NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
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Fati20
Eac
RAINBOW.XANDER
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NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Holis!!!! Acá de nuevo pero esta vez, les traeré una nueva historia... "No pidas deseos en la oscuridad".
Esta historia está cargada de drama, algo de ciencia ficción y terror, es bastante fresca y me encantan este tipo de historias. Espero que a uds también los atrape como ya pasó conmigo una vez. Les dejo el primer capítulo y leeré sus opiniones.
A leer!!
Capítulo 1: Pero cuando la encuentras, siempre estará abierta.
Llevaba llamando a Ekaterina toda la tarde, pero desde que recibió los últimos mensajes no sabía que más hacer.
De por sí, la noticia que le dio su hermana ya le parecía muy rara.
–¿Una fiesta un día viernes al mediodía? ¿En Halloween? ¿Con muchas celebridades? ¿A las afueras de la ciudad?... ¿Y, Ekaterina estaba invitada?
Pero nada de lo que le cuestionó a su hermana mayor la hizo cambiar de opinión o mucho menos de humor. Ekaterina ya había arreglado cita y no tardó nada en estar lista y despedirse de su hermana menor.
Lena avisó a sus padres de los planes de su hermana y los suyos, los cuales consistían en asistir a otra fiesta por la noche, la que era más normal en ese día. Ya tenía su disfraz, sería una vampiro.
–No muy original, lo sé, pero es mejor que un fantasma o novia muerta llena de sangre – pensó.
Pero sus planes para la noche comenzaron a restar importancia a medida que los asuntos con Ekaterina se volvieron algo… curiosos.
Primero, la pelirroja recibió un mensaje donde se dictaba una dirección, como sabía, a las afueras de ciudad. Esto no llamó tanto su atención, como hermanas que eran, y sabiendo que sus padres no estaban en casa, dar la dirección de en donde se encontraban, era una forma de decir que estaban bien y que se encontraban allí, por si algún percance aconteciese.
Lo que si llamó su atención, fue lo conciso del mismo. Solo la dirección y nada más. No quejas de Ekaterina, no exclamaciones de lo genial que era, no una foto de ella con su cita o acosando alguna celebridad.
Pensó en contestarle algo, pero desistió al recordar lo rara que era su hermana, seguramente tendría señales de ella pronto.
Y así fue… pero no las señales que ella esperaba.
Desde las 2 de la tarde, hasta un poco más de las 5, el teléfono de Lena no dejó de sonar, notificándola con mensajes y si… Eran del teléfono de Ekaterina, pero…
No parecía ella.
De hecho, no parecía de ninguna persona… que supiera escribir, por lo menos.
Todos y cada uno de los mensajes, que llegaban con una diferencia de 20 o 45 minutos, eran indescifrables. Lena no lograba hilar siquiera una sola palabra. Parecía que Ekaterina apretaba al azar los botones y lo mandaba.
Intentó llamarla desde el primer momento, pero solo daba tono ocupado todo el tiempo. La preocupación por su hermana cesó de golpe, al recordar una vez que esta había ingerido alcohol de más.
Aquella vez, la mayor de las Katin llamó a su hermana para que la socorriera de una especie de pelea callejera.
Nunca supo como llegó hasta allí, pero las cosas no pasaron a mayores… diferente hubiera sido si su padre se hubiera enterado. El señor Katin tenía estrictas reglas sobre el consumo de alcohol… reglas a las que Ekaterina hacia oído sordo sabiendo que Lena la sacaría de problemas.
Esta parecía ser una de esas veces.
Lena se fijó en la hora y ya casi eran las 6 de la tarde. La fiesta comenzaría a las 8. Necesitaba a alguien que le diera un aventón.
Llamó a Andrey e intentó quedar con él, pero el moreno estaba ocupado dándole relajantes a su abuela para que esta durmiera y no saliera a pegar con su escoba a los chicos que ya comenzaban a pasar pidiendo dulces.
Pensó en Yulia y descartó esa posibilidad al instante. ¿Fyodor? Llegarían al día siguiente en la bicicleta familiar.
Marcó a Vlad y para su fortuna el chico estuvo encantado de ayudarla. Ambos no contaban con mucho tiempo, así que la buscaría de inmediato y traerían a Ekaterina cuanto antes. Con un poco de suerte, esta vez no vomitaría en el tapizado.
Vlad no tardó en aparecer en su casa… pero no estaba solo.
–¿Yulia?
–Katina.
–¿Por qué estas disfrazada ya?– preguntó la pelirroja viendo el atuendo de Yulia, que consistía en una polera corta negra, con unas medias del mismo color y un remera sin mangas en borgoña, con un brillante collar en forma de murciélago, y para terminar, una capa negra con cuello puntiagudo.
–¿Quién dijo que estoy disfrazada?
–Yulia eligió esta vez los vampiros… aunque los odia – explicó Vlad.
–La gente necesita saber de qué va un verdadero vampiro… el concepto está tan ridiculizado últimamente.
–¿Qué? ¡No!– exclamó Lena, recordando que tenía el mismo disfraz de Yulia.
–¿No qué?
–¡Nada! Será mejor que nos apuremos… tengo muchas cosas que hacer cuando llegue – terminó la pecosa, pensando ya que suplantaría su disfraz.
~~*~~
–Estamos perdidos…
–No, no lo estamos, ¿verdad?
–Claro que no.
–Claro que sí.
–No seas negativa.
–Soy realista… y estamos perdidos.
–No, no lo estamos.
–…
–…
–…
–Okey, nos perdimos.
–Maldita sea, llevamos como dos horas dando vueltas. Que se pudra tu hermana en un coma alcohólico, llegaremos tarde a la fiesta.
–Yulia…– reprendió Vlad.
–¿Qué?
Lena se tomó la cabeza. Era verdad, ya habían dado muchas vueltas y realmente la dirección era alejada de la ciudad. Estaba segura que la ruta estatal quedaba cerca y la nada los llevaba a árboles y pequeños montículos que dificultaban la vista de toda la zona y las calles, no hacían más que cruzarse un sinfín de veces. Y no, nadie alrededor para preguntar.
Agarraba el teléfono de su mano, cansada ya de llamar a su hermana, cuando una bocina hizo que levantara su vista.
–Oh, ya llegó la caballería– exclamó Vlad, bajándose del auto.
Lena y Yulia lo imitaron, notando ambas como el atardecer comenzaba a manchar todo el paisaje de naranja.
El auto que se acercaba a ellos era marrón, y ambas chicas también lo conocían.
–¿Qué pasó, gente?– saludó Andrey, desde el asiento de piloto, posicionándose a la par de Vlad.
–¿En serio? ¿Zombie, hermano?
–¿Y tú, de que te disfrazaste? ¿De moscovita perdido?– se burló Andrey y ambos rieron.
–Holis – dijo Nastya desde el asiento de copiloto.
–¿Que hay, Nastya?– la saludó también Vlad.
–¿Trajiste a toda la banda?– preguntó con molestia Yulia, quien ya estaba a la par del auto, donde en los asientos de atrás se podía ver a Fyodor – ¿Y este, de que se disfrazó?
–Soy Drácula ¿no ves mis colmillos y mi capa negra?
–¡No es cierto!– exclamó molesta Lena, viendo truncado su disfraz de vampiro por segunda vez.
–Fyodor, si no quieres ir de Drácula apaleado por una mujer molesta a la que le copiaron el disfraz, te recomiendo que vuelvas a tu casa y lo cambies– le dijo Yulia con naturalidad y una sonrisa.
–¡Da igual! ¿Qué hacen todos aquí?– preguntó Lena, viendo impaciente su reloj de muñeca.
–Llamé a Andrey para que nos ayudara, el conoce mejor estas rutas.
–Sí, es cierto, y yo me había comprometido con Fyodor para llevarlo a la fiesta conmigo… y por si no lo notaron, ya estamos en hora.
–¿Y Nastya?
–Yo quise venir– contestó esta con una sonrisa.
–¿Y tú disfraz?
–Oh, en mi casa… esperando a que lo use.
–¡Nastya! No tenemos tiempo de volver a tu casa a que te cambies– le dijo molesta Yulia.
–Lena y yo tampoco estamos disfrazados aún – comentó Vlad.
–¿Katina, no?– preguntó con ironía Yulia.
–Muy chistosa, Yulia. Pero Vlad tiene razón. No estamos listos para la fiesta y todavía no encuentro a mi hermana, creen ¡Por favor! Que podríamos dejar esto para más tarde y encontrar la maldita fiesta de famosos donde Ekaterina está, seguramente, vomitando ponche en algún arbusto.
–Claro…
~~*~~
El IPhone de Vlad comenzó a sonar en el auto.
–Yulia, atiende, estoy conduciendo.
La pelinegra tomó el IPhone y lo puso en altavoz.
–¿Qué pasó, Andrey?
–Ustedes, los moscovitas realmente son muy malos en esto de encontrar direcciones ¿sabías?
–¿Encontraste la casa?
–Yep.
En una parte del trayecto, el recorrido se dividía en dos calles, una que parecía seguir por la interestatal y otra que no tenía ningún tipo de aviso, y que era de tierra. Los chicos quedaron en separarse y el auto de Andrey tomó el camino más pantanoso.
–Okey, dime como llegar y estaremos allí en unos minutos.
–Seguro… les encantará ver esta… fiesta.
~~*~~
Los tres chicos bajaron del auto de Vlad, acercándose a Andrey que los esperaba sentado en el capó de su vehículo.
–Waaaw, esta sí que es una fiesta de famosos, a lo todo dar, seguramente– exclamó con sarcasmo Yulia.
La enorme casa que tenían en frente era realmente imponente por lo simple y grande que era. Aparentaba tener 3 pisos, pero su frente solo mostraba una lisa pared de madera blanca con varias ventanas distribuidas y un enorme techo en “V” color negro. No había plantas, ni estatuas, ningún tipo de decoración a los alrededores, solo árboles.
Y lo que más llamaba la atención de la “fiesta” que se llevaba a cabo… era la ausencia de la misma. No había nadie, ni siquiera una luz se veía en el interior del lugar.
–¿Estás seguro que esta es la casa?– preguntó Lena, sin poder creerlo. Andrey solo le señaló un pequeño buzón cerca de la entrada.
Lena se acercó y pudo ver la misma dirección narrada allí que el mensaje que Ekaterina había dejado.
–No, no entres…
Miró a un costado y pudo ver como Fyodor le tomaba la mano a Nastya para que esta se alejara de un ventanal de la parte de abajo. La castaña se zafó y puso sus manos alrededor de sus ojos, pegándose al vidrio para ver.
–Quizás sean esas fiestas con temáticas – dijo– ya saben, esa que ocurre un asesinato de mentira y los miembros de la fiesta deben averiguar quién es.
–No lo creo, Nastya – negó Vlad, acercándose también al ventanal e intentando divisar algo.
Lo que ambos podían ver, no era la gran cosa. Un pasillo con paredes blancas que seguía a la izquierda y se perdía, una mesa con un florero negro y nada más.
–¿Por qué no la llamas de nuevo, Lena? – dijo Yulia, con un tono de voz curioso. Observaba con detenimiento la casa, aún a una distancia prudente.
La pelirroja hizo caso, pero como antes nada paso.
–Escucho algo– dijo Nastya.
–Yo no escucho nada – dijo Vlad, después de intentar agudizar su oído.
–Es el teléfono, suena adentro – insistió Nastya.
–¿Segura?– Vlad aún no podía escuchar nada.
–¿Saben?– comentó Yulia, haciendo que todos pusieran su atención en ella, comenzaba a caminar hacia la entrada – Existe una leyenda… sobre una casa fantasma.
–¡Ay no!– chilló Fyodor mirándose para abajo y lamentándose tener sus manos ocupadas con comida, porque esto evitaba que pudiera taparse los oídos.
–La leyenda dice que las personas que entran en esa casa… jamás logran salir de esta. Varias desapariciones se hicieron, pero nunca nadie logró volver a ver esas personas.
–Eso es ridículo, Yulia – la cortó Lena, volviendo a marcar a Ekaterina – la policía hubiera entrado de a montones a la casa a buscar a las personas.
–Es por eso que es una casa fantasma, lentita – siguió Yulia– Los seres queridos de los desaparecidos le dieron la dirección a la policía… pero estos nunca lograron dar con la casa… dicen que es una casa di ambulante, casi imposible dar con ella…
Un gato saltó de un árbol a la par de Nastya, haciendo que esta se sobresaltara. Era un gato moteado, de colores naranja, negro y blanco. Con unos enormes ojos verdes que miraban atenta a la castaña.
Nastya sonrió e intentó acercarse al felino, pero este rápidamente se dirigió a la puerta de entrada, seguido por Nastya.
–…Pero cuando la encuentras, siempre te recibe con la puerta…– siguió narrando Yulia, mientras todos veían como Nastya miraba al gato arañando la entrada. Nastya tomó el picaporte y lo giró –… abierta.
La puerta de la enorme casa se abrió, con un ruido a oxidación, mientras Nastya la empujaba con su mano.
–No te vayas ¡espera!– le gritó la castaña al gato, pero antes de que entrara a la casa, Vlad la tomó del brazo.
–Espera, espera, espera… puede ser peligroso.
Yulia se acercó a su novio y también Andrey. Los tres vieron desde la puerta el interior de la casa. Nada fuera de lo común, excepto por el ensordecedor silencio y las paredes desnudas de blanco.
–Lena, llama de nuevo a Ekaterina – propuso Vlad y la pelirroja lo hizo, acercándose también a sus amigos.
Era débil, pero podía jurar que había escuchado el tono de llamada en algún lugar de la casa, aunque muy distante.
–Se los dije – comentó Nastya.
–¿A dónde van?... ¿chicos? – Fyodor seguía manteniendo una distancia muy prudente de la puerta, mientras veía como sus amigos de a poco se adentraban al lugar.
Nastya le hizo una seña para que se acercara y tomando valor, cerrando fuertemente los ojos se adentró al lugar, pasando a la par de la pelirroja.
La casa no tenía realmente nada que llamara mucho la atención, pero los chicos se vieron envueltos al instante por cierto embelesamiento por esta.
Para Lena era difícil de explicar, pero en ella nacía una sensación de curiosidad a cada segundo que estaba adentro. Como si se viera sumergida en un misterio el cual quería descifrar. No podía dejar de ver las paredes tan perfectas de blanco.
La sala principal en la que se encontraban, dejaban ver al fondo una enorme escalera de madera oscura, a los costados de estas, dos cuadros, enfrentados, pero desde la posición en la que se encontraban, no podía distinguir bien las figuras.
A su derecha, se encontraba uno de los ventanales por el que había visto Vlad y Nastya, y más adelante un pasillo con vuelta en la derecha también. A la izquierda solo un pasillo con una puerta cerrada.
Cada uno exploraba con inmensa curiosidad y embobamiento el lugar, y no fue hasta que un sonido de una puerta cerrándose, hizo que todos giraran con cierta alarma.
–¿Per…perdón? – intentó disculparse Nastya, viendo como todos sus amigos veían la acción que acababa de realizar. Había cerrado la puerta.
–Ábrela de nuevo, Nastya – exigió rápidamente Yulia.
–Okis – contestó la castaña y giró la perilla, halándola. La puerta se abrió sin ningún problema. Todos suspiraron aliviados – ¿Qué?
–Nastya, no cierres la puerta – le advirtió Fyodor.
–Okey.
–Bien, Lena llama a tu hermana ¿quieres? Este lugar me da mala espina – volvió a proponer Vlad, ojeando la casa nuevamente.
–Oh ¿El bebé se asustó? – se burló, Yulia. Pero se notaba que estaba bien atenta a todo lo que pudiera pasar a su alrededor.
Lena hizo caso omiso a la discusión que comenzaron sus compañeros y marcó a Ekaterina.
Todos se callaron al escuchar ahora más claramente el sonido de un IPhone.
–Viene de allá – señaló Vlad el pasillo a la derecha.
–Si…
Por unos minutos ninguno se movió del lugar.
–¿Y bien? ¿Qué esperan?– preguntó Yulia.
–No lo sé… todo esto es muy extraño – siguió Lena, que no apartaba su vista del pasillo derecho.
–Quizás es como dice, Nastya. Una fiesta temática y están todos escondidos… o una broma.
–Sí, o puede ser una forma de asaltarnos – comentó Vlad – lo he visto, te traen y te distraen, y cuando ven la oportunidad… ¡bang! Tu auto ya no está.
–¿Crees que secuestraron a Ekaterina?– preguntó Fyodor con preocupación, mirando para todos lados.
–Pues… no lo sabremos hasta que no lo descubramos ¿verdad?– dijo Yulia, encaminándose a la derecha con pasos firmes, girando para ver a sus compañeros – ¿No vienen?
–Me quedaré a cuidar los autos – contestó seguro Vlad de su teoría.
–Esperen, esperen… esto está muy mal. Mejor llamo a la policía o a mi papá o… a alguien – comenzó a decir Lena, marcando desde su IPhone, pero no tardó en levantar la mirada para ver a sus amigos – No hay señal…
–¿Qué? No puede ser, hace unos segundos llamaste a Ekaterina.
–Lo sé, lo sé, pero se activa el desvió al instante, no tengo nada de señal aquí.
–Intenta llamar a Ekaterina de nuevo.
–Nastya, no hay señal, es imposible que pueda…– pero Lena dejó de hablar al notar como nuevamente un tono de llamada se escuchaba en el lugar.
–¿Bueno?– insistió Yulia.
–Espera, iré contigo – se ofreció Andrey.
–Vamos todos juntos– se resignó Lena, uniéndose a sus amigos.
–Yo me quedaré… a cuidar los autos – repitió Vlad.
–Yo me quedaré con él – aseguró Nastya, poniendo su atención en el florero negro que había visto desde la ventana.
–Yo… yo… yo… yo también me quedaré a cuidar los autos, ya saben, como res…res…respaldo, no porque tenga miedo – siguió Fyodor.
–Sí, seguro – rodó los ojos Yulia y se encaminó con los dos chicos por el pasillo.
Apenas giraron, pudieron notar que el pasillo seguía y terminaba en una escalera del mismo color madera oscuro que la de la sala principal.
–Llámala de nuevo– ordenó Yulia.
Lena obedeció y el IPhone volvió a sonar.
–Está arriba.
–Si…
–Bien, hay que subir– dijo Yulia mientras se encaminaba.
Lena notó un pequeño interruptor de luz a los pies de la escaleras y lo encendió, haciendo que Yulia parara de golpe y mirara hacia abajo donde estaba.
–Se está poniendo algo oscuro – comentó la pelirroja.
Y era verdad, ya los tonos naranjas habían desaparecido y la casa se llenaba de sombras, la luz que los envolvía ahora mucho más útil y hacían ver al lugar menos espeluznante.
–Como sea…
Los tres subieron y al llegar a la siguiente planta, los recibió un pequeño descanso, donde a la derecha, otra escalera seguía a la siguiente planta y al frente de ellos, otro pasillo.
–Llámala de nuevo – volvió a ordenar Yulia – Es en esta planta – dijo luego de sentir el tono muy cerca de ellos.
Les tomó unos segundos más adentrarse por el pasillo, este se oscurecía al doblar a la izquierda.
–¿Ves otro interruptor? – preguntó Yulia y Lena comenzó a buscar por las paredes.
–Si – dijo finalmente, accionando uno que estaba justo detrás de ella.
Los tres giraron por el pasillo y se encontraron con otro aún más amplio. Este seguía por un tramo más largo antes de girar a la derecha y perderse, pero en ese pasillo habían dos puertas, de lo que parecían ser habitaciones amplias.
–Llámala de nuevo.
El sonido salió de la puerta más cercana a ellos. Yulia tomó el picaporte y mirando a sus dos amigos antes de girarlo, se dispuso a comprobar si la puerta estaba abierta… y así estaba.
–No veo nada– anunció luego de abrir la puerta completamente. Adentro no se veía más que la luz que salía del pasillo en el suelo de madera.
–Quizás si la llamo de nuevo…– dijo Lena mientras marcaba. Solo unos segundos y los tres pudieron ver una pequeña luz en el suelo de la sala.
Andrey se acercó a esta, convencido de que se trataba del iPhone. Lena, que ya pudo ver un poco mejor adentro, divisó un interruptor a unos pasos a su derecha.
–¿Huelen eso?– preguntó Yulia. Pero ninguno contestó.
–Aghhh, que asco– comentó Andrey levantando del suelo el aparato, ensuciando sus dedos con una especie de aceite.
–¿Es el de Ekaterina?– preguntó Lena tanteando la pared, cuando finalmente encontró el interruptor.
–Sí, es este, pero está cubierto de…
Y Lena encendió la luz.
Esta historia está cargada de drama, algo de ciencia ficción y terror, es bastante fresca y me encantan este tipo de historias. Espero que a uds también los atrape como ya pasó conmigo una vez. Les dejo el primer capítulo y leeré sus opiniones.
A leer!!
Capítulo 1: Pero cuando la encuentras, siempre estará abierta.
Llevaba llamando a Ekaterina toda la tarde, pero desde que recibió los últimos mensajes no sabía que más hacer.
De por sí, la noticia que le dio su hermana ya le parecía muy rara.
–¿Una fiesta un día viernes al mediodía? ¿En Halloween? ¿Con muchas celebridades? ¿A las afueras de la ciudad?... ¿Y, Ekaterina estaba invitada?
Pero nada de lo que le cuestionó a su hermana mayor la hizo cambiar de opinión o mucho menos de humor. Ekaterina ya había arreglado cita y no tardó nada en estar lista y despedirse de su hermana menor.
Lena avisó a sus padres de los planes de su hermana y los suyos, los cuales consistían en asistir a otra fiesta por la noche, la que era más normal en ese día. Ya tenía su disfraz, sería una vampiro.
–No muy original, lo sé, pero es mejor que un fantasma o novia muerta llena de sangre – pensó.
Pero sus planes para la noche comenzaron a restar importancia a medida que los asuntos con Ekaterina se volvieron algo… curiosos.
Primero, la pelirroja recibió un mensaje donde se dictaba una dirección, como sabía, a las afueras de ciudad. Esto no llamó tanto su atención, como hermanas que eran, y sabiendo que sus padres no estaban en casa, dar la dirección de en donde se encontraban, era una forma de decir que estaban bien y que se encontraban allí, por si algún percance aconteciese.
Lo que si llamó su atención, fue lo conciso del mismo. Solo la dirección y nada más. No quejas de Ekaterina, no exclamaciones de lo genial que era, no una foto de ella con su cita o acosando alguna celebridad.
Pensó en contestarle algo, pero desistió al recordar lo rara que era su hermana, seguramente tendría señales de ella pronto.
Y así fue… pero no las señales que ella esperaba.
Desde las 2 de la tarde, hasta un poco más de las 5, el teléfono de Lena no dejó de sonar, notificándola con mensajes y si… Eran del teléfono de Ekaterina, pero…
No parecía ella.
De hecho, no parecía de ninguna persona… que supiera escribir, por lo menos.
Todos y cada uno de los mensajes, que llegaban con una diferencia de 20 o 45 minutos, eran indescifrables. Lena no lograba hilar siquiera una sola palabra. Parecía que Ekaterina apretaba al azar los botones y lo mandaba.
Intentó llamarla desde el primer momento, pero solo daba tono ocupado todo el tiempo. La preocupación por su hermana cesó de golpe, al recordar una vez que esta había ingerido alcohol de más.
Aquella vez, la mayor de las Katin llamó a su hermana para que la socorriera de una especie de pelea callejera.
Nunca supo como llegó hasta allí, pero las cosas no pasaron a mayores… diferente hubiera sido si su padre se hubiera enterado. El señor Katin tenía estrictas reglas sobre el consumo de alcohol… reglas a las que Ekaterina hacia oído sordo sabiendo que Lena la sacaría de problemas.
Esta parecía ser una de esas veces.
Lena se fijó en la hora y ya casi eran las 6 de la tarde. La fiesta comenzaría a las 8. Necesitaba a alguien que le diera un aventón.
Llamó a Andrey e intentó quedar con él, pero el moreno estaba ocupado dándole relajantes a su abuela para que esta durmiera y no saliera a pegar con su escoba a los chicos que ya comenzaban a pasar pidiendo dulces.
Pensó en Yulia y descartó esa posibilidad al instante. ¿Fyodor? Llegarían al día siguiente en la bicicleta familiar.
Marcó a Vlad y para su fortuna el chico estuvo encantado de ayudarla. Ambos no contaban con mucho tiempo, así que la buscaría de inmediato y traerían a Ekaterina cuanto antes. Con un poco de suerte, esta vez no vomitaría en el tapizado.
Vlad no tardó en aparecer en su casa… pero no estaba solo.
–¿Yulia?
–Katina.
–¿Por qué estas disfrazada ya?– preguntó la pelirroja viendo el atuendo de Yulia, que consistía en una polera corta negra, con unas medias del mismo color y un remera sin mangas en borgoña, con un brillante collar en forma de murciélago, y para terminar, una capa negra con cuello puntiagudo.
–¿Quién dijo que estoy disfrazada?
–Yulia eligió esta vez los vampiros… aunque los odia – explicó Vlad.
–La gente necesita saber de qué va un verdadero vampiro… el concepto está tan ridiculizado últimamente.
–¿Qué? ¡No!– exclamó Lena, recordando que tenía el mismo disfraz de Yulia.
–¿No qué?
–¡Nada! Será mejor que nos apuremos… tengo muchas cosas que hacer cuando llegue – terminó la pecosa, pensando ya que suplantaría su disfraz.
~~*~~
–Estamos perdidos…
–No, no lo estamos, ¿verdad?
–Claro que no.
–Claro que sí.
–No seas negativa.
–Soy realista… y estamos perdidos.
–No, no lo estamos.
–…
–…
–…
–Okey, nos perdimos.
–Maldita sea, llevamos como dos horas dando vueltas. Que se pudra tu hermana en un coma alcohólico, llegaremos tarde a la fiesta.
–Yulia…– reprendió Vlad.
–¿Qué?
Lena se tomó la cabeza. Era verdad, ya habían dado muchas vueltas y realmente la dirección era alejada de la ciudad. Estaba segura que la ruta estatal quedaba cerca y la nada los llevaba a árboles y pequeños montículos que dificultaban la vista de toda la zona y las calles, no hacían más que cruzarse un sinfín de veces. Y no, nadie alrededor para preguntar.
Agarraba el teléfono de su mano, cansada ya de llamar a su hermana, cuando una bocina hizo que levantara su vista.
–Oh, ya llegó la caballería– exclamó Vlad, bajándose del auto.
Lena y Yulia lo imitaron, notando ambas como el atardecer comenzaba a manchar todo el paisaje de naranja.
El auto que se acercaba a ellos era marrón, y ambas chicas también lo conocían.
–¿Qué pasó, gente?– saludó Andrey, desde el asiento de piloto, posicionándose a la par de Vlad.
–¿En serio? ¿Zombie, hermano?
–¿Y tú, de que te disfrazaste? ¿De moscovita perdido?– se burló Andrey y ambos rieron.
–Holis – dijo Nastya desde el asiento de copiloto.
–¿Que hay, Nastya?– la saludó también Vlad.
–¿Trajiste a toda la banda?– preguntó con molestia Yulia, quien ya estaba a la par del auto, donde en los asientos de atrás se podía ver a Fyodor – ¿Y este, de que se disfrazó?
–Soy Drácula ¿no ves mis colmillos y mi capa negra?
–¡No es cierto!– exclamó molesta Lena, viendo truncado su disfraz de vampiro por segunda vez.
–Fyodor, si no quieres ir de Drácula apaleado por una mujer molesta a la que le copiaron el disfraz, te recomiendo que vuelvas a tu casa y lo cambies– le dijo Yulia con naturalidad y una sonrisa.
–¡Da igual! ¿Qué hacen todos aquí?– preguntó Lena, viendo impaciente su reloj de muñeca.
–Llamé a Andrey para que nos ayudara, el conoce mejor estas rutas.
–Sí, es cierto, y yo me había comprometido con Fyodor para llevarlo a la fiesta conmigo… y por si no lo notaron, ya estamos en hora.
–¿Y Nastya?
–Yo quise venir– contestó esta con una sonrisa.
–¿Y tú disfraz?
–Oh, en mi casa… esperando a que lo use.
–¡Nastya! No tenemos tiempo de volver a tu casa a que te cambies– le dijo molesta Yulia.
–Lena y yo tampoco estamos disfrazados aún – comentó Vlad.
–¿Katina, no?– preguntó con ironía Yulia.
–Muy chistosa, Yulia. Pero Vlad tiene razón. No estamos listos para la fiesta y todavía no encuentro a mi hermana, creen ¡Por favor! Que podríamos dejar esto para más tarde y encontrar la maldita fiesta de famosos donde Ekaterina está, seguramente, vomitando ponche en algún arbusto.
–Claro…
~~*~~
El IPhone de Vlad comenzó a sonar en el auto.
–Yulia, atiende, estoy conduciendo.
La pelinegra tomó el IPhone y lo puso en altavoz.
–¿Qué pasó, Andrey?
–Ustedes, los moscovitas realmente son muy malos en esto de encontrar direcciones ¿sabías?
–¿Encontraste la casa?
–Yep.
En una parte del trayecto, el recorrido se dividía en dos calles, una que parecía seguir por la interestatal y otra que no tenía ningún tipo de aviso, y que era de tierra. Los chicos quedaron en separarse y el auto de Andrey tomó el camino más pantanoso.
–Okey, dime como llegar y estaremos allí en unos minutos.
–Seguro… les encantará ver esta… fiesta.
~~*~~
Los tres chicos bajaron del auto de Vlad, acercándose a Andrey que los esperaba sentado en el capó de su vehículo.
–Waaaw, esta sí que es una fiesta de famosos, a lo todo dar, seguramente– exclamó con sarcasmo Yulia.
La enorme casa que tenían en frente era realmente imponente por lo simple y grande que era. Aparentaba tener 3 pisos, pero su frente solo mostraba una lisa pared de madera blanca con varias ventanas distribuidas y un enorme techo en “V” color negro. No había plantas, ni estatuas, ningún tipo de decoración a los alrededores, solo árboles.
Y lo que más llamaba la atención de la “fiesta” que se llevaba a cabo… era la ausencia de la misma. No había nadie, ni siquiera una luz se veía en el interior del lugar.
–¿Estás seguro que esta es la casa?– preguntó Lena, sin poder creerlo. Andrey solo le señaló un pequeño buzón cerca de la entrada.
Lena se acercó y pudo ver la misma dirección narrada allí que el mensaje que Ekaterina había dejado.
–No, no entres…
Miró a un costado y pudo ver como Fyodor le tomaba la mano a Nastya para que esta se alejara de un ventanal de la parte de abajo. La castaña se zafó y puso sus manos alrededor de sus ojos, pegándose al vidrio para ver.
–Quizás sean esas fiestas con temáticas – dijo– ya saben, esa que ocurre un asesinato de mentira y los miembros de la fiesta deben averiguar quién es.
–No lo creo, Nastya – negó Vlad, acercándose también al ventanal e intentando divisar algo.
Lo que ambos podían ver, no era la gran cosa. Un pasillo con paredes blancas que seguía a la izquierda y se perdía, una mesa con un florero negro y nada más.
–¿Por qué no la llamas de nuevo, Lena? – dijo Yulia, con un tono de voz curioso. Observaba con detenimiento la casa, aún a una distancia prudente.
La pelirroja hizo caso, pero como antes nada paso.
–Escucho algo– dijo Nastya.
–Yo no escucho nada – dijo Vlad, después de intentar agudizar su oído.
–Es el teléfono, suena adentro – insistió Nastya.
–¿Segura?– Vlad aún no podía escuchar nada.
–¿Saben?– comentó Yulia, haciendo que todos pusieran su atención en ella, comenzaba a caminar hacia la entrada – Existe una leyenda… sobre una casa fantasma.
–¡Ay no!– chilló Fyodor mirándose para abajo y lamentándose tener sus manos ocupadas con comida, porque esto evitaba que pudiera taparse los oídos.
–La leyenda dice que las personas que entran en esa casa… jamás logran salir de esta. Varias desapariciones se hicieron, pero nunca nadie logró volver a ver esas personas.
–Eso es ridículo, Yulia – la cortó Lena, volviendo a marcar a Ekaterina – la policía hubiera entrado de a montones a la casa a buscar a las personas.
–Es por eso que es una casa fantasma, lentita – siguió Yulia– Los seres queridos de los desaparecidos le dieron la dirección a la policía… pero estos nunca lograron dar con la casa… dicen que es una casa di ambulante, casi imposible dar con ella…
Un gato saltó de un árbol a la par de Nastya, haciendo que esta se sobresaltara. Era un gato moteado, de colores naranja, negro y blanco. Con unos enormes ojos verdes que miraban atenta a la castaña.
Nastya sonrió e intentó acercarse al felino, pero este rápidamente se dirigió a la puerta de entrada, seguido por Nastya.
–…Pero cuando la encuentras, siempre te recibe con la puerta…– siguió narrando Yulia, mientras todos veían como Nastya miraba al gato arañando la entrada. Nastya tomó el picaporte y lo giró –… abierta.
La puerta de la enorme casa se abrió, con un ruido a oxidación, mientras Nastya la empujaba con su mano.
–No te vayas ¡espera!– le gritó la castaña al gato, pero antes de que entrara a la casa, Vlad la tomó del brazo.
–Espera, espera, espera… puede ser peligroso.
Yulia se acercó a su novio y también Andrey. Los tres vieron desde la puerta el interior de la casa. Nada fuera de lo común, excepto por el ensordecedor silencio y las paredes desnudas de blanco.
–Lena, llama de nuevo a Ekaterina – propuso Vlad y la pelirroja lo hizo, acercándose también a sus amigos.
Era débil, pero podía jurar que había escuchado el tono de llamada en algún lugar de la casa, aunque muy distante.
–Se los dije – comentó Nastya.
–¿A dónde van?... ¿chicos? – Fyodor seguía manteniendo una distancia muy prudente de la puerta, mientras veía como sus amigos de a poco se adentraban al lugar.
Nastya le hizo una seña para que se acercara y tomando valor, cerrando fuertemente los ojos se adentró al lugar, pasando a la par de la pelirroja.
La casa no tenía realmente nada que llamara mucho la atención, pero los chicos se vieron envueltos al instante por cierto embelesamiento por esta.
Para Lena era difícil de explicar, pero en ella nacía una sensación de curiosidad a cada segundo que estaba adentro. Como si se viera sumergida en un misterio el cual quería descifrar. No podía dejar de ver las paredes tan perfectas de blanco.
La sala principal en la que se encontraban, dejaban ver al fondo una enorme escalera de madera oscura, a los costados de estas, dos cuadros, enfrentados, pero desde la posición en la que se encontraban, no podía distinguir bien las figuras.
A su derecha, se encontraba uno de los ventanales por el que había visto Vlad y Nastya, y más adelante un pasillo con vuelta en la derecha también. A la izquierda solo un pasillo con una puerta cerrada.
Cada uno exploraba con inmensa curiosidad y embobamiento el lugar, y no fue hasta que un sonido de una puerta cerrándose, hizo que todos giraran con cierta alarma.
–¿Per…perdón? – intentó disculparse Nastya, viendo como todos sus amigos veían la acción que acababa de realizar. Había cerrado la puerta.
–Ábrela de nuevo, Nastya – exigió rápidamente Yulia.
–Okis – contestó la castaña y giró la perilla, halándola. La puerta se abrió sin ningún problema. Todos suspiraron aliviados – ¿Qué?
–Nastya, no cierres la puerta – le advirtió Fyodor.
–Okey.
–Bien, Lena llama a tu hermana ¿quieres? Este lugar me da mala espina – volvió a proponer Vlad, ojeando la casa nuevamente.
–Oh ¿El bebé se asustó? – se burló, Yulia. Pero se notaba que estaba bien atenta a todo lo que pudiera pasar a su alrededor.
Lena hizo caso omiso a la discusión que comenzaron sus compañeros y marcó a Ekaterina.
Todos se callaron al escuchar ahora más claramente el sonido de un IPhone.
–Viene de allá – señaló Vlad el pasillo a la derecha.
–Si…
Por unos minutos ninguno se movió del lugar.
–¿Y bien? ¿Qué esperan?– preguntó Yulia.
–No lo sé… todo esto es muy extraño – siguió Lena, que no apartaba su vista del pasillo derecho.
–Quizás es como dice, Nastya. Una fiesta temática y están todos escondidos… o una broma.
–Sí, o puede ser una forma de asaltarnos – comentó Vlad – lo he visto, te traen y te distraen, y cuando ven la oportunidad… ¡bang! Tu auto ya no está.
–¿Crees que secuestraron a Ekaterina?– preguntó Fyodor con preocupación, mirando para todos lados.
–Pues… no lo sabremos hasta que no lo descubramos ¿verdad?– dijo Yulia, encaminándose a la derecha con pasos firmes, girando para ver a sus compañeros – ¿No vienen?
–Me quedaré a cuidar los autos – contestó seguro Vlad de su teoría.
–Esperen, esperen… esto está muy mal. Mejor llamo a la policía o a mi papá o… a alguien – comenzó a decir Lena, marcando desde su IPhone, pero no tardó en levantar la mirada para ver a sus amigos – No hay señal…
–¿Qué? No puede ser, hace unos segundos llamaste a Ekaterina.
–Lo sé, lo sé, pero se activa el desvió al instante, no tengo nada de señal aquí.
–Intenta llamar a Ekaterina de nuevo.
–Nastya, no hay señal, es imposible que pueda…– pero Lena dejó de hablar al notar como nuevamente un tono de llamada se escuchaba en el lugar.
–¿Bueno?– insistió Yulia.
–Espera, iré contigo – se ofreció Andrey.
–Vamos todos juntos– se resignó Lena, uniéndose a sus amigos.
–Yo me quedaré… a cuidar los autos – repitió Vlad.
–Yo me quedaré con él – aseguró Nastya, poniendo su atención en el florero negro que había visto desde la ventana.
–Yo… yo… yo… yo también me quedaré a cuidar los autos, ya saben, como res…res…respaldo, no porque tenga miedo – siguió Fyodor.
–Sí, seguro – rodó los ojos Yulia y se encaminó con los dos chicos por el pasillo.
Apenas giraron, pudieron notar que el pasillo seguía y terminaba en una escalera del mismo color madera oscuro que la de la sala principal.
–Llámala de nuevo– ordenó Yulia.
Lena obedeció y el IPhone volvió a sonar.
–Está arriba.
–Si…
–Bien, hay que subir– dijo Yulia mientras se encaminaba.
Lena notó un pequeño interruptor de luz a los pies de la escaleras y lo encendió, haciendo que Yulia parara de golpe y mirara hacia abajo donde estaba.
–Se está poniendo algo oscuro – comentó la pelirroja.
Y era verdad, ya los tonos naranjas habían desaparecido y la casa se llenaba de sombras, la luz que los envolvía ahora mucho más útil y hacían ver al lugar menos espeluznante.
–Como sea…
Los tres subieron y al llegar a la siguiente planta, los recibió un pequeño descanso, donde a la derecha, otra escalera seguía a la siguiente planta y al frente de ellos, otro pasillo.
–Llámala de nuevo – volvió a ordenar Yulia – Es en esta planta – dijo luego de sentir el tono muy cerca de ellos.
Les tomó unos segundos más adentrarse por el pasillo, este se oscurecía al doblar a la izquierda.
–¿Ves otro interruptor? – preguntó Yulia y Lena comenzó a buscar por las paredes.
–Si – dijo finalmente, accionando uno que estaba justo detrás de ella.
Los tres giraron por el pasillo y se encontraron con otro aún más amplio. Este seguía por un tramo más largo antes de girar a la derecha y perderse, pero en ese pasillo habían dos puertas, de lo que parecían ser habitaciones amplias.
–Llámala de nuevo.
El sonido salió de la puerta más cercana a ellos. Yulia tomó el picaporte y mirando a sus dos amigos antes de girarlo, se dispuso a comprobar si la puerta estaba abierta… y así estaba.
–No veo nada– anunció luego de abrir la puerta completamente. Adentro no se veía más que la luz que salía del pasillo en el suelo de madera.
–Quizás si la llamo de nuevo…– dijo Lena mientras marcaba. Solo unos segundos y los tres pudieron ver una pequeña luz en el suelo de la sala.
Andrey se acercó a esta, convencido de que se trataba del iPhone. Lena, que ya pudo ver un poco mejor adentro, divisó un interruptor a unos pasos a su derecha.
–¿Huelen eso?– preguntó Yulia. Pero ninguno contestó.
–Aghhh, que asco– comentó Andrey levantando del suelo el aparato, ensuciando sus dedos con una especie de aceite.
–¿Es el de Ekaterina?– preguntó Lena tanteando la pared, cuando finalmente encontró el interruptor.
–Sí, es este, pero está cubierto de…
Y Lena encendió la luz.
Última edición por RAINBOW.XANDER el 7/21/2019, 4:04 pm, editado 2 veces
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Edad : 22
Localización : Buenos Aires
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Interesante inicio.
Eac- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 26/05/2015
Edad : 46
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Hay q leer más a ver como sigue, pero va bien
Fati20- Mensajes : 1370
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 32
Localización : Venezuela
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Buen día chicas. Acá les dejo un nuevo capítulo para que lo disfruten este soleado domingo. Un abrazo
A leer!
Capítulo 2: Será mejor que te calmes.
La sala se iluminó y dejó ver un cuarto vacío, sin muebles, con las paredes blancas al igual que toda la casa y con el suelo de madera claro… pero no limpio.
Un enorme y espeso charco rojo rodeaba a Andrey, quien tenía el mismo color en sus manos por tocar el móvil en igual de condiciones.
El chico soltó el aparato con una mueca de pánico, dejándolo caer nuevamente en el líquido, y saltó varios pasos hacia atrás, dejando huellas rojas, hasta llegar a la puerta, donde Yulia no se había movido.
–Eso…eso…eso… ¿eso es sangre?– intentó preguntar Lena, quien pegándose mucho a la pared, llegó hasta donde estaban sus amigos.
–No tengo dudas – cercioró Yulia, viendo más detenidamente el charco, para luego levantar su vista y seguir unas gotas que llegaban a la pared.
Lena y Andrey imitaron a su amiga y fue cuando se dieron cuenta del mensaje escrito frente a ellos.
"Atiende el teléfono" se podía leer en color rojo, muy parecido al que se encontraba en el suelo, el cual resaltaba más de lo normal con lo blanco de las paredes. La letra parecía haber sido escrita a dedo y realmente muy desprolija.
–¡Tenemos que salir de aquí, buscar a la policía, a mi padre, a lo que sea, esto no es una broma, no parece una broma y…! – comenzó Lena pero se calló al escuchar un sonido, el mismo que había estado siguiendo desde que entraron a la casa.
En el suelo, aún en el charco, se podía oír al móvil de Ekaterina sonando con un estridente ringstone. El mismo vibraba y daba luces.
Yulia miró inquisidoramente a Lena, quien rápidamente sacó su móvil, mostrándole que ella no estaba llamando.
–Pe…pensé que no había señal – dijo Andrey.
–No había, pero igual podíamos llamar a Ekaterina.
El móvil dejó de sonar y todo quedó en silencio.
–Intenta hablar con tu padre.
Lena marcó el número que bien conocía en su móvil pero obtuvo el mismo resultado que antes, desvío de llamada. No tenía señal.
–Inténtenlo ustedes.
Tanto Yulia como Andrey lo intentaron, llamando respectivamente a sus casas y luego a números de emergencia, pero nada resultaba.
–Es inútil, el servicio aquí está muerto – se quejó Yulia.
Y entonces nuevamente el sonido de un ringstone los hizo callar.
El celular de Ekaterina volvía a llamar.
–No, Yulia ¿Qué haces?– se quejó Andrey, al ver como la pelinegra, con cautela se acercaba al móvil.
–Están llamando… hay que atender – dijo con desdén.
Pisó la sangre en el suelo y tomó con la punta de los dedos el móvil. Pudo ver que el número era desconocido. Miró a los chicos, ambos le hacían seña de que volviera a su lado y dejara el móvil.
Pero Yulia atendió.
Intentó escuchar algo del otro lado, sin decir anda, aguardando. Pero no podía escuchar nada, creyó que la señal se había caído pero entonces creyó escuchar una leve respiración del otro lado.
–¿Hola?– preguntó, pero entonces cortaron.
Un estridente grito retumbo en toda la planta, haciendo que los tres miraran en la dirección por donde habían venido.
–¡Nastya!– Gritó Yulia, haciéndose lugar entre sus amigos y corriendo escaleras abajo. Los demás no tardaron en seguirla– ¡Nastya!
Los tres llegaron casi al mismo tiempo a la sala principal, por donde veían la puerta de entrada, cerrada.
–¡¿Nastya?!– gritó nuevamente Yulia, viendo para todos lados.
Lena también buscaba, pero la sala estaba totalmente vacía, ni rastro de sus tres amigos ¿Por qué se fueron?
–Está cerrada– dijo Andrey, quien ya intentaba abrir la puerta de entrada con todas sus fuerzas– Es inútil.
–¡Vlad!– gritó Yulia subiendo unos escalones a la parte de arriba, pero todo estaba oscuro, solo el sector donde se encontraba la entrada y por donde habían ido a buscar a Ekaterina, estaba iluminado por las luces– ¡Nastya!
–Intenta abrir las ventanas – le dijo Lena a Andrey y se acercaron juntos, empujando lo más que pudieron, pero la ventana no cedió ni un centímetro.
–Esto es ridículo.
–¡Vlad! ¡Nastya!– seguía intentando Yulia– ¡¿Dónde están?! Maldita sea ¡Vlad! ¡Nastya!...
Lena y Andrey seguían intentando abrir el ventanal, el mismo por el cual sus amigos habían husmeado, pero este parecía inmune a sus empujones y tirones, y fue cuando Lena lo notó… el silencio de Yulia. Ya no gritaba, ni se sentían sus pasos por la sala.
Giró rápidamente buscándola, temiendo que se haya separado, pero la encontró de pie justo en la entrada. Estaba inmóvil, mirando fijamente algo en dirección a donde estaba Lena, no… más atrás de Lena.
La pecosa giró con lentitud y pudo ver el pasillo por donde habían venido, la luz que había prendido al pie de la escalera titilaba, hasta que finalmente se apagó. Andrey dejó de hacer esfuerzo con el ventanal, y se concentró en lo que sus amigas observaban.
Del pasillo por donde acababan de venir, justo en la esquina, algo delgado cayó al suelo. Solo unos segundos se quedó inmóvil y luego se movió lentamente. Lena creyó que se trataba de una especie de rama, por lo delgado que era, pero viéndolo más detenidamente, pese a la luz, se podía distinguir la figura como un brazo muy delgado, pálido, contrastando con la oscuridad en la que se encontraba ese sector.
El brazo se apoyó un poco y luego pudieron ver a su par, también tocando el suelo, apoyándose, arrastrando algo. Una melena oscura ocupaba el lugar de la cabeza y un cuerpo, igual de pálido, se comenzaba a ver.
La criatura no miraba hacia los chicos, seguía arrastrándose en dirección a la pared que tenía en frente, saliendo del pasillo. Pero entonces su anatomía terminó de repente. Lo que deberían ser sus piernas, no estaba, su cuerpo terminaba abruptamente en la cadera, una pobre tela cubría su dorso.
–¿Qué demonios es eso?– preguntó Andrey haciendo unos pasos hacia atrás.
La criatura clavó sus uñas por la madera arrastrándose aún más, y el manojo de cabellos que tenía, decían que su cara había girado hacia donde estaban los chicos.
Los tres vieron absortos como el medio cuerpo se acercaba lentamente, hasta que pudieron distinguir su rostro, de un color marrón claro, paspado, la boca abierta enormemente en una mueca de dolor, una lengua muy roja salía y entraba, y donde deberían ver los ojos solo se podían ver dos enormes huecos negros.
–Hay que moverse – susurró Yulia, pues ninguno de los tres había movido un músculo frente a la escena y la criatura no paraba su avance – Hay que moverse…
–Andrey… tienes que romper la ventana – susurró Lena, su amigo tampoco se movía.
De la boca de la criatura comenzó a emanar un sonido parecido a un grito ahogado, que cada vez se hacía más fuerte.
–¡Hay que moverse, ahora! ¡Ahora!– les gritó Yulia, mientras se abalanzaba a la puerta, intentando abrirla desesperadamente.
Andrey sin ningún tipo de miramientos, comenzó a golpear el ventanal con todas sus fuerzas.
–¡Es mentira! – exclamó el moreno, impresionado que la ventana no cediera, ni los vidrios se rompían. Lena a su lado seguía golpeando el ventanal, con los mismos resultados.
Yulia pudo ver como la cosa movía sus brazos más rápidamente y zigzagueando su cuerpo se acercaba a una velocidad peligrosa a los chicos.
La pelinegra tomó del cuello de la camiseta a Lena, y tirándola con todas sus fuerzas hizo que se dirigiera con ella al otro lado del pasillo.
–¡Andrey!–le gritó, para que dejara el ventanal y corriera con ellas.
"Por favor, que esté abierta, por favor que esté abierta, por favor que esté abierta" Era lo único que podía pensar Yulia al acercarse a la puerta que terminaba con el pasillo de la izquierda. Aun con Lena tomada del cuello y corriendo, semi cayéndose, Yulia atinó a la perilla y de un empujón se metió a la habitación. Soltó a Lena y se reincorporó rápidamente, dejando pasar a Andrey.
Pudo ver el momento en que la cosa daba un salto abriendo su boca y extendiendo sus manos hacia ella, cuando intentó cerrar la puerta, sintiendo el peso de la criatura chocando en esta.
–¡Andrey!– lo llamó desesperada, no conseguía cerrar la puerta, la criatura daba manotazos y empujaba con una fuerza descomunal–¡Andrey!
El chico comenzó a embestir la puerta, intentando cerrarla para finalmente hacer presión con Yulia. La criatura estaba ganándole terreno, era realmente fuerte.
–¡Mierda!– exclamó con pánico el moreno, mientras empujaba con todas las fuerzas que podía.
Lena llegó con un fierro delgado que tenía una punta filosa y con esta comenzó a dar estocadas a los brazos de la cosa. Esta chilló y con un último empujón de sus amigos, la puerta se cerró.
Yulia vio un seguro en la madera y lo giró, pero al instante se dio cuenta que no sería suficiente, se podía escuchar los golpes del otro lado y como la puerta temblaba.
Miró hacia un costado y vio un enorme mueble.
–Vamos, ayúdenme – dijo empujándolo de un lado, al tiempo que Andrey y Lena la asistían, captando su idea.
Ubicaron el enorme ropero en la puerta, era realmente pesado, pero aun así Yulia decidió trabarla también con un sillón y una mesa.
Los tres se alejaron de la puerta, hasta que la pared tocó sus espaldas. Veían como los muebles temblaban, ocasionado por los golpes que la puerta estaba recibiendo.
Por varios segundos pudieron escuchar como si uñas arañaran furiosamente la puerta, hasta que finalmente cesó.
Solo se escuchaba en aquella habitación la respiración agitada de los tres.
–Hay que salir de aquí – susurró Andrey.
–No sin los chicos– le aseguró Yulia.
Ninguno se atrevió a moverse por un tiempo. De a poco fueron relajándose e inspeccionando la habitación.
La luz ya estaba encendida desde antes que entraran. Era una habitación pequeña, parecía un estudio chico. Totalmente cerrada, sin ninguna ventana. Estaba compuesta por el ropero que ahora tapaba la puerta, por una mesa y dos sillones, un placar donde se podía ver un espejo tapado con un trapo y uno que otro barrotes sueltos. El lugar estaba más sucio que el resto de la casa.
–Estamos encerrados – comentó Yulia, al notar que la única salida, estaba siendo bloqueada a propósito.
–Mierda– maldijo nuevamente Andrey, dejándose caer en el suelo.
–Yulia…– llamó Lena en un hilo de voz, haciendo que la pelinegra la mirara – estás sangrando.
La aludida se miró las manos y comprobó que estaba llena de sangre. Subió su vista un poco y pudo ver de dónde venía tanta.
Desde su hombro izquierdo hasta su brazo, se podía ver tres tajos, en forma de arañazo del cual brotaba incesantemente sangre.
Yulia cayó de rodillas, tocándose el brazo y viendo con cierto temor el daño.
–Tranquila ¿ok? Vas a estar bien – la intentó calmar Lena, sacándose la chaqueta que traía, quedando en un simple sudadera. Envolvió el brazo de Yulia haciendo presión – No es tan profundo, vas a estar bien – siguió comentando, aunque no estaba tan segura de ello.
Lena se puso de pie y comenzó a buscar algo en la habitación que la ayudara. Vio el manto que cubría el placar y lo quitó.
Lo que vio, hizo que se llevara la mano a la boca, resistiendo las arcadas, pero finalmente terminó vomitando en un rincón.
Arriba del placar, justo debajo del espejo que estaba roto y con manchas rojas, se podía ver un peluche de oso de felpa, solo que este tenía la parte del estómago abierto, manchado de sangre y donde se podían ver viseras reales en él… la cara del peluche tenia dibujada una sonrisa triste.
–¿Pero qué demonios es este lugar?– preguntó Andrey también mirando el peluche.
–Los teléfonos– recordó Yulia de repente – Los teléfonos, no andan para el exterior, pero nos pudimos comunicar con el de Ekaterina. Quizás podemos contactar a los chicos.
Lena y Andrey lo intentaron, y en efecto, en vez de darle un desvío, los teléfonos de sus amigos daban tonos, pero ninguno contestaba.
Lena intentó llamar a Andrey y su móvil vibró en su mano, funcionaba. Pero entonces ¿Por qué sus amigos no contestaban?
–Ellos están bien, estoy segura que están bien – dijo Yulia sin que nadie preguntara nada.
La habitación se tornó en silencio, mientras buscaban y pensaban como iban a salir de allí. Muchas opciones no habían.
–Hey…– llamó Yulia con tono amable, al ver como Lena se mordía el labio y reprimía el llanto –Tranquila.
–El armario está goteando – dijo en un hilo de voz.
Lena estaba sentada en el suelo apoyada en la pared, en frente de Yulia, quien estaba dándole la espalda al ropero y la puerta. Pero al escuchar lo que Lena dijo, giró su cabeza y pudo comprobar que lo que decía era cierto.
–El armario está sangrando – se corrigió Lena aún muy asustada, notando que el líquido que caía como gotas del ropero, era espeso y de un color rojo carmesí.
Andrey se levantó del sillón en el que estaba sentado y se aproximó al ropero, quitando la mesa primero, pero entonces Lena se levantó.
–¿Qué haces? Cálmate – le pidió Andrey al ver como su amiga lo empujaba y lo golpeaba, alejándolo del ropero.
–¡¿Tu qué haces?! – le preguntó al borde de la histeria, llorando.
–Lena, tienes que calmarte – le pidió Yulia.
–¡¿Estás loco?! ¡No abrirás el ropero! ¡Nadie abrirá el ropero! ¡Dios!
–Está bien, está bien… cálmate…
–¡¿Qué es esa cosa?! ¡¿Por qué nos ataca?! ¡¿Dónde está Ekaterina?!– seguía preguntándose Lena sin bajar el tono de voz y agarrándose la cabeza con las manos– ¡¿Dónde están los chicos?! ¿Por qué nos dejaron?
–Lena, cálmate– volvió a pedir Yulia.
–¡¿Cómo quieres que me calme?! Todo este lugar huele a sangre. ¡Quiero salir de aquí! ¡Quiero salir de aquí!
El llanto de Lena pasó abruptamente a un grito cuando la puerta detrás de ella fue golpeada con mucha fuerza, haciendo que los muebles temblaran de nuevo.
Los tres amigos se volvieron a pegar a la pared y observaron con horror como parecía que la misma criatura que los había acechado, todavía estaba del otro lado de la puerta. Golpeaba, arañaba y gritaba desesperada por entrar.
Los golpes duraron varios minutos, en lo que Lena se tapaba la boca intentando evitar que salieran más gritos, Andrey solo miraba como Yulia, que seguía sentada en el piso, esperaba a que el ruido acabara, sintiendo como su cabeza le daban punzadas a cada golpe.
Finalmente los ruidos cesaron y por varios minutos el silencio reinó.
–Si quieres salir de aquí…– comenzó a decir Yulia, al momento que Lena se desplomaba a la par suya y sollozaba– Será mejor que te calmes.
A leer!
Capítulo 2: Será mejor que te calmes.
La sala se iluminó y dejó ver un cuarto vacío, sin muebles, con las paredes blancas al igual que toda la casa y con el suelo de madera claro… pero no limpio.
Un enorme y espeso charco rojo rodeaba a Andrey, quien tenía el mismo color en sus manos por tocar el móvil en igual de condiciones.
El chico soltó el aparato con una mueca de pánico, dejándolo caer nuevamente en el líquido, y saltó varios pasos hacia atrás, dejando huellas rojas, hasta llegar a la puerta, donde Yulia no se había movido.
–Eso…eso…eso… ¿eso es sangre?– intentó preguntar Lena, quien pegándose mucho a la pared, llegó hasta donde estaban sus amigos.
–No tengo dudas – cercioró Yulia, viendo más detenidamente el charco, para luego levantar su vista y seguir unas gotas que llegaban a la pared.
Lena y Andrey imitaron a su amiga y fue cuando se dieron cuenta del mensaje escrito frente a ellos.
"Atiende el teléfono" se podía leer en color rojo, muy parecido al que se encontraba en el suelo, el cual resaltaba más de lo normal con lo blanco de las paredes. La letra parecía haber sido escrita a dedo y realmente muy desprolija.
–¡Tenemos que salir de aquí, buscar a la policía, a mi padre, a lo que sea, esto no es una broma, no parece una broma y…! – comenzó Lena pero se calló al escuchar un sonido, el mismo que había estado siguiendo desde que entraron a la casa.
En el suelo, aún en el charco, se podía oír al móvil de Ekaterina sonando con un estridente ringstone. El mismo vibraba y daba luces.
Yulia miró inquisidoramente a Lena, quien rápidamente sacó su móvil, mostrándole que ella no estaba llamando.
–Pe…pensé que no había señal – dijo Andrey.
–No había, pero igual podíamos llamar a Ekaterina.
El móvil dejó de sonar y todo quedó en silencio.
–Intenta hablar con tu padre.
Lena marcó el número que bien conocía en su móvil pero obtuvo el mismo resultado que antes, desvío de llamada. No tenía señal.
–Inténtenlo ustedes.
Tanto Yulia como Andrey lo intentaron, llamando respectivamente a sus casas y luego a números de emergencia, pero nada resultaba.
–Es inútil, el servicio aquí está muerto – se quejó Yulia.
Y entonces nuevamente el sonido de un ringstone los hizo callar.
El celular de Ekaterina volvía a llamar.
–No, Yulia ¿Qué haces?– se quejó Andrey, al ver como la pelinegra, con cautela se acercaba al móvil.
–Están llamando… hay que atender – dijo con desdén.
Pisó la sangre en el suelo y tomó con la punta de los dedos el móvil. Pudo ver que el número era desconocido. Miró a los chicos, ambos le hacían seña de que volviera a su lado y dejara el móvil.
Pero Yulia atendió.
Intentó escuchar algo del otro lado, sin decir anda, aguardando. Pero no podía escuchar nada, creyó que la señal se había caído pero entonces creyó escuchar una leve respiración del otro lado.
–¿Hola?– preguntó, pero entonces cortaron.
Un estridente grito retumbo en toda la planta, haciendo que los tres miraran en la dirección por donde habían venido.
–¡Nastya!– Gritó Yulia, haciéndose lugar entre sus amigos y corriendo escaleras abajo. Los demás no tardaron en seguirla– ¡Nastya!
Los tres llegaron casi al mismo tiempo a la sala principal, por donde veían la puerta de entrada, cerrada.
–¡¿Nastya?!– gritó nuevamente Yulia, viendo para todos lados.
Lena también buscaba, pero la sala estaba totalmente vacía, ni rastro de sus tres amigos ¿Por qué se fueron?
–Está cerrada– dijo Andrey, quien ya intentaba abrir la puerta de entrada con todas sus fuerzas– Es inútil.
–¡Vlad!– gritó Yulia subiendo unos escalones a la parte de arriba, pero todo estaba oscuro, solo el sector donde se encontraba la entrada y por donde habían ido a buscar a Ekaterina, estaba iluminado por las luces– ¡Nastya!
–Intenta abrir las ventanas – le dijo Lena a Andrey y se acercaron juntos, empujando lo más que pudieron, pero la ventana no cedió ni un centímetro.
–Esto es ridículo.
–¡Vlad! ¡Nastya!– seguía intentando Yulia– ¡¿Dónde están?! Maldita sea ¡Vlad! ¡Nastya!...
Lena y Andrey seguían intentando abrir el ventanal, el mismo por el cual sus amigos habían husmeado, pero este parecía inmune a sus empujones y tirones, y fue cuando Lena lo notó… el silencio de Yulia. Ya no gritaba, ni se sentían sus pasos por la sala.
Giró rápidamente buscándola, temiendo que se haya separado, pero la encontró de pie justo en la entrada. Estaba inmóvil, mirando fijamente algo en dirección a donde estaba Lena, no… más atrás de Lena.
La pecosa giró con lentitud y pudo ver el pasillo por donde habían venido, la luz que había prendido al pie de la escalera titilaba, hasta que finalmente se apagó. Andrey dejó de hacer esfuerzo con el ventanal, y se concentró en lo que sus amigas observaban.
Del pasillo por donde acababan de venir, justo en la esquina, algo delgado cayó al suelo. Solo unos segundos se quedó inmóvil y luego se movió lentamente. Lena creyó que se trataba de una especie de rama, por lo delgado que era, pero viéndolo más detenidamente, pese a la luz, se podía distinguir la figura como un brazo muy delgado, pálido, contrastando con la oscuridad en la que se encontraba ese sector.
El brazo se apoyó un poco y luego pudieron ver a su par, también tocando el suelo, apoyándose, arrastrando algo. Una melena oscura ocupaba el lugar de la cabeza y un cuerpo, igual de pálido, se comenzaba a ver.
La criatura no miraba hacia los chicos, seguía arrastrándose en dirección a la pared que tenía en frente, saliendo del pasillo. Pero entonces su anatomía terminó de repente. Lo que deberían ser sus piernas, no estaba, su cuerpo terminaba abruptamente en la cadera, una pobre tela cubría su dorso.
–¿Qué demonios es eso?– preguntó Andrey haciendo unos pasos hacia atrás.
La criatura clavó sus uñas por la madera arrastrándose aún más, y el manojo de cabellos que tenía, decían que su cara había girado hacia donde estaban los chicos.
Los tres vieron absortos como el medio cuerpo se acercaba lentamente, hasta que pudieron distinguir su rostro, de un color marrón claro, paspado, la boca abierta enormemente en una mueca de dolor, una lengua muy roja salía y entraba, y donde deberían ver los ojos solo se podían ver dos enormes huecos negros.
–Hay que moverse – susurró Yulia, pues ninguno de los tres había movido un músculo frente a la escena y la criatura no paraba su avance – Hay que moverse…
–Andrey… tienes que romper la ventana – susurró Lena, su amigo tampoco se movía.
De la boca de la criatura comenzó a emanar un sonido parecido a un grito ahogado, que cada vez se hacía más fuerte.
–¡Hay que moverse, ahora! ¡Ahora!– les gritó Yulia, mientras se abalanzaba a la puerta, intentando abrirla desesperadamente.
Andrey sin ningún tipo de miramientos, comenzó a golpear el ventanal con todas sus fuerzas.
–¡Es mentira! – exclamó el moreno, impresionado que la ventana no cediera, ni los vidrios se rompían. Lena a su lado seguía golpeando el ventanal, con los mismos resultados.
Yulia pudo ver como la cosa movía sus brazos más rápidamente y zigzagueando su cuerpo se acercaba a una velocidad peligrosa a los chicos.
La pelinegra tomó del cuello de la camiseta a Lena, y tirándola con todas sus fuerzas hizo que se dirigiera con ella al otro lado del pasillo.
–¡Andrey!–le gritó, para que dejara el ventanal y corriera con ellas.
"Por favor, que esté abierta, por favor que esté abierta, por favor que esté abierta" Era lo único que podía pensar Yulia al acercarse a la puerta que terminaba con el pasillo de la izquierda. Aun con Lena tomada del cuello y corriendo, semi cayéndose, Yulia atinó a la perilla y de un empujón se metió a la habitación. Soltó a Lena y se reincorporó rápidamente, dejando pasar a Andrey.
Pudo ver el momento en que la cosa daba un salto abriendo su boca y extendiendo sus manos hacia ella, cuando intentó cerrar la puerta, sintiendo el peso de la criatura chocando en esta.
–¡Andrey!– lo llamó desesperada, no conseguía cerrar la puerta, la criatura daba manotazos y empujaba con una fuerza descomunal–¡Andrey!
El chico comenzó a embestir la puerta, intentando cerrarla para finalmente hacer presión con Yulia. La criatura estaba ganándole terreno, era realmente fuerte.
–¡Mierda!– exclamó con pánico el moreno, mientras empujaba con todas las fuerzas que podía.
Lena llegó con un fierro delgado que tenía una punta filosa y con esta comenzó a dar estocadas a los brazos de la cosa. Esta chilló y con un último empujón de sus amigos, la puerta se cerró.
Yulia vio un seguro en la madera y lo giró, pero al instante se dio cuenta que no sería suficiente, se podía escuchar los golpes del otro lado y como la puerta temblaba.
Miró hacia un costado y vio un enorme mueble.
–Vamos, ayúdenme – dijo empujándolo de un lado, al tiempo que Andrey y Lena la asistían, captando su idea.
Ubicaron el enorme ropero en la puerta, era realmente pesado, pero aun así Yulia decidió trabarla también con un sillón y una mesa.
Los tres se alejaron de la puerta, hasta que la pared tocó sus espaldas. Veían como los muebles temblaban, ocasionado por los golpes que la puerta estaba recibiendo.
Por varios segundos pudieron escuchar como si uñas arañaran furiosamente la puerta, hasta que finalmente cesó.
Solo se escuchaba en aquella habitación la respiración agitada de los tres.
–Hay que salir de aquí – susurró Andrey.
–No sin los chicos– le aseguró Yulia.
Ninguno se atrevió a moverse por un tiempo. De a poco fueron relajándose e inspeccionando la habitación.
La luz ya estaba encendida desde antes que entraran. Era una habitación pequeña, parecía un estudio chico. Totalmente cerrada, sin ninguna ventana. Estaba compuesta por el ropero que ahora tapaba la puerta, por una mesa y dos sillones, un placar donde se podía ver un espejo tapado con un trapo y uno que otro barrotes sueltos. El lugar estaba más sucio que el resto de la casa.
–Estamos encerrados – comentó Yulia, al notar que la única salida, estaba siendo bloqueada a propósito.
–Mierda– maldijo nuevamente Andrey, dejándose caer en el suelo.
–Yulia…– llamó Lena en un hilo de voz, haciendo que la pelinegra la mirara – estás sangrando.
La aludida se miró las manos y comprobó que estaba llena de sangre. Subió su vista un poco y pudo ver de dónde venía tanta.
Desde su hombro izquierdo hasta su brazo, se podía ver tres tajos, en forma de arañazo del cual brotaba incesantemente sangre.
Yulia cayó de rodillas, tocándose el brazo y viendo con cierto temor el daño.
–Tranquila ¿ok? Vas a estar bien – la intentó calmar Lena, sacándose la chaqueta que traía, quedando en un simple sudadera. Envolvió el brazo de Yulia haciendo presión – No es tan profundo, vas a estar bien – siguió comentando, aunque no estaba tan segura de ello.
Lena se puso de pie y comenzó a buscar algo en la habitación que la ayudara. Vio el manto que cubría el placar y lo quitó.
Lo que vio, hizo que se llevara la mano a la boca, resistiendo las arcadas, pero finalmente terminó vomitando en un rincón.
Arriba del placar, justo debajo del espejo que estaba roto y con manchas rojas, se podía ver un peluche de oso de felpa, solo que este tenía la parte del estómago abierto, manchado de sangre y donde se podían ver viseras reales en él… la cara del peluche tenia dibujada una sonrisa triste.
–¿Pero qué demonios es este lugar?– preguntó Andrey también mirando el peluche.
–Los teléfonos– recordó Yulia de repente – Los teléfonos, no andan para el exterior, pero nos pudimos comunicar con el de Ekaterina. Quizás podemos contactar a los chicos.
Lena y Andrey lo intentaron, y en efecto, en vez de darle un desvío, los teléfonos de sus amigos daban tonos, pero ninguno contestaba.
Lena intentó llamar a Andrey y su móvil vibró en su mano, funcionaba. Pero entonces ¿Por qué sus amigos no contestaban?
–Ellos están bien, estoy segura que están bien – dijo Yulia sin que nadie preguntara nada.
La habitación se tornó en silencio, mientras buscaban y pensaban como iban a salir de allí. Muchas opciones no habían.
–Hey…– llamó Yulia con tono amable, al ver como Lena se mordía el labio y reprimía el llanto –Tranquila.
–El armario está goteando – dijo en un hilo de voz.
Lena estaba sentada en el suelo apoyada en la pared, en frente de Yulia, quien estaba dándole la espalda al ropero y la puerta. Pero al escuchar lo que Lena dijo, giró su cabeza y pudo comprobar que lo que decía era cierto.
–El armario está sangrando – se corrigió Lena aún muy asustada, notando que el líquido que caía como gotas del ropero, era espeso y de un color rojo carmesí.
Andrey se levantó del sillón en el que estaba sentado y se aproximó al ropero, quitando la mesa primero, pero entonces Lena se levantó.
–¿Qué haces? Cálmate – le pidió Andrey al ver como su amiga lo empujaba y lo golpeaba, alejándolo del ropero.
–¡¿Tu qué haces?! – le preguntó al borde de la histeria, llorando.
–Lena, tienes que calmarte – le pidió Yulia.
–¡¿Estás loco?! ¡No abrirás el ropero! ¡Nadie abrirá el ropero! ¡Dios!
–Está bien, está bien… cálmate…
–¡¿Qué es esa cosa?! ¡¿Por qué nos ataca?! ¡¿Dónde está Ekaterina?!– seguía preguntándose Lena sin bajar el tono de voz y agarrándose la cabeza con las manos– ¡¿Dónde están los chicos?! ¿Por qué nos dejaron?
–Lena, cálmate– volvió a pedir Yulia.
–¡¿Cómo quieres que me calme?! Todo este lugar huele a sangre. ¡Quiero salir de aquí! ¡Quiero salir de aquí!
El llanto de Lena pasó abruptamente a un grito cuando la puerta detrás de ella fue golpeada con mucha fuerza, haciendo que los muebles temblaran de nuevo.
Los tres amigos se volvieron a pegar a la pared y observaron con horror como parecía que la misma criatura que los había acechado, todavía estaba del otro lado de la puerta. Golpeaba, arañaba y gritaba desesperada por entrar.
Los golpes duraron varios minutos, en lo que Lena se tapaba la boca intentando evitar que salieran más gritos, Andrey solo miraba como Yulia, que seguía sentada en el piso, esperaba a que el ruido acabara, sintiendo como su cabeza le daban punzadas a cada golpe.
Finalmente los ruidos cesaron y por varios minutos el silencio reinó.
–Si quieres salir de aquí…– comenzó a decir Yulia, al momento que Lena se desplomaba a la par suya y sollozaba– Será mejor que te calmes.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Diferente este fics al anterior. Una casa del horror y terror, aun estoy media confusa en los 2 capitulos. Suena interesante por una trama diferente en suspenso, veamos su desarrollo
Eac- Mensajes : 70
Fecha de inscripción : 26/05/2015
Edad : 46
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Vaya me recuerda un poco a las pelis de La Maldicion y ese tipo de cosas me encanta espero leer mas capitulos
VIVALENZ28- Mensajes : 921
Fecha de inscripción : 04/08/2014
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Si concuerdo que aun esta todo muy confuso y pensar como una historia de amor se dará en medio de tanto terror estaremos leyendo con mucho interes
Fati20- Mensajes : 1370
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 32
Localización : Venezuela
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Woooow me encantó esta historia. Por favor continua pronto.
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Aixa- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 17/04/2018
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Hola chicas, como están? Feliz Martes… si, lo sé, un poco aburrido pero todo bien. Acá les dejo otro capítulo de la historia. Les comento que no es muy larga así que no las torturaré tanto con la espera…
A leer!!
Capítulo 3: Te prometo que volveré por ti
–Bien, este es el plan – comenzó a decir Yulia, luego de revisar por el rabillo de la puerta y cerciorarse que nada se movía.
Habían estado un poco más de una hora esperando, tranquilos, a que ningún ruido se sintiera cerca, fue entonces cuando movieron los muebles, dejando la entrada libre solo con el seguro.
No abrieron el ropero, no se volvió a hablar más del tema desde que Lena lo protegiera con tanto ímpetu. Andrey y Yulia simplemente lo deslizaron y no volvieron a reparar en él, era lo mejor. Tanto la ojiazul como el moreno no sabían si de verdad querían conocer lo que se ocultaba adentro.
–Saldremos muy silenciosamente, con los barrotes, nos acercaremos a la ventana más próxima de este pasillo e intentaremos romperla… si eso no funciona…
–¿Cómo no vamos a poder romper una ventana con palos?– preguntó Lena a la aclaración, Yulia solo la miró seria.
–Si eso no funciona, habremos hecho demasiado ruido, y tendremos que correr a ocultarnos. No debemos regresar aquí a menos que sea la última salida, lo mejor será ir escaleras arriba.
–¿Por qué?
–Porque hay más ventanas que podemos romper y habitaciones más útiles que ésta, que seguro podemos usar… y también… buscar a los chicos – terminó Yulia– ¿Están listos?
Lena se aferró más seguramente a su barrote, al igual que Andrey y ambos asintieron.
Yulia apagó la luz de la habitación, quitó el seguro y con mucha lentitud abrió la puerta.
El pasillo estaba vacío, pero las luces que antes inundaban la sala principal estaban apagadas. A la morena le tomó unos segundos acostumbrarse a la oscuridad. La luna era la única fuente de luz proveniente de las ventanas.
Con la cabeza le hizo un leve gesto a Lena y Andrey para que la siguieran y finalmente salieron de la habitación.
Cuidaron bien de estar solos y se acercaron a la ventana más próxima a ellos.
–A la cuenta de tres – susurró Yulia, empuñando con su mano y brazo sano, un pesado fierro – uno, dos y… ¡tres!
Los tres chicos golpearon con todas sus fuerzas la ventana, pero con los mismos resultados de antes, ni un solo rasguño.
–Esto debe ser una broma– se quejó Andrey.
–Shhh, hicimos demasiado ruido, hay que moverse – recordó Yulia el plan.
Los tres se deslizaron en la oscuridad lo más rápido posible intentando llegar a las escaleras del centro, pero entonces Yulia tomó de la chomba a Lena y la tiró a un costado, en un rincón oscuro antes de subir.
–¿Qué haces?– le susurró la pelirroja.
–Shhhh – indicó la ojiazul, y entonces lo escucharon mejor.
Pisadas, proveniente de la planta de arriba. Lena pensó que quizás podían ser los chicos, pero esa posibilidad se disipó a medida que las pisadas se acercaban. Eran pesadas y se arrastraban, parecían llevar consigo unas cadenas que golpeaban con el piso.
Ambas chicas se quedaron inmóviles, viendo hacia la escalera, esperando que algo apareciera de un momento a otro, pero nada lo hizo y las pisadas se alejaron.
–¿Yulia?
–Sea lo que sea, se fue… tenemos que seguir con el plan.
Yulia sacó un poco la cabeza del rincón oscuro del que estaban y pudo ver a Andrey escondido a la par de un mueble, le indicó con la mano que debía subir y el chico asintió.
Los tres lograron subir la escalera principal sin ser detectados. Antes de ingresar a la siguiente planta se cercioraron de estar solos. Y fue cuando volvieron a sentir las pisadas.
Giraron sus cabezas hacia la derecha, por donde se escuchaban y pudieron ver que una sombra deforme se reflejaba en la pared, acercándose, a punto de virar.
Yulia comenzó a alejarse hacia la parte izquierda de la planta, tanteando la pared, hasta que su mano dio con un nuevo picaporte, abrió la puerta sin fijarse mucho y se metió, conduciendo a Lena con ella y luego a Andrey. Cerró la puerta de la habitación lentamente. Se mantuvo quieta y pegada a ésta.
Los pasos se acercaron a la puerta. Se detuvieron unos momentos, como si titubearan… y finalmente se alejaron de la habitación.
~~*~~
–Fyodor, cálmate – dijo Vlad.
–Ekaterina, Vlad ¿Por qué Ekaterina?
–Fyodor, lamento lo que le pasó a Ekaterina, pero si no te calmas… todos terminaremos desaparecidos como ella.
El rubio se acercó a la puerta nuevamente, intentando ver por el pequeño espacio que había desde el suelo y ésta… Nada.
Estaban a salvo… de momento, pero ese enorme sujeto con las cadenas… estuvo muy cerca.
–Tenemos que encontrar a los chicos… y salir de aquí cuanto antes.
–Yo no me muevo de aquí, yo no me muevo de aquí, yo no me muevo de aquí – repetía Fyodor aún acomodado en un rincón.
Terminaron en el sótano del lugar, por el pasillo a la derecha. Trabaron la puerta con nada, sabían que si ese enorme sujeto quería entrar podría hacerlo, pero parecían haberlo despistado.
–Fyodor, tenemos que salir de aquí, no nos podemos quedar para siempre… Lena y Yulia nos necesitan.
–Están con Andrey…
–Él también nos necesita. Tu viste lo que ese sujeto hizo… ni Andrey, ni yo, ni las chicas podrán hacer nada contra él… si las encuentra…
–No voy a salir, Vlad.
–Fyodor, escucha… yo también te necesito. Necesito que seas mis ojos y que estés alerta conmigo cuando subamos, por favor – suplicó Vlad, finalmente había convencido al chico.
–Vlad, yo no creo que pueda – habló Nastya, demostrando tener mucho miedo – gritaría por todo.
–Entiendo… Nastya… tú quédate aquí.
–¿Qué?– preguntó con incredulidad Fyodor.
–Nastya, buscaremos a Lena por el pasillo en el que se fueron, eso no queda muy lejos de aquí y volveremos inmediatamente por ti – siguió hablando Vlad, Nastya asintió – necesito que estés atenta, por si acaso debes salir de tu escondite rápido ¿está bien?
–Está bien.
–Bien… te prometo que volveremos por ti pronto.
Vlad se incorporó y con una seña le indicó a Fyodor que lo siguiera. Aunque demostraba cierta serenidad, realmente estaba muy preocupado por Yulia. Muchas cosas lo desconcertaban. En el tiempo que estuvo escondido en el sótano se preguntó varias cosas:
"¿Acaso sus amigos no habían escuchado los gritos de Nastya? ¿Por qué no bajaron a ayudarlos? ¿Cómo fue que ese tipo le ganó tanta ventaja, que los alejó de la salida? ¿Por qué no había sido capaz de escuchar otro sonido que no sean la de las cadenas de su perseguidor? Ningún grito de Yulia, o de Lena, nada sobre los chicos ¿Por qué las ventanas eran irrompibles? ¿La puerta de entrada podría abrirse?"
Llegaron a la planta baja y desde donde estaban escondidos podían ver la sala principal en la que se encontraban en un principio, estaba oscura.
Se fijó en todas direcciones pero no pudo encontrar a nadie, se giró para mirar a Fyodor. El chico parecía lo más asustado posible, pero estaba atento a todo lo que pasaba.
Ambos caminaron con sigilo y antes de llegar a la escalera principal volvieron a sentir pasos, con cadenas que se arrastraban, era ese sujeto, estaba seguro.
Vlad pudo ver como las cadenas se perdían por la escalera en la parte derecha de la primera planta. Nuevamente estaban solos.
Sin perder más tiempo, Vlad se acercó a la entrada, se pegó a la puerta e intentó abrirla sin éxito. Ahora su segundo objetivo estaba claro, seguirle las huellas a Yulia por donde la había visto por última vez.
Ambos chicos llegaron al pasillo de la izquierda y pudieron ver las escaleras hacia arriba.
–Espera Vlad – le suplicó Fyodor – Nos estamos alejando mucho de Nastya.
–Fyodor, estoy seguro que Yulia subió las escaleras, están en la parte de arriba – manteniendo el tono bajo.
–No estás seguro.
–No hay otro camino.
–Bien… regresemos por Nastya y vayamos los tres.
–Perderemos mucho tiempo.
–Sí, pero si nos separamos… ¡perderemos a Nastya!
–No perderemos a Nastya, ella se mantendrá escondida, ella está a salvo Fyodor.
–Pero…
Y fue entonces cuando un fuerte ruido de un portazo alertó a los chicos.
–¿Eso fue en el sótano?– se alarmó Fyodor, viendo en dirección de donde habían venido.
–No… eso fue más cerca.
–Vlad, tenemos que volver por Nastya.
–Está bien…
Ambos chicos retomaron sus pasos, el sótano estaba en el pasillo derecho, justo antes de la puerta que terminaba con éste… que estaba cerrada… pero ya no.
–¿Esa puerta estaba cerrada?– preguntó Vlad con curiosidad.
–Cuando nos perseguía ese tipo, estaba cerrada… pero cuando salimos… no… no lo sé, no me fijé – confesó Fyodor – No, Vlad, hay que ir por Nastya – suplicó de nuevo al ver que su amigo pasaba de largo de las escaleras hacia el sótano y se dirigía a la puerta.
–Solo… revisaré un poco ¿sí?
Vlad entró a la habitación y se encontró con que esta era pequeña, como un estudio chico, con dos sillones y una tela en el suelo, olía realmente mal y a oxido.
–Fyodor, cierra la puerta.
–¿Qué?
–Cierra la puerta, aquí hay algo y no puedo ver en la oscuridad, debo prender la luz.
Su amigo entró con él a la habitación y cerró con cuidado la puerta. Vlad apretó el interruptor y la luz los cegó por unos segundos.
Ahora que veía mejor la habitación pudo notar que en efecto era como un estudio, con una mesa, ropero y placar, con un espejo roto manchado de sangre.
–¡Oh por Dios!– se lamentó Fyodor, tapándose la boca con su manga, al notar un peluche con entrañas arriba del placar.
–Mira – esta sangre es reciente – le indicó Vlad en un pequeño charco justo en el medio de la habitación – Yulia estuvo aquí.
–¿Cómo lo sabes?
–Las huellas sobre ese charco tiene la misma forma que sus botas y esa tela de allí es la misma que usaba Lena en su camisa.
–Está rasgada– aportó Fyodor, viendo que solo era parte de una manga – Y cubierta de sangre.
–Si…
–¿Qué crees que les pasó?
–No lo sé…
Vlad siguió buscando en el lugar algo que le indicara el paradero de sus amigos, pero no encontró nada más.
–¿Vlad?... el ropero – comentó por lo bajo Fyodor, haciendo que el chico también mirara en esa dirección.
Un enorme ropero estaba parado a un lado, parecía antiguo y era bastante grande. Algo goteaba de él.
Vlad se acercó poniéndose en cuclillas, tocando el líquido que salía. Miró la puerta del ropero y se alejó unos pasos.
–¿Qué tiene?– preguntó con curiosidad Fyodor, pero se cayó al ver que los dedos de Vlad estaban manchados de sangre.
–Te… tenemos que…que volver con Nastya, Vlad… tenemos que…– comenzó a tartamudear Fyodor, pero Vlad dio dos pasos firmes hacia adelante, tomando con ambas manos la puerta del ropero y con un último aire de valor, temiendo poder encontrar lo peor allí, abrió la puerta.
Ambos chicos se quedaron viendo el interior, sin poder decir una palabra. Sus respiraciones se agitaron solo de tener esa imagen en frente.
Con el mismo ímpetu con que Vlad abrió la puerta, la cerró. Quedándose inmóvil frente al ropero por unos segundos.
–Esa…esa…esa… Ekaterina – terminó diciendo Fyodor en un hilo de voz – la…la…la… colgaron de los tobillos y…y…y… ¡Estaba muerta! Nos vamos a morir todos, todos, nos moriremos… morir… ¡Dios!
–Fyodor ¡Fyodor! – Vlad giró y tomó a su amigo de los hombros – Necesito que te calmes – pero a Vlad también se le hacía complicando teniendo la imagen de la hermana de Lena colgada como si se estuviera exhibiendo carne, con cortes por todos lados. Ya casi no le quedaba sangre en su cuerpo – No viste nada ¿entiendes, Fyodor? No vamos a hablar de esto, primero encontraremos a los demás, saldremos de aquí, llamaremos a la policía y ellos se encargarán. No digas nada de esto a nadie… solo harás que se perturben más.
–La mataron Vlad, está muerta… nos moriremos todos.
–Fyodor, ¡Fyodor! No permitiré que eso pase ¿de acuerdo? Nadie más va a morir, saldremos de esta.
El chico de anteojos se estrujó la cara con sus manos, pero terminó asintiendo.
–Vamos por Nastya.
Apagaron la luces y con cautela salieron de la habitación, nuevamente nadie los acompañaba. Bajaron al sótano y abrieron la puerta sin ningún problema.
–¿Nastya? Sal… debemos irnos – dijo Fyodor, aún perturbado, pero intentando disimular. Vlad tenía razón, alterar a las chicas solo empeoraría las cosas.
Pero nadie contestó.
–¿Nastya?– volvió a llamar.
Le dio otra mirada al lugar antes de encontrarse con la mirada seria de Vlad, este solo pudo mirar escaleras arriba antes de negar con la cabeza.
–No está aquí, se ha ido.
A leer!!
Capítulo 3: Te prometo que volveré por ti
–Bien, este es el plan – comenzó a decir Yulia, luego de revisar por el rabillo de la puerta y cerciorarse que nada se movía.
Habían estado un poco más de una hora esperando, tranquilos, a que ningún ruido se sintiera cerca, fue entonces cuando movieron los muebles, dejando la entrada libre solo con el seguro.
No abrieron el ropero, no se volvió a hablar más del tema desde que Lena lo protegiera con tanto ímpetu. Andrey y Yulia simplemente lo deslizaron y no volvieron a reparar en él, era lo mejor. Tanto la ojiazul como el moreno no sabían si de verdad querían conocer lo que se ocultaba adentro.
–Saldremos muy silenciosamente, con los barrotes, nos acercaremos a la ventana más próxima de este pasillo e intentaremos romperla… si eso no funciona…
–¿Cómo no vamos a poder romper una ventana con palos?– preguntó Lena a la aclaración, Yulia solo la miró seria.
–Si eso no funciona, habremos hecho demasiado ruido, y tendremos que correr a ocultarnos. No debemos regresar aquí a menos que sea la última salida, lo mejor será ir escaleras arriba.
–¿Por qué?
–Porque hay más ventanas que podemos romper y habitaciones más útiles que ésta, que seguro podemos usar… y también… buscar a los chicos – terminó Yulia– ¿Están listos?
Lena se aferró más seguramente a su barrote, al igual que Andrey y ambos asintieron.
Yulia apagó la luz de la habitación, quitó el seguro y con mucha lentitud abrió la puerta.
El pasillo estaba vacío, pero las luces que antes inundaban la sala principal estaban apagadas. A la morena le tomó unos segundos acostumbrarse a la oscuridad. La luna era la única fuente de luz proveniente de las ventanas.
Con la cabeza le hizo un leve gesto a Lena y Andrey para que la siguieran y finalmente salieron de la habitación.
Cuidaron bien de estar solos y se acercaron a la ventana más próxima a ellos.
–A la cuenta de tres – susurró Yulia, empuñando con su mano y brazo sano, un pesado fierro – uno, dos y… ¡tres!
Los tres chicos golpearon con todas sus fuerzas la ventana, pero con los mismos resultados de antes, ni un solo rasguño.
–Esto debe ser una broma– se quejó Andrey.
–Shhh, hicimos demasiado ruido, hay que moverse – recordó Yulia el plan.
Los tres se deslizaron en la oscuridad lo más rápido posible intentando llegar a las escaleras del centro, pero entonces Yulia tomó de la chomba a Lena y la tiró a un costado, en un rincón oscuro antes de subir.
–¿Qué haces?– le susurró la pelirroja.
–Shhhh – indicó la ojiazul, y entonces lo escucharon mejor.
Pisadas, proveniente de la planta de arriba. Lena pensó que quizás podían ser los chicos, pero esa posibilidad se disipó a medida que las pisadas se acercaban. Eran pesadas y se arrastraban, parecían llevar consigo unas cadenas que golpeaban con el piso.
Ambas chicas se quedaron inmóviles, viendo hacia la escalera, esperando que algo apareciera de un momento a otro, pero nada lo hizo y las pisadas se alejaron.
–¿Yulia?
–Sea lo que sea, se fue… tenemos que seguir con el plan.
Yulia sacó un poco la cabeza del rincón oscuro del que estaban y pudo ver a Andrey escondido a la par de un mueble, le indicó con la mano que debía subir y el chico asintió.
Los tres lograron subir la escalera principal sin ser detectados. Antes de ingresar a la siguiente planta se cercioraron de estar solos. Y fue cuando volvieron a sentir las pisadas.
Giraron sus cabezas hacia la derecha, por donde se escuchaban y pudieron ver que una sombra deforme se reflejaba en la pared, acercándose, a punto de virar.
Yulia comenzó a alejarse hacia la parte izquierda de la planta, tanteando la pared, hasta que su mano dio con un nuevo picaporte, abrió la puerta sin fijarse mucho y se metió, conduciendo a Lena con ella y luego a Andrey. Cerró la puerta de la habitación lentamente. Se mantuvo quieta y pegada a ésta.
Los pasos se acercaron a la puerta. Se detuvieron unos momentos, como si titubearan… y finalmente se alejaron de la habitación.
~~*~~
–Fyodor, cálmate – dijo Vlad.
–Ekaterina, Vlad ¿Por qué Ekaterina?
–Fyodor, lamento lo que le pasó a Ekaterina, pero si no te calmas… todos terminaremos desaparecidos como ella.
El rubio se acercó a la puerta nuevamente, intentando ver por el pequeño espacio que había desde el suelo y ésta… Nada.
Estaban a salvo… de momento, pero ese enorme sujeto con las cadenas… estuvo muy cerca.
–Tenemos que encontrar a los chicos… y salir de aquí cuanto antes.
–Yo no me muevo de aquí, yo no me muevo de aquí, yo no me muevo de aquí – repetía Fyodor aún acomodado en un rincón.
Terminaron en el sótano del lugar, por el pasillo a la derecha. Trabaron la puerta con nada, sabían que si ese enorme sujeto quería entrar podría hacerlo, pero parecían haberlo despistado.
–Fyodor, tenemos que salir de aquí, no nos podemos quedar para siempre… Lena y Yulia nos necesitan.
–Están con Andrey…
–Él también nos necesita. Tu viste lo que ese sujeto hizo… ni Andrey, ni yo, ni las chicas podrán hacer nada contra él… si las encuentra…
–No voy a salir, Vlad.
–Fyodor, escucha… yo también te necesito. Necesito que seas mis ojos y que estés alerta conmigo cuando subamos, por favor – suplicó Vlad, finalmente había convencido al chico.
–Vlad, yo no creo que pueda – habló Nastya, demostrando tener mucho miedo – gritaría por todo.
–Entiendo… Nastya… tú quédate aquí.
–¿Qué?– preguntó con incredulidad Fyodor.
–Nastya, buscaremos a Lena por el pasillo en el que se fueron, eso no queda muy lejos de aquí y volveremos inmediatamente por ti – siguió hablando Vlad, Nastya asintió – necesito que estés atenta, por si acaso debes salir de tu escondite rápido ¿está bien?
–Está bien.
–Bien… te prometo que volveremos por ti pronto.
Vlad se incorporó y con una seña le indicó a Fyodor que lo siguiera. Aunque demostraba cierta serenidad, realmente estaba muy preocupado por Yulia. Muchas cosas lo desconcertaban. En el tiempo que estuvo escondido en el sótano se preguntó varias cosas:
"¿Acaso sus amigos no habían escuchado los gritos de Nastya? ¿Por qué no bajaron a ayudarlos? ¿Cómo fue que ese tipo le ganó tanta ventaja, que los alejó de la salida? ¿Por qué no había sido capaz de escuchar otro sonido que no sean la de las cadenas de su perseguidor? Ningún grito de Yulia, o de Lena, nada sobre los chicos ¿Por qué las ventanas eran irrompibles? ¿La puerta de entrada podría abrirse?"
Llegaron a la planta baja y desde donde estaban escondidos podían ver la sala principal en la que se encontraban en un principio, estaba oscura.
Se fijó en todas direcciones pero no pudo encontrar a nadie, se giró para mirar a Fyodor. El chico parecía lo más asustado posible, pero estaba atento a todo lo que pasaba.
Ambos caminaron con sigilo y antes de llegar a la escalera principal volvieron a sentir pasos, con cadenas que se arrastraban, era ese sujeto, estaba seguro.
Vlad pudo ver como las cadenas se perdían por la escalera en la parte derecha de la primera planta. Nuevamente estaban solos.
Sin perder más tiempo, Vlad se acercó a la entrada, se pegó a la puerta e intentó abrirla sin éxito. Ahora su segundo objetivo estaba claro, seguirle las huellas a Yulia por donde la había visto por última vez.
Ambos chicos llegaron al pasillo de la izquierda y pudieron ver las escaleras hacia arriba.
–Espera Vlad – le suplicó Fyodor – Nos estamos alejando mucho de Nastya.
–Fyodor, estoy seguro que Yulia subió las escaleras, están en la parte de arriba – manteniendo el tono bajo.
–No estás seguro.
–No hay otro camino.
–Bien… regresemos por Nastya y vayamos los tres.
–Perderemos mucho tiempo.
–Sí, pero si nos separamos… ¡perderemos a Nastya!
–No perderemos a Nastya, ella se mantendrá escondida, ella está a salvo Fyodor.
–Pero…
Y fue entonces cuando un fuerte ruido de un portazo alertó a los chicos.
–¿Eso fue en el sótano?– se alarmó Fyodor, viendo en dirección de donde habían venido.
–No… eso fue más cerca.
–Vlad, tenemos que volver por Nastya.
–Está bien…
Ambos chicos retomaron sus pasos, el sótano estaba en el pasillo derecho, justo antes de la puerta que terminaba con éste… que estaba cerrada… pero ya no.
–¿Esa puerta estaba cerrada?– preguntó Vlad con curiosidad.
–Cuando nos perseguía ese tipo, estaba cerrada… pero cuando salimos… no… no lo sé, no me fijé – confesó Fyodor – No, Vlad, hay que ir por Nastya – suplicó de nuevo al ver que su amigo pasaba de largo de las escaleras hacia el sótano y se dirigía a la puerta.
–Solo… revisaré un poco ¿sí?
Vlad entró a la habitación y se encontró con que esta era pequeña, como un estudio chico, con dos sillones y una tela en el suelo, olía realmente mal y a oxido.
–Fyodor, cierra la puerta.
–¿Qué?
–Cierra la puerta, aquí hay algo y no puedo ver en la oscuridad, debo prender la luz.
Su amigo entró con él a la habitación y cerró con cuidado la puerta. Vlad apretó el interruptor y la luz los cegó por unos segundos.
Ahora que veía mejor la habitación pudo notar que en efecto era como un estudio, con una mesa, ropero y placar, con un espejo roto manchado de sangre.
–¡Oh por Dios!– se lamentó Fyodor, tapándose la boca con su manga, al notar un peluche con entrañas arriba del placar.
–Mira – esta sangre es reciente – le indicó Vlad en un pequeño charco justo en el medio de la habitación – Yulia estuvo aquí.
–¿Cómo lo sabes?
–Las huellas sobre ese charco tiene la misma forma que sus botas y esa tela de allí es la misma que usaba Lena en su camisa.
–Está rasgada– aportó Fyodor, viendo que solo era parte de una manga – Y cubierta de sangre.
–Si…
–¿Qué crees que les pasó?
–No lo sé…
Vlad siguió buscando en el lugar algo que le indicara el paradero de sus amigos, pero no encontró nada más.
–¿Vlad?... el ropero – comentó por lo bajo Fyodor, haciendo que el chico también mirara en esa dirección.
Un enorme ropero estaba parado a un lado, parecía antiguo y era bastante grande. Algo goteaba de él.
Vlad se acercó poniéndose en cuclillas, tocando el líquido que salía. Miró la puerta del ropero y se alejó unos pasos.
–¿Qué tiene?– preguntó con curiosidad Fyodor, pero se cayó al ver que los dedos de Vlad estaban manchados de sangre.
–Te… tenemos que…que volver con Nastya, Vlad… tenemos que…– comenzó a tartamudear Fyodor, pero Vlad dio dos pasos firmes hacia adelante, tomando con ambas manos la puerta del ropero y con un último aire de valor, temiendo poder encontrar lo peor allí, abrió la puerta.
Ambos chicos se quedaron viendo el interior, sin poder decir una palabra. Sus respiraciones se agitaron solo de tener esa imagen en frente.
Con el mismo ímpetu con que Vlad abrió la puerta, la cerró. Quedándose inmóvil frente al ropero por unos segundos.
–Esa…esa…esa… Ekaterina – terminó diciendo Fyodor en un hilo de voz – la…la…la… colgaron de los tobillos y…y…y… ¡Estaba muerta! Nos vamos a morir todos, todos, nos moriremos… morir… ¡Dios!
–Fyodor ¡Fyodor! – Vlad giró y tomó a su amigo de los hombros – Necesito que te calmes – pero a Vlad también se le hacía complicando teniendo la imagen de la hermana de Lena colgada como si se estuviera exhibiendo carne, con cortes por todos lados. Ya casi no le quedaba sangre en su cuerpo – No viste nada ¿entiendes, Fyodor? No vamos a hablar de esto, primero encontraremos a los demás, saldremos de aquí, llamaremos a la policía y ellos se encargarán. No digas nada de esto a nadie… solo harás que se perturben más.
–La mataron Vlad, está muerta… nos moriremos todos.
–Fyodor, ¡Fyodor! No permitiré que eso pase ¿de acuerdo? Nadie más va a morir, saldremos de esta.
El chico de anteojos se estrujó la cara con sus manos, pero terminó asintiendo.
–Vamos por Nastya.
Apagaron la luces y con cautela salieron de la habitación, nuevamente nadie los acompañaba. Bajaron al sótano y abrieron la puerta sin ningún problema.
–¿Nastya? Sal… debemos irnos – dijo Fyodor, aún perturbado, pero intentando disimular. Vlad tenía razón, alterar a las chicas solo empeoraría las cosas.
Pero nadie contestó.
–¿Nastya?– volvió a llamar.
Le dio otra mirada al lugar antes de encontrarse con la mirada seria de Vlad, este solo pudo mirar escaleras arriba antes de negar con la cabeza.
–No está aquí, se ha ido.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Edad : 22
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Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Bueno un capitulo mas, todo esto es una introduccion esperemos el desarrollo de la historia
Eac- Mensajes : 70
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Edad : 46
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Uy hasta Mello me dio que buena historia aunque no se si es terror o drama o que es
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mary- Mensajes : 137
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Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Hola chic@s, que tal su día miércoles? Bueno, iba a subir el capítulo más temprano pero me atrapó Netflix y "La casa de papel". Me he comido todos los capítulos en todo el día y bueno, si no la han visto, háganlo porque está super.
A leer!!
Capítulo 4: Yo no haría eso, las rosas han crecido y también sus espinas
Yulia encendió la luz y lo que vieron los tres los alivió. Se encontraban en una pequeña cocina, muy pulcra y sin ningún rastro de algo macabro o sangre.
–Por el bien de todos, mejor no toquemos nada – pidió Lena y los demás asintieron.
–¿Vieron esa cosa?– preguntó Andrey.
–No del todo, solo su sombra y partes de sus pies – contestó Yulia.
–Era enorme… y horrible – les aseguró el moreno – llevaba con él una especie de mazo o palo con puntas, no parecía amigable.
–Parece que la criatura con que nos topamos antes no es la única cosa de la que tenemos que cuidarnos – sentenció la pelinegra.
–Sí, bueno… estamos a salvo aquí – dijo débilmente Lena consiguiendo una mirada dura de Yulia.
–¿Y eso que importa? Tenemos que salir de esta cocina y buscar a los demás.
–Yo no creo… no creo que pueda.
–Bien, quédate aquí si quieres, como toda una cobarde, no importa.
–Yulia, las cosas en esta casa no están bien. Nosotros no podemos contra esas… cosas ¿Qué quieres hacer? – se defendió Lena.
–¡Buscar a mi novio y salir de aquí!
–Chicas, chicas… cálmense ¿sí? – intervino Andrey – Yulia tiene razón, debemos buscar a los demás y juntos salir de aquí.
Ambas dejaron de lado la pequeña pelea y miraron como Andrey se acercaba a la puerta, apoyando su oreja en ésta, intentando escuchar del otro lado.
El celular de Lena comenzó a sonar ruidosamente.
–¿Qué haces? ¡Apágalo!
Lena sacó rápidamente el aparato y observó que era una llamada, sin miramientos atendió.
La cocina se llenó de los ruidos provenientes del celular, del otro lado se escuchaban cosas rompiéndose, vidrios y personas gritando algo que Lena no entendía.
–¿Hola?– intentó la pelirroja.
–¡Lena! ¡Lena!– Escuchó con la inconfundible voz de Yulia.
Lena miró hacia su compañera y la encontró de brazos cruzados, mirándola curiosa, pero con la boca cerrada. ¿Entonces, no era Yulia?
–¡Lena!– insistió la voz del otro lado dando gritos.
–¿Ja…Yulia?
–¡Lena! ¡Tienes que matar a Fyodor!– siguió gritando la voz mientras se escuchaban más cosas rompiéndose del otro lado – ¡Tienes que matar a Fyodor! ¡Por Dios! ¡Mata a Fyodor!
–¿Qué?– la pecosa escuchaba lo que le decían pero no daba crédito. Se fijó rápidamente en su pantalla, y en efecto, el contacto que mostraba, era Yulia.
Miró de nuevo a su compañera en la cocina y ésta, escuchando lo que sucedía, le mostró su celular, no la estaba llamando.
–¡Mata a Fyodor! ¡Dios! ¡Lena!
Un vidrio rompiéndose y un grito del otro lado fue lo último que escuchó, antes que el tono de cortado le avisara que la llamada había terminado.
–¿Hola? ¿Hola?
Lena alejó su celular y miró a sus amigos, que se miraban también entre ellos, totalmente confundidos.
Yulia iba a decir algo pero entonces la perilla de la puerta hizo ruido, alguien intentaba entrar.
Los tres se alejaron de la puerta y pudieron ver como la perilla volvía a girar, pero el seguro del lado interno impedía que se abriera.
Sabían que si era alguna de las cosas que habían visto, estaban muertos, cualquiera podría derribar esa puerta.
Volvieron a ver como la perilla giraba de nuevo en su estado normal y luego… nada.
Se quedaron unos minutos más, inmóviles.
–Ya se fue.
–Eso no lo sabes.
Andrey se acercó nuevamente y se pegó a la puerta, luego quitó el seguro y la abrió.
–No hay nadie – les dijo luego de mirar por ambos lados.
Ambas chicas se reunieron con él y en efecto, no encontraron nada.
–¿Por dónde?
–A la derecha– indicó Yulia.
Caminaron un poco y se toparon con la segunda puerta del pasillo. Yulia tomó aire y la abrió.
La luz de adentro estaba encendida y dejaba ver una sala vacía, rectangular, llena de cuadros en las paredes, pero no era lo que más atrajo su atención.
–¡Vlad!– llamó la ojiazul entrando de lleno en la sala y abrazando a su novio en la mitad de esta.
Lena y Andrey entraron también, cerrando la puerta y asegurándola. Vieron como en el medio de la sala se encontraban ya, Fyodor y Vlad, siendo abrazados por la pelinegra.
–Dios, estás bien, no sabes cuanto me alegra – siguió diciendo Vlad, devolviéndole el abrazo.
Al separarse, Yulia miró a su costado y vio a Fyodor, el mismo Fyodor de siempre, solo que asustado y traspirando. Recordó la llamada telefónica y al parecer sus otros dos amigos también, porque solo se quedaron viendo con cierto recelo al muchacho.
–¿Qué…qué?– tartamudeó el chico– ¿te…tengo algo malo?
–No, no… no es nada – terminó Yulia, viendo a Lena y a Andrey para que actuaran normal.
–¿Dónde está Nastya?– preguntó Andrey cambiando rápidamente la conversación.
–No lo sabemos – contestó Vlad – Cuando se fueron ustedes, estuvimos en la sala de abajo por un tiempo. Unos animales, no sé muy bien que eran, intentaron entrar en la casa y le dije a Nastya que cerrara la puerta… y luego esa cosa apareció.
–¿La mujer sin piernas?– preguntó Yulia.
–No, un sujeto muy alto, con la cara deformada, con un mazo y cadenas, su cuerpo era de un color lila y tenía el cráneo abollado… nos atacó y huimos. Logramos despistarlo al ir escaleras arriba y luego bajar, nos escondimos en el sótano del pasillo derecho. Luego de un tiempo, pensamos en buscarlos y… le dije a Nastya que se quedara, que estaba a salvo y que volveríamos por ella pero… cuando regresamos ya no estaba.
–Oh Dios – se lamentó Yulia, llevándose las manos a la boca.
–Descuida, la encontraremos, y luego veremos la forma de salir de aquí – la calmó Vlad, rozándole el brazo, y notando la prenda de Lena en él, tapando una herida – ¿Qué te pasó?
Andrey escuchaba como Yulia le contaba a Vlad lo que les había tocado vivir en ese tramo de tiempo, pero perdió interés cuando vio un cuadro en una de las paredes. Se acercó a este y lo contempló más de cerca.
Había dos mujeres desnudas, en poses muy sugerentes, viendo hacia el espectador, como si quisieran llamarlo.
–…Si, está bien. Busquemos a Nastya entonces– dijo Vlad, luego de haber escuchado el relato de Yulia. Si había más de una cosa merodeando en la casa, Nastya estaría en problemas y no tenían mucho tiempo que perder.
–Y a Ekaterina – aportó Lena– si su celular está aquí, significa que ella también, en algún lugar de la casa.
Fyodor miró a Vlad, pero el chico no pareció inmutarse, miró fijamente a Lena y asintió.
–Sí, busquemos a Ekaterina también, descuida, las encontraremos – terminó Vlad, haciendo que Lena sonriera. Quizás las cosas si podrían mejorar.
–No creen que los cuadros son muy raros – comentó Andrey sin apartar la vista del que ya estaba viendo.
Sus amigos, por primera vez dieron una ojeada a la habitación, y en efecto los cuadros eran muy raros.
Yulia miró uno de cerca, parecía ser de tres sujetos de piel negra, completamente negra y sin ojos, atrás de ellos se podía ver una criatura marrón, tendida en el piso, pero era indescifrable saber que era.
Los demás chicos también pusieron atención a un cuadro.
Andrey seguía absorto a esas figuras femeninas, podía sentir como su imaginación jugaba con ellas un poco, imaginándose lo que el autor intentaba plasmar. Sonrió pensando en eso.
Unos de sus ojos le comenzó a picar, así que con la manga de su disfraz intentó limpiarse, pero el ardor no se iba y de repente los dos ojos le comenzaron a picar. El ardor comenzaba a crecer y crecer y en un momento ya no bastaba sus manos para relajarse.
–¡Ahhhhh!– gritó finalmente, alertando a sus amigos.
Yulia se dio vuelta e intentó caminar hacia Andrey, pero algo en sus hombros la detuvo.
–¡Vlad!– gritó al notar como varios brazos negros la agarraban, arrastrándola hacia la pared del cuadro.
Vlad y Fyodor fueron inmediatamente a su socorro, agarrando su brazo y halándola para el lado opuesto. Lena, quien aún tenía su fierro, corrió y comenzó a pegarle a los brazos.
Estos se rindieron y terminaron soltando a la chica, volviendo a la pintura.
Yulia cayó nuevamente en el medio de la habitación abrazada por Vlad, que en ningún momento la soltó. Comenzó a llorar aun asustada por el repentino arrebato.
Lena contempló la escena, también agitada. Se apoyó en una pared mientras veía como Vlad consolaba a su novia. Suspiró y bajó su vista. Intentó caminar hacia ellos, pero sintió como una pequeña risilla se escuchaba justo detrás de ella.
–¡Vlad! ¡Yulia!
Ambos aludidos y Fyodor miraron a donde se encontraba Lena y vieron como la mitad de su cuerpo luchaba por salir de un cuadro oscuro. Varias bandas negras la tomaban de la cara y los brazos, atrayéndola
más adentro.
–¡Lena!– gritó Vlad tomando la mano de la chica y luchando con el cuadro para traerla, Yulia corrió también pero la cara de Lena ya no se veía, solo su mano –¡Lena!
El chico trató con todas sus fuerzas, pero el cuadro comenzaba a consumirlo a él también. Yulia lo agarró y lo comenzó a tirar. Ambos lucharon para alejarse y finalmente cayeron al suelo.
–¡No!– gritó Vlad golpeando el cuadro por donde había desaparecido Lena, el cual ahora era totalmente sólido y todo de negro– ¡No!
Los tres se quedaron viendo ese sector de la pared, en busca de algún indicio de cómo ayudar a su amiga, pero no encontraban nada, solo sus zapatillas justo debajo del cuadro.
Unos sollozos en sus espaldas los hicieron voltear.
–¡Andrey!
Los chicos corrieron hacia su amigo, quien se encontraba postrado de rodillas, agarrándose su rostro y lamentándose.
–¿Qué tienes? ¿Qué pasa?
Yulia miró como las manos de Andrey, que cubrían su rostro, estaban manchadas de sangre.
–¿Andrey?– lo llamó tomando sus muñecas y destapando su rostro– Oh Dios…
–No puede ser– exclamó Vlad al observarlo también. Los parpados de su amigo estaban totalmente rasgados y los orificios a donde deberían estar sus ojos, ahora ya no había nada.
~~*~~
La cabeza de Lena le daba vueltas. Intentó sentarse mientras se la tocaba, sentía que le palpitaba de dolor cerca de su frente.
La luz que la envolvía no dejaba que su vista se centrara aun. Le tomó unos segundos hasta que pudo acomodarse y, poniéndose de pie, pudo finalmente comprobar a donde estaba.
Parecía una cocina, predominantemente blanca, con muebles de madera del mismo color, muy armonizada y alegre, tenía varias ventanas por donde un brillante y cálido sol entraba.
–¿Andrey? ¿Vlad?– comenzó a llamar, viendo que se encontraba totalmente sola– ¿Fyodor?– siguió intentando acercándose a la única puerta que veía, y que al juzgar por la ventana a su lado, daba hacia afuera
–¿Yulia?
–Dime.
Lena giró rápidamente y se encontró con la dueña de esa voz. Yulia estaba sentada en una de las blancas sillas, frente a la mesa de la cocina. Se levantó y dejó ver que llevaba puesto un vestido casual blanco, su rostro totalmente libre de pinturas, mostrando una cálida sonrisa.
–¿Yulia?– vuelve a preguntar Lena, pero esta solo le sonríe– ¿Qué haces vestida así?
–¿No te gusta?
–¿Qué? No, no es eso… pero ¿Cuándo te cambiaste?
–No se dé que hablas– dijo Yulia, acercándose aún más – Lena…
La pecosa sentía su cuerpo algo adormilado, al igual que su cabeza. Había dejado de dolerle solo para ahora sentirse algo aturdida, desorientada.
–N…no importa. ¡Yulia! Tenemos que buscar a los chicos – recordó de repente y se sintió más despierta.
–¿A los chicos?
–Si, a Vlad, a Fyodor… Nastya está perdida también.
–Oh, los chicos, claro, iremos enseguida pero… tu cabeza aun te duele ¿verdad?
–Un poco… si…
–¿Por qué no te sientas por unos momentos? te preparé un té– siguió Yulia, acercándose a una tetera y vertiendo su contenido en una taza.
Mientras más observaba Lena ese comportamiento, mas desorientada se sentía. Era algo en ella que le recomendaba que se relaje, que esto estaba bien, que todo iba a estar bien.
Yulia puso la taza con un plato a juego en la mesa y se sentó nuevamente en una silla, invitando a Lena a sentarse. Esta lo hizo y miró el contenido. Era de un marrón oscuro y desprendía un aroma muy dulce.
–Bebe un poco, te sentirás mejor – le recomendó Yulia con una cálida sonrisa que la convenció. Bebió el contenido y sentía como su cuerpo se relajaba aún más– está rico, ¿verdad?
–Si…– contestó Lena con una sonrisa.
–Me encanta cuando sonríes… te hace ver tan linda – comentó Yulia, haciendo que se sonrojara un poco y bajara la mirada.
–Gracias.
–No tienes de que – siguió la de piel canela, tocando con su palma la mejilla de la chica y acariciándola con su pulgar – eres muy linda, siempre lo he creído. Me encanta lo pálido de tu piel… y más aún cuando tus hermosas mejillas se sonrojan… como ahora.
Lena volvió su vista a Yulia y, en efecto, sentía que sus mejillas le ardían, no pudo evitar sonreír. Vio como la mujer que tenía en frente estaba muy atenta a ella, mirándola a los ojos y consiguiendo toda su atención.
–¡Los chicos!– dijo de repente Lena, recordándolo todo y poniéndose de pie, sintiendo algo de culpa por estar pensando en otras cosas que no sea la seguridad de sus amigos– ¡Tenemos que buscar a los chicos, Yulia!
La pelirroja se paró y se dirigió a la puerta, dispuesta a abrirla y buscar a sus amigos, pero entonces una mano se apoyaba por sobre la suya, evitando que la abriera.
–Pero afuera es muy peligroso, Lena. Aquí estás a salvo… conmigo – la voz de Yulia le hacían cosquillas en su oreja. Giró para ver que la tenía muy cerca a ella.
Yulia solo la contemplaba mientras tomaba con su otra mano su mejilla, deslizándola hasta su cuello y finalmente dejándola descansar en su pecho.
–Tu corazón está latiendo como loco – le comentó con cariño.
–Si…sí, bueno, es que… amm.
–Shhh – le dijo, tapándole los labios con un dedo – yo ya lo sé todo. No tienes que explicar nada.
–¿Lo...lo sabes?
–Sí, lo sé todo… Nastya me lo dijo.
–¿Qué?
–Ella me contó lo que le dijiste esa noche y me dijo tu pequeño plan– siguió Yulia– vino a mi "advirtiéndome" con asco, para que yo pudiera evitarlo ¿sabes?
Lena ahora solo la miraba con cierta preocupación, intentaba ver en esos ojos, tan claros, alguna señal de mentira o de broma, pero Yulia solo la miraba con cariño.
–No hacía falta que Nastya me lo contara ¿sabes?– siguió hablando– te atrapé muchas veces viéndome… y sé que no eran miradas inocentes. Sé que revisas mi perfil muchas veces, mi computadora me notifica ¿sabías? Sé de las fotos mías que tienes en tu teléfono… no puedo evitar pensar que cosas haces para creer que la necesitas siempre a mano.
–No… no es lo que parece, no…
–Oh, es totalmente lo que parece… yo te gusto, más que eso, estas enamorada de mi… ¿Crees que no lo noto? Siempre lo supe, lo sé todo. Desde tus pensamientos más inocentes sobre mí, hasta los pensamientos más bajos que te atacan por la noche y no te dejan dormir, pidiéndote que los atiendas mientras tienes una imagen de mi en tu cabeza… lo sé…
–Yo…yo…yo… lo lamento tanto.
–Por Dios, no. No lo lamentes. No me das asco, Lena.
–¿No?– preguntó, sintiendo que todo le daba vergüenza ya. Todos sus planes, todos sus miedos, todos, todos los cuidados que había tenido, nada de eso importaba ya, y aun así, el temor de que Yulia la odiara y se alejara seguía aun en ella.
–Claro que no. Me hace sentir muy bien que te guste, porque ¿sabes?– preguntó lo último acercándose nuevamente al oído de Lena– tu también me gustas… y mucho.
Yulia alejó su rostro y Lena la miraba muy atentamente, no pudiendo creer lo que acaba de escuchar. Estaba muy cerca y su respiración le chocaba en la cara con un dulce aroma, muy parecido al té.
–¿Vlad? ¿Qué hay de Vlad?– preguntó Lena, pero de repente todo volvió a su cabeza– ¡Vlad! ¡Los chicos! Yulia, tenemos que buscar a los chicos. Nastya y Ekaterina están aun perdidas y…
Lena se había zafado del agarre de Yulia y volvió a encarar la puerta, abriéndola.
Del otro lado se podía ver una pradera verde, muy verde, llena de rosas esparcidas al azar, con pastos altos, pero algo en el paisaje no cuadraba. Había un cuadro, suspendido en el aire. Lena no alcanzaba a ver de qué se trataba, pero le recordó a los cuadros que había en la habitación.
–Lena– la llamó Yulia– ¿Es más importante eso… que yo?
Lena volvió a ver a la que le hablaba, sin comprender.
–Quédate conmigo– le dijo acercándose de nuevo– aquí estas a salvo… y te juro que nada me importa más que estés a salvo… conmigo… aquí, juntas… Juntas como siempre deseaste que estemos… juntas así– le dijo acercándose, abrazándola por la cintura y tocando con su nariz la de Lena– para siempre.
Y la besó, justo en los labios. Lena podía sentir como sus parpados le pesaban. Colocó sus brazos alrededor del cuello de Yulia, sintiendo como un nudo se le hacía en la garganta y las lágrimas le amenazaban con salir. Cerró sus ojos y se dejó llevar por ese beso, ese que tanto había soñado con recibir.
Se separaron luego de unos momentos. Lena abrió sus ojos y sentía sus mejillas mojadas, Yulia le sonreía con todo el cariño que jamás había visto.
–Te amo– dijo la chica de piel canela, mientras limpiaba con su pulgar las lágrimas de las mejillas de Lena– Te amo.
–Yo también te amo, Yulia– contestó apenas Lena, mirándola a los ojos, esos que tanto les gustaba mirar– pero tú no eres Yulia.
La sonrisa de la mujer que tenía en frente se desvaneció y Lena se alejó de ella. Le dio la espalda y se dispuso a caminar por la pradera para acercarse al cuadro. Sabía que esa era la salida, sino ¿por qué más la cuidaría con tanto recelo, "Yulia"?
Apenas puso un pie en el frio pasto, recordó que estaba totalmente descalza. Dio otro paso y lo retiró con mucho dolor, cayendo de nuevo en el suelo de madera de la cocina.
–Yo no haría eso si fuera tú, las rosas han crecido mucho y también sus espinas– sugirió la mujer.
Lena miró la planta de su pie y pudo ver que se había lastimado, sacó una pequeña espina de allí y la miró con atención, luego miró el resto del pasto afuera y pudo ver entre ellos muchos tallos con espinas esparcidos.
–No puede ser…
–Quédate conmigo, Lena. Yo te amo.
–¡Cállate!– gritó la pecosa poniéndose de pie e intentando pisar nuevamente el pasto, evitando las espinas.
Dio unos cuantos pasos hasta que sintió que sus dedos se habían pinchando, con dolor retiró su pie, pero al querer pisar de nuevo, lo apoyó de lleno en más espinas que había evitado antes.
–¡Ahh! –gritó con dolor y retrocedió rápidamente de nuevo a la cocina.
–Mi pobre Lena, no hagas esto, ven. Te curaré el pie.
–¡Cállate!– le volvió a gritar, viendo como sus pies sangraban.
–Te amo, Lena, siempre te he amado. Vlad es solo mi novio, porque tengo miedo, miedo de que la sociedad nos rechace, pero te amo, Lena. Quiero estar contigo. Amor.
–¡Cállate!
Lena se puso de nuevo de pie, lloraba, pero no por el dolor que estos emanaban, sino por las palabras que estaba escuchando.
Noches enteras imaginándose a Yulia diciendo algo así, justificando el porqué estaba con Vlad, soñando que quizás si le correspondía.
Yulia la abrazó por los costados y le besó la mejilla. La pecosa la apartó y dio otros pasos, sintiendo como las espinas la dañaban de nuevo, volviendo a caer en la cocina. Sus pies sangraban.
Lloraba aún más, sintiendo la impotencia en su ser, no podía salir de allí, no podía. Ni siquiera daba 5 pasos y las espinas eran peor.
Se puso de nuevo en pie, pisando dolorosamente el suelo de madera y viendo como este se manchaba de sangre.
Yulia la abrazó y esta le devolvió el abrazo, sintiéndose abrumada y sensible.
–Quédate conmigo, no tienes porque sufrir, nunca más, te amo, por favor, quédate.
–No puedo– contestó entre sollozos Lena.
–¿Por qué no?
–Porque… yo… tengo que encontrar a Yulia.
–Yo soy Yulia, y te amo, Lena.
–No, no eres… La verdadera Yulia está en peligro, con mis amigos y… tengo que encontrarla.
–¡Oh, Lena! Mi amor, tú no eres capaz de defender a tus amigos, eres hasta una carga para ellos. Quédate aquí, conmigo, se feliz… y deja que ellos también lo sean.
–No… no… no… debo asegurarme que están bien… yo los ayudaré…
–Lena… quédate conmigo, te amo.
–No… no me amas. Yo lo sé, la verdadera Yulia tampoco me ama… pero, tengo que encontrarla… tengo que decírselo, me prometí decírselo– contestó Lena, alejándose de la Yulia que la tenía abrazada y, rengueando, se acercó nuevamente al exterior.
Se puso en marcha de nuevo, intentando evitar las espinas, pero fallando a los pocos pasos. Gritó con dolor al sentir como unas se le clavaban en sus plantas, penetrando en su carne, pero en vez de tirarse hacia atrás, dio un paso más hacia adelante, gritando nuevamente por el daño.
–¿Por qué me odias, Lena? ¡¿Por qué?!– le gritaba la Yulia de la cocina con malestar.
La pecosa dio otros pasos más hasta que el dolor le fue insoportable, cayendo en sus rodillas y manos, lastimándose aún más.
–¡Ven, Lena, regresa! Por favor, yo te amo, no puedo vivir sin ti. Te vas a morir ¿tanto me odias? aquí a mi lado estarás a salvo, curaré tus heridas… todas tus heridas– seguía suplicando Yulia.
–No– se lamentaba Lena. Las lágrimas salían de ella mientras su boca salivaba bastante dejándola caer en el suelo. El dolor y el ardor eran insoportables.
Miró hacia arriba y el cuadro aún estaba lejos. No lo lograría.
Se miró las manos, apoyadas en las espinas y como estas ya sangraban. Las presionó aún más, sintiendo como las espinas se incrustaban, llegando hasta sus huesos. Las presionó aún más y gritó.
Se obligó a ponerse de pie nuevamente y dio el siguiente paso con firmeza, apoyando bien el pie, dejando que las espinas nuevamente penetraran su piel.
–¡Yulia!– gritó dando el siguiente paso– ¡Yulia! ¡Yulia! ¡Yulia!
Caminó, cayéndose cada tantos, todo el tiempo repitiendo ese nombre. El dolor en sus plantas era tal que sus piernas habían comenzado a entumecerse.
Llegó al cuadro mordiendo el labio fuertemente. Apoyó sus manos en el borde y notó como sus dedos lo traspasaban. Se subió al marco y con decisión pasó su cabeza.
Cayó de cara a la sala, lastimándose el rostro con un suelo de madera claro.
Levantó su vista y reconoció el cuarto de cuadros, miró a su alrededor y nuevamente estaba sola.
Lloró sin ningún tipo de tapujo, tocándose sus pies lastimados.
Le tomó varios minutos sacar las espinas de su piel y de su ropa. Cuando finalizó, pudo ver a su costado sus zapatillas. Apretando fuertemente los dientes, se puso el calzado y con mucho esfuerzo se paró.
El dolor seguía siendo impresionante, pero se juró que seguiría, tenía que buscar a los chicos, tenía que encontrar a Yulia. Juntos se reunirían con Ekaterina y Nastya, saldrían de aquí y entonces…entonces…
Lena miró nuevamente el cuadro por donde había salido. Sus bordes estaba rodeados de espinas negras con rosas rojas y en el centro se podía ver a una mujer, con la piel negra como el carbón y ojos blancos sin pupilas, levantando una mano a modo de saludo. Le sonreía.
A leer!!
Capítulo 4: Yo no haría eso, las rosas han crecido y también sus espinas
Yulia encendió la luz y lo que vieron los tres los alivió. Se encontraban en una pequeña cocina, muy pulcra y sin ningún rastro de algo macabro o sangre.
–Por el bien de todos, mejor no toquemos nada – pidió Lena y los demás asintieron.
–¿Vieron esa cosa?– preguntó Andrey.
–No del todo, solo su sombra y partes de sus pies – contestó Yulia.
–Era enorme… y horrible – les aseguró el moreno – llevaba con él una especie de mazo o palo con puntas, no parecía amigable.
–Parece que la criatura con que nos topamos antes no es la única cosa de la que tenemos que cuidarnos – sentenció la pelinegra.
–Sí, bueno… estamos a salvo aquí – dijo débilmente Lena consiguiendo una mirada dura de Yulia.
–¿Y eso que importa? Tenemos que salir de esta cocina y buscar a los demás.
–Yo no creo… no creo que pueda.
–Bien, quédate aquí si quieres, como toda una cobarde, no importa.
–Yulia, las cosas en esta casa no están bien. Nosotros no podemos contra esas… cosas ¿Qué quieres hacer? – se defendió Lena.
–¡Buscar a mi novio y salir de aquí!
–Chicas, chicas… cálmense ¿sí? – intervino Andrey – Yulia tiene razón, debemos buscar a los demás y juntos salir de aquí.
Ambas dejaron de lado la pequeña pelea y miraron como Andrey se acercaba a la puerta, apoyando su oreja en ésta, intentando escuchar del otro lado.
El celular de Lena comenzó a sonar ruidosamente.
–¿Qué haces? ¡Apágalo!
Lena sacó rápidamente el aparato y observó que era una llamada, sin miramientos atendió.
La cocina se llenó de los ruidos provenientes del celular, del otro lado se escuchaban cosas rompiéndose, vidrios y personas gritando algo que Lena no entendía.
–¿Hola?– intentó la pelirroja.
–¡Lena! ¡Lena!– Escuchó con la inconfundible voz de Yulia.
Lena miró hacia su compañera y la encontró de brazos cruzados, mirándola curiosa, pero con la boca cerrada. ¿Entonces, no era Yulia?
–¡Lena!– insistió la voz del otro lado dando gritos.
–¿Ja…Yulia?
–¡Lena! ¡Tienes que matar a Fyodor!– siguió gritando la voz mientras se escuchaban más cosas rompiéndose del otro lado – ¡Tienes que matar a Fyodor! ¡Por Dios! ¡Mata a Fyodor!
–¿Qué?– la pecosa escuchaba lo que le decían pero no daba crédito. Se fijó rápidamente en su pantalla, y en efecto, el contacto que mostraba, era Yulia.
Miró de nuevo a su compañera en la cocina y ésta, escuchando lo que sucedía, le mostró su celular, no la estaba llamando.
–¡Mata a Fyodor! ¡Dios! ¡Lena!
Un vidrio rompiéndose y un grito del otro lado fue lo último que escuchó, antes que el tono de cortado le avisara que la llamada había terminado.
–¿Hola? ¿Hola?
Lena alejó su celular y miró a sus amigos, que se miraban también entre ellos, totalmente confundidos.
Yulia iba a decir algo pero entonces la perilla de la puerta hizo ruido, alguien intentaba entrar.
Los tres se alejaron de la puerta y pudieron ver como la perilla volvía a girar, pero el seguro del lado interno impedía que se abriera.
Sabían que si era alguna de las cosas que habían visto, estaban muertos, cualquiera podría derribar esa puerta.
Volvieron a ver como la perilla giraba de nuevo en su estado normal y luego… nada.
Se quedaron unos minutos más, inmóviles.
–Ya se fue.
–Eso no lo sabes.
Andrey se acercó nuevamente y se pegó a la puerta, luego quitó el seguro y la abrió.
–No hay nadie – les dijo luego de mirar por ambos lados.
Ambas chicas se reunieron con él y en efecto, no encontraron nada.
–¿Por dónde?
–A la derecha– indicó Yulia.
Caminaron un poco y se toparon con la segunda puerta del pasillo. Yulia tomó aire y la abrió.
La luz de adentro estaba encendida y dejaba ver una sala vacía, rectangular, llena de cuadros en las paredes, pero no era lo que más atrajo su atención.
–¡Vlad!– llamó la ojiazul entrando de lleno en la sala y abrazando a su novio en la mitad de esta.
Lena y Andrey entraron también, cerrando la puerta y asegurándola. Vieron como en el medio de la sala se encontraban ya, Fyodor y Vlad, siendo abrazados por la pelinegra.
–Dios, estás bien, no sabes cuanto me alegra – siguió diciendo Vlad, devolviéndole el abrazo.
Al separarse, Yulia miró a su costado y vio a Fyodor, el mismo Fyodor de siempre, solo que asustado y traspirando. Recordó la llamada telefónica y al parecer sus otros dos amigos también, porque solo se quedaron viendo con cierto recelo al muchacho.
–¿Qué…qué?– tartamudeó el chico– ¿te…tengo algo malo?
–No, no… no es nada – terminó Yulia, viendo a Lena y a Andrey para que actuaran normal.
–¿Dónde está Nastya?– preguntó Andrey cambiando rápidamente la conversación.
–No lo sabemos – contestó Vlad – Cuando se fueron ustedes, estuvimos en la sala de abajo por un tiempo. Unos animales, no sé muy bien que eran, intentaron entrar en la casa y le dije a Nastya que cerrara la puerta… y luego esa cosa apareció.
–¿La mujer sin piernas?– preguntó Yulia.
–No, un sujeto muy alto, con la cara deformada, con un mazo y cadenas, su cuerpo era de un color lila y tenía el cráneo abollado… nos atacó y huimos. Logramos despistarlo al ir escaleras arriba y luego bajar, nos escondimos en el sótano del pasillo derecho. Luego de un tiempo, pensamos en buscarlos y… le dije a Nastya que se quedara, que estaba a salvo y que volveríamos por ella pero… cuando regresamos ya no estaba.
–Oh Dios – se lamentó Yulia, llevándose las manos a la boca.
–Descuida, la encontraremos, y luego veremos la forma de salir de aquí – la calmó Vlad, rozándole el brazo, y notando la prenda de Lena en él, tapando una herida – ¿Qué te pasó?
Andrey escuchaba como Yulia le contaba a Vlad lo que les había tocado vivir en ese tramo de tiempo, pero perdió interés cuando vio un cuadro en una de las paredes. Se acercó a este y lo contempló más de cerca.
Había dos mujeres desnudas, en poses muy sugerentes, viendo hacia el espectador, como si quisieran llamarlo.
–…Si, está bien. Busquemos a Nastya entonces– dijo Vlad, luego de haber escuchado el relato de Yulia. Si había más de una cosa merodeando en la casa, Nastya estaría en problemas y no tenían mucho tiempo que perder.
–Y a Ekaterina – aportó Lena– si su celular está aquí, significa que ella también, en algún lugar de la casa.
Fyodor miró a Vlad, pero el chico no pareció inmutarse, miró fijamente a Lena y asintió.
–Sí, busquemos a Ekaterina también, descuida, las encontraremos – terminó Vlad, haciendo que Lena sonriera. Quizás las cosas si podrían mejorar.
–No creen que los cuadros son muy raros – comentó Andrey sin apartar la vista del que ya estaba viendo.
Sus amigos, por primera vez dieron una ojeada a la habitación, y en efecto los cuadros eran muy raros.
Yulia miró uno de cerca, parecía ser de tres sujetos de piel negra, completamente negra y sin ojos, atrás de ellos se podía ver una criatura marrón, tendida en el piso, pero era indescifrable saber que era.
Los demás chicos también pusieron atención a un cuadro.
Andrey seguía absorto a esas figuras femeninas, podía sentir como su imaginación jugaba con ellas un poco, imaginándose lo que el autor intentaba plasmar. Sonrió pensando en eso.
Unos de sus ojos le comenzó a picar, así que con la manga de su disfraz intentó limpiarse, pero el ardor no se iba y de repente los dos ojos le comenzaron a picar. El ardor comenzaba a crecer y crecer y en un momento ya no bastaba sus manos para relajarse.
–¡Ahhhhh!– gritó finalmente, alertando a sus amigos.
Yulia se dio vuelta e intentó caminar hacia Andrey, pero algo en sus hombros la detuvo.
–¡Vlad!– gritó al notar como varios brazos negros la agarraban, arrastrándola hacia la pared del cuadro.
Vlad y Fyodor fueron inmediatamente a su socorro, agarrando su brazo y halándola para el lado opuesto. Lena, quien aún tenía su fierro, corrió y comenzó a pegarle a los brazos.
Estos se rindieron y terminaron soltando a la chica, volviendo a la pintura.
Yulia cayó nuevamente en el medio de la habitación abrazada por Vlad, que en ningún momento la soltó. Comenzó a llorar aun asustada por el repentino arrebato.
Lena contempló la escena, también agitada. Se apoyó en una pared mientras veía como Vlad consolaba a su novia. Suspiró y bajó su vista. Intentó caminar hacia ellos, pero sintió como una pequeña risilla se escuchaba justo detrás de ella.
–¡Vlad! ¡Yulia!
Ambos aludidos y Fyodor miraron a donde se encontraba Lena y vieron como la mitad de su cuerpo luchaba por salir de un cuadro oscuro. Varias bandas negras la tomaban de la cara y los brazos, atrayéndola
más adentro.
–¡Lena!– gritó Vlad tomando la mano de la chica y luchando con el cuadro para traerla, Yulia corrió también pero la cara de Lena ya no se veía, solo su mano –¡Lena!
El chico trató con todas sus fuerzas, pero el cuadro comenzaba a consumirlo a él también. Yulia lo agarró y lo comenzó a tirar. Ambos lucharon para alejarse y finalmente cayeron al suelo.
–¡No!– gritó Vlad golpeando el cuadro por donde había desaparecido Lena, el cual ahora era totalmente sólido y todo de negro– ¡No!
Los tres se quedaron viendo ese sector de la pared, en busca de algún indicio de cómo ayudar a su amiga, pero no encontraban nada, solo sus zapatillas justo debajo del cuadro.
Unos sollozos en sus espaldas los hicieron voltear.
–¡Andrey!
Los chicos corrieron hacia su amigo, quien se encontraba postrado de rodillas, agarrándose su rostro y lamentándose.
–¿Qué tienes? ¿Qué pasa?
Yulia miró como las manos de Andrey, que cubrían su rostro, estaban manchadas de sangre.
–¿Andrey?– lo llamó tomando sus muñecas y destapando su rostro– Oh Dios…
–No puede ser– exclamó Vlad al observarlo también. Los parpados de su amigo estaban totalmente rasgados y los orificios a donde deberían estar sus ojos, ahora ya no había nada.
~~*~~
La cabeza de Lena le daba vueltas. Intentó sentarse mientras se la tocaba, sentía que le palpitaba de dolor cerca de su frente.
La luz que la envolvía no dejaba que su vista se centrara aun. Le tomó unos segundos hasta que pudo acomodarse y, poniéndose de pie, pudo finalmente comprobar a donde estaba.
Parecía una cocina, predominantemente blanca, con muebles de madera del mismo color, muy armonizada y alegre, tenía varias ventanas por donde un brillante y cálido sol entraba.
–¿Andrey? ¿Vlad?– comenzó a llamar, viendo que se encontraba totalmente sola– ¿Fyodor?– siguió intentando acercándose a la única puerta que veía, y que al juzgar por la ventana a su lado, daba hacia afuera
–¿Yulia?
–Dime.
Lena giró rápidamente y se encontró con la dueña de esa voz. Yulia estaba sentada en una de las blancas sillas, frente a la mesa de la cocina. Se levantó y dejó ver que llevaba puesto un vestido casual blanco, su rostro totalmente libre de pinturas, mostrando una cálida sonrisa.
–¿Yulia?– vuelve a preguntar Lena, pero esta solo le sonríe– ¿Qué haces vestida así?
–¿No te gusta?
–¿Qué? No, no es eso… pero ¿Cuándo te cambiaste?
–No se dé que hablas– dijo Yulia, acercándose aún más – Lena…
La pecosa sentía su cuerpo algo adormilado, al igual que su cabeza. Había dejado de dolerle solo para ahora sentirse algo aturdida, desorientada.
–N…no importa. ¡Yulia! Tenemos que buscar a los chicos – recordó de repente y se sintió más despierta.
–¿A los chicos?
–Si, a Vlad, a Fyodor… Nastya está perdida también.
–Oh, los chicos, claro, iremos enseguida pero… tu cabeza aun te duele ¿verdad?
–Un poco… si…
–¿Por qué no te sientas por unos momentos? te preparé un té– siguió Yulia, acercándose a una tetera y vertiendo su contenido en una taza.
Mientras más observaba Lena ese comportamiento, mas desorientada se sentía. Era algo en ella que le recomendaba que se relaje, que esto estaba bien, que todo iba a estar bien.
Yulia puso la taza con un plato a juego en la mesa y se sentó nuevamente en una silla, invitando a Lena a sentarse. Esta lo hizo y miró el contenido. Era de un marrón oscuro y desprendía un aroma muy dulce.
–Bebe un poco, te sentirás mejor – le recomendó Yulia con una cálida sonrisa que la convenció. Bebió el contenido y sentía como su cuerpo se relajaba aún más– está rico, ¿verdad?
–Si…– contestó Lena con una sonrisa.
–Me encanta cuando sonríes… te hace ver tan linda – comentó Yulia, haciendo que se sonrojara un poco y bajara la mirada.
–Gracias.
–No tienes de que – siguió la de piel canela, tocando con su palma la mejilla de la chica y acariciándola con su pulgar – eres muy linda, siempre lo he creído. Me encanta lo pálido de tu piel… y más aún cuando tus hermosas mejillas se sonrojan… como ahora.
Lena volvió su vista a Yulia y, en efecto, sentía que sus mejillas le ardían, no pudo evitar sonreír. Vio como la mujer que tenía en frente estaba muy atenta a ella, mirándola a los ojos y consiguiendo toda su atención.
–¡Los chicos!– dijo de repente Lena, recordándolo todo y poniéndose de pie, sintiendo algo de culpa por estar pensando en otras cosas que no sea la seguridad de sus amigos– ¡Tenemos que buscar a los chicos, Yulia!
La pelirroja se paró y se dirigió a la puerta, dispuesta a abrirla y buscar a sus amigos, pero entonces una mano se apoyaba por sobre la suya, evitando que la abriera.
–Pero afuera es muy peligroso, Lena. Aquí estás a salvo… conmigo – la voz de Yulia le hacían cosquillas en su oreja. Giró para ver que la tenía muy cerca a ella.
Yulia solo la contemplaba mientras tomaba con su otra mano su mejilla, deslizándola hasta su cuello y finalmente dejándola descansar en su pecho.
–Tu corazón está latiendo como loco – le comentó con cariño.
–Si…sí, bueno, es que… amm.
–Shhh – le dijo, tapándole los labios con un dedo – yo ya lo sé todo. No tienes que explicar nada.
–¿Lo...lo sabes?
–Sí, lo sé todo… Nastya me lo dijo.
–¿Qué?
–Ella me contó lo que le dijiste esa noche y me dijo tu pequeño plan– siguió Yulia– vino a mi "advirtiéndome" con asco, para que yo pudiera evitarlo ¿sabes?
Lena ahora solo la miraba con cierta preocupación, intentaba ver en esos ojos, tan claros, alguna señal de mentira o de broma, pero Yulia solo la miraba con cariño.
–No hacía falta que Nastya me lo contara ¿sabes?– siguió hablando– te atrapé muchas veces viéndome… y sé que no eran miradas inocentes. Sé que revisas mi perfil muchas veces, mi computadora me notifica ¿sabías? Sé de las fotos mías que tienes en tu teléfono… no puedo evitar pensar que cosas haces para creer que la necesitas siempre a mano.
–No… no es lo que parece, no…
–Oh, es totalmente lo que parece… yo te gusto, más que eso, estas enamorada de mi… ¿Crees que no lo noto? Siempre lo supe, lo sé todo. Desde tus pensamientos más inocentes sobre mí, hasta los pensamientos más bajos que te atacan por la noche y no te dejan dormir, pidiéndote que los atiendas mientras tienes una imagen de mi en tu cabeza… lo sé…
–Yo…yo…yo… lo lamento tanto.
–Por Dios, no. No lo lamentes. No me das asco, Lena.
–¿No?– preguntó, sintiendo que todo le daba vergüenza ya. Todos sus planes, todos sus miedos, todos, todos los cuidados que había tenido, nada de eso importaba ya, y aun así, el temor de que Yulia la odiara y se alejara seguía aun en ella.
–Claro que no. Me hace sentir muy bien que te guste, porque ¿sabes?– preguntó lo último acercándose nuevamente al oído de Lena– tu también me gustas… y mucho.
Yulia alejó su rostro y Lena la miraba muy atentamente, no pudiendo creer lo que acaba de escuchar. Estaba muy cerca y su respiración le chocaba en la cara con un dulce aroma, muy parecido al té.
–¿Vlad? ¿Qué hay de Vlad?– preguntó Lena, pero de repente todo volvió a su cabeza– ¡Vlad! ¡Los chicos! Yulia, tenemos que buscar a los chicos. Nastya y Ekaterina están aun perdidas y…
Lena se había zafado del agarre de Yulia y volvió a encarar la puerta, abriéndola.
Del otro lado se podía ver una pradera verde, muy verde, llena de rosas esparcidas al azar, con pastos altos, pero algo en el paisaje no cuadraba. Había un cuadro, suspendido en el aire. Lena no alcanzaba a ver de qué se trataba, pero le recordó a los cuadros que había en la habitación.
–Lena– la llamó Yulia– ¿Es más importante eso… que yo?
Lena volvió a ver a la que le hablaba, sin comprender.
–Quédate conmigo– le dijo acercándose de nuevo– aquí estas a salvo… y te juro que nada me importa más que estés a salvo… conmigo… aquí, juntas… Juntas como siempre deseaste que estemos… juntas así– le dijo acercándose, abrazándola por la cintura y tocando con su nariz la de Lena– para siempre.
Y la besó, justo en los labios. Lena podía sentir como sus parpados le pesaban. Colocó sus brazos alrededor del cuello de Yulia, sintiendo como un nudo se le hacía en la garganta y las lágrimas le amenazaban con salir. Cerró sus ojos y se dejó llevar por ese beso, ese que tanto había soñado con recibir.
Se separaron luego de unos momentos. Lena abrió sus ojos y sentía sus mejillas mojadas, Yulia le sonreía con todo el cariño que jamás había visto.
–Te amo– dijo la chica de piel canela, mientras limpiaba con su pulgar las lágrimas de las mejillas de Lena– Te amo.
–Yo también te amo, Yulia– contestó apenas Lena, mirándola a los ojos, esos que tanto les gustaba mirar– pero tú no eres Yulia.
La sonrisa de la mujer que tenía en frente se desvaneció y Lena se alejó de ella. Le dio la espalda y se dispuso a caminar por la pradera para acercarse al cuadro. Sabía que esa era la salida, sino ¿por qué más la cuidaría con tanto recelo, "Yulia"?
Apenas puso un pie en el frio pasto, recordó que estaba totalmente descalza. Dio otro paso y lo retiró con mucho dolor, cayendo de nuevo en el suelo de madera de la cocina.
–Yo no haría eso si fuera tú, las rosas han crecido mucho y también sus espinas– sugirió la mujer.
Lena miró la planta de su pie y pudo ver que se había lastimado, sacó una pequeña espina de allí y la miró con atención, luego miró el resto del pasto afuera y pudo ver entre ellos muchos tallos con espinas esparcidos.
–No puede ser…
–Quédate conmigo, Lena. Yo te amo.
–¡Cállate!– gritó la pecosa poniéndose de pie e intentando pisar nuevamente el pasto, evitando las espinas.
Dio unos cuantos pasos hasta que sintió que sus dedos se habían pinchando, con dolor retiró su pie, pero al querer pisar de nuevo, lo apoyó de lleno en más espinas que había evitado antes.
–¡Ahh! –gritó con dolor y retrocedió rápidamente de nuevo a la cocina.
–Mi pobre Lena, no hagas esto, ven. Te curaré el pie.
–¡Cállate!– le volvió a gritar, viendo como sus pies sangraban.
–Te amo, Lena, siempre te he amado. Vlad es solo mi novio, porque tengo miedo, miedo de que la sociedad nos rechace, pero te amo, Lena. Quiero estar contigo. Amor.
–¡Cállate!
Lena se puso de nuevo de pie, lloraba, pero no por el dolor que estos emanaban, sino por las palabras que estaba escuchando.
Noches enteras imaginándose a Yulia diciendo algo así, justificando el porqué estaba con Vlad, soñando que quizás si le correspondía.
Yulia la abrazó por los costados y le besó la mejilla. La pecosa la apartó y dio otros pasos, sintiendo como las espinas la dañaban de nuevo, volviendo a caer en la cocina. Sus pies sangraban.
Lloraba aún más, sintiendo la impotencia en su ser, no podía salir de allí, no podía. Ni siquiera daba 5 pasos y las espinas eran peor.
Se puso de nuevo en pie, pisando dolorosamente el suelo de madera y viendo como este se manchaba de sangre.
Yulia la abrazó y esta le devolvió el abrazo, sintiéndose abrumada y sensible.
–Quédate conmigo, no tienes porque sufrir, nunca más, te amo, por favor, quédate.
–No puedo– contestó entre sollozos Lena.
–¿Por qué no?
–Porque… yo… tengo que encontrar a Yulia.
–Yo soy Yulia, y te amo, Lena.
–No, no eres… La verdadera Yulia está en peligro, con mis amigos y… tengo que encontrarla.
–¡Oh, Lena! Mi amor, tú no eres capaz de defender a tus amigos, eres hasta una carga para ellos. Quédate aquí, conmigo, se feliz… y deja que ellos también lo sean.
–No… no… no… debo asegurarme que están bien… yo los ayudaré…
–Lena… quédate conmigo, te amo.
–No… no me amas. Yo lo sé, la verdadera Yulia tampoco me ama… pero, tengo que encontrarla… tengo que decírselo, me prometí decírselo– contestó Lena, alejándose de la Yulia que la tenía abrazada y, rengueando, se acercó nuevamente al exterior.
Se puso en marcha de nuevo, intentando evitar las espinas, pero fallando a los pocos pasos. Gritó con dolor al sentir como unas se le clavaban en sus plantas, penetrando en su carne, pero en vez de tirarse hacia atrás, dio un paso más hacia adelante, gritando nuevamente por el daño.
–¿Por qué me odias, Lena? ¡¿Por qué?!– le gritaba la Yulia de la cocina con malestar.
La pecosa dio otros pasos más hasta que el dolor le fue insoportable, cayendo en sus rodillas y manos, lastimándose aún más.
–¡Ven, Lena, regresa! Por favor, yo te amo, no puedo vivir sin ti. Te vas a morir ¿tanto me odias? aquí a mi lado estarás a salvo, curaré tus heridas… todas tus heridas– seguía suplicando Yulia.
–No– se lamentaba Lena. Las lágrimas salían de ella mientras su boca salivaba bastante dejándola caer en el suelo. El dolor y el ardor eran insoportables.
Miró hacia arriba y el cuadro aún estaba lejos. No lo lograría.
Se miró las manos, apoyadas en las espinas y como estas ya sangraban. Las presionó aún más, sintiendo como las espinas se incrustaban, llegando hasta sus huesos. Las presionó aún más y gritó.
Se obligó a ponerse de pie nuevamente y dio el siguiente paso con firmeza, apoyando bien el pie, dejando que las espinas nuevamente penetraran su piel.
–¡Yulia!– gritó dando el siguiente paso– ¡Yulia! ¡Yulia! ¡Yulia!
Caminó, cayéndose cada tantos, todo el tiempo repitiendo ese nombre. El dolor en sus plantas era tal que sus piernas habían comenzado a entumecerse.
Llegó al cuadro mordiendo el labio fuertemente. Apoyó sus manos en el borde y notó como sus dedos lo traspasaban. Se subió al marco y con decisión pasó su cabeza.
Cayó de cara a la sala, lastimándose el rostro con un suelo de madera claro.
Levantó su vista y reconoció el cuarto de cuadros, miró a su alrededor y nuevamente estaba sola.
Lloró sin ningún tipo de tapujo, tocándose sus pies lastimados.
Le tomó varios minutos sacar las espinas de su piel y de su ropa. Cuando finalizó, pudo ver a su costado sus zapatillas. Apretando fuertemente los dientes, se puso el calzado y con mucho esfuerzo se paró.
El dolor seguía siendo impresionante, pero se juró que seguiría, tenía que buscar a los chicos, tenía que encontrar a Yulia. Juntos se reunirían con Ekaterina y Nastya, saldrían de aquí y entonces…entonces…
Lena miró nuevamente el cuadro por donde había salido. Sus bordes estaba rodeados de espinas negras con rosas rojas y en el centro se podía ver a una mujer, con la piel negra como el carbón y ojos blancos sin pupilas, levantando una mano a modo de saludo. Le sonreía.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Vaya que capitulo, es diferente este fics pero comienza atrapar el xk es una casa especial, que paso para que fuera asi.
Eac- Mensajes : 70
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Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Vaya esta de pelos esta historia espero por mas capitulos
VIVALENZ28- Mensajes : 921
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Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Bastante interesante este capítulo ya saber los sentimientos de lena por julia espero leer más
Fati20- Mensajes : 1370
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Localización : Venezuela
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Esta historia está macabra
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mary- Mensajes : 137
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Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Viernes!!!! Si!!! Viernes y el cuerpo lo sabe.... todos acá lo sabemos y antes de irme de party, les dejaré un capítulo más para que lo disfruten...
Pásenla lindo chicas.... nos vemos mañana...
A leer!!
Capítulo 5: Antes de abandonarla
Yulia y Vlad caminaban de la mano el largo pasillo que daba a la derecha, doblaba y aun le seguía otro aun más largo, donde se podía ver una puerta al final.
–¿Crees que encontremos a los demás?– preguntó la chica.
–No lo sé, eso espero – le contestó vagamente el rubio.
Yulia giró su cabeza, para ver como detrás suyo Fyodor ayudaba como podía a Andrey a seguir caminando. El de anteojos lo agarraba de la cintura mientras el moreno apoyaba su brazo sobre su cuello, completamente ciego.
–Yulia… aunque salgamos de aquí, no creo que Andrey vuelva a ver – comentó Vlad en un susurro, solo para que ella lo escuchara.
–Pero le dijiste que buscaríamos una ambulancia y todo estaría bien.
–Yulia… no tiene ninguno de sus ojos.
La pelinegra guardó silencio, aceptando lo que ya sabía, pero se negaba a asimilar.
–¿Vlad?– susurró también– ¿Estuviste todo el tiempo con Fyodor?
–¿De qué hablas?
–Cuando estábamos con Lena, recibimos una llamada… de mí.
–¿Qué?
–No sé cómo explicarlo, pero la voz era idéntica a la mía y el registro decía que era mi móvil. Gritaba y había mucho ruido, le suplicaba a Lena que matara a Fyodor– terminó de contar.
Vlad tomó su tiempo para asimilar esto.
–Debe ser un truco. Estuve todo el tiempo con Fyodor, nada en él cambió, todo el tiempo asustado y pegado a Nastya. No es un buen actor, si escondía algo, lo hubiera sabido.
–Entiendo…– dijo Yulia– ¿Vlad? Hay algo qué me estas ocultando ¿no es cierto? Te conozco, y eres un increíble actor… y también sé que eres capaz de llevarte secretos a la tumba con tal de mantenernos a salvo… pero por favor… ¿Vlad? Si a Nastya le pasó algo, por favor dímelo.
–No, Yulia. Realmente no sé donde está Nastya… pero tienes razón, hay algo más… encontramos a Ekaterina.
Yulia miró fijamente a su novio mientras seguía caminando, pero este no volvía a mirarla.
–Si – le aseguró Vlad, leyéndole la mente.
–¿Nastya la vió?
–No, solo yo y Fyodor… estaba en un ropero, en el primer piso, en una habitación pequeña.
Yulia se tapó la boca al recordar el ropero que goteaba.
–Oh por Dios.
–Yulia, no digas nada… tenemos que salir de aquí y eso solo pondría más nerviosos a todos.
Siguieron caminando en silencio.
–¿Crees que encontraremos a Lena?
–No lo sé, pero la buscaremos, haremos todo lo que esté en nuestro alcance, primero – siguió diciendo el rubio – Haremos todo lo posible… antes de abandonarla.
~~*~~
Lena dejó caer su hombro contra la pared luego de cerrar la puerta de la sala de cuadros. Se encontraba nuevamente en el pasillo y la oscuridad la invadió.
Le era muy dificultoso moverse y caminar. Sabía que si algo la atacaba iba a estar a su merced, pero lo que más lamentaba de todo era encontrarse sola.
Nunca fue el tipo de chica que disfrutara de las películas de terror, y ahora parecía estar viviendo una. Le daba miedo levantar la mirada y fijarse en el lugar, al mismo tiempo que le daba miedo no poder ver si de verdad se encontraba sola.
Sentía que se pondría a llorar en cualquier momento… pero entonces recordó que debía ser fuerte. Su promesa.
Respiró profundamente y levantó su vista. Un pequeño rayo de luz a su izquierda le llamó la atención.
Pasando por el descanso de la escalera, al lado izquierdo de la primera planta, se podía ver el marco de una puerta abierta con la luz encendida.
Lo pensó por mucho tiempo, pero no sabía que creer. Los chicos se habían estado desplazando en la oscuridad por miedo a que los descubrieran… pero quizás si eran ellos, quizás habían encontrado algo… o quizás era una trampa.
Luego de pensarlo mucho, decidió acercarse y revisar. Caminó como pudo desde la puerta donde se encontraba a la sala con luz.
El pasillo seguía un poco más, donde una puerta cerrada terminaba con él.
Lena se acercó un poco al marco e inclinó su cabeza, apenas viendo la habitación iluminada.
Se trataba de una sala pequeña, con una mesa ratona en el centro y cojines en el suelo. De un verde muy brillante las paredes, pero sin ningún cuadro, excepto por un reloj de pared con péndulo en el medio y un espejo, colgado en la pared izquierda, totalmente roto.
Pero no había nadie.
Un poco más confiada, ingresó en la habitación, apoyándose en el marco, la revisó de nuevo pero realmente no había nada fuera de lo que podía encontrar.
Creyó escuchar un susurro a la par, y miró rápidamente hacia allí, pero no vio nada, solo el pasillo vacío.
Se concentró en la puerta cerrada nuevamente y creyó escuchar más susurros provenientes de ese sector.
Se acercó hacia allí y pegándose a la puerta pudo escuchar aun más cerca los susurros. La abrió al tiempo que una fugaz ráfaga de viento la golpeaba en la cara.
La habitación no estaba del todo a oscuras y Lena entró en ella. Pudo ver unos candelabros con velas encendidas a los costados. Parecía una especie de biblioteca. Estantes grandes de libros se veían primero, seguidos de otras filas intercaladas.
Lena se adentró dando dos pasos pero entonces los susurros comenzaron a ser más fuertes y regulares. Sentía susurros de todos lados, aturdiéndola.
Se tapó los oídos cerrando fuerte los ojos, pero los siguió escuchado de todas formas, de todos lados, cada vez más insistentes.
–Por favor, paren– pidió apenas… y ya no escuchó nada.
Abrió los ojos, destapándose los oídos y en efecto, todos los susurros se habían esfumado. Creyó que quizás se había quedado sorda, pero entonces escuchó un nuevo susurro.
La voz se le hizo familiar. La siguió, cruzando a través de unos estantes. Llegó hasta el final de la habitación, y como había hecho las anteriores veces, movió su cabeza, pegándose a un costado y pudo ver a la dueña de esa voz.
Nastya hablaba con alguien, que al parecer estaba en la pared. Lena inclinó su cabeza aun más y pudo ver con quien… o con que.
Al frente de Nastya, justo delante de un espejo, un hombre alto, de traje y un sombrero enorme negro la miraba atentamente. Parecía de raza afroamericana, pero había algo que perturbaba mucho al verlo, era como si una enorme sombra lo envolviera. Llevaba una rasta abajo del sombrero y un bastón, también negro, con una empuñadura que brillaba a la luz de la vela.
–¿Nastya?– preguntó Lena saliendo de su escondite.
La figura giro violentamente, mirándola y haciendo un paso hacia atrás se esfumó, dejando una mirada dorada deshaciéndose en el aire.
–¡Lena!– reconoció la castaña corriendo a su encuentro y abrazándola.
La pecosa se resintió del abrazo, ya que el peso de Nastya la hizo apoyarse de lleno en sus plantas, haciendo que el dolor la postrara de rodillas. Aun así no despegó su vista de la pared donde la figura se había desvanecido.
–¿Qué fue eso?– preguntó, pero Nastya simplemente la miraba atenta.
–Estás muy mal herida ¿Qué pasó?– dijo preocupada la castaña, viendo con horror las heridas que Lena llevaba en sus manos y rodillas – ¡Tienes las zapatillas llenas de sangre, Lena!
–Estoy bien, Nastya…
–Claro que no ¿Qué fue lo que pasó? ¿Y los chicos?
–Yo…yo me separé, no sé donde están.
–Oh Lena– siguió lamentándose Nastya, tomando sus manos entre las suyas, viéndola con mucha preocupación.
–¿Nastya? ¿Con quién hablabas? ¿Por qué te separaste de Vlad?
–Yo… ammm, no lo sé… no sé qué paso, simplemente…– Nastya intercalaba su mirada entre los ojos de Lena y sus manos – Lena, se donde podemos curar tus heridas, luego hablaremos, no estamos a salvo aquí.
Nastya ayudó a Lena a pararse y pasó uno de sus brazos por sus hombros. La pelirroja le sonrió, agradeciendo el esfuerzo que estaba haciendo.
Sabía que Nastya era débil, y no soportaría su peso, así que no quiso apoyarse tanto en ella, pero luego de dar unos pasos volvió a sentir el dolor, y agradeció tenerla a su lado.
La más pequeña la llevó hasta la habitación iluminada del reloj. Dejó a Lena apoyada en una pared y se dirigió a una esquina de la habitación. Apoyó su mano en la pared del fondo y la empujó, esta se abrió como si se tratara de una puerta.
Nastya volvió a Lena y la tomó como antes. La pecosa no opuso resistencia mientras era llevada por esta a través del compartimiento. Entraron y la castaña cerró nuevamente la entrada.
Lena pudo ver que se trataba de una sala amplia, con una fuente en el medio y varios colchones blancos distribuidos en el suelo. Sábanas blancas apiladas a los costados con botellas. Había cuatro lámparas de aceite en cada esquina, emanando una luz azul que iluminaba el lugar.
Observó también, cerca de la fuente, pedazos de espejos hechos añicos.
–¿Qué es este sitio?
–Es un refugio– contestó con simpleza Nastya, sentando a Lena en uno de los colchones.
–¿Un refugio? ¿Cómo lo encontraste?
Nastya miró atentamente a Lena por unos momentos, antes de desviar su mirada y buscar algo en una de las esquinas.
–¿Nastya?
–Me perdí, y al buscar a los chicos me encontré con esto – contestó, agarrando una botella vacía y llenándola de agua de la fuente. Se acercó a Lena con unos trapos blancos y se sentó a la par suya.
–Nastya… ¡Auch!
La pecosa cerró los ojos por la presión que su amiga había ejercido al limpiar su mano.
–Lo siento– se disculpó esta, vertiendo más agua en la mano de Lena y secándola luego con la toalla.
–Nastya, no tenemos tiempo para esto, debemos buscar a los chicos y…
–Lena…– la interrumpió Nastya, mirándola con cariño– déjame hacer esto ¿sí?
–Nastya, no hay tiempo, estoy bien y…
–No lo estás – la volvió a cortar, mientras ahora le quitaba una zapatilla. Lena rápidamente detuvo su mano – por favor…– le pidió la castaña, mirándola con calidez.
La pecosa suspiró, no quería que Nastya viera sus pies, sabía la gravedad de estos y si los veía no la dejaría salir a buscar a los chicos.
–Por favor– repitió Nastya tomando la mano y retirándola de sus zapatillas. Lena terminó cediendo.
Sus manos quitaron el calzado con lentitud y quiso llorar al ver los pies de su amiga.
–Oh Lena – se volvió a lamentar.
Los pies de la pecosa estaban destrozados, podía ver la carne viva en varios sectores y como la sangre aun salía de las heridas.
–¿Qué fue lo que pasó?– preguntó mirándola a los ojos, pero la pelirroja desvió la mirada.
Lena se mordió el labio cuando sintió como Nastya limpiaba con sus manos las heridas con el agua, para luego pasar unos trapos sobre sus pies. Le dolía nuevamente pero se resistió de quejarse, sabía que lo que Nastya hacía era necesario.
La castaña siguió lavando sus pies, viendo con tristeza las feas marcas que estos tenían.
Finalmente los secó y los vendó rasgando una de las telas limpias que había en la habitación.
–Gracias– contestó Lena, cuando Nastya comenzó a vendar también sus manos.
Luego de que la más pequeña atara el último nudo en la venda de su mano izquierda, Lena intentó pararse, pero viendo sus intenciones, Nastya le sostuvo el hombro, obligándola a desistir.
–Nastya, tenemos que buscar a los chicos.
–No puedes, estás muy mal herida, quédate aquí conmigo.
Lena miró a su compañera con alerta, recordando la última vez que había escuchado algo parecido. Más, la cara de Nastya no era alegre, sino verdaderamente preocupada.
–No puedo, debo buscarlos– insistió Lena, intentando ponerse nuevamente de pie, pero Nastya lo volvió a evitar– ¡Nastya!
–¡Esta bien!– contestó con firmeza la castaña – Quieres buscar a Yulia ¿verdad?
Lena no contestó. Miró a su amiga por unos momentos, recordando lo que le confesó noches atrás. Nastya la inspeccionó y tomó su silencio como una afirmación.
–Yo sé que estas muy preocupada por los chicos, principalmente por Yulia, de verdad que lo entiendo... Así que quédate aquí – siguió Nastya – yo buscaré a Yulia y los demás… y los traeré aquí ¿de acuerdo?
–No puedes ir tu sola, Nastya ¿No viste esas cosas?
–Estuve sola por horas, no me va a pasar nada, soy chiquita y escurridiza– le dijo con una sonrisa– si algo me ataca… huiré y me esconderé… pero si algo nos ataca… no podrás huir y esconderte… apenas te puedes mover– siguió Nastya, rompiendo el orgullo de Lena– harás que nos maten a las dos.
La pecosa bajó su mirada apretando sus dientes. Realmente seguía siendo una carga.
–Lena… por favor, quédate aquí– siguió diciendo Nastya– buscaré a los chicos y los traeré aquí, lo prometo, no me tardaré ¿Si?
–Nastya… no… si algo malo te pasa…
–¿Estás preocupada por mi?– preguntó con inocencia.
–Claro que me preocupas…
–Pero más te preocupa Yulia ¿no es cierto?
Lena no contestó, el comentario la sacó totalmente de lugar, solo se quedó viendo como Nastya le sonreía de lado.
–Déjame buscarla, la encontraré, seguro… y la traeré ¿sí?– terminó diciendo, parándose y acercándose a la entrada–Y Lena… No te acerques a los espejos.
~~*~~
Al abrir la puerta que se encontraba al final del pasillo, Vlad se topó con una escalera, subió hasta llegar a la siguiente planta y se cercioró que no había peligro. Entonces les indicó a Yulia y a los demás que
podían subir.
Los cuatros amigos se encontraron entonces en la segunda planta de la casa. Esta estaba compuesta por una enorme sala iluminada por una araña de luz ubicada en el centro. La sala era larga y dejaba ver otra puerta justo en frente. A la derecha estaba cubierta de ventanales y la izquierda por dos puertas separadas. Justo en medio de estas, se podía ver un soldado.
Los tres miraron con detenimiento al soldado inmóvil, que se mantenía de pie. Era la representación exacta de esos soldados ingleses de juguete, con su saco rojo, pantalones azules y sombrero alto, negro. Llevaba un rifle sostenido en estado de firme y sus ojos negros miraban al frente.
–Es un soldado de cascanueces– dijo Yulia luego de mirarlo por un tiempo.
–Eso parece– concordó Vlad.
–¿Qué pasa?–preguntó con curiosidad Andrey.
–Nada, hay un juguete gigante de un soldado, pero no se mueve ni nada, también hay tres puertas. Dos a los costados y una al final de la sala– le comentó Yulia.
Vlad tomó la manija de la puerta a la izquierda del soldado, la abrió y se cercioró que el muñeco siguiera en su lugar. Nada. Parecía realmente una estatua sin más ni menos.
–Entren – les indicó el rubio, mientras Fyodor conducía a Andrey dentro de la nueva sala y Yulia los seguía. Vlad terminó entrando y cerrando la puerta.
La nueva sala también estaba iluminada. Tenía una enorme mesa con muchas sillas de un brillante marrón. Una fina alfombra roja cubría el medio y en una de las paredes se podía ver un precioso mueble a juego, con un espejo. Al final de la sala, otra mesa más pequeña, contenía una caja que brillaba en un dorado intenso.
–¿Qué sucede?– volvió a preguntar Andrey.
–Nada – contestó Fyodor, sentando con cuidado a su amigo en unas de las sillas de la gran mesa– estamos en otra sala, no hay nadie aquí, estamos a salvo, descuida– lo animó con calidez. El moreno asintió.
–¿Qué crees que sea?– preguntó Yulia, mientras se acercaba a la caja, ahora más de cerca se daba cuenta que era un cofre.
–No lo sé– le dijo Vlad poniéndose a su nivel y mirándola también.
Fyodor revisaba la habitación lejos de los chicos, se fijó en el mueble y vio que este tenía dos cajones, se acercó abriendo uno y después el otro, pero estaban vacíos.
Algo en el espejo llamó su atención, parecía que su reflejo se había movido sin que él lo hiciera. Imposible ¿verdad?
Se acercó aun más, concentrado en mirarse. Su maquillaje de vampiro estaba totalmente corrido por las lágrimas que había derramado y realmente tenía mala pinta.
Se miró más fijamente, algo en sus ojos no estaba bien. Se quitó sus anteojos y los limpió con su ropa, antes de ponérselos nuevamente.
Miró el reflejo una vez más, observándolo atento a los ojos… y este le sonrió.
–Deberíamos abrirlo– dijo Yulia.
–No lo sé – Siguió Vlad, había algo que le hacía desconfiar del cofre. Pero Yulia extendió la mano – Espera– le dijo tomándola– lo haré yo.
La pelinegra retiró su mano y observó a su novio. Este tomó la tapa del cofre con sus dos manos y tomando aire se dispuso a abrirlo.
–¡No lo abras!
Yulia y Vlad se dieron vuelta rápidamente, mirando hacia la entrada.
–No lo abras– repitió Nastya.
Pásenla lindo chicas.... nos vemos mañana...
A leer!!
Capítulo 5: Antes de abandonarla
Yulia y Vlad caminaban de la mano el largo pasillo que daba a la derecha, doblaba y aun le seguía otro aun más largo, donde se podía ver una puerta al final.
–¿Crees que encontremos a los demás?– preguntó la chica.
–No lo sé, eso espero – le contestó vagamente el rubio.
Yulia giró su cabeza, para ver como detrás suyo Fyodor ayudaba como podía a Andrey a seguir caminando. El de anteojos lo agarraba de la cintura mientras el moreno apoyaba su brazo sobre su cuello, completamente ciego.
–Yulia… aunque salgamos de aquí, no creo que Andrey vuelva a ver – comentó Vlad en un susurro, solo para que ella lo escuchara.
–Pero le dijiste que buscaríamos una ambulancia y todo estaría bien.
–Yulia… no tiene ninguno de sus ojos.
La pelinegra guardó silencio, aceptando lo que ya sabía, pero se negaba a asimilar.
–¿Vlad?– susurró también– ¿Estuviste todo el tiempo con Fyodor?
–¿De qué hablas?
–Cuando estábamos con Lena, recibimos una llamada… de mí.
–¿Qué?
–No sé cómo explicarlo, pero la voz era idéntica a la mía y el registro decía que era mi móvil. Gritaba y había mucho ruido, le suplicaba a Lena que matara a Fyodor– terminó de contar.
Vlad tomó su tiempo para asimilar esto.
–Debe ser un truco. Estuve todo el tiempo con Fyodor, nada en él cambió, todo el tiempo asustado y pegado a Nastya. No es un buen actor, si escondía algo, lo hubiera sabido.
–Entiendo…– dijo Yulia– ¿Vlad? Hay algo qué me estas ocultando ¿no es cierto? Te conozco, y eres un increíble actor… y también sé que eres capaz de llevarte secretos a la tumba con tal de mantenernos a salvo… pero por favor… ¿Vlad? Si a Nastya le pasó algo, por favor dímelo.
–No, Yulia. Realmente no sé donde está Nastya… pero tienes razón, hay algo más… encontramos a Ekaterina.
Yulia miró fijamente a su novio mientras seguía caminando, pero este no volvía a mirarla.
–Si – le aseguró Vlad, leyéndole la mente.
–¿Nastya la vió?
–No, solo yo y Fyodor… estaba en un ropero, en el primer piso, en una habitación pequeña.
Yulia se tapó la boca al recordar el ropero que goteaba.
–Oh por Dios.
–Yulia, no digas nada… tenemos que salir de aquí y eso solo pondría más nerviosos a todos.
Siguieron caminando en silencio.
–¿Crees que encontraremos a Lena?
–No lo sé, pero la buscaremos, haremos todo lo que esté en nuestro alcance, primero – siguió diciendo el rubio – Haremos todo lo posible… antes de abandonarla.
~~*~~
Lena dejó caer su hombro contra la pared luego de cerrar la puerta de la sala de cuadros. Se encontraba nuevamente en el pasillo y la oscuridad la invadió.
Le era muy dificultoso moverse y caminar. Sabía que si algo la atacaba iba a estar a su merced, pero lo que más lamentaba de todo era encontrarse sola.
Nunca fue el tipo de chica que disfrutara de las películas de terror, y ahora parecía estar viviendo una. Le daba miedo levantar la mirada y fijarse en el lugar, al mismo tiempo que le daba miedo no poder ver si de verdad se encontraba sola.
Sentía que se pondría a llorar en cualquier momento… pero entonces recordó que debía ser fuerte. Su promesa.
Respiró profundamente y levantó su vista. Un pequeño rayo de luz a su izquierda le llamó la atención.
Pasando por el descanso de la escalera, al lado izquierdo de la primera planta, se podía ver el marco de una puerta abierta con la luz encendida.
Lo pensó por mucho tiempo, pero no sabía que creer. Los chicos se habían estado desplazando en la oscuridad por miedo a que los descubrieran… pero quizás si eran ellos, quizás habían encontrado algo… o quizás era una trampa.
Luego de pensarlo mucho, decidió acercarse y revisar. Caminó como pudo desde la puerta donde se encontraba a la sala con luz.
El pasillo seguía un poco más, donde una puerta cerrada terminaba con él.
Lena se acercó un poco al marco e inclinó su cabeza, apenas viendo la habitación iluminada.
Se trataba de una sala pequeña, con una mesa ratona en el centro y cojines en el suelo. De un verde muy brillante las paredes, pero sin ningún cuadro, excepto por un reloj de pared con péndulo en el medio y un espejo, colgado en la pared izquierda, totalmente roto.
Pero no había nadie.
Un poco más confiada, ingresó en la habitación, apoyándose en el marco, la revisó de nuevo pero realmente no había nada fuera de lo que podía encontrar.
Creyó escuchar un susurro a la par, y miró rápidamente hacia allí, pero no vio nada, solo el pasillo vacío.
Se concentró en la puerta cerrada nuevamente y creyó escuchar más susurros provenientes de ese sector.
Se acercó hacia allí y pegándose a la puerta pudo escuchar aun más cerca los susurros. La abrió al tiempo que una fugaz ráfaga de viento la golpeaba en la cara.
La habitación no estaba del todo a oscuras y Lena entró en ella. Pudo ver unos candelabros con velas encendidas a los costados. Parecía una especie de biblioteca. Estantes grandes de libros se veían primero, seguidos de otras filas intercaladas.
Lena se adentró dando dos pasos pero entonces los susurros comenzaron a ser más fuertes y regulares. Sentía susurros de todos lados, aturdiéndola.
Se tapó los oídos cerrando fuerte los ojos, pero los siguió escuchado de todas formas, de todos lados, cada vez más insistentes.
–Por favor, paren– pidió apenas… y ya no escuchó nada.
Abrió los ojos, destapándose los oídos y en efecto, todos los susurros se habían esfumado. Creyó que quizás se había quedado sorda, pero entonces escuchó un nuevo susurro.
La voz se le hizo familiar. La siguió, cruzando a través de unos estantes. Llegó hasta el final de la habitación, y como había hecho las anteriores veces, movió su cabeza, pegándose a un costado y pudo ver a la dueña de esa voz.
Nastya hablaba con alguien, que al parecer estaba en la pared. Lena inclinó su cabeza aun más y pudo ver con quien… o con que.
Al frente de Nastya, justo delante de un espejo, un hombre alto, de traje y un sombrero enorme negro la miraba atentamente. Parecía de raza afroamericana, pero había algo que perturbaba mucho al verlo, era como si una enorme sombra lo envolviera. Llevaba una rasta abajo del sombrero y un bastón, también negro, con una empuñadura que brillaba a la luz de la vela.
–¿Nastya?– preguntó Lena saliendo de su escondite.
La figura giro violentamente, mirándola y haciendo un paso hacia atrás se esfumó, dejando una mirada dorada deshaciéndose en el aire.
–¡Lena!– reconoció la castaña corriendo a su encuentro y abrazándola.
La pecosa se resintió del abrazo, ya que el peso de Nastya la hizo apoyarse de lleno en sus plantas, haciendo que el dolor la postrara de rodillas. Aun así no despegó su vista de la pared donde la figura se había desvanecido.
–¿Qué fue eso?– preguntó, pero Nastya simplemente la miraba atenta.
–Estás muy mal herida ¿Qué pasó?– dijo preocupada la castaña, viendo con horror las heridas que Lena llevaba en sus manos y rodillas – ¡Tienes las zapatillas llenas de sangre, Lena!
–Estoy bien, Nastya…
–Claro que no ¿Qué fue lo que pasó? ¿Y los chicos?
–Yo…yo me separé, no sé donde están.
–Oh Lena– siguió lamentándose Nastya, tomando sus manos entre las suyas, viéndola con mucha preocupación.
–¿Nastya? ¿Con quién hablabas? ¿Por qué te separaste de Vlad?
–Yo… ammm, no lo sé… no sé qué paso, simplemente…– Nastya intercalaba su mirada entre los ojos de Lena y sus manos – Lena, se donde podemos curar tus heridas, luego hablaremos, no estamos a salvo aquí.
Nastya ayudó a Lena a pararse y pasó uno de sus brazos por sus hombros. La pelirroja le sonrió, agradeciendo el esfuerzo que estaba haciendo.
Sabía que Nastya era débil, y no soportaría su peso, así que no quiso apoyarse tanto en ella, pero luego de dar unos pasos volvió a sentir el dolor, y agradeció tenerla a su lado.
La más pequeña la llevó hasta la habitación iluminada del reloj. Dejó a Lena apoyada en una pared y se dirigió a una esquina de la habitación. Apoyó su mano en la pared del fondo y la empujó, esta se abrió como si se tratara de una puerta.
Nastya volvió a Lena y la tomó como antes. La pecosa no opuso resistencia mientras era llevada por esta a través del compartimiento. Entraron y la castaña cerró nuevamente la entrada.
Lena pudo ver que se trataba de una sala amplia, con una fuente en el medio y varios colchones blancos distribuidos en el suelo. Sábanas blancas apiladas a los costados con botellas. Había cuatro lámparas de aceite en cada esquina, emanando una luz azul que iluminaba el lugar.
Observó también, cerca de la fuente, pedazos de espejos hechos añicos.
–¿Qué es este sitio?
–Es un refugio– contestó con simpleza Nastya, sentando a Lena en uno de los colchones.
–¿Un refugio? ¿Cómo lo encontraste?
Nastya miró atentamente a Lena por unos momentos, antes de desviar su mirada y buscar algo en una de las esquinas.
–¿Nastya?
–Me perdí, y al buscar a los chicos me encontré con esto – contestó, agarrando una botella vacía y llenándola de agua de la fuente. Se acercó a Lena con unos trapos blancos y se sentó a la par suya.
–Nastya… ¡Auch!
La pecosa cerró los ojos por la presión que su amiga había ejercido al limpiar su mano.
–Lo siento– se disculpó esta, vertiendo más agua en la mano de Lena y secándola luego con la toalla.
–Nastya, no tenemos tiempo para esto, debemos buscar a los chicos y…
–Lena…– la interrumpió Nastya, mirándola con cariño– déjame hacer esto ¿sí?
–Nastya, no hay tiempo, estoy bien y…
–No lo estás – la volvió a cortar, mientras ahora le quitaba una zapatilla. Lena rápidamente detuvo su mano – por favor…– le pidió la castaña, mirándola con calidez.
La pecosa suspiró, no quería que Nastya viera sus pies, sabía la gravedad de estos y si los veía no la dejaría salir a buscar a los chicos.
–Por favor– repitió Nastya tomando la mano y retirándola de sus zapatillas. Lena terminó cediendo.
Sus manos quitaron el calzado con lentitud y quiso llorar al ver los pies de su amiga.
–Oh Lena – se volvió a lamentar.
Los pies de la pecosa estaban destrozados, podía ver la carne viva en varios sectores y como la sangre aun salía de las heridas.
–¿Qué fue lo que pasó?– preguntó mirándola a los ojos, pero la pelirroja desvió la mirada.
Lena se mordió el labio cuando sintió como Nastya limpiaba con sus manos las heridas con el agua, para luego pasar unos trapos sobre sus pies. Le dolía nuevamente pero se resistió de quejarse, sabía que lo que Nastya hacía era necesario.
La castaña siguió lavando sus pies, viendo con tristeza las feas marcas que estos tenían.
Finalmente los secó y los vendó rasgando una de las telas limpias que había en la habitación.
–Gracias– contestó Lena, cuando Nastya comenzó a vendar también sus manos.
Luego de que la más pequeña atara el último nudo en la venda de su mano izquierda, Lena intentó pararse, pero viendo sus intenciones, Nastya le sostuvo el hombro, obligándola a desistir.
–Nastya, tenemos que buscar a los chicos.
–No puedes, estás muy mal herida, quédate aquí conmigo.
Lena miró a su compañera con alerta, recordando la última vez que había escuchado algo parecido. Más, la cara de Nastya no era alegre, sino verdaderamente preocupada.
–No puedo, debo buscarlos– insistió Lena, intentando ponerse nuevamente de pie, pero Nastya lo volvió a evitar– ¡Nastya!
–¡Esta bien!– contestó con firmeza la castaña – Quieres buscar a Yulia ¿verdad?
Lena no contestó. Miró a su amiga por unos momentos, recordando lo que le confesó noches atrás. Nastya la inspeccionó y tomó su silencio como una afirmación.
–Yo sé que estas muy preocupada por los chicos, principalmente por Yulia, de verdad que lo entiendo... Así que quédate aquí – siguió Nastya – yo buscaré a Yulia y los demás… y los traeré aquí ¿de acuerdo?
–No puedes ir tu sola, Nastya ¿No viste esas cosas?
–Estuve sola por horas, no me va a pasar nada, soy chiquita y escurridiza– le dijo con una sonrisa– si algo me ataca… huiré y me esconderé… pero si algo nos ataca… no podrás huir y esconderte… apenas te puedes mover– siguió Nastya, rompiendo el orgullo de Lena– harás que nos maten a las dos.
La pecosa bajó su mirada apretando sus dientes. Realmente seguía siendo una carga.
–Lena… por favor, quédate aquí– siguió diciendo Nastya– buscaré a los chicos y los traeré aquí, lo prometo, no me tardaré ¿Si?
–Nastya… no… si algo malo te pasa…
–¿Estás preocupada por mi?– preguntó con inocencia.
–Claro que me preocupas…
–Pero más te preocupa Yulia ¿no es cierto?
Lena no contestó, el comentario la sacó totalmente de lugar, solo se quedó viendo como Nastya le sonreía de lado.
–Déjame buscarla, la encontraré, seguro… y la traeré ¿sí?– terminó diciendo, parándose y acercándose a la entrada–Y Lena… No te acerques a los espejos.
~~*~~
Al abrir la puerta que se encontraba al final del pasillo, Vlad se topó con una escalera, subió hasta llegar a la siguiente planta y se cercioró que no había peligro. Entonces les indicó a Yulia y a los demás que
podían subir.
Los cuatros amigos se encontraron entonces en la segunda planta de la casa. Esta estaba compuesta por una enorme sala iluminada por una araña de luz ubicada en el centro. La sala era larga y dejaba ver otra puerta justo en frente. A la derecha estaba cubierta de ventanales y la izquierda por dos puertas separadas. Justo en medio de estas, se podía ver un soldado.
Los tres miraron con detenimiento al soldado inmóvil, que se mantenía de pie. Era la representación exacta de esos soldados ingleses de juguete, con su saco rojo, pantalones azules y sombrero alto, negro. Llevaba un rifle sostenido en estado de firme y sus ojos negros miraban al frente.
–Es un soldado de cascanueces– dijo Yulia luego de mirarlo por un tiempo.
–Eso parece– concordó Vlad.
–¿Qué pasa?–preguntó con curiosidad Andrey.
–Nada, hay un juguete gigante de un soldado, pero no se mueve ni nada, también hay tres puertas. Dos a los costados y una al final de la sala– le comentó Yulia.
Vlad tomó la manija de la puerta a la izquierda del soldado, la abrió y se cercioró que el muñeco siguiera en su lugar. Nada. Parecía realmente una estatua sin más ni menos.
–Entren – les indicó el rubio, mientras Fyodor conducía a Andrey dentro de la nueva sala y Yulia los seguía. Vlad terminó entrando y cerrando la puerta.
La nueva sala también estaba iluminada. Tenía una enorme mesa con muchas sillas de un brillante marrón. Una fina alfombra roja cubría el medio y en una de las paredes se podía ver un precioso mueble a juego, con un espejo. Al final de la sala, otra mesa más pequeña, contenía una caja que brillaba en un dorado intenso.
–¿Qué sucede?– volvió a preguntar Andrey.
–Nada – contestó Fyodor, sentando con cuidado a su amigo en unas de las sillas de la gran mesa– estamos en otra sala, no hay nadie aquí, estamos a salvo, descuida– lo animó con calidez. El moreno asintió.
–¿Qué crees que sea?– preguntó Yulia, mientras se acercaba a la caja, ahora más de cerca se daba cuenta que era un cofre.
–No lo sé– le dijo Vlad poniéndose a su nivel y mirándola también.
Fyodor revisaba la habitación lejos de los chicos, se fijó en el mueble y vio que este tenía dos cajones, se acercó abriendo uno y después el otro, pero estaban vacíos.
Algo en el espejo llamó su atención, parecía que su reflejo se había movido sin que él lo hiciera. Imposible ¿verdad?
Se acercó aun más, concentrado en mirarse. Su maquillaje de vampiro estaba totalmente corrido por las lágrimas que había derramado y realmente tenía mala pinta.
Se miró más fijamente, algo en sus ojos no estaba bien. Se quitó sus anteojos y los limpió con su ropa, antes de ponérselos nuevamente.
Miró el reflejo una vez más, observándolo atento a los ojos… y este le sonrió.
–Deberíamos abrirlo– dijo Yulia.
–No lo sé – Siguió Vlad, había algo que le hacía desconfiar del cofre. Pero Yulia extendió la mano – Espera– le dijo tomándola– lo haré yo.
La pelinegra retiró su mano y observó a su novio. Este tomó la tapa del cofre con sus dos manos y tomando aire se dispuso a abrirlo.
–¡No lo abras!
Yulia y Vlad se dieron vuelta rápidamente, mirando hacia la entrada.
–No lo abras– repitió Nastya.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Edad : 22
Localización : Buenos Aires
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Jajajaja es viernes y a la farra. Al parecer Nastya sabe que pasa en la casa, medio entiendo hasta ahora que la casa brinda un deseo a las personas ejemplo Lena ama a Julia, al parecer ese es su deseo
Eac- Mensajes : 70
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Edad : 46
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Capítulo 6: Sí que hay una salida
Lena aún estaba sentada en el colchón cuando la paciencia que tenía se le comenzaba a acabar. Quiso saber cuánto tiempo había pasado desde que Nastya la había dejado fijándose en su móvil, pero al revisar la hora le pareció imposible.
–Las nueve de la noche… imposible – murmuró. Sabía que esa fue la hora en la que más o menos había entrado a la casa, y estaba convencida que habían pasado varias más desde que estaban perdidos.
Esperó unos minutos más, hasta que ideas espeluznantes de lo que le podría estar pasando a los chicos, la superaron.
Se puso de pie, aun le dolían bastante. Se acercó a la entrada y la pasó. El cuarto del reloj estaba iluminado y con la puerta de entrada cerrada esta vez, se dirigió a ella y la abrió, miró hacia varios costados del pasillo sin lograr ver nada peligroso.
Salió unos pasos y entonces vio la puerta de la izquierda, la biblioteca, abierta. Estaba segura que la había cerrado cuando Nastya la trajo. Quizás uno de los chicos se había metido allí y al ser el lugar más cercano que tenía para explorar, decidió adentrarse.
Una vez adentro, descubrió que el sitio seguía igual, con los candelabros encendidos pero sin ningún murmullo, no se escuchaba nada.
Se acercó hasta el último estante de la pared, viendo de reojo nuevamente a donde había encontrado a Nastya. Nadie.
Lena comenzó a caminar por el último pasillo, acercándose a ese lugar. Vio de costado el espejo donde el espectro había desaparecido, estaba intacto y parecía brillar.
"No te acerques a los espejos" Recordó que Nastya le recomendó.
¿Por qué Nastya parecía saber más de la cuenta? ¿Tanto había aprendido sola desde que se separó de Vlad?
Lena calculaba que tres horas habían pasado desde que encontraron el móvil de Ekaterina, entre esconderse y aguardar en el estudio de abajo, salir y recibir la llamada en la cocina, aguardar allí, encontrar a los chicos en la sala de cuadros…no sabía cuanto tiempo había estado inconsciente en la cocina blanca, pero por lo menos un buen tiempo, y también luego, charlando con la Yulia que se encontraba allí, y mucho más tiempo dándose valor para seguir caminando por las espinas, recuperarse, avanzar, encontrar a Nastya.
No, había pasado mucho tiempo… ¿pero realmente eso bastaba para que una pequeña castaña aprendiera tanto?
Algo en el espejo llamó su atención, una especie de sombra que se mecía un poco. Se acercó manteniendo una distancia prudente. Ya podía ver su cabeza en el reflejo, se aproximó un poco más y ya estaba de frente.
Lucía realmente mal, su cara tenía algunos arañazos y la parte de la rodilla de sus jeans estaba rasgada. Toda su ropa tenía rastros de sangre… pero su piel no. Nastya había hecho un buen trabajo limpiándola, sonrió al recordarlo.
Creyó ver una sombra en el espejo, algo meciéndose justo detrás de sus hombros. Se acercó un poco más hasta que distinguió unos zapatos que se balanceaban apenas, atrás, justo por arriba de su cabeza, siguió subiendo por unos pantalones y una camisa.
Lena se tapó la boca y giró rápidamente viendo atrás suyo, no podía ver nada. Miró hacia el techo y encontró muchas sogas oscuras que tenían un nudo, haciendo que una "o" se formara en las extremidades. El techo estaba lleno de ellas, pero nada más. Las velas hacían que sombras se formaran en la parte alta de los techos, sombras con forma humana.
Lena volvió a ver por el espejo hacia arriba, cerciorándose de lo que había visto, y sus ojos se horrorizaron al ver personas colgadas, muertos ahorcados, aun suspendidos en sus sogas. Personas de todas las edades, grandes y niños, con los ojos abiertos sin expresión, inmóviles.
Pero una figura fue la que más le llamó la atención, porque el atuendo le parecía familiar, la compostura también. Lena necesitó solo fijarse un poco más para ver con horror, el cadáver colgado de Fyodor.
~~*~~
Nastya abrió el pasaje dejando pasar a los chicos a la guarida, sus ojos buscaron rápidamente a Lena pero no la encontraron.
–¿Lena?– preguntó con preocupación. Pero la sala estaba vacía.
–¿Estás segura que la dejaste aquí?
–Sí, si– contestó con nerviosismo, señalando el colchón sucio con sangre donde había limpiado a Lena– Dios, debí tardarme mucho ¡Lena!
Nastya se dio vuelta, lista para salir a buscar a su amiga, pero apenas abrió nuevamente del pasaje, se chocó con un cuerpo.
Lena estaba de pie, llorando.
–¡Lena!– dijo Nastya ayudándola a sostenerse y haciéndola entrar, cerrando la puerta una vez que las dos estuvieron adentro– ¿Qué pasó? ¿A dónde fuiste?
–Nastya, es Fyodor… él… él…él…– comenzó a decir la pelirroja, pero entonces vio a Yulia detrás de Nastya, luego a Vlad y ambos la miraban confundidos.
–¿Yo qué?– preguntó una voz a su lado, se giró y pudo ver a Fyodor de pie, mirándola con atención, detrás de él, Andrey se encontraba sentando en un colchón.
–¡Gracias al cielo!– exclamó Lena, acercándose rápidamente a Fyodor y abrazándolo con fuerza – Fyodor…
Los chicos vieron la escena sin comprender, pero no dijeron nada. Lena permaneció abrazada al chico hasta que notó como no le correspondían el abrazo, pero su atención fue dirigida rápidamente a Andrey.
–¿Qué le pasó a Andrey?– susurró mientras soltaba al de lentes y miraba los parpados de su amigo– ¡Oh por Dios! ¿Qué pasó?– preguntó volviendo su cara a los demás chicos.
–No lo sabemos, él simplemente estaba mirando un cuadro en esa sala y… luego tu desapareciste… cuando lo volvimos a ver, él… ya estaba así – terminó contando Vlad.
–¿Andrey? ¿Andrey? Puedes oírme– preguntó Lena poniendo sus manos en los hombros del chico.
–Lena… me alegra oírte– dijo con una mueca de lamento, parecía querer llorar– no veo nada…
–Tranquilo, tranquilo, saldremos de aquí y… lo solucionaremos, todo se arreglará…
–¿Qué pasó contigo?– preguntó Yulia, aun en su lugar viendo a Lena. Esta se paró y se acercó a su compañera.
–Yo…ammm…
–Por Dios, tus manos– siguió Yulia tomando las manos vendadas de Lena, donde manchas de sangre se veían sobre la tela– ¿esto te hizo el cuadro?
La pecosa solo podía ver a Yulia observando atenta sus heridas, la tenía muy cerca y recordó todo lo vivido dentro de la pintura. Su compañera levantó la vista sorprendiéndola y Lena inmediatamente asintió a su pregunta.
–Ya estamos todos juntos… – comentó Vlad mientras se echaba agua de la fuente en la cara– debemos encontrar la forma de salir de aquí.
–Todavía no hemos encontrado a Ekaterina– dijo Lena, haciendo que un incómodo silencio inundara la sala.
–Cierto– concordó Nastya.
–Si… claro– dijo Vlad– la había olvidado, perdón… que les parece, si… buscamos a Ekaterina mientras vemos la forma de salir de aquí… si lo logramos, podemos traer policías.
–Sí, es verdad, pero creo que todos estamos muy cansados– intervino Fyodor, parándose derecho y hablando seguro.
Sus amigos se miraron entre ellos y pudieron comprobar en sus rostros que era verdad. Todos parecían abatidos, heridos y cansados.
–Propongo que descansemos aquí unas horas. Yulia tiene el brazo herido y lo podemos tratar aquí, y Lena parece necesitar un cambio de vendas. Descansemos, nos recuperemos y cuando amanezca, tendremos más luz en esta casa… y entonces será más fácil buscar una salida– terminó Fyodor.
Los chicos se miraron entre ellos, valorando esa idea. Vlad terminó encogiéndose de hombros.
–Parece un plan.
–¡Esperen! ¿Cuánto exactamente falta para que amanezca? Mi móvil se descompuso o algo y marca que aún son las nueve de la noche– dijo Lena.
Todos sacaron sus móviles para ver la hora y descubrieron que todos sus relojes marcaban un número diferente, algunos tenían las horas adelantadas, otros varias horas atrás.
–Qué extraño– dijo Yulia frunciendo el ceño, marcó algo en su móvil y de repente el de Vlad comenzó a sonar.
–¿Me estás llamando?– preguntó el rubio haciendo que su novia asintiera. Contestó el teléfono y andaba bien, podía comunicarse con Yulia.
Los chicos siguieron probando sus móviles, comprobando que podían comunicarse entre ellos a la perfección, pero no podían contactar con el exterior.
–Para lo que nos sirve…– se quejó Yulia.
–Tranquila– la calmó Vlad– y Fyodor tiene razón, será mejor que te vea el brazo.
Lena pudo ver como Vlad le sacaba la tela de su camiseta con la que había vendado a Yulia y comenzaba a limpiar su herida, vendándola con trozos de sábanas limpias. Su novia le sonreía.
Desvió la vista de la pareja y pudo ver a Nastya, la castaña le sonrió con empatía y la ayudó luego a llevarla a un colchón cerca de Andrey.
~~*~~
Lena llevaba viendo el techo de la habitación un buen rato, no conseguía dormir. Tenía muchas cosas en que pensar.
Giró un poco su cabeza y pudo ver no muy lejos de ella a Yulia y Vlad. Ambos compartían el mismo colchón, Vlad abrazaba a su novia por la espalda y tenía su cabeza muy cerca de su oreja, parecía protegerla de alguna forma. Ambos dormían.
En otro colchón un poco más alejado, Lena vio a Andrey con Nastya, le había vendando los ojos, poniendo trozos de tela en sus parpados y luego envolviéndolo desde la nuca. Parecía dormir también, su respiración era pausada. Fyodor estaba de espalda en un colchón cerca del de éste.
La pecosa dio otra vista a la pareja y decidió girarse para el lado contrario. Apenas lo hizo pudo encontrarse con Nastya.
La castaña estaba acostada en un colchón pegado al suyo, despierta, la observaba atentamente.
–¿No puedes dormir?– le preguntó la más pequeña, su vestido rosa parecía lila a la luz azul de las lámparas.
Lena negó con la cabeza y la chica se acercó más a su cuerpo, acariciándole la mejilla y los cabellos.
–Trata– le recomendó– aquí estás a salvo, nada malo te pasará, a ninguno… lo juro.
La pecosa asintió, sintiendo como los mimos de su amiga comenzaban a relajarla. Nastya se acercó y besó cálidamente su mejilla.
–Yo me quedaré despierta ¿Si? Cuidaré tu sueño– siguió diciendo la castaña y los parpados de Lena se comenzaron a sentir pesados, la imagen de a poco se volvía oscura y lo último que vio antes de caer dormida fue una ligera sonrisa amable.
~~*~~
–¿Y de que te vas a disfrazar para la fiesta de Halloween?
Lena dejó de buscar en su armario y giró para ver como Nastya estaba en su cama, sentanda, muy entretenida con uno de sus peluches.
–No lo sé, creo que de vampiro.
–De vampiro no, todo el mundo se disfraza de eso.
–Bueno y tú que "disfraz original" vas a usar– preguntó con gracia la pelirroja, viendo la expresión de su amiga.
–De abeja de frutilla.
–¿Qué?
–Ya sabes… de abeja… pero de una abeja rosa…
–Eso… no da miedo…
–Seré una abeja rosa alienígena.
–Eso… si es un disfraz original– terminó admitiendo Lena, haciendo que Nastya sonriera ampliamente.
–¿Quieres que vayamos juntas a la fiesta?– preguntó poniéndose de pie.
–Ammm sí, claro… ammm ¿Nastya?
–¿Si?
–Recuerdas que debo hacer una presentación con Andrey en la fiesta de Halloween.
–Sí, lo harás genial.
–Gracias, pero en realidad… te quería pedir que cantaras conmigo una canción.
–¡Claro! ¿Cuál es?– respondió enérgica la castaña.
–Es una nueva… que yo escribí... esta – le dijo Lena, entregándole un papel.
Nastya leyó la letra, tomándose su tiempo, haciendo que Lena se moviera de un lado a otro de la habitación, esperando nerviosa su aprobación.
–Oh Lena– dijo finalmente la castaña– es hermosa.
–¿De veras lo crees?
–Totalmente… ¿está dedicada a alguien?
–Ammm bueno… si– terminó confesando la pecosa.
–¿A Yulia?
Lena bajó la mirada y asintió.
–Quiero… voy a decírselo en la fiesta– terminó hablando con seguridad– ya lo decidí.
Nastya la miró, moviendo su cabeza un poco, parecía seria.
Lena sabía que la castaña era la única persona que conocía su situación, toda su situación, durante años. Sabía que ella estaba enamorada de Yulia y que el asunto se había vuelto un verdadero problema.
–¿Estás segura?– preguntó finalmente la más chica.
–Totalmente…
–Pero… ¿no tienes miedo?
–Estoy aterrada– confesó con una pequeña risa–… ¿crees que funcione?
Nastya no contestó, solo le dio una leve sonrisa de compasión.
–No crees que funcione.
–No, no… no lo sé, Lena– contestó rápidamente la castaña – es… difícil, es todo.
–Lo sé… pero lo quiero intentar… quiero terminar con esto ¿sabes?
–Si… yo entiendo…
–No lo creo– la cortó Lena– es decir, realmente no creo que entiendas… del todo, pero… esto me supera, Nastya… de verdad quiero que acabe.
La dueña de casa se sentó en su cama y puso su rostro entre sus manos, muy cansada de todo el asunto. Su amiga no tardó en sumársele a su par.
–Saldrá bien– le dijo y Lena pudo ver que le sonreía amablemente– todo saldrá bien.
~~*~~
Lena abrió sus parpados, intentando enfocarse en donde estaba. Una luz azul envolvía la sala. Se encontraba en el refugio, había tenido un sueño.
"No, no fue un sueño" recordó, ya que esa charla la había tenido con Nastya hace una semana. ¿Cómo pudieron las cosas darse vuelta de un momento a otro?
Miró nuevamente a su par, esperando encontrar a su amiga, pero el colchón estaba vacío. Rápidamente revisó el lugar y se calmó al encontrar que Yulia y Vlad todavía estaban dormidos.
Un ruido detrás de su colchón la hizo girar. El colchón de Fyodor y Andrey también estaba vacío y la entrada del pasaje se acaba de cerrar.
La pecosa se puso de pie lentamente, cojeando un poco hasta llegar a la entrada, la abrió y pudo ver la sala del reloj, al tiempo que la puerta se cerraba.
Ya totalmente despierta se apoyó en las paredes, cerrando nuevamente la guarida y dirigiéndose a la puerta contraria, la abrió y revisó el pasillo. Este estaba desierto de no ser por dos figuras que se encaminaban a la zona derecha.
Inclinando su cabeza y espiando pudo ver que Fyodor llevaba a Andrey, ayudándolo a caminar hasta la primera sala de la derecha, la cocina donde había recibido la llamada.
Ambos entraron y luego Fyodor encendió la luz de esa habitación, cerrando apenas la puerta.
Lena dio un último vistazo al pasillo, cerciorándose nuevamente que no estaba en peligro y, apoyándose nuevamente en las paredes se fue acercando a la zona derecha.
–¿Qué… qué pasa?– escuchó que preguntaba Andrey.
–Shhh… nos estamos deslizando en silencio, Vlad encontró una forma de salir, pero nos está persiguiendo algo y debemos ser silenciosos– escuchó que le decía Fyodor.
Lena no comprendía lo que pasaba, acaba de dejar a Vlad durmiendo en la guarida ¿De qué hablaba Fyodor?
Se acercó hasta la puerta que solo estaba apenas apoyada en el marco, dejándola ver lo que sucedía adentro, apenas.
Fyodor sentaba a su amigo en una silla de madera de la cocina.
–Estamos en una cocina Andrey, aquí estas a salvo, debo ir por los chicos y volveré–le dijo Fyodor, pero entonces el moreno lo tomó del brazo.
–Por favor, no. No me dejes solo, Fyodor, no veo nada– se comenzó a lamentar el muchacho. Su rostro claramente preocupado y con temor.
–Está bien, Andrey… no te dejaré, lo prometo, déjame… cerrar la puerta– le siguió el chico. Su amigo asintió y soltó su brazo.
Lena pudo ver como Fyodor se acercaba a la puerta y esta retrocedió unos pasos, pero no la abrió. El chico desvió su atención a un cajón del costado, abriéndolo y luego sonriendo.
La pecosa se volvió a acercar luego de que su amigo cerrara el cajón sacando algo de él, pero no pudo ver que era.
–Tranquilo Andrey, yo estoy aquí– dijo Fyodor acercándose al moreno.
–Gracias, gracias Fyodor…. ¿crees… crees que los chicos tardarán en volver? ¿Vlad de verdad encontró la salida? ¿Hay una salida de este lugar?– preguntó el moreno, calmándose más.
–Oh si… sí que hay una salida.
Lena presenció como Fyodor alzaba rápidamente algo que brillo en el aire y apuñaló con eso a Andrey en el cuello. Ahogó un grito tapándose la boca cuando al sacar el cuchillo la sangre de su amigo salió en un breve chorro manchando a Fyodor.
El chico retiró el cuchillo y lo volvió a clavar una y otra vez en la garganta de Andrey.
Lena se comenzó a alejar de la puerta, chocando la espalda con la pared, al tiempo que veía como Fyodor giraba su vista en su dirección.
Cayó de rodillas y gateando se desplazó lo más que pudo a la derecha, entregándose a la oscuridad del pasillo.
Fyodor abrió la puerta de la cocina, saliendo con el cuchillo en mano, analizando el pasillo oscuro.
Lena se arrastraba hacia atrás, hasta que su espalda tocó la pared, había una ventana cerca que emanaba cierta luz, haciendo más oscuro el rincón donde esa claridad no llegaba, donde ella estaba.
El chico acomodó sus anteojos y dando un último vistazo, se metió adentro, cerrando completamente la puerta.
La pelirroja no se tomó el tiempo de recuperarse. Se puso de pie y rengueando, lo más rápido que pudo atravesó el pasillo, pasando por la cocina donde mas ruidos de algo clavándose en carne se escuchaba.
Pasó a la par de las escaleras, podía ver la puerta de la sala del reloj, ya estaba cerca… pero entonces algo la golpeó duramente en su costado, haciendo que se precipitara por las escaleras y rodara hacia abajo.
Su cabeza pegó con el suelo duramente y su vista se nubló al tiempo que sentía unos gritos… lo último que vio fueron unas cadenas deslizándose por la alfombra.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Sube otro a ver q pasará
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Sigue mas interensante intriga saber que sucedio en la casa para ser asi con su embrujo
Eac- Mensajes : 70
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Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
WTF
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mary- Mensajes : 137
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Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Hola chic@s como están? Domingo de doble capítulo. Pues, la historia no es muy larga y ya está por finalizar. Aunque vi que al principio, el fics no trajo muchos comentarios pero al comenzar a tomar cuerpo la trama, causó mucha curiosidad.
Gracias, de verdad por estar allí compartiendo y disfrutando. Y bueno, ya les estoy preparando otra historia que sé, les gustará.... Mientras, disfruten este capítulo. Más tarde, subiré otro.
A leer!!
Capítulo 7: Ya no sé que es real de lo que no lo es
Lena sintió un repentino ardor en la mejilla y sus ojos se abrieron de a poco. Con una visión inclinada podía ver unos pies descalzos de color lila, bastante más grandes de lo normal, cerca de estos unas piernas que se movían.
–¡Lena!
Escuchaba gritos de todos lados, pero uno más cerca que otro y fue cuando la sacudieron con violencia.
–¡Lena!– repitió Yulia, haciendo que finalmente la chica que tenía en su regazo, comenzara a volver.
Una criatura grande, de unos dos metros, delgada, de piel lila, con un cráneo abollado en el medio y ojos desiguales, se entretenía con Vlad. Tenía una enorme boca deforme llena de dientes de diferentes tamaños y formas, agitaba una especie de mazo con clavos puntiagudos.
Vlad lanzaba lo que sea que estuviera a su alcance a la criatura que tenía en frente, mientras con la otra mano sostenía un fierro con punta, picándolo cada tanto y llamando su atención lejos de las chicas.
–Levántate, vamos– insistió Yulia, poniendo a Lena de costado e intentando alejarla del lugar. La criatura con Vlad, estaba muy cerca de las escaleras, no podrían pasar por allí. Yulia pensó que quizás podían llegar hasta el estudio, pero quedarían encerradas, tampoco le pareció una buena idea.
–Maldición… maldición– se decía sin poder pensar gracias a la situación y para variar Lena parecía aun desorientada.
Miró escaleras arriba y vio a Fyodor parado, contemplando como Vlad peleaba contra el mounstro.
–¡Fyodor!– lo llamó. El chico no se movió.
La cosa lila agarró finalmente el fierro de Vlad y lo lanzó lejos, arrinconando ahora al chico al costado de las escaleras.
–¡Fyodor!– llamó Vlad, ahora– ¡Ayuda!
Pero el chico seguía sin moverse.
–¡Fyodor!– lo llamó Vlad, agachándose y cubriéndose con sus brazos al ver que la cosa alzaba el mazo con clavos, dispuesto a pegarle.
El chico de lentes, apareció detrás del mounstro de repente y clavó un cuchillo profundamente en su pierna. La bestia chilló y retrocedió. Vlad aprovechó para acercarse a Yulia y tomar a Lena entre sus brazos.
Comenzó a correr al pasillo de la derecha y los demás lo siguieron. Subieron las escaleras por donde habían perseguido el sonido del móvil de Ekaterina. Podían sentir que la criatura chillaba abajo y se movía.
–Rápido, aquí– indicó Yulia, abriendo una puerta e indicando a los chicos que se metieran.
Era un pequeño depósito oscuro, chico, pero lo suficiente para que los cuatros entraran cómodamente.
Yulia cerró la puerta y los cuatros intentaron aguantar la respiración. Sintieron como pisadas pesadas se acercaban y las cadenas chocaban contra el suelo, la criatura corría. Sintieron unos cuantos golpes en las paredes, chillaba frustrada.
Vlad aun sostenía a Lena de costado, pero ésta ya estaba muy despierta, la adrenalina del momento hacia acallar los dolores que palpitaban a su costado.
Sintieron como la bestia corría de un lado a otro y luego sus pisadas se hicieron distantes… hasta que ya no se escucharon más.
–Dios…– dijo Vlad soltando un largo suspiro. Todos comenzaron a respirar con profundidad y acomodaron un poco sus pensamientos. Estaban a salvo, de nuevo.
–¿Nastya no está con..?– comenzó a decir Lena, pero entonces el sonido de una bofetada muy fuerte resonó en el depósito.
Se tomó la mejilla con la mano al tiempo que miraba a Yulia, quien se sostenía la palma.
–¡Harás que nos maten a todos! – le dijo con molestia.
–¡Yulia!– reprendió Vlad.
–¿Quién te crees que eres? ¿Por qué saliste sin decir nada? ¿Tan confiada estás de que tus amigos irán detrás de ti salvándote el trasero siempre? ¡Eres una idiota!– Yulia seguía diciendo con verdadera rabia, Lena sentía lagrimear uno de sus ojos debido al ardor que le provocó el golpe.
–Yulia, no fue su culpa…
–¡Todo esto es su culpa!– volvió a gritar la pelinegra– es su culpa que estemos encerrados aquí, es su culpa que Nastya no esté aquí, es su culpa que Andrey esté ciego, ¡es su culpa que casi te matan! Nada de esto hubiera pasado si la estrellita no nos hubiera obligado a buscar a la estúpida de su hermana… ¡Y lo sabes!
La pelinegra terminó diciendo todo esto, señalando a Vlad con el dedo.
–Yulia, nada me pasó ¿de acuerdo?– dijo el rubio, tomando a Yulia de los hombros e intentando calmarla– Fyodor llegó justo a tiempo– siguió mirando a su amigo– te debo una, hermano– le dijo estrechando su hombro con su palma, el chico sonrió.
–Si… gracias Fyodor– concordó Yulia, ya intentando calmarse.
Lena miró a Fyodor, recordando al instante lo que había visto en la cocina, Yulia le tomó la mano en forma de agradecimiento y luego se abrazó a su novio.
–¿Y Andrey?– preguntó Vlad.
–Salió con Nastya de la habitación– contestó con calma Fyodor– yo los seguí pero los perdí de vista, fue entonces cuando escuché sus gritos.
Lena se quedó con la boca abierta mientras Fyodor se giraba a verla, el chico solamente le sonrió. De repente un temor muy grande se apoderó de Lena ¿Qué pasaba si Fyodor se había encargado de Nastya antes?
–Bien, los buscaremos– siguió Vlad– vamos a salir de aquí, regresemos a la guarida, quizás están allí.
–Sí, buena idea Vlad– dijo Fyodor, y abrió la puerta del depósito.
~~*~~
Llegaron a la sala del reloj sin muchos inconvenientes. Nuevamente los pasillos de la casa parecían desiertos.
Lena no sabía qué hacer, estaba segura de lo que había visto, era real ¿verdad? Pero si comenzaba a alertar a Vlad y a Yulia, luego de que Fyodor les hubiera salvado, no le creerían y se pondría en peligro, Fyodor intentaría matarla, como hizo con Andrey... y quizás como hizo con Nastya también.
Al pasar por el marco de la puerta Lena volvió a escuchar los murmullos. Se detuvo y volvió unos pasos, mirando hacia la puerta de la biblioteca.
–¿Chicos?– los llamó y los muchachos giraron a verla– creo que sé donde está Nastya.
~~*~~
–No, los estás lastimando, así no eran las cosas…
Se escuchaba en la biblioteca.
–Nunca ultimamos los detalles de cómo las cosas eran…– contestó una voz con un tono muy grave y arrastrado.
–No, no, nada de esto está bien, ya no lo quiero, deshazlo.
–Mi niña, creo que muy tarde entenderás que… un trato es un trato…
–¡No hay trato!
–¡Nastya!– Gritó Yulia al ver como su amiga estaba enfrente de un hombre muy alto con traje.
La aludida miró hacia el costado, descuidándose, al momento que el espectro que tenía en frente levantaba su brazo y la golpeaba duramente en la cara, tirándola hacia un lado.
–¡Nastya!– gritó Yulia acercándose a toda velocidad.
–¡Ahhhh!– gritó Vlad abalanzándose al espectro con un palo, pero este simplemente lo agarró con su mano sin ningún esfuerzo. Tomó a Vlad del cuello con mucha rapidez.
El chico pudo ver de cerca la cara del sujeto, afroamericano con cierto polvo blanco en su rostro, unos enormes ojos amarillos con las pupilas parecidas a un gato. Sonrió mostrando todos sus dientes afilados, y sin esperar más mordió a Vlad en el cuello.
–Ahhhh– gritó de dolor.
–¡Vlad!– gritó Yulia, al ver a su novio siendo mordido.
Lena tomó uno de los candelabros y lo arrojó al espectro, haciendo que este soltara a Vlad.
El tipo de traje vio a Lena con molestia y luego se desvaneció con dos pasos hacia atrás por el espejo.
La pelirroja se apuró a tomar el palo que Vlad había utilizado y con la fuerza que le quedaba destruyó el espejo.
–Vlad, Vlad, Vlad– llamó Yulia.
Podía ver cómo, del cuello de Vlad, en vez de sangre brotaba una especie de líquido espeso negro. El chico se agarraba del cuello, intentando para la hemorragia, pero aun salía. Su boca escupió un poco más de ese líquido.
–Dios, Vlad, no…. Quédate conmigo, quédate conmigo– repetía Yulia.
En un momento el líquido dejó de brotar y Vlad intentó aclararse la garganta.
–Estoy bien… tranquila– la calmó.
–¿Nastya?– preguntó Lena sacudiendo a su amiga, estaba totalmente inconsciente en el suelo, pero respiraba.
Lena sintió unos pasos acercándose y vio a Fyodor, el chico se inclinó acercándose a la castaña y esta lo miró duramente, este solo le volvió a sonreír y levantó a Nastya con sus brazos.
–No se te ocurra…
–Vamos al refugio– la cortó Fyodor, Lena pudo ver como a su costado Vlad también se ponía de pie con la ayuda de Yulia– allí estaremos a salvo.
~~*~~
Fyodor dejó a Nastya en un colchón. Yulia acercó a Vlad a la fuente y comenzó a limpiar su herida en el cuello.
Al terminar pudo ver los dientes marcados de la criatura, toda la piel como si hubiera sido quemada, dejando rastros negros. Terminó por vendar el cuello de su novio, este le sonrió en agradecimiento.
–Tuve visiones– dijo finalmente, atrayendo la atención de todos en la sala– cuando ese sujeto me tocó… vi cosas– siguió explicando el chico.
–¿Qué… que cosas?
–Muchas no las entiendo, pero… existe una llave maestra en la casa, es muy importante…
–¿Una llave maestra?– volvió a pregunta Yulia– ¿estás seguro?
–Si… creo que… creo que puede abrir la puerta principal.
–Eso tiene sentido– concordó Yulia, pensando en lo que su novio decía.
–No sé donde está, es muy importante y… la casa no quiere que la consigamos.
–¿La casa no… quiere?– preguntó confundida su novia.
–Si… todo en esta casa impedirá que lleguemos a ella y… será mejor que ya no busquemos a Andrey…– Terminó de decir.
–¿Cómo que ya no lo busquemos?– preguntó preocupada la pelinegra– ¿Qué quieres decir?
–Él… él forma parte de la casa ahora.
–¿Qué?– preguntó Lena.
–No sé cómo explicarlo pero es así, yo tampoco lo entiendo– dijo con frustración Vlad.
–¿Está muerto?
–No lo sé…
–¿Y entonces porque dices que ya no lo busquemos?
–Porque estoy seguro que no lo vamos a encontrar– terminó diciendo Vlad.
Los chicos se miraron entre ellos en silencio, Nastya hizo un pequeño sonido y todos giraron a ella, pero la chica seguía dormida.
Vlad miró duramente a Nastya por varios segundos. Su novia se percató y también Lena.
–¿Qué? ¿Qué pasa con Nastya?
–Nada… nada pasa con Nastya– dijo contundentemente Vlad mientras se ponía de pie y se dirigía a la puerta.
–¿A dónde vas?– lo detuvo Yulia del brazo.
–A buscar esa llave.
–No sabes dónde está.
–Entonces pondré esta casa de cabeza hasta que la encuentre– contestó molesto golpeando su puño contra la pared.
–Deberías relajarte– comentó con calma Fyodor– o harás que nos maten a todos…– terminó diciendo con una sonrisa.
Yulia lo miró con incredulidad, se acercó al chico para discutir, pero entonces lo recordó.
–El cofre de oro– murmuró y luego volvió su vista a Vlad– ¡El cofre de oro del segundo piso!
–Sí, es verdad. No lo abrimos, y parecía una sala importante guardando algo importante también– recordó Vlad– es muy posible que la llave esté allí.
–¡Uy¡ Parece un plan– aportó Fyodor con interés.
–No podemos ir, Nastya aun no despierta– comentó Lena.
–Puedo ir yo solo– siguió Vlad.
–De ninguna forma– se negó Yulia.
–Pueden ir todos juntos– comentó Fyodor acercándose al colchón donde estaban Lena y Nastya– y yo me quedo a cuidar a Nastya.
Lena miró fijamente a Fyodor, no había fuerza en ese lugar que haga que los dejara solo.
–¿Qué pasa, Lena? ¿No confías en tu amigo Fyodor?– preguntó el chico con gracia.
–No nos vamos a volver a separar– cortó toda la conversación Yulia– no de nuevo, buscaremos esa llave todos juntos, y saldremos juntos también.
Su novio quiso discutir pero vio la mirada de seguridad de Yulia y desistió. Se sentó en uno de los colchones y bajó su cabeza, esperando.
–Bien, un nuevo descanso, entonces– dijo Fyodor, alejándose y acostándose también en los colchones.
~~*~~
Habían pasado un poco más de dos horas y Nastya no despertaba. Lena la cuidaba sentada a un costado de su cuerpo, pasándole un paño mojado en su rostro que de a poco comenzaba a hincharse en su mejilla.
–Hey– dijo Yulia acercándose y sentándose a su lado.
–Hey– contestó Lena mirando en la habitación, Vlad estaba sentando apoyado en una pared, dormitando y Fyodor también parecía dormir en unos colchones más lejos.
–¿Cómo sigue?– preguntó la pelinegra.
–No parece que despierte en un rato, pero está bien, solo se le está hinchando un poco la mejilla por el golpe.
–Ya veo…– siguió Yulia, no era muy buena para lo que estaba por decir, pero sabía que tenía que hacerlo– oye Lena…
La pelirroja no levantó su vista de Nastya, pero Yulia entendió que si la escuchaba.
–Lamento mucho lo que dije antes– terminó soltando– Yo… yo no creo que esto sea tu culpa…
–Es mi culpa, Yulia… tenías razón.
–No, Lena… tú no nos obligaste a nada. Buscabas a tu hermana, te preocupaste, nunca hubieras imaginado que todo esto pasaría… yo… Nastya es como una hermana para mi ¿Sabes?– comentó de repente Yulia, tocándole la mejilla a Nastya– si algo le pasara, si desapareciera… te puedo asegurar que haría lo hasta lo imposible por encontrarla… tu… tu solo buscabas a tu hermana también.
Lena compartió una mirada de Yulia, donde pudo ver lo cansada que estaba. Terminó asintiendo, comprendiendo que en realidad la pelinegra no la culpaba y sacándose con ello un peso de encima muy grande.
–Lena… creo que Nastya nos oculta algo– siguió diciendo, haciendo que la pecosa le ponga más atención– La conozco y actúa muy raro, sin mencionar la charla que tuvo con el espectro.
–Yo también creo que sabe más de lo que nos cuenta– aportó la pelirroja– sabe mucho de esta casa, ella encontró la sala, este refugio y a ustedes los trajo muy rápidamente, también la encontré hablando con el espectro más cordialmente antes.
–Ya veo... es extraño, Nastya no es así, no oculta cosas a sus amigos y… las películas de terror le dan mucho miedo… sin embargo, parecía muy tranquila en todo este tiempo.
–Es verdad…
–Lena… quizás tú puedas hacer que Nastya confié en ti y te cuente lo que sabe– terminó diciendo Yulia.
–¿Qué? ¿Por qué yo?– preguntó sin comprender. Si había alguien cercano a Nastya esa persona era Yulia, no ella.
–Dios, todavía no lo ves– dijo la pelinegra sonriendo mientras negaba– sigues estando tan ciega después de todo este tiempo.
–¿Ciega? ¿Por qué?– preguntó con confusión.
Lena pudo ver como Yulia la miraba, con una sonrisa y unos ojos de compasión, volvió a mirar a Nastya y suspiró.
–Estoy segura que Nastya está escondiendo cosas– siguió diciendo– al parecer es mejor de lo que pensaba guardando secretos… Lena, habla con Nastya, haz que confié en ti, yo sé que puedes hacerlo– le pidió con tono de súplica y la pecosa asintió– quizás así… dejes de pasar por alto cosas muy importantes…
–¿Sigue sin despertar?
La voz de Vlad interrumpió el momento y ambas chicas lo miraron, parecía molesto.
–No, aun no ha despertado.
–No podemos perder más tiempo– dijo molesto. Iré a buscar la llave, luego volveré por ustedes y nos iremos.
–No, Vlad, no puedes ir solo– discutió Yulia, poniéndose de pie, haciendo que Lena también se parara.
–Tu novia tiene razón, Vlad. No puedes ir solo– se sumó Fyodor.
–Bien… tu irás conmigo– dijo Vlad señalando al chico.
–¡No!– se negó Lena.
–¿Por qué? Ya lo salvé una vez ¿sabes?– preguntó con curiosidad Fyodor.
–Bien, iremos los tres– dijo Yulia.
–No, de ninguna forma, tú te quedas aquí– discutió Vlad.
–Tú no me das órdenes, Vlad– lo contradijo Yulia–Iremos los tres y Lena se quedará a cuidar a Nastya. Volveremos por ella lo más antes posible.
–Me gusta ese plan– asintió el de lentes.
–Yulia…no…– dijo Lena tomándola del brazo.
–Estaremos bien, volveremos pronto.
–No es eso, es que…– intentó decir Lena, pero ambos chicos la miraban con curiosidad.
–¿Nos vamos?– apuró Fyodor.
–Dame unos momentos con Lena– dijo Yulia, mirando a los chicos, estos salieron de la habitación sin más, Fyodor le sonrió a las chicas antes de salir también.
–Yulia, ten cuidado con Fyodor– dijo la pecosa, esto te sonará como una locura pero… creo que el mató a Andrey.
La pelinegra inspeccionó el rostro que tenía en frente y no dio crédito.
–Eso no tiene sentido, si Fyodor nos quisiera muertos no nos hubiera ayudado abajo.
–Lo sé, lo se… pero yo lo vi, Yulia… lo mató en la cocina.
–¿Estás segura? ¿No lo soñaste cuando estaba inconsciente? Puede que el espectro te haya metido memorias falsas.
–¿Memorias… falsas?
–¿Crees que le creo del todo cuando Vlad me habla de las visiones?– preguntó Yulia– esta de mal humor desde que esa cosa lo mordió… nada en esta casa está bien, creo que juega con nuestras mentes… lo he pensado mucho y… ya no sé que es real de lo que no es… cuando dormí, tuve un sueño muy raro… soñé que Nastya…
–¡Yulia, no tenemos tiempo!– Vlad se aproximó de nuevo a la sala.
Su novia lo miró y asintió.
–Hablaremos cuando vuelva– le aseguró dándose la vuelta y caminando hacia la salida.
–¡Yulia, espera!– Lena la volvió a tomar del brazo.
–Te prometo, que tendré un ojo puesto en Fyodor en todo momento– le aseguró. La pecosa terminó asintiendo y dejó que se fuera.
La pelinegra le dedicó una sonrisa antes de salir por el pasaje.
~~*~~
Lena llevaba apenas unos minutos cerca a la par de Nastya, cuando sintió que el trapo que usaba para la cara estaba seco.
Se acercó a la fuente para humedecerlo nuevamente y al girar pudo ver su reflejo en un pequeño espejo de la pared. Tenía la mejilla roja e hinchada por la bofetada de Yulia, se acercó poniéndose el paño allí, y limpiándose el resto de la cara, aun tenía las vendas en sus manos que le dificultaban agarrar lo que sea…
Y entonces se dio cuenta.
"¿Por qué hay un espejo en la habitación? El único que había estaba hecho añicos cerca de la fuente" pensó, girándose a comprobar, y en efecto los trozos de vidrio estaban allí. "¿Quién trajo este espejo entonces?"
Su vista regresó nuevamente al objeto y pudo comprobar cómo un espeso humo negro se comenzaba a formar a sus espaldas.
Gracias, de verdad por estar allí compartiendo y disfrutando. Y bueno, ya les estoy preparando otra historia que sé, les gustará.... Mientras, disfruten este capítulo. Más tarde, subiré otro.
A leer!!
Capítulo 7: Ya no sé que es real de lo que no lo es
Lena sintió un repentino ardor en la mejilla y sus ojos se abrieron de a poco. Con una visión inclinada podía ver unos pies descalzos de color lila, bastante más grandes de lo normal, cerca de estos unas piernas que se movían.
–¡Lena!
Escuchaba gritos de todos lados, pero uno más cerca que otro y fue cuando la sacudieron con violencia.
–¡Lena!– repitió Yulia, haciendo que finalmente la chica que tenía en su regazo, comenzara a volver.
Una criatura grande, de unos dos metros, delgada, de piel lila, con un cráneo abollado en el medio y ojos desiguales, se entretenía con Vlad. Tenía una enorme boca deforme llena de dientes de diferentes tamaños y formas, agitaba una especie de mazo con clavos puntiagudos.
Vlad lanzaba lo que sea que estuviera a su alcance a la criatura que tenía en frente, mientras con la otra mano sostenía un fierro con punta, picándolo cada tanto y llamando su atención lejos de las chicas.
–Levántate, vamos– insistió Yulia, poniendo a Lena de costado e intentando alejarla del lugar. La criatura con Vlad, estaba muy cerca de las escaleras, no podrían pasar por allí. Yulia pensó que quizás podían llegar hasta el estudio, pero quedarían encerradas, tampoco le pareció una buena idea.
–Maldición… maldición– se decía sin poder pensar gracias a la situación y para variar Lena parecía aun desorientada.
Miró escaleras arriba y vio a Fyodor parado, contemplando como Vlad peleaba contra el mounstro.
–¡Fyodor!– lo llamó. El chico no se movió.
La cosa lila agarró finalmente el fierro de Vlad y lo lanzó lejos, arrinconando ahora al chico al costado de las escaleras.
–¡Fyodor!– llamó Vlad, ahora– ¡Ayuda!
Pero el chico seguía sin moverse.
–¡Fyodor!– lo llamó Vlad, agachándose y cubriéndose con sus brazos al ver que la cosa alzaba el mazo con clavos, dispuesto a pegarle.
El chico de lentes, apareció detrás del mounstro de repente y clavó un cuchillo profundamente en su pierna. La bestia chilló y retrocedió. Vlad aprovechó para acercarse a Yulia y tomar a Lena entre sus brazos.
Comenzó a correr al pasillo de la derecha y los demás lo siguieron. Subieron las escaleras por donde habían perseguido el sonido del móvil de Ekaterina. Podían sentir que la criatura chillaba abajo y se movía.
–Rápido, aquí– indicó Yulia, abriendo una puerta e indicando a los chicos que se metieran.
Era un pequeño depósito oscuro, chico, pero lo suficiente para que los cuatros entraran cómodamente.
Yulia cerró la puerta y los cuatros intentaron aguantar la respiración. Sintieron como pisadas pesadas se acercaban y las cadenas chocaban contra el suelo, la criatura corría. Sintieron unos cuantos golpes en las paredes, chillaba frustrada.
Vlad aun sostenía a Lena de costado, pero ésta ya estaba muy despierta, la adrenalina del momento hacia acallar los dolores que palpitaban a su costado.
Sintieron como la bestia corría de un lado a otro y luego sus pisadas se hicieron distantes… hasta que ya no se escucharon más.
–Dios…– dijo Vlad soltando un largo suspiro. Todos comenzaron a respirar con profundidad y acomodaron un poco sus pensamientos. Estaban a salvo, de nuevo.
–¿Nastya no está con..?– comenzó a decir Lena, pero entonces el sonido de una bofetada muy fuerte resonó en el depósito.
Se tomó la mejilla con la mano al tiempo que miraba a Yulia, quien se sostenía la palma.
–¡Harás que nos maten a todos! – le dijo con molestia.
–¡Yulia!– reprendió Vlad.
–¿Quién te crees que eres? ¿Por qué saliste sin decir nada? ¿Tan confiada estás de que tus amigos irán detrás de ti salvándote el trasero siempre? ¡Eres una idiota!– Yulia seguía diciendo con verdadera rabia, Lena sentía lagrimear uno de sus ojos debido al ardor que le provocó el golpe.
–Yulia, no fue su culpa…
–¡Todo esto es su culpa!– volvió a gritar la pelinegra– es su culpa que estemos encerrados aquí, es su culpa que Nastya no esté aquí, es su culpa que Andrey esté ciego, ¡es su culpa que casi te matan! Nada de esto hubiera pasado si la estrellita no nos hubiera obligado a buscar a la estúpida de su hermana… ¡Y lo sabes!
La pelinegra terminó diciendo todo esto, señalando a Vlad con el dedo.
–Yulia, nada me pasó ¿de acuerdo?– dijo el rubio, tomando a Yulia de los hombros e intentando calmarla– Fyodor llegó justo a tiempo– siguió mirando a su amigo– te debo una, hermano– le dijo estrechando su hombro con su palma, el chico sonrió.
–Si… gracias Fyodor– concordó Yulia, ya intentando calmarse.
Lena miró a Fyodor, recordando al instante lo que había visto en la cocina, Yulia le tomó la mano en forma de agradecimiento y luego se abrazó a su novio.
–¿Y Andrey?– preguntó Vlad.
–Salió con Nastya de la habitación– contestó con calma Fyodor– yo los seguí pero los perdí de vista, fue entonces cuando escuché sus gritos.
Lena se quedó con la boca abierta mientras Fyodor se giraba a verla, el chico solamente le sonrió. De repente un temor muy grande se apoderó de Lena ¿Qué pasaba si Fyodor se había encargado de Nastya antes?
–Bien, los buscaremos– siguió Vlad– vamos a salir de aquí, regresemos a la guarida, quizás están allí.
–Sí, buena idea Vlad– dijo Fyodor, y abrió la puerta del depósito.
~~*~~
Llegaron a la sala del reloj sin muchos inconvenientes. Nuevamente los pasillos de la casa parecían desiertos.
Lena no sabía qué hacer, estaba segura de lo que había visto, era real ¿verdad? Pero si comenzaba a alertar a Vlad y a Yulia, luego de que Fyodor les hubiera salvado, no le creerían y se pondría en peligro, Fyodor intentaría matarla, como hizo con Andrey... y quizás como hizo con Nastya también.
Al pasar por el marco de la puerta Lena volvió a escuchar los murmullos. Se detuvo y volvió unos pasos, mirando hacia la puerta de la biblioteca.
–¿Chicos?– los llamó y los muchachos giraron a verla– creo que sé donde está Nastya.
~~*~~
–No, los estás lastimando, así no eran las cosas…
Se escuchaba en la biblioteca.
–Nunca ultimamos los detalles de cómo las cosas eran…– contestó una voz con un tono muy grave y arrastrado.
–No, no, nada de esto está bien, ya no lo quiero, deshazlo.
–Mi niña, creo que muy tarde entenderás que… un trato es un trato…
–¡No hay trato!
–¡Nastya!– Gritó Yulia al ver como su amiga estaba enfrente de un hombre muy alto con traje.
La aludida miró hacia el costado, descuidándose, al momento que el espectro que tenía en frente levantaba su brazo y la golpeaba duramente en la cara, tirándola hacia un lado.
–¡Nastya!– gritó Yulia acercándose a toda velocidad.
–¡Ahhhh!– gritó Vlad abalanzándose al espectro con un palo, pero este simplemente lo agarró con su mano sin ningún esfuerzo. Tomó a Vlad del cuello con mucha rapidez.
El chico pudo ver de cerca la cara del sujeto, afroamericano con cierto polvo blanco en su rostro, unos enormes ojos amarillos con las pupilas parecidas a un gato. Sonrió mostrando todos sus dientes afilados, y sin esperar más mordió a Vlad en el cuello.
–Ahhhh– gritó de dolor.
–¡Vlad!– gritó Yulia, al ver a su novio siendo mordido.
Lena tomó uno de los candelabros y lo arrojó al espectro, haciendo que este soltara a Vlad.
El tipo de traje vio a Lena con molestia y luego se desvaneció con dos pasos hacia atrás por el espejo.
La pelirroja se apuró a tomar el palo que Vlad había utilizado y con la fuerza que le quedaba destruyó el espejo.
–Vlad, Vlad, Vlad– llamó Yulia.
Podía ver cómo, del cuello de Vlad, en vez de sangre brotaba una especie de líquido espeso negro. El chico se agarraba del cuello, intentando para la hemorragia, pero aun salía. Su boca escupió un poco más de ese líquido.
–Dios, Vlad, no…. Quédate conmigo, quédate conmigo– repetía Yulia.
En un momento el líquido dejó de brotar y Vlad intentó aclararse la garganta.
–Estoy bien… tranquila– la calmó.
–¿Nastya?– preguntó Lena sacudiendo a su amiga, estaba totalmente inconsciente en el suelo, pero respiraba.
Lena sintió unos pasos acercándose y vio a Fyodor, el chico se inclinó acercándose a la castaña y esta lo miró duramente, este solo le volvió a sonreír y levantó a Nastya con sus brazos.
–No se te ocurra…
–Vamos al refugio– la cortó Fyodor, Lena pudo ver como a su costado Vlad también se ponía de pie con la ayuda de Yulia– allí estaremos a salvo.
~~*~~
Fyodor dejó a Nastya en un colchón. Yulia acercó a Vlad a la fuente y comenzó a limpiar su herida en el cuello.
Al terminar pudo ver los dientes marcados de la criatura, toda la piel como si hubiera sido quemada, dejando rastros negros. Terminó por vendar el cuello de su novio, este le sonrió en agradecimiento.
–Tuve visiones– dijo finalmente, atrayendo la atención de todos en la sala– cuando ese sujeto me tocó… vi cosas– siguió explicando el chico.
–¿Qué… que cosas?
–Muchas no las entiendo, pero… existe una llave maestra en la casa, es muy importante…
–¿Una llave maestra?– volvió a pregunta Yulia– ¿estás seguro?
–Si… creo que… creo que puede abrir la puerta principal.
–Eso tiene sentido– concordó Yulia, pensando en lo que su novio decía.
–No sé donde está, es muy importante y… la casa no quiere que la consigamos.
–¿La casa no… quiere?– preguntó confundida su novia.
–Si… todo en esta casa impedirá que lleguemos a ella y… será mejor que ya no busquemos a Andrey…– Terminó de decir.
–¿Cómo que ya no lo busquemos?– preguntó preocupada la pelinegra– ¿Qué quieres decir?
–Él… él forma parte de la casa ahora.
–¿Qué?– preguntó Lena.
–No sé cómo explicarlo pero es así, yo tampoco lo entiendo– dijo con frustración Vlad.
–¿Está muerto?
–No lo sé…
–¿Y entonces porque dices que ya no lo busquemos?
–Porque estoy seguro que no lo vamos a encontrar– terminó diciendo Vlad.
Los chicos se miraron entre ellos en silencio, Nastya hizo un pequeño sonido y todos giraron a ella, pero la chica seguía dormida.
Vlad miró duramente a Nastya por varios segundos. Su novia se percató y también Lena.
–¿Qué? ¿Qué pasa con Nastya?
–Nada… nada pasa con Nastya– dijo contundentemente Vlad mientras se ponía de pie y se dirigía a la puerta.
–¿A dónde vas?– lo detuvo Yulia del brazo.
–A buscar esa llave.
–No sabes dónde está.
–Entonces pondré esta casa de cabeza hasta que la encuentre– contestó molesto golpeando su puño contra la pared.
–Deberías relajarte– comentó con calma Fyodor– o harás que nos maten a todos…– terminó diciendo con una sonrisa.
Yulia lo miró con incredulidad, se acercó al chico para discutir, pero entonces lo recordó.
–El cofre de oro– murmuró y luego volvió su vista a Vlad– ¡El cofre de oro del segundo piso!
–Sí, es verdad. No lo abrimos, y parecía una sala importante guardando algo importante también– recordó Vlad– es muy posible que la llave esté allí.
–¡Uy¡ Parece un plan– aportó Fyodor con interés.
–No podemos ir, Nastya aun no despierta– comentó Lena.
–Puedo ir yo solo– siguió Vlad.
–De ninguna forma– se negó Yulia.
–Pueden ir todos juntos– comentó Fyodor acercándose al colchón donde estaban Lena y Nastya– y yo me quedo a cuidar a Nastya.
Lena miró fijamente a Fyodor, no había fuerza en ese lugar que haga que los dejara solo.
–¿Qué pasa, Lena? ¿No confías en tu amigo Fyodor?– preguntó el chico con gracia.
–No nos vamos a volver a separar– cortó toda la conversación Yulia– no de nuevo, buscaremos esa llave todos juntos, y saldremos juntos también.
Su novio quiso discutir pero vio la mirada de seguridad de Yulia y desistió. Se sentó en uno de los colchones y bajó su cabeza, esperando.
–Bien, un nuevo descanso, entonces– dijo Fyodor, alejándose y acostándose también en los colchones.
~~*~~
Habían pasado un poco más de dos horas y Nastya no despertaba. Lena la cuidaba sentada a un costado de su cuerpo, pasándole un paño mojado en su rostro que de a poco comenzaba a hincharse en su mejilla.
–Hey– dijo Yulia acercándose y sentándose a su lado.
–Hey– contestó Lena mirando en la habitación, Vlad estaba sentando apoyado en una pared, dormitando y Fyodor también parecía dormir en unos colchones más lejos.
–¿Cómo sigue?– preguntó la pelinegra.
–No parece que despierte en un rato, pero está bien, solo se le está hinchando un poco la mejilla por el golpe.
–Ya veo…– siguió Yulia, no era muy buena para lo que estaba por decir, pero sabía que tenía que hacerlo– oye Lena…
La pelirroja no levantó su vista de Nastya, pero Yulia entendió que si la escuchaba.
–Lamento mucho lo que dije antes– terminó soltando– Yo… yo no creo que esto sea tu culpa…
–Es mi culpa, Yulia… tenías razón.
–No, Lena… tú no nos obligaste a nada. Buscabas a tu hermana, te preocupaste, nunca hubieras imaginado que todo esto pasaría… yo… Nastya es como una hermana para mi ¿Sabes?– comentó de repente Yulia, tocándole la mejilla a Nastya– si algo le pasara, si desapareciera… te puedo asegurar que haría lo hasta lo imposible por encontrarla… tu… tu solo buscabas a tu hermana también.
Lena compartió una mirada de Yulia, donde pudo ver lo cansada que estaba. Terminó asintiendo, comprendiendo que en realidad la pelinegra no la culpaba y sacándose con ello un peso de encima muy grande.
–Lena… creo que Nastya nos oculta algo– siguió diciendo, haciendo que la pecosa le ponga más atención– La conozco y actúa muy raro, sin mencionar la charla que tuvo con el espectro.
–Yo también creo que sabe más de lo que nos cuenta– aportó la pelirroja– sabe mucho de esta casa, ella encontró la sala, este refugio y a ustedes los trajo muy rápidamente, también la encontré hablando con el espectro más cordialmente antes.
–Ya veo... es extraño, Nastya no es así, no oculta cosas a sus amigos y… las películas de terror le dan mucho miedo… sin embargo, parecía muy tranquila en todo este tiempo.
–Es verdad…
–Lena… quizás tú puedas hacer que Nastya confié en ti y te cuente lo que sabe– terminó diciendo Yulia.
–¿Qué? ¿Por qué yo?– preguntó sin comprender. Si había alguien cercano a Nastya esa persona era Yulia, no ella.
–Dios, todavía no lo ves– dijo la pelinegra sonriendo mientras negaba– sigues estando tan ciega después de todo este tiempo.
–¿Ciega? ¿Por qué?– preguntó con confusión.
Lena pudo ver como Yulia la miraba, con una sonrisa y unos ojos de compasión, volvió a mirar a Nastya y suspiró.
–Estoy segura que Nastya está escondiendo cosas– siguió diciendo– al parecer es mejor de lo que pensaba guardando secretos… Lena, habla con Nastya, haz que confié en ti, yo sé que puedes hacerlo– le pidió con tono de súplica y la pecosa asintió– quizás así… dejes de pasar por alto cosas muy importantes…
–¿Sigue sin despertar?
La voz de Vlad interrumpió el momento y ambas chicas lo miraron, parecía molesto.
–No, aun no ha despertado.
–No podemos perder más tiempo– dijo molesto. Iré a buscar la llave, luego volveré por ustedes y nos iremos.
–No, Vlad, no puedes ir solo– discutió Yulia, poniéndose de pie, haciendo que Lena también se parara.
–Tu novia tiene razón, Vlad. No puedes ir solo– se sumó Fyodor.
–Bien… tu irás conmigo– dijo Vlad señalando al chico.
–¡No!– se negó Lena.
–¿Por qué? Ya lo salvé una vez ¿sabes?– preguntó con curiosidad Fyodor.
–Bien, iremos los tres– dijo Yulia.
–No, de ninguna forma, tú te quedas aquí– discutió Vlad.
–Tú no me das órdenes, Vlad– lo contradijo Yulia–Iremos los tres y Lena se quedará a cuidar a Nastya. Volveremos por ella lo más antes posible.
–Me gusta ese plan– asintió el de lentes.
–Yulia…no…– dijo Lena tomándola del brazo.
–Estaremos bien, volveremos pronto.
–No es eso, es que…– intentó decir Lena, pero ambos chicos la miraban con curiosidad.
–¿Nos vamos?– apuró Fyodor.
–Dame unos momentos con Lena– dijo Yulia, mirando a los chicos, estos salieron de la habitación sin más, Fyodor le sonrió a las chicas antes de salir también.
–Yulia, ten cuidado con Fyodor– dijo la pecosa, esto te sonará como una locura pero… creo que el mató a Andrey.
La pelinegra inspeccionó el rostro que tenía en frente y no dio crédito.
–Eso no tiene sentido, si Fyodor nos quisiera muertos no nos hubiera ayudado abajo.
–Lo sé, lo se… pero yo lo vi, Yulia… lo mató en la cocina.
–¿Estás segura? ¿No lo soñaste cuando estaba inconsciente? Puede que el espectro te haya metido memorias falsas.
–¿Memorias… falsas?
–¿Crees que le creo del todo cuando Vlad me habla de las visiones?– preguntó Yulia– esta de mal humor desde que esa cosa lo mordió… nada en esta casa está bien, creo que juega con nuestras mentes… lo he pensado mucho y… ya no sé que es real de lo que no es… cuando dormí, tuve un sueño muy raro… soñé que Nastya…
–¡Yulia, no tenemos tiempo!– Vlad se aproximó de nuevo a la sala.
Su novia lo miró y asintió.
–Hablaremos cuando vuelva– le aseguró dándose la vuelta y caminando hacia la salida.
–¡Yulia, espera!– Lena la volvió a tomar del brazo.
–Te prometo, que tendré un ojo puesto en Fyodor en todo momento– le aseguró. La pecosa terminó asintiendo y dejó que se fuera.
La pelinegra le dedicó una sonrisa antes de salir por el pasaje.
~~*~~
Lena llevaba apenas unos minutos cerca a la par de Nastya, cuando sintió que el trapo que usaba para la cara estaba seco.
Se acercó a la fuente para humedecerlo nuevamente y al girar pudo ver su reflejo en un pequeño espejo de la pared. Tenía la mejilla roja e hinchada por la bofetada de Yulia, se acercó poniéndose el paño allí, y limpiándose el resto de la cara, aun tenía las vendas en sus manos que le dificultaban agarrar lo que sea…
Y entonces se dio cuenta.
"¿Por qué hay un espejo en la habitación? El único que había estaba hecho añicos cerca de la fuente" pensó, girándose a comprobar, y en efecto los trozos de vidrio estaban allí. "¿Quién trajo este espejo entonces?"
Su vista regresó nuevamente al objeto y pudo comprobar cómo un espeso humo negro se comenzaba a formar a sus espaldas.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Edad : 22
Localización : Buenos Aires
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Hola, es bueno leer historias diferentes de vez en cuando. Quizas nos agrade mas un tipo de historia normal pero este fics diferente para deducir el comportamiento de la casa y los seres que la habitan
Eac- Mensajes : 70
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Edad : 46
Re: NO PIDAS DESEOS EN LA OSCURIDAD // RAINBOW.XANDER
Solo quedan 3 capítulos y el epílogo... Hasta esta semana chicas!!
A leer!!!
Capítulo 8: Si ven otra flor más hermosa que ellas mismas.
Yulia, Vlad y Fyodor llegaron sin problemas al segundo piso, donde la enorme sala iluminada seguía igual. Se acercaron a donde estaban las dos puertas y el rubio notó que el soldado parado entre ellas tenía algo diferente.
–Juraría que tenía el arma en la mano derecha– comentó viéndolo más detenidamente.
–¿Tú crees?– preguntó Fyodor, mirándolo con curiosidad pero encogiéndose de hombros.
–Si… como sea…– Vlad abrió la puerta derecha, donde recordaba que había visto el cofre, pero la habitación era totalmente diferente.
Apenas puso un pie en ella, se mojó las zapatillas y un chasquido le indicó que estaba pisando agua.
Todo el suelo del lugar estaba inundado y lleno de flores amarillas flotantes. Había varias estatuas de cristal por el lugar y dos enormes ventanales dejaban que la luz de la luna lo iluminara todo, haciendo brillar el agua y las esculturas.
–Esta no es la sala– dijo Yulia.
–Estoy seguro que abrimos la puerta derecha– dijo Vlad.
–Al parecer la habitación cambia de lugar ahora– comentó Fyodor adentrándose y agarrando de un palo de la par de una estatua.
Yulia lo miró con cautela, pero el chico no volvió a reparar en sus amigos, seguía entretenido con las figuras.
–Mira– indicó la pelinegra. Al final de la sala había un cofre, muy parecido al que habían visto en la sala que se suponía debía estar allí.
Ambos se acercaron caminando por el suelo inundado, hasta llegar al cofre. Un ruido de algo rompiéndose los hizo voltearse.
–Ups, perdón– dijo Fyodor, quien acaba de romper con el palo un brazo de una estatua e intentaba ponerlo de nuevo en su lugar.
Los chicos vieron como de esa estatua comenzaba a salir un líquido rojo de a montones.
–¿Qué hiciste?– lo reprendió Yulia.
–¿Yo? Nada… solo… tuve curiosidad… parece que en este lugar todo sangra– comentó con gracia el chico de lentes.
Yulia contempló como la sangre se mezclaba con el agua, y también como las flores amarillas parecían absorberla, dejando nuevamente el suelo claro.
–¡Vlad! Date prisa con eso– le indicó su novia, mientras veía como ahora las flores brillaban más.
El rubio abrió el cofre sin esperar, pero lo que encontró lo desilusionó por completo.
–¿Qué hay?– preguntó con curiosidad Yulia, sin despegar la vista de Fyodor, quien tenía el brazo de la estatua y actuaba como si con él batiera algo en el aire.
–Es una nota…
–¿Una nota?
–Si…
–¿Qué dice?
–Dice…– el chico tomó la pequeña placa que tenía un mensaje grabado– “Las flores son sensibles a la envidia, pero también son capaces de sentirla… si ven otra flor más hermosa que ellas mismas”
–¿Qué?– preguntó sin entender Yulia.
Pero no pasó mucho hasta que algo brillara en el techo. Los tres miraron hacia arriba y pudieron ver que estaba cubierto de espejos, que ahora se movían.
–¿Qué pasa?– preguntó Yulia.
–No lo sé– se alarmó Vlad– Hay que salir de aquí.
Y de repente todos los espejos se dejaron de mover, todos apuntando a Yulia.
–¿Vlad?– preguntó con temor viendo como las flores comenzaban a temblar y de repente un ruido ensordecedor comenzó a salir de ellas.
–¡Dios!– exclamó Vlad tapándose los oídos. El ruido que producían las flores era muy agudo y sentía que estaban destrozando sus tímpanos. Yulia hacía lo mismo, cerrando sus ojos. Podía sentir como su cabeza le dolía a mares.
–Ahhhh– gritó hincándose de rodillas. El sonido la estaba matando y estaba por todos lados.
–Yulia, párate, rápido, hay que salir de aquí– Vlad podía ver como los espejos de arriba también temblaban cada vez más.
–¡Oh, esa es otra brillante idea!– les aseguró Fyodor quien se dirigió a la puerta.
Vlad empujó a Yulia a pararse, y la chica corrió hacia la salida, pasando a la par de Fyodor.
–Tú no, chico bonito– comentó Fyodor, poniendo el brazo de cristal sobre su hombro y golpeando a Vlad en la cara como si bateara algo, justo cuando iba a pasar por la puerta– Tu mejor te quedas.
Cerró la puerta dejando al rubio tirado entre el suelo de agua, y luego la aseguró con el palo que había encontrado, trabando la puerta.
Yulia aun se agarraba la cabeza, con dolor, aun aturdida.
–¿Vlad?– preguntó intentándose poner de pie, pero lo único que vio fue a Fyodor alejándose de la puerta y sacando de su espalda un cuchillo.
–Tu novio te fue a buscar flores, princesa– comentó el chico.
~~*~~
La espalda de Lena chocó de lleno con la pared mientras unos delgados y morenos dedos le oprimían la garganta.
El sujeto que tenía en frente la miraba con una sonrisa, sus ojos amarillos brillaban como dos luceros en la oscuridad.
–Uhhh me encanta– confesó el espectro, lamiendo el rostro de la pelirroja desde su quijada a la frente– puro miedo… es tan delicioso.
Lena forcejeaba con sus manos sin ningún resultado. Aunque el sujeto de traje era muy delgado, tenía una fuerza descomunal.
–N…Nastya– dijo apenas, ahogándose con la fuerza que estaba siendo ahorcada.
–Cierto… ese pequeño asunto del que te quería hablar– dijo el espectro– quiero mostrarte algo, por favor... sígueme.
La pelirroja miró fijamente esos ojos amarillos y como estos brillaban aun más, hasta que la luz la encandiló y todo se volvió muy claro… y de repente se apagó.
Lena ya no sentía ninguna presión en su garganta y llevándose sus manos al cuello, pudo comprobar que nadie la agarraba.
–Presta atención, chiquilla– escuchó que le dijeron y miró a su par, el espectro alto miraba al frente, señalándole con el bastón que mirara ella también.
–¿Nastya?– preguntó Lena.
Estaba en un lugar muy oscuro, pero había una escena que se podía ver, en blanco y negro. Nastya estaba sentada en su cama, llorando. Hablaba algo pero no podía escucharla, se acercó a ella, pero al querer tocarla, la traspasó.
–Ah, ah– le negó el espectro– se mira y no se toca.
Lena pudo ver como a la par de Nastya se llenaba de humo y aparecía el espectro, sonriéndole, esta se asustó y se hizo para atrás, pero él le sonrió y parecía hablarle amablemente.
El sujeto con traje le extendió una mano y Nastya la miró con duda. Lena pudo ver como él le seguía hablando y su amiga terminó tomando la mano, desapareciendo y dejando la cama vacía.
El espectro, que se encontraba con Lena, movió su bastón y el humo disipó la escena, mostrando una nueva. La entrada de la casa.
La pecosa pudo ver de nuevo a Nastya acompañada por el espectro, quien le apoyaba una mano en el hombro. Ambos entraron.
–Será mejor que lo sigamos– recomendó el espectro entrando con sus representaciones. Lena lo siguió.
En varios momentos pudo ver como la representación de ese sujeto le mostraba a Nastya lugares de la casa, todas y cada una de las habitaciones. La castaña asentía a todo lo que se le decía.
Finalmente llegaron a una especie de tapia, donde el techo estaba ornamentado con estatuas blancas. Ambos la cruzaron y llegaron a un pequeño cuarto al otro lado. Entraron y Lena pudo ver que se trataba de una habitación con una enorme cama en el medio… y entonces Nastya habló.
–Entonces… ¿lo único que tengo que hacer es traer a los chicos aquí… y encontrar la llave maestra?– preguntó con curiosidad.
–Parece un juego de niños ¿verdad?– le contestó el espectro– Cómo la búsqueda del tesoro ¿no crees?
–Y si encuentro la llave… ¿mi deseo se cumplirá? ¿Así sin más? ¿Solo tengo que tocarla y ya?
–Te doy mi palabra… tu ya pediste el deseo… la llave espera para cumplírtelo– cercioró el sujeto.
Nastya parecía dudar y jugaba con sus dedos.
–Te he escuchado mi niña, noche tras noche…puedes cambiarlo… solo te pido una pequeña cosa a cambio– siguió seduciéndola– trae a tus amigos a mi casa, es lo único que pido… y a cambio…
La imagen se volvió a desvanecer como humo y Lena volvió a sala con el espectro.
–No– le dijo negando con su cabeza– Nastya no hizo esto, no… estas engañándome… ella vio como sufríamos, jamás jugaría con nosotros de esta forma… no Nastya.
–Mi niña…– le llamó el espectro– ¿Quién crees que le mandó a Ekaterina la invitación?
El tipo mostró su palma y una fina pantalla de humo mostró como Nastya dejaba una invitación en el casillero de Ekaterina.
–¿Quién crees que comenzó el juego?– siguió preguntando, mientras se veía a Nastya abriendo la puerta al principio, haciendo que todos entraran– ¿Quién crees que los convocó a todos aquí… juntos?
"–Yo quise venir–" escuchó que decía Nastya desde la pantalla de humo, reconociendo la escena cuando se encontraron en la carretera con los autos.
–¿Quién crees que cerró la puerta? ¿Quién crees que es la única que puede salir y entrar de la casa?
Ahora la escena se veía a Nastya abriendo y cerrando la puerta si problemas, y como luego, cuando el mounstro lila atacó a Vlad, Nastya cerró la puerta, reuniéndose con los chicos sin que notaran lo que había
hecho.
–Ellas los encerró aquí… ese era el trato… y lo siguió– terminó el espectro.
–No– volvió a negar Lena, sin poder creerlo– ella jamás nos haría daño, no…
–Tu amiga quizás no… pero a esta casa no nos importa… tenemos un trato, ustedes entran… y ella consigue lo que viene deseando de hace mucho… mucho tiempo.
–Tú la engañaste, no le dijiste cómo funcionaban las cosas…
–Yo dije la verdad– siguió el espectro– pero supongo que en los tormentos oscuros de tu pequeña amiga… no vio con claridad… con quien estaba pactando. Escatimar en detalles… no es su fuerte.
Lena apretaba fuertemente sus puños, sintiendo el dolor en sus manos lastimadas.
–¿Por qué me cuentas todo esto?
–¡Oh! Que brillante pregunta– aplaudió el tipo– verás, tu amiga Nastya… parece haber notado, tarde por cierto, que nuestro acuerdo no contemplaba que los que entren en la casa estén a salvos… o vivos… y decidió…– el espectro se irguió lo más que pudo– romper el trato.
–¿Y?– preguntó luego de unos segundos la pecosa, viendo como su acompañante no seguía.
–Y que… para que pueda… "descansar" ambas partes del trato deben cumplirse… los demonios como yo tenemos "palabra" algo que los humanos parecen valorar poco últimamente. Si la chiquilla no toca la llave, entonces su deseo no se cumple… y entonces yo no cumplo mi parte del trato… eso es algo– el espectro se torció el cuello haciendo sonar sus huesos– inaceptable, me perturba hasta la medula… me pone mal– terminó diciéndose, tocándose el pecho, fingiendo dolor.
–Sigo sin entender que parte de todo esto es lo mío– comentó Lena alejándose, dándole la espalda y acercándose al pequeño espejo de la pared. Pudo ver por el que el espectro sonrió.
–Quiero proponerte un trato– dijo haciendo una pausa y acercándose a Lena, tocando sus hombros con sus palmas– Nastya es muy… pero muy llamativa para mi… y para esta casa… tiene un alma… exquisita– terminó diciendo aspirando con placer– tú me das a Nastya… y yo te daré todo lo que quieras.
–¿Todo lo que quiera?
–Exacto… menos a Nastya, obviamente… de verdad creo que… podría sacarle mucho provecho– siguió diciendo– ¿Qué dices?
–¿Por qué no la tomas tu misma, está allí, justo a tu lado?– preguntó con curiosidad.
–Hay pequeñas pautas en estos… juegos. Digamos que no es tan sencillo, por eso te necesito…
–¿Todo lo que quiera sin importar qué?– se cercioró Lena. El espectro rió.
–Así que tú si quieres algo detallado ¿eh? Listilla me saliste… todo lo que quieras, menos lo que te pido. Lo que sea, todo, solo dame a Nastya.
El espectro se hizo para atrás abriendo sus brazos, Lena volteó a verlo.
–¿Y bien?... ¿Tenemos un trato?
Lena le sonrió, extendiendo su mano… pero entonces cerró su puño y golpeó fuertemente a su costado, destruyendo el espejo.
–No– contestó firmemente.
El espectro se comenzó a desvanecer, sonriendo y dejando nuevamente el brillo de sus ojos.
–Eso ya lo veremos…
~~*~~
Lena caminaba nerviosamente de un lado al otro de la habitación, mirando a Nastya. Los demás ya se habían tardado demasiado. Estaba realmente preocupada.
–Ohhh, mmmm–pudo escuchar como Nastya se quejaba y rápidamente se sentó a su lado, tomando su mano.
–¿Nastya? ¿Nastya? ¿Puedes oírme?– le preguntó, la chica asintió y Lena la ayudó a sentarse.
–¿Dónde estoy?
–Estás en la guarida, Nastya… te desmayaste…
La castaña vio a su alrededor y pudo comprobar lo que Lena decía.
–¿y los demás?
–Salieron a buscar algo, pronto vendrán por nosotros– explicó Lena con calma, la castaña asintió– ¿Te sientes mejor?
–Me duele un poco la cabeza, pero estoy bien– dijo su amiga.
–Bien… Nastya… mírame– pidió la pecosa y esta obedeció– necesito que… confíes en mi…
La castaña analizaba el rostro de Lena con detenimiento y cierto miedo.
–Necesito que me digas la verdad, Nastya– siguió hablando– ¿Por qué sabes tanto de esta casa? ¿Por qué hablabas con el espectro? … ¿Qué papel cumples en todo esto?
Nastya bajó la mirada y se mordía el labio, parecía estar a punto de llorar. Lena la tomó de la mejilla con suavidad y la obligó a mirarla.
–Por favor, Nastya… tenemos que salir de aquí… si sabes algo… por lo que más quieras… ayúdame– terminó suplicando Lena– ayúdanos…
Nastya dejó caer las primeras lágrimas y comenzó a sollozar.
–Yo… yo… yo lo lamento tanto– dijo sin apartar sus ojos de Lena– hice algo terrible… vas a odiarme y…
–Hey, hey– la calmó acariciando su mejilla– no, yo jamás podría odiarte, jamás ¿entiendes?
–Yo… yo… yo los metí en esto– confesó con más lagrimas– ese señor se apareció en mi cuarto y…. y me prometió que si yo los traía aquí él… él me ayudaría con algo…
–¿Con que cosa, Nastya?– preguntó Lena, pero Nastya solo negó– está bien, está bien… solo… ¿tú sabes cómo podemos salir de aquí?– Nastya asintió– ¿tiene algo que ver con la llave maestra?
Y entonces la castaña la miró con alerta, abriendo grandemente los ojos.
–¿Co…como sabes de la llave maestra?
–Vlad… los chicos… fueron a buscarla.
–¡No! ¡No, no, no, no!– dijo poniéndose de pie, haciendo que Lena la imitara– debemos ir por ellos, rápido ¡Ahora!
–¿Por qué? ¿Qué sucede?
–Lena, nada en esta casa es lo que parece, ni siquiera el tiempo o el espacio, ni siquiera los objeto son lo que son. Una vez que entras aquí, todas las cosas dejan de tener sentido. Esa llave no es una llave, no sirve para abrir puertas.
–¿Y para qué es entonces?
–No… no lo sé…
–¡Nastya!
–Lena, por favor… yo… no sé cómo explicarlo, pero… si alguno de los chicos toca esa llave, entonces todo acabara–exclamó con preocupación– ¡Tenemos que encontrarlos! ¡Ahora!
A leer!!!
Capítulo 8: Si ven otra flor más hermosa que ellas mismas.
Yulia, Vlad y Fyodor llegaron sin problemas al segundo piso, donde la enorme sala iluminada seguía igual. Se acercaron a donde estaban las dos puertas y el rubio notó que el soldado parado entre ellas tenía algo diferente.
–Juraría que tenía el arma en la mano derecha– comentó viéndolo más detenidamente.
–¿Tú crees?– preguntó Fyodor, mirándolo con curiosidad pero encogiéndose de hombros.
–Si… como sea…– Vlad abrió la puerta derecha, donde recordaba que había visto el cofre, pero la habitación era totalmente diferente.
Apenas puso un pie en ella, se mojó las zapatillas y un chasquido le indicó que estaba pisando agua.
Todo el suelo del lugar estaba inundado y lleno de flores amarillas flotantes. Había varias estatuas de cristal por el lugar y dos enormes ventanales dejaban que la luz de la luna lo iluminara todo, haciendo brillar el agua y las esculturas.
–Esta no es la sala– dijo Yulia.
–Estoy seguro que abrimos la puerta derecha– dijo Vlad.
–Al parecer la habitación cambia de lugar ahora– comentó Fyodor adentrándose y agarrando de un palo de la par de una estatua.
Yulia lo miró con cautela, pero el chico no volvió a reparar en sus amigos, seguía entretenido con las figuras.
–Mira– indicó la pelinegra. Al final de la sala había un cofre, muy parecido al que habían visto en la sala que se suponía debía estar allí.
Ambos se acercaron caminando por el suelo inundado, hasta llegar al cofre. Un ruido de algo rompiéndose los hizo voltearse.
–Ups, perdón– dijo Fyodor, quien acaba de romper con el palo un brazo de una estatua e intentaba ponerlo de nuevo en su lugar.
Los chicos vieron como de esa estatua comenzaba a salir un líquido rojo de a montones.
–¿Qué hiciste?– lo reprendió Yulia.
–¿Yo? Nada… solo… tuve curiosidad… parece que en este lugar todo sangra– comentó con gracia el chico de lentes.
Yulia contempló como la sangre se mezclaba con el agua, y también como las flores amarillas parecían absorberla, dejando nuevamente el suelo claro.
–¡Vlad! Date prisa con eso– le indicó su novia, mientras veía como ahora las flores brillaban más.
El rubio abrió el cofre sin esperar, pero lo que encontró lo desilusionó por completo.
–¿Qué hay?– preguntó con curiosidad Yulia, sin despegar la vista de Fyodor, quien tenía el brazo de la estatua y actuaba como si con él batiera algo en el aire.
–Es una nota…
–¿Una nota?
–Si…
–¿Qué dice?
–Dice…– el chico tomó la pequeña placa que tenía un mensaje grabado– “Las flores son sensibles a la envidia, pero también son capaces de sentirla… si ven otra flor más hermosa que ellas mismas”
–¿Qué?– preguntó sin entender Yulia.
Pero no pasó mucho hasta que algo brillara en el techo. Los tres miraron hacia arriba y pudieron ver que estaba cubierto de espejos, que ahora se movían.
–¿Qué pasa?– preguntó Yulia.
–No lo sé– se alarmó Vlad– Hay que salir de aquí.
Y de repente todos los espejos se dejaron de mover, todos apuntando a Yulia.
–¿Vlad?– preguntó con temor viendo como las flores comenzaban a temblar y de repente un ruido ensordecedor comenzó a salir de ellas.
–¡Dios!– exclamó Vlad tapándose los oídos. El ruido que producían las flores era muy agudo y sentía que estaban destrozando sus tímpanos. Yulia hacía lo mismo, cerrando sus ojos. Podía sentir como su cabeza le dolía a mares.
–Ahhhh– gritó hincándose de rodillas. El sonido la estaba matando y estaba por todos lados.
–Yulia, párate, rápido, hay que salir de aquí– Vlad podía ver como los espejos de arriba también temblaban cada vez más.
–¡Oh, esa es otra brillante idea!– les aseguró Fyodor quien se dirigió a la puerta.
Vlad empujó a Yulia a pararse, y la chica corrió hacia la salida, pasando a la par de Fyodor.
–Tú no, chico bonito– comentó Fyodor, poniendo el brazo de cristal sobre su hombro y golpeando a Vlad en la cara como si bateara algo, justo cuando iba a pasar por la puerta– Tu mejor te quedas.
Cerró la puerta dejando al rubio tirado entre el suelo de agua, y luego la aseguró con el palo que había encontrado, trabando la puerta.
Yulia aun se agarraba la cabeza, con dolor, aun aturdida.
–¿Vlad?– preguntó intentándose poner de pie, pero lo único que vio fue a Fyodor alejándose de la puerta y sacando de su espalda un cuchillo.
–Tu novio te fue a buscar flores, princesa– comentó el chico.
~~*~~
La espalda de Lena chocó de lleno con la pared mientras unos delgados y morenos dedos le oprimían la garganta.
El sujeto que tenía en frente la miraba con una sonrisa, sus ojos amarillos brillaban como dos luceros en la oscuridad.
–Uhhh me encanta– confesó el espectro, lamiendo el rostro de la pelirroja desde su quijada a la frente– puro miedo… es tan delicioso.
Lena forcejeaba con sus manos sin ningún resultado. Aunque el sujeto de traje era muy delgado, tenía una fuerza descomunal.
–N…Nastya– dijo apenas, ahogándose con la fuerza que estaba siendo ahorcada.
–Cierto… ese pequeño asunto del que te quería hablar– dijo el espectro– quiero mostrarte algo, por favor... sígueme.
La pelirroja miró fijamente esos ojos amarillos y como estos brillaban aun más, hasta que la luz la encandiló y todo se volvió muy claro… y de repente se apagó.
Lena ya no sentía ninguna presión en su garganta y llevándose sus manos al cuello, pudo comprobar que nadie la agarraba.
–Presta atención, chiquilla– escuchó que le dijeron y miró a su par, el espectro alto miraba al frente, señalándole con el bastón que mirara ella también.
–¿Nastya?– preguntó Lena.
Estaba en un lugar muy oscuro, pero había una escena que se podía ver, en blanco y negro. Nastya estaba sentada en su cama, llorando. Hablaba algo pero no podía escucharla, se acercó a ella, pero al querer tocarla, la traspasó.
–Ah, ah– le negó el espectro– se mira y no se toca.
Lena pudo ver como a la par de Nastya se llenaba de humo y aparecía el espectro, sonriéndole, esta se asustó y se hizo para atrás, pero él le sonrió y parecía hablarle amablemente.
El sujeto con traje le extendió una mano y Nastya la miró con duda. Lena pudo ver como él le seguía hablando y su amiga terminó tomando la mano, desapareciendo y dejando la cama vacía.
El espectro, que se encontraba con Lena, movió su bastón y el humo disipó la escena, mostrando una nueva. La entrada de la casa.
La pecosa pudo ver de nuevo a Nastya acompañada por el espectro, quien le apoyaba una mano en el hombro. Ambos entraron.
–Será mejor que lo sigamos– recomendó el espectro entrando con sus representaciones. Lena lo siguió.
En varios momentos pudo ver como la representación de ese sujeto le mostraba a Nastya lugares de la casa, todas y cada una de las habitaciones. La castaña asentía a todo lo que se le decía.
Finalmente llegaron a una especie de tapia, donde el techo estaba ornamentado con estatuas blancas. Ambos la cruzaron y llegaron a un pequeño cuarto al otro lado. Entraron y Lena pudo ver que se trataba de una habitación con una enorme cama en el medio… y entonces Nastya habló.
–Entonces… ¿lo único que tengo que hacer es traer a los chicos aquí… y encontrar la llave maestra?– preguntó con curiosidad.
–Parece un juego de niños ¿verdad?– le contestó el espectro– Cómo la búsqueda del tesoro ¿no crees?
–Y si encuentro la llave… ¿mi deseo se cumplirá? ¿Así sin más? ¿Solo tengo que tocarla y ya?
–Te doy mi palabra… tu ya pediste el deseo… la llave espera para cumplírtelo– cercioró el sujeto.
Nastya parecía dudar y jugaba con sus dedos.
–Te he escuchado mi niña, noche tras noche…puedes cambiarlo… solo te pido una pequeña cosa a cambio– siguió seduciéndola– trae a tus amigos a mi casa, es lo único que pido… y a cambio…
La imagen se volvió a desvanecer como humo y Lena volvió a sala con el espectro.
–No– le dijo negando con su cabeza– Nastya no hizo esto, no… estas engañándome… ella vio como sufríamos, jamás jugaría con nosotros de esta forma… no Nastya.
–Mi niña…– le llamó el espectro– ¿Quién crees que le mandó a Ekaterina la invitación?
El tipo mostró su palma y una fina pantalla de humo mostró como Nastya dejaba una invitación en el casillero de Ekaterina.
–¿Quién crees que comenzó el juego?– siguió preguntando, mientras se veía a Nastya abriendo la puerta al principio, haciendo que todos entraran– ¿Quién crees que los convocó a todos aquí… juntos?
"–Yo quise venir–" escuchó que decía Nastya desde la pantalla de humo, reconociendo la escena cuando se encontraron en la carretera con los autos.
–¿Quién crees que cerró la puerta? ¿Quién crees que es la única que puede salir y entrar de la casa?
Ahora la escena se veía a Nastya abriendo y cerrando la puerta si problemas, y como luego, cuando el mounstro lila atacó a Vlad, Nastya cerró la puerta, reuniéndose con los chicos sin que notaran lo que había
hecho.
–Ellas los encerró aquí… ese era el trato… y lo siguió– terminó el espectro.
–No– volvió a negar Lena, sin poder creerlo– ella jamás nos haría daño, no…
–Tu amiga quizás no… pero a esta casa no nos importa… tenemos un trato, ustedes entran… y ella consigue lo que viene deseando de hace mucho… mucho tiempo.
–Tú la engañaste, no le dijiste cómo funcionaban las cosas…
–Yo dije la verdad– siguió el espectro– pero supongo que en los tormentos oscuros de tu pequeña amiga… no vio con claridad… con quien estaba pactando. Escatimar en detalles… no es su fuerte.
Lena apretaba fuertemente sus puños, sintiendo el dolor en sus manos lastimadas.
–¿Por qué me cuentas todo esto?
–¡Oh! Que brillante pregunta– aplaudió el tipo– verás, tu amiga Nastya… parece haber notado, tarde por cierto, que nuestro acuerdo no contemplaba que los que entren en la casa estén a salvos… o vivos… y decidió…– el espectro se irguió lo más que pudo– romper el trato.
–¿Y?– preguntó luego de unos segundos la pecosa, viendo como su acompañante no seguía.
–Y que… para que pueda… "descansar" ambas partes del trato deben cumplirse… los demonios como yo tenemos "palabra" algo que los humanos parecen valorar poco últimamente. Si la chiquilla no toca la llave, entonces su deseo no se cumple… y entonces yo no cumplo mi parte del trato… eso es algo– el espectro se torció el cuello haciendo sonar sus huesos– inaceptable, me perturba hasta la medula… me pone mal– terminó diciéndose, tocándose el pecho, fingiendo dolor.
–Sigo sin entender que parte de todo esto es lo mío– comentó Lena alejándose, dándole la espalda y acercándose al pequeño espejo de la pared. Pudo ver por el que el espectro sonrió.
–Quiero proponerte un trato– dijo haciendo una pausa y acercándose a Lena, tocando sus hombros con sus palmas– Nastya es muy… pero muy llamativa para mi… y para esta casa… tiene un alma… exquisita– terminó diciendo aspirando con placer– tú me das a Nastya… y yo te daré todo lo que quieras.
–¿Todo lo que quiera?
–Exacto… menos a Nastya, obviamente… de verdad creo que… podría sacarle mucho provecho– siguió diciendo– ¿Qué dices?
–¿Por qué no la tomas tu misma, está allí, justo a tu lado?– preguntó con curiosidad.
–Hay pequeñas pautas en estos… juegos. Digamos que no es tan sencillo, por eso te necesito…
–¿Todo lo que quiera sin importar qué?– se cercioró Lena. El espectro rió.
–Así que tú si quieres algo detallado ¿eh? Listilla me saliste… todo lo que quieras, menos lo que te pido. Lo que sea, todo, solo dame a Nastya.
El espectro se hizo para atrás abriendo sus brazos, Lena volteó a verlo.
–¿Y bien?... ¿Tenemos un trato?
Lena le sonrió, extendiendo su mano… pero entonces cerró su puño y golpeó fuertemente a su costado, destruyendo el espejo.
–No– contestó firmemente.
El espectro se comenzó a desvanecer, sonriendo y dejando nuevamente el brillo de sus ojos.
–Eso ya lo veremos…
~~*~~
Lena caminaba nerviosamente de un lado al otro de la habitación, mirando a Nastya. Los demás ya se habían tardado demasiado. Estaba realmente preocupada.
–Ohhh, mmmm–pudo escuchar como Nastya se quejaba y rápidamente se sentó a su lado, tomando su mano.
–¿Nastya? ¿Nastya? ¿Puedes oírme?– le preguntó, la chica asintió y Lena la ayudó a sentarse.
–¿Dónde estoy?
–Estás en la guarida, Nastya… te desmayaste…
La castaña vio a su alrededor y pudo comprobar lo que Lena decía.
–¿y los demás?
–Salieron a buscar algo, pronto vendrán por nosotros– explicó Lena con calma, la castaña asintió– ¿Te sientes mejor?
–Me duele un poco la cabeza, pero estoy bien– dijo su amiga.
–Bien… Nastya… mírame– pidió la pecosa y esta obedeció– necesito que… confíes en mi…
La castaña analizaba el rostro de Lena con detenimiento y cierto miedo.
–Necesito que me digas la verdad, Nastya– siguió hablando– ¿Por qué sabes tanto de esta casa? ¿Por qué hablabas con el espectro? … ¿Qué papel cumples en todo esto?
Nastya bajó la mirada y se mordía el labio, parecía estar a punto de llorar. Lena la tomó de la mejilla con suavidad y la obligó a mirarla.
–Por favor, Nastya… tenemos que salir de aquí… si sabes algo… por lo que más quieras… ayúdame– terminó suplicando Lena– ayúdanos…
Nastya dejó caer las primeras lágrimas y comenzó a sollozar.
–Yo… yo… yo lo lamento tanto– dijo sin apartar sus ojos de Lena– hice algo terrible… vas a odiarme y…
–Hey, hey– la calmó acariciando su mejilla– no, yo jamás podría odiarte, jamás ¿entiendes?
–Yo… yo… yo los metí en esto– confesó con más lagrimas– ese señor se apareció en mi cuarto y…. y me prometió que si yo los traía aquí él… él me ayudaría con algo…
–¿Con que cosa, Nastya?– preguntó Lena, pero Nastya solo negó– está bien, está bien… solo… ¿tú sabes cómo podemos salir de aquí?– Nastya asintió– ¿tiene algo que ver con la llave maestra?
Y entonces la castaña la miró con alerta, abriendo grandemente los ojos.
–¿Co…como sabes de la llave maestra?
–Vlad… los chicos… fueron a buscarla.
–¡No! ¡No, no, no, no!– dijo poniéndose de pie, haciendo que Lena la imitara– debemos ir por ellos, rápido ¡Ahora!
–¿Por qué? ¿Qué sucede?
–Lena, nada en esta casa es lo que parece, ni siquiera el tiempo o el espacio, ni siquiera los objeto son lo que son. Una vez que entras aquí, todas las cosas dejan de tener sentido. Esa llave no es una llave, no sirve para abrir puertas.
–¿Y para qué es entonces?
–No… no lo sé…
–¡Nastya!
–Lena, por favor… yo… no sé cómo explicarlo, pero… si alguno de los chicos toca esa llave, entonces todo acabara–exclamó con preocupación– ¡Tenemos que encontrarlos! ¡Ahora!
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