THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
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THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
Hola chicas!!!! Sé que sabían que pronto venía con otra historia interesante, ¿Cierto? Bien, de la mano de ésta querida autora, HeyJudee, vamos a disfrutar de un contenido lleno de drama, sonrisas y dolores de cabeza. Así que prepárense para disfrutar con nuestras protagonistas preferidas un fics, sensacional.
Hoy les traeré dos capítulos completos!
THE BLACKLIST
— Hola guapo ¿Hay lugar para esta hermosura?
—Chica sexy acercándose en tres, dos... — sintió rápidamente el cuerpo de su pequeña hija encima — ¿Estás comiendo de más cariño?
—Mami dice que las verduras están haciendo efecto en mi crecimiento — comenzó a reír por las cosquillas que le provocaba su padre.
—¿Qué hay de mí?
—Y tú... creo que deberías dejar las harinas por un tiempo.
—Solo porque te quiero, haré oídos sordos a lo que acabas de decir — lo saludó con un beso en los labios — ¿Cómo te encuentras?
—Muy bien. Hoy mismo me juntaré con mi representante para ver si alguien nos ha llamado.
—Me parece bien. Ayer he hablado con tu padre, me ha pedido que este domingo vayamos a comer — sintió como su marido suspiró cansado — Boris, deberías de entenderlo un poco más. Aún no ha logrado superar la muerte de tu madre — explicó mientras juntaba juguetes dispersos por la sala.
—Lo sé y no quiero hablar de ese tema. No ahora — se levantó del sillón con su hija en brazos — ¿Qué te parece si vamos a tomar un rico helado, princesita de papá?
—Si! Eres genial — lo abrazó.
—Apenas son las diez de la mañana. No puedes darle eso de desayunar — protestó su esposa.
—Vamos cariño, desayunaremos en el centro comercial. No protestes, no hoy. Viktoria, ve a despertar a tu hermano.
—Boris, sabes que no podemos darnos el lujo de desayunar fuera de casa. Deja que lo prepare aquí y luego si quieres paseas con los niños — comentó tras ver como su hija abandonaba la sala.
—Lena, escucha — suspiró — Sé que estamos endeudados hasta la cabeza, pero no le negaré un helado o desayuno a mis hijos. Eso jamás.
—No digo que le niegues algo pero... — la interrumpió.
—Ya he hablado, Elena. Desayunaremos fuera — sin más, tomó su chaqueta y salió en busca de su auto.
—Boris, esta misma tarde tenemos la reunión con unos de los banqueros, no lo olvides — comentó tras el desayuno.
—¿Por qué tienen que ir tanto al banco, mami?
—Porque necesitamos un poco de dinero para tus lentes y los frenillos de tu hermana, cariño — explicó limpiándole las manos a su hijo.
—Yo no quiero frenillos mami, todos los niños se reirán de mí. Seré una completa perdedora — protestó cruzándose de brazos.
—¿Quieres crecer con todos los dientes torcidos, Viktoria? Dudo que quieras lucirlos así cuando seas adolescente, ahí si serás una perdedora... como tú dices.
—Pero hará que mi boca se vea aún más grande de lo que es.
—Eso no es cierto princesa, tu sonrisa es hermosa — comento Boris dejando un beso en su cabeza.
—Y para serte sincera, preferiría que gastaras esa plata en ropa nueva o no lo sé... quizás la última Play Station que salió dos semanas atrás.
—Si! — festejó su hermano — Yo también quiero eso en lugar de mis lentes. ¿Puedes mami?
—Para empezar, ese video juego no te beneficiará en lo absoluto. Pasarán ambos demasiado tiempo frente al televisor, no le dedicarán horas al estudio y te puedo asegurar que tu cerebro disminuirá con el correr de las horas. Es una completa perdida de dinero. En cambio los frenillos darán frutos positivos en unos meses más adelante.
—¿Y yo? — preguntó el niño.
—Tu ya no tienes arreglo Aleksandr, eres un perdedor desde que has nacido con o sin lentes — se burló la niña.
—¡Ey! — se quejó tirándole una galleta a su hermana que estaba en frente junto a su padre.
—Viktoria, no te burles de tu hermano — la reprendió.
—Él empezó — le lanzó una servilleta.
—Ya basta niños — intentó separar la pelea que se estaba iniciando — Boris, has algo! — pidió enfadada.
—Niños, basta.
—Vaya esfuerzo — comentó molesta — ¡BASTA! — gritó tomándolos de las muñecas fuertemente, llamando la atención de todos los comensales en el local de comidas rápidas. Suspiró frustrada tras soltarlos frotándose la frente — Nos vamos.
—Pero mami... — protestó Aleksandr sintiendo las manos de su madre tomándolo para abandonar el lugar.
—No hacía falta que reaccionaras de esa forma ¿Sabes? — murmuró encendiendo el auto. Comenzó a reír histérica.
—Claro, debería haberlos dejado para que se sigan matándose frente a todos en un lugar público.
—Elena, son solo niños.
—Boris, solo llévame a casa de mi madre para dejarlos ahí y poder irnos al banco — habló entre dientes acomodando su pollera negra pegada al cuerpo con su camisa escotada color blanco.
—¿Primero, pasarás a cambiarte? — preguntó frunciendo su ceño.
—¿Qué tiene de malo mi atuendo?
—¿No crees que es un poco... revelador?
—¿Quieres que nos estiren un poco más el plazo de vencimiento? — asintió — Entonces este atuendo es perfecto para que ese tipo nos dé el sí.
—¿Y si es gay?
—Entonces ahí entras tú en acción mostrando tus perfectos ojos celestes. Intenta desprenderte dos botones de la camisa — abrió la camisa de su esposo.
—No haré eso — apartó sus manos — no me gustan los hombres.
—Te gustarán si a él le gustan. Necesitamos más tiempo.
—Mami ¿Crees que está bien que dos hombres se quieran? — preguntó Viktoria.
—Claro que no cielo, eso no está bien.
—¿Por qué permites que papá coquetee con ese señor? — Boris levantó su ceja buscando la misma respuesta.
—Pues... porque... no estoy pidiendo eso. Solo que sea amable con él, debemos caerle bien. Solo eso.
—De acuerdo — la niña levantó sus hombros y volvió a su asiento.
—Vamos donde mi madre. No nos queda mucho tiempo.
—Hola Bubu — gritaron los niños tras bajar del auto corriendo hacia la entrada de la casa donde los esperaba su abuela.
—Hola mis tesoros — se agachó a su altura esperándolos con los brazos abiertos. Los niños saltaron con fuerza logrando tirar a su abuela al suelo.
—¡Niños! — gritó Elena — Tengan cuidado con su abuela — pidió.
—Déjalos hija. Todo está bien, hay Bubu para años.
—¿Tienes chocolates, Bubu? — preguntó Viktoria.
—Viktoria, basta de dulces. Madre no le des nada de eso.
—No te preocupes, igualmente no hay nada de eso en casa — le guiñó un ojo a los niños mientras la pelirroja buscaba algo en la cartera. Los tres rieron cómplice.
—De acuerdo niños, hagan todo lo que pida su abuela. No la hagan renegar por favor.
—Claro mami — aseguro Aleksandr dejándole un beso en la mejilla a su madre.
—¿No hay un beso para mi, Viktoria? — la niña giró sus ojos y caminó hasta su madre para darle un beso y luego correr hacia dentro con su hermano — No sé a quién ha salido tan odiosa.
—A ti, hija.
—No permitas que pasen mucho tiempo frente a la tele, madre.
—Tu tranquila, de los niños me encargo yo.
—No demoraremos mucho. Calculo que en dos horas vendré por ellos.
—No te preocupes hija. Tómate el tiempo que necesites. Te ves un poco tensa.
—No empieces por favor.
—Solo digo — le dio un beso para despedirse — Suerte esta vez.
—Gracias ma — sonrió bajando los pequeños escalones del porche.
—¡Hola Boris! — gritó agitando su mano.
—¡Hola Inessa! Nos vemos en unas horas — le sonrió devolviendo el saludo.
—Bien. Vámonos — pidió la pelirroja ya con el cinturón de seguridad puesto.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
—Por dios, estoy muy nerviosa.
—Si, yo también lo estoy — comentó bajándose del auto para luego acomodarse la corbata.
—Ven aquí, lo haré yo.
—¿A qué hueles? — preguntó oliendo el cuello de su esposa.
—A vainilla y chocolate. Es un aceite que tenía guardado, leí en una revista que ese tipo de aroma es un poderoso afrodisíaco. Estoy segura que nos ayudará a la hora de rogarle un poquito. Listo — le dio un beso tras arreglarle el saco.
—Oye, me has desabrochado de nuevo los botones.
—Solo lo hice con dos en caso de que sea gay.
—Dije que haríamos lo que sea necesario, pero no creo que acostarme con un hombre, esté dentro de mis límites.
—Ni yo me acostaré con una mujer, sabes mi postura respecto a eso. Pero no creo que coquetear con ese hombre sea malo para ti.
—No más de dos botones.
—Oh cariño ¿Cómo nos metimos en semejante lío? ¿Puedes explicármelo? — preguntó nerviosa acomodándose el pelo.
—Mucha gente está pasando por lo mismo que nosotros, y créeme que se deben estar haciendo la misma pregunta.
—¡Elena Katina! — llamó la atención de la pareja una voz ajena a ellos.
—No necesito en estos momentos que Nastya Semenova me refriegue su perfecta vida en mi nariz — le susurró a su marido.
—Mírale el lado positivo, la he dejado por ti y te has llevado el premio mayor — bromeó recibiendo una sonrisa y empujón.
—Tonto… solo no le digas a que vinimos — murmuró — ¡Ey Nastya! — sonrió forzadamente.
—Luces increíble — comentó la mujer — Y ese vestido te sigue quedando genial, es el mismo que usaste en la fiesta de fin de año ¿cierto? — dijo burlonamente.
—¡Wow! Eres muy observadora.
—Con Anya hemos venido por unos negocios, pero luego me llevará unos días al Cabo y luego iremos a Ibiza a quemar un poco la tarjeta de crédito en el shopping. Todos debemos ayudar un poco a la economía y el mercado, ¿no es así?
—Que corazón tan puritano tienes. Siempre pensando en los demás. Adiós — se despidió repentinamente dejando a las dos mujeres con la palabra en la boca.
—¿Qué ha sido eso? — pregunto Boris siguiéndole el paso.
—Que asco. Puedo soportar su prepotencia al hacerme notar sus lujos, pero que esté saliendo con una mujer. ¿Dónde terminará este mundo?
—Yo debería sentirme mal en todo caso por ver a mi ex novia con una mujer, pero mírame… sigo viviendo.
—Solo no soporto a la gente así.
—Este último tiempo te has vuelto un poco… homofóbica — comentó en voz baja abriendo la puerta del banco.
—Sabes mis motivos — fue lo último que dijo antes de ver al hombre que iba atenderlos.
—Sr. Alekseev y Sra. Katina, tomen asiento, por favor.
—Bueno, hemos venido por esta carta… documento — dijo nervioso Boris. El hombre tomó el sobre y le echó un vistazo.
—Bueno, yo diría que es más que una carta — comentó leyendo lo que había en el papel — Es un aviso de ejecución por el tema de la hipoteca, señor.
—Si, lo sé. Sabemos que estamos atrasados en algunos pagos, pero de pronto hemos notado que las tasas han comenzado aumentar… — lo interrumpió.
—Como todo y en todos lados. La economía se está poniendo dura, y créame que nosotros no seremos la excepción.
—Señor Nikitin, yo he hablado con usted por teléfono, y como le he explicado me está costando mucho buscar un empleo sin tener estudios universitarios. He encontrado un puesto como camarera en un restaurant de comidas rápidas pero la paga no es suficiente, créame que estoy haciendo lo posible por encontrar algo mejor. Y Boris con su problema en la espalda no ha podido asistir más a las obras que tenía en construcción para su operación. Estamos tratando de pagar las cuentas médicas.
—Todo el proceso de sanación ha tomado más tiempo de lo esperado — comentó Boris
—Créanme que lo entiendo, pero aún así deben seguir cumpliendo con el pago de la hipoteca… — dijo revisando una vez más el documento, desviando rápidamente la vista al ver como la pelirroja se levantaba de su asiento apoyándose en su escritorio, seductoramente.
—Estamos cortos de dinero. Por completo — mostró pena con un poco de seducción — Usted no entiende lo difícil que se ha vuelto el tener que solucionar el tema de la cena en casa. Necesitamos más tiempo — orgullosamente mostró sus pechos viendo como la vista del hombre bajaba.
—Sra. Katina, no puedo darles…
—Puede llamarme Elena — le guiñó un ojo.
—Elena — respiró con dificultad — Su perfume es algo… particular — aclaró su garganta.
—¿Le gusta? — sonrió.
—Si, bastante — la pelirroja tomó asiento conforme con su coqueteo provocando que su esposo se abotonara la camisa rápidamente — Pero lo siento, no hay nada que pueda hacer para ayudarlos. Deben entender que como está la economía el banco no se puede dar el lujo de negociar las faltas de pago. Si lo hacemos con ustedes, debemos hacerlo con todos los clientes.
—¿Qué hay de la ayuda que el Estado les proporciona?
—Solo puedo decirles que a menos que paguen la mitad de este mes, siendo más preciso el 15, se iniciará el proceso de ejecución de la casa.
—Perderemos nuestra casa — protestó Boris.
—Si no pagan, sí. A eso me refiero cuando digo "ejecución". Lo siento por ustedes.
—No es cierto, usted no lo siente en absoluto — se quejó Elena — Hasta podría decir que tiene parte de culpa en todo esto.
—No sé de qué habla.
—El día que nos conocimos dijo que era una buena idea pedir un préstamo de alto riesgo, que no nos preocupáramos por el tema de las tasas porque seguramente podríamos refinanciar antes del ajuste del préstamo.
—Pero… — la interrumpió.
—Usted mismo dijo que "seria ventajoso para nosotros aumentar nuestra cuenta y así poder facilitar el proceso de aprobación".
—Mire… — habló nervioso — No creo que ninguno de nosotros recuerde exactamente lo que dijimos — sonrió.
—Ella si — comentó Boris apuntando a su esposa.
—Llevaba un chaleco color marrón claro a cuadrille junto con una camisa clara y una corbata color bordeos. Recuerdo que ese mismo día usted estaba bastante preocupado porque le tomarían la foto para su identificación en el banco y se había manchado el bolsillo de la camisa con su pluma color negro — Se paró de su asiento y dio vuelta la identificación que el señor Nikitin tenía colgando de su chaleco — Y ahí está su camisa manchada — se cruzó de brazos — ahora dígame ¿Qué es lo que no recuerdo exactamente? — levantó su ceja mareando aún más al hombre.
—Y ella es mi esposa — terminó con el diálogo Boris.
................
—Al menos tienen un mes para pagar ¿no?
—Lo sé, pero aún no creo que sea suficiente, Fyodor — comentó caminando hacia el negocio de su madre.
—¿Has hablado con Ekaterina? Sabes que ella es abogada, quizá pueda darte un puesto como secretaria.
—De ninguna manera. Sabes que hasta entraría en el Ejercito si me dejaran usar tacones — bromeó — Pero jamás le pediría trabajo a uno de mis amigos. Rompería mis propios códigos, sabes que el trabajo mezclado con amistad te lleva a la ruina.
—Claro, porque en el ejército te la pasarías muy bien junto a… Sash — Ambos rieron.
—¿No has vuelto a saber de él?
—No… pero creería que en unos dos meses volverá a casa. ¿Qué tal Boris? — la pelirroja suspiró.
—Se siente frustrado, sabes que para ningún hombre debe ser lindo tener que ser mantenido por tu propia esposa… es como si le dañaran el orgullo de macho alfa.
—¿Y su espalda cómo sigue?
—Dolorido, lo ayudo con masajes y terapias pero el proceso de curación parece ir bastante lento. Y su representante aún no lo ha llamado, me temo que la banda se disuelva si sigue dando tantas vueltas.
—Elena, sabes que esta ciudad no es un buen lugar para crecer artísticamente.
—¿Y que se supone que haga? — preguntó frustrada.
—No te enojes conmigo, solo digo.
—Tú me lo dices, todos me lo dicen. ¿Tengo la culpa que él haya decidido quedarse aquí a irse a la capital?
—No querida, no quiero decir eso pero…
—Ya basta Fyodor, no quiero hablar de ese tema.
—No tienes la culpa de haberte quedado embarazada, cariño — le acarició la espalda sabiendo que aquello era una cruz que la atormentaba a diario.
—Gracias — sonrió entrando en la peluquería de su madre — Hola madre.
—Hola niños — saludó con una taza en la mano.
—¿Cuándo te darás cuenta que hemos dejado la pubertad hace años? — preguntó Elena tomando el periódico.
—Por mi puedes seguir llamándome así, ayuda a mi aspecto juvenil — bromeó Fyodor.
—Ya lo has oído hija, si sigues así envejecerás pronto — comentó dejando un beso en su cabeza para ir atender a las clientes.
—¿No has pensado en trabajar aquí?
—¿Con mi madre? — Frunció su ceño y rápidamente negó con su cabeza — Viviríamos tironeándonos de los pelos. Imposible — murmuró perdiendo su vista en los anuncios — Mira… Bora Bora.
—¿Qué es eso? — caminó hasta detenerse a su lado para leer el anuncio.
—Es un resto-bar.
—Pero queda en Sadovaya y eso es a media hora en auto.
—Lo sé, pero quizá pueda trabajar como camarera y barwoman a la vez. Además hay anuncios de bandas, quizá pueda conseguir una noche para Boris ¿no? — comentó entusiasta.
—No creo que sea buena idea, Lena.
—Escucha Fyodor, solo está a media hora y no hay nada aquí. Ya he mandado solicitudes a todos lados y nadie responde. La paga en la casa de comidas rápidas no es buena. Solo iré averiguar cómo es allí.
—De igual manera, me parece mala idea.
—Tú no sabes la suerte que has tenido estudiando lo que te gusta y siendo aclamado por celebridades para que las vistas.
—Mi madre siempre me dijo que era demasiado gay para estudiar abogacía, que en mi primer caso me harían llorar como una niña. Agradezco sus consejos.
—Definitivamente no tienes la dureza de Ekaterina — bromeó.
—Por nuestras madres — tomó la taza de café que había en el escritorio brindando con su amiga.
—Será mejor que me apure, no quiero llegar tarde al trabajo — tomó su abrigo tras ver la hora.
—Claro, llámame cuando resuelvas tu asunto — gritó despidiéndose en la vereda del negocio.
—Lo haré.
.................
—¿Qué tal tu día, Lena?
—He tenido mejores — levantó sus hombros poniéndose su delantal — ¿Cómo sigue Olga?
—Por suerte mejor, mi hermano ha llegado en la madrugada y me dará una mano para cuidarla. Seguramente ahora mejore rápidamente por tener a su adorado hijo — se burló.
—No seas celosa, Oksana. Tu madre los quiere por igual.
—Supongo — le restó importancia — Valjean ha preguntado por ti esta mañana — haciendo referencia a su hermano.
—Bien, envíale mis saludos cuando regreses a tu casa.
—Quedará encantado. No sé que tienes hermana, pero vuelves locos a los hombres.
—Ya basta con eso. Solo tengo ojos para mi amado marido — se sonrojó.
—Siempre tan santa, no cambias — negó con su cabeza — Por llegar última, te toca atender aquella mesa — señaló una donde era ocupada por dos mujeres.
—Aagg… lesbianas — protestó.
—¡Ey! Cambia esa actitud, no sé cómo te soporta tu amigo gay siendo tan homofóbica.
—Él es una excepción.
—Una muy grande diría yo — la pelirroja le sonrió sarcásticamente dirigiéndose a la mesa.
—Buen día ¿Qué desearán desayunar? — levantó sus cejas tras recorrer el aspecto de ambas mujeres.
—A mi tráeme unos waffles con mucha miel encima y… ¿Tienes frutillas? — la pelirroja asintió tomando nota — Bien, trae muchas de esas, café bien cargado y — le echó el último vistazo a la carta — No… solo pediré eso por ahora.
“Vaya apetito para una ramera” pensó.
—Yo quiero leche con chocolate, un vaso grande si es posible, también muchas galletitas con chispas de chocolate y para Mirka — le quito el menú a su acompañante — Unos huevos con mucho bacón por favor… ah y un jugo de naranja — le sonrió.
—De acuerdo. Regresaré pronto con su pedido — vio como la rubia le sonrió y se alejó sin devolverle el gesto.
—Al parecer han tenido una buena noche — comentó la pelirroja tras dejarle el papel al cocinero detrás de la barra.
—¿Por qué lo dices? — preguntó su compañera acomodando las tazas y haciendo más café.
—Han pedido comida como para un batallón y al parecer se les unirá una tal Mirka.
—Si Mirka llega a estar igual de buenas que esas dos, quisiera ser mosquito para espiar la flor de orgia que se deben hacer — silbó agitando su mano.
—Eres un asco — le revoleó un repasador — Tienes que estar bromeando — exclamó frustrada.
—Claro, sabes que solo bromeo para hacerte enojar.
—No hablo de ti — dijo negando — La famosa Mirka es mi antigua compañera de instituto — suspiró.
—Genial, podrás presentármela ¿no?
—En tus sueños. Esa mujer disfrutó haciéndome la vida imposible en la secunddaria. Ni muerta pienso llevarle su desayuno. Lo harás tú.
—No, te equivocas. Son tus clientes, es tu trabajo… ocúpate — sin más se alejó atendiendo a nuevos clientes que llegaban por mas café.
Suspiró, contó hasta diez, se alisó el delantal quedando presentable y tomó la comida que Marko ya había dejado en la barra lista para llevarla.
—Aquí tienen su desayuno. Waffles para ti, tu súper chocolatada — la rubia la ayudó — Y para ti huevos y bacón. Disfruten — sonrió y se dio media vuelta. Si los planetas estaban alineados aquella mujer no la reconocería y mucho menos volvería a la mesa hasta que pagaran y se marcharan.
— ¿Katina? ¿Eres tú? — escuchó su tono burlón
La pelirroja con una falsa sonrisa en su rostro se giró luciendo cortés — ¿Miroslava? — frunció su ceño haciéndose la desentendida. La chica asintió — Vaya, que sorpresa encontrarte por aquí. No te había reconocido con toda esa… — la señaló de arriba abajo sin saber que palabra usar “¿Ramera?¿Prostituta? por dios ambos significan la misma cosa” — Ropa — concluyó.
—Si, acabamos de salir del trabajo — “Lo sabía” pensó.
—¿Trabajan de noche? — se atrevió a preguntar captando la atención de Miroslava que rápidamente entendió su indirecta pero su compañera se adelantó a responder.
—Si, trabajamos en un bar muy cerca de aquí. Por cierto, mi nombre es Masha y ella es Keira — la castaña la saludó con la cabeza y una ceja levantada.
—¿En la ciudad? — preguntó tras sonreírle a ambas mujeres.
—No, en Sadovaya — respondió Miroslava tomando el mando.
—Oh… he oído que hay un lugar donde necesitan personal.
—Bora Bora — aseguró la morena llamando su atención — ¿Has pensado en ir y entregar tu extenso curriculum allí? — levantó su ceja sobrando a la pelirroja.
—Eso sería una excelente idea, la dueña está buscando nuevo personal. Nosotras trabajamos ahí — sonrió Masha.
—¿Y… es necesario vestirse así?
—¿Qué tiene de malo nuestra vestimenta, querida? — preguntó la callada Keira.
—Nada… solo que no estoy acostumbrada a usar ropa tan… extravagante.
—Los silencios que dejas entre palabras no me gustan para nada, pero te daré una tarjeta con la dirección y dirás que vas de mi parte — buscó dentro de su bolso haciéndole entrega de una tarjeta en color negro — Solo entrégale esa tarjeta y sabrán a que vas. La paga es muy buena si te interesa.
—¿Qué tan buena? — Miroslava sonrió con burla.
—¿Ves el BMW que hay allí? — señaló a través del vidrio con su cabeza. La pelirroja asintió — Me lo compré con la plata que me gané en dos meses.
—¿Pero, qué clase de trabajo es ese para pagarte una fortuna?
—El mismo que tú haces aquí pero de noche.
“¿En solo dos meses? Eso es casi imposible” miró nuevamente la tarjeta. El nombre la llamaba pidiéndole que le diera una oportunidad.
—¿Cuándo podré ir para una entrevista?
—Esta misma noche si así lo quieres. Nosotras estaremos ahí — vio como la pelirroja dudaba buscando sacarle respuesta a la diminuta tarjeta color negro — ¿Irás?
—Ahí estaré — asintió guardando la tarjeta en su bolsillo para seguir atendiendo las restantes mesas.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
—Hola cariño — saludó dejando su bolso en el sillón, sentándose junto a su marido que miraba un partido en la televisión — ¿Cómo te ha ido en el trabajo? — saludó sin despegar la vista del partido.
—Normal. ¿Los niños?
—Ya los he acostado, pero tú sabes como son.
—Si… iré a verlos — le dejó un beso y se marchó a la habitación de sus hijos.
Aún tenía dándole vueltas en su cabeza la idea de ir unos minutos aquel bar donde la fastidiosa de Miroslava Orlova ganaba un dineral solo sirviendo tragos. Por supuesto que eso le parecía algo totalmente incoherente, ella misma servía café y la propina era un asco. Claro, por supuesto que no podemos comparar alcohol con café, mucho menos una asquerosa mañana con una alocada noche, pero de igual manera no podía ser posible.
Trás ver como las luces del dormitorio estaban apagadas y no se escuchaban los murmullos constantes de sus hijos, decidió solo echarles un vistazo rápido, un beso en la cabeza de Viktoria y otro a Aleksandr.
—Mami… — susurró el último.
—Duerme pequeño, ya es un poco tarde.
—¿Puedes quedarte conmigo hasta que vuelva a dormirme? Viktoria me ha contado una historia y tengo miedo — Por supuesto pensó la pelirroja, su hija siempre disfrutaba burlándose de su hermano menor por solo unos minutos según lo registrado en la libreta de nacimiento. A pesar de ser mellizos, Viktoria tenía un carácter mucho más fuerte, siempre llevándole la contraria a su madre y presentando cierta complicidad con su padre. Lo contrario a Aleksandr, quien era como un pollito asustado buscando estar bajo el ala de su madre el mayor tiempo que se le permitiese. La pelirroja amaba que su pequeño hombre sea así con ella, de cierto modo necesitaba sentirse protectora o necesaria para él, cosa que no pasaba con Viktoria. Quizás su idéntica personalidad provocaba que chocaran continuamente y que con sus ocho años ya sea una niña completamente independiente.
—Claro mi amor. Mami se quedará aquí contigo. Ahora duerme — se acomodó junto a su hijo sintiendo como sus pequeños brazos se aferraban a su cintura.
—Mami — volvió a susurrar provocando que la pelirroja volviese abrir sus ojos — ¿Crees que algún día seremos felices?
—¿No eres feliz? — temió por la respuesta, el niño solo levantó sus pequeños hombros.
—Parece que tú no lo eres, y Boris tampoco.
—Dile papá… y si soy feliz cielo, no pienses lo contrario.
—Si tú lo dices te creeré — sin más, la respiración de su hijo comenzó a convertirse más profunda y tranquila dejando a Elena hundida en sus propios pensamientos.
—Mami despierta — sacudió su cuerpo.
—Déjame… — gruñó.
—Tengo hambre mami. Hazme algo de comer por favor.
—He dicho que me dejes — gritó.
—Pero me duele la panza y debo ir al colegio.
—Cocínate.
—Pero me quemaré, mami. Por favor — pidió subiéndose a la cama de su madre apartando botellas en su camino — Tengo hambre — sollozó.
—¡Maldita sea, Elena! ¡VETE!
—Elena… Lena, despierta — pidió su esposo.
—¿Qué sucede? — preguntó sintiendo el sudor en su espalda.
—Te has quedado dormida en la cama de Aleksandr… ¿te encuentras bien?
Asintió aun aturdida sin saber que hacer
—Si.
—Ven, vamos a la cama — La tomó de la mano haciendo que abandone la habitación de sus hijos.
—¿Qué hora es?
—Las cinco. Dios Lena, ¿Has estado soñando de nuevo?
—¿Por qué lo preguntas?
—Tienes la espalda completamente mojada. Ven — la guió hasta el guardarropa sacando su camisón.
—Tengo que contarte algo sobre el trabajo — susurró abriendo la cama tras ser vestida por su esposo.
—Lo harás mañana. Ahora dormiremos — aclaró tapando a su esposa — ¿Te encuentras bien? ¿Segura? — la pelirroja asintió — Hasta mañana — besó su frente y se acostó dándole la espalda.
El reloj marcaban las siete en punto de la mañana y una gruñona pelirroja intentaba apagar el despertador que parecía perforarle los oídos con su pitido irritante.
—Quédate un tiempo más en la cama, hoy los llevaré yo — habló su esposo parándose de la cama para comenzar su día.
Ni siquiera se esmeró en responderle, tomó las sabanas y volvió a taparse para conciliar el sueño que aún le faltaba recuperar. Ese mismo día no entraba hasta medio día, y agradecía tremendamente aquello.
—Elena… ¿Dónde has guardado las loncheras de los niños? — la pelirroja suspiró, por más que no tuviera que trabajar esa mañana Boris parecía no hacer ni dos pasos sin la ayuda de ella. Después de todo era su culpa, había mal acostumbrado a su familia a que dependiera pura y exclusivamente de ella las veinticuatro horas del día.
—En el armario de la cocina, tercer compartimiento — murmuró ahogada en su almohada.
—Ya he buscado por todos lados en la cocina, no está — Suspiró cansada.
—¿Qué harán el día que yo no esté más en esta casa?
—Simple… te seguiremos — intentó bromear para disipar el mal humor matutino de su esposa.
—No tengo dudas de eso — negó con su cabeza levantándose de la cama — ¿Los niños? — preguntó poniéndose su bata.
—Están desayunando. Ya les he preparado la comida para el almuerzo pero no pueden llevarla sin su lonchera.
—De acuerdo, ya entendí. Buscar lonchera — dijo como si fuera un robot.
—Hola mami — saludó alegre como todas las mañanas Aleksandr.
—Hola cariño — dejó un beso en su cabeza — Hola princesa — repitió el gesto con su hija.
—Hola mamá — saludó con voz ronca.
— ¿Qué hay del proyecto de ciencias? ¿Dónde está?
—Papá ya lo ha cargado en el auto, pero no podemos irnos sin las…
—Loncheras — completó la frase Elena — Salvo que tengan patas deberían de estar donde las dejé — emprendió camino hacia el mueble — Y mis ojos no me dejan mentir al verla justamente donde dije que estaban — levantó su ceja mirando a su esposo — Si fueran un perro te morderían.
—Oye, yo busqué ahí y esas loncheras no estaban.
—¿Bromeas? ¿Qué es lo que tengo en mis manos? — frunció su ceño.
—No estaban — sin más las tomó y comenzó a guardar el almuerzo de los niños.
—Mami, esta tarde tenemos el cumple de Klaus.
—Ya lo sé, pero no podré llevarlos hoy. Quizás bubu pueda.
—¿Qué hay de los regalos? — Preguntó Viktoria — No podemos caer así sin más.
—Sabes que no estamos para esos lujos, Viktoria — habló Boris.
—Pero… — Elena interrumpió el posible berrinche de sus hijos.
—Ya los he comprado. Están en el armario — ambos niños festejaron despidiéndose de su madre para correr hacia el auto.
—Sabes que no podemos hacer eso, Elena.
—Lo sé, tranquilízate — le dio un beso — No he gastado mucho.
—¿Qué hay de ese trabajo que me has hablado?
—Esta tarde luego de mi turno en el trabajo iré a ver.
—Muy bien, avísame a qué hora iras. Quizás pueda acompañarte.
—Preferiría que lleves a los niños al cumpleaños.
—De acuerdo, pero tenme al tanto — Le dio un beso en la mejilla y tomó una fruta — Cuídate y ten buen día.
............
— Hola extraña — saludó sentándose en la barra.
—Extraño debería llamarte yo a ti — sonrió — Mucho tiempo sin deleitarnos con su presencia, señor Komarov — Bromeó — ¿Lo mismo de siempre?
—¿Por qué cambiar si así estoy bien? — Elena sonrió y le sirvió una espumante taza de Capuccino junto a un Brownie — Sin embargo tú cada día estás más bella.
—No empieces — negó con su cabeza limpiando parte de la barra con un trapo húmedo.
—Nunca me has dejado empezar. Creí que a las mujeres se les debía decir cosas lindas — comentó antes de beber su café.
—Pero no a mujeres casadas — levantó su ceja.
—Son las que más necesitan halagos. ¿Cuándo fue la última vez que Boris te dijo algo lindo?
—Eso no es de tu interés — frunció su ceño.
—Al parecer las cosas en el paraíso no están nada bien.
—¿Recuérdame porque estoy aquí teniendo buena atención contigo?
—No te enojes. Lo siento ¿sí?
—Eres un idiota. No has cambiado en lo absoluto, vuelvo a repetir.
—Dime que harás luego del trabajo. Quiero invitarte no lo sé… a ¿pasear? ¿Tomar un helado? — Probó suerte, la pecosa solo negaba con su cabeza — Lo que sea.
—No puedo, tengo cosas que hacer.
—Pues déjame acompañarte — Elena puso sus ojos en blanco. Demasiado insistente para su gusto.
—¿No entiendes cuando uno te dice que… — su celular comenzó a vibrar en su delantal. Sin más le hizo un gesto con su mano y se marchó a la cocina donde podría hablar en privado. Aquella llamada no le gustó para nada, le había arruinado sus planes completamente. Boris le comunicaba que no podría llevarle el auto ya que había tenido un problema con el mismo, solo escuchó las palabras mecánicas e hizo oídos sordos. No entendía nada. Maldita sea su mala suerte que al parecer no quería que pagara la hipoteca y le quitaran su casa.
—¿Todo bien? — preguntó Valjean tras verla aparecer.
—¿Sigue en pie la invitación a pasar el día conmigo? — pensó rápidamente.
—Claro. ¿Dónde quieres ir?
—Tengo que ir a ver un nuevo trabajo y mi auto al parecer decidió averiarse justamente hoy. ¿Te molestaría llevarme? Es a media hora de aquí.
—Perfecto. Dime ¿A qué hora sales de aquí? — Elena miró su reloj pulsera. Vaya, la hora había pasado volando y agradecía no haber tenido que atender a tantos clientes cayendo en la cuenta que es viernes.
—En una hora más.
—Bueno, terminaré con esta delicia — levantó su brownie — Cargaré un poco de combustible y pasaré por ti ¿de acuerdo? — la pelirroja asintió.
— Muchas gracias.
...........
—¿Y estarías dispuesta hacer todos los días estos kilómetros?
—Si el trabajo es bueno, sin dudas lo haré.
—Pero gastarás más dinero en combustible que en otra cosa.
—Veré como soluciono ese tema. Quizá haya algún transporte que pueda llevarme.
—Yo puedo ofrecerme los días que esté aquí cuidando de mi madre. Creo que me quedaré un mes aproximadamente.
—¿Y tu trabajo?
—Puedo hacerlo desde casa, estarán bien sin mí un tiempo — Elena decidió no preguntar más al respecto. Jamás se había puesto a pensar en que trabajaba exactamente y nunca tuvo el interés en preguntarle. Pero ahora que solo tenía ojos en producir dinero, levantándose y acostándose pensando en ello, debía de ser un buen trabajo teniendo en cuenta su forma de vestir y el tipo de vehículo que ahora mismo la llevaba hasta Sadovaya — ¿Qué piensas?
—Nada — la sacó de su burbuja — Solo espero que sea el indicado.
—Pues eso lo sabrás ahora mismo — comentó llegando a la pequeña ciudad — ¿Tienes la dirección?
—Si — le hizo entrega de la pequeña tarjeta negra.
—No queda muy lejos de aquí. Es el centro — comentó devolviéndole la tarjeta.
Y así mismo fue, nada difícil de llegar. Tampoco era una enorme ciudad como para perderse, pero al parecer la mantenían en condiciones y todos parecían conocerse con todos, como donde vivía, pero más pequeño. “Nada mal” pensó.
—¿Quieres que baje contigo?
—No, está bien. Iré sola — Habían pasado ya casi tres horas desde la última vez que se comunicó con su marido. Sus hijos ya deberían de estar en su casa cepillándose los dientes cayendo rendidos al sueño.
El pequeño reloj que descansaba sobre un poste en forma decorativa pero útil marcaba las nueve de la noche, pasadas. Se acomodó su camisa azul marino junto con su pollera color negra que terminaba debajo de sus rodillas. Se peinó un poco el flequillo con sus dedos y se ató su larga cabellera en un simple rodete bajo. No quería dar el look de la típica secretaria, pero si crear una fachada seria y responsable. Valjean solo la observaba con una enorme sonrisa en su rostro sin creer lo que sus ojos veían.
Cruzó la calle, sacó la tarjeta de su pequeño bolso y tocó dos veces la puerta negra de aquel bar con las palabras "Bora Bora" en color purpura sobre ella. Nada parecía ir mal, pero si era un resto-bar como había leído en el anuncio quizás un color más vivo o llamativo ayudaría en su aspecto. No pareció importarle, no por el momento.
Un enorme gorila apareció detrás de la puerta, y no precisamente el animal, pero por su tamaño parecía de la misma especie. Su color de piel era oscura, como la misma puerta que hace segundos atrás había golpeado.
—¿Qué necesita?
—Vengo por una entrevista de trabajo — el hombre la miró de arriba abajo sin pudor alguno y frunció rápidamente su ceño.
—Temo decirle que se ha equivocado de lugar. Tenga buenas noches — sin más le cerró la puerta en la cara.
¿Cómo se atrevía a tratarla de esa manera? ¿Qué había de malo en su forma de vestir? Una vez más cercioró que su vestimenta no estaba desalineada y se giró para mirar a Valjean quien estaba tan o más confundido que ella.
Le negó con la cabeza indicándole que todo estaba bien como si pudiese leer su mente y volvió a golpear, esta vez con más firmeza. Así no la dejase entrar le dejaría en claro quién era Elena Sergeevna Katina.
—Señorita creo que no… — lo interrumpió.
—No. Usted va a escucharme a mí ahora mismo. No tengo idea quien ha tenido la osadía de educarlo, pero debería de saber que jamás debe cerrarle la puerta en la cara a una dama. Debería de darle vergüenza al tratar a una persona así, aun teniendo en cuenta donde trabaja y sabiendo que tiene contacto con clientes todos los días.
—No viene cualquier clientela aquí.
—Me da igual — no le dio importancia a lo dicho por el hombre — No debería de comportarse así. Usted no tiene voz ni voto para decirme a mi si me visto bien o no. No suelo equivocarme, mucho menos con una dirección tan simple como la que está escrita en esta tarjeta, lo cual me gustaría que…— el gesto del hombre provocó que sus palabras se atoraran en su garganta. Sin más se hizo a un lado dejándole el camino libre para que entrara. Claro, ¿Cómo no lo pensó antes? Miroslava me dijo que mostrara la tarjeta. Levantó sus hombros y pasó rozándole el pecho al hombre, indicándole que aquella discusión no había terminado ahí.
La decoración del lugar no estaba dentro de sus posibles ideas tras no poder volver a dormirse esa mañana y divagar pensando como sería el famoso "Bora Bora". Las luces eran cálidas, no habían pistas de baile o cabina de Dj's a la vista. Sin embargo, en el centro del lugar descansaba una enorme barra en forma cuadrada donde dos muchachas acomodaban los vasos. Alrededor de la misma, varias mesas para dos o tres personas, quizás cuatro si añadías una silla más pero se veía incómodo. Una zona de sillones color mora con pequeñas mesas ratonas creando nuevos espacios. Nada mal teniendo en cuenta la fachada del lugar. “No juzgues a un libro por su tapa” recordó el sabio consejo de su amigo Fyodor.
Intentó desviar los ojos hacia el segundo piso pero una mujer, o eso creía, apareció en su visión aumentando su repentina curiosidad por saber más del lugar.
—¿Tú eres? — preguntó amable.
—Oh… Elena Katina — extendió su mano — Me han dicho que necesitaban personal y yo necesito mucho un empleo.
—¿Te han comentado de este lugar? — levantó su ceja.
—Claro — volvió aparecer la llave de sus problemas allí dentro — Vengo de parte de Orlova… Miroslava Orlova — La mujer sonrió ampliamente.
—¿Cómo no lo has mencionado antes? — Esta vez sí llamo su atención — Mirka me ha comentado de ti, así que ya puedo ponerle nombre y rostro a la chica misteriosa.
—Vaya… no sabía que… — no sabía que decir ¿Acaso aquella mujer la estaba esperando?
—Mi nombre es Unique y soy la dueña de este bar. Por lo que observé has podido ver un poco el lugar.
—Si, la verdad es muy elegante para ser un simple bar.
—La simpleza no va conmigo, cariño. ¿De dónde se conocen con Miroslava?
—Del instituto, nos hemos graduado en el mismo año.
—Me alegra saber que tienes veintiséis. Ya eres adulta para tomar tus propias decisiones — la pelirroja asintió dudosa — Bien, ¿Cuándo puedes empezar?
Elena entreabrió su boca como si fuera un pez ahogándose fuera de su pecera. ¿Así sin más?
—¿Disculpa?
—¿Puedes hoy? — levantó ambas cejas esperando una respuesta positiva.
—¿Eso significa que tengo el trabajo? — la mujer asintió — Pero ni siquiera me has pedido mi curriculum o me has preguntado por mi experiencia — dijo aturdida.
—¿Sabes tratar a la gente?
—S…si… trabajo en una especie de casa de comidas rápidas — comentó dudosa.
—Perfecto, entonces sabes tratar con clientes y cuáles son sus necesidades.
—Claro, sé preparar tragos también. Quizás pueda hacerlo además de atender las mesas — La mujer rió.
—Claro… ahora ven — la tomó de la mano y se dirigió al piso superior — Aquí será tu lugar de trabajo — Nada cambiaba en lo absoluto entre ambos pisos, solo la barra, era lineal y lo suficientemente larga siendo enfrentada por sillones color negro, nada de sillas y mesas, dándole un toque más privado.
—¿Qué diferencia hay aquí con la zona de abajo? — preguntó dudosa, aún no sabía porque su personalidad en aquel lugar se encogía queriendo esconderse dentro de su cuerpo sin querer salir.
—Digamos que es más… reservada.
—Como una especie de V.I.P ¿Cierto?
—Exactamente, tú lo has dicho.
—Entonces…
—Si puedes, hoy mismo me gustaría que comenzaras. Miroslava no tarda en llegar y si aceptas ella podrá ayudarte esta noche.
—¿En serio? — Sonó como una adolescente — Es decir… si usted quiere, encantada comenzaré esta misma noche.
—Entonces acompáñame, debemos hacer algo con esa ropa de inmediato.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
—¿Qué sucede con mi ropa? — pregunté curiosa, la verdad es que me había esmerado para aparentar seria y responsable, aunque por supuesto no fue necesario usar mis armas ya que al parecer esperaban mi presencia.
La parte de arriba parece tranquila e íntima, como debe ser en cualquier lado V.I.P. Y me parece extraño no ver aún gente por aquí, a diferencia del espacio que está debajo de nosotras. Puedo ver a mi derecha, como las mesas se van ocupando a medida que va entrando la gente para cenar o tomar solo un cóctel en la barra del centro.
—Tu ropa está bien para una oficina, cariño. Esto es un bar, y tu estarás solo aquí arriba — llegamos a una puerta que se encuentra detrás de la barra pero parece estar bien escondida. Frunzo mi ceño al ver como coloca una clave ¿Acaso estamos en una cárcel? Dos pitidos nos dan acceso a un nuevo espacio donde no tenía ni idea que existía.
¡Wow!
Es la palabra justa para describir todo esto que veo. Las paredes blancas, el piso blanco, los muebles blancos. Es como un piso de soltero, un mono ambiente. A diferencia que aquí vuelve haber una barra y en una de las esquinas puedo ver diferentes lockers y un vestidor. Frunzo nuevamente mi ceño. Esto es extraño.
—Ven, seguramente hay algo para ti.
—Aún sigo sin entender que tiene de malo mi atuendo — comenté mientras Unique pasaba percha por percha viendo las diferentes opciones para mí.
—Este vestido va bien contigo. Pruébate — Miré a mí alrededor buscando un lugar donde me permitiera hacerlo.
—¿No hay un… cambiador? — Ella solo sonrió.
—Cariño, debes sacarte la vergüenza. He visto más cuerpos de lo que te puedes imaginar y el tuyo no está para nada mal, diría que roza la perfección. Ahora cámbiate, yo iré a revisar que las chicas hayan llegado.
¿Vergüenza? ¿Yo? Claro que si tengo vergüenza señorita catadora de cuerpos, y sé que no tengo que presumir de mi cuerpo pero me mato diariamente corriendo casi dos horas para mantener todo esto. No te conozco, es mi intimidad y no la compartiré con un extraño. Bufo frustrada al ver el pequeño vestido que descansa entre mis manos. Su color es rojo, claro. Giro mis ojos, esto será completamente nuevo.
De acuerdo, creo que me cambiare aquí. Rápido en un abrir y cerrar de ojos antes de que alguien más pueda entrar.
—Vaya… lindo culo — su voz a continuación de un silbido me paralizan en mi tarea de colocarme el vestido dejándolo a mitad de camino inclinándome sobre mis tobillos. ¡Que vergüenza! Sin demorarme más, girándome para no mostrar la vista trasera de mi cuerpo subo la pequeña prenda sintiendo como mis mejillas se prenden fuego.
¡Ey! Yo te reconozco pero ¿De dónde?
—Katina, es bueno verte por aquí — Miroslava entra en el salón. Claro, es la amiga que estaba desayunando con ellas. ¿Olga? ¿Orianna? ¿Oksana?
—Gracias — respondo aún avergonzada por el momento que me hizo pasar la muchacha, y ahora por sentir que este vestido deja poco a la imaginación. Me siento una… pequeña ramera.
—Lindo vestido. Me alegra que mi talle te entre — comentó preparando un trago en la barra.
—¿Es tuyo? — Asintió — Lo siento… realmente no lo sabía. Unique me lo ha… — me interrumpe.
—Tranquila. Aquí compartimos todo — Y aquel gesto me tomó de sorpresa. Miroslava Orlova, mi peor pesadilla en el instituto me está sonriendo. ¿Es broma?
—¡Lena! — Siento un tono de alegría en la voz que está a mis espaldas. Entrecierro mis ojos y le sonrió por cortesía. No recuerdo su nombre — Masha ¿me recuerdas? — se volvió a presentar tras notar como no la recordaba.
—Claro, ¿Cómo estás?
—Muy bien, con muchas ganas de trabajar — Mira cuanto entusiasmo. Cualquiera diría que atender a un par de borrachos toquetones y escucharlos hasta que te sangren los oídos es un asco de trabajo, pero ella se ve realmente entusiasta. Al parecer le encanta su trabajo.
—¿Has llegado hace mucho? — giro mi cabeza hacia los sillones. Allí está nuevamente hablándome la muchacha que elogió mi trasero.
—No mucho, solo media hora. He visto las instalaciones y Unique me ha traído aquí para cambiar mi atuendo —Comenzó a reír.
—Lo bien que ha hecho. Aquí el ratoncito de biblioteca no te servirá de nada, salvo para algún aburrido.
—¿Disculpa…
—Keira Larina pero puedes decirme "Boo"
—Creo que solo te llamaré por tu nombre — ella levantó sus hombros sin prestar atención a lo que le dije — ¿Por qué dices que… — la puerta volvió a interrumpirme.
—¿Están listas? — pregunto Unique desde el umbral. Automáticamente pude ver como Miroslava y Masha se despojaban del abrigo y su cuerpo salía a la luz.
¡Santa mierda!
No estaban desnudas, pero aquellos vestidos donde no cubría la espalda y tenía un generoso escote en el pecho de Masha, rozaba casi lo grotesco. Miroslava tenía solo una mini falda negra de cuero y una pequeña remera del mismo tono que solo llegaba por debajo de sus pechos. Por dios, que no levante los brazos porque quedará desnuda.
—Siempre listas — habló Miroslava pasando a mi lado tomándome del brazo — Vamos Katina, hoy estarás en mi lado. Te mostraré como se hace.
Sin más me dejé arrastrar hacia el exterior donde varios clientes V.I.P tomaban asiento en los sillones, o bailaban parados al compás de la música de moda que suenan en estos días. Dos o tres estaban sentados en la barra, pero al parecer solo podía atenderlos la que se nombraba, Keira.
—Nosotras nos quedaremos en esta parte — me mostró la parte izquierda de la barra — ¿Qué tragos sabes preparar?
—Muéstrame la carta y te diré.
—Es bueno saber que no eres tan mojigata — me sonrió dándome un plástico donde estaban los nombres de tragos y sus respectivos precios.
—Sé casi todos menos los que tienen el nombre de la casa y… — entrecerré mis ojos al no poder leer bien el último de la lista — ¿Gacela? — la miré esperando respuesta. Solo asintió — Bien, ese no sé prepararlo ¿Por qué no tiene precio?
—Porque ese trago no lo cobramos y solo lo pide cierta persona.
—¿Regalan el trago y poca gente lo pide? ¿Por qué?
—Ya verás. Ahora ¿Qué te parece atender a esa tipa? — asentí y caminé hasta el límite donde me había marcado Miroslava tras explicarme que debía permanecer de mi lado con mis clientes. No sabía que iba a tener clientes, pero no me parece mal. Es asegurarse de que todas trabajaremos ¿no?
—Buenas noches. ¿Qué desea tomar?
—Hola — me sonrió. Nada mal para la primera persona que atiendo. Admito que por ser V.I.P asumí que todos serían una especie de presumidos con su dinero, pero esta agradable señora me ha demostrado lo contrario solo con su sonrisa — ¿Eres nueva?
—Si, es mi primer día… noche — me corregí.
—Es bueno oír eso. Suerte.
—Gracias — le sonreí — ¿Desea ver la carta?
—No. Pediré lo de siempre.
—¿Y eso es… — pregunté nerviosa.
—Oh, lo siento — se disculpó por recordar que era mi primer noche allí — Solo tráeme una cerveza — Asentí y caminé hasta la heladera que había detrás de mis espaldas.
¡Vaya! No me había dado cuenta. Hay de todo, lo que se imaginen. ¿Quién consume tanta variedad de bebidas? Sin más tomé una cerveza corona tras especificarme su marca favorita y volví a la barra donde me esperaba con una sonrisa.
—Aquí tienes tu cerveza — sin más sacó un billete y me lo entregó. ¿Y ahora? ¿Quién se encargaba de la caja? Busqué dudosa a Miroslava y la encontré en el final de la barra sentada frente a la máquina registradora. Creí que con su personalidad serviría para apaciguar las aguas entre los borrachos, pero pensándolo bien dudo mucho que eso suceda aquí arriba considerando la clase de gente que acude.
—Miroslava, cóbrame una cerveza corona.
—Bien por ti. Tu primer trago vendido — se burló entregándome el cambio. Ni siquiera le presté atención, no soy rencorosa pero tampoco haré como si fuésemos amigas de toda la vida ahora que nos hemos vuelto a ver.
—Aquí tienes tu cambio. Gracias.
—Espera… ¿Puedes decirme tu nombre? — preguntó con un brillo en sus ojos.
—Claro, mi nombre es Sergevna — Sonreí. No estoy mintiendo, solo es mi segundo nombre y aun no sé porque tengo la corazonada de no decir mi nombre a estos completos extraños.
—¿Sergevna? Lindo y extraño nombre — sin más se levantó de su asiento y se agrupó con su grupo de amigos a unos pasos de la barra.
—¿Te aburres? — me preguntó Miroslava llegando a mi lado. Solo levanté mis hombros.
—Pensé que iba a ser un ir y venir constante. Pero agradezco que sea así, sino los tacos me estarían asesinando los pies.
—Tranquila, tendrás movimiento en unas horas. Aún es temprano.
Miré el reloj. ¡Por dios! ¿En qué momento han pasado tan rápido las horas? Boris debe estar preocupado. Espero que Valjean le haya dicho que me he quedado aquí a pesar de no haber atendido mis llamadas.
Las horas pasaron aún más rápido al comenzar a recibir más clientes. En un abrir y cerrar de ojos el piso superior donde me encontraba estaba repleto. Se podía caminar, por supuesto, se supone que es un lugar para gente exclusiva pero de igual manera si caminabas entre ellos podías rozar tu brazo con el de otra persona.
—Disculpa ¿puedes atenderme? — la mandíbula se me cayó al piso al ver aquel hombre parado apoyado en la barra estirando su brazo para que lo atendiera.
Me encanta leer libros, y tras tomar prestado uno de la repisa de Ekaterina no pude parar hasta acabar con la trilogía de la saga más leída por mujeres. Amo a Boris, no mal entiendan, pero este hombre que está parado justamente frente a mí, me quita el aliento, provoca que todo lo que leí en un simple libro se manifestara en estos instantes frente a mis ojos. Era un cincuenta sombras, un Christian Grey pero en versión rubia.
¡Madre mía!
—Si. Disculpa, ¿Qué deseas tomar?
—Eres nueva ¿cierto? ¿Puedes decirme cómo te llamas? — ¿Acaso tengo un letrero en mi frente donde dice "nueva"? ¿Por qué les llama tanto la atención?
—Si lo soy. Mi nombre es Sergevna.
—Buen nombre. El mío es Pavell — No es Christian pero nada mal tu nombre — Un vaso de Whisky sin hielo.
—De acuerdo. Regreso enseguida.
Whisky, nada difícil. Agradezco que no hayan pedido nada descabellado sin contar el extraño trago al final del menú.
—Te has mojado ¿cierto? — mi cuerpo se tensa al escuchar su voz tomándome por sorpresa.
—¿De qué hablas, Miroslava?
—De Pavell… es lo que provoca en todas nosotras.
—No sé de que hablas. Estoy casada.
—Pues a tus bragas no parece importarles que lleves un anillo en tu dedo.
—¿Mis bragas? — fruncí el ceño y Mirka solo me regaló una sonrisa esperando a que callera por lo que dijo — Eres un asco. No me excita en lo absoluto ese hombre.
—Claro, lo que digas.
—Si me disculpas, él espera su trago. Tú prueba con ponerte a trabajar ¿no? — sin más me alejé de su lado llegando a la barra donde me esperaba, es decir, esperaba su trago con su vista pegada al móvil — Tu whisky sin hielo — sonrió, y no sé porque lo hago pero aquel hombre despierta mis fantasías.
—Gracias. ¿Has empezado hoy? — le da un sorbo a su trago y parece no inmutarse por lo fuerte que es.
—Sí. Es mi primera noche.
—Es bueno saber eso. La pasarás bien — me guiñó un ojo y sin más se levantó de su asiento caminando hacia donde atendía Keira y Masha, pero la última no estaba. ¿Qué tiene su lado que el mío no? Pudo haberse quedado aquí tranquilamente ¿no?
—¿Dónde está Masha? — pregunté acercándome hacia Miroslava tras asegurarme que ninguna persona pedía mis servicios.
—Se ha ido a cambiar porque su baile está por comenzar.
—¿Su baile?
—Ella es la bailarina, además de atender, baila.
—Oh — Que extraño, no he visto ningún escenario donde se pudiera practicar ese tipo de cosas. Por lo menos no aquí arriba — ¿Tú haces algo más aparte de cobrar lo que se consume?
—Claro, todas lo hacemos. Incluso tú.
—¿Yo? — Ella solo asintió — Sé cantar si sirve de algo — le hice saber uno de mis dotes musicales aparte de tocar instrumentos.
—Eso lo sé. He soportado tus gritos en los bailes del instituto — Solo la miré para hacerle saber que no me ha gustado en absoluto lo que dijo. Mi ego está bien, pero sé perfectamente que no grito, sino canto, a la perfección.
Las luces se apagaron y solo quedó iluminado un rincón del piso donde los de abajo podían ver a la perfección también. Ese pequeño rincón quedaba justamente frente a mis ojos y en diagonal a Keira y Pavell que conversaban animadamente. Suertuda.
El ritmo era bueno, no voy a negarlo. Creo reconocer a Robbie Williams cantando Rock Dj. ¿Cómo olvidarlo? Boris solía bromear con esa canción mientras me hacía un baile privado. Agacho mi cabeza negando sin prestarle atención a lo que Masha hacía. Un grito seguido de varios, hizo que mis ojos volvieran a la figura rubia que se movía al compás de la música. Masha estaba imitando los movimientos de Williams en su video tan polémico donde quedó desnudo, como Boris quedó tantas veces, ahora lo hacía Masha con una minúscula braga y unas pezoneras en sus pechos.
¡Me lleva el diablo! ¿Qué demonios hace? Mi boca se abre incrédula aún sin entender de qué va todo esto. Es Masha, la rubia dulce que me ha pedido leche con mucho chocolate la mañana que la conocí como si fuese una niña pequeña.
Frunzo mi ceño y observo como Miroslava mueve sus caderas a mi lado siguiendo la música. Mis ojos vuelven a Masha quien ya está por terminar la pista para comenzar otra más. ¿No tiene dignidad? ¿Dónde quedó el respeto hacia la mujer?. Un nuevo grito vuelve a desconcentrarme. Miro hacia mi derecha y esta vez es Keira que ríe junto a Pavell y una nueva mujer que parece ser bastante cariñosa por como lo abraza. Su mujer, por supuesto. Es imposible que ese tipo de hombre estuviera soltero, y de ser así sería un completo mujeriego.
Keira sube sus pulgares hacia arriba dirigiéndose hacia a mi acompañada por una sonrisa. Yo solo asiento aturdida por todo lo que estoy comenzando a vivir. He sido una idiota al pensar que estas mujeres ganaban dinero solo limpiando la barra y sirviendo estúpidos tragos.
Me niego rotundamente a desnudarme y bailar como una loca solo para saciar la excitación de un par de mandriles hambrientos por un poco de carne. Vuelvo a negar con mi cabeza con una mueca en mi boca como si estuviera saboreando algo de mal gusto, que al parecer le llama la atención a la mujer que acompaña a Pavell.
La he mirado de reojo y no me ha quitado la vista de encima. Quizás se ha dado cuenta que su esposo o novio o lo que sea, me atrajo físicamente, pero espero que si viene hablarme vea mi anillo de casada y la tranquilidad reine en su cuerpo.
Shania Twain termina de sonar escuchando rápidamente los aplausos a mi alrededor gracias a Masha que demostró su ¿Cómo llamarlo? ¿Talento? En el tubo con "Man I feel like a woman". La música vuelve a la normalidad al igual que las charlas entre los clientes. Masha ya no está a la vista al igual que el diminuto espacio decorado con aquel brillante tubo siendo tapado por un telón color azul oscurísimo. Ahora entiendo porque ese detalle ha pasado de mis ojos. Me pregunto ¿Cuántos lugares más así habrá?
—Disculpa ¿Me has oído? — siento un leve empujón por parte de Miroslava en mi hombro y centro mi mirada en frente. ¡Oh no! ¡No en mi primer día!
—Lo siento. ¿Me decías? — La mujer que minutos antes estaba mirándome abrazada a Pavell está presente frente a mis ojos.
—¿Eres nueva?
—¿Por qué todos preguntan lo mismo? — pregunto más para mí misma que a ella. ¿Qué tiene de malo ser nueva?
—No era para que te enfadaras, solo quería asegurarme que así fuese.
Niego con mi cabeza, ella no tiene la culpa.
—No me mal entienda, no quise responderle en ese tono. Sí, soy nueva.
—Puedes tutearme — me sonrió y yo me di cuenta de la forma en que la traté — ¿Eras de venir aquí?
—No, ni siquiera sabía que existía este lugar.
—¿En serio? — Solo asiento — ¿Y cómo has llegado hasta aquí?
—Por Miroslava, ella me recomendó aquí y me comentó que les hacía falta una chica más.
—Eso es cierto, Valya se ha marchado hace dos semanas creo.
—¿Valya? — pregunté curiosa.
—La mujer que se ocupaba de cobrar los tragos. Ya sabes — No, no lo sé porque es mi primera noche aquí y al parecer nadie me ha puesto al día respecto a lo que sucede aquí dentro y con la vida de las anteriores empleadas — ¿Eres de aquí?
—No creo que sea conveniente que te de información personal — Miré hacia ambos lados y a nadie le parecía importar que aquella mujer estuviera aquí conversando conmigo y no pidiendo su trago y yo haciendo lo mío.
—Entiendo, supongo que de a poco se forma la confianza ¿no? — fruncí mi ceño y antes de poder responderle una sonrisa apareció en su boca — Espectacular baile, Masha — felicitó a la rubia que se paraba a mi lado con una enorme sonrisa y riendo por algo que le había dicho Miroslava en su trayecto.
—¿Te ha gustado? — La mujer asintió — Es bueno saber eso ¿Crees que a Pavell le ha gustado? — ¿Qué demonios? ¿Cómo puede preguntarle eso sobre su novio?
—No te ha quitado los ojos de encima.
—Genial — Dio un pequeño saltito en su lugar y se marchó hacia su lugar donde Keira aún conversaba con el nombrado anteriormente.
—Y bien… No eres de aquí y no te gusta hablar de tu vida personal.
—No — Respondí aún procesando toda la información — Disculpa, pero ¿Pedirás algo?
—Oh… lamento si estoy interrumpiendo tu trabajo, pero… — miró a su alrededor — Creo que no tienes más clientes que atender ¿o sí?
—Pues no, pero es mi deber preguntarte que quieres tomar y hacerlo con las demás personas que pidan de mi servicio.
—Entonces yo quiero de tus servicios — Levanto una ceja ¿Por qué eso sonó fuera de lugar?
—¿Qué dices?
—Lo que has oído. Muéstrame la carta de tragos.
—Ah… — torpemente la tomé entre mis manos y se la entregué. Agradezco que no pueda leer mis pensamientos sino hubiese quedado como una completa idiota.
—¿Qué quieres tomar?
—¿Disculpa? — fruncí mi ceño observando como con su mirada recorría de arriba abajo sin prestarle atención a los nombres de los tragos.
—Te disculpo aunque no sé porque.
—¿Me has preguntado que quiero tomar?
—Ah, es eso. Si… lo he hecho. ¿Y bien?
—No puedo tomar nada, estoy trabajando y dudo que se me permita hacer eso en todo caso.
—Claro que puedes, yo te estoy invitando y sería bueno que no lo rechazaras.
—¿Por qué no?
—Porque eso no sería de mi agrado.
Abro mi boca incrédula por lo que estoy escuchando de su parte. ¿Qué demonios me interesa a mí si es de su agrado o no? No alcanzo a responder ya que Pavell se une a nosotras murmurando algo en su oído provocando que sonría negando con su cabeza.
—Ha sido un place conocerte — Pavell me hace saber antes de girarse y perderse entre la gente. No pude seguirlo con la vista, lo cual no sé si bajó para marcharse del lugar o simplemente se quedó allí. No podía hacerlo, la mujer que aún tenía frente a mí, me estaba mirando.
—¿Te gusta? — su pregunta me alertó y dirigí mi mirada a sus ojos. Negué con mi cabeza.
—No.
—Suele provocar eso en las mujeres.
—No sé de que hablas. Soy casada — aún no sé porque aclaré el hecho de que soy casada revelando algo de mi vida, pero de solo pensar que crea que su novio me atrae, automáticamente Intento defenderme aunque no ha demostrado estar enfadada.
—Casada, eh.
—¿Tiene algo de malo?
—No sé, dímelo tú.
—En absoluto.
—¿Qué hace una mujer casada como tu aquí? — levantó su ceja apartando el menú a un lado.
—Eso no es de tu interés.
—Si lo pregunto es porque realmente me intriga.
—Asuntos personales.
—¿Y tu marido lo sabe?
—Por supuesto. Es un bar después de todo — Frunció su ceño.
—Admiro a tu marido por dejarte trabajar de noche. Yo no podría.
—Digamos que tu sales con él de noche, lo tienes controlado.
—¿A quién?
—A Pavell — Ella comenzó a reír llamando la atención de varias personas y provocando que mis mejillas se tornaran del color de mi vestido.
—No es mi marido. Es solo mi hermano.
—Oh… — Que idiota he sido al pensar que esta mujer era su esposa y seguramente venía a reprenderme por el hecho de haber mirado de más al hermoso rubio sacado de mi libro de fantasías.
—Si te gusta puedo decirle, aunque no creo que sea una idea que le agrade a tu marido.
—He dicho que no me gusta, y es bueno que recuerdes que estoy casada. Soy fiel.
—Nadie dijo lo contrario — observó la mano donde descansaba mi anillo.
—Tú si, insinuando este tipo de cosas.
—¿Qué quieres tomar? — volvió a preguntar retomando la charla antes que apareciera su, ahora hermano.
—Nada. Y esa pregunta debo hacértela yo a ti.
—Pues beberé lo mismo de siempre — dijo sonriendo. ¿Me está tomando el pelo? Reí sarcásticamente.
—Muy graciosa — le sonreí sin mostrar mi dentadura.
—¿Eres siempre así?
—¿Así como?
—Desafiante. Interesante.
—Y tú eres siempre así… tan engreída.
—¿Cómo puedes llamarme así sin siquiera conocerme?
—Lo hago así como me has llamado tú sin conocerme a mí.
—No me permites hacerlo. Y te llamaré así hasta que me digas cuál es tu nombre — ¿Por qué sigo en esta conversación? Sé que es una clienta más, como todos los que están aquí esta noche, pero no ha pedido un maldito trago aún y la paciencia comienza agotarse — Y bien… ¿Me dirás cómo te llamas, señorita desafiante?
—¿Y tú me dirás que es lo que quieres tomar de una buena vez para luego dejarme seguir con mi trabajo?
—Me parece un trato justo. Ahora dime tu nombre.
—Elena. ¿Qué vas a beber?
—Muy bien Elena. Quiero una Gacela… por cierto, mi nombre es Yulia.
Tus sueños se cumplieron, Fati20
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
—¿Gacela? — Veo como asiente con su cabeza, sonriéndome — Aún no sé preparar ese trago, pero… déjame solucionarlo de inmediato — intenté excusarme — Le pediré ayuda a Miroslava.
—No creo que eso sea conveniente. Por lo menos, en mi opinión, no quiero a Miroslava de por medio.
—Pero…
—¿Cómo va todo por aquí? — La voz de Unique interfiere entre nosotras y estoy aliviada aún sin saber el porqué.
—De maravilla — vuelve hablar Yulia sin quitarme la vista de encima.
—¿Te encuentras bien querida? — Logra sacarme de mis pensamientos apoyando sus manos en mis hombros manteniendo su postura aún detrás de mí.
—Claro. Como ha dicho la señora Volkova.
—Señorita — me corrige.
—Señorita — Asiento — Me ha pedido que le preparase un trago… Gacela, pero aún no sé hacerlo — siento como sus manos me aprietan un poco los hombros y respira nerviosa.
—Señorita, no creo que sea indicado pedir ese trago esta noche.
—No veo nada de malo en pedirlo — Quedo completamente fuera de esta conversación, ellas lo están dejando en claro y no me quejo en absoluto.
—Ella es nueva.
—Con más razón — puedo notar como el rostro de la señorita morena frente a mí se tensa por momentos y parece no poder controlar su mano derecha, donde sus dedos golpean frenéticamente contra la barra.
—Puedes pedírselo a Miroslava, incluso a Keira no parece molestarle que lo hagas — vuelvo a sentir como sus manos me apretujan, quizás en un intento de protegerme, pero ¿De qué? Y ella lo nota, Volkova nota como me toma y parece no gustarle.
—¿Estás diciéndome que no puedo? — Oh por dios, su ceja. Admiro a la gente que puede levantarla, yo no puedo… me es prácticamente imposible a pesar de que lo he intentado varias veces. Al parecer ella lo hace sin esfuerzo, pero acompañada de su mirada es algo… temerosa.
—Claro que no.
—Mejor. Quiero ese trago, en diez minutos volveré — se levantó de su asiento y buscó su chaleco que descansaba en un asiento que pertenecía a la zona de Masha y Keira.
—Elena… ¿Te ha contado Miroslava a que refiere ese trago? — frunzo el ceño. Es solo un trago por dios santo.
—No. Pero no creo que lleve nada extraño ¿Cierto? — veo como hace una mueca con su boca, levantando solo su lado izquierdo.
—Ven, acompáñame — veo como se acerca a la puerta donde con anterioridad me he cambiado de vestimenta. Sin verlo extraño la sigo, no sin antes recibir una mirada burlona junto con una enorme sonrisa por parte de Miroslava. Creo que ella intuye lo que pasará a continuación.
Coloca la clave y nos adentramos rápidamente en el espacioso lugar pintado de blanco. Camina hacia la barra y toma asiento en uno de los taburetes.
—Ven, acércate — me incita con su mano.
—¿Por qué estamos aquí? ¿Me enseñarás a preparar ese trago? — pregunto sentándome del otro lado, frente a ella.
—Cariño ¿Has hablado con Miroslava?
—¿Sobre qué? — Aún no sé si es una prueba que me está poniendo o si realmente debía hablar con Miroslava sobre algún asunto de importancia.
—Sobre lo que hacemos aquí — Su respuesta me deja helada. He visto como Masha, a parte de servir tragos, baila pero no he visto nada más fuera de lugar.
—¿Preparar tragos? — levanto mis cejas temiendo por mi respuesta que se volvió pregunta. Asiente dándome lugar a que prosiga — ¿Asegurarnos que los clientes queden satisfechos para que dejen una buena propina? — eso lo deduje sola. Me bastó con ver los bienes que adquirió Miroslava trabajando solo aquí, dejándome en claro que ha sido en base a propina. Me pareció completamente absurdo, pero tras ver el baile de Masha y como el tarro ubicado entre ambas zonas de la barra comenzó a llenarse, no me pareció del todo descabellada.
—Bien. No habrá problemas entonces, es bueno que hayas venido consciente de lo que hacemos aquí — asentí sin problema alguno. Puedo con esto, no es tan loco después de todo.
— Pero hay un problema… un inconveniente diría.
—Dime.
—Aún no sé de que va ese intrigante trago.
—No te preocupes. Yulia te dirá como hacerlo.
—¿Ella? ¿Cómo es pos… — la puerta nos interrumpió. Un leve pero molesto pitido se hizo notar en la sala. Unique sin más impedimentos se apartó de la barra donde estábamos conversando, y abrió la puerta dejando a la vista quien exigía con tanto esmero minutos antes aquel trago.
—Unique — veo como asintió con su cabeza y con pasos seguros se adentró en el espacio que le pertenecía a los trabajadores. Nosotras, no ella.
—Seguiré con mi ronda de inspección — Echó un nuevo vistazo sobre sus hombros asegurándose que yo todavía permanecía en mi lugar y se perdió tras la puerta dejándonos a solas.
La señorita morena se acercó sin dudarlo despojándose del chaleco que había tomado antes de alejarse de la barra.
—Muy bien, aquí estamos — dijo dejando su chaleco sobre la barra.
—Aquí estamos. Usted dirá — Asentí dejándole en claro que ya estaba preparada para aprender hacer el dichoso Gacela.
—Puedes tutearme.
—No creo que me parezca conveniente hacerlo. Mantengo el respeto ante todo — Aclaré bajándome del taburete para tomar un vaso y una copa en caso de que sea necesario.
—Pero yo quiero que me tutees, que me llames Yulia y así será.
No me gustó para nada el tono que ha utilizado pero mi cabeza solo asiente por inercia.
—¿Qué utilizaremos? ¿Copa o vaso? — veo como frunce su ceño.
—Estás de broma ¿Cierto? — ahora soy yo la que frunce el ceño sin comprender su sarcasmo. ¿De broma? De ninguna manera, no bromeo con mi trabajo.
—No entiendo.
—Vamos, Elena — Sonríe casi al borde de la burla, puedo verlo en sus dientes.
—¿Qué le parece tan gracioso?
—He dicho que me tutees — levanta nuevamente su ceja.
—Y yo le he dicho que no me parece razona…
—No te atrevas — me interrumpe — Ahora dame mi trago.
—Es lo que intento hacer, pero usted no me dice si copa o vaso — veo como rodea la barra intentando acorralarme tras dar varios pasos hacia atrás, chocándome de lleno con una pequeña mesa que descansa a mis espaldas haciendo de soporte para varias botellas de alcohol. Lo sé porque mis oídos me alertan tras escuchar cómo se chocan entre sí.
Instintivamente apoyo ambas manos en la pequeña mesa detrás de mí y observo como su cuerpo destruye la poca distancia que nos separaba.
—¿Q…qué… haces? — Balbuceo confundida — Apártate — me paro firme frente a ella. Puedo sentir como nuestros abdómenes se rozan. Se muerde el labio inferior y suspira.
— Oh Elena… pequeña gacela — sonríe y puedo sentir como su aliento sabe a cigarrillo. Es lo que ha ido hacer antes de venir hacia aquí. Fumarse un cigarrillo. Asqueroso.
Aparto la cara, porque su aliento me descompone. Odio el olor a cigarrillo.
—Mírame a los ojos — mi vista sigue aún en la superficie de la pequeña barra que tengo a mi derecha.
—He dicho que te apartes — digo apretando mi mandíbula. Esto me parece completamente fuera de lugar.
—No debes hacer eso, Elena — Mi nombre en su boca no me gusta en absoluto. Giro mi cara creando el contacto de miradas que ella tanto busca.
¡Wow!
Impresionante. Puedo ver como sus ojos pasan de un color azul claro a uno más intenso en cuestión de segundos. Noto como sus pupilas están dilatadas y esto si me parece extraño ya que aquí hay suficiente luz como para que eso no suceda. Me he perdido momentáneamente en su mirada y lo noto tras sentir como su mano derecha aprieta mi brazo izquierdo.
—¿Me oyes?
—¿Disculpa? — salgo de mis pensamientos. Aún no he terminado contigo, señorita engreída.
Sin más siento como me elevo del piso, y no porque haya fumado algo extraño sino porque sus brazos me toman por sorpresa despegándome del piso.
—¿Qué haces? ¡Suéltame! — chillo moviéndome, intentando escapar.
—Dios, me encanta que seas así. Haces que se ponga más interesante.
—¿Qué haces? — pregunto confundida tras sentir el frio mármol de la barra en mi trasero.
—Gacela — susurra apoyando sus calientes palmas de sus manos en mis piernas, subiendo por ellas hasta colarse debajo de mi vestido. Quedándose allí sin atreverse a más. Su rostro se dirige hacia mi abdomen comenzado a dejarme besos por doquier.
—¡¿Qué haces?! — pregunto aturdida.
—Cállate — Oh por dios, siento que voy a vomitar. ¿Qué es esto?
—Apártate — intento empujarla desde los hombros pero con sus manos logra anclarse a mi cuerpo.
—¿Quieres hacerlo así? ¿Fuerte? No pretendo asustarte la primera vez.
—¿Qué demonios dices? ¡Quítate! — vuelvo a chillar abrumada por todo lo que acabo de oír. Ahora entiendo a la perfección. Dinero a cambio de sexo. Asco.
—Elena, compórtate — Intenta detener mis movimientos colocándose entre mis piernas queriendo inmovilizarme — He dicho que te comportes — Lo que me faltaba. Maldita enferma.
—Y yo que te quites — grito empujándola por los hombros dándome lugar a que su rostro se alejara para plantarle una cachetada en toda su mejilla izquierda.
El sonido de mi mano en su cara fue similar al de una regla golpeando contra un banco, como solían hacerlo las antiguas maestras para imponer respeto. Lo mismo que deseaba yo en ese momento.
El sonido fue rápido, seco y fuerte. Como su gesto en la cara tras recomponerse de mi arrebato de locura momentánea. Tomó su mejilla adolorida, por supuesto. Sé muy bien la fuerza que tengo y no dudo en usarla cuando me toman por sorpresa intentando propasarse.
Sin palabras. Ella permanece aún parada frente a mí, mirando hacia el piso con su mano en la mejilla.
Sin más, salto de la barra, camino hacia el locker donde descansa mi ropa, tomo lo que me pertenece y me largo de allí. Por dentro agradezco que la pelinegra no esté corriendo detrás de mí intentando detenerme. No sé de qué sería capaz en estos momentos.
Mi portazo sonando en el segundo piso de este bar no pasa desapercibido para Miroslava, que prácticamente está pegada a la puerta por estar sentada frente a la caja donde administra el dinero de esta noche. Dinero sucio.
—¡Ey!... Elena… ¿Dónde vas? — siento su grito. Ni siquiera voy a molestarme en responderle. Esto también ha sido su culpa al no advertirme donde me estaba metiendo. Ella me conoce, sabe que no haría esto ni por más que me paguen con lingotes de oro.
Quiero llorar, pero no lo permitiré. Ahora en mi mente solo está buscar a Unique y decirle que estoy complemente fuera de esto. Que me marcho, para siempre.
—¡Unique! — chillo llegando a la barra que pertenece al piso de abajo. Mi grito parece un susurro porque ni siquiera se inmuta con mi presencia — ¡UNIQUE! — grito. La música tapa mi voz pero esta vez logro captar su atención.
—Elena ¿Qué haces aquí abajo? — frunce su ceño pero rápidamente mira hacia las escaleras y su rostro se torna nervioso. Puedo notarlo.
—Me marcho. No quiero nada de este lugar.
—No. Espera, dime que sucede.
—¿Qué sucede? — vuelvo a chillar. ¿Me están tomando el pelo? — ¿Qué sucede contigo? Con todos ustedes… no haré esto. Ni muerta.
—Podemos solucionarlo. No hace falta que abandones tan pronto.
—Búscate a otra. Ni soñando haré este trabajo indigno para una mujer. Soy casada, tengo dos hijos.
—¿Miroslava no te lo explicó? — Suspiro burlándome — Nena, ¿Cómo crees que ganan tanto dinero? — Hago una mueca de sorprendida, pero claramente no lo estoy. Sabía que algo malo había en todo esto, pero nuevamente intenté confiar en que todo iría bien. Ilusa.
—Elena, acompáñame — Siento como un calor familiar se posa en mi antebrazo.
Cierro mis ojos y comienzo a reír. Ya, vamos, saquen las cámaras… esto tiene que ser una jodida broma.
—Déjame — vuelvo a soltarme bruscamente y puedo ver como los ojos de Unique se ensanchan completamente, como si no creyese lo que está pasando aquí.
—He dicho que me acompañes — vuelve a tomarme pero una voz ajena a nosotras tres nos interrumpe.
—Suéltala, ya la has escuchado — ¡Oh por dios! Gracias, gracias. Eres tan oportuno.
—pSeñor, todo aquí está bien. Por favor… — Unique hizo un gesto con su mano para que se retirara pero yo no le di lugar a que llevara dicha acción.
—Llévame a casa — Pedí volviéndome a soltar bruscamente del agarre al que me obligaba la señorita engreída.
—¿Quién eres tú? — preguntó enfrentándose a nosotros. ¡Ja! Metida.
—Mi esposo — No le di lugar a que respondiera por mí — ¡Déjame en paz! — murmuré entre dientes amenazante. Ella le sostuvo la mirada a mi acompañante y se retiró.
—¿Estás bien?
—Solo… solo sácame de aquí. Quiero ir con mi familia — Pedí al borde del llanto.
El viaje junto a Valjean fue silencioso. Él sabía que no debía presionarme si quería sentirme cómoda o simplemente hablar al respecto. Tras haberle preguntado que hacía en aquel lugar y dejarme en claro que le pareció buena idea tomarse un trago mientras yo hacía lo mío, no le pareció mala idea. Después de todo él sabía que no tenía en que regresar a casa. Sin lugar a dudas fue la mejor idea que tuvo en la noche.
Las luces de casa aparecen frente a mí y siento como un alivio en mi interior comienza a crecer. No he llorado, no lo hice en aquel momento mucho menos lo haré ahora, frente al hermano de mi amiga y compañera de trabajo. Aunque ganas no faltaban.
—Gracias Vania.
—De nada pequeña. Cuídate, y llámame cualquier cosa que necesites ¿De acuerdo? — solo asentí dejándole una sonrisa como agradecimiento. Se ha comportado como todo un caballero.
Dios, necesito mi cama, dejar un beso en la frente de mis hijos que seguramente ya duermen y acurrucarme junto a Boris. Solo eso.
—¿Boris? — grito tras entrar. Me he tomado el atrevimiento tras ver todas las luces encendidas. Quizás están en el patio trasero pero el horario me parece muy tarde para que los niños aún estén despiertos — ¿Cielo? — vuelvo a elevar mi voz pero un pequeño papel sobre la mesa llama mi atención.
"Hija me he llevado a Viktoria y Aleksandr a pasar la noche conmigo.
Espero no te moleste. Mañana los traigo a primera hora"
Genial, mis hijos me han abandonado, me han cambiado por su abuela. Es entendible, ella les permite cosas que yo no, como dormirse tarde. Cosa que seguramente harán porque mañana no hay escuela.
—¿Boris? — vuelvo a gritar segura esta vez de que no despertaré a nadie.
Estamos solos, quizás solo está preparándome alguna sorpresa.
Camino hacia el ventanal que da al patio pero allí solo se encuentran algunas sillas y la mesa. No hay señal de mi esposo. Dejo mi bolso en el sillón y camino hacia nuestra habitación, seguramente no haya sorpresa y esté durmiendo tendido en la cama, ocupando todo el lugar.
Abro la puerta pero allí no hay señales de nadie. La cama ni siquiera está deshecha. Frunzo mi ceño y comienzo a recorrer la casa preguntándome una y otra vez que sucede.
En el baño todo está normal, como lo dejé antes de marcharme. La habitación de los niños también, aunque hay varios juguetes dispersos, me imagino que se han llevado la mitad de las cosas a la casa de Inessa.
Vuelvo a la sala buscando alguna señal sobre Boris y un mensaje que pueda decirme sus planes para esta noche. Mi móvil, claro. Seguramente me ha dejado algo ahí y con todo este problema yo no me he ocupado de él.
Corro hacia mi bolso y lo busco desesperadamente. Tras encontrarlo solo encuentro dos llamadas perdidas pertenecientes a Inessa, seguramente queriendo avisarme que se llevaba a los niños. Nada de Boris.
Dirijo mis pasos hacia la heladera en busca de un poco de agua que calme mi ansiedad tras el episodio vivido para luego marcharme a la cama a descansar. Tras abrirla y sacar la jarra con agua veo un papel perfectamente doblado sobre el desayunador de madera.
Boris. Sonrío, porque él nunca hace planes sin antes avisarme. Desdoblé el papel blanco y mi mundo se viene abajo, literalmente. La jarra se resbala de mi mano izquierda mojándome completamente los pies tras hacerse añicos contra el piso. No puede ser, esto no me puede estar pasando a mí, no esta noche.
"Esto se ha vuelto insostenible para mí.
Lo siento Elena"
Tapo mi boca con ambas manos impidiendo que el llanto salga de mi cuerpo. Sin más, corro hacia nuestra habitación chocándome con las paredes en mi camino. Por dios, esto no puede ser cierto.
Apoyo mis manos bruscamente contra el armario y lo abro deseando que la nota sea una broma de mal gusto. Mis pensamientos caen a mis pies, su ropa no está. Él no está. Se ha ido.
Perchas colgadas en solitario en su parte del armario. Niego con mi cabeza. Esto no me está sucediendo, no me puede estar pasando a mí. Me niego.
Dos pasos hacia atrás hasta que los pies de mi cama me lo impiden. Intento sentarme pero caigo de lleno contra el piso.
Él me ha dejado, nos ha dejado.
—No… no, Boris — susurro rompiendo en llanto. Ya no lo soporto más. La persona que jamás pensé que iba abandonarme lo hace, rompiendo nuevamente mis esquemas — Boris… no… no me dejes por favor.
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
—Hija… despierta — siento como mi madre mueve mi brazo — He venido lo antes posible — Decido deshacerme un poco de las sabanas y salir a la cruda realidad. Sé que me veo fatal tras ver la cara de preocupación de mi madre, debo ser un completo asco.
—Dime que todo ha sido un simple y tortuoso sueño madre… por favor — Rogué con mi voz quebrada. No más llanto, no ahora.
Todo esto me parece irreal aún. No quiero asimilar que Boris se marchó dejándome con todo este lio aquí. Mi cabeza no quiere aceptarlo y mi corazón no me permite volver a caer.
Sin más, me levanto de la cama tras ver como Inessa comienza abrir las ventanas para ventilar la habitación y acomodar un poco mi desorden, producto de un enojo nocturno.
Los rayos de sol queman mis ojos y solo puedo sentir la hinchazón en mi cara un poco tirantes tras el mar de lágrimas que derramé todas estas horas. En ocasiones así, admiro mi capacidad para hacerlo y no quedar deshidratada.
—¿Dónde están los niños? — La imagen de ellos preguntándome por Boris golpea mi mente ¿Qué les diré? Quizás el regrese antes que los pequeños regresen a casa y se cuestionen su falta física, o quizás logre encontrarlo antes de tener que contarles toda la verdad sobre su padre.
—Los he dejado unos minutos en la peluquería con una de las chicas para poder venir aquí y asegurarme de que estas bien y en condiciones de comenzar tú día.
—Lo estoy. Boris solo debe estar asustado con todo este tema del préstamo. El volverá… — susurré lo último. Sí, eso… él volverá.
—Lena… hija, creo que — La interrumpo.
—No, no uses ese tono conmigo. El volverá, lo hará. No puede dejarme con todo este problema, solo no ha sabido como sobrellevarlo y ha tomado esta decisión apresurada. Es la equivocada, lo sé… pero ha sido su reacción. Él jamás me dejaría sola con los niños — creo que si lo sigo repitiendo varias veces en el día logre que me escuche y aparezca en cualquier momento por la puerta.
—Lo que tú digas, solo no te encierres aquí sola. Llama a Fyodor, no lo sé.
—No estoy mal ¿de acuerdo? — dije entrando en el baño para comenzar con mi aseo personal, dejando que se creara un largo silencio, que al parecer, mi madre supo entenderlo.
—Hoy me quedaré con los niños… si eso no te molesta — siento como mi madre me observa mientras yo abandono el baño y decido que ponerme, mordiéndome el labio para aguantar el llanto tras ver la mitad del armario vacio.
—Claro, me haces un favor porque me gustaría hacer unas horas extras en la cafetería.
—Pero hoy es tú día de descanso — siento el tono de reproche en su voz.
— No empieces, es eso para pagar mis cuentas o quedarme aquí encerrada maldiciendo mi miseria y que mi marido me ha dejado ¿Eso quieres?
—No, por supuesto que no. Los cuidaré las veces que haga falta.
—Claro, como lo hiciste conmigo — Siento el suspiro de mi madre cerca mío.
Sé que la he lastimado con mi reproche. Comienzo a sentir que no tengo control de lo que digo sin importarme si lastimo a alguien. Sus brazos me arropan y besa mi cabeza dándome a entender que mis palabras en estos momentos no la golpean ¿Se sentirá culpable de mi miserable vida?
— Lo siento. Todo irá bien… — Sin más, me acaricia el cabello y se retira dejándome hundida en mis propios pensamientos.
.............
—¿Qué haces aquí?
—Lo que haces tú. He venido a atrabajar.
—Pero es tu día libre, y pensé que comenzarías en el nuevo bar — Y es aquí donde vienen unas cataratas de preguntas ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué sucedió? ¿Estás bien? Solo me limitaré a decir una sola cosa.
—Necesito el dinero.
—Lo sé, pero ¿Qué hay del nuevo trabajo?
—¿Qué hay con eso? — frunce su ceño, puedo verla mientras me coloco el uniforme estúpido que el dueño nos hace usar.
—¿Qué hay con eso? Pensé que era una especie de restaurante más refinado que este, y estarías a tiempo completo allí, teniendo en cuenta que has mencionado que la paga es muy buena.
—Lo deseché.
—¿Por qué? — lo sabía. No parará hasta que le cuente todo con lujos y detalles.
—Porque es lejos y requiere de mucho tiempo, no puedo dejar a mis hijos solos.
—Pensé que estaba Boris en casa. ¿Ha vuelto a trabajar?
—Oksana, escúchame… he venido a trabajar, si quisiera hablar de mi vida nos sentaríamos a tomar un café y eso no pasara ahora, no en horario de trabajo.
—Pues, entonces déjame invitarte algo a la salida.
—¡No! — chillé sin paciencia y ella supo al fin que mi humor aquella mañana no era la mejor — Lo siento, solo dame un poco de espacio. Prometo que pronto nos tomaremos el tiempo que sea para hablar — ella solo me asintió y se alejó de allí dejándome a solas en el cambiador.
Que miserable vida dios santo. En dos semanas seria el cumpleaños de mis mellizos y apenas tenía dinero para comer. No podría comprarles la consola que tanto desean, mucho menos hacerle una fiesta de cumpleaños. Sé que ellos no viven de lo material, los hemos criado humildemente, pero ¿Qué niño no anhelaría un buen regalo?
Suspiro y escucho la voz de Oksana pidiéndole al cocinero el pedido. La cafetería pronto comenzaría a llenarse teniendo en cuenta que era domingo y muchos jóvenes salían de alguna fiesta con el fin de ir a desayunar, o gente en solitario con su periódico para ponerse al día sobre lo que sucede a su alrededor. Volví a suspirar, me alisé el estúpido traje y salí con mi mejor cara atender los clientes.
Mi mandíbula cayó al piso, no literalmente ya que eso sería escalofriante, pero mis ojos si parecían haberse escapado de mi rostro al ver su figura sentada en la barra.
Demonios ¿Por qué fui a trabajar? Ah, ya lo recuerdo… Boris me dejó y tengo que hacerme cargo de mi familia sola. Me lamento, tengo miedo y quiero irme de aquí inmediatamente, pero no lo haré. Estoy en mi espacio de trabajo y no puede intentar nada aquí, de lo contrario el dueño la sacaría a patadas. Así es, hago referencia a una figura femenina al pronunciar el "la". Ella está aquí, vamos a darle un nombre a ese rostro, Yulia… la señorita engreída.
Tranquila Lena, ella está en la barra como he podido observar. A mí me tocan las mesas lo cual Oksana se hará cargo de ella. Muy bien, asunto resuelto, solo tengo que ignorarla por completo y hacer lo mío. Nada difícil.
—Buen día ¿Está listo para que le tome su pedido? — esbocé mi mejor sonrisa, ella no estropearía mi mañana.
—Si, me gustaría ordenar un exprimido y huevos revueltos — el joven apartó su mirada del periódico y me sonrió de lado. Wow, sus labios son enormes.
—Muy bien, enseguida regresaré — él solo me asiente y me da el pie para que me retire hacia otras dos mesas que ya esperaban mi aparición.
Tras darle el pedido al cocinero me detuve a echarle un vistazo al lugar. Cada quien seguía en sus asuntos y Yulia parecía ya haber sido atendida al ver como tomaba algo en la taza revisando su móvil. Quité la vista rápidamente al darme cuenta de lo que estaba haciendo.
—En la tarde comienza a trabajar una chica nueva ¿lo sabías? — negué con mi cabeza limpiando el extremo opuesto de la barra donde se encontraba sentada la señorita ojiazul.
—¿Por qué ha contratado una nueva chica?
—Porque se supone que tú no estarías mucho tiempo por aquí. Se llama Dani, y es bastante apuesta.
—¿Ya la conoces?
—Claro, ha venido a pedir empleo y justo me encontraba aquí. Es rubia y con buena presencia.
—¿Ahora te gustan las chicas?
—No, pero a ella sí — Vaya, ya casi no me sorprendía que este pueblo se estuviera llenando de homosexuales.
—Lena, el pedido de la mesa cinco está listo — la voz del cocinero nos interrumpió la conversación que claramente yo no quería tener. Aún me parecía extraño que aquella morena no viniera hacerme un súper planteo en mi lugar de trabajo luego de lo que sucedió anoche.
—Cambiemos de lugares, quiero conocerlo — Oksana se interpuso en mi camino tomando el plato que contenía los huevos revueltos.
—Oh no no, claro que no. No esta vez, vamos, devuélveme el plato.
—Vamos Lena, no seas así. Ese tipo me gusta — fruncí mi ceño tras oírla ¿Le gusta?
—Pero si apenas lo conoces, recién acabas de verlo.
—Por eso mismo, es amor a primera vista… por favor — Y ahí está de nuevo la cara que utiliza siempre para ablandarme. Miré hacia el final de la barra y ella seguía allí en su mundo con su móvil ¿Qué tenía tan interesante allí? Qué demonios… no me interesa — Por favor… — solo le di el paso y ella me dejó un beso en la mejilla como agradecimiento. Más le vale al menos conseguir su número sino mi pronta tortura no valdrá de nada.
Comenzaré a limpiar la barra y luego acomodaré los vasos poniendo especial atención en que no tengan ninguna mancha, cualquier estupidez que me mantenga ocupada para no tener que mirarla y atender lo que sea que exija de mi presencia y servicios.
Me sorprende porque ya he acomodado todo, ha pasado media hora y ella ni siquiera se ha movido de su lugar para verme. Pronto tendrá que pedir la cuenta y me tendrá que… ¡Que demonios hace!
Veo como se para alejándose de su asiento y le da el dinero de lo que consumió a Oksana. Maldita estúpida, se supone que yo me encargo de esta parte ahora. Al parecer mi compañera le indica donde queda el baño, puedo deducirlo tras apuntar el pasillo que hay a unos pocos metros míos.
¿Qué hago? La estoy siguiendo, pero solo para pedirle explicaciones de porque está aquí, en mi lugar de trabajo. Mis piernas se guían solas a la vez que mi cabeza es un completo desastre. ¿Qué le diré? Ahora mi mente desea crear una laguna en ella nadando en dudas. Lena, solo hazlo.
Empujé la puerta tras unos minutos juntando valor y me adentré en el reducido espacio de servicios.
—¿Qué haces aquí?
—¿A qué te refieres? Son los baños ¿no? He consumido lo cual creo que me da derechos a utilizarlos.
—No seas idiota, sabes a que me refiero.
—La verdad es que no — caminó hacia mi reduciendo la distancia abismal que había entre nosotras teniendo en cuenta que la habitación es de dos por dos, y creo que exagero — Y que sea la última vez que me llamas idiota — Oh mierda, ha levantado su ceja nuevamente. Disimuladamente me trago las palabras e intento decir algo fallando completamente, balbuceando esta vez quedando yo como una imbécil — Apártate de mi camino.
Su rudeza no me agrada en absoluto, pero de igual forma decido anclarme al piso. No se irá sin decirme exactamente que hace aquí.
—¿A qué has venido?
—A tomar un café ¿Tan mal te parece eso?
—Un café, veo… justo en el lugar donde yo trabajo.
—¿Quién eres? — frunzo el ceño por su pregunta.
—Yo… — balbuceo nerviosa y ella parece burlarse de mí con esa sonrisa adornada de perfectos dientes blancos.
—Tú… eres nadie para mí. Ahora déjame pasar que tengo cosas más importantes por las cuales ocuparme.
Me siento una completa imbécil, pero una de las grandes con mayúsculas de principio a fin. Mi cuerpo no quiere hacerle caso a mi mente que pide a gritos que me aparte y deje de hacer el ridículo.
—No es la única cafetería en la ciudad.
—Créeme que lo sé, así como tú no eres la única persona que trabaja aquí. Córrete.
Quiero gritar y dejarla pelada de todos los pelos que le sacaría con mis propias manos, literalmente… pero solo obtendría dejar a mis hijos sin madre por ir a la cárcel y ser presa fácil allí dentro. Maldición, esta mujer logra sacarme de quicio.
—Mira, lo que ha pasado anoche…
—Lo que pasó anoche quedó allí, si es que tú no denuncias nada de eso, cosa que estás en todo tú derecho. Puedes buscarte un buen abogado, el mejor si quieres para poder hacerme juicio y mandarme a la cárcel si crees que he hecho algo malo. De lo contrario, córrete de la puerta y déjame el paso libre.
—¿Estás de acuerdo con lo que hacen allí? — chillé tras ver con la livianidad con la que tomaba el tema.
—Todas las personas que van allí están de acuerdo con lo que sucede dentro de las puertas del bar, tú has ido ahí y no precisamente como cliente… si me entiendes.
—Yo no sabía lo que hacían — digo ofendida. No tocará s mi orgullo de mujer. Su risa invade el baño.
—Claro, no sabías.
—¿Crees que soy de ese tipo de mujeres?
—¿Qué tipo?
—Ya sabes… — balbuceo — Del tipo que venden su cuerpo por dinero.
—Mira, yo no crítico a las personas que hacen lo que pueden para sobrevivir, es un trabajo y me parece bien si a ellas no les afecta. Ahora, dime… ¿Qué hacías tú allí? — me quedo completamente muda, se que hacia ahí pero las palabras con mi perfecta explicación no quieren salir de mi boca muriendo en mi garganta — Ya veo…
Reacciono al instante en el que ella apoya su mano en mi antebrazo corriéndome de su camino.
— No, espera… — la tomo de la muñeca — ¿Qué hacías tú ahí?
—He ido a tomar algo… ¿También me criticaras eso?
—No… pero… tú…
—¿Qué? ¿Yo qué?
—Buscas ese tipo de compañía… ¿Por qué? — frunció su ceño.
—¿Por qué quieres saber eso? — Yo también frunzo mi ceño al darme cuenta de mi pregunta. No sé porque quiero saberlo, en verdad no sé si quiero escucharlo.
—Eres linda, tienes presencia… me he dado cuenta de eso en el bar. Puedes tener al hombre que quieras.
—Veo que has observado bien, menos el hecho de que soy lesbiana y disfruto de la compañía de mujeres — Rápidamente suelto su mano dándome cuenta que aún la sostenía — Y veo que tú eres de esas personas homofóbicas.
—Solo vete… — me corrí de su camino dejándola por fin libre de mi cuestionamiento.
Ella no volvió a mirarme mucho menos dirigirme la palabra. Aún no sé porque de mi impulso por irla a buscar al baño. No me agradaba su presencia teniendo en cuenta que hace unas horas ella prácticamente me había faltado el respeto.
El estómago se me revuelve solo pensar con cuantas personas se ha acostado. ¿Por qué? No lo sé, es una completa desconocida para mí, pero me causa rechazo solo saberlo a pesar de que yo haya profundizado en el tema.
Tomé una bocanada de aire buscando poder salir de aquella disputa mental y abandoné el baño con mi mejor cara. Fue un completo error haber acudido ese día al trabajo buscando horas extras, pero el dinero me hacía falta.
—No sé que le has dado a la pelinegra que acaba de irse, pero seguramente la hayas atendido bien.
Frunzo el ceño tras oír las palabras de Oksana y me acerco a ella para saciar nuevamente mi curiosidad.
—¿De qué hablas?
—Toma… — me tendió un ticket junto a la propina. Allí había cien Euros. ¡Madre santa!
—¿Qué es esto?
—Es la propina que ha dejado un cliente.
—¿Quien?
—La pelinegra de ojos azules que estaba sentada en la barra —Le tendí de inmediato la propina.
—De ninguna manera, eso es tuyo. Tú la has atendido.
—Lena, ella me ha dejado en claro que esa propina es para ti — Frunzo el ceño aún sin creer en sus palabras — Definitivamente has hecho algo bien esta mañana.
Sin más me deja sola con los cien Euros entre mis manos. Puedo ver como Yulia se aleja de la cafetería cruzando la calle frente a los ventanales del negocio. ¿Qué debo hacer?
¿Correr tras ella y detenerla? O ¿Dejar que simplemente se vaya?
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
Camisa a cuadros color azul con un jean claro, listo. Calza rosada en conjunto con una remera blanca decorado por una princesa estampada en su frente, listo.
—Niños, es hora de levantarse.
Agradezco que un nuevo día empiece, por eso mismo hoy pondré mi mejor sonrisa y lo empezaré de la mejor manera posible.
Me encamino hacia la cocina para terminar con el desayuno de mis hijos y preparar su almuerzo para que lleven al colegio. No he parado de pensar el hecho de que la señorita morena haya decidido ir a mi lugar de trabajo.
¿A qué se dedica? ¿Dónde vive? ¿Tiene pareja? ¿Por qué quiero saber eso último? De todos modos me parece algo ilógico que una mujer como ella concurra a lugares como esos. No he querido salir corriendo detrás de ella tras ver como abandonaba la cafetería, o mejor dicho, no he podido ya que mis pies se clavaron al piso y la adrenalina que corría por mi cuerpo me provocaba casi un colapso mental sobre que le diría o porque saldría detrás de ella. Debo hacer algo con mi vida, volver a buscar un trabajo que pague bien, el hecho de volver allí me da dolor de cabeza.
Boris ¿Dónde te encuentras? No hago más que observar constantemente mi anillo de casada. ¿Qué demonios haré ahora?
—Niños, ya basta… no peleen por favor — los mellizos hacían acto de presencia en el comedor peleando por obtener la silla perteneciente a la cabecera.
—Quítate Aleksandr, este es mi lugar.
—No es cierto, yo soy el hombre. Tú debes sentarte en otro lado.
—¡MAMÁ! — gritaron ambos.
—¡Viktoria, sal de mi lugar! — chilló el niño empujando a su hermana de la silla provocando un gran golpe en ella. El llanto no demoró en llegar alertando a Lena sobre el comportamiento de su hijo.
—Viktoria, hija… ¿Te encuentras bien? — corrió preocupada levantándola del suelo.
—Déjame en paz — se soltó del agarre — ¡Quiero a mi papá! — corrió llorando hacia su habitación.
—Aleksandr, ve a pedirle disculpas a tu hermana.
—Pero mamá…
—Ve, ahora mismo.
Lena suspiró tras ver como su hijo emprendía camino hacia las habitaciones, cabizbajo. Por más que se propusiera empezar el día de la mejor forma, aquello no parecía alcanzar.
—Hola extraña — saludó su amigo entrando en el comedor.
—Fyodor — suspiró intentando sonreírle.
—Al parecer el día ha comenzado algo agitado.
—Ni me hables. ¿Qué traes ahí? — preguntó regresando a la cocina.
—Estas cosas estaban en tu correo…
—Vaya, gracias. ¿Cómo estás? — preguntó tomando asiento en la isla para revisar la documentación.
—Extrañando mucho a Dima. Anoche nos hemos pasado las horas hablando por teléfono, supongo que en una semana con suerte estará por aquí — Levantó sus hombros — Oye, el otro día hablando con Katya le comenté que habías comenzado a trabajar en ese bar donde hemos visto el anuncio, y nos pareció buena idea ir a tomar algo para conocerlo. ¿Qué te parece?
—No va a ser posible, porque he renunciado.
—¿De qué hablas? ¿Por qué?
—Es un lugar… demonios — suspiró leyendo una de las cartas.
—¿Qué sucede?
—Es el último aviso de pago, me lo ha mandado el banco.
—Lena, sabes que te puedo prestar dinero solo tienes que decirme cuanto necesitas.
—No lo haré, tengo que poder pagar las cuentas. Intentaré hacer más horas extras.
—Oye, prácticamente vives en esa cafetería, no puedes seguir así o morirás de estrés. ¿Qué hay con el bar? ¿Por qué has decidido dejarlo?
—Es complicado Fyodor… por los horarios, ya sabes — hablo dándole la espalda. Se sentía mal mentirle.
—Si es por los niños puedes dejarlos en mi casa, o yo venir aquí. Sabes que eso jamás fue un problema.
—Claro, te tendré de niñero de jueves a domingos. No es justo Fyodor, tú tienes tus cosas y…
—Y nada — la interrumpió — Eres loca si no aceptas ese trabajo sabiendo que la paga es buena, Lena. Solo acéptalo, lo necesitas.
............
—Es bueno volver a verla, señorita — la pelirroja solo hizo una mueca de ironía y se dispuso a ingresar en el bar. Era un día lunes como cualquiera, tras haber dejado a sus hijos en el colegio pensó cautelosamente si aquello que le había aconsejado Fyodor, sin saber bien que pasaba en ese bar, era lo correcto. Boris no estaba a su lado, y el anillo que tenía en su dedo se lo vivía recordando. Debía pagar las cuentas, y no habían horas extras en aquella cafetería que le alcanzara para saldar la deuda. Era eso, o quedarse en la calle.
—Lena… es bueno volver a verte.
—Hola Unique. ¿Crees que tienes unos minutos para mí?
—Por supuesto. Dime que necesitas — se cruzó de brazos en medio del salón dando por hecho que la conversación la tendrían allí mismo.
—Yo… creo que he sido un poco precipitada — Unique asintió con cara de triunfadora — Seré directa. No estoy de acuerdo con lo que sucede aquí, pero necesito el dinero. Crees… ¿Crees que puedo volver?
—Mira, te lo hare fácil. Podrás comenzar aquí cuando quieras, pero debes tener en claro que aquí el noventa por ciento de lo que se hace es legal. Tengo una lista de clientes a los cuales les gusta algo extra en sus tragos, y yo he puesto a disposición a mis chicas para eso. Si tu puedes convivir con ello, serás mas que bienvenida, de lo contrario cariño aquí no tienes nada que hacer.
—Lo entiendo a la perfección, pero pondré condiciones — Unique levantó su ceja — Sé que no estoy en derechos de pedir nada, pero no tendré sexo con ellos, mucho menos con mujeres.
—Claro que no. Solo ustedes deciden si lo quieren, de lo contrario les darán satisfacción de otra manera.
—¿Cómo haré eso?
—Eres una mujer casada, creo que sabrás como hacerlo cariño — Dirigió su mirada a las manos de la pelirroja — Puedes empezar los jueves o esta misma noche. Trabajamos todos los días, pero es decisión tuya que hacer. Una de nuestras chicas ha vuelto y no estamos a falta de personal.
—Entonces ¿Por qué me aceptas si tienes los puestos ocupados?
—Porque en ti veo algo que en las demás no, sé que lo sabrás sobrellevar.
—¿Podemos ser sinceras? — Unique asintió cruzándose de brazos — No… no estoy de acuerdo respecto a como manejan las cosas aquí — Lena la detuvo con su mano para que la dejase continuar — Pero necesito dinero, de lo contrario me sacarán de mi casa y no puedo permitir dejar a mis hijos sin hogar.
—No haré una comparación con otro tipos de trabajos, pero Lena, aquí te cuidaremos. Tu tendrás que firmar un acuerdo de confidencialidad si quieres ser parte de nuestro equipo.
—¿Cómo dices? — siguió a Unique hacia su despacho debajo del bar donde ella estaría.
—Toma asiento — pidió entrando en la oficina, haciéndose de varios papeles en su poder — Como has podido ver, aquí se entrega un servicio extra, si quieres llamarlo así, y es bien retribuido. Cada cliente decide dejar propina según como se haya sentido, grandes cantidades de propinas, a cambio de placer y confidencialidad.
—¿Por qué aquí y no en otro lugar? Sabes que, bueno, en la calle puedes buscar ese tipo de placer.
—Aquí viene gente de poder, gente del gobierno, de prestigiosas empresas y hasta personas de la ley. Ellos buscan algo que nosotras se lo damos con gusto en privado, a cambio de su protección.
—Pero… ¿Qué tal si alguien se filtra? ¿No pondría eso en peligro el bar? En la zona de aquí abajo entra cualquier persona — preguntó leyendo su contrato.
—No, cariño. Nadie tiene acceso a la planta de arriba, solo los que están en una lista — Lena frunció su ceño — ¿has visto el decorado del piso superior?
—Me lo has mostrado — respondió confusa.
—Querida, arriba hay vidrios especiales logrando que desde aquí abajo no puedas ver qué sucede arriba. No tenemos cámaras, solo en los accesos ocultos. Para gente común, allí es zona vip, para los clientes su zona de confort y seguridad.
—¿Quiénes usan los accesos ocultos?
—Las personas con poder que necesitan el anonimato.
—Pero… ¿Qué hay con las personas que se encuentran en la misma zona que esa persona? De nada sirve… — Unique la interrumpe.
—Si cae uno, caen todos. No creo que les beneficie abrir la boca.
Lena suspiró sosteniendo el contrato entre sus manos. Ahora su realidad había cambiado, ahora sabía todo lo que necesitaba saber para aceptar o declinar el trabajo siendo consciente de lo que allí se hacía.
—¿Cómo sabes que no soy una policía o alguna persona encubierta? O ¿Qué no saldré de aquí y los denunciaré? — Unique sonrió.
—Cariño, no tienes aspecto de policía, créeme que puedo olerlos. Tu solo tienes pinta de madre, bien vestida y con buen aspecto, refinada — bordeó el escritorio sentándose a un lado de la pelirroja sobre el — Puedes ir a denunciarnos, pero has estado una noche aquí, ya estás tan fastidiada como nosotras. Si lo haces, te conviertes en cómplice por guardar el secreto tantos días, y ahora estar aquí hablando conmigo sosteniendo un contrato en tus manos — Apuntó con sus ojos hacia una esquina de su oficina — Aquí si tengo cámaras. Tú decides… — dejó dos palmadas en el hombro de Lena y volvió a su lugar.
—Solo una pregunta más…
—Dime, si puedo responderla lo haré con gusto.
—Somos cuatro mujeres…
—Cinco. Valya ha vuelto.
Lena frunció su ceño tras oír su nombre.
— Claro, cinco. ¿Qué tal si una de nosotras coincidimos en…? ya sabes. Solo hay un sitio, y es nuestra zona para prepararnos o tomar un descanso.
—Si decides firmar y unirte a nosotras, te mostraré las instalaciones como corresponde.
—Pensé que…
—Esa fue tu noche de prueba. Miroslava supo advertirme sobre ti, pero yo sabía que volverías. ¿Qué dices? ¿Aceptas o no te volveré a ver por aquí?
Sin perder tiempo y decidida en hacer lo que esté a su alcance para mejorar su situación económica, colocó en color negro una gran E acompañada por un Katina en letra cursiva. Suspiró viendo su firma en aquel documento, que de ahora en mas, la ataba a una vida doble, paralela a la que vivía en su casa junto a sus seres queridos.
—Has tomado la decisión correcta, cariño. Eres madre, y cualquier sacrificio, no importa el medio, es justificado si su fin es ayudar a tus hijos y a ti misma — Lena asintió sin emitir palabra haciendo entrega del documento — ¿Quieres ver las instalaciones?
—Si.
—Muy bien, acompáñame. Te mostraré solo donde estarás tu, es lo único que te ha faltado conocer, pero por seguridad no lo he hecho antes y entenderás el porqué.
—Por supuesto — Murmuró siguiendo los pasos de Unique hacia la planta superior — ¿Qué días tendré que venir aquí?
—¿Qué días puedes?
—Bueno, he dejado mi antiguo trabajo. Es decir, sigo asistiendo por las mañanas, pensando que aquí trabajaría las noches de los jueves a domingos. Pero… vendré los días que tú me digas.
—Puedes venir todas las noches, eso lo deciden ustedes. Pero deben de crear una agenda cumpliendo sus noches aquí, no puedo arriesgarme en una noche a que solo asistan dos de ustedes, más allá de los servicios adicionales, es un bar y hay noches que solo servirás tragos o escucharás sus raras historias de borrachos sentados en la barra — Lena escuchó atentamente mientras recorría el lugar que ya había conocido con anterioridad. Una mujer permanecía parada detrás de la barra junto con un libro, anotando cosas en él.
—Eso quiere decir, que no todas las noches tendré que…
—No. Por lo general las personas que acceden a ese tipo de gustos vienen días específicos. Con el correr de las noches, seguramente te harás de una lista exclusiva de clientes que solo querrán estar contigo — Lena asintió y miró de reojo a la mujer que la observaba impaciente dejando de lado sus actividades — Aquí estarás tú.
La pelirroja frunció su ceño, allí solo había un enorme telón azul profundo, como el que había visto noches atrás cubriendo la zona donde Masha había bailado. Unique, sin perder su tiempo, corrió lo necesario para dejar entrever una puerta detrás de él.
—Entiendo si esto te impacta. Espero que con el correr de las noches logres encontrar tu lugar y comodidad aquí. Solo tu tendrás acceso a esta habitación — Unique abrió la puerta y Lena pudo corroborar lo que allí dentro había. Las paredes se pintaban de un color vino profundo, acompañado por sillones de cuero color negro, una pequeña barra como la que había en la sala de empleadas. Una cama de dos plazas ubicada entre la zona de sillones y la barra, y por último una puerta indicando el cuarto de baño. Allí todo era lujoso, podía afirmar que definitivamente acudían personas con gran poder económico, convirtiendo aquel lugar en algo más que una casa de favores sexuales — ¿Te encuentras bien? — Lena asintió.
— Se que he firmado un contrato, pero de ninguna forma accederé a estar en privado con mujeres, y espero que se me respete eso.
—Por supuesto, solo ustedes deciden con quien acceder aquí y qué hacer. Ellos harán la propuesta, y ustedes verán si aceptan o no. Si tú no lo aceptas, habrá otras tres chicas que si lo harán. Miroslava esta aquí al lado… — cerró la puerta correspondiente a Lena, y señaló la puerta continua — Este telón nunca se abrirá dejando expuesta las puertas. Tú accederás por la sala en común que tiene, para que te prepares allí, y un pasillo te conducirá hacia tu puerta, donde el cliente ya te estará esperando allí.
Wow.
Fue lo primero que pensó la pelirroja. En aquel lugar todo estaba previamente organizado, buscando la satisfacción de sus clientes, pero al mismo tiempo cuidando a las personas involucradas en la situación.
—Dime, ¿Qué días podrás estar aquí?
—Los que tú me asignes. Sabes que vivo lejos, tengo media hora de viaje, necesitaré saber para organizar con quien dejar a mis hijos ya que estaré aquí toda la noche.
—Muy bien. ¿Qué te parece si empiezas el Viernes? — La pelirroja asintió — De Viernes a Domingos son los días donde más clientes concurren. Pero si necesitas aumentar tu capital, cosa que dudo luego que comiences con esto, podrás venir los primeros días de la semana y atender el restaurante de abajo. Allí solo atenderás las mesas, o la barra. No más que eso.
—De acuerdo. Comenzaré el viernes, según como marche todo te diré si vendré los días que me has propuesto.
—Claro, cariño. No hay apuro para eso. Ahora ven que quiero presentarte a una de las mujeres con más poder entre ustedes. Si tienes algún problema y no me encuentras cerca, podrás acudir a ella. Es la que manejará las situaciones aquí arriba.
Unique avanzó hacia la barra provocando una leve y mala intuición en la pelirroja. Suspiró y caminó para reunirse con ambas mujeres. Solo esperaba que algo bueno saliera de allí.
—Lena, ella es Valya. Valya, saluda a la nueva chica. La nueva.
—Encantada de conocerte, Valya — Lena extendió su mano recibiendo de inmediato un apretón detrás de la barra.
—Bienvenida a bordo, Lena. Ya tendremos tiempo de conocernos — la pelirroja asintió esbozando una timida sonrisa. Había algo en sus ojos que la confundían.
—Bueno, las dejaré haciendo sociales. Debo hacer una llamada. Siéntete cómoda, cariño. Has tomado la decisión correcta — Unique apretó uno de sus hombros y se marchó hacia el piso inferior.
—Dime… — Valya rompió el silencio — ¿Qué te trae por aquí? No pareces el tipo de chica que frecuenta por estos lados — preguntó con un tono de voz sarcástico.
—Solo necesito dinero, temas personales — aclaró su garganta acomodando su bolso en el hombro.
—Claro, todas dicen lo mismo — Lena frunció su ceño. Aquellas palabras la habían molestado considerablemente.
—Unique me ha dicho que puedo acudir a ti si tengo alguna duda o problema — Intentó zanjear el mal momento.
—Así es. Me había marchado por un tiempo, pero decidí regresar. Una vez que entras te cuesta salir de aquí. Ustedes están bajo mi responsabilidad si Unique no se encuentra aquí.
La pelirroja permaneció unos segundos en silencio rememorando porque su nombre se le hacía familiar. Valya, ella había sido nombrada su primer noche en el bar por Yulia, asociándola a una boda o una nueva vida.
—¿Tu también… — señaló el lugar sin lograr hallar las palabras correctas para formular la pregunta.
—Comencé como tú, me hice de una buena lista de clientes, pero con el correr del tiempo conocí a un pez gordo — Dijo cerrando el libro donde contabilizaba las cuentas del bar, o eso pudo observar la pelirroja — Solo estoy con esa persona cuando acude a este lugar. El resto de las noches me encargo de que los ingresos sean bien contabilizados y de que ustedes trabajen como corresponde.
—¿Unique permite que solo estés con ese cliente?
—Aquí Unique es solo la figura pública de todo esto, ella solo recibe indicaciones del dueño de todo este circo.
¿Unique no es la dueña del bar? ¿Por qué expondría su vida a un negocio como este? ¿Qué sentido tenía arriesgar todo por alguien más?
—N...no sabía que… pensé que Unique era la dueña.
—No lo es — Salió detrás de la barra tomando sus pertenencias — Quizás tengas más suerte que las demás y logres atrapar tu propio pez gordo aquí dentro. No dudo que lo harás antes de tiempo, teniendo en cuenta tu aspecto y presencia.
—¿Cómo es posible que solo vivas de propinas? — Sonrió burlándose por su pregunta.
— Créeme que se puede.
—¿Quién es? — Preguntó viendo como Valya se alejaba de ella — Es decir… No quiero tomar un cliente que pertenezca a sus listas personales.
—Tranquila, esa persona solo está conmigo — Dijo colocándose la campera — Su nombre es Volkova… Yulia Volkova.
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
Miroslava parece sonreírme genuinamente. Se preguntarán porque presencio algo como aquello, un gran acontecimiento para la humanidad, al menos para mí, que Mirka sonría y en mi dirección.
Verán, hoy es jueves alrededor de las seis de la tarde y ellas, Miroslava y Masha, han decidido pasar por la confitería donde me encuentro trabajando para tomar su merienda antes de marcharse a cumplir horario en Bora Bora.
Naturalmente, yo soy la que atiende la zona de mesas. El encuentro ha sido agradable, sin conocer a Masha logro ver que es una gran persona y que no ha perdido su inocencia a pesar de estar metida en un lugar como aquel. Ella logra sacar lo mejor de Miroslava, y tal vez, la idea de que estén juntas ya no comienza a molestarme.
Les he traído su pedido y hemos bromeado gran parte del tiempo. Ahora mismo me han pedido la cuenta y me he quedado más tiempo del debido conversando con ellas, comentándoles que mañana por la noche comenzaría mi noche en el bar. Para mi suerte Valya no estaría allí. Ella solo va cuando Yulia lo necesita, o en algunos casos Unique, dejando sus días laborales como jueves y sábados.
La sonrisa de Miroslava vuelve a impresionarme.
—Entonces, dices que ha venido aquí a tomar una taza de café y te ha dejado cien Euros de propina — asiento avergonzada — ¿Qué hacía aquí? — solo atino a levantar mis hombros, aún no sé si quiera porque le he comentado esto a ellas.
—Solo me ha dicho que ha venido a tomar un café y que yo no era la única que atendía aquí.
—¿Crees en las coincidencias o destino? — me pregunta Masha — Nena, no creo que esto sea una coincidencia, y si lo llegara a ser es una de las enormes. Lena, ¿qué tal si vino aquí solo para verte? — Mi corazón quiere dar dos latidos a la vez acelerándose ante la situación imaginada, me remuevo en mi sitio. La realidad es que ella solo fue por un café, me lo ha dejado claro.
—No lo creo. Quizás justo estaba de paso por aquí, tal vez vive por aquí y le ha apetecido una taza caliente de café — murmuro convenciéndome de aquella versión.
—Ella no vive aquí, sino en las afueras. Pero también tiene casa en la ciudad — dijo Masha con total livianidad.
—¿Cómo sabes eso?
—Ella se tira a Pavell, el hermano de Yulia — veo como Brittany asiente como si aquello fuese un orgullo.
—El vive en la capital, en casa de Yulia.
—Pero está a más de una hora de aquí, me parece estúpido que haya estado cerca si no vive aquí.
—Entonces, si crees que haya sido una coincidencia buscada ¿no? — afirma Miroslava dejándome hundida en una nube de confusión, de preguntas sin respuesta clara. Ella misma me ha dejado en claro que mi presencia le molestaba.
—La soltera más rica, inalcanzable y deseable del estado y, podría decir que de todo el país entero, ha venido a tomar un "café" — Mirka imitó las comillas — Aquí, donde tu trabajas, y te ha dejado un billete de cien Euros sin que tú la hayas atendido. Yo no te dejaría tanta propina, si eso resuelve un poco tu enigma mental.
—Eh…
—¡Lena! Le gustas. No hay lugar a dudas — el tono de Masha es chillón, rozando lo feliz.
—Ella… no me quiere cerca — Pero me doy cuenta que a medida que digo las palabras nada de eso es cierto. Ella ha pedido pasar la noche conmigo en mi primer día de trabajo, aún sabiendo que era nueva, y que estaría en mi noche de prueba. Tiene carácter. Una voz en mi cabeza me susurra ¿Qué tal si Miroslava tiene razón?. Mi piel se eriza ante aquella idea de que quizás, tal vez esté detrás de mí. La formalidad martillea mi cabeza advirtiéndome que es una mujer, que iría en contra de mis principios. Pero por dentro de mi, me balanceo de placer, pavoneándome orgullosa de que tal vez yo podría gustarle a otra mujer, y no una cualquiera.
Miroslava me saca de mis cavilaciones.
—Hmm… ¿Qué hay de tu marido? — un balde de agua fría cae sobre mi cuerpo apartando todos los pensamientos a un lado.
—¿Qué dices? — balbuceo.
—¿Está de acuerdo con tu nuevo trabajo?
—Él… — ¿Qué se supone que debo responder? ¿La verdad? ¿Inventar una excusa?
—No sabe nada — completa Masha y lo agradezco — No te preocupes, Keira está pasando por lo mismo con su novio.
—Lamento interrumpir aquí. Hola señoritas — saluda Oksana — Lena, hay algunas mesas que necesitan atención.
—Oh, claro — Gracias a Dios — Vuelvan pronto muchachas, nos vemos mañana en la noche.
—Nos vemos Katina, y ten cuidado — Me advierte Miroslava resultándome extraña su actitud. ¿Qué sabe exactamente?
Atiendo las mesas con rapidez y me refugio detrás de la barra esperando paciente que las horas pasen para retirarme a casa y descansar físicamente, aunque mentalmente, seré un completo desastre cuando converse con mi almohada.
—¿Cómo es posible que conozcas a esas preciosuras? — La voz de Valjean me atropella sacándome de mi burbuja. No me percaté que allí, sentado en la barra, él descansaba con una porción de tarta.
—Una de ellas fue compañera en el instituto — me encojo de hombros, tratando de sonar normal quitándole importancia.
—Wow. Menudas compañeras — fanfarronea Valjean asombrado. Sacude su cabeza como si estuviese negando — De todos modos, he venido por algo más interesante que tus amigas. ¿Qué te parece si hoy hacemos algo? — Frunzo mi ceño — Tal vez solo un trago o un paseo por ahí. Quiero saber que es de tu vida.
No es la primera vez que Valjean Komarov me invita a salir, pero siempre es la misma respuesta, no. Es algo que hago por acto reflejo. Nunca me he planteado siquiera la idea de tener una cita con el hermano de mi amiga y el mejor amigo de mi esposo. Seguramente es un buen partido, pero jugamos en ligas diferentes. ¿Y qué hay de Yulia? La pequeña diva en mi interior levanta su ceja y yo le pongo la mano en la boca shockeada para que se calle ¿De dónde ha venido eso?
—Oksana me ha dicho que tienes una cena con tu familia.
—Se ha pasado para mañana al mediodía.
—Tal vez en otro momento ¿de acuerdo? Tengo que cuidar de mis hijos esta noche y preparar todas sus cosas ya que mañana es el último día de clases y luego se irán a una colonia.
—Insistiré hasta que logre sacarte un sí, Lena — dice sonriéndome antes de darle una mordida a su porción de tarta. Yo solo agacho mi mirada hacia mi delantal y siento como una mirada ajena a nosotros se posa en mí. Esto tiene que ser una broma.
Camino hacia las mesas, no sin antes disculparme con Valjean y recibir una broma más de su parte, y pongo mi mejor cara para enfrentar aquello.
—Señorita Katina, nos volvemos a encontrar — Yulia me saluda con su tono sarcástico sonriendo de lado. Ella… en realidad es bastante… wow. Trago saliva sintiéndome una novata en mi trabajo, siendo insegura sobre que hacer luego.
— Yulia… — escucho un "no no" seguido de su dedo moviéndose en forma de negación.
—No me tutee por favor — frunzo mi ceño confundida. Tú has sido la que insistió en nada de formalidades. Demonios.
—Señorita Volkova — tenso mi mandíbula perdiendo por completo mi paciencia — ¿Qué desea pedir?
—Solo café.
—Muy bien — asiento y me retiro rápidamente. ¿Solo un café? Vive a más de 200km de aquí y pide solo un café. Por dentro armo un berrinche perdiendo la cordura completamente, pero no puedo hacerlo al tener los ojos de Val clavados en mí. Le sonrió y por milésimas de segundos la idea de tomar algo con él no me resulta tan descabellado. Tal vez, podría ponerle algo al café, pero iría contra mi ética. La detesto.
—Aquí tiene su café, señorita Volkova — solo asiente con su mirada clavada en su móvil, como la vez que vino por primera vez. ¿Qué tiene tan importante allí? Sin más volví a la barra y seguí mi conversación con Valjean y por momentos se nos unía Oksana.
No puse en mi cabeza hacerlo a propósito, ni siquiera fui consciente del volumen de mi risa hasta que ella volteó a ver hacia la barra, donde estaba disfrutando la poca aglomeración de clientes en la tarde.
—Creo que la pelinegra quiere que le lleves la cuenta… oye — me detuvo — ¿Esa no es la que te ha dejado cien Euros?
—¿Cien Euros? — preguntó asombrado Val, girándose en su asiento para ver quién era la dichosa persona. Yulia solo se limitó a mantenerle la vista levantando su particular ceja— ¿Estás de broma, cierto?
—¿Por qué? — pregunta Oksana entrometiéndose.
—Esa tipa la ha tratado mal en el bar donde ha ido a trabajar. Es una imbécil.
—Hey, no hables así de ella — le advierto apuntándolo con mi dedo, sin saber porque lo hago o porque la defiendo.
—¿La defiendes? Después de lo que te ha hecho.
—Ya déjame en paz.— me alejé de ellos dirigiéndome hacia la mesa que ocupaba Yulia con mi rostro tenso, visiblemente molesta por la actitud que acababa de tener Valjean.
—¿Cuánto es?
—Corre por mi cuenta — quita su mirada del móvil para dirigirla hacia mi — Es por el mal rato que le he hecho pasar en el baño. Solo tómelo como una disculpa.
—Pero…
—Que termine bien su día, señorita Volkova — sin más me alejo de su mesa llevándole la cuenta a dos clientes más.
Al pasar por su lado veo que guarda sus pertenencias en los bolsillos de su saco de gabardina azul y camina detrás de mí deteniéndose a la derecha de Valjean.
—Buenas tardes — saluda en general mientras apoya sus gafas Rayban color negro sobre la barra.
Santa mierda… ¿Qué hace? ¿Qué quiere? Me detengo dejando algunas tasas sobre el mostrador para que el cocinero se encargue de ellas y vuelvo a girarme para enfrentar su mirada azul.
—Buenas tardes — saluda amablemente Oksana y lo agradezco ya que Valjean solo se limita a observarla con su semblante serio.
—Me preguntaba si tiene algo que hacer ahora mismo, señorita Katina.
Mi corazón escala hacia mi boca. ¿Se supone que eso es una invitación?
—Estoy en horario de trabajo ahora mismo.
—¿Para cuanto más tiene? — pregunta enfocando su mirada y atención completamente en mi. Ni siquiera se inmuta por la cara y gesto que hace Valjean y la cara de sorprendida que planta Oksana.
—Una hora.
—No creo que a su compañera le moleste cubrirla ¿cierto? — Dirige su ojos hacia mi amiga — ¿cree que podrá hacernos ese favor? — giro mi rostro para observar como Oksana y solo se limita a balbucear asintiendo nerviosamente. ¿Acaso provoca eso en todos?
—Perfecto ¿Qué dice?¿Me acompañará?
—Eso no va a ser posible — se adelanta a responder Valjean — Ella no debe dejar su puesto de trabajo.
—¿Es usted el dueño de esta cafetería? — levanta su ceja sin mirarlo, su vista aún sigue clavada en mi.
—Eso a ti no te interesa — percibo el tono molesto por ser ignorado de esa manera — Pero al dueño no le hará gracia, Lena.
—Eh… — no sé qué decir.
—Déjeme solucionarlo — vemos como se aleja de nosotros y se acerca al dueño iniciando una conversación donde mi persona es el centro de atención debido a las miradas que lanzan hacia aquí.
—Estás demente si aceptas marcharte con esa imbécil, Lena.
—Ya deja de llamarla así, Valjean.
— Estás loca? No dejaré que te vayas con ella.
—¿Acaso te oyes? Tú no eres quien para decirme que hacer.
—¿Y Boris? ¿Qué pensara Boris? ¿Lo tienes en cuenta a él?
—Boris se marchó. Él me ha abandonado, ¡Maldita sea! — estallo sin control e innecesariamente, provocando que más de un cliente me oyera, y eso incluye a Yulia que ya estaba de regreso.
—Todo está solucionado. ¿Viene, señorita Katina? — Yulia sonríe como si fuera un hecho. Frunzo el ceño.
—Umm… señorita Volkova, no… no creo que sea conveniente — le doy una breve mirada al dueño del lugar dejándome en claro que podía retirarme de aquí.
—¿Quiere que acepte su disculpa? — Asiento frunciendo mi ceño — No le quedará otra alternativa que aceptar mi invitación. Por favor.
¿Me ha pedido por favor? Eso tiene que estar pasando en universo paralelo. Asiento sin decir palabras de más y me dirijo hacia los cambiadores para quitarme este ridículo atuendo y colocarme mi ropa diaria.
—Lena, no confió en ella — Oksana entra desesperada en el pequeño cuarto.
—¿Por qué? — pregunto abotonando mi vestido veraniego por la parte de adelante.
—No puedes negar que hay algo en ella que no cierra — me advierte — Es imponente, a mi misma me ha dejado sin palabras, pero presiento que solo te meterá en problemas.
—¿Problemas? ¿De qué hablas? — frunzo mi ceño haciendo un perfecto nudo al lazo que pasa por mi cintura.
—Ella te ha dejado dinero, mucho, de propina. Deja entrever que posee un gran capital económico y que está claramente interesada en ti, y teniendo en cuenta lo que ha contado Valjean no creo que sea adecuado que te aventures detrás de ella.
—Oksana solo me ha invitado a tomar algo, tal vez. Necesito hacer las paces con ella, después de todo la veré seguido en mi lugar de trabajo.
—¿A ella? ¿Por qué? — Mis alertas comenzaron a sonar en mi cabeza — ¿Es alcohólica que se la pasa allí dentro?
—¿Qué estupidez dices, Oksana? Nada de eso.
—¿Entonces? — frunce los labios buscando mis explicaciones.
—Entonces… me iré. Cuídate — dejo un beso en su mejilla y me largo de allí rápidamente.
Salgo del cuarto y me encuentro con Yulia esperando por mi junto a Valjean que se ha anclado al asiento para ver con sus propios ojos cómo me marcho con ella.
—¿Vamos? – pregunto sintiéndome avergonzada.
Ella me sonríe, la primera vez que lo hace sin contar la noche del bar.
—Con gusto. Tengan buenas noches — saluda a Oksana — Por aquí señorita Katina — extiende su mano para que pase primero marcándome la salida de la cafetería como si fuese mi primera vez allí. Hago mi propio camino, con mis piernas temblorosas, mi estómago estrujado de los nervios y mi corazón latiendo en mi boca.
¿Qué se supone que debo decirle? ¿Debo esperar a que me hable? Mi mente que queda en blanco momentáneamente por la presión de la situación. ¿Qué vamos hacer? ¿Hacia dónde vamos? No sé nada de ella o de su vida.
—¿Hace cuanto que trabaja aquí? — rompe el silencio marcando el camino hacia la derecha buscando seguramente su auto.
—Un año, es buen trabajo pero la paga no es muy favorable respecto a las horas que paso aquí dentro.
—Lo de la paga ha quedado claro, señorita Katina.
Claro que si, de lo contrario no pertenecería al staff del bar donde ella concurre jueves y sábados.
Se oyen los gritos de los niños que juegan en la plaza que hay frente al negocio. Mis hijos, miro mi reloj pulsera marcando apenas las siete. Bueno tengo una hora de margen hasta regresar a casa.
—¿Sucede algo? — Niego con mi cabeza — ¿Su esposo la espera? — mis ojos se guían solos hasta los suyos y vuelvo a negar con mi cabeza. Mi mentón me tiembla.
Sin previo aviso, Yulia toma mi mano, apretándola con sus pequeños y esbeltos dedos. Siento la corriente corriendo a través de nuestros brazos impactando contra mi corazón, dando pequeñas descargas eléctricas.
—Lo siento, no quise hacer esa pregunta. — se disculpa para mi sorpresa volviéndome a sonreír. Por momentos, logra calmar mi angustia.
Aquí fuera está templado. El sol brilla a pesar de la hora, marcando el atardecer y el tráfico congestionado teniendo en cuenta que la mayoría de la gente está de regreso a su casa. Llegamos a la esquina y nos detenemos a esperar que cambie la luz del semáforo para poder cruzar sin inconvenientes.
Ella todavía sigue sosteniendo mi mano.
Estoy en la calle, rodeada de personas y Yulia Volkova me está tomando de la mano.
Me siento mareada, con nervios al borde del colapso. Agarrada de la mano de una mujer. Sé que mi cuerpo comienza a transpirar y Yulia se percata de ello al sentir mi mano mojada, sin embargo la aprieta aún más.
Solo te está tomando la mano, Lena.
La pequeña en mi interior intenta calmarme para que arme un alboroto de aquel pequeño gesto.
Nos detenemos a mitad de cuadra en una alegre heladería. Tiene que estar bromeando. Yulia me suelta y abre la puerta para que acceda al lugar.
—Le gusta el helado ¿cierto?
—Voy a pedirme un batido, si no es mucha molestia — levanta sus cejas
—Para mi nada es molestia. ¿Segura que no quiere helado?
—No me apetece ahora mismo — sonríe.
—De acuerdo, serán dos entonces — Pide los batidos y juntas esperamos en silencio a que el joven prepare nuestros pedidos — ¿desea sentarse aquí o mejor fuera?
—Aquí está bien — tras ver que había pocas personas y fuera del local podría verme alguien más.
Se muerde le labio mientras bate su bebida con el sorbete, la miro disimuladamente desde debajo de mis pestañas. ¿Cómo es posible que una mujer así este sola? No le gustan los hombres, me lo ha dejado en claro, pero… ¿ninguna mujer era suficiente para ella? Es mediana, pelinegra, esbelta y la forma en que los pantalones se ajustan a sus piernas. ¡Detente ahí! El pensamiento me golpea la mente sonrojándome momentáneamente.
—Un rublo a cambio de un pensamiento suyo — su voz me toma por sorpresa. Vuelvo a sonrojarme aún más como si eso fuese posible. Oh, nada que no pueda decirte. Solo pensaba como tus pantalones se adhieren a tus perfectas piernas marcando tu trasero, y me preguntaba, sin ser atrevida, que se sentiría desvestirte. ¡Wow! Has ido demasiado lejos, Katina.
Niego con mi cabeza.
—¿Qué piensa, señorita Katina?
—Esto está delicioso — Murmuro en voz baja, nerviosa. ¿Qué tan loco puede ser todo? Mi marido me ha dejado hace una semana, he discutido a morir con esta mujer que ahora está sentada frente a mi provocando mis más atrevidos pensamientos nunca antes dirigidos hacia una mujer. Ella sabe que estoy ocultando algo.
—Pero… aún no lo ha probado — me sonríe.
—Pero la pinta es espectacular — sin más le doy un largo y lento sorbo intentando zanjear el tema.
—¿Es su novio? — me atraganto con el batido dejándome la garganta áspera.
Espera, ¡demonios! ¡¿QUÉ?!
—¿Novio? No entiendo a que se refiere.
—Al muchacho que estaba en la barra de la confitería, el que la hacía reír — me río nerviosa por los nervios y por notar que a pesar de que no quitaba su vista del móvil, aprecio aquel momento.
—Claro que no. Estoy casada.
—Veo… pero parece que a él no le ha quedado claro eso.
—¿Por qué dice eso?
—Por la forma en que se interpuso entre mi invitación y tu, tomando la decisión por ti — Su mirada azúl se penetra en mi mirada, quiero apartarla pero me es imposible.
—Él es… el mejor amigo de mi esposo — murmuro insegura. Yulia asiente por mi respuesta aunque insatisfecha.
—¿Quieres un poco de mi batido?
—No, gracias — niego con mi cabeza — No me gusta compartir las cosas con otras personas.
—Eso suena algo… egoísta.
—No me mal entienda. No puedo tomar cosas de otra persona, así como no comparto mi vaso o… ya sabe — ella asiente liberándome de mi desastrosa explicación.
—La veo… nerviosa. ¿Se siente bien? — me sonrojo nuevamente.
—Es solo que… su personalidad es avasallante. Me intimida un poco — todo el aire abandona mi cuerpo tras mi confesión, pero por dentro festejo con mis brazos en alto por mi atrevimiento.
—Y lo bien que haces en sentirte así — Asiente con la cabeza — Verás… me gusta tu honestidad. No bajes la mirada, sosténmela — me pide, avergonzada intento no pestañar — Solo los cobardes deben agachar la mirada, y no creo que tu pertenezcas a esa clase de persona — Suspira — Para mí, eres una incógnita. Provocas mi curiosidad.
—No hay nada de otro mundo en mí.
—Pienso que eres muy reservada, y eso me atrae. Obviando el hecho cuando te ruborizas, cosa que al parecer te sucede seguido. ¿Eres vergonzosa?
Eso no está dentro de mis opciones.
—No. Para nada.
—Con más razón me gustaría saber el porqué de tu rubor.
—Has comenzado a tutearme.
—No me había dado cuenta, lo siento — dijo sorprendida
—No. Está bien, después de todo usted ha sido la primera en pedir que nos tratásemos así.
—Eso es cierto.
—Eres… es — me corrijo — muy engreída — me sonríe.
—Eso creo haberlo escuchado de usted con anterioridad.
—Lo es, además de prepotente.
—Me gusta que hagan las cosas que pido, y poder hacerlas a mi manera. En todos los aspectos, Lena — esto comienza a tornarse de mala manera. Comienzo a sentir una enorme antipatía hacia ella.
—¿Qué hay sobre ti? ¿En qué trabaja? —Niega con su cabeza.
—Aun no hablaremos sobre eso. ¿Qué hay de tu familia?
—Tengo dos hijos — me propongo ahuyentarla pero sin embargo ella solo me sonríe asintiendo — Estoy casada.
—Eso lo sé. ¿Qué hay de tus padres?
—¿Por qué quiere saber eso? — Levanta sus hombros bebiendo de su batido dándome a entender que espera mi respuesta — Mi madre vive en las cercanías, se encarga de una peluquería.
—¿Y tu padre? — tenso mi mandíbula.
—Se ha muerto.
—Oh… yo, lo siento — Niego con mi cabeza — ¿De qué ha muerto?
—Se ha marchado de mi casa, dejando a mi madre y a mi sola siendo apenas una pequeña. Si quieres puedes darle la muerte que tu mente desee, por mi lado solo lo ha arrollado un camión con acoplado — frunce su ceño.
—Eres muy dura.
—Y tu muy metida — nuestra rivalidad vuelve a aflorar — Será mejor que me vaya. Tengo cosas que hacer.
—¿Tus hijos?
—Si. Mañana es su último día de clases y luego se marcharán por un mes y medio a una colonia de vacaciones. Debo dejarlo todo preparado.
—¿Necesitas que te acerque hasta tu casa? — el formalismo lo dejo a un lado tras ver mi actitud molesta.
—No. Mi auto está en el estacionamiento de la cafetería.
—Te acompaño.
—No es necesario— digo tomando mi bolso.
—Claro que lo es. No me lleves la contraria — levanta su ceja y yo solo atino asentir.
Aturdida por su actitud y la mía frente a su autoritaria respuesta la seguí hasta las afueras de la heladería sin decir una sola palabra.
—¿Siempre te vistes así? — frunzo mi ceño.
—¿Qué tiene de malo mi vestimenta? — vuelvo a protestar.
—Nada. Me parece conservadora. Me gusta.
—¿Tienes novia? — la pregunta sale corriendo de mi boca. Dios Santo, ¿Qué he dicho?
—No, Lena. Yo no tengo novias.
Oh… ¿Eh? ¿Qué significa eso? ¿no tiene novia oficialmente? O ¿No tiene novia para nada? ¿Y si tiene novio? Ella me ha dejado en claro que es lesbiana. Tiene que haber una explicación razonable para que una mujer así no tenga a su lado compañía.
Dios, mi mente en un completo caos. Necesito alejarme de ella para pensar con claridad. Tengo que hacerlo.
Acelero mis pasos casi tropezándome con la tira de mi bolso, adelantándome pasos demás hacia delante en el cruce peatonal.
—Demonios, Lena. ¡Ten cuidado! — grita Yulia. Me toma del brazo y lo hace con tanta fuerza que mi piel se torna pálida y puedo sentir el enojo recorrer su cuerpo.
Me aparta rápidamente salvándome de los autos que pasan a toda velocidad por la calle. La gente a nuestro alrededor nos mira, asegurándose que nada nos ha pasado. Por mi parte, solo puedo sentir como su brazo derecho descansa en mi espalda, en la zona sobre mi trasero, acomodando su mano en mi moldeada cintura, acampando allí, aferrándose.
—Dime que estás bien, por favor — me susurra golpeando su aliento a menta contra mi nariz, apretándome aún más contra su cuerpo buscando con sus azules ojos algún indicio de lastimadura en mi rostro. Su mano izquierda sube a mi rostro dejándola visible a mis ojos, pidiendo permiso para correrme parte del flequillo que se atreve a interponerse entre nuestras miradas. Lo aparta suavemente, y descubro como esta mirándome intensamente pidiendo a gritos que le sostenga la mirada, como lo ha pedido en la heladería. Siento un fuego en mi interior, mis ojos bajan hasta su rosada boca entreabierta buscando oxigeno inexistente entre nosotras. Por primera vez en veintiséis años quiero ser besada por una mujer.
Bésame Yulia… por favor.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
¡Bésame, por dios santo! Suplico con mi mirada, pero no logro ni quiero moverme de mi lugar. Se está muy bien entre sus brazos. Por alguna extraña razón estoy paralizada, completamente atrapada por ella. Desvio mi mirada nuevamente hacia su boca, buscando saciar mi necesidad y curiosidad, ella me devuelve la mirada, sus ojos se han vuelto de un azúl oscuro, intenso y brilloso. Respira con más fuerza de que lo haría una persona común y corriente dejando en evidencia su nerviosismo, por mi parte mi boca no logra albergar oxigeno suficiente. Me ha dejado sin aliento.
Me tienes en tus brazos, por favor besame.
Cierra sus ojos y observo lo que quizás en unos segundos mi deseo se convierta en realidad, mi corazón corre desesperado hacia su boca. Suspira profundo y niega con su cabeza, como si tuviese el don de leer mentes y en este momento me estuviese respondiendo a mi petición.
—Lena, no debes hacer esto. Tienes que estar lejos de mí — me susurra apretando aún más mi cuerpo. ¿Qué? ¿A qué se refiere con eso? Teniendo en cuenta nuestros roles ahora mismo, yo debería decidir si quiero o no estar cerca de ella. Frunzo mi ceño y niego con mi cabeza — Solo voy a soltarte y dejarte ir — dice suavemente.
Su voz ha disparado un corto de electricidad por mi cuerpo, aún no sé si es por lo que pasó con el auto que apenas estuvo por atropellarme, por su proximidad o por su sentencia de dejarme ir. ¡No! No lo hagas, no te atrevas. Grita una voz en mi interior reflejándose en mi rostro perturbado y desafiante. Siento como su brazo se desliza por mi espalda y se posa en uno de mis brazos imitando el gesto de la otra. Ahora mi mente lo único que puede procesar es el hecho de haber querido ser besada por una mujer, que me expuse y me dejé en total evidencia siendo rechazada por ella. He arruinado el poco avance que hemos tenido dejando en ridículo mis disculpas.
—Ya estoy bien — respiro tranquilizándome, dejando que mi voz al fin salga tras ver como observaba mis reacciones cuidadosamente — Gracias — murmuro ahogada por la humillación que acarrea mi cuerpo ¿Cómo pude mal entendido las señales? Tengo que hacerle caso y alejarme de ella.
—¿Gracias? ¿Por qué? — frunce su ceño sin soltar mis brazos.
—Por salvarme de mi catastrófica muerte.
—Ese imbécil ha pasado demasiado cerca de la acera. Me alegro haber estado junto a ti. ¿Quieres qué nos sentemos en algún sitio hasta que puedas calmarte? — Me suelta quedando frente a mí con su espalda recta y su presencia impenetrable. No puedo evitar sentirme como una idiota frente a ella.
Niego con mi cabeza, más sacando las ideas que hay dentro rondando que negando su propuesta. Tan solo quiero irme. Todas mis dudas alimentadas por las especulaciones, ahora erróneas, de Miroslava han alimentado una pequeña esperanza en mi que ha sido arrollada minutos atrás. ¿En que estaba pensando? Me regaño mentalmente. La pequeña voz dentro de mí se burla de mis acciones. Me cruzo de brazos arropando mi cuerpo, me giro para seguir con mi camino y tomo la decisión de atreverme a cruzar tras ver el tipito verde indicándome que voy a estar sana y salva en mi acción. No corro, pero por mi rapidez estoy a un pelo de hacerlo teniendo en claro que Yulia está detrás de mí pisando mis pasos. Frente a la cafetería nuevamente me volteo para hacerle frente pero enfocando mi mirada en la plaza repleta de niños que aún siguen en su actividad.
—Gracias por el batido y por aceptar mis disculpas.
—Lena, yo… — detiene su frase captando mi atención al escuchar su voz, despegando mi mirada de los pequeños en los columpios para mirarla detenidamente. Sus ojos azules lucen melancólicos, rayando el límite de lo triste cuando se pasa la mano por la boca y parte de su nariz. La noto frustrada, indecisa y apenada. Al parecer todo su control sobre si misma se ha disipado.
—¿Qué sucede, Yulia? — pregunto con irritación en mi voz al no recibir nada de su parte. Solo quiero irme de aquí, desaparecer y zanjar este mal trago que vivo. Tengo que acunar y curar mi herido orgullo que hoy ha sido pisoteado por esta mujer.
—Buena suerte mañana en la noche — susurra.
Dime que esto es una broma. Todo este silencio sin sentido ¿ha sido solo por eso? ¿Esto ha sido todo?
—Gracias — no puedo evitar poner mis ojos en blanco. Me ha deseado suerte en mi primer día oficial acostándome con tipos desconocidos para mí — Adiós, Yulia — Miro una vez más la plaza a un costado de nosotras y giro sobre mis talones buscando mi auto en el estacionamiento de la cafetería.
—¡Hey! — escucho la voz de Oksana saliendo del negocio deteniendo mi huida una vez más — ¿Ya te marchas? — asiento en silencio — ¿Todo está bien aquí?
—Claro — logro gesticular aún sin entender el porqué de su pregunta. Quizás mi silencio deje entrever que aquí la situación es algo tensa pero al girar mi rostro y ver el gesto serio de Yulia mis dudas se esfumaron. Claramente no lo estaba preguntando por mí.
—Lena, aún sigues aquí.
—Si, pero ya me voy a casa. ¿Ustedes? — le respondo a Valjean que ha salido detrás de Oksana.
—Tenemos pensado ir a comer algún lugar ya que mi madre está bajo el cuidado de mi tía. Nos ha dado la noche libre — comenta sus planes mi amiga. Valjean y Yulia se baten a duelos de miradas a un costado de nosotras.
—¿Te unes, Lena? — pregunta Val.
—No lo creo. Mis hijos están esperándome en casa.
—¿Qué tal si les hacemos compañía? ¿Eh? — La verdad es que no estoy tan cansada como para no recibir invitados en casa. Después de todo, mis niños se irán mañana en la tarde dejándome por un mes y medio sola en casa. El hecho de tan solo pensar que toda la noche estaré dándole vueltas a este encuentro me produce escalofríos.
—Ella ha dicho que estará ocupada con sus hijos — la voz de Yulia en medio de esta conversación nos toma a los tres por sorpresa. A mí me ha dejado muda, a Oksana sorprendida y a Valjean… bueno el está hecho una furia.
—Nadie te ha preguntado a ti — Yulia ríe por lo bajo sacudiendo aún más el nido de avispas.
—Tranquilo. Pueden ir a casa si lo desean, pediremos pizza. A los niños les gustara verlos.
—Que no se diga más entonces — dice Oksana — Vamos — le da un golpe en el pecho a su hermano.
—¿Quieres que te lleve? — se ofrece Val dejándome una caricia en mi brazo. Yulia gira su rostro despejando su vista de nosotros.
—No es necesario. He venido en auto.
—Bien. Nos vemos en unos minutos — Sonríe y se aleja sin despedirse de Yulia. No pretendía que lo hiciera pero ha dejado mucho que desear con su actitud teniendo en cuenta que la mujer que está a mi lado ha saludado educadamente esta tarde sin hacer preferencia.
—Bueno creo…
—Cuídese, señorita Katina — se aleja de mi sin más dejándome sola bajo el caliente y oscuro concreto del estacionamiento. Me aferro a la tira de mi bolso mientras la veo marcharse por donde hemos venido. ¿Habrá traído auto?¿Que se supone que hace aquí? Me golpeo mentalmente, eso es más que obvio. Hoy es jueves, su noche con Valya la espera. Me muerdo el labio inferior, ilusa de mí que he esperado por su beso. Siento como mis ojos comienzan aguarse, que idiota soy… estoy enojada conmigo misma por pretender este tipo de cosas con ella. Quiero desaparecer, volver el tiempo atrás. Cambiaría tantas cosas. Limpiando la lágrima con la palma de mi mano que se atreve a salir, suspiro y acomodo mi vestido. Esto es ridículo. No puedo estar así por algo que nunca he tenido ni tendré. Ella ha sido nada, fue nada y seguirá siendo nada.
Nunca había recibido un rechazo. Bueno… si Fyodor estuviera escuchando mis pensamientos me diría que en mi época de la preparatoria han sido años consecutivos de rechazo. Pero mas allá de eso, cuando me he propuesto avanzar en el aspecto del amor, he sido bien aceptada por los hombres. Más allá de mi estatura, he sabido sacarle provecho a las piernas que he heredado por parte de mi madre. Tal vez en los deportes también he sufrido el rechazo de ser elegida siendo una de las últimas opciones para formar equipos, pero el hecho de correr y hacer algo más a la vez no es lo mío. Y Sash me ha dejado marcada de por vida al romperme la nariz con una de las pelotas jugando quemados.
Románticamente hablando, nunca he sufrido del rechazo como he dicho, y eso ha sido gracias a mi seguridad en mi misma y mi avasallante personalidad. En mis primeros años he rechazado a cualquier hombre que se ha interpuesto en mi camino hacia la música, Moscú y los musicales, pero con el correr de los años cosas más importantes se han atravesado e interpuesto por encima de mis planes. Mis hijos, los mellizos. He tenido solo dos novios, oficialmente. Sash y Boris. Ambos desaparecidos de mi vista. El último ya saben su historia, el primero ha decido unirse a la marina, no he vuelto a saber de él. Aún no me he atrevido a desenterrar el secreto que llevo guardado por nueve años. Tal vez lo que ahora necesito es un buen llanto y ahogar todo lo que vengo acarreando conmigo. ¡Detente ahí mismo! Mi mente me alerta gritándome eufóricamente, enojada. Me aferro al volante apoyando mi frente en él, sollozando, con un pie golpeando el suelo del auto, frustrada. Arranca el auto, ve a casa y continúa con tu vida. Tienes a tus hijos, olvídate de ella… ignórala ¡Ahora mismo!
Inhalo profundamente, enfoco mi mirada en el parabrisas, enciendo las luces del auto y lo pongo en marcha. Olvídala, Lena. No volveré a pensar en ella de nuevo, puedo con esto. Soy una mujer madura que ha podido atravesar el abandono de su padre y ahora de su marido. Solo debo concentrarme en mis cosas.
............
Fyodor está sentado en el sillón mirando uno de esos programas donde critican lo que se ponen las estrellas del cine. Su sonrisa burlona por lo que ve se desvanece al notar mi cara apareciendo en la sala.
—Lena, ¿Qué sucede contigo?
No, no y no. No quiero pasar por el interrogatorio intenso de mi amigo gay. No es un insulto, pero ellos tienen su tacto con las mujeres más desarrollado que los hombres básicos que solo piensan en pechos y culos.
—Has estado llorando — me ofrece lugar a su lado y agradezco el hecho de que mis hijos jueguen en su habitación y la visita aún no haya llegado — ¿Ha sido Boris? ¿Ha aparecido? — gruñe molesto.
—No, Fyodor — niego con mi cabeza. Si tan solo fuesen lágrimas por Boris me echaría a dormir y mañana por la mañana el dolor seguiría pero dejándome continuar con mis actividades como ha pasado este último tiempo. Pero Yulia… ella estaría ahí, como lo está ahora en mi mente.
—Dime entonces porque has estado llorando. Eso es difícil en ti, cariño — me dice con su voz suave, sabiendo que así logrará hacerme sentir mejor y sacar información a la vez. Se sienta recto en el borde del sillón dejando el control remoto en la mesa ratona luego de apagarlo, para girarse y observarme con sus preciosos ojos celestes — Sabes que puedes confiar en mí — toma mi mano fuertemente y mi mentón vuelve a temblar sucumbiendo a sus encantos por hacerme hablar. Me aferro a su cuerpo odiándome a mi misma por sentirme tan débil pero el calor humano me reconforta.
—Hoy casi me atropella un auto — es lo único que puede formular mi mente intentando guiar la conversación hacia otro lado.
—¿Qué? — Chilla asustado — ¿Estás bien? ¿Te has lastimado? Déjame verte — me despega de sus brazos y toma mi rostro entre sus manos cerciorándose que no tenga ningún rasguño.
—Estoy bien. Yulia me ha salvado — susurro provocando su ceño fruncido.
—¿Quién? ¿Yulia? — Asiento — ¿Quién es ella?
—Es una mujer que he conocido en el bar.
—¿Una mujer? ¿Por qué la has visto fuera del bar?
—Solo ha sido una coincidencia — decido omitir varias cosas en mi relato, no estoy mintiendo, solo omitiendo.
—¿Qué ha pasado?
—Me ha invitado un helado — sonrió de medio lado. Mujeres como nosotras comiendo helado rodeada de pequeños, ha sido un encuentro extraño — Estuvo bien. No sé porque me lo pidió, o quizás sí.
—Explícate.
—Hemos tenido un mal entendido en el bar y sabes mi carácter. La he tratado mal sin opción a que ella se explicara. Esta tarde me la he encontrado y ha sido mi forma de pedirle disculpas.
—Aceptando una invitación de ella — asiento. Escucharlo de la boca de alguien más me parece un tanto ridículo — ¿Qué hay con ella? — levanto mis hombros.
—No lo sé. Ya no voy a volver a verla — No sé porque le he dado ese tipo de información a él teniendo en cuenta que sabe poco y nada de mi relación con Yulia, pero consigo decirlo como si aquello no me afectara.
—Quizás hay algo aquí que me estoy perdiendo.
Mierda. Me está escaneando nuevamente con su mirada color cielo intentando profundizar más allá de mis escuetas palabras. Me levanto del sillón quitando los rastros de lágrimas y me dirijo a la cocina para que no pueda notar mi nerviosismo. El timbre suena y Fyodor se levanta como un resorte del sillón encaminándose hacia la entrada.
—¡Hola, Fyodor! Tanto tiempo — oigo la voz de Oksana y luego la de Valjean. Como es de pensar, ellos se conocen gracias a Boris y a mí.
—¿Ya ha llegado Lena? Hemos traído pizza — pregunta Val.
—Genial. Ella está en la cocina, pasen.
—Hola pelirroja — me saluda Oksana entrando en la cocina — ¿Cómo sigues? — ella es mujer, sabe que aquí hay algo extraño.
—Bien. Dame un segundo que iré asegurarme que los pequeños se laven las manos para unirse a nosotros.
—Te acompaño — se une a mi encaminando sus pasos hacia las habitaciones sin darme tiempo de negarme. Por un lado agradezco su insistencia por no dejarme sola, pero por el otro solo deseo acostarme en medio de mis hijos en mi enorme cama y olvidar este día de una buena vez.
—¡Tía Oksana! — gritan los mellizos abandonando sus actividades.
—Haz venido — festeja Viktoria abrazándose a su cintura. Oksana deja un beso en su cabeza.
—¿Ha venido el tío Val? — me pregunta ilusionado Aleksandr. Es evidente en sus ojos que la figura masculina le hace falta en su vida.
—Si, pequeño. Está en la sala con una caja enorme de pizza.
—¿De pepperoni? — levanto mis hombros.
—No lo sé, ve averiguar — Aleksandr sale corriendo con Viktoria detrás pisando sus pies — ¡No olviden lavarse las manos! — grito caminando hacia mi habitación para cambiarme la muda de ropa. Esta noche me apetece ponerme unos joggings sueltos con una liviana sudadera.
—¿Qué ha pasado ahí afuera? — me pregunta Oksana desde el marco de la puerta apoyando la mitad de su cuerpo en él.
—¿A qué te refieres? — pregunto acomodando mi pelo en una ligera cola.
—Le gustas, Lena — suspira cruzándose de brazos.
—¿A quién? — comienzo a colocarme los pantalones debajo del vestido, nerviosa por su afirmación.
—¿A quién? — ríe por lo bajo — Oh, vamos Lena. No juegues conmigo al gato y al ratón. Sabes perfectamente que te hablo de la pelinegra generosa que acude a la cafetería.
—Pues no le gusto. Y no volveré a verla — repito el mismo discurso que minutos antes con Fyodor. De hecho, si consigo repetírmelo varias veces seguramente acceda pronto a esa idea.
—¿Hablas en serio?
—Si… ella está fuera de mi alcance. Somos de mundos diferentes — digo tan secamente cómo es posible.
—Muy bien. Tomaré eso como algo extraño y completamente nuevo en ti.
—¿Qué quieres decir?
—¿No es obvio?
—Pues, no lo es para mí Oksana — me doy vuelta ya con mi vestimenta colocada y la enfrento introduciéndola completamente en mi habitación para cerrar la puerta.
—Teniendo en cuenta que ella es mujer, tú ni siquiera te has detenido a pensar en eso, o quizás lo has hecho, pero te tiene tan cautivada que has comenzado a replantearte tus gustos. Has olvidado que la semana pasada has repudiado casi bordeando el odio cuando esas amigas tuyas han caído a la cafetería maldiciendo por lo bajo lo descaradas que eran al pavonearse juntas en público. Ahora, todo este mundo del que hablas, te parece normal. Dime, exactamente, ¿A qué tipo de mundos haces referencia? Porque yo no logro encontrarlo.
Me deja muda, literalmente con la boca cerrada. ¿Qué puedo contestar a eso? Nada. Trago saliva y repaso mentalmente las excusas que he puesto en el día de hoy. ¿Cómo Fyodor ha podido soportar mi rechazo por la gente homosexual? ¿Qué hubiese pasado si le hubiera dado esa oportunidad a mi padre? Cierro mis ojos y suspiro, es lo único que he acertado hacer hoy correctamente.
—No te agobies. Ella tiene más dinero que tu, yo y eso está claro, si es que haces referencia a ese tipo de mundo. Pero ten por seguro, que tiene más dinero que los ladrones, y que la mayoría de las personas de este lado del continente.
—Oksana… ella — niego con mi cabeza. Esa idea no cabe en mi cabeza, no aún.
—¡Lena! Escucha… no tengo un radar incorporado en mi cuerpo ¿de acuerdo? Pero es evidente que esa mujer tiene otros intereses contigo, no lo sé si es así con todas las mujeres o si tu solo eres una sección aparte en su mundo de hombres.
—Es lesbiana — murmuro.
—¿Entonces? ¿Cuál es el miedo? Eres hermosa, absolutamente encantadora. Solo mírate — me toma de los ojos y me voltea para reflejar mi figura en el espejo — Bueno, no es tu mejor versión ahora mismo — logra hacerme sonreír — Pero sin embargo sigues viéndote sexy.
— He entendido tu punto — me muevo de mi lugar frente al espejo zanjando el tema de mi aspecto. El estar mirándome con esta pinta solo remarca que somos polos completamente opuestos y de mundos diferentes. Tengo una visión de mi misma como Psique pidiendo ser raptada por Eros para que me lleve hacia su palacio. Yulia me niega su identidad, pero deseo tanto que se presente en mis noches como lo hacía Eros con Psique que mi excusa de mundos diferentes no sé hasta donde podré sostenerlo.
La noche ha pasado rápidamente. Luego de abandonar la habitación y las curiosidades de Oksana nos unimos a la mesa donde ya todos nos esperaban sentados. He podido esquivar las miradas indagadoras de Fyodor pero no me fue fácil librarme de la curiosidad de Valjean, los Komarov me la ponían difícil. Mis hijos se han portado de maravilla, Viktoria y Aleksandr no han discutido, cado uno se ha mantenido aferrado a los cuerpos de los hermanos Komarov durante la cena.
El problema es ahora mismo, cuando estoy acostada intentando dormir, no queriendo pensar en lo que pasó esta tarde sin darle rienda suelta a mi imaginación. Vuelvo a pensamiento y rechazo sobre la gente homosexual y me molesto por no haber podido pensarlo cuando estuve entre sus brazos suplicándole que me besara hasta descubrir cada rincón de mi boca. ¿Qué es lo que busco en ella? Me ha dejado en claro que no tiene novias, he visto con mis ojos que solo busca diversión nocturna y Valya me lo ha afirmado. Me pongo de costado dejando mi brazo debajo de la almohada. Tal vez sufre de filofobia. Miedo injustificado al amor o a enamorarse. Quizás ella solo elije relaciones imposibles donde nunca podría enamorarse. Estoy divagando demasiado en mis pensamientos, tal vez haya sufrido lo suficiente como para no querer volver a pasar por aquello, o ella solo se está reservando para una mujer y fin de la historia. Mujer que obviamente no soy yo. Mi mente me da el último golpe antes de marcharse a dormir.
Me remuevo en mi cama como una niña caprichosa, molesta e incordiosa. Está de más decir que esta noche soñaré con sus ojos azules.
............
Saludo por última vez agitando mi mano descontrolada aguantándome el llanto momentáneo que quiere sucumbir en mi cuerpo. Mis hijos, mi pequeños bebés de mamá se marchan en su primer viaje solos hacia un campamento donde compartirán nuevas experiencias con otros niños. Quise negarme a la idea de tener que separarme de ellos también, pero Fyodor y mi madre se han puesto en campaña para hacerme reaccionar a tiempo y meter en mi cabeza que ellos merecen despejarse de la asquerosa vida a la cual los estoy sometiendo. He puesto mi resistencia teniendo muy en cuenta que el próximo domingo es el cumpleaños y estarán fuera de casa. Pero mi madre y los tutores que estarán a cargo de ellos me han dejado en claro que podre asistir al campamento para organizarle la fiesta allí o simplemente pasar el día con ellos. Ni siquiera me lo planteo, es un hecho que estaré allí el próximo domingo, quizás el fin de semana entero sabiendo que no puedo darme ese tipo de lujos, pero sé que Unique sabrá comprenderlo. Es viernes y hoy me toca trabajar en el bar teniendo mi primera noche allí oficialmente, las manos me sudan de solo pensarlo. ¿Quién pedirá de mis servicios? Sacudo mi cabeza alejando esos pensamientos, aún no es hora para preocuparme por ello.
Vuelvo a la cafetería donde me han permitido ausentarme unos minutos para despedir a mis hijos en el establecimiento del colegio que no queda muy apartado de donde trabajo.
—Lena — llega a mi lado una desesperada Oksana — Hay un paquete esperando por ti en los cambiadores — siento los tirones que me da mi compañera incitándome a que inicie mi trayecto hasta allí. ¿Un paquete? Eso es extraño. No he encargado nada por correo para que me llegue un paquete, mucho menos al sitio donde trabajo. Camino agarrada de la mano de Oksana y una vez dentro me hace entrega del paquete que guardaba dentro de su locker. Es mediano forrado de un papel color marrón. Puedo ver en la tarjeta mi nombre con una exquisita caligrafía en letra manuscrita Elena Katina. No tiene remitente o la dirección de donde me la han enviado, lo cual es imposible que haya venido desde muy lejos teniendo en cuenta las normas de los correos con los datos personales. La idea de Boris cerca dándome pistas para hallarlo me hela la sangre.
—Boris… — susurro casi inaudible para Oksana que frunce su ceño esperando a que comience mi actividad para descubrir que hay dentro.
—¡Ábrelo por el amor de dios! — me pide mi compañera perdiendo la cordura y paciencia mientras se dirige a la puerta para asegurarse que nadie nos interrumpa.
Abro el paquete y dentro encuentro una caja mediana de terciopelo color purpura. La saco de la caja teniéndola en mis temblorosas manos. Oksana solo le brillan los ojos y asiente con su cabeza dándome el valor que abandonó mi cuerpo para abrir el regalo.
Cuando se aproximan dos bocas consagradas por el amor,
es imposible que por encima de este beso inefable, no se produzca
un estremecimiento en el inmenso misterio de las estrellas.
¿Qué me has hecho?
Es imposible que mi mente no divague hasta encontrar su perfecto rostro a milímetros de mi boca. Qué ironía vivo pensando que podría olvidarla y desterrarla de mi vida sin más, pero ella se empecina a aferrarse a la mía. Tal vez no sea ironía… quizás es, aún no lo sé.
Inspecciono el regalo que tengo entre mis manos tomando ambas cadenitas entre ellas. Es oro blanco, ambas con un claro dije en forma de estrella. ¿Cómo sabe que me gustan las estrellas? Es precioso. Rápidamente me giro mostrándole ambos regalos a Oksana quien no demora en abrir su boca y dar pequeños saltitos en su lugar entusiasmada y feliz por la sorpresa.
—Pónmela — le extiendo la cadenita que colgará de mi cuello.
—Oh, es un precioso gesto. Tiene una L grabada. ¿Quién es?
—¿Cómo dices? — frunzo mi ceño bajando mi mirada hacia el dije una vez que Oksana logró colocármelo. Le doy vuelta a la estrella y allí exactamente como anunció mi amiga, hay una L escrita.
—Pensé que había sido Yulia — solté algo desilusionada — Quítamela — pido inmediatamente.
—Espera… tal vez haya otra tarjeta con el nombre de quién te ha hecho semejante regalo.
Ambas buscamos en la caja más grande pero nada parecía querer darnos una pista. Oksana leyó la nota quitando el papel dentro de la pequeña caja color purpura y pude ver como en su reverso la perfecta caligrafía seguía. Sin dudarlo le quité el papel de las manos y comencé a leer.
He podido observar cómo te gustan las estrellas.
Lindo tatuaje.
Yulia "Loba" Volkova.
Instintivamente rozo la pequeña estrella amarilla que descansa en una de mis muñecas. ¿Cómo ha podido percatarse de ese pequeño detalle?
—Es Yulia… — afirmo con una sonrisa en mi boca.
—No es momento de hablar sobre eso ahora, pero es evidente que está afectando tus días, así sea para bien o mal. Eso lo averiguarás en estos días.
Frunzo mi ceño ¿Afectando mis días? No, me niego a que piense de esa forma. Aún siento la sensación de sus brazos a mí alrededor y la maravillosa tranquilidad que me ha proporcionado con tan simple gesto. ¿Por qué me envió este presente? Ha sido clara al decirme que debía alejarme de ella.
—No sé si quiero averiguarlo — sin más me marcho del cuarto con ambos presentes decorando mi cuerpo teniendo el placer de sentirla cerca.
Menos mal y a Lena no le gustan las chicas, cierto?
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
Nuevamente por estos lados, por esta zona con el mismo objetivo desde un principio: saldar mi deuda. Estoy parada en la misma vereda donde observé por primera vez Bora Bora, solo estoy al otro lado de la calle, a unos segundos del lugar que cambiará mi vida al completo. La luz púrpura ilumina el cartel con las letras indicando el lugar del sitio, y una fila que parece no terminar de jóvenes y no tan jóvenes esperando poder acceder a la planta de abajo a beber un trago o bailar hasta morir. Por un momento, pienso como se puede vivir dos vidas paralelas. Durante el día camarera de una cafetería, por la noche mujer de un desconocido. Madre al tiempo completo. Cierro mis ojos y suspiro, esto solo es temporal y acabará pronto, tan pronto como logre conseguir el dinero.
Cruzo tras mirar hacia ambos lados aferrándome a la tira de mi bolso que cuelga de mi hombro. Pienso que no será necesario mostrarle la tarjeta que me ha dado Miroslava nuevamente al gorila que espera en la puerta. Nos volvemos a ver, y está claro que con la mueca en sus labios que me regala, ninguno de los dos está muy contento de volver a vernos.
—Buenas noches, señorita.
—Buenas noches — asiento. ¿Y ahora qué? — ¿Tendré que volver a gritarte para que me dejes pasar o esta vez simplemente serás educado y dejarás que todo permanezca en paz?
Abre sus ojos y se sorprende por mi rudeza. ¿Quién pensará que en mi mediano tamaño alojo una fiera dispuesta a comerme entero a cualquier gorila? Pues así soy yo, no me dejaré pisotear desde el comienzo.
—Usted ya no pertenece a la clientela. No debe acceder por aquí, pero si así lo desea la dejare pasar — toma la cadena que impide el paso de todos nosotros y espera a que yo le de mi veredicto para proceder.
—¿Por dónde entraré si no?
—Por su zona — habla con obviedad, sin darse cuenta que otro detalle más se ha escapado de las manos de Unique. Silencio, bueno no del todo ya que algunas muchachas se quejan de mi presencia por demorar su entrada.
—¿Dónde es?
—Rodeando el bar. En el callejón hay dos puertas. Usted debe acceder por la negra.
—Muy bien. Gracias — Tal vez nuestro trato comience con el pie derecho de una vez, pero no me confiaré aún.
Camino contra la dirección en la que todos esperan recibiendo miradas raras, desafiantes y algunas desinteresadas. Los hombres en su mundo hablando del último partido de su equipo, de su odioso jefe o de su conquista la noche anterior. Las mujeres criticando la ropa de la muchacha que se encuentra a pocos pasos de ellas en la fila, de chismes sobre una amiga de la amiga, o lo descarado que fue el chico que conoció al no volver a llamarla, por supuesto que las miradas que recibí con ceño fruncido ha sido de la platea popular de mujeres que a mis espaldas seguramente estarán comentando mi vestimenta. No he cambiado en absoluto, sigo con mi tapado negro cubriéndome hasta las rodillas con un vestido negro hasta la misma altura con mangas tres cuartos sin mostrar mucha piel.
El callejón por fin se muestra frente a mis ojos y pido permiso a un grupo de chicos recibiendo sonrisas y halagos. Solo espero que ninguno de ellos me siga tras verme adentrarme en este sitio. No es un mugroso callejón como aparecen en las películas, todo está limpio, no hay basureros mucho menos ratas chillando por ahí. Al final puedo ver entre la oscuridad un portón negro con bastante presencia como para llamar mi atención. Solo hay un foco púrpura sobre mi cabeza, colgando de la pared. Una puerta negra y a su lado a unos tres pasos otra color púrpura, como no podía ser de otra manera. Tomo el pomo de la puerta con mi mano derecha y parece cerrado, pero inmediatamente se abre sola llevándome una nueva sorpresa. Otro gorila, pero de especie diferente al irritante de la puerta de entrada me recibe con su ceño fruncido.
—¿Qué quieres?
—¿Entrar? — frunzo mi ceño como si aquello fuese obvio. Muchos anabólicos le están afectando el cerebro.
—Contraseña.
—¿De qué hablas? — Y con esas simples palabras recibo el segundo portazo en mi cara del mismo lugar. Mal educado. Golpeo incesantemente la puerta, desaforada, loca, histérica por su acción — Vamos, abre — golpeo mis puños seguidamente, como si fuese un juego contra reloj.
—No puedes entrar — apenas puedo ver el perfil de su nariz.
—¿Cómo que no? Debo entrar.
—Aquí todos dicen que deben entrar, pero no sin la palabra. Eso solo indica que no puedes estar en esta zona. Ve hacer la fila como los demás.
—Oye una cosa, Ralph — logro que abra un poco más la puerta al escucharme llamarlo así. No tiene idea que hago referencia a una película infantil — Tu debes dejarme pasar, de lo contrario… — mi voz furiosa es interrumpida brevemente.
—¿Qué pasa aquí? — Miroslava se coloca detrás de mi — Créeme que no querrás meterte con Rumpelstiltskin, Ben — Vaya, pero si la noche está protagonizada por películas infantiles.
—Ella no puede estar aquí. Debe hacer la fila.
—Ella no debe hacer nada, es parte del staff.
—¿La nueva? — Miroslava asiente sonriendo. Si, la nueva — Lo siento. Puede pasar, señorita…
—Katina — respondo con voz firme aferrándome nuevamente a mi bolso.
—Muy bien. Que tengan buena noche. Nos vemos a la salida.
—Claro, hoy te toca a ti pagar el desayuno — bromea Mirka.
—Ni que lo digas — nos cede el paso y mis ojos descubren el pasillo que me llevará a mi lugar durante las próximas noches. Aquí no hay nada extraño para un simple pasillo, pero el simple queda delegado. Las escaleras están cubiertas por una alfombra, ya se imaginarán el color. En la pared cuadros intercalados con lamparas que marcan el recorrido del pasillo. Todo muy lujoso, pero ya nada me extraña aquí.
—Gacela.
—¿Eh? — Miroslava me toma por sorpresa tras llegar al final de las escaleras. Ella va delante de mí, por supuesto. Yo aquí no conozco en absoluto.
—Esa es la palabra que debes decir de ahora en más cuando te la pidan. Recuerda que eres un rostro nuevo aquí.
—¿Por qué todo es Gacela? — pregunto antes de atravesar una puerta, que sorpresivamente nos deja en la sala principal, donde nos cambiamos o descansamos. Ahora puedo entenderlo. Por donde he caminado, dejando puertas atrás es donde tendré que acceder, no he notado el telón.
—Averigua el significado por tu lado. No puedo explicarte todo, Katina. Hola muchachas — saluda a Masja, Keira y dos chicas más que en mi vida las había visto.
—Hola — imito el buen gesto de Miroslava. Ha cambiado bastante en este último tiempo.
—Llegan a tiempo. Tengo un chisme recién salido del horno — dice Keira.
—Cuenta, que no tenemos mucho tiempo — responde Mirka a mi lado. Ya nos hemos comenzado a vestir. Esta vez he decidido traer ropa de mi casa. Un vestido color crema con un escote generoso, pero sin rozar lo vulgar.
—He llegado una hora antes porque no tenía nada que hacer. Y tras entrar aquí, Valya entró a los pocos minutos hecha una furia.
Reconozco que al solo escuchar su nombre los vellos de mis brazos se erizaron.
—¿Qué hay con eso? — pregunta mi compañera a mi lado, mirándome con su ceja levantada y esa sonrisa sabelotodo que guarda solo cuando tiene las de ganar o corre con ventaja. Ella sabe algo. Estoy segura.
—¿Qué hay con eso? — repite Keira oyendo su voz más cerca. Miroslava susurra "Buena elección". Me guiña un ojo y vuelve a la sala con su atuendo. Yo solo bajo mi mirada y observo mi vestido. ¿No será mucho? El espejo muestra una Lena nueva, jamás vista. Atrevida, con fuego en los ojos pero con miedo a la vez. Lo aliso con ambas manos, suspiro y sigo los pasos de Mirka.
—¿Por qué han discutido? — llego con la historia ya empezada. Me he perdido el nuevo protagonista que se unió.
—Por haber venido en vano.
—Pero ella trabaja aquí esos días. Si no está, debe atender el bar de todos modos.
—Eso fue lo que le dijo.
—¿Quién? — pregunté, admirando mi osadía por meterme en su conversación. Aún no me llevaba muy bien con Keira.
—Unique. ¿Acaso no oyes? — prácticamente me ladró, y aún no se su motivo. No sé si es así de nacimiento, o solo por malos acontecimientos que le suceden durante el día. O solo por ser… la nueva.
—¿Qué hace aquí hoy? — pregunta Miroslava y yo recibo el gesto de Masha invitándome a que tome asiento a su lado con una enorme sonrisa. Prefiero eso a los malos tratos de la flacucha que relata la historia.
—Hoy si vendrá — responde dando por hecho que todas entenderemos de quien habla.
—¿Quién vendrá? ¿De quién hablan? — le susurro a Masha temiendo por el par de morochas si me escuchan.
—Yulia — trago saliva. ¿Hoy vendrá? ¿A qué? — Anoche no vino, lo cual ha cambiado el día al parecer — sube sus hombros restándole importancia, pero el gesto que tiene para conmigo a continuación me saca de mi eje. Ella toma mi mano, le da un leve apretón y me sonríe. Ella también sabe algo que por razones que desconozco, yo estoy ignorando.
—¿Yulia? — pregunto pero mi curiosidad se ve interrumpida por la puerta mostrando la figura de Valya. Su rostro permanece serio, no hay muecas de alegría o un simple buen estado de ánimo. Las cosas se han puesto malas realmente.
—Se acabó el recreo muchachitas, hay que ponerse a trabajar que el bar ya está lleno — camina hacia la barra y toma del trago que se ha preparado Miroslava dejándole una palmada en su espalda. Mirka solo le sonríe y asiente con su cabeza, como una especie de saludo — Katina… — me llama y solo atino abrir mis ojos y asentir muda — Hoy estarás de mi lado. Unique me ha pedido que te ayude con las cosas que no comprendas.
—De acuerdo — me paro de mi asiento seguida por Masha.
—Evita meterte con ella — susurra en mi oído quien estaba sentada a mi lado, dejándome un apretón en mi hombro para salir junto a las chicas.
—Andando — habla Valya chasqueando sus dedos, apresurándome.
........
—Una cerveza.
—De inmediato — respondo. La noche ha marchado bien. Todavía nadie se ha atrevido a pedirme una noche, y lo agradezco aunque para mi bolsillo no sea muy positivo. De todas formas aquí me pagan por atender el bar, el cliente es solo propina. La táctica sobre concentrarme solo en mi lado de la barra me funciona y estoy aliviada porque me siento a salvo. ¿De qué? Mejor dicho ¿De quién? De ella. Teniendo en cuenta las manecillas del reloj hace dos horas y media que está sentada junto a Pavell platicando con su grupo de amigos en los sillones frente a mí.
—¿Cómo te llamas?
—Lena — le tiendo el ticket de su bebida y él me paga inmediatamente — ¿Y tú? — me atrevo a conversar con él tras ver como los ojos de Yulia se posan en nosotros. Ni siquiera sé porque mi interior me empuja hacer esto.
—Bryan — responde dándole un largo sorbo a su cerveza — Hoy es viernes. ¿Tienes planes al salir de aquí? — frunzo mi ceño. ¿A qué va todo eso?
—Marcharme a casa. Hoy he tenido un día lago y mañana sigue — respondo limpiando el espacio donde preparamos los tragos debajo de la barra.
—Me imagino. Yo en unas horas debo marcharme a las afueras por unos asuntos de trabajo.
—Pero si mañana es sábado.
—Lo sé — levanta sus hombros con una sonrisa de derrota — Pero debo ganarme la vida si quiero que mi esposa siga a mi lado.
—¿Eres casado? — asiente y vuelve a beber de su cerveza. ¿Qué hace aquí?
—Llevamos dos años, pero parecieran veinte. Yo la amo, pero ella… no lo creo.
—¿Por qué estás con ella entonces? — niega con su cabeza y siento pena por él, aún sin conocerlo siendo un completo extraño para mí — Sabes que no le hará mucha gracia que estés aquí ¿cierto?
—Eso lo tengo en claro, pero he venido con un amigo. Él me ha traído y la verdad es que no se qué hago aquí. Estoy muy cansado — se pasa su mano derecha por detrás de su cuello, dejando en claro su cansancio.
—¿Sabes que lo pasas aquí? — me sonríe y asiente.
—No es la primera vez que vengo. Y nunca te he visto.
—Sí, soy la nueva — sonrió al recordar todas las veces que me han llamado así.
—Eso ha quedado claro — me devuelve la sonrisa — Ya has… — me señala a mí y luego comienza a mover su dedo índice en círculo, haciendo referencia a nuestro alrededor. Suspiro.
—Aún no — Abre sus ojos y vuelve a tomar un trago.
—Si tú quieres… yo… bueno. No lo sé — comienzo a reír y debo decir que mi risa no es un canto de ángeles, es más bien llamativa debido a mi potente voz. Acción que llama la atención de lo que nos rodean, incluyéndola a ella que puedo observarla por encima del hombre de Bryan.
—¿Realmente crees que podrás? Acabas de decirme que amas a tu esposa.
Él niega con su cabeza. Después de todo quedan hombres buenos.
—Pero tampoco quiero que tu noche sea un fracaso.
—No te preocupes por mí. Deberías de ir a descansar, con tu esposa antes de emprender viaje.
—Debería, pero ni siquiera sé si está en casa esperándome — el silencio nos invade y yo observo el gesto del hombre que tengo frente mío. ¿Por qué una mujer desperdiciaría algo así? Debe tener sus defectos como cualquier ser humano, pero la ama y eso a veces es más que suficiente.
—Oye… — sube su cabeza conectando su mirada con la mía — Tengo una idea. Tu lograrás relajarte y yo dejaré en claro que no he fracasado en mi primer noche.
—Pero yo no quiero hacerlo… lo siento — toma mi mano izquierda con la suya. Está caliente, muy.
—No hablo de eso — niego con mi cabeza sin quitar mi mano de allí — Si aceptas puedo hacerte masajes y bueno… aquí afuera parecerá otra cosa.
—Pero no te dejarán hacer eso.
—Claro que sí. Nadie sabrá que solo son masajes. ¿Qué dices? — noto como duda y mira sobre su hombro buscando claramente a su amigo — Si no te parece bien, no hay problema. Solo decía.
—Bueno… unos masajes me vendrían bien. ¿Crees que estás capacitada para tocar mi cuerpo? — ambos volvemos a reír.
—Intentaré estar a la altura.
—Entonces es un completo sí — sonrió y palmeo su mano.
—Has tomado la mejor decisión de esta noche.
—¿Qué puerta es? — pregunta dándole el último sorbo a su cerveza levantándose del asiento.
—Puerta 3.
—Perfecto— se acomoda el cuello de su camisa — Iré avisarle a mi amigo por si quiere irse y en unos minutos estaré golpeando tu puerta.
—Tranquilo, te estaré esperando. De lo contrario tienes la libertad de entrar y esperarme cómodo. Solo no develes nuestro secreto.
—Será nuestro secreto— me guiña un ojo y se aleja en dirección a sus amigos, quienes están sentados espaldas al grupo de Yulia.
Me muerdo el labio y sonrió nerviosa. Pensé que esto sería torturante, pero no todos aquí son como aparentan. La propina no será la misma seguramente, pero algo en mi me pide que lo ayude y le brinde mi tiempo para que se desahogue y escape unos minutos de su realidad.
—Me retiraré — le comunico a Valya que se encuentra sentada frente a la caja registradora.
—¿Te tomarás un descanso? — niego con mi cabeza.
—Han pedido el trago Gacela.
—De acuerdo. Tienes una hora, hora y media como máximo — Asiento. Aquello me parece poco pero teniendo en cuenta cómo funciona esto, no me puedo pasar la noche solo con un cliente — Ve.
Me saca de mis pensamientos y solo me marcho de allí dándole un último vistazo al bar. Todos están en su mundo. Miroslava no está, en la barra solo se encuentra Masha conversando con Pavell y Keira atendiendo a dos mujeres. La música fuerte como siempre, y unos ojos penetrando mi nuca. Sé que es ella, se que está esperando que la mire pero no sé si quiero hacerlo. Creo que no estoy preparada para recibir su mirada sobre moral y ética recordándome que estoy casada, como se lo ha dejado en claro a Valjean en la cafetería. Pero es más fuerte que yo y tras dar un barrido general con mis ojos al lugar, se posan sobre ella. Tiene su gesto serio, desafiante. Yulia me mira con su semblante serio negando con su cabeza levemente, yo abro la boca pero la cierro rápidamente, de aquí no podría oírme pero frunzo mi ceño molesta. ¿Quién es ella para decirme que hacer y qué no? Doy unos pasos hacia atrás y ella demostrándomelo con acciones en su cuerpo se pone en alerta. No quiere que entre a la sala de descanso, no ahora que ve como Bryan pasa por delante de ella regalándome una sonrisa y perdiéndose detrás del telón.
—¿Necesitas algo? — la voz de Valya provoca que rompa mi conexión con Yulia.
— Si — Asiento y vuelvo a mirarla. Ella se desprende de su trago y se levanta de un salto del sillón. Solo puedo sentir miedo y adrenalina correr por mi cuerpo. Por primera vez en mi vida, y me temo que no será la última, me siento una cobarde y tecleo rápidamente el código de 4 números en el pequeño aparato dándome el permiso para entrar. Yulia apresura sus pasos pero al parecer Valya tiene de las suyas para frenar su acción. Me da tiempo para tomar mi bolso y correr fuera de la sala, hacia el pasillo para perderme en dentro de mi espacio. El Pitido de la puerta vuelve a alertarme y su cabellera negra me deja sin respiración. Como si fuésemos el gato y el ratón, abro la puerta y camino con ritmo apresurado hasta llegar a mi puerta. El camino se me hace eterno, como esos pasillos que soñamos y se hace infinito, clara muestra de inseguridad.
—Lena… — mi nombre en su boca se siente bien. Me detengo helada por su tono utilizado. Giro mi cuello y la puerta mostrando el número 3 está a mi lado. Solo tengo que tomar el pomo, abrir la puerta y entrar para empezar la nueva etapa en mi vida. Hago las dos primeras cosas sin dificultad pero tenerla a ella a mis espaldas es como si un ancla estuviese aferrada a mis tobillos imposibilitándome el hecho de avanzar con mi decisión — No… — sentencia al mismo tiempo que doy mi primer paso hacia mi sala. Cierro mi puerta. Esto no me puede estar sucediendo.
—¿Todo bien? — la preocupación invade el rostro de Bryan que me espera sentado en el sillón de dos cuerpos.
—Si. Ven… por aquí — indico el camino hacia la cama con mi mano temblorosa. Solo daré un masaje, pero mis nervios no son por eso, sino por lo que dejé en aquel pasillo.
—Me sacaré la camisa si te parece bien.
—Tendrás que hacerlo si quieres recibir mis masajes — suspiro intentando alejar todos los fantasmas. Solo será un masaje.
—¿Segura te encuentras bien? — vuelve a preguntarme tomando posición boca abajo sobre la cama. Ha sido muy caballero al quitarse los zapatos y dejarlos a los pies de la silla, donde su camisa descansa prolijamente colgada. ¿Acaso puede ser más perfecto?
—Todo está bien, ya deja de hacerte problema — Respondo dirigiéndome a su lado con una crema que siempre llevo en mi bolso — Espero que no te moleste el olor, es una crema que siempre llevo conmigo.
—¿Con olor? — Levanta su rostro de la almohada.
—Tranquilo, pero tendrás que darte una ducha si no quieres llegar con olor a flores a tu casa — le sonrió tranquilizándolo.
—Eso es un hecho. No creo que crea el cuento de haber estado trabajando en una floristería.
—Permiso… — digo antes de ubicarme a horcajadas sobre su parte baja de la espalda — ¿Te molesta aquí? — Toco su cuello y recibo un gemido de dolor — Estás muy contracturado… deberías sentir estos nudos.
—¿Tu podrás desatarlos?
—Haré lo posible, señor — bromeo y él me lo permite — Puedes dormir si así lo deseas. Yo te avisaré cuando termine.
—Ni hace falta que lo digas, tus manos son muy suaves y delicadas, Lena. Todo un placer.
—Entonces, no pierdas tu tiempo y hazlo.
Fueron las últimas palabras que cruzamos durante la hora que estuvo compartiendo conmigo. Reconozco que aquello me vino bastante bien. Ha sido un tiempo para mí misma también a pesar de estar con otra persona. Yulia. Aún me siento molesta con ella. Piensa que podrá ir detrás mío acosándome, diciéndome que hacer, y caigo en la realidad de que su posesión desmesurada sobre pasa mis limites. ¿Qué puedo hacer? ¿Debo evitarla o solo amoldarme a la idea de tenerla merodeando siempre a mi alrededor? Soy una mujer adulta, con pensamientos propios y poder de decisión, por el amor de Dios… ¿Qué se supone que debo hacer con ella?
Dirijo mi mirada hacia la puerta que descansa a pasos nuestros. No creo que siga en el pasillo esperando por mi. Frunzo mi ceño ¿Cómo sabe la contraseña de nuestra sala? Ya es la segunda vez que interrumpe en nuestro espacio y la primera vez lo he pasado por alto.
—Bryan — murmuro sacándolo de su sueño — Ya es hora.
—¿Ya? — balbucea y yo solo puedo reír.
—Al parecer te lo has pasado bien.
—Pero si solo han sido diez minutos — dice desperezándose.
—No lo creo. Ya se cumplió la hora y media, y no puedo quedarme más tiempo aquí contigo. No me lo permiten.
—Está bien… lo entiendo.
Sin más comienza a vestirse y yo acomodo un poco la cama y guardo las cremas en mi bolso. Son pasadas las cuatro y ya no veo la hora de irme a descansar. No se como lo hacen las demás, tal vez solo tienen este trabajo. En mi caso, no hay cuerpo que aguante atender mi casa, mis hijos, la cafetería y luego venir aquí, sin tener en cuenta que aún debo regresar conduciendo hasta la ciudad.
—Esto es para ti — la voz de Bryan llega a mi lado tomándome por sorpresa haciéndome entrega de un sobre.
—¿Qué es?
—Lo que has ganado por estos increíbles masajes. Sin dudas volveré por ellos — sacude el sobre con su mano incitándome a que lo tome en mi poder — Solo si es nuestro secreto — lo tomo dudosa.
—No hace falta que lo digas.
He encontrado mi mina de oro, sería una estúpida si lo contara.
— Codicioso.
—Todos lo somos, Lena — me guiña un ojo y se marcha dejándome a solas con sus palabras y el sobre. Todos lo somos viendo esta situación, no puedo oponerme a su pensamientos.
Abro el sobre y mis ojos se abren con él. ¿Cómo es posible? Esto es mucho dinero solo por un masaje. Aquí hay más de 1000 Euros. Una vez más el lado bueno de mi persona sale a flote rechazando esta cantidad de dinero. Tomo mi bolso y corro hacia la sala en común dejando mis cosas en mi locker. El sobre aún lo llevo en mi mano derecha pero logrando que se achique en mi palma para que los demás no vean que llevo algo. Salgo de la sala y con mi mirada busco desesperada la figura de Bryan, pero su grupo de amigos no está, mucho menos él. Demonios… no puedo aceptar esto. Me siento sucia aún sin haber hecho nada malo.
—Lena… — giro mi cabeza y busco la voz que me ha sacado de mi intensa búsqueda — ¿Cómo te ha ido? — es Miroslava que está a mi lado bebiendo una botella de agua.
—Bien.
—¿Te encuentras bien? — supongo que lo ha preguntado por mi mutismo. Solo asiento — ¿Has terminado, cierto?
—Si. Iré a guardar unas cosas y volveré.
—De acuerdo. Te espero aquí. Estaré en la caja.
No demoro mucho en avanzar hasta mi locker dejar el sobre dentro de mi bolso, tomar un vaso de agua y volver hacia el bar. No más de veinte minutos.
—¿Te ha ido bien? — pregunto retomando mi puesto detrás de la barra.
—He tenido mejores noches. ¿Qué hay de ti? ¿Ha sido generoso?
—Bastante — no doy más información al respecto.
—Eso indica que te has portado bien. Así se hace, Katina — recibo un empujón en mi hombro. Si ella tan solo supiese…
—¿Qué haces en la caja? ¿Qué hay de…
—Querida, me han dicho que te esperan en tu sala — la voz de Unique me interrumpe.
—¿Cómo dices?
—Te esperan. Y no deberías de demorarte.
Sin más entra en la sala dejando la puerta un poco abierta indicándome que siga sus pasos.
—Hoy estás hecha una maquina, tigre — bromea Miroslava pero a mí no me hace la más mínima gracia. De solo pensar que esta vez no serán masajes se me revuelve el estómago. No podré estirar más el hecho de que estoy aquí por sexo a cambio de dinero.
—Unique… — digo cerrando la puerta detrás de mí.
—Lena, ven — Me llama desde los cambiadores — Ponte esto — me muestra un encaje de una sola pieza, como si fuese un bañador enterizo color negro.
—¿Eh? — frunzo mi ceño sin comprender aún que sucede aquí.
—Póntelo. No sé cómo has ido atender al anterior cliente, pero algunos les gusta que juegues con tu vestimenta. Debes tenerlo en cuenta. Aquí encontrarás varias cosas que ponerte o… quitarte. Ahora apresúrate.
Me deja a solas con la ropa interior que no tengo idea de dónde ha salido o quien la ha utilizado. Debo asegurarme que al menos esté limpia. Intento llevármela hacia mi nariz pero una etiqueta colgando de ella interrumpe mi acción. Es nueva, completamente nueva. Mi boca se abre y cierra como pez en busca de oxígeno. Increíble. Me desnudo y pruebo si va con mi talle. Me calza a la perfección pero no podre salir así.
—Unique… no saldré solo con esto.
—No. Puedes ir con tu tapado negro si quieres.
Camino hacia mi locker y tomo mi saco logrando cubrir solo parte de mis piernas y un poco mis pechos.
—¿Puedo saber quién es? — pregunto antes de abandonar la sala ya con medio cuerpo fuera.
—Volkov. Cuidado — responde seriamente dejándome helada en mi lugar. Ella no se percata de mis nervios, mucho menos de lo que ese apellido produce en mi cuerpo. Abandona la sala y yo no puedo más que aferrarme a la puerta para no caer. Esto es todo. No ha esperado más tiempo, ella quiere tenerme en mi primera noche. Ilusa de mí al pensar que me vería como algo más que una mujer así. ¿Por qué haría eso?
Vuelvo atravesar el pasillo que minutos atrás recorrí. Esta vez completamente diferente, con sensaciones y sentimientos a flor de piel. Me suda la nuca y el nudo en mi estomago crece a medida que se acorta la distancia entre mi cuerpo y la puerta 3.
Volkov.
Tomo el pomo y me quedo viéndolo repasando los acontecimientos vividos con ella el día anterior. ¿Quiero esto? La verdad es que si, con todas mis ansias. ¿Por qué? No lo sé. ¿La deseo? Profundamente. Aunque he dejado en claro que no tendría relaciones con mujeres ¿Por qué ella sería una excepción aquí?. Frunzo mi ceño tras pensármelo bien. Miroslava… ella estaba encargándose de la caja ¿Dónde está Valya? Demonios… me maldigo por no prestar atención a mí alrededor, por estar tan concentrada en buscar a Bryan y no fijarme quien estaba allí. ¿La advertencia de Unique ha sido por Valya? ¿De ella debo cuidarme por meterme con Yulia? Me aferro al pomo. Siento que me estoy metiendo en un problema aún sin hacer nada. Abro la puerta y la oscuridad me impacta. Apenas puedo ver el pequeño foco que ilumina la barra y como una presencia descansa en los sillones.
—No seas timida…
Su voz. Su voz no es su voz y mi mundo tambalea y cae estrepitosamente. Esto no es cierto.
—Pavell… — susurro.
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
— Pasa. No seas tímida.
Mis ojos no me permitían pestañar y mi instinto me indicaba que debía salir de allí inmediatamente, que Yulia no aprobaría que esto sucediese y por extraño que pareciese, yo no quería que ella se enojara conmigo. Tragué saliva, nerviosa aún sin moverme de mi lugar veo como Pavell golpea a un costado de su cuerpo, en el sillón, indicándome que avanzara hacia él sentándome a su lado. ¿Qué más podría hacer? ¿Rehusarme? ¿Salir corriendo? Desde el primer momento en que lo vi pidiéndome aquel trago, averiguando sobre mi vida personal, comencé a crearme fantasías con él siéndole infiel a Boris. ¿Aún seguían esos pensamientos alojados en mi mente? No lo sé, pero no puedo negar que su físico me atrae de una manera insospechada. ¿Debo estar con un cliente de Masha? ¿Debo hacerlo con el hermano de Yulia? No esperaba a este Volkov, en absoluto.
—Muñeca, ¿Te encuentras bien? — me pregunta sacándome de mis pensamientos. Aún sigo parada en la puerta sin intensiones de moverme de aquí. Asiento nerviosa con mi cabeza dibujando una leve sonrisa en mis labios. Pavell clavaba su mirada en mi con voracidad tensando todo mi cuerpo — Ven — vuelve a palmear a su lado y yo solo atino a cerrar la puerta detrás de mí y avanzar hasta quedar frente a él.
—Yo… — balbuceo nerviosa.
—Tu… estás nerviosa — afirma — Pero tranquila, sé que aquí dentro nos manejaremos solo con tus reglas — suspiro. Es bueno que al menos eso lo tenga en claro.
—Si.
—Ahora siéntate aquí y háblame de tu noche. ¿Cómo ha estado? — Aún sigo un poco aturdida por su presencia pidiendo la mía. Él hace un movimiento con su cabeza indicándome que tome de una vez por todas asiento a su lado, no demoro más su pedido. Camino vacilante frente a él rodeando la mesa ratona y me siento aferrando mis manos a las rodillas — ¿Soy el primero? — Niego con mi cabeza — Una lástima… pero eso es bueno para ti ¿no?
—Supongo — susurro.
—¿Quién ha sido el afortunado?
—No creo que sea ético de mi parte develar esa información. Cuidaré de mis clientes así como pretendo que ellos cuiden de mí — me afianzo en mi asiento poniendo mi espalda recta.
—Me gusta eso — asiente sonriente desprendiendose su saco de terciopelo bordo. Exótico.
—Dime… ¿Qué… bueno… — comienzo nerviosa pero aclaro mi garganta y mis ideas — ¿Qué quieres? — abre sus ojos.
—¿Tan rápido? ¿Qué te apresura? — me siento una estúpida y novata, cosa que soy. He quedado como una lanzada.
—Solo nos dan hora y media, y no creo que quieras pasar la noche escuchándome hablar sobre cómo me ha ido en mi primer día.
—Aunque no me gusta tu actitud, debo reconocer que tienes las cosas en claro, pero déjame decirte que conmigo no habrá límite de tiempo. Así que deja que la noche fluya, no tendrás otro cliente después de mi.
—¿Qué hay con Masha?
—¿Qué hay con ella? — me responde con otra pregunta buscando algo en los bolsillos de su chaleco.
—Tu eres su cliente, no me parece correcto que ahora vengas aquí teniéndola a ella.
Esboza una sonrisa burlona, puedo sentir como se ríe de mi en mi propia cara pero él solo atina a negar con su cabeza fijando su vista en la mesa ratona color negro que descansa frente a nosotros sacando elementos que aún no sé a que pertenecen exactamente.
—Yo no soy cliente de nadie. Si esta noche me apetece pasarla contigo, lo haré. Ella lo entenderá, debe entenderlo de otra manera no podría trabajar mucho más tiempo aquí.
—¿Qué hay con Yulia?
—¿Qué hay con ella? — frunce su ceño dirigiendo su mirada hacia mi y comienza a molestarme que todo lo haga tan complejo — Ella solo está con Valya.
—¿Quién te ha dicho eso? — ríe sacando una pequeña bolsita. A penas cubre la palma de su mano — Valya… — susurro siendo consciente de lo que trae en mente. Mis ojos se ensanchan. No lo hará. No aquí, frente a mí.
—Yulia puede estar con quien ella quiera, y no creo que le guste saber que Valya la ha marcado como suya. No te extrañes si mañana golpea tu puerta para tener una noche contigo.
—Yo no aceptaría eso. No estaré con mujeres.
—Eso lo veremos…
—No me obligarán — afirmo.
—Nadie dijo que lo harán… pero la carne es débil, muñeca.
Comienzo a percatarme de los movimientos que hace Pavell frente a mis ojos. Ha sacado un polvo blanco de una pequeñísima bolsa, separando todo en finas líneas paralelas unas con otras. Tres, eran tres líneas en especifico. Aquello no podía ser real. La imagen del perfecto hombre a mi lado cayó a picadas en cuestión de segundos, y ya no me apetecía en absoluto estar allí. La idea de escapar palpitaba en mi mente.
—¿Quieres? — ofreciéndome un elemento en forma de tubo. Negué horrorizada con la situación.
—No lo hagas — pedí tomando su brazo. Él por un momento dudó sobre su decisión alternando su vista entre la línea de cocaína y mi rostro. Se removía inquieto en su asiento, como si aquello fuese más fuerte que él. Y lo era, cualquier persona que caía bajo las redes de ese polvo blanco, se condenaba a una vida dependiente de ella. De la mujer de blanco.
—De acuerdo… — murmuró frotándose su nuca incordioso. Aquel gesto, esa simple insatisfacción desbordando su cuerpo me remontó a tiempos pasados — Dime tus reglas — pidió poniéndose de pie rápidamente.
—No tendré sexo contigo, nada de penetración — su gesto se torna confuso.
—Lo que digas — Estiró su brazo pidiéndome que siguiera sus pasos. Me sorprendió que accediera tan rápidamente, pensando que me desecharía y me iría dejándome sola allí. Rodeó mi cintura con un brazo y me atrajo contra su cuerpo. Su pecho se inflaba a un ritmo inhumano. Con su mano libre recorrió mi cuello y perdió su mano dentro de mi tapado por mi hombro, deslizándolo bruscamente por el torso, dejando mi ropa interior de encaje, la que él había pedido que me pusiese, expuesto a su mirada lasciva.
Ya podía notar como dentro de sus pantalones Pavell ya estaba duro, demasiado duro para su comodidad demostrándome que aquello le molestaba.
—Te queda exquisito — aferra su enorme y caliente palma a mi cuello empujando mi boca hacia la suya — Vamos a la cama… — susurra tras lamerme los labios y mordérmelos. Lo siguiente que siento es como sus manos desesperadas se aprisionan contra mis costillas inmovilizándome momentáneamente sobre la cama, como si no quisiese que escapara de allí. Podía ver como con sus ojos muy abiertos y las pupilas dilatadas, rasgaba la única prenda que tapaba mi cuerpo. La duda sobre cómo reaccionar se asomaba a su rostro, siendo manejado por la necesidad como si supiera que ya es demasiado tarde para detenerse pero recordando que no podría ir mas allá de mi petición.
Me asustaba sentirlo tan violento, o tal vez aquello solo era idea mía. Me asustaba y excitaba a la vez. Tenía mis razones para temerle, después de todo él era solo un extraño para mí. Mis ojos en los pocos años que llevo de vida, jamás habían visto tan espectacular hombre, apuesto, bromista, encantador. Pero Fyodor siempre me advirtió sobre las apariencias, y por más que hubiese fantaseado con él no podía dejar de lado el hecho que minutos atrás él estuviese a punto de consumir frente a mí, sin reparo alguno. ¿Yulia haría lo mismo? ¿Sería igual?
—Aférrate a la cama, Muñeca — murmura sobre mis labios sintiendo como comienza a balancearse entre mis piernas — Lo que sentirás a continuación, jamás lo sentirás con alguien más.
Apenas Pavell había terminado su frase cuando me tomó desprevenida uniendo mis muñecas con tan solo una de sus manos por encima de mi cabeza, hundiéndolas en la almohada, mientras con su boca mordía uno de mis pezones cubriéndolo con su boca. Sentía como su lengua me lamía incesantemente, perdiendo la cordura. Temí, nuevamente lo hice tras sentir como sus piernas inmovilizaban las mías. Con su mano libre deslizó sus dedos por la curva que formaba mi cintura, en mi lateral derecho, provocándome dolor, intentando tapar el que me provocaban sus dientes al morderme uno de los pechos. Ahuequé mi cuerpo en el colchón, queriendo escapar de él pero me era imposible.
—Para… — murmuré incitándolo a que detuviese su acción. Su mano en mi cadera comenzaba a lastimarme al igual que sus dientes. Las succiones y los voraces lametazos, llenaban la habitación al completo como si estuviese muerto de sed y mi cuerpo fuese lo único que le quitara aquella desesperación.
—Eres condenadamente rica — dijo mirándome a los ojos. Su mirada parecía inyectada de furia, de sangre con fuego. En sus ojos vi desesperación, ya no era él.
—Pavell… para...
—Shh… cállate — Supe que aquello se había ido al demonio en el mismo momento en que puso su mano izquierda en mi boca, imposibilitándome el habla para quejarme, pedirle que pare o en este caso, gritar. Lo deseaba, me estaba aterrada, alterada y con miedo… tanto que intenté forcejear el agarre al que me tenía sometida imposibilitando que moviera mis manos, pero me fue completamente absurdo. Me apretaba de tal manera que apenas y conseguía respirar. Mis ojos se llenaron de lágrimas, me habían prometido protección y estaba recibiendo toda esta mierda a cambio. Pude sentir como mis lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, y tras sentir como Pavell dejó de moverse entre mis piernas, supuse que se había percatado de mi estado anímico.
—No… no llores — susurra contra mis labios. Yo solo cierro más mis ojos y rompo en llanto temerosa por su posible reacción — ¡Demonios Elena! ¡No llores! — me grita perdiendo la cordura de la situación — Estás aquí para follar, no para llorar.
Me remuevo bajo su cuerpo y me asombro al sentir como mis muñecas están flojas, con un leve agarre. No lo dudo, me deshago de su agarre y empujo su cuerpo lejos del mío buscando taparme con lo que encuentro en mi camino. Me siento una idiota, una estúpida por creer que podría manejar aquello manteniendo la mente fría, creyendo que manejaría al cliente sin problema alguno.
—Oye… ¿Qué haces? Quédate ahí — veo sobre mi hombro como se apresura a bajarse de la cama y caminar hacia donde me encuentro subiendo el cierre de su pantalón. Ni siquiera me había dado cuenta de ese detalle hasta ahora. ¿Qué demonios pensaba hacer conmigo? Temí nuevamente por mi persona, y en un impulso corajudo, pero estúpido y peligroso para los demás, apoyé la suela de mi zapato sobre las finas líneas blancas que descansaban en la mesa esperando por él. Sin pensarlo las pisoteé derramando todo en el piso alimentando la furia de Pavell.
—¿Qué haces imbécil? — me grita corriendo hacia la mesa y es allí donde escapo de la habitación tres. Lejos de él. Voy desnuda, sin mi ropa interior pero cubierta por mi tapado negro que atiné agarrar antes de mi huída. Corro por el pasillo inyectada de adrenalina y aún sin saber las repercusiones que tendrán mis actos. Empujo la puerta que me da la bienvenida a la sala en común y encuentro a Miroslava cambiándose para, seguramente, marcharse hacia su casa.
—Lena… — dice mirándome sobre su hombro pero sin darme importancia, siguiendo con su propósito de abrocharse la blusa — Eso ha sido rápido, pero es bueno que ya hayas terminado así nos marchamos juntas si eso te parece bien.
No le presto atención, en estos momentos comienzo a sufrir un colapso mental y si no escapo de allí inmediatamente seguramente aparecerán mis ataques de nervios.
—Ey… — Siento su voz preocupada en mis espaldas — Elena… — toca mi hombro pero yo me quito inmediatamente.
—¡No me toques! — grito desbordada.
—¡¿Qué ha pasado?! — un grito peor al mío se interpone entre la preocupación de Miroslava y mi huída. Unique entra hecha un demonio azotando la puerta — ¡Elena! Ya mismo hablas…
—Unique, no creo que sea bueno que…
—Tú te largas — Mirka toma su bolso y me mira impaciente sin saber qué hacer. Debate entre su trabajo y mi estado anímico. No le doy opción a que lo dude, avanzo hasta Unique pasando a su lado ignorándola completamente — ¡Elena! — siento su grito pero la voz se apaga tras cerrar la puerta y volver al pasillo donde minutos atrás corrí desaforada.
Mis ojos se posan en la puerta tres y mis piernas tiemblan. Aún pienso si se encontrará en la habitación juntando el desastre que hice o simplemente se marchó de allí hecho una furia. El hecho de que Unique haya acudido a mi encuentro en la sala me da la señal de que Pavell ha ido con las quejas. Claramente eso ha sucedido.
Nuevamente me aferro a las tiras de mi bolso, como si aquello me fuese a proteger del colapso que estoy a punto de sufrir. Camino… siento ganas de vomitar y como la presión roza el piso. No puedo desmayarme, no ahora… aún tengo que conducir hasta mi casa.
Bajo las escaleras conteniendo el llanto que me he atrevido a mostrar íntimamente con Pavell, pero rápidamente limpio el camino que se ha atrevido a marcar una por mis mejillas. Corro bajando, sin fijarme si alguien viene detrás, o como los ojos del gorila en la puerta se clavan en mi. Se para de su asiento improvisado y me extiende su brazo como si quisiese pararme para asegurarse que todo está bien.
—Ábreme… ya — pido cuatro escalones antes de llegar a su lado. Lo hace sin dudar y el frío se cuela por debajo de mi saco aún sin poner un pie en aquel callejón. Lo miro a medida que voy cruzando la puerta, y solo veo como niega con su cabeza, como si hubiese predicho que yo no estaba hecha para aquello. Aún no sé en qué momento unos brazos me aferraron contra su cuerpo, o como fui tan despistada al avanzar sin percatarme quien estaba frente a mí, esperándome en las afueras de Bora Bora. Temí que fuese él, pero el beso que recibí en mi cabeza me dio la tranquilidad que buscaba en esos momentos.
Su perfume…
—Tranquila… ahora estarás bien.
Suspiro sintiendo como mi respiración se ve afectada cortándose por momentos. No lo pienso, ni siquiera puedo hacerlo en este estado. Me aferro a su delgado pero formado cuerpo y descanso mi mejilla en su pecho inhalando su exquisito y embriagante perfume. Siento como su mano baja por mi espalda y vuelve a subir buscando mi consuelo, mi tranquilidad, dándome la protección que no he tenido allí dentro.
—Yo… yo… — sollozo. Las palabras no me salen.
—No hables. Dame las llaves de tu auto. — niego con mi cabeza aferrándome aún mas a su cuerpo — ¿Quieres quedarte un momento más así? — asiento rompiendo en llanto. Escucho como la puerta vuelve abrirse, pero se cierra rápidamente tras un gesto de Yulia a mis espaldas. Sus brazos me envuelven a la perfección dándome el calor que, teniendo en cuenta la temperatura a las cinco de la mañana, es imposible generar pero ella lo logra.
Tras unos minutos más abrazadas, siento como mis piernas piden piedad recordando que aún sigo completamente desnuda debajo de mi saco. Tomo las llaves que saqué con anticipación en el pasillo antes de bajar por las escaleras y ella toma mi mano alejándome de las llaves.
—Ven conmigo — posa su brazo sobre mis hombros y nuevamente me atrae con su cuerpo levantando las solapas de mi saco — Que querrás enfermarte ¿cierto? — intenta bromear pero yo solo enfoco mi húmeda mirada en mi camino. Si supieras… pienso en la realidad debajo de mi abrigo. Mi cuerpo se tensa y ella parece percibirlo tras detener mis pasos — Elena… — frunce su ceño escrutándome con su mirada. Pero mis palabras están demás al apreciar como sigue el fino camino que marca mi mirada metros más alejados de nosotras. Siento la ausencia de su cuerpo cuando el frío me azota sin piedad y me anuncia su huída.
—¡¿Qué haces?! — veo como Pavell es aprisionado contra la puerta de su auto siendo estampado por un brusco empujón por parte de Yulia. La mejilla de Pavell queda aprisionada contra la ventanilla con las manos en su espalda, como si fuese un delincuente y Yulia la policía.
—Cállate idiota — es lo único que puedo oír antes de que Yulia comience hablarle al oído. Pavell se queda inmóvil en su lugar, sin presentar batalla contra su hermana. Me acerco con la intensión de pedirle que lo deje ir, que no aumente más aquel drama temiendo por las posibles actitudes que pueda presentar Pavell.
—Yulia… déjalo — susurro débilmente. Jamás la había visto en ese estado. Su mirada era fría, como la que me dio la primera noche donde escapé de sus manos y ella pedía que no me marchara del bar bajo la mirada de Unique y Valjean.
—Mira… — tomó la melena de su hermano con su mano derecha incitándolo a que girase su rostro para enfocar su mirada en mi — Mírala — sacudió su cabeza provocando que Pavell hiciera una mueca de dolor — ¿La ves, imbécil? A ella no la volverás a tocar ¿de acuerdo? — lo giró apoyando parte de su pecho en el de su hermano — ¿Has oído? — tomó su mentón recibiendo la mandíbula tensa de Pavell y un leve asentimiento — La próxima vez que lo hagas en mi ausencia te cortaré las pelotas — lo soltó y sacudió su cabeza hacia un costado indicándole que se marchara, sacando el guante perteneciente a su mano derecha del bolsillo de su saco para volver a colocárselo.
Yo solo pude reaccionar y tragar saliva. Definitivamente, no debía de juzgar a las personas por su exterior y el ambiente donde comenzaba a moverme no era el adecuado, teniendo en cuenta que en casa tengo dos hijos que dependen de mí.
—Elena… — me saca de mis pensamientos tendiéndome su mano, esperando a que me decida seguir con mi camino hacia mi auto — Yo te llevaré, si no te molesta — por su forma de hablar afirma aquello pero pidiendo permiso a la vez. Solo atino asentir, solo deseo estar en mi casa, bañarme y colocarme ropa cómoda para dormir.
Solo logro hacer cuatro pasos más, cuando Yulia se detiene y le entrega las llaves de mi auto a un muchacho, pelinegro como ella. Su cara me parece familiar, pero voy tan ensimismada en mis pensamientos que opto por no darle importancia aquello.
—Samir, sígueme — el parece asentir y ella le indica donde se encuentra aparcado mi vehículo. Ella solo tira de mi brazo abriéndome la parte trasera de su Roll Royce negro — Entra — su voz es gruesa, ronca, visiblemente enojada. Yo solo me introduzco dentro de él sin presentar batalla. No me apetece pelear y creo que he visto suficiente sobre su temperamento, pero sorpresivamente no le tengo miedo. Al menos, no como le tengo a Pavell.
—Llévanos a la casa de la señorita, Paul.
—Si, señorita Volkova — veo como la nuca del chofer asiente y por el resto de lo que queda de camino no nos presta atención. Yulia parece molesta, lo está teniendo en cuenta como actuó con su hermano, pero aún no lo sé si lo está conmigo considerando que ahora sabe que me acosté con su hermano, o al menos, eso es lo que ella piensa.
—Yulia…
—No, Elena — tensa su mandíbula despojándose de sus guantes. Quiero explicarle aún sin saber porque, pero no quiero que crea que me he acostado con su hermano. No quiero. Actúa, estúpida. Me pide mi subconsciente pero yo solo logro removerme en mi asiento observándola por el rabillo de mi ojo. Tiene apoyado su codo en el filo de la ventanilla dándole soporte a su mentón, perdida en la ruta que me llevará a casa. Quiero hablarle, quiero decirle que me siento agradecida por sacarme de allí pero no me atrevo hacerlo.
—¿Estas enojada? — susurro enfocando mi vista en mis manos que juegan nerviosas con el lazo de mi saco que se aferra en mi cintura amarrándolo con un rápido pero seguro nudo en el frente.
—Lo estoy.
—¿Conmigo? — sueno como una pequeña niña que ha sido reprendida por su padre tras hacer una travesura.
—No.
Su voz es tan seca y cortante que provoca dolor en mí. Decido callarme y no aumentar su humor de perro, pero ella parece abortar mi idea.
—No vuelvas acostarte con él — gira su rostro clavando su mirada en mi mejilla, buscando claramente mi mirada que sigue clavada en mis nerviosos dedos.
—No lo haré.
—Ni con él, ni con nadie — trago saliva y solo atino a retorcer mis dedos. Su mano se posa sobre mis manos dándole un leve apretón.
—Necesito el dinero.
—Mírame — exige y no me atrevo a desafiarla. Conecto mi mirada con la de ella y siento morir.
—No accederé a ello.
—Si lo harás, al menos que quieras largarte del bar.
—No me largaré si necesito el dinero — frunzo mi ceño.
—Pero si te echarán. ¿Quieres eso? — aparto mi manos de la suya.
—¿Quién te crees que eres para venir a decirme que debo o no hacer? Yo soy responsable de mis decisiones — jadeo molesta y nerviosa a la vez. Aquello me tomó desprevenida.
Siento como el ambiente en el auto se torna denso, puedo palparlo. Ella solo vuelve tensar su mandíbula y cierra su puño apretando una de sus rodillas. Nos fruncimos el ceño mutuamente.
Doy gracias a dios, ya que nuestro viaje no parece durar mucho. El resto del camino lo recorrimos en silencio, aún molestas por el episodio vivido. Mi cuerpo era un remolino de emociones. Pavell, impotencia, miedo, ganas de gritar. Yulia, nerviosismo, tranquilidad y frustración. ¿Cómo una persona podía convivir con tantas cosas en su interior? Yulia prácticamente me estaba sentenciando a mi última noche en aquel bar, dándome a entender que no volvería a trabajar allí.
—Elena… — la escucho a mis espaldas tras abrir la puerta apresurada saltando de mi asiento. Aún puedo oírla maldecir pero ver como mi auto se estaciona en la parada que da a mi garaje me saca de mi obnubilación momentánea. ¿Cómo hemos llegado hasta mi casa? ¿En qué momento le he dicho mi dirección? Mierda.
Siento como su pecho choca contra mi espalda pero el chico pelinegro aparece interrumpiendo su idea de retenerme más tiempo a su lado. Solo me hace entrega de las llaves y asiente con su cabeza despidiéndose de mí.
—Elena… — vuelve a insistir pero yo niego con mi cabeza aún dándole la espalda — Antes que nada, nunca vuelvas a darme la espalda — espeta molesta enfrentándome. Yo solo puedo mirarla enfada. Estoy muy enojada con ella ahora mismo — Segundo, yo no he sido quien te ha follado ahí dentro. Deja de comportarte así conmigo. Y tercero…
—Tu…
—No me interrumpas — dice firmemente — Si yo no quiero que tu estés ahí dentro, no lo estarás — levanta su ceja infundiendo miedo, cosa que no logra. Ya no tiene ese efecto en mí.
—¿Y quién eres tú para impedir que yo regrese? ¿Mi madre, estúpida engreída? — siento que mi alrededor gira en torno a nosotras, pero solo es mi mareo repentino al enfrentarme al crudo frío y a Yulia.
—Quizás, esta estúpida engreída, se crea la dueña de ese bar — quiero abrir mi boca por la sorpresa, pero solo atino a pestañar reiteradas veces pidiéndome mentalmente no perder el control.
—Entonces… la dueña del bar donde trabajo, digamos que… mi jefa, pretendía follarme en mi primer día de trabajo. En mi noche de prueba allí dentro. ¿Qué pretendías? — ataco aún sin bajar mi guardia. La tomé desprevenida, lo sé… me lo demuestra retrocediendo dos pasos hacia atrás sorprendida por mi sentencia.
—Aquel lugar no es para personas como tú.
—¿Por qué me tomas? — frunce su ceño pidiéndome más explicaciones — ¿Me crees una condenada ama de casa que fregará los pisos eternamente? Pues te equivocas… debo salir a ganarme la vida porque el cobarde de mi marido me ha abandonado a mis hijos y a mí, y si no pago mi deuda me quitarán la casa — digo furiosa al límite de la frustración.
—¿Lo haces por eso? ¿Si no pagas te quitan la casa? — tenso mi mandíbula, no gasto energías en afirmar aquello o negarlo, solo quiero meterme en mi casa y olvidar esta noche al completo. De principio a fin. Sin más me doy vuelta y camino hacia la entrada de mi casa buscando las llaves en mi bolso — He dicho que no te atrevas a dejarme hablando sola, mucho menos me dieras la espalda — murmura a mi derecha clavando sus ojos en mi.
—¿Sino qué? — La miro — ¿Me obligarás como lo hizo tu hermano? — muerde su labio inferior y nuevamente levanta su ceja perdiendo la vista en el suelo. Me he pasado, la he cagado por completo — Yo… L...lo siento. No quise de…
—Déjalo así — Me interrumpe — Ten buenas noches.
Intenta alejarse de mi lado pero la tomo rápidamente de su brazo interrumpiendo su huida.
—En verdad lo siento. Y gracias por traerme a casa.
—Todo está bien — toma mi mano, la que mantenía el agarre con su brazo y la aleja de su cuerpo cortando nuestro contacto — Descansa y procura no salir desnuda la próxima vez — besa mi mejilla y se aleja hacia su auto siendo recibida por su chofer que ya tenía la puerta abierta esperando por ella.
Suspiro e introduzco la llave en la pequeña ranura que adorna mi puerta. El calor hogareño golpea mis piernas que han aguantado estoicamente toda la noche. Cierro la puerta detrás de mí y camino sin tomarme el tiempo para apagar la luz que olvidé encendida en la cocina. Mi cuerpo solo quiere tocar el agua de mi ducha y la suave sabana de mi cama. Me despojo de mi saco y me tomo los próximos veinte minutos para mi misma dejando que el agua caliente golpee contra mi espalda y sirva para limpiar los lugares donde Pavell ha posado sus manos o boca. Me siento sucia aún sin haber tenido relaciones con él. Avanzo hasta mi cama tras haberme secado y cambiado. La ausencia de mis hijos se nota, más en momentos así donde deseo tener los brazos enrollados en mi cintura en esta enorme cama. Cierro mis ojos y dejo que mi cabeza, aún húmeda, se hunda entre mis almohadas de pluma perdiendo la noción del tiempo. Su rostro, perfecto, alineado y sereno frente a mi alborotada y deplorable situación. Supo contenerme y brindarme lo que necesitaba sin preguntar los porqués de lo sucedido. Me defendió de su hermano, sangre de su sangre sin saber perfectamente que fue lo que pasó entre nosotros. Solo le bastó ver mis lágrimas y mi actitud tras verlo aparecer para entender que él era el causante de mi llanto.
Suspiro y me muerdo el labio, curiosa y confundida al sentir todo esto por una mujer. ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Volver a ese bar o alejarme por completo? Si me alejo ¿No volveré a verla? ¿Por qué pienso en eso? No dejaré de trabajar solo porque ella lo dice. Me tapo la cara con ambas manos ahogando un grito de frustración pero el sonido de mi móvil rompe las telarañas de pensamientos que se tejen en mi mente. Estiro mi brazo y allí está nuevamente. Podré irme del bar, ella jamás se alejará.
Me ha encantado verte usar el colgante. No dejes de hacerlo.
No es necesario que pregunte quien es, lo sé perfectamente. Pero ¿Cómo lo hace? ¿Cómo tiene mi número, mi dirección sin proporcionarle esa información? Bueno, aquello no es tan loco, después de todo es la dueña del bar donde trabajo. Me da un leve escalofríos, pero acaricio la pantalla de mi móvil donde aún descansa el mensaje de Yulia. Rápidamente guardo su número en mi móvil colocando "jefa" como nombre.
¿Debería comenzar a temer por toda la información personal que tiene de mí? ¿De dónde ha sacado mi número, señorita Volkova?
Me muerdo el labio nerviosa por los mensajes que he decido continuar. Recuerdo que aún sigo molesta pero su mensaje me dificulta el trabajo.
Un mago nunca revela el secreto de sus trucos. ¿Comenzarás a tratarme de manera formal nuevamente? ¿Debo hacerlo yo también, señorita Katina?
Sonrío y creo que también rio al salir un pequeño gritito de mi boca.
¿Es mago o maga? Pensé que era dueña de un bar. No debo tutear a mi jefa, no si quiero conservar mi trabajo. Usted, sin embargo, puede tratarme como le guste. Soy una simple empleada.
Me siento una adolescente manteniendo las primeras conversaciones nocturnas con un chico, en este caso chica, que me interesa. En momentos así pienso que ha sido de mi relación con Brody. ¿Lo amaba? ¿Lo amo? Tal vez su partida ha sido lo mejor para mi vida, no para la de nuestros hijos, pero inconscientemente siento que he avanzado mucho de un tiempo hasta ahora no pensando o culpándome por su huida. Su alerta vuelve a sacarme de mi burbuja, provocando que abra mis ojos. Me siento muy cansada.
Creo que puedes hacerlo mejor que eso. Mañana tómate el día libre, conmigo si es posible. Pasaré por ti para el almuerzo. Descansa.
Cierro mis ojos sonriendo. Si duermo pronto, la hora del almuerzo llegará rápido.
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
—Iré yo misma — sentencié segundos antes de estacionarnos frente a su casa. Paul me observó con su ceño fruncido asegurándose de que no estaba bromeando o que mi cabeza funcionaba bien a pesar de tener en cuenta la hora en la que me he levantado hoy. Abro la puerta y saltó fuera de mi Roll Royce, mi pequeño príncipe. Lo amo.
Camino a paso firme, con seguridad vistiendo una camisa blanca con unos pantalones negros ceñidos a mis piernas, la simpleza de los colores en mi vestimenta hacían resaltar aún más mi cara y ojos azules. No hizo falta que tocara el timbre, ella se me adelantó abriendo la puerta de su casa tomándome por sorpresa. Verla allí, de pie, con diminuto vestido blanco haciendo caso a mi petición cuando la he llamado hoy en la mañana, fue como caerme de bruces contra el piso reiteradas veces. Lucia increíble.
Me detuve, excitada por tan solo verla y observé sorprendida a la mujer que llamó mi atención desde el primer momento en que la vi. Nunca había visto un pelo tan rojizo. Lo tenía brillante, acomodado hacia atrás gracias a las patillas de sus anteojos de sol, siendo acompañado por sus particulares rizos. Lo tenía largo, tanto que lograba taparle parte de sus pechos siendo en la punta decorado con un degrade uno o dos tonos más claro que su color natural. Si fuese por mi, le diría que se quite aquello, le queda hermoso, pero me gustaría aún más verla al natural.
Apreté mis manos y contuve el impulso de tocarla y acabar con todos los planes que nos esperaban durante la tarde y si accedía, tal vez noche. Carraspeó su garganta y eso me hizo entender que mi escrutinio la estaba haciendo sentir incómoda.
—Elena, te ves encantadora.
—Gracias. Me has dicho que me vista con algo cómodo pero un poco formal, solo he encontrado este vestido blanco.
—Estás perfecta, y me alegra que hayas accedido a ponerte un traje de baño.
—Si. Pero ¿Qué hay con tu vestimenta? Creo que quedaré fuera de lugar.
—Oh, no. No le hagas caso a lo que llevo, así estás perfecta — me asiente dudosa pero toma su bolso y sale de su casa. No me ha invitado a pasar, yo tampoco me invitaría si fuese ella.
—¿Dónde iremos? — pregunta cuando abro la puerta del auto para que entre.
—Es un almuerzo de negocios — abre sus ojos dudosa, queriendo escapar de su asiento — Pero lo es para mí, para ti será diversión… lo prometo — me siento a su lado cerrando mi puerta sin chances a que se atreva abandonarme — He querido cancelar esto pero me lo han imposibilitado, y no quería suspender mi encuentro contigo, eso está claro. Solo me tomará una hora como mucho, prometo no dejarte sola.
—Pero… — me mira dudosa — ¿De qué es la reunión? — Niega con su cabeza — Se que de negocios, pero ¿Qué tipo de negocios?
—No seas tan curiosa, eso no me agrada.
—Lo siento.
—Solo te sentarás a mi lado, comeremos y después nos marcharemos si lo estás pasando mal.
—¿Sueles ir siempre acompañada? — suspiro y junto paciencia para despejar sus dudas aunque no me hace la más minina gracia.
—No.
—¿No? — me pregunta confusa.
— No, Elena — respondo seca y cortante, lo suficiente para que deje de preguntar —¿Cómo has pasado la noche? — rompo el silencio que mantuvimos por unos diez minutos.
— Bien — Me responde con serenidad sin mirarme — ¿Y tú?
Poso mis ojos en su perfil y lo recorro sin piedad alguna, ella mantenía su atención fija en el asiento de Paul. Sentía como mi corazón se aceleraba dentro de mi pecho y el estómago se me endurecía, solo por mirarla. Me sentía torpe, débil y hecha un lio.
— Bueno, no la he pasado tan mal como tú — respondo con cierta verdad. La realidad es que la he pasado asquerosamente mal tras imaginarme a Elena con tipos en la cama, con mi hermano más precisamente — Pero he demorado más de lo habitual en encontrar el sueño. Pero estoy segura que hoy será distinto.
Asiente con su cabeza y sonríe, pero creo que ella aún no tiene idea de lo que estoy hablando. El auto se detiene por unos segundos y Paul me hace seña para que baje unos segundos. Muevo mi cabeza hacia la ventanilla y niego mordiéndome el labio. Esto no estaba entre mis planes.
—Espera aquí un momento — solo asiente y yo decido bajar a solucionar un posible problema.
—Hermana, ha llamado Simmons avisando que lo ha encontrado.
—¿Dónde? — pregunto haciendo caso omiso al hecho que esté averiguando quien se encuentra dentro de mi auto. Tomo mi móvil y marco el número de mi detective.
—No me ha dado información, me ha dicho que solo lo hablara contigo — negué con mi cabeza fastidiada, el hecho que se me haya escapado de las manos complica todo mis planes.
—Simmons ¿Qué tienes? — pregunto tras escuchar su voz. Me alejo lo suficiente como para que solo yo sea protagonista de esta conversación.
—La información suficiente como para proceder.
—¿Tienes la localización exacta?
—Así es — el alma me vuelve al cuerpo. La mejor noticia del día, sin dudas será la mejor.
—¿Irás al almuerzo a beneficio?
—Si. Estoy terminando con unas llamadas y me encaminaré hacia allí.
—Perfecto, allí hablaremos tranquilos. Nada de mensajes mucho menos llamadas, ya lo sabes.
—Soy detective, Yulia. Déjalo en mis manos, nos vemos pronto.
Sin más corto la comunicación y vuelvo hacia donde se encuentra mi hermano con Paul y Samir.
—¿Qué hace esa puta en tu auto? — tenso mi mandíbula y me reservo las ganas de golpearlo directo en su cara.
—Pensé que anoche había dejado las cosas claras para ti.
—Ni siquiera me la he follado, la imbécil ha echado a perder casi una bolsa entera.
—¿Eres imbécil? — grito empujándolo, provocando que caiga de bruces contra el suelo de tierra, donde nos hemos estacionado brevemente. Quiero matarlo y comérmelo con mis propias manos. Siento rápidamente las manos de Samir a mí alrededor impidiendo que siga avanzando en contra de Pavell.
—¿Por qué? — se levanta sacudiéndose el traje lleno de tierra.
—¿Te ha visto? ¿Ha visto como sacas perfume de tu bolsillo? ¿Lo has probado?
—No me ha dejado, me pidió que no lo hiciese frente a ella — grito furiosa por la estupidez que ha cometido mi hermano frente a Elena.
—Eres un imbécil, aún no sé porque permito que sigas a mi lado maldito estúpido. Debí dejar que hicieran lo que quisiesen contigo, no debí salvarte. Complicas todo ¿entiendes?
—Cálmate, Yulia — me pide Samir.
—¿Qué me calme? — pregunto histérica, irónicamente.
—Si. Yulia nos está observando desde su asiento — suspiro y vuelvo a mi papel teniendo todo bajo control.
—No he terminado contigo, Pavell — lo apunto — Si las cosas salen mal, no te salvarás de ésta — sin más regreso hacia el auto bajo la atenta mirada de Yulia.
—¿Qué ha sucedido? ¿Te encuentras bien? — su preocupación es real, tan real que casi puedo palparla.
—Todo está bien — sonrió — ¿Tu lo estás? — frunce su ceño confundida.
—Si — se acomoda en su asiento y vuelve su vista al frente.
—Arranca, Paul. Ya no vuelvas a detenerte — sin más emprendemos viaje dejando la ciudad atrás.
La conocida electricidad entre nosotras volvió hacer acto de presencia, con muchas más intensidades que las anteriores veces por lo furiosa que estaba yo y lo curiosa que se había puesto ella.
—¿Qué sucede? — pregunto tomándola del brazo tras bajarnos del auto. La hora que pasamos de viaje yo lo hice entre llamadas y silencios, dejando en claro que no me apetecía en absoluto entablar una conversación con ella en esos momentos. Mi mente era un caos.
—Tu.
—¿Yo? — frunzo mi ceño y acaricio su brazo. Ella se suelta de mi agarre y se aferra a la tira de su bolso, ese gesto tan particular que tiene. Inmediatamente siento como mis hombres nos rodean y nos dan luz verde para adentrarnos en el espacioso lugar donde se realizará el almuerzo al aire libre.
Verla tan distante me ponía furiosa pero a la vez me excitaba a niveles insospechados. Puse mi mano en su espalda incitándola a que avanzase casi delante de mí. Deleitar mis ojos con su parte trasera era una revelación. Tenía buen cuerpo, no el de una modelo pero lo suficiente para cautivar mis ojos. El pequeño vestido blanco hacia resaltar su cintura y largas piernas, teniendo en cuenta también su lechosa piel que brillaba bajo los rayos del sol. Me sentía tentada de agarrarle nuevamente aquellos mechones de pelo que bajaban por su espalda en forma de rulo. Por muy furiosa que estuviera comenzaba a desearla. Demonios.
—Debes colocarte protector solar. ¿Lo has hecho? — Me niega con su cabeza aún manteniendo su silencio — Hazlo — vuelve a negar — Elena — advierto.
—No estoy de humor para tus exigencias, Yulia.
—Yo puedo hacer que lo estés.
—No me interesa.
Pestañeo seguido tras oír su sentencia y siento como los ojos de mis hombres se posan en mí. Hago un gesto con mi cabeza y ellos se alejan lo suficiente como para darnos privacidad.
—¿No te interesa? — niega con su cabeza a la vez que me coloco a su lado — No me mientas. Nunca.
—Yo no miento. Lamento no ser una más de tus chicas que besa el piso por donde caminas — trago saliva y empuño mis manos. Atrevida.
—No sabes lo que dices.
—¿No lo sé? Por no sentirme atraída por ti ¿no lo sé?
—No es la señal que me has mandado en nuestros últimos encuentros — me giro frenando su trayecto esbozando mi particular sonrisa que muestras mi perfecta dentadura. Ella odia este gesto mío, no mi sonrisa, sino mi egocentrismo y ser perfectamente consciente que me desea tanto como yo lo hago con ella — Es evidente que aquí — nos señalo mutuamente — hay atracción.
—Seguramente lo que diré a continuación no tenga mucho peso considerando mi empleo actual, pero para que me acueste con alguien antes tiene que gustarme o mínimamente atraerme, y tú has quedado descartada desde un primer momento.
—Tiene peso lo que dices desde el momento donde has dejado en claro que no tendrías sexo con tus clientes como parte de tus condiciones.
—Me alegra que lo tengas en claro.
—Somos dos — me frunce el ceño — Yo también elijo con quien acostarme, pero en estos momentos no tengo ánimos mucho menos tiempo para discutir eso contigo.
—Entonces ya somos dos — me acerco un poco más hacia ella levantando mi mano hacia su cara obligándola a que no pueda retroceder hacia atrás rozandole los labios con mi pulgar, sintiendo como parte de su saliva queda adherida a mi dedo. Instintivamente me lo llevo a la boca y saboreo parte de su cuerpo. Deliciosa.
—¿Qué haces? — me pregunta asqueada por lo que acabo de hacer.
—Solo pruebo lo que tendré al final de todo esto — veo como traga saliva y yo sonrío triunfante logrando su nerviosismo.
—¡Señorita Volkova! — el odioso anfitrión nos interrumpe provocando que mis hombres rápidamente se coloquen a nuestro alrededor asustando al hombre calvo.
—Harry — asiento con mi cabeza entregándole mi mano.
—Es un honor tenerla aquí. Su mesa ya la espera.
—Perfecto. Esta vez he venido acompañada. Esta bella señorita se sentará a mi lado, Elena Katina — veo como el hombre se presenta y comienza a besar su culo como es de costumbre cada vez que me ven acompañada. Ella solo asiente con su cabeza y no le da lugar a que investigue mucho sobre su vida personal. Me gusta eso.
—Por favor, síganme — nos pide tras dar algunas indicaciones y yo no dudo en tomar la mano de Elena fuertemente tras sentir como quiere separarse de mí.
—No armes espectáculos aquí — susurro a su oído. Ella parece entenderlo de inmediato y se deja llevar por mí, llegando rápidamente a la mesa y sentarse a mi lado. No puedo predecir cómo se está sintiendo ahora mismo teniendo en cuenta que la mitad de las miradas se están posando sobre ella, pero sin embargo Elena sabe mantener la compostura y a su rostro lo mantiene suave sin alteraciones o nerviosismo.
—¿Quieres tomar algo, Elena?
—No, gracias — Sonrío. Con ese carácter se vuelve aún más apetecible. Cruza sus piernas y el mantel descansa un poco en un trozo de su piel. La forma tan bonita en que se le marcan sus cuádriceps y su culo removiéndose en el asiento me dejan sin aliento.
—Quiero pensar que has considerado lo que te he dicho anoche sobre tu asistencia en el bar.
—No discutiré eso contigo.
—Nadie está discutiendo aquí, pero no quiero volver a verte allí.
—Iré hasta recibir una notificación con mi despido.
—Elena, no sigas por ahí. No querrás encontrarte con sorpresas — frunce su ceño pero mi hermano nos interrumpe.
—¿Has visto con la puta que ha venido Rick? — Me pregunta en tono burlón ignorando completamente a Elena — Oh, lo siento. ¿He insultado a tu raza? — le pregunta a Elena. Aún no entiendo el porqué de su batalla personal con ella.
—Pavell — advierto pero Elena me deja con la boca cerrada.
—¿Mi raza? — Pregunta con prepotencia — ¿Cuál? ¿La que vas a buscar todas las noches al bar? No he notado que te quejes, blanquito.
—¿Quién te ha permitido hablarme, zorra?
—¡Ey, ey! — Interrumpo molesta — ¿Qué dices?
—Lo que has oído.
—Atrévete a repetirlo una vez más — tenso mi mandíbula.
—¿Qué te pasa? ¿Acaso ya se ha metido en tus pantalones? — golpeo la mesa llamando la atención de la poca gente que merodeaba a nuestro alrededor.
—Escúchame, imbécil — rompo la distancia que nos separa quedando de perfil a Elena. Puedo sentir su aliento en mi mejilla — Si no quieres que vuelva apretar tus bolas y patear tu culo, le pedirás perdón de Elena ¿me has oído?
—Vamos, Yulia… ya deja las bromas.
—Te partiré la cara frente a toda esta gente si no lo haces ¿Eso quieres? — paso mi mano sobre las piernas de Elena y llego hasta el brazo de Pavell apretándolo duramente — Responde, mierda.
—Déjalo — Elena coloca su mano en mi antebrazo pidiendo que ceda en el agarre y deje las cosas allí.
—Perdóname, Elena — veo como la mujer que está a mi lado abre sus ojos y yo aflojo el agarre satisfecha.
—Está bien — responde aceptando su perdón pero sin mirarlo en ningún momento — Me apetece tomar algo.
—Claro — ignoramos a mi hermano y de inmediato mando a llamar a un mozo para que le traiga una copa de champagne — Lo siento — rozo su espalda dándole peso a mis disculpas.
—No lo hagas. Es un asunto con tu hermano. No tienes que hacerte cargo de eso.
—Es sangre de mi sangre. Debo hacerlo.
—Solo espero que no seas igual que él — susurra antes de beber un trago de su copa. Sus palabras se cuelan por mi cuerpo debajo de mi piel transmitiéndome un escalofrío. En momentos así me siento muy poca cosa para semejante mujer. Mientras terminaba mi champagne me dediqué hacer sociales, el motivo por estar allí, y le presenté a Elena varias personas importantes para sociedad, para mí no lo eran en absoluto. Era perfecta, ella hablaba en los momentos oportunos y su sonrisa jamás abandonó su rostro siendo completamente educada, pero sé que realmente no la estaba pasando para nada bien. Yo me he portado como una imbécil todo este tiempo, y era consciente del muro de hielo que solía levantar entre nosotras. Eso debía cambiar si quería que mi relación con Elena se alimentase de la forma correcta.
El almuerzo se anunció y dio comienzo a una incesante conversación con las personas que compartían nuestra mesa. Para incomodidad de Elena, Pavell aún seguía sentado a su lado, pero por temas de negocios no podía apartarlo de nuestra mesa. Sé que ella no está prestando atención a lo que hablamos, y lo agradezco más allá de que mis socios sean reservados con lo que dicen. No intento participar en lo absoluto, lo cual me alegré. No pensaba que pudiera surgir algo agradable de aquello.
El momento donde un hombre subió al pequeño escenario que descansaba frente a nuestra mesa llegó, incitándome a que lo acompañase en un discurso. Ella jamás se imaginó que hablaría ese día, sus ojos sorprendidos me lo dieron a entender, y la observé removiéndose en su asiento para sentarse en una mejor posición sin perderme de vista. Yo estaba reclamando su atención, y ella sin lugar a dudas satisfacía mi petición silenciosa.
Saqué un papel doblado a la perfección tras la presentación de Harry y desvié mi mirada de la de Elena, volviendo a mi aspecto inicial, a la Yulia Volkova que todos conocían, la que llevaba las riendas de la situación. Poderosa.
—Como todos los años… — comienzo con mi discurso — el encuentro entre nosotros vuelve a repetirse con el claro fin de recaudar los suficientes fondos para lograr sacar niños de las calles o ayudar a las familias más desfavorecidas — relato mi discurso tomándome casi diez minutos explicando los objetivos que pretendíamos para ese año. Elena no me quitaba la vista de encima, y yo me sentía aún más poderosa, como si aquello fuese posible.
Tras terminar mi discurso, todos se pararon para aplaudir mis palabras tomándome por sorpresa el ímpetu que depositaba Elena en cada aplauso. Los halagos no demoraron en llegar a mis oídos mientras bajaba del escenario y regresaba a mi mesa.
—Eso ha sido genial. Es muy valorable lo que hacen aquí — ni siquiera había tomado asiento cuando mi acompañante me sorprende con sus palabras.
—Al menos lo intentamos — le sonrió.
—Es muy afortunada, señorita — la esposa de uno de mis socios le comenta sonriente a Elena.
—Solo somos amigas — aclaro. No deseo que vuelva a sentirse incómoda.
—Lo soy, y lo sé… créame.
Abro mis ojos, pero sonrío alegre tras sentir el calor de su mano sobre la mía. Aún no puedo creer lo que ha dicho, pero no detendré mi atención en ello. La mujer nos sonríe orgullosa y abandona la mesa junto a su esposo y las demás parejas. El juego de polo comenzará en cualquier momento y muchos de ellos quieren ocuparse de conseguir el mejor lugar para verlo.
—Buenas tardes, señorita Katina — Samir se acerca a nosotros portando su mejor sonrisa. Sé que trae buenas noticias.
—El es Samir Yasinov, mi primo — aclaro haciendo las presentaciones correctas.
—Mucho gusto — ella extiende su mano y Sam no duda en dejarle un beso en el dorso. Si mi hermano fuese un poco así, su puesto a mi lado no correría riesgos.
—Yulia, alguien quiere verte.
—No puedo ahora. No dejaré a Elena sola — me paro de mi asiento y le tiendo la mano a Elena para que nos marchemos a ver el partido.
—Es Simmons — Aquel apellido me hace retroceder en mis palabras y dudar al respecto. Me urge hablar con él.
—Ve, Yulia. Yo estaré bien — escucho su suave voz y busco su mirada asegurándome que no lo dice por compromiso — Quizás, Samir quiera acompañarme en tu ausencia — hace una mueca con su boca, como si no le quedara más remedio.
—Por mí no hay problemas — asegura mi primo.
—De acuerdo, pero volveré enseguida y si quieres nos marcharemos de aquí — Ella asiente y yo me acerco a Samir — Busca las sillas con mi apellido, no dejes que nadie se le acerque ¿me oyes? — susurro en su oído. El solo asiente y asegura a Elena en su brazo encaminándose hacia el infinito campo verde que descansa a un lado de nosotros.
Camino nerviosa hacia el salón donde será la fiesta por la noche. No me es difícil hallarme aquí dentro teniendo en cuenta que parte de esto me pertenece. Sin más me abro camino entre los empleados y me dirijo hacia el estudio oculto que hay en la segunda planta. Como era de esperarse Simmons ya me espera con varios papeles en su poder, dentro de una carpeta negra.
—Señorita Volkova.
—Simmons — ambos nos damos un apretón de manos — Dime que tienes buenas noticias.
—Las mejores — sonríe volviendo a tomar asiento. Yo bordeo el escritorio y enciendo la luz del pequeño velador que decora el mobiliario. Los ventanales que descansan a mis espaldas son lo suficientemente grandes como para que entren los rayos del sol, pero a esta hora de la tarde solo la sombra baña esta parte de la fachada.
—Comienza hablar — tomo la carpeta que me extiende. La abro sin vacilaciones y mis ojos recorren toda la información que ha recopilado para mí. Brillan de satisfacción, regocijo e ilusión. Casi puedo olerlo, puedo sentir su olor bajo mis narices. Te tengo.
—Nos ha estado despistando por diferentes estados de aquí, pero finalmente anoche hemos dado en el clavo. Recibí una llamada desde el aeropuerto de Londres.
—Sí, estoy leyendo esa parte — respondo inmensa en mi lectura.
—Bien. Se ha ido a Leeds, señorita Volkova — cierro la carpeta que hay entre mis manos y le doy un golpe a la mesa, echando hacia atrás mi asiento provocando que golpee contra el ventanal.
—¡Mierda, mierda, mierda! ¡No!
—Cálmese, tal vez…
—Es la segunda vez que me piden que me calme en el día, no se atreva hacerlo usted también — lo apunto furiosa por la información. Él solo asiente y espera a que me calme un poco. Demonios, lo tengo en la palma de mi mano y el desgraciado vuelve a escurrirse — ¿Sabes si se han encontrado ya?
—No. Se ha hospedado con un nombre falso en el motel que le he indicado en los papeles. No ha dado señal alguna en el exterior, eso es lo que me han informado mis hombres apenas dos horas atrás.
—¿Dos horas? — Veo como asiente — Vuelve a llamar. ¿Con que nombre se hospeda?
—Richard Smith — responde tras hacerse de su móvil y proceder con mi petición.
—¿Cómo un imbécil puede escaparse así de mi? ¿Cómo puede salirse con la suya? No ha de ser tan imbécil si logra salir de Rusia bajo mis narices. Por dios santo.
—No ha salido, señorita Volkova.
—Bien. Eso nos da tiempo a traerlo de nuevo hasta aquí. Diles a tus hombres que no lo dejen alejarse de allí mucho menos que se encuentre con personas en ese motel. Es una orden de mi parte — Asiente — Tienen que evitar que se encuentre con los hermanos Petrov. De lo contrario, yo misma me haré cargo de todos ustedes ¿Has entendido?
—Por supuesto, señorita Volkova — escucho como vuelve a llamar a su gente y yo me encamino hacia el ventanal fijando mi mirada en el partido de polo que ya ha comenzado. Allí mismo, frente a una manada de caballos que corre tras una bocha, se encuentra ella, debajo de un árbol junto a Samir. Ella, mi próxima conquista.
—¿Sabes que tengo la carnada perfecta para ese hijo de puta? — le comento a mi detective con una sonrisa socarrona.
—¿De qué hablas? — frunce su ceño y yo solo me limito hacerle un gesto para que se coloque a mi lado, frente al ventanal.
—¿Lo ves a Samir? — veo como busca con su mirada. Asiente rápidamente — ¿Has visto la preciosa mujer a su lado? — vuelve asentir pero esta vez confundido.
—¿Qué tiene que ver esa señorita en todo esto?
—Saluda a su esposa.
—¿Cómo dices?
—Elena Katina, su esposa… — dejo caer — La esposa del hijo de puta que morirá en mis manos.
—La señora Alekseeva — afirma y yo me limito a dejarle una palmada en su espalda con la clara intensión de volver al campo de polo.
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
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Re: THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)
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