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MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER

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Mensaje por Volkatinale92 6/4/2020, 8:00 pm

😱😱😱😱 por fin pobre Elena 😭 todo lo que sufre son palabras sin palabras

Volkatinale92

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MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 6 Empty Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER

Mensaje por Yulieth 6/4/2020, 10:31 pm

Wow ame este último capítulo 🤩🤩🤩 por fin Elena se lo grito.. Que pasara ahora 🤔.
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MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 6 Empty Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER

Mensaje por Aleinads 6/5/2020, 5:57 pm

Por todos los santos! Esto esta buenisimo!!
Aleinads
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/6/2020, 5:21 pm

Hola chicas, que bueno que Elena pudo desahogarse al fin todo lo que siente por Yulia. Que estresante es no poder decir nada solo porque la sociedad sea tan mente cerrada. Así como Elena, hay muchas personas en el mundo que prefieren vivir una vida fingida que la real.

Un abrazo fuerte a cada una de uds y a los que leen la historia. Hoy les dejo por acá este hermoso capítulo y nos leeremos el lunes.


Capítulo Anterior:


A la mañana siguiente, el cielo de la ciudad de Moscú amanecía con unos leves pero maravillosos rayos de sol. Larissa rápidamente se dirigió a la cocina pero lastimosamente su buena vibra mañanera desapareció en el momento en que pasó la puerta y vio a su hija mayor sentada en el comedor, con una cara de muy pocos amigos y tomándose la cabeza con ambas manos como si le doliera.

—Mi amor, ¿Qué pasa? ¿Te estás sintiendo mal?... ¿Estás enferma?— Le preguntó en un tono calmado, pero al mismo tiempo preocupado.

Yulia negó de nuevo. Larissa era un poco exagerada — No es nada madre... Solo... no pude pegar un ojo en toda la noche.

—Eso ya es tu decisión, Yuli. Yo solo te voy a pedir que hagas lo correcto. Te conozco y sé que lo harás... Eres inteligente — Larissa besó su mejilla con fuerza —Ya regrésate a la habitación y trata de dormir. Yo llevó a Viktoria a la escuela. Anda... — Se levantó de la silla —Voy a preparar el desayuno— Acabó por decirle y fue hacia a la nevera.

[***]

La persona que había llegado con Katya, era su nana, Fedora.

— ¡Fedo, mira a Yulia! — Katya le dijo en un gritillo que desprendía felicidad.

Fedora sonrió. Agachó la cabeza en un gesto —¡Hola, Yulia!— le saludó con amabilidad.

—Señora, Fedo... amm... Elena... ¿Ella por qué no vino?— Yulia tartamudeó.  Comenzó a acariciarse el cuello — Dígame... Ella... ¿se encuentra bien? ¿Está en casa?

Asintió — Si, ella está bien. Y no vino porque tuvo que irse con sus padres a atender algunos asuntos.

Yulia se quedó mirando al vehículo de la mujer mientras desaparecía en la carretera. Quiso seguirlo, pero algo en sus adentros le gritaba que era mejor no hacerlo.

Volvió a su moto y se fue...

[***]

—¿En dónde andabas, vida mía?— Escuchó a Anya preguntarle —Tú mamá estaba como loca llamando a tú papá porque no volviste después de dejar a Viktoria. Pensó que algo te había pasado.

—Solo estuve dando vueltas por ahí — Yulia contestó sin ganas.

—¿Cómo te fue anoche? ¿Si fuiste al Sugar?— Le preguntó. Pues ella también había sido cuestionada por Miroslava.

—Si, y fue vergonzoso. Logré que Masha me ayudara a mentir... pero no sabes lo mal que Mirka se comportó con ella. Quería darme un tiro en ese instante.

—¿Y qué hizo?

—Se puso a insinuarle cosas, le dijo estupideces, me celó con ella de una forma terrible, me besó exageradamente en su cara... tanto así que casi me arranca mi labio solo para que ella lo viera... Fue horrible.

[***]

Salió de la cocina y se fue directo al segundo piso. Arribó al pasillo y lo primero que hizo fue ir a la habitación de pinturas. Tomó la manija de la puerta y antes de girarla, suspiró profundamente —Esto es lo correcto — Susurró para si misma, y entró. El cuarto estaba en calma, parecía que no hubiese nadie allí. Siguió para corroborarlo y efectivamente era así, Miroslava no estaba en ese lugar. Dejó su maleta sobre el sofá cama y salió de nuevo hacia el pasillo. Comenzó a ir por las otras habitaciones, primero a la suya, luego a la de Viktoria, después a la de Lenin, a la de sus padres... pero su novia no se veía por ninguna parte. Se cruzó de brazos a mitad del pasillo. La única cosa que pasaba por su mente en ese instante era la posibilidad de que Miroslava se hubiese ido a St. Petersburgo.

Caminó hasta allí e intentó tomar la manija de la puerta pero no lo llevó acabo en el momento en que comenzó a escuchar todo con más claridad. Pegó su oreja a la madera. Su novia  parecía estar peleando con alguien por teléfono, algunos “NO” muy mal humorados salían de su boca.

¡Ya te he repetido mil veces lo mismo!

No, ¿acaso no entiendes? ¡No lo necesito! Si, y ya te dije que no voy a volver hasta el próximo lunes así que deja de insistirme.

¡¡Que no joder!! ¡¡No me interesa!! Ya te dije estoy con mi familia en casa de mi abuela, no salí de St. Petersburgo por lo que tú estás creyendo, no te creas tan importante.
….

Yulia notó como ella seguía escondiendo el teléfono así que de inmediato entendió que le estaba ocultando algo —¿No me lo dirás? — Le dijo.

Miroslava siguió sin responder. Yulia asintió, entendiendo cual era la situación. No quiso hacerlo de esa forma pero la consumió un mal sentimiento y en un movimiento rápido, tomó a Miroslava de los brazos y la empujó contra el filo del lavamanos. Empezó a forcejar contra ella, yendo de lado a lado sin lastimarla, hasta que logró arrebatarle el celular.

Yulia prendió el teléfono, rápidamente buscó el registro de llamadas entrantes y de inmediato marcó al último número que se mostraba en la pantalla. Se colocó el celular en la oreja, y esperó, hasta que una voz femenina se escuchó del otro lado.

¿Te arrepentiste de colgarme y ahora si quieres hablar conmigo?—  Le dijeron.

Necesitaba saber lo que pasaba así que se mantuvo en silencio.

¿Miroslava?... ¡Hey!.... ¡Mi amor! Ya deja de ser infantil, no peleemos más... ¿si? Tú sabes que te amo mucho, háblame por favor. ¿Miroslava?... ¿Miroslava? Bebé.

[***]

—¡¿Por qué me haces esto a mi, Elena?!— Le gritó. La amable y calmada Yulia ya no existía en su cuerpo. Era otra —¡Dime! ¡¿Por qué me jodes la vida si yo no te he hecho nada?! — Las lágrimas también comenzaban a correr por sus mejillas. Se fundían con la lluvia.
Elena al notarlo, metió la cabeza entre sus rodillas y en seguida su llanto se hizo incontrolable.  Ya había llegado al límite, no lo soportaba, ni podía lidiar con ello un segundo más de su existencia. Sacó fuerzas de donde ya no tenía y miró a Yulia.

—¿Quieres saber por qué lo hago?— Le gritó entre lágrimas —…Lo hago porque estoy jodidamente enamorada de ti. Porque desde que te vi, mi estúpido corazón no ha dejado de latir por tu culpa ni un maldito segundo... Por eso, Yulia Volkova.... Por eso lo hago... — Le declaró aún más fuerte y se dejó caer al pasto de rodillas.

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Veinticuatro



El rostro de Yulia quedó inexpresivo. No podía creer lo que estaba escuchando.

En ese momento, Masha llegó a la escena, yendo directamente junto a Elena y agachándose a su lado. La tomó de los brazos y al verla sumida en aquel llanto tan desenfrenado, no dudó en abrazarle con todas sus fuerzas. Intentó calmarle pero de nada servían sus palabras, su mejor amiga no contenía los fuertes sollozos.

La lluvia continuaba cayendo sin piedad por todo el lugar. El corazón de Yulia bombeaba sin control mientras trataba de asimilar lo que había escuchado. Sus ojos permanecían en la escena que se vivía bajo el árbol pero en su mente solo retumbaban las palabras de la chica que lloraba sin control.

De pronto, el llamado de Masha la hizo reaccionar y de inmediato se acercó a ambas mujeres. Apartó a su amiga del abrazo con delicadeza, y después acunó con sus manos las mejillas empapadas de Elena. Le observó directamente a los ojos, y pudo percibir en aquella mirada roja y cristalina mucho dolor y sufrimiento.

—Elena... Dime que no estás jugando conmigo — susurró — Lo que acabas de decir... ¿Repite lo que acabas de decir. Repítemelo, por favor — Le pidió algo desesperada.

Elena dejó escapar unos cuantos sollozos y seguidamente alejó la mirada hacia el pasto. El musculo entre sus pechos también se mantenía agitado.

Negó lentamente.

— No, no estoy jugando contigo, Volkova... Estoy enamorada de ti... Desde el primer día en que te vi lo estoy... Y no pude evitarlo... —Terminó por decirle y más lágrimas comenzaron a caer a través de su piel. Los ojos de Masha inevitablemente se abrieron de par en par al escuchar lo que acababa de salir de la boca de su mejor amiga. Su barbilla también cayó al igual que sus hombros. Había quedado completamente sorprendida.

A su lado, Yulia pasaba sus dedos pulgares sobre los pronunciados pómulos de Elena. Trataba borrar las lágrimas que corrían por sus rojas mejillas pero realmente era un intento fallido, los ojos de la mujer no cesaban de soltar aquel líquido caliente y además la abundante agua que caía del cielo tampoco era de mucha ayuda. Dejó libre el rostro de la chica y bajó sus manos junto a las de ella, entrelazándole los dedos con fuerza. Se mantuvo así por unos fugaces segundos mientras dejaba escapar algunos suspiros.

Sus ojos de nuevo buscaron el rostro de Elena.

— Si eso era lo que te pasaba... ¿Por qué simplemente no me lo dijiste? Yo lo hubiera entendido... De verdad lo hubiera hecho — Le refutó.

Elena negó de inmediato —No, Yulia. Yo no quería que lo entendieras, ni tampoco que lo supieras – su voz temblaba –… Todo iba bien conmigo, todo iba muy bien hasta el día en que te vi — Empezó a soltarle. Algunos sollozos se infiltraban en su garganta. Sin duda estaba viviendo un momento muy difícil –Antes de que llegaras aquí... Antes de que aparecieras en mi vida ya me había convencido de que gustarme alguien de mí mismo sexo ya era parte del jodido pasado, pero  no... Llegaste tú y todo se vino abajo. Toda la maldita realidad me cayó encima como un balde de agua fría. Tú volviste a despertar esos malditos sentimientos en mí, esos sentimientos que odio, eso sentimientos que siempre ha odiado mi madre, mi familia, que odia toda la maldita gente que siempre me ha rodeado, que me repugnan porque aún no puedo aceptarme como soy — Le gritó.  Los ojos de Yulia una vez más empezaban a lagrimear —Tú Volkova, tú hiciste que las cosas que más me frustraban regresaran… Y por eso traté de odiarte con toda mis fuerzas, traté y traté pero nunca pude hacerlo – Expresó con rabia y dejó salir todo su llanto de nuevo. Masha no pudo soportarlo más y se abalanzó nuevamente con los brazos abiertos hacia su mejor amiga. La resguardó con cariño y comenzó a reconfortarla. Verla así, le dolía en lo más profundo de su corazón. En los años que llevaba de conocer a Elena, nunca la había visto de tal forma. Ella siempre se mostraba tan fuerte y segura, que todo lo que ocurría en ese instante era como un shock mental y emocional. Permaneció abrazada a ella durante unos minutos hasta que poco a poco se relajó. Después de lograrlo, echó un vistazo a la otra protagonista del episodio y se tranquilizó. La capacidad de Yulia para mantenerse en calma ante una situación como esa, era jodidamente extraordinaria. A pesar de que Elena le había destrozado el vehículo, le había dejado en ridículo, le había hecho la vida imposible desde que llegó a la ciudad... Y ahora le confesaba tal cosa... Jesús... era fantástico que su comportamiento se mantuviera a la altura. Ella seguía actuando tan serena como siempre. También quiso preguntarle “como se encontraba”, pero sintió a su mejor amiga zafándose de sus brazos y no lo pudo hacer.
La chica comenzó a mirar hacia el parqueadero con temor.

—Yo… me voy a mi casa – dijo ella de repente y se puso de pie con el fin de huir, pero Yulia no le soltó ni le permitió dar un solo paso. Se levantó y le sostuvo de la mano con todas sus fuerzas.

Masha se asustó por aquel acto tan repentino. Rápidamente las siguió.

—¿Crees que voy a dejar que te me escapes así no más después de lo que acabas de decirme, Katina?— Yulia le susurró —No, Elena, la respuesta es no— negó para sí misma. —…A la única casa que tú iras en este momento es a la mía. Tenemos muchas cosas de que hablar.

— Per... — Elena intentó protestar pero sus labios fueron sellados por el dedo pulgar de Yulia.  De inmediato tuvo que declinar la idea.

—Así estás mejor— Ella le dijo con seriedad y después se giró para mirar a Masha — ¿Podrías darnos un aventón a mi casa? Ya no tengo moto... Y no creo que sea buena idea que Elena y yo vayamos al parqueadero a recoger su carro. Se armaría un caos...

— Lo sé — Masha asintió pensativa. Aunque le dio el visto bueno —Está bien... Entonces... voy a recoger mi auto y las espero en la esquina de las afueras.

—Perfecto. Ahí estaremos — Yulia le respondió con seguridad y comenzó a jalar a Elena a través de todo el campus.

Masha no le dio más vueltas al asunto, y también se alejó corriendo hacia el parqueadero en busca de su auto. Al llegar al lugar, pudo divisar en plena entrada como cientos de estudiantes aún se mantenían rodeando la destrozada moto de Yulia. Se mezcló entre ellos con la cabeza gacha para no llamar la atención y poder seguir el camino hacia su vehículo, pero mientras avanzaba en medio de la multitud, su ceño se fruncía cada vez que lograba escuchar una versión diferente de lo que había sucedido.

Finalmente pudo salir de la muchedumbre, pero al llegar hasta su auto que estaba parqueado justo junto al Mercedes de Elena, se encontró con Nastya, Aleksey y otras personas recostados en el vehículo rojo de su amiga. Al verlos allí, supuso que estaban esperando a la protagonista del escándalo.

Nastya se percató de su presencia y enseguida se cruzó de brazos. Mantenía un celular en su mano.

—Masha, que bueno que te veo — De pronto le dijo y se le acercó. Los demás también le miraron —¿Sabes tú en dónde carajos está Elena? Le estoy llamando sin parar pero no me responde — Gimió.

Masha de inmediato negó. Se encogió de hombros inocentemente —No, no tengo idea de que se hizo. Yo también le estoy buscando — respondió como si nada.

El ceño de Nastya se frunció — ¡Mierda!— Exclamó con enojo. Volvió a colocar su celular en su oreja, pero en seguida lo alejó —¡No es posible! ¡Ahora apagó su teléfono!— Le dijo al grupo, dejando salir toda su frustración.

Masha supo que no debía perder más tiempo allí, así que rápidamente y actuando de manera natural, rodeó su auto y se metió en él. Aleksey, le siguió con la mirada. Masha retrocedió el vehículo para poder salir en dirección correcta, pero antes de arrancar, la voz de él se hizo presente.

—Hey, Masha... — Le llamó.

La chica dudó en tomarle la palabra pero cedió, giró su cabeza por la ventana y lo miró —¿Qué?— Le dijo cortante.

Él se cruzó de brazos. Se mostraba serio — Es qué... ¿Acaso vas a irte así no más sin siquiera saber si Elena está bien?... ¿No te importa?... O si sabes dónde está ella y no quieres decirnos?… — Le preguntó insinuante.

Masha lo fulminó con la mirada.

—Vamos... Sarantseva... No me mires así. Mejor dinos a todos donde se metió y qué fue ese jodido show que armó recién ¿Por qué le destruyó la moto a Volkova de esa manera?...

— No tengo idea de porqué lo hizo… Y no tengo idea de donde se metió, y si lo supiera, a ti sería la última persona que se lo diría, pedazo de imbécil.

Él arqueó una ceja al escucharle hablar así. Nastya y todos los demás se sorprendieron.

—Wow, wow, pero... ¿A qué viene eso...? — Nastya dijo burlona.

Masha señaló a Aleksey —Pregúntale a él... Tal vez te quiera contar que intentó aprovecharse de que Elena estaba borracha, para obligarla a tener relaciones tras un árbol el día de la fiesta.

—¿Qué?— Nastya frunció el ceño. De inmediato se acercó a Aleksey y le dio una fuerte palmada en el brazo —¿Eso es cierto?— Le gritó. Él rápidamente negó.

Masha se rió —Por supuesto que es cierto... Intentó abusar de Elena pero él es tan cobarde que lo va a negar. Puedes preguntarle a la propia Elena cuando la veas... Ella te lo dirá todo. — Dijo por último y pisó el acelerador.

Al lograr salir de la Universidad, halló a Yulia y a Elena aún caminando por la acera, a punto de llegar al lugar donde habían dispuesto a encontrarse.

Las alcanzó, parqueándose rápidamente frente a ellas ya que mucha gente también comenzaba a salir de la Universidad.

Yulia abrió la puerta trasera del vehículo, e hizo que Elena entrara primero para después sumergirse ella dentro de él. Masha volvió a arrancar, tomando la carretera principal a toda velocidad…



Durante el camino, el ambiente dentro del auto no era tan satisfactorio para ninguna de las tres, pero sobre todo para Masha. Mientras avanzaba, era testigo de cómo sus amigas iban pegadas cada una a las puertas traseras de su vehículo. El espacio que había entre ellas era tan ancho que  parecía haber otra persona allí sentada. Además, no se miraban y por supuesto no se decían nada. Era la situación más incómoda en la que alguna vez había estado. Quiso decir algo para romper el hielo, pero supo que no era el momento, decidió que era mejor callar y así lo hizo hasta que finalmente estuvieron frente a la casa de los Volkov.

Parqueó su auto y por el espejo retrovisor vio a Yulia bajándose apuradamente.

También, como le tendía una mano a Elena —Vamos... Katina — Le dijo con prisa.

Elena dudó en bajarse, pero sabía que de nada le servía negarse ante ello porque no tenía escapatoria. Tomó su mano y bajó también. Yulia cerró la puerta y se agachó junto a la ventana del copiloto para mirar a Masha.

— Gracias por esto, Masha. De verdad... — Le dijo.

La castaña le mostró una linda sonrisa.

—No es nada, estoy para lo que necesites... Ya lo sabes... — Le recordó.

Yulia asintió con calma. De pronto la detalló y se dio cuenta que su ropa escurría agua al igual que la ella y Elena. Sonrió —Oye... por qué no pasas adentro y te cambias. Estarías más cómoda — Le sugirió, pero Masha negó despreocupada.

—Estoy bien así, Yul. En mi casa lo haré. Mejor tú éntrate ya con mi amiga porque también necesitan un cambio de ropa por si no se han dado cuenta — Rió burlona — Debo irme ya… Y por favor — Se hizo más cerca para susurrarle —… No vayas a ser tan severa con Lena. Intenta escucharla y trata de entenderla. Confío en ti.

Yulia asintió con descuido — Puedes quedarte tranquila. Me conoces… — Le aseguró, alejándose de la ventana.

Masha sacó la cabeza un poco más, esta vez para mirar a Elena —Te quiero muchísimo. Y te voy a apoyar en lo que necesites. Siempre lo haré... No lo olvides — Le manifestó con cariño.

—Elena asintió mostrándole una linda sonrisa y con eso fue suficiente para que Masha se quedara tranquila. Sacudió su mano como despedida hacia ambas y arrancó el auto.    

Yulia no perdió tiempo y de inmediato jaló a Elena hacia la puerta de la casa. Metió las llaves en la cerradura y en el momento en que intentó abrirla, Elena colocó una mano sobre la suya y le detuvo.

Yulia le miró extrañada — ¿Qué pasa?— Le dijo.

Elena suspiró — Mira como estamos —Señaló sus prendas empapadas —Si entramos por esa puerta y tu madre nos ve así... que crees que va a pensar... ¿Qué le vamos a decir?— Dijo con algo de temor.

Yulia se encogió de hombros. Realmente eso no le importaba.

—… Le diremos lo que salga — Le dijo como si nada.

Elena de inmediato gimió un fuerte “NO”. El miedo la consumía – No voy a entrar ahí Volkova. Mejor vamos a otro lugar...

—Por supuesto que no, Katina — Yulia se negó rotundamente —… Ya estamos aquí y punto. Entraremos — Dijo sin más y abrió la puerta. Jaló a Elena adentro después de cerrar y para la sorpresa de ambas, la sala se encontraba solitaria, aunque las luces se mantenían encendidas.

La familia si estaba en casa.

Rápidamente subieron las escaleras y llevó a Elena directamente a su habitación. Cerró la puerta con seguro y se giró de nuevo para mirarla. A parte de su cabello empapado, delineador corrido y mala facha de su ropa, Elena se veía tan desbastada, tan derrotada. En seguida sintió una punzada en el corazón.

Sin poder evitarlo, la tomó de la mano con delicadeza y la llevó hasta su closet. Abrió una de las puertas y después le señaló dentro.

—Como ves… Aquí hay bastante ropa ligera de dormir, puedes escoger lo que más te guste — Le dijo. Luego abrió un cajón en la parte de arriba, de allí sacó una toalla y se la tendió. Ella la tomó — Si deseas darte una ducha... ese es el baño — Le señaló a sus espaldas —Allá hay jabones nuevos, shampoo, cremas para el cuerpo y lo que sea que necesites para bañarte. También está el secador de cabello por si quieres utilizarlo — Elena asintió lentamente —Oh... Y aquí... — Yulia abrió un pequeño cajón que estaba a la altura de su ombligo. Sus mejillas de inmediato se tiñeron de rojo. Aquel era el lugar de su ropa interior. Elena no lo pudo evitar y también se sonrojó —Esto... — Yulia tomó una bolsa que sobresalía por encima y la rompió torpemente. De allí salieron un montón de braguitas de distintos colores —Ahhh... esto... — Empezó a tartamudear. Elena sonrió un poco al notarlo —Estas están nuevas por supuesto, escoge la que quieras... No hay problema... — Dijo completamente apenada. Elena se mordió el labio inferior, también sintiendo arder su cabeza, pero no perdió la oportunidad de tener ropa interior seca y rápidamente cogió unas braguitas de color rosa. Las apretó en su mano y las escondió tras su pecho. Ambas se miraron y luego sonrieron por lo incomodo de la situación —Bueno... mmmm... Ve preparándote... yo voy a ir un momento afuera – Yulia señaló la puerta con algo de torpeza. Elena asintió de forma lenta y ella comenzó a retroceder sin dejar de mirarla. Salió de la habitación y caminó por el pasillo en puntillas hasta llegar a la puerta de Viktoria que estaba entre abierta. Se asomó con cuidado y vio a su hermanita y a Katya jugueteando con algunas muñecas sobre la cama.

— Hola... — Entró solo un poco, llamando la atención de ambas niñas que de inmediato se lanzaron cama abajo para prendérsele del cuello. Al soltarle, ambas le miraron extrañadas al notarle su ropa empapada.

Viktoria le hizo una mueca —Iughhh ¡Estás muy mojada, Yuli! — Arrugó más su boca y Yulia rió por la cara de asco de su hermanita. No perdió tiempo y tomó a cada una de las manitos para llevarlas camino a su habitación.

Al llegar frente a la puerta, las hizo detener – Niñas… quiero que se queden en mi habitación por un momento. No salgan hasta que yo les diga — Esperó a que ellas estuvieran de acuerdo. Les abrió la puerta y las dejó pasar.

Elena se asustó al verlas entrar.

—¡Lenita está aquí! — Viktoria gritó al notarla de pie junto a closet y corrió a saludarla.

Katya intentó hacer lo mismo pero Yulia la detuvo del hombro y se agachó a su altura —Necesito que me hagas un favor — Le pidió. La niña asintió — No vayas a dejar que tu hermana salga de esta habitación… ni de esta casa. Si ella te pide que se vayan, niégate.

—¿Por qué?— Katya le arrugó el ceño.

Yulia se acercó un poco más a ella para que Elena no le escuchara —Porque ya me contó la verdad... — le dio una media sonrisa.
Katya también sonrió —Pero... aún faltan muchas cosas por aclarar y ella está dudando un poco, ¿entiendes? — La niña asintió de nuevo —Por eso no debes dejar que se me escape. Quédate aquí adentro hasta que yo vuelva. Voy a ducharme en la habitación de pinturas. Si Elena intenta huir solo ve corriendo allí y grítame, ¿si?

—Si, Yuli. Lo haré.

— Bueno... Ve a saludarle — Yulia se levantó y miró a la chica frente al closet.

— Te traje algo de compañía mientras yo... voy a ducharme también. En unos minutos regreso — Le dijo aún con mucha pena. Elena asintió de nuevo.

Yulia salió de allí, cerrando la puerta tras ella y comenzó a dirigirse hacia la habitación de pinturas. En ese momento, Larissa salía de su cuarto vistiendo muy elegante y hermosa. Se encontraron de frente.

—Mi amor, por fin llegaste... Y totalmente empapada — Larissa le dijo negando.

Yulia solo sonrió. Le señaló su vestimenta — Y usted señora Volkova, ¿Por qué se ve más bella de lo normal está noche. ¿A dónde piensa ir así vestida?

— Oh... pero que dices...  — Larissa se ruborizó ante el comentario. Soltó una risita —De verdad me veo bien? — dio un giro de 360 grados para mostrarle todo su traje.

Yulia asintió de inmediato — Te ves divina, madre. Eso no lo dudes... Pero... ¿A dónde vas?

—Oh... si, unos socios de tu padre lo invitaron a una cena y pues voy a acompañarlo. De hecho estaba a punto de llamarte para decirte que te vinieras pronto a quedarte con las niñas — Sonrió.

La puerta de la habitación se volvió a abrir y allí salía Oleg, también vistiendo un traje negro, muy sofisticado.

Yulia abrió la boca al verlo. Su padre no era un tipo de formalidades así que rara vez lo veía vestido de esa forma. Sacó el teléfono de su abrigo y se alejó un poco de ambos, apuntándolos con él.

— A ver, señor y señora Volkov, hagan una buena pose porque esto no se ve todos los días. — Les dijo divertida y se acomodó como toda una fotógrafa profesional.

Larissa y Oleg rieron, pero le hicieron caso y posaron para la foto.

Yulia disparó el flash y retrató a sus padres. Miró la foto y sonrió —Quedaron bellísimos. — Les dijo.

Oleg caminó cerca de ella y le dio un beso en la frente —Tú sí que eres bella — le declaró. Cambió su mirada a Larissa —Voy a buscar unas sombrillas y a preparar la camioneta. Te espero abajo, mi amor. Y tú — De nuevo se posó en Yulia — Cámbiate rápido esa ropa mojada porque o si no mañana vas a amanecer resfriada.

— ¡Si señor! — Yulia le hizo un saludo de soldado y él enseguida rió divertido. Besó de nuevo su frente y empezó a retirarse hacia las escaleras.

Larissa le mostró una ceja enarcada. Después de lo ocurrido esta mañana no esperó ver una actitud tan buena de parte de Yulia. Se cruzó de brazos — Veo que terminar tú relación con Miroslava no te afectó como yo pensaba — Le comentó.

Yulia se encogió de hombros —Te dije antes del almuerzo que me sentía tranquila porque era algo que debía pasar. Estoy bien, mamá. No me hagas repetírtelo más — Dijo relajada.

Larissa negó con diversión. Se incorporó su bolso en el hombro, se arregló su abrigo y la miró una vez más — Me voy ya, mi amor. Las chicas ya comieron, acuéstalas temprano y tú no olvides cenar,  cierra bien todas las puertas, incluida la del jardín. Tu hermano se quedará en casa de un amigo esta noche así que vas a estar solita hasta que tu padre y yo lleguemos. Ten mucho cuidado.

— Lo haré, madre. No te preocupes – Le aseguró – Oye… Y a propósito de eso... ¿Llegarán muy tarde?... Es que... quiero hablar contigo de algo que me pasó hoy en la Universidad.

— Mmmmm... – Larissa quedó pensativa —No sé cuánto dure la cena mi amor... pero trataré de estar aquí tan pronto como pueda. ¿Es importante lo que tienes que decirme?— Preguntó curiosa.

Yulia asintió — Demasiado importante, mamá. Mucho.

—Bueno... siendo así... podemos decirle a tu papá que nos espere un momento y me hablas de lo que pasó. No creo que sea problema.

—¡No, madre... Absolutamente no! — Yulia se negó y la tomó por la cintura. Comenzó a llevarla hacia las escaleras —… Es bastante lo que quiero comentarte y no vamos a tener suficiente tiempo ahora. Mejor hablemos del tema cuando llegues… o mañana.

— Está bien…

—Baja ya, y dile a papá que maneje con cuidado, aún está lloviendo algo fuerte. Te quiero mucho madre — Le dijo y besó su mejilla.
Larissa también le demostró su afecto envolviéndola en un abrazó y sin más... bajó las escaleras.

...

Más tarde, Yulia comenzaba a caminar de regreso a su habitación completamente renovada.  Llegó a su puerta, tomó la perilla para entrar pero dudó en girarla. A su cabeza de pronto la sospecha de que Elena estaría hambrienta tanto como lo estaba ella en ese momento, de manera que se retiró de la puerta y bajó las escaleras para luego adentrarse a la cocina.

Al estar allí, caminó hasta las parrillas de la encimera y destapó uno de los recipientes que aún se encontraban calientes. De inmediato el olor exquisito de las verduras mezcladas con carne se infiltró por sus fosas nasales. Rápidamente sirvió dos platos casi a rebosar, sacó dos bebidas de la nevera y colocó todo sobre una bandeja.

Subió de nuevo a su habitación y al abrir la puerta, se encontró a las tres chicas sentadas sobre su cama, viendo la televisión. Elena, al verle allí, en seguida se puso de pie bastante apenada. Pero Yulia no percibió eso, en vez, la miró de pies a cabeza debido a la ropa que se había puesto. Era su camiseta gris de manga larga favorita y también su sudadera preferida del mismo color. También notó que a diferencia de ella, a Elena si se le ceñía perfectamente al cuerpo.

—Wow… te has puesto mis prendas de dormir favoritas — Le comentó mientras rodeaba la cama para llegar junto a ella.

Elena pareció sentirse preocupada por el comentario y se miró de arriba abajo sin saber qué hacer. Yulia lo notó y le mostró una sonrisa amable.

—No lo dije por mal, Elena... Solo me sorprendió que las escogieras — Intentó relajarla. Dejó la bandeja sobre la mesita de noche y le tendió uno de los platos —Vuelve a sentarte, por favor. Te traje algo de comer.

—Oh... no era necesario, Yulia. No tenías por qué molestarte. Yo no tengo hambre — Elena le dijo completamente avergonzada. Negaba con sus manos varias veces.

Las niñas comenzaban a mirar la escena.

—Vamos Katina, si yo que no he movido un dedo en todo el día estoy que me muero del hambre, dudo mucho que tú que has bailado casi por veinte minutos sin parar en ese partido de hoy no tengas apetito. Vuelve a subirte a la cama por favor — Le pidió.
Elena no pudo protestar más y llena de vergüenza regresó al lado vacío del colchón. Recibió el plato de verduras y esperó a que Yulia también se sentara a su lado y tomara su cena. Le miró fijamente su perfecto perfil, y sintió que el corazón iba a explotarle. Yulia se estaba portando tan maravillosa con ella. Después de todo lo que había pasado, se comportaba como si nada grave hubiera sucedido. No lo podía creer.

Yulia de pronto le miró, y le regaló otra de sus encantadoras sonrisas — Come Elena. Relájate y disfruta porque está delicioso — Se metió un bocado y lo masticó con diversión.

Elena sonrió al verle y seguidamente tomó sus cubiertos para luego comenzar a disfrutar de la cena. No quiso aceptarlo antes por vergüenza, pero realmente si tenía hambre.

Cenaron en silencio, acompañadas de un programa de TV, hasta que Katya y Viktoria se quedaron dormidas. Yulia tomó su plato vacío junto al de Elena y los dejó de regreso sobre la bandeja para después tomar el control remoto y bajar el volumen de la televisión bastante moderado. Se deslizó a mitad del colchón para acomodar debidamente las cabecitas de las niñas en la almohada y después las arropó hasta la cintura. Elena, maravillada, seguía cada uno de sus movimientos.

Yulia dio por terminado su labor con las chiquillas y regresó a sentarse junto a Elena, pero en esta ocasión, quedando frente a ella.

La chica, nerviosa por aquello, agachó la mirada y comenzó a jugar con sus dedos. El corazón de nuevo le latía más rápido.

— Gracias por la cena, Yulia... Estuvo deliciosa — Murmuró aún con la cabeza gacha.

Yulia dejó salir un suspiro y estiró su mano hacia la barbilla de la chica. La levantó un poco, obligándole a mirarle.

—Tenemos que hablar... — Le dijo con calma.

Elena se mostró preocupada ante lo dicho pero asintió lentamente. Se giró para echarle un vistazo a las pequeñas y al asegurarse que si dormían, volvió a Yulia.

—¿Quieres que te vuelva a repetir lo que te dije en el campus?— Le preguntó.

Yulia se encogió de hombros.

— No lo sé, Elena. Yo solo deseo saber cómo y porqué sucedió todo esto. Eres tú la única que puede aclararlo así que debes empezar a decirme todo lo que creas que es necesario.

—¡Pero qué quieres que te diga! — Elena se cubrió el rostro con desespero. Sus ojos volvieron a ponerse cristalinos.

Se mantuvo así por un corto rato, hasta que suspiró profundamente. De nuevo miró a Yulia.

—... Desde que llegué a Moscú... Todo se volvió una mierda para mí — Empezó a decirle. —Cuando murió mi abuelo, mis padres comenzaron a hacerse cargo de los negocios y las empresas que le pertenecían a él, pero se centraron tanto en ello que comenzaron a dejarme a un lado, a alejarse de mí — Susurró —Rara vez paraban en casa por los viajes de trabajo y cuando descansaban, solo se concentraban en sus asuntos personales y ni siquiera eran capaces de dedicarme algo de tiempo. Nunca teníamos una charla, ni días especiales... y a veces ni siquiera se acordaban del día de mi cumpleaños — Sonrió con tristeza y luego dejó caer una lagrimita por su mejilla que de inmediato limpió con su mano —Me sentía aislada de todo estando en esa mansión donde ni siquiera tenía vecinos o amigos para divertirme. En esta ciudad donde no conocía a nadie, ni siquiera un familiar cerca para visitarlo... Todo era una completa basura... Los días pasaban y pasaban hasta que unos cuantos meses después empecé a estudiar en casa con una profesora privada que aparte de lo normal, también me enseñaba inglés. Me distraía con ella mucho mientras estaba en la clase pero cuando terminaba, toda la soledad regresaba a mí. Lo odiaba... Odiaba quedarme sola — ¡Exclamó, un poco enojada — Me cansé de ello, me cansé de todo y un día le dije a mi padre que ya no quería estudiar más en casa y deseaba entrar a una escuela. Él no se negó para nada, y cumplió mi deseo, me matriculó en el mejor lugar de esta ciudad... — Una pequeña sonrisa volvió aparecer en su rostro — Allí empezó todo... — Murmuró, pero parecía que lo hacía más para sí misma, sumida en sus recuerdos — Antes de entrar a ese lugar... Yo no tenía idea de lo que era sentir gusto por alguien... pero ahí todo eso cambió. En mi clase, había una chica. Era linda, amable y se comportaba muy bien conmigo. Nos hicimos muy buenas amigas y con el tiempo fuimos volviéndonos inseparables, tanto así que hacíamos todo juntas. No había cosa que ella no supiera de mi ni yo de ella. Gracias a su compañía, a su presencia... mis días habían dejado de ser tan patéticos y solitarios como antes. El tiempo seguía pasando y mi cariño por ella crecía y se hacía más fuerte, pero yo sentía que era de otra manera. Ya no era solo un amor de amistad, yo la comenzaba a ver de otra forma.

—Te habías enamorado de ella... — Yulia murmuró, comprendiendo la situación.

Elena asintió con suavidad —Si... totalmente – Admitió —Después de eso, empecé a sentirme muy extraña por lo que me estaba pasando y me asusté porque no quería aceptarlo. Todo el tiempo, en casa, escuchaba a mi madre y a sus amigas hablando despectivamente y burlándose sobre los hijos de otras personas que se encontraban en aquellas condiciones. A la misma gente en la escuela haciendo bullying a otros, en las calles, en todas partes veía rechazo… que no podía evitar llenarme de pánico. Incluso, a mi amiga tampoco le agradaban ese tipo de personas... — Continuó — Decidí mantenerlo en secreto hasta que un día todo se fue al carajo. A ella y a mí nos invitaron a una fiesta. Nos divertimos mucho juntas e incluso nos emborrachamos hasta que ya no pudimos. Ella más que yo por supuesto. Después de terminada la fiesta, nos fuimos a su casa. Nos metimos a su habitación y nos tiramos a la cama. Yo me recosté de lado para empezar a dormir, pero ella de pronto se tiró encima de mí y comenzó a besarme desesperadamente. Una cosa llevó a la otra y... esa noche estuvimos juntas — Dijo algo avergonzada.

Yulia sonrió —¿Qué edad tenías? ¿Fue tú primera vez?— Le preguntó con curiosidad.

Elena se ruborizó por la pregunta, sin embargo, asintió —Tenía 14... Y si... fue mi primera... Y también... mi última vez... – Admitió, en un susurro.

Yulia no lo demostró, pero realmente se sorprendió demasiado con esa confesión. En la Universidad se decían tantas cosas de Elena… que esta verdad era la última que se esperaba.

—Vaya… Elena… y yo que te imaginaba una master en la intimidad – Quiso bromear, pero solo logró que Elena frunciera el ceño.

—Pues no, no lo soy… — Dijo algo molesta… Y retomó —... Al otro día, yo me desperté feliz y sin creer lo que había sucedido… pero no fue igual para ella. Cuando se despertó y vio como todo había culminado en la habitación, comenzó a ponerse histérica y a decirme que yo la había obligado a hacerlo. Entre gritos, cometí el error de confesarle que me gustaba, pero con eso solo logré joder más la situación. En ese instante enloqueció por completo y me dio unas cuantas cachetadas en el rostro. Me gritó que yo le daba asco y muchísimas cosas que no vale la pena volver a nombrar... Tuve que irme de su casa antes de que todo se colocara peor. No la busqué durante el fin de semana pero al volver a clases, si traté de hablar con ella y aclararle la situación, sin embargo todo lo que hizo fue cachetearme de nuevo frente a todos en el patio de la escuela y amenazarme en voz baja con que si le volvía a buscar, le contaría a todos allí y a mis padres que yo era lesbiana y que me había aprovechado de ella. Desde ese momento, comenzó a hacerme la vida imposible. Inició una cacería en mi contra con otras chicas así que no me dejé y también comencé a tomar cartas en el asunto. Cambié… pero no lo hice para bien. Me convertí en lo que todos actualmente conocen de mí.

— Pero… eso solo lo hiciste por fingir…  

—Lo hice porque me odié, Yulia. Porque intenté convencerme de que mi homosexualidad era algo mental, de qué era algo pasajero porque mantenía con ella, pero por supuesto no fue así. Todos lo veían tan mal que… yo entré en negación y comencé a esparcir veneno contra todo el mundo. Empecé a salir con chicos y creí que esa era la solución pero ni siquiera podía tener intimidad con ellos. Solo los enredaba con unos cuantos besos… y así los mantenía tras de mí. Me mantuve igual por años, mi nueva yo, creyó que lo había olvidado todo pero eso se vino abajo cuando te vi bajando de tu moto el primer día que llegaste la Universidad. En todo ese tiempo no me atrajo ninguna chica como lo hiciste tú. De verdad, me bastó solo con verte desde lejos para ponerme nerviosa y preocuparme de nuevo. Creo que fue algo así como... Amor a primera vista — Susurró avergonzada —Te vi irte con Tasha pues... ya sabes el resto de la historia.

— O sea que... el beso con el que me sorprendiste en el campus fue porque yo te gusté? Yulia le preguntó.

Ella negó —No, ese beso si fue por la apuesta... Pero no fui yo quien te escogió. Alguien más lo hizo por mí, y me sorprendí cuando tuve que ir a besarte... – Rió — Y por supuesto… ese beso me alteró todos los sentidos y comencé a enloquecerme... Te odié al instante — Dijo con obvio sarcasmo.

Yulia en seguida sonrió —Y ni siquiera hice nada...— Dijo divertida.

La boca de Elena se convirtió en un puchero — ¡Lo sé! Y por favor... perdóname por hacerte pasar tantos malos ratos, por dejarte en ridículo muchas veces, por cachetearte, por tocarte de mala manera, por hacerte pelear con tu chica… por... destruir tu moto... – Dijo con más culpabilidad —  Yo no quería que las cosas se dieran así, pero fue inevitable para mí. Cada vez me sentí más atraída hacia ti, y verte besándote con Varvara fue la gota que rebasó el vaso. Incluso iba a confesártelo todo hoy... pero ya sabes...

—No voy a decir que está bien... Porque no creo que lo esté... — Yulia, se puso seria —Pero no voy a juzgarte porque sé que cada persona tiene diferentes formas de lidiar con sus cosas. Te lastimaron y así lo conllevaste – Suspiró — Sobre tus disculpas... — le miró fijamente, aún comportándose seria, pero no le duró mucho porque de nuevo dejó salir una sonrisa —... por supuesto que las acepto... ¿Cómo no hacerlo después de todo lo que me has dicho?

El corazón de Elena latió al mil por hora al oír eso —Gracias... Ah...Puedo darte un abrazó?— Le preguntó con timidez.

Yulia asintió sin problema y Elena no pudo evitarlo, se inclinó hacia adelante, agarrando a Yulia por el cuello y abrazándole con fuerza. Estaba tan sensible, que incluso algunas lágrimas volvieron a brotar de sus ojos, pero esta vez, no de tristeza — Gracias, Yul... De verdad gracias. Prometo que voy a recompensarte todo lo malo que he hecho, incluso voy a comprarte una moto nueva si lo deseas. Haré lo que tú quieras — Le dijo al oído.

Yulia no pudo eludir la felicidad tan grande que sintió al oírla hablar de esa forma y la alejó un poco del abrazo para poder mirarle fijamente. Inevitablemente sus ojos se deslizaron por todo el rostro de la chica, deteniéndolos en sus labios rojos y carnosos.

— Harás lo que yo quiera... — Le susurró con calma, mirándola fijamente. Elena se puso nerviosa, pero reiteró lo dicho, asintiendo con mucha tranquilidad — Entonces... quiero que me des un beso — le dijo. Elena murió al escuchar ese pedido, pensó que era una broma pero el rostro de Yulia estaba serio. Lo dudó pero se fue acercando poco a poco sin más, hasta que estrelló su boca contra la de ella. Los ojos de Elena se cerraron por inercia al sentir como su labio inferior era cuidadosamente atrapado entre los dientes de Yulia. Ese simple toque le hizo estremecer, y de pronto no pudo moverse. Yulia la tomó por las caderas, se inclinó mucho más y agarró sus labios para esta vez meterlos por completo en su boca. Sintió la suavidad de aquella boca carnosa y la saboreó en cada centímetro —¡Realmente me gustas!— Yulia le dijo entre mordidas, y esa fue todo lo que Elena necesitó para agarrarla fuertemente del cuello de la camisa y comenzar a responder a los ataques de su boca.

Ambas comenzaron a jadear debido a las emociones del beso. El choque de sus labios sonaba por toda la habitación.

Se besaban a todas las velocidad posibles.

Poco a poco se fueron calmando hasta alejarse unos centímetros. Sus frentes quedaron juntas mientras intentaban recuperarse.

— Eso fue maravilloso... Elena... En serio lo fue. Gracias... Tenía tantas ganas de que sucediera — Yulia le susurró, su aliento se mantenía inestable.

Elena se inclinó nuevamente, sintiendo más confianza y volvió a atraparle la boca, le tomó las mejillas y comenzó a empujarla hacia su cuerpo mientras ella se dejaba caer de espaldas en el lado vacío de la cama. Ambas quedaron acostadas una encima de la otra sin dejar de besarse.

Un movimiento de Katya quien se encontraba a su lado, las hizo apartarse. Esperaron a que la niña se acomodara de nuevo y se miraron para sonreírse una a la otra.

Yulia le picoteó los labios unas cuantas veces más y se dejó caer al lado del borde de la cama.

Elena se volteó para quedar de frente a ella.

Se miraron mutuamente durante unos segundos hasta que Elena se aclaró la garganta.

— ¿No vas a arrepentirte de ese beso después?— Ella le cuestionó algo insegura.

Yulia enarcó una ceja, mostrándose confundida —¿Por qué lo haría?— Le replicó. Le notó su mirada algo inquieta e insistió —Contesta...

—Pues... porque tú tienes un compromiso con alguien más... Tú novia... — Le dijo pausado.

—Oh!... eso... — Yulia dijo con algo de molestia. Quería olvidar esa situación —En realidad... ya no tengo novia. Rompimos. Descubrí que me estaba engañando con otra.

—¿Qué?— A Elena en seguida se le frunció el ceño, no solo por lo que acaba de oír, también por la forma tan relajada en que Yulia lo había dicho —¿Estás hablando en serio? ¿Cómo pudo ella engañarte con otra persona? ¡Eso es imposible!— Exclamó sorprendida.

Yulia apoyó la cabeza sobre su codo, le causaba gracia la reacción de la chica — Pues si fue posible — Declaró aún sintiendo molestia por la situación — Pero ya no hablemos de eso... Igual, creo que fue lo mejor... Yo tampoco estaba siendo muy sincera con ella sobre mis sentimientos.

Elena no pudo evitar sentirse mal. Agachó la mirada, sintiendo vergüenza, no supo que decir.

—Ha sido mucho por hoy... Deberíamos descansar ya! —Yulia le dijo al notarle las hinchadas ojeras rojas que tenía debajo de sus ojos.

Elena estuvo de acuerdo.

— Estaré en la habitación de al frente — Yulia intentó levantarse pero Elena la retuvo.

—Espera... ¿Te podrías quedar conmigo?— Le dijo nerviosa.

Yulia dudó, pensó que era demasiado pronto si quiera compartir solo un pedazo de su cama con la chica. Aún eran unas completas desconocidas.

— Ah... no lo sé... Creo que no es lo correcto.

Elena asintió en acuerdo — Lo sé... Pero solo es para hablar.

Yulia siguió dudosa pero no pudo negarse. Se acostó por completo, acobijó a ambas con la misma sabana que compartían las niñas y luego apagó la televisión dejando todo a oscuras. Sus ojos quedaron abiertos como platos, mirando al techo. De pronto sintió el aliento de Elena contra su barbilla y luego la escuchó soltar una risita.

—¿Qué pasa?— le dijo divertida.

— Es que... la verdad no quiero hablar, solo quiero estar aquí contigo... a tu lado… Siempre soñé con este momento... Aunque es bastante difícil — Le confesó.

Yulia rió —¿Quieres que me vaya a dormir a otro lugar? O Puedo tirarme al suelo si deseas.

—Claro que no — La escuchó gemir y luego sintió un golpecito en su pecho. Rió — ...Quédate conmigo.

—Me alegra oírlo. Duerme bien — Yulia murmuró.

—Tú igual — Elena le dijo por último, se acurrucó y cerró los ojos.

Yulia hizo lo mismo y le dio la bienvenida al descanso.


...


A la mañana siguiente, el clima volvía a hacer de las suyas y a diferencia de anoche, ahora eran los rayos del sol los que se mantenían incontrolables a través de toda la ciudad.

La luz que entraba por el ventanal de Yulia comenzaba a filtrarse, llegando hasta su rostro, y despertándola pero esta vez, de una manera diferente. A pesar de que el brillo amarillo sobre sus ojos era incomodo hasta el carajo, una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba en su rostro. Sin embargo, eso no le duró mucho cuando se sentó en la cama y encontró el otro lado del colchón completamente vacío. Ni Elena, ni Katya, ni Viktoria se encontraban allí.

Su mirada se desvió al reloj de la habitación y su ceño se frunció cuando vio la hora. Eran las 9:40 am. — ¡No puede ser que de nuevo me quedé dormida!— Gimió para sí misma y rápidamente salió de la cama. Se dirigió fuera de la habitación y al bajar algunos escalones, se detuvo cuando escuchó claramente las voces de las Katya y Viktoria.

Bajó corriendo del todo y en un reflejo de su visión puedo ver al par de chiquillas corriendo hacia la cocina. No dudó en ir allí y cuando cruzó la puerta, la sonrisa regresó a su rostro cuando vio a Elena y a su madre charlando cómodamente frente a la parrilla de la estufa.

—Buenos días!— Dijo para ambas.

Se acercó a Larissa por la espalda para dejarle un beso en la cien y a Elena le regaló una pequeña sonrisa. Le alegraba saber que no se había ido.

— Amor... Hasta que por fin te levantas... — Larissa le molestó.

—Lo siento madre... es que dormí muy bien — Le dijo, con la clavada mirada en Elena.

Eso logró ruborizar a la chica, que de inmediato se puso nerviosa — Ah... Señora Volkova, yo me retiro ya, voy a cambiar de ropa a Katya. Muchas gracias por el desayuno. Estuvo delicioso.

Larissa negó amablemente —No fue nada, Elena, ve con calma. Las cosas de Katya están en la habitación de Viktoria. Si falta algo me dices...

—Sí, señora — Elena le contestó y trató de dar un paso pero Yulia se le cruzó.

—Espera... ¿Ya te vas?— Le dijo confundida.

Elena miró de reojo a Larissa y asintió apenada — Eh... Si, ayer... no fui todo el día a casa así que Fedo me llamó preocupada. Mi madre está algo histérica por que no ha visto a Katya.

—Oh... — Yulia lo comprendió —Entonces... espérame... yo me doy una ducha rápida y voy a llevarte.

—Está bien... — Elena intentó sonreírle pero la retuvo ya que Larissa no las dejaba de mirar. Agachó nuevamente para pedir permiso y salió de la cocina.

Larissa de inmediato volteó a mirar a Yulia con los ojos entrecerrados.

— ¿Por qué no me dijiste que Elena había venido anoche contigo... ¿Acaso me perdí de algo? — Le dijo insinuante.

Yulia sonrió  —Sí, mamá. Pero no te has perdido de nada porque te dije anoche que quería hablar contigo... Y tiene que ver con ella.

—Bueno... Entonces empieza a hablar. Soy toda oídos.

—Déjame hacerlo después de que la lleve a casa, ¿sí?. Voy a ducharme. Ah... Y me voy a llevar la camioneta. Te quiero... — le besó la mejilla y salió corriendo.

Larissa se apoyó en el borde de la encimera, cruzada de brazos; mientras negaba sin poder creerlo.  Cuando llegara la exprimiría hasta el límite, de eso estaba segura.

...

Más tarde, camino a la mansión Katin, dentro del auto se vivía un ambiente bastante acogedor. A diferencia de las dos niñas en los asientos traseros hablando como cotorras, Yulia y Elena se mantenían en un cómodo silencio. Las palabras entre ambas sobraban en ese momento, solo las miradas y las constantes sonrisas que se daban de vez en cuando eran necesarias para expresarse todo.
Sin duda, las dos se sentían felices, a pesar de que muchas cosas aún no estuvieran del todo claras.

Finalmente, después de unos minutos, Yulia detuvo la camioneta frente a la gran reja negra de la casa. Giró la llave para apagarla y seguidamente se giró para poder mirar a la chica a su lado. Ella también le veía.

—Bueno... Hemos llegado... — Le manifestó, con algo de tristeza.

Elena lo sintió y le dio una pequeña sonrisa de disculpa. Ella era la que menos deseaba dejarle, pero debía entrar a la casa. Esa llamada de Fedo le había preocupado —Gracias... por esto... y por... todo lo de... anoche... — Se ruborizó al decirlo.

Yulia notó el gran rojo en sus mejillas y en seguida se inclinó cerca de su asiento para poder hablarle más íntimo. Echó un vistazo al asiento trasero, asegurándose que las niñas no la vieran, y después le picoteó los labios.

El rubor de Elena creció. Al igual que los latidos de su corazón. Se mordió su labio inferior—... ¿Podríamos vernos más tarde?... Por favor— Le susurró.

Yulia por supuesto asintió — Claro que si... ¿En dónde?

—Ah... ¿En el Sugar? ¿a las 7?

—¿Quieres que te recoja?

Ella negó —No es necesario... Iré a casa de Masha más tarde así que podré llegar con ella. Igualmente gracias...

—Está bien... No hay problema — Yulia le respondió.

Elena, algo dudosa, le deslizó una mano hasta la mejilla y se acercó para devolverle el beso. Sonrió contra sus labios — Adiós... Nos vemos más tarde — Le dijo para luego bajarse del auto.

Yulia la siguió, abrió la puerta trasera para ayudar a bajar a Katya, pero Viktoria también salió disparada a tomar la mano de Elena.

—¿Puedo quedarme aquí con Lenita y Katya? — Le dijo.

Yulia cerró la puerta y se apoyó contra ella. Negó rotundamente —Puedes hacerlo, pero no hoy. Vamos — Le tendió una mano, y Viktoria cabizbaja, regresó a su lado y la tomó.

Elena sonrió —Adiós... Yul. Ten mucho cuidado en el camino.

—Lo haré — Le aseguró. Su mirada cambió a Katya — ¿Y tú no vas a despedirte de mí? — Le dijo haciendo un puchero. Katya se rió y de inmediato corrió para abrazarle. Besó su mejilla y volvió al lado de Elena.

— Bueno... nos vemos chicas Katin — Yulia levantó una mano en el aire con burla. Se giró para abrirle la puerta del copiloto a Viktoria, pero...

—¡Espera Volkova! — La voz de Elena de pronto le hizo detener. Soltó la manija de la puerta, se giró de nuevo... Y lo siguiente que supo, fue que sus labios fueron cubiertos totalmente por los de ella.

Unos pequeños gemidos de asombró se escucharon a su alrededor. Ambas se separaron, y vieron a sus hermanitas mirándolas con la boca completamente abierta…

Ahora tendrían que asegurarse de que ese par de pequeñas no dijeran nada a nadie...




Que bello es el amor.... hasta que no llegue INESSA!!!!!! Shocked Shocked Shocked Shocked Shocked Shocked  (Alerta de spoiler)
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Mensaje por Aleinads 6/6/2020, 5:50 pm

Diossss!!! El amor, el amor... Me encanta este par
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Mensaje por Yulieth 6/6/2020, 5:53 pm

Ohh pero que capítulo más hermoso 😍😍😍 Inessa será la piedra en el zapato 🤦‍�🤦‍�🤦‍�
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Mensaje por Volkatinale92 6/6/2020, 8:53 pm

Me encantó 2😍😍 por fin están juntas, aunque ya veo que no va a durar mucho la felicidad, odio a Inés

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Mensaje por Vera Rivero 6/7/2020, 7:43 pm

Que bueno que poco a poco se vaya arreglando todo 😊 y ojalá que Lena tenga el carácter suficiente para enfrentar a Inessa 👍

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/8/2020, 4:24 pm

Hola chicas, como están? Les dejo el capitulo que corresponde al día de hoy. Un poco apresurada porque estoy haciendo tareas y he estado  bastante full.

Un abrazo enorme y gracias por leer, por comentar y siempre estar allí.

A leer!


Capítulo Anterior:



El rostro de Yulia quedó inexpresivo. No podía creer lo que estaba escuchando.

En ese momento, Masha llegó a la escena, yendo directamente junto a Elena y agachándose a su lado. La tomó de los brazos y al verla sumida en aquel llanto tan desenfrenado, no dudó en abrazarle con todas sus fuerzas. Intentó calmarle pero de nada servían sus palabras, su mejor amiga no contenía los fuertes sollozos.

La lluvia continuaba cayendo sin piedad por todo el lugar. El corazón de Yulia bombeaba sin control mientras trataba de asimilar lo que había escuchado. Sus ojos permanecían en la escena que se vivía bajo el árbol pero en su mente solo retumbaban las palabras de la chica que lloraba sin control.

De pronto, el llamado de Masha la hizo reaccionar y de inmediato se acercó a ambas mujeres. Apartó a su amiga del abrazo con delicadeza, y después acunó con sus manos las mejillas empapadas de Elena. Le observó directamente a los ojos, y pudo percibir en aquella mirada roja y cristalina mucho dolor y sufrimiento.

[***]

Parqueó su auto y por el espejo retrovisor vio a Yulia bajándose apuradamente.

Rápidamente subieron las escaleras y llevó a Elena directamente a su habitación. Cerró la puerta con seguro y se giró de nuevo para mirarla. A parte de su cabello empapado, delineador corrido y mala facha de su ropa, Elena se veía tan desbastada, tan derrotada. En seguida sintió una punzada en el corazón.

— Te traje algo de compañía mientras yo... voy a ducharme también. En unos minutos regreso — Le dijo aún con mucha pena. Elena asintió de nuevo.

Yulia salió de allí, cerrando la puerta tras ella y comenzó a dirigirse hacia la habitación de pinturas. En ese momento, Larissa salía de su cuarto vistiendo muy elegante y hermosa. Se encontraron de frente.

Más tarde, Yulia comenzaba a caminar de regreso a su habitación completamente renovada.  Llegó a su puerta, tomó la perilla para entrar pero dudó en girarla. A su cabeza de pronto la sospecha de que Elena estaría hambrienta tanto como lo estaba ella en ese momento, de manera que se retiró de la puerta y bajó las escaleras para luego adentrarse a la cocina.

—Tenemos que hablar... — Le dijo con calma.

Elena se mostró preocupada ante lo dicho pero asintió lentamente. Se giró para echarle un vistazo a las pequeñas y al asegurarse que si dormían, volvió a Yulia.

[***]

—Lo hice porque me odié, Yulia. Porque intenté convencerme de que mi homosexualidad era algo mental, de qué era algo pasajero porque mantenía con ella, pero por supuesto no fue así. Todos lo veían tan mal que… yo entré en negación y comencé a esparcir veneno contra todo el mundo. Empecé a salir con chicos y creí que esa era la solución pero ni siquiera podía tener intimidad con ellos. Solo los enredaba con unos cuantos besos… y así los mantenía tras de mí. Me mantuve igual por años, mi nueva yo, creyó que lo había olvidado todo pero eso se vino abajo cuando te vi bajando de tu moto el primer día que llegaste la Universidad. En todo ese tiempo no me atrajo ninguna chica como lo hiciste tú. De verdad, me bastó solo con verte desde lejos para ponerme nerviosa y preocuparme de nuevo. Creo que fue algo así como... Amor a primera vista — Susurró avergonzada —Te vi irte con Tasha pues... ya sabes el resto de la historia.

— O sea que... el beso con el que me sorprendiste en el campus fue porque yo te gusté? Yulia le preguntó.

Ella negó —No, ese beso si fue por la apuesta... Pero no fui yo quien te escogió. Alguien más lo hizo por mí, y me sorprendí cuando tuve que ir a besarte... – Rió — Y por supuesto… ese beso me alteró todos los sentidos y comencé a enloquecerme... Te odié al instante

— Dijo con obvio sarcasmo.

[***]

Finalmente, después de unos minutos, Yulia detuvo la camioneta frente a la gran reja negra de la casa. Giró la llave para apagarla y seguidamente se giró para poder mirar a la chica a su lado. Ella también le veía.

—Bueno... Hemos llegado... — Le manifestó, con algo de tristeza.

El rubor de Elena creció. Al igual que los latidos de su corazón. Se mordió su labio inferior—... ¿Podríamos vernos más tarde?... Por favor— Le susurró.

Elena sonrió —Adiós... Yul. Ten mucho cuidado en el camino.

— Bueno... nos vemos chicas Katin — Yulia levantó una mano en el aire con burla. Se giró para abrirle la puerta del copiloto a Viktoria, pero...

—¡Espera Volkova! — La voz de Elena de pronto le hizo detener. Soltó la manija de la puerta, se giró de nuevo... Y lo siguiente que supo, fue que sus labios fueron cubiertos totalmente por los de ella.

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Veinticinco



—¡¿En dónde carajos tenías a mi hija?!— Inessa Katina, gritó severamente desde la sala en el momento en que vio a Elena entrar por la puerta principal. Lanzó el libro que sostenía en su mano derecha contra los cojines del sofá y se levantó de su silla especialmente decorada para confrontarla. Elena, no se sorprendió por el dichoso grito; aquello, era algo que sucedía con frecuencia cada vez que Inessa se encontraba en casa. Pero decidida a no darle importancia, Elena siguió su cometido y cerró la puerta con calma. Caminó con la cabeza gacha por todo el salón de la mansión, sosteniendo con fuerza la mano de Katya que miraba a su madre con algo de pavor.

Elena, al verse cerca de las escaleras, quiso ignorar a la mujer en la sala y subir a su habitación; pero otro grito de Inessa con la misma replica logró que Katya se asustara y se soltara de su agarre justo cuando ponía un pie sobre el primer escalón.

Elena notó los ojos de su hermanita volviéndose cristalinos y no tuvo otra opción más que posar su atención en la mujer en el sofá; la misma que en ese instante le veía como si quisiera clavarle mil cachetadas en el rostro.

Debido a ello, Elena no pudo evitar que su expresión también se endureciera. Su madre lo provocaba. Le susurró a Katya al oído que la esperara en la habitación y se acercó a la sala, quedando unos cuantos metros frente a su madre.

Sus puños se apretaron.

—¿Ahora si te preocupas por mi hermana?... Cuando a ti jamás te ha importado prestarle algo de atención ¡Nunca estás junto a ella! ¡Ni siquiera cuando te encuentras aquí! ¡Entonces porqué ahora si quieres saber a dónde voy con ella!... ¿Es para fastidiarme? ¿Es lo que quieres?— Le gritó con enojo.

Inessa sonrió burlonamente, al mismo tiempo que negaba. Volvió a coger el libro sobre el cojín y regresó a deslizarse en su silla. Abrió de nuevo la página que leía; ignorando por completo la pregunta de su hija.

Elena negó incrédula ante aquel acto. Sin duda su madre era una mujer desagradable  — Si, lo único que  haces es fastidiarme... Es lo que siempre has hecho — Le susurró con rabia y se giró para retomar su camino pero nuevamente la risa irónica de Inessa seguida de un “espera” le hizo detenerse.

—No, Elena, allí si te equivocas. Tú sola te amargas la vida.

Elena escuchó claramente esas palabras, pero no quiso girarse. Se quedó dándole la espalda.

Inessa continuó.

—... Y tú no tienes porqué cuestionarme sobre si me preocupo o no por Katya. Soy yo la autoridad en esta casa, soy yo quien la tuve y soy yo quien le da de comer. Así que no intentes pasar por encima de mí porque te puedes arrepentir — Le amenazó. La barbilla de Elena se tensó más de lo que estaba —Ahora contéstame la pregunta ¿A dónde la llevaste? ¿Y por qué lo hiciste si sabes que no me gusta que salga de aquí y mucho menos que pase la noche en casas ajenas?

— Solo estábamos en casa de una de sus amiguitas de la escuela. ¡Es todo! La madre de la niña le invitó y nos que...

—¡Pues no vuelvas a aceptar nada de eso!— Inessa le cortó de inmediato —Este es el hogar de Katya y aquí tiene todo lo que necesita. Si tú quieres quedarte vagando en la calle todas las noches como siempre sueles hacerlo, pues hazlo, pero hazlo sola, no con mi hija. Te lo advierto.

Los parpados de Elena se cerraron al escuchar aquellas palabras tan hirientes.  Inevitablemente sintió un pinchazo en el corazón; sin embargo se mantuvo fuerte y se giró para mirarle retadoramente.

—¿Deseas algo más... O ya puedo retirarme?— Le dijo intentando no verse afectada.

Inessa le observó por encima del libro y alzó su mano en el aire para sacudirla en señal de que se retirara. Elena, entendió que no tenía nada más que hacer ahí, así que corriendo, subió las escaleras y se adentró a su habitación. Cerró la puerta y al verse frente a su colchón, no dudó en dejarse caer boca arriba contra la espuma. Cerró sus ojos, logrando que algunas lagrimitas cayeran y dejó que sus pulmones soltaran todo el aire agobiante y caliente que retenían desde hace segundos.

Katya, quien también se encontraba sentada sobre la cama, se deslizó al lado del cuerpo de su hermana y desde arriba le observó con mucha confusión ya que la expresión tensa que llevaba, comenzaba a relajarse y a convertirse en una gran y hermosa sonrisa.

Elena, sospechando de la presencia de la chiquita, abrió los ojos y soltó una risita burlona al notarle su semblante totalmente extrañado. Rápidamente la agarró de las mejillas y la acercó contra sus labios para comenzar a  regarle besos por todo su rostro, cuello y garganta. Solo fue cuestión de segundos para que las carcajadas de Katya comenzaran a regarse por toda la habitación. Las cosquillas que le provocaban los labios de su hermana eran insoportables.

Finalmente, Elena detuvo sus amorosos ataques y miró fijamente a la pequeña recostada sobre su pecho.  Sonrió al verle algunos mechones rojizos con reflejos rubios sobre los ojos y se los quitó, dejándolos atrás de su oreja.

La niña también le miraba sonriente  — ¡Me gusta que estés feliz, Lena!  ¡Me encanta! — Le dijo emocionada.

Elena rió  — Y tú sabes por qué lo estoy, ¿verdad?...

— Claro que si... ¡Por tu beso con Yuli! —  Katya exclamó en un grito desbordante de felicidad, tanto así que Elena de inmediato le cubrió la boca.

— Shhhh... Kat, no lo vuelvas a decir tan fuerte — Se quejó en un susurró. Lentamente le liberó y la señaló con su dedo — No puedes ir gritando eso por aquí. Y tampoco se lo puedes contar a nadie. Me lo prometiste, y se lo prometiste a Yulia también. No nos decepciones.

—No lo haré, Lena. Lo juro —  Katya aseguró, tirándole sus bracitos a través del cuello.

Volvieron a reír mientras se fundían en el cálido abrazo, pero de pronto, el hermoso momento fue interrumpido cuando algo empezó a chocar repetidas veces contra la puerta de cristal del balcón.

Elena inmediatamente se levantó de la cama,  mirando hacia la puerta corrediza mientras los diminutos choques aún sonaban contra el cristal. Intentó adivinar de qué se trataba, y rápidamente concluyó que era el sonido de pequeñas rocas siendo tiradas.  

Lo primero que vino a su mente fue  que quizás era Yulia quien estaba allí, así que corrió a la puerta y la deslizó sin dar espera.
Salió al balcón para asomarse pero no era la dueña de su corazón quien estaba tirando las piedritas, en vez, se encontró con Fedora y su perrito Prince que olfateaba las hierbas de los alrededores.

Su ceño se frunció en confusión..  —Fedo... ¿Cómo supiste que estaba aquí?

—... No fue difícil... — La encargada le respondió divertida.

Prosiguió.

— Estaba rondando con el cachorro el jardín principal cuando te vi entrar.  No te llamé porque no quería hacerte perder tiempo. Tú mamá te esperaba.  Estaba algo... mmm, — Dudó —... Histérica.

— Oh si... Me esperaba...  —  Elena rodó los ojos al decirlo — Y para recibirme con un grito como de costumbre — Refutó, causando que Fedora espontáneamente riera.

— Olvídate de eso mi niña. Por qué mejor no vienes aquí. Quiero mostrarte algo.

Elena asintió y quiso girarse para salir a la puerta,  pero al verse en ese lugar, no pudo evitar que a su cabeza viniera el recuerdo de Yulia subiendo y bajando por ahí. Se mordió el labio mientras acariciaba el barandal del balcón y, decidida comenzó a treparlo.

Fedora al verle, abrió los ojos como platos y se acercó bajo el balcón con los brazos abiertos. Temía que se cayera —¿Qué haces Lena? ¿No es mejor bajar seguramente por las escaleras de la casa?

Elena no le respondió nada, solo sonrió como niña pequeña mientras terminaba de escalar. Muchos recuerdos de su niñez también llegaron a su cabeza. Finalmente estuvo a punto de bajar y Fedora la tomó de las caderas para ayudarle a apoyarse en el pasto.

—¡Qué maravilla Fedo! ¡¿Cómo es que nunca lo hice?!— Elena le preguntó divertida, pero la encargada negó en desacuerdo. Para ella solo había sido un momento preocupante.

—Ni lo digas... Menos mal no lo hiciste antes — Le dijo negando.  Le tomó de la mano y después le llevó hacia donde se encontraba Prince. El cachorrito, al ver a su dueña, no dudó comenzar a ladrar, venir hacia ella y pararse en sus dos patas traseras.  Elena lo cargó para empezar a mimarlo como siempre lo hacía.

Fedora comenzó a reír al ser testigo de la escena  — Te extrañaba — Comentó con ternura.

Elena estuvo de acuerdo y regresó al cachorro al pasto. Sacudió su ropa y de nuevo posó su mirada en Fedora —¿Y?... ¿qué era eso que querías mostrarme?

Fedora rió con complicidad para después comenzar a silbar. Elena enarcó una ceja al presenciarlo, pero eso no le duró mucho ya que entre la hierba, pronto salió una bola de pelos blanca muy parecida a Prince. Llevaba unos moñitos rosas en cada oreja y movía su colita de lado a lado.

Su rostro se convirtió en uno sorpresivo.

— Lena, te presento a Princess. Tu nueva mascota — La encargada le dio la noticia con emoción, y sin poder evitarlo, Elena se acercó a la perrita y la cargó al igual que lo hizo con Prince. La detalló con ternura y después la resguardó contra su pecho.

— ¿De dónde sacaron a esta belleza, Fedo? Es preciosa — Exclamó sin dejar de mirarla.

Fedora, tomó un respiro antes de hablar. Lo consideró necesario — Bueno... Tal vez no me lo vayas a creer... Pero... — Al escuchar su voz dudosa, Elena cambió su atención a ella  —... La trajo tu papá para ti — Soltó.

— ¿Mi papá?— El rostro de Elena de inmediato se convirtió en una mueca de desagrado.  Por supuesto no lo creyó — ¿Estás jugando conmigo?

— Por supuesto que no, Lena. Tú padre llegó con ella anoche. Yo estaba en la cocina y me sorprendí al verlo entrar con Princess en sus brazos.  Me preguntó en dónde estabas y yo no pude responderle porque no lo sabía. Después me dijo que quería regalarte a la perrita debido a tu cumpleaños, y que sentía no haber podido dártela el día que correspondía pero al parecer tuvo problemas con la entrega. Realmente se estaba comportando muy raro. No voy a negártelo, parecía que llevaba algunos tragos encima. Se mostraba diferente a como es siempre, se veía muy relajado.

— Wow... pues quien sabe que demonios le ocurría anoche. No está aquí, ¿cierto?

Fedora negó — Salió muy temprano.  Pero no me dijo nada.

Elena permaneció dudosa ante aquella situación, le sorprendía, pero aun  así se encogió de hombros y dejó salir un pequeño suspiro — En fin..., cuando lo vea, voy a agradecerle que al menos tuvo un buen gesto conmigo en mi cumpleaños. Ya son veinte y...  
¡Me encantó Princess!— Exclamó con felicidad y alzó la bola de pelos al aire. No lo pudo negar. Había sido el regalo perfecto.

—Bueno... Me alegra que te haya gustado. Pero no te hice bajar aquí solo para que conocieras tu regalo. No, no no  — Fedora
intentó parecer severa, pero no lo logró, sonrió con picardía—...   También tienes que explicarme porqué razón pasaste la noche en casa de Yulia... Y no me digas que esto fue obra de Katya — Dijo enarcando una ceja.

Elena soltó una carcajada al verle su mueca insinuante. En seguida negó — No Fedo, Katya no tuvo nada que ver. Todo lo que pasó anoche... solo fue obra de Yulia Volkova y mía. Nuestra solamente... — Murmuró sonrojándose.

Fedora no pudo con la curiosidad y velozmente deslizó su brazo junto al de ella. Quería saberlo tan pronto como fuera posible — Pues comienza a contarme ya. Tenemos camino para largo — Le dijo con humor y la jaló hacia lo profundo del jardín.

...

Al otro lado de la ciudad, Yulia junto a su madre, se dedicaban a revisar y a regar todas las flores que crecían constantemente en su jardín trasero.  Después de volver a casa, Yulia cumplió con su palabra y decidió charlar calmadamente con ella  sobre todo lo que había sucedido la noche anterior con Elena.  Larissa permanecía agachada, en silencio, pero se mantenía muy atenta a cada una de las palabras salidas de la boca de su hija. Ella era una de esas personas a las que no le gustaba reprochar nada, hasta no oír toda la historia.

Finalmente, Yulia concluyó contándole que se habían citado esa noche en el Bar para hablar más a fondo.

—Bien... Entonces eso quiere decir que ya estás saliendo con ella... — Larissa comentó con naturalidad mientras cortaba las raíces de una planta.

Yulia de inmediato negó.

—¡No, madre! ¡¿Acaso no me escuchaste todo lo que te dije?! —  Se quejó.

—Si te escuché, pero a ver Yulia Volkova — Larissa detuvo lo que hacía para posar sus ojos en ella. Era hora del debate  —...  Uno no besa a alguien si no está saliendo con esa persona. Si no están en una relación.  ¿O es que acaso estoy muy aferrada al pasado?, porque en mis tiempos un beso significaba matrimonio.

— Pues no señora Volkova. Un beso este tiempo no es ni relación ni mucho menos matrimonio y tú lo sabes perfectamente. ¡No te hagas! — Le respondió algo seria.

Larissa de inmediato rió ante ello.  Asintió —Está bien, está bien...  — Murmuró divertida. Dejó sus implementos sobre el pasto, se quitó los guantes que llevaba y se puso de pie. Le mostró una sonrisa — Voy a decirte lo que siempre te he aconsejado, mi amor... — le deslizó una mano protectora por los hombros y comenzó a llevarla a paso lento por los alrededores del jardín.  Como un acto amoroso, posó un beso en su sien y después, apoyó su cabeza sobre la de ella.  Solo quería apoyarle en todo a su hija —... Sabes que no suelo meterme nunca en tus cosas, y esto es algo en lo que definitivamente no puedo hacer mucho.  Son tus sentimientos, es lo que tienes en tu corazón y mis palabras no van a cambiar nada.  Hagas lo que hagas, te enamores de quien te enamores... eso siempre va a estar bien para mí. Ahora, si me contaste esto para que te de un consejo... Pues, solo debes darle tiempo al tiempo y dejar que las cosas vayan fluyendo solas. Con lo que me has dicho de Elena, tal vez no vaya a ser tan fácil pero si se apoyan mutuamente y llevan las cosas con calma... Van a lograrlo. También, si me dijiste esto para obtener mi aprobación, pues bien sabes que no es necesario... Aunque algo si te voy a decir... — Se detuvo y la tomó por los hombros. Esta vez le miró con seriedad —... Solo ha pasado un día desde que has roto tu relación con Miroslava. Y aún no sé la razón del porqué terminaron pero no quisiera que tan pronto ya estés metida en algo serio con alguien más si no tienes tus sentimientos del todo claro. No se vería bien... — Declaró.
Yulia, en seguida negó —No haré eso madre. Sé que aún hay muchas cosas que debo aclarar... Cosas que Elena y yo debemos esclarecer. No voy actuar impulsivamente solo por algo que estoy sintiendo... Tú lo sabes, me conoces... — Le dijo.  Larissa asintió en acuerdo. Prosiguió —Aún quiero a Miroslava, no te lo voy a negar... — Se sinceró —... pero ahora ella es parte de mi pasado y como parte de él, quiero dejarlo atrás para poder empezar a escribir algo nuevo.  Me gusta Elena,  mucho... y por eso te conté todo esto... Porque tenías que saberlo.

Larissa rió — Ya te he dicho que tú sabrás siempre tomar las mejores decisiones. Nunca has fallado en ello  — Le dio un guiño —Oh! Y debo confesarte que ahora me siento más tranquila de saber que a Elena también le gustas. Estaba preocupada por ti, demasiado.
Temía que te enamoraras mucho más de alguien que no iba a darte ni la hora.

— Yo también creí lo mismo, pero ya vez que no fue así. Me llevé una gran sorpresa cuando me lo dijo. De verdad, no lo esperé. Realmente pensé que me odiaba.

—Claro que no, a una chica tan guapa como tú nadie podría odiar... Y tampoco nadie podría resistirse — Larissa le dijo exageradamente y le aplastó las mejillas con fuerza.  La mantuvo así —Definitivamente no me cansaré de decir que tengo a los niños más guapos del país. ¡Tú padre y yo si que hicimos un gran trabajo! — Gimió con alegría y le clavó un beso en la frente.

En ese instante, Lenin llegaba a la escena, quedándose bajo el marco de la puerta y mostrándose sonriente —¿Qué está pasando aquí, señoritas? ¿Por qué tantas demostraciones de amor? — Les molestó.

Larissa caminó en compañía de Yulia hasta él, y también deslizó un brazo por su cintura.  Lo besó en su mejilla y le quedó viendo con una sonrisa de oreja a oreja — Tú hermana te lo contará todo en el desayuno...  Vas a disfrutarlo — Le dijo moviendo sus cejas de arriba abajo bastante burlona para luego adentrarse nuevamente al pasillo.



Horas más tarde, las puertas del prestigioso y acogedor Sugar Bar ya se encontraban abiertas a todo público. Elena, quien había llegado junto a Masha desde la apertura, permanecía en silencio al lado de la barra mientras observaba con asombro como su mejor amiga y sus fieles empleados se movían ágilmente por todo el lugar atendiendo a la multitud de personas y repartiendo tragos en cada una de las mesas. En ese momento, pensó en ir con Masha y ofrecer sus manos para ayudar pero la idea se desvaneció tan pronto de su cabeza cuando Yulia apareció de repente frente a ella.

La pelirroja no pudo evitar que en su rostro creciera una sonrisa de oreja a oreja. Yulia le producía muchas sensaciones, y también... hacía que los nervios se apoderaran de todo su cuerpo.

— Que bueno que viniste...— Le dijo con calma y tocó torpemente la silla a su lado para que se sentara.

Yulia la tomó sin más. Le miró fijamente y le regaló una genuina sonrisa. A comparación de Elena, ella se encontraba bastante relajada. — ¿Acaso creíste que no vendría?— Le preguntó con diversión.

Elena negó sin dejar la sonrisa. Era imposible dejarla.

—No, es solo que me pone muy feliz que estés aquí. En la mañana no tuvimos la oportunidad de charlar mucho así que... — Se llevó un mechón de cabello tras su oreja. Un pequeño sonrojo apareció en sus mejillas —... Ansiaba mucho tu llegada— Le susurró y rápidamente le tomó la mano, jugó con sus dedos dudosamente por unos segundos y, después la entrelazó por completo.

Yulia sintió su corazón latiendo desesperado al ver su mano atrapada entre la de Elena, pero siguió manteniendo la cordura. Antes de llegar al encuentro, se había prometido así misma no tomar nada de lo que estaba pasando a la ligera. Todo sería a su debido tiempo. No quería arruinar nada.

—Yo también ansiaba hablar de nuevo contigo — Le replicó —Y sobre todo..., tengo que confesarte que quedé algo inquieta por el beso que me diste frente a tu hermanita... y frente a todas las cámaras que hay a las afueras de tu casa. ¿No te vas a meter en problemas por eso? ¿Dime que tus padres no lo verán, por favor?— Le preguntó con preocupación.

Elena de inmediato negó divertida  —Hey no! Por Katya no hay de qué preocuparse, ella está súper feliz y mantendrá el secreto bien guardado.  Y por las cámaras de casa... tampoco hay de que temer. Me encargué de eso apenas tuve la oportunidad... — Dijo orgullosa, pero eso no duró mucho. Su rostro de repente se arrugó —Creo que más bien... Soy yo quién debería estar preocupada. ¿Tu madre debió haberte regañado muy fuerte por mi culpa cierto? Tal vez te dio un gran sermón contra mí después de que llegaste a tu casa...

Yulia enarcó una ceja — ¿Un sermón? ¿De qué me hablas?

—Hablo, de que en la mañana tu mamá entró a tu habitación y no solo te encontró a ti, sino que también a mí, en tu cama, con tu ropa puesta, abrazada como un oso koala a tu cuerpo. No me dijo nada pero se sorprendió y después cerró la puerta rápidamente.
Allí fue cuando yo me salí de tu cuarto con Katya y Viktoria. En el desayuno tampoco se refirió al tema pero supongo que a ti si te llamó la atención. ¿O me equivoco?

—Pues... No — Yulia no pudo evitar sonreír. Nunca se imaginó estar conversando de tal manera con la pelirroja —...Te equivocas, totalmente. Si me interrogó pero nunca me regañó. No tienes de que preocuparte. Te lo prometo — Dijo, dándole un pequeño apretón en la mano entrelazada. La misma... que miró durante unos segundos —¿Por qué tomas mi mano así? — De pronto dijo. Su atención volvió a Elena. —¿No temes que alguien de aquí nos vea? ¿Qué te vean y después se esparza la noticia?

Elena guardó silencio por un instante. También echó un vistazo a ambas manos y regresó su mirada a Yulia. Asintió lentamente —Si, tengo mucho temor... Pero quiero hacerlo. En realidad... siempre quise hacerlo, tomar tu mano y tenerla entre la mía. Me hace sentir segura, y al mismo tiempo quiero hacerte sentir igual. Y si alguien nos ve y lo divulga..., pues que lo haga, total, es algo a partir de ahora ya no voy a poder seguir escondiendo. Por primera vez en mucho tiempo me di cuenta lo maravilloso que es expresar mis verdaderos sentimientos y no voy a dejar de disfrutar algo tan lindo por lo que piensen los demás.  Sabes... algo... —
Apretó más fuerte la mano de Yulia y se inclinó más cerca de su rostro —... En este momento, no quisiera solo tomar tu mano, deseo acercarme a ti tanto como sea posible y que después me des un beso que me deje sin aire... Sin habla — Susurró.

Yulia sintió una corriente recorriéndole todo el cuerpo al escuchar las palabras de la chica. Quería cumplirle aquel deseo; aquel que no estaba tan lejos de ser el suyo también. Empezó a acercarse con lentitud para tomar los labios de Elena y cubrirlos con los suyos... Pero...

—¡¡¡¡CHICAS!!!! — Un grito femenino muy efusivo llegó tras la barra. Y por supuesto, era Masha. Sonreía encantada mientras les miraba —Ya estoy aquí para atenderles. La casa invita. ¿Que desean tomar?

A pesar de que interrumpió lo que pudo ser un glorioso momento, Yulia, le regaló una sonrisa completamente genuina. Elena, por su parte, le miraba con el ceño fruncido.

—Bueno... Yo quiero... — Yulia expresó pensativa mientras miraba al gran estante de licores tras de Masha. Una variedad de bebidas se exhibían allí. La mayoría, tragos muy fuertes — Mmm... No. Definitivamente esta noche deseo estar cuerda... Solo dame la cerveza que contenga el más mínimo alcohol. Es lo mejor — Dijo riendo.

Masha sonrió. Se encogió de hombros —Está bien, como quieras — Le dijo despreocupada. Sus ojos enseguida cambiaron al rostro de su mejor amiga, y como era de esperarse, no pudo evitar burlarse, Elena aún tenía la expresión arrugada. Le miraba completamente mal —Ya deja de   mirarme así, Katina. Sé que estás muy ansiosa, pero vas a tener miles de oportunidades. Lo sabes
— Le dijo refiriéndose al beso. Elena no dio el brazo a torcer. Continuó observándole sin gracia —Ok, Lena, ya fue suficiente. Dime ¿Qué vas a tomar?

—No voy a tomar nada. Lo único que quería probar hace unos segundos, no lo pude hacer por tu culpa — Le respondió cortante.
Yulia miraba en silencio la escena.

—Deja de ser dramática. No voy a discutir más contigo así que voy traerte una margarita. Ya regreso — Masha se alejó para traer las bebidas, y las chicas de nuevo quedaron solas.

Yulia concentró nuevamente su atención en la mujer triste a su lado. Acercó su silla lo más posible a la de ella, y logró que las piernas de la chica quedaran entre las suyas. En seguida, apoyó su codo sobre la barra y descansó su cabeza sobre el brazo. Miró a Elena fijamente a los ojos. Un momento muy íntimo se hizo en entre ellas.

—¿Te pones así por un pequeño beso?— Le preguntó con calma.

Elena suspiró — Si... No me puedo dar el lujo de perderme de tus labios así sea el beso más pequeño — Dijo frustrada y copiando la posición de Yulia. Un pequeño silencio se hizo entre ambas. Eso había sonado muy cursi —Ushhh... — Se quejó de pronto — Lo siento si parezco tonta pero odié que nos interrumpiera. Vengo anhelando otro beso tuyo toda la bendita mañana y tarde, y preciso cuando me lo vas a dar viene a dañar el momento.

—Pero tendremos otros. Ya relájate — Yulia le tranquilizó y esta vez fue ella quien tomó la mano de Elena y la resguardó entre la suya —Mejor dime... ¿Cómo estuvo tu día?

Ante esa pregunta, Elena volvió a arrugar su rostro. ¿Su día?... Si, recordarlo era frustrante — Mi día... Estuvo bien... hasta que tú te fuiste — Dijo suspirando — Solamente me bastó con entrar a mi casa y todo volvió a ser horrible por culpa de mi madre.

—¿Por qué? ¿Qué pasó con ella?— Yulia se sintió preocupada. Anoche con lo poco que Elena le contó sobre Inessa, se había dado cuenta que era una mujer difícil.

—  ¿Qué pasó con ella? Que en realidad no entiendo a esa mujer. Ni se cómo es que se hace llamar mi madre — Elena se quejó —Cuando entré por la puerta de repente empezó a gritarme porque me había llevado a Katya a dormir a tu casa.

Yulia enarcó una ceja —¿Ella me conoce?¿Conoce mi casa?— Dijo confundida.

Elena negó —No... Bueno, no precisamente quise decir que tu casa — Intentó explicar —Se enojó porque Katya pasó la noche fuera de casa.  Me dijo que no lo hiciera de nuevo porque a mi hermana no le hacía falta nada en nuestro hogar. Y ni siquiera entiendo porque lo hizo, si a ella nunca le ha importado lo que le pueda pasar a Katya... Y mucho menos a mí —Sus ojos de pronto se pusieron cristalinos. Su realidad era bastante dolorosa —Aun no entiendo porque es así conmigo, porque sus actos, sus palabras y cada cosa que tiene para mí siempre es con el fin de  clavarme una punzada en el corazón y hacerme sentir dolor.  No sé qué he hecho para merecer tal trato, aún estoy intentando adivinarlo... —  dijo obviando su tristeza.

Yulia se quedó en silencio por unos segundos mientras le miraba fijamente. Podía sentir el dolor tan profundo de la chica en carne propia.

— ¿Has intentado alguna vez hablarle? ¿Confrontarla?

Elena rió sin ganas. Asintió.

—Lo he hecho muchísimas veces, pero solo logro que me lastime con sus respuestas hirientes... Incluso me ha echado de casa — Confesó.

Esta vez el ceño de Yulia se frunció. Oír aquello le molestó muchísimo. —¿Cómo es posible que te haya dicho eso? ¿Acaso esa mujer está loca?— Se mostró indignada.

Elena se burló — Bienvenida a mi realidad, Yulia. No todos tenemos una vida perfecta. Ni todas las madres son tan geniales como la tuya.

Yulia quedó pasmada —Diablos, Elena... No sé qué decirte... —Respondió sin más — ... Créeme que si yo estuviera en tu situación... ya me hubiera ido de esa casa. No lo soportaría...

—Solo hay una razón por la que soporto todo: Katya — Elena replicó en seco —Aguanto todo por ella. No quiero irme y dejarle sola en esa casa... con esas personas. No puedo permitir que sea tratada igual que yo. Tengo que cuidarla y protegerle.

Yulia nuevamente quedó sin palabras. Debía confesar que a pesar de lo sucedido anoche, de la confesión, de los besos... no había quedado tan convencida sobre Elena, pero ahora... eso definitivamente empezaba a cambiar. Y es que después de oír todas esas cosas, era imposible no hacerlo.

—Eres muy valiente, Elena. Nunca llegué a imaginarme que todo eso estuviera tras de ti. Tienes muchas cargas encima... Y una vez más empiezo a comprender el comportamiento que tomaste ante los demás... Aunque claro... Eso no es excusa para que me jodieras desde el día uno — Bromeó, y logró que Elena nuevamente mostrara su hermosa sonrisa.

—¡Oh si! Y eso es algo de lo que nunca me voy a arrepentir, Yulia Volkova — Elena posó su dedo índice sobre los labios de Yulia, lo mantuvo allí, apretando ligeramente. No pudo evitar que sus ojos se quedaran pegados en aquella boca. Se quedó mirándolos fijamente mientras poco a poco se mordía su propio labio inferior. Si... deseaba probarlos. Lo necesitaba —¿Me vas a dar mi beso? — De pronto preguntó. Recordando la conversación de hace unos minutos.

Yulia rió —¿Lo quieres aquí? ¿Frente a toda esta gente? — Le dijo. Elena miró alrededor, y sintió algo de temor, pero eso no le detuvo. Añoraba los labios de Yulia.

No respondió a la pregunta. Solo llevó sus manos contra la espalda de Yulia, agarró la capucha del abrigo que vestía y lo subió contra su cabeza, cubriéndole el cabello.

—¿Te molesta esto?— Le preguntó con timidez. Su acción le dejó insegura... Pero Yulia negó con calma.

Sin más que decir, deslizó una tímida mano por la barbilla y mejilla de Yulia, y acercó su rostro al de ella. Rozó sus labios contra la boca de Yulia con mucho nerviosismo, pero  finalmente le atrapó el labio inferior con sus dientes, siendo muy delicada.

Yulia intentó responder al beso, abriendo su boca... Pero...

—¡CHICAS! ¡LLEGARON SUS DELICIOSAS BEBIDAS!!!!!!— Masha nuevamente llegó a dañar el momento.

De inmediato Elena y Yulia pegaron un salto, se separaron rápidamente al oír la voz de la chica tras la barra.  Las dos se sonrojaron al límite, quedaron en silencio.

Masha sonrió con picardía —Aquí les dejo— Dijo en tono divertido, posando la cerveza y la margarita sobre la barra para después alejarse.

Sin pensarlo dos veces, Yulia agarró la cerveza y le dio un gran sorbo. Necesitaba calmar el calor en su cuerpo.  Bebió la botella hasta un poco más de la mitad, todo ante la mirada sonrojada de Elena.

—¡Ahhhhh! ¡Está deliciosa!— Exclamó claramente nerviosa.  Elena notó como una pequeña capa de sudor le apareció sobre la frente y, en seguida llevó sus manos hacia la capucha para bajársela con delicadeza.

Que Yulia tuviera esa reacción tan linda le había encantado, pero no quería hacerle el momento tan difícil, así que tomó su margarita y la mantuvo sobre sus manos mientras comenzaba a tomar pequeños sorbos.

—Y por qué no me cuentas... ¿Cómo estuvo tu día? Ya tuvimos suficiente de mis quejas — Dijo para cortar la pequeña incomodidad en el aire.

—Mmm... — Yulia se aclaró la garganta —Pues... No hay mucho que decir. Estuve en casa todo el día. Dormí, comí, pinté un rato, luego volví a comer y a dormir... — Sonrió — En realidad, no encuentro mucho que hacer en este lugar — Dijo refiriéndose a Moscú —Y tampoco es que me guste hacer mucho. Soy de esas personas que ama estar en casa. Si por mi fuera nunca saldría de allí.

—Pues...  Eso va a cambiar — Elena dejó su margarita sobre la barra y se paró de su asiento, le tomó ambas manos y las sostuvo —
Conmigo vas a encontrar mucho que hacer, Yulia Volkova. Te lo prometo — Le dijo con emoción — Vamos — Le invitó a salir de la silla.

Yulia se confundió. Enarcó una ceja —¿A dónde? ¿Tan pronto quieres irte?

Elena negó con diversión.

—No... ¡Vamos a la pista! ¡Bailemos esta canción! ¡Me encanta!— En las bocinas del Sugar empezaba a sonar con mucha fuerza la canción "Desire", una canción electrónica muy popular, y una de las pistas favoritas de Elena.

Yulia dudó, pero al final se levantó de la silla y se dejó arrastrar hasta el centro del Bar. Ambas empezaron a moverse al ritmo de la canción. Yulia, por supuesto mostrándose más tímida que Elena, quien se movía acorde al ritmo que salía de las bocinas. No era un baile exagerado, era muy normal, como si dos mejores amigas simplemente disfrutaran de la música.

De pronto, a mitad de la canción, Elena decidió acercarse  peligrosamente a Yulia, colocándole los brazos alrededor del cuello y escondiendo su rostro en el mismo, logrando que su aliento y su respiración le golpearan en la yugular. Yulia al sentirlo, cerró los ojos  para disfrutar del momento; pero eso no fue posible porque de inmediato a su cabeza llegaron recuerdos similares de la cual ella había sido testigo. Imágenes de Elena y Aleksey, bailando sensualmente unas noches atrás en el Sugar se apoderaron de su mente para inquietarla. Apretó los ojos con fuerza e intentó concentrarse en olvidarlo, pensar en el presente, pero fue casi imposible. Con el corazón latiendo desesperado, deslizó ambas manos por la cintura de Elena y le alejó con suavidad; después se pasó ambas manos por el cabello. Pareció agobiada, y Elena al notarlo, se llenó de nervios por completo.

— Yo... no... Quise... Perdona si te molestó ese abrazo, Yul. Debí preguntarte primero — Dijo completamente asustada y arrepentida, aún sin saber de que se disculpaba.

Yulia se dio cuenta de su error, de su reacción extraña, y rápidamente negó — No, yo lo siento, es solo que... — Intentó explicarse, pero no fue posible porque en ese preciso momento aparecieron todos los amigos de Elena frente a ellas.  Nastya, quien lideraba el grupo se hizo entre ambas y les quedó mirando de una manera sospechosa. Elena se paralizó por completo. Los latidos de su corazón aumentaron de una manera anormal.

—Elena Katina... — Nastya enarcó una ceja —¿Estás hablando con ella o es que estoy viendo mal?— Le dijo señalando a Yulia.

Elena tragó saliva, echó un vistazo a su grupo de amigos, entre ellos Aleksey quien estaba atrás de todos, y luego volvió con Nastya. Se aclaró la garganta, y se convirtió en la Elena que todos conocían — Sí, estoy hablando con ella. ¿Hay algún problema con eso?— Le dijo tajante.

Nastya permaneció con su ceja enarcada, ahora acompañada de una media sonrisa burlona. Tomó a Elena de la mano y la atrajo hacia el grupo. Se cruzó de brazos — No Lena, no lo hay. Solo que me sorprende y a todos...— Señaló a sus amigos —... Que después de lo que pasó ayer, estés aquí en medio de una pista de baile, hablando con la chica a la que has jodido infinitas veces y a la que le destruiste su vehículo anoche. ¿Hay algo que nos quieras contar? Como por ejemplo... ¿Por qué le destruiste su moto?

— Eso a ustedes no les importa, es algo entre ella y yo, y estamos tratando de arreglarlo.

—¿Por qué estás tanto a la defensiva, Elena?— Uno de los chicos en el grupo le preguntó.

Elena le frunció el ceño, pero después intentó parecer calmada —No estoy a la defensiva. Es solo que no me gusta que me interroguen sobre lo que hago. Estoy intentando hacer las paces con Volkova, y no quiero que nadie se meta.

—¿Y por qué quieres hacer las paces con Volkova?— Aleksey salió de entre sus amigos para ponerse al frente. Observó a Elena fijamente a los ojos, casi retándola — ¡Vamos! ¡Cuéntanos ya!— le exclamó en un tono burlón, logrando que todo el grupo se divirtiera. Elena también le miraba detenidamente. Ella estaba empezando a perder la paciencia, y eso no era bueno.

Aleksey continuó —¿Qué? ¿Te quedas callada porque sabes que es mentira, bebé? Oh si, ahora recuerdo que a ti nunca te ha importado quedar bien con nadie, muñeca. Seguro esta es otra de tus tantas jugadas... — En seguida posó su atención en Yulia.  Le miraba sonriente.  Deseaba hacerle sentir mal después de lo que había pasado en la fiesta. Estaba dolido por el rechazo de Elena, y también por la forma en que ella  había reaccionado hacia Yulia esa noche — Oye, Volkova...de verdad... Si yo fuera tú... — Se le acercó descaradamente y le apoyó una de sus manos contra el hombro. Yulia le veía con calma, aunque nada de  lo que pasaba le gustara, mantenía la compostura —... Te lo diré: Yo no creería en ninguna de las palabras de esta chica... Ella es mala, Volkova.
Siempre lo ha sido y siempre lo será, y si está siendo amable contigo, mejor ten cuidado, te aseguro que lo hace porque está planeando algo bien maquiavélico en tu contra — Se echó una pequeña carcajada al decirlo. El ceño de Elena se frunció hasta el límite.

Él lo vio —¿Estoy dañándote el plan, amor?— Dijo sínicamente,  pareciendo sorprendido. Los demás empezaron a reír con fuerza —... Oh que mal, espero que no sea así porque yo también quiero ser parte de él. Sabes que soy tu confidente, mi princesa. Puedes contar conmigo para lo que sea... Siempre— Dijo por último y en un acto descarado, tomó la barbilla de Elena con ambas manos y le clavó un beso en los labios.

Esa acción fue la gota que rebosó el vaso. La sangre de Elena se heló por completo y de inmediato,  agarró a Aleksey del cuello de la camisa antes de que se alejara y, con su mano derecha le propinó la más fuerte cachetada que jamás había dado en su vida.

El impacto de su mano en la mejilla del chico fue tan fuerte, que incluso personas alrededor de la pista se habían enterado de lo ocurrido.

Aleksey se tomaba todo el rostro y flexionaba su cadera hacia abajo desesperadamente. El ardor en la piel le estaba matando.

Nastya, al ser testigo de lo ocurrido, se agachó a la altura de Aleksey  tan rápido como pudo y después miró a Elena atónita.

—¡¿Qué demonios te pasa, Elena?! — Le gritó asombrada. Los quejidos de Aleksey le asustaron. Ese había sido un golpe mortal.

El chico no aguantó más el dolor y salió corriendo en dirección al baño. El resto del grupo fue tras él.

Elena echó un vistazo a su mano y la empuñó y desempuñó varias veces para calmar el dolor que también sentía.

Nastya de inmediato le hizo frente —Si esto es parte de otro de tus estúpidos juegos, déjame decirte que no me gusta nada. No tienes porqué involucrarnos así.

Elena respiró profundo. Ya no deseaba escuchar más tonterías.

— Esto no es un juego ni tiene nada que ver contigo, así que es mejor que no te metas  — Le dijo calmada.

Nastya frunció el ceño — ¡¿Qué no me meta?!— Le agarró la mano y la sacudió en el acto — ¡Despierta!  ¡Mira lo que acabas de hacerle a Alek!— Le gritaba.

Yulia miraba la escena sin poder hacer nada. No quería arruinar más la situación.

—Después del numerito que hiciste ayer en la universidad pensamos que habías actuado en venganza por algo que Volkova te había hecho y nos preocupamos, pero ahora te vemos aquí como si nada, junto a ella, en medio de una pista de baile y muy cerca.
¿Qué onda contigo, Elena? ¿Si esto no es un juego entonces qué es?

—Ya te dije que nada. Es algo entre Yulia y yo. No te metas — Elena le repitió en calma y se zafó de su agarre para darse un masaje en su mano adolorida.

Nastya no dio crédito a lo que escuchaba. Se ofendió mucho más por la actitud despreocupada de su amiga.

— Bien, no me voy a meter más. Me voy para que sigas haciendo las paces con tu nueva mejor amiga — dijo sarcástica — Solo espero que después no me salgas con que te volviste igual de tortillera que ella, no voy a aceptar a raritas en nuestro grupo — dijo por último y se giró para irse por el camino que los demás habían tomado.

Elena cerró los ojos con fuerza mientras trataba de asimilar lo que había pasado. Esas últimas palabras de Nastya le recordaron por qué odiaba mostrarse como realmente era, y por qué había tomado esa actitud de soberbia e intolerancia la mayoría de su vida.

Intentó guardarse todo lo que estaba por salir de ella, pero los sentimientos le ganaron. El llanto se hizo presente y rápidamente se cubrió el rostro con sus manos y en seguida tomó camino entre la multitud para ir a la salida.

Yulia suspiró profundamente, igual de afectada, pero no podía dejarle sola. Salió del Sugar tras ella y al  cruzar la puerta se estrelló contra la helada noche de Moscú. La temporada invernal tomaba fuerza, pequeños copos de nieve empezaban a caer del cielo. Se detuvo a unos metros de la entrada y resguardó las manos en los bolsillos de su chaqueta para luego mirar desesperadamente en direcciones diferentes en busca de Elena. Por suerte, vio la fina silueta de la chica perdiéndose entre los carros en el  parqueadero, y de inmediato fue hacia allí.

Al llegar, caminó entre algunos vehículos y no le bastó mucho encontrarle, Elena estaba a unos metros, sentada en una de las aceras del parqueadero, apoyando los codos en las rodillas mientras con sus manos sostenía su frente.

Yulia le miró de pies a cabeza, le dolía verle así pero de nuevo miles de emociones y pensamientos empezaron a chocar en su interior. Las palabras de Nastya, de Aleksey, le hacían confundir intensamente, le hacían sentir rabia, le hacían dudar de Elena una vez más. Su mente se volvió un lio en ese instante, odiaba sentir aquellas cosas tóxicas.

Mientras le detallaba, vio como copos de nieve mucho más grandes comenzaban a cubrir el cabello de Elena. Su corazón dolió y rápidamente se quitó su abrigo y se acercó a ella. La cubrió con él y se sentó a su lado.

Elena al sentir su presencia, se inclinó de inmediato para mirarle. Sus dulces ojos estaban rojos y cristalinos, muchas lagrimitas salían de ellos. Yulia sintió una punzada en sus adentros. Lo odiaba.

—Yo no estoy jugando contigo, Yulia. Por favor, no creas nada de lo que escuchaste — Le pidió entre sollozos y se agarró de su brazo fuertemente con ambas manos. Yulia le escuchaba en silencio — No dudes de mí, no es un juego. Te lo juro. Te lo juro por Katya que es lo más sagrado para mí. Por favor, créeme — Le suplicó.

Yulia continuó guardando silencio ante el tema. En calma, hizo que Elena soltara su brazo y le ayudó a poner el abrigo. Después, quitó los pedacitos de nieve que le habían caído sobre el cabello con mucha delicadeza.

— Es mejor que nos vayamos ya. Está empezando a nevar muy fuerte— Le comentó. Se puso de pie —Vamos a la camioneta.

En ese instante, Elena comprendió que ella no deseaba hablar sobre lo ocurrido, era lo normal, de manera, que igualmente guardó discreción y simplemente lo dejó. Se levantó de la fría acera, guardó sus manos en el abrigo y caminó junto a Yulia hasta encontrar la camioneta de Larissa...

...

Camino a casa, el silencio aún reinaba dentro del auto. Ninguna de las dos chicas se había vuelto a dirigir la palabra desde el parqueadero. Yulia solo se dedicaba a manejar con mucho cuidado por las no tan concurridas carreteras; mientras Elena perdía la mirada en la ventana del copiloto hacia las solitarias calles. Absolutamente nada en esta noche les había salido como ambas querían, y para colmo, el frio ya se estaba haciendo insoportable, tanto así que Yulia tuvo que prender la calefacción del auto.

Solo unos minutos bastaron para que la camioneta finalmente parqueara frente a la gran reja negra de la mansión Katin. Yulia puso en su lugar los cambios de velocidad y, acto seguido apagó el auto. Esta vez, el silencio alrededor fue total.

Elena no soportaba más estar así y se incorporó  en el  asiento para poder quitarse el abrigo. Lo hizo con calma, dejó la tela negra a un lado de la silla e intentó abrir la puerta, pero no lo logró porque Yulia de inmediato le puso seguro. Elena  quedó dándole la espalda. No quería mirarle. Se moría de vergüenza.

El ambiente de pronto comenzó a ponerse tenso. La oscuridad dentro del auto y el silencio, para nada eran buena mezcla.

Elena no pudo con ello —¿Podrías dejarme salir? — Le pidió en calma. Se giró y le miró a los ojos. Su corazón martilló fuerte.
Yulia se negó.

— No vas a bajarte de aquí sin antes escuchar que te creo... Creo en ti... y confío en ti...—  le dijo con calma.  Los ojos de Elena volvieron a tornarse cristalinos. El alma le volvía al cuerpo — Ya no tengo ninguna duda... — prosiguió —...Voy a depositar toda mi confianza en ti. Espero que... no la traiciones — Le dio una media sonrisa que no duró mucho. Sus ojos también empezaban a humedecerse —... Y si por alguna razón lo haces, si esto de verdad es parte de un juego, pues... me encanta, y quiero jugarlo a tu lado... Solo espero que cuando des el golpe final, no  me lastimes tanto, dado el caso.

—No digas eso, por favor. No sabes cuánto me lastima escucharlo — Elena dejó caer las lágrimas por sus mejillas. El dolor interno era demasiado — Esta la primera vez en muchos años que finalmente puedo ser sincera con mi corazón, conmigo misma, con alguien...  Me ha costado mucho pero es la verdad. Yo no te estoy mintiendo Yulia, estoy jodidamente enamorada de ti, y si quieres que te lo demuestre, puedes pedirme lo que sea, yo lo haré.

— No tienes que hacer nada, preciosa. Ven aquí — Yulia le dio una sonrisa llena de ternura y le atrajo para poder abrazarle. El volante del auto y las palancas de cambio no les permitía juntarse bien, así que Yulia se inclinó y se deslizó hasta llegar al asiento del copiloto junto a Elena. Volvió a resguardarle entre sus brazos con fuerza; mientras Elena se prendía de su cuello con mucha más fuerza. Aquel era un abrazo cálido y reconfortante, un abrazo que sellaba el comienzo de algo.

Elena escondió el rostro en el cuello de Yulia y empezó a gemir muy suavemente.

Algo que provocó una risa genuina en Yulia.

—No llores si, Lena. No me gusta ver llorar a nadie. Por favor — Le dijo en tono divertido. Intentando alegrar el momento. Alejó a Elena de su cuello y luego le tomó el rostro desde ambas mejillas. Le miró intensamente con esa misma linda sonrisa de siempre.
Sus ojos derramaban miel.  Elena sentía que se derretía. Yulia le volaba la cabeza. Le volvía loca — Me gustas mucho — Le repitió.
Sus dedos pulgares se fueron deslizando hasta los labios de Elena. Dibujó su forma y después acarició con ambos su labio inferior —Te prohíbo que alguien más vuelva a tocar tus labios... — Le susurró —De ahora en adelante, el único lugar donde se resguardarán, será dentro de mi boca... — Al escuchar eso, Elena sintió que se le iba el aire. Tomó la camisa de Yulia, a la altura de la cadera, por ambos lados y con mucha fuerza. Temblaba. Su cuerpo estaba reaccionando.

Yulia también estaba empezando a sentirse extraña. Ya ni era necesaria la calefacción dentro del auto, su cabeza y cuerpo se estaban calentando.  No le dio más vueltas al asunto y lanzó su boca contra los labios de Elena. Ella por supuesto, recibió con todo el gusto aquella piel suave y rosada que estaba deseando desde hace unas horas atrás. Movimientos por aquí y por allá, lenguas luchando por tomar el control, labios entre dientes. El beso cada vez se colocaba mejor.

Las manos de Elena dejaron de apretar la camisa blanca de Yulia y comenzaron a deslizarse bajo la piel. En el momento en que Yulia sintió las uñas de Elena aruñando su estómago, alejó su boca de aquellos labios y comenzó a escurrirse bajo el cuello. Elena sintió unos excitantes picoteos y después sintió una gran corriente pasándole entre las piernas cuando sintió los labios de Yulia succionando sobre su yugular. No pudo evitar el gran gemido que se le salió. Yulia de inmediato le miró a los ojos. La cara de Elena, y su mirada delataban lo excitada que se había puesto.

Elena se sonrojó al caer en cuenta de su reacción, pero ¿qué podía hacer? Había sido inevitable.

— Creo que... debemos… Parar aquí — Yulia se aclaró la garganta al decirlo. Se incorporó y arregló las arrugas de su camisa. Elena le miraba embobada —Entra a casa ya. Hace mucho frio y no quiero que te enfermes.

Elena asintió lentamente y se tocó el  lugar que Yulia le había succionado. Aún sentía el corrientazo y algo de ardor.

Yulia lo vio y se sonrojó. El lugar estaba súper rojo —Diablos... Me dejé llevar, lo siento. Déjame arreglarlo — Le dijo completamente apenada. Del asiento trasero tomó una bufanda y la puso alrededor del cuello de Elena —Bien... ah... no estás enojada por eso, ¿cierto? —Elena negó.

— Perfecto. Ah... Entonces; nos vemos mañana — Elena no decía nada, solo asentía embelesada.

La miró y la miró hasta que se acercó a la boca de Yulia y tomó su labio inferior con sus dientes para luego dejarlo libre. Era el beso de despedida — Nos vemos — Le dijo por último y salió del auto.  Cerró la puerta sonriendo de oreja a oreja y cuando se  giró, se le borró la sonrisa  y se paralizó en el acto al ver a Inessa Katina  a unos metros de ella, sosteniendo una sombrilla y  saliendo de la reja. Caminó hacia ella.

— Hasta que por fin llegas, Elena. Estoy llamándote al celular pero no me contestas. ¿En dónde te metes?— Utilizó su tono autoritario como siempre. Elena corrió rápidamente para pararle el paso. No iba a permitir que se acercara a la camioneta.

—Estaba con Masha, y dejé mi celular.

Yulia miraba desde adentro lo que ocurría. No sospechaba que aquella mujer era la mamá de Elena.

—¿Masha? Ese no es el auto de tu amiga — Inessa rio burlona, pero su expresión cambió de inmediato a una dominante —Mira Elena, yo no nací ayer. Sé perfectamente lo que haces. No tengo que ser adivina para saber que te mantienes saliendo con la manada de holgazanes y buenos para nada que estudian en tu universidad. Te he dicho varias veces que debes rodearte de gente mejor. Si vas a acostarte con alguien, al menos dame la buena noticia de que no es un vago mal oliente, si no un hombre con alcurnia.

— ¡¿De qué demonios estás hablando?! — Elena le gritó — ¡Ya te dije que estaba con Masha! ¡En el Sugar!

— Oh... y Masha te hace este tipo de cosas — Inessa le arrancó la bufanda, descubriéndole el chupón de Yulia. Elena se cubrió con la mano en seguida —Dime... Fue Masha quien casi te arranca la yugular o fue ese que está dentro de la camioneta? ¡Responde!— Exclamó en voz alta, y por supuesto, Elena se quedó sin palabras.  ¿Qué podía decir?

—Claro... No tienes palabras para replicarme. Ja!... — Inessa de nuevo le echó un vistazo a la camioneta.  Su rostro mostró interés — Aunque... Si maneja un auto de esos, dudo mucho que sea tan malo. Quiero conocerle — Inessa rodeó la camioneta por la parte de atrás, y el corazón de Elena se volcó al verla dirigiéndose a la puerta del piloto.

—Mamá, por favor — Le suplicó, pero Inessa no dio el brazo a torcer. Tocó la ventana del auto una vez, y con eso bastó para que Yulia bajara el cristal.

La ceja de Inessa Katina se enarcó de inmediato.

Elena sintió que se le iba el aire...



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Mensaje por Aleinads 6/8/2020, 6:05 pm

Me va a dar algo, jajajaja.. Y ahora que???
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Mensaje por Yulieth 6/8/2020, 9:30 pm

Hasta a mi se me paro el corazón, que pasara ahora 🙄🙄🙄🤔
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/10/2020, 5:26 pm

Hola chicas, saludos! Qué tal les pareció el capítulo anterior? Bueno, hasta yo quedé con cara de poker al sentir que Yulia bajaba la ventanilla, pero bueno...

El capítulo de hoy lo estaré subiendo en dos partes ya que es un poco largo, así que  si les llega la notificación de la primera parte, sepan esperar algunos minutos más para leer la parte final.

Gracias!

Un abrazo a todas! A leer!!!

Capítulo Anterior:




—¡¿En dónde carajos tenías a mi hija?!— Inessa Katina, gritó severamente desde la sala en el momento en que vio a Elena entrar por la puerta principal. Lanzó el libro que sostenía en su mano derecha contra los cojines del sofá y se levantó de su silla especialmente decorada para confrontarla.

Elena notó los ojos de su hermanita volviéndose cristalinos y no tuvo otra opción más que posar su atención en la mujer en el sofá; la misma que en ese instante le veía como si quisiera clavarle mil cachetadas en el rostro.

—¿Ahora si te preocupas por mi hermana?... Cuando a ti jamás te ha importado prestarle algo de atención ¡Nunca estás junto a ella! ¡Ni siquiera cuando te encuentras aquí! ¡Entonces porqué ahora si quieres saber a dónde voy con ella!... ¿Es para fastidiarme? ¿Es lo que quieres?— Le gritó con enojo.

—... Y tú no tienes porqué cuestionarme sobre si me preocupo o no por Katya. Soy yo la autoridad en esta casa, soy yo quien la tuve y soy yo quien le da de comer. Así que no intentes pasar por encima de mí porque te puedes arrepentir — Le amenazó. La barbilla de Elena se tensó más de lo que estaba —Ahora contéstame la pregunta ¿A dónde la llevaste? ¿Y por qué lo hiciste si sabes que no me gusta que salga de aquí y mucho menos que pase la noche en casas ajenas?

Inessa le observó por encima del libro y alzó su mano en el aire para sacudirla en señal de que se retirara. Elena, entendió que no tenía nada más que hacer ahí, así que corriendo, subió las escaleras y se adentró a su habitación. Cerró la puerta y al verse frente a su colchón, no dudó en dejarse caer boca arriba contra la espuma. Cerró sus ojos, logrando que algunas lagrimitas cayeran y dejó que sus pulmones soltaran todo el aire agobiante y caliente que retenían desde hace segundos.

[***]

— Lena, te presento a Princess. Tu nueva mascota — La encargada le dio la noticia con emoción, y sin poder evitarlo, Elena se acercó a la perrita y la cargó al igual que lo hizo con Prince. La detalló con ternura y después la resguardó contra su pecho.

Fedora, tomó un respiro antes de hablar. Lo consideró necesario — Bueno... Tal vez no me lo vayas a creer... Pero... — Al escuchar su voz dudosa, Elena cambió su atención a ella  —... La trajo tu papá para ti — Soltó.

— ¿Mi papá?— El rostro de Elena de inmediato se convirtió en una mueca de desagrado.  Por supuesto no lo creyó — ¿Estás jugando conmigo?

[***]

— Que bueno que viniste...— Le dijo con calma y tocó torpemente la silla a su lado para que se sentara.

Yulia la tomó sin más. Le miró fijamente y le regaló una genuina sonrisa. A comparación de Elena, ella se encontraba bastante relajada.

— ¿Acaso creíste que no vendría?— Le preguntó con diversión.

Elena negó sin dejar la sonrisa. Era imposible dejarla.

—No, es solo que me pone muy feliz que estés aquí. En la mañana no tuvimos la oportunidad de charlar mucho así que... — Se llevó un mechón de cabello tras su oreja. Un pequeño sonrojo apareció en sus mejillas —... Ansiaba mucho tu llegada — ¡Vamos a la pista! ¡Bailemos esta canción! ¡Me encanta!— En las bocinas del Sugar empezaba a sonar con mucha fuerza la canción "Desire", una canción electrónica muy popular, y una de las pistas favoritas de Elena.

Yulia dudó, pero al final se levantó de la silla y se dejó arrastrar hasta el centro del Bar. Ambas empezaron a moverse al ritmo de la canción.

[***]

Aparecieron todos los amigos de Elena frente a ellas.  Nastya, quien lideraba el grupo se hizo entre ambas y les quedó mirando de una manera sospechosa.

—Elena Katina... — Nastya enarcó una ceja —¿Estás hablando con ella o es que estoy viendo mal?— Le dijo señalando a Yulia. Elena tragó saliva, echó un vistazo a su grupo de amigos.

— Eso a ustedes no les importa, es algo entre ella y yo, y estamos tratando de arreglarlo.

[***]

Solo unos minutos bastaron para que la camioneta finalmente parqueara frente a la gran reja negra de la mansión Katin. Esta vez, el silencio alrededor fue total.

— No vas a bajarte de aquí sin antes escuchar que te creo... Creo en ti... y confío en ti...—  le dijo con calma.  Los ojos de Elena volvieron a tornarse cristalinos. El alma le volvía al cuerpo — Ya no tengo ninguna duda... — prosiguió —...Voy a depositar toda mi confianza en ti. Espero que... no la traiciones — Le dio una media sonrisa que no duró mucho. Sus ojos también empezaban a humedecerse —... Y si por alguna razón lo haces, si esto de verdad es parte de un juego, pues... me encanta, y quiero jugarlo a tu lado... Solo espero que cuando des el golpe final, no  me lastimes tanto, dado el caso.

Al escuchar eso, Elena sintió que se le iba el aire. Tomó la camisa de Yulia, a la altura de la cadera, por ambos lados y con mucha fuerza. Temblaba. Su cuerpo estaba reaccionando.

— Hasta que por fin llegas, Elena. Estoy llamándote al celular pero no me contestas. ¿En dónde te metes?— Utilizó su tono autoritario como siempre. Elena corrió rápidamente para pararle el paso. No iba a permitir que se acercara a la camioneta.

—Estaba con Masha, y dejé mi celular.

— Oh... y Masha te hace este tipo de cosas — Inessa le arrancó la bufanda, descubriéndole el chupón de Yulia. Elena se cubrió con la mano en seguida —Dime... Fue Masha quien casi te arranca la yugular o fue ese que está dentro de la camioneta? ¡Responde!—  Exclamó en voz alta, y por supuesto, Elena se quedó sin palabras.  ¿Qué podía decir?

Inessa no dio el brazo a torcer. Tocó la ventana del auto una vez, y con eso bastó para que Yulia bajara el cristal.

La ceja de Inessa Katina se enarcó de inmediato.

Elena sintió que se le iba el aire...


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Veintiséis



—¿Quién diablos eres tú?— El rostro de Inessa se transformó en una mueca desagradable al ver que no era un chico el que estaba tras la puerta del auto.

Elena al verse atrapada, intentó jugarse la última carta que le quedaba; se lanzó junto a la ventana al lado de su madre y habló tan rápido como pudo — Mamá ella... es... te presento a Yulia Volkova, ella es la chica que canta en el Bar de Masha. Estábamos en el Sugar y cómo empezó a nevar, Yul se ofreció a traerme ya que mi carro está en la Universidad — Dijo sin pausa y claramente asustada.

Yulia al oír que aquella mujer era la gran Inessa Katina, se volvió un lio. Comenzó a transpirar mucho más que antes de su beso con Elena. Intentó no mostrarse tan nerviosa y abrió con cuidado la puerta del auto, bajó lentamente y acto seguido se paró ante la mujer — Es... un placer conocerle, señora Katina — Su voz sonó bastante tímida.

Elena quiso morirse de nuevo al presenciar a su Mamá y a la chica que tanto le gustaba parada una en frente de la otra, mirándose directamente a los ojos e iniciando un cruce de palabras. Era un momento de no creerse.

La expresión dudosa de Inessa se mantuvo por algunos segundos, pero eso no duró mucho, finalmente aligeró su expresión de mujer demandante a una más gentil — El placer es mío, Yulia. Supongo que eres nueva por aquí porque nunca había escuchado tu nombre — dijo con modestia.

El comentario le causó gracia a Yulia. En seguida le mostró una pequeña sonrisa —Tiene mucha razón, señora Katina. Soy nueva en Moscú. Mi familia y yo nos mudamos desde St. Petersburgo por motivos de negocios.

—¿Negocios? ¿Qué clase de negocios? ¿Quiénes son tus padres?— Inessa preguntó con apuro.

El ceño de Yulia se frunció en sorpresa.

—Eh... ¿Mis padres? Bueno... ellos son los fundadores de Ópticas JJK. El nombre de mi padre es Oleg Volkov, y mi madre Larissa Volkova.

Los labios de Inessa de inmediato se levantaron de las esquinas. Había escuchado sobre las Ópticas JJK, era una de las más grandes marcas del país en salud. También conocía al padre de Yulia; no personalmente pero si por los artículos del periódico, internet, por las notas de TV.

Oleg Volkov era un hombre importante, y las personas importantes le interesaban. Inessa era un halcón para los negocios. Le encantaba codearse con grandes empresarios.

—Vaya... así que tú eres una de esas Volkov — Dijo sin dejar la sonrisa. De repente su intimidante mirada se deslizó hacia su hija —¿Por qué no me habías comentado que tenías esta clase de amigas. La próxima vez no lo escondas — Le pidió amablemente y Elena no tuvo de otra que asentir.

— Yulia— Inessa regresó su atención a ella —Es una lástima que el día esté tan malo, está empezando a nevar más fuerte y es mejor que vuelvas a casa pronto, pero... Cuando quieras puedes venir a esta casa, las puertas están abiertas. Oh, y me encantaría también charlar con tus padres. Realmente fue un gusto conocerte — dijo tendiéndole su mano. Yulia se quedó viendo el brazo de Inessa, por un momento sintió que estaba en un reino, las manos de la mujer parecían reliquias. Las muñecas no le cabían de cadenas de oro y los dedos le brillaban sin cesar. Inessa era una autentica mujer de socialité.

Le tomó la mano.

—Muchas gracias, señora Katina. Se lo comentaré a mis padres... Y le repito que el placer es mío — Contestó con seguridad.
Inessa le sonrió una vez más —Ve con cuidado. Y no manejes con mucha prisa — Le aconsejó por último y empezó a alejarse. Entró a la mansión y antes de subirse a la limosina, miró nuevamente a las chicas — Elena, no tardes — Le ordenó y finalmente se metió al auto.

Elena esperó a que su madre cerrara la puerta del vehículo y sin pensarlo soltó un gritillo —¡Dios mío! ¡Estuvo tan cerca!— se agarró el cabello con ambas manos y recostó la cabeza contra la puerta de la camioneta. Era entendible; el momento había sido un maldito suplicio.

Yulia quiso acercársele pero temió que Inessa les pudiera ver desde adentro. Se metió rápidamente a la camioneta.

—Elena, entra ya, ve con tu madre. Mañana hablaremos sobre esto — Le dijo con prisa.

Elena se alejó de la puerta, la miró por última vez con mucha ternura y le mostró su sonrisa.

— La noche se pondrá más fría... cúbrete bien y por favor piensa en mí de forma positiva — Le dijo con timidez. Yulia asintió, le regaló un guiño coqueto y finalmente arrancó el auto...

Los ojos de Elena se quedaron pegados en la camioneta mientras le veía alejarse. Lastimosamente, no pudo hacerlo más porque el pitido de la limosina la sacó de su distracción.

Volvió al auto por una de las puertas traseras y agachó la cabeza al encontrarse con la mirada intimidante de Inessa quien apenas le vio cerrar la puerta, subió el cristal polarizado que las apartaba de la vista y del escuchar del conductor.

Elena al presenciarlo, supo que se vendría una ola de preguntas.

— Conduce lento, voy a tener una conversación y no quiero llegar a casa hasta terminar — Inessa le dijo al conductor por el interruptor.

Un “Como usted ordene” muy respetuoso se escuchó venir del otro lado mientras el auto arrancaba con lentitud. El corazón de Elena latió asustado.

—¿Por qué no se te ocurrió contarme que eras amiga de la hija de los fundadores y dueños de JJK? ¿Acaso no sabes lo importante que son ellos?— Inessa alzó la voz. Elena se mantuvo con la cabeza gacha —¡Por Dios... Elena! ¡Cosas como esas no pueden pasarse por alto! Hemos estado perdiendo tiempo. ¿Desde hace cuánto son amigas?

Elena le miró pero no respondió. Esa pregunta no era fácil de contestar, nunca había sido amiga de Yulia y solo había pasado un día sí mucho en el que habían logrado hacer las paces.

Aun así intentó recordar...

—Hace más de dos meses... Creo... — Dijo insegura.

Inessa frunció el ceño.

—¡¿Estás bromeando?! ¡¿Hace más de dos meses que le conoces y no dijiste nada?! ¡Eres una tonta!

Le dijo sin escrúpulo y procedió a masajearse las sienes. Inessa era una mujer poco paciente.

— Elena, tu padre y yo hemos estado perdiendo grandes negocios con esas personas gracias a tu incompetencia. ... Realmente eres una inútil...

— Yo ni siquiera sabía que eran personas tan importantes — Elena le cortó antes de que le empezara a insultar más. Odiaba que lo hiciera — Los Volkov, no son como nosotros, no viven en una casa que ocupa casi todo un vecindario, no viven hastiados de lujos, ni se comportan como los típicos millonarios engreídos. Su hogar se ubica en “Jedam Park”, y son jodidamente humildes aunque se pudran en dinero, viven normales, como una verdadera familia. ¿Por qué me imaginaria yo que serían los dueños de JJK?

—Espera... — Inessa enarcó una ceja —¿Conoces al resto de los Volkov?—Preguntó sorprendida.

Elena soltó el aire que tenía retenido. Le parecía el colmo que después de todo lo dicho, su madre solo le hiciera esa burda pregunta.

—Si, a todos. A Larissa Volkova, A Oleg Volkov, y a sus otros dos hijos fuera de Yulia.

—¿Tienen otros hijos? ¿Hombres?— Inessa le preguntó con interés.

Elena asintió lentamente. Ya sabía a qué venía esa jodida pregunta.

—Sí, uno, y es el mayor; después va Yulia y por último la pequeña Viktoria quien estudia junto a Katya, de hecho es en casa de los Volkov donde Katya se queda a jugar y a dormir.

Eso se lo comentó debido a la prohibición de Inessa de no dejar a la pequeña Katya quedarse en otro lugar fuera de la mansión.

—Por Dios... Elena, si me hubieras dado esa información antes podíamos habernos evitado todo lo que sucedió esta mañana — Dijo seria.

Pero no le duró mucho. Su sonrisa se disparó —Pero bueno... Y sobre este chico Volkov, ¿hablas con él? ¿También eres su amiga? ¿Fue él quien te hizo eso?— Le señaló el chupón en el cuello con picardía.

Elena lo cubrió rápidamente. Sus cejas se fruncieron —No, no fue él. Y no somos amigos — Dijo sin pensarlo.

A Inessa se le borró la alegría del rostro.

—Me lo imaginaba... A ti solo te gusta rodearte de buenos para nada. Si ese chupón te lo hubiera hecho el chico Volkov, al menos, ni siquiera me hubiera molestado pero... Dios... Ni siquiera lo diré — dijo asqueada y deslizó su mirada por la ventana.

Elena no pudo esconder una sonrisa al ver a su madre con esa expresión. Si, ese chupón se lo había hecho un Volkov, pero no precisamente el chico.

Una corriente le recorrió el cuello al recordarlo.

Inessa le regresó la mirada.

—Quiero que te sigas relacionando mucho más con Yulia y su familia, y por supuesto con su hermano. Me imagino que debe ser guapo y también soltero porque hasta ahora no he escuchado ningún artículo sobre compromisos o algo parecido. No estaría nada mal que nuestros apellidos, Katin — Volkov se juntaran.

“No, no está nada mal”, Elena se dijo mentalmente de nuevo. Relacionarse con Yulia era lo que más deseaba... Y con su familia también.

—Cuando considere que es el momento correcto, voy a invitar a los Volkov a cenar con nosotros. Sería un placer charlar con ellos sobre los negocios de las familias, de las empresas, de... — Inessa seguía cuchicheando mientras Elena ya se imaginaba a Yulia entrando por su puerta, cenando en su comedor, sentada a su lado disfrutando de la deliciosa comida de Fedora mientras los demás conversaban cosas triviales.

—Y olvida lo que te dije de Katya, si es a la casa de los Volkov, puedes dejarle cuando quiera, incluso, puedes invitar a la hija menor a quedarse aquí a jugar o a dormir, necesitamos ganarnos su confianza. ¿Entendido?

—Si señora — Elena le contestó.

El auto finalmente parqueó, ambas mujeres salieron del auto y se adentraron a la casa, caminaron juntas hasta la sala y antes de que Elena se alejara, Inessa la tomó del hombro.

—Una última cosa, Elena — Ambas se miraron —No quiero volver a verte con esas grotescas marcas en el cuello. No quiero que ni los Volkov, ni nadie de nuestras amistades te vean con esas cosas de mujer fácil. Faltan quince días para ir a Milán, y tú vas estar ahí luciendo como toda una dama, no quiero que lleves esas horripilantes cosas en tu cuerpo así que cuidado con lo que haces. No quiero que Lucciano Vietto, ni sus hijos se espanten al conocerte. Vete —Dijo con frialdad.

La mandíbula de Elena se tensó debido a la rabia que sintió pero finalmente no le respondió nada, simplemente, asintió con calma y tomó el camino hacia las escaleras. Llegó al segundo piso y mientras caminaba a su habitación, echó un vistazo hacia la sala donde se estaba sentando su madre.

—A la jodida mierda Milán, a la mierda los Vietto y su maldita familia, y a la recontramierda tú... Jamás saldré de este país contigo, jamás... — Susurró sin dejar de verle.

Finalmente se metió a su habitación y al cerrar la puerta le puso seguro. Caminó al baño, entró a él y de allí sacó una toalla que de inmediato se colocó sobre la cabeza. Los copos de nieve le habían humedecido el cabello.

Salió de nuevo al cuarto, a paso lento y sin dejar de revolverse el cabello con la tela. De repente se detuvo frente al gran espejo que tenía sobre una de sus paredes, dejó de utilizar la toalla y se miró fijamente en él, su cuerpo completo se lograba reflejar allí. Tiró la tela en el suelo y empezó a despojarse lentamente de su ropa húmeda. Se quitó los tacones sin agacharse y después tomó el final de su blusa para sacársela de encima. También la dejó caer junto a la toalla y procedió a bajarse los pantalones. Permitió que cayeran por sus rodillas hasta llegar a los talones y los alejó de sus pies, quedando solamente en ropa interior roja. El sostén también le fastidiaba así que sin dudarlo, lo zafó y lo dejó caer junto a las demás prendas, dejando sus pechos en total libertad. En seguida volvió a mirarse al espejo, se observó de pies a cabeza y tomó sus braguitas de las esquinas para bajarlas pero decidió que mejor no lo haría, en vez de eso, ladeó su cuello y por fin pudo detallar con cuidado lo que Yulia le había dejado en él; aquel chupón había sido grande y combinaba demasiado bien con su blanca piel. Llevó una de sus manos a la marca roja en su cuello y con sus dedos lo rozó suavemente mientras cerraba los ojos y dejaba salir un gran suspiro. Mierda... Yulia Volkova... Casi me vengo cuando hiciste eso... Se dijo mentalmente y se mordió el labio mientras sonreía.

Se alejó del espejó sin dejar su bella sonrisa y se embarcó hacia su closet, al abrirlo su ceño se frunció al ver un montón de ropa regada en el suelo. Se agachó en busca de una pijama digna de soportar el frio de la noche y entre prenda y prenda, dio con un abrigo de color negro con letras blancas en los brazos. Lo miró fijamente y lo tomó entre sus manos. No pudo evitar sonreír. Es el abrigo que Yulia me dio en la fiesta. Hizo memoria. Se levantó con él en brazos y lo abrazó contra su pecho para luego embriagarse de su olor. Lo olfateó con fuerza. Tenía impregnado el inconfundible aroma de Yulia. Olía delicioso. No esperó un segundo más y se lo puso. Cerró el closet y de inmediato fue hacia su cama.

Se metió bajó las cobijas y se abrazó a la almohada que tenía a su lado. No podía dejar la sonrisa.

...

—¿Cómo te fue? ¿Te acostaste con ella?— Lenin no dejó ni que su hermana colocara un pie en la entrada de la casa para empezar a interrogarle. Sonreía divertido.

Ella le rodó los ojos —No, no me acosté con ella. Deja de preguntar estupideces — Le dijo con cara de pocos amigos. Entró a la sala y se tiró al sofá, él se le fue detrás, se tiró a su lado.

—Vamos, hermanita, cuéntalo todo. En la primera cita siempre hay buen sexo — Siguió insistiendo.

Yulia lo miró con el ceño fruncido —¿Tuviste sexo con Masha en tu primera cita? ¿Uhmm?

— Ah... Por supuesto que no...— Respondió tímido.

En ese momento, Larissa aparecía en las escaleras. Los miró muy mal a ambos —Si van a hablar de sus cochinadas por favor que no sea en mi sala. Viktoria los puede escuchar. Vayan a sus habitaciones — Les regañó.

Yulia se levantó hacia ella con rapidez, le dejó un beso en la mejilla.

—Es él quien empieza con ese tema, mami — Le dijo haciendo un puchero el cual mató de ternura a Larissa. En seguida ella miró de muy mala manera a su otro hijo.


—No me corrompas a la niña, Lenin — le dijo pareciendo severa pero no lo logró, Yulia y él se soltaron a reír.

— A ti no te sale eso, mamá. Tú eres puro amor.

Yulia le susurró de nuevo, dejándole otro beso en la mejilla.

Subió a su habitación y al entrar lo primero que hizo fue buscar una toalla de su closet y llevársela a la cabeza. Lenin de nuevo apareció y se lanzó boca arriba a la cama sin dejar de mirarle.

— ¿Qué diablos quieres, Le? ¡Salte de aquí! ¡Voy a cambiarme! — Se quejó. Dejó la toalla abierta sobre una silla y se sentó en la cama. Comenzó a quitarse los zapatos.

El rubio caminó arrodillado sobre el colchón hasta llegar tras ella, le olfateó la nuca varias veces y Yulia reaccionó pegando un salto.

—¡Hey! ¡¿Qué haces?!— Le gritó mal encarada.

Lenin empezó a reír junto con aplausos, luego volvió a acostarse.

—Solo estoy corroborando que me estás diciendo la verdad. No hueles a sexo... — Dijo con burla.

A Yulia no le causó gracia y se volvió a sentar para seguir su tarea de quitarse los zapatos. Una vez que lo hizo, se dejó caer de espaldas en la cama con los brazos abiertos de par en par, cerró los ojos y soltó un suspiro. Una sonrisa se dibujó en su rostro.

...

A pesar de la nieve, el insoportable frio y el tráfico difícil a causa del invierno, las actividades de un nuevo día debían seguir. Yulia parqueó la camioneta de Larissa en los últimos lugares que ofrecía el parqueadero de la Universidad de Moscú. Arregló su bufanda, su abrigo, tomó su maletín del asiento del copiloto para ponérselo sobre su hombro y después procedió a salir de ella. Al cerrar la puerta, escuchó como las personas alrededor empezaban a murmurar su nombre. Levantó la mirada y efectivamente se encontró con los ojos de chicos y chicas puestos en ella. Intentó adivinar porque ahora le observaban de esa manera pero no tardó mucho ya que el murmullo de una chica se lo recordó. “A ella fue quien Elena le destrozó la moto... Y aún estamos intentando averiguar porqué”. Negó al oírlo y omitió de sus oídos cualquier cosa que los universitarios comentaban cuando ella pasaba. Iba tan sumida en sus propios pensamientos que al pasar la entrada al campus, se estrelló de frente contra el decano de la Universidad. Se asustó al verle.

—Señor decano, perdóneme por favor, iba distraída y no me di cuenta que usted estaba aquí... Lo siento — Se disculpó junto con una sonrisa tímida.

El hombre solo negó despreocupado.

—No tengo nada que perdonarte Volkova, de hecho fue bueno que te estrellaras conmigo porque así no tuve que ir hasta tu bloque a buscarte. Quiero que me acompañes a la dirección, hay algo que quiero hablar contigo.

Yulia sintió algo de nervios al escuchar eso, sin embargo asintió en acuerdo y comenzó a caminar junto al hombre hacia los pasillos.

Al llegar a la oficina, el hombre abrió la puerta y caballerosamente le cedió el paso. Yulia entró y lo primero que notaron sus ojos, fue el hermoso rostro de Elena. Ella estaba sentada frente al asiento del director, mirándole con sorpresa.

—Toma asiento, Volkova, vamos a charlar de algo muy importante — El decano cerró la puerta y se dirigió a su asiento, Yulia hizo lo mismo sin quitar sus ojos de Elena, ambas se miraron sin parar... Los ojos de Elena brillando como diamantes.

—Bueno, chicas, las he llamado aquí porque hace dos días atrás, para ser más exacto el “Miércoles”, sucedieron algunos altercados en el parqueadero de la Universidad que las involucra a ambas. Voy a leerles con detalle el reporte que preparó el prefecto David — El hombre abrió de par en par una carpeta de color azul que ya tenía lista en su escritorio. Se puso sus lentes y se aclaró la garganta.

Elena agachó la cabeza, no tenía que ser adivina para saber lo que estaba escrito en ese papel.

—El día Miércoles, 6 de Noviembre del 2018, a las 6:30 pm de la noche, después de terminarse la gran semifinal del juego de Baloncesto entre la Universidad de Moscú y la Universidad Pública de Stiev, la señorita Elena Sergéyevna Katina de la facultad de Diseño y arte en modas, entró al cuarto 220 del bloque de deportivo, y con una silla del mismo lugar, procedió a quebrar los cristales del armario donde se encontraban guardados los bates de Béisbol que se usan para los entrenamientos. Solamente para tomar uno de ellos. No siendo suficiente con eso, con el bate de béisbol en su poder, se dirigió hacía al parqueadero de la Universidad de Moscú, para después destruir a golpes un Vehículo Yamaha 115 azul, identificado con placas 1287MGD, a nombre de Yulia Volkova, también estudiante de la Universidad de Moscú, perteneciente a la facultad de Artes y Pinturas... — El decano se detuvo a mirarlas. Su ceja se enarcó —El reporte aún no termina, pero antes de seguir leyéndolo, quisiera saber por qué ocurrió todo esto. Y esta pregunta va específicamente para ti Elena. ¿Cuáles fueron los motivos de tu actuar?

Elena siguió con la cabeza gacha. Sus mejillas le ardían. Estaba muy avergonzada.

—... Tenía rabia, Señor decano... Eso es todo. No hay más razones — Dijo en calma.

El hombre rió — ¿Por qué? Dame el motivo detrás de tu enojo.

—Es que... Es algo muy personal, Señor. Guardé tantas y tantas cosas dentro de mí que ya no pude retenerlas y ese día simplemente exploté.

El hombre asintió dudoso. Se llevó las manos a su barbilla, sin dejar de mirarla.

—Bueno... tener rabia por las razones que sean no es un argumento válido para destruir propiedad ajena y tampoco razón suficiente para moler a golpes una moto con un bate de béisbol, Elena. Tú has tenido muchos episodios de mala conducta en este lugar y nosotros te los hemos tolerado, pero esto que sucedió el miércoles, rebasó los límites de lo posible. Esta clase de comportamientos no son las que queremos en nuestros estudiantes. Y ustedes lo saben...

Él hombre suspiró y regresó su mirada al papel — La junta directiva de la Universidad, junto con la coordinación y los profesores, estudiamos este caso y hemos tomado la difícil decisión de expulsarte definitivamente de la Universidad de Moscú, no podemos permitir que sigas aquí después del acto banal que has hecho.

—Señor decano... Eso no es necesario... Podemos arreglar esto de otra manera. No puede expulsarle — Yulia no pudo evitar intervenir. Su rostro se llenó de preocupación. Miró a Elena, pero ella seguía en la misma posición — Señor... Elena ya se ha disculpado conmigo por lo que pasó, no es necesario tomar una decisión tan drástica... Por favor.

—Lo siento señorita Volkova, pero no podemos revertir esto, no solo está en juego la reputación de la Universidad, también las cabezas de muchas personas aquí.

—Pero...

—Respóndame algo — Le cortó — ¿Sus padres saben de este episodio?— Yulia negó — Bueno... Tal vez ellos aún no lo sepan, pero lo sabrán y lo último que queremos es que los señores Volkov nos demanden. Los padres de otros estudiantes ya se enteraron y llamaron aquí para pedir explicaciones sobre la reciente situación. Señorita Volkova, en este plantel están los hijos, hermanos, primos... de las familias más poderosas del país y podrían hundirnos cuando ellos decidan. No podemos pasar por alto este episodio, lo que la Señorita Katina hizo con su motocicleta enfrente de todos es un acto claro de vandalismo. Lo siento, pero tenemos que proceder.

—No lo haga por favor — Yulia le pidió inclinándose contra el escritorio. Un suspiró salió de sus adentros —Tal vez ella no se lo vaya a decir... — Sus ojos se posaron en la chica —Pero todo esto sucedió porque yo también le hice cosas malas.

Cuando anunció aquello, Elena de inmediato le miró con el ceño fruncido. No le gustaba que mintiera.

Aún así a Yulia no le importó, regresó su atención al hombre — Le he dicho malas palabras, la he atacado muchas veces, incluso me he metido a su casa sin permiso para destruirle sus cosas...

—Lo que pase fuera de la institución no es nuestro problema, Señorita Volkova.

Yulia negó con enojo — Pero igual la he hecho pasar malos ratos — Se tomó el cabello para echárselo hacía atrás. Una señal de su estrés —Mire señor, a lo que voy... es que Elena está totalmente arrepentida. Ella se disculpó conmigo, yo con ella, yo le perdoné, ella a mí, lo olvidé, lo olvidamos y ahora estamos muy bien. Créame que si esto no fuera cierto no estaría aquí defendiéndole, no estaría aquí pidiendo por ella. Por favor, dele una última oportunidad... Estoy segura que ella va a saber aprovecharla muy bien. Solo una última oportunidad —Le suplicó.

El hombre enarcó una ceja —Parece que tú fueras la expulsada Volkova. ¿Por qué no dejas que ella se defienda — Miró a Elena— Elena, ¿Si te doy una oportunidad más... me prometes que nunca jamás voy a volver a escuchar tu nombre ni voy a verlo más en papeles como este?— Sacudió el reporte en el aire.

Elena de inmediato asintió —Se lo prometo, director. Lo juro. Ya le dije que lo siento. Haré lo que usted diga pero no me expulse, mi madre me volará la cabeza si eso pasa — Finalmente reaccionó.

El hombre quedó en silencio al oír el nombramiento de Inessa Katina. La decisión de la expulsión ya había sido tomada a pesar de que Elena era hija de personas tan importantes, pero aún así, recordar el apellido le hacía sentir temor. Se aclaró la garganta.

—No me gustaría tener que darle una noticia de esta magnitud a tus padres Elena, pero... ya está decido — Intentó hacerle entender.

Yulia negó en desacuerdo — Señor, bien sabe usted que puede revocarlo y darle esa oportunidad que le estamos pidiendo — Le dijo seria — Dele una más, la última y si esta vez no aprovecha ese chance entonces si expúlsela, pero no lo haga ahora, deje que ella se reivindique con usted y todos. Hágale firmar un papel de compromiso o algo parecido — Dijo pareciendo agotada por la situación.

El hombre nuevamente se silenció ante aquellas palabras, se rascó la barbilla varias veces mientras fingía releer el reporte de expulsión.

Yulia se cruzó de brazos y empezó a caminar por la oficina con la vista puesta en el techo, su rostro se mostraba tenso...

La protagonista del problema solo intercambiaba miradas entre su chica defensora y el hombre de enfrente. No sabía más que hacer.

El ambiente de pronto se volvió agónico, el director no pudo contrarrestar nada más y tuvo que darse por vencido — Señorita Volkova, Katina, voy a tomar sus solicitudes y vamos a intentar hacer algo para arreglar esto — Dijo removiendo más papeles en su escritorio.

Yulia al oírlo, detuvo su paso y se apoyó de espaldas contra la puerta aún cruzada de brazos. Su rostro se mantenía con una seriedad increíble. Lo único que pasó por la mente de Elena al verla así, es que Yulia Volkova era jodidamente sexy. Si...

—Voy a exponer este caso con los directivos, y lo haré ahora mismo. Si ellos dicen que si a tu petición entonces te daremos una última oportunidad y haremos un papel donde quede patentado tu compromiso con nosotros y la universidad. ¿Está bien?

Elena de inmediato asintió.

—Vayan a clase y nos vemos aquí en una hora. Voy a ver que puedo hacer — El hombre tomó el teléfono y empezó a pinchar las teclas del mismo.

Elena se levantó y rápidamente se giró para ir con su chica, la tomó de la muñeca y la sacó de la oficina hacia el pasillo. Cerró la puerta con suavidad y regresó su atención a Yulia, ella seguía algo seria, parecía enojada.

Dejó de agarrarle la muñeca y deslizó sus dedos hasta la mano de Yulia para entrelazarla. El pasillo estaba solo, el frio y la nevada hacia huir a todos dentro de los salones.

—Yo no quiero ir a clases... ¿Tú quieres?— Le preguntó.

Yulia negó sin ganas.

Elena se dio cuenta que necesitaban un tiempo a solas para hablar así que empezó a arrastrarla por todos los pasillos. Caminaron uno tras otro hasta que llegaron al final de los bloques, más allá solo estaba el bosque cubierto de nieve.

Elena sacó del bolsillo de su abrigo un gorrito rojo de lana y lo puso sobre la cabeza de Yulia, ella le miró extrañada.

—No me digas nada — Elena le advirtió divertida. También se cubrió con la capucha de su abrigo y de nuevo tomó la mano de Yulia para llevarla hacia el bosque cubierto de nieve.

—¿A dónde me llevas? ¡Aquí está jodidamente helado! — Yulia se quejaba mientras era jalada.

Finalmente se adentraron bajo los árboles, pero no se detuvieron, Elena siguió dando pasos en zig zag entre lo más remoto del bosque hasta que se encontraron de frente con una gran roca que por encima tenía un promontorio de tierra mezclada con nieve y algunas ramas colgantes muy bellas y coloridas.

Elena se acercó a ella y apartó las plantas con mucho cuidado de no dañarles, de pronto, un gran hueco salió a la luz. Aquella roca cubierta era una cueva.

—¿Eso es lo que creo que es?— Yulia señaló adentro.


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MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 6 Empty Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER

Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/10/2020, 6:25 pm

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Elena asintió junto con una sonrisa. Le hizo señas para que le siguiera y ambas se metieron bajo la roca. De inmediato sintieron la calidez que no existía afuera.

Elena quitó el maletín de sus hombros y se dejó caer sobre el pasto verdoso y limpió de la cueva. Acomodó la mochila a su lado y miró a Yulia con una gran sonrisa —Ven aquí— Golpeó a su lado mientras Yulia le miraba dudosa.

—¿Esto no se nos vendrá encima?— Dijo ella detallando los alrededores.

—¡Que no! ¡Ven aquí ya!— Elena se quejó y se inclinó para jalarla de nuevo. Yulia cayó a su lado. Se sentaron apropiadamente, una al lado de la otra, en total silencio. Elena quiso estar un poco más íntimamente con ella así que sin pensarlo se arriesgó y gateando se deslizó entre sus rodillas, Yulia al notar lo que la chica intentaba hacer, no se opuso y la dejó acomodarse entre su cuerpo.

Elena terminó recostando su espalda contra el pecho y hombro de su chica mientras le miraba tímidamente a los ojos, sus mejillas poco a poco iban tomando un color rosa intenso, casi como el color del gorro que ella traía en la cabeza.

Se miraron intensamente por unos segundos. Ninguna podía ocultarlo, se gustaban... Demasiado.

—¿No me abrazarás como lo hiciste el día de mi fiesta?¿Estás enojada conmigo?— Elena le soltó. Su rostro por alguna razón mostraba algo de culpabilidad.

Yulia le abrazó por el cuello, se quitó el gorro que ella le había puesto y se lo lanzó sin fuerza a la cara.

Elena gimió por la pequeña broma y de inmediato se quitó la tela de su rostro, en ese momento, vio como Yulia le miraba con el ceño fruncido.

—¿Por qué me miras así?— Le dijo algo triste.

Yulia le pinchó la mejilla y la sostuvo entre sus dedos —El estúpido director te está expulsando de la Universidad y tú te quedas callada como si nada estuviera pasando. No te defiendes, no haces nada ¿Te has enloquecido por completo?

— ¡¡¡Ouch!!!¡¡¡Claro que no!!!¡¡Suéltame!! — Le dijo agarrándole la muñeca. Su cara era una mueca de dolor... Y por supuesto exagerada porque Yulia no ejercía fuerza —... Estaba en shock por lo que me dijo, no sabía que responderle, quedé en blanco y... además... por un momento supe que merecía ser expulsada — Dijo con la voz entrecortada.

Yulia al notarlo, la dejó libre pero después le acarició con ternura. Elena no le soltó la muñeca —No digas eso, a pesar de todo te has arrepentido y mereces otra oportunidad... Y te la van a dar, estoy segura. Y espero que cuando ahora volvamos a esa oficina, o vuelvas tu sola, no lo sé, no te vayas a quedar callada de nuevo, dile que si a todo lo que tenga que ver con cumplir el reglamento. ¿Está bien?— Elena asintió, sus labios se convirtieron en un montoncito. Un lindo y pequeño puchero.

Yulia lo vio y no pudo evitar rozarlo con su dedo —Yo no quiero que te expulsen... — Susurró lentamente.

Después... Suspiró y dejó caer su cabeza contra la rocosa pared de la cueva.

Elena la miró confundida, y más, cuando la vio sonriendo y negando —¿Qué pasó? — Le preguntó con cautela.

Yulia le regresó la mirada.

—Se qué le prometí a mi mamá... Y yo también me prometí que tomaría las cosas con calma... Pero... — Negó de nuevo —No puedo, me gustas... mucho — Se sinceró.

Los ojos de Elena empezaron a brillar con fuerza — No quiero que te expulsen... ¿En dónde voy a verte?... Solo podríamos vernos en mi casa porque en la tuya es imposible, no quiero estar saltando muros... Y además tu madre man...— Yulia siguió nombrando razones pero Elena ya no se encontraba en sus cabales. Se encontraba totalmente perdida en su rostro, en cada una de las expresiones que hacía. En ese hoyuelo adorable que se le formaba al lado de su barbilla, en la sexy línea de la mandíbula y la manera en que se le marcaba... Ese cuello tan hermoso...— De pronto recordó el beso que le dio y quedó marcado en los primeros días de conocerle... Si, Yulia estaba como para chuparse los dedos.

No lo pudo evitar y se mordió el labio, su mano fue a dar a la mandíbula marcada de Yulia — Eres muy sexy... — Le dijo en un tono sensual.

Yulia sintió como Elena con sus uñas le trazaba la forma del mentón y bajaba por el cuello. Le agarró la mano y la sostuvo en el aire. Esos toques no le hacían bien en ese momento. Necesitaba cabeza fría.

—Traviesa... — le dijo moviendo sus cejas de arriba abajo.

A Elena se le colorearon las mejillas de nuevo. Era inevitable — Es que... realmente eres muy sexy — Chilló —Además... Eres bonita, atenta, respetuosa, tolerante, humilde, sincera, de gran corazón, comprensiva... ¿Ya te dije que jodidamente sexy?— fingió no haberlo preguntado con una sonrisa —Eres todo el paquete... Y tengo la fortuna de gustarte... ¿Cómo no quieres que me encienda un poco?— Dijo algo mimada.

Yulia no pudo decir nada ante tantos cumplidos, solo se sonrió y juntó su mano a la de Elena después de soltarle. De pronto, sus ojos se pegaron en ella, los diminutos tatuajes que Elena tenía plasmados en los dedos le llamaron la atención.

—¿Tienen significados?— Le preguntó.

Elena asintió. También se observó sus manos — Los tienen...— Contestó.

Empezó a explicar en detalle los dibujos en sus dedos, cada significado muy diferente del otro — También tengo uno en el tobillo que dice “Ahora, siempre y para siempre” y me lo hice pensando en Katya, por nuestra unión... Y por último, tengo uno... — empezó a hablar lento y a recorrer su costilla izquierda con la mano —.... justo... aquí... — Señaló debajo de su pecho.

Yulia sonrió genuinamente al verla actuar tan juguetona. Le gustaba aquella confianza —... ¿Y qué tienes plasmado allí?— Le dijo con coquetería.

Elena se rió —¿Por qué no lo descubres por ti misma?— Le replicó y deslizó su mano hasta el cierre del abrigo el cual empezó a bajar sin problema.

Yulia pensó que estaba bromeando pero cuando vio el cierre más abajo de la mitad, la detuvo de inmediato.

—¡¿Qué haces?!— Le regañó lindamente y la volvió a cubrir como anteriormente estaba.

Elena no dejaba la sonrisa.

—¿No quieres verlo? — Le preguntó fingiendo inocencia.

Yulia se negó — Me gustaría descubrirlo más adelante, en un momento más... — Se pausó de pronto. Elena observó como las pupilas poco a poco se le iban dilatando. No pudo evitar que su corazón comenzara a saltar —... más... íntimo, más especial... — dijo en calma.

Esa respuesta de inmediato le hizo explotar la cabeza, era obvio a lo que Yulia se había referido. ¿Hacer el amor? ... Ni siquiera pudo responder nada. Se paralizó.

Yulia se aclaró la garganta — Bueno... Mmmm, creo que ya debemos cambiar de tema — dijo nerviosa —¿Quieres... Ah... hablarme de ti? — Elena asintió con lentitud —Bien... Ah.. ¿Qué es lo más te gusta?

—TÚ — Ella respondió sin dudar, y eso logró que, esta vez, fuera Yulia la sonrojada.

— Hey... es enserio — Dijo apenada.

—Estoy hablando en serio. Tú eres lo que más me gusta — Elena le replicó con verdad.

Yulia tuvo que aceptarlo. Se rascó la cabeza sin saber que hacer.

—Está bien... Mmm... Y a parte de mi... — Dijo aún avergonzada —¿Qué otras cosas te gustan?

—Me gusta ir de compras... — Elena de pronto comenzó a nombrar un montón de cosas las cuales adoraba hacer. Desde su obsesión por el rosa, la música, la comida, los viajes, el diseño de ropa, los animales, el maquillaje... Infinidades de actividades que poco a poco le hacían dar cuenta a Yulia la clase de personalidad que tenía la chica. Pudo deducir que era bastante hiperactiva, peleona, mimada... ¡Y Oh!... también que tenían muy poco en común, eran casi polos opuestos.

El tiempo de pronto se les pasó volando en ese lugar. La hora dispuesta por el decano ya se estaba cumpliendo y tenían que volver.
Salieron de allí rápidamente, arreglaron sus ropas y se fueron tomadas de la mano por el solitario bosque. La confianza en las dos había crecido mucho más después de que pudieran compartir más información una sobre la otra. Ese momento en solitario, tranquilo, les había hecho mucho bien, y lo habían aprovechado tanto que hasta llevaban sus labios hinchados de tanto besarse...

Finalmente, al llegar a los bloques, algunos estudiantes ya rondaban por ahí y tuvieron que soltarse para no generar comentarios.
Siguieron una tras otra hasta la oficina del director, entraron y esperaron de pie la decisión final que la junta había tomado. El hombre se encontraba sentando sobre el escritorio, muy serio.

—Katina, hablé con los demás directivos sobre ti... y se opusieron totalmente a cambiar la decisión. No te quieren más aquí... — Al escuchar eso, Elena sintió ganas de llorar, Yulia vio como los ojos se le volvían cristalinos, y el decano también, de manera que de inmediato alzó la palma de su mano —Espera, espera... No te precipites, aquí la última palabra la doy yo, y ya he tomado una decisión... Voy a darte una última oportunidad...

—¿De verdad?— Elena lo cortó. Su rostro se desencajó por completo. No lo creía.

—Sí, Elena, si, te la voy a dar... Pero, primero tendrás que firmarme un compromiso de buen comportamiento, también, vas a tener que venir a diario, a partir de la otra semana, en las mañanas para que ayudes a las personas de mantenimiento en todo lo que necesiten, también tendrás que disculparte con cada uno de los maestros de este lugar con los que alguna vez has tenido problemas, igualmente, tendrás que venir a una charla semanal con la psicóloga Topalova para que te ayude con tu problema de rabia... en cuanto a Yulia Volkova, vas a disculparte formalmente con ella, en mi presencia... y necesito que antes de la otra semana le devuelvas su vehículo tal y como estaba — Elena asintió a todo —Ven a firmar — Puso un papel sobre la mesa y le pasó un lapicero el cual ella tomó rápidamente para plasmar su firma en la hoja. Él le pasó una de las hojas —Debes leerla para que no se te vaya a pasar nada. Ahora... Discúlpate con Volkova.

Elena miró a Yulia y, sin más se le acercó y la envolvió en un fuerte abrazo. Después se alejó un poco y le posó sus labios en la mejilla — Sabes que lo siento, y me disculparé las veces que sea necesario. Te quiero — Le susurró junto a una sonrisa; mientras... el decano se rascaba el cuello y miraba la escena con confusión. Se imaginó otra clase de disculpas pero con esa demostración de afecto, tuvo suficiente.

—Bien Volkova, Katina, ya no hay nada que hacer aquí, vayan de nuevo a clases...— dijo sin más.

Las chicas salieron con calma y se encontraron con los pasillos más poblados que hace unos minutos. Ya era la hora de receso para algunas facultades y la mayoría se amontonaron bajo los bloques debido a que no podían sentarse en el campus por la nieve.
Y como era de esperarse, algunas de las personas allí presentes empezaron de nuevo con los susurros al verle juntas. A ninguna le hizo gracia.

—Tengo que ir a clase ¿Me acompañas a mi bloque? — Elena le susurró con disimulo. Yulia le dio el visto bueno y empezaron a caminar entre la multitud. Elena liderando el paso.

A medida que avanzaban, Yulia era testigo de cómo cada persona en ese lugar, sobre todo hombres, se devoraban con la mirada a la chica que caminaba delante suyo. A pesar de que iba cubierta de pies a cabeza no dejaban de observarle con lujuria. Algunos intentaban detenerle, hablarle pero veía como ella les esquivaba y seguía su paso firme...

En ese momento, se dio cuenta que era algo que iba a tener que soportar si o si, en todos lados... por un instante había olvidado que Elena era la celebridad en el lugar, algo que no le gustaba para nada.

Tras pasar algunos pasillos, finalmente lograron llegar al bloque de diseños, allí no se encontraba muy concurrido ya que algunos salones seguían en clase, aunque si había una que otra persona en las afueras. Elena le bajó la velocidad a sus pasos y miró hacia atrás para señalarle a la chica de atrás el baño.

Yulia le siguió y al entrar allí, se detuvo a unos pasos de la puerta al ver a otras chicas maquillándose frente a los espejos, Elena también estaba allí, simulando que sacaba cosas de su bolso. Solo unos segundos bastaron para que las chicas finalmente abandonaran el lugar y Yulia entró, Elena rápidamente fue a la puerta principal, echó un vistazo afuera para ver que no viniera nadie más y volvió adentro para cerrar la puerta principal con seguro. Al concluir, de inmediato se giró y corrió hacia Yulia a abrazarle.

—Gracias Yul, gracias a ti no me expulsaron — Le dijo sin poder ocultar su felicidad y comenzó a picotearle los labios sin parar. Yulia le envolvió los brazos en las caderas y la acercó más a su cuerpo, sin dejar espacio entre ellas.  Los  picoteos poco a poco se fueron convirtiendo en un beso formal, Elena dejó que Yulia tomara el control de su boca, de su lengua, de sus labios... Le encantaba. No querían detenerse, pero por falta de aire tuvieron que separarse, aunque no mucho, sus frentes, narices y labios quedaron chocando...

—Yul... no te lo quise decir antes pero... Besas jodidamente delicioso — Le susurró con calma, intentando recomponerse.

Yulia no pudo esconder una pequeña sonrisa de medio lado al oírlo. Inclinó la cabeza hacia atrás para poder mirarle bien al rostro, Elena estaba sonrojada y con los labios brillantes gracias a su saliva. Deslizó su pulgar hasta ahí e intentó limpiarle la humedad en el contorno de la boca. Elena hizo lo mismo con ella.

De repente, Yulia giró su cabeza hacia al espejo y le causó gracia ver a Elena limpiándole los labios. Era una imagen de no creerse.

—Por Dios... — murmuró con diversión y sin dejar de verse.

Elena se extrañó por su acción y también clavó sus ojos allí.

Su rostro se convirtió en una mueca sexy — Wow... definitivamente esto tenía que pasar. Tú y yo nos vemos súper bien juntas.

Yulia se carcajeó al escucharlo, le agarró la barbilla y le clavó otro beso — Vámonos ya.

Elena asintió y justo cuando se acomodaron para salir, la perilla de la puerta se empezó a mover con violencia.

Elena se prendió del brazo de Yulia con fuerza, se veía asustada.

—¿Y ahora?— Preguntó afanada.

Yulia miró a su alrededor, los inodoros no eran buena idea, sus ojos se posaron en el pequeño cuarto de limpieza.

—Yo tengo que volver a clases... Tú metete allí. Nos vemos más tarde — Le ayudó a entrar al cuartico y rápidamente fue a quitar el seguro.

La puerta de inmediato se abrió totalmente, Yulia retrocedió y su ceño se frunció de sorpresa cuando vio a Varvara allí de pie. No lo creía, ¿Por qué de todas las estudiantes de diseño tenía que ser ella?

—¿Yulia? ¿Qué haces aquí? ¿Y por qué estabas encerrada?— Ella le preguntó extrañada.

Yulia se encogió de hombros, intentó parecer despreocupada —Estaba por aquí cerca y se me presentó una urgencia, por ese cerré todo el baño — Explicó —Bueno... tengo que irme... Que estés bien — Intentó salir pero Varvara le plasmó una mano en el pecho cortándole el paso.

—Espera... ¿por qué te vas tan pronto?— Le dijo y comenzó a empujarla, hasta que le hizo chocar contra la puerta de un inodoro.
Elena veía desconcertada lo que estaba pasando desde unas pequeñas aberturas de la puerta. Sus puños se apretaron al detallar que Varvara no quitaba la mano del pecho de su chica — Quiero hablar contigo, saber cómo estás y cómo te sientes después del mal rato que te hizo pasar la engreída de Elena. Fue súper bochornoso. Ojalá la veten de este lugar para siempre — Deslizó suavemente la mano hasta el brazo de Yulia y la empezó a bajar con lentitud para después jugar con sus dedos.

A Yulia no le gustó aquel toque pero no trató de soltarse, no quería hacer sentir mal a la chica —No quiero hablar de eso... Ya es pasado — le dijo gentilmente.

Varvara asintió —Si no quieres hablar de eso, está bien. Yo solo quería saber cómo estabas. Mejor... — Su rostro se encendió con una sonrisa, se empezó a morder el labio inferior varias veces. Estaba nerviosa —... Yo... quería saber si eso de que tuviéramos una cita aún estaba en pie, y si lo estaba pues sería bueno hacerla mañana, es sábado y... podríamos pasar toda la tarde en mi casa ya que es difícil salir a algún lado con el clima. ¿Quieres?— le preguntó lindamente.

Yulia no supo que decir, la chica parecía tan ilusionada con eso que era difícil decirle que “no”.

—¿Mañana? Ah... ah... yoo... — tartamudeó — Yo creo que... si... si puedo... — dijo sin pensarlo, y en ese mismo momento supo que había metido la pata.

Varvara celebró con un gritillo lleno de emoción —Perfecto, mañana nos vemos a las cuatro en mi casa, yo te sigo en Instagram así que te voy a enviar mi dirección por ahí.

—Ah bien... — dijo derrotada —Me tengo que ir, cuídate — Dijo sin ganas y salió del baño tan pronto como fue posible.

Elena quiso salir y agarrar a la chica del cabello pero se contuvo por su bien. Esperó que la chica entrara al inodoro y salió del cuartico de limpieza. Se cruzó de brazos al lado de los lavamanos y esperó a que Varvara saliera. Cuando eso sucedió, Varvara se sorprendió de verla allí parada pero no le saludó ni le prestó atención, ella siguió a un lavabo y se humedeció las manos. Elena la asesinaba con la mirada.

—Que bueno que te veo, Varvara. Te estaba buscando — Le dijo como si nada. La chica la miró por medio del espejo — La final ya está cerca y la entrenadora quiere intentar una nueva rutina para ese día, me dijo que le informara a todas que mañana ensayaremos toda la tarde en el gimnasio.

—¿Mañana?— Varvara se exaltó —Mañana no puedo, tengo algo muy importante que hacer... — dijo claramente molesta.

Elena se encogió de hombros —Yo solo te estoy diciendo lo que ella dijo, ya es tu problema si no quieres ensayar. Nos vemos a las 4. Adiós... — Elena se giró y salió de allí, no puedo evitar que una sonrisa muy grande se le formara en el rostro. Había jurado no hacer cosas malas pero no podía permitir que Varvara se metiera con su chica.

Se dirigió a su salón y justo cuando estaba a unos pasos de entrar, Aleksey se le apareció de frente. El rostro del chico parecía el de un niño implorando perdón. Su presencia la indispuso.

—Lena... podemos hablar. Quiero disculparme contigo por lo que pasó ayer. Por favor.

Elena volvió a cruzarse de brazos.

En ese momento Varvara pasó por el lado de ambos, mirándole mal a ella. Sonrió de medio lado de nuevo. Fue inevitable —Te escucho — le dijo al chico.

Él se vio nervioso. Se aclaró la garganta.

—Bebé... Yo no quería decirte ese montón de estupideces ayer, pero... tu actitud me sacó de casillas — Negó arrepentido — Mira... No sé qué es lo que intentas hacer con Volkova, y no me importa... pero lo respetaré. De verdad lo siento, perdóname sí… —Él intentó tomarla de la cadera pero ella de inmediato lo detuvo.

—Aleksey, no te confundas — Le aclaró —Después de lo que intentaste hacerme en mis cumpleaños, he perdido totalmente el respeto por ti. No quiero que te vuelvas a acercar a mí, de ninguna forma, eres un canalla.

—Pero Elena, ese día yo estaba borracho — Trató de excusarse con mentiras — Lo que pasó esa vez fue algo sin sentido. Tú venías prometiéndome que estaríamos juntos desde hace mucho y yo ya no aguantaba más la espera. Me calentaste como nunca. Yo no pensé que te fueras a poner así, o que me rechazarías.

—Si lo hice fue porque no quería tener sexo contigo, pero eso a ti no te importó por supuesto. Eres de lo peor. Y sabes que... voy a dejarte en claro una cosa, y óyelo bien porque no lo repetiré: A partir de este momento no vuelvas a cruzarte en mi camino, no me mires, no me hables, no me busques, no me sigas, no me llames, no me molestes... No quiero tener nada más que ver contigo en mi vida, nunca — Le advirtió.

—Pero Elena, no te apresures así, yo te quiero — Le dijo desesperado.

Elena negó —Pero yo a ti no, Aleksey, y es mejor que hasta aquí crucemos palabra. Adiós... — se despidió y lo quitó del camino con un gran empujón. Se metió a su salón de clases, pero no fue a su silla habitual en la última fila ya que Nastya y Varvara se encontraban allí con las demás chicas del grupo y no deseaba tampoco intercambiar palabras con ellas.

Vio un asiento vacío en las primeras filas, al lado de la pared y fue allí sin dudarlo. Inna, quien ocupaba el puesto de atrás, le sorprendió que la chica pelirroja no se reuniera con el grupito. Notó que Nastya y las demás la miraban con recelo, y murmuraban, y ahí se dio cuenta que las cosas no andaban bien entre ellas. Eso le causó gracia.

—Elena, ¿será que podemos hablar...?— le susurró casi en la nuca.

Elena se giró sobresaltada, pero asintió de buena gana — Tu aliento me hizo cosquillas — comentó con ligero humor, acariciándose el cuello.

Inna sonrió —Lo siento... — dijo apenada... —Pero... es que necesito preguntarte algo... — Bajó la voz tanto como pudo —Hace solo unos segundos, Varvara entró aquí echando fuego por la boca y maldiciéndote porque a ti se te ocurrió decirle que mañana tenemos ensayo. ¿De qué rayos estás hablando? — le dijo divertida —Nosotros ya tenemos todo programado. Tú lo sabes.

—Sí, lo sé — Lo aceptó sin problema —... Solo se lo dije porque... porque...

—¿Le querías dañar su dichosa cita con Yulia Volkova?— Inna lo dijo por si misma.

Elena se sorprendió —¿Cómo sabes eso?— susurró.

Inna se le acercó un poco más.

—Pues... Ella estaba enojada por eso, porque su cita y el ensayo fantasma se le cruzaron— Lo dijo y no pudo evitar reírse... —¿Por qué lo haces, Elena? ¿Por qué quieres arruinar cada cosa que se relaciona con Yulia? —Inna quiso averiguarlo de una vez y por todas...

Y Elena ya no pudo ocultarlo...

Suspiró.

—Es simple Inna... No quiero que Varvara tenga una cita con alguien que me gusta... Por eso lo inventé — dijo derrotada.

Inna quedó inexpresiva con aquella confesión.

De pronto empezó a comprender la situación.

—Joder... ¡Tú eres gay!... ¡No lo puedo creer...! — dijo riendo a carcajadas, Elena frunció el ceño pero no pudo evitar sonreír después... ¿Ya que podía hacer....?


...


El regreso a casa en camioneta siempre se le hacía más duradero a Yulia debido al horrible tráfico de las seis, los pitidos de los autos, las motos, todo era terrible; sin embargo, eso no impidió que la sonrisa de su rostro se borrara. El día había sido glorioso, casi perfecto, en su cabeza no terminaban de reproducirse imágenes de ella y Elena dentro de la cueva hablando tonterías y besándose sin restricciones. Una joya completa.

Nada pudo con su buen humor y finalmente, después de cruzar algunas calles, llegó a su casa. Bajó del auto completamente relajada y se quitó la chaqueta mientras caminaba hacia la puerta.

Cuando estuvo frente a ella e intentó meter la llave en la cerradura, la puerta se abrió con fuerza, Lenin salió de allí y no la dejó entrar, en vez salió a la calle y cerró la puerta tras él solo un poco.

—¿Qué pasa? — Yulia le dijo confundida.

Él negó preocupado.

—No me lo vas a creer pero los padres de Miroslava están aquí... Y ella también...

—¿Qué? ¿Por qué?— preguntó exaltada.

Él de nuevo negó.

—No tengo idea, pero en este momento están el jardín con mamá y papá charlando como si nada. Al parecer no saben nada de lo que pasó entre Miroslava y tú.

—Joder... No saben nada porque yo le dije a Mirka que no les dijera nada. Demonios...— Yulia se agarró la cabeza de la ansiedad que sintió.

—Miroslava, ¿dónde está? ¿Con ellos?— preguntó con afán.

Lenin quedó pensativo.

—No, me parece que ella está arriba con Viktoria.

—Déjame entrar, tengo que hablar con ella — Yulia entró sin dudarlo, dejó su maletín y la chaqueta sobre el sofá, y subió las escaleras.

Al llegar arriba, rápidamente se metió a la habitación de Viktoria pero ni ella ni Miroslava estaban allí. Salió hacia a su habitación para echar un vistazo pero tampoco había nadie.

Lenin llegó detrás.

—¿Le, donde está ella?

—En la habitación de Viktoria desde hace un buen rato.

Yulia negó —No están, ¿será que bajaron con los demás?— dijo llena de nervios. Lo último que quería era actuar como si nada hubiera pasado delante de sus ex suegros.

—Voy a ver. Espérame – El rubio corrió rápidamente al piso de abajo.

Yulia se tomó la cadera con ambas manos y dejó salir un suspiro. No entendía por qué le pasaban este tipo de cosas a ella si nunca hacía nada malo para merecerlo. De repente su mirada se clavó en la habitación de pinturas. Algo en su interior le dijo que su ex se encontraba adentro.

Caminó hacia allí, tomó la perilla de la puerta y abrió. Su presentimiento había sido verídico. Miroslava estaba de pie al lado de su escritorio mientras sostenía unos lienzos en la mano y los miraba con detalle.

Yulia entró por completo a la habitación y cerró la puerta tras ella. Tocó varias veces con duda el botón del seguro, pero no lo pinchó, decidió acabar con la situación rápidamente y se le acercó hasta estar a un metro de distancia.

Detalló el perfil de su ex novia con cuidado, pero ella no levantaba el rostro a pesar de que sabía de su presencia, solo miraba y miraba los lienzos.

—Mirka, pensé que las cosas entre tú y yo habían quedado claras... ¿Por qué estás aquí? ¿Y con tus padres? — Le preguntó calmada.
Esperó una respuesta por parte de su ex pero no la obtuvo, ella por alguna razón seguía inmersa en el lienzo.

—Mirka no estoy jugando. ¿A qué viniste? — Le repitió.

Esperó a que la chica finalmente levantara su rostro. Le miró sin ninguna expresión. Giró con suavidad los lienzos que sostenía en las manos hacia la vista de Yulia. Era una pintura con el rostro de Elena que había pintado hace días atrás antes de que ella le confesara todo.

Miroslava comenzó a mostrarle los demás lienzos, y la mayoría eran pinturas de Elena. En una se encontraba plasmada su imponente mirada, en la otra su sonrisa llena de vida, en otra su casi perfecto perfil... todas... sobre Elena.

Yulia no se intranquilizó por ello, mantuvo la calma a pesar de lo que pasaba.

—¿Quién es ella? Está en todos lados... — Miroslava por fin cortó su silencio, y lo hizo con calma aunque su mirada denotaba una profunda tristeza.

Yulia negó.

—Eso no importa ahora. Yo te pregunté algo, respóndeme — Su rostro se volvió serio, pero aún así Mirka no dio el brazo a torcer, siguió con el tema de los lienzos.

—Respóndeme tú primero porqué tienes a esta chica pintada por todos lados. Estás no son pinturas recientes Yulia, lo sabes ¿Acaso si era cierto? ¿Ella es la imbécil con la que hablé por teléfono aquella vez? ¿Es tu amante?— Los ojos pronto se le volvieron cristalinos.

Lo último que Yulia quería era una escena de este tipo, odiaba pelear, odiaba ver a alguien llorando. Se agarró la cabeza, ya sentía que empezaba a dolerle.

—¡Contéstame!— Miroslava le gritó.

—No, no, no es mi amante... Pero si es la chica con la que hablaste ese día — Se sinceró —...Sin embargo, ella y yo nunca tuvimos nada mientras tu fuiste mi novia... aunque pensaras que si. Incluso fui a St. Petersburgo, te expliqué la situación pero a ti por supuesto te importó una mierda mis palabras — Empezó a exaltarse — No sé por qué intentas reclamarme algo cuando fuiste tú la única que se revolcó con alguien más.

—Claro... Ahora resulta que a alguien que odiabas, como me lo juraste aquel día en mi casa, vas a pintarla de esta manera y tantas veces — Miroslava levantó los lienzos al aire — ¿Me crees estúpida? Mira esto, mira... — le empezó a mostrar de nuevo cada una de las pinturas.

Yulia se quedó sin palabras.

—¿Por qué no me dices la verdad? ¡Ella te gustaba!, ¡siempre te gustó pero fingías que no! — Miroslava no pudo contener las lágrimas, cayeron por sus mejillas —Me trataste como a una jodida mentirosa pero tú eres peor. Fingiste que te dolía mi “engaño”, que por cierto, lo hice porque fue tu culpa al dejarme sola.

—¿Qué? ¿Ahora me harás responsable de tus acostones?— Yulia le gritó sin poder creerlo. Le sorprendió el cinismo de la chica — Mirka, tú fuiste quien eligió no creerme aun cuando te estaba diciendo la verdad. Decidiste tomar venganza de algo que nunca existió. Elegiste engañarme y si yo no te hubiera descubierto, lo hubieras seguido haciendo solo por creer que yo estaba con alguien más. Yo... te quería... — Le gritó.

—Me querías... Pero igual me ibas a dejar... ¿No? — Miroslava le cortó — Yo no soy tonta Yulia, sé perfectamente que me ibas a terminar el día que estuvimos aquí, y ahora entiendo la razón: Ella... — Señaló las pinturas —Te enamoraste de esta maldita. Esta maldita perra que destruyó lo nuestro — dijo llena de ira, tomó un pincel del escritorio y con la punta de él empezó a chuzar los lienzos, a destruirlos.

Yulia de inmediato se lanzó a detenerla pero Miroslava se protegió y logró romperlos con sus manos hasta volverlos añicos. Le lanzó todos los pedazos de tela sobrante sobre el rostro y después la atrapó por el cuello de su camisa con mucha ira.

—Eres de lo peor — Le susurró muy cerca del rostro.

Yulia no reaccionó, su cuerpo quedó quieto pero sus ojos si se iban humedeciendo.

Miroslava empezó a sollozar de pronto. Sus manos apretaron con más fuerza la camisa de Yulia. Se acercó peligrosamente hasta que sus labios quedaron a centímetros —Nunca debiste irte de mi lado, nunca debimos separarnos. Éramos felices en nuestra ciudad, estábamos bien, nos encantaba estar juntas, reírnos, abrazarnos, besarnos... Nos encantaba hacer el amor cada noche — Su aliento caliente le golpeó en los labios de Yulia dolorosamente.

En ese momento, no pudo evitar que cientos de recuerdos junto a Miroslava flotaran en su mente. En realidad, no había forma de quejarse por algo, desde el primer día en que se conocieron todo había sido mágico.

Aquellas palabras hicieron efecto en ella y de repente comenzó a sentirse arrepentida. Aún quería a la chica que tenía enfrente... Eso no lo podía negar.

No pudo contenerse y una lagrimita corrió por su mejilla. La he cagado, yo la he cagado completamente... —... Lo siento, Mirka... Yo lo siento mucho. — dijo con toda sinceridad.

Miroslava la soltó de la camisa, pero inmediatamente le atrapó de las mejillas. Ejercía mucha fuerza —Aún estamos a tiempo de salvar lo nuestro. Ambas nos hemos equivocado pero podemos perdonarnos y hacer que todo vuelva a ser como antes. Yo te amo... muchísimo... — Le susurró y esta vez sobre los labios.

Yulia cerró los ojos al sentir ese toque que Miroslava no desaprovechó para abrir la boca y cubrirle los labios. Empezó a moverlos con deseo mientras Yulia solo se dejaba llevar. Pero eso no duró mucho, su corazón pronto empezó a latir al punto de querer salírsele del pecho y respondió con el mismo deseo al beso.

Miroslava llena de lujuria, le rodeó todo el cuello y le enredó sus dedos en el cabello. Las manos de Yulia cobraron vida y se deslizaron por las caderas de su ex novia, empezaron a estrellarse por toda la habitación hasta que Miroslava se tropezó contra el sofacama y cayó de espaldas a él. Yulia se le montó encima sin dejar de besarla, pronto sus labios bajaron al cuello de la chica.
Algunos gemidos y respiraciones muy fuertes empezaban a sobresalir.

Yulia tenía la cabeza nublada, tanto así que metió sus manos bajó la blusa de su ex novia y las deslizó hasta atraparle ambos pechos por debajo del sostén.

En el primer piso de la casa, Lenin terminaba de rodear las habitaciones en busca de su hermanita y su ex cuñada pero por supuesto no las iba a encontrar. Salió del estudio para dirigirse arriba pero antes de subir las escaleras el portón sonó. Se dirigió allí y al abrir la puerta, se encontró con el rostro de Elena Katina sonriéndole lindamente.

Su boca se abrió ligeramente... No es posible...

—¡Hola!— Ella le saludó con mucha energía.

El rubio quiso devolverle el saludo pero no pudo, solo movió la cabeza ligeramente.

El ambiente se volvió incómodo.

Elena se sintió avergonzada —Eh.. Yo... vine a ver a Yulia, ¿Podrías decirle que estoy aquí?— preguntó con pena.

Lenin asintió y abrió la puerta, dándole a entender que pasara. Elena le pidió permiso y siguió hasta la sala.

Lenin cerró y vino también a la sala, la miró con algo de nervios pero le hizo un ademan con la mano para que lo siguiera.

Subieron las escaleras, ella tras él siendo muy cuidadosa.

Pasaron la habitación de Viktoria que desde afuera se veía vacía, después la de Yulia a la cual el chico se asomó y se extrañó al ver que no estaba.

—¿No está en casa? — Elena le preguntó con mucha timidez. La cara de Lenin era un réplica exacta de Yulia, era algo muy gracioso, pero le hacía sentir rara.

Él negó —Sí, pero no sé dónde... Voy a mirar en su habitación de pinturas... — le dijo y se dirigió allí, Elena se quedó a unos metros, en el pasillo, mirando como el caminaba hacia allá.

Lenin llegó hasta la puerta y antes de girar la perilla, se detuvo al escuchar ruidos extraños venir de adentro. Miró a Elena y esta vez si tembló de miedo... No era tonto, reconoció perfectamente a que se debían esos sonidos...

Rápidamente intentó idearse algo para salvarle el pellejo a su hermana y giró la perilla muchas veces, haciendo todo el ruido posible...

Yulia al ver que alguien iba a entrar, se quitó de encima de su ex y se arregló las arrugas de su ropa. Miroslava también se levantó con el torso desnudo, tomó su blusa, su sostén y rápidamente se metió al baño de la habitación.

Yulia comenzó a darse un poco de aire con las manos y fue a abrir la puerta.

—Hey, esto está dañado hay que cambiarlo... — Lenin siguió fingiendo movimientos con la perilla pero Yulia lo manoteó.

—No está dañado... ¿Qué quieres?— Le dijo con algo de mal humor...

Pero eso se esfumó al segundo en que Elena apareció frente a ella... Sonriéndole

—Él quería decirte que yo estoy buscándote... ¿Te interrumpo en algo? — Ella le dijo y se mordió el labio con algo de culpabilidad...





Drama!!! Drama!!! Shocked Shocked Shocked  A ver.... se abren las apuestas. Quién golpea a quien y quién resultará ganadora? Esta historia está mejor que la Rosa de Guadalupe  Very Happy  Very Happy
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Mensaje por Aleinads 6/10/2020, 6:45 pm

Drama es poco... Oh My GOD!!! QUE PASARA AHORA?/No no no, no me puedes dejar con la imtria
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Mensaje por Yulieth 6/10/2020, 8:20 pm

Porque coño la dejas en la mejor parte, me dará un infarto por dios 😯😯😯😯
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Mensaje por Aleinads 6/10/2020, 8:24 pm

Aun despues de todo lo que ha pasado, justo pienso... Pobre Lena Sad
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Mensaje por Lizi38 6/10/2020, 10:12 pm

Noooo, porque Yulia hace eso !!!

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/12/2020, 6:23 pm

Very Happy Very Happy Very Happy Very Happy  Yulia se mete en cada situación y lo peor de todo es que siempre sale ilesa... Aunque esta vez, no sé...

Amé cada comentario, en serio. Gracias por seguir la historia cada día y por la cantidad de lectores que siempre se suman. Aunque la historia no sea de mi autoría, quiero agradecer a LINQUI, por postearla y haber hecho un excelente trabajo. Siempre agradecida con todos. Un abrazo!!!

A leer!!!

Capítulo Anterior:




—¿Quién diablos eres tú?— El rostro de Inessa se transformó en una mueca desagradable al ver que no era un chico el que estaba tras la puerta del auto.

Yulia al oír que aquella mujer era la gran Inessa Katina, se volvió un lio. Comenzó a transpirar mucho más que antes de su beso con Elena. Intentó no mostrarse tan nerviosa y abrió con cuidado la puerta del auto, bajó lentamente y acto seguido se paró ante la mujer — Es... un placer conocerle, señora Katina — Su voz sonó bastante tímida.

—Vaya... así que tú eres una de esas Volkov — Dijo sin dejar la sonrisa. De repente su intimidante mirada se deslizó hacia su hija —¿Por qué no me habías comentado que tenías esta clase de amigas. La próxima vez no lo escondas — Le pidió amablemente y Elena no tuvo de otra que asentir.

—Elena, entra ya, ve con tu madre. Mañana hablaremos sobre esto — Le dijo con prisa.

Elena se alejó de la puerta, la miró por última vez con mucha ternura y le mostró su sonrisa.

[***]

—Bueno, chicas, las he llamado aquí porque hace dos días atrás, para ser más exacto el “Miércoles”, sucedieron algunos altercados en el parqueadero de la Universidad que las involucra a ambas. Voy a leerles con detalle el reporte que preparó el prefecto David — El hombre abrió de par en par una carpeta de color azul que ya tenía lista en su escritorio. Se puso sus lentes y se aclaró la garganta.

Elena agachó la cabeza, no tenía que ser adivina para saber lo que estaba escrito en ese papel.

El hombre suspiró y regresó su mirada al papel — La junta directiva de la Universidad, junto con la coordinación y los profesores, estudiamos este caso y hemos tomado la difícil decisión de expulsarte definitivamente de la Universidad de Moscú, no podemos permitir que sigas aquí después del acto banal que has hecho.

—Señor decano... Eso no es necesario... Podemos arreglar esto de otra manera. No puede expulsarle — Yulia no pudo evitar intervenir. Su rostro se llenó de preocupación. Miró a Elena, pero ella seguía en la misma posición — Señor... Elena ya se ha disculpado conmigo por lo que pasó, no es necesario tomar una decisión tan drástica... Por favor.

—Katina, hablé con los demás directivos sobre ti... y se opusieron totalmente a cambiar la decisión. No te quieren más aquí... — Al escuchar eso, Elena sintió ganas de llorar, Yulia vio como los ojos se le volvían cristalinos, y el decano también, de manera que de inmediato alzó la palma de su mano —Espera, espera... No te precipites, aquí la última palabra la doy yo, y ya he tomado una decisión... Voy a darte una última oportunidad...

Elena miró a Yulia y, sin más se le acercó y la envolvió en un fuerte abrazo. Después se alejó un poco y le posó sus labios en la mejilla — Sabes que lo siento, y me disculparé las veces que sea necesario. Te quiero — Le susurró junto a una sonrisa; mientras... el decano se rascaba el cuello y miraba la escena con confusión. Se imaginó otra clase de disculpas pero con esa demostración de afecto, tuvo suficiente.

[***]

—¿Qué pasa? — Yulia le dijo confundida.

—No me lo vas a creer pero los padres de Miroslava están aquí... Y ella también...

—¿Qué? ¿Por qué?— preguntó exaltada.

Yulia entró por completo a la habitación y cerró la puerta tras ella. Tocó varias veces con duda el botón del seguro, pero no lo pinchó, decidió acabar con la situación rápidamente y se le acercó hasta estar a un metro de distancia.

Detalló el perfil de su ex novia con cuidado, pero ella no levantaba el rostro a pesar de que sabía de su presencia, solo miraba y miraba los lienzos.

—¿Quién es ella? Está en todos lados... — Miroslava por fin cortó su silencio, y lo hizo con calma aunque su mirada denotaba una profunda tristeza.

—Eso no importa ahora. Yo te pregunté algo, respóndeme — Su rostro se volvió serio, pero aún así Mirka no dio el brazo a torcer, siguió con el tema de los lienzos.

—Respóndeme tú primero porqué tienes a esta chica pintada por todos lados. Estás no son pinturas recientes Yulia, lo sabes ¿Acaso si era cierto? ¿Ella es la imbécil con la que hablé por teléfono aquella vez? ¿Es tu amante?— Los ojos pronto se le volvieron cristalinos.

Miroslava la soltó de la camisa, pero inmediatamente le atrapó de las mejillas. Ejercía mucha fuerza —Aún estamos a tiempo de salvar lo nuestro. Ambas nos hemos equivocado pero podemos perdonarnos y hacer que todo vuelva a ser como antes. Yo te amo... muchísimo... — Le susurró y esta vez sobre los labios.

Lenin llegó hasta la puerta y antes de girar la perilla, se detuvo al escuchar ruidos extraños venir de adentro. Miró a Elena y esta vez si tembló de miedo... No era tonto, reconoció perfectamente a que se debían esos sonidos...

Rápidamente intentó idearse algo para salvarle el pellejo a su hermana y giró la perilla muchas veces, haciendo todo el ruido posible...

—Hey, esto está dañado hay que cambiarlo... — Lenin siguió fingiendo movimientos con la perilla pero Yulia lo manoteó.

—No está dañado... ¿Qué quieres?— Le dijo con algo de mal humor...

Pero eso se esfumó al segundo en que Elena apareció frente a ella... Sonriéndole

—Él quería decirte que yo estoy buscándote... ¿Te interrumpo en algo? — Ella le dijo y se mordió el labio con algo de culpabilidad...


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Veintisiete



Yulia sintió un bajonazo de presión al verla allí parada, tanto así que su respiración falló.

—Yul... estás bien — Elena se preocupó al notar que se ponía más pálida de lo normal, intentó acunarle la mejilla pero ella de inmediato la esquivó agarrándole la muñeca.

—Tú... ¿Qué haces aquí? ¿Por qué viniste? — Yulia no pudo ocultar su desespero.  Cerró la puerta tras de sí y empezó a arrastrarla hasta su habitación.

Elena, sin entender absolutamente nada se dejó llevar sin protestar, pero eso cambió cuando vio como Yulia le colocaba desesperadamente el seguro a la puerta. Intentó rápidamente interrogarle por eso, sin embargo no pudo porque fue puesta contra la pared.

Yulia la encerró entre sus brazos, sin dejarle escapatoria.

Se sintió asustada.

—Yul... ¿Qué pasa? ¿Por qué te comportas así? — Le dijo preocupada.

Yulia le miró fijamente y, al notarle el rostro lleno de inquietud se sintió como la peor mierda.  El ardor en sus ojos comenzó a molestarle  tanto que su frente cayó contra el hombro de la chica.  Culpa... Solo culpa.

—¿Por qué tenías que venir?— Le susurró débilmente.

Elena percibió unos diminutos olfateos y se echó para atrás para tomarle el rostro. Observó cómo unas lágrimas ya le corrían por las mejillas.

—Yul, Yul... Pero qué es... hice algo, pasó algo... Dime, no te pongas así — Le dijo mucho más intranquila.

Yulia negó mientras mantenía la cabeza gacha. Se moría de arrepentimiento. — Tú no has hecho nada,  fui yo... — Se pausó, tenía que decírselo — ... Mi ex novia está aquí... — le soltó.

Elena escuchó claramente, e intentó entenderlo pero no pudo. Su ceño se frunció por la confusión.

—¿Y eso qué...? — le dijo esperando una explicación.

Pero no la obtuvo.

Vio a Yulia negando nuevamente y de pronto un sentimiento de rabia que no pudo explicar le invadió. Sus ojos la detallaron con mucha cautela y allí percibió que tenía unas pequeñas y recientes marcas rojas en la garganta... Unas que por supuesto no habían sido obra suya.

— Oh... Ya entendí... ¿Estabas en esa habitación con ella?— Le dijo con calma, pero por dentro muriendo de dolor.

Yulia asintió aún sin poder darle la cara, su mente se encontró en un revoltijo.  La miró a los ojos y trató de decirle algo pero Elena se lo impidió.

—No digas nada, Volkova... Ya sé lo que estabas haciendo. Mejor me voy de aquí para que puedas seguir — Sus ojos se colorearon de un rojo intenso, se volvieron cristalinos. Trató de escabullirse de aquellos brazos a su alrededor pero no pudo. Yulia no se lo permitió.

—Por favor... Déjame explicarte... — Le pidió, pero Elena no deseó escucharle. Giró su rostro a un lado, evitándole. Cerró los ojos, permitiendo que unas gotas rodaran por su piel.

Yulia al verlo, insistió —Elena, no te pongas así... Déjame darte una explicación — Le dijo nuevamente, pero ella se negó. No quería oír nada que viniera de aquella boca traicionera.

—No tienes que darme explicaciones, al fin y al cabo tú y yo no somos nada así que eres libre de hacer lo que quieras —Le miró a los ojos —Me quiero ir a mi casa. ¿Me sueltas por favor? — Pidió amablemente.

Yulia no supo qué hacer ni decir, simplemente se encontró confundida hasta el límite.  Le quitó el seguro a la puerta para poder asomarse y buscar ayuda de su hermano pero Elena aprovechó el desliz y salió caminando rápidamente hacia el pasillo.

—¡¡Elena!!— Yulia gritó desesperada mientras salía de la habitación tras ella, y antes de que la chica lograra bajar el primer escalón, logró alcanzarla de la cintura y volvió a encerrarla entre sus brazos y la pared.

La expresión seria de Elena se mantenía a pesar de que sus ojos seguían cristalinos.

Yulia se odió.

—Hablemos, por favor... — Casi le rogó.

Elena tragó saliva, tratando de aguantar el llanto, no quería verse débil por ello aunque en su interior le estuviera punzando. Inclinó su mirada al techo.

—¿Qué vas a decirme?... Que fue un error... — Le susurró.

Yulia negaba.

—Que no sabía lo que hacías... que fue un desliz... ¿Eso?— Le dijo viéndole a los ojos.

Yulia se mantuvo en silencio.

—Si me vas a decir algo como eso mejor ahórratelo porque no te voy a creer... Estoy segura de que si yo no hubiera venido, tú habrías seguido haciendo lo que hacías... Es así de simple. Déjame ir. Yo no tengo nada que hacer aquí.

—Elena, por favor... — Yulia rogó en un gemido una vez más, abrazándole de la cintura.

En ese instante, la puerta del cuarto de pinturas se abría y de allí salía Miroslava, que al presenciar la escena que se vivía a unos metros de ella de inmediato se acercó llena de ira.

Al llegar, jaló a Yulia de su brazo.

—¿Qué demonios haces?—  Intentó alejarla de Elena pero Lenin llegó rápidamente y la tomó por las caderas deteniéndola.

Ella y Elena cruzaron mirada.

Miroslava inmediatamente la reconoció.

—¡Maldita zorra descarada! ¡¿Qué mierda haces aquí?! ¡Aléjate ya de mi novia! ¡Eres una vil perra! ¡Una rompe relaciones! — Le gritó sin parar.

Elena intentó una vez más salirse de los brazos de Yulia pero ella no se lo permitió.  Sus ganas de llorar de pronto aumentaron al oír la sarta de insultos provenientes de la otra chica. No lo aguantaba.

—¡Voy a matarte en este instante! ¡Pedazo de mierda ofrecida! — Miroslava pataleó sin detenerse para poder escaparse de Lenin pero él no daba su brazo a torcer —¡Suéltame ya! ¡Voy acabar con esa tipeja!— Siguió gritando como desquiciada.

Lenin sintió de pronto que ya no iba a poder más con ella. La chica estaba descontrolada hasta el límite.

—Yulia, vete de aquí. Ve con Elena a conversar a otra parte... Por favor — Le pidió mientras alzaba a Miroslava en el aire y la comenzaba a arrastrar a su habitación. La chica empezó a gritar como loca y a prenderse de las paredes.

Elena se cansó de aquella situación y también comenzó a ejercer fuerza contra el cuerpo de Yulia para poder salir de la casa.

A punta de empujones y agarrándose de donde podía y como podía empezó a bajar las escaleras mientras Yulia se agarraba de su cuerpo intentando detenerla.

Logró escabullirse hasta la sala, por los sofás y cortó su intento de dar más pasos a unos metros de la salida cuando vio a Larissa apareciendo por el pasillo.

La madre de los Volkov al ser testigo de la situación se acercó confundida. Los ojos rojizos y lagrimosos de Elena, y el agarre que su hija ejercía sobre el cuerpo de la chica le hicieron saber que algo no estaba bien.

—Yulia, Elena... ¿Qué pasa?— Su rostro se mostró preocupado.

Elena la miró fijamente. — Señora, Volkova, dígale a su hija que por favor me suelte. Quiero irme de aquí... Por favor — Su voz se entre cortó, ya no aguantó el llanto y Larissa de inmediato tomó a Yulia de los hombros.

—Yul, amor, sea lo que sea que haya pasado este no es momento para algo así. Suéltala...Vamos — Le susurró con calma, pero su hija no hacía caso.

De pronto, su otro hijo apareció también en escena y no dudó en llamarlo para que le ayudara. Le pidió lo que Elena deseaba y entre los dos comenzaron a luchar para que Yulia dejara libre a la chica.

Entre forcejeo y forcejeo, Lenin logró alejar a su hermana del cuerpo de la otra chica y la sostuvo entre sus brazos.

Elena caminó hasta la puerta y la abrió sin dudar.

Yulia negaba.

—No puedes dejarla ir mamá. No puedes... — dijo débilmente mientras las lágrimas se derramaban por sus ojos.

Al ver que la puerta se cerraba, Lenin soltó a su hermana, quien de inmediato corrió tras la chica.

Logró salir al jardín de la calle, pero Elena ya estaba dentro de su Porsche negro. Golpeó la ventana del piloto varias veces, rogando que la  chica le abriera pero por supuesto ella no lo hacía.

Larissa y Lenin miraban todo desde la puerta.

El motor del auto se encendió y de repente la ventana se abrió hasta la mitad. Elena le tiró unas llaves contra el pecho.

—Quería hacer algo especial por ti... Sorprenderte... pero no fue posible. Aun así espero que la disfrutes — Le dijo con calma, pero de inmediato arrancó con furia.

Yulia vio como el auto se alejaba y rápidamente tomó las llaves de suelo. Miró alrededor y encontró que en su patio del garaje estaba parqueada una motocicleta también de alto cilindraje mucho mejor que su anterior adquisición. Era completamente negra y brillaba por doquier.

La miró durante unos segundos y rápidamente corrió hacia a ella, se montó, metió las llaves y la prendió, el potente motor rugió con fuerza. Aceleró para dar vuelta y Larissa se alarmó al verla decidida a irse.

—Yulia, no lo hagas... Mi amor, por favor las carreteras son un desastre. Bebé... — Le dijo cuando la vio girando por completo.

Aún así Yulia no obedeció, metió el cambio de pie y aceleró con todo hacia la carretera.

Larissa no pudo contener las ganas de llorar debido a la preocupación. Se resguardó en los brazos de su hijo que de inmediato le abrazó.


A pesar de los cortos segundos de ventaja que tomó, Elena no podía manejar a la velocidad que deseaba debido al tráfico, la nieve y los semáforos en rojo que se habían cruzado en su camino.

En ese momento, se encontró atascada en un trancón y a pesar de que el semáforo estaba en verde, nadie avanzaba. Con furia pegó su mano a la bocina del Porsche y la hizo sonar sin descanso.

Al ver que aún así nadie aceleraba, bajó la ventana para sacar la cabeza pero lo único que logró fue que Yulia la alcanzara a ver.

Enojada por su descuido, se resguardó otra vez y volvió a golpear la bocina con desesperación mientras aceleraba poco a poco. Al darse cuenta que Yulia había llegado a su lado, giró como pudo por una calle y tomó la infinita autopista.

Por el espejo retrovisor observó que la motocicleta la seguía y pisó el acelerador con toda.

A lo lejos, Yulia veía como el auto se alejaba de ella cada vez más, y también abusó del acelerador.

Elena maniobraba como toda una profesional, pasándose auto tras auto  intentando tomarle ventaja, pero era algo muy difícil ya que Yulia no se quedaba atrás, también era una experta en maniobrar su vehículo.

Al ver que su intento de escape no daba resultado, Elena recurrió al mapa digital del auto y en él encontró un camino a 300 metros que la sacaba de la autopista.

Decidida a escaparse por ese lugar, metió su pie con más fuerza en el acelerador y se fue como un rayo. De nuevo echó un vistazo por el espejo retrovisor y al ver a Yulia más cerca, giró bruscamente el auto por el camino indicado y frenó en seco.

Yulia al verla cogiendo esa ruta, intentó frenar para dar la vuelta pero fue imposible ya que las llantas y el cemento resbaloso le jugaron una mala pasada. La motocicleta le ganó por su gran peso y se deslizaron aparatosamente en el suelo unos cuantos metros. El cuerpo de Yulia dio unas cuantas vueltas sobre el cemento hasta que su anatomía se detuvo boca abajo.

Elena, al presenciar la aparatosa caída, gritó desgarradoramente el nombre de Yulia y salió corriendo del auto para ir hacia ella.
Al llegar, rápidamente se agachó a su lado y la giró boca arriba, toda la parte izquierda del rostro de Yulia se encontraba llena de raspones y su ceja izquierda le chorreaba sangre sin parar. Su camisa blanca se había rasgado por todos lados y un pedazo de su jean a la altura de su muslo se había roto por completo. Su pie y su mano también sangraban debido a los rasponazos.

Elena no pudo con la desesperación y comenzó a sollozar al verla allí tendida y sin respuesta, sacó su teléfono de la chaqueta e intentó llamar a una ambulancia pero se detuvo cuando vio a Yulia apretando los ojos, haciendo expresiones de dolor y empezándose a quejar...

El alma le volvió al cuerpo.

—Yul, no te muevas por favor... No te muevas, voy a pedir una ambulancia — Le dijo entre lágrimas y procedió a hacer la llamada.

Yulia no le hizo caso y lentamente comenzó a inclinarse hasta que logró sentarse, miró su pie mientras trataba de moverlo pero el dolor era demasiado.

Elena en medio de su temor porque algo le pasara, dio los datos rápidamente y terminó la llamada.

—Por favor, quédate quieta — Le rogó.

Yulia le miró fijamente, verle tan preocupada y sufriendo de tal manera hizo que de nuevo ese sentimiento de culpabilidad llegara a ella — Otra vez... Siempre tiendo a cagarla. Por favor, déjame hablarte. Explicarte... — le dijo entre quejidos, mordiéndose los labios por el dolor y riendo débilmente al verse la ropa rasgada.

Elena asintió a todo —Sí, si, te dejaré explicarme pero ahora no es el momento. Por favor solo mantente quieta — dijo agobiada.

Yulia de nuevo se dejó caer al cemento, suspiraba intentando calmar los dolores que sentía en todo el cuerpo y no dejaba de lamentarse por las cosas que habían pasado. Elena logró mantenerla acostada hasta que la ambulancia finalmente aparcó frente a ellas.

Dos paramédicos, hombre y mujer, bajaron del auto y de inmediato se agacharon al lado de Yulia, la chica comenzó a estudiar delicadamente el cuerpo tendido en el suelo mientras que el chico le hacía preguntas a Elena.

Finalmente, después de examinar que las heridas de su cuerpo no eran de gravedad, los enfermeros levantaron a Yulia cuidadosamente y la hicieron sentar dentro de la camilla de la ambulancia. La chica se quedó con ella, limpiándole los golpes más visibles.

—¿Va a estar bien?— Elena se acercó al chico con timidez. Él le dio una sonrisa tranquilizadora.

—Si, no debes preocuparte, las heridas que tiene son solo superficiales. Vamos a llevarla a un centro médico cercano para que le hagan las respectivas curaciones. Estará bien.

—Uffff... Gracias... — Elena suspiró aliviada.

El tipo le sonrió, pero esta vez diferente. Se mostró coqueto — ¿Ella es tu familiar?

Elena pensó que era una pregunta de protocolo así que negó — No, no lo es...

— Entonces... ¿Amiga? ¿Mejor amiga? ¿Conocida?— Él se mostró divertido.

Yulia lo empezó a mirar con el ceño fruncido, y se fruncía más pero de dolor cada vez que su ceja era limpiada por la paramédico.
Elena notó que el hombre solo intentaba ponerle una conversa vaga así que decidió cortarlo ahí. No estaba para tonterías en ese momento —No es ninguna de las tres opciones. Es mi novia — Le dijo sin dudar.

El hombre sonrió pero no le duró mucho. Lentamente se quitó de su lado.

Elena decidió no darle importancia a eso y se acercó a la ambulancia.

—¿Cómo van esas heridas?— Le preguntó a la chica que en ese momento colocaba unas gasitas blancas sobre la ceja y mejilla izquierda de Yulia.

—Van bien... — dijo sin mirarle —Afortunadamente no tiene heridas profundas, son solo raspones... pero si será necesario llevarle a un centro médico para que la examinen un poco más a fondo y le receten medicamentos para el dolor...  Los va a necesitar...
Yulia al oír a la chica, de inmediato negó.

—No iré a ningún hospital ahora. Tengo que hablar contigo Elena — Le dijo y se comenzó a poner de pie.

La enfermera y Elena intentaron detenerla pero fue inútil, ella estaba decida.

—Disculpe señorita, pero es por su bien. Necesita un chequeo — La paramédico trató de hacerle entender pero ella no quería nada más que estar a solas con su chica.

Negó de nuevo —Después me lo haré, ahora tengo un problema mayor que resolver. Te agradezco mucho que me curaras esto — Se señaló la cabeza y después sacó algo de efectivo del bolsillo de su jean. Le tendió el dinero a la chica —Ten, gracias por todo — Intentó dar un paso pero ni siquiera pudo apoyar uno de sus pies en el asfalto.

Elena la agarró suavemente de la cintura.

—No seas terca, vamos al hospital — Le susurró pero ella de nuevo se negó.

—No, llévame a tu auto. Iremos a un lugar donde podamos charlar.

Y así fue, Elena no le protestó más y la ayudó a llegar hasta el Porsche, la sentó en el copiloto y se despidió de los paramédicos mientras ella buscaba llegar a la puerta del piloto.

Cuando entró al auto, vio a Yulia con la cabeza echada para atrás, los ojos cerrados, tomándose una costilla y respirando con dificultad. Estaba preocupada.

— Te ves mal... — Le susurró, pero Yulia negó nuevamente.

—Se... me pasará — habló lento. Sus ojos se abrieron. Le miró —¿Podrías  por favor llamar una grúa para que recojan la motocicleta? No quiero que se la roben...

Elena asintió e hizo lo que le pidió. La grúa estaría allí en quince minutos y llevarían la motocicleta a casa de los Volkov.

Yulia le agradeció por la llamada, y después de eso, el auto quedó en silencio... Pero no fue por mucho.

—¿Ahora si podemos hablar? — Yulia le dijo.

Elena dudó pero al final asintió sin mucha gana — ¿A dónde quieres ir? — Le dijo.

Yulia se encogió de hombros — Puede ser aquí o... puedes conducir, encontraremos un lugar.

Elena tomó la segunda opción, arrancó su auto y se fue por toda la autopista.


Minutos más tarde, Elena se encontraba saliendo de la ciudad, no entendía porqué, solo había conducido sin parar y ahora se hallaba en la solitaria carretera. En los alrededores, rara vez ya se veían casas o edificios, eso era esporádico. De pronto, Yulia despertó de la pequeña siesta que había tomado y miró a las afueras, todo estaba oscuro y llovía con fuerza.

—Al fin abriste los ojos, estoy conduciendo desde hace rato y no me has dicho donde detenerme — Elena le dijo con calma.

Yulia echó un vistazo de nuevo por la ventana y vio un pequeño amoblado a unos metros, le señaló allí y le pidió que se detuviera.
Cuando estuvieron frente al lugar, notaron que había un letrero electrónico con letras grandes que decía “MOTEL”.

Elena enarcó una ceja. Quiso iniciar un interrogatorio pero Yulia se bajó del auto como pudo y la dejó con la palabra en la boca.

De inmediato ella también se bajó del Porsche, le puso seguro y siguió a Yulia adentro.

La chica herida ya se encontraba llegando a la recepción.

—Yulia... ¡Espera! ¿Por qué aquí?— Le dijo al llegar a su lado pero su rostro se llenó de vergüenza cuando vio a la chica de la recepción mirándole.  Se quedó callada y agachó la mirada. Su cabeza ardió.

—¿Qué tipo de habitación vas a querer? — La recepcionista hablaba con Yulia. Le mostró un folleto — Tenemos sencillas, unas más decoradas... Aquí puedes ver las diferencias...

—No, no, — Yulia le cortó —No te preocupes... Dame una sencilla.

—Bien, son dos mil rublos la noche — Yulia asintió y sacó su tarjeta de crédito, la chica hizo el papeleo correspondiente y les pasó la llave —Habitación 20, está en el segundo piso. Que lo disfrutes...

Elena al oír la última sentencia no pudo evitar sonrojarse, la chica de la recepción por supuesto lo había hecho con doble sentido.

Yulia guardó su tarjeta en el jean y tomó a Elena de la mano. Ambas comenzaron a subir las escaleras, el lugar no era lujoso pero tampoco estaba tan mal. Llegaron a la habitación 20 y Yulia abrió la puerta. Dejó que Elena pasara primero y después cerró con seguro.

Elena empezó a mirar con extrañeza el cuarto, había espejos en el techo y en las cuatro paredes, una cama en forma de corazón, luces de neón alrededor de la encimera... Fue inevitable que sintiera nervios, nunca había estado en un lugar así, nunca había entrado a un motel.

Miró el colchón, y sintió dudas en ir allí, pero no tuvo de otra ya que era el único lugar para sentarse. Tímidamente tomó una parte pequeña para posar su cuerpo.

Yulia cojeó hasta a la cama y se sentó a su lado.

Elena le frunció el ceño —¿Por qué aquí?— Le dijo con algo de fastidio.

Yulia miró a sus alrededores y no pudo evitar sonreír de medio lado — Yo no sé, solo lo vi, no sabía que era un motel hasta que leí el letrero. Sé que esto es horrible pero eso es lo que menos importa ahora... Solo deseo que me escuches...

Elena soltó un suspiro, miró una vez más a su alrededor y volvió su atención a ella.

—Estoy decepcionada de ti... — Le dijo con tristeza, intentó apoyarse contra el espaldar de la cama, pero de repente activó algo en ella y todo empezó a vibrar. Se asustó tanto que se abrazó a la mano de Yulia —¿Qué demonios es esto?— dijo sorprendida.

Yulia se inclinó hacia el espaldar y movió un pequeño botón, la cama detuvo sus vibraciones.

—Es lo último en tecnología para que quien esté arriba disfrute más — Dijo con diversión pero a Elena no le causó ninguna gracia.
Su rostro permaneció fruncido. Suspiró — Lena, lo siento si... Soy una estúpida, una imbécil, fui una débil por dejarme llevar... — Empezó a decirle. Se miraron fijamente — Mira... Cuando llegué a casa mi hermano me dijo que mi ex novia y sus padres estaban allí, me enojé mucho porque no entendí que demonios hacia ella en mi hogar si todo lo habíamos dejado claro. Quise hablar con ella para cuestionarle pero me enredó, empezó a sacarme en cara muchas cosas... Cosas en las que tenía toda la razón... Yo me sentí presa de mis errores y de pronto cuando ella se me acercó a... — dudó en decirlo... Se pausó... pero tenía que hacerlo — A... besarme,  yo me sentí débil y me dejé llevar... Me cegué.

—Si te sentiste así... Es claro que aún la quieres... Eso es innegable.

—No, no es así... Mis sentimientos son diferentes ahora... — Se quejó — Ya no siento nada por ella Elena, tú eres la chica me gusta.

—Exacto, Yulia, solo soy la chica que te gusta, solo soy eso... — Sus ojos se volvieron cristalinos —Mordió su labio por el nerviosismo, trataba de evitar el llanto.

Yulia le tomó la mejilla, no deseaba verla llorar otra vez — No es así... — le susurró.

Elena negó — Lo es... Aún no me olvido de las veces que me sacaste en cara lo enamorada que estabas de ella. En cada oportunidad lo hacías y me dolía en lo más profundo de mí porque odiaba escucharlo... Tal vez, esto que pasó entre tú y yo, no debió ser así, debimos tomarlo con calma, conocernos, sanar las heridas... Debimos habernos tomado un tiempo para aclararnos.

—Elena, primero... era obvio que te dijera que estaba enamorada de ella, era mi novia... Y tú alguien que solo me hacía la vida imposible... Pero eso fue cambiando, a pesar de todo empecé a verte y a sentirte diferente... Empecé a enamorarme de ti...— chilló...  
—Y sí, estoy de acuerdo en que debimos tomarlo con calma pero no se dio, y no se dio porque no podemos... porque nos gustamos demasiado. Elena, esto ya no tiene reversa, y lo que pasó hoy no fue nada, solo la besé, solamente eso. No me acosté con ella, ni lo haría jamás.

—¿Estás segura?

—Completamente — Le respondió con seguridad y se dejó caer al colchón ya que cabeza le empezaba a doler — Yo le respondí al beso, y la toqué indebidamente en su parte superior pero después no hice nada más... No intenté nada más... — Y eso era completamente cierto, Miroslava era quien se había desabrochado el sostén y quitado la camisa en un intento de excitarla para seguir.

Elena creyó en sus palabras, pero no podía simplemente dejarlo así... Yulia tenía que ganarse su perdón —¿Y cómo voy a tener una garantía contigo? Yo necesito algo que me haga confiar en ti de nuevo porque esto que estoy haciendo y viviendo es muy difícil para mí. Es la primera vez que me abro a alguien como lo he hecho contigo y no quiero que de un día para otro quebrantes mi corazón.

Yulia volvió a sentarse. Le agarró su mano — Haré lo que me pidas, lo que tú quieras. Yo... no dudé en confiar en ti a pesar de todo lo que pasó desde que nos conocimos, y no te estoy sacando en cara eso, solo quiero que pienses bien porque si tú no me importaras, no estaría aquí... Ni así— dijo frunciendo el rostro de dolor. Se tomaba las costillas con frecuencia.

Elena al notarlo la hizo recostarse — Ven... hazte aquí — le colocó una almohada en la que Yulia pudo descansar la cabeza.
De repente, el teléfono celular de la chica herida empezó a timbrar, ella intentó sacarlo de su bolsillo pero no pudo y fue Elena quien lo tomó, ella lo contestó y lo llevó hasta la oreja no herida de Yulia.

"Yulia, gracias a Dios... Una grúa acaba de dejar la motocicleta en la que te fuiste... ¿Qué pasó? ¿Qué fue lo que te pasó, mi vida?— Era Larissa, sonaba muy angustiada.

Yulia se sintió peor debido a eso — Madre perdóname por no escucharte, merezco que me castigues como tú lo desees.  Perdóname por favor.

Eso no me interesa ahora, quiero saber que te pasó, si estás bien... y donde estás.. .

—Estoy bien mami, te lo juro, solo me resbalé de la moto debido a la nieve, pero no me pasó nada grave. Más rato iré a la casa, te lo prometo.

En donde estás... Voy a ir por ti ya.. — Larissa repitió decidida.

Yulia negó y tomó ella el teléfono —No es necesario mamá, estoy con Elena, y estamos charlando. Estoy bien, te lo juro.

Elena sospechó que las cosas no estaban bien así que le quitó con delicadeza el teléfono y lo puso en su oreja.

—Señora Volkova, soy Elena... — Le dijo con calma.

Escuchó un suspiro al otro lado de la línea —¿Elena? Gracias a Dios hija, pensé que Yulia me mentía. Dime... ¿Están bien? ¿Están en el hospital?

—Estamos bien Señora Volkova, no tiene por qué preocuparse — Le repitió. Ella y Yulia se miraban fijamente. No podían negar el amor que se sentían — Y si, ya fuimos al hospital — Dijo para tranquilizarla —Pero no nos dejaron mucho tiempo ya que Yulia no sufrió ningún golpe severo, son solo raspones.

Oh... eso me tranquiliza... ¿Las recojo? Donde est...

—No es necesario — Elena la cortó — Yo misma la llevaré a casa en un rato. Se lo prometo. Quédese tranquila.

Está bien hija... Gracias... — Dijo más calmada.

—Voy a pasársela — Elena estuvo a punto de quitarse el teléfono de la oreja, pero escuchó su nombre en la bocina. Lo dejó —Si...

Hija, mi hijo mayor me comentó lo que pasó y solo quiero decirte que por favor... Creas en Yulia, cometió un error y has que pague... pero no le cortes las alas, ella está realmente enamorada de ti. Me lo hizo saber muchas veces... No siendo más... Gracias por escucharme, y gracias por cuidar de Yul... Las voy a esperar por aquí.

Elena no contestó nada y solo le pasó el teléfono a la chica en la cama. Esperó a que ella terminara de hablar con su madre para volverle a guardar el aparato en el bolsillo.

Se volvieron a mirar.

—¿Vas a perdonarme?— Yulia le dijo.

Elena se encogió de hombros... — Aún no lo sé... Tienes que darme tiempo.

—Lena, por favor... — Yulia gimió levantándose del colchón, suavemente se deslizó por la tela mientras se iba agachando en el suelo.

Elena se confundió por lo que hacía pero después todo lo que vio fue a Yulia arrodillada frente a ella. De pronto un vago recuerdo vino a su mente, aquel día en la piscina cuando le pidió a Yulia que se disculpara arrodillada... Al final, ese deseo se le había dado... Pero verla así no la hizo sentir bien.

—Yul... esto no es necesario. Levántate, vas a lastimarte más... —  Yulia levantó la cabeza y Elena notó como la gasa de la ceja se le había vuelto a empavonar de sangre  —Dios... esto no me gusta para nada... — Murmuró con intranquilidad —Vamos, vuelve a sentarte en la cama... estás sangrando... — le dijo.

Yulia obedeció, y ella de inmediato se puso de pie para buscar algo con que limpiarle, fue al baño, miró alrededor de él y en una esquina se encontró un pequeño cajón blanco colgado en la pared. Pensó que tal vez era un botiquín pero cuando se acercó y lo abrió... Un montón de condones se cayeron al suelo.

Su expresión se arrugó —Este lugar es una jodida porquería — Dijo enojada y salió de nuevo a la habitación. Tomó su lugar en el colchón y tomó el rostro de Yulia para examinarlo una vez más...

—Tu ceja está sangrando mucho... —  Le comentó...

De pronto observó a Yulia de pies a cabeza y no pudo evitar negar – Joder… Le dije a tu mamá que te llevaría a casa... pero en realidad no puedo llegar contigo así... Te ves muy mal... Y a ella le daría un infarto... Lo mejor es que nos vayamos a mi casa.

—¿A tú casa?... — Yulia se extrañó... — ¿Y tú mamá? ¿Acaso tus padres no están allí?

—Sí, están... Pero y eso qué... — Elena se encogió de hombros... —No voy a dejarte así... Vámonos.

—No nos podemos ir aún... — Yulia dejó salir una media sonrisa — Pagué dos mil rublos por este palacio solo para pasar una noche contigo... Y aún no me has perdonado...

—Si no nos vamos de aquí ya, no voy a perdonarte nunca — Elena le advirtió enojada pero ella siguió con su sonrisa.

Ambas se pusieron de pie, Elena cogiéndola por el brazo para que no perdiera el equilibrio.

Empezaron a caminar lentamente pero antes de abrir la puerta, se detuvieron al escuchar unos golpes en la pared. Se miraron con confusión pero todo cambió cuando unos bestiales gemidos empezaron a hacer eco en toda la habitación.

Elena quiso sonreír pero se mordió el labio inferior para impedirlo...

—Wow... ellos sí que están aprovechando bien esos dos mil... — Yulia hizo el comentario y Elena no aguantó, se le salió una risita...
Abrieron la puerta... Y dejaron la habitación.


Una hora más tarde, ambas chicas se encontraban frente a la puerta de la mansión Katin. Elena metió la llave en la cerradura y abrió el bloque de madera para que Yulia pasara. Adentro todo parecía muy solitario, Elena llamó a Fedora una sola vez pero la encargada no atendió a su llamado.

—Creo que no hay nadie...  — Le comentó a Yulia quien  iba bastante callada, el ardor de las heridas la tenía en mal estado.

Elena al ver que definitivamente nadie se asomaba por esos lares, volvió a tomar a la chica herida y siguió su camino por la sala, las escaleras y por último a su habitación.

Entraron y lo primero que hizo fue dejar a Yulia sobre su cama para volver a la puerta y asegurarla.  Se quitó sus zapatillas, la  chaqueta y de nuevo se acercó a la chica herida... —Acuéstate, voy a traer agua y curitas para limpiarte — le dijo y se alejó a su tocador...

Yulia se dejó caer lentamente al colchón y un suspiro se le salió al sentirlo tan suave. El del motel era horrible.

Elena se montó a la cama y gateó hasta quedar muy cerca de ella. Puso una bandejita con curas, agua y gasas sobre el colchón y comenzó a quitarle las telas ensangrentadas de la ceja.

Yulia cerró los ojos y se relajó al sentir las delicadas manos de la chica sobre su rostro. Se tranquilizó de pronto al sentir que las cosas ya no estaban tan tensas como al principio... Aunque aún nada estaba solucionado.

Tras unos minutos, Elena logró limpiarle la herida y que la sangre se detuviera. Le cubrió con unas curitas muy infantiles y sonrió al ver lo bien que había quedado su trabajo... Oh, y también porque el diseño de las curas contrastaba muy bien con el rostro angelical de Yulia.

—Ya está... Hice mejor trabajo que la chica de la ambulancia... — Comentó divertida.  

Yulia abrió los ojos y le agradeció con calma, después se subió la camisa rota para mirarse y tocarse la costilla derecha, le dolía pero a simple vista no se veía nada...

—¿Te duele?— Elena le dijo.

Ella asintió —Si... Y también me arde mucho la espalda. Creo que también me la raspé — dijo y se sentó en el colchón. De repente, se quitó la camiseta y la dejó en el suelo

Elena abrió los ojos como platos por su acción.

—¿Tengo algo?— Yulia le preguntó.

Elena posó su mirada allí y le vio una gran raspadura a la altura de las caderas hasta los omóplatos.

Su rostro se arrugó.

—Ouch...... tienes otra herida ahí... Debimos ir al hospital — Dijo con frustración.

Yulia no lo pensó dos veces y se movió para esta vez acostarse boca abajo. Abrazó una de las almohadas de la cama y dejó su cabeza descansando allí... Su perfil herido quedó a la vista de Elena —¿Podrías ayudarme en esa también? Me duele...— Le pidió.

Elena enarcó una ceja con algo de intranquilidad pero al final asintió —Se acomodó a su lado y de pronto notó que no iba a poder desinfectarle la herida adecuadamente sin antes quitarle el sostén.

—Ah... Yul... — habló con nerviosismo. Temblaba un poco —Yo... voy a tener que...

—Sí, hazlo — Yulia lo entendió.

Elena, con mucha timidez y duda tomó los prenses del sostén y los desabrochó. Dejó ambas uniones a los lados y su corazón latió con fuerza cuando notó que Yulia se los sacaba y los dejaba sobre la cama.
No pudo evitarlo y sus ojos traviesos viajaron hasta el colchón, allí detalló como el pecho desnudo de Yulia se aplastaba contra la tela...

Mierda... Me voy a desmayar...  Se dijo mentalmente y comenzó a tocar sutilmente la herida con una gasita.
Poco a poco fue quitando la sangre de los alrededores pero su ceño se frunció cuando vio que al lado de su cadera había una gran parte de la herida con residuos de cemento y tierra. No quiso tocarle allí por miedo a hacerle llorar o algo parecido y detuvo su tarea.

—Yul... tienes esa herida llena de tierra y me da miedo quitarla, no quiero lastimarte... Porque...  mejor... no... Te duchas... El agua tibia te ayudará — Le dijo insegura.

Yulia no respondió, sin embargo, de pronto se inclinó para sentarse, Elena reaccionó y agachó la mirada de inmediato.  No podía creer lo que estaba pasando, Yulia Volkova estaba con el torso desnudo frente a ella. Se puso roja.

Yulia al notarlo, se cubrió los pechos con su brazo —Creo que si necesito la ducha... ¿Me ayudas con....  — Elena levantó la mirada un poco y la vio intentando zafarse los pantalones con su mano libre.  

Acercó sus manos allí y tomó el control de los botones y el cierre, le bajó el jean con cuidado hasta sacárselo y en el muslo le descubrió otra raspadura pero de carácter menor. Pero como era de esperarse, su mirada no pudo quedarse con la herida y viajó por las blancas piernas de Yulia hasta posarse en las bragas negras que llevaba. Un completo suplicio.

—¿Puedo usar tu ducha o voy a otra? — Yulia la sacó de su distracción.

Ella de inmediato se puso de pie y le señaló el baño —Ah... ven por aquí, por favor... — No podía esconder su nerviosismo, ni mucho menos mirar a la chica en paños menores. Se metió a su baño aún con la cabeza gacha y lo programó para que de la llave cayera agua tibia.

Yulia entró hasta allí y no le sorprendió ver todo de color rosa, incluso la tina.

—Ten... esto es un jabón anti bacterial, frótalo en las heridas, te ayudará mucho — Le dijo.

Yulia lo tomó, siguió a la ducha y antes de que ella le cerrara la puerta se giró para mirarle —Espera... — le dijo, Elena le miró expectante —No... alcanzo a lavarme la espalda. ¿Podrías?

Elena quiso salir corriendo de allí antes de que le diera un infarto pero no pudo, asintió sin más y tomó el jabón.

Yulia abrió el grifo y el agua comenzó a caerle en su blanca piel. Unos inevitables quejidos se le salieron cuando el líquido tibio le tocó las heridas, pero aguantó y se quedó bajo el chorro. Se giró para ponerse de frente contra la pared y permitirle a Elena ayudarle...

Y así fue... Elena Katina, dudosa, asustada, nerviosa, intranquila y un sin fin de cosas, empezó a rozar el jabón suavemente por toda su piel.  El silencio se apoderó del lugar, el único sonido que se percibía era del grifo del agua chorreando.

Elena hacía círculos suaves con el jabón pero pronto se perdió en la piel blanca y brillante de Yulia. Empezó a trazar con la yema de sus dedos en lugares que no requerían su cuidado y estaban en perfectas condiciones.

Muchos más recuerdos vagos llegaron a su cabeza, y uno de ellos fue cuando se había encerrado con ella en su auto, y habían tenido ese momento tan íntimo...

A pesar de todo, volvió a mantener la cordura y siguió con lo que tenía que hacer. Después de terminar, dejó a Yulia para que terminara de ducharse debidamente y salió del baño para ir por más curas y gasas.

Esperó unos segundos a que Yulia cerrara el grifo del agua y cuando abrió un poco la puerta de la ducha, le pasó una bata de baño.

—Póntela al contrario, por favor... Voy a cubrirte la herida de la espalda — Le dijo.

Yulia asintió y tan solo unos segundos después salió solo con la espalda descubierta.

Elena le señaló que se girara y trabajó en su espalda por unos minutos hasta cubrirla bien con gasitas. Después lo hizo con su muslo y rodilla y por último con su mejilla.

—Acabamos, ya puedes secarte bien. Te traje algo de ropa — Le señaló el tocador, allí había unas prendas. Espero que te quede bien. Permiso — Le dijo y salió del baño.

Yulia se preparó y vistió una camisa y una sudadera blanca. Tomó una bamba sobre el tocador de Elena y recogió su cabello.

Salió a la habitación, y vio a la chica guardando los implementos sobrantes en su tocador.

Ambas se miraron. Yulia no sabía ni que decir. Elena se había comportado tan bien después de todo.

—¿Te sientes mejor?— Elena le  preguntó con una sonrisa.

Yulia asintió —Si... Y te lo agradezco... Mucho. Yo...  No sé cómo pagarte.

Elena negó despreocupada — No es nada, nunca te hubiera dejado como estabas. Voy a traerte una chaqueta y nos vamos a tu casa... — Le dijo. Se dirigió a su closet y al pasar al lado de Yulia, ella le agarró de la cintura. La encerró entre sus brazos sin dejar espacio entre ellas...

—Espera... Yo no quiero irme a mi casa... No sin que me digas algo, no me puedes dejar así... — Se refirió a lo que había pasado con Miroslava.

Elena no pudo evitar que su corazón bombeara con fuerza. Agachó la cabeza y se quedó en silencio mientras reflexionaba sobre lo sucedido.

Era difícil, pero no podía con ello. La miró de nuevo — Voy a perdonarte pero tendrás que hacer algo por mi primero.
Yulia asintió de inmediato  —Lo que sea, Lena, lo que sea.

—Primero, vas a dejarle en claro a tu ex novia que ya no quieres nada con ella, y tendrás que hacerlo frente a mí, frente a tus padres y frente a los de ella. Segundo, no quiero que nunca jamás vuelvas a  aceptar salir con alguien, a tomar café, a una cita o lo que sea, y mucho menos a Varvara, a ella la quiero lejos de ti. Tercero, no vuelvas a cometer este tipo de errores porque no te lo volveré a perdonar si lo haces, y cuarto... Tendrás que enamorarme y mimarme todos los días a partir de hoy para que yo no tenga dudas de ti.

— Lo haré preciosa, lo haré...

—Espero que así sea Yulia Volkova... Oh y se me olvidaba algo, nunca jamás me vuelvas a llevar a un Motel... así sea para hablar o lo que quieras, no te lo voy a aceptar.

—Si... lo prometo.

—Bueno... entonces vamos... — Le dijo pero Yulia no se movió.

—No quiero ir a mi casa, ¿Puedo dormir contigo esta noche?

A Elena le encantó la idea, pero dudó...

Quería y no...

—Está bien... Pero mañana nos iremos temprano a tu casa. Voy al baño a cambiarme, ve acomodándote — Le dijo, Yulia la soltó lentamente y dejó que se fuera al cuartico.

Ella caminó hasta la cama y se acomodó en uno de los lados, se quedó mirando la puerta del baño hasta que minutos después se abrió y Elena salió envuelta en una bata. La vio cerrar la puerta y pensó que iría al closet por una pijama o alguna prenda de dormir pero no lo hizo y se dirigió directamente a la cama.

Vio como Elena se ponía  de espaldas a la cama, se desamarraba el nudo de la bata y se la quitaba con cuidado, de pronto quiso morir cuando le empezó a ver la espalda desnuda...

Elena se sentó en la cama aún dándole la espalda y antes de quitarse toda la bata se cubrió con la sabana y se acostó en el lado vacío del colchón, Yulia vio como dejaba la tela sobre la mesita y se arropaba se cubría con la cobija hasta el cuello.

Elena apagó la lámpara de su lado pero no cerró los ojos, estaba tan nerviosa por lo que estaba haciendo pero quiso hacerlo para torturar a Yulia un poco. Esperó a que la chica a su lado también apagara la otra lámpara pero eso no sucedía. Lentamente se giró y vio a Yulia mirándola con deseo... Las pupilas completamente dilatadas... Cosa que le encantó.

Con el corazón latiéndole a mil, regresó a su posición y de repente tuvo que cerrar los ojos por el corrientazo que sintió en las venas al percibir un aire caliente a la altura de su cuello y oreja.

—¿Podría empezar a enamorarte y mimarte desde este momento? — Escuchó a Yulia susurrarle. Giró su rostro para verle y no pudo evitar que su centro palpitara. Agarró a Yulia de la nuca y juntó sus labios con los de ella...

Su plan de tortura se había quebrantado por completo....




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Mensaje por Aleinads 6/12/2020, 6:48 pm

Que dura eres Lenita xD
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Mensaje por Yulieth 6/12/2020, 7:24 pm

Oh mi Dios jejeje me encanta este rumbo de la historia donde no ha salido el lado maquiavélico de Inessa aún jejjee...
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Mensaje por Volkatinale92 6/12/2020, 10:01 pm

Hola!!! Uff casi me da un infarto al pensar que todo lo que habían acanzado se iba a perder 🤭 me encanta esta Elena, más calmada y más atrevida 😅😅 me encanta gracias por actualizar

Volkatinale92

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/15/2020, 4:05 pm

Hola chicas, cómo han estado? Bueno, Rolling Eyes  mis deberes me han tenido un tanto ocupada, por eso no he podido cumplir con los horarios de publicación de la historia, pido disculpas por ello.

Gracias, siempre les estaré agradecida por cada acogida que les dan a las historias, no solo a las mías, sino también a las demás escritoras que utilizan el foro como una vía de escape para que todas disfrutemos que todas estas fantásticas historias, que nos hacen salir un rato de toda nuestra realidad.

Trataré de publicar más seguido, al menos este fics que a pocos capítulos está de su final, ya que probablemente comience de lleno con mis labores cotidianas, en este horario de flexibilización, producto de toda la contingencia voluntaria que ocasionó este virus llamado COVID-19, y nos leeremos entonces cada sábado.

Un fuerte abrazo chicas!

A leer!!


Capítulo Anterior:




—Yul... estás bien — Elena se preocupó al notar que se ponía más pálida de lo normal, intentó acunarle la mejilla pero ella de inmediato la esquivó agarrándole la muñeca.

—Tú... ¿Qué haces aquí? ¿Por qué viniste? — Yulia no pudo ocultar su desespero.  Cerró la puerta tras de sí y empezó a arrastrarla hasta su habitación.

—Yul... ¿Qué pasa? ¿Por qué te comportas así? — Le dijo preocupada.

Yulia le miró fijamente y, al notarle el rostro lleno de inquietud se sintió como la peor mierda.  El ardor en sus ojos comenzó a molestarle  tanto que su frente cayó contra el hombro de la chica.  Culpa... Solo culpa.

—¿Por qué tenías que venir?— Le susurró débilmente.

[***]

En ese instante, la puerta del cuarto de pinturas se abría y de allí salía Miroslava, que al presenciar la escena que se vivía a unos metros de ella de inmediato se acercó llena de ira.

Al llegar, jaló a Yulia de su brazo.

—¿Qué demonios haces?—  Intentó alejarla de Elena pero Lenin llegó rápidamente y la tomó por las caderas deteniéndola.

Ella y Elena cruzaron mirada.

Miroslava inmediatamente la reconoció.

—¡Maldita zorra descarada! ¡¿Qué mierda haces aquí?! ¡Aléjate ya de mi novia! ¡Eres una vil perra! ¡Una rompe relaciones! — Le gritó sin parar.

—¡Voy a matarte en este instante! ¡Pedazo de mierda ofrecida! — Miroslava pataleó sin detenerse para poder escaparse de Lenin pero él no daba su brazo a torcer —¡Suéltame ya! ¡Voy acabar con esa tipeja!— Siguió gritando como desquiciada.

[***]

Yulia vio como el auto se alejaba y rápidamente tomó las llaves de suelo. Miró alrededor y encontró que en su patio del garaje estaba parqueada una motocicleta también de alto cilindraje mucho mejor que su anterior adquisición. Era completamente negra y brillaba por doquier.

En ese momento, se encontró atascada en un trancón y a pesar de que el semáforo estaba en verde, nadie avanzaba. Con furia pegó su mano a la bocina del Porsche y la hizo sonar sin descanso.

Al ver que aún así nadie aceleraba, bajó la ventana para sacar la cabeza pero lo único que logró fue que Yulia la alcanzara a ver.

Enojada por su descuido, se resguardó otra vez y volvió a golpear la bocina con desesperación mientras aceleraba poco a poco. Al darse cuenta que Yulia había llegado a su lado, giró como pudo por una calle y tomó la infinita autopista.

Decidida a escaparse por ese lugar, metió su pie con más fuerza en el acelerador y se fue como un rayo. De nuevo echó un vistazo por el espejo retrovisor y al ver a Yulia más cerca, giró bruscamente el auto por el camino indicado y frenó en seco.

Yulia al verla cogiendo esa ruta, intentó frenar para dar la vuelta pero fue imposible ya que las llantas y el cemento resbaloso le jugaron una mala pasada. La motocicleta le ganó por su gran peso y se deslizaron aparatosamente en el suelo unos cuantos metros. El cuerpo de Yulia dio unas cuantas vueltas sobre el cemento hasta que su anatomía se detuvo boca abajo.

Elena, al presenciar la aparatosa caída, gritó desgarradoramente el nombre de Yulia y salió corriendo del auto para ir hacia ella. Al llegar, rápidamente se agachó a su lado y la giró boca arriba, toda la parte izquierda del rostro de Yulia se encontraba llena de raspones y su ceja izquierda le chorreaba sangre sin parar. Su camisa blanca se había rasgado por todos lados y un pedazo de su jean a la altura de su muslo se había roto por completo. Su pie y su mano también sangraban debido a los rasponazos.

Elena no pudo con la desesperación y comenzó a sollozar al verla allí tendida y sin respuesta, sacó su teléfono de la chaqueta e intentó llamar a una ambulancia pero se detuvo cuando vio a Yulia apretando los ojos, haciendo expresiones de dolor y empezándose a quejar...

El alma le volvió al cuerpo.


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Veintiocho




Ambas comenzaron a besarse lentamente pero llenas de pasión. Elena, se deslizó en el colchón apropiadamente sin despegar sus labios de la boca caliente de Yulia. Le abrazó del cuello y le mantuvo allí hasta que tuvieron la necesidad de separarse para poder respirar. Se miraron plenamente. Ninguna pudo negar la excitación que les carcomía pierna arriba y se les notaba tan fuerte en el brillo de los ojos.

Yulia, aprovechó el momento y se movió con cuidado sobre el cuerpo de Elena, sentándose ahorcajadas sobre sus muslos sin dejar de mirarle al rostro.

—Eres jodidamente hermosa... — Le susurró sin pensarlo, posándole las yemas de los dedos en la mejilla y acariciándole con ternura, pero como era de esperarse, aquella acción no duró mucho porque poco a poco sus caricias se fueron trasladando por la yugular, la garganta y clavícula de Elena.

Quiso seguir tocando pero no fue posible ya que se topó con la sábana que le cubría el pecho.

Se volvieron a mirar detenidamente, y en ese instante Elena se dio cuenta que no tenía que ser adivina para saber lo que Yulia quería.

Sin timidez, bajó sus manos hasta la cobija y la agarró de las esquinas, comenzó a bajarla lentamente por su torso ante la mirada atenta de Yulia.

Su corazón empezó a latir con fuerza a medida que iba bajando y bajando la cobija, la mirada devoradora de Yulia la estaba enloqueciendo...

Finalmente, dejó la sabana hasta el inicio de su pubis y la apretó con fuerzas. El nerviosismo la estaba matando. Se sintió llena de vergüenza.

Yulia sin poder evitarlo se saboreó los labios mientras le miraba su desnudez. Ya había visto a Elena sin prendas una vez cuando sin querer la descubrió por el balcón pero en esta ocasión se sentía diferente, no era una casualidad, simplemente la tenía tan cerca y tan disponible que no lo iba a aguantar...

Sus ojos se deslizaron de pronto a ese par de pechos notablemente excitados, no pudo aguantarlo y le agarró uno de ellos con mucha suavidad, palmando toda su mano allí, dándose cuenta de lo bien que calzaba su extremidad en ello. Quiso atreverse un poco más y con su pulgar acarició el botón rosado y blando que sobresalía en aquella piel.

Elena al sentirlo, se mordió el labio inferior y le tomó la muñeca con fuerza. No pudo soportar ese toque, le doblegó e, hizo que las vibraciones en su centro se volvieran insoportables.

Yulia en ese momento supo que no podía detenerse. Al sentir que el agarre se hacía más fuerte en su mano, se agachó nuevamente, pero esta vez dejando que sus labios se posaran entre el comienzo de los pechos de Elena, donde su lengua, salió de su boca para lamerle intensamente todo el lugar.

Elena no lo pudo evitar y gimió placenteramente mientras su mano libre se enredaba entre el cabello de Yulia para intentar mantenerla allí...

Los lengüetazos húmedos en su piel sensible estaban acabando con su cordura, al igual que las caricias en su erecto pezón y su piel redonda.

Elena pensó que no había algo que pudiera encenderla más que eso hasta el momento en que sintió que un líquido caliente le cubría su pezón derecho y parte de su piel redonda, que aún no había sido mimada. Apretó los ojos y abrió la boca tanto como pudo para dejar salir un gemido bestial que no pudo retener. Inclinó su cabeza hacia la parte baja de su cuerpo y lo que sintió al ver la boca de Yulia devorando su botón rosado fue indescriptible.

Yulia envolvía su lengua en él, saboreándolo como si fuera el más delicioso de los dulces... Por último, lo mordió suavemente y lo estiró mirando a la dueña de él.

Sin dejar de mirarla a los ojos, se deslizó hasta el otro pecho y lo devoró sin reparos, Elena no pudo mantener la mirada ya que la boca de Yulia la estaba volviendo loca, doblegaba su cabeza de izquierda a derecha y cerraba los ojos. Su respiración era inestable al igual que los latidos de su corazón.

Mientras seguía y disfrutaba de la deliciosa piel blanda de aquellos pechos, Yulia logró divisar en la costilla izquierda el dichoso tatuaje que la dueña de ese fenomenal cuerpo quería mostrarle en la cueva. Detuvo sus geniales mordidas para detallar con cuidado la tinta plasmada allí.

Leyó aquella frase que estaba escrito en un idioma desconocido para ella y lo cubrió con un beso.

— Toujours belle — Susurró con calma.

Se inclinó nuevamente para observar a la chica que tenía abajo suyo, la misma que a simple vista estaba hecha un desastre por la excitación. Despeinada, roja, sudorosa, inestable... Y eso que aún no habían hecho mucho. No pudo evitar sonreír... — Te ves hermosa... — fue sincera.

Elena soltó una risita nerviosa ante ello. Las sensaciones eran muchas.

Yulia volvió a concentrarse en el dibujo. Lo trazó con sus dedos mientras repetía lo que estaba escrito... Recordó que no se lo vio aquel día que la había visto desnuda... Entonces era reciente — Toujours belle... ¿Qué significa esto?

Elena gimió al oír esa pregunta... —Dios... estoy excitada hasta el carajo y tú me estas preguntando ahora por eso... ¡Ya ni lo recuerdo! — Exclamó desesperada.

A Yulia le causó gracia su respuesta pero a la vez le dio la razón, ese no era momento para ese tipo de preguntas así que nuevamente volvió a inclinarse sobre su pecho. Le sonrió con picardía y ante su mirada atenta volvió a meterlo dentro de su boca.

Elena de nuevo sintió que explotaba, tanto fue que percibió como algo le fluyó entre sus muslos.

Yulia se dio cuenta de cómo apretaba la cintura y se inclinó para verla, Elena agarraba con fuerza la almohada en la que estaba apoyada... Ambas manos tomaban la tela con desesperación.

—¿Qué pasa?— Yulia le preguntó pero solo le veía morderse los labios.

Rápidamente sus ojos viajaron hasta donde se había quedado estancada la cobija y, por el movimiento que había hecho ella, se había logrado descubrir un poco de la pubis. Por un momento se quedó pensando en que debajo de esa sabana estaba lo que más deseaba conocer y… Probar.

Intercambió una mirada a Elena y no tuvo que pedir permiso para lo que haría... Simplemente, colocó su mano abajo del ombligo de Elena y la deslizó lentamente por debajo de la cobija bajando la tela solo un poco...

Su mano siguió el camino y se encontró con que efectivamente Elena estaba sin nada de ropa interior. Sus ojos se abrieron al sentir el centro caliente y palpitante de Elena.

Tocó la humedad y eso le nubló la mente, metió sus dedos un poco más abajo hasta que pudo dar entre los pliegues de la chica, deslizó su dedo entre ellos y al oír un quejido que no fue placentero por parte de Elena, rápidamente sacó su mano. Pensó que había hecho algo pero al mirarla a los ojos, supo que solo había sido una reacción diferente por el toque.

Al ver su mano llena de fluidos, no dudó en mirarla detenidamente, sonrió y la pasó sobre el estómago de Elena, dejando el líquido brillando allí.

Lo observó con lujuria, se dio cuenta de que podía perderse de ese manjar y volvió a agacharse para lamerlos completamente.

Elena nunca había sido testigo de una escena tan excitante, boquiabierta miró como Yulia lamia sus flujos en su estómago. Se sintió tan pervertida que espero a que aquella lengua tomara todo y rápidamente la atrapó de la barbilla y la atrajo para comerle la boca a besos... Para probar su propio sabor.

Unos instantes después se separaron sin dejar de mirarse, Elena estaba prendida hasta el límite y quería seguir siendo tocada y mimada; sin embargo, ella también quería disfrutar de Yulia como siempre lo había soñado. Ver, tocarla, probarla....

Se deslizó poco a poco en el colchón hasta quedar arrodillada, Yulia lo intuyó y pronto terminaron intercambiando posiciones. Elena, arriba, mientras ella descansaba su espalda en la cama.

Elena no se le apoyó en los muslos debido a que no quería por ningún motivo lastimarle las heridas. Sus manos se desplegaron hasta el final de la camisa de Yulia y la fue subiendo poco a poco hasta que logró zafarla de su cabeza. Dejó la tela a un lado y con calma procedió a detallar los atributos de la mujer que tanto le robaba el aliento...

Sus ojos por fin pudieron observar con claridad ese par de pechos que hace unos minutos habían sido su perdición. Eran tal y como los había imaginado miles de veces, eran pequeños y perfectos… Tal como la contextura de Yulia.

Pero eso no fue lo único que pudo detallar, la clavícula, los hombros, el estómago, la cintura, todo en Yulia era tan delicado que llegó a pensar que tal vez era una jodida alucinación.

De pronto se sintió tan nerviosa, realmente no supo cómo empezar, la única vez que había estado con alguien ni siquiera estaba en sus cabales y había sido hace mucho tiempo. Prácticamente era una completa inexperta en el tema.

Aun así, se llenó de valor y puso ambas manos sobre el blanco y pálido estómago de Yulia. Las desplegó con suavidad por aquella piel hasta llegar a posarlas debajo de ambos pechos que moría por tocar, sin embargo, al sentir que su posición de sentada, no era tan cómoda, intentó deslizarse más arriba de la pequeña cintura de Yulia pero al hacerlo, cometió el error de apoyarle su peso con las palmas de la manos en ambas costillas y desató un fuerte quejido de dolor en la garganta de la otra chica.

Al darse cuenta de su error, rápidamente se le quitó de encima completamente asustada. Yulia se flexionó a un lado intentando soportar el dolor, pero era imposible, la chica le había lastimado horriblemente.

—Yul... lo siento mucho... Yo no quería... Dios... — Elena se inclinó para verle la costilla pero Yulia se la tomaba con fuerza y se movía sin parar.

De pronto le vio lágrimas en los ojos y se llenó de terror, se bajó de la cama y cubrió su desnudez con la bata que estaba encima de la mesita de noche, abrió la puerta de su habitación y como por obra de Dios... Vio a Fedora entrando a la mansión, ella estaba acompañada de Katya y de los dos cachorritos.

—¡Fedo... !— Le gritó con desespero, ganándose la mirada expectante de la encargada —Ven rápido, necesito tu ayuda... — le dijo desesperada.

Fedora se extrañó pero no dudó en subir corriendo las escaleras para ver lo que pasaba, Katya y los cachorros la siguieron a la misma velocidad.

Antes de que la encargada entrara a la habitación, Elena prendió la luz de la lámpara y cubrió el torso desnudo de Yulia con la cobija.

—Lena... Lena... ¿Qué pasa?

Fedora pasó la entrada y de inmediato vio la escena, al observar a Yulia retorciéndose de dolor y las curaciones en su rostro rápidamente intercambió su mirada a Elena. Katya y los cachorros también llegaron detrás.

—¿Qué pasó Elena? — Preguntó yendo hacía Yulia, se sentó a su lado le examinó por encima las heridas del rostro y frunció el ceño...
—Háblame...

Elena se sintió nerviosa al ver la mirada penetrante de su hermanita allí, obvio no iba a decir nada frente a ella.

—Katy... puedes ir al baño y traer un vaso de agua... — Le pidió para que les dejara solas.

Esperó que la niña se alejara y rápidamente se subió en la cama por el lado libre. Acarició el hombro de Yulia.

—Es que sufrió una caída en su moto donde se lastimó en varias partes del cuerpo... y pues... Estábamos... aquí... ya sabes... Y yo sin querer me apoyé en su costilla derecha la cual le dolía mucho y terminé de ponerla peor... Creo que la tiene quebrada, fisurada o no sé... — Intentó explicar.

Fedora negó por el descuido de ambas. Bajó suavemente la cobija que le cubría el torso a Yulia y la hizo descansar de nuevo la espalda en el colchón para revisarle la parte derecha bajo su pecho.

Elena le colocó la camisa para cubrirle los pechos desnudos; mientras, ella se quejaba y lloriqueaba pero sin hacer mucho ruido.

—Bueno... No creo que esté quebrada — Fedora le acariciaba suavemente la costilla... — Si así fuera no podría ni moverse... — Concluía. Elena intentaba calmarle el llanto tocando con ternura sus mejillas. No abandonaba su cara de angustia —Estoy segura de que es solo una reacción al golpe o puede ser una pequeña fisura. Lo mejor es que descanse y no intente hacer movimientos fuertes.

En ese instante, la pequeña Katya salía del baño con el dichoso vaso de agua. Se acercó a Yulia, mirándole con preocupación.

— Yuli... ¿te vas a morir?— Le preguntó con inocencia. Yulia al oírlo logró soltar una risita mezclada con un quejido. Fedora y la chica Katina mayor no pudieron evitar burlarse por el divertido comentario.

Yulia inhaló y exhaló para tratar de calmarse, inclinó la cabeza para mirarle mejor y le mostró una media sonrisa que intentó sostener a pesar del fuerte dolor que sentía —No, bebé, eso no pasará... Solo estoy algo adolorida porque me golpeé — Le revolvió el cabello lindamente, logrando que su carita de intranquilidad se esfumara y cambiara a una radiante —Así me gusta verte, mostrando tu linda sonrisa... Ummm ¿Me das un poco? — Le dijo cuando le vio el vaso con agua en las manos.

La niña asintió sin dudar y le acercó el cristal a la boca con cuidado, bebió el líquido hasta la mitad y descansó de nuevo la cabeza en la almohada. El dolor se hacía menor.

— Creo que tengo una pomada que puede servir para aligerar el dolor. Ya vengo — Fedora se pronunció y procedió a salir de la habitación.

Elena se deslizó en la cama, acostándose completamente al lado de Yulia, abrazándole por la cintura y susurrándole disculpas al oído.

Katya al ver la escena, no dudó en imitar a su hermana mayor, se subió a la cama y se deslizó entre el brazo libre de Yulia. Apoyó la cabeza en su hombro y con su manita le secó las lágrimas.

Elena y Yulia se sonrieron mutuamente al ver a la niña de esa manera.

—Me han convertido en un sandwich, hermanas Katin — Yulia dijo débilmente pero con mucha diversión.

Las hermanas rieron.

La niña le clavó un besito en la mejilla.

—Te quiero mucho Yuli... — Le dijo con ternura.

Yulia sonrió ante eso. Era tan honesto.

Elena se inclinó para verle de frente. Puso cara de enojada pero eso no le duró mucho... sonrió —¿Qué nos has hecho Volkova? ¿Por qué estamos tan loquitas por ti?

Katya soltó una risita.

Yulia se encogió de hombros — No tengo idea, pero me encanta que estén loquitas por mí.

Elena no lo pudo evitar y la tomó de la barbilla para comenzar a besarle los labios con dulzura.

Katya las miró durante unos segundos hasta que cerró sus ojitos y suspiró con mucha calma. Aunque era una niña, esa escena no le había hecho sentir para nada extraña, al contrario, le gustaba. Amaba a su hermana y sabía que Yulia le hacía feliz.

Elena se separó del beso y descansó su cabeza en la almohada, hizo que Yulia girara su rostro para verle.

De repente hizo un puchero — Siento haber dañado nuestro momento tan íntimo por mi gran torpeza. Discúlpame... — dijo con tristeza.

Yulia chocó su frente con la de ella. Sus respiraciones se mezclaron.

—No lo sientas... Te prometo que tendremos muchos momentos como esos... Y serán realmente especiales.

— Me siento especial — dijo de inmediato —Me siento realmente especial... Lo que me hiciste sentir fue... — Suspiró — Delicioso... — cerró los ojos ante la sensación de recordarlo.

Yulia también dejó que sus parpados cayeran —Tú eres deliciosa... Tus pechos son deliciosos... Y tu sabor es jodidamente delicioso... — dijo sin agüero.

Elena abrió los ojos, su entrepierna palpito excitada de nuevo. Tuvo que apretar sus muslos para disminuir las punzadas —Eso que hiciste en mi estómago... — se refirió al momento en que le tocó su parte intima —fue muy enardecedor... No sabía que eras tan provocadora y pervertida — dijo con picardía.

A Yulia se le salió una sonrisa. Fue inevitable —Tenía que hacerlo amor... No iba a perder la oportunidad de probar el elixir de Elena Katina... Aunque... — Sus ojos se abrieron... De nuevo ese deseo en la mirada de ambas — Hubiera preferido disfrutarlo desde su fuente — Le susurró tan bajo y provocador como pudo.

Elena sintió como sus fluidos de nuevo explotaron por sus muslos. Se mordió el labio inferior y cruzó las rodillas con más fuerza. Estaba encendida hasta el carajo.

Agarró con fuerte la mandíbula cincelada de Yulia para besarle, pero todo se cortó cuando Fedora entró a la habitación sin aviso.

—Aquí está la pomada. Debes aplicársela alrededor de la herida — Se la intentó pasar a Elena pero ella no fue capaz de tomarla.

—Fedo... ¿Podrías tú echarla?... Es que... yo tengo que ir a ducharme... — dijo al borde del desespero, tomándose la entrepierna y salió corriendo rumbo al baño.

La encargada hizo una mueca de confusión al verle tan agitada, miró a Yulia y se confundió más al verla a ella sonriendo.

—¿Qué pasa?— Frunció el ceño.

Yulia no dejó la sonrisa. Se encogió de hombros — Tiene mucho calor... Es todo... — dijo con burla.

Fedora negó y abrió el pequeño bote de pomada, se untó un poco en los dedos y al momento de llevarla a la piel de Yulia, le lastimó a propósito las costillas, haciéndole gemir...

—Oye... — Yulia gritó con fuerza.

Fedora la señaló con el dedo —No juegues conmigo. No tengo once años... — le regañó.

Yulia le miró enojada.

Fedora prosiguió.

—Te advierto que tengan cuidado con lo que hacen, Inessa dijo que no se demoraba y podría estar aquí en cualquier momento. Evitémonos una tragedia — Le pidió.

Yulia relajó su expresión y asintió en acuerdo — Si señora... Lo haré...— dijo con respeto y se silenció para que la encargada continuara...

Dentro del baño se escuchaba como si lo estuvieran destruyendo.




Suspect  Santo cristo, Lena!!! que haces????
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Mensaje por Volkatinale92 6/15/2020, 4:57 pm

🤯🤯🤯🥵🥵 hace calor jajaja me gusto mucho pobre Elena jajaj se va a acabar el agua fría

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Mensaje por Yulieth 6/15/2020, 5:08 pm

😂😂😂😂 Que capítulo sofocante.
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Mensaje por Aleinads 6/16/2020, 8:50 pm

capitulo Hot!!! Embarassed Embarassed
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