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PLANES SIMPLES (Segunda parte de REGLAS DE ORO) // ADAPTACIÓN YULENA

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Mensaje por Veroska 8/18/2024, 4:24 am

Uy! Triste se lee Lenita con la situación de sus amigas pero Yulia teme también que eso le pase a ellas y todo se vale, debe ser duro ver a sus dos mejores amigas en crisis con riesgo de divorcio... Pero Yulia olvida los celos de lo posesiva que es Elena y solo cuando sigues amando andas así... Espero que luego de la locura sexual que quiere Yulia aclaren todo y se calmen y se entiendan.
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Mensaje por soy_yulia_volkova 8/18/2024, 5:44 am

Creo que lo que le está ocurriendo a Lena es comprensible, ella tiene una linda familia y ver que sus mejores amigas se están divorciando le debe pesar demasiado, se pone en su lugar y debe sentirse muy angustiada, más que sexo salvaje quiere que la mimen, no sé si le va a gustar el jarabe cuando se entere para que es. 🤭🤭
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Mensaje por Corderito_Agron 8/18/2024, 2:17 pm

soy yo o ekaterina inconscientemente tiene un crush con ivanka? no sé, me encanta hahahahah será que lena descubre que yulia le quiere dar una ayudita? me dejas con la intriga y a la espera de sexy time (acá mi cara de pervertido) hahahahha
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/18/2024, 4:29 pm

Cap. VI: "La pelea y el jarabe" (Parte Final)

Esperó pacientemente y trató de alejar los pensamientos de ese momento: cuando Elena tomara de ese líquido, solo una cucharada y el mismo hiciera efecto. Oía a la perfección desde allí la ducha y se mordió el labio, imaginando a su esposa bajo el agua caliente y las gotas golpear contra su cuerpo.

Yulia se removió, sobre el tocador donde estaba recostada y tamborileó los dedos en su muslo, ahuyentando la tersa y blanca piel desnuda de Elena de su mente. La extrañaba en la intimidad tanto como la extrañó por tenerla ausente dos días. Sin estar en su casa, en la cama ni para ella.

Y ahora estaba a solo unos pasos y nadie podía juzgarla si tenía que apretar sus piernas para calmar la ola de excitación que comenzaba a crecer en su interior.

La ducha se cerró y pasaron apenas segundos en que Elena apareció con una toalla envuelta en todo su cuerpo. Su cabello ahora corto, a la altura de los hombros, húmedo y despeinado, dejaba un camino de gotas a cada paso que avanzaba.

Le sonrió, con esfuerzo, cuando pasó frente a ella y Elena se detuvo un momento, a dejarle un beso en la frente antes de dirigirse al armario.

- Viktoria me dijo que salieron a cenar anoche.

- Así es - carraspeó, quitando su tono grave por el deseo y la pelirroja la miró por sobre su hombro - así es. Querían cenar afuera y me pareció buena idea. Katya comió bastante helado.

- Eso también me dijo. Pero no hay problema en ello, al contrario, la doctora lo recomienda ¿pudiste hablar con Ivanka?

- Sí, si, llamaré luego de la cena a su madre, cuando esté en casa luego del trabajo… ¿necesitas que te ayude?

- No, está bien, Yul. Creo que solo me pondré el pijama y dormiré. El viaje fue agotador.

- Lo imagino…. ¿quieres contarme lo de Elizavetha y Nastya? - Elena se quitó la toalla y la arrojó a un lado. Yulia tragó saliva, quizá estaba haciéndoselo a propósito. Negó. No, era normal que una se cambiara frente a la otra y no siempre acababan en relaciones. Mucho menos si sus hijos estaban cerca. Pero la pelirroja desnuda, a unos pasos y luego de semanas sin tocarla con deseo, era suficiente imagen para que sus pensamientos descarrilaran y no continuara hilando las ideas.

De repente fantaseó caminando hacia ella, despojándose de su ropa mientras se acercaba y volvía a sentir sus cuerpos desnudos juntos, unidos acompasadamente mientras se arrojaban a la cama.

Su respiración se alteró y señal de eso era su pecho, que subía y bajaba con violencia ni vergüenza.

- ¿Me estás oyendo? - parpadeó, regresando bruscamente a la realidad y negó sonrojada.

- Lo siento, estaba pensando en algo de Katya - mintió - ¿qué decías?

- Ven, siéntate conmigo así hablamos tranquilas - la ojiverde ya se había colocado un pantalón gris, apenas holgado y la camiseta del mismo color combinada con blanco. Era su pijama más antigua pero ella misma se lo había regalado, en uno de los aniversarios de boda.

Elena se acostó contra el respaldar de la cama y Yulia se sentó a su lado, mirándola expectante a que comenzara. La dejaría hablar lo suficiente, todo lo que la pelirroja quisiera y luego le serviría aquella cucharada, obligándola a beberla si era necesario.

Una mano de Elena se enredó con la suya y sonrió, mientras su pulgar dibujaba caricias en ella.

- Elizavetha dice que está cansada de los cambios de Nastya, que ya no es como antes. Que con su nuevo trabajo apenas llega a casa solo duerme, come y regresa a la oficina. Dice que eso matará el poco amor que les queda - Yulia tragó saliva con fuerzas. Ellas no podían dejar de amarse de un día a otro. No las conocía con detalle como Elena pero las veía una o dos veces al mes cuando llegaban de visita y siempre se comportaban como dos adolecentes, derrochando amor para la otra. Simplemente no podía creer lo que su esposa le decía - y Nastya cree que lo mejor, entonces, es que se tomen un tiempo.

- No pueden hacer eso. Se aman y de esos estúpidos tiempos no se vuelve, ya no serán las mismas de antes. Elena, no podemos permitirlo.

- Eso mismo les dije, Yul pero ambas son bastantes orgullosas. Nastya tiene este nuevo caso bajo su custodia y está trabajando más de doce horas diarias en el, dice que si lo gana se hará millonaria.

- ¿Y le importa eso? ¿El dinero antes que su esposa? ¿Hace cuánto tiene este caso? - la vió lanzar un suspiro. Elena soltó una bocanada de aire pesado y se pasó la mano por la frente, asustada de lo que iba a responderle.

- Dos meses, ya - Yulia echó su cabeza hacia atrás, en un contundente movimiento de sorpresa.

- ¿Dos meses? ¿Llevan así dos meses y recién el fin de semana nos lo dicen?

- Yo…ya lo sabía, Yul. Desde el principio - alzó las cejas, más atónita y desvió su vista un momento; a la toalla que reposaba hecha un bulto sobre la silla con ropa limpia. En otro tiempo, Elena hubiese puesto el grito en el cielo si lo veía. Ahora simplemente no y ella lo había causado. Prueba de que las cosas cambian, las personas cambian y los sentimientos también.

Prueba aún más dura era la situación de Nastya y Elizavetha ¿Iba a atravesar ella ese cambio en un futuro? Apretó su otra mano contra el contacto que mantenía con Elena y lo miró, negando para sus adentros el avance de esas posibles imágenes.

- Solo que no quería preocuparte. Demasiado tenías con los chequeos de Ekaterina, el orden de la casa y cuidar de Samir y Viktoria. No era justo para ti otra carga.

- Está bien, Elena - aseguró en un murmuro - pero están pasando por esto sola, amor. Eso es mucho tiempo.

- Sí, lo sé y ellas también. Supongo que por eso Nastya tomó esa decisión. Dice que si se queda en la casa que comparten, sería como no estar porque solo la ocupa a la madrugada y Elizavetha ya está durmiendo.

- ¿Y tú que opinas? Sé que no te gustaría que llevaran a cabo esa idea, pero a fin de cuentas ellas deciden.

- Llevan juntas desde antes del Instituto, Yul. La muestra de amor fuerte y verdadero son tus madres para ti, para mí lo son ellas. Jamás había visto llorar a Elizavetha y ayer lo hizo conmigo, cuando me contaba cada situación. Se sintió horrible, asqueroso oír llorar a alguien por amor. Porque ella aún ama a Nastya y lo va a hacer por mucho tiempo.

Yulia movió ligeramente la cabeza, entendiendo cada una de sus palabras y oyendo la seguridad en su voz. Había un tono especial, duro tras Elena como una flecha indirecta que le decía que no permitiría eso en ellas. Y sonrió, estirándose hasta su rostro para juntar sus frentes un momento.

- Haremos todo lo que podamos para que nada malo ocurra entre ellas ¿de acuerdo? - la ojiverde murmuró una pequeña afirmación y enredó una mano en su cabello. Elena la golpeó contra su boca y la besó con firmeza, con ansias y ganas por haberla tenido lejos durante dos días.

Ella separó el agarre y perdió una mano dentro de su camiseta, arañándola y sintiéndola removerse. Quiso sentarse sobre Elena, moverse sobre ella y desnudarla cuánto antes. Pero quería esperar un poco más y, con el mayor esfuerzo y frustración para ambas, rompió el beso y se irguió nuevamente.

- Entonces…. ¿por eso has estado algo distante?

- ¿Distante? - preguntó Elena confundida - No he estado distante contigo, Yul.

- No me refiero a ese tipo de distancia. Sino más bien a…que llevamos semanas sin…ya sabes, Elena. Sin tener relaciones - la ojiverde sonrió, de medio lado y con burla. Ella se cruzó de brazos.

- ¿Estás exigiéndome hacer el amor cada vez que tú quieras o lleves el conteo?

- No. Por supuesto que no es eso pero… no lo sé. No voy a estar tomando de esas pastillas anticonceptivas en vano. Aumentan de peso ¿lo sabías?

- No es cierto, al menos no contigo - le aseguró Elena rodeando su cadera y acercándola a ella. Yulia se mordió el labio, antes de que sus bocas volvieran a juntarse y, como una explosión, algo arremetió contra su pecho.

El nerviosismo de un primer beso y el frío en la espalda por la persona que amas, golpearon contra ella mientras correspondía la intensidad de la pelirroja, la fiereza con que la manejaba y le ordenaba que siguiera el ritmo.

- Elena - le reclamó mordiéndole el labio inferior. Apenas un sonido salió de la pelirroja y ella continuó - ¿era solo por eso? ¿por tus amigas? - Elena se detuvo y el beso se desprendió con pocas ganas.

La ojiverde acomodó un mechón de su cabello y pasó el pulgar por su mejilla, asintiendo y sonriéndole con confianza.

- Lamento mucho si mi preocupación hacia ellas influyó en nosotras. Pero de verdad me preocupan - no hizo ni dijo más nada, la sinceridad en los ojos y en la voz de su esposa la tranquilizaron. Reclamó sus labios otra vez y, cuando Elena intentó quitarle la camiseta, recordó cómo había comenzado todo aquello - ¿y ahora qué?

- Viktoria y Katya están abajo - se excusó- e Ivanka con ellas. Y Samir…. ¿dónde está Samir?

- Supongo que en su cuarto y solo, porque si está con esa niñita tendrá muchos problemas - rodó los ojos pero una celebración bailó en su interior: Elena había regresado.

- ¿A dónde vas? - le preguntó deteniéndola por los hombros cuando intentó levantarse.

- A ver dónde está nuestro hijo.

- Yo iré y prepararé la cena cuando baje ¿por qué no descansas un poco? Te ves algo agotada y fueron muchas horas de viaje.

- Está bien, pero si necesitas algo me avisas - asintió, con diversión y volvió a besarla, atrapándola con brusquedad entre sus brazos porque la amaba y no quería volver a sentir esa distancia otra vez - ¿me das algo de esas vitaminas? Cuando despierte me sentiré mejor.

Yulia se puso de pie y tomó la botella. La observó y luego a Elena, que la miraba con una sonrisa esperándola. Y regresó a ver el líquido y un pequeño debate mental se generó en ella.

Si había aclarado la preocupación con su esposa y minutos atrás había intentado desnudarla, ya no precisaría de ese supuesto jarabe. Pero, si le daba aunque sea media cucharada, aquella fuerza con que Elena solía tomarla y ese dominio en sus brazos, se incrementaría. Y no es como si le gustara o fuese algún tipo de sus fantasías más locas, solo necesitaba de esa pasión en su máximo esplendor.

- ¿Yul? - miró a Elena y una delicada sonrisa se formó en su rostro. De esas que solo brotan cuando miras a la persona que amas y ella te mira de la misma manera.

- Lo siento, esta no es la botella. Duerme un poco y luego te las traeré ¿de acuerdo?

No necesitaba de ninguna pelea ni mucho menos algún raro líquido para regresar todo a la normalidad. Con su cuerpo y el de Elena expresando el mismo deseo, era más que suficiente.

Yulia sirvió cada uno de los platos y esperó a un lado de la mesa por Elena, para acompañarlos a la cena pero no hubo señales de ella. Viktoria apuntó el plato, pidiéndole permiso para comenzar a comer y ella asintió, cediéndoselo a todos.

Quiso sentarse junto a Ekaterina, como cada comida y ayudarla a cortar sus vegetales; pero la niña arrastró su silla al lado de Ivanka, que había recibido la invitación de Yulia para que se quedara a cenar. Incluso la morena, mejor amiga de Viktoria, cortó con dulzura y una muestra de cariño lo que Katya le pedía.

Guardando un poco de sus verduras al horno junto a un trozo de pollo en un plato, Yulia los dejó solo para que continuara su cena y ella se perdió escaleras arriba, en busca de su cuarto.

Abrió la puerta y no pudo evitar sonreír, al encontrar a Elena durmiendo plácidamente boca abajo en medio de la cama y abrazando su almohada. Dejó el plato sobre el mueble y se acercó a ella. Se arrodilló sobre el colchón y se arrastró de esa manera hasta su esposa. Elena podía estar dormida, su respiración lo aseguraba pero cuando acarició su mejilla, una sonrisa se dibujó en su rostro y un murmullo se oyó cuando le dejó un beso.

- ¿A dónde vas? - Yulia enterró los dientes en su labio inferior. La voz de Elena sonaba grave, ronca por la corta hora que había dormido y su mano pálida sostenía su muñeca, impidiéndole que se alejara.

- Creí que dormías.

- Sí, dormía pero dejaré de hacerlo si te quedas.

- Te traje algo para que cenes ¿te has alimentado bien estos días? - una risa enamorada de Elena y finalmente giró, pegando su espalda a la cama para observarla.

- Por supuesto. Pizza en el desayuno, pizza en el almuerzo y más pizza en la cena. Pizza con café, pizza con agua, pizza con sodas.

- Que graciosa… ¿quieres que te traiga el plato? Preparé algo de verduras y pollo.

- ¿No hay pizza? - golpeó su hombro, de manera juguetona e intentó ponerse de pie cuando Elena la sujetó y la arrojó a la cama. El cuerpo de la pelirroja se aprisionó sobre el de ella y sus manos se entrelazaron a la altura de su cabeza.

Hubo una mirada, unos segundos en que sus ojos no se cerraron ni se despegaron de la otra. Hasta que Elena se estiró hasta ella y la besó. Gimió sorprendida, contra sus labios por volver a sentir esa combinación entre la rudeza y docilidad de su esposa.

Su boca se movía sin torpeza ni lentitud y Yulia se acopló a su ritmo. Desesperado y ansioso por ir más allá. La lengua de Elena se coló en ella al momento en que sus caderas comenzaron a moverse. Meciéndose como el inicio de un baile romántico: suave, delicado y aumentando solo por momentos.

- ¿Yul? - le susurró bajando por su mentón con besos. Ella alzó su pelvis, necesitaba más contacto y que Elena lo notara, que comenzara a desnudarla como sabía hacerlo y le hiciera el amor cuánto antes.

- ¿Uhg?

- Muero de hambre - tan rápido como un fuego artificial se enciende y explota en el cielo, la mano de Elena se deslizó dentro de su pantalón y acarició su braga. Su ropa interior algo húmeda, testigo de lo que en su mente vagaba. Oyó una resoplido de burla, victorioso de la ojiverde al encontrarla de esa manera - y veo que tú también.

Todo pasó rápido. Quizá porque ambas se miraron una última vez y se recordaron que abajo estaban sus hijos y una jovencita más cenando; y que solo era cuestión de minutos para que terminaran.

Elena se arrodilló entre sus piernas y le quitó el pantalón deportivo, bajando luego el de ella hasta sus glúteos. La ojiverde separó sus rodillas y se acomodó entre ellas, embistiéndola de una sola vez pero manteniéndose quieta un segundo.

- Elena, olvidé cerrar con llave - Elena apretó los ojos. Agitó su cabeza y volvió a mirarla.

- Entonces no grites y escucha si alguien se acerca - sus caderas se movieron. La pelirroja comenzó un bombeo rápido, frenético y no pudieron callar el sonido de sus pieles chocando con deseo.

Yulia se mordió el labio, rogando por poder cumplir su orden pero, cuando la pelirroja la volteó y la penetración fue más profunda, más brusca y satisfactoria para ambas, apretó los dientes contra la sábana y aguantó las mordidas de Elena en su hombro. O de lo contrario iban a descubrirlas.

Esa era la sonrisa con la que no había amanecido el día anterior. Yulia se acercó más al espejo del baño y acarició su rostro, palpando las secuelas de los encuentros con Elena durante toda la noche.

Alzó los hombros con superioridad y modeló una vez más antes de correr a la cama y arrojarse sobre una aún dormida Elena.

- Despierta, mi amor. Vamos, Elena, levántate, tenemos que llevar a Katya con la doctora - la pecosa solo estiró su brazo y tapó su boca con una mano. Yulia la alejó de un golpe y se subió a su espalda, la costumbre de su esposa de dormir boca abajo le facilitaba esas cosas - Elena Katina, que te levantes ahora - pasó las manos por su torso, a sus costados y , cuando acarició sus pechos, la pelirroja dio un respingo.

- Si haces eso me quedaré aquí - le dejó un ruidoso beso en su hombro y una pequeña mordida, antes de abandonar la cama y dirigirse al armario.

- Ve a ducharte, aquí te dejaré la ropa alistada…. ¡Elena!

- Estoy despierta, Yulia, deja de gritar. Solo….ve a cambiar a Katya, largo de aquí.

Caminó a la puerta, iba a dejarla sola a que terminara de desperezarse pero, con una sonrisa divertida, regresó a la ventana y abrió las cortinas ampliamente.

Abandonó el cuarto cuando esta vez fueron los gritos de Elena los que se oyeron.

***
- Entonces, Ekaterina ¿cómo has estado estos días? - Elena miró a su pequeña hija, sentada en la falda de Yulia y oyendo a su doctora, del otro lado del escritorio. Grace era una mujer que solía trabajar solo con niños, en su desarrollo pero no era pediatra para los casos como Katya. Sin embargo, por la confianza adquirida debido a la amistad de sus hijas, ella misma le había pedido que revisara a Ekaterina en las consultas.

- Bien - respondió tímidamente la pequeña, con su acostumbrado dedo pulgar dentro de boca y mirando a la mujer con una sonrisa.

- Mamá me dijo que estos días no has querido ir al preescolar - Katya negó con la cabeza - ¿y por qué no?- las tres la vieron alzar los hombros, con su mirada recorriendo toda la habitación para evitar más preguntas - ¿mañana irás?

- Ma me lleva.

- Sí, mamá te lleva ¿pero quieres ir? - nuevamente dudó y la mujer le sonrió. Ella solo debía ocuparse de los chequeos médicos, pero no podía evitar indagar en la personalidad de la niña. Así como sus madres, ella era consciente también de que Katya necesitaría apoyo profesional para aceptar su condición al pasar los años - ¿te gustan los juegos en el jardín de infantes? - esta vez no hubo dudas. La pequeña asintió entusiasmada y la doctora dio por terminada ese día su cuestionario - está muy bien. Es normal que a los niños no les agrade separarse de sus padres y pasar horas fuera de casa con alguien desconocido, como lo es su maestra por ahora. Sería aconsejable que se acercaran a hablar con ella también. Debe ser precavida no solo por la condición de su hija, sino que además por su desarrollo prematuro.

Elena asintió, ese momento en que la mujer terminaba de hablar, pasaba a ser el turno de Yulia para hacerle preguntas y consultar dudas. Ella paseaba a su hija en el parque y la cargaba para jugar, pero la morena era quien la cuidaba intensamente y no quitaba sus ojos de ella cuando la tenía cerca.

Las oyó hablar y sus ojos se dirigieron a Katya, que bajó de las piernas de Yulia y caminó hasta una de las puntas del escritorio. Allí, había un portarretratos de Grace acompañada de sus dos hijos: Ivanka, la mayor y el pequeño de apenas 12 pero que desconocía su nombre.

La mirada de las tres se posó en la niña, que les señaló a la mejor amiga de Viktoria y luego tomó la fotografía, sonriéndole al papel mientras lo analizaba detenidamente.

Yulia y Grace rieron, antes de continuar conversando. Elena en cambio frunció el ceño y, tras notar que su hija no tenía intenciones de dejar el portarretratos, abandonó la silla y llegó a ella. La tomó entre sus brazos y dejó la fotografía en su lugar.

- Son 10 años, Ekaterina - le dijo como si le entendiera y abandonó el cuarto cuando Yulia saludaba a la mujer, en una despedida hasta el próximo mes.

***

Yulia rodó los ojos, cansada de oír lo mismo todo el camino y arrojó las llaves en la mesa ratona. Elena entró detrás, cargando a una Katya dormida y la acomodó sobre el sillón suavemente para que continuara su siesta.

- Voy a quitarme estas botas, no las aguantó más - le dijo a Elena subiendo las escaleras y la pelirroja caminó a la cocina. Con sus hijos en el Instituto, tenía la heladera para ella sola y elegir algún chocolate o postre que no le reclamarían luego.

Se encorvó frente al frío que lanzaba el electrodoméstico y buscó algo dulce que comer rápido. Sin embargo no había nada, era muy probable que Samir se hubiese devorado todo la noche anterior.

Iba a cerrar, prepararse una simple tostada con algo de mermelada cuando una pequeña caja al final llamó su atención. Nunca la había visto y ninguno de sus hijos estaba enfermo como para que Yulia adquiriera algún jarabe.

La tomó y abrió, descubriendo una botella oscura y en completo estado. Posiblemente eran las vitaminas que la morena iba a darle y luego lo olvidaron. Sonrió, no las había necesitado porque estuvo en su interior hasta pasada las 3 a.m a pesar del cansancio.

Pero en ese momento lo sentía otra vez y un poco de eso la ayudaría a alejarlo. No le gustaba estar o parecer agotada cuando tenía una casa y una familia que atender. Lo destapó y llevó su nariz a ella, olía a vainilla. Su sabor favorito.

Llegó a la mesada y tomó una cuchara. La llenó y finalmente tomó un poco. Parpadeó, pareció agrio cuando bajó por su garganta pero todo el gusto dulce quedó pegado a su paladar.

- Elena, amor ¿puedes ir tú hoy por Viktoria y Samir al Instituto? Estoy algo… qué demonios, Elena ¿tomaste eso? - tan pronto como la vió con la caja en mano, Yulia se acercó y se la arrebató.

- Nuestra hija está durmiendo a unos pasos, cuida ese vocabulario.

- ¿Tomaste de esto sí o no?

- Si ¿no es acaso la dichosa vitamina que ibas a darme?

- ¡No! Elena, no, esto…olvídalo. No vuelvas a tomar de esto.

- ¿Y por qué no? - preguntó la pecosa cuando Yulia lo arrojó a la basura.

- Porque es un jarabe para Ekaterina, cuando le da tos a medianoche le doy un poco.

- ¿Y por qué lo tiras? - la morena balbuceó, pensando con rapidez una excusa y bajo la atenta mirada de su esposa.

- Porque está vencido, había olvidado tirarlo. Como sea ¿qué quieres almorzar? Ya son más de las 12, prepararé algo rápido - Elena asintió, quitándose la chaqueta y ocupando una silla.

Yulia se colocó el delantal y remangó su camiseta. Corrió su pelo a un lado y comenzó a buscar entre las alacenas un paquete de harina. Había decidido hacer pizza a pesar de la locura de su esposa después de haberla comido todo el fin de semana.

Estaba llenando una jarra con agua cuando el cuerpo de Elena se pegó al de ella. Se mordió el labio, ahogando un jadeo cuando su erección tocó sus glúteos.

- ¿Es mi idea o cuándo estás agotada te ves hermosa? - empujó sus caderas hacia atrás, para alejarla, pero logró lo contrario. Elena atrapó su cintura con firmeza y comenzó a tirar hacia arriba su camiseta.

- Elena… - susurró cuando caminaba por su cuello con decenas de besos - Katya está a unos pasos, tú lo dijiste.

- Una vez me buscaste con Samir y Viktoria en el living, a menos metros que ahora y ni lo notaron ¿o ya lo olvidaste?

- Pero estaba embarazada - de repente se silenciaron y los movimientos de la pelirroja se detuvieron. Con la respiración en su nuca, Yulia empuñó sus manos y volvió a moverse contra su bulto, alejándola del pensamiento que invadió a ambas.

La pecot desanudó el delantal y se lo quitó. Sin girarla, tomó la base de la camiseta y ella alzó los brazos. Semidesnuda contra la mesada, oyó el cinturón de Elena desprenderse y la cremallera bajarse. Se mordió el labio, estaban deseándose en ese momento y la puerta corrediza de la cocina las cubriría mientras tanto.

- ¿Has cerrado con seguridad? - le preguntó y la pelirroja gruñó. Como una ráfaga se alejó y desde allí se escuchó el pestillo.

Cuando regresó, volteó a verla y sus ojos verdes, ahora negros, le señalaron la mesa. Se quitó el pantalón y se sentó sobre ella.

- ¿Esto es lo rápido que estabas preparando para mí? - se burló Elena abriendo sus piernas y acomodándose entre ellas. Yulia la tomó de la camisa y explotó sus bocas, en un beso sexual, anticipándose a lo que sucedería.

Una mano de la ojiverde en su entrepierna las separó. Rompió el beso y tiró su cabeza atrás, el dedo de Elena en su clítoris, jugando en círculos con el estaba martirizándola.

- Esto es lo que pienso almorzar - y sin avisar hundió su rostro en ella. Yulia se golpeó contra la mesa y gimió. La lengua de su esposa sabía lo que tenía que hacer y cómo lo tenía que hacer.

Con una mano en su pecho, estrujándolo y la otra sobre la cabellera roja, Yulia se dejó hacer hasta que el efecto de esa brebaje desapareciera.

- Y es lo que pienso cenar y desayunar mañana - cerró los ojos y jadeó: quizá no tendría que haber tirado la botella tan rápido.

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Hola nenas cómo están? Bien, hoy les dejaré dos capítulos para que no se aburran en el finde. 
Por cierto, han sabido algo de las yulenas? Están perdidas 
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Mensaje por LeaAgronsky 8/18/2024, 10:50 pm

Ohh sii! Elena es toda una fiera jajaja...come on Nastya! espero lo arreglen pronto...esta Lenita no cambia, sobreprotectora demas jaja...y si otro baby Katina -Volkova
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Mensaje por soy_yulia_volkova 8/19/2024, 4:10 am

Lenita es todo una fiera en la cama y esa platica entre ella y Nastya muy emotiva, que dirá Yulia ahora que Elenq ya le dijo de tener otro hijo aunque estaría bien que tuvieran otro bebe. Muy bueno el capitulo.
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Mensaje por Veroska 8/19/2024, 4:01 pm

Yo también creo que Katya tiene un crush con Ivanka.
Jajaja al final Yulia está reconsiderando haber botado el frasquito con la solución y puede que ahora sí llegue el hermano de Samir Wink
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Mensaje por LenaVolkova66 8/20/2024, 1:02 am

Julia siempre le dirá a Lena "amor me confundí, sí que son las vitaminas y no, aun no están vencidas" jajaja. La pelirroja ya sabe que su pequeña tiene un crush por la amiga de Vika a saber como acaba eso
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/20/2024, 3:38 pm

Cap. VIII: "De dragones y princesas"

- ¿Otro hijo? - fue lo primero que salió de la boca de Yulia. Elena volteó, para mirar su gesto y la notó algo sorprendida, como si estuviese repitiéndose mentalmente la pregunta - ¿ahora?

- Bueno, no he dicho que quiero agrandar la familia. Solo quería saber si te lo has planteado alguna vez - Yulia dio un paso atrás, rascándose tras su cabeza, confusa y ella notó que aún no se había duchado. Llevaba su conjunto deportivo solo que sin sus zapatillas.

- Bueno, desde que hemos tenido a Katya, solo lo he pensado algunas veces. Quizá cuando ella aún era pequeña.

- Es nuestra pequeña aún.

- Más pequeña - se corrigió la morena - vamos a cumplir 37, Elena. Samir ya tiene 16 y no sé que tan bueno sea esa diferencia de edad. Más la nuestra.

- Entiendo - suspiró ella, tragando saliva con fuerzas y sintiendo esa presión, esa bola dentro de su garganta querer expulsarse por sus ojos. Estimaba que nada de malo tenía la edad y aún estaban ambas, y sus hijos, considerables en recibir otro integrante a la familia.

Katya crecía, iba a seguir creciendo y no se trataba de reemplazarla, ni a Vika ni a Samir. Solo que sentía algo de ese amor maternal que disfrutaba en más cantidad y, así como vió y disfrutó ver el embarazo desarrollarse por una niña, quería apostar toda su suerte por un niño. Saber si se sentía diferente, si Yulia actuaría distinta y los caprichos que le cumplirían no serían iguales.

Pero al parecer su esposa ya tenía todo limitado, estructurado y organizado como lo hacía con la casa, la medicación de Ekaterina tiempo atrás y la responsabilidad de sus hijos adolescentes. Quizá había contentado suficiente el embarazo por aquellos siete meses pasados con Katya. O no. No lo había pasado nada bien y por eso no quería repetirlo. Y si eso era, la entendía. No iba a obligarla a un sufrimiento del que no tenía idea cómo se sentía ni cuándo superarlo.

Se pasó parte de la mano por su frente, quitando algo de sudor que el vapor al lado le generaba y giró, para continuar cocinando.

- Los doctores nos han dicho que Katya necesitará mucho de nuestro cuidado hasta sus 10, Elena. Creo que nos necesita lo suficiente como para pensar en algo más - asintió, aún de espalda a ella y mordió su labio para contenerse de responderle. Ella cuidaría a Ekaterina más que a sí misma, siempre lo haría, y no creía que otro hijo le quitaría de su tiempo con ella. Ni con ninguno de sus otros dos hijos - ¿tú quieres que lo intentemos? - negó al instante. Agitó la cabeza por el enojo, sin pensar ni darse tiempo a cambiar la respuesta.

Si Yulia no compartía su idea o ilusión desde el inicio, no tenía sentido exponerse sola.

- Bien…voy a ducharme y cuando baje te ayudaré con el postre.

- Está bien, puedo sola - oyó el último murmullo de la morena y sus pasos alejarse. Alzó el cuchillo y con brusquedad cortó una calabaza. La cortaría en cientos de pedazos, como a Yulia nunca le gustaba que lo hiciera, y la dejaría hervir por más de media hora, por mucho que su esposa siempre lo dejara unos quince minutos.

Se limpió las manos cuando sintió el celular vibrar dentro de su pantalón y lo tomó, abriendo el mensaje con una sonrisa.

"Si, definitivamente dedícate a la sicología pelirroja dominada. Con Eliza lo intentaremos, buscaremos un hijo. O dos. Quizá tres. La amo. Envíale saludos a tu familia"

Se recostó contra la mesada y dejó caer sus brazos. Estaba feliz por Anastasya y Elizavetha, tendrían sus propios hijos ahora y Katya con quién jugar en un tiempo. Y tendría nueve meses que ver a Elizavetha o a Anastasya desarrollar su embarazo.

Y no se trataba de envidiarlas o molestarse por su alegría. Se trataba solo de querer volver a ocupar ese lugar. De sentir la emoción y la adrenalina de que, tantos minutos como se avancen, luego jugarán en tu contra. Como cuando cargó a Yulia en sus brazos, después de que rompiera bolsa.

Ekaterina entró a la cocina y dejó el móvil a un lado, para agacharse a su altura mientras le hablaba:

- Para ti - y le entregó un hoja, grande y con un dibujo. Lo tomó y sonrió, esperando que le contara de qué se trataba - eres tú - le dijo señalando en la parte superior, lo que parecía una persona sosteniendo un palo – ma - continuó bajando su dedo, hasta un retrato similar solo que pintado el cabello de otro color - y nosotros - debajo de todo, atravesados por el largo y desalineado color verde, varios intentos de círculos que parecían niños, quizá, en su imaginación.

- ¿Tú y tus hermanos? - Katya asintió, sonrojada y llevando el dedo pulgar a su boca - aquí hay muchos - la niña alzó los hombros.

- La maest…la maest….

- La maestra.

- Sí, dijo que los hermanos - Elena ocultó una sonrisa, la letra R era algo que Katya directamente no pronunciaba aún - son sorpresas. Para mamá - asintió, intentando unir la idea y le rodeó su pequeño cuerpo, acercándola a ella para abrazarla.

- ¿Está gustándote el preescolar? - en su hombro, sintió el movimiento afirmativo de su hija y le dejó un beso en la cabeza justo a tiempo, antes de que saliera corriendo rumbo a la puerta al oír el timbre.

- ¡Ivanka!

- ¿No se está tardando mucho? Muero de hambre.

- Tú morirías con solo pasar una hora sin comer. Sin ver tus series o quedarte dormida mientras estudias - Elena apretó los labios, divertida ante la respuesta de Ivanka al reclamo de su hija y arrastró su silla más contra la mesa. Estaban todos sentados, esperando impacientemente por Samir que hablaba por teléfono desde hacía casi media hora.

Ella tuvo que alzar su brazo y golpear con un dedo su muñeca, impaciente del tiempo que estaba derrochando. Pasaron otros minutos más hasta que regresó y se unió a ellos, a un lado de Hanna.

Esta vez con Yulia en la punta, ella a su derecha y al lado de Katya, le sonrió en agradecimiento con algo de ironía. Se estiró hasta su pequeña hija y le preguntó si quería que cortara sus verduras, recibiendo un vergonzoso no que la sorprendió.

- ¿Puedes cortar las mías, entonces? - bromeó Viktoria frente a ella, alcanzando su plato y logrando la risa de su hermana.

- Que graciosa ¿no morías de hambre?... ¿Quieres entonces que le alcance el plato a mamá y ella las cortes, Katya? - le insistió y la niña volvió a negar. Ella frunció el ceño, si bien Katya usaba cubiertos acorde a su edad, más pequeños, aún le costaba un poco cortar sus alimentos. Sobre todo las verduras y la carne que tenía ahora a un lado - ¿no quieres comer? - esta vez asintió, riendo cual niña la descubren en una travesura y extendió su plato a un costado, donde Ivanka estaba acomodada a su lado - No, cariño, no puedes molestar a…

- Está bien por mí, señora Katina. Yo lo hago - y las observó: Ivanka lo hacía cual hermana mayor, sin inconvenientes ni problema y Katya no quitaba los ojos de ella. Abrió la boca, para reclamar sutilmente cuando una patada bajo la mesa se lo impidió.

- La sal, mi amor - le murmuró Yulia entre dientes y ella la tomó, mirando de reojo aún a su pequeña hija - ¿qué tanto hablabas con tu abuelo, Samir?

- Iremos de vacaciones a la casa de uno de sus amigos, dice que tiene un taller de tecnología antigua y hablará con él para que pueda traerme algo que quiera.

- ¿Qué amigo? ¿Te dijo su nombre? - preguntó Elena, hablaba de Sergey después de todo y, más allá de Salvatore, el único cercano con que ella había conversado de pequeña, los demás no le generaban confianza.

- Sí, un tal Salvatore - sonrió: su padre realmente estaba esforzándose en hacer bien las cosas - es un taller a unos kilómetros, al borde del río y alejado de la ciudad porque el tipo recolecta cosas que van a parar a un descampado de allí. Y arma cualquier tipo de objeto que se proponga ¿Loco, no?

- ¿Quiénes serían los que van? ¿Por qué a mi no me dijo nada? - reclamó Vika.

- Seremos todos hombres, genia. Puedo ir mamá ¿cierto?

- Claro que sí, hijo - se le adelantó Yulia con una sonrisa y ella volteó a verla ¿Desde cuándo Yulia tomaba decisiones sin consultárselo? -¿Cuántos días serían?

- Posiblemente un fin de semana - la morena llevó el tenedor a su boca y ella continuó observándola. Sin embargo Yulia no le devolvió la mirada y, por el contrario, sus ojos se fueron a Hanna para comenzar una conversación.

- ¿Qué harás en vacaciones, Hanna? Son las últimas antes de que se gradúen el año entrante.

- Iremos con unas amigas a una acampada, también fuera de la ciudad y la primera semana. Será divertido, dos madres nos acompañarán y son más adolescentes que nosotras si de vacaciones se trata.

- ¿Lo ven? - se coló Viktoria - ella si irá de vacaciones con sus amigas.

- Hanna tiene 16 - le recordó Elena - tú apenas cumpliste 15 ¿y no oíste? Algunas madres las acompañarán.

- Pero mamá…

- Ya lo discutimos, Viktoria. Y mi respuesta sigue siendo la misma.

- Luego lo discutiremos bien - intervino nuevamente Yulia y ella giró a verla con lentitud. La morena la miró con sus cejas alzadas, desafiándola a que la contradijera pero ella cerró la boca - quizá si no van tan lejos, hija y a un lugar seguro, para nosotros sería de gran alivio.

- Lo haremos - respondió de inmediato Vika, con su tono ilusionado y mirando a su mejor amiga - podemos hacerlo ¿cierto Ivanka?

- Por supuesto, no creo que nadie se interponga.

- Bien, y a ver tú, Louis - ironizó Elena arrojándose contra la silla y señalándolo - también te irás solo con tus amigos ¿cierto?

- No, señora. Mis padres son bastante rigurosos y hasta el último año de preparatoria no lo tengo permitido. Iré con ellos, a la casa de mis abuelos en el sur - Elena entrecerró los ojos, un rubor cubrió todo el rostro del chico y su voz temblaba al hablarle, así como su mirada se desviaba hacia otro lado luego de que no podía mirarla por más de dos segundos. Vika le palmeó el muslo, sonriéndole cual novia orgullosa y su vergüenza aumentó. Y se sorprendió a sí misma, porque esta vez no le había molestado el contacto.

- ¿Cuál es tu promedio en el Instituto, Louis? - insistió y él se aclaró la garganta.

- 9.5.

- Es el mejor del salón - informó Viktoria abrazándolo y ella no lo demostró, pero interiormente estaba comenzando a relajarse - toca el piano, hace deporte y es el capitán del equipo de soccer.

- Co capitán - se coló Ivanka - Nicholas lo es junto a él.

- No hay dos capitanes, Ivanka - murmuró Vika - tu novio es el arquero - aseguró y un sonido retumbó en toda la cocina. Dirigieron su vista a Katya, que había lanzado su tenedor contra el plato y aún conservaba su mano en lo alto - como sea, si me dan permiso para ir con mis amigas a esas vacaciones, les prometo cumplir cada orden al pie de la letra. Sus órdenes.

- Podarás el césped, arreglarás las rosas del patio delantero, lavarás el auto, sacarás la basura cada noche y, mi favorito, limpiarás todos los cuartos.

- ¡Qué! No exageres, mamá - cortó la ilusión de Elena - me refería cosas como ,no sé, lavar mi plato en cada comida o guardarlo.

- Eres tan servicial, hija… ¿y tú? - le preguntó a Katya y dejándole unas cosquillas - ¿a dónde irás de vacaciones?

- Con mami - respondió por lo bajo, con timidez y hundiéndose en su silla.

- Que pena, Katya - la molestó Samir mientras le servía algo de agua a su novia - mami es mía y se irá conmigo.

- ¡No! Conmigo - tan rápido como lo gritó, abandonó su silla y corrió hasta Yulia, subiéndose sobre ella sin importarle que aún estaba comiendo - ¿ma?- cubriendo su boca para terminar de masticar, la morena asintió para que continuara – tonto - le dijo a su hermano volteando a verlo y luego se quedó allí, contra el pecho de su madre y recibiendo de su tenedor de vez en cuando con algo de verduras.

- Que pena para ambos, en realidad - dijo Elena en un victorioso carraspeo - ¿y cómo estuvo mi cena?

Todos pegaron su pulgar a sus dedos índice y la sonrisa de que había estado deliciosa, respondieron su pregunta.

Elena arrastró su silla hacia su esposa, cuando los jóvenes se cerraron en un pequeño círculo para continuar hablando y se estiró hasta Katya, que jugaba animadamente con un mechón de Yulia.

- Mami se irá de vacaciones con mamá. Porque mami es de mamá - la niña estiró su brazo, alejándola con la mano en su rostro y ella rió, antes de volver a su lugar y terminar la cena.

- Y si tú eres ese ¿cuál es mamá?- preguntó Elena divertida. Estaba en el cuarto de su hija, sentada junto a Ekaterina mientras la niña, ya alistada para dormir, le mostraba distintos osos de felpas.

- Mamá…es…em - la oyó balbucear y buscar con sus ojos en los pies de la cama, donde descansaban sus muñecos y tomó uno. Elena frunció el ceño.

- ¿Un dragón? - la niña asintió - ¿Por qué un dragón? No quiero ser un dragón, Katya. Cámbialo.

- Por eso eres un dragón - aseguró Vika al pasar por el pasillo.

- Ni se te ocurra irte a dormir sin haber lavado los platos - una risa, corta e irónica, se oyó desde el cuarto de al lado - A menos que no quieras ir con tus amigas de vacaciones, claro - como si de una maratón se tratara, su hija mayor regresó corriendo por sus pasos y desde allí pudo escucharla bajar las escaleras - entonces, Katya ¿puede mamá ser otra cosa? Los dragones son….algo malos.

- No.

- ¿No puedo serlo o no son malos?

- No son malos. Ellos cuidan. Señor Quinno me cuida - alzó una ceja al instante.

- ¿Señor Quinno es él? - le preguntó señalando el dragón color celeste que sostenía entre sus manos. Katya asintió, antes de entregárselo y dejarle un beso en la mejilla - ¿quieres que mamá te cuente un cuento? - entusiasmada, la niña dio un salto y se acomodó contra el respaldar, asintiendo emocionada - ¿Señor Quinno es malo? - Katya negó con la cabeza - pero antes lo era.

- Pero ma…

- Antes, hija, tienes que dejarme terminar. Escucha por qué lo era y ya no….Señor Quinno vivía solo, en su cueva, siempre estaba solo y salía de ella únicamente para buscar comida - continuó sacudiendo apenas el dragón - entonces tanto estar solo se aburría. No tenía amigos, ni mamá o papá y eso lo ponía malo. Señor Quinno lanzaba fuego cada vez que abría la boca y eso asustaba a algunos, cuando se querían acercar a él. Y eso lo ponía triste, también. Hasta que un día, mientras agarraba su comida…

- ¿En dónde?

- ¿En un bosque? En un bosque - repitió al ver la sonrisa aprobadora de su hija - ese día, mientras agarraba unas hojas de un árbol, el conoció a alguien - agregó girando y observando cada muñeco. Tomó uno y lo sacudió en su otra mano, ilusionando a Katya en un diálogo entre ellos - era la princesa. Conoció a una princesa y le gustó mucho. Se enamoró de ella pero sabía que la princesa era muy buena, entonces tenía que cambiar. Y cambió.

- ¿Ya no era malo?

- Ya no era malo. La princesa y él se hicieron amigos y todos los días salían a buscar comidas. Hasta que señor Quinno un día la besó - Elena se detuvo un momento, a reír por el gesto de su hija al cubrirse la cara avergonzada - la besó y le dijo que le gustaba mucho. Entonces ¿qué pasó?

- ¿Qué pasó?

- Se hicieron novios. Señor Quinno llevaba a pasear a la hermosa princesa cada día al río, le regalaba las manzanas que caían de los árboles y vivieron felices en el bosque. Con muchos amigos y el señor Quinno bueno ahora.

- ¿Hijos? - Elena le sonrió dulcemente. A pesar del desarrollo prematuro que algunos médicos le habían anticipado para su hija, Katya era muy inteligente para su edad.

- Y tuvieron muchos hijos - agregó, poniéndose de pie y tomando todos los peluches entre sus brazos y arrojándolos sobre la cama. No importaba cuán desordenado había quedado, la risa de su hija lo compensaba todo - duérmete ya, mi amor - la cubrió con la frazada y se inclinó a dejarle un beso en la frente.

Apagó la lámpara de la mesa a un lado y caminó hasta la puerta. Volteó y la miró ya dormida, abrazada a señor Quinno y su dulce princesa. Apagó la luz y ladeó apenas la puerta, antes de caminar a su cuarto.

- Ese niñito, Louis, me está cayendo mejor ¿Crees que de verdad irá de vacaciones con sus padres? ¿O solo lo dijo y se irá tras Vika?

Yulia asomó su cabeza y, desde la puerta del baño, observó con diversión la cama, donde su esposa le hablaba y miraba detenidamente el techo.

- No seas paranoica, Elena. Los días ni siquiera coinciden.

- Cierto, cierto ¿entonces qué? ¿Le daremos el permiso?

- Si se lo dimos a Samir, sería injusto no dárselo a ella también.

- Error - la corrigió, apoyándose en sus codos y viéndola - tú se lo diste - Yulia mordió su labio con costumbre y regresó contra el lavabo, para terminar de enjuagar sus dientes.

- Irá con tu padre. Se llevan muy bien y me gusta esa relación que tienen. Samir se divierte con él.

- Eso parece…cuando era pequeña, papá era un tanto más retraído. Quizá por Inessa - Yulia sonrió, después de tanto tiempo, Elena lo había llamado "papá". Y siempre era Sergey para ella - ¿cuánto hace que se acostaron?

- ¿Los niños? - preguntó ella, abriendo el botiquín y quitando una pequeña caja de medicamentos.

- Ajá.

- No lo sé, media hora. Más - Elena continuó hablando y ella dejó de escucharla por un momento. Quitó la tira del interior y la notó completa. Era el primer día, luego de la semana que no tomaba las píldoras anticonceptivas por llegar al día 21, y, si iba a tener relaciones con su esposa, debía retomarlas. Como siempre, desde su día de ovulación.

Sin embargo, cuando iba a retirar una, algo la detuvo.

Alzó la vista y se miró en el espejo. Se veía, lo aparentaba y sobre todo, se sentía joven. O quizá no tan adulta, y lista para cualquier otro reto en su vida. Podía con Samir, que era como el hijo que toda madre querría: buen estudiante, responsable y protector con sus hermanas.

Podía con Viktoria, que era el reflejo rudo de Elena y parecía que nada la detenía. Y, si podía manejar el carácter de su hija, podía manejar el de cualquiera. Vika era liberal, segura y no se dejaba pisotear por nadie. Y cualquier madre querría eso en su hija.

Y podía con Katya. La tuvo en su interior por siete meses y la tenía con ella, entre sus brazos, desde hacía cuatro años. Nunca olvidó el horario de su medicación ni el del turno para un nuevo chequeo. Y si podía contra cualquier pronóstico que algún médico prevenía, entonces podía con todo.

Pero podía además porque tenía su apoyo, su pared firme que nunca la dejaba caer y ni siquiera resbalar. Tenía a Elena, su esposa, la mujer de su vida y su familia continuaba amurallada gracias a ella, por ella y no podía imaginarse en la misma situación con alguien más. O sola.

Y no era dependencia ni vulnerabilidad. Era amor, el que sentía por Elena y la sensación de seguridad que la pelirroja generaba en ella.

Podían tener desde una nueva mascota a la nueva ilusión de su esposa, otro hijo, que Elena continuaría cuidándolos a todos y a más por igual. Lo sabía, no tenía duda de eso.

Quiso golpearse en ese momento: aún era joven ¿por qué le había soltado todas esas excusas a Elena horas atrás? No lo sabía, quizá algo de miedo o algo de sorpresa por la repentina pregunta.

Tamborileó sus dedos y se mordió el labio.

- Yul ¿te falta mucho? - volvió a asomarse y la pecosa ya la esperaba desnuda, cubierta apenas por la sábana. Regresó contra el grifo y lo abrió, para juntar algo de agua con su mano.

Se mojó la cara y le sonrió al reflejo húmedo que mostraba de ella. Alzó los hombros con firmeza, cualquier figura podía recuperarse luego de otro embarazo.

Guardó la caja de pastillas nuevamente y apagó la luz, regresando a su esposa casi a trote. Se arrojó sobre ella y le dejó que le quitara el brassier, lo único que llevaba junto a su braga.

Cuando Elena las rodó y se acomodó sobre ella, besando su cuello y entre sus pechos, echó su cabeza hacia atrás, recordando todo lo que había disfrutado con Katya dentro de ella.

Todo lo que vivió durante el embarazo.

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Mensaje por Corderito_Agron 8/20/2024, 8:07 pm

Linda la Lenita dragon... Oye, ese chrush de Katya con ivanka me parece raro
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Mensaje por Patricia Armstrong 8/20/2024, 10:22 pm

cada capítulo me encanta más sobretodo la relación de lena con katya asgkhf es que babeo todo el tiempo
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Mensaje por Fati20 8/21/2024, 7:30 am

Que linda la familia y que tiernas y enamorada siguen Lena y Julia 😍😍😍 me encanto katya enamorada de la amiga de Victoria qué ternura. Bueno cariño ya q preguntas por Julia y Lena, Jul a tenido algunas presentaciones estos meses y Lena apareció en un programa con su familia del resto no hay más novedades. Te mando muchos saludos y besos extrañaba mucho estar aquí y leerte todos los días pero ha habido cosas complicadas (por lo del país) pero espero estar a diario como debe ser. Espero que tu estés super bien y ya mejor en tu nuevo hogar 😘😘I love youI love you
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Mensaje por LeaAgronsky 8/21/2024, 3:55 pm

Que bueno que julia cambio de parecer y quiere tener otro hijo y lena celosa es lo mejor, me cae bien katya. Muy bueno el capitulo.

Con respecto a las chicas, creo que Lena es la que un poco más aparece, tengo tiempo que no sé de Julia. Besos
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Mensaje por Volkatin_420 8/22/2024, 2:15 am

Este cap ha sido de mis favoritos jeje.
"La rojita dominada" jeje el perfecto adjetivo para Katina.
Me gusta que Lena a veces sea tan inmadura e infantil, cuando se puso a cocinar de la manera que no le gusta a Yulia jaaaaaa... Muy madura, no?
Entendí que Yulia se pusiera a pensar en otro hijo, pienso que a ellos se les debe brindar de todo y lo mejor, y no es sencillo, por ello la ojiazul razonaba, y Lena es más de sentido materno y piensa menos pero lo bueno es que está dispuesta.
La cena, ese fue mi momento favorito. Y Elena dejando claro que Yulia es de ella, que cruel.
Me gusta más que si Yuli queda embarazada sea sorpresa, pero a ver si esta vez Elena se da cuenta por sí sola.
No lo había mencionado antes, pero que triste lo del perrito, pero las mascotas son un amor, podrían tener otro.
Por cierto, de las chicas lamentablemente no he sabido nada más, ahora estoy enfocada en las Tailandesas 😍😍 y la serie the Loyal Pin que está buenísima...



Que tengas lindo día.
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Mensaje por Veroska 8/22/2024, 6:03 am

Este capítulo es muy lindo, la conversación sobre tener otro hijo que está presente en Lena,
Saben, la historia de dragones y princesas me recordó un poco a la historia de dragones y unicornios que hablan en la historia La Chica de la Ventana que la amé y ahora Planes Simples le da voz a un amor bonito de familia entre Elena, Yulia y sus hijos...
Linda historia, muy bella... Gracias Xander
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/24/2024, 11:17 am

Cap. IX: "El paso del tiempo"

- ¿Mamá? - Elena alzó la vista ante el llamado. Samir estaba en la puerta de su cuarto, había golpeado levemente dos veces y estaba mirándola con algo de timidez. Ella cerró el álbum de fotos que observaba sobre la cama y lo dejó a un lado.

- Pasa - se arrastró hasta el respaldar de la cama y allí lo esperó. Samir ocupó una de las puntas y, luego de que lo incentivara con una mirada, se acercó un poco más. Tímido, apenas sonrojado y aclarándose la garganta - ¿te pasa algo?

- ¿Ahora?

- Sí, o en general ¿estás bien?

- Estoy muy bien, mamá. Gracias por preguntar pero en realidad…

- Tú venías a preguntarme a mí - Samir asintió, con una sonrisa por la facilidad con que su madre conocía sus gestos - te escucho.

- Sé que para ti y para mamá, sobre todo para ti, es un tanto difícil vernos crecer a mí y a Viktoria. Y lo hemos hablado ¿si? con mi hermana lo hablamos y llegamos a la conclusión de que ciertos pasos que demos, lo consultaremos con ustedes antes. A ella se le es más fácil hablar con mamá, pero yo necesito hablar de esto contigo - Elena gesticuló con desánimo, aquí iba a preguntar sobre "la charla", de la que cualquier hijo huiría pero la que quería taparse los oídos ahora, era ella. Se rascó nerviosa, bajo su nariz y asintió, esperando porque continuara - necesito, y me gustaría, algunos consejos de tu parte.

- ¿De qué exactamente? - él ladeó la cabeza, exigiéndole que no fuera tan obvia a su negación - está bien ¿hablaremos de sexo? - Samir asintió - supongo que aún no has dado ese paso con Hanna ¿o me equivoco?

- No, no lo hemos dado. Es mujer y ya sabes que algunas tienen esa tontería del momento perfecto, el chico ideal, los pétalos y esas cursilerías.

- ¿Ella te lo ha dicho? - Samir la miró confundido. Ahora que lo pensaba no, y su novia no parecía de esas chicas exageradamente femeninas y que todo lo veían color de rosa. Era sencilla, espontánea e independiente. Por eso estaba enamorado de ella. Elena lo vió agachar su cabeza, sacudiéndola para esconder una risa - bueno, el primer paso ya lo tienes dado. A ella no le importará esas cosas.

- ¿Y si sí lo hace?

- Si lo hiciera, créeme que ya lo sabrías. No hay nada más insoportable que una mujer así. Bien, y esto de avanzar en su relación ¿lo han hablado?

- Bastante. Cuando voy a su casa y vemos una película, ya sabes, cuando termina vienen los besos en el sillón y ella se acuesta sobre mí y no puedo…

- Sí, si entiendo. Bien, lo primero que debes saber, es que no importa cuánto quieras disfrutar tú, Samir, tienes que hacerla sentir bien a ella. Es jovencita, lo son ambos y la falta de experiencia no tiene que entorpecerte. Porque tú eres... tú no has tenido relaciones antes ¿verdad? - Samir negó al instante.

- No, mamá, claro que no. Sabes que Hanna me gusta desde pequeño y lo estamos esperando juntos.

- Bien - suspiró ella con tranquilidad - bueno ¿qué estaba diciendo?

- Lo de la experiencia y…

- Oh, si, sí. Entonces ¿van a preparar un lugar o qué?

- Bueno, tenía pensado que fuese aquí porque en su…

- No, no, no ¡por dios, Samir! Tienes dos hermanas y tus madres te oirían ¿cómo demonios llegaste a esa idea?

- Si me dejara terminar de hablar se ahorraría gritos, señora Katina. Decía que tenía pensado, pero Hanna me dijo exactamente lo que acabas de decirme, entonces no, aquí no. Puedes respirar aliviada…hablé con el abuelo.

- Ay, no ¿ahora él es tu mejor amigo y esas cosas?

- Solo estás celosa, mantén tu boca cerrada un segundo. Hablé con Sergey y me dijo que me prestaría su cabaña de verano pero - alzó la voz él cuando Elena abrió la boca para reclamar - que primero lo hablara y consultara contigo ¿contenta?

- Ajá, algo. Una vez me llevó ahí.

- ¿Con una muchacha también?

- No seas idiota, claro que no. Había terminado el colegio con buen promedio y en regalo me llevó por primera vez, con Inessa y alguna de sus amigas. Hay un lago a unos metros y todo lo que lo rodea son montañas. Un lugar muy tranquilo y seguro. Papá tuvo problemas económicos una vez y le habían propuesto vender la cabaña para solucionarlo. No lo hizo y trabajó gratis para un tipo por más de dos años.

- ¿Era tanto el dinero?

- Apuestas, su debilidad. En fin ¿y cuándo querrías ir allí?

- No lo sé, cuando vuelva de vacaciones ¿tú que dices? - Elena lo observó un momento, estudiándolo y recordando la primera vez que lo vió. En aquellos años era solo Samir, no su hijo. Con su mediana estatura y su cabello oscuro, como Yulia, y sus ojos tan claros como su esposa también. Y su carácter, eran tan similares que nacieron bajo un lazo invisible y nunca iba a terminar de agradecer haberlo juntado. No ella, el destino o lo que sea que se encargaba de eso.

Él tenía apenas 10, recién cumplidos y ahora 16. Seis años pasan rápido, como una vuelta de página pero en sus hijos no. Lo vió crecer, ver su transformación de niño a adolescente y no podía estar más orgullosa de él. De sus logros, de su desarrollo y de todo lo que tenía planeado a futuro.

Era el hombre de la casa y ambos lo sabían. Más que solo el único masculino de la familia, era el hombre de la casa. El que cuidaba de ellas incluso sin necesidad.

Era el joven que siempre vestía camisas o remeras ajustadas, mostrando con soberbia la hora diaria de gimnasio. Era el muchacho que pasaba la mano por su cabello y lo arreglaba a un lado, cual modelo de publicidad y sin importar las burlas mentales de ellas.

Samir era el joven que en otros 6 años, sería un adulto completamente y quizá, todas esas cosas cambiarían. Quizá ya no la necesitaría en los consejos y no dormiría a unos metros de ella, en esa cama que nunca cambió desde que ella eligió su cuarto. Los días pasarían y, tal vez, el paso por Samir por allí también.

Evitando sobrepasar los límites de su imaginación, le sonrió con dulzura y regresó su mente a la idea por la que él había llamado a su puerta.

- Digo que tiene que pasar cuando tú y Hanna lo deseen. Antes de sus vacaciones o después, pero ambos tienen que quererlo. No fuerces el momento ni te sobre exijas a ti mismo y mucho menos a ella. Que sea natural y mantente pendiente de ella. Descifra sus gestos y nota que esté disfrutando, ya sea la relación sexual o el momento a solas que tengan. Y cuídate, por favor. Los dos deben hacerlo.

- Si, hablando de eso…me da algo de vergüenza ir a comprar condones ¿me darías algunos?

- Oh, lo siento hijo. Estaría encantada pero debes comprar un tamaño más pequeño, pocos se adaptan a mí - rieron, como dos amigos con una cerveza en medio y olvidando la seriedad un momento.

Sin embargo, Elena se puso de pie y buscó entre el cajón de su mesa de luz algunos. Samir alzó las cejas, notando como la tira estaba completa.

- Los compré hace un tiempo pero tu madre toma pastillas ¿los quieres?

- A todos - ella rodó los ojos, arrojándoselos y finalmente él se puso de pie - gracias, mamá. Sé que hice la mejor elección con ustedes como madres. Te quiero mucho.

Lo abrazó, estrechándolo contra su pecho para ocultar su emoción, también y recibiendo un beso en su mejilla.

- También te quiero, hijo.

- Bueno, voy a preparar la mochila - le dijo él, alejándose camino a la puerta - El abuelo pasará por mi mañana bien temprano y volveré el martes.

- ¿Te regresará él o quieres que vaya a buscarte?

- No te preocupes, él me alcanzará. Bien y voy a guardarlos para la otra semana - bromeó alzando la tira de condones - cuando Hanna regrese de sus vacaciones.

- Recuerda todo lo que te dije. No te avergüences de ti mismo luego.

- Oye, que poca fé. Ya verás que llevo algo de Katin en mis genes - continuó alzando sus cejas sugestivamente. Elena se mordió el labio, divertida por sus tonterías - por cierto…cuando tengas un tiempo libre, cómprame más ¿puede ser?- tomó su almohada y se la arrojó, oyendo sus risas mientras se alejaba.

- Genes Katin - se burló en un susurro para si misma - imposible, nadie podría superarme. Pero bien, Elena ¿eh? Bien, bien. Eres toda un 10 en hijos adolescentes - se felicitó al regresar de un rebote a la cama y continuar mirando el álbum de fotos. El crecimiento de sus tres hijos en papel.

***

- Recuerda, el lunes a la tarde estaré aquí ¿De acuerdo? No me salgas con que el automóvil se descompuso o la carretera se llenó.

- Sí, mamá. Ya me lo has dicho 20 veces en un minuto - se quejó Viktoria entre dientes. Elena había estacionado el coche frente a la casa de Ivanka, donde sus amigas la esperaban para comenzar el viaje rumbo a sus vacaciones y debía estar aguantando su discurso de nunca acabar.

- Bien ¿tienes todo? Es una semana fuera de casa y no quiero que olvides nada.

- Tengo todo en mi bolso. La comida y esas cosas la llevará Berta - le aclaró, refiriéndose a la madre que las llevaría y sería una de las que se quedaría con ellas - planeamos esto por más de un mes, mamá. Tú estabas en esa cena.

- Sí, si, lo recuerdo pero de igual manera puedo preocuparme ¿no crees? - Viktoria volteó a verla, desde el asiento de acompañante la miró con sorna y ella se quitó el cinturón de seguridad - bajaré tu bolso.

- Genial. Adiós, Katya - se despidió, colando medio cuerpo hacia atrás y abrazando a su pequeña hermana - volveré la semana que viene ¿si? así que pórtate bien y…Katya estoy hablándote - sin embargo, la sonrisa y los ojos verdes de la niña se desviaban metros más atrás de ella. Donde Ivanka movía su mano saludándola y Katya le respondía ligeramente. Viktoria le dejó un último beso en la mejilla y abandonó el coche, rodeándolo hasta llegar al portaequipajes - bueno, gracias, mamá. Nos vemos luego.

- Ey - la detuvo Elena al ver lo que dejaba a un lado, sobre las butacas traseras - ¿piensas dejar tu celular? - Vika alzó los hombros.

- Pues sí, ninguna lo llevará.

- No, tú sí. Cárgalo.

- Pero, mamá…

- Por favor, Viktoria. No pienso dejarte ir una semana a kilómetros de casa y permanecer incomunicadas, imaginándome que pueda pasarte cualquier cosa.

- Nada va a pasarme - Elena se pasó una mano por la frente, no debería sorprenderse. Su hija era igual de orgullosa que ella y hacerle cambiar de opinión quizá podía costarle. Tomó el móvil con rapidez y se acercó a ella, sacudiéndolo en su dirección.

- Mira, llévalo, por favor ¿si? Y no lo uses ni me envíes mensajes a menos que sea necesario ¿de acuerdo? Si algo llegara a estar raro o necesitaran alguna cosa, me lo haces saber. Por favor, hija, no estoy pidiéndote algo descabellado - Viktoria la vió, oyendo a lo lejos el llamado de sus amigas y luego al celular. Nunca se despegaba de el y, ahora, iba ser la primera vez y le había costado coincidir con la idea de las demás. Así que tenerlo frente a ella, era como esa tentación a desafiarse de no usarlo.

Lo agarró y lo guardó dentro de la mochila, escuchando el suspiro de alivio de su madre.

- Bueno ¿ahora si puedo irme?

- Claro que si, te lo mereces. Cuídate y pásala bien. Te quiero - sin importarle la resistencia y sus quejas, Elena la abrazó. Y le dejó un beso en su cabeza cuando Viktoria se relajó, correspondiéndole la muestra de cariño - Hasta el lunes.

- Hasta el lunes, mamá.

La vió sacudir su mano, con una sonrisa mientras se alejaba y algo dentro de su pecho la golpeó: definitivamente, lo más preciado que tenía en esa vida, era su familia.

Ahora que sus hijos estarían unos días fuera de casa, no podía negar que una parte de ella sentía la libertad que con ellos no podía usar.

Ni cuando vivía sola, en su departamento, la utilizaba. Pero ahora estaba sola con Yulia, porque Katya dormía hasta casi el mediodía y eso era bastante aprovechable. Así que ver las reacciones de su esposa, cuando se paseaba luego de la cena, solo en ropa interior por toda la casa, eran digna de pintar.

Porque siempre debía esperarla en ese estado dentro de su cuarto. Ahora no iba a desperdiciar la situación hasta el último minuto en que sus hijos volvieran.

Elena se puso la bata, eran pasadas las tres de la tarde y Katya andaría dando vueltas, jugando o pintando en la mesa ratona. Sin embargo, tras bajar las escaleras y no verla allí, se sorprendió y la llamó.

- ¿Katya?... ¡Katya!

- Shhh - oyó a lo lejos mientras caminaba hacia el jardín. Dentro de la piscina, Yulia la silenciaba y le señalaba a un lado, a su hija durmiendo una siesta en el sillón bajo la sombra. Gesticuló avergonzada y caminó directo a su esposa - ¿qué no tienes modales o por qué andas a los gritos?

- No sabía que estaba durmiendo, lo siento - Yulia la miró en otro reclamo y luego la vió hundirse bajo el agua, nadando cual sirena con su traje de baño negro. Su favorito.

Elena deslizó la bata y la dejó a un lado. Bajó las escaleras con total lentitud y se quedó de pie, obstruyéndole el paso con el agua llegándole al cuello y con los ojos sobre la morena, esperando a que saliera y la viera.

Cando Yulia golpeó su rodillas, emergió con rapidez y sorprendida se quitó el agua de su rostro.

- ¿Qué haces desnuda? - le preguntó por lo bajo y ella desvió la vista a su hija. Estaba tan lejos, a unos metros y de espalda a ellas, durmiendo con total tranquilidad como le gustaba.

- Sabes lo mucho que detesto usar ropa.

- No es cierto.

- No, pero querías escuchar una excusa y te la di ¿nadamos?

Sin esperar respuesta, estiró sus brazos hacia adelante y unió sus manos, alejándose de ella con ayuda de sus pies y salpicándole agua con intenciones. Cuando llegó a la otra punta, la mano de Yulia intentó atrapar su pie pero se soltó, regresando con velocidad en un juego casi infantil.

La oyó quejarse al emerger y sonrió sin voltear a verla. Yulia fastidiada, enojada y molesta, era su favorita. Luego de la ruda y obediente Yulia bajo ella, en la cama.

- Que lenta eres, Volkova - se burló mirándola de reojo y viéndola acercarse - creo que podría tomar sol toda la tarde y ni así me atraparías.

- Eres una tramposa, te soltaste.

- ¿Acaso esa era la regla? ¿no podía hacerlo? - y volvió a alejarse, cuando Yulia saltó para atraparla y un rebote doloroso golpeó su estómago.

- ¡Elena!

- Shhh, nuestra hija está durmiendo ¿o qué no estás viendo bien?

- Cállate. Sí la estoy viendo. No soy idiota.

- Pues no pareciera - aseguró fingiendo seriedad y sin moverse, permitiéndole que terminara de juntarse a ella.

- ¿Estás diciéndome idiota? - echó un resoplido divertido y movió su cabeza a un costado, mirando una vez más a Katya.

- Tú lo estás diciendo.

- Ten cuidado con lo que dices, Elena Katina. El que seas la mujer más hermosa no te da el derecho a tratarme mal - alzó una ceja, con mando y Yulia se cruzó de brazos tímidamente - bueno, excepto en la cama. Cuando me jalas del cabello y me ordenas lo que tengo que hacer. Pero ahora no te pases de lista.

Estiró su brazo, en un contundente movimiento y enredó su mano en la coleta de su cabello, soltándolo y arrojando la pequeña goma a un lado. La tiró hacia ella, Yulia golpeó contra su pecho con algo de violencia y acercó sus bocas, jugando con la suya de arriba abajo y alejándola cuando quería besarla.

La oyó quejarse con frustración y asomó su lengua, moviéndola sobre su labio inferior antes de morderla.

- ¿Cuando te jalo el cabello así? - le preguntó contra sus labios, tirando suavemente hacia abajo sus mechones y ladeando su cabeza. Yulia asintió - ¿y cuando te ordeno así? - agregó, tomando una de sus manos y guiándola a su miembro. Sacudió la muñeca y Yulia entendió que debía moverla, masajear el pene hasta endurecerlo - lo haces jodidamente perfecto - jadeó y comenzó a caminar, obligando a la morena a retroceder unos pasos.

Cuando la espalda de Yulia golpeó el borde, tomó su cintura y la giró. Arrastró su mano por el largo de su columna y la obligó a arquearse apenas, apoyando los codos contra la piscina.

Debía mirar a su costado derecho, para controlar el despertar de su hija y en ese momento, cuando lo hizo, aún la vió durmiendo. En la misma y exacta posición que la primera vez.

Regresó a su esposa y se estiró hasta su cuello, mordiéndolo y a sus hombros. Cada vez que su boca entraba en contacto con la piel de Yulia, su cuerpo se descontrolaba y su miembro pedía a gritos por ella.

Como en ese momento.

Tomó el mentón de la morena y con violencia lo movió, hasta estallar sus bocas en un beso voraz, ansioso y que hizo gemir a las dos. Coló su lengua y exploró hasta el mínimo rincón de sus mejillas. Le excitaba Yulia la mayor parte del tiempo, pero la excitaba aún más oírla suspirar por ella.

Sin romper el beso, desató la parte superior de la bikini y atacó sus pechos sin cuidado. Los encerró en ambas manos, apretándolos y masajeándolos, imaginándose el color morado en ellos horas después, testigo sufridos de ese momento.

Uno de sus muslos se abrió paso entre las piernas de la morena en una orden a que las separara y, con su rodilla, bajó sin esfuerzo la parte inferior, dejándola completamente desnuda para ella.

- Incluso con toda el agua, puedo oler lo preparada que estás para mí - Yulia se golpeó hacia atrás y la penetración sorprendió a Elena. Alzó su cabeza y dió un grito, un gemido de placer por lo apretado que estaba allí dentro - dios santo, Yul ¿estás bien?

La morena movió su cabeza, apenas en una afirmación pero el temblor sacudía su espalda y empuñaba sus manos. Elena se quedó quieta un momento y, cuando Yulia la miró por sobre su hombro, en un permiso de que ya estaba lista, sonrió con malicia y volvió a ordenarle:

- Muévete - Yulia gruñó. Pero lo hizo. Se sentía en el cielo, sobre la mayor gloria, verla y sentirla moverse contra ella. La pelirroja miró de reojo a su hija, todavía durmiendo y sin intenciones de abrir los ojos - más rápido.

Con la morena gimiendo, sin importarle el tono y ella mordiendo su labio para no hacerlo, las embestidas aumentaron y bastaron unos segundos para verla caer contra el frío cemento celeste. Se había corrido en su interior pero no lo suficiente como sentía. Acomodó ambas manos en la cadera de su esposa y se salió sin cuidado. Y volvió a embestirla, hasta el fondo, donde sabía recuperaría las ganas de volver a moverse.

Una y otra vez se hundió en ella en golpes sorpresivos, secos y simultáneos hasta que el calor de Yulia comenzó a arderle a su alrededor. Sabía que volvería a tener otro orgasmo, por lo que aceleró las penetraciones y finalmente se salió, cuando el dolor del éxtasis se juntó en la punta de su pene.

Lo tomó con una de sus manos y dirigió el chorro a la espalda de Yulia, que gimió al sentir el líquido caliente sobre ella. La volteó y la besó, mientras continuaba masajeando su miembro hasta retirar la última gota.

- Es tuyo - le dijo metiendo dos dedos en su boca. Parecía ilógico pero tuvo que contener una nueva erección cuando la vió cerrar los ojos y gemir al verla saborearlos.

Tras terminar con un contundente sonido, Elena le rodeó la cintura y la abrazó. Más ilógico aún, era verse indefensa, cual cachorro cuando terminaban sus actos y la sujetaba con miedo. Con terror a que se le escapara y no la llevara con ella.

Con Yulia acariciando bajo su espalda y los ojos en su hija, la ojiverde le besó el cabello y le recordó entre susurros cuánto la amaba. Y cuánto no dejaría nunca de hacerlo.

- ¿Elena?

- Dime - la morena se alejó y sus miradas se cruzaron. Elena le acarició la mejilla, con tranquilidad porque sus ojos azules denotaban preocupación - ¿qué pasa?

- No lo sé.

- ¿No lo sabes? - y su labio titubeó hasta que sollozó. Yulia comenzó a ahogarse en un mar de llanto y a mover sus manos, mientras intentaba explicarle algo - Yul, mírame…Yulia, mírame ¿me estás entendiendo? - rodeó su rostro y la morena juntó aire, inflando y desinflando su pecho con desconsuelo - ¿por qué lloras? ¿Qué sucede?

- Es lo que no sé. Dejé de tomar las píldoras desde hace semanas y nada ¡no puedo quedar embarazada! Me compré decenas de test porque tenemos relaciones cada día ¡y nada Elena! ¡Todos dan negativo!

Le sonrió con el amor que solo le correspondía a Yulia y la abrazó, regresándola contra ella y acariciando su espalda mientras continuaba llorando.

- ¿Quién es la tramposa ahora? - bromeó intentando calmarla - ¿De verdad has dejado las pastillas? - la morena asintió sobre su pecho - bueno, no sé lo que suceda pero no debe ser nada malo, mi amor ¿si? iremos con el médico y él nos dirá.

- ¿Y si el problema está en mí? ¿Si nací solo para tener un embarazo? - ella rió, apretándola aún más y sintiendo el calor que ambos cuerpos transmitían.

- Nada de eso. No te desesperes, Yul. Es más, vamos, salgamos de aquí y vamos con el médico - la morena se separó y la miró con confusión.

- ¿Ahora?

- Sí, ahora. Vamos.

***

No esperaba encontrarse con ese diagnóstico, y menos con Katya sobre las piernas de Elena, oyéndolo todo. El médico las atendió casi una hora después y le hizo un rápido chequeo junto a dos exámenes. Él le aseguró que no estarían listos hasta unos días, pero con la radiografía podrían ir acercándose al problema.

Y no era un problema, en realidad. Y, como lo explicó el doctor, no sabían cómo podría haberse generado.

- La radiografía y la ecografía muestran lo mismo, Yulia ¿Cuándo acabó tu último periodo? - entrecerró los ojos, no lo recordaba, pero más de un mes, quizá dos, seguro.

- Semanas.

- Bien ¿y cuándo dejaste de tomar los anticonceptivos?

- Cuatro semanas - de eso estaba segura. Sonrió y el hombre le devolvió el gesto, en señal de felicidad para ambas.

- Bueno, seguramente hubo una alteración en tu sistema. Llevas mucho tiempo con las píldoras y quitarlas sin anticipación, así tan rápido, generó un cambio brusco. Sumado a cuestiones como el estrés o nerviosismo, retrasó un poco los resultados con los test. Pero no hay dudas y la ecografía lo demuestra. Estás embarazada.

No esperaba encontrarse con ese diagnóstico, y menos con Katya sobre las piernas de Elena, oyéndolo todo. Porque, mientras su esposa soltaba lágrimas de emoción, su pequeña hija se cruzaba de brazos, en evidencia de divertidos celos.

🔜
Feliz finde, nenas!!! Hoy tendremos doble tanda de capis 🤭
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Mensaje por LenaVolkova66 8/24/2024, 8:27 pm

Entonces esperaré el segundo para comentar con más emoción 😂
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/24/2024, 8:57 pm

Cap. X: "Lo que tú quieras"

Lo habían organizado todo. Yulia y ella habían preparado una cena distinta, exclusiva. Personal. En unos minutos, sus dos hijos atravesarían la puerta y, mientras comían animadamente y le comentaban de sus vacaciones, ellas le dirían la nueva noticia.

Viktoria ya estaba en casa de Ivanka y las llamó por teléfono minutos atrás, para pedirle si su amiga podía llevarla a casa. Le cedieron el permiso y lo mismo pasaría con Samir, que estaba terminando de ingresar a la ciudad en la camioneta de su abuelo.

Yulia estaba terminando de ordenar detalles en la mesa, como una innecesaria, para ella, vela en el centro y un pequeño y delgado florero a su lado. Quería que todo se viera especial, porque quería hacer sentir especial a sus hijos a pesar de que estaban esperando otro ahora. No quería que ninguno se sintiera excluido y, por el contrario, quería que los tres participaran por igual en esta nueva etapa.

Elena la vió moverse nerviosa, entre la cocina de un lado a otro. Abriendo la puerta del horno, destapando la olla y abriendo la heladera para controlar que nada le pasara al preciado postre por el que había trabajado parte de la tarde. Se cruzó de brazos, echándose contra la pared y rió, oyéndola quejarse por una botella que no encontraba.

- Está todo bien, Yul. Cálmate. Lo has hecho perfecto.

- ¿Haz visto la botella que mi madre nos regaló el año pasado?

- ¿Cuál? - Yulia se detuvo y la fulminó con la mirada.

- Solo nos ha regalado una ¿ya lo olvidaste?

- Oh, si, si, cierto. Esa… ¿has buscado en…

- He buscado en cada rincón, Elena, no me ayudas. Ve a ver si Katya necesita algo - rodó los ojos, sin sorprenderse de los arranques de su esposa y se impulsó caminó a la escalera.

- ¿Katya? - la llamó, tomada del barandal y subiendo los escalones - Katya ¿dónde estás?

- ¡Aquí! - estaba yendo al final del pasillo, tras los cuartos pero regresó al oírla en el de ella. Abrió la puerta y continuó llamándola, al no verla dentro - en el baño, ma.

- ¿Qué haces aquí? ¿Necesitas que te ayude?

- No, ya hice - la cortó con un gesto de superioridad y abandonando el baño, mientras intentaba acomodar su pantalón. Elena la siguió con la mirada y la vió detenerse frente a la cama, refunfuñando porque no podía subir la cremallera y terminaba agarrándola con la camiseta - ¡esto está roto!

- No, Katya, no lo estás haciendo bien - se acercó a ella, hasta agacharse a su altura y acomodó prolijamente la camiseta fuera del pantalón. Cerró su botón y luego subió el cierre, con el mayor de los cuidados y la vió sonreír - ¿lo ves? Pero tienes que tener cuidado, a veces puedes agarrarte un dedo.

- ¿Y me dolerá?

- Mucho, hija.

- Ah ¿ma?

- ¿Qué sucede?

- ¿Tengo que agarrar…eso cuando vaya al baño? - le preguntó, señalando con su dedo hacia abajo, su entrepierna. Elena se mordió la mejilla interna, era Yulia la que solía explicarles las cosas y enseñarles otra. No por que ella no quisiera o pudiera, simplemente porque creía que su esposa lo hacía mejor. Rascó tras su oreja, pensativa y gesticuló de la misma manera.

- Bueno, sí, cariño o podrías mojarte la ropa ¿te molesta? - Katya negó como si de un juego se tratara, como cuando le preguntan a un niño si ese juguete les gusta y no dudan en responder con sinceridad - ¿entonces por qué lo preguntas? ¿te duele?

- No, pero a veces moja mis dedos - Elena tomó sus manos, palpándolas con la suya y confirmó esas palabras.

- Eso es porque luego debes lavarte las manos. Mamá te lo dice siempre.

- No, mami las lava.

- Mami hace el trabajo por ti ¿eh? Eso es trampa, pero no importa. Mamá te las lavará ahora. Ven aquí - la tomó bajo sus axilas y la cargó entre sus brazos, caminando hacia el baño y sentándola un momento en el lavabo.

- Quiero pañales.

- ¿De vuelta? Ya estás grande para los pañales.

- ¿Y el biberón? - Elena rió, mientras terminaba de formar espuma entre los dedos de su hija.

- Tampoco, eso es para los más pequeños. Tú ya estás yendo al preescolar, Ekaterina. Eres toda una niña grande.

- ¿Grande? - preguntó, ilusionada y ella la vió de reojo.

- Claro, ya no eres una pequeña que necesita de mamá todo el tiempo. Ahora puedes hacer ciertas cosas por ti misma.

- ¿Cuáles?

- Mmm, no sé ¿qué te gustaría hacer?

- ¡Vacaciones!

- ¿Quieres vacaciones como tus hermanos? - le preguntó confundida, tomando una toalla y secando sus manos. Katya asintió - ¿todos juntos?

- ¡Sí! Lejos, en el lago del abuelo.

- ¿Quieres ir a nadar? - continuó, cargándola nuevamente y apagando la luz para abandonar el baño.

- Si, mucho.

- Lo hablaremos con mamá, aún tenemos tiempo. Las vacaciones recién comienzan - cerró la puerta de su cuarto y, mientras bajaba las escaleras, oyó dos bocinazos fuera.

- Llegaron - le dijo Yulia quitándose el delantal y ella dejó a su hija en el piso. La morena se acomodó el cabello y volteó a verla con el picaporte en la mano, señalándola casi con amenaza - recuerda todo lo que hablamos. Luego de que ellos nos cuenten todo, se lo diremos. No antes y con cuidado ¿de acuerdo? No quiero que se sientan mal.

- No, Yulia, ya me lo dijiste millones de veces. No haré nada de eso. Antes del postre se lo diremos.

- Bien - el timbre sonó y finalmente Yulia abrió. Elena alzó lo brazos, viendo a sus dos hijos acercarse a su madre y no pudo contener la emoción.

- ¡Mamá está embarazada! - y de repente todo se silenció. Viktoria a medio camino de llegar a la morena y Samir con el brazo tras su espalda y el mentón en su hombro, mirándola sorprendido - tendrán un hermano. O una hermana.

- Un hermano, definitivamente tiene que ser un hermano - rompió el hielo Samir, sujetando a Yulia y alejándola del piso. A pesar de que a su rubia hija nada le gustaba demostrar, estaba dando pequeños saltos, moviendo sus manos emocionada por la noticia - por eso me regalaste tus condones, quién te viera, mamá - bromeó él, regresando a la morena y caminando a ella, estrellándose en un abrazo emotivo.

- Felicidades, mamá ¡dios! ¡Otro bebé! - continuó Viktoria, abrazando a una seria Yulia y sacudiéndola en un abrazo - tiene que ser otra niña y saldremos las tres de shopping.

- Puaj, eso es horrible - se quejó Katya, arrojada en el sillón y viéndolos festejar.

- Claro que no ¡es lo mejor del mundo! - insistió, acercándose a su hermana y tomándola entre sus brazos - te extrañé mucho, peque ¿tú no? - la niña negó con diversión. Viktoria alzó las cejas, fingiendo enfado y le dejó decenas de cosquillas en su abdomen.

- ¿Y cuándo se enteraron? ¿De cuánto meses estás? ¡Yo quiero ser su padrino! - mientras Samir festejaba y tomaba a Katya entre sus brazos, Elena observó a Yulia, con la mirada seria. Fija y dura sobre ella. Tragó saliva y se acercó a sus hijos, sumándose a su abrazo para cubrirse de su esposa.

- Todo se lo contaremos en la cena. Vamos a la cocina - les ordenó la morena y ella fue la primera en obedecerle, temerosa aún de la molestia en su voz.

- ¿Es en serio, Elena? No puedo creer que hayas hecho todo a tu antojo - la pelirroja lanzó un suspiro, cansada y se arrojó de espalda a la cama. Yulia ingresaba a la habitación luego de ayudar a Katya con el pijama y sabía que ahora iban a llegar las quejas, las que omitió en la cena tras intentar controlarse - se supone que sería sorpresa ¡Sorpresa!

- Lo siento ¿qué quieres que te diga? Estaba ansiosa y…

- ¡Yo también lo estaba! Llevaba días sin ver a mis hijos y cuando estuviésemos tranquilos, cenando como la familia que somos, íbamos a contarle todo. No antes, señora arruina planes - Elena se puso de pie al instante.

- ¿Arruina planes? ¡Por favor! Solo se me escaparon unas palabras, no seas tan infantil y acepta mis disculpas.

- Claro que no, no las aceptaré. No te perdono ni quiero…ni quiero que me abraces esta noche. Estoy furiosa ¡furiosa contigo! - y la vió encerrarse dentro del baño, con un portazo y la oyó mover con violencia algunas cosas.

Elena chocó sus manos, agitándolas incrédula ante lo que escuchaba. Bien, quizá algo de culpa ella tenía, pero la habían ganado las emociones de que sus hijos mayores lo supieran cuánto antes ¿acaso no podía hacer eso?

Hostigada como ya estaba, se quitó las zapatillas y se acomodó en su lado, sin importarle la ropa que aún llevaba. Estaba por taparse, acomodarse contra la almohada cuando Yulia regresó y nuevamente oyó su voz irritante.

- Ni se te ocurra dormir sin pijama - alzó los hombros, consciente de que estaba viéndola y se cubrió con la frazada - Elena - fingió un ronquido y balbuceó algunas palabras cual dormida desde horas atrás, solo para escuchar sus quejas - bien, haz lo quieras, siempre terminas haciendo lo que quieres.

- Tú.

- No, tú lo haces.

- No, tú eres la caprichosa - insistió, sintiendo el colchón hundirse a su lado - nunca estás conforme con las cosas que hago.

- Elena, por dios, no seas tan exagerada.

- ¿Yo? ¿Yo exagero? - ironizó, irguiéndose y arrodillándose a un lado de Yulia - no soy yo la que está enojada por decirle a mis hijos que esperan un hermano.

- ¡Y por supuesto que estoy enojada! ¿Con qué derecho te has creído que tú sola podías decírselo? Además, la embarazada soy yo. Mis derechos son mayores - ella lanzó un resoplido con burla.

- Estás embarazada porque yo te embaracé. Hay embarazo gracias a mí, también. De hecho, hay embarazo por mí.

- No seas ridícula. Hay embarazo por mí, mi cuerpo lo condiciona y lo desarrollará por meses - Elena alzó las cejas, incrédula ante tal suposición.

- Claro que no.

- Claro que sí ¿o crees que todas las mujeres soportan un embarazo? Y ya duérmete, no quiero oírte más.

- No voy a dormirme solo porque me lo digas. No tengo sueño y no eres mi madre.

- Por supuesto que no soy tu madre. Tus modales serían otros si lo fuera.

- Ya mejor duérmete tú. Tú estás insoportable.

- Me dormiría si te callaras.

- ¡Bien! - exclamó abriendo sus brazos. Ella no estaba cansada aún y, por mucho que lo intentara, no iba a conciliar el sueño tan rápido. Por lo que permaneció inmóvil, con sus ojos sobre la morena y viéndola pretender dormir.

Ella no estaba enojada y, quizá, había elevado la voz porque Yulia irritable no era lo mismo que molesta y esa no le agradaba. Así que, por mucho que no terminara de convencerla en su mente, era su razón suficiente por su comportamiento.

Infló su pecho, descargando luego todo el aire molesto y con obviedad, para que su esposa la oyera.

- ¿Qué? - le preguntó Yulia al sentirse observada y mirándola.

- ¿Aún sigues molesta?

- Sí.

- ¿Aún?... ¿Todavía estás enojada?

- Sí, todavía estoy enojada, Elena - ella se pasó las manos a lo largo de sus muslos y luego se estiró hasta ella, acomodando medio cuerpo sobre Yulia y atacando directo su cuello para besar - no, estoy cansada, Elena. Quiero dormir.

- Y duérmete.

- No puedo si me respiras en el oído y haces ruidos con los besos. Hazte a un lado - Yulia la empujó por los hombros, quiso alejarla en un intento inútil porque ella ejerció fuerza y no se dejó mover - haz lo quieras pero allá, de tu lado.

- Allá no es divertido. Sola es aburridon- insistió, metiendo una mano bajo la camiseta de la morena y tocando su abdomen - aquí crecerá nuestro otro bebé, tenemos razones para estar felices, no discutiendo - cuando acarició entre sus muslos, dirigiéndose a su entrepierna, Elena sonrió victoriosa cuando la morena las cerró, encerrando sus dedos en ellas para que continuara moviéndose - ¿sigues enojada? - repitió y se sorprendió cuando Yulia giró, mirándola un momento con un gesto distinto, victorioso. Burlón para ella.

- ¿Sabes lo que me dijo el médico?

- ¿Sobre el bebé? - la morena asintió - ¿qué?

- Que los antojos cambian según los embarazos. Que no se repiten y siempre la mujer embarazada desea otras cosas conforme los avances - Elena juntó las cejas, no entendía aún el punto - ¿te acuerdas cuál era mi antojo mientras esperábamos por Katya?

- ¿Chocolates?

- No….sexo - abrió los ojos violentamente, Yulia no podía no querer sexo esta vez ¡estaba casada con ella! Y podía satisfacerla incluso con un embarazo de por medio - así que seguramente ahora, no sé, querré otras cosas. Tal vez mucha fruta o más pizzas. O verduras al horno, no lo sé, hay tantas cosas.

- Bueno pero eso es comida. El sexo es otra cosa.

- Si eso mantiene viva tu ilusión, intenta convencerte - eludió la morena, sentándose frente a ella al ver su rostro preocupado - pero no te inquietes, amor. Tienes una mano, bueno dos, ellas harán el trabajo por mi.

- Eso no es lo mismo - aseguró Elena, defendiendo sus ideas cual presidente a su discurso. La morena alzó los hombros, divertida y tomó una de sus manos.

- Claro que sí lo es - murmuró, abriendo su pantalón y bajándolo apenas. Elena la siguió con la vista, bajó también su ropa interior, lo que la posición le permitía y sus cinco dedos derechos rodearon su pene, aún intacto, sin muestras de excitación - muévela - le ordenó señalando la mano.

- ¿Qué?

- Si te corres, significa que no me necesitas y estoy en lo correcto. Así que muévela, ahora.

- Yul, no voy a mastur…

- Ahora - gruñó, ahora ella molesta y se arrastró unos centímetros hacia atrás. Yulia no quitó la mirada de su orden y, por el contrario, estaba encantada con lo que veía. La vió lamerse los labios, antes de que ella cerrara los ojos y comenzó a moverse.

Con su mano rodeando su pene, movió sus caderas una y otra vez. Lento, pausado y aumentando al tiempo que su respiración lo hacía también. Apretó la punta, alzando la cabeza para jadear y su mano continuó por si sola, masajeando con rapidez su miembro, erecto y casi tan claro como su piel.

- Mírame - lo hizo, sus ojos se cruzaron con los de Yulia y solo un segundo le bastó para intensificar los movimientos y sentir su liquido pre seminal escurrirse entre sus dedos.

Con ayuda de sus rodillas, la morena llegó frente a ella y abrió su camisa de un solo tirón.

- ¿Ya? - sacudió la cabeza, en negación pero el orgasmo la golpearía en cualquier momento - ¿necesitas un incentivo? - sin esperarla, Yulia se quitó la camiseta y desprendió su brassier. Gimió, con la garganta seca, dolorosa y con la presión en su miembro, a punto de explotar - ¿más? - asintió, echándose contra su hombro cuando los dedos de la morena jugaron con sus pezones.

La boca de Yulia atrapó uno y lo succionó, mucho mejor incluso que otras veces. Con la punta de su pene contra el abdomen de su esposa, sacudió su miembro y su eyaculación apuntó allí, sobre el vientre plano aún de Yulia y cual cascada que no iba a secarse.

- ¿Ma? - Yulia la empujó al instante, cuando la puerta se abrió y su espalda soportó el ruido y dolor del golpe. Era Katya, con sus manos refregando sus ojos y su cabello revuelto, señal de que acababa de despertar.

- ¿Qué sucede mi amor? - la morena se colocó la camiseta con rapidez y caminó a ella.

- ¿Puedes dormir conmigo? Está oscuro todo - Elena golpeó su cabeza hacia atrás, su frustración iba a acabar al día siguiente si se marchaba. Se asomó apenas, mirando a Yulia cargar a la niña mientras volvía dormirse en sus brazos.

Cuando estaba por salir, antes de cerrar la puerta, volteó a verla y sus ojos volvieron a encontrarse. Yulia coló una mano bajo su camiseta y juntó de su semen, llevándolo a la boca y haciéndole una seña luego:

- Delicioso - susurró, alejándose finalmente y ella regresó contra el piso.

Posiblemente debería dormir allí. El frío del lugar iba a calmarla un poco.

El "haz lo que tú quieras" no incluía esto, eso estaba más que seguro. Yulia acercó el vaso de limonada a su boca y bebió observando el exterior, desde la ventana del living y tragar algo nunca le había dolido tanto.

Estaba en su octavo mes de embarazo ¿cómo se atrevía Elena a montar semejante espectáculo sin siquiera considerar su estado? Cerró la cortina y bufó por lo bajo, unas dedicadas palabras a una vecina que se acercaba a su vereda.

Si contaba hasta 10 y su esposa no aparecía, iría a buscarla y tendrían problemas. Esta vez los tendrían y no iba ser una simple discusión que se solucionaría con besos y un poco de sexo.

- 4, 5, 6, 7… - desde allí oyó la risa de Masha, una rubia que vivía en la cuadra del frente y no entendía por qué demonios se acercó. Y escuchó la voz de Elena también, respondiéndole y logrando otra risa. Dejó el vaso y caminó a la puerta, abriendo con violencia y sorprendiendo los ojos de la mujer en el abdomen de su esposa.

Elena estaba bajo su coche, con una musculosa blanca, levantada por la posición y algunas manchas de aceite se juntaban en el. En su pantalón y, cuando la viera a la cara, posiblemente allí también.

- Buenas tardes - la saludó, quemándola con la mirada y viendo el nudo en su garganta que le costó tragar. Elena se deslizó hacia ella pero estiró su pie y de un empujón la regresó bajó el auto - ¿puedo ayudarte en algo, Masha?

- No, gracias, Yulia. Solo…mi auto tampoco encendió esta mañana y…

- Hay muy buenos mecánicos en el vecindario. Elena no es una de ellos - no le importaba que tan desagradable sonaran sus palabras, estaba furiosa con esa mujer y, si no se largaba en el próximo minuto, la tomaría del cabello y la obligaría a hacerlo.

- Sí, lo sé pero como la vi….

- Ni siquiera sabe lo que está haciendo - la cortó, volviendo a deslizar a su esposa cuando pretendía salir para defenderse - ¿así que por qué mejor no vas con Alfred? Él si sabe usar sus llaves - murmuró entre dientes, refiriéndose al hombre que tenía un taller a menos de quinientos metros de su casa.

- Sí, gracias. Eso haré. Bien, hasta lue…

- Adiós….maldita zorra - agregó cuando la vió cruzar la calle, casi a trote.

- Eso, es no ser servicial con los vecinos - la apuntó Elena, saliendo con su tabla y apuntándola con una herramienta.

- ¿Qué demonios haces tanto ahí abajo? Solo debías cambiar una manguera.

- Y eso hago. Pero las cosas no se hacen rápido, Yul. A menos que lo quieras mal hecho - dijo Elena, volviendo a su trabajo.

- ¿Y desde cuándo sabes de mecánica? Samir lo hubiese resuelto ya.

- Claro, si dejara de estar dos minutos sin su novia y estuviera por aquí. Ya termino, solo le faltan unos ajustes. Además, tú me dijiste que hiciera lo que quisiera, si mandarlo al taller o arreglarlo por mi cuenta. Bueno, soy lo suficientemente buena como para hacerlo yo misma.

- Tu globo de ego solo lo inflas tú misma. Acaba con eso ya, tenemos que ir al doctor. Es el último chequeo - la ojiverde volvió a asomarse, luego de unos minutos y se puso de pie.

- No puedo creer que ya vaya a nacer. Solo unos días más - murmuró con una sonrisa, acercando su mano al abdomen de su esposa pero Yulia le dio un manotazo, alejándola con molestia.

- Estás llena de aceite. Ve a ducharte que Katya está lista también.

- Solo si me das un beso ¿tienes idea de cuánto ha pasado desde el último? - quizá exageraba un poco. Había pasado solo unas horas. Era en la intimidad que ya no se encontraban. Yulia tenía razón, en este embarazo solo comió postres y dulces, pero se pasaron desde el tercer mes sin sexo. Y eso era bastante agotador también.

Yulia tironeó de su remera y juntó sus bocas, separándola al instante al sentir el sudor y las manchas pasarse a su rostro.

- Eso no es un beso.

- No - apareció Katya tras ellas, llegando a la morena y estirando sus brazos en una petición por que bajara a ella. Yulia lo hizo, se agachó a su altura y la niña le dejó un sonoro beso en la mejilla - mamá dice que eres de ella - Elena rodó los ojos, igual que Yulia, Katya estaba creciendo algo caprichosa y mandona.

- No es cierto, mi amor - la sorprendió la morena. La pelirroja alzó las cejas al instante - ustedes cuatro tienen un poco más de mí - y encima se daba el lujo de sacarle la lengua, su propia hija en un gesto infantil le mostraba la lengua con burla.

- Ya quiero ver cuando Oleg nazca y vuelvas a nuestra cama diciendo todo lo contrario - le señaló en referencia a su hijo. Habían escogido el nombre entre todos luego de que las radiografías le confirmaran que sería niño. Yulia enrojeció, esquivando la mirada de su hija que la observaba sin entender.

Elena le rodeó el rostro y la apretó en un beso ruidoso al separarse. Ella rió, girando al verla ingresar y perderse escaleras arriba.

Definitivamente eso si entraba en "lo que tú quieras". Que Elena hiciera con ella lo que quisiera.



🔜

Nos leemos mañana mis amores, tengan un lindo sábado I love you
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Mensaje por LeaAgronsky 8/25/2024, 1:31 am

Grrrr Lena como mecánica, hubiese reaccionado igual si fuese julia jaja.. afff, necesito una Lena en mi vida
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Mensaje por Corderito_Agron 8/25/2024, 1:34 am

Hahahahahahaahahahaha Lenaaaaaaaa cierra esa boca chica!!! Hahahahahaha Yulia: Será una sorpresa y Lena a todo pulmón: su madre está embarazadaaaa!!!  me gusto mucho el capítulo.
Lena bocaza
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Mensaje por soy_yulia_volkova 8/25/2024, 4:17 am

Samir pidiéndole consejos a su mamá Lena es bueno ver que sus hijos tienen esa confianza con ellas para preguntarles de cualquier tema y apoyándolos
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Mensaje por Veroska 8/25/2024, 6:28 am

Vaya antojos, pobre Lena pero así son las hormonas, quizás no siempre te favorescan...
Me encanta esa relación que tienen los hijos con cada madre, una conexión única y ya voy viendo que Katya presenta gustos parecidos a su mamá Elena.
Gracias por los capítulos y saludos a todos.
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Mensaje por Volkatin_420 8/25/2024, 3:11 pm

Al fin, no se como Yulia a un  después de tantos años junto a Lena se enoja de que esta avisara del embarazo de esa manera, mejor que se resigne y disfrute.
La Yulia celosa junto con su vocabulario de dirigir unas delicadas palabras a su vecina fue gracioso y sexy.
A esperar a que se viene mas adelante y de Oleg.
Besos
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 8/25/2024, 6:50 pm

Cap. XI: "De frustraciones y demostraciones"

Como si hubiese cerrado los ojos y abierto 30 días después, allí estaba ahora. Con su pequeño hijo, recién nacido y acariciando bajo su cuello mientras Yulia lo sostenía, acostada aún en la camilla tras el parto.

La morena había entrado a la sala luego de sus primeras contracciones, menos de media hora atrás y todo fue rápido. No hubo razonamientos ni consejos por parte de Anatoly, el médico que había cuidado el embarazo y luego presenciado el nacimiento de Ekaterina. Nada se complicó y, por el contrario, los nueve meses de embarazo se cumplieron a la perfección y las enfermeras habían llamado a su hijo como "un niño completamente sano".

Mientras ella y sus dos hijos mayores se deleitaban con los primeros minutos de Oleg en el mundo, notó que solo eran cinco sobre la cama. Y ahora debían ser seis. Con sus brazos alrededor de su esposa, movió su cabeza, buscando a quién faltaba y la descubrió tras ellos y sobre el sillón observándolos. Al lado de la puerta.

- Ekaterina, ven aquí, hija - la niña negó. Estaba cruzada de brazos, con su gesto en reproche y mirando todo como si nada le importara - ven, tienes que conocer a tu hermano.

- Luego.

- ¿Luego, cuándo? - preguntó caminando a ella.

- Más tarde. Tengo mucho tiempo - Elena rió, sacudiendo la cabeza y se arrodilló a su altura, tomando un mechón de su crecido cabello y acomodándolo tras su oreja.

- Pero él quiere conocerte ahora - Katya se hundió más contra el sillón y negó con seguridad - claro que sí ¿por qué crees que no?

- Van a quererlo más ahora - siseó, con sus labios titubeando y algunas lágrimas en sus ojos. Ella la tomó entre sus brazos, cargándola y la sostuvo para que lo observara desde allí.

- ¿Ves a mamá desde aquí? - le preguntó señalándola a la corta lejanía. Ekaterina asintió - ¿Y a Samir y a Viktoria?

- Sí.

- ¿Y al bebé?

- Ajá.

- Bueno, yo los amo a todos por igual. A ellos y a ti. Son las personas más importante para mi y en mi vida no va a haber nada ni nadie que los reemplace o por lo que pueda cambiarlos ¿me entiendes, Ekaterina?

- Pero él es bebé. Y lo van a querer más porque van a cargarlo y a darle biberón.

- Sí, haremos eso pero porque lo necesitará. Como tú cuando eras pequeña como él. Mamá te tenía todo el día en brazos y no dejaba que nadie te cargara sin su permiso - de repente la cara de la niña se iluminó, ilusionada y sacudió apenas sus piernas en demostración - ¿y te cuento un secreto? - agregó, acercándose a su oído y recibiendo las manos de Ekaterina rodeando su boca, para que nadie la oyera - eres mi princesita y lo serás siempre. Mi niñita con la que juego en el parque y haremos las tareas del colegio en un año. Nadie va a ocupar tu lugar, nunca.

- ¿De verdad?

- Lo prometo - aseguró, con los brazos de Katya pasando por su cuello y caminando de esa manera junto a los demás.

Fue cuando la niña se recostó al lado de Yulia y estiró cuidadosamente su mano para tocar a su hermano, que Oleg enredó dos dedos allí y un chillido de sorpresa salió de Ekaterina. Fue cuando él no quiso soltarla y la pequeña lo cargó un momento, que Elena cruzó su mirada con Yulia y entendieron que no importaba qué cantidad de números continuaría en sus hijos, o no más ninguno, que cada uno era especial. Distinto e igual, paradójicamente, para ambas.

Fue cuando la risa de todos ocupó la sala, que recordó todo el proceso por el que habían llegado hasta allí. Entre tropiezos, al inicio, la locura pasional que se desbordó con Yulia, aún cuando eran compañeras de trabajo y ahora, cuando eran compañeras de vida.

Fue cuando las puertas se abrieron y tres personas ingresaron con globos, flores y osos de felpas, que sonrió al darle una nueva oportunidad a una de ellas. Sergey la abrazó, estrechándola mientras la felicitaba y luego se acercó con Larissa y Sofía, a Yulia, a ver más de cerca a su nuevo nieto.

Fue como un camino que ya habían terminado de recorrer y llegado a destino, pero algo hacía que continuaran avanzado. No sabía qué, no podía imaginarlo pero entendía que tampoco debía desvivir por el, como los planes pasados para los golpes de su trabajo.

Ya no estaba en ellos, había dejado de estarlo años atrás y ahora su único plan era el que tenía entre sus brazos. Algo simple, fácil e imposible de romper. Como una burbuja de jabón, liviana, brillante y peligrosa a explotar solo cuando toque el suelo.

Y para ese entonces ella no lo dejaría, la sostendría con ambas manos y nada reventaría.

Su celular sonó, a lo lejos, dentro de su chaqueta y fue en su búsqueda. Un mensaje, suponía de quién y lo leyó con rapidez, antes de responderlo:

"Hayley. 3kg y 100 grs. Que tu hijo se mantenga alejado de ella. Felicitaciones, Katina"

Y una foto adjuntada como prueba. Nastya abrazada a Elizavetha y la pequeña niña nacida horas atrás.

Regresó con su familia y, mientras todos conversaban y peleaban por tener un momento al niño en brazos, Elena se abrió paso y caminó directo a su esposa. Atrapó su boca, estrellándola contra la de ella y oyendo incluso las burlas de sus hijos.

- Lo hiciste perfecto, mi amor - quitó la última gota de sudor que intentaba caer por su frente y se apoyó contra ella, observando la nueva discusión de nunca acabar que continuaría ahora: quién cargaría a Oleg.

***

- Es el peor día de mi vida ¡el peor! - la puerta se cerró, con un violento golpe y el cuerpo de Yulia dio un respingo mientras aseguraba sus manos a las de su hijo. Estaba en el living, en el pequeño espacio reducido de la mesa ratona y los sillones, enseñándole a dar sus primeros pasos cuando Viktoria ingresó y con dirección a su cuarto.

Sin mirarla, sin mirar a su hermano y arrojando su mochila a un lado. La vió perderse escaleras arriba y, sin pensarlo, cargó a Oleg entre sus brazos y siguió los pasos de su hija.

- ¿Qué sucede? - le preguntó tras mover la puerta y encontrarla boca abajo, hundiendo gritos de frustración sobre su almohada.

- ¡La odio! ¡la odio! ¡La odio! - Yulia frunció el ceño y, tras las insistencias de su pequeño por bajar, lo dejó en el piso y lo vió gatear hasta la cama.

- ¿A quién odias? ¿De quién hablas?

- ¡De Katherine! ¡La odio! ¡Ojalá le caiga un maldito rayo y desaparezca de mi vida!

- ¡Viktoria! ¿qué te pasa? ¿cómo vas a decir eso?... ¿quién es esa chica? - la rubia volteó a verla, como si el vocabulario fuese lo último que le importaba en ese momento y se echó de espalda a la cama. Con total furia.

- ¡La maldita zorra del Instituto!

- ¿Te puedes calmar? - insistió llegando a Oleg y terminando de ayudarlo a subir a la cama que, sin pensarlo, entre balbuceos llegó a su hermana - por favor, tranquilízate y cuéntame bien. No estoy entendiéndote - Viktoria infló su pecho, inhalando algo de aire distinto y lo expulsó mirando al techo, antes de girar y observar a su madre sentarse a su lado - se supone que hoy rendirías el examen de ingreso a la universidad ¿por qué hablas de esta chica?

- ¡La maldita estúpida tomó mi lugar e hizo el examen! - Yulia alzó las cejas, sorprendida. Eso ni siquiera podía ser legal. Juraría que en algún lado eso debía estar prohibido y penado por la ley - bueno, no literalmente ¡pero tomó la solicitud y la llenó con sus datos! Ella se presentará al examen y si ingresa ya no habrá lugar para mí ¡me quedaré sin universidad!

- Bueno, hija, eso puede solucionarse. Hablamos con el decano y él entenderá que hubo un error. Y podrás llenar la solicitud y estudiar en la universidad que tanto quieres.

- No es por estudiar allí, mamá. Eso es lo de menos - aseguró y la morena gesticuló anonadada, perdida por un momento en otro hilo de conversación. Según ella, y todas las conversaciones que habían tenido con su hija y Elena, la facultad de economía era su destino. Por gusto propio, porque la misma Vika lo deseó siempre. Al parecer su pasado en el negocio, fue la base para esas ambiciones del presente.

- ¿Cómo que eso no es lo que importa? Siempre has querido estudiar allí.

- Sí, pero porque Louis también y la maldita zorra de Katherine quiere asistir por él. A la salida de su entrenamiento le coqueteó en frente de mí ¡en frente de mí! ¡La odio! - Yulia rodó los ojos y se puso de pie. Ella creía que las lágrimas de su hija eran por razones obvias educativas, no sentimentales.

- ¿Y qué con eso? Louis es tu novio, no el de ella - Viktoria la miró, algo avergonzada y se mordió el labio, antes de tomar un oso de felpa y golpearlo contra su propio rostro.

- No estamos juntos ahora - el corazón de la morena dio un vuelco, como si alguien lo estuviese apretando. No era su historia ahora pero, que su hija estuviese sufriendo, la acunaba casi como propia.

- ¿Cómo que no? ¿Y eso por qué? Lo estaban hace unas semanas, Viktoria ¿por qué no me dijiste nada?

- Porque creí que iba a superarlo - sollozó la rubia. Su voz temblaba, sus brazos se sacudían y su pecho se movía apresurado, por las mismas condiciones de estar nerviosa, perdida en ese disturbio del amor adolescente.

- ¿Superarlo cómo? Si hace unos días vino a casa.

- Sí, pero ya no estábamos juntos desde entonces y vino en una de sus insistencias porque regresemos. Dice que lo nuestro no puede terminar así como así, que debo pensar mejor las cosas y que tenemos que hablarlo.

- Entiendo… ¿y por qué discutieron o cuál fue la razón por la que terminaron?

- Fue una idiotez. Y de mi parte, yo la provoqué - Yulia la miró, sonriéndole con comprensión y regresó contra ella. Se recostó a su lado y la abrazó. Era consciente del enamoramiento y amor de su hija por Louis, el muchacho con el que creció hasta ahora, sus casi 18 años. Y lo mejor, desde la posición de madre, sabía que era recíproco. Así que no le sorprendió aquellas palabras de que él había ido a su casa con intenciones de mejorarlo todo. El carácter de Viktoria era igual al de Elena, por lo tanto sabía que solo era cuestión de darle tiempo a comprender las cosas. Pero lo mejoraría. Lo sospechaba.

- Si es así, entonces sí, lo solucionarán.

- Es que soy una idiota - murmuró, sosteniéndose por uno de sus codos y sintiendo el brazo de su madre en la espalda - La semana pasada, en la fiesta de Ivanka tomé bastante de más y cuando lo ví bailando con algunas porristas se lo reclamé. Delante de todos - agregó regresando contra la cama y cubriendo su rostro con ambas manos - y allí mismo terminé lo nuestro - ella parpadeó. Creía a su hija lo suficientemente inteligente como para hacer semejante acto pero, sin intentar justificarla, comprendía si había actuado de esa forma bajo los efectos del alcohol - y ahora la maldita zorra de Katherine….

- ¿Puedes evitar ese vocabulario?

- No, es que es una maldita zorra….ella lo espera hasta que termina su entrenamiento, cada día. Lo abraza y lo toquetea frente a mis narices ¡sabe que la estoy viendo! Babea por él sin cuidado. La odio demasiado, mamá. Y a Louis también.

- No es cierto, a él lo amas ¿qué hace Louis cuando ella lo busca? ¿Has visto sus reacciones? - Viktoria suspiró, enamorada como si la voz de su madre fuera la de su ex novio y estaba oyéndolo a él. Acurrucó más a Oleg contra su pecho y acarició su cabeza, mientras recordaba todo lo vivido los últimos días.

- No le hace caso y el novio de Ivanka le ha dicho lo mismo. Que está bastante alejado de las chicas y esperando por arreglar lo nuestro.

- Bueno, es lo mejor que puedes oír ¿no te parece?

- Sí ¿pero qué hago si ya es demasiado tarde? ¿Qué tal que ya no quiera recibirme ni para oír mis disculpas? ¡Soy una idiota!

- Sí, lo eres, hija pero estás enamorada. Y cuando se está enamorado se hace las mayores estupideces. Es como la ley principal de estar enamorado. Y lamento decirte esto, pero tú eres la culpable de lo sucedido. Así que tú debes ir, buscarlo y aclarar las cosas. Si quieres regresar todo como antes, claro.

- Por supuesto que quiero…no recuerdo pero ¿has discutido con mamá a ese punto? ¿De tomarse un tiempo o cometer estupideces? - Yulia curvó sus labios hacia arriba y mordió su mejilla, pensando un momento la respuesta y sorprendiéndose al dar solo con una.

- Bueno….lo de Cezina cuando….

- Olvida lo de Cezina - la cortó Viktoria, moviendo la mano bajo su cuello en señal de que no siguiera.

- Entonces creo que no. Solemos discutir por algunos detalles pero solo esa vez nos distanciamos. Y fue horrible, Viktoria. Por un momento pensé que nada se resolvería y todo cambiaría para siempre. Pensé lo peor. Que se alejaría y no volveríamos a vernos o saber de la otra. Amo a tu madre y en aquel entonces estaba completamente loca por ella, esa locura que tienes al inicio de cualquier relación y si nada volvía como al principio, no sé si nuestras vidas hubiesen sido igual de completas que ahora. Y tú eres igual a ella. Y supongo que un poco de mí también tienes. Cuando te ciegas por amor, cuidas lo que amas de una manera un tanto….especial. Pero no está mal… ¿realmente aún amas a ese niño?

- Sí, de verdad. Y quiero que continuamos más tiempo juntos, por eso me inscribí en su misma universidad. Pero esa maldita zo…

- Sí, si, ella. Ya entendí…. Pero si todo está pasando como me lo cuentas, ella aún no ha dado su golpe. Te graduarás en unas semanas, hija, debes pensar en eso. En el vestido, en el ramillete y disfrutar los últimos días del Instituto, no estar pensando en esa muchacha. Y prácticamente Louis aún espera e insiste por ti, así que… ¿qué haces aún aquí? Ve a buscarlo.

- ¿Ahora?

- No, en dos semanas, quizá. Cuando ella ya lo haya besado - Viktoria la miró con molestia, antes de dejarle a Oleg en sus brazos y corrió a su tocador.

- ¿Se me nota que estuve llorando? No quiero hacerlo sentir fuerte, como si estuviese sufriendo por él y pensando en él todo el tiempo…está bien, que lo note - se rindió frente a la mirada de Yulia. Se pasó un labial rojo, acomodó su cabello y se echó algo de perfume. La morena sonrió, era el que Louis le había regalado meses atrás y solo con él lo usaba - adiós, mamá ¡te amo!

Le arrojó un beso en el aire y la oyó bajar las escaleras con velocidad. Y luego la puerta.

Yulia se acomodó más en el centro de la cama y abrazó a Oleg, que se había dormido contra su regazo y cerró los ojos, acompañándolo un momento en su improvisada siesta.

Aprovechando que tenían el silencio de la casa, sola, para ellos.

***

Si de frustraciones se trataba, luego de las que Yulia la hacía padecer, esta era su segunda menos favorita: esperar por los chequeos de Ekaterina. Y no se trataba de que le molestara llevarla a la clínica porque, por el contrario, disfrutaba esos momentos de viajar en su coche y hablar con ella todo el camino. La incomodaba justo lo que estaba pasándole ahora, estar en la silla de espera y aguardar porque su hija saliera del consultorio.

Debido a la edad, Grace, la doctora de Ekaterina, le recomendó que ya era tiempo de dejarla compartir los chequeos solo con ella. Para una confianza además que la niña debía ir adquiriendo, para futuro.

Y confiaba plenamente en el profesionalismo de la mujer, solo le disgustaba pensar que su hija podría estar necesitándola o su timidez no le permitiera desenvolverse cómo debería.

Estaba sacudiendo su pierna contra el piso cuando el ascensor a unos metros se abrió y de el apareció Ivanka, con su bolso de porristas a un lado y caminó hacia ella, o al cuarto frente a ella, que era prácticamente lo mismo.

- Buenas tardes, señora Katina.

- Hola, Ivanka ¿recién sales del Instituto?

- Del entrenamiento, en realidad. Las clases acabaron más temprano hoy.

- ¿Tienes idea si Vika fue a casa?

- Sí, yo misma la acompañé hasta la estación de autobús. Así que ya debería estar allí… ¿Ekaterina está con mi mamá?

- Sí, revisiones, ya sabes. Como cada mes.

- Claro, bueno, tengo que dejarle unos permisos para que me firme. Hasta luego, señora Katina.

- Hasta luego, Ivanka - quiso mirar por el espacio de la puerta al abrirse pero apenas vió a su hija sentada en una camilla. Derrotada, volvió a sacudir su pierna hasta que la hora terminara.

Ivanka ingresó, caminando directo a su madre y la saludó con su habitual beso en la mejilla antes de llegar a Ekaterina y sacudir su cabello en un amistoso saludo. La niña se sonrojó, aún con el estetoscopio en su pecho y la joven se mantuvo a su lado, silenciosa para no incomodarla.

Pasaron minutos, en que Grace terminó de escribir en unas planillas antes de que pudiera hablar.

- ¿Cómo estás hoy, peque?

- Bien, pero ya no soy pequeña - se defendió Ekaterina, con su acostumbrado espacio del pulgar en su boca cuando estaba nerviosa - cumpliré 7 en unos días ¿irás a la fiesta?

- Solo si hay castillo inflable - bromeó, guiñándole un ojo y la risa de la niña ocultó su rubor - ¿entregarás tarjetas?

- Sí, de superhéroes ¿te gustan los superhéroes?

- Me fascinan. El del martillo es mi favorito.

- Él solo es lindo. Su hermano malvado es mejor.

- ¿Ese te gusta? - Ekaterina asintió, aunque en realidad, todos eran sus preferidos - ese es genial también… ¿habrá pastel?

- Sí, mamá lo hará. Y habrá pizza y cosas dulces. No tienes que llevar regalo, solo ve - Ivanka rió, tímidamente y asintió. De igual manera iba a llevarle uno, ya tenía en mente qué.

- Bueno, Ekaterina, la última revisión - habló Grace y el color rojo en las mejillas de la pequeña aumentó. Sabía que significaba y nunca le daba pudor, porque siempre estaban a solas. Pero ese día no era el caso y, al pensar que debía bajar su pantalón con Ivanka cerca, la inhibía bastante - controlaremos con rapidez tu cuerpo ¿de acuerdo?

El chequeó fue justo como la doctora lo dijo y, por primera vez, a Ekaterina no le molestó que Ivanka mirara una revista mientras estaba semidesnuda sobre la camilla y no le prestara atención. Se colocó el pantalón con rapidez nuevamente y no le importó el bulto que su camiseta desordenada producía dentro de el.

- En unos años tu doctora será mi hija, Ekaterina - agregó Grace, escribiendo lo último en su papeleo - así que quizá, la veamos más seguido por aquí.

- ¿Ivanka?

- Así es, peque - aseguró la muchacha, acercándose a la niña para acomodar bien su ropa - Viktoria irá a la facultad de economía y yo a la de medicina. Así que los pacientes de mamá, pasarán a ser los míos. Pero no te preocupes - susurró, estirándose hasta el oído de la pequeña mientras abotonaba su pantalón - yo te daré dulces luego de cada chequeo. No cómo mamá.

- Las estoy escuchando - fingió seriedad la mujer y Ekaterina tapó su boca, escondiendo una risa frente a aquellas palabras - bueno, iré por mamá, Ekaterina ¿si? mientras terminas de secretearte con Ivanka.

- Tu mami es buena.

- Sí pero no te da dulces ¿o si? - la niña negó ligeramente - ven, creo que tengo algo para ti en mi bolso - con total ingenuidad, Ivanka tomó su mano y la guió hasta el escritorio, donde estaba su bolso y hurgó en el interior hasta dar con algo - pero no le digas ni a tu mamá ni a la mía ¿es un secreto? - murmuró, al entregarla un chupetín de chocolate, en forma de conejo. Ekaterina lo tomó, moviendo su cabeza en afirmación y lo guardó tras su espalda, dentro de su camiseta.

- Eres linda, Ivanka - masculló, con su mirada en el piso y oyendo la armoniosa risa de la mejor amiga de su hermana. Cuando la joven se arrodilló frente a ella, para dejarle un beso en la mejilla, Ekaterina atrapó parte de su rostro y el beso, casi cerca de su oreja, fue más ruidoso, sonoro ante el mutismo del cuarto dónde estaban - ¿sabes que tendré novia?

- ¿En el colegio? ¿Tienes una?

- No, no ahora. Luego, cuando mamá me dé permiso - Ivanka rió, rascando bajo su nariz con diversión - y será muy bonita, como tú ¿o tú quieres ser mi novia?

- Cuando tu mami te dé permiso, lo hablamos ¿qué te parece?

- ¡Genial! Pero tú no debes tener novio.

- Oh, no, no te preocupes. Te seré fiel.

- ¿Ekaterina? - la llamó Grace al abrir la puerta - ven, mamá está esperándote - la niña corrió a ella pero, antes de salir, regresó y le dejó otro beso a Ivanka, que golpeó su nariz con suavidad repetida veces a manera de broma.

- Chau, Ivanka.

- Adiós, peque.

- ¿Qué tanto hablabas allí dentro? - le preguntó Elena al tomar su mano y caminar con ella por el pasillo. Katya alzó los hombros, mientras jugaba con el piso a no pisar las rayas de los cuadrados.

- Ivanka será mi novia ¿puede serlo, mamá? - Elena frunció el ceño, riendo luego por las ocurrencias de su hija - ¿puede?

- Más adelante, hija.

- ¿Cuánto?

- Unos años.

- ¡Eso es mucho!

- Entonces solo más adelante ¿contenta?

- Ajá, eso no es años - Elena la miró, sacudiendo su cabeza cuando se detuvieron frente al ascensor y estiró su brazo. Cuando apretó el 5, porque debían pasar por los resultados de otros análisis antes de abandonar el edificio, pensó que más que ese número de años debían pasar.

Más, mucho más que solo 5 años.

***

- Te toca.

- No, a ti. La última vez fui yo.

- Elena Katina si te digo que te toca a ti, te toca a ti. Vas tú - Elena bufó contra el cuello de su esposa y dejó la cama, semidormida y llegó hasta la cuna a unos metros. Oleg lloraba de pie, sosteniéndose de los costados y ella lo tomó bajo sus brazos, llevándolo a su regazo.

- ¿Qué pasa, hijo? ¿Tienes hambre?

- No es hora para que coma, Elena - la corrigió la morena y ella rodó los ojos. Olvidaba que, sin importar la hora, la perfecta organización de su esposa no se alteraba.

- ¿Entonces qué es?

- Fíjate su pañal - lo hizo. Alejó su pantalón hacia atrás pero notó lo limpió que aún estaba - ¿no?

- No.

- Entonces tráelo con nosotras. Quizá no pueda dormir.

- Yul, tiene dos años. Lo vas a mal acostumbrar.

- Que lo traigas.

- Está bien - susurró, dominada al camino de regreso y acomodándolo en medio de las dos. Volvió a su lugar y tapó a los tres, notando como su hijo reconciliaba el sueño al estar allí - ahora no tengo sueño.

- Solo cierra los ojos y vuelve a dormir - Elena chistó con su lengua, en negación y movió su cabeza.

- No, ya no puedo. Creo que iré por un vaso de leche tibia ¿quieres?

- Despertarás a los niños, Elena - masculló la morena entre dientes, en una clara orden porque ni se moviera.

- Pero Yulia….bueno entonces ¿qué hacemos? No podemos tener sexo con Oleg aquí. Y no puedo dormir, me aburriré en unos minutos.

- Pero yo muero de sueño.

- Pero yo no. Y no te duermas, te lo estoy ordenando - agregó, alzando a ver los ojos de Yulia fijos en ella - ¿Qué creías? ¿qué solo tú mandas? - la morena alzó una ceja.

- ¿Acaso tú lo haces? - Elena tragó saliva con dificultad, negando luego de pensar la respuesta - lo sabía, mi amor ¿por qué no me dices algo lindo en vez de estar molestando?

- ¿Algo lindo?

- Desde que nos casamos que no me dices nada romántico - fingió un bostezo y cerró los ojos. Yulia se inclinó hasta ella y golpeó suavemente su abdomen, obligándola a que volviera a despertar.

- Te las digo todo el tiempo, Yul.

- No es cierto.

- Está bien, a ver… ¿quieres que te diga algo lindo de ti o de tu cuerpo? - la morena la miró con fastidio, antes de regresar contra la cama y acurrucarse contra su hijo. Elena se acomodó de perfil, pasando un brazo por él hasta atrapar la cintura de su esposa, encerrando a ambas en ese abrazo - sabes que no soy buena con esto de las palabras. Puedo demostrártelas y eso es mucho mejor.

- ¿Qué cosa puedes demostrarme?

- Lo mucho que te amo. Si quieres un vaso de agua a media madrugada, voy y lo busco. Si no te quieres levantar a ver el por qué del llanto de Oleg, lo hago si estás cansada. Si no quieres tener sexo, tengo que aguantármelo y no te obligo.

- Por supuesto que no puedes obligarme ¿cómo vas a obligarme?

- Oh, tú sabes…si quieres saber que tan linda eres en mi vida, debes saber que eres…eres como la sangre que hace bombear mi corazón. Eso eres, lo que me mantiene con vida.

- Que romántica. Sangre - ironizó y ella coló una mano hasta su abdomen. Escaló sus dedos hasta su pecho y allí, dibujo la forma de un pequeño corazón.

- Allí estoy yo - aseguró, tocando suavemente ese punto - y en el mío estás tú. Tú, tú y siempre tú, Yulia Volkova.

Yulia alzó su vista, observando los ojos verdes de su esposa comenzar a cerrarse. Se estiró hasta ella e imitó las líneas en su pecho.

- Yo, siempre yo - susurró, llegando a su boca y dejándole un beso en los labios.

Cuando Elena, en un último movimiento casi despierta, la envolvió con protección, se recordó una vez más que sí, Elena sabía mucho mejor demostrar cuánto la amaba y no solo decirlo.

Lo cual valía más. Mucho más para ella.

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Mensaje por Patricia Armstrong 8/25/2024, 8:06 pm

Me gustaría que ya Katya creciera para ver si Ivanka le hará caso

Saludos
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