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PLANES SIMPLES (Segunda parte de REGLAS DE ORO) // ADAPTACIÓN YULENA

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RAINBOW.XANDER
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/11/2024, 2:35 pm

PLANES SIMPLES (Segunda parte de REGLAS DE ORO) // ADAPTACIÓN YULENA 2024-014


Cap. I: "Mía"

Elena Katina ya no tenía aquellos 31 años en que abandonaba su cama antes de las 6 y su departamento a las 7. Ya no podía ni sabía cómo manejar los horarios a sus antojos ni lograr sus objetivos con una sonrisa. Porque había dejado de ser la consentida, la envidiada y la del discurso perfecto, impecable con el que lograba sus cometidos.

Elena Katina cumpliría los 32 y ahora otras sonrisas la manejaban, le ordenaban y ella obedecía. Una etapa se había cerrado en su vida, abriendo de inmediato otra. Las nuevas páginas en la que se leía ahora no se pasaban rápido ni se volteaban arrugándolas. Pero avanzaban.

Elena Katina ya no encendía su móvil para esperar la llamada de su jefe. Alguien la llamaba cada mañana, desde su cama y la obligaba a abandonarla para otro tipo de responsabilidades. Que no iban más allá de ser madre, cabecera de la familia y no debía salir de las paredes de su casa.

Sin embargo, a pesar de los cambios, Elena Katina continuaba siendo aquella muchacha alta, de melena roja y ojos verdes hipnotizantes, que nadie puede resistir a mirar. Y aquella sonrisa de medio lado, arrogante y victoriosa, aún derretía y traspasaba a Yulia, su esposa y ese era su único cometido.

Habían pasado unos meses y se aseguró mentalmente que ese siempre iba a ser el lugar que menos afección le proporcionaba. No importaba qué tanto lo disfrutara Viktoria, Yulia con ella y ahora Samir también. Ella lo odiaba.

Porque ahora no era solo su hija mayor paseándose tienda por tienda y modelándose prendas durante horas en los vestidores. Yulia lo hacía y su hijo también. Bueno, en realidad, él solo ocupaba el lugar de las zapatillas y se probaba cientos de pares antes de elegir uno.

Así que debía aguardar por los tres. Afuera, aprovechando la llegada del verano, los esperaba sin paciencia en el banco frente a las puertas de entrada.

Quizá los shoppings no eran de su agrado, porque no lo eran, pero ahora tenía como matar el tiempo. Gustoso tiempo que usaba con Ekaterina en brazos mientras las dos dejaban pasar los minutos, horas en realidad, y evitaban aburrirse.

- ¿Quieres que mamá te compre algo? - le preguntó directamente a sus ojos. Ekaterina descansaba sobre sus muslos, acostada sobre ambos y ella la sujetaba por debajo de sus brazos, moviéndolos y logrando la diversión de la pequeña. Con apenas seis meses de nacida, Ekaterina pareció entenderle, porque lanzó la característica risa de bebé, complacida y negó con la cabeza - esa es mi hija.

Sus brazos y piernas se movían, con intención de llegar a la boca y la niña mordió su puño. Elena sonrió, Ekaterina atrapaba apenas algunos dedos y los llenaba de saliva antes de quitarlos de su boca. Porque parecía reemplazar su propia mano por un chupón que jamás había usado y hasta el momento no se había acostumbrado a ellos.

- ¿Tienes hambre? - le preguntó acariciando su abdomen y el griterío de las risas regresó - bueno, mamá también tiene y si calculamos que mami acaba de entrar a otro probador…quizá podríamos ir por un helado.

Se puso de pie, colgándose el bolso de su hija a un costado y la retuvo contra su pecho. Acostumbrada, Ekaterina le rodeó el cuello con su brazo y caminó de esa manera hasta un local a pocos metros.

Elena echó una mirada hacia atrás, bajo las puertas de la heladería y se cercioró que su familia no estuviese buscándola. Cuando notó que no, no lo hacían porque seguramente continuaban entretenidos con más ropa, se coló hacia el interior y pasó directo a la mesa de servicio.

Leyó los distintos sabores y, a pesar de que no tenía un favorito, eligió vainilla para compartirlo con Ekaterina. Una muchacha, detrás del mostrador, se lo sirvió con una agradable sonrisa y ella lo pagó, para perderse en una de las últimas mesas, la única desocupada.

Tras ocupar la silla, Elena observó a su alrededor: había padres, sí pero ninguno con un bebé ¿podía acaso su hija degustar de ese helado? Se mordió el labio, nerviosa y ansiosa por saber la respuesta.

La sentó sobre su muslo derecho y la sostuvo con su brazo, tras la espalda y comenzó a probar de la crema. Sabía rico, pero continuaba creyendo que los que preparaba Viktoria en su máquina de juegos sabían mejor.

Había bajado ya una cantidad considerable cuando notó que Ekaterina la miraba, analizando lo que hacía y luego a la pequeña bocha de helado. A los costados de sus labios, sobre sus características mejillas infladas, su saliva caía y Elena se apresuró a quitarla con la servilleta.

- ¿Por qué me miras así? ¿Quieres? - estiró apenas su brazo y la niña tomó el cono con ambas manos. Sus ojos verdes, apenas más oscuros que los de ella, observaban el helado y luego su cabeza se movía cuando miraba a Elena. Se pasó unos minutos haciéndolo antes de llevarlo a la boca y tomar un poco.

Mientras Ekaterina se entretenía terminándolo, ella quitó el celular de su bolsillo y le envió un mensaje a Yulia. La niña parecía gustosa comiendo, así que aquella pregunta de que si podría o no hacerlo, para ella, quedó respondida.

Sin embargo nunca actuaba sin consultárselo a su esposa. Cualquier paso que daba con Ekaterina, Yulia lo sabía antes y le daba el permiso o no de hacerlo. Porque era la más que sabía, quizá, o la que más atención le prestaba al pediatra y cumplía todo al pie de la letra.

"¿Ekaterina puede tomar un helado conmigo? Estamos aburridas" - fue lo que le envió y, sin siquiera tener tiempo de dejar el móvil sobre la mesa, el mismo vibró con una respuesta.

"Amo cuando haces chistes, aunque debes practicar algunos….estamos pagando lo que compramos ¿dónde están?"

Abrió los ojos con violencia, nerviosa y se puso de pie. Le arrebató el helado a su hija y lo arrojó desde esa lejanía a un bote de basura. Fue cuando la acomodó de espalda a su pecho, que comenzó a llorar y llamó la atención de otros clientes.

Les sonrió, con vergüenza, y limpió cada rincón del rostro de Ekaterina, eliminando las pruebas que podrían generar una discusión con Yulia. Caminó a la salida, con los brazos estirados de su hija hacia el bote, hacia cada helado que veía que otros niños consumían.

Abandonó el local con rapidez y la volteó, manteniéndola nuevamente bajo su regazo. Desde allí, distinguió la figura de Yulia sosteniendo unas bolsas y sin pensarlo se dirigió a ella.

- Hola, mi amor - se detuvo frente a la morena y se inclinó a besarla. Pero Yulia frunció las cejas, echándose hacia atrás como si de repente sospechas se hubieran generado en ella - ¿Qué sucede?- inquirió nerviosa.

- Hueles a vainilla - alzó las cejas sorprendida.

- ¿Quién? ¿Yo? - Yulia se estiró hasta Ekaterina y olió su cabeza.

- Y nuestra hija ¿Qué has hecho?

- ¡Nada! Solo…caminamos un rato y pasamos frente a la heladería. Lo juro - agregó ante la seriedad de su esposa. Ekaterina volteó hacia la morena y, tras descubrir a Viktoria a su lado, estiró sus brazos hacia ella, pidiendo como siempre trasladarse con su hermana.

- ¿Podemos ir nosotros por un helado? - preguntó la pequeña rubia, sosteniendo a la niña que jugaba con sus mejillas.

- Ekaterina no puede comer helados - aseguró Yulia - ningún bebé puede. Y tu hermana los tiene prohibido hasta los 4 años.

Elena apretó los dientes, rascando tras su cuello para calmar su inquietud.

- Pues que no coma - agregó Samir, luciendo su par de zapatillas deportivas nuevas y sosteniendo una bolsa, en el que seguro guardaba con las que había salido de casa - pero hace calor y yo también quiero uno.

Yulia giró a verlos y finalmente asintió. Tomó a Ekaterina entre sus brazos y les cedió a sus hijos mayores ir a la heladería, que ellas irían en un momento. Los vió correr, entre la gente que caminaba casi apresurada y regresó la vista a Elena cuando se cercioró de que entraron al local.

- ¿Has notado que a nuestra hija le falta una zapatilla? - ella bajó la vista a la pierna desnuda de Ekaterina. Apretó los labios, solo su pie izquierdo contaba con el calzado - ¿tienes idea de lo que le puede haber ocurrido? - la ironía de su esposa estaba afectándole, poniéndola más nerviosa. Por lo que solo alzó los hombros y gesticuló confundida.

- Quizá cuando cambié su pañal - mintió, con la voz temblorosa y Yulia se humedeció los labios, reconociendo ese tono.

- ¿Y dónde se lo cambiaste? - se aclaró la garganta, observando de reojo otros locales y pensando rápidamente cuál de ellos podía tener un baño. Conocía a Yulia y era capaz de ir al supuesto lugar por esa simple zapatilla.

- En el auto - quiso golpearse mentalmente. Sin embargo a Yulia pareció agradarle la respuesta, porque le sonrió con ternura y tomó su mano. Suspiró, aliviada mientras caminaban tras sus hijos - ¿quieres tomar algo? - le preguntó acariciando su pulgar, tras ingresar al local.

- Si, cualquier bebida. Muero de sed - le sonrió, asintiendo y se inclinó para darle aquel beso que la morena interrumpió minutos atrás. Pero ahora se lo interrumpió alguien más. Y esta vez la morena dibujó un gesto sorprendida.

- Señora, que bueno que regresó. La zapatilla de la beba quedó en la mesa que usaron - aquella muchacha que la atendió, estiraba su brazo sobre el mostrador con el pequeño calzado amarillo de su hija.

- Gracias - susurró entre dientes, tomándolo y regresando a Yulia - ahora que lo recuerdo, entré aquí a cambiarle el pañal - la morena alzó una ceja.

- No me digas - inentendible, Ekaterina rió mirándola mientras daba pequeños aplausos, golpeando sus manos sin producir sonidos - ¿puedes llevarme un agua con sabor? voy con los niños - murmuró pasando a su lado y caminando al fondo del local.

Elena lanzó una bocanada de aire, alarmada y pidió una botella como Yulia se lo ordenó.

Mientras llegaba a la mesa, no pudo evitar sonreír al ver a Ekaterina de pie, sobre la mesa, y sosteniendo sus manos alrededor de los dedos de su madre. Solían hacer eso con frecuencia, porque Yulia la alentaba en ese ejercicio a que aprendiera a ponerse de pie, para luego caminar.

Se sentó al lado de ambas y frente a sus hijos, que comían un helado grande para su gusto.

Pasaron minutos, en que la morena pareció ignorar su presencia y solo sonreía y jugueteaba con su hija, sosteniendo sus frentes cuando la acercaba para besarla o hablaba con Viktoria entre medio. Ni siquiera había probado la bebida que ya le había quitado la tapa solo para ella.

- ¿Estás enojada? - le preguntó arrastrándose hasta su oreja. Yulia la miró, en obvia respuesta y ella rodó los ojos - lo siento. Y si te hace sentir mejor, lloró cuando se lo quité. Cuando vi que boté su helado comenzó a llorar, al parecer le gustó.

- Me da igual, no puede comerlos.

- No lo sabía, Yul. Y además me disculpé, no puedes enojarte por eso.

- Por supuesto que no - se coló Viktoria, hurgando con una cuchara su helado - debes enojarte porque perdió su zapatilla, por ejemplo. O porque manchó su remera - agregó señalando el pecho de Ekaterina, con una gran mancha amarilla en su camiseta - o porque realmente olvidó sus pañales y estaríamos en problemas si, por esas grandes casualidades de la vida, Ekaterina se hiciera encima - Elena juntó las cejas, casi ofendida de semejante acusación.

- No olvidé sus pañales - se defendió tomando el bolso y abriéndolo, buscando en su interior. Cuando volvió a mirar a Viktoria, la niña le sonrió con sorna y moviendo sus cejas de arriba abajo, victoriosa.

- Por esas cosas debes enojarte, mamá - continuó con su mirada en Yulia. La morena volvió a verla y Elena mordió internamente su mejilla - deberías castigarla, como nosotros cuando no hacemos la tarea del colegio.

- No, no, no. Eso es muy distinto - dijo Elena asustada. Pocas veces recibía de esos castigos y era peor que los días sin consola para Samir. Porque Yulia la dejaba sin sexo el día que ella quería. Así que no. Negó con la cabeza y rodeó el hombro de su esposa, acercándola a ella- Estoy disculpada ¿cierto?

Con una sonrisa vanidosa, la morena alzó los ojos a verla y se estiró hasta su boca, tirando de su labio inferior y mordiéndolo con fiereza.

- No. Estás castigada.

Este era su castigo. Lo sabía. Conocía a Yulia y el que hiciera todas estas de manera tan exagerada era por eso, su manera de castigarla.

***

Mientras ella jugaba en la piscina, sosteniendo el salvavidas de Ekaterina, miraba de reojo a su esposa, que tomaba sol con esa diminuta bikini color negra y acostada boca abajo, en una toalla sobre el césped.

No podía retirar sus ojos de ella cuando la veía removerse, buscando una posición más agradable o solo para eso, para que la viera hacerlo. Se aclaró la garganta, caminando entre la cristalina agua y arrastrando el inflable de Ekaterina, que tenía la forma de un tiburón y con una sombrilla incluida.

- ¿Cierto que mamá hace eso para provocarme? - le preguntó por lo bajo a la niña, que sacudía y golpeaba sus manos contra el agua, divertida por ocupar la piscina - siempre lo hace. Ella sabe que me maneja y puede lograr eso y todo… - se detuvo un momento cuando, al mirarla a lo lejos, la vió desprender la parte de arriba y arrojarla a un lado.

Viktoria y Samir no estaban esa tarde. Los días miércoles debían asistir al colegio en un contra turno de dos horas y ellas aprovechaban para usar ese tiempo con Ekaterina.

Cuando Yulia volteó a verla, regresó de inmediato sus ojos a la pequeña y caminó más atrás. Más lejos de la tentación que su esposa le generaba. Porque llevaban tres días en ese castigo, en esa locura de no poder tocarla de más hasta que Yulia lo eliminara y se olvidara de el.

- Sí, lo hace a propósito - continuó cuando la morena regresó a su posición - por eso tú no puedes enamorarte, Ekaterina ¿si, cariño? Porque le estás dando el permiso a alguien para que haga contigo lo que quiera y en la vida hay cosas más importantes que eso.

La pequeña rubia rió, mostrando la ausencia de sus dientes y ella le dejó un sonoro beso en la mejilla. Amaba cuando reía y sus ojos verdes se hundían, brillantes bajo sus mejillas regordetas.

- Aunque quizá tú consigas alguien menos mandona que tu madre. Yulia es…es algo obstinada. Y caprichosa. Si no hago las cosas a sus gustos, pone el grito en el cielo y me lo repite para que lo haga mejor - la risa de la niña se convirtió en pequeños gritos de sorpresas, que aumentaban cada vez que jugaba con sus manos bajo el agua - ¿cierto que lo es? Es caprichosa y mimada. Y quizá sea mi culpa. O de Sofía. Sí, tu abuela, esa que te trae regalos siempre es la culpable.

- ¡Elena! - la llamó Yulia apenas alzándose a verla - ¿irás por los niños? Salen en media hora y aún debes cambiarte.

- ¿Lo ves? - susurró mirando a su hija - ahí está mandándome….Claro, mi amor. Enseguida salimos - agregó elevando la voz y la morena volvió contra la toalla - Pero la amo. Y es mía, así que debo obedecerle en todo.

De repente Ekaterina se detuvo y ladeó su cabeza. Elena entrecerró las cejas.

- ¿Qué? La amo ¿no lo sabías? - el golpeteó de manos contra el agua regresó y aquella risa característica de la pequeña también. Pero, cuando repitió lo demás, todo volvió a silenciarse - Y es mía… ¿eso tampoco lo sabías? Mami Yul es mía. La comparto con ustedes, sí, contigo y tus hermanos, pero me corresponde en mayor cantidad.

Ekaterina estiró sus brazos y atrapó su rostro. Elena le sonrió, intentando entender qué pretendía decirle. Un pequeño y leve puchero se presentó en la niña y ella alzó las cejas, rogando que no llorara. No le gustaba cuando lo hacía.

- ¿Y ahora qué dije? Lo siento, cariño pero lo de tu mami es cierto. Mami Yul es mía - y allí estaba. El labio inferior de Ekaterina titubeó y comenzó su llanto. Yulia se puso de pie y ella le sonrió a lo lejos, gesticulando con una mano que todo estaba bien - no durmió su siesta. Y por eso está así - se excusó señalando a la pequeña.

- Sácala ya, entonces. La haré dormir mientras vas por los niños - sin embargo cuando quiso tomarla, Ekaterina aumentó el llanto y las lágrimas caían a los costados de sus mejillas. Yulia caminó hasta ellas y se detuvo a un costado de la piscina, golpeteando impacientemente su pie contra el suelo - dámela ya, Elena. Tiene sueño.

Elena lo hizo. Arrastró el salvavidas hacia la morena y la vió tomarla entre sus brazos. Una gota del cuerpo de Ekaterina se trasladó al de la morena, bajando lentamente por su abdomen hasta romperse en la parte inferior de su traje de baño.

Se mordió el labio y, con ayuda de sus manos, se impulsó hacia arriba y dejó la piscina.

- ¿Aún estoy castigada? - le preguntó de la nada. Yulia la miró confundida pero permaneció en silencio - genial.

- Nadie ha dicho nada. Calma tus ansias.

- No puedo, ya sabes eso. Voy a ducharme - agregó dejándole un beso en los labios.

- Llevaré a Ekaterina a su cuna - ella asintió, acariciando una última vez a su hija. Se inclinó y le dejó un beso en la mejilla.

- Recuerda que mami Yul es mía - susurró contra su oído.

Rió cuando, mientras la morena caminaba al interior de la casa, el llanto de su hija regresó.

🔜



Y bien chicas!!! Tenemos la segunda parte de Reglas de oro 😄😄 Siiiii, para que disfruten de lo que ha sido de las chicas y sus hijos al crecer.... Les encantará!
Contará solo de 15 capítulos, así que vamos.... No querrán perdersela??
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Mensaje por Volkatin_420 8/11/2024, 5:07 pm

Khaaaaaaa???? I love youI love youI love you Morí cuando ví que tenías segunda parte bien escondida por hay, jajajajaj gracias
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Mensaje por Corderito_Agron 8/11/2024, 6:35 pm

Naaaaa lenita es mala hahahahaahah como le va a decir eso a ekaterina si se dio cuenta q la hace llorar hahahahah
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Mensaje por soy_yulia_volkova 8/11/2024, 8:00 pm

Jajajaja ... En serio, muy maduro de Lena peleando con su hija por quién es la dueña de Julia. Pero bueno, supongo que es parte de un juego, sin duda, ganarían los niños. Pero me encanta la sinceridad de Lenita al decir que la morena la manda y ella obedece porque simplemente la ama... 

Gracias xander por esta sorpresota que yo ni esperaba que tuviera una segunda parte
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/11/2024, 9:32 pm

Cap. II: "El regalo"

29 de abril, 19:40 y Yulia sabía que esos detalles ya deberían ser los últimos. No apenas los primeros. Pero le estaba costando demasiado poder lograrlos con Ekaterina sacudiendo sus pies en la mochila canguro donde la sostenía, frente a su pecho y a Samir jugar con el carro de compras, mientras llevaba a Viktoria dentro y cual pista de automóviles.

La tienda cerraría en unos minutos y aún iba por el segundo producto de la lista que había preparado. Debía apresurarse y acabar con aquello antes de las 20. O podría haber hecho esas compras días atrás, con más anticipación y no estaría tan nerviosa como en ese momento.

Sacudió la cabeza, reclamándose su propio reclamo y aceleró el paso, tomando algunas bolsas de copetín de una góndola y arrojándola dentro del carro.

- Necesito que se queden quietos ¿pueden parar ya? - les ordenó a sus hijos mayores que reían por sus andanzas en ese largo pasillo - la tienda cerrará…

- A todos nuestros clientes, se les informa que la tienda cerrará en 15 minutos. Gracias - se oyó desde un altoparlante y ella les sonrió con molestia.

- ¿Han oído? Así que  permanezcan tranquilos y ayúdenme con…no, mejor no. Tomen - murmuró partiendo al medio el papel y entregándoles una parte a Samir - vayan comprando eso y con Ekaterina haremos el resto.

- Dijiste que nos quedáramos quietos - le recordó Viktoria, acostada dentro del carro y quitándose un momento el chupetín de la boca. Yulia la fulminó con la mirada - nos vemos en la caja - la niña chasqueó los dedos y fue suficiente para que su hermano empujara el momentáneo vehículo y se perdieran en el pasillo de al lado.

Yulia suspiró aliviada, no importaba que tanto se moviera Ekaterina, al menos sin los griteríos de Viktoria y Samir podría hacer las cosas más tranquilas.

Arrastró su carro y continuó su camino.

- Ahora ¿dónde está el chocolate para derretir?

- Durazno en lata.

- Durazno en lata - repitió Viktoria arrojando el producto a su lado.

- Crema para batir.

- Crema para batir.

- ¿Almendras cortadas? ¿Qué son almendras cortadas? - preguntó Samir confuso.

- Son almendras pero cortadas. No hay almendras cortadas. Chispas de chocolates será lo mismo - aseguró al tomar otro paquete - ¿qué más?

- Azúcar…mantequilla - continuó leyendo Samir luego de que su hermana guardara el resto de ingredientes - levadura, huevos…. ¿aquí no hay huevos?

- No en esta sección, luego iremos por ellos ¿algo más de aquí? - preguntó poniéndose de pie y guardando algo que la lista no decía pero era de sus cosas favoritas: cereales de colores.

- Relleno de vainilla.

- De frutilla es igual - murmuró al guardar otro, solo por ser el envase más cercano que tenía.

- Pero a mamá no le gustan las frutillas.

- Mejor, más para nosotros ¿algo más?

- No, Viktoria. El pastel es para mamá y tenemos que llevar lo que a ella le guste - le reclamó él, quitándole el paquete de la mano y regresándolo a su lugar - tiene que haber más rellenos de….

- Relleno de vainilla. El último, ya, no seas tan gallina - lo cortó ella estirándose hacia la pila más alta y tomando finalmente la pequeña caja - ¿lo ves? No hay de qué preocu…

- Relleno de vainilla, gracias a Dios. El último - una anciana, con temblor en sus brazos y su bastón a un lado, le quitaba la caja con el polvo de relleno dentro, antes de que pudiese guardarla. Su rostro mostraba felicidad, junto a sus ojos cerrados y mientras la resguardaba contra su pecho. Viktoria gesticuló confundida y volteó a ver a su hermano - les daré un chupetín a cada uno por dejármelo.

- Ni lo sueñe - le arrebató la niña nuevamente la caja pero la mujer la retuvo, en una pequeña guerra por tirarla de ambos lados y ganarla - oiga señora, nosotros lo tomamos primero.

- Pero necesito este relleno. Es el último, lo has dicho, querida y realmente me es necesario.

- Señora - se coló Samir llegando frente a ella - mi madre cumple años mañana y el único relleno que come es el de vainilla. Puede tomar los de frutilla - agregó señalando hacia atrás - que aún hay y muchos.

- Pero prepararé un pastel para mi marido y es alérgico a las frutillas. Cumplimos cincuenta años de casados el fin de semana.

- No nos interesa.

- Por supuesto que no - lo apoyó Viktoria - nuestro pastel es para nuestra madre y ella detesta las frutillas. Así que démelo - continuó jalando otra vez la caja pero la anciana no cedió.

- Niños, por favor, les daré un chocolate también. Mi esposo podría tener un infarto si come algo a lo que es alérgico.

- Ay, por favor. Debe tener unos 90 años, morirá de todas formas ¡que me lo dé! - un intento más de Viktoria por quitárselo pero fue en vano. La mujer logró de un solo jalón arrebatárselo y alejarse de ellos con rapidez. Ella en cambio cayó directo al suelo, en un doloroso y sonoro impacto - estoy bien ¡estoy bien! - alejó a Samir que pretendía ayudarla. De un salto, regresó dentro del carro y giró a verlo.

Los dos se miraron y sonrieron al mismo tiempo. Viktoria asintió y se sentó nuevamente. Samir volvió a tomarlo desde atrás, fingiendo una aceleración en el caño de manejarlo solo por diversión.

- Tenemos que detenerla antes de que llegue al final del pasillo - murmuró ella con los ojos entrecerrados sobre la anciana y tomándose de los costados del carro. Como si de contrariar a su edad se tratara, el sentido auditivo de la mujer la alertó y los observó por sobre su hombro, apresurando su paso en un pequeño trote - ese relleno es nuestro ¡acelera, Samir!

Y él lo hizo. Con un sonido saliendo de su boca, agitado, condujo hasta la mujer que, ya con su bastón olvidado, continuaba su escape casi cojeando.

- Si llega a la caja estamos muertos - murmuró Viktoria.

- No llegará a la caja - él aseguró más la fuerza sobre sus piernas y corrió, empujando el móvil y llegando hasta la mujer. Pasaron a su lado y, tras pretender simplemente quitárselo y no lograrlo, se detuvo con violencia frente a ella, interceptando su paso - denos eso, abuela.

- Un chupetín, un chocolate y…y un dólar. Es mi última oferta.

- ¿Un dólar? Tenemos cientos de esos - se burló la niña poniéndose de pie dentro del carro y estirando uno de sus brazos - devuélvamelo.

La mujer los miró y ella entrecerró los ojos. Conocía esos gestos, esa mirada dulce, fingida que puso en un segundo y la rapidez con la que suavizó su rostro. Con una última sonrisa satisfecha, la anciana abrió la boca y alardeó con seguridad.

- Sería una pena que su madre los viera comportarse así ¿cierto? - ellos miraron a su alrededor. Había mujeres junto a niños, la sección de verduras y carnes estaba cerca, pero no, Yulia no estaba allí.

- Nuestra madre no está aquí - los delató Samir y ella volteó a verlo, dejándole un golpe en el brazo.

- Cierra la boca, tonto.

- Oh - se burló la mujer retrocediendo unos pasos - entonces habrá que buscarla.

- ¿Estás contento, idiota? - le reclamó Viktoria palmeando el carro para seguir a la anciana que volvió a correr lejos de ambos.

Había doblado en el pasillo de las galletas, según ella pero estaban frente a el ahora y no había rastros de la mujer. Samir maniobró el móvil y continuó hasta la góndola siguiente, pero tampoco había rastros de ella.

- ¿Es en serio? ¡Tiene miles de años! ¿dónde demonios se fue? - uno, dos y finalmente el pasillo anterior al último. Se detuvieron allí y a lo lejos, en la otra punta, la vieron caminar con lentitud hacia el sector de los lácteos.

- Viktoria ¿esa es mamá? - asintió. Yulia tomaba unas cajas de leche de perfil a ellos.

La anciana se acercó a una pareja y ellos negaron con la cabeza, sonriéndole luego de que ella lo hiciera. Tocó el hombro de otra mujer y la misma negó otra vez. Yulia era su próximo destino.

- Si llega a mamá…

- No llegará - repitió él poniendo a andar el carro. La anciana caminaba con total soltura y confianza, lenta, pero en unos pasos estaría al lado de la morena.

Estando a unos centímetros de la sección, Viktoria estiró su brazo izquierdo y arrojó todo lo que encontraron en su camino, llamando la atención de los demás y finalmente pasó al lado de la mujer. Recuperando su relleno de vainilla y pasando tras Yulia como un relámpago.

Samir dobló allí mismo, al terminar el pasillo y comenzó a descender la velocidad tras ocupar otro, lleno y perdiéndose entre el resto de personas.

- "Atención clientes, en 5 minutos la tienda se cerrará" - frenó, casi con perfección y esperó a que su hermana se pusiera de pie y la ayudó a bajarse.

Para pasar desapercibidos, juntaron lo comprado y abandonaron el carro. Caminaron sin problemas hasta una de las cajas y ocuparon un lugar en la fila de espera.

- ¿Consiguieron todo? - les preguntó Yulia llegando a ellos y adelantándose hasta el otro lado de la cinta.

- Todo, mamá - aseguraron con una sonrisa - ¿podemos llevar galletas de chocolates? No estaban en la lista - inquirió Viktoria.

- Comerán pastel, cariño. Ya sabes que el chocolate es en medida - aseguró la morena cargando las cosas en la bolsa y de repente se detuvo cuando, al mirar a su hija, la vió con una mano en su cadera, sólida y convincente. Un leve titubeo en su labio inferior y la morena ladeó la cabeza, en señal de detenerla - ni creas que lo lograrás.

- Uno - contó la niña.

- Guarda eso en las bolsas y vámonos.

- Dos.

- Estarás castigada si siquiera lo piensas. Ni lo intentes - repitió entre dientes.

- Tres - sonrió la rubia con sorna y Yulia apretó los labios. De un segundo a otro, el griterío caprichoso casi en llanto de sus hijos, que llamaban la atención de todos mientras señalaban las galletas frente a ellos.

- Los asesinaré cuando lleguemos a casa- les dijo al pasar tras ellos para tomar tres paquetes iguales - y los enterraré en el jardín, como souvenirs. Se los juro.

Mientras esperaban el vuelto de lo importado, Viktoria advirtió la cercanía de aquella anciana, junto al guardia de seguridad y palmeó la pierna de su hermano, a su lado.

- Mamá, iremos cargando las bolsas en el auto…te esperamos allí ¡te amamos! - le gritó con las compras a cuestas y corriendo a la salida.

Yulia los vió, confundida y con el ceño fruncido. Sin embargo, ahora que nuevamente todos la miraban por aquella exclamación de su hija, no pudo negarse sonreír con orgullo y felicidad.

Alzó su mentón y señaló a los niños y luego a sí misma, frente a los ojos de todos los demás: aquellas ganas de asesinarlos se habían esfumado.

***

23: 57. Yulia apagó la luz del cuarto de Samir y cerró la puerta, evitando hacer el mayor de los ruidos. El niño quería permanecer despierto hasta luego de la medianoche, para felicitar a Elena en su cumpleaños apenas comenzara el día, pero el sueño lo rindió y, al igual que Viktoria, llevaban casi una hora ya durmiendo.

Ella había cocinado el pastel por la tarde y habían acordado partirlo a las 00, con la pelirroja presente y en un canto de cumpleaños. Sin embargo, solo Ekaterina aún estaba despierta y ella entendió por qué.

Caminó con una sonrisa y se adentró al cuarto que la pequeña ocupaba en casos especiales, como esa noche y abrazó a su esposa por la espalda. Elena tenía sus manos dentro de la cuna y acariciaba la cabeza de Ekaterina, mientras le susurraba alguna canción para que conciliara el sueño.

Pero, cuando se pegó tras ella, la niña movió sus pequeños pies y rió, pidiendo la atención de su morena madre.

- No, Ekaterina, ya debes dormir - le ordenó la ojiverde, cubriéndola con la frazada color celeste - me llevaré a mamá ¿de acuerdo? - los movimientos de sus piernas se detuvieron y, con total esfuerzo, la niña se puso de pie, sosteniéndose de los costados para llegar a Yulia - no, me la llevaré. Acuéstate ya.

- Elena - reclamó ella llegando a su hija y tomándola entre sus brazos - ¿qué pasa, mi amor? ¿No tienes sueño?

- Es medianoche ya, debe tenerlo - insistió la pelirroja. Yulia se movió apenas en su círculo, con suaves golpes en la espalda de Ekaterina y evitó mirarla de mala manera. Por el contrario, volteó a verla y le sonrió, recordando sus palabras de la hora en que estaban ya.

- Feliz cumpleaños a la persona que amo- le dijo deteniéndose contra sus labios y alzándose apenas a besarla. Elena sonrió, sobre su boca, e intensificó el contacto al retenerla por la cintura - de tus 32 años, cumples el último junto a mí ¿puede eso continuar de esta manera?

- Puede. Y debe continuar así. Te quiero en mi vida cada cumpleaños, Yulia. Cada fecha especial y cada día en que no se celebre nada también. Debes simplemente permanecer conmigo - la mano de Elena rodeaba su mejilla, tibia y suave transmitiéndole calor. Ella cerró los ojos y se dejó invadir por su cercanía, por su aliento a café ingresando en su nariz y por la caricia en su rostro - ¿te quedarás entonces, conmigo? - asintió, sin espera ni dudas y la pelirroja intentó volver a besarla.

Intentó. Porque una mano de Ekaterina la detuvo, justo sobre su hombro y amenazaba con empujarla hacia atrás si continuaba acercándose.

- Es mi cumpleaños - se excusó con su hija pero la niña rió, antes de voltear y esconderse bajo el cuello de Yulia - como sea ¿puedes acostarla? Estoy cansada y quiero darme una ducha.

No sabía si estaba celosa por interrumpir ese beso o porque Ekaterina parecía tener preferencia por Yulia. Así que simplemente giró sobre sus talones y caminó hacia la puerta. Un balbuceo, un pequeño sollozo la detuvo sobre el picaporte y regresó, notando a la niña con los brazos estirados hacia ella.

- ¿Me quieres? ¿Cierto que soy tu mami favorita?

- Muy maduro de tu parte, mi amor - rió Yulia golpeando su costilla - iré preparándote la tina con espumas - agregó abandonando el cuarto.

- No le hagas caso - le dijo por lo bajo a la niña, sosteniéndola entre los bailoteos de sus brazos - debo ser tu mami favorita, cariño. Porque recuerda que mami Yul no te pertenece. No tanto como a mi.

Un silencio, nuevamente, y el sollozo de su hija aumentó. Convirtiéndose en llanto segundos después.

A decir verdad, no quería ese baño de espumas ahora. Solo 5 minutos le bastó hacer dormir a Ekaterina y luego caminó a su cuarto, descubriendo a Yulia en un conjunto de lencería negro. La morena estaba en la cama, sentada mientras pasaba crema por sus piernas.

Y si estaba ocupada en eso, significaba que no iba a acompañarla en la bañera. Y sola no tenía sentido ir, así que desistió de esa idea y se mantuvo contra la puerta, al cerrar y solo se dedicó a verla.

- ¿Cuánto hace que no hacemos el amor, Yulia? - le preguntó sin vergüenza porque la habían perdido hace tiempo. Su esposa ni siquiera se asombró, simplemente alzó los hombros.

- ¿Una semana? ¿Dos?

- Error. 15 días - Yulia la miró con desconfianza.

- No es cierto. Siendo tú no aguantarías tanto. Diez días como mucho, Elena.

- Diez, quince, veinte. Todo es igual - le dijo cerrando con llave y rodeando la cama, para acercarse a ella.

- ¿Ahora qué? - le preguntó la morena cuando la veía expectante.

- Cómo que ahora qué ¿ni siquiera voy a recibir algo como regalo de cumpleaños?

- ¿Quieres que te recuerde que tenemos a nuestra hija en la habitación de al lado?

- Ekaterina duerme 12 horas seguidas, Yul. No intentes excusarte. Además, para eso la hicimos dormir allí hoy ¿no? - la vió sonreír, de medio lado y ella la imitó.

La morena se arrastró hasta al borde, deteniéndose frente a ella y abrió su cinturón. Elena enredó una mano en su cabellera y la acarició, amaba cederle el control al inicio y que Yulia la manejara a su gusto.

Cuando bajó su cremallera, se desprendió la camisa y se la quitó, arrojándola a lo lejos junto a su brassier.

Yulia bajó su pantalón y ella lo empujó cuando cayó sobre sus talones. Semidesnuda frente a su esposa, se inclinó hasta dejar las manos a ambos lados y obligarla a recostarse. Entre sus piernas, se meció sobre ella y atacó su cuello, con besos y mordidas que querían demostrarle cuánto la había extrañado en esa entrega corporal.

Yulia la abrazó y, aún con el dominio de su lado, las volteó y reclamó su boca ahora estando sobre ella. Elena quiso quitarle el sostén, desnudarla pero no la dejó. La morena se sentó sobre su bulto, apenas endurecido, y sostuvo su cabello un momento para hablarle.

- ¿Quieres que te dé mi regalo de cumpleaños? - ella asintió, dejando las manos en su cadera pero Yulia se alejó y abandonó la cama luego de darle un último beso.

- ¿Qué es?

- Quédate allí….deberíamos estar en nuestro cuarto - susurró para ella, deseando porque Elena no fuese a elevar la voz - cierra los ojos - la vió de reojo y se mordió el labio extasiada, descubriendo como la obedecía al instante.

Pasaron segundos, minutos en que Elena no oyó ni sintió nada. Eso estaba haciéndola sentir nerviosa. Siempre era ella la que salía con alguna locura a la hora de intimidar pero siempre se procuraba de que Yulia lo disfrutara y sobre todo no saliera dañada.

Pero no estaba tan segura de que Yulia pensara igual ¿habría preparado algo o solo estaba haciéndola perder tiempo?

- ¿Ya puedo abrirlos?

- No - la escuchó de repente nuevamente sobre ella y la sintió acomodarse a horcajadas - estás segura de esto ¿cierto?- ¿y por qué no iba a estarlo? Se preguntó y estaba por decírselo cuando sus manos fueron elevadas, hacia el respaldar y encerradas entre algo frío, de metal.

- Oh, esposas - sonrió ansiosa y los dedos de Yulia pasaron por sus párpados, obligándola a que los abriera.

Y lo hizo de manera desmesurada, cuando descubrió lo que la morena sostenía en sus dos manos.

Elena se removió, nerviosa y de su boca entreabierta solo salió su respiración agitada.

- Eso…eso es….

- Esto es mi regalo - aseguró Yulia roncamente. Ella se echó contra la almohada y volvió a apretar los ojos. Esperando porque todo comenzara de una vez.

🔜

Ok nenas, nos leemos la semana que viene. Les dejé dos capítulos para no perder la costumbre 😛
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Mensaje por LeaAgronsky 8/12/2024, 1:45 am

Mejor cumpleaños no pudo haber pasado Elena junto con Yulia y sus hijos. Me gusto el capitulo.
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Mensaje por Patricia Armstrong 8/12/2024, 4:44 am

Ohhhh que sorpresa le tenia Yulia a Elena jajajajja, ay Elenita tantos regalos que recibió.

GrXias por subir la segunda parte
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Mensaje por Fati20 8/12/2024, 6:35 am

Que buena sorpresa saber que tenemos segunda parte de una historia tan linda y tan apasionada 😏😏😏 quien diría terminaría siendo tan gobernada 🤣🤣🤣. Saludos cariño mio 😘😘I love youI love you
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Mensaje por Volkatin_420 8/12/2024, 3:55 pm

La pasión que se tienen estas dos es demasiado para mí jajajaja. Suerte que tienen algunas, no??? Gracias Xander oor el capítulo
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Mensaje por psichobitch2 8/12/2024, 9:22 pm

Madre mía el regalo de Yulia, muy HOT xD Me encantan que sean tan pervertidas ahahahahah lindo despertar LOL a mi me despiertan así y destruyo a todo el mundo ahahahahah pero tenían una buena excusa y regalos xD Me encanta Vika, es tan Elena! Bonito momento familiar, hasta Ekaterina participó xD  ahahahahah Me encantó el capi! Ya quiero leer mas! Gracias por actualizar Smile
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Mensaje por Veroska 8/13/2024, 5:25 am

OMG! Y yo que pasé hasta el sábado leyendo de nuevo los últimos 2 capitulos porque la verdad amé esta historia y me encuentro que hay segunda parte, Waooo! Te pasaste Xander, gracias grandes.

No pues, a disfrutar de esta segunda parte y así toda sometida de lo dura que era Lenita, tan linda y te quedas con la frase a pensar cuál será el regalo de Yulia por su cumpleaños jajajaa
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/13/2024, 2:44 pm

Cap. III: "Sorpresa"

Regalo. Esa palabra sonaba muy bien y ahora resonaba mejor, en cada rincón de sus oídos y perdiéndose hasta su mente. Donde su imaginación comenzaba a gobernarla y Yulia sobre ella lo complementaban.

Esos eran los primeros minutos recién pero ya estaba incitándose, por costumbre como siempre pasaba con su esposa. Alzó apenas sus caderas y Yulia se meció, de atrás hacia adelante y ella lanzó un suspiro.

- No puedes abrir los ojos o te los cubriré ¿entiendes? - asintió, asomando su lengua para humedecer los labios y evitando desobedecerle. Estaba comenzando a perder la cabeza pero así mismo maquinaba, pensaba que con una venda negra todo se vería mejor.

- ¿Yul?

- ¿Uhg?

- ¿Eso dolerá? - preguntó algo temerosa. No la veía pero oía como la morena removía algo, lo que sostenía y luego su risa. Yulia rió con burla, disfrutando tenerla bajo ella, a su merced. Dominada como una pequeña pieza en un rompecabezas gigante.

Se estiró hasta su oreja. La morena atrapó su lóbulo y el sonido mientras lo chupaba le envío una sacudida a todo su cuerpo. Se estremeció contra el colchón, sobre la sábana y jadeó cuando lo mordió, cuando tiró de el antes de pegar sus labios. Una boca sobre la otra y la de ella presa, aguardando porque la de Yulia se moviera y la besara. Pero no. La morena permaneció inmóvil.

- No, Elena. No dolerá.- gimió. Su voz sonaba sexual, ronca y su nombre se pronunció tan lento y tan pausado que una palpitación creció en su pene. Yulia volvió a rozar sus caderas, sintiendo ese dolor que sus entrepiernas comenzaban a generar.

- ¿De verdad?

- No miento por las noches, mi amor. Lo sabes - sus uñas se clavaron en su pecho, a la altura de sus clavículas y ella echó la cabeza atrás. La morena las arrastró hacia abajo, sin espera ni cuidado. Sintió un pequeño ardor, en ese camino y luego la curación: la boca de Yulia se pegó a su abdomen y ascendió por esa línea, calmando el dolor momentáneo del rasguño.

Finalmente oyó la pregunta, si estaba lista y asintió. Y una gota caliente cayó en su ombligo.

- Mierda… Arde, Yulia.

- ¿Tú? - se meneó, alejándose de la mira pero la morena la aprisionó entre sus piernas, hundiendo las rodillas en el colchón a cada lado.

- De verdad, Yul. Está hirviendo - gimoteó forzando sus ojos a que no se abrieran. Aquella sorpresa de Yulia iba a dejar su piel roja, estaba segura, porque no era más que un recipiente lleno de chocolate caliente, derretido y con una cuchara para volcarlo sobre ella - ¿podrías soplarlo, por favor? Porque… ¡Dios, Yulia! ¡Carajo! ¿no me estás oyendo? - algo más que una gota había caído en su pelvis y chocaba ahora contra su bóxer, caliente como la cera de una vela y sin cuidado en su piel.

La morena se mofó, inclinando su cabeza y el aire tibio de su aliento pegó directo a su miembro, en un apaciguador soplido y aplacando el ardor. Apretó los dientes cuando el recipiente descansó en su pecho, para que Yulia terminara de desnudarla.

Su pene apuntó directo hacia si misma, excitado y duro esperando por los siguientes movimientos que podrían calmarlo.

- ¿Mejor? - le preguntó y sin tiempo a responder, la lengua de Yulia se arrastró a lo largo de su miembro. Empuñó las manos, encerradas y arqueó su espalda. Pero con una mano en el hueso de su cadera, Yulia la regresó contra la cama - quédate quieta.

Bufó, molesta e intentó no alterarse cuando en los siguientes segundos no pasó nada.

Algo frío rozó su piel y oyó un sonido de sacudida. Ladeó la cabeza, agudizando su oído y cuando pretendió preguntar algo, el peculiar ruido de crema se disparó contra su cuello.

Frío. Ahora frío y antes caliente; y los dos la sorprendieron y ninguno se sentía a temperatura. Solo los labios de su esposa, cálidos y succionando la crema batida en su piel, sosegando su punto palpitante parecían calmarla.

Sonidos guturales salían de su garganta y se perdían entre ellas, entre la prisión del cuerpo de Yulia y el sometimiento al que la exponía. Y de su boca entreabierta jadeos, que respondían a lo que pasaba en su cuello; con su esposa chupándolo para eliminar todo rastro de la crema.

Perdió la cuenta de cuánto minutos estuvo allí pero fue lo suficiente para que el calor se expandiera hasta la punta de sus dedos, en cada rincón de su interior. Cuando Yulia descendió con un camino de mordidas, con sus dientes raspando su piel, una especie de animal deseoso surgió dentro de ella.

- Suéltame ya, Yul - le rogó sacudiendo sus muñecas. Yulia alzó la vista, justo sobre su pelvis y le cedió un momento abrir los ojos. La vió, con una sonrisa de medio lado, cínica y negó ligeramente - por favor.

- Tú no harás nada hoy - la oyó y sus parpados volvieron a juntarse. Con su brazo alzado y el recipiente ladeado, una cantidad de chocolate comenzó a caer sobre su pene.

Le parecía ilógico, irracional y poco común. Sin embargo eran ellas. Y se distinguían de los demás porque la rutina no las mataría. Así que no le importaba que tanto dibujara la morena con ese líquido dulce en su abdomen, en su miembro y sobre sus muslos. Iba a aguantarlo, soportar el tormento y mantener las ilusiones como el primer día. Como la primera vez que su orgasmo escurrió entre los dedos de Yulia.

- Yul… - gimió con la voz seca. La morena sacudió su pene y su respiración se acercaba peligrosamente a el. Alzó las caderas, terminando de empujarlo completamente dentro de su garganta cuando la cavidad caliente lo rodeó.

Esta vez Yulia no la detuvo y un suave bombeo comenzó de su parte. Su pene entraba y no terminaba de salir de la morena, en unas constantes embestidas y luego arremetió con más insistencia, cuando la desesperación cosquilleó su estómago y los dedos de sus pies se doblaron. En su frente se acumuló sudor, en su pecho y en sus brazos, por el esfuerzo físico y la cercanía del clímax.

Se hundió una última vez en Yulia y la oyó respirar con dificultad. Sin embargo la conocía y sabía que no tenía reflejos nauseosos. Por lo que finalmente su semen disparó en ella.

Se echó contra la cama, agotada por el momento y permaneció con los ojos cerrados.

- Incluso si te digo que no hagas nada, no puedes evitarlo y lo haces ¿cierto? - le reclamó la morena y ella sonrió con superioridad.

- Sabes cuánto me gusta eso.

- ¿Dominarme? - abrió los ojos y la descubrió sobre ella. Sus entrepiernas rozándose pero sin movimientos y Yulia quitándose el brassier. Se mordió el labio, anhelando poder estirarse y llevar la boca a sus pechos. Pero sucedió al revés y dos dedos atacaron su pezón derecho. Echó su cabeza atrás y la morena lo jaló con brusquedad, en una nueva orden - no, ahora tienes que mirarme.

Lo hizo. Y no supo cómo pero sus ojos intentaron no despegarse de la otra mano de su esposa que, con total coqueteo y sensualidad, quitó los líquidos de su barbilla y luego bajó por su abdomen, perdiéndose dentro de su braga.

Apretó los dientes. Los dedos de Yulia se movían en su seno pero no generaba lo mismo que estar tocándose a sí misma. La morena aumentó el ritmo y los gemidos se escapaban de ella. Alzó su cadera y chocó contra ella, ayudándola en constantes fricciones para llegar a su orgasmo. Los ojos de Yulia en blanco, los suyo sobre ella y su cuerpo sintiendo los espasmos de su mujer, sucedieron de un segundo a otro.

Cayó sobre su pecho y la oyó respirar agitada contra su oreja. Iba a decirle algo, recordarle cuán aminado había sido verla en ese estado cuando dos dedos invadieron su boca. Chupó los flujos de su esposa y tragó con gusto cumpliendo su orden.

Permanecieron de esa manera. Yulia sobre ella y tratando de tranquilizar el vaivén de sus pechos. Respiraban contra el oído de la otra y la morena la tenía sujetada por la cintura, como ella solía hacerlo generalmente.

- ¿Yul? - le preguntó abriendo los ojos y mirando el techo. Un leve murmuro de su esposa como respuesta a que continuara y sonrió - ¿a ti te gusta que hagamos esto?

- ¿De qué hablas?

- De esto, Yul. De que hagamos el amor a diario y de formas algo… distintas ¿no te molesta? No lo sé ¿no te gustaría que fuese romántica, también? - la morena se irguió hacia ella y la miró, con el ceño fruncido y un gesto de confusión.

- ¿Hablas de hacerlo siempre en la misma posición? - rió, sin reparos y negando ligeramente - porque no te entiendo, Elena. A mi me gusta esto, lo disfruto y sé que tú también ¿o te gustaría que yo fuese la romántica?

- No. Es decir, me encanta que lo seas en tus momentos pero no sé…creí que a las mujeres le gustaba hacer el amor en todo ese sentido de la palabra.

- Tú eres mujer.

- Me refiero a las que no tienen pene…pero quiero que cuando este tipo de encuentros te molesten, me lo digas, Yul ¿lo harás? - la morena sonrió, con ternura y su corazón dio un vuelco. No hacía falta que fuesen románticas en el acto sexual porque lo eran luego, en los minutos previos a dormir, agotadas por lo mismo.

- Lo haré…. ¿te gustó mi regalo?

- Me fascinó - aseguró removiéndose bajo ella, intentando encontrar con su miembro la entrada de Yulia - ¿por qué no me sueltas ya?

- Es temprano aún para que lo haga.

- Pero quiero abrazarte - quería hacerlo, sí. Pero también quería voltearlas, tener a la morena bajo ella y ser quien condujera los próximos minutos. O la siguiente hora. Como siempre, con Yulia rodeando su cadera, sujetándola con sus piernas y ella penetrándola, mientras se miraban en un pequeño comunicado de cuánto se amaban.

- ¿De verdad? - le preguntó con dulzura, ingenua mientras tomaba la llave que colgaba de su muñeca. Elena oyó el clic de liberación y sus brazos la atraparon al instante, rodando a ambas y dejándola indefensa bajo ella.

- En realidad - comenzó, tomando ambos lados de la braga y bajándola con lentitud - soy un arma cargada cuando te entregas a mí. Deseosa de disparar y esperando el momento - agregó tomando su miembro con una mano y guiándolo al clítoris de su esposa, para juguetear allí un instante - Cuando me das el permiso…

- Como ahora.

- Como ahora… tengo como un ángel sobre mi hombro derecho diciéndome que lo haga con cuidado, con todo el amor que te tengo, Yulia. Porque te amo, no te olvides de eso…y en mi otro lado tengo un pequeño demonio, rogándome porque me hunda en ti y te haga gritar desesperada todo el tiempo - terminó embistiéndola de un solo golpe. Los pechos de Yulia rebotaron violentamente una vez y su boca se abrió, liberando el gemido más alto de la noche - ¿a quién le obedezco? - le preguntó sobre su cuello, besándolo y bajando por sus hombros.

Yulia enredó las manos entre su roja cabellera y la jaló contra su boca.

- Quiero gritar, Elena - le dijo con seguridad y ella sonrió. La besó, con fiereza y movió sus caderas, embistiéndola con ansias para obedecerle a su demonio interno, caliente y temperamental que solo Yulia avivaba.

***

- ¡Mamá! ¡Mamá, abre la puerta!...¡Mamá!- Yulia abrió sus ojos, adoloridos y pesados y quitó su cabeza de la almohada. Samir golpeaba del otro lado de su habitación y con gritos desesperados - ¡Mamá!

Se frotó el rostro, intentando despertarse y se quitó la sábana. Iba a levantarse, abandonar la cama para abrirle pero un brazo de Elena la sostenía fuertemente por su cadera. Giró a verla: la pelirroja aún dormía, boca abajo pero la sujetaba en un contacto como cada noche.

Se inclinó a dejarle un beso en la cabeza y se quitó el agarre con calma, para no despertarla.

Dejó la cama y tomó su bata camino a la puerta.

- ¿Qué sucede? - le preguntó con la voz ronca, adormilada y a sus dos hijos. Que se movían ansiosos, en un pequeño círculo y con dos bolsa de regalo en mano - oh, dios, cierto. El cumpleaños de Elena.

- ¡Pues si! - reclamó Samir - queremos saludarla.

- Si, claro pero…no, no - los detuvo al dejar su brazo sobre la pared, impidiéndoles el paso - mamá está durmiendo aún ¿pueden esperar a que bajemos?

- ¿Durmiendo? ¡Es mediodía! - exclamó Viktoria. Yulia abrió los ojos con violencia, temerosa al oírlo. Apretó el nudo de la bata y abrió. Viktoria y Samir la vieron pasar a su lado, casi corriendo hacia la habitación de Ekaterina - ¡mamá, despierta! - continuó rodeando la cama para llegar a la ventana.

La abrió sin cuidado y las cortinas, oyendo las primeras quejas de Elena.

- No, no se la quites - le dijo a su hermano cuando intentó despojarla de la sábana - conociéndolas, han tenido sexo toda la noche y no queremos verla en ese estado… ¡Elena! Despierta, maldita holgazana.

- Yulia, puedes quitarlos de…

- ¡Feliz cumpleaños, mamá! - se arrojó Samir a la cama, cortando su pedido a una morena que no estaba y abrazándola fuertemente - ¡despierta, despierta! Tienes regalos por abrir - Elena se cubrió hasta la cabeza, ahogando un grito en su almohada y finalmente suspiró, cuando los gritos de sus hijos se acabaron y volvió a asomarse.

- No pueden despertar a una persona a los gritos ¿lo saben?

- Mira que graciosa ¿necesitas que te recuerde cuando eras nuestra jefa? - ironizó Viktoria llegando a ella y arrojándole la bata. Ambos niños voltearon unos segundos y, tras el murmuro de la pelirroja, giraron nuevamente a verla - feliz cumpleaños…mamá - agregó estirándose a dejarle un beso en la mejilla.

Elena sonrió, recibiendo otro de Samir y las dos bolsas en su regazo.

- ¿Y Yulia? - preguntó mirándolos cuando la morena apareció, con una Ekaterina sonriente, divertida mientras sostenía otra pequeña caja envuelta. Yulia se acomodó en la punta de la cama, dejando a la pequeña allí y observándola gatear hasta su pelirroja madre - buenos días, mi amor - murmuró tomándola entre sus brazos y dejándole un beso en la mejilla.

- Ella también tiene un regalo para ti - dijo Samir apuntando lo que Ekaterina sostenía cerca de su boca.

Elena lo tomó y acomodó a su hija contra su pecho, entre sus piernas y desató el moño. Sonrió, quitando el obsequio del interior y descubriendo un perfume. Era una botella de peculiar forma y estéticamente llamativa. Roció apenas su cuello con la fragancia y observó a su esposa, que mordía su labio con ansias a olerla más de cerca.

- Gracias, cariño. Me encanta - murmuró dejándole un beso en la cabeza a la pequeña.

- Abre el mío ahora - la incitó Samir entregándole en sus manos su bolsa. Era la más grande de las tres y esta vez no había moños, solo debía abrirla. Hurgó en su interior y alzó las cejas, asombrada al descubrir una camisa rosada - ¿te gusta?

- Está preciosa, hijo. No deberías haber gastado de tus ahorros - él alzó los hombros, despreocupado y ella lo acarició un segundo - te quiero.

- Ahora el mío pero nada de te quiero ni cursilerías. Solo ábrelo - dijo Viktoria y ella lo hizo. Rompió el paquete, una caja algo más grande y todos pusieron sus ojos en el. Era un cuadro, una pintura que la hizo fruncir el ceño porque no entendía muy bien su forma - es una obra conocida. El autor la pintó para su madre y representa lo que ha pasado con ella durante los únicos ocho años que la tuvo en su vida…y se llama E. Así de simple y bueno…creí que te gustaría.

Sus ojos se aguaron, emocionada y asintió lentamente porque su garganta se había secado para responder. Por supuesto que le gustó, quedó encantada en ese detalle de su hija al comprar el cuadro y contarle la breve historia.

Posiblemente iban a ser los regalos que más admiraría por un tiempo.

- No sabía que te gustaba el arte - le dijo y Viktoria enrojeció.

- De vez en cuando leo algunas cosas y bueno….tengo mis contactos también y allí pude conseguirlo.

- ¿Tus contactos? - preguntó Yulia confusa - creo que ya sabemos que te regalaremos en tu cumpleaños. Un celular nuevo - agregó junto con Elena.

- Ni lo intenten - las amenazó la niña justo cuando la pelirroja tomó su brazo y la jaló para abrazarla.

- Gracias, Viktoria. Me encantó - apenas tuvo tiempo de dejarle un beso en la frente cuando la niña se alejó y se limpió sin reparos - yo…siempre solo recibía regalos de Iván, de mi jefe. Patético y ahora que lo pienso, pocas veces los guardaba y los usaba. Y esta vez tengo muchos. Y los tengo a ustedes así que…es el primer cumpleaños que estoy disfrutando realmente - se sinceró, avergonzada y sintiendo la mano de su esposa en su rodilla, en un gesto comprensivo.

- ¿Y tú que vas a regalarle, mamá? - inquirió Samir a Yulia. Ambas se miraron y se aclararon la garganta con rapidez; aún había rastros de chocolate en el piso y las sábanas.

- Compré el desayuno - murmuró la morena. Y en parte era cierto, había encargado una canasta de desayuno y, a juzgar por la hora, ya deberían haberla dejado y seguramente descansaba a un lado de la puerta - vayan a lavarse los dientes, cambiarse y….

- Son ustedes la que deben hacer eso. Nosotros ya estamos listos para salir a almorzar…porque vamos a salir ¿cierto? Ya no es hora de desayunar - aseguró Viktoria.

- Bien, sí, saldremos - dijo Elena - ¿pueden llevar a Ekaterina abajo? Espérenos en el living mientras nos duchamos.

Mientras le entregaba la pequeña a Viktoria, sin problemas y Yulia abandonaba la cama, el timbre resonó sorprendiéndolos. Por mucho que era el cumpleaños de Elena, no esperaban a nadie.

- Yo iré - intentó correr Samir pero la pelirroja lo sujetó de la camiseta.

- No abres la puerta sin saber de quién se trata. Yo iré - acomodó su cabello y dejó la cama, dirigiéndose a la puerta y finalmente llegó a las escaleras.

Atravesó el living con lentitud frente a otra insistencia del timbre y un golpe en la puerta. Abrió y alzó las cejas completamente atónita, incrédula por la imagen que veía. No pudo pensar en nada cuando alguien se estrelló contra ella y en un fuerte abrazo, dulce y cariñoso como siempre.

- ¡Feliz cumpleaños, Lenita! - solo una pregunta atravesó su cabeza ¿cómo llegaron Nastya y Elizavetha allí, a su casa? No lo sabía pero tuvo que sujetar a su rubia amiga por la cintura para no caer ambas.

- A ver, Eli, déjala respirar. Se quedó pasmada…o muerta. La mataste ¡Elena!

- Estoy oyéndote, Nastya - murmuró alejando de un manotazo la mano de su amiga - por Dios, que sorpresa ¿qué hacen aquí?

- Oh, lo siento ¿estamos molestándote? - ironizó la castaña. Elena apretó los labios y negó ligeramente, sacudiendo la cabeza con diversión - que bueno, muero de sed ¿La cocina donde siempre? - agregó pasando a su lado y queriendo pasar directo por alguna bebida. Pero se detuvo. En parte preocupada y en otra por el ladrido de Mumu a unos metros, en modo de protector y la pelirroja la vió regresar hacia ella - no cierres. Alguien viene con nosotras - sus cejas se entrecerraron, aún su corazón galopaba por la presencia de sus mejores amigas y no quería más emociones ¿Quién podía llegar con ellas, además?

- ¿Quién es? - preguntó por lo bajo y Nastya se aclaró la garganta, inclinándose más hacia ella.

- Averígualo por ti misma. Pero no te preocupes, ya le advertimos que no estás soltera y eres una mujer casada y con niños. Así que supongo que se comportará.

Finalmente Nastya se alejó y Elizavetha a su lado le sonrió, incómoda y avergonzada por lo que podía llegar a pasar.

Elena dio dos pasos y tras pisar la vereda alguien se interpuso. No, no quería más emociones por ese día pero su cuerpo no lo pudo evitar. Un temblor la recorrió de arriba abajo y la sonrisa de la persona frente a ella lo aumentó.

Balbuceó, nerviosa, confundida y un brazo se estiró en su dirección.

- Feliz cumpleaños, Elena - su voz era casi igual a la de años atrás, solo que más pesada, más ronca. Pero igual de impotente.

Quería girar y entrar a su casa, refugiarse entre los brazos de su esposa y volver a la cama donde sus hijos continuaban demostrándole cariño en ese día especial. Pero ya no tenía 16 y debía mostrar madurez. Por lo que estrechó su mano y, en el contacto, algo subió por su garganta.

Sonrió, apenas y con esfuerzos. Y se aclaró la garganta.

- Gracias, papá.

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Mensaje por Corderito_Agron 8/14/2024, 1:59 am

Creo que me perdí un poco... Cómo que el padre de Lena está vivo? Creí haber leído en la historia anterior que estaba muerto 🤭 hahahaha creo que aún estoy do4mido que se yo
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Mensaje por soy_yulia_volkova 8/14/2024, 3:31 am

Corderito_Agron escribió:Creo que me perdí un poco... Cómo que el padre de Lena está vivo? Creí haber leído en la historia anterior que estaba muerto 🤭 hahahaha creo que aún estoy do4mido que se yo

Creo que tienes sueño jajajaja, los padres de Elena están vivos solo que no son muy pegados con ella y prácticamente se crió sola porque su madre no la aceptaba por su condición
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Mensaje por Veroska 8/14/2024, 6:39 am

Lena feliz con todos los regalos de las 4 personas que la hacen feliz y aumenta más con la presencia de sus 2 mejores amigas aunque le cae como agua helada la sorpresa de su padre.... Y es parte de la vida, te llega y debes saber cómo actuar acordé a tu realidad y madurez... Creo que cada vez es más linda la vida de la familia katina-Volkova
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Mensaje por LenaVolkova66 8/14/2024, 3:49 pm

Espero que ese viejo no venga hacerle la vida a cuadros a Lena que ya está estable con su relación y familia 🫤
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Mensaje por Volkatin_420 8/14/2024, 10:33 pm

Que significará la.llegada del padre de Lena después de tanto tiempo???????????? Me parece sospechoso
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/15/2024, 4:49 pm

Cap. IV: "Niños"

Sin importar cómo sonara: no quería a Sergey cerca de su familia. No importaba cuán intentara y se esforzara él en sonreírle, en continuar haciéndolo como desde que llegó. Había sido una de esas personas infelices que rondan en el mundo, en su propia vida, mientras compartió techo con él. Y había sido totalmente lo opuesto, mientras estuvieron lejos.

Desde entonces había ido creando su felicidad. Hasta que la verdadera felicidad llegó a tiempo, de la mano de Yulia y, ahora, de aquella adolescente temerosa, no quedaba ni rastros. De la persona que había sido junto a Sergey, ni el más mínimo recuerdo vagaba en ella.

Sin embargo continuaba conociéndolo. Y sabía que ciertas cosas le molestaban y estaba segura que aún lo hacían. Como los niños, por ejemplo y ella tenía tres. Y no iba a incomodar a ninguno, mucho menos a Yulia o hacerla enojar con la presencia de su padre.

Elizavetha pasó frente a ella, siguiendo los pasos de Nastya, y Sergey intentó ingresar. Elena se hizo a un lado, estorbándole el paso e impidiéndoselo.

- Es una gran sorpresa que estés aquí - sin titubeos, sin miedo ni vergüenza le habló. Aquella Elena Katina que había florecido cuando comenzó en el negocio de la estafa y había desaparecido ya, regresó por él - ni en sueños me lo hubiese imaginado.

- Si, lo sé, y en parte es mi culpa haber desaparecido todos estos años.

- ¿En parte? - él rascó su nuca y gesticuló nervioso. Elena echó un resoplido irónico ¿dónde había quedado el Sergey Katin que cada viernes se embriagaba y le había sido infiel a su madre en más de una ocasión? No era más que un poco de papel arrojado y ahora ella lo estaba soplando. Le parecía ridículamente inversa la situación ahora.

- Nastya me dijo que te habías casado. Que tienes tres hijos. Que habías formado una familia.

- Tengo mi familia, sí. Y están adentro, aquí vivo con ellos.

- Sí, lo supuse…. ¿puedo conocerlos? - entrecerró los ojos y, tras aquella intensa mirada, él dio un paso atrás. No, no quería que los conociera. No quería que Samir y Viktoria lo llamaran abuelo ni quería verlo tomar entre sus brazos a Ekaterina.





Él era su padre y hasta allí quería que esa relación se estancara. Estaba viendo en partes, quizá, las cosas cómo deberían pasar pero su mente siempre la dominaba y en ese momento le exigía aquel pensamiento.

Y su cuerpo iba a obedecerla. Alzó el mentón y abrió su boca, dispuesta a decírselo con la sinceridad brusca que la caracterizaba.

- ¿Elena? - de repente la puerta se abrió más y Yulia, algo confundida, apareció y se detuvo a su lado. La observó y luego a Sergey. Hubo un cruce de miradas entre ambos y a la morena pareció no impacientarla. Y a él pareció agradarle - hay dos mujeres dentro y dicen ser tus mejores amigas. Bueno, una tiene medio cuerpo dentro de la heladera y la pelirroja cargando a Ekaterina.

- Sí, son Elizavetha y Nastya. Te hablé de ellas una vez ¿lo recuerdas? - Yulia le sonrió, con total seguridad y estiró una mano hasta resguardarla bajo su mejilla. Elena cerró los ojos un momento, su esposa la conocía y sabía cuánto estaba necesitando de ese gesto. Ese contacto que le recordaba de que estaba allí para ella, más que solo en cuerpo.

- Por supuesto que lo recuerdo, mi amor.

- Y él es mi padre - tomó aquella mano entre sus dos y la acercó más. Yulia se detuvo frente a ella y Elena miró a Sergey. No esperaba nada de él, solo que la tratara con respeto.

Con una caricia en la unión de ambas, Yulia se soltó y se alzó a dejarle un beso en la mejilla. Y él le respondió con un agradable abrazo, un brazo tras su espalda y descansando el mentón un momento en su hombro.



Pasaron apenas unos segundos y ella carraspeó, recibiendo a la morena nuevamente entre sus brazos.

- Es un gusto, señor - la oyó decirle con aquella voz dulce, suave y sincera. Sergey asintió levemente, sonriéndole apenas pero sin esfuerzo.

- Puedo entender por qué mi hija te ha elegido como su mujer y la madre de sus hijos. Eres muy guapa.

- Y puedo ver que ella ha heredado la misma característica de usted - Elena rodó los ojos y tiró más de Yulia contra ella.



- ¿Van a coquetear en mis narices?

- Tienes razón. Continuaremos luego - bromeó la morena - ¿por qué no pasa? Tenemos un almuerzo que preparar y luego un pastel que cortar.

Sergey la miró y ella suspiró. Pero asintió, transmitiéndole de que podía hacerlo y lo hizo. Pasó al lado de ambos y se detuvo junto a Yulia:

- Sergey Katin.

- Yulia Volkova - un apretón de mano y él finalmente se perdió dentro de la casa.

Elena lo siguió con la mirada, hasta verlo desaparecer y luego vagó su vista en la morena.

- Vaya, los años que yo iba a tardarme en perdonarlo, tú lo has reducido a minutos. Qué minutos, segundos.

- Nunca me has hablado de él totalmente ¿de qué debes perdonarlo? Solo sé que tenían una relación distante, nada más.

- Pero lo haz hecho pasar como si nada.

- Lo siento, no pensé que iba a molestarte tanto - la voz de Yulia sonaba culpable de verdad, cohibida de haber hecho algo contra su voluntad. Elena rodeó su cuello y tiró, apretándola contra su pecho.

- No es eso. Discúlpame a mí. Solo que muchas veces me había imaginado el día en que lo volvería a ver y…todo pasó tan rápido y todos mis reclamos quedaron atorados en algún lado. Nada es cómo me lo imaginé.

- ¿Lo quieres? - le preguntó Yulia acariciando su espalda.

- No…o bueno, quizá sí. Un poco….ni siquiera sé por qué no ha venido con mi madre.

- Creo que se merece una oportunidad.

- ¿Y por qué lo crees? Yo creo que no se la merece - la morena se alejó, apenas de su pecho y alzó la vista a ella. Se miraron, entendiéndose pero sin compartir la opinión.

- Todos nos merecemos una oportunidad con alguna persona alguna vez.

- Él no. No la merece.

- ¿Quién lo dice? ¿Tú? ¿La que odiaba enamorarse, no le gustaba ser romántica y detestaba convivir con niños? ¿La qué que no quería darle una oportunidad al amor y ahora no puede vivir sin el? ¿Tú lo dices? - Elena se mordió el labio, derrotada y evitó mirarla un momento. Porque Yulia estaría festejando internamente y hasta iba a sentirlo si lo hacía.

- Sí, mi yo del pasado lo dice.

- Pues que pena, porque como a tú del pasado, no pienso obedecerle - atrapó su cuello y la empujó hacia abajo, obligándola a responder el beso que con tantas ansías comenzó.



Iba a intensificarlo, colar su lengua y separarse cuando el aire les faltara. Pero la morena se zafó, se alejó y le dejó unas palmadas en sus hombros mientras hablaba.

- Los niños están adentro, tenemos visita y debes ponerte algo de ropa. Vamos- Yulia tomó su mano y tiró de ella. Jalándola como siempre en una orden y Elena caminaba detrás. Como siempre, obedeciéndole.

Cuatro horas con su suegro fueron agradables para Yulia. Él se comportó adecuadamente y pasó mucho tiempo hablando de tecnología con Samir; parecía que habían congeniado en esos temas y sobre Hanna, la niña que tanto le gustaba al pequeño.

Y Elizavetha y Nastya la hicieron pasar una tarde divertida. Sobre todo Nastya, aquella castaña que reveló cientos de secretos de Elena y tanto ella como los niños reían al oírlas. Incluso tomó una fotografía, de cuando Elizavetha se quedó dormida en el sillón junto a Ekaterina y se abrazaba a su cadera como cuando dormía sobre Mumu en la alfombra.

Habían llegado por indicaciones de Iván, la única persona después de sus padres que conocía la dirección de su nuevo hogar. Y ahora ya estaban en la puerta, despidiéndose con una aclaración de que regresarían. Nastya y Viktoria habían lanzado una química cual tía y sobrina de manera instantánea y la castaña le había prometido volver para pasar horas en algún shopping.

Yulia entendía el por qué del alejamiento entre su esposa y sus padres: Sergey había hablado de Inessa frente a la pregunta de Elena y su respuesta fue segura, escueta pero avergonzada. Ella no quiso acompañarlo y, por el contrario, le había advertido que poco hablara de sí misma también. A la pelirroja pareció no inquietarle ni sorprenderla aquellas palabras. Pero sus horas con su propio padre fueron algo tensas, como dos desconocidos que nada tienen en común en una primera conversación.

Pero no podía evitar sonreír y acariciar su mano, en apoyo y cuando la veía esforzarse por mantener una cordial comunicación con Sergey. Él socializó casi a la perfección con sus tres hijos y cargó también a Ekaterina, que le sonreía y tomó su rostro más de una vez.

A Yulia le parecía un buen comienzo para que esas relaciones crecieran. Porque creía que los niños lo necesitarían en un futuro y aquellas tres personas, extrañas hasta horas atrás para ellos, eran un gran apoyo emocional para Elena. Le gustó verla relacionarse y mantener charlas con alguien fuera de su ámbito familiar.

Nastya y Elizavetha esperaban por Sergey dentro del auto. Él hablaba con Elena a un costado de la vereda, luego de que la llamara porque necesitaba unos minutos a solas para contarle algo más. Samir y Viktoria estaban colgados sobre la puerta de acompañante, que ocupaba Elizavetha y terminaban de hablar con ellas un poco más.

Bajo la puerta principal, Yulia sostenía a su pequeña hija que se había quedado dormida y respiraba con calma contra su cuello. Pasaron minutos, en que cada tanto Elena volteaba a verlas y le sonreía antes de regresar la vista a su padre. Antes de que volviera a hacerlo, el aroma característico de su hija en necesidad de un pañal nuevo, llegó a su nariz.

- Mamá le puso mucho chocolate a ese pastel ¿cierto, mi amor? - le preguntó en un susurro y con la voz que siempre utilizaba para ella: aniñada, infantil y divertida mientras acariciaba su espalda. Se perdió escaleras arriba e ingresó a su cuarto, el único de la casa que tenía su baño propio y caminó directo a el.



Acostó con cuidado a su hija sobre el mueble acostumbrado a usar en esos casos y quitó de la misma manera su pequeño short. Estaban en verano, bajo unos sofocantes grados arriba de lo normal y el médico le había recomendado cuidarla del sol, del sudor y mantener su cuerpo a temperatura normal. Retiró su pañal sin inconvenientes y lo lanzó al cesto de basura, antes de tomar una toalla húmeda de uno de los cajones.

- ¿Qué pasa, Ekaterina? - le preguntó al verla otra vez despierta y mirándola fijamente. La niña gesticuló media sonrisa, quizá inconsciente y comenzó a mover sus brazos, de arriba hacia abajo junto a sus pies - ¿te gusta que mami te cambie? Mamá lo hace mal ¿cierto? - la risa de la niña dibujó la de ella. Rieron, en complicidad mientras buscaba el talco - mamá es un poco…no torpe, ella te ama pero aún tiene algunas cosas que aprender. Y debemos ayudarla porque quiere saberlo todo. Y ahora que lo pienso, te robas mucho de mi tiempo con ella, cariño - agregó rociándola cuidadosamente con el polvo.

Con total experiencia, Yulia le colocó un nuevo paño limpio y volvió a vestirla. La puso de pie, aún sobre el mueble y tomó sus manos, algo alejada, incentivándola a que diera unos cortos pasos hasta ella.

Y Ekaterina lo hizo. Le dedicó una mirada con sus ojos verdes brillando y luego se lanzó a la orden de su madre. Fue cuando el mueble se terminaba que la sujetó y la felicitó con cientos de besos en su cabeza.

- Acabas de ocultarme su primera caminata. Cuando diga sus primeras palabras, al menos grábala - un grito sorprendido de la pequeña y ella volteó, donde su hija señalaba entre risas: Elena estaba recostada en la pared y con los brazos cruzados, con su mirada fija en ambas.

- Nos asustaste - se quejó la morena fingiendo seriedad y la pecosa se impulsó hacia adelante, acercándose a ellas - ¿haz visto lo atlética que podría ser nuestra hija cuando crezca?

- Seguro, saldría a ti y a tus locur…. gustos. A tus gustos por salir a correr cada mañana. Amo eso.

- ¿Qué salga a correr? - la pelirroja negó ligeramente, rodeándole la cintura y atrapando a Ekaterina en un abrazo de las tres.

- No. Que digas nuestra hija - descansó un momento el mentón en la cabeza de su esposa y Yulia sonrió; cada vez que Elena hacía eso, unas palabras de agradecimiento y demostrándole cariño saldrían luego de su boca - gracias por haberme ayudado con lo de Sergey.



- Se merecían un momento solo para ustedes ¿Está todo bien?

- Un poco, sí. Preguntó si podía volver, no sé cómo o desde cuándo pero esto de enterarse que es abuelo, es algo nuevo y no quiere alejarse de eso. Dije que le avisaría - ella se separó, hasta verla a la cara y Elena humedeció sus labios, adelantándole que iba a continuar - no iba a darle el permiso sin consultártelo.

- Es tu padre.

- No realmente. Sabes que nuestra relación no se ha forjado en base a esa palabra y mucho menos a su amor.



- ¿Tú quieres que continúe viendo a los niños?

- No lo sé. Si ellos quieren. Pero de igual manera no quiero que sea rápido - iba a protestar, abrió su boca para hacerlo pero la pelirroja juntó sus labios y la calló. Le correspondió, sin espera y pasó su pulgar en el labio inferior, quitándole algo de su brillo labial - ¿qué me dices de Elizavetha y Nastya? Son como un caos juntas.

- Entiendo por qué son tus mejores amigas. Me agradaron mucho, Elena y a nuestros hijos también. Pueden regresar cuando quieran - volvieron a besarse, en un leve roce y tacto que Ekaterina separó mientras tomaba la piel de su pelirroja madre, bajo su mentón y llamaba su atención - creo que podrías llevarla a la piscina. Viktoria invitó algunos amigos y llegarán en cualquier momento. Saldré por unos víveres y prepararles la cena.

- ¿La cena? ¿A quiénes? - preguntó confundida, recibiendo a la niña en brazos y caminando tras Yulia, fuera del cuarto.

- Pues a los niños. Es la primera vez que vienen a casa y Viktoria quiere darles buena impresión y estoy de acuerdo.



- Ese niños ¿a cuántos abarca realmente?

- No lo sé, Elena. Unos cinco o seis. Mañana no tienen colegio y aprovecharán el fin de semana largo.

- ¿Cinco o seis? - alzó la voz exagerada. Tenía dos ojos ¿cómo se supone que iba a cuidar tantos niños?

- Y dos niñas se quedarán a dormir, como una pijamada. Usarán el cuarto de abajo, lo acomodaré un poco cuando regrese - tomó su cartera, del armario cerca de las escaleras y luego las bajó, mientras buscaba algo en su interior - ¿las llaves del auto?

- En mi bolsillo - Elena se detuvo a mitad de escaleras, cuando la morena regresó y hurgó en su pantalón. Apretó los dientes, ahogando un jadeo cuando acarició con sorna su miembro - recuérdame nunca quitarlas de allí.

Bajaron y se encaminaron a la puerta. Yulia abrió y volteó a verla: los ojos de Elena estaban abiertos, con brusquedad y sus cejas alzadas, pasmada al ver la cantidad de niños que Viktoria estaba recibiendo en la vereda. Allí no había cinco o seis. Había unos quince o más y recordó si había correas en algún rincón de la casa, para cuidarlos y que ninguno se le escape de su límite.

- Regresaré luego - le susurró sobre su boca pero la pelirroja continuaba viendo tras su esposa - cuídalos bien a todos. Te amo - un fugaz beso y finalmente la morena desapareció.



Y decenas de niños pasaron a su lado, haciéndola tambalear y generando en ella algo de impaciencia.

Sacudió su cuello y movió su mandíbula: iba a ser una larga tarde.

- Si sigues así, estropearás todo ¿puedes calmarte? O irte a tu habitación, lo que quieras primero - Elena alejó un momento a Ekaterina de su pecho, ambas sobre la silla plástica para tomar sol pero bajo una frondosa sombra ahora y miró a Viktoria. De pie, a su lado y con su cabello húmedo, producto de que acababa de salir de la piscina.

- ¿Y ahora qué hice?

- Ahora nada. Pero cinco minutos atrás sí. No bajes la música, no les llames la atención a mis amigos ni les prohíbas entrar a casa mojados - Elena echó un resoplido y regresó a su pequeña hija contra su pecho.

- Si tu madre ve una sola gota adentro, me matará.

- Como sea, solo…haz de cuenta que nos miras pero no lo hagas.

- ¿Qué no lo haga? ¿O qué no mire a ese niñito…Louis? - ironizó cuando la pelirroja intentó alejarse y la obligó a regresar - ¿te gusta ese niño? Tiene cara de que no sabe sumar.

- ¿Y qué con eso? Hace deporte y también le gusto - Elena se sentó con rapidez y la observó sorprendida, incrédula al oír esas palabras.

- ¿Él te lo dijo?



- Tenemos 10 años ¿qué esperas? ¿Que nos enviemos cartitas?

- ¡Ey, Viktoria! - rodó los ojos, allí estaba ese niño llamándola desde la piscina y ella gesticuló al ver la sonrisa de su hija - ven, haremos equipos para jugar.

- Oye, oye - la detuvo del brazo cuando pretendió obedecerle - estoy vigilándote.

- ¿Y a Samir?

- ¿Qué con él? - Viktoria le señaló del otro lado, lejos del patio, su hijo hablaba por lo bajo y entre risas con una niña. Ella entrecerró los ojos, era Hanna, su compañera de la que tanto hablaba y al parecer se llevaban muy bien y tenían cosas en común, de las que se susurraban seguramente en ese momento.

Soltó a Viktoria sin notarlo y se dedicó a mirarlo; ya le pediría explicaciones luego también.

- Veo que todo está bien por aquí - volteó enseguida y Yulia estaba sentada a su lado, recibiendo a Ekaterina que estiraba los brazos hacia ella.

- ¿Tú sabías que nuestros hijos ya empezaron con eso de la mariposita en el estómago y de los gustos hacia otros niños?

- No lo sabía ¿cuál es el problema? - Elena frunció el ceño ¡todo era el problema! Eran unos niños, sus niños y les faltaba muchos años por delante para pensar en eso.

- No lo sé ¿quizá de que no han terminado el colegio primario aún? - Yulia rió, llamando la atención de algunos que levantaron sus manos sin dudarlo y la saludaron a lo lejos. Ella les respondió con una sonrisa y nuevamente volvieron a la privacidad de ellas dos.

- Debemos hablar con ellos pero más allá de eso, no le veo el problema.

- Esa niña, Hanna ¿no es más grande que Samir?

- Samir es más grande que ella.

- ¿Y qué me dices de ese tal Louis? ¿No abraza demasiado a Viktoria?

- Viktoria está abrazándolo justo ahora….Elena, amor, no importa eso - aseguró tomando el mentón de la pelirroja y obligarla a verla cuando intentó mirar la piscina - si los cuidamos, sin estorbo - agregó con obviedad - todo estará bien.

- Mmm…insisto, son muy pequeños para eso. Y ese niñito, Louis, no me cae bien - Yulia rió, antes de rodearle el rostro con una mano y besarla. Quitándola de la burbuja preocupada que por el momento no era necesaria.

- Ese niñito no me cae nada bien - Yulia rodó los ojos. Escuchaba al menos una vez al día esa frase. Sacudió el cojín que estaba limpiando y miró por sobre su hombro a Elena, que miraba por la ventana con la cortina apenas abierta.

- ¿Puedes dejar de observarlos?

- No.

- Y ya no son unos niñitos. Llevas diciendo eso de Louis desde que lo conoces. Ha pasado tiempo, Elena, supéralo.

- Mi hija tiene 15, es una señorita y no quiero a ningún niño tonto rondándola.

- Como quieras. Iré por Samir, se está tardando demasiado y debe estar listo para…Elena.

- ¿Qué?

- Mira este niño hermoso - murmuró orgullosa al llegar al primer escalón y ver a Samir bajándolos. Vestía una camisa rosada, prolijamente guardada dentro de su pantalón gris de traje y su cabello se peinaba a un lado, con su ligero movimiento de dedos a cada instante enredándolos en el - te ves muy bien, hijo - agregó acomodando el cuello de su camisa con rapidez.

- Gracias mamá - incluso su voz ya no sonaba igual y fruto de su adolescencia también era su barba clara, del color de su cabello afeitada al ras de su rostro - Tengo que irme, la fiesta empieza en media hora ¿me prestas el auto o….

- Ni lo sueñes - lo cortó Elena señalándole la puerta, de que ella lo llevaría - cuando vuelva no quiero a ese niñito afuera - le advirtió a Yulia, acercándose a dejarle un beso rápido en los labios.

- Louis, Elena. Se llama Louis - sin embargo la pelirroja y su hijo ya habían desaparecido. Yulia suspiró resignada y estaba por arrojarse al sillón cuando un grito la llamó desde el segundo piso.

- ¡Ma!

- ¿Qué sucede? - murmuró subiendo las escaleras.

- ¿Puedes cambiar el canal? - abrió la primera puerta, a la izquierda y le sonrió a la niña que ocupaba la cama y señalaba el televisor a metros de ella.

- Creo que ya es hora de dormir, Ekaterina.

- Pero ma - suspiró, derrotada frente a la petición de su pequeña y se acercó a ella.

- Está bien, solo hasta que tu madre vuelva ¿de acuerdo? No te despiertas ni con los gritos de Elena y ya no podemos volver a llegar tarde a jardín otra vez. Hazme lugar.

Se acostó, a su lado y Ekaterina la abrazó mientras un nuevo dibujo animado aparecía en la pantalla.

Yulia cerró los ojos, al oír que el automóvil de Louis se alejaba y la puerta principal se abría, con Viktoria seguramente y sonrió: Tan rápido como una estación cambiaba a la otra, dos de sus niños ya no eran tan niños y era cuestión de otro verano, otro invierno quizá, para que pasara lo mismo con Ekaterina.

La apretó contra ella y la oyó respirar con tranquilidad, al conciliar el sueño y miró al techo nuevamente: No, con ella no pasaría eso. Con Viktoria y Samir ni siquiera había pasado en realidad, al menos no en su mente de madre.

Ellos nunca dejarían de ser sus niños.

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Mensaje por Corderito_Agron 8/16/2024, 2:51 am

Que personaje el de Vika definitivamente me encanta esta niña como es hahaha
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Mensaje por soy_yulia_volkova 8/16/2024, 4:24 am

Aaaewwwwweeeee que Capi más tierno 😍I love youI love youI love you lo amé y bueno el padre de Lena se puede ir
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Mensaje por Veroska 8/16/2024, 6:15 am

Waooo! Me encantó, el tacto que tiene Yulia con Elena para calmarla y el cambio que ha hecho en su vida, otra vida en realidad y ya pasaron 5 años! Elena siempre será sobreprotectora la que les de seguridad y Julia la madre buena onda amorosa... Es verdad, siempre serán sus niños, lindo lindo. Ya quiero leer otro.

Y pa cuando el otro hermano de Samir 😁🤣🤣🤭
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Mensaje por LenaVolkova66 8/16/2024, 4:37 pm

Vika y Sam ya creciditos y Lena con sus temores de madre jajajajaja, le tiene y le tendrá manía a todo aquel que toque a sus hijos y Ekaterina un amor ¿seguirá "compitiendo" por el afecto de Yul?
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Mensaje por Volkatin_420 8/17/2024, 1:33 pm

Parece que el papá de Lena quiso hacer las cosas bien y conocer a la esposa e hijos de su hija, bueno Yulia ayudó y estuvo bien que le diera ese apoyo a su esposa. Las mejores amigas de Lena, encantadas con los niños, ese salto en el tiempo muy bueno ahora Viktoria y Samir todos unos adolescentes y la menor siendo una niña consentida por su mamá. Capitulo genial I love you
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/17/2024, 8:56 pm

Cap. V: "La pelea y el jarabe" (Primera parte)

- Las personas sexualmente activas enferman mucho menos, ya que el sistema inmunológico se ve reforzado por esta placentera actividad generando más anticuerpos que alguien que no practica sexo.

- El sexo disminuye la presión arterial.

- Para las mujeres, las relaciones íntimas generan un aumento del flujo sanguíneo y una mejora de la elasticidad - Yulia rodó los ojos: estaban burlándose en su cara - oh y puedo asegurar que eso es totalmente cierto.

- El sexo combate el estrés y es un muy buen amigo de los ejercicios. Yo lo reemplazo por las caminatas y la hora diaria en la cinta caminadora.

- Y lo mejor de todo… el sexo reduce el riesgo de un ataque cardíaco. Por eso es recomendable tenerlo dos o más veces a la semana. Misha suele ser tan pasional cuando llega de la oficina que estoy segura estamos en el mejor momento. Y puedo escucharte a ti y a Oleg cuando nuestra sesión acaba - Yulia entrecerró los ojos en la complicidad de sus amigas. Anika contaba sin reparos sus anécdotas con Misha, su marido desde apenas dos años pero de una larga relación juvenil. Ellos vivían dos casas al lado de la suya. Y Oleg y Tanya en la siguiente.

En varias reuniones del vecindario forjaron una notable amistad que con el tiempo se reforzó y solían pasar una tarde juntas por semana. Esta vez ella propuso su casa, por la ausencia de sus hijos mayores y Anika, como siempre, sin vergüenza ni reparos, coló el tema del sexo porque estaba en busca de su primer hijo.

Tanya era dos años menor a ellas pero llevaba desde los 25 casada con Oleg, un hombre cuatro años mayor pero que desprendía aires sexuales con solo una mirada y su porte al caminar. Tenían dos hijos y el menor de apenas un año, así que el sexo para ellos en este momento solo era parte de la satisfacción corporal.

Yulia movió el vaso entre sus manos y se mordió la mejilla interna: ella llevaba cinco semanas sin intimar con Elena. Cinco semanas. 35 días, quizá 36 y horas, muchas horas en que su esposa no la abrazaba con intenciones sugestivas ni interrumpía su ducha para compartirlas.

Más de un mes sin sentir la locura furtiva que las caracterizaba y no solo ya era mucho tiempo pasado. Era mucho tiempo para el que estaba acostumbrada y que nunca vivieron. Su único record de días sin sexo había sido once días pero ella estaba a punto de dar a luz a Ekaterina y esa abstinencia había formado parte de un juego también.

Y no iba a decírselo a sus amigas. Todas eran jóvenes y mantenían la misma actividad con sus parejas como ella con Elena. Sobre todo Veronika, quién había dado toda esa información al principio porque con Evgeny, su esposo por más de una década, no perdían el apetito sexual y solían intimar más de dos veces al día. Y ella podía corroborarlo. Porque eran sus vecinos de en frente y más de una vez oyó los gritos de placer o los vió accidentalmente por la gran ventana de su living.

Y ahora ella estaba excluida de aquello y no quería que no lo notaran. Pero la culpa era de Elena, porque no hacía nada por cambiar la situación y no era como si ella lo fuese a hacer tampoco. Era su esposa quién debía buscar esos momentos, no ella.

- Yo creo que está pensando en lo que le hará a Elena cuando vuelva - parpadeó, incontable veces y la mano frente a su rostro se alejó - ¿estás pensando en eso?- le preguntó Anika con una sonrisa.

- Sí, si por supuesto.

- Elena debe ser bien ruda, su rostro y su voz lo demuestran - agregó la mujer. Era rubia, alta y a simple vista mostraba con su ropa la clase social a la que pertenecía. Anika no tenía límites al hablar y, por el contrario, su boca se descontrolaba si de sexo se trataba - me recuerda a Misha cuando trabajábamos en la misma oficina - continuó. Y era la mayor de las cuatro, con casi 40 pero físicamente indemostrables.

- Lo bueno de estar con otra mujer, es que después de la rudeza viene la dulzura. A Oleg a veces se le olvida y simplemente voltea y duerme - Yulia se sirvió un nuevo vaso de limonada y lo tomó de un solo trago. Ojalá eso fuese alguna botella de alcohol bien fuerte - pero tu esposa siempre demuestra lo mucho que te ama. Recuerdo la fiesta aniversario de la ciudad el año pasado, te tomaba de la mano como dos adolescentes.

Estaban en el living, las tres en el largo sillón y Veronika frente a ellas, con su típico vaso de whisky y dos cubos de hielo. Observó esa copa y se relamió los labios, deseando poder tomar un poco de ella.

- Sí, Elena…es mitad romántica, mitad salvaje. Es ideal en la cama - la risa de Anika y Tanya la mareó un momento. Sí, Elena era exactamente cómo la describió. Pero tiempo atrás.

- ¿Cuándo fue la última vez que lo hicieron? - le preguntó Veronika. Esa mujer era algo distinta a ellas: su mirada, su voz, sus pronunciados escotes y cortos vestidos lo demostraban. Quizá porque era la esposa del dueño del municipio de la ciudad. Y sus ojos azules solían ponerla nerviosa, como en ese momento.

- El sábado, antes de que se fuera - balbuceó antes de beber algo más y Veronika lanzó un resoplido irónico.

- Mientes - le aseguró señalándola y todo se silenció. Incluso las mujeres a su lado gesticularon sorprendidas y la miraron, como en reproche - llevas muchos días sin tener sexo con Elena - bien, la habían descubierto. Ellas, las diosas del sexo como solían llamarse, descubrieron su mentira y estaba pasando por el momento más vergonzoso de su vida.

- ¿Eso es cierto, Yulia? - le preguntó Tanya preocupada - ¿llevas mucho tiempo sin sexo?

- Bueno, sí pero no es mucho tiempo.

- ¿Cuánto? - insistió Veronika. Ella suspiró, derrotada y se echó un cojín en la cara - ¿qué? No te oí, dilo más fuerte.

- Cinco semanas - murmuró y un sonido de sorpresa salió de la boca de sus amigas.

- Nadie que pase ese tiempo sin tener relaciones continua con vida - dijo Anika poniéndose de pie y buscando su cartera.

- No exageres - intentó defenderse, irguiéndose nuevamente - es que han pasado algunas cosas. Los chequeos de Ekaterina han aumentado y Elena está algo preocupada por Vika, ya saben, ella y su novio que no le agrada. Sus mejores amigas están atravesando una pequeña crisis matrimonial y ella viajó por eso, para ayudarlas. Su preocupación también está allí.

- El que tenga otras preocupaciones, no significa que deba descuidarte a ti - aseguró Veronika - Evgeny sale de casa antes de las 7 cada día y no lo hace sin atenderme. Y regresa para cenar y allí una segunda vuelta. El sexo es tan importante como mantenerse enamorada de la persona con la que te casaste, Yulia.

- Pero esto es…momentáneo, pasajero. A Elena le gusta mi cuerpo y a mi me gusta el de ella, nos acoplamos, nos deseamos y es algo que no se deja de querer fácilmente. Cuando regrese de viaje lo hablaremos.

- ¿Estás loca? - exclamó Anika - la falta de sexo no se habla. Se hace, se busca, se coquetea y se obtiene contra una pared, sobre la mesa o donde mejor te de la gana. Exceptuando la cama, claro.

- ¿Por qué no la cama? - preguntó confusa. Era la primera vez que atravesaban esto con Elena y se sentía en terreno ajeno hablando de eso. Las otras tres rodaron los ojos.

- La cama es sinónimo de cotidianidad, es la costumbre de verse allí mucho tiempo. No, no, allí no Yulia - le ordenó Tanya - busca un lugar, el más caliente de la casa o llévatela a otro lado.

- Tiene que ser en casa. A Elena no le gusta estar lejos de los niños solo por sexo.

- Entonces aquí, aquí está bien - la incentivó Anika, encontrando lo que tanto hurgaba en su cartera. Llegó frente a Yulia y le tendió una pequeña botella de vidrio, similar a una de los jarabes para niños.

- ¿Qué es esto? - preguntó confusa, tomándola con nervios. Tanya y Veronika lanzaron una pequeña risa.

- Nunca pensé que nos iba a hacer falta a alguna de nosotras pero…es algo así como un estimulante - continuó Anika sentándose en la mesa ratona frente a ella - le das una cucharada a Elena y en menos de cinco minutos la tienes como siempre.

- ¿Es una droga?

- Claro que no. Es como un jarabe para la tos pero en este caso para el sexo. Funciona a la perfección y no deja secuelas.

- Oh pero debes hacer algo tú también - agregó Veronika. Ella movió apenas la cabeza, gesticulando confundida - tienes que hacer que te desee, buscarla y que ella reaccione. No solo que lo beba. Genera una situación, una discusión o pelea que altere su sistema y la única manera de resolverla sea con sexo duro ¿Entiendes?

- No puedo hacerlo. Los niños nos escucharían y nunca discutimos frente a ellos. Además ¿qué podría recamarle? Elena es la esposa perfecta, no podría darle razones para discutir.

- A ver, Yulia, reacciona por dios santo - le protestó Anika con un fuerte aplauso frente a sus ojos - Está comprobado que entre los 30 y 45 es la mejor edad para tener sexo. El cuerpo está adaptado, la mente está saludable y sobre todo la líbido anda por las nubes si de tu pareja se trata ¿O acaso vas a decirnos que estás bien sin tener intimidad con Elena?- tragó saliva. No, no lo estaba pero tampoco estaba peor. Pero tampoco estaba bien. Ni peor. Pero tampoco bien. Su cabeza estaba dándole vueltas y no sabía cómo reaccionar y la presión de sus amigas no ayudaba a aclararse.

- No.

- Primer paso, admitirlo. Vas bien. Ahora piensa ¿qué es lo que más saca de sus cabales a Elena? ¿Qué sueles decir que la altera y genera una distancia entre ustedes?

Yulia juntó las cejas y su boca se entreabrió dubitativa, pensando y recordando la respuesta. A Elena solo la alteraba Louis, el novio de Vika y algo Hanna, la no novia de Samir pero algo más que su amiga. No le caía bien ninguno de los dos y por solo pensamientos personales de ella. Como el tema de la edad y que aún eran pequeños para ese tipo de cosas.

Pero esa no eran razones para reclamarle y de la nada tendrían sexo. Estaba segura que eso no funcionaba así.

- No lo sé - balbuceó - a Elena nada la exaspera de mi.

- Oh por dios, estamos ante la pareja perfecta - ironizó Veronika. La mujer dejó su vaso a un lado y se detuvo tras ella, empuñando su mano frente a sus ojos - ¿A Elena le molesta como te vistes? - negó con seguridad. Al contrario, le encantaba que llevara esos short y faldas cortas - ¿le molesta qué hables con alguien en especial? - pensó un segundo pero volvió a negar. Solía molestarse con Erik, uno de los tres jóvenes que vivían en la casa junto a la de ellas y siempre era servicial cuando la veía y la saludaba cada vez que la encontraba. Pero el chico tenía un poco más de 20 y a ella no le daba importancia. Sin embargo, a pesar de eso, Elena nunca se lo reclamó. Solo refunfuñaba para ella misma.

- No, con nadie.

- ¿Y hay alguien que le genere celos a Elena? - quizá nuevamente Erik. Recordó una noche, en el brindis acostumbrado para año nuevo que hacían en su vereda, que una amiga de Viktoria intentó coquetear con él pero no obtuvo resultados, porque el chico aseguró que no le gustaban las niñas de su edad ni menores. Y luego chocó su copa contra la de ella. Elena se pasó toda la noche abrazada a su cintura y vigilándolo, como si a Yulia realmente le importara.

- ¿Erik?

- No es cierto ¿el vecinito de aquí al lado? Dios santo, pero si está buenísimo - exclamó Tanya emocionada y sus amigas asintieron, apoyando sus palabras - va al gimnasio, sale por las tardes a correr y terminará la universidad pronto. Sí, él es perfecto.

- No voy a darle celos a Elena con un niño.

- O le das celos, o ve marcando en el calendario otra semana sin sexo- murmuró Veronika caminando a su cartera y tomando su chaqueta - tengo que irme y pasar por Samara al colegio. Anika, déjale de la botellita especial. Va a usarla - aseguró abriendo la puerta y volteando solo para mover su mano - luego me cuentas.

Yulia observó la botella y luego a sus dos amigas, que la miraban expectante. Lanzó un suspiro, resignada y volvió a echarse contra el sillón.

- ¿Entonces? - le preguntó Anika - ¿Te lo dejo y lo usarás? - asintió apenas. Que más daba, solo tenía que intentarlo.

- ¿Cuántas cucharadas debo darle?

***

- ¡Má! - Elena sostuvo a su hija que, tras abrir la puerta, se impactó contra su pierna abrazándola. La cargó, ignorando sus casi 5 años y la sostuvo entre sus brazos como cuando era bebé.

- Hola, cariño ¿me extrañaste?

- ¡Mucho! - la vió intentar decir algo más, acompañado de algunos movimientos de mano pero finalmente Ekaterina cerró su boca y se echó contra su cuello. Elena sonrió, algunas palabras aún se le dificultaban y no iba a presionarla a que hablara de más.

- ¿Y tus hermanos? - la niña señaló el sillón y la pelirroja caminó hasta el. Vika estaba acostada, con los audífonos puestos y moviendo su pie rítmicamente contra la mesa ratona. Samir movía desesperadamente sus dedos en el control de la consola, sentado en el piso y observando el gran televisor frente a el.

- Hola, mamá - la saludó Samir sin quitar los ojos de la pantalla. Lo saludó de igual manera y le quitó los audífonos a su hija.

- ¿Qué mier….¡mamá! Hola.

- Buenas tardes. A ambos ¿los interrumpo?

- Para nada - respondió la rubia alzándose a dejarle un beso en la mejilla - ¿cuándo llegaste?

- Hace un momento. Aún tengo el bolso en el auto de hecho ¿cómo ha estado todo por aquí?

- Más que bien. Anoche salimos a cenar y una niña que yo sé, comió demasiado helado y hoy amaneció con dolor de estómago.

- Sí - agregó Ekaterina alejándose de su madre y estirando los brazos hacia su hermana. La abrazó con fuerzas y se resguardó bajo su mentón, avergonzada y en una petición de que no continuara delatándola.

Elena asintió y pasó tras ellas, caminando hacia las escaleras.

- ¿Su madre está en la habitación?

- No, está en lo de Erik - Elena se detuvo con brusquedad antes de tomar el barandal y volteó, llegando nuevamente a ellas.

- ¿Al lado?

- Ajá. El muy idiota cocinó y casi incendia la casa. Mamá fue a ayudarlo a limpiar y esas cosas.

Alzó una ceja y se cruzó de brazos, incrédula ante lo que acababa de oír. Movió la cabeza, asintiendo con sarcasmo y tratando de no imaginarse lo que estaba pasando allí dentro.

- ¿Y hace cuánto fue eso?

- No lo sé, dos horas.

- Tres - agregó Samir sin inmutarse y festejando, cuando un nuevo nivel se desbloqueó en su juego.

- ¿Llevan tres horas solos? - inquirió entre dientes.

- ¿Nosotros o ellos? - se burló Viktoria con una sonrisa. Elena la fulminó con la mirada y volvió a la puerta, abriéndola y abandonando la casa nuevamente.

Los adolescentes se miraron y Samir alzó ambas cejas. Vika en cambio lanzó una pequeña risa.

- ¿Qué? - preguntó Ekaterina mirándolos.

- Nada - murmuró Samir - ¿quieres jugar conmigo? - la niña asintió y Vika la bajó para que corriera a él - Un botón a la vez, Ekaterina - le reclamó cuando oyó el padecimiento de los controles del juego a manos de su pequeña hermana.

- ¿La cuidas? - pidió Viktoria - Voy a ducharme, Ivanka llegará en cualquier momento y tenemos tareas del Instituto por hacer.

- ¿Ivanka? - repitió Ekaterina con una sonrisa y alzándose a verla.

- Sí, Ivanka. Dijo que vendría a visitarte, además - un pequeño festejo de la niña y Vika se perdió escaleras arriba.

- Un botón a la vez - repitió Samir entre dientes y Ekaterina rió, antes de echarse contra él y abandonar el juego completamente.

***

Yulia arrojó la última barrida de cenizas a un bote de basura y dejó la escoba y la pequeña pala de plástico. Luego de ver tras la cortina minutos atrás, cuando el automóvil de Elena aparcó frente a su casa, algo dentro de ella rebotaba en una orden porque fuera a su encuentro.

La había extrañado durante el fin de semana y ese lunes, cuando despertó y debió hacer todas las actividades de madre sola, la extrañó aún más.

Aprovechando que Erik hablaba con otras vecinas en el patio, sobre cómo rearmar parte del accidente, sacudió sus manos y abandonó la casa. Bajó los cortos escalenos de entrada y allí, en el patio delantero, su esposa estaba de pie, con las manos en sus bolsillos y mirándola llegar.

Aceleró el trote y se colgó de su cuello ansiosa, abrazándola y dejándole un sonoro beso en la mejilla.

- Por fin regresaste. Te extrañé demasiado - rodeó su rostro y le dejó un beso en la boca. Un roce, un apretón que Elena no correspondió - ¿qué tal el viaje?

- Bien… ¿así que al inteligente de nuestro vecinito se le incendió la casa? - rió, apretando los labios y negando ligeramente.

- Solo la cocina y un poco. No sabe manejar sartenes al parecer.

- Ajá, si, tiene carita de no saber hacerlo. Creí haberte enviado un mensaje, de que llegaría a esta hora.

- Y lo recibí, si pero muchos vecinos vinieron a ayudar y no podía hacerme la desentendida ¿Puedes creer que intentó apagar el fuego con una botella y resultó que tenía alcohol?

- Si, si puedo creerlo. Viniendo de él, sí…como sea ¿ya terminaste? Quiero que hablemos un poco.

- Sí, ya terminé mi parte ¿qué tal lo de Elizavetha y Nastya?

- Bueno, ellas…Nastya quiere…

- ¡Yulia! - Elena bufó molesta y dio un paso atrás. Aquel poco inteligente de su vecino corría hacia su esposa e ignorando su presencia la abrazó unos segundos - muchas gracias por tu ayuda. Es un placer contar con vecinas como tú…hola, Elena - ella solo le alzó las cejas y le sonrió con ironía - bueno, de verdad, muchas gracias. Hasta luego.

Lo vió regresar por sus pasos y, tras verlo desaparecer, tomó con fuerzas la mano de su esposa y la jaló camino a su casa. Abrió la puerta de entrada y continuó arrastrándola tras ella, pretendiendo llevarla escaleras arriba, a su habitación.

- Hola, Ivanka - saludó a la mejor amiga de su hija que estaba sentada en la cocina, con Ekaterina en sus piernas y frente a Vika.

- Hola, señoras Katina - Yulia se plantó allí, en medio del living y forcejeó por separarse. Pero Elena entrelazó sus dedos y volvió a tirar del agarre.

- Necesito hablar con Ivanka sobre algo ¿qué demonios te pasa?

- ¿A mí? No lo sé, quizá quiero unos minutos a solas con mi esposa. Tengo muchas cosas que contarte - Yulia se mordió el labio, la culpa se apoderó completamente de ella y asintió. La voz de Elena sonaba preocupada, sollozante y entrecortada - Lo siento - se disculparon a la vez - ¿por qué tienes que hablar con Ivanka? ¿Está todo bien con Ekaterina? - Grace, la madre la chica, era la doctora encargada de los chequeos de su hija y cada vez que Yulia tenía alguna duda, solía hablar con la amiga de Viktoria para que se lo comunicara a su madre.

- Ayer cuando la ayudé a ir al baño, me preguntó algunas cosas. Y no sé cómo pero ya lo nota y quiero hablar con Grace para saber si debo hacerlo.

- Está bien, la llevaremos cuánto antes. Ve a hablar con ella, me daré una ducha. Estoy cansada - cuando Elena le rodeó la cintura y la besó con aquellas ganas que parecía había perdido, Yulia se relajó en sus brazos y sonrió contra sus labios, recordando las palabras de sus amigas.

- Hablaré con Ivanka y te llevaré unas vitaminas ¿de acuerdo? - Elena asintió - ¿estás preocupada por Elizavetha y Nastya?

- Nastya ya tomó una decisión - suspiró la pelirroja con tristeza - luego te hablaré de ellas - un rápido beso más y Yulia la vió desaparecer escaleras arriba.

Era justo en ese momento que sintió nuevamente y en carga más pesada la culpa. Las mejores amigas de su esposa estaban en una crisis matrimonial y, quizá, al borde del divorcio; y ella había estado pensando en Elena y volver a tenerla desnuda y disfrutando sus encuentros sexuales.

Pero exactamente por eso. No quería vivir la situación de Elizavetha y Nastya y perder a Elena. No solo por los hijos que tenían en común y la familia que habían formado, sino porque la amaba, estaba enamorada de ella como cuando se lo confesó y estar alejadas no entraba en sus planes.

Giró sobre sus talones y se adentró a la cocina, descubriendo a Ekaterina jugando con el rostro de Ivanka, solo para llamar su atención.

- ¿Qué hacen?

- Tareas, tenemos que entregar un informe mañana. Mamá ¿podrías llevarte a Ekaterina? Solo está molestando.

- ¡No! - gritó la niña y llegando de un salto al cuello de Ivanka.

- Ekaterina, baja ya - insistió Yulia intentando alejarla - por cierto, Ivanka, tengo que hablar con tu madre ¿crees que podría llamarla hoy?

- Claro ¿está todo bien con esta lindura? - sacudió apenas el cabello de la pequeña y la niña se alejó a mirarla, mostrando el sonrojo visible en su rostro.

- Sí, todo está bien. Solo es revisión. Hablaré con ella luego, entonces.

Yulia se dirigió a la heladera y la abrió, tomando del final la pequeña botella que le habían entregado por la mañana.

- Mamá - le reclamó Vika cuando pretendía irse, señalando con su bolígrafo a su pequeña hermana.

- Ekaterina, ven, vamos por una siesta - sin embargo la niña negó y regresó sobre los muslos de la Ivanka. La chica era la capitana de las porristas y parecía no molestarle que su falda se desplanchara por la pequeña y, por el contrario, la sujetaba para que no fuera a caerse.

- Déjala, Yulia. A mí no me molesta - esas palabras fueron suficientes para sonreírle a las tres y regresar por Elena.

Cuando abrió la puerta de su cuarto, la encontró tomando su bata y pasando frente a ella, directo al baño.

- Aquí te traje lo que te dije, amor.

- ¿Qué cosa? - preguntó la ojiverde mientras abría la ducha. Yulia rodó los ojos, quizá sería un poco difícil hacérselo tomar pero lo haría.

- Vitaminas, Elena. Solo una cucharada y podrás dormir un rato luego.

- Está bien. Termino de ducharme y voy - Yulia se mordió el labio y notó que había olvidado la cuchara.

Abandonó la habitación y sonrió: solo era cuestión de regresar para que Elena lo bebiera. Y todo volvería a la normalidad.

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PLANES SIMPLES (Segunda parte de REGLAS DE ORO) // ADAPTACIÓN YULENA Empty Re: PLANES SIMPLES (Segunda parte de REGLAS DE ORO) // ADAPTACIÓN YULENA

Mensaje por LeaAgronsky 8/18/2024, 1:48 am

Yo espero que las amigas de elena superen su crisis matrimonial. Es triste ver a lenita así, yulia debería de esperar a que la pelirroja le cuente. Muy interesante capítulo
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