Girls love(GL)_FICS❤️
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

+6
Fati20
Volkatin_420
soy_yulia_volkova
Corderito_Agron
LenaVolkova66
RAINBOW.XANDER
10 participantes

Página 6 de 7. Precedente  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7  Siguiente

Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Volkatin_420 10/1/2023, 8:06 am

Que triste k no ubieron capitulo este fin de semana 🥺
Volkatin_420
Volkatin_420

Mensajes : 163
Fecha de inscripción : 13/03/2023

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por RAINBOW.XANDER 10/1/2023, 10:47 am

Océanos IV

Yulia:

Una tarde, mientras paseaba por la pequeña isla situada frente a mi casa de la playa, recordé de repente una frase que mi abuela había dicho la primera vez que la visité en la residencia:

''Yulia, no todo el mundo tiene derecho a elegir. Hay veces que la vida elige por ti... Tienes que centrarte en luchar para que la vida te conduzca hacia tus sueños y no te aleje de ellos. Piensa muy bien cada decisión que tomes porque, aunque no lo sepas aún, cada elección que tomamos, por muy insignificante que parezca, te conducirá irrevocablemente a tu futuro. ''

Ahora comprendía por qué había hecho ese comentario; se había referido a mi madre, y a todo lo que ella tuvo que dejar atrás por hacer lo que creía correcto.

De pronto, bajo el cegador sol de agosto, comprendí con absoluta claridad por qué ella siempre pareció vivir en una jaula de cristal; las circunstancias no la dejaron elegir su propio futuro, y perdió la oportunidad de ser feliz junto al hombre que realmente amaba.

Y mi abuela había intentado avisarme a su manera para que yo no cometiera el mismo error.

En un impulso, al día siguiente hice las maletas a toda prisa y emprendí el viaje de vuelta. Pero no me dirigí a Moscow, sino a Novosibirsk . Conduje con la firme intención de resolver de una vez por todas los dos temas que me mantenían desvelada por las noches: debía pedirle perdón a Elena y también charlar cara a cara con Pavell. No pensaba permitir que la vida eligiera por mí. Era yo la que tenía que dar los pasos que fueran necesarios para conseguir el futuro que quería. De pronto, veía con total nitidez qué debía hacer para completar mi puzzle; necesitaba aquellas dos fichas para que la imagen estuviera completa.

Llegué a la finca al atardecer, impaciente por reencontrarme con ella. Cuando Inessa me abrió la puerta, dándome una calurosa bienvenida, me informó de que Elena se había ido a Estados Unidos hasta septiembre. Sentí que me desinflaba como un globo, pero no cambié de idea. Decidí quedarme con ellos de todas maneras; necesitaba su compañía y sus sabios consejos.

Troy no me había dicho nada sobre la huida de Elena, pero no lo podía culpar.

Había sido yo la que le había advertido de que no quería hablar sobre ella, por lo que él únicamente se había limitado a respetar mi petición.

No fui capaz de ir en busca de Pavell nada más llegar. Primero necesitaba reencontrarme con esa parte de mí misma que había dejado atrás en aquel acogedor dormitorio.

Era extraño encontrarme absolutamente a solas en aquel segundo piso de la casa; siempre lo había compartido con ella, y ahora sentía que me faltaba algo. La que sí estaba allí para consolarme era Hani, que con su compañía me recordaba aún más todo lo que había ocurrido con Elena en los últimos meses. Esa perra era nuestra, pero... ¿aún quedaría una esperanza para seguir utilizando la palabra nosotras?

El día después de mi llegada quedé con Troy para tocar juntos en el local de ensayo. Hacía casi dos meses que no compartía la música con el grupo, por lo que aquella improvisada sesión a dúo me ayudó a relajarme. Tan sólo estuvimos él y yo. Los demás estaban de vacaciones, pero con nuestras guitarras y su voz fue más que suficiente. Tocamos durante más de dos horas sin parar, disfrutando como niños. Después fuimos al pub japonés, donde me encontré con Nastya. Mantuvimos una breve charla y enseguida se marchó. Me arrepentí de no haberle preguntado más cosas sobre Elena. No había querido abrumarla interrogándola hasta el cansancio. Sin embargo, tras escuchar que Elena estaba bien, me sentí aún más sedienta de noticias. La enorme distancia que nos separaba me tenía en vilo. ¿Cómo transcurrían sus días en San Francisco? ¿Habría conocido a alguien? ¿Alguien que la hiciera sentir mejor que yo?...

Sólo con pensar en ello me daban escalofríos.

Necesitaba estar cerca de todo lo que me recordaba a ella, así que una mañana me dirigí a los establos. Sin dudarlo, me acerqué al box de Soul. Aquel corcel negro era difícil de montar y estaba acostumbrado a que únicamente lo hiciera su dueña. Aún así, decidí arriesgarme; tenía la impresión de que sí él no me rechazaba sería una señal de que ella, cuando regresara, tampoco lo haría. Era un pensamiento supersticioso, pero quería intentarlo.

Ensillé al caballo, le coloqué las riendas y me dirigí tirando suavemente de él hacia el picadero. El animal se mostraba algo agitado, pero parecía reconocerme. Acaricié su Majestuosa cabeza y pronto se calmó. Probablemente deseaba salir a galopar, por lo que me armé de valor y salté sobre su espalda. Cuando tuve la seguridad de que Soul se encontraba dispuesto a dejar que lo montara, salimos trotando hacia el bosque. Alcanzamos un veloz galope, y por fin comprobé lo ágil y rápido que era aquel caballo. Elena no mentía cuando describía lo fabuloso que resultaba cabalgar en el lomo de Soul; volábamos colina arriba, sin que nada detuviera nuestro avance.

Los montes se encontraban más bonitos que nunca. El sol de la mañana inundaba aquellos parajes con su luz y los árboles desprendían aquel olor que había llegado a ser tan familiar para mí. Por primera vez en mucho tiempo sentía que estaba en el sitio que me correspondía.

Ya no me quedaban dudas; aquellas tierras eran mi hogar. Moscow, por mucho que me gustase, ya no era mi sitio. Se me había concedido la oportunidad de elegir, y tenía muy claro dónde quería estar.

Cuando llegamos al Monte de la Luna, ordené a Soul que se detuviera.

Desmonté y me senté sobre las rocas donde Elena y yo, meses atrás, habíamos charlado hasta el amanecer. Observé las lejanas torres en el horizonte y recordé cómo aquella escapada nocturna a caballo lo había cambiado todo; esa noche, bajo el influjo de las estrellas, fue cuando me di cuenta de que me había enamorado de ella sin remedio.

Saqué del bolsillo de mi pantalón vaquero el pequeño reproductor de música y me coloqué los audífonos en los oídos. Necesitaba escuchar una canción que llevaba días en mi cabeza. Ahora que tenía la ciudad frente a mí, tan lejos y tan cerca al mismo tiempo, sentía la necesidad de despedirme de ella a mi manera. Sabía que ya no iba a regresar. Sucediera lo que sucediera, mi futuro se encontraba en Novosibirsk . Era allí donde quería establecerme. Buscaría mi propia casa y construiría mi vida a partir de los escombros que ya había comenzado a levantar hacía casi un año. Tal y como decía aquella canción de Stereophonics, quería rebobinar mi vida hasta el punto donde todo había comenzado a tener sentido. Nunca es demasiado tarde para cambiar el rumbo. Y mi brújula indicaba con determinación hacía dónde debía dirigirme a partir de ese momento.

It's your time
It's your day
It's never too late
To change lanes
How's your life?
How's your place?
Was it where you wanted
Your head to lay?


(Es tu momento
Es tu día
Nunca es demasiado tarde
Para cambiarse de carril
¿Cómo es tu vida?
¿Cómo es tu casa?
¿Está donde tú querías que descansara tu mente?)


But wait, you can breathe
You can see what I can see
Don't waste your time
You can't make back


(Pero espera, puedes respirar
Puedes ver lo que yo veo
No pierdas el tiempo
No puedes volver atrás)


Cada una de aquellas preguntas parecían dirigidas a mí; en aquel instante, mientras disfrutaba de las impresionantes vistas que tenía ante mis ojos, obtuve todas las respuestas.

Había llegado a una encrucijada: podía tirar mi vida por la borda o hacer que realmente tuviese sentido. La decisión estaba clara: no iba a permitir que el miedo al fracaso me obligara a arrepentirme pasados los años. Aquél era mi momento, y estaba dispuesta a aprovecharlo.

A pesar de mi firme decisión, el miedo a no ser bienvenida me paralizaba.

Después de mi actitud de absoluto rechazo, cabía la posibilidad de que él no estuviera dispuesto a recibirme. No le había concedido la más mínima oportunidad de acercarse a mí. Entonces, ¿por qué iba a tener que abrirme las puertas al primer intento? Era probable que se hallara herido y evasivo ante mi inesperada visita. Y más a esas horas de la noche.

Sentada en mi coche, escuchaba por milésima vez aquella canción. Había aparcado frente a la moderna valla de metal tras la cual se escondía la casa donde vivía Pavell.

Cumpliendo con la decisión que había tomado en el Monte de la Luna, después de cenar le pedí a Inessa que me indicara cómo llegar allí. Sin preguntas y con una cómplice sonrisa, ella me explicó dónde se encontraba aquel moderno chalet. Por fin me armé de valor y salí del coche.

Había llegado la hora de enfrentarme a la verdad. Me acerqué a la puerta de acceso y presioné el botón del portero automático. Pavell no tardó más que unos segundos en contestar, pero a mí se me hicieron eternos. Me encontraba muy nerviosa.

— ¿Sí? — preguntó una voz por el interfono.

—Pavell, soy Yulia... ¿Puedo pasar?

—Sí, adelante.

La puerta emitió un zumbido y la empujé, adentrándome en un bonito y cuidado jardín que conducía a un moderno y sencillo edificio de hormigón. Al tiempo que llegaba a la puerta principal, ésta se abrió y Pavell apareció ante mis ojos. No parecía sorprendido ni tampoco enfadado. Un precioso Labrador negro apareció de repente. Movía su cola con entusiasmo, mostrándose encantado de darme la bienvenida.

—Ésta es Vivi — anunció Pavell.

—Hola Vivi — dije, aproximándome a ella para acariciarla. El animal, en un ataque de efusividad, se lanzó amistosamente a mis piernas, aceptando con mucho gusto mis atenciones — Es una perra encantadora.

—Sí, a veces demasiado — dijo riendo — Se va con todo aquél que le haga caso.

—Es mejor eso a que sea agresiva — opiné.

—Sí, lo malo es que a veces le da por desaparecer y me tiene en vilo hasta que encuentra el camino de vuelta. Una vez, en Londres, tardó días en regresar y llegué a pensar que la había perdido para siempre.

—Imagino el alivio que sentiste cuando regresó a ti.

—Sí, sobre todo para un hombre solitario como yo. Sin ella la casa habría estado demasiado tranquila. ¡Nunca se queda quieta!

—Son unos compañeros excelentes, ¿verdad?

—Por algo son los mejores amigos del hombre.

Era una situación de lo más incómoda para mí, había caminado hacia la casa sin saber muy bien qué decir. La presencia de aquel simpático animal me había brindado la excusa perfecta para romper el hielo.

—Siento presentarme así, a estas horas y sin avisar — dije al fin.

—No te preocupes, Inessa me ha avisado. Me ha llamado hace un rato — me explicó con una cálida sonrisa.

Claro, ¿cómo no me lo había imaginado?... Ella siempre trataba de facilitarme las cosas. Una vez más había intervenido para ayudarme.

—Por favor, pasa — me invitó, adentrándose en el amplio recibidor.

—Gracias — murmuré cohibida.

Caminé hacia el interior sin saber muy bien cómo continuar la conversación.

Jamás me había encontrado en una situación tan rara. Aquél que me recibía amablemente era en realidad mi padre y apenas lo conocía.

—Pasemos al salón — propuso con naturalidad. Él sí parecía saber cómo proceder ante aquella peculiar visita, así que decidí permitirle que llevara las riendas del asunto.

Seguí sus pasos, adentrándonos en un salón de generosas proporciones tan sólo aislado del jardín trasero por unos enormes ventanales corredizos que se encontraban abiertos, permitiendo que la brisa nocturna de las montañas penetrase en la estancia. El fresco aroma a pinos apaciguó mi nerviosismo. Me llamó la atención un gran piano de cola situado al otro extremo de la sala. Allí tenía la primera prueba de que aquel individuo estaba genéticamente ligado a mí. Parecía que la música también formaba una parte importante de su vida, pues las estanterías que rodeaban aquel imponente instrumento se hallaban repletas de discos y libros de partituras.

—¿Tocas el piano? — pregunté atónita.

—Sí, desde niño — respondió.

—Creía que tus grandes pasiones eran el teatro y la literatura. No tenía ni idea de que la música también fuese una de tus aficiones — observé, gratamente sorprendida ante aquel descubrimiento.

—Hay muchas cosas que no sabes sobre mí... — Su mirada no era acusatoria, sino paciente.

—Ya lo sé — asentí — Y creo que va siendo hora de que dejes de ser un completo desconocido.

Pavell me regaló una emocionada sonrisa, pero mantuvo la distancia que nos separaba. Agradecí de corazón que no le diera por darme un abrazo; no estaba preparada todavía para eso.

—Antes de que nos sentemos a charlar, voy a ir a por una cerveza, ¿quieres una?

—Sí, gracias.

Mientras él desaparecía en dirección a la cocina, permanecí de pie en el salón, inspeccionando cada detalle del cuidadoso caos que me rodeaba. Montones de libros se repartían por toda la estancia. Era evidente que a Pavell le apasionaban las letras. No obstante, según me fui fijando en el tipo de contenidos de estos, descubrí que parecía interesarle prácticamente todo: novelas clásicas, contemporáneas, teatro, ensayos, libros sobre psicología, arte, fotografía, ciencia... Tenía muchos de ellos en otros idiomas, y no parecían encontrarse allí como simples objetos decorativos, ni tampoco como armas para impresionar a aquél que visitara aquella acogedora casa. Aquellos libros estaban usados, visiblemente estudiados y disfrutados por su dueño.

Tenía algunos cuadros colgados en las paredes, pero muchos de ellos estaban todavía simplemente apoyados sobre ellas a ras de suelo. Todos eran del mismo estilo; abstractos e intrigantes. No tardé en darme cuenta de que la mayoría pertenecían al mismo pintor. La firma de mi apellido estaba en ellos, así que esa noche también descubrí que mi facilidad para el dibujo tenía un claro autor.

Bastaba con respirar la bohemia y curiosa atmósfera que inundaba aquella casa para entender con absoluta claridad lo sucedido: la personalidad de Pavell era un millón de veces más afín a la de mi madre que la de aquél que había sido su marido. Podía imaginarla entrando en ese salón, encajando a la perfección con cada detalle. Unos minutos allí habían sido suficientes para comprender que ella habría sido mucho más feliz en un lugar como aquél que en la fría y elegante mansión en la que habíamos vivido. Mi padre adoptivo había sido el habitante perfecto para aquel universo de paredes de hielo; en cambio ella siempre estuvo fuera de lugar.

No era de extrañar que al conocer a Pavell se hubiera enamorado de él. Lo malo es que se había comprometido con el hermano equivocado. Ahora que yo estaba allí, esperando a que él regresara con las cervezas, no me cabía la menor duda de que mi verdadero padre habría podido compartir mucho más con ella, muchísimo más, de lo que su hermano jamás habría sido capaz.

Por todo el dinero y prestigio profesional que éste hubiera poseído, existía una cosa que nunca habría podido adquirir, la única y verdadera llave al corazón de mi madre: el amor por las curiosidades del alma.

Era evidente que Pavell sí poseía ese don, a él sí parecían interesarle las emociones y la belleza de lo intangible. Seguramente se habían atraído como dos imanes nada más conocerse, y aunque hubiese sido un amor tan fugaz, me gustaba imaginar que yo era el resultado de algo verdadero.

Cuando regresó con las cervezas, salimos al jardín con Vivi pegada a nuestros talones y nos sentamos sobre el diván que descansaba sobre la hierba. La perra se tumbó a mi lado, buscando recibir más caricias. El cielo oscuro estaba totalmente despejado y miles de estrellas lo salpicaban. No se escuchaba sonido alguno excepto el de las ramas de los árboles que, mecidas por una suave brisa veraniega, traía hasta nosotros ese melódico susurro del bosque. Se respiraba una inmensa paz y eso me ayudó a relajarme. Ya no me encontraba tan nerviosa como unos minutos atrás; comenzaba a sentirme muy a gusto en aquel apacible y tranquilo jardín.

—Siento mucho lo que pasó — comencé a decir — Aquella noche me comporté como una estúpida... Jamás debí acusar a Elena y a ti de algo semejante.

—Yulia, entiendo la reacción que tuviste. Si yo hubiera estado en tu lugar, temiendo haber perdido lo que más quiero, creo que habría reaccionado exactamente igual.

—No podía imaginar ni por lo más remoto quién eras tú realmente...

—¿Cómo ibas a hacerlo? Fue culpa mía..., tenía que haberme sincerado contigo desde el principio. Nunca debí dejar que Elena se viera involucrada en todo esto — Su voz sonaba realmente arrepentida y apenada — Tu abuela y yo no supimos enfrentarnos con valentía a la situación. Teníamos tanto miedo a tu reacción, que buscamos ayuda en la persona en la que más confiabas. Fuimos unos egoístas al compartir nuestro secreto con ella. La obligamos a ocultarte la verdad, desencadenando así una desconfianza por tu parte que no se merecía.

—No, no se merecía lo mal que la traté — suspiré, dando un sorbo a la cerveza — Estaba tan confundida, tan perdida...

—Todos nos hemos sentido así alguna vez, créeme.

—Sí, pero por muy perdidos que estemos eso no nos da derecho a alejar de un golpe a aquellos que amamos. Cometí un grave error alejándola de mi lado — me lamenté.

—¿Quieres que hablemos de errores? — propuso con ironía — Soy un experto en ese tema.

—¿Por qué dejaste que él se casara con ella? — al fin me atreví a preguntar.

—Por cobardía, y por falta de madurez.

—¿La querías?

—Más de lo que puedo expresar con palabras — El dolor en su voz corroboró la honestidad de su respuesta.

—Entonces, ¿por qué no luchaste?

—Por miedo, por inmadurez, por irresponsabilidad, por vergüenza... Hay tantas respuestas a tu pregunta que no podría terminar nunca de explicártelo. ¿Y sabes qué es lo peor?... Que ninguna de ellas sirve para nada; jamás me perdonaré a mí mismo por haberme dejado vencer tan fácilmente, porque las perdí a ambas.

—¿Nadie en la familia te apoyó? — quise saber.

—No, nadie — contestó tajante — Tus abuelos me odiaban por haber manchado su buen nombre, y mi hermano me despreciaba. La única persona que me apoyó fue Magda. Ella sí luchó para que tu madre y yo pudiésemos estar juntos, pero no sirvió de nada.

—¿Y mamá? — Necesitaba que él me respondiera a esa pregunta, ya que ella ya no estaba para poder darme sus razones.

—Tu madre se sentía tan culpable por haber traicionado a mi hermano que enmudeció. Dejó que los demás eligieran por ella, y creyó hacer lo correcto. Al igual que yo, se equivocó. Escogimos el camino más fácil, y también el más cobarde.

—Así que simplemente desapareciste — observé, sin poder ocultar un cierto rastro de reproche en mi voz.

—Me hicieron desaparecer — corrigió — Me borraron completamente de sus vidas, sin darme opción alguna a opinar. Me enviaron al extranjero y se ocuparon de que no quedara recuerdo alguno de mi existencia.

—Hicieron un buen trabajo — comenté con ironía — Jamás sospeché que tuvieran otro hijo. Nunca dijeron nada al respecto y no había fotos tuyas en ningún lugar de su casa. ¿Cómo pudieron ser tan fríos y borrarte así de sus vidas?... Resulta tan macabro que me dan escalofríos.

Mis abuelos paternos siempre habían sido una pareja distante y estirada, pero nunca imaginé que tras esa aparente frialdad ocultasen un secreto tan injusto. Ambos murieron cuando yo era apenas una adolescente, así que nunca tuve con ellos la relación de confianza y cariño que siempre me había unido a Magda.

—Cuando el prestigio social de una familia es lo más importante, los sentimientos se anulan. Sé que es difícil de comprender, pero yo hace mucho tiempo que asimilé que en nuestra familia los lazos no eran como en las demás. El dinero, el poder y el estatus social eran las razones por las que mis padres se casaron; el amor no tenía cabida en esa combinación. Fue muy duro marcharse, pero en cierta forma me liberó — Pavell se explicaba con una sorprendente sinceridad — Encontré otra forma de vida mucho más enriquecedora lejos de ellos. Una vida donde mi apellido no era conocido y la gente me valoraba por quién era realmente, no por los títulos o por el dinero que nuestra familia pudiera poseer. La única razón por la que sufría era por haberlas dejado a tu madre y a ti, nunca por ellos.

—¿Nunca trataste de regresar junto a nosotras?

—Sí, muchas veces. Cada vez que regresaba a Russia llamaba a tu madre — respondió con melancolía — Quería volver a verla y conocer a la hija que me habían arrebatado, pero ella se negó rotundamente y nunca me permitió verte.

—¿Por qué?

—Tu madre consideraba que si nos volvíamos a ver sólo conseguiríamos hacernos daño. Ella había tomado una difícil decisión y estaba empeñada en cumplirla. Y respecto a ti, creía que sería más fácil seguir con aquella farsa si yo no llegaba a conocerte. Sabía que si entre nosotros se creaba el más mínimo vínculo, no me iba a resultar nada fácil regresar a mi vida como si nada hubiese sucedido.

—¿Y tú simplemente accediste a dejar las cosas como estaban? — inquirí irritada.

—Sí, no veía de qué forma podía acercarme a ti sin hacerle daño a ella. Además, mi hermano jamás me lo habría permitido — me explicó con amargura — Nunca me perdonó.

—¿Por qué no apareciste cuando ellos murieron?... Ya nadie podía impedirte acercarte a mí — le reproché. No quería convertir aquella conversación en un ataque, pero resultaba difícil que mis emociones no afloraran a la superficie.

—Quise hacerlo, créeme — respondió con vehemencia — El día del funeral tuve que conformarme con verte de lejos, roto de dolor, convencido de que habías perdido a tu única familia. Nada me habría gustado más que poder estar a tu lado para ayudarte a superar aquella tragedia, pero Magda me convenció de que esperara. No era el momento para abrumarte con la verdad, habría sido demasiado para ti en aquel momento. Necesitabas tiempo para reponerte de tu duelo antes de enfrentarte al hecho de que tu verdadero padre era yo.

—Creo que su intención era buena, pero siento decirte que se equivocaron — opiné recobrando la serenidad — Es cierto que me habría quedado de piedra al principio. Pero creo que me habría ayudado enormemente conocer la verdad. Habría sido muy alentador saber que no me había quedado completamente sola.

—Yulia, no sabes cuánto lo siento...

—No he venido a verte para reprocharte nada — le aseguré — Tan sólo estoy tratando de explicarte cómo me siento. Es extraño, muy extraño..., pero es agradable comprobar que mi padre no es alguien tan distinto a mí como lo fue él. Siempre hubo un muro entre nosotros, una barrera inquebrantable que no alcanzaba a descifrar. Por mucho que intentara acercarme a él, siempre me rechazaba, y nunca entendí por qué. Conocer la verdad me ha liberado de la angustia que eso me provocaba. Ahora comprendo que no era mi culpa.

—No, no lo era — asintió — Jamás superó que no fueras su verdadera hija, e imagino que veía demasiado de mí en ti.

—¿Nunca volvieron a estar en contacto? — pregunté, incapaz de imaginar a dos hermanos separados para siempre.

—Lo intenté, en varias ocasiones, pero no obtuve respuesta. No atendía a mis llamadas y se negó rotundamnte a verme.

—¿No se volvieron a ver después de que tú te vieras obligado a marcharte? — pregunté con incredulidad.

—No, aunque te cueste creerlo, jamás nos volvimos a ver.

La quietud de la noche nos envolvía. A pesar del miedo que había sentido en un principio a enfrentarme a aquella realidad, ahora me alegraba muchísimo de encontrarme allí.

Pavell me inspiraba confianza, y también resultaba reconfortante reconocerme en él. Nunca observé en mí misma rastro alguno del bipolar carácter del que creía mi padre. Sin embargo, era evidente que mi personalidad sí era una continuación de la de aquel hombre que se encontraba frente a mí. Y lo más curioso de todo era que él también se había sentido un extraño en su propia familia. Aquello parecía ser una triste tradición familiar.

—¿Sabes qué? — comencé a decir tras encender un cigarro — a pesar de que apenas nos conocemos, me siento muy cómoda hablando contigo. Más de lo que habría imaginado esperar.

—Me alegro mucho de que así sea — declaró complacido — Sé que tenemos un largo camino que recorrer, pero quiero que sepas que estoy dispuesto a esperar. Vine aquí por ti, pero me siento tan a gusto en este pueblo que no tengo ninguna intención de irme de nuevo a ningún lado. Ya estoy cansado de la vida de nómada, y algo me dice que tú tampoco quieres volver a Moscow.

—No, no quiero volver — admití — He decidido quedarme y continuar con mis estudios en esta universidad. Yo también estoy muy a gusto aquí y no tengo intención alguna de volver a marcharme. Además, Magda ya no está, y Moscow sin ella ya no es lo mismo.

—¿Cómo llevas su ausencia?

—Mal, pero trato de superarlo — respondí, sintiendo una punzada de nostalgia al recordarla — Tras su funeral creí que me había hundido para siempre. Sin embargo, en estas últimas semanas he comprendido que tengo que empezar a mirar hacia adelante. Ella me suplicó que no me dejara llevar por el rencor, y he decidido hacerle caso.

—No sabes lo que me alegra que te hayas decidido a hacerlo — me observó visiblemente complacido — Sé que ella era muy importante para ti. Sólo espero poder compensar su falta de alguna forma.

—Tengo la sensación de que con el tiempo podré llegar a verte como a alguien de mi familia, y no sólo como a un padre biológico —ndije esperanzada — Creo que tendremos mucho tiempo para poder conocernos de verdad.

—Entonces es mejor no forzarlo, dejemos que el tiempo nos conceda esa oportunidad. No tenemos ninguna prisa, ¿no?

—No, ninguna en absoluto — asentí sonriendo — Creo que podemos llevarlo con calma, ya que no tengo intención de ir a ningún otro lugar por el momento.

—Yo tampoco — añadió con una relajada sonrisa. Habíamos cruzado el abismo que nos separaba sin hundirnos y ambos comenzábamos a disfrutar de la conversación — ¿Te apetece otra cerveza?

—Sí, gracias — respondí de buen grado. Lo cierto es que no me apetecía marcharme todavía.

—Ahora mismo vuelvo.

Mientras Pavell iba a por otra ronda, me tumbé boca arriba sobre el diván y me deleité mirando el oscuro y estrellado cielo. Una punzada de ilusión recorrió mi cuerpo.

Parecía que rebobinar para volver a empezar había sido una buena decisión; mucho mejor que seguir viviendo bajo la sombra del rencor y del desaliento. La vida me había robado a todos aquellos que habían sido de mi propia sangre, pero el destino tenía reservada esa inesperada sorpresa para mí y quería aprovecharla. Pavell parecía un buen tipo y necesitaba darle una oportunidad. Era mi padre, por muy raro que sonara todavía, y no pensaba alejar de mi lado al único ser de mi familia que seguía con vida.

—Es increíble la paz que aquí se respira, ¿verdad? — observó él a su regreso.

—Sí, es alucinante — asentí — Cuando me mudé aquí creía que me iba a morir del aburrimiento en un sitio tan tranquilo como éste. Pero según fueron transcurriendo los meses, me di cuenta de que me encontraba mejor que nunca.

—A mí me ha sucedido lo mismo. En un principio vine única y exclusivamente para conocerte — me explicó, acomodándose frente a mí — No obstante, según ha pasado el tiempo, me he dado cuenta de que ya estoy harto de grandes ciudades donde nadie tiene tiempo para nada. Aquí el tiempo pasa de otra forma, todo es más lento, más personal, y es un lugar perfecto para inspirarse y crear. Llevo años queriendo escribir un libro, pero nunca había conseguido hallar la paz necesaria para ponerme a ello. Desde que vine aquí, escribo todas las noches. Me siento en el despacho mirando hacia los bosques y una mística inspiración me invade, por lo que las ideas fluyen por sí solas. Es una delicia.

—Yo llevaba años sin tocar mi guitarra, y desde que llegué aquí y me uní al grupo he vuelto a descubrir la música. Novosibirsk tiene algo mágico, de eso no cabe duda.

—Tu madre estaría muy orgullosa de nosotros — declaró emocionado.

—Sí, ella siempre opinó que los cinco sentidos son lo más importante — recordé con melancolía.

—Siempre decía: Todo lo que merece la pena en la vida es lo que los sentidos pueden captar. El oído nos regala la oportunidad de escuchar la música... — comenzó a pronunciar aquellas familiares palabras y yo me transporté a mi niñez.

—La vista nos otorga el privilegio de contemplar una puesta de sol... — continué yo. Conocía aquellas palabras de mi dulce madre mejor que cualquier cuento, ya que me las solía repetir cada noche antes de dormirme —, el olfato nos brinda los olores de la naturaleza...

—El gusto nos brinda el placer de probar el sabor de una lágrima... Pavell enunció la siguiente frase, hipnotizado como yo por su recuerdo.

—Y el tacto me permite sentir tu calor — culminé yo, sintiendo un nudo que se había apoderado de mi garganta al recordar el abrazo que ella solía darme al decir aquella última frase.

Por unos instantes sentí que estaba entre nosotros, flotando en el espacio que separaba nuestras hamacas. Observé a Pavell, tan absorto en los recuerdos como yo. Lo cierto era que teníamos algo muy intenso en común; nadie hasta esa noche me había ayudado a sentir a mi madre tan cerca. Entre los dos la habíamos devuelto a la vida. Sin darnos cuenta, un inesperado y mágico vínculo parecía unirnos.

—Nunca la olvidaste, ¿verdad? — me aventuré a preguntar.

—No, jamás lo hice. Fue el único y verdadero amor de mi vida — me aseguró con la voz quebrada — A pesar de lo jóvenes que éramos, nuestro amor fue real y creo que si nos hubieran dejado elegir, aún seguiríamos juntos y más enamorados que nunca.

—Pues parece que la historia se repite, deben de ser los genes... — suspiré.

—Yulia, a ti nadie te impide que luches por Elena.

—Yo misma lo he impedido, que es aún peor. Y creo que a estas alturas ya es demasiado tarde para arreglarlo.

—Nunca lo es. No repitas mis errores... ¡lucha con uñas y dientes por recuperarla! — exclamó enérgico.

—¿Cómo, si puede saberse? Ni siquiera sé dónde está. Lo único que sé es que se ha ido a San Francisco.

Pavell se incorporó de repente y, sin decir nada, se dirigió al interior de la casa.

Unos instantes después regresó con un papel en sus manos y al llegar junto a mí me lo tendió.

Estudié su contenido. Una dirección en San Francisco y un código postal era lo único que aparecía recién escrito por la tinta de una pluma.

—¿Qué quieres que haga? — pregunté, apretando el papel entre mis dedos.

—Que actúes y dejes de lamentarte. A mí esa actitud no me sirvió de nada. Aprende de mis errores y juégatelo todo a una carta, de lo contrario te arrepentirás toda tu vida.

—¿Y qué gano escribiendo una carta que probablemente acabe en un cubo de basura? — inquirí aterrorizada. Me asustaba demasiado que ella ya me hubiese borrado por completo de su vida.

—¿Quién ha hablado de que escribas algo? — respondió, esbozando una maliciosa e intrigante sonrisa.


⏩⏩⏩

Lamento mucho los días que no puedo subir capítulos. Solo paciencia les pido ya no le queda casi nada a la historia para que culmine.
RAINBOW.XANDER
RAINBOW.XANDER

Mensajes : 1808
Fecha de inscripción : 18/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires

A Fati20 le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Fati20 10/1/2023, 11:43 am

Que gusto que regresaras cariño, estoy muy emocionada por la historia y ese reencuentro 😍😍😍 espero que no termine tan rápido qué no nos permita disfrutar de esa reconciliación qué tanto hemos esperado. Feliz domingo cariño 😘😘😘😘
Fati20
Fati20

Mensajes : 1280
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 31
Localización : Venezuela

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Corderito_Agron 10/1/2023, 12:39 pm

Enhorabuena por Yulia y su verdadero padre que al fin pudieron hablar y me gusta que se vayan a conocer poco a poco y recuperen ese tiempo muerto
Corderito_Agron
Corderito_Agron

Mensajes : 207
Fecha de inscripción : 18/02/2023

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por LenaVolkova66 10/1/2023, 3:36 pm

Me agrada que yulia reconsideró la idea de hablar con su padre y que vayan haciendo las paces poco a poco. Ahora debe luchar por recuperar a Lena y ella no sabe que la espera con ansias
LenaVolkova66
LenaVolkova66

Mensajes : 139
Fecha de inscripción : 15/04/2023

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por RAINBOW.XANDER 10/1/2023, 8:30 pm

Sorpresas I

Elena:

Los días pasaban volando, mucho más de lo que me habría gustado. Tan sólo quedaban dos semanas para mi regreso a Russia. El mes de agosto estaba resultando ser climatológicamente extraño; unos días hacía un tiempo de perros y otros, como aquél, el sol lucía sin reservas y la temperatura era la propia de un día de verano.

Me encontraba sentada sobre mi toalla en la pequeña playa situada cerca de Ghirardelly Square, mientras releía unas páginas impresas del relato en el que no había parado de trabajar en las últimas semanas. Aquel ejercicio mental me estaba ayudando a poner mi cabeza en orden, asimilando todos y cada uno de los sucesos acontecidos en el último año. No era de extrañar que me hubiera sentido tan perdida; realmente habían pasado millones de cosas y todas ellas muy intensas. El hecho de plasmarlas en aquellas páginas me ayudaba a comprender mejor la complejidad de los sentimientos que habían surgido a mí alrededor. El rechazo de Yulia no me dolía menos por el hecho de escribir sobre ello, pero sí sentía un cierto alivio al haberlo puesto en palabras. Era como abrir una válvula en mi corazón para permitir que la presión se liberara.

Dentro de poco regresaría a Novosibirsk y sería inevitable encontrarme con ella, así que más me valía estar preparada para vivir mi vida cerca de la persona de la que todavía estaba enamorada. No iba a tratar de engañarme a mí misma; sabía que la seguía amando, pero comenzaba a aceptar que nuestra relación era un imposible. Yulia era demasiado voluble y estaba demasiado herida como para poder comprometerse de nuevo; no había nada que yo pudiera hacer para cambiar esa realidad. Había quedado claro que sus demonios eran más poderosos que ella misma y yo no podía luchar contra ellos. Ya era bastante difícil mantenerme a mí misma a flote. No podía tratar de salvarla también a ella, porque entonces ambas nos hundiríamos.

Resultaba doloroso aceptar que el amor no era suficiente para salvar nuestra relación. Sin embargo, al mismo tiempo, me sentía por fin en paz. Existe un cierto alivio en el hecho de comprender que la realidad no depende únicamente de uno mismo. Hay veces que las circunstancias te conducen a caminos inesperados. Si ahora me encontraba en aquella playa, observando el azul e intenso reflejo de la bahía, era porque mi verano había tomado un giro completamente distinto al que cabía esperar. Durante el invierno, siempre me había imaginado pasando esos meses festivos en la finca junto a Yulia y mi familia. Quizá hubiéramos pasado juntas unos días en su casa de la playa... Sin embargo aquí me encontraba, a miles de kilómetros de lo previsible, viviendo una experiencia única y enriquecedora. La vida me había conducido a una situación totalmente desconocida, pero por lo menos yo estaba sacando lo mejor de mis circunstancias. Podía haberme quedado lamentándome en los brazos de mi querida madre. Pero me había armado de valor y no había dejado que la tristeza me anulara. Me tenía a mí misma más que nunca. Comenzaba a sentirme a gusto en mi propia piel y estaba muy orgullosa de haber encarado aquel reto con valentía.

La tarde que lloré desconsolada en mi habitación, escuchando aquella desgarradora canción, me atormentaba la idea de haber vuelto irremediablemente al punto de partida. Había sentido que todos mis esfuerzos por superar mi depresión habían sido en vano.

Ahora, tras describir cada tarde en mi portátil lo ocurrido desde que Yulia llegó a nuestras vidas, veía con claridad que no era la misma chica asustada como lo era antes. Como todo ser humano, seguía sintiendo dolor y tristeza, pero también me sentía llena de vida gracias a los progresos de Debbie con su caballo, las charlas con Nicoleta, las sesiones de open mic en los cafés de la ciudad y mi amistad con todos mis compañeros del rancho, en especial con Hanna. Las cosas habían vuelto a la normalidad entre nosotras y ya no la evitaba. Lo acontecido la noche de la hoguera había quedado atrás y volvíamos a ser compañeras de aventuras, tanto en Shadow Creek como en algunas de esas tardes que pasábamos juntas recorriendo los rincones más pintorescos de San Francisco. Aquella ciudad se había convertido en mi mejor terapeuta y ahora comprendía que, sin darme cuenta, había avanzado mucho en mi empeño de encontrarme a mí misma. Aunque en realidad, más que encontrarme, se podría decir que estaba creando una nueva versión de mi verdadero yo. Debía esforzarme en vivir la vida que deseaba; no podía dejar que el destino me manejara como a un títere desprovisto de voluntad.

Se estaba haciendo tarde, así que decidí recoger mis cosas y pasear de vuelta a casa. Por el camino paré en un pequeño supermercado de la calle Polk y compré algunas cosas para cenar. Era viernes y Nicoleta se había ido con su chica a pasar el fin de semana a Santa Cruz, por lo que tendría el apartamento para mí sola. No tenía intención de salir esa noche.

Pensaba quedarme en casa disfrutando de nuestro pequeño y coqueto salón, viendo una película tumbada en el sofá. Había sido una semana muy movida y lo que más me apetecía en el mundo era disfrutar de una noche en casa con un buen plato de pasta. La soledad no me asustaba. De hecho, cada vez disfrutaba más del placer de estar a solas conmigo misma.

Cuando salí del supermercado ascendí a pie por la empinada calle que se dirigía a mi casa, llegando al portal casi sin aliento. Tan sólo eran tres manzanas, pero la pendiente era tan pronunciada que aquel paseo se convertía en un auténtico test para el corazón de cualquiera.

Vivir en lo alto de una de las colinas de la ciudad también tenía sus desventajas, pero aún así, una vez que te encontrabas en casa y contemplabas las impresionantes vistas, el esfuerzo realizado se veía más que recompensado. Lo primero que necesitaba era darme un baño. Venía sudada y agotada tras el caluroso paseo desde la playa. Era un lujo tener el piso sólo para mí, por lo que me metí en la bañera y perdí la noción del tiempo.

A continuación, puse algo de música en el estéreo del salón y preparé la cena con mucha tranquilidad mientras bebía un vaso de un exquisito Merlot del valle de Napa. Lola, la gata de Nicoleta, era mi única compañía, y no necesitaba a nadie más. Me sentía muy a gusto con mi cómodo pijama de algodón, mientras deambulaba descalza por el piso. La noche era muy calurosa, así que había dejado varias de las ventanas de la casa entreabiertas para crear una agradable corriente que me ayudaba a sobrellevar aquella inusual temperatura nocturna. Cuando la pasta estuvo lista, me llevé el plato y el vaso de vino al sofá y comencé a cenar mientras ponía una peli en el reproductor de DVD. Adoraba a Nicoleta, pero en aquel momento agradecí al cielo tener la casa para mí sola. Necesitaba aquel fin de semana de paz y relax sin que nadie me arrastrara a cada evento que se producía en la ciudad. Ese fin de semana lo iba a dedicar exclusivamente a descansar, y a revisar las últimas líneas de mi relato.

Terminé de cenar y me tumbé para seguir disfrutando de la película. La había escogido al azar del montón que guardaba Nico en uno de los cajones de la mesa. Estaba resultando ser una comedia muy divertida. Nada demasiado serio; no estaba de humor para nada dramático ni demasiado profundo. De repente, alguien llamó a la puerta, lo que me sorprendió, pues no esperaba ninguna visita a esas horas. Detuve la película y cogiendo la copa de vino (que tenía la firme intención de rellenar) me dirigí hacia la entrada. Seguramente se tratara de Molly, nuestra alocada y simpática vecina, quien solía aparecer sin avisar para coger alguna película o libro prestados. Abrí la puerta con una sonrisa de bienvenida que se borró de mi rostro en cuanto comprobé que no era ella quien llamaba.

Aquellos ojos azules me dejaron petrificada, incapaz de pronunciar una sola palabra. Me observaban en silencio, atravesándome como tantas veces lo habían hecho antes. No podía estar borracha aún, ¡si sólo había bebido una copa de vino!

Tampoco podía estar soñando...

Sin embargo, ¿sería realmente ella quien se hallaba frente a mí, mirándome en silencio con aquella intensidad?

Mi mano, temblorosa, dejó escapar la copa. Ésta se precipitó estrepitosamente a mis pies, rompiéndose en mil pedazos. Sin darme apenas cuenta, di un desafortunado paso hacia atrás, notando al instante un agudo dolor en la planta del pie. Me había cortado, y no de manera metafórica. El dolor de aquel trozo de fino cristal atravesando mi piel era muy real, y aún así, seguía inmersa en un absoluto desconcierto...

¡¿Qué hacía Yulia aquí?!

—¿Te has hecho daño? — preguntó aquella voz que tanto había extrañado al tiempo que atravesaba el umbral para acercarse a mí, dejando su bolsa de viaje a un lado.

Me apoyé contra el pequeño aparador que tenía a mi lado, pues la herida me dolía tanto que ya no podía sostenerme sin la ayuda de aquel mueble. Yulia se arrodilló y cogió mi pie con cuidado. Cuando sentí sus dedos sobre mi piel creí de veras que aquello tenía que ser algún truco de mi subconsciente, la escena era demasiado surrealista para ser parte de este mundo. Allí estaba ella, con sus blancas piernas y un vestido veraniego de lino, tan hermosa como siempre.

—¿Elena? — insistió ante mi incapacidad de articular palabra —, ¿estás bien?

—Hummm... — conseguí decir, apretando los labios por el dolor, que cada vez era más agudo —, sí... Pero ¡Dios!... Duele mucho. Y... ¿se puede saber qué haces tú aquí?

—Contestaré a tu pregunta cuando hayamos sacado ese trozo de cristal de tu pie, ¿te parece? — dijo en un tono inesperadamente cariñoso.

Su familiar y cálida sonrisa paralizó cada uno de los músculos de mi cuerpo.

¡Todo aquello era de locos! ¿Dónde había quedado mi noche solitaria y tranquila?

—Siento haberte sorprendido tanto como para que te hayas hecho daño — añadió.

—No es la primera vez que lo haces... — murmuré sarcástica.

—Veo que ese carácter sigue intacto — comentó sin ofenderse — Dejemos los reproches para luego, ¿vale?

Sin darme opción de protestar, me cogió en brazos y me agarró de la cintura y me ayudó a sentarme en el sofá. El olor de su perfume me rodeó y entonces me di cuenta de que no se trataba de un sueño. Ella estaba realmente allí, por muy increíble que me pudiera parecer.

—¿Dónde guardas el botiquín? — preguntó.

—En el baño — respondí, señalando hacia el mismo.

—Ahora vuelvo — anunció.

No tardó en regresar con todo el kit para curar mi herida. Sacó el cristal con sumo cuidado y limpió la herida a conciencia. Mientras le dejaba que se ocupara de mi pie, yo la observaba incrédula. Me resultaba absolutamente imposible creer que se encontrara aquí conmigo; ¿por qué ahora? ¿Por qué aparecía cuando yo ya había conseguido aceptar el doloroso hecho de que no estábamos juntas?... Justo cuando me disponía a disfrutar de mis últimas semanas de exilio, ella tenía que aparecer, desbaratando mi mundo por completo una vez más. No sabía si me alegraba de verla, o por el contrario le odiaba por irrumpir así en mi vida, sin darme la más mínima oportunidad de opinar.

—Esto ya está — dijo al terminar de vendar cuidadosamente mi pie — La herida no es tan profunda como parecía en un principio. Siento mucho que te hayas hecho daño.

Su mano apartó con delicadeza un mechón de mi pelo que caía desordenado sobre mi frente. Aquellos dedos se demoraron en apartarse de mí. El contacto de su piel me resultó tan familiar que por unos instantes me pareció que nada había cambiado. No obstante, todas las alarmas se dispararon enseguida, avisándome de que debía tener cuidado con aquella peligrosa sensación. Me alejé un poco más de ella, situándome en el extremo opuesto del sofá.

—Ahora... ¿me puedes explicar qué haces aquí? — inquirí todavía perpleja.

—Tengo muchas cosas que decirte, y necesitaba verte — respondió muy serena.

Aquellos ojos, que tantas veces había visto en mi cabeza, me miraban arrepentidos. Su rostro evidenciaba el cansancio, y su aspecto desaliñado me indicó que su avión debía de haber aterrizado hacía tan sólo unas horas. Aún así, estaba más preciosa que nunca. Me odié a mí misma por derretirme como un helado al sol con tan sólo mirarla.

—Yulia, regreso a Russia en apenas dos semanas — le recordé. — ¿No podías esperar hasta entonces en lugar de irrumpir en mi vida de esta forma?

—No, no podía esperar — contestó tajante.

—Pues siento no darte una calurosa bienvenida, pero creo que tu visita está fuera de lugar — bufé, muy confundida y enfadada, lo que me ayudó a enmascarar la emoción que me producía tenerle frente a mí.

—Elena, acabo de volar durante más de quince horas. ¿Podrías darme una tregua?

—¡No, no puedo! — vociferé — No he sabido nada de ti durante todo el verano, y... ¿ahora esperas que acepte que te encuentres sentada en mi sofá como si nada hubiera pasado?

—He cometido muchos errores — dijo muy calmada — Y estoy aquí, sentada frente a ti, para enmendarlos.

La serenidad que mostraba me estaba poniendo de los nervios...

—Soy la ficha inservible de tu puzzle, ¿recuerdas? Sinceramente, no sé cómo puedes arreglar eso — le recordé, con el dolor filtrándose a través de mis palabras. — Esa herida no se cura con un poco de agua oxigenada y una venda.

—Lo sé — asintió muy serena. Aquellos ojos me desarmaban. — Pero estoy dispuesta a esperar hasta que me perdones.

—Yulia, puedo llegar a perdonarte, pero no puedo olvidar — sentencié, incorporándome del sofá a duras penas. No podía apoyar el pie, así que una vez erguida, tuve que arreglármelas como pude. Dando saltos coja, emprendí el camino hacia mi habitación — Me voy a la cama. No tengo ganas de seguir hablando, pero como me imagino que estarás hambrienta, en la cocina tienes pasta recién hecha. Mi compañera de piso no está, así que como no voy a dejarte en la calle esta noche, puedes dormir en su habitación si quieres.

—Déjame que te ayude — se ofreció, levantándose del sofá para aproximarse a mí.

—No, gracias. Puedo sola. De hecho me las estoy arreglando muy bien sin tu ayuda últimamente. Así que no te preocupes.

—¿En serio te vas a dormir ya?... — preguntó incrédula.

—Sí, estoy cansada y me duele el pie.

—Elena, por favor, tenemos mucho que decirnos. No seas tan terca...

—No tengo ganas de hablar. Ha sido una semana agotadora y prefiero acostarme ya. Quizá mañana. Primero necesito asimilar que estés aquí.

—De acuerdo, no voy a insistir más — se rindió, esbozando una amarga sonrisa.

Una vez más me odié, me odié mucho, porque aquella persona que tanto me había hecho sufrir conseguía que mi pobre corazón se desbocara sin remedio. — Si no te importa, voy a aceptar tu invitación. Estoy agotada y esta noche no tengo donde quedarme. Si cambias de opinión y quieres charlar, sólo tienes que llamarme.

—Buenas noches — dije, dando la conversación por terminada.

—Buenas noches — repitió — ¿Te ayudo a llegar a la cama?

—No, gracias. Puedo ir yo solita dando saltos, no es tan difícil.

Así que dicho esto, me adentré a duras penas en mi habitación y cerré la puerta.

Me desplomé sobre mi cama y exhalé un suspiro. ¿Cómo podía estar sucediendo algo así? Ahora que parecía haber recuperado la paz y comenzaba a sentirme mejor, ella aparecía por sorpresa y me dejaba sin armas una vez más. Intenté conciliar el sueño, pero me resultó imposible sabiendo que ella se encontraba al otro lado de la puerta de mi dormitorio. Quizá me había mostrado demasiado fría y grosera con ella, pero no sabía de qué otra forma protegerme de su peligrosa presencia.

Cuando por fin conseguí dormirme, faltaba poco para el amanecer. Caí rendida tras pasar toda la noche dándole vueltas a la cabeza, tratando de descifrar qué ocurriría al día siguiente cuando me despertara y la encontrara una vez más compartiendo mi espacio vital.

Parecía que el destino se empeñaba en que Yulia estuviese siempre a un metro de distancia...

Yulia:

¿Por qué me hería tanto su frialdad?

Era evidente que no me iba a recibir con los brazos abiertos después de todo lo sucedido. Sin embargo, algo en mi interior había albergado la esperanza de que el factor sorpresa jugara a mi favor, y que al verme allí plantada frente a su puerta ella hubiera reaccionado como la protagonista de alguna de esas novelas románticas. Había contado con la absurda posibilidad de que con un simple cruce de miradas todo quedara dicho, fundiéndonos en un largo e intenso abrazo. Pero aquello no era una comedia romántica, ni yo era la protagonista de ninguna historia memorable. Además, para que ese bonito guion se materializara era necesario que la protagonista siguiera enamorada de su gran amor. Elena, probablemente, habría pasado el verano luchando con todas sus fuerzas para que los débiles restos que aún la ligaban a mí desaparecieran por completo.

Cansada y desanimada, regresé al pequeño recibidor para recoger mi equipaje.

Observé los cristales esparcidos por el suelo y los rastros de vino. Sentía de veras haberla asustado de esa forma, provocando que la copa cayera al suelo y la lastimara. No obstante, aquel accidente me había dado una excusa para poder tenerla en mis brazos una vez más.

Decidí dejar de compadecerme y recogí aquel desastre del suelo. De vuelta en la cocina, tiré los restos de cristal al cubo de basura y abrí la nevera. No tenía hambre, así que dejé la pasta intacta y en su lugar cogí una lata de cerveza. Encendí un cigarro y regresé al confortable salón. Me senté en el borde de la ventana abierta y observé las impresionantes vistas sobre la oscura bahía, absorta ante lo que mis ojos contemplaban.

Quizá Elena ya me había borrado de su vida, pero no iba a regresar a Novosibirsk hasta que ella me lo dijera a los ojos. Tenía que darme la oportunidad de que le explicara lo mucho que había reflexionado durante aquellos dos meses en los que no habíamos mantenido contacto alguno. Sí después de escucharme ella seguía con aquella actitud distante, entonces me marcharía. Pero no, no me iba a rendir tan fácilmente. Debía encontrar la forma de que Elena me diera la oportunidad de explicarme. Tenía que conseguir que recuperara la fe en mí.

Los ojos azules de aquella gata gris, que había sido testigo de toda la escena, me miraban con curiosidad desde el sofá. Me acerqué para acariciarla y ella enseguida comenzó a ronronear.

—¿Tienes alguna pista para hacer que ella entre en razón? — le pregunté en voz baja, señalando con un movimiento de mi cabeza hacia la habitación de Elena. Lola, que así parecía llamarse a juzgar por lo que ponía en la chapa que colgaba de su collar, emitió un suave maullido.

Recorrí la estancia con la mirada. Era un salón pequeño, pero muy acogedor y personal. Justo detrás del sofá había una mesa de comedor con cuatro sillas. Sobre ella, una serie de libros y cuadernos se apilaban en uno de sus extremos. Me acerqué para curiosear su contenido. Los libros estaban escritos en inglés y, en su mayoría, trataban sobre psicología.

Seguramente su compañera de piso se dedicara a ello, pues no daban la impresión de ser libros de autoayuda, sino de estar dirigidos a profesionales. Junto a estos libros había dos novelas que indudablemente pertenecían a Elena. Al cogerlos para darles un vistazo, descubrí una pila de folios impresos justo debajo. El título de la primera hoja me llamó la atención:

La canción número siete.

Supe sin dudar que aquel relato lo había escrito ella. Nadie me había dado derecho a leerlo, pero prometía ser una noche muy larga y no tenía nada mejor que hacer. Me hallaba cansada por el viaje, pero la excitación me había desvelado por completo.

Intrigada por el contenido de aquellas hojas, las llevé conmigo al sofá y me senté junto a Lola, quien no tardó en acurrucarse en mi regazo. Abrí otra lata de cerveza y encendí otro cigarro, el primero de los muchos que fumaría aquella noche, pues una vez que comenzara a leer ya no podría parar hasta llegar a la última página. Gracias a mi atrevimiento, iba a conseguir muchas respuestas que me ayudarían a preparar una estrategia perfecta para que ella prestara atención a lo que tenía que decirle.


⏩⏩⏩
RAINBOW.XANDER
RAINBOW.XANDER

Mensajes : 1808
Fecha de inscripción : 18/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires

A Fati20 le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Fati20 10/1/2023, 11:06 pm

Me alegra mucho que Julia por fin este actuando como debe y Lena es realmente muy dura cuando se protege pero las cosas seguro van a mejorar 😍😍. Muchos saludos cariño mio 😘😘
Fati20
Fati20

Mensajes : 1280
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 31
Localización : Venezuela

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por RAINBOW.XANDER 10/2/2023, 8:51 pm

Sorpresas II

Elena:

Desperté entrada la tarde, abriendo los ojos poco a poco para habituarme a la brillante luz que se colaba por la ventana de mi dormitorio. Me desperecé lentamente, volviendo de nuevo a la realidad.

¿Seguiría ella en casa?... Aún me costaba creer que hubiera aparecido de pronto al otro lado de mi puerta.

Me incorporé bostezando y salí de la cama, apoyando mi pie derecho con precaución por si la herida todavía me impedía sostenerme. Al parecer, los cuidados de Yulia habían surgido efecto, pues aunque me dolía, pude caminar hacia la cocina sin grandes dificultades. El piso se hallaba en silencio, lo que me hizo sospechar que volvía a estar sola. La puerta de la habitación de Nico estaba abierta y, al asomarme, descubrí que la cama estaba intacta, con los cojines colocados exactamente igual que cuando ella se había ido el día anterior.

¿Cuándo se habría marchado Yulia?... No parecía haber dormido en aquel espacioso dormitorio, así que di por hecho que después de rechazarle ella había colgado su bolsa de viaje al hombro y se había ido sigilosamente. A pesar de mi fría actitud de la noche anterior, me apenó que así fuera.

No le había dado ni la más mínima oportunidad de explicarse y me sentí culpable por haber sido tan estúpida con ella. Pero quizás era mejor así.

Me preparé un café y regresé con la taza a mi cuarto. Acomodé los almohadones sobre el cabecero y me senté para disfrutar de la cafeína mientras fumaba un cigarro. Había dormido durante toda la mañana y no sabía exactamente qué hora era. Me giré para comprobarlo, buscando el despertador en mi mesita. Fue entonces cuando me percaté de que la pila de folios impresos, en los que describía mis recuerdos desde la tarde en que Yulia llegó a la estación de Novosibirsk, se encontraba colocada justo detrás del reloj. No recordaba haberlos puesto allí... Es más, juraría que los había dejado en la mesa del comedor. Alargué la mano para cogerlos. Algo que había tras ellos, cayó al suelo. Lo busqué con la mirada hasta que el resplandor de la luz sobre el metal me ayudó a descubrirlo. Reconocí de inmediato la ancha silueta del brazalete y me levanté para recogerlo. Al percibir su frío contacto en mis manos, recordé la emoción que había sentido la primera vez que lo había llevado en mi muñeca. Así que Yulia lo había dejado allí antes de marcharse... Entonces lo comprendí: mi relato no había llegado a la mesita por arte de magia. Ella lo había dejado allí junto con el brazalete. No cabía duda ninguna que habría leído su contenido, descubriendo así todo lo que yo había experimentado desde que la había conocido.

De pronto me sentí desnuda, expuesta por completo; ahora conocía cada uno de mis rincones. Había descubierto mis anhelos más íntimos y mis miedos más profundos, lo que me dejaba absolutamente indefensa. ¿Qué derecho tenía para adentrarse de aquella forma en mis más sinceros pensamientos? ¿Es que acaso no era capaz de respetar algo privado y personal?

Nadie le había dado permiso para leer el contenido de aquellas páginas. Aún así, había tenido el descaro de hacerlo, por lo que ahora me conocía mejor de lo que yo le habría permitido jamás.

Me acerqué a la mesita y, cogiendo la pila de folios, me senté de nuevo en la cama. Al pasar la primera página, descubrí una hoja escrita con su desordenada letra:

''Antes de enfadarte conmigo, déjame hablar. Yo también tengo mucho que decir. ''

¡Joder!... ¿Por qué me conocía tan bien?

Con un profundo suspiro, decidí olvidar mi enojo. Comencé a leer lo que ella había dejado escrito de su puño y letra en la siguiente página:

''El espejo retrovisor de mi coche reflejaba la lejana silueta de los edificios de Moscow. Sumida en aquel desesperante y monumental atasco de la A-6...''

Se trataba de apenas una hoja, en la que describía su estado de ánimo al dirigirse hacia la estación de Novosibirsk el día que se mudaba con nosotros. No había nada más, tan sólo una frase al final de la página en la que me decía:

''Necesito tiempo para explicarte mi versión de la historia. ¿Podrás concedérmelo?''

Pasé todo el fin de semana sumida en una gran impaciencia. Yulia había desaparecido dejando su historia incompleta y me moría por seguir leyendo. Había conseguido dejarme sedienta de sus palabras, pero no sabía dónde estaba y tenía que conformarme con esperar a que ella decidiera dejarme leer el resto de su relato. No le había dado ni la más mínima oportunidad de explicarse la noche que venía dispuesta a ello, y ahora me veía sometida a una agónica espera. Pero no la podía culpar; no le había dejado otra opción. Y ahora era yo la que me moría por descubrir todo lo que ella tenía que decirme. Desde luego, con aquel misterioso juego había conseguido captar toda mi atención.

El lunes llegó como un bálsamo. Después de haber pasado las últimas cuarenta y ocho horas expectante y nerviosa, me alegré de tener algo en lo que ocupar mi mente.

Hanna me recogió a la hora de costumbre para dirigirnos en su coche al rancho. Pasamos la mañana con los niños y luego dimos uno de nuestros largos paseos a caballo. Por la tarde, cuando regresábamos de vuelta a la ciudad, me sentí algo más relajada. Había conseguido olvidarme de Yulia durante unas horas, lo que era de agradecer, pues había pasado todo el fin de semana pensando en ella. Cuando entré en el piso, Nicoleta estaba por allí danzando, visiblemente alegre tras haber pasado un fabuloso fin de semana con su chica.

—Hola Elena — me saludó de muy buen humor.

—Hola Nico.

—Creo que tengo algo que te va a interesar... — dijo enigmática.

—¿Ah sí?...

— ¡Sí! — respondió excitada, tendiéndome un sobre de UPS — Esto ha llegado hace un rato a tu nombre.

La noche anterior le había contado todo lo sucedido, así que ella estaba al corriente del extraño capítulo que se había añadido a mi vida.

—¿Es de Yulia? — pregunté nerviosa.

—Sí, eso parece — respondió, mirando el nombre del remitente.

Le arrebaté el sobre de las manos, sintiendo cómo cada centímetro de mi cuerpo temblaba de emoción. Me hice con una lata de Coca-Cola Light y me encerré en mi dormitorio dispuesta a leer el contenido de aquel esperado sobre. Me fijé en los datos del remitente.

Solamente decía su nombre. No indicaba ninguna dirección, así que no pude descifrar si Yulia seguía en la ciudad o, por el contrario, me enviaba aquel paquete desde Russia.

La primera página, escrita a mano, tan sólo decía:

''Espero no haberte matado de curiosidad, pero necesitaba algo de tiempo para escribir. Aquí tienes una copia de lo que he podido reunir en estos dos días. Prometo seguir escribiendo, así que tómatelo como una entrega por párrafos.''

Aquella introducción me hizo reír, lo que era una reacción muy agradable después de lo nerviosa e impaciente que me había sentido desde el sábado. Pasé la página y me dispuse a leer el relato impreso que Yulia me enviaba. En aquella primera entrega explicaba sus sentimientos al llegar a nuestra casa. Hablaba de la extraña relación que siempre tuvo con sus padres, de su amor por Magda, de sus frustraciones y del reto que suponía volver a estudiar.

También describía la ilusión que sentía por volver a tocar en un grupo y, lo que más me emocionó, hablaba largo y tendido sobre los antagónicos sentimientos que yo le había provocado en un principio. Descubrí que yo no había sido la única que había mantenido una singular batalla consigo misma tratando de descifrar a mi nueva compañera de casa.

Al terminar de leer aquellas páginas, me quedé con ganas de seguir descubriéndola a través de sus palabras. No sabía cuándo llegaría el siguiente sobre, y no me veía capaz de esperar de nuevo varios días hasta poder continuar leyendo su versión de lo acontecido en nuestras vidas en el último año.

Por suerte, no tuve que esperar mucho. Dos días más tarde llegó otro sobre de UPS. En cuanto le cerré la puerta al mensajero, me atrincheré en mi habitación para ponerme a leer de inmediato. En esta ocasión no había ningún mensaje previo, era una continuación directa a la última página que había leído el lunes. Fue así, como día tras día, iban llegando estos sobres, y yo iba descubriendo a una Yulia aún más maravillosa de la que ya conocía. Aquellas páginas me ayudaban a comprender mejor quién era ella en realidad y qué había sentido durante aquellos meses. Era muy emocionante leer lo que decía de mí, cómo pasó de detestarme a sentir una imperante curiosidad que terminó desembocando en unos intensos sentimientos. Me gustaba cómo me describía y qué cosas de mi personalidad le llamaban la atención. Y sobre todo, disfruté como una niña cuando leí el momento en que me comparaba con aquella guapísima compañera suya de la universidad. La pasada Noche de fin de año, yo había estado torturándome mientras ellas hablaban, creyendo que yo era tan sólo un pobre mosquito más en la pista, cuando en realidad ella no me había quitado el ojo de encima mientras yo bailaba... ¡Qué subidón!

Resultó más duro leer la parte en la que hablaba de lo que revivió en aquella habitación de la casa de la playa. Y de cómo a partir de ese instante sus fantasmas habían resurgido, atormentándola con mi distanciamiento. Al verlo desde su punto de vista, me di cuenta de que había sido muy duro para ella no poder llegar hasta mí, creyendo que yo ya no deseaba estar a su lado y sintiendo que una vez más la soledad la perseguía. Además, cuando se dio cuenta de que Magda se le escapaba, yo no había estado allí para apoyarla. Me había visto inmersa en el remolino de aquel secreto, huyendo de ella por miedo a que descubriera lo que le ocultaba, dejándole sola con todas aquellas dudas. Sin saberlo, yo la había empujado de forma indirecta a que volviera a caer en el abismo, sacando lo peor de sí misma e hiriéndonos a ambas.

Al leer sus palabras, comprendí mejor lo vulnerable que le había dejado la marcha de su abuela. Se había encontrado indefensa ante un secreto para el cual no se encontraba preparada, pues todavía estaba luchando con uñas y dientes para enderezar su vida. Y yo la había presionado para que aceptara sin reproches a Pavell, quien al fin y al cabo era un desconocido que, además, en su momento también la había abandonado. Obsesionada con cumplir la promesa que le había hecho a Magda, me había empeñado en empujarla demasiado pronto a hacer frente a una verdad que podía con ella. Pero finalmente, y contra todo pronóstico, lo había logrado sin mí. Había encarado su peor fantasma y lo había derrotado. Me sentí muy orgullosa al leer sobre cómo se había enfrentado a su adicción y el enorme esfuerzo que había hecho por estudiar, a pesar de la soledad en la que se había zambullido. Yulia, como yo, había aprovechado el cara a cara consigo misma para reflexionar con valentía sobre quién quería ser a partir de entonces. Cada una, a nuestra manera y a miles de kilómetros de distancia, habíamos encontrado una forma parecida de nadar hacia la superficie. No podía haber sido de otra forma; necesitábamos separarnos para purificarnos por dentro y descubrir quiénes éramos en realidad.

Tan sólo así podríamos tener una segunda oportunidad real y sincera.

Me emocionó comprobar cómo por fin había dado el paso para acercarse a su verdadero padre. Con lágrimas en los ojos, leí el último capítulo de su largo relato. Mientras leía la descripción de cómo se había desarrollado la primera conversación entre ambos, me entristeció no haber podido ser testigo de su acercamiento. Me habría gustado estar allí esa noche para poder abrazarla de su vuelta de casa de Pavell. La habría esperado pacientemente en nuestra sala de estar para así compartir con ella ese momento por el que habíamos sacrificado tantas cosas a lo largo del camino. Pero lo importante es que ellos habían hablado y ahora se encontraban a las puertas de poder construir el comienzo de un vínculo extremadamente importante. Ambos se necesitaban; eran dos seres solitarios que compartían la pérdida de una mujer muy especial que, con su marcha, les había dejado a ambos la promesa pendiente de aprender a quererse.

Ya no llegaron más sobres.

Pasaban los días y Yulia no daba señales de vida, por lo que mi impaciencia se convertía en un auténtico tormento. Tras haber leído su versión de la historia, ya no tenía ganas de alejarla de mi lado, tan sólo quería besarla y sentirla muy cerca. Por mucho que me hubiera herido, ahora conocía los motivos que le habían empujado a comportarse de una forma tan irracional. Sus fantasmas le habían nublado la mente, pero ella se había esforzado para alejarlos para siempre de su lado. Mi temor a que sus demonios pudieran volver a herirme habían desaparecido. A juzgar por lo que relataba en aquellas páginas que ahora se apilaban en mi dormitorio junto a las mías, ambas habíamos logrado hallar una serenidad que evitaría que volviéramos a caer en los mismos errores.

Mientras esperaba a tener noticias suyas, llevaba de nuevo el brazalete de plata en mi muñeca. Volvía a pertenecerme y no quería separarme ni un segundo de ella, pues al sentirlo sobre mi piel tenía la sensación de que Yulia me acompañaba a dondequiera que yo fuera.

¿Y si había regresado a Russia?...

Aunque en tan sólo una semana yo también volvería a Novosibirsk, esperar hasta entonces para verla me parecía una auténtica tortura. Unos días atrás la había tenido aquí mismo, sentada en mi sofá, y ahora que estaba preparada para hablar con ella, Yulia se había esfumado y no tenía la menor idea de cómo encontrarla.

Traté de refugiarme en las actividades del rancho para de esa forma apaciguar mi impaciencia. No obstante, cada tarde regresaba a casa con la esperanza de encontrarla esperándome en el portal. Pero ella nunca estaba, y mi corazoncito cada vez se ponía más nervioso. Nicoleta apostaba a que Yulia no estaba lejos y que sólo estaba aguardando al momento oportuno para aparecer, ¡pero para mí ese momento ya había llegado hace días!

¿Cómo podía darme toda esa valiosa información, una información que lo cambiaba todo, y seguir desaparecida? Si su estrategia era matarme de impaciencia, lo estaba consiguiendo con creces. Escribí a mi madre, a Nastya y a Pavell en busca de una respuesta. Pero ninguno de los tres quiso decirme nada. Ninguno me aclaró si Yulia había regresado; aquello comenzaba a oler a un complot general para sacarme de mis casillas.

El último día en el rancho fue muy emotivo. Me sentía triste porque aquella maravillosa experiencia llegara a su fin. Habían sido dos meses muy especiales, en los que fue un placer ver a Debbie y al resto de los niños mejorar día a día. Ahora, gracias a la terapia, estaban más preparados para enfrentarse a la vida. Habían aprendido que mediante el esfuerzo y la ilusión podían conseguir sus metas, por muy difíciles que pudieran parecerles en un principio. La satisfacción por haber contribuido a que fueran un poquito más felices me llenó de júbilo.

Dos sentimientos opuestos se mezclaron en mi corazón; sentía tristeza porque el verano terminara, pero al mismo tiempo la alegría de haber formado parte de aquel curso de equinoterapia me llenaba el alma. Ahora me sentía más preparada para seguir avanzando en mi propio camino. Si esos niños, a pesar de sus limitaciones, no se rendían ante nada, yo tampoco volvería a hacerlo. Si algo había aprendido de ellos era que las peores dificultades no son las que la vida nos impone, sino las que nosotros mismos nos creamos.

Cuando Debbie se despidió de mí, regalándome uno de sus cálidos abrazos, creí que una parte de mi corazón se desprendía de mi pecho para quedarse junto a ella para siempre.

Me costaba imaginarme regresando a mi vida en Russia, una vida donde Debbie no estaría.

Aquella niña se había convertido en mi mano derecha y, al pensar en que no volvería a verla, sentí un nudo indescriptible en la garganta. Pero ella, con una inocente pregunta, consiguió que la esperanza resurgiera.

—Elena, are you coming back next summer? (Elena, ¿volverás el verano que viene?)

¿Cómo no lo había pensado antes? Henry ya me había comentado que los cursos habían sido un éxito y que tenía la firme intención de volver a organizar el campamento al año siguiente. Si tanto iba a echar de menos a aquellos niños, nada me impedía volver a repetir la experiencia el próximo verano. San Francisco se había convertido en mi segundo hogar, y era el lugar donde había descubierto una parte de mí que no sabía que existía. Entonces, ¿por qué no regresar de cuando en cuando para reencontrarme con ese mundo que tantas satisfacciones me había dado? Había hecho grandes amistades y sería un privilegio poder regresar junto a ellos cada cierto tiempo. Tras unos segundos en silencio, obtuve la respuesta a la pregunta de Debbie.

No tenía la menor duda al respecto.

—Yes, Debbie. I'll see you next year! (Sí, Debbie. ¡Te veré el año que viene!)

—Awesome! (¡Genial!) — exclamó ella sonriendo de oreja a oreja — Will Moon be here too? (¿Estará Moon aquí también?)

—Yes, he will be here waiting for you. (Sí, él estará aquí esperándote.) — le aseguré emocionada.

—Okay... So, see you next year! (Está bien... Pues, ¡te veo el año que viene!) — respondió dando palmas — Please, don't forget me Elena..., because I'll never forget you. (Por favor, no me olvides Elena... porque yo nunca te olvidaré.)

—Of course I won't forget you Debbie! (Por supuesto que no te olvidaré Debbie.) — le aseguré con lágrimas en los ojos —. NoYou are my angel. (Eres mi ángel).

—You are mine too. (Tú también eres el mío.) — dijo abrazándome de nuevo.

Cuando por fin se alejó de mí para subir al pequeño autobús, pensé que aquellos meses hasta que regresara al rancho se me iban a hacer eternos. Iba a echar inmensamente de menos a aquella dulce e inocente niña que tantas alegrías me había dado. Había sido todo un privilegio pasar el verano junto a ella, y jamás la olvidaría.

Esa noche Henry celebró una fiesta de despedida en Sacred Grounds. Allí nos reunimos todos aquellos que habíamos formado parte del campamento. Nicoleta llamó a Miles y a su grupo para que tocaran esa noche en el pequeño escenario del bar. El local estaba muy poco iluminado. Habían colocado velas por todas las mesitas que se arremolinaban alrededor del pequeño escenario, por lo que la atmósfera no podía ser más ideal para escuchar la música de nuestros amigos.

Cuando pararon de tocar para hacer un descanso, aproveché para ir al baño. A mi regreso, me acerqué a la barra para pedir otra cerveza. Mientras esperaba a que el camarero me atendiera, escuché a mis espaldas cómo los músicos afinaban sus instrumentos. Alguien manipuló el micrófono en el escenario. Lo supe porque por los altavoces sonó un breve pero chirriante sonido. Debían de estar a punto de comenzar a tocar de nuevo.

—The music of Snow Patrol started something unique between me and someone very special (La música de Snow Patrol empezó algo único entre alguien muy especial y yo) — comenzó a decir una voz con un suave acento extranjero por el micrófono, una voz que me era de sobra conocida — So, this is the best way I know to tell her how I feel... (Así que esta es la mejor manera que conozco de decirle cómo me siento...)

Me giré en el acto.

No podía ser ella..., no una vez más.

¡¿Es que se había propuesto matarme de un susto?!

Pero no era una alucinación... Yulia por fin aparecía. Y de qué forma. Aunque no sé por qué me extrañé tanto; sólo ella habría esperado a hacerlo en el momento perfecto y de aquella forma tan especial.

Allí estaba de nuevo, estando en un escenario, con su camiseta de Pink Floyd descolorida, aquel short que parecía hechos a su medida y una guitarra colgando de su hombro. La Yulia de siempre, tan encantadora y natural que costaba trabajo creer que pudiera existir una chica así en carne y hueso. Y lo que aún costaba más trabajo era creer que por fin esos ojos me estuvieran mirando fijamente con su sexy expresión felina.

La música comenzó a sonar. Reconocí aquella canción al instante. Hacía poco que la estaban colocando en todas las emisoras de radio y, como la mayoría de las canciones de ese grupo, me ponía los pelos de punta. Yo misma me había dejado llevar por mis fantasías, imaginándome junto a Yulia mientras escuchaba ensimismada aquella vibrante melodía. Y ahora ella me la cantaba...

I'm running out of ways to make you see
I want you to stay here beside me
I won't be ok and I won't pretend I am
So just tell me today and take my hand
Please take my hand
Please take my hand.


(Me estoy quedando sin maneras de hacerte ver
Que quiero que te quedes a mi lado
No voy a estar bien, ni disimularé que lo estoy
Así que sólo dime hoy y coge mi mano
Por favor coge mi mano
Por favor coge mi mano.)


Just say yes, just say there's nothing holding you back It's not a test, nor a trick of the mind
Only love.


(Solo di sí, sólo di que no hay nada que te lo impida
No es una prueba, ni tampoco un truco de la mente
Sólo amor.)


Verla allí, tocando su guitarra, cantando aquellas estrofas con su hermosa voz, tan suave y femenina, mientras no apartaba su mirada de la mía, me provocó una sensación tan extrema que creí que me iba a dar un infarto. Yulia había metido la pata, y mucho, pero en aquel momento no me quedaban razones para seguir separada de ella. Además... ¿Qué mujer en su sano juicio podría resistirse a aquella canción?

It's so simple and you know it is
You know it is We can't be to and fro like this
All our lives
You're the only way to me
The path is clear
What do I have to say to you
For God's sake, dear...


(Es tan simple y tú sabes que lo es
Tú sabes que lo es
No podemos ir hacia adelante y hacia atrás de esta forma
Toda nuestra vida
Tú eres el único camino que llega hasta mí
El sendero está libre ¿Qué tengo que decirte?
Por el amor de Dios, querida...)


Just say yes, just say there's nothing holding you back It's not a test, nor a trick of the mind
Only love.


(Sólo di sí, sólo di que no hay nada que te lo impida
No es una prueba, ni tampoco un truco de la mente
Sólo amor.)


Just say yes, 'cause I'm aching and I know you are too

For the touch of your warm skin

As I breathe you in.

(Sólo di sí, porque me estoy muriendo y sé que tú también

Por sentir el calor de tu piel

Mientras respiro tu esencia.)

Sólo puedo decir que, llegados a este punto, tuve que apoyarme en la barra; mis temblorosas piernas ya no podían sujetarme ni un segundo más.

I can feel your heart beat through my shirt

This was all I wanted, all I want

It's all I want...

(Puedo sentir el latido de tu corazón a través de mi camiseta

Esto es todo lo quería, todo lo que quiero

Es todo lo que quiero...)

Just say yes, just say there's nothing holding you back

It's not a test, nor a trick of the mind

Only love.

(Sólo di sí, sólo di que no hay nada que te lo impida

No es una prueba, ni tampoco un truco de la mente

Sólo amor.)

Just say yes, 'cause I'm aching and I know you are too

for the touch of your warm skin

as I breathe you in.

(Sólo di sí, porque me estoy muriendo y sé que tú también

Por sentir el calor de tu piel

Mientras respiro tu esencia)

Mientras ella tocaba las últimas notas de la canción con su guitarra, Nicoleta se acercó a mí.

—¿Qué te había dicho?... — me susurró al oído — Ya te dije que estaba por aquí. Sólo estaba esperando al momento adecuado.

—Tú lo sabías...

—Sí — confesó divertida — ¿Cómo crees sino que el grupo de Miles conoce tan bien esa canción?... Llevan varios días ensayando.

—Te... ¡te voy a matar! — exclamé histérica.

—Muy bien, hazlo — dijo riendo — Pero antes de asesinarme asegúrate de darle un beso como se merece. Esa chica está loca por ti. Y, a menos que seas boba, no dejarás que semejante tren pase de largo, porque incluso yo me iría detrás de ella.

Me dio un abrazo y me dejó a solas cuando vio que Yulia se bajaba del escenario. Yo seguía inmóvil junto a la barra, incapaz de mover ni un músculo. Se dirigió derecho hacia donde yo estaba. Mi respiración se agitó, tanto que llegué a temer que fuera a darme un infarto allí mismo. Con tantas emociones no sería extraño que acabase necesitando un médico de urgencia...

Cada paso que ella daba en mi dirección provocaba un nuevo salto de mi corazón en el pecho. Notaba cómo la sangre corría más aprisa por mi cuerpo, acelerándose cada vez más. Cuando llegó junto a mí, apoyó una de sus manos en el borde de la barra y me miró en silencio fijamente. Me perdí en aquellos ojos, que brillaban como nunca. Yulia miró mi muñeca y al ver el brazalete rodeándola, sonrió. Yo quería hablar, pero no me salían las palabras. Tenía un nudo en la garganta que me impedía emitir ningún sonido coherente. Así que me limité a asentir lentamente con la cabeza. Esa fue mi forma de decirle que sí, que ya no quería seguir separada de ella.

Lo entendió al instante y sin decir nada, tomó mi cara entre sus manos y me robó un largo e intenso beso que me devolvió a la vida. Era como recibir una sobredosis de felicidad, una felicidad que había creído perder para siempre.

Cuando nos separamos, las yemas de sus dedos recorrieron mis mejillas con delicadeza. Parecía temer que al tocarme yo me fuera a evaporar. Me observaba sin pestañear, como si necesitara convencerse de que aquel momento no era un espejismo. Sus ojos volvían a ser aquellos que me habían cautivado, puros y limpios, sin rastro alguno de rabia o dolor.

Mientras nos acariciábamos con la mirada, sentí cómo la mariposa que llevaba tanto tiempo dormida volvía a batir sus alas dentro de mí, cada vez más deprisa, agitándose en mi estómago hasta que ya no era una, sino cientos de ellas, aleteando revoltosas y haciéndome cosquillas.

Tras unos eternos segundos descifrándonos la una a la otra en silencio, ella cogió una de mis manos entre las suyas y, todavía sin decir nada, tiró suavemente de mí hacia la salida.

Una vez afuera, siguió caminando mientras se reía. No sabía adónde me llevaba, pero me daba exactamente igual. La dejé que me guiara mientras ambas éramos presas de un excitante delirio que nos impulsaba a caminar. Yulia se detuvo frente a un Mustang descapotable y me abrió la puerta. Luego rodeó el vehículo y se subió, arrancando el motor y conduciendo como una exhalación calle abajo.

—¿Adónde vamos? — pregunté intrigada.

—Quiero enseñarte mi refugio de los últimos días. Creo que te gustará.

No puse ninguna objeción. Siempre le había gustado sorprenderme y era una delicia que volviera a hacerlo. Una vez más ella tomaba las riendas, y no me importaba en absoluto. Llevaba demasiado tiempo caminando en solitario. Aquella noche me dejaría llevar, sin reservas y sin dudas. Ya no me quedaban fuerzas para negar lo evidente; ella era mi mejor regalo y tenía toda la intención de desenvolverlo y disfrutarlo.

El coche avanzaba rápidamente por la avenida Geary, en dirección oeste. Mi pelo revoloteaba alrededor de mi cara, mientras la música de la radio nos acompañaba. Nunca había tenido el placer de ir en un descapotable, y no se me ocurría un debut más increíble que surcando las calles de San Francisco con Yulia a mi lado. Mientras disfrutábamos del paseo ninguna dijo nada; las palabras sobraban por el momento. Estar sentadas de nuevo en un coche la una junto a la otra era lo único que importaba.

Unas manzanas más tarde giramos a la derecha, tomando la avenida que se dirigía al Golden Gate. En unos minutos estuvimos sobre la bahía, avanzando como por arte de magia sobre el agua, suspendidas sobre aquel increíble y famoso puente de acero. Miré a mi derecha y observé la silueta de la ciudad que se iba alejando de nosotras. Los edificios brillaban con sus miles de ventanas encendidas, mientras el descapotable se adentraba en la oscuridad de la autopista.

Yulia se dirigió a Sausalito.

¡Ajá!... Así que era allí donde se había escondido esos días. ¡Había estado tan cerca! La muy tramposa se había refugiado en un pintoresco hotel de esa localidad, mientras yo me volaba los sesos tratando de averiguar dónde se había metido. De haber sabido que se encontraba al otro lado de la bahía habría cogido un ferry de inmediato, como el día que Nico y yo fuimos a comer allí. Pero Yulia había sabido esconderse muy bien y yo no había adivinado que cada noche, al igual que yo en mi piso, ella observaba desde su confortable habitación de aquel hotel la magia de la bahía.

Allí nos encontrábamos tras el trepidante viaje en su coche alquilado, apoyadas en la barandilla de la terraza de su habitación. Continuábamos en silencio, y tampoco nos tocábamos. Las luces de San Francisco se distinguían a lo lejos. Pero allí, como en el Monte de la Luna, la tranquilidad era absoluta. Una vez más contemplábamos en la distancia la silueta de una ciudad, alejadas de su bullicio, observando su belleza desde aquella serena perspectiva. Estaba tan nerviosa, o incluso más, que la primera vez que le mostré a Yulia mi lugar secreto. Por fin la tenía a mi lado, a tan sólo unos centímetros, y sentía la misma excitación que aquella noche.

Quería acercarme a ella, pero no sé por qué extraña razón mi cuerpo era incapaz de moverse. La expectación me tenía petrificada.

—He leído tu relato... — conseguí decir al fin.

—¿Y qué te ha parecido? — inquirió en un susurro, girando su rostro hacia el mío.

—Esperanzador... — musité.

—Esperanzador... — repitió despacio — ¿Para quién?

—Para ambas.

—Entonces... ¿puedo soñar libremente? — preguntó con ese tono tan pícaro que tanto me gustaba.

—Sí puedes. De hecho, todos deberíamos hacerlo — respondí emocionada.

—No todo el mundo tiene la valentía para soñar — declaró, situándose detrás de mí. Sus brazos se deslizaron a ambos lados de mi cuerpo, apoyando sus manos en la barandilla, rodeándome por completo, pero todavía sin tocarme.

—Tú sí la tienes — declaré, mientras sentía cómo la cercanía de su cuerpo me aturdía — De lo contrario no habrías volado hasta aquí, arriesgándote a que te rechazara como lo hice.

—En eso te equivocas. Estaba aterrada, no sabía si te había perdido para siempre — me susurró. Sus labios rozaron mi oreja con delicadeza.

—Pero aún así, viniste — dije en un hilo de voz.

—Sí, lo hice porque Pavell me ayudó a comprender que lo que siento por ti podía no volver a repetirse jamás. Y había algo que temía todavía más que tu rechazo.

—¿Qué?

—Arrepentirme de no haberlo intentado siquiera. No quería imaginarme a mí misma en unos años, a solas en algún lugar, lamentándome por no haber cogido ese avión.

—Me alegro de que lo intentaras — dije mirando hacia la ciudad. Sus manos se deslizaron por la barandilla hasta entrelazarse con las mías, y su pecho por fin se apoyó en mi espalda. Era muy agradable volver a sentir su calor.

—¿Aunque leyera tu relato sin permiso?... — volvió a susurrar en mi oído.

—Sí, aunque lo hicieras. Al principio quería matarte...

—Siempre tan agresiva... — Su sensual risa me acarició. Tuve que inspirar hondo para poder seguir hablando.

—Sí, quería matarte — volví a decir —, pero cuando fui recibiendo tus sobres ya no pude seguir enfadada. Estabas respondiendo a muchas de mis preguntas, así que ya no tenía nada que reprocharte.

—Elena...

Mientras pronunciaba mi nombre como sólo ella sabía hacerlo, me giró muy despacio hasta que nuestros rostros se encontraron.

—Elena... — repitió, mirándome a los ojos —, no sabes cuánto siento haberte hecho tanto daño. Aquella noche del concierto te dije cosas que no pensaba. Y tampoco eres la pieza inservible de mi puzzle; eres la única pieza que consigue que las demás tengan sentido. Dije tantas tonterías...

—Yulia, yo también siento haberte mentido — me disculpé por fin; hacía mucho tiempo que quería hacerlo — Jamás debí ocultarte lo que sabía sobre tu pasado. Y tampoco debí esperar tanto a avisarte del grave estado de Magda. Yo no quería herirte, pero...

Sus brazos me rodearon, y sus manos comenzaron a peinar mi cabello con dulzura.

Después de tanto tiempo esperando aquel contacto, no podía creer que por fin su cuerpo estuviera protegiendo el mío de aquella forma. ¿Cómo había sobrevivido sin sus abrazos?

—Ven conmigo — susurró, tirando suavemente de mí, camino a la elegante habitación que se había impregnado de su olor.

Se acercó a su portátil y buscó algo rápidamente con un movimiento del ratón.

Poco después Just Say Yes, la canción que había interpretado en Sacred Grounds para mí, volvía a sonar en su versión original por los altavoces de su ordenador.

—Hay una parte de la canción que no he podido experimentar como es debido todavía — me avisó, acercándose muy despacio.

—¿Qué parte?

—Sólo espera un poco — me pidió, mientras acariciaba mi rostro con su pulgar.

Se iba aproximando cada vez más, pero de forma tan gradual que casi parecía que lo hacía a cámara lenta. La canción avanzaba y yo quería gritarle que sí, que no tenía que esperar más, que nada me impedía ya volver a ser suya. Veía ese sendero, lo veía muy claro; ella era el único camino que llegaba hasta mí. Por fin me abrazó de nuevo, apretando mi pecho firmemente contra el suyo, tanto que nuestros corazones se tocaban.

Entonces ella comenzó a cantar de nuevo, muy bajito, dejando que la voz del cantante de Snow Patrol siguiera destacando por encima de la suya.

I can feel your heart beat through my shirt

This was all I wanted, all I want

It's all I want

It's all I want

Its all I want

Its all I want.

(Puedo sentir el latido de tu corazón a través de mi camiseta

Esto es todo lo quería, todo lo que quiero
Es todo lo que quiero
Es todo lo que quiero
Es todo lo que quiero
Es todo lo que quiero.)


Just say yes, just say there's nothing holding you back It's not a test, nor a trick of the mind
Only love.


(Sólo di sí, sólo di que no hay nada que te lo impida
No es una prueba, ni tampoco un truco de la mente
Solo amor.)


Mientras la canción seguía sonando, me separé ligeramente de su lado y le miré directamente a sus increíbles ojos.

—Yes, yes, yes... — repetí una y otra vez, para dejarle claro que ya no debía esperar más.

Sus manos tomaron mis mejillas con suavidad, observándome detenidamente.

Parecía estudiar cada detalle de mi rostro, retrasando deliberadamente ese momento que tanto deseaba. Podía percibir el calor de su cuerpo, tan próximo al mío, y me moría por sentir sus labios sobre los míos. La emoción me paralizaba, por lo que no era capaz de dar el paso final para por fin besarla de nuevo aquella noche. Temía que al hacerlo todo pudiera esfumarse como si de un sueño se tratase. Permanecí inerte, disfrutando de aquella escena que me mantenía suspendida en el tiempo, como si los relojes ya no marcaran las horas. Yulia fue aproximando su rostro muy lentamente al mío, pero sin llegar a besarme todavía.

—No te puedes hacer una idea de lo mucho que te he extrañado — susurró, acariciándome levemente con su respiración.

—Sí puedo... — respondí casi sin aliento — He pasado por el mismo tormento que tú.

—Creo que ha llegado el momento de acabar con este sufrimiento...

Por fin me volvió a besar, y fue más intenso, más dulce y más ardiente que la vez anterior en el Sacred Grounds. A continuación, me abrazó mientras me besaba y me condujo hasta la cama.

—Te amo — susurró, una vez me tuvo tendida bajo su cuerpo —, y no pienso permitir que nada nos vuelva a separar. Estoy aquí para siempre, así que ni se te ocurra alejarte de mí nunca más.

—Siento decirte que el verano que viene tengo la firme intención de venir de nuevo para dar los cursos — le avisé juguetona.

—En ese caso, creo que no me quedará más opción que venir contigo — susurró mientras jugaba con el lóbulo de mi oreja — No quiero que vuelva aparecer una Lena que trate de confundirte.

—¡Ja, ja, ja!... — reí llena de júbilo y excitación — Bueno, de ti dependerá que no sienta la tentación de fijarme en alguna guapa surfista...

—Creo que eso no va a suceder, porque tengo la firme intención de hacerte tan feliz que no sentirás la más mínima curiosidad por nadie más.

—¿En serio? — bromeé.

—¿Quieres que te lo demuestre ahora mismo? — ronroneó en mi oído.

Comenzó a desnudarme con calma, mientras iba descubriendo de nuevo cada centímetro de mi piel. Sería absolutamente imposible que yo experimentara nada parecido con alguien más, sólo ella podía hacer que mi corazón y mi mente estuvieran absolutamente de acuerdo. Estaba, como no podía ser de otra manera, enamorada de Yulia Volkova de los pies a la cabeza.

Y aquella noche dejé que mis sentimientos se entrelazaran con los suyos mientras hacíamos el amor como si fuera la primera vez.



⏩⏩⏩
RAINBOW.XANDER
RAINBOW.XANDER

Mensajes : 1808
Fecha de inscripción : 18/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires

A Fati20 le gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Corderito_Agron 10/2/2023, 9:42 pm

Tan perfecta 💞 tan hermoso 💘 y tan especial 🤩 que Yulia enamora a cualquiera con sus Sorpresas
Corderito_Agron
Corderito_Agron

Mensajes : 207
Fecha de inscripción : 18/02/2023

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Fati20 10/3/2023, 12:03 am

Que capitulo más perfecto justo lo que mtevisn merecían y merecíamos después de tanto dolor y tristeza 😍😍😍 tan lindos y románticas amandose con tanta pasión y entrega, disfrute mucho mucho el capitulo. Saludos cariño mio 😘😘😘😘
Fati20
Fati20

Mensajes : 1280
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 31
Localización : Venezuela

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por soy_yulia_volkova 10/3/2023, 7:31 am

😍😍😍😍 muero de amor 😍😍😍
soy_yulia_volkova
soy_yulia_volkova

Mensajes : 167
Fecha de inscripción : 06/03/2023

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por RAINBOW.XANDER 10/4/2023, 9:29 am

Sorpresas III

Yulia:

Sentada sobre la cama, con mi espalda apoyada en los almohadones, observaba la oscuridad de la bahía con Elena recostada sobre mi pecho. Todo estaba en calma.

No se escuchaba ni un sólo sonido a nuestro alrededor. Cerré los ojos y disfruté del contacto de su piel mientras acariciaba su largo y brillante cabello. Ya no había ansiedad ni miedo ni angustia. Lo único que sentía era una inmensa y apacible felicidad.

—¿Cómo has conseguido hablar con Nico sin que yo me enterara? — preguntó de repente.

—Henry me ayudó — respondí sonriendo — Desde que llegué él me ha estado apoyando. Pavell se encargó de avisarle de mi llegada.

—¿Te das cuenta de que al final ha sido él quien nos ha vuelto a unir?

—Sí, gracias a él estoy aquí — admití — Prácticamente me metió a la fuerza en ese avión.

Una cálida risa brotó de su garganta, y yo la seguí.

—Estoy muy orgullosa de ti. Has sabido enfrentarte a tus fantasmas de frente, y eso te ha permitido poder empezar de cero.

—No podía seguir viviendo con tanto odio. Esa amargura sólo podía provocar más dolor aún.

— ¿Por qué a veces cuesta tanto encontrar las respuestas? — suspiró — Nos hundimos en lo más profundo, y cuando por fin sacamos la cabeza a la superficie, nos damos cuenta de que la solución estaba justo allí, flotando a nuestro lado.

—Elena, lo que ocurre es que para poder verla con claridad hay que tocar fondo primero. Es la única forma de aprender. Sin errores no hay aciertos.

—Sí, y hay veces que lo que parece un desastre total te conduce a descubrir algo inesperadamente bello.

—Es como esas láminas que colgaste en mi cuarto. Si no hay días tristes y lluviosos, no podemos percatarnos de lo bonito que son los días soleados. Sin sombras no hay luz.

—¿Cómo sabes que yo las colgué? — preguntó perpleja.

—Lo descubrí hace mucho, tu madre me lo contó — le confesé — Y lo que tú no sabes es que, sin darte cuenta, supiste darle sentido a ese dormitorio en el que sin esas láminas me habría sentido una completa extraña. Gracias a esos dos cuadros me sentí comprendida.

—Supongo que era inevitable que termináramos conectando... — observó — Por mucho que quisiéramos odiarnos, tú y yo nos complementamos como esas dos láminas. Sólo era cuestión de tiempo que lo descubriéramos.

—Sí, no podíamos hacer nada por evitar la verdad — asentí complacida — La gran lección que he aprendido es que todo en esta vida guarda una perfecta simetría. El dolor puede ser muy intenso, pero la felicidad también. El truco está en saber apreciarla cuando la tienes adelante.

—El dolor fue el que me impulsó a venir aquí. Y gracias a ese impulso, he tenido la oportunidad de dejar mi tristeza a un lado para ayudar a otras personas.

—Yo también estoy muy orgullosa de ti — declaré emocionada, besando su cabello mientras continuaba acariciándola — Es increíble todo lo que has conseguido durante este verano. Has ayudado a una niña a ser más feliz, y en el proceso te has convertido en una mujer más maravillosa si cabe.

—¿Qué te ha contado Henry sobre Debbie? — preguntó, girándose para mirarme de frente.

—No me ha contado mucho. Una imagen vale más que mil palabras...

—¿Una imagen?

—Te observé dando tu última clase a esa niña — le confesé — La forma en que la mirabas y la confianza ciega que ella mostraba en ti me dejaron maravillada.

—¿Estabas allí? — preguntó atónita.

—Sí. Henry me invitó al rancho el día que el curso llegaba a su fin. Estabas tan absorta en tu trabajo que no te percataste de que yo las observaba desde una esquina.

—¿Cómo puede ser que no te viera?

—Estabas totalmente dedicada a esa preciosa niña, por lo que no fue difícil pasar desapercibida. Cuando terminó la clase, me retiré sigilosamente, así que no pudiste verme.

—Como siempre, ¡eres una caja de sorpresas! — me amonestó cariñosamente.

—No soy la única. Es un placer comprobar que ya nada te asusta.

—Hay algo que todavía temo...

—¿Qué?

—Que este momento sea un espejismo. No quiero dormirme y despertar por la mañana para comprobar que esta noche de película ha sido solo un sueño.

—Elena, es un sueño. Pero te juro que no te vas a despertar nunca — le aseguré, rodeándola firmemente con mis brazos — Yo me encargaré de mantenerte sumida en esta fantasía para siempre.

—¿Para siempre? — preguntó, con sus enormes ojos verdes perdiéndose en los míos.

—Sí, mi amor. Para siempre...


⏩⏩⏩

Y bien, acá les dejo el penúltimo capítulo, celebrando el cumpleaños de la pelirroja más hermosa del mundo, Lena Latina!!!! 💞🥳🥳

Luego subo el capítulo final, nenas. Un abrazo y un beso 😘💋
RAINBOW.XANDER
RAINBOW.XANDER

Mensajes : 1808
Fecha de inscripción : 18/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires

A Fati20 y a Veroska les gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por soy_yulia_volkova 10/4/2023, 10:45 am

Feliz cumpleaños Lenita!!! 😘😘🥳🥳🥳 Hermosa mujer 😍😍 y espero con ansias leer el capítulo final esta noche
soy_yulia_volkova
soy_yulia_volkova

Mensajes : 167
Fecha de inscripción : 06/03/2023

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Fati20 10/4/2023, 2:57 pm

Que lindo que estén tan felices y aprendieran de tantos errores y sufrimientos. Hay si hoy esta cumpliendo años nuestra diosa Lena Katina 😍😍😍😍. Saludos cariño
Fati20
Fati20

Mensajes : 1280
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 31
Localización : Venezuela

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Corderito_Agron 10/4/2023, 3:36 pm

Siiii Lenita está de cumpleaños número 39 😍 se ve tan espectacular como nunca I love youI love you
Corderito_Agron
Corderito_Agron

Mensajes : 207
Fecha de inscripción : 18/02/2023

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por RAINBOW.XANDER 10/4/2023, 8:32 pm

De nuevo septiembre

Elena:

Hoy hace un año que Yulia me sorprendió en la estación. La chica desconocida que probablemente no iba a adaptarse a nuestra sencilla forma de vida, se queda. Y para celebrarlo, esta noche va a dar una fiesta en la pequeña casita que ha comprado en Novosibirsk con el dinero que ha conseguido por la venta del piso de Magda. Ha dejado el pasado atrás, y entre todos vamos a ayudarla a que construya ese futuro que empieza a partir de ahora. Esta noche estaremos allí todos y cada uno de los que formamos parte de su nueva vida, incluido su padre, quien está consiguiendo ganarse su afecto más rápidamente de lo esperado. De hecho, se están haciendo inseparables.

Yulia ha mantenido su promesa; mi vida, por muy raro que me parezca, es una fantasía. Estoy tan acostumbrada a sufrir, a hundirme en mis depresiones, que este estado de bienestar y absoluta felicidad todavía me parece un espejismo. Cuesta acostumbrase a que las cosas sean fáciles y maravillosas. Pero he aprendido a dejarme llevar, y estoy disfrutando de cada segundo de esta nueva vida. Llegarán momentos duros, eso será inevitable. Sin embargo, ahora cuento con armas suficientes para superar cualquier obstáculo. Tengo a mi familia, a mis amigos, a mí misma y sobre todo, el amor incondicional de mi Yulia. Con todas esas bendiciones es imposible que la desesperación me vuelva a derrotar.

Sentada sobre una roca en el Monte de la Luna escribo las últimas líneas de este largo relato escrito entre las dos. Soul pasta a sus anchas a unos metros y Hani está sentada a mi lado, siempre tan fiel y agradecida. En el iPod suena la canción que nos unió por primera vez.

Siento mi piel erizada, como si hubieran conectado mis terminaciones nerviosas a una fuente de energía externa que fluye hacia mis entrañas. La letra parece incluso más apropiada ahora, que la primera vez que la canté junto a ella.

You sing and I'm killed
I'm just not the same...
As I was a year ago and each minute since then...


(Tú cantas y me matas
Ya no soy el mismo...
Que hace un año y cada minuto desde entonces...)


Entre las dos hemos dado forma a lo sucedido en el último año, y guardaré este resumen de todo lo vivido a buen recaudo. Si alguna vez vuelvo a dudar, si alguna vez me vuelvo a hundir, abriré el cajón de los recuerdos para así tener muy presente que siempre hay una puerta a la esperanza. Por muy oscuro que se pueda volver el cielo, siempre hay un día soleado tras las nubes. Como dijo el filósofo indio Rabindranath Tagore:

''No llores porque el sol se oculta, pues las lágrimas no te dejarán ver las estrellas. ''

Una familiar sonrisa me hace estremecer.

Un escalofrío sacude mi cuerpo.

La satisfacción en el resplandeciente rostro de Magda me hace dudar... ¿Es fruto de mi poderosa imaginación? ¿O ella se encuentra realmente frente a mí, llena de luz y energía?

La respuesta no importa. Los sucesos más bellos suelen ser inexplicables. Lo realmente importante es que he mantenido mi promesa; su nieta por fin es feliz. Yo también lo soy, y como le dije aquella tarde en su dormitorio, jamás dejaré de hablar con ella, porque sé que esté donde esté ella siempre me escucha.

Magda, gracias por darme al mejor y más lindo regalo de mi vida, te prometo que la amaré y la cuidaré por el resto de mi vida, así como ella me amará y me cuidará por el resto de la suya.

Fin.


💕💕💕

Creo que el final es justo, ni sobró ni faltó porque creo que es imposible imaginar que el resto de sus vidas van a ser felices para siempre.
Fue una linda historia, llena de altibajos y tristezas pero también alegrías y muchas emociones que nos hicieron vivir cada capítulo como la vida misma.
Gracias a ustedes siempre por estar allí. Leyendo, comentando y sobre todo, sintiendo.

Las quiero... A todas por igual, comenten o no, siempre es agradable subir una historia para ustedes.

RAINBOW.XANDER
RAINBOW.XANDER

Mensajes : 1808
Fecha de inscripción : 18/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires

A Veroska y a Le Boheme les gusta esta publicaciòn

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Corderito_Agron 10/5/2023, 9:46 am

Bonita historia 😍😀 me encantó leerla y con ansias ya espero la próxima. Créeme que es una salida a la realidad de vez en cuando.

Saludos
Corderito_Agron
Corderito_Agron

Mensajes : 207
Fecha de inscripción : 18/02/2023

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Fati20 10/5/2023, 12:09 pm

Si fue una historia muy interesante e intensa llena de tantas emociones y con un muy bien final, les toco aprender muchas cosas a la mala pero al final lo más importante paso qué es aprender de los errores. Gracias a ti por darnos una historia más que nos hace sentir tanto día a día, esperare con muchísimas ansias esa nueva historia que nos darás. Muchos saludos cariño 😘😘😘
Fati20
Fati20

Mensajes : 1280
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 31
Localización : Venezuela

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por psichobitch2 10/5/2023, 9:43 pm

Excelente historia y adaptación. Había leído el libro original y me alegra saber lo bien que adaptaste los personajes según su género. Espero que subas una nueva muy prontito y gracias por compartirlas.
psichobitch2
psichobitch2

Mensajes : 258
Fecha de inscripción : 25/05/2015
Edad : 31
Localización : New York - EEUU

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por soy_yulia_volkova 10/7/2023, 8:00 am

🥺 estoy triste porque ya se terminó Crying or Very sad pero me encantó leerla de principio a fin ... La trama fue muy linda y fuerte... Hubo muchos sentimientos encontrados y la pasión y el drama tuvieron su equilibrio... Gracias por compartir este fics y espero otra nueva historia con ganas 💞🙏
soy_yulia_volkova
soy_yulia_volkova

Mensajes : 167
Fecha de inscripción : 06/03/2023

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por LenaVolkova66 10/8/2023, 7:30 am

Fue una historia muy linda. El encuentro fue genial, todo lo que vivieron ambas chicas me pareció muy hermoso. Espero que subas otra historia pronto.
LenaVolkova66
LenaVolkova66

Mensajes : 139
Fecha de inscripción : 15/04/2023

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Ice-Man 10/10/2023, 8:25 am

Hola cuando vas a subir una nueva historia
Ice-Man
Ice-Man

Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 08/03/2023

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Edith 2410 lopez1 10/19/2023, 10:57 am

Me gustó mucho esta historia sobre todo la música.... Que wow, leer un cap con alguna canción de snow patrol es un plus. Bueno para mi...

Edith 2410 lopez1

Mensajes : 4
Fecha de inscripción : 29/10/2022

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Veroska 10/29/2023, 2:04 am

Fue una linda historia Xander, gracias por compartirla, otro matiz de historia que deja el final abierto de todo lo que puede ser una vida junto a alguien que amas.
Veroska
Veroska

Mensajes : 36
Fecha de inscripción : 18/02/2023

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por RAINBOW.XANDER 10/29/2023, 1:18 pm

Edith 2410 lopez1 escribió:Me gustó mucho esta historia sobre todo la música.... Que wow, leer un cap con alguna canción de snow patrol es un plus. Bueno para mi...

En particular, cada una de las canciones acá citadas por la autora, fueron geniales y cuando leí por primera vez este fics, escuchaba el disco y me fascinó. Me alegro que a vos también te haya gustado. Un beso
RAINBOW.XANDER
RAINBOW.XANDER

Mensajes : 1808
Fecha de inscripción : 18/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires

Volver arriba Ir abajo

LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU  - Página 6 Empty Re: LA CANCIÓN NÚMERO 7// LENA BLAU

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Página 6 de 7. Precedente  1, 2, 3, 4, 5, 6, 7  Siguiente

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.