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BABY, I´MA YOUR GIRLFRIEND! // RAINBOW.XANDER

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Mensaje por mary 10/24/2019, 9:55 pm

😍😍😍😍😍😍😍😍

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mary
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 10/25/2019, 7:03 pm

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Hasta aquí llega esta historia que disfruté mucho compartir con uds. gracias siempre y las espero para que me acompañen en la próxima aventura!!!

A leer!!  

I love you  I love you  I love you  I love you  I love you



Capítulo 32: Fin



Diez años después…


—Esto ha sido demasiado difícil pero... ¡Lo logramos una vez más! Un aplauso para ustedes por favor— Varvara alentaba emocionada a todo el personal administrativo de la empresa que se encontraba reunido en la sala de juntas.

Exactamente como Varb lo pidió, los aplausos, las sonrisas y la alegría de los empleados no se hizo esperar e inundaron completamente el lugar. La buena vibra se apoderó del ambiente y la euforia quedó al tope. Creo que yo era la única en la mesa de trabajo que mostraba un poco de calma y cordura. Aunque... No puedo negar que también quería gritar, celebrar, pararme de esta silla, ir al frente y saltar junto a Varb y Nina. Mis amigas, como todos, no escondían lo emocionada que estaban.

Y es que como no estarlo si acabamos de escalar un nuevo logro, cerrar con éxito otro importante negocio para el futuro de (OVCÍA). Ahora, no solo seríamos la compañía número uno de publicidad en Rusia.  Con este nuevo proyecto que empezaría a surgir en unos meses, nos tomaríamos toda Europa. El fruto de nuestro esfuerzo, de las largas horas de trabajo, de las trasnochadas, de los meses sin descanso, todo, totalmente todo se veía compensado en un momento como este. Esto era algo épico. Y no solo para mí como cabeza principal de esta compañía, también para Irina, para Varb, para el personal ya que esto traía mucho más beneficios económicos, reconocimiento y nuevas oportunidades de trabajo. Seguramente papá se desmayaría de la felicidad cuando le contara esto. Se sentirá mucho más orgulloso de mí que nunca.

—Bien chicos, chicas, pido calma… Tomen asiento de nuevo— Esta vez Nina habló. Mi amiga no dejaba la sonrisa en su rostro —Han hecho un excelente trabajo. Muchas gracias y ya pueden retirarse a sus casas. ¡Que tengan un feliz fin de semana!—  Los despidió, apagó las pantallas donde habíamos hecho la proyección y luego vino a sentarse junto a mí mientras poco a poco el personal comenzaba a abandonar la sala de juntas.

—¡Esto fue un gran logro y tenemos que celebrarlo colegas!— Varvara llegó frente a nosotras. Su entusiasmo tampoco bajaba —Les voy a proponer algo señoritas… ¿Vamos a divertirnos a un Bar, con muchas chicas lindas? ¿O vamos a celebrar con una copa de champagne a la aburrida oficina de Yul?

—Yo elijo la aburrida oficina de Yul— Irina le respondió —No necesito ir a divertirme con “chicas lindas”... Para eso tengo a mi esposa. Deberías respetar a tu noviecita.

—Tú no me dices que hacer. Y me importa una mierda tu opinión, Irina— Varvara le hizo un “fuck you” con su mano… ¡Y DIABLOS!... no pude aguantarlo y solté una carcajada mientras le pegaba puños a la mesa. Este era el pan de cada día en las oficinas. El par de idiotas nunca iban a cambiar.

Ambas me quedaron mirando serias por un rato, pero era inevitable soportarlo y comenzaron a reír conmigo.  No había duda que este era un gran momento.  La preocupación, la tensión y el ligero dolor de cabeza que traía desde hace unos minutos por la reunión se habían esfumado de mi cuerpo por completo.

—Ay chicas… ustedes son tan divertidas— Les dije acariciándome el estómago. Tratando de calmarme —Claro que si Varb, iremos por chicas lindas, pero... no hoy. Mejor vamos por esa copa a mi aburrida oficina!— Terminé de decir y abandonamos la sala.

Caminamos unos cuantos pasillos, llegamos a la puerta de mi oficina y cuando la abrí me quedé paralizada en la entrada haciendo que las chicas se estrellaran conmigo.

La sonrisa que traía en mi cara se hizo más grande de lo que ya estaba, mi corazón se aceleró y comenzó a golpear tan fuerte que parecía querer salirse de mi pecho. No había nada más maravilloso en este mundo, nada más hermoso, nada más perfecto para terminar de completar mi día que tener a mis razones de vivir frente a mí.

En el mueble principal, saltando y jugando con algunas de mis revistas estaban Dasha y Alexa, mis bebés de apenas seis y cuatro añitos. Una risa interna me envolvió cuando vi cómo se decían cosas entre ellas, era casi como si estuvieran sosteniendo una conversación muy importante. Se veían tan graciosas.

Entré hasta la mitad de la oficina sin hacer mucho ruido, me agaché y... —¡Hermosas!—Grité con los brazos abiertos.

Ellas voltearon a ver, me sonrieron de esa bella forma que siempre lo hacían y se bajaron corriendo hacia mí. Me atraparon por el cuello y comenzaron a regar besitos por todo mi rostro. ¡Sus pequeños labios se sentían tan pegajosos! seguramente estas traviesas habían estado comiendo dulce.

Varb y Nina también entraron a la oficina, y las niñas al verlas,  se soltaron de mí a la velocidad de un rayo y corrieron a sus brazos. Con sus “Tías” como ellas les llamaban.

Me quedé mirando como las chicas mimaban a mis niñas hasta que oí cuando la puerta del baño se abrió. Inmediatamente volteé a mirar y mi corazón palpitó con más fuerza que antes cuando vi que de allí salía mi otra mitad, el amor de mi vida con nuestra bebecita menor en sus brazos. Con la pequeña “Yul” como la habíamos llamado, y a quien ella había dado a luz hace poco más de un año y medio.

—¿Lena? ¿Qué haces aquí?— Fue lo primero que le pregunté, y debo decir que bastante asombrada pero sin esconder la emoción que sentía. Lena, había dejado de venir aquí hace mucho tiempo desde que algunos empleados nos encontraron en los sillones de las oficinas en situaciones muy pero muy comprometedoras.

Cuando sus ojos se encontraron con los míos, soltó un gritillo y rápidamente vino hacia mí.  Me atrapó por el cuello con su mano libre y me dejó un ligero beso en los labios que inevitablemente me hizo suspirar. Nuestro último beso había sido en las horas de la mañana antes de venir a trabajar... ¡Y vaya que me hacía falta! Me volvía a la vida.

—Yul…Te extrañábamos mucho!— Su linda frente se arrugó y un lindo puchero se hizo en sus labios. Era hermosa.

—Yo también las extrañaba, mi amor. Muchísimo— Le respondí y le devolví el beso.

De repente nuestra bebé comenzó a balbucear y a sacudirse, y fue inevitable que mi esposa y yo riéramos cuando empezó a estirar sus bracitos por mi cuello, buscando que yo la cargara. Por supuesto no lo dudé un segundo. Recibí a mi bebé y le clavé un besito duradero en la cabeza. Ella comenzó a soltar más balbuceos con mi nombre, a darme palmaditas en las mejillas, a reír. Era una bebé tan risueña y hermosa, exactamente como Elena. Y no solo eso, también con todos sus rasgos: Ese cabello rojo y brillante, esos ojos verdes que toman forma de medias lunas cuando sonríe, esa misma sonrisita de ojos tan perfecta y preciosa que lanza a todo momento… Una total belleza. Sin duda será una mujer asombrosa igual que su mami.

—Sabes que has terminado de alegrar mi día, Lena. Gracias por estar aquí.

—Lo sé, y no es nada amor. Estábamos visitando a mamá y a papá, y quisimos venir a hacerte compañía para ir a casa. Sé que fue un día duro para ti y lo necesitas— Acunó mi mejilla y se encogió de hombros.

Sonreí de ver su ternura y me acerqué para tomar sus labios de nuevo pero me detuve al oír a Varvara...

—Estábamos visitando a mamá y a papá, y quisimos venir a recogerte para ir a casa. Sé que ha sido un día duro para ti y lo necesitas. Pffff ¡CURSIS! — Varvara comenzó a burlarse e hizo que las niñas y Nina empezaran a reír.

Elena rodó los ojos y le frunció el ceño —Que graciosa.

—Hey Lena, no le hagas caso. Varvara solo está celosa porque Nastya nunca tiene atenciones así con ella—  Irina atacó…Como siempre.

Y Varvara no se quedó atrás —¡Tu querida princesita tampoco se aparece por aquí nunca!  Así que ¿por qué te burlas de mi, idiota?  

—Mi princesa no viene porque le tengo prohibido que salga de casa. ¡Está embarazada y puede correr peligro! En cambio tu noviecita... Quién sabe en qué andará porque nunca se aparece por aquí ni a traerte un dulce— Irina fue insinuante y Varvara ya echaba humo por la nariz, apretaba los puños fuertemente,  su yugular estaba punto de estallar.

Mis hijas solo se reían y se reían mientras abrazaban a Nina por el cuello.

—¿Qué estás queriendo decir sobre Nastya?— Varb le gritó —Insinúas qué me esconde algo? ¿qué me engaña!?— Oh Dios, este par parecían dos niñitas tontas. Cualquier persona que las viera en este instante ni se imaginaria que son unas de las más importantes empresarias de toda Rusia —¡Dime, Irina? ¿Qué diablos insinúas?

—Es obvio lo que trato de decir  — Irina le contestó y comenzaron a discutir.

Algunos empleados que quedaban en la empresa, se pasaban por las ventanas para mirar lo lo que pasaba. Que buen ejemplo.

—Amor… haz algo por favor. Todos miran aquí— Elena me susurró con disimulo y me dio un codazo en las costillas.

Tuve que entrar en la discusión.

—Hey chicas, cálmense por favor. No es momento de pelear por semejantes tonterías y menos frente a mis hijas. Y tú Varvara, es quien más debe comportarse.

—¿Qué?— Se sorprendió —Pero acaso no ves que Irina es quien empieza todo?

—No me importa quien empieza o quien termina, se acabó. Y ahora, es tiempo de irme con mi familia así que cállate y dejaremos la celebración para otro día—  Le dije. Pasé a Yul a los brazos de Lena y caminé hasta el escritorio para empezar a recoger mis cosas. Ella siguió.

—Oh no Yul vamos... Irina empezó todo. Y además... no puedes irte, es solo una copa. ¡Debemos brindar por nuestro logro!—  Gimió.

—Ya escuchaste que la Jefa se va con su familia, Varb, no seas intensa— Irina intervino —Y además… no debemos beber alcohol delante de estas princesas— Se puso de rodillas en el suelo, dejó a las niñas y  señaló cada una de sus mejillas para que ellas la besaran. Las niñas lo hicieron y luego corrieron hacia Elena para prenderse de sus pies. Sus escudos personales como Dasha decía —Bueno… si no hay más por hoy... yo también me voy familia Volkova, buen viaje… y a ti también Varvara, envíale saludos a Nastya de mi parte... si es que está en casa cuando llegues— Irina le dio un guiño, soltó una risotada y escapó de la oficina en microsegundos ya que Varvara corrió a perseguirla.

—¡Oh por Dios… Que tontas!— Elena comenzó a reírse, mis niñas también y todas terminamos en una euforia en la oficina antes de abandonarla.
 
El camino a casa era calmado y silencioso en la camioneta. Dasha y Alexa dormían plácidamente en el asiento trasero, mi esposa iba a mi lado tratando de que Yul se durmiera y yo, cabeceaba para mantenerme despierta y no causar una tragedia. Este día había sido de lo mejor pero también me sentía exhausta, muy cansada.

En un instante me topé en un semáforo en rojo, y aproveché para darle una miradita a Lena y a mi bebé. Los ojitos de Yul ya estaban cerrados y respiraba con mucha calma. Al parecer los brazos de morfeo ya la habían atrapado igual que a sus hermanitas.

No me quedé con la duda y le hablé a mi esposa  —Amor, ¿está dormidita o solo lo intenta?

Ella me lanzó una mirada, y con sus labios, me indicó que ya estaba dormida.

Al saber eso no pregunté más y volví a poner el auto en marcha.

El camino seguía tranquilo y relajado pero desde hace unos metros atrás las mejillas me venían ardiendo, los ojos igual, estaba sudando como nunca y todo esto era gracias a que mi bebé más grande no me quitaba la mirada de encima y sonreía todo el tiempo. ¿La razón? No tengo ni la menor idea pero si seguía haciéndolo seguramente me haría chocar. Elena tenía todo tipo de poder sobre mí, así lleváramos todo este tiempo juntas, su presencia y esas miradas que me daba me debilitaban al máximo, me colocaban nerviosa y me hacían sentir como un pobre insecto enamorado.

—Lena... ¿Por qué me miras así? ¿Pasa algo? ¿Tengo algo en la cara?— Le pregunté bastante nerviosa y empecé a sacudirme la  mejilla  con desespero.  Ella soltó una risita y negó.

—No, Yul-Yul... Es solo que has bostezado como un tierno cachorrito en todo el camino— El tono agudo de su voz me hizo sonrojar más de lo que estaba  —Dime mi amor, ¿bostezas por qué tienes hambre o por qué tienes sueño?

—Uhmm... Si te soy sincera, las dos cosas bebé. Muero por llegar a nuestra cama y agonizo de hambre— Me acaricié la panza y, en ese momento otro bostezo se me salió sin querer.

—Oww... Pobrecito bebé— Volvió a decirme lindamente, acercó sus labios a mi sien y me dejó un beso. No lo pude evitar y mis ojos se cerraron por unos segundos ante la sensación que me provocaba. Era algo maravilloso —No te preocupes, Yulia Volkova, tu esposa Elena Katina lo solucionará— Me lanzó un guiño.

—Mi vida, si tu solución es cocinar cuando llegues a casa entonces no lo aceptaré. Mejor buscaré un restaurante y compraré algo para la cena.

—Esa no era mi solución y no es necesario comprar nada. Las niñas y yo cenamos en casa de mamá, y por supuesto, ella mandó tu cena. La traigo en mi bolsa— Me señaló su maleta en el asiento trasero.

Le di una sonrisa y sin decir más, deslicé una mano por sus hombros y la abracé atrayéndola hacia mí. Ella recostó su cabeza en mi hombro, y yo descansé la mía sobre la suya para seguir el resto del camino. El silencio volvió a inundar el auto, no porque no quisiéramos hablar si no porque  lo necesitábamos, y creo que mucho más las personitas que iban durmiendo.

Minutos después el auto ya pisaba la entrada a nuestro vecindario. Como siempre todo seguía igual que antes. Estaba de más decir que me encantaba este lugar y sobre todo porque mi vida entera la había vivido aquí. Aún recuerdo hace ocho años atrás cuando Lena y yo nos casamos, exactamente después de su graduación de la Universidad. Queríamos dejar este vecindario para ir a vivir a otro lugar, pero papá insistió en que ellos eran los que debían irse y nosotras quedarnos con la casa, y todo porque él quería que sus futuras nietas crecerían aquí. Yo no le llevé la contraria así que simplemente lo aceptamos, nos quedamos con la casa. Pero antes de que todo pasara, ellos no se mudaron inmediatamente. Elena y yo teníamos decidido que primero disfrutaríamos de nuestra juventud y nos iríamos a conocer todo el mundo antes de empezar a formar una familia.

Y así lo hicimos, viajamos a cada rincón del planeta, recorrimos ciudades, conocimos lugares inimaginables. Estuvimos haciendo todo tipo de locuras en muchos países durante dos años. Cuando decidimos regresar a casa, papá cumplió con lo que había dicho y se fue junto a Inessa  a vivir a otro lugar para que finalmente mi esposa, ginger, prince y yo viviéramos felices en nuestra  casa.
Los años pasaron y tuvimos que remodelar y hacer muchos cambios con la llegada de Dasha y Alexa. En el primer piso ya no estaba solo la habitación que solía ser de Papá e Inessa, y que ahora era nuestra, también había otras dos y estaban conectadas por puertas interiores a la nuestra ya que nos daba terror que  las niñas estuvieran tan separadas. Las habitaciones de arriba, las que solían ser de Lena y mía, seguían intactas, con las paredes llenas de fotos y recuerdos de todos estos años juntas. Supongo que en algún momento las niñas las ocuparían cuando estuvieran más grandes y no corrieran peligro de tropezar las escaleras.

Finalmente después de recorrer el vecindario durante unos minutos, ya lograba parquear el auto afuera de nuestro hogar.  Fui la primera en bajar, abrí la puerta de mi esposa y la ayudé a salir cuidadosamente para que Yul no se despertara. Le dije que me esperara mientras yo sacaba a las niñas del asiento trasero y después de hacerlo, caminamos hacía la casa. Entramos, Lena fue directo a nuestra habitación para acostar a la bebé en su cuna, mientras yo iba a la habitación de Dasha y Alexa y las dejaba a cada una en su cama. Les quité la ropita, les puse una pijama, apagué las luces y salí a la sala. En ese mismo instante,

Lena también salía de nuestra habitación. Se acercó, me abrazó por el cuello, yo envolví mis manos en su cintura y nos quedamos así mientras nos mirábamos a los ojos.

—¿Por qué eres tan hermosa eh, Katina?— No pude esconder mi sonrisa. Todo en esta mujer era tan sublime. Me enloquecía aunque los años hubiesen pasado, ella no cambiaba. Cada día se veía más hermosa, casi como la primera vez. Claro, ahora estaba un poco más madura, su cuerpo más voluptuoso…Y con los pechos más grandes y acolchados para mi bendita y grandiosa suerte.

—No lo sé, Volkova, así soy yo. Y tampoco sé por qué tus ojos pasaron de los míos a mis pechos ¿ En qué estás pensando?

—Ehhhh— Tartamudeé  —Amor, yo no estaba mirando tus pechos…— Intenté mentirle pero ya me había pillado.

—Si claro... — Dijo sonriente —Bien, Volkova… Mejor dime qué deseas hacer primero ¿Ducharte o tomar la cena?

—Mmmm… No lo sé— Suspiré —¿Qué me aconsejas?

—Bueno...— Quitó sus manos de mi cuello y las bajó lentamente por mi garganta y mi pecho hasta el primer botón de mi blusa. No era cierto. Ahora jugueteaba con el —Es más saludable que te duches primero y luego cenes... aunque...— Oh Dios... Mordió su labio inferior con mucha sensualidad mientras me miraba y comenzaba a zafarme los botones —puedes olvidarte de esa cena, comerme a mí y luego ducharnos ¿Qué te parece?— Joder... Quiere sexo desenfrenado.

—Katina... eh... tu oferta es tentativa, muy tentativa, demasiado tentativa pero...— Quité sus manos de mi blusa  —prefiero lo saludable, vivir... así que voy a ducharme—  Le di un pinchazo en la nariz y de inmediato corrí a nuestra habitación. Una vez allí, no pensé en nada más y me metí a la ducha tan rápido como pude. ¡No podía aceptar su oferta! Y menos con esa cara de excitada que tenía. Mi esposa había cambiado en muchos aspectos pero no en la intimidad. Aún era salvaje ¡Demasiado! Yo aún no lograba descifrar el misterio de su energía infinita a la hora de hacer el amor. El día de nuestra boda, casi estuve en coma por tres días en la cama de un hotel en Hawaii. Recuerdo que no podía mover siquiera un dedo. Pero bueno, volviendo al tema... el sexo con mi esposa era extremadamente delicioso, pero hoy… No... Yo hoy no estaba preparada, ni tenía energías suficientes como para aguantar una noche de faena con ella.

Finalmente salí de la ducha, me vestí con un short, una camisa larga pero muy fresca y  salí de la habitación hacia la sala mirando con cuidado de no recibir algún golpe proveniente de mi esposa. Debo decir que eso no duró mucho porque la vi en el comedor sentadita, mirándome y muy muy calmada.

Caminé hasta ella y, cuando llegué, me deslicé en la silla a su lado. Mis ojos se clavaron en la cena que ya estaba servida, mi estómago gruñó fuertísimo y eso provocó que me ganara una de sus risitas.

—No te burles Lena. En todo el día no pude probar nada—  Gemí, dándole una miradita triste y de inmediato ella me hizo señas para que empezara a comer. No lo dudé un segundo y cuando me llevé el primer bocado, oh si, puedo asegurar que volví a la vida. Esto estaba delicioso. Asombroso.

Más bocados llegaron a mi boca y en solo unos minutos mi plato estaba totalmente vacío. —¡Por Dios!— Exclamé. Me senté recta y solté un suspiro muy profundo que hizo a Lena reír de nuevo —Esto estuvo delicioso, mi amor.

—Lo sé, bebé. Todo lo que prepara mamá es exquisito. ¿Aún tienes hambre? ¿Quieres comer algo más?—  Llevó sus manos a mis mejillas y comenzó a acariciarme suavemente con sus pulgares. No pude evitarlo y de nuevo volví a suspirar. Sus caricias siempre tenían el mismo efecto en mí.

—Mmmm... No tengo hambre... pero... — Sonreí  —Tal vez, ¿podrías hacerme un sandwich? ¿Por favor?— Le pedí con cierta ternura y vi como asintió inmediatamente. Por supuesto mi bebé nunca se negaría.  Puse mi mano sobre la suya, entrelacé mis dedos y la atraje hacia mis labios donde dejé un beso —Gracias mi Lenita, gracias por cuidarme, por complacerme y por mimarme siempre.

—No tienes que agradecerme nada, Yulia. Soy feliz haciéndolo, muy feliz— Me contestó.        

Sus ojos se quedaron estudiando mi rostro detenidamente por unos minutos hasta que habló de nuevo —Te ves tan cansada.

—Lo estoy mi amor, estoy realmente cansada. Sabes cuánto odio los días como hoy en donde tengo tanto que hacer y casi no puedo pasar tiempo contigo ni con las niñas.

—Lo sé... Y gracias a Dios solo pasa de vez en cuando porque si fuera todos los días juro que ya me habría vuelto loca de estar tanto tiempo sin ti.

—¿Uh?— Me hice la confundida —Pensé que ya estaba loquita, mi bebé— Bromeé, y por supuesto, me gané una linda mala cara de su parte y una sonora palmadita en mi brazo. Aunque Elena tuviera 28 años,  estuviera casada y también fuera madre de familia no dejaba de ser esa niña que se enojaba por cualquier cosa, bipolar, peligrosa, dulce y tonta que tanto me gustaba.  Una total lotería —Sabes que estoy bromeando, Lena— Le robé un beso en los labios, tomé su mano y la arrastré a la cocina para que me acompañara mientras yo lavaba mi plato.

Llegamos al lavavajillas, ella me abrazó por la espalda, rodeando mi cintura con sus brazos y apoyó su barbilla en mi hombro mientras miraba lo que yo hacía.

—A partir de hoy no volveré a la empresa, tomaré unas vacaciones— Le dije divertida, pero estaba hablando muy enserio.

—Ah sí... ¿Y a quien le dejarás toda tu responsabilidad? ¿Varvara o Nina?

—A ninguna— Dejé el plato lavado en la encimera, me sequé las manos y giré la cabeza.  Su cara mostraba absoluta confusión —A ninguna Lena, si yo tengo vacaciones, ellas también. Varvara necesita tiempo para... mmm… eh… digamos que para estar con Nastya, y  Nina, ella debe estar al pendiente de Kira y de la barriguita de Naty... Así que lo acabo de reflexionar y... dejaré a Fyodor y a Vika a cargo de todo por unos meses.

—¿Fyodor?— Levantó una ceja —!¿Ese idiota que está enamorado de ti desde hace tanto tiempo?¡¿Qué aún no supera que seas gay, que estés casada y tengas tres hijas?! ¿El que tartamudea cada vez que habla contigo por teléfono? ¡¿Ese maldito idiota?!

—El mismo. ¡Y no seas grosera por favor!— Me reí. Tan celosa y exagerada como siempre  —Fyodor, es un excelente empleado, es de mi total confianza y no está enamorado de mí, deja de decir eso.

—¡Claro que si!— Gimió.

—Claro que no. Con la mirada punzante y asesina que le diste aquella vez en mi oficina, le bastó para darse cuenta que  tengo dueña... Y que es muy peligrosa.

—Insisto, no me cae bien ¡Es un idiota!

—Está bien, mi amor es un idiota, pero...— Me di la vuelta, quedando frente a ella. Se veía tan graciosa con sus cejas ligeramente fruncidas —Tu frente se va a arrugar más adelante si sigues haciendo eso— Le señalé su ceño para que dejara de hacerlo —Lena,  ese idiota y Vika se harán cargo de la empresa por unos meses. Quiero y necesito pasar más tiempo contigo y mis dormilonas. Tú también te ves cansada y es mi deber estar aquí ayudándote con las cosas del hogar,  con el cuidado de las niñas. Deseo que  vuelvas a realizar todas esas  cosas que tanto te gustan.

—¿De qué hablas, Yul-Yul?— Ahora su ceño se había convertido en una sonrisa —Si lo que más me gusta y más amo en este mundo es estar con mis hijas, cuidarlas ¡Las adoro!

—Lo sé Lena, pero ya te dije que deseo que vuelvas a concentrarte en tus cosas, en todo lo que te apasiona. Ese par de chiquillas son muy traviesas cuando no están en la escuela y Yul no te da tiempo para nada... ¡Aun no entiendo por qué no quieres que contrate a alguien para que te ayude aquí!

—¡Eso nunca! No voy a meter a otra mujer en mi casa para que te mire el trasero o para que te enamores de ella y me abandones. Eso no!— Dijo cortante.

—Elena, ya te he dicho más de un millon de veces que no todas las mujeres de este mundo son gays, y no todas me miran el trasero, es más, ni siquiera tengo trasero. Deja de ser exagerada.

—Si tienes trasero, y es solo mío. Y ya dije que no.

—Bien… Si no quieres contratar una chica que te ayude entonces como es que insistes en querer más bebés ¿Cómo vas a cuidar de tantas vidas?— Gemí. Y esta era la cuestión: Esta  mujer insiste en que tengamos más niñas. Creo que quiere formar una guardería en esta casa.

—Ah no, eso sí que no Yulia Volkova. Tú aun me debes una niña, ni creas que con Dasha y Alexa me basta. ¡Me lo prometiste cuando éramos novias! ¡Y también me lo  prometiste el día de nuestro matrimonio! ¡Lo hiciste!— Gritó lo último y empezó a darme palmaditas en pecho como niña berrinchuda. No protesté ya que solo estaba siendo ella...

—Amor, lo hice, lo prometí... pero ya estoy muy vieja para eso.

—¿Vieja? Apenas tienes 31 años Volkova! ¡Y lo peor es que sigues viéndote igual que cuando nos conocimos... Tonta!

—¿Tonta? ¿Soy una tonta por verme igual que hace 10 años?— Levanté mis cejas sorprendida. Ella solo asintió —Está bien, soy una tonta... Y no tengo 31, tengo 32.

—No tienes 32, mañana tendrás 32, por ahora sigues teniendo 31, y no creas que te vas a salvar de darme otra pequeña.

—Oh por Dios... Está bien!— Grité un poco exagerado, moviendo las manos en el aire tratando de parecer desesperada y con la mirada pegada al techo mientras ella se reía de mis gestos. Nadie nunca podía resistirse a los deseos de Elena Katina... Absolutamente nadie —Seguiremos hablando de este tema después señorita, ahora, me dedicaré a preparar mi sandwich. Yo misma lo haré.

—Está bien— Me respondió en un tono mimado. Comencé a caminar por toda la cocina, con ella abrazándome por la cintura y su barbilla apoyada en mi hombro. Era un poco difícil moverse de lado a lado con ella atrás de mí, pero  podía sentir sus lindos y grandes pechos contra mi espalda así que no era tan malo después de todo.

Llegamos al refrigerador y lo abrí…

—Vaya... necesitamos ir al supermercado con urgencia. Esto parece un desierto— Le dije al ver que estaba casi vacío.

—¡Ups!... Siempre vamos cada final de mes. Es obvio que ya no haya casi nada.

—Bueno, al menos algo nos queda para el desayuno. Mañana arreglaremos ese problema—Saqué lo poco que quedaba en la nevera, fui a la encimera a preparar mi aclamado sándwich y después fuimos a sentarnos a la sala.

Comencé a comer mientras veíamos TV, yo le daba mordiscos a mi sándwich, mi cara era de total satisfacción cuando tragaba. De reojo veía como ella me miraba seria...

—Wow… Jesús. Nada mejor que algo preparado por uno mismo. Me quedó delicioso—  Dije saboreándome los labios.

—Es solo un sandwich, Yulia. No la cena para la reina de Inglaterra— Me dijo y su expresión no cambiaba. La conocía como la palma de mi mano. Sin duda estaba celosa porque dije que me había quedado delicioso. Es algo difícil de entender pero ya verán…

—Esto sabe mejor que una cena para la  reina— Dije para que sus celos crecieran, y  por supuesto me hizo una mueca, cambió el canal de la TV y se acostó boca arriba sobre el sofá a mirar la pantalla. Sus pies quedaron en el suelo, ni siquiera tocaba los míos… Esta mujer era tan orgullosa.

—¿Por qué el amor de mi vida no puede soportar que algo que ella no haga me agrade? Acaso es porque es demasiado celosa?— Le pregunté mientras tomaba sus pies del suelo y me deslizaba entre ellos. Mi rostro quedó pegado al suyo e inmediatamente sus pies se amarraron como un nudo en mi cintura y sus manos de igual manera en mi nuca.

—Solo yo y mis hijas podemos hacer cosas agradables para ti, nadie más.

—¿Ni siquiera yo misma?— Le dije bromeando.

Negó seria.

—¿Ni siquiera papá?

—Bueno, papá y mamá si pero nadie más— Me advirtió con una pequeña sonrisa. Ambas reímos y nos dimos un pico en los labios. Nosotras…

—Sabes...— Le dije —me gusta como somos, como nos tratamos, como te comportas conmigo. Me encanta que tu personalidad siga intacta después de tanto tiempo, que pelees y te enojes por cosas insignificantes y luego yo tenga que pedirte disculpas y ponerte contenta de nuevo a punta de solo besos. Es  algo que amo y me maravilla siempre.

—Si, soy lo mejor que pudo haberle pasado a tu vida. Eso es más que seguro.

—Lo tienes, amor, lo tienes— Nos reímos —Eres y serás lo mejor que me ha pasado. Amo todo de ti, tu forma de ver las cosas, cuando hablas, cuando ríes y lloras. Amo tus ojos,  tu nariz, tu sonrisa, tu boca, tus asombrosos pechos... Y podría seguir toda la noche, pero no lo haré porque voy a besarte en este instante— Terminé por decirle y así lo hice, uní mis labios a los suyos para empezar un delicioso, profundo, lento y sexy pero tierno beso.

Este lugar, esta sala, había sido testigo de tantos besos iguales, de caricias, y de muchísimas cosas. De momentos mágicos.

—Volkova, si sigues besándome de esa manera, voy a tomarlo como una señal de que si quieres  esa noche apasionada que te ofrecí hace un momento— Su voz se entrecortó un poco mientras lo decía. Estaba nerviosa pero eso no le quitaba aquella picardía que siempre poseía cuando me decía este tipo de cosas.

—Me encantaría Lena,  dejaría que me hicieras  el amor en este instante pero podemos correr el riesgo de que me quede dormida en pleno acto y no pueda darte un orgasmo.  Antes estaba borracha del hambre y, ahora, estoy borracha de sueño.

—Uhmm... está bien, dejaré que recargues energías esta noche porque mañana...— Me miró con malicia —Mañana te tengo una sorpresa y ni siquiera... escúchame bien, ni siquiera podrás  pararte de la cama. Tengo pensado que para tu regalo de cumpleaños lo mejor será romper el record que hicimos en nuestra boda.

—Wow… Qué bueno que ya pagué mis servicios funerarios. Y por favor, que en la prensa no vaya a salir la noticia de que morí a causa de hacer el amor por mi insaciable esposa. ¿Es un trato?— Le di mi meñique, y por supuesto, ella lo agarró.

—Es un trato— Dijo no muy fuerte pero demasiado feliz —¿Entonces... Vamos a dormir?

—Vamos a dormir— Estuve de acuerdo. Me quité de encima, la ayudé a parar del sofá y nos fuimos agarradas de la mano a nuestra habitación.

¡Mañana sería un gran día!


…..**…..


Sábado

8 am.


—Mamá mamá, despierta, mamá.

—Es tu cumpleaños, Yul-Yul, despierta.

Dios... Mi cama se hundía, mi pobre cuerpo parecía una gelatina sobre ella.

—¡Mamá, abre los ojos! ¡Hazlo!— Mis niñas me gritaban en los oídos, sentía como sus manitas apretujaban mis mejillas de todas las formas posibles.

—¡Mamá! ¡Despierta ya!

Aunque parecía que hubiera dormido solo dos horas y no estaba muy contenta con este despertar, sonreí internamente mientras intentaba abrir los ojos pero la luz que entraba por la ventana hacía que fuera imposible.  El sol brillaba al máximo, más fuerte que en otras mañanas. ¿Qué horas eran?

—Vamos mamá, despierta— Sus manitas seguían y seguían apretujándome, las cogían como si fueran un par de gomas. No sé si estaban tratando de hacer muecas con mi propio rostro o algo parecido.
Finalmente, logré abrir un ojo tan lento como pude.

—¡Feliz cumpleaños, Mamá!—  Me gritaron al mismo tiempo.

No me dieron espera de nada y se lanzaron a mi rostro para dejarme una ráfaga de besos por mi barbilla, mi nariz, mis cejas, mi frente. Envolví mis brazos en sus cuerpecitos, las apreté contra mi tan fuerte como pude y comencé a reír a carcajadas sin poder ocultar mi felicidad. No había nada más gratificante que tener a mis bebes entre mis brazos en un día como este.

—Mamá, mamá te tenemos que contar algo— Ambas me hablaban al mismo tiempo. Esto era realmente difícil. Siempre era difícil.

—¿Qué pasa, chicas?

—¡Mami te preparó un past...!

—¡DASHA! ¡ALEXA!— Uh  —¿¡POR QUÉ LE DIJERON A MAMÁ?! ¡ERA UNA SOPRESA!—  Mierda. Las tres quedamos paralizadas y boquiabiertas cuando escuchamos a Elena gimiendo desde la cocina. Mi esposa sí que había sonado bastante disgustada.

—Ouch... que hicieron chicas, mami suena muy enojada—  Traté de asustarlas y de inmediato,  ambas se cubrieron los ojos con sus manitos.  Estaban tan apenadas que vi como sus mejillitas se iban tiñendo de un rosa brillante.

—Discúlpense con mami ahora— Les ordené y sin ninguna espera...

—Lo sentimos, mami— Le gritaron a Elena, siempre sincronizadas. Me besaron de nuevo en las mejillas y se bajaron de mí rápidamente para  esconderse debajo de las cobijas. Traviesas.

Procedí a sentarme en la cama, sonriendo por las locuras de mis pequeñas. Ahora por culpa de ellas, yo tendría que levantarme, ir a la cocina y mimar a mi esposa como un bebecito para que no sintiera tan mal después de que  su linda sorpresa fue arruinada.

Traté de levantarme pero me detuve en el acto, cuando en la puerta vi a mi esposa con cara de cachorro triste y esos provocativos y rosados labios convertidos en un puchero. Se veía tan tierna, tan hermosa y tan maravillosa como siempre.  

En una de sus manos sostenía un gran pastel que al parecer tenía un cubierto de chocolate, encima se podía ver que  estaba decorado con algunas frutas, en su mayoría fresas.

—Mi sorpresa fue arruinada por las niñas, amor— Caminó hasta la cama con esa carita triste y me tendió el pastel sin ninguna gana. Tuve que sonreír. A veces es como si yo fuera la única adulta en esta casa  —Feliz cumpleaños, Yul. Este regalo es de parte de todas—Su cara no cambió.

Lo recibí sin decirle absolutamente nada, lo puse encima de la cama y la tomé por la cintura, tirándola encima de mis muslos.

Ella se sorprendió, se agarró de mi cuello y comenzó a reír.

—Gracias mi vida. Y déjame decirte que tu sorpresa no fue arruinada, y también que este pastel se ve delicioso— Cogí una fresa del pastel y le di un mordisco, dejando la otra mitad para que ella la agarrara.

Elena sonrió, la tomó y comenzamos a comerla mientras nos dábamos un beso. Por supuesto no era uno muy provocativo, solo nos picoteábamos con delicadeza, ya que de reojo habíamos visto como Dasha y Alexa nos espiaban debajo de la cobija.

Nos separamos, y Elena disimulando, tomó la cobija y la levantó, dejándonos ver al par de traviesas con unas sonrisitas en sus rostros.

—Ustedes no tienes porque reírse— Les gritó riendo y les clavó a las dos unas palmadita en el trasero —Eso les pasa por dañar la sorpresa de Mamá.

Las niñas no se tomaron muy enserio el regaño, en vez de eso, soltaron unas risitas, se sentaron  en la cama y comenzaron a meterle los dedos al pastel.

Elena, por su parte, me dio un guiñó junto con otro beso en los labios y luego salió corriendo de la habitación. Seguramente había olvidado algo en la cocina.

—Hey... No hagan eso, bebés— Negué mientras veía a mis hijas destrozando el pastel. Le arrancaban grandes pedazos.

Por supuesto no me hicieron caso así que no tuve de otra que abandonar la idea de detenerlas y comencé a sonreír mientras miraba esos pedacitos de mí, embarrándose todo, las mejillas, la boca, la nariz. Un completo desastre.

De pronto…

—Dile Feliz cumpleaños a Mamá— Escuché.

Desvié la mirada de nuevo a la puerta y no pude evitar que mi sonrisa se hiciera más grande cuando vi nuevamente a mi esposa, esta vez con Yul en sus manos.

Se acercaron a la cama y mi bebé comenzó a hacer lo mismo de siempre cuando me veía, a sacudirse, a soltar risitas y a estirar sus bracitos. No dudé en atraparla y abrazarla como lo hacía cada mañana. Sus manitas atraparon mis mejillas y luego comenzó a balbucearme un feliz cumpleaños que solo Lena y yo podíamos entender.

Dejé besitos en sus mejillas, uno en su cabecita y la senté en mi regazo. Ella clavó la mirada en lo que hacían sus hermanitas mayores, y  por supuesto, no dudó en copiarles. Metió sus manitos en el pastel y luego las puso bien abiertas en mis mejillas, dejándome sus huellas marcadas. Elena y las niñas soltaron unas carcajadas y comenzaron a aplaudir mientras miraban mi cara llena de chocolate.

—Podemos hacerlo nosotras también, mami— Dasha, mi hija mayor, le preguntó a Lena con cierta inocencia.

Mi esposa me miró, sonrió de medio lado con cierta maldad y asintió... —Por supuesto que sí mis amores. Hagan lo que quieran con la cara de Mamá.

—¡Si!— Las niñas gritaron emocionadas.

Yo le fruncí el ceño por ser tan malvada, y luego vi cuando las chicas agarraron una porción bastante grande de pastel y me la estrellaron de frente en todo mi rostro. Nuevamente escuché risitas, burlas,  aplausos. Intenté enojarme... Pero simplemente no podía hacerlo. No en mis cumpleaños y menos cuando mis cuatro amores disfrutaban de molestarme.

—Bien... uhmm... Supongo que hay un pastel de repuesto para que yo lo pueda comer, cierto?—  Pregunté mientras me limpiaba la cara y me quitaba el chocolate de los ojos.  Cuando terminé de quitarme todo, vi a Elena y a las niñas negando muy divertidas.  Cómo era posible... ¿No había otro?

—¿No hay otro pastel, chicas?— Pregunté incrédula. Todas volvieron a negar —Se supone que debo comerme esa cosa destrozada y manoseada por ustedes?— Asintieron.

—También era nuestro desayuno, Mamá— Me dijo Dasha. Miré a Elena con los ojos entrecerrados y una ceja levantada, pero ella no cambiaba su expresión. La muy maldita siempre se divertía conmigo.

—¡Qué clase de cumpleaños este!— Gemí para mí misma —Primero me destrozan el pastel antes de probarlo, y ahora, también se supone que era el desayuno de esta familia. Dios mío... Sálvame de estas mujeres por favor— Grité tomándome la cabeza, tratando de preocuparlas pero estas chicas, la única reacción que tenían era sonreír demasiado burlonas.

Bien, alguien debía  poner orden en esta casa y por supuesto tenía que ser yo. Me levanté hacía al baño en compañía de mi bebé, y obligué al trio de traviesas a que  recogieran las cobijas de la cama, el pastel destrozado y llevaran todo a la habitación de lavado mientras yo limpiaba mi cara y las manitos de mi bebé.

Salí del baño y fui  a la cocina para mirar si era cierto que no había otro pastel... Y si, efectivamente no había nada, absolutamente nada. Revisé los cajones, el horno, el refrigerador y nada. Escuché unas risitas desde la puerta y ahí estaba el trio nuevamente burlándose de mí.  No sé qué tenía de gracioso que ni siquiera en mis cumpleaños tuviera un digno pastel.

—Bien, ya que no hay otro pastel para mí, al menos debo tener un buen desayuno, no?— Pregunté.

Elena caminó hasta el refrigerador —Hay lo que viste anoche... Unas cuantas verduras. Haré algo con esto para que desayunemos.

—Hey no— La detuve cuando comenzó a sacar las cosas. Me acerqué y le entregué a Yul —Yo prepararé el desayuno mi amor, ve a esperar a la sala con las niñas y vean TV o hagan algo.

—Yo lo haré es tu... — Iba a protestar, pero la callé con un beso y luego  le apunté con mi dedo hacia la sala. Calladita salió con las niñas hacia allá, vi que se acostaron sobre la alfombra, prendieron la TV y comenzaron a ver caricaturas.

Me reí. Era el colmo que yo hiciera el desayuno para mi propio cumpleaños, pero bueno, no había de otra.  Caminé al refrigerador para sacar lo poco que había y comencé con mi labor. Era extraño que yo hablara de cocinar, ¿cierto? Pero casi me había convertido en una cocinera profesional gracias a Elena. Aún recuerdo años atrás, no descansaba y no me dejaba salir de la cocina hasta que alguno de los platos que yo preparaba fuera comestible. A veces podía sentir como se frustraba de siempre explicarme y explicarme lo mismo, pero lo escondía con un sonrisa amable para que no hacerme sentir mal.

Minutos después todo estuvo listo, serví los platos en el comedor y nos sentamos a disfrutar de una saludable ensalada.  Siempre era grato ver a mis chicas favoritas disfrutando de lo que les preparaba, sobre todo me encantaba ver como mi bebé más pequeño aprendía a tomar mejor los cubiertos. Era tan hermosa.

—¡Wow, mamá!, esto te quedó delicioso— Dasha me dijo, parecía una ardillita con las mejillas completamente llenas.

 —Dasha, tiene mucho razón Yul-Yul, sabe exquisito—   Elena estuvo de acuerdo.

—Si, es mejor que las comidas que tu preparas, Mami— Dasha le dijo de la nada y no pude contener una carcajada cuando vi a Elena frunciendo el ceño. Sin duda eso había sido un golpe bajo.

—Jumm. Por supuesto que no es mejor que mis comidas. Si no fuera por mí, mamá no sabría ni abrir un huevo. Yo fui quien le enseñó a cocinar. Cuando estábamos más jóvenes, ella era un desastre en la cocina—  Le dijo enojada.

Dasha me miró, y sonrió. Esta chica era demasiado astuta. Y sabía perfectamente que Elena solo bromeaba... o bueno no.

Seguimos desayunando tranquilamente, todo era risas hasta que...

—¿Cuantos años cumples, Mamá?— Esta vez fue Alexa quien habló.        

—¿No sabes?— Le dije simulando una carita triste. Ella me dio una sonrisa mientras negaba.

—Mamá, cumple treinta y dos años bebé— Lena  respondió por mí.

—Oh... ¿Y cuantos tienes tú, Mami?—  Esta vez fue Dasha.

—Veintiocho— Le conteste yo. Vi como Dasha se sorprendía, intercambió miradas con Alexa, luego conmigo, por último con Lena, y  en ese momento me di cuenta que algo raro estaba planeando.

—Pero por qué Yul-Yul se ve más joven que tú, Mami?

—¿Qué dijiste?— Oh por Dios...  Elena nuevamente comenzó a gruñir de rabia, tenía una mala cara que no podía con ella.

—Woah Dasha... Esa estuvo buenísima— Comencé a reírme sin parar y  tendí una de mis manos  para que la chocara. Sin duda esa había sido la mejor del día.

—¿Acaso ustedes se pusieron de acuerdo para molestarme hoy— Elena les habló disgustada y fingiendo tristeza. De inmediato las niñas dejaron de reír y se bajaron de sus asientos para venir  a abrazarla. Sus ojitos se estaban colocando llorosos.

—Hey mis niñas, yo solo bromeaba— Les dijo y comenzó a mimarlas. Logró que volvieran a sus asientos y gracias a Dios todo volvió a la normalidad.

Media hora después todas estábamos acostadas sobre la alfombra, Elena a mi lado haciéndome mimos mientras las niñas se entretenían con unos juguetitos que habían regado en todo el lugar.

Mis ojos estaban cerrados, mi respiración era calmada,  me sentía en el paraíso y todo gracias a que Lena que me rozaba suavemente con sus labios alrededor de mi hoyuelo y mi boca.

—¿Qué deseas como regalo de cumpleaños, Volkova?

—Mmmm... Por qué no me sorprendes, Katina— Le respondí sin aún abrir mis ojos. Escuché cuando soltó su típica risita, y luego sentí como su aliento recorrió mi cuello, posándose en mi oreja.

—Anoche dejamos algo pendiente... ¿Recuerdas? Cuando las niñas estén dormiditas podemos retomarlo.

—No puedo esperar hasta la noche— Le dije. Envolví mis manos con fuerza en sus caderas y la acosté encima de mí. Ella soltó un quejido, uno igual a cuando se sentía excitada.

—Yo tampoco, amor. Creo que no puedo siquiera soportarlo en este momento— Me dijo casi temblando, respirando entre cortado. Tomó mis mejillas suavemente, se inclinó un poco y procedió a juntar nuestros labios.

Volví a abrazarla por la cintura mientras encontrábamos el ritmo perfecto en aquel beso. Todo se estaba subiendo de tono, mis manos ya caminaban dentro de su blusa, recorriendo la piel de su espalda desnuda, sus uñas ya se enredaban en mi cabello, su labio inferior no dejaba de ser mordisqueado por mis dientes, sus...

—Mami Lena, no te duele cuando Mamá Yul  te mastica el labio así?— ¡Mierda! Nos separamos a la velocidad de un rayo y nos sentamos rectas cuando oímos a Alexa, preguntando tal cosa.  Como era posible que nos hubiéramos dejado llevar frente a ellas ¡Idiotas!.

Levantamos la vista lentamente y vimos a las niñas con los ojos clavados en nosotras, esperando una respuesta.

—¡Dios! ¡Esto no puede ser cierto!—  Dijo Elena completamente ruborizada y de inmediato escondió su rostro en mi cuello.  OK, eso quería decir que ahora yo estaba sola en esto...
Me aclaré la garganta.

—Eh… No bebé... ah... A Mami no le duele su labio... porque... yo no le hago daño. No lo hago con esa intención— Traté de explicarle mientras acariciaba el cabello de mi esposa. Trataba de confrontarla para que no se tan sintiera mal.

Alexa asintió, pero no dejaba de mirarnos.  

Esto no se ve nada bien.

—Y por qué ustedes siempre están haciendo eso con sus labios?— Me dijo y de pronto comenzó a mover su boca de todas las formas posibles, a tirar picos. Me daba a entender por qué siempre Elena y yo nos andábamos  besando.

Elena lo vio y se llenó de más terror…

—¡Oh por Dios!— Exclamó incrédula. Sus ojos estaban tan abiertos como su boca. No puedo negar que yo estaba igual. Esta niña por qué nos preguntaba tales cosas.

—Mi amor…— Elena empezó a hablar nerviosa —eso... se llama besar... y mamá y yo lo hacemos porque... porque se siente bien, porque nos amamos, nos queremos. La gente que se ama lo hace siempre. ¿Entiendes?— Le dijo al borde del desespero.

Por la cara que hacían Dasha y Alexa, era obvio que no le entendían nada.

—Mami, ¿Y por qué ustedes no nos besan así ni a mí ni a mis hermanitas si ustedes nos aman muchisisisimo?—.

—Oh no... Yulia ayúdame con esto. ¡Di algo!— Elena ya no se hallaba, empezó a sudar y  a darse aire con las manos, fingía que le faltaba la respiración. No sé si estaba mintiendo o era algo real.

De todas maneras hablé.

—A las hijas pequeñitas no se les debe dar besos en la boca. Eso es algo que solo hacen las mamás— Añadí con burla. Lo siento, pero era inevitable.

—¡Si! ¡Exacto!... eso es algo que hacen las mamás cuando se aman mucho, y también lo hacen los papás... pero no con las hijas—  Oh Jesús... Esta mujer no tenía idea de lo que estaba diciendo.

—Miren niñas, ustedes son muy pequeñas y no van a entenderlo. Por ahora solo deben saber que eso solo lo hacemos las personas grandes, es todo.

—Cuando ustedes crezcan y sean mayores de edad  también podrán hacerlo. Pero primero tienen que pedirnos permiso—  Añadió Elena, elevando la voz.

Las niñas por fin asintieron, nos sonrieron una vez más y volvieron a concentrarse en su jueguito. ¡Woah! Esta pequeña conversación sí que había sido un poco rara.

—Yulia... Estas niñas fueron muy curiosas, ¡Mira todo lo que nos preguntaron! Eso me preocupa demasiado... Y sobre todo porque nosotras nunca  nos acariciamos delante de ellas— Elena negaba preocupada.

—Ya pasó Lena... ellas...

—¡Ay mi Dios!— No dejó que yo terminará de hablar. La miré bastante extrañada y tenía una cara de horrorizada. Y ahora que demoni...  —¿Crees que ellas nos hayan visto... ya sabes... haciendo algo... en la cama?

—¡¡¡Hey!!!, por supuesto que no— Le di una palmada en la frente, junto con un ceño fruncido. ¿Cómo podía estar pensando eso?  —Nosotras siempre hemos sido muy cuidadosas con ese tema desde que ellas pueden rondar solitas la casa. No digas tonterías por Dios...

—Pero... ¿ los besos?— Gimió.

—No seas paranoica Lena, ya te dije.  Es obvio que nos han visto besándonos, nos han visto miles de veces y nos acaban de ver. ¿Qué esperas?

—Nos han visto dándonos picos pero nunca besándonos de esta manera— Me replicó preocupada y de nuevo apoyó su cabeza en mi pecho.

Vi como Alexa volvió a detener su juego y otra vez posó su mirada en nosotras. Jesús... Y ahora qué clase de pregunta nos haría.

—Mmmm… ¿Pasa algo, bebé?— Le dije con algo de temor. Solo esperaba que no fuera algo relacionado con lo que Elena me dijo  hace unos segundos.

—Mamá, es tu cumpleaños... ¿Podemos comer helado?

—¿Helado? Uhmm si... por supuesto que sí. Yo también quiero helado!— Sonreí.

—Tendremos que ir a comprarlo, Yul,  en el refrigerador solo queda un poco y no alcanza para todas—Elena me lo recordó —Te parece si... vamos a conseguirlo y de una vez aprovechamos para realizar las compras?

—Me parece una grandiosa idea mi amor.

—Entonces...— Se apoyó en mí y se puso de pie —iré a prepararme junto a las niñas... y tú ve cambiando de ropita a Yul. Prometo que no voy a tardarme mucho para que también vayas a ducharte, está bien?—  Asentí —Y ustedes dos— Dasha y Alexa la miraron —Detengan ese juego y vengan conmigo ya... Vamos a ducharnos.

—¡Si señora!— Respondieron las dos con mucha alegría, se levantaron a atrapar las manos de Elena y comencé a reír porque prácticamente se la llevaron arrastrada a su habitación.  Estas chicas amaban ir a la ducha, sobre todo porque Lena siempre les permitía quedarse dentro de la tina jugando…y también hasta que su piel se colocara como la de los “abuelitos”. Ja! Si mi abuela se enterara de que mis bebés dicen eso, probablemente se pondría histérica y no con ellas... lo haría conmigo por permitirles pensar de esa manera.


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BABY, I´MA YOUR GIRLFRIEND! // RAINBOW.XANDER - Página 6 Empty Re: BABY, I´MA YOUR GIRLFRIEND! // RAINBOW.XANDER

Mensaje por RAINBOW.XANDER 10/25/2019, 7:06 pm

Unas horas más tarde, recorríamos los pasillos del súper mercado. Lena estaba unos pasos adelante de mí con Dasha y Alexa, mientras yo me dedicaba a esperarlas con el carrito de las compras y mi  bebé sentadita dentro de el.

Siempre me causaba curiosidad y no podía dejar de mirar todo lo que mi esposa acostumbraba a hacer cada vez que veníamos aquí. Cogía productos de los estantes, (esta vez eran unas latas de atún) se los mostraba a las chicas y entre las tres empezaban a compararlos. Todo daba inicio con una pequeña charla, luego, llegaba hasta el punto en el que Elena discutía con ellas como si mis niñas pudieran darle una opinión lógica o coherente.  Era algo tan gracioso pero a la vez interesante.

—Lena, podrías tú decidir cuál llevar, te he dicho más de mil veces que discutir con las niñas no te servirá nada—  Traté de agilizar esto. Ya teníamos casi todas las compras y quería llegar a casa para disfrutar de mi helado!

—Tú no te metas Yulia Volkova, las chicas y yo estamos en un debate muy importante— Ni siquiera se dignó a mirarme al decirme eso.  No era posible...

Decidí que era mejor seguir recorriendo en lugar y mirar si algo se me antojaba, y así lo hice, dejé a esas mujeres discutiendo y tomé mi camino.

Unos pasillos más adelante me detuve a mirar algunos postres, estaba tan entretenida que no me di cuenta cuando la pequeña Yul, tomó uno del estante y lo lanzó al suelo. Lo único que pude escuchar fue el gran ruido que hizo cuando cayó.

—Hey bebé, eso no está bien!— Le di un pequeño regaño pero esta niña solo juntaba sus manitos y me daba esa sonrisita que era igual de hermosa a la de su madre.  Negué divertida y me agaché para recoger el frasco, pero alguien lo hizo primero que yo.

—Una chica tan linda como tú no debería de hacer tal esfuerzo, toma— Volví a mi posición y frente a mi había un chico de cabello castaño, casi de mi estatura tendiéndome el postre... Y sonriéndome.

—Gracias, eres muy amable— Le devolví la sonrisa, tomé el postre y lo puse de nuevo en su lugar. Esperaba que el chico se fuera pero no lo hizo y siguió a mi lado sin dejar de sonreírme y sin dejar de mirarme.

—Uhmm... estás aquí... sola? Quiero decir... necesitas ayuda para llevar todas las cosas a un auto o algo así. Eh... Yo podría ayudarte... claro... si tú lo deseas... Estaría encantado, sería un placer—  No estoy exagerando cuando digo que este chico se ruborizó al decirme todo eso.  Era algo tierno pero sencillamente no me interesaba.

—Oye... Es muy lindo de tu parte y gracias por el ofrecimiento pero...

—Pero no necesitamos que absolutamente nadie nos ayude— Elena llegó a mi lado como una fiera salvaje. Se cruzó de brazos y juro que la mirada que le dio al chico era completamente asesina. Esta mujer sabía perfectamente como que cuidar lo suyo —Ella no está sola, está conmigo ´su esposa´ y también con sus hijas. Eso quiere decir que está con su familia y gracias pero no necesitamos de tu ayuda— Se giró hacía mí y recibí casi la misma mirada que le lanzó al chico.  Dios… ¿Pero acaso es mi culpa que este tipo se me haya acercado? —Nos vamos, mi amor— Me sonrió pero por supuesto todo era fingido.

—Fue mi error, lo siento mucho señorita. Por favor acepte mis disculpas— El chico se inclinó, pero Elena solo le rodó los ojos y lo ignoró de pies a cabeza. Yo tuve que hacer un frágil movimiento con la cabeza para que el chico pudiera retirarse. Pobre hombre...

Finalmente el chico se fue y la mirada asesina volvió a mí.

—¿Por qué tenías que irte de mi lado, Yulia?¿Acaso te gusta que la gente te acose? Es el décimo chico que te quitó de encima en un mes, y ni hablar de las chicas. ¿Por qué no haces nada para detenerlo? ¡Eso no me gusta!— Comenzó a hacer una escena, sacudió todo su cuerpo casi como si fuera a llorar. Las chicas se cubrieron la cara y empezaron a reírse suavemente.

Las personas que caminaban a alrededor nos miraban extraño.

—No vamos  a gastar tiempo discutiendo en un tema tan tonto, Lena. Mej...

—Yulia, tiene razón!— ¿Mmmm? —No vale la pena perder tiempo en un tema tan tonto, y sobre todo porque nadie hará que una mujer tan territorial como tú Yelena Katina, cambié de opinión tan fácilmente.
¿Qué demonios?

Elena y yo giramos para ver quien había dicho eso… Y no nos sorprendimos cuando vimos al autor.

—Maldito Aleksey, te he dicho mil veces que no llames de esa forma... Y mucho menos en público— Le dijo Elena furiosa. Sacó su celular del bolso y desapareció de nuevo por los pasillos junto a las niñas.

Aleksey se quedó negando muy divertido.

—Esa mujer está demente, Volkova. Aún me pregunto ¿Cómo es que no has terminado en un Hospital psiquiátrico?

—No podría responderte eso— El rió —La conoces,  ella tiene todo ese tipo de facetas que siempre la hacen especial.  Con solo decirte que la semana anterior tuvimos una pelea tonta, que por supuesto ella inició, y solo porque le quité un programa de TV...

—Me imagino…

—Si, se enojó tanto por eso que en medio de gritos me dijo que solo se había hecho mi novia y había aceptado casarse conmigo por interés. Fue una locura total—  Negué divertida de solo  recordarlo.

—Veamos... según la historia… al segundo día que llegó a vivir a tu casa ya te había sentenciado con que serías su novia, hizo que te enamoraras de ella y que le rompieras el corazón a la mujer que probablemente sería tu esposa en este momento, cuando consiguió tenerte a sus pies quiso amarrarte la soga al cuello y casarte cuando apenas eran unas adolescentes. Tú ya eras toda una profesional y serías la futura heredera de las empresas OVCÍA... Wow… es obvio que no Yul, Elena no se casó contigo por interés—  Su tono fue totalmente sarcástico. Ambos nos echamos a reír… —Sabes... Si no fuera porque te sigue mirando con la misma intensidad de hace unos años y con la misma cara de idiota y de enamorada hasta los huesos... déjame decirte que le hubiera creído.

—¡Hey tonto! ¡No te burles!— Gemí y palmeé su hombro ligeramente.  Aleksey siempre era un tipo agradable. Aún recuerdo cuando Elena y yo lo conocimos en una de nuestras travesías por el mundo... Pasamos tantas cosas y nos divertimos un montón que inevitablemente se convirtió en uno de nuestros mejores amigos.

—Está bien Volkova, no me voy a burlar. Mejor  me despido de ti porque se me hace tarde y tengo un compromiso—  Levantó unas pacas de cerveza hasta mi cara y las agitó. Vaya compromiso.

—¿Y a dónde vas con ese licor a estas horas? —Miré mi reloj. Eran las 3 de la tarde —¿No crees que es muy temprano para embriagarte?

—No voy a emborracharme, es solo para pasar el rato— Me contestó tranquilamente. En ese mismo instante,  Lena y mis niñas llegaban de nuevo. Ya no tenía su mala cara, ahora venía con su linda sonrisa.

—Ya podemos irnos a casa Yul-Yul... Y tú— Señalo a Aleksey —Vas a llegar tarde— ¿Va a llegar tarde? ¿A qué se refiere?

—Bueno, entonces sigo mi camino, pasen un excelente resto de día—  Aleksey me sacudió su mano, le dio un guiñó muy coqueto a Lena y desapareció por los pasillos.

Quedé completamente confundida ¿Qué había sido ese guiño? Quiero decir, no es que estuviera celosa porque Aleksey es gay... pero es que... ellos solo hacían eso cuando me ocultaban algo...
¿Y… por qué le dijo que llegaría tarde?  ¿Llegar tarde a dónde? ¿Ella ni sabía de su compromiso, ni siquiera estuvo aquí presente cuando él  lo dijo.


—Katina, de casualidad hay algo que quieras contarme?— Utilicé cierto tonito de reclamo para preguntarle, y lo único que recibí de su parte fue una ceja alzada, unos brazos cruzados, un “jum” que salió de su boca, y por último, su espalda cuando caminaba como si nada hacía la caja registradora.

Excelente, no me diría nada.


……**……


Debo decir que el regreso a casa no había sido nada agradable. Mi humor estaba por el suelo, me sentía un poco, no sé si enojada sería la palabra correcta para describir mi situación, o tal vez disgustada o triste. En fin, no me sentía nada bien.

Y las razones: Primero, Elena no me había dicho absolutamente nada en el camino sobre el guiño de Aleksey, todo el tiempo estuvo callada aunque yo le preguntara y le insistiera. ¡Yo odiaba que me ocultaran las cosas! Segundo, no se despegó de su celular en todo el camino y mucho menos me dejó ver con quien conversaba. Y tercero,  porque nadie, absolutamente nadie aparte de mis empleados parecía haberse acordado que hoy era mi cumpleaños. Ni siquiera el idiota de Aleksey que me tuvo enfrente me dijo algo al respecto... Y ni siquiera mi papá, ni él había tenido la delicadeza darme una llamada. Ya eran las 4PM y había perdido todas las esperanzas de que alguna felicitación llegara.

Llegamos al garaje, me bajé tan rápido como pude y corrí  hacía la cajuela para sacar las compras. Me hubiera quedado en la cama todo el día en vez de estar pensando en estas cosas.

—Yul, deja las compras dentro de la cajuela, quita esa cara de malgenio y entremos a casa. Voy a mostrarte algo.

—Wow, ahora si te dignas a hablarme—  Le respondí sin siquiera mirarla. De pronto sentí cuando llegó a mi lado, le di una mirada y me dio una pequeña sonrisa. Vaya... la rabia que sentía inmediatamente desapareció  —Pero no podemos dejar las cosas en cajuela, pueden dañarse—  Mi tono fue calmado.

—Solo será por un momento, mi amor, no nos demoraremos— Sacudió su mano, y sin dudarlo la tomé para luego ser arrastrada hasta la puerta de mi casa.  Una vez allí, me hizo una seña para que abriera la puerta, y cuando lo hice...

—¡FELIZ CUMPLEAÑOS!— Me recibió el grito de toda mi familia y mis amigas. En la sala estaban absolutamente todos. Papá, Inessa, mis abuelos, Yul, Varb, Naty, Nastya, Anya, Vika, Anna, Aleksey. ¿Aleksey? Vaya maldito. Así que esta era su supuesta reunión.

—Y de manera oficial...Te deseo un Feliz cumpleaños, Yulia Volkova. Espero que lo disfrutes— Me susurró mi esposa al oído —Y déjame decirte que  si hay un segundo pastel… Y solo para ti. Te amo mucho— Terminó de decirme. Dejó un besito en mis labios y se alejó hacia al grupo.

Yo no tuve que moverme de mi lugar, ni siquiera fue necesario hacerlo ya que en segundos estaba envuelta en una manada de abrazos, besos y felicitaciones. Realmente me sentí aliviada, y también entendí porque no había recibido ninguna felicitación por parte de ellos.

—Bien... Ahora que ha llegado la cumpleañera, es hora de celebrar— Varb dijo y comenzó empujar a todos al jardín trasero. Supuse que allí seria la gran celebración.

Todos desaparecieron,  solo papá y yo quedamos en la puerta.

—Pensé que te habías olvidado de mí, Señor Volkov. Ayer estuve esperando una llamada de tu parte para ver si me preguntabas como me había ido en el proyecto pero nada, y esperé una llamada hoy de felicitación, pero igual, nada. Eres muy cruel— Me crucé de brazos y le di la espalda fingiendo enojo.  Esta niñería la había aprendido de Elena.

—Oww bebé, lo siento mucho— Sonreí cuando lo dijo, y más cuando pasó uno de sus brazos siempre protectores por mis hombros —Ayer no te llamé porque sabía que vendría a verte hoy. Y no te llamé hoy porque Elena me lo prohibió rotundamente. Te juro que sentía comezón en los dedos de la desesperación, quería tomar mi teléfono y cantarte, pero las palabras de tu esposa el día de ayer fueron muy claras.

—Te comprendo papá. Cuando Elena Katina da una orden, nadie puede llevarle la contraria.

—Y eso nadie más que tú lo sabe.

—Exacto, lo he vivido en carne propia— Le dije riendo, contagiándolo de ella. Lo abracé por la cintura y lo arrastré hacía la camioneta.  Aunque en el jardín había comenzado una fiesta en mi nombre, no podía unirme sin sacar y organizar las compras... Y que mejor ayuda  y compañía que él.

Minutos más tarde la reunión se desempeñaba muy bien. Papá y yo estábamos frente a la barbacoa terminando de asar toda la comida, Inessa en compañía de mis abuelos conversaban y se dedicaban a cuidar a mis hijas y a  la “pequeña Kira” la hija de Nina” que jugaban  y se divertían en su pequeña piscina portable. Por otro lado, Naty con su linda pancita y mi esposa, tomaban el sol cerca de la piscina principal, se carcajeaban y se entrenan viendo al resto de chicas y a Aleksey haciendo carreras y compitiendo por quien nadaba más rápido. Sin duda todos estábamos pasando una buena tarde.

—Hey cumpleañera, deja eso y ven a meterte aquí ya. ¡Vamos a competir!— Anya me gritó desde la piscina.   Mi amiga se veía tan radiante y feliz. Me alegraba mucho que estuviera de nuevo con nosotras después de estar tanto tiempo fuera del país. 9 años y unos meses sin ella fueron demasiado.

—Dame unos minutos y ya estaré ahí para ganarles a todas— Le repliqué e hice que todos los presentes rieran a carcajadas. Bueno, era comprensible que se burlaran ya que era demasiado obvio que yo no podría ganarle a nadie. Ni siquiera a la vieja de mi abuela.

—Ve a divertirte con las chicas hija, es tu día—  Me dijo papá. De inmediato negué.

—Nunca, no quiero ser humillada y menos el día de mi cumpleaños. Siempre he tenido un estado físico horroroso y lo sabes. Gracias pero no.

—Solo quiero que disfrutes, ni que fueran las olimpiadas—   Rió. ¡Vamos! ¡Búrlate! —Espero que mis nietas no vayan a salir igual de flojas como tú—   Clavó su mirada en ellas.

Me quedé observándolo mientras las miraba y vi como poco a poco su cara se formaba una sonrisa.  No tenía que ser adivina para saber que esas niñas eran su adoración... su todo.

—Sabes papá...— Me miró  —Nunca te dije esto pero... Gracias, de verdad muchas gracias.

—¿Gracias de qué? ¿A qué te refieres?— Me dijo  confundido.

—Tú me diste a mi familia, me diste todo lo que tengo— Mi mirada se posó en Lena… fue inevitable —Tú fuiste quien de un día para otro trajo a esa chica loca a esta casa… esa niña de la cual me enamoré perdidamente, con quien me casé, con la que he vivido momentos inigualables y con quien ahora tengo el hogar más dulce y hermoso del mundo... Nada de esto hubiera pasado sin ti, gracias—  Me sentí nostálgica.

—Wow... Yul... amm… no es nada hija, no debes agradecerme por eso— Sonrió apenado. Se veía bastante sorprendido —Honestamente... Creo que si yo no hubiera acercado a Elena a tu vida de igual manera tendrías una linda familia, unas hermosas niñas y un hermoso hogar.

—Tal vez, pero te agradezco que hayas puesto a Elena en mi vida— No pude ocultar mi alegría, y lo abracé. Él tenía toda la razón, tal vez tendría una linda familia, un hogar… pero sin Elena no hubiera sido lo mismo. No concebía mi vida sin ella.

—Bien, hija, ya dejemos este tema y ve a disfrutar de tu día. ¡ES UNA ORDEN!—   Me giró y comenzó a darme empujoncitos en la espalda, alejándome de la barbacoa. Para nada protesté y me fui hasta donde estaban mi esposa y Naty.

No pude evitarlo, y lo primero que hice cuando llegué, fue sentarme al lado de Natalya y poner mi mano bien abierta sobre su panza. Era tan grande que yo no podía creer que solo hubiera un bebé allí dentro.

—¡Hola grandulona!— Le hablé a la panza y comencé a acariciarla suavemente. Naty y Lena comenzaron a reír —Ya falta poco para el nacimiento de esta chica ¿Aún tienes dudas con su nombre o ya lo elegiste?

—Sabes que Lena me preguntaba lo mismo.  Y no, aún Yul y yo no lo hemos decidido. ¡Es que es tan difícil! Recuerda que también nos pasó esto con Kira... Y si no es por ustedes aún ni tendría nombre.

—¿Ustedes?— Elena le enarcó una ceja —Yo fui quien nombró a tu hija. ¿Acaso no recuerdas los nombres que Yulia opinaba? Por Dios... eran horribles, ni siquiera combinaban con su personalidad, no tenían estilo— ¿Qué demonios? —Gracias a Dios... he sido yo quien ha nombrado a nuestras hijas... Y así será hasta que tengamos la última.

—Wow… Gracias por tus lindas palabras, mi amor. Eres tan dulce— Le dije sarcástica e hice que Natalya se carcajeara de nuevo.  La muy maldita pronto dejó de reír, chocó su mano con la de Elena y ambas se dieron un guiño. Si, ahora eran como uña y mugre!

—Siendo así creo que tendré que recurrir de nuevo a ti, Lena. ¡No sé cómo llamarla!— Naty le dijo un poco desesperada.

De nuevo intervine.

—¿Y si la llamas Irina? Creo que a Nina le haría muy feliz—   Di mi humilde opinión. Pensé que se iban a carcajear de nuevo pero no fue así. Extrañamente ambas se quedaron calladas y mirándome fijamente.

—¿Qué has dicho, Yulia Volkova?— Elena me miraba totalmente asombrada.   ¿Acaso que dije?

—Oh. Por. Dios. ¡A Nina le encantara!— Natalya gritó tan agudo que nos hizo asustar a todos, en especial a Irina que salió como una bala de la piscina y vino a arrodillarse a su lado.

—Amor, ¿estás bien? ¿Qué tienes? ¿Es el bebé? ¡Háblame!— Mi amiga estaba llena de pánico. Examinaba  a Naty de pies a cabeza.

—No, tranquilízate amor, la bebé y yo estamos bien— Naty le tomó el rostro e hizo que Nina la mirara a los ojos. Poco a poco mi mejor amiga se iba calmando.

—Dios... Naty, entonces ¿por qué gritaste así?, no sabes cómo me asusté!

—Lo siento Nina... es que...— Natalya comenzó a sonreír —¡Creo que ya tengo el nombre de nuestra hija!— Le dijo sin poder esconder su emoción.

Las miradas de todos los presentes estaban puestas en ellas. Creo que esperábamos ansiosos la reacción de Irina.

—¿Y... cual es, Naty?— El nerviosismo en la voz de mi amiga era demasiado notorio.  Por Dios… Tanto era el show por un nombre?

Natalya se quedó en silencio  por unos segundos, supongo que quería dar un poco de suspenso...  Hasta que...

—¡Irina!... Se llamará Irina!—  Dijo en un gritó.

Nina, quedó boquiabierta como si no pudiera creerlo —Es… enserio?

—Si— Naty le respondió y comenzaron a darse besitos.

De pronto…

—Esto es real, Natalya y Irina?— La voz de  Varvara —¿Tanto escándalo porque su hija se llamará “Irina”? ¿Acaso no pudieron pensar en un nombre menos horrible.

—¡Varvara!— oímos que le gritaron desde el otro lado de la piscina. Todas giramos para ver quien había sido la persona... Y vaya sorpresa... Nos encontramos con el rostro furioso de mi abuela. Miraba de una forma asesina a la pobre Varb —No voy a permitir que empieces a hablar sandeces en este lugar. A nadie se lo voy a permitir— Nos advirtió a todos —Dejen  lo que están haciendo y vengan  que ya vamos a servir la comida.

Y con esa orden, nos bastó para que todas corriéramos hacía la mesa y nos sentáramos calladitos. Ya sabíamos que a mi abuela no se le debía llevar la contraria por nada del mundo. Era muy peligroso, casi un suicidio.

La comida estuvo servida, todo se llevaba con total tranquilidad. Después del regaño de mi abuela a Varvara, nadie en la mesa había dicho una sola palabra. Elena, yo y el resto de las chicas, nos mirábamos y era inevitable no burlarnos en silencio cuando veíamos las miradas venenosas que Irina y Natalya le daban a Varb. Hasta Nastya se burlaba, siempre lo hacía... Sin duda era una excelente novia.

—¿Abuela?— De pronto Varvara la llamó. Su voz estaba realmente temblorosa.

Mi abuela la miró seria. Aunque yo estaba segura que en su interior disfrutaba de ver sufrir a Varb —¿Qué quieres?

—¿Podrías disculparme, por favor? No debí decir que ponerle Irina a la hija de Irina  y  Naty era horrible... pero es que no lo pude soportar. ¡En realidad es horrible!  ¿Cómo pudieron pensar en un nombre tan feo?  

—Porque Yulia lo sugirió— Elena le respondió.

—Oh! Ahora todo tiene sentido— Varb susurró e hizo que todos se rieran —Yulia siempre ha tenido malos gustos para todo.

—¿Qué  dijiste?— Elena se levantó furiosa. Esto se iba a poner feo —¿De qué estás hablando? ¿Cómo qué malos gustos para todo? Acaso no me ves? Soy su esposa ¡Por supuesto que no tiene malos gustos!

—¡Hey Elena cálmate y vuelve a tu lugar!— Mi  abuela intercedió y la hizo sentar de nuevo.

—Sokolova, deberías dejar de hacerte la graciosa... ¿O acaso quieres que hablemos de ti?— Naty le dijo con un poco de malicia.

Mi abuela comenzó a reír mientras miraba a Varb y a Nastya... y ahí me di cuenta que todo empezaría... Se vengaría con lo mismo que viene diciéndole desde hace unos años...  —Dime Sokolova, al fin  ¿Cuándo piensan tú y Nastya dar paso al altar? Ya llevan diez años de relación y aún no veo ningún esfuerzo en ustedes por formar una familia, un hogar.  Acaso quieren pasar el resto de su vida así, solas, sin una obligación. Déjenme decirles que están dejando pasar el tiempo, insisto en que es hora de organizarse y pensar en bebés. La juventud no les va a durar para siempre!—.  Bueno… en eso tenía mucha razón. Nadie podía discutirle.

—Disculpen que me entrometa en esto Varvara y Nastya— Inessa entró a la conversación —Pero la abuela está en lo cierto. Ustedes llevan mucho tiempo juntas, tienen una linda relación. Entonces, ¿Qué es lo que esperan para organizarse de manera oficial?

—En realidad no lo sé— Nastya contestó molesta —¡Siempre que trato de discutirlo con Varvara, termina hablándome de otra cosa!  ¡No entiendo por qué es tan difícil para ella!—  Gritó más molesta que antes.

—Es que… Creo que tengo miedo de comprometerme— Varb, trató de explicar —Dicen que después de casarse todo se arruina y yo no quiero eso para mí relación!—.

—Eso es un mito— Le dijo Elena —Yul-Yul y yo llevamos 8 años de casadas y todo sigue siendo igual de perfecto... Es más que perfecto, y tú eres testigo de eso. Y no solo nosotras, también Nina y Naty, los abuelos, papá y mamá, Anya ... todos en esta mesa a excepción de Aleksey, somos un buen ejemplo.

—Dejaré de ser la excepción en unos meses querida— Aleksey sacudió su mano, presumiendo su gran anillo de compromiso. Oh Dios... Yo odiaba  que hiciera eso, ya todos sabíamos  que  se  casaría  con su idiota multimillonario.

—No creo que esa sea la razón— Anya intervino —Hay algo más... Suéltalo todo Varvara— Le dijo en un tono juguetón, pero Varb no respondió. Nastya parecía afectarse más con esta conversación. No era nada agradable presenciar esto.

El ambiente se puso realmente tenso, nadie más se atrevió a preguntar de nuevo y todos volvieron a concentrarse en sus platos.

De  repente  —Creo que tengo miedo de ser mamá—  La voz de Varvara —No me siento preparada, es un gran paso y yo no sé nada de bebés!— Todos voltearon a mirarla —Es que son tan frágiles, tan delicados, pequeños. Se levantan a cualquier hora, no dejan dormir, hacen sus necesidades como si nada les importara... Y son sobre todo llorones... ¡No puedo con eso de solo pensarlo!— Terminó de decir y azotó la cabeza contra la mesa.

—Qué tonterías dices, niña— Papá le llamó la atención —Nadie nace preparado, todo se aprende con el tiempo. Un hijo es una bendición.

—El señor Volkov, tiene razón, mucha razón— Anya estuvo de acuerdo. Varvara le lanzó una extraña mirada... Y luego enarcó una ceja.

—¿¿Y tú qué sabes de estas cosas? ¡Tampoco eres mamá!— Le gritó, e hizo que Anya sonriera mientras miraba a Anna, quien estaba a su lado.

De pronto todos vimos como mi amiga puso una mano en su panza,  la otra en la de Anna   —Si soy mamá y Anna también. ¡Ya somos mamás!— Dijo sin poder contener la alegría, y de inmediato, toda la mesa explotó en aplausos.  Cada uno se movió de su asiento y comenzó a hacer fila para felicitar a la pareja a excepción de Varb, que quedó cabizbaja y en silencio. Me sentí realmente mal por ella y decidí quedarme a su lado.

—Hey Varb— Le hablé y empecé a darle pequeñas caricias en su espalda. Esto no me gustaba, se supone que estábamos aquí para disfrutar y pasar un buen rato —Lo siento amiga, no debí dejar que  mi abuela iniciara este tipo de conversación. Discúlpame por favor.

—No te preocupes, no es tu culpa. La abuela tiene razón. Es hora de hacerme cargo de esta situación— Se puso de pie   —Escuchen con atención— Les dijo a todos —Tomen asiento por favor— Les pidió. Y así fue, mi abuelos, las chicas, mi esposa… Todos volvieron a sus lugares completamente confundidos.

—Nastya, amor— Varvara se arrodilló ante ella, tomó su mano y toda la mesa abrió los ojos como platos —Siento mucho no haber hecho esto antes. Siempre he sentido miedo de estas cosas pero ha llegado el momento de dejar mi cobardía— Varb soltó una lagrimitas y Nastya no parecía estar dentro de su cuerpo. Estaba totalmente ida —Nastya, tú compañía es lo que más disfruto en esta vida. Cada día a tu lado es hermoso aun así cuando peleamos— Tomó aire. Se veía muy nerviosa —La abuela tiene razón, es hora de que tú y yo sellemos nuestro amor para toda la eternidad. Es hora de formar una familia.

—Oh Dios... Creo que me voy a desmayar y Nastya también se va a desmayar— Elena me susurró al oído. Yo solo asentí  mientras Varb seguía con su discurso.

—Nastya, tú... tú— Oh... Varb, ¿Por qué rayos tartamudeas? —tú... tú… Oh Dios es difícil.

—Vamos Varb, tú puedes— Irina la alentó.

—Nastya, amor, no tengo un anillo en este momento y lo siento... Pero prometo comprarte el que tú quieras, el más caro y lindo de todos  si aceptas  casarte conmigo.

—Por supuesto que sí, mi amor—  Nastya gritó entre lágrimas y se lanzó a los brazos de Varvara. La mesa otra vez explotó en aplausos, llantos y risas mientras las futuras esposas se besaban y daban vueltas al estilo película.

Honestamente no podía creer que esto estuviera pasando en mi cumpleaños.

Más tarde, en las horas de la noche,  la reunión finalmente se había dado por terminada.  La mayoría había vuelto a sus hogares... Excepto mi familia que aún me ayudaba a organizar un poco la casa.

Yo me encontraba en la cocina guardando en el refrigerador la comida sobrante, mientras que Papá acomodaba en la sala  lo que habíamos utilizado en el jardín. Mis abuelos, Inessa y las niñas estaban en los sofás, viendo TV… Y Elena... Esa mujer había desaparecido al segundo piso hace más de una hora y aún no se dignaba a bajar. Ya me estaba entrando curiosidad. ¿Por qué se demoraba tanto? Debería estar aquí ayudándonos a tod...

—¿Hija?— La voz de papá me sacó de mis pensamientos. Detuve lo que hacía en el refrigerador y miré a la puerta, allí estaban todos  a  excepción de Elena...   Y  mis niñas que supongo se habían quedado en la sala   —Nos vamos.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Inessa está cansada, yo igual y supongo que tus abuelos deben estarlo más ya que vinieron desde casa directo aquí.

—Si estamos cansados pero no mucho, no exageres hijo— Mi abuelo hizo un gesto  despreocupado, pero honestamente no podía fingirlo ya que en su mirada se notaba el cansancio. Él siempre tratando de hacerse el fuerte.

—No creo que mi papá este exagerando abuelo, de hecho si necesitas descansar, todos necesitan descansar— Les dije. Salí de la cocina y caminé directo a las escaleras, pero sin subir. Mi objetivo era avisarle a Lena.

Comencé a llamarla…

—Lena, papá, mamá y los abuelos ya se van. Ven a despedirte— Esperamos un momento, pero nunca salió.

Seguí llamándola una y otra vez, varias veces, demasiadas,  pero nada...  No bajaba y solo gritaba que la esperáramos.  ¿Cuánto tiempo más quería? ¡Ya llevábamos más de cinco minutos aquí!

—Elena, hija ¿¡qué es lo que haces!? Baja que ya nos vamos!— Inessa le gritó desesperada,  y por fin se escuchó cuando salió de una de las habitaciones.

Apareció en el primer escalón, vestía una bata de dormir purpura, tenía un maquillaje ligero pero que resaltaba muy bien sus rasgos y su cabello pelirrojo y ondulado caía por sus hombros. Toda una Diosa.

Comenzó a bajar las escaleras y cuando llegó hasta nosotros, mi abuela le dio una mirada picara de pies a cabeza que por supuesto no me dio  buena espina.

—Siento no bajar a prisa mamá, pero necesitaba ducharme bien y sacarme el agua de la piscina—  Le hizo cara de cachorro a Inessa.

Ella asintió.

—Está bien mi cielo, no te preocupes. Te llamábamos para despedirnos, ya nos vamos a casa.

—Si, y mejor vamos saliendo antes de que se haga más tarde— Papá tomó camino hacia la puerta y todos comenzamos a seguirlo.

De reojo noté como mi abuela se quedaba unos pasos atrás de nosotros, para ser precisa, en el sofá donde estaban jugando las niñas.

Y justo cuando todos íbamos a cruzar la salida.

—¿Por qué no llevamos a mis nietas con nosotros? Me gustaría pasar más tiempo con ellas— Su voz…

Todos volteamos a mirarla. Creo que nadie esperaba que dijera eso.

—Ahhh... No lo sé abuela...— Inessa se mostró confundida —A mí me encantaría llevarme a las niñas, pero todo depende de lo que digan Yul y Lena.

Mi esposa y yo intercambiamos miradas por un momento y la verdad es que no teníamos ninguna objeción. Sus abuelitos siempre cuidaban muy bien de ellas.

—Claro que si— Contesté  —Pueden llevarlas, mañana en la mañana iremos a recogerlas.

—¡Oh no, no y no!— Mi abuela se vino acercando, hasta que quedó frente a Lena y yo —No quiero que vayas mañana, quiero pasar muchos más días con ellas y además...— miró alrededor, como si quisiera que papá, Inessa y mi abuelo no la escucharan —Estoy segura que ustedes van a necesitar más que esta noche para celebrar a lo grande…Y sin las niñas aquí pueden extenderlo hasta cuando quieran parar.

—Ay por Dios mamá, escuchamos perfectamente lo que acabas de decirles. Y no es gracioso!— Mi papá le dijo enojado... Y también muy avergonzado.

Nosotras no nos quedábamos atrás, nuestras mejillas estaban convertidas en dos semáforos. Mi abuela...

—Tú no vengas a gritarme Oleg. Tengo razón, Yulia y Elena son adultas, y los adultos necesitan intimidad. Y para celebrar un día especial como este puede ser difícil con las niñas aquí, así que mejor ellas se van con nosotros mientras esta parejita  disfruta.

Oh Dios...No puedo más.  —Papá, Inessa, abuelo, abuela que les vaya bien, cuiden a mis niñas y cuídense mucho. Los quiero— Les dije. Me despedí de cada uno de abrazo, fui al sofá a darles un besito en la cabeza a mis tres chicas como despedida y escapé a la cocina. Ni loca me quedaría soportando a mi abuela un segundo más.

Saqué una botella de agua del refrigerador y me apoyé en el mientras la tomaba y escuchaba como mi pobre Lena terminaba de lidiar con la situación. Mi abuela como siempre tan insoportable.

Finalmente oí cuando la puerta principal de la casa se cerró y  todo quedó en silencio.  Mis ojos se posaron en la puerta de la cocina, esperaba ansiosa el momento en el que mi bella esposa entrara por ahí,  probablemente apenada y aún con sus mejillas sonrojadas por lo que acababa de ocurrir.

Y bien,  no tuve que esperar mucho. Sus pasos empezaron a resonar en la sala, cada vez se acercaba más  hasta que al fin la vi entrar. Dios... Yo tenía toda la razón. Aparte de tener las mejillas totalmente rojas, venía con una sonrisita en su cara que solo describía vergüenza  ¡Era perfecta!

Llegó frente a mí y su linda sonrisa cambió al puchero más exagerado que le había visto alguna vez. Su cara estaba completamente arrugada.  Era lo más tierno de este mundo.

—Tu abuela siempre nos deja en ridículo, Yul-Yul. ¿Por qué lo hace?— Chilló y bajó la mirada al suelo. Sus labios seguían siendo un pequeño y lindo  montoncito.  Tomé su rostro entre mis manos, y con suavidad, lo levanté para que me mirara. Yo no podía dejar de sonreír  —Tú sabes que esa mujer siempre ha sido así. A todo le pone perversión— Le solté con burla.

—¡Uichh! Aún no logro entender cómo es que siempre descubre mis intenciones. ¿Acaso puso un chip en mi cerebro, un radar o algo así?— Rodó los ojos.

Mi sonrisa se hizo más grande.

—¿Y se puede saber cuáles son tus intensiones, Katina?—  Enarqué una ceja.

—Pues... Ya te lo había dicho anoche. Hoy tenía planeado ser el plato final de la cumpleañera...— Me respondió, y fue acercando sus labios lentamente a los míos... —Ser su postre— Susurró en ellos, y casi de inmediato, mis ojos se cerraron al sentir una corriente recorriendo todo mi cuerpo.

Mi estómago comenzó a revolverse, a sentir cosquillas cuando sentí que tomó una de mis manos y la posó en sus pechos. Abrí los ojos, y vi cuando empezó a bajar mi mano hasta el nudo de la bata. Me hizo una seña para que lo desatara y así  lo hice, lento... y con algo de nervios... En mi frente ya comenzaban a hacerse gotitas de sudor.

Solo bastaron un par de segundos para que el nudo desapareciera. Elena sonrió y se la quitó  sin dejar de mirarme a los ojos.

En ese momento mi cordura se volvió añicos, perdí fuerza en mis manos y en mis  pies. Mis ojos comenzaron a vagar por todo su cuerpo, debajo de esa bata escondía una braguitas y  un  brassier de color blanco, casi transparente, muy  pequeño y que no dejaba nada a la imaginación.

Como dicen por ahí: La boca se me hizo agua. Cada vez que Lena hacía algo así, era como ir al paraíso. Nunca dejaba de impresionarme.

—¿Cómo me veo, amor? Estoy como para chuparme ¿no crees?— Dio una vuelta lentamente, meneando las caderas para que yo la detallara. ¿Acaso no era consiente que esto me hacía agonizar.

De mis labios no salió una sola palabra, todo lo que pude hacer fue asentir con la boca medio abierta. Elena lanzó una carcajada al verme embobada, tomó una servilleta del comedor y la pasó por mi labio inferior —Voy a tener que traerte un babero—  Murmuró. Tomó mis manos de nuevo y rodeó su cintura con ellas para luego enredar las suyas en mi cuello. Yo seguía como estatua y probablemente botando más saliva que antes —Te lo advertí mi amorcito, anoche dejé que te negaras porque te veías cansada, pero esta vez no voy a permitir ninguna excusa. Es tu cumpleaños y quiero hacerte el amor y  que me hagas el amor. Estoy lista para todo.

—Seguro...— Le dije en un susurro. Fue la única palabra que pude armar.

Sin más que decir,  acercó su boca a mi cuello y comenzó a llenarlo de suaves besos y mordidas que bajaban y recorrían mi garganta.

Suspiro tras suspiro era lo único que salía de mí. Sus besos, el olor de su cabello, el aroma de su cuerpo... Todo en ella lo provocaba.

Mi cuerpo comenzaba a responder ante las caricias de su boca, abracé su cintura e incliné la cabeza, encontrándome con esos labios rosados, húmedos y tentadores a pocos centímetros de los míos.

No solo nuestros labios, también nuestros ojos se encontraron, había deseo en ambas miradas.

La atraje hacía mí, sin dejar ningún espacio entre nosotras y pude sentir como la temperatura de su cuerpo subía, estaba caliente, demasiado... Y por supuesto yo no me quedaba atrás.

Me incliné solo un poco para tomar sus labios entre los míos y besarla profundamente. El sonido de nuestros besos hacía eco en toda la cocina. Mis manos comenzaron a recorrer su espalda sobre la tela.

Necesitaba despojarla ya de esa ropa, necesitaba una cama.                  

Dejé de apoyarme en el comedor y comencé a llevarla hacía la puerta  sin dejar de besarnos. De pronto su boca se fue separando de la mía, deteniéndonos a mitad de la cocina.

—Quiero ir arriba...— Gimió agitada —¡Vamos arriba y llévame a mi antigua habitación!  Quiero hacerlo como si fuera nuestra primera vez...—  Se quejó de nuevo y enredó sus dedos en mi cabello con mucha fuerza.

Un pequeño chillido salió de mis labios junto con una sonrisa placentera al ver su desesperación. Atrapé sus labios nuevamente, besándola con pasión. Comencé a caminar, haciéndola retroceder por la cocina.  

Las palabras que había dicho hace unos segundos me habían hecho acordar cada uno de los instantes y lugares donde hicimos el amor. Donde fue nuestra primera vez...

Esta cocina había sido testigo de ese día... Y de muchos más...

Yo quería estrujarla, apretarla, sentirla gemir y decidí que aquí se lo haría recordar primero.

Seguimos retrocediendo por todo el espacio, hasta que ella se estrelló contra la encimera.

Sin soltar sus labios, tiré de sus caderas y la senté en ella.  Sentí cuando trató de hablarme, tal vez iba a protestarme por subirla aquí y no llevarla a la habitación, pero no la dejé y puse un dedo en sus labios.

—Es mi cumpleaños, yo tomó las decisiones y además los postres se comen en la cocina— Y sin más que decir, tomé el traje blanco que vestía por la mitad, y lo rompí totalmente.  Quité las telas que sobraban en sus hombros, dejando frente a mis ojos esos perfectos y cálidos pechos.

Moví las cejas de arriba abajo,  haciéndola sonreír. No quería esperar, necesitaba disfrutar de este postre tan rápido como fuera posible así que me escabullí entre sus piernas y me lancé a llenar de besos la piel de sus pechos. Sus quejidos de placer ya comenzaban a hacerse presentes.  Ella estaba deseando esto tanto como yo.

Con mi lengua comencé a recorrer sus pezones, dejando que mi aliento caliente los empapara. De nuevo gimió, ella miraba todo lo que yo hacía. Con mucha delicadeza, tomé su pezón, rodeándolo con mi lengua y succionándolo lento con mis labios.

Mientras mi boca jugueteaba con sus pechos, mis manos recorrían su cintura, subían y bajaban por su espalda, por su  suave piel.

Me alejé de sus pechos para comenzar a llenar de besos su abdomen, ella se inclinó un poco hacía atrás y se apoyó en sus manos  dándome más acceso a su blanca piel.  Seguí bajando, recorriendo hasta que mi boca se topó con la tela de sus bragas y con el olor a sexo que frotaba de allí.  Ese aroma tan excitante como ningún otro.

Levanté mi rostro, su mirada no se quitaba de la mía, sus ojos brillaban como siempre,  nunca habían dejado de hacerlo.

Supe que era el momento.

Miré de nuevo a sus bragas, detuve mi rostro frente a ese sexo cubierto, cerré los ojos,  aspiré el aroma tan embriagador.  Me agaché un poco y con mis dientes, tomé una esquina de sus bragas y comencé a  tirar de ellas.

Escuchaba su risa mientras me veía haciéndolo. Logré bajarla solo un poco y después utilicé mis manos para deslizarlas por sus largas piernas. Sus bragas estaban empapadas. Las tiré al comedor y me acomodé, dejando mi cabeza entre sus muslos. Su sexo estaba cubierto de fluidos, la luz de la cocina hacían que brillara con  más fuerza. Su clítoris también se veía, hinchado y listo para ser devorado.

Mirándola a los ojos, fui acercando mi boca y con la punta de mi lengua recorrí sus pliegues de arriba a abajo. Eso hizo que Elena soltara un gran gemido y que su cuerpo se meneara un poco, haciendo que sus fluidos abundaran más.

Una de sus manos perdió el apoyo en la encimera y se agarró de mis cabellos, hundiéndome más en aquel húmedo lugar... Me necesitaba.

Mi boca cubrió todo su sexo,  mi lengua comenzó a hundirse en ese centro caliente, jugoso. Mis labios atraparon su clítoris, succionándolo con un poco de fuerza y acariciándolo al mismo tiempo.  El cuerpo de Elena estaba tenso, entre gemidos me pedía más y más...

Mi lengua entró entre sus pliegues, sus manos buscaron las mías, aferrándose como si su vida dependiera de ello. Comencé a empujar, ella a gemir. Mi ritmo era lento, no quería apurar nada... Solo quería que sintiera y me dejara disfrutar.

Segundos después, sentí presión en mi lengua, sus muslos se tensaron, sus uñas se clavaron en mis manos...

Un fuerte  grito vino después y luego la llegada de su orgasmo que empapó toda mi boca y mis mejillas.  Mantuve allí mi boca, quieta, sintiendo como su sexo palpitaba una y otra vez. Mi excitación ya había llegado al límite también, necesitaba ser tocada.  Volví mi mirada a ella,  su pecho subía y bajaba, respiraba fuerte y jadeaba con la cabeza tirada hacia atrás.    

Sus jadeos se fueron calmando hasta que me miró, acarició mis mejillas y me atrajo de la barbilla hasta sus labios, besándome, penetrando su lengua y sintiendo su propio sabor.

Tomó de la encimera un pedazo de su traje roto y lo pasó por mis mejillas. Lo hacía en silencio mientras yo admiraba su rostro. Sus labios estaban rojos e hinchados, sus mejillas del mismo color, su frente estaba empapada de sudor. No existía imagen más erótica y perfecta en todo el planeta que la de mi esposa después de un buen orgasmo.

Aún en silencio, bajó sus manos a mi short, desabrochándolo para que cayera al suelo. Luego tomó el final de mi blusa y la deslizó por todo mi torso, deshaciéndose de ella y dejándonos desnudas a ambas.

Me abrazó por un rato, acariciaba mi cabello, mi nuca. Respiraba ligeramente en mi odio.

De pronto...

—¿Te gustó el postre?— Susurró. No podía mirarla a la cara pero estaba segura que tenía una sonrisa de oreja a oreja.

—Me encantó, Lena... Siempre. Todo lo que venga de ti me encanta— Le contesté con toda mi verdad.

Una vez más nos besamos antes de separarnos, ella se bajó de la encimera, tomó mi mano y comenzó a llevarme fuera de la cocina.

Subimos las escaleras, llegamos a su antigua habitación. Me tomó por los hombros y me lanzó suavemente sobre el colchón. Se subió encima de mí, sentándose en mi pelvis. La yema de sus dedos comenzaron a pasearse suavemente por todo mi abdomen, luego sus uñas, dejándome algunas marcas. Mi estómago gruñía nervioso... ¡Seguía yo! y  el corazón se me salía por la boca... Igual a cada vez que compartíamos un momento así.

—Es tu turno, mi amor ¿Estás lista para romper ese record?— Me preguntó con cierta picardía.

Asentí, junto con una sonrisa.

—Sé gentil, Lena. Mañana quiero ver a mis niñas—  Ella soltó una carcajada y se dejó caer sobre mí. Su boca de nuevo quedó en mi oreja.

—Tal vez no las veas mañana, pero te prometo… que las verás crecer—   Y con eso, se cubrió conmigo de pies a cabeza y empezó la faena.

Gracias a Dios había disfrutado de la luz del sol hoy… porque en unos días no la volvería a ver.





Fin!!!!!!!
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Mensaje por Fati20 10/27/2019, 6:46 am

Q que historia más buena, ame demasiado la locura de lena y el amor q eso causaba en julia fue hermosa, divertida y muy pasional de mis favoritos. Ya espero con ansias la nueva historia. Gracias por el placer de darnos tus historias
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Mensaje por Vera Rivero 10/27/2019, 5:16 pm

La historia me gustó hasta la parte en donde aparecen los hijos 🙁
Osea cero adaptación con respecto a ese tema

Vera Rivero

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BABY, I´MA YOUR GIRLFRIEND! // RAINBOW.XANDER - Página 6 Empty Me vale

Mensaje por Carlah 12/24/2019, 3:05 am

Tomate el tiempo de darle todo el crédito al autor original.

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