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THE BLACKLIST// HEYJUDEE (ADAPTACIÓN YULENA)

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/14/2022, 8:29 pm

Capítulo Doce: Sentimientos

Estar sentada junto a Samir era placentero pero a la vez intimidante. En la hora que he estado a su lado no ha detenido su verborrea intentando hacerme reír con sus chistes malos sobre algunos personajes famosos o con sus historias haciéndome sentir más cómoda. Saqué provecho de aquello, no voy a negarlo. Me enteré que Yulia fue la hija de Oleg Volkov que, en el pasado, fue presidente de una empresa de inversión dejando su incrementado tras varios fraudes. Yulia solo era una niña cuando su padre decidió quitarse la vida tras ser descubierto por su esposa con otra mujer y las consecuencias que acarreaba el ser un estafador.

Pobre Yulia. Un escalofrió recorrió mi espina dorsal de tan solo imaginármela a esa edad, con sus pequeños ojos azules, su delicado pelo rubio, llena de dolor, tristeza, confusión y miedo, o eso imagino. Después de todo no tenemos pasados tan distintos. La muerte de su padre como la internación de su madre debió ser un duro golpe para ella. Tal vez, de ahí derive su duro temperamento.

Su madre aún sigue internada en una clínica de salud mental, y es un detalle que valoro de Samir. Sabe que si Yulia se entera que sé ese tipo de información él no tiene escapatoria de su furia. El estado civil de Yulia me shockeó, aún no lograba procesar su pasado cuando inconscientemente Samir dejó escapar que era casada.

—Elena — su voz me saca de mi mutismo. Se aproxima con una sonrisa despampanante, toma una de mis manos dejando un beso en ella. Mi respiración se entrecorta rápidamente. Con un gesto despoja a Samir de su asiento y se sienta a mi lado.

—Hola — me remuevo inquieta por el hecho de que ella aún sostiene mi mano.

—¿Qué tal el partido?

—¿La verdad?

—Siempre — me responde segura.

—No lo sé. No le he prestado mucha atención.

—¿Qué has estado mirando en mi ausencia?

Fija sus ojos en los caballos que corren como locos siendo guiados por sus dueños. Me ha dicho que nunca le mienta, pero no puedo revelar el hecho de mi desinterés por el polo. No puedo admitir que he estado pensando en ella y en las ganas de tenerla cerca nuevamente. Disfrutaba de su presencia mas allá de que la mitad del tiempo la hiciera rabiar o su carácter me pareciese muy tosco, pero más disfrutaba aquel momento donde ella tomaba mi mano y con su pulgar dejaba una caricia sobre el dorso. Quería saber sobre ella, su intimidad, como se sentía despertar y dormir con ella, quería saber sus gustos, sus miedos, quería estar en sus sueños y ser quien calmase sus pesadillas. Quería colarme bajo su piel y ser el perfume que llevase en su cuerpo durante todo el día volviéndola loca. ¿Casada? ¿Con quién?

—Nada en particular — Logro decir — El hecho de usar animales para algo así no es de mi agrado.

—Del mío tampoco. Pero lo recaudado será destinado para un bien fin y eso es lo que me interesa.

Detengo mi mente en lo que acaba de decir. Volkova, dinero, fraude. ¿Será Yulia igual a su padre? ¿A qué se dedica con exactitud? Una vez más siento su calor en mi mano, esta vez acompañado por su sonrisa.

—Daría hasta lo que no tengo por solo un trozo de tu pensamiento — Oh, no. No creo que te agrade meterte en mi cabeza, Volkova.

El día pasó sin inconvenientes. Yulia no se apartó de mi lado y depositó toda su atención en mí. La tarde comenzó a caer lentamente cuando decidí que ya no había más por ver y era hora de marcharnos a casa, pero con su perspicacia logró convencerme para que me quedara al cierre del evento, en la fiesta que se presentaba en la noche dentro de la enorme casa.

Por supuesto que puse como excusa el hecho de no tener que ponerme, sumándole mi cansancio, pero ella lo tenía todo bajo control dejándome en claro que había una habitación donde podía recostarme a descansar y asearme sin preocupaciones.

—¿Qué harás tu?

—Trabajar en el despacho. Tú encárgate de descansar — Se despidió dejándome en la puerta de aquella hermosa habitación. Me adentré fijando mi mirada en la enorme caja que descansaba sobre la cama. Allí dentro había un perfecto vestido color crema con zapatos haciendo juego. Me mordí el labio para evitar que mi sonrisa se ensanchara en mi cara. Me sentía una princesa de cuentos de hadas. Mi reloj pulsera marcaba las seis en punto, y Yulia volvería por mí cerca de las nueve, con media hora de descanso bastaría para luego prepararme para la fiesta.

A las nueve en punto terminaba de abrocharme la hebilla del par de zapatos que ya adornaban mis pies. Dos golpes, seguros y certeros anunciaban su llegada, sin lugar a dudas permití su acceso con un simple "pase" y su sonrisa me cautivó apenas mis ojos hicieron contacto con su rostro. Radiante, hermosa y elegante. Esas eran las tres palabras que mejor la describían. El vestido color cielo resaltaba sus ojos a la perfección. Me levanté del pequeño sillón individual a los pies de la enorme cama y le devolví la sonrisa presa de los nervios.

—Luces como un ángel.

— Y tu eres mi cielo — solté sin pensarlo tomándola por sorpresa — Digo… por el color de tu vestido — balbuceé nerviosa y ella solo rió por lo bajo.

—¿Ya estás lista?

—Si, solo espera un momento a que me coloque mi colgante — aclaro acercándome al pequeño tocador a un costado de la puerta de acceso a la habitación.

—Déjame hacerlo a mí — susurra a mis espaldas reflejándonos frente al espejo. Puedo ver como devora parte de mi cuerpo y espalda con sus ojos. Siento como la piel se me eriza por donde pasa sus pulgares. Acaricia mi cuello y yo quiero, deseo, quedarme aquí de por vida.

—Te queda precioso — dice acomodando la gargantilla — No hay dudas de eso — me sonríe y se separa provocándole a mi cuerpo que sienta inmediatamente su ausencia.

Cuando bajamos, las miradas vuelven a posarse sobre nosotras. Nos han estado esperando a nosotras, bueno no a mí sino a ella para anunciar que la cena estaba lista. Me tendió su brazo y yo me aferré a ella para adentrarnos en el comedor. Durante la cena picoteé la comida, mi estómago estaba completamente cerrado de los nervios, volvía a cruzarme con caras conocidas y otras completamente nuevas. Esta vez decidí soltarme un poco y tomar unas cuantas copas de vino tinto que servían con la comida mientras oía las entretenidas historias que Yulia le contaba a nuestros compañeros de mesa. Ella sabía como conquistarlos, sin duda lo hizo conmigo al observar con mi mirada fascinada.

Esa era la palabra correcta, fascinada. Yulia sabía lo que decía y hacía. No contaba cosas de más, sabía guardar silencio y escuchar a los demás con suma atención. Comencé a derretirme con su voz y sus gestos, y comprendí que estaba en problemas. Tal vez, solo tal vez, aún no era demasiado tarde para escapar de sus garras, pero entonces… ella lo hace otra vez. Vuelve a mirarme con esos impresionantes ojos azules, asegurándose que aún sigo allí a su lado, como lo ha hecho durante toda la cena. La visión que tenía de ella comenzó a cambiar, aquella mujer que me miraba, me desnudaba con sus ojos no era la que reprendió contra su hermano o la que por momentos se ponía borde conmigo, no era quien me prohibía cosas aún siendo una desconocida para mí.

Cuando la cena terminó, me levanté disculpándome brevemente para ir hacia el tocador. Necesitaba con desesperación unos minutos para mí misma y asimilar el hecho de que estuviese cenando con grandes magnates de nuestro país.

No me demoré mucho en el baño, no quería que Yulia tuviese que ir por mí por tomarme minutos de más. Guardé mi móvil en la pequeña cartera tras asegurarme que mis hijos o mi madre me habían llamado, mi atención fue golpeada por un hombre con traje azul oscuro sacándome de mi burbuja. Su negro pelo se vio abatido por unos segundos por el golpe contra mi cuerpo y sus ojos, oh por dios, los conocía a la perfección, sus ojos verdes grisáceos desprendían asombro y brillaban al reconocer mi rostro. Guapo sin abandonar su elegancia pero atreviéndose a cosas nuevas en su look, consiguió sacarme la primera sonrisa sincera desde que comenzó la cena.

—Elena, hola — dijo sorprendido dejándome un beso en la mejilla.

—Hola… — susurré sonriendo — ¿Qué haces aquí, Valjean? — se ríe y el sonido de su risa es agradable. Nunca me había fijado en eso.

—¿Qué haces tú aquí? — me responde con una pregunta.

—He venido con Yulia.

—No debí preguntar eso — Negó con su cabeza — Estás preciosa, Lena — acaricia mi mejilla con el dorso de su mano — Te has puesto colorada — me sonríe y me muerdo el labio inferior — ¿Ya te marchas?

—Eso quisiera, pero no. Solo vine al tocador.

—¿Quieres bailar? — me pregunta oyendo la banda tocando una melodía suave. Mi cuello giró instintivamente buscando la figura de Yulia en la mesa, pero ella aún seguía inmersa en su conversación. Mi asiento como era de suponer ya había sido ocupado por otra señorita, que no dudaría en correrse si me hacía presente allí bajo la mirada de Yulia, pero la idea de Valjean no me pareció fuera de lugar.

—No creo que ella lo note, y si eso pasa no se enfadará. Créeme — dijo cortando mi indecisión. Claro que se enfadaría al segundo que descubriese que era Valjean quien ponía sus manos en mí.

—Está bien — intenté sonreírle y me aferré a mi cartera de mano — Llevo tiempo sin bailar.

—Eso lo arreglaremos ahora mismo — me tiende su brazo y yo me cuelgo de él dirigiéndonos a la sala de baile. La banda comenzó a tocar un vals y con el ritmo aún en mis venas me dejé llevar por el ritmo que marcaba Valjean, que no dudaba a la hora de apretarme contra su cuerpo.

—¿Qué haces aquí exactamente, Val? — mis dudas vuelven y no quiero dejar escapar esta oportunidad.

—Es una cena a beneficio ¿no? — Asiento — Pues, he venido a colaborar. Todo sea por los niños — Me da una vuelta y vuelve apretarme contra su cuerpo — Ahora, respóndeme tu qué haces aquí o desde cuando eres tan amiga de Volkova.

—Solo me ha invitado, y no la conozco tanto como tú crees.

—¿Saliendo con desconocidas, Lena? — susurra en mi oído.

—No pensabas lo mismo cuando acepté tu invitación para tomar algo en aquel bar — recordé.

—Oh, me has pillado — Reímos — Aunque esa noche llegué tarde. Ya tenías los ojos puestos en mi amigo. No lo nombró, pero con tan solo hacer referencia a su amigo Boris volvía a mis pensamientos — Debes caerle muy bien para que decida traerte a una fiesta como esta.

Sabía que aquello no pasaría desapercibido para él, no fue un acontecimiento que muchos pasaron por alto y la mujer que compartió mesa con nosotras en el almuerzo me lo hizo saber tras comentarme que "era muy afortunada".

—Ella también me cae bien.

—Si Boris viese esto con sus ojos, no podría creerlo.

—Boris no está, y eso ya no es problema mío.

—¿Qué sucede si regresa?

—Nada. Por lo menos de mi parte, no sucederá nada. Él ya ha tomado su decisión — me separa unos centímetros de su cuerpo asegurándose con su mirada que no hay muecas de mentira en mi rostro.

—¿Eso qué significa? ¿Vuelves a estar libre? — ambos reímos.

—Tú sí que no pierdes oportunidad.

—Jamás — me deja un beso en la sien — responde.

—Eres su amigo, Valjean. No me parece correcto.

—Aún así no me has respondido.

—No sigo enamorada, y espero que eso sacie tu curiosidad porque no diré más. — Valjean esbozó una reluciente sonrisa.

—Es más que suficiente para mí. Esta noche será particularmente buena, créeme.

El resto del baile lo pasamos contando bromas o recordando las veces que hemos salidos juntos y hemos tenido algún que otro percance. Cuando la banda dio por finalizada la canción, Val me dio la gran noticia de la noche. Su acompañante estaba sentada a mis espaldas, levantando su copa de champagne elegantemente.

—Se nota que lo estás pasando bien — dije llegando a su lado.

—No me quejo, amiga — me sonríe entregándome una copa de lo que bebía — ¿Qué tal baila mi hermano? — pregunta a la vez que Valjean acerca una silla para él junto a nosotras, a mi lado.

—Está un poco oxidado, pero ha sabido darle pelea — ambas reímos. Tener a Oksana aquí ha sido lo mejor que me ha pasado hasta ahora — Es genial que estés aquí — tomo su mano.

—¿La estás pasando mal? — Levanto mis hombros — ¿Qué te ha hecho? — Valjean se para unos segundos de su asiento saludando a varias personas que se acercan hasta él. Frunzo mi ceño pero Oksana aún espera mi respuesta haciéndomelo notar.

—No ha hecho nada.

—Tal vez, ese sea el problema — Palmea mi mano — Y tal vez, solo tal vez, sea bueno que patee su trasero en medio de la pista de baile.

—No creo que eso sea buena idea, Oksana.

—No la tomaré por sorpresa, ella está advertida sobre ti. Tiene mi amenaza sobre sus hombros.

—Tendrás que esperar — le sonrío — Creo poder sobrevivir a esto.

—Es mi turno — su voz sonó en mi lado derecho. Aquello no era precisamente una pregunta, más bien era algo que lo daba por hecho, al borde de exigirlo. Valjean se giró en su lugar y buscó mi mirada para detener mi acción, pero solo me limite asentir. Yulia extendió su mano y yo la tomé de inmediato sin hacerla esperar. Pasó a un lado de Val sin abandonar mi ojos con los suyos, golpeando suavemente el hombro del furioso hombre de ojos verdes grisáceos.

Ya en medio de la pista nos llevamos las miradas de la mitad de los presentes aún sin comenzar con nuestro baile. Yulia me acercó a ella y tomó el control del baile como lo hacía con todo, con la seguridad que mostraba marcada por su personalidad. Era algo completamente nuevo para mi bailar con una mujer, lo he hecho en algún bar con Oksana, pero no en una situación así, donde todos saben que soy la acompañante de Yulia y no dudan en armar un lazo mas allá de la amistad entre nosotras. Yulia no deja lugar a dudas sobre su orientación sexual, no se siente avergonzada mucho menos se detiene a pensarlo cuando deja en claro su gustos en la intimidad. Poseía destreza en el baile, clavándome la duda si en la cama era igual. ¡Madre santa! Tenía un estilo agresivo y dominante, bordeando lo sexual.

Olía al famoso perfume Chanel Nº5 y perder mi nariz en parte de su sedoso cabello negro no hacía más que volverme loca.

—Vives escapando de mí — me susurró en el oído apretando un poco mi cintura, dándole fuerzas a sus palabras.

—No pareció importante cuando la joven rubia salida de un catálogo tomó asiento a tu lado. Mi asiento — me separó de su cuerpo lo suficiente como para mirarme a los ojos y esbozar una blanca sonrisa.

—¿Celosa? — preguntó manteniendo sus ojos en los míos.

—Ya quisieras — vuelvo aferrarme a su cuerpo desviando mi mirada sobre su hombro.

—No te acerques a Valjean, Elena.

—¿Eh? ¿Por qué?

—Porque lo digo yo — Intento alejarme pero ella me toma fuertemente imposibilitando mi acción — En mi presencia no lo harás.

Me recorre por el cuerpo adrenalina y jamás pensé sentirme así. Tenía dudas sobre Yulia hasta que sentenció aquello, me gustaba como me trataba por más que suene masoquista. He vivido todos estos años llevando una familia sobre mis hombros, lo que yo decía se hacía sin contar que un día sin mi presencia en casa era un completo caos. Que Yulia manejase la situación y fuese ella quien me llevase a su antojo no hacía más que empujarme a querer estar con ella.

—Y tú en mi presencia no coquetearás con rubias.

—Es solo una socia, nada más.

—¿Eso qué significa? — frunce su ceño y suspira sintiendo su aliento golpear contra mi nariz.

—Que es solo una socia.

—Quieres decir que no la has llevado a tu cama… todavía.

—No, maldición. Y no pretendo hacerlo, solo lo quiero contigo — la música disminuía y comenzábamos a movernos más despacio dejándome atónita por su declaración. Para mí la preocupación por coordinar mis pies pasó a segundo plano — Tengo que irme. Tú has venido conmigo, y te volverás en mi compañía.

—Lo que digas — me aparto de ella pero me sostiene de la muñeca.

—No comiences.

—Contigo nunca comenzaré algo — logro soltarme y camino hacia Oksana que cuida de mi pequeña cartera. Un brazo se posó sobre mis hombros empujándome contra su cuerpo.

—¿Todo está bien? — preguntó, dirigiendo su vista hacia Yulia que ya permanecía frente a mí frunciendo su ceño. No de nuevo.

—Todo perfecto — Yulia me tendió su brazo.

—Yo me encargaré de ella.— interrumpió Valjean aún tomándome por los hombros.

—No lo creo — negó con su cabeza fijando su mirada en mi — Elena — tensó su mandíbula.

—Sigue haciendo sociales. Yo la llevaré de vuelta, salvo que quieras quedarte un rato mas bailando, Lena — se dirigió hacia mi poniendo una particular énfasis en la abreviación de mi nombre, volviendo loca a Yulia que se removía en su lugar.

—No te metas en esto — disminuyó la distancia que separaban ambas personas que luchaban sobre quien me llevaría de regreso a casa.

—Ya basta de estupideces — Oksana interrumpió lo que podría haberse desatado claramente como la tercera guerra mundial — Tu deja de hacer el imbécil — Apuntó a su hermano — Y tú tienes mis ojos puesto en ti, no te pases con Elena que yo no te tengo miedo — hizo referencia a Yulia — Elena, ya decide de una vez si te volverás con nosotros o con ella — los tres par de ojos se enfocaron en mí y yo solo atiné a agachar mi cabeza.

—He venido con Yulia — aclaré dejando en obviedad mi respuesta. La morena sin dudarlo pasó su brazo por mi cintura y me atrajo hacia su cuerpo.

—Iré a encargarme de tus pertenencias ¿de acuerdo? — Asiento — Estaré esperando por ti en la entrada.— Besa mi sien — Señorita Komarova, ha sido un placer volver a verla — asienta con su cabeza y Oksana no duda en imitar su gesto. Se aleja de nosotros sin despedirse de Valjean, no me sorprende teniendo en cuenta que ese juego lo ha empezado él ignorándola en la cafetería.

—Cualquier cosa llámanos — dice mi amiga dejándome un beso en la mejilla — Cuídate.

Yo solo sonrío y miro a su hermano que observa la pista de baile enfocando su vista en las parejas que bailan ajenas a nuestra situación.

—Adiós, Valjean.

No recibí respuesta, por supuesto. Pude escuchar como Oksana reprendía contra su hermano pero yo solo me enfoqué en el camino que nuevamente me llevaba hacia los servicios. Tardé más de lo pensado en llegar teniendo en cuenta que más de una persona me detuvo para conversar pensando que yo era la pareja actual de Yulia. El flujo constante de mujeres entrando y saliendo de los servicios me indicó que aquello me tomaría unos minutos más. Podría haber subido a la habitación y usar el baño donde me alisté para la cena, pero eso ya lo sentía como invasión en un lugar ajeno a mí. Unos de los cubículos se vació y me dio el pie para encerrarme allí para detenerme a pensar que era lo que estaba pasando a mi alrededor. El silencio se hizo presente, poniendo en duda cuantos minutos había dedicado para mí misma allí dentro.

Me sentía tan confundida con los cambios de humor de Yulia ¿Por qué coqueteó conmigo y a los segundos se enfadó por haber estado con Valjean? ¿Por qué demonios tenía esa lucha constante con él? ¿Qué escondían?. Suspire y cerré mis ojos preparándome para lo que vendría a continuación dentro del auto. Aún nos quedaba una hora de viaje y tenerla por tanto tiempo en un espacio reducido provocaba que no pensara con total lucidez.

Yo he accedido a esto. Me reprendí mentalmente. Tomé aire y abrí la puerta chocándome por segunda vez con una persona. Teniendo en cuenta que aún seguía dentro de los servicios, aquella era una mujer. La rubia que se atrevió a robarme el asiento se colocaba frente al espejo para retocar su maquillaje, sin perder visión de mi persona. Una vez que terminé de lavarme las manos, giró su cuerpo, observándome. Yo también lo hacía por el rabillo de mi ojo. Era bonita, no podía negarlo, de cerca su belleza era aún más shockeante. Alta y delgada, con unos enormes ojos azules y su pelo brillante liso hasta su cintura. Tenía los labios rojos, regordetes y apetecibles. Era una perfecta mujer salida de un asqueroso y envidiable catálogo.

Tomé la toalla que me entregaba la encargada de los servicios y la rubia le exigió a la mujer que abandonara el lugar dejándonos solas.

—¡Pero mira a quien tenemos aquí! — dijo cuando el click de la puerta dio el aviso que solo estábamos las dos — ¿Qué se siente ser el nuevo juguete sexual?

—Ya quisieras estar en mi lugar — directo en su rostro, tomándola por sorpresa.

—Tienes razón. ¿Quién no lo desearía? Pero ¿Sabes por qué no ha sucedido?

—Porque a ella no lo quiere así — aclaro guardando el lápiz labial en mi cartera.

—Y yo tampoco, de lo contrario estaría gozando en mi cama. Pero prefiero tenerla así a mi lado y no ser una zorra de una sola noche, ella es incapaz de comprometerse. Mírala a ella, joven, preciosa, ambiciosa y rica. Ahora echa un vistazo al espejo y mírate tú — Esboza una sonrisa — Disfruta mientras puedas.

—Si — le devuelvo la sonrisa a través del espejo — No tengas dudas que lo haré.

Entrecierra sus ojos apretando su mandíbula.

—Ella no respeta a las mujeres, en el momento en que pruebe de que estás hecha en la cama se acabó todo. Como ha pasado con las demás mujeres, pregúntale a la muchacha de la semana pasada — se acercó a mi sintiendo la seda de su vestido en mi brazo izquierdo — Pero mírame a mi ahora, yo aún sigo aquí sentándome a su lado, riendo de sus bromas, porque está claro que le interesa tener mi presencia a su lado por un largo tiempo.

Ella sabía que estaba golpeando donde más me duele, después de todo ambas somos mujeres.

—Es triste que te rebajes de esta manera.

Salí de los servicios pasando a un lado de la mujer que se encargaba de todo, deteniendo a varias mujeres allí afuera para que no interrumpiera nuestra charla. Quería llorar, pero apresuré mis pasos hasta la entrada decidiendo cambiar el camino para que los hermanos Komarov no notaran mi estado.

—Elena… — solo oí su voz a un costado de mi cuerpo cuando pasé por la entrada sin detenerme. Paul ya nos esperaba a un lado del auto, abriendo rápidamente la puerta cuando me vio bajar las escalinatas a paso apresurado.

—Ey, ¿Qué ha sido eso? — escucho la voz de Yulia mientras se sube al auto. No puedo verla, mantengo mi rostro cubierto con mis manos imposibilitando el hecho de que vea mis lágrimas.

—Déjalo ahí, Yulia.

—¿Ha sido ese imbécil? — Intenta alejar unas de mis manos pero me rehuso — Responde, maldita sea. Dime que ha sido él y no tendrá más ganas de respirar el mismo aire que tu.

—No — Sollozo — Él no ha tenido nada que ver en esto.

—¿Quién entonces?

—¿Para qué quieres saberlo? De todos modos no harás nada y ya he vivido el mal momento.

—Dímelo — apretó mi muñeca logrando ver mi rostro — Dímelo, ahora.

—Tu socia… — respondo observando cómo frunce su ceño — La estúpida rubia que se ha sentado a tu lado, quien ha dejado en claro que solo soy la zorra de turno.

—Tú no eres eso — asegura.

—Pues no es lo que todos deben pensar esta noche.

—Me vale mierda lo que ellos piensen. Tú no eres eso, ni siquiera te atrevas a volver a repetirlo. Eres mucho más para mí.

—¿Qué soy? — me atrevo a preguntar y no sé cuánto tiempo a tomado nuestra conversación pero puedo ver la oscuridad que nos rodea siendo consciente que ya hemos emprendido viaje y estamos sobre la ruta que nos dirige hacia la ciudad.

No puedo verla al cien por ciento, la oscuridad densa del auto impide que aprecie su rostro. Solo puedo sentir su aliento chocar contra parte de mi mejilla y pelo. Empuña su mano derecha sobre mi pierna tomando parte del costoso vestido que me ha entregado. El silencio nos invade.

—Yulia…

—Eres… tu eres… — suspira y entiendo a la perfección que ni siquiera ella sabe lo que soy en su vida mucho menos que hago a su lado.

—Déjalo — tomo su mano que aún sigue en mi pierna y la aparto. Ella parece tomarlo para su beneficio propio y se acomoda lejos de mí, en su asiento posando su mirada en la ruta. Miro hacia el frente y caigo en la cuenta que la nuca de Paul no está a la vista, mucho menos el camino alumbrado por las luces del Roll Royce. En cambio, solo puedo ver un fondo negro, fondo que descubro en los siguientes segundos que pertenece a un vidrio dividiendo el auto en dos. Yulia ha prendido la luz de la parte trasera.

—Elena…

—Yulia, ya no sigas. Has de cuenta que no he preguntado nada — mantengo la mirada en el camino, contando los postes de luz que pasan a mi costado.

—Eres lo que quiero pero que no me atrevo a tener — giro mi rostro con el ceño fruncido sin entender a que se refiere.

—¿De qué hablas?

—No quiero intoxicarte con mi mierda de vida, Elena. Te he advertido que debías alejarte de mí.

—Pero tú no lo has permitido enviándome regalos costosos a mi lugar de trabajo, o presentándote allí.

—Te quiero en mi vida, no puedo evitar el acercarme a ti.

—¿Para qué me quieres? ¿Para follar? — tenso mi mandíbula y ella gira su rostro hacia mi — Tienes un bar a tu disposición para ello.

—No sigas por ahí.

—Es donde me has conocido. ¿Quieres que sea tu zorra por una noche? ¿Eh?

—Basta, Yulia.

Comienzo a reír, por los nervios pero más por el enojo que corre por mi cuerpo.

—Quieres follarme y no sabes si debes dejarme una generosa propina o si yo accederé a eso gratis teniendo en cuenta que me has vestido con un costoso vestido y me has traído a una importante fiesta.

—¡Ya basta! — Golpeó sus piernas — Cállate.

—No me hagas callar, y termínala tú — me limpio furiosa la lágrima que se atreve a dejarme en ridículo, débil frente a ella.

—¿Qué mierda quieres? ¿Qué te escriba poemas, te regale flores y cante serenatas? — Preguntó furiosa — No lo haré. Esa mierda no va conmigo ¿me oyes?

—Eres una imbécil.

—Lo soy por estar a tus pies rendida — Es un golpe directo hacia mi pecho, el cual provoca que el aire desaloje mi boca bruscamente — ¿Eso querías oír?

—No quiero que estés a mis pies. Quiero que estés a mi lado.

—Lo estoy. Estoy a tus pies, a tu lado, detrás de ti. Estoy alrededor de ti, sin perder tus pasos y asegurándome de no ser lo suficientemente imbécil como para que salgas corriendo lejos de mí.

Sin pensarlo estiro mi mano y tomo la suya aflojando el maltrato al que somete a su vestido. Afloja el agarre rápidamente y le da acceso a mi mano en la suya.

—¿Qué me has hecho, Elena? — pregunta fijando su vista en nuestro agarre.

—No lo sé, pero quiero averiguar qué has hecho tú en mí.

—Yo no te daré cuentos de hadas ¿Entiendes?

—Y yo no lo quiero… — me mira con su ceño fruncido — Al menos no ahora. Solo… solo quiero saber porque me pasa esto contigo.

—No sabes lo que dices.

—Sé perfectamente lo que digo.

—Elena… — la interrumpo subiéndome a horcajadas sobre ella dejándola sin aliento, tomándola por sorpresa. Hice lo que había querido hacer desde el momento en que la vi en la cafetería. Me aferré a su cuello introduciendo mis dedos en su melena corta. Me encantaba el modo en que se excitaba con tan solo un roce mío en su cuerpo, y yo me sentía como si fuese a enloquecer si tenía que esperar más tiempo por un beso de ella. Me acerqué a su boca sin dejar que piense en aquello mucho más. Sus labios eran suaves, tal y como los había imaginado desde un primer momento. Abrió su boca de inmediato y le succioné la lengua entendiendo a la perfección que aquello le gustaba, y ahora sabía que yo también podía tomar las riendas de la situación. En esos momentos mi mente divagaba y me golpeaba constantemente el pensamiento de querer chupar cualquier otro sitio de su cuerpo con las mismas ganas.

Pasó las manos por mi espalda y yo gemí en sus labios tras sentir el empuje de su cuerpo contra el mío. Con una pierna a cada lado de su cuerpo, la abracé dejando su nariz en mi cuello, sintiendo como se impregnaba de mi olor. Sentí sus labios húmedos emprendiendo un nuevo camino hacia mi boca. No demoré mucho más nuestro encuentro aún meciéndome sobre su cuerpo, profundizando aún más el beso. Le lamí lo que pude dentro de la boca, saboreé su labio inferior con mis dientes y uní toda la extensión de mi lengua con la suya.

Yulia se apartó de mi boca apoyando su frente en mi pecho buscando aliento tras nuestro desenfrenado beso. Yo solo atiné aferrarme a sus hombros y ella levantó su vista plantando su nariz en mi mentón.

—¿Qué me estás haciendo, Elena?



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RAINBOW.XANDER
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A montsejade0847@gmail.com, Fati20, Kathe y a nichya.mp4 les gusta esta publicaciòn

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Mensaje por Fati20 11/14/2022, 9:04 pm

Muy buen capitulo 🔥🔥🔥🔥 saludos querida 😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/16/2022, 2:29 am

Capítulo Trece: Mía

—Hola pequeña — dijo Fyodor entrando en mi cocina. Yo estaba recién levantada, eran apenas las nueve de la mañana y como era habitual en nosotros, los domingos desayunábamos juntos. Como era de esperarse llegó con los muffins que tan loca me traen pero algo más me llamó la atención. Una enorme caja dorada con un arreglo floral combinando orquídeas con tulipanes — Que cara — No era para menos. Llegó a mi lado depositando un beso en mi mejilla y dejó los presentes en la isla de la cocina — Por tu cara no has dormido muy bien ¿me equivoco?

Solo gruñí y nos serví dos enormes dosis de cafeína.

—¿Dima? — pregunté señalando con mi cabeza los obsequios. El negó con su cabeza.

—Son para ti — fruncí mi ceño y el estudió mi reacción. Solo podía ser una persona. Me detuve frente a las flores sorprendida por la cantidad que abarcaba el ramo, fácilmente había dos docenas aquí. Tenían una fragancia exquisita y no me privé de olerlas, después de todo eran para mí.

—¿Para mí? ¿Seguro?

—Antes de entrar, un cadete me preguntó si aquí vivía Elena Katina. Me tomé el atrevimiento de recibir todo esto por ti. Ahora dime, ¿Con quién estás coqueteando bajo mis narices?

No le presté atención a sus palabras y fijé mi mirada en la tarjeta que colgaba del ramo.

No puedo quitarte de mis pensamientos.
Estoy muriendo por volver a verte.

Y. Volkova


—¿Volkova? — escucho su voz detrás de mí. Ya es demasiado tarde para ocultar la tarjeta — ¿Quién demonios es Volkova? ¿Dónde lo has conocido? ¿Es guapo? Aunque el apellido... — disparó todo aquello en menos tiempo de lo que tarda un suspiro.

—Es la mujer con quien tomé un batido — Decido interrumpir.

—¿Mujer? ¿He oído bien? — Asiento moviéndome por la cocina para buscar un jarrón y llenarlo de agua — ¿Una mujer, Elena?

—Si. Una mujer, Fyodor.

—¿Una mujer te ha mandado flores? ¿Una mujer muere por verte, de nuevo?

—¿Puedes darme unos segundos para asimilar esto? — Pregunto llenando el jarrón — Acabas de levantarme y tu no paras de matarme a preguntas. Ten un poco de piedad. Ayer he estado todo el día fuera de casa y aún estoy cansada.

—Cuéntame.

—Una pregunta a la vez — dije retirando las flores de su hermoso arreglo para ponerlas en el jarrón.

—¿Dónde estuviste ayer? — preguntó tomando asiento en el taburete.

—En un almuerzo a beneficio… bueno ha sido más que un almuerzo, se ha estirado hasta la noche también.

—¿Con esa mujer, la tal… Volkova?

—Si.

—¿Dónde la has conocido?

—Es la dueña del bar donde trabajo — abrió su boca sorprendido.

—¿Te acuestas con tu jefa? — chilló.

—¡No! — respondo ofendida.

—Pero eso quisieras… — levanto mis hombros — ¡Elena!

—No actúes como si fuese algo aberrante. Solo la he acompañado a ese evento porque no tenía con quien ir y, habíamos quedado en almorzar ese mismo día.

—Claro, con tu jefa — no respondo a lo que dice — ¡Deja esas malditas flores en paz! Hay un asunto aquí que no quieres decirme.

—¿Qué quieres que te diga? ¿Qué ahora me gustan las mujeres? ¿Qué soy completamente lesbiana y lucharé por los derechos de los homosexuales? Pues no. Solo me gusta ella.

—Eso es un gran avance para ti, muchachita — vuelvo a tomar asiento frente a él — No pareces estar muy emocionada por recibir algo así teniendo en cuenta que quieres llevarla a tu cama.

—Ella no es para mí, las alarmas de peligro suenan cada vez que me acerco a ella. Ahora, solo tengo que mantenerme apartada de ella — Fyodor frunció su ceño confundido. Yo también lo estoy.

—¿Cómo sabes que no es para ti?

—Créeme que lo sé, y tu pensarías lo mismo si la conocieras.

—Pero, aún así, deseas acostarte con ella. ¿Por qué? — Suspiro echando mi cuello hacia atrás.

—No lo sé. No puedo apartarla de aquí — señalo mi cabeza — Y si la conocieras… — me detengo a pensar por unos segundos — Caerías rendido a sus pies como yo lo he hecho el primer día que la vi.

—Elena, aquí hay algo que no me estás contando.

—Anoche, en el auto… — abre su boca — Espera, no es lo que piensas.

—Pues habla entonces.

—Me ha rechazado. Yo me he lanzado sobre ella, literalmente, pero pasó de mí. Me ha dicho que no podía hacerlo conmigo por más que lo deseara. He quedado como una completa idiota — mi móvil comenzó a sonar pero no le di importancia colocándolo en modo silencioso.

—¿Por qué no atiendes?

—Porque es ella. No ha parado de llamarme.

—Escúchame, yo no soyCupido ni el mejor casamentero de la ciudad, pero está más que claro que tu mueres por esa mujer. Te ha rechazado ¿Qué más da? Te ha dicho que lo desea tanto como tú. Vuelve a insistir.

—Es casada.

El gesto de Fyodor fue claro. Desconcierto y confusión. Abrió su boca, giró levemente su cabeza hacia la izquierda y frunció su nariz pestañando varias veces seguidas.

—¿Eh?

—Lo que oyes. Me lo ha contado su primo. Es casada.

—¿Con quién?

—¿Crees que lo sé? — Levanto sus cejas — Pues no, no lo sé.

—A ver, déjame entender un poco toda esta novela amorosa — Dejó su tasa en la encimera — Se han conocido en el bar, han conectado mutuamente. Tú has estado confundida por sentirte atraída por una mujer y ella no ha parado de acercarse a ti constantemente. La cagas con ella vaya a saber porque, y acude a tu lugar de trabajo para invitarte a tomar algo por ahí poniendo de pretexto que solo así aceptará tus disculpas — lo miré asombrada por su brillante memoria y su forma de resumir toda la locura que ha pasado entre nosotras — Ahora, tú te sientes perdida, dolida y con el orgullo de mujer en el piso por ser rechazada y mal interpretar las señas que te ha tirado durante el día de ayer, sin embargo, tras enterarte que era casada no has dudado en lanzarte. Dime, ¿Por qué debes alejarte de ella con exactitud? Aquí la única loca irracional pareces ser tú.

Me ofendí un poco por lo que dijo, no voy a negarlo, pero aún no sabía si podía contarle con lujos y detalles el entorno que rodeaba a Yulia y que inevitablemente, comenzaba a rodearme a mí también.

—Digamos que su carácter no es muy dulce que digamos.

—Es dueña de un bar y asiste a eventos que benefician a otras personas. Teniendo en cuenta eso, y que el ramo de flores que te envió con la caja de bombones son lo suficientemente costosos como para perder un ojo, me deja en claro que esa mujer tiene poder económico.

—¿Bombones?

—Si y están deliciosos, te robé uno. Volviendo al tema, es mujer, rica y dueña de un bar. Tiene poder y debe imponer respeto, no la culpes por su carácter.

Consciente de que aún podía sentir el olor de su perfume en mi cuerpo, recosté la mitad de mi cuerpo en la isla de la cocina ocultando mi rostro en mis brazos. Sentía el impulso de atender a sus llamadas o escuchar todos los mensajes de voz que me había dejado en este periodo de dos horas. Quería oír su voz, sentir sus labios y brazos alrededor de mi cuerpo. Quería que abriera su corazón conmigo y me dijese que le pasaba. Deseaba saber si se excitaba tanto como yo cuando me apenas me roza el cuerpo.

—Fyodor, no lo entiendes.

—Cuando estés preparada para contarme que mas hay detrás de esto, gustoso te escucharé.

—Ella jamás se compromete a una relación seria.

—Sin embargo está casada. Pero déjalo ahí.

—Fyodor, no me ignores en estos momentos. ¿Entiendes que he querido follarme a una mujer en su propio auto? ¡Mi jefa! No ha pasado ni un mes desde la partida de Boris y esa mujer, que apenas conozco, me ha seducido a cuotas insospechadas. Me entregué, dejé que pusiera sus manos en mi trasero y le exploré la boca entera con mi lengua, sin embargo me apartó a un lado, alejándome de su cuerpo para decirme que aquello no era correcto, que no podía. ¿Cómo quieres que esté? ¡Maldición! Me siento una zorra regalada. Un zorrón de los grandes — aquello sonaba bizarro teniendo en cuenta mi situación actual respecto a mi trabajo, pero de todos modos aún no había ejercido al cien por ciento.

Fyodor por su parte abrió sus claros ojos completamente shockeado. Sabía que mi brutal sinceridad lo dejaría pasmado.

—¿Zorrón? — Ríe — ¿Te has visto? Tú jamás podrías ser eso, eres muy pura y algo agria respecto al sexo, por no decir demasiado.

—Oye, si quiero ser una zorra puedo serlo. Hasta le haría ver las estrellas y no precisamente por llevarla a un conservatorio — Yo sabía que entre nosotras había pasado algo. Un crush o cómo demonios quieran llamarlo, pero ella se excitaba tanto como yo queriendo follar hasta desaparecer de tanto sudor derramado. La noche anterior la había deseado como nada en el mundo y su rechazo había provocado que la deseara aún más, pero también estaban estas ganas de querer no volver a saber nada de ella nunca más — Suspiro — Fue muy intenso, por momentos creí revivir la escena del titanic donde follan duro en el auto con los vidrios empañados —Provoco la risa de mi amigo y yo también me atrevo hacerlo — Ella estaba allí conmigo, casi o más entregada que yo. Era la primera vez que lo iba hacer en un auto, y al principio lo pensé bien y me resistí a la idea, pero sus palabras me excitaron tanto que me dejé llevar.

—¿Nunca lo has hecho en el auto? ¿En serio? — Hizo una mueca extraña con su boca arrugando su nariz — Cuando estábamos en el instituto la mayoría de los chicos del club de poesía tenían los autos como lugar seguro para follar. El club de poesía, Elena ¿has oído? — Habla lentamente — Éramos lo más bajo en la pirámide, sin embargo todos han experimentado aquello, y tu no. ¿Ahora entiendes porque no eres un zorrón? — me encogí de hombros.

—Supongo que follar en un auto se convierte en mi fantasía, y el hecho de que lo haya intentado lanzándome a sus brazos me convierte en uno de ellas.

—¿Ella te ha dicho que lo eres?

—No, ella me ha dejado en claro que no debo compararme siquiera. Fue… — Dudé. Dudé completamente en revelar mi encuentro con la rubia en el baño, pero ya había soltado la lengua de más con él — una rubia. Me he encontrado con una mujer en los servicios y no tuvo mejor idea que afilar sus garras para mantener una charla de chicas allí dentro.

—Garras, lo has dicho. La gata es ella, no tu. Claramente está celosa.

—Eso lo sé, no puede tirarse a Yulia porque al parecer las mujeres que pasan por las manos de Volkova no se repiten más de una noche, y ella no es de ese tipo.

—¿Se lo has contado a Yulia? — Asiento.

—Pero ella me lo ha dejado en claro con anticipación diciéndome que no mantenía ningún lazo afectivo con quienes se acostaba, no sirve para los compromisos. Supongo que es selectiva y sabe olfatear cuando una mujer pretende algo más que un simple revolcón creando dos tipos de mujeres, sus socias y las de una noche — Bebí un poco de mi café ya algo frío — Y sé que ella olfateó que yo no me voy con juegos. Soy madre de dos niños y no tengo tiempo para jugar a las adolescentes calentonas.

—Creo que la has asustado.

—¿Qué haré? — suspiré frustrada pidiéndole respuestas con mi mirada perdida.

—Has estado en peores, créeme que saldrás de esta — me extiende su mano por encima de la isleta y yo la acepto gustosamente enlazando mis dedos con los de él. Él siempre estuvo ahí desde un principio y no dudaba en estarlo nuevamente, daba las gracias por tenerlo en mi vida todos los días y que fuese parte fundamental.

—¿A ti como te fue con Dima? — pregunté cambiando el foco de atención, él también necesitaba hacer su descargo.

—No me quejo. Ayer llegó cansado pero en la noche follamos como locos. Han pasado dos meses sin verlo, puedes imaginarte como estuvo eso — sonríe socarronamente.

—¡Gracias, Dios! — Levanto mis brazos — Al menos uno de nosotros ha tenido una alegría.

—¡Alabado sea el señor, hermana! — se unió a mi broma — ¿Quieres que comamos algo aquí o salgamos a picotear algo por ahí?

—No tengo mucha hambre — ya era medio día y ni siquiera me había dado cuenta de lo rápido que pasó la hora.

—Sabes que no soy buen cocinero, y teniendo en cuenta tu delicado paladar con la comida seré cruel cocinando algún pobre animal y tu tendrás que comértelo. Decide.

Levanto mi mano mostrando mi rendición.

—De acuerdo, pediremos si te parece bien. No tengo muchas ganas de salir.

—Lo que tú digas, reina.

La noche del domingo llegó pronto y la hora de bajarme del auto para entrar al bar a cumplir mi horario de trabajo había llegado. Como toda mujer en medio de un un problema como el mío, evitaba a toda costa encontrarse con la persona que provocaba sus nervios. Yo, yendo en contra de la marea, me presenté sabiendo de ante mano que había grandes chances de cruzarme con Yulia. Cuando llegué a la segunda planta, pasando por la entrada y saludándome amablemente con el gorila blanco de la puerta, sentí el alivio de saber que ella aún no había llegado o al menos Miroslava y Masha, no había tenido noticias de ella esa noche. No dejaba de sentirme ansiosa por la situación de un posible encuentro.

Las muchachas se veían muy animadas, Mirka parecía flotar en al aire mientras Masha se dedicaba a regalarle sonrisas de enamorada.

Parte del domingo estuve tan ocupada luego de que Fyodor abandonara mi casa que se me pasó volando y no tuve tiempo de pensar en ella, al menos no en un cien por ciento y agradecía aquello. Fue entonces cuando mi móvil, que había dejado sobre la barra de nuestra sala con anterioridad, comenzó a sonar. No puede acudir a él, aún estaba luchando con el vestido que había optado para usar en la noche pero la voz de Miroslava me dejó helada.

—Se ha comunicado al móvil de la señorita Katina, al habla Miroslava ¿Con quién tengo el gusto de hablar? — cerré mis ojos y me maldije por mi descuido. Mi intuición femenina ya me alertaba — Lo siento. De inmediato la comunicaré con ella — Corrió hasta donde me encontraba, con su rostro pálido — Es para ti — es mi móvil, no creo que busquen a otra persona que no sea yo. Lo tomé gesticulando con mi boca el hecho de haber respondido mi llamada.

—Fui clara cuando dije que no te quería ahí dentro — dijo cortante, claramente enojada.

—¿Has llamado solo para eso? — respondí de la misma forma llamando la atención de Miroslava que no dudaba en abrir sus ojos sorprendida.

—Elena, sal de ahí inmediatamente.

Colgué.

Así es. Alejé el móvil de mi oreja y presioné fuertemente el botón rojo, una y otra vez sin cesar histérica por su caradurez de reprocharme aquello luego de nuestro encuentro o desencuentro en su auto.

—¿Estás loca mujer? ¿Cómo te atreves a cortarle la llamada a Yulia?

—¿Cómo sabes que le corté? — volví a mi ardua tarea con el cierre de mi vestido — Y que sea la última vez que tocas mis cosas si no quieres que te haga tragar tus dientes — Lo dije. Era la primera vez que me plantaba frente a Miroslava de aquella manera, pero Yulia lograba sacar lo peor y mejor de mí. Si tan solo hubiese sido así en el instituto me habría evitado varios dolores de cabeza.

—Déjame decirte que tienes unos ovarios del tamaño de mis tetas para cortarle así el móvil.

—Vete y déjame en paz, Mirka — El sonido volvió a interrumpir el ambiente de la sala.

—Prepárate para lo que se viene — sin más se marchó dejándome a solas con el móvil iluminando parte de mi vestido, casi corriéndose en el bando debido a la vibración.

—¡No vuelvas a cortarme la llamada, Elena! ¿Me has oído?

—¿O sino qué?

—No querrás averiguarlo. Maldición, vete de ahí ahora mismo.

—No lo haré.

—Elena, no lo diré de nuevo.

—Y yo mucho menos. Creo que eres lo suficientemente inteligente para entender el idioma que hablo — lo próximo que escuché fueron los tonos que marcaban una llamada finalizada. El corazón corrió hasta posarse en la entrada de mi boca aferrándose a mi campanilla provocando un grito silencioso. ¿Vendrá? ¿Ella aparecerá aquí? Niego con mi cabeza y aliso mi vestido nerviosa. Esta noche me he decido por usar uno color azul más corto de lo común con un destacado escote en la parte delantera que te empuja a deleitar la vista con parte de mis pechos al aire.

Quise llegar a la sala donde estaban las demás con una sonrisa en mi rostro pero en la entrada se escuchó un portazo deteniendo mis pasos en la salida de nuestro cambiador, cerca de la barra.

—¡Largo! — Gritó furiosa provocando que mis compañeras de trabajo tomaran sus pertenencias o corrieran hacia la salida dejándonos completamente solas.

Después de haber recibido sus incesantes llamadas durante el día, no había dejado de pensar el hecho de querer atender una de ellas y tirar todo mi esfuerzo de ignorarla al diablo. Sometí a mi mente en una tortura constante preguntándome donde estaría, o en que ocupaba su tiempo. Sentía la necesidad de cortar esto por las buenas pero aún el deseo dentro de mí se seguía alimentando con tan solo verla parada a unos escasos metros lejos de mi. Era un deseo que me mantenía constantemente enganchada a ella. Deseaba volver a experimentar lo que era besar sus labios y sentir su saliva mezclada con la mía. Conectar a un nivel de intimidad puro y perfecto sin necesidad de mantener relaciones sexuales.

Pero ese deseo no podía justificar el hecho de haberme sentido una zorra la mayoría del tiempo o herida por su desprecio.

—¿Qué demonios haces aquí?

—Ya hablamos este tema con anterioridad. Si no quieres verme más solo tienes que despedirme — respondí sin hacer contacto visual con ella, de lo contrario estaría jodida aún sin haber comenzado. Caminé pausadamente hasta la barra y decidí servirme un poco de whisky. Jamás en mi vida lo tomé, pero necesitaba una inyección inmediata de valentía para atravesar por la furia Volkova.

—No quiero verte aquí dentro. Creí haber sido clara con eso.

—Ni aquí ni en ningún lugar. Si, has sido muy clara en el auto cuando has decidido rechazarme.

—Elena — aún había enojo en su voz — La he cagado y lo sé. Pero déjame que al menos te explique.

—Tranquila — dije en tono irónico — No tienes porque darle explicaciones a una simple empleada. No pasa nada.

—Si que pasa, y mucho. Quiero verte fuera de aquí y tenerte para mí.

—No quiero.

—Elena — pasó la mano por su pelo — Podemos solucionar esto por las buenas y de una manera rápida y fácil. O simplemente puedes ponérmela difícil y no querrás saber con lo que puedo salirte.

—No tengo nada que hablar contigo.

—Pero yo sí, y vas a oírme te guste o no.

Cerré mis ojos y comprendí que no tenía escapatoria. Ella por algún motivo aún se encontraba parada frente a la puerta imposibilitándome el hecho de querer escapar lejos de ella como sucedió en mi primera noche allí.

—Dime.

Aflojó su postura y caminó hasta acercarse a mí pero la detuve inmediatamente con mi dedo. Demasiado cerca para mi gusto.

—¿Te han gustado las cosas que te envié esta mañana?

—Si, fue un lindo gesto. Gracias, pero no creo que quieras hablar sobre flores o los diferentes gustos de bombones que contenía la caja dorada.

—Elena… — suavizó su voz acercándose a mi sin vacilar.

—¿Sabes que eso se considera como algo romántico? — pregunté dándole un trago al whisky, provocándome un ardor en mi garganta — ¿Qué hay con la Yulia que no se anda con ese tipo de mierda?

—Dame un respiro, Elena.

—No me apetece hacerlo. No se me antoja ser la imbécil de este cuento.

—No eres imbécil.

—Si lo soy por ceder frente a ti.

—Puedo ser eso y mucho más. Déjame intentarlo ¿de acuerdo?

—¿Solo para follar? — Río antes de darle otro trago — No gastes dinero en eso, guárdalo, sal de aquí y pídeme el trago gacela para luego dejarme propina. Seré la puta que necesitas que sea.

—Suficiente — Apartó el vaso de mis manos bruscamente y me tomó del brazo alejándome de la barra — Toma tus cosas. Ahora.

—Tú eres la imbécil.

—Ya te he dicho anoche que lo soy. Puedo vivir con ello — señalo los vestidores apresurando mi ida de allí. Grité furiosa y caminé hasta darle un empujón sobre los hombros. Ella siendo aún más rápida y yo perjudicada por mis pocos reflejos gracias al alcohol, me tomó de las muñecas llevándolas hasta mi espalda dejándome imposibilitada para moverme con libertad.

—Ya hablé. Puedes ponérmela fácil o difícil. Tú decides — forcejeé un poco más pero la fuerza descomunal de aquella pequeña mujer parada a solo milímetros de mi boca me dejaba atónita y con una pizca de excitación — Ya te he dicho que me dejes intentarlo. Te he enviado flores y una caja de chocolates. He sido respetuosa contigo decidiendo no follarte duro en el auto solo por saber que tenías alcohol corriendo por tu cuerpo.

—Eso no es cierto — protesté.

—Te has bebido cinco copas de vino tinto y dos de champagne. Una en la mesa, a mi lado y otra con tu amiga Oksana luego de bailar con tu amiguito. ¿Miento? — No lo sé. No llevaba la cuenta, pero al parecer ella no había despegado sus ojos de mí — ¿Me crees tan idiota como para rechazar a una mujer como tú? — Me penetra con su mirada — ¿Eh? — sacude mi cuerpo buscando mi reacción.

—Y cuando ya sepas de que estoy hecha ¿Qué harás? — Frunce su ceño no comprendiendo a que hago referencia — Dime, Yulia. Cuando ya haya pasado por tu cama no harás más que descartarme ¿no es así?

—Cuando toques mi cama no dejaré que vuelvas a salir de ella.

Respiro agitada por sus palabras. Directa y sincera, sin vueltas.

—Desde que mis ojos se posaron en tu cuerpo no he querido más que follarte duro sin dejarte respirar. Me duele el cuerpo de tan solo compartir el mismo aire que respiras. Me vuelves loca y solo deseo estar entre tus piernas día y noche, sintiendo que aún así, no obtendré lo suficiente de ti. Quiero que seas mía y de nadie más, que vivas por y para mi así como yo viviría para ti.

—No… — niego con mi cabeza aturdida retrocediendo logrando alejarme de ella tras sentir como afloja su agarre tras mi sentencia. No sé qué pensar, mi corazón quiere aferrarse a ella, mi locura correr a hacia sus brazos pero la cordura, ella me pide que me mantenga fría y piense bien antes de hablar o actuar. Las alarmas de peligro aún siguen sonando y esta vez me advierten que si accedo aquello no tendré escapatoria alguna.

—¿Qué quieres? — dio un paso hacia adelante provocando que yo retrocediera uno. Se detuvo de inmediato al ver aquello frunciendo su ceño — Pídeme lo que quieras y yo te lo daré.

—No, Yulia… no lo hagas — advertí señalándola con mi dedo — No te atrevas — aquello iba más para mí que para ella. Me ahogaba, sus palabras, su perfume y las ganas de tocarla. Todo allí me ahogaba y sentía que caería bajo su hechizo en cualquier momento. Me giré para tomar mi bolso y parte de mis pertenencias. Me marcharía de una buena vez por todas.

Ella, sin embargo, decidió tomarme del antebrazo acortando la distancia entre nosotras repitiendo el beso que nos dimos la noche anterior tan o aún más fogoso. Puse mi mente en ello, mis ganas y mi determinación en acabar intentando resistirme, pero al hacer un paso hacia atrás ella no dudó en seguirme sin romper el beso abriendo aún más su boca, violando prácticamente la mía con su lengua. Me aprisionó contra su cuerpo y su agarre dolía, tanto que hasta podía sentir como sus pechos se fundían con los míos.

Glorioso placer.

Deseaba aquel beso más que mi propia vida

—Ya… ya basta — susurré suspirando sobre sus labios.

—No, Elena. No lo hagas… por favor — la sentí como si en verdad estuviese rogando por algo que aún no había sucedido. Ella se estaba preparando para algo que se avecinaba e intentaba frenarlo a como dé lugar.

—No sigas Yulia — tomé mi bolso — Esto se acaba aquí.

—No hemos empezado algo como para que quieras acabarlo. No te atrevas — dio el ultimo manotazo de ahogado intentando intimidarme nuevamente con su carácter.

—No quiero volver a verte — conocía la salida y no dudé en utilizarla.

Wink
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Mensaje por Fati20 11/16/2022, 4:21 am

Ahora un poco de la saga pídeme lo que quieras, me agrada saber q la autora es fans de la literatura erotica. Estas peleas y tensión sexual acumulada solo hace q sea más excitante sus encuentros y me sorprende lo embriagado q esta lena del encanto de julia, ya quiero leer más. Saludos cariño 😘😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/17/2022, 3:16 am

Capítulo Catorce: Pasión

Nunca había experimentado en carne propia la sensación de sentirme mojada y caliente, a la vez de estar furiosa e histérica.

Luego de dejarle en claro que no quería volver a verla, di un portazo de película en la sala quedando expuesta frente a los ojos ajenos a mí que se posaban averiguando a que venía todo aquel lio. Como era de esperarse, Miroslava Intentó acercarse, y digo Intentó porque no le di tiempo a que lo hiciera, o mejor dicho no le dieron tiempo teniendo en cuenta que sentí como mis pies se elevaban del piso. ¿Quién más? Los ojos de los clientes se abrieron como platos y en mi visión solo pude tener a Miroslava con la boca abierta y la llegada de Valya por donde había salido yo minutos antes. Su cara, oh dios, su cara parecía haber sido poseída por el mismo diablo. Había descubierto quien le había robado sus doradas horas de sexo con su cliente predilecta, y no era más que yo, la nueva.

—¿Qué haces? — chillé teniendo frente a mis ojos sus talones y parte del piso. Mi abdomen descansaba en su hombro derecho y podía sentir perfectamente como colocaba su mano derecha en mí trasero, apretándolo de más, asegurándose mi estabilidad —¡Bájame!

—Cállate — avanzó por el medio de la gente dejándome en vergüenza frente a todos los clientes — Samir, vamos.

Estaba aturdida de tan solo oír los murmullos que nos rodeaban. Mi cuerpo comenzó a moverse al compás de los escalones que bajaba. No se atrevería a pasar por el piso de abajo. No lo haría.

—Yulia… no te atrevas.

Aplausos. Aplausos y gritos de jóvenes festejando el hecho de que Yulia me llevase sobre su hombro. Era el peor papelón de mi vida. No se lo perdonaría en mi vida.

Se detuvo unos segundos en la puerta, junto al gorila número uno.

—Steven — Vaya, ahora podemos ponerle nombre al irrespetuoso que me cerró la puerta en la cara.

—Señorita Volkova — Intentó descubrir a quien cargaba y yo le facilité las cosas levantando mi cabeza para gruñirle — Señorita Katina — ¡Ja! ¿Ahora era educado? Maldito gorila.

—Es bueno que tengas en claro quién es. No volverás a permitirle el acceso al bar — Sentenció. Yo me removí furiosa por aquello.

—Es un hecho, señorita.

—Tu culo está en juego. La veo aquí y tú te marchas ¿Has entendido?

—Si.

—Si ¿Qué?

—Si, señorita Volkova.

Abrí mi boca por su temperamento, mis bragas se mojaron un tanto más. Comenzó avanzar y el frío chocó contra mi trasero que, con los movimientos de su cuerpo, provocaban que se me levantara de más. Silbidos, de jóvenes que esperaban la fila, fue lo siguiente que escucharon mis oídos y Yulia instintivamente lo tapó con su brazo.

—¡Mierda, Elena! — sonreí por aquello pero sin olvidarme del gorila en la puerta. Enfoqué mi vista en él y le hice la trillada amenaza de apuntar mis ojos y luego apuntarlo a él. Era un hecho, estaba dentro de mi lista negra.

Estaba en problemas. Claramente, la cara de Yulia no era exactamente la que tiene un ángel, sino todo lo contrario.

—Mira… — tenía todas las intensiones de hablar pero ella me interrumpió.

—Cállate — dijo molesta acomodando su pelo rebelde. Movía su mandíbula a una velocidad impresionante, como cuando una persona está nerviosa o molesta. En esos momentos temí. Después de todo no conozco en absoluto a Yulia, no sabía con que podía salirse o cómo reaccionar aquello. No debo olvidar como ha tratado a su hermano luego de lo que pasó entre nosotros. Estaba actuando de la misma forma. Retorcía sus manos dejando los nudillos blancos, para luego pasársela incontable veces por el pelo y morderse el labio hasta casi sangrar.

Ella había dicho que me quería para ella, y yo no podía negarlo más tiempo. Fui valiente al salirme de allí dentro y dejarla atrás, pero ella fue aún más valiente enfrentando las posibles voces de su cabeza y yendo detrás de mí, como lo hizo desde un principio.

Yo también la quería con todo mí ser, solo para mí y nadie más. La quería tanto que apenas podía soportar el hecho de ver a Valya o cualquier otra mujer rondando cerca de ella. En los últimos días había pasado casi la mayoría de las horas, por no decir todas, pensándola. Ayer pasé mi día completo con ella y me lamenté en la noche cuando me dejó en la puerta de mi casa. Comenzaba a necesitarla todo el tiempo, quería tenerla cerca. Llegué a tener esos momentos donde las mujeres pensamos ¿Le gustará esto? ¿Se enojará si lo hago? ¿Qué estará haciendo? ¿Pensará en mi? Hasta necesitaba su furia intensa por cada acción que yo tenía y a ella se les escapaba de las manos. No lo voy a negar, disfrutaba hacer rabiar a Volkova.

Me había dicho que me daría lo que le pidiera y que intentaría cambiar por mi si tan solo dejaba que lo intentase. Si aquello no tenía aunque sea una mínima pizca de amor, no sabía lo que era.

Un golpe en el piso me sacó de mis cavilaciones. La copa donde se había servido algo ahora descansaba en el piso hecha añicos.

—¿Estás bien?

—Si. ¿Puedes hacerme caso de una vez y darme un poco de maldita intimidad? Solo cállate.

—Haz lo que quieras — respondí sin volver a verla. Oí su respiración agitada maldiciendo por lo bajo volviendo a servirse un poco de champagne en una nueva copa.

—No hace falta que vuelvas aquí. Estás oficialmente despedida.

No respondí aquello. Dentro de mi cabeza sus palabras eran repasadas lentamente. Tenía ganas de llorar, ahora era oficial. No volvería a verla.

—No trabajarás aquí ni en ningún bar de mala muerte.

—Tú no eres quien para decirme que hacer. Necesito la plata y si es necesario entregar mi cuerpo para que mis hijos no se queden sin casa, lo haré. Y tú no podrás detenerlo.

—Tendrás casa para rato, tú y tus hijos.

—No lo creo. Pero eso no es un tema que a ti te incumba.

—No hay deuda, Elena. No tienes porque volver aquí.

Giro mi rostro sorprendida. ¿No hay deuda? ¿Cómo sabe una cosa así? Claro que hay deuda.

—¿De qué mierda hablas?

—La boca.

—Responde. ¿De qué hablas?

—Que no perderás la casa. Ya pagué lo que correspondía.

—¿Qué has hecho qué? — grito histérica.

—Baja el tono, Elena.

—No bajaré una mierda. Tú y tu maldito dinero piensan que arreglarán la vida de los demás y no… créeme que no arreglarás nada con eso. Te devolveré hasta el último centavo. No quiero nada de ti — escupo mintiendo en lo último.

—No es necesario.

—Si, si lo es.

—No. Eres libre, Elena. No volveré a molestarte.

—¿Eh? — el corazón se me cae a los pies.

—Problema solucionado. Te dejaré en tu casa y no volverás a verme.

—¡Ese no es el problema! — grito sintiendo como mi voz se quiebra. Oh no, no ahora maldita llorona. No cedas ahora.

—¿Cuál es el problema? — toma un trago de champagne y lo deja en la pequeña mesita negra junto a la botella — Dime — se gira en su asiento enfocando su mirada en mí. Las palabras no me salen. Están aferradas a mi garganta sin atreverse a salir — Habla…

—El problema no es el dinero, ¡el problema es que no quiero dejar de verte! — grité. Esto sí que era oficial, lo solté sintiéndome liberada y a la vez temerosa. Tampoco puedo admirarme mucho, no era de esas mujeres que se guardan mucho las cosas — ¿Estás satisfecha? Vives provocando que quiera estar a tu lado, no haces más que cautivarme con cada cosa que haces o dices. No seré una zorra más de tu larga lista, porque no lo soy pero no esperes que sea de piedra cuando prácticamente tu me haces sentir diferente. Es como si disfrutara de tu asqueroso carácter pero siendo consciente que no está bien que me trates así — Suspiro tomándome la cabeza — Dios, soy un completo lio. Es como esa apetitosa torta que colocan en las vitrinas y solo pienso en tenerlo para saciar mi deseo de darle un mordisco.

—¿Yo sería la torta?

—Es un decir…

—¿De chocolate? Me gusta ese, y no me enojo por tu dicho haciendo referencia a una torta teniendo en cuenta mis inclinaciones sobre el sexo femenino.

—Imbécil.

—¿Me deseas?

Tanto que duele...

— Si — susurre.

—¿Ahora? ¿Por qué?

—Siempre lo he hecho, desde el momento en que tu aliento se metió en mi boca en los baños de la cafetería.

—¿Me has dejado ir por eso?

— Si — recordando lo nerviosa que logró ponerme aquella vez.

—¿Me sigues deseando?

La conversación me estaba excitando coloreando mis mejillas de un rojo intenso.

—Si.

—¿Ahora mismo? — asentí.

—De acuerdo.

—¿De acuerdo? — fruncí mi ceño. Demonios, nuevamente me le estaba tirando encima y ella solo volvía a rechazarme con su forma tan elegante.

—Si. ¿Qué quieres que te diga?

—Que tú también me deseas, ¿Quizás?

—Sabes que lo hago — Trago saliva — Pero vuelves a tener alcohol en tus venas — me maldigo mentalmente por haber tomado whisky.

—Eso solo aumenta mi deseo por ti.

—No sigas si no vas a terminarlo — se remueve en su asiento volviendo a servirse una copa de champagne.

—¿Qué hay si quiero terminarlo y volver a empezar? — suspira tan fuerte que casi pude sentir su aliento en mi nariz.

—¿Por qué me haces esto? — siento que habló más para ella que para mí. Apoyó su espalda en el asiento echando su cabeza hacia atrás cerrando sus ojos. Solo podía ver su pecho subiendo y bajando, agitado gracias a la luz de la luna que se colaba por la ventanilla.

—Es solo sexo, Yulia.

—No. Sexo he tenido con mujeres que ni siquiera me importaba saber su nombre. Tú, eres más que un polvo. No quiero tener sexo contigo. Quiero más. Te lo mereces, todo. Más de mí, y de la asquerosa mierda que me rodea.

—¿Y si no quiero más? ¿Si solo te quiero a ti? — finalmente me atreví a dar el paso. El consejo de Fyodor lo puse en marcha. Volver a intentarlo.

—Elena… — susurra. Siento que lentamente se está entregando — No soy más que un bicho raro. Estoy rota. Tú en verdad no me quieres en tu vida.

—No quiero a nadie más que a ti — comencé a mover mi cuerpo cerca de ella, sin ser brusca como la última vez que estuvimos aquí. Solo me corrí hasta quedar sentada en el medio, junto a ella, casi rozando su brazo con el mío — Yo también tengo lo mío, no te creas. Tendrás que tenerme mucha paciencia.

—Me esforzaré al máximo — tomó mi mano y la besó.

—¿Qué tal si… — dije pensando bien la idea que rondaba por mi mente. Ella solo me miraba esperando aquello — buscamos la forma de no chocar tanto. Yo haciendo lo que tú me pides, y tú bajando un poco la intensidad permitiéndome acercarme a ti.

—Yo quiero que estés a mi lado.

—Y lo estaré, pero no si pones una barrera entre nosotras — Abre sus ojos frunciendo su ceño — Yulia, no haces más que alejarme pero reclamándome a tu lado. Eres extraña.

—Tengo un carácter fuerte, lo sé.

—Y he tenido miedo por eso.

—Jamás te haría daño. No pienses eso jamás por favor.

—Te creeré. No quiero tener que poner una palabra de seguridad entre nosotras.

Me sonríe y creo morir.

—Nena, has estado leyendo demasiadas novelas de romance. ¿Verdad?

—Podrías ser mi Christian Grey, versión mujer — negó con su cabeza sonriendo.

—Nena, solo puedo prometerte que te follaré sin darte descanso — abro mi boca y mi entrepierna tiembla con sus palabras. Oh dios, tómame. ¡Aquí y ahora!

—Me encantan tus manos. Son muy suaves — comienzo a reír. Aquello es muy extraño — ¿Qué te hace gracia?

—Lo que dices. Miroslava me apodaba manos chuecas, en el instituto.

—Envidia. Son muy lindas y femeninas. Me gustan.

—Puedo quedármelas a la hora de tocarte si así lo quieres.

— Es un hecho — Bajó su mirada a mis labios y colocó su brazo izquierdo sobre mis hombros empujándome levemente contra su cuerpo, llevando mi mano hacia sus labios. Se tomó su tiempo besando cada uno de mis dedos como si eso lograra curar los insultos que he recibido en mi adolescencia.

Dejó mis dedos para comenzar a subir hasta mi brazo, marcando un recorrido hasta llegar al interior de mi codo provocándome un cosquilleo placentero. Me removí inquieta y ella conectó sus ojos con los míos pidiendo permiso para seguir avanzando. Posó una de sus manos en mi mentón y empujó mi rostro hasta rozar con sus labios. Se movió tan cerca que podía tragar su aliento fácilmente, nuestras narices se tocaban y temía destrozar su perfecta y delicada nariz con la mía aunque aquello pareciese descabellado. Era perfecta. Sacó su lengua y la colocó en mi labio inferior esperando a que yo respondiera de la misma forma pero solo atiné a tragar saliva completamente nerviosa. ¿Qué demonios me sucedía?

—Voy a besarte, y no voy a detenerme — dijo tras saborear mi labio.

—No quiero que te detengas.

Fue lo que esperaba que le dijese. Tiró de mi rostro rompiendo la poca distancia que nos separaba y abrió su boca mientras abría la mía para profundizar el beso. Ella fue malditamente perfecta. No se apuraba pero dejaba en claro que estaba desesperada por mis labios. No hay punto de comparación entre su beso y el mío. Ella juega en las grandes ligas dejándome como amateur por mi torpeza de querer mi lengua dentro de su boca. Me guió a la perfección y en ese momento quise fundirme en ella y no separarme ni en sueños.

Pasó una de sus manos trasladándola hasta mi trasero para empujarme aún más cerca de su cuerpo como si aquello fuese posible.

—¿Quieres que me detenga? — preguntó mordiendo mi labio sin soltarlo en ningún momento. Negué con mi cabeza haciendo un gesto de molestia por someterme a ese placentero pero singular dolor — ¿En tu casa o en la mía? — volvió a preguntar.

— Tuya — respondí lamiéndome el labio tras su mordida. Podía sentir como tenía gusto a sangre.

—Bajemos. Deseaba que eligieses la mía — dijo abriendo la puerta y yo caí en la cuenta que ya habíamos llegado a la ciudad y estábamos estacionadas en la acera correspondiente al hotel donde se hospeda.

Tras bajar del auto frunció su ceño y volvió a pasarse la mano por el pelo. Gruño y yo caí en la cuenta que aún tenia aquel diminuto vestido en mi cuerpo. Sonreí tras sentir como me cubría con su cuerpo y parte de su abrigo.

—No me hace gracia — Comentó adentrándonos en el hotel — Ray.

— Señorita Volkova — respondió el saludo el encargado cerrando la puerta detrás de nosotras.

—Piénsalo de esta forma. Tienes menos ropa por sacar.

—Elena… — suspiró pasando su mano por el rostro buscando la lucidez que con mis palabras ya comenzaba a perder.

—¿Lo has hecho en el elevador? — negó con su cabeza.

—Deja de leer tantas novelas.

—Me gustaría experimentarlo.

—Lo haremos, créeme. Pero no esta noche — las puertas se abrieron y nos dieron paso para poder caminar hasta su puerta. Era la número 220. Debía recordarlo.

Sacó la tarjeta correspondiente a su habitación y la luz verde nos dio el acceso al interior que tanto deseábamos por partes iguales. Se hizo a un lado y me dejó pasar. No pude ver mas allá de una mesa circular pequeña en medio de nuestro trayecto teniendo en cuenta que las luces estaban apagadas y Yulia tiraba de mi cuerpo contra la pared.

Su pecho subía y bajaba violentamente. Sostuvo mi cara entre sus manos.

—No olvidarás esta noche — lo próximo que sentí fueron sus labios devorando los míos, como lo hice yo la noche anterior. Con sus manos ya en mi trasero y su increíble fuerza me levantó provocando que rodeara su cintura con mis piernas.

Sin pensármelo dos veces me despojé de su abrigo a la vez que ella ya comenzaba avanzar por la habitación sin despegar sus labios de los míos. Sentía el ardor en mi boca y ella se alejó unos segundos para saborear el gusto de mi boca.

—Déjame enjuagarme.

—No lo hagas — respondió volviendo a morder mi labio para obtener más sangre de ser posible. Me resultaba algo desagradable, pero sentir como disfrutaba todo de mí me sacudió la inseguridad lanzándola lejos de ser solo un polvo para ella por completo.

Me subió a la cama y su cuerpo se unió al mío a la perfección. Besarnos era agradable, demasiado, pero una vez que la ropa comenzara a desaparecer comenzaríamos a explorar otras áreas de nuestro cuerpo y yo no podía esperar un segundo más por ello.

—Quiero hacerlo.

—Tus deseos son órdenes para mí — respondió ubicándose entre mis piernas.

Nunca antes le había quitado la ropa a una mujer, pero no podía ser algo tan difícil, después de todo yo me la quitaba todas las noches ¿no?. Ella en esta ocasión lucia un pantalón ajustado a su cuerpo acompañado por una camisa color roja y su inolvidable chaleco dándole el toque personal a su look. Empecé a tirar la camisa para arriba y ella rápidamente desabrochó el cinto que acompañaba su pantalón, un detalle que había pasado por alto. La camisa salió sin problemas y desprendí los dos primeros botones para quitarla por su cabeza. Ella levantó sus brazos tras desabrochar sus puños y quedó un poco atascada en la zona de la nariz y sus orejas, pero ágilmente supo cómo salirse de esa.

Sonreí contagiándola de inmediato por mi desesperación en tenerla desnuda.

—Practicaremos para que la próxima vez salga impecable — dice volviendo a mis labios buscando más besos. Se movió debajo de mi oído provocando mi risa por el cosquilleo con su nariz y luego bajó hasta mi cuello. Puse mis manos en su espalda sintiendo como sus omoplatos se movían bajo las palmas de mis manos. En su lado izquierdo, bajo mi mano derecha podía sentir una gran cicatriz que aumentó mi curiosidad.

—Quiero verte desnuda — Murmuró en mi cuello — Ven aquí — me invitó a sentarme para llegar al cierre que descansaba en mi espalda. En ningún momento desvió su vista de la mía. Puso sus brazos alrededor de mi cuerpo y posó su nariz sobre la mía besándome suavemente. Podía sentir como el aire se colaba por mi espalda ahora desnuda. Tomó el borde bajo de mi vestido y sorpresivamente de un tirón lo alejó de mi cuerpo. Estuve encima de ella en un abrir y cerrar de ojos. Permanecía sentada, como lo había estado en su auto, y sus manos se posaban nuevamente en mi trasero apretándolo y masajeándolo para acabar con la distancia que se atrevía a separarnos.

Estaba claro que aquí, entre las dos, ella era la que tenía experiencia.

—Ama de casa, madre de dos niños y ¿tienes un aro en tu ombligo? ¿Acaso quieres matarme? — metió su dedo en mi ombligo provocando que contrajera mi vientre, excitada.

—Una mami sexy.

—Mi mami sexy — puso énfasis en el adjetivo posesivo — ¿Cómo no sabía de esto? — preguntó dándole un pequeño tirón, encendiéndome aún más.

—Es mi pequeño secreto — Me mordí el labio y ella detuvo mi mordida con su dedo pulgar introduciéndolo lentamente en mi boca, y yo aceptándolo gustosamente aumentando sus ganas de follarme en su cama.

—Me excitas tanto que duele — dio el último empujón en mi espalda provocando nuestra fricción y desprendió mi sujetador azul.

Mi cuerpo sintió las frías sábanas y Yulia rápidamente besó el valle que se formaba entre mis pechos, erizando mi piel con sus besos mojados. Cuando llegó hasta mi obligo lamió mi aro dándole un rápido y placentero tirón con sus dientes. Me estaba volviendo completamente loca.

Gemí. No podía pensar en otra cosa que no fuese nosotras dos en esta cama. Tenía sus manos por todo mi cuerpo, podía sentirla, cubriendo cada milímetro de mi piel dejando una estela de fuego sobre ella.

Rodeé su cuerpo con mis piernas y ella no se molestó en apartarlas. Había encontrado su lugar en mi cuerpo y era justamente donde yo sentía pudor, vergüenza.

—Espera… — susurré y ella detuvo los besos que habían comenzado en mis muslos.

—¿No quieres?

—No… no me… — suspiré nerviosa — No bajes. Ven aquí.

—Elena, somos mujeres. Debo tocarte — dijo rozando con sus dedos sobre mis bragas. Podía sentir como sus dedos resbalaban debido a mi humedad — Me estás matando — volvió a mis labios y comencé a sentir como mi intimidad quedaba expuesta alejando mi ropa interior lejos de nosotras. Estaba desnuda, bajo su cuerpo, completamente vulnerable — Lo haré.

—No…

—Solo disfruta — tomó mis manos a la altura de mis muñecas y las colocó sobre su cabeza permitiéndome que descargue sobre ella de alguna manera. Nunca había vivido aquello. Me sentía expuesta y avergonzada por ver como su cabeza se perdía entre mis piernas.

—Oh… dios — gemí tironeando de su cabello. Aún no había comenzado pero podía sentir como su lengua probaba mi intimidad.

—Para ya, Elena.

—No tienes que hacerlo. Por favor — Rogué avergonzada pero ella rodeó con sus brazos mis piernas y me empujó de un solo tirón hasta su boca como si aún existiera distancia entre nosotras.

Sentía como su lengua se movía entre mis pliegues, estimulando mi clítoris hasta sentir que un gemido no me dejaba respirar por estar aferrado en mi garganta. Mis caderas se movían frenéticas pidiendo más de aquello. Era una sensación tan increíble como desesperante. Quería que saliera de allí pero a la vez que no parara. Me estaba volviendo loca.

—Sabes deliciosa. He querido probarte desde el día en que te vi — Podía sentir como sus palabras chocaban contra mi clítoris hinchado y yo tironeaba un poco más de su cabello recibiendo un gruñido de su parte.

—Oh… hazme venir.

Lo hizo, sin rodeos. No puedo explicar la sensación de sentir como con sus labios me succionaba mi intimidad de una manera lenta y suave. Me sacudía el orgasmo que me provocaba, tensándome al máximo sintiendo el posterior temblor en mi cuerpo. Introdujo su lengua en mi sexo mientras me estremecía y convulsionaba aún con el orgasmo. Deseaba que entrara aún más adentro. Sentía como gemía contra mi intimidad y aferraba más sus brazos en mis piernas dejándome inmovilizada sin chances a apartarme de su boca.

Pensé que aquello había acabado cuando su lengua abandonó mi interior pero mi respiración volvió acelerarse tras sentir sus dos dedos dentro de mí. Estaba tan sensible que sentía como el segundo orgasmo ya se avecinaba sin necesidad de estimularme. Acercó su lengua a mi clítoris aún embistiéndome con sus dedos y comencé a correrme nuevamente, gritando su nombre como una loca, no dudó en introducir otro dedo y terminó por dejarme completamente sensible.

—Perderé la cabeza. Para… — murmuré con mi voz entrecortada. Intentaba tragar saliva pero mi boca se encontraba completamente seca. Me dolía el labio de lo seco que estaba.

—Una vez más — Se apartó de mis piernas subiendo hasta quedar nuevamente a un pelo de mi boca — Córrete una vez más por mí.

—No podré…

—Claro que si, nena.

—Necesito recuperarme.

—Somos mujeres, no necesitamos eso. Podrás — Lamió mis labios dejándome mi propio gusto en mi boca. Todo de ella me excitaba. Me aferré a su espalda húmeda nuevamente y ella comenzó a bajar nuevamente por mi cuerpo. Con una mano acariciaba parte de mi pecho, costillas hasta llegar a mi cadera.

—Nunca tendré suficiente de ti — susurró en mi oído mordiendo mi hombro, descendiendo hasta acaparar con su boca uno de mis pezones. Tiró de él con sus dientes y el dolor placentero volvió a sacudir mi cuerpo provocando que arqueara mi espalda con un leve grito.

El ciclo pre-orgásmico volvía a repetirse.

Ninguna de las dos quería ponerse la ropa, así que decidimos dormir así. Ella abandonó su lado en algún momento de la noche, tras descubrir en la madrugada sobre las seis que me encontraba sola en la cama.

En mi mente cada vez que me había imaginado el despertar luego de tener relaciones con ella se había idealizado a su lado, recibiendo un beso de su parte y nuestros cuerpos acurrucados. Pero nada de eso pasó.

Mi estómago me anunció que necesitaba comer algo para no caer desmayada por falta de energías. Las había gastado todas horas atrás entre el tercer y cuarto orgasmo. Si alguien me lo contara diría que es imposible, pero ella lo logró.

Me removí un poco en la cama y me di cuenta que no podía volver a ponerme mi vestido. Quizás podía tomar la camisa que ella había utilizado anteriormente, pero no había rastros de ella. Me enredé entre las sábanas y puse mi primer pie en el piso sintiendo la suave alfombra bajo mis dedos. Se sentía genial esa sensación.

Observé con detenimiento la habitación y solo pude encontrar una mesa cómoda con cajoneras color blanca. Tal vez allí obtendría un poco de su ropa para salir de aquí y prepararnos algo de comer.

Caminé mirando a mi derecha una puerta entreabierta perteneciente al baño. Me acerqué al mueble y toqué por encima las pertenencias que descansaban allí de Yulia. Su perfume, no resistí las ganas de llevarme el frasco a la nariz e impregnarme de su olor. Era exquisito. Era ella.

Primer cajón solo habían algunos papeles, lo cerré de inmediato. Aquello no me incumbía. Probé en el segundo pero solo había pantalones. Saqué uno corto sin lugar a dudas y abrí el último rogando que allí hubiesen remeras o lo que sea que sirviera para tapar mi torso. Y había lo que tanto buscaba pero todas parecían ser camisas. Introduje mi brazo un poco más al fondo y encontré una de tirantes. La tomé entre mis manos y tras apartarla del cajón la abrí descubriendo como algo caía de ella en el piso. Fruncí mi ceño y aparté la prenda de mis manos dejándola sobre el mueble.

¿Una fotografía?

Aquello era una fotografía sin lugar a dudas. Con la poca luz que se colaba por el ventanal me incliné para levantarla y descubrir a una mujer en ella. Su pelo era oscuro y largo hasta sus pechos. Estaba sentada en una silla mecedora vistiendo un largo vestido blanco. Mis ojos se abrieron de par en par al descubrir cómo sus brazos descansaban en su vientre.

Embarazada.

Claramente, estaba embarazada.

—¿Qué mierda haces con eso? — un portazo tras mis espaldas fue lo último que oí antes de cerrar mis ojos.


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Mensaje por Fati20 11/17/2022, 5:32 am

Se brincaron un poco esa primera vez, espero en las próximas veamos a una lena más activa. Y bueno que malo agarro esa foto q supongo será de la mamá de julia espero las cosas se arreglen rápido. Saludos querida 😘😘

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/18/2022, 2:37 am

Capítulo Quince: Un giro inesperado

Escalofrío pero a la vez un sudor recorriendo mi espalda era mi situación en el momento en que escuché su voz detrás de mí. Mis ojos no tardaron en verla llegar, posicionándose frente a mí con su ceño fruncido, apretando su mandíbula.

—Yo… — balbuceé nerviosa. Verla en ese estado me provocaba temor. Seguía siendo ella pero no olvidaba que aún era Volkova y, teniendo en cuenta mi mala experiencia con uno de ellos, esta no prometía mucho.

—¡No vuelvas a tocar mis cosas! — Arrebató la fotografía de mis manos — ¿Has oído? — se asegura tras mi silencio.

—Yo… lo siento… no quería — vuelvo a balbucear y la sensación de sentirme expuesta y ridícula frente a ella, vuelve.

—¿Has oído? — aprieta más su mandíbula.

—Si — susurro agachando mi cabeza siendo regañada como una niña de seis años.

—Cámbiate. Debemos irnos.

No hay beso, mucho menos un Buen día preciosa, me gustó mucho hacer el amor contigo. Bueno, después de lo que hice tampoco pretendía flores de su parte, pero ¡Demonios!. No he hecho nada. He encontrado esa foto de casualidad.

Suspiro.

Una mujer embarazada.

Mi cabeza vuelve a maquinar cosas o pensamientos como cuando Samir confesó que Yulia era casada o su pasado familiar. Cierro mis ojos y suspiro. Ella ya no está más frente a mí, solo puedo oírla cerca pero no está en esta habitación.

Me giro y vuelvo a ver el cajón abierto con una remera a tiras burlándose de mí al descansar encima de las demás. Ya he arruinado el encuentro ¿Qué más da?

—¿Yulia? — Intento localizar el ruido pero ahora parece lejano — ¿Yulia? — Vuelvo a intentarlo recibiendo solo un "Hmmm" — No he traído ropa, solo tengo mi vestido de anoche. Me preguntaba… si puedo tomar ropa tuya — El silencio se extiende y oigo la ducha abrirse. Ella aparece por la entrada de la habitación que descansa a mi costado izquierdo. Me ha dado el mejor susto de todos — ¿Cómo…. — miro la puerta frente a mí, perteneciente al baño.

—¿Quieres tomarte una ducha conmigo? — Frunzo mi ceño y trago saliva nerviosa.

—¿Contigo? — La boca me tiembla al hacer la pregunta.

—Para hacer las paces. Tú te duchas conmigo, y yo olvido el tema de la foto.

Mi estómago se pone duro, tan duro como una piedra y siento que mis bragas ya comienzan a mojarse al pensar en las palabras "ducha" y "Yulia" juntas. Pero el tema de la foto no estoy segura de querer olvidar ese tema del todo. Quiero discutirlo, saber sobre eso, mi curiosidad nata me pide a gritos que averigüe, pero no soy estúpida, ahora no obtendré lo que busco y ya corre con desventaja.

—Elena, no soy buena con las disculpas. Responde.

—Me encantaría llegar a un acuerdo bajo el agua, y tu baño, más precisamente tu ducha, llama poderosamente mi atención. Me gustaría darle una probada.

—Y yo a ti — Se posiciona detrás de mí comenzando a dejar besos detrás de mi oreja. Mis mejillas se tiñen de rojo — ¿Quedo como loca si te digo que me encanta el olor que desprendes cuando sudas? — Me muerdo el labio sintiéndome avergonzada e intento zafarme pero ella me lo impide.

—Tssst — Me chista como si fuese un perro.

—Yo estoy loca por ti. Es un empate — decido entrar en el juego. Solo recibí la palma de su mano en mi plano vientre sintiendo como aprieta con sus dedos mi piel desnuda, empujando contra su cuerpo.

Muevo un poco mi cintura y a cambio recibo un gemido por frotar mi cuerpo con el suyo.

—No sé que tienes, pero me apetece follarte todo el día — Me aprieta aún más mientras se desprende de su ropa.

—¿Qué te lo impide? — Se que con esa simple pregunta le estoy dando acceso ilimitado y libre hacia mi cuerpo. Mi subconsciente me regaña haciéndome sentir como una mujer regalada, pero tapo su boca y decido lanzarme sin más hacia los brazos de Yulia.

Mi cuerpo comienza a moverse y el vapor del baño pronto golpea mi piel rápidamente. La mejor sensación vivida, Yulia detrás de mí y el cálido ambiente del baño.

—Debo irme al trabajo. Ya casi es medio día y aún debo volver a casa para cambiarme.

—No quiero — murmura contra mi cuello abrazándose a mi cuerpo.

Me encanta esta versión de Yulia. Quién diría que detrás de esa fachada se encuentra esta adorable y cariñosa personita.

Ya hemos desayunado luego de hacer el amor bajo la ducha, pero es día laboral y mis responsabilidades me llaman.

—Debo ir a trabajar. Tú también deberías hacerlo.

—¿Me está regañando, señorita Katina? — Sale de su escondite en mi cuello y me mira a los ojos. Por los rayos que se filtran por el gran ventanal pegando directamente en su rostro, logro apreciar sus rosados labios, los pequeños vellos que tiene en su mentón casi en forma de pelusa y sus ojos color cielo que tan loca me traen.

—¿Quieres que te regañe? Sé hacerlo muy bien, tengo dos hijos. No lo olvides. — Sonrío. Mis pequeños ¿Cómo estarán pasando sus vacaciones?

—¿Tu quieres ser regañada? No tengo hijos pero se de algunos castigos que me gustaría implementar contigo — Abro mi boca sorprendida y ella sonríe satisfecha. Aún no caigo en la cuenta de la intimidad que hemos creado.

—¿Cómo 50 sombras? — Se que mis ojos brillan porque ella niega con su cabeza.

—Ya deja ese libro, Elena. Jamás te haría daño — Hago un puchero con mi labio, no por el hecho del daño físico sino por mi fantasía arrebatada. Ella me muerde el labio arrancándome un suspiro junto a un gemido de dolor.

—¿Qué clase de castigo, entonces? — cruzo mis brazos sobre mi pecho alejándola un poco, solo un poco.

—¿Quieres desafiarme? — Levanta su ceja.

—Siempre lo hago — sonrío pero se me borra de inmediato al sentir como Yulia me toma entre sus brazos alejándome del piso — ¡No! ¡Espera! Ahora no, Yulia.

—Claro que sí.

—No, Yulia. Debo ir a trabajar — Chillo tras ver como el pasillo queda atrás y pasamos el umbral de su habitación.

—Ya no trabajarás, no es necesario — Vuelve a dejarme a su altura.

—Si lo es — frunzo mi ceño.

—No. Ahora estás conmigo. No lo es — Busca mi boca pero yo le corro el rostro rápidamente provocando que su beso quede en parte de mi mejilla y mandíbula. — No vuelvas hacerme eso — toma mi rostro volviendo a su cometido.

—No, Yulia — Me suelto pero ella vuelve a tomarme del brazo haciendo presión.

—¿No? — levanta su ceja apretando levemente su mandíbula. Su agarre no me duele, no aún, pero seguramente dejará mi brazo colorado.

—No. ¿En qué cabeza cabe que deje mi trabajo solo por haberme acostado una sola noche contigo?

—Solo fue una noche para ti — Me suelta bruscamente — Es bueno saberlo, Elena — Su respuesta me deja atónita. Es como si hubiese cambiado su chip mental luego de mis palabras, como si la Yulia dominante que todos conocen hubiese regresado quitándome a la dulce amante cuidadosa que tuve anoche.

—Espera… — sigo sus pasos volviendo nuevamente a la sala donde hemos desayunado — No fue una simple noche — Mi subconsciente bufa molesta regañándome con su mirada. ¡Lo has arruinado!

—Lo que sea. Le diré a Paul que te lleve a tu casa — Tomó su móvil y marcó rápidamente.

—No, Yulia. No me iré de aquí, no hasta solucionar esto — nos señalé mutuamente.

—¿Esto? — Se burló de mi riéndose sarcásticamente — Paul… — tomé su móvil apartándolo de su oído para que decidiera prestarme atención de una vez por todas.

—Esto — volví a poner énfasis en lo que sea que teníamos en ese momento.

—Esto no existe. Devuélveme el móvil.

—No — Negué como una cría.

—Elena, devuélveme el maldito móvil.

—Escúchame, maldición. Escucha lo que tengo que decirte porque no lo repetiré de nuevo. Me gustas, mucho de hecho. He entrado en un bar de prostitutas y he tenido que soportar que tu hermano quisiese violarme, porque eso sucede cuando una de las partes no quiere y el otro lo obliga a ello — Toqué su pecho con mi dedo — Soporté la mirada de todos en aquella fiesta por ser la de turno y supe sobrellevar la situación de ser insultada en mi propio rostro por tu socia. Si para ti solo fue una noche, que así sea. Pero óyeme bien, Volkova… ni sueñes en volver a ponerme un dedo encima mucho menos aparecerte en mi vida con regalos o simples tazas de café en mi lugar de trabajo.

Como lo valiente y corajuda que me sentía aplasté el móvil en su pecho y el mismo golpe pareció sacarla de su trance momentáneo. Escuché sus gritos detrás de mí, era prácticamente imposible no hacerlo pero no detuve mi andar. Las puertas del ascensor estaban cerradas, no podía perder tiempo allí y que ella decidiera alcanzarme. Corrí de prisa y me aventuré a bajar las escaleras, agradecía haber tomado ropa prestada pero tan solo pensar que debía volver a verla para regresar todo con su dueña me aceleraba el pulso. Ya buscaría una forma de librarme de ello.

Tres pisos fueron los que tuve que bajar antes de que el encargado de turno intentara detenerme en la entrada.

—Señorita… — por su cara debe pensar que me he robado algo, pero detuvo su acción inmediatamente al ver las lágrimas caer por mi rostro. Solo pude atinar agachar mi cabeza y bajar un poco el ritmo de mi escape. No quería asustar a los turistas que se encontraban sentados allí, algunos leyendo el periódico otros depositando su atención en su laptop.

Tras abrir las puertas de entrada el sol golpeó mi rostro provocando que cierre los ojos hasta acostumbrarme a la intensa luz exterior. El aire secó inmediatamente mis lagrimas dejando mi rostro tirante.

—Señorita Katina — Una voz masculina me sacó de mis pensamientos — ¿Se encuentra bien? — Pestañeo varias veces antes de que el recuerdo sobre quien es llegue a mi mente. No le he prestado atención antes, mucho menos cuando estuve cerca de Yulia.

—¿Paul?

—Así es, señorita Katina — Asiente sin querer romper formalismos mucho menos atreviéndose a disminuir nuestra distancia.

—¿Puedes llevarme a casa? — Me atrevo a preguntar y abusar de los lujos de Yulia Volkova.

—Por supuesto, estaba esperando por usted señorita.

—Bien. Y solo llámame Elena – Toco su brazo tras ver cómo me indica el camino a seguir.

—No estoy autorizado para eso, señorita.

—Lo harás. Aunque sea entre nosotros me llamarás Elena — aseguro antes de subirme al auto, el solo asiente y creo que una sonrisa quiere escapársele pero la disimula a la perfección.

Una vez ubicada en el asiento trasero intento evitar el contacto visual con Paul, aún me siento algo tímida y aprovechadora.

Evito sentirme avergonzada y humillada por la situación. Me he expuesto a ella pero bajo mis propias reglas, bajo mi consentimiento y teniendo en cuenta que saldría perdiendo. He fracaso completamente. Había esperado a que Yulia reaccionara de la misma forma y confesara aunque sea una pizca de amor por mí, pero había pretendido más de la cuenta. Soy una llorona nata, pero teniendo en cuenta que estoy bajo el escrutinio del chofer de Yulia, me guardo mis emociones y me mantengo en línea.

Es inevitable el hecho de despejar mi mirada de la nuca de Paul y mirar por la ventana. La cafetería pasa a un lado mío dejándome descolocada. No había caído en la cuenta de que el hotel de la ciudad donde ella se hospeda queda tan solo dos cuadras de mi trabajo. Ella ha estado todo el tiempo a mí alrededor. Y me he dado el permiso de perderla como una completa imbécil. Me he atrevido a perder a la única mujer con la que me atreví a tener algo, a la única persona que se coló hasta en mis huesos.

La impotencia invade mi cuerpo por no tener mi móvil quemando en mis manos con llamadas perdidas de Yulia, o sintiendo como sus pasos pisan los nuestros. Ha de estar muy entretenida con la estúpida flacucha de senos operados. Cierro mis ojos y varias lágrimas se me escapan pero las limpio apresuradamente, recordando que en mi bolso aún tengo mis lentes de sol. No demoro en hacerme de ellos y colocarlos para disfrazar un poco más mi deplorable aspecto.

Nos detenemos en un cruce escolar, para que varios niños que desean jugar en la plaza puedan cruzar, y la imagen de mis hijos me golpea sacudiendo todas mis ideas. ¿Cuándo me he detenido a pensar en ellos? En el momento en que Yulia llegó a mi vida, ni siquiera he analizado el hecho de que si eso avanzaba, tendría que presentarlos. ¿Cómo les diría que estaba bien que su madre estuviese con otra mujer? Prácticamente les he dicho que eso está mal visto desde que han nacido. Soy una pésima madre, ni siquiera he parado a pensar en ellos en el correr de los días. Trago saliva y el nudo en mi garganta parece no dar tregua. Es clara señal que no se irá hasta que decida llorar como corresponde sacando toda esta patética mierda fuera de mí.

Paul no se gira, mucho menos me mira por el retrovisor, es discreto y lo agradezco a la hora que hacerme entrega de un pequeño paquete de Kleenex.

—No debe llorar.

—Gracias, Paul — murmuro sacando varios pañuelos a la vez para llevármelo a mi nariz y parte de mis ojos. Demonios, mi máscara de pestañas se me ha corrido considerablemente — A veces llorar limpia el alma.

—De ser así, está en todo su derecho.

Me pongo cómoda apretujando los pañuelos en la palma de mi mano y sollozo sin querer hacer ruido pero fallando al momento en donde Paul me echa un vistazo por el retrovisor.

—Dele tiempo. Todos estamos dañados en cierto punto.

Siento como frena el coche y despierta la curiosidad en mi interior.

—¿Qué tan dañada está?

—Lo suficiente para temer darse una oportunidad con usted y ser feliz.

—Eso es estúpido — Escupo sin darme cuenta que lo dije en voz alta, pero Paul logra dejarme callada a la brevedad.

—No en su mundo, señorita Katina — Sin más la puerta a mi costado se abre sola dándome la libertad de marcharme de ahí y perderme dentro de mi casa.

—Gracias por traerme.

—Gracias a usted — me sonríe y yo me bajo del auto tomando mis cosas.

No en su mundo.

Aún suenan sus palabras en mi mente. ¿Qué se supone que quiso decir? ¿No en su mundo? ¿Qué clase de persona teme a ser feliz con la persona que ama? ¿Por qué Yulia teme a ser feliz?. Mi mente divaga en el trayecto del auto hasta mi puerta. Busco las llaves y entro rápidamente apoyándome en la fría madera de la entrada.

Temer darse una oportunidad con usted y ser feliz.

¿Yulia ha considerado estar a mi lado? Oh por dios. La he cagado. Arruiné las cosas monumentalmente. ¡Demonios! Cierro mis ojos. ¡Te lo dije! Te advertí que cerraras la enorme boca que tienes. Mi subconsciente me apunta con sus dedos. Me tapo la cara con ambas manos y caigo en la cuenta que he regresado a mi casa después de un día fuera de ella. Se siente asquerosamente vacía.

El sonido de mi móvil le envía un electroshock a todo mi cuerpo, lo saco desesperada pero mis ilusiones caen al suelo al darme cuenta que solo es una advertencia por tener baja batería. No tengo tiempo de cargarlo tras mirar el reloj digital. Solo tengo media hora para cambiarme e irme a la cafetería.

—Elena, ven aquí — El dueño me llamó antes de hacer el intento de ponerme el uniforme.

—Buen día, Román.

—Hola — Bueno, lo diré. Él no se caracteriza por el buen humor o el trato cortés — Hoy es tu día de suerte, obtendrás un aumento de sueldo. Haremos unos cambios aquí, en la semana te diré de qué se trata. Pero ahora, disfruta de eso — Sin más, se aleja de mí dejándome sorprendida por la noticia. ¿Aumento de sueldo? ¿Qué tipo de alienígena ha raptado a mi jefe este fin de semana?

—¿Ya te ha dicho? — Oksana llega a mi lado con su perfecta sonrisa.

—¿Lo del aumento? — Ella asiente — ¿Qué se le ha cruzado por la cabeza?

—No lo sé, pero si tiene algo que ver con sexo le agradeceré a la persona que se compadeció de ese pobre hombre.

—Ya, déjalo en paz — Sonrío por sus ocurrencias.

—¿Qué tal tu fin de semana? — me guiña el ojo.

—Normal — respondo haciéndome de mi uniforme.

—¿Normal? — Cruza sus brazos — ¿Tan mal ha estado Volkova? La creía un macho en la cama, pero supongo que solo es pura fachada. Que decepción.

—¿Decepción? ¿Tenías ilusiones con ella? — frunzo mi ceño.

—No, pero si con el otro Volkov. Le he echado el ojo en la fiesta.

—Ni se te ocurra. Él no es para ti y tu hermano, él pondrá el grito en el cielo — La preocupación comienza hacer mella en mí.

—Tarde — explota el globo de su chicle cerca mío — En la fiesta bailamos juntos, muy juntos si sabes a lo que me refiero — levanto ambas cejas jugando con mi paciencia.

—¿Te has acostado con él? ¿Bromeas?

—¡No! — Chilla — Pero espero que eso suceda pronto. Tiene algo que me vuelve loca — Es Volkov pensé rápidamente, pero el solo pensar de que Pavell esté rondando cerca de mi amiga me desespera. Él asiste a un bar, se acuesta con las mujeres de allí y vaya a saber con cuantas más durante la semana, no las respeta, no me respetó, no la respetará a ella. Eso, definitivamente, es una pésima idea.

—No creo que tu y él tengan algo en común. No sigas por ahí, Oksana.

—¿Por qué? Dime una buena excusa y me lo pensaré dos veces — Creo que mi silencio es suficiente para ella que esboza una sonrisa. No puedo decirle donde estuve metida mucho menos lo que vi.

—Bien. Pero luego no vengas llorando — La apunto antes de salir juntas del cambiador.

—¿Llorar? Haré todo menos eso, créeme. Mira lo apuesto que es — Apuntó con su cabeza y mi corazón comenzó a bombear a pasos agigantados. No por el hecho de Pavell en la cafetería, sino por el hecho de que él siempre está acompañado por Yulia.

Decidí no mirar más allá de su figura. Aún no estaba preparada para volver a ver esos ojos que me desnudaban al instante.

—Supongo que tomarás las mesas — susurré en el oído de Oksana.

—Supones bien — me sonrió tomando su libreta y dirigió sus pasos hacia la mesa de Pavell.

Pasaron algo más de media hora donde atendí a dos ancianos que había decidido almorzar allí, en la barra. El hecho de tenerlos ahí despejó mi mente con sus bromas o anécdotas sobre su pasado juntos. Ellos eran pareja, y hago referencia a dos hombres. Es increíble como uno cuando se abre a algo, comienza a ver la realidad con otros ojos. Me han hecho saber lo duro que fue para ellos enfrentar las malas lenguas en un pueblo como este. Se han conocido en la guerra, y ellos han tomado partido por el amor dejando todo ese asunto a un lado. Han perdido muchas cosas en el camino hacia su felicidad, pero sin dudas ganaron algo irremplazable, su alma gemela. Me pregunto ¿Qué será de mi padre?

—Hola Elena.

—Valjean — Su voz me distrae momentáneamente — ¿Cómo te encuentras?

—Muy bien, de hecho — Toma la carta pero la deja rápidamente — Pediré lo mismo de siempre.

—Perfecto. Te lo traeré en cuanto me digas que es eso que pides siempre — Sonrío pero él solo muerde su labio y levanta su ceja. Hoy hay algo extraño en él.

—Cierto, tu atiendes las mesas. ¿Qué hay de mi pequeña hermana?

—Ella… — Trago saliva. No se ha percatado de la presencia de Pavell y de su coqueteo poco disimulado con Oksana — Hoy me duelen las piernas, ella decidió darme una mano con eso. Atenderá las mesas por mí.

—Bueno, me gusta la idea de verte detrás de una barra — Me sonríe — Te pediría el trago Gacela, pero con una hamburguesa me conformo.

¡Esperen! ¿Qué? Mis ojos no quieren cerrarse, su rostro está frente a mi pero estoy tan aturdida por lo que acaba de decir que prácticamente solo veo una mancha negra en él. El ruido a mi alrededor desapareció y mi corazón está dando sus últimas bombeadas de sangre.

—Lena, ¿Te encuentras bien? — El empujón que recibo de Oksana me sacude los pensamientos — Pareces que has visto a un fantasma. Es solo mi hermanito — ambos ríen y él parece burlarse de mí. Sabe perfectamente lo que está pasando ahora entre nosotros.

—Muy graciosa, pequeña — Los hermanos Komarov comienzan hacer bromas y yo solo puedo pensar en escapar de allí y poner en advertencia a Yulia. Mi cabeza va a estallar y una posible migraña amenaza con aparecer.

—En serio, Elena. ¿Te encuentras bien? Estás más blanca que un papel — Oksana me toma de la mano. Aún sigo aferrada de la barra, si me suelto soy chica muerta.

—Si. Iré por tu almuerzo — Me aclaro la garganta y me doy media vuelta para dejarle al cocinero su pedido.

No vuelvo junto a los hermanos Komarov, mucho menos me quedo allí de espalda a ellos. Camino como puedo aun repasando el hecho de que Valjean sabe sobre que trata ese dichoso trago. Los baños son mi nuevo objetivo, y tras entrar en ellos una joven muchacha se limpiaba las manos en el lavamanos. Me coloqué a un lado de ella y miré el reflejo en el espejo. Oksana tenía razón, el azúcar había bajado considerablemente en mi cuerpo y me hacia lucir como un muerto vivo. Sentía la presión por el piso y un sudor repentino en mi espalda, no tardaría mucho más en desmayarme si seguía allí parada.

—¿Te encuentras bien? — La voz de la chica se coló en mis oídos. Negué con mi cabeza dándole a entender que ni siquiera podía formular dos palabras seguidas — Tengo caramelos en mi mochila, espera — Revolvió todo su bolso hasta que por fin sacó dos caramelos de menta. Metí ambos en mi boca y tragué el sabor dulzón que me otorgaban. La vida volvía habitar mi cuerpo — ¿Quieres que llame a alguien más?

—No, no — la tomé de su brazo antes que pudiera avisarle a alguien más de mi estado.

—¿Segura?

—Si, cielo. Gracias por tu atención. Ya me encuentro mejor — la pequeña no tan pequeña me sonrió y acomodó su bolso en su espalda — Sin dudas puedes ir al mostrador y elegir el muffin que más te guste. Corre por mi cuenta.

—Gracias. De veras… — Me sonríe y yo rápidamente la condujo hasta la vitrina, fuera del baño donde descansan los pasteles y platos dulces.

—Bien, elije el que quieras — le mostré la zona donde podía seleccionar el de su gusto.

—Creo que tomaré el más grande. El de chocolate.

—Buena elección. Es mi favorito. ¿Lo has probado alguna vez? — me niega con su cabeza pero con una enorme sonrisa tras hacerme del muffin.

—No. Es la primera vez que probaré uno.

—No bromees. ¿Qué persona se privaría de probar algo como esto? — habló mi mitad obesa. La alojo en mi cuerpo y despierta solo cuando se trata de muffins.

—¿Alguien que no tiene dinero y vive en la calle? — Levantó sus dos hombritos y mi mundo tambaleó. ¿Tan cruel podía ser la vida? — No te sientas culpable por lo que has dicho, no tienes que ver en mi mala suerte.

—¿Duermes en la calle? — pregunté haciendo entrega de mi obsequio envuelto en una simple servilleta de papel.

—En la plaza — señaló hacia el costado de la cafetería donde descansaba la dichosa plaza. Mis ojos siguieron el trayecto que marcó su pequeño dedo a pesar de saber a qué plaza hacía referencia, y no pude evitar el hecho de encontrarme con la mirada de Yulia en las mesas junto a Pavell y Samir.

—¿Hace cuánto no comes? — volví la atención a la niña.

—Dos días o tres, creo. Gracias por esto — me sonrió y comenzó a caminar hacia la entrada.

—Regresa mañana a desayunar. Correrá por mi cuenta también — elevo un poco mi voz para que me escuche y recibí inmediatamente un pulgar hacia arriba con su apagada sonrisa.

Mi voz llamó su atención y una mueca parecida a una sonrisa también apareció en sus labios. Me mordí la parte interior de mi mejilla y volví a tomar mi puesto detrás de la barra.

—Este será el trato… — Así de simple comenzó con su conversación.

—Espera. ¿De qué hablas? — Detuve a Valjean confundida.

—No me tomes por idiota, Elena. Intenté hacerlo educadamente pero no has accedido a ello — Miró sobre su hombro y fijó nuevamente su mirada en mí. Yulia estaba metida en nuestra conversación sin nombrarla — Es obvio que tienes algo con esa imbécil, pero… — levantó su dedo advirtiendo que no osara en interrumpirlo — ahora aceptarás una cita conmigo.

—¿Por qué haría eso? — fruncí mi ceño y maldije el hecho de justamente hoy atender la barra.

—Porque cantaré como un gorrión todo lo que sé.

—Tú no sabes nada — Abrí mis brazos apoyando mis manos en el borde de la barra, reduciendo la distancia entre nosotros. Yulia se puso en alerta.

—Pruébame.

Fueron sus últimas palabras antes de que Yulia llegara a su lado.

—Cóbrame — Extendió su ticket sobre la barra.

—Hoy me haré cargo yo — Valjean colocó su mano sobre la de Yulia y parte del ticket — Para hacer las paces, ya sabes — le guiñó un ojo.

—Quita tu mugrosa mano de ahí.

Lo único que pude hacer fue tragar saliva sin hacer el menor de los ruidos.

—Pero que carácter. Que conste que quise hacer las cosas bien aquí, eh — Valjean habló mirándome a los ojos, queriendo dejar en evidencia el mal comportamiento de Yulia frente a mí.

—¿Quieres hacer las cosas bien?

—Así es — Asintió y rápidamente Yulia apoyó la mitad de su cuerpo en la barra incluyendo su brazo que aún mantenía el agarre hacia el ticket.

—Desaparece de mi vista.

Firme y clara.

Valjean hizo una mueca con su boca como si estuviese apenado y negó con su cabeza.

—Lamento informarte que ahora mismo no puedo hacerlo, no hasta que Elena me diga a qué hora pasaré por ella para nuestra primera cita.

Estoy segura que la palidez volvía a mi rostro al igual que el sudor en mi espalda. No me atrevía a mirar el rostro de Yulia mucho menos atreverme hablar. El piso temblaba bajos mis pies y estoy segura que era parte de mi mal estado.

—Una cita. Qué bien — Yulia apoyó ambos brazos en la barra cargando todo el peso de su cuerpo en sus brazos — ¿Estás enterada que tendrás una cita? — sus palabras fueron dirigidas hacia mí.

—Créeme que lo sabe — Interrumpió Val — Solo estoy esperando a que me dé un horario para pasar por ella.

—Bueno. Déjame darte un consejo — comenzó hablar sacando dinero de su cartera de mano — No la lleves a una heladería, supongo que ella está acostumbrada a cosas más sofisticadas — Tiró el dinero con desprecio sobre la barra — Quédate con el cambio. Tómalo como una propina de mi parte — No hace falta que diga más. Sé que hace referencia a la noche que pasamos juntas y sus palabras duelen como dagas clavadas en mi cuerpo. Pero mi necesidad de advertirla sobre Valjean es más grande que su desprecio.

—Yulia… espera.

Su espalda fue la respuesta a mis palabras. Salió disparada por la entrada siendo seguida rápidamente por Pavell y Samir.

—Eres un… — mi insulto quedó colgando por la impotencia del momento y por no ser buena infundiendo miedo. Él solo se paró de su asiento, dejó el dinero en la barra y tomó su campera para abandonar la cafetería.

—A las ocho pasaré por ti.

—No.

—No me hagas esperar — Me apuntó con su dedo y se aproximó nuevamente a la barra — No querrás conocerme enojado — Sin más abandonó el lugar dejándome más confundida que antes.


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Mensaje por Fati20 11/18/2022, 5:28 am

Lo de la foto es de otra saga q lei pero no recuerdo cual 🤔🤔. Qué lastima q julia sea tan testaruda y espero que lena no se deje chantajear por ese imbecil 😠😠
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/19/2022, 5:45 pm

Capítulo Dieciséis: Una interesante cita

–Valjean Komarov.

Es lo último que mis oídos oyen tras sentir en mi lado derecho como Paul cierra la puerta del coche.

Mi mundo no es el mismo desde que Elena Katina se ha entrometido en ella. Puede verse de ambos lados, siendo yo la intrusa en su vida, pero definitivamente no contaba con el hecho de poder sentir algo más que un simple escalón para llegar a Boris.

Lo admitiré. No soy un ángel, y si doy ese aspecto seguramente he sido un ángel caído del cielo tras ser expulsada por mi mala conducta. Elena Katina no es una victima mía, lejos está de ser mi interés en temas de negocios, pero Boris no piensa lo mismo. Ahora, en momentos como estos donde me encuentro sentada en la parte trasera de mi auto, con mis manos enlazadas depositando allí mi bronca e ira, ella pasa a ser lo primordial en mi día. Elena se ha colado en mis huesos, se ha asentado debajo de mi piel sin intensiones de cederle lugar a otra persona, así sea Valya.

¿De qué me sirve Elena a mí?

Ya lo he dicho. Boris. Pero ahora no estoy tan segura de ello. Ahora quiero protegerla y el hecho de que Valjean Komarov se mueva como pez en el agua frente a mis narices no hace más que enfurecerme. Él complicará las cosas. Él pondrá en riesgo a Elena y no puedo permitirlo.

—Señorita Volkova ¿Dónde desea que la lleve?

La voz gruesa de Paul me saca de mi pensamiento cayendo en cuenta que él ha estado esperando a que le dé indicaciones. Bacilo, aún no sé si lo que haré pronto es lo correcto. No está en mis planes y no puedo salirme de ellos permitiéndome fallar. No ahora.

Miro hacia mi derecha buscando señales fuera de mi coche a través de los cristales, pero allí no hay nadie. Valjean no está mucho menos mis muchachos. Vuelvo a mirar mis manos, nerviosa apretujando mi reloj pulsera siendo consciente que en menos de una hora debo encontrarme con mi investigador y parte de la gente que está detrás de todo este rollo.

—Llévame a Bora Bora.

Veo como mueve su nuca hacia delante dándome a entender que ha captado mi decisión. El auto comienza avanzar y rápidamente tomo mi móvil.

—Da la vuelta aquí. Quiero asegurarme que Elena aún sigue dentro del local.

—Si, señorita Volkova.

Sin más, gira en U y volvemos por donde hemos llegado. A mi izquierda, en la ventana opuesta donde me encuentro sentada, veo como Elena sigue en su mundo sin saber lo que gira a su alrededor en este preciso momento. Mis ojos quedan impactados por su desenvoltura con los clientes que allí asisten. Pienso, en momentos así, que he tomado la mejor decisión de todas en este lapso de tiempo respecto a ella y la cafetería. Ella sabrá ponerse los pantalones y sacar mayor provecho de ello. Se enojará, me insultará y es muy probable que no quiera volver hablarme, pero para ese entonces, cuando ella lo sepa, yo estaré lejos de la ciudad.

—Señorita Volkova.

La voz en el audífono llama mi atención tras dejar atrás su lugar de trabajo.

—Unique. Cierra Bora Bora. Hoy no quiero a nadie alrededor del bar.

—Es lunes, no podemos hacer eso. Hoy vienen los proveedores y debo pagarles el sueldo a las muchachas que atienden el restaurante.

—No diré más. Nadie.

Cuelgo y vuelvo a marcar rápidamente.

—Yulia.

—Escúchame. No quiero que ese imbécil les vea el rostro a ustedes. Es un asunto entre él y yo. ¿Ha quedado claro?

—Si, pero de todas formas sabrá que yo tengo algo que ver. Soy tu hermano después de todo.

—Una cosa es que él lo sospeche, o lo imagine y otra muy diferente es que tenga tu voz en su micrófono o tú rostro en su cámara.

—¿Él tiene todo eso que dices? — noto nerviosismo en su voz, miedo jamás, no después de toda la mierda que ha pasado.

—Es probable, y si no quieres volver al agujero donde te he sacado más te vale mantener tú culo lejos de este asunto. Pásame con Samir.

—¿Qué debo hacer, Yulia?

—¿Dónde lo tienen?

—Viene en la camioneta detrás de ti. Nosotros vamos últimos. Dime donde iremos.

—Al depósito del bar. No los quiero dentro. Tú y Pavell se quedarán fuera, o en el auto.

—De ninguna manera.

—Samir, no entrarás allí. Para eso les pago a hombres capacitados para ello.

—Esto es también mi asunto y tú no me dejarás fuera.

—Tú asunto es Alekseev. No me lleves la contraria. Te quedarás fuera y no negociaremos eso.

—Él te matará si tiene la oportunidad. Lo sabes.

—A él no le conviene eso. Quiere a Elena, yo también la quiero a ella, pero el aún sigue siendo codicioso con el dinero. Negociaré.

—No la necesitas. Ya lo hemos localizado. Sal de esa mierda antes de que te meta en problemas.

Suspiro tensando mi mandíbula.

—Ese no es tú asunto. No metas las narices ahí o te irá mal.

—No pierdas la cabeza, Yulia.

—Y tú no provoques que te la corte. Vigilen la entrada.

Sin más corto la comunicación repasando las ideas que atormentan mi cabeza.

Intereses.

Todas las personas nos movemos en la vida por diferentes intereses. Desde los pequeños en el jardín de infantes un niño acercándose a una niña solo para obtener galletas, desde un adolescente en pleno examen sentándose al lado del que en verdad estudió para copiarse las respuestas, desde un joven en una disco diciéndole cosas lindas a una muchacha solo para llevársela a la cama, hasta dos ancianos negociando en plena sala del geriátrico por el ultimo flan en la cocina. El mundo se mueve así. A base de intereses personales y profesionales. Elena ha sido un interés profesional, si así podemos llamarlo, pero ahora mismo, ella se ha vuelto algo personal. He cometido el error de meterme en su vida a causa de Boris, pero ahora no dejaré que eso me detenga. Ella es mi interés personal, amoroso y emocional. Ella ha tocado la fibra en mi corazón que parecía muerta de sentimentalismo. Elena ha logrado despertar el cosquilleo que Svetlana despertó en su momento.

¿Es amor?

No lo sé. ¿Estoy enamorada? Dudo que así sea. ¿Haré lo que esté a mi alcance para saberlo? Definitivamente. Tengo la convicción de que el amor a primera vista no existe. Uno se enamora mientras conoce a la persona, pasando tiempo con ella, sabiendo sus gustos en la intimidad o en un simple helado. Sus miedos, defectos y anhelos. Sus sueños. Yo ni siquiera sé que es lo último que piensa al acostarse y lo primero que hace al levantarse. Pero son cosas, que dentro de mi corazón y mente, están planificadas para que en un futuro cercano mis dudas sean respondidas. Elena estará a mi lado y nadie lo impedirá.

—Hemos llegado señorita Volkova.

—Paul, no quiero que nadie entre. Encárgate de que mi hermano y Samir cumplan con lo pedido, de lo contrario tienes mi consentimiento para arrastrarlos hasta la ciudad. ¿Has oído?

—Si.

—¿Si, qué?

—Si, señorita Volkova. Haré lo que usted me diga.

—No quiero errores. Si Pavell o Samir entran, arruinarán todo.

Sentencio bajándome del auto. Sueno mi cuello y no puedo evitar el hecho de sentirme cansada. He tenido la mejor noche de todas, junto a la mujer que comienza a robarme los suspiros uno por uno, pero lidiar con estos asuntos provoca que no pueda relajarme un solo día.

Hago seña con mi cabeza a dos de los muchachos que están parados en la puerta trasera del bar para que abran la puerta purpura. Dos de mis empleados bajan de la camioneta y no demoran en sacar a Valjean de la parte trasera con sus ojos vendados y su boca sellada con cinta. El maldito infeliz sabe lo que le espera. Sabe que yo estoy detrás de todo esto por su forma de caminar. No presenta resistencia mucho menos forcejea con mis custodios. Él camina según el camino que le trazan sin agachar su cabeza en ningún momento, como si así, quisiese demostrarme que tiene las de ganar o que al menos, él no se irá con las manos vacías.

Camino tras ver como Valjean ha entrado no sin antes mirar el auto donde mi hermano y Samir me observan. Mi primo hace el intento de bajarse, pero Pavell rápidamente se lo impide.

—Si ellos entran, tú date por muerto.

—Si, señorita Volkova — asiente nervioso el guardia de la puerta.

La puerta se cierra detrás de mí y espero a que los muchachos terminen de sentarlo en la silla que hay frente a una mesa. Si, es muy trillada la situación teniendo en cuenta que millones de películas sobre mafias o policiacas tienen esta misma escena. Pero, debajo del bar hay un depósito donde solo gente importante asiste a jugar Póker por cifras de dinero que ni ustedes pueden imaginar. No les suministro drogas, porque ese negocio no está en mis manos mucho menos es de mi agrado, pero tampoco impido que la consuman en este sitio. Cada uno atiende sus vicios haciéndose cargo de sus propios culos bajo este techo y de lo que enfrentarán si me dejan expuesta en algo como eso. Mi hermano desgraciadamente ha caído en ese rollo, pero he sabido controlarlo. Mi familia no es narcotraficante y nunca lo será. No mancharé mi apellido ni permitiré que lo hagan. Hemos sabido financiar nuestras vidas a base de negocios familiares como los casinos o bares nocturnos. Podría decirse que compro sitios en decadencia a un valor menor, recomponiéndolo para luego venderlo a cifras incalculables.

¿Qué tiene que ver Boris en todo esto?

Un mal negocio. Un ajuste de cuentas incorrecto.

No les diré más que eso. Valjean Komarov me espera con su sonrisa socarrona sentado con sus muñecas amarradas en la silla en el centro de la sala.

—Quítale la venda y desátale las manos.

—Pero usted se quedará sola con él aquí.

—¡Has lo que te digo! — Exijo.

—Nos quedaremos con usted si eso sucede.

Habla el jefe dentro de los custodios. Es el único que tiene permitido dirigirme la palabra sin mi consentimiento. Es el que maneja toda mi seguridad y que mi persona junto a los que me rodean estén a salvo.

—Tú te irás y cerrarás la puerta tras marcharte.

—Señorita…

—No lo volveré a repetir. Este hijo de puta y yo tenemos cosas que ajustar. ¿No es así?

Valjean vuelve a sonreír ya libre de su máscara en los ojos.

—Tus deseos son órdenes — Se remueve en su silla mordiéndose el labio como si estuviese aguantando la risa.

Maldito cabrón.

—¡Fuera!

Ambos hombres apretaron sus mandíbulas y fijaron su vista en mí, pero los ignoré enfocando mi atención en mi chaqueta intentando sacarla para dejarla apoyada en el respaldo de la silla que me pertenecía. Frente a Valjean.

Tras sentir la puerta cerrarse junto al característico ruido de un clic dando por sentado que estábamos bajo llave, decido comenzar con nuestra charla de negocios.

—¿Quieres agua?

—Tienes un bar. Puedes ofrecerme algo mucho mejor que eso — chasquea su lengua.

—Buen punto, pero teniendo en cuenta que tenias planes de jugarme sucio — miro la mesa que nos separa — Solo te ofreceré agua y, creo que eso es mucho.

¿Por qué miré la mesa? Simplemente porque allí descansaban todos los artefactos donde Valjean tenia cámaras o micrófonos, incluso estoy segura que gps tras hacerme caer en su trampa delatándome.

—Un encendedor… — tomé el objeto y lo analicé con mis ojos — Buena idea, pero teniendo en cuenta que tú no fumas, diría que es una decisión algo equivocada.

Tomo todas sus pertenencias y las arrojo lejos de nosotros tras asegurarme que dejé a todas ellas sin funcionamiento alguno.

—Ellos ya saben dónde me tienes. De nada sirve deshacerte de eso.

—Por supuesto que lo saben, no me subestimes. Pero… — corrí mi silla y tomé asiento — No saben que nosotros tenemos intereses más allá de ellos. Y créeme que quisiera quedarme a conversar contigo sobre el tiempo o sobre la final de un aburrido partido de fútbol, pero tengo asuntos más importantes que atender, sin ofender.

Él niega con su cabeza restándole importancia.

—No te preocupes. Lo tomo de quien viene.

—Aléjate de Elena.

Frunce sus labios dejando una fina línea blanca y comienza a negar con su cabeza.

—No creo que sea posible. Esta noche tengo una cita donde debo asistir — Comienzo a reír.

—Te has golpeado la cabeza, ¿cierto?

—¿Por qué tanta importancia? Tienes un bar entero para ti. Elena está fuera de tú alcance, además, no es una lesbiana como tú.

—No metas tú nariz donde no te corresponde, infeliz. Dime qué quieres a cambio y te lo daré.

—¿Qué te hace pensar que negociaré contigo? — Apoya sus brazos sobre la mesa entrelazando sus manos — Yulia, eres una mujer. No me… — suspira — ¿Cómo explicarlo? No te tengo miedo. Tú, sola, aquí abajo conmigo no tienes poder, no sin tus guardias. Piensas que porque manejas un poco de dinero y poder puedes sacarme del medio y lamento informarte que estás errada.

—Todas las personas tienen su precio, dime cual es el tuyo y dejaré que pases esas puertas sin un rasguño.

Su risa llena mis oídos retorciéndose en su asiento.

—¿Rasguño? ¿Tú te encargarás de arañarme, gatita?

Sonrío. No le daré el gusto de sacarme de mis casillas. Paso mi mano derecha por mi boca y parte de mi mentón.

—No me provoques. Aléjate de Elena y seré buena contigo.

—Elena aquí, Elena allá, Elena bla bla bla — me hace burla con su mano — ¿Qué hay con Boris?

—¿Qué hay con él?

—Has estado más de tres meses buscándolo y, teniendo en cuenta tú gran poder, te has demorado bastante ¿no crees? — No respondo. Solo fijo mi mirada en él esperando a que prosiga — Has dado con Elena por casualidad, a decir verdad, ella se te ha interpuesto en tú camino. Ya tienes a Boris, haz lo que tenías planeado hacer y lárgate.

—¿Por qué quieres a Elena?

Se humedece el labio inferior y apoya toda su espalda en el respaldo de la silla.

—¿Por qué no? ¿Le has visto el culo? Solo quiero follarmela.

Me paro de inmediato de mi asiento y cacheteo su mandíbula con mi mano derecha.

—Repítelo y no dudaré en meterte una bala en la frente.

—¡Wow! — ríe sintiendo dolor por el golpe que le he dado limpiándose parte del labio partido — Buen golpe, retiro lo de gatita.

—Habla. ¿Por qué Elena?

—No diré nada a menos que tú me digas ¿por qué Elena?

¡Maldición!. No estaba en mis planes ceder algo frente a él mucho menos tener que exponer mis sentimientos frente a la lacra humana de Valjean. Claro que puedo mentir y decirle que solo es diversión, pero eso solo aumentará su propósito de acostarse con ella.

—Me interesa y no es un juego.

—¿Te interesa? — Levanta su ceja — ¿Así es como te vengarás de Boris? ¿Acostándote con su mujer? — Comienza a reír — Querida Yulia, Boris no funciona con el ojo por ojo, diente por diente.

—Boris morirá, en mis manos. ¿Entiendes? Elena está fuera de esa mierda.

—Elena está tan dentro como todos nosotros. Si tú no la incluyes, lo hará Boris y no dudará en actuar como lo hizo con Svetlana.

—¿Por qué Elena? — vuelvo a repetir mi pregunta obviando lo que acabo de escuchar. Se me revuelve el estómago de solo pensarlo. No le daré oportunidad para que vuelva acercase a ella. Antes sobre mi cadáver. Me niego a perderla.

—Katin. Su padre.

Vuelvo a tomar asiento en mi silla y me cruzo de brazos analizando lo que Valjean intenta decirme. Su padre. Es algo que se me ha escapado de las manos tras seguir los pasos de Boris. He investigado la vida de Elena, cuántos hijos tiene, el negocio que le pertenece a su madre, sus amigos y hasta los horarios de su trabajo. Tras conocerla y dejar enredarme con sus problemas cotidianos, decidí dejar que ella fuese quien me mostrara parte de su vida. Su padre ha sido una etapa donde ella claramente ha sufrido y me lo ha hecho saber.

—No lo sabes, ¿Cierto? — levanto mi ceja y niego con mi cabeza — La familia Katin ha sido una gran influencia en el tema de la mafia y los negocios turbulentos. El cacique mayor le ha dejado una inmensa fortuna al tío de Elena y a su padre, quien ha decido abrirse de todo ello, dejando que solo su hermano siguiera con esa tradición algo particular — Hace un silencio — ¿Por qué Elena? Eso es simple, como un 2+2.

—Yo te daré plata si es lo que buscas.

—Tú no podrías ni siquiera darme el mínimo de lo que ella tendrá en unos años. ¿Años? Mejor dicho meses.

—Explícate.

—Al viejito le gustan lo que los hombres tenemos entre las piernas, y el muy idiota ha pescado esa asquerosa enfermedad. Solo le dan unos meses de vida.

—Créeme cuando te digo que mi bala apetece meterse en tú frente. No vuelvas hablar así sobre su condición — tenso mi mandíbula.

—Oh, claro — Entiende la situación — Me casaré con ella, así no lo quiera. Heredaré parte de todo el negocio familiar, el dinero y por supuesto el poder que ello acarrea.

—Ella está casada con Boris. Él heredará toda esa mierda que dices, aunque poco tiempo lo disfrutará. Yo ocuparé su lugar a su lado, no por lo económico precisamente.

—Elena ha iniciado los trámites de divorcio y tiene las de ganar por más que Boris decida no firmar.

¡¿Qué Elena qué?! La piel se me pone de gallina al escuchar que ella está iniciando sus trámites de divorcio para dar por cerrado esa relación, y porque no, comenzar con su vida nueva junto a alguien más. No, no, no… me niego rotundamente a que esa persona sea Valjean  De solo pensarlo se me hela la sangre y el corazón se me sale de la boca. No me interesan sus bienes personales, como dice la palabra, son de ella y de nadie más. Las ideas remolinean en mi mente. Familia proveniente de la mafia. Su padre es gay. Ella se opone rotundamente a ese hecho casi dándolo por muerto. ¿Por qué Elena ha accedido a estar conmigo? Con una mujer.

—Te daré lo mismo. Dinero, protección y negocio.

—Tú no tienes chances aquí. Entre tú y yo, yo estoy más limpio que tú. Cuando se entere las intensiones que has tenido desde un principio y quien en verdad eres, no dudará en alejarte de ella y de los niños. Eres todo lo que ella repudia. No podrías limpiar tú imagen ni con agua bendita.

—Eso me compete solo a mí. Te daré lo que tanto buscas.

—¿Lo dices en serio? Ahora mismo mis intereses han subido un poco más.

—No te pases de listo, imbécil, aún puedo hacer que mis hombres se encarguen de ti. Tómalo o de otra manera, olvídate de salir de aquí.

—¿Qué pensará la policía? ¿Crees que no buscarán mi cuerpo?

—Eso no es problema para mí. ¿No me oyes cuando te hablo? Puedo darte la protección que quieras.

—¿Con quién te has aliado? Tú no estás sola en todo esto.

—Eso no te interesa. Toma lo que te ofrezco. Te daré protección, y un casino en las afueras. ¿Quieres poder? Lo tendrás siempre y cuando no te metas en mis asuntos y sepas respetar que yo estoy por encima de ti. Si intentas pisar mi cabeza yo personalmente pisaré la tuya.

—¿Tanto puede interesarte Elena?

—Lo tomas o lo dejas.

—Sería un imbécil si no lo aceptara.

—Lo eres. Mis hombres te llevarán a tú casa y en la noche arreglaremos los papeles para que todo quede en condiciones y puedas hacerte cargo de uno de mis casinos. Escúchame con atención porque no lo repetiré dos veces — Me inclino en la mesa destruyendo un poco la distancia entre nosotros — Te metes en la droga y no tendrás más mi protección. No abalo esa mierda.

—Perfecto.

—Entonces… — me paro de mi asiento y comienzo a colocarme de nuevo mi chaqueta antes de largarme de allí dando por terminado nuestro encuentro. Él solo se encarga de mirarme expectante. Golpeo la puerta dos veces tras caminar hasta la entrada para que le quiten el seguro y me giro en mi lugar para verlo directo a sus ojos. Saco un cigarrillo y lo enciendo inmediatamente buscando esa tranquilidad y relajación que en momentos así solo el tabaco puede darme. Largo el humo lejos de mis pulmones y levanto mi ceja — ¿Qué harás esta noche a las ocho?


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Wujuu!! Sábado de maratón!!
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Mensaje por Fati20 11/19/2022, 6:53 pm

Siiiii sábado de maraton, que tremendo rollo habrá con Boris y la única mujer q julia amo y ahora Elena sin saber todos los problemas q hay a su alrededor. Ya quiero leer más saludos cariño 😘😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/19/2022, 7:26 pm

Capítulo Diecisiete: Mía


—¿Me dices que tengo la culpa yo? — suspiro y aferro el teléfono de casa entre mi mejilla y mi hombro mientras ocupo mis manos con la cena — ¿Cómo puedes decir algo así sin siquiera saber toda la historia?

—Tú me las estás relatando.

—Fyodor, solo te he contado lo que ha pasado en la cafetería.

—El no hablar a tiempo te hace culpable quieras o no.

Se crea un silencio entre nosotros.

—Escúchame Elena, no sé que le ha picado a Valjean para salir con algo así y obligarte a una cena sin tú consentimiento… pero definitivamente tú debiste decirle que no frente a Yulia. Sabes que él lo hizo a propósito.

—¿Estás del lado de Yulia? — coloco aceite en el sartén.

—No estoy de ningún lado, ni siquiera del tuyo porque simplemente no entiendo porque Valjean reaccionó así. ¿Por qué has aceptado la cena?

—No la acepté — Aprieto el trapo de cocina entre mis manos y suspiro — Yulia… ella seguramente piense que yo estoy comenzando algo con él y no es así. El solo pensar que es el mejor amigo de Boris me descompone. ¿Acaso los hombres no tienen códigos?

—Algunos aún los conservamos…claramente él no.

—De todos modos, ella ni siquiera me ha salido a buscar luego de todo lo que le dije en el hotel.

—Bueno, ahí debo darte la razón. ¿Te ha llamado ahora? ¿Algún mensaje?

—No lo sé, y no miraré mi móvil. No lo he sacado en todo el día de mi bolso.

—¿Qué hay con los niños? ¿Has hablado hoy?

—Si — Termino de cortar algunas verduras — En la tarde los he llamado, por cierto… mi madre me ha dicho que mañana deberías pasarte por la peluquería. Le ha llegado algo nuevo y quiere enseñártelo.

—Genial, mañana temprano iré. Ahora tú, irás a buscar tú móvil.

—No — Niego con mi cabeza como si él pudiese verme — No iré. Déjalo así.

—Lo dejaría pero hace casi dos horas que estamos hablando y dándole vueltas a lo mismo. Ve, revisa tú móvil, yo seguiré aquí en línea.

—No lo haré, Fyodor. ¿De qué me sirve ver que no hay interés de Yulia allí?

—¿Y tú como lo sabes? Elena Katina no pararé hasta que… — Lo interrumpo.

—Okay… ¡dios santo! Eres insoportable.

—Y también me adoras — Ríe.

—Si, si…lo que digas. Ya regreso — apoyo el teléfono en la mesada junto a las verduras que he terminado de picar y camino hacia el living de casa. El bolso lo he dejado en mi sillón de dos cuerpo color crema.

No quiero.

Apoyo mis manos en el respaldo y miro hacia abajo, donde descansa precisamente mi bolso. No quiero tomar mi móvil y ver que allí no hay nada. Me llevo el dedo de mi mano derecha hacia la boca para morder mi uña, mientras que con los dedos de la otra mano golpeo el respaldo a un ritmo rápido e incesante.

Suspiro. Que sea lo que demonios tenga que ser. Me inclino hacia delante, abro mi bolso y busco entre todos los papeles y cosas sin importancia que tengo allí dentro. Debo limpiarla, es un desastre. Encuentro mi móvil luego de unos segundos de búsqueda y camino de regreso hacia la cocina. No me atrevo apretar el botón para que la pantalla se encienda, no sin Fyodor del otro lado de la línea.

—¿Estás? — pregunto.

—Más firme que estaca — no respondo. No sé qué hacer — ¿Y? ¿Tienes muchas llamadas? — Fyodor da por hecho que Yulia me ha dejado más de una llamada perdida haciéndose notar.

—No lo he visto todavía.

—¿Qué esperas? ¡Elena!

—¡Ya, de acuerdo! — me froto la frente con mi mano izquierda mientras con el dedo pulgar de la derecha aprieto el botón para que la pantalla se ilumine — No enciende.

—¡¿Qué?!

—Que no enciende, Fyodor. ¡No enciende! — No sé si estoy eufórica por el hecho de que el tiempo se estiró un poco más, o por aliviarme el solo pensamiento de saber que no he escuchado mi móvil porque está apagado. Tal vez, ella si me llamó — Supongo que se ha quedado sin batería. Desde anoche que no lo cargo.

—Bueno, corre a buscar tú cargador.

—Déjame terminar de cocinar, comeré mientras se carga y luego te llamo antes de acostarme.

Suspira, pero él sabe entender que tiene que darme mi espacio si quiere obtener respuestas.

—¿Qué harás con Valjean?

—¿Qué haré? Bueno… — agarro la tabla donde he picado mis verduras y las hecho en el aceite de oliva — Le dejaré bien en claro que…

El timbre de casa suena.

—¿Es él? — Levanto mi vista y tomo el teléfono con mi mano izquierda para acomodarlo en mi oído correctamente — ¡¿Es él?!

—No… no, yo no lo sé.

—¡No cortes la llamada, Elena! Patéale el trasero y no me cortes. Quiero oírlo todo.

—No… no atenderé — ¿De dónde ha salido esa cobardía? No lo sé. Pero Fyodor no tiene idea donde me he metido las noches anteriores, mucho menos que Valjean obtuvo la cena gracias a una información que sabe sobre mí.

—Lo harás. Abrirás la puerta y le dirás unas cuantas verdades.

El timbre comienza a sonar nuevamente, pero esta vez al parecer se le ha pegado el dedo en él. Suena reiteradas veces sacándome de las casillas y sabiendo de ante mano que no podré zafarme de esta. Él sabe que estoy aquí dentro. No hay que ser genio, pero no se irá hasta que le abra.

—Más tarde te llamo.

—¡No! No, Lena. No lo harás. No cortes — Me amenaza. Uno más — Ahora, camina hasta la puerta y ábrele. Vamos — Me alienta. Yo camino hasta cerca de la entrada sin atreverme a pararme frente a la puerta, el timbre sigue sonando como loco — ¡Por dios, abre de una vez! — Me grita Fyodor.

Hago los cuatro pasos que me faltan para tomar el picaporte de mi puerta principal, lo sostengo unos segundos y el timbre cesa de inmediato. Él sabe que estoy detrás de la puerta, que estoy por abrirle.

Inhalo y exhalo.

Yo puedo.

Abro la puerta y rápidamente siento como mis pies se despegan del suelo. No puede ser. ¿Qué sucede? Oh dios santo. Ese olor… su olor.

—¡Ay! — Chillo casi gimiendo al sentir como mi espalda choca bruscamente contra la pared. Los gritos de Fyodor por el auricular me dan a saber que ha escuchado mi quejido, pero más allá de eso es puro placer. Él no lo sabe. Enredo mis piernas en su cintura y dejo que atrape mi boca de inmediato.

¡Elena! Los gritos de Fyodor aún se oyen en el piso.

¡Ella está aquí!

El teléfono cae al piso dejando que mi cuello se corra hacia atrás dándole paso a sus labios desesperados junto a su lengua que buscan hacer contacto con mi piel. Me aferro a ella, a su espalda e intento pegarla aún más a mi cuerpo. Solo han sido horas, pero han parecido años lejos de ella. Mi cuerpo la pidió a gritos durante todo el día y el suyo respondió corriendo hasta aquí.

—¡Eres mía! — Murmura pegada a mi cuello, aferrando sus manos en mi trasero — Eres solo mía, ¿Cierto? — Asiento con mi cabeza suspirando incontroladamente. Mi respiración se vuelve errática y solo pienso en llevarla hasta mi cama — Dilo, por favor. Quiero escucharlo.

Intento negarle el acceso hacia mi cuello y tomo su rostro entre mis manos para poder hacer contacto con sus ojos directamente. Su pecho sube y baja aún más agitado y rápido que el mío, sus pupilas se han dilatado considerablemente y el color de sus ojos se ha convertido en un azul intenso. Adoro a esta mujer, y quiero cada parte de ella solo para mí.

—Lo soy — Llevo sus labios hacia los míos y le hago saber que hablo en serio — Tú eres mía, ¿Cierto? — susurro pasándole mi aliento a su boca. No quiero separarme jamás de sus suaves labios.

—Lo soy, demonios, lo eres todo… eso y mucho mas — muerde mi labio salvajemente comenzando apretarme con lujuria contra la pared.

Con mis manos temblorosas le abro la blusa y comienzo a bajársela por sus hombros mientras ella vuelve atacar mi cuello. Me fascina su fuerza, su excitación y como me hace sentir cuando la tengo cerca.

—¿Esperabas a alguien más? — Me pregunta a la vez que abre un poco más mi blusa para besar el valle de mis pechos — ¿A quién pensabas cocinarle?

¡Las verduras!

Siento el olor de la comida y entiendo porque ella me ha preguntado eso.

—Yulia… Y-yulia… — balbuceo excitada — Mi comida… se me quemara — Intento que se aleje para bajarme y correr hacia la cocina para apagar el fuego y que nada más nos interrumpa.

—No — Murmura como una niña pequeña — No te separes de mí.

—Solo déjame apagar el fuego — Sonrío mordiéndome el labio.

—Yo te llevaré.

—¿Qué? — Chillo tras sentir como sus manos vuelven aferrarse aún mas fuerte a mi trasero pegando mi intimidad a su abdomen.

—Me encanta que aquí se esté cocinando algo más. No te atrevas apagar esto.

Mis mejillas se tiñen de rojo al percatarme que ella puede sentir el calor que irradio entre mis piernas.

—No podría siquiera intentarlo.

Lo siguiente que siento es como su mano izquierda abandona mi cuerpo y apaga la hornilla perteneciente a mis verduras. Rodeamos juntas la isla, aún encima de ella.

—¿Podemos aquí? — Ha sido una pregunta, de eso estoy segura pero de todos modos creo que lo ha hecho por cortesía. Me sentó sobre la mesada acomodándose entre mis piernas para volver a besarme intensamente. Las manos de Yulia comenzaron a recorrer sin pudor alguno mis piernas, agradeciendo mentalmente por colocarme shorts que hacen lucir mis piernas.

—¡Joder! — Balbucea entre mis labios — Tú piel… — Sus manos abandonan mis piernas por unos momentos para comenzar a recorrer mis senos cubiertos aún por mi brassier y blusa. Toma los dos primeros botones desabrochados para jalar mi prenda y lograr que todos los demás salten entre nosotras dejando mi torso desnudo.

—Oh… — Gimo imaginando lo próximo que se avecina entre nosotras. Vuelvo a gemir al sentir como Yulia aferra sus dedos a mi cintura para arrastrar mi cuerpo hasta el suyo para apoyar nuevamente su vientre en mi entrepierna. Estoy mojada, muy.

—Me traes loca — Sus manos se aferran a mi espalda provocando que me encorve para dejarle mis pechos aún cubiertos servidos para su boca. No pierde su tiempo, apartando un poco mí sostén para pasar su lengua por uno de mis pezones. Oh por dios, estás matándome.

Yulia rápidamente comenzó a sacarse parte de su ropa para quedar en igualdad de condiciones sin abandonar la tarea que tenía con mis pechos, incitándola tomando su cabeza entre mis manos empujándola hacia mi cuerpo. Se me seca la boca al ver su abdomen marcado a la perfección junto a su pálida piel.

—Necesito desnudarte ahora mismo. Hacerte el amor.

—¿El amor? — me golpeo mentalmente. No sé porque he preguntado eso. Sus labios se alejan de mi cuerpo y yo solo atino a cerrar mis ojos apoyando mi mentón en mi pecho. Siempre lo arruino.

—Mírame — Me incita hacerlo subiendo mi rostro — Jamás tendré sexo contigo… — acaricia mi mejilla — A ti solo puedo hacerte el amor.

No hacen falta más palabras. Ambas sabemos que estamos en el lugar correcto con la persona indicada. Acercamos nuestros rostros y nos fundimos en un beso donde nuestras lenguas no demoran en reencontrarse para danzar juntas. Amo a esta mujer. La voz de mi pensamiento choca contra mi mente unos segundos pero decido no darle importancia, no ahora. Solo quiero sentirla. Su cuerpo me queda y el mío se debilita cada vez más entre sus brazos. Lo sé. No hay vuelta atrás. Mi corazón se enlazó con el suyo y no hay forma de arrancarlo de allí.

—¡Elena!

Yulia salta rápidamente lejos de mi cuerpo dejándome expuesta frente al extraño que se atrevió a interrumpirnos. Ella comenzó abrocharse su camisa rápidamente dándole la espalda a la visita en todo momento. Avergonzada por lo que pasa a mi alrededor intento buscar mi camisa pero ya es demasiado tarde. Él la tiene a los pies de su cuerpo. Yulia se voltea y rápidamente se pone delante mío para tapar mi cuerpo con su espalda.

—¡Fyodor! — Suspiro con fastidio — ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado?

Él con su pie derecho levanta mi camisa para lanzármela y poder colocármela. Yulia la toma en el aire dejando a Fyodor con la boca abierta tras ver como ella delicadamente comienza a colocármela.

—Lo siento… — Le susurro disculpándome por la interrupción de mi amigo. Ella solo niega con su cabeza sacándole peso al asunto.

No puedo abotonarme la camisa ya que no ha quedado ningún botón sano tras el ataque de locura por parte de Yulia. Me tapo como puedo y bajo de la mesada rozando la espalda de Yulia.

—¿Qué haces aquí? — pregunto frunciendo mi ceño y apretando mi mandíbula.

—Lo siento ¿Si? — Él sabe que su presencia no es bienvenida en estos momentos — Te he escuchado gritar por el auricular y me asusté tras no responderme — Me ruborizo — Por cierto, disculpa la mala educación de mi amiga aquí presente — Camina hasta detenerse frente a Yulia — Fyodor Kostov, mucho gusto — Estira su mano.

—Yulia Volkova — le devuelve el saludo apretando su mano.

—Al fin conozco a la famosa Volkova.

—Vaya… — Yulia sube sus cejas mirándome haciendo el intento de no sonreír — Es bueno saber que alguien me recuerda. Espero que te haya contado cosas buenas.

—Eres muy romántica — Chilla mi amigo tras darse cuenta que Yulia le ha dado lugar para entablar una conversación.

—No lo creo — Ella lo niega.

—Lo eres. Elena jamás ha recibido flores y caja de bombones. Eres muy atenta.

—Fyodor… — advierto.

—Entonces… — habla Yulia — Si necesito la aprobación de su mejor amigo para salir con Elena, puedo contar con la tuya ¿cierto?

Abro mis ojos y trago saliva. ¿Qué?

—¿Salir? — Pregunta Fyodor — No creo que ella necesite mi aprobación para una cita.

—No dije cita — Lo corrige y se para a mi lado tomando mi mano — Quiero hacerla mi novia.

Se crea un silencio. Yo no me atrevo a romperlo y Fyodor ha pasado a segundo plano, seguramente esperando mi respuesta al igual que Yulia.

—¿Qué dices, nena? ¿Quieres?

Mi cabeza da vueltas. ¡Oh por dios santo y la virgen santísima! Esto tiene que ser una broma. Abro mi boca pero de allí no salen palabras, solo sonrío como una boba y sus ojos… están tan brillantes, expectantes esperando mi respuesta. Estoy muda y me maldigo por eso, pero no quiero arruinar nada.

—Me iré — La voz de Fyodor corta nuestro mutismo — Ha sido un placer — vuelve a estirar su brazo para saludar a Yulia con un apretón de manos y espera a que reaccione para que lo acompañe hasta la puerta.

Camino detrás de mi amigo, no sin antes mirar sobre mi hombro derecho para asegurarme que Yulia no se ira de ahí. Ella solo me sonríe y mete una de sus manos en el bolsillo de su pantalón a la vez que se arregla la blusa con la que quedó libre.

—Agradece que he sido yo y no tú madre — Murmura una vez que estamos en la puerta — Cierra con llave y no dejes que escape de aquí — Asiento aún aturdida por su declaración minutos atrás — Oh, Lena… — Fyodor me abraza inmediatamente sabiendo leer en mis gestos que aún no sé cómo reaccionar a todo esto — Ella te quiere, lo sé. Solo anímate.

—Yo también la quiero — Me aferro a su cuerpo.

—Eso también lo sé, cariño. No la hagamos esperar más. Disfruta tú noche — Besa mi frente y desaparece por la puerta dejándome a solas con Yulia en casa. Cierro la puerta y me aseguro de poner llave. Valjean pasa por mi mente. Son casi las nueve de la noche y él no ha aparecido. Me resulta extraño, pero más allá de eso lo agradezco inmensamente. Suspiro antes de despegarme de la puerta para volver a la cocina.

—¿Qué haces?

—La comida — Me responde removiendo las verduras que dejé abandonadas tras su aparición — ¿Tienes hambre?

Solo de ti. — Un poco.

—¿Tienes fideos o algo más? No creo que alcance para las dos.

Verla en mi cocina, con el trapo sobre su hombro derecho y las mangas de su blusa arremangadas me hace querer ver esta imagen por siempre en esta casa. Es como si ambas estuviésemos acostumbradas a una vida juntas antes de conocernos.

—¿Te quedarás? — Quise decirlo como una afirmación pero ha sonado más a pregunta.

—Has cerrado la puerta con llave, no me quedan muchas más opciones — Me sonríe y yo solo quiero correr a sus brazos para besarla y retomar la pregunta que he dejado sin respuestas.

—Yulia… — balbuceo acercándome a su lado.

—Solo cocinemos ¿De acuerdo?

[I¡No! ¡No quiero![/i] — Si.

Ambas permanecemos en silencio mientras la comida vuelve a su curso y el olor exquisito de las verduras envuelve mi casa. No me atrevo a decir más nada, ella me ha dejado en claro que no desea retomar el asunto y lo respeto. Quizás se ha apresurado en todo el tema y se ha arrepentido. Me hizo ilusión, no lo voy a negar.

—¿Tienes vino blanco?

—Si — respondo y me dirijo hacia la heladera tras colocar los individuales en la isla de la cocina para apoyar los platos. Hemos decidido comer ahí, es más acogedor que hacerlo en la enorme mesa perteneciente al comedor. Ella extiende su mano dándome a entender que se hará cargo del vino, le hago entrega del destapador y vuelvo sobre mis pasos para sacar dos copas. No demoro en volver al igual que ella en sacar al corcho. Vierte el vino en ambas copas y me alcanza una de ellas tras tomar asiento a su lado en uno de los taburetes.

—Brindemos — Levanto mi copa e intento hacer una mueca parecida a una sonrisa — ¿Por qué?

—Por estar aquí, juntas. ¿No es suficiente? — asiento y choco mi copa con la suya dándole rápidamente un sorbo.

Ella sabe de inmediato que algo pasa conmigo y que mi mente me está jugando una mala pasada.

—Elena… — toma mi mentón y une sus labios con los míos — Solo comamos — Vuelvo asentir — Sonríe — pasa su pulgar por mi labio inferior y yo no me atrevo a llevarle la contraria regalándole mi mejor sonrisa. Ella está aquí, eso es lo que importa.

Su móvil suena y recuerdo rápidamente que el mío aún permanece sin batería.

—Dime — coloca el móvil en el lado opuesto donde yo me encuentro — No. Ahora no — Aprieta su mano izquierda sobre la mesada dejando sus nudillos blancos — Demonios, estoy ocupada. He dicho que no — Instintivamente tomo su mano para que afloje el agarre y comprenda que no tiene sentido alguno enfadarse de esa manera. Ella parece entenderlo. Suspira — Escucha, ahora mismo estoy en una cena importante. Mañana me ocuparé de eso — Sin más corta la llamada y vuelve a sacar otra rápidamente — Paul, vete. Si te necesito te llamare — Vuelve a cortar. Su móvil vuelve a sonar pero esta vez avisando que ha sido apagado —Ahora solo seremos tú y yo… si aún me quieres aquí.

Miro hacia nuestras manos que siguen agarradas.

—Siempre lo querré — Me sonríe y lleva mi mano hacia su boca para besar el dorso.

—Veamos que tan rica está la cena — se lleva el primer bocado a la boca sin soltar mi mano. Yo la imito y me agrada la idea de sentir que ella necesita estar en contacto conmigo así sea compartiendo algo como lo es esta comida.

—¿Cómo ha estado tú día? — me pregunta aún masticando su bocado.

—Cansador. Pero me alegra terminarlo de este modo.

—A mi también, nena — Toma un poco de vino imitando mi gesto — ¿Quién era la pequeña?

—¿Quién? — Frunzo mi ceño.

—Le has regalado un muffin a una pequeña esta mañana.

Oh, si… la recuerdo.

—No lo sé — Yulia levanta su ceja — No la conozco. Me he topado con ella en el baño y me ayudó con algo. Se lo agradecí con un muffin.

—E invitándola a desayunar al día siguiente.

—Veo que no pierdes pisada.

—No me permito eso contigo.

Por unos segundos su declaración me deja atónita.

—Me gustaría unirme a su desayuno si tú me dejas.

—Por supuesto. Pero aún no sé si ella va a volver — Levanto mis hombros continuando con mi cena.

—Regresará. Cualquiera lo haría.

—Desayuno gratis ¿Quién no?

—No hacía referencia a eso.

—¿No? — Ella niega con su cabeza — ¿Entonces?

—Nadie en su sano juicio no regresaría a ti — acaricia mi mejilla apartando varios mechones de pelo de mi rostro. Me muerdo el labio, nerviosa comenzando a mover mi pierna.

—¿Cómo tú? — El silencio entre nosotras provoca que aleje mi mirada del plato y la observe por unos segundos.

—Como yo — Asiente pensativa como si aquello fuese su más grande revelación — Come.

—No quiero más — Me sienta en la cama y ella rápidamente se arrodilla frente a mí para comenzar a despojarnos de nuestra ropa a paso lento. Primero lo hace con mi blusa, luego con su camisa. Partimos nuevamente desde donde lo hemos dejado en la cocina. Se acerca a mi rostro, besa mi nariz y luego mi frente. En momentos así, siento como ella cuida de mi.

—Quiero hacerte el amor — digo segura abriendo mis ojos tras sentir sus labios en mis mejillas.

—Y yo mi novia — Sonrío de placer y felicidad al escuchar nuevamente sus palabras. No se ha arrepentido. Mi espalda siente el frío de mi acolchado rápidamente y la piel se me eriza al simple contacto — Lena…

—Si… si quiero — respondo recibiendo gustosa sus labios — Eres mía.

—Lo soy.

¿Así se siente estar enamorada?


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Mensaje por Fati20 11/19/2022, 11:48 pm

Que lindo encuentro y si así se siente estar enamorado muchos quizás aun no lo hemos experimentado y ha de ser increíble. Espero puedas subir más cariño esta buenísima saludos 😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/20/2022, 2:25 am

Capítulo Dieciocho: Problemas

Mi piel se eriza y mi estómago comienza a subir y bajar a un ritmo más acelerado. Me he despertado y es la sensación más placentera que he vivido en este último tiempo. Me niego abrir mis ojos, pero sé que ella ya sabe que he abandonado la nube nueve del sueño. Sus labios recorren mi ombligo y vuelve a jugar como lo hizo anoche con mi piercing. Me ha repetido reiteradas veces que aún no cabía en su mente como podía tener eso allí y que la volvía loca dedicando especial atención en aquella zona. Es solo un piercing… pensé y aún lo sigo pensando, pero si eso tan loca la vuelve y tanto placer me provoca, no reniego.

—Despierta… — susurra y yo sonrío sin poder evitarlo. Esta mañana la felicidad no cabe en mi cuerpo y nada arruinará este día — ¿Se ha estado haciendo la dormida, señorita Katina?

—Hmmm… — Un gemido de placer sale disparado de mi boca tras sentir como tira de mi arito — ¡Yulia!

—Shhh…

—No — Me remuevo pero el hecho de que ella esté con su cuerpo entre mis piernas tumbada directamente sobre mi, me imposibilita escaparme de sus garras.

—Quieta — Me pide pero disfrutando su frustración por no poder lograr su objetivo me remuevo aún más en la cama. Ella atrapa mis manos y se sienta sobre mis piernas impidiendo que mi cuerpo se corra.

—¡Yulia! ¡No es justo! — Bufo y ella ríe triunfante — Pareces una niña.

—¿Una niña? — Asiento y ella solo frunce su ceño.

—Una pequeña Yuliya.

—No me llames así — Afloja su agarre en mis manos cambiando completamente el semblante de su rostro.

—Yo… l-lo sien… — Su risa me detiene — ¡Ey! — La empujo en sus hombros por ponerme en aquella situación pensando que en verdad se había enojado conmigo. Se acerca para darme un beso pero le corro los labios dejándole libre mi mejilla.

—No me corras la cara — Toma mi rostro con su mano derecha haciendo presión con sus dedos en mis mejillas, resaltando mi boca hacia afuera — Bésame — Muevo mi cabeza hacia los costados negando aquello — ¿No? — Vuelvo a negar — Si — Sin más acerca su cara y creamos una lucha de besos, labios, saliva y dientes mordiendo labios. Ella no lo sabe, pero tengo una manía con su boca, sus rosados y suaves labios. Todo el tiempo me apetece morderlos y reconozco que me he comportado como corresponder, pero no más. No señora. Atrapo su labio inferior entre mis dientes y lo muerdo dejando mi vida en ello.

—Ahggg… ¡Elena! ¡Demonios! — Se aleja rápidamente de mi cara aún sentada sobre mi cuerpo. Lleva su mano hacia su boca corroborando que allí hay una fina línea de sangre. Yo, por supuesto, río divertida por desafiarme y mostrarle que no puede dominarme, no del todo — ¡KATINA! — La siento gritar en la habitación. Yo ya la he abandonado, aprovechando su distracción para tirar su cuerpo en la cama y correr lejos de ella.

Me encierro en el baño y sonrío nerviosa. Se me viene una grande, lo sé. Me tomo mi tiempo, no sé que estará haciendo pero me da lugar a mojar mi cara y cepillar mis dientes. No la escucho. Hago mis necesidades y me arreglo un poco el pelo. Que desastre, debo ducharme pero mi ropa está en mi habitación. Si, podría hacerlo sin necesidad de tener todo eso aquí en el baño, puedo cambiarme fuera del baño pero con Yulia en casa, esa no es una opción.

Abro la puerta y todo parece estar calmado. Quizás ella ha decido asearse en el baño de mi dormitorio. Camino sigilosamente hasta detenerme en el umbral de la puerta observando como la cama está en perfectas condiciones, la ropa acomodada y la puerta del baño abierta sin nadie dentro. ¿Dónde está?

—Pagarás por esto — Doy un pequeño salto del susto pero su brazo rápidamente se aferra a mi cintura dejando su pecho en mi espalda — Luego. Ahora debemos desayunar.

—¿Dónde estabas? — Me giro para dejarle un suave beso en sus labios — Debo bañarme.

—De acuerdo. Apresúrate, tenemos visita — Frunzo mi ceño.

— ¿Eh? No, espera — La tomo del brazo — ¿Quién vino a mi casa?

—Solo báñate y únete a nosotros — besa mis labios y se aleja camino al comedor. Intento seguir sus pasos, pero ella sabe de mi curiosidad — Elena — Advierte aún dándome la espalda al final del pasillo.

Suspiro y giro mis ojos. Dominada. Grita mi subconsciente. Levanto mis hombros caminando hacia mi habitación para tomar mi necesaria ducha mañanera.

—¿Qué hace aquí, en mi casa? — Es lo primero que pregunto con la furia a flor de piel.

—Buen día, Elena. He venido a desayunar con ustedes — Se levanta de su silla y camina hasta donde yo lo permito. Lo detengo levantando mi pulgar.

—Quieto ahí, Pavell — Detiene sus pasos — ¿Yulia? — Pido explicaciones pero ella ni siquiera nos presta atención. Levanta sus hombros y comienza hacer llamadas como es de costumbre.

—Elena…

—¡No! Tú te largas de mi casa. No eres bienvenido aquí.

—Te lo dije… — Canturrea Yulia desde su silla negando con su cabeza mientras espera que le atiendan la llamada.

—Solo déjame hablar.

—¿Ahora quieres hablar? — Frunzo mi ceño — ¡Vete!

—¡Yulia! — Pavell llama la atención de su hermana pidiendo un poco de ayuda.

—Elena, solo escúchalo.

—No.

—Ya la has oído — Vuelve a su tarea.

—De todos modos, ¿Quién te abrió? — camino hasta la sala y tomo el juego de llaves que hay sobre la mesa, justo donde las he dejado anoche.

—Entré por la corrediza del comedor, la que da al patio.

—¿Disculpa? ¿Estás loco? — Chillo molesta por no respetar mi privacidad.

—Solo vengo a desayunar con mi hermana y su novia.

—No — Niego con mi cabeza — Espera, ¿Cómo sabes que soy novia de Yulia? — el levanta sus hombros — ¡Yulia! — grito.

—¡Ya deja de gritar! Siéntate de una vez a desayunar, tenemos cosas que hacer — responde a mis protestas.

—No me sentaré a desayunar con él. Vete.

—Elena, no seas infantil. Es mi hermano y debes soportarlo de ahora en más. Siéntate.

—¡Que no! — vuelvo a gritar

—Respuesta equivocada — susurra Pavell caminando hacia la mesa para tomar asiento. Veo su gesto con mi boca abierta asombrada por las atribuciones que se está tomando bajo mi techo, pero el cuerpo de Yulia me tapa la vista sintiendo nuevamente como mis pies se despegan del piso. Lo siguiente que mi cerebro logra asociar es estar sentada sobre su regazo cruzada de brazos.

—Quita esa cara.

—No lo quiero aquí ¿Entiendes? Lo quiero fuera de MI ca-sa.

—No se irá, vive con eso — comienza a prepararse una tostada y yo aprovecho para abandonar sus piernas pero ella me toma de la cintura dejándome en claro que no me quiere lejos suyo. Suspiro.

—Será la última vez que entres en mi casa sin invitación. Es de mala educación.

—Elena, solo escúchame.

—Deja de pedirle que te escuche, maldición. Solo habla y ya.

—Yulia, la boca. Estamos en la mesa — frunce su ceño y yo imito su gesto sin dejarme intimidar. Ella solo se limita asentir achicando sus ojos cuando su hermano se burla con una risa muda.

—Tienes mi atención — Digo sin mirarlo a la cara. Me enfoco en servirme un poco de café para mejorar un poco más el bajón que ha tenido mi mañana.

—Quiero pedirte disculpas por haber sido grosero contigo. Ahora eres la novia de mi hermana y debo respetarte.

—Debes respetarme sea o no la novia de Yulia, soy una mujer, debes tratarme bien.

—Bueno…

—Yulia es mujer.

—Mi hermana no cuenta.

—¡Ey! — se queja Yulia.

—Tú te comportas como un hombre y tienes más agallas que algunos de nosotros. No hace falta saber que deben respetarte — Ella levanta sus hombros. Sabe que tiene razón.

—Decías… — vuelvo hablar. No tengo toda la mañana. No para él.

—En verdad eres dura — Yulia asiente y yo le doy un empujón con mi cuerpo. Traidora — En fin… quiero mejorar las cosas contigo, si me dejas. Y es una costumbre desayunar juntos — señala a su hermana — No está dentro de mis posibilidades romper con ello. Es mejor que me aceptes ahora a tener que soportarme obligada de mala gana ¿No crees?

—Tú y yo no hemos comenzado para nada bien…

—Lo sé y quiero remediar mi error si me lo permites. Ahora debo protegerte.

—Sé cuidarme sola.

—¿En algún momento paras para comer o eres siempre así?

—Siempre — responde Yulia volviéndose a ganar un nuevo empujón de mi parte — Tal vez tengamos suerte y se tome los feriados.

—Idiota.

—La boca, señorita Katina. Estamos en la mesa.

Miro mi reloj pulsera y me quedan un poco más de media hora para entrar en mi horario de trabajo.

—Debo irme a trabajar.

—Iré contigo — Yulia toma el último sorbo de su café y me deja un fugaz beso.

—Yulia debemos juntarnos con Simmons.

—No. Hoy tienen su día libre — Toma su móvil — Paul, quiero pensar que ya estás esperándome fuera — Me sonríe acomodando mi pelo detrás de mi oreja pero su sonrisa se esfuma rápidamente — No, hoy no. Dile que mi paciencia se está acabando — Suspira poniendo en alerta a Pavell — Paul, no lo volveré a repetir. Encárgate de eso.

—Dame, Yulia — Ella solo estira su brazo haciendo entrega de su móvil. Pavell lo toma y abandona mi casa rápidamente por donde entró.

—¿Vamos?

—¿Qué sucede? — me atrevo a preguntar tomando mi abrigo del perchero.

—Sucede que llegaremos tarde a tú trabajo si no dejas de preguntar.

—Solo lo hice una vez.

—Y ha sido suficiente. Vamos — Toma el juego de llaves y camina hacia la entrada.

—Te recuerdo que eres mi novia, no puedes guardarme secretos.

—Tú tampoco — Levanta su ceja una vez que abrió la puerta esperando a que yo pase. No le guardo secretos… bueno. Algunos. — No le des vuelta al asunto, sales perdiendo.

Sin más abandonamos mi casa para subirnos al auto de Yulia y trasladarnos hasta mi lugar de trabajo.

No le des vuelta al asunto, sales perdiendo.

Esa insignificante frase pero con peso en sus palabras me ha dejado pensando el resto del corto camino hacia la cafetería. Allí dentro ya se encuentra Oksana y la nueva chica que aún no he tenido la oportunidad de tratar.

—Hola amiga — Me saluda Oksi — Yulia.

—Señorita Komarova — Saluda tomando asiento en la barra.

—Lena, hay una pequeña niña esperando por ti en una de las mesas — Con Yulia recorremos el local con nuestras miradas. Ella permanece allí, con su mochila a un lado de su cuerpo mirando a través de la ventana, con sus bracitos entrelazados descansando entre sus piernas.

—Nunca me equivoco — Sonrío — Ella ha vuelto.

—Y no la haremos esperar — Comienzo a quitarme el abrigo caminando hacia los vestidores. Como siempre, Oksana pisa mis talones.

—¿Quién es ella? La niña…

—No lo sé, la he conocido ayer. ¿Recuerdas que le invité un muffin? — ella hace silencio al parecer intentando recordarla.

—No presté atención. ¿Has pasado la noche con Yulia? — levanta sus cejas sugerentemente.

—Tal vez… — levanto un hombro jugando con su intriga.

—Y han tenido sexo ¡Alabado seas señor! — levanta sus brazos.

—No seas pesada. No tenemos sexo, nosotras…

—Hacemos el amor — completa mi frase — Muy cursi lo de ustedes.

—¿Qué hay de ti? — pregunto terminando de hacerle el nudo a las tiras de mi delantal.

—Sexo, mucho sexo. Ya he hecho una lista de las posiciones que me gustaría probar — frunzo mi nariz — Es un dios griego en la cama y su equipo… si me entiendes — con sus manos imita el tamaño.

—Uhgg no quiero saber eso de mi cuñado.

—¡¿Disculpa?! ¿Cuñado? — chilla cerrando la puerta para no dejarme ir. Asiento. De todos modos tarde o temprano ella lo sabrá.

—Anoche Yulia apareció en casa, hemos hablado.

—Hablado… si — Asiente con su cabeza.

—¡Sí! — me defiendo sonriente. ¿A quién quiero engañar? Por mis poros brotan sexo, sexo, sexo. Y en mi frente siento la etiqueta de recién follada — Ha sido romántica, cuidadosa y protectora. No pude resistirme, le he dicho que si sin pensármelo.

—¿Estás feliz?

—¡Muy! — siento como sus brazos me arropan y ambas reímos alegres — Somos algo así como… concuñadas — se desprende del abrazo.

—¿Eres novia de Pavell? — abro mis ojos. Niega con su cabeza.

— Pero lo volveré tan loco que querrá hasta casarse conmigo.

—No escupas hacia arriba, Oksi — Digo caminando hacia la puerta — ¿Tú hermano? ¿Dónde está? — Recuerdo el mal trago que pasé ayer y de solo pensar que puede aparecerse por aquí con Yulia presente me hela la sangre.

—En casa durmiendo, supongo.

—¿En tú casa? ¿Y anoche?

—Salió no sé con quien, ha vuelto tarde un poco pasado de fiesta — me paro en el umbral de la puerta y veo como mi amiga vuelve a retomar su trabajo. ¿Qué ha pasado con la supuesta cita?

—Tú debes ser Elena. Mi nombre es Dani — me extiende su mano y yo no sé si aún estoy muy dormida o el hecho de que Valjean aún ronde por mi cabeza ha hecho que pierda cierto tiempo de la realidad.

—¿Dani? — Asiente con una brillante sonrisa tras devolverle el apretón de manos — Disculpa, pero no sé quién eres.

—Oh, pensé que te habían avisado que hoy comenzaba aquí. Soy la chica nueva.

Dani, claro. Oksana me ha dicho que ella ocuparía mi horario mientras yo esté en el bar.

—Dani. Ya recuerdo, me disculpo por mi despiste. Entonces… tú primer día.

—Así es. Me han dicho que tú me dirás que debo hacer e indicarme cómo manejar las cosas aquí.

—¿Yo? — Frunzo mi ceño y ella vuelve asentir — ¿Quién te ha dicho eso?

—Él — señala con su cabeza. El dueño firma unos papeles a un costado de la caja registradora.

—Si lo ha dicho él, entonces es palabra santa. Es el dueño.

—De acuerdo — vuelve a sonreírme.

—Bueno… — digo incómoda. Hay algo en su mirada que me intimida. Como es de esperar Yulia está alerta sentada en la mesa junto a la niña — Me darás una mano con el sector de las mesas. ¿Has conocido a Oksana? — Asiente — Bueno, te encargarás de la uno a la cinco, son aquellas — Señalo la zona, justamente donde se ha sentado Yulia — Ven, acompáñame.

Lentamente nos dirigimos hacia la mesa tres donde una pareja de jóvenes aún esperan ser atendidos.

—Atiéndelos tú — vuelve a sonreírme y yo me remuevo incómoda por sentir los ojos de Yulia en mi nuca. Ellas están sentadas en la mesa cuatro.

—Muy buenos días muchachitos — Bueno, ha comenzado bastante bien. Ella sabrá obtener buenas propinas. Inmediatamente se me cruza Miroslava y Masha por la cabeza. No he vuelvo a saber de ellas — Hoy es mi primer día aquí, espero que sepan entender si algo no sale bien — Los muchachos sonríen embobados — ¿Ya saben que pedirán?

—¿Tú estás dentro del menú? — abro mis ojos, hoy en día vienen más osados. Dani ríe pero lo siguiente que sale de su boca me deja confundida.

—Lamento decirte que no, de todos modos, yo no estaría en la sección de tus posibles gustos.

—¿Y tú? — Pregunta su amigo con un corte punk, que en mi opinión, parece tener una ardilla muerta ahí arriba.

—¿Disculpa? — pregunto sorprendida.

—Si, tú preciosa… ¿Puedo invitarte a desayunar?

—No te pases de listo, niñito — La voz de Yulia nos toma por sorpresa a los cuatro. La niña solo gira su pequeño rostro y me sonríe con un hermoso bigote de leche sobre sus labios. Hola, cielo. Susurro.

—Puedo llamar a otro amigo, no te pongas celosita — Abro mis ojos y miro a Yulia de inmediato. Niego con mi cabeza y ella solo mira la manito que se agita frente a su rostro. La pequeña niña le ofrece una galleta.

—Tápate los oídos — le pide a la niña — Hay menores aquí, pero si sigues por ahí — señala la puerta — me encargaré de atarte las bolas al cuello ¿oíste?

—¡Wow! — Silban ambos chicos. Están muertos. — Esta me la quedo yo. Punketo te enseñará lo bueno de la vida.

—Repítelo — pide Yulia.

—Punketo…

—¡No! — lo interrumpo rápidamente. Que Yulia pida aquello solo significan problemas — Dani, toma el pedido y llévaselo al cocinero.

—De acuerdo — Me sonríe y roza mi brazo antes de alejarme de allí. Miro por el rabillo de mi ojo, Yulia permanece con su ceño fruncido y sé que ha dejado de lado a los irrespetuosos adolescentes. Ahora su atención se enfoca en Dani.

—Oksana, ¿Puedes cubrirme? Le he prometido a la niña desayunar con ella.

—Claro, ve tranquila. Cualquier duda que tenga Dani le diré que lo consulte conmigo.

—Gracias — Sonrío y me llevo un licuado de banana a la mesa número cuatro — ¿Cómo está ese desayuno?

—Delicioso — me responde la niña y yo hago el intento de sentarme a su lado pero ella rápidamente toma su mochila en sus brazos y entiendo que estoy por invadir su espacio. Decido tomar asiento al lado de Yulia. No quería, no por el hecho de estar a su lado, sino por el hecho de quedar frente a la vista de los muchachos.

—¿Quieres un muffin?

—No, gracias. Ya he comido galletas con Yuliya.

—¿Yuliya? — Asiente y yo sonrío.

—No te atrevas — Se adelanta advirtiéndome.

—¿Tú cómo te llamas?

—Charlotte — Yulia se remueve en su asiento.

—Oh, qué hermoso nombre. Y dime ¿Cuántos años tienes? — Vuelve a dejar su pequeña mochila en su sitio y levanta los cinco dedos de su manito derecha junto a su dedito índice de la izquierda. Esperen… ¿Qué? ¿Tan solo seis años? Trago grueso por el hecho de que una niña tan pequeña esté durmiendo en la calle.

—Seis… — susurro, ella asiente — ¿Quieres algo más?

—No, estoy bien. Yuliya me ha prometido ir a dar un paseo.

—¡Qué bien! ¿Y yo? ¿Me dejarán? — hago una mueca de tristeza pero ella tiernamente estira su bracito sobre la mesa, de inmediato la tomo entre mis manos.

—Claro que no, Lena. ¿Qué tan bien cantas? — abro mis ojos sorprendida. Su pregunta me ha tomado con la guardia baja.

—Yo… no, no se cantar.

—No mientas — Yulia reaparece en la conversación.

—Yuliya me ha dicho que sabes cantar. ¿Te sabes canciones de Disney? —Sonrío.

—Tengo dos hijos, tengo que saberlas.

—¿Dos hijos? — Asiento — Son como… ¿así? — me muestra tres deditos arriba.

—No, Aurora. Baja uno. — responde Yulia.

—¿Aurora? — pregunto.

—Ajam… urora como la princesa — me sonríe.

—A-U… repite conmigo. Au-ro-ra — Dice Yulia y mis ojos brillan al verla interactuar así con la niña.

—U-rora… ¿Así?

—Lo has dicho de nuevo mal. Auuuu… como si te doliera algo.

—Auuu… — Yulia asiente pidiéndole que prosiga yo solo las observo — u-ro-ra.

Yulia suspira cansada y yo comienzo a reír contagiando a la pequeña.

—¿De qué nos reímos? — me pregunta y con Yulia estallamos aún más en risas, ella vuelve a reír — En serio ¿De qué?

—Cielo ¿puedo hacerte unas preguntas?

—Si — bebe un poco de su leche formando nuevos bigotes blancos.

—¿Has dormido en la plaza anoche? — Asiente — ¿Por qué? —Levanta sus hombritos.

—No tengo casa.

—Y el hogar, aquí en la ciudad…

—No — me interrumpe — No quiero. Lo sabía — Toma su mochila y recorre las galletas que sobran — No quiero — intenta huir pero rápidamente me paro impidiéndole el paso.

—Tranquila, cariño. Solo te estoy preguntando. ¿Qué sucede?

—No. Tú me llevarás allá, no quiero volver al hogar — Solloza asustada.

—No, no. No te llevaré, tranquila. ¿Por qué no quieres ir?

—Ellos… ellos… ellos me tratan mal — me responde nerviosa — No quiero.

—De acuerdo. No volverás — Me arrodillo frente a ella quedando a su misma altura y abro mis brazos dándole a entender que quiero darle un abrazo. Ella, temerosa, camina a paso lento y se deja envolver por mis brazos. La levanto del suelo y siento como sus pequeños brazos rodean mi cuello aferrándose aún más.

—Yulia… — murmuro. No quiero desprenderme de la niña, no quiero dejarla sola. La sola idea de que duerma fuera, en una plaza mugrienta, con el peligro de la noche y el crudo frio me enferma.

—Bueno. Creo que aquí alguien se ha olvidado que tiene un paseo pendiente conmigo — Yulia se levanta de su asiento y deja dinero en la mesa.

—¿Irás con nosotras? — se limpia su pequeña naricita con la manga de su sweater.

—Yo…

—Por supuesto que irá. Ella nos debe las canciones, no lo olvides.

—Yulia, no puedo salir del trabajo.

—Si puedes. Tú puedes hacer lo que quieras — frunzo mi ceño y camino detrás de ella hasta llegar cerca del dueño de la cafetería.

—Buenos días — Saluda Yulia recibiendo el mismo saludo — Elena tiene cosas que hacer. Se tomará el día.

—No hay problema. Hablaré con Oksana para que se encargue de Danielle — Lo próximo que escuchamos es como llama a la chica nueva.

—¿En qué puedo ayudar?

—Danielle, Elena se irá. Cualquier cosa me preguntas a mi o a Oksana. Cambia lugar con ella, atenderás la barra — Asiente.

—¿Te vas? — me pregunta tomándome distraída.

—No te importa.

—¿Disculpa? — Responde Dani confundida por la intromisión de Yulia.

—Tengo cosas hacer — decido adelantarme a la respuesta — Mañana volveré.

—Oh, genial. Entonces te veré mañana — me sonríe.

—Elena, no tenemos todo el maldito día. — tensa su mandíbula.

—Lo siento — No lo hagas. Intento correrme un paso hacia atrás para alejarme de su tacto, pero estira su brazo lo suficiente para dejar una nueva caricia en el mío — Disfruta tu día.

—¡Quita tus manos de su brazo! — su ceño fruncido y su voz no indican cosas buenas.

—¡Yuliya! — Charlotte tironea su saco.

—No entiendo — Dice Dani — ¿Quién eres?

—Su novia, y te patearé el culo si sigues tocando su brazo. ¡Suéltala! — Mis mejillas se tiñen de rojo, Oksana ríe y mi jefe nos mira avergonzado por dar aquel espectáculo.

—No digas palabrotas, Yuliya.

—No lo sabía.

—Ahora lo sabes. Lárgate.

—¡Yulia! — me molesto por seguir con esa actitud — Dani, sigue con tú trabajo.

—Claro… — mira extraño a mi novia — Nos vemos mañana, Elena — Se acerca y me deja un beso en la mejilla. Corre Dani, debes correr lo más lejos que puedas.

—No jodas… — protesta Yulia — ¿De qué se ríen?

—La boca, Yulia. Vámonos.

—Ni creas que esto quedará así. Se ha quedado sin trabajo ¿me oyes Katina?

—Si, Yulia — respondo sin darle mucha importancia.

—¿Me tratas como a una loca? Tendrá que irse de la ciudad, en sus sueños volverás a verla.

—De acuerdo.

—Hablo en serio, muy en serio Elena. ¡Préstame atención!

—Debes calmarte. Ella necesita el trabajo, no te metas con eso.

—Ella estaba coqueteando contigo — nos frenamos fuera del local esperando a que Paul aparezca — Es lesbiana, bollera, tortillera, pastel. Como demonios quieras llamarlo y está detrás de ti.

—¿Torta? ¿Pastel? — Nos interrumpe Charlotte — ¿Tiene chocolate dentro? Como mi muffin.

—No, cielo. Yulia se refiere a otra clase de torta.

—Entonces de vainilla, por su pelo ¿cierto? — Comienzo a reír.

—No, no que yo sepa.

—¿La probarás? ¿Crees que se deje? — Yulia abre sus ojos alerta.

—Bueno…

—Dile a la niña que no o estarás en problemas, Elena Katina.

—Solo me gusta una torta de vainilla — sonrío haciendo referencia a Yulia, se que la niña no ha entendido mi respuesta — ¿Dónde iremos?

—¡Hija! — las tres giramos nuestro cuello hacia la izquierda. Abro mis ojos sorprendida y Yulia… bueno, ella siempre firme y sin nervios.

—Inessa ¿Qué haces aquí?

—He venido a desayunar, quedamos con Fyodor aquí. ¿Ya te vas? — besa mi mejilla — ¿Quién es esta hermosurita? — Charlotte se esconde detrás de mis piernas tomando con su mano libre la de Yulia.

—Una pequeña amiga que hemos hecho. Ella es Yulia Volkova, madre.

—Inessa Dashkova, mucho gusto.

—El gusto es mío, señora. Ahora entiendo de dónde saca la belleza Elena.

Mi madre hace una mueca de confusión y yo con mis ojos le doy a entender a Yulia que no debe de hacer esos comentarios algo homosexuales.

—Bueno… gracias, supongo — Yulia le sostiene la mirada a mi madre, sin dejarse intimidar hasta que Inessa decide volver a enfocarse en mi — ¿Te vas?

—Si, debo hacer unas cosas con ellas.

—Oh, qué pena. Fyodor me ha dicho que hoy tenía turno por la mañana, quería desayunar contigo.

—Bueno, si quieres en la noche comemos en casa.

—¿No tienes que ir al bar? — me remuevo incómoda. Ella aún no sabe sobre mi tema respecto a eso.

—No, Inessa. Te llamaré en la tarde y…

¡TÚ, MALDITA ZORRA! — Escuchamos el grito no muy lejos de nosotras, pero esta vez a nuestra derecha. Yulia sale corriendo pero no logra detenerla mucho, ella de todas formas se las ingenia para llegar a mi lado lanzando insultos por diestra y siniestra.

—¡Me has robado a Yulia!

—Deje de insultar a mi hija — interfiere mi madre.

—Cállate y vámonos, Valya — Yulia la toma del brazo y forcejea con ella alejándola de nosotras.

—¡Tú! Me las pagarás. Nadie se mete con mis clientes, menos con Yulia. ¡Prostituta barata!

Aquí comienza el fin de mi mentira.


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Espero hayan disfrutado estos capítulos!! 😘
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Mensaje por Fati20 11/20/2022, 6:53 am

Jajajajaja valya no se iba a quedar tan tranquila luego de ser robada tan feamente 🤣🤣🤣. Charlot es un encanto total ojalá la ayuden q no siga en la calle. Excelente capítulos cariño ya ansiosa por los de mañana feliz domingo 😘😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/20/2022, 7:23 pm

Capítulo Diecinueve: Deseos

—¡Cállate, maldita sea! — La sostengo aún más fuerte de su brazo ya que intenta escaparse para correr detrás de Elena.

—No… tú… — la interrumpo.

—¡Cállate! No te he dado permiso para hablar ahora mismo — La suelto y ella entiende que ha sobrepasado mi límite de paciencia. Me paso reiteradas veces los dedos por la frente intentando calmar mi ansiedad de mandar todo a la mierda y hacer que Valya se arrepienta por su actitud.

—Yulia… — me susurra.

—Cállate, no me hables. ¿Qué pretendías? — Saco la caja de cigarrillos de mi cartera — ¿Herir a Elena con tus palabras? ¿Eh?

— Y-yo… bueno… yo… — balbucea palabras incoherentes.

—Tú has acabado con mi poca paciencia. No quiero volver a saber de ti.

—No, no, no… espera, no puedes hacerme esto.

—Lo tendrías que haber pensado antes de dirigirte de esa forma hacia ella — enciendo mi cigarrillo.

—¿Por qué ella? ¿Es mejor en la cama?

—¡Cierra la maldita boca! — Grito y entiendo que estamos armando un escándalo en público. Elena aún sigue en la vereda con su madre y la niña.

—Yulia, perdóname. Juro que no lo volveré hacer.

—Por supuesto que no. No quiero volver a ver un pelo tuyo.

—¿Qué dices? — me pregunta nerviosa.

—Lo que has oído. Si no quieres quedarte sin nada, será mejor que desaparezcas de mi vista. Y créeme que sabré si visitas a Elena. No hagas que me arrepienta de dejarte ir así sin más — La apunto con mi mano donde sostengo mi cigarro — Ya te he salvado una vez, esta vez no tendré compasión contigo.

—No… por favor. No me hagas esto — Me retiene sosteniendo mi brazo — ¿Qué haré?

—Sabrás rebuscarte la vida — me suelto del agarre — Eres una mujer inteligente.

—¡Yulia, no te atrevas a dejarme!

—¿Disculpa? — Frunzo mi ceño — ¿A dejarte? Tú eres nadie para mí.

—Sé muchos secretos sobre ti.

—No te estás oyendo, y te daré la oportunidad de arrepentirte sobre lo que acabas de decir — miro hacia mi izquierda como Elena parece inquietarse al demorarme aquí con Valya. Su madre ya no está a la vista.

—Yo he sido quien ha estado contigo cuando todos te han dado la espalda.

—Valya, no sigas por ahí.

—¿Quién ha cuidado de ti?

—Tú has estado conmigo porque te he pagado por tener sexo contigo.

—¿Acaso Elena es diferente? ¿O debo recordarte donde la has conocido?

—¡Cállate! — Mi mano arde tras golpear una de sus mejillas. Cierro mis ojos y me maldigo internamente por dejar que esa mitad dormida en mi mente vuelva a dominar parte de mi cuerpo. Entiendo que jamás he dejado de ser ese monstruo en el que me he convertido. Elena no me ha curado, Elena merece algo mejor. Mi mano derecha tiembla descansando a un costado de mi pierna. El golpe no ha pasado desapercibido para Elena que se acerca sola, dejando a un costado a Charlotte.

—Yulia, deberíamos irnos — Su voz se escucha en mi izquierda y me percato que Valya aún sigue frente a mí tomando su mejilla dolorida con la palma de su mano. He visto esa mirada en ella con anterioridad. Una mirada cargada de dolor con furia y odio. Con sed de venganza. Podría reconocer esa mirada en cualquier ser humano.

Me acerco al oído de Valya sin bacilar dejándole en claro a Elena sobre mantener la distancia respecto a nosotras dos.

—No me obligues a depositar mi mierda en ti. No quiero volver a verte — susurro antes de marcharme, pero su respuesta me detiene.

—No ha terminado aquí. Tú no sabes de lo que soy capaz.

—Inténtalo.

—Yulia, vamos — Vuelve hablar Elena pero esta vez tomando mi brazo para alejarme de Valya.

—Si Yulia, ve — Me sonríe irónicamente. Elena solo evita su mirada y yo aprieto mi puño para no volver a perder el control que tanto me cuesta recobrar.

—Elena, yo… — no sé cómo seguir luego de seguir sus pasos. Quiero pedirle disculpas por la actitud de Valya, después de todo yo la he metido en toda esta mierda.

—No digas nada. Solo disfrutemos el día que nos queda.

—Pero quiero que entiendas que lo que hizo no está bien.

—No me interesa. Solo quiero que la niña no vuelva a verte de esa forma, yo tampoco lo quiero. Esa no eres tú.

—Si lo soy, Elena — Intento apartar mi mano de la de ella pero me lo impide tomándome aun más fuerte.

—No, no lo eres Yulia — Suspira y me suelta una vez que hemos llegado a la puerta de la confitería donde la niña nos espera. Su madre no se ha ido, sigue observando todo desde la barra junto a Oksana. Creo que me costará ahora el doble intentar ganarme su confianza y aprobación.

—Yuly, no está bien pelear.

—Lo sé, pequeña. Lo siento. No volverá a pasar — le dejo un beso en su cabeza.

—Yuly, tengo frio — Con Elena caemos en la cuenta que la niña solo tiene un sweater tejido bastante precario y con varias batallas de invierno encima.

—Vamos a casa — Dice Elena una vez que le coloco mi campera a la pequeña y la tomo en brazos — Seguramente encontraré algo de Viktoria que le entre.

—¿Viktoria es tú hija?

—Así es cielo. Tiene nueve años — Elena le muestra sus dedos — ¿Quieres conocerla? — Charlotte asiente y se aferra aún más a mi cuello con sus brazos.

—Bueno, será mejor que comencemos a irnos. No quiero que se nos haga más tarde.

De vuelta en casa, ya habiendo vestido a Charlotte con ropa de mi hija decidimos que lo mejor era quedarnos a almorzar bajo mi techo para luego emprender hacia los lugares donde Yulia había decidido llevarnos.

Admito que la cocina es mi fuerte, como la mayoría de las ama de casa. Pero en mi caso, amo cocinar, disfruto haciéndolo, es como una terapia sin necesidad de escuchar alguien diciéndome que tengo un problema y hablando sobre ello, además de tener que pagar por hacerlo. Aquí es mi lugar, aquí puedo descargar mis frustraciones o malos días con platos deliciosos. Hoy no era la excepción. Luego del escándalo que formo Valya mi madre no ha parado de interrogarme mas allá de pedirle que frente a la niña no hiciera preguntas. Logré salir un poco limpia de la situación inventándole la excusa que ella era una de las meseras con la cual había tenido problemas. No mentí, solo omití ciertos detalles.

Coloqué agua a hervir para luego poner los fideos dentro. No podía hacer solo verduras teniendo en cuenta que tenemos a una niña en la mesa. Niños y verduras difícilmente se llevan bien. Yulia está a mi lado rallando un poco de queso y preparando una salsa especial que, según ella, es marca registrada Volkov. Son pocas las cosas que amo en esta vida más que a la cocina, pero cocinar ahora mismo junto a Yulia provocaba que la colocara primero en la lista.

No quiero mirarla porque sé que seré chica muerta y la comida no se preparara sola, pero me atrevo a mirarla por el rabillo de mi ojo, como sus músculos del brazo se mueven al ritmo de la sartén moviéndose en el aire. Amo sus brazos, femeninos y delgados pero fuertes. Me atreví a mirar un poco más allá y subí por su brazo hasta llegar a su rostro, a sus ojos color cielo. Por lo general tiene ojos color claros, pero hoy el día está algo nublado convirtiendo sus ojos aún más profundos. Sus pestañas parecían acariciar sus mejillas, y sus labios se entreabrían marcando una respiración serena.

Aún no sé cómo he llegado a querer a una persona de mi mismo sexo. Son cosas inexplicables, cosas que jamás tendría que haber ignorado o reprochado a mi padre. No sé si es enamoramiento puro, pero quiero a esta mujer que está a mi lado. La quiero con locura y sé, que por ella, haría cualquier cosa.

—Al parecer la cocina se te da bastante bien — comento luego de unos segundos de silencio.

—Soy buena en todo, por lo general.

—Humilde.

—Siempre — Me guiña uno de sus ojos y yo muerdo mi labio para no sonreír como tonta.

—¿Quién te ha enseñado?

—Svetlana — Me responde con su voz media quebrada sin darse cuenta que habló sin pensar. Siento que por primera vez Yulia desea contarme sin presiones sobre el tema. Sin moverme de mí sitio aguardo en silencio observando los gestos que se forman en su rostro — Ella… — Aprieta su mandíbula — Prácticamente me obligaba a pasar tiempo en familia, dentro de ello estaba el cocinar. Era pésima, debo admitirlo — Sonríe melancólicamente — Para cuando nos casamos ella pasó a ocupar gran parte del tiempo en la cocina, le gustaba hacerlo, y yo… bueno, no pasaba mucho en casa. Aún teniendo la oportunidad de tener una pareja que se encargara de ello, ella prefería ocuparse del asunto personalmente. Nunca aceptó ayuda de nadie mucho menos que yo pagara por eso.

—¿La amas? — me atrevo a preguntar.

—Mucho — Se crea un silencio entre nosotras donde no me atrevo a romperlo. Su vista aún está en su salsa pero su mente volando a kilómetros de aquí — La amaba mucho.

—¿De qué te ríes? — Pregunto tras ver cómo tras un profundo silencio Yulia comienza a sonreír acompañado por una calmada risa.

—Ella era buena manteniéndome en línea, como tú — Niega con su cabeza — Se había tomado muy en serio el papel de esposa. Sé que ella estaba preocupada por mi entorno y por meterme en asuntos donde no me convenían. Es decir, no es que estaba metida en el tema de la droga y cosas ilegales, pero el dinero muchas veces cambia a las personas y yo tengo encima de mis espaldas un pasado familiar poco alentador. Uno a veces cree que al ser fruto del amor entre dos personas tiene como destino la misma vida que ellos han llevado, incluyendo el carácter y la personalidad. Mi padre ha sido una persona dura con sus errores, y yo creí ser igual que él hasta que llegó Svetlana a mi vida. Sé que ella por las noches no solía dormir cuando me encontraba fuera de casa, pero sabía que ni el dinero mucho menos el poder serian tan importantes para mí como lo era ella.

Siento como mi corazón comienza a estrujarse. Soy una persona horrible al sentir celos de Svetlana, pero me da aún más dolor ver a Yulia así. Entiendo ahora mismo que hemos dado un paso muy importante entre nosotras. Ella confía en mí y no quiero defraudarla.

—Mi madre… — Veo como apaga el fuego que da directo en la sartén y suspira apoyando ambas manos en la mesada — Ella aún vive, pero no quiere saber nada de mí — Una lágrima cae por su mejilla pero rápidamente se limpia volviendo a enderezar su cuerpo firmemente. Desechando la idea de verse vulnerable frente a mí — No la culpo. Ella ve a mi padre reflejado en mí. Y yo solo quiero desaparecer para no hacerle mal.

—No debes castigarte de esta forma. Tú eres increíble.

—No lo soy, y tú lo sabes. Sabes que tengo mucha mierda en mi vida pero sin embargo, decides arriesgarte conmigo.

Me doy cuenta que Yulia nunca había sido tan sincera conmigo y me atrevería a decir que con nadie desde la perdida de Svetlana. Sé que me está ocultando detalles de su pasado, con cadenas y doble candado pero no voy a presionarla. Ella está aquí, junto a mí abriendo su maltratado corazón. Sé que se siente expuesta.

—Esos fideos no se cocinarán solos — Dice rompiendo con la atmósfera íntima que hemos creado.

—Gracias, Yulia — Frunce su ceño — ¿Por qué? — Su mirada se clava en mí.

—Por contarme un poco mas de ti. Sé que sabes que tú pasado me tiene curiosa la mayor parte del tiempo. El que hayas compartido eso conmigo sabiendo que no te gusta hablar del tema, me deja ver el lugar que ocupo en tú vida.

—Eres mi novia ahora. Lo primero en mi vida.

El agua de la olla comenzó a hervir y yo rápidamente bajo el fuego. Este pequeño episodio nos da vía libre a cada una para distraernos en nuestras tareas y darnos unos minutos para pensar.

—Eres importante para mí, Elena. Quiero que lo tengas en cuenta ahora y siempre. Jamás haría nada para lastimarte. Nunca.

Su sentencia me deja algo confundida.

—Yo tampoco lo haré, Yulia.

—Estoy enamorada de ti — Solo pasaron unos segundos para darse cuenta de lo que había salido de su boca. Se quedó estática en su lugar dejándome a mi aún más helada y shockeada por su sentencia. El paquete de fideos quedo suspendido en el aire. Nunca había imaginado una declaración de este calibre, no viniendo de Yulia — Dime si te gusta mi salsa — aproxima la cuchara hacia mi boca y yo me maldigo mentalmente por dejar pasar el momento sin responderle que yo también lo estoy de ella.

La observé en silencio por unos segundos repasando mentalmente toda la conversación y las últimas palabras que habían sido desprendidas de sus suaves labios. Estoy enamorada de ti. Acepto la cuchara y dejo que la lleve hasta mi boca haciendo una mueca rápidamente.

—Que…quema — Abro mi boca abanicándome con mis manos dejando a un lado el paquete de fideos.

—Tienes que soplar antes de probar, Elena — Detengo mi acción luego de tragar y clavo mi mirada en sus ojos.

—Me acabas de decir que estás enamorada de mi y ¿pretendes que actúe como una persona normal? No sé tú, pero yo…

No puedo seguir con mi oración, sus labios interrumpen lo que pronto se convertiría en una carrerilla de palabras, una detrás de otra sin llegar a un punto claro. Dios, besar a esta mujer se convertirá en mi pasatiempo favorito. Siento como sus labios apretujan los míos y su lengua pide permiso para introducirse dentro de mi boca. No me opongo y rápidamente le hago saber que me siento a gusto con sus impulsos repentinos. Su lengua busca la mía, y sensualmente comienza acariciar la zona donde me he quemado brindándome satisfacción junto con calma. El dolor no está. El dolor se fue.

—Lo siento — Vuelve a besar mis labios — Prometo no volver a distraerte.

—Pero yo quiero que lo hagas — Siento su sonrisa en mis labios.

—Me he dado cuenta que es bastante masoquista, señorita Katina — envuelve sus brazos en mi cintura atrayéndome aún más a su cuerpo.

—Lo sé — Paso los míos detrás de su nuca — ¿Qué hay con Valya?

—Nada.

—Yulia, ella no parará hasta tenerte de vuelta. No la conozco pero parece ser de las personas insistentes y cabeza dura.

—Pues, le irá mal si sigue por ese camino.

—Yulia… — frunzo mi ceño. ¿Qué le harás?

—Ella sabe el límite de mi paciencia. No se meterá contigo si quiere que las cosas estén bien entre ella y yo.

—Tú no le harás nada, ¿Cierto?

Me suelta rápidamente tomando distancia prudente entre nosotras.

—¿Me crees capaz? — No respondo y sé que es peor que darle una respuesta con palabras — Creo que deberías pensar bien si quieres estar a mi lado, Elena.

Intenta salir de la cocina pero rápidamente le impido la huida. Quedamos paradas entre el comedor y la cocina, a nuestra izquierda Charlotte se entretiene con las caricaturas en la televisión.

—Dios, no — La abrazo pero no siento sus brazos devolviendo mi gesto — Yo solo… yo necesito escucharlo de ti. Sé que eres incapaz de hacerle daño a alguien.

—No soy una mafiosa, mucho menos mato a sangre fría — Niego con mi cabeza que aún permanece apoyada contra su hombro. Esta vez siento sus brazos arropándome — No lo niegues, lo has pensado. Y no te culpo — Suspira besando mi cabeza — Esto es lo que soy. Lo que soy cuando estoy contigo es lo que importa. Tú me cambias, me haces querer ser mejor.

—Te quiero, Yulia.

—Yo también, Elena. Te quiero solo para mí.

Yulia está enamorada de mí. Contar ahora mismo con esa información me consume de alegría y una fuerza superior a mi grita en mi estómago creando la famosa escena de las mariposas aleteando allí dentro. Siento una hinchazón en mi corazón, verla cocinar junto a mí, en mi casa, mi cocina, para compartir un día juntas me hace querer decirle que yo también estoy enamorada de ella. Que me vuelve loca en todos los sentidos posibles.

Yulia está enamorada de mí. Yulia me quiere.

Me concentré en los fideos. Ella ya había terminado su salsa lo cual esperaba paciente alineando los platos correctamente para servirlos y hacer una presentación que sea apetecible para la pequeña. Creo que eso no era necesario, Charlotte tenía apetito como para cinco personas. El silencio es el rey en estos momentos pero mas allá de eso no nos molesta en absoluto, es un silencio acompañado por las risas de Charlotte y el televisor. Busco el colador para quitar los fideos dejando el agua aparte, observo unos instantes como Yulia pierde su vista en el living, donde la niña se pierde en las aventuras de Zou la pequeña cebrita y su pajarito. No quiero molestarla, me da intriga que estará pasando por estos momentos en su cabeza. Tan hermosa, su rostro tan perfecto, perfectamente hermosa. El deseo salvaje y puramente sexual comenzaba a reemplazar la ternura, y el ver la mesada recordando la noche anterior no parecía de gran ayuda.

—¿Qué sucede? — me pregunta en voz baja sacándome de mis pensamientos.

Sucede que te deseo ahora mismo, sobre la mesa. Desnuda. — Espero que la comida esté deliciosa.

—Viniendo de ti, todo es delicioso.

Oh por dios. No me ayudas aquí Yulia.

El día pasó sin más alteraciones ni imprevistos. Yulia, tras el exitoso almuerzo tras ver como Charlotte repetía su segundo plato, decidió que era hora de retomar nuestras actividades. Un poco de zoológico y paseo en bicicleta. Reconozco que estoy un poco fuera de estado, pero ver la sonrisa en la pequeña me daba aliento para pedalear unos minutos más. Yulia, por supuesto, era quien iba al mando de la bicicleta que compartíamos las tres.

—Vamos, quiero subirme allí — Charlotte jalaba de la manga de mi sweater — Vamos, Lena. Llévame por favor — Apuntaba hacia la casa de árbol que había en una de las plazas donde habíamos decidido tomar un descanso.

—Deja que descanse un poco — dice Yulia rescatándome de sus pequeñas garras — Ven aquí y termínate tú helado, me estoy manchando toda.

—Me duele mi pancita, Yuly — hace una mueca de tristeza con sus labios.

—Tú has pedido helado, ahora te lo terminas.

—Yulia… — reprocho por ponerse a la altura de la niña.

—De acuerdo, lo tíraré. Pero no más helado para ti, niñita — la apunta con su dedo índice y Charlotte decide sacarle la lengua en forma de respuesta. Yulia abre su boca asombrada — ¿Has visto, Elena?

—Hmmm, no. Lo siento.

—Ella me ha sacado la lengua.

—Mientes, Yuly.

—Elena… — Yulia se pone a la altura de la niña lo que me provoca la risa. Charlotte ríe junto a mí dejando a Yulia aún más enfadada.

—Se ríen de mí. Bueno, les daré verdaderos motivos para ello.

—¡No! — la apunto con mi dedo indicándole que no se atreva a dar un paso más hacia nosotras — Yulia, quieta ahí — Vuelvo advertirle — Charlotte… — Yulia niega con su cabeza y una enorme sonrisa. La niña ya no está más a mi lado sino a más de cien metros corriendo lejos nuestro — ¡Yulia! — grito desesperada al sentir nuevamente como mis pies se alejan del piso. Comienzo amar estos juegos donde mi cuerpo abandona el suelo.

Ella no lo piensa dos veces. Me carga sobre su hombro y comienza a correr detrás de Charlotte imitando la voz de un monstruo.

¡Corre Charlotte!

Grito desaforadamente y entrecortado mientras siento como mi cabeza se sacude de arriba hacia abajo por el trote que Yulia mantiene detrás de la niña.

—Te atraparé pequeña leona. No escaparas de mí — grita en un tono de voz ronco alimentando la ansiedad y miedo en Charlotte. Yo me entrego al momento y disfruto del lazo que se está creando entre nosotras tres. ¿Sera así de ahora en más mi vida junto a Yulia? — Maldición, se ha escondido — dice luego de detenernos — Pero aún te tengo a ti — Me da una palmada en mi trasero provocando el particular ruido de la palma de su mano contra mi jean. Arde.

—Aahgg... — Gruño de placer. Retoma su corrida sintiendo rápidamente la corteza de un árbol contra mi espalda enganchándose en mi sweater. Yulia se lame los labios al ver parte de mi piel expuesta — Yulia… aquí no — susurro chocando mi aliento contra sus labios. Mueve su cabeza de arriba hacia abajo.

— Aquí, si — Me sonríe y sé que estoy en problemas.

—No… Yulia… — Mis palabras quedan ahogadas entre mi boca y la suya — Oh… dios — gimo en sus labios tras sentir como introduce sus manos debajo de mi blusa con sus dedos helados. Mi piel se eriza rápidamente. Siento como aprieta mis costillas apretujando aún más mi cuerpo contra el árbol.

—Hmmm… — gime chupando mi labio inferior — Me apetece mucho hacerlo aquí mismo — Coloca su pierna derecha entre las mías haciendo presión desesperadamente para subir aún más mi deseo.

—Si sigues… no… querré parar más — balbuceo entre suspiros.

—Pídelo — Abandona mis labios para besar mi mandíbula y comenzar a recorrer mi cuello — Pídemelo y lo haré — Sus manos abandonan mi cintura y bajan hasta mi trasero para acomodarme a su antojo sobre su pierna, creando la fricción perfecta. Me vuelve loca — Elena… — Muerde mi cuello.

—¡No! — Una voz fina nos interrumpe aferrándose a la pierna de Yulia — Deja a Lena, mami.

El cuerpo de Yulia se tensa y sus manos aprietan mi piel sintiendo su última respiración temblorosa en mi cuello.

Charlotte.


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Mensaje por Fati20 11/20/2022, 9:29 pm

Feliz domingo de inicio de mundial querida mía 😘😘😘. Buenísimo el capitulo espero con ansias los siguientes salidos 😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/21/2022, 1:47 am

Capítulo Veinte: Complicaciones.

¡Mierda, mierda, mierda! ¡Qué demonios! Me aparto rápidamente del cuerpo de Elena y comienzo a caminar hacia atrás. La niña me suelta tras sentir como me aparto de ella observándome con un semblante de terror mezclado con tristeza. Elena solo se limita a tomar a Charlotte en brazos para comenzar a caminar hacia donde yo estoy.

—No — la apunto con mi dedo índice para que mantenga la distancia. No quiero estar cerca de la niña ahora mismo.

—Yulia, debes calmarte.

¿Cómo demonios sabe que estoy histérica por dentro?

—Yuly — Su voz en mis oídos suenan como el tic tac de una bomba de tiempo. No quiero oírla más. Basta.

Llevo ambas manos a mis oídos y los tapo por unos segundos obteniendo la paz y silencio que realmente necesito en estos momentos.

—Cielo… — Siento la mano de Elena en mi brazo. No sé en qué momento ha llegado a mi lado. Charlotte permanece lejos de nosotras ahora llorando en silencio — Estás asustando a la niña. No lo ha dicho queriendo.

—Tú no entiendes.

—Claro que entiendo.

—No, Elena. Llamaré a Paul para que venga por nosotras.

Sin darle lugar para que proteste o se oponga a mi decisión me aparto sacando mi móvil en el trayecto. Me doy cuenta que mis manos tiemblan y recuerdo que he olvidado tomarme mi pastilla. Suspiro reiteradas veces, suspiros profundos y pausados. Un tono, dos tonos.

—Paul, ven por nosotras.

—De inmediato, señorita Volkova. Dígame la dirección.

—En el parque a dos cuadras del zoológico. Te quiero aquí en menos de cinco minutos.

Sin más corto la comunicación. Miro la hora, apenas son las 17:45pm. La mitad de mis planes se vienen abajo. ¿Por qué? ¿Qué demonios me pasa? Vuelvo a suspirar y acepto en mis adentros que Paul no llegará en cinco minutos, el tramo es bastante largo y es prácticamente imposible. Junto fuerzas, no puedo dejarlas a ambas a un lado ignorándolas por completo. Eso lo haría una cobarde. Me giro y Charlotte aún sigue observándome asustada, Elena sin embargo permanece agachada a la altura de la niña abrazándola y consolándola. ¿Por qué? No sé, quizás me he comportado como una imbécil y asusté a la niña con mis problemas personales. Camino de vuelta hasta ellas.

—Paul vendrá en unos minutos.

—Yuly, no te enfades conmigo.

Trago saliva recibiendo el ceño fruncido por parte de Elena al quedarme callada y no responderle.

—No te preocupes. Todo está bien — Respondo sintiéndome incómoda nuevamente junto a ella.

—¿En serio? — Me sonríe sorbiendo su nariz con la manga de su sweater. Yo solo asiento.

—Bueno, creo que la tarde ha terminado. ¿Qué te parece ir a casa a descansar? — Elena le habla a la niña y ella asiente eufóricamente — Perfecto. Tú vendrás, ¿Cierto?

¿Qué debo responder a eso? ¿Iré? ¡Por supuesto que no! Grita mi mente. ¡Tú no irás, nos meterás en problemas! Maldición. Froto mi frente nerviosa y por la cara que ha puesto Elena sabe que me estoy poniendo nerviosa. Gran parte de mí, por no decir mi cuerpo completo, no quiere ir pero ella aún sigue esperando mi respuesta afirmativa. Tendré muchos problemas.

—No puedo, debo atender ciertos asuntos de negocios.

—Perfecto — Oh, ella está enojada, muy enojada.

—Quizás hoy puedas ir a dormir al hotel.

—No iré.

Frunzo el ceño, ella ni siquiera me mira cuando me habla. No hay cosa peor que me enoje más que eso, y ella lo sabe.

—El "quizás" solo lo dije por cortesía. Irás al hotel esta noche.

—Y el "no iré" creo que es más que suficiente para responder tu sentencia.

—Si irás — La tomo del brazo para que se pare y quede a mi altura.

—Suéltame — Rápidamente lo hago sin pensármelo dos veces — ¿Quieres que vaya?

—Es lo que estoy diciendo.

—Muy bien, pide que te añadan otra cama.

—No. Tú dormirás conmigo, como corresponde. No seas tan infantil.

—Yo dormiré contigo aunque ahora mismo no lo desee — frunzo mi ceño, aún sigo sin entender el tema de la cama — La niña va conmigo.

—De ninguna manera — Susurro para que solo ella pueda escucharme mientras niego con mi cabeza y en esto me pongo firme.

—Entonces todo está más que dicho.

—Elena, tu dormirás conmigo esta noche — Levanto mi ceja.

—¿Y la niña? ¿Qué se supone que haré con ella? — pone sus brazos en jarra, apoyándolos en su cintura.

—No lo sé. Llevarla a un orfanato. Como corresponde — continuamos con los susurros pero Charlotte escuchó lo último y fueron las palabras suficientes para que comenzara a correr lejos de nosotras nuevamente.

—¡Yulia! — recibo un empujón antes de verla correr tras la niña.

Pongo mis ojos en blanco y nuevamente suspiro. Es un hecho, hoy no dormiré con Elena.

La bocina de Paul me asusta y rápidamente corro hasta el auto para subirme en el.

—¿Se encuentra bien, señorita Volkova?

—Si, ya cállate y sigue a esa niña — Apunto hacia el parque, va un poco más de la mitad — ¡Apúrate! — golpeo el asiento al ver que cada vez más rápido se acerca hasta la calle. Elena se ha sacado los tacones y ahora la corre descalza, de todos modos Charlotte le ha sacado una amplia ventaja, teniendo en cuenta que tiene seis años, esa niña es de otro mundo.

Paul parece entender mi desesperación aún más cuando ve como Charlotte parece no prestarle atención a lo que hay a su alrededor. Ella cruzará la calle sin mirar, lo sé. Elena me matará.

—Pon el auto frente a la niña. Córtale el paso.

—Pero debo hacerlo en el otro carril, señori…

—¡Haz lo que te digo! — Grito furiosa y desesperada. Si alguien morirá hoy, no será Charlotte.

Paul acelera aún más el auto logrando sacar ventaja de la situación. Sigue al pie de la letra mis indicaciones y sin temblar se coloca en el carril contrario al ver como Charlotte va por la mitad del que íbamos con anterioridad. Bocina, ruidos de ruedas contra el asfalto por las frenadas, gritos y ruidos de choques se escuchan fuera de mi auto. La niña parece reaccionar abriendo sus ojos al máximo comenzando a llorar tras frenarse en su lugar. Ha quedado a tan solo cinco o seis pasos de mi puerta. Elena llora apoyando sus manos en el suelo, aún está sobre el césped en parte del parque, piensa que la niña ha sido atropellada. Abro mi puerta rápidamente y corro hasta arropar con mis brazos a Charlotte quien me responde al instante aferrándose a mi cuello.

—Mami — solloza en mi cuello escondiendo su rostro ahí mismo.

—Shh, ya no llores — Acaricio su cabello — Todo estará bien. Solo fue un susto — La escucho sollozar incontrolablemente. Esta completamente asustada.

—Lo siento — Susurra — No me castigues, por favor — me pide con su voz temblorosa.

—Tranquila, eso no… — Algo me impide que continúe. En mi estómago siento como algo caliente se desparrama allí, dándole paso al frío rápidamente.

—Lo siento — Se aferra aún más a mi cuello.

—Tú te has… — No puedo continuar al sentir como Elena nos abraza llorando desconsoladamente.

—Y-yo… pensé… tú… — Le beso la frente y le pido con mi mirada que se tranquilice por su bien y por el bien de la niña. Asiente — Ven — Agarra su pequeño cuerpo debajo de sus brazos para alejarla de mí, pero Charlotte decide aferrarse aún más.

—Déjala. Desaparezcamos de aquí —Abrazo a Elena por los hombros y la direcciono hacia el auto que aún sigue parado en el otro carril. Paul está fuera de el dando las correspondientes explicaciones de porqué maniobro así. Algunos parecen entender, pero otros solo piden que se les pague el daño causado. En estos momentos me importan tres mierdas lo que diga, y en un tiempo más adelante seguirá siendo así.

—Paul, vámonos.

—Señorita, debería hacerse responsable de lo que ha ocasionado aquí — dice un conductor un poco obeso y calvo. Conduce un auto que se cae a pedazos, solo quiere dinero.

—Paul, súbete al maldito auto — Él me asiente.

—¿Me ha oído? — vuelve hablar el calvo.

—¡Cállate, imbécil!

—¡Yuly! — Esta vez me gritan Elena y Charlotte.

Sin más le muestro el dedo medio al gordo calvo y me subo al auto sin darle lugar para que siga con la pelea. He sido infantil lo sé, pero prefiero descargar mi enojo así.

—Eso no estuvo bien. ¿Cuántos años tienes? — me reprocha Elena tras sentir como el auto comienza avanzar.

—Lo suficiente como para hacer cosas que no debo.

—Deberías cuidar tu boca, no me gusta.

—No he escuchado quejas cuando la utilizo en ti.

—¡Yulia! — Me empuja el hombro y Charlotte sonríe — ¡Eres una cerda!

—Claro, ahora soy una cerda. ¿Has oído Paul? ¿Una cerda? — Paul solo levanta sus hombros, es un caballero. No quiere poner a Elena en aprietos mucho menos hacerla pasar un momento vergonzoso, para eso estoy yo. Él ha manejado el auto cuando reiteradas veces Elena se me tiró encima.

—No puedo creer que metas a Paul en esto.

—¿Por? — Me hago la desentendida — Él conduce nuestro auto del amor cuando tu… — no puedo seguir ya que rápidamente tapó mi boca con su mano. Yo sonrío por lograr que Elena piense en otra cosa que no sea nuestra pelea reciente y el casi accidente.

—Esta noche no habrá nada — Me señala — Que digo esta noche, una semana Yulia Volkova.

—¿Una semana? — Me asiente — No podrías — Intenta levantarme la ceja pero no puede.

—Una semana, he dicho.

—Una semana — Afirmo ella abre sus ojos sin creer que le de la razón en esto. Me pedirá a gritos que le haga el amor, pero eso me lo guardaré para mí misma.

—Charlotte… — susurra apartando varios mechones de pelo de su rostro. La niña se ha quedado dormida en mis brazos sin darme cuenta — Creo que debemos de hablar cierto tema.

—Elena, no sigas por ahí.

—No hablo de tu situación, sino la de ella. No quiero que vuelva a la calle.

—Eso es ilegal, ella no es tu hija.

—Pero tú podrás hacer algo ¿no? — Frunzo mi ceño. Claro que puedo, pero eso metería más en problemas a Elena. Prácticamente está tomando algo que no es suyo.

—No lo haré — Aclaro mi garganta. Decir que no haré nada y tener a la niña entre mis brazos es duro.

—Pues déjame decir que yo no renunciaré a ella.

—Elena…

—No — me interrumpe — Nadie la sacará de mi lado.

—Luego lo hablaremos.

—Y seguiré sosteniendo lo mismo — Decido no seguir con la conversación, ahora mismo no nos llevará a nada bueno. Pero ¿A quién intento engañar? Ella obtendrá lo que quiera. Pero ¿Por qué Charlotte?

...............

—¿Te molesta si te dejo aquí? Necesito cambiarme de ropa — digo recostando a Charlotte en la cama de Elena.

—Puedes hacerlo aquí. Ahora mismo la despertaré para bañarla, luego puedes hacerlo tú.

—No, Elena. Necesito volver al hotel. Samir me está esperando, debo cerrar unos asuntos de negocios y realmente quiero cambiarme de ropa — Señalo la parte donde Charlotte ha decidido marcarme con su orina.

—De acuerdo. ¿Volverás? — Me quedo en silencio y ella entiende mi respuesta — No te alejes de mí por la niña, solo se ha equivocado. No nos alejes por un simple error.

—Ella ha vuelto a llamarme mamá, Elena. Pero no es por eso, yo realmente dejé de lado los negocios en estos días. Debo cerrar ciertas cosas.

—Hazlo aquí.

—No puedo, tengo los papeles en mi hotel.

—Entendí, no quieres pasar la noche conmigo. Está bien, Yulia — Se aleja de nosotras abandonando por completo la habitación. No lo dudé un segundo, luego de asegurarme que Charlotte no se cayera de la cama corrí tras ella.

—Elena…

—No, Yulia. Déjalo ahí. Vuelve a tu hotel y sigue con tus cosas que, como siempre, yo estaré aquí cuando me necesites.

—No sigas por ahí — Digo firmemente tras sus espaldas.

—¿Por dónde? — Se gira con su mandíbula tensa.

—Por donde sea que tu cabeza te está guiando. No seas infantil.

—¿Infantil, yo? — Se apunta con el dedo su pecho — ¿Quieres que te recuerde quien se ha puesto como loca por solo escuchar la palabra mamá? — Levanto mi ceja — Tú — toca mi pecho con su dedo — Te has comportado como una completa imbécil frente a la niña. Te ha llamado mamá, ¡supéralo Yulia!

No sé si el pecho ha comenzado a dolerme por la presión que Elena ha ejercido en el con su dedo índice o por las palabras que han salido de su boca disparando a doble filo contra mí. Me quedo helada por unos segundos, y siento como mis ojos se cristalizan. No ahora, maldita sea. No te muestres débil. Pestañeo reiteradas veces para alejar las ganas de llorar que me han agarrado y aprieto mi puño sin que ella pueda notarlo.

—Yulia… yo… — Niego con mi cabeza y trago saliva. Se quiere disculpar luego de haber dicho lo que realmente pensaba y tras verme en este estado. No es su culpa realmente.

—Déjalo — Camino hacia la puerta pero ella pisa mis talones.

—No, espera… — intenta ponerse a mi altura — Yulia, sabes que no hablé en serio… perdóname. No fue lo que realmente quise decir.

—He dicho que lo dejes, Elena — Demonios, odio ser así con ella, como cuando la conocí por primera vez. Mis barreras se han vuelto a levantar.

—No, Yulia — Toma mi brazo ejerciendo mayor fuerza a la de mis pasos para detenerme — Escúchame.

—No, escúchame tu, maldición — Froto mi frente. No ahora — Esto es lo que soy. Este monstruo soy yo, no quieras cambiarme. No quieras deshacerte de mi pasado, el me persigue te guste o no. Lidia con mi mierda o déjalo estar de una vez ¿Has oído?

—Lidiaré con el cómo lo vengo haciendo hasta ahora, pero tú no me dejas ayudarte — Gritó enfurecida por lo que escuchó.

—No soy una maldita enferma para que me estés ayudando, ¡por dios! — Grito y luego suspiro intentando calmar mis ganas de mandar todo al mismísimo diablo. Paul se baja del auto alarmado. No Paul, no le haré daño. No a ella — He dejado muchas cosas de lado para dedicarme completamente a ti, no me quejo, pero deja de tratarme como una enferma.

—No es lo que quise decir… — murmura.

—Estoy arruinada y eso ni tu ni yo podemos solucionarlo. Ya deja de meterte en ello de una vez por todas. Disfruta de lo que te doy y listo, tal como lo haría cualquiera — Cierro mis ojos al instante de haberlo dicho. Eso no sonó como yo lo pensé en mi cabeza y por el rostro de Elena sé que ella lo ha tomado para el lado equivocado.

—Vete de mi casa.

—No, yo no he querido decir eso. Elena… — Me interrumpe.

—Vete.

—No, espera… — Siento como sus manos se posan en mi pecho para luego sentir su empujón haciéndome retroceder varios pasos hacia atrás — ¿Qué haces?

—Vete ya mismo. Cuando realmente quieras estar aquí, serás bienvenida. No has sido la única que dejó cosas de lado en todo este asunto — Sin más, una vez más en toda esta historia, me cierra la puerta en mis propias narices. Alcancé a retroceder un paso de lo contrario me hubiese roto la nariz.

Escucho un silbido, el típico que hacen las personas que están asombradas por el fuerte carácter de otra.

—Paul, más te vale poner tu culo en ese asiento y llevarme hasta el hotel.

—Lo que usted diga, señorita Volkova — Se toca su sombrero de chofer y me sonríe burlonamente.

—Si Pavell se entera de esto, serás hombre muerto — Digo abrochándome el cinturón.

—Mi boca está sellada — Me mira por el retrovisor y yo le frunzo el ceño, él solo sonríe.

—¿Qué novedades tienes? — Le pregunto revisando los mensajes que hay en mi móvil.

—Por lo pronto, Samir la espera en el hotel.

—Tendrá que esperar, primero quiero quitarme el olor a meado que traigo encima.

—Pensé y no se había dado cuenta —Vaya que gracioso está hoy —Simmons ha dejado en claro que no esperará más. Debería de ir a verlo de una vez.

—Lo sé, con todo el tema de Elena en mi cabeza he dejado ciertos asuntos de lado.

—Pudimos notarlo, pero nada que no tenga solución, señorita Volkova.

—Hazme el favor de comprar una docena de flores, la que más te gusten, las que le regalarías a tu esposa y ve a la casa de Elena. Haz que preparen ropa para que pasen la noche conmigo, en el hotel — Pido revisando un mensaje en particular.

No te queda mucho tiempo— Numero desconocido.

¿Qué demonios? ¿Quién se atreve a mandarme ese tipo de mensajes?


—Será una tarea difícil. Ella no querrá venir.

—La arrastrarás si es necesario — Paul me frunce el ceño y niega con su cabeza — De acuerdo, hazlo de la forma en que yo no lo haría. ¿Mejor? — Él me asiente.

—Debería controlar su carácter. Usted en verdad quiere a esa señorita y si no quiere perderla por completo, deberá hacer unos ajustes en su temperamento.

—Esta soy yo, y ella si quiere estar a mi lado me querrá así.

—No se equivoque, usted no es así. La señorita Svetlana estaría muy disgustada.

—No la metas en esto Paul, ella no está. Tú lo has dicho.

—Solo no se comporte de mala manera, ella no lo merece. Ella la quiere, en verdad que sí — No le respondo, sus palabras me han dejado pensando. Seguramente estoy actuando por impulso y es posible que lastime a Elena si sigo actuando de esa manera — Usted también la quiere, permítase ser feliz. Svetlana no se enojará.

—No sabes lo que dices.

—Solo escuche su corazón, señorita Volkova.

La conversación muere allí mismo. No me apetece seguir escuchándolo, quizás porque dice más de una verdad y yo no estoy para esas cosas ahora mismo. ¿Me estoy negando a ser feliz? Solo me niego a que Elena tenga el mismo final que Svetlana.

—Llegamos.

—Ve hacer lo que te dije, dame dos horas de margen — Paul asiente y yo me bajo del auto directo hacia mi habitación. Allí abajo, en el lobby me espera Samir, pero le hago una seña dejándole en claro que en unos minutos estaré con él.

Subo a mi habitación y rápidamente camino hacia el baño donde guardo mis pastillas en unos de los cajones correspondientes al lavamanos. Tomo dos de ellas y lleno el vaso de agua que pertenece al cepillo de dientes, ambas pastillas pasan en un abrir y cerrar de ojos teniendo en cuenta que me da miedo tragarlas, pero comprendo que es la necesidad de querer sentirme bien y dentro de mis cabales para cuando lleguen ellas. Me quito la ropa y me meto en la ducha abriendo allí mismo las canillas. Sale agua fría primero, y en unos segundos comienza a templarse. Son esos momentos donde necesito despejar mi cabeza, centrarme en lo que realmente quiero y necesito. No debo salirme del plan. Necesitas enfocarte, Volkova. Me repito una vez tras otra. La melodía en mi móvil comienza a sonar y sé que seguramente Simmons está pidiendo mi atención. El baño no me toma más de quince minutos, me cambio, ordeno un poco el desastre que hay aquí y abandono la habitación en busca de Samir.

—¡Yulia! — Se levanta del sillón para encontrarme en mitad de camino — ¿Dónde estabas metida?

—Eso no es de tu incumbencia. Espera un momento.

—No, ya basta. Debemos hablar con urgencia — Me dice Samir tomándome del brazo fuertemente. ¿Qué le pasa?

—He dicho que esperes, estúpido — Me suelto bruscamente — No vuelvas a ponerme un dedo encima.

Sin decir una palabra más me giro en mi lugar y camino hasta la recepción.

—Señorita Volkova ¿Qué puedo hacer por usted?

—Necesito una habitación nueva, una para tres personas.

—Claro, en la primera planta… — lo interrumpo.

—No, tiene que ser en la misma donde estoy ahora. La ultima.

—Eso no es posible.

—Haz que lo sea. Pon una cama de una plaza en mi habitación, si no entra haz que entre ¿Soy clara? — El asiente asustado.

—¿Dormirá con alguien hoy? — Frunzo mi ceño y lo miro por unos segundos. ¡Como se atreve! — Lo siento… yo, bueno… yo no quise…

—Tú haz lo que te dije. En menos de dos horas quiero esa cama en mi habitación — Me asiente y yo me alejo ya con intensiones de hablar de una buena vez con Samir.

En el hotel hay un bar el cual podemos recibir gente allí mismo, el restaurante que hay conectado al mismo es el mejor de la ciudad y teniendo en cuenta el horario ahora mismo, las mesas están siendo ocupadas al igual que los asientos que hay en la barra. Le pido a unos de los maître por medio de señas para que se acerque y le indico que necesito un lugar apartado, el niega con la cabeza dándome a entender que no disponen de un lugar con tales características. Maldito suburbio.

—Está bien, podemos quedarnos donde estaba sentado antes. Por allí solo entran los huéspedes — Dice Samir indicándome los sillones que descansan a un lado de la entrada al hotel. Tiene razón, el restaurante tiene entrada propia. Camino delante de él sentándome de espaldas a la entrada. No está nada mal.

—Habla. Quiero oír que te tiene así.

—No estoy bromeando, Yulia. Tú has estado haciendo cualquier cosa menos dedicarte a lo que hemos venido aquí.

—No me digas que estoy haciendo o que no. Eso no es de tu interés.

—Si lo es, desde el momento que el apellido Yasinov ha estado metido en medio.

Suspiro esperando que las pastillas estén haciendo efecto.

—Escúchame Samir… — me interrumpe.

—No, tú me escucharas a mí — Me apunta con su dedo y esto comienza a no gustarme — Desde que hemos pisado la ciudad no has hecho otra cosa que comportarte como una idiota. Has dejado de lado el plan inicial, importándote una mierda las demás personas que estamos metidos en este asunto. Tú y tu hermano no han hecho otra cosa más que comportarse como imbéciles detrás de mujeres.

—No sabes lo que dices.

—Claro que lo se — Grita y yo me remuevo incómoda en mi asiento — Esa maldita puta no ha sido más que una distracción — Mi cabeza está a medio paso de explotar.

—Cállate, Samir. Cállate de una vez — Apoyo mis codos en las rodillas apretujándome las manos de los nervios.

—¿Qué me calle? — Continua — ¿Qué hay con Svetlana? ¿Te has olvidado de ella?

—¡Ella está muerta, maldito infeliz! — Grito llamando la atención de varias personas — ¡Yo la he matado! — me paro de mi asiento nerviosa. Ahora mismo necesito descargar mi enojo para no cometer una locura. Golpeo mi pecho reiteradas veces, sin cansancio.

—Cálmate — Siento los brazos de Samir alrededor de mi cuerpo — Tu no la has matado — Me atrae más hacia su cuerpo apretándome lo suficiente como para darme a entender que no me dejará caer. Escucho como dice que todo está bien, y que no hay de qué preocuparse a las personas que se han acercado — Yulia, no quise hablarte así.

—Tú no lo entiendes, yo la he matado — Comienzo a temblar en sus brazos.

—Shh, no. No lo digas más, tú no has sido la culpable. Debes dejar ir ese pensamiento. Recuerda porque estamos aquí.

—La quiero, yo en verdad la quiero y no deseo que termine de la misma manera.

—¿Elena? — Asiento en su pecho — Ella es más fuerte que mi hermana. Si en verdad la quieres debes irte ahora mismo.

—¿Eh? — Rompo nuestro abrazo y me separo limpiando mis lágrimas — ¿De qué hablas?

Él suspira y pasa su mano por el pelo. Oh no, eso solo significa cosas malas.

—Debes irte, Yulia. Si quieres que Elena viva, debes irte esta misma noche.

—¿Qué idioteces dices? — Le doy un leve empujón en su pecho. Me toma de los hombros y por más que intento alejarlo él logra sentarme en el sillón donde estaba con anterioridad.

—No son idioteces, Yulia — Suspira — Boris se nos ha escapado.

¿Qué? Esto tiene que ser una broma de mal gusto.

Pestañeo varias veces. Eso no puede ser cierto.

—No es cierto — digo.

—Lo es, Yulia. Mientras tú decidías pasar tiempo con Elena, Boris se nos escurrió entre las manos. Intentamos localizarte pero te has negado a nosotros reiteradas veces.

—Pero… pero, Pavell. Saben que cuando yo no estoy él está a cargo.

—Él ha perdido la cabeza por una mujer de aquí, literalmente. No nos atiende las llamadas y esta misma tarde se ha tomado un vuelo con ella.

¿Con Oksana? ¿Cómo es posible? — ¿Con quién?

—No sé su nombre, pero es hermana de Valjean, la amiga de Elena.

Demonios ¡Pavell! Tenso mi mandíbula — él ahora mismo no me preocupa, el hecho de que Boris se nos haya escapado le da mucha ventaja para hacernos lo que quiera. Tiene el campo liberado para atacar cuando él más lo desee y crea necesario.

—Él no se atrevería hacerle daño a Elena.

—Lo sabemos, pero en cambio tú, eres un blanco perfecto. Debes irte Yulia. Regresa a América.

Me froto la frente. Necesito pensar las cosas con cuidado. Alejarme de Elena no está dentro de mis posibilidades y ahora Charlotte está en medio de todo esto. No diré ni pensaré cosas disparatadas, pero no permitiré que nada le pase a la niña, no a ella.

—Estamos a Lunes, me iré — Digo y Samir esboza una sonrisa tomando su móvil — Con Elena, me iré con ella.

—No, no no… él te seguirá. No lo hagas Yulia.

—Es mi última palabra, me iré con ella y con Charlotte — Samir frunce su ceño pálido al escuchar el nombre de la niña — No hagas preguntas sobre eso.

—Yulia, Boris te buscará con más razones si te marchas con ella. Simmons está furioso y no perdonará esto, no esta vez.

—Simmons tendrá lo que quiere — Saco mi móvil para llamar a Elena, solo presiono el numero uno y su número comienza a marcarse. Me lo llevo al oído mientras veo como Samir me niega con su cabeza mirándome a los ojos. Sabe que estoy actuando impulsivamente, pero también sabe que no me separaré de Elena — Si aquí tiene que morir alguien — Primer tono —…ese será Boris Alekseev.

Un móvil suena a mis espaldas.

—¿Qué tienes que ver con Boris? ¿Yulia? — Cierro mis ojos.

Elena.


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Mensaje por Fati20 11/21/2022, 5:49 am

Pobre Julia esta metida en una cantidad de cosas y con todos esos problemas y ahora lo peor q lena se entere y se moleste y se sienta utilizada 🥺 espero no sea así. Saludos cariño 😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/22/2022, 2:59 am

Capítulo Veintiuno: Diva!

Hay un umbral de la mente humana que aún no se a podido descifrar. Reacciones, actitudes.
Hechos que creeríamos impulsivos o premeditados, hechos que para algunos rompen con la moral, con los esquemas preestablecidos legalmente. ¿Pero no es la muerte parte de nuestra raza? ¿Acaso no somos animales domesticados? ¿Está mal pensar que cuando intentamos sobrevivir, matar es el primer paso?

Legalmente los asesinatos son condenados de acuerdo a sus desencadenantes. ¿Pero quiénes somos para juzgar las mentes de las personas? Aún con miles de años de estudios no podemos decir porque matamos, porque sobrevivimos.

En la línea criminal se comenzó a estudiar con gran interés el perfil de los llamados "asesinos en serie", tema apasionante por las características de los asesinatos y las motivaciones.
Las mujeres también son capaces de asesinar, tanto a sus compañeros como a personas extrañas, y pueden igualmente ser asesinas en serie. De hecho, las mujeres son las responsables de la mitad de las agresiones contra sus parejas.

Las mujeres tienen una mente aún más compleja, sus actitudes no concuerdan con sus pensamientos, una mujer es capaz de demostrar amor sin sentirlo, cosa un tanto difícil para un hombre los cuales suelen ser un poco más transparentes y honestos.

Los perfiles psicológicos de las personas que cometen asesinatos, están tan ligados a la realidad y cordura como los que no los cometen. Entonces ¿estamos seguros de quien es un asesino? ¿Podemos juzgar los sentimientos de alguien solo por un hecho? ¿Un asesino puede amar y ser amado?

Nombre: Boris Alekseev.

Edad: 26 años y siete meses.

Estatura: 1,80cm.

Color de pelo: Negro oscuro.

Peso: 78kg.

Estudios terminados en el Instituto Estatal, promoción del '95. Casado con Elena Sergegevna Katina por más de ocho años. Tienen dos hijos, Aleksandr Alekseevich y Viktoria Alekseeva. El sueño de su esposa como cantante y actriz de teatro se encuentra paralizado debido al acontecimiento de haber sido madre a tan temprana edad, siendo el centro de atención en el Anglo American School, lugar donde ambos estudiaban, obteniendo las burlas constantes y el rechazo.

Muy bien. He pasado en limpio lo que sé hasta el momento, obviando algunas cosas que no son necesarias repasarlas ahora mismo pero que más adelante, será necesario sacarlas a la luz.

Boris Alekseev ha sido y será mi blanco hasta no verlo acabado por completo frente a mis ojos suplicándome por favor que lo deje vivir. No puedo decirle ahora mismo esto a Elena, no puedo confesar que su esposo me ha hecho un daño tan grande que me llevó años superar y aún así, mi vida permanece rota. No puedo explicarle la necesidad de venganza que corre por mis venas, las ganas de hacer justicia por mano propia teniendo el apoyo de los hombres más poderosos que quieren verlo caer a él y a su jefe. Ellos no lo quieren muerto, y yo lo quiero siendo comido por los gusanos. ¿Eso le diré a Elena? Por supuesto que no. Decirle aquello solo significa perderla. Puedo dar mi golpe en ella y sus hijos, pero el hijo de perra ni siquiera le interesa tanto como para llorar su muerte o algún posible "accidente" que puedan tener. Ahora mismo, sé con seguridad que no quiero que alguien les provoque daño. Mi gente tiene la orden de protegerlos, de asegurarse que nada pueda pasarles. Elena está vigilada las 24 horas del día sin que ella lo sepa y por supuesto, sin violar su intimidad aceptando no recibir informes sobre sus movimientos.

Entonces, ¿Qué debo decirle exactamente? ¿La verdad?

—Yulia, dime ahora mismo de donde conoces a Boris Alekseev y porque estaban hablando de él.

Aún sigo sentada en el sillón sin intensiones d e moverme en cambio Samir, él se ha parado como todo un caballero para recibirla y seguramente salvarme mi trasero.

—Elena, que gusto verte. Con Yulia solo… — Ella lo interrumpe.

—La cosa no es contigo — Lo apunta — Yulia, no te estoy escuchando ahora mismo.

—Cuando tomes asiento como corresponde, hablaremos — Sonrío escondiendo mi nerviosismo — Claro está que sin armar un escándalo aquí mismo. Sabe s que desapruebo ese tipo de cosas.

—No estoy para tus estupideces ahora mismo.

—La boca, señorita Katina — Apunto el sillón que está ubicado a mi izquierda donde con anterioridad se encontraba Samir — Toma asiento.

—No. Lo que tengas que decir me lo dirás ahora mismo.

—Toma asiento y no alargues más la conversación. Tenemos un vuelo que tomar y la hora se nos viene encima.

Siento como su cuerpo pasa por mi izquierda rozando mi brazo pero no se sienta, ella me observa con su peculiar ceño fruncido. ¿Viaje? ¿De qué demonios habla? Estoy segura que ella está pensando eso ahora mismo. La boca, señorita Katina.

—¿Viaje? ¿Qué viaje? — Bueno ha sido más educada que mis pensamientos.

—Toma asiento y dejaremos todo en claro. Por favor — Palabras mágicas. Ella asiente con su cabeza tomando su lugar donde he indicado pero sin dejar que nuestras rodillas se choquen, marcando una distancia  prudente y notoria. Su mente pide estar lejos de mí pero sé que su cuerpo no puede, de lo contrario no apoyaría sus codos en sus rodillas permitiendo que mis piernas puedan tocar sus dedos. Respecto a Charlotte, ella se encuentra entretenida con Samir, quien reiteradas veces le acaricia el cabello y me mira con sus ojos brillantes. Supongo que le ha pasado lo mismo que a mí cuando la conocí y decidí sentarme con ella en la cafetería antes que llegase Elena.

—Muy bien, te escucho Yulia.

—Verás… — Me interrumpe.

—No me mientas — Moja sus labios — Confío en ti, Yulia. No me mientas porque creeré todo lo que tú me digas.

Trago saliva. Me ha tomado por sorpresa. Ella confía en mí, ella ha depositado confianza en mí en tan poco tiempo que me aterroriza y me hace sentir una mala persona por ocultarle tantas cosas a pesar de que ella me guarde aún secretos. Pero todo a su tiempo. Decido no contarle toda la verdad pero tampoco mentirle al respecto.

—No conozco a Boris Alekseev — Afirmo segura. No miento.

—Entonces ¿Por qué hablaban de él con Samir? — Frunce su ceño.

—Porque he investigado tu vida — En cuestión de segundos pasa de incertidumbre a enojo. Intenta levantarse del sillón pero yo paro su huida y tomo asiento a su lado obligándola a que lo haga conmigo — Tranquila, debía hacerlo. Solo sé que él es tu esposo, nada más.

—¿Mi esposo? ¿Por qué demonios has investigado sobre mi vida? No había necesidad de hacerlo, yo te habría contado al respecto si tu preguntabas, de hecho lo hice sin siquiera esperar tus preguntas.

Le agarro la mano que apretuja el final de su saco pero ella rápidamente la quita.

—Elena, solo lo hice porque tú me interesas y no puedo darme el lujo de establecer una relación más allá de lo profesional con alguien que no es de mi confianza y no conozco.

—Tú me mientes, lo estás haciendo Yulia. Deja de tomarme por estúpida, maldición — Golpea su rodilla con sus puños cerrados.

—Escúchame, debes calmarte — Ahora si tomo sus manos y forcejeo para que no las aparte de mi — Samir solo me ha preguntado si él es el padre de tus hijos, y yo le he dicho que si. Porque lo es ¿cierto?

—¡Por supuesto que lo es! — Eleva su voz.

—Está bien, tranquila. Solo le estaba confirmando la duda que tenía. Él no tenía idea que tú tenias dos hijos.

—¿Qué hay con el viaje? — Suspira nerviosa. He hecho bien en no contarle la verdad de todo esto. Yo te doy, tú me das, así funciona esto. Desvía el tema rápidamente.

—El viaje… bueno — Aclaro mi garganta — Tengo mis responsabilidades con el tema de los negocios ¿Recuerdas? — Me asiente — Pero cierta personita me ha tenido hipnotizada en estos días, y no me quejo — Sorpresivamente recibo un corto beso. Ella se siente culpable, lo sé — Uno más — Pido y ella accede rápidamente tomando mi rostro entre sus manos para hacer nuestro beso más íntimo.

—Entonces… — susurra aún pegada a mis labios con una enorme sonrisa producto de mi repentina ida mental. Logra transportarme con solo un beso, así me tiene.

—Entonces… — Suspiro apartando tiernamente sus manos de mi rostro — Debo volver a mis responsabilidades pero para ello debo viajar.

—¿Debes irte muy lejos? — Asiento — Bueno, pasaré las últimas horas contigo si quieres. Te extrañaré horrores.

—Puedes pasar las últimas horas aquí y las siguientes en Nueva York — Frunce su ceño — No pensarás que iba a dejarte aquí ¿no? — Aproximadamente es un minuto reloj y algo más lo que permanece estática en su lugar sin respirar mucho menos pestañar. Yo solo sonrío por verla tan shockeada.

—¿N-nueva… Nueva York, Yulia? — Me pregunta con su mentón temblando. El brillo que hay en sus ojos es el fiel reflejo de su sueño nunca cumplido. Tengo ganas de abrazarla, besarla, hacerle el amor y volver arroparla entre mis brazos desnuda.

—Nueva York, Elena — Sonrío y me sonríe de nuevo pero esta vez con ganas de llorar — Que dices ¿Aceptas? — Me asiente eufórica tapándose la boca con su mano derecha. No puede creerlo, pero yo sin pensármelo dos veces ya estoy apartando su mano para besarla como he querido hacerlo desde que se ha sentado en este sillón — Pero…

—Sin peros, Elena — Beso su nariz — Ya me has dicho que si.

—El trabajo, mi casa y la niña. No puedo dejarla, no voy a dejarla aquí sola, en la calle — Pronuncia con énfasis la palabra calle.

—Ahora mismo llamarás al trabajo, aún están trabajando o podemos ir a pie si así lo quieres y pedir permiso en persona, aunque no necesites hacer aquello. Tu casa, se puede quedar tu mejor amigo o tu madre ¿no? — Me asiente.

—¿Y Charlotte?

—Bueno, pensaba reservar tres pasajes y en mis planes estaba invitarlas a ambas, no se a quien querrás invitar tú pero yo… — Me interrumpe con sus labios en los míos. Está feliz. Samir nos observa con su semblante serio pero sereno.

—Aún no sé porque piensas que en mi trabajo puedo tomarme tantas libertades, pero de todas formas iré en persona.

—Puedes tomarte las libertades que quieras — Dejo un nuevo beso — De acuerdo, déjame arreglar unas cosas aquí y luego iremos a la cafetería.

—No. Haz tus cosas tranquila, yo iré con Charlotte — Se para del sillón y yo la sigo hasta donde se encuentra Samir con la niña.

—Quiero acompañarte, no quiero que vayas sola con la niña.

—¿Dónde iremos Lenita? — Miro unos segundos a Charlotte, hemos pensado el mismo apodo para Elena pero yo no le diré así. Sonrío.

—Me acompañarás a la cafetería, debo hablar con un señor. ¿Te parece bien, cielo? — Le habla con dulzura mientras le coloca una campera que teniendo en cuenta el tamaño, debe ser de Viktoria.

—¡Sí! — Festeja — ¿Me puedes dar un muffin?

—Claro, cielo — Elena se agacha a la altura de la niña y comienza abotonarle el pequeño mongomeri negro.

—Y veremos a torta de vainilla — Le sonríe a elet y luego a mí. Mi novia comienza a negar con su cabeza. ¡Lo sabia!

—Iré con ustedes, solo buscaré mi abrigo en la habitación.

—No, Yulia. No vayas.

—Claro — Asiento — Samir, ve por mi abrigo — Él asiente e intenta alejarse de nosotras pero Elena lo detiene rápidamente.

—Yulia iré con Charlotte y volveré aquí en menos de veinte minutos.

—Diez.

—Quince — Me replica.

—Cinco — Me frunce el ceño y niega. Es absurdo, lo sé.

—Quince — Vuelve a decirme.

—¿Cuatro? — Me niega y sonríe — Tienes razón, no vayas — La tomo entre mis brazos y la lleno de besos en su cuello, ella suelta una carcajada. Amo ese sonido, vuelvo a besarla solo para escucharla.

—Estás loca.

—Por ti — Le susurro en su oído. Ella se muerde el labio inferior y yo la beso de inmediato para tomar su labio ahora entre mis dientes. Samir aclara su garganta y ambas lo miramos, nos inclina su cabeza hacia el costado mostrándonos a Charlotte con sus ojos tapados por sus pequeñas manitos.

—¿Ya acabaron Sam? —Tantea el aire con su mano libre. Todos reímos y ella se nos une como aquella vez en la cafetería — ¿De qué nos reímos? — Nos sonríe y Elena la levanta entre sus brazos para dejarle varios besos en su mejilla, la niña se aferra a su cuello y le devuelve el beso mojado.

—Nos vamos — Avisa Elena — Nos vemos en veinte — Me guiña un ojo y se pierde tras las puertas giratorias de vidrio correspondientes a la entrada del hotel que tanta diversión le causan a Charlotte. Elena la sienta sobre la baranda que pertenece a una de las puertas y ambas hacen el recorrido entre risas y aplausos por parte de la niña. Con algo tan simple puedes hacer feliz a una persona sin necesidad de dinero. Mis ojos ya no las ven más.

—Samir… — digo y él ni siquiera me deja continuar.

—Ya voy en camino — Sonrío y me giro en mi lugar para subir hasta mi habitación.

.........

—¡Elena! — Exclama Dani tras vernos llegar en la cafetería. Logra que me sonroje, pero no por el hecho de ser ella sino por llamar la atención provocando que todos observen a la famosa Elena que ha llegado al lugar.

—Danielle — digo tras acercarse — ¿Cómo te encuentras?

—Ahora mismo, perfecta — Me sonríe y deja un beso en mi mejilla. Charlotte frunce su ceño y yo aprieto mis labios pidiéndole por favor que no mencione nada de esto frente a Yulia.

—¿Y tú quien eres? — Danielle se pone a la altura de la niña — ¿Ahora si me dirás tu nombre? — Aprieta una de sus mejillas y la niña planta un paso hacia atrás alejándose de ella.

—Charlotte — murmura y Danielle logra escucharla.

—Que hermoso nombre, como tus hermosos ojos verdes. ¿Ya te lo habían dicho? — La niña solo levanta sus hombros.

—¿Tú? — se anima a preguntar.

—El mío es Danielle Simonovich, pero puedes decirme Dani.

—¿Te llamas como un niño? — Yo sonrío pero aún no sé porque su apellido me es algo conocido.

—Es un nombre para ambos géneros — Charlotte frunce su ceño — Para nenes y nenas.

—¿Y eres de sabor vainilla? O ¿Solo tienes ese glaseado en tu cabello? — Se atreve a tocar un mechón de pelo de Dani.

—¿Eh?

—Lenita dice que tu eres tor… — la interrumpo aclarando mi garganta.

—¿Dónde está el jefe? — Danielle frunce su ceño pero no le doy mucha importancia.

—¿El jefe? — Claro ¿Quién más? El dueño de este lugar — En su oficina — Dice luego de unos segundos. Asiento y agarro la mano de Charlotte para reunirnos con él pero lo encuentro en mitad de camino.

—Elena ¿Qué haces aquí? — Me saluda asombrado con una sonrisa.

—Hmmm, bueno… yo trabajo aquí — Le devuelvo la sonrisa.

—Claro, pero hoy te di el día libre. No deberías de estar aquí.

—Lo sé, pero tengo algo que hablar contigo. ¿Tienes unos minutos disponibles?

—Por supuesto. De hecho, yo también necesito hablar un tema contigo. Acompáñame — Extiende su mano para que camine delante de él.

—Lena, quiero quedarme aquí… con Sam — Frunzo mi ceño y dirijo mi mirada hacia donde me apunta. ¿Por qué me sorprende? Debo de acostumbrarme al hecho de tener a Yulia alrededor mío así no sea ella en persona.

—Bueno, ve pero no te separes de él por nada en el mundo ¿has oído? — Me asiente — Pídele a Danielle que te de el muffin, pero solo uno. Aún debemos cenar — Veo como se aleja hasta llegar a Danielle y yo le hago una seña a Samir. Él asiente dejándome tranquila.

—¿Tu hija? — Me dice mi jefe yo solo me limito asentir. No sé porque he afirmado aquello, Yulia me mataría — Tú dirás, Elena — Continua luego de cerrar la puerta y tomar ambos un asiento.

—Bueno, sé que me he estado tomando demasiadas atribuciones y no tengo derecho a aquello, pero… — ¿Con que cara puedo pedirle más días libres? — Necesito unos días libres — Suelto sin vueltas.

—¿Cuántos? — Me responde buscando unos papeles en su cajón personal. ¿Qué?

—¿Ha oído que le he pedido días, no solo uno? — El asiente.

—¿Cuántos días necesitas? — Abro mis ojos aún más por el asombro — Elena — vuelve hablar y entiendo que espera una respuesta.

—Los que usted crea conveniente. Ya sabía con mes de anticipación que este fin de semana no estaría por el cumpleaños de mis hijos, los mellizos y debo viajar.

—Si, eso está anotado. He tenido que tomar a un chico nuevo, espero que estés de acuerdo con eso.

—No entiendo porque me dice eso — ¿Me pide una opinión?

—No importa. El hecho es que tenia tu ausencia cubierta con Danielle pero ahora he tenido que llamar a unos de los muchachos que he rechazado anteriormente.

—¿Por qué? — Me acomodo en mi asiento. Esto me interesa. ¿Estará buscando la forma de decirme que me despedirá?

—Porque Oksana también me ha pedido esta semana.

—¿Oksana? — Asiente — ¿Por qué? — Le pregunto asombrada.

—Según ella un viaje de urgencia, de último momento.

¿Oksana ha viajado por una urgencia? ¿Cómo puede ser posible que no me haya comentado nada al respecto?

—Pero bueno, no estamos aquí por eso — Continua — Si este fin de semana no trabajarás entonces tómate lo que resta de la semana.

—¿Qué? Pero recién estamos a lunes y yo… — Él me sonríe.

—Tómate la semana, hazme caso. Cuando regreses te encontrarás con el doble de trabajo y responsabilidades. Ahora… — Abre una carpeta y yo aún sigo sorprendida — aclarado tu tema pasaremos al mío — Me extiende un papel. Claramente es un contrato o eso creo — Quiero que renovemos energías aquí, quiero que tú sigas en este negocio, en el mío — Me extiende su pluma personal, la que ha llevado encima desde que tuve el placer de conocerlo — ¿Renuevas contrato?

—Claro — Intento leerlo pero sigue hablándome.

—Confía en mí y firma. ¿Cuándo te he defraudado?

—Nunca — respondo rápidamente.

—Como tú no lo has hecho conmigo. Ahora firma si en verdad quieres este lugar tanto como yo — Sonrío y asiento con mi cabeza. Por supuesto que lo quiero. Él ha sido la única persona que me ha tomado en cuenta a pesar de estar embarazada y sin terminar mis estudios para luego ofrecerme renovar contrato sabiendo que tenía dos niños bajo mi responsabilidad y mis tiempos se reducían a la mitad. Le debo mucho. Firmo con una enorme E seguido de un Katina — Se vienen cosas grandes para ti, muchacha — Me sonríe y se levanta de su sillón para bordear el escritorio y esperar a que me levante para darme un abrazo. Le extiendo la pluma luego de romper el abrazo.

— No, ahora consérvala tú. De ahora más te acompañará a ti — Sonrío algo extrañada pero él me toma de los hombros y puedo notar en su mirada un dejo de tristeza con algo de orgullo. El orgullo que hubiese querido obtener por parte de mi padre, esa mirada.

—Creo que me iré — El asiente y me suelta para que pueda abandonar la oficina. Aquí afuera el ambiente sigue igual, pero sin lugar a dudas una situación en particular ha cambiado. Samir intenta coquetearle a Danielle mientras Charlotte permanece sentada en las piernas del primo de Yulia.

—¡Lenita! — Charlotte salta de las piernas de Samir y corre hasta mi encuentro.

—Hola cielo — La levanto en brazos y caminamos hasta la mesa donde se encuentran ellos dos conversando. Danielle se para al verme llegar y esboza una sonrisa. Creo que debo hablar con ella respecto a estos gestos que tiene conmigo, no quiero problemas con Yulia teniendo en cuenta que la semana que viene la veré más seguido. Pero por ahora no diré nada, tal vez solo es imaginación mía y ella solo busca ser mi amiga o llevarnos bien.

—¿Vamos? — Le pregunto a Samir y él me asiente levantándose de su asiento.

—Llevas media hora ¿sabes lo que eso significa? — Bromea y yo río al saber a que hace referencia.

—Debe estar caminando por las paredes — Sigo su broma.

—Yo apuesto a que debe estar camino hacia aquí.

—Pues no le demos esa ventaja — Intento bajar a Charlotte pero ella se aferra aún más dándome a entender que no quiere que la baje.

—Adiós señorita — Samir se acerca hacia Danielle y besa su mano. Es todo un caballero — Espero volver a verte pronto.

—Lo harás — Me atrevo a meterme en su coqueteo — Ella trabaja aquí, podrás venir cuantas veces quieras. Eres más que bienvenido — Le sonrío y él le sonríe a Danielle.

—Claro, puedes venir cuando quieras — Él se sonroja — Pero solo a tomar algo o comer lo que quieras, espero lo tengas en claro.

Auch. Eso debió doler, creo que ha sido el rechazo más cruel, duro y directo que he escuchado en este tiempo. Es Samir, apuesto, joven y soltero ¿Por qué no lo quieres?

—Oh… — balbucea nervioso Samir — Bueno, yo…

—No tienes nada malo, lo contrario eres muy apuesto.

—¿Entonces? — pregunta él y yo tengo ganas de irme al hotel ahora mismo.

—Entonces, me gustan las mujeres — Eso ha sido como un golpe directo en su rostro.

—¿Las mujeres? — Ella asiente y me sonríe. Samir comprende de inmediato y pone su semblante serio — Las mujeres — Ahora lo afirma — Deberías volver a pensarte dos veces si quieres fijarte en esa persona. Está ocupada.

—Eso nunca ha sido un problema para mí — Me dejan completamente fuera de la conversación.

—Lo será esta vez. Está ocupada — Me aclaro la garganta.

—Samuel… — intento llamar su atención.

—¿Eres tan territorial como su novia? Ella tiene voz y voto. Déjenla decidir a ella, después de todo es quien manda aquí ¿no crees? Y eso te deja a ti fuera de toda esta ecuación — Le sonríe con sarcasmo en sus labios.

—Samir, vámonos por favor — Ahora tomo su brazo y él parece reaccionar. Tiene su mandíbula tensa. Seguramente piensa que yo seré capaz de engañar a Yulia con alguien como Danielle. Nadie me separará de ella.

—Elena… — Ella habla luego de que nosotros le damos la espalda — quisiera hablar contigo — Niego con mi cabeza.

—No ahora, estoy bastante apurada.

—Claro — Acaricia mi brazo, eso se ha vuelto una costumbre en ella pero no puedo apartarlo teniendo en cuenta que tengo en brazos a Charlotte. Su persona me causa rechazo, miedo y desconfianza — Esperaré lo que sea necesario, te esperaré.

—Danielle… — Hago una mueca de incomodidad e intento caminar hacia atrás pero la puerta se abre y golpea mi espalda.

—Me gustas, Elena. Mucho de hecho — Abro mis ojos tragando saliva nerviosa por tener presente a Samir. Él le contará a Yulia y si no estuviese aquí, podría solucionar esta pequeña confusión en paz. Charlotte mueve sus brazos alrededor de mi cuello, extendiéndolos.

—¡Yuly! — No ahora. Que no haya escuchado, que no haya escuchado. Por favor.

—Repítelo. Atrévete a repetirlo en mi cara y tendrás problemas como que me llamo Yulia Volkova.

—No, no. No es necesario — Interrumpo la posible discusión que se desatará aquí mismo, frente a los clientes.

—Me gusta Elena ¿Qué harás con eso? — Habla Danielle desafiando a Yulia.

—¡Samir! — Le pido ayuda antes que Yulia siquiera pueda reaccionar. Él la toma entre sus brazos y la saca del negocio sin darle chance a maldecir o irse encima de Danielle.

—Elena…

—No, suéltame — La miro seriamente. Estoy furiosa. ¿Cómo se atreve? — Espero que sea la última vez que te dirijas así hacia mí. Aquí solo habrá un trato entre compañeras de trabajo, no más.

—La dejarás, lo sé — Dice aún manteniendo el agarre.

—La quiero, no lo haré. Ahora suéltame.

—La dejarás en cuanto te enteres quien es Yulia Volkova. Yo te esperaré, Elena.

—¡Suéltame! — Susurro apretando mis dientes. Imbécil.

Siento como afloja su agarre y yo sin pensarlo salgo de la cafetería repasando mentalmente las palabras que han salido de la boca de Danielle y el hecho de tener que lidiar con Yulia ahora mismo. Está realmente enojada, frotándose la frente y empujando a Samir cuando lo cree necesario. En momentos así, me asusta.

—¿Podemos irnos? — Hablo sacándola de su burbuja personal. Su rostro está algo rojo por el frio y supongo que el forcejeo que mantuvo con Samir también tuvo algo que ver.

—Elena, esta será la última noche que ella trabaje aquí. Ya te lo había dicho con anterioridad.

—¿De qué hablas? — Tapo la cabeza de Charlotte, el tiempo esta algo loco.

—Ella se quedará sin trabajo, la despedirás. No quiero que vuelva a verte, no quiero que esté en el mismo lugar que tú.

—Yo no puedo despedirla, no seas ridícula — Comienzo a caminar lentamente.

—Si lo harás, Katina — Detengo mi andar y Samir espera más atrás de nosotras. Basta.

—No vuelva a llamarme así, no en el tono que has utilizado.

—Ella… — No la dejo seguir.

—Ella no es tú jefe ¿de acuerdo? — Se queda en silencio — Te quiero a ti, no a ella y es necesario que lo entiendas de una buena vez por todas si queremos que esto continué. Ahora… — retomo mi camino con lentitud — vayamos al hotel. No quiero pelear, está la niña aquí y el frío me está congelando — Suspiro creando un vaho con mi aliento. Siento el cuerpo de Yulia pegado al mío, ella pasa su brazo por mis hombros y me pega a su cuerpo.

—Eres mía, lo eres — susurra en mi oído.

—Repítelo las veces que sea necesario, pero cae en la cuenta pronto, es una realidad que está pasando ahora mismo. Soy tuya.

—Lo siento, soy una imbécil cuando se trata de ti. No quiero perderte.

—La boca señorita — Le sonrío — Digan lo que digan no te dejaré. Confió en ti y como te he dicho, creo en lo que tú me digas — Puedo notar el brillo en sus ojos. Me besa con desesperación.

—Te quiero, mucho más de lo que te imaginas.

—Y yo quiero ya mismo ver las luces de Nueva York — Ríe divertida pasando su mano cubierta por el guante por su nariz. ¿Ha estado soportando el llanto?

—Nueva York nos espera mi pequeña diva — Besa mis labios con ternura y Charlotte se nos une a los besos y risas. Nueva York con Yulia.

Mi pequeña Diva.


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Mensaje por Fati20 11/22/2022, 6:03 am

Hay dios, julia debería contarle la verdad esa confianza q le tiene y luego será destruida será muy duro y van a sufrir mucho. Espero la pasen super en New York. Saludos querida 😘😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/23/2022, 3:41 pm

Capítulo Veintidós: No me dejes

Levanté mi vista de la pantalla de mi móvil tras escuchar las carcajadas de Charlotte junto a Elena al otro lado del jet privado que nos llevará a un destino incierto para ellas pero muy claro para mí. A la hora de hacer posible los sueños de la mujer que quiero y tengo a mi lado, las opciones se reducen a solo una. Todas sabemos que iremos a Nueva York, pero Elena aún no es consciente que la llevaré donde su corazón pertenece, donde sus sueños se volverán realidad. Radio City Hall espera por ella. Por lo que podía ver, Elena intentaba cerrar sus ojos y no horrorizarse por tener a Charlotte encima pintándole la cara con sus cosméticos.

—¡Cielo! Me has pintado los dientes — ambas ríen mientras Elena se quita lápiz labial rojo de su dentadura.

—Pero si tú quieres comértelo.

Observo a Elena por un momento más y decido seguir con mis actividades revisando algunas cosas que quedaron pendientes. Fue buena idea traer a Charlotte con nosotras pero no puedo evitar sentirme celosa y querer tener toda la atención de Elena en mí, deseaba tenerla solo para mí. Nos habíamos demorado un poco más en nuestra partida pero tras dos horas de paciencia llamé a Simmons comentándole mi decisión y obteniendo este vuelo privado para trasladarnos. Sonrío levemente al recordar la cara de Elena tras enterarse que viajaríamos en uno de estos bichos gigantes y la curiosidad de Charlotte por subirse al enorme pájaro, según ella.

—Señorita Volkova, ya tiene permitido hacer su llamada.

—Gracias — le respondo a la azafata. Elena nos observa en silencio queriendo pasar desapercibida.

—¿Necesita algo más? — Niego con mi cabeza.

—No, gracias.

—¿Algo para beber? — Suspiro sin perder la paciencia.

—No.

—¿El ambiente está bien para usted? Puede colocarse la manta que se encuentra a su lado — Veo como pasa la mitad de su cuerpo por mi asiento con intensiones de tomar la manta que descansa correctamente doblada a mi lado, color verde. Puedo ver como Elena frunce su ceño removiéndose en su asiento.

—Seré breve contigo — Digo tomándola del brazo para que se aparte y deje de rozar su cuerpo contra el mío intencionalmente — No coquetees conmigo tengo novia que, justamente, está mirando hacia aquí.

—Señorita Volkova… — La interrumpo.

—Ahora has tu trabajo en lugar de querer ligar conmigo. Atiende a las dos mujeres que me acompañan. Yo no quiero ni necesito nada.

—Muy bien señorita Volkova, y disculpe mi atrevimiento.

—Solo has tu trabajo.

Rápidamente deposito mi atención en el móvil y marco el número de Simmons.

—Volkova…

—Simmons…

—¿Qué puedo hacer por ti?

—Créeme que lo haría yo pero ahora mismo lo necesito de urgencia y no puedo pasarme estos días atendiendo este tipo de cosas.

—Dime.

—Necesito toda la información que puedas darme sobre Charlotte.

—¿La niña que viaja con ustedes? — Me pregunta a la vez que Elena abandona su asiento para venir hacia aquí.

—Así es. Todo. Llámame cuando tengas algo. Adiós.

—¿Con quién hablabas? — Siento su voz cuando agacho mi mirada para leer algunos mails en mi dispositivo.

—Con Samir — le resto importancia — ¿Te sientes bien? — le pregunto dejando mi móvil a un lado.

—Si, pero quería hablar algo contigo — Veo como se remueve en su lugar nerviosa, mordiendo su labio inferior. Le tiendo mi mano y ella me mira por unos momentos sin saber qué hacer, puedo oír desde aquí su debate interno. Sin más la jalo de un tirón para que tome asiento sobre mis piernas, como me gusta.

—Soy toda oídos — Digo luego de echarle un vistazo a Charlotte que tambalea su cabeza intentando poner resistencia al sueño que arrasa con su pequeño cuerpo.

—Quería saber cuánto tiempo te llevará todo esto… ya sabes, tus negocios — Levanto mis cejas.

—¿Aún no hemos llegado y ya quieres volverte? — La acomodo más cerca de mi cuerpo aferrando mi mano en una de sus piernas. Comienza a excitarse, puedo sentir el calor que emana su cuerpo.

—No, no… claro que no — Aclara su garganta nerviosa al sentir como mi mano comienza a bajar y subir por su pierna. Disfruto ponerla así.

—¿Entonces?

—Tengo dos hijos y ellos requieren de mi atención — Sonrío.

—Todo eso ya está solucionado, Elena. El fin de semana estarás con ellos para su cumpleaños.

—¿Tú… sabías… bueno, es decir — Balbucea nerviosa tomando mi mano para poder concentrarse en lo que tiene para decirme — ¿Cómo lo sabías?

—Bueno, digamos que escucho cuando tú me cuentas algo y… — Con mi mano derecha corro los rizos que caen por su hombro dejando expuesto su cuello — siempre averiguo todo respecto lo que me interesa — Beso su cuello y siento como suspira — Tu me interesas, Elena. Mucho. — Beso su oreja.

Ella solo se limita a mirarme cuando me separo al no recibir respuesta alguna, de todas maneras no debería sorprenderse por lo que acabo de decir. Ella sabe perfectamente que necesito tener todo controlado y que nunca paso por alto nada.

Sonrío sintiéndome excitada y a la vez vulnerable por la mujer que tengo sentada en mis piernas. Ella con un solo chasquido de dedos me tiene a sus pies sin esfuerzo alguno. ¿Por qué aún me sigue ocultando cosas?. Teniendo en cuenta los contactos que dispongo podría haber sido más curiosa e indagar más sobre su pasado, pero decidí dejarlo en paz y esperar a que ella comenzara a contarme sus cosas. No puedo pedir mucho, pero si lo suficiente para yo también poder confiar en ella. Dar y recibir.

—¿Sabes algo de fotografía? — Le pregunto para cambiar de tema — Quisiera poder sacar varias estando en Nueva York.

—No lo creo, no más de lo que sabe una persona que no ha tomado cursos y que solo saca fotos en el cumpleaños de sus hijos.

—Bueno, algo es algo. ¿Has traído alguna? — Niega con su cabeza — Estamos solo a unas horas de la ciudad de tus sueños y ¿no has traído cámara? ¿En que estabas pensando?

—En mi defensa… — No dejo que continué con su frase. La beso dejando la vida en ello. Siento como rápidamente me responde pasando sus brazos por mi cuello y yo me aferro a sus piernas y parte de su cintura para acercarla aún más a mi cuerpo.

—No es justo… — susurra en mis labios.

—No lo es. — le respondo.

—Quiero que vayas conmigo — dice logrando que frunza el ceño — Quiero que conozcas a mis hijos — Lame sus labios probando los restos míos que han quedado. Su mirada me transmite nerviosismo y anhelo de aprobación.

—Pensé que nunca ibas a pedírmelo — Beso sus labios sonrientes — Te has tardado.

—Oh Yulia… — suspira aferrándose nuevamente a mis labios. Sé que con un simple Oh Yulia ha dejado en claro que estamos en la misma sintonía respecto a los sentimientos. No dejaré que nadie me separe de esta mujer así tenga que matar por ello.

—Eres mía Elena — Deslizo mi mano izquierda por su pierna hasta llegar a su sexo. La siento húmeda y caliente, puedo escuchar como gime en mi oído con un simple roce y se aferra aún más a mi cuello.

—Si, si lo soy. Completamente.

La he deseado desde el primer momento en que la vi detrás de la barra de Bora Bora. He deseado tocarla hasta quemarme y consumirme en ella, llenándola y haciéndola mía por el resto de mi existencia.
Se remueve en mis piernas buscando más fricción aún vestida con jeans y su camisa blanca. Abandono su intimidad recibiendo un gruñido de su parte, comienzo a trazar con mi dedo índice una línea que sube directo por su vientre, debajo de su camisa, hasta sus pechos apretándolos por encima de su brassier.

—Oh Yulia, quiero hacerlo. Hazme el amor de una maldita vez.

—No se apresure si quiere que las cosas salgan bien. La paciencia es la base de todo éxito — Digo recibiendo otro gruñido de frustración — Quiero que te duela tanto el estar excitada que supliques para que te toque — Veo como traga saliva.

—Créeme si te digo que mi cuerpo te pide a gritos.

—¿Si? — Veo como asiente con su cabeza mientras comienzo a desabotonar uno por uno los botones de su camisa para luego bajar hasta el cinto color marrón que combina a la perfección con su atuendo.

—Yulia… — susurra extasiada.

—Shh, no hables — son las últimas palabras que ambas nos limitamos a intercambiar antes de cargarla hasta el toilette y hacerla mía en lo que resta del vuelo.

..............

Aún no puedo lograr pestañar en lo que va desde que pidieron colocarnos los cintos de seguridad en el avión para aterrizar hasta caminar hacia las puertas del aeropuerto. Esto es increíble, ¿Increíble? ¡Estupendo, magnifico! Aún no puedo creer que esté tocando con mis pies el suelo de Nueva York. [i¡Mi sueño![/i]

De más está decir que a mitad de camino en el aeropuerto ya esperaban por nosotras dos hombres muy bien vestidos, de punta en blanco. No hizo falta un cartel con el apellido de Yulia, y comienzo hacerme una idea el poder que tiene sobre sus hombros. La reconocieron rápidamente sin dejar que cargue un solo bolso.

—Señorita Volkova, bienvenida a Nueva York — habló unos de los hombres, el más fornido y mayor de edad. Por cómo va vestido parece el chofer que nos llevará hasta el hotel, no es que tenga cara de ser el conductor designado pero, la gorra que lleva puesta no deja mucho a la imaginación.

Yulia por su parte solo se limita asentir y verificar con su mirada que nosotras vamos detrás de ella sin perderle el paso.

—¿Qué hay del tiempo? — pregunta Yulia colocándose sus lentes de sol. Frunzo mi ceño mientras caminamos, aún no ha amanecido teniendo en cuenta que hemos viajado en avión y salimos en la noche. ¿El tiempo?

—En estado de alerta pero nada que no pueda controlarse, señorita Volkova.

—Muy bien. En la tarde no podré estar disponible, lo cual… — detiene un poco si andar para tomarme de la mano y hacer las presentaciones correspondientes — Te harás cargo de que la señorita Katina obtenga todo lo que pide.

—Pensé y estarías con nosotras todo el día — No puedo evitar que mi tono salga algo nostálgico.

—Lo siento si has pensado eso, pero recuerda que he venido por temas de negocios. Disfrutaremos los días aquí, pero también atenderé ciertos asuntos. Rick, llévanos directamente al hotel — Zanja completamente el tema — Ellas necesitan descansar y yo hacer unas llamadas.

El hombre asiente y se adelanta hasta llegar a un Roll Royce color champagne. Es realmente hermoso y ahora entiendo la fijación de Yulia con ellos.

—¿No dormirás con nosotras? — Pregunto una vez que nos montamos en el coche.

—Por supuesto, pero antes debo hacer unas llamadas. Estaré en la sala.

—¿Sala? — Ella asiente — Yulia es tarde para trabajar sin contar que debes descansar por el viaje y el día que hemos tenido del otro lado del mundo. Quédate en la habitación, duerme un poco y luego si es un asunto tan importante, baja a la sala hacer tus llamadas.

—Agradezco que te preocupes por mi sueño, pero no bajaré a ningún lado. Me quedaré en la habitación todo el tiempo.

—Bueno, entonces asumo que no iremos a un hotel con simples habitaciones ¿no?

—Asumes bien. Te encantará — Sin más deposita un beso en mis labios y pierde su atención en el móvil.

Observo a Yulia en silencio mientras ella teclea con afán sobre la pantalla de su IPhone. Muchas veces me he preguntado cuál es la necesidad de darle tanta atención al celular, solo me atreví a preguntárselo una sola vez y ella solo respondió que iba mas allá de querer o no hacer uso de ese dispositivo pero que necesitaba hacerlo para mantenerse informada sobre lo que pasaba a su alrededor. No dije más nada frente a eso, soy consciente que ella tiene un gran peso sobre sus hombros al igual que la cantidad de empleados que tiene en su cargo, supongo que mantener un bar no es cosa fácil, pero aún así me molesta soberanamente que utilice el dispositivo cuando estamos juntas, olvidándose del mundo y del poco tiempo que podemos pasar a solas.

¿Qué tiene allí que es tan importante?

¿Con quién se escribe tanto?

Ya basta, Elena. Te ha traído a Nueva York. Detente ahí.
 Le hago caso a mi subconsciente. Ella nos ha traído hasta aquí, a la ciudad donde quisiera que mis sueños postergados se volvieran realidad. Cierro unos segundos mis ojos y me pregunto qué sería de mi vida si no hubiese asistido a esa fiesta, si no me hubiese quedado embarazada teniendo que renunciar a mis sueños. ¿Estaría aquí? Pues no lo sé, pero sin lugar a dudas estaría haciendo lo que tanto me gusta. Actuar y cantar. No reniego de mi paso, en absoluto, las decisiones que he tomado me han traído gratas sorpresas como mis dos adorables hijos, mis mellizos. Sonrío y pienso que el campamento los debe traer algo entusiasmados, no tanto para Aleksandr, a quien le cuesta un poco más socializar y darse la mano con el tema de la naturaleza, pero sé que en momentos así, su hermana Viktoria deja de lado sus peleas absurdas y no abandona a su otra mitad. Los papeles se han invertido un poco teniendo en cuenta que por lo general, el hombre protege a la mujer, pero Aleksandr, mi Aleksandr siempre ha sido un niño dulce, gentil e inocente, sumamente inocente, por momentos me hace pensar que se llevaría de maravillas con Masha y Viktoria con Miroslava, por supuesto. ¿Qué será de la vida de ellas? ¿Aún seguirán en el bar? Tengo prohibido volver a pisar aquel lugar pero tampoco tengo sus números telefónicos, quizá cuando regrese del campamento le pida a Yulia que haga contacto entre nosotras.

Siento como el coche detiene su andar y abro los ojos rápidamente, Yulia sigue con su cabeza agachada como era de esperarse y por unos segundos me lamento no haber estado atenta en el camino para conocer un poco más sobre Manhattan.

—Hemos llegado, señorita Volkova.

—Bien — responde sin darle mucha importancia — Encárgate de nuestras cosas — El chofer asiente y rápidamente se baja para abrirme la puerta antes de hacerlo con Yulia.

—Gracias — Susurro lo suficientemente alto como para que me escuche.

—Es un placer, señorita Katina — Esboza una sonrisa y me indica el camino que debo seguir antes de ocuparse en nuestras maletas.

—Elena, ven aquí — Dice Yulia ya esperándome en la puerta del hotel. Abro levemente mi boca al leer las enormes letras de "Four Seasons", me siento como la gente de campo, sin ofender, que va por primera vez a la ciudad y se encuentra rodeada de tanto lujo.

Camino hasta llegar a ella con Charlotte en brazos. Yulia rápidamente la toma haciéndose cargo de ella y hace las presentaciones correspondientes.

—Ty Warner, mucho gusto — El hombre me tiende su mano.

—Elena Katina, es un placer conocerlo — Respondo.

—Él es el dueño de este hotel, Elena — Dice Yulia dejándome asombrada por semejante información. Jamás pensé que el dueño de Four Seasons estaría estrechando su mano con la mía, una simple camarera de suburbios. Mi estado cambia en un abrir y cerrar de ojos, los nervios comienzan a invadir mi cuerpo.

—Es un placer volver a verte, Yulia — Habla tras mi mutismo. Hace un gesto con su mano indicándonos el camino para adentrarnos de una buena vez — ¿Quién es esta adorable niña? — La sencillez en él me sorprende teniendo en cuenta el dinero que debe salir de sus bolsillos.

—Una sobrina — Responde mirándome por el rabillo de su ojo.

—Pensé que eras hija única — Dice llegando hasta un mostrador de mármol donde los empleados hacen silencio y uno de ellos hace entrega de un papel que comienza a firmar sin leer. ¿Hija única? ¿Qué hay con Pavell? Quizá aún no lo conoce, ¿Qué estupidez es esa Elena? Claro que lo conoce, aquí pasa algo más.

—Es por parte de Samir.

—Oh, qué bien. Mucho tiempo sin verlo — Dice luego de recibir una tarjeta — ¿Pavell? ¿Qué ha pasado que no ha venido contigo?

—Se ha tomado unos días de vacaciones — Yulia simula una sonrisa, pero sé que solo lo hace por cortesía.

—Muy bien. No las demoraré más. Aquí tienen — Me hace entrega a mí de la tarjeta y llama rápidamente a uno de sus empleados — Tú estarás a disposición de la señorita en lo que resta de estos días, lo que ella pida tú se lo darás — el amable joven asiente con una sonrisa — Nos vemos en la tarde, Yulia — Ella asiente — Disfrute de mi hotel, señorita Katina — Deja un apretón en mi hombro y desaparece seguido por dos hombres más.

—Le has caído bastante bien, era de esperarse.

—¿Por qué lo dices? — pregunto luego de recibir las indicaciones del muchacho que nos llevará hasta nuestra habitación.

—Porque ha querido conocerte en persona luego de avisarle que estaba aquí con una acompañante. Creo que aún no tienes idea con quien has estrechado la mano, Elena.

Sus palabras me dejan muda. Claro que sé quien es, pero supongo que hace referencia al poder económico que tiene y lo poderoso que parece ser. Eso me lleva a solo una pregunta que siempre he querido hacer en voz alta pero jamás me he atrevido. ¿A qué se dedica Yulia exactamente? No creo que por tener un simple bar en las afueras ya puedas codearte con Ty Warner.

—Es un placer para nosotros volver a tener su presencia aquí, Señorita Volkova — Comenta el empleado algo nervioso. Recuerdo lo que generaba en mi las primeras veces que conocí a Yulia, controladora, poderosa e intocable… pero con el pasar de los días, he podido lidiar con ello, lo cual entiendo el nerviosismo del chico tras dirigirse a ella.

Ella solo asiente y acomoda el abrigo en la espalda de Charlotte que aún permanece ajena a todo lo que nos rodea. Las puertas del lujoso elevador se abren y nos da paso a la maravillosa habitación que parece más grande que mi casa y, por lo que veo, entiendo que es una especie de PentHouse.

—Disfruten de su estadía — Dice el muchacho y me encargo de regalarle una sonrisa por no creer lo que estoy viviendo.

Yulia ha desaparecido con Charlotte, supongo que ha ido hasta la habitación. No lo dudo un segundo, camino hasta la mesa de vidrio que hay frente a mí con un hermoso adorno de rosas blancas en su centro, dejando de fondo una majestuosa vista sobre Manhattan. Tengo una panorámica increíble de esta ciudad y como los autos ya comienzan con su rutina semanal dejando las calles tintadas en un tono amarillo por los techos de los taxis. El cielo se muestra detrás de los potentes edificios en un color rosado casi rojizo tirando a un azul profundo.

—¿Te gusta lo que ves? — Siento el aliento de Yulia en mi cuello mientras se aferra a mi cintura tomándome detrás.

—Esto es… — suspiro apoyando mi frente en el frio vidrio que abarca de piso a techo — Es mucho, Yulia — Me giro en mi lugar y la observo por unos minutos. Quiero a esta mujer con locura. — Gracias… por todo.

—Shh… — pasa su dedo pulgar por mis labios para luego apartar un mechón de mi pelo y colocarlo detrás de mi oreja — Por ti haría esto y mucho más — une su frente con la mía — Voy a besarte ahora mismo y hacerte el amor. Quiero tener tu olor el resto del día antes de marcharme — Siento su mano en mi nuca antes de poder refutar su maravillosa idea.

En cuestión de minutos explorando su boca cambiamos de posición, mis pies ya no sienten la suave alfombra tras sacarme los zapatos, sino parte de su trasero en mis talones tras enrollarme en su cintura apoyando mi espalda en el vidrio. Nuestros cuerpos han permanecido el tiempo suficiente separados ahora reclamando las horas perdidas y Yulia aún sigue inclinada hacia mí con sus labios apretando los míos con devoción. Es sorprendente como con un simple beso puedo notar la suavidad con la que me trata y la firmeza de sus actos.

Nuestros labios se separan levemente pero sin hacer desaparecer el contacto entre ellos y me oigo gemir tras sentir el leve empujón que Yulia da con su pierna en mi intimidad.

Es una maldita genio besando, creo que a lo había dejado en claro. Sé con exactitud que con un simple beso suyo podría llegar al clímax rápidamente.

Ella deja escapar un gruñido por sentir sus brazos temblar tras soportar mi cuerpo sobre el suyo lo cual me hace cambiar de posición volviendo a como me encontraba desde un inicio, ahora mi pecho se pega al frío vidrio y puedo sentir como su intimidad choca contra mi trasero y sus manos vuelven a recorrer mi abdomen posándose sobre mi piercing.

Permanecemos así varios minutos, frotando solo nuestros cuerpos y dejando que Yulia desabotone lentamente mi ropa. Tengo el jean abierto pero aún sigue vistiéndome al completo, pero eso no le es impedimento para colar su mano y tocar mi intimidad.

—Mierda, Elena — gime en mi oído.

Sus dedos comienzan a juguetear con mi intimidad provocándome una ola insaciable de placer en todo mi cuerpo, puedo sentir como se avecina el momento crucial… estoy a punto de, solo un poco más y…

Sus dedos se apartan rápidamente y sus manos abandonan mi cuerpo. Abro mis ojos con la esperanza que su tacto siga latente unos segundos más contra mi piel. Pero entonces mi espera se alarga y puedo oír el sonido de su móvil vibrar contra el vidrio de la mesa que hemos dejado atrás. Me suelta sin pensárselo dos veces y corre hasta el tomándolo en sus manos, nerviosa y asegurándome que yo sigo aún en mi lugar esperando por ella. En tus sueños, ¡Maldición!

Me siento furiosa y excitada, pero más furiosa aún por desearla y ser capaz de dejar este momento apartado si solo decide rechazar la llamada. Pero ella no lo hace, desliza su dedo por la pantalla y lo acerca hasta su oído.

—Simmons…

Pongo mis ojos en blanco y comienzo abotonar mi camisa bruscamente.

Maldito Móvil.

Maldito Simmons

Maldita Yulia.

¡Que les den!
 Camino a paso seguro por la sala y comienzo a buscar la posible habitación en aquel enorme penthouse. Paso a un lado de ella dejándole en claro que su acción me ha molestado considerablemente, pero solo la escucho decir "Si, si. Lo entiendo", "¿Qué más tienes?" y "¿Has hablado con Samir?". Gruño por sentirme tan descartable y frustrada en esos momentos pero mi mal humor desaparece al ver como Charlotte se ha apoderado de la enorme cama. Apenas puedo verla, ella solo permanece completamente dormida hundida en el suave y acolchonado edredón color crema.

Al diablo con Yulia. Camino sin hacer algún tipo de ruido y me acomodo lentamente a un lado de Charlotte, sintiendo como mis bragas me recuerdan el momento vivido hace apenas unos segundos atrás cuando roza con mi sexo. Suspiro y beso su cabeza sintiendo el mismo olor que yo en su pelo. Sonrío pero rápidamente borro mi sonrisa al cruzarse por mi cabeza Yulia. Ella ha estado todo el trayecto hasta aquí pegada al cabello de Charlotte.

Intento relajarme y me aferro al pequeño cuerpo de la niña sintiendo como media adormecida se abraza a mi cintura y descansa su pequeña cabeza en mi brazo izquierdo. La rodeo con mi cuerpo creándole una especie de hogar, refugio e intento despejar mi mente para entregarme a los brazos de Morfeo a pesar de aun estar vestida, pero no quiero despertarla.

Puedo escuchar como Yulia ha elevado un poco más la voz pero no lo suficiente como para despertar a la niña, y por más que me muero de ganas por saber que pasa e ir a calmarla, decido quedarme aquí y hacerme la dormida cuando escucho que ha cortado la llamada y sus pasos se hacen más cercanos.

No cierro mis ojos del todo, solo lo suficiente como para que crea que duermo profundamente. Ella clava sus pies bajo el umbral y se detiene unos largos minutos a observarnos pasando reiteradas veces la mano por su nariz y boca, y hasta también su frente y para luego seguir con su pelo. ¿Qué sucede aquí? ¿Qué le han dicho en esa llamada que logró ponerla en ese estado?

La siento vacilar cuando se posiciona frente a la cama. Hace dos pasos hacia su derecha pero niega con su cabeza y rápidamente recorre los pasos que le faltan hasta llegar a mí por su izquierda. Siento como intenta no despertarme pero apoyando su pecho contra mi espalda lo suficiente como para sentir su calor. Cubre mi abdomen con su mano y el sudor de su palma se traspasa por mi blusa hasta tocar mi piel pero solo fue un toque, ella luego de unos segundos abarca también el pequeño cuerpo de Charlotte con su brazo. Abro mis ojos alarmada frunciendo mi ceño cuando su nariz se hunde en mi cabello y su frente se apoya en mi nuca.

No me dejes… — susurra con apenas un hilo de voz y suspiro, que, si estuviera dormida me hubiese sido imposible escucharla — No ahora que las he encontrado.


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Mensaje por Fati20 11/23/2022, 4:56 pm

Hay tan tierna julia y ellas amandose tanto, que le habrán dicho en esa llamada q tiene tanto miedo a perderla 🥺🥺🥺. Saludos cariño espero leer más 😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/24/2022, 1:33 am

Capítulo Veintitrés

Cuando despierto me encuentro acostada con mi ropa interior puesta debajo de las sábanas. Me remuevo aún con mis ojos cerrados sin sentir aún los rayos de sol penetrar por las ventanas, supongo que todavía es de noche pero siento como si hubiese dormido un siglo. Mi cuerpo busca su calor, mi espalda busca su pecho pero no hay nada detrás de mí, no más que unas frías sábanas. Suspiro y me atrevo abrir mis ojos. Seguramente nos ha dejado en plena noche por algún asunto que hay en su móvil. Se me eriza la piel tan solo pensar todas las cosas que Yulia puede estar ocultándome. Abro mis ojos lentamente sintiendo el amargor en mi boca pero inmediatamente vuelvo a cerrarlos, hay restos de sueño aún recorriendo mi cuerpo y mis ojos solo acatan órdenes, pero un acto reflejo me lo impide frunciendo mi ceño algo dormida y sorprendida.

Yulia no se ha ido. Yulia no nos ha dejado.

Ella está del otro lado de la cama durmiendo abrazada a Charlotte. Sonrío sin creer lo que estoy viendo. ¿Cuándo se ha apartado de mí? La paz que ambas emiten es impresionante. Charlotte se aferra a los brazos de Yulia que permanece a sus espaldas, ambas con una sonrisa en sus labios. Si bien Charlotte tiene el pelo más oscuro que Yulia, ambas tienen rasgos similares. Si Charlotte tuviese los ojos claros, sin lugar a dudas seria una copia de ella. Su nariz respingada y sus labios finos.

Sonrío tras ver los dientes de Yulia al sonreírme.

—Hola — gesticulo con mis labios.

—Hola — me susurra de vuelta y Charlotte se remueve entre sus brazos. Me doy media vuelta para buscar mi móvil que se encuentra sobre la mesa de noche. Presiono uno de los botones laterales y la pantalla ilumina todo mi rostro, son pasadas las siete. Abro mis ojos asombrada. Yulia no debería de estar aún en la cama con nosotras.

Giro mi cuello y veo como aún con su mirada observa todos mis gestos, como si estuviese hipnotizada. Con mi mano derecha dejo visible mi móvil y muestro la hora, ella no parece importarle. Estira su mano, me quita el móvil y vuelve a entrelazar sus dedos con los míos.

—Hoy no habrá nada de esto. Solo nosotras — susurra.

—¿Qué hay con tu móvil?

—Solo nosotras — vuelve a repetirme.

—¿Mami? — pregunta Charlotte aún dormida sin abrir sus ojos.

—Aquí estoy, sigue durmiendo pequeña — Yulia besa su cabeza y la acomoda entre nosotras rompiendo el poco espacio que me separaba de ellas. El hecho de que Yulia no se haya asustado frente a las palabras de la niña me llama poderosamente la atención.

—Yulia… — Intento hablar sobre el tema pero ella me interrumpe, seguramente siendo consciente lo que pasa por mi mente.

—Necesito una ducha con urgencia para despertar del todo. ¿Te unes? — Me sonríe y yo estoy perdida por completo. Asiento mordiéndome el labio. Ella me puede.

Luego de bañarnos y comenzar ambas el día de la mejor forma posible, dándonos amor, salí en busca de Charlotte para desayunar y prepararnos para el día que Yulia nos tenía preparado.

Charlotte no opuso resistencia, es fácil despertarla y su humor de recién levantada es de admirar, algo raro teniendo en cuenta que es una niña. Ambas nos cambiamos, ella quiso colocarse un vestido largo hasta sus tobillos color crema tras descubrir como Yulia le compró un armario completo de ropa, pero tuve que ponerme firme y pedirle que se abrigara un poco más teniendo en cuenta el clima, prometiéndole que le daría la oportunidad de lucirlo luego.

Nos vestimos ambas con un jean, unas botas largas y sweater que, para mi sorpresa, tenía un reno en su parte frontal. Me recuerda a mis años en el instituto.

No, dile que suba. Quiero ver como prepara el desayuno aquí. Ok. Adiós.

Escuchamos a Yulia hablando por teléfono.

—Buen día dormilona — Saluda Yulia a Charlotte — Ya he pedido el desayuno — camina hasta nosotras y deja un beso en mis labios. Charlotte aún sigue agarrada a mi mano.

—¿Qué has pedido? — pregunto caminando las tres hacia la sala. Como había visto la noche anterior, allí descansa una mesa de vidrio con unas hermosas sillas Luis XV en color blanco, permitiendo que desde tu asiento puedas apreciar Nueva York tras el enorme ventanal. Es un sueño.

—Nada. El cocinero subirá hacernos el desayuno aquí — Responde acomodando a Charlotte a su izquierda. Ella tomó asiento en la cabecera, dejándome a mí al lado de la niña, no quiero perderme las vistas hacia afuera.

—¿Aquí? — pregunto a la vez que la puerta suena. Yulia se reclina hacia adelante, como si fuera a contarnos un secreto.

—No debes confiar en todos, Elena — Toca la nariz de Charlotte y vuelve a su posición — ¡Adelante! — Grita tomando su móvil.

¿A qué se refiere con eso? Es un simple cocinero que preparara un simple desayuno ¿no?

—Señorita Volkova, señoritas… — La voz del joven vestido de blanco interrumpe mis pensamientos — ¿Qué desean desayunar esta mañana?

—A mí lo de siempre — Frunzo mi ceño ya que responde sin mirarlo, enfocando su atención en el móvil.

—¿Señorita Katina?

Vaya, una noche aquí y ya saben de mi.

—Café un poco cargado y tostadas ¿Puede ser? — pido algo tímida. No me gusta que hagan las cosas por mí, pero dudo que Yulia acceda a que yo prepare el desayuno.

—Claro que sí — Me responde dirigiendo su vista a la niña.

—¿Qué quieres cielo? — Charlotte tímida se acerca a mí y me susurra sus gustos. La presencia de gente desconocida provoca que ella actué de esta manera, aún estoy conociendo su personalidad y me sorprende verla así teniendo en cuenta como ha sido conmigo y como se han dado las cosas.

—Ella tomará un poco de leche… — Charlotte me toca la pierna llamando mi atención — Ah… ¿tiene un poco de chocolate o cacao? Es para la leche…

—Por supuesto. ¿Algo más?

—Jugo de naranja para acompañar. Nada más.

—Muy bien, en unos minutos traeré su desayuno. Con su permiso — Se despide educadamente y nos deja nuevamente a las tres solas en la sala.

—Yulia… — intento llamar su atención luego de unos minutos en silencio tras ver como el joven preparó la mesa.

—Hmmm… — responde sin siquiera mirarme. Suspiro.

—¿Qué hay de tu móvil? El mío lo he dejado en la habitación.

Levanta su vista enfocándola en mí, frunciendo su ceño.

—He dicho que será un día sin móviles, lo sé. Pero atun no hemos dejado el hotel y tengo cosas que atender.

—Lleva tu móvil, no me importa… pero en la mesa, no lo uses — Digo acomodando la servilleta en mi regazo y en el de Charlotte.

—¿Disculpa?

—Lo que oyes — aclaro mi garganta ante la presencia del cocinero dejando nuestro desayuno. Me remuevo incómoda por la mirada penetrante de Yulia sobre mí.

—¿Desean algo más?

—No — responde secamente Yulia.

—Estamos bien, muchas gracias. Todo esto se ve delicioso — respondo tras ver la incomodidad del joven — Puedes retirarte si quieres.

—Gracias — me responde pero Yulia detiene su acción.

—Tú te irás solo si yo así lo quiero.

—Si, señorita Volkova — Asiente con su cabeza y yo frunzo mi ceño — Estaré en la cocina si me necesitan. Con permiso.

—¿Por qué te comportas así con él? — pregunto untando mantequilla en la tostada para Charlotte.

—Sabe perfectamente que mis órdenes son las que se siguen.

—Yulia, deja de usar el móvil en la mesa.

—No soy una cría para que me estés diciendo esas cosas.

—Pues no te comportes como una, entonces.

—Elena… — suspira — Tengo asuntos importantes que atender aquí.

—Y yo también los tengo en mi móvil, como mis hijos — Apunto hacia la habitación donde lo he dejado — ¿Pero me ves pegada a el en la mesa? — Suspira buscando paciencia.

—Elena…

—No — La interrumpo — Dejarás el móvil a un lado, desayunarás con nosotras y luego haz lo que quieras con el, no es mi tema. Pero en la mesa, no — Me pongo firme frente a la situación.

—De acuerdo — deja caer el móvil sobre la mesa de mala gana y este golpea en seco contra el vidrio.

—¿Puedes prepararme otra tostada, Lena?

—Claro, cielo — La interrupción de la niña acaba con nuestra discusión desayunando en silencio las tres.

La mañana pasó sin ninguna alteración más. Abandonamos el hotel luego de dos horas donde Yulia tuvo que juntarse hablar con el dueño del hotel para arreglar unos temas pendientes, como todos los que tiene Yulia. Pero nada puedo hacer, ni siquiera enfadarme, ella ha venido aquí con el propósito de revisar sus temas con los negocios, según lo que me ha dicho, y está en su pleno derecho de hacerlo, después de todo yo he venido acompañarla.

Ahora mismo nos dirigimos hacia un restaurante a pie, con Charlotte le hemos rogado que por favor nos permitiera aquello. Disfrutaríamos más del paseo y nos detendríamos unos minutos en el gigante Central Park. Me siento como una neoyorquina más.

—Mira Lenita… patos — Señaló eufórica con su pequeño dedito hacia el estanque que descansaba frente a nosotras. Sin más corrió hasta llegar a la orilla y poder arrodillarse frente a ellos. No estaba muy alejada de nosotras, sin embargo fui detrás de sus pasos para vigilarla más de cerca.

—Lo siento ¿de acuerdo? — Su voz se cuela por mi cuello.

—¿Lo sientes? ¿Por qué? — pregunto aferrándome a sus manos que descansan en mi vientre.

—Por la estúpida discusión sobre el móvil — besa mi mejilla — Hemos discutido frente a la niña y eso no me gusta.

—Está bien, supongo que yo también debo de pedir disculpas por mi comportamiento. Pero ya sabes que…

—Usar el móvil en la mesa es de mala educación — completa mi frase.

—Yulia… — me giro en mi lugar sin romper mi unión con ella — Quiero que conozcas a mis hijos — Abre sus ojos.

—Bien… — murmura apretando su mandíbula.

—No bromeaba cuando lo dije antes.

—Claro… si — asiente algo nerviosa.

—¿Quieres avanzar conmigo o esto es solo un juego para ti?

—Lo quiero — besa mis labios — Quiero avanzar. Solo pensé que conocer a tus hijos había sido un pensamiento del momento.

—Quiero que los conozcas, y no puedes mostrarte así con ellos — Frunce su ceño.

—¿A qué te refieres?

—Que ahora debo ser madre y padre a la vez, y digamos que la relación con Viktoria es algo conflictiva. Ella no me hace caso en nada, y si tú usas el móvil en la mesa estando yo en ella, imitará tu acción.

—Elena, solo es un móvil.

—No — Niego con mi cabeza — Es un momento que se comparte en familia y debe respetarse como tal.

—Eres algo dura ¿sabes? Pero si eso te molesta, no lo usaré más en la mesa ¿de acuerdo?

—Boris no está, y aún no sé cómo voy a lidiar con Viktoria. Ella solo le hace caso a él — Me arrepiento en el momento en que las palabras salen de mi boca. Nunca he tocado el tema de Boris con Yulia.

—Sabrás manejar la situación — besa mi frente y por unos minutos nos quedamos en silencio viendo como Charlotte ríe emocionada por ver los patos en el estanque.

—¿Puedo saber que hay tan importante en tu móvil?

—Nada, solo negocios. ¿Ya ves como si puedo estar sin el todo el día?

—Veo — beso sus labios — ¿Qué hay con Simmons? — Tensa sus brazos alrededor de mi cuerpo.

—¿Qué hay con él? — me pregunta frunciendo su ceño.

—N-na…nada — balbuceo por su cambio de actitud — Es solo que anoche atendiste su llamada cuando estábamos en medio de algo. ¿Ha pasado algo?

—Te recompensaré por ello, lo siento — comienza a dejar un camino de besos partiendo desde mi cuello hasta mi mandíbula, acercándose a la comisura de mis labios, zanjando el tema completamente.

—Yulia, no podemos. La niña… — Intento poner resistencia, pero en verdad es algo complicado de hacer teniendo en cuenta que muero de ganas por volver a sentir la piel de Yulia contra mi cuerpo.

—Elena, no pongas excusas — Besa mi nariz — Esta noche no te salvarás.

—¿Qué hay si no quiero salvarme? — coloco mis manos heladas bajo su sweater provocando que su piel se erice.

—¿Me está provocando, señorita Katina? — Sonríe juguetonamente.

—Tal vez lo esté haciendo — Levanto mis cejas.

—Pues, si no quieres que responda aquí, frente a toda esta gente y a la niña, será mejor que no lo hagas — Me aprieta aún más contra su cuerpo. Me acerco a sus labios y susurro.

—Solo diré que... — El sonido del móvil nos interrumpe.

—No te atrevas — me sostiene sabiendo que es el mío.

—Yulia, pueden ser mis hijos o mi madre. Debo atenderlo.

—Yo he rechazado la llamada de un cliente importante, Elena.

—¿Comparas un cliente con mis hijos? No creo que tengas idea que significa la responsabilidad de un hijo — Me suelta inmediatamente a la vez que el móvil deja de sonar — Lo siento, no quise decirlo de esa forma. Yulia…

—No te preocupes, atiende la llamada.

—No me están llamando. Mírame por favor, en verdad lo siento — Sigo sus pasos hacia el estanque.

—Si es tan importante, como tus hijos, te volverán a llamar.

—No, Yulia. Espera, sabes que no quise…— Me interrumpe.

—¡Ya déjalo, Elena! — Pasa su mano por su cabello y suspira. Intento volver a decir algo pero la melodía vuelve a interrumpirme.

Sin demorarme, sabiendo que no podré solucionar ahora mismo el tema de Yulia, lo saco de mi bolsillo y frunzo mi ceño al ver número desconocido en la pantalla.

¿Diga?

—¡Elena! Soy Miroslava…
 — habla con su voz agitada.

¿Mirka? ¿Miroslava? — pregunto sin entender el porqué de su llamada. Yulia me mira rápidamente tras nombrarla.

Si, si. ¿Dónde estás, Elena? Debes irte de tu casa, ahora mismo.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué sucede?
 — pregunto alarmada siendo consciente que Miroslava está acompañada por alguien más ya que puedo oír los susurros.

Debes irte de tu casa, es Valya... — Me susurra y es lo último que escucho. La comunicación se corta.

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Mensaje por Fati20 11/24/2022, 2:36 am

Gracias por los 2 capítulos querida mía, estuvieron geniales, que bueno q lena esta lejos y Valya no podrá molestar. Saludos y feliz jueves 😘😘😘😘
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 11/25/2022, 2:22 am

Capítulo Veinticuatro: Confesiones

—Era Miroslava advirtiéndole sobre Valya. ¿Qué demonios significa eso?—exclamo furiosa por teléfono.

Ya nos hemos ido del parque con Elena asustada sin comprender lo que sucede a su alrededor y con una Charlotte lloriqueando por querer pasar mas tiempo en el estanque. Hemos cenado en el mejor restaurante de Nueva York, y mas allá de las tormentosas preguntas sin cesar por parte de Elena, he logrado que pase la mejor noche de su vida tras conocer en persona a su actriz de teatro favorita. Ella aún se encuentra dentro con la niña terminando su postre, yo por mi parte, he decidido averiguar que hay detrás de todo esto.

Yulia debes calmarte.

—Se supone que deben cuidar de mí y de los que están a mi alrededor.

—Eso lo sé, pero…

—¡No!
— Grito y me doy cuenta de que estoy dando un espectáculo en la recepción del restaurante, lo cual no tardo en salir afuera — ¿Qué pasaba si yo decidía viajar sola dejando a Elena en la ciudad?

—¿Usted cree que Valya se hubiese atrevido a ir contra Elena sabiendo que puede perderla a usted, señorita Volkova?

—Demonios, Simmons. No me vengas con formalidades, Valya me tiene en la palma de su mano respecto a mis secretos. Ella puede hundirme en cuestión de segundos. Pierdo a Elena, me quedaré sin nada y me matarán
— Suspiro nerviosa, temblando por los nervios y el frío, pasando reiteradas veces la mano por mi cabello. Rápidamente saco un cigarrillo y lo enciendo como puedo — ¿Eso quieres?— Vuelvo a subir la voz — Tenemos un puto trato aquí, si ustedes no cumplen yo tampoco lo haré.

—Hacemos lo que podemos, el trato sigue en pie. Si tú lo rompes acabarás muerta... todos ustedes lo estarán.

—Debes entender que ahora mismo me importa más la vida de Elena y la niña que la mía propia. Si a ellas les sucede algo, yo acabaré con todo esto.

—No les sucederá nada, Yulia. Intenta calmarte ¿de acuerdo?. Haremos lo que acordamos esta tarde, luego de su llamada.

—Pero… ¿tú entiendes que no quiero perderla, cierto? No ahora que la encontré.

—Yulia, mas allá de este trato tenemos una amistad de años forjada. A ella no le sucederá nada. La cuidaremos, pero contigo no podemos fiarnos. Para ellos es una simple pieza, no saben siquiera que existe.

—Si, lo sé…
— Exhalo el humo que hay en mi boca y tiro la colilla en la vereda antes de pisarla — Quiero hacerlo, en verdad lo deseo… pero, no sé si querrá.

—Bueno, eso debes decidirlo tú.

—Como amigo, dime algo como amigo… necesito tú consejo.

—¿La quieres?

—Por supuesto.

—Entonces ve por ello… no dejes que Valya gane, no permitas que ella vuelva a vencerte.


Suspiro nerviosa mirando hacia adentro a través de la ventana. Elena permanece sentada en nuestra mesa ayudando a Charlotte a comer su postre mientras conversan y sonríen.

Harás lo correcto.

Por unos segundos ella levanta su vista claramente buscándome, mi mirada es tan intensa que ella me encuentra rápidamente manteniendo su vista en mi. Sé que intenta descubrir que está pasando aquí, porque he salido hablar por teléfono cuando he prometido que lo dejaría en el hotel. Le sonrió indicándole que todo está bajo control, perfectamente… aunque sea mentira.

No la dejaré. Hablamos en la mañana, habrá cambios en el plan acordado. Cuidate.

—Buena suerte, Yulia.


Cuelgo rápidamente y miro a mi alrededor. Sin lugar a dudas Elena podría sobrevivir aquí sin problema alguno. Quisiera verla triunfar, pero las cosas se han escapado de tal manera de mis manos que no sé si lograré presenciar aquello.

Niego con mi cabeza intentando alejar los malos pensamientos y rápidamente me acerco a la recepción para pedir la cuenta y pagarla en el momento.

—Ya está pago todo.

—No es posible.

—El dueño nos ha informado que esta noche invita él, señorita Volkova — La noticia me tomó por sorpresa.

—Oh, bueno. Muchísimas gracias — Intento sonreírle al maître recordando mentalmente que debo llamar al dueño en la mañana para agradecerle y escuchar seguramente el favor que necesita de mi. Nada es gratis en esta vida.

—Reinas… — Digo apenas llego a la mesa. Han acabado con su postre.

—¿Ha pasado algo? — Niego con mi cabeza y una enorme sonrisa. Ella parece creerme.

—¿Desean algo más? — Elena niega — ¿Tú, pequeña, quieres algo más?

—Tengo sueño — Hace un pequeño puchero y se baja de su silla encaminándose hacia mi. La tomo en brazos y le tiendo mi móvil a Elena. Ella me mira con sus ojos doblemente abiertos por darle acceso al dispositivo personal.

—Marca el 9, pídele que venga por nosotras.

—De acuerdo.

Me dedico a observarla mientras los tonos en el móvil marcan su espera. Es preciosa, todo en ella es perfecto. Desde su labio partido inferior en el medio mostrando lo pulposo que es, hasta su elegante nariz. Todos tenemos algo característico, en ella son sus pecas en la cara…. Y bueno, sus hermosos ojos verdigrises.

Estoy condenadamente enamorada.

—¿Qué sucede?

—¿Disculpa? — Ella comienza a reír.

—Te he dicho que en cinco minutos vendrá y pregunté si te sentías bien.

—Oh, sí. Perfectamente — Estiro mi mano sobre la mesa sintiendo el peso de Charlotte dormida. Ella entiende mi gesto acercándose para enlazar nuestros dedos.

—Señorita Volkova, su coche ha llegado.

—Muchas gracias — Dejo propina y me levanto de mi asiento con la niña entre mis brazos. No debería de mostrarme así, no teniendo en cuenta los problemas que puede traerme a futuro, pero me permito disfrutar de esta noche que sin lugar a dudas marcará un antes y un después.

Algunos conocidos en las mesas me observan con su ceño fruncido, pero al ver que Elena va delante de mi supongo que creerán que la niña es de ella.

—¿Dónde desean ir?

—Solo llévanos de vuelta al hotel, por favor.

Los siguientes minutos solo nos limitamos a mirarnos y por mi parte, besar su mano cada vez que tengo la oportunidad. Disfruto cuando sus ojos brillan.

—Esto es precioso, Yulia. Gracias — Se acerca a mi y deja un beso en mis labios.

—Lo que sea por ti — Acaricio su mejilla y se acurruca cerca de mi cuerpo, apoyando su cabeza en mi hombro. Nueva York está despertando, muchos aprovechan a salir para comer, ir a teatros o simplemente a bailar. Varios jóvenes gritan y ríen camino a su destino. Observo sobre mi hombro su rostro, quizás ella ahora mismo estaría allí fuera si las cosas se hubiesen dado de otra manera.

—¿Te arrepientes? —Ella entiende perfectamente mi pregunta y niega sin emitir una sola palabra — Quizás si las cosas fuesen diferentes no te hubiese conocido — Levanta sus hombros.

—¿Crees en el destino? — Se separa de mí y me mira a los ojos — ¿En las almas gemelas? ¿Crees que todos estamos destinados a estar con una persona en nuestras vidas?

—¿Crees que tenemos más de una vida? — Asiente esperando mi respuesta — Si, creo — Beso su nariz — Creo que tú eres mi alma gemela, y que si no lograba encontrarte en esta, sin dudas lo haría en la siguiente. ¿Tú qué dices? — Le sonrío.

—Sin dudas me encontrarías.

Luego de unos minutos, abandonamos el coche y subimos directamente a nuestra habitación. El cansancio en mi cuerpo es evidente pero los nervios no me dejan terminar de descansar. Elena ya se ha terminado de duchar y aún falto yo, pero ninguna de las dos hemos querido dejar a la niña sola teniendo en cuenta que es mal dormida. He aprovechado para observar su pequeño rostro mientras descansa. Tiene toda una vida por delante y merece vivirla sin preocupaciones. Ha vivido cuatro años de su vida sin una madre. Lo merece todo.

—Ya está listo el baño. Te he llenado la tina para que puedas relajarte.

Me levanto de la cama mientras ella se seca el cabello con la toalla.

—Muchas gracias, princesa. Pero iré unos minutos abajo.

—¿Ahora? Pero estás cansada, Yulia. Necesitas descansar.

—¿Pretendías descansar? — Me aferro a su cintura y flexiono un poco mis rodillas para crearme un refugio en su pecho. La siento reír en silencio mientras me presiona contra su cuerpo con las manos en mi espalda.

—La niña… — me susurra.

—Duerme — beso sus clavículas provocándole cosquillas.

—Yulia… — vuelve a susurrarme tras sentir como mis besos van en aumento y busco el borde de su toalla para alejarla de su cuerpo — Aquí no.

—Lo siento — Muerdo mi labio inferior tras separarme — ¿Por qué me cuesta tanto separarme de ti? — Beso su frente — Debo irme ahora mismo al lobby.

—Pero…— señala el baño.

—Lo sé, lo siento. Volveré enseguida.

—¿A qué vas? — sigue mis pasos hasta la entrada.

—He olvidado recoger unos papeles en recepción. Son unos documentos importantes y he prometido bajar por ellos. Solo me tomará no más de diez minutos ¿de acuerdo?

—De acuerdo — Asiente e intento dejarle un beso en los labios pero terminan en su mejilla tras correr su cara. Una parte de mi pide que corrija su actitud por hacerme aquello, pero la otra parte, la que quiere cambiar por ella, me pide que lo deje en paz y demuestre que en verdad lo estoy intentando. Ella me mira asombrada tras no hacer nada y abandonar la habitación.

Has tomado una decisión.

Busca su Sí.


........

Oigo el clic de la puerta cerrarse y es el aviso de que Yulia ya abandonó la habitación. Pestañeo y caigo en la cuenta que le he corrido la cara impulsivamente y ella ni siquiera se ha inmutado. ¿Debo tomarlo como una mala señal? ¿He dejado de importarle? Cierro mis ojos y busco tranquilidad para no terminar desesperándome y saturarla en preguntas debido a mi inestabilidad emocional.

Respira Elena.

Camino hasta el enorme ventanal, el que se ha convertido en mi cosa favorita aquí, pero abandono mi posición rápidamente tras ver el frigobar a mi derecha. Dirijo mis pasos hacia allí y veo que sobre la barra descansa una botella de whisky. No lo dudo. Coloco el contenido en uno de los vasos y vuelvo hacia la ventana.

Nueva York. Mi sueño.

Sin embargo me encuentro sola, sin mis hijos y sin Yulia. Sé que no puedo exigirle más que esto ¿Quién no querría estar en mi lugar? Pero de todos modos no busco confort y lujos, yo solo quiero a Yulia cerca mío. Intento no pensar mucho en ello, pero las veces que he pasado tiempo junto a ella siempre hay alguien entre nosotras. Solo una vez se ha quedado en casa, solo una vez he despertado a su lado. ¿Será siempre así? ¿Mis días están destinados a ser así si comparto mi vida con ella?

Niego con mi cabeza. ¿Qué idea absurda es esa? Yulia jamás se ataría a una persona de por vida. Yulia tiene todo y mucho más ¿Qué vería en mi? Mujer casi en banca rota, con dos hijos. Un esposo desaparecido y un sueño frustrado. ¿Quién querría pasar su vida conmigo?

Me muerdo el labio y chequeo que ha pasado más de media hora. Eran solo diez minutos. Estiro mi brazo para dejar el vaso vacio y tomo mi móvil que descansa en la mesa de vidrio.

Elena ¿te encuentras bien?

—Fyodor…

—¿Qué sucede, Elena? ¿Estás llorando?


Niego con mi cabeza pero recuerdo que él no puede verme y comienzo a reir.

Estoy bien… solo me encontraba tomando sola un trago y te has cruzado por mi cabeza.

—¿Estás borracha? ¿Dónde está Yulia?
— Vuelvo a reir — ¿Qué has tomado?

—Solo un poco de whisky.
— Lo escucho maldecir pero eso solo provoca más mi risa.

¿Qué sucede?

—¡Nada! ¿Por qué insistes tanto con eso?

—Porque supongo que son más de las dos de la mañana allá y aquí apenas amanece, y tú estás sola tomando cuando deberías estar durmiendo o haciendo vaya a saber que cosa con Yulia.

—Y-yo… lo… siento.

—Ya dime que sucede.

—En verdad no me di cuenta de la hora, lo siento.

—Ya me he despabilado. Cuentame que tal Nueva York.

—Aquí todo es genial, perfecto. El hotel es un verdadero sueño y esta noche he conocido a Patricia Laverne
— Alejo un poco el móvil tras escuchar sus gritos y le cuento lo que he alcanzado a conversar con ella.

¿Qué hay con Yulia? ¿Por qué no estás con ella?

—Ella… bueno
— Hago silencio. ¿Qué se supone que debo decirle? — No lo sé.

—¿No lo sabes? ¿Cómo es eso? ¿No está contigo en el hotel?

—Si, eso creo
— Solo escucho silencio del otro lado. Supongo que debo seguir hablando — Ella ha tenido que bajar para buscar unos documentos.

—¿Qué hay de malo en ello?

—Que ha prometido que solo serían diez minutos, y ya se acerca la hora desde su partida.

—Oh…
— Nuevamente silencio, pero esta vez es porque no sabe que decirme. No pido mucho al respecto, no pretendo que entienda las actitudes de Yulia cuando ni siquiera yo puedo hacerlo. — Creo que deberías dejar de tomar y acostarte a dormir. Mañana será un nuevo día.

—Si, lo sé. Estaba por hacer eso pero he sentido la necesidad de hablar contigo. Te extraño.

—Yo también, princesa. Pero debes disfrutar, no todos los días tienes la suerte de estar en Nueva York y sin hijos.
— Comienza a reír contagiándome.

Lo sé, pero no te imaginas cuanto los extraño. No veo la hora de volver a la ciudad para poder irme al campamento. ¿Tú irás?

—¡Por supuesto! No me perdería sus cumpleaños por nada en el mundo.

—No me esperaba menos. Eres un padrino muy presente.

—Ya, ve a dormir Elena. Déjale un beso a la pequeña de mi parte.

—De acuerdo, te quiero Fyodor.

—Yo también, y hazme un favor… deja de pensar cosas que no son. Disfruta al máximo de tus días allí, aquí todo está en orden. Disfruta de Yulia y de la niña. Necesitas este tiempo para ti, no lo desaproveches.

—Gracias. Que descanses.

—Tú también.


Corto la llamada y me estiro con los brazos sobre mi cabeza. Le haré caso a Fyodor, me meteré en la cama con Charlotte y dormiré. Mañana será un nuevo día y espero que Yulia tenga una buena excusa para su demora.

Camino hasta la habitación y me percato que la luz del baño aún sigue encendida. Me tomo el trabajo de apagarla así como también las del velador que le dan a la habitación un ambiente calido. Charlotte sigue enredada en las sábanas adueñándose de la mitad de la cama. ¿Cómo alguien tan pequeño puede verse tan gigante? Sonrío, soy afortunada por rodearme de gente maravillosa.

Camino hasta el borde de mi lado de la cama y dejo caer la bata de noche. Las sábanas están heladas pero rápidamente mi cuerpo se pega al de Charlotte buscando calor humano. La niña se remueve un poco pero vuelve a su sueño tras enlazar su mano con la mía.

En el momento en que decido cerrar mis ojos siento como la puerta de la entrada se abre y vuelve a cerrarse.

Es Yulia.

He dejado abierta la puerta con el propósito de poder espiarla en su llegada, pero jamás pensé que eso ocurriría tan rápido. Ella aún no está en mi campo de visión, pero puedo percibir como camina hasta la mesa y toma mi vaso tras oir como los cubos de hielo, casi consumidos, golpean contra el vaso. Al parecer ha decido prepararse uno para ella misma y contemplar la misma visión que yo minutos atrás, pero mi predicción falla un poco al verla parada lejos de nosotras, aún permaneciendo en la sala de estar, fijando su mirada en la cama. Revuelve el whisky formando círculos con su mano derecha mientras que la izquierda la deja guardada en su chaqueta, que aún no ha decidido sacarse.

Muero por hacerle saber que estoy despierta, que esperé por ella y su llegada toda la noche pero quizás mi orgullo me ancla a la cama haciéndome la dormida. Toma su trago en un abrir y cerrar de ojos dejándolo en la pequeña mesa redonda de madera que hay en la sala y descansa frente a su cuerpo. Rodea el mobiliario y camina a paso pausado hasta adentrarse en la habitación. La respiración se me corta y sentir como su presencia esta detrás de mi espalda.

Acerca su boca a mi cuello y huelo el olor a whisky mezclado con su aliento.

—Elena… — susurra en mi oído — Sé que estás despierta.

Sin embargo mantengo mi postura y decidido sellar aún más mis ojos y mis oídos para no caer rendida frente a sus palabras.

—Sé que he dicho diez minutos, lo siento. — Toca mi hombro cubierto por la manta pero no doy señales de querer hacer las pases. Ella, sin embargo, va más allá colando su mano fría por debajo de las sábanas, deslizando sus dedos hasta llegar a mi abdomen. Se me eriza la piel y mi panza comienza a contraerse por lo que me provoca con un simple roce. Se rie en silencio cerca de mi oreja — En verdad lo siento, princesa. Pero ha sido de vida o muerte.

—¿Para quién? — susurro intentando alejarla de mi pero a la vez estirando el momento. Malditas ganas de estar enojada pero aún así desearla con locura.

—Para mi. ¿Me quiere ver con vida o muerta? — El estómago se me revuelve.

—Ahora mismo deseo matarte, pero no sabría como vivir sin ti.

—Buena respuesta, princesa — Besa mi oreja — Yo tampoco sabría como vivir sin ti, de hecho no lo sé.

Quiero sonreir como idiota por sus palabras pero solo me limito hacer silencio esperando que algo más salga de su boca. Ella empuja de mi hombro y yo accedo a que me de vuelta para besarnos. Cierro mis ojos frente al simple y casi invisible tacto de sus labios con los míos, pero lo hago más intenso tras tomar su nuca con mi mano. Me separo rápidamente.

—¿Dónde has estado? — pregunto tras notar su pelo húmedo.

—He tenido que salir y afuera ha comenzado a llover. Te he dicho que era de vida o muerte.

Me quedo sin respiración ¿Qué tanto hay de real en su broma?

—¿Está todo bien?

—Claro, solo estoy bromeando — Vuelve a besar mis labios y cierro los ojos cada vez que hace eso, así sea un simple beso corto — Pero ha sido necesario salir — susurra.

—¿Dónde has ido?

—Tuve que buscar ese documento del que te hablé ¿recuerdas? — Asiento — Bueno, resulta que no han podido dejarlo en el hotel, tuve que ir por él.

—Pero… ¿no podía esperar hasta mañana? — Niega con su cabeza.

—No cuando es algo tan importante para mí. No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy.

Me quedo en silencio viendo como su rostro se reparten dos tipos de luces. En su lado izquierdo completamente oscuro por la falta de luz en la habitación, perdiéndome del brillo en uno de sus ojos y parte de sus labios. Sin embargo, su lado derecho está completamente alumbrado por las luces de la sala. Se ve parte de sus dientes debido a su sonrisa y como sus ojos se achinan un poco con su característico brillo. La simple imagen de ver a Yulia así refleja claramente su personalidad. La de todos. ¿Quién no tiene un lado oscuro? Quisiera que pudiera mostrarme su rostro completamente iluminado, pero sé que para ello necesitaría borrar su pasado y no pretendo hacerlo. No cuando esta Yulia ha sido quien me ha enamorado complemente.

—Un beso por tus pensamientos — susurra cerca de mis labios.

—Pues comienza ahora mismo, porque no creo que alcance toda la noche.

Abre sus ojos y busca más allá de mi respuesta.

—¿Qué piensas? — Apoya sus codos en el colchón y yo termino de girarme apoyando mi cabeza sobre mi brazo que se refugia bajo la almohada.

—Nada que no sepas.

—¿Acaso lo sé todo de ti? — su mirada intensa en mi provoca que quiera contarle todos mis secretos. Solo asiento — De acuerdo.

—¿No me crees?

—Si tú me dices que lo sé todo, lo creeré.

—Yo… — Balbuceo pero ella me interrumpe.

—Quiero pasar el resto de mi vida a tú lado.

—¿Eh? — frunzo mi ceño.

—Que quiero pasar el resto de mi vida a tú lado, contigo.

—Yo también, cielo — estiro mi mano y acaricio su mejilla — ¿Estás llorando? ¿Yulia? — Me preocupo al sentir su mejilla mojada. Me reincorporo en mi lugar apoyando todo el peso de mi cuerpo en el codo de mi brazo derecho. Ella toma mi mano y besa la palma.

—Quiero pasar el resto de mi vida contigo, Elena — vuelve a repetirme.

—Te he oído…yo también qui… — vuelve a interrumpirme.

—No lo entiendes — Niega con su cabeza — No quiero separarme de ti. Quiero tenerte para mí por siempre. Quiero que seas mi mujer.

Trago saliva e intento comprender que quiere decirme. Aleja una de sus manos del colchón, la que se mantiene libre de mi agarre y rebusca en su chaqueta.

—Yulia…

—Shh… solo, solo escúchame — La siento temblar — Soy pésima haciendo estas cosas. El documento que he tenido que ir a buscar no era un documento, bueno… si busqué unos papeles pero no era eso lo importante de mi salida, yo…

—Solo tranquilízate y dime lo que pasa — Pongo mis dedos en su mentón obligándola a que me mire a los ojos. Su pecho sube y baja reiteradas veces un poco agitada pero se detiene tras dar un marcado suspiro — Yulia, solo…

—¿Quieres casarte conmigo?

Me pierdo en sus ojos y siento como todo pasa en cámara lenta. Puedo ver como sus labios se mueven sin embargo no logro oir nada, ni una sola palabra. Siento su mano en mi cuello y vuelvo a pestañar.

—Elena, creo que…

—No… no, n-no… puedo — balbuceo nerviosa y casi rompiendo en un llanto silencioso.

Su cuerpo se tensa y rápidamente se para abandonando la habitación a grandes pasos. Cierro mis ojos al ser tan directa y me maldigo por dentro. Dejo atrás la cama y corro en busca de ella. No se ha ido, pero está pegada a la barra vertiendo más whisky en su vaso.

—Yulia, espera — La tomo del brazo para girarla pero su fuerza es aún más fuerte.

—Déjalo, Elena. He sido una idiota — Dice con su voz quebrada.

—No, no lo dejaré. No puedo casarme contigo, pero eso no significa que no quiera — digo rompiendo en llanto. Yo más que nadie quisiera casarme con ella. Me siento una imbécil.

—¿Qué dices? — Se gira en su lugar con su rostro serio — Ya estás divorciada, los papeles han llegado. Dime que en verdad no lo quieres y no te molestaré más.

—¿Cómo sabes lo de mi divorcio? ¿Quién te lo ha dicho? — respondo elevando un poco mi voz y ella nota mi cambio de humor.

—He leído sin querer los papeles en tú casa. Ha estado mal de mi parte, pero eso no justifica tú respuesta.

—Yulia… — suspiro no queriendo perder la compostura y paciencia — Debes saber ciertas cosas antes de querer darte el si.

—¿Saber ciertas cosas? Tú no tienes secretos conmigo ¿Lo recuerdas? — escupe irónicamente las palabras frente a mi cara y camina hasta el ventanal pero mi sentencia la dejará en mitad de camino. Lo sé.

—Boris no es el padre de mis hijos…


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