HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
Y por otra parte, como te atreves a dejar esto así!!!
katina4ever- Mensajes : 280
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Dan las ocho de la mañana en punto cuando recibo la llamada de Mindy. He estado atenta al teléfono por si habían noticias de Yulia, pero ninguna entró.
—Kay, me preguntaba si Yulia todavía está demasiado enferma como para acercarse al teléfono. Tenemos un problema en producción.
—Emmm… sí, lo siento. Ahora mismo está dormida… La medicina que le dieron es muy fuerte. Estará bajo sedantes por varias horas —Le invento. La excusa que dimos en el estudio fue que había caído víctima de un fuerte virus gripal y el doctor le había recetado reposo absoluto.
—Entiendo, bueno… ya veremos qué hacer, gracias.
—¡Mindy, espera! —grito antes de que cuelgue— ¿Pasó algo grave? Así le digo apenas despierte.
—No es… tan grave, aunque retrasa mucho la producción —me dice, se nota preocupada— Dan no ha venido a su llamado. Desde ayer que lo buscamos, pero no aparece por ningún lado. Su manager nos aseguró que tenía un resfriado y que aparecería pronto, pero ya es el tercer día que falta a grabaciones y el director ya no sabe qué hacer.
No es tan grave, dice. En realidad es gravísimo. La serie se graba con cuatro semanas de anticipación, que uno de los actores desaparezca, nada más un día, complica los tiempos de producción, retrasando la entrega del show. Eso cuesta millones de euros, literalmente. Son pérdidas grandes y puede ser muy perjudicial para el estudio, no se diga para los creadores y productores.
—Llamaré a Lauren para averiguar nuevamente, gracias —me dice Mindy y se despide. Una mala noticia más y mi cabeza estallará.
Respiro hondo y siento una ola de calor que me invade con esa simple acción. Me acerco a la ventana y siento, aún más, la calidez del aire. Si Yulia estuviera conmigo, seguro cerraba todas las ventanas y ponía el aire al máximo. Ella odia tanto el calor, detesta sentir su piel pegajosa, odia cuando salimos de casa y recibe un golpe de calidez en todo el cuerpo, más aún cuando se baja de su auto y un ardor comienza a subir por sus piernas hasta que la cubre completamente… lo detesta.
Yo lo siento tan plácido en este instante, abrazador, envolvente, acogedor. De alguna forma me ayuda a calmarme. No tiene lógica.
Cierro la ventana, todas las que encuentro abiertas en la sala y prendo el aire al tope. Necesito sentirla cerca, aunque sea en espíritu. La necesito conmigo y cada vez me preocupa más no tener noticias de su paradero.
Me recuesto en el sillón, subo mis piernas en uno de sus brazos y espero a que el frío me consuma. La casa se heló en segundos y solo cuando la brisa me golpea en el cuerpo, cierro mis ojos y me dejo llevar.
No creo en la telepatía o en una segunda conciencia que te deja saber que tus seres queridos están bien o mal. No sé por qué lo hago ahora, pero concentro todas mis fuerzas en pensar en Yulia. Lo único que deseo es que, si ella está aun allá afuera, me sienta cerca.
Me hace tanta falta, este lugar es un cementerio sin ella. No quiero pensar demasiado, he tratado de distraerme por los últimos tres días, pero… llega un punto en que debes explotar. Quisiera hacerlo… deseo tanto solo llorar y llorar, gritar, soltar todo lo que tengo adentro… ¿dónde está, Yulia? ¿Dónde?
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Creo que más drama hacen ustedes que el propio fics!!!
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Tener un espacio de aproximadamente cuarenta hectáreas para pasear no es necesariamente una cárcel, pero tampoco quiere decir que soy libre.
Amanece un día más. El calor no se siente gracias al aire acondicionado que corre por toda la casa, hasta hace frío, como a mi me gusta. Tomo un respiro y me levanto, camino a la ventana y abro las persianas para salir al balcón.
La extensión de la propiedad parece interminable desde aquí. El horizonte es verde, colorido en las partes más bajas por sus floreados jardines, hay mucho cuidado en el diseño del paisaje, en todo en realidad. Me rodea una absurda paz, porque internamente no podría estar más intranquila.
Me han tenido «encerrada» aquí por tres días, completamente incomunicada.
La noche que llegué, puse pelea, me negué al secuestro con patadas y rasguños, con gritos y golpes. Mis captores aguantaron mucha protesta sin quejarse o regresar la agresión, pero, el momento en que entramos a la propiedad —dos horas después de que me forzaran a entrar en ese auto—, las reglas cambiaron notoriamente.
Pasamos un camino empedrado, muy adentro de la carretera principal. Cruzamos el portón de la propiedad y lo único que vi desde entonces fueron hombres con escopetas y pistolas en los cinturones, distribuidos estratégicamente en todo el camino hasta llegar a la mansión.
¿Quién no se calla con la amenaza de cien balas en su dirección?
Guardé silencio, entendiendo que esto se había tornado en algo muy serio y preferí dejar de poner resistencia. No quería morir por mi imprudencia; debía volver a mi novia. La hora de comportarme de manera tan descuidada e infantil, había terminado, debía encontrar otra estrategia.
—¿A dónde me llevan? —les pregunté con una actuada calma a esos hombres que me acompañaban en el automóvil.
—Llegaremos en unos minutos, no se preocupe —dijo uno de ellos—, eso sí, déjeme darle un consejo: al hablar con el señor Román, no lo interrumpa. No le gusta esa falta de respeto en particular.
Román, es un hombre… ¿cómo decirlo?… Tiene su dualidad.
Es serio, de seguro en los negocios es bastante estricto, duro, exigente; con su familia en cambio, es un hombre completamente desinhibido, dulce, juguetón, de lo que he podido observar con mis propios ojos estos días. Me recuerda a mi abuelo cuando era chica, no necesito decir más.
Me agrada, desde que bajé del auto y él mismo me recibió en la entrada, me ha ofrecido todo tipo de comodidad en su casa, una habitación enorme, libertad de ir a donde quiera —dentro de la propiedad, por supuesto—, comer y pedir lo que me venga en gana, descansar y usar sus juguetes.
¿Qué tal un Jaguar, o un Porsche, o un Ferrari?
¿No? Pues mi favorito ha sido el Lamborghini Aventador, fue…vaya, un sueño manejarlo por la autopista privada que rodea los bordes del terreno.
Este lugar es tan grande que hay un lago en medio y hasta se puede pescar en él. Construído en el subsuelo de su mansión se encuentra el más espectacular cinema personalizado que he visto en mi vida. Una pantalla gigante de alta definición, sonido Dolby Cinema, sillones reclinables individuales y todas las cosas imaginables para comer; palomitas, refrescos, té, café, perros calientes, papas fritas, lo que quieras, lo que sea a tu disposición.
Su selección de películas es amplia y exquisita, tanto así que el mismo ha mandado a restaurar viejas películas para que se vean perfectas en esa pantalla. Es un sueño.
Tiene un estudio de grabación y un piano de cola precioso; Román en persona, bajó anoche conmigo y tocó algunas melodías. Elogió mi voz y me preguntó por qué no me dedico a cantar canciones de los años veinte, o de los cincuenta, que me haría bien soltarme un poco y vivir de la música.
Es un buen tipo, repito, me agrada. Eso no quiere decir que no me moleste la forma en la que me separó de Kay, ella podrá ser… quien es…, pero también es mi pareja y debe estar muy preocupada por mí. Tanto como yo estaría por ella si un día despertara y ella se hubiera esfumado.
A veces me pongo a pensar en ella y siento mi piel erizarse no sé por qué es. Quisiera imaginar que cuando lo hago ella también piensa en mí y eso causa esa sensación tan extraña.
No lo sé…
—¿Lista para ir a conocer el viñedo? —me dice Aimée saliendo a mi balcón, o bueno el de esta habitación en la que me estoy quedando.
—¿Por qué Román y tú siguen insistiendo en que trate de pretender que nada está pasando en Moscú?
—Ya te dije que no te preocupes por Lena…
—¡Kay! —La corrijo.
—Ella es Lena para mí.
—Ni siquiera te conoce.
—Sí, me conoce, jugamos juntas de niñas, Yulia. Además, la familia y la…
—Lealtad, lo sé… son lo más importante en la vida.
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Lo bueno, apenas empieza
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Hay dos posibilidades, bueno tres. Una es que hayan secuestrado a Yulia, otra que ella haya huido por voluntad —cosa que es muy poco probable, pero es posible—, y la última… que ya no esté más.
No quería salir de casa. Revisar una vez más las calles de Moscú no me serviría de nada, ya me había dado por vencida, no la encontraría.
Los agentes de seguridad que seguían a Fyodor y a su novia, nunca se comunicaron con buenas noticias. Cuando pregunté por ellos, Adrián, uno de los hombres designados a mi cuidado, me dijo que les habían perdido la pista.
¡¿La mejor oportunidad que habíamos tenido en días y ellos la habían dejado esfumarse por las calles?!
Estaba furiosa, tan indignada que mandé a callar a todos con un discurso a gritos y me encerré en mi alcoba.
Mi mente voló con ideas, con conspiraciones y planes descabellados. Quizá la gente que «cuidaba» de mí, tenía otra agenda y no pretendían ayudarme a encontrarla.
Decidí salir entonces. La buscaría en los sitios que frecuentamos, la cafetería, su casa, el supermercado. No sé qué esperaba encontrarme en esos lugares, tal vez una nota, una clave, un mensaje, una maldita pista que apunte a su paradero, ¿qué podía perder?
Empecé a sentir pánico cuando mi auto se descompuso en media carretera. Giré la llave en la ignición y nada, una vez más —el auto grujía con el esfuerzo—, pero no encendió. A tres días de su desaparición, mi cabeza ya había agotado todas las posibilidades del porqué Yulia se bajó de su auto en medio de la nada y, aunque las señales de daño en el motor parecían haber sido ocasionadas pos-desaparición, tuvo una razón para detenerse; la idea de un sabotaje se hacia cada vez mas fuerte.
Cerré todas las puertas y sentí como los hombres encargados de mi seguridad golpearon el vidrio con un ritmo despreocupado y casual.
—Señorita Ronan, ¿está bien? —me preguntó Adrián desde afuera.
—Sí, emmm… parece que se ahogó, pero todo bien.
—Llamaremos a una grúa para que recoja su automóvil. Venga, por favor, nosotros la llevaremos a su destino —Decidí no hacerle caso, saqué mi teléfono e inventé una historia.
—Ya llamé a un amigo para que venga por mí, lo esperaré. No se preocupe —le dije, pero no era verdad, en ese momento apenas se me ocurrió llamar a Vlad.
—No es una buena idea. Salga de su auto, podría correr peligro. La llevaremos a la residencia de inmediato.
No abrí. Marqué a escondidas el número de Vlad y subí el aparato llevándolo a mi oído. Adrián dio unos pasos en dirección a su compañero y comenzó a hablar con él al oído, no los pude escuchar. Después de su corta conversación, el otro agente se alejó haciendo una llamada y yo esperé a que mi amigo me contestara.
—Por suerte aún tengo señal —dije mirando las siglas LTE de mi pantalla y, como una maldición auto-infringida, en ese momento perdí por completo toda conectividad— Bien, Kay. Tenías que abrir la boca, genial.
No era coincidencia, alcé la vista logré divisar a Adrián por el retrovisor, quitando el dedo del botón de una pequeña caja plástica que guardó en su bolsillo, un desinhibidor de señal sin duda.
Me pidió un par de veces más que bajara del vehículo, sin conseguirlo. Le mencioné que Vlad estaba en camino y que lo esperaría adentro, se resignó con esa respuesta y fue a sentarse junto con su compañero en el auto de vigilancia.
No menos de diez minutos por reloj, pasó a nuestro lado un camión de carga. No me alarmé o asusté para nada, estábamos en una vía pesada de la autopista, camiones vienen y van, pero este se detuvo justo detrás de mí.
Intenté nuevamente con la ignición.
—Vamos, pequeño…¡vamos!
No respondió. Mi auto acababa de pasar la revisión vehicular y, desde que lo compré, no ha dado ningún problema. Todo lo que sucedía, apestaba a sabotaje.
Adrián volvió a acercarse.
—Señorita Ronan, por favor baje del auto.
—¡No!
—Por favor, no nos fuerce a obligarla.
—¡Sabotaje, lo sabía! —dije para mi misma.
—Por favor, no ponga resistencia. La llevaremos a ver a la señorita Volkova.
Tan solo con la mención de su nombre detuve todos mis movimientos, "Yulia", pensé y antes de preguntarle cómo podía estar segura de que decía la verdad, él me hizo una seña para que la llamara por teléfono.
Observé la pantalla de mi celular y la señal había vuelto. La llamé de inmediato, estaba segura de que cambiaran de opinión o querían distraerme. Así que, mientras escuchaba la llamada repicar, giré a verlos y no les quité la vista de encima hasta que escuché su voz.
—Cuervo…
—¡¿Yulia?!
—Hey… —dijo calmada, dándome un alivio que esperaba por días. Estaba viva, se escuchaba bien, ¡estaba viva!—, Kay, no me dejarán decir más que esto por el momento: estoy bien, te amo y… ven a mí.
«A mí», palabras clave, si hubiese dicho «por mí» habría entrado en pánico más allá de su presunta tranquilidad.
—Estos hombres quieren secuestrarme, dicen que me llevarán a ti, pero…
—Te traerán aquí, tranquila. Solo sal del auto y ven conmigo.
—¿Cómo sabías que estaba adentro de mi auto?
—No puedo hablar mucho por teléfono. Te lo explicaré todo aquí. Sal del auto y ven con ellos.
No quería colgar, al final, no tuve que hacerlo, el tono intermitente comenzó a sonar y yo me armé de valor para bajar del auto.
—No se preocupe, tenemos estrictas órdenes de cuidarla.
Eso mismo es lo que me tenía intranquila.
¿Quiénes eran estos tipos? Se supone que el equipo de seguridad que contrató mi abogado. ¿Es Grigori el que está atrás de todo esto? ¿Por qué se llevó a Yulia? ¡¿Por qué tanto secreto?!
Anna seguía en mi casa, esperando a que regrese, estaba con Vlad y no teníamos idea de dónde estaba Fyodor. Debí advertirles sobre él, decirles que no confíen, que no se le acerquen. Pero no lo hice por sus recomendaciones.
¿Es Grigori quién dice ser o trabaja para ellos?
¿Acaso he estado dentro de la boca del lobo sin saberlo y no me queda nada más que esperar para que me mastiquen y me escupan por ahí?
—Está bien, hagamos esto de una buena vez.
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🧐🧐🧐
Las leo!!!
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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El sonido de una cachetada es muy particular. Más cuando encima de todo, viene acompañado de dolor, porque es tu cachete el que acaba de ser abofeteado.
Kay si que tiene la mano… pesada, como una piedra.
—¡¿Estabas bien todo este tiempo y no se te ocurrió avisarme?!
—Cuervo, yo…
—¡No me digas Cuervo! En este momento quiero matarte, Yulia. No me llames con cariños, ¡no los quiero!
Ya me suponía que, al llegar aquí, Kay estaría completamente enfadada por la incertidumbre de mi desaparición. Eso lo esperaba, lo veía venir. El no tener el control de las cosas no va con su personalidad y debió tener el corazón colgando de un hilo durante estos días, lo sé, yo habría estado igual que ella, si no peor. De la misma manera, dolió.
Esperé unos minutos, ella no hacia más que apretar la mandíbula con tanto enojo y miraba al piso tratando de controlarse, contando hasta cien si tenía que hacerlo.
—¿Ya, podemos hablar? —le pregunté unos minutos después, con la voz baja, confiando en que ya estuviese más calmada.
—¡No! —respondió con otro grito, confirmándome que todavía necesitaba más tiempo y bufó como un toro enfurecido por varios minutos más. Respetamos su silencio hasta que sola, mucho más ligera y suelta, se abrazó de mi cuello— Pensé que estabas muerta o algo así —me dijo ya más apacible, no tenía intensiones de soltarse de mí, pero Román la esperaba a un lado y yo fui poniéndome un tanto ansiosa. Él quería hablar con ella, presentarse y explicarle algunas cosas que ni siquiera yo sé. Me han entretenido con todo, menos con la verdad, desde que llegué.
—Kay, creo que…
—No, no todavía…, por favor —me pidió, apretando aun más sus brazos alrededor de mi cuello. Vi a Román hacerme una venia y, con la mirada y un gesto de sus manos, hizo que todos los agentes se marcharan del lugar.
Cuando quedamos únicamente los tres, él asintió, dejándome saber que podía quedarme abrazada de su cuerpo un momento más. El hombre puede ser un mafioso, pero cuánta paciencia tiene con su familia, es un ying y yang, un león compasivo.
—¿Dónde diablos estamos? —susurró, menos fúrica, hasta cierto punto temerosa, dejaba ver todos sus sentimientos juntos, no fueron días fáciles, de eso estoy segura.
—Esa pregunta te la contestaré yo —Escuchamos la voz ronca del dueño de casa y nos separamos.
—¿Quién es usted? —le preguntó Kay con altanería, recuperando su fuerza, su ira— ¡¿Por qué secuestro a Yulia y qué quiere conmigo?!
—Kay, cálmate, por favor —Le pedí, intentando que bajara su voz y cambiara su tono. Es otra de las cosas que este hombre odia, los gritos.
—Yulia, ¿podrías dejarnos a solas? —me solicitó él, pero yo sentí como ella se resistía a la idea y me jaló por la muñeca, obligándome a quedarme.
—Está bien, no confías en mí… —le dijo, permitiéndome quedarme.
—¡No, no lo hago. Ahora, explíquese inmediatamente!
Lo vi respirar profundamente, no estaba contento con el comportamiento de su más nueva visita.
—Bien —Aceptó, acercándose unos pasos— Yo, soy Román —estiró su mano esperando que Kay le devuelva el gesto, lo que no sucedió. Volvió a inhalar y la retiró, evidentemente molesto por la falta de respeto— Román… Román Bilan, tu abuelo.
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En serio, este fics es más loco que todos juntos!
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
Capítulo 184: Part One
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—Mi abuelo está muerto —fue lo que Kay dijo al escuchar a Román—, ambos lo están.
Él me pidió que los dejara a solas, ella por supuesto se negó, sujetándome del brazo con fuerza.
—No hay nada que no pueda decirme frente a Yulia.
Realmente sentía miedo de que se empecinara en que me quedara con ella, ya habíamos tenido esta charla antes con Román y lo que está sucediendo no es simple, él quería conservar la privacidad de su nieta; que ella elija qué decir y a quién.
Eventualmente Kay aceptó que me fuera y subí a la habitación, donde me esperaba Aimée.
—¿Querés una bolsa con hielos o un bifé congelado para tu mejilla? —me preguntó de manera burlona cuando entré.
—Así que lo viste.
—¿Te dolió? Porque el cachetazo hizo eco hasta acá.
—Sí, dolió bastante…, pero bueno ya pasó —contesté, acercándome a la cama y me eché de espaldas— Ahora que está aquí, ¿me vas a contar qué sucede? —insistí. Ella sabe lo que pasa, por lo menos una parte, la he escuchado hablar con su abuelo a lo lejos, además que el otro día vi a unas personas llegar en una camioneta a la madrugada y ella fue quien los guió al fondo de la propiedad, quien sabe qué traían ahí. Aimée sabe mucho de los negocios de su familia.
—Ya te dije la otra vez, esperá a que Lena te diga lo que quiera a su tiempo, te lo dijo el abuelo también.
—No dudo que lo haga, pero tú sabes, tal como yo, que no será neutral —Trataba de encontrar comodidad en mi rostro después del golpe, de verdad fue una dura cachetada, todavía la sentía resonar en mi cara— Por lo menos dime… ¿cómo es que desconocía que su abuelo vivía?, ¿por qué nunca lo conoció?
—Bueno, mirá, eso te lo puedo resumir —Aimée se levantó hasta la mini nevera de la habitación, sacó una cerveza y me la acercó. Todavía tenía una risita marcada de la escenita que su prima puso al llegar.
No quería ni ver lo roja que debía estar mi piel. Le agradecí colocando la lata en mi cachete.
Alivio, por fin, cuando el frío me tocó.
—Todo esto empezó a inicios de los años veinte, cuando mi bisabuelo Arthur emigró de Irlanda. Él y su familia eran muy pobres, vivían en un departamento diminuto en Reutov. Tenía diez años y para ayudar a sus papás con el gasto, entró de aprendiz de sastre.
—¿Me explicas cómo pasó de aprendiz de sastre a mansión con viñedo?
—Fácil, el negocio de la «seguridad privada» —respondió gestualizando con sus dedos, acompañada de una risa—, esperá que llegue a ese punto de la historia, ¿querés?
—¡Bien, bien!
—Bueno, mi bisabuelo era hijo único, ¿ves? No habían muchos chabones de su edad en su vecindario, por lo que hizo amistad con otro chico en el trabajo. Por años fueron como hermanos, ese niño era Nicolo Romina.
—¿Romina? ¡Claro!, el bisabuelo de Erika, me imagino.
—Precisamente —confirmó— Con los años aprendieron mucho más que coser y entallar trajes; a los veinte años se pusieron un negocio juntos, servicio de sastrería a domicilio y les iba muy bien, pero en esos tiempos, aunque la mafia apenas empezaba, ya existían varios abusadores que se aprovechaban de los pequeños negocios, más que nada de los migrantes que trataban de salir adelante.
—De ahí viene la seguridad privada, entiendo.
—Exacto, un día, uno de estos tipos quiso robarse toda la guita de una viejita que vendía fruta. Mi bisabuelo y Nicolo la defendieron, golpeando al hombre hasta que quedó tumbado y lo metieron en una van. Lo llevaron hasta las afueras de la ciudad y lo botaron en media calle. Era tarde y aunque no lo mataron, la hipotermia lo hizo.
—Hmm, eso les serviría de advertencia a los demás, algo así como: «no te metas conmigo, me protegen Arthur y Nicolo».
—Eso, se hicieron mala fama desde ese día, pero una fama que construyó lo que ambas familias son ahora.
—¿Te molesta? —le pregunté, yo no sé si podría decir con orgullo que mi familia está en el negocio de la violencia o el tráfico, no después del historial de mi tía, de mi hermano. Claro que él, ahora, pertenece a este mundo. Todo esto empieza a sentirse demasiado cercano.
—No me molesta, para nada. Tal vez lo hizo cuando era chica y por eso me fui a vivir para Argentina con papá. Me alejé de mamá y de la familia por un tiempo, pero crecés y entendés que las cosas no son tan simples, que a veces hay que ser leal a la familia por sobre todas las cosas.
—La familia y la lealtad, lo sé, me lo has repetido diez mil veces. Mejor cuéntame, ¿cómo fue que se enemistaron?
—Ah, ahí está lo complejo de todo esto. Mirá, Arthur y Nicolo se casaron con sus novias, ambos tuvieron dos críos. De los Bilan, mi abuelo, Alfie y el abuelo Román, y de los Romina, el abuelo de Erika y una hija, Marcelina.
—Espera, ¿ Román no es tu abuelo?
—Mmm, sí y no. Mi verdadero abuelo era Alfie, el hijo mayor, pero, al morir, Román fue quien se encargó de criar a mi mamá, así que él es mi abuelo de corazón.
—¿Y qué pasó con tu verdadero abuelo?
—Alfie cayó enamorado de Marcelina. El romance era bienvenido, ambos bisabuelos aprobaban la relación, pero Alfie no era un santo y tuvo una aventura con mi abuela que acababa de mudarse al barrio
—No me digas, la embarazó —Típica historia, típica, pero bueno, quién sabe que tipo de anticonceptivos se usaban entonces.
—Sí, y cuando se conoció la noticia, Marcelina se puso muy mal y entró en una grave depresión. Terminó suicidándose al lanzarse de un puente.
—¡No!
—Pues, sí. Ambas familias comenzaron a tener muchos problemas, dividieron el negocio porque Nicolo comenzó a beber mucho. Culpaba a mi abuelo y a Arthur por la muerte de su hija y juró vengarse.
—Así que mataron a tu abuelo y eso lo comenzó todo.
—Nicolo era un hombre paciente, esperó a que mamá naciera y cumpliera seis meses. Envió a su hijo mayor y un par de sus empleados y acribillaron a Alfie y mi abuela en medio de la carretera, dejando a mi mamá en los brazos de sus difuntos padres.
—¿Qué? ¿La dejaron viva ahí a propósito?
—Según algunas versiones de la misma boca de los Romina, se escuchó decir que no tuvieron el corazón de matar a mamá, era una bebé y no llegarían a tal crueldad. Yo creo que fue más cruel que la dejaran allí, pero por suerte una familia pasó y la retiraron dejándola en un hospital donde Roman la recogió y la llevó a su casa para criarla como su hija.
—¿Román no se vengó por lo que le hicieron a su hijo? —Yo lo habría hecho, no tengo duda de que me las cobraría de alguna manera.
—Mi abuelo es más paciente aun, quizá demasiado. En ese tiempo y después de varias semanas de luto, tuvieron una reunión donde acordaron mantenerse lejos, no se cruzarían en los negocios futuros, ni en los pasados. Cada uno manejaría una zona de la ciudad y ya, se dejarían en paz.
—Tregua… pero demasiado amarga. No sé qué abría hecho yo si mataran a mi familia a sangre fría. Ellos no tuvieron la culpa de que la tipa se mate.
—No, pero «así es el amor, no tiene razón», al menos eso dice el abuelo.
—¿Y entonces? ¿Qué pasó con La mamá de Kay y Román?
—Esa historia no me la conozco tan bien, pero de lo que sé es que Inessa vivía en Reutov hasta que tuvo veinticinco años. Conoció a Sergey, el papá de Lena y huyeron después de unos meses a Ekaterimburgo para casarse a escondidas.
—Vaya, así que eso de la aventura lo heredó de sus padres.
—Algo así —se rió—, Inessa sabía que a Román no le gustaría que se haya casando con un policía, más que nada con uno honesto. Para ese entonces el negocio que el abuelo había heredado de su padre ya había cambiado de la sastrería y la seguridad privada, a manejar varios casinos y lugares de apuestas ilícitas en la ciudad.
—Hmm, me pregunto ¿por qué no mataron a Sergey ahí mismo? —dije en voz alta, dándome cuenta inmediatamente que los acababa de llamar asesinos— Perdón, digo… era una… idea.
—Tranquila, entiendo que es lo primero que se te venga a la mente cuando escuchas mafia, pero no. Román no es tan sucio en este tipo de situaciones, no como lo son los Romina.
—¿Qué tienen que ver ellos con esto?
—Mirá, el hecho de que Sergey sea policía, era un peligro. Podía investigarlos, acusarlos, llevarlos frente a la ley, aunque muchos jueces y demás, estaban ya comprados. El punto es que no solo ponía nerviosa a nuestra familia, un policía es casi el enemigo mortal, ¿entendés?, un «no, no» rotundo y para proteger a Inessa, Román la «excomulgó» de la familia y la envió a Moscú, arreglando el traspaso de su nuevo esposo, con un buen puesto en la fuerza.
—Pero, si él la quería lejos, ¿por qué vino a Yaroslavl también?
—No la quería lejos, Román es un hombre muy de familia. Solo la quería fuera de Reutov, para poder protegerla y mientras menos supiera Sergey de su familia política, mejor.
—Por eso es que Kay creía que sus abuelos estaban muertos.
—Sí, por eso… Igual, sirvió de muy poco. Los Romina siguieron los pasos de la familia hasta acá, llegaron hace más o menos veinticinco años, alrededor de cuando Lena nació, un par de años después de la boda. Román se puso muy nervioso y mandó al resto de sus hijos a vivir a Irlanda, allá estarían seguros, allá nací yo.
—Pensé que eras argentina.
—No, bueno, mitad argentina. Mi papá es argentino puro, él viajó a estudiar a Irlanda y conoció a mamá, cuando tenía ocho años se divorciaron y él volvió a Sudamérica.
—Y tú viniste con él.
—No, me mudé a mis diecisiete, después de graduarme de la escuela, para estudiar letras y alejarme un poco de todo. En ese tiempo era paz y amor, y me avergonzaba un poco de las cosas que había escuchado al crecer, de saber que pertenecía a una familia de «mafiosos», algo que el resto de mi familia aborrece escuchar, para ellos no es una mafia, solo una familia poderosa. Yo acepto las cosas como son.
—Admito que cuando nos enteramos que un jefe de la mafia protegía a Kay, nunca me imaginé que fuera su familia —le confieso, jamás en mi vida lo habría pensado, jamás.
—Yo, cuando me enteré que Lena había decidido quedarse con su padre tras el divorcio, me alegré, sentí que ella y yo teníamos mucho más en común, que jugar juntas cuando teníamos diez años, las vacaciones que fue a visitarnos a Irlanda. Significaba que ella no quería tener nada que ver con la familia y en ese tiempo era algo de admirar. Yo no sabía que Lena ignoraba por completo la verdad.
—No creo que le haga muy feliz ahora que Román se lo cuente. Kay es muy variante, es muy extrovertida, muy entradora, caprichosa de conseguir lo que quiere, pero si algo sé es que tiene un compás moral muy alto —mencioné otra vez mordiéndome la lengua segundos después— ¡No que diga que ustedes no lo tienen…!
—Yulia, dejá de preocuparte por como decís las cosas. Entiendo tu punto de vista, creeme.
—Tengo miedo, ¿sabes? De que Kay vaya a enfadar a tu abuelo. Lena no tiene un barómetro para medir su imprudencia a veces. No cuando está enojada.
—Román le dejará muy en claro por qué están aquí, hay mucho que estoy segura que ella querrá saber.
Eso, lo mucho que no me han contado es lo que más me preocupa. ¿Quienes eran esos hombres en esa van esa mañana? ¿Tiene que ver esto con la desaparición de Ivanovich? Con qué exactamente.
Ya son más de dos horas y mi novia sigue hablando con su abuelo.
Aimée regresamos a ver a la puerta, acababan de golpear ligeramente y no esperábamos a nadie.
—¿Quién?
—Tengo una entrega para la señorita Yulia Volkova.
—¡¿Samir?!
—¡Hola, Yul!
Este sí que es un alivio, mi hermano volvió. Tal vez él me pueda contar algo más.
—¿Qué diablos te pasó en la cara y a quién debemos matar?
Genial, todo lo que no quería, envuelto en la nueva personalidad de mi hermano menor. Somos parte de la mafia.
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Su mirada es comprensiva, dulce; marca una media sonrisa inconsciente con sus labios y habla con ternura, con amor y consideración. Lástima que me importe muy poco el teatro que pone, es un mafioso.
Con sus ojos, escapando del contacto con los míos, y minutos de silencio, admitió que es un asesino. No tuvo que hablar para responder la pregunta que le acababa de hacer. ¿Cómo confiar en alguien así?
La imagen que tenía de mi familia materna se iba haciendo oscura. Me sentí increíblemente sucia, asqueada de todo, de sentarme en esa silla, de respirar ese aire, de provenir… de él y de su mujer.
Mi abuela, Nilzs Bilan, había muerto hace unos años, prometiendo en su lecho de muerte que de alguna forma vengaría el asesinato de su hijo y maldeciría a todos los Romina. Ella haría en el más allá, lo que mi abuelo Román, nunca hizo aquí.
Me contó esto como cuando un niño celebra una gran hazaña, era difícil no reconocer el placer en sus gestos, el orgullo; hasta cambió de postura, dándome a entender que, la pena que sintió antes —cuando me esquivó con la mirada—, era un acto digno de un Oscar.
Asco.
Eso es lo que sentí. Heredé tanto de él y eso me repugnaba.
Quizá lo que más me retuerce es la idea que, para desaparecer de la vida que creé, cambié mi nombre y ninguno es reconocido por ellos. Yo misma quise llamarme de otra manera. Detesto pensarlo, ver al destino burlarse de mí.
Román mandó a llamar a mi madre, otra persona que no quería ver. Llegó con Katya y el bebé. Aunque no las vi de inmediato, lo supe; los escuché a lo lejos al saludarlo en la entrada. Al volver a la sala donde hablábamos fui frontal y expresé lo que tanto quería de él.
—Necesito una única cosa de usted.
—Dime, Kay —respondió, sirviéndose un trago en el bar con la más absoluta tranquilidad.
—Sinceridad —Me levanté hasta la ventana, observé afuera por un instante calculado y volteé para encontrarme con su duda marcada en el rostro. Sostenía el vaso en una mano, la otra la guardó en el bolsillo de su elegante pantalón y se tomó un tiempo para hablar.
—No soy un hombre que miente, mucho menos a su familia. La lealtad…
—¿Mandó a matar a mi padre? —Lo interrumpí, sus discursos me importaban poco, quería conocer la verdad y punto. Decirle adiós, tomar a Yulia y salir de ahí.
—No —respondió con un palpable enojo— No sería capaz de hacerle daño a mi hija sin un motivo.
—Papá se la llevó lejos, era un policía, era honesto…
—¿Implicas que yo no lo soy?
—Usted sabe que yo conozco a sus otras hijas, ¿verdad? A sus nietos y nietas —Román asintió esperando la explicación a mi lógica— Cuando era chica fui a visitarlos a Irlanda y los escuché decir cuánto lo odiaban. Aborrecían la idea de que él fuera parte de su familia.
—Eso es verdad, pero no significa que tomáramos cartas en el asunto —aclaró con un fuerte tono, reprochándome que haya considerado esa idea— Tu papá hacia feliz a Inessa y me dolió en el alma pedirle que lo abandonara, que se divorciaran.
Su confesión me causó más confusión. El divorcio sucedió a mis dieciséis años, casi diecisiete y fue a causa del amorío de mamá. Lo que me contaba no tenía sentido.
—¿Qué tuvo usted que ver en el divorcio? Ella fue la que engañó a papá… No me va a decir ahora que usted intentaba protegerlo.
—Así fue —la escuché de repente. No tengo idea de cuánto tiempo estuvo ahí parada, escuchándonos— Sergey comenzó a investigar al negocio familiar, sin saberlo, estaba muy cerca…
—¡¿Muy cerca de «esto»?! —pregunté señalando el lugar con mis manos. Más asco sentí ese segundo, ¿de qué familia y lealtad habla este hombre?, si lo único que intenta proteger es su preciado y maldito dinero.
Él respiró muy profundo y se limitó a mirar a mamá, esperando que ella tome las riendas de la situación y siguió dándole un sorbo a su bebida.
—No es tan simple, amor.
—¿Quién mató a papá?
—Nadie, ninguno de nosotros. Él murió ejerciendo su trabajo con una bala perdida, eso lo sabes.
No, no lo sabía, ¿cómo creerle?
—Cuando tu papá estaba en el caso, mi yerno, el esposo de tu tía Sloane, se acercó a mí y me comentó del «problema». Él… pensaba que lo mejor sería matarlo y hasta sugirió que… nos deshiciéramos de tu mamá, de ustedes —explicó Román, entrometiéndose en la charla que tenía con mi madre.
—¿El esposo de Sloane? Pensé que la mujer me quería.
—Lo hacía, todavía lo hace —confirma mi madre— es por eso que te elegí a ti y no a Katya para mentir sobre el romance con Kristian. Yo te engañé, quería que me detestaras —decía con las lágrimas al borde de sus ojos—, que me despreciaras, que te quedaras con él.
—No entiendo nada, nada…
—Kay, como comprenderás, el esposo de mi hija Sloane trabajaba para mí. Dentro de la organización se encargaba de resolver los conflictos con terceros, de… limpiar asperezas, de…
—Matar —Completé, el suspiro frustrado nuevamente, perdía su paciencia, pero esa era la verdad, esa era la realidad de esta familia.
—Le ordené que no se acercara, que Inessa y ustedes no tenían nada que ver y que las alejaría de él inmediatamente —dijo mi abuelo acercándose sigilosamente a mamá— Le pedí entonces que se divorciara y se fuera lejos, que corrían peligro.
—Yo fingí el amorío, poniéndote en medio, para que Sergey no dudara y que la separación fuera definitiva.
—¿Por qué necesitabas que yo te odiara? ¡¿Por qué?! ¿No crees que yo te necesitaba, que quería a mi madre en mi vida?
—Lo hice porque Sloane no dejaría que le toquen un pelo a tu padre si tu estabas cerca y no tenías a nadie más que a él, ¿entiendes?
Tras esa explicación todo calzó, la furia que mi hermana siempre tuvo conmigo, su indignación cuando le hablaba del inexistente romance, de lo mucho que odiaba a mamá. Cuando en realidad ella lo hizo para proteger a papá, para cuidar de Katya, de ella misma de… nuestra familia.
—Mark era un hombre de cuidado. Imprudente, rencoroso, eso fue lo que lo mató finalmente hace tres años. Tras la muerte de mi esposa Nilza, él hizo una promesa. Vengaría la muerte de mi hijo en su nombre y… los Romina lo apresaron, torturándolo por días, hasta que lo fusilaron. Lo encontramos en la parte trasera de uno de nuestros casinos en Ekaterimburgo. Fue un golpe muy duro para Sloane —admitió con trsiteza, no por el tipo, sino por su hija— Lamentablemente, para cuando esto sucedió, tu papá ya se había… ido… ya no había nada que hacer.
Su arrepentimiento parecía sincero. Mamá le acarició el rostro y le sonrió; él la abrazó aceptando su consuelo. Recordé a mi propio padre con ese gesto. Él nunca supo de nada de la familia, del negocio de mi abuelo. Él creía como yo que ellos estaban muertos.
Mamá siempre lo amo, lo amó tanto que renunció a mí para protegerlo. Fue un golpe entender todo esto, la parte de mi historia que ignoraba. Pero… ¿qué más desconozco?
Esta no es la razón por la que estoy aquí ahora y siento que aun hay mucho por saber.
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
Hola chicas, feliz sábado para todas. A ver, no quedan muchos capítulos pero tampoco falta poco... Lo sé, es confuso, pero hoy estaré compartiendo con uds los correspondientes o si quieren maratón, me avisan.
Capítulo 186: Part Three
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Había sido demasiada información por el momento. Necesitaba un respiro, pasar un rato con Yulia, olvidarme si era posible de dónde estaba, de lo que sucedía.
Pedí un vaso de agua y después de beberlo me excusé. Ellos acordaron conmigo en que sería lo mejor, nos veríamos para la hora del almuerzo y continuaríamos con la charla. Me designaron un gorila que se encargara de guiarme por la casa hasta llegar a la habitación.
—Creo que puedo desde aquí, gracias —le dije, pero él ni se inmutó. Perro guardián, dije.
Golpeé la puerta, mas al oír risas —conocidas y extrañas—, entré sin recibir permiso.
—¡Hey! —me dijo Yulia, levantándose de su comprometedora posición en la cama.
No la miré, mi vista estaba fija en la chica que la acompañaba. Ya nada me parecía extraño. Aimée, «la argentina», seguro enviada allá para espiarnos, genial.
—No sé como presentarte a alguien que ya conoces… Ella es…
—Tu amiga «argentina» —Cité con mi dedos— Y no, nunca la conocí, por si no lo recuerdas.
—En realidad soy tu prima y sí, me conoces. Fuiste a mi casa en Irlanda cuando teníamos diez años —mencionó y me quedé viéndola con detenimiento. Era casi irreconocible con su cabello color almendra, si es que eso es un color, y sus reflejos blancos y violetas, pero lo hice. Era una de esas niñas que jugaba conmigo, mi compañera de alcoba es más, la hija de Brianna.
—Pensé que tu nombre era Amy no Aimée, pero entiendo de donde nació el diminutivo.
—Así que me recuerdas.
Lo hacía y, reprochándome, lo hacía con cariño. Ella es una de las personas que más extrañé al regresar a Rusia y con la que no conservé enojo. Ella escuchó lo que hablaron mis tías sobre mi papá ese día, ambas nos escondíamos bajo una mesa con mantel; no nos vieron. Esa noche, me pidió disculpas por lo dicho, justificó a su madre y a Sloane. Mantuvimos correspondencia por algunos meses más, pero —más temprano que tarde— eso se acabó.
—¿A tanto llega el interés de Román en «protegerme» que te mandó a Argentina para espiarnos?
—No, no fue así. Yo vi a Yulia en la cafetería y sabía quien era y que además era tu novia, me acerqué y nos hicimos amigas. El abuelo no supo hasta después que yo estaba tan cerca —me dijo con esa sonrisa que tanto me acercó a ella de niña, sincera, cordial— Los encargados de su seguridad estaban mucho más cerca de lo que crees, pero se dedicaron a cuidarte a ti… yo me tomé la libertad de pegarme de Yulia.
—Genial, entonces sí mandó a gente al viaje.
—Él no correría riesgos, no contigo —De reojo vi las latas de cerveza vacías sobre la cama. Moría del calor y de la sed, algo que ella notó de inmediato alcanzándome una helada de la mini nevera— Mejor será que las deje descansar a solas, pronto será el almuerzo —se acercó a darme un abrazo— Te he extrañado —me dijo cálidamente y se separó, haciéndose a un lado para salir de la habitación.
La seguí con la mirada hasta que cerró la puerta y giré para ver a mi novia. La cachetada que le di al llegar había dejado una apreciable huella roja en su mejilla. Lo lamenté, mi ira se desbordó y ni me di cuenta de cuanto daño le había hecho. No es que estuviese aquí por su propia voluntad.
—Siento tanto… —acaricié mi propio cachete como reflejo del suyo y caminé unos pasos hasta alcanzarla—… esto, fui una idiota, amor.
—Ya está, pasó —me respondió con una media sonrisa que le dolió darme— Sé que esto no es lo que querías, Kay…
—Lena…, por favor —la corregí sacudiendo la cabeza, negando lo que yo misma decía. Luché tanto por mi cambio, porque ella usara mi elegido apodo y ahora, le pedía que vuelva a lo de antes.
—No es lo que esperabas. A mi también me sorprendió, pero esta gente te adora, te aman, no…
—¿No, qué? —exhalé cansada, rindiéndome sobre la cama con mi espalda plana sobre el colchón y mis pies aun tocando el piso— ¿No quieren hacerme daño? ¿No nos matarán cuando esto termine? ¿No, qué?
—No es buena idea que los antagonices —paró acostándose a mi lado y recuperando su discurso cuando yo estaba por hablar—… sé que lo haces, no lo niegues.
—Han estado mezclados en mi vida, de una forma u otra, desde que era una mocosa y ahora resulta que estamos aquí, sin poder volver a casa, no podemos ni dejarles saber a Anna y Vlad que Fyodor es peligroso, que se cuiden de él…
—Él no representa un peligro para ellos, ya no.
—¿Cómo que no?, nadie sabe donde está…
—Yo lo sé… bueno, no exactamente, pero… Samir vino hace unas horas, te mandó saludos por cierto.
—Gracias —respondí indiferente.
—Le pregunté, casi en las mismas palabras, lo que acabas de decir y él me aseguró que Fyodor está en «custodia» que pronto, lo veremos, tú en realidad.
—Así que tu hermano trabaja para mi abuelo.
—Mhmm, desde hace tiempo en realidad. La excusa de que la mafia lo seguía hace unos meses, cuando regresamos de Ekaterimburgo, era una trampa para poner nervioso a Fyodor y a Erika, para provocarlos. Así lograron desestabilizar sus alianzas, si no lo hacían, ellos se habrían acercado demasiado a ti.
—¡Pero quemaron mi casa, casi Anna y yo adentro!
—Si Samir y tu abuelo no montaban ese plan, con ayuda de varios agentes infiltrados que trabajan en la KGB, nos habrían convertido en chuletas asadas la noche anterior, a las tres.
—¡Dios! ¿En qué diablos estamos metidas?
—Samir dijo que con tanto alboroto, mi regreso, la comunicación con tu abogado y la posibilidad de que llamaran a la policía, fue lo que los asustó y decidieron esperar. El incendio fue su primera advertencia y no tanto para ti, sino para tu abuelo. Te habían encontrado y estaban cerca.
—¿Te dijo Samir por qué Fyodor está actuando de esta manera, por qué quiere matarme?
—No, él dijo que eso es algo que debes hablar con tu abuelo, Román te dará los detalles y luego, se marchó a Moscú, asegurándome que cuidaría de Vlad y Anna.
No dejo de mirarla y ese contraste tan grande del rojo y el blanco de su piel. Soy una bruta, salvaje, una verídica Bilan. Debí estar poseída para golpearla así.
—Lo siento tanto, amor —volví a disculparme y me abracé de su cuerpo. Ella levantó su brazo para que me acomodara en su pecho y me envolvió con él.
—Ya pasó, no importa. Duerme un poco, que parece que esto no se va a terminar pronto. Déjate llevar.
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
Uff, creo que este es y será el capítulo más largo del fics.
Disfrútenlo!
Y gracias a Fati20, tendrán maratón de HIDING
Capítulo 187: Last Part
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Yo no soy un hombre que perdona fácilmente, por esa misma razón he cometido muchos errores. Quizá debí aprender que la violencia no resuelve nada, que únicamente trae, más violencia.
Cuando descubrí que mi hija Inessa se había casado con Sergey, me sentí traicionado —un policía es el enemigo número uno de un mafioso, cuando no está en su rol de pagos—, dos cosas pasaron por mi mente entonces. La primera, si me negaba a su unión, podría perderla por siempre, haciendo más grande el resentimiento que el resto de mi familia sentía con la misma noticia; y la segunda, en dónde terminaría todo esto si la familia no cambiaba.
Llevaba ya veintiséis años cuidando a mi sobrina como mi propia hija y en ese tiempo no me preocupé de demostrarle que no ganaría nada al vengarse de la muerte de sus padres. Mi otra hija, Sloane, era igual. Llevaba la furia y el odio en las venas, siempre quiso demostrarle a los Romina que nosotros, los Bilan, cantaríamos gloria al final.
Inessa por el contrario, siempre fue una mujer pacífica, libre, inteligente y detestaba las charlas sobre el negocio familiar. Un día, cuando cumplió quince años, me pidió que le cumpla un deseo y yo le dije:
—Claro, princesa, lo que tú quieras.
—Prométeme que dejarás todo esto a un lado, que serás un buen hombre.
Fue la primera vez que sentí mi corazón partirse por una de mis hijas. Se lo prometí, un día lo haría.
Esa era mi hija, valiente, orgullosa de sus valores; ella merecía más de mí.
Decidí entonces que la protegería en Yaroslavl con su decisión; a mis otras dos también y, junto con mi esposa, las envié a Irlanda. Por lo menos hasta librarnos de los Romina.
Sergey llegó a agradarme, mientras más conocía de él —a la distancia—, más me complacía la idea de que mi hija estaba lejos del legado que mi padre creó. El chico era un hombre recto, llevaba en su frente siempre el ideal de la justicia, así educó a mis nietas, aunque entre ellas, también está la «buena» y la «mala».
Katya es más como las dos hijas que envié a Irlanda, Brianna y Sloane. Lena es más como Inessa. Doy el crédito a ese hombre y a mi hija en su caso; en el de su primera hija, le quito todo el valor a las visitas que tuvo durante esos años de adolescencia porque, claramente, la marcaron. Sus tías la llenaron de esas ideas absurdas.
Todavía las recuerdo cuando eran bebés. En varias ocasiones, su mamá se comunicaba conmigo en secreto y concertábamos una cita en un parque. Ellas nunca supieron que yo era su abuelo, ni siquiera caminaban cuando nos veíamos.
A Lena le encantaba el helado de chocolate, golosa como yo, risueña y juguetona. Se embarraba toda la carita y yo la amaba con cada carcajada, con cada uno de sus besos dulces. Ambas eran hermosas, pero mi Lena aun más. Y, aunque ahora se haga llamar Karen, siempre me gustó más su antiguo nombre de pila.
Cuando crecieron, las visitas se terminaron. Ellas comenzarían a recordarme y eso no era bueno.
Me dediqué a verlas de lejos, a ir a sus partidos de fútbol o a las presentaciones de ciencias de la escuela; luego a los conciertos de la secundaria. Finalmente, fui a un par de eventos en los que Lena cantaba. Mi nieta si que tiene talento y gracia, mi bebé. Nunca me perdí de una de sus películas. En muchas tuve que abandonar la sala el momento en que una escena amorosa sucedía. No podía ver a mi nieta de esa forma, me excusaba al corredor por unos minutos y volvía para concluirla.
Lamento que Katya no tuviera el mismo talento, su vida hubiese sido mejor de esa forma. Fue triste ver en lo que se convirtió, una mujer sin compasión, interesada al máximo, chantajista, ahora con un bebé que tiene mi nombre, Román Jr.
Ellas no lo saben, pero he pecado, rompí mi promesa y hasta… he matado por ambas.
El primero fue un chico que Lena veía, su novio, un rockerito llamado Nikolai Shipenko. Abusador de primera, la golpeó de tal forma que su «incidente» se dio a conocer en las noticias después de su arresto. Yo estaba enfurecido, mi bebé había sido su saco de boxeo, no estaba dispuesto a verla convertirse en una estadística. Mandé a buscarlo, a traerlo hasta el rancho. Lo encerré en uno de los sótanos y lo escarmenté un poco a golpes, quería que sintiera cada roce que le dio a Lena.
Horas después comenzó a gritar sus advertencias. Chorreaba sangre por su rostro, pero no le importó. Decía que si no lo dejaba ir, buscaría a mi nieta y le daría su merecido por andar —como el dijo—: «de zorra con su amigo». Lo miré por una última vez y ordené que le pegaran un tiro. Ni siquiera lo pensé, su vida no me importaba ni un poco.
Di un paso fuera del sótano y escuché el disparo. Seguí caminando tranquilo y subí al mirador. Era un día bastante calmado, soleado, seco. Vi como metían su cuerpo en una camioneta y fueron a enterrarlo en el desierto. Yo di media vuelta y fui a disfrutar del clima en mi jardín, junto a la piscina, Lena estaría mejor sin él.
Con Katya fue distinto, sucedió apenas hace unos meses, no es ni un año de ese día.
Tenía un buen novio, amigo de mi Lena; talentoso músico y productor. Es desconsolador que ella haya pensado que saldría más aventajada de frecuentarse con ese chico, Lazarev. Estoy seguro de que el embarazo fue provocado, pero Katya, ella no piensa en las consecuencias. Cuando se lo mencionó —esperando seguramente una boda—, el cobarde la dejó. No quería saber nada del bebé.
No pasaron ni cuatro semanas, tal vez ni tres y recibí una noticia increíble; literalmente, no la podía creer. El idiota de Lazarev había ido a buscar un matón en el bar donde trabajan muchos de mis chicos de forma independiente. Todos ellos son leales, conocen el costo de la traición, por lo que el minuto que recibieron el pedido para matar a Katya, me lo hicieron saber.
Sergey era un chico muy ignorante, para decir poco. Quería pagar la «exorbitante» cantidad de cien mil ochocientos treinta y un euros, para que desapareciera el pequeño problema.
¡Iluso!
Por supuesto debía enseñarle una lección.
Yo conocía personalmente a uno de los chicos que trabaja en la organización en el departamento eléctrico, Illya Van Cleef, experto en dispositivos digitales, micrófonos, cámaras, controles remoto. Comenzó a trabajar con nosotros porque necesitaba ayuda encontrando a su madre. Investigo mucho, hackeó una de nuestras computadoras, encontró mi nombre y vino a pedirme ayuda. Me prometió asegurar todas mis máquinas y el sistema de seguridad, además de ofrecerme su lealtad, que es algo que de verdad aprecio. Ahora trabaja a tiempo completo conmigo, vive bastante cómodo y su mamá está bien cuidada en un asilo. Es un buen chico, me agrada.
Le encargué que adecue el auto de Lazarev comentándole el incidente, al parecer el siempre tuvo un gusto por mi nieta Katya. Un control remoto bastaría para provocarle un accidente a alta velocidad. Illya me contó que eran compañeros en la secundaria, que le gustaban las carreras de autos. Parecía el plan perfecto, morir a manos de algo que amas. Era dulce pensar que no podría hacer nada, una vez que subiera al vehículo e ingresara a la autopista, sufriría una horrible y agonizante muerte.
Illya instaló también un sensor de peso para asegurarnos de que Sergey estuviera solo. Jamás nos imaginamos que esa chica, Eva, se robaría su auto y saldría como loca por la autopista, no había una cámara que pudiera confirmar quién manejaba.
Lazarev murió bajo sus propias manos, el dinero que pagó ahora lo tiene la mamá de su hijo.
Pero lo que me hizo recobrar mi perspectiva fue el desastre que esa venganza fue, de principio a fin. Puse en peligro a una chica inocente que tardó muchísimo en recuperarse. Me sentí imprudente, irresponsable y recordé que lo estaba haciendo todo mal. Me ocupé de ayudarla con el traslado a San Petersburgo, lamentablemente el hospital ya había sido pagado por Yulia, pero lo demás, lo pagué yo a nombre de mi nieta, Lena. Ella siempre ha sido muy considerada y amable, además tenía el dinero, nadie la cuestionaría, al menos eso esperaba y hasta el momento ha sido así.
Illya sintió mucha culpa y quiso reponer lo que él consideraba como su error. No entendía que nada de lo que había hecho era su responsabilidad, que yo fui el que lo llevó a esto. Él insistió, se reprochaba todos los días el accidente. Por lo que, meses después, le encargué la seguridad de mi nieta y su novia. El debería seguirlas a ellas y a su otro compañero, Fyodor; asegurarse que no corrían peligro con él.
La mayoría del tiempo me pregunto si el karma existe, no solo eso, también pienso si los pecados que he cometido en mi vida, la promesa que le rompí a mi hija, es la que ahora las persigue.
Siempre fui cuidadoso rodeando a mi nieta con gente en la que confiaba.
Primero, Grigori Pavlov, su abogado. Un profesional muy bien contactado y que ha estado cerca de mi familia desde que era un niño. Ha trabajado con nosotros desde que se graduó de la univerdidad. Siempre la protegería, le recomendaría lo mejor, cuidaría de sus intereses.
Después vino, Varvara Lianeva, ella es un numerito, eso no se discute; una poderosa mujer, muy ambiciosa. A veces pierde su perspectiva, pero sabe cómo y cuándo rectificar.
Philip Voltaire fue quien nos presentó, él es ahora el nuevo agente de Lena. Es un buen amigo, amable; ha tenido experiencias muy desagradables en el amor. Se casó con una mujer sin escrúpulos, Lauren Hoffman, amiga personal de la familia Romina. Yo fui quien le ayudó en su divorcio, él siempre se ha estado agradecido conmigo por eso.
Pero… lo pienso y lo pienso.
Hace cinco años recibí una llamada, era de Grigori. Lena necesitaba ayuda con uno de sus amigos. Había sido atrapado haciendo trampa en uno de los clubes clandestinos de los Romina, junto con Samir.
Fyodor Nabokov, endeudado hasta los dientes, torturado en uno de las carnicerías de la ciudad. Típico escarmiento de esa gentuza. Le había pedido ayuda a mi nieta, desesperado y ella, junto con Grigori —quien coincidentemente había sido compañero de la universidad de Sergey Katin—, estaban tratando de sacarlo del aprieto.
Lo que ella no sabe es que, esa noche, yo mismo fui a hablar con Nicolo Romina Segundo. Arrogante, vil, oscuro como él mismo, mucho más que su padre. Me ofreció de todo para poder matarlo. Yo tuve que rogarle que no lo hiciera y que además liberara al otro chico. El dinero que Le a logró reunir, no fue ni la vigésima parte de lo que tuve que pagar por ambos, pero los saqué de ese apuro.
Le pedí a Grigori que hiciera un contrato con este chico, él era el que me importaba de los dos, Fyodor podía involucrar en problemas graves a mi nieta en el futuro. El papel decía claramente que tenía terminantemente prohibido volver a pisar un casino, que no apostaría nunca más y si rompía el trato, «la mafia» se encargaría de esconder sus restos en la arena; si era un buen día, sus partes terminarían juntas, de lo contrario…
Él lo firmó y yo lo vigilé unos meses, luego, lo dejé pasar, tenía cosas más importantes que hacer que vigilar a un nerd. Debí haberlo cortado en mil pedazos. Enviar sus ojos a sus padres, dejar que lo coman las aves de rapiña en el desierto…
… Debí matarlo.
Hace más de un año, recibí otra llamada. Era Varvara, me informó que algo había pasado en un fiesta y se disculpó con mucho arrepentimiento. Se culpaba por haber dejado a mi nieta sola, sin embargo, yo no la responsabilicé. También la engañaron y Lena ya no era «un bebé». Nadie vio esto venir.
Las señales eran bastante obvias, alguien la había… violado.
Usaron una droga que no es muy común. Un estupefaciente que distribuyen, nada más y nada menos que los Romina. Lo supimos cuando Varvara la obligó —después del hecho— a hacerse pruebas de sangre para asegurarse que no tenía ninguna enfermedad venérea después del incidente. El rastro de la droga comenzaba a desaparecer de su sistema, pero los especialistas concordaron en que el hallazgo era positivo y fue cuando la investigación inició.
Debí saber que el culpable querría un poco de gloria, reconocimiento y una noche, completamente borracho, Fyodor se juntó con Samir.
Le contó que había hecho un trato con los Romina para romper el acuerdo que tenía conmigo. Su comisión había sido matar a mi nieta. Si lo lograba, tendría la protección de esa familia, lo contratarían para que presente su show con su estúpido espectáculo de comedia en un casino en Ekaterimburgo, podría jugar poker, vivir como le diera la gana. Él aceptó.
La confesión no paró allí. Con mucha paciencia le contó que tenía a un buen contacto dentro de esa familia, le había facilitado las drogas y el acceso a la fiesta de un rapero conocido para ejecutar su plan.
Durante la noche Lena bebió, su copa era especial. Cuando estuvo inconsciente, la metieron en un cuarto y la violaron, no solo él, su complice también y había algo más… ¡Grabaron un video de todas las porquerías que le hicieron a mi bebé!
Cuando terminaron con ella, debían matarla. Un revolver con silenciador y ¡pum!, todo terminaría. No contaban con que uno de ellos estaba tan drogado que, jactándose de lo que acababan de hacer, envió el video a su hermano, arruinando su plan. Ahora existía evidencia y la policía o los Bilan llegarían a ellos con facilidad.
Se marcharon, la dejaron allí, entre las sábanas sucias en esa habitación, como si fuese un juguete usado… ¡Malditos!
Samir escuchó todo esto completamente asqueado, disgustado, quería matarlo el mismo. Esta era la chica que le gustaba a su hermana, una persona que había conocido desde que era chico, quería venganza. Pero fingió, porque sabía quién fue el que le salvó la vida hace varios años, yo. Samir entendía que esto era algo que yo querría y que merecía saber.
Vino a mi casa inmediatamente y se ofreció a seguir investigando, convertirse en un infiltrado, hacerse amigo de Fyodor nuevamente, trataría de descubrir quienes eran los otros involucrados; y, cuando tuviera toda la información, yo mismo pondría una bala en sus sienes.
Samir es un gran chico, ha cumplido desde entonces con todo lo que ofreció. Ya no se droga, sabe que si se mantiene limpio tiene un futuro conmigo.
Ha pasado más de un año y Fyodor y sus secuaces se ocultaron muy bien. Ahora sabemos que él hizo esto con Dmitri Kozlovski, amigo suyo en las drogas, chico que le presentó a la siempre «buena para nada» de Erika Romina.
Erika y Fyodor se hicieron pareja e idearon el plan completo. Fue ella misma quien le dio la mejor mercancía, aquella que es exclusiva de su familia —es obvio que no tiene una mente muy brillante sobre sus hombros—, puso también el dinero para contratar a los meseros que estarían en esa fiesta para que intoxiquen a Lena y de la misma manera los sobornó para que Dmitri pueda entrar en la casa sin problemas, en ese tiempo él tenía una orden de alejamiento de su hermano, que estaba presente en dicho evento… y, como si no fuera suficiente, fue ella quien sostuvo la cámara mientras los otros dos…
Ahora lo sabemos todo.
Erika y los Romina están detrás de esto, Fyodor y Dmitri la violaron y, los tres, aun quieren matarla. Dan, amigo de mi nieta, no es en verdad su amigo. Tuvo el video en su posesión durante todo este tiempo y nunca dijo nada.
Los cuatro yacen en este mismo instante en los calabozos del rancho. Uno a uno los traje aquí y, si no fuera por que mis nietas, mi hija, mi bisnieto y Yulia están aquí… ya todos estarían camino al desierto.
—Papá, es hora de almorzar, ¿vienes? —me pregunta mi hija, asomando la cabeza.
—Gracias, Inessa. Ya voy.
Soy un hombre que odia romper su palabra, pero que lo ha hecho en varias ocasiones. No sé si puedo decir que me arrepienta, la verdad es que, sí, la familia debe cambiar, esto debe terminarse, pero asimismo… la familia y la lealtad, siempre serán lo más importante. Al menos para mi.
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Capítulo 188: Gremlin
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El bebé de Sergey es hermoso. Moreno como su padre, su cabello delgado y castaño, sus ojos café claros profundos y esa sonrisa, como la que me daba él cuando estábamos juntos, cuando era aun un buen tipo.
Recordé los tiempos en que ambos hablábamos del futuro y planeábamos tener una familia. Que ingenuos éramos, apenas con diecisiete años y ya visionábamos nuestra vida completa; éramos tan inocentes, tan jóvenes. Nada nos advirtió que terminaríamos odiándonos, que cambiaríamos tanto, que él tendría un hijo con la detestable de Katya y que sería tan lindo como siempre lo soñamos.
El monstruo me vio a lo lejos. Estaba descansando en el hombro de su madre. Es muy pequeño, pero juro que me vio, se concentró en mí con sus enormes pestañas abriéndose y cerrándose sobre sus ojos.
Le saludé con un corto movimiento de mi mano; me ignoró. No debe tener la edad para responder o quizá entenderme. ¿A esa edad entienden cosas? ¿Quién sabe?, pero me vio.
Katya ha cambiado mucho, está casi irreconocible. Tiene una actitud de madre abnegada, cariñosa hasta amable, no es ella. Ya sé, ¡la cambiaron en la maternidad!, porque además es casi un figurín, como si nunca hubiese estado embarazada. Aunque, para ser justos, dicen que los gremlins siempre se devoran a sus madres durante los primeros meses de vida.
—¿Quieres sostenerlo? —me preguntó ella, inmediatamente poniéndolo en mis brazos.
—Espera… no… yo no…
Quise devolverlo, pero se agarró fuerte de mí. Sus dedos diminutos me dieron tanta ternura y luego, para colmo, dio un bostezo que me conquistó.
¿Por qué tienen que ser tan lindos y oler tan rico?
Maldita naturaleza y su forma de obligarnos a cuidar de los pitufos. Es un bebe adorable.
Fue extraño tenerlo en mi pecho. Lo más cerca que he estado a tener sobre mí a un hijo de un amigo es cuando Chesca viene y se acomoda a mi lado al despertar o llega a lamerme la cara para que la lleve afuera.
Román Jr… él entra en otro nivel. Es como ver a un Sergey miniatura y, si estuviese vivo, no podría negar su paternidad; es su copia Xerox.
Me pregunto ¿cómo habrían lucido nuestros bebes? Sus genes son fuertes, pero los míos no se quedan atrás.
No creo que habrían heredado mi tez tan blanca. ¿Mis ojos?, quizá. Mi genio… eso, eso se llevarían o, bueno, si salían a él cuando estábamos en la secundaria, no me habría quejado.
—Mi nieto es hermoso, ¿no te parece? —escuché a Román acercarse a mis espaldas y giré mi cuerpo con cuidado. Sentía como si tuviera una docena de huevos en las manos y se me caerían si no tenía cuidado— Ven aquí mi amor, con tu abuelo que te ama.
Lo tomó en brazos y lo levantó haciendo bromas. No me di cuenta de la cara que yo tenía, hasta que Román se alejó para colocarlo en el coche de bebé y, detrás de él, descubrí a Kay, viéndonos con un gesto indescifrable y una postura enojada. Estaba cruzada de brazos, firme; observaba la escena y pensaba sin decir nada.
Finalmente se decidió en estar molesta, marcó las líneas de sus cejas y estiró unos milímetros los labios antes de contraerlos por completo y quitó su mirada sobre mí para evitarme.
—Vengan, la comida esta lista —nos llamó Aimée al comedor que ella misma se encargó de decorar.
Kay me regresó la vista por dos segundos —contados— y bufó, siguiendo a su prima. Ya dije, decidió enojarse. Quién sabe por qué diablos conmigo, pero… se enojó.
Este almuerzo será interesante para decir poco… solo espero que no termine como en las películas de la mafia, a balazos, con muertos por aquí y por allá…
Creo que me sentaré en una esquina para poder salir corriendo si eso sucede. Sí, mejor me apresuro a ganar un lugar.
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Incómodo.
Así se resume el almuerzo en este momento, desde que nos sentamos a la mesa, de hecho.
Mi plan de ubicarme en la esquina y huir si empezaba la balacera, no resultó. Terminé en medio de Aimée y Lena. Román a la cabecera y, del otro lado, Inessa, Katya y el bebé. Kay decidió sentarse en el extremo más lejano de su abuelo, lo que claramente causó más tensión entre ellos.
Ella parecía de hielo, escapó de inmiscuirse en la conversación, en los elogios a la cocinera —que había hecho uno de los platos favoritos de su abuela— y hasta de cruzar miradas conmigo.
Estaba sumamente molesta.
Aguantó varios comentarios sobre el clima, la platica casual, esa la dejó pasar. Alzó sus cejas respondiendo con indiferencia a preguntas sobre su trabajo y el viaje a Argentina.
No duró mucho tiempo; el instante que Katya dijo que se mudaría a la mansión durante el verano para que su hijo disfrutará de la compañía de su abuelo, ahí se terminó su silencio.
—Bien, Katy. No me esperaba menos de ti.
—¿Qué te pasa, Lena? —Le preguntó y es la primera vez que no protesta a su nombre— ¿Cuál es el problema? A Román Jr. le caerá bien el aire fresco…
—Y el olor a dinero…
—Veo que sigues siendo una tonta.
—¿Quién es la tonta, eh, Katya? Quieres que tu bebé crezca alrededor de todo… esto.
—Lena… —le reclama su mamá observándola a ella y a Román, yo hago lo mismo por reflejo. El hombre tiene una cara resignada, Kay una de absoluto desagrado.
—No pueden ser tan inocentes, lo único que harás, hermana, es darle a esta familia un nuevo heredero de su sucio negocio —declaró como un hecho— Lo criarán como un matón —lo dijo. Oh, Dios, la cara de Román— ¿Es eso lo que quieres para él?
—¡Nuestro abuelo no es un matón!
—¡Lo es! ¿Quién crees que arregló o mejor dicho desarregló el auto de Sergey para que tuviera un accidente? —Lanza al aire una acusación. ¿Román le dijo eso? Hasta Aimée parece sorprendida con lo que su prima acaba de decir— ¡Tu hijo no tiene padre por él!
—Lena, papá no lo haría, él me prometió…
—Mamá… —Trata de inmiscuirse Katya, pero Karen las interrumpe a ambas.
—¿Son ciegas? Es evidente, ¿y sabes cómo lo supe? Porque para él, «la familia y la lealtad» lo son todo, ¿no? —le pregunta indirectamente, casi haciendo burla. Esto no le cae bien a ninguno de los que están presentes— El haría cualquier cosa para proteger a su familia y Sergey… —Se detiene de repente, no sabe si es correcto lo que está apunto de decir o si es una mala idea o qué, pero se detiene.
—Sergey quería matarme a mi y a Román Jr , Lena. ¿Preferías que eso fuera así? —le pregunta Katya, más calmada, sin acusaciones, ella lo sabía, así que es verdad. Román mandó a matar a Sergey, fue él… confirmado… No sé que pensar.
—No… no hubiera querido que Sergey se saliera con la suya en esto, pero… matarlo me parece extremo.
Inessa mira a su padre con sorpresa y en un momento con reproche; poco después lo toma de la mano y le sonríe agradeciéndole sin decir nada. Entre su hija y una promesa, es obvio que es más importante. Katya mira a su hijo, al bebé del hombre que mandó a matarla; está dormido en su silla, inocente, no tiene idea del papá que tuvo, de lo que estuvo a punto de hacerle. Kay baja la mirada y deja los cubiertos en el plato, perdió el apetito, conozco esa expresión. Quiere ir directo a esconderse bajo sus sábanas o, si pudiera, a azotar la puerta mientras sale y desaparece por el mundo, pero se queda sentada.
—¿Podemos… almorzar en paz? —Román pregunta, todavía con los cubiertos en las manos, esperando una respuesta de su nieta.
—Voy a tomar un poco de aire antes de continuar, si eso está bien con ustedes —pide Aimée, contestando en lugar de su prima. Su abuelo le da su consentimiento y ella se levanta, retirando la silla hacia atrás—, Lena, ¿me acompañas?
Kay recoge la servilleta de sus piernas y, después de limpiarse los labios, la deja sobre la mesa, a un lado de su plato sin terminar. Se levanta y antes de irse me acaricia el hombro dándome un suave apretón al final.
Una sutil disculpa por indisponer la comida, por dejarme sola con su familia.
—Yulia, cuéntanos de tu trabajo, ¿cómo va la serie? —pregunta Inessa.
Al parecer seré el tema de conversación hasta que las «primis» regresen. Dios, no sé si debería aceptar de una vez la muerte o salir corriendo.
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Aimée me ofrece un cigarrillo, estamos sentadas en el filo de un acantilado en uno de los extremos de la propiedad, abajo vemos a lo lejos el viñedo, la casa, el gran jardín.
Es pasado de medio día, hace calor, pero ¿por qué no? Hace años que no fumo.
Caminamos hasta aquí en perfecto silencio, Aimée no intenta convencerme, lo que es bueno, aunque si está aquí es más que por Yulia o por mí, ella quiere a nuestro abuelo.
—¿Recuerdas esa canción que cantábamos con Sloane en la casa de Irlanda? ¿Ella a la guitarra y nosotras a voces?
—More Than Words —le confirmo, por supuesto que la recuerdo.
—Sí, que canción tan estúpida.
Reímos, fueron lindos momentos los que compartimos juntas, antes de que pasara lo que pasó, antes de desencantarme de la familia.
—¿Se la cantarías a Yulia ahora?
Reí aun más. No tengo idea de si le gustaría eso, una canción tan cursi.
—No creo que la apreciaría. No sé. Ella tiene otros gustos.
—La cantó en Argentina.
—¿Ah, sí?
—Sí, una noche que salimos a tocar a la terraza con mis amigos —me confiesa con aprobación— Tu novia tiene una increíble voz.
Le agradecí asintiendo mientras absorbía un poco de humo.
—Me hubiera gustado saber que tú eras la famosa Aimée. Yulia… te aprecia un montón.
—Y yo a ella. Te sacaste la lotería, ¿sabés? Se nota que te ama…
Quiero preguntarle si no se ha percatado de lo mucho que le ha afectado a su nueva amiga lo que Román hizo con Sergey. Yo la vi sufrir por meses, yo estuve ahí, recogiendo las piezas de la imprudencia familiar. Lo más seguro es que ella responderá con un «la familia y la lealtad» y yo no quiero escuchar más esa estúpida frase.
—… Y… la golpeaste muy feo hoy al llegar.
No hacía falta que me lo dijera, cada vez que veía Yulia a mi mente se me cruzaba ese momento obligándome a cerrar los ojos con desagrado de mi misma.
—No sabía donde había estado por tres días y… fue estúpido —acepto, fue un momento de miedo, frustración y enojo que no supe controlar.
—Agradezco que no sea su abuelo el mafioso.
—Hmm —bufo dándome cuenta de lo que quiere decirme y sí, Yulia parece muy controlada desde que llegué. Uno creería que con su personalidad tan explosiva habría pataleado hasta que la dejaran libre, pero no, está aquí como la más agradecida de las visitas. Sabe como jugar, como aparentar normalidad, aunque creo que el hecho de que Aimée esté aquí, la ha ayudado, le ha dado un poco de tranquilidad— Gracias por… estar aquí por ella.
—No tienes que agradecerme nada, estoy aquí por ti también.
—Así que… ¿nos dejamos de vueltas?
—¿Al grano?
—Sí, —le contesto, quiero saber lo que todos se han preocupado de ocultarme—, intuyo que la razón por la que estoy aquí es más que una simple protección de los Romina.
—Sí, así es.
—¿Tiene que ver con mi amigo Fyodor?
—Yo no lo llamaría tu amigo, pero sí.
—No quiero ponerme a jugar veinte preguntas. ¿Puedes decirme por qué diablos estoy aquí?
Mi prima termina su tabaco en un par de pitadas y lo apaga contra la roca en la que estamos sentadas, tirando el filtro a la nada.
—El abuelo descubrió qué pasó en esa fiesta hace un año —me dice sin prevenirme, sin aliviarme— Consiguió pruebas y tiene apresados a los… que te violaron. A todos los involucrados, para ser más exactos.
¿Qué respondes cuando tu cerebro se pone en blanco? ¿Cuándo por tanto tiempo te olvidaste de ese día en el que despertaste con el peor de los presentimientos? ¿Cuándo el nombre de uno de tus amigos de adolescencia está ligado a la que puede haber sido la peor experiencia de tu vida?
—El abuelo no permitirá que ninguno de ellos salga vivo de aquí —Continúa en mi silencio— Pero, si juegas bien tus cartas, quizá te deje hablar con ellos, podrías averiguar el porqué. Yo quisiera, por lo menos eso, si todo esto me hubiera pasado a mí.
El porqué…
—Tal vez solo quiero tomar de la mano a mi novia y salir de aquí. Olvidarlo todo.
—Esa también es una decisión válida, pero piénsalo, porque esta oportunidad no la vas a tener por siempre.
¿Quiero saberlo? ¿Quiero enfrentar a mi ex amigo y quién sabe quien más? ¿Quiero abrir esa herida?
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Y hasta acá el maratón de hoy. Les adelanto que ya quedan pocos capítulos, así que disfruten cuanto más puedan de la historia.
Hasta mañana!
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Hicimos un poco más de una hora en ir y venir, en conversar sobre recuerdos fortuitos, analizar las cosas que habían pasado estos últimos días y la extensión de su conocimiento sobre mi situación.
Al entrar a la casa, creímos encontrarlos riendo o tal vez comiendo el postre, haciendo sobremesa, pero no.
Caminamos hacia el comedor, el silencio nos hizo dudar de si había alguien en casa, lo confirmamos unos pasos más adelante, cuando cruzamos el arco del corredor y vimos a alguien más sentada en la cabecera de la mesa, justo en frente de Román. Se trataba de, nada más y nada menos, que mi tía Sloane.
—Y ahí está la traicionera de Aimée con mi sobrina perdida —dijo con un tono despectivo al referirse a mi compañía— Lena, amor, estás preciosa. Ven aquí para que te de un abrazo.
Me mantuve firme, no tenía ganas de complacerla, ya no era una niña de diez años, sin embargo, algo me hizo cambiar de opinión rápidamente.
—¡Dije que vengas aquí! —repitió duramente, dejándome ver el arma que tenía sostenía en dirección a Yulia. Miré a mamá por instinto y ella asintió; me acerqué entonces. Su técnica de soborno con helado se había vuelto mucho más efectiva.
—Esa es mi sobrina favorita —dijo dándome un abrazo con su mano libre, la otra, fija en mi novia que se notaba claramente trastornada y horrorizada. Temblaba y trataba de controlar su respiración, perdiendo su vista en algún lugar de la pared— Debes tener a miles de galanes detrás de ti —Me halagó haciendo un mechón de mi pelo hacia atrás y me agarró de la quijada con cariño— Dime, ¿por qué diablos te dejaste conquistar por una lesbiana?
—¡Sloane, ya basta! —le gritó su padre.
Yulia pestañeó y dejó caer una lágrima por su mejilla. Su quijada le temblaba, su respiración era sonora.
—Vamos papá, ¿desde cuándo tú tan tolerante? Somos una familia católica irlandesa. Estas porquerías no se aceptan en nuestra iglesia.
—O el asesinato, por otro lado —le dijo Aimée, quien no me fijé cuando, pero había caminado hasta la silla que separaba a Sloane de Yulia y la jaló, sentándose en medio de ambas.
—¿Qué crees que estás haciendo, eh? ¿No ves que tengo un arma apuntándola… ahora a ti?
—¿Y, me matarás? No creo que eso le agrade mucho a mi mamá, ¿tu hermana?, ¿esa que siempre te apoya y te saca de aprietos, que te presta dinero cuando te lo gastas todo en… apuestas y alcohol?
—Cállate, pequeña rata…
—¡Ya fue suficiente! —gritó Román dando un fuerte golpe en la mesa— Salgan todos de aquí, déjenme a solas con Sloane —Nos exigió, apurándose a darme instrucciones— Kay, lleva a Yulia a su habitación para que descanse, enviaré a Aimée con mi doctor personal para que la chequee.
Mi prima se levantó cubriendo a Yulia hasta que logré dar la vuelta a la mesa y la ayudé a ponerse de pie, sacándola de ahí lo más pronto que pude; ella nos siguió cubriéndonos las espaldas, sin dudar un segundo en protegernos.
Mamá y Katya salieron con el bebé por la otra entrada y nos encontraron en la escalera.
—Yulia, Dios. ¡Respira!
La vi inhalar, pero no exhalaba, desesperándose con cada aspiración. Finalmente se dejó ir en el pánico, comenzó a hiper-ventilarse y a tener un ataque. No pudimos subir las escaleras, porque su cuerpo estaba completamente rígido, sus músculos tensos y se le dificultaba respirar.
—Yulia, estás bien… tranquila, respira… Vamos, amor, calma —Me miró, todavía alterada, nerviosa. La tomé de las mejillas con mis palmas sujetándola con docilidad, respirando con ella para ayudarla a relajarse.
Comenzó a sollozar y me abrazó muy fuerte. Sentía tanto miedo, su cuerpo temblaba sin control sobre el mío; lo mejor sería llevarla al cuarto, que el doctor la revise.
No esperaba que mi tía llegara, ni siquiera sabía que estaba en el país. Creo que fue una sorpresa para todos.
A lo lejos escuché a mi abuelo alzar la voz.
—¿Cómo te atreves a venir a mi casa y armar este alboroto? ¡Yulia es una invitada especial aquí!
—¡Es una basura que ronda a tu nieta como una arpía!
—¿Qué sabes tú? ¿Crees que porque tu esposo era un cobarde, maldito interesado, un criminal de cuarta, todas las parejas de los miembros de esta familia son iguales?
—¡Mark era un hombre fiel a la familia!
—Era un idiota, una rata inmunda que quería aparentar poder, nada más… Estás mejor sin él.
—Y Lena estará mejor sin, Yulia…
—Escúchame bien, Sloane. Tú le pones un ojo encima a Yulia, de ahora en adelante, y yo mismo pondré una bala en tu sien —La amenazó, dejándola callada— Estoy harto de tus jueguitos homicidas. ¡La familia tiene que cambiar!
Me pregunto si eso aplica a los involucrados con mi violación, o es algo que pretende hacer después de matarlos.
Ahora mismo es lo que menos importancia tiene, quiero ver bien a Yulia, lejos de aquí en realidad… muy, muy lejos.
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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—Sloane está loca —mencionó Aimée ayudándome a recostarme sobre la cama.
—¿Qué diablos hace aquí? —le preguntó Kay, me tomaba fuerte de la mano y no me dejó ir ni después de ponerme en horizontal.
—No lo sé. Mamá le pierde mucho el rastro últimamente. Estaba viviendo en Canadá la última vez que supe de ella.
—No creo que le caes muy bien.
—¿A Sloane? No, para nada. Dice que traicioné a la familia cuando fui a vivir con papá a Argentina, que solo vengo a buscar al abuelo porque quiero sacarle dinero. Ya lo dije está loca —terminó de ayudarme, poniendo una almohada bajo mi cabeza y se marchó a buscar al doctor.
—Lo siento tanto —me susurró Kay limpiando mis lágrimas con un pañuelo de papel que tomó del velador— Este día ha sido una pesadilla, más para ti. De verdad…
Suspiré y levanté mi mano con algo de torpeza. Todavía sentía incapacidad de controlar bien mis músculos, mis extremidades todavía temblaban, pero traté de cubrir con mi dedo índice sus labios. No quería disculpas, necesitaba recuperarme y poder pensar, en ese momento no podía hacerlo.
La experiencia de conocer a la famosa Sloane fue aterradora desde un inicio. Entró en el comedor cuando los demás reíamos con una anécdota de cuando fui a buscar el árbol de navidad en Kingisepp para Lena. Román parece disfrutar de escuchar partes de la vida de su nieta perdida, por lo que me dediqué a darles instantes de nuestra relación. Todos agradables, felices, absurdos, ¿qué más podía hacer?
—Miren, miren quién está sentada en mi puesto… —A primera vista, hermosa, imponente, directa y nada cordial—… Yulia Volkova.
Román le preguntó qué hacía en casa sin avisar, que ya habían hablado de eso, pero a ella no le importó lo que dijera, estaba concentrada en mí. Me puso nerviosa, mi garganta se secó en segundos y alcancé el vaso de agua, terminándolo por completo.
—Así me gusta, que reconozcas quién manda aquí.
—Sloane, por qué no te sientas y comes algo. Lo necesitas —dijo Inessa, implicando algo por debajo de sus palabras que no pude descifrar.
—¿Por qué mejor no brindamos con una copa de vino? —preguntó dando la vuelta por la mesa, por detrás de su hermana y su sobrina que se veían inquietas de tenerla tan cerca. Justo antes de llegar al bebé, volteó a verme y me exigió—: Yulia, sírveme una copa.
No supe qué hacer y regresé a ver a Román, quien negó ligeramente, pidiéndome que no lo hiciera, aunque la botella de vino tinto estaba en frente de mí.
—¡Ahora!
No lo hice. Él calculaba la situación desde su asiento y enviaba mensajes con sus ojos a su hija, su nieta y a mí. Sloane volvió a gritarme que la obedeciera, gritó de tal forma que despertó a Román Jr. Katya quería calmarlo, pero llegó demasiado tarde a la silla, su tía ya lo había levantado en brazos.
—Oh, Ekaterina. Es hermoso.
—Gracias —le respondió ella, acercándose para quitárselo de la manera más sutil posible, sonriéndole y sugiriendo que debía tener un poco de hambre.
—Yulia, ¿estás sorda? Dije que me sirvieras una copa.
—Sloane, vas a levantarte e irte a tu habitación. Vas a regresar calmada y coherente, y vas a comer algo y a pedirle disculpas a Yulia por la forma en la que la estás tratando.
—Papá, ya no soy una niña para que me envíes a mi habitación ¿sabes? —rió— Tengo treinta y nueve años.
—¡Entonces compórtate como tal!
—Pues quiero que me sirvan un trago… No, no… Quiero que Yulia lo haga.
Román fue quien se puso en pie se acercó a mi puesto, puso su mano sobre mi hombro, como antes lo había hecho su nieta y me dio un apretón para tranquilizarme. Tomó la botella con tranquilidad y se acercó a su hija, vertiendo en la copa un centímetro de vino, no más.
—Quítate la gana y haz lo que te digo.
Ella bebió, casi sorbiendo hasta la última gota que quedaba.
—Gracias, papá.
Él le puso el corcho a la botella y se la llevó con él hasta su puesto, quitándole el motivo a su hija para que siguiera molestándome. Ella no lo obedeció, se quedó más serena, sentándose con comodidad.
—¿Cuándo lo harás? Quiero estar ahí.
—No sé a qué te refieres —le contestó Román, limpiando su garganta. Algo sucedía, algo que él no quería que el resto de las presentes supiera.
—Me imagino que Inessa también querrá dar uno que otro disparo.
El hombre bufó su enojo, perdía su paciencia con cada palabra que salía de los labios de su hija menor.
—¿De qué diablos estás hablando?
—¡Sloane, no!
—¿No le has contado a mi hermana que atrapaste a los tipos que violaron a su hija?
Katya lucía tan sorprendida como su mamá, no se trataba de ella, hablaba de Kay. Lo primero que cruzó mi mente fue la fiesta, ella no estaba segura de qué había pasado y quería olvidarlo. Su abuelo no haría lo mismo.
—Los tienes allí, encerrados en los calabozos del sótano del rancho.
Inessa comenzó a preguntarle a su papá si lo que decía su hermana era verdad, qué le había pasado a Lena, si tenía a esos chicos.
—Los tengo —confirmó—, pero no haré nada sin hablar con mi nieta.
—La hija de un policía, sabes muy bien que ella pedirá clemencia por esos imbéciles y tú no los dejarás salir de aquí con sus propios pies, papá. ¿A quién le mientes?
—Ella es un adulto, esta no es nuestra experiencia, Sloane —le recalcó— Yo… —Vaciló, se veía confundido con lo que tenía planeado— Creo que debe ser Lena la que decida qué hacer.
—No lo puedo creer. ¿El padrino más importante del lado oeste y el más respetado del este, dejará libres a los violadores de su nieta?
—Ella aborrece… —titubeó el mayor por una segunda vez—… todo esto, lo que define a esta familia y no la culpo… la criaron bien.
—Inessa y el policía no hicieron más que convertirla en una muñequita que repite las frases de los cuentos de hadas —Sloane se mofó de las palabras de su padre y añadió—: Si los dejas en manos de la «justicia», saldrán libres porque una de las involucradas es una Romina y tienen comprados a los jueces indicados.
—Será decisión de Lena, lo he decidido.
—Yulia —Volvió su atención sobre mi persona—… ¿Qué le harías al tipo que drogó a tu noviecita y le quitó el vestido para hacerla suya, una y otra vez…?
—¡Basta! —le reclamó su padre, ella pretendió no escucharlo.
—¿Sabías que lo hicieron entre los dos al mismo tiempo? Tu amiguito Fyodor y el tal Dmitri, jugando con ella, ¡usando su cuerpo como una maldita muñeca! —gritó, haciendo volar la copa vacía de vino por el aire hasta que se estrelló en la pared detrás de mí, agitándome ipso facto.
No sabía nada al respecto. Sospechábamos que Fyodor andaba en algo por su compañía y por lo que Samir me había contado de Erika, pero imaginarlo lastimando a Kay, es algo que no entraba en las posibilidades, en ninguna, no entendí el porqué, sonaba absurdo. Ella lo había ayudado años atrás, ¿qué razón tendría?
—Dime, Yulia. ¿Qué le harías a una persona que lastima a alguien que tú quieres? A Lena específicamente, ¿qué le harías a alguien que le hace daño, hmm?
Decidí no contestarle, Román parecía no querer que lo haga y entre él y ella, prefería hacerle caso al dueño de casa. ¿Para qué preocuparse por el payaso del circo, cuando te llevas bien con el dueño?
Debí pensarlo mejor.
—Porque yo no tengo problema en decir que cortaría a esa persona de a poco, disfrutaría de cada grito que soltara al sentir su piel desgarrarse con mi cuchillo y, minutos antes de morir, le prendería fuego, tan solo para escuchar suplicar por su alma, deseando no haberle tocado un pelo, hacerla llorar una-sola-vez.
—Sloane, será mejor que vayas a dormir un poco —le sugirió Inessa a su hermana queriendo levantarse de su asiento para acompañarla. Fue ahí que ella decidió subir el nivel de sus preguntas y sacó detrás de su pantalón un arma, apuntándome al segundo que alzó su mano.
—Yulia, ¿serías capaz de vengar el honor de Lena?, o… quizá, tu mereces la misma suerte.
—¡Sloane! —reprendió su padre, yo decidí mirar al frente y concentrarme en el patrón del papel tapiz.
Aimée y Kay regresaron, venían riendo de algo, lo demás, es una masa borrosa, perdí el control de mi aliento, comencé a marearme, a sentir un agudo dolor de cabeza, mis manos comenzaban a endurecerse y no supe qué más pasó hasta que llegamos a la escalera y tenía a mi novia, tomándome de las mejillas, respirando conmigo.
—Los tiene aquí, Kay…
—Lo sé… y sé que no es el mejor momento para volvértelo a pedir, pero… ¿podrías llamarme Lena?
—Con el trabajo que me costó aprenderme tu nombre —le sonreí, ya tenía más movilidad— ¿Todavía puedo llamarte Cuervo?
—Te sacaré de aquí, yo… haré lo posible, haré un trato con Román… pensaré en algo para que podamos tener una vida normal, yo…
—No sé si eso sea posible, una de las personas que tiene Román es Erika. Si la matan, su familia no dejará de perseguir a los Bilan.
—Haré un trato con ellos entonces, nada me importa. Solo quiero que estés tranquila, que puedas… que… —Como su abuelo, titubeaba, dudaba de lo que podía y debía hacer— Yulia, creo que lo más seguro para ti es que, tú y yo…
—Sé lo que estás pensando, pero no, estamos juntas en esto y lo que venga, ya veremos… ¿Okey?
—Veamos a la paciente —dijo un hombre de forma graciosa, entrando a la habitación tras mi amiga, impidiendo a «Lena» contestarme. Ella se apartó de mí y asintió, bastante preocupada como para decir las palabras que yo necesitaba escuchar.
No quiero que piense que me alejaré de ella por esto. Su familia es su familia, sean quienes sean, mientras esté con ella son mi familia y como dice Aimée, lo más importante en la vida es «la familia y la lealtad».
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Ésta familia de Lena me da como miedito
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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El sonido del metal girar por la presión del gatillo hacía eco en toda la habitación. Era como si la anticipación de su muerte, intensificase cada segundo, cada acción.
La desesperación en sus ojos era ensordecedora; ellos gritaban con angustia, temblaban con desesperanza y miedo, lloraban con terror. Al mismo tiempo, sus labios susurraban para sus adentros «por favor, por favor, por favor, por favor, por favor» de manera constante y repetitiva. Es demasiado difícil.
La diferencia entre matar a un insecto y un animal más grande es que nunca ves a un bicho a los ojos cuando lo haces. Das una palmada, avientas un periódico, pisas fuertemente contra el piso y ya. El diminuto animal está muerto y lo limpias de la superficie, te olvidas de él.
Creo que mi estómago no soportaría hacerle eso a un conejo o a una gallina, peor a un perro, por ejemplo, o a un gato, ellos pondrían resistencia, se desesperarían, tratarían de huir y… quizá, ese, es el problema más grande. Fyodor no pone resistencia, no hace más que llorar y suplicar —prácticamente en silencio—, parece una mosca, que pronto morirá bajo mi propia mano… Claro, si no fuera por sus ojos.
Trato de no concentrarme en su humanidad, porque sé que no la tiene, sé lo que hizo, es un monstruo y no se merece mi compasión.
Al salir el doctor de la pieza de Yulia, ella ya se encontraba más tranquila. Su ataque terminó y, como solo puede hacerlo ella, Yulia pedía con insistencia su Playstation para distraerse un rato. Montó su típico berrinche, «¿qué tipo de mansión no tiene una consola, aunque sea un Xbox?, ¿cómo confiar en gente que no juega video juegos?, ¿por eso el mundo anda de cabeza?», y cosas por el estilo. Al no conseguir nada se puso a hacer bromas, a transmitirme un poco de su locura, de su calma, la que no entiendo cómo sigue viva. Yo estoy hecha un manojo de nervios y no es para menos.
Envidio tanto su carácter.
El doctor le aconsejo tomar un baño de tina, relajar los músculos, dormir temprano, lo que nos daba una noche tranquila, bajo llave por supuesto. Román nos puso a un hombre de seguridad en la puerta para asegurar que Sloane no apareciera y con eso me bastaba para pasar un rato.
Fui a prepararle el baño y me pidió que la acompañara. Ella no quería perderme de vista y ambas estábamos agotadas, así que acepté.
La casa de mi abuelo es muy lujosa y el baño de la habitación, enorme. Para ser justa, es mejor que muchos cuartos de los más prestigiosos hoteles. Y no es que, de la nada, ya me sentía cómoda en este lugar, pero como me dijo mi novia:
—Si nos van a obligar a permanecer en esta «diminuta prisión», pero no sabemos cuánto tiempo, no podemos ponernos a llorar en la esquina —Aun se sentía como una cárcel, pero ella tenía razón— Mejor, hagamos de cuenta que estamos en un retiro… «espiritual» o algo parecido, porque sino voy a sentir la necesidad de vestirme de gatúbela e intentar el escape perfecto, y todos sabemos cómo terminó esa película… directo a la repisa de descuento.
Estuve de acuerdo. Esa es la peor película después de Movie 43, sin duda alguna. ¿Cómo diablos tiene Halle Berry un Óscar?
Pero estoy divagando, quizá porque no entiendo cómo llegamos a este punto.
Después de la tina, nos recostamos a ver una película. Yo quería hablar con Román y esclarecer, de una vez por todas, este lío para poder volver a mi propia casa, pero él me pidió unas horas para resolver el problema con su hija y prometió ponerme al tanto en la mañana. Pasaríamos la noche aquí.
Yulia chateó un rato con Aimée, que en ese momento acompañaba a almorzar a su madre al otro lado de la mansión; mi tía Brianna había llegado bajo pedido de Román para tratar de controlar a mi descarriada tía Sloane. Ella es una de las pocas personas que la entiende y la aguanta y ha manejado estas situaciones antes, según nos contaron. Llega cual bombero a apagar su fuego. Yo solo espero que sea suficiente.
Como sea, Aimée quería que la acompañemos a una pequeña cena que nos había preparado y que disfrutaríamos en el jardín, por lo que fuimos a cambiarnos antes del anochecer.
—Iré a buscar a tu prima en su habitación y te esperamos abajo, ¿okey? —Fue lo que me dijo al dejarme en el baño, yo continuaba arreglándome y el gorila de la puerta la acompañaría, no me preocupé.
Pero al bajar a la puerta de entrada, me encontré con la sorpresa que Aimée estaba sola, esperándonos a las dos.
Toda la compostura que Yulia me había transmitido horas antes se desvaneció por completo. Desesperadamente comencé a buscarla junto con mi prima.
Prendimos todas las luces de la casa, entramos a cada cuarto, finalmente salimos a gritar su nombre en el jardín.
No apareció.
Después de veinte minutos sabíamos que algo andaba mal.
—Abuelo —dijo asustada Aimée, golpeando la puerta de su estudio—, Yulia desapareció junto con el guardia que pusiste en su puerta. No están por ningún lugar de la casa y…
En ese momento, él hizo una señal para que se detuviera y levantó la bocina de su intercomunicador, preguntando en cada uno de los puestos de seguridad si la habían visto, siguiendo con la más espeluznante de las cuestiones:
—Algo más, ¿han visto a mi hija Sloane?
Ninguna de las dos aparecía en ningún lugar y Román presintió lo peor.
—Destinen doble seguridad en los calabozos y sus alrededores, que nadie entre ahí hasta que yo llegue —Dio la orden y colgó el auricular.
—Aimée, busca a tu mamá. Pídele que se comunique con Nicolo Romina Segundo y que le diga que requerimos su presencia en mi rancho de inmediato.
—Abuelo, pero… ¿él, aquí? ¿No se desatará la guerra porque tenemos cautiva a su nieta?
—Eso mismo es lo que quiero negociar con él. La paz y tranquilidad de la familia a cambio de la vida de Erika.
—¿Y qué tal si no lo acepta? Los Romina no son como nosotros, a ellos no les importa la familia…
—No a todos, pero por lo menos a Nicolo, sí. Algo tenemos todavía de los códigos de honor de nuestros padres, si hay algo que pueda explotar para librarnos de este maldito negocio, lo haré —Se acercó a su gaveta y sacó de ella un arma, la cargó con un cartucho y la aseguró, colocándola en el borde de su pantalón . La cubrió con su chaqueta y caminó hacia nosotras para salir de inmediato a continuar la búsqueda— Apresúrate, cariño. No tenemos tiempo qué perder. Lena, tú ven conmigo.
Aimée corrió en búsqueda de su mamá, mientras Román me decía que lamentaba no darme las horas que me pidió para procesar mejor las cosas, que necesitaba que lo acompañara al calabozo donde tenía a los culpables de mi violación y si Sloane estaba ahí, mi misión era detenerla, apaciguarla y evitar una tragedia que podía incluir a Yulia.
Rogué que las cosas no se dieran de esta manera, lo pedí internamente a gritos… Tal parece que no importa, aquí estoy, con el gatillo listo para disparar y sus ojos que me suplican una oportunidad más.
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Bien, solo quedan pocos capítulos.
Nos vemos mañana!
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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Esta casa es tan pulcra, tan lujosa, que lo último que te imaginas es que existe un calabozo como el de las películas de crimen. Oculto, gris, frío.
Los gritos aquí hacen eco, esparciendo cada onza de terror que puedas estar sintiendo. Hasta el sonido de un alfiler al caer se escucharía alto y fuerte.
Román y yo subimos a su auto, el manejó por varios minutos, pudieron ser diez, pudieron ser veinte, no me fijé en el reloj. Lo único que me preocupaba era ¿dónde estaba Yulia?, ¿qué diablos le había hecho Sloane? Porque, si ella tanto me quería como profesaba y como todos se encargaron de repetirme, ¿por qué le haría daño a mi novia?, ¿qué tiene en su contra?
Román aparcó en frente de un cubículo muy pequeño oculto tras unos helechos altos y unos árboles a su alrededor. A simple vista no se distinguía; la noche ayudaba mucho al camuflaje.
—¿Ha venido mi hija por aquí? —dijo cerrando la puerta del vehículo.
—No, señor, nadie y abajo solo están los… —El hombre se detuvo al verme, bajó la mirada y se hizo para atrás.
—Puedes esperarme aquí si quieres, iré a revisar las cámaras de seguridad —me dijo, dándome la oportunidad de evitar este momento, debí tomarla.
—¡No! Quiero ir… ¿puedo?
Mi abuelo aceptó mi petición y me guió hasta la puerta, dejándome pasar primero. El cuarto no tenía más de diez metros cuadrados, era de una sola planta y estaba completamente vacío.
Él ingresó y, dirigiéndose a la esquina izquierda, levantó una puerta semi oculta en el piso. Yo iba a sus espaldas, muy de cerca. Solo se veían escalones que se perdían en una curva. Me dio aprensión seguirlo, pero no tenía otra alternativa, ya había decidido enfrentar lo que había aquí.
El contraste del calor al frío se apreciaba con cada uno de los escalones que bajábamos; el aire estaba encendido al máximo, hacía el ambiente más siniestro, más violento. Me abracé a mi misma y seguí.
Al llegar al final del graderío nos encontramos con dos puertas. Una con una gran cerradura, parecía muy pesada, parte de ella de concreto como las paredes. La otra, bastante normal. Román la abrió y fuimos a parar en una habitación de mediano tamaño con una consola de audio y monitores que reflejaban la realidad del interior de ese lugar.
Había cuatro personas adentro de celdas individuales muy parecidas a la de los centros de detención de la policía. un bloque de concreto como cama, sin luces, una llave de agua en una esquina junto con un inodoro muy rústico. Por lo menos tenían esas comodidades, otras celdas que al momento estaban vacías, únicamente tenían los barrotes y el suelo.
—No quisiera que veas esto, Lena. Puedes regresar arriba y esperarme ahí.
—Esta bien —le contesté, la realidad era esa, no los baños de tina con Yulia, la champaña y el vino en el almuerzo, los paseos de amigos por los paisajes de la propiedad. Esa, la tentativa muerte que sufrían esas personas, «esa» era la verdad de las cosas, por lo que Yulia y yo estamos aquí esta noche.
Mi abuelo retrocedió los videos, pero nadie se había acercado a sus prisioneros, ni un solo rastro de Sloane o Yulia.
—Román… —Lo tomé del brazo para que diera la vuelta y me mirara— Aimée me dijo que tenías pruebas de lo que me sucedió en esa fiesta.
—Hija…
—Quisiera… verla, por mi misma.
Suspiró, desviando su atención por un microsegundo a una caja de seguridad que estaba a mis espaldas.
—Es… es un video y… —respiró fuerte, armándose de valor—… es muy gráfico… —repitió y repitió queriendo desalentarme, pero necesitaba hacerlo, necesitaba estar segura, confirmar todo, saber mi verdad, la única verdad. Aimée tenía razón, el tiempo se agotaba, esta era la única oportunidad que tenía de conocer el porqué.
Sacó con recelo el SD y lo colocó en una de las computadoras. Prendió el monitor que estaba en frente de la silla y la apartó para que me acomodara.
Una vez que estuve sentada abrió la carpeta con los videos y se hizo para atrás.
—Te daré la privacidad que necesitas. Si quieres parar y salir…
—Entiendo, estaré bien, lo prometo —Fue un ofrecimiento en vano. No sabía lo que estaba por ver, no entendía lo mucho que me afectaría, lo que provocaría, no solo en mí…
Él abrió la puerta, mirándome con remordimiento una última vez, seguramente todavía creía que era su responsabilidad protegerme. Cerró la puerta sin mucho más que un suspiro y me quedé frente a la pantalla, viendo esos tres archivos que debía abrir.
El frío de la habitación se sentía mucho más profundo en mis huesos, estaba a punto de condenarme. Tomé el mouse en mi mano derecha y proseguí a hacer el primer doble click.
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Cómo están mis nenas consentidas, listas para más drama?
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Re: HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon
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