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Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA

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Mensaje por Fati20 1/30/2023, 2:26 pm

Que linda primera cita 😍😍😍😍 fue tan linda y perfecta y se siente q esta Yelena la reconoce mucho más y su primer beso 😱😱 qué emoción. Feliz lunes cariño 😘😘😘
Fati20
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Mensaje por psichobitch2 1/30/2023, 7:04 pm

Amo esta historia y me la leería muchas veces por lo hermosa y bien argumentada que está
psichobitch2
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Mensaje por Fati20 1/31/2023, 1:05 pm

Espero aparezcas pronto cariño ya se te extraña por aquí 💔💔💔💔
Fati20
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 1/31/2023, 6:13 pm

Capítulo Treinta y seis:

Nuestros cuerpos hacen colisión, la ropa mojada se nos pega al cuerpo y al instante siento frío, se me erizan los vellos del cuerpo, más no sé si es por ello o por el beso que nos estamos dando.

Necesito aferrarme a ella, abrazarla, fundirme, quiero volverme loca, voy a volverme loca por todo lo que estoy sintiendo, es tanto y lo he esperado por mucho tiempo. Besa distinto, es mejor, más apasionada, explora, no duda un solo instante para usar su lengua y acariciar la mía. Se me va el aire, pero no quiero separarme de su boca.

Me quita la chamarra que escurre aún y ella hace lo propio con la suya. Caen con un sonido seco; entonces nos tomamos el tiempo de mirarnos a la cara, sin decirnos una sola palabra, nuestros ojos tienen la conversación más perfecta posible.

Me mira con deseo y sé que la miro de la misma forma; regresa a mis labios, manteniendo mi cara entre sus manos, puedo sentir cómo me acaricia con los pulgares y luego mete la mano a mi cabello mojado.

Recuerdo en un instante, con este beso, que la otra Yelena me besó antes de que la lluvia cayera torrencialmente en nuestro paseo por la casa de campo. Han sido encuentros diferentes con unas cuantas similitudes. La lluvia, el tributo, que no recuerdo si fue más bien a Vagabond Opera, pero hay algo de repetitivo en esto, algo que no debía de cambiar, señales que me dicen que esto puede ser aún más perfecto. Mucho más perfecto que en los años treinta, pues éstas que somos ahora, son las que se pertenecen por ley.

No sabe cuánto es que he esperado por este momento, por volver a tenerla tan cerca de mí, es tanta mi felicidad que estoy eufórica y la cargo, es real que pesa menos, por eso su cara me parecía más afilada, por eso siento su cuerpo ligero y su piernas más flacas. Esta es la moda de ahora, menos carne en el hueso, matarse con dietas y ejercicios para tener el cuerpo perfecto del siglo XXI; ojalá pudiera decirle lo mejor que se veía entonces, con cinco kilos más. Con el cuerpo perfecto de los años treinta.

La acuesto en una orilla, para no mojar la cama entera, al rato que nos quitemos la ropa buscaremos un lugar seco y tibio para intimar. Ahorita estamos en el preámbulo, en el de besarnos y tocarnos apenas, de casi pasar de segunda base, de no llegar a tercera.

Somos dos extrañas.

Ella probablemente piense que para mí esto es cosa de una sola noche, de acostarme con ella porque la acabo de conocer y hubo cierta magia entre nosotras. Ella quiere creer que lo es, porque así como se auto compadece, así también quiere que la usen, y probablemente no sentir.

Si supiera que no planeo irme a ningún lado, si supiera que ella no va a querer irse y que más allá de eso, lo que más hará esta noche será sentir. Sentir conmigo y por mí, para mí. Ha estado en los brazos incorrectos, besando labios que no eran sinceros; aquella que le ha roto el corazón la engañó, la gran enfermedad de todos los tiempos en cuanto a amor se refiere, la infidelidad. La que doblega el espíritu, rompe el autoestima y corrompe el alma.

Pero yo no voy a herirla de ese modo, porque ella es lo que más he querido amar en esta vida incluso antes de saberla, de comprender que nos íbamos a encontrar de todas maneras. Ella es esa muerta de entonces, de la foto en el vestíbulo.

Ella es la del viaje a París, de las noches de compañía, a la que no podía dejar nunca de tocar; esa es ella, aquí, junto a mi cuerpo, besándome todavía.

Y la abrazo fuerte, no quiero abrir los ojos, me siento mareada, por lo que he bebido y por lo que estamos haciendo; no voy a abrir los ojos porque tengo miedo de que esto sea una alucinación, que esté teniendo un sueño, de esos que tuve a lo largo de estos tres años. Que se me esfume y me quede sola de nuevo.

-Yulia - La escucho decirme - ¿Estás bien? - Reconozco que dejé de besarla y me quedé abrazándola tan fuerte que la estoy apretando demasiado.

-Perdón. Sí, estoy bien; es sólo que… - Pero ¿decírselo ahora? Decirle que es ella a quien he estado buscando. No, es como decir ''Te Amo'' en la primera cita – Hace bastante que no estoy así con alguien y… tengo nervios - Miento.

Su mirada se suaviza, se enternece, lo noto también por su sonrisa. Me quita delicadamente el cabello que se me pega en la cara. No dice mucho, es más, no dice nada, me besa de nueva cuenta.

Se acerca a mi oído (Yo voy a guiarte) Trago saliva nada más de escucharlo, de cómo lo ha dicho, tan quedo y seductor, reconozco en su voz que ella quiere que pase esto tanto como yo.

-Ok - No puedo decir más, tampoco quiero. De hecho ya no quiero hablar, necesito hacerle el amor toda la noche.

Es tanto lo que la he extrañado y deseado que un encuentro no me bastará.

Nos quitamos pues la ropa y nos metemos bajo las sábanas. La luz de la lámpara del buró tan tenue, que le baña el rostro de luz amarilla y la hace ver más hermosa y mágica de lo que de por sí ya es. Casi como aquella fotografía en color sepia.

Me doy cuenta que es la primera vez que haré el amor con Yelena, está aquí, entre mis brazos, besándome el cuello de una forma como jamás me han besado el cuello y se me erizan los vellos de los brazos, un escalofrío me recorre entera y siento que voy a derretirme sobre su cuerpo.

Probarla me sabe irresistible, porque aunque en su cara veo a Elena (En las muchas veces que hicimos el amor) Sus gestos son distintos y la forma como me toca y se deja tocar son todavía más. La experiencia de Elena es mía, aprendida en base a cómo nos explorábamos las dos poco a poco. La experiencia de Yelena es en base a otras, a cómo la besaron ellas, cómo la tocaron ellas, si es que hubo otras aparte de Irina.

No me importa en absoluto, aprenderla es algo que me emociona.

Me siento en otra dimensión cuando las palmas de sus manos me tocan la espalda, cuando sus dedos me jalan el cabello de la nuca; cuando me pone la espalda sobre el colchón y hace de mí lo que quiere.

Me dejo, es osada, es sexy, sensual, busca en mí las reacciones que necesita: un gemido, abrir la boca, aferrarme a las sábanas y a ella, a su brazo, como para sostenerme de no caer a un vacío. Me observa, examina todo lo que hago cuando me toca de una forma como no me han tocado nunca.

Me pierdo en ella, mucho más que antes, en esta mujer nueva de alma vieja.

Hacemos de la cama un desorden, las sábanas terminan en el suelo, las almohadas junto a la ropa mojada; no nos damos cuenta de la hora ni buscamos saberla.

Afuera el cielo sigue oscuro y las calles tranquilas, todos duermen mientras nosotras estamos completamente despiertas pese a la energía que hemos gastado con un orgasmo tras otro. Es el mejor sexo de mi vida y si contamos pues lo romántico de hacer el amor… hicimos el amor por todas las vidas que hemos pasado juntas, todo unificado, todos los sentimientos de antes comprimidos y esparcidos sobre nosotras en ese momento como si nos hubieran rociado magia.

Hace silencio, después de la euforia y el ruido, no hay una sola palabra, se escuchan su respiración y la mía. Estamos de lado, con nuestras manos bajo nuestra sien, viéndonos fijamente; no me distraen sus caderas ni sus piernas, tampoco su pie que roza apenas el mío. No hay absolutamente nada que pueda hacer que mueva mi mirada, quiero estar en sus ojos, colarme por ellos hasta su alma.

Es ella quien se mueve primero, saca una mano y me acaricia el brazo, mis vellos rubios se erizan de nuevo con su tacto, suspira.

-¿Quién eres? - Pregunta quedo, su voz es un hilo que puede romperse en cualquier momento.

''El amor de tu vida'' quiero decirle. Contestarle que soy quien la ha estado esperando desde hace tanto. Que soy quien quiere envejecer a su lado y buscarla de nuevo, cuando tengamos que nacer y reencontrarnos para seguir haciendo la magia que hemos hecho hoy y que hicimos en los años treinta.

-Alguien común y corriente - Es lo que puedo contestar. Me sonríe.

-No creo - Le sonrío de vuelta. Aleja su mano y antes de que pueda regresarla la tomo con la mía y en sincronía enlazamos nuestros dedos. Pum, otro choque de electricidad.

-¿Lo sientes? - Frunzo el ceño. No sé qué quiere decir.

-¿Qué cosa?

-Como si la habitación estuviera llena de electricidad, como que cerca de nosotras hubiera una bobina de Tesla.

-Probablemente nosotras lo seamos - Juega con mi mano, como si quisiera aprendérsela, observa mis uñas, las líneas, mis dedos delgados.

-Probablemente.

Vuelve a hacer silencio, se acurruca junto a mí y la abrazo, pongo mi barbilla sobre su cabeza y ella descansa en mi hombro. Estamos completamente desnudas, no hay sábanas que nos cubran. A veces no hay pudor entre dos extrañas, a veces es lo único que se respira después de intimar.

Qué bueno que nosotras estamos en la primera categoría. Yo la conozco entera, ella apenas me descubre aunque bien sabe, muy en el fondo, que ésta que está sobre su cama de hotel, es la que se ha aprendido de memoria desde tiempos remotos.

El alma siempre recordará lo que la mente olvida.

Algo va a decirme, infla el pecho y abre la boca, pero se retracta y en lugar de hablar se acerca más a mí y siento cómo me abraza con fuerza. Hago lo mismo, me reconforta tanto saber que aunque no lo diga, está dispuesta a quedarse.

-¿Por qué me mentiste? - Susurro después de un rato.

-¿Cómo?

-Cuando me dijiste que eras arquitecta.

-Porque no sabía si me secuestrarías, a los extraños no se les dice la verdad - Sonrío, creo que tiene razón – Cuando nos encontramos sentí algo raro, no sabría describirlo, así que sentí miedo porque fue desconocido para mí, jamás lo había sentido; fue como si pasara de estar ahí a estar en otro lado y sólo estábamos las dos.

El corazón se me acelera y lo nota, puede escuchar mis latidos, casi apuesto porque puede sentirlos empujándole la sien. Se levanta y me mira; es difícil para mí tener mis ojos sobre los suyos porque mi cabeza está completa sobre el colchón, me pongo un brazo debajo y así me levanto un poco.

-¿Qué dije? - Tantas preguntas con respuestas que no puedo darle aún.

-Fue algo que sentí también, no sé bien porqué, pero… sí, lo sentí - Vuelve a acomodarse sobre mi hombro y a posar su mano en los huesos de mi cadera.

Después de algunos minutos donde siento que estoy por quedarme dormida, hago por levantarme y me sostiene fuerte.

-¿Ya te vas? - Quiere hacer como que no la decepcionará mi respuesta, se muestra poco interesada.

-Tengo frío, buscaré una cobija y volveré a la cama para que durmamos… ¿Está bien? O… quizás prefieras que… - No puedo terminar de hablar cuando me dice que no, que me quede. Sonrío y busco en el clóset por algo que pueda cubrirnos, las sábanas no serán de mucha ayuda.

Se deja que la "arrope" y me meto bajo la cobija, me pego a su cuerpo y yo me dejo abrazar.

Así, junto a ella, no tardo en quedarme dormida.

xxxxxxx

El celular suena en algún punto de la habitación, me despierto desconcertada, no sé dónde estoy y tardo unos segundos en darme cuenta de que estoy junto a Yelena. El sol ya se cuela por las ventanas y el celular no deja de sonar.

Me levanto tan rápido que me mareo y doy por fin con el él.

-¿Hola?

-Ah, señorita Volkova, estaba a punto de colgar - Escucho el acento y no logro identificar quién es y porqué me llama 'Señorita Volkova'.

-¿Quién habla? - Estoy modorra y desconcertada.

-Soy la chica que le dejó los trípticos ayer ¿Recuerda? ¿Para lo de la campiña? - Elena está despierta y me observa, mi cuerpo desnudo frente a ella. No digo nada, no siento vergüenza, es más, sé que es un deleite para ella verme así, a los pies de la cama.

-Claro, claro, dime.

-Bueno, logramos encontrarle tres habitaciones ¿Está bien?

-Está perfecto.

La conversación sigue, nos ponemos de acuerdo en horarios de salida y veo el reloj, suerte que llamó temprano. Sólo espero que las chicas no tengan otro plan pues en realidad nunca las informé sobre la campiña.

-Nos consiguieron las habitaciones - Le sonrío a Yelena y levanto mi ropa, sólo para darme cuenta que está húmeda – Diablos, no se ha secado - Eso me lo digo a mí. Se sienta en la cama y se deja caer la cobija hasta la cintura.

¿Ya les he dicho que sus senos son perfectos? ¿No? Bueno, lo son.

-Te prestaría algo mío, pero dudo que te quede - Se estira y se levanta. La veo ir hacia el baño y escucho el agua correr, asoma apenas la cabeza y me mira pícara – Puedes acompañarme, si quieres-.

Se me sube el color a la cara y me quedo sin palabras, ni siquiera sé por qué me ha dejado muda. Trago saliva con dificultad y voy a donde ella.

Nos damos un buen baño de tina y sonrío con nostalgia al recordar esas veces en las que en la casa de campo hacíamos los mismo, sólo que su espalda siempre pegada a mi frente y me lavaba el cabello después de quedarnos unos minutos acariciándonos bajo el agua.

En esta ocasión cada quién hace lo que puede con jabón y esponja y hablamos de esto y aquello hasta que nos damos cuenta que tenemos que apurarnos. Salimos envueltas en toallas y se viste frente a mí mientras yo hago la llamada esperada.

-¡Por dios! - Grita Emma al otro lado de la línea. Yelena la escucha y se ríe – Por favor dime que… - La interrumpo antes de que diga una imprudencia y la oigan.

-Te voy a dar una dirección, y necesito que me traigas ropa, la mía está húmeda. Aparte, carguen con ropa pues les he reservado a todas unos días en una campiña que apuesto que van a adorar.

-¿O sea?

-Que vamos a salir de la ciudad, así que haz maleta para pasarlo en una campiña por un par de días. Necesito que me traigas ropa porque no tengo qué ponerme, no se ha secado del aguacero que cayó ayer…

-Oooooh así que sí…

-Sí - Vuelvo a interrumpirla.

Tras darle la dirección, colgamos, me siento en la cama con la toalla puesta y veo que en el baño hay una bata, me visto con eso en lo que Emma llega con mi maleta.

Veo a Yelena organizar las cosas que se llevará. Camina de aquí para allá, no puedo quitarle los ojos de encima.

-¿Tienes hermanos?

-No, soy hija única, mis papás, bueno, mi mamá no pudo tener más hijos - Se detiene y me mira – Tengo hambre.

-Yo también, pero no es que pueda bajar así a comer algo ¿Cierto? - Ríe. Sin decir más se acerca al teléfono y llama a servicio a la habitación.

Pide un par de sándwiches, jugo de naranja y café.

-¿Tú sólo tienes una hermana?

-Sí.

-A veces no sé si fue bueno que no tuviera hermanos, es decir, gracias a ser hija única gocé de muchos privilegios, pero me hizo falta alguien con quien pelear y jugar y que fuéramos confidentes ¿Sabes? - Voltea a verme y yo asiento – Tuve una vida bastante solitaria.

-Tener un hermano no garantiza que no serás solitario.

-¿Por qué lo dices?

-Porque yo peleaba bastante con Kristina, pero nunca fuimos confidentes; jugábamos, sí, sin embargo a los quince minutos cualquiera de las dos salía llorando - Me encojo de hombros y suspiro – No sé, creo que los hermanos también pueden encontrarse en los amigos ¿Tienes amigos casi hermanos?

-No realmente, pero es el único en el que confío - Desbloquea su celular y me muestra la foto.

Se me baja la sangre a los pies y palidezco. Parpadeo rápido y varias veces, me quedo sin palabras, es Dima.

-Es… ¿Cómo se llama?

-Owen.

-¿Tu confidente dices? ¿Ex quizás? - Se burla.

-Jamás, no podría verlo como algo más, nunca. Él estuvo conmigo cuando salí del clóset, me apoyó bastante, me ha apoyado en todo ¿A qué edad saliste del closet?

-Pues… - Organizo mi cabeza y dejo de lado el hecho de que es Dima para hacer un poco de sentido en mi respuesta – Creo que tenía catorce cuando… cuando mi padre encontró una carta de… Avril… pude mentirle, pero era más que evidente y pues, dije la verdad; me costó castigos, gritos, etcétera, así por cuatro años hasta que a los dieciocho me fui de casa.

-Vaya… no a todos nos va tan bien.

-¿Por qué? - Pregunto curiosa.

-Pues mis padres no dijeron nada, o no mucho. Los tomó por sorpresa pero tampoco fue el fin del mundo ¿Cuántas novias has tenido? - Qué mujer tan curiosa.

-Creo que… ¿una? Es que, la verdad no era de aquellas que busca algo formal, así que salíamos por un par de meses y luego salía huyendo - Tocan a la puerta y veo entrar al chico con la mesita, comienzo a salivar, de verdad muero de hambre.

Nos sentamos y comemos con gusto.

-Me decías que eres de las que huye.

-Era, ya no.

-¿Quién te hizo cambiar? ¿La única novia que has tenido? - Me río para mis adentros de lo cómico de todo esto. Tú Yelena, tú me hiciste cambiar cuando te llamabas Elena.

-Supongo que la madurez - Doy una mordida a mi sándwich y ella nos sirve una taza de café.

-Puede ser.

-¿Cuántas novias has tenido tú?

-Tres.

-¿Has durado mucho con ellas? - No quiero tocarle el nervio, pero quiero saber sobre esa mujer con la que iba a casarse.

-Sólo con Irina - Se me atora el café pero no toso como suelo toser cuando algo se va por el lugar equivocado. Sí era Irina.

-Tu ex.

-Sí.

-¿Hace cuánto que…? - Observo cuidadosamente su cara, esperando no incomodarla, esperando una señal que me diga que le duele menos.

-Bueno, la luna de miel no sería en seguida, porque compramos los boletos baratos y eran para cuatro meses después, pensamos que podríamos esperar. Una semana antes de la boda me enteré de todo… aunque ya tenía seis meses haciéndolo - No se le quiebra la voz, pero se le escucha molesta.

-Podemos cambiar de tema si gustas.

-No, está bien, cada día me afecta menos - No sé cómo seguir, así que es ella quien toma la palabra - ¿Sabes? No soy de aquellas que tienen one night stands, en realidad creo que es la segunda o tercera vez que me sucede.

-¿No te gustan?

-No tengo la suerte de conseguirlas; para ti ha de ser muy fácil, con esa cara y tu encanto natural… - Me río.

-Para ahí - Capto su atención y me mira directo – No sé si Irina no te dijo hasta el cansancio lo hermosa que eres, o lo interesante que puedes llegar a ser, si no estaba encantada por ti, pero déjame decirte que al menos YO te encuentro increíblemente sexy y guapa, interesante - Suspiro como se suspira cuando alguien te prende o se te antoja más allá de lo inimaginable – Eres… casi irreal - Se sonroja tanto que no sabe dónde meter la cabeza y no dice más.

La observo con ternura, se cubre con la servilleta y me echo a reír. Me estiro y la descubro.

-Me gustas - Me sale así sin mas.

-Y tú a mí - Me emociono.

-¿En serio? - Cuando me ve brincar en mi asiento y preguntarlo como si fuera una chiquilla, ríe ella.

-Sí - Dice entre risas – Mucho - Nos perdemos en nuestras miradas, estoy a punto de levantarme para besarla cuando suena de nuevo el celular. Maldigo en ese instante.

-¿Sí? ¿Qué quieres?

-Uh, tu estúpida ropa seca está afuera de la habitación, maldita majadera - Recuerdo a Emma, mi ropa seca y que tenemos que darnos prisa.

-Ya te abro.

Em pasa cargando pesadamente la maleta, la sostiene con ambas manos y voltea en seguida a ver a Yelena, sonríe tanto como yo sonreí cuando me di cuenta de que era Elena, que nada en su rostro había cambiado, ni siquiera sus lunares.

Yelena se levanta de la mesita y se acerca para saludarla y estrechar su mano.

-Hola, soy Yelena.

-Emma - No le quita los ojos de encima y ésta frunce el ceño.

-Pasa y siéntate ¿Gustas café?

-Sí, gracias.

Entro al baño para vestirme, las escucho intercambiar unas cuantas líneas sobre a dónde han paseado y si las chicas están esperando abajo. Cuando salgo las dos me miran fijamente, una me ve con deseo, la otra con felicidad.

-Te ves radiante - Me dice Emma – Como no te has visto en… pfff… ¿nunca? - Yelena capta la indirecta y agacha la mirada mientras se muerde el labio.

-Gracias ¿Nos vamos?

-¿Vas a acabarte el emparedado? - Río.

-Cómetelo - El apetito de Emma es feroz.

Bajamos al vestíbulo donde la camioneta blanca nos está esperando junto con otros turistas impacientes. Subimos las maletas a la parte trasera y emprendemos el viaje a la campiña.

No quepo de la emoción.

Ya quiero verla, recordar su olor, sus campos, todo en ella.

Dentro del vehículo presento a Yelena con Danielle, Nastya y Clementine. Por un momento pienso que habrá cierta rivalidad de Danielle hacia ella, pero, como en los viejos tiempos, si es que puedo llamarlo de ese modo, le saluda amistosamente, con una amplia sonrisa en el rostro, halaga sus labios y platican casi todo el camino acerca de París.

Emma me sonríe desde su asiento, está contenta por mí, sabe que este es uno de los días más felices de mi vida. Comprende todo lo que significa, porque ella misma lo ha sentido cuando vio a Nastya en ese salón de baile, cuando vio que era esa que había conocido años antes y que sin más se esfumó.

Estamos completas ahora, las cuatro.

Cuando damos vuelta y entramos por el largo sendero acompañado por enormes árboles que en esta época del año son verdísimos y frondosos, me siento como una chiquilla que ve por fin la gran esfera de Epcot Center en Disneyworld. Casi quiero pegarme a la ventanilla.

Es exactamente como la recuerdo, majestuosa, imponente, enorme. De fachada blanca y techos azules, con jardines llenos de flores y fuentes alegres. No me transporto a entonces, me quedo en este tiempo, la disfruto más ahora, es una nueva experiencia y una nueva oportunidad, un nuevo paquete de recuerdos que se me quedarán en la memoria para siempre.

Tengo, sin embargo, la impresión de que al entrar a registrarnos, Anna estará ahí, para encontrarse con Danielle, aunque, creo que ellas no son esos amores que están destinados a quedarse; es probable que en algún momento se conozcan, se amen con locura y luego sin más, se separen como sucedió entonces.

Volteo a ver a Danielle, en seguida siente mi mirada y me sonríe, se acerca a mí y se toma de mi brazo.

-Es linda - Volteo a ver Yelena que recibe su maleta y nos ve, pero, sabiendo que estamos teniendo una plática privada, camina hacia el par de ancianas con las que platicó de teatro. Ambas visten bermudas color beige, llevan una blusa holgada y un gracioso sombrero de paja sobre sus cabezas, parecen gemelas.

-Mucho, en cuanto la vi… fue como si… no sabría explicarlo.

-¿Amor a primera vista?

-Definitivamente.

-¿Y ella?

-No lo sé, sí hubo algo, pero no podría definir que de su parte fue amor a primera vista, eso tendrías que preguntárselo a ella - Me suelta y se queda a mi lado, con la mirada sobre las ancianas y Yelena.

-Apuesto a que lo fue - Sus ojos ahora en mi perfil - Y yo que te quería para mí - Como me habla ahora siento que escucho más bien a Camille, puedo imaginarla con su vestido de gala y su cigarro en la mano, interrumpiéndome en el balcón.

Quiero ir a ese balcón, llevarla conmigo, recordar que fue ahí donde comenzó nuestra amistad. Una de las mejores que he tenido en ambas vidas.

-Ya me tuviste - Le sonrío.

-Sí, eso es verdad; al menos puedo presumir que te llevé a la cama - Reímos.

Cuando vemos que bajan nuestras maletas nos acercamos al transporte, Yelena se despide de sus nuevas amigas de paseo y se acerca a mí.

-Son adorables.

-La mayoría de los ancianos lo son; lo que me recuerda que no he llamado para ver cómo está mi abuelo… lo haré en cuanto nos instalemos en las habitaciones.

-¿Cómo se llama tu abuelo?

-Benjamín Volkov - Frunce el ceño y se le pierde la mirada, algo intenta recordar.

-Me suena el nombre, casi tanto como el tuyo - Sigue pensando.

-Tal vez también lo conociste en otra vida - Le acaricio la mejilla con mi pulgar, quiero besarla de nuevo.

-Quién sabe.

-Bien, si son tan amables de seguirme por acá para registrarlos - Grita Laura, la chica de la playera polo y los trípticos.

Seguimos por el camino de adoquin, subimos las escaleras que tiene escalones en medio y a los lados y entramos al enorme vestíbulo que en seguida recuerdo, de piso brillante y resbaladizo, ahora hay una alfombra para evitar los derrapes y el mostrador se encuentra junto a las enormes escaleras que nos guían a las habitaciones del segundo piso.

Si no mal recuerdo, a mi izquierda estará el salón donde fue el baile y a la derecha el enorme comedor con frescos en los techos.

Nos tocan las habitaciones cincuenta y dos a cincuenta y cinco y vamos hacia allá para descansar un poco, media hora de hecho, según lo dicho por Laura y luego empezaremos con el Tour por algunas zonas y nos llevarán a los viñedos para hacer cata de vinos.

Es evidente que Nastya y Emma compartirán una habitación y que Danielle otra.

-Generalmente no duermo con extraños - Escucho a Yelena, que camina hacia las ventanas y las abre, en seguida sopla una brisa fresca que nos invade con el olor a campo – pero después de lo de anoche, tampoco es que tenga mucha opción - ¿Qué debo contestarle?

-Bueno, por eso había pedido cuatro habitaciones pero… - Se gira y ríe.

-Tranquila, estoy fastidiándote - Se acerca a mí - ¿Te ha pasado que al estar en una fiesta, donde sólo conoces a un par, terminas conociendo a alguien que te cae incluso mejor que el par con el que has ido? - hago memoria.

-Creo que sí, sí - Maxim a quien conocí gracias a Iván, hace años que no me hablo con él, pero Maxim es mi mejor amigo.

-Encuentras una comodidad y confidencia tan inexplicable e inmediata que no te importa que tengan una hora de conocerse, quieres contarle todo.

-Ajá.

-Así me siento contigo, además - Voltea a ver la cama – Es una cama grande, cada una podrá tener bastante espacio para dormir como le plazca.

''Yo quiero abrazarte tanto como anoche'' Pienso. No lo digo.

-En eso tienes razón.

-Creo que me cambiaré de ropa, al menos de blusa, si caminaremos es seguro que voy a cocerme si me dejo esto - Saca de su maleta una playera floja sin mangas y se calza otros zapatos.

Hago lo mismo que ella y saco los lentes Ray-Ban del estuche. Miro el reloj, quedan quince minutos.

-¿Te apetecería que bajemos al salón?

-¿No es parte del tour?

-Sí, pero quiero verlo ahora, antes de que esté lleno de turistas y preguntas, ruido.

-Ok, te sigo.

Bajamos pues, al entrar me doy cuenta de que sigue igual y creo que han renovado las pinturas, tienen más color, huele diferente, claro, porque no está plagado de vinos, gente, cigarrillos, perfumes distintos.

Nuestros pasos resuenan en eco. Me abruma estar aquí, me llena de tantos recuerdos. Veo a los de entonces, enmascarados, con sus copas de champagne en la mano, veo cerca de la pared opuesta a Elena, sonriéndome desde lejos. Siento un nudo en la garganta y ahogo las lágrimas de emoción.

-Es… es como si hubiera estado aquí… como si hubiera estado en una fiesta, música, risas… puedo imaginarme en un vestido hermoso, conversando con tanta gente - Está cuatro metros lejos de mí, observándolo todo.

-En los treintas Elena Katina se presentó aquí, fue una fiesta en su honor, como una presentación; estaba lleno de inversionistas en el espectáculo. El escenario estaba por allá, fue una mascarada increíblemente bella, parecía que estabas más bien en mil setecientos- Me escucha atenta, pero hay en su semblante algo que me dice que también se siente extraña – Si te asomas por estos balcones - Camino hacia allá y abro las ventanas – Verás el camino, el laberinto y las montañas.

-¿C...cómo sabes tanto? - Me pongo nerviosa.

-Lo he leído.

-Es más bien como si lo hubieras vivido.

-Ojalá - Necesito ser menos obvia.

Nos quedamos en silencio, recargadas en la cantera tibia, el sol no nos da de frente, pero se siente el calor, su mano se acerca a la mía, su meñique apenas rozando el mío, me acerco, volteo a verla y ella sigue con la vista al frente; le beso la mejilla y en seguida me mira.

-¿Puedo besarte? - Pregunto insegura.

-¿Por qué no sólo me besas y ya? - Lo dice entre risas.

-Porque… no lo sé.

Es ella quien me besa, callándome en seguida, se siente en sus labios el desespero, las ganas que tenía de besarme también. La abrazo de la cintura, es tan diminuta y abrazable.

-Con que aquí están - Nos interrumpen y nos separamos en seguida – Perdón, no quise… - Nastya.

-Está bien, no pasa nada - Se apura a decir Yelena.

-Vaya lugar - Mi compañera de antaño se acerca a nosotras – Me encanta.

-Lo sé, es increíble.

Nos quedamos calladas, viendo hacia el horizonte, esperando que sea la hora en la que los que llegaron con nosotras bajen al salón para empezar el tour.

Yelena se gira, recargando la espalda y los codos en la cantera.

-¿Y a qué te dedicas Nastya?

-Tengo una escuela de baile.

-Qué interesante, cuando esté de vuelta por allá iré a que me des unas clases ¿De qué parte de Inglaterra eres?

-Northampton.

-Ah, quedamos bastante cerca, yo estoy estudiando en Londres.

-Quizás cuando yo vaya te visite.

-¿Planeas ir pronto?

En un santiamén se enfrascan en su plática y recuerdo a aquellas dos que eran las mejores amigas, que conversaban y reían, hacían bromas, fumaban juntas. Me mantengo en silencio porque me complace verlas así, entretenidas en lo que tienen que contarse, hay un clic inmediato entre ambas, como lo hubo con Emma y conmigo, como sucedió también entre Nastya y yo.

Al cabo de unos minutos estamos todos reunidos y comenzamos con el paseo por la campiña, ya nos explican una cosa y luego otra, los dueños, las familias que han pasado por ahí, cuándo se decide que se abrirá al público y a dónde se exportan los vinos que se producen ahí mismo.

Cuando estamos en los jardines nos quema el sol, me pongo los lentes para protegerme; Yelena no se separa de mí, conversa con tal o cual, pero siempre va a mi lado, puede ser adrede o algo que no toma en cuenta, como natural y automático.

-Estoy contenta por ti - Es Em.

-Me siento feliz, Em.

-Al menos no va a casarse.

-En esta versión no, tampoco es tu amiga desde el kínder… no sé, siento que así es como debían ser las cosas desde el principio; que al haberme aferrado a Charles cambié todo a una versión menos colorida; jamás debí de haberle hecho caso a Charles.

-Bueno, tuviste la oportunidad de remediarlo.

-Sí, aunque hubiera tardado tres años en encontrarla, así debía ser - Me pone la mano en el hombro y lo aprieta, me besa la mejilla y camina a donde Nastya para cargarla y darle vueltas.

-Es hora de que me hagas caso a mí - Se lo dice, interrumpiéndolas a ella y a Yelena.

-¿Cuánto tiempo llevan juntas? - Me pregunta.

-No recuerdo bien, dos años, dos años y medio.

-Parece que llevaran toda una vida - Sonrío y las veo, tomadas de la mano siguiendo al grupo.

-Es bueno encontrar alguien con quien parezca que llevas toda la vida y le amas como si la relación estuviera comenzando.

-No creo que eso exista - Ya vuelve a salir su lado sombrío.

-Si no ¿Entonces qué son ellas? ¿Un espejismo?

Se queda callada, sabe que tengo razón y no puede discutírmelo.

Pasamos pues el resto del día escuchando las historias de la campiña, degustando canapés, queso y catando vinos. Yo no sé nada de vinos; aunque es una actividad propia de los ricos, no me considero snob, así que sólo asiento cuando a mi paladar le agrada incluso si la mayoría lo encuentra fuerte y poco apreciable.

Volvemos a las seis, nos dejan dos horas de descanso y volvemos a reunirnos en el comedor. Es como si poco hubiera cambiado, todos hablan y ríen. Y entonces me llega otro recuerdo: Marlene Dietrich, la veo frente a mí, ya no estoy en el dos mil, estoy en los años treinta y algo platica con ese acento alemán marcado, con esa voz fuerte, con su presencia imponente. Sin embargo sí estoy en el dos mil, sólo que mi recuerdo fue tan vívido.

-¿Yulia?

-Perdón ¿Qué?

-¿A dónde te nos fuiste? - Escucho a Nastya y Danielle ríe.

-Tiene estos Lapsus Brutus en los que quién sabe dónde se pierde y no nos escucha - Le cuenta mi amiga francesa a Yelena.

-Estaba recordando algo… perdonen - Me siento apenada.

-Está bien - Yelena pone su manos sobre la mía – Me pasa todo el tiempo y más últimamente - Voltea a verme y me guiña el ojo. No sé si está diciendo la verdad o sólo está mintiendo para apoyarme.

La noche transcurre tranquila, salimos a los jardines, las seis caminando sin prisa y sin rumbo, un cigarrillo en la mano y luego nos sentamos en unas mesitas de metal que le hacen bien a mi espalda, esto es a lo que yo llamo buena ergonomía.

Las observo, les sonrío, recuerdo esas noches de pláticas y cigarro, de risas y whisky. Es como volver al pasado, pero no, estoy en el presente, la mejor versión de él. Y no puedo estar más contenta de esto, de la compañía de estas fantásticas mujeres, de haber encontrado a Yelena, de lo que hicimos por la madrugada.

No puedo ser más feliz ahora que siento su mano en la mía. No es que las cosas estén pasando rápido, es que más bien perdimos mucho tiempo y no nos damos abasto.

Volvemos a ser una bobina de tesla y la noche, en compañía de estas cinco extraordinarias chicas se vuelve la mejor noche de todas.

⏩⏩⏩

Bien, como son pocos capítulos los que quedan de esta historia, los iré subiendo uno a uno mientras me da oportunidad de escoger cuál será la próxima historia, si suspenso, drama, comedía, policíaca... Etc
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Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA  - Página 5 Empty Re: Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA

Mensaje por psichobitch2 1/31/2023, 9:12 pm

Nunca he leído una policiaca de las dos chicas... Me gustaría
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Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA  - Página 5 Empty Re: Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA

Mensaje por Fati20 1/31/2023, 10:46 pm

Me encanto el capitulo 😍😍😍 amo volver a disfrutar de como se enamoran nuevamente es tan perfecto. Entiendo lo de 1 capitulo por día "suspira con pesar" quisiera q no terminará ha sido increíble de las miles q he leído en años esta entra en mi top 3. Yo confío en tu gusto sorprendenos cariño, saludos 😘😘😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 2/1/2023, 7:02 pm

Capítulo Treinta y siete:

Prefiero no despertarla cuando la veo profundamente dormida; no hemos hecho nada anoche, llegamos tan agotadas de nuestro tour que en cuanto nos dimos un baño (por separado) y nuestras cabezas tocaron la almohada, caímos en un profundo sueño.

Respira tranquilamente, y aunque dijo que cada una podía ocupar un buen espacio en la cama debido al tamaño, ha amanecido más bien en mi mitad que en la suya. Sonrío, recordando mucho a Elena. Observo la habitación, tomándome por fin el tiempo de apreciarla con detenimiento; por un momento deseo que sea aquella en la que dormimos Lena y yo cuando se presentó entonces, pero si mi mente no me falla, la nuestra estaba al final del pasillo en el ala este.

Me siento en el sillón que está a los pies de la cama, en la orilla izquierda, y me dedico a observar a Yelena ¿Por cuántas vidas nos hemos estado siguiendo? Reencontrándonos una y otra vez en situaciones extraordinarias (o muy comunes).

¿Desde antes de que se contara el tiempo? En antiguas ciudades áridas y de grandes columnas, en campos verdes donde a lo lejos se divisa el castillo del rey, quizás en esa época donde las mascaradas eran comunes entre la alta sociedad y París se encontraba a punto de una batalla.

No sé, lo importante es que he sabido, gracias a mi viaje en el tiempo, que es ella quien me corresponde y yo a ella de igual forma; somos el conjunto perfecto.

Bostezo y estiro los brazos hacia el techo para que me descanse la espalda, ha sido una buena noche, pero hace falta esto para acabar de despertar; me levanto con sigilo y camino hacia mi celular para ver la hora, son las nueve de la mañana, afuera las nubes dejan pasar un sol amable que da paso a algunas sombras, espero que no sea calurosa y también espero que no llueva más tarde. Hoy no tengo ganas de que nos sorprenda el mal tiempo aunque ame la lluvia.

Abro las puertas del balcón y aspiro fuerte el aire, ese olor a campo siempre me ha brindado cierta satisfacción y sosiego, es como conectarme al mundo, a la tierra, a veces siento que tengo un poco de Wicca y quiero ser una sola con la madre naturaleza. Sin embargo desconozco muchas de las cuestiones y se queda en eso, en que quizás soy cinco por ciento ''bruja''.

Escucho que las sábanas se mueven y me asomo un poco para ver si ha despertado, la veo tallarse los ojos y dejar uno de sus brazos sobre su frente, dándose el permiso de despertar o seguir durmiendo por otro rato.

-¿Yulia? - Me llama, con esa maravillosa voz que tiene, que me pone el espíritu contento y me conecta a una realidad, esa donde estamos juntas. No del modo en el que quisiera, pero debo ser paciente, ya llegará el momento.

-Aquí - Entro a la habitación y camino hacia la cama sentándome en la orilla, con una pierna arriba del colchón y la otra debajo, medio cuerpo girado hacia ella.

Le sonrío y me sonríe de vuelta.

-Buenos días - Le digo. Quisiera quitarle el mechón que se le va a la cara, pero me abstengo de invadir su espacio tan pronto en el día.

-Hola - Se estira ahora ella, y hace un ruido, propio de quien disfruta hacerlo – Dormí riquísimo, creo que nunca había dormido tan bien en mi vida, sin ninguna preocupación, con cansancio, con ganas - Mi sonrisa se hace amplia y me dejo caer sobre mi estómago con los pies colgando fuera.

-Yo igual, creo que no desperté una sola vez y así como dormí, me quedé toda la noche - Dejo de verla y pongo la cabeza sobre el colchón, hago los brazos hacia arriba de la misma y cierro los ojos, contentándome con sentir su calor cerca de mi cuerpo y escuchando su respiración.

De pronto siento su mano, que con las yemas de sus dedos comienza a acariciar la mía; se me acelera el corazón al instante. No dice nada, solo sigue jugando con mis manos, entonces volteo a verla, levanto la barbilla y la veo directamente a los ojos. Ella deja pues su juego y se acomoda sobre mi almohada, abrazándola un poco.

-¿Qué pasa? - La siento nerviosa.

-Nada - Digo y sonríe.

-Haz orden en tus pensamientos y dime lo que estás pensando, porque ese ''nada'' se traduce en ''mucho'' cuando se dice de esa forma - Amo que sea tan perspicaz.

-Estaba pensando en… que me gustas mucho - Ok, no era precisamente eso, pero tampoco es una mentira.

-Es mutuo.

-Me preguntaba si después de esto… cuando regreses a Londres podría… verte - Hay un brillo en sus ojos que me alegra, su rostro está inmutable, pero ese brillo me lo ha dicho todo.

-Me encantaría, Yulia.

Es muy pronto para decirle que quiero que sea mi novia, pero sabe perfectamente bien que esas son mis intenciones.

-¿Alguna vez regresarás a Moscú?.

-En cuanto se acabe la beca, supongo.

-Me gustaría mucho que regresaras, si no, entonces quizás yo me mude a Londres - Creo que he hablado de más, estoy hablando de algo serio, de un compromiso de estar con ella. Creo que he metido la pata.

-Yulia… - El tono de su voz es serio ahora, como que va a frenarme – No estoy lista para…

-No, claro… perdón… - Me he quedado sin saber qué más decir – Lo entiendo, es sólo que contigo me siento tan en paz, como nunca y, bueno, no sé, quizá podamos ser amigas que se visitan, no pido más por el momento - Qué tonta me siento.

-Eso me funciona… por el momento - Cuando dice esto último brinco de felicidad, no literalmente, pero mi yo interior brinca una y otra vez.

Siento ahora su mano en mi cabello cuando vuelvo a poner la cabeza como antes, hace silencio y yo cierro los ojos, sintiendo el momento, esto que está haciendo; yo no le acaricio el cabello a alguien a menos que sienta algo especial, pero, yo, ella quién sabe, la conozco, pero no la conozco en absoluto.

-Voy a darme un baño - Escucho que dice después de un rato, sin embargo no ha cesado de sus caricias en mi cuero cabelludo y me está aletargando de una forma impresionante - ¿Me oíste? - Dice entre risas.

-Sí, pero es que eso se siente tan bien que siento que voy a quedarme dormida en cualquier instante.

-Ven - Volteo a verla y se hace a su lado mientras se descubre y levanta la sábana. Voy hacia ella para quedar a su altura, mirada con mirada – No sé qué tienes, pero no me había sentido así en mucho tiempo, por no atreverme a decir que nunca; me interesas, pero Irina sigue afectándome de cierta manera, así que debo cerrar bien eso para intentar cualquier cosa con quien sea; yo pienso de ese modo, que todo debe sanar para que nuevas y mejores cosas vengan - Quiero decirle tanto, pero sólo asiento y me lamo los labios. Su respuesta es la que esperaba.

Entonces se acerca a mí y me besa, se aferra a mi rostro con su mano y el otro brazo lo pasa por debajo de la almohada, entre el espacio que hace mi cuello y se pega a mí. Me está calentando el cuerpo y las ganas; amo sentirla tan cerca, sus manos en mi piel, sus labios carnosos. La amo a ella, todo lo que es.

Mete la mano bajo la playera de mi pijama y me acaricia la espalda, se me eriza la piel, no sólo de esa parte, sino toda. Las reacciones que tiene mi cuerpo estando cerca de ella son inagotables, no habrá un momento de nuestras vidas en las que no sienta que la adoro y que me encanta, incluso si llegase un momento en el que nos hartemos un poco de la otra, siempre regresaré a ella.

-Si no te detienes - Digo entre besos – Te haré el amor - La forma como me besa en seguida me dice que ni ella quiere que eso pare, así que se nos olvida todo y lo hacemos por segunda vez en lo que llevamos de "conocernos".

xxxxxx

El desayuno lo tomamos en el comedor que tiene una mesa larga y varias mesitas para grupos pequeños de comensales, nosotras tomamos una mediana que es para seis personas, exacta para nosotras, dos sillas a los lados, dos a la cabecera. Yo tengo la costumbre de siempre procurar sentarme en alguna de las cabeceras; así me acostumbró el abuelo cuando era pequeña y lo visitábamos los Domingos para la comida en familia. Ese era mi lugar, él me lo reservaba, supongo que siempre fui su princesa.

-¿Sabías que en algunos países se cree que el que se sienta en la cabecera nunca se casa? - Se acerca y me habla quedo al oído.

-Verás que no es cierto - Le guiño el ojo y vuelvo mi mirada a mis amigas que están platicando de lo hecho el día de ayer. De ese modo quito formalidad a lo que he dicho; sí, tengo toda la intención de casarme con ella. Pero no se lo digan, no aún.

xxxxxx

Esto es muy parecido a enamorarse de un personaje de televisión o cine, es como tomarle el sabor a cada versión de Angelina Jolie, sólo se me ocurre explicarlo de este modo; procura imaginar a la actriz que más te gusta. Lara Croft, Agent Salt, Jane Smith, Lisa. Es la mera esencia de Angelina lo que hace que disfrutes cada papel, es la forma como habla, sus gestos… hay algo en cada papel que la hace diferente, y, sin embargo sabes que es la misma. Hay algo en ella que te hace reconocerla pese a que un momento sea rubia, otro tenga el cabello negro o quizás castaño, rizado o lacio. Aunque en un papel sea la villana y en otro la heroína de la historia.

Creo que sólo así puedo hacer una analogía en esto que está pasando con Elena/Yelena, físicamente son la misma, incluso los lunares cerca de su boca, pero hay ciertos detalles que la hacen diferente, aún tiene la costumbre de pasarse el cabello tras la oreja y lamerse los labios cuando está nerviosa, es zurda, cosa que no era Elena ni la otra Yelena. No le gusta el huevo, en ninguna de sus presentaciones y no soporta la lactosa.

Me ha confesado que en las pequeñas presentaciones en teatro que ha tenido, ha necesitado previamente hacer respiraciones y calmarse porque a ratos le llega el pánico escénico; eso no le pasaba a Elena, que siempre se sintió segura de casi todo, jamás la vi tener pánico escénico, sólo los nervios normales de alguien que está haciendo cosas nuevas, que tiene miedo al fracaso. Jamás hiperventiló y si entonces ya hubiera existido el yoga, no creo que hubiera necesitado de unos minutos de meditación para controlarse.

Queda intacto su entusiasmo por las cosas, y esa manía de robarme mi parte de almohada, de hacer como que las mías están más cómodas y mi parte de la cama le viene perfecta a su espalda. Le gusta tocarme, para cualquier cosa, jugar con mi nariz o mi mejilla, despeinarme, quitarme una pelusa de la camisa o picarme las costillas.

Hemos regresado a casa, bueno, a casa de Danielle. Me complace decirles que se ha hecho amiga casi en seguida de Nastya y es como si nada hubiera cambiado, juegan y ríen, se sienten en la confianza propia de quien se conoce desde años; no sé si ya compartan secretos, pero reconozco la comodidad que tienen las dos cuando están en la compañía de la otra.

Emma lo ha notado también y sabe perfectamente bien que es porque, así como nosotras nos hemos reconocido como amantes, ellas se han reconocido como amigas inseparables y más temprano que tarde estarán intercambiándose números, correos y fotos. Probablemente visitándose en Londres.

Hemos decidido que lo mejor era llegar todas al departamento, comer algo, descansar y después llevar a Yelena al hotel para que haga sus maletas, pase la noche ahí y por la mañana corra al aeropuerto que la llevará de vuelta a su vida y (lejos, aunque sólo en distancia) de mí. Estoy más que tentada a irme con ella, pero me ha pedido arreglar sus cosas y es lo más justo y sensato. No me causa malestar saber que quizás hable con Irina, estoy confiada en el cosmos y sé, que si tardó tres años en ponerla en mi camino, es porque es nuestro tiempo de estar juntas… por fin.

Desde antier no intimamos, estuvimos ocupadas conociendo la campiña, uniéndonos al grupo con el que emprendimos otro viaje cercano a un lago de agua azul que, aunque se veía invitador, era más bien de agua muy fría. Admiramos pues los árboles verdes y las montañas lejanas de puntas nevadas. Era un espectáculo inigualable; nos alejamos de la ciudad del amor para enamorarnos más en compañía de la naturaleza.

Sí, aquí hay otro dejá vú, que nos alejamos de casi todo en la casa de campo de Mijaíl para conocernos y caer en poco tiempo en los encantos de la otra. Y así mismo necesité de llevarme a Yelena a la orilla del mar para que me besara.

Y así pasó ahora, que, estando en una lancha las seis más un instructor, había en sus ojos algo que parecía más bien como un agujero negro y me atraía irremediablemente hacia su ser; sé bien que lo mismo pasaba con ella, a quien sorprendía mirándome siempre. A ratos me distraía con la majestuosidad del tronco de un árbol, preguntándome cuántos años tendría, o con los peces que pasaban cerca de nosotras. Luego, al levantar la mirada ahí estaba, observándome, así como la he observado yo siempre, como si no fuera real, como si necesitara de tocarla para cerciorarme de que no es un holograma.

Danielle no dejó que Yelena llegara directo a su hotel, le dijo que le prepararía algo casero 'La comida casera es deliciosa, espera a que veas cómo la preparan estas manos Francesas''.

Lo cierto es que Danielle disfruta cocinar, le encanta ver la cara de sus invitados a la hora de dar el primer bocado y, debo decir con bastante orgullo, que cocina más que rico. Si por el paladar nos enamoráramos, seguro que me casaba con ella.

Entonces pues, nos quedamos en la sala disfrutando de una copa de vino y con música de fondo. Clementine gusta del Rock Progresivo o Post Rock y ha puesto algo que no puedo pronunciar ni de chiste: the evpatoria report. Ok ok, sí puedo pronunciarlo, pero me trabo un poco.

No está mal, pero a ratos me suena demasiado melancólico, trayendo consigo, con cada nota, recuerdos non gratos de cuando era más joven. Cuestión que me causa conflicto. Creo que si Larissa estuviera viva mi vida hubiera sido distinta, creo que no llevaría cargando este malestar que me provoca pensar en "mi familia". Dejando de lado a Benjamin, que es el único que me ha entendido desde que era una niña de cinco años… o al menos es entonces cuando tengo mi primer recuerdo de él.

Yelena me toma la mano y juega con ella, no es un gesto romántico, pero ya les dije que no se puede estar en paz; yo por supuesto que no me quejo y me dejo que me toque todo lo que quiera, en unas horas tendré que darle un hasta luego y eso no me hace demasiado feliz, así que necesito aprovechar todo lo que se pueda a esta mujer que tengo a mi lado y que me sonríe mientras juega conmigo y luego se vuelve para platicar con Clementine y Emma. Nastya está ayudando en la cocina.

Conversamos por una hora más y entonces la comida queda lista; Danielle pone los platillos al centro y comienza a invadirnos el olor, veo uno curioso, con hortalizas varias y pregunto qué es, me causa gracia cuando me contesta que se llama Ratatouille.

Nos sentamos y nos sirve en unos tazones de porcelana o parecen de porcelana al menos, una crema de puerro con papa y cebolla. Se me hace agua la boca apenas me llega el olor y me impaciento, necesito que todas comiencen a comer para probarlo por fin.

Yelena suelta un sonido de contento y halaga las habilidades de cocina de Danielle, quien se irgue en su asiento y le da las gracias, orgullosa de sí misma y de lo que nos ha preparado. La miro a los ojos, ella me sonríe con sus dientes de roedor asomándose graciosamente.

Vuelvo a preguntarme si Anna aparecerá.

El segundo platillo que nos sirve, y que por igual me hace salivar, es Coq au vin. Nos explica que es pollo bañado en salsa de vino, condimentado con ajo y cebolla. Volvemos a quedarnos mudas con el sabor y mordemos cada pedazo de pollo con gusto y hablamos poco mientras comemos. Hacía hambre, y esta comida está como para servirse dos platos de cada cosa.

Nastya nos observa a Yelena y a mí, entonces dejo los cubiertos sobre la mesa y me limpio los labios con una servilleta.

-¿Qué pasa? - Le pregunto cuando su mirada sigue sobre nosotras y comienza a sonreír.

-Me gustan juntas - Yo trago saliva y me sonrojo en seguida.

-Nastya, no las hostigues, acaban de conocerse - Advierte Emma que ha notado mi color y la rigidez en el cuerpo de Yelena.

-Sólo digo que me gusta cómo se ven juntas, no que se casen y que tengan muchos hijos - Danielle y Clementine se echan a reír. Nastya, como Vika, es inocente a ratos y dice las cosas sin pensar, a veces lo que dice no hace sentido, pero la amo como es y por tener aún, ese corazón tan noble y grande.

-Sí, creo que opino lo mismo - Agrega Clementine para fastidiarnos. Y entonces al juego se les une Danielle.

Volteo a ver a Emma, esperando que diga algo, pero sólo se encoje de hombros y sonríe. Luego me giro a ver a Yelena, que tiene el rostro tan rojo como yo, se ríe y está incómoda, quizás avergonzada.

-Basta; mejor hablemos de cuando Emma era prostituta en el Moscú.

Ella se echa a reír, una carcajada limpia y divertida. Las demás la miran sorprendidas y con los ojos como platos.

-Emma nunca fue prostituta en ningún lado… - Entonces Nastya duda de sus palabras y la ve – Que yo sepa.

-Probablemente en su vida pasada - Me río, distrayéndolas de la situación Yelena-Yulia.

-Es probable - Apoya mi compañera.

Seguimos con las conversaciones sin sentido, riendo de esto y aquello. Aunque estamos cansadas, estamos pasando un momento magnífico y no quiero que se acabe.

Siento la cabeza de Elena/Yelena en mi hombro, que ríe y ríe hasta que se pone roja y luego se cubre la boca con la servilleta.

-Me duelen las mejillas, ni puedo más - Escucho que les dice y entonces tiene una segunda oleada de risa.

No puedo estar más agradecida por esto, por tenerla a mi lado, por el hecho de que mis amigas la quieren conmigo, y porque ella ha hecho clic con ellas. No pido más, en este momento no me cabe la felicidad en el cuerpo, podría regalarle un poco de ella a cualquiera, a mí me sobra, tenga, es gratis.

Me ofrezco a limpiar los platos pero Danielle no me deja, ha dicho que somos las invitadas y las invitadas jamás mueven un dedo.

-Me quedaré dos meses contigo como invitada para no hacer absolutamente nada - Le digo en broma.

-Tampoco quieras abusar, Yulia. A partir del mes se cobra renta - Me río y meneo la cabeza, luego suspiro en modo satisfecho y en seguida bostezo.

Comí tanto que sólo es cuestión de unos minutos para que me dé un sueño de los mil demonios. Se llama ''marea alcalina'' por si no lo sabían.

Descansamos un poco, Clementine nos sirve en unas copas algo que su amigo italiano le ha preparado, un licor que se toma después de comer, nos ha dado a escoger entre sabor canela, menta, hierbabuena y mango. No estoy segura de cuál elegir, así que me decido por el de canela y Yelena pide de mango.

-¿Quieres probar? - La escucho decirme; está sentada a mi izquierda y me recargo en el respaldo del sillón para tomar su copita y darle un sorbo pequeño.

Me es agradable, pero demasiado dulce para mi gusto. Me limpio lo restante del labio con la punta de mi lengua y la veo cómo observa mi movimiento y entonces traga saliva, me sonrío.

-¿Quieres probar éste? - Asiente y lo toma.

-¿De qué es? - Pregunta antes de darle el sorbo.

-Canela - Hace una mueca, a sabiendas de que la canela es fuerte de por sí.

Dejamos atrás The evpatoria report y Danielle nos pone una lista de reproducción que, según, usa cuando se pone a leer. Es música en francés, toda, y nos dice que la ha nombrado sous une pluie. Que en nuestro idioma significa: bajo la lluvia.

La escucho y no me remite a un día lluvioso, pero no la cuestiono en absoluto, porque de todas formas la música me entretiene mucho. Reconozco una canción La Petite Mort de Coeur de Pirate.

-Tengo antojo de una muerte pequeña - Dice Clementine con la mirada perdida. Le sonrío y Danielle ríe.

-Con lo que llevas, quién no tendría antojo de una.

-¿Qué es una muerte pequeña? - Pregunta Nastya.

-Un orgasmo - Le contesto – Cuando tienes un orgasmo tu corazón se detiene por unos segundos, por eso le llaman ''la petite mort''.

-Ojalá pronto me muriera por unos segundos - Dice Clementine, otra vez. Así que me atrevo a preguntarle:

-¿Cuánto llevas sin… tú sabes?

-¿Coger? - Me río.

-Sí, coger.

-Si te digo no te burlas de mí.

-Quizás pueda sentir lástima, pero ¿reírme? No.

-Es mejor que te burles… llevo un año - Me quedo con los ojos abiertos.

-Pero eres hermosa, cómo es posible que alguien como tú esté a punto de ser virgen de nuevo.

-Soy demisexual.

Todas nos quedamos en blanco, ninguna atina a lo que demisexual significa.

-Es decir que la señorita… - Comienza a decir Danielle – No tiene sexo con alguien o no siente atracción sexual, a menos que conozca a la persona y haya construido un lazo sentimental con ella o él, o lo que sea.

-Entonces no coges - Le digo.

-Pues… no, no realmente, debe de haber algo muy especial con alguien para que pueda sentir que me quiero acostar con esa persona y hace un año que no siento eso con nadie, así que…

-No te preocupes - Comienza a decir Emma – Si Yulia no se ha portado mal en esta última semana, ten por seguro que… lleva casi dos años.

Danielle y yo nos volteamos a ver, acordándonos de que hace aproximadamente dos años, nos acostamos, y agachamos la mirada, sonrojándonos en seguido y yo esperando que Emma se calle. Le echo una mirada molesta, pero ella sólo ríe.

-Era demasiado bello para ser verdad, Emma defendiéndome en la mesa. Era cuestión del momento correcto para que fueras tú quien me hiciera el bullying.

-Nuestra relación está basada en eso, y con cada broma y sarcasmo, la amistad que tenemos se hace más y más fuerte.

-Ajá, lo que digas.

Volteo a ver a Yelena que me sonríe y me soba la espalda.

-Bien, digan cuánto llevan sin sexo - Lo hace para exponer a las demás y apoyarme.

Danielle hace cuentas con los dedos de la mano.

-Cinco semanas - Clementine voltea a verla.

-¿Con ella? ¡Ew Danielle!

-Tenía lindos labios.

-No diré más, ew - Se ríe y niega con la cabeza, intentando quitarse esa imagen de la cabeza.

-¿En serio nos van a preguntar a nosotras? - Dice Em. Sí, es absurdo preguntarle a ella – Un día.

-Medio día - Corrige Nastya. Estamos divertidas, y sería más divertido si hubiera más gente y hubiera más alcohol de por medio.

Entonces voltean a ver a Yelena y por ende a mí.

-Dos días - Todas hacen fiesta y Emma me avienta un cojín en la cara.

-Picaronas.

xxxxxxx

Subimos hasta su habitación, pasa la tarjeta y la luz se queda en rojo. Lo hace de nuevo y la puerta no cede.

En el trayecto de casa de Danielle al hotel ha estado callada, como metida en su cabeza y varias veces le dije algo que no escuchó o me contestó con un ''sí'' o un ''está bien'' cuando la cuestión en sí, no ameritaba esa respuesta.

La noto diferente, no sabría decir bien qué es lo que está, pero algo le pasa. En un santiamén su humor pasó de contento a sombrío.

Pasa la tarjeta por tercera vez y vuelve a fallar, dejo su maleta sobre la alfombra del pasillo y le quito el plástico suavemente, ella no se atreve a mirarme a la cara y yo no puedo quitarle los ojos de encima.

-Permíteme - Le digo, se hace a un lado y meto con tranquilidad la tarjeta que en seguida me da luz verde para abrir la puerta.

Cuando entro el olor me trae recuerdos de la noche que pasé aquí, besándola, acariciándola, que nos quitamos la ropa mojada y pasamos la noche juntas.

Acerco su maleta a la cama y me quedo parada mientras ella deja otras cosas sobre la misma y se abre el pequeño refrigerador para sacar una botella de agua.

-¿Yelena, qué pasa?

Se acerca a mí y me abraza.

-Gracias - Me dice, paso mis brazos por su cintura y la abrazo fuerte.

-¿De nada? - Estoy confundida, gracias de qué.

-Este viaje comenzó como una terapia y terminó maravilloso gracias a ti, tuve tiempo de deshacerme de las cosas que arrastraba y de divertirme contigo y tus amigas. Creí que lo pasaría sola y me topé con una mujer increíble - Me quedo sin palabras.

-Creo que todo se acomodó para que nos encontráramos; yo no puedo estar más contenta de haberte conocido.

-Suena a despedida - Le sonrío cuando escucho la tristeza en su voz.

-Pero no lo es - Se separa de mí y me mira - ¿Por eso estás tan rara? - Asiente, agachando la mirada – ¿Piensas que esto se va a quedar en una aventura de viaje y ya? ¿Incluso si ya tienes mi celular y mi dirección en Tverskoy? - Vuelve a asentir.

-Todo puede pasar y… quizás no volvamos a vernos - La abrazo de nuevo y ella se deja.

-Creo que no he sido lo suficientemente clara.

-¿En qué? - Siento su aliento cálido sobre mi clavícula.

-En que para mí esto no es una aventura de viaje - No sé si lo imagino pero creo que se relaja entre mis brazos y se pega más a mí.

Hay silencio, y no sé qué más agregar, quiero decir mucho, muchísimo y comprarme un boleto a Londres para viajar con ella, yo tampoco quiero separarme. Dejarla y esperar a que podamos vernos de nuevo, ya he esperado demasiado, pero son las circunstancias que nos tocan y tengo que acostumbrarme, hacerme a la idea de pasar otra temporada lejos de ella.

Estoy tranquila porque la he encontrado y sé lo que pasará, pero también me ensombrece el hecho de no poder regresar a casa con ella, llevarla conmigo o irme con ella, cualquiera de las dos cosas.

Sé que ella tiene cosas por arreglar, por cerrar definitivamente. Agradezco tantísimo que Irina le hubiera sido infiel.

Sé que el corazón de Yelena está sanando, lo sé por la forma como se aferra a mí, la forma como ha buscado mi contacto en estos días, lo sé por la forma como me mira.

-Quisiera poder ir contigo - Lo susurro.

-Pero aún te quedan días aquí y hay tanto por ver; ve al Theatre du Vieux- Colombier; vas a amarlo y hay una fotografía de esa mujer que tanto te gusta, Elena - Esto es tan irreal, tan mágico, tan abrumador. Que en ese mismo instante me dan ganas de nuevo de contárselo todo.

De que ésa mujer es ella, de que está siguiendo los mismos pasos de entonces, que se está reconociendo como artista y que el talento le viene desde entonces.

Trago saliva para no llorar, aunque no sé bien por qué habría de llorar. Ah sí, repito, estoy abrumada.

-Iré, iré y te contaré lo que me ha parecido el teatro - Lo recuerdo como estaba entonces, más ignoro si lo han remodelado. Quién sabe si se vea igual.

-De verdad que no quiero que te vayas - La siento abrazarme aún más fuerte.

-Me puedo quedar si quieres.

Me da un pico en los labios.

-Mañana me recogen a las siete de la mañana y estoy cansada, pero ¿Podrías quedarte un par de horas? - Asiento. Supongo que dos horas nos harán bien para no quedarnos con la sensación de vacío cuando cruce la puerta de su habitación o del hotel y me marche.

Me lleva con ella a la cama y se acuesta sobre mi pecho. Pasamos por lo menos cinco minutos en silencio.

-Conocí a Irina cuando me mudé a Londres, nos gustamos en seguida – No sé por qué me cuenta esto, pero la dejo y la escucho atenta – Fue conmigo como nunca nadie había sido, desde el principio; se me acercó y se presentó, me dijo que estaría conmigo en una clase, aunque es mayor que yo por un año. Me ofreció enseñarme el campus y luego me invitó un café, conversamos por horas, me gustaba mucho escucharla porque cuando habla sus mejillas se ven bonitas. Tiene el cabello castaño y los labios carnosos - Se me acelera el corazón, no sé por qué me la describe así, lo nota y levanta la cabeza para besarme el mentón, tierna y tranquilamente, vuelve su cabeza a mi pecho – Salimos por un par de meses y luego me pidió que fuera su novia, no lo dudé un segundo porque nos llevábamos bien y hablábamos de las mismas cosas, estábamos en el mismo canal. Cuando cumplimos dos años me pidió que me casara con ella y, aunque no estaba tan segura, le dije que sí. Para entonces ya teníamos discusiones más seguido y cada vez más absurdas, y sus ausencias eran más largas.

Hace una pausa y traga saliva.

-Entonces me di cuenta que cuando decía que pasaba tiempo en su departamento, no lo pasaba sola, lo pasaba con Sveta, su maestra de ballet, es… es hermosa, ya ni siquiera recuerdo bien los detalles, no recuerdo todo lo que pasó el día en el que me enteré, pero recuerdo que me dolió como nada me había dolido en la vida; llamé a Owen y le conté todo entre sollozos; por supuesto que no podía correr a verlo porque él estaba lejos, está.

Se acurruca conmigo y levanta su mano para acariciarme la mejilla, el mentón y el cuello.

-Pasó una semana para que me buscara, pidiéndome disculpas de mil formas, un día llegaba con flores, otro con chocolates, otra vez una compañera me invitó a cenar y cuando llegué era Irina quien estaba en el restaurante; no podía perdonarla, así que rompí el compromiso y vine a este viaje; te dije que quería estar sola y autocompadecerme, también vine a meditar si merecía una segunda oportunidad, quizás el tiempo acá y la distracción me daría la respuesta. Cuando llegué me dolía todavía, y la extrañaba mucho, así que sentí que había posibilidades de perdonarla y de regresar con ella.

Mi seguridad flaquea, siento que probablemente me diga que va a perdonarla, o que le dé tiempo o… bueno, hay variedad de posibilidades. No sé cuál será la que me dirá.

-Pero entonces sucedió, que me encontré con alguien en un teatro, en uno de los días donde me sentía más que miserable, y no sé qué me pasó que incluso, cuando digo que Irina me gustó en seguida… - Vuelve a levantar la mirada – No se compara a lo que sentí cuando te vi; no puedo explicarlo, no sé si a todos les pasa, pero tú eres diferente y, aunque llevo sólo unos días de conocerte, siento que te conozco de toda la vida…

Va a decir algo más, pero la callo con un beso. Nos besamos por esas dos horas que acordamos, me quedaría.

xxxxxx

Cuando estamos en la acera, se cuelga de mi cuello y me abraza fuerte.

-En seis meses regreso a Moscú.

-Te veré antes, seguro - Le digo con una sonrisa.

Me besa en los labios y luego de abrazarnos de nuevo me deja subirme al taxi cuyo conductor se impacienta cada vez más.

-Hasta pronto Elena - Le digo sin querer y desde la ventanilla.

-Hasta pronto Yulia.

El auto avanza y ella se queda mirándome hasta que damos vuelta a la derecha y desaparecemos de la vista de la otra.

Hasta pronto.

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Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA  - Página 5 Empty Re: Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA

Mensaje por Fati20 2/1/2023, 8:19 pm

Ojalá julia la visite pronto ese tiempo que pasen separadas solo va a confirmarle a Yelena qué la ama y la necesita q esa es la mujer de su vida su alma gemela. Fue un lindo capitulo me encanta como desarrolla toda la historia es tan perfecta, me da la melancolía q se acerque el final 💔💔💔 creo q deben quedar unos 4 capítulos, no me aclares el número así estaré aun más ansiosa día a día. Feliz noche cariño 😘😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 2/2/2023, 2:49 pm

Capítulo Treinta y ocho:

Abro los ojos y miro la hora en mi celular, son las siete de la mañana y afuera el sol brilla con ganas, hago un sonido de descontento, sé que hay mucho por ver, pero no logro encontrar las fuerzas para levantarme de la cama; podría dormir todo el día y ver algo en la televisión, algunos canales están en inglés con subtítulos en francés; pero si he venido a París no es para estar metida en la habitación del hotel.

Tengo que encontrar las ganas para poner un pie fuera del colchón y luego el otro, darme una ducha, desayunar algo ligero en el restaurante y luego echar a andar.

Apenas me siento (con la espalda encorvada y la cabeza gacha) me dan ganas de llorar, creo que no fue buena idea haber venido a París, tomar este viaje que estaba pensado para compartir con Irina en un signo de nuestro compromiso y amor. Pero es evidente que en esa relación la única que tuvo ambos, fui yo.

Paso de la tristeza al coraje; me he preguntado tantas veces cómo pudo hacerme eso, cómo pudo destrozarme del modo en el que lo hizo si mis intenciones con ella siempre fueron las mejores, si le había entregado como a nadie todo lo que yo era.

Es verdad que dudé en el compromiso, que algo dentro de mí me decía que quizás no era la correcta, pero eso no quiere decir que no la hubiera amado. Y sí, lo digo en tiempo pasado porque ahora, en estos momentos dudo mucho que lo que siento por ella sea parecido a aquello.

De cierto modo estoy agradecida de que se hubiera terminado; existen momentos en ciertas relaciones donde, por mucho que se quiera a la persona, llega esa pregunta que yace en el fondo de tu mente y de repente sale a flote para llenarte de duda: ¿Es la persona con la que quiero pasar el resto de mis días?

Sabía que algo estaba pasando, sólo no sabía qué era en realidad ni con quién. Creo que de todas las formas posibles de romperme, de herirme… esa era la peor.

Con furia me limpio el par de lagrimas que han rodado por mis mejillas; no es justo que llore, ni por ella ni por mí, no puedo pasar el resto de mi estancia sintiéndome mal por algo que ha hecho ella, yo di todo lo que estaba en mis manos, no fui perfecta, pero me esforcé como nunca. Si esto se fue al carajo fue porque a Irina no le interesó y si no lo hizo, entonces no tiene caso que me aferre a una persona que no valora lo que realmente importa: yo. Yo importo sobre todas las cosas y personas. Y yo debo importarme, yo soy mi prioridad.

Así pues, diciéndome que merezco algo mejor, me levanto y camino al baño, dándome el lujo de llenar la tina y descansar ahí hasta que se me arruguen los dedos. Voy a mimarme, voy a decirme que nada de lo sucedido ha sido mi culpa; soy joven, talentosa y si bien no la mujer más hermosa, he tenido el privilegio de tener a dos o tres… quizás más personas babeando por mí, me he dado el lujo de escoger con quién estar y con quién no.

No soy la mujer fea y sin sabor que me creí cuando la encontré con Sveta; Sveta, la chica rubia de ojos de color verde, de labios lindos y piel tersa, nariz promedio. Es probable que su belleza sea mucho más atractiva que la mía, que sea el tipo de muchas mujeres y de muchos hombres. Pero, siempre he tenido la idea de que la belleza es relativa y habrá quien me pueda escoger por encima de ella, quien me vea mucho más linda y atractiva.

Evidentemente mi ex no está dentro de esa lista y ni modo.

Lo que pesa son los planes no cumplidos, lo que atormenta siempre y a todos, es aquello que no fue ni será. Sufrimos mucho por cosas que jamás van a pasar, esa es la maldición del ser humano y se requiere de mucho lavado mental para hacerse de valor y apreciar el presente en lugar de llorar por el pasado y sufrir o temer por el futuro.

Cuando reviso el celular tengo dos llamadas perdidas de Irina, me late rápido el corazón y siento la urgencia de llamarla; siempre siento esta urgencia de llamarla de vuelta cuando su nombre deja de aparecer en mi pantalla y me muestra ''llamada perdida''. Tengo el impulso estúpido de marcarle y decirle que puede que tenga las ganas de darle una segunda oportunidad.

Pero, también siempre, después de esa urgencia me viene el valor y el amor propio y me digo que quien necesita una segunda oportunidad soy yo, para reencontrarse consigo y disfrutarse. Así que vuelvo a ignorar el celular y voy hacia el clóset para sacarme la ropa que usaré para mi caminata del día de hoy.

He marcado en mi itinerario visitar el Louvre, me dedicaré a eso en específico, ya que las filas son enormes y es casi seguro que tarde horas en poder entrar y otras tantas en pasearme por su sin fin de corredores llenos de arte.

Hace buen clima y aspiro profundamente el aire que me hace tanto bien. De pronto me sentía atrapada y asfixiada en la habitación. Camino pues, deteniéndome para comprarme un panecillo y luego siguiendo sin detenerme hasta estar ya en la fila kilométrica que hay para entrar al museo.

Se me pasa medio día dentro y cuando salgo me doy cuenta del hambre que tengo; busco un restaurante que me apetezca por su aspecto y por su olor y doy con uno a unas cuatro cuadras, tiene las paredes pintadas de color aguamarina con molduras de madera oscura. Distingo varios olores, pasta, papas y carne de cerdo. Es pequeño, tiene cuatro cubículos en la pared izquierda y en la derecha (y en el centro) seis mesas para cuatro. Al fondo hay una barra para ensaladas y postres.

Hace frío dentro, el aire acondicionado está bastante alto y siento que se me eriza la piel, me dan ganas de abrazarme y sobarme para entrar en calor.

El mesero me pregunta en inglés atropellado si espero a alguien más y le niego con la cabeza. Me lleva hacia la tercera mesa de cuatro sillas y me pone la servilleta sobre las piernas, me entrega la carta y se marcha después de decirme que en unos minutos vuelve para tomar mi orden.

No es un restaurante de comida francesa, puedo incluso encontrar pastas servidas estilo italiano y cremas de hongos y mariscos. Decido que me apetecen los ravioles rellenos de camarón y como plato fuerte una tilapia con verduras al vapor y una porción de espárragos.

Cuando toma mi orden me llena la copa más grande de agua y no es sino hasta entonces que veo la sed que tengo; sin embargo espero, le digo lo qué me apetece y me señala que soy libre de servirme al gusto la ensalada y el postre. Cuando se retira por fin me acabo media copa de agua y voy hacia el frente para prepararme algo.

Como sin prisa, disfrutando cada bocado, pensando en esto y aquello, preguntándome a dónde ir después de aquí; hay tanto por ver y por hacer que no me va a alcanzar el tiempo, los días se me irán volando y querré regresar una y mil veces para saciarme de las calles de París, de la magia que me ofrece cada uno de sus rincones.

Hay algo familiar en esta ciudad; desde que salí a caminar, algo me llena de nostalgia y contento, no sé qué es, pero es como si hubiera estado ya aquí aunque nunca en la vida había venido. Hay lugares que me llenan de algo que no sé describir, como si pudiera atinar incluso antes de entrar, lo que habrá dentro.

Siempre he creído que mi sexto sentido es elevado, muy por encima del promedio, pero esto rebasa mi comprensión. Lo extraño, no, lo más extraño de todo el asunto es que, siento que no lo hice sola, y que alguien muy especial estuvo siempre a mi lado. A veces se me presenta como en premonición, como en flashback más bien, pero no tiene rostro, sin embargo la paz que me transmite es casi real, de pronto siento que fuera como un fantasma que se esconde detrás de mí, no puedo verle, pero siento un calor raro, una energía.

Como si estuviera entre dos tiempos. Quizás haya estado aquí en otra vida con alguien muy especial, una hermana o una mejor amiga, pero, por todo lo que siento cuando me vienen estos déjà vu's es más bien que creo que era ambas y también mi amor y mi amante.

Ojalá la encuentre algún día, me digo de vez en cuando, sobre todo cuando es más fuerte todo lo que siento; a veces una vez por día, otras veces hasta cinco o seis. Y, lo más curioso es que me ha pasado desde que llegué, como si estuviera topándome con energías residuales aquí y allá.

He caminado tanto, me siento cansada ahora que el día está por terminarse, el sol se oculta rápidamente en el horizonte y me dan ganas de sentarme a las afueras de un cafecito para descansar y leer una hora o quizás un poco más. Buscaré alguno que quede cerca del río y me relajaré.

Pero paso por afuera de un teatro y siento eso de lo que acabo de hablar, una especia de imán que me lleva hacia adentro; a esta hora no hay función y está abierto sólo hasta el vestíbulo y la taquilla, tiene alfombra color rojo y las paredes tienen un hermoso tapiz color mostaza, pareciera que no hemos cambiado de siglo, es más, pareciera que seguimos en la Belle Epoque; me emociona estar aquí adentro, hay algo en mi interior que reconozco como contento, sin embargo no sé por qué ni a qué se debe. En las paredes hay varias fotografías, todas acomodadas cuidadosamente y debajo de ellas, una nota con el nombre del artista, no puede faltar Edith Piaf, ni Marlene Dietrich, Charles Trenet, ¡ah! Billy Holliday.

Camino una por una viendo rostros y nombres, voy hacia la otra pared, hay una chica pelinegra que no me deja pasar así que hago por ver por encima de su hombro… me quedo petrificada y creo que suelto un suspiro de sorpresa o digo algo porque ella voltea a verme y se hace a un lado pero yo no puedo quitar los ojos de la fotografía, es…

… es como si estuviera yo ahí, sólo que con otra ropa, con el cabello menos largo, sin teñir, no leo ni siquiera el nombre, estoy impresionada, es como un espejo, tengo que tocarla, me cubro la boca y tengo los ojos como platos, el corazón me late fuertemente. No, no hay palabras para describir lo que siento.

-¿Elena? - Alguien dice mi nombre y volteo, aún más sorprendida de que esta mujer que tengo enfrente, de profundos ojos azules y cabello desaliñado sepa mi nombre.

-¿Te conozco? - Es lo que puedo decir, porque sé que la conozco aunque estoy segura que nunca en la vida la había visto.

Pero ¿Por qué siento que la conozco? ¿Por qué tengo esta necesidad de acercarme a ella y tocarle el rostro?

-No… - Me contesta apenas, como si la voz se le escapara.

-Me llamaste por mi nombre.

-Ella, es Elena - Me apunta con el dedo índice hacia la fotografía y volteo a ver la etiqueta con su nombre. Elena Katina.

Todo esto parece un sueño. Siento un cosquilleo dentro del cuerpo, pero no en un área en particular, es como si mi alma estuviera cargada de electricidad.

-¿En serio no te conozco? - Vuelvo a preguntar cuando mis ojos se posan de nuevo en ella; es tan… tan hermosa. Trago saliva.

-No, pero quizás en otra vida lo hicimos - Entonces todo sucede en automático, compartimos otro puñado de enunciados y siento que voy a perder el conocimiento, siento que voy a desmayarme justo en este instante.

Me toma de la mano y del codo y me lleva consigo hacia una de las bancas, me ofrece agua y bebo mientras me siguen temblando las manos, siento que todo mi cuerpo está siendo invadido por un terremoto.

Tenemos una conversación pequeña y cuando me dice su nombre algo dentro de mí se despierta, pero ¿qué?

Me mira de una forma increíble y apuesto a que yo la veo de la misma forma. Cuando me pregunta a qué me dedico le miento, porque caigo en cuenta que no la conozco y me parece de sospechar la amabilidad y el interés que tiene para conmigo, debí decirle la verdad, decirle que estoy estudiando teatro y canto, pero por precaución no lo hice.

Al instante me siento culpable.

Me derrito con su sonrisa. Con la forma como me mira, con el calor que despide su cuerpo, su voz. ¡Qué voz!

La magia se rompe cuando le suena el celular y atino a que la están esperando, me invita, pero tengo que declinar porque repito, no la conozco y aunque fuera de fiar, no me parece correcto que llegue con una extraña a casa de sus amigas. Nos conocemos de hace cinco minutos, me sería totalmente incómodo.

Así que se lo digo, pero antes de que se vaya, me giro a mi mochila y saco pluma y papel, entregándole en él mi número de celular. Hubiera sido mejor sacar el mío y preguntar por el suyo, pero, por curioso que parezca, aún me gusta mandar cartas por servicio postal y dar las cosas escritas.

Lo toma con esperanza y la sonrisa se le hace más amplia, me sonríe con los labios, pero me sonríe mucho más con la mirada, y ahí siento que la conozco de toda la vida, como que desde tiempos remotos me ha sonreído así.

Se despide de mí y la veo marcharse con la promesa de que me llamará. Le creo, le creo tanto que me asusta el modo en el que puedo contarte todo de ella y sin embargo no saber nada en absoluto.

Me quedo sentada otro tanto, esperando que deje de temblarme el cuerpo, que mi corazón se regularice y mi mente haga sentido.

xxxxxxx

Estoy nerviosa, me siento como una chiquilla, una adolescente que va a tener su primera cita.

El día está caluroso, pero no me importa y me visto de negro, sé de buenas fuentes que mi atractivo se realza cuando me visto de ese color. Y lo que quiero es impresionarla, no me pregunten porqué de pronto quiero esforzarme por ella cuando vine a vivir un duelo; creo que ni siquiera yo tengo la respuesta, sólo sé que hay algo en ella que me emociona como nunca, que me motiva.

Cuando me acerco al lugar en el que quedamos de vernos se me acelera el pulso, trae unos jeans con una playera gris sin mangas y unas botas negras más unos lentes de sol que la hacen ver irresistible; trago saliva, no puedo creer la belleza de esta mujer, de Yulia. Yulia, he repetido su nombre miles de veces desde ayer.

Cuando por fin me acerco a ella lo único que puedo decirle es ''hola'', no me salen bien las palabras y me extraña que tenga la necesidad, el impulso de abrazarla fuerte y aspirar profundo su perfume.

-Hola - Me dice de vuelta; me mira como me miraba ayer, sólo que un poco distinto, como si ella misma quisiera abrazarme fuerte. La veo suspirar, poner rígidos sus brazos a los costados. Sonrío, me gusta tanto.

-Insisto en que hay algo extrañamente familiar en ti - Entrecierro los ojos, y ella se pone roja.

-Tal vez tengo una cara muy común - Me burlo, qué cosa más absurda, su rostro no es común, su rostro es el de una diosa.

-Jamás, eres la chica más bonita que he visto - Se ruboriza mucho más y no puedo sentir más que otra oleada de ternura, una mujer, ruborizada ante mis cumplidos, pocas veces me ha pasado, menos una mujer tan hermosa como Yulia.

-En eso coincidimos - Sonrío pero agacho la cabeza y me muerdo el labio, pasándome el cabello tras la oreja. También sabe cómo ruborizarme e inhibirme con tres palabras.

Echamos a andar después de otro par de cumplidos, lo hacemos sin rumbo fijo pues ambas acordamos que nos detendremos en los lugares que nos llamen la atención, en eso se parece a mí, así he estado paseando desde que llegué, caminando de aquí para allá y poniendo especial atención a aquellos lugares que me llamen el ojo.

Entonces pasamos por un puente lleno de candados, siento que hubiera estado aquí antes, así como ahora yo voy delante y ella me sigue, con los brazos a la espalda, mirándome tiernamente. Otro déjà vu.

Hay miles de ellos, sellados con la promesa de amor eterno, y entonces me ensombrezco; el amor eterno es una promesa falsa, un sueño, de esos que se esfuman con el viento, el amor eterno es la idea más romántica y por ello absurda. Nada es para siempre.

Me detengo a verlos, sólo para ridiculizarlos, para burlarme de ellos aunque mi rostro esté impasible, por dentro incluso quiero que ninguno de ellos siga enamorado, no los quiero juntos. Pero me pregunto cuántos de ellos sí lo están.

-¿Te imaginas cuántos de ellos seguirán juntos? - Estoy curiosa de su respuesta, ella me dará una pauta para saber si Yulia es una romántica.

-Probablemente ninguno - Asiento, no sé si lo ha dicho porque lo quiere tanto como yo o sólo está bromeando.

-Sí, creo que tienes razón - Se acerca a mí lentamente, pero se detiene a buenos centímetros de mí, aspiro profundo, quiero que esté cerca, que su hombro choque con el mío, la quiero tan cerca de mí.

-En realidad era una broma - La escucho decir; toma uno, roza los nombres con la yema de su dedo pulgar y lo observa.

-Pero hay algo de cierto… - Volteo a verla directamente, estoy ensombrecida - ¿Crees que el amor sea eterno?

-Creo que el amor se renueva - Lo pienso por unos segundos y suelto un ''Hum''; sí, el amor puede renovarse si ambas partes están dispuestas y trabajan por ello, pero también creo que un amor que se renueva diez veces sólo esconde las fracturas, la estructura ya está dañada, no hay amor que aguante tanto, no sé si creerle, no sé si sirva renovar el amor.

Noto decepción en su mirada mientras me escudriña, no quise sonar tan amargada, pero habrá que entender que no es para menos por todo lo que me ha pasado en los últimos meses.

Caminamos por otro rato y nos sentamos afuera de un cafecito, en unas sillas de mimbre que igual que el teatro, parece que nos transportaran a otra época. Se enciende el segundo o tercer cigarrillo del día y seguimos conversando.

-¿Sabes? - Comienzo a decirle y me pone atención, yo sigo viendo el menú - ¿No tuviste una especie de Déja Vu ahora que pasamos por los candados?

-Sí - Entonces dejo el menú y volteo a verla, sabía su respuesta incluso antes de que me la dijera.

-Fue como si… como si ya lo hubiera vivido, y tengo la impresión de que fue contigo. Suena loco, pensarás que soy una demente, pero… creo que en alguna otra vida caminé por ahí contigo - Confieso por fin, esperando que se ría de mí, me mire extraño y luego busque una excusa para largarse de ahí.


-Es muy probable que así haya sido; me gusta que creas en otras vidas - Me relajo en cuanto lo dice y me siento más que contenta.

-¿Por qué? - Pregunto. Necesito saberlo.

-Porque yo también lo creo; creo firmemente que las personas nos reencontramos una y otra vez - ¿Dónde has estado toda mi vida? Me pregunto.

-¿Qué habremos sido en nuestra vida pasada? - Digo por mera curiosidad y ella parece contenta de que lo haya hecho.

Me dice que yo debí de ser una actriz y cantante y por bromear le pregunto que si pudiera ser que hubiera sido como la mujer de la fotografía. Ella lo asegura, lo asegura con tanto fervor que también se lo creo, es más, me dice que pudiera ser su reencarnación, y, por lo que he sentido anoche, estoy casi segura de que así fue.

Me gusta mucho que las dos creamos en la reencarnación.

Hablamos otro tanto, me cuenta que tiene franquicias de restaurantes y deja entrevisto que no se lleva bien con su padre; y entonces es momento de que yo le cuente la verdad, de que le diga a lo que realmente me dedico y, cuando lo hago le brillan los ojos y sonríe, pareciera que le he dado la mejor de las noticas.

Luego entonces confesamos lo nerviosas que estábamos antes de encontrarnos; sí, la verdad es que moría de nervios, sentía que las piernas no me respondían, que la boca se me hacía amarga. Creo que incluso estuve a punto de cancelar, sólo porque no sabía qué hacer ni qué decir, me sentía intimidada incluso estando en la soledad de mi habitación. Pero algo dentro de mí me decía que era obligatorio verla, que era casi necesario para la supervivencia de mi alma. Que Yulia es una de esas oportunidades que no se presentan dos veces en la vida y tienes que aprovecharlas en el instante.

No podía dejarla ir, no quería de hecho. Y heme aquí, conversando de reencarnaciones y dándonos cumplidos, sonrojándonos. De verdad ¿Dónde ha estado toda mi vida?

Pero ¿Cómo saber si es a quien esperas? ¿Cómo saber que no lo confundes con simple química?

-¿Cómo sabes quién es el amor de tu vida? - También tengo curiosidad por saber qué va a responder a esto.

Hasta ahora todo lo que ha dicho ha sido correcto, como si leyera mi mente, como si fuera una sola con la mía; no, es más bien como si me conociera, como si atinara a todo lo que creo porque me conoce como la palma de su mano.

-Reconocer al amor de tu vida es… mágico, lo sabes a la primera, cuando la ves, porque con verla lo sientes; no sabes nada de ella y sin embargo lo sabes todo, no puedes quitarle los ojos de encima y si corres con la suerte de estar casi a su lado, puedes sentir cómo la energía fluye entre las dos, sus almas son magnetos atrayéndose irremediablemente. No sé, sólo así, lo sabes y punto - Guardo silencio, apenas y recuerdo cómo parpadear. Yulia es peligrosa, puedo enamorarme de ella, eso si no es que ya lo estoy un poco. Pero…

-¿Cómo sabes que no es mera atracción, una química cerebral haciendo de las suyas y nublándote el juicio? - Digo.

-No me gusta pensar en eso, creo el cosmos te pone a la persona correcta en el momento correcto y ya. Te da una patada y te despierta ¿Nunca has sentido eso? ¿Que al ver a alguien, en ese preciso momento simplemente te sientes como te has sentido nunca? Confiada, cómoda, entendida, protegida… sostenida; completa, así, simplemente, completa - No digo nada, la miro fijamente ¿Es posible que ella sea esa persona que el cosmos me ha puesto en el momento correcto en el lugar correcto, tal y como dice? ¿Tendría tanta suerte de haberla encontrado ahora que pierdo la fe en el amor?

No lo sé, así que contesto cualquier cosa que al parecer ni yo creo, pero que suena tan convincente que se recarga por completo en su respaldo y me pregunta si siempre he pensado así. Es obvio que no y se lo digo, y comprende que lo que sucede es que tengo el corazón herido.

Sí, es por eso que creo que el amor hasta cierto punto es una pérdida de tiempo y de esfuerzo, pero luego al verla, al tenerla frente a mí con sus ojos sobre los míos, algo muy en el fondo de mi ser me dice que no es verdad lo que digo y que con ella podría vivir hasta el final de los tiempos.

No sé bien de dónde viene ese mensaje, pero lo hago a un lado porque no hace sentido. Así que mejor cambiamos de tema.

Luego entonces una mujer se nos acerca y nos habla de una estancia lejos de la ciudad visitando una campiña y sus viñedos. Yulia se nota entusiasmada en cuanto mira la estructura; me maravilla tanto cómo con cada cosa que ve o escucha se le ilumina la cara, como que experimentara cada cosa por primera vez. Es tan extraordinaria que sigo sorprendida de que esté soltera y más aún, de que esté compartiendo su tiempo conmigo.

No me da tiempo de nada cuando reserva una habitación para mí y cierra el trato, luego me dice que yo también voy pero le respondo que no quiero incomodar a sus amigas. Sin embargo ella pasa por alto mis palabras y tenemos otra conversación en la que le digo lo poco popular que fui cuando era más joven.

Me contesta más cosas y me deja sorprendida con la forma como se expresa, me deja sin palabras, me gusta tanto cómo lo dice que podría escucharla todos los días y por horas.

-¿Dónde estuviste todos estos años? - Ahora lo digo en voz alta, pero he cambiado "toda mi vida'', por ''todos estos años'' para quitarle impacto. Ella parece palidecer, pero no sé por qué.

-¿Cómo?

-Nadie me lo ha dicho tan directo - Todo me lo ha dicho tan directo y acertado que de verdad me deja sin aliento, parece que ha vivido cientos de vidas, que lleva consigo la madurez de un alma vieja.

-Lo que sucede es que mucho tiempo yo misma estuve encaprichada con el pasado, aferrada a él como si fuera mi único tesoro, como si mis recuerdos fueran lo que me mantenían viva, cuando en realidad, vivir en el pasado hace que no vivas en absoluto; me aferré tanto a él que perdí grandes cosas, o eso creo - Hablando del pasado; recuerdo lo que pensé temprano en el día, no vivimos el presente por estar tristes del pasado y temerosos del futuro.

-No es tan fácil dejarlos ir, borrar los planes - Digo, porque eso es lo que más me pesa, los planes no cumplidos.

-¿Sabes cuál es la maravilla de esto? - Me pregunta, y en realidad no sé qué es el ''esto'' al que se refiere.

-No, dime.

-Que cada día tenemos la oportunidad de conocer gente que hará de nuestro presente y nuestro futuro algo mucho más placentero que la nostalgia del pasado; de hecho, la nostalgia no tiene nada de placentero, tiene mucho de tristeza.

Wow; trago saliva y bajo la mirada de nuevo, siento que se me va a escapar la emoción por los ojos, necesito beber algo porque de pronto se me secó la boca, así que me acabo mi copa de vino y me rasco la cabeza a modo de acto reflejo.

-¿Dije algo malo? - Pregunta, le falla la voz, siente que ha matado el momento cuando en realidad lo que siento es que ha venido para sacarme de donde estoy, creo que ella es mi persona correcta del momento correcto. Creo.

-Al contrario, tienes razón - Me sonríe - ¿Sabes qué?

-Dime.

-Iré contigo a la campiña, empezaré con aquello de dejar ir las cosas que no me hacen bien; me he encontrado contigo por una razón, presiento que es una muy buena razón. Las circunstancias como nos hemos conocido fueron extrañas, pero por alguna razón sé que fueron las mejores, como debían de pasar - Su sonrisa se hace tan amplia y me hincha el pecho de calor.

El día está por terminar, no puedo creer las horas que he pasado a su lado y cómo se han pasado como segundos, no he sentido el tiempo.

Me asombra cómo me trata, cómo me habla, el entusiasmo que tiene cuando va caminando a mi lado, que me habla de su vida en Moscú y me hace parte de su futuro incluso si yo no le he dicho aún que sí, lo da todo por sentado, tan segura de todo que incluso me siento segura yo y por un instante vislumbro mi vida con ella, es como… como si fuera mi persona y estoy apenas reconociéndolo.

Que mi mente apenas capta lo que mi alma reconoció desde ayer, en el momento en el que cruzamos miradas.

-…te va a encantar la casa de campo que me ha heredado mi abuelo; cuando estés de vuelta por Moscú será menester que vayas, no te vas a arrepentir, la playa por lo general es de agua fría y yo no me meto mucho por esa razón y porque temo a los lugares donde no veo el fondo, incluso meterme a donde el agua es cristalina me da pánico, pero estoy segura que encontrarás bastante mágico el lugar - Le brindo una ricilla.

-Suenas muy convencida ¿Sabes? Nunca me había tocado conocer a alguien que fuera así conmigo - Es verdad, nunca, ni Irina.

-¿Así cómo? - Pregunta.

-Tan amable, tan convencida de que me quiere en su vida.

-Me inspiras algo que no sé describirte - Contengo el aire y mis oídos no creen lo que escuchan – Me siento cómoda contigo.

Me detengo, necesito verla al rostro, directamente, necesito perderme en sus ojos tan azules, incluso creo que quiero besarla, tengo que hacerlo antes de que se acabe la noche y cada una se vaya por su lado. Sí, es probable que Yulia sea mi persona.

-Quizás tú y yo somos de esas almas que deben encontrarse una y otra vez - No sé describir lo que me dicen sus ojos cuando se lo digo, pero en definitiva es una mirada que no le he visto.

-No tengas duda de que lo somos, es más… - Guarda silencio y yo no atino por qué lo ha hecho.

-¿Qué pasa? - Pregunto. Levanta el dedo índice, indicándome que escuche.

-Esa música - Me dice; tiene la mirada perdida, identificando las notas, como si en segundos se fuera a echar a flotar hacia ellas.

-Parece de cabaret - Reconozco las melodías, parecen conocidas, pero no lo son; sin embargo me gustan, quizás yo misma flote del mismo modo hacia donde proviene la música – Es… suena bien.

-¡Los conozco! - Lo dice como una chiquilla entusiasmada – Ven - Me toma de la mano y me lleva consigo a la otra acera.

Cuando llegamos al otro extremo hace por soltar mi mano, pero yo me detengo ahí, no quiero que me suelte, me siento tan sostenida que podría quedarme colgada de su mano toda la noche.

Conoce la música y la canta una vez que estamos adentro.

Pasamos el mejor de los momentos del día, ella canta y las dos bailamos, bebemos cerveza y brindamos. Hay algo familiar también en esto, en estar rodeada de gente que grita y ríe, que chifla, en la atmósfera que huele a cigarro y a vino, al perfume de las meseras y de las personas que pasan de aquí para allá, incluso en el humor propio de cada individuo.

Hay algo de cómodo en su compañía, contenta que se mueve de aquí para allá en su asiento, y de pronto, no estoy aquí sino en otro bar, en uno más amplio y con otra gente. Es como un flash, como un recuerdo que no existe, y no sé si lo he imaginado porque me viene de otra vida o porque ya estoy borracha.

Lo cierto es que no me esfuerzo mucho en encontrarle una explicación, estoy disfrutando cada canción, cada sonrisa que Yulia me brinda, cada palabra que me da.

Cuando salimos de ahí estoy más que borracha y un pie se me cruza con el otro y casi caigo pero Yulia me sostiene y nos echamos a reír. El aire es frío y temo que eso me suba la borrachera, a lo lejos veo un relámpago y apuesto porque lloverá, el aire huele ya a tierra mojada. Aspiro fuerte, es uno de mis olores favoritos.

Y entonces sin avisar y con otro trueno, la lluvia cae bruscamente sobre nosotras.

Cuando expreso en voz alta que quizás eso me ponga aún más borracha, ofrece que vayamos en taxi al hotel, pero tomar un taxi supondría menos tiempo a su lado y aún no estoy lista para despedirme de ella. Así que le digo que no, que prefiero caminar.

Les confieso que me da ternura su admiración por esa Elena Katina que bien puede ser mi gemela, o como dijo entonces Yulia, mi yo del pasado.

Así que bromeo y le digo que ya conoció a su reencarnación y que necesito que me haga un club de fans. Dice que será la presidenta y yo me echo a reír.

El tiempo a su lado es tan ameno y me gusta mucho ir de su brazo.

La lluvia ha parado considerablemente cuando llegamos a mi hotel, pero insisto, no quiero que se vaya; ambas estamos escurriendo, nuestra ropa está empapada, así que es el pretexto perfecto para persuadirla de que se quede otro momento conmigo.

Ambas estamos más despiertas y sé que estoy tomando esta decisión sin alcohol de por medio.

-¿Quieres… subir? - Pregunto tímidamente, no quiero que piense mal, aunque en realidad sí debería de hacerlo - Estás… podrías darte un baño, llevaremos la ropa a la lavadora y secadora… prometo que no es un truco para yo secuestrarte y venderte - Bromeo como hemos bromeado, ninguna de las dos tiene intenciones de vender a la otra a un tratante alemán.

Observa el hotel, de arriba abajo. La veo dudosa y creo que me he excedido con mi invitación, en seguida me maldigo y pierdo la confianza.

-No te preocupes, entiendo si no… - Me interrumpe.

-Sí quiero - Responde – Te sigo.

Estoy tan nerviosa, mi corazón está como loco; pasamos al botones con un ''Bonsoir'' y subimos a mi piso.

La habitación huele como a todas las habitaciones de hotel, la cama está hecha y todo está en orden y limpio. Entro yo primero y ella me sigue de cerca, me detengo en seco y me giro a verla.

Tiene los ojos más hermosos que he visto, con el cabello húmedo que se le pega al rostro, ese rostro como de muñeca de porcelana, quiero besarla, estoy a punto de besarla cuando me retracto y me alejo. Creo que es demasiado osado hacerlo, apenas nos conocemos.

Además prometí que podía bañarse y lavaríamos y secaríamos su ropa, así que camino y enciendo la luz del baño, tomo una toalla y hablo porque si no lo hago, siento que correré a sus brazos y le haré el amor.

-Puedes bañarte en lo que pido servicio a la habitación que venga por tu ropa mojada; hazlo con agua caliente o puedes resfriarte y no queremos que lo que te resta de vacaciones lo pases con gripe - Estoy hablando tanto y tan rápido que me siento ridícula al instante y me avergüenzo.

Entonces no sé por qué me llama Elena; lo dice tan quedo, como susurrándolo, como si pronunciarlo desatara un hechizo. No digo nada, porque siento que es correcto que me diga Elena, no hace sentido, pero tampoco me incomoda, no me parece ajeno, hay algo de cálido en la forma como lo dice, como me lo dice a mí.

-No quiero… es decir… quiero - Se aclara la garganta; está tan nerviosa como yo, con el cuerpo rígido, que no sé si es por eso o por el frío de sus ropas húmedas en contacto con su cuerpo – Quiero besarte - Y por dios que no hay cosa que haya querido escuchar tanto este día que eso, que quiere besarme, es más, por mí que haga lo que quiera conmigo.

-Entonces hazlo - Sale necesitado; ''Por favor hazlo y hazlo ya''.

Tenerla tan cerca de mí me eriza la piel, no es el frío que me da cuando me desnuda, es ella, ella tiene ese efecto en mí. Apenas puedo esperar para que me quite todo y me lleve a la cama.

Nunca había sentido este deseo por alguien más, no, ni siquiera por Irina; nunca había sentido la necesidad de que alguien me tocara de este modo. Me besa con duda y luego con deseo, como si me hubiera esperado desde siempre y, honestamente, cuando nuestros labios se encuentran, sé que yo sí la he esperado, en esta y en otras vidas.

Me toca en las zonas correctas y lo hace como si me supiera de memoria, no puedo evitar gemir en su oído, o apretarle la cadera con mis piernas.

Escucharla gemir es mi placer, saber que lo hace por lo que estoy haciéndole; de alguna forma creo que yo también me la sé de memoria, cómo y dónde tocar para llevarla al punto máximo. Nunca me había entendido tan bien en la cama con alguien, pero trasciende, no es sexo, no es mi placer lo que busco; lo que en realidad sucede aquí, en esta cama y entre nosotras es un reconocimiento, ¿de qué? Lo ignoro, pero soy consciente de cada rincón que toco y sé, que ella es del mismo modo de cada parte que toca de mi cuerpo.

Creo que es la primera vez que soy completamente consciente de todo y aún así, llegado el momento, me suelto y me pierdo cuando me hace llegar al orgasmo.

Con la calma que precede al acto, nos quedamos de lado viéndonos fijamente; quiero vivir en sus ojos.

Necesito tocarla, saber que es real, así que le acaricio los vellos del brazo y luego suspiro, sí es real, y está conmigo, desnuda bajo mis sábanas; vuelvo a sentir calor, la quiero de nuevo entre mis piernas.

-¿Quién eres? - Digo tan bajo.

-Alguien común y corriente - Sonrío.

-No creo - Me sonríe de vuelta. Alejo mi mano y antes de que pueda regresarla la toma con la suya y en sincronía enlazamos nuestros dedos. Siento un choque de electricidad, uno grande.

-¿Lo sientes? - Frunce el ceño.

-¿Qué cosa? - Me pregunta.

-Como si la habitación estuviera llena de electricidad, como que cerca de nosotras hubiera una bobina de Tesla.

-Probablemente nosotras lo seamos - Juega con mi mano, como si quisiera aprendérsela, observo sus uñas, las líneas, sus dedos delgados.

-Probablemente - Le respondo tranquilamente.

Sí, puede que seamos nosotras.

Los demás días son como un sueño, un sueño lleno de flashbacks de vidas pasadas, en un salón imagino docenas de personas estrechando mi mano y dándome felicitaciones; en cada lugar está la esencia de Yulia. Como si ya hubiera estado ahí con ella.

Hacemos el amor por segunda vez y no puedo estar más contenta de compartir habitación con ella. Se me olvida por qué había venido a Francia, se me olvida que estaba auto compadeciéndome, incluso si a ratos me vuelvo sombría de nuevo, ella me trae a la realidad y me deja sin palabras.

Sus amigas se vuelven las mías casi en seguida; hay algo en Nastya que me hace sentir cómoda, como que puedo confiarle casi cualquier cosa y ya le he dicho que es muy probable que me enamore de Yulia. Tiene mucho de lo que busco en alguien.

Emma por otro lado, es esa mujer de carácter fuerte, que impone temor antes de conocerla, como que no quisieras estar en medio de una discusión con ella, pero, al conocerla un poco más, te das cuenta que tiene un corazón tan grande como Nastya y está completamente enamorada de ella, quizás sean la única prueba viviente de que el amor para siempre puede existir. Me dan esperanza.

Amo a Danielle y esos dientes de roedor que tiene, me gusta, es atractiva de pies a cabeza y, aunque sé que tuvo algo que ver con Yulia me siento bien a su lado, con sus chistes, su acento, su olor. Es otra de esas personas que creo que me he vuelto a encontrar en esta vida.

Estoy contenta de haberme encontrado con ellas, incluso si estoy ahora a punto del llanto en la sala de espera del aeropuerto.

Yulia y yo nos dimos un ''Hasta pronto''; me ha costado algo de trabajo dejarla y por varias razones, ha sido esa persona que debía de encontrarme para darme cuenta de que no pertenezco a Irina, ya no habrá segundas oportunidades.

Seis meses más para que vuelva a ver a Yulia; creo que serán los seis meses más largos de mi vida.

Sonrío, estoy agradecida de haberla encontrado. Luego se me hace un nudo en el estómago, de regreso a Londres deberé enfrentarme a lo inevitable y dar un cierre, vivir el duelo que debo vivir y comenzar nuevas cosas de vuelta a Moscú.

Buen viaje, apenas puedo esperar para que pasen los seis meses; avísame cuando llegues, Nastya y Em te mandan saludos. Yo… yo te mando un beso. Y.

Sonrío como una idiota y a punto de contestarle me mandan llamar para abordar, creo que le escribiré en cuanto llegue a casa. Suspiro, adiós París, no, este también es un hasta luego, y cuando regrese será con Yulia, lo sé, es algo que simplemente sé.

xxxxxx

El segundo día de estar aquí es nefasto, me doy cuenta que las vacaciones se me han acabado y he regresado a la realidad. En cuanto he llegado le marqué a Owen para contarle de Yulia, hablamos por un par de horas sobre lo que había hecho y cómo la había conocido, el viaje a la campiña y solté uno que otro detalle de nuestros encuentros íntimos.

Sé que está contento por mí, que le agrada la idea de que no vuelva con Irina; está tan ansioso como yo de que vuelva a Moscú, de que salgamos a divertirnos, a tomar una copa o veinte, le presente a Yulia y sus amigas. Le emociona que el viaje me presentara a una persona que me emocione como para hacer nuevos planes.

Estoy sacando las últimas cosas de la maleta y los souvenirs que compré cuando escucho que tocan a la puerta. No pienso por un solo instante que pueda ser Irina hasta que la abro y la veo parada frente a mí, con otro ramo de flores y la mirada arrepentida.

Siento el corazón desbocado y la garganta seca.

-Hola.

-¿Qué quieres? - Intento sonar desinteresada, pero creo que no lo he logrado.

-¿Cómo te ha ido en París? - Dejo la puerta abierta para que pase y camino hacia la sala. Con su pregunta me acuerdo de Yulia y sonrío.

-Bien - Al darle la cara nota la sonrisa en mi rostro.

-¿Algo que deba saber? - Me da las flores pero no las tomo, así que opta por dejarlas sobre la mesa de cristal que esta entre el televisor y el sillón.

-Nada en realidad.

Hay un momento incómodo donde ninguna dice nada. No me atrevo a mirarla a la cara, aunque más que no atreverme, es no querer, en estos momentos la aborrezco.

-Yelenq, lo siento; sabes que lo siento. No sé en qué estaba pensando cuando, cuando hice lo que hice, quiero estar contigo, eso lo tengo claro, es sólo que… - Cuando no termina el enunciado levanto por fin la mirada.

-Es sólo que pensaste que no me enteraría, o que sólo sería cosa de una vez; pero sí me enteré y no lo hiciste una vez, sino que te diste el lujo de engañarme por meses.

-Lo sé lo sé - Se acerca a mí y quiere abrazarme pero me hago a un lado – Este tiempo en el que te fuiste, que estuve lejos de ti, que no atendiste mis llamadas… te amo Yelena, quiero estar contigo por el resto de mi vida - Suspiro.

-Pero yo no - Y estoy convencida de no quererlo, porque en mi mente está alguien más.

Es ella, no hay duda, quiero estar con ella, mi alma lo sabe, entiende que nos pertenecemos desde que éramos una sola energía.

-Yo no quiero estar contigo Irina, lo siento. El viaje me ayudó a entender que tú no eres la persona que me corresponde - Guarda silencio.

-¿Cómo? - Pregunta con incredulidad.

-Lo nuestro ya terminó, estoy por empezar una nueva etapa en mi vida, y quiero hacerlo bien. Sin ti, quiero cerrar las heridas, sanar el daño que me hiciste; en seis meses regreso a Moscú, y quiero usar estos meses para pasarlo conmigo y trabajar en mí - Miro las flores, las levanto y se las doy.

Camino hacia la puerta y la mantengo abierta para que salga.

-Pero tú y yo vamos a casarnos.

-Íbamos.

-Por favor - Es entonces cuando hace por llorar, cuando finge que va a derrumbarse si no le doy otra oportunidad.

-No Irina; por favor ya no me busques.

Está en shock, oportunidad que aprovecho para llevarla hasta el umbral y cerrar la puerta.

La vida está compuesta por ciclos, este ciclo de mi vida ha terminado. La vida también está compuesta por personas que hacen la diferencia, por almas mucho más grandes, por personas que hacen más sentido que otras incluso si sólo las conoces de una semana.

Hay personas que llevan dentro de sí el alma que hace magia con la tuya. Yulia tiene esa alma que crea música y colores con la mía. Y es con ella con quien quiero empezar un nuevo ciclo, reencontrarme con ella una y otra vez, después de miles de vidas.

Puedo esperar, seis meses son los primordiales para arreglar mis cosas y luego ir hacia ella. Es ella, ella es mi persona, de eso no hay duda.

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Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA  - Página 5 Empty Re: Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA

Mensaje por Fati20 2/2/2023, 3:44 pm

Primero que linda sorpresa el capitulo temprano 😍😍😍 segundo repito la escritora es increíble nunca deja cabos sultos o detalles faltantes o vacíos q sabes q hubieran completado todo como debia ser ya había pasado con ese capitulo de Vika cuando julia regresa y el q pudiera regresar a amarse con Elena y ahora este capitulo de Yelena es tan perfecto. Me encanto tanto saber como fue para Yelena lo fuerte de su alma antigua dándole tantas señales y saber como se sintió ella así en desconocimiento en comparación a Julia de encontrarse a su alma gemela lo leí lo más lento y detalladamente posible se disfruta mucho.. Bueno ya me extendí mucho y estoy feliz de q sea tan buena historia. Saludos cariño mio 😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 2/3/2023, 1:17 pm

Capítulo Treinta y nueve:

En un periodo de cinco meses he acumulado al menos cincuenta cartas y unas cuantas postales que Yelena me ha escrito y dedicado con puño y letra. Nunca había tenido la costumbre de enviarme cartas con alguien; no es que no hubiera querido, pero, al haber nacido en una era en la que la tecnología facilita muchas cosas… no encontré con quién compartir ese gusto. La simple acción de encontrar el sobre perfecto con el timbre postal que haga juego… se convierte en algo no tan simple cuando se trata de enviarle esa carta a alguien que es muy especial. La incertidumbre de que pueda perderse en el camino, traspapelarse y ser entregada semanas o meses después, incluso no ser entregada nunca.

Es divertido, te hace apreciar el tiempo, las cosas pequeñas de la vida, los actos que casi quedan obsoletos por el ensimismamiento y la costumbre de estar supeditado a un Smartphone o una Laptop; todo sucede en segundos, un whatsapp te conecta en un parpadear con alguien que está al otro lado del mundo y Skype te da la oportunidad de tener largas conversaciones por videollamada.

Sí, la tecnología es una maravilla… pero es demasiado impersonal; hay en ello, al menos para mí, cierta barrera invisible que no me permite sentir tanto como siento cada vez que veo un sobre con la tipografía de Yelena dentro de mi buzón. Una tipografía mucho más suave y delicada, redonda y casi simétrica. No es cursiva, y tiene a's redondas y tipo romanas, sin puntitos en las ies.

Han sido cinco meses en los que he tenido a Yelena sólo en papel, la siento en cada letra y parece que está a mi lado leyéndome lo que me ha escrito. La siento cerca, pero también me hace falta abrazarla, olerla, sentir su piel tibia junto a la mía… besarla.

Sí, es verdad que dije que si la esperé tres años, entonces seis meses serían pan comido. No es verdad.

En realidad esto se asemeja mucho a esas últimas horas del último día de clases donde el reloj pareciera que te avienta los segundos a cuenta gotas, las manecillas se mueven lentas dejándote en una espera agonizante que te hace perder la cordura o la paciencia o, las dos a la vez.

Entre más cerca veo su regreso, más ansiosa me pongo; quisiera hacer que el tiempo caminara más de prisa, pero, siendo una viajera dentro de sus vectores, sé que es mejor que lo dejemos actuar como desee. Que él siempre tiene un por qué. Me armo de paciencia e intento no estar como león enjaulado dentro del departamento.

Emma me entiende, sabe perfectamente bien que me pondré cada vez más ansiosa, que tengo miles de planes, que estoy que no quepo en mi cuerpo, mi alma es demasiado grande de tanta felicidad. Estoy enamorada, así es como debo vivirlo, ahora lo sé porque así fue con Elena y así es con Yelena, "dos cuerpos distintos con la misma esencia", dos personalidades no tan distintas hechas del mismo polvo estelar depositadas en sus recipientes de carne y hueso. Que, por iguales que sean por fuera, hay cosas que diferencian a una de otra.

Podría juntar a la del pasado con la del presente y saber cuál es cual porque hay bastantes detalles que la otra no tiene. Y aún así, el alma es la misma. En estos momentos me siento más enamorada de Yelena que de Elena por una sola cuestión: ésta es la mía como yo suya.

Los matices de los que estamos compuestas combinan, nuestras mentes, pensamientos, experiencias; nuestras costumbres hacen que todo sea más fácil, que la energía entre ambas fluya con ligereza.

A veces pienso que si hubiera viajado al siglo XIV la situación hubiera sido más difícil, porque, repito, las costumbres son otras y la mente se encuentra en distinta frecuencia. Yo hubiera comprendido cosas que la civilización de entonces no llegase a vislumbrar siquiera; como que la tierra es redonda y no plana o que es absurdo acusar de bruja a la vecina que tiene mejores cosechas.

Yelena y yo somos las que debían encontrarse en esta línea de tiempo. Somos perfectas.

Cuando pienso en ella me emociono, lo hago como una niña pequeña a la que le han prometido un viaje esperado. Siento en la boca del estómago esas cosquillas que ya todos conocemos cuando una emoción nos invade de pies a cabeza concentrándose luego en ese lugar tan específico.

La casa de campo está lista, su habitación adornada con diferentes muebles pero el mismo acomodo. Son antiguos, comprados en un bazar que descubrí por la casualidad una tarde en la que di vuelta por otro lado cuando iba a visitar al abuelo. Fue uno de esos días en los que traía la cabeza perdida y por no poner atención al camino me pasé de la desviación.

El lugar era inmenso, de largas paredes de cristal, como que hace bastantes años hubiera sido un invernadero elegante. Tenía muebles tan viejos que aún conservaban en sus telas o maderas, el olor de los dueños. Cada casa tiene su humor, cada auto; cada cosa adopta la particularidad de a quien pertenece. Es como si las cosas tuvieran vida, como si todo estuviera conectado a una sola raíz.

Encontré en el bazar tocadores y roperos semejantes a los que había entonces, con sus espejos biselados y sus bancos con asientos de terciopelo o pana. De maderas color miel, oscuras, e incluso pintados de blanco que a estas alturas se ven más bien como aperlados por el paso del tiempo. Posters de coca cola, carritos de latón, porcelana cuarteada con ilustraciones del siglo XVII, figurillas del mismo material: dos amantes sentados en una banca y a punto de compartir un beso.

Cada paso era un viaje en el tiempo, cada olor, cada textura, me transportaba a diferentes espacios y tiempos.

Y entonces la vi, una base de cama idéntica a la suya. He olvidado la sensación de su colchón, no sé si me era cómodo, se me ha borrado por completo de la memoria, pero eso, aquello sigue en mi mente como fotografía: oscura y maciza, con adornos victorianos en la cabecera.

Salir de ese lugar me dejó con una sensación de contento y nostalgia que me tuvieron el día entero pensando en la que dejé en los años treinta; tanto, que al llegar a casa abrí el baúl y me senté en el piso de duela a ver una a una las fotografías de Elena, Vika, Damien, Ray y Emma.

Recuerdo las cartas de Emma, recuerdo también que las busqué donde solía guardarlas, si es que acaso encontraba aunque fuera una, o el pedazo de una. Me pregunté si de haberla encontrado aún olería a su perfume. Esos perfumes que Yulia le regalaba.

Espero que Yelena guste de la casa de campo, de la vista al mar, del viento que sopla enojado al anochecer, las gaviotas que saludan al salir el sol. Que le gusten sus pasillos y la biblioteca de libros enmohecidos por el tiempo y el descuido, las habitaciones y la alberca, sus jardines.

De alguna forma, deseo que pase como entonces, cuando a la otra versión de Yelena le pareció tener una visión de su cuarto, describiéndome dónde estaría cada cosa; verle la misma cara de emoción. La atmósfera por supuesto será distinta, la casa ha sido renovada, las maderas se han arreglado de modo que parezca que el tiempo no ha pasado, las alfombras se lavaron o reemplazaron, los pisos se pulieron y lo único que rechina son las tuberías y uno que otro escalón al subir las escaleras; ya no más los candelabros ruidosos por el aire que se colaba por las ventanas rotas.

Ahora es una casa que da el calor de hogar, no aquella que se asemeja a la de ''La mujer de negro'' en su versión mucho más tétrica y decadente. Sigo esperando ver el fantasma en el árbol del columpio (he instalado un columpio) o escuchar a Raven en las caballerizas. A veces, cuando Nastya, Emma, Maxim, 'Damien' y yo pasamos el fin de semana acá, los ecos atrapados en sus paredes me hacen escuchar la voz de Tynise o la risa de Mijaíl. Una sombra sentada en el salón junto al piano, simulando ser la tía Julie.

Esta casa está llena de fantasmas y yo quiero construir recuerdos nuevos con las versiones actuales de las que estuvieron en el mismo lugar hace ochenta años.

Quiero hacerle el amor a Yelena en mi cama y en la suya, besarnos bajo el árbol, caminar en la playa con los pies descalzos sintiendo el agua fría de mar, escuchando la espuma que se forma después de que rompe una ola. Y quiero volver al estanque donde después de nadar por un pequeño rato, hicimos el amor Elena y yo a la luz de la luna.

A veces me pregunto si Elena no se dio cuenta de que la Yulia que se quedó con ella no era la misma que la enamoró. La personalidad de esa Yulia y la mía no eran las mismas, caso extraño, porque casi todas coinciden ahora que puedo hacer comparaciones, Vika y Nastya, Emma. Damien y ''Damien''; pero Yulia y yo éramos distintas. A menos que su verdadero yo se hubiera distorsionado por el afán de guardar apariencias y querer convertirse en la ''Reina de hielo''.

Hago memoria, Vika me escribió algo al respecto, como que Elena se creyera una loca por pensar que la Yulia con la que estaba era otra, no por su forma de amarla, si no por algunas maneras. Mis formas de moverme no eran las de Yulia, mi forma de besar era diferente, quiero suponer. Cada uno toma la experiencia que le da la vida, no sé si el buen besador nazca o se haga, pero quiero pensar que mucho tienen que ver los labios que hemos besado para forjar nuestra historia en "el arte" de besar.

He escuchado de Maxim que deja de ver a una chica durante un periodo razonable de tiempo y al volver a verla y besarla, sus besos son diferentes, pues se han acostumbrado a otros labios y otros ritmos. Los labios de Yulia sentían los de Elena a través de mí, pero creo que los que tenía en la mente, impregnados por la cantidad de tiempo compartido, fueron los de Emma.

Es mucho suponer, claro, poco de ello creo tener como certeza.

A veces quiero tener la oportunidad de hablar con esa Yulia, de sentarnos en una mesa redonda de café a las afueras del establecimiento en una noche fresca, fumarnos un cigarro y que me platique cómo se sintió mientras yo tenía el control y cómo sintió las cosas y a Elena después de que me marchara; pasaríamos la noche entera hablando de eso, estoy segura. Me quedaría en silencio escuchando todo lo que tendría por contarme, que no omitiera un solo detalle.

Pero, mis deseos son imposibles, no puedo hablar con los muertos de esa forma; quién sabe si alguien pueda hacerlo, pasarse la noche completa platicando con un difunto.

Y si existen pues la reencarnaciones ¿Qué son entonces los fantasmas?

¿Quién no quisiera encontrarse consigo mismo? Con ese que ha vivido cien años atrás, trescientos, mil. Y tener un asomo a lo que hizo entonces, si es que se acercaba a la nobleza o le tocó dormir en una cama hecha de tela y paja. Infinidad de posibilidades, de historias, para nosotras las almas viejas… y sin embargo ni una sola pista de lo que fue de nosotros.

Si yo no hubiera viajado en el tiempo y no me hubiera encontrado con aquel Damien, no hubiera siquiera vislumbrado todo esto de lo que hablo. Quizás no me hubiera dado cuenta de mi alma vieja, ni hubiera constatado aquello de que las almas reencarnan juntas.

A veces creo que la magia más bien estaba en aquel entonces y que esta nueva era, está tan gastada y absorbida en banalidades que todo lo que puede sorprendernos ha dejado de existir; hay tanto que se puede hacer ahora por medio de las máquinas, que nada sorprende a la mayoría. Temo que el mundo ha perdido su capacidad de asombro y yo prefiero rodearme por aquellos que todavía se detienen a la mitad de la carretera para tomarle una fotografía al atardecer y quedarse otros minutos admirándolo.

Son más atentos a aquello que absorbe el ojo que a lo que pueden capturar con su celular. A veces, a través de la lente, uno pierde los detalles más insignificantes que pueden hacer el momento grandioso.

Y estas cartas son mis momentos grandiosos, son mis pequeñas cosas que hacen de mi vida algo enorme.

Como hiciera entonces, las envuelvo en un listón amarillo; aprendí a amarrarlas como se debe (fue algo que aprendí de la otra Yulia), doy dos vueltas a cada lado y termino con un moño, abro el baúl y las guardo junto con las fotos y el librillo que me envió Vika.

Paciencia, me digo. Pronto estará aquí.

xxxxxxx

Las puertas se abren, como aquella vez, cuando la recogimos (sin recogerla en verdad porque aquella otra historia con Yelena que nunca pasó) y sale un mar de gente antes de que pueda verla entre la multitud.

Cuando la veo se me ilumina la cara, tengo la sonrisa de oreja a oreja y creo que me duelen las mejillas. Es probable que tenga cara de idiota porque otros que también esperan gente, me miran, contagiados por mi alegría buscan a la persona que me provoca esto. Cuando se acerca me abraza y la levanto del suelo, la abrazo fuerte, tan fuerte que le truena la espalda y se queja, yo río y los demás siguen observándonos con curiosidad.

-Hola - Se ve cansada, aunque apenas y se le notan las ojeras.

-Hola - Digo de vuelta y suspiro, suspiro profundo y aún sin dejar de sonreír o quitar mis ojos de los suyos.

¡Qué hermosa es! Y cuánto la he extrañado.

Por fin ve a mis amigas que están tres metros detrás de mí y nos acercamos para que (así como he hecho yo) la abracen y le den la bienvenida.

Llevo conmigo su maleta y cuando está cerca de Nastya se cuelga de ella y le besa ambas mejillas, le dice que es bueno volver a verla y se toman de la mano mientras comparten sonrisas.

El abrazo con Emma es menos efusivo, aún falta familiaridad, falta que se les caiga el hollín de las otras, esas que compartieron amante.

-Hola, soy Maxim - Se dan la mano y él le sonríe amplio, grande; Maxim siempre ha tenido una de las sonrisas más lindas que he visto en cualquier hombre – Y ahora entiendo el porqué de sus ojos de borrego y su pasear soñador y errático.

No sabe quedarse callado, hemos visto. Es una bendición que sea tan directo, y también puede ser demasiado molesto, dependiendo de la situación.

En esta ocasión creo que quiero golpearlo, estoy sintiendo cómo se me sube el color a la cara, pero cuando ella voltea y me mira como me mira, sé que ha sido bueno que lo hubiese dicho.

-Garrell, pero todos me dicen Damien - Yelena se echa a reír, creo que no puedo cansarme nunca de su risa.

-Sí, tienes más cara de Damien - Lo abraza y lo hace fuerte, presiento que ahí ya se reconocieron sus almas.

Caminamos al estacionamiento, las chicas viajan conmigo y Damien y Maxim en su camioneta.

-Espero que no te moleste que no te lleve a tu casa - Le confieso.

-¿Qué? Pero…

-Te vamos a llevar a descansar - Dice Nastya – Es la casa más hermosa que hay en la zona, Yulia la arregló y verás qué maravilloso es pasar el tiempo ahí.

Volteo a verla, esperando que esté molesta, que no le guste la idea, que realmente tenga ganas de llegar a su departamento y quedarse ahí sin compañía; los vuelos son cansados y pesados, pero tampoco es que hubiera tomado un vuelo de doce o dieciocho horas.

Me interroga con la mirada y yo sólo le sonrío y me encojo de hombros.

-No me mires así, verás que te gusta; además, te he preparado una habitación por si sientes que sólo quieres llegar a dormir y no saber nada de nadie.

-Lo siento, es sólo que no me gusta no saber los planes y de pronto me convierto en este monstruo del control… - Pone su mano sobre la mía – Es cosa de que me dé un baño y me relaje; tengo los músculos entumecidos y aún estoy un poco mareada y con los oídos tapados.

-Entiendo - Comienzo a acariciarle la mano con mi dedo pulgar.

Ok, quizás entendieron que sólo nos comunicamos por carta, no, también nos vimos muchas veces por Skype y le llamé por teléfono sólo para escuchar su voz cuando, al salir del restaurante o de un bar, me daban ganas de contarle o que me contara de su día.

Varias veces, ausente del cambio de horario, le llamé por la madrugada y viceversa. Nunca nos quejamos, oírla era la mejor parte de mi día o de mi noche así que, tras una charla de un par de minutos, nos despedíamos (ella o yo con la voz modorra, dependiendo el caso) y nos volvíamos hablar dos o tres días después.

Por esta clase de cosas es que sentimos que podemos tocarnos así, como que hubiéramos pasado estos seis meses juntas; hay entre nosotras una familiaridad y confianza casi palpables.

Pues bien, cuando Yelena se enfrasca en una conversación con Nastya, volteo a ver a Emma por el retrovisor, las escucha atenta pero no participa más que a ratos.

Pongo entonces atención al camino, pasamos la autopista pavimentada y entro por fin a las puertas de metal, la grava se escucha bajo las llantas del coche y las luces de los faros de la camioneta de Maxim me calan en los ojos.

Cuando Yelena se da cuenta de a dónde hemos entrado se gira hacia el frente y se pone atenta del camino y de la casa; está en silencio, puedo ver el asombro en su cara, cómo absorbe cada detalle, cada árbol y a la izquierda, el mar que como siempre, se funde con el cielo oscuro.

-Yulia, es hermosa - Me estaciono frente a las escaleras y ella baja boquiabierta, viendo hacia arriba la casa – Wow - No me doy cuenta que tiene las manos cruzadas sobre su pecho hasta que bajo mi mirada para verla a ella más que a la casa – Es… siento… he estado aquí - Le sonrío de nueva cuenta y paso mi brazo por sus hombros.

-Imposible, nunca has estado aquí - Beso su mejilla.

-En otra vida seguro que sí - Camino a la cajuela para sacar sus maletas y no puedo dejar de sonreír.

De cierto modo espero que Mijaíl nos reciba o la tía Julie o quizás Dima, que adentro estará lista la cena y Tynice nos tendrá listo el baño. Pero ya saben que yo no soy de aquellas a las que les gusta la servidumbre a menos que sea para limpiar un desastre.

Hay una señora que viene cada semana a ver que todo esté en orden y a hacer el aseo necesario. Fuera de eso no tengo quien nos cocine o nos sirva el té.

Mis amigos se quedan afuera para estirar la espalda y encenderse un cigarrillo, las farolas alumbran generosamente el pórtico y unos tres o cuatro metros más allá de donde se han quedado parados conversando.

Sé que no entran porque quieren darnos nuestro espacio, que Yelena reconozca bien las cosas. Ni Maxim ni Damien saben absolutamente nada de la importancia que tiene el hecho de que ella esté aquí, pero Emma se las ha arreglado bastante bien para que nos den privacidad.

-Ven, es por acá - Subimos las escaleras; yo con las dos maletas que recogimos de la banda giratoria en el aeropuerto y ella con la que llevó consigo.

Va subiendo escalón por escalón y con cuidado y detenimiento, viendo con curiosidad cada fotografía colgada en la pared, escuchando el rechinar de sus pasos; luego echa un vistazo al piano, lo observa, y yo la recuerdo parada junto a él justo antes de desmayarme esa primera vez en la que bajé al salón y me di cuenta de que estaba en otro lugar, cuando la realidad se hizo presente en mi cerebro: Había viajado en el tiempo.

Caminamos hasta su habitación, me late fuerte el corazón; ya quiero ver su cara cuando entre.

Me paro en medio y suelto sus cosas; frente a la cama están un par de sillones junto a la chimenea. En la esquina, atrás del sillón individual está una mesilla de madera con un helecho, su cama tendida con un edredón blanco y la base que encontré en el bazar, los burós hacen juego con la misma y, aunque entonces no había biombo, la otra Yelena había imaginado uno cuando nos dimos el paseo por la casa en ruinas. Así que consideré agregarlo a la decoración.

Está boquiabierta, como estuviera cuando recién bajamos del coche. Se mueve lentamente y con cautela, como si un movimiento en falso fuera a quebrar la magia que está teniendo dentro de sí.

-¿Tú la decoraste? - Asiento – Siento… es como si… - Sé que quiere formular bien las oraciones pero no hay palabras para todo lo que de seguro está sintiendo.

Se acerca a las ventanas y corre las cortinas, abre entonces y se aventura al balcón, en cuanto siento el aire, reconozco el olor que nunca se irá de ahí, es olor de mi otra vida, el olor de nuestras vidas, de mar, de sal, de recuerdos, de invierno.

Es de noche, todo parece abismal, las olas rompen debajo contra las rocas. Voltea su rostro hacia mi terraza donde he puesto una mesa de hierro con sus cuatro sillas, parecida, más no igual, a la que tenía entonces.

-¿Ahí está tu habitación?

-Sí.

-Yulia, es… no sé cómo describirte lo que siento al estar aquí parada, contigo, con esta vista, con estos olores. Te juro que siento que he estado aquí; aunque más bien te imagino allá, leyendo algo o fumándote un cigarrillo - Me tiene con la respiración contenida, esta es otra Yelena y sin embargo creo que me dice casi lo mismo que esa que nunca existió.

-¿Y tú qué haces mientras yo leo?

-Seguramente espiarte.

El viento le trae el cabello a la cara y se lo quito suavemente y muy lento, acariciándole la sien y de paso la oreja. Nuestros ojos se conectan, le miro los labios y luego otra vez los ojos.

-Qué gusto haberte encontrado Yelena - Me frunce el ceño pero no dice nada, toma mi mano en la suya y recarga su mejilla en mi palma.

-Qué gusto que me encontraras cuando sentía que me estaba perdiendo de mí y del mundo.

Me acerco a ella y la beso, es lento, sin lengua, sintiendo sus labios con los míos, un roce apenas, sus suspiros colados a mi boca; siento sus manos en mi cintura y yo me aferro de su rostro.

El ''hasta luego'' se ha convertido en un ''aquí y ahora''. Dejo mi frente sobre la suya, no me atrevo a abrir los ojos, quiero que el momento se quede un rato más en el ambiente, bailando alrededor de nosotros, toma aire y luego pone sus manos en mis muñecas y se aleja pero no me suelta.

Se le nota el cansancio en los ojos, sin embargo, junto a aquello, reconozco que está contenta, puedo ver a Elena en ella, puedo sentir que el tiempo es ese, donde aún "conduzco" un Bugatti y bailo Charleston a medias.

La conozco de hace tanto tiempo que sé leerla casi como la palma de mi mano. Le beso la mejilla y la traigo hacia mí, abrazándola fuerte de nuevo, tan fuerte como cuando la recibí en el aeropuerto, aspiro, no usa perfume, huele a ella, y su olor es la cosa más deliciosa para mis sentidos, me enloquece.

-Querías darte un baño - Parece hipnotizada, sólo asiente y se deja llevar por mí hacia allá.

Cuando ve la tina suelta otro ''wow'' y me mira como una niña pequeña.

-Es la tina más linda que he visto.

-Es muy vieja y cuando comencé con la restauración de la casa estaba enmohecida y no daban para nada ganas de meterse en ella… - Se ríe.

-Parecía de película de terror, me imagino.

-Sí, juro que pensabas que el moho era más bien sangre seca - Hace cara de asco y se distrae con la grifería del lavabo y el piso blanco y negro - El agua caliente es la de la izquierda; siéntete libre de quedarte el tiempo que te plazca, yo estaré abajo con los chicos ¿Tienes hambre?

-Sí, algo.

-¿De qué tienes antojo?

-De salmón o langosta - Me deja sin saber qué decir, pero se ríe luego de que mira mi cara - ¿Waffles quizás?

-¿Con una bola de nieve? - Me sonríe y asiente – ¿Vainilla, chocolate o cereza?

-Sorpréndeme - Me dice; voy a cerrar la puerta tras de mí pero me regreso rápidamente y le doy un pico en los labios.

-Disfruta tu baño.

Bajó las escaleras con la ligereza propia de una pluma de pájaro y la alegría más grande de todas.

La cena la deja soñolienta, bosteza al menos cinco veces antes de que nos acabemos el cigarrillo y entremos a la casa muertos de frío. Maxim enciende el televisor y se pone a ver el football junto con Damien, no es que le encante a mi antiguo amigo, pero creo que gusta de Maxim. Sonrío, Maxim no es el adecuado, por algún lado andará Ray.

Emma y Nastya se dan un chapuzón en la alberca de agua tibia (instalé calderas) y yo que, aunque también me siento cansada, no estoy lo suficiente como para irme a la cama.

Yelena y yo caminamos por el pasillo y tengo este recuerdo de entonces; creo que me dirá que no haga ruido para no despertar a Dima. Nos detenemos ante su puerta y le beso la mano.

-Aquí la dejo señorita.

-Perdona que no me quedara más tiempo, pero de verdad necesito descansar, me siento molida. Prometo que mañana lo compensaré - Eso me pone el rostro tan rojo como un tomate; lo nota y se ríe fuerte.

-¿Acaso piensas en otra cosa que no sea eso?

-Es culpa de Maxim - Le respondo e intento esconder la cabeza cual avestruz.

-Tenía en mente bajar a la playa, me hace falta sol, aunque haga frío; ya tuve suficiente de lluvia Londinense.

-Lo que quieras hacer estará bien - Me mira sin decir una sola palabra, me besa en los labios.

-Tal vez te lo compense de esa forma - Me brinda una sonrisa pícara y sin más abre la puerta y me deja ahí en el pasillo con cara de idiota.

Bajo a donde están las chicas, están aventándose agua en la cara y ríen. Me sorprende aún la forma como se aman, que parece que nunca pasarán la etapa del enamoramiento y todo será siempre color de rosa, las he visto discutir pocas veces; permanecen ignorándose por media hora y al rato están una encima de la otra compartiendo besos y abrazos, hablando de esto y aquello como si no se hubieran visto en siete días y se han extrañado horrores.

Para verse diario son la pareja que mejor se lleva, que no se aburren de su compañía; ni una sola vez las he escuchado quejarse de necesitar espacio. Tienen la relación de una en un millón y yo no puedo estar más contenta de saberlas felices con lo que tienen y comparten.

Me quito los zapatos y los calcetines, me subo los jeans hasta media pantorrilla y meto los pies al agua.

-Deberías zambullirte - Me dice Emma mientras las dos se acercan a mí y me avientan agua con la mano. Me cubro en vano.

-No creo que tenga ganas de nadar; me siento un poco cansada aunque no con tanto sueño. Pensarla aquí y estar nerviosa me ha agotado.

-Está contenta; me lo ha dicho al terminar la cena - Es Nastya quien me informa, se acerca a mí y recarga los brazos en la orilla de la alberca, posando su mentón sobre su mano derecha.

-¿Ah sí? ¿Y qué más te ha dicho?

-Cosas que no puedo decirte - Frunzo el ceño, indignada.

-¿Y por qué no?

-Porque me lo ha contado en confianza; pero descuida, vamos bien - Me brinda una sonrisa tierna y amorosa. Me gusta tanto Nastya, y sin embargo a ratos extraño a Vika, esa que sabía todo de mí. Ha venido a reemplazarla Emma. Ella sí lo sabe todo.

-Estoy tan enamorada - Les digo, se me pierde la mirada y suspiro. Emma se echa a reír.

-No hace falta que lo digas, puedo olerlo a kilómetros de distancia, casi me asqueas.

-Dudo que sea tan empalagoso como ustedes dos, nadie puede ganarles - Le jalo el cabello y me muerde la rodilla.

-No estás muy lejos querida Yulia - Nada hacia atrás y luego se sumerge. Nastya la observa, hipnotizada.

-¿Puedes creer que todo eso sea mío? - Es mi turno de reír a carcajadas.

-Todo, todo eso es tuyo - Recuerdo a la Emma de los años treinta, a ésta nunca la he visto desnuda, y pues sí, aquella tenía bastante de todo.

Al rato se cansan y se marchan para bañarse y dormir, yo camino descalza y entro a la casa, Maxim y Damien se han quedado dormidos con el televisor encendido, están en el resumen del juego, un par de comentaristas aprecian las jugadas del equipo visitante y pasan la repetición del momento.

Tomo un par de mantas y los cubro, no quiero despertarlos, la cabeza de Maxim está sobre la de Garrell y me aguanto una ricilla, saco el celular y tomo dos fotografías. Mañana estarán avergonzados, es un momento épico y quizás pueda sobornar a alguno.

Caigo pesadamente en mi cama rebotando un par de veces. Me quedo boca abajo, aún sin creer que en la habitación contigua está Yelena, sonrío, no quiero que se acabe esta vida, no quiero tener que deshacerme de todos mis recuerdos, emociones y sensaciones. Saber todo lo que sé hace que las cosas sean mejores.

Me levanto para encender la calefacción y me meto bajo las cobijas después de ponerme el pijama. Aspiro fuerte el olor de las fundas de las almohadas, huelen a mi perfume y al suavizante de la lavandería, me acurruco y cierro los ojos, intento dormir, debo dormir, pero la emoción de todo esto me tiene como un niño que no concilia el sueño en noche buena.

Pero el calor de la habitación me sumerge en un rico sopor y entonces duermo.

Me asusto como nunca cuando siento que alguien se pega a mi espalda; siento mis latidos en las sienes y escucho mi respiración agitada. Ella se echa a reír.

-No creí que te despertaras con tanta facilidad - Es Yelena, y en segundos me derrito en su abrazo, quiero girarme para verla, pero prefiero quedarme así y la pego más a mí.

-No estoy acostumbrada a la compañía - Ya no, antes lo estaba, y en esta casa apenas y podía esperar para que dejara que todos se durmieran para entonces venir a asaltar mi cama y mis almohadas - ¿Qué haces aquí? No es que no te quiera en mi cama, pero asumí que no despertarías hasta mañana.

-Me dio sed y creí que… no sé, sentí estas enormes ganas de venir a meterme bajo tus cobijas - Hace silencio y acomoda bien su cabeza sobre la almohada – Además ¿Por qué siempre tienes las mejores almohadas? - Casi puedo decirle ''Elena'' en este momento, pedirle que me cante, que me cuente del orfanato, incluso de esa novia que dejó por seguir sus sueños.

-Tus almohadas son iguales que las mías - Me río.

-Entonces las amoldas de forma que sean más… más… acogedoras - Le beso los nudillos y cierro los ojos. Su calor es delicioso y su voz de modorra es muy sexy.

-Supongo que deberé de dormir en tu cama para amoldar las tuyas - Siento sus labios en mi hombro y se pega mucho más a mí, como si no lo estuviéramos ya.

Escucho el murmullo del mar, el viento que golpea las ventanas; me siento relajada, arrullándome con los sonidos de afuera, con su respiración y su calor.

-Irina me visitó antier; tenía al menos cuatro meses sin buscarme - Estoy alerta ahora, despierta, con mi oído aguzado.

-Ok.

-Fue a disculparse, esta vez fue sincera, una disculpa sin ruegos; me deseó lo mejor contigo - Me deja sin saber qué decir – Le conté de ti ¿Sabes? Le he contado a todo mundo - Se acurruca, pero necesito estar de frente a ella para esto.

-Que me hables de tu ex me pone nerviosa - Me sonríe y me acaricia el cabello.

-No tendría porqué, nunca estuve más segura de nada en mi vida… bueno, excepto de que quería ser artista, eso lo supe desde que tenía un año… o dos; tú eres eso que llaman destino - Trago saliva, escucharlo me eriza la piel.

-Eso es… es - Me interrumpo, no sé ni lo que es, porque lo es todo.

-Eres aquello que una agradece infinitamente. Quiero encontrarte si vuelvo a nacer, si nos encontramos en París, entonces podemos encontrarnos en el fin del mundo - Le beso los labios.

-Prométeme que vas a buscarme incluso si no me recuerdas.

-¿Y tú estarás buscándome también?

-Siempre te he buscado, siempre he deseado tenerte; eras… eras esta imagen tallada en alguna parte de mi mente, eras… como una fotografía en color sepia, un recuerdo, sabía que tenía que encontrarte y aquí estás, conmigo, tan cerca de mí que siento tu respiración en mi piel, no, aún más cerca ¿Lo sientes? - Le hago la pregunta que me hizo en el hotel.

-¿Qué? - Es ahora quien no lo sabe.

-Que somos electricidad.

Me besa, me besa mucho, no se despega de mí en lo que parecen horas; si hablaba de Irina era para reafirmarme que soy yo a quien ha escogido. Mientras me besa sella cada resquicio por el que pudiera salir o caber duda. Soy humana, aún sabiendo que es esa parte que me hace un ser más completo, puedo tener flaquezas, no creerme suficiente, pensarme demasiado romántica y por ello, creerme tonta.

Pero no, no hay ya nada en la vida que me haga dudar, no ahora que me abraza, que me besa el cuello y me desnuda poco a poco. Que lleva mis manos a sus senos y luego a su centro. El destino sabe que cada movimiento que hacemos es parte de una magia, de un conjunto que brinda equilibrio al cosmos, dos almas que se han encontrado, reconocido y juntado de vuelta.

Hacer el amor con ella es la parte favorita de mi vida, ella es lo favorito de mi vida. Sin ella puedo vivir, sobrevivir, seguir. Pero con ella soy la mejor versión de Yulia.

xxxxxxx

Han pasado dos meses desde su regreso; ha comenzado a dar clases en un conservatorio y ha hecho audiciones para papeles medianos en obras no tan renombradas; por algo se empieza, los tiempos cambian y las situaciones se vuelven mucho más difíciles. Esa época dorada no existe más, ahora la competencia es fuerte, los directores se vuelven exigentes, pedantes; no recuerdo nada como esto entonces, a Elena la adoraron desde el principio.

Yelena por el contrario, ha tenido mayores obstáculos (¿o será que conocí a Elena cuando ya había superado dichos obstáculos? No lo sé).

La espero en el estacionamiento del edificio a donde ha ido a hacer su tercera audición esta semana. Se sube al auto, cierra la puerta frustrada y suspira mientras echa la cabeza hacia atrás.

-Dicen que no tengo el rostro que esperan - Me ofendo nada más de escucharlo.

-Son unos imbéciles, y luego que seas famosa se arrepentirán - Me mira, se nota triste.

-¿De verdad lo crees?

-¿Qué?

-Que seré famosa - No puedo predecir el futuro, yo no. Pero tengo el presentimiento de que tiene que ser, DEBE de ser así.

-Lo creo con cada fibra. Meryl Streep fue rechazada de King Kong porque era… "Muy fea" para el papel; sabemos que quien se quedó con él fue Jessica Lange, ahora dime ¿Cuántos Oscar tiene Meryl? - Su sonrisa tierna me dice que la he relajado y yo le sonrío de vuelta, me giro para ponerme el cinturón de seguridad y enciendo el motor – Te llevaré a comer y luego conocerás al abuelo.

-¿Antes que a tu padre?

-El abuelo es dos en uno; no hay necesidad de llevarte con Oleg.

-Me siento nerviosa - Yo también, sinceramente, no sé qué dirá Benjamin en cuanto la vea.

-Va a amarte - Digo para relajarnos a ambas.

xxxxxx

Lo esperamos sentadas ante la mesa; cuando recién llegamos la enfermera nos dijo que estaba en revisión de rutina y que podría demorar unos veinte minutos.

Yelena sigue nerviosa, tiene las manos juntas y entre sus rodillas, observa la habitación y trata de calmarse distrayéndose con los decorados y tapices.

-Hay una foto de Elena en el vestíbulo.

-Lo sé, así fue como la conocí - Y te conocí.

-¿Alguna vez conociste a alguien que tuviera un gemelo de otra época?

-¿En vivo? Porque en internet circulan fotografías de gente que se parece a una pintura o un personaje importante de un siglo atrás - Me niega con la cabeza.

-No, en persona, aparte de mí ¿Alguien más?

-Sí; a un hombre en un acuario. La entrada era una breve introducción sobre la historia del buceo, y, recuerdo que en una de las paredes estaba la fotografía de un hombre, más o menos en la época victoriana, cuando se usaban las barbas tupidas y el cabello bien recortado de los lados; sostenía bajo su brazo su casco de buzo y veía serio hacia la cámara, el señor que estaba viendo la fotografía era idéntico a él, juro que era el mismo.

Me escucha atenta, se ha relajado con mi historia y ha sacado sus manos de entre sus rodillas, las ha puesto sobre la mesa y está inclinada hacia mí.

-Estaba tan sorprendido como lo estuviste tú cuando viste la fotografía en aquel teatro. Él se alejaba y acercaba a la foto, como intentando captar diferentes ángulos y dimensiones de la misma para cerciorarse de que no estaba alucinando. Al darme cuenta tuve una sensación extraña, como de mareo o como de ausencia, no sabría explicarlo bien. Pero fue mágico, fue increíble ver al buzo en la fotografía y ver a mi lado al mismo hombre, cien años después - Sonríe y me toma la mano.

-Me has inventado la historia.

-Claro que no, te juro que me pasó.

-Está bien, creeré en lo que me dices - Está por darme un beso cuando entra el abuelo; nos separamos rápidamente y me suelta.

-Yulia, qué bueno que has venido a verme sin que sea domingo.

-Abuelo - Me levanto y camino hacia él para besarle la mejilla, Yelena se para y se queda rígida en su lugar – Abuelo quiero que conozcas a…

-Elena - No me deja terminar y tiene los ojos bien abiertos y puestos en ella – Eres… - Parpadea un par de veces y se acerca – Te pareces tanto a Elena - Sonríe apenada y se acomoda, como siempre, el cabello detrás de la oreja.

-Me lo han dicho - Responde ella y voltea a verme.

-Pero es que de verdad eres una copia de Elena Katina - Voltea a verme - ¿La mandaste a hacer? - Me río y él se ríe también.

-No, la encontré en un teatro.

-¿Y es tu novia? - Me hubiera encantado escuchar su voz de niño y adulto, aparte de la de anciano.

-Lo es.

-Ah, por fin. Por fin te has dejado de soledades - Camina despacio, más despacio de lo que recuerdo, casi torpe – Siéntense por favor, siéntense - Nos abre los brazos y nos guía de nuevo a las sillas - ¿Ya la llevaste a la casa de campo?

-Fue lo primero.

Yelena lo observa con los ojos medio cerrados, quiero decirle: sí, sí es ese niño al que cargabas cuando venías de visita a Moscú, es el hermano de Vika, que ahora es Nastya.

Nunca lo he llevado a conocer a mis amigas, o, nunca las he traído más bien. No sé qué haría si viera a Nastya, ver en ella el rostro de la hermana que tanto extraña y por la que dejó que la casa de campo se deteriorara, que se perdiera junto con los recuerdos de Vika.

No sé qué tan frágil sea Benjamin y si le hiciera mal ver en mi amiga a aquella que dejó de estar con él hace bastantes años.

Pero, que viera a Yelena… es distinto. Elena supone para él a esa amiga que se enamoró de su tía Yulia. Supone alegría más que tristezas.

-Puedo pensar que no ha pasado el tiempo - Nos dice a ambas – Yulia, esta Yulia, se parece mucho a mi prima, cuyo nombre era igual, y tú eres la copia exacta de la amante de esa Yulia, Elena Sergeevna Katina, quien vivió por temporadas en la casa de campo; solía cantarme y pasear conmigo a la orilla de la playa, visitarme en la casa en la que viví en la ciudad. Es extraordinario verlas ahora, a ustedes, y darme cuenta de que… parece que son aquellas - Ah mi abuelo, si tan solo supiera, si pudiera contarle.

-Hay algo familiar en usted, sus ojos me recuerdan de algo o de alguien, pero… más joven.

-Oh bueno, la vejez echa todo a perder, yo era apuesto cuando joven, guapo en verdad - Yelena me mira, una sonrisa en su boca, divertida por mi abuelo.

-Lo era - Le asiento.

-Es cosa del apellido - Le dice y nos echamos a reír - Dime, Yelena ¿A qué te dedicas?

-Pues… yo, quiero ser actriz… o cantante… o las dos - Él se queda callado y me mira, luego la mira de vuelta a ella.

-¿Estamos seguros de que esto es el siglo veintiuno? - Le sonrío.

-Muy seguros. Pero ya ves que Yelena no sólo tiene el físico como coincidencia con Elena.

Las horas pasan, la conversación gira en torno a Lena, Vika, Yulia. Le cuenta con detalle todo lo vivido entonces, le habla de sus padres, le cuenta incluso cosas que yo no sabía y lo escucho, le pongo toda la atención posible porque siempre me ha gustado cómo cuenta las cosas, cómo hipnotiza con cada palabra.

Es viejo y es sabio y a pesar del tiempo aún tiene la elocuencia de sus años de adulto de cuarenta; aprehendo cada cosa que dice porque este hombre que está a nuestro lado no es eterno y, como ya he dicho, es más padre para mí que aquel que me engendró.

Habla y habla, saca discos, fotografías, le cuenta de cómo conoció a la abuela; le dice que amores como el suyo y como el nuestro no se repiten dos veces en la vida.

-Por eso me casé con ella a los dos meses de haberla hecho mi novia, porque sabía que ella iba a ser para toda la vida y ¿Para qué esperar más? Me urgía desposarla - Reímos tanto con eso.

Ellos fueron para toda la vida, es verdad. Con altas y bajas, pero siempre estuvieron al lado del otro, él estuvo ahí cuando mi abuela simplemente dejó de respirar, sostuvo su mano hasta el final, literalmente.

La hora de visita acaba, y aún así, nos damos el lujo de quedarnos otra hora platicando hasta que nos corren. Nos despedimos de él, estamos contentas y Yelena ha dejado atrás los nervios, se hablan como si se conocieran de años y sí, es así. Fueron grandes amigos.

Vamos hablando de muchas cosas, de él, de la época, de los buenos deseos que le ha dado para que pronto consiga el papel que espera y merece. La noche es ligera, alegre, como pocas.

-¿Yulia?

-¿Mmm? - Giro a su calle y me detengo ante la casa dúplex de ladrillo rojo.

-¿Te quedas hoy conmigo?

Pocas veces he dormido en su departamento, creo incluso que ella lo ha hecho más veces en el mío, después de una fiesta grande, o una reunión con Maxim, Emma, Vika y Damien.

Aún tengo que familiarizarme con sus cosas y sentirme en plena libertad.

Es un departamento mediano, más pequeño que mediano, pero acogedor, oscuro aunque ha hecho lo posible por hacerlo más luminoso. Tiene una cama matrimonial con base normal y sin cabecera, un solo buró y un sillón individual que siempre tiene dos o tres prendas encima.

La noto pensativa de repente, callada.

-¿Está todo bien?

-¿Quieres cenar algo? - Me desvía la pregunta.

-No, estoy bien, gracias ¿Te encuentras bien?

Camina a la sala y recoge la taza de la mesa y la sudadera del suelo. Me siento pero en la orilla del sillón, estoy nerviosa… otra vez. Al segundo me brinca un minino, me pega en la mejilla con su cola y se restriega contra mi cuerpo mientras ronronea. Me recuerda a Sheila, pero no es del mismo color y aparte es macho.

-No sabía que tenías un gato.

-Lo he adoptado hoy, estaba maullando en la ventana y supuse que tendría hambre, probablemente sea de alguien, mañana pegaré carteles por si ese alguien quiere reclamarlo; olvidé contártelo, con lo de las audiciones y luego la visita a tu abuelo.

Algo arregla en la cocina y me levanto, doy cinco pasos hacia ella y la detengo.

-¿Ya vas a decirme qué tienes?

-La visita a tu abuelo me ha dejado inquieta, no sabría decirte por qué, pero en cuanto lo hemos dejado… me sentí diferente y… ha dicho algo interesante.

-Todo lo que dice Benjamin es interesante - Levanta por fin la mirada y me sonríe.

-En eso tienes razón; no, ha sido algo más.

-Ok.

-Ven - Me toma de la mano y vamos a su habitación, se acuesta y cuando yo lo hago, se acurruca en mi hombro.

No dice nada por unos minutos, yo le acaricio la espalda y el cabello para relajarla.

-Es aquello de que… dijo que supo que tu abuela iba a ser para toda la vida y… yo lo siento, contigo - Espero que continúe pero no lo hace.

-¿Y por eso estás así de rara? ¿Te asusta? ¿No estás lista para semejante idea?

-No es eso.

Se levanta y me mira. Luego suspira, traga saliva y se muerde el labio. Yo sonrío, nerviosa mil veces más.

-Ok… - Otro suspiro, se acerca a mí y me besa los labios, luego se acerca a mí oído – Te amo - Se me para el corazón.

Si supiera.

-Y yo te amo a ti - Me observa, observa mi rostro, mi comunicación corporal; la abrazo, ambas de lado.

-Creí que era demasiado pronto y no quería que te asustaras y huyeras; por eso estaba nerviosa, porque si lo decía y no lo decías de vuelta me iba a sentir como una estúpida. Tu abuelo me hizo ver que eres para toda mi vida… - Se separa de mí y me mira – Para todas mis vidas.

-Para todas nuestras vidas - Le digo, la beso en los labios y vuelvo a abrazarla.

Somos ese amor que no alcanza, tiene que ser una y otra vez.

Somos el amor de nuestras vidas.

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Mensaje por psichobitch2 2/3/2023, 7:15 pm

Que lástima que esté por finalizar, pero me ha encantado mucho leer una historia como ésta. Gracias por subirla y siento que la voy a leer más de una vez
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Mensaje por Fati20 2/3/2023, 8:00 pm

Hoy no hubo Internet y me costó un mundo poder leer el capitulo pero fue hermoso y perfecto, las cartas, el reencuentro y el reconocimiento 😍😍😍 me encanta como de enamora y reconocen al mismo tiempo y la cantidad de emociones q causa su amor, me fascina 😊😊. Saludos querida mía 😘😘😘 Pd: no quiero q termine 😭😭😭 como será mi vida sin esta julia y Elena todos los días
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 2/4/2023, 12:13 pm

Capítulo cuarenta (Final):

Hoy es uno de esos días tranquilos; estamos las dos en casa. Tenemos una lista de reproducción que ambienta todas las habitaciones; yo estoy echada en un sofá con los pies descansando sobre la mesa. Los lentes me llegan a madia nariz y juego algo nuevo en la última versión de iPad.

Acabamos de mudarnos a este loft, dejamos el departamento que compartía con Emma al menos unos… cinco años. Cada pareja necesitaba su espacio. Al principio fue bastante divertido, las cuatro en el mismo lugar, siendo cómplices de todo (o casi todo) las fiestas, los desayunos, las peleas.

Decidimos que era momento de conseguirnos un lugar cuando Yelena comenzó a pensar en hijos.

De pronto me sentí renuente a la idea, quería disfrutarla más, pasar mucho tiempo con ella y sólo ella; dije que sí para ver qué salía del cambio, pero no lo estaba considerando realmente. Los hijos son de tiempo completo y a veces la atención que tenías sobre tu pareja, se vuelca en el nuevo integrante de la familia.

Yo quería seguir viajando, y quería que Yelena tuviera más oportunidades de crecer.

Consiguió obras de importancia y papeles medianos en la televisión, ahora, aparece en algo más grande. Es bueno que su nombre aparezca en el intro del show como cast regular.

-Maldita sea - Digo.

-¿Qué pasa? - Me dice desde el otro lado de la habitación (en el amplio salón que hace de sala y estantería para los montones de libros).

-Perdí - Me volteo a verla, se mira en el espejo y se estira la piel de la frente.

-Ojalá yo perdiera estas arrugas que se me ven cada día más; es que… - Se gira y me mira – Esto no estaba hace una semana, lo juro - Se acerca a mí y se deja caer en el sofá.

-A mí me gustan mucho tus arrugas.

-¿Por qué?

-Porque ya voy viendo cómo eres ahora que te estás haciendo vieja - Se ríe.

-Acabo de cumplir treinta y cuatro, no estoy vieja.

-Estás hermosa - Vuelvo a encender el iPad y sigo con el juego.

Se queda tranquila y callada sobre mi hombro, viéndome jugar. Se ríe cuando vuelvo a perder y me dice a ratos qué piezas poner para seguir y pasar el nivel. Luego hay otro momento de silencio.

-¿Yulia?

-¿Mmm?

-¿Qué guardas en el baúl?

-Cadáveres de vírgenes, ya te lo había dicho.

-Nunca lo has abierto frente a mí.

-Hay cosas sin importancia - No me gusta mentirle, pero, a pesar de los años, no creo que pudiera compartir eso con ella.

-Entonces supongo que si un día decido regalarlo no habrá problema.

-Lo habría.

-¿Qué me harías?

-La cuestión no es qué te haría, sino lo que dejaría de hacerte - Se quita de mi hombro y me mira el perfil, puedo verla de reojo y apago el aparato cuando sigue viéndome con insistencia.

Volteo entonces, y sus ojos se clavan en los míos, me examina, quiere leerme.

-¿Qué? - Pregunto mientras le doy una media sonrisa, frunzo el ceño y ladeo la cabeza.

-Han de ser tus diarios, quizás de un amor de antaño ¿Guardas fotos de ella? A lo mejor tienes una vida secreta, con otra mujer que seguro vive en los suburbios y con la que tienes dos o tres hijos; sería fácil que la tuvieras, a veces pasamos mucho tiempo lejos de la otra - Me río muy fuerte.

-No seas tonta.

-Pero no me lo estás negando.

Le paso el brazo por los hombros y la pego a mí, descanso mi cabeza sobre la suya y suspiro. Estoy pensando entre decirle la verdad o salir con otra cosa para distraerla.

Siento que me pongo nerviosa y que me late muy fuerte el corazón.

-Te lo diré, pero no es el momento. En algún punto lo sabrás; y no, no tengo doble vida, ni esposa en los suburbios y tampoco hijos - Hay silencio.

-Respecto a eso… - Me toma la mano sin dejar de recargarse en mí y entrelaza nuestros dedos - ¿Será que no los quieres en verdad? ¿Nunca?

-La cuestión era que quería tiempo contigo, de algún modo te esperé tanto que… que sentía que había mucho por vivir, por recuperar, por revivir - Entonces se quita y vuelve a mirarme, se sube los pies al sofá, se pone como en flor de loto y me frunce el ceño.

-Hay ratos en los que no entiendo porqué te expresas así, como si… como si me hubieras perdido y recuperado; lo haces desde que nos conocemos - Le doy otra media sonrisa y le acaricio el cabello.

-¿Iremos a una clínica o adoptaremos? - Esta vez decido cambiar de tema porque no quiero que sigamos con esto que no puedo explicarle, no aún.

Claro que tengo razones válidas para expresarme de ese modo, a veces creo que en cualquier otro momento se me irá y volveré a sentirme como me sentí la primera vez que regresé, con el hoyo en el pecho, con las ganas de llorar todo el tiempo, con la soledad y el mundo en grises.

-Adoptar sería una opción interesante, hay muchos niños que necesitan un hogar y padres cariñosos, seríamos como Brangelina - Le sonrío.

-Yo no actúo.

-Y yo no tengo los labios que tiene Angelina.

-Pero tienes mejores piernas.

-Entonces ¿Es un sí? - Vuelve al tema de los hijos.

-Es un sí - Se le ilumina el rostro y me besa los labios.

-Ok, ya te convencí de una cosa, se levanta y camina a la cocina, al regresar, trae dos cervezas en la mano. Las deja sobre la mesa y se vuelve a la pared para atenuar la luz.

Afuera están las luces de la ciudad, estamos en San Petersburgo, no puedo decir que la amo, Moscú tiene otra clase de encanto, es mi ciudad, nuestra ciudad, es… nuestro hogar. Si estamos acá es porque Yelena tenía que arreglar unas cosas y teníamos que esperar que el Loft quedara listo. Pasado mañana, por la tarde, volaremos a Moscú.

A veces es difícil pasar tanto tiempo sin vernos, yo aún con las franquicias, ella acá en el show. Lo bueno es el final de temporada y el tiempo libre que tendrá. Podremos regresar al departamento que tenemos allá y pasaremos el día entero sin salir y en la cama.

-¿Sabías que dicen que si tienes muchas líneas en la mano, no en las palmas solamente, sino también en los dedos y nudillos y así, significa que eres un alma muy, muy vieja?

Me toma la mano y la observa.

-Eres más vieja que yo.

-Soy muy feliz contigo ¿Sabes? Creo que, el tenerte conmigo me ha enseñado tanto y he apreciado de modo indescriptible la vida que siento que, ya no tengo nada más que aprender en la siguiente.

-Eso quiere decir que puedes trascender.

-¿Y no volver a enamorarme de ti? No me gusta mucho eso.

-Olvídate de que no vayas a enamorarte de mí ¿Qué haré yo sin el amor de mis vidas?

-Pues… no lo sé.

Esa es una pregunta muy buena ¿Qué hará? ¿Qué cambia cuando en el conjunto de almas uno ya no regresa a esta dimensión? ¿A eso se debe que unos pasen su vida solos o en búsqueda de esa persona que los haga sentirse como me siento yo ahora?

-¿A dónde te fuiste?

-¿Por qué?

-Te quedaste con la mirada perdida.

-Pensaba en eso que me has dicho. Ojalá trascendieras junto conmigo.

-Podemos brincar de un puente o morir a la Romeo y Julieta y esperar que pase lo mejor con nuestras almas.

Me divierte su comentario, me levanto del sofá y camino a cambiar la lista de reproducción.

Me quedo parada frente a ella, viéndola y ella me mira de vuelta y me sonríe.

-¿Qué pasa?

-Me gusta que seas algo supersticiosa, que leas el horóscopo aunque no lo creas, pero que sí creas que el signo zodiacal tenga algo que ver con la forma de ser de la persona. Me gusta que de pronto llegues y me platiques que en Noruega se vieron una clase de portales en el cielo, o que te pongas del lado de Mulder más allá del de Scully.

-¿Por qué te gusta?

-Porque ya sabes que yo también creo que el mundo tiene millones de misterios y que el universo a veces funciona de formas extrañas.

-Somos pequeñitos entre un mar de galaxias, sólo usamos una mínima parte de nuestro cerebro, estoy segura que no vislumbramos ni el uno por ciento de toda la magia que hay aquí y afuera, lejos de este planeta ¿Crees en mundos paralelos?

-Sí - Me lamo los labios, tengo esta idea loca de que lo que soñamos es sólo un recuerdo de mundos paralelos donde suceden cosas que no puedes explicar.

-¿Crees en los viajes en el tiempo?

-Supongo que pueden existir, una brecha entre tiempo y espacio; tan misterioso como los aviones que han desaparecido sin dejar huella.

Nunca habíamos tenido esta conversación. Nunca le había preguntado directamente sobre si creía en ellos o no. Habíamos hablado de reencarnaciones y vidas pasadas, de criaturas en el fondo del mar o de si sería muy loco pensar que Cthulhu realmente vive en las profundidades del océano.

Pero por alguna extraña razón, no había tocado el tema de los viajes en el tiempo, creo que en el fondo, hablarlo, me traería estas emociones de mí en los años treinta y, aunque estoy con Yelena, añoro todavía las cosas que sucedían entonces, extraño el Bugatti y la música, poder salir a bailar o intentar bailar la música de entonces, con Vagabond Opera o Circus Contraption en el escenario, calentándome las ganas de pararme y mover el esqueleto, extraño las fiestas de salón, con la banda al frente, el ritmo, la ropa incluso.

Hay cosas de Elena que extraño que no tiene Yelena, y, aunque los recuerdos son difusos, lo que queda es la sensación, como oler el perfume de Emma y pensar en aquella más que en la que tengo en el presente.

En los años siguientes a mi encuentro con Yelena, me dediqué a caminar los mismos pasos de entonces. Busqué la casa en la que habíamos vivido en la ciudad y me di cuenta que pertenecía a un tío, hermano de mi padre, al que nunca había visto porque están peleados y vivía en otra ciudad.

No había ido antes por desidia, porque mis energías estaban concentradas en encontrar a la de mi presente y creía, que si seguía en el pasado, jamás llegaría.

¿Cómo se había hecho de la casa? Hasta el momento lo ignoraba.

Fue extraño porque me quedé parada en la acera de enfrente, viendo los barrotes de color negro y la piedra del frente, la puerta estaba pintada también de negro, había perdido su color tinto, ese color natural de madera fina.

Era un día nublado y de viento frío, el cabello me volaba y se me pegaba en la cara. Tenía las manos dentro de los bolsillos del abrigo y entonces, vi un fantasma. Sentí que quería salir corriendo, pero no pude, estaba paralizada.

Salió un hombre, al parecer de mi edad, de cabello rubio, rasgos estilizados y un traje negro impecable, hecho a la medida, sin lugar a dudas. Era la viva imagen, o casi, de alguien del pasado, alguien que no podría reencarnar o eso quería creer yo.

Levantó la mirada y me vio, ahí, parada frente a él. Se sacó del bolsillo interior el celular e hizo una llamada, quedándose parado frente a mí por un par de minutos. Notó mi mirada clavada en él y me miraba de vez en cuando, pensando quizás, que de pronto era yo una admiradora nueva.

Colgó y se guardó el celular en el mismo lugar, se fijó a ambos lados de la calle y caminó directamente hacia mí.

Yo seguía con los pies pegados al suelo, los nervios a flor de piel, y el recuerdo del cuchillo encajándose en mi carne. Eso estaba más que nada presente en mi memoria, técnicamente no había pasado, pero sí había pasado también, y recordaba a ratos lo doloroso que había sido.

De lejos era la viva imagen de Charles, pero de cerca noté que no tenía la nariz tan respingada y que sus ojos, fuera de ser verdes, semejaban más bien un café claro.

-Me observas - Me dijo, tragué saliva.

-Te pareces a alguien que conocía.

-Espero que haya sido alguien que apreciabas.

-No, en realidad lo contrario - La cara le cambió completamente en el instante, su coqueteo se esfumó - ¿Vives ahí?

-Vive mi padre.

-¿Y cómo se llama tu padre?

-Aaron.

-Volkov - Me frunció el ceño.

-¿Lo conoces?

-No realmente - No dijo más, esperaba que yo prosiguiera – Es mi tío - Puso cara de sorpresa y se perdió en su cabeza, intentando saber quién era yo.

-¿Kri… Kristina? - Me señaló con el dedo índice.

-Yulia.

-¡Claro! Yulia.

-Disculpa pero, no recuerdo tu nombre. De hecho creo que no sé nada de ti, no tenía idea de cómo lucías.

-Mijaíl.

-¿Te llamas Mijaíl?

-Así se llamaba nuestro… ¿bisabuelo?

-Sí - Estaba tan sorprendida que no sabía qué más agregar.

-Pero… ¿Cómo es que… cómo es que viven aquí? En su casa de entonces ¿Y por qué Oleg nunca me trajo de visita?

-La casa no era de nosotros hasta hace unos cuantos años, el abuelo la vendió y nosotros logramos recuperarla; la vendió antes de que nacieran nuestros padres.

-Ya - Nos quedamos en silencio, mirándonos las puntas de los pies. Se vio una luz y luego un trueno tenue. Llovería.

-Algún día deberías de venir, mi padre estará contento de conocerte - Le suena el celular - ¿Sabes por qué están peleados? - El celular seguía sonando.

-La verdad no muy bien - Miró la pantalla y contestó.

-Voy para allá, espera - se volvió a mí – Yulia, por favor ven a visitarnos cuando gustes - Se despidió con la mano y caminó de vuelta a su acera, despidiéndose una vez más cuando subía al coche.

Claro que fui a visitarlos; Aaron me parecía demasiado amable, sonriente, diferente de mi padre, por supuesto. La cuestión de la pelea resultó ser el negocio que llevaban ambos, al final hubo diferencias y mi tío decidió tomar su parte y formar su propio negocio. Es dueño de librerías.

La casa había cambiado por el tiempo que había estado en otras manos, las decoraciones eran distintas y habían revestido algunas paredes con madera, sin embargo habían respetado los pisos y habían renovado el pasamanos de las escaleras.

Olía como olía entonces, y cuando estuve dentro y caminé por sus habitaciones, sentí que en cualquier momento saldría Vika y me abrazaría, o que lo haría Mijaíl.

-¿Te importa si subo a la tercera habitación?

-No - Contestó Aaron.

La que hubiera sido mi habitación estaba repleta de libros, cada pared desde arriba hasta abajo, todos acomodados por tamaño, daba la sensación de estar en un lugar con alguien que tiene OCD. La nostalgia que sentí entonces no puedo describirla, pero sentirla fue casi abrumador.

-Esta fue la habitación de Yulia.

-Sí, la prima de mi padre - Dijo mi tío – Es un gusto que te llames igual, incluso te pareces.

-Me lo han dicho - Me limpié la garganta – ¿Conservan algo más de la familia?

-Algunos muebles.

-¿Sólo eso?

-Pues… la casa perteneció a otras personas, no te puedo decir que nos quedamos con fotografías o… no sé.

-¿Nada de Yulia? ¿Alguna cosa escondida? Solía esconder cosas en los pisos, cajones, etc - Se puso a pensar, curioso de mi pregunta, viéndome incluso algo extraño.

-Pues… ahora que lo mencionas, cartas, unas cartas amarillentas envueltas en un listón - Las cartas de Emma – Yo no tenía ni idea de, pues de que Yulia… tú sabes - Me dio risa interna el hecho de que mi tío no pudiera decir la palabra con L.

-Era lesbiana.

-Sí - Salimos de la habitación, caminamos por el pasillo y llegamos a su estudio.

Pensé en tirarlas, pero olvidé que estaban guardadas.

-¿Las leyó?

-Un par, las dos de arriba - Siento que de cierta manera, me conoce, rompió mi privacidad, no sabía ni siquiera por qué me sentía molesta.

-¿Cree que pueda quedármelas?

-¿Por qué?

-Pues… no lo sé, tengo un apego por la historia de la familia, ya sabe, restauré la casa de la playa – Asintió – Y tengo un baúl y un tocador que pertenecieron a Yulia, así que de cierto modo, me gustaría que esas cartas, más allá de quemarse o que un extraño las encontrase… que quedaran en las manos que deben quedar.

-¿Y esas manos son las tuyas? - Me encogí de hombros.

-Sólo creo que… - Me estiró la mano y me las dio.

-Todas tuyas entonces.

Me marché de ahí con un buen sabor de boca, sabiendo que mi tío no era el villano que pintaba mi padre, conociendo a mi único primo y llevando conmigo las cartas de Emma que nunca leí completas. Sabía que si no estaban en la casa de campo, debían estar guardadas (escondidas) en algún lugar.

Las encontraron en una renovación, cuando quitaron un tapiz y ahí estaban, metidas en una puertita que no se veía por estar cubierta con el papel. Me da risa, Yulia y sus escondites secretos. Puedo pensar que de niña gustaba también de jugar a las escondidillas y era la mejor de todas en el asunto.

-¿Te imaginas que realmente pudiéramos viajar en el tiempo como se nos diera la gana? - Me acuesto en las piernas de Yelena y comienza a acariciarme el cabello, cierro los ojos.

-Lo imagino.

-¿A dónde irías?

-Supongo que, no lo sé, supongo que ésta vez sería bueno irme a mediados de mil ochocientos - Se ríe.

-¿Esta vez? Porque seguro ya has viajado en el tiempo - Dice con sarcasmo. Sonrío, relajándome, obligándome a hacerlo. Sucede que hoy tengo mucha nostalgia de entonces.

-Bueno no, es que me estás durmiendo con tus caricias, no puedo pensar con claridad - Meto mi mano debajo de su muslo y la otra la poso sobre mis costillas - ¿A dónde viajarías tú?

-A los años treinta.

-¿Por qué?

-La música, la ropa, la personas, las películas ¡todo!

-Quizás viviste en esos años.

-Quizás.

Se agacha y me besa los labios.

-¿Nos vamos a la cama?

-¿Prometes que seguirás jugando con mi cabello?

-¿Prometes que me enseñarás lo que guardas en el baúl?

-No sé si estás preparada para saber lo que hay ahí dentro - Nos levantamos y subimos las escaleras y hacia la habitación.

-Eres una ridícula.

-Es como la Caja de Pandora.

xxxxxxxx

-Es tan pequeño.

Lo es, es en verdad muy pequeño y me parece terriblemente frágil, siento que si lo cargo de nuevo se romperá en mis brazos.

Yelena está sentada en un sillón individual y observo cómo lo alimenta. No tengo mucha noción aún de cómo hay que preparar la fórmula ni de cómo se cambia un pañal.

-Estoy emocionada, pero nerviosa, muy nerviosa.

-Es nuestro.

-¿Qué si crece odiándome como yo odio a Oleg?

-Tú no odias a tu padre.

-No, pero tampoco puedo estar con él más de cinco minutos.

-Tú no eres como él.

-Pero y si…

-Yulia, basta, serás una gran madre, seremos buenas madres.

Me acerco a ellos, con sigilo, tratando de no perturbar la comodidad de Aleksandr.

Me mira, con esos ojos verdes, grandes, me explora por un segundo y luego vuelve a Yelena. Sonrío, estoy emocionada, estoy tan emocionada que creo que voy a llorar de nuevo. Escucho cómo succiona la mamila, y cómo respira, agitado, comienzo a ver el sudor en su frente.

Los bebés me dan curiosidad, me dan ternura cuando comienzan a entrar en calor con la leche caliente y se les ve la piel brillosa. Le acaricio la cabeza y le rozo la mejilla con la yema de mi dedo.

-No puedo creerlo - Yelena levanta la mirada y tiene los ojos rojos, va a llorar de nuevo.

Tardamos poco más de año y medio para lograr la adopción y, si soy sincera, creí que tardaríamos más. Algunas cosas no llegan fácil, y las adopciones son largas.

-¿Estás lista para decir adiós a tus noches de dulces sueños?

-Y para cambiar pañales - Quiero reírme y mejor arrugo la nariz.

-Los pañales serán tuyos.

-De las dos.

Sí, la realidad es que me gustan esas palabras: las dos.

xxxxxxx

Evidentemente fueron noches de no dormir, de entrar en pánico porque algunas veces no dejaba de llorar o no quería comer, luego vino su primera diarrea, su primer gripa, su tos. Vinieron los primeros pasos, cambiamos el Loft por un departamento de dos habitaciones amplias y lo pasamos más en San Petersburgo que en Moscú. Maxim se ocupó mayormente de los restaurantes y luego se casó.

Cambié de gerente.

Aleksandr entró al kínder, se raspó las rodillas, se fracturó el brazo derecho, hizo muchos amigos cuando entró al colegio, hizo berrinches, reprobó una materia, los regañamos y lo castigamos, mudó de dientes.

Lo llevamos a Disneyworld. Lo llevamos a Ibiza, descubrimos que quería ser astronauta, luego bombero, después actor, luego dijo que quería ser Chef.

Lo metimos a clases de violín, lo odió, piano, desertó. Karate. Ese fue el bueno.

Los tres fuimos creciendo juntos, siendo felices, siendo infelices a ratos, peleando y reconciliándonos, yendo de aquí para allá, viviendo un rato en San Petersburgo, otro en Moscú, visitando a Yelena en otros países cuando su trabajo la llevaba lejos de nosotros.

Enterramos al abuelo.

El peor día de mi vida.

Fue como si se hubieran llevado la mitad de mí, el dolor fue sólo comparado a la vez que desperté en casa sabiendo que no iba a volver a ver a Elena.

Yo no iba a volver a ver a Benjamin. No en esta vida. Y su ausencia me persiguió por muchos meses, ahí donde le compraba el periódico casi lloré, bueno, lloré, al recoger sus cosas en la casa en la que estaba, al ver su cama sin sábanas, sus cajones vacíos.

Me senté en su sillón y lloré tanto que creí que nunca lloraría de nuevo en la vida, que se me acabarían las lágrimas. Era el padre que esperé que fuera Oleg.

Sólo entonces vi a mi padre y a mi tío, juntos, dirigirse una mirada de simpatía y un abrazo incómodo.

La peor parte de un sepelio es cuando los bajan y tapan el agujero. Yelena llevaba a un Aleksandr de tres años en brazos, vestido con shorts negros y camisa blanca, con una corbatita de luto. Me hubiera gustado que su convivencia fuera más larga, pero me llenó de sosiego saber que lo conoció, que lo amó tanto como lo amo yo.

Yo sé que volveremos a encontrarnos, que volveremos a juntarnos, en otra vida, o en una trascendencia, quién lo sabe.

xxxxxxx

Cuando Aleksandr cumplió los 4 años Emma se embarazó, ellas sí solicitaron inseminación artificial con un donador que fuera Alemán pero de ojos claros. Así tendría algo de Vika.

Luego entonces, hubo reuniones donde Aleksandr y Eddie corrían por el jardín y entraban a la casa como un par de torbellinos, cayéndose, peleándose, llorando, arrebatándose juguetes.

Esa vida que se tiene cuando tienes un hijo pequeño que es mejor amigo del hijo de tus mejores amigas. Y así, todo queda en una armonía que te llena el pecho de pura felicidad.

xxxxxxx

La vida pasa en un parpadear, rápido, de pronto las franquicias crecen, necesitas más personal, tienes más arrugas, y canas. Te duelen partes del cuerpo que antes no te dolían. Tu esposa gana su primer premio que aunque no es el de la academia, les parece igual de importante.

Aleksandr conoce a su primera novia, conoce su primera decepción, llora por primera vez porque siente el corazón roto. Lo consuelas y le pagas un concierto de lo que sea que se escucha en estos días por los jóvenes.

Te presenta a otra novia, después otra, y otra; va a la universidad. Te presenta a la que es el amor de su vida y sabes que es el amor de su vida porque la mira como se miraban Elena y tú, Yelena y tú.

Y se casa.

Te da dos nietos, niño y niña, y los amas más que a tu propia vida.

Tú y tu esposa ya tienen más años, las pecas en las manos que tenía tu madre cuando tenía cincuenta y dos las tienes ahora tú, pero en menor cantidad.

Descubres que Ray, sí existía después de todo y es el jefe de tu hijo, se presenta con Damien; de ese modo corroboras que el amor tarda en llegar, pero llega (para unos, para otros como yo no tarda tanto).

Danielle encuentra a su Anna. Y rompen cinco años después. Conoce a Lara.

Luego, descubres que te estás muriendo. Y la realidad es que empiezas a morir desde el día en el que te conciben, unos pasamos esos nueve meses, logramos salir, otros no.

Día con día estás muriendo, pero no tienes la plena conciencia de ello, así que vas despreocupado, sin agobiarte por aquello, porque de cierta forma te sientes inmortal. Y bueno, yo no soy inmortal pero miren que llegar a los setenta ya es un logro.

Y es mejor cuando llegas a esa edad acompañado de la mujer que amas.

Todo empieza con un dolor de cabeza, piensas que es una migraña cualquiera, pero, persiste… y persiste. Y, tras el chequeo requerido te dicen que es un tumor.

Lo ves dramático, la peor cosa que te puede pasar. Pero todos vamos a morir, unos morirán en paz en la cama de su casa, sin dolor y otros quizás lo hagan de la peor manera.

Una vez que empiezas a comprender la vida, temes menos a la muerte. Una vez que sabes que volverás, y volverás a reunirte con todas las personas que querías, te resignas y esperas que llegue cuando tenga que llegar.

Morir es el final de un ciclo y se renueva para comenzar con una nueva aventura.

Supe la notica estando sola, Yelena estaba trabajando y no nos veríamos en un par de días. Me senté en casa y pensé en las cosas que debía dejar en orden. Y mientras pensaba llegó, fue una sorpresa. Me sentí más que feliz.

La besé y luego la llevé de la mano, entramos a mi oficina, y me saqué la llave del cuello.

-Es hora de abrir la Caja de Pandora.

Me miró extraño, hacía años que se había rendido respecto al baúl. Había dejado de preguntar y ya no lo veía con recelo como lo hizo mucho tiempo.

-Antes que nada - Se detuvo de girar la llave y me vio - ¿Recuerdas aquel día, en el que hablamos de viajes en el tiempo? Dijiste que te gustaría ir a los años treinta.

-Lo recuerdo.

-Bien, ábrelo.

El olor a viejo era penetrante, a humedad incluso, llevaba mucho tiempo cerrado, y fue así porque conforme pasó el tiempo sentí menos necesidad de recordar y sentirme nostálgica.

Saca las cosas pero no las observa, no aún, está confundida y no entiende por qué después de todo este tiempo he decidido mostrarle lo que había adentro y, que, si ella realmente pensaba que tenía restos de doncellas, lo que hay son papeles y fotografías.

-Tú eres Elena Katina, eres esa alma que estuvo en su cuerpo en los años treinta, e incluso antes, en las otras vidas que pudo tener, y serás, en las que vienen - Me senté en el piso, a su lado, ella repasaba las fotos con cara de asombro, yo le contaba la historia – No sé cómo sucedió, pero así fue, y estas fotos han viajado también en el tiempo, pero esperando pacientes dentro, con el ritmo normal de las manecillas del reloj. Cuando te digo que el grupo de almas reencarnan juntas, es porque es de ese modo. Emma estuvo con Vika…

Le cuento todo, no me reservo ni siquiera el hecho de que Emma y yo fuimos algo en nuestra vida pasada. Le cuento de Charles y me escucha atenta, con los vellos erizados. Le explico que el día que nos conocimos, que nos vimos en el teatro, se estaba viendo a sí misma, en los años treinta.

Le parece complicado, como imposible, pero tan posible que tiene en sus manos fotografías de Damien con Ray, de Danielle con Anna, de mi abuelo siendo un bebé y al lado de la otra Yulia.

-¿Por qué no me lo mostraste antes?

-Temía que me tomaras por una loca.

-Pero…

-No sé, temía algo aunque no sé identificar bien qué.

-¿Y por qué ahora? - Suspiro.

-Porque - Me encojo de hombros – Porque quería que comprendieras que todo es un reencuentro sin fin y que tú realmente eres el amor de todas mis vidas. Tenía tantos deseos de conocerte, pero yo no sabía todo eso, lo aprendí en la aventura de estar allá, en los años treinta. Yo te amaba cada vez que te veía en la fotografía del vestíbulo, pero sabía que no podría estar contigo, jamás. Tú ya estabas muerta, Elena ya lo estaba. Y deseaba con toda mi alma conocerte, estar contigo.

-¿Y entonces luego supiste que de todas formas, si no hubieras viajado, me hubieras encontrado? - Asiento.

-Claro que nuestros mundos hubieran chocado. Me hubieras enamorado de cualquier manera.

-Todo hace tanto sentido ahora, cómo te expresabas a ratos, por qué luego me decías Elena y yo lo sentía como si fuera lo normal. Esa sensación que tuve al verme en el teatro, el mareo, la ausencia…

Charlamos por tanto tiempo al respecto que la madrugada nos sorprende y decidimos irnos a la cama cuando se le cierran los ojos mientras descansa su cabeza en mis piernas.

xxxxxxx

Es dieciséis de Julio, es una noche de verano, con viento tibio y olor a pasto recién cortado. Las cortinas bailan suavemente con la brisa y Yelena y yo hemos pasado un par de semanas juntas en la ciudad, en la casa de campo para ser precisos.

El cielo está despejado y hay luna llena, así que, aunque apagamos la luz, la habitación se distingue casi completa. Se acuesta y me da la espalda así que la abrazo y le beso el omóplato, luego el cuello y la aprieto contra mí.

-¿Qué haré sin ti? - No le digo nada, vuelvo a besarle el cuello y ella rompe en llanto.

-Recuerda que volverás a encontrarme.

-En esta vida es dónde me harás mucha falta.

-Es una despedida temporal; volveremos a vernos otra vez.

-Ojalá tuvieras el poder de detener el tiempo - Le sonrío para relajarla.

-Te amo - Le digo – Te amo tanto, te amé desde el instante en el que te vi, te amé cuando bajé las escaleras y estabas junto al piano; te amé entonces en cada beso y te amo ahora en todo lo que compartimos, en lo que hacemos y en lo que decimos. Tú eres el amor de todas mis vidas.

Se gira y me besa; somos viejas, pero seguimos besándonos como la primera vez que nos fuimos a la cama.

xxxxxxx

El dieciocho de Julio muero en cama y sin dolor (y yo que pensaba que sería lo contrario); no sé describirte lo que pasa con el alma cuando se separa, cuando flota lejos. Es casi como la ausencia que comenzaba a sentir cuando volví al presente la segunda vez.

Y de pronto, ahí está Benjamin, sonriéndome como me sonreía cuando iba a visitarlo, y a su lado, Larissa.

Luego todo vuelve a ser oscuro. Y después hay mucha paz.

FIN

Podrán pensar que es un final inconcluso, en realidad hay una segunda parte, es un oneshot que la autora escribió para terminar con la trascendencia de Elena/Yelena.

Espero que disfrutaran tanto de esto leyéndolo, como yo.

Gracias, gracias infinitas por leer, por comentar, por emocionarse. Gracias a la autora. Su nombre real es Aidan, por escribir esta joya. De los fics que he leído, este es uno de mis favoritos y sé que se volverá el de uds también.

Llegamos al final pues de este Viaje en el tiempo, de verdad, gracias infinitas.

Un beso enorme.
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Mensaje por Fati20 2/4/2023, 1:07 pm

Fue una historia perfecta en todo el sentido de la palabra, tan bien escrita y que provocó tantas emociones, me gusto el final me gusto mucho q Yelena se enterara de la verdad, quizás por un momento me imagine un final donde pasaban al dos mil y tanto y se veían en algún lugar y pasaba la magia nuevamente. Gracias por la historia además de gran merito de la escritora tu la escogiste y la adaptaste tan cuidadosamente como siempre y eso lo hace magico. Luego del final queda esa sensación tan extraña de satisfacción y un enorme vacío pero bueno hay q pensar q ya vendrás una nueva historia y otra oportunidad de amar nuevamente a las chicas. Saludos cariño mio y regresa super rápido como siempre para poder superar este vacío de esta historia 😘😘😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 2/4/2023, 1:58 pm

De vuelta al cosmos (Trascender)

Todo empieza con los escalofríos. Los sientes desde los vellos de las piernas hasta los que tienes en la nuca, es como si te soplaran viento helado dentro del cuerpo, no sabes de dónde viene ni quién hace aquello que te eriza la piel, pero sucede. No puedes explicar bien lo que es, la gente necesita sentirlo para comprenderlo.

Me preguntan si me dio miedo la primera vez que sucedió, sí, claro, es desconocido, todo mundo teme a eso que no puede descifrar. Te dices que es tu imaginación, así las primeras tres veces, a la cuarta crees que es real, ya no es sólo tu mente jugándote bromas.

Después de la décima vez, estás acostumbrada, sabes que alguien, o algo te acompaña aunque no puedas verle, lo que no sabes es por qué, qué tienes de especial que hace que no pueda despegarse de ti.

Te ha acompañado desde los trece años. No comprendes por qué comenzaste a sentirlo a esa edad, pero ahora, que eres joven adulta, te preocupas cuando pasan semanas sin que lo sientas. Sabes que no quiere herirte, de cierto modo crees que es tu ángel de la guarda, incluso has llegado a sentirte segura cuando se te aparece en forma de brisa nocturna moviendo las cortinas de tu habitación cuando tienes la ventana cerrada. Te hace compañía, a ratos, mientras te sientes realmente sola, lejos de todos, de tus padres que están a kilómetros de distancia y estás estresada con las tareas universitarias.

A veces te sientas a escribir, tienes estas ganas locas de ser escritora, de ser poeta, de escribir canciones, escribir lo que sea, pero escribir y que te conozcan por ello, ser famosa. Te imaginas ante un grupo de fans que, sentados ante ti, escuchan un párrafo o dos de lo que has hecho, tu obra maestra, para luego hacer fila y emocionarse con tu rúbrica.

Todos queremos ser famosos, o, casi todos, ser inmortales, reconocidos. Tener muchos amigos, tener un talento que te haga ser admirado, es el ego humano.

Es curioso pues, que incluso ahora, mientras estoy sobre mi silla, con pluma en mano, le vea por el rabillo del ojo. No es necesariamente una sombra, es más bien como el humo de cigarro y, aunque crean que puedo inventarlo, a veces, cuando estoy a punto de sentirle, a eso huele, a tabaco. Quizás en otra vida le gustaba el cigarro.

Nuestros encuentros han sido así desde entonces, un olor, un ligero viento, un susurro casi perceptible que me despierta algunas madrugadas, creo que le escucho decir mi nombre, y no distingo si tiene voz de hombre o de mujer, pero cuando creo que le he oído, me siento alegre y en paz.

A veces quisiera que se materializara, para tener pláticas extensas sobre mi cama, contarle todas las cosas que me pasan, todas las cosas que siento, y que me contara de cuando estaba vivo o viva, en qué tiempos fue, qué hacía, a qué se dedicaba y por qué ahora ha decidido que seguirme es buena idea.

De pronto, sin más, le hablo, para ver si me roza el brazo, o me susurra algo mientras estoy despierta. Le cuento de mi día, del viaje en metro y las calles que caminé mientras sentía la llovizna sobre mi cara. Le digo de la mariposa que se posó en mi rodilla mientras leía en el parque y de lo mucho que me gustó aquello, que ojalá se repitiera todos los días, o al menos una vez por semana.

A veces me hace travesuras, esconde mis llaves del departamento, o el lápiz con el que, a ratos, boceto criaturas fantásticas cuando tengo más inspiración para el dibujo que para las letras. Luego me enciende el televisor por la madrugada, o me prende el celular, tocando la ultima canción que escuché en el día.

He de confesar que a ratos me siento nerviosa, de que me mire mientras me ducho, o me unto crema en el cuerpo, mientras me paseo desnuda pensando que nadie puede verme. Y también me llega la paranoia, de que se quede en una esquina, observando, cuando hago el amor.

No es que sean serios, nada de lo que hago en mi cama o en otras es serio, incluso me pregunto si lejos de mi departamento también me sigue, y está ahí, cuando me encuentro en otras camas.

Es curioso, pero nunca he tenido el apego necesario para quedarme más de cinco meses al lado de alguien. Algo falta, siempre falta ¿Qué es? No puedo saberlo con certeza, sin embargo me es difícil enamorarme de aquellos con los que he estado, ambos, hombres y mujeres, porque ahora, no importa nada la orientación sexual, y menos entre nosotros los que somos un poco bohemios, un poco artistas, un poco locos.

La pimera noche que la sentí, y digo que LA sentí (por la forma como me abrazó) fue una semana después de graduarme. Estaba desanimada porque rechazaron dos de mis escritos, un par de historias de cien páginas que no gustaron, no era lo que buscaban, les faltaba magia, romance, pero ¿Cómo iba yo a saber de romance si nunca me había enamorado realmente? No es que estuviera rota, no tengo duda que mis capacidades para sentir y entregarme funcionan bastante bien. La cuestión es que lo único que siento es enamoramiento y, pasado el efecto la relación decae y debo decirles adiós.

He de decir, sin orgullo, que he roto bastantes corazones pero nunca me lo han roto a mí. Jamás he derramado en verdad una sola lágrima de dolor, de desesperanza por quien ya no está conmigo.

Y entonces, lo que sí me pregunto es si alguna vez llegará esa llama, ese ardor desesperado, esas ganas de ser para siempre con aquella persona ¿Acaso existe? Y si sí, ¿Dónde está? ¿En qué lugares se esconde? ¿Me espera al otro lado del mundo y debo salir de aquí para que podamos encontrarnos?

Pero es que si esa persona existe, aún así me quede leyendo en el parque, sucederá que chocaremos (literal o no) y entonces se encenderá aquella señal que me dirá que es la correcta, la que he esperado para quedarme ahí por siempre.

Sin divagar tanto pues, la sentí entonces; estaba casi dormida, pero aún consciente de lo que pasaba a mi alrededor, cuando cualquier ruido te trae de vuelta y sin dificultades, y sentí que el colchón se hundía de mi lado derecho; yo estaba dándole la espalda y abrí los ojos en seguida, bien abiertos, mis sentidos alerta, y, contrario a sentir ese escalofrío que dije con anterioridad, sentí calor, un calor casi presente, se pegó a mi cuerpo. Lo sentí en mi espalda, en mi cuello, en las piernas y los pies, y luego, un poco en el brazo y en mi cintura, algo en cómo lo hizo, con las pausas y la suavidad, me hizo darme cuenta que quien me observaba era una mujer.

Perdí pues el pudor cuando, al salir de la regadera, prefería hacerlo sin toalla. ¿Me creerán loca por tratar de seducir a una fantasma? ¿Es morboso? Me emociona saberla en mi entorno, una observadora silenciosa, una guardiana.

A veces ella también me seduce, se acuesta a mi lado y sueño con ella, nunca le veo el rostro, pero sus manos de piel blanca me llevan al borde, y me despierto sólo cuando siento que algo me punza entre las piernas, que sudo, que tengo que acabar con lo que ella ha empezado.

Luego entonces llegó la primera vez que dijo mi nombre, claro, como si estuviera realmente aquí y tuviera cuerdas vocales, ''Sergevna''. Me detuve a medio pasillo y me giré, esperando verla ahí parada, entre la sala y la cocina pequeña. No había nada, por supuesto, excepto por ese olor a tabaco. ''Sergevna'', repitió y le sonreí al aire.

-Hola - Dije – Espero entiendas lo raro que es esto, a veces me pregunto si no estaré perdiendo la razón por creer que… siempre estarás conmigo.

Y en esas últimas palabras me llegó cierto sosiego, ''siempre''.

Hoy, vuelvo a sentarme frente al computador, intentando escribir algo que valga la pena. Miro la taza humeante de té verde y por tonta más que cualquier otra cosa, me levanto y preparo otra.

-Me pregunto si te gustaba el té cuando estabas viva. De qué sabor preferías tomarlo. Con o sin azúcar, cómo te llamabas, las formas de tu rostro ¿Es muy pesado si te digo que me gustas?

Me gusta, y me gusta mucho, me gustan sus visitas por las noches, y las formas que de pronto veo sin realmente ver, porque al enfocar la mirada ya se ha ido. Hay algo en su presencia, en esa energía que es, que me pone bien. Y a ratos ansío poder tocarla, tocarla toda y todos los días.

-Ojalá pudieras darme tu nombre así como has dicho el mío por el último mes cuando llego por fin al departamento ¿Qué hacías cuando eras de carne y hueso? ¿Tenías novia? Si me abrazas como me abrazas seguro preferías la compañía de otras chicas.

Se apaga el televisor que tengo prendido sólo para que exista otro ruido en mi entorno más allá de mi respiración y mis dedos sobre el teclado.

-No siempre estoy para tus travesuras - Y me levanto para encenderlo de vuelta.

El canal se cambia y veo en la pantalla a una mujer, una mujer que me es familiar por una sola razón, se parece a mí. No como cuando te dicen que tienes la mirada de cierta actriz, o los labios o la nariz, se parece a mí porque parece que somos la misma persona.

Me tiemblan las piernas.

Me siento en la orilla del colchón y me quedo asombrada, casi boquiabierta, entonces las cortinas vuelven a moverse y escucho mi nombre, o creo que lo escucho. Estoy tan sorprendida por lo que está en la pantalla que no puedo ni moverme.

Por fin tomo fuerzas para apretar el botón de información en el control remoto y leo el nombre de la protagonista: Elena S. Katina. Es una película viejísima y me quedo sentada casi sin parpadear hasta que el filme acaba.

Escribo en el buscador su nombre y me aparece una lista interminable de canciones y algunas películas. Su música me es familiar pese a que nunca la había escuchado y casi puedo creer que me las sé de memoria sin saber cómo. Me invade la tristeza y me quedo en silencio cuando acaba la última canción en la lista de reproducción.

Me siento más sola que nunca y, cuando quiero que me abrace por detrás y diga de nuevo mi nombre, lo único que encuentro es ausencia.

-Regresa - le digo. Y no lo hace.

Dejo la escritura por el día. No tengo fuerzas para nada más que para sentirme algo vacía.

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Han pasado dos semanas desde entonces, no he vuelto a sentirla ni escucharla, mucho menos olerla.

Me quedo sobre la cama otro par de minutos, estoy tomando fuerza para levantarme y ducharme, para tomar el metro y volver al trabajo que me mantiene decentemente pero no me hace feliz.

Bostezo, estiro los brazos y las piernas, me truenan los huesos de la columna. Me pongo en pie y veo, pegado en la puerta de mi habitación, un post- it amarillo.

''Yulia'' leo claro, con letra cursiva.

-Yulia - Repito mientras sonrío – Mucho gusto Yulia - Y sin más me quito la playera y los pantaloncillos antes de entrar al baño. Sonriendo, pensando que ella me observa cuando lo hago.

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Despido a Aldo, cierro la puerta en sus narices antes de que pueda girarse para intentar besarme los labios. Es bueno, y me gusta, somos increíblemente compatibles, pero, vuelvo a sentir que no es a quien espero. No es lo que busco.

''Sergevna''. Le escucho decir en mi habitación, esa habitación que seguro huele a nosotros. Al instante me siento culpable.

Camino pues hacia allá y no huele ya a nosotros, huele a ella.

-Te desapareces por un mes y luego vienes y me visitas en momentos inoportunos. Si fueras tangible serías tú la que ocupara el lugar de todos ellos.

Cuando digo todos, suena a que tengo muchos amantes, la realidad es que son dos. Y por supuesto que ella lo sabe.

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No puedo creer que estoy viendo su rostro, no estamos en mi ciudad, creo, si es que no fallo, que estamos en París. Trae el cabello acomodado como se usaba en los años treinta, es negro, de un negro hermoso, siento ganas de tocarlo y ahí, en sueños, paso mis dedos por él y me gusta cómo se siente.

Me sonríe, jamás en la vida he visto una sonrisa más hermosa, tan llena de calma y de amor, y ahí está de nuevo su voz, una voz que me encanta, no he escuchado otra igual. Me pregunto cómo sonará su risa.

-Eres real - Digo.

-Soy tus recuerdos.

-¿Mis recuerdos? - Pregunto.

-De otras vidas, hoy soy tu recuerdo de ésta - Y aunque no le entiendo, aunque no comprendo de qué me habla, le sonrío y estoy tranquila.

Me recargo en su hombro y ella me besa la coronilla.

-¿Quién eres?

-Soy Yulia, ya te lo he escrito.

-¿Y quién soy yo?

-Hoy eres Elena.

Suspiro y nos quedamos en silencio, sopla un viento cálido, delicioso, me llena la nariz de varios aromas, es… como si comenzara la primavera.

-Elena - Repito.

-Ajá, o Yelena, pero después, y cuando despiertes serás Sergevna. Y antes de ellas fuiste muchas otras.

-¿Y tú?

-Yo sólo he sido Yulia por extraordinario que parezca; no sé quién he sido antes. Pero siempre has sido mía.

Ahora comprendo, en sueños comprendo y me siento triste.

-¿Voy a encontrar a Yulia con Sergevna?

-Vas a escribir grandes cosas - Esa no es la respuesta que busco, que espero.

Escucho campanadas a lo lejos.

-Es la primera misa del día - Me dice, y yo frunzo el ceño porque el sol no parece dar las ocho de la mañana.

-Pero si ya es de tarde.

-Allá no - Se escucha otra campanada, me besa la mejilla y abro los ojos.

Las campanadas siguen, me doy cuenta que estoy sobre mi cama y siento aún sus labios sobre mi piel. Me toco ahí donde se supone que me ha besado.

-¿Yulia? - Espero a que se recargue en mi colchón, que me abrace, y, como algunas veces cuando más le quiero, no sucede.

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Salgo contenta de ahí. Casi puedo brincar como una niñita. Un escrito de trescientas páginas, gustado y casi publicado.

Y, no es sino gracias a Yulia.

Abro la puerta del departamento y huele a ella. No puedo estar más feliz.

-Lo logramos - Digo, y espero para ver si escucho una felicitación. Nada – no te vayas, no aún - parezco suplicante.

Me abro una botella de tinto y sirvo dos copas.

-Lo logramos - repito, diciendo de nuevo al aire – Eres tú, es tu magia, es soñar contigo, es ese pequeño contacto que tienes conmigo de vez en cuando ¿Sabes? - Bajo la mirada, casi triste – Me gustaría sentirte bien, poder abrazarte… y, besarte. Quisiera que al llegar todos los días, nos sentáramos a contarnos cómo nos ha ido, quisiera… que de verdad hiciéramos el amor, porque cuando despierto, me doy cuenta que me faltas… y ni siquiera sé por qué habrías de faltarme si nunca has estado conmigo.

Dejo el vino sobre la mesilla y me siento. La copa que está detrás de mí, suena, como si le hubieran pegado con la uña del dedo, me giro en seguida, pensando que he imaginado el ruido. Pero no, ahí está el líquido moviéndose poco.

Se me va la tristeza.

-En un par de semanas cumpliré treinta y dos años ¿Qué vas a regalarme? - Vuelve a sonar la copa y sonrío – Ojalá pudieras hablarme - Vuelvo a decir. Pero sé, que esa es su forma de comunicarse conmigo.

Me bebo su copa y me voy a la cama.

Esa noche vuelve a pegarse a mí y yo duermo como no he dormido nunca.

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La fiesta de cumpleaños ha sido increíble, ha asistido tanta gente que no puedo creer la cantidad de "amigos" y amigos que tengo. Lo hemos pasado de maravilla, bebiendo y riendo, unos jugaron beer pong, otros rompieron una mesa, vi a unos cuántos borrachos encorvados y dormidos sobre las sillas.

Llegué a casa y aventé los tacones, así como caí en el colchón, me quedé dormida.

Al despertar, siento los labios y la boca secos, el sabor amargo me da asco y me punza la cabeza, es una resaca de los mil demonios y tan solo levantarme me da mareo. Vuelvo a poner la cabeza sobre la almohada y al girarme escucho un papel que se dobla bajo el peso de mi mejilla.

Abro los ojos, y veo que me he acostado sobre una carta.

La tomo en mis manos y me siento con rapidez, eso me marea mucho más, pero estoy tan emocionada que no me importa. Es su letra. Y, aunque no es una carta como tal, me encanta saber que me ha dado algo de cumpleaños.

"El amor es aquello que trasciende, trasciende conmigo; te espero"

No entiendo bien, es posible que toda la energía que emplea en escribirme haga que se sienta confusa y no sepa bien lo que me pone en papel.

"Escribe sobre nosotras"

¿Y qué es en sí lo que debo escribir? ¿Qué sobre nosotras?

Me quedo otro rato en la cama, con el papel sobre mi pecho, resguardado debajo de la palma de mi mano.

-¿Qué somos nosotras? - Le pregunto.

Hace silencio, el silencio dura por lo menos media hora.

-Me desespera que no puedas contestarme cuando te pregunto y que te vayas cuando más te necesito.

Algo se cae en la cocina, es como si un vaso se hubiera hecho añicos.

Me levanto en seguida y voy hacia allá; sí, es un vaso roto.

-¿Estás enojada? - Me pongo en cuclillas para levantar los pedazos de vidrio y me corto – Ouch - me lamo el dedo y voy al fregadero para echarme agua y lavarme con jabón. Arde al instante.

-¿Por qué te enojas? - No me contesta y entonces me enojo también yo. No puedo más con esto, me siento frustrada.

Me acomodo el cabello con la mano libre y me paso la lengua por los labios, de pronto quiero llorar. Algo, dentro, muy dentro me abruma.

-Puedes escribir ¿No? Puedes dejarme estas notas y decir mi nombre, pegarte a mi cuerpo algunas noches ¿Por qué no habrías de ser más tangible? ¡Usa toda tu condenada energía! - le grito.

-Si no vas a hacerlo, si no puedes hacerlo entonces simplemente déjame en paz, porque enamorarme de algo que no existe no es mi plan de vida - Apenas lo digo me arrepiento – No me hagas caso, por favor.

Se rompe otro vaso y eso es lo único que pasa en meses.

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Escribo pues sobre nosotras, escribo de alguien que se ha enamorado de quien no existe, que ha muerto quién sabe cuándo. No tengo más datos de Yulia, no me ha visitado en muchísimo tiempo, tanto que creo que lo imaginé todo.

Que quizás nunca estuvo conmigo y fue sólo parte de mi imaginación, una especie de esquizofrenia, un episodio, producto de mi soledad.

Invento una historia genial, fantástica. Su nombre aparece en la historia, el mío lo disfrazo y uso cualquier otro, Eliana. Ese me gusta.

Y, lo veo publicado también, más exitoso.

Lo que veo también es a esos fans sentados frente a mí, mirándome como si fuera yo un espejismo. E imagino, que entre las estanterías o cerca de un pilar está ella, mirándome y sonriéndome con esa sonrisa que no he podido olvidar al paso de los años.

La busco en los rostros de los extraños ¿Será que la encontraré?

A veces siento que la encuentro en otras personas, otras mujeres que se parecen a ella, pero no son ella.

Veo desfilar miles de rostros, sonrisas varias, un gracias, una foto, una firma en mi libro o en otros no tan famosos. Y ninguna es Yulia.

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Llego a casa, después de un paseo por el centro, de estar en sequía de ideas por un buen tiempo. Tal vez mis cinco minutos de fama ya fueron y no hay nada más que me haga sentirme tan viva como para escribir.

Suspiro; la extraño.

No la he olido, no la he sentido ni escuchado. No se me ha aparecido por el rabillo del ojo.

Me dejó caer en el sofá y miro hacia afuera, los ventanales me dejan ver las luces de la ciudad.

Cierro los ojos y siento sobre mi mejilla unos labios cálidos, dejo los ojos así, imaginando que es Yulia.

-¿Cómo te ha ido en la caminata? ¿Algo que te haya inspirado? - Abro los ojos y me levanto, sentándome en el brazo del sillón.

-No - Rebecca camina hacia la cocina y me destapa una cerveza.

Hemos estado juntas por siete años y, aunque le quiero con toda el alma, no puedo decir que es aquella que me complementa. Es… una aproximación, pero no la pieza que encaja con el hueco que hay en mi rompecabezas.

-Tal vez debamos irnos de viaje - Miro la mitad de corazón que cuelga de su cuello y no siento que le pertenezca pese a que yo traigo la otra mitad.

Me levanto y camino hacia ella, tomo la botella fría con mi mano izquierda y le acaricio el brazo.

-¿Quién fue?

-¿Quién fue qué? - Pregunto.

-La musa, claro - No me atrevo a mirarla a los ojos pero sigo acariciándola para no ponerla nerviosa.

-Un fantasma - Se echa a reír.

-Eso no existe, amor - Me quita el cabello de la cara y me besa la frente – Los fantasmas son inventos de la gente.

-¿Qué más crees tú que son inventos de la gente?

-Cualquier superstición.

-¿Nunca te ha pasado algo que no puedas explicar?

-Nunca.

Me encojo de hombros, dejo la platica ahí, no tiene caso discutir con alguien que no ha experimentado la maravilla de algo que supera la razón.

Necesito que crea en magia, porque a mí se me ha ido la mía.

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Pasan más años y entonces, un día sin más, la veo de nuevo, estoy tratando de contar algo en letras, el computador lleva dos condenados párrafos en las últimas dos horas, o sea, un párrafo por hora.

Me levanto de mi silla y camino a la habitación donde la he visto.

Me brinca el corazón, huele a tabaco.

-¿De verdad eres tú? - Digo en voz baja para que Rebecca no me escuche. Es probable que no lo haga, duerme en el piso de arriba.

Tintinea una copa.

-Eres tú - Se me hace un nudo en la garganta y luego siento las lágrimas. Otro tintineo.

Siento viento y luego se pega a mí, me abraza por detrás y cierro los ojos. Hay un suspiro que no es mío y se me eriza la piel, pero de ganas.

-Bésame por favor - ladeo la cabeza, quiero que me bese el cuello.

Y me derrito cuando siento un cosquilleo ahí, en el lugar exacto donde la quiero.

Hay tanta energía en la habitación que los focos fluctúan. Siento sus manos entrelazarse con las mías, casi puedo decir que siento su respiración aunque eso sólo es un invento mío. Y ya sabemos que la imaginación es increíblemente poderosa.

Siento su mano en mis costillas y la otra sigue entrelazada con la mía.

Entonces hace algo que nunca antes había hecho y me toca el seno izquierdo; un foco truena y se apaga.

Quisiera poder tocarla para llevarla, sin decir nada, hasta mi sexo.

Y parece entender porque siento más calor que cuando me abrazaba antes; estoy excitada.

La dejo que haga conmigo lo que se le antoje, lo que pueda hacer. No tengo idea cómo lo hace, con qué energía, de dónde la ha sacado, pero no me quejo en absoluto y me dejo llevar.

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El tiempo pasa distinto en donde estoy, no sé siquiera si puedo llamarle tiempo, estar muerto es una experiencia curiosa, es como estar flotando en agua, boca arriba, sintiendo como te meces de aquí para allá con su movimiento.

Es calma.

Pero, la realidad es que la calma no me satisface, y, aunque otra dimensión me espera, me escapo por un resquicio y vuelvo a ésta, que es la tercera y me quedo en forma de energía.

Unos me llaman fantasma, otros ánima, muchos me llaman alucinación.

Me paseo de aquí para allá, es increíble que puedo pasar de un lugar a otro sin preocuparme por nada, usamos portales. Y así, un momento me encuentro en la casa de campo y al otro abro la puerta de una de las habitaciones de la casa que perteneció a Favre.

Llega pues el momento en el que nace; en mi transición me perdí el momento en el que murió, pero estoy ahí cuando sale de su nueva madre.

Es una niña amada, inteligente y despierta. Me mira con sus preciosos ojos inocentes, verdes; hay dentro de ella un reconocimiento y me sonríe. Su madre voltea a verme, pero no ve más que la ventana por la que se cuela una hermosa luz diurna.

Sergevna (así se llama en esta vida) sigue mirándome y sonriéndome. Le saludo con mi mano derecha y suelta una ricita. Qué hermosa es la risa de un bebé.

La sigo todos sus días, la cuido, hasta donde puedo, porque a veces es necesario que se raspe las rodillas o se pegue tan fuerte en la nariz que le sangre. Me mira contenta hasta que cumple cinco años, luego entonces deja de verme.

Y me pregunto hasta cuándo podrá verme como lo hacía cuando estaba en su cuna y daba los primeros pasos.

La veo convertirse en una niña de ocho años, y luego en una adolescente de trece y es entonces cuando pruebo algo que haga que le diga estoy aquí, que la acompaño aunque no pueda verme.

Con sinceridad, lo he intentado antes, mover un vaso, soplarle la nuca, prenderle la luz o apagarla. Irradio todo lo que puedo y me percato que se detiene y se mira los brazos, cuyos vellos están erizados, se frota y se asusta, mirando alrededor sin ver nada.

Ese es un avance, sabe que estoy aquí aunque al rato lo deseche como que fue algo que imaginó.

Otro día le muevo las cortinas y me doy cuenta que está tan acostumbrada a mi energía que ya no me tiene miedo, de hecho creo que hasta cierto punto, me ha tomado cariño.

La sigo cuando se marcha a la universidad, y sigo cuidándola cuando se pone su primera borrachera, la cuido cuando está estresada por los exámenes y definitivamente lo hago cuando hace el amor por primera vez.

Ser un fantasma hace que carezcas de algunas emociones y sentimientos, eso es humano, pertenece a la conciencia, pero en mí, hay algo, como un recuerdo, un residuo de lo que sentía. Podría decirse que cuando sucede por primera vez, casi siento celos, pero no, enojo, tampoco.

Lo que sí siento, sin saber por qué, es que quiero abrazarla mientras duerme. Y tengo la pregunta dándome vueltas ¿Me sentirá?

Esa noche la noto triste e inquieta, no sé lo que ha pasado porque desde que perdimos la conexión de cuando podía verme, me es difícil estar al tanto de lo que le pasa, a veces me es difícil acercarme a ella, como si un campo invisible me detuviera y la veo alejarse sin que yo pueda perturbar su espacio.

Su energía y la mía hacen el efecto de dos imanes que al estar en el mismo polo, se repelen y no puedo saber qué pasa con ella.

Así pues, hoy, la noto diferente, con la mirada apagada. Se acuesta y se acomoda de lado, así como siempre duerme, con un brazo bajo la almohada y el otro abrazando un cojín.

Me recargo en su cama y sé que me ha sentido porque su respiración es distinta, me pego a ella, a su espalda, le acaricio el brazo y luego me quedo en su cintura. Lo que siento no puedo describirlo, no se parece a nada que pudiera haber sentido cuando estaba viva, y es más, no recuerdo mucho de lo que sentía entonces. Todo es confuso cuando estás acá.

Me quedo así, junto a ella y, poco a poco, sintiendo lo que sea que siente cuando estoy así, se queda completamente dormida.

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Al paso de los años he aprendido a usar la energía que soy en hacer cosas más grandes, poder tocar, tomar, mover.

Todo empieza con una travesura: le escondo las llaves del departamento, le muevo las plumas y los cuadernos. Es otro tiempo, han pasado muchos años desde que Yelena murió, hay nuevas tecnologías, pero me encanta sobremanera que aún use pluma y papel.

Es como si antes, cuando yo era aquella Yulia, hubiera visto a alguien escribir un libro entero en máquina de escribir.

Me gusta quedarme quieta y verla bailar en la sala mientras sostiene una copa de tinto en su mano derecha. Y me encanta sobremanera observar cómo se desnuda advirtiendo mi presencia. Es coqueta y pasa algo que no había pasado nunca, siento, y siento que quiero hacerle el amor.

Pero no, no hay forma, no la he encontrado. Y no sabría si es correcto o no.

Una noche intento algo, todos somos conexiones, todo en el cosmos es un conjunto, aunque suene inaceptablemente loco. El equilibrio debe existir, la tierra se conecta hasta la última hoja de un árbol. Una flor, todo es parte de ese cosmos.

Está dormida pues, y pego lo que podría ser mi sien, a la suya. Cierro los ojos, si es que pudiera cerrar los ojos, y concentro todo lo que soy, en este deseo de tocarla, besarla, hacerle lo que le hacía en otras vidas.

Y así, como magia, sucede. Yo lo pienso y ella lo sueña y al punto del orgasmo despierta con la respiración acelerada y la piel sudada, me retiro, le doy el espacio que necesita, la observo desde la esquina de su habitación.

Se lleva la mano adentro de los pantaloncillos del pijama y termina lo que yo no pude.

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Me gusta que me platique sobre su día, que me diga esto y aquello y se ría como si me riera junto con ella; ojalá pudiera hacerlo, ojalá pudiera ser más que energía y poder tener una conversación con ella.

Hay varios intentos frustrados, si unos pueden salir en fotos, otros decir más de tres palabras que quedan grabadas, psicofonías les llaman ¿Por qué no puedo yo decir su nombre?

Vuelvo a intentarlo.

''Sergevna'' me sale apenas, pero lo ha escuchado.

-Hola - Me dice contenta.

Y entonces me cuenta y pregunta cosas, me pregunta si el té me gustaba con o sin azúcar; si supiera que prefería el café.

Pregunta mi nombre, y quisiera gritárselo, o susurrarlo como he hecho con el suyo, pero no sé por qué no puedo.

Hay algo que me empuja a encender el televisor, siento esa conexión de la que hablaba arriba; me complace ver a Elena en la televisión, una película que hizo en los años cuarenta. Ella se sienta y se queda atónita ante su propia imágen.

La veo parpadear poco, pero siento en el ambiente que está tan confundida, sorprendida, abrumada, que no puede ni moverse.

Algo la ha dejado mal, así que cesa de escribir y duerme.

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Su pesimismo me impide estar cerca de ella, no puedo hacerlo, ni siquiera sentirla.

Paso tiempo sin saber nada, sin verla, sin poder estar en su departamento, sin poder seguirla a donde vaya.

Hasta que un día, la siento vibrar y en un parpadear estoy ahí, en su entorno. Duerme, son casi las seis de la mañana. Tomo una pluma, quiero escondérsela de nuevo, pero hay algo en cómo siento el plástico que me trae esta idea loca de que quizás, sólo quizás, pueda escribirle mi nombre. Tiene sobre el escritorio un paquete de post-it. Yulia.

Es lo que puedo escribir, y antes de que deje de tener la capacidad de manipular objetos, lo pego en su puerta.

No puedo hacer más por el momento, no hay forma de que mueva las cortinas o me pegue a su cuerpo.

Al despertar ve la nota, sonríe y repite lo que he escrito.

Se desnuda frente a mí y camina a la ducha.

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La frustración de no poder tocarnos es cada vez más palpable entre nosotras y, por ello a veces desaparezco por periodos largos, me es imposible estar con ella cuando somos de nuevo, esos imanes de polos iguales.

Ha soñado conmigo y ha comprendido lo que somos, pero no lo acepta y, de ser sincera, si yo fuera ella, tampoco lo aceptaría. Me molesta mi "trascendencia" y me molesta mucho más su sufrir por no haber trascendido conmigo. Es por eso que le veo desfile de amantes y nada serio.

Ojalá pudiera explicarle todo con detalle, ojalá pudiera mostrarle las fotos que se han perdido en la herencia de la familia; las conservan mis bisnietos, pero no tienen idea de lo importantes que fueron para mí. Son viejos ya, y son sus tesoros sólo porque hay historia en ellas, pero no las miran, no las sacan del baúl.

Quiere ser escritora, sé que tiene el talento, las artes se le han dado siempre bastante bien, actriz, cantante, escritora; la realidad es que su alma puede ser lo que quiera, le viene impregnado. Tatuado en su esencia.

Llega pues el día en el que hay que festejar que las cosas se acomodan y van por buen camino, está feliz, puedo sentirlo, y por ello me es más fácil estar cerca de ella. Sirve dos copas, últimamente sirve dos de algo para pretender que estoy yo ahí.

Sabe que no voy a beberla, evidentemente no puedo y no me hace falta. Así que camina a la sala y se sienta, dándome la espalda.

Habla de nosotras y de que le hago falta. Y yo quisiera decirle que ella también me falta. Que la necesito para trascender juntas, porque sola no pude. Así que intento hacer sonar la copa. Sucede. Se voltea en seguida con entusiasmo en la mirada.

Vamos a su alcoba y me percato de que también puedo abrazarla. Qué sensación tan reconfortante, amo abrazarla, siempre lo he hecho.

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Su cumpleaños treinta y dos se acerca y me pide un regalo, de modo que tengo que guardar toda mi energía para dejarle una nota más grande que mi nombre.

La sigo en la fiesta y la veo divertirse como no se ha divertido nunca.

La energía de la fiesta se me impregna, me alimento de ella, así que mientras duerme, que ha caído pesada y ebria sobre el colchón, tomo papel y pluma y le pongo unas palabras, pienso en lo que le quiero poner, todo lo que hay por escribir, pero no puedo, así que escribo algo que quizás no hace mucho sentido.

Sin embargo, hay sensibilidad y cuando ya está bien despierta me enoja no poder estar ahí con ella, me siento tan furiosa y sobrecargada que me voy a la cocina y sin saber cómo, rompo un vaso. Se levanta y camina hacia allá, recoge los pedazos y se hace un corte en el dedo, estoy más que furiosa por no poder reconfortarla.

Está enojada también y sin pensarlo bien, se le sale de la boca decirme que me marche.

Entonces comprendo que no puedo estar jugando a esto, porque ella está viva y yo no y si me quedo no lo hará bien, no se desprenderá de esta fantasma que la frena de estar con alguien.

Aunque no la complementarán, podrá ser feliz si se lo permite. Así que me marcho y no vuelvo a ella en años.

Cuando regreso, sé que ha hecho de sí, lo que siempre quiso. Y está con alguien, se llama Rebecca, una rubia de su tamaño de cara angelical y hermosos ojos. Y sí, es feliz.

Está intentando escribir algo cuando me presento en la habitación que está frente a su estudio, es más bien el salón de su gran casa.

Se levanta y va hacia mí y yo no puedo contener más estas ganas de tocarla. Porque sé que puedo tocarla. Estoy más que sobrecargada y ahora, por primera vez, la toco como siempre hemos querido que suceda.

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Sergevna se vuelve vieja, como debe suceder y enferma, como enfermamos todos.

Contrario a como morí yo, ella está más bien en una cama de hospital con el pulso débil.

Me quedo junto a la silla donde duerme Rebecca. Mi compañera de la vida y trascendencia abre los ojos y entonces me ve.

-Eres tú - Dice – Por fin - Me río – No sabes lo que he esperado para escuchar tu risa, poder verte como si fueras real.

-Es hora Sergevna.

-¿Por qué tardaste tanto?

-Todas las cosas deben seguir su curso natural; lo aprendí de un hombre con risa de demonio y corazón de ángel.

Me acerco a su cama y le tomo la mano, es como si las dos fuéramos de carne y hueso.

-¿La despierto? - Señalo a su esposa.

-No - Su voz es cansada, distante, sus ojos brillan menos.

-¿Estás segura?

-Sí.

-Cierra los ojos, amor.

Sigo tomándola de la mano, su pulso baja, y baja hasta que no hay más.

Ahora está a mi lado, nos miramos a los ojos y vemos su cuerpo inerte sobre la cama, no nos hemos soltado. Entrelaza su mano con la mía.

-¿Qué sigue? - Pregunta cuando vemos entrar un grupo de enfermeras y un doctor. Rebecca se levanta en seguida y como rayo está a su lado.

Hay un código azul que no funciona.

-¿Nos vamos?

-¿Para toda la eternidad? - Dice.

-Somos por fin ese entero que regresa al cosmos.

Y así sin más, perdemos la tercera dimensión y nos elevamos para siempre, las dos, su esencia y la mía por fin completas.

💓💓💓

Nos leemos pronto!
RAINBOW.XANDER
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Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA  - Página 5 Empty Re: Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA

Mensaje por Fati20 2/4/2023, 3:17 pm

Lo increíble es q todas esas teorías al menos del destino y las almas gemelas así tan cual lo explica tiene tanto sentido y si el destino parece q puede ser muy cruel y q hay cosas q simplemente deben ser como deben ser. Me gusto saber q llego el punto q ya se fueron juntas q volvieron a ser una sola para la eternidad, aunque en general fue sombrío y triste así es. Espero nos leamos muy muy pronto cariño
Fati20
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Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA  - Página 5 Empty Re: Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA

Mensaje por psichobitch2 2/5/2023, 8:39 am

Fue un verdadero viaje en el tiempo. La mente es algo que nos lleva a muchos sitios y créeme que cuando leía, me transporté a la misma época que las chicas, incluso, busqué la música que escuchaban en el bar y es un poco extraña, lo reconozco pero me hacía pensar en que ellas dos, escuchaban es misma música, la que yo también oí.

Gracias!
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Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA  - Página 5 Empty Re: Un viaje en el tiempo (Yulen Cero) // Adaptación YULENA

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