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MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER

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MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 8 Empty Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER

Mensaje por Volkatinale92 6/30/2020, 11:55 pm

Buenisimooooo y bellisimooo por fin jejeje pobre Lena pero la espera valió la pena, me encanto, gracias!!

Volkatinale92

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 7/3/2020, 3:50 pm

Hola chicas, un saludo y un enorme abrazo. Este capítulo de hoy es demasiado corto, lo sé, pero los siguientes lo compensarán. Solo estamos a cuatro capítulos para que termine la historia y les repito el capítulo final lo subiré en dos partes ya que es extremadamente largo. Quiero subirlo esta semana con el fin de que no interfiera con mis labores y se me complique el poder hacerlo.

Disfrútenlo...

A leer!!!


MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 8 2020-011


Treinta y seis



El resto de la noche continuó su trascurso con mucha tranquilidad para la nueva pareja. Las manecillas del reloj se habían movido como era habitual, ahora, dándole la bienvenida a la aún oscura madrugada del nuevo día. La hermosa vista del cielo y de la ciudad servía magníficamente para hacer del ambiente un lugar más especial.

2:10 am del jueves, y Yulia y Elena se mantenían recostadas en el sofá cama, disfrutando de la compañía, de conversaciones tontas, de besos apasionados e, incluso, de pequeñas caricias que no iban más abajo de la ropa. En el suelo, unas cuantas botellas de vino ya vacías se habían unido como parte del decorado. Sin duda, estaba siendo un magnifico momento para ambas.

En un instante, Elena apartó sus labios de la boca de Yulia y bebió otro gran sorbo de vino proveniente de la botella que sostenía en su mano. Dejó que el líquido se deslizara por su garganta y apartó el cristal de su boca mostrando su bella sonrisa. Volvió a inclinarse contra el rostro de su chica y le regresó una sonrisa que derrochaba felicidad. Estaba maravillada. Aún no daba crédito de todo lo que le había pasado en un solo momento. Era la novia de Yulia Volkova. De la chica más guapa que jamás había visto. Tomó otro sorbo de vino y al alejar la botella de sus labios, soltó otra de sus típicas risitas risueñas. Yulia, el ambiente y, por supuesto, el alcohol se lo provocaban.

—Diablos... Me siento muy mareada Yul... Y no sé si es por lo enamorada que estoy de ti o por todo el vino que hemos bebido — Eso lo dijo con mucha gracia, causando que Yulia tampoco pudiera controlar su risotada.

Yulia, también capturada por el alcohol, pero en menor grado que ella, le agarró de la nuca y la atrajo de nuevo a su boca. El beso que compartían, no era para nada delicado. A ambas se les notaba la necesidad de la una por la otra. Lengüetazos y mordiscos abundaban allí. Era como si fuera lo último que tuvieran permitido hacer. Como si lucharan.

Elena, de pronto se encontró sorprendida con ella misma cuando sintió que su entrepierna se humedecía con sus propios líquidos y mojaban sus bragas. Se separó del beso de inmediato, sintiéndose incomoda por la sensación. Apretó las piernas para intentar detener el fluido pero lo único que logró fue sentir la necesidad de ir más allá con Yulia. La excitación la había atrapado. Lo quería, lo deseaba, añoraba que Yulia Volkova le acariciara cada rincón de su piel, y sobre todo, le mimara su palpitante centro. Le miró a los ojos, mostrándole todo el deseo que tenía reprimido. El hambre que le carcomía.

Yulia respondiéndole a su vista, no tuvo que adivinar nada. El brillo de los ojos verdigrises de Elena lo obviaba y lo pedían a gritos. También quería, pero, ella, aun estando más coherente, sabía que ese no era el lugar para cumplirle el deseo. Estaba consciente de que estaban en un lugar público, y que en cualquier momento podía entrar alguien allí y llevarse una sorpresa. De manera, que intentó pensar con rapidez.

—¿Te gustaría ir a un lugar más privado?— Le preguntó.

Elena, asintió sin dudarlo. Volvió a apretar sus piernas con desespero y se inclinó, quedando sentada. Yulia hizo lo mismo.

Elena se mostró algo avergonzada y se aclaró la garganta —Mmm... Vamos a donde quieras, pero no a un Motel, no quiero ir a un motel — Le aclaró.

Yulia le dio una media sonrisa y empezó a levantarse. La ayudó a su chica a salir del sofá cama. Le agarró su chaqueta, su cartera y su cerdito y empezaron a caminar hacia el ascensor.

En las afueras, el chofer de la limo aún las esperaba. Él al verlas salir, de inmediato saltó a la última puerta y la abrió para ellas. Notó que ambas caminaban tambaleándose así que se alertó varias veces cuidando que no se cayeran.

Finalmente llegaron al auto, Yulia ayudó a Elena a entrar y se quedó un momento afuera con el hombre. Le dio una sonrisa amable — Gracias por esperarnos Joseph.

El hombre asintió relajado — No, no tiene que agradecer señorita Volkova. Es mi deber — Le dijo con respeto —Mmm... Mejor dígame... ¿Desea ir a algún lugar en especial?

Yulia lo pensó durante unos segundos y se acercó a él para hablarle en voz baja. Se aclaró la garganta — No. Por ahora... Solo conduce a donde quieras.

Joseph, asintió, esperó a que ella entrara al auto y cerró la puerta. Fue al asiento del conductor y tomó la carretera sin ningún rumbo especial.

En el asiento trasero de la limo, Elena y Yulia empezaban nuevamente con los besos desesperados. Elena, deseosa de actuar, se deshizo de la botella de vino, dejándola parada sobre el asiento, y de inmediato, se subió ahorcajadas sobre los muslos de Yulia sin dejar de comerle la boca.

Yulia, como cualquier ser humano, no pudo controlar sus impulsos. Sus manos se deslizaron rápidamente contra los desnudos muslos de su novia. Empezó a acariciarlos con dulzura desde las rodillas hasta lo más alto, chocando con el dobladillo del vestido. No dudó ni un segundo y metió las manos bajo la tela. Comenzó a explorar con sus extremidades lo que había más allá de aquellos muslos hasta que logró palpar con ambas manos la redonda y suave piel trasera de Elena. De inmediato se las agarró con todo el deseo del mundo.

Elena abrió la boca y dejó salir un gemido al sentir como su novia le agarraba las nalgas con tantas ganas. Desesperada por la excitación, tomó a Yulia de las mejillas con fuerza y la obligó a mirarle. Yulia se mordía los labios con sensualidad. Era una escena demasiado bestial.

Elena no lo aguantó y puso ambos dedos pulgares en la boca de Yulia. Le trazó la forma de los labios con deseo. Estaba perdida en ella. Tanto así que su respiración se volvía incontrolable. Los fluidos de su entrepierna ya estaban como un chorro de agua.

—Llévame a tu habitación Yul, quiero que me hagas el amor allí. Deseo hacerlo en tu cama. Quiero me comas completa. Y lo quiero ya... — dijo sin poder aguantar.

Yulia asintió con calma, y oprimió uno de los tantos botones que había en el tablero de la limo. Un led rojo se encendió de inmediato — Joseph, vamos a mi casa, pero no conduzcas con prisa. Voy a necesitar algo de tiempo aquí — Le dijo sin dejar de mirar a los ojos de Elena. Siguió empapándole las nalgas, mirándole fijamente, mirando como las expresiones de Elena se iban volviendo cada vez más sensuales gracias a sus toques. De pronto, ya no pudo más y también sintió la necesidad algo más.

—Arrodíllate — Le pidió. Elena no dudó en hacerlo. La chica se apoyó con cuidado en sus dos rodillas y agachó la cabeza para no golpearse contra el techo del auto. Quiso entender el porqué del aquel pedido y obtuvo la respuesta cuando sintió que Yulia le subía el vestido hasta el ombligo.

Elena pretendió volver a sentarse en los muslos de su novia pero no lo hizo cuando sintió que las manos de su chica empezaban a caminar por la parte interna de sus muslos. No pudo evitar la jodida sensación. Cerró los ojos con fuerza y se agarró contra el espaldar del asiento.

Yulia, estudió la parte baja del cuerpo que había descubierto, y de pronto, notó que en las braguitas rojas y sexys que llevaba su novia tenían una gran mancha de humedad en todo el frente. Sonrió con picardía y no dudó en llevar su dedo pulgar allí. De inmediato, pudo sentir el abundante fluido que su novia resguardaba allí. Apoyó el dedo en la tela con algo de fuerza y lo subió de arriba abajo por toda la parte mojada.

Elena se mordió los labios para retener los quejidos pero fue inevitable soltó un chillido bestial y de nuevo intentó sentarse pero no lo hizo debido a que no deseaba que Yulia parara.

Yulia, perdida en el elixir que le ofrecía su novia, inclinó la cabeza hasta allí y en un empuje sacó la lengua y la pasó por encima de la tela, lamiéndole toda la humedad de abajo hasta arriba.

Esta vez, fue demasiado para Elena, y no fue capaz de resistirlo. Cayó derrotada en los muslos de su novia, respirando fuerte y llevándose una mano contra su propia entrepierna, sorprendiéndose de lo que acaba de pasar e intentando calmar las intensas pulsadas que le enviaba su clítoris. De repente sintió como otra ráfaga de fluidos escapaba de su cavidad de vaginal y se regaban completamente por sus pliegues, pasaban la tela y se regaban en su mano.

Yulia notó el líquido brillante en los largos dedos de la mujer y sonrió con picardía. Le cogió la mano humedecida y la subió hasta su boca para lamerle los dedos que estaban cubiertos por los fluidos.

Elena embobada miró como su novia se metía sus propios dedos a la boca. Estaba impresionada. Todo eso, era nuevo para ella. Una experiencia de locura.

A Yulia no le bastó solo con eso, dejó limpia la mano de su novia y le terminó de sacar todo el vestido, dejándole el torso completamente desnudo y servido solo para ella. Miró todo el panorama, deleitando sus ojos con esos grandiosos y delicados pedazos de carne que tenía enfrente. Llevó su rostro con lentitud hasta uno de ellos y dejó un beso en toda la mitad, sobre el pezón. Y como era de esperarse, ya estaban duros como una piedra. Sonrió orgullosa y deslizó sus manos por la cintura de la pelirroja, abrazándola completamente.

Elena al percibir la respiración caliente de su novia chocando contra uno de sus pezones. Volvió a perder la cabeza e inclinó su pecho para que Yulia lo mimara como era debido.

Yulia no fue ajena a la invitación, y se metió el botón rosado y erecto de su novia a la boca. Lo mordió sin presión, lo besó con dulzura y lo lamió durante unos minutos de la forma en que quiso. Disfrutó de ambos por igual hasta que una idea se le cruzó por la cabeza. Tomó la botella de vino del asiento y regó el líquido por el cuerpo de su novia, desde la mitad de los pechos, deslizando el contenido hasta sus bragas. Lamió la línea que trazó con el vino y después bebió un sorbo de la misma botella. Elena soltó una risita por fin.
Aunque la excitación la tenía a flor de piel.

Quiso atreverse, y le quitó la botella a Yulia de las manos. Mordiéndose el labio inferior, se regó ella misma por encima de su pecho otra pequeña porción de líquido.

Yulia sonrió divertida, disfrutando de lo que su novia hacía. Esperó a que ella terminara de verterse el líquido en su propio cuerpo y volvió a inclinarse para meterse a la boca el duro pezón, ahora, con sabor a vino.

Elena, mirando como Yulia disfrutaba de su pecho, se llevó la botella a la boca y bebió el resto del líquido que quedaba en ella en un solo sorbo. Ya vacío, lanzó el recipiente de cristal sin cuidado y agarró la cabeza de su novia para comerle la boca.

En ese momento, Joseph ya llegaba frente a la casa de los Volkov. El hombre, aunque por supuesto no era testigo de nada, sabía que algo íntimo estaba pasando en la parte trasera del auto. Se quedó allí parqueado durante unos minutos, regalándoles unos momentos más de intimidad a las chicas pero era consciente de que era peligroso quedarse allí sobre la carretera. Una multa o un vecino paranoico podrían tirarle la policía.

Oprimió el botón de comunicación con la cabina trasera y se aclaró la garganta — Señorita Yulia, como me ha dicho, he conducido lo más lento que he podido hasta su casa. Permítame informarle que ya estamos aquí. Voy a bajar para abrirle la puerta.

Espero una respuesta, y la obtuvo en seguida. Un “Está bien” muy normal en la voz de Yulia se escuchó por la bocina.

Y aunque por allí había sonado normal, la realidad es que no estaba bien. Habían sido interrumpidas en el peor de los momentos.

Elena, aún encima de Yulia, apoyó su frente contra la de ella. El último sorbo de vino la había puesto en jaque. Ya no podía más.

—Te amo Yul… — Le susurró débilmente.

Yulia le besó los labios, y le replicó un "Yo también te amo" contra sus labios. Le ayudó a vestirse de nuevo. Se tomaron su tiempo para arreglarse, y finalmente avisó para que el hombre les abriera la puerta.

Elena salió primero, agarrándose de la mano de Joseph para no perder el equilibrio. Yulia recogió las pertenencias de ambas del asiento y salió para ir a su lado y retenerla. Elena estaba mal, ya en otro mundo.

Yulia la abrazó por la cintura y observó al hombre —Gracias por todo Joseph. Cuídate mucho. Y descansa – Se despidió de él.

El hombre le dio una reverencia. Negó —Fue un placer Señorita Volkova. Estoy a su servicio cuando desee.
Adiós... Y adiós para usted señorita Katina. Espero que haya tenido una linda noche — Le dijo con honestidad.

Elena sonrió avergonzada. Alzó la mano en el aire torpemente para despedirse de él.

Yulia movió la cabeza como última despedida al chofer y empezó a caminar hasta su casa. Abrió la puerta, subió al segundo piso como pudo, llegó a su cuarto y prendió la luz principal.

Sentó a Elena en la cama, le quitó los tacones, después el vestido y pensó en quitarle las bragas ya que estaban untadas de vino pero no lo hizo. No quería mirar nada de lo que había debajo de ellas hasta que no fuera algo permitido por su novia. Fue hasta su closet, sacó un camisón largo y se lo puso a su chica. Allí aprovechó para meter las manos debajo de su ropa y sacarle las bragas sin observarle nada.

Elena, completamente perdida por la borrachera, le lanzó un beso y le gritó otro "Te amo".

Yulia sonriente, le besó los labios y la hizo acomodarse debidamente contra las almohadas. La arropó hasta el cuello y luego se alejó unos segundos al extremo de la habitación para ella también cambiarse de ropa a una pijama.

Después de hacerlo, caminó hasta la luz principal, la apagó y fue hasta la cama. Prendió su lámpara para asegurarse de que Elena no necesitara de nada y despedirse, pero su novia ya había cerrado los ojos y respiraba tranquilamente.

Sonrió de nuevo, apagó la lámpara y no dudó en hacer lo mismo. Esa noche y esa madrugada iban a ser recordadas por ambas con mucho detalle... Y probablemente, también sería su tema de conversación apenas se levantaran.



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Mensaje por Yulieth 7/3/2020, 5:36 pm

Muy corto pero sustancioso jejejeje. Excelente capituló.
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Mensaje por Volkatinale92 7/3/2020, 5:48 pm

🥵🥵🥵🥵🥵 jajaja Ay Elena

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Mensaje por Vera Rivero 7/4/2020, 6:55 am

Me gustó aunque me gustaria que tuvieran sexo pero sobrias 😋

Pd. Me quedé con la intriga de saber que es lo quería hablar Sergey con Lena 🤔

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Mensaje por Aleinads 7/4/2020, 7:54 pm

Al fiiin me pude poner al corriente!! Sigue que esto se pone cada vez mejor, me fascina!!
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 7/5/2020, 1:35 pm

Hola chicas, a ver  Vera Rivero, en el próximo capítulo, sabrás que tenía que hablar Sergey con su hija, mientras, disfruten este capítulo de hoy.

Feliz domingo!

A leer!!!

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Treinta y siete



Horas más tarde, la mañana se mantenía esplendida. 9:30 am, y el ruido de los carros andando y de la gente en las calles hacían presencia en todos los alrededores de la ciudad y, por supuesto, en el barrio de la familia Volkov no era diferente. Las vacaciones escolares para los más pequeños daban inicio en estas fechas, así que el ruido de los más chicos jugando y correteando en los jardines vecinos estaban presentes.

Elena, quien había tenido unas horas de sueño magníficos, finalmente empezaba a despertarse y lo hacía en completa calma. Bostezos, y movimientos muy sutiles empezaban a notarse entre las cobijas que le cubrían. Aún no abría los ojos, pero cambiaba de posición frecuentemente mientras estiraba con libertad sus extremidades por toda la cama.

Yulia, quien ya estaba fuera de las cobijas, recién bañada y con ropa ligera de estar en casa, miraba en primera fila junto con una gran sonrisa, todos los gestos y movimientos que hacía su novia para despertar correctamente. No daba crédito a tanta ternura. Elena era como un bebé. Definitivamente lo era.

La pelirroja, dio por terminado su protocolo para despertar y por fin abrió los ojos de par en par. Se quedó quieta de repente. Pareció extrañarse por el lugar donde estaba, pero todo volvió a la normalidad cuando movió su mirada a un extremo de la habitación y se encontró a unos metros a Yulia, secándose el cabello y mirándole mientras lo hacía. No pudo evitarlo y escondió su rostro en la almohada debido a la vergüenza que sintió. Todas las imágenes de su perfecta cita y de los momentos tan candentes en la limosina le retumbaron la cabeza.

Yulia sonrió, y de inmediato dejó lo que estaba haciendo para ir a su lado. Se subió a la cama, recostándose boca abajo para poder verle. Cariñosamente le besó sobre la oreja la cual era la única parte notable. Elena, al sentir el contacto sacó el rostro de la almohada. Su cara seguía roja como un tomate. No podía con la pena. Como mirar a Yulia después de todo lo de anoche.

Yulia rió con diversión y cuidadosamente empezó a quitarle el cabello de la cara — Buenos días, preciosura ¿Amaneciste bien? — Le dijo dulcemente.

Elena asintió con lentitud. La pregunta ni siquiera era necesaria. Por supuesto lo había hecho. Dormir después de aquella faena a su lado era inexplicable. Además, la cama de Yulia era mil veces mejor que la suya, y la calidez era inconfundible. Aunque claro... Si había algo, pero no muy grande. Se aclaró la garganta — En general... Todo bien... Aunque... si me duele la cabeza un poco. Sobre todo cuando la muevo - Su voz sonó algo ronca.

Yulia asintió.

—Bueno... bebé... Eso es normal. Y por supuesto es producto de la resaca. No sé si te acuerdes pero tú te bebiste prácticamente todas las seis botellas de vino que teníamos allí. Te saliste de control — comentó divertida.

Elena intentó reír pero su cara rápidamente se convirtió en una mueca, el frágil movimiento le había hecho doler la cabeza de nuevo.

—Ouch... Dios... No debí beber tanto — Dijo en un quejido.

Yulia se sintió preocupada. Rápidamente, le ayudó a calmar el dolor acariciándole las sienes —... Amor... Voy a ir a prepararte un agua aromática. Eso va ayudarte. Espérame aquí. No te muevas mucho — Volvió a besarle, pero esta vez en la mejilla y rápidamente se levantó de la cama para salir de la habitación.

No le tomó mucho tiempo volver, en menos de tres minutos Yulia ya entraba de nuevo al cuarto y volvía al colchón. Ayudó a Elena a sentarse contra el espaldar de la cama para que pudiera beber con tranquilidad el líquido.

Elena, empezó a tomar pequeños sorbos, y el efecto curativo del agua pareció ser inmediato con cada uno de ellos. La no tan fuerte resaca, prácticamente comenzó a disminuirse. El dolor de cabeza se volvió frágil. Elena terminó de beber todo el líquido y descansó la cabeza contra el espaldar durante unos segundos. Intentó cerrar los ojos para relajarse más, pero el timbre de un celular no se lo permitió. Rápidamente inclinó la cabeza y vio a Yulia agarrando el aparato de la mesa.

Yulia se vio un poco insegura mirando la pantalla. De pronto pareció no querer contestar. Elena fue testigo de ello y le interrogó mientras el teléfono no paraba de sonar.

—¿Quién es?

Yulia no quitó los ojos de la pantalla. Negó de repente encogiéndose de hombros. Se mostró nerviosa — Es... Mi ex novia... — Respondió confundida. No entendía el porqué de esa llamada. Ya no había razones para que hablaran.

Elena, no sintió enojo, ni celos, ni ningún mal sentimiento ante ello. Razonó por ambas y estiró su mano para deslizarla por la pantalla del teléfono. Yulia la miró extrañada.

—Si te está llamando es por algo. Solo háblale. No pasa nada — Le dijo con tranquilidad y movió su dedo contra el icono verde, aceptando la llamada.

Yulia, aunque extrañada, oprimió el altavoz del teléfono y lo tiró a la cama. Un silencio bastante incomodo se hizo presente al otro lado de la línea. Tuvo que aclararse la garganta y empezar ella a hablar — Mmm... ¿Sí?— dijo nerviosa.

Un suspiro bastante fuerte provino de la otra línea. Elena se mostró interesada y clavó la mirada en el perfil serio y nervioso de su novia.

—Hola... Yul, es Miroslava... Lo digo... En caso de que ya no tengas mi contacto en tu teléfono... — Obvió la tristeza al decirlo.

Yulia se quedó en silencio. ¿Qué iba a decir? A su cabeza no venía nada... Y más con Elena allí mirándole.

Miroslava continuó.

—Bien... Ah... — también sonaba nerviosa — Yo... Ah... Yo... no quiero molestarte, ni pretendo quitarte mucho tiempo... Solo llamaba para decirte que... En realidad, siento mucho todo lo que pasó hace unos días. Yo, me estaba volviendo loca por toda nuestra situación, y no pensé en nada. Actué de la peor manera contigo, con tus padres, con mis padres... — Suspiró — Quisiera poder disculparme. Lo que hice fue de lo más bochornoso — Se escuchaba realmente arrepentida.

Yulia se rascó la cabeza sin saber que hacer o responder. No era buena en esas situaciones.

Volvió a aclararse la garganta — Ammm... Está bien Mirka, ya pasó, y agradezcamos que las cosas no fueron a mayores aquel día. Todo terminó como tenía que terminar... y ya está. Capítulo cerrado.

—No Yul... — Le interrumpió — No es así... En realidad, no debió ser así... Y por eso es que estoy aquí. La razón principal de esta llamada es porque... quería que supieras que ya le he contado toda la verdad a mis padres. No era justo que tú cargaras con toda la culpa cuando fui yo quien empezó todo, fui yo quien perdió la cabeza, fui yo quien eligió no creerte y fui yo quién faltó a nuestra relación primero. Mi papá y mi mamá están muy apenados contigo, quieren disculparse, y también con Oleg y Larissa.

Yulia se quedó sin palabras ante eso. La chica había sido muy valiente al asumir toda la responsabilidad. Tomó el teléfono, le quitó el altavoz y lo puso sobre su oreja. Ya que más daba —Está bien Mirka. Lo acepto, y cualquier cosa que venga de ti también. No tenemos por qué sentir rencor. Ahora todo es parte del pasado. Y recuerda que tú y tu familia siempre serán bienvenidos aquí. Nuestros padres siempre han sido buenos amigos, y deben seguir siéndolo. Los problemas que tuvimos, fueron nuestros, y a ellos nunca debimos involucrarlos.... — Suspiró — Por favor, diles esto. Y recuérdales que todo está bien. Yo, se lo diré a mis padres.

—Lo haré... Gracias por todo Yul... Espero que te vaya bonito siempre.... Y cuídate mucho. Gracias por contestar a mi llamada. Te quiero... Adiós...

La mujer colgó de repente, sin darle oportunidad de responder. Yulia dejó el teléfono sobre la mesa y miró a su novia quien tampoco dejaba de verle.

—Amm... Solo quería disculparse... — Le comentó a la pelirroja sin más.

Elena sonrió y asintió con calma — Lo escuché todo. No tienes que explicarme nada — Fue comprensiva. De pronto, estiró sus brazos, invitando a Yulia a un abrazo.

La pelinegra, por supuesto, no lo dudó y se deslizó hasta ella. Escondió su rostro en el cuello de Elena y se mantuvo allí.

Elena por su parte, la envolvió con sus manos y disfrutó del buen olor que emanaba su cabello semi húmedo y recién lavado. Eso le recordó que ella también necesitaba una buena ducha.

—¿Puedo utilizar tu baño, Yul? Necesito un chorro de agua fría ahora mismo en todo el cuerpo.

—Claro que si... — Sintió a Yulia asintiendo contra su cuello y después olfateándole la piel. Le dio cosquillas... — Y también necesitarás mucho jabón porque hueles mal — Le escuchó decir con burla.

Elena se sorprendió y le tomó el rostro, alejándoselo de su cuello. Yulia tenía una sonrisa de oreja a oreja. Era obvio que solo estaba molestándole. Sin planearlo, Elena se mordió el labio al ver ese rostro tan hermoso frente a ella. Era inevitable. Yulia era demasiado guapa —... Me hubieras esperado para ducharme contigo, así me hubieras puesto jabón en todo el cuerpo y me habías ayudado a quitarme este mal olor — Le dijo divertida.

Yulia soltó una risita picara, se inclinó hacia adelante para rozarle la boca — Yo no tengo ningún problema en volver a entrar a la ducha — Le susurró.

Elena, abrió la boca en sorpresa. Le encantaba que Yulia fuera así de coqueta — Mmm... Me gusta... — dijo en un tono sensual — ¿Vamos?

Yulia asintió. Se puso de pie y le tendió una mano.

Elena pensó que no hablaba en serio pero decidió seguirle el juego. Le tomó la mano y con su otra extremidad libre empezó a quitarse la cobija que le cubría la mitad del cuerpo. Pero... De pronto, todo se convirtió en un caos cuando se descubrió por completo y notó que el camisón que llevaba puesto se le había subido hasta la cintura, dejándole su parte intima, muslos y pies a la vista de Yulia.

Llena de vergüenza, se levantó rápidamente, se bajó el camisón y tomó la cobija, envolviéndosela en la cintura exageradamente.

Yulia no pudo evitarlo, agachó la cabeza, se colocó una mano en los ojos y empezó a reírse por lo bajo. No era la primera vez que veía a Elena así pero su reacción había sido muy graciosa.

Elena, ardió por dentro. Su corazón latió enloquecido. Yulia le había visto su cosita. No era posible —¿Por qué estoy sin bragas? ¿Dónde están mis bragas?— Fue lo único que se le ocurrió preguntarle.

Yulia la volteó a ver y solo pudo sonreír.

Eso la desesperó  — ¡Dime! — Su agarre en la cobija se volvió exagerado. Estaba asustada. Hasta donde recordaba, no habían llegado a ese punto de intimidad aún para estar sin bragas. No en la limosina... Y menos en la cama.

—Hey, hey calma — Yulia intentó ponerse seria pero no pudo — Tus bragas están sanas y salvas en la lavadora — Le dijo riendo — Oye... Acaso no te acuerdas que nos pusimos a jugar con vino y todo el líquido terminó regado en tus braguitas? — Le explicó — Yo... te las quité cuando nos acostamos a dormir porque obviamente estaban empapadas de vino... Y... de otras cosas... Tuyas... Y mías... — dijo en voz baja.

Al oír ese “otras cosas” Elena no pudo aguantarlo. La imagen de Yulia lamiéndole su parte intima sobre las bragas fue demoledor. Su centro palpitó y se humedeció de inmediato. Tuvo que apretar los muslos para calmar la excitación.

—Ahm... Si, si me acuerdo... Cómo no hacerlo — Dijo completamente fuera de sí. Se dio cuenta que como fuera posible necesitaba esa ducha fría. Y era inmediata — Ahh... Será que... ¿Puedes traerme mis bragas?— Le pidió.

Yulia pareció pensante, pero en segundos asintió. Salió de la habitación y en menos de un minuto regreso con ellas. Se hizo frente a Elena pero no se las dio, en vez, sostuvo las bragas en su mano, reteniéndolas en el aire.

Elena, deslizó su mano para agarrarlas, pero Yulia juguetonamente la vaciló y las resguardando tras su espalda.

Elena, soltó un gemido — ¡Oye! ¡Dame mis bragas!

Yulia, negó con diversión.

—Lo siento mucho Elena, pero he decidido quedármelas. Las necesito para mi colección de bragas.

—¿Qué?— Elena se mostró indignada —¡¿Tienes una colección de bragas?!

—No, no, no, no.... — Yulia volvió a negar rápidamente. Se estaba divirtiendo mucho — Voy a empezarla ahora. Con estas — Sacó las bragas nuevamente al aire y las sacudió.

Elena, no soportó más la tomadura de pelo y se tiró contra ella para agarrar su braga pero volvió a fracasar en el intento. El juego del gato y el ratón empezó de pronto. Yulia y ella empezaron un correteo dentro de toda la habitación por culpa de las bragas. A Elena se le olvidó todo, y hasta dejó caer la cobija con la que se cubría, aunque bueno, el camisón de todas formas le protegía.

Después de unos segundos de perseguir y no lograr atrapar a Yulia, Elena se detuvo en medio de la habitación con cara de pocos amigos, hombros caídos y una mirada triste.

Yulia, se quedó protegida detrás de una silla, no dejaba de sonreír a pesar de ver a su novia de tal manera. Quería seguir molestándole, así que cogió las bragas y se las puso sobre la cabeza como si se tratara de un gorro para el frio.

Elena al verlo, volvió a gemir derrotada —Nooooo, ya deja de molestar y dame mis bragas — Su actitud era como la de una niña haciendo pataleta. Vio a Yulia negando burlona y después como le miraba con algo de picardía. Se observó de pies a cabeza para ver si tenía algo inusual, pero todo estaba en regla. Al menos, el camisón le tapaba perfectamente hasta los muslos.

Volvió a levantar la cabeza para mirarle — ¿Qué? — Le dijo retadoramente.

Yulia mostró una sonrisa de medio lado. De pronto, le señaló con el dedo — Desde aquí puedo ver como se marcan tus lindos pezones amor. Ya me hiciste excitar — Le dijo divertida.

Elena agachó la cabeza para mirarse y efectivamente sus botones rosados sobresalían a través de la tela blanca del camisón. Completamente apenada, se cubrió rápidamente con sus brazos. ¿Por qué todo le tenía que pasar a ella?

Yulia no pudo retener una carcajada. Elena era tan linda —Hey, ¿Por qué te tapas? — Le dijo y salió de su muro protector. Se le acercó y después le tomó ambas manos para entrelazarlas con las suyas. Elena se dejó hacer, ya que más daba. Permitió que Yulia la hiciera retroceder hasta toparse contra la puerta del baño, haciéndole chocar su espalda suavemente contra la madera.

Yulia la acorraló, subiéndole también las manos contra la madera, reteniéndoselas a la altura de la cabeza. Elena se sintió nerviosa pero al mismo tiempo le encantó lo que hacía.

—¿Por qué te tapas? — Yulia le volvió a repetir en un susurro, haciéndolo muy cerca de sus labios. Su voz derrochaba sensualidad — ¿Mmm? Dime... — Le dijo de nuevo y empezó a dejarle besos en el cuello y garganta para después regresar otra vez a su boca. Se detuvo allí.

Elena, no pudo contenerlo, se debilitó. Sus pupilas se dilataron al máximo. El efecto Yulia —Es que... Me da un poco de pena — Le contestó con lentitud.

Yulia sonrió y le picoteó los labios con delicadeza — ¿Pena?... Ese día en tu cama no te dio pena, y esta madrugada en la limosina tampoco te dio pena... Hasta los empapaste con vino para mi — Le recordó con picardía.

Elena sonrió al oírlo. Cómo olvidarlo — Si... Tienes razón... Pero aun así, todavía me siento nerviosa contigo — Le susurró con sinceridad... — Eres muy difícil de asimilar. Lo que me está pasando... es algo nuevo, nunca lo he vivido con nadie. ¿Lo entiendes?

Yulia la miró fijamente. Asintió. Claro que lo comprendía —No pasa nada Lena. Esto apenas comienza, y yo voy a estar a tu lado para hacerte vivir, pero sobre todo para hacerte sentir lo mejor.

Elena, le mostró su sonrisa — ¿Por qué todo lo que dices suena con perversión?

Yulia se encogió de hombros. Le dejó sus manos libres y la tomó de las caderas —Bueno... Tal vez... Porque soy una pervertida y me gusta ponerle perversión a todo. Pero, también soy muy pasional, me gusta entregarme al cien por ciento. Y, te advierto de una vez, que me encanta hacer cosas sucias así que tienes que colaborar con la causa.

—¿Qué?— Elena soltó una risita — ¡Con quien me he metido por Dios! Tienes una carita de no romper un plato pero ya estoy empezando a darme cuenta de que no es así. ¿Aún estoy a tiempo de retractarme de estar contigo? Ya me dio miedo — dijo divertida.

Yulia negó — Ya no, Elena, ya no. Ya firmaste tu sentencia anoche así que ahora te aguantas  — Le dijo con humor y volvió a besarle pero esta vez manteniéndose allí. Elena se prendió de su cuello como un koala para meterse en el beso y responderle de la misma manera. Disfrutaron durante unos segundos de la calidez de sus bocas, pero tuvieron que separarse cuando la puerta de la habitación se abrió.

Viktoria hizo su aparición, entró como una bala sin ningún cuidado —¡Yul, mamá dice que bajes a desayunar! —dijo llena de energía, y se le elevó cuando vio a Elena allí — Wow... ¡LENITA ESTÁ AQUI!— Gritó, y se lanzó a correr contra los brazos de su cuñada quien no dudó en alzarla en brazos y repartirle besos en las mejillas.

Viktoria empezó a reírse por las cosquillas que le causaban los labios de Elena, pero de pronto, lo hizo más, al notarle a su hermana las bragas rojas en la cabeza —JjejejejejeJjejejej Yul, tiene unos calzones puestos allí — Le señaló, logrando que Yulia de inmediato se quitara el pedazo de tela y lo escondiera en uno de sus bolsillos. Se le había olvidado por completo que tenía esa cosa en la cabeza.

Elena, soltó una risa y después negó burlona por ella. Su novia era un lindo caos.

—Mmm... Bien... — Yulia se aclaró la garganta — Si ya está el desayuno, deberíamos bajar  — Dijo avergonzada, queriendo cambiar el tema. Se acercó a Elena para que Viktoria se pasara a sus brazos — Lena... Ahm... Dúchate pronto. En la parte baja del closet está la ropa ligera de casa, coge la que quieras. Te esperaremos abajo — Le dijo. Se acercó tímidamente y le clavó un besito en los labios.

Elena aceptó el beso, también con algo de pena debido a la niña. No querían ser tan explicitas delante de ella. Aunque la pequeña ya entendiera, no iban hacerlo hasta que lo pudiera asimilar mejor.

—Nos vemos... — Yulia le dijo por último.

Ella asintió a sus palabras, esperó a que salieran del cuarto y rápidamente corrió a meterse al baño.

...

Después de la ducha, la pelirroja bajó al primer piso y caminó directamente a la cocina donde se encontraba todo el ruido. Se acercó con timidez a la puerta y se detuvo en el marco. Allí dentro se encontró con Larissa, su novia y su pequeña cuñada sobre la mesa.

Larissa al verla le regaló una sonrisa de oreja a oreja y la invitó a pasar.

—¿Qué haces ahí hija? Pasa, pasa. Ven — Le dijo con ese carisma que le caracterizaba.

Elena la saludó y entró directo a la mesa, tomó la silla vacía al lado de su novia. De inmediato, el ambiente cálido de la familia la envolvió. Con los Volkov todo era fácil y natural. Le daban paz.

—No seas tan tímida, ya te hemos dicho que estás en tu casa — Larissa le recordó con amabilidad.

Elena se llevó un mechón tras la oreja y volvió a sonreírle. Seguía apenada — Bueno... No es tan fácil, pero muchas gracias por hacérmelo saber señora Volkova.

—Oh... No, ya basta con lo de señora Volkova, me haces sentir vieja — Larissa usó el humor. Continuó — Mejor llámame Lara, o Issa, o más bien suegra...

Elena, se ruborizó al extremo al oír esa palabra. Sonaba extraña, pero era una realidad. Su grandiosa realidad.

Larissa la vio sonrojada y continuó molestándole — Yulia ya me lo ha contado todo así que no vayas a negarlo — Le advirtió divertida.

Elena negó — No lo haré suegra... — dijo más relajada, ganándose un aplauso de Larissa y Viktoria.

Yulia, solo pudo negar. Su familia...


Más tarde, después del desayuno y de una buena charla con su suegra Elena obligó a Yulia a volver arriba. Subieron las escaleras, Elena liderando el paso. Iba llena de alegría. No se cambiaba por nada.

Hizo que pasaran todas las habitaciones, deteniéndose frente al cuarto de pinturas y abriendo la puerta.
Yulia se sorprendió —¿Y esto?— Le interrogó.

Elena, movió sus cejas de arriba abajo. Le arrastró dentro y se soltó de su agarre para dar una vuelta como si de un baile se tratara. No cabía de la dicha — Quiero que me enseñes a pintar algo. Y no te puedes negar.

Yulia atinó a sonreír y cerró la puerta. En silencio, preparó un lienzo, pinceles de todos los tamaños, una paleta de pinturas con todos los colores y una mina. Por último, acomodó una silla alta frente a su novia y el lienzo.

—Pase usted... — La invitó a sentarse caballerosamente.

Elena sonrió y tomó lugar en la silla, se acomodó apropiadamente y agarró la mina.

Yulia empezó a darle unos tips.

—Bien... Ahm... Lo primero que debes hacer para realizar un dibujo es un bosquejo... Y bueno, tú ya sabes lo que es eso porque lo haces para tus diseños — Elena asintió — Ok... Ahora piensa en algo que quieras plasmar en el lienzo. Lo que sea. Un animal, un rostro, algo... Empieza a trazarlo pero sin detallarlo.

Elena pensó por un momento.

Yulia empezó a notar como ella le clavaba una mirada bastante extraña. Se sintió confundida — Mmm... ¿Qué pasa? ¿Por qué me ves así?— Le preguntó.

Elena se mantuvo con un rostro serio pero a la misma vez demandante. De pronto, enarcó una ceja y sonrió con picardía — Lo tengo. Quiero dibujarte a ti... Pero completamente desnuda.

No pareció bromear al decirlo.

Yulia arrugó la frente. No podía creer lo que acaba de oír — Ah... Qué. Qué... rayos... — Tartamudeó.

Elena no pudo fingir su seriedad por más tiempo y empezó a reír y a aplaudir. Yulia se relajó al verlo —Hubieras visto tu cara... — Se burló — Pero no sería mala idea... — Le dijo con gracia.

Yulia suspiró. Aquello había sido muy raro — Bien, bien... Olvídalo — Dijo para escapar del tema —Concéntrate en algo — Le volvió a pedir.

Elena de nuevo intentó pensar, pero no se le ocurrió nada. Gimió derrotada —... Dios... No sé. Esto es difícil. Mejor... Guíame tú. Ven... Siéntate — Se levantó de la silla y arrastró a Yulia para que tomara su lugar. Miró al rededor para encontrar algo en donde sentarse pero al no ver nada separó las piernas de su novia y se metió entre ellas, apoyando su trasero en el pequeño borde que sobraba en la silla. A Yulia la tomó por sorpresa aquella acción pero lo asimiló de inmediato. Le deslizó una de sus manos por la cintura, atrayéndola contra su cuerpo.

Elena, encantada, pegó su espalda y su trasero contra la anatomía de su novia. Le agarró la mano derecha y la colocó encima de la suya. Le había pedido que fuera su guía y así sería — Perfecto. Empecemos — Le pidió.

Yulia le cubrió la mano por completo y la arrastró hasta el lienzo.

—¿Qué haremos? — Elena le preguntó entusiasmada.

Yulia pensó por unos segundos y de pronto quiso pagarle con la misma moneda. Aprovechó que Elena no podía verle para sonreír con picardía. Le deslizó su barbilla por encima del hombro y le acercó los labios por detrás de la oreja — Vamos a dibujarnos... En la limo, tú sobre mí, tus pechos en mi boca... — Le susurró.

Elena le miró de reojo, frunciendo el ceño. Trató de protestar pero no puedo negar que sintió curiosidad por verse a ella misma en esa situación tan íntima. Se mordió el labio con bastante nerviosismo y dio el visto bueno — Ok, hazlo — Le dijo.

Yulia agarró los dedos de Elena que sostenían la mina y empezó a trazar con mucha delicadeza sobre el lienzo en blanco.

Elena, olvidó los movimientos de su mano y se concentró en cada fragmento que se iba plasmando en el papel. Poco a poco, la figura principal fue tomando forma. La imagen de dos mujeres dentro de la cabina trasera de un auto se empezaba a reflejar con claridad. Finos detalles, rasgos, sombras y gestos comenzaron a ser agregados por doquier dándole ese toque de completo realismo. Elena soltó su mano de la mina y dejó que Yulia se inmersara con totalidad y terminara de plasmar libremente todo lo que había en su cabeza.

El tiempo pasó volando. Una hora después, Yulia diluyó una última sombra con ayuda de su dedo meñique. Sopló el lienzo y alejó la mina para ponerla sobre la paleta de pintura. Estudió su dibujo y no pudo evitar sonreír. Era exactamente lo que había pensado.

Elena, se quedó inmersa en la imagen. Era como si alguien les hubiera tomado una foto mientras intimaban y la hubiera puesto allí, con un filtro en blanco y negro. Era muy real. Miró los detalles en su rostro. El gesto que Yulia había marcado en él era muy sensual, representaba perfectamente su sentir. Sus ojos se deslizaron al rostro de Yulia, a la boca de su novia lamiéndole sin piedad uno de sus pechos. Solo había una palabra para describirlo. MAGINIFICO.

—¿Puedo quedármelo? — Le dijo.

Yulia asintió, lo firmó y le escribió una pequeña dedicatoria para ella — Obsérvalo en los momentos que yo no esté contigo para que así me recuerdes y puedas sentir mi calor. YV Smile

—Te lo doy pero con la condición de que lo cuelgues en la pared principal de tu habitación para que cuando tu querida madre entre allí... Vea lo talentosa que soy y lo bien que te hago sentir — Dijo divertida, haciendo que Elena soltara una carcajada —¿Qué? Sería genial... Así deja de molestar con el tema de Lenin y me acepta de una vez. No hay nada mejor para una madre que sus hijos se sientan genial — Susurró con sensualidad e intentó meter su mano bajo el short de Elena pero otra vez la puerta fue abierta y tuvo que quedarse quieta.
Viktoria, apareció de nuevo y entró corriendo a lanzarse contra ambas.

Yulia se quejó.

—Dios... Viktoria Volkova ¿Por qué tenías que salir a vacaciones hoy? ¡Ya me has interrumpido dos veces! ¡Dos veces!— Le reclamó, pinchándole una mejilla.

La niña gimió de dolor y Elena de inmediato la defendió. Palmeó la mano de Yulia y alzó a la pequeña en sus brazos para sentarla en sus muslos y sobarle su mejillita.

—Yul tonta. ¡Me dolió! – La rubiecita la fulminó con la mirada.

Yulia le sacó la lengua juguetonamente, haciéndole reír a ella y a Elena. La verdad es que no le había pinchado con fuerza.

Viktoria, como siempre curiosa, giró la cabeza rápidamente hacia el lienzo y arrugó su frente al ver la imagen. Solo duró unos segundos mirándola ya que Elena se dio cuenta y en seguida le cubrió los ojos con la mano.

—Por todos los cielos. Esconde eso ya — Le avisó a Yulia con desespero y en seguida se levantó de la silla y se llevó a la niña fuera de la habitación.

Yulia saltó a coger el lienzo. Se quedó de pie mirando a todos los alrededores, buscando algún lugar donde estaría seguro. Notó un montón de dibujos sobre su escritorio y sin pensarlo lo refundó entre ellos.

Salió de allí rápidamente, y al pasar por su habitación vio a Elena y a su hermanita sobre la cama. Se lanzó junto a ellas a toda velocidad antes de que Viktoria empezara a interrogarla por el dibujo.

—Hey... ¿Qué hacen? — No se le ocurrió nada más que decir.

Viktoria era muy inteligente. Notó el nerviosismo de su hermana así que simplemente no dijo nada. Ella sabía que si le habían escondido aquella imagen era porque simplemente era algo prohibido para ella. Lo olvidó rápidamente y se puso de rodillas frente a Elena.

—Lenita, ahora que ya eres la novia de Yul. ¿Podrías por favor venir aquí siempre, y también traer a Kat para que juegue conmigo, y también traer a Prince y a Princess y todos los juguetes de Kat y la ropa de Kat y todo lo de Kat? ¿Podrías traer hoy a Kat para que duerma conmigo y todas las vacaciones? Di que sí, di que sí, di que sí — dijo sin respirar.

Elena sonrió ante la dulzura de la mini Yulia. Asintió sin problema.

—Está bien... Yo traigo a Katya... Pero... — Su atención cambió a Yulia que estaba atrás de la niña — ¿A tus padres no va a molestarles que mi hermanita se quede aquí durante unos días? Ella es bastante inquieta y se vuelve insoportable algunas veces...

Yulia negó — Qué... Claro que no... Eso no es problema. Las veces que Katya ha venido aquí se ha portado muy bien. No hay lio... — Dijo relajada — Además, si te preocupa eso, puedes venirte junto a ella desde esta noche y pasar el fin de semana conmigo... Viendo películas y... disfrutando de la compañía — Le dijo con ternura.

Elena se ruborizó ante el ese pedido. Le encantaba la idea — Puede ser... — dijo con timidez.

Yulia le frunció el ceño —No digas que puede ser. Dime que sí y ya — Le pidió.

Elena sonrió divertida y asintió — Si, voy a venir a quedarme, y Katya también — Le aclaró a Viktoria que en seguida se pudo de pie para saltar y celebrar...

—Sí, si, si... Voy a contárselo a mamá  — dijo la niña emocionada y salió a correr fuera de la habitación.

Yulia se aseguró de que no se les hiciera tarde para ir a clases así que le echó una miradita al relojito de su mesa. Las manijas marcaban las 11:55 am. La hora no estaba tan mal, pero tampoco la ideal. Les quedaba exactamente una hora y cinco minutos para vestirse, almorzar y llegar allá.

—Ya casi serán la una de la tarde... — Dijo con aburrimiento.

Elena sonrió burlona pero al mismo tiempo se le acercó para mimarle. Le besó los labios con dulzura —¿No quieres ir a estudiar?— Preguntó.

Yulia negó — No... Si quiero ir... Lo que no quería era separarme de ti. Hoy no se cruzan nuestros descansos así que no nos veremos en toda la tarde.

—Pero nos veremos en la noche — Elena se lo recordó — Apenas salga de la Universidad, voy a mi casa, alisto mi ropa rápido y me vengo para acá de inmediato. Vemos la dichosa película, dormimos juntas y después pasaremos todo el fin de semana aquí arrunchadas — Acarició el colchón — ¿Qué te parece?

Yulia sonrió. La idea le encantaba — Grandioso, amor.

Elena le clavó otro beso en los labios y procedió a bajarse de la cama. Caminó hasta el baño, abrió la puerta, pero no entró. Se detuvo allí, y se quedó mirándole —... Ya que te robaste mis bragas... ¿al menos dame algo para ponerme? No voy a estar sin ropa interior toda la tarde...

El comentario causó que Yulia se riera un poco. No tuvo de otra más que bajarse de la cama y sacar las bragas de su bolsillo. Se acercó a ella para entregárselas — Te las doy con carácter devolutivo. Y si en la noche no se te ocurre devolvérmelas, tendré que usar la fuerza para recuperarlas — Bromeó.

Elena le arrebató las bragas y se las escondió contra su pecho antes de que pensara en quitárselas de nuevo. Se metió al baño y cerró la puerta hasta dejar una pequeña abertura. Se asomó por allí — La fuerza no va a ser necesaria. Voy a dejar que me las quites como quieras, incluso con los dientes si así lo deseas — Le dijo con coquetería y cerró la puerta de un golpe.

A Yulia se le dispararon todos los sentidos al escuchar eso, giró la perilla de la puerta con desespero para intentar entrar... pero no pudo. Elena le había puesto seguro.

—Hey... Ábreme ya... — Le pidió, pero no obtuvo respuesta alguna. Todo lo que tuvo unos segundos después, fue el ruido del agua cayendo de la regadera. Su cabeza cayó derrotada contra la madera...

***

2:10PM.

Horas más tarde, en la Universidad de Moscú, Elena se encontraba sentada en las gradas de la cancha de basquetbol junto a todas sus compañeras del equipo de porras. Un llamado sorpresa por parte de la entrenadora las tenía allí reunidas y al parecer ninguna de las chicas sabía el motivo ya que murmuraban sobre ello sin parar.

A Elena, la tenía sin cuidado el motivo así que se mantenía en silencio mientras navegaba en su teléfono celular. Nastya y su grupito más cercano le rodeaban como de costumbre pero en esta ocasión cada una estaba en su propio mundo.

De repente, una de las chicas que estaba a su lado soltó una carcajada que llamó la atención de todo el grupito y por supuesto la suya. Su risa contagiosa hizo que Nastya y las demás empezaran a reírse de la nada.

—Oh Dios... Oh Dios... — La chica respiró profundo, intentando calmarse. Se acarició el estómago repetidas veces.

Elena, le miró con una media sonrisa. Estaba de muy buen humor — ¿Qué pasó?— Su tono fue amigable.
La chica hizo una señal con las manos para que todo el grupito se le acercara. Quería evitar ser oída por las demás mujeres a su alrededor.

—Aquí atrás — Señaló a las chicas a su espalda.

Elena volteó a ver, y allí vio a las otras porristas, entre ellas a Varvara y el trio de amigas con las que mantenía siempre.

La chica continuó — Varvara... Está contándole a sus secuaces que esa chica, ¿Cómo es que se llama? La que está en Artes... La del bloque principal... La blanquita que tiene cabello negro y siempre viste muy relajada... — El grupo intentó ayudarle a descifrar quien era pero les era difícil... — Dios... Esta chica, la que se pasa todo el tiempo con Ivanova y Dobrunova. La bajita, la que tiene carita de bebé y parece de 15 años... Es bastante bonita... Por Dios... ¡Ilumínenme con su nombre! — Al oír el apellido de Tasha e Inna y además todas esas características, Elena de inmediato cayó en cuenta de que se estaba refiriendo a Yulia.

Fue inevitable que no se sintiera nerviosa por ello, pero necesitaba saber que era lo que pasaba. La cortó rápidamente – Yulia Volkova... Ella se llama Yulia Volkova —— Le comentó.

La chica dio aplauso eufórico confirmando que era ella.

Las demás la reconocieron en seguida, sobre todo, Nastya que miró a Elena de forma muy extraña.

— Exactamente... Yulia Volkova... La lesbiana sexy de la Uni de Moscú — La chica dijo divertida haciendo que todas rieran menos Elena y por supuesto Nastya — Pues bien... Según lo que acabo de escuchar, Varvara se le lanzó con todo y esta chica le R—E—C—H—A—Z—Ó — Dijo exageradamente, burlándose a toda máquina.

Todas las presentes empezaron a reír a carcajadas. Nastya se echó una que otra risa pero a Elena sencillamente no le causaba gracia nada de eso. No entendió porqué, pero su corazón dolió por Varvara. Si, la mujer le caía mal... Y mucho más porque estaba detrás de quien ahora era su novia... Pero igual, no se sentía bien con las burlas.

—Todo parece indicar que esta chica Yulia le dijo que solo podían ser cercanas como amigas. ¿Escuchan eso? Solo como amigas. HAHAHA... Dios... que feo que a ti te digan eso.

—Bueno... — Nastya tomó la palabra — Tal vez esa come coño de Volkova no quiere nada con ella porque seguramente se dio cuenta de que es una intensa del demonio. Dime... ¿Quién se metería con alguien como Varvara? Es como una garrapata.

— Garrapata o no, Varvara es demasiado bonita — Otra chica comentó — No creo que la sexy lesbiana le haya rechazado solo porque si... A lo mejor, está enamorada de otra tipa o ya tiene una novia y le es súper fiel.

—Puede ser — Otra mujer saltó a la conversación  —... Yo le he visto mucho con esa chica Masha. Se ven muy cercanas y además siempre se andan tocando.

—O tal vez esté metida en un trio sexual con Ivanova y Dobrunova — dijo otra persona, y esa fue la gota que rebasó a Elena.

Protestó sin dudar.

—¡Ya es suficiente! — les gritó enojada. El grupo de inmediato se silenció —Ya dejen de hablar así de gente que no conocen por favor. No hay motivo para burlarse de Varvara, eso le podría pasar a cualquiera... Y además... Puede ser que simplemente ella no es el tipo de chica que Yulia Volkova busca... Y ya, no hay porque hacer un lio, o bromas pesadas sobre ello — terminó por decir.

La mayoría de las chicas a su lado se sintieron regañadas y siguieron en silencio. Sin embargo, hubo una excepción y esa fue Nastya, ella empezó a reír y aplaudir sarcásticamente.

—Ok... Esa estuvo buena, Elena — Lo celebró con humor — ¿Qué? ¿Acaso te has movido al grupo religioso de la Universidad que andas con tus mierdas moralistas? Joder... Ya dejémonos de juegos y mejor contémosle a todas que eres tú la única y principal razón por la que la lesbiana ha rechazado a Barbie-tonta.

Al oír esas palabras, todo el grupo de chicas miró a Elena con asombro. No creían lo que acaba de salir de la boca de Nastya.

Elena permaneció seria a pesar de lo que sucedía. Sus ojos se posaron en Nastya que seguía sonriendo triunfal.

—Vamos Lena, lo cuentas tú o lo hago yo... — disfrutaba del momento. No obtuvo respuesta alguna de su amiga así que continuó alegremente — Bien... Ya que no lo harás entonces aquí voy. Chicas... Como les decía, nuestra Elena Katina está jugando a ser una lamecoños y ya tiene a Yulia Volkova comiendo de su mano como se esperaba.

—Qué... ¿Y eso para qué?— Una de las mujeres preguntó confundida.

Las demás chicas asintieron en acuerdo. Ninguna entendía.

—¿Cómo que para qué?— Nastya siguió —¿Acaso no recuerdan meses atrás cuando Elena le clavó aquel beso en el campus?

—Oh... La apuesta.

—¡Exacto! Después de lo ocurrido, Volkova quedó muy ofendida y se fue hasta la casa de nuestra querida amiga, la acorraló en su cocina y le devolvió el favor.

—¿Eh? Tú no nos contaste sobre esto — Una chica increpó a Elena pero ella siguió callada. Nastya se entrometió.

—Obvio no lo contó porque tenía un plan bajo la manga — razonó — Y como ven, ahora lo está llevando a cabo muy bien. Sin generar sospechas de nadie. Solo estamos esperando a que nuestra Elena nos de la señal para que nosotros entremos en acción.

—¿Y qué podríamos hacer nosotras? Ni siquiera sabemos que es lo que Elena planea.

—Chicas, es obvio. La idea es enamorar a Volkova hasta que pierda la cabeza y después dejarla arruinada. No sé, Elena podría fingir meterse con ella a la cama, ponerle unas esposas o algo y luego dejarla allí sola. Después podríamos salir todas nosotras con serpentina, pitos y cámaras a arruinarle la fiesta. Jajajaj, eso sería perfecto. Una imagen de Volkova, después del suceso. Se imaginan que subiéramos un video así a la red. Sería lo más viral... Y la más grande humillación para la lesbiana — dijo riendo con todo el gusto.

Las porristas se dieron cuenta que a Elena no le había causado gracia nada de lo que Nastya había dicho, de manera que se quedaron calladas. Sinceramente, a ellas tampoco les parecía gracioso.

La entrenadora por fin hizo su aparición en la puerta de la cancha, haciendo que la incómoda charla se acabara.

Todas las chicas que estaban de pie, se acomodaron correctamente en las gradas.

La mujer entró hasta la mitad del campo, pero lo extraño es que no estaba sola, el entrenador del equipo de baloncesto y todos los jugadores venían siguiéndola. Al llegar junto a ella, el hombre y los chicos se posaron a cada uno de sus lados.

Entre todos los estudiantes se miraron. Ninguno sabía lo que iba a suceder.

—Buenas tardes a todos... — La entrenadora habló fuerte — Chicas, vengan aquí rápido — Les pidió y las mujeres no tardaron en hacerlo, bajaron juntas a la cancha, parándose frente a ella. Elena se cruzó de brazos, no le gustaba para nada estar junto a tantos hombres y mucho menos si Aleksey estaba allí. Él como siempre ya empezaba a mirarle como estúpido.

—Bien... Porristas, jugadores... Como podrán notar hoy el entrenador Kuzov y yo les hemos hecho venir aquí de la nada. Me imagino que ustedes se preguntaran para qué... Y es muy sencillo — Comentó — La final del torneo nacional de baloncesto ya es la próxima semana y tanto los jugadores como las porristas de la Universidad de Moscú han sido la sensación en todo el país. Los chicos por su excelente nivel de juego y las chicas por sus excelentes shows en cada partido. Los canales más importantes de deporte del país vendrán a cubrir el juego final pero antes de eso por supuesto tendrá que haber una apertura. La idea de la Universidad, es que ustedes porristas y ustedes jugadores hagan un show juntos, antes de empezar el partido.

—¿Qué?— Aleksey, dio un paso al frente — Espere entrenadora. ¿Usted nos va a poner a bailar con las chicas?— Preguntó confundido.

Todos, hombres y mujeres empezaron a protestar.

El entrenador negó de inmediato — Jóvenes, jóvenes... Silencio. Aquí nadie ha dicho eso — El hombre intentó calmarlos.

La mujer continuó — No, Aleksey, no los voy a poner a bailar con mis chicas. Es obvio que no se puede porque sería un desgaste para ustedes... Y esa no es la idea — Les explicó — Ustedes simplemente van a acompañar a las porristas como si fueran parte de la coreografía pero serán ellas quienes la ejecutan.

—Exacto — El entrenador volvió a tomar la palabra — No se pongan nerviosos, jugadores, no van a tener que hacer nada del otro mundo. Aquí no habrá ningún desgaste y van a tener su energía intacta para el juego. Esto simplemente será para entretener a su público.

—Bien... ¿Y qué es lo que haremos? — Un miembro del equipo preguntó.

La entrenadora les señaló la mitad de la cancha —Hagan una línea mirando hacia mí. Dejen un espacio entre ustedes de aproximadamente un metro, Aleksey, tu irás en el centro.

Los doce hombres se movieron, siguiendo las instrucciones de la mujer. Una vez acomodados, la mujer señaló a las porristas el mismo lugar.

—Chicas, háganse delante de cada jugador, mirándolo de frente. Quienes no queden con pareja, háganse atrás formando un triángulo.

Igualmente, las chicas también hicieron lo mandado. Elena no deseaba tener contacto con ellos así que se hizo atrás ayudando a completar el triángulo. Sin embargo, aquello no le agradó a la entrenadora. Ella le miró con una ceja enarcada.

—Katina, ¿qué haces?— Tú deberías estar aquí — Señaló a Nastya quien se había hecho frente a Aleksey.

Elena se encogió de hombros — ¿Por qué? Nastya está bien allí...

La entrenadora negó  — Por supuesto que no. El capitán y la capitana de los equipos deben estar juntos. Cambien rápido — Ordenó.

Elena tuvo que apretar sus puños para no contestarle de mala gana. De todas formas, tuvo que obedecer y cambiar de lugar con Nastya. Se hizo frente a Aleksey pero bastante alejada y sin mirarlo.

—Ok... Ok... ya está todo en orden... Hombres, sostengan las caderas de las niñas y háganlo con mucho cuidado. Aleksey sin pensarlo, agarró a Elena de la cintura y la atrajo hacía él. Ella, cabreada, de inmediato le alejó las manos — Ni se te ocurra volverme a tocar pedazo de imbécil — Apretó la mandíbula.

Aleksey frunció el ceño.

—Oye... solo estoy siguiendo órdenes de tu entrenadora, sí.

—Pues me importa una mierda. No vas a tocarme. Y si lo intentas hacer de nuevo, te voy a romper las pelotas de una patada, aquí mismo, frente a todos.

Ante esa amenaza, Aleksey solo pudo sentir nervios. Tragó saliva y subió las manos a la altura de las caderas de Elena pero sin tocarla. Sus manos quedaron suspendidas en el aire. Él sabía que ella era capaz de lo que dijo y demás...

No le daría motivos...

...

Horas más tarde, a las 4:30 pm en punto, algunos de los estudiantes empezaban a montar sus vehículos con el fin de abandonar la Universidad.

Yulia era una de ellos, pero con la diferencia de que ella ya se encontraba en el parqueadero, metida en la camioneta de su madre esperando a que Elena apareciera en cualquier momento. Ambas habían quedado en ir juntas a la mansión para recoger a Katya, los cachorros y la ropa para el fin de semana, pero su hora de salida más tempranera les había truncado los planes.

Le había escrito un mensaje para encontrarse allí.

Su mirada se clavó en el río de personas que venían entrando y de pronto pudo divisar a su novia. Iba bastante distraída en una charla con otras chicas que no eran de su típico clan... Pero aún así reía con ellas y asentía lindamente.

El grupito se fue acercando poco a poco hasta pasar por el lado del auto, Elena lo vio, se salió del camino disimuladamente y rodeó la camioneta con mucho cuidado para meterse en el asiento del copiloto sin que nadie la viera.

Yulia se burló. Ese sentimiento de peligro le gustaba — Pareces una espía — Le dijo, pero a Elena no le cayó bien. Su rostro se mostró triste, odiaba tener que esconderse de esa manera.

—Lo único que parezco es una cobarde. Debería salir allá afuera y gritarle a todos que tengo una novia hermosa a la que le gusta coleccionar bragas.

Yulia volvió a mostrar su sonrisa ante lo dicho por ello. No tardó más sus ganas de besarle y le agarró las mejillas para hacerlo. Elena se dejó mimar la boca con todo el gusto.

Yulia empezó a calentar el ambiente deslizándole las manos hacia el trasero pero hasta allí quedó todo porque Elena se alejó con delicadeza. Suspiró — Oh... Dios... Amor... Te dejaría hacer conmigo lo que quisieras pero ahora no puedo. Me escapé de clases al ver tu mensaje pero la verdad es que no puedo demorarme mucho. Estoy en medio de la presentación de un diseño y ya casi será mi turno.

Yulia le regaló una sonrisa. Negó despreocupada — Está bien preciosa, no pasa nada. Yo solo quería saber si sigues descartando la idea de que te espere para ir a la mansión y recoger las cosas. Ya me dijiste que no pero yo quiero hacerlo, no tengo problema.

Elena negó — No, no es necesario. Para qué vas a quedarte dos horas en este lugar. Vete tranquila, yo apenas salga de aquí, voy de volada por Katya y después me dirijo hacia tu casa. Ya es un hecho.

—Lo prometes... — Yulia le mostró su dedo meñique.

Lo agarró con el suyo — Claro que si Yulia Volkova. Recuerda que te estoy debiendo unas bragas — Le dijo divertida.

Volvieron a compartir un tierno beso. Elena se alejó y salió del auto. Antes de cerrar la puerta, le lanzó un beso con los labios y se devolvió corriendo hacia dentro de la Universidad.

***

Dos horas después, al llegar a casa, Elena iba con un solo propósito. Subió a su habitación rápidamente, puso su cartera y su teléfono en el tocador y corrió directamente a su closet para poder escoger la ropa que empacaría para el fin de semana. Entre la montaña de tela que tenía allí, comenzó la elección de las prendas que más le gustaban, sin olvidar el abrigo que Yulia le había regalado.

Salió de allí y corrió a los cajones de su closet donde se encontraba la ropa interior. Se mordió el labio al mirar adentro. Tenía bragas y sostenes de todos los tipos pero necesitaba sin duda los más sexys. Quería dejar a su novia sin aliento. Tomó un par de juegos muy eróticos y caminó con todo hacia la cama. De allí se dirigió al baño por sus cosas de higiene y maquillaje y por último volvió a su closet para sacar una maleta.

Colocó todo sobre el colchón, y con mucho orden empacó cada prenda y objeto que había elegido. Miró alrededor de su habitación, garantizándose de que no olvidara nada. Al asegurarse de que todo estaba en orden, tomó los cierres de la maleta y los deslizó hasta cerrarlos. En ese momento, la puerta de su habitación fue abierta abruptamente, sorprendiéndola y asustándola al límite. Se volteó para observar al responsable de aquella fechoría y su nerviosismo creció al doble cuando vio a Inessa allí parada.

La mujer entró con su típica cara de amargura. Caminó hasta posarse a su lado y miró la maleta. Enarcó una ceja y la acarició por encima.

El corazón de Elena latió de miedo.

—Hasta que por fin apareces. Pensé que lo habías olvidado Elena... — Ella le empezó a decir.

Elena se extrañó, no entendió a que venía aquella frase.

Inessa se alejó y continuó su camino por toda la habitación. Estudiaba los alrededores como si nunca hubiera estado allí.

Elena, no pudo quitarle la mirada de encima.

—Creí que habías huido de mi cuando te me desapareciste desde ayer, pero veo que me equivoqué — Se giró para mirarle fijamente.

Elena, siguió sin entender nada.

Inessa se le acercó de nuevo pero esta vez para agarrarle su cartera. Elena se alertó al ver como la abría sin ningún reparo, sin embargo, no protestó. Era inútil.

Inessa rebuscó en todos los bolsillos hasta que logró dar con lo que buscaba. Sacó el pasaporte de Elena y le echó un vistazo rápido. Una gran sonrisa se hizo en su rostro.

—¡Perfecto! — Exclamó con satisfacción y lo volvió a poner en la cartera. Se quedó sosteniendo el objeto en su mano mientras volvía a mirar a su hija.

—No será necesario que hagas más maletas, en Milán podrás comprar la ropa que quieras — Se giró hacia la puerta, dispuesta a salir — Vámonos ya, el avión privado de los Vietto nos está esperando en el aeropuerto.

Elena no pudo creer lo que acaba de oír. Sus ojos se cristalizaron de inmediato.

—¡¿Qué mierda?! — Dijo exaltada.

Aquellas palabras hicieron que Inessa se devolviera. Su ceja se enarcó de nuevo — ¿Qué acabas de decir?— Le dijo.

Elena no se aguantó. Se salió de sus casillas — Dije que es una mierda. Yo no voy a ir contigo a ninguna parte. ¡Entiéndelo de una vez y por todas! ¡No iré a Milán! ¡No tengo nada que ver con tus jodidos negocios! ¡Haz tus cosas por tu cuenta! — Le gritó fastidiada.

Inessa mantuvo su expresión seria, pero eso no le duró mucho. Tomó aire, y en un movimiento rápido, le agarró la barbilla con fuerza y la giró bruscamente logrando estrellarla contra la pared.

Elena apretó los dientes y le agarró el brazo, intentó alejarlo pero Inessa era más fuerte.

—Escúchame bien, pedazo de insolente buena para nada. Cuida la forma en que me hablas porque mientras tú vivas bajo este techo vas a tener que obedecer cada cosa que te digo — Le apretó con más fuerza la barbilla, haciéndole daño. Inessa, definitivamente perdía los estribos. Continuó — Si la maleta no era para Milán, entonces para qué Elena. ¿Acaso ibas a escaparte con alguien? — Le preguntó — Oh, sí, era eso, venías a escaparte con alguien. ¿Por eso entraste como una bala a empacar, no? Dime de una vez..., — La sacudió con rabia — ... Dime ¿Quién es el maldito vago que te está llenando la cabeza de cucarachas y no te deja venir a dormir a tu casa? ¡Dime estúpida! — Le gritó exageradamente muy cerca del rostro.

Elena apretó la mandíbula, el nombre de Yulia estuvo a punto de salírsele de los labios pero sabía que iba a ser un error más grande. Lo retuvo en la punta de la lengua mientras empezaba a sollozar de rabia.

Inessa no se detuvo y continuó haciéndole sentir peor — Bien... No me digas, no lo hagas, no es necesario porque desde hoy se te acaba la libertad que siempre has tenido — Le amenazó — Escúchame bien Elena Katina. Nos vamos a ir Milán, y una vez allá harás todo lo que yo te diga. Cenaremos con los Vietto y te comportarás como toda una dama delante de sus hijos. Tendrás que hacer lo que sea para que uno de ellos caiga en tus redes. Eres mi anzuelo en este negocio. Entiéndelo de una vez.

Elena no soportó más las podridas palabras de Inessa, se llenó de fuerzas y la empujó lejos de ella, haciéndole caer al suelo. Agarró la maleta, su teléfono y salió de la habitación. En medio del desespero por huir, intentó llamar a Yulia pero Inessa le alcanzó por detrás, jalándola del cabello y deteniéndole a medio pasillo.

La mujer mayor la giró de frente y le lanzó un manotazo con todas sus fuerzas a la cara. Elena cayó de rodillas al suelo debido al impacto en su rostro, el dolor fue instantáneo y tuvo que cubrirse el rostro para intentar minimizarlo.

Poseída por la rabia, Inessa agarró el teléfono celular y lo destruyó en mil pedazos. Elena solo podía ver como se desquebrajaba con cada golpe.

Fedora, quien se encontraba en su habitación con Katya, escuchó los ruidos y de inmediato se asomó a la puerta. Sus ojos se abrieron de par en par y sintió que el corazón se le salía al ver a Elena tirada en el suelo. Intentó acercarse a la escena pero se paró al ver que Inessa la señaló.

—Ni siquiera te atrevas, Fedora. Devuélvete ya a tu maldito cuarto — Le gritó. La mujer parecía una desquiciada.

Fedora, aunque no quería tuvo que obedecer.

Inessa se asomó al balcón y llamó a uno de sus guardias. Le ordenó que subiera y tomara la maleta de Elena para llevarla al auto que ya les esperaba a las afueras. El hombre lo hizo en completo silencio.

Elena, por una esquina de su ojo vio cómo su teléfono había quedado solo en esquirlas. Al lado de su pie, había volado un pedazo que contenía la batería y el chip de memoria. Disimuladamente los reguardo contra su cuerpo y los metió en su chaqueta para ponerlos a salvo.

Inessa, se arregló sus finas ropas, su cabello y por último recuperó su compostura. Entró a la habitación de Elena por la cartera que contenía el pasaporte y volvió a salir.

—Levántate ya. Nos vamos — Le dijo autoritaria.

Elena no tuvo de otra que obedecer, se levantó lentamente sin dejar de cubrirse la mejilla. Le dolía y le ardía como un demonio.

Empezó a caminar y antes de bajar le echó una miradita a la habitación de Fedora. Su nana la miraba por un pequeño orificio. Intentó decirle algo para que la mujer le leyera los labios, pero Inessa la vio y le pegó un empujón — No intentes nada. Camina rápido — Le dijo, haciendo que Elena no pudiera lograr su cometido.

Al meterse al auto, el chofer de la casa la miró por el espejo retrovisor con algo de confusión. Él se aclaró la garganta y de su bolsillo sacó un pañuelito.

—Señorita Katina, tiene algo de sangre allí — Le señaló la mejilla.

Elena se quitó la mano del rostro y la puso frente a sus ojos. Efectivamente había rastros de sangre. De inmediato se movió para observarse en el espejo retrovisor y vio una pequeña cortada a la altura de su pómulo.

Inessa entró a su lado, le miró la herida pero actuó como si nada hubiese pasado — Te cubrirás eso con un buen maquillaje — dijo relajada y después ordenó al hombre que arrancaran.

Elena se recostó contra el cristal mientras dejaba salir unas lagrimitas de tristeza. Lo único en que podía pensar en ese momento era en Yulia…






Si uds me lo piden, puedo matar a Inessa y cambiar el final de la historia... pero ya!!!


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Mensaje por SharonRoZe 7/5/2020, 2:35 pm

Jajaja
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Mensaje por Volkatinale92 7/5/2020, 3:07 pm

😡😡😡😡🤬🤬🤬 puedes matar a Inessa ya? La odio me arruinó el capítulo 😡

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Mensaje por Aleinads 7/5/2020, 7:03 pm

Matala, matalaaa!!!
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Mensaje por Yulieth 7/5/2020, 8:11 pm

Que estás esperando para matar a Inessa de un forma dolorosa y tortuosa💩💩👹 es una vil perra... Oh me emocionado jejjee
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Mensaje por SharonRoZe 7/6/2020, 11:13 pm

Ya por favor sube otro capítulo 🥺
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 7/7/2020, 2:18 pm

Bien chicas, acá les dejo el capítulo final tal y como ustedes lo han pedido

A leer!!!

Capitulo Final



Yulia llegó a Italia, mató a Inessa y fue llevada presa por la policia donde pagará, 18 años de carcel por asesinato.

Lena, llora de dolor tras perder al amor de su vida...

FIN!

Wink
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Mensaje por SharonRoZe 7/7/2020, 2:44 pm

¿Es real? jajajajaja
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Mensaje por Volkatinale92 7/7/2020, 2:49 pm

Jajaja que mala que eres jajaja no nos tengas en este desespero

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 7/8/2020, 3:57 pm

Very Happy Very Happy
Cómo están chicas? Menos mal que no sé hacer chistes y no creyeron en ese patético capítulo final que les subí Laughing Laughing Bueno, ya solo estamos a dos capítulos para que finalice esta hermosa historia que me encantó de principio a fin.

No les daré más vueltas, así que... a leer!!!

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Treinta y ocho




7:30 de la noche y todos los miembros de la familia Volkov ayudaban a organizar el comedor para la cena que estaba a punto de empezar. Los mejores cubiertos, los vasos de colección y la vajilla más costosa, eran colocados encima del cristal con mucho cuidado. Larissa, lo había elegido de esa manera. Quería celebrar por lo alto la noticia del noviazgo entre su adorada hija y la chica Katin.

Solo unos segundos les tomó terminar los arreglos. Larissa, contenta por el resultado, aplaudió exageradamente. Los demás miembros de la familia solo pudieron sonreír ante la felicidad de la mujer que les amaba y cuidaba.

—¡Todo quedó muy lindo mami! ¡¿Podemos sentarnos ya?! ¡Tengo mucha hambre!— Viktoria se expresó con libertad, pero no dio espera a la respuesta de su madre. Se subió al comedor, tomó un lugar y agarró los cubiertos, lista para devorar lo que fuese que hubiera dentro de las bandejas.

Larissa sonrió ante las ocurrencias de su pequeña. Se agachó a su altura y le acarició las mejillas con dulzura —Claro que sí mi amor, dame unos segundos, voy por unas servilletas a la cocina y ya empezamos a comer.

Larissa se alejó y los hombres de la familia aprovecharon para tomar sus lugares en la mesa.

Oleg, notó que su hija mayor seguía de pie tras la silla con el rostro algo preocupado. No dudó en interrogarle.

—¿Qué pasa mi amor? ¿Por qué no te sientas?

Yulia negó y lo hizo junto a una sonrisa frágil que no duró prácticamente nada. Oleg se dio cuenta que definitivamente algo no estaba bien.

—No pasa nada, papá. Es solo que... Elena y Katya deberían haber llegado ya. ¡Desde hace media hora atrás!— Suspiró — No sé qué pasa. Le estoy escribiendo mensajes pero no me contesta. Mira...

Yulia colocó el aparato frente a los ojos de su padre, y si, efectivamente había un mensaje de su parte.

Hey Lena... ¿ya casi llegas? Es que mamá está a punto de servir la cena. Les estamos esperando. Smile

—¿Crees que les pasó algo?— Yulia terminó por decirle.

Oleg no quiso apresurarse a decir alguna cosa fuera de lugar. Negó despreocupado.

—Claro que no, no, no pienses en eso. Ella y la pequeña no van a tardar en estar aquí. Te lo aseguro. Y ya siéntate tranquila. No empezaremos la cena sin ellas.

Yulia, no muy segura, tomó la silla dejando dos lugares vacíos a su lado al que no les quitó la mirada. Una sensación muy extraña la envolvía. Presentía algo malo.


Al otro lado de la ciudad, en la mansión Katin, Fedora caminaba de lado a lado de la sala con el teléfono pegado a su oreja. Hace más de cuarenta minutos que intentaba comunicarse con Sergey Katin, pero parecía inútil. El hombre no respondía. El desespero en ella era incontrolable. Al no obtener respuesta alguna, lanzó con rabia el teléfono sobre uno de los sofás y se cubrió el rostro tratando de frenar las lágrimas de frustración. En ese momento, Katya venía bajando las escaleras. La pequeña le vio en ese estado y no dudó en acercársele.

—¿Qué pasa, Fedo? ¿Por qué estás enojada?

Fedora la miró y la inocencia de la pequeña le quebró el corazón. Definitivamente no iba a contarle nada de lo que había pasado con Elena.

Negó rápidamente. Limpió sus lágrimas y fingió una sonrisa. Así era mejor — No es nada grave bebé. Solo... Problemas con mi familia.

Katya le abrazó tiernamente  — Todo estará bien, Fedo. No llores — Su lindura traspasaba los limites.

Fedora, dispuesta a todo quiso jugarse la última carta por Elena. Volvió a tomar el teléfono y se agachó junto a ella. Se aclaró la garganta — Bebé, tú sabes... ¿Cuál es el número de celular de Yulia Volkova? Me gustaría hablar con ella sobre algo. ¿Puedes dármelo?

Katya arrugó su pequeño ceño de manera divertida. Ese pedido le parecía muy extraño. Habló —¿Y por qué quieres el número de Yuli? — Sonó casi como reclamando.

Fedo no aguantó la sonrisa. La pequeña era bastante celosa cuando se trataba de Yulia.

—Bueno... Es que me gustaría hablar con ella sobre Elena. Ya sabes que ella y tu hermana ahora se llevan muy bien, así que quisiera darle algunos consejos. ¿Me lo darías?

Katya, aunque insegura, asintió. Empezó a decirle número por número al mismo tiempo en que Fedora los pinchaba en el teléfono. Al terminar, Fedo se levantó y se resguardó el aparato contra el hombro. Era obvio que no hablaría delante de la niña.

—Kat, ¿Podrías buscar a Prince y a Princess para darles de comer?

La niña sonrió de inmediato y salió a correr hacía el jardín gritando el nombre de los dos cachorritos.

Fedora, más tranquila, llevó su dedo hacia el botón de marcar pero se detuvo en el acto al escuchar cómo se abría la puerta principal. Sus ojos se abrieron de par en par al ver entrando a Sergey. Tiró el teléfono de nuevo en el sofá y se acercó a él tan rápido como pudo.

—Sergey, Sergey... Gracias a Dios llegaste — Su tono de alivio mezclado con intranquilidad alertó a Sergey Katin, que se extrañó al instante. Los gestos de la encargada le hicieron notar que algo no andaba bien.

Se preocupó.

—Fedo... ¿Qué pasa? ¿Qué pasó?

Fedora miró a los alrededores, asegurándose de que Katya no estuviera cerca. Tomó aire — Sergey, no sé si está bien que te diga esto pero necesito ayuda y no tengo a quién más recurrir.

Sergey enarcó una ceja pero asintió de inmediato. No quería rodeos. Necesitaba saber que era lo pasaba de una vez por todas — Vamos... Dime ya — intentó tener calma pero era difícil.

Fedo no lo hizo esperar más — Pasó, que hace aproximadamente una hora, Inessa y Elena tuvieron un altercado muy fuerte. Yo estaba en mi habitación con Katya y de pronto escuché unos ruidos ensordecedores venir de afuera. Cuando me asomé a la puerta para verificar que era, pude ver a Inessa destrozando el teléfono celular de Elena, y a Elena tirada en el suelo con rastros de sangre en su rostro. Intenté acercarme a la niña para ayudarle a levantarse pero tu esposa me gritó al punto de que no pude hacerlo.

—¡Qué mierda! — Sergey se desencajó. Entró por completo hasta la sala y lanzó su portafolio con ira sobre la mesa de estar — ¡Inessa Katina! ¡Ven aquí ya!— Gritó lleno de rabia.

Fedora fue tras él para intentar calmarlo, persuadirlo — Sergey, Sergey, Inessa no está... Y por favor, no grites que Katya no sabe nada de esto.

Él se agarró la cabeza, frustrado. Suspiró y se puso ambas manos en la cintura. Trató de enfriarse un poco —Ok... ¿Dónde está Inessa? ¿Y dónde está mi Lena? Necesito hablar con ella — dijo más calmado.

Fedora negó — ¡Eso es lo que te quiero explicar! ¡Pero no me dejaste terminar! Cuando Inessa me gritó, yo me devolví a mi habitación pero me quedé observando todo desde la puerta. Tú esposa llamó a un guardia para que recogiera una maleta que estaba tirada en el suelo, al parecer era de Elena. Después, Inessa le hizo levantarse a la niña del suelo y se la llevó a empujones hacia la calle.

—...Pero ¿a dónde fueron?

—No estoy segura, pero creo que Inessa se ha llevado a Elena a Milán.

—¿Milán? — Sergey se sorprendió.

—Si... Desde hace meses atrás, Inessa estaba planeando un viaje de negocios a Milán, con un tal Luciano Vietto, y por supuesto estaba empeñada en llevarse a Elena para relacionarla con los hijos de ese empresario. Elena varias veces me expresó que no iría con ella a ningún lugar, que no le interesaba nada de eso... Pero parece que Inessa no tomaría un “NO” como respuesta y se la ha llevado a la fuerza.

Sergey negó tomándose la frente. El estrés que empezaba a sentir era fuerte. Fedora lo notó, pero no podían dejarlo así. Tenían que actuar — Sergey, yo sé que esto parecería una pelea normal entre madre e hija pero no es así. Elena iba sangrando. Tengo mucho miedo de que intente algo estúpido e Inessa le vuelva a hacer daño y quiera tomar medidas drásticas. ¿Qué tal si decide dejarle en Milán? ¡Dios!¡Tienes que hacer algo! ¡Debes ir por la niña!

Sergey se desató el nudo de la corbata. Estaba furioso. No podía pensar con claridad.

—Fedo, si puedes conseguirme el contacto de Luciano Vietto en la libreta de Inessa te lo agradecería. No quiero llamarle a ella porque si lo hago, probablemente la insulte.

—Sergey, lo mejor es ir a lo seguro. Llama a Inessa, has como si nada ha pasado. Pregúntale en donde va a estar y ella te lo dirá. Así podrás ir por la niña.

Fedora recordó lo que Elena le había contado unas semanas atrás sobre él y su lindo acercamiento con ella.
Tenía que aprovechar eso — Sergey, si quieres volver a acercarte a tu hija, si quieres que te tenga confianza esta es la oportunidad. Ve por ella, te aseguro que va a estar agradecida. Debes defenderle de Inessa y su tiranía — Le aconsejó.

Sergey no lo tuvo que pensar dos veces. Sacó su teléfono del pantalón y marcó a su esposa. Fedo se sintió nerviosa. Pidió en sus adentros que nada saliera mal.

Luego de unos timbrazos, Inessa respondió la llamada. Sergey se aclaró la garganta y respiró hondo.
Intentó poner todo de él para no dañar nada.

—Ine... ¿Cómo estás?— Trató de sonar lo más relajado posible.

Al otro lado se escuchó una risa triunfal — Hola Sergey, estoy bien, gracias por preguntar. ¿Qué hay de ti?

Al notar lo preocupada que estaba Fedora, Sergey puso el altavoz para que ella pudiera enterarse. La encargada, adelantándose a los hechos, agarró una libreta y un lapicero en la mesa del teléfono.

Sergey continuó — Yo igual. Ehh... — Tenía que dar comienzo a su plan —Mmm... Ine, te llamaba porque Leonid Vladislav me ha invitado a cenar esta noche. Quiere verte, así que no sé si quieras venir con nosotros...

—Absolutamente no puedo. Ahora mismo estoy en un avión hacía Milán. Dile a Leonid que me disculpe y que cuando regrese seré yo quien le haga la invitación.

—Ohh... ¿Milán?— Sergey fingió no saberlo. Fedora le hizo un gesto para que siguiera —¿Para qué vas a Milán?

—Negocios, Sergey. Luciano Vietto, ¿Te suena? El magnate italiano.

—Sí, si claro.

—Bueno, desde hace meses me vengo comunicando con él sobre la gestión de nuestras compañías. Se mostró muy interesado en ello, así que semanas atrás me invitó formalmente a la celebración de sus 86 años que se llevarán a cabo mañana. Él quiere que yo esté allí personalmente para que le explique con detalles todos los movimientos de las empresas. Si todo sale bien, lograré que se asocie con nosotros en un abrir y cerrar de ojos. Voy a estar de vuelta en un mes y medio o máximo dos para que lo tengas en cuenta.

— Oh... Es excelente... ¿Y dónde será la celebración? Me imagino que por todo lo alto.

—Claro que sí, será en el hotel “Principe Di Savoia”, el mejor de todo Milán. Allí mismo estaré hospedándome.

Fedora anotó el nombre del hotel en la libreta tan rápido como pudo. Al menos ya tenían una ubicación clara.

—Oh... Bien, Ine. Ojalá prospere el negocio. Te llamaré después. Tengo que encontrarme con Leonid.

—Ok. Salúdame a Leonid, y no olvides darle mi recado. Adiós...

La llamada terminó y de inmediato Sergey corrió a su portafolio. Sacó su tablero digital, navegó en el durante segundos y empezó a marcar números en su teléfono.

Fedora trató de interrogarle por ello pero Katya volvió a la escena y tuvo que callarse. La niña llegó con ambos cachorros en sus brazos, sin embargo, los dejó ir al ver a su padre. Se lanzó a abrazarle y él por supuesto no se negó.

—¡Papito! ¡Ya llegaste!— Le dijo emocionada besándole repetidamente las mejillas. Sergey se quedó mirándole con ternura. Definitivamente no quería sufrimiento para ninguna de sus chicas. No más.

—Hola mi bebé, ¿cómo estás?

—Bien papi, voy a darle de comer a los cachorros.

—... Oh, pero Prince y Princess se te han escapado. Ve por ellos. Ve — Le dijo divertido. Katya se sorprendió y salió tras ellos gritando sus nombres.

Sergey esperó a que se alejara y volvió al teléfono.

Fedo se sentó a su lado, atenta —¿Qué harás?

—Necesito un boleto — le explicó y se concentró en la llamada.


***


En casa de los Volkov, el ambiente empezaba a bajonearse debido a que las invitadas especiales no arribaban. Aún nadie empezaba a comer y Yulia no dejaba de enviar mensajes al teléfono de su novia aunque no obtuviera respuestas. La preocupación y el enojo que estaba sintiendo se ponían peor cada segundo.

Cinco minutos más pasaron y Lenin no aguantó la espera, empezó a servirse de cada cosa que había en las bandejas. Vio como sus padres lo miraban con cara de pocos amigos, así que protestó.

—¿Qué? ¡No me miren así! Ya es muy tarde. La comida se enfría. Además... Viktoria ya va acabar y a ella no le dicen nada — Les dijo excusándose.

Larissa no pudo hacer nada ante eso y solo se encogió de hombros. Al final, su hijo mayor tenía razón. Ya habían esperado mucho. Colocó una mano en el hombro de Yulia —Amor, ¿estás segura de que ellas iban a venir? ¿No escuchaste mal?

Yulia negó con tristeza —No ma, no escuché mal. Ellas iban a venir. Elena me lo prometió — Se quitó el teléfono de la oreja y lo dejó sin ganas sobre el comedor — Su teléfono está apagado — Comentó con mucha decepción.

Larissa miró a su esposo con el fin de que dijera algo. Él, lo entendió y lo hizo — Amor, ¿Por qué no intentas llamarle a casa? Tal vez el celular se le dañó o algo parecido. No sabrás hasta intentarlo. Hazlo. VAMOS — Le alentó.

Yulia suspiró sin ganas y volvió a tomar el aparato. No quería parecer intensa con Elena pero esa era la última opción. La intranquilidad la estaba matando. Marcó el número y esperó a que contestaran...


***


En la casa Katin, la cabeza de Sergey estaba a punto estallar. Su intento de conseguir un vuelo para esa misma noche se estaba convirtiendo en una tarea muy difícil. Las aerolíneas no daban abasto. El último mes del año estaba a solos unos días de llegar y la demanda en viajes era demasiada. La frustración lo estaba carcomiendo.

—Señor Katin, hemos verificado pero no tenemos puestos disponibles para esta noche. El próximo vuelo con destino a Milán lo tenemos agendado para dentro de dos días, exactamente el domingo las 8:00 am, en el quedan dos puestos disponibles. Es la fecha más cercana.

—No, no, es muy lejos, yo lo necesito para ya. Señorita por favor consígame uno. Le pagaré lo que sea por él.

—No se trata del precio señor Katin. Es solo que no hay cupos disponibles para esta noche. Déjeme verificar una vez más. Trataré de hacer lo posible. No se vaya de la línea.

Sergey se quitó el teléfono de la oreja para descansar un poco. No se iba a dar por vencido.

Fedora se quedó en silencio para no molestarle. Pero eso les duró muy poco porque Katya apareció de nuevo en la sala, esta vez con el teléfono de la cocina en su oreja. Venía riendo y asintiendo. Estaba hablando con alguien.

Fedo y Sergey se miraron extrañados, y más cuando Katya les lanzó la pregunta que no deseaban contestarle.

—¿Dónde está Elena?

Ambos se quedaron callados. Fedo se levantó hacia ella y se agachó a su lado. La niña seguía con el teléfono sobre la oreja —¿Dónde está mi hermana, Fedo?

—¿Elena...? OH... Elena... Está comprando unas cosas — Fedo dijo rápidamente. Vio como Katya le repetía lo mismo al teléfono y rápidamente se lo arrebató para ponerlo en su oreja.

—¿Quién habla?— Preguntó con seriedad.

De pronto la tímida voz de Yulia le sorprendió —Buenas noches señora Fedora, soy Yulia. La amiga de Elena.

Fedora suspiró aliviada al escucharle. Por un momento pensó que se trataba de otra persona —Oh... Yulia, hola, disculpa... Pensé que Katya hablaba con alguien desconocido — Rió —Mmm... Dime, ¿cómo estás? ¿Te puedo ayudar en algo?— dijo con amabilidad.

Yulia tartamudeó  —Ehh... De hecho, si, Fedo. Pasa que Elena quedó de venir con Katya a mi casa para cenar... y también para pasar el fin de semana con nosotros. En la Universidad quedamos en que iría a casa a recoger la ropa y a Katya y que no tardaría pero aún no llega. Le estoy llamando a su teléfono y lo tiene apagado... Y supongo que aún se encuentra allí ya que Katya es quién me ha contestado.

Fedora se puso nerviosa. Rebobinó lo que Yulia le acaba de decir y fue allí cuando cayó en cuenta. Ató cabos. La maleta que Elena preparó, no era para el viaje, había sido para irse con ella. Se mordió las uñas. Dios...

Yulia le caía tan bien. ¿Cómo iba a contarle lo que había pasado? —Oh... Si, Yulia, Elena… — Tartamudeó —Elena en estos momentos está con su madre en una charla. Desde hace rato están allí, así que no creo que demore mucho. Solo dale unos minutos más. Ella irá pronto a tu casa con Katya — Mintió.

—Woww... Genial. Gracias Fedo, necesitaba esto. Pensé que se había enojado conmigo... O le había pasado algo malo. Me alegra que solo sea eso. De verdad, gracias.

—Claro... No te preocupes. Cuídate — Fedora colgó el teléfono y se quedó paralizada mirándolo fijamente ¿Qué había hecho? ¿Qué demonios acababa de hacer?

Katya enarcó una ceja, pero después pegó un gritó y un salto que alertó a los dos mayores — ¡Iré con Lena donde Yuli! ¡sí!¡Voy a alistar mis juguetes!— Gritó eufórica y corrió al segundo piso donde estaba su habitación.

Sergey finalmente colgó el teléfono y se echó contra el espaldar del sofá. Parecía derrotado.

Fedo se acercó y tomó la silla frente a él —¿Qué pasó Sergey?

El negó — No pude conseguir un vuelo para hoy... Pero si para mañana en la tarde —Dijo cabizbajo. Un silencio los arropó. Sergey se agarró la cabeza y volvió a negar —Quería llegar por Elena antes de la dichosa cena pero no podré hacerlo. Yo no quiero que mi hija vaya a esa celebración con Inessa. Siempre le ridiculiza, le hace pasar malos ratos. Yo he sido testigo de eso... y nunca he hecho nada para pararlo. He sido un estúpido.

Fedo pudo sentir el arrepentimiento a flor de piel del hombre. No había duda de que estaba sufriendo. Intentó darle moral —Estás cambiando Sergey, y eso es lo que importa. Mañana vas a estar ahí y defenderás a tu hija de lo que sea. Elena te ama tanto que ni te lo alcanzas a imaginar.

Al oír aquello, Sergey levantó la cabeza y dibujó una pequeña sonrisa en sus labios. Inevitablemente unas lágrimas empezaron a caer de sus ojos. Avergonzado, las limpió rápidamente de sus mejillas. Se aclaró la garganta —Mmm... ¿Quién fue que llamó?— Cambió el tema.

Fedo no lo quiso indisponer más. Se encogió de hombros despreocupada — Era una amiga de Elena.
—¿Masha?

Fedora negó con una sonrisa — No, otra. Se llama Yulia... y tu hija se lleva muy bien con ella — Le comentó — Elena le quiere mucho, y también Katya. Sabes, esta Yulia tiene una hermanita pequeña, Viktoria y junto a Katya son como uña y mugre.

—Oh... Me alegra que mis hijas tengan con quienes distraerse — Sonrió —¿Y qué quería Yulia?

—Bueno... Mmmm — Fedo se aclaró la garganta. Trató de pensar en algo rápido — Yulia llamó porque Elena iba a llevar a Katya a jugar con su hermanita, y ya sabes, la niña está preguntando si irán o no.

—Oh... Pues deberías de llevar a Katya a esa casa para que se distraiga un poco. Sabes que ella se aburre mucho sin su hermana mayor. Además, el ambiente de esta casa no es el adecuado para ella. Si traigo de vuelta a Elena, Inessa va a intentar acabar conmigo y esto se puede poner feo. No quiero que Katya vea nada. Llévala por favor. Y salúdame a esa chica, Yulia. Creo que la recuerdo un poco — Sergey guardó su tableta digital en el portafolio, lo aseguró y se levantó del sofá —Voy a descansar unos minutos. Avísame por favor cuando te vayas a ir con Katya — Caminó hasta ella y puso una mano en su hombro — Muchas gracias por todo Fedo. Siempre has estado al pendiente de mis niñas y eso te lo voy a deber toda la vida. El domingo voy a traer a mi hija devuelta y te aseguro que todo esto acabará. Ellas no volverán a sufrir jamás.

—Eso espero, Sergey. Ya ve a descansar — Le pidió.

Sergey asintió y empezó a subir las escaleras.

Fedora se tomó la cabeza. Le empezó a doler de solo pensar lo que le diría a Yulia cuando llegara a su casa solo con Katya...


***

En casa de los Volkov, todo volvía a convertirse en sonrisas. Después de la llamada a Fedora, el alma de Yulia le había regresado al cuerpo. Y cómo no, si esa noche pintaba para ser muy especial. Tenía preparadas muchas sorpresas para su novia.

La cena ya había culminado, pero la familia entera se mantenía en el comedor disfrutando de una deliciosa crema de Whiskey, a excepción de Viktoria por supuesto, que bebía con muchas ganas su jugo natural.

No pasaron menos de veinte minutos cuando de repente unos toques en la puerta sorprendieron a todos. Yulia sonrió de oreja a oreja y emocionada corrió hacía allá. Abrió de par en par y como de costumbre,

Katya fue la primera en entrar corriendo con su típica euforia. Le abrazó llena de felicidad y después corrió hacia los brazos de Larissa, quien se había convertido como en una segunda mamá.

Yulia se asomó a la calle para recibir a su novia y ayudarles con las maletas, sin embargo, la sonrisa se le borró del rostro cuando no le vio por ninguna parte. La única persona que estaba a unos metros de allí era la encargada de la casa Katin.

Fedora se acercó tímidamente hasta ella y le tendió una mano.

Yulia se confundió — ¿Señora Fedo?...Ah... Hola ¿Cómo está?— le tomó el saludo.

La mujer asintió. A leguas se le notaba el nerviosismo — Estoy bien, bien... Mmmm...Será que puedo pasar, tengo que hablarte de algo — Dijo con prisa.

Yulia se extrañó mucho más, pero asintió a su pedido, le abrió camino para que la mujer siguiera. Antes de cerrar la puerta, volvió a mirar hacia todos los lados del jardín, pero Elena seguía sin estar en ninguna parte. Su corazón latió asustado. Se entró rápidamente.

Fedo saludó a la familia uno por uno hasta que Yulia se unió a ellos de nuevo. Fedo, le miró con detalle y no tuvo que ser adivina para saber que la cara de tristeza infinita y desolación que tenía era por la ausencia de Elena. En ese momento decidió que le contaría todo antes de que le empezaran a interrogar, pero primero tenía que asegurarse de que las niñas no se enteraran.

—Katya, por qué no le muestras a Viktoria tus juguetes nuevos. Ve, ve. Vayan a la habitación — Les alentó. Las niñas se emocionaron y no dudaron en desaparecer por las escaleras. De inmediato, aprovechó para soltar todo el aire agobiante que guardaba en sus pulmones.

Larissa se preocupó — ¿No te estás sintiendo bien, Fedo?— Intentó ayudarle a sentar pero Fedora puso una mano al aire pidiendo calma y tomó la silla por ella misma.

—Sí, sí, estoy bien Larissa...o bueno... En realidad no tan bien — Dijo afligida. Miró a Yulia que seguía de pie observándole. Negó con arrepentimiento — Dios, Yulia, ya sé qué vas a preguntarme porqué Elena no está aquí, y voy a decírtelo, pero primero tengo que pedirte disculpas por mentirte.

Al oír eso, Yulia se llevó las manos a los bolsillos de su abrigo. Tragó saliva y se mordió el labio con nerviosismo. Ese sentimiento de intranquilidad que no le gustaba, le volvía a agobiar.

La encargada, al no obtener preguntas de ningún miembro de la familia, optó por seguir — Yulia, Elena no estaba cuando me llamaste. Yo te mentí porque no quería armar un escándalo por teléfono, ni asustarte.

—¿Pero qué es lo qué pasó? ¿Elena está bien?— Oleg se metió en la conversación. Se mostró preocupado.

Fedora negó con lentitud — No, no está bien — Contestó y en ese momento Yulia sintió que el corazón le dejaba de latir. Ese mal presentimiento no era casualidad. Su respiración falló. No deseaba escuchar algo perverso. Tomó asiento al lado de su madre y se agarró la cabeza. Lo que fuera, no quería saberlo.

Pero Fedora se lo dijo.

—Yulia, Elena no vino porque en este momento está volando a Europa del Norte. Inessa se la ha llevado a Milán.

Yulia cerró los ojos con fuerza y furiosa golpeó con sus puños el cristal del comedor. Se levantó de la silla agarrándose la cintura. No podía creerlo.

—Pero, ¡¿cómo diablos pasó?! ¡Si Elena y yo estábamos en la camioneta de mi madre solo unas horas atrás! ¡Ella no me dijo nada sobre esto! ¡No me dijo que el dichoso viaje era hoy! — Entró en pánico.

Los miembros de su familia permanecían callados pero muy preocupados.

Fedora continuó — Al parecer Elena ni siquiera se acordaba del supuesto viaje. Todo pasó muy rápido — La encargada se desesperó.

Yulia intentó calmarse. Volvió a sentarse en la silla y agarró la mano de Fedo —¿Qué fue lo que pasó? Dame todos los detalles.

Fedora tomó aire y empezó a relatarle lo mismo que le había dicho a Sergey — Eran no más de las 6:30, yo me encontraba en mi habitación con Katya cuando escuché unos ruidos afuera en el pasillo. Por curiosidad me asomé a la puerta y pude ver a Inessa moliendo a pisotones el celular de Elena, a unos metros de ella,

Elena se encontraba sobre el suelo cubriéndose el rostro con la mano. Al parecer Inessa le había hecho daño porque entre sus dedos alcancé a notar un poco de sangre.

—¡¿Esa mujer golpeó a mi novia?!— Yulia volvió a ponerse de pie furiosa. Empezó a caminar de aquí para allá, mirando al techo mientras maldecía a Inessa Katina.

Fedora seguía relatando —Intenté acercarme a ella para ayudarle a levantarse, pero Inessa me gritó y me devolví a mi habitación. Dejé la puerta medio abierta para poder observar y todo lo que logré captar fue cuando Inessa llamó a un guardia para que recogiera una maleta que estaba tirada en el suelo, era de Elena... Y ahora puedo entender que en esa maleta llevaba su ropa para venir aquí, no para irse de viaje — suspiró — ...Después de eso, Inessa la levantó del suelo y se la llevó a empujones fuera de la casa. Con el padre de Elena pudimos corroborar que se la ha llevado a Milán.

—¡Esa mujer es una bruja! ¡Es una maldita loca!— Yulia ya no podía esconder la ira — ¿Cómo se atrevió a lastimar a mi novia? ¿Y todavía a llevársela a la fuerza?

Larissa, asustada por la forma en que Yulia hablaba, se levantó y trató de calmarle envolviéndola en un abrazo. La respiración de Yulia era fuerte — Ya, mi cielo, ya, cálmate. Tienes que relajarte y tener mente fría — Le dejó un beso en la cabeza.

Oleg quiso averiguar más — Fedo, ¿Hay alguna razón por la que se llevó a Elena?

Al escuchar eso, Yulia salió delicadamente de los brazos de su madre y se acercó a la mesa frente a la encargada.

Fedora asintió, miró a ambos y se dispuso a contestar la pregunta —Señor Volkov, Inessa siempre ha querido que Elena se relacioné con gente de la socialité... Sobre todo con los hijos de los empresarios. Ya sabe... Ella sueña ver a Elena casada con un hombre millonario que le deje todo, y por supuesto este viaje no fue ajeno a eso.

—¿Sabes cuánto tiempo estarán allá? — Yulia le preguntó.

—Ehh... Sí, creo que será por dos meses.

—¡Dos meses! ¡Dos jodidos meses!— Yulia no se hallaba. Se encontraba presa en un sube y baja de emociones  —¡Esto no puede ser!¡Nooo...— Chilló — Elena no va a aguantar dos meses al lado de esa mujer... Y yo no voy a aguantar dos meses sin ella. Tengo que ir a Milán por mi novia. No me importa si tengo que enfrentarme a Inessa — Parecía enloquecida. Fue cerca de Oleg y se agachó a su lado — Papá, consígueme un vuelo ahora mismo para Milán, por favor. Tienes que hacerlo. Debes hacerlo — Le pidió desesperada.

Larissa se sorprendió ante ese pedido. Protestó —¡Te volviste demente o algo así, Yulia! — ¡Tú no iras a ninguna parte — se opuso de inmediato ante ese pedido.

Fedora se intranquilizó al ver que el ambiente empezaba a ponerse pesado. Trató de arreglarlo  — Yulia, tu mamá tiene razón. No es necesario que vayas. Sergey, el padre de Elena ya está enterado de todo esto y el mismo irá por ella mañana, incluso ya tiene un boleto de avión reservado.

—Lo siento, Fedo pero si él quiere ir que vaya, yo también lo haré — Yulia dijo decidida. Se acercó a Larissa y la tomó de los hombros — Mamá, no te puedes oponer a esto. Déjame ir. Elena no va a estar bien con esa mujer. Yo lo sé. Elena actúa sin pensar y podría suceder algo de lo que nos podamos lamentar después. Tienes que darme el permiso.

Larissa negó lentamente. Su corazón también estaba preocupado por Elena, y aunque no quisiera aceptarlo, Yulia tenía razón. No quería dar el brazo a torcer pero era difícil — Dios... ¿Por qué tienes que ser así siempre, Yulia? ¡Yo solo quiero tu bienestar!— Le reclamó.

Yulia agachó la cabeza —Lo siento, mamá... pero es que tengo mucho miedo de qué le pase algo... Y de no volver a verla.

Larissa miró a su esposo en busca de ayuda. Él suspiró y se levantó para hacerse al lado de sus dos mujeres. Les abrazó —Yulia, tu madre y yo te dejaremos ir, pero nos vas a prometer que no harás nada estúpido. Que solo buscarás a Elena y te vendrás con ella en la primera oportunidad. No buscarás a Inessa Katina para nada. No quiero que formes líos. Debes venirte a casa tan pronto como sea posible.

Yulia asintió — Claro que sí, papá. Yo solo quiero ir por ella, es todo... Y por favor consígueme ese vuelo tan pronto como sea posible.

—Veré que puedo hacer — Oleg besó la mejilla de su esposa y a paso rápido se metió a su oficina. Yulia lo siguió.

Fedo se agarró la cabeza de frustración. Había cometido un gran error contándole a la chica. Y había indispuesto a toda la familia.

—No debí decirle nada. Discúlpame Larissa.

Larissa negó despreocupada. Se sentó a su lado. Ya que más daba —No podías esconder esto por dos meses, Fedo. Yulia iba a darse cuenta de todas maneras. Elena y ella ya son novias oficialmente, es normal que se haya puesto así. Yo también lo hubiese hecho.

Lenin se levantó de la mesa en silencio. Después de todo lo que había visto no sabía que decir. Nada le incumbía — Mamá, voy a ir a mi habitación. Cualquier cosa no dudes en llamarme. Permiso señora Fedo — Dijo con respeto y desapareció por las escaleras sin hacer mucho ruido.

Larissa y compañía solo pudieron suspirar...

Media hora después de llamada tras llamada, Oleg seguía recibiendo la misma respuesta que Sergey Katin al tratar de conseguir un boleto. “No había nada disponible para esa noche”. Yulia se mantenía atenta sin perder las esperanzas. Iría a Milán como fuera. Así tuviera que irse en una canoa.

—Ok... Muchas gracias, señorita. Buena noche — Oleg colgó el teléfono bastante aburrido y con cara de derrotado. Negó — Nada. Pásame el otro número.

Yulia se disponía a deletrearlo pero el timbre del teléfono fijo se hizo presente. Oleg enarcó una ceja sorprendida pero lo agarró al instante.

—Habla Oleg Volkov. ¿Con quién tengo el gusto?

¬Al otro lado de la línea, una voz masculina se hizo presente.

—Señor Volkov, buenas noches, le hablamos de Aeroflot, soy Aleksandr Mislav.

—Oh... Hola Sr. Mislav. Cuéntame — Oleg tuvo un buen presentimiento. Pinchó el botón del altavoz para que Yulia escuchara.

—Eh, sí, señor Volkov, le llamo porque queremos informarle que un pasajero del vuelo 2342 hacia Milán, nos acaba de cancelar. Usted nos pidió que le llamáramos si este tipo de anomalías se presentaban así que aquí estamos. Queremos saber si aún le interesa tomar el puesto disponible. El viaje está programado para mañana sábado a las 12:19 a.m, y usted tendría que estar aquí tres horas antes para el papeleo. Quiero que tenga en cuenta que el viaje de Moscú a Milán dura aproximadamente cinco horas. ¿Le gustaría tomarlo?

—Oh... Claro que sí, Sr. Mislav, sin duda. Lo estoy necesitando con urgencia.

—Perfecto, señor Volkov, deme sus datos… Y... ¿Cuál es el motivo del viaje?

Yulia no pudo con la felicidad y salió corriendo del estudio hacia las escaleras. Vio a Larissa en la mesa y le lanzó un beso — Me voy en un par de horas a Milán, mamá. Voy a empacar — Dijo eufórica y siguió su camino por las escaleras...

Larissa no lo creyó así que de inmediato se metió al estudio de su esposo para corroborarlo. Lo escuchó hablando muy seriamente con el asesor de Aeroflot y allí supo que aquello no era broma. Tuvo que sentarse por el shock. Yulia se iba, y tenía mucho miedo de que algo malo le pasara. El sentimiento de madre era inconfundible.




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Mensaje por Volkatinale92 7/8/2020, 4:27 pm

Que emoción jajaja me voy a volver loca con tanta tensión jajaja gracias por el capítulo ya estoy deseando leer el próximo

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 7/8/2020, 4:54 pm

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MILÁN, ITALIA.

2:30pm.

HOTEL PRINCIPE DI SAVIOLA.



Después de dos largas horas de camino, la lujosa limosina de los Vietto que había recogido a Inessa en el aeropuerto, finalmente parqueaba frente al grandioso e imponente Hotel Principe Di Saviola. El lugar era esplendido, clásico y elegante. Su concepto medieval le daba ese toque antiguo de los siglos pasados. Sin duda, era una maravilla para los ojos humanos.

Un mayordomo del hotel que se encontraba a las afueras, fue el encargado de recibirle. El hombre se acercó a la limo, le abrió la puerta con delicadeza y le ofreció una mano caballerosamente para ayudarle a bajar. Inessa salió de la limo con ese aire de superioridad que le caracterizaba. Sonrió triunfal al ver el lugar. Era justo lo que le gustaba.

De inmediato, dos botones del hotel se acercaron a ella, le saludaron con una reverencia y se dispusieron a sacar el equipaje de la limo.

Elena permanecía dentro del auto con la cabeza gacha. Tenía la mirada perdida en sus manos. Estaba afligida por todo lo sucedido. Nada de allí le importaba.

Inessa al ver que la chica no se bajaba de la limo, se acercó a la ventana donde estaba ella — Te bajas de allí ahora mismo, quitas esa cara de amargura y te haces ya a mi lado. No busques que me enoje y te arregle la otra mejilla — Le susurró con disimulo.

Elena no quería tener más problemas así que obedeció. Bajó del auto y se hizo a su lado.

Inessa empezó a caminar hacia la puerta del hotel mientras los mayordomos y Elena les seguían un paso atrás con las maletas. Al entrar, Elena notó a un hombre muy refinado de cabellos blancos, ojos azules y unas cuantas arrugas en su rostro mirándoles con una sonrisa. Ella no tenía idea de porqué les veía así, pero lo entendió cuando el hombre se le acercó a su madre con los brazos abiertos.

—¡Bellissima, Inessa! — Él dijo en un perfecto italiano para después envolver a Inessa en un abrazo. Ambos se saludaron con un delicado abrazo y después dos besos en cada mejilla —Benvenuto a Principe Di Saviola, Inessa es un placer tenerte aquí como siempre — El hombre cambió sus últimas frases a ruso.

Inessa se puso una mano en el pecho fingiendo pena. Estaba actuando como la típica damisela. Elena rodó los ojos — ¡OH! ¡Querido Marco Di Saviola! — tú siempre tan gentil. Sabes que el placer es mío.

Al escuchar ese apellido, Elena dedujo que ese hombre viejo y refinado era el dichoso dueño de semejante reliquia de lugar.

Inessa y el hombre intercambiaron algunas palabras durante unos segundos hasta que él se tuvo que despedir.

—Inessa, voy a tener que dejarte porque estoy en medio de una reunión, pero en cuanto pueda iré a tu habitación para que conversemos con tranquilidad. El mayordomo, Muschietti aquí presente estará a tus órdenes — El chico nombrado, reverenció a Inessa una vez más. Jodido protocolo.

—Ohh... Está bien, Marco, nos veremos más tarde. Cuídate mucho. Grazie — Inessa se despidió de él nuevamente con dos besos en la mejilla.

El hombre tomó su camino, permitiendo que los demás llevaran a Inessa y a Elena a su habitación que por supuesto era la suite más lujosa del lugar.

Sesenta y un pisos más arriba, el mayordomo detuvo el ascensor y abrió la puerta de la Suite. De inmediato la sonrisa de Inessa se elevó de oreja a oreja. Allí todo era esplendido. La iluminación, el arte, las telas, los amoblados, los colores. El ambiente sobrio pero refinado de la suite era excelente.

Los botones dejaron las maletas en la sala y el mayordomo empezó a darle un tour a Inessa por cada espacio del clásico y maravilloso lugar. Era necesario ya que la suite era inmensa.

A Elena no le interesó el tour así que simplemente tomó su maleta y fue en búsqueda de una habitación. Al llegar a una de ellas, dejó su maleta abandonada tras la puerta y de inmediato buscó la cama. Se lanzó en ella recostada de lado y rápidamente agarró una almohada que abrazó con todas sus fuerzas. De pronto, no pudo aguantar y dejó salir todo lo que le agobiaba en un incesante pero silencioso llanto. Miles de lágrimas empezaron a caer de sus ojos. Estaba muy mal.

Un minuto después, su pequeño momento fue interrumpido por Inessa que de pronto apareció en la puerta. Elena intentó que sus sollozos no se escucharan pero no lo logró. No podía esconderlos.

Inessa, rodó los ojos y negó con toda la calma — Deja el dramatismo, Elena. Todo esto que ha pasado es por tu propia culpa. Porque siempre me quieres llevar la contraria en todo. ¿Acaso nunca puedes apoyarme? Si te traje aquí es para que aprendas de los negocios. Yo no te estoy pidiendo que te acuestes con los hijos de Vietto, ni con los de nadie, solo necesito que seas amable y muestres una buena cara ante ellos. Nada más. Deja de llorar. Y no me estreses por favor, la cena va a ser dentro de poco y quiero estar en todos mis sentidos, y espero que tú también. Descansa un poco porque más tarde iremos a comprar nuestros vestidos y a maquillarnos.

Escuchó la puerta cerrarse y llena de furia cogió la almohada que abrazaba y la lanzó contra la puerta. Volvió a dejarse caer al colchón, esta vez boca abajo y, en la espuma, ahogó un grito agobiante. Definitivamente no iba a soportar mucho allí.

Inessa acompañó al mayordomo hasta la puerta — Señor Muschietti, pedí que no hubiese teléfonos fijos, ni ningún dispositivo de comunicación en esta Suite. ¿Lo hicieron?

El mayordomo asintió — Por supuesto que sí Señora Katina. Fue realizado en el momento en que usted lo pidió.

—Perfecto.

Él sonrió — ¿Desea algo más, dama?

—Sí, indícame donde está el casino. Quiero visitar a un viejo amigo — Inessa le dijo amablemente y metió la tarjeta de la Suite en el lector, escogió la opción de bloquearla por ambos lados. No iba a permitir que Elena fuese a ningún lugar. No mientras ellas estuviesen ahí...




8:55PM.

MILÁN, ITALIA.


La noche encantadora de la ciudad se encontraba a tan solo minutos de recibir el acontecimiento más grande de todos. El salón de eventos del hotel Principe Di Saviola seguía llenándose de la gente más importante de Italia y el mundo. Ministros, gobernadores, empresarios, banqueros, actores, músicos, las personas más grandes de la elite se juntaban allí por la misma razón: La celebración del cumpleaños de Luciano Vietto, era un suceso que nadie se debía perder. Era más grande que los shows de premios, incluso mejores. Un nivel de entretenimiento superior.

La mayoría de las mesas en el salón ya se encontraban ocupadas. La gente de logística trabajaba muy fuerte acomodando a todos los invitados en sus puestos correspondientes. Todo estaba fríamente calculado. Nada debía fallar.

Inessa y Elena, quienes ya se encontraban allí, eran llevadas por el mayordomo Muschietti hacia la mesa que les había sido asignada, la cual, era la misma del grandioso Luciano Vietto y su familia que aún no hacían su entrada.

Mientras se dirigían allí, Elena no podía evitar sentirse nerviosa e incómoda por las miradas que le lanzaban muchos de los presentes. Hombres y mujeres, jóvenes y viejos se deleitaban con su figura. Y no era para menos, Elena Katina estaba deslumbrante. El vestido que llevaba le hacía parecer una princesa que se había escapado de un castillo. Su vestimenta y su belleza eran superior a la de las demás mujeres allí. De las mismas que sin duda le miraban con recelo y envidia.

El mayordomo finalmente logró llevarlas a la mesa principal. En ella, aún no se encontraba nadie, todo indicaba que ambas serían las únicas personas con exclusividad para sentarse junto al magnate y su familia.

El hombre les indicó los asientos, y después de servirles dos copas con champagne, se retiró.

Inessa agarró la copa y bebió el líquido hasta la mitad —Esto es vida... — dijo deleitándose.

Elena suspiró y sin mucho interés empezó a mirar todo lo que había sobre la mesa. De pronto, notó como su hermoso rostro se reflejaba en una de las bandejas de una manera muy graciosa. No lo pudo evitar y se le salió una sonrisa débil. De hecho, era la única que había dejado escapar durante las últimas horas. Siguió observando su imagen en la bandeja pero de pronto dejó de hacerlo cuando escuchó como todos los presentes, incluida Inessa corrían sus sillas y se ponían de pie. Ella también lo hizo por inercia. Intentó adivinar que estaba pasando, pero eso no fue necesario. El animador de la fiesta se lo contestó.

—Signori e signore. Damas y caballeros con ustedes, Luciano Vietto.

Una ola de aplausos empezó a resonar en todo el salón. Un telón blanco empezó a subirse poco a poco, dejando observar la figura del gran anfitrión de la noche junto a su familia.

Elena clavó sus ojos en el hombre. Lo había imaginado diferente. Era un tipo de estatura promedio, canoso, ojos marrones, arrugas bajo los ojos... pero muy guapo.

El hombre junto a su familia empezaron a saludar a toda la gente del lugar. Abrazos por aquí, abrazos por allá. Lo típico de gente que tal vez no se veía hace mucho tiempo.

Luciano se tomó su tiempo para conversar con todos hasta que finalmente empezó a dirigirse a su mesa. Inessa, bastante nerviosa, arregló sus ropas con disimulo. Miró a Elena de reojo y le dio un pequeño empujón con su codo — Párate derecha... Y no hagas algo estúpido — Le susurró.

Luciano llegó finalmente hasta ellas. Su blanca sonrisa iluminó todo —Inessa, que placer — Le dijo con jovialidad y después le clavó dos besos en cada mejilla. Toda su familia esperó tras él.

Inessa se mostró apenada. Era demasiado para ella — Oh, Luciano... El placer es mío totalmente. Gracias por invitarme a este grandioso evento. Felicidades por tu cumpleaños.

—Gracias por tus deseos — Él le respondió en ruso pero con un acento italiano muy marcado. Seguido, Vietto empezó a presentar a su familia. Su esposa, su hija y sus dos hijos fueron saludados por Inessa con mucha amabilidad.

—Que hermosa familia tienes Luciano.

Él rió por lo el halago — Gracias Inessa, eres muy gentil.

— Oh, para nada — Inessa hizo un gesto con la mano muy delicado — Es la verdad — le respondió divertida haciendo reír a todos.

Inessa tenía que aprovechar el momento como fuese posible de manera que de repente tomó a Elena de los hombros y la hizo dar un paso al frente.

—Luciano, quiero que conozcas a mi hija, Elena Katina. La princesa de la casa —De nuevo intentó ser divertida pero a Elena no le hizo gracia.

Luciano sonrió y tomó la mano de Elena con delicadeza. El hombre era todo un caballero — Mucho gusto, Elena. Bienvenida.

Elena asintió con una pequeña sonrisa. Un “gracias” muy frágil salió de su garganta.

De nuevo, el resto de la familia de Luciano empezó a saludarle. Todo fue bien, y normal, hasta que el hijo mayor de Vietto, y por ende el último de la fila, le saludó. El chico se hizo frente a ella, le agarró la mano y le quedó mirando fijamente.

Elena no puedo evitar ponerse nerviosa. El tipo era jodidamente guapo, pero también bastante aterrador. Su mirada penetrante era muy difícil de llevar. De pronto, él le sonrió de lado y le guiñó un ojo con bastante coquetería —Franchesco Vietto. Es un placer, Elena — Le dijo con lentitud, sin esconder su acento italiano. Después, agachó la cabeza y le clavó un beso en la mano que pareció durar más de lo normal.

Elena sorprendida, alejó su extremidad y la escondió rápidamente tras su espalda.

Él solo rió algo burlón.

Acto seguido, los Vietto empezaron a tomar sus puestos en la mesa. El animador del evento alentó a todos los presentes a realizar el brindis de bienvenida para Luciano.

Elena, siguiendo a todos los demás, agarró su copa de champagne y la puso al aire. Intentó concentrarse en las palabras que comenzaba a decir el animador pero la penetrante mirada de Franchesco Vietto que estaba en frente suyo no le dejaba pensar con claridad.

El brindis terminó, permitiéndole a todos los presentes volver a la comodidad de sus sillas.

Inessa y Luciano comenzaron a intercambiar palabras, al igual que lo empezaban hacer las otras mesas. El tema de los negocios no se hizo esperar. A Elena no le interesaba nada de eso así que intentó distraerse mirando a sus alrededores. Pudo notar que definitivamente no era la única que había sido arrastrada por sus padres a asistir, en las demás mesas también se encontraban personas de su edad, con cara de aburridos, y en total silencio mientras los adultos charlaban.

Elena siguió contemplando a todas las personas allí presentes, sobre todos a los actores y músicos reconocidos. Pero eso solo le pudo durar unos segundos ya que de repente el perfecto rostro de Franchesco Vietto le tapó la vista. El chico llegó sonriente y se sentó en la silla vacía que estaba a su lado. Se relajó en su asiento y la miró con una ceja enarcada.

—¿Cómo vas hermosa?— Le preguntó con total galantería.

Elena se quedó en silencio y alejó la mirada hacia su copa. De pronto, se llevó la mano al pecho y empezó a jugar con la cadenita que Yulia le había obsequiado. No estaba de humor para charlar, y menos con un tipo que se acercaba con esa actitud. Sin embargo, no podía quedar como una grosera. Volvió a mirarle y asintió con lentitud — Estoy bien... — Le contestó totalmente seria.

Él soltó una risita y luego tomó su copa para beber un sorbo de champagne. Su actitud seductora se mantenía —¿Y qué cuentas? ¿Por qué nunca te había visto antes? ¿Es tu primera vez en Milán?— Siguió intentando crear una conversación.

Elena intentó mantener la calma. Dejó salir un suspiro no tan notorio y empezó a contestarle con gentileza...
Ya que más podía hacer. Al menos tenía que lograr que el tiempo pasara...


***

En las afueras del hotel, un taxi se abría camino entre los cientos de carros lujosos que iban llegando. El espacio en la entrada principal estaba muy reducido, no había por donde pasar, sin embargo el conductor del vehículo blanco logró encontrar un pequeño rincón para estacionarse.

Miró a su pasajera por el espejo retrovisor y le señaló el maravilloso hotel.

—Siamo arrivati Principe Di Saviola.

Su pasajera, nada más ni menos que Yulia Volkova, miró su celular para asegurarse de que estaba en el lugar correcto. Al corroborar que si, asintió al conductor y sacó algunos billetes de su chaqueta — Eh... How much do I owe you? — Le preguntó en inglés.

El hombre no le entendió nada pero al verle un montón de dólares en la mano supuso que era para cancelarle el viaje — Ten dollars — Le respondió en un inglés bastante malo.

Yulia asintió, le entregó los billetes, tomó su maletín y bajó del taxi. Sus ojos inevitablemente volvieron a observar la fachada del imponente lugar. Estaba sorprendida. Había visitado muchos hoteles en su vida pero este en particular estaba en otro nivel. Nunca había visto algo igual. Era impresionante.

Decidió dejar la admiración para después y se ajustó el maletín en la espalda. Empezó a escabullirse entre la multitud, logrando llegar a la entrada del hotel. Lo primero que lograron captar sus ojos fue un gran cartel que anunciaba la celebración del cumpleaños de Luciano Vietto en el gran salón de eventos del lugar. Observó la hora escrita en el anuncio y después de compararla con el reloj de su teléfono pudo darse cuenta de que solo habían pasado diez minutos. Rápidamente corrió a la recepción y llamó la atención del chico que atendía. Él se acercó a ella con una típica sonrisa.

—Buenas noches, dama. Bienvenida a Principe Di Saviola. ¿Le puedo ayudar en algo?

Yulia asintió y rápidamente señaló el cartel del anuncio —Hola... Me podrías decir dónde está el salón de eventos.

Él asintió — Claro que sí. Mire — El chico agarró un folleto del hotel y lo puso sobre la barra. Allí se podía admirar un mapa de todo Di Saviola — Tiene que ir por este pasillo... — Él empezó a señalarle muy detalladamente el camino.

No le tomó ni un minuto, Yulia lo captó todo y después de agradecerle se dirigió hacia allí. Al llegar, pudo ver a una cantidad considerable de gente estancada afuera del salón. Se acercó a paso lento para ver qué era lo que pasaba pero no podía entender nada ya que la mayoría de los presentes se comunicaba en italiano. Notó que algunas de las personas se mostraban molestas por algo, así que decidió dar unos pasos más adelante donde estaba la puerta para averiguarlo, al lograrlo, observó a dos grandes hombres custodiando la entrada y discutiendo con algunas personas que al parecer no traían invitación. No pudo evitar sentirse preocupada, todo indicaba que no iba a ser tan fácil entrar ahí. Esperó un momento para pensar en algo pero de repente observó algo que llamó su atención. Un grupo grande de personas con clara descendencia extranjera llegaban, saludaban a los guardias con mucha camaradería y empezaban a entrar como si nada. Yulia supo que era ahora o nunca la oportunidad y aprovechó para infiltrarse en el grupo. Agachó la cabeza, caminó junto a ellos. Todo pareció ir bien, logró poner un pie adentro del salón pero justo en ese momento uno de los guardias le puso una mano en el pecho y la devolvió hacia afuera. El hombre de seguridad la mantuvo allí hasta que las demás personas del clan terminaban de entrar.

Yulia le frunció el ceño. Se mostró molesta — Heyy... ¿Qué te pasa? ¿Por qué no me dejas entrar? — alegó.

El hombre se cruzó de brazos con seriedad — Con mucho gusto la dejaré entrar señorita pero debe mostrarme su invitación, por favor.

Yulia enarcó una ceja. Seguido, fingió sorpresa. Debía mostrar todos sus dotes artísticos si quería entrar — ¿La invitación? Pero si a mis amigos no les pediste invitación. ¿Por qué a mí sí? Yo vengo con ellos por si no lo sabías...

El hombre se mantuvo en su argumento —Señorita, lo lamento mucho pero no puedo dejarle entrar sin invitación. Debe mostrarla, es el requisito.

Yulia no se iba a dar por vencida. Tenía que entrar como fuera. Insistió —¿Requisito? ¡Requisito para quién! A ellos ni siquiera se las pediste.

—Señorita, por favor, yo solo hago mi trabajo. No haga las cosas difíciles. Si no tiene la invitación solo retírese en calma — Él le dijo amablemente señalándole el pasillo.

El otro hombre de seguridad se acercó a su compañero y lo obligó a intercambiar de lugar con él. Se paró muy imponente en ese lado de la puerta, mirando a Yulia con cara de pocos amigos.

Yulia sintió miedo al verle. Sin duda el hombre era más grande que el otro chico y se veía más gruñón. En ese instante supo que era inútil intentar entrar de esa forma. Pensó en las opciones que tenía: Robar la invitación de alguien o escabullirse a la fuerza sin importar qué. Calificó sus posibilidades pero se encontró negando al instante. No podía hacer nada de eso, primero, no era una ladrona y segundo, si entraba a la fuerza probablemente llamaría la atención de todos, incluyendo la de Inessa Katina y todo se iría al carajo.
Empezó a mirar a los alrededores y de pronto su mente se iluminó. Tenía que haber una salida de emergencia. Rápidamente sacó el folleto que le había dado el chico de la recepción y buscó una puerta alterna. Sus ojos brillaron al notar que efectivamente había, pero no una, dos para su alegría. A toda velocidad, se dirigió a uno de los lugares que el mapa le indicaba. Pasó unos cuantos pasillos, giró uno más hasta que por fin dio con la puerta. De pronto, tuvo que bajar la velocidad de sus pasos y agachar la cabeza al ver que algunas personas salían de allí. Esperó a que se alejaran pero por el rabillo de su ojo y por la vestimenta que llevaban ellos pudo darse cuenta que se trataba de un grupo de meseros.

Al verlos desaparecer, de inmediato se acercó con cuidado a la puerta, miró a ambos lados antes de girar la perilla y al asegurarse de que no había nada, abrió de par en par. Su cuerpo se paralizó al instante al ver una habitación muy grande repleta de meseros, sirviendo bandejas con comida, pasa bocas, bebidas refrescantes, alcohólicas y todo lo inimaginable. Su presencia pareció no llamar la atención de las personas que se encontraba allí, todas estaban tan ocupadas que ni cuenta se daban de su presencia. Intentó dar unos pasos adentro con mucho cuidado pero de repente un tipo salió de la nada y volvió a interceptarle el camino.

—Hey chica... No puedes estar aquí — Él le dijo con afán.

Yulia se dio cuenta que no podía perder otra oportunidad así que se la jugó. Sacó rápidamente su billetera y le mostró su documento de identificación.

Él se confundió — ¿Para qué me das esto? — Le preguntó.

Yulia se aclaró la garganta —Mmm... Hola, mi nombre es Yulia Volkova y soy la mesera traductora que contrataron para atender especialmente la mesa del señor Vietto. Aquí está para que corrobores mi identidad — Insistió con su documento.

El chico siguió sin entender nada. Observó el documento con detalle y después le miró al rostro — ¿Mesera traductora? ¿Y eso para qué?

Yulia se las ingenió. Se adentró hasta lo más profundo de la habitación y descargó su maletín sobre una de las mesas. Abrió uno de los bolsillos, sacó una libreta y se la mostró. Allí había un montón de frases que escribía en sus ratos libres, que por supuesto estaban en su idioma — Soy traductora de ruso, inglés y otros idiomas. Un agente del señor Vietto me llamó para pedir mis servicios porque todo indica que la señora Inessa Katina estará acompañándolo en su mesa y pidió estrictamente a alguien que hablara su idioma ruso, les atendiera personalmente ya que ella se interesa saber mucho sobre el tipo de comida que le están llevando. Ya sabe, los ingredientes y todo eso. Al parecer es una mujer bastante difícil y por eso quieren a alguien con quien ella pueda comunicarse sin problema — dijo muy convencida.

El rostro del hombre quedó más confundido que antes. Observó de nuevo la libreta, hoja por hoja, después el documento de Yulia. De repente agarró su radio y presionó el botón de comunicación — 51, por favor verifica si en la mesa del señor Vietto hay una mujer de ascendencia extranjera junto a él. Pero solo verifica, no vayas a molestarles — Pidió. Alejó su radio, miró su reloj de mano y volvió a Yulia. Enarcó una ceja de nuevo —¿Y por qué has llegado a estas horas? ¿No se supone que los meseros debían estar aquí desde las seis?
Yulia negó rápidamente — Sí, sí, yo lo sé, pero estaba haciendo unos trabajos fuera de Italia y mi vuelo se retrasó al venir aquí. Por favor, déjame empezar a laborar ya... Si la gente del señor Vietto no me ve atendiendo la mesa vamos a estar en problemas. Yo, por no estar allí y tú por tenerme aquí.
Al decirle eso, el chico pareció asustarse. Cogió su radio nuevamente e insistió afanado: 51, ¿ya verificaste? Date prisa.

—51, aquí, ya confirmado, hay dos mujeres de descendencia rusa o alemanas junto al señor Vietto. Una chica de aproximadamente 20 años y una mujer de aproximadamente 40 años.

Al escuchar eso, Yulia sintió que su corazón se aceleraba. Esa veinteañera tenía que ser su novia.
El chico le miró y asintió. Ok, Volkova, puedes ir a trabajar pero primero debes ponerte el uniforme. Acompáñame por aquí — Él caminó hacia un pequeño cuarto que había a dos metros.

Yulia guardó su libreta y sus documentos y fue tras él. Entró al lugar. Era un pequeño camerino.

Él abrió un armario. Le señaló dentro — Aquí están los uniformes. Busca tu talla. Debes ponerte pantalón, chaleco y corbatín. Además, debes amarrar tu cabello muy alto como lo tienen las demás chicas. Cámbiate pronto, y guarda tus cosas en un locker. Nos vemos— El chico salió del camerino y después de cerrar la puerta Yulia empezó a quitarse la ropa tan pronto como le era posible...

En el salón de evento, Elena ya se encontraba al borde del colapso. No había pasado mucho tiempo de estar con él pero Franchesco Vietto ya la tenía harta. El tipo era un jodido intenso. No paraba de parlotear, ni de hacerle preguntas incomodas, además, insistía en flirtearle sin descaro.

Elena intentaba mantener la calma pero cada segundo que pasaba se le empezaba a hacer más difícil sobre todo porque Franchesco estaba súper cerca de ella, casi abrazándole. El chico había pasado una mano por el espaldar de su silla y le acariciaba su hombro desnudo de vez en cuando. Era incomodo, casi parecía sentirse acosada.

Elena sintió los dedos del chico rozándole otra vez la piel y ya no aguantó más, le tomó la mano y se la alejó con cuidado. Él al ver su acción, sonrió con picardía —¿Qué pasa Lena? No estoy haciendo nada malo — Le dijo divertido.

A Elena no le hizo gracia. Se mantuvo seria. En ese momento se arrepintió de llevar ese vestido. Sentía sus hombros fríos y además, Franchesco era un poco mirón y no dejaba de verle hacia el comienzo de los pechos.


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MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 8 Empty Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER

Mensaje por RAINBOW.XANDER 7/8/2020, 5:13 pm

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—Ok, Volkova, ven aquí — El chico de antes llevó a Yulia ante un gran comedor. Sobre él, había un montón de platos diferentes. Señaló todo —Cómo puedes ver... En esta parte está todo el menú que se llevará a la mesa del señor Vietto. Empieza con lo que sea pasa bocas, bocadillos y no te olvides de las bebidas. Aquí todo está explicado — Le dijo y le mostró una hoja pegada en la pared donde estaban enumerados del 1 al 10, los platos que debía repartir — Ese es el orden. No te vayas a saltar ninguno — Le advirtió.

Yulia asintió y leyó el papel. Las Bruchettas de tomate y albaca eran las primeras. Miró la mesa y agradeció haber ido alguna vez a las reuniones de su padre. Pudo reconocer cuales eran y agarró la bandeja con cuidado. El hombre la acompañó hasta la puerta que daba al salón y le abrió para que pudiera salir. Yulia dio unos pasos afuera, y no pudo evitar sorprenderse de ver tanta gente... Y por supuesto del decorado.

El chico se hizo a su lado y le señaló la mesa que se encontraba el toda la mitad del salón — Ahí está Vietto y su invitada. Reparte esto y ten mucho cuidado. No olvides llenar sus copas con más vino — terminó de decirle y volvió adentro.

Yulia asintió repetidamente pero la verdad es que ni siquiera le había puesto cuidado a sus palabras.
Después de que él le había señalado la mesa de Vietto, sus ojos solo habían quedado pegados en su novia... Y por supuesto, en el tipo que parecía estar abrazándole.

Yulia tomó aire, se armó de valor y empezó a ir a paso discreto hacia la mesa. A medida que avanzaba, intentó idearse un plan para fugarse con Elena: Se acercaría a la mesa, haría que Elena le viera, le diría discretamente que se encontraran en algún rincón de este lugar y luego se escaparían juntas. Si, esa era la más viable. Sonrió orgullosa de su magnífico plan, sin embargo, su sonrisa desapareció al instante cuando fue testigo de como el tipo arrastraba a su novia hacia la pista de baile y la agarraba de las caderas cariñosamente. Se llenó de rabia y de pronto quiso tirar la bandeja por los aires e ir allí por su chica pero le había prometido a Oleg y a Larissa que no haría nada estúpido. Tragó saliva y siguió su camino hacia la mesa de Vietto sin dejar de mirar a la pareja en la pista. Al llegar a la mesa, tuvo que concentrarse por unos segundos en lo que estaba pasando allí para lograr que Inessa no le viera. Afortunadamente la mujer estaba tan ocupada charlando con el anfitrión que nunca quitó la mirada de él.

Yulia colocó la bandeja en la mitad de la mesa y después agarró la botella de vino para llenar todas las copas con el líquido. Empezó a hacerlo con cada una y al llegar a la copa de Elena, dudó en llenarla. Por inercia, volvió a mirar de nuevo a la pareja de baile, pero lo que vio, acabó con su cordura. El hombre estaba agarrándole la cadenita del cuello a su novia... Pero no lo hacía con normalidad, estaba aprovechando para rozarle sus asquerosos dedos en el hermoso y delicado pecho de su chica.

Elena al sentir el toque, frunció el ceño y lo manoteó de inmediato — Ya fue suficiente de tanta tocadora, ¿no?— Le reclamó.

Él volvió a sonreír burlón, agarrando de nuevo la piedra en forma de corazón. La observó sin dejar de reír — Oye... Cálmate, solo estoy admirando esta belleza. Debió haberte costado un dineral — Le comentó.

Elena intentó zafarle su cadena de las manos pero no pudo hacerlo porque una presencia de repente les interrumpió —Buenas noches... ¿Desean tomar vino?— Les preguntaron.

Elena giró su cabeza para ver quién era y de pronto sintió que se desmayaba al ver el perfecto rostro de su novia y a sus bellas manos sosteniendo una bandeja con dos copas.

Franchesco Vietto, dejó libre la cadena y agarró las dos bebidas. Le ofreció una a Elena, pero ella solo estaba embobada mirando a su novia.

Yulia le miró fijamente y empujó con su cuerpo al chico Vietto para quedar frente a su novia. Él de inmediato enarcó una ceja.

—¿Qué demonios te pasa, meserucha?— Le dijo estupefacto.

Yulia ni siquiera le prestó atención, solo se concentró en su novia. Entrelazó sus manos con las de ella. Las sostuvo fuerte — Amor, me enteré de todo lo que pasó y he venido por ti. No voy a dejarte dos meses aquí con la loca de tú mama, ni con estúpidos como este — Señaló a Franchesco — Tienes que venirte conmigo y debe ser ya. Tenemos que aprovechar que tu mamá está distraída con ese anciano para irnos — Le dijo todo en ruso.

Elena no lo pudo evitar y sonrió de oreja a oreja. Tuvo unas ganas infinitas de clavarle un beso en la boca pero se tuvo que aguantar. Se mordió el labio y asintió con felicidad — Está bien mi vida. Vámonos — Le respondió en el mismo idioma.

Franchesco Vietto se extrañó al verlas hablando en otro idioma. Su cara de desconcierto creció —¿Quién es esta? ¿Le conoces?— Le preguntó a Elena pero ella ni siquiera le puso cuidado.

Yulia si lo volteó a mirar y lo hizo para arrebatarle una copa de la mano. La bebió en menos de cinco segundos y la volvió a poner en su mano —Grazie — Le guiñó un ojo con coquetería y rápidamente empezó a alejarse junto a Elena a la habitación de la comida. Yulia recuperó su maletín del camerino con rapidez y volvió a tomar la mano de Elena para salir con ella hacia los pasillos del hotel.

A medida que avanzaban hacia la recepción, Elena no podía evitar mirar a Yulia de pies a cabeza. No daba crédito a lo que estaba pasando. Creía que todo era un sueño. La presencia de su chica allí parecía irreal.

Al llegar a la sala principal del hotel, a unos metros de la salida, Elena se detuvo en seco, haciendo que Yulia también parara y se mostrara confundida.

—¿Qué pasa?— Yulia le preguntó.

Elena recuperó un poco el aire que había gastado al correr. Se pasó una mano por la frente para quitarse el sudor y después señaló al ascensor — Tenemos que ir a la Suite por mi maleta. Necesito mis papeles para viajar.

Yulia pareció pensarlo, pero al instante negó —No, amor, no podemos, tenemos que irnos ya. Esa sabandija que estaba tocándote indebidamente ya debió haberle avisado a tú mamá que te has ido conmigo. Sería un riesgo ir por tus cosas. Mejor vámonos. Te prometo que arreglaremos lo de tus papeles como sea. Vamos corre — Yulia se afanó más de lo normal y, de nuevo la jaló pero esta vez a las afueras del hotel. Salieron completamente del jardín hasta la carretera y detuvieron un taxi que en ese momento pasaba por allí.
Entraron a los asientos traseros, cerraron la puerta con rapidez y Yulia le indicó al hombre que condujera a la ciudad más cercana que conociera.

El conductor arrancó su vehículo y Elena aprovechó para deshacerse de los tacones que llevaba puestos. Esa corrida de hace segundos le había torturado sus pobres pies.

Yulia notó los gestos de dolor en su rostro y se inclinó para cogerle las piernas y colocárselas sobre sus muslos. Elena se sorprendió por la acción pero no replicó nada, en vez, se relajó al ver y sentir como Yulia le empezaba a acariciar con ternura la planta de sus pies. De pronto decidió levantar la mirada y no pudo evitar morderse el labio inferior. Su novia se veía tan guapa en ese traje de mesera. Estaba como para chuparse los dedos. No soportó el hecho de tenerle allí y se deslizó en el asiento para estar más cerca de ella. Le tomó el rostro con ambas manos y le miró fijamente. Yulia le mostró una sonrisa.

—Dios... Volkova, ¿Cómo es que estás aquí? ¡Esto es increíble! — Le dijo sorprendida.

Yulia suspiró con calma. Le agarró las manos que ella le había puesto sobre las mejillas y las acunó entre las suyas. Negó — No mi amor, esto no tiene nada de increíble. Apenas me enteré de lo que hizo tu mamá, me empeñé en venir por ti. No podía dejarte sufriendo al lado de ella. Fedora me contó que Inessa te había despedazado el celular y que al parecer también se había atrevido a ponerte una mano encima, ¿eso es cierto? ¿Ella te golpeó?

Al oír eso, Elena agachó la cabeza y asintió lentamente. Le daba pena tener que admitir ese tipo de cosas —Sí, si me golpeó. Me dio una cachetada en el rostro con mucha fuerza y logró hacerme una pequeña cortada. Mira — Elena se llevó las manos al pómulo izquierdo y con su uña se empezó a quitar una bandita adhesiva que ni siquiera se le notaba. Al despegarla por completo de su piel, dejó a la vista lo que parecía un rasguño pero hecho con algo muy filudo.

Yulia le detalló la cortada y enseguida arrugó la frente —Diablos... Debió rasgarte con un anillo o con una de esas cosas que siempre lleva en sus manos. Definitivamente, tú mamá es una mier... — Estuvo a punto de insultarla, pero se detuvo de inmediato por respeto a su novia — Lo siento amor. Es que... — Intentó disculparse pero Elena le colocó un dedo sobre los labios. Ella negó relajada y sonrió.

—No digas nada, Volkova. Mejor gasta tu saliva en mi boca porque estoy deseando que me beses ya.

Yulia sonrió ante sus palabras y de inmediato se inclinó hacia su rostro para cumplirle el deseo...

El conductor del taxi se sorprendió al verles pero al instante regresó su vista a la carretera.

Una hora después de un largo trayecto, el taxi finalmente se encontraba en la maravillosa y llamativa ciudad de Génova. El mar, la playa, las colinas y las montañas, eran lo primero que empezaba a resaltar en los alrededores. Yulia y Elena, seguían tan inmersas en los detalles de lo que les había ocurrido en las últimas horas, que ni siquiera habían visto toda la belleza que había a través de las ventanas.

El conductor decidió adentrarse hacia la parte más concurrida y fue bajando la velocidad para recordarle a Yulia que su pedido ya era una realidad. Se aclaró la garganta, interrumpiéndoles la charla — Señorita, disculpe. Usted me pidió que la trajera a la ciudad más cercana y la he traído aquí, estamos en Génova, esta es una ciudad muy tranquila y es un paraíso turístico. ¿Está bien que hayamos venido a Génova... O desea que la lleve a otro lugar?

Yulia y Elena miraron a los alrededores y aunque ya estaba a punto de empezar un nuevo día, muchas personas aún se veían rondando por allí, disfrutando de la playa y divirtiéndose en las pequeñas chozas convertidas en bares y pistas de bailes.

Elena no lo pudo negar, el lugar le encantaba —¿Usted sabe si hay algún hotel por aquí cerca?

El hombre asintió — Claro. El más cercano está a solo 200 metros. Es ese que se ve allí — Señaló un pequeño edificio que se alcanzaba ver a lo lejos. ¿Desea que les lleve?

Yulia negó despreocupada —No es necesario. Caminaremos. Le agradezco mucho por traernos. Tenga— Le pasó un billete de cien dólares —Quédese con el cambio — Le dijo amablemente y se dispuso a salir del auto junto a su novia. Cerraron la puerta. Ambas sacudieron sus manos al simpático hombre en forma de despedida y empezaron a caminar por la playa. Elena agarró la mano de Yulia y la entrelazó tanto como pudo. Quería sentir por primera vez esa sensación de sostenerle sin esconderse de nadie. Ambas se sonrieron y siguieron su camino como si nada.

Al llegar frente al dichoso hotel, las miradas de ambas se clavaron en la fachada del pequeño edificio. El lugar estaba lleno de luces por todos lados, era muy colorido y parecía acogedor. Tenía más pinta de hostal que de hotel.

—Este no es el Di Saviola, pero me gusta — Yulia bromeó.

Elena soltó una risita burlona y la jaló adentro. Caminaron hasta la recepción y allí aprovechó para dejar sus tacones sobre la barra. Los odiaba. Eran tan pesados.

Yulia notó que no había nadie atendiendo así que tocó una campanita que se encontraba allí. No bastaron más de cinco segundos para que una mujer joven apareciera tras la barra.

—Oh, lo siento chicas, es que estaba atendiendo una urgencia. Perdónenme por favor— Se disculpó.
Elena le mostró una sonrisa y enseguida negó despreocupada — Tranquila, no pasa nada — Le aseguró.

La chica se puso una mano en el corazón como muestra de agradecimiento —Gracias. Ustedes son las mejores — Le dijo con sinceridad. La pareja sonrió por la pequeña escena. —Ok, ok, ya dejaré de parlotear tanto y las atenderé como se debe... Mmmm... Buenas noches, bienvenidas a hotel Valdori. Mi nombre es Geovanna Valdori y estoy a sus servicios. Díganme...¿Desearían información sobre los cuartos del hotel?

Yulia soltó una risita burlona, pero asintió. Aquello era muy gracioso.

Geovanna sacó un pequeño folleto bastante sencillo que llevaba unas cuantas imágenes de los cuartos. Las chicas lo estudiaron e inmediatamente escogieron una de las habitaciones del último piso con vista al mar. Yulia arregló los documentos necesarios para apartarlo y después de recibir su llave, fue al ascensor junto a Elena para ir a su a destino.

Al abrir la puerta, ambas se sorprendieron de lo que había dentro. Pensaron encontrarse de frente con la cama de la habitación... pero no, una pequeña sala muy bien decorada fue lo primero que les recibió. Entraron anonadas y empezaron a estudiar el lugar. En la salita había un juego de sofás, una alfombra que relucía de limpieza, un comedor de cristal de tamaño medio y un televisor led bastante grande.

Seguido de la sala, si se encontraba la habitación. En ella, había una cama bastante grande que se veía jodidamente cómoda, en el lado izquierdo, en vez de pared, se hallaba un gran balcón de cristal que dejaba ver la preciosidad del mar desde la comodidad de la cama, una mesita de noche y otra tele terminaban de decorar. El baño también lucía muy bien: regadera, tina, espejo y un tocador con las cosas necesarias de aseo completaban la maravilla.

A Elena le encantó la sencillez del lugar, pero no solo eso, lo que más le gustaba era el aroma a limpieza que se desprendía de allí. De pronto empezó a dar vueltas como si fuera bailarina de ballet y después se dejó caer a la cama, llena de felicidad.

Yulia no pudo dejar la sonrisa al verle y se sentó en el colchón. Dejó su maletín sobre la mesita de noche y empezó a quitarse los zapatos mientras la miraba.

Elena, se giró a mirarle de repente y al notar que Yulia se llevaba las manos al corbatín, se deslizó rápidamente hasta su lado y se arrodilló frente a ella.

—Yo quiero hacerlo — Le dijo sonriendo y llevó sus manos contra la camisa. Le desenredó el corbatín, le quitó el chaleco y después le abrió todos los botones de la camisa para que su torso recibiera un poco de aire. Le acarició de manera cariñosa sobre el pecho y no quiso ser exagerada, pero la piel de Yulia se sentía tan húmeda como el hielo, estaba sudando frio, de hecho parecía congelada.

Su ceño se frunció.

—Por Dios... Mira cómo te tiene esta ropa. Te las hubieras quitado en el taxi— Le regañó.

Yulia solo atinó a sonreír a los lindos gestos que ella hizo al llamarle la atención. No pudo evitarlo y deslizó su mano hasta acunarle la mejilla.

Elena se sobresaltó por el toque pero por no mucho. Ambas se quedaron mirando mientras un silencio bastante cómodo las arropaba. Yulia empezó a sentir como el corazón le rebotaba fuerte contra el pecho.
—No sé si exageré las cosas... pero realmente tuve mucho miedo de no volverte a ver. Después de todo lo que contó tu nana, me enloquecí y temí lo peor. Temí que Inessa te alejara por siempre y que tal vez te jodiera tanto al punto de verte obligada a casarte con un tipejo niño de papi y mami de esos que le gustan a ella... — Le dijo con sinceridad.

A Elena se le formó una sonrisa en el rostro. Definitivamente Yulia Volkova era una dulzura — Por supuesto que no has exagerado nada. Agradezco hasta el infinito que estés aquí, y sobre todo que me hayas sacado de esa estúpida cena. Yo ya estaba harta del idiota de Vietto, si lo soporté durante ese tiempo fue por no hacer enojar a mi mamá.

—Pues creo que ahora ya debe estar enojada – Yulia le replicó con culpabilidad. Después de lo que hizo sabía que se iban a venir muchas consecuencias — Prevalente... En este mismo momento Inessa Katina debe está desplegando un operativo de búsqueda por todo Milán.

— ¿Qué? Jajajajaja — Elena soltó una carcajada que poco a poco fue disminuyendo, después, negó relajada — Ya nada de eso me importa Yul. Desde este momento decido vivir mi vida, soy mayor de edad y puedo elegir lo que quiero. Y te aseguro que cuando volvamos a Rusia, lo primero que haré es largarme de esa mansión, conseguir un trabajo y costearme un apartamento para mí y para Katya. No me importa si tengo que enfrentarme a Inessa para quedarme con mi hermana, lo haré como sea, pero no voy a dejarla en esa casa. Ella y yo vamos a ser libres, en todos los sentidos, e incluso, a ti, voy a besarte tanto como yo quiera en público sin preocuparme en lo que piensen los demás.

—Oh... ¿De verdad?— Yulia enarcó una ceja con picardía.

Eso le hizo reír.

—Totalmente, voy a presumirte a donde vaya. Quiero que todos se den cuenta de una vez y por todas que la guapura de Yulia Volkova es mi novia — dijo divertida.

Yulia no pudo aguantar tanta lindura por parte de su novia así que se lanzó sobre su cuerpo y la llenó de besos en el rostro sin que ella lo pudiera evitar.

Ambas cayeron sobre el colchón, una sobre la otra, riéndose a carcajadas.

Entre jugueteos, Elena notó que la camiseta de Yulia se le había abierto en su totalidad por la mitad, de manera que no pudo evitar quitarle los ojos de encima. A su mente de inmediato volaron los recuerdos de aquel día en su cama: Cuando tuvo la oportunidad de palparle los pechos desnudos y disfrutar de aquellos abdominales de muerte que se cargaba. También recordó que se le había apoyado súper fuerte en la costilla y con eso había matado toda la pasión del momento.

Elena negó por su tonto recuerdo. En ese momento, Yulia se le quitó de encima y se puso de pie yendo hacia su maletín.

—Voy a ducharme ya amor, mi cuerpo no ha tocado agua desde ay... — Se detuvo de pronto a pensar cuando fue la última vez que se duchó, sin embargo no pudo con ellos, los horarios la confundían —Ok... Esto es confuso... Pero creo que ya casi voy a completar un día. Aquí en el maletín tengo algo de ropa por si te quieres cambiar. Nos vemos en minutos — Sacó una bata de baño junto a su shampoo y después se metió a la ducha.

Elena se quedó mirando a la puerta pero no por mucho tiempo. También se levantó de la cama, tomó el maletín y sacó dos prendas cómodas para cambiarse. Se llevó las manos a la espalda para bajarse el cierre del vestido pero no lo llevó acabo al ver que las cortinas que protegían la puerta del cristal del balcón estaban un poco abiertas. Dejó las prendas sobre la cama y caminó hacía allí para arreglarlas. Al terminar, tuvo algo de curiosidad por la vista del mar y decidió echar un vistazo al balcón.

De inmediato, el aire fresco de la noche le golpeó satisfactoriamente en todo el rostro. Cerró los ojos, abrió los brazos y suspiró aliviada. Se sentía feliz, tranquila, era lo que estaba necesitando.

Después de unos segundos, sus parpados se volvieron a abrir. Empezó a mirar a los alrededores pero a diferencia de donde les había dejado el taxi, allí se encontraba totalmente tranquilo. No había muchas luces, ni gente en la arena, ni mucho menos en el mar, además, los pocos kioscos que había, estaban cerrados. Por un momento, agradeció que fuese así ya que el ruido no iba a ser un problema para ella.

Se quedó disfrutando de la brisa durante unos segundos, pero de pronto, unos extraños ruidos entre los kioscos le llamaron la atención. Buscó rápidamente de donde provenían, hasta pudo captar a dos chicos corriendo entre las chozas. No parecía nada peligroso, de hecho, ellos reían mientras cada uno estaba en su rol de atrapar al otro. Elena se quedó viéndolos con una sonrisa.

Después de unos instantes, uno de los jóvenes se dejó agarrar por el otro a propósito y aprovechó para fundirlo en un abrazo. Duraron así durante unos segundos hasta que se dejaron caer a la arena, uno sobre el otro, juntando sus labios. Ambos chicos comenzaron a besarse con mucha pasión, a tocarse con necesidad y a desnudar sus torsos.

Elena sintió como su corazón empezaba a palpitar desenfrenado, verles... era muy excitante.

El ambiente en los kioscos se empezó a calentar más de lo normal cuando el chico que estaba arriba del otro, se paraba para bajarse los pantalones.

Elena no pudo con ello y se metió de nuevo a la habitación. Cerró la puerta del balcón, cubrió todo el cristal con las cortinas y algo asustada, se giró, apoyando su espalda contra el ventanal. Aquella escena había sido demasiado para ella, tanto así, que se puso una mano sobre el pecho para calmar sus latidos.

En ese momento, Yulia salía del baño con una gran sonrisa en su boca. Miró a Elena y arrugó el ceño al verle ahí apoyada como si algo le agobiara. Intentó preguntarle qué pasaba, pero antes de que pudiera hacerlo, Elena se acercó a ella y la agarró por el cuello con suavidad, haciéndole retroceder hasta que su espalda chocara contra la pared

Yulia se sorprendió por lo que acaba de pasar, trató de interrogarle nuevamente por ello pero sus labios fueron sellados por la boca de Elena, así que otra vez se quedó con las ganas.

Empezaron a besarse con suavidad, dejando que sus bocas se fundieran en una sola y dejando que sus lenguas lucharan por tomar el control. Después de lo que pareció una eternidad, Elena tomó el labio inferior de Yulia entre los suyos y lo succionó completamente para luego dejarlo en libertad. Se alejó un poco para poder mirarle y sonrió al ver que el labio de Yul había quedado rojo como una cereza.

—¡WOWW LENA! ¿Qué ha sido eso?— Yulia se impresionó.

Elena sintió infinita vergüenza pero no le importó. Esta vez quería hacerlo, quería hacer el amor con Yulia Volkova de una vez y por todas, y estaba decidida a tomar el control de la situación.

Deslizó sus manos del cuello de Yulia a la garganta hasta tocar los extremos de la bata, justo donde empezaba a vérsele un poco de piel del pecho.

Yulia la miró fijamente al rostro y fue inevitable que no se le dibujara una sonrisa en la boca. Su novia estaba tan concentrada en lo que hacía que era digno de enmarcarle.

Elena continuó bajando sus manos por la bata hasta que logró llegar al nudo. Intentó no mostrarse nerviosa pero era imposible, debajo de esa tela estaba lo que más deseaba ver, tocar y probar.

Temblorosa, desató el nudo sin mucha prisa, volvió a tomar la bata de los dos extremos y las separó con lentitud. De inmediato la desnudez de Yulia quedó a la merced de sus ojos. Esos ojos que se clavaron directamente en la pubis desnuda de su novia. No pudo evitar que sus pupilas se dilataran al verle. Empezó a subir la mirada, detallando cada centímetro del maravilloso cuerpo de su chica, desde su pequeño ombligo y sus sexys abdominales, hasta sus tiernos pechos y su sensual garganta.

Intentó ponerle una mano sobre la piel pero se detuvo y cerró su puño ante la inseguridad. Yulia lo notó y de inmediato le agarró de la muñeca con suavidad —No sientas miedo mi amor. No tienes por qué dudar de esto. Soy para ti... Cada centímetro— Le susurró para transmitirle la confianza que necesitaba. Le ayudó a que dejara la timidez y ella misma le puso la mano sobre su garganta.

Esta vez, Elena no lo dudó y palmó toda su mano allí, sintiendo esa piel suave y fresca. Empezó a acariciarle por en medio de los pechos con mucha torpeza. Sus manos temblaban como nunca. Su única experiencia en el sexo había sido un fiasco así que se le hacía difícil hacer las cosas.

De pronto, se llenó de valor y cubrió con ambas manos los pequeños pechos de Yulia. Los apretó ligeramente, palpándolos por toda la superficie para enseguida empezar a regarle besos por la garganta.

Yulia cerró los ojos y alzó la cabeza al sentir los contactos en su piel y en su cuello. Pegó las manos a la pared para no interferir en lo que Elena hacía.

Elena deslizó sus picoteos hacia la parte baja del torso de Yulia, llegando hasta más abajo de su ombligo. Allí se detuvo y de pronto se dejó caer de rodillas, dejando su rostro justo frente al hermoso pubis de Yul.

Yulia quedó estupefacta al verla en esa posición, sin embargo, eso no quedó solamente allí, Elena la agarró de las nalgas y sin darle tiempo de reaccionar, sacó la lengua y le pegó una lamida entre los muslos, impactando sobre los pliegues de su centro. Yulia gimió placenteramente y enseguida le agarró del cabello y de la barbilla. La hizo levantarse y fue su turno de estrellarla contra la pared. Eso que Elena le había hecho le encendió como un demonio.

Y justo para rematar su excitación, Elena se saboreó los labios con mucha sensualidad mientras le miraba.

Yulia no aguantó más y la tomó de las caderas, girándola de nuevo en el mismo sitio y dejándola de espaldas hacia ella para poder bajarle el cierre vestido. Lo tomó con cuidado y los deslizó por completo logrando que el vestido cayera por si solo al suelo y dejara el cuerpo de Elena Katina solo en bragas.

Yulia le miró de pies a cabeza y no dudó en tomarla de las caderas y pegar su cuerpo contra la espalda desnuda de su novia. Le apartó el cabello y le dejó un beso húmedo en la nuca. Elena al sentirlo, giró la cabeza hasta donde pudo y sonrió con picardía. Le encantaba todo.

Yulia le acarició las nalgas y le rodeó la cintura, tomando cada extremo de las bragas negras entre sus dedos. Jugueteó con ellas, fingiendo que se las bajaba pero al mismo tiempo se las volvía a subir. Elena no paraba de sonreír.

—Lena... Ahora que me acuerdo... Me estás debiendo unas braguitas — Le susurró en la oreja —¿Puedo quedarme con estás?

Elena se encogió de hombros y asintió — Con las que quieras Yulia Volkova — Le dijo muy en serio.

Yulia sonrió, le ayudó a girarse de frente y empezó a llevarla hacia la cama. Los pies de Elena chocaron contra el borde y ambas cayeron una sobre la otra mientras reían. Era innegable que en los ojos de ambas había un brillo inexplicable. Amor, cariño, comprensión, deseo... Si, deseo... Eso era lo que más sentían.

Elena alzó la mano y le acarició el rostro con ternura — Hoy no hay nada que pueda interrumpirnos, Yul. Quiero que culminemos todo, quiero estar contigo... Quiero hacer el amor. Dame ese privilegio de disfrutar de ti — Le susurró en calma pero con mucha sinceridad.

Yulia asintió —Claro que si mi amor, así será... Pero antes de esto, quiero que me prometas una cosa — Le pidió.

Elena asintió sin dudarlo — Lo que sea.

—Bien... A partir de ahora no quiero volver a escuchar nada de lo que haya pasado antes. No quiero que te disculpes, ni que te sientas culpable. Quiero que olvides todos los malos momentos que vivimos desde el día en que nos vimos. Ya no los vamos a necesitar, ahora, vamos a escribir una nueva historia solo con lindos recuerdos. ¿Está bien? — Elena volvió a asentir — Y quiero que tengas esto presente... — Yulia continuó — Cuando volvamos a Moscú, no voy a despegarme de ti, voy a estar a tu lado, enfrentando a quien sea que quiera arruinar nuestra tranquilidad. Sea tú mamá o sea quien venga. Has puesto tus lindos ojos en mí y ahora yo tengo los míos en ti y eso nadie va a poder cambiarlo.

Elena no pudo evitar que sus ojos se cristalizaran. Unas lagrimitas se le escaparon por las mejillas pero Yulia las limpió rápidamente.

—Espero que sean lágrimas de felicidad, Lena.

Elena asintió —Lo son Yul, nunca imaginé estar así con nadie, y menos contigo. Te amo mucho.

—Yo también te amo amor. Pero en unos momentos me vas a amar más cuando te haga ver el cielo —Le terminó por decir y se inclinó para besarle los labios.

Elena supo que desde ese momento ya no había vuelta atrás. Llevó sus manos hasta la bata y se la sacó por completo para que estuvieran en igualdad de condiciones.

Yulia se alejó y fue dejándole un rastro de besos por la barbilla, pasando por su cuello, su clavícula hasta que le rozó levemente entre sus pechos. Elena tembló cuando sintió el aliento de Yulia golpeándole allí.

Yulia dejó un beso en uno de sus pezones ya erectos y luego envolvió el botón rosado con la lengua, metiéndolo completamente en su boca. Lo succionó y lo estiró con delicadeza. Elena le agarró la cabeza con fuerza y la empujó contra su piel para que no se detuviera.

Yulia repitió el mismo trabajo en el otro pecho erecto. Los mimó con todo el amor, siendo recompensada con los fuertes gemidos de Elena.

Finalmente dio una lamida entre ellos y bajó hasta su abdomen donde empezó a dejar minúsculas mordidas. Elena se retorció de satisfacción y empezó a agarrarse los pechos con desesperación.

La lengua de Yulia siguió bajando por el ombligo, hasta que se topó con el comienzo de las bragas que ahora le pertenecían. Ni siquiera tuvo que olfatear o hacer un esfuerzo para sentir lo excitada que Elena se encontraba. El olor que emanaba de su centro era fuerte y adictivo.

Yulia bajó para acomodarse entre sus piernas y ese fue un momento crucial sobre todo porque Elena se sentó y la miró con algo de timidez. Su mirada mostró mucha preocupación mezclada con vergüenza. Era la primera vez en muchos años que volvía a sentir esa sensación. Era como si su primera vez nunca hubiera existido y ahora se estuviera dando.

Yulia lo notó e intentó tranquilizarle dejándole besos en la parte interna de los muslos para que la confianza fuera creciendo más.

Elena sintió unos latigazos de corriente por todo el cuerpo y se dejó caer nuevamente a la almohada.

Yulia preparó el terreno y no pudo evitar acariciarle con su pulgar por encima de la braga como lo había hecho en la limosina. Sintió la tela húmeda y caliente.

Elena soltó otro gemido al sentir el dedo de Yulia allí, sin embargo, su mente se nubló y tuvo que morder la espuma de la almohada cuando Yulia empezó haciendo círculos por encima de la tela, frotándole el clítoris.

Elena no lo aguantó y pegó un grito ahogado.

Yulia supo en ese momento que todo iba de maravilla. Tomó las bragas por los dos extremos y comenzó a bajárselas con lentitud hasta que se deshizo completamente de ellas. Las dejó sobre la mesa y por primera vez pudo tener el esperado vistazo del maravilloso centro de su novia. Era hermoso. Desde su blanca piel que le brillaba gracias a las pequeñas gotas de fluidos que corrían de sus pliegues, hasta su clítoris erecto e hinchado que palpitaba.

Fue inevitable que no se acercara y aspirará su olor, embriagándose de él como si de un manjar se tratara.

Comenzó a besarle el interior de sus muslos, limpiando y succionando cada gota de sus jugos. Elena gimió y suspiró profundamente, enredando nuevamente sus manos en el cabello de Yulia llevándole hasta su entrada.

Yulia sacó la lengua por fin y con la punta de ella le dio una grandiosa lamida desde el fondo de sus pliegues hasta su rosado clítoris, el cual de inmediato atrapó con sus labios. Lo chupó suavemente una y otra vez obligando a Elena a sentir el mejor de los placeres.

Bajó por todo el lugar, nuevamente hasta sus pliegues y con delicadeza los apartó con sus dedos. Dejó que su lengua entrara en ellos y comenzó a moverla de arriba abajo hasta lo más profundo que podía. Su musculo entraba y salía de aquel lugar. Lengüetazos lentos, firmes y largos que por momentos se volvían intensos. Llevó el dedo pulgar hacia el clítoris y lo estimuló haciendo círculos sobre él. Como era de esperarse, las caderas de Elena empezaron un vaivén junto con la lengua de Yulia. Fue tanto el clímax que sintió que su cuerpo se arqueó y después explotó en un intenso orgasmo. Sus fluidos vaginales salieron de sus pliegues sin pedir permiso alguno.

Yulia se inclinó sobre su cuerpo para mirarle el rostro. Elena estaba roja como un tomate y gotitas de sudor le corrían por la frente.

Yulia sonrió y le besó la boca sin dejar de palparle el centro. Elena le abrazó del cuello con fuerza y la mantuvo así. No deseaba que Yulia parara.

Yulia empezó a escabullirle sus dedos lentamente entre los pliegues, acariciando de arriba a abajo hasta que logró meterlos por completo. Sintió lo caliente que estaba su novia allí dentro y la miró a los ojos mientras lentamente empezaba a deslizarlos de adentro hacia afuera. Inmediatamente el rostro de Elena empezó a cambiar con las embestidas. Sus gestos eran una mezcla de todo. Jodidamente sensual.

Sin poder evitarlo, ella clavó las uñas en la espalda de Yulia, sosteniéndose fuertemente y disfrutando del placer que le estaba dando. Yulia intensificó el ritmo de su mano hasta que otro gemido bestial por parte de Elena y más gotas de fluido caliente se le escaparon de sus pliegues.

Yulia aprovechó que su segundo orgasmo estaba cocinándose así que le abrió las piernas con cuidado y metió las suyas entre sus muslos, juntando su sexo al de ella. Empezó a moverse con lentitud, no había apuros, solo quería disfrutar del grandioso momento.

Elena no pudo retener más el orgasmo y se agarró de las manos de Yulia para que le ayudara a sobrellevar la explosión que se le venía.

Yulia dejó que su muslo siguiera sobre el centro de Elena para que no perdiera el calor. Le abrazó con fuerza y eso le permitió a la chica más joven derramar todo lo que cocinó durante el acto.

Se quedaron así durante unos segundos, tratando de recuperar algo de aire y fuerzas después de tremendos momentos.

Elena quien sin duda era la más afectada, después de recuperarse, agarró la almohada que estaba a su lado y se la colocó en todo el rostro.

Yulia enarcó una ceja debido a eso y se la intentó quitar pero Elena no se dejaba. Se resistía.

—Hey, Lena, qué te pasa. ¿Vas a llorar?— Le preguntó divertida.

Elena negó y se fue quitando la almohada poco a poco. Yulia quiso atacarla de nuevo al verle ese rostro tremendamente excitado, rojo y sudoroso. Era simplemente preciosa...

—¿Qué te pasa entonces, Lena?

Elena empezó a actuar avergonzada y se sonrojó más de lo que estaba —Es que nunca había tenido un orgasmo... O eso creo... Bueno, la verdad es que nunca me sentí así.

Yulia rió — Estoy empezando a creer que tu primera vez fue tan mala como la mía — Bromeó.

Elena sonrió pero no contestó nada más. Sus ojos simplemente empezaron a vagar por la desnudez de Yulia hasta que volvió a su rostro — Yul... Puedo... Hacerlo yo?— Le pidió.

Yulia sabía a lo que ella se refería y por supuesto que le dejaría. Se bajó de su cuerpo para acostarse boca arriba en el lado vacío del colchón. Se colocó las manos en la cabeza mostrándose completamente relajada.

—Soy toda tuya amor... Me tienes como en bandeja de plata — Le dijo con diversión, logrando que Elena soltara una carcajada.

Elena nerviosa, se subió sobre su cuerpo, mirándole directamente a los pechos.

Yulia vio como sonreía de la nada y enarcó una ceja —¿Te parecen muy graciosas mis niñas o qué? — Su tono fue como de reclamó — Oye, no serán tan grandes como las tuyas pero al menos tengo algo.

—Qué dices... — Elena volvió soltar una risotada. Pero de inmediato negó — No digas bobadas amor, tus pechos me fascinan — Le susurró y enseguida bajó para rozarlos con sus labios.

Yulia estaba claramente excitada así que sus pezones se encontraban como piedras. Elena se encontró con su mirada de nuevo, y sin dejar de verle se metió uno de los botones rosados a su boca.

Yulia se quedó viendo como ella lamía su pecho por no lo aguantó por mucho tiempo y se colocó un brazo en los ojos mientras que con el otro agarraba con fuerza la sabana.

Elena se permitió disfrutar de cada rincón de su torso hasta que sintió que era suficiente y debía pasar al siguiente nivel. Dejó una huella de besos por todo el abdomen de Yulia hasta que llegó a sus piernas. Le agarró de las rodillas e intentó abrírselas para descubrirle su centro pero lo dudó. Tenía tanto miedo.

Yulia miró hacia abajo para ver lo que pasaba y allí notó de nuevo esa intranquilidad.

Ella le habló.

—Yul... Si lo hago muy mal, no me lo vayas a decir.

—¿Qué?— Yulia reaccionó con burla.

Pero Elena estaba abrumada —Si, por favor, no te vayas a burlar de mí. Intentaré dar lo mejor — Dijo frunciendo el ceño.

Yulia supo que su chica necesitaba una ayudita así que abrió las piernas por su cuenta para que Elena tuviera todo el acceso a su intimidad.

Ni siquiera hubo palabras para describir la cara de Elena al ver el centro de su novia.

Yulia soltó una carcajada y de inmediato ella frunció el ceño y le dio una palmada en el muslo interior —Te estoy diciendo que no te burles.

—Lena, como no me voy a burlar si tienes una cara que ni siquiera podría describir. Si vas a mirar a mis chicas, hazlo con deseo no con esa cara de que has visto algo extraterrestre.

—Yah... Cállate y déjame trabajar — Elena le dijo enojada y bajó la cabeza.

Yulia se dejó caer a la almohada de nuevo y cerró los ojos sin dejar la sonrisa. Pero de pronto, esa sonrisa se convirtió en una mordida de labios cuando sintió una lamida lenta desde el fondo de sus pliegues hasta su clítoris. Apretó los ojos con fuerza y se agarró a la cobija cuando la lengua de Elena lo empezó a hacer una y otra vez.

—Jamás voy a burlarme de ti bebé... Es grandi.... Oh...— Ni siquiera pudo terminar la frase porque Elena le envolvió el clítoris en su boca y empezó a chupar febrilmente, tratándolo como si fuera un caramelo. Yulia estrelló la cabeza contra la almohada y le enredó una  mano en el cabello. Tal vez, Elena no era una experta pero estaba logrando el cometido.


Al día siguiente, a las 10:30 de la mañana, Yulia regresaba a su habitación de hotel cargada de un montón de bolsas. Cerró la puerta con su trasero y de inmediato descargó todo lo que traía sobre el comedor que se encontraba en la sala. Empezó a revisar lo que estaba dentro de las bolsas, lo que era prácticamente pura comida que había comprado mientras rondaba la playa.

Sacó algunas bandejas llenas de fruta y colocó un poco de cada una sobre un plato. Empezó a revolverlas creando una especie de ensalada. Cubrió la superficie con un poco de chocolate líquido que también había comprado y después decoró con algo de crema de leche. Ultimó detalles en su decoración con unas galletitas y puso una barrita de chocolate blanco.

Sacó una botella de agua, tomó el plato y se fue directo a la habitación donde aún se encontraba su novia sumida en el más profundo de los sueños.

Dejó la ensalada y la botella sobre la mesita y se sentó en la cama. Se inclinó contra el rostro de Elena y empezó a llenarle de tiernas mordiditas por todos lados.

Elena se despertó y comenzó a soltar risitas debido a las cosquillas que esos preciosos labios le causaban. Le miró con un puchero.

—Hmmm... Yul... déjame dormir — Se quejó.

Yulia negó con diversión y le dio unas cuantas nalgadas en el trasero — No seas dormilona bebé. Levántate ya, vístete y vamos a la playa. No sabes lo grandioso que está el clima. El sol está vibrando y el ambiente está de diez. Vamos, párate ya. Quiero nadar en el mar — Le dijo entusiasmada.

Elena negó lindamente, y seguido, se subió la cobija hasta el cuello. Prácticamente, dándole a entender que no se iba a levantar.

Yulia lo captó y de inmediato le frunció el ceño — Heyy... Vamos... No seas así. Párate— Gimió frustrada.

Elena no tuvo intenciones de hacerlo, así que como venganza, Yulia llevó una mano contra la cobija y le pellizcó uno de sus pezones que se le marcaba por encima de la tela.

Elena saltó gimiendo de dolor e inmediatamente se sentó contra el espaldar de la cama acariciándose el pezón a través de la cobija. Le miró muy mal, y ella le respondió con una risa burlona.

—Hey Lena... Ni siquiera fue para tanto. No te pellizqué duro – intentó excusarse.

Pero Elena no quitó su cara de enojo y mucho menos dejó de acariciarse su botón. Si le había dolido, y bastante, sobre todo porque Yulia misma había estado toda la madrugada pegada a ellos mordisqueándolos.

—Pues si me dolió. No lo vuelvas a hacer — Quiso parecer enojada, pero no lo logró porque Yulia siguió riendo.
—Está bien, Lena. Lo siento. Déjame remediarlo — Le dijo y, de pronto, le bajó la cobija hasta el ombligo, dejándola con el torso desnudo.

Yulia se agachó junto al pecho que le había pellizcado, y seguido, le clavó un tierno besito en el pezón.

Elena no pudo aguantar lo que estaba viendo y soltó una risotada. Yulia Volkova era perversa.

—¿Crees que sea suficiente con ese beso o necesitara algo más profundo?— Le preguntó fingiendo inocencia.

Elena la agarró de las mejillas, la atrajo hacia su rostro y le clavó un beso en los labios.

—Te amo mucho, mi pervertida — Le dijo divertida.

Yulia solo pudo reír...



Un rato después, ambas se encontraban disfrutando de las maravillosas playas de Génova. Elena y Yulia se mantenían en un constante jugueteo. Se correteaban una a la otra entre el agua, huían de las grandes olas, o a veces luchaban contra ellas. Se abrazaban, se besaban, peleaban, se reían... Estaban tan felices que en realidad era difícil de creer que aquello estuviera pasando.

Elena se agotó un poco de tanto correr contra el agua y le pidió a Yulia que salieran por un momento a descansar. Se tomaron de la mano cariñosamente y caminaron juntas hasta la superficie. La ropa de ambas, que básicamente eran las pijamas de short y camiseta que había traído Yulia, les destilaron agua por doquier.

Buscaron un lugar vacío en la arena y se dejaron caer una al lado de la otra. Elena empezó a mirar a su alrededor y, de pronto, se sorprendió al ver a los dos chicos de anoche. Ambos estaban bajo una gran sombrilla, reposando del sol. Uno de ellos acariciaba el abdomen del otro con mucho cariño.

Elena intentó captar si había alguna reacción por parte de las personas alrededor, pero no, no había nada, allí todos estaban en su mundo. Allí nadie se entrometía en la vida de nadie.

De pronto, cambió su atención a Yulia y le quedó mirando su hermoso y sexy perfil. No tenía dudas sobre ella, le encantaba, le gustaba, le amaba.

No pudo resistirse a esos sentimientos y se le lanzó al cuerpo, sentándose ahorcajadas encima de sus muslos.
Yulia se impresionó pero al instante se encontró sonriendo. La abrazó por las caderas y le miró a sus ojos verdes. Su sonrisa se hizo más grande cuando pudo ver su propio rostro reflejados en ellos.

—Wow... Puedo ver mi reflejo en tus ojos — Le comentó con inocencia.

Elena le regaló una sonrisa y apoyó su frente en la de ella. Quiso decirle que no solo allí, que su imagen estaba presente siempre, pero se lo guardó. Cerró los ojos y suspiró — No quiero volver a Moscú aún, quiero quedarme aquí unos días más y ver a tu lado las olas de este mar... ¿Te quedarás?— Le susurró.

Yulia se quedó en silencio por unos momentos, pero después asintió. Entendió que debían darse el gusto de disfrutar lo que pudieran antes de volver a Moscú y enfrentar toda la cruda realidad que les esperaba...
 

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Mensaje por Volkatinale92 7/8/2020, 5:19 pm

Otro otro otro jajaja estoy comiendome las uñas pensando que va a pasar jajaja gracias por los capítulos, aquí se va a armar una grande

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Mensaje por Volkatinale92 7/8/2020, 5:54 pm

Yo pidiendo otro otro y zas cayó por arte de magia y que magia jajaja, me parece pero después de tanto amor viene el caos 🥵😭

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Mensaje por Yulieth 7/8/2020, 7:56 pm

Con que dramas saldrá la bruja de Inessa jajaja ahora viene la tormenta.
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 7/10/2020, 5:53 pm

Hola chicas, gusto en saludarlas de nuevo. Paso rápido por acá para dejarles el capítulo de hoy no sin antes decirles que el día de mañana, finalizará la historia.

Desde temprano, estaré subiendo los capítulos, ya que es bastante largo como les he venido diciendo anteriormente y así abrir paso al nuevo fics que ya está esperando su turno, para que lo disfruten.

Sin más...

A leer!!

MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 8 2020-011


Treinta y nueve



Miércoles 5:30 pm, Moscú, Rusia.

Casa de los Volkov.


— Muchas gracias señor. ¡Que tenga buen día! — Yulia cerró la puerta del taxi con delicadeza y procedió a subirse sobre la acera para que el auto pudiera arrancar con tranquilidad. Se acomodó su maletín correctamente en los hombros y dio unos pasos junto a Elena para ayudarle a sostener el montón de bolsas que habían traído de Génova. La falta de accesorios para vestir se les había convertido en un problema, así que habían tenido que gastar unos cuantos dólares en ropa interior, pijamas y ropa para salir.

“Caballerosamente”, Yulia se cargó todas las compras en una de sus manos y dejó su otra extremidad en libertad para tomar con ternura la mano de su chica. Elena se sonrió por la acción; en Génova se habían mantenido así durante las 24/7, y aún no lograba digerirlo. Era de otro mundo.

Juntas empezaron a dirigirse hacia la entrada de la casa. Ni siquiera fue necesario que Yulia tocara el timbre porque la puerta se abrió de par en par apenas los pies de ambas tocaron la alfombra de bienvenida.

—¡LENA! ¡YUL!— Viktoria y Katya fueron las primeras en aparecer en la escena, cada una lanzándose a los brazos de sus respectivas hermanas. Bolsas en el suelo, besos, abrazos y todas las muestras posibles de afecto se vivían en ese momento. Era una locura. Las pequeñas se bajaron de los cuerpos de sus hermanas y empezaron a arrastrarlas hasta adentro. Yulia y Elena se carcajeaban con todo gusto por lo que sucedía, pero la alegría no les iba a durar mucho tiempo. Tan pronto llegaron a la sala, la sonrisa de ambas se esfumó en un segundo. El corazón de Elena latió asustado y su cuerpo se paralizó en el acto cuando vio en el comedor a su padre en compañía de Larissa, Oleg y Fedora. Yulia también sintió un frío recorriéndole toda la espina dorsal al ver el autoritario rostro de su nuevo suegro mirándoles fijamente.

Los adultos en el comedor se colocaron de pie, pero Larissa, fue la primera en reaccionar a la llegada de la pareja. De inmediato, se lanzó junto a las dos y las envolvió en un cálido abrazo de bienvenida  — Dios mío, por fin chicas, por fin — Dijo aliviada, revisándolas de pies a cabeza, asegurándose de que todo estuviera en regla con ellas. No quería que ni una uña les faltara, sobre todo a Yulia. Sus hijos eran sagrados.

Oleg Volkov, también saltó a la escena, abrazando a cada una con un poco más de tranquilidad. No podía negarlo, había estado muy nervioso por todo lo que estaba pasando; sin embargo, el alma le volvía al cuerpo después de tenerles allí. La siguiente en acercarse fue Fedora, quien no dudó en ir con Elena y cuestionarle sobre su estado emocional.

Mientras tanto, Sergey Katin se mantenía a una distancia considerable esperando el momento para acercarse a Elena. Jugaba con sus manos y tragaba saliva constantemente por el nerviosismo que lo invadía cada segundo. Para él era muy difícil toda esta situación. Sobre todo porque no había podido charlar con Elena apropiadamente desde aquel día en su habitación.

Yulia, rodeada de sus padres, no perdía de vista a su suegro. La presencia de él allí le preocupaba infinitamente, sobre todo por la cara de intranquilidad que Elena tenía mientras lo miraba.

—Mamá, papá ¿Qué hace el señor Katin aquí?— Les interrogó con disimulo.

Oleg se aclaró la garganta y se alejó un poco de allí para no tener que entrar en detalles. Larissa tomó la palabra —Mmm... Pues vino a recibir a Elena. ¡¿Por qué más estaría aquí?! — Lo obvió — Cuando le avisamos a Fedora de tu llamada… Ella debió decirle a él que ustedes ya venían en camino. A nosotros también nos tomó por sorpresa. Ambos llegaron aquí hace media hora y solo hemos charlado vagamente sobre el problema con Inessa. Ninguno le ha mencionado nada de tu relación con Elena, así que mantén la calma — Le pidió.
Yulia asintió en breve sin dejar de mirarlo.

En ese momento, Fedora se alejó y le dio paso a Sergey para que pudiera venir hacia su hija. Lo invitó a acercarse a ella, pero él parecía demasiado tímido para eso. El pensamiento que tenía en mente es que no quería molestar a su hija, y verdaderamente estaba dudoso de que Elena quisiera abrazarle. Sin embargo, Sergey sabía que no podía pasar la oportunidad. Empezó a caminar decidido hacia ella.

Elena pensó que él le iba a gritar o le iba a reclamar por lo del viaje pero nada de eso pasó. Sergey llegó a su lado y de inmediato la envolvió en el más cálido de los abrazos. Los ojos de Elena enseguida se cerraron al sentir el contacto. El aura de Sergey era mágica Definitivamente el único hombre que le hacía sentir bien era su padre.

Elena no pudo evitarlo y le deslizó sus brazos por toda la cintura. Recordando esos viejos tiempos de su niñez. Sintió los labios de Sergey en su frente y suspiró con tranquilidad. En ese instante supo que todo iba a estar bien.

Sergey se alejó de ella un poco pero sin soltarle, seguido, miró a la familia Volkov —Larissa, Oleg, ¿ustedes serían tan amables de permitirme usar un lugar de la casa? Es que... me gustaría hablar algunas cosas con mi hija — Pidió con timidez.

Oleg Volkov, de inmediato asintió —Claro que si Sergey, ven por aquí — Le respondió y se dirigió a su estudio. Abrió la puerta y enseguida señaló adentro — Todo tuyo — Le dijo sonriente.

Sergey le agradeció con una sonrisa — Gracias Oleg. Prometo no tardar — Aseguró — Sus ojos volvieron a Elena.. — Ah... Mi vida... ¿Entramos un momento?— Le preguntó.

Antes de asentir, Elena le lanzó una mirada a Yulia para darle un poco de tranquilidad — Claro que si papá. Vamos — Le respondió y entrelazó su mano con la de él.

Ambos fueron juntos al estudio, Elena cerró la puerta y después lo llevó a tomar lugar en el gran sofá. Se acomodaron frente a frente y no se soltaron de las manos por ningún motivo. Se necesitaban uno al otro.
La miró a los ojos fijamente y no pudo evitar que sus mejillas ardieran. Elena era tan preciosa. Su hija había cambiado tanto con los años que ni siquiera se había dado cuenta de que ahora era toda una mujer. Le observó todas las facciones en el rostro hasta que notó la pequeña cicatriz que tenía en la mejilla. No tuvo que ser adivino para saber que ese era el golpe creado por Inessa. De inmediato llevó su pulgar hacía allí y acarició la cicatriz.

Sus ojos se cristalizaron al instante.

—Mi Lena... Perdóname por todo... Perdóname por favor — De pronto le dijo. Agachó la cabeza y empezó a sollozar libremente.

Aquella escena fue demasiado para Elena que tampoco aguantó las ganas de llorar. De inmediato unas lagrimitas se le escaparon por las mejillas.

Sintió la humedad mojando su pulgar y rápidamente le miró para secarle las lágrimas. Secó las de él y procedió a aclararse la garganta — Mi amor, no llores, no llores por favor, no hay motivo para hacerlo — Volvió a cubrirle la pequeña cicatriz con su dedo. Retomó su postura y suspiró — Lena... Dos semanas atrás te pedí un tiempo para hablar, sin embargo, nunca se dio. Tenía muchas ansias de hacerlo pero me daba mucho miedo dirigirte la palabra. Espero que hoy tengamos la oportunidad finalmente. Quiero decirte muchas cosas. ¿Podrías darte el tiempo de escucharme?

Elena no dudó en asentir. Se inclinó hacia él — Por supuesto que si papá. Lo que sea. Yo no voy a irme — Le apretó las manos con fuerza. Quería hacerle sentir toda la confianza.

Sergey dejó salir una pequeña sonrisa. Una pizca de felicidad se alumbraba en sus adentros. Se aclaró la garganta y suspiró — Lena... Primero, quiero pedirte perdón por todos estos años en los que nunca estuve presente para ti. Yo... no supe cómo lidiar con todos los negocios que me dejó papá después de morir... Y, simplemente me dejé consumir por ello. Lo hice tanto, que dejó de importarme lo que más me debía importar, y eso eras tú. Te abandoné, te dejé a la merced de Fedora y no te acompañé nunca en tu vida cotidiana. Nunca estuve allí para darte un beso de buenas noches, ni para preguntarte si le temías a algo. Nunca estuve para llevarte a la escuela, o para sentarme contigo a hacer un trabajo. Nunca estuve allí para celebrarte un día especial. Nunca estuve cuando te enfermaste, nunca estuve allí para nada. He sido un canalla contigo Elena, contigo y con Katya, porque sabes que no fue diferente cuando ella nació. También la dejé, y estoy muy arrepentido por ello — Los ojos de Sergey volvieron a cristalizarse. Era inevitable — Yo... Me siento como un idiota en este momento, Lena. Si pudiera devolver el tiempo remediaría todo con ustedes, contigo y con Katya. Ustedes son lo más preciado que tengo, ustedes son lo que más amo en este mundo — Cerró los parpados y derramó las lágrimas que había contenido. Negó varias veces y después sonrió con debilidad — Me imagino que estarás preguntándote porqué tan repentinamente te estoy diciendo esto.... Y por supuesto te lo voy a decir mi amor... Solo espero que lo entiendas y no te vayas a enojar conmigo.
Elena negó. En ese momento no había tiempo para disgustos — ¿De qué hablas? ¿Por qué me enojaría? ¿Qué pasó?

—Elena... Yo... hace dos años conocí a una mujer de la cuál me enamoré perdidamente. Me gustaba tanto que empecé a cortejarla hasta que logré que empezáramos a salir. Yo nunca le dije que estaba casado y por supuesto mantuvimos nuestra relación en la clandestinidad para que mi matrimonio con tu madre no se debilitara y no armara un escándalo en la prensa. Logré mantener todo oculto durante este tiempo a base de mentiras pero las cosas se empezaron a poner feas cuando ella me pidió que formalizáramos nuestra relación. Yo, me negué, alegando que no era necesario formalizar, que así estábamos bien... Sin embargo, ella insistió e insistió. Un día me hizo enojar mucho por aquella situación y le grité que no lo haría jamás... Fue entonces cuando me pasó un papel en el que me daba a conocer que estaba embarazada de mí. Ya estaba a punto de entrar a su cuarto mes de embarazo, y yo no le había notado el estómago. Esa noche, cuando me lo contó, estábamos cenando. La noticia me sacó de quicio y le dije cosas que nunca quiero volver a repetir. Le conté la verdad, le dije que estaba casado y que ella nunca iba a obtener nada de mí. La lastimé tanto que empezó a llorar y se fue del restaurante. No la vi en días, me sentía enojado. Dejé que pasara un mes, un mes donde pensé en todo lo que le había dicho y me sentí como lo peor. Fui cobarde, fui lo peor, pero lo hice por miedo a perder mi estatus y el de tu madre. Sin embargo, reflexioné… Iba a tener otro hijo... Iba a ser papá de nuevo y eso era algo grandioso, porque me acordé de ti, de cuando escuché tu llanto por primera vez... Conduje a la casa de ella para hablar con más calma sobre la situación, sobre todo para que me colocara al tanto de todo lo del bebé que venía en camino... Pero cuando llegué a su apartamento lo encontré vacío. Había un letrero indicando que estaba en venta. Rápidamente me fui a la casa de su madre, pensando que ella estaba allí. Toqué la puerta desesperado hasta que ella me abrió. Lo primero que hice fue preguntarle donde estaba Valya, ese era su nombre. Pero la mujer no me respondió y solo se puso a llorar. El esposo de ella, y por ende el padre de Valya, me preguntó que quien era yo. Ellos no me conocían, así que me hice pasar por un amigo... Fue entonces cuando el hombre me dijo que Valya había muerto hace un mes. La habían encontrado muerta en su cama. Se envenenó y al parecer lo había hecho la misma noche de nuestra discusión. Yo no fui capaz de manejar la noticia y simplemente me fui de allí. Lloré por muchos días, fui el culpable de que ella hiciera eso. La maté a ella y a mi bebé. Soy un maldito asesino, Lena — Sergey rompió en llanto de nuevo. Su corazón dolía demasiado.

Elena quedó en shock por lo que su padre le acaba de contar. El corazón le latía asustado. Nunca esperó que él le dijese algo así. Intentó calmarlo y lo abrazó. No podía decirle más. De nada servía reprocharlo.

Sergey se calmó un poco al estar entre los brazos de Elena. También la abrazó con fuerza, sosteniéndola — Soy un estúpido hija, soy lo peor... Perdí a dos personitas por mi miedo. Yo... No quiero hacerlo más. Katya y tú son mi vida y no quiero cometer más errores. Perdóname por favor... Perdóname — Pidió.

Elena se salió del abrazo y le agarró el rostro. Sergey se veía bastante mal... Y era entendible; estaba lidiando sólo con el dolor de perder a la mujer que amaba y a su hijo. Todo por un tonto miedo —¿Hace cuánto fue esto papá? — Tuvo curiosidad.

Sergey se volvió a secar las lágrimas. Agachó la mirada — Ya casi serán cuatro meses...

Elena se silenció por unos segundos pero volvió a abrazarlo. Lo consoló con caricias en su espalda e intentó animarlo — No te mortifiques más papá. A veces cometemos errores. Errores que pueden costarnos muy caros... Pero al final del día, aprendemos de ellos, y tú lo has hecho. Por más de que fue horrible, tuvo que pasar para que lo hicieras.

Sergey salió de nuevo del abrazo — Aprendí mi amor, es por eso que quiero reivindicarme contigo y con Kat, no quiero perderlas, ustedes son lo único que me queda en la vida. Después de lo ocurrido, a mi mente solo se vinieron imágenes de ustedes. Me dije a mi mismo que tenía que hacer lo posible por recuperar tu confianza. Quise hacerlo el día de tu cumpleaños pero nunca te vi en casa. Quise hacerlo después pero parecía que todo iba en contra de mí. Estaba nervioso por lo que me dirías. Después me enteré de lo que Inessa te había hecho y esa fue la gota que derramó mi vaso. Estaba dispuesto a ir por ti y a poner a tu madre en su lugar... Incluso viajé a Milán pero nunca te encontré ni tampoco a tu mamá. Horas después de estar buscándote, recibí una llamada de Fedora donde me contó que había recibido una llamada de tu amiga y que estabas con ella. Intenté pedirle el número de Yulia para que me dejara hablar contigo pero no quiso dármelo. Tuve que devolverme aquí y esperar a este día — Sonrió.

Elena también lo hizo. Negó divertida — Yulia te ganó mi rescate papá. Ya vas perdiendo puntos.

—Oh... Bueno... Tienes razón... — Soltó una risita —Pero, quiero ganarme muchos de ahora en adelante amor, y por eso quiero pedirte algo.

Elena asintió — Dime...

—Quiero que tú y Katya se vengan a vivir conmigo. He comprado una casa en el barrio Jamóvniki con la esperanza de que aceptes y podamos compartir y recuperar el tiempo perdido.

—¡Espera!— Elena se extrañó. Sus cejas se enarcaron — ¿Te vas a separar de mamá?

Sergey asintió — Si Lena, ya estoy haciendo el papeleo para el divorcio. No voy más con tu madre. Inessa se ha vuelto loca y no voy a seguir a su lado... Y tú y Kat menos. No voy a permitir que les siga haciendo daño. Por eso quiero que te vengas conmigo. La casa no es como la mansión... Pero es muy bonita y acogedora. Será un buen lugar para los tres...

—¿Y qué pasará con Fedo? — El ceño de Elena se arrugó. Le extrañaba que Sergey no la incluyera —Es mi nana. Es como mi madre.

Sergey sonrió al ver su pequeño enojo — Lo sé amor, lo sé. Sé lo importante que es Fedo para ti, pero ella también necesita un respiro de nosotros. Fedo tiene su propia familia, familia que descuidó por sumirse a nuestras órdenes — Sergey tragó saliva. Lo que le diría no iba a ser fácil — Elena, Fedora ya no trabajará más con nosotros... ni con nadie, le he dado una pensión y una casa en su ciudad natal para que no tenga que volver a trabajar por el resto de su vida. Ahora, ella se irá con su familia a disfrutar con ellos. Es justo y necesario. Ellos la necesitan y ella los necesita. Por supuesto que Fedo podrá venir a casa cuando quiera, pero ahora seré yo quien le atienda como ella lo hizo todos estos años — Elena soltó unas lágrimas al escuchar aquella noticia. Se las limpió rápidamente con su pulgar —¿Lo entiendes verdad mi vida? ¿Y esas lagrimas son para confirmarlo?— Elena asintió con un gran puchero. Iba a llorar —Amor, no llores.

—Es que Fedo... es muy importante para mi papá.

—Lo sé bebé, pero no podemos retenerla más, no es justo.

—Si... Pero...

—Oh amor... Ven — Sergey le dejó un beso en la frente. Elena logró sostener el llanto. Se tomaron un tiempo para calmarse y volvieron a retomar el tema.

Sergey inició — Y bien amor... Después de todo lo que te he dicho, quisiera saber dos cosas. Primero, si vas a darme una oportunidad. Y segundo, si aceptas venir a vivir conmigo.

Elena fingió que pensaba pero no pudo mantenerlo. Una hermosa sonrisa se dibujó en su rostro — Digo que si a todo papá. Te amo mucho, y voy apoyarte en todo de ahora en adelante.

Sergey no pudo aguantar y la agarró. La abrazó y literalmente se la comió a picos.

Después de un rato, ambos terminaron riendo y recostados sobre el sofá. Elena con la cabeza sobre el pecho de Sergey, escuchándole el corazón latir. Era como música para sus oídos.

De pronto, Sergey se incorporó en la silla. Elena tuvo curiosidad, y lo quedó mirando con diversión.

Él sonrió — Amor, tenemos que ir a la Mansión a recoger tus cosas y las de Katya. La nueva casa ya está amoblada pero aún así he contratado a gente de empleados de mudanza por si quieres llevarte algo de tu habitación.

—Está bien — Elena se encogió de hombros.

Sergey se levantó del sofá y le tendió una mano — ¿Vamos?

Elena asintió sonriendo y la agarró. Se colocó de pie y ambos caminaron hasta la puerta. Sergey puso su mano en la perilla pero antes de darle vuelta se detuvo y miró a Elena haciendo un gesto muy extraño.

Ella rió — ¿Qué te pasa?— le dijo divertida.

Él se golpeó con suavidad la frente — No puedo irme sin agradecerle a tu amiga Yulia todo lo que hizo por ti. Tengo que hablarle, tengo que venerarle por traerte sana y salva. Es una gran chica. Tienes a la mejor amiga del mundo, Lena.

Elena se mordió el labio con nerviosismo al oír tal cosa. Esa palabra 'amiga' no le cuadraba. Tenía que aclararlo — Ok, papá, tengo que decirte algo primero — Le agarró de los brazos y lo hizo retroceder. Sergey pareció confundido pero no protestó.

Elena tragó saliva y se aclaró la garganta. Puso las manos en el aire, como si intentara poner calma a algo.

Sergey sonrió — ¿Qué pasa? ¿Por qué tanto misterio?— dijo divertido.

Elena no le dio más vueltas al asunto. Suspiró profundo y lo soltó — Papá, Yulia Volkova no es solo mi amiga, Yulia Volkova también es mi novia... Es mi pareja. Yo... soy gay... — dijo con lentitud.

Sergey no mostró ninguna expresión en su rostro ante aquella noticia. Su boca se había abierto, pero solo un poco.

Elena continuó — No sé qué estarás pensando, pero quiero que sepas que estoy muy enamorada de ella y que me hace muy feliz. La amo demasiado. Ojalá lo puedas entender.

Sergey se sintió un poco asustado. Escuchar que Elena estaba enamorada le daba miedo. Ese sentimiento de padre protector lo inundó.

—Amor... Ah... Yo... no tengo nada que decir. Bueno... sí, me toma un poco fuera de sí la noticia pero... No voy a negarme a nada si es que era lo que pensabas — Dijo más relajado — Me alegra que estés feliz, y no me importa con quien sea. Hombre o mujer. Lo que más deseo es que siempre sonrías — Dijo con sinceridad. Soltó una risita y negó con la cabeza — Lena, ¿podrías llamar a mi NUERA?— Exageró al decirlo, Elena se avergonzó —Necesito hablar con ella.

Elena asintió — Está bien, pero no vayas a decirle ninguna tontería — Le advirtió, señalándolo. Se giró y abrió la puerta.

Yulia estaba a solo unos metros, mirándola muy atenta.

Elena sonrió al verle la cara de asustada que tenía. Era hermosa  — Bebé, ¿podrías venir?— Le dijo con ternura.

Yulia frunció el ceño confundida y se señaló a ella misma.

—Sí, tú. ¿Quién más? — Elena le gritó con diversión y ella de inmediato corrió allí.

Al llegar, Yulia le quiso preguntar qué pasaba pero Elena solo le hizo pasar.

Al ver a Sergey, Yulia no dudo en sonreír algo nerviosa. Elena lo notó y se rió mientras cerraba la puerta. Quiso bromear así que se paró al lado de su padre con los brazos cruzados.

Yulia ahora si tenía ganas de morirse del miedo. Ambas miradas le petrificaban.

Sergey se aclaró la garganta y sonrió — Yulia, es un gusto poder verte de nuevo — Le tendió una mano la cuál fue agarrada de inmediato por la chica.

—Igualmente señor Katin — dijo nerviosa.

A Elena le dio mucho remordimiento verle actuando tan asustada así que se quitó del lado de su padre y se hizo al de ella, agarrándole una mano y entrelazándola cariñosamente.

Yulia miró el agarre intranquila y después regresó la atención a su suegro.

Él le calmó —No te preocupes por eso Yulia, mi hija ya me lo ha contado todo y no tengo ningún problema con su relación. Solo relájense... Y disfrútenlo mucho.

Yulia asintió — Gracias señor.

—No, no tienes nada que agradecerme. Soy yo el que te debo todo. Lo que hiciste por Elena fue grandioso. Me siento feliz y tranquilo de saber que mi hija está con alguien que le ama tanto. Gracias y mil gracias. Por favor, permíteme darte un abrazo.

Yulia se sonrojó por el pedido pero se dejó abrazar del señor Katin. Fue un momento incomodo pero necesario. Se separaron y se rieron mutuamente.

Después de eso, los tres salieron del estudio mucho más relajados. Oleg invitó a que todos pasaran al comedor pero Elena y Yulia no lo hicieron y se quedaron de pie a mitad de la sala, mirándose a los ojos y con ambas manos entrelazadas.

De repente, Elena sintió que su corazón latía con mucha más fuerza de lo debido y tuvo que abrazar a Yulia. Se mantuvieron así durante unos minutos. Elena intentó asimilar todo lo que acaba de ocurrir. Era increíble.

Yulia le acarició la columna y le dejó un beso tierno en la mejilla —¿Te pasa algo? — Le dijo.

Elena negó — No, es solo que... Todo está saliendo tan bien que ya me dio miedo— Su cara lo demostró — Mi papá se va a separar de mi mamá y Katya y yo nos iremos a vivir con él a una nueva casa en Jamóvniki.

—Eso es genial... Pero... ¿ese Jamóvniki es lejos? ¿Al menos es en Moscú?

—Si claro, es muy cerca de la casa de Masha.

—Oh... bien... ¿Pero entonces que es lo que te tiene con miedo?

—Qué vamos a ir a recoger las cosas a la mansión para llevarlas allá. Y tengo miedo de encontrarme con Inessa. Seguramente va a querer matarme cuando me vea.

—Pues eso no pasará. Yo voy a ir contigo y vamos a empacar tus cosas y las de Katya muy rápido. Después de eso no tendrás que verle la cara nunca más.

— Eso espero —Elena suspiró un poco agobiada.

Yulia le robó un beso en la boca y la jaló hacía al comedor donde los demás empezaban a beber algo de café.

***
Horas más tarde, Sergey detenía su Bentley negro frente a la gran reja de la mansión Katin. Tras él, también parqueaba un camión de mudanzas y la Roll Royce de Larissa que era conducida por Yulia.

Sergey apagó su auto y miró a sus pasajeras del asiento trasero, Fedora y su pequeña niña que jugaba con un cubo rubik. Aprovechó la distracción de la pequeña para hablarle a la mujer.

—Intentaré tardar lo menos posible Fedo. ¿Tienes todo listo, verdad?

—Sí, todo está sobre mi cama — Ella le respondió — Y las cosas de Katya también están preparadas. Solo faltan las cosas de Elena.

—Ok... Voy a entrar con ella a la mansión. No vayas a dejar que Katya se salga. Espérame aquí.

—No me voy a salir papi — Katya de pronto le dijo —Me quedaré aquí con Fedo. Puedes ir tranquilo.

Sergey sonrió —Genial bebé. No voy a tardar. Dame un besito — Le dijo con ternura y Katya no dudó en clavarle sus labios en las mejillas.

Sergey se bajó sonriente de su Bentley y caminó junto a los chicos de la mudanza para indicarles que entraran el camión hasta la casa. Después se dirigió a la Roll Royce donde estaban Yulia y su hija mayor. Se subió al asiento trasero y le pidió a su nuera que siguiera el camión de la mudanza.

No tardaron menos de un minuto en llegar. Yulia apagó el auto y Sergey aprovechó para poner una mano protectora sobre el hombro de Elena. Ella se giró para verle.

—Lena, tus cosas son las únicas que faltan por arreglar. Tomate tu tiempo y no le hagas caso a tu madre. Yo no voy a dejar que ella se acerque a ti. Te lo prometo.

Ella asintió.

—Si vas a sacar algo material de tu habitación, no dudes en decirme para yo enviar a los chicos de la mudanza. Vamos — Dijo decidido y bajó de la camioneta. Las chicas también lo hicieron. Elena esperó a que Yulia rodeara el auto y se acercara a su lado para agarrarle del brazo y sostenerse a él. Lo necesitaba. Estaba muerta del miedo.

Mientras Sergey abría la puerta, Yulia trató de calmarla besando su sien repetidas veces.

Finalmente, la puerta se abrió por completo y todos entraron a paso lento, incluyendo a los cuatro chicos de la mudanza. Para la suerte de Sergey y Elena, la sala de la casa estaba totalmente despejada. Inessa Katina no parecía estar por allí.

Elena aprovechó la oportunidad y arrastró a Yulia rápidamente hacia el segundo piso con destino a su cuarto. Sergey también le siguió junto a los hombres, donde comenzaron a ir a cada una de las habitaciones para desocupar lo necesario.

Elena corrió a su closet y empezó a guardar toda la ropa en maletas de viaje. Ni siquiera le importaba si se arrugaban. Simplemente las metía como fuera posible. Yulia, por su parte, se encargaba de vaciar en cajas todo lo que había a los alrededores de la habitación. Fotos, accesorios, maquillaje, peluches, absolutamente todo lo que estuviera a la vista y se pudiera guardar.

Afuera, en el pasillo, Sergey y los chicos de la mudanza empezaban a llevar todas las cosas hacía el primer piso. La velocidad con que los trabajadores subían y bajaban las escaleras era increíble. Se les notaba la experiencia en el ámbito.

No pasó más de media hora para que también empezaran a recoger lo que quedaba en la habitación de Elena. Llevaron todo al camión, lo cerraron y arrancaron con la mudanza hacía afuera de la mansión.
Aún dentro de casa, Sergey agarró su portafolios del estudió y salió hacía el patio trasero de la mansión donde se encontraban Elena y Yulia en busca de los cachorros. Se asomó y por su suerte vio que las chicas ya se acercaban con las bolas de pelos siguiéndoles.

—¿Todo listo Lena?— Le preguntó con alegría.

Elena asintió sin dudarlo. Los tres empezaron a caminar juntos, cruzaron la cocina, después el comedor y justo cuando comenzaban a entrar a la sala, Inessa Katina apareció frente a ellos con cara de pocos amigos.
Elena de inmediato detuvo su paso y buscó protección tras el cuerpo de Yulia. Sin poder evitarlo, intensificó el agarre que ejercía sobre el brazo de ella. El miedo que le causaba ver a su madre era incontrolable.

Entró hasta la mitad de la sala a paso lento, e ignoró completamente la presencia de su esposo y de Yulia. Sus ojos se clavaron directamente en Elena; como un águila en su presa. Empezó a acercársele, apretando los nudillos y la mandíbula.

Sergey lo notó y se alertó en enseguida, haciéndose delante de ambas chicas.

—Tenemos que hablar... — Intentó llamar su atención, pero fue demasiado tarde porque Inessa lo empujó y trató de atacar a Elena por encima del cuerpo Yulia, pero no lo logró ya que ella no permitió que se le acercara a su novia.

—¡Maldita estúpida! ¡Lo has arruinado todo! — Inessa no se daba por vencida y forcejeaba con Yulia. Sergey se incorporó rápidamente y procedió a cogerla por la espalda, alejándola lejos de ellas. La llevó cargada hasta la cocina y allí la soltó cuando cubrió la puerta con su cuerpo para que no se saliera.

Pero ella insistía.

—¡Déjame salir Sergey! ¡Voy a acabar con esa estúpida! ¡Arruinó todo el negocio con Vietto! ¡Es una buena para nada!— Gritaba.

Sergey intentaba calmarle pero nada de lo que él le decía servía.

Elena, escuchaba desde la sala todo lo que salía de la boca de su madre. Fueron tantas las estupideces y los insultos que salieron de la boca de Inessa, que ella no lo soportó y se fue decidida hacia la cocina.

—¡Elena!— Yulia intentó detenerla pero fue demasiado tarde.

Elena se acercó allí pero no entró, se quedó tras Sergey. Inessa le vio y volvió a insultarle.

—¡Tú! ¡Pedazo de imbécil! ¡¿A dónde te fuiste?! ¡Te busqué por todo Milán! ¡Te dije que no te atrevieras a irte de mi lado!— Le gritó llena de ira.

Elena la miró con rabia y suspiró sin mostrar debilidad. Ya había tenido suficiente — ¿Quieres saber a dónde me fui? Está bien... Te lo diré — Le dijo decidida.

Sergey negó — Amor, no tienes que decir nada, vete a la camioneta. Acabemos con todo esto de una vez — Le pidió, pero ella no se movió de allí.

—No, papá, no me voy a ir, porque tienes toda la razón, vamos a acabar con esto de una vez. Si Inessa quiere saber, pues que lo sepa.

— Lena... Vamos — Yulia trató de jalarla pero ella no se dejó.

Empezó a hablar —¿Sabes en donde estaba Inessa?. Me fui a Génova, a disfrutar del sol, del mar y de la playa. Y mientras tú te matabas la cabeza buscándome, yo estaba feliz en un cuarto de hotel haciendo el amor día y noche con mi novia. Porque sí, tengo una novia, y porque sí, soy una jodida lesbiana, como a ti tanto te gustan — Terminó por decir y agarró la mano de Yulia, llevándosela hacía las afueras.

Ambas se subieron a la camioneta en silencio, sin embargo, Yulia estaba sorprendida por lo que acaba de pasar. Su boca estaba abierta. Elena lo vio y de pronto empezó a reír.

—Tenía que decírselo Yul... — Explicó con calma.

Yulia asintió anonada. No dijo más, no tenía nada para decir. Dejó entrar a los cachorros a la camioneta, la prendió y aceleró fuera de allí.

***

—¡Wow! ¡Qué casa más linda papi! — Katya corría entusiasmada por todos los lugares de su nuevo hogar mientras Prince y Princess la seguían como si se tratara de un juego. Sergey no cabía de la dicha al ver la gran sonrisa que había en la cara de su hija menor. Era como una vitamina.

De pronto, Elena y Yulia aparecieron por unos de los pasillos. Él de inmediato las interceptó.

—Y bien... ¿Qué les parece la casa? — Estaba claramente emocionado.

Elena miró una vez más todo lo que tenía a su alrededor y sonrió de oreja a oreja. No podía mentir. Le encantaba. Era justo lo que siempre le había gustado —Esto es genial papá. Gracias — Le dijo con sinceridad y luego se lanzó a abrazarlo. Sergey recibió con todo el gusto esa muestra de afecto, también envolviéndola en sus brazos.

Yulia solo pudo sonreír al ver la escena. Se sentía tanta paz en el ambiente. Estaba feliz por la tranquilidad de su chica. Lo merecía después de todo...

Sergey se separó un poco del abrazo para mirarle —¿Ya escogiste una habitación?— Le preguntó.

Elena asintió —Quiero la que tiene el espejo grande en la pared.

—Oh... Bueno, de hecho esa la mandé a amoblar pensando en ti. Sabía que la escogerías — dijo con alegría. Le dejó un beso en la frente y le acarició los hombros — Iré a ayudarle a Fedora con las cajas de Katya y después iré contigo para que llevemos todas tus cosas a tu habitación.

—Oh... No, no es necesario Papá, Entre Yul y yo podemos con ellas. Ve tranquilo.

—Ok, pero si está muy pesado no duden en llamarme — Sergey advirtió divertido y se alejó hacia el pasillo.

Yulia se quitó su chaqueta y la dejó sobre el espaldar del sofá. Chasqueó sus dedos y aplaudió fuerte — Ven a ejercitar tus músculos Elena — Le dijo con alegría y se dirigió hacia las cosas.

Elena solo pudo sonreír. Se acercó a ella y empezaron a cargar las cajas.

Dos horas después de arduo trabajo la nueva habitación de Elena quedaba lista e impecable. Ropa en closet, zapatos, maquillaje, fotos, escritorio, TV... Absolutamente todo se había puesto en orden.

Muerta del cansancio, caminó hacia la cama y se dejó caer de espaldas en toda la mitad del colchón. Abrió los brazos por toda la superficie y soltó un suspiro relajante. Elena le vio y de inmediato caminó hacia ella para acostarse sobre su cuerpo con delicadeza. Ambas se miraron fijamente y Elena no pudo evitar acariciarle el rostro a la altura de sus cejas. Le maravillaba la belleza de su novia.

— Gracías por esto, Yul... — Le susurró — Sé que vienes cansada del viaje pero aun así te quedaste a ayudarme.

Yulia enarcó una ceja, y después soltó una risita — ¿De qué hablas Lena? Ambas venimos cansadas... Y no tienes porqué agradecerme nada. Lo he hecho con todo el gusto.

— Eres lo mejor, Volkova — Elena sonrió y le agarró las mejillas, seguido de eso, le clavó un montón de picos en la boca bastante duraderos, haciendo el momento bastante divertido para ambas.

Yulia giró su rostro a un lado fingiendo que no quería más besos, pero de nada sirvió porque Elena seguía besando sus mejillas. El gran espejo que había en la pared le permitió a Yulia reflejarse y observar lo que pasaba sobre su cuerpo. Se quedó mirándose en él, sonriendo genuinamente mientras veía a Elena besándole el rostro.

De pronto, Elena se detuvo y también miró hacia el espejo. Sus miradas se encontraron de nuevo a través de él.

Yulia arrugó su frente —¿Por qué te gustan los espejos tan grandes? En tu habitación anterior también tenías uno igual... — Tuvo curiosidad.

Elena se encogió de hombros —No sé, me gustan porque puedo verme de pies a cabeza y es muy útil cuando me estoy arreglando. Ya sabes... Me gusta verme bien siempre, así que un espejo donde te puedas reflejar completa es importante. También cuando salgo de la ducha y me humecto el cuerpo pues puedo observar que en mi piel no queden rastros de crema o algo así.

—¿Te gusta verte desnuda mientras te echas crema por todo el cuerpo? Vaya... Que delicioso sería presenciarlo — Yulia se mordió el labio juguetonamente.

— Oye!!— Elena pegó un gemido y le dio un ligero golpe en su hombro — No empieces con tus temas triple x. Mi respuesta es seria.

—Pues lo que yo te estoy diciendo también es serio. Además no tiene nada malo lo que dije. De hecho, la primera vez que me metí a tú habitación sin permiso te vi haciéndolo. Nunca lo mencioné porque no quería problemas... Pero estuve a punto de morir de un infarto — Confesó.

—¿Qué? ¿Me viste desnuda?— Elena abrió la boca sorprendida.

Yulia asintió —Si, si, pero bueno. Eso ya no tiene caso recordarlo. Mejor dime... ¿En dónde vas a poner nuestro hermoso cuadro? Hay suficiente espacio en estas paredes.

—¡Ja! Sabes que no voy a poner ese dibujo en ningún lado. Traumaría a cualquiera que entre a esta habitación. Mejor... — Elena se levantó y se dirigió hacía su closet. Abrió uno de los cajones, rebuscó en él y después, sacó de allí una cámara bastante peculiar.

Yulia enarcó una ceja mientras ella se acercaba con el aparato — ¿Eso es una cámara instantánea? Wow... Que genial.

Elena regresó a la cama junto a ella y colocó la cámara frente a ambas — Sonríe bebé Yul. Voy a tomarnos unas fotos para ponerlas en mi mesita de noche. Seré muy feliz viendo tu cara cuando me vaya a dormir y cuando me levante.

Yulia rió al escuchar eso. Se le acercó tanto como pudo y la abrazó por la cintura mientras que Elena juntaba su rostro al de ella.

Los disparos de la cámara empezaron a sonar y las fotos a imprimirse de inmediato. Elena convirtió el momento en una pequeña sesión fotográfica, incluso, tomó fotos del maravilloso rostro de Yulia desde todos los ángulos. Al terminar, se volvió a levantar de la cama y colocó todas las capturas sobre su tocador.

—Más tarde voy a organizarlas para colgarlas en la pared — Dijo con alegría.

Yulia procedió a sentarse contra el espaldar de la cama y sin planearlo un gran bostezo se le escapó.

Elena lo notó, y en seguida recordó que no le había brindado nada de comer en todo el tiempo que estuvieron ordenando. Miró la hora en el reloj. Ya eran más de las 8:30pm. Sintió mucha vergüenza, Yulia se veía bastante cansada — Ohhh... Amor, lo siento, debes estar hambrienta. Voy a ir a preparar algo de comer ahora mismo. Descansa tranquila. Quítate los zapatos. En mi closet hay ropa ligera por si te quieres cambiar... Oh si te quieres du...

—Eh… No Lena... No es necesario — Yulia se puso de pie y caminó junto a ella. Le agarró las manos, sosteniéndolas allí con cariño — Lena... No te preocupes por nada de eso... Yo... me voy ya para mi casa.

—¿Ah? — El rostro de Elena en seguida se entristeció. Se sintió confundida...— Pero... pero ¿Por qué, Yul? Pensé que te ibas a quedar conmigo esta noche... A cenar, a dormir...— Su voz se volvió frágil.

Yulia negó, y lo hizo con mucha calma —Bebé, a mí me encantaría quedarme contigo...pero hoy... No creo que sea buena idea. Tú papá está allá, y seguramente va a querer hablar contigo de muchas otras cosas que no te pudo decir en el estudio. Tú y él necesitan un tiempo para compartir, para charlar... y honestamente yo no quiero estar allí incomodando. Yo me sentiría mal. Además... quiero ir a casa y ver a mis papás y a mis hermanos. Tengo que reportarme con todo. Tú sabes...

Elena no quería que ella se fuera, pero no podía negar que tenía algo de razón. Suspiró derrotada — Está bien... — dijo no muy convencida.

Yulia sonrió al ver el gran puchero que tenía en su boca. La abrazó por la cintura y buscó su mirada… — No te
sientas triste preciosa, vamos a tener muchas para hacer lo que queramos... Comer, dormir, jugar, hacer el amor... — Dijo en un susurro.

Elena no pudo evitarlo pero se sonrojó al oír aquello. Añoraba hacer el amor en su nueva cama y ahora no había nada que se lo impidiera — Está bien Volkova, yo lo sé — dijo con timidez y la envolvió en un abrazo cálido y necesitado.

Se mantuvieron así durante unos minutos hasta que Yulia se separó con delicadeza —Me voy amor, ¿me acompañas a despedirme? — Le dijo. Elena asintió, la tomó de la mano y juntas salieron hacia el pasillo.

Al llegar a la sala, Sergey y Fedora salían de la cocina sosteniendo distintos platos de comida. Ambos iban riendo a gusto mientras Katya esperaba ya sentada en el comedor.

Sergey vio a las dos chicas allí de pie y de inmediato les señaló con entusiasmo los asientos vacíos en el comedor — ¿Qué hacen ahí? ¡Vengan a disfrutar de la comida! ¡Quedó deliciosa! ¡Acérquense!

Elena miró a Yulia con algo de culpabilidad. Sergey se veía tan feliz que no era justo negarle la cena — Al menos quédate a comer Yul. A mi papá le daría mucho gusto.

Yulia también notó el entusiasmo de Sergey y se dio cuenta que no se podía negar. Asintió en calma — Ok... Vamos a comer — dijo sonriendo.

Elena se mordió el labio llena de alegría, pegó un saltito lleno de emoción y rápidamente la jaló hacia el comedor donde fueron recibidas con dos grandes platos de delicioso asado. El olor de la comida era tan maravilloso que nadie pudo esperar y de inmediato empezaron a comer...

Minutos más tarde, en las afueras de la nueva casa, la parejita Volkova-Katina, se mantenían apoyadas sobre la capota delantera de la Roll Royce mientras se fundían en cálido un abrazo. Elena estaba pegada como una garrapata al cuerpo de Yulia. Había escondido su rostro en la yugular de la chica y las manos las tenía envueltas en su cintura como si no hubiera un mañana. A Elena, no le gustaban las despedidas, y menos si se trataba de su novia. Los días anteriores en Génova habían compartido tanta intimidad que era difícil despegarse de ella así no más. Aquel vínculo se había vuelto inquebrantable. No quería soltarle.
Yulia, por su parte, miraba con tranquilidad todos los alrededores del vecindario. Le gustaba el ambiente que emanaba y lo concurrido que era. Nada parecido a la fría mansión.

De pronto, el timbre de su teléfono le interrumpió el momento. Elena se alejó un poco para que ella sacara el aparato de su bolsillo. Ambas miraron la pantalla, la cual mostraba un mensaje de Larissa. Yulia lo abrió y el escrito de su madre apareció de inmediato.

—Mi vida, ¿ya vienes en camino? Te estamos esperando. Por favor no tardes.

—Debo irme ya Lena — Yulia susurró.

Elena asintió con una pequeña sonrisa — Lo sé — Se alejó por completo de ella. Ambas rodearon el auto hasta llegar a la puerta del piloto. Yulia la abrió pero antes de subir, la miró una vez más.

—Mañana vendré a recogerte a las 12:30 para ir a la Universidad. No te vayas a ir sola.

—Obvio no — Elena le respondió divertida.

Yulia acercó su rostro al de ella y le dejó un tierno beso en la boca —Te amo — Le susurró sobre los labios.

Elena le respondió con un beso mucho más profundo, uno que no pudo durar lo suficiente porque Katya se asomó a la puerta y empezó a correr hacia ellas. La pequeña se abrazó a las piernas de Elena, mirando a Yulia con una sonrisa.

Yulia finalmente se subió a la camioneta y antes de arrancar les miró por la ventana — Cuídense mucho. Y por favor, avísenme si pasa algo.

Las hermanas asintieron.

Yulia arrancó a velocidad baja y antes de que pisara todo el acelerador, escuchó como Katya le gritaba un ‘TE AMO’. Sonrió por la ternura de la pequeña y sacó la cabeza por la ventana para mirarlas.

—¡YO TAMBIÉN TE AMO! ¡LAS AMO A AMBAS!— Gritó divertida y esta vez sí arrancó con toda por la carretera.

Las hermanas Katina esperaron que el auto desapareciera por la autopista y volvieron a adentrarse a la casa. Elena cerró la puerta y se extrañó al ver desde el pasillo que las luces de la sala estaban apagadas, solo el brillo de la gran pantalla LED de la TV le dejaba ver todo lo que había a su alrededor.

Ambas entraron por completo, sujetándose de las manos hasta que en los sofás de la sala descubrieron a su padre muy solitario.

—¡PAPI!— Katya, al verle, no dudó en correr hacía él y lanzarse a su lado a abrazarlo.

Elena un poco menos expresiva que su hermanita, también se acercó y tomó el único lado vacío que quedaba en el asiento. Sergey le regaló una linda sonrisa.

—¿Triste porque se fue Yul?— Le preguntó divertido.

Elena sonrió, y después asintió bastante apenada. No podía negarlo; le daba un poco de vergüenza tocar esos temas con él. Se sentía extraño.

A pesar de la poca luz en la sala, Sergey notó el rubor que su hija tenía en las mejillas. Empezó a reír lleno de vida y le deslizó una mano por el cuello con delicadeza para luego atraerla contra su hombro.

Elena se dejó envolver en la calidez de su padre. Se pegó por completo a él y lo abrazó por el torso tal y como lo hacía Katya. Sergey le dejó un beso lleno de ternura sobre la frente, les susurró un 'las amo' a ambas y ese fue el plus que necesitó para cerrar los ojos... Y quedarse dormida, sin problemas...




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Mensaje por Volkatinale92 7/10/2020, 7:11 pm

Me en encanto!! Gracias!!

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Mensaje por Yulieth 7/10/2020, 9:01 pm

Que capituló mas lindo. Llore de tanta ternura🥰🥰
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