste romance y ese fue mi primer error.

Al abrir la puerta de Cálculo recordé que la semana pasada Yulia llevó mis libros por mí. Me estuvo acompañando a la clase, yo montada en la parte trasera de su motocicleta. Viví en el lado salvaje por dos semanas. Ya era hora de que me centrara. No escaneé la habitación para ver si Yulia ya estaba allí. Encontré un asiento vacío y me centré en no buscarla en la habitación. Si ella se fuera a sentar a mi lado durante las clases, posiblemente tenga dificultad para prestar atención al profesor.

Dejé caer mis libros en mi escritorio, saqué mis lápices y un cuaderno. Le había regresado su laptop a Viktoria y le dije que se asegurara de que ella la tuviera de regreso. Ya no lo necesitaba. Eso era, por supuesto, falso, pero seguía cabreada.

Luego, una sensación de cosquilleo recorrió mi espina dorsal y sabía sin mirar que la sombra que había caído sobre mi escritorio pertenecía a Yulia. Maldita sea.

—¿Puedo sentarme aquí? —Su voz era ronca y sin humor.

Estábamos rodeadas de gente y el profesor se dirigía a la parte delantera de la sala. No era como si yo pudiera negarme sin hacer una escena. Por no mencionar el hecho que la alertaría de que su aventura sexual me molestó.

—Claro —le respondí con una sonrisa forzada y me centré en los números que el profesor comenzaba a escribir en la pizarra.

¿Tenía que sentarse tan cerca? No podía concentrarme con su aroma. Yo ya sabía que olía delicioso. No necesitaba recordarlo.

—¿Vas a mirarme? —preguntó.

No, maldición. No quería mirarla. Obligué a mi cabeza a encontrarse con su mirada. Se veía triste. No me esperaba eso. ¿Por qué estaba triste? Aunque no podía preguntarle aquello. No iba a dejar que esto fuera más lejos. Yo había dibujado mi línea. Seguiría encontrándome con ella. Ya sea como mi compañera de clase o como la amiga de mi compañera de habitación. Nada más.

—¿Podemos hablar? —Su voz era suave. No quería que nadie más la oyera.

—No hay nada de qué hablar. Debo escuchar al profesor si quiero pasar la clase —le contesté con la misma sonrisa falsa.

—Elena —Comenzó a decir y yo levanté una mano para detenerla.

—Si quieres seguir sentada aquí entonces tendrás que parar ahora.

Ella asintió con la cabeza.

—Lo siento.

Odié la manera en que se estremeció cuando le hablé con dureza. Yo sólo quería que se fuera. No quería sentir algo en lo que se refería a ella.

La clase transcurrió a paso tortuga. Cuando finalmente terminó, no miré a Yulia. Había conseguido ignorarla toda la clase. Lo cual fue fácil, ya que ella no dijo una palabra. Metí mis cosas en mi bolso y me levanté. Yulia seguía sentada en su silla mirando al frente con un ceño fruncido, viéndose ridículamente sexy.

No debería importarme que ella estuviera molesta. No debería importarme. No debería importarme, seguí cantando para mis adentros mientras caminaba por el pasillo y me dirigía hacia la puerta. Yo no miraría hacia atrás. No había ninguna razón para hacerlo. El dolor en mi pecho cuando salí del edificio, dejando a Yulia sentada solo allí me molestó bastante. Froté mi sien con la palma de mi mano y seguí mi camino. Tenía clase en treinta minutos.

***

No esperaba ver a Maxim sentado en las escaleras de mi residencia hoy. No me sentía de humor para nada, pero tal vez él estaba allí para recoger a la pelirroja. Todavía no sabía su nombre. Ella podría haber sido a quien Yulia se tiraba en la oscuridad.

Le sonreí a Maxim cuando sus ojos se encontraron con los míos. Era un buen tipo. Al menos lo fue alguna vez. No actuaba como si estuviera sólo interesado en ti. Ni fingía ante ti que era hombre de una sola mujer. Tenía que darle créditos por eso.

—Hola, Maxim —dije cuando llegué a la escalera. No quería tener que platicar con él.

Maxim se levantó, bloqueando mi camino por las escaleras.

—Elena, hola.

Bueno, ya habíamos intercambiado saludos corteses. Tenía tareas que hacer. Empecé a caminar alrededor de él, pero su mano se acercó y tomó mi mano.

—Espera. Quería hablar contigo.

Bueno, mierda.

—¿Sobre qué? —Le pregunté, mirando hacia la puerta para darle una pista de lo que yo quería hacer.

—Sé que metí la pata la semana pasada. Fui un idiota. Pero eres todo lo que he pensado durante dos semanas. No puedo sacarte de mi cabeza. Por favor, sólo ven a tomar un café conmigo. Por lo menos, seamos amigos. Te echo de menos.

Anastacia estaba ocupada con Leonid todo el tiempo y ahora que no tenía a Yulia por aquí me sentía sola. Un amigo no estaría mal. Con Maxim sabía dónde me encontraba. Era fácil para mí leerlo. No hay secretos, no tenía una apariencia tan sexy que me confundía.

—Amigos estaría bien. Necesito un amigo. Anastacia pasa más tiempo en el campus de UT con Leonid de lo que hace aquí.

La gran sonrisa tonta que solía amar se formó en la cara de Maxim.

—¿Podemos ir a tomar café ahora? ¿O tienes planes con un libro?

Los libros podían esperar.

—Déjame ir a dejar esta cosa en mi habitación y vuelvo. Por favor, siéntete libre de pedirle a cualquier chica que pase por aquí para una cita — Bromeé.

El ceño fruncido de Maxim apareció y noté que él no pensaba que fuera gracioso.

—Era una broma. Si vamos a ser amigos, entonces tienes que relajarte —dije antes de abrir la puerta y dirigirme a mi habitación.

Una vez que llegué a mi puerta, los sonidos de gemidos me impidieron girar la perilla. Apoyé la oreja contra la puerta y oí a Anastacia gritar de evidente placer. Oh, guau. Tenía sexo con él. Me apoyé lejos de la puerta y me acerqué a la puerta de Viktoria y golpeé suavemente.

Viktoria abrió la puerta y se acercó y sacó una bola de algodón de su oreja.

—¿Qué, no quieres entrar a ver el show porno? —preguntó Viktoria.

—En realidad, no. ¿Puedo dejar mi bolsa aquí? Maxim me está esperando para ir a tomar café.

Viktoria frunció el ceño y asintió con la cabeza. Alargó la mano y cogió la bolsa de mis manos.

—Sí, está bien —¿Cuál era su problema? Era sólo mi bolsa.

—¿Cuánto tiempo han estado allí? —Le pregunté mirando hacia mi habitación, donde un gruñido me hizo temblar. No quería escuchar eso.

—Lo suficiente. Son como conejos. Conejos Follando.

Pobre Viktoria, atrapada aquí, escuchando.

—¿Quieres ir a tomar un café conmigo y Maxim?

Viktoria arqueó su ceja perforada y negó con la cabeza,

—No, gracias. Estoy bien. Las bolitas de algodón funcionan.

—Bueno, si estás segura.

Un “Oh, Dios” de Anastacia se hizo eco por el pasillo. La chica estaba loca. Quería quedarse aquí atrapada. Me acerqué a la puerta y la golpeé.

—Metete un calcetín en la boca, Anastacia.

Viktoria negó con la cabeza y cerró la puerta mientras yo caminaba por el pasillo.

Maxim se encontraba de pie junto a la puerta, esperándome. También estaba solo. Sorprendente.

—Lamento haberme tomado tanto tiempo. Anastacia y Leonid están en nuestra habitación... —Me interrumpí.

Maxim se rió.

—Sí, bueno, me alegro que hayan mudado su fiesta aquí. Ya estoy cansado de eso.

—¿Qué? ¿Quieres decir que esta no es la primera vez?

Maxim negó con la cabeza.

—Nop. Ni por asomo.

No podía creer que ella estuviera teniendo sexo salvaje con un chico que acabara de conocer. No es de extrañar que estuviera desaparecida durante tanto tiempo. Se movía demasiado rápido. Tendríamos que tener una charla seria sobre esto. Es la primera relación que tiene después de Vladimir y saltó a la parte física en menos de dos semanas.

—No tenía ni idea.

Maxim se encogió de hombros.

—Sucede. Realmente son el uno para el otro. Leonid habla de ella sin parar. Quizás sea un poco apresurado para el sexo, pero parecen ser incapaces de mantener sus manos quietas.

—Sí, oí eso. En varias ocasiones —murmuré.

Maxim golpeó mi brazo con el suyo.

—No te preocupes por eso, Elena. Alégrate de que por fin encontró vida después de Vladimir. Y honestamente, nunca he visto así a Leonid con alguien antes. Es normalmente desinteresado.

Eso lo hizo un poco mejor, pero aún así ¿en tan sólo dos semanas?

—¿Aún estás saliendo con Yulia Volkova?

Yo rodé mis ojos.

—Yo nunca estuve saliendo con Yulia Volkova. Tuvimos una cita.

Una. Luego estuvo lista para pasar a una nueva chica.

—¿Estás segura de eso? —preguntó Maxim esperando por mi reacción.

—Sí, lo estoy. Como te he dicho, fue sólo una cita. No fue la gran cosa. Yo no era su tipo. Tú y yo ya lo sabíamos.

Llegamos al pequeño coche deportivo de lujo que Maxim obtuvo de regalo cuando se graduó de la escuela secundaria. No podía recordar cómo se llamaba la marca. Sólo sabía que él estaba enamorado del auto. Me acompañó hasta mi lado y abrió la puerta para mí. Me deslicé dentro y cerró la puerta.

Era cómodo. Sabía qué esperar.
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/24/2020, 10:58 pm

Capítulo XVIII




Yulia

No quiso hablar conmigo y no podía obligarla. Necesitaba ganar su confianza. Demonios, necesitaba que me recordara. Que nos recordara.

De pie en la calle, vi como Maxim compraba su café y se sentaron. Eran como dos viejos amigos. Había pasado más de un año, sin embargo se sentaron riéndose y hablando como si el tiempo no hubiera pasado. Él fue un idiota en su cita, pero se negaba a hablar conmigo. ¿Era esto de lo que me habían prevenido? ¿Cuándo fue que Elena comenzó a tener sentimientos por Maxim?

—No siente nada más que amistad y afecto por él. Puedes verlo desde aquí —dijo Viktoria mientras aparecía a mi lado.

—Sólo me queda esperar. Estaba a punto de recordar que sentía cosas por mí y ahora nada. No puede ser que solo me hable en monosílabos y eso si tengo suerte.

—Esta es la prueba, Yulia. Sabías que ocurriría. Su alma debe tener la oportunidad de decidir. Cuando ella está contigo, no tiene la oportunidad porque sus sentimientos por ti la consumen aunque no pueda recordar por qué. Su corazón reacciona a ti, su alma te conoce.

Mis ojos ardían. El dolor me atravesó. Ella era mía, me pertenecía pero me odiaba. ¿Cómo se suponía que esto funcionaría? Justo ahora, no tenía ninguna posibilidad de ganar su corazón o su alma.

—Deja de estar mirándolos, sintiéndote herida y hecha mierda. Ve y haz algo al respecto. Eres Yulia Volkova. Eres la maldita Muerte. Él es un alma humana. Puedes hacer esto, anda, ve a resolverlo.

Viktoria siempre era buena para una charla. Y tenía razón. Tenía que hacerlo y encontrar una manera de recuperarla. Vine a ella como una humana y otro chico no iba a robarme su alma. Yo podía llegar a lugares que Maxim nunca podría.

—¿Y si no recuerda?

—Entonces mejor haz que se enamore de ti, de nuevo.

—¿Cómo lo hice la primera vez?

—La dejaste entrar.

La dejé entrar, ver a la verdadera yo. No tuve miedo de mostrarle quién era yo. Nunca le había escondido el hecho de que no era humana. No podría no haber sabido que era la Muerte, pero había pensado que era un espíritu. Esta Elena ya no veía almas perdidas que vagaban por la tierra. El Señor Vudú de la muerte ya no estaba sobre ella, eso estaba olvidado. La había tratado como alguien más que se podía romper. Pero mi Elena era fuerte y no se escondía de nada.

Eres mía, Elena Katina. Siempre serás mía.

Vi como dejó de escuchar a Maxim y miró a su alrededor. Di un paso fuera de la sombra de los árboles. Sus ojos me encontraron y pude ver la confusión en ellos desde aquí.

Me perteneces. Una vez lo supiste. Me aseguraré de que lo recuerdes.

La taza de café de Elena cayó de sus manos y el chico se levantó de un salto por el caliente líquido que corría por un lado de la mesa. Esto era lo que debí haber hecho desde el principio. Ya era hora de asegurarme que Elena entendiera que no estaba aquí por otra razón más que ella.

Elena

Yulia habló en mi cabeza. ¿Cómo? No me estaba volviendo loca. La vi al otro lado de la calle. Se quedó ahí y habló en mi cabeza. No pude concentrarme en nada de lo que Maxim dijo en el camino de regreso al dormitorio. Los dos teníamos una mancha de café en la ropa. Podíamos incluso tener algunas quemaduras, todo lo que pude hacer fue disculparme. No podía hacer más que eso. Porque Yulia había hablado en mi cabeza, me había hablado en mis pensamientos. Era su voz, la oí alto y claro.

Me detuve en la puerta de Viktoria y toqué dos veces, pero no respondió. Frustrada, fui a mi cuarto y empecé a abrir la puerta, pero luego cambié de idea y toqué primero. No quería ver el trasero desnudo de Leonid. Nadie respondió. Abrí la puerta y entré, la cama de Anastacia era un desastre y decidí que no quería pensar en eso. Me enfocaría en Yulia Volkova hablando en mi cabeza. ¿Era maga? Eso sonó estúpido incluso diciéndolo. Tal vez estaba en algo Vudú, porque escuché a Viktoria decir algo sobre eso más de una vez. Pero no tenía sentido.

La puerta se abrió y Anastacia entró sonriendo de oreja a oreja.

—Estoy tan malditamente enamorada —dijo con un suspiro de felicidad y cerró la puerta detrás de ella. Inclinándose, su cara se mostraba brillante y muy contenta desde mi vista.

—Diría que vives con la lujuria desde que conociste a ese chico —Decidí ser honesta. Era ilusa si ella pensaba que estaba enamorada.

—Amo todo lo que va junto con la lujuria —replicó moviendo su mano.

Sabía a ciencia cierta que eso no iba junto. Había experimentado la lujuria con Yulia, pero nunca la había amado.

—Siento lo de antes, pero Elena no tienes idea de lo bueno que es.

—Por favor, detente ahora mismo. No quiero oír los detalles de tu vida sexual. Pude oírlos y fui muy consciente de que lo estaban disfrutando.

Anastacia soltó una risita y saltó a la cama para caer boca abajo y empezando a oler su almohada —Es maravilloso y huele tan bien.

—Es bueno saberlo —respondí.

—Oh, oí que fuiste a tomar un café con Maxim. ¿Cómo te fue? — preguntó Anastacia, abrazando la almohada contra su pecho.

—Todo salió bien hasta que se me cayó mi café y lo derramé sobre ambos. Creo que terminaré con una ampolla en mi mano. Me quemé bastante.

Anastacia se cubrió la boca —¡Oh no! ¿Maxim se molestó?

No tenía idea de cómo reaccionó Maxim porque lo único en lo que podía pensar era en Yulia... en mi cabeza. Sin embargo, no podía decirle exactamente eso.

—Se sorprendió y luego se río. No hizo más que eso. Tuvimos que irnos, así podríamos ir a casa y cambiarnos.

Anastacia comenzó a reír y no pudo parar. Tuve que sonreír porque era divertido. Muy posiblemente arruiné la camisa de Maxim. Probablemente debería ofrecerme a comprarle una nueva.

—Habrá una fiesta esta noche en la casa de la fraternidad. Puedo llevar a quien quiera. A Maxim le encantaría que vinieras. Incluso si quemaste su cuerpo.

No quería enfrentar a Aleksandra en una fiesta de fraternidad, eso era algo que quería hacerle frente en otro momento. Además, Maxim y yo éramos sólo amigos, él acabaría con alguna chica y me dejarían en paz. No tenía ganas de soportar chicos borrachos toda la noche.

—Preferiría quedarme aquí y poder terminar algunas tareas e ir temprano a la cama.

Anastacia suspiró y sacudió su cabeza —Te estás perdiendo las cosas divertidas de la universidad.

Intenté tener algo de diversión universitaria pero no había terminado tan bien.

***

Anastacia se quedaría en casa de Leonid después de la fiesta. Era probable de que eso se convirtiera en una tendencia. No me gustaba estar sola por la noche, pero me imaginé que Viktoria se quedaría a mi lado. Me acurruqué debajo de las sábanas y cerré los ojos. Justo cuando empezaba a quedarme dormida, los sonidos de una guitarra llenaron mi habitación.
Traté de abrir mis ojos, pero no pude. El pánico comenzó a crecer. Aún no estaba dormida. ¿Por qué no se podían abrir mis ojos?

Sólo soy yo, Elena.

La voz de Yulia estaba en mi cabeza de nuevo. Tenía que abrir los ojos. Algo andaba muy mal. Entonces, ella comenzó a cantar la inquietamente familiar canción que había escuchado en su concierto. La canción que me envió a un ataque de pánico. Esta vez no había miedo. Sólo calidez.

“No estabas destinada para el hielo.
No fuiste hecha para el dolor.
El mundo que vive dentro de mí sólo trajo vergüenza.
Estabas destinada para los castillos y vivir en el sol.
El frío corriendo a través de mi debería haberte hecho correr.
Sin embargo, te quedas aferrándote a mi.
Sin embargo, sigues extendiendo una mano que alejé.
Sin embargo, te quedas cuando sé que no es lo correcto para ti.
Sin embargo, te quedas. Sin embargo, te quedas.

No puedo sentir el calor. Necesito sentir el hielo.
Quiero sostener todo hasta que no pueda sentir el cuchillo.
Así que me alejas y yo grito tu nombre.
Sé que no puedo necesitarte, pero tú te rindes de todos modos.

Sin embargo, te quedas aferrándote a mi.
Sin embargo, sigues extendiendo una mano que alejé.
Sin embargo, te quedas cuando sé que no es lo correcto para ti.

Sin embargo, te quedas. Sin embargo, te quedas.
Oh, la oscuridad siempre será mi abrigo
y tu eres la amenaza para revelar mi dolor.
Así que vete, vete y borra mis recuerdos.
Necesito hacerle frente a la vida que era para mi.
No te quedes y arruines todos mis planes.
No puedes tener mi alma, oh, no soy una mujer.
El recipiente vacío que habito no es para sentir el calor que traes.
Así que te alejo y te alejo. Sin embargo, te quedas.

Ooooooh. Sin embargo, te quedas.
Sin embargo, te quedas. Sin embargo, te quedas”.


Yulia

Decidí que mi forma humana era menos útil en este momento. Me acerqué al campus siguiendo a Elena en mi verdadera forma. La que sólo las almas podían ver. La que una vez Elena había sido capaz de ver. Ella durmió profundamente anoche después de que le canté, se durmió. No ser capaz de acurrucarme junto a ella y abrazarla fue duro, pero ella no estaba lista para aceptarme todavía. No haría algo que ella no aprobara.

Elena se detuvo frente a la zona de comidas del campus y miró alrededor. ¿Estaba buscándome? Sabía que no buscaba a Maxim.

¿Estás buscándome?

Se puso rígida y luego hizo un pequeño gesto de asentimiento.

Encuéntrame en el parque al otro lado de la calle.

No respondió inmediatamente, pero se dio la vuelta para mirar al parque. Hizo un pequeño gesto con la cabeza y la vi caminar, disminuí el paso detrás de ella.

—¿Por qué puedo sentirte? ¿Dónde estás? —preguntó en un susurro.

Podía sentirme detrás de ella. Eso me gustó. Su alma me reconocía.

—Estoy justo aquí —respondí mientras me aparecía a su lado.

Saltó y dejó escapar un grito. Luego su expresión de sorpresa se convirtió más en una mirada enojada. Su respiración volvió a la normalidad y fuimos al otro lado de la calle, hacia el parque vacío a tan sólo unos pasos más.

—¿Qué eres y por qué estás en mi cabeza y cómo me cantaste anoche apareciendo de la nada? —tartamudeó sobre sus palabras. Sabía que ella pensaba que decir eso en voz alta era una locura.

—No soy humana. Sabías eso una vez.

Elena alzó sus brazos —¿Qué diablos significa eso? ¿No eres humana? ¿Solía saber esto? Tienes que darme algo que tenga sentido, Yulia.

No estaba manejando bien esto.

—Lo sé y si me das un segundo, lo haré —aseguré, ella puso ambas manos en sus caderas y ladeó la cabeza para hacerme saber que esperaba más.

No podía decirle que su memoria fue borrada. Esa era la única regla que tenía. Nunca dijeron que no le podía decir que yo era la Muerte. Bueno, tal vez lo habían insinuado, pero ellos no lo dijeron realmente. No creyeron que sería lo suficientemente valiente como para contárselo, porque podría suponerme un problema para ganar su amor. Las reglas eran que yo tenía que conseguir que se enamorara de mi otra vez y elegirme sobre su alma gemela.

—La canción que te canté anoche. La que te molestó en el concierto —Di un paso hacia ella y se tensó— ¿Puedes decirme cuales eran esas palabras? ¿Las recuerdas?

—¿Sin embargo, te quedas?

—Sí, pero hay más palabras. ¿Las recuerdas? ¿Cualquiera de ellas?

Necesitaba que recordara algo. Algo de nuestro pasado para ser restaurado. Canté esa canción para ella deseando que le recordara a su alma lo que habíamos tenido.

—No estabas destinada para el hielo. No fuiste hecha para el dolor. El mundo que vive dentro de mí sólo trae vergüenza. Estabas destinada para los castillos y vivir en el sol. El frío corriendo a través de mi debería haberte hecho correr —dijo las palabras lentamente, tratando de entenderlas.

—Sí. Está bien. ¿Recuerdas alguna de las otras palabras?

Cerró los ojos y negó con la cabeza —Estoy intentándolo — Entonces, sus ojos se abrieron— No te quedes y arruines todos mis planes. No puedes tener mi alma. No soy una mujer. El recipiente vacío que habito no es para sentir el calor que traes. Así que te alejo y te alejo...

Sin embargo, te quedas.

—¿Algo de eso tiene sentido para ti? —Todavía me aferraba a la esperanza de que ella recordara algo.

—No. Es muy triste y oscuro. Nada de eso tiene sentido.

Suspirando, pasé la mano por mi cabello. ¿Cómo se suponía que iba a explicarle esto?

—¿Sabes lo que es un alma, Elena? Me refiero, ¿realmente entiendes lo que es un alma?

Ella arrugó su nariz —Sí, es lo que hay adentro. Es lo que eres.

Asentí —Y un cuerpo es la casa del alma. Una vez que el cuerpo muere, el alma da otra vida.

—¿Así que eres uno de esos creyentes de la reencarnación?

No, no era un creyente, conocía los hechos. Sacudí mi cabeza —No. No creo en nada. Sé que tu alma es quien eres. En este cuerpo y en el próximo eres tú. Siempre serás tú. Yo no tengo alma, Elena. Esto no es un cuerpo, no como el tuyo. Soy yo. Puedo aparecerme ante los humanos y puedo caminar invisible junto a ellos. Elijo quien puede verme.

—¿Eres como un... fantasma? Porque no me estoy creyendo eso. Te toqué, sé que eres muy real.

Sonriendo por primera vez desde que había empezado la conversación, negué con la cabeza —No, no soy un fantasma. Soy quien viene a tomar el alma, mi trabajo es tomar el alma del cuerpo en el que ya no puede albergar. Tomo las almas para que puedan habitar otros cuerpos.

Elena estaba parada ahí, estudiándome cuidadosamente. Podía ver su mente procesando lo que acababa de decirle. Llamarme a mí misma algo que ella había dicho que odiaba, no era lo que yo quería hacer. No quería que me odiara inmediatamente por mi título.

—No entiendo. ¿Por qué haces eso?

—Oh, por el jodido amor de Dios. Tuve que hacer esto la última vez y voy a hacerlo esta vez. Suena mejor viniendo de mi —anunció Viktoria mientras salía detrás de un árbol.

Elena se giró para mirarla —¿Viktoria?

—Sí, Lena, soy yo. ¿Quién más podría estar escuchando esta jodida mierda?

—Viktoria, déjame hacer esto —dije, no queriendo que se entrometiera.

—No puedes hacer esto, Yulia. Deberías haber mantenido la boca cerrada. Pero no pudiste. Ahora comenzaste esto y debes terminarlo.

Viktoria volvió su atención a Elena —Ya hemos hecho esta canción y baile una vez, pero te diré que fue un infierno de lo más divertido desde entonces. El drama fue demasiado y la existencia de Yulia estuvo en juego. Pero esta vez no tenemos de qué preocuparnos sobre personas muertas y todo eso.

—Viktoria, vete —exigí. Pero Viktoria era uno de los pocos seres que no me temían.

—Claro que sí. Pero primero déjame aclarar esto. Elena, el actual título de Yulia en el gran esquema general de las cosas, es la Muerte. Cuando es tu hora de irte, esta es la chica que se presenta.

Elena retrocedió un poco y desvió su asustada mirada a mí y hacia Viktoria. Esperé que discutiera o llamara a Viktoria mentirosa pero no hizo ninguna de esas cosas.

—Di algo, Elena —supliqué.

—Aléjate de mí —Ordenó, entonces dio media vuelta y echó a correr.
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Mensaje por Fati20 3/25/2020, 1:08 am

Bueno lena tiene q asimilar todo y ojala recuerde vale para q estén juntas
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/25/2020, 9:16 pm

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Capítulo XIX





Elena

Tenía miedo de dormir. Anastacia se había ido. Viktoria era... Viktoria era una vieja amiga de Yulia. Di un salto y corrí hacia la puerta del baño y cerré con llave de mi lado. Fui y cerré también con llave la puerta de mi habitación. No es que no les crea. Yulia había hablado en mi cabeza, controló mi sueño, y apareció de la nada. Ella es algo. Aceptar que es la Muerte era más fácil que pensar que era algo así como un fantasma, un mago o Dios no lo quiera —un vampiro. Eran criaturas míticas. Ellos no eran reales. Pero la Muerte, la Muerte era real.

¿Podría la Muerte ser sólo el tiempo justo en el que un cuerpo muere? El alma tiene que marcharse. ¿Es la Muerte la que es llamada para tomar el alma? No tiene mucho sentido. Le creí. Y estaba igualmente aterrorizada de ella. No es sano para un ser humano tener una relación con la Muerte. Era el fin de todo. No estaba preparada para morir. No quería volver a verla hasta que llegara mi hora de irme. Esperaba que no fuera hasta que estuviera muy vieja y arrugada.

Un golpe en la puerta del baño me sorprendió y agarré la herramienta más cercana que pude encontrar. Un sacapuntas. No muy amenazante.

—Abre la puerta, Lena, o voy a entrar. Es muy fácil para mí.

¿Ella era también la Muerte? ¿Había más como ellos? ¿Todos cantan en bandas de rock o visten como emos?

—Está bien. No voy a suplicarte —dijo Viktoria mientras aparecía en mi habitación.

—¿Qué eres? —Le pregunté tomando rápidamente de vuelta mi sacapuntas delante de mí.

—¿Qué vas a hacer? ¿Agujerearme con un sacapuntas? ¿En serio? —Viktoria sacudió la cabeza con incredulidad y se acercó y se sentó en el extremo de la cama de Anastacia, luego saltó de nuevo— Me olvidé de toda la acción que esta cosa ha estado recibiendo últimamente. Creo que voy a estar de pie.

—Por favor, sólo vete lejos —Le supliqué.

—Primero, necesito que me preguntes acerca de todas esas cosas locas de mierda que están pasando por tu cabeza. No vas a hablar con Yulia, así que habla conmigo.

—¿Eres también la Muerte? —pregunté, porque tenía que saber si debía estar rezando por mi alma y buscando el rosario de Anastacia.

—La muerte es un ser. Yulia es la Muerte. Ella ha sido y lo será siempre.

—¿Por qué le llamas Yulia?

—Es su nombre. Yulia significa "famosa por su espíritu". Encaja. Solía tener sólo el nombre Muerte. Una vieja señora irlandesa se lo dio justo antes de la partida de su alma. Ella dijo que se merecía un nombre más apropiado.

¿Su nombre significaba algo? ¿Por qué me dijo eso? Ella era la Muerte, por amor de Dios —¿Por qué es la cantante de una banda?

Viktoria se rió a carcajadas.

—Esa es una buena pregunta. Incluso la muerte se aburre. Cada pocas décadas es algo diferente. Todo comenzó en el primer siglo cuando se convirtió en Gladiadora. La lista es larga, pero los que más me divertían era cuando ella fue un pirata en el año 1500, un proscrito en el 1800 y en 1920 era una gángster. Encontró una música que le atrajo en los años ochenta. Así que ahora, cuando la Muerte no está tomando las almas, es cantante de una banda de rock. Sin embargo, pasado un rato le pondrá fin a eso también. Buscará otra cosa que ocupe su tiempo. Aunque eso ya cambiado recientemente.

—¿Así que la muerte sólo camina sobre la tierra? ¿Ella no tiene otra residencia? —Tenía serias dificultades para comprenderlo.

—Sip. Sólo llena su escaso tiempo libre con pasatiempos.

—Entonces, ¿qué eres?

—Soy un transportador. Tomo el alma una vez Yulia la quita del cuerpo. Supongo que hacia arriba o hacia abajo. Cualquiera que sea el lugar al que esté destinado. Los que van a tener otra vida. Es bastante simple. Los seres humanos tratan de hacerlo más complicado de lo que es. El creador no hace nuevas almas a menudo. Sólo cuando el número de almas malas superan la cantidad de buenas. Por ejemplo, tú eres un alma nueva.

Yo era un alma nueva. Qué extraño. La gente vivía su vida sin saber si tenían vidas pasadas. Sin saber si iba a tener otra. Pero ahora, sabía que esta era mi primera oportunidad. Mi primera experiencia. No existía pasado para mí. Eso era todo, sólo tenía futuro.

—¿Es tiempo de irme? ¿Es por eso que Yulia y tú están cerca de mí? ¿Van a tomar mi alma pronto? —Ese era mi mayor temor. No quiero morir. Seguramente si esta era mi primera vida obtendría más que tan sólo dieciocho cortos años.

—Nop, Lena. No es tu hora de ir arriba. Estaría dispuesta a apostar que eres el único ser humano vivo que tiene una vida útil ilimitada.

—¿Qué?

Viktoria desechó mi comentario con la mano.

—Nada, olvida que dije eso. Sólo ten por seguro que no estamos aquí para llevarte. Sin embargo, Yulia está fascinada contigo. Eso no te pone en peligro. Si tuviera que tomar tu alma, ella no sería capaz de hacerlo. Ella rebelaría. El Creador luego la tomaría. Por lo tanto, no estás en peligro.

Me quedé sentada, intentando procesar toda esa información. No lo cuestioné. Esto tenía sentido. Era una locura como el infierno, pero tenía sentido. Sentí una paz completa al respecto. Pero había una cosa que quería dejar muy claro. Alcé los ojos para encontrarme con los de Viktoria.

—No quiero ver a Yulia de nuevo. Tener a La Muerte como pretendiente no es normal. Me doy cuenta de que no estoy en peligro, pero quiero que me dejen en paz. Quiero salir con personas que no puedan hablar en mi cabeza y tomar las almas de los cuerpos. Me gustaría alguien que no fuera inmortal. Yulia es atractiva. Es difícil de no sentirse tentada. Si se quedase cerca de mí, me derrumbaría y le dejaría acercarse. No quiero eso. Así que, por favor, vete.

Viktoria no respondió. No tuvo una respuesta ingeniosa o un comentario inteligente. Después de unos segundos me miró y se fue. No adiós. No Viktoria. Y no Yulia.

Yulia

Había jugado y perdido.

Viktoria se sentó en silencio junto a mí. Había hecho lo que le pedí. Elena tomó su elección. Incluso antes de que supiera que debía que tomar una decisión. Nunca tendría posibilidades de ganar. No me quería cerca de ella. No quería volver a verme. No sería capaz de caminar en este mundo a menos que estuviera trabajando. No podía hacer frente al conocimiento de que ella estaba aquí y no podría hablarle. Tocarla.

Deslicé el collar que me había dado y lo sostuve fuertemente en mis manos. Era todo lo que tenía de Elena… la Elena que me había amado, que me había aceptado por lo que era, y me quería de todos modos. No podía existir con cualquier recuerdo de ella. Tenía que dejar mis recuerdos atrás. Tenía que recordar quién era y lo que estaba destinada a hacer. No vivir más en el mundo humano.

—Quiere que la dejen en paz —No era una pregunta. Sólo trataba de dejar que la confirmación se hundiera en mí. Haría cualquier cosa por ella. Quería hacerla feliz. Ella no era feliz conmigo. No me amaba. ¿Alguna vez podría amarme en este mundo en el que su vida no estaba en la línea de la muerte y no estuviese luchando por ello conmigo a su lado? Comenzaba a creer que era imposible. Elena se había enamorado de mí durante una época en su vida cuando ella no tenía miedo de las almas. Cuando todo tenía sentido para ella. Ella me necesitaba y yo había estado allí para protegerla. ¿Y si me amaba por las circunstancias? ¿Y si esto hubiera sido lo que Dios sabía desde el principio?

—No sabe lo que quiere, Yulia. Está confundida y asustada —dijo Viktoria con convicción en su voz.

Me gustaría creer que tenía razón. Pero la realidad era que las cosas eran diferentes ahora. El lazo que habíamos formado ya no era algo que ella sentía. Tenía miedo de mí. Me quería fuera de su vida. La Elena que no había vivido toda su vida viendo almas y había experimentado esas cosas, no me quería amar. Darse cuenta de ello fue el peor tipo de dolor.

—No puedo quedarme aquí. No me quiere. Sólo soy la Muerte para ella.

La habitación de Elena estaba a oscuras y su lenta respiración me dijo que dormía. Me acerqué a su escritorio y en silencio puse el collar que una vez había querido que yo tuviera, porque su amor era interminable como el nudo Celta, sobre su libro. Era de ella, no podía quedármelo, pero tampoco podía dejar que nadie más lo tuviera. Era de Elena. Éste era un recuerdo de mí que debía dejar con ella. Me acerqué para estar al lado de su cama por última vez. Me permití verla dormir. Desde el primer momento en que la había visto, la observé mientras dormía. Era una tranquilidad que sólo experimentaba con ella. Me enseñó que yo era capaz de amar. Me enseñó a reír. Me enseñó lo que significaba apreciar algo o alguien completamente. Me gustaría seguir adelante y salir de su vida, pero lo que tuvimos siempre estará ahí, recordándome de lo que alguna vez tuve. Cuándo llegase el momento de que abandone este cuerpo tendría que encontrar la fuerza para dejar que el único recuerdo de mí, en su alma, se perdiera para siempre.

—Adiós, Elena Katina —dije en voz baja en la oscuridad.



FIN.
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Mensaje por Aleinads 3/25/2020, 9:57 pm

Ay noo no no no nooo, me muero de tristeza Shocked Sad Sad Sad Sad
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Mensaje por Aixa 3/25/2020, 11:15 pm

Noooo no y no, esto no puede terminar así, estoy segura 😭😭😭

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Mensaje por Fati20 3/26/2020, 4:54 am

Queeeee no no puede quedar así Sad pobre juli se está adelantando muy rápido lena tiene q asimilar las cosas. Sube lo q sigue
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/26/2020, 4:44 pm

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Hola chicas!! bounce bounce Me parece que son insaciables, eh? Bueno, todavía quedan algunos capítulos y debo decir que el final es algo inesperado (les adelanto) y pues, acá otro capítulo. Si puedo, subiré dod más tarde.

A leer!!

Capítulo XX



Elena

Dormir no hizo las cosas más fáciles, parecía que había tenido un muy mal sueño. Me di la vuelta para ver la cama vacía de Anastacia. Otra noche con Leonid. Tenía dos amigas aquí, una estaba en celo y siempre ausente y la otra no era humana. Estaba realmente sola. Cogí el teléfono y desplacé hacia abajo mis contactos hasta que encontré el número de mi madre. Necesitaba oír su voz, debía ser nostalgia lo que sentía.

―¿Elena? Hola, cariño, ¿estás bien?

―Estoy bien ―Le aseguré. Yo no era de llamar mucho a casa. La única vez que hablamos la semana pasada fue cuando ella llamó para ver cómo estaba estableciéndome.

―Son las siete de la mañana. No sabía que fueras capaz de estar despierta a las siete de la mañana.

―Ja. Ja. Tengo tres clases a las ocho a la semana, muchas gracias.

―Oh, bueno, eso lo explica todo. Esto es algo nuevo. Tenía que convencerte con tocino por las mañanas para que te levantaras antes de las siete y media.

―Soy una niña grande ―Le respondí sintiendo un nudo en la garganta. El hablar con mama no mejoraba la situación. Quería acurrucarme en el sofá con ella y ver las repeticiones de CSI.

―¿Estas segura? Porque algo suena mal.

―Te extraño ―Me las arreglé para decir sin llorar.

―Oh, nena. ¡También te extraño! ¿Estás nostálgica? Podría visitarte. ¿Quieres que te visite?

No, yo no quería que ella viniera a visitarme porque no podría dejar que se vaya ―No. Estoy bien, solo quería oír tu voz esta mañana y decirte que echo de menos tus panqueques. Un latte acaramelado simplemente no es lo mismo.

Mamá se echó a reír en el teléfono ―Bueno, tan pronto llegues a casa para las vacaciones de Acción de Gracias tendrás panqueques esperándote.

―Gracias. Puedo seguir adelante con esto, necesito irme ahora. Tengo que vestirme.

―Está bien. No llegues tarde a clase. Llámame en cualquier momento que desees. Eres una chica hermosa, inteligente y encontrarás tu lugar allí realmente pronto.

―Bueno, hablaré contigo pronto. Te amo.

―Te amo, cariño. Adiós.

―Adiós.

Dejé caer el teléfono sobre la cama y me levanté para ir a tomar una ducha. Mis ojos se posaron en el nudo Celta de plata que había visto colgando una vez alrededor del cuello de Yulia. Estaba colocado sobre la portada de mi libro. Comencé a cogerlo y me detuve. No estaba segura de cómo llegó hasta aquí y por qué estaba allí. Le dije que me dejara en paz. No me gustaba pensar que podía estar en mi habitación mientras yo dormía, así que corrí al baño. Necesitaba salir de esta habitación y entrar en el mundo real donde las personas tenían cuerpos y no eran inmortales, esa era mi opinión final.

Cuando abrí la puerta principal de la residencia de estudiantes para dirigirme a clase me detuve al ver Maxim, se apartó de la barandilla donde había estado apoyado. Tenía café en sus manos, pero yo sabía que no era para él.

―Buenos días ―dijo sonriendo y extendiendo el café hacia mí― Latte acaramelado con leche.

―Gracias ―respondí tomando el café― ¿Qué he hecho para merecer servicio de café por la mañana?

Maxim se encogió de hombros ―Me dio una razón para verte. Anastacia me dijo a qué hora te ibas esta mañana y pensé que podría conseguir algunos puntos extras. Empezar mi día contigo es un buen comienzo.

Sonriendo, tomé un sorbo de café y luego suspiré en aprobación.

―Bueno, gracias. Eso es muy dulce.

―Pero tengo otro motivo por el cual vine ―dijo, frotándose las manos.

Ese era su gesto nervioso. Lo conocía bien.

―De acuerdo, ¿Pero podemos hablar camino a mi clase?, así no llegaré tarde ―pregunté caminando a su lado.

―Sí, sí, por supuesto ―Caminamos por las escaleras y me dirigí hacia la acera que conducía a la parte delantera del edificio de Inglés.

―Bueno. ¿Cuál es la otra razón por la que te levantaste para venir a sobornarme con café tan temprano en la mañana?

―Me preguntaba si había alguna posibilidad de darme otra oportunidad para una cita. Solo amigos, pero, bueno, no solo amigos. Quiero pasar tiempo contigo. Tal vez podríamos ir a comer y bolos. Solías patearme el trasero en los bolos.

En circunstancias normales hubiera sido un rotundo no. Sin embargo, me sentía sola. Necesitaba amigos. Maxim había sido mi amigo desde hace varios años. Pasar tiempo con él no era la peor idea del mundo. Eso era sin duda era un paso adelante, por lo menos era humano. No era tan sexy y sus besos no hacían que mis dedos se curvaran, pero era lo suficientemente agradable. No podía comparar a todo mundo con base a Yulia. Era injusto. Ella no era un ser humano, por lo tanto un ser humano no podría competir con ella.

―Seguro. Suena divertido. ¿Cuándo quieres hacerlo?

Maxim se detuvo y me miró como si no pudiera creer que acabara de aceptar. Empezó a caminar de nuevo, sonriendo como si yo acabara de ofrecerle dinero en lugar de aceptar una cita ―Uh, mañana por la noche. No tenemos escuela la mañana siguiente.

Bien, necesitaba algo que hacer ―Suena como un plan.

***

Tres semanas más tarde y había encontrado un cómodo patrón con Maxim. Él me traía cafés tres días a la semana y me llevaba a clase. Íbamos a comer con Anastacia y Leonid los martes, a los bolos los jueves y viernes por la noche era cena o película. Era exactamente como en el instituto. Todo muy bien organizado y muy aburrido.

La única cosa que había aprendido era que tener a alguien contigo todo el tiempo no te quitaba la soledad. Podías estar rodeado de gente pero igual te podías sentir solo. Algo faltaba.
Casi podía recordar lo que faltaba, pero justo cuando estaba a punto de recordarlo, lo olvidaba. Simplemente se iba.

Esta noche iba a ir a un grupo de estudio para mi clase de Literatura, a la cual Yulia ya no asistía. Me molestaba echarla de menos. No debería extrañarla. La emoción de entrar a clase sabiendo que podría estar allí, ya no estaba. Agarré mi mochila y salí por la puerta bajando por las escaleras. El fuerte chirrido de un metal a todo volumen y bocinas me detuvieron.
La gente empezó a salir de los dormitorios para ver qué pasaba. Me acerqué a la multitud cerca de la calle donde dos de los coches que habían chocado estaban inmóviles. El humo salía de los capós. El coche más pequeño se encontraba al revés. Escuché gente gritando y llamando al 911, mientras otros lloraban.

El rompimiento del vidrio atrajo la atención de todos, provenía del auto que se habían volteado. El peso de la camioneta que estaba en las ventanas había sido demasiado. Nadie se movía en el vehículo. Oí a las chicas a mi alrededor en sus teléfonos llamado y diciéndole a la gente acerca del accidente. Nadie parecía saber de quienes se trataba aun.

Fue entonces cuando la sentí. No podía verla, pero ella estaba allí. Nadie parecía darse cuenta. ¿Por qué yo lo hacía? Miré entre los destrozados, buscando cualquier señal, pero no había nada. El hecho de que sabía que ella estaba cerca no me asustaba. Si fuera honesta conmigo misma, quería verla. El calor corría por mis brazos y me estremecí.

―¿Dónde estás? ―susurré.

No obtuve respuesta.

El calor sólo duró un corto tiempo y luego se fue. Las sirenas comenzaron a sonar a todo volumen y la multitud se movió de nuevo. Estaba confundida.

Y ella se había ido.

Me encontraba triste. No porqué conocía a alguien en esos vehículos que habían muerto. Estaba triste porque ella había estado cerca, pero no fui capaz de verla. ¿Por qué quería verla? ¿Andaba algo mal conmigo?

Me abrí paso entre la multitud hasta que estuve libre de los cuerpos que se apretujaban tratando de conseguir una mirada más cercana del accidente. Tomando una profunda respiración, me acerqué y me senté en los escalones. Estaba segura de que nuestro grupo de estudio no se reuniría esta noche. Sólo esperaba que no hubiera alguien conocido en esos coches.

Mi teléfono comenzó a sonar y lo saqué para ver el número de Anastacia parpadear en la pantalla.

―Hola.

―Oh, Dios mío. Gracias a Dios que estás bien. Acabo de ver los restos del accidente en las noticias y solo dijeron que sucedió justo afuera de nuestro dormitorio. No dieron más información, así que no estaba segura. Maxim ya va camino para allá. Lo llamé y dejó su trabajo para ir hasta allí.

No estaba de humor para Maxim esta noche. Quería acurrucarme sola en mi habitación y sacar el collar que había escondido en el cajón. Yulia lo dejó conmigo por una razón y necesitaba entender por qué.

―Estoy bien. No estoy segura de que lo dejen pasar. Creo que tienen las carreteras bloqueadas, pero lo llamaré y le diré que estoy bien. Es malo no saber quiénes son.

―Llámame tan pronto como lo sepas, ve a dentro y quédate a salvo ―dijo Anastacia con voz de mando. Sonreí, estuve de acuerdo y colgué.

Para cuando Maxim llegó, los coches estaban siendo remolcados fuera de la carretera y el forense declaraba al conductor del coche más pequeño como muerto y el cuerpo ya se lo habían llevado. El pasajero del otro vehículo también fue declarado muerto. Todo lo que podía pensar era en Yulia y en cómo tenía que vivir a través de eso a diario. Era algo de lo que nunca podría escapar. ¿Eso la molestaba? ¿Sentía alguna emoción?

―Toma, te he traído algo para comer ―dijo Maxim mientras subía los escalones del dormitorio y se sentaba a mi lado. No había sido capaz de alejarme del accidente, sentada viendo cada momento, cada sollozo y lamento de los familiares que llegaban para que les dijeran que alguien a quien amaban estaba muerto. Lo había visto todo. Ellos se irían esta noche odiando a la Muerte, pero ella sabía que debía tomar sus almas. Podía entender su dolor, pero mi pecho dolía por Yulia. Ella no causó el accidente, no escogió que estas personas murieran. Eran sus cuerpos los que no podían sobrevivir. No era su culpa que sus almas no pudieran permanecer dentro de su cuerpo, pero a causa de su nombre y su propósito la gente la odiaba. En este evento, la vida de todos no era una fiesta en absoluto. Era un ser y si sólo comprendieran que no era culpa de la Muerte…

―Pensé que no habías comido nada ―dijo Maxim mientras tomaba la bolsa. El olor a hamburguesa y papas fritas salió desde la bolsa. Él tenía razón, yo no había comido nada, pero mi estómago no estaba lo suficientemente fuerte como para comer.

―No creo que pueda comer algo ―Le dije en tono de disculpa. Fue amable de su parte haber pensado en mí, pero esta noche solo quería dormir, olvidar lo que sabía y lo que había visto. Todo dolía demasiado.

―Tienes que comer algo. Vamos, vamos a entrar. Ver esto no es bueno para ti.

Negué con la cabeza. Tenía que quedarme hasta que terminara. No podía alejarme todavía.

―No puedes entrar, es tarde. Nosotros deberíamos quedarnos aquí.

Maxim se acercó a mí y tomó mi mano entre las suyas. De pronto, no hubo en ese instante placer o excitación. Mi cuerpo no reaccionaba de alguna manera, él no era más que mi amigo.
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/26/2020, 7:58 pm

Capítulo XXI




Yulia

― Estoy harta de esta mierda depresiva. Se está poniendo aburrida. No puedes deprimirte por el resto de la eternidad. Especialmente cuando ni siquiera luchaste por ella. Soltaste la bomba acerca de que terminas con las vidas humanas y luego esperas que lo acepte con los brazos abiertos. Esto no es una maldita serie televisiva.

Caminaba de un lado a otro fuera del dormitorio de Elena. Eran las tres de la mañana y había terminado mis rondas. Verla esta noche me había hecho imposible no volver cuando terminara.

—Sabes que tengo razón. Se resistió e hirió tus sentimientos y tú te pusiste toda melancólica y te fuiste.

—Cállate, Viktoria. No sé qué esperabas que hiciera. No quería volver a verme. Le di lo que quería.

Viktoria hizo un sonido de arcadas vomitando.

—Ahora estás siendo una niña. Pobre Yulia, no puede hacer que Elena la recuerde, así que se da la vuelta y corre. Su alma gemela te lo agradece. En serio, lo hace. Ahora él no tiene a nadie interponiéndose en su camino.

—Suficiente. Viktoria.

—Lo que sea, necesitas conseguir un par de pantalones. Preguntó dónde estabas esta noche. Sé que la escuchaste. Demonios, yo la escuché, y no soy la que quiere manosearla por todos lados. Ella quiere verte luego.

Me detuve y levanté la mirada a la ventana donde sabía que ella dormía. Yo ya me había despedido. Le había dado una vida normal tal como quería. ¿Acaso me equivoqué? Si la hubiera forzado a recordar, si hubiera intentado con más ahínco que me amara, ¿habría funcionado?

—Esta es la cosa más injusta de todas. Ella te ama. Sólo no puede recordar. No porque su mente esté enferma, o su cerebro esté dañado, sino porque la Deidad le quitó sus recuerdos. Incluso aunque su cabeza no pueda recordar, su corazón si lo hace.

Me recosté contra la pared de ladrillo y me quedé mirando el cielo oscuro. ¿Su corazón triunfaría? ¿Podría su corazón activar su memoria? ¿Qué si recordaba un día y yo me había ido? ¿Qué, entonces? ¿Sólo la perdería por siempre y ella pensaría que yo no la quería? ¿Qué yo no la amaba?

—¿Qué hago, Viktoria?

—Luchar es lo que haces. Lucha.

—No quiero herirla. No quiero lastimarla. Sólo quiero que sea feliz.

—Nunca será feliz si no recuerda.

Elena

La puerta que quedaba frente a la mía cruzando el pasillo estaba abierta cuando entré en el corredor. Una chica con gruesos rizos negros y una tez aceitunada estaba sentada en la cama hablando con Janet, quién compartía la habitación con una chica llamada Tabby. La chica con rizos me saludó con la mano y saltó y corrió hacia la puerta.

—Hola, no nos hemos conocido todavía. Soy Bebé y sí, de verdad es mi nombre, por favor, no preguntes. Mi madre fumó un montón de marihuana. Janet dijo que compartes la habitación con tu amiga Anastacia, quien nunca se encuentra aquí.

Sí que sabía mucho sobre mí. Janet asomó la cabeza por la esquina y su cabello estaba envuelto en una toalla.

—Buenos días, Elena. Disculpa a Bebé y su charla matutina. Puede ser un dolor de cabeza.

Bebé puso los marrones ojos en blanco y me sonrió. No muchas personas eran más bajas que yo aquí, pero Bebé a duras penas medía un metro. El que su mamá fumara marihuana debió haber frenado su crecimiento.

—¿Vas a ir a la fiesta Omega esta noche?

Sacudí la cabeza, negando.

—No tengo idea de qué es —Yo era un bicho social. Hasta hace poco había estado llegando a conocer a las otras chicas del dormitorio.

—Ooooh, tienes que ir. Los Omega hacen las mejores fiestas. Solamente permiten chicas lindas. Entrarías sin problema.

No, gracias. Había rechazado todas las fiestas a las que Maxim me había pedido que fuera. Simplemente no me atrevía a participar. No sonaba como algo en lo que estuviera interesada.

—Va a decir que no. Nunca sale a ningún lado excepto si es con el bombón que se aparece para sacarla algunas veces en la semana —dijo Janet desde la silla donde estaba sentada cepillando su cabello.

—Oh, vamos. Será divertido. Podemos reírnos juntas de todas las locuras.

Iba tarde a clase.

—Pensaré en ello —dije caminando por el pasillo.

—Fue un placer conocerte —dijo detrás de mí.

Ella era algo imperactiva.

—Lo mismo digo —respondí y me apresuré hacia la puerta antes de que pudiera decir algo más. Definitivamente necesitaría un café antes de poder tratarla de nuevo.

Esperaba que Maxim estuviera fuera esperándome con una taza de café en la mano. Pero por primera vez en semanas, no lo estuvo. Si me apuraba tenía suficiente tiempo para detenerme por un café en mi camino a clases.

—Durmiendo hasta tarde, Lena, muy mal.

Me detuve y di la vuelta al escuchar el sonido de la voz de Viktoria.

Estaba sentada en el capó de su pequeño auto deportivo negro.

—¿Viktoria?

Puso los ojos en blanco.

—Hasta donde sé.

Caminé hacia ella.

—¿Qué estás haciendo aquí?

—Tengo algo que te pertenece. Pensé que lo querrías de regreso. Si no mal recuerdo estabas muy unida a esto.

¿De qué estaba hablando? Se encontraba al lado de su auto cuando metió la mano en el bolsillo y sacó algo y me tendió la mano. Lentamente la abrió y situado en la palma de su mano estaba un pequeño broche de oro. Era un corazón de filigrana con piedras rosa pálido. Había visto esto antes. Mi corazón golpeó contra mi pecho mientras extendía la mano y lo tocaba.

—¿Qué es? —pregunté apartando la mirada del broche a la expresión curiosa de Viktoria.

—Creo que lo sabes. Debes saberlo. ¿Por qué no tomas este broche y lo colocas en tu bolsillo? Piensa en eso. Mira si es un recuerdo que no puedes recordar.

Cogí el delicado broche. Se veía antiguo pero bien cuidado. Mi cabeza empezó a dar vueltas mientras lo sostenía. Tenía razón. Ahí había un recuerdo.

—¿De dónde lo sacaste?

—¿Por qué es curioso que debas preguntarme eso? Lo encontré en tu habitación. Justo donde lo dejaste.

¿Cómo había encontrado esto en mi habitación? No recordaba si quiera haber puesto esto en cualquier lugar de mi habitación. La miré de nuevo para preguntarle, pero ya no estaba.

Recorrí un camino con mi pulgar sobre las piedras.

—¿Puedes tomar esto y dármelo después de que mi alma abandone mi cuerpo? Quiero tenerlo conmigo.

Un agudo dolor atravesó mi cabeza. Extendí la mano y agarré el costado del auto para no caerme.

—Yo te di este broche. Te dije que lo quería llevar conmigo. Dijiste que podrías arreglarlo y lo metí en tu bolsillo.

Otra llamarada caliente se disparó a través de mi cabeza. Me dejé caer sobre el cemento. ¿Qué estaba pasando? Había recuerdos unidos a este broche. Cosas que había olvidado. Dejé caer el broche en mi regazo y agarré mi cabeza con ambas manos mientras el dolor se hacía más fuerte.

—Pero nunca me volviste a ver. Porque tu alma fue borrada de la lista. La única razón por la que me acordé de ti fue a causa de este broche.

—¡Aaaaaah! —Lloré en agonía. Con cada recuerdo que salía a la superficie, el dolor en mi cabeza se hacía más fuerte.

—Por lo tanto, vine a verte. Para ver qué pasaba con esta alma que era tan única.

La conocía. Yulia. Oh, Dios. La conocía. Lágrimas nublaron mi visión mientras me acurrucaba en una bola en el suelo duro. Nadie podría verme metida en medio de dos autos. Mordí mi labio para evitar hacer algún sonido mientras los recuerdos se entrelazaban a través de mi mente de a un solo golpe. Cada toque. Cada momento. Lo había olvidado todo. Un sollozo se me escapó y luché contra el lamento creciendo en mi pecho. ¿Cómo la había olvidado? La amaba. Ella era todo para mí. ¿Cómo había podido olvidarla? La había alejado. Los sollozos se hicieron más fuertes y dejé de tratar de hacer silencio. Entre el rompimiento de mi corazón y la explosión en mi cabeza fui incapaz de hacer algo más que marchitarme en el suelo y llorar.

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Mensaje por Aixa 3/27/2020, 1:53 am

😱😱😱😱 Sube pronto otro capiti 😱😱😱😱

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Mensaje por Fati20 3/27/2020, 3:26 am

Hay q emocionante. Ya le por fin recordó Very Happy podrán estar juntas. Aunque me asusta eso de final inesperado es q no será el final feliz q esperamos osea q estarán separadas Sad
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/27/2020, 6:10 pm

Hola chicas, quiero informarles que el día de hoy se acabará el fics. Me alegro que lo hayan disfrutado como siempre lo hacen con cada una de las historias y es que me gusta compartirlas con uds y no me cansaré de hacerlo.

En el transcurso del día, terminaré se subir los tres capítulos que faltan. Estoy preparando otra historia que de seguros les encantará también, así que, espero y disfruten

A leer!!

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Capítulo XXII





Yulia

El cuarto estaba oscuro cuando llegué. Viktoria me había llamado aquí.

Todo lo que ella había dicho era—: Es Elena. —Yo había venido de inmediato, pero no esperaba que fuera el dormitorio de Elena desde donde me estaba llamando. Recorrí la habitación, y encontré a Elena acurrucada en la cama durmiendo. Ni siquiera era la hora de comer todavía. Las cortinas estaban cerradas y las luces apagadas. ¿Estaba enferma?

—Recordó —dijo Viktoria desde la esquina de la habitación donde ella estaba sentada, mirándome.

—¿Qué es exactamente lo que recuerda? —Le pregunté dando un paso hacia la cama donde Elena dormía.

—Todo, me parece. Infiernos, no lo sé. Ella no ha hablado. No sé qué tan afectada está aún. Si está herida, mentalmente, espero que me extingas. No puedo vivir con la culpa.

El pánico se apoderó de mí y corrí a un lado de la cama y me arrodillé a su lado. ¿Qué había hecho Viktoria? Ella no debía recordarlo todo hasta que la Deidad decidiera que era el momento adecuado. Yo había esperado que un pequeño recuerdo volviera a ella, pero nunca había querido hacerle daño.

—¿Qué... has... hecho? —Levanté mi mirada del cuerpo todavía pálido de Elena y miré a Viktoria.

—Enójate. Por favor. Quiero que lo hagas. Si ella está en mal estado porque tomé una decisión estúpida no voy a ser capaz de vivir con eso.

La expresión solemne de Viktoria no sirvió de nada. Viktoria nunca era seria. Extendí la mano y le aparté el pelo de la cara con suavidad. El color natural rosado de sus mejillas había desaparecido —Dime lo que hiciste, Viktoria —Le supliqué. Yo no podía ayudarla si no sabía lo que había sucedido. Necesitaba una explicación.

—No estabas luchando. Sólo la dejabas ir. Al diablo con eso. Yo no iba a dejar que ella se marchara tan fácil. No es feliz con la llamada alma gemela que crearon para ella. Está perdida sin ti. Yo... yo le di el broche.

El broche. El que yo había guardado para ella. El que le había devuelto el pasado día de San Valentín. Ella recordó la época en que yo vine por ella cuando era niña. Había pertenecido a su abuela. Quería que yo lo guardara y que se lo regresara en su próxima vida. Pero ella no murió entonces. El broche me había hecho recordar el nombre de la chica. Así que cuando Elena Katina estuvo de nuevo en los libros para morir, yo la recordé. Fui a verla. Tenía curiosidad. Entonces, se convirtió en algo más. Mucho más.

—¿Qué pasó? —Le pregunté, temerosa de apartar los ojos de ella. Quería despertarla. Asegurarme de que todo estaba bien. Que su mente no sufrió un trauma que su cuerpo no pudiera soportar.

—La dejé con él. Entonces me preocupé y me di la vuelta y regresé. Estaba... Estaba acurrucada en el piso con lágrimas corriendo por su rostro diciendo: "Me olvide de ella. ¿Cómo podría olvidarla?" La llevé hasta aquí y no se ha movido ni dicho nada desde entonces. Sólo duerme.

No podía hacer frente a Viktoria ahora. No la quería cerca de mí —Vete. Sólo vete —dije sin mirarla.

—Me dirás si se despierta. Necesito saber que está bien.

—Te dije que te vayas, Viktoria. Ya has hecho suficiente. Déjanos.

Ella no discutió. Se fue.

Tomé la mano de Elena y la sostuve en la mía. Estaba fría al tacto. Vi su alma. No fue dañada. Su cuerpo no estaba enfermo. Todo era mental. Me llevé su mano a los labios y la besé suavemente. No debí haber confiado en Viktoria. Sabía que haría algo estúpido cuando ella me exigió que luchara anoche. No pensé que haría algo tan perjudicial. Yo había estado ideando un plan. Uno más, uno que realmente funcionara. Intentaría hacer que se enamorara de mí otra vez. Solucionaría esto.

También iba a asegurarme de que ella supiera que yo nunca tuve sexo con otra chica. Quería aclararlo. No me gustaba que eso nos ensuciara.

La mano de Elena se movió en la mía y me tranquilizó. Esperé para ver si pasaba de nuevo. ¿Estaba despertando? ¿Podría despertar? Su mano apenas apretó la mía y la miré desesperadamente, esperando por más. Después de unos minutos, no se movió de nuevo. Alcé los ojos para mirarla a la cara. Sus párpados parecían azules. Estaba demasiado pálida.

Tenía que hacer algo. Yo había pasado semanas sin abrazarla. Ella no había querido. Pero ahora, lo necesitaba. Necesitaba a Elena a salvo en mis brazos. No podía quedarme aquí mientras ella yacía acurrucada en una bola, fría y pálida. Lo único que podía hacer era esperar y darle calor.

Me quité las botas y retiré la sábana antes de deslizarme detrás de ella. Ella inmediatamente rodó hacia mí y puso sus manos en puños en mi blusa. Dejó escapar varios suspiros pequeños, luego calló una vez más.

Elena

Estaba caliente. Muy caliente y algo olía maravillosamente. Enterré mi cara en el calor. El olor se hizo más fuerte. Me apreté más a eso y recorrí mis manos por el calor para tocarlo.

—Dime que esto significa que estás bien, por favor —susurró una profunda voz en la oscuridad. El calor comenzaba a hablar. Luché duramente para abrir los ojos. Eran tan pesados.

—Esa es mi chica, abre esos ojos y mírame —dijo la voz de nuevo. Conocía esa voz. El pánico me atravesó y extendí la mano y le agarré. Me estaba dejando. La había olvidado. Le dije que se fuera. No sé, no lo sabía. Luché por abrir mis ojos y encontrar frenéticamente una forma de retenerla aquí. Cuando abriese los ojos, ¿se habría ido ya?

—Shhh, está bien. Te tengo. Tranquilízate, nena —Me calmó y sus brazos me rodearon, acercándome a ella.

Mis ojos finalmente se abrieron y me quedé mirando al pecho contra el que estaba presionada. Inhalé profundamente. Esta era Yulia. Mi Yulia. Esta era mi Yulia. Estaba aquí. Oh, gracias a Dios que ella estaba aquí. Retrocedí hasta que pude mirarle a los ojos.

—Estás aquí —Mi voz sonó áspera.

—Seh, estoy aquí —respondió. Sus ojos azules brillaban en la oscuridad. Conocía ese brillo. También sabía que brillarían mucho más después de que tomara un alma.

—No te vayas —supliqué, apretando mi agarre en la blusa que tenía entre mis manos.

—No lo haré —Me aseguró, luego me miró a los ojos— ¿Te acuerdas?

Sí. Lo recordaba todo. Los dos últimos meses se repetían en mi cabeza. Esas dos semanas con Yulia. Fue ella misma y no me recordé nada. Se había esforzado tanto por llegar a mí. Espera… La chica… La biblioteca.

—Explica a la chica fuera de la biblioteca —dije, necesitando escuchar una explicación porque sabía que existía una. Mi Yulia nunca haría eso.

—Está este… chico al que no recordarás, pero que cree que te tomé de él. Así que lo planeó para hacer que me odiaras. Quería que te perdiese también. Él sabía que no eras tú misma y se aprovechó de eso.

—¿Aleksey?

Los ojos de Yulia se abrieron como platos —Sí, Aleksey, pero Elena… Supuestamente no deberías ser capaz de recordar. No tiene alma.

Porque era un espíritu Vudú —Ya lo sé, pero le recuerdo.

Yulia apartó el pelo lejos de mi cara y sonrió —Nunca encajaste en el molde. Esto no debería sorprenderme. Te he echado tanto de menos.

El alivio y el amor en sus ojos hicieron que me rompiera. La había tratado tan cruelmente. —Lo siento mucho. Te quiero, Yulia. Te quiero muchísimo. No sé qué ocurrió. No puedo creer que te olvidase.

Yulia bajó su boca y presionó un beso en mi frente —No te disculpes. Está bien. No tenías nada que ver con esto. Es la Deidad la que hizo esto. Tomaron tus recuerdos.

¿Por qué? ¿Qué había hecho mal?

—¿Hice que se enojaran?

Yulia negó con la cabeza y apretó su agarre sobre mí. Noté que mis manos seguían agarrando puñados de su blusa y las liberé, alisando la tela con ellas.

—Cuando un alma es creada, también lo es su pareja. Maxim es tu alma gemela. No fuiste creada para ser mi compañera. Tienes que reconectar con Maxim y dejar que tu alma decida si puedes vivir sin él. Tomaron tus recuerdos para que la decisión fuese justa. No sé cómo recordaste sin su ayuda. Pero no podemos dejar que lo sepan. Tendrás que continuar como estábamos. Quieren que elijas y ahora la decisión ya no es justa. No quiero que tomen tus recuerdos otra vez.

¿Podrían llevárselos de nuevo? No. No. No quería eso —¿Entonces qué hago? ¿Salir con Maxim? No quiero salir con Maxim.

Yulia esbozó una pequeña sonrisa y bajó su boca a la mía —No quiero eso tampoco, pero no puedo perderte de nuevo. Necesito que me recuerdes.

Su boca cubrió la mía y decidí en ese momento que lo otro no era la cosa más importante. Esta lo era. Deslicé mis manos en su pelo y le acerqué más. El primer contacto con su lengua fue de ensueño. Rodé sobre mi espalda y le puse sobre mí tirando de su cabello. Quería estar cubierta por ella. Necesitaba tenerle cerca. La había mantenido a distancia porque mi estúpida mente me había traicionado. Yulia se desplazó y movió su cuerpo hasta que encajó perfectamente sobre el mío. Sus brazos descansaban a cada lado de mi cabeza mientras sostenían algo de su peso. No quería eso. Lo quería todo de ella. Abrí mis piernas, lo que causó que sus caderas cayeran contra mí.

Se detuvo de presionarse completamente. Me aparté del beso —Por favor, Yulia. No te mantengas lejos de mí.

Tragó con dificultad, luego lentamente subió su pierna hasta que su rodilla se presionó firmemente contra mí. Gimiendo un poco por la nueva sensación, me mecí contra ella. Sus labios estaban sobre los míos instantáneamente y su lengua acariciaba el interior de mi boca con una frenética necesidad. Me mecí otra vez y dejé escapar un pequeño grito de placer mientras el hormigueo entre mis piernas disparaba chispas por todo mi cuerpo.

Yulia dejó escapar un jadeo mientras nuestras lenguas se enredaban entre sí y esta vez fueron sus caderas las que se mecieron contra las mías. La presión fue más intensa. Eché hacia atrás la cabeza y dejé escapar un sonido que nunca había hecho antes. Los labios de Yulia comenzaron a arrastrar besos sobre mi cuello al descubierto y se detuvieron en mi clavícula. Luego la suave piel de sus dedos tocó la sensible piel justo debajo del borde de la camisa. Comencé a jadear, deseando que no se detuviera. Su mano se deslizó más arriba hasta que encontró el ajuste entre mis pechos y desabrochó el sujetador fácilmente. Empujó el indeseado obstáculo fuera antes de acariciar cada pezón con sus dedos.

—¿Quieres que me detenga? —preguntó en un susurro ronco.

Negué.

—Quiero tu camisa fuera —dijo, observándome por alguna reacción.

—Bien —contesté elevándome para quitármela.

—No, quiero quitártela —dijo deteniéndome.

Asentí y levantó la camisa por encima de mi cabeza. Sus manos empujaron los tirantes del sujetador de nuevo hasta que no tenía nada cubriéndome.

Su alabanza hizo que mi corazón se disparara.

—Creo que recuerdo haberte dicho que me gustaría verte sin camisa —Le recordé.

Una sonrisa apareció en sus sensuales labios, cogió el dobladillo de su blusa y se la sacó.

Oh, mi Dios.

Extendí la mano y paseé los dedos sobre cada músculo definido de su abdomen. Ahora, eso era hermoso —Ven aquí —dije recostándome sobre la almohada otra vez.

Los párpados de Yulia descendieron y me miraron con avidez. Quería su pecho desnudo presionado contra el mío. Alcanzándole, deslicé mis manos detrás de su espalda y desabroché su sujetador. Pasé mis manos por detrás de su cabeza y le traje de vuelta hacia abajo, hasta que pude saborear sus labios. Sus pechos rozaron los míos y le mordí el labio inferior provocando un gemido de aprobación mientras el toque íntimo de nuestros cuerpos nos unía más.

Esta era mi Yulia. Ya no me sentía perdida o sola. Esa sensación que me había engullido durante las últimas semanas la entendía ahora. Mi corazón sabía que Yulia estaba lejos.
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 3/27/2020, 6:20 pm

Capítulo XXIII



Yulia

Elena no quiso que nos pusiéramos de nuevo nuestras blusas una vez que yo finalmente puse un alto a las cosas. Cuando ella había deslizado su mano entre mis piernas estuve bastante segura de que iba a explotar. Acababa de recuperar su memoria. Ella no estaba lista para esto aún. Nosotras habíamos ido más lejos esta noche de lo que alguna vez lo hicimos antes sexualmente. Yo quería facilitarle las cosas y no apresurarla. La única cosa que nos salvó de llevarlo demasiado lejos fue el hecho de que ella se sentía agotada. Una vez que nos detuvimos se acurrucó contra mí y rápidamente se quedó dormida.

Sin embargo, incluso la suave respiración de Elena hizo que su pecho subiera y bajara contra el mío y creara una fricción que yo no podía ignorar. Cada vez que sus duros pezones se frotaban contra mí, mi control decaía un poco más.

—Bueno, parece que ella lo logró. Memoria intacta y todo —La voz de Viktoria me sorprendió. No esperaba que volviera esta noche. Tiré la manta encima de nosotras.

—Sí, gracias. No es exactamente algo que quisiera que hubiera ocurrido. ¿Entonces, no crees que podrías, oh, no sé, permitirle a esta chica saber algo? He estado preocupada desde que salí de aquí.

—Shhhh… no las despiertes. Está cansada.

—Apuesto que lo está. Se despierta para tener sexo salvaje con la Muerte. Necesita descansar.

—Eso no pasó. Cállate —le advertí en voz baja para no molestar a Elena.

Viktoria hizo rodar sus ojos —Sí, claro.

—Tiene su memoria nuevamente. Ella está bien. Ahora vete.

Viktoria guiñó un ojo y se fue.

—Deberías ser más amable con ella —susurró Elena contra mi pecho.

Maldita sea, Viktoria. La había despertado.

—Lo siento. Vuelve a dormir.

Elena echó su cabeza hacia atrás y me sonrió tímidamente — Bueno, me gustaría pero creo que necesitamos ponernos nuestras blusas. Despertar de este modo me hace desear hacer… cosas.

Saber qué cosas quería hacer me hizo palpitar más fuerte. Iba a tener que levantarme y tomar una ducha fría —Sí, probablemente es una buena idea.

Elena se empujó contra mí y rodó encima mío. Ella se sentó a horcajadas y colocó ambas manos sobre mis hombros —O nosotras podríamos hacer cosas.

Elena sentada encima de mí con su cabello cayendo sobre sus hombros, sus senos al aire luciendo como una diosa, era algo que ningún ser podría rechazar.

—¿Qué cosas quieres hacer? —pregunté mientras extendía la mano y acariciaba su pezón con mi pulgar.

—Quiero quitarnos nuestras partes de abajo —susurró y dejó caer su mirada a mi estómago.

Oh, maldición. Era mujer muerta.

—Elena, si nos quitamos los pantalones las cosas podrían ir más lejos…

Ella levantó sus ojos para encontrarse con los míos e inclinó su cabeza hacia un lado y sonrió juguetonamente —Lo sé. Quiero ir más lejos. Contigo. Ahora mismo.

Todas las razones por las que esto era una mala idea atravesaron por mi cabeza mientras ella se levantaba fuera de mí y comenzó a quitarse sus pantalones cortos. Las bragas de encaje azul claro que quedaron tenían mi completa atención. Deslizó sus dedos en los lados y se detuvo antes de bajarlas. ¿Por qué se detuvo? Arranqué mis ojos de su ropa interior de encaje para encontrar su mirada.

Ella lamió sus labios nerviosamente —Nunca antes he estado desnuda delante de alguien —admitió.

—Bueno —respondí, me senté y alcancé su cintura atrayéndola hacia mí— No tienes que quedarte desnuda delante de mí ahora si no estás lista. Pero si tú quieres, entonces seré una mujer muy, muy feliz.

Elena se rió suavemente —En realidad tú serás una Muerte muy, muy feliz.

Le di un mordisco en el lóbulo de su oreja y a continuación le susurré—: Así es y ahora mismo la Muerte tiene pensamientos muy, muy traviesos sobre ti. Entonces, por favor quítate esas sexys bragas y vuelve a treparte en esta cama conmigo.

Elena tembló en mis brazos —Con toda seguridad esa es una buena manera de pedirlo.

Ella se movió hacia atrás y las sacó lentamente por sus piernas hasta que estuvo completamente desnuda. Mi control desapareció. Me levanté y la agarré, apoyé su espalda sobre la cama antes de sacar rápidamente mis vaqueros y cubrir su cuerpo con el mío.

—¿Estás segura de esto? —le pregunté mientras apartaba su cabello lejos de su rostro y contemplaba sus ojos. Yo podía sostenerla justo de esta manera y ser feliz. Nunca quise pedir más de lo que ella estaba dispuesta a dar.

Elena movió sus caderas hasta que nuestras intimidades estuvieron una junto a la otra —Lo deseo, locamente —Ella gimió mientras me deslizaba fácilmente contra ella.

Levantando mis caderas dejé que la sensación de mi intimidad rozara sobre su excitación. El calor resbaladizo hizo que yo temblara. Quería hacerla mía.

—Por favor, Yulia, por favor —Pidió cerrando sus brazos alrededor de mis caderas.

Yo no iba a ser capaz de contenerme. Necesitaba estar así tanto como ella me quería. Colocando ambas manos al lado de su cabeza me despegué de ella, hasta que estuve posicionada entre sus piernas. Ella hacía suaves pequeños gemidos que me hicieron vibrar fuertemente con anticipación. Frotándome sobre su intimidad dejé que el éxtasis de estar envuelta por ella me inundara. El calor que sentía era diferente de cualquier cosa que yo alguna vez haya sentido. Esto muy fácilmente podría convertirse en una droga para mí si se lo permitía. El cuerpo de Elena pretendía ser adorado, y yo con mucho gusto lo haría por el resto de la eternidad.

Elena

Yulia y yo hicimos el amor por primera, segunda y tercera antes de que Anastacia tocara la puerta. Yulia me besó y desapareció antes de que me levantara y abriera la puerta para ella. Ella había perdido su llave hace dos semanas y nosotras todavía no podíamos encontrarla.

—¿Qué has estado haciendo? He llamado y te he enviado mensajes de texto. Cielos, chica, es difícil contactar contigo.

Anastacia entró simplemente hablando sin parar sobre Leonid siendo un idiota. Yo no podía concentrarme en lo que me decía porque la comprensión de quién era Leonid me golpeó. Agarré el pomo de la puerta para impedir caerme.

—¿Me estás escuchando? —preguntó Anastacia— ¿Estás enferma, Elena? Porque parece que estás a punto de desmayarte.

Siéntate en la cama. Está bien. Sé lo que estás recordando.

Yulia todavía estaba aquí. Asentí para su beneficio, caminé a la cama y me senté —Estoy bien. Sólo me mareé. Tú me despertaste.

Anastacia frunció el ceño y se dejó caer a mi lado —¿Estás segura?

—Sí, estoy segurísima.

—Bueno, entonces ¿debería perdonarlo?

¿Perdonar a quién? ¿Leonid? Estoy confundida.

—¿Podrías explicar todo esto otra vez? El asunto de estar mareada hizo difícil entender lo que decías.

Y sí deberías perdonar a Leonid porque él es Vladimir. No podía decirle eso, por supuesto. Pero ahora quería ir a abrazar a Leonid y decirle cuánto la eché de menos. Él pensaría que yo había perdido la cabeza. No era de extrañar que me gustara tanto.

—Esta chica Siera. Lo llama para que vaya a cambiar su bombilla a las seis de la mañana y Leonid va, Elena. Se levanta y va a arreglar su luz. Ella no es una idiota. Puede arreglarlo sola. ¿Por qué Leonid iba a hacer eso? No lo entiendo. Nosotros tuvimos sexo caliente anoche y me despierto con una nota diciendo que ya egresaba, que Siera llamó porque su bombilla estaba quemada y necesitaba ayuda para cambiarla.

Era extraño. Leonid necesitaba algunas bofetadas.

—Tienes todo el derecho de estar molesta. Pero tal vez lo entendiste mal.

Anastacia se encogió de hombros y recostó su cabeza sobre mi hombro —No creo que tú puedas malinterpretar eso. Las relaciones apestan.

Pero tú sabes eso. Realmente te gustaba Yulia y ella fue y se acostó con aquella chica. Luego Maxim te aburre. Puedo verlo en tu rostro. También creo que podría estar acostándose con Aleksandra de nuevo para que lo sepas.

Bueno. Espero que él la follara mucho y mucho.

Acaricié la cabeza de Anastacia —Está bien. Todo esto tendrá sentido tarde o temprano. En cuanto a Maxim, si quiere a Aleksandra puede tenerla. Hablaré con él al respecto. Probablemente está tan aburrido conmigo como lo estoy con él.

—Veo que ni siquiera te importa. Desearía que él no me importara. Pero lo hace, Elena. Me importa mucho.

Desde luego que le importaba. Si él aun fuera Vladimir yo iría y le pegaría unas bofetadas y obtendría la información de ella. Era extraño pensar que era la misma alma, el mismo ser que ahora era alguien más. Alguien que yo no conocía tan bien. No podía escaparme para darle unas bofetadas a Leonid.

—Voy a tomar una ducha ¿luego irás de compras conmigo? Necesito una terapia de zapatos.

Yulia estaba aquí. Recordé. No quería ir a comprar zapatos. Deseaba sentarme en el regazo de Yulia por el resto del día. Bueno, y besarla y hacer otras cosas.

—Umm, supongo, sin embargo necesito ir a un lugar más tarde. ¿Esto va a ser una cosa de todo el día?

Anastacia levantó una ceja hacía mí —¿Qué es exactamente lo que tienes que hacer más tarde?

Podría mentir pero probablemente me atraparía. Decidí ir con la verdad —Estoy viendo a Yulia Volkova otra vez. Todo eso con la chica, no pasó. Era otra persona. No oí las cosas correctamente.

Esa era la verdad.

Ambas cejas de Anastacia se alzaron —¿Estás viendo a Yulia Volkova otra vez? ¿Ella está de regreso? No la he visto en semanas. Supuse que se retiró y viajó con la banda.

Desplacé mis ojos alrededor de la habitación preguntándome dónde exactamente estaba ella —Sip, ella está de vuelta. No viajó. Volvió… —me interrumpí.

Anastacia me miró de una manera extraña —De acuerdo. Bueno. Voy a alistarme y tú puedes despertarte para que realmente tengas sentido y luego iremos a comprar zapatos.

Una vez que Anastacia cerró la puerta del baño caí de espaldas sobre la cama. Mierda. No quería ir a comprar zapatos.

El cuerpo de Yulia cubrió el mío y sus labios rozaron mi oreja —Iré a trabajar. Que te diviertas. Pero esta noche, eres mía. Vamos a salir y divertirnos. Quiero llevarte a bailar y sujetarte de la manera que quería aquella noche en el club. Solamente prométeme que usarás esas botas marrones —La voz de Yulia era baja mientras hablaba suavemente en mi oído. Me estremecí y deslicé una de mis piernas encima de su cadera.

—Mmm, está bien. Suena agradable.

Yulia besaba un punto sobre mi cuello mientras su mano bajaba y corría sobre la pierna que yo casi había envuelto alrededor de su cintura.

—Anastacia va a salir pronto. Tengo que irme. No comiences algo que no podremos terminar.

Me reí y bajé mi pierna —Bien, está bien.

—Te amo, Elena —dijo ella contra mis labios antes de que se hubiera ido.
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Mensaje por Fati20 3/28/2020, 12:42 am

QUE EMOCIÓN, por fin ya todo se concreto y se dejaron llevar por el amor me encanto Very Happy
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Mensaje por Aixa 3/28/2020, 3:51 am

Woooow solo espero que esto termine bie. 🙏🙏

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