Maestra, ¿Me porté mal? (by: NyuMay) // RAINBOW.XANDER

Muy bien esperaremos pacientemente

Capítulo 25: Pelea


P.O.V. Yulia


Joder… Mi profesora está ahí abajo… La bella Elena está ahí abajo…

Mi madre me matará sino la satisfago con un buen atuendo…

Bien. Hasta hace poco empecé a usar faldas… Y mamá las compró y las puso en el closet. No va a decirme nada si alguna es muy corta… Bien…

Elijo la más corta. Una faldita negra que si bien cubre mi trasero, sé que es provocativa. Su elástico se sentirá muy suave en mi cadera. Y una camiseta muy ajustada de algodón, color gris con un cuello en “V” que me irá muy bien. Además, busco mi converse negras de cuero y una diadema color negro.

Tomo una ducha a velocidad de la luz. Apenas me enjabono y dejo que el agua me recorra, siendo tan cuidadosa como puedo de no mojarme el cabello.

Me visto lo más rápido que lo he hecho en mi vida. Me maquillo y voy a la cocina…

Elena charla animadamente.

—Sí, yo solo tengo 24 pero he vivido… Oh, el día es ajetreado y mucho. Hay chicos que son unos busca problemas. ¿Yulia no les dijo del problemilla de hoy en la mañana?

Y me miraron.

Oh joder, había olvidado a los babosos. ¿Elena? ¿Qué hiciste?

Mi madre pregunta:

—¿Qué clase de problema?... ¿Qué hiciste, Yulia Olegovna Volkova?

Su tono ya no me intimida, pero me pongo cabizbaja. ¿Cómo puede creer que es mi culpa? Pero veo que Elena intervendrá.

—No, señora. Yulia es una chica perfecta. Estoy segura de que han de tener todo su orgullo puesto en ella. Ella se encontraba muy tranquila, toda una alumna prodigio sin alboroto alguno, leyendo un libro que yo pude leer solo hasta la universidad. Y un par de chicos llegaron de la nada a molestarla. Fueron muy bruscos, y la lastimaron un poco.

Gracias, maestra… Pero aun así a mi madre nadie la calla.

—Agh. Pero algo tuvo que haber ocasionado eso.

Elena la mira enfatizando:

—No señora. Yo me encontraba vigilando el patio y el pasillo correspondiente. Le aseguro que Yulia es un completo amor. Conoce mucha gente, saluda con alegría a casi todos en la escuela y es un ejemplo para los alumnos menores que ella.

Padre interviene:

—Estamos conscientes de eso… Al menos: Yo sí.

Mi padre mira con ira a mi madre y esta le sostiene la mirada.

—Yulia, vete a tu cuarto… Enséñale un momento tu colección de libros a tu maestra y pregúntale que te hace falta para ser mejor, de seguro algo tienes mal a estas alturas.

¿Está hablando en serio?

Mi padre se levanta de la mesa y le sube el tono:

—Me traes harto, Larissa…

Esto no pinta nada bien…

Recojo los platos para evitar accidentes. Voy al lado de Elena y le ofrezco mi mano. Ella la toma y la llevo a la escalera tan pronto es posible.

Elena está aparentemente tranquila. Pero aun así, me ve preocupada.

¿Cómo no estarlo? Mis padres tendrán la pelea del siglo, algo común cada día y que solo empeora una vez a la semana, sin falta… y mi maestra está aquí en casa. No la conozco mucho, pero lleva todo el día cuidándome como si fuera su niña pequeña.

No me preocupa la pelea. Estoy 100% insensibilizada a sus gritos. Me importara solo y únicamente si tendré que intervenir por si empiezan a lanzar objetos. Una vez papá terminó con un surco en la ceja debido a que la loca que dice ser mi madre le quería pegar con una espátula, y esta al ser de metal, lo que hizo fue cortar.

Si… Que linda familia.

El ambiente está cargado de incertidumbre, demasiado para un mediodía.

Solo espero que Elena no huya…

Entramos a mi cuarto y yo entrecierro la puerta. Me quedo con las manos en la pared de color beige claro de mi habitación, y apuesto a que estoy temblando un poco.

Esto pinta mal… Muy mal…

En eso Elena me pone una mano en el hombro y me dice calmadamente:

—¿Estás bien, dulzura?




Que vergüenza!!!!

Capítulo 26: Problemas conyugales


No sé cómo expresar lo que sucede… Quizá esté mintiendo pero debo mantener la calma. Así que respondo:

—Sí, maestra. Estoy muy bien.

Y le dedico mi mejor sonrisa, cargada del mayor amor y la mayor tranquilidad posible. Estoy acostumbrada.

Ella me mira no muy convencida y agrega una pregunta en un tono un poco severo que denota que no se la ha creído:

—¿Estás segura?

Yo asiento.

Mi cuarto consta de:

Una estantería con muchos libros y un cajón de plástico donde guardo muchos artículos de pintura y dibujo. Este estante de madera café, está junto a un escritorio a juego. Estos están del lado izquierdo al entrar.

Además, frente al escritorio, en un soporte de negro metal, ajustado de tal forma que descansa a nivel del piso sobre su estuche, está un teclado. Simple, de no más de 5 octavas y un libro de partituras en su soporte para este.

Tras la puerta, una peinadora de unos 8 cajones. Es de color blanco con un espejo un tanto grande. Aun a la izquierda del cuarto.

A la derecha, un closet de puertas corredizas de madera, pero hecho desde el muro del cuarto en sí. Junto a un espejo de cuerpo completo.

La cama de sábanas blancas con pintas beige es lo primero que se ve al entrar a la habitación y un par de cojines poof enormes, color beige oscuro. A ambos lados de la cama están 2 mesitas de noche, una con una bochornosa lámpara de lectura con motivo de una mariquita sosteniendo la pantalla de motivos de hojas.

Sobre la puerta, está un plasma no muy grande ni ostentoso en realidad y más abajo un estante, junto a la peinadora, donde están un par de consolas de videojuegos que no toco hace mucho, específicamente una Wii y una Play Station 2. Además de 2 Nintendo DS, descargados y polvorientos.

No vivo mal. Estamos muy bien… Aunque claro, los problemas de la economía han hecho que estos viejos regalos de navidad no volvieran a repetirse desde mis 12 años… Eso y problemas familiares.

Elena no deja de inspeccionar el cuarto y deja su vista en mi cama sin hacer, y luego la posa en mi escritorio con muchos papeles y lápices y creyones de cera desperdigados sin cuidado alguno.

Mierda… Olvidé arreglar mi cuarto.

Esos 2 desperfectos no me han dado problemas con mis padres (en parte porque no entran jamás a mi habitación) pero… No parece que a Elena le agrade.

Yo le digo:

—P…perdone el desorden… Me quedé estudiando inglés, y al pasar al japonés me fui a dormir…

Ella suelta una risita y me mira levantando una ceja con una media sonrisa, pasando a preguntarme:

—¿Lingüista? Magnífico… Pianista, aun mejor…

Respondo:

—N…no sé casi nada…

Se acerca a mi escritorio, enciende y apaga la lámpara de trabajo blanca y luego mira un dibujo que hice anoche a creyón: Un perro caricaturezco con un globo de comentario dando alusión, que dice: “Me amas, vin!”

Elena lo deja y dice:

—Muy bien… Sombras y luces. Aun con un infantil creyón… Jeje… Pero no entiendo que idioma es.

Le respondo:

—Esperanto… Te amo, dice ahí…

Ella alza las cejas, impresionada, mientras va a mi estantería.

—El mercader de Venecia… Macbeth… Romeo y Julieta… Hamlet… Les Miserables… Poesía del siglo XX… Formidable, pequeña.

Yo me sonrojo y le respondo:

—Muchos, los empecé a leer… Pero no los terminé…

Ella posa su mano en un libro pequeño y lee:

—El libro azul… ¿Metafísica? Me impresionas…

Luego pasa su mano sobre otro:

—La mecánica del corazón…

Yo le digo:

—Maestra, es posible que…

No me deja terminar y pregunta:

—¿Qué deba irme en breve? Sí. Puedo por lo de tus padres.

Efectivamente. Mis padres han estado levantando el tono… Y no cerré la puerta.

Sé que debe haber oído alguna que otra grosería, arrepentimientos por haberse conocido, maldiciones ligeras, insultos, etc. Pero lo que me hiela la sangre es lo último que grita mi padre:

—“ERES UNA MALDITA LOCA, LARISSA! ME LARGO! YA RECIBIRÁS LOS PAPELES DE DIVORCIO! POR TU CULPA SE FUE NUESTRA HIJA, Y ESPERO QUE YULIA HAGA LO MISMO SI ES QUE NO ELIGE IRSE CONMIGO! ME VOY AL CARAJO! Y TU VETE AL DEMONIO!!”

Antes de que la puerta de entrada retumbe en toda la casa con el portazo que ha dado mi padre.

Mi madre responde con un “vete a la mierda”, pero ya es tarde, papá encendió el auto y el chirrido de los neumáticos suena, y el sonido de piedrecillas en el pavimento cesa a los segundos.

Ahora todo es silencio.

Elena no dice nada. Pasa a mi lado, tomándome fuerte de la mano y me lleva a la escalera. Ahí se para en seco y me dice:

—Lo lamento… No temas, preciosa.

Lo último, volteándose y dedicándome una sonrisa, para luego darme un beso en la frente, soltarme la mano y bajar las escaleras.

Oh, muchas gracias Elena… Mi maestra sabe como calmarme…



Oh! oh!

Que lindo que lena la apoye con problemas familiares, buenísima la historia cada vez mejor... Saludo

Me encanta, pobre Yulia, tantos problemas con sus padres, ojalá se fuera con su padre

Capítulo 27: Madrina


Mamá grita:

—YULIA!!!! TE QUIERO AQUÍ!!!... AHORA, JODER!!!

Un escalofrío recorre mi cuerpo, pero aunque me detengo en un escalón, prosigo a la tarea de terminar de bajar los escalones con Elena.

Al llegar abajo mi madre se limpia un poco el rímel que de seguro se corrió al llorar falsamente en la pelea.

Me ve con odio y luego cambia drásticamente el gesto para ver a Elena.

Elena pone una sonrisa que no le llega a los ojos… Fría… Política… Amena solo por educación.

Mi madre se disculpa.

—Disculpe… Espero no haya escuchado mucho. Mi esposo es un hombre osco y terco. ¡Jajaja! No sé cómo me casé con él…

Elena le responde:

—He visto la colección de libros de su hija… Es magnífico que sea una habida lectora... Y he visto un par de dibujos… Además de que he notado que es una lingüista.

Mi madre mueve la mano con gesto despreocupado para restar importancia:

—Oh si. Ella pierde el tiempo así. Casi no sale. Se la pasa en esas cosas en su habitación — Ríe — Supongo que está bien. Algo bueno ha sacado de uno.

¿Qué? Tú rompiste uno de mis libros, mamá… Insultaste mi hábito de leer… En una pelea a mis 13 años… Y me diste una bofetada… Aunque claro, no lo recuerdas, jamás sucedió según tú. Pero ¿qué podrías recordar si estabas ebria habiendo tomado 6 cervezas y un vaso de ponche?

Elena le dice:

—Que bien que la hayan educado… Espero todo se resuelva. Pero quiero mencionar un tema importante antes de retirarme para no abusar de su hospitalidad.

Mi madre la guía para sentarse en la sala. Yo las sigo pero no me siento. Me quedo a un lado, no le agradará que me siente, ya ha pasado con otros invitados.

Elena dice:

—Le hago una propuesta muy beneficiosa: Quiero apadrinar a su hija. Solía apadrinar niños desde mis 18 años. En ese tiempo, niños pequeños pero talentosos, de alguna forma. Hasta hace poco buscaba un alumno joven y más mayor. Algo más serio. Y no he encontrado joven más enfrascado en aprender sobre todo lo que pueda, más delicado al estudio de múltiples tareas, más que Yulia.

Mi madre la mira sorprendida.

—¿Ella? Ja… ¿En serio?

Elena le dice:

—En serio. Y como veo que ha tenido pequeños altercados familiares, le propongo: ella puede ir a mi casa. La pondré a estudiar arduamente. Es su último año escolar… ya es el segundo lapso, el más importante. Debe concentrarse.

Mi madre me mira y la mira a ella:

—Pues… jamás he sido muy condescendiente con que Yulia se mantenga fuera…

No me digas. Por eso me encerrabas de pequeña y me mandabas a ver televisión cuando quería salir a jugar con niños frente a la casa en la acera… Tiempo de mi niñez que no recuperaré.

Continúa cuando Elena le muestra su tarjeta de presentación: “Ingeniero. Docente en Literatura, Artes y Educación Sexual. Madrina e Instructora académica” más dos números y una dirección de correo.

—Pero ya que usted inspira tal confianza… —y me mira— Yulia, tienes una nueva tía. Respétala y escúchala. Parece que ella si te pondrá en cintura. Ojalá aprendas a comportarte.

¿Q…Qué?

Elena sonríe y le dice:

—Traeré el documento legal mañana para que lo firme. Ahí notará que dirá que ella puede quedarse en mi hogar a dormir si lo desea y por alguna circunstancia se da la necesidad. Debe entender que soy muy estricta, y no tolero desórdenes ni atrasos. La trataré como una hija de ser preciso. Estoy certificada, y no toleraré que un joven irrespete mi autoridad, así que puede estar tranquila.

Mi madre sonríe aún más. En parte con malicia, como si ansiara que Elena me pusiera en un rincón con un sombrero de cono.

Responde:

—Oh, con gusto le doy mi firma desde ahora.

Toma una libreta y un bolígrafo y escribe una nota “Yo, Larissa Volkova, certifico a la señorita Elena Katina para apadrinar a mi hija Yulia Volkova, y como madrina de ésta, puede cuidarla incluso en el ambiente de su hogar. Si algo nos sucede a mi esposo y a mí, ella tiene su custodia”

Firma, coloca la fecha de hoy, y le entrega la hoja a mi maestra.

Elena la guarda y le dice:

—Magnífico, me retiro y Yulia…

Me ve,

—Estudia la lección 10 del libro. Mañana quiero evaluar resúmenes de ello y solo tendrán 10 min de lectura.

Estrecha la mano de mi madre y se va.




Oh si!! Larissa no aguantó que le dijeran dos veces para deshacerse de la Yulia!

Lo que más le gustó es imaginar a Elena maltratandola y esta fue muy astuta de usar eso para convencerla... Hay pequeña julia la diciplina que te enseñarán

Woow!! Qué capitulo! Que pasa con la madre de Yulia, la hace pasar muy malos ratos, días y todo. Saludos esperaremos con gusto el siguiente capítulo

Capítulo 28: Todo ha de ser legal.


P.O.V Elena


He hecho lo mejor que pude.

Parecerá extraño y repentino, pero haré uso de todo mi prestigio como para tener a Yulia aún más cerca de mí.

No me agrada nada el ambiente en el que está. Me sorprende que sea tan buena chica.

Ya casi irá a la universidad, es magnífico. Ella es magnífica. Me atrevo a decir que sabe más que yo. Lo de instruirla solo es un pretexto.

Solía instruir a mocosos de 5 a 11 años. Leer, escribir, sumar, restar, multiplicar y dividir. Además de un poco de inglés. Les aseguré el ir a mejores secundarias pero no fue gran cosa; no obstante, algo es algo, y me gané muy buena fama con ello.

Temo por Yulia… Y espero que esté bien aunque yo me esté yendo a casa.

Solo pensar que se queda con esa mujer, me molesta.

Pero no parece muy grave. Si hubiera maltrato físico, allí si otro gallo cantaría y usaría mi poder legal, con mi querida prima Nastya, exitosa abogada, la cual sería capaz de demandar al propio diablo y hacer del infierno otro paraíso.

Este papelito es suficiente como para asegurarme gran diversión con Yulia. Pero debo tener cuidado, soy muy mayor aun. Un paso en falso, y todo se jode.

Amé estar en su habitación… Huele a ella… Un olor dulce, como el deje del ligero olor de un bebé, pero mezclado con un olor de perfume floral de mujer, como rosas, con un toque de chocolate, pero al mismo tiempo una fuerte esencia de vainilla, lavanda y regaliz.

Mmmm…

Pero además de bonita, inteligente; no deberá estudiar mucho para lograr ser alguien. Por lo que no deberé hacer mucho… No en el ámbito educacional, claro. Hay mucho que quiero hacerle en tantos otros sentidos.

Me dirijo a casa, ha sido un buen día. Sacaré a pasear a mi querida mascota. Haré un poco de ejercicio, luego quizás, ordenaré el cuarto que le daré a mi pequeña Yulia y por último, tras un largo y divertido baño, iré a dormir.

Pero haré un par de llamadas en cuanto ponga el primer pie en mi hogar.

Mientras organizo papeles de mi empleo y firmo autorizaciones simples para planos en mi jurisdicción, llamo a Nastya.

—¡Hola, prima!

—¡Elena! ¡Completa idiota, me tenías preocupada! ¿Qué tal todo?

—Bien… Verás, te solicito como abogada Nast.

—Cuando no. Qué pesadilla ser tan buena en ello, Ja!

—Y tan humilde... Pero concéntrate. Necesito que me hagas un contrato legal de custodia por apadrinado.

—¿Eh? No entiendo. ¿Qué chiquillo habrá sido tan afortunado como para que tú, bruja del perfeccionismo y la disciplina férrea, pusieras tus ojos y tu buen nombre sobre él?

—Es una chica. Te lo aseguro: una prodigio.

—¿Una prodigio, dices? ¡Ja! Si lo dices tú, va en serio… Vale. Te lo mando por correo. Imprímelo y otras copias. ¿Quién es la pequeña?

—Se llama Yulia y no es pequeña. Acaba de cumplir 17…

—Ah, entiendo… Bien. Yo me encargo, pero una condición, Elena. ¡Solo cuida a mi cuñada hasta que sea legal que vivan juntas! — Ríe sonoramente.

—Agh… No seas ridícula, Nastya.

Ella siempre es cupido con todo ser que sea remotamente relacionable con el sexo.

—No me digas… Claro… Tranquila. Solo te digo que no represento pedófilos. Puede que yo tenga 24 y mi novio 18, pero al menos en MI, es legal —Vuelve a reír sonoramente.

—Solo ponte a escribir el maldito documento. No digas locuras por al menos 20 segundos y concédeme el favor.

—Ahg, ojalá no la conviertas en una amargada de primera. ¡Vale! Ya muevo el culo y me siento en mi pc a redactar. ¿Sus padres te han dado alguna autorización previa ya?

—Sí. Tengo una nota a mano, de su madre. Debiste estar hoy en esa casa. Es horrible. Sus padres tuvieron una pelea. Su madre no es nada agradable con ella. Siento que quiere dejarla conmigo solo porque parezco una bruja más estricta que ella. Su padre es muy impersonal pero es mucho mejor. Aunque… Hoy se fue de casa y ella se quedó con esa desquiciada.

—Oh… Cualquier cosa… Un casillo de maltrato infantil lo gano fácil… En fin, escanea la nota y mándala al correo.

—Gracias prima.

—Relájate, Elena. Siempre has sido una rompe bolas con tu orden y disciplina. Me despido. Mientras más rápido acabe tu documento, más pronto sacudiré la cama con mi hombrecito. ¡ADIÓS!

—Ahg, claro Nastya… Hasta luego.

Ella cuelga.

Las horas pasan. Hago todo lo que me propuse. Acomodo mi atuendo de mañana, y me acuesto a dormir como de costumbre antes de las 10 pm, sin ropa alguna y me sumo en un sueño erótico con mi pequeña, desnuda y mojada, atada de manos y pies, inclinada en una mesa de estudiante, las dos solas en un salón de clase…Toda para mi…




En un rato cuelgo otro capítulo!

Capítulo 29: Dolor.



P.O.V. Yulia


El día apenas empieza. El sol empieza a salir y yo estoy casi lista para ir a la escuela.

Me apresuro a cubrir con maquillaje lo mejor que puedo… Pero no está funcionando.

¿Cómo fue que todo salió tan mal?

No sé como pasé de estar con la bella Elena en mi habitación, a tener que encerrarme en ésta por mi seguridad. Tengo 17 años ¡maldita sea! Pude haberme defendido… Pero no reaccioné a tiempo, y me arrepiento.

Hace unas horas “desde la tarde de ayer”

Elena salió por la puerta. Aun no quepo en mi asombro, ¿quiere amadrinarme?

Mamá me saca de mi ensoñación.

—¡Hey! Reacciona, no pongas esa cara de estúpida… Oh, mi error, es tu cara de siempre.

No me hace gracia. Pero respondo:

—Agf, perdón madre.

Ella me ve con repulsión de arriba abajo.

—Vas vestida como una vulgar, como toda una puta. Lo odio. Ojalá no hayas disgustado a esa misericordiosa chica que quiere ayudar en tu educación. ¡Espero que te ponga en cintura! Ojalá te sirva y aprendas algo más que tus ridiculeces de estudios de chino y dibujos ridículos.

Aprieto los puños. Ella consiguió la ropa, no yo…

—Sí, mamá… Me retiro.

Intento irme escaleras arriba, a refugiarme a mi habitación.

—¡¿A dónde crees que vas!? Ve y lava los trastes.

Cierto. Hay unos 3 platos del almuerzo sin lavar…

Me dirijo a ello.

Ella me sigue. Saca una botella de vino de la nevera, más unas cervezas y cigarrillos.

Agh, otra vez… Cada tanto, mamá ahogaba sus penas en sus vicios. Papá también los tiene, pero los pone en práctica fuera de casa y jamás actuó mal conmigo, lo que en ella es otro caso.

—¿Qué esperas? Comienza. ¿Tal desastre eres que debo vigilarte? Creo que sí.

Ella se sienta y comienza a beber.

Durante todo el rato ella se queja de mi padre, de que me parezco a él, de que mi hermana se fue porque no me quería, de que la haré quedar mal con mi maestra… y así, cada gota de alcohol hace su efecto en volverla más ridícula y que arrastre las palabras.

Culmino mi labor y corro al cuarto.

Me encierro al poner el seguro en la cerradura y me voy a un rincón, el rincón donde está el espejo de mi habitación, y me siento abrazándome las rodillas.

Parezco una niña pequeña… Patética y asustada, pero aun así me calmaré. Si logro quedarme aquí hasta mañana, no habrá problemas.

Las horas pasan. Hago mis tareas escolares. Mis audífonos y melodías de piano ayudan a mi relajación…

Hasta que ella me llama, golpeando fuerte la puerta de mi cuarto diciendo “ABRE, MALDITA SEAS!!”

Está ebria. Huele enteramente a alcohol, perfume barato y eso apenas cubre también el olor a cigarrillos. Pocas veces fue así cuando yo era pequeña, empeoró cuando mi hermana se fue.

Ella me mira con odio y me dice:

—Ya entendí porque todo está tan mal… ¡Es por ti! ¡Lo arruinas todo!

Ahí sucede. Me da una bofetada. ¿O es un puñetazo? No lo sé. Igual me hace tambalearme hacia atrás y caer en un poof.

Duele.

Ella luego me dice:

—Ve ahora mismo y prepara algo de cenar. Tengo hambre, y deja hecha la cena para tu padre, ¡no puedo hacerlo todo yo! Si quieres, come. Me da igual…

Se va a su cuarto.

Me apresuro a preparar algunos sándwiches tostados en la sartén.

El mío es más pequeño, ya que perdí el apetito.

Como rápido y me voy a mi cuarto. Mi mejilla duele.

Me oculto entre las sábanas. El mullido edredón, enfriado por el sistema de aire acondicionado en casa, alivia el calor del momento… Pero no me salva de llorar un par de lágrimas de una mezcla de ira, temor e impotencia.

Me quedo dormida.

[…]

Y eso sucedió.

No coloqué ninguna pomada que evitara el moretón en mi rostro y ahora no puedo cubrirlo con mi cabello.

Hago cuanto puedo para desaparecer la prueba de mi disfuncional hogar.

Casi no se nota.

Me apresuro a ir a la cocina a preparar unos sándwich rellenos con queso, mantequilla, especias. Un desayuno que llene mi quejumbroso estómago pero también le agrade a mi madre.

Papá no ha vuelto. De todas formas dejaré su comida junto al microondas, en un plato.

Tras cepillarme los dientes, corroborar que el maquillaje cumple con la función que le he dado, y coger unas llaves para cuando vuelva a casa, me voy a la escuela.

Llevo un libro para la clase de Elena, la tarea de arte y me llevo además un poco de dinero ya que papá no está y no me dará el monto que siempre me da cuando voy a la escuela para transporte y comida.

Me preocupa enormemente que dirá Elena y me concentro en idear la forma de esquivarla el día de hoy, sin dejar de pensar cada tanto en el dolor de mi mejilla.

Ojalá no tuviera clases con ella, al menos no hoy.

Me pongo la capucha de mi suéter que cogí antes de salir y desvío las miradas de curiosos en la calle.

Pobre julia

OMG! Pobre Yulia Muero por saber que viene!!

Buen día chicas, les tengo una mala noticia. Con respecto a la historia que estaba en proceso, Maestra, ¿Me porté mal?, no podré continuarla ya que han eliminado el fics de la página de donde la autora la había colgado. Trataré de persuadirla para que publique la historia en el foro, pero al no tenerla completa, no puedo continuar. Estoy buscando alguna que adaptar para compensarles y de verdad, lo siento mucho!

No lo puedo creer ojala logres contactar con la autora o alguien q lo tenga completo para q lo sigas está historia estaba muy muy muy buena y ahora es que íbamos para lo mejor, por favor no la des por perdida e intenta lo más q se pueda q la puedas continuar

Oh! Que mala suerte!! Está muy buena la historia, ojalá tengamos noticias pronto