MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
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Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
jajajaja, estuvo gracioso lo del sticker xD Me ha encantado, se nota que los caminos de Yulia y Lena se van a cruzar porque si.
Aleinads- Mensajes : 519
Fecha de inscripción : 14/05/2015
Edad : 35
Localización : Colombia
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Hola chicas, cómo han estado? Hoy Lunes y primera vez que no me incomoda que lo sea (jajajaja) bueno, me encanta estar conectada con ustedes y a la vez, ustedes con la historia. Piensan que va un poco lenta o vamos bien? Bueno, estoy preparando un nuevo fics que aunque no sea de mi autoría, es algo que estoy adaptando a lo que son las chicas y otros personajes.
Es una serie de televisión que terminé de ver online hace una semana. La misma consta de varios capítulos y 6 largas temporadas. Obviamente que esta vez cuento con mi retentiva, mi imaginación e ir uniendo secuencias para que cada capítulo tenga un sentido (según lo que he visto) Una vez más, no es fácil aunque no imposible porque ya he adelantado dos capítulos. Entre los estudios, esta historia y la nueva, he estado un tanto ocupada y sé que aunque los fics no son mi responsabilidad en la vida, algo que dependa de mi para crecer como persona profesionalmente, es una hobbie que me apasiona demasiado y me entretiene, no saben cuanto.
Amo esto, amo leer y bueno... quien me preguntó que no me veía bailando reguetton en instagram, les digo que si jajaja... me gusta el reguetton.
Chicas, les dejo un beso y que disfruten de este capítulo.
A leer!
—¡¿Qué fue lo que pasó?!— Masha gritó desde la puerta de su casa cuando vio la moto de Yulia parqueándose en el asfalto. Inmediatamente se acercó, cubriéndose a si misma con las manos debido al insoportable frío de la noche.
Al llegar, notó que su amiga se quitaba el casco pero la moto seguía encendida. Su ceja se enarcó.
—¿Qué fue esa llamada tan extraña? ¡¿Qué pasó?!— Le preguntó de nuevo. Pues la mujer que tenía en frente le llamó hace minutos solo para preguntarle si se encontraba en casa y, al corroborarlo, decirle que iría para allá. No había entrado en ningún detalle.
—¡Hey! ¡Te estoy hablando!— Gimió, y Yulia la miró.
—Tienes que venir conmigo a casa de Elena... ahora mismo — Le dijo, tendiéndole el casco.
Masha abrió las manos, haciendo una mueca de no entender. Y eso era exactamente lo que ocurría.
—¿Qué? ¿A estas horas? ¿Y eso cómo para qué?— Le preguntó.
—Su hermanita llamó y me contó que Elena se encontraba muy mal. Dijo que estaba encerrada en su habitación, llorando incontrolable, que no quería abrirle la puerta a nadie. La pequeña tampoco sonaba bien. Entre lágrimas, me dijo que temía que algo le pasara a su hermana, y casi me rogó para que fuera a ayudarla... Tenemos que ir.
Masha se cruzó de brazos. Su ceño se había fruncido.
—Espera un momento. ¿Y por qué Katya te llamó a ti?
—¡No me llamó a mi!— Yulia aclaró —... fue a mi hermanita y las descubrí hablando por teléfono. Pero eso no es relevante ahora — Se pausó. Puso una mano en su barbilla y movió la cabeza en negación, mostrándose preocupada. Su mirada se clavó en el pasto.
—Masha, yo no sé nada sobre Elena, ni siquiera nos llevamos bien... Y sea lo que sea que le esté ocurriendo... Yo no voy a poder ayudarla — De nuevo la miró. Había sinceridad en sus ojos
—Pero tú si, tú la conoces bien, eres su amiga, sabes todo sobre ella. Tienes que ir conmigo.
—Yo no sé todo sobre Elena, te equivocas — Masha le corrigió, y continuó — Si, somos amigas pero sé que hay cosas que guarda solo para ella y no la obligo a decirme nada — dejó salir un suspiro — Y... ¡¿como voy a ir a reconfortarla si ella y yo estamos peleadas?! ¡¿Qué voy a decirle, ah?!— Se quejó.
Yulia de inmediato rodó los ojos.
—¡Dios... Masha! Ya olvida esa pelea tonta y sin fundamentos que tuviste con ella. Lo que importa ahora es averiguar qué es lo que le pasa a esa chica. ¡Vámonos ya!— Yulia empezó a sentirse impaciente. Giró el acelerador, haciendo rugir el motor y, de nuevo, le tendió el casco.
—¿Vas?
Ella finalmente lo tomó.
—Está bien, está bien pero no te exaltes. Voy por mi abrigo y regreso —Masha intentó girarse para ir a la casa, pero Yulia la agarró por la muñeca y la devolvió.
—No es necesario. Te daré mi chaqueta. Súbete— Comenzó a quitársela rápidamente y se la entregó. Masha se la puso, pero no se montó.
Ambas se miraron. Yulia confundida.
—¿Qué pasa? ¡Súbete!— Le gritó.
Masha señaló la casa.
—De todas formas tengo que ir por mis llaves y dejar todas las puertas cerradas. No hay nadie allí — Explicó.
Yulia suspiró derrotada, apagó el vehículo y dejó caer la cabeza sobre la dirección.
Masha aprovechó para escaparse, pero sin dejar de mirarla. No entendía porque Yulia estaba así.
...
No tomó mucho tiempo llegar a la residencia Katin. Ambas chicas corrieron directo a la bocina pero fue Masha quien pinchó el botón del timbre. El led de color verde de inmediato se encendió.
— Casa de la Familia Katin. Buenas noches — La voz de Fedora.
Masha se aclaró la garganta mientras Yulia a su lado se mantenía expectante.
—Hola, Fedo... Soy Masha... ah... eh... Podría... yo — Al notar que la chica empezaba a tartamudear, Yulia le dio un empujón con su hombro y la animó a seguir. No había tiempo que perder —Yo... Yo vengo a ver a Elena. Necesito hablar con ella.
Hubo un diminuto silencio a través de la bocina. Yulia pegó su oreja al aparato y alcanzó a escuchar unas respiraciones algo agitadas. En definitiva algo no estaba bien.
—Lo siento, Masha, pero Elena no puede verte ahora. Será mejor que intentes hablar con ella otro día. Vete a casa, por favor, y hazlo con cuidado. Adiós — La mujer se despidió... Y el led se apagó.
Yulia, llena de furia, pegó su dedo en el botón del timbre pero el pequeño bombillo jamás volvió a dar luz verde. Un gruñido rabioso salió de su garganta y después estrelló su casco fuertemente contra la reja.
Masha la miraba con miedo.
La chica regresó a la moto con claro afán y volvió a encenderla. Ella de inmediato corrió hacia allí.
— Oye, ¿Qué haces? ¿Te vas?— Le preguntó.
Yulia negó —No. Vamos a entrar. Súbete.
—¿Qué? ¿Y cómo vamos a hacer eso?
—No preguntes y solo súbete— Le dijo cortante.
Masha supo que no era ventajoso seguir haciéndole preguntas, así que saltó al puesto trasero y la abrazó por las caderas. Yulia arrancó y comenzó a rodear toda la casa en busca del mismo muro que le había sido accesible unas semanas atrás, el mismo que no tardó en encontrar.
Parqueó el vehículo a solo centímetros del cemento y lo apagó.
—Bájate— Le pidió a la chica a sus espaldas, pero por obvias razones, ella no lo hizo. Estaba temblando. El lugar era oscuro y bastante tenebroso —Masha, no me hagas perder el tiempo.
Bájate, tenemos que entrar por ese muro— Le repitió nuevamente, pero de nada sirvió.
— ¡Claro que no! ¿Estás enloqueciéndote? ¿Qué hacemos aquí?
—¡Demonios! ¡Solo hazlo!— Yulia le gritó enojada e intentó bajarse por su cuenta pero sintió como Masha la abrazaba más fuerte y comenzaba a sollozar. Se dio cuenta que no había actuado correctamente y finalmente decidió darse un respiro.
—¿Por qué estás comportándote de esta manera?— Masha le preguntó.
Yulia giró el torso para poder verla y le subió el cierre de su chaqueta hasta el cuello. Luego le cubrió las manos que estaban sobre su estómago con las suyas.
—Mierda... Lo siento... Masha... lo siento... pero es que... estoy desesperada. Si hubieras hablado con esa niña, si la hubieses escuchado llorar y pedir ayuda de la forma en que lo hizo, me entenderías...
—¿Estás segura que actúas así por Katya... y no por mi amiga?
Yulia se quedó pensativa por unos segundos. En realidad ya ni sabía.
—No lo sé— Susurró —Me preocupan ambas. Solo quiero entrar ahí y ver que no pasa nada grave. Es todo.
—Yo también quiero ayudar, pero ¿Cómo diablos vamos a trepar por ese muro?— Masha gimió mientras miraba la altura de la pared.
—Es fácil. Bajemos, por favor — Yulia respondió y logró que la chica dejara la moto.
Trepó la Yamaha, hizo que Masha también lo hiciera y comenzaron a escalar el muro con mucho cuidado hasta lograr caer al otro lado. Masha buscó su mano y la entrelazó con fuerza. Ahí todo se veía peor que afuera.
Empezaron su camino entre los arboles hacia las tenues y alejadas luces de la casa. A paso lento, mirando al pasto y a todos los alrededores con cautela.
Finalmente llegaron a la parte trasera de la casa y al intentar salir de los matorrales, una luz las alumbró directamente. Yulia se dejó caer entre la hierba pero Masha quedó de pie. Unos de los guardias la había atrapado.
—Usted... — Él la quedó mirando extrañado —¿es usted? Señorita, Sarantseva — La reconoció.
Masha de inmediato asintió. Aprovechándose de la situación, salió del matorral y se acercó a él, jalándolo hacia la casa para que le diera la espalda a Yulia.
—¡Si, soy yo!— Le dijo claramente nerviosa.
—Uhmm... ¿Pero qué hace aquí? ¿Y a estas horas, señorita, Sarantseva?
—¿Yo? Pues... estaba...
Yulia la escuchó tartamudeando otra vez, y se mordió el labio mientras rogaba internamente que se inventara una buena.
—Estaba... bus... buscando algo que se me cayó desde el balcón de Elena— Masha señaló la habitación de su amiga. La luz se encontraba encendida —Mi anillo, no fui cuidadosa y vino a dar aquí.
—Pero no creo que lo encuentre en esta oscuridad, señorita Sarantseva. No es conveniente que esté en esta parte del jardín a estas horas. Será mejor que lo haga mañana.
—Si, tienes razón. Mejor lo hago mañana. Debo volver.
—La acompaño.
—Claro.
Yulia vio como su amiga comenzaba a alejarse con el hombre y decidió salir de su escondite. Miró a todas partes. Masha probablemente no entraría a la casa. ¿Y entonces que diablos iba hacer ella?
Sus ojos de pronto fueron a dar al solitario balcón en el segundo piso, allí se dio cuenta que ya no había marcha atrás. Tenía que ir.
Caminó cerca y con sumo cuidado trepó los barrotes al balcón. Comprobó que la puerta de cristal no estaba abierta, así que intentó mirar a través de las cortinas pero no logró nada. Tenía que arriesgarse a entrar si o si.
Decidida, agarró la manija de la puerta y la empezó a correr con delicadeza hasta lograr abrirla unos cuantos centímetros. Asomó la cabeza y vio a Elena en su cama, recostada boca abajo mientras sollozaba casi inaudible. El corazón comenzó a martillarle sin control. Sentía temor a lo que pudiera pasar.
Aún así, corrió más la puerta, esta vez no teniendo cuidado. Elena se sobresaltó por el ruido y de inmediato miró de donde provenía. Sus ojos se abrieron como platos cuando vio a Yulia allí parada.
—¿Qué mierda haces aquí?— Le gritó llena de coraje y rápidamente se levantó en dirección a ella, sacando su frustración, dándole empujones y golpes en el pecho. Gritándole un montón de cosas inentendibles.
Yulia se dejó arrinconar contra el cristal de la puerta mientras ella le golpeaba sin parar. Aquellos impactos le dolían, pero era más doloroso ver a la chica en tal estado.
Después de unos segundos, Elena cesó sus ataques y dejó caer su rostro en el cuello de aquel cuerpo que había violentado. Sus manos quedaron agarradas a la camisa, justo a la altura del pecho.
Yulia no se movió, pero sentía como las lágrimas de la chica corrían por su yugular y se perdían en el cuello de su camisa. Tragó saliva. Nunca había enfrentado una situación así. No sabía como reaccionar.
Se mantuvieron un largo tiempo en la misma posición, hasta que Elena se alejó y la miró. Sus manos aún le sostenían la camisa con fuerza.
—¿Qué haces aquí, Volkova? ¿Por qué te metes a mi casa sin permiso?— Su voz se entrecortaba.
Yulia vio como aún soltaba lagrimitas y tuvo el impulso de limpiarlas con su dedo pero mantuvo la compostura. La chica lucía tan frágil, pero también tan pérdida que no sabía que esperar.
—¡Te estoy hablando, Volkova!— Elena la sacudió y después la volvió a empujar débilmente.
Yulia se aclaró la garganta.
—Katya...— Susurró —Ella llamó a casa llorando y dijo que no te encontrabas bien. Me pidió que viniera... Y aquí estoy — Le habló con calma. Buscó sus ojos —¿Qué es lo que te pasa, Elena? ¿Por qué lloras así?— Le dijo preocupada.
La chica la soltó y se quitó las lágrimas del rostro con bastante brusquedad.
—No me pasa nada, Volkova. Aquí no ocurre nada ¡Mejor lárgate por donde viniste!— Le gritó, pero evidentemente no pudo seguir mostrándose ruda y regresó sollozando al colchón.
Yulia por supuesto no obedeció. Fue tras ella y se puso de rodillas en el suelo, apoyándose con sus codos contra el borde de la cama para poder mirarle de cerca, Elena había escondido medio rostro en la almohada.
—¿No te dije que te fueras, Volkova?— Le dijo, pero esta vez en un tono neutro.
Yulia sonrió levemente.
—No voy a irme hasta saber que te pasa, y tampoco hasta ver a Katya... Ella está preocupada por ti — Trató de hacerle entender pero Elena giró el rostro hacia el otro lado y se arropó de pies a cabeza.
—A ti no debe importarte lo que me pase. Y no quiero que Katya me vea así. Ya vete, Volkova — Dijo bajó las sabanas.
Yulia se levantó, se arregló las arrugas de la camisa y acercó la boca hasta la cobija, donde supuso se encontraba la oreja de Elena.
—Tienes razón. No me interesan tus cosas, pero si las de tu hermana. Yo vine aquí por ella, para ayudarla, y lo que desea es estar contigo... así que voy a ir a buscarla — Yulia intentó dar unos pasos con el fin de ir a la puerta, pero Elena salió de las cobijas y le agarró una manga de la camisa. Ambas quedaron a solo centímetros, solo separadas del borde de la cama.
Elena arrodillada mientras que Yulia de pie. Las dos mirándose retadoramente.
Un toque en la puerta se hizo presente, y después la vocecita de Katya tras ella. Elena de inmediato saltó del colchón para abrir y dejarla pasar. La niña se lanzó a sus brazos.
—Lena, ¿Por qué no me abrías la puerta? Estaba asustada — Elena no contestó nada, no quería entrar en detalles teniendo a Yulia mirándola de esa forma. Bajó a Katya, y la niña al darse vuelta, vio a la chica Volkova parada al lado de la cama.
Una sonrisa se formó en su rostro.
—¡Yuli! ¡Viniste!— Gritó y saltó a los brazos de ella.
Elena regresó a la cama y se arropó de nuevo pero esta vez hasta el cuello. Katya al verlo, se zafó de Yulia y también se metió bajo las cobijas, entre los brazos de su hermana.
Yulia vio que ambas la miraban y no pudo evitar sentir tristeza. Los ojos de la hermanas Katin estaban rojos, también sus narices y sus labios. Sobre todo los de Elena.
—Ahora si, Volkova — Elena le habló — Ya todo está hecho. Puedes irte a tu casa tranquila.
—Claro que no— Katya protestó —Mejor quédate a cuidarnos, Yuli, puedes dormir aquí — dijo, dándole algunos golpecitos al lado vacío de la cama.
Elena escondió su rostro en el cuerpo de Katya y Yulia rió, después negó.
—Gracias, pequeña, pero no puedo quedarme — Se apoyó en la cama y le tomó una manita —¿Ya te sientes mejor?— La niña asintió —Entonces es hora de irme.
—¡No!— Katya la atrapó por el cuello. Elena se sobresaltó otra vez —No te vayas. No quiero que mi hermana siga llorando.
—Yo ya no estoy llorando— Elena se entrometió.
—Katya la volteó a mirarla pero los ojos de su hermana aún estaban llorosos. Comenzó a negar —Si lo estás. Tus ojos están muy rojos— Le dijo triste.
Elena miró a Yulia y después se levantó en dirección al baño. Allí se encerró.
—Kat, yo no puedo quedarme, Viktoria está sola en su habitación y tengo que acompañarla a dormir. Ella se asusta.
—Pero y Lena...?— La niña gimió preocupada.
Yulia echó un vistazo a la puerta del baño para corroborar que Elena no saliera y, después, se sentó cómodamente en la cama. Tomó a Katya por los bracitos y se le acercó tanto como pudo.
—¿Por qué tu hermana estaba llorando?— Le susurró.
Katya lo captó y le acercó sus labios a la oreja. Comenzó a susurrar —No lo entendí bien... Pero Mamá y Lena se gritaron durante la cena.
—¿Pero que decían?— Yulia se moría de la curiosidad.
—Mamá dijo que era tiempo de que Lena tuviera una familia. La verdad es que no recuerdo mucho lo otro. Fueron muchas cosas.
—Ummm... está bien... No te preocupes — Yulia se alejó un poco, sintiendo decepción. La verdad es que le hubiera encantado saber la razón.
Katya continuó.
—No me gusta que Lena llore, Yuli. A mi me duele. No quiero que vuelva a llorar así, ni tampoco como la anterior vez...
—¿Cómo la anterior vez?— Yulia enarcó una ceja.
Katya asintió.
—Si, y fue por tu culpa— Le dijo, mirándola bastante mal.
Yulia se tornó confundida.
—¿Y por qué yo?— Le preguntó.
—Tampoco lo recuerdo, pero fue cuando mencioné tú nombre. Ella empezó a hablar sobre ti y sus ojos se colocaron aguados y rojos.
En ese instante, la puerta del baño se abrió y Elena salió con un aspecto mejorado. Notó que ambas mujeres la miraban y abrió las manos de modo interrogatorio.
—¿Qué pasa?— Preguntó.
Yulia se puso de pie. Mirándola fijamente —¿Cómo es eso de qué tú estabas llorando por mí hace unos días?— Le preguntó. Casi sonó como un reclamo.
Elena miró a Katya y no pudo evitar gemir su nombre. Sintió que las lágrimas se le salían de nuevo.
Yulia es un poco metiche, pero no importa. Es YULIA y le perdono todo!
Es una serie de televisión que terminé de ver online hace una semana. La misma consta de varios capítulos y 6 largas temporadas. Obviamente que esta vez cuento con mi retentiva, mi imaginación e ir uniendo secuencias para que cada capítulo tenga un sentido (según lo que he visto) Una vez más, no es fácil aunque no imposible porque ya he adelantado dos capítulos. Entre los estudios, esta historia y la nueva, he estado un tanto ocupada y sé que aunque los fics no son mi responsabilidad en la vida, algo que dependa de mi para crecer como persona profesionalmente, es una hobbie que me apasiona demasiado y me entretiene, no saben cuanto.
Amo esto, amo leer y bueno... quien me preguntó que no me veía bailando reguetton en instagram, les digo que si jajaja... me gusta el reguetton.
Chicas, les dejo un beso y que disfruten de este capítulo.
A leer!
Dieciocho
—¡¿Qué fue lo que pasó?!— Masha gritó desde la puerta de su casa cuando vio la moto de Yulia parqueándose en el asfalto. Inmediatamente se acercó, cubriéndose a si misma con las manos debido al insoportable frío de la noche.
Al llegar, notó que su amiga se quitaba el casco pero la moto seguía encendida. Su ceja se enarcó.
—¿Qué fue esa llamada tan extraña? ¡¿Qué pasó?!— Le preguntó de nuevo. Pues la mujer que tenía en frente le llamó hace minutos solo para preguntarle si se encontraba en casa y, al corroborarlo, decirle que iría para allá. No había entrado en ningún detalle.
—¡Hey! ¡Te estoy hablando!— Gimió, y Yulia la miró.
—Tienes que venir conmigo a casa de Elena... ahora mismo — Le dijo, tendiéndole el casco.
Masha abrió las manos, haciendo una mueca de no entender. Y eso era exactamente lo que ocurría.
—¿Qué? ¿A estas horas? ¿Y eso cómo para qué?— Le preguntó.
—Su hermanita llamó y me contó que Elena se encontraba muy mal. Dijo que estaba encerrada en su habitación, llorando incontrolable, que no quería abrirle la puerta a nadie. La pequeña tampoco sonaba bien. Entre lágrimas, me dijo que temía que algo le pasara a su hermana, y casi me rogó para que fuera a ayudarla... Tenemos que ir.
Masha se cruzó de brazos. Su ceño se había fruncido.
—Espera un momento. ¿Y por qué Katya te llamó a ti?
—¡No me llamó a mi!— Yulia aclaró —... fue a mi hermanita y las descubrí hablando por teléfono. Pero eso no es relevante ahora — Se pausó. Puso una mano en su barbilla y movió la cabeza en negación, mostrándose preocupada. Su mirada se clavó en el pasto.
—Masha, yo no sé nada sobre Elena, ni siquiera nos llevamos bien... Y sea lo que sea que le esté ocurriendo... Yo no voy a poder ayudarla — De nuevo la miró. Había sinceridad en sus ojos
—Pero tú si, tú la conoces bien, eres su amiga, sabes todo sobre ella. Tienes que ir conmigo.
—Yo no sé todo sobre Elena, te equivocas — Masha le corrigió, y continuó — Si, somos amigas pero sé que hay cosas que guarda solo para ella y no la obligo a decirme nada — dejó salir un suspiro — Y... ¡¿como voy a ir a reconfortarla si ella y yo estamos peleadas?! ¡¿Qué voy a decirle, ah?!— Se quejó.
Yulia de inmediato rodó los ojos.
—¡Dios... Masha! Ya olvida esa pelea tonta y sin fundamentos que tuviste con ella. Lo que importa ahora es averiguar qué es lo que le pasa a esa chica. ¡Vámonos ya!— Yulia empezó a sentirse impaciente. Giró el acelerador, haciendo rugir el motor y, de nuevo, le tendió el casco.
—¿Vas?
Ella finalmente lo tomó.
—Está bien, está bien pero no te exaltes. Voy por mi abrigo y regreso —Masha intentó girarse para ir a la casa, pero Yulia la agarró por la muñeca y la devolvió.
—No es necesario. Te daré mi chaqueta. Súbete— Comenzó a quitársela rápidamente y se la entregó. Masha se la puso, pero no se montó.
Ambas se miraron. Yulia confundida.
—¿Qué pasa? ¡Súbete!— Le gritó.
Masha señaló la casa.
—De todas formas tengo que ir por mis llaves y dejar todas las puertas cerradas. No hay nadie allí — Explicó.
Yulia suspiró derrotada, apagó el vehículo y dejó caer la cabeza sobre la dirección.
Masha aprovechó para escaparse, pero sin dejar de mirarla. No entendía porque Yulia estaba así.
...
No tomó mucho tiempo llegar a la residencia Katin. Ambas chicas corrieron directo a la bocina pero fue Masha quien pinchó el botón del timbre. El led de color verde de inmediato se encendió.
— Casa de la Familia Katin. Buenas noches — La voz de Fedora.
Masha se aclaró la garganta mientras Yulia a su lado se mantenía expectante.
—Hola, Fedo... Soy Masha... ah... eh... Podría... yo — Al notar que la chica empezaba a tartamudear, Yulia le dio un empujón con su hombro y la animó a seguir. No había tiempo que perder —Yo... Yo vengo a ver a Elena. Necesito hablar con ella.
Hubo un diminuto silencio a través de la bocina. Yulia pegó su oreja al aparato y alcanzó a escuchar unas respiraciones algo agitadas. En definitiva algo no estaba bien.
—Lo siento, Masha, pero Elena no puede verte ahora. Será mejor que intentes hablar con ella otro día. Vete a casa, por favor, y hazlo con cuidado. Adiós — La mujer se despidió... Y el led se apagó.
Yulia, llena de furia, pegó su dedo en el botón del timbre pero el pequeño bombillo jamás volvió a dar luz verde. Un gruñido rabioso salió de su garganta y después estrelló su casco fuertemente contra la reja.
Masha la miraba con miedo.
La chica regresó a la moto con claro afán y volvió a encenderla. Ella de inmediato corrió hacia allí.
— Oye, ¿Qué haces? ¿Te vas?— Le preguntó.
Yulia negó —No. Vamos a entrar. Súbete.
—¿Qué? ¿Y cómo vamos a hacer eso?
—No preguntes y solo súbete— Le dijo cortante.
Masha supo que no era ventajoso seguir haciéndole preguntas, así que saltó al puesto trasero y la abrazó por las caderas. Yulia arrancó y comenzó a rodear toda la casa en busca del mismo muro que le había sido accesible unas semanas atrás, el mismo que no tardó en encontrar.
Parqueó el vehículo a solo centímetros del cemento y lo apagó.
—Bájate— Le pidió a la chica a sus espaldas, pero por obvias razones, ella no lo hizo. Estaba temblando. El lugar era oscuro y bastante tenebroso —Masha, no me hagas perder el tiempo.
Bájate, tenemos que entrar por ese muro— Le repitió nuevamente, pero de nada sirvió.
— ¡Claro que no! ¿Estás enloqueciéndote? ¿Qué hacemos aquí?
—¡Demonios! ¡Solo hazlo!— Yulia le gritó enojada e intentó bajarse por su cuenta pero sintió como Masha la abrazaba más fuerte y comenzaba a sollozar. Se dio cuenta que no había actuado correctamente y finalmente decidió darse un respiro.
—¿Por qué estás comportándote de esta manera?— Masha le preguntó.
Yulia giró el torso para poder verla y le subió el cierre de su chaqueta hasta el cuello. Luego le cubrió las manos que estaban sobre su estómago con las suyas.
—Mierda... Lo siento... Masha... lo siento... pero es que... estoy desesperada. Si hubieras hablado con esa niña, si la hubieses escuchado llorar y pedir ayuda de la forma en que lo hizo, me entenderías...
—¿Estás segura que actúas así por Katya... y no por mi amiga?
Yulia se quedó pensativa por unos segundos. En realidad ya ni sabía.
—No lo sé— Susurró —Me preocupan ambas. Solo quiero entrar ahí y ver que no pasa nada grave. Es todo.
—Yo también quiero ayudar, pero ¿Cómo diablos vamos a trepar por ese muro?— Masha gimió mientras miraba la altura de la pared.
—Es fácil. Bajemos, por favor — Yulia respondió y logró que la chica dejara la moto.
Trepó la Yamaha, hizo que Masha también lo hiciera y comenzaron a escalar el muro con mucho cuidado hasta lograr caer al otro lado. Masha buscó su mano y la entrelazó con fuerza. Ahí todo se veía peor que afuera.
Empezaron su camino entre los arboles hacia las tenues y alejadas luces de la casa. A paso lento, mirando al pasto y a todos los alrededores con cautela.
Finalmente llegaron a la parte trasera de la casa y al intentar salir de los matorrales, una luz las alumbró directamente. Yulia se dejó caer entre la hierba pero Masha quedó de pie. Unos de los guardias la había atrapado.
—Usted... — Él la quedó mirando extrañado —¿es usted? Señorita, Sarantseva — La reconoció.
Masha de inmediato asintió. Aprovechándose de la situación, salió del matorral y se acercó a él, jalándolo hacia la casa para que le diera la espalda a Yulia.
—¡Si, soy yo!— Le dijo claramente nerviosa.
—Uhmm... ¿Pero qué hace aquí? ¿Y a estas horas, señorita, Sarantseva?
—¿Yo? Pues... estaba...
Yulia la escuchó tartamudeando otra vez, y se mordió el labio mientras rogaba internamente que se inventara una buena.
—Estaba... bus... buscando algo que se me cayó desde el balcón de Elena— Masha señaló la habitación de su amiga. La luz se encontraba encendida —Mi anillo, no fui cuidadosa y vino a dar aquí.
—Pero no creo que lo encuentre en esta oscuridad, señorita Sarantseva. No es conveniente que esté en esta parte del jardín a estas horas. Será mejor que lo haga mañana.
—Si, tienes razón. Mejor lo hago mañana. Debo volver.
—La acompaño.
—Claro.
Yulia vio como su amiga comenzaba a alejarse con el hombre y decidió salir de su escondite. Miró a todas partes. Masha probablemente no entraría a la casa. ¿Y entonces que diablos iba hacer ella?
Sus ojos de pronto fueron a dar al solitario balcón en el segundo piso, allí se dio cuenta que ya no había marcha atrás. Tenía que ir.
Caminó cerca y con sumo cuidado trepó los barrotes al balcón. Comprobó que la puerta de cristal no estaba abierta, así que intentó mirar a través de las cortinas pero no logró nada. Tenía que arriesgarse a entrar si o si.
Decidida, agarró la manija de la puerta y la empezó a correr con delicadeza hasta lograr abrirla unos cuantos centímetros. Asomó la cabeza y vio a Elena en su cama, recostada boca abajo mientras sollozaba casi inaudible. El corazón comenzó a martillarle sin control. Sentía temor a lo que pudiera pasar.
Aún así, corrió más la puerta, esta vez no teniendo cuidado. Elena se sobresaltó por el ruido y de inmediato miró de donde provenía. Sus ojos se abrieron como platos cuando vio a Yulia allí parada.
—¿Qué mierda haces aquí?— Le gritó llena de coraje y rápidamente se levantó en dirección a ella, sacando su frustración, dándole empujones y golpes en el pecho. Gritándole un montón de cosas inentendibles.
Yulia se dejó arrinconar contra el cristal de la puerta mientras ella le golpeaba sin parar. Aquellos impactos le dolían, pero era más doloroso ver a la chica en tal estado.
Después de unos segundos, Elena cesó sus ataques y dejó caer su rostro en el cuello de aquel cuerpo que había violentado. Sus manos quedaron agarradas a la camisa, justo a la altura del pecho.
Yulia no se movió, pero sentía como las lágrimas de la chica corrían por su yugular y se perdían en el cuello de su camisa. Tragó saliva. Nunca había enfrentado una situación así. No sabía como reaccionar.
Se mantuvieron un largo tiempo en la misma posición, hasta que Elena se alejó y la miró. Sus manos aún le sostenían la camisa con fuerza.
—¿Qué haces aquí, Volkova? ¿Por qué te metes a mi casa sin permiso?— Su voz se entrecortaba.
Yulia vio como aún soltaba lagrimitas y tuvo el impulso de limpiarlas con su dedo pero mantuvo la compostura. La chica lucía tan frágil, pero también tan pérdida que no sabía que esperar.
—¡Te estoy hablando, Volkova!— Elena la sacudió y después la volvió a empujar débilmente.
Yulia se aclaró la garganta.
—Katya...— Susurró —Ella llamó a casa llorando y dijo que no te encontrabas bien. Me pidió que viniera... Y aquí estoy — Le habló con calma. Buscó sus ojos —¿Qué es lo que te pasa, Elena? ¿Por qué lloras así?— Le dijo preocupada.
La chica la soltó y se quitó las lágrimas del rostro con bastante brusquedad.
—No me pasa nada, Volkova. Aquí no ocurre nada ¡Mejor lárgate por donde viniste!— Le gritó, pero evidentemente no pudo seguir mostrándose ruda y regresó sollozando al colchón.
Yulia por supuesto no obedeció. Fue tras ella y se puso de rodillas en el suelo, apoyándose con sus codos contra el borde de la cama para poder mirarle de cerca, Elena había escondido medio rostro en la almohada.
—¿No te dije que te fueras, Volkova?— Le dijo, pero esta vez en un tono neutro.
Yulia sonrió levemente.
—No voy a irme hasta saber que te pasa, y tampoco hasta ver a Katya... Ella está preocupada por ti — Trató de hacerle entender pero Elena giró el rostro hacia el otro lado y se arropó de pies a cabeza.
—A ti no debe importarte lo que me pase. Y no quiero que Katya me vea así. Ya vete, Volkova — Dijo bajó las sabanas.
Yulia se levantó, se arregló las arrugas de la camisa y acercó la boca hasta la cobija, donde supuso se encontraba la oreja de Elena.
—Tienes razón. No me interesan tus cosas, pero si las de tu hermana. Yo vine aquí por ella, para ayudarla, y lo que desea es estar contigo... así que voy a ir a buscarla — Yulia intentó dar unos pasos con el fin de ir a la puerta, pero Elena salió de las cobijas y le agarró una manga de la camisa. Ambas quedaron a solo centímetros, solo separadas del borde de la cama.
Elena arrodillada mientras que Yulia de pie. Las dos mirándose retadoramente.
Un toque en la puerta se hizo presente, y después la vocecita de Katya tras ella. Elena de inmediato saltó del colchón para abrir y dejarla pasar. La niña se lanzó a sus brazos.
—Lena, ¿Por qué no me abrías la puerta? Estaba asustada — Elena no contestó nada, no quería entrar en detalles teniendo a Yulia mirándola de esa forma. Bajó a Katya, y la niña al darse vuelta, vio a la chica Volkova parada al lado de la cama.
Una sonrisa se formó en su rostro.
—¡Yuli! ¡Viniste!— Gritó y saltó a los brazos de ella.
Elena regresó a la cama y se arropó de nuevo pero esta vez hasta el cuello. Katya al verlo, se zafó de Yulia y también se metió bajo las cobijas, entre los brazos de su hermana.
Yulia vio que ambas la miraban y no pudo evitar sentir tristeza. Los ojos de la hermanas Katin estaban rojos, también sus narices y sus labios. Sobre todo los de Elena.
—Ahora si, Volkova — Elena le habló — Ya todo está hecho. Puedes irte a tu casa tranquila.
—Claro que no— Katya protestó —Mejor quédate a cuidarnos, Yuli, puedes dormir aquí — dijo, dándole algunos golpecitos al lado vacío de la cama.
Elena escondió su rostro en el cuerpo de Katya y Yulia rió, después negó.
—Gracias, pequeña, pero no puedo quedarme — Se apoyó en la cama y le tomó una manita —¿Ya te sientes mejor?— La niña asintió —Entonces es hora de irme.
—¡No!— Katya la atrapó por el cuello. Elena se sobresaltó otra vez —No te vayas. No quiero que mi hermana siga llorando.
—Yo ya no estoy llorando— Elena se entrometió.
—Katya la volteó a mirarla pero los ojos de su hermana aún estaban llorosos. Comenzó a negar —Si lo estás. Tus ojos están muy rojos— Le dijo triste.
Elena miró a Yulia y después se levantó en dirección al baño. Allí se encerró.
—Kat, yo no puedo quedarme, Viktoria está sola en su habitación y tengo que acompañarla a dormir. Ella se asusta.
—Pero y Lena...?— La niña gimió preocupada.
Yulia echó un vistazo a la puerta del baño para corroborar que Elena no saliera y, después, se sentó cómodamente en la cama. Tomó a Katya por los bracitos y se le acercó tanto como pudo.
—¿Por qué tu hermana estaba llorando?— Le susurró.
Katya lo captó y le acercó sus labios a la oreja. Comenzó a susurrar —No lo entendí bien... Pero Mamá y Lena se gritaron durante la cena.
—¿Pero que decían?— Yulia se moría de la curiosidad.
—Mamá dijo que era tiempo de que Lena tuviera una familia. La verdad es que no recuerdo mucho lo otro. Fueron muchas cosas.
—Ummm... está bien... No te preocupes — Yulia se alejó un poco, sintiendo decepción. La verdad es que le hubiera encantado saber la razón.
Katya continuó.
—No me gusta que Lena llore, Yuli. A mi me duele. No quiero que vuelva a llorar así, ni tampoco como la anterior vez...
—¿Cómo la anterior vez?— Yulia enarcó una ceja.
Katya asintió.
—Si, y fue por tu culpa— Le dijo, mirándola bastante mal.
Yulia se tornó confundida.
—¿Y por qué yo?— Le preguntó.
—Tampoco lo recuerdo, pero fue cuando mencioné tú nombre. Ella empezó a hablar sobre ti y sus ojos se colocaron aguados y rojos.
En ese instante, la puerta del baño se abrió y Elena salió con un aspecto mejorado. Notó que ambas mujeres la miraban y abrió las manos de modo interrogatorio.
—¿Qué pasa?— Preguntó.
Yulia se puso de pie. Mirándola fijamente —¿Cómo es eso de qué tú estabas llorando por mí hace unos días?— Le preguntó. Casi sonó como un reclamo.
Elena miró a Katya y no pudo evitar gemir su nombre. Sintió que las lágrimas se le salían de nuevo.
Yulia es un poco metiche, pero no importa. Es YULIA y le perdono todo!
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
La historia no va lenta va bien, claro no podemos negar q quisiéramos leer más pero eres bastante considerada haciéndolo tan seguido y de lo q comentas quien sabe y ese hobbie algún día llegue a algo más y tengas un libro . En cuanto a la historia sólo espero q la mamá de lena no se la lleve
Fati20- Mensajes : 1370
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 32
Localización : Venezuela
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Que locura con lena y Yulia que se den una buena besuqueada ya plis.. Estaré ansiosa de leer tu siguiente fics espero sea pronto..
Kamila- Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 02/04/2018
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
No es que vaya lento, es que esta tan buena y lo que dan es ganas de seguir leyendo más y más
Aleinads- Mensajes : 519
Fecha de inscripción : 14/05/2015
Edad : 35
Localización : Colombia
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Hola
esta historia esta buena
ay quiero mas besos de las chicas pero conciente
siguela pronto
esta historia esta buena
ay quiero mas besos de las chicas pero conciente
siguela pronto
andyvolkatin- Mensajes : 576
Fecha de inscripción : 27/05/2015
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Hola chicas, cómo están? Cómo se portan? Díganme que son lo mejor portadas del mundo entero... Que bueno! Porque yo si me porto bien. A ver... gracias por estar al tanto de la historia como siempre, son tan genias!!! Las adoro!
Les dejo otro capítulo para que disfruten de este miércoles! Así que...
A leer!!!
—Tienes que venir conmigo a casa de Elena... ahora mismo — Le dijo, tendiéndole el casco.
Masha abrió las manos, haciendo una mueca de no entender. Y eso era exactamente lo que ocurría.
—¿Qué? ¿A estas horas? ¿Y eso cómo para qué?— Le preguntó.
—Su hermanita llamó y me contó que Elena se encontraba muy mal. Dijo que estaba encerrada en su habitación, llorando incontrolable, que no quería abrirle la puerta a nadie. La pequeña tampoco sonaba bien. Entre lágrimas, me dijo que temía que algo le pasara a su hermana, y casi me rogó para que fuera a ayudarla... Tenemos que ir.
[***]
No tomó mucho tiempo llegar a la residencia Katin. Ambas chicas corrieron directo a la bocina pero fue Masha quien pinchó el botón del timbre. El led de color verde de inmediato se encendió.
— Casa de la Familia Katin. Buenas noches — La voz de Fedora.
Masha se aclaró la garganta mientras Yulia a su lado se mantenía expectante.
—Hola, Fedo... Soy Masha... ah... eh... Podría... yo — Al notar que la chica empezaba a tartamudear, Yulia le dio un empujón con su hombro y la animó a seguir. No había tiempo que perder —Yo... Yo vengo a ver a Elena. Necesito hablar con ella.
[***]
—¿Qué haces aquí, Volkova? ¿Por qué te metes a mi casa sin permiso?— Su voz se entrecortaba.
Yulia vio como aún soltaba lagrimitas y tuvo el impulso de limpiarlas con su dedo pero mantuvo la compostura. La chica lucía tan frágil, pero también tan pérdida que no sabía que esperar.
—¡Te estoy hablando, Volkova!— Elena la sacudió y después la volvió a empujar débilmente.
Yulia se aclaró la garganta.
[***]
En ese instante, la puerta del baño se abrió y Elena salió con un aspecto mejorado. Notó que ambas mujeres la miraban y abrió las manos de modo interrogatorio.
—¿Qué pasa?— Preguntó.
Yulia se puso de pie. Mirándola fijamente —¿Cómo es eso de qué tú estabas llorando por mí hace unos días?— Le preguntó. Casi sonó como un reclamo.
Elena miró a Katya y no pudo evitar gemir su nombre. Sintió que las lágrimas se le salían de nuevo.
—Eso, eso fue cuando... — Las mejillas de Elena tomaron el color de una cereza. Su cabeza se volvió un lio y tuvo que gritar lo primero que se le vino a la mente —¡Eso fue cuando tú me besaste en la cocina!
La boquita y los ojos de Katya se abrieron de un tirón. En menos de un segundo estuvo de pie sobre el colchón. Yulia quedó estupefacta.
—¡¿Te pusiste a llorar solo porque te di un beso?! ¿De verdad estás diciéndome eso?— Le gritó.
Elena se mordió el labio nerviosamente. Realmente cayó en cuenta que había dicho la peor estupidez.
Katya rápidamente saltó de la cama y se hizo entre ambas, mirándolas con una sonrisa llena de satisfacción.
— ! ¿Ustedes se besaron?! — Les preguntó, pero no esperó respuesta de ninguna y empezó un baile bastante movido, mezclado con saltos a mitad de la habitación. —Wiiiii!!! Yujuuuu, siiiiiii! ¡¡¡Yeessss!!!— Sus manos empuñadas en forma de victoria también hacían parte de la coreografía.
Furiosa, Yulia se acercó a Elena y la agarró de la mano para luego llevársela arrastrada hasta al balcón. Cerró la puerta y se cruzó de brazos, fulminándola con la mirada.
—¿Estás jodiéndome, Katina? ¿Cómo es posible que hayas llorado por un simple beso?— Le reclamó. Elena agachó la mirada. Ni siquiera sabía que responderle —¿Lloraste de alegría o porque fue el peor beso que te han dado en la vida? ¿Eh?
—¡Yah Volkova! — Se quejó. Aún miraba al suelo y sus dedos se movían nerviosos sobre el barandal —Lloré... porque me sentí acorralada. Me tenías atrapada, obligándome a algo que no quería... Además...— La miró —Quién me estaba acosando... eras tú, una mujer... Me sentí horrible — Dijo mostrándose tímida.
Yulia suspiró, claramente derrotada. Se giró hacia al jardín y se pasó una mano por el cabello, echándolo hacia atrás. A leguas se notaba que aquellas palabras le habían afectado. Al presenciarlo, Elena sintió un dolor en el pecho. No quería tener que decirle ese tipo de cosas. Realmente anhelaba gritarle que sus lágrimas eran de sufrimiento, que había llorado porque la hacía sentir como un insecto, por no poder ser ella misma, por hacer que se enamorara como loca... pero no, era mejor de esa manera. Ella estaba resignada a no tener ninguna esperanza con la chica.
—¡Eso... es lo más ridículo que he oído en mi vida! — Yulia de nuevo se giró hacia ella. Y esta vez, Elena pudo notar mucha tristeza en su mirada. Se mantuvo en silencio, sintiéndose de lo peor —De verdad... No debí venir aquí, no debí preocuparme por alguien como tú. Mejor me voy... así dejas de sentirte tan horrible... — Le dijo mirándola cabreada y se subió por el barandal para estar del otro lado del balcón. Empezó a bajar algunos barrotes y, cuando estuvo en la mitad, se pausó para observar hacía arriba, Katina estaba apoyada en el balcón, allí mirándola. De repente comenzó a trepar de nuevo, y cuando su rostro estuvo a la misma altura que el de la chica, la sorprendió clavándole un gran beso en la boca.
Los ojos de Elena se cerraron, sintiendo como los labios de Yulia humedecían su labio inferior. Pero fue algo fugaz, ya que un segundo después, sintió el aire helado de la noche.
Abrió los ojos y vio como la nariz de Yulia chocaba con la suya.
—Espero que con este beso no padezcas ganas de llorar... espero que mejor te den ganas de morirte – Yulia le susurró en los labios y desapareció otra vez por los barrotes.
Elena quedó estupefacta, todo lo que pudo hacer en ese momento fue tocarse los labios lentamente.
Al otro lado de la mansión, en la puerta principal, Masha se calentaba las manos con su propio aliento mientras esperaba a que Yulia apareciera en cualquier momento. Había tenido la maravillosa idea de decirle al guardia que aún aguardaba por otra amiga que también estaba con Elena en su habitación. Y él, por supuesto, le creyó pues sabían que era muy allegada a la chica Katina.
De pronto, su celular vibró. Era un mensaje de Yulia.
—¿Dónde estás?
—En la puerta principal... Junto con el guardia.
—Ya voy para allá.
—¿Vienes de adentro o del jardín?
—Jardín.
—OK— Guardó el teléfono y se acercó al guardia, sonriéndole lindamente. Si Yulia venía del jardín tenía que hacer que el hombre se quitara de la puerta para que no descubriera nada.
Se inventó una jugada.
— Mi amiga ya casi sale, ¿Podríamos esperar dentro del auto mientras viene? Está haciendo mucho frio aquí— Señaló los alrededores.
El hombre asintió y amablemente le abrió la puerta de uno de los coches asignados para recorrer el jardín. Entró allí y cinco minutos después, Yulia apareció. También se metió y el guarda las llevó hasta las afueras de la residencia Katin.
Más tarde, pasada las doce de la madrugaba, finalmente estaban de regreso a casa. Masha bajó de la moto e intentó quitarse la chaqueta pero Yulia no se lo permitió.
—Quédatela... Luego me la das. Yo no tengo frio —Dijo despreocupada.
Masha notó de nuevo su semblante apagado. Había estado así durante todo el camino hasta allí. Estaba segura que algo nada bueno ocurrió en casa de Elena.
—¿Y? ¿No vas a contarme nada de lo pasó allá dentro? — Le preguntó.
Yulia negó con calma —Ni siquiera vale la pena. Lo único que empiezo a creer es que tú amiga se merece cada cosa mala que le pase.
—Hey, ¿Por qué dices eso?— El ceño de Masha se arrugó.
Yulia volvió a negar —Si quieres saber que pasó, debes preguntarle a ella porque yo no lo sé. Lo único cierto es que no debimos ir a perder nuestro tiempo. Siento haberte llamado y luego sacado de tu casa así tan rudamente. También por hablarte de mala manera, no volverá a suceder. Perdóname por favor.
—Claro que sí... Ven aquí— Masha abrió las manos y la envolvió en un abrazo al que Yulia recibió con gusto.
Ambas se susurraron un te quiero, y después, cada una siguió su camino.
Dos días después...
Lunes, 5pm.
Universidad de Moscú.
—¡Dios! Creí que iba a quedarme dormida. ¡Que clase más aburridora!— Tasha gimió y comenzó a desperezarse en su silla mientras Yulia ya de pie, terminaba de guardar sus pertenencias en la maleta. La última clase del día por fin había terminado y el salón comenzaba a quedarse vacío.
—Generalmente no me quejo de nada pero tienes mucha razón. Teoría por más de cuatro horas seguidas es una tortura— Yulia le contestó sonriendo.
Tasha finalmente se levantó de la silla y también comenzó a guardar sus pertenencias. —Inna me envió un mensaje hace unos minutos. Está en la cafetería con las demás chicas ¿Vas?— Le preguntó.
Yulia se encogió de hombros, mostrándose despreocupada. No era mala idea, no tenía nada que hacer en casa como para volver tan temprano.
Un “si” salió de su boca, y sin más salieron hacia el pasillo, yendo al campus, y después a la cafetería.
Al llegar a la mesa, Inna, Svetlana e Ivka les sonreían lindamente... pero no fue lo mismo con Karina. La chica estaba cruzada de brazos y mirándolas bastante mal. Las cejas de Yulia y Tasha se enarcaron al mismo tiempo.
—¿Qué rayos te pasa? ¿Por qué nos estás mirando así?— Tasha le preguntó divertida.
Inna viéndolo, negó con humor y palmeó las sillas vacías que se situaban a su lado. Yulia y Tasha las tomaron —Está furiosa, amor— le explicó, y después se inclinó para darle un beso en la boca. Luego continuó —Le dije que no pidiéramos comida hasta que ustedes terminaran clases y estuvieran aquí. Es por eso que las mira así— Dijo sonriendo.
—¡Pues es que se demoraron mucho! ¡Y mi pobre estómago ya no aguanta!— Karina respondió exageradamente, logrando que toda la mesa estallara en risas —Ahora si es tiempo de ir a ordenar. ¿Quieren lo mismo de siempre?— Preguntó para toda la mesa. Las chicas asintieron. Ella rápidamente se levantó de la silla y jaloneó a Tasha de un brazo para después arrastrarla bruscamente hacia la cafetería.
Inna frunció el ceño y comenzó a gritarle que tuviera más cuidado con su novia. Con un jalón de ese tipo hasta le hubiera podido arrancar el brazo.
—Karina está loca— Ivka añadió con burla y también se puso de pie —Voy con ellas— Señaló a la cafetería — Creo que van a necesitar una mano.
—Yo voy contigo — Svetlana salió de la silla y ambas desaparecieron de la mesa.
Inna palmeó el hombro de Yulia, atrayendo su atención —¿Tú de casualidad no quieres ir?— Le preguntó divertida.
Yulia negó con calma —Creo que ya hay suficientes manos— le dijo en el mismo tono.
Inna rió nuevamente —El jueves… cuando terminó el partido te estuvimos buscando como locas. ¿Por qué te fuiste tan rápido?— Cambió de tema.
Yulia quedó pensativa por un momento, haciendo memoria de aquel día. Luego recordó que había huido después de que se dio cuenta que la mirada intensa de Elena en su baile no había sido para ella sino para el estúpido jugador de baloncesto con el que follaba tras los árboles. Una verdadera y completa mierda —Estaba muy cansada por el viaje. Moría de sueño.
—A propósito de tu viaje...— Inna pareció interesada. Se apoyó en su codo para mirarla mejor —Ese día no quise preguntarte en detalle como te había ido con tu novia debido al bullicio del campus. Dijiste que todo fue bien pero en realidad quería saber más. ¿Cómo fue todo?
—Bueno...— Yulia también buscó comodidad, acomodándose en la silla —Al principio fue raro porque quise sorprenderla en su habitación pero ella estaba súper enojada conmigo. De ahí cenamos junto con sus padres, ellos se dieron cuenta que no estábamos bien y ayudaron un poco para lo que luego vino. Después de la cena pudimos hablar seriamente y le conté todo sobre Katina, obviamente censurando los besos y lo que me pudiera perjudicar más. Ella estuvo dudosa pero supongo que me perdonó... Aunque aún dudo si se tragó todo lo que le dije. Para serte sincera... Creo que no me creyó del todo porque estuvo bastante extraña durante los días que estuve allí.
Inna soltó una pequeña risa al escuchar esa narración. No fueron los detalles que esperaba pero no podía pedir más —¿Así que tu chica aún cree que si tienes algo que ver con Elena?
—Supongo que sí— Dijo encogiéndose de hombros —Ahora ya no me manda mensajes de aviso para que nos conectemos en la computadora sino que de una me tira solicitudes de video llamadas al celular. Creo que quiere cogerme con las manos en la masa... pero no lo va a lograr – Soltó un suspiro, mirando al cielo — Quiero que esto se termine pronto.
—¿A qué te refieres? — Inna preguntó confundida.
Yulia señaló todo a su alrededor –A esto. Ya llevo dos meses en esta ciudad y uno estudiando en este lugar. Dos meses más y podré volver a St. Petersburgo de una vez y por todas. Y de ahí todos los problemas con mi novia desaparecerán y volveremos a estar juntas como debe ser.
—Espera... — Inna se sorprendió —¿Nos vas a abandonar? — Dijo con un poco de molestia.
Yulia sonrió al verle el ceño fruncido. Si que las iba a dejar pero a ella en especial la iba a extrañar mucho. Le había tomado un grande y sincero cariño —Si In... me iré de nuevo a vivir a mi ciudad... Pero sin duda extrañaré estar con ustedes. Creo que han sido lo único bueno que me he encontrado aquí. También a Masha y a una pequeña personita que conocí, y que me va doler dejar de ver. Pero si... ya está decido.
—Eres de lo peor — Inna hizo un puchero y, Yulia sin pensarlo, se lo agarró suavemente con sus dedos y empezó a reír.
Pero pronto un carraspeo proveniente de su lado le borró la sonrisa. Giró la cabeza hacia al ruido y vio a Tasha con cara de pocos amigos, y a las chicas detrás de ella mirándola con las cejas enarcadas. Rápidamente alejó la mano de Inna y la escondió en su espalda.
—Que bonito, Volkova. Es la segunda vez que te veo con las manos en la masa, o mejor, con las manos encima de mi novia.
—Amor, déjate de tonterías y dame esa comida— Inna le arrebató la bandeja y la colocó sobre la mesa. Luego jaló a Tasha y le atrajo al asiento. Una faena de besos empezó mientras las demás repartían la comida.
Una hora después, el grupo ya caminaba por el parqueadero. El reloj ya marcaba las seis de la tarde y las puertas de la Universidad cerrarían pronto para dar por terminada la jornada del día.
Ivka y Svetlana se habían quedado a mitad de camino cuando encontraron su auto, mientras que el resto de chicas seguían en busca del vehículo de Tasha. Yulia también las acompañaba ya que las motos se parqueaban al final del lugar. Recorrieron unos cuantos autos más, hasta que finalmente llegaron al Audi azul de Tasha. Yulia intentó comenzar a despedirse, pero su mirada se desvió al Porsche negro que estaba parqueado al lado. De pronto, un bullicio se escuchó alrededor y, después, allí aparecía Elena Katina con su grupo de amigos y amigas. Todos rodeándola como si quisieran conseguir algo de ella.
Elena rodeó el auto para ir a la puerta, pero se encontró con Yulia de frente, bloqueándole la entrada. Ambas se miraban fijamente a los ojos y se mantenían en completo silencio... Justo como había pasado en la mañana cuando cada una recogió a sus respectivas hermanitas en la escuela.
Yulia cayó en cuenta de su error e intentó correrse de allí pero fue imposible cuando sintió a alguien abrazándola por el cuello. El impacto no le permitió controlar el equilibrio y cayó recostada de espaldas contra la puerta del Porsche negro.
—¡Mi amor!— Escuchó el grito y luego un beso húmedo fue a dar a su mejilla. Los ojos se le abrieron como platos cuando vio el rostro sonriente de Anya a centímetros del suyo —¡Al fin estoy aquí!— Le dijo ella destilando felicidad, pero eso no duró mucho porque Elena se lanzó furiosa contra ambas y las empujó lejos de la puerta del Porsche.
—¡Mi auto no es recostadero de nadie! ¡Pudiste haberle dañado la puerta con ese golpe!— Le metió un grito fuertísimo a Yulia.
Todas las personas que estaban allí, al percatarse de que algo pasaba, se acercaron y las rodearon en un círculo. Los amigos de Elena, en especial Nastya y Aleksey se hicieron detrás de ella.
Yulia al ver tanta gente mirándola, entrelazó su mano con la de Anya y la jaló para llevársela de allí pero su amiga no se dejó mover.
—Anya, vámonos de aquí — Le susurró disimuladamente, pero de nada sirvió. Su amiga se soltó del agarre y dio unos pasos más cerca de Elena. El nerviosismo la inundó. Comenzó a acariciarse el cuello. Estaba preocupada. Conocía a Anya y sabía que la cosa se iba a poner fea.
A un metro, Tasha, Inna, Karina junto a todos los demás, miraban la escena con confusión.
Elena y Anya se miraban retadoramente. La más baja detallándola de pies a cabeza mientras la pelirroja la fulminaba con la mirada. En la cabeza de la chica retumbaba el “mi amor” y el abrazo tan cariñoso que Anya le había dado a su Yulia.
De pronto, la ceja de Anya se enarcó y una sonrisa burlona junto con unos aplausos dio paso. La chica había logrado reconocer a Elena.
—¡Wow! ¡Pero mira a quien tenemos aquí! — Le dijo a Yulia —¿Es quién creo que es?— Le preguntó.
Yulia negó sin saber que más hacer —Solo vámonos de aquí— Le pidió, pero Anya no lo hizo.
Ella volvió su mirada a Elena —Mira muñeca, — Empezó a decirle en un tono severo — a mi no me conoces, y no me hablas así... ¡Y mucho menos me empujas de esa manera!— Le gritó y la tomó de los hombros para tirarla fuertemente. Elena fue a dar a los brazos de Aleksey.
Todas las personas alrededor, murmuraron sorprendidos. Nadie nunca se había atrevido a atacar a Elena Katina en ese lugar.
Nastya salió enojada de atrás e intentó lanzarse contra Anya pero Yulia se puso en su lugar, recibiendo algunos aruñones en sus brazos mientras la chica trataba de pasar hacia su amiga. Finalmente, tomó de los brazos a la mujer, deteniendo los ataques.
Anya atrás se carcajeaba —¿Qué no puedes defenderte sola?— Le gritaba a Elena, quien aún era sostenida por el chico.
Nastya se soltó del agarre de Yulia y repitió el volverse a lanzar contra Anya, pero Yulia también la devolvió de un empujón —¡Es suficiente!— Le gritó completamente sacada de quicio —Tú no pintas aquí. Deja de meterte en lo que no debes porque o si no...
—¡¿Si no qué?!— Nastya no le dejó terminar y de nuevo la enfrentó —¡¿Qué?! ¡¿Qué vas a hacerme tú, enana lesbiana?!— Le gritó en la cara — Antes de que te atrevas a tocarme yo primero te rompo la cara — Alzó la mano e intentó chocarla en la mejilla de Yulia, pero su brazo fue detenido por Elena a mitad de camino. Tasha, Karina e Inna entraron a rodear a su amiga.
—Ni siquiera vuelvas a intentar una estupidez como esa. Tú no me tocas a Volkova. De ninguna forma — Elena le susurró a Nastya muy cerca del rostro, su mano empuñaba con fuerza el brazo de la mujer.
Nastya la miró con un poco de temor y se soltó para resguardarse entre su grupo de amigos.
Elena se giró hacia a Yulia y la miró fijamente —Controla a tu noviecita Volkova. Se metió con quien no debía, y las consecuencias las vas a pagar tú— Le amenazó y, de inmediato, Inna entró en acción.
—¡Es suficiente!— Le gritó a Elena. Y se hizo en la mitad de ambas. Con sus manos pedía calma —Esto ya fue demasiado lejos. No son necesarias las amenazas, Elena. Lo que pasó fue accidental, Yulia no quiso golpear tu auto a propósito. Tú exageraste las cosas y reaccionaste agresiva.
Al escuchar a Inna decir eso, Elena de inmediato se quitó de ahí y se metió a su auto. Todas las personas que estaban allí, tuvieron que quitarse cuando el vehículo comenzó a retroceder. Finalmente estuvo del lado correcto y arrancó a toda la velocidad hacia la salida. Nadie la perdió de vista hasta que desapareció.
Todos los estudiantes que presenciaron la escena comenzaron a abandonar el parqueadero. Nastya, Aleksey y su grupo de amigos también desaparecieron. Mientras, las protagonistas del reciente episodio intentaban calmarse. Yulia se pasaba las manos por el cabello constantemente. Anya ya estaba tranquila y las demás chicas solo miraban en silencio.
—Ya relájate, Yul — Anya se le acercó y la envolvió en un abrazo.
—¿Quieren que las llevemos a casa?— Tasha preguntó, pero Yulia negó, ya mostrándose un poco serena. Anya salió del abrazo pero dejó su mano entrelazada.
—No, Tash... no es necesario. Váyanse ustedes tranquilas. Y gracias por apoyarme— Les dijo a todas.
—No tienes nada que agradecernos, Yul — Inna entró en la conversación —Katina realmente exageró todo. Ella es la culpable de esto. No tenía derecho de empujarlas de esa forma.
—Lo sé, lo sé— Yulia respondió despreocupada —De todas formas ya debo irme. Gracias por todo, chicas— Se despidió de todas y tomó el camino a casa.
Más tarde, al pasar por la puerta, toda la familia Volkov recibió con alegría la llegada de Anya. Le mostraron cada rincón de la casa, compartieron la cena, charlaron cómodamente unas cuantas horas, hasta que llegó el tiempo de dormir.
Yulia llevó a Anya a su habitación y cerró la puerta.
—Aquí vas a dormir — Le dijo y tiró las maletas de su amiga encima la cama. Ella también se dejó caer boca arriba en el colchón.
Anya la quedó mirando con el ceño fruncido y los brazos cruzados —Fui muy específica cuando te dije que no iba a dormir contigo. ¿Qué no hay más cuartos en esta casa?— Gimió enojada.
Yulia negó —Si hay, pero como pudiste ver no preparé ninguno porque hasta dónde sabia… tú llegabas en la madrugada. Nunca pensé que estuvieras aquí antes, fueras a mi Universidad y me armaras un escándalo contra Katina.
—¿Aún vas a seguir con eso?— Anya se acostó a su lado, mirándole el perfil. Yulia también ladeó su cabeza para hablarle.
—Si, aún voy a seguir. Y sabes algo, mañana cuando no estén mis padres, voy a matarte y también voy a matar a Lenin por haberte llevado a mi Universidad sin avisarme. De nuevo me hiciste hacer el ridículo… y casi me haces recibir un buen golpe por parte de esa gata amiga de Katina. ¡Te odio!— Le dijo bromeando y le tomó el cuello como si fuera a ahorcarla.
Después, la sacudió suavemente.
Anya rió —Yah!! Pero no recibiste nada ya que la propia Katina detuvo a la estúpida de su amiga. Algo... que fue muy extraño. ¿Viste que algo le susurró?— Anya utilizó un tono curioso al decirlo —Me hubiera encantado escucharlo.
—Pues si, fue raro. Aunque lo más probable es que ella no dejó que su amiga me cacheteara porque ella es quien quiere disfrutar de darme ese golpe.
—Pues mientras yo esté aquí, eso no va a suceder. Y el único golpe que vas a recibir es el mío por no haberme preparado un cuarto — Le manoteó el hombro —Vas a tener que dormir en la sala.
—Shhh... No te preocupes, puedes quedarte con mi habitación. Al fin y al cabo yo siempre duermo con Viktoria... Y además, en mi cuarto de pintura tengo un sofá cama.
—Qué bueno oír eso, así no tendré que aguantarme que balbucees tonterías dormida o que te estés montando encima de mi cuando estás soñando. Ya lo he soportado mucho.
—Pues tendrás que seguir soportándome hasta el fin de tus días!— Yulia le dijo con crueldad y se le subió encima a abrazarla y a mordisquearle las mejillas. Los gritos de clemencia de Anya se comenzaron a escuchar en toda la casa.
…
Al día siguiente, Yulia abría la puerta de su habitación y entraba en puntillas hacia su closet tratando de hacer el menor ruido posible para que su amiga no se despertara. Anoche, después de charlar y juguetear un gran rato con ella, finalmente había dejado su cuarto para irse a dormir con Viktoria.
Logró llegar a su closet y de ahí sacó unas cuantas prendas bastantes ligeras. Ya eran un poco más de las seis de la mañana, ya se había duchado y ahora debía cambiar la bata de baño que llevaba puesta por ropa pasable para poder llevar a Viktoria a la escuela.
Cerró la puerta de su closet, comenzó a caminar cuidadosamente hacia la salida pero se detuvo a mitad de camino cuando Anya se giró y la quedó mirando.
—¿A dónde vas?— La chica le preguntó aún adormilada. Luego bostezó —¿Qué hora es?
—Son las seis de la mañana, tengo que llevar a Viktoria a la escuela.
—Te acompaño— Anya intentó levantarse pero Yulia de inmediato se acercó a la cama y la detuvo.
—No es necesario, Any. Tú sigue durmiendo. Aún es muy temprano y yo no voy a demorarme más de media hora. Mejor me acompañas cuando la vayamos a recoger.
—Está bien — La chica susurró y se giró de nuevo para volver a dormir. Después señaló su mejilla —No te olvides de darme mi beso — Le dijo, y Yulia rió.
Se inclinó para clavarle un pico sonoro y abandonó la habitación.
...
En el auditorio, la clase de música ya estaba por iniciar. La mayoría de estudiantes ya se hallaban en sus puestos, unos charlando, otros alistándose y otros simplemente quietos. Yulia y la pareja de novias también se encontraban allí y conversaban tranquilamente.
Pronto la maestra entró saludando y todos los estudiantes que estaban merodeando en los alrededores se acomodaron en sus puestos. Yulia miró la oleada de cabezas y notó que faltaba Elena. Suspiró de alivio. Entre menos se vieran o hablaran mucho mejor. En la mañana se la había encontrado a la entrada y a la salida de la escuela de las niñas, pero no se habían dicho nada.
—¿Cómo están clase?— La maestra preguntó y todos respondieron con un “bien” al mismo tiempo —Me alegra mucho. Yo también lo estoy— Comentó divertida. Quiso continuar pero en ese momento Elena entraba al auditorio.
La maestra la siguió con la mirada hasta que la chica se sentó.
—Llegas tarde, Katina— Le dijo, pero Elena se mantenía seria. Yulia la observaba.
La maestra continuó— Mis amantes de la música, como les venía comentando la clase anterior, los eventos artísticos y culturales de la Universidad están por dar inicio y como algunos de ustedes ya saben, aquí nos exigen buenos resultados. Quiero recordarles que la semana pasada muchos de ustedes se inscribieron en la lista de competencia para canto y por eso hoy nos vamos a enfocar en lo vocal. Mi asistente, que como ya verán no pudo venir hoy, me dio una muy buena idea para que veamos que tanto potencial tienen ustedes. ¡Vamos a hacer un VS!— Dijo emocionada. Toda la clase quedó en silencio. Sin duda necesitaban más detalles —Les explicaré. Fue a su escritorio y sacó una hoja de una carpeta —Tomaremos los nombres que están inscritos aquí, haremos que se escojan al azar y así tendremos nuestro enfrentamiento. Quiero recalcar que todos los que están en este papel tendrán la oportunidad de ser parte del show que montaremos para el evento, pero el ganador o ganadora será nuestro protagonista, nuestro cantante principal y podrá presentar otra canción en solitario. ¿Les gusta la idea?— Todos fueron unánimes con el si —Entonces vamos a empezar — Ella volvió a su escritorio y con una tijera empezó a recortar cada nombre.
Inna llamó la atención de Yulia —Deberías inscribirte.
—¿Aún se puede?
—Claro que si... ¿Quieres que le diga a la maestra?
Yulia dudó por un momento pero luego asintió. Inna sonrió de oreja a oreja y se levantó para ir hacia al escritorio.
Tasha se sonrió —Mi novia está obsesionada con tu canto. La clase anterior quiso inscribirte pero le dije que no lo hiciera porque no sabíamos si tú querías. Dijo que ganarías sin problema.
Yulia se encogió de hombros —Me siento alagada de que piense así. Y si eso la hace feliz entonces voy a “competir”— Hizo un gesto de comillas con sus dedos.
Inna regresó, sentándose entre ambas, mirándole de nuevo demasiado sonriente —Todo listo. Solo espero que si hay una primera ronda no me toque contra ti. No quiero ser humillada frente a todos.
Yulia le mostró su sonrisa —No vas a humillarte, y si de casualidad nos enfrentamos… se que lo harás bien — Sin pensarlo le revolvió el cabello durante lo que pareció un segundo, porque Tasha ya la miraba con los ojos entrecerrados.
Minutos después la maestra ya tenía todo listo y comenzó a elegir las parejas. La dinámica consistía en que el rival elegía la canción del otro. Algo que le pareció muy interesante a toda la clase.
Nombre por nombre de la lista iba siendo llamado hasta que la maestra reveló que solo quedaban dos nombres por mostrar. Inna, Tasha y la misma Yulia sabían que en uno de esos papeles estaba el nombre de la última pero no tenían idea del de la otra persona.
—Bueno... y aquí tenemos a nuestra última pareja — La maestra abrió ambos papeles y... – Yulia Volkova & Elena Katina — gritó los nombres.
Las tres chicas quedaron sorprendidas, intercambiando miradas como si no lo creyeran.
Elena, mientras, seguía con la cara estirada.
La profesora prosiguió —Katina, escoge la canción para Volkova por favor— La maestra le pidió pero ella solo negó.
—Si me va a enfrentar con Volkova, maestra... Mejor elimíneme de una vez de su lista —Le dijo con calma. La mujer enarcó una ceja, confundida... Tal y como lo estaban todos, incluida Yulia.
—¿Y eso por qué? ¿Qué tiene que te enfrentes con Volkova?— La maestra le preguntó.
Elena desvió su mirada a Yulia. Todo el salón era testigo.
—No tiene caso que yo compita con ella. La he oído cantar y es jodidamente buena.
Tanto el auditorio, como la maestra y en especial Yulia quedaron sorprendidos ante semejante afirmación. La mujer estaba aceptando frente a la multitud que no era mejor que alguien más. Eso era jodidamente un hito. Algo histórico.
—Pero... no porque tu consideres a Volkova buena, todos vamos a pensar lo mismo. Para eso tenemos que oírte a ti también. Vamos... Katina, no voy a sacarte de mi lista. Escoge una canción para Volkova.
Elena dejó su mirada fija en Yulia durante unos largos segundos, y después soltó un suspiro. —“Love on the brain”... es de Rihanna— Le explicó.
Inna soltó un gemido —¡Oh por Dios... Amo esa canción! — Le susurró al oído.
A Yulia no le pareció familiar la pista musical pero asintió.
—Bien... — La maestra lo anotó —Ahora es tu turno, Volkova. Escoge una canción para Katina.
Yulia se quedó pensativa por un instante. Luego se aclaró la garganta —Creo que también escogeré esa canción. Es lo más justo — Dijo mirando a Elena.
—Grandioso. Entonces la próxima clase estaremos haciendo nuestros enfrentamientos. Prepárense mucho. Quiero ver que pongan sus almas cuando canten. Quiero ser testigo del potencial que tienen. Es todo por hoy, chicos y chicas. Nos veremos la próxima semana. Hemos terminado — La maestra fue a su escritorio y comenzó a recoger sus cosas. Toda la clase comenzó a hacer lo mismo.
Yulia y la pareja empezaron a salir del auditorio pero Elena llegó por detrás y llamó a Inna. Ellas se giraron.
—In... ammm. El ensayo no podrá hacerse a las últimas horas porque algunos estudiantes van a ocupar la cancha de entrenamiento… así que tendremos que tomarlo ahora mismo. ¿Puedes?— Preguntó visiblemente apenada.
Inna se encogió de hombros — Si, no hay problema. Voy a ir a cambiarme.
—Bien... Nos vemos allá — Elena le dio una sonrisa de despedida que hizo latir el corazón de Yulia fuertemente. Ella se quedó viendo embobada como la chica se iba caminando por el pasillo.
—Tengo que irme. ¿Vienes conmigo?— Inna abrazó a Tasha por el cuello.
Ella le sonrió —Claro que si... ¿Vienes con nosotras?— Le preguntó a Yulia, sacándola de su distracción.
Ella las miró —¿A dónde?— Preguntó confundida.
—¡A mis ensayos de porras!— Inna le dijo con una ceja enarcada. Yulia de nuevo miró al pasillo y asintió lentamente mientras veía a Elena en la lejanía.
…
El ensayo de las porristas llamaba tanto la atención que parecía otro mega evento como el de hace unos días. Yulia estaba sentada como una estatua. Internamente podía jurar que Karina, Tasha y ella eran las únicas mujeres allí. Todas las graderías de la cancha estaban repletas de hombres, y lo que más le llamó la atención es que muchos de ellos tenían cámaras de alta gama y binoculares. Era algo exagerado. No podía creer que inclusive el ensayo de las chicas desatara tanta euforia.
—Una vez más me impresionan los hombres de esta Universidad — Karina comentó en voz alta —Saltarse las clases solo para venir a morbosear al grupo de porristas. ¡Definitivamente están enfermos!— Dijo pareciendo fastidiada.
Tasha de inmediato soltó una carcajada mientras que Yulia solo sonrió.
—Tú no hables mucho, Kari — Tasha le dijo —Recuerda que hace unos minutos cuando te diste cuenta que Yul y yo veníamos para acá, te nos uniste sin importar qué... Y tú si tenías una clase a la cual asistir... a diferencia nuestra — Le molestó.
Karina iba a protestar, pero dejó la mano en el aire. Tasha tenía toda la razón —Bueno... si, no te lo voy a negar. Este es un espectáculo que nadie se perdería.
—La realidad, Kari... es que eres igual de pervertida a todos los que están aquí.
—¿Y tú qué? ¿No entras en la lista? ¿Y Yulia?— Karina la señaló.
Tasha rió —Yo solo estoy aquí por que mi novia me dijo que viniera.
—Y yo estoy aquí porque Tasha me dijo que viniera — Yulia habló —Pero aparte de eso, no tiene nada de malo venir a ver a un montón de chicas lindas ensayando sus rutinas. Lo malo es mirarlas de manera insinuante, chiflarlas con intenciones pervertidas o decirles cosas desagradables. Eso es lo que nosotras no venimos a hacer... O por lo menos yo.
—Eso es totalmente correcto— Tasha estuvo de acuerdo.
Pronto el grupo de chicas apareció y un bullicio bastante grave se hizo presente por parte de los chicos. Muchos de ellos, comenzaron a gritarles cosas sugerentes a las chicas y lo peor es que la mayoría de ellas ni siquiera traían ropas relevadoras. Casi todas estaban utilizando camisillas blancas con shorts y otras licras largas.
Los ensayos dieron comienzo con los movimientos para lo que parecía una nueva rutina. O al menos así le parecía a Yulia ya que veía a Elena como toda una líder, acomodando a sus porristas en la cancha, señalando los alrededores y explicándoles algunos pasos.
Dos horas después el ensayo terminó, las chicas esperaron a que Inna se duchara y cambiara y después fueron todas juntas a la cafetería para beber algo.
Se sentaron en la mesa y de pronto, Karina soltó un gran suspiró.
—Después de ver tantos cuerpos tan sexys y sudorosos... Creo que me dieron ganas de meterme al equipo de porristas. ¡Sería la gloria!— Dijo gritando al cielo. Las chicas de inmediato rieron. Karina era muy impredecible con sus cosas. De repente, miró a Yulia y lo hizo con mucha seriedad. La señaló— Volkova... acerca de lo que pasó ayer en el parqueadero....Tengo que felicitarte por tú novia, esa chica si que tiene agallas. El empujón que le dio a Katina fue épico.
Yulia negó —Para empezar, esa chica no es mi novia, es mi mejor amiga, Anya.
—Ella te llamó, “mi amor”, Tasha y yo también pensamos que era tu chica— Inna le comentó.
Ella volvió a negar —Anya siempre me trata de esa forma, incluso lo hace delante de mi novia.
—Bueno bueno, novia o amiga dejó a Katina sin poder hacer nada. No le dio el gusto y eso me sorprendió— Karina continuó.
—No creo que eso sea así, cuando Katina se me acercó, dijo que pronto me las cobraría. Ella no se queda con las ganas... Algo planeara contra mí— Yulia susurró.
En ese momento, algunos ruidos comenzaron a provenir de algunas mesas. Muchos de ellos leían lo que parecían unos volantes. De pronto, Yulia se sorprendió cuando un chico llegó a su mesa.
—Hola preciosas— Él las saludo y comenzó a repartir unas hojas —Esto es para ti Karina, In, Tash... Y— miró a Yulia y le dio un guiño bastante coqueto — La hermosa Yulia Volkova... Esta es especial para ti— También le entregó un papel y se fue para seguir con otras mesas.
Yulia quedó confundida, miró a sus amigas y las vio leyendo lo que el chico les había entregado, después desvió los ojos a su papel y vio que no eran del mismo color. El de ella era rosa mientras que el de las demás era azul.
Abrió el papel y...
—Yujjjjuuu estamos invitadas a la súper fiesta de cumpleaños de Elena Katina — Escuchó a Karina gritar.
Leyó su hoja y efectivamente era una invitación para aquella fiesta. Al final, había un pequeño escrito con marcador negro que decía: “Tú no me faltes por nada” . Con la propia letra de Elena.
Joder!!! y... Joder!!!!
Les dejo otro capítulo para que disfruten de este miércoles! Así que...
A leer!!!
Capítulo Anterior:
—Tienes que venir conmigo a casa de Elena... ahora mismo — Le dijo, tendiéndole el casco.
Masha abrió las manos, haciendo una mueca de no entender. Y eso era exactamente lo que ocurría.
—¿Qué? ¿A estas horas? ¿Y eso cómo para qué?— Le preguntó.
—Su hermanita llamó y me contó que Elena se encontraba muy mal. Dijo que estaba encerrada en su habitación, llorando incontrolable, que no quería abrirle la puerta a nadie. La pequeña tampoco sonaba bien. Entre lágrimas, me dijo que temía que algo le pasara a su hermana, y casi me rogó para que fuera a ayudarla... Tenemos que ir.
[***]
No tomó mucho tiempo llegar a la residencia Katin. Ambas chicas corrieron directo a la bocina pero fue Masha quien pinchó el botón del timbre. El led de color verde de inmediato se encendió.
— Casa de la Familia Katin. Buenas noches — La voz de Fedora.
Masha se aclaró la garganta mientras Yulia a su lado se mantenía expectante.
—Hola, Fedo... Soy Masha... ah... eh... Podría... yo — Al notar que la chica empezaba a tartamudear, Yulia le dio un empujón con su hombro y la animó a seguir. No había tiempo que perder —Yo... Yo vengo a ver a Elena. Necesito hablar con ella.
[***]
—¿Qué haces aquí, Volkova? ¿Por qué te metes a mi casa sin permiso?— Su voz se entrecortaba.
Yulia vio como aún soltaba lagrimitas y tuvo el impulso de limpiarlas con su dedo pero mantuvo la compostura. La chica lucía tan frágil, pero también tan pérdida que no sabía que esperar.
—¡Te estoy hablando, Volkova!— Elena la sacudió y después la volvió a empujar débilmente.
Yulia se aclaró la garganta.
[***]
En ese instante, la puerta del baño se abrió y Elena salió con un aspecto mejorado. Notó que ambas mujeres la miraban y abrió las manos de modo interrogatorio.
—¿Qué pasa?— Preguntó.
Yulia se puso de pie. Mirándola fijamente —¿Cómo es eso de qué tú estabas llorando por mí hace unos días?— Le preguntó. Casi sonó como un reclamo.
Elena miró a Katya y no pudo evitar gemir su nombre. Sintió que las lágrimas se le salían de nuevo.
Diecinueve
—Eso, eso fue cuando... — Las mejillas de Elena tomaron el color de una cereza. Su cabeza se volvió un lio y tuvo que gritar lo primero que se le vino a la mente —¡Eso fue cuando tú me besaste en la cocina!
La boquita y los ojos de Katya se abrieron de un tirón. En menos de un segundo estuvo de pie sobre el colchón. Yulia quedó estupefacta.
—¡¿Te pusiste a llorar solo porque te di un beso?! ¿De verdad estás diciéndome eso?— Le gritó.
Elena se mordió el labio nerviosamente. Realmente cayó en cuenta que había dicho la peor estupidez.
Katya rápidamente saltó de la cama y se hizo entre ambas, mirándolas con una sonrisa llena de satisfacción.
— ! ¿Ustedes se besaron?! — Les preguntó, pero no esperó respuesta de ninguna y empezó un baile bastante movido, mezclado con saltos a mitad de la habitación. —Wiiiii!!! Yujuuuu, siiiiiii! ¡¡¡Yeessss!!!— Sus manos empuñadas en forma de victoria también hacían parte de la coreografía.
Furiosa, Yulia se acercó a Elena y la agarró de la mano para luego llevársela arrastrada hasta al balcón. Cerró la puerta y se cruzó de brazos, fulminándola con la mirada.
—¿Estás jodiéndome, Katina? ¿Cómo es posible que hayas llorado por un simple beso?— Le reclamó. Elena agachó la mirada. Ni siquiera sabía que responderle —¿Lloraste de alegría o porque fue el peor beso que te han dado en la vida? ¿Eh?
—¡Yah Volkova! — Se quejó. Aún miraba al suelo y sus dedos se movían nerviosos sobre el barandal —Lloré... porque me sentí acorralada. Me tenías atrapada, obligándome a algo que no quería... Además...— La miró —Quién me estaba acosando... eras tú, una mujer... Me sentí horrible — Dijo mostrándose tímida.
Yulia suspiró, claramente derrotada. Se giró hacia al jardín y se pasó una mano por el cabello, echándolo hacia atrás. A leguas se notaba que aquellas palabras le habían afectado. Al presenciarlo, Elena sintió un dolor en el pecho. No quería tener que decirle ese tipo de cosas. Realmente anhelaba gritarle que sus lágrimas eran de sufrimiento, que había llorado porque la hacía sentir como un insecto, por no poder ser ella misma, por hacer que se enamorara como loca... pero no, era mejor de esa manera. Ella estaba resignada a no tener ninguna esperanza con la chica.
—¡Eso... es lo más ridículo que he oído en mi vida! — Yulia de nuevo se giró hacia ella. Y esta vez, Elena pudo notar mucha tristeza en su mirada. Se mantuvo en silencio, sintiéndose de lo peor —De verdad... No debí venir aquí, no debí preocuparme por alguien como tú. Mejor me voy... así dejas de sentirte tan horrible... — Le dijo mirándola cabreada y se subió por el barandal para estar del otro lado del balcón. Empezó a bajar algunos barrotes y, cuando estuvo en la mitad, se pausó para observar hacía arriba, Katina estaba apoyada en el balcón, allí mirándola. De repente comenzó a trepar de nuevo, y cuando su rostro estuvo a la misma altura que el de la chica, la sorprendió clavándole un gran beso en la boca.
Los ojos de Elena se cerraron, sintiendo como los labios de Yulia humedecían su labio inferior. Pero fue algo fugaz, ya que un segundo después, sintió el aire helado de la noche.
Abrió los ojos y vio como la nariz de Yulia chocaba con la suya.
—Espero que con este beso no padezcas ganas de llorar... espero que mejor te den ganas de morirte – Yulia le susurró en los labios y desapareció otra vez por los barrotes.
Elena quedó estupefacta, todo lo que pudo hacer en ese momento fue tocarse los labios lentamente.
Al otro lado de la mansión, en la puerta principal, Masha se calentaba las manos con su propio aliento mientras esperaba a que Yulia apareciera en cualquier momento. Había tenido la maravillosa idea de decirle al guardia que aún aguardaba por otra amiga que también estaba con Elena en su habitación. Y él, por supuesto, le creyó pues sabían que era muy allegada a la chica Katina.
De pronto, su celular vibró. Era un mensaje de Yulia.
—¿Dónde estás?
—En la puerta principal... Junto con el guardia.
—Ya voy para allá.
—¿Vienes de adentro o del jardín?
—Jardín.
—OK— Guardó el teléfono y se acercó al guardia, sonriéndole lindamente. Si Yulia venía del jardín tenía que hacer que el hombre se quitara de la puerta para que no descubriera nada.
Se inventó una jugada.
— Mi amiga ya casi sale, ¿Podríamos esperar dentro del auto mientras viene? Está haciendo mucho frio aquí— Señaló los alrededores.
El hombre asintió y amablemente le abrió la puerta de uno de los coches asignados para recorrer el jardín. Entró allí y cinco minutos después, Yulia apareció. También se metió y el guarda las llevó hasta las afueras de la residencia Katin.
Más tarde, pasada las doce de la madrugaba, finalmente estaban de regreso a casa. Masha bajó de la moto e intentó quitarse la chaqueta pero Yulia no se lo permitió.
—Quédatela... Luego me la das. Yo no tengo frio —Dijo despreocupada.
Masha notó de nuevo su semblante apagado. Había estado así durante todo el camino hasta allí. Estaba segura que algo nada bueno ocurrió en casa de Elena.
—¿Y? ¿No vas a contarme nada de lo pasó allá dentro? — Le preguntó.
Yulia negó con calma —Ni siquiera vale la pena. Lo único que empiezo a creer es que tú amiga se merece cada cosa mala que le pase.
—Hey, ¿Por qué dices eso?— El ceño de Masha se arrugó.
Yulia volvió a negar —Si quieres saber que pasó, debes preguntarle a ella porque yo no lo sé. Lo único cierto es que no debimos ir a perder nuestro tiempo. Siento haberte llamado y luego sacado de tu casa así tan rudamente. También por hablarte de mala manera, no volverá a suceder. Perdóname por favor.
—Claro que sí... Ven aquí— Masha abrió las manos y la envolvió en un abrazo al que Yulia recibió con gusto.
Ambas se susurraron un te quiero, y después, cada una siguió su camino.
Dos días después...
Lunes, 5pm.
Universidad de Moscú.
—¡Dios! Creí que iba a quedarme dormida. ¡Que clase más aburridora!— Tasha gimió y comenzó a desperezarse en su silla mientras Yulia ya de pie, terminaba de guardar sus pertenencias en la maleta. La última clase del día por fin había terminado y el salón comenzaba a quedarse vacío.
—Generalmente no me quejo de nada pero tienes mucha razón. Teoría por más de cuatro horas seguidas es una tortura— Yulia le contestó sonriendo.
Tasha finalmente se levantó de la silla y también comenzó a guardar sus pertenencias. —Inna me envió un mensaje hace unos minutos. Está en la cafetería con las demás chicas ¿Vas?— Le preguntó.
Yulia se encogió de hombros, mostrándose despreocupada. No era mala idea, no tenía nada que hacer en casa como para volver tan temprano.
Un “si” salió de su boca, y sin más salieron hacia el pasillo, yendo al campus, y después a la cafetería.
Al llegar a la mesa, Inna, Svetlana e Ivka les sonreían lindamente... pero no fue lo mismo con Karina. La chica estaba cruzada de brazos y mirándolas bastante mal. Las cejas de Yulia y Tasha se enarcaron al mismo tiempo.
—¿Qué rayos te pasa? ¿Por qué nos estás mirando así?— Tasha le preguntó divertida.
Inna viéndolo, negó con humor y palmeó las sillas vacías que se situaban a su lado. Yulia y Tasha las tomaron —Está furiosa, amor— le explicó, y después se inclinó para darle un beso en la boca. Luego continuó —Le dije que no pidiéramos comida hasta que ustedes terminaran clases y estuvieran aquí. Es por eso que las mira así— Dijo sonriendo.
—¡Pues es que se demoraron mucho! ¡Y mi pobre estómago ya no aguanta!— Karina respondió exageradamente, logrando que toda la mesa estallara en risas —Ahora si es tiempo de ir a ordenar. ¿Quieren lo mismo de siempre?— Preguntó para toda la mesa. Las chicas asintieron. Ella rápidamente se levantó de la silla y jaloneó a Tasha de un brazo para después arrastrarla bruscamente hacia la cafetería.
Inna frunció el ceño y comenzó a gritarle que tuviera más cuidado con su novia. Con un jalón de ese tipo hasta le hubiera podido arrancar el brazo.
—Karina está loca— Ivka añadió con burla y también se puso de pie —Voy con ellas— Señaló a la cafetería — Creo que van a necesitar una mano.
—Yo voy contigo — Svetlana salió de la silla y ambas desaparecieron de la mesa.
Inna palmeó el hombro de Yulia, atrayendo su atención —¿Tú de casualidad no quieres ir?— Le preguntó divertida.
Yulia negó con calma —Creo que ya hay suficientes manos— le dijo en el mismo tono.
Inna rió nuevamente —El jueves… cuando terminó el partido te estuvimos buscando como locas. ¿Por qué te fuiste tan rápido?— Cambió de tema.
Yulia quedó pensativa por un momento, haciendo memoria de aquel día. Luego recordó que había huido después de que se dio cuenta que la mirada intensa de Elena en su baile no había sido para ella sino para el estúpido jugador de baloncesto con el que follaba tras los árboles. Una verdadera y completa mierda —Estaba muy cansada por el viaje. Moría de sueño.
—A propósito de tu viaje...— Inna pareció interesada. Se apoyó en su codo para mirarla mejor —Ese día no quise preguntarte en detalle como te había ido con tu novia debido al bullicio del campus. Dijiste que todo fue bien pero en realidad quería saber más. ¿Cómo fue todo?
—Bueno...— Yulia también buscó comodidad, acomodándose en la silla —Al principio fue raro porque quise sorprenderla en su habitación pero ella estaba súper enojada conmigo. De ahí cenamos junto con sus padres, ellos se dieron cuenta que no estábamos bien y ayudaron un poco para lo que luego vino. Después de la cena pudimos hablar seriamente y le conté todo sobre Katina, obviamente censurando los besos y lo que me pudiera perjudicar más. Ella estuvo dudosa pero supongo que me perdonó... Aunque aún dudo si se tragó todo lo que le dije. Para serte sincera... Creo que no me creyó del todo porque estuvo bastante extraña durante los días que estuve allí.
Inna soltó una pequeña risa al escuchar esa narración. No fueron los detalles que esperaba pero no podía pedir más —¿Así que tu chica aún cree que si tienes algo que ver con Elena?
—Supongo que sí— Dijo encogiéndose de hombros —Ahora ya no me manda mensajes de aviso para que nos conectemos en la computadora sino que de una me tira solicitudes de video llamadas al celular. Creo que quiere cogerme con las manos en la masa... pero no lo va a lograr – Soltó un suspiro, mirando al cielo — Quiero que esto se termine pronto.
—¿A qué te refieres? — Inna preguntó confundida.
Yulia señaló todo a su alrededor –A esto. Ya llevo dos meses en esta ciudad y uno estudiando en este lugar. Dos meses más y podré volver a St. Petersburgo de una vez y por todas. Y de ahí todos los problemas con mi novia desaparecerán y volveremos a estar juntas como debe ser.
—Espera... — Inna se sorprendió —¿Nos vas a abandonar? — Dijo con un poco de molestia.
Yulia sonrió al verle el ceño fruncido. Si que las iba a dejar pero a ella en especial la iba a extrañar mucho. Le había tomado un grande y sincero cariño —Si In... me iré de nuevo a vivir a mi ciudad... Pero sin duda extrañaré estar con ustedes. Creo que han sido lo único bueno que me he encontrado aquí. También a Masha y a una pequeña personita que conocí, y que me va doler dejar de ver. Pero si... ya está decido.
—Eres de lo peor — Inna hizo un puchero y, Yulia sin pensarlo, se lo agarró suavemente con sus dedos y empezó a reír.
Pero pronto un carraspeo proveniente de su lado le borró la sonrisa. Giró la cabeza hacia al ruido y vio a Tasha con cara de pocos amigos, y a las chicas detrás de ella mirándola con las cejas enarcadas. Rápidamente alejó la mano de Inna y la escondió en su espalda.
—Que bonito, Volkova. Es la segunda vez que te veo con las manos en la masa, o mejor, con las manos encima de mi novia.
—Amor, déjate de tonterías y dame esa comida— Inna le arrebató la bandeja y la colocó sobre la mesa. Luego jaló a Tasha y le atrajo al asiento. Una faena de besos empezó mientras las demás repartían la comida.
Una hora después, el grupo ya caminaba por el parqueadero. El reloj ya marcaba las seis de la tarde y las puertas de la Universidad cerrarían pronto para dar por terminada la jornada del día.
Ivka y Svetlana se habían quedado a mitad de camino cuando encontraron su auto, mientras que el resto de chicas seguían en busca del vehículo de Tasha. Yulia también las acompañaba ya que las motos se parqueaban al final del lugar. Recorrieron unos cuantos autos más, hasta que finalmente llegaron al Audi azul de Tasha. Yulia intentó comenzar a despedirse, pero su mirada se desvió al Porsche negro que estaba parqueado al lado. De pronto, un bullicio se escuchó alrededor y, después, allí aparecía Elena Katina con su grupo de amigos y amigas. Todos rodeándola como si quisieran conseguir algo de ella.
Elena rodeó el auto para ir a la puerta, pero se encontró con Yulia de frente, bloqueándole la entrada. Ambas se miraban fijamente a los ojos y se mantenían en completo silencio... Justo como había pasado en la mañana cuando cada una recogió a sus respectivas hermanitas en la escuela.
Yulia cayó en cuenta de su error e intentó correrse de allí pero fue imposible cuando sintió a alguien abrazándola por el cuello. El impacto no le permitió controlar el equilibrio y cayó recostada de espaldas contra la puerta del Porsche negro.
—¡Mi amor!— Escuchó el grito y luego un beso húmedo fue a dar a su mejilla. Los ojos se le abrieron como platos cuando vio el rostro sonriente de Anya a centímetros del suyo —¡Al fin estoy aquí!— Le dijo ella destilando felicidad, pero eso no duró mucho porque Elena se lanzó furiosa contra ambas y las empujó lejos de la puerta del Porsche.
—¡Mi auto no es recostadero de nadie! ¡Pudiste haberle dañado la puerta con ese golpe!— Le metió un grito fuertísimo a Yulia.
Todas las personas que estaban allí, al percatarse de que algo pasaba, se acercaron y las rodearon en un círculo. Los amigos de Elena, en especial Nastya y Aleksey se hicieron detrás de ella.
Yulia al ver tanta gente mirándola, entrelazó su mano con la de Anya y la jaló para llevársela de allí pero su amiga no se dejó mover.
—Anya, vámonos de aquí — Le susurró disimuladamente, pero de nada sirvió. Su amiga se soltó del agarre y dio unos pasos más cerca de Elena. El nerviosismo la inundó. Comenzó a acariciarse el cuello. Estaba preocupada. Conocía a Anya y sabía que la cosa se iba a poner fea.
A un metro, Tasha, Inna, Karina junto a todos los demás, miraban la escena con confusión.
Elena y Anya se miraban retadoramente. La más baja detallándola de pies a cabeza mientras la pelirroja la fulminaba con la mirada. En la cabeza de la chica retumbaba el “mi amor” y el abrazo tan cariñoso que Anya le había dado a su Yulia.
De pronto, la ceja de Anya se enarcó y una sonrisa burlona junto con unos aplausos dio paso. La chica había logrado reconocer a Elena.
—¡Wow! ¡Pero mira a quien tenemos aquí! — Le dijo a Yulia —¿Es quién creo que es?— Le preguntó.
Yulia negó sin saber que más hacer —Solo vámonos de aquí— Le pidió, pero Anya no lo hizo.
Ella volvió su mirada a Elena —Mira muñeca, — Empezó a decirle en un tono severo — a mi no me conoces, y no me hablas así... ¡Y mucho menos me empujas de esa manera!— Le gritó y la tomó de los hombros para tirarla fuertemente. Elena fue a dar a los brazos de Aleksey.
Todas las personas alrededor, murmuraron sorprendidos. Nadie nunca se había atrevido a atacar a Elena Katina en ese lugar.
Nastya salió enojada de atrás e intentó lanzarse contra Anya pero Yulia se puso en su lugar, recibiendo algunos aruñones en sus brazos mientras la chica trataba de pasar hacia su amiga. Finalmente, tomó de los brazos a la mujer, deteniendo los ataques.
Anya atrás se carcajeaba —¿Qué no puedes defenderte sola?— Le gritaba a Elena, quien aún era sostenida por el chico.
Nastya se soltó del agarre de Yulia y repitió el volverse a lanzar contra Anya, pero Yulia también la devolvió de un empujón —¡Es suficiente!— Le gritó completamente sacada de quicio —Tú no pintas aquí. Deja de meterte en lo que no debes porque o si no...
—¡¿Si no qué?!— Nastya no le dejó terminar y de nuevo la enfrentó —¡¿Qué?! ¡¿Qué vas a hacerme tú, enana lesbiana?!— Le gritó en la cara — Antes de que te atrevas a tocarme yo primero te rompo la cara — Alzó la mano e intentó chocarla en la mejilla de Yulia, pero su brazo fue detenido por Elena a mitad de camino. Tasha, Karina e Inna entraron a rodear a su amiga.
—Ni siquiera vuelvas a intentar una estupidez como esa. Tú no me tocas a Volkova. De ninguna forma — Elena le susurró a Nastya muy cerca del rostro, su mano empuñaba con fuerza el brazo de la mujer.
Nastya la miró con un poco de temor y se soltó para resguardarse entre su grupo de amigos.
Elena se giró hacia a Yulia y la miró fijamente —Controla a tu noviecita Volkova. Se metió con quien no debía, y las consecuencias las vas a pagar tú— Le amenazó y, de inmediato, Inna entró en acción.
—¡Es suficiente!— Le gritó a Elena. Y se hizo en la mitad de ambas. Con sus manos pedía calma —Esto ya fue demasiado lejos. No son necesarias las amenazas, Elena. Lo que pasó fue accidental, Yulia no quiso golpear tu auto a propósito. Tú exageraste las cosas y reaccionaste agresiva.
Al escuchar a Inna decir eso, Elena de inmediato se quitó de ahí y se metió a su auto. Todas las personas que estaban allí, tuvieron que quitarse cuando el vehículo comenzó a retroceder. Finalmente estuvo del lado correcto y arrancó a toda la velocidad hacia la salida. Nadie la perdió de vista hasta que desapareció.
Todos los estudiantes que presenciaron la escena comenzaron a abandonar el parqueadero. Nastya, Aleksey y su grupo de amigos también desaparecieron. Mientras, las protagonistas del reciente episodio intentaban calmarse. Yulia se pasaba las manos por el cabello constantemente. Anya ya estaba tranquila y las demás chicas solo miraban en silencio.
—Ya relájate, Yul — Anya se le acercó y la envolvió en un abrazo.
—¿Quieren que las llevemos a casa?— Tasha preguntó, pero Yulia negó, ya mostrándose un poco serena. Anya salió del abrazo pero dejó su mano entrelazada.
—No, Tash... no es necesario. Váyanse ustedes tranquilas. Y gracias por apoyarme— Les dijo a todas.
—No tienes nada que agradecernos, Yul — Inna entró en la conversación —Katina realmente exageró todo. Ella es la culpable de esto. No tenía derecho de empujarlas de esa forma.
—Lo sé, lo sé— Yulia respondió despreocupada —De todas formas ya debo irme. Gracias por todo, chicas— Se despidió de todas y tomó el camino a casa.
Más tarde, al pasar por la puerta, toda la familia Volkov recibió con alegría la llegada de Anya. Le mostraron cada rincón de la casa, compartieron la cena, charlaron cómodamente unas cuantas horas, hasta que llegó el tiempo de dormir.
Yulia llevó a Anya a su habitación y cerró la puerta.
—Aquí vas a dormir — Le dijo y tiró las maletas de su amiga encima la cama. Ella también se dejó caer boca arriba en el colchón.
Anya la quedó mirando con el ceño fruncido y los brazos cruzados —Fui muy específica cuando te dije que no iba a dormir contigo. ¿Qué no hay más cuartos en esta casa?— Gimió enojada.
Yulia negó —Si hay, pero como pudiste ver no preparé ninguno porque hasta dónde sabia… tú llegabas en la madrugada. Nunca pensé que estuvieras aquí antes, fueras a mi Universidad y me armaras un escándalo contra Katina.
—¿Aún vas a seguir con eso?— Anya se acostó a su lado, mirándole el perfil. Yulia también ladeó su cabeza para hablarle.
—Si, aún voy a seguir. Y sabes algo, mañana cuando no estén mis padres, voy a matarte y también voy a matar a Lenin por haberte llevado a mi Universidad sin avisarme. De nuevo me hiciste hacer el ridículo… y casi me haces recibir un buen golpe por parte de esa gata amiga de Katina. ¡Te odio!— Le dijo bromeando y le tomó el cuello como si fuera a ahorcarla.
Después, la sacudió suavemente.
Anya rió —Yah!! Pero no recibiste nada ya que la propia Katina detuvo a la estúpida de su amiga. Algo... que fue muy extraño. ¿Viste que algo le susurró?— Anya utilizó un tono curioso al decirlo —Me hubiera encantado escucharlo.
—Pues si, fue raro. Aunque lo más probable es que ella no dejó que su amiga me cacheteara porque ella es quien quiere disfrutar de darme ese golpe.
—Pues mientras yo esté aquí, eso no va a suceder. Y el único golpe que vas a recibir es el mío por no haberme preparado un cuarto — Le manoteó el hombro —Vas a tener que dormir en la sala.
—Shhh... No te preocupes, puedes quedarte con mi habitación. Al fin y al cabo yo siempre duermo con Viktoria... Y además, en mi cuarto de pintura tengo un sofá cama.
—Qué bueno oír eso, así no tendré que aguantarme que balbucees tonterías dormida o que te estés montando encima de mi cuando estás soñando. Ya lo he soportado mucho.
—Pues tendrás que seguir soportándome hasta el fin de tus días!— Yulia le dijo con crueldad y se le subió encima a abrazarla y a mordisquearle las mejillas. Los gritos de clemencia de Anya se comenzaron a escuchar en toda la casa.
…
Al día siguiente, Yulia abría la puerta de su habitación y entraba en puntillas hacia su closet tratando de hacer el menor ruido posible para que su amiga no se despertara. Anoche, después de charlar y juguetear un gran rato con ella, finalmente había dejado su cuarto para irse a dormir con Viktoria.
Logró llegar a su closet y de ahí sacó unas cuantas prendas bastantes ligeras. Ya eran un poco más de las seis de la mañana, ya se había duchado y ahora debía cambiar la bata de baño que llevaba puesta por ropa pasable para poder llevar a Viktoria a la escuela.
Cerró la puerta de su closet, comenzó a caminar cuidadosamente hacia la salida pero se detuvo a mitad de camino cuando Anya se giró y la quedó mirando.
—¿A dónde vas?— La chica le preguntó aún adormilada. Luego bostezó —¿Qué hora es?
—Son las seis de la mañana, tengo que llevar a Viktoria a la escuela.
—Te acompaño— Anya intentó levantarse pero Yulia de inmediato se acercó a la cama y la detuvo.
—No es necesario, Any. Tú sigue durmiendo. Aún es muy temprano y yo no voy a demorarme más de media hora. Mejor me acompañas cuando la vayamos a recoger.
—Está bien — La chica susurró y se giró de nuevo para volver a dormir. Después señaló su mejilla —No te olvides de darme mi beso — Le dijo, y Yulia rió.
Se inclinó para clavarle un pico sonoro y abandonó la habitación.
...
En el auditorio, la clase de música ya estaba por iniciar. La mayoría de estudiantes ya se hallaban en sus puestos, unos charlando, otros alistándose y otros simplemente quietos. Yulia y la pareja de novias también se encontraban allí y conversaban tranquilamente.
Pronto la maestra entró saludando y todos los estudiantes que estaban merodeando en los alrededores se acomodaron en sus puestos. Yulia miró la oleada de cabezas y notó que faltaba Elena. Suspiró de alivio. Entre menos se vieran o hablaran mucho mejor. En la mañana se la había encontrado a la entrada y a la salida de la escuela de las niñas, pero no se habían dicho nada.
—¿Cómo están clase?— La maestra preguntó y todos respondieron con un “bien” al mismo tiempo —Me alegra mucho. Yo también lo estoy— Comentó divertida. Quiso continuar pero en ese momento Elena entraba al auditorio.
La maestra la siguió con la mirada hasta que la chica se sentó.
—Llegas tarde, Katina— Le dijo, pero Elena se mantenía seria. Yulia la observaba.
La maestra continuó— Mis amantes de la música, como les venía comentando la clase anterior, los eventos artísticos y culturales de la Universidad están por dar inicio y como algunos de ustedes ya saben, aquí nos exigen buenos resultados. Quiero recordarles que la semana pasada muchos de ustedes se inscribieron en la lista de competencia para canto y por eso hoy nos vamos a enfocar en lo vocal. Mi asistente, que como ya verán no pudo venir hoy, me dio una muy buena idea para que veamos que tanto potencial tienen ustedes. ¡Vamos a hacer un VS!— Dijo emocionada. Toda la clase quedó en silencio. Sin duda necesitaban más detalles —Les explicaré. Fue a su escritorio y sacó una hoja de una carpeta —Tomaremos los nombres que están inscritos aquí, haremos que se escojan al azar y así tendremos nuestro enfrentamiento. Quiero recalcar que todos los que están en este papel tendrán la oportunidad de ser parte del show que montaremos para el evento, pero el ganador o ganadora será nuestro protagonista, nuestro cantante principal y podrá presentar otra canción en solitario. ¿Les gusta la idea?— Todos fueron unánimes con el si —Entonces vamos a empezar — Ella volvió a su escritorio y con una tijera empezó a recortar cada nombre.
Inna llamó la atención de Yulia —Deberías inscribirte.
—¿Aún se puede?
—Claro que si... ¿Quieres que le diga a la maestra?
Yulia dudó por un momento pero luego asintió. Inna sonrió de oreja a oreja y se levantó para ir hacia al escritorio.
Tasha se sonrió —Mi novia está obsesionada con tu canto. La clase anterior quiso inscribirte pero le dije que no lo hiciera porque no sabíamos si tú querías. Dijo que ganarías sin problema.
Yulia se encogió de hombros —Me siento alagada de que piense así. Y si eso la hace feliz entonces voy a “competir”— Hizo un gesto de comillas con sus dedos.
Inna regresó, sentándose entre ambas, mirándole de nuevo demasiado sonriente —Todo listo. Solo espero que si hay una primera ronda no me toque contra ti. No quiero ser humillada frente a todos.
Yulia le mostró su sonrisa —No vas a humillarte, y si de casualidad nos enfrentamos… se que lo harás bien — Sin pensarlo le revolvió el cabello durante lo que pareció un segundo, porque Tasha ya la miraba con los ojos entrecerrados.
Minutos después la maestra ya tenía todo listo y comenzó a elegir las parejas. La dinámica consistía en que el rival elegía la canción del otro. Algo que le pareció muy interesante a toda la clase.
Nombre por nombre de la lista iba siendo llamado hasta que la maestra reveló que solo quedaban dos nombres por mostrar. Inna, Tasha y la misma Yulia sabían que en uno de esos papeles estaba el nombre de la última pero no tenían idea del de la otra persona.
—Bueno... y aquí tenemos a nuestra última pareja — La maestra abrió ambos papeles y... – Yulia Volkova & Elena Katina — gritó los nombres.
Las tres chicas quedaron sorprendidas, intercambiando miradas como si no lo creyeran.
Elena, mientras, seguía con la cara estirada.
La profesora prosiguió —Katina, escoge la canción para Volkova por favor— La maestra le pidió pero ella solo negó.
—Si me va a enfrentar con Volkova, maestra... Mejor elimíneme de una vez de su lista —Le dijo con calma. La mujer enarcó una ceja, confundida... Tal y como lo estaban todos, incluida Yulia.
—¿Y eso por qué? ¿Qué tiene que te enfrentes con Volkova?— La maestra le preguntó.
Elena desvió su mirada a Yulia. Todo el salón era testigo.
—No tiene caso que yo compita con ella. La he oído cantar y es jodidamente buena.
Tanto el auditorio, como la maestra y en especial Yulia quedaron sorprendidos ante semejante afirmación. La mujer estaba aceptando frente a la multitud que no era mejor que alguien más. Eso era jodidamente un hito. Algo histórico.
—Pero... no porque tu consideres a Volkova buena, todos vamos a pensar lo mismo. Para eso tenemos que oírte a ti también. Vamos... Katina, no voy a sacarte de mi lista. Escoge una canción para Volkova.
Elena dejó su mirada fija en Yulia durante unos largos segundos, y después soltó un suspiro. —“Love on the brain”... es de Rihanna— Le explicó.
Inna soltó un gemido —¡Oh por Dios... Amo esa canción! — Le susurró al oído.
A Yulia no le pareció familiar la pista musical pero asintió.
—Bien... — La maestra lo anotó —Ahora es tu turno, Volkova. Escoge una canción para Katina.
Yulia se quedó pensativa por un instante. Luego se aclaró la garganta —Creo que también escogeré esa canción. Es lo más justo — Dijo mirando a Elena.
—Grandioso. Entonces la próxima clase estaremos haciendo nuestros enfrentamientos. Prepárense mucho. Quiero ver que pongan sus almas cuando canten. Quiero ser testigo del potencial que tienen. Es todo por hoy, chicos y chicas. Nos veremos la próxima semana. Hemos terminado — La maestra fue a su escritorio y comenzó a recoger sus cosas. Toda la clase comenzó a hacer lo mismo.
Yulia y la pareja empezaron a salir del auditorio pero Elena llegó por detrás y llamó a Inna. Ellas se giraron.
—In... ammm. El ensayo no podrá hacerse a las últimas horas porque algunos estudiantes van a ocupar la cancha de entrenamiento… así que tendremos que tomarlo ahora mismo. ¿Puedes?— Preguntó visiblemente apenada.
Inna se encogió de hombros — Si, no hay problema. Voy a ir a cambiarme.
—Bien... Nos vemos allá — Elena le dio una sonrisa de despedida que hizo latir el corazón de Yulia fuertemente. Ella se quedó viendo embobada como la chica se iba caminando por el pasillo.
—Tengo que irme. ¿Vienes conmigo?— Inna abrazó a Tasha por el cuello.
Ella le sonrió —Claro que si... ¿Vienes con nosotras?— Le preguntó a Yulia, sacándola de su distracción.
Ella las miró —¿A dónde?— Preguntó confundida.
—¡A mis ensayos de porras!— Inna le dijo con una ceja enarcada. Yulia de nuevo miró al pasillo y asintió lentamente mientras veía a Elena en la lejanía.
…
El ensayo de las porristas llamaba tanto la atención que parecía otro mega evento como el de hace unos días. Yulia estaba sentada como una estatua. Internamente podía jurar que Karina, Tasha y ella eran las únicas mujeres allí. Todas las graderías de la cancha estaban repletas de hombres, y lo que más le llamó la atención es que muchos de ellos tenían cámaras de alta gama y binoculares. Era algo exagerado. No podía creer que inclusive el ensayo de las chicas desatara tanta euforia.
—Una vez más me impresionan los hombres de esta Universidad — Karina comentó en voz alta —Saltarse las clases solo para venir a morbosear al grupo de porristas. ¡Definitivamente están enfermos!— Dijo pareciendo fastidiada.
Tasha de inmediato soltó una carcajada mientras que Yulia solo sonrió.
—Tú no hables mucho, Kari — Tasha le dijo —Recuerda que hace unos minutos cuando te diste cuenta que Yul y yo veníamos para acá, te nos uniste sin importar qué... Y tú si tenías una clase a la cual asistir... a diferencia nuestra — Le molestó.
Karina iba a protestar, pero dejó la mano en el aire. Tasha tenía toda la razón —Bueno... si, no te lo voy a negar. Este es un espectáculo que nadie se perdería.
—La realidad, Kari... es que eres igual de pervertida a todos los que están aquí.
—¿Y tú qué? ¿No entras en la lista? ¿Y Yulia?— Karina la señaló.
Tasha rió —Yo solo estoy aquí por que mi novia me dijo que viniera.
—Y yo estoy aquí porque Tasha me dijo que viniera — Yulia habló —Pero aparte de eso, no tiene nada de malo venir a ver a un montón de chicas lindas ensayando sus rutinas. Lo malo es mirarlas de manera insinuante, chiflarlas con intenciones pervertidas o decirles cosas desagradables. Eso es lo que nosotras no venimos a hacer... O por lo menos yo.
—Eso es totalmente correcto— Tasha estuvo de acuerdo.
Pronto el grupo de chicas apareció y un bullicio bastante grave se hizo presente por parte de los chicos. Muchos de ellos, comenzaron a gritarles cosas sugerentes a las chicas y lo peor es que la mayoría de ellas ni siquiera traían ropas relevadoras. Casi todas estaban utilizando camisillas blancas con shorts y otras licras largas.
Los ensayos dieron comienzo con los movimientos para lo que parecía una nueva rutina. O al menos así le parecía a Yulia ya que veía a Elena como toda una líder, acomodando a sus porristas en la cancha, señalando los alrededores y explicándoles algunos pasos.
Dos horas después el ensayo terminó, las chicas esperaron a que Inna se duchara y cambiara y después fueron todas juntas a la cafetería para beber algo.
Se sentaron en la mesa y de pronto, Karina soltó un gran suspiró.
—Después de ver tantos cuerpos tan sexys y sudorosos... Creo que me dieron ganas de meterme al equipo de porristas. ¡Sería la gloria!— Dijo gritando al cielo. Las chicas de inmediato rieron. Karina era muy impredecible con sus cosas. De repente, miró a Yulia y lo hizo con mucha seriedad. La señaló— Volkova... acerca de lo que pasó ayer en el parqueadero....Tengo que felicitarte por tú novia, esa chica si que tiene agallas. El empujón que le dio a Katina fue épico.
Yulia negó —Para empezar, esa chica no es mi novia, es mi mejor amiga, Anya.
—Ella te llamó, “mi amor”, Tasha y yo también pensamos que era tu chica— Inna le comentó.
Ella volvió a negar —Anya siempre me trata de esa forma, incluso lo hace delante de mi novia.
—Bueno bueno, novia o amiga dejó a Katina sin poder hacer nada. No le dio el gusto y eso me sorprendió— Karina continuó.
—No creo que eso sea así, cuando Katina se me acercó, dijo que pronto me las cobraría. Ella no se queda con las ganas... Algo planeara contra mí— Yulia susurró.
En ese momento, algunos ruidos comenzaron a provenir de algunas mesas. Muchos de ellos leían lo que parecían unos volantes. De pronto, Yulia se sorprendió cuando un chico llegó a su mesa.
—Hola preciosas— Él las saludo y comenzó a repartir unas hojas —Esto es para ti Karina, In, Tash... Y— miró a Yulia y le dio un guiño bastante coqueto — La hermosa Yulia Volkova... Esta es especial para ti— También le entregó un papel y se fue para seguir con otras mesas.
Yulia quedó confundida, miró a sus amigas y las vio leyendo lo que el chico les había entregado, después desvió los ojos a su papel y vio que no eran del mismo color. El de ella era rosa mientras que el de las demás era azul.
Abrió el papel y...
—Yujjjjuuu estamos invitadas a la súper fiesta de cumpleaños de Elena Katina — Escuchó a Karina gritar.
Leyó su hoja y efectivamente era una invitación para aquella fiesta. Al final, había un pequeño escrito con marcador negro que decía: “Tú no me faltes por nada” . Con la propia letra de Elena.
Joder!!! y... Joder!!!!
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Pobre julia q le digan q sus besos dan asco pero debería darse cuenta q cuando se han besado a lena le gustó . El capitulo estuvo super bien ya quiero saber q pasará en esa fiesta!!!
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Tú lo has dicho, joder, joder y joder!!! Me encanta esta Lena y a Yulia también jajajaja aunque no se de cuenta
Aleinads- Mensajes : 519
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Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Hostia tía pero la Elena se ha pasado diciéndole a Yulia que sus besos dan 🤮.. Aparte de eso excelente Capitulo tía.. Saludos 🤩
Kamila- Mensajes : 168
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Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Hola chicas, espero estén bastante bien. Disculpen la demora en subir el capítulo de hoy!
Espero lo disfruten bastante.
A leer!!!
Un abrazo
Furiosa, Yulia se acercó a Elena y la agarró de la mano para luego llevársela arrastrada hasta al balcón. Cerró la puerta y se cruzó de brazos, fulminándola con la mirada.
—¿Estás jodiéndome, Katina? ¿Cómo es posible que hayas llorado por un simple beso?— Le reclamó. Elena agachó la mirada. Ni siquiera sabía que responderle —¿Lloraste de alegría o porque fue el peor beso que te han dado en la vida? ¿Eh?
—¡Yah Volkova! — Se quejó. Aún miraba al suelo y sus dedos se movían nerviosos sobre el barandal —Lloré... porque me sentí acorralada. Me tenías atrapada, obligándome a algo que no quería... Además...— La miró —Quién me estaba acosando... eras tú, una mujer... Me sentí horrible — Dijo mostrándose tímida.
[***]
Elena rodeó el auto para ir a la puerta, pero se encontró con Yulia de frente, bloqueándole la entrada. Ambas se miraban fijamente a los ojos y se mantenían en completo silencio... Justo como había pasado en la mañana cuando cada una recogió a sus respectivas hermanitas en la escuela.
Yulia cayó en cuenta de su error e intentó correrse de allí pero fue imposible cuando sintió a alguien abrazándola por el cuello. El impacto no le permitió controlar el equilibrio y cayó recostada de espaldas contra la puerta del Porsche negro.
—¡Mi amor!— Escuchó el grito y luego un beso húmedo fue a dar a su mejilla. Los ojos se le abrieron como platos cuando vio el rostro sonriente de Anya a centímetros del suyo —¡Al fin estoy aquí!— Le dijo ella destilando felicidad, pero eso no duró mucho porque Elena se lanzó furiosa contra ambas y las empujó lejos de la puerta del Porsche.
[***]
—Bueno... y aquí tenemos a nuestra última pareja — La maestra abrió ambos papeles y... – Yulia Volkova & Elena Katina — gritó los nombres.
Las tres chicas quedaron sorprendidas, intercambiando miradas como si no lo creyeran.
Elena, mientras, seguía con la cara estirada.
La profesora prosiguió —Katina, escoge la canción para Volkova por favor— La maestra le pidió pero ella solo negó.
—Si me va a enfrentar con Volkova, maestra... Mejor elimíneme de una vez de su lista —Le dijo con calma. La mujer enarcó una ceja, confundida... Tal y como lo estaban todos, incluida Yulia.
[***]
Abrió el papel y...
—Yujjjjuuu estamos invitadas a la súper fiesta de cumpleaños de Elena Katina — Escuchó a Karina gritar.
Leyó su hoja y efectivamente era una invitación para aquella fiesta. Al final, había un pequeño escrito con marcador negro que decía: “Tú no me faltes por nada” . Con la propia letra de Elena.
—¿Esto también es una invitación?— Karina le arrebató el volante a Yulia de las manos. Se dispuso a leerlo detenidamente, entonces, soltó una gran carcajada. La pareja enseguida desvió su atención a ella —¡Oh por Dios! Oh Dios... No lo puedo creer — Decía mientras se ahogaba en su propia risa.
Los labios de Tasha e Inna comenzaban a inclinarse de las esquinas a medida que la burla de Karina tomaba fuerzas. Las novias estaban a punto de comenzar a reír. Realmente la risa de su amiga era contagiosa,
—¿Qué diablos te pasa?— Tasha le preguntó.
Karina procuró calmarse un poco, soltando el aire de sus pulmones, luego, alzó el papel para que tanto ella como Inna pudiera leerlo. Ambas chicas observaron con detalle la hoja y, después de captar el motivo de la burla, quedaron sorprendidas.
Inna desvió la mirada a la dueña del volante.
—¡No irás, verdad!— Lo supuso.
Yulia no alcanzó a contestarle nada porque Karina tomó su palabra —¡Por supuesto que no irá!— Exclamó —¿Ven esto?— Puso el dedo sobre el escrito de Elena — Este “Tú no me faltes por nada” en su idioma se traduce a: Ni siquiera te atrevas a poner un pie allí.
—¿Y si no es así?— Tasha le cuestionó. Seguidamente, puso sus ojos en Yulia —En mi opinión... Katina está planeando algo maquiavélico en tu contra. No tiene otra explicación. Y es mejor que no te aparezcas por allá... Ni de curiosidad — Le alertó.
Yulia movió la cabeza, mostrándose confiada —No lo haré, chicas. No tengo ninguna razón para hacerlo. No se preocupen — Les aseguró. Le volvió a quitar la invitación a Karina, la dobló por la mitad y la guardó en el bolsillo de su chaqueta. Seguramente, más tarde la tiraría a la basura.
Los días siguientes a ese fueron trascurriendo con total normalidad para la suerte de Yulia. En casa, la armonía con los miembros de su familia se mantenía intacta, y con la llegada de Anya, los ánimos de todos, en especial los de su madre y de su hermana, se habían triplicado. Casi todas las noches hacían planes para llevar a Anya a conocer la ciudad. Los fines de semana, Yulia la llevaba al Sugar Rock y allí había logrado que su mejor amiga congeniara muy bien con Masha, Tasha, Inna y las otras chicas.
Por otra parte, su relación con Miroslava, aunque fuera mediante una pantalla, también se mantenía en calma. Se hablaban todas las noches antes de dormir, ocasionalmente de cosas banales, la mayoría de veces eran pura y absoluta dulzura, y de vez en cuando, tenían la necesidad de sentirse una a la otra por consiguiente las video llamadas se convertían el algo muy privado en la habitación de pintura. Yulia no dejaba de pedirle que esperara por ella.
En la Universidad, la cosa tampoco marchaba mal. Las clases avanzaban de maravilla, al igual que las nuevas amistades. Aunque en una que otra ocasión, ese plan de conocer gente nueva la hacía sentirse incomoda. Le aparecían admiradores hasta debajo de las piedras. Tanto hombres como mujeres le lanzaban miradas picaras y coquetas que a veces era muy molestas.
Y por último, con Elena, aunque pareciera increíble, desde aquel día en la clase de música, no había vuelto a tener ningún contacto físico ni de comunicación con ella. Se la encontraba permanentemente por los pasillos de la Universidad, en el campus, en la cafetería, cuando llevaba y recogía a Viktoria de la escuela, pero entre ellas, ni siquiera un “hola” se cruzaba. Algunas veces, solamente se tiraban aquellas miradas que eran imposibles dejar pasar.
Ocasionalmente, Elena se aparecía en su casa con Katya, pero no pasaba de la puerta cuando veía a Anya merodeando en la sala. Yulia notaba como su amiga era fulminada por los ojos verdigrises de Katina. Algo que le causaba risa...
Un mes después...
Y el día sábado estaba pronto a terminar. Los relojes de la ciudad ya marcaban las 11:30 de la noche y la única casa del vecindario que se encontraba completamente a oscuras, era la de la familia Volkov. De los miembros, en casa, solo se hallaba Yulia. Sus padres junto a su hermanita, habían salido a pasear desde hace un buen rato. Y de Lenin, sabía que estaba con unos chicos que había conocido en los entrenamientos de tenis.
Pero, Yulia, no se encontraba del todo sola. Su mejor amiga aún permanecía allí, recostada a la mitad de la alfombra viendo películas mientras ella se relajaba en el sofá principal escuchando música en sus auriculares.
Repentinamente, Anya apagó la TV y se puso de pie junto al sofá donde se localizaba ella, mostrándole una horrible mueca —¡Estoy aburrida!— le expresó en un gemido y se dejó caer sentada sobre sus muslos. Luego le quitó los auriculares.
Yulia se inclinó, mirándola con el ceño fruncido —¿Qué te pasa? ¡Dámelos!— Intentó quitarle los audífonos pero Anya la esquivó y retiró el cable que se conectaba al celular. En el altavoz, se empezó a escuchar “Love on the brain”.
—¡De nuevo estás escuchando esa canción! ¡¿No te cansas?!— Le cuestionó fastidiada.
Yulia negó y, en un fugaz forcejeo, logró arrebatarle el celular. La aniquiló con la mirada. —Si, la estoy escuchando. Y no, me encanta la maldita canción. Además... aún me la estoy aprendiendo, el martes al fin será mi turno de cantarla.
— La llevas escuchando durante un mes. Ya aburres — Anya utilizó el mismo tono de antes.
Yulia enarcó una ceja al ver el puchero en que se había convertido su boca.
—¿Por qué haces así? ¿Qué te pasa?— Le preguntó con calma.
Anya comenzó a quejarse — Estoy aburrida, Yuli. Es sábado y me tienes aquí encerrada como un preso, ¡Llévame a algún lugar! ¡Quiero salir!
—Pero Any... si desde que estás aquí, cada día hemos ido a una infinidad de lugares. Te he llevado a conocer cada rincón de esta ciudad.
—Pues si. Hemos ido a muchas partes... pero hoy estoy aburrida. En la TV no hay nada que ver. Y esas películas que tienes allí son todas de terror… Y sabes que no me gustan —Se levantó y tomó la mano de Yulia. Comenzó a sacudirla aniñadamente — No sé... Salgamos así sea a recorrer este vecindario o a darle una vuelta al parque al que vamos con Viktoria, o al bar de
Masha. Hagamos cualquier cosa pero sácame de aquí— Chilló.
Yulia no pudo soportar esa voz tan frágil ni la cara de cachorro con la que Anya se lo pedía, por lo tanto suspiró derrotada y finalmente accedió —Está bien... Salgamos a cualquier lugar.
En ese instante, Anya dio un salto de felicidad. Le tomó el rostro y luego le clavó un gran beso en la mejilla —¡Uhhh! Por eso te amo tanto... Voy por unos abrigos y ya regreso — Avisó en tanto empezaba a correr hacia las escaleras.
Yulia le echó un vistazo mientras desaparecía. Mentalmente se preguntaba: ¿Por qué siempre tenía que lidiar con chicas tan difíciles?
Algunos minutos pasaron y Anya aún era esperada pacientemente a mitad de la sala. Yulia aprovechaba el momento para teclearle algunos mensajes a su madre, dándole aviso de su salida repentina.
Luego de enviarlos, miró hacia las escaleras y al percatarse de que su amiga aún no bajaba, pensó que tal vez se le había presentado una urgencia en el baño y se dedicó a navegar por sus redes sociales.
No pasó mucho hasta que finalmente se escucharon los pasos de Anya en las escaleras. Yulia de nuevo posó su mirada allí, y su boca quedó medio abierta cuando vio a su amiga vistiendo completamente diferente y muy sexy. Tenía puesta su chaqueta favorita de color negro, debajo un vestido del mismo color que le llegaba hasta la mitad de muslos, botas marrones y para complementarla el cabello suelto. Se veía divina.
—Estoy lista. ¡Vámonos!— Anya bajó por completo a la sala, llegó a su lado y le lanzó un abrigo también de color negro en la cabeza.
Ella aún la veía extrañada —Espera un momento… ¿Tú a dónde vas así vestida?— La señaló de pies a cabeza —Solo iremos a dar vueltas por el vecindario. No a un concierto de rock o algo parecido— Bufó.
Anya se encogió de hombros.
—¿Y qué? ¿Acaso no me puedo vestir así incluso para salir cerca?— Le dijo despreocupada.
—Pero Any, ¡mírame como estoy yo!— Yulia se señaló a si misma. Llevaba la típica ropa ligera de usar en casa. Shorts de jean azules, una camiseta blanca de mangas y unos converse blancos. Además... estaba sin una pizca de maquillaje —Si salimos así... Vamos a parecer la bella y la bestia — Gimió exageradamente.
Los ojos de Anya al instante se giraron. Rodeó el sofá, la hizo ponerse de pie, le quitó el abrigo de la cabeza y la obligó a ponérselo. Le arregló el cabello, dejándoselo caer por encima de los hombros y luego se alejó para mirarla. Una sonrisa se hizo en sus labios —¡Perfecta, Yulia Volkova! No necesitas hacerte nada más, eres naturalmente bella. Es más, si no fueras mi amiga te comería a besos en este sofá – Y sin decirle más, la tomó de la mano y la jaló a la salida.
Al salir de casa, Anya rápidamente se dirigió a la carretera mientras Yulia se quedaba atrás, asegurándose de bloquear bien la puerta. Aunque su vecindario era un lugar muy seguro... Era mejor prevenir.
Sacó su llave de la cerradura y al girarse para ir tras Anya, la vio montándose en el asiento trasero de un taxi.
Su ceja se enarcó.
—¿Qué demonios hace esta mujer?— Susurró completamente desconcertada, y sin pensarlo, corrió hacia allí y metió la cabeza por la ventana trasera del auto —¡¿Mandaste a pedir un taxi?! Anya, pero... ¿qué haces? No necesitamos un taxi para recorrer el vecindario o ir al parque. Podemos irnos caminando.
—Tranquila, Yul... Solo súbete. Déjame manejar la situación a mí, por favor — Le abrió la puerta y la volvió a jalar pero esta vez para meterla dentro del vehículo —Todo listo, señor, ya podemos irnos— Le avisó al conductor, que de inmediato asintió y comenzó a arrancar lentamente.
Después de unos minutos, Yulia se dio cuenta que el recorrido que llevaba el taxi no las dirigía ni al parque, ni muchos menos al Sugar. Volteó a mirar a Anya, y al contemplar su semblante tranquilo, percibió que algo no andaba bien y que su amiga tenía otros planes. Se inclinó hacia a los asientos delanteros y llamó la atención del conductor por medio del espejo retrovisor. Él la notó.
—Señor, este no es el camino hacia el parque Ostrov ¿Por qué estamos yendo por aquí?— Le preguntó.
El conductor iba a responderle, pero Anya, de inmediato lo cortó —Porque iremos otro lugar.
—¿A otro lugar?— Yulia la miró atónita —¡¿Cómo que a otro lugar?! ¡Señor!— De nuevo lo miró por el espejo retrovisor —¿A dónde le dijo ella que nos llevara?
—Al barrio Tverskaya, pero no se preocupe señorita. Ya estamos cerca — Él le respondió amablemente, pero algo nervioso. Su mirada enseguida volvió a la carretera.
Yulia contempló a su amiga con un poco de desconcierto. Ahora si que no entendía nada. —¿Iremos al barrio Tversk… ¿qué?— Gritó — ¿Qué demonios vamos a hacer a ese barrio que ni siquiera yo lo conozco?— Esta vez lo dijo enojada. Necesitaba una explicación racional.
Anya se acarició las sienes. Después dejó salir un gran suspiro. Se veía algo molesta —Ok, Yuli. Ok... Vamos a ir a una fiesta, está bien. ¡A una fiesta!— finalmente le dijo, sonando más disgustada.
El conductor se detuvo y, mirando a Anya, señaló hacia la calle por la ventana derecha — Esta es la dirección, señorita. Hemos llegado.
Yulia se bajó del auto lentamente sin dejar de ver sorprendida el lugar donde habían llegado. Estaban frente a una casa grande, lujosa, en medio de un campo verde bastante abierto. Varias personas de apariencia joven, se veían merodeando en el jardín.
—Anya, ¿Cómo supiste de esto?— Yulia le preguntó cuando la sintió llegar a su lado. Lo hacía sin dejar de mirar la casa. La música que provenía de adentro retumbaba hasta donde ellas se encontraban.
Del bolsillo de la chaqueta, Anya sacó y le tendió un papel que se notaba bastante arrugado y maltratado por el agua.
Yulia lo tomó, y con darle un vistazo le bastó para caer en cuenta de quien era la fiesta. No es posible... No es posible. De inmediato se dijo mentalmente. Sus ojos enseguida se clavaron en su amiga —¿De dónde sacaste esto?— Sacudió el papel en el aire.
Anya se mantuvo en calma.
— Cuando fui por los abrigos, en uno de los bolsillos estaba eso — Señaló la hoja — Lo leí, vi que la fecha de la fiesta era hoy y deduje que si lo tenías era porque lo habías olvidado. Pensé que era buena idea venir.
—¿Buena idea venir aquí, Anya? ¡¿Buena idea?!— Yulia le replicaba algo molesta. De nuevo alzó el papel —¿Sabes de quién es esto? – Ella negó — Bueno, aquí no se ve porque la lavadora y el agua han maltratado el papel pero en ésta hoja estaba escrito el nombre de Elena Katina. Ella me la dio hace aproximadamente un mes, un día después de que tuvimos ese enfrentamiento en el parqueadero. ¡Esta es su jodida fiesta!— Gritó fuera de si, y procedió a destruir la hoja en pedacitos. El pasto se llenó de papel.
Después de eso un silencio desértico se hizo entre ambas. Yulia contemplaba fijamente la casa mientras Anya tenía sus ojos puestos en ella, en el interior sintiéndose terriblemente mal por lo que acaba de pasar.
Comenzó a jugar con sus dedos.
—Yul... Si hubiera sabido que esta era la fiesta de esa chica... no te abría traído aquí. Lo siento — Se mostraba realmente arrepentida.
Durante unos minutos más estuvieron sin decirse nada, hasta que Yulia se giró a verle. Se acercó a ella y le tomó ambas manos. Su semblante ya se mostraba sereno —Sabes qué... — su tono era bajo —... ¿Qué más da? Ya estamos aquí— Le mostró una frágil sonrisa — ¡Entremos a esa maldita casa y disfrutemos de la jodida fiesta! Al fin y al cabo, estoy invitada por Katina. Si ella me quiere aquí para hacerme algo... Pues que lo haga. Pero que se atenga a las consecuencias porque esta vez voy a responderle — Dijo decidida y entrelazó su mano por completo con la de Anya para luego jalonearla hacia al jardín.
Ya no hubo vuelta atrás. Comenzaron a adentrarse por el pasto y naturalmente muchas de las personas que estaban allí posaron sus miradas en ambas. Una cantidad de silbidos y de frases coquetas empezaron a llegar en su contra. La mayoría proveniente de chicos.
Al pasar el marco de la puerta, Yulia dejó en libertad la mano de su amiga y comenzó a mirar por todos los alrededores de la casa. Su rostro se transformó en una mueca desagradable.
El lugar era un completo caos. Era como si hubiera entrado a una de esas típicas fiestas de adolescentes que muestran en la películas americanas. Había gente bailando por doquier, otras personas emborrachándose como locos, algunos besándose sobre los sofás apasionadamente. Otros corriendo en ropa interior, incluso habían algunos que no traían nada.
—¡¡Wow!! ¡¡Esto está hecha una locura, Yuli!!— Escuchó a Anya gritarle muy cerca al oído, debido al volumen de la música.
De nuevo echó un vistazo a todo, esta vez por si contaba con suerte de encontrar alguna cara conocida... pero no hubo resultado. En ese lugar era imposible, había mucha gente yendo y viniendo por toda la sala.
La música se silenció, pero no por mucho tiempo. Blinding Lights, de The Weekend empezó a retumbar en los bafles del sonido y el lugar estalló en gritos. La gente que estaba en las afueras, entró sin ningún cuidado, y ella y su mejor amiga comenzaron a hacer empujadas hacia lo más profundo de la casa.
Yulia velozmente logró escabullirse de ese lio, resguardándose en una esquina de la solitaria sala. Buscó a Anya con desespero, pero lastimosamente, su amiga había quedado atrapada en la mitad de un grupo de gente que bailaba y saltaba con locura al ritmo de la canción.
Yulia se apoyó en la pared muy preocupada mientras veía como su mejor amiga era movida como una muñeca de trapo por todas esas personas que la rodeaban.
Quiso ir allí y sacarla de ese atropello pero antes su cuerpo dio un saltillo cuando sintió una mano posándose en su hombro. Se giró a su izquierda y se sorprendió en el momento en que sus ojos se encontraron a una chica realmente guapa, regalándole una sonrisa de medio lado.
— Lo siento. No quise asustarte — La jovencita le gritó cerca de la mejilla, pues el volumen de la música aún era muy alto.
Ella asintió despreocupada. Seguido de un gesto con la mano, le dio a entender que estaba bien.
La mujer continuó —Eres Yulia Volkova... ¿No...? ¿La amiga de Inna y Tash?— Se mostró algo tímida.
Yulia miró a la chica con detenimiento. Su cara se le hacía conocida. Le devolvió la sonrisa y también acercó sus labios al rostro de la mujer — Si, soy yo. Es un placer — le respondió amablemente, tendiéndole su mano.
Ella la tomó con gusto.
—El placer es mío. Soy Varvara.
—Uh... Varvara... Creo que te he visto en los entrenamientos de las porras. ¿Eres parte del equipo, cierto?— Se aventuró a preguntarle. La chica asintió, junto con una sonrisa —Vaya... pues te he visto muchas veces y déjame decirte que bailas muy bien — Le hizo el comentario inconscientemente y enseguida las mejillas de la mujer tomaron el color de una fresa. Se retrajo totalmente.
—Ahh... Gracias... mmmm… Tú... ¿Quieres acompañarme por un trago?— Señalaba hacia lo que parecía otra habitación, viéndose completamente apenada.
Yulia asintió, volviendo a sonreír y sin más, le cedió el camino a la chica amablemente.
Varvara la dirigió por un corredor repleto de gente y después entró a un cuarto donde había una gran barra. Incluso detrás se encontraba un barman repartiendo tragos aquí y allá.
Ambas tomaron las sillas cerca de la barra y enseguida la mujer emprendió su acecho al chico por dos cervezas.
Yulia aprovechó ese momento para detallarla de pies a cabeza. Ya la había notado muchas veces en los entrenamientos con ropa deportiva pero el vestido negro que traía hoy la hacía ver diferente. Era muy corto, descubierto y dejaba poco a la imaginación. Se veía jodidamente sexy... Más de lo que ya era.
—Y... ¿A qué facultad perteneces?— De pronto, ella le tomó desprevenida.
Yulia se incorporó al instante, se aclaró la garganta y le mostró una sonrisa amable —Ahh... a Artes... pintura — Respondió bastante avergonzada. Estaba segura de que la chica la había visto mirándole.
—Uhh... Con que artista... eh? — La mujer sonó bastante interesada. Lamió su labio inferior, mirándole intensamente —Ya me lo imaginaba sabes. Una chica tan sexy como tú no podría estar en otras facultades — Le manifestó con coquetería.
En ese mismo instante el barman llegó con las bebidas. Ambas las tomaron pero Yulia no dio espera y de un sorbo dejó el vaso por la mitad. Sentía la cabeza arder. No podía creer que la chica que tenía en frente le hubiera flirteado de esa forma.
—Y... Supongo que viniste sola, ¿no?— Ella volvió a interrogarla.
Yulia dejó el vaso sobre la barra para disponerse a responderle, pero de repente, una mano cubrió su boca y un brazo se deslizó por su cuello. Sus ojos se abrieron de par en par. Alguien la estaba abrazando por la espalda y sabía que era un cuerpo femenino por aquellas partes íntimas que se aplastaban contra su piel. Pensó que era Anya pero cuando su boca fue descubierta y aquella mano llena de anillos y dedos largos quedó frente a sus ojos, supo que no era así.
—Viniste, Volkova... — Sintió un susurró en su oreja y al girarse a su derecha, vio el encantador perfil de Elena Katina muy pegado a su rostro. Era ella quien la tenía abrazada de esa manera. – Yulia Volkova, no vino sola, Varvara — Ella comenzó a decirle a la chica —... Está con su novia. La acabo de ver bailando con unos chicos en la otra habitación. Muy pegados... por cierto — Lo último lo volvió a susurrar pero esta vez con los labios pegados en la mejilla de Yulia.
La manera lenta al hablar, su aliento con olor alcohol, Yulia enseguida se percató de que la mujer se hallaba con unos tragos encima. Intentó tomarle las manos para alejarla pero ella soltó un gemido y solo la abrazó más fuerte. Su cabeza quedó ladeada ya que Elena le recostó todo el rostro en su mejilla.
Varvara miraba la escena con cara de desconcierto — Espera... ¿Tú novia está aquí?— Le preguntó en cierto tono de reclamo.
Yulia negó.
—No... La chica con la que vine no es mi novia, es mi mejor amiga — Aclaró —Ni siquiera le hagas caso, ésta chica no tiene idea de lo que dice — Se lo dijo, mirando a Elena de reojo.
La cumpleañera solo estaba en silencio. Gustosa de la posición.
—Uh... Y entonces... — Varvara intercambió miradas a Elena. Dudaba de si seguir hablando con Yulia teniéndola a ella pegada en su espalda como un chicle — Entonces... Ahh.... Tú… ¿Eres soltera?— Finalmente le soltó.
Elena al oírlo, soltó una risita y luego comenzó a negar contra la mejilla de Yulia — Eres una tonta, Barbie, ¿Por qué le preguntas eso a Volkova?— Le dijo en tono divertido.
Varvara enarcó una ceja.
Elena continuó.
—¿Crees tú que una chica como esta... — Tomó la barbilla de Yulia —con este rostro... va andar soltera por el mundo? ¿De verdad lo crees?— Preguntó con humor.
El semblante de Varvara se volvió serio. La presencia de Elena allí para nada le era placentera. La chica ebria le estaba dañando su momento —Lena, será que puedes bajarte de la espalda de Yulia, soltarle su cuello y dejarme hablar con ella a solas. De verdad... estamos intentando conocernos.
—¿Estás intentando conocer a Volkova? — Elena abrió la boca impresionada — ¡¿A mi Volkova?!— Le alzó la voz. Yulia arrugó la frente al oírla hablar así. Otra vez la miró de reojo – Oye zorra, yo no invité a Volkova para que tú le coquetees — Dejó de abrazar a Yulia y fue a enfrentar a Varvara. La chica retrocedió en su silla — La única razón por la que Volkova está aquí es porque tiene asuntos pendientes conmigo — Le gritó – ¡Es mía!
—Oye, Katina... Ya basta — Yulia se puso de pie e intentó quitarla de en medio, pero ella en el acto le agarró un brazo y comenzó a arrastrarla fuera de esa habitación.
La llevó a través de unos pasillos más llenos de personas y a mitad de camino abrió una de las tantas puertas que resultó ser un baño. Empujó a Yulia allí dentro, cerró con seguro y se giró para agarrarla de los hombros y estrellarla contra la pared.
Le frunció el ceño.
—¿Por qué estás seduciendo a mis amigas? ¿Acaso quieres volverlas lesbianas como tú?— Le preguntó enojada. Yulia le rodó los ojos y eso la disgustó más —¡No me hagas así, Volkova! ¡¿Contéstame?! — La sacudió de la camisa fuertemente.
Yulia la quedó mirando a los ojos con serenidad pero después no pudo evitar que se le saliera una sonrisa. Se cruzó de brazos.
—¿Estás en mi cacería o qué?— Le preguntó divertida —Querida, Katina. Yo no estoy seduciendo a nadie. Y por si no te diste cuenta... Tú amiga, a la que llamaste zorra por cierto, fue quien se me acercó.
Elena convirtió su boca en un puchero.
—Claro que no. Sé que fuiste tú la que empezó. Incluso negaste a tu novia para lograrlo — Le habló con mimo.
—¡¿Qué?!— Yulia soltó una corta carcajada —Katina, no escuchaste cuando dije que ella no era mi novia. Esa chica es mi mejor amiga. Pero bueno... a ti no tiene porque importarte nada de eso. ¿Y por qué te metes mi vida? ¿Qué si yo seduzco a esa porrista? que, por cierto, ¡está buenísima!— Lo resaltó, haciendo un gesto con sus dedos para dar el visto bueno.
El ceño de Elena se frunció más. Le dio coraje escucharla hablar así de otra mujer y dejó que sus manos pasaran de agarrarle los hombros, a tomarle el cuello como si fuera a ahorcarla.
No ejercía fuerza — No hables así, Volkova. Suenas asquerosa — Le gritó.
Yulia rió burlona.
No quiso darle el gusto y de repente, pensó en molestarla. La comenzó a mirar de pies a cabeza, con los ojos llenos de lujuria. Trató de decirle algo obsceno, aprovechando la desventaja de tenerla ebria y frágil, pero no pudo. “Es hermosa”. Fue el único pensamiento que se le cruzó por la cabeza al verla con los cabellos despeinados... cayéndole por los hombros, una cinta negra rodeándole la garganta, envuelta en esa bata de baño de lino fucsia y descalza.
Sonrió.
—No puedo evitarlo. Es la verdad. No podemos negar que esa chica Varvara está para chuparse los dedos — Le dijo picara.
Elena la soltó, pero no sin antes, pegarle unas cuantas palmadas en el pecho sin nada de fuerza.
Yulia se quejó, pero al segundo rió cuando la vio agarrándose la cabeza y dando vueltas en el mismo lugar. De pronto, la chica comenzó a caminar a la puerta y deslizó su mano por ella, tratando de encontrar la perilla.
Yulia se acercó para intentar ayudarla pero ella la manoteó —¡Yo puedo sola!— Le gritó. Abrió la puerta y la miró nuevamente —Si piensas abrirle las piernas a cualquier tipa o a Varvara, espero que no sea en mi fiesta!— Le dijo enojada y salió de allí tambaleándose contra las paredes y la gente.
Yulia frunció el ceño al verla yéndose en tan mal estado. Sabía que no podía dejarla ir de esa manera así que también dejó el baño y comenzó a seguirla por los pasillos. Muchas personas le tapaban el paso así que Elena le tomó distancia pero alcanzó a ver como desaparecía por una puerta.
Quiso ir allí pero Anya, se le cruzó en el camino.
—¡¿Dónde te metes?!— Le dijo en un gemido. Comenzó a hablarle de muchas cosas pero Yulia tenía prisa y no la escuchaba. Anya veía como la miraba por encima del hombro sin prestarle atención.
—¿Yul?
—¿Por qué no disfrutas de la fiesta, Any? Yo... voy a estar por ahí — Le dijo como si nada y siguió el camino que Elena había tomado. Pasó la puerta y enseguida se detuvo al ver otro jardín gigante repleto de gente vistiendo bikinis. Comenzó a escabullirse entre ellos, mirando de lado a lado hasta que dio de frente a una piscina inmensa, también llena de personas.
Sus ojos estudiaron todo el lugar y, a unos metros, encima de una de las sillas de tomar sol, vio a Elena bailando al ritmo de la música mientras era rodeada de una multitud que la alentaba y le gritaba de todo.
Yulia se quedó observando la escena. Sus ojos detallaban cada movimiento de la chica. Veía como alzaba en el aire las cervezas que los demás le ofrecían y luego se las llevaba a la boca y las tomaba de un solo sorbo. Estaba bebiendo desenfrenadamente.
De pronto, dos chicos salieron entre la multitud y cargaron a Elena para luego echarla sin ningún cuidado contra la piscina. Yulia desde su lugar, corrió asustada a la orilla para ver que la chica saliera ilesa de semejante acto tan estúpido de ambos hombres.
Gracias al cielo, vio como Elena resurgía del agua riendo a carcajadas mientras los demás afuera y dentro solo se lo celebraban. Muchos también empezaron a lanzarse a la piscina para estar cerca de ella.
El tiempo corría y Yulia seguía estudiando todo a su alrededor. Ya se había dado cuenta que la mayoría de las personas que rodeaban a Elena, a leguas se les notaba que estaban igual o más ebrios que ella. Deseaba no sentirse preocupada por la chica, pero su corazón no se lo permitía. Por su mente pasaba la idea de que si a Katina le sucedía algo malo en ese lugar, ninguno de esos ebrios que tenía cerca iba a poder ayudarla.
Algunos minutos pasaron, hasta que finalmente la cumpleañera decidió salirse de la piscina. Yulia aún no le quitaba los ojos de encima. La estudiaba con calma mientras la veía destilando agua por doquier del cabello y la ropa.
Repentinamente, en un movimiento, vio como Elena se quitó la bata y los parpados se le abrieron hasta el límite en el momento que la chica quedó en bikini frente a todos. El corazón le bombeó fuertísimo. Katina era perfecta.
Yulia seguía disfrutando de aquella hermosa vista, pero todo se fue al carajo cuando vio a Aleksey llegando al lado de la chica, tomándole la barbilla y clavándole un apasionado beso en los labios. Enseguida sintió una punzada en el corazón.
Se alejó de toda esa gente y caminó hacia la parte más oscura del jardín que abundaba de árboles. Se dejó caer de espaldas al pasto bajo uno de ellos y apoyó la cabeza contra la madera. Sus ojos se cerraron en el momento que comenzó a auto regañarse internamente por lo que estaba sintiendo en ese instante. Le habían dado celos. Unos malditos e incontrolables celos.
Llena de rabia, empuñó un montón de hierba con sus manos y la arrancó de la tierra para luego tirarla agresivamente al aire. Se tomó la cabeza y comenzó a negar —Esto no me puede estar pasando...— Susurró para si misma.
Supuso que lo mejor para ella era largarse de allí, por lo tanto se puso de pie y se sacudió la tierra que probablemente le había quedado pegada en el trasero. Mientras lo hacía, se detuvo en el acto en el momento que escuchó unas voces cerca.
Se escondió tras el árbol que la resguardó anteriormente y entrecerró los ojos cuando notó que se trataba de Aleksey y Elena. Él jalaba a la chica sin ningún cuidado mientras caminaban hacia allí. Casi parecía que la arrastraba contra su voluntad.
Vio como ambos llegaban a un árbol no muy distante de donde ella se escondía y enseguida, su ceño se frunció cuando él empujó a Elena contra la madera y comenzó a besarla en el cuello bruscamente. El chico sin detenerse, se despojaba de su camisa y empezaba a desabrocharse los pantalones. La ira invadía a Yulia mientras era testigo de esa escena. Quería ir a separarlos, pero no tenía ninguna excusa para hacerlo.
De pronto, sus ojos se abrieron como platos cuando observó como Elena empujaba al chico lejos de ella.
—¡No me toques... No quiero nada de ti!— Ella le gritó.
Él rostro del chico se convirtió a uno confuso. Yulia pudo notar que él no estaba para nada tomado —¿Qué pasa, muñeca? Quiero jugar...— Se le acercó nuevamente y la agarró por las caderas. Intentó besarla en la boca pero Elena lo esquivó y le puso las manos sobre el pecho para que él no se le acercara.
—Ya te dije que no quiero nada... ¡Aléjate de mi!— Ella le volvió a decir pero apenas y podía hablar claramente.
Él no le prestó atención, rió con picardía y nuevamente la tomó a la fuerza y comenzó a besarla en el cuello. Elena se quejaba de incomodidad. Le pedía que se detuviera pero de nada servía.
Él continuaba.
—¿Qué pasa, Elena?... Desde que empezamos a salir estás vacilándome con eso de que pronto me vas a dejar follarte y aún no ha pasado... Y sabes qué... Ya no aguantó más, preciosa.
Voy a hacer que suceda en este instante, voy a cogerte ahora mismo. A mi no me basta solo con tocarte. Necesito metértelo hasta al fondo — Le dijo entre besos.
Yulia se sorprendió por lo que acaba de escuchar. Sus manos se empuñaron de ira.
Elena empezó a forcejear con él, intentando apartarlo pero no lo lograba. Él la tenía agarrada con fuerza.
—Ya déjame... Aleksey. No quiero nada contigo… Déjame… — Ella le dijo casi rogando pero él la abrazó y en un movimiento brusco la tiró al suelo.
Yulia de inmediato apareció en la escena, lanzándose contra él y empujándolo con todas sus fuerzas, alejándolo bastantes metros de la chica.
Elena al ver a Yulia, se puso de pie y se lanzó a abrazarla. Su agarre en el cuello de la más baja era bestial.
Yulia pasó una mano por las caderas de la chica y la envolvió con fuerza, dejándola en un lado de su cuerpo para protegerla.
Miró a Aleksey con ira —¿Qué demonios te pasa, imbécil? ¿Acaso no oyes que no quiere nada contigo? — Le gritó.
Él se puso de pie e intentó acercársele a Elena pero Yulia lo empujó del pecho y lo devolvió — Ni siquiera intentes acercártele, enfermo — Lo señalaba con su dedo de manera amenazante.
—Esto es algo entre Lena y yo, tú no te metas— Él le dijo. Buscó la mirada de Elena y le tendió una mano —Vámonos, muñeca — Le dio una sonrisa.
Elena negó —Yo no soy tu muñeca... Y ya déjame en paz... Voy a quedarme con Volkova. Lárgate. Lárgate ya— Le gritó como pudo.
Pero él insistía. De nuevo intercambió una mirada a Yulia —A Elena ni siquiera le caes bien por ser una come coño. Te odia, Volkova. Ya suéltala y deja que me la lleve — De nuevo trató de acercársele pero Yulia retrocedió unos pasos, fulminándolo con la mirada.
Elena deslizó sus labios a la mejilla de Yulia, cerca de su oído —Eso no es cierto... Yo no te odio— Le susurró.
—Ya déjala, Volkova. Suéltala — Él le pidió.
—Tú eres el que debería de dejarla en paz. Ya vete de aquí, animal — Yulia le respondió.
—Si, lárgate — Elena también le gritó y, esta vez, él pareció entenderlo. Fue a recoger su camisa, miró a Yulia de manera amenazante y después se alejó hacia donde estaban todos.
Yulia al ver que se él se largaba por completo, alejó un poco a Elena de su cuerpo y la miró de pies a cabeza. Allí cayó en cuenta de porque había sentido humedad al abrazarla. El bikini de la chica aún estaba mojado. En la piel se le notaban algunas gotas de agua y el cabello lo tenía entre seco pero muy despelucado.
—¿Te hiciste daño? ¿Te duele algo?— Le preguntó.
Elena negó y se abrazó a si misma, comenzó a temblar.
—Por Dios, Katina... a ti es a la única que se le ocurre andar en bikini cuando estos días han sido tan fríos en la ciudad. No puedo creerlo — La regañó, y comenzó a quitarse su abrigo.
Abrigó a Elena con él, y luego de ayudárselo a poner, le subió el cierre hasta el cuello y le colocó la capota.
Elena la miraba embobada.
—Ya está, Katina, Así no tendrás frio — Le dio una sonrisa, en el cual su hoyuelo se pronunció. Elena lo vio y le clavó un dedo en él. Lo pinchó un par de veces mientras lo contemplaba fijamente.
—¿Quieres que te lleve a casa?— Yulia le preguntó.
Ella negó — Quiero una cerveza, Volkova — Le dijo.
El ceño de Yulia se arrugó —¿Cómo que cerveza, Katina? No, no más trago. Mírate como estás, a tu cuerpo no le cabe una gota más de alcohol. Y además, mira lo que acaba de pasarte, ese imbécil intentó aprovecharse de ti. No quiero que vuelva a ocurrir.
—Nada va a pasarme porque tú estás aquí conmigo, Volkova — Elena le susurró y de nuevo la abrazó por el cuello, dejando todo su peso sobre ella.
Yulia tuvo que apoyarse contra el árbol porque el cuerpo de la chica ya no se sentía para nada liviano.
— Deberíamos ir a la casa, Katina... — De nuevo le sugirió pero sintió la cabeza de la chica moviéndose de manera negativa. De pronto se percató de una respiración y unos labios en su yugular.
— Es el día de mi cumpleaños, Volkova. No quiero ir a la casa. Quiero quedarme aquí... contigo — Le respondió y se apoyó más contra ella.
Yulia finalmente envolvió sus manos por la cadera de la chica y la sostuvo. Se dio cuenta que no iba a aguantar por mucho tiempo sosteniéndola así. Elena era más alta que ella y ya no tenía control de su cuerpo. Por lo tanto, se deslizó lentamente contra el árbol hasta quedar sentada sobre la hierba.
Elena se acomodó entre sus piernas y se acorrucó contra su pecho.
El silencio las envolvió, Yulia notaba como los ojos de Elena no dejaban de mirarla intensamente. Las pupilas de la chica brillaban a la luz de la luna. Quiso cuestionarle el porqué de querer estar ahí con ella cuando ni siquiera se llevaban bien, pero no lo hizo porque de nuevo el dedo de Katina regresó a pinchar su hoyuelo.
Su corazón latió desesperado.
—¿Qué nunca has visto uno?— Yulia la interrogó divertida.
Elena le dio una débil sonrisa.
—Si, pero el tuyo es diferente.
—¿Cómo diferente?— Yulia sintió curiosidad.
—Es lindo — Le respondió.
Yulia sonrió. Pero eso no duró mucho. Elena la confundía como nunca.
—Hace un momento me dijiste que no me odiabas... ¿lo hiciste para que te ayudara?
Elena negó con calma — Lo dije porque es la verdad.
—Entonces... por qué te comportas tan mal conmigo.
—No tiene caso decírtelo. Es mejor así.
—¡¿Pero por qué?!— Yulia comenzaba a desesperarse.
—Te lo dije una vez... Nada va a cambiar.
—¿Y por qué estás tan segura de eso?
—Porque si Volkova, yo tengo mis ataduras... Y tu tienes las tuyas — Comenzaba a cerrar los ojos. Yulia sabía que pronto iba a caer dormida pero quería sacarle la verdad como fuera.
Le dio un golpecito en la mejilla y de nuevo sus ojos se abrieron. Elena rió.
—¿Por qué te estás comportando así conmigo? — Le interrogó —Antes me dejaste en claro que se sentía horrible estar a mi lado y ahora quieres estar aquí solo conmigo... abrazarme... decirme que mi hoyuelo es lindo... Dime... ¿eres esquizofrénica? ¿Te golpeaste la cabeza? ¿La borrachera está haciendo que veas a otra persona en vez de mi... Hey... Soy yo, Yulia Volkova
— Manifestó con gracia.
Ella soltó una risita —Ya sé que eres tu Volkova... — Le susurró —Y no, no soy nada de lo que tu dices... tal vez actuó así porque es de esa forma como siempre ha debido ser.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a que... — Elena se incorporó, dejando el rostro a la altura del suyo. Otra vez la miraba a los labios fijamente —Siempre fui así... antes de que me empezara a importar lo que los demás pensaban sobre mí.
Yulia no entendía nada, pero sabía que iba por buen camino.
—¿Y si dejas de comportarte así por los demás y solo te dedicas a ser tú?
Ella sonrió.
–Tienes razón… Volkova. Y sabes qué… Al carajo todo y todos — Elena le dijo, deslizándole una mano por la nuca mientras se inclinaba hacia su rostro. Yulia sentía que el corazón se le iba a salir. Cerró los ojos en el acto, sintiendo la respiración de la chica a escasos centímetros de sus labios y luego... un montón de cabello.
Abrió los ojos, y todo lo que pudo contemplar abajo de sus narices fue la cabellera roja de Katina. Le tomó suavemente la cabeza, echándosela para atrás y encontrándola totalmente dormida. Tragó saliva.
¿Realmente... eso iba a ser un beso...? Se dijo mentalmente... sintiéndose insegura de lo que acaba de pasar.
Espero lo disfruten bastante.
A leer!!!
Un abrazo
Capítulo Anterior:
Furiosa, Yulia se acercó a Elena y la agarró de la mano para luego llevársela arrastrada hasta al balcón. Cerró la puerta y se cruzó de brazos, fulminándola con la mirada.
—¿Estás jodiéndome, Katina? ¿Cómo es posible que hayas llorado por un simple beso?— Le reclamó. Elena agachó la mirada. Ni siquiera sabía que responderle —¿Lloraste de alegría o porque fue el peor beso que te han dado en la vida? ¿Eh?
—¡Yah Volkova! — Se quejó. Aún miraba al suelo y sus dedos se movían nerviosos sobre el barandal —Lloré... porque me sentí acorralada. Me tenías atrapada, obligándome a algo que no quería... Además...— La miró —Quién me estaba acosando... eras tú, una mujer... Me sentí horrible — Dijo mostrándose tímida.
[***]
Elena rodeó el auto para ir a la puerta, pero se encontró con Yulia de frente, bloqueándole la entrada. Ambas se miraban fijamente a los ojos y se mantenían en completo silencio... Justo como había pasado en la mañana cuando cada una recogió a sus respectivas hermanitas en la escuela.
Yulia cayó en cuenta de su error e intentó correrse de allí pero fue imposible cuando sintió a alguien abrazándola por el cuello. El impacto no le permitió controlar el equilibrio y cayó recostada de espaldas contra la puerta del Porsche negro.
—¡Mi amor!— Escuchó el grito y luego un beso húmedo fue a dar a su mejilla. Los ojos se le abrieron como platos cuando vio el rostro sonriente de Anya a centímetros del suyo —¡Al fin estoy aquí!— Le dijo ella destilando felicidad, pero eso no duró mucho porque Elena se lanzó furiosa contra ambas y las empujó lejos de la puerta del Porsche.
[***]
—Bueno... y aquí tenemos a nuestra última pareja — La maestra abrió ambos papeles y... – Yulia Volkova & Elena Katina — gritó los nombres.
Las tres chicas quedaron sorprendidas, intercambiando miradas como si no lo creyeran.
Elena, mientras, seguía con la cara estirada.
La profesora prosiguió —Katina, escoge la canción para Volkova por favor— La maestra le pidió pero ella solo negó.
—Si me va a enfrentar con Volkova, maestra... Mejor elimíneme de una vez de su lista —Le dijo con calma. La mujer enarcó una ceja, confundida... Tal y como lo estaban todos, incluida Yulia.
[***]
Abrió el papel y...
—Yujjjjuuu estamos invitadas a la súper fiesta de cumpleaños de Elena Katina — Escuchó a Karina gritar.
Leyó su hoja y efectivamente era una invitación para aquella fiesta. Al final, había un pequeño escrito con marcador negro que decía: “Tú no me faltes por nada” . Con la propia letra de Elena.
Veinte
—¿Esto también es una invitación?— Karina le arrebató el volante a Yulia de las manos. Se dispuso a leerlo detenidamente, entonces, soltó una gran carcajada. La pareja enseguida desvió su atención a ella —¡Oh por Dios! Oh Dios... No lo puedo creer — Decía mientras se ahogaba en su propia risa.
Los labios de Tasha e Inna comenzaban a inclinarse de las esquinas a medida que la burla de Karina tomaba fuerzas. Las novias estaban a punto de comenzar a reír. Realmente la risa de su amiga era contagiosa,
—¿Qué diablos te pasa?— Tasha le preguntó.
Karina procuró calmarse un poco, soltando el aire de sus pulmones, luego, alzó el papel para que tanto ella como Inna pudiera leerlo. Ambas chicas observaron con detalle la hoja y, después de captar el motivo de la burla, quedaron sorprendidas.
Inna desvió la mirada a la dueña del volante.
—¡No irás, verdad!— Lo supuso.
Yulia no alcanzó a contestarle nada porque Karina tomó su palabra —¡Por supuesto que no irá!— Exclamó —¿Ven esto?— Puso el dedo sobre el escrito de Elena — Este “Tú no me faltes por nada” en su idioma se traduce a: Ni siquiera te atrevas a poner un pie allí.
—¿Y si no es así?— Tasha le cuestionó. Seguidamente, puso sus ojos en Yulia —En mi opinión... Katina está planeando algo maquiavélico en tu contra. No tiene otra explicación. Y es mejor que no te aparezcas por allá... Ni de curiosidad — Le alertó.
Yulia movió la cabeza, mostrándose confiada —No lo haré, chicas. No tengo ninguna razón para hacerlo. No se preocupen — Les aseguró. Le volvió a quitar la invitación a Karina, la dobló por la mitad y la guardó en el bolsillo de su chaqueta. Seguramente, más tarde la tiraría a la basura.
Los días siguientes a ese fueron trascurriendo con total normalidad para la suerte de Yulia. En casa, la armonía con los miembros de su familia se mantenía intacta, y con la llegada de Anya, los ánimos de todos, en especial los de su madre y de su hermana, se habían triplicado. Casi todas las noches hacían planes para llevar a Anya a conocer la ciudad. Los fines de semana, Yulia la llevaba al Sugar Rock y allí había logrado que su mejor amiga congeniara muy bien con Masha, Tasha, Inna y las otras chicas.
Por otra parte, su relación con Miroslava, aunque fuera mediante una pantalla, también se mantenía en calma. Se hablaban todas las noches antes de dormir, ocasionalmente de cosas banales, la mayoría de veces eran pura y absoluta dulzura, y de vez en cuando, tenían la necesidad de sentirse una a la otra por consiguiente las video llamadas se convertían el algo muy privado en la habitación de pintura. Yulia no dejaba de pedirle que esperara por ella.
En la Universidad, la cosa tampoco marchaba mal. Las clases avanzaban de maravilla, al igual que las nuevas amistades. Aunque en una que otra ocasión, ese plan de conocer gente nueva la hacía sentirse incomoda. Le aparecían admiradores hasta debajo de las piedras. Tanto hombres como mujeres le lanzaban miradas picaras y coquetas que a veces era muy molestas.
Y por último, con Elena, aunque pareciera increíble, desde aquel día en la clase de música, no había vuelto a tener ningún contacto físico ni de comunicación con ella. Se la encontraba permanentemente por los pasillos de la Universidad, en el campus, en la cafetería, cuando llevaba y recogía a Viktoria de la escuela, pero entre ellas, ni siquiera un “hola” se cruzaba. Algunas veces, solamente se tiraban aquellas miradas que eran imposibles dejar pasar.
Ocasionalmente, Elena se aparecía en su casa con Katya, pero no pasaba de la puerta cuando veía a Anya merodeando en la sala. Yulia notaba como su amiga era fulminada por los ojos verdigrises de Katina. Algo que le causaba risa...
Un mes después...
Y el día sábado estaba pronto a terminar. Los relojes de la ciudad ya marcaban las 11:30 de la noche y la única casa del vecindario que se encontraba completamente a oscuras, era la de la familia Volkov. De los miembros, en casa, solo se hallaba Yulia. Sus padres junto a su hermanita, habían salido a pasear desde hace un buen rato. Y de Lenin, sabía que estaba con unos chicos que había conocido en los entrenamientos de tenis.
Pero, Yulia, no se encontraba del todo sola. Su mejor amiga aún permanecía allí, recostada a la mitad de la alfombra viendo películas mientras ella se relajaba en el sofá principal escuchando música en sus auriculares.
Repentinamente, Anya apagó la TV y se puso de pie junto al sofá donde se localizaba ella, mostrándole una horrible mueca —¡Estoy aburrida!— le expresó en un gemido y se dejó caer sentada sobre sus muslos. Luego le quitó los auriculares.
Yulia se inclinó, mirándola con el ceño fruncido —¿Qué te pasa? ¡Dámelos!— Intentó quitarle los audífonos pero Anya la esquivó y retiró el cable que se conectaba al celular. En el altavoz, se empezó a escuchar “Love on the brain”.
—¡De nuevo estás escuchando esa canción! ¡¿No te cansas?!— Le cuestionó fastidiada.
Yulia negó y, en un fugaz forcejeo, logró arrebatarle el celular. La aniquiló con la mirada. —Si, la estoy escuchando. Y no, me encanta la maldita canción. Además... aún me la estoy aprendiendo, el martes al fin será mi turno de cantarla.
— La llevas escuchando durante un mes. Ya aburres — Anya utilizó el mismo tono de antes.
Yulia enarcó una ceja al ver el puchero en que se había convertido su boca.
—¿Por qué haces así? ¿Qué te pasa?— Le preguntó con calma.
Anya comenzó a quejarse — Estoy aburrida, Yuli. Es sábado y me tienes aquí encerrada como un preso, ¡Llévame a algún lugar! ¡Quiero salir!
—Pero Any... si desde que estás aquí, cada día hemos ido a una infinidad de lugares. Te he llevado a conocer cada rincón de esta ciudad.
—Pues si. Hemos ido a muchas partes... pero hoy estoy aburrida. En la TV no hay nada que ver. Y esas películas que tienes allí son todas de terror… Y sabes que no me gustan —Se levantó y tomó la mano de Yulia. Comenzó a sacudirla aniñadamente — No sé... Salgamos así sea a recorrer este vecindario o a darle una vuelta al parque al que vamos con Viktoria, o al bar de
Masha. Hagamos cualquier cosa pero sácame de aquí— Chilló.
Yulia no pudo soportar esa voz tan frágil ni la cara de cachorro con la que Anya se lo pedía, por lo tanto suspiró derrotada y finalmente accedió —Está bien... Salgamos a cualquier lugar.
En ese instante, Anya dio un salto de felicidad. Le tomó el rostro y luego le clavó un gran beso en la mejilla —¡Uhhh! Por eso te amo tanto... Voy por unos abrigos y ya regreso — Avisó en tanto empezaba a correr hacia las escaleras.
Yulia le echó un vistazo mientras desaparecía. Mentalmente se preguntaba: ¿Por qué siempre tenía que lidiar con chicas tan difíciles?
Algunos minutos pasaron y Anya aún era esperada pacientemente a mitad de la sala. Yulia aprovechaba el momento para teclearle algunos mensajes a su madre, dándole aviso de su salida repentina.
Luego de enviarlos, miró hacia las escaleras y al percatarse de que su amiga aún no bajaba, pensó que tal vez se le había presentado una urgencia en el baño y se dedicó a navegar por sus redes sociales.
No pasó mucho hasta que finalmente se escucharon los pasos de Anya en las escaleras. Yulia de nuevo posó su mirada allí, y su boca quedó medio abierta cuando vio a su amiga vistiendo completamente diferente y muy sexy. Tenía puesta su chaqueta favorita de color negro, debajo un vestido del mismo color que le llegaba hasta la mitad de muslos, botas marrones y para complementarla el cabello suelto. Se veía divina.
—Estoy lista. ¡Vámonos!— Anya bajó por completo a la sala, llegó a su lado y le lanzó un abrigo también de color negro en la cabeza.
Ella aún la veía extrañada —Espera un momento… ¿Tú a dónde vas así vestida?— La señaló de pies a cabeza —Solo iremos a dar vueltas por el vecindario. No a un concierto de rock o algo parecido— Bufó.
Anya se encogió de hombros.
—¿Y qué? ¿Acaso no me puedo vestir así incluso para salir cerca?— Le dijo despreocupada.
—Pero Any, ¡mírame como estoy yo!— Yulia se señaló a si misma. Llevaba la típica ropa ligera de usar en casa. Shorts de jean azules, una camiseta blanca de mangas y unos converse blancos. Además... estaba sin una pizca de maquillaje —Si salimos así... Vamos a parecer la bella y la bestia — Gimió exageradamente.
Los ojos de Anya al instante se giraron. Rodeó el sofá, la hizo ponerse de pie, le quitó el abrigo de la cabeza y la obligó a ponérselo. Le arregló el cabello, dejándoselo caer por encima de los hombros y luego se alejó para mirarla. Una sonrisa se hizo en sus labios —¡Perfecta, Yulia Volkova! No necesitas hacerte nada más, eres naturalmente bella. Es más, si no fueras mi amiga te comería a besos en este sofá – Y sin decirle más, la tomó de la mano y la jaló a la salida.
Al salir de casa, Anya rápidamente se dirigió a la carretera mientras Yulia se quedaba atrás, asegurándose de bloquear bien la puerta. Aunque su vecindario era un lugar muy seguro... Era mejor prevenir.
Sacó su llave de la cerradura y al girarse para ir tras Anya, la vio montándose en el asiento trasero de un taxi.
Su ceja se enarcó.
—¿Qué demonios hace esta mujer?— Susurró completamente desconcertada, y sin pensarlo, corrió hacia allí y metió la cabeza por la ventana trasera del auto —¡¿Mandaste a pedir un taxi?! Anya, pero... ¿qué haces? No necesitamos un taxi para recorrer el vecindario o ir al parque. Podemos irnos caminando.
—Tranquila, Yul... Solo súbete. Déjame manejar la situación a mí, por favor — Le abrió la puerta y la volvió a jalar pero esta vez para meterla dentro del vehículo —Todo listo, señor, ya podemos irnos— Le avisó al conductor, que de inmediato asintió y comenzó a arrancar lentamente.
Después de unos minutos, Yulia se dio cuenta que el recorrido que llevaba el taxi no las dirigía ni al parque, ni muchos menos al Sugar. Volteó a mirar a Anya, y al contemplar su semblante tranquilo, percibió que algo no andaba bien y que su amiga tenía otros planes. Se inclinó hacia a los asientos delanteros y llamó la atención del conductor por medio del espejo retrovisor. Él la notó.
—Señor, este no es el camino hacia el parque Ostrov ¿Por qué estamos yendo por aquí?— Le preguntó.
El conductor iba a responderle, pero Anya, de inmediato lo cortó —Porque iremos otro lugar.
—¿A otro lugar?— Yulia la miró atónita —¡¿Cómo que a otro lugar?! ¡Señor!— De nuevo lo miró por el espejo retrovisor —¿A dónde le dijo ella que nos llevara?
—Al barrio Tverskaya, pero no se preocupe señorita. Ya estamos cerca — Él le respondió amablemente, pero algo nervioso. Su mirada enseguida volvió a la carretera.
Yulia contempló a su amiga con un poco de desconcierto. Ahora si que no entendía nada. —¿Iremos al barrio Tversk… ¿qué?— Gritó — ¿Qué demonios vamos a hacer a ese barrio que ni siquiera yo lo conozco?— Esta vez lo dijo enojada. Necesitaba una explicación racional.
Anya se acarició las sienes. Después dejó salir un gran suspiro. Se veía algo molesta —Ok, Yuli. Ok... Vamos a ir a una fiesta, está bien. ¡A una fiesta!— finalmente le dijo, sonando más disgustada.
El conductor se detuvo y, mirando a Anya, señaló hacia la calle por la ventana derecha — Esta es la dirección, señorita. Hemos llegado.
Yulia se bajó del auto lentamente sin dejar de ver sorprendida el lugar donde habían llegado. Estaban frente a una casa grande, lujosa, en medio de un campo verde bastante abierto. Varias personas de apariencia joven, se veían merodeando en el jardín.
—Anya, ¿Cómo supiste de esto?— Yulia le preguntó cuando la sintió llegar a su lado. Lo hacía sin dejar de mirar la casa. La música que provenía de adentro retumbaba hasta donde ellas se encontraban.
Del bolsillo de la chaqueta, Anya sacó y le tendió un papel que se notaba bastante arrugado y maltratado por el agua.
Yulia lo tomó, y con darle un vistazo le bastó para caer en cuenta de quien era la fiesta. No es posible... No es posible. De inmediato se dijo mentalmente. Sus ojos enseguida se clavaron en su amiga —¿De dónde sacaste esto?— Sacudió el papel en el aire.
Anya se mantuvo en calma.
— Cuando fui por los abrigos, en uno de los bolsillos estaba eso — Señaló la hoja — Lo leí, vi que la fecha de la fiesta era hoy y deduje que si lo tenías era porque lo habías olvidado. Pensé que era buena idea venir.
—¿Buena idea venir aquí, Anya? ¡¿Buena idea?!— Yulia le replicaba algo molesta. De nuevo alzó el papel —¿Sabes de quién es esto? – Ella negó — Bueno, aquí no se ve porque la lavadora y el agua han maltratado el papel pero en ésta hoja estaba escrito el nombre de Elena Katina. Ella me la dio hace aproximadamente un mes, un día después de que tuvimos ese enfrentamiento en el parqueadero. ¡Esta es su jodida fiesta!— Gritó fuera de si, y procedió a destruir la hoja en pedacitos. El pasto se llenó de papel.
Después de eso un silencio desértico se hizo entre ambas. Yulia contemplaba fijamente la casa mientras Anya tenía sus ojos puestos en ella, en el interior sintiéndose terriblemente mal por lo que acaba de pasar.
Comenzó a jugar con sus dedos.
—Yul... Si hubiera sabido que esta era la fiesta de esa chica... no te abría traído aquí. Lo siento — Se mostraba realmente arrepentida.
Durante unos minutos más estuvieron sin decirse nada, hasta que Yulia se giró a verle. Se acercó a ella y le tomó ambas manos. Su semblante ya se mostraba sereno —Sabes qué... — su tono era bajo —... ¿Qué más da? Ya estamos aquí— Le mostró una frágil sonrisa — ¡Entremos a esa maldita casa y disfrutemos de la jodida fiesta! Al fin y al cabo, estoy invitada por Katina. Si ella me quiere aquí para hacerme algo... Pues que lo haga. Pero que se atenga a las consecuencias porque esta vez voy a responderle — Dijo decidida y entrelazó su mano por completo con la de Anya para luego jalonearla hacia al jardín.
Ya no hubo vuelta atrás. Comenzaron a adentrarse por el pasto y naturalmente muchas de las personas que estaban allí posaron sus miradas en ambas. Una cantidad de silbidos y de frases coquetas empezaron a llegar en su contra. La mayoría proveniente de chicos.
Al pasar el marco de la puerta, Yulia dejó en libertad la mano de su amiga y comenzó a mirar por todos los alrededores de la casa. Su rostro se transformó en una mueca desagradable.
El lugar era un completo caos. Era como si hubiera entrado a una de esas típicas fiestas de adolescentes que muestran en la películas americanas. Había gente bailando por doquier, otras personas emborrachándose como locos, algunos besándose sobre los sofás apasionadamente. Otros corriendo en ropa interior, incluso habían algunos que no traían nada.
—¡¡Wow!! ¡¡Esto está hecha una locura, Yuli!!— Escuchó a Anya gritarle muy cerca al oído, debido al volumen de la música.
De nuevo echó un vistazo a todo, esta vez por si contaba con suerte de encontrar alguna cara conocida... pero no hubo resultado. En ese lugar era imposible, había mucha gente yendo y viniendo por toda la sala.
La música se silenció, pero no por mucho tiempo. Blinding Lights, de The Weekend empezó a retumbar en los bafles del sonido y el lugar estalló en gritos. La gente que estaba en las afueras, entró sin ningún cuidado, y ella y su mejor amiga comenzaron a hacer empujadas hacia lo más profundo de la casa.
Yulia velozmente logró escabullirse de ese lio, resguardándose en una esquina de la solitaria sala. Buscó a Anya con desespero, pero lastimosamente, su amiga había quedado atrapada en la mitad de un grupo de gente que bailaba y saltaba con locura al ritmo de la canción.
Yulia se apoyó en la pared muy preocupada mientras veía como su mejor amiga era movida como una muñeca de trapo por todas esas personas que la rodeaban.
Quiso ir allí y sacarla de ese atropello pero antes su cuerpo dio un saltillo cuando sintió una mano posándose en su hombro. Se giró a su izquierda y se sorprendió en el momento en que sus ojos se encontraron a una chica realmente guapa, regalándole una sonrisa de medio lado.
— Lo siento. No quise asustarte — La jovencita le gritó cerca de la mejilla, pues el volumen de la música aún era muy alto.
Ella asintió despreocupada. Seguido de un gesto con la mano, le dio a entender que estaba bien.
La mujer continuó —Eres Yulia Volkova... ¿No...? ¿La amiga de Inna y Tash?— Se mostró algo tímida.
Yulia miró a la chica con detenimiento. Su cara se le hacía conocida. Le devolvió la sonrisa y también acercó sus labios al rostro de la mujer — Si, soy yo. Es un placer — le respondió amablemente, tendiéndole su mano.
Ella la tomó con gusto.
—El placer es mío. Soy Varvara.
—Uh... Varvara... Creo que te he visto en los entrenamientos de las porras. ¿Eres parte del equipo, cierto?— Se aventuró a preguntarle. La chica asintió, junto con una sonrisa —Vaya... pues te he visto muchas veces y déjame decirte que bailas muy bien — Le hizo el comentario inconscientemente y enseguida las mejillas de la mujer tomaron el color de una fresa. Se retrajo totalmente.
—Ahh... Gracias... mmmm… Tú... ¿Quieres acompañarme por un trago?— Señalaba hacia lo que parecía otra habitación, viéndose completamente apenada.
Yulia asintió, volviendo a sonreír y sin más, le cedió el camino a la chica amablemente.
Varvara la dirigió por un corredor repleto de gente y después entró a un cuarto donde había una gran barra. Incluso detrás se encontraba un barman repartiendo tragos aquí y allá.
Ambas tomaron las sillas cerca de la barra y enseguida la mujer emprendió su acecho al chico por dos cervezas.
Yulia aprovechó ese momento para detallarla de pies a cabeza. Ya la había notado muchas veces en los entrenamientos con ropa deportiva pero el vestido negro que traía hoy la hacía ver diferente. Era muy corto, descubierto y dejaba poco a la imaginación. Se veía jodidamente sexy... Más de lo que ya era.
—Y... ¿A qué facultad perteneces?— De pronto, ella le tomó desprevenida.
Yulia se incorporó al instante, se aclaró la garganta y le mostró una sonrisa amable —Ahh... a Artes... pintura — Respondió bastante avergonzada. Estaba segura de que la chica la había visto mirándole.
—Uhh... Con que artista... eh? — La mujer sonó bastante interesada. Lamió su labio inferior, mirándole intensamente —Ya me lo imaginaba sabes. Una chica tan sexy como tú no podría estar en otras facultades — Le manifestó con coquetería.
En ese mismo instante el barman llegó con las bebidas. Ambas las tomaron pero Yulia no dio espera y de un sorbo dejó el vaso por la mitad. Sentía la cabeza arder. No podía creer que la chica que tenía en frente le hubiera flirteado de esa forma.
—Y... Supongo que viniste sola, ¿no?— Ella volvió a interrogarla.
Yulia dejó el vaso sobre la barra para disponerse a responderle, pero de repente, una mano cubrió su boca y un brazo se deslizó por su cuello. Sus ojos se abrieron de par en par. Alguien la estaba abrazando por la espalda y sabía que era un cuerpo femenino por aquellas partes íntimas que se aplastaban contra su piel. Pensó que era Anya pero cuando su boca fue descubierta y aquella mano llena de anillos y dedos largos quedó frente a sus ojos, supo que no era así.
—Viniste, Volkova... — Sintió un susurró en su oreja y al girarse a su derecha, vio el encantador perfil de Elena Katina muy pegado a su rostro. Era ella quien la tenía abrazada de esa manera. – Yulia Volkova, no vino sola, Varvara — Ella comenzó a decirle a la chica —... Está con su novia. La acabo de ver bailando con unos chicos en la otra habitación. Muy pegados... por cierto — Lo último lo volvió a susurrar pero esta vez con los labios pegados en la mejilla de Yulia.
La manera lenta al hablar, su aliento con olor alcohol, Yulia enseguida se percató de que la mujer se hallaba con unos tragos encima. Intentó tomarle las manos para alejarla pero ella soltó un gemido y solo la abrazó más fuerte. Su cabeza quedó ladeada ya que Elena le recostó todo el rostro en su mejilla.
Varvara miraba la escena con cara de desconcierto — Espera... ¿Tú novia está aquí?— Le preguntó en cierto tono de reclamo.
Yulia negó.
—No... La chica con la que vine no es mi novia, es mi mejor amiga — Aclaró —Ni siquiera le hagas caso, ésta chica no tiene idea de lo que dice — Se lo dijo, mirando a Elena de reojo.
La cumpleañera solo estaba en silencio. Gustosa de la posición.
—Uh... Y entonces... — Varvara intercambió miradas a Elena. Dudaba de si seguir hablando con Yulia teniéndola a ella pegada en su espalda como un chicle — Entonces... Ahh.... Tú… ¿Eres soltera?— Finalmente le soltó.
Elena al oírlo, soltó una risita y luego comenzó a negar contra la mejilla de Yulia — Eres una tonta, Barbie, ¿Por qué le preguntas eso a Volkova?— Le dijo en tono divertido.
Varvara enarcó una ceja.
Elena continuó.
—¿Crees tú que una chica como esta... — Tomó la barbilla de Yulia —con este rostro... va andar soltera por el mundo? ¿De verdad lo crees?— Preguntó con humor.
El semblante de Varvara se volvió serio. La presencia de Elena allí para nada le era placentera. La chica ebria le estaba dañando su momento —Lena, será que puedes bajarte de la espalda de Yulia, soltarle su cuello y dejarme hablar con ella a solas. De verdad... estamos intentando conocernos.
—¿Estás intentando conocer a Volkova? — Elena abrió la boca impresionada — ¡¿A mi Volkova?!— Le alzó la voz. Yulia arrugó la frente al oírla hablar así. Otra vez la miró de reojo – Oye zorra, yo no invité a Volkova para que tú le coquetees — Dejó de abrazar a Yulia y fue a enfrentar a Varvara. La chica retrocedió en su silla — La única razón por la que Volkova está aquí es porque tiene asuntos pendientes conmigo — Le gritó – ¡Es mía!
—Oye, Katina... Ya basta — Yulia se puso de pie e intentó quitarla de en medio, pero ella en el acto le agarró un brazo y comenzó a arrastrarla fuera de esa habitación.
La llevó a través de unos pasillos más llenos de personas y a mitad de camino abrió una de las tantas puertas que resultó ser un baño. Empujó a Yulia allí dentro, cerró con seguro y se giró para agarrarla de los hombros y estrellarla contra la pared.
Le frunció el ceño.
—¿Por qué estás seduciendo a mis amigas? ¿Acaso quieres volverlas lesbianas como tú?— Le preguntó enojada. Yulia le rodó los ojos y eso la disgustó más —¡No me hagas así, Volkova! ¡¿Contéstame?! — La sacudió de la camisa fuertemente.
Yulia la quedó mirando a los ojos con serenidad pero después no pudo evitar que se le saliera una sonrisa. Se cruzó de brazos.
—¿Estás en mi cacería o qué?— Le preguntó divertida —Querida, Katina. Yo no estoy seduciendo a nadie. Y por si no te diste cuenta... Tú amiga, a la que llamaste zorra por cierto, fue quien se me acercó.
Elena convirtió su boca en un puchero.
—Claro que no. Sé que fuiste tú la que empezó. Incluso negaste a tu novia para lograrlo — Le habló con mimo.
—¡¿Qué?!— Yulia soltó una corta carcajada —Katina, no escuchaste cuando dije que ella no era mi novia. Esa chica es mi mejor amiga. Pero bueno... a ti no tiene porque importarte nada de eso. ¿Y por qué te metes mi vida? ¿Qué si yo seduzco a esa porrista? que, por cierto, ¡está buenísima!— Lo resaltó, haciendo un gesto con sus dedos para dar el visto bueno.
El ceño de Elena se frunció más. Le dio coraje escucharla hablar así de otra mujer y dejó que sus manos pasaran de agarrarle los hombros, a tomarle el cuello como si fuera a ahorcarla.
No ejercía fuerza — No hables así, Volkova. Suenas asquerosa — Le gritó.
Yulia rió burlona.
No quiso darle el gusto y de repente, pensó en molestarla. La comenzó a mirar de pies a cabeza, con los ojos llenos de lujuria. Trató de decirle algo obsceno, aprovechando la desventaja de tenerla ebria y frágil, pero no pudo. “Es hermosa”. Fue el único pensamiento que se le cruzó por la cabeza al verla con los cabellos despeinados... cayéndole por los hombros, una cinta negra rodeándole la garganta, envuelta en esa bata de baño de lino fucsia y descalza.
Sonrió.
—No puedo evitarlo. Es la verdad. No podemos negar que esa chica Varvara está para chuparse los dedos — Le dijo picara.
Elena la soltó, pero no sin antes, pegarle unas cuantas palmadas en el pecho sin nada de fuerza.
Yulia se quejó, pero al segundo rió cuando la vio agarrándose la cabeza y dando vueltas en el mismo lugar. De pronto, la chica comenzó a caminar a la puerta y deslizó su mano por ella, tratando de encontrar la perilla.
Yulia se acercó para intentar ayudarla pero ella la manoteó —¡Yo puedo sola!— Le gritó. Abrió la puerta y la miró nuevamente —Si piensas abrirle las piernas a cualquier tipa o a Varvara, espero que no sea en mi fiesta!— Le dijo enojada y salió de allí tambaleándose contra las paredes y la gente.
Yulia frunció el ceño al verla yéndose en tan mal estado. Sabía que no podía dejarla ir de esa manera así que también dejó el baño y comenzó a seguirla por los pasillos. Muchas personas le tapaban el paso así que Elena le tomó distancia pero alcanzó a ver como desaparecía por una puerta.
Quiso ir allí pero Anya, se le cruzó en el camino.
—¡¿Dónde te metes?!— Le dijo en un gemido. Comenzó a hablarle de muchas cosas pero Yulia tenía prisa y no la escuchaba. Anya veía como la miraba por encima del hombro sin prestarle atención.
—¿Yul?
—¿Por qué no disfrutas de la fiesta, Any? Yo... voy a estar por ahí — Le dijo como si nada y siguió el camino que Elena había tomado. Pasó la puerta y enseguida se detuvo al ver otro jardín gigante repleto de gente vistiendo bikinis. Comenzó a escabullirse entre ellos, mirando de lado a lado hasta que dio de frente a una piscina inmensa, también llena de personas.
Sus ojos estudiaron todo el lugar y, a unos metros, encima de una de las sillas de tomar sol, vio a Elena bailando al ritmo de la música mientras era rodeada de una multitud que la alentaba y le gritaba de todo.
Yulia se quedó observando la escena. Sus ojos detallaban cada movimiento de la chica. Veía como alzaba en el aire las cervezas que los demás le ofrecían y luego se las llevaba a la boca y las tomaba de un solo sorbo. Estaba bebiendo desenfrenadamente.
De pronto, dos chicos salieron entre la multitud y cargaron a Elena para luego echarla sin ningún cuidado contra la piscina. Yulia desde su lugar, corrió asustada a la orilla para ver que la chica saliera ilesa de semejante acto tan estúpido de ambos hombres.
Gracias al cielo, vio como Elena resurgía del agua riendo a carcajadas mientras los demás afuera y dentro solo se lo celebraban. Muchos también empezaron a lanzarse a la piscina para estar cerca de ella.
El tiempo corría y Yulia seguía estudiando todo a su alrededor. Ya se había dado cuenta que la mayoría de las personas que rodeaban a Elena, a leguas se les notaba que estaban igual o más ebrios que ella. Deseaba no sentirse preocupada por la chica, pero su corazón no se lo permitía. Por su mente pasaba la idea de que si a Katina le sucedía algo malo en ese lugar, ninguno de esos ebrios que tenía cerca iba a poder ayudarla.
Algunos minutos pasaron, hasta que finalmente la cumpleañera decidió salirse de la piscina. Yulia aún no le quitaba los ojos de encima. La estudiaba con calma mientras la veía destilando agua por doquier del cabello y la ropa.
Repentinamente, en un movimiento, vio como Elena se quitó la bata y los parpados se le abrieron hasta el límite en el momento que la chica quedó en bikini frente a todos. El corazón le bombeó fuertísimo. Katina era perfecta.
Yulia seguía disfrutando de aquella hermosa vista, pero todo se fue al carajo cuando vio a Aleksey llegando al lado de la chica, tomándole la barbilla y clavándole un apasionado beso en los labios. Enseguida sintió una punzada en el corazón.
Se alejó de toda esa gente y caminó hacia la parte más oscura del jardín que abundaba de árboles. Se dejó caer de espaldas al pasto bajo uno de ellos y apoyó la cabeza contra la madera. Sus ojos se cerraron en el momento que comenzó a auto regañarse internamente por lo que estaba sintiendo en ese instante. Le habían dado celos. Unos malditos e incontrolables celos.
Llena de rabia, empuñó un montón de hierba con sus manos y la arrancó de la tierra para luego tirarla agresivamente al aire. Se tomó la cabeza y comenzó a negar —Esto no me puede estar pasando...— Susurró para si misma.
Supuso que lo mejor para ella era largarse de allí, por lo tanto se puso de pie y se sacudió la tierra que probablemente le había quedado pegada en el trasero. Mientras lo hacía, se detuvo en el acto en el momento que escuchó unas voces cerca.
Se escondió tras el árbol que la resguardó anteriormente y entrecerró los ojos cuando notó que se trataba de Aleksey y Elena. Él jalaba a la chica sin ningún cuidado mientras caminaban hacia allí. Casi parecía que la arrastraba contra su voluntad.
Vio como ambos llegaban a un árbol no muy distante de donde ella se escondía y enseguida, su ceño se frunció cuando él empujó a Elena contra la madera y comenzó a besarla en el cuello bruscamente. El chico sin detenerse, se despojaba de su camisa y empezaba a desabrocharse los pantalones. La ira invadía a Yulia mientras era testigo de esa escena. Quería ir a separarlos, pero no tenía ninguna excusa para hacerlo.
De pronto, sus ojos se abrieron como platos cuando observó como Elena empujaba al chico lejos de ella.
—¡No me toques... No quiero nada de ti!— Ella le gritó.
Él rostro del chico se convirtió a uno confuso. Yulia pudo notar que él no estaba para nada tomado —¿Qué pasa, muñeca? Quiero jugar...— Se le acercó nuevamente y la agarró por las caderas. Intentó besarla en la boca pero Elena lo esquivó y le puso las manos sobre el pecho para que él no se le acercara.
—Ya te dije que no quiero nada... ¡Aléjate de mi!— Ella le volvió a decir pero apenas y podía hablar claramente.
Él no le prestó atención, rió con picardía y nuevamente la tomó a la fuerza y comenzó a besarla en el cuello. Elena se quejaba de incomodidad. Le pedía que se detuviera pero de nada servía.
Él continuaba.
—¿Qué pasa, Elena?... Desde que empezamos a salir estás vacilándome con eso de que pronto me vas a dejar follarte y aún no ha pasado... Y sabes qué... Ya no aguantó más, preciosa.
Voy a hacer que suceda en este instante, voy a cogerte ahora mismo. A mi no me basta solo con tocarte. Necesito metértelo hasta al fondo — Le dijo entre besos.
Yulia se sorprendió por lo que acaba de escuchar. Sus manos se empuñaron de ira.
Elena empezó a forcejear con él, intentando apartarlo pero no lo lograba. Él la tenía agarrada con fuerza.
—Ya déjame... Aleksey. No quiero nada contigo… Déjame… — Ella le dijo casi rogando pero él la abrazó y en un movimiento brusco la tiró al suelo.
Yulia de inmediato apareció en la escena, lanzándose contra él y empujándolo con todas sus fuerzas, alejándolo bastantes metros de la chica.
Elena al ver a Yulia, se puso de pie y se lanzó a abrazarla. Su agarre en el cuello de la más baja era bestial.
Yulia pasó una mano por las caderas de la chica y la envolvió con fuerza, dejándola en un lado de su cuerpo para protegerla.
Miró a Aleksey con ira —¿Qué demonios te pasa, imbécil? ¿Acaso no oyes que no quiere nada contigo? — Le gritó.
Él se puso de pie e intentó acercársele a Elena pero Yulia lo empujó del pecho y lo devolvió — Ni siquiera intentes acercártele, enfermo — Lo señalaba con su dedo de manera amenazante.
—Esto es algo entre Lena y yo, tú no te metas— Él le dijo. Buscó la mirada de Elena y le tendió una mano —Vámonos, muñeca — Le dio una sonrisa.
Elena negó —Yo no soy tu muñeca... Y ya déjame en paz... Voy a quedarme con Volkova. Lárgate. Lárgate ya— Le gritó como pudo.
Pero él insistía. De nuevo intercambió una mirada a Yulia —A Elena ni siquiera le caes bien por ser una come coño. Te odia, Volkova. Ya suéltala y deja que me la lleve — De nuevo trató de acercársele pero Yulia retrocedió unos pasos, fulminándolo con la mirada.
Elena deslizó sus labios a la mejilla de Yulia, cerca de su oído —Eso no es cierto... Yo no te odio— Le susurró.
—Ya déjala, Volkova. Suéltala — Él le pidió.
—Tú eres el que debería de dejarla en paz. Ya vete de aquí, animal — Yulia le respondió.
—Si, lárgate — Elena también le gritó y, esta vez, él pareció entenderlo. Fue a recoger su camisa, miró a Yulia de manera amenazante y después se alejó hacia donde estaban todos.
Yulia al ver que se él se largaba por completo, alejó un poco a Elena de su cuerpo y la miró de pies a cabeza. Allí cayó en cuenta de porque había sentido humedad al abrazarla. El bikini de la chica aún estaba mojado. En la piel se le notaban algunas gotas de agua y el cabello lo tenía entre seco pero muy despelucado.
—¿Te hiciste daño? ¿Te duele algo?— Le preguntó.
Elena negó y se abrazó a si misma, comenzó a temblar.
—Por Dios, Katina... a ti es a la única que se le ocurre andar en bikini cuando estos días han sido tan fríos en la ciudad. No puedo creerlo — La regañó, y comenzó a quitarse su abrigo.
Abrigó a Elena con él, y luego de ayudárselo a poner, le subió el cierre hasta el cuello y le colocó la capota.
Elena la miraba embobada.
—Ya está, Katina, Así no tendrás frio — Le dio una sonrisa, en el cual su hoyuelo se pronunció. Elena lo vio y le clavó un dedo en él. Lo pinchó un par de veces mientras lo contemplaba fijamente.
—¿Quieres que te lleve a casa?— Yulia le preguntó.
Ella negó — Quiero una cerveza, Volkova — Le dijo.
El ceño de Yulia se arrugó —¿Cómo que cerveza, Katina? No, no más trago. Mírate como estás, a tu cuerpo no le cabe una gota más de alcohol. Y además, mira lo que acaba de pasarte, ese imbécil intentó aprovecharse de ti. No quiero que vuelva a ocurrir.
—Nada va a pasarme porque tú estás aquí conmigo, Volkova — Elena le susurró y de nuevo la abrazó por el cuello, dejando todo su peso sobre ella.
Yulia tuvo que apoyarse contra el árbol porque el cuerpo de la chica ya no se sentía para nada liviano.
— Deberíamos ir a la casa, Katina... — De nuevo le sugirió pero sintió la cabeza de la chica moviéndose de manera negativa. De pronto se percató de una respiración y unos labios en su yugular.
— Es el día de mi cumpleaños, Volkova. No quiero ir a la casa. Quiero quedarme aquí... contigo — Le respondió y se apoyó más contra ella.
Yulia finalmente envolvió sus manos por la cadera de la chica y la sostuvo. Se dio cuenta que no iba a aguantar por mucho tiempo sosteniéndola así. Elena era más alta que ella y ya no tenía control de su cuerpo. Por lo tanto, se deslizó lentamente contra el árbol hasta quedar sentada sobre la hierba.
Elena se acomodó entre sus piernas y se acorrucó contra su pecho.
El silencio las envolvió, Yulia notaba como los ojos de Elena no dejaban de mirarla intensamente. Las pupilas de la chica brillaban a la luz de la luna. Quiso cuestionarle el porqué de querer estar ahí con ella cuando ni siquiera se llevaban bien, pero no lo hizo porque de nuevo el dedo de Katina regresó a pinchar su hoyuelo.
Su corazón latió desesperado.
—¿Qué nunca has visto uno?— Yulia la interrogó divertida.
Elena le dio una débil sonrisa.
—Si, pero el tuyo es diferente.
—¿Cómo diferente?— Yulia sintió curiosidad.
—Es lindo — Le respondió.
Yulia sonrió. Pero eso no duró mucho. Elena la confundía como nunca.
—Hace un momento me dijiste que no me odiabas... ¿lo hiciste para que te ayudara?
Elena negó con calma — Lo dije porque es la verdad.
—Entonces... por qué te comportas tan mal conmigo.
—No tiene caso decírtelo. Es mejor así.
—¡¿Pero por qué?!— Yulia comenzaba a desesperarse.
—Te lo dije una vez... Nada va a cambiar.
—¿Y por qué estás tan segura de eso?
—Porque si Volkova, yo tengo mis ataduras... Y tu tienes las tuyas — Comenzaba a cerrar los ojos. Yulia sabía que pronto iba a caer dormida pero quería sacarle la verdad como fuera.
Le dio un golpecito en la mejilla y de nuevo sus ojos se abrieron. Elena rió.
—¿Por qué te estás comportando así conmigo? — Le interrogó —Antes me dejaste en claro que se sentía horrible estar a mi lado y ahora quieres estar aquí solo conmigo... abrazarme... decirme que mi hoyuelo es lindo... Dime... ¿eres esquizofrénica? ¿Te golpeaste la cabeza? ¿La borrachera está haciendo que veas a otra persona en vez de mi... Hey... Soy yo, Yulia Volkova
— Manifestó con gracia.
Ella soltó una risita —Ya sé que eres tu Volkova... — Le susurró —Y no, no soy nada de lo que tu dices... tal vez actuó así porque es de esa forma como siempre ha debido ser.
—¿A qué te refieres?
—Me refiero a que... — Elena se incorporó, dejando el rostro a la altura del suyo. Otra vez la miraba a los labios fijamente —Siempre fui así... antes de que me empezara a importar lo que los demás pensaban sobre mí.
Yulia no entendía nada, pero sabía que iba por buen camino.
—¿Y si dejas de comportarte así por los demás y solo te dedicas a ser tú?
Ella sonrió.
–Tienes razón… Volkova. Y sabes qué… Al carajo todo y todos — Elena le dijo, deslizándole una mano por la nuca mientras se inclinaba hacia su rostro. Yulia sentía que el corazón se le iba a salir. Cerró los ojos en el acto, sintiendo la respiración de la chica a escasos centímetros de sus labios y luego... un montón de cabello.
Abrió los ojos, y todo lo que pudo contemplar abajo de sus narices fue la cabellera roja de Katina. Le tomó suavemente la cabeza, echándosela para atrás y encontrándola totalmente dormida. Tragó saliva.
¿Realmente... eso iba a ser un beso...? Se dijo mentalmente... sintiéndose insegura de lo que acaba de pasar.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Este capítulo estuvo buenísimo!!!!! Lástima q lenita se durmió pero estuvo genial. A esperar el próximo con ansias
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Aaahhhh por Dios!!!! No tardes en la conti por favor, por favor, por favor!!!
Aleinads- Mensajes : 519
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Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Santa madre pensé que ya tendríamos la besuqueada Deus... Maravilhoso capítulo..
Kamila- Mensajes : 168
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Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Capítulo Anterior:
—¡No irás, verdad!— Lo supuso.
Yulia no alcanzó a contestarle nada porque Karina tomó su palabra —¡Por supuesto que no irá!— Exclamó —¿Ven esto?— Puso el dedo sobre el escrito de Elena — Este “Tú no me faltes por nada” en su idioma se traduce a: Ni siquiera te atrevas a poner un pie allí.
—¿Y si no es así?— Tasha le cuestionó. Seguidamente, puso sus ojos en Yulia —En mi opinión... Katina está planeando algo maquiavélico en tu contra. No tiene otra explicación. Y es mejor que no te aparezcas por allá... Ni de curiosidad — Le alertó.
[***]
Sacó su llave de la cerradura y al girarse para ir tras Anya, la vio montándose en el asiento trasero de un taxi.
Su ceja se enarcó.
—¿Qué demonios hace esta mujer?— Susurró completamente desconcertada, y sin pensarlo, corrió hacia allí y metió la cabeza por la ventana trasera del auto —¡¿Mandaste a pedir un taxi?! Anya, pero... ¿qué haces? No necesitamos un taxi para recorrer el vecindario o ir al parque. Podemos irnos caminando.
[***]
—¿Buena idea venir aquí, Anya? ¡¿Buena idea?!— Yulia le replicaba algo molesta. De nuevo alzó el papel —¿Sabes de quién es esto? – Ella negó — Bueno, aquí no se ve porque la lavadora y el agua han maltratado el papel pero en ésta hoja estaba escrito el nombre de Elena Katina. Ella me la dio hace aproximadamente un mes, un día después de que tuvimos ese enfrentamiento en el parqueadero. ¡Esta es su jodida fiesta!— Gritó fuera de si, y procedió a destruir la hoja en pedacitos. El pasto se llenó de papel.
Después de eso un silencio desértico se hizo entre ambas. Yulia contemplaba fijamente la casa mientras Anya tenía sus ojos puestos en ella, en el interior sintiéndose terriblemente mal por lo que acaba de pasar.
[***]
—Viniste, Volkova... — Sintió un susurró en su oreja y al girarse a su derecha, vio el encantador perfil de Elena Katina muy pegado a su rostro. Era ella quien la tenía abrazada de esa manera. – Yulia Volkova, no vino sola, Varvara — Ella comenzó a decirle a la chica —... Está con su novia. La acabo de ver bailando con unos chicos en la otra habitación. Muy pegados... por cierto — Lo último lo volvió a susurrar pero esta vez con los labios pegados en la mejilla de Yulia.
La manera lenta al hablar, su aliento con olor alcohol, Yulia enseguida se percató de que la mujer se hallaba con unos tragos encima. Intentó tomarle las manos para alejarla pero ella soltó un gemido y solo la abrazó más fuerte. Su cabeza quedó ladeada ya que Elena le recostó todo el rostro en su mejilla.
Varvara miraba la escena con cara de desconcierto — Espera... ¿Tú novia está aquí?— Le preguntó en cierto tono de reclamo.
[***]
El silencio las envolvió, Yulia notaba como los ojos de Elena no dejaban de mirarla intensamente. Las pupilas de la chica brillaban a la luz de la luna. Quiso cuestionarle el porqué de querer estar ahí con ella cuando ni siquiera se llevaban bien, pero no lo hizo porque de nuevo el dedo de Katina regresó a pinchar su hoyuelo.
Su corazón latió desesperado.
—¿Qué nunca has visto uno?— Yulia la interrogó divertida.
Abrió los ojos, y todo lo que pudo contemplar abajo de sus narices fue la cabellera roja de Katina. Le tomó suavemente la cabeza, echándosela para atrás y encontrándola totalmente dormida. Tragó saliva.
¿Realmente... eso iba a ser un beso...? Se dijo mentalmente... sintiéndose insegura de lo que acaba de pasar.
Veintiuno
Domingo, 6 am.
Al amanecer, unos débiles rayos provenientes de sol comenzaban a esparcirse con lentitud por cada rinconcillo del jardín. Cuatro horas antes, después de que Elena cayera dormida como una roca en sus brazos, Yulia, no había demorado en seguirle los pasos para acompañarla en esa cálida siesta. Desde aquel instante, ambas chicas aún descansaban plácidamente bajo el mismo árbol que las resguardaba en la madrugada, pero ya, no en la misma posición. Las dos jóvenes, en medio del sueño habían dejado caer sus cuerpos contra el pasto, abrazándose una a la otra, cara a cara.
Las manos de Yulia se habían deslizado por todo el cuerpo de Elena. Una se resguardaba bajo el cuello de la chica mientras que la otra le arropaba su cintura. Elena, por su parte, refugiaba las suyas contra el pecho de Yulia.
También, las piernas de ambas habían tomado la forma de una trenza. Aquello, obra de una ebria Elena para resguardarse del frio insoportable que provenía de la madrugada.
Poco a poco, al pasar de los minutos, el ardiente sol tomaba más fuerza. Los rayos de luz ya se filtraban por medio de las ramas de los árboles, incluyendo el que protegía a las chicas.
El rostro de Elena había quedado iluminado completamente. Sus parpados, aún cerrados, reaccionaban con incomodidad ante el incesante brillo de color amarillo que le caía de frente.
Intentó abrirlos pero el ardor inmediato que sintió no se lo permitió. Pegó un gemido y se llevó las manos a los ojos para protegerse.
Estuvo así durante unos segundos, tratando de reponerse, hasta que sintió que ya no era necesario. Abrió los ojos con calma y la primera imagen con la que se encontró, hizo que su corazón bombeara enloquecido. No entendía ni como, ni porqué el perfecto rostro de Yulia Volkova estaba frente al suyo. Todo el cuerpo le comenzó a temblar de nervios. ¿Acaso estoy soñando? Pensó.
En medio de su confusión, empezó a darse cuenta que no solo era el detalle estar frente a su rostro, sino que también sentía una perfecta calidez cubriendo el resto de su cuerpo. Alzó la cabeza unos milímetros hacia la parte baja de ambas, y por poco, sintió morir cuando encontró que también los brazos y las piernas de la pelinegra se hallaban sobre su anatomía.
Elena se paralizó. Quería entender por qué se encontraban en esa situación pero el shock era demasiado. Cerró los ojos con fuerza, rogando que todo fuera parte de su imaginación pero al volverlos a abrir, se dio cuenta que no era así. Todo era real. Yulia era real.
Asustada, empezó a hacer memoria del día anterior. Recuerdos e imágenes de la fiesta llegaban a su mente. La mayoría de cuando aún no le había golpeado tanto el alcohol. Procuró mirar desde su posición a los alrededores del jardín; entonces, el momento con Aleksey vino a su cabeza.
Poco a poco recapituló en su mente cada detalle de lo que había pasado; Aleksey estrellándola contra un árbol, besándola a la fuerza, ella negándose, después a Yulia apareciendo en la escena. Ella corriendo a sus brazos, Volkova defendiéndola, Aleksey yéndose, ella y Yulia a solas bajo un árbol, ella viendo a Yulia embobada, ella diciéndole que su hoyuelo era lindo, ella admitiendo que no le odiaba... Su rostro era una mueca de preocupación en ese instante. Por último recordó que estuvieron a punto de besarse y esa fue la gota que rebosó el vaso.
Los ojos de Elena se volvieron llorosos, su corazón comenzó a latir asustado, lleno de miedo. Se sintió desnuda, como si el caparazón que siempre había utilizado para esconder lo que para ella eran sus más “grandes defectos”... Ya no existiera. De inmediato entró en pánico, la angustia se apoderó de ella hasta que no pudo contener las lágrimas...
En la casa, el bullicio humano y la música de los altavoces ya eran prácticamente inaudibles. Había tanta gente desmayada en el suelo, que incluso, era posible contar con calma a las pocas personas que aún se mantenían de pie por los pasillos, los baños y la sala.
Anya, caminaba con mucho cuidado entre los cientos de cuerpos caídos de chicos y chicas que se encontraban en cada rincón del suelo. Cada vez que pasaba al lado de una figura femenina con shorts azules, abrigo negro y zapatillas blancas, se agachaba a su lado y les levantaba la cabeza para verles el rostro. Llevaba haciendo lo mismo desde hace un buen rato.
¿Su objetivo? Encontrar a su mejor amiga que no aparecía ni le contestaba el celular.
Su actividad de levantar cabezas culminó dentro de la casa y después se metió por el pasillo que la llevaba al jardín trasero de la vivienda. Cuando pasó la puerta, se encontró a más personas tiradas sobre el pasto, excepto por un grupo de chicos que hacían un círculo mientras bebían cerveza.
Empezó a caminar entre los cuerpos, esta vez solo observando desde su altura porque ya sentía cansancio de tanto agacharse. De allí, pasó a revisar a las últimas figuras que estaban caídas al lado de la piscina pero no había tenido éxito en aquella búsqueda. ¿Será que Yulia se fue? ¡¿Y sin mí?! Se dijo mentalmente, cruzándose de brazos. Pero después, negó arrepentida. Sabía que su mejor amiga nunca le haría eso.
Sintiéndose frustrada, dejó escapar un profundo suspiró mientras posaba su mirada sobre el bosque desolado que estaba a unos metros de ahí. Cayó en cuenta que a ese lugar no había ido aún, pero dedujo que era poco probable que Yulia estuviese allá. No tenía sentido.
Se dijo a si misma mentalmente que ya no tenía caso seguir allí pero todo cambió cuando vio una silueta femenina en la lejanía, saliendo de entre los árboles y corriendo hacia la casa. Sus ojos se entrecerraron a medida que la mujer se aproximaba.
Esperó a que la chica estuviera a unos metros, hasta que de pronto la tuvo tan cerca que se sorprendió al ver que era la mismísima dueña de la fiesta la que venía de ese lugar. Pero lo que más le llamó la atención, era el abrigo negro con frases de color blanco en las mangas que traía puesto.
De inmediato se le plantó en el camino y la agarró de los brazos, deteniéndole su paso apurado. Elena se sorprendió. Y Anya más cuando le vio los ojos rojos y lágrimas cayendo de allí.
—Disculpa... pero... ¿Este no es el abrigo de mi amiga? — Anya intentó no sonar altanera pues era consiente que la chica no estaba en buen estado.
Elena asintió, pero lo hizo con lentitud y bajando la mirada.
—Si... Ella me lo dio — Le susurró —Me tengo que ir — Dijo con prisa y escapó de su agarre, tomando dirección a la casa.
Anya la quedó observando con confusión mientras la chica desapareciendo por la puerta. De nuevo cambió su mirada hacia el bosque y esta vez no dudo de que su mejor amiga estuviese allá.
Empezó a dirigirse rápidamente, con mucho miedo debido a que temía que Katina le hubiera hecho algo. Pasó unos cuantos árboles y, al encontrarse de frente con uno de ellos, se detuvo en seco en el momento en que vio el cuerpo de Yulia tirado en el pasto. Con prontitud corrió allí y se agachó de manera dramática al lado de su amiga, tocándole la mejilla.
—¡¡Yuli!! ¡¡Yuli!!— Le gritó tan fuerte cerca del oído, que Yulia de inmediato se sobresaltó y quedó sentada en el mismo lugar, completamente asustada y mirando todo a su alrededor
—¡Ay! ¡Estás bien! ¡Pensé que estabas muerta!— Anya le expresó aliviada pero la confusión en el rostro de Yulia se mantenía.
Miró sus ropas, seguidamente al pasto y luego a Anya. Su frente se arrugó.
—¿Y Elena? ¿Dónde está Elena?— Le preguntó volviendo a observar a sus alrededores.
Anya se mostró confusa.
—¿Elena? ¿Katina?
—Si, Elena Katina, ¿Dónde está? ¡Ella estaba aquí conmigo!— Yulia se puso de pie. La expresión de su rostro no cambiaba —En la madrugada estuvimos juntas, sentadas bajo este árbol y luego ella se quedó dormida entre mis brazos. Estaba ebria hasta el carajo pero me dijo un montón de cosas que me dejaron llena de preguntas. ¿Cómo pudo haber desaparecido así?—
Preguntó preocupada. Lo que más había anhelado al despertarse era interrogarla, pero ya no estaba ahí. ¡Qué diablos! ¡No era posible!
Anya también se levantó, sacudiendo la tierra de sus manos. Ahora si entendía el porqué había visto a Katina salir de allí.
—Bueno... Pues... Antes de llegar a buscarte, yo la vi viniendo de aquí, ella llevaba tu abrigo así que la detuve para preguntarle por qué lo tenía y me dijo que tú se lo habías dado. Pero... sabes... Creo que algo malo le ocurría... porque iba llorando a mares.
—¡¿Qué?! ¿Hace cuánto fue eso?— Yulia preguntó apurada.
Anya pensó.
—Unos... dos… tres minutos... a lo máximo. La vi meterse a la casa.
—No fue hace mucho. Tengo que hablar con ella. Voy a buscarla. Espérame en el jardín de afuera. No tardaré — Yulia le avisó y salió corriendo en dirección a la casa.
Anya quedó pasmada por unos segundos mientras la veía yéndose, pero no tardó en seguirle.
La sala, la cocina, los baños, las habitaciones del primer y segundo piso, todos los rincones de la vivienda habían sido plenamente revisados pero en ninguno de ellos se encontraba Elena.
Yulia salió corriendo por la puerta principal de la casa, hacia el jardín delantero en busca de los autos para cerciorarse de que tal vez estaba el de Elena pero no tuvo suerte, ninguno de esos era un Porsche negro o un Mercedes rojo.
Anya llegó a su lado bastante agitada, reposando las manos sobre sus rodillas para tomar aire ya que la había perseguido por toda la casa.
—No tiene caso seguir, Yul. Ella no está aquí. Se fue… — Le quiso hacer entender. Por su frente corrían gotitas de sudor.
Yulia suspiró hacia el cielo, colocando las manos en ambos lados de su cintura. Anya tenía razón. Elena ya no estaba en ese lugar.
—Realmente tengo que hablar con ella, Any — Le miró — Es importante que me aclare muchas cosas. Vete a casa en un taxi, yo me iré a buscarla a donde sea.
—¿Qué? Por supuesto que no, Yulia — Anya arrugó el ceño. No lo iba a permitir. Se acercó para tomarle la mano —Yo no sé que es lo que pasó entre tú y esa chica pero de aquí no me voy a ir sin ti. Van a ser las 7:00 de la mañana y tus padres debe estar muy preocupados por nosotras. Si quieres buscar a Katina, hazlo, pero primero vayamos a tu casa— La tomó con fuerza y comenzó a arrastrarla hasta la carretera.
…
—¡Buenos días, familia! ¡Hemos llegado!— Yulia avisó en el momento en que ella y Anya cruzaban la puerta de la casa.
Caminaron hacia la sala, pero ahí no se encontraba ningún miembro del clan Volkov.
La ceja de Anya se enarcó.
—¿Será que aún no se han levantado?— Preguntó. Pero no fue necesario que Yulia le respondiera ya que al instante una cabeza se asomó por la puerta de la cocina; era Lenin.
—¡Estamos aquí!— Les dijo él, y su cabeza volvió a desaparecer.
Ambas se dirigieron allí y al cruzar la entrada, se encontraron con toda la familia. Larissa y Oleg preparaban juntos el desayuno mientras Lenin y Viktoria esperaban impacientes en el comedor.
Ambas empezaron a saludar a uno por uno. Yulia repartiendo besos a todos como de costumbre. Y esta vez, Larissa no parecía enojada con ellas por no haber llegado a dormir así que el momento se mantuvo en calma.
Después de los saludos, Anya tomó asiento en el comedor mientras Yulia se quedaba al lado de Larissa, abrazándola y viéndola freír unos pedazos de carne blanca que olían delicioso. Se le hacía agua la boca.
—Madre, quiero un pedacito— Yulia le susurró de forma mimada en el oído, y por supuesto, ella no tardó dárselo. Tomó una tira de carne blanca de la sartén y se la colocó a la altura de la boca para que ella la tomara.
Yulia primero la sopló para enfriarla y luego la agarró con sus dientes. Gemía de placer entre cada mordisco que le daba.
—Por todos los cielos, madre... ¡Me encanta!— Manifestó con sinceridad. Larissa sonrió y de inmediato le dio otro pedazo.
—Creo que te va a encantar más cuando lo sirva acompañado de las verduras que está preparando tu papá. Vas a ver.
—Seguro madre. Cuando ustedes se juntan a cocinar crean maravillas — Le dijo sonriendo — Bueno, voy a mi habitación para darme una ducha y no tardo. No empiecen sin mí — Besó la mejilla de Larissa y también la de su padre.
Salió de la cocina, caminó hasta las escaleras y subió escalón por escalón con una sonrisa de oreja a oreja. Llegó a su habitación, abrió la puerta y lo primero que hizo al entrar, fue mandar a volar las zapatillas blancas que traía puestas, tirándolas en diferentes lugares de del cuarto.
Se sentó sobre la cama, subiendo los pies al colchón para comenzar a quitarse las medias, pero de pronto, la puerta de su baño se abrió. Rápidamente, miró allí y lo que vio la dejó pasmada. En frente suyo y recién salida de la ducha, tenía a la mismísima… Miroslava.
Drama.... Dramaaaaa....Dramaaaaa!!!!!
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Oh my God!!!! Esto esta que quemaaa
Aleinads- Mensajes : 519
Fecha de inscripción : 14/05/2015
Edad : 35
Localización : Colombia
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Esto se puso bueno, que pasara ahora con Elena La cosa está interesante
Yulieth- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 01/06/2020
Edad : 34
Localización : Portugal
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Hola nenas, cómo han estado. Feliz Martes y feliz comienzo de mes. Les dejaré el capítulo que corresponde al día de hoy, no sin antes, agradecerles mucho por la aceptación que ha tenido la historia. Me encanta de verdad sus comentarios, al privado, al instagram, todo chicas, todo. Me siento muy complacida porque son uds quienes me mantienen aquí, escribiendo... Y no a diario pero, me mantienen en esto, me inspiran a querer escribir y seguir adaptando.
En especial, quiero dedicar este capítulo a una persona, que siempre me ha leído desde que he publicado mi primer historia. Poco a poco se fue metiendo en mi vida y hoy en día es como mi confidente. Somos oídos y brazos y cuando estamos mal, compartimos todas nuestras tristezas, cuando estamos bien, también. Me ha dado los mejores consejos y en realidad, cuando no puedo escribirle, la extraño.
Para ti Bet bet, va dedicado este capítulo. Un enorme beso
A leer!!
Las manos de Yulia se habían deslizado por todo el cuerpo de Elena. Una se resguardaba bajo el cuello de la chica mientras que la otra le arropaba su cintura. Elena, por su parte, refugiaba las suyas contra el pecho de Yulia.
También, las piernas de ambas habían tomado la forma de una trenza. Aquello, obra de una ebria Elena para resguardarse del frio insoportable que provenía de la madrugada.
[***]
De inmediato se le plantó en el camino y la agarró de los brazos, deteniéndole su paso apurado. Elena se sorprendió. Y Anya más cuando le vio los ojos rojos y lágrimas cayendo de allí.
—Disculpa... pero... ¿Este no es el abrigo de mi amiga? — Anya intentó no sonar altanera pues era consiente que la chica no estaba en buen estado.
Elena asintió, pero lo hizo con lentitud y bajando la mirada.
—Si... Ella me lo dio — Le susurró —Me tengo que ir — Dijo con prisa y escapó de su agarre, tomando dirección a la casa.
[***]
Salió de la cocina, caminó hasta las escaleras y subió escalón por escalón con una sonrisa de oreja a oreja. Llegó a su habitación, abrió la puerta y lo primero que hizo al entrar, fue mandar a volar las zapatillas blancas que traía puestas, tirándolas en diferentes lugares de del cuarto.
Se sentó sobre la cama, subiendo los pies al colchón para comenzar a quitarse las medias, pero de pronto, la puerta de su baño se abrió. Rápidamente, miró allí y lo que vio la dejó pasmada. En frente suyo y recién salida de la ducha, tenía a la mismísima… Miroslava.
La chica vestía una toalla de color rosa que solo le cubría del pecho hasta el comienzo de los muslos; también llevaba el cabello ligeramente húmedo.
Su mirada era fría.
—¡Hasta que por fin te dignas a llegar, Yulia Volkova! ¡¿En dónde demonios estabas?!— La severidad con la que le preguntó, no era broma.
Yulia lo percibió, e inmediatamente se levantó de la cama pero no habló ni hizo nada más. Solamente permaneció ahí, de pie, y desconcertada. Su corazón martillaba asustado.
—¿Me vas a responder o solo te quedarás allí?— Ella volvió a repetirle, y esta vez, cruzándose de brazos y mirándole con mucha más frigidez.
Yulia por fin reaccionó.
Se le acercó tímidamente mientras jugueteaba nerviosa con una media que aún sostenía en las manos —¿Amor?... Pero… ¿tú que haces aquí? ¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no me avisaste que vendrías?— Le preguntó inquieta.
Miroslava mantenía su expresión distante.
—¿Qué hago aquí, Yulia Volkova? ¿De verdad estás preguntándome eso?... — le interrogó con sarcasmo.
Yulia solo se encogió de hombros.
—¡Maldita sea, Volkova! ¡Pues vine a verte!— Ella le gritó —Llego hace más de una hora con el propósito de darte una sorpresa pero resulta que la sorpresa me la llevo yo cuando me encuentro con que no viniste a dormir en toda la madrugada. ¡¿A dónde y con quién demonios te fuiste?!— Volvió a gritarle y mucho más histérica.
En ese momento, la puerta de la habitación se abrió de golpe y allí apareció Anya. La misma que de inmediato quedó paralizada bajo el marco de madera cuando vio a la novia de su amiga a mitad de las cuatro paredes, solo vistiendo una toalla y asesinándola con la mirada.
En seguida sonrió nerviosa.
—Ohhh... ¡¿Miroslava?! — Dijo con asombro — ¡Wow! ¡Pero que sorpresa verte por aquí! ¡¿Cómo estás?! ¡¿Cuándo llegaste?! —Exclamaba con exagero, pero visiblemente llena de nervios.
Miroslava solo le hizo un movimiento débil con la cabeza en forma de saludo... Y eso fue todo. Anya en seguida entendió que las cosas en ese lugar no se tornaban bien, así que rápidamente se ideó un escape. Corrió a tomar unas pantuflas que había bajo la cama y las alzó al aire para que la novia de su amiga las viera.
— Bueno... Yo... solamente... Venía por esto. Nos vemos abajo... Y... Que bueno verte— Le dijo a Miroslava entre sonrisas y, después, desapareció por la puerta, cerrándola tras de si y dejando la habitación en un silencio desértico.
En ese mismo instante, Miroslava caminó enfadada hasta una maleta que había al lado de la cama, la tomó y después intentó regresar al baño con ella, pero antes de que pudiera entrar allí, Yulia la agarró del brazo y la detuvo en seco.
—Amor... por favor...— Le susurró, haciéndole frente y sujetándole el rostro con ternura. Realmente entendía la actitud de su novia y tenía razón en estar enojada. Ella también lo hubiese estado si estuvieran en la misma situación.
—Amor... estuve en una fiesta… y fui con Anya... — Empezó a explicarle con calma. Miroslava no la miraba, sus ojos estaban clavados en el suelo —Amor... hey... — Le tomó la barbilla y le alzó el rostro. Miroslava esta vez, la miró fijamente — Amor... fue algo improvisto... ¿si? Mírame... No pasó nada... puedes comprobarlo... estoy bien y ni siquiera me tomé más de un trago. Anya tampoco está ebria. No hicimos nada malo en ese lugar. Solo estuvimos allí... charlando un rato...
El rostro de Miroslava aún permanecía molesto, pero después de unos segundos, comenzaba a relajarse.
Yulia aprovechó aquello para llevarla lentamente hacia la cama. La hizo sentar en el colchón mientras ella se quedaba de pie y se acomodaba entre sus piernas, agarrándole el rostro de nuevo.
—Amor... No te enojes por favor. Siento no haber estado cuando llegaste. De verdad — Dijo con sinceridad. Sonrió —Adoro el hecho de que estés aquí. No sabes cuanto — Le aseguró y luego se inclinó para dejarle un pequeño beso en la boca.
Miroslava lo recibió, pero lo realizó sin ninguna expresión. Parecía que no iba a dar el brazo a torcer.
De nuevo hubo un silencio desértico.
Yulia se sentó a su lado e insistió en no apartarle la mirada.
Tal parece que eso funcionó porque esta vez, ella no lo pudo evitar y le mostró una medio sonrisa.
—Maldita sea Volkova... No me mires así – Gimió —Tu boca sabe a carne — De pronto, le comentó con humor.
Yulia, en seguida, sonrió. Se sintió aliviada – Eso es porque mamá me dio un pedacito hace unos minutos cuando estuve en la cocina. Y sabes qué… la muy ingrata ni siquiera me comentó que estabas aquí. Ninguno me lo dijo, ni mi Viktoria.
—Yo les dije que no lo hicieran, Yuli… Quería que fuera una sorpresa... pero por supuesto no pude... Me ganaron los celos – Lo último lo manifestó con tristeza.
Yulia suspiró. Aquello solo había sido jodida culpa.
—De verdad, amor... perdóname. Desde mi corazón te lo pido... — Expresó de nuevo con sinceridad.
—Solo hay una manera de que yo te perdone, Yulia Volkova... — Miroslava le susurró, utilizando un tono bastante pícaro. Comenzó a deslizarle las manos por el cuello y después la tumbó a la cama mientras buscaba sus labios para besarla...
Más tarde, en el comedor, la familia Volkov ya se dedicaba a disfrutar del desayuno mientras conversaban relajadamente.
Miroslava, por obvia razones, era el centro de atención en la mesa. El tema de su visita sorpresa a Moscú, y el asombro que había sido para ellos verla llegar a la casa de la nada, era el plato principal de la conversa.
Pero en realidad, no era de esa manera para todos. Yulia, a diferencia de los demás, no estaba tan inmersa en lo que se comentaba en la mesa sobre su novia. Su cuerpo se hallaba presente, pero sus pensamientos se encontraban muy lejanos de ahí. Todo lo que había pasado con Elena Katina en la fiesta la tenía en otro planeta.
Anya participaba en la charla principal con los demás, pero por momentos también miraba a su amiga de reojo. Notaba que Yulia tenía la mirada perdida en un vaso con agua que había sobre la mesa… Y ni siquiera había comido mucho del plato.
No pudo más con la curiosidad y aprovechó que estaba sentada a su lado para acercársele.
—Hey... ¿Qué te pasa?— Le susurró cerca de la mejilla, muy disimuladamente.
Yulia lo escuchó, así que antes de girarse hacia su dirección, se aseguró de que nadie más en la mesa las estuviera viendo.
Al corroborarlo, tomó una servilleta, la puso sobre su boca y se volteó solo un poco hacia ella.
También empezó a susurrar.
—Con Mirka aquí, no voy a poder ir en busca de Elena. Y necesito encontrarla lo más rápido posible. Quiero que me aclare todo —Dijo lo último, pareciendo frustrada.
Anya tosió, de nuevo simulando.
— Si, eso ya me quedó claro. Creo que te tocará hablar con ella en otra oportunidad.
—¡No!, ¡Debe ser ahora!— Yulia susurró y claramente irritada. Aquello la tenía agobiada. Intentó calmarse.
—Anya... Ayúdame... — De pronto le dijo.
Anya arrugó la frente. La miró confundida —¿De qué hablas?
— Entretén a Mirka por una hora... o máximo dos mientras yo salgo a buscar a Katina. Prometo no demorarme. Será pan comido.
—¡¿Qué?!— Anya alzó el tono de la voz, logrando que toda la mesa la quedara mirando. Sonrió nerviosa —Que... Que... rico está el desayuno... Gracias papá y mamá Volkov. Está grandioso — Dijo para desviar la atención.
Yulia negó, otra vez sintiéndose frustrada.
—Eso nos alegra, Any – Oleg, le dijo — Sigue disfrutándolo y si quieres más, no dudes en tomarlo.
—Gracias... — Anya le murmuró con pena.
De nuevo, se acercó a Yulia —Ves... lo que logras con tus ocurrencias?— Le regañó —Y no, no voy a entretener a tu novia porque eso sería algo muy arriesgado. Por favor, Yul, ya olvida lo de tu charla con esa chica, ¿Podrías? Entiende que todo lo que te dijo, lo hizo estando ebria, y generalmente cuando uno tiene tragos de más encima siempre dice o hace incoherencias. Seguramente eso de que no te odia te lo comentó solo porque la ayudaste, y lo demás que me mencionaste ni siquiera tiene sentido para mí... No entiendo como es que lo tiene para ti. Eso solo fue puro parloteo de una chica excesivamente pasada de alcohol. Lo siento, pero no cuentes conmigo.
Y con eso, Anya dio por terminada la charla y volvió su atención a los demás.
Yulia quedó con la mente hecha un lio. Se imaginaba la posibilidad de que su amiga tuviera razón, pero Elena había sido tan real en ese momento que ya ni sabía que pensar.
Decidió que lo mejor era dejar el tema de Katina atrás y así lo hizo, se incorporó en su asiento y se propuso a prestar atención a la mesa. Su madre era quien tenía la palabra en ese momento.
—Bueno... Miroslava, me alegra saber que todo en casa está yendo bien. Pero no te voy a negar que me hubiese encantado que tus padres vinieran contigo. Tú madre y yo siempre hablamos por teléfono, pero no es lo mismo.
—Estoy de acuerdo — Oleg declaró —A mi también me hubiese maravillado verlos. Tenemos que planear un reencuentro como sea posible, ya sea que ellos vengan aquí o que nosotros vayamos. La cuestión es volver a estar en familia.
— Ellos pensaron lo mismo cuando les dije que iba a venir— Miroslava manifestó —Querían viajar conmigo pero por el trabajo de papá no se pudo. Mamá quedó muy triste — Comentó con algo de nostalgia.
En ese momento, su teléfono celular timbró.
Lo sacó de su bolsillo, observó la pantalla y después miró a todos en la mesa —Voy... a... contestar. Permiso — Expresó con algo de vergüenza y se retiró del comedor hacia el pasillo del jardín.
Los ojos de Larissa de inmediato se posaron en Yulia.
—¿Por qué estás tan callada, mi bebé? Parece que no te alegrara ver a tu novia — Le dijo extrañada.
Yulia negó.
— No es eso, mamá. Es solo que… aún estoy sorprendida de que esté aquí. Y más de que tú, ni ninguno de ustedes... — Miró al resto de su familia —... no me hayan avisado ni dicho nada sobre ella cuando llegué. Me hubieran podido evitar el asombro que sentí... Y también la pequeña pelea que tuvimos.
—Espera... ¿Están peleadas?— Su hermano le preguntó con curiosidad.
Ella de nuevo negó –No, ya no lo estamos, pero si ocurrió cuando recién nos vimos. Se puso bastante celosa. Seguro estaba imaginándose lo peor sobre mi...
Su padre rió ante el último comentario.
— Vamos, hija, eso ya pasó y ahora todo parece estar bien. Que ella viniera sin decirte nada y no te encontrara aquí... solo fue una mala coincidencia. Si tu no estabas haciendo nada malo, entonces no tienes de que preocuparte.
—¿O si hay de qué preocuparse?— Su madre le preguntó insinuante, entrecerrando los parpados.
Yulia se mantuvo en silencio por un instante. A su mente llegó la imagen del casi beso con Elena, pero al final, esa situación no se había dado así que literalmente no había nada en su contra.
Negó de nuevo — No... No hay nada de que preocuparse –Respondió bastante insegura.
En ese momento, Miroslava regresó a la mesa, disculpándose con todos — Era una compañera de clases — Les explicó mientras se sentaba. Luego miró a Yulia —No te lo dije en la habitación, pero pienso quedarme aquí hasta el otro domingo. La próxima semana no habrá clases en la Universidad, solo harán unas charlas en los auditorios sobre unos proyectos... o algo así. Ni siquiera me acuerdo — comentó con humor, haciendo reír a los demás — No estaba muy segura de si podría faltar pero mi compañera acaba de confirmarme que no pasa nada si no se asiste. Ya me siento más tranquila.
—Oh... que bien… — Yulia le dio una media sonrisa pero ni siquiera estaba segura de si esa noticia le agradaba.
—¡¡Miroslava!! ¡¿Por qué tienes que nombrar la Universidad?! — De pronto, Anya gimió.
Todos la voltearon a ver.
—¿Qué tiene que la nombre?— Larissa le preguntó confundida.
Anya arrugó su boca. Casi se convirtió en un puchero.
— Pues... me hace recordar que en tres días se acaban mis vacaciones y tendré que volver allí. No quiero... Me estaba gustando tanto esta ciudad. ¡Adóptame Larissa!— chilló derrotada… Y toda la mesa comenzó a reír divertida...
***
Horas después, Yulia y su novia se encontraban recostadas sobre el sofá cama de la habitación de pinturas. Las dos permanecían en silencio, Yulia boca arriba contemplando el techo mientras Miroslava descansaba sobre su pecho y con su mano derecha le acariciaba el estómago por debajo de la camisa.
La pareja no llevaba mucho tiempo en aquel plan, debido a que recién despertaban de una larga siesta a la cual no habían podido resistirse después de almorzar.
De repente, Miroslava detuvo sus caricias e inclinó la cabeza hacia arriba para ver el rostro de Yulia.
Ella no apartaba los ojos del techo.
—¿Dormiste bien, Yuli?— le preguntó con cariño.
Pero Yulia ni se inmutó. Seguía sin mirarla y su rostro era totalmente inexpresivo.
Miroslava no pudo evitar notar su actitud y le tomó la mejilla, ladeando su cabeza para que la viera a los ojos. Percibió en la mirada de su novia algo diferente. Como si algo le inquietara.
—¿Acaso te pasa algo? ¿Te sientes mal?— Le preguntó preocupada.
Yulia de inmediato negó. Se dispuso a cerrar los ojos y dejó salir un gran suspiro. Obviamente le mentía. Si le pasaba algo. Estaba agobiada. Abrumada por no saber nada de Elena. No podía dejar de pensarla... no dejaba de pensar en como ella estaría, en como se sentía.
—No es nada, amor... es...— dudó —... es solo que... aún tengo sueño... — Terminó por decir.
En esta ocasión, Miroslava sonrió divertida.
—Hey... no, no y no... Bebé... Ábrelos, no te duermas... Vamos... — le dijo mientras le daba golpecitos en la mejillas.
Yulia abrió sus ojos y poco a poco comenzó a mostrarle su sonrisa. Al fin y al cabo, ella no tenía la culpa de sus indecisiones.
—Si Volkova, así me gusta. No más siestas, dormilona — Le advirtió juguetonamente, señalándola con su dedo. Volvió a recostarse sobre su pecho, aún mirándola a los ojos — Entonces, amor... ¿ahora si vas a contarme de quien era la dichosa fiesta que te tiene con tanto sueño?— le lanzó la pregunta, con cierto tono insinuante.
Yulia, se sintió nerviosa. No lo pudo evitar.
—Amm... ¿La fiesta?... pues... era... era... de mi amiga, Masha. Te he hablado de ella muchas veces. Es la dueña del Sugar, donde voy a cantar. Ya sabes... celebramos su cumpleaños... — Explicó.
Miroslava se mantuvo en silencio durante unos segundos, pero luego sonrió como si algo se le hubiera ocurrido. Se mordió el labio.
—Uh... sabes... Ahora que lo mencionas... Quiero que me lleves a conocer a ese bar. Y quiero conocer a tú amiga también, por supuesto. Vamos — le dijo emocionada. Y a la velocidad de un rayo ya estaba fuera del sofá cama, parada en el marco de la puerta.
La sonrisa de Yulia en seguida desapareció de su rostro. Se preocupó. No era posible que su novia le estuviera pidiendo eso. Miró el reloj de la habitación; faltaban quince minutos para las seis de la tarde.
—Amor... el bar ni siquiera lo han abierto a esta hora. Además... hoy lo cierran bastante temprano. Creo que mejor deberíamos quedarnos aquí — Gimió.
Pero Miroslava no lo aceptó. Comenzó a negar mientras caminaba hacia a ella. Le tomó un brazo.
—¡No, Volkova! Quiero ir... Y podemos aprovechar que aún no abren para salir a comer algo. Vamos... — Le dijo severa y la jaló fuera de la habitación.
Una hora más tarde, al pasar la puerta del Sugar Rock, los ojos de Yulia se clavaron directamente a la barra en busca de su amiga Masha, y para su jodida suerte, ella se encontraba allí.
Desde antes de salir de casa, había intentado llamarla miles de veces para persuadirla de la situación en la que se hallaba con su novia, pero ella no había atendido a ninguno de sus llamados. Los nervios la carcomían por dentro, tanto así, que su frente y sus manos le sudaban como si hubiese caído en un charco de agua.
Miroslava lo notó.
—Yuli, ¿por qué estás transpirando tanto? ¿Acaso te estás sintiendo mal?— Le preguntó mientras posaba una mano en sus mejillas, intentando tomar su temperatura.
Yulia asintió. Si, se sentía mal. El miedo de que ella la descubriera mintiendo la tenía así.
—Ummm... No debimos comer esa pizza. Ven, amor. Vamos a pedir un vaso de agua allí — Miroslava quiso llevarla a la barra, pero ella de inmediato se detuvo a mitad de camino, frente a una mesa.
—No, agua, no... Amor... — Dijo rápidamente y tomó una silla. Ni de locos iba a permitir que su novia se acercara a la barra, primero tenía que asegurarse de hablar con Masha y explicarle la situación —Creo que solo necesito estar aquí sentada... Y respirar un poco — Dijo, soltando todo el aire de sus pulmones.
Miroslava no pareció convencida de aquella solución, pero al final lo aceptó y se sentó a su lado. Claro que eso no duró mucho porque su teléfono celular comenzó a timbrar. Lo sacó de su bolsillo para mirar la pantalla y luego desvió su atención a Yulia.
—Voy a contestar, no te muevas de aquí — Le pidió, y se levantó, tomando camino hacia los baños.
Yulia esperó a que se alejara considerablemente y cuando la vio entrar a los baños femeninos, se levantó a la velocidad de un rayo hacia la barra.
Masha pegó un saltó al verla llegar tan repentinamente. Una de sus manos fue a dar sobre su corazón.
—¡Dios...! ¡Yuli...! ¡Me asustaste!— Gimió enojada, lanzándole el trapo de limpiar a la cara.
Yulia soltó otro suspiro. Se sentó en las sillas de la barra.
— Lo siento, Masha... es que... quería hablarte de algo.
Masha, asintió pero lo hizo dudosa. El comportamiento de su amiga no parecía nada normal —¿Qué pasa?
—Dime... ¿tú fuiste a la fiesta de Elena ayer... hoy... estuviste allí?— Preguntó con calma.
Masha de nuevo asintió. Tomó el trapo que le había lanzado y comenzó a jugar con él — Si..., pero fui después de cerrar el bar, casi a las dos de la mañana. Aunque creo que de nada me sirvió ir a esa hora porque ya ni siquiera pude ver a la cumpleañera. Al parecer estuvo perdida durante toda la fiesta — Soltó con humor, pero luego enarcó una ceja —Pero... Y tú... ¿Por qué me preguntas eso?
—Porque yo, ya estaba en esa fiesta incluso antes de que tu llegaras... – Yulia soltó sin más. —Y porque Elena estuvo conmigo todo ese tiempo en que anduvo perdida.
—¿Qué? ¿Y eso por qué? ¿Cómo es posible? ¡Tú dijiste desde hace tiempo que no tenías nada que hacer ese lugar. ¿Y cómo que estuviste con Elena? ¡¿En dónde?!
—Masha, te lo voy a contar, absolutamente todo, pero primero tienes que ayudarme con algo.
—En lo que quieras — Masha dijo sin problema.
Yulia echó un vistazo rápido a los baños. Miroslava aún no se veía venir.
—Mi novia está aquí... en el bar ...—Empezó. Masha frunció el ceño, aunque siguió atenta. Yulia continuó — Esta mañana vino a Moscú de sorpresa... pero por supuesto no me encontró en casa porque yo andaba en la fiesta de Katina.
—¿Hasta qué horas te quedaste allí?
—Las seis de la mañana... o algo así… — Respondió insegura —Masha, la cuestión es que... — De nuevo miró a los baños. Algunas chicas entraban y salían de allí, pero ninguna era su novia —Ella me interrogó sobre eso, lo hizo bastante enojada y tuve que decirle que estaba en una fiesta... Y que la dichosa fiesta era tuya... la celebración de tu cumpleaños — Masha negó en desacuerdo.
De pronto recordó que la fecha de su nacimiento ni cerca estaba —Sé que ella no me creyó nada... Y precisamente, por esa razón es que estamos aquí. Ella de repente me dijo que quería conocerte y me trajo obligada... pero sé que no lo hace por saber de ti... tiene otros planes, quiere averiguar cosas y seguramente ahora va a interrogarte sobre la fiesta y lo que pasó anoche... — Se pausó para volver a echar un vistazo a los baños y allí si observó a Miroslava saliendo y yendo hacia la mesa. Su preocupación reapareció. Al igual que el incesante sudor — Amiga, allí está, ya viene!— Le dijo asustada.
Masha, de pronto, temió más.
—¿Y qué diablos voy a decirle?— Le dijo también nerviosa.
—No tienes que decirle mucho, Masha. Solo si ella te pregunta, confírmale que era tu fiesta de cumpleaños, que fui con Anya, que charlamos toda la madrugada y que me quedé a dormir en tu casa hasta las seis. Solo eso... Y por favor — Juntó sus manos como si estuviera rogando. —No nombres a Elena Katina por nada del mundo. Ni siquiera si ella te lo pregunta. Solo niega todo — Dijo por último y se giró hacia la mesa con ambas manos en el aire.
Miroslava miraba confundida hacia a todos los alrededores, hasta que dio con ella y fue hacia la barra.
—Allí viene... — Yulia le susurró de espaldas a Masha, quien ya tragaba saliva de la intranquilidad.
Miroslava llegó, y lo primero que hizo fue tomar la silla de al lado y tomarle la temperatura.
—Te dije que no te movieras de la mesa. Sigues igual de sudorosa — Le regañó.
Yulia se aclaró la garganta y le regaló una pequeña sonrisa que no duró mucho. Realmente esperaba que todo saliera bien.
—Tranquila, amor... Ya me siento mejor — Le susurró, y después, señaló a Masha que miraba la escena totalmente paralizada. No se movía para nada —Mirka, ella es mi amiga Masha, Masha... ella es mi novia... Mirka — Les presentó.
Ambas chicas se miraron por un momento, Miroslava detallando a Masha cada centímetro de su rostro hasta que finalmente se sonrieron mutuamente.
Miroslava estiró su mano hacia ella —Un placer conocerte — Le dijo, y Masha en seguida correspondió. Tomó su mano y la sacudió por un segundo.
—Igualmente — Le dijo amablemente.
Yulia comenzaba a sentirse fría. Ya empezaba a imaginarse lo que se avecinaba.
—Yuli, me ha hablado mucho de ti...— Miroslava de pronto le comentó —Le caes muy bien...— Terminó por decirle.
Masha sonrió levemente. Jugueteaba con sus dedos y el trapo —Gracias... a mi también me cae muy bien, nos hemos convertido en buenas amigas...
—Eso veo... — Miroslava asentía. Yulia notaba como miraba a Masha con cierta sonrisa de suficiencia. No le gustaba —¿Así que ayer fue tu cumpleaños?— De pronto le lanzó.
Yulia y Masha se miraron. El plan comenzaba.
—Si, ayer... cumplí veinte... — le contestó tímida. Por dentro, esperando no arruinar algo.
—Mmm... Pues... ¡feliz cumpleaños!... ¿Y qué tal estuvo?— Miroslava pareció bastante interesada.
—Ehhh gracias... Y estuvo bien... Ya sabes, divertido.
—Me imagino... tanto así que mi novia ni llegó a dormir — Le comentó enarcando una ceja, en un tono bastante pedante.
Masha lo notó, pero intentó seguir siendo amable —Bueno... si, no solo ella, muchos se quedaron en mi casa a dormir.
—Entiendo — Miroslava expresó no muy convencida. De nuevo apareció esa sonrisa burlona —¿Y qué regalo te dio mi novia?
Supongo que uno bueno ¿no?— Movía las cejas de arriba abajo.
Masha ya sabía en que sentido iban esas preguntas, pero se mantuvo en calma.
—En realidad si... me regaló otro día más de amistad. ¿Qué mejor regalo que ese? — Le preguntó inocentemente, pero Miroslava no lo vio así.
De inmediato, corrió su silla hacia la de Yulia, pegándola totalmente, metiéndose entre sus piernas. Quedando a centímetros.
Yulia se incomodó.
—Si, no hay nada mejor que eso... — Le dijo y luego miró a Yulia. Le tomó la barbilla —Lástima que... muy pronto eso ya no volverá a ser así — Dijo.
Yulia frunció el ceño en confusión.
—¿De qué hablas?— Le preguntó.
Miroslava de nuevo sonrió.
—Pues... que ya te quedan pocos días en esta ciudad... Y además... ¡ya te he conseguido un apartamento en St. Petersburgo! — Le dio la noticia con soberbia. Yulia la miró fijamente. —Es precioso. Tiene dos salas, cocina, una habitación grande, una cama extra grande, dos baños y uno de ellos contiene una tina súper exquisita... Ya quiero probarla —Le dijo mordiéndose el labio inferior. Luego se acercó a la boca de Yulia para darle un beso bastante explícito.
Masha negó burlona. La chica le parecía patética.
Yulia se alejó del beso. Se sentía avergonzada hasta el límite.
Miroslava miró de nuevo a Masha, lamiéndose los labios exageradamente —Aunque... puedes ir a visitarla de vez en cuando... para que la amistad no se deteriore — Le aconsejó con humor.
Masha asintió —Lo haré — Le respondió, pareciendo divertida pero en realidad no era así. Ya se estaba hartando.
Igual pasaba con Yulia, su rostro se había vuelto tenso. No podía creer que Miroslava se estuviera comportando de tal forma... Y más con Masha que era una chica tan dulce.
Intentó darle una mirada de disculpa, pero de pronto, un carraspeó se escuchó a sus espaldas. Yulia fue testigo de la linda sonrisa que se había formado en la cara de su amiga, y no dudó en girar su cabeza hacia atrás.
Su ceño se frunció cuando vio a Lenin, su hermano, allí de pie.
—¡Hola chicas!— Él las saludó como si nada y después se posó al lado de Miroslava, acercándose a la barra —¿Ya estás lista?— De pronto le preguntó a Masha, que en seguida asintió. Se quitó el delantal negro que llevaba, le dijo algunas cosas a la otra chica que servía tragos y después salió de la barra, llegando frente a ellas.
—Bueno... ya me tengo que ir. Espero que se diviertan — Dijo, solo para Yulia y le dejó un beso en la mejilla.
Lenin les dio una sonrisa, posó una mano en las caderas de Masha caballerosamente para darle el paso y luego salieron juntos de allí.
Miroslava se quedó mirando la escena bastante confundida.
—Espera... Tu hermano y ella... ¿cómo?... Acaso... ¡¿Ella no es lesbiana?!— Le preguntó con asombro.
Yulia negó, mostrándose totalmente seria. Su mandíbula estaba tensa.
—No, Mirka, ella no lo es — Le dijo con frialdad — Y como pudiste darte cuenta... a ella le gusta mi hermano, no yo... así que mejor te hubieras podido evitar mostrar tus celos estúpidos y aquel comportamiento tan infantil en frente de ella. ¿Qué querías demostrarle? ¿O qué querías hacerle saber? ¡EH!— Preguntó con enojo. Miroslava se mantenía callada. —Hace mucho tiempo te dejé en claro que ella era mi amiga. No tenías porque haberte sobreactuado de esa manera. Y si aún no confías en mi… entonces pudiste hacérmelo saber en casa y no haberme hecho venir hasta aquí solo para pasar vergüenza.
—Pero eso no es así... Yuli...
—¡Por supuesto que es así!— Yulia le refutó en voz alta, ya había perdido la calma —¡Tú no viniste aquí solo para conocer a mi amiga! ¡Tenías otras intenciones! Querías averiguar si era real lo de la maldita fiesta. Y te lo repito, si desconfiabas de mi entonces simplemente hubieras seguido enojada conmigo por no encontrarme en casa. O aún mejor, si no me crees nada desde lo que pasó aquel día con esa estúpida llamada, entonces te hubieras podido evitar venir hasta Moscú y no andar fingiendo que todo está bien. ¡Porque claramente no es así!
—Yuli, cálmate por favor... la gente nos mira — Miroslava le pidió en voz baja. Estaba avergonzada ya que la otra chica que atendía la barra estaba escuchando todo.
Yulia se acarició el rostro con ambas manos. La cabeza empezaba a dolerle —Será mejor que nos vayamos de aquí. No me estoy sintiendo bien — Le dijo y se levantó de la silla para ir a la puerta.
***
Al volver a casa, ninguna se dirigía la palabra. Ambas se encontraban nuevamente en la habitación de pinturas, ya en pijama. Yulia recostada bocarriba en el sofá cama, con la mirada perdida en la ventana; mientras Miroslava se mantenía a sus pies, sentada en una esquina del colchón, haciendo algo en su celular.
El ambiente era calmado en esas cuatro paredes, a Yulia ya se le había pasado el enojo pero aún no deseaba hablar con ella. De pronto, la miró de reojo y pudo notar como ella movía los dedos contra la pantalla a una velocidad inimaginable. Sintió curiosidad, claramente se dio cuenta que su novia chateaba con alguien. Deseó saber con quien, pero no hizo nada al respecto para averiguarlo. Se mantuvo en su posición.
Inesperadamente, el celular de Miroslava timbró y ella se levantó de la cama con dirección a la puerta, saliendo de la habitación.
Yulia frunció el ceño ante eso. En seguida se levantó detrás de su novia y al asomarse a la puerta, no la vio en el pasillo. Pensó que tal vez había ido abajo así que volvió a recostarse.
Dos minutos después, Miroslava regresó, acostándose por completo a su lado. Yulia podía sentir como miraba fijamente su perfil.
—Esto ya fue suficiente— Ella le dijo y luego empezó a subírsele encima, pasando una pierna a cada lado de sus caderas, quedando sentada ahorcajada sobre su estómago.
De pronto, llevó las manos a su blusa de pijama y se la sacó, dejando su torso desnudo a merced de Yulia... que no hacía nada.
—No vale la pena seguir enojadas por tonterías, bebé. Mejor vamos a ponernos al día— Ella le dijo, y le tomó una mano para luego posarla sobre uno de sus pechos, manteniéndola allí con las suyas.
Yulia empezó a sentir que sus deseos se despertaban pero ya no con la misma intensidad de antes. Ahora, se sentía diferente, su corazón ya no latía con la misma fuerza que solía hacerlo.
Con calma, liberó la palma de su mano que se encontraba sobre el pecho de su novia y procedió a taparse los ojos con ella.
Miroslava arrugó la frente en confusión, se puso de nuevo la blusa y le destapó la mirada, alejando su mano.
—¿Qué te pasa?— Le dijo enojada.
Yulia tragó saliva.
—Yo... no puedo hacerlo… Tenemos que hablar – Le susurró y volvió a esconderse tras su brazo.
Alguien más quedó odiando a Miroslava una vez que leyó el capítulo??? Alce la mano y en el próximo, hago que parezca un accidente su desaparición de la historia
En especial, quiero dedicar este capítulo a una persona, que siempre me ha leído desde que he publicado mi primer historia. Poco a poco se fue metiendo en mi vida y hoy en día es como mi confidente. Somos oídos y brazos y cuando estamos mal, compartimos todas nuestras tristezas, cuando estamos bien, también. Me ha dado los mejores consejos y en realidad, cuando no puedo escribirle, la extraño.
Para ti Bet bet, va dedicado este capítulo. Un enorme beso
A leer!!
Capítulo Anterior:
Las manos de Yulia se habían deslizado por todo el cuerpo de Elena. Una se resguardaba bajo el cuello de la chica mientras que la otra le arropaba su cintura. Elena, por su parte, refugiaba las suyas contra el pecho de Yulia.
También, las piernas de ambas habían tomado la forma de una trenza. Aquello, obra de una ebria Elena para resguardarse del frio insoportable que provenía de la madrugada.
[***]
De inmediato se le plantó en el camino y la agarró de los brazos, deteniéndole su paso apurado. Elena se sorprendió. Y Anya más cuando le vio los ojos rojos y lágrimas cayendo de allí.
—Disculpa... pero... ¿Este no es el abrigo de mi amiga? — Anya intentó no sonar altanera pues era consiente que la chica no estaba en buen estado.
Elena asintió, pero lo hizo con lentitud y bajando la mirada.
—Si... Ella me lo dio — Le susurró —Me tengo que ir — Dijo con prisa y escapó de su agarre, tomando dirección a la casa.
[***]
Salió de la cocina, caminó hasta las escaleras y subió escalón por escalón con una sonrisa de oreja a oreja. Llegó a su habitación, abrió la puerta y lo primero que hizo al entrar, fue mandar a volar las zapatillas blancas que traía puestas, tirándolas en diferentes lugares de del cuarto.
Se sentó sobre la cama, subiendo los pies al colchón para comenzar a quitarse las medias, pero de pronto, la puerta de su baño se abrió. Rápidamente, miró allí y lo que vio la dejó pasmada. En frente suyo y recién salida de la ducha, tenía a la mismísima… Miroslava.
Veintidós
La chica vestía una toalla de color rosa que solo le cubría del pecho hasta el comienzo de los muslos; también llevaba el cabello ligeramente húmedo.
Su mirada era fría.
—¡Hasta que por fin te dignas a llegar, Yulia Volkova! ¡¿En dónde demonios estabas?!— La severidad con la que le preguntó, no era broma.
Yulia lo percibió, e inmediatamente se levantó de la cama pero no habló ni hizo nada más. Solamente permaneció ahí, de pie, y desconcertada. Su corazón martillaba asustado.
—¿Me vas a responder o solo te quedarás allí?— Ella volvió a repetirle, y esta vez, cruzándose de brazos y mirándole con mucha más frigidez.
Yulia por fin reaccionó.
Se le acercó tímidamente mientras jugueteaba nerviosa con una media que aún sostenía en las manos —¿Amor?... Pero… ¿tú que haces aquí? ¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no me avisaste que vendrías?— Le preguntó inquieta.
Miroslava mantenía su expresión distante.
—¿Qué hago aquí, Yulia Volkova? ¿De verdad estás preguntándome eso?... — le interrogó con sarcasmo.
Yulia solo se encogió de hombros.
—¡Maldita sea, Volkova! ¡Pues vine a verte!— Ella le gritó —Llego hace más de una hora con el propósito de darte una sorpresa pero resulta que la sorpresa me la llevo yo cuando me encuentro con que no viniste a dormir en toda la madrugada. ¡¿A dónde y con quién demonios te fuiste?!— Volvió a gritarle y mucho más histérica.
En ese momento, la puerta de la habitación se abrió de golpe y allí apareció Anya. La misma que de inmediato quedó paralizada bajo el marco de madera cuando vio a la novia de su amiga a mitad de las cuatro paredes, solo vistiendo una toalla y asesinándola con la mirada.
En seguida sonrió nerviosa.
—Ohhh... ¡¿Miroslava?! — Dijo con asombro — ¡Wow! ¡Pero que sorpresa verte por aquí! ¡¿Cómo estás?! ¡¿Cuándo llegaste?! —Exclamaba con exagero, pero visiblemente llena de nervios.
Miroslava solo le hizo un movimiento débil con la cabeza en forma de saludo... Y eso fue todo. Anya en seguida entendió que las cosas en ese lugar no se tornaban bien, así que rápidamente se ideó un escape. Corrió a tomar unas pantuflas que había bajo la cama y las alzó al aire para que la novia de su amiga las viera.
— Bueno... Yo... solamente... Venía por esto. Nos vemos abajo... Y... Que bueno verte— Le dijo a Miroslava entre sonrisas y, después, desapareció por la puerta, cerrándola tras de si y dejando la habitación en un silencio desértico.
En ese mismo instante, Miroslava caminó enfadada hasta una maleta que había al lado de la cama, la tomó y después intentó regresar al baño con ella, pero antes de que pudiera entrar allí, Yulia la agarró del brazo y la detuvo en seco.
—Amor... por favor...— Le susurró, haciéndole frente y sujetándole el rostro con ternura. Realmente entendía la actitud de su novia y tenía razón en estar enojada. Ella también lo hubiese estado si estuvieran en la misma situación.
—Amor... estuve en una fiesta… y fui con Anya... — Empezó a explicarle con calma. Miroslava no la miraba, sus ojos estaban clavados en el suelo —Amor... hey... — Le tomó la barbilla y le alzó el rostro. Miroslava esta vez, la miró fijamente — Amor... fue algo improvisto... ¿si? Mírame... No pasó nada... puedes comprobarlo... estoy bien y ni siquiera me tomé más de un trago. Anya tampoco está ebria. No hicimos nada malo en ese lugar. Solo estuvimos allí... charlando un rato...
El rostro de Miroslava aún permanecía molesto, pero después de unos segundos, comenzaba a relajarse.
Yulia aprovechó aquello para llevarla lentamente hacia la cama. La hizo sentar en el colchón mientras ella se quedaba de pie y se acomodaba entre sus piernas, agarrándole el rostro de nuevo.
—Amor... No te enojes por favor. Siento no haber estado cuando llegaste. De verdad — Dijo con sinceridad. Sonrió —Adoro el hecho de que estés aquí. No sabes cuanto — Le aseguró y luego se inclinó para dejarle un pequeño beso en la boca.
Miroslava lo recibió, pero lo realizó sin ninguna expresión. Parecía que no iba a dar el brazo a torcer.
De nuevo hubo un silencio desértico.
Yulia se sentó a su lado e insistió en no apartarle la mirada.
Tal parece que eso funcionó porque esta vez, ella no lo pudo evitar y le mostró una medio sonrisa.
—Maldita sea Volkova... No me mires así – Gimió —Tu boca sabe a carne — De pronto, le comentó con humor.
Yulia, en seguida, sonrió. Se sintió aliviada – Eso es porque mamá me dio un pedacito hace unos minutos cuando estuve en la cocina. Y sabes qué… la muy ingrata ni siquiera me comentó que estabas aquí. Ninguno me lo dijo, ni mi Viktoria.
—Yo les dije que no lo hicieran, Yuli… Quería que fuera una sorpresa... pero por supuesto no pude... Me ganaron los celos – Lo último lo manifestó con tristeza.
Yulia suspiró. Aquello solo había sido jodida culpa.
—De verdad, amor... perdóname. Desde mi corazón te lo pido... — Expresó de nuevo con sinceridad.
—Solo hay una manera de que yo te perdone, Yulia Volkova... — Miroslava le susurró, utilizando un tono bastante pícaro. Comenzó a deslizarle las manos por el cuello y después la tumbó a la cama mientras buscaba sus labios para besarla...
Más tarde, en el comedor, la familia Volkov ya se dedicaba a disfrutar del desayuno mientras conversaban relajadamente.
Miroslava, por obvia razones, era el centro de atención en la mesa. El tema de su visita sorpresa a Moscú, y el asombro que había sido para ellos verla llegar a la casa de la nada, era el plato principal de la conversa.
Pero en realidad, no era de esa manera para todos. Yulia, a diferencia de los demás, no estaba tan inmersa en lo que se comentaba en la mesa sobre su novia. Su cuerpo se hallaba presente, pero sus pensamientos se encontraban muy lejanos de ahí. Todo lo que había pasado con Elena Katina en la fiesta la tenía en otro planeta.
Anya participaba en la charla principal con los demás, pero por momentos también miraba a su amiga de reojo. Notaba que Yulia tenía la mirada perdida en un vaso con agua que había sobre la mesa… Y ni siquiera había comido mucho del plato.
No pudo más con la curiosidad y aprovechó que estaba sentada a su lado para acercársele.
—Hey... ¿Qué te pasa?— Le susurró cerca de la mejilla, muy disimuladamente.
Yulia lo escuchó, así que antes de girarse hacia su dirección, se aseguró de que nadie más en la mesa las estuviera viendo.
Al corroborarlo, tomó una servilleta, la puso sobre su boca y se volteó solo un poco hacia ella.
También empezó a susurrar.
—Con Mirka aquí, no voy a poder ir en busca de Elena. Y necesito encontrarla lo más rápido posible. Quiero que me aclare todo —Dijo lo último, pareciendo frustrada.
Anya tosió, de nuevo simulando.
— Si, eso ya me quedó claro. Creo que te tocará hablar con ella en otra oportunidad.
—¡No!, ¡Debe ser ahora!— Yulia susurró y claramente irritada. Aquello la tenía agobiada. Intentó calmarse.
—Anya... Ayúdame... — De pronto le dijo.
Anya arrugó la frente. La miró confundida —¿De qué hablas?
— Entretén a Mirka por una hora... o máximo dos mientras yo salgo a buscar a Katina. Prometo no demorarme. Será pan comido.
—¡¿Qué?!— Anya alzó el tono de la voz, logrando que toda la mesa la quedara mirando. Sonrió nerviosa —Que... Que... rico está el desayuno... Gracias papá y mamá Volkov. Está grandioso — Dijo para desviar la atención.
Yulia negó, otra vez sintiéndose frustrada.
—Eso nos alegra, Any – Oleg, le dijo — Sigue disfrutándolo y si quieres más, no dudes en tomarlo.
—Gracias... — Anya le murmuró con pena.
De nuevo, se acercó a Yulia —Ves... lo que logras con tus ocurrencias?— Le regañó —Y no, no voy a entretener a tu novia porque eso sería algo muy arriesgado. Por favor, Yul, ya olvida lo de tu charla con esa chica, ¿Podrías? Entiende que todo lo que te dijo, lo hizo estando ebria, y generalmente cuando uno tiene tragos de más encima siempre dice o hace incoherencias. Seguramente eso de que no te odia te lo comentó solo porque la ayudaste, y lo demás que me mencionaste ni siquiera tiene sentido para mí... No entiendo como es que lo tiene para ti. Eso solo fue puro parloteo de una chica excesivamente pasada de alcohol. Lo siento, pero no cuentes conmigo.
Y con eso, Anya dio por terminada la charla y volvió su atención a los demás.
Yulia quedó con la mente hecha un lio. Se imaginaba la posibilidad de que su amiga tuviera razón, pero Elena había sido tan real en ese momento que ya ni sabía que pensar.
Decidió que lo mejor era dejar el tema de Katina atrás y así lo hizo, se incorporó en su asiento y se propuso a prestar atención a la mesa. Su madre era quien tenía la palabra en ese momento.
—Bueno... Miroslava, me alegra saber que todo en casa está yendo bien. Pero no te voy a negar que me hubiese encantado que tus padres vinieran contigo. Tú madre y yo siempre hablamos por teléfono, pero no es lo mismo.
—Estoy de acuerdo — Oleg declaró —A mi también me hubiese maravillado verlos. Tenemos que planear un reencuentro como sea posible, ya sea que ellos vengan aquí o que nosotros vayamos. La cuestión es volver a estar en familia.
— Ellos pensaron lo mismo cuando les dije que iba a venir— Miroslava manifestó —Querían viajar conmigo pero por el trabajo de papá no se pudo. Mamá quedó muy triste — Comentó con algo de nostalgia.
En ese momento, su teléfono celular timbró.
Lo sacó de su bolsillo, observó la pantalla y después miró a todos en la mesa —Voy... a... contestar. Permiso — Expresó con algo de vergüenza y se retiró del comedor hacia el pasillo del jardín.
Los ojos de Larissa de inmediato se posaron en Yulia.
—¿Por qué estás tan callada, mi bebé? Parece que no te alegrara ver a tu novia — Le dijo extrañada.
Yulia negó.
— No es eso, mamá. Es solo que… aún estoy sorprendida de que esté aquí. Y más de que tú, ni ninguno de ustedes... — Miró al resto de su familia —... no me hayan avisado ni dicho nada sobre ella cuando llegué. Me hubieran podido evitar el asombro que sentí... Y también la pequeña pelea que tuvimos.
—Espera... ¿Están peleadas?— Su hermano le preguntó con curiosidad.
Ella de nuevo negó –No, ya no lo estamos, pero si ocurrió cuando recién nos vimos. Se puso bastante celosa. Seguro estaba imaginándose lo peor sobre mi...
Su padre rió ante el último comentario.
— Vamos, hija, eso ya pasó y ahora todo parece estar bien. Que ella viniera sin decirte nada y no te encontrara aquí... solo fue una mala coincidencia. Si tu no estabas haciendo nada malo, entonces no tienes de que preocuparte.
—¿O si hay de qué preocuparse?— Su madre le preguntó insinuante, entrecerrando los parpados.
Yulia se mantuvo en silencio por un instante. A su mente llegó la imagen del casi beso con Elena, pero al final, esa situación no se había dado así que literalmente no había nada en su contra.
Negó de nuevo — No... No hay nada de que preocuparse –Respondió bastante insegura.
En ese momento, Miroslava regresó a la mesa, disculpándose con todos — Era una compañera de clases — Les explicó mientras se sentaba. Luego miró a Yulia —No te lo dije en la habitación, pero pienso quedarme aquí hasta el otro domingo. La próxima semana no habrá clases en la Universidad, solo harán unas charlas en los auditorios sobre unos proyectos... o algo así. Ni siquiera me acuerdo — comentó con humor, haciendo reír a los demás — No estaba muy segura de si podría faltar pero mi compañera acaba de confirmarme que no pasa nada si no se asiste. Ya me siento más tranquila.
—Oh... que bien… — Yulia le dio una media sonrisa pero ni siquiera estaba segura de si esa noticia le agradaba.
—¡¡Miroslava!! ¡¿Por qué tienes que nombrar la Universidad?! — De pronto, Anya gimió.
Todos la voltearon a ver.
—¿Qué tiene que la nombre?— Larissa le preguntó confundida.
Anya arrugó su boca. Casi se convirtió en un puchero.
— Pues... me hace recordar que en tres días se acaban mis vacaciones y tendré que volver allí. No quiero... Me estaba gustando tanto esta ciudad. ¡Adóptame Larissa!— chilló derrotada… Y toda la mesa comenzó a reír divertida...
***
Horas después, Yulia y su novia se encontraban recostadas sobre el sofá cama de la habitación de pinturas. Las dos permanecían en silencio, Yulia boca arriba contemplando el techo mientras Miroslava descansaba sobre su pecho y con su mano derecha le acariciaba el estómago por debajo de la camisa.
La pareja no llevaba mucho tiempo en aquel plan, debido a que recién despertaban de una larga siesta a la cual no habían podido resistirse después de almorzar.
De repente, Miroslava detuvo sus caricias e inclinó la cabeza hacia arriba para ver el rostro de Yulia.
Ella no apartaba los ojos del techo.
—¿Dormiste bien, Yuli?— le preguntó con cariño.
Pero Yulia ni se inmutó. Seguía sin mirarla y su rostro era totalmente inexpresivo.
Miroslava no pudo evitar notar su actitud y le tomó la mejilla, ladeando su cabeza para que la viera a los ojos. Percibió en la mirada de su novia algo diferente. Como si algo le inquietara.
—¿Acaso te pasa algo? ¿Te sientes mal?— Le preguntó preocupada.
Yulia de inmediato negó. Se dispuso a cerrar los ojos y dejó salir un gran suspiro. Obviamente le mentía. Si le pasaba algo. Estaba agobiada. Abrumada por no saber nada de Elena. No podía dejar de pensarla... no dejaba de pensar en como ella estaría, en como se sentía.
—No es nada, amor... es...— dudó —... es solo que... aún tengo sueño... — Terminó por decir.
En esta ocasión, Miroslava sonrió divertida.
—Hey... no, no y no... Bebé... Ábrelos, no te duermas... Vamos... — le dijo mientras le daba golpecitos en la mejillas.
Yulia abrió sus ojos y poco a poco comenzó a mostrarle su sonrisa. Al fin y al cabo, ella no tenía la culpa de sus indecisiones.
—Si Volkova, así me gusta. No más siestas, dormilona — Le advirtió juguetonamente, señalándola con su dedo. Volvió a recostarse sobre su pecho, aún mirándola a los ojos — Entonces, amor... ¿ahora si vas a contarme de quien era la dichosa fiesta que te tiene con tanto sueño?— le lanzó la pregunta, con cierto tono insinuante.
Yulia, se sintió nerviosa. No lo pudo evitar.
—Amm... ¿La fiesta?... pues... era... era... de mi amiga, Masha. Te he hablado de ella muchas veces. Es la dueña del Sugar, donde voy a cantar. Ya sabes... celebramos su cumpleaños... — Explicó.
Miroslava se mantuvo en silencio durante unos segundos, pero luego sonrió como si algo se le hubiera ocurrido. Se mordió el labio.
—Uh... sabes... Ahora que lo mencionas... Quiero que me lleves a conocer a ese bar. Y quiero conocer a tú amiga también, por supuesto. Vamos — le dijo emocionada. Y a la velocidad de un rayo ya estaba fuera del sofá cama, parada en el marco de la puerta.
La sonrisa de Yulia en seguida desapareció de su rostro. Se preocupó. No era posible que su novia le estuviera pidiendo eso. Miró el reloj de la habitación; faltaban quince minutos para las seis de la tarde.
—Amor... el bar ni siquiera lo han abierto a esta hora. Además... hoy lo cierran bastante temprano. Creo que mejor deberíamos quedarnos aquí — Gimió.
Pero Miroslava no lo aceptó. Comenzó a negar mientras caminaba hacia a ella. Le tomó un brazo.
—¡No, Volkova! Quiero ir... Y podemos aprovechar que aún no abren para salir a comer algo. Vamos... — Le dijo severa y la jaló fuera de la habitación.
Una hora más tarde, al pasar la puerta del Sugar Rock, los ojos de Yulia se clavaron directamente a la barra en busca de su amiga Masha, y para su jodida suerte, ella se encontraba allí.
Desde antes de salir de casa, había intentado llamarla miles de veces para persuadirla de la situación en la que se hallaba con su novia, pero ella no había atendido a ninguno de sus llamados. Los nervios la carcomían por dentro, tanto así, que su frente y sus manos le sudaban como si hubiese caído en un charco de agua.
Miroslava lo notó.
—Yuli, ¿por qué estás transpirando tanto? ¿Acaso te estás sintiendo mal?— Le preguntó mientras posaba una mano en sus mejillas, intentando tomar su temperatura.
Yulia asintió. Si, se sentía mal. El miedo de que ella la descubriera mintiendo la tenía así.
—Ummm... No debimos comer esa pizza. Ven, amor. Vamos a pedir un vaso de agua allí — Miroslava quiso llevarla a la barra, pero ella de inmediato se detuvo a mitad de camino, frente a una mesa.
—No, agua, no... Amor... — Dijo rápidamente y tomó una silla. Ni de locos iba a permitir que su novia se acercara a la barra, primero tenía que asegurarse de hablar con Masha y explicarle la situación —Creo que solo necesito estar aquí sentada... Y respirar un poco — Dijo, soltando todo el aire de sus pulmones.
Miroslava no pareció convencida de aquella solución, pero al final lo aceptó y se sentó a su lado. Claro que eso no duró mucho porque su teléfono celular comenzó a timbrar. Lo sacó de su bolsillo para mirar la pantalla y luego desvió su atención a Yulia.
—Voy a contestar, no te muevas de aquí — Le pidió, y se levantó, tomando camino hacia los baños.
Yulia esperó a que se alejara considerablemente y cuando la vio entrar a los baños femeninos, se levantó a la velocidad de un rayo hacia la barra.
Masha pegó un saltó al verla llegar tan repentinamente. Una de sus manos fue a dar sobre su corazón.
—¡Dios...! ¡Yuli...! ¡Me asustaste!— Gimió enojada, lanzándole el trapo de limpiar a la cara.
Yulia soltó otro suspiro. Se sentó en las sillas de la barra.
— Lo siento, Masha... es que... quería hablarte de algo.
Masha, asintió pero lo hizo dudosa. El comportamiento de su amiga no parecía nada normal —¿Qué pasa?
—Dime... ¿tú fuiste a la fiesta de Elena ayer... hoy... estuviste allí?— Preguntó con calma.
Masha de nuevo asintió. Tomó el trapo que le había lanzado y comenzó a jugar con él — Si..., pero fui después de cerrar el bar, casi a las dos de la mañana. Aunque creo que de nada me sirvió ir a esa hora porque ya ni siquiera pude ver a la cumpleañera. Al parecer estuvo perdida durante toda la fiesta — Soltó con humor, pero luego enarcó una ceja —Pero... Y tú... ¿Por qué me preguntas eso?
—Porque yo, ya estaba en esa fiesta incluso antes de que tu llegaras... – Yulia soltó sin más. —Y porque Elena estuvo conmigo todo ese tiempo en que anduvo perdida.
—¿Qué? ¿Y eso por qué? ¿Cómo es posible? ¡Tú dijiste desde hace tiempo que no tenías nada que hacer ese lugar. ¿Y cómo que estuviste con Elena? ¡¿En dónde?!
—Masha, te lo voy a contar, absolutamente todo, pero primero tienes que ayudarme con algo.
—En lo que quieras — Masha dijo sin problema.
Yulia echó un vistazo rápido a los baños. Miroslava aún no se veía venir.
—Mi novia está aquí... en el bar ...—Empezó. Masha frunció el ceño, aunque siguió atenta. Yulia continuó — Esta mañana vino a Moscú de sorpresa... pero por supuesto no me encontró en casa porque yo andaba en la fiesta de Katina.
—¿Hasta qué horas te quedaste allí?
—Las seis de la mañana... o algo así… — Respondió insegura —Masha, la cuestión es que... — De nuevo miró a los baños. Algunas chicas entraban y salían de allí, pero ninguna era su novia —Ella me interrogó sobre eso, lo hizo bastante enojada y tuve que decirle que estaba en una fiesta... Y que la dichosa fiesta era tuya... la celebración de tu cumpleaños — Masha negó en desacuerdo.
De pronto recordó que la fecha de su nacimiento ni cerca estaba —Sé que ella no me creyó nada... Y precisamente, por esa razón es que estamos aquí. Ella de repente me dijo que quería conocerte y me trajo obligada... pero sé que no lo hace por saber de ti... tiene otros planes, quiere averiguar cosas y seguramente ahora va a interrogarte sobre la fiesta y lo que pasó anoche... — Se pausó para volver a echar un vistazo a los baños y allí si observó a Miroslava saliendo y yendo hacia la mesa. Su preocupación reapareció. Al igual que el incesante sudor — Amiga, allí está, ya viene!— Le dijo asustada.
Masha, de pronto, temió más.
—¿Y qué diablos voy a decirle?— Le dijo también nerviosa.
—No tienes que decirle mucho, Masha. Solo si ella te pregunta, confírmale que era tu fiesta de cumpleaños, que fui con Anya, que charlamos toda la madrugada y que me quedé a dormir en tu casa hasta las seis. Solo eso... Y por favor — Juntó sus manos como si estuviera rogando. —No nombres a Elena Katina por nada del mundo. Ni siquiera si ella te lo pregunta. Solo niega todo — Dijo por último y se giró hacia la mesa con ambas manos en el aire.
Miroslava miraba confundida hacia a todos los alrededores, hasta que dio con ella y fue hacia la barra.
—Allí viene... — Yulia le susurró de espaldas a Masha, quien ya tragaba saliva de la intranquilidad.
Miroslava llegó, y lo primero que hizo fue tomar la silla de al lado y tomarle la temperatura.
—Te dije que no te movieras de la mesa. Sigues igual de sudorosa — Le regañó.
Yulia se aclaró la garganta y le regaló una pequeña sonrisa que no duró mucho. Realmente esperaba que todo saliera bien.
—Tranquila, amor... Ya me siento mejor — Le susurró, y después, señaló a Masha que miraba la escena totalmente paralizada. No se movía para nada —Mirka, ella es mi amiga Masha, Masha... ella es mi novia... Mirka — Les presentó.
Ambas chicas se miraron por un momento, Miroslava detallando a Masha cada centímetro de su rostro hasta que finalmente se sonrieron mutuamente.
Miroslava estiró su mano hacia ella —Un placer conocerte — Le dijo, y Masha en seguida correspondió. Tomó su mano y la sacudió por un segundo.
—Igualmente — Le dijo amablemente.
Yulia comenzaba a sentirse fría. Ya empezaba a imaginarse lo que se avecinaba.
—Yuli, me ha hablado mucho de ti...— Miroslava de pronto le comentó —Le caes muy bien...— Terminó por decirle.
Masha sonrió levemente. Jugueteaba con sus dedos y el trapo —Gracias... a mi también me cae muy bien, nos hemos convertido en buenas amigas...
—Eso veo... — Miroslava asentía. Yulia notaba como miraba a Masha con cierta sonrisa de suficiencia. No le gustaba —¿Así que ayer fue tu cumpleaños?— De pronto le lanzó.
Yulia y Masha se miraron. El plan comenzaba.
—Si, ayer... cumplí veinte... — le contestó tímida. Por dentro, esperando no arruinar algo.
—Mmm... Pues... ¡feliz cumpleaños!... ¿Y qué tal estuvo?— Miroslava pareció bastante interesada.
—Ehhh gracias... Y estuvo bien... Ya sabes, divertido.
—Me imagino... tanto así que mi novia ni llegó a dormir — Le comentó enarcando una ceja, en un tono bastante pedante.
Masha lo notó, pero intentó seguir siendo amable —Bueno... si, no solo ella, muchos se quedaron en mi casa a dormir.
—Entiendo — Miroslava expresó no muy convencida. De nuevo apareció esa sonrisa burlona —¿Y qué regalo te dio mi novia?
Supongo que uno bueno ¿no?— Movía las cejas de arriba abajo.
Masha ya sabía en que sentido iban esas preguntas, pero se mantuvo en calma.
—En realidad si... me regaló otro día más de amistad. ¿Qué mejor regalo que ese? — Le preguntó inocentemente, pero Miroslava no lo vio así.
De inmediato, corrió su silla hacia la de Yulia, pegándola totalmente, metiéndose entre sus piernas. Quedando a centímetros.
Yulia se incomodó.
—Si, no hay nada mejor que eso... — Le dijo y luego miró a Yulia. Le tomó la barbilla —Lástima que... muy pronto eso ya no volverá a ser así — Dijo.
Yulia frunció el ceño en confusión.
—¿De qué hablas?— Le preguntó.
Miroslava de nuevo sonrió.
—Pues... que ya te quedan pocos días en esta ciudad... Y además... ¡ya te he conseguido un apartamento en St. Petersburgo! — Le dio la noticia con soberbia. Yulia la miró fijamente. —Es precioso. Tiene dos salas, cocina, una habitación grande, una cama extra grande, dos baños y uno de ellos contiene una tina súper exquisita... Ya quiero probarla —Le dijo mordiéndose el labio inferior. Luego se acercó a la boca de Yulia para darle un beso bastante explícito.
Masha negó burlona. La chica le parecía patética.
Yulia se alejó del beso. Se sentía avergonzada hasta el límite.
Miroslava miró de nuevo a Masha, lamiéndose los labios exageradamente —Aunque... puedes ir a visitarla de vez en cuando... para que la amistad no se deteriore — Le aconsejó con humor.
Masha asintió —Lo haré — Le respondió, pareciendo divertida pero en realidad no era así. Ya se estaba hartando.
Igual pasaba con Yulia, su rostro se había vuelto tenso. No podía creer que Miroslava se estuviera comportando de tal forma... Y más con Masha que era una chica tan dulce.
Intentó darle una mirada de disculpa, pero de pronto, un carraspeó se escuchó a sus espaldas. Yulia fue testigo de la linda sonrisa que se había formado en la cara de su amiga, y no dudó en girar su cabeza hacia atrás.
Su ceño se frunció cuando vio a Lenin, su hermano, allí de pie.
—¡Hola chicas!— Él las saludó como si nada y después se posó al lado de Miroslava, acercándose a la barra —¿Ya estás lista?— De pronto le preguntó a Masha, que en seguida asintió. Se quitó el delantal negro que llevaba, le dijo algunas cosas a la otra chica que servía tragos y después salió de la barra, llegando frente a ellas.
—Bueno... ya me tengo que ir. Espero que se diviertan — Dijo, solo para Yulia y le dejó un beso en la mejilla.
Lenin les dio una sonrisa, posó una mano en las caderas de Masha caballerosamente para darle el paso y luego salieron juntos de allí.
Miroslava se quedó mirando la escena bastante confundida.
—Espera... Tu hermano y ella... ¿cómo?... Acaso... ¡¿Ella no es lesbiana?!— Le preguntó con asombro.
Yulia negó, mostrándose totalmente seria. Su mandíbula estaba tensa.
—No, Mirka, ella no lo es — Le dijo con frialdad — Y como pudiste darte cuenta... a ella le gusta mi hermano, no yo... así que mejor te hubieras podido evitar mostrar tus celos estúpidos y aquel comportamiento tan infantil en frente de ella. ¿Qué querías demostrarle? ¿O qué querías hacerle saber? ¡EH!— Preguntó con enojo. Miroslava se mantenía callada. —Hace mucho tiempo te dejé en claro que ella era mi amiga. No tenías porque haberte sobreactuado de esa manera. Y si aún no confías en mi… entonces pudiste hacérmelo saber en casa y no haberme hecho venir hasta aquí solo para pasar vergüenza.
—Pero eso no es así... Yuli...
—¡Por supuesto que es así!— Yulia le refutó en voz alta, ya había perdido la calma —¡Tú no viniste aquí solo para conocer a mi amiga! ¡Tenías otras intenciones! Querías averiguar si era real lo de la maldita fiesta. Y te lo repito, si desconfiabas de mi entonces simplemente hubieras seguido enojada conmigo por no encontrarme en casa. O aún mejor, si no me crees nada desde lo que pasó aquel día con esa estúpida llamada, entonces te hubieras podido evitar venir hasta Moscú y no andar fingiendo que todo está bien. ¡Porque claramente no es así!
—Yuli, cálmate por favor... la gente nos mira — Miroslava le pidió en voz baja. Estaba avergonzada ya que la otra chica que atendía la barra estaba escuchando todo.
Yulia se acarició el rostro con ambas manos. La cabeza empezaba a dolerle —Será mejor que nos vayamos de aquí. No me estoy sintiendo bien — Le dijo y se levantó de la silla para ir a la puerta.
***
Al volver a casa, ninguna se dirigía la palabra. Ambas se encontraban nuevamente en la habitación de pinturas, ya en pijama. Yulia recostada bocarriba en el sofá cama, con la mirada perdida en la ventana; mientras Miroslava se mantenía a sus pies, sentada en una esquina del colchón, haciendo algo en su celular.
El ambiente era calmado en esas cuatro paredes, a Yulia ya se le había pasado el enojo pero aún no deseaba hablar con ella. De pronto, la miró de reojo y pudo notar como ella movía los dedos contra la pantalla a una velocidad inimaginable. Sintió curiosidad, claramente se dio cuenta que su novia chateaba con alguien. Deseó saber con quien, pero no hizo nada al respecto para averiguarlo. Se mantuvo en su posición.
Inesperadamente, el celular de Miroslava timbró y ella se levantó de la cama con dirección a la puerta, saliendo de la habitación.
Yulia frunció el ceño ante eso. En seguida se levantó detrás de su novia y al asomarse a la puerta, no la vio en el pasillo. Pensó que tal vez había ido abajo así que volvió a recostarse.
Dos minutos después, Miroslava regresó, acostándose por completo a su lado. Yulia podía sentir como miraba fijamente su perfil.
—Esto ya fue suficiente— Ella le dijo y luego empezó a subírsele encima, pasando una pierna a cada lado de sus caderas, quedando sentada ahorcajada sobre su estómago.
De pronto, llevó las manos a su blusa de pijama y se la sacó, dejando su torso desnudo a merced de Yulia... que no hacía nada.
—No vale la pena seguir enojadas por tonterías, bebé. Mejor vamos a ponernos al día— Ella le dijo, y le tomó una mano para luego posarla sobre uno de sus pechos, manteniéndola allí con las suyas.
Yulia empezó a sentir que sus deseos se despertaban pero ya no con la misma intensidad de antes. Ahora, se sentía diferente, su corazón ya no latía con la misma fuerza que solía hacerlo.
Con calma, liberó la palma de su mano que se encontraba sobre el pecho de su novia y procedió a taparse los ojos con ella.
Miroslava arrugó la frente en confusión, se puso de nuevo la blusa y le destapó la mirada, alejando su mano.
—¿Qué te pasa?— Le dijo enojada.
Yulia tragó saliva.
—Yo... no puedo hacerlo… Tenemos que hablar – Le susurró y volvió a esconderse tras su brazo.
Alguien más quedó odiando a Miroslava una vez que leyó el capítulo??? Alce la mano y en el próximo, hago que parezca un accidente su desaparición de la historia
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Hola!!! Pues odiarla si un poco porque obvio no es Lena, pero es que Yuli se busca todo lo que le pasa, es muy mentirosa y siempre creando falsas verdades y después anda subiéndose por las paredes porque no haya que hacer. Pues pienso que ya hay que darle final a esa historia entre ellas dos
Volkatinale92- Mensajes : 81
Fecha de inscripción : 06/07/2019
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
¿Queeee??? A mi me parece que Miroslaa oculta algo y por supuesto que me cayó mal en este cap. DESAPARECELAAA Jjajajaja, en fin, no veo nada bueno para Yulia por tantas mentiras, actualiza pronto por faaa!!
Aleinads- Mensajes : 519
Fecha de inscripción : 14/05/2015
Edad : 35
Localización : Colombia
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Querida Xander:
Es para mí un privilegio y un honor esta dedicatoria, he aprendido a expresar lo importante que son las personas en nuestras vidas, la distancia no es obstáculo para sentir la cercanía, eres una líder innata que inspira fortaleza, tenacidad y valor para pelear por lo que amas, en quien confiar para tenderte una mano cuando trastabillas en la oscuridad, una persona que emprende el vuelo y extiende sus alas para tener una perspectiva más amplia, una mente abierta que guía y alienta, con el genio y creatividad de reinventarse, para atreverse a una metamorfosis necesaria para enfrentar las circunstancias, con un corazón abierto y enorme a las posibilidades, un ejemplo digno de admiración y respeto, con la suficiente humildad e inteligencia para admitir sus errores, por no dejarse arrastrar por la soberbia de sus logros, con un gran potencial, una mujer extraordinaria, soy muy afortunada de tenerte cuando te he necesitado, haz sido un aliciente para mi espíritu, quien infunde energía para que pueda continuar, todo lo que pueda citar sería mínimo ante todo lo que haz hecho y representado para mí, yo también te extraño cuando no estamos en contacto porque en el día a día me reconfortan demasiado tus palabras.
Gracias por esto y muchas cosas más, creo que no es suficiente, pero; lo manifiesto con todo corazón, con mucho cariño te envio un abrazo muy fuerte, tampoco exagerado no te quiero quebrar ja ja ja, y un beso enorme y tronador.
Es para mí un privilegio y un honor esta dedicatoria, he aprendido a expresar lo importante que son las personas en nuestras vidas, la distancia no es obstáculo para sentir la cercanía, eres una líder innata que inspira fortaleza, tenacidad y valor para pelear por lo que amas, en quien confiar para tenderte una mano cuando trastabillas en la oscuridad, una persona que emprende el vuelo y extiende sus alas para tener una perspectiva más amplia, una mente abierta que guía y alienta, con el genio y creatividad de reinventarse, para atreverse a una metamorfosis necesaria para enfrentar las circunstancias, con un corazón abierto y enorme a las posibilidades, un ejemplo digno de admiración y respeto, con la suficiente humildad e inteligencia para admitir sus errores, por no dejarse arrastrar por la soberbia de sus logros, con un gran potencial, una mujer extraordinaria, soy muy afortunada de tenerte cuando te he necesitado, haz sido un aliciente para mi espíritu, quien infunde energía para que pueda continuar, todo lo que pueda citar sería mínimo ante todo lo que haz hecho y representado para mí, yo también te extraño cuando no estamos en contacto porque en el día a día me reconfortan demasiado tus palabras.
Gracias por esto y muchas cosas más, creo que no es suficiente, pero; lo manifiesto con todo corazón, con mucho cariño te envio un abrazo muy fuerte, tampoco exagerado no te quiero quebrar ja ja ja, y un beso enorme y tronador.
Bet bet- Mensajes : 23
Fecha de inscripción : 10/05/2018
Localización : México
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Que ladilla con esa novia de Yulia. Que pasó con Elena en este capítulo por favor que haga su entrada como una reina frente a la novia de Yulia.
Yulieth- Mensajes : 55
Fecha de inscripción : 01/06/2020
Edad : 34
Localización : Portugal
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Hola
que buena historia
Yulia no tiende a mentir solo omite partes
para mi que su novia esta coqueteando con
alguien y no la mates
siguela pronto
que buena historia
Yulia no tiende a mentir solo omite partes
para mi que su novia esta coqueteando con
alguien y no la mates
siguela pronto
andyvolkatin- Mensajes : 576
Fecha de inscripción : 27/05/2015
Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Hola chicas, cómo han estado este encantador jueves. Bueno, aunque soy participe de enviar por un tubo a Miroslava, sé que es parte fundamental de la historia. en cuanto a Yulia, leí comentarios respecto a su manera de actuar y concuerdo con andyvolkatin. Yulia no sabe mentir, solo omite algunas partes para no ver arder TROYA, esa es la razón, pero más clara no ha podido ser en la historia.
Bueno, sin más... Acá les dejo el otro capítulo que por cierto es un poco largo.
A leer!
— Entretén a Mirka por una hora... o máximo dos mientras yo salgo a buscar a Kat
ina. Prometo no demorarme. Será pan comido.
—¡¿Qué?!— Anya alzó el tono de la voz, logrando que toda la mesa la quedara mirando. Sonrió nerviosa —Que... Que... rico está el desayuno... Gracias papá y mamá Volkov. Está grandioso — Dijo para desviar la atención.
Yulia negó, otra vez sintiéndose frustrada.
—Eso nos alegra, Any – Oleg, le dijo — Sigue disfrutándolo y si quieres más, no dudes en tomarlo.
—Gracias... — Anya le murmuró con pena.
De nuevo, se acercó a Yulia —Ves... lo que logras con tus ocurrencias?— Le regañó —Y no, no voy a entretener a tu novia porque eso sería algo muy arriesgado. Por favor, Yul, ya olvida lo de tu charla con esa chica, ¿Podrías? Entiende que todo lo que te dijo, lo hizo estando ebria, y generalmente cuando uno tiene tragos de más encima siempre dice o hace incoherencias. Seguramente eso de que no te odia te lo comentó solo porque la ayudaste, y lo demás que me mencionaste ni siquiera tiene sentido para mí... No entiendo como es que lo tiene para ti. Eso solo fue puro parloteo de una chica excesivamente pasada de alcohol. Lo siento, pero no cuentes conmigo.
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Yulia se aclaró la garganta y le regaló una pequeña sonrisa que no duró mucho. Realmente esperaba que todo saliera bien.
—Tranquila, amor... Ya me siento mejor — Le susurró, y después, señaló a Masha que miraba la escena totalmente paralizada. No se movía para nada —Mirka, ella es mi amiga Masha, Masha... ella es mi novia... Mirka — Les presentó.
Ambas chicas se miraron por un momento, Miroslava detallando a Masha cada centímetro de su rostro hasta que finalmente se sonrieron mutuamente.
Miroslava estiró su mano hacia ella —Un placer conocerte — Le dijo, y Masha en seguida correspondió. Tomó su mano y la sacudió por un segundo.
—Igualmente — Le dijo amablemente.
Yulia comenzaba a sentirse fría. Ya empezaba a imaginarse lo que se avecinaba.
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Yulia empezó a sentir que sus deseos se despertaban pero ya no con la misma intensidad de antes. Ahora, se sentía diferente, su corazón ya no latía con la misma fuerza que solía hacerlo.
Con calma, liberó la palma de su mano que se encontraba sobre el pecho de su novia y procedió a taparse los ojos con ella.
Miroslava arrugó la frente en confusión, se puso de nuevo la blusa y le destapó la mirada, alejando su mano.
—¿Qué te pasa?— Le dijo enojada.
Yulia tragó saliva.
—Yo... no puedo hacerlo… Tenemos que hablar – Le susurró y volvió a esconderse tras su brazo.
—¡¿Hablar sobre qué, mi amor?! Si es por lo que pasó en ese bar, solo olvidémoslo, ¿si? Lo siento, me comporté como una tonta, lo sé. Pero que querías que hiciera si tú me das motivos para que yo desconfíe de ti. ¡Vamos Yuli! Perdóname. No volverá a pasar. Lo prometo — Lo último, Miroslava se lo pidió en un tono bastante mimado. De nuevo, intentó quitarle el brazo de los ojos, pero ella no se dejó —¡Yuli, no seas así!— Chilló.
Yulia no lo pudo evitar, dejó salir todo el aire que tenía guardado en sus pulmones. En ese momento solo deseaba poder pensar tranquilamente.
—No es sobre eso que quiero hablar, Mirka... — Le respondió en voz baja y procedió a destaparse la vista. En seguida fijó su mirada en la chica que tenía encima. Definitivamente no podía decirle lo que tenía en mente —De hecho... ya no quiero hablar de nada. Lo siento — Concluyó y ladeó su rostro en la almohada.
No quería demostrarlo pero en ese momento batallaba internamente contra lo que consideraba era “correcto y no”. En el instante en que pronunció aquel “tenemos que hablar” de hace segundos, lo había hecho con el fin de dar por terminado las cosas con ella, pero... ¿Cortar con su novia era la opción más viable en ese momento?... Realmente no lo sabía. Ni siquiera estaba segura de porqué lo había dicho. Tenía presente que sus sentimientos hacia ella ya no eran los mismos pero aquella frase había salido de su boca sin ninguna intención. Fue más que un impulso del momento debido a la situación en la que se encontraban.
Miroslava volvió a hablarle.
—Yuli... Si quieres decirme algo solo hazlo. Sé que hice mal y por eso quiero remediarlo. No te pongas así... — Ella se inclinó sobre su torso y luego besó su mejilla tiernamente.
Yulia de inmediato le regresó la mirada —Con lo que te dije en el Sugar fue suficiente. Es lo único que quiero hacerte entender. Ahora... no tengo nada más que decirte...
—Entonces... ¿ya no estás enojada conmigo?
Negó.
—No, Mirka, no lo estoy.
—¡Yay! — Miroslava se emocionó y nuevamente se inclinó hacia ella, pero esta vez, para dejarle un beso húmedo en el cuello.
Yulia cerró los ojos al sentir que los labios de su novia empezaban a recorrer su yugular. Se inmersó tanto en ello, que de pronto, encontró imaginándose junto a Elena Katina en la misma situación. No pudo sobrellevarlo. De inmediato se sentó y detuvo las caricias de su chica.
—¡Miroslava... ! — Exclamó agitada. La chica la miró extrañada. No comprendía que le había pasado —... Miroslava... Ahora no estoy de humor para esto... Por favor... Yo... No me siento bien... Y... además, mañana tengo que madrugar para llevar a Viktoria a la escuela. Solo descansemos... solo eso... — Le pidió en calma, y volvió a dejarse caer sobre la cama.
En sus adentros, Miroslava se sintió totalmente frustrada, pero no lo demostró en su expresión facial. Simplemente procedió a quitársele de encima y luego se acomodó en el lado vacío del colchón, pero esta vez, dándole la espalda.
Yulia no quiso perturbar más las cosas entre ellas, de manera que también se cubrió con la cobija hasta el cuello. Cerró los ojos para intentar tener un sueño tranquilo, pero todo indicaba que esa no iba a ser la noche posible para dormir. Cientos de cosas torturaban su mente...
***
A la mañana siguiente, el cielo de la ciudad de Moscú amanecía con unos leves pero maravillosos rayos de sol. La madre del hogar Volkov, bajaba las escaleras de muy buen humor. Otro comienzo de semana llegaba y los preparativos para que su familia iniciara con pie derecho las obligaciones del día no se hacían esperar. Rápidamente se dirigió a la cocina pero lastimosamente su buena vibra mañanera desapareció en el momento en que pasó la puerta y vio a su hija mayor sentada en el comedor, con una cara de muy pocos amigos y tomándose la cabeza con ambas manos como si le doliera.
No dudó en acercársele. Tomó la silla a su lado.
—Mi amor, ¿Qué pasa? ¿Te estás sintiendo mal?... ¿Estás enferma?— Le preguntó en un tono calmado, pero al mismo tiempo preocupado.
Yulia negó con lentitud, aunque mantenía la cabeza gacha —No, no me pasa nada, madre. Estoy bien — Le aseguró, sin embargo ella no se lo creyó. Le buscó el rostro con la mirada, le tomó ambas manos quitándoselas de la cabeza, y allí pudo notar como unas horribles bolsas negras se le marcaban bajo los ojos. Su boca enseguida se convirtió en una mueca.
—¡Dios mío!... ¡Mira como estás, mi bebé! Tienes unas ojeras de muerte. ¡Hasta parece que te hubieran golpeado! ¿Por qué estás así? — En esta ocasión, si mostró más preocupación que calma.
Yulia negó de nuevo. Larissa era un poco exagerada — No es nada madre... Solo... no pude pegar un ojo en toda la noche.
—... ¿Y eso por qué?... ¿Acaso pasó algo? Lo que sea, amor... Sabes que puedes decírmelo — Larissa le deslizó una de sus manos protectoras por la espalda, tomándola con fuerza. Conocía a su hija como la palma de su mano, y sabía perfectamente que algo no andaba bien.
Yulia se relajó entre el abrazo de su madre. Era tan cálido y reconfortante como de costumbre —No sé, mamá... Realmente estoy en una encrucijada — Empezó a decirle —Tengo tantas cosas en la cabeza que no me dejan estar tranquila. Ya ni sé que es lo quiero.
—¿Podrías ser un poco más clara? Me estás confundiendo — Larissa le dijo con humor.
Yulia sonrió ante ello, después, dejó salir un suspiro —Estoy confundida, mamá..., sobre mis sentimientos... — Explicó y se pausó durante unos segundos. Larissa ya empezaba a comprender por donde iba el asunto — Siento que... las cosas con Miroslava ya no son iguales... Mi corazón ya no quiere responderle como solía hacerlo... Y eso me tiene... no sé ni como describirlo... — Se tiró el cabello hacia atrás y luego se cruzó de brazos. En realidad, no tenía idea de como explicarlo.
Larissa quiso ayudarle.
—Déjame adivinar... ¿Hay alguien más aquí?— Le cuestionó, colocándole un dedo sobre el corazón.
Yulia asintió.
—Bien... Y ese alguien es... Elena Katina... ¿O me equivoco?
Esta vez, Yulia ya no pudo ocultarlo. Negó —No, no te equivocas, mamá... es ella — Se lo afirmó.
Larissa le tomó la mejilla con ternura. Lo sospechaba. Le miró fijamente a los ojos —Dime la verdad, mi vida... Sé que te he preguntado muchas veces esto, pero... ¿Tú tienes o tuviste algún tipo de relación amorosa con ella? Sé honesta por favor.... — Le pidió.
—No, no madre... Entre ella y yo nunca ha habido nada... Ni siquiera una amistad — Yulia sonrió débilmente —Lo cierto es que... nuestra relación ha sido un verdadero desastre desde que nos conocimos, sin embargo... eso no ha sido impedimento para que yo sienta cosas por ella.
—¿Y ella siente lo mismo por ti? ¿Te ha manifestado algo? ¿Te lo ha expresado?
—En ningún momento — Contestó sin pensarlo — De hecho... me ha dejado en claro muchas veces que no le gustan las niñas... Aunque a veces se comporta algo extraña.
—Lo entiendo, bebé... Pero algo debes de saber y es que si el sentimiento no es mutuo, eres tú quien lleva todas las de perder — Larissa empezó a aconsejarla. Era de la única forma en que podía intervenir — No te voy a culpar por lo que estás sintiendo ahora, Elena es una chica con una personalidad muy encantadora, físicamente es preciosa... pero si con ella no hay nada por lo que haya que luchar; entonces, no, olvídate de todo y no cometas un error. Yuli... tienes una novia con la que llevas casi dos años de relación, y si estás dudando de tus sentimientos hacia ella, es mejor que te sinceres. Siempre te lo he dicho. Pero primero debes pensarlo bien, porque así como estás dudando ahora, de pronto podrías dejar de hacerlo. Tú perfectamente sabes que eso que estás sintiendo puede que sea algo pasajero debido a la circunstancias...
—Lo sé, má, lo sé... Tienes razón, esto podría ser solo algo pasajero. Tal vez lo único que necesito es reforzar mi relación con ella... Hacer que todo vuelva a ser como antes.
—Eso ya es tu decisión, Yuli. Yo solo te voy a pedir que hagas lo correcto. Te conozco y sé que lo harás... Eres inteligente — Larissa besó su mejilla con fuerza —Ya regrésate a la habitación y trata de dormir. Yo llevó a Viktoria a la escuela. Anda... — Se levantó de la silla —Voy a preparar el desayuno— Acabó por decirle y fue hacia a la nevera.
Yulia se quedó en el comedor bastante pensativa. Las palabras de su madre habían sido tan certeras que dolían. No sabía que hacer... Y tampoco quería volver a la cama. También salió de la silla.
—No, má, tú no te preocupes... Yo voy a llevar a Viktoria a la escuela. Necesito ir... — Le avisó y salió rápidamente de la cocina.
***
Rondando casi las 7:20 am, la Yamaha de Yulia se detenía a unos metros frente a la puerta principal de la escuela primaria de Moscú. Solo faltaban diez minutos para el inicio de clases y en el jardín principal de la institución ya se encontraban cientos de niños y niñas despidiéndose de sus padres; mientras sus mentores esperaban por ellos en la entrada.
Yulia se quitó el casco, y lo primero que hizo fue desviar su mirada hacia toda la multitud de gente que se encontraba allí. Rostro por rostro de cada figura femenina en el lugar comenzó a ser estudiado cuidadosamente por sus ojos, todo, con el objetivo de localizar la maravillosa presencia de Elena Katina. Sin embargo, segundos después, su búsqueda no arrojó ningún resultado, Elena y su hermanita menor brillaban por su ausencia.
De pronto, Viktoria observó como los niños de su salón empezaban a formar en orden y le llamó la atención.
—¡Yul, ya casi van a entrar. Tengo que ir a la fila!— Le dijo, sacándola de su distracción.
Yulia en seguida la bajó al suelo y le quitó el pequeño casco. Lo colocó sobre su brazo y también descendió del vehículo. Tomó la mano de Viktoria y empezaron a caminar hacia la entrada principal. Muchas chicas pasaron a su lado, pero ninguna era quien ella deseaba. Finalmente, logró llegar a la formación, colocó a la rubiecita en la fila y se agachó frente a su pequeño cuerpo, mostrándole su dedo meñique.
— Presta mucha atención, obedece a la mentora y mantente juiciosa en todo momento. ¿De acuerdo?
Viktoria sonrió —Lo haré — Le respondió sonriente y selló la promesa, uniendo su dedito.
Yulia la besó en la frente, le susurró un te amo, y justo cuando pretendía ponerse de pie, unos bracitos la tomaron con fuerza del cuello y no se lo permitieron.
Era la pequeña Katya.
—¡¡Yulia!!— La niña gritó con emoción, llenándole su mejilla de besos. En ese instante una mujer se posó al lado de ambas. Yulia la miró al rostro, y se decepcionó al darse cuenta que no era quien esperaba.
La persona que había llegado con Katya, era su nana, Fedora.
— ¡Fedo, mira a Yulia! — Katya le dijo en un gritillo que desprendía felicidad.
Fedora sonrió. Agachó la cabeza en un gesto —¡Hola, Yulia!— le saludó con amabilidad.
Yulia se puso de pie y procedió a saludarla, mostrando total respeto —Hola, señora.. ¿Cómo está?— Le saludó con cordialidad.
Fedora se encogió de hombros —He estado bien. Gracias por preguntar... ¿Y tú?
—También... Igual — Yulia le respondió con algo de pena.
En ese momento, la mentora de las niñas inició el llamado para que comenzaran a entrar. Katya y Viktoria se tomaron de las manos y empezaron a sacudir sus palmas libres en forma de despedida. Finalmente desaparecieron por la puerta.
Las dos mujeres quedaron allí solas.
—Bueno... Yulia, fue un gusto verte. Que tengas un buen viaje — Fedora se despidió e intentó girarse para tomar el camino de vuelta hacia al auto, pero la voz de Yulia le detuvo.
—¡Espere! ¡Espere por favor! — Le pidió. Fedora giró su rostro hacia ella —¿Puedo preguntarle algo?— Le dijo.
Fedora lo dudó por un momento, pero después volvió a su posición enteramente y asintió con lentitud — ¿Qué deseas?
—Señora, Fedo... amm... Elena... ¿Ella por qué no vino?— Yulia tartamudeó. Comenzó a acariciarse el cuello — Dígame... Ella... ¿se encuentra bien? ¿Está en casa?
Fedora percibió algo de preocupación en la mirada de Yulia al preguntarle aquello. Su teoría de que a la chica que tenía en frente le interesaba Elena, cada vez se hacía más fuerte.
Asintió — Si, ella está bien. Y no vino porque tuvo que irse con sus padres a atender algunos asuntos.
—Oh... Bueno... Me alegra saberlo — Yulia comentó con calma.
—Bien... si eso era todo lo que querías preguntarme; entonces ya no tengo nada que hacer aquí. Adiós, Yulia. Cuídate... — Fedora se despidió, y en esta ocasión pudo irse sin interrupciones hacia el auto que la esperaba para llevarla a la mansión.
Yulia se quedó mirando al vehículo de la mujer mientras desaparecía en la carretera. Quiso seguirlo, pero algo en sus adentros le gritaba que era mejor no hacerlo.
Volvió a su moto y se fue...
***
Horas más tarde, las hermanas Volkova, regresaron a casa completamente sanas y salvas. Caminaron hasta la sala y al llegar allí se encontraron a su madre junto a Miroslava, inmersas en una conversación; mientras la TV permanecía prendida.
—¡¡Mami!!— Viktoria gritó y corrió a los brazos de su madre.
Los ojos de Yulia inevitablemente se deslizaron hacia el rostro de su novia, sin embargo ella no le miraba. Evidentemente seguía enojada.
—¿En dónde estabas, Yulia? Te estuve llamando toda la mañana y no me contestaste. ¡Nos tenías preocupadas!— Larissa le soltó en un tono severo. Y es que después de llevar a Viktoria a la escuela, Yulia no había vuelto a casa para nada.
Yulia esperó a que su hermanita desapareciera por las escaleras y se sentó junto a su madre en el sofá. Miroslava, al otro lado, empezó a mirarse las uñas disimuladamente.
— Ma, la moto necesitaba una revisión así que la llevé al taller. Y mi celular se apagó por falta de carga — Le dijo, sin embargo esa no era la verdad. La única realidad del asunto es que sorprendentemente se había quedado las cuatro horas pasadas dando vueltas en su moto a través de toda la ciudad. Necesitaba un tiempo a solas para poder pensar, para despejarse de todo lo que la agobiaba... Esa había sido la verdadera razón.
—Pero me hubieras podido llamar, hija. Sé un poquito más consiente, siempre te lo pido. Sabes que me preocupo por ti.
— Si, ma. Lo siento — Yulia le manifestó con sinceridad.
En ese momento.
—¡¡MAMI!!— Un gritó de Viktoria se hizo presente desde del segundo piso, y Larissa tuvo que subir por las escaleras a la velocidad de la luz, dejándola a solas con Miroslava.
Yulia quiso decirle algo a la chica para al menos de ese modo iniciar una conversación y dejar la incomodidad atrás, pero el pitido de mensajes del celular de ella también se hizo presente y por consiguiente la vio alejarse como si nada hacia el pasillo del jardín. Pensó que no tenía caso intentar nada en ese instante, así que también dejó la sala y subió al segundo piso para ir a su habitación. Al entrar en ella, se encontró a Anya tirada en la cama, viendo una película en la TV. Cerró la puerta y se lanzó boca abajo al lado vacío del colchón. Sus ojos enseguida se cerraron.
—¿En dónde andabas, vida mía?— Escuchó a Anya preguntarle —Tú mamá estaba como loca llamando a tú papá porque no volviste después de dejar a Viktoria. Pensó que algo te había pasado.
—Solo estuve dando vueltas por ahí — Yulia contestó sin ganas.
Anya se volteó para hacerle frente y con sus dedos le abrió un parpado. El ojo de Yulia no se resistió —¿Cómo te fue anoche? ¿Si fuiste al Sugar?— Le preguntó. Pues ella también había sido cuestionada por Miroslava.
Yulia asintió —Si, y fue vergonzoso. Logré que Masha me ayudara a mentir... pero no sabes lo mal que Mirka se comportó con ella. Quería darme un tiro en ese instante.
—¿Y qué hizo?— Anya le soltó el parpado. Su ceño preocupado se hizo presente.
Los ojos de Yulia quedaron abiertos. Inclinó la cabeza —Se puso a insinuarle cosas, le dijo estupideces, me celó con ella de una forma terrible, me besó exageradamente en su cara... tanto así que casi me arranca mi labio solo para que ella lo viera... Fue horrible — Susurró con vergüenza.
Anya negó incrédula — Wow... Que mal... No pensé que ella fuera así.
—Yo tampoco, Any!... Y no sé que le pasa. Ella nunca se portó de esa manera antes, tú eres testigo de ello. Contigo nunca me ha celado de esa forma a pesar de como nos llevamos... Mirka está muy cambiada.
—Si... Me he dado cuenta de eso — Anya asintió en acuerdo.
—Oye… ¿Te ha preguntado algo sobre mi está mañana? ¿Estaba preocupada por mi como mamá?— Yulia sintió curiosidad.
Anya volvió a negar —No, para nada, no dijo absolutamente nada. Solo se la ha pasado pegada a su celular como un zombie.
—Si... Ya lo he notado, y me está dando curiosidad. Más tarde voy a averiguar con quien es que está hablando tanto... Por ahora... — bostezó — Voy a dormir un ratico. Despiértame antes de las doce y media... — Acomodó la cabeza en la almohada y volvió a cerrar los ojos...
***
—¡Por fin llegas!
Los ojos de Yulia captaron a Masha, quien se recargaba sobre el marco de la puerta del parqueadero.
— ¡Hola preciosa!— Yulia le saludó y la envolvió en un abrazo — ¿Por qué tanto interés en mi hoy? — Le dijo con coquetería.
Masha rió — Porque tenemos muchas cosas de que hablar. Vamos — Le contestó y entrelazó su mano con la de ella, para después arrastrarla hacia el campus. Llegaron al lago artificial al que ya habían ido una vez, y como de costumbre el lugar se encontraba solitario.
— Me gusta este sitio... es tan tranquilo — Yulia le comentó, mirando a los alrededores.
Masha le señaló unas piedras grandes que hacían parte del decorado.
—Sentémonos. Nuestra conversación va para largo — Bromeó.
Ambas lo hicieron, se miraron mutuamente y la primera en tomar la palabra fue Yulia. Quiso disculparse por lo de anoche.
— Masha... siento mucho lo que pasó ayer. Eso fue... una porquería. Algo realmente ridículo. De verdad, lo siento — Le dijo avergonzada.
Masha estuvo de acuerdo — Lo sé, y precisamente de eso quiero hablarte. Pero primero vamos por partes — Le aclaró. Yulia le dio el visto bueno — Me dijiste que habías ido a la fiesta de Elena... ¿Por qué?...
—Bueno... Yo fui porque... — Yulia comenzó a narrar cada detalle de lo que había pasado el día sábado. Desde en el momento en que había salido de su casa a base de engaños por parte de su mejor amiga, hasta que llegó a la fiesta de Elena sin muchos planes. Contó su encuentro con Varvara, revivió los recuerdos de una Elena ebria abrazándole por la espalda y luego llevándosela a un baño. Rememoró el momento en la piscina, sin esconder el detalle de sus celos hacia Aleksey luego de verle besando a la chica. Después evocó cada uno de los instantes que habían pasado en aquel bosque oscuro. Así mismo, reconstruyó el lamentable episodio del chico queriendo aprovecharse de Elena, y también su intervención.
La cara de Masha era inexplicable mientras oía todo lo que salía de la boca de su amiga. No podía creer que había estado en la fiesta y no se hubiese enterado de nada.
Yulia continuó narrando cada detalle de lo ocurrido, hasta que llegó a la ocasíón donde había quedado a solas con Elena bajo ese árbol. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras lo recordaba.
Comenzó a contárselo.
— Le pregunté que porqué se comportaba así conmigo, si antes me había dejado en claro que se sentía horrible estar a mi lado. Le cuestioné si era esquizofrénica, o si se había golpeado la cabeza con algo... o que si la borrachera estaba haciendo que viera a otra persona en vez de mí. Pero me dijo que no... que sabía que era yo. Después... me aclaró que ella no era ni loca, ni se había golpeado la cabeza... que solo actuaba así porque era de esa forma como siempre debió ser.
— Pues... Tiene algo de sentido. Te he dicho muchas veces que Elena no es como se muestra todo el tiempo. ¿Y qué más pasó? — Masha le alentó a seguir.
—Bueno... Le pregunté que a qué se refería con eso y me dijo que ella siempre había sido así antes que le empezara a importar lo que los demás pensaran sobre ella. Yo no entendía nada, pero sabía que iba por buen camino. Le pedí que dejara de comportarse así por otros y solo se dedicase a ser ella... Y me dio una gran sonrisa. Manifestó que yo tenía razón, que le importaba un carajo todo y después de eso, deslizó sus manos con mucha suavidad por toda mi nuca, se inclinó a escasos centímetros de mis labios... y luego se desmayó sobre mí. Quedó dormida completamente, Masha... Y yo realmente... no sé si eso iba a ser un beso... O que intentaba hacer... Pero te juro que yo lo percibí así. Después de eso... también caí dormida y cuando desperté ella ya no estaba a mi lado. Intenté buscarla pero se había esfumado de la casa.
—... Esta mañana hablé con ella pero no me mencionó nada de esto, ni siquiera lo del maldito de Aleksey — Masha expresó con enfado.
—Es porque tal vez no lo recuerda. ¡Y por eso quiero hablar con ella, Masha! No pude ir a buscarla ayer en todo el día después de eso porque mi novia estaba en casa, y hoy pensé que me la podía encontrar en la escuela de las niñas pero no fue a llevar ni a recoger a Katya. Espero poder hablar con ella ahora en el campus o después de clases...
—Creo que eso no va a ser posible, Yuli... Elena no vino hoy — Masha le informó, cortándole todas las esperanzas. Continuó —... Cuando hablamos por teléfono, me dijo que no vendría... Al parecer no se sentía bien.
—Demonios ¡¿Por qué?!— Yulia se tomó la cabeza — ¡Realmente quiero verla, necesito que me diga a que vino todo eso!
Masha percibió que su amiga comenzaba a desesperarse y llevó la palma de su mano contra la espalda de la chica, formó círculos en ella, tratando de calmarla.
—Yul... voy a decirte algo y espero que lo tomes por bien... — Le pidió.
Yulia asintió — Claro... ¿De qué se trata?
—Yul... yo... pienso que deberías dejar las cosas tal y como están — Le soltó —... Creo que es mejor que no busques a Elena, ni le pidas explicaciones de nada... simplemente déjalo pasar.
—¿Qué? ¿Por qué me dices esto?— Yulia le cuestionó confundida. Creía que ella era la primera en entenderle.
—Yul... Porque... últimamente ni yo puedo entender lo que le pasa a Elena. La última vez que intentaste ayudarla, preocuparte por ella... te llevaste una gran decepción... Y la verdad no quiero que eso te vuelva a ocurrir — Aquellas palabras hicieron a Yulia recordar el episodio donde se habían metido a su casa sin permiso. Y si, sabía perfectamente que de nada había servido ir.
Masha continuó.
—Si Elena está buscando algo de ti, deja que sea ella quien te lo haga saber, deja que sea ella quien te busque... deja que sea ella la que venga a ti. Tú ya hiciste suficiente.
Yulia se mantuvo en silencio mientras trataba de asimilar aquellas palabras tan valiosas. En realidad, Masha parecía tener mucha razón. Después de todo... Elena Katina era quien había iniciado el problema.
Asintió— Lo que dice es cierto, Mashi. Estoy mortificándome y ni siquiera sé la razón correcta de porqué lo hago. Dejaré las cosas como están... — Dijo suspirando.
Después de eso, un corto pero necesario silencio volvió a envolverlas. Masha le echó un vistazo a su reloj, se fijó que ya eran la una en punto, sin embargo no tenía ganas de ir a clase. Miró el perfil izquierdo y serio de Yulia, y de pronto quiso bromear con ella.
— Te digo algo... — empezó — ahora que me pediste hablar de lo que pasó en el Sugar, primero, debo hacerte saber que tu novia me cayó extremadamente mal. Te aclaro que yo no soy una chica que habla pestes de otras personas, pero de verdad, Yuli, me la imaginé diferente.
Yulia rió ante el comentario. Sus mejillas le comenzaron a arder de vergüenza — Por todos los cielos, no sabes lo apenada que estoy contigo por eso. Entiendo que te haya caído mal, ella se comportó realmente ridícula contigo. Lo siento por eso, debí llamarle la atención en ese instante — Se disculpó.
Masha se burló —Ridícula fue poco. Y no te preocupes, sé que tú no tuviste nada que ver con lo que ella me dijo. Cuando la vi llegar a la barra, pensé: Wow, que hermosa es la novia de Yul, debe ser igual de amable que ella, pero abrió la boca y todo se fue al carajo.
Yulia volvió a reír —Si, si... lo que ella tiene de linda, lo tiene de malgeniada y celosa. Aunque la verdad, me sorprendió porque nunca se había portado de esa forma con alguien.
—Debe ser porque la situación en tu ciudad era diferente. Es decir, no la voy a defender por lo que hizo, ni por la manera en que me habló pero entiendo un poco que esté con esa actitud defensiva. Me imagino que mientras estabas con ella en St. Petersburgo nunca te atrapó pasando la noche en casa de “una amiga” — Hizo un gesto con sus dedos burlonamente, —O la llamaron diciéndole que dormías con otra — Utilizó un tono pícaro. — ¿o me equivoco?
Yulia negó sonriendo — No, no te equivocas, nada de eso pasó... Y tal vez por eso la diabla que lleva dentro no se le había salido... — Comentó con humor, y Masha soltó una carcajada...
Ambas se quedaron riendo a todo pulmón en ese lugar...
***
En la noche, Yulia volvía a casa después de unas pocas horas de clase. Casi la mitad del tiempo se la había gastado hablando con Masha sobre muchas cosas.
Saludó a sus padres que estaban en la sala y rápidamente se dirigió a las escaleras y subió al segundo piso. Empezó a recorrer el pasillo y se detuvo al ver la puerta de la habitación de Viktoria entre abierta. Pasó a saludarla, y al entrar se encontró no solo con ella, si no que también con el lindo rostro de su novia. Miroslava y Viktoria se encontraban acostadas en la cama, pintando algunos dibujitos de unos libros.
La niña sonrió de oreja a oreja cuando la vio, sin embargo no fue igual con Miroslava, ella mantuvo su atención en la hoja.
— Yuli, mira esto — Viktoria le alzó el papel. Lo que pintaba eran dibujos de gatitos — ¿Los estoy pintando bien? — Le preguntó con inocencia.
Yulia se acercó al borde de la cama, detalló lo que había en la hoja y enseguida quiso reír, su hermanita había pintado los gatitos de colores muy llamativos.
—Nunca había visto gatos con el pelaje rojo, azul y verde pero en general está bien. Muy buen trabajo — Le comentó burlona.
Por la esquina de su ojo pudo divisar como Miroslava sonreía.
—Si, y mira estos también — La pequeña señaló la hoja de Miroslava. Yulia aprovechó que su novia se encontraba en el borde de la cama y se arrodilló en el suelo para luego apoyarse en sus codos sobre el colchón. Se inclinó hacia arriba pero no para ver lo que pintaba su chica, si no para poder acercar su rostro al perfil de ella.
—Hola Mirka.... ¿Podemos hablar?— Le susurró. Realmente iba con toda la actitud de querer arreglar las cosas, pero al parecer,
Miroslava no tenía la más mínima intención de hacerlo. Le ignoró completamente.
Yulia esperó un rato en esa posición a que ella se dignara a prestarle una pizca de atención, pero eso nunca sucedió —Está bien... Como tú quieras...— Le susurró nuevamente y se puso de pie. Caminó alrededor de la cama, yendo al lado de Viktoria que se encontraba en ese extremo. Besó su frente como despedida y se dispuso a salir de la habitación.
Tomó el pasillo y dos metros después, al pasar por su habitación, se metió sin previo aviso. Anya de nuevo se encontraba tirada bocabajo en la cama, pero ésta a diferencia de las otras chicas, se entretenía con su portátil.
Cerró la puerta, lanzó su maletín encima de su tocador, se quitó los zapatos, lanzó la chaqueta a una silla y de nuevo se lanzó con los brazos abiertos al lado de Anya.
— No me despiertes hasta mañana a las doce y media en punto — Le pidió y cerró los ojos.
Anya se rió —¿Y ahora que te pasó, Yulia Volkova?— Le preguntó burlona.
Ella negó —Nada, solo quiero dormir toda la noche y toda la mañana, y después levantarme solo para ir a la Universidad. Eso quiero...
—Está bien... Pero tu mamá no demora en llamarnos para ir a cenar. Ahí te despertarán.
—Tú encárgate de que no lo haga. Buenas noches.
—¿No te olvidas de algo?— Anya fue sugerente.
Yulia abrió los ojos y la vio con una ceja enarcada... No tenía que ser adivina para saber lo que quería. Se inclinó hacia ella y le dejó un beso en la mejilla.
Anya rió —Eso es algo que nunca puedes olvidar — Le recordó.
Yulia asintió también riendo y volvió a su posición...
***
Al día siguiente, Yulia corría como loca por los largos pasillos de la Universidad tratando de llegar a tiempo al auditorio. Anoche le había pedido a Anya que no la despertara hasta que fuera las doce y media de la tarde, pero realmente se lo había dicho en broma. No esperaba que su amiga lo tomara tan literal y la despertara sobre la hora de salida.
Pasó corriendo unos cuantos salones a la velocidad de un rayo hasta que finalmente logró llegar a las puertas del auditorio. Se recargó en sus rodillas por un momento mientras trataba de controlar su respiración. Sacó su teléfono para ver la hora y se dio cuenta que ya habían pasado diez minutos de clase. Tomó la manija de la puerta y la empujó hacia dentro, todas las miradas del auditorio, incluida la de la profesora, se posaron en ella.
Entró al salón y cerró la puerta suavemente.
— Yulia Volkova, te estábamos esperando — La profesora le habló.
Yulia se disculpó con una media sonrisa —Perdón por llegar tarde, maestra... tuve un pequeño problema en el camino.
— No te preocupes, Volkova. Igual tú pareja tampoco ha llegado. Ve a sentarte— Ella le comentó.
Yulia se quedó pensativa por un momento ante lo que la profesora le dijo pero unos segundos después cayó en cuenta del porqué. Había estado tan metida en otras cosas que ni siquiera se acordaba que hoy era su competencia de canto contra Elena.
Buscó con la mirada a Tasha e Inna por todos los alrededores del auditorio, y no bastó mucho para encontrarlas. Las vio en una esquina y en seguida fue hacia ellas. Inna le había reservado un puesto.
—Hola, chicas— Les saludó y tomó la silla vacía al lado de la novia de Tasha. Ella de inmediato se mostró preocupada.
—Tienes las mejillas rojísimas... ¿Qué te pasó? — Le preguntó.
Tasha también se inclinó para poder escuchar.
—Es que venía corriendo desde el parqueadero. Sorprendentemente me quedé dormida hasta hace media hora antes y tuve que venir aquí tan rápido como me fue posible.
— La maestra desde que inició la clase estaba preguntando por ti... — Tasha le comentó —... Y también por Elena, que como puedes ver — Señaló a todas las personas de la clase — Tampoco ha aparecido.
Yulia no tuvo nada para replicar al darse cuenta que Elena no estaba allí. Internamente se preocupó ya que era el segundo día de clases al que la chica no venía. Le parecía algo muy extraño.
La profesora comenzó a hablar.
— Bien chicos... como ustedes ya sabían, hoy teníamos nuestro último enfrentamiento de canto el cual se debatía entre Yulia Volkova y Elena Katina, pero en vista de que nuestra ya conocida Elena no vino... entonces... Yulia, queda como la legitima ganadora de este versus — La maestra fijó su mirada en ella —Parece que... Elena, hablaba muy en serio cuando dijo que si se enfrentaba contigo, no tenía caso para ella competir — Le hizo el comentario —¿Acaso eres tan buena como para que Elena Katina acepte la derrota de esta forma?— Le preguntó bastante interesada. Yulia se encogió de hombros. ¿Qué demonios iba a decir a eso? — Bueno, eso vamos a averiguarlo en unas horas ya que la competencia debe continuar.
La maestra regresó al escritorio y comenzó a hacer la misma actividad de revolver nombres y escoger parejas con los que ya habían ganado. Eso no le tomó mucho tiempo ya que eran la mitad de personas que antes.
Tasha se sonrió —Yul, acabas de hacer perder un buen dineral a todo este salón — Le comentó con humor.
Yulia la miró con confusión —¿A qué te refieres?
— Antes de que tú llegaras... — Inna se entrometió — La mayoría de personas en esta clase estaban apostando entre tú y Elena. Muchos decidieron elegirla a ella como la vencedora y ahora que has ganado pues... ya sabrás que ha pasado — Se burló.
Yulia no sintió divertido lo que acaban de decirle. ¿Qué acaso en ese lugar todo se trataba de apostar? ¿De dinero?
Frunció el ceño —¿Y ustedes participaron en eso? — Les preguntó.
Ambas chicas negaron.
— Claro que no — Tasha le respondió —Nosotras no nos andamos con jueguitos tontos.
—¡Inna Dobrunova! Ven a escoger a tu rival — La profesora le llamó. Ella de inmediato salió de la silla y fue hacia allá.
Tanto Tasha como Yulia clavaron su atención en lo que estaba pasando al frente de todo el auditorio. Ya había varias personas allí de pie, cada uno con un papelito en la mano. Yulia también fue llamada, completando el grupo de diez personas.
—Al menos otra ronda en la que no me enfrenté contigo — Inna le susurró al oído.
Bueno, sin más... Acá les dejo el otro capítulo que por cierto es un poco largo.
A leer!
Capítulo Anterior:
— Entretén a Mirka por una hora... o máximo dos mientras yo salgo a buscar a Kat
ina. Prometo no demorarme. Será pan comido.
—¡¿Qué?!— Anya alzó el tono de la voz, logrando que toda la mesa la quedara mirando. Sonrió nerviosa —Que... Que... rico está el desayuno... Gracias papá y mamá Volkov. Está grandioso — Dijo para desviar la atención.
Yulia negó, otra vez sintiéndose frustrada.
—Eso nos alegra, Any – Oleg, le dijo — Sigue disfrutándolo y si quieres más, no dudes en tomarlo.
—Gracias... — Anya le murmuró con pena.
De nuevo, se acercó a Yulia —Ves... lo que logras con tus ocurrencias?— Le regañó —Y no, no voy a entretener a tu novia porque eso sería algo muy arriesgado. Por favor, Yul, ya olvida lo de tu charla con esa chica, ¿Podrías? Entiende que todo lo que te dijo, lo hizo estando ebria, y generalmente cuando uno tiene tragos de más encima siempre dice o hace incoherencias. Seguramente eso de que no te odia te lo comentó solo porque la ayudaste, y lo demás que me mencionaste ni siquiera tiene sentido para mí... No entiendo como es que lo tiene para ti. Eso solo fue puro parloteo de una chica excesivamente pasada de alcohol. Lo siento, pero no cuentes conmigo.
[***]
Yulia se aclaró la garganta y le regaló una pequeña sonrisa que no duró mucho. Realmente esperaba que todo saliera bien.
—Tranquila, amor... Ya me siento mejor — Le susurró, y después, señaló a Masha que miraba la escena totalmente paralizada. No se movía para nada —Mirka, ella es mi amiga Masha, Masha... ella es mi novia... Mirka — Les presentó.
Ambas chicas se miraron por un momento, Miroslava detallando a Masha cada centímetro de su rostro hasta que finalmente se sonrieron mutuamente.
Miroslava estiró su mano hacia ella —Un placer conocerte — Le dijo, y Masha en seguida correspondió. Tomó su mano y la sacudió por un segundo.
—Igualmente — Le dijo amablemente.
Yulia comenzaba a sentirse fría. Ya empezaba a imaginarse lo que se avecinaba.
[***]
Yulia empezó a sentir que sus deseos se despertaban pero ya no con la misma intensidad de antes. Ahora, se sentía diferente, su corazón ya no latía con la misma fuerza que solía hacerlo.
Con calma, liberó la palma de su mano que se encontraba sobre el pecho de su novia y procedió a taparse los ojos con ella.
Miroslava arrugó la frente en confusión, se puso de nuevo la blusa y le destapó la mirada, alejando su mano.
—¿Qué te pasa?— Le dijo enojada.
Yulia tragó saliva.
—Yo... no puedo hacerlo… Tenemos que hablar – Le susurró y volvió a esconderse tras su brazo.
Veintitrés
—¡¿Hablar sobre qué, mi amor?! Si es por lo que pasó en ese bar, solo olvidémoslo, ¿si? Lo siento, me comporté como una tonta, lo sé. Pero que querías que hiciera si tú me das motivos para que yo desconfíe de ti. ¡Vamos Yuli! Perdóname. No volverá a pasar. Lo prometo — Lo último, Miroslava se lo pidió en un tono bastante mimado. De nuevo, intentó quitarle el brazo de los ojos, pero ella no se dejó —¡Yuli, no seas así!— Chilló.
Yulia no lo pudo evitar, dejó salir todo el aire que tenía guardado en sus pulmones. En ese momento solo deseaba poder pensar tranquilamente.
—No es sobre eso que quiero hablar, Mirka... — Le respondió en voz baja y procedió a destaparse la vista. En seguida fijó su mirada en la chica que tenía encima. Definitivamente no podía decirle lo que tenía en mente —De hecho... ya no quiero hablar de nada. Lo siento — Concluyó y ladeó su rostro en la almohada.
No quería demostrarlo pero en ese momento batallaba internamente contra lo que consideraba era “correcto y no”. En el instante en que pronunció aquel “tenemos que hablar” de hace segundos, lo había hecho con el fin de dar por terminado las cosas con ella, pero... ¿Cortar con su novia era la opción más viable en ese momento?... Realmente no lo sabía. Ni siquiera estaba segura de porqué lo había dicho. Tenía presente que sus sentimientos hacia ella ya no eran los mismos pero aquella frase había salido de su boca sin ninguna intención. Fue más que un impulso del momento debido a la situación en la que se encontraban.
Miroslava volvió a hablarle.
—Yuli... Si quieres decirme algo solo hazlo. Sé que hice mal y por eso quiero remediarlo. No te pongas así... — Ella se inclinó sobre su torso y luego besó su mejilla tiernamente.
Yulia de inmediato le regresó la mirada —Con lo que te dije en el Sugar fue suficiente. Es lo único que quiero hacerte entender. Ahora... no tengo nada más que decirte...
—Entonces... ¿ya no estás enojada conmigo?
Negó.
—No, Mirka, no lo estoy.
—¡Yay! — Miroslava se emocionó y nuevamente se inclinó hacia ella, pero esta vez, para dejarle un beso húmedo en el cuello.
Yulia cerró los ojos al sentir que los labios de su novia empezaban a recorrer su yugular. Se inmersó tanto en ello, que de pronto, encontró imaginándose junto a Elena Katina en la misma situación. No pudo sobrellevarlo. De inmediato se sentó y detuvo las caricias de su chica.
—¡Miroslava... ! — Exclamó agitada. La chica la miró extrañada. No comprendía que le había pasado —... Miroslava... Ahora no estoy de humor para esto... Por favor... Yo... No me siento bien... Y... además, mañana tengo que madrugar para llevar a Viktoria a la escuela. Solo descansemos... solo eso... — Le pidió en calma, y volvió a dejarse caer sobre la cama.
En sus adentros, Miroslava se sintió totalmente frustrada, pero no lo demostró en su expresión facial. Simplemente procedió a quitársele de encima y luego se acomodó en el lado vacío del colchón, pero esta vez, dándole la espalda.
Yulia no quiso perturbar más las cosas entre ellas, de manera que también se cubrió con la cobija hasta el cuello. Cerró los ojos para intentar tener un sueño tranquilo, pero todo indicaba que esa no iba a ser la noche posible para dormir. Cientos de cosas torturaban su mente...
***
A la mañana siguiente, el cielo de la ciudad de Moscú amanecía con unos leves pero maravillosos rayos de sol. La madre del hogar Volkov, bajaba las escaleras de muy buen humor. Otro comienzo de semana llegaba y los preparativos para que su familia iniciara con pie derecho las obligaciones del día no se hacían esperar. Rápidamente se dirigió a la cocina pero lastimosamente su buena vibra mañanera desapareció en el momento en que pasó la puerta y vio a su hija mayor sentada en el comedor, con una cara de muy pocos amigos y tomándose la cabeza con ambas manos como si le doliera.
No dudó en acercársele. Tomó la silla a su lado.
—Mi amor, ¿Qué pasa? ¿Te estás sintiendo mal?... ¿Estás enferma?— Le preguntó en un tono calmado, pero al mismo tiempo preocupado.
Yulia negó con lentitud, aunque mantenía la cabeza gacha —No, no me pasa nada, madre. Estoy bien — Le aseguró, sin embargo ella no se lo creyó. Le buscó el rostro con la mirada, le tomó ambas manos quitándoselas de la cabeza, y allí pudo notar como unas horribles bolsas negras se le marcaban bajo los ojos. Su boca enseguida se convirtió en una mueca.
—¡Dios mío!... ¡Mira como estás, mi bebé! Tienes unas ojeras de muerte. ¡Hasta parece que te hubieran golpeado! ¿Por qué estás así? — En esta ocasión, si mostró más preocupación que calma.
Yulia negó de nuevo. Larissa era un poco exagerada — No es nada madre... Solo... no pude pegar un ojo en toda la noche.
—... ¿Y eso por qué?... ¿Acaso pasó algo? Lo que sea, amor... Sabes que puedes decírmelo — Larissa le deslizó una de sus manos protectoras por la espalda, tomándola con fuerza. Conocía a su hija como la palma de su mano, y sabía perfectamente que algo no andaba bien.
Yulia se relajó entre el abrazo de su madre. Era tan cálido y reconfortante como de costumbre —No sé, mamá... Realmente estoy en una encrucijada — Empezó a decirle —Tengo tantas cosas en la cabeza que no me dejan estar tranquila. Ya ni sé que es lo quiero.
—¿Podrías ser un poco más clara? Me estás confundiendo — Larissa le dijo con humor.
Yulia sonrió ante ello, después, dejó salir un suspiro —Estoy confundida, mamá..., sobre mis sentimientos... — Explicó y se pausó durante unos segundos. Larissa ya empezaba a comprender por donde iba el asunto — Siento que... las cosas con Miroslava ya no son iguales... Mi corazón ya no quiere responderle como solía hacerlo... Y eso me tiene... no sé ni como describirlo... — Se tiró el cabello hacia atrás y luego se cruzó de brazos. En realidad, no tenía idea de como explicarlo.
Larissa quiso ayudarle.
—Déjame adivinar... ¿Hay alguien más aquí?— Le cuestionó, colocándole un dedo sobre el corazón.
Yulia asintió.
—Bien... Y ese alguien es... Elena Katina... ¿O me equivoco?
Esta vez, Yulia ya no pudo ocultarlo. Negó —No, no te equivocas, mamá... es ella — Se lo afirmó.
Larissa le tomó la mejilla con ternura. Lo sospechaba. Le miró fijamente a los ojos —Dime la verdad, mi vida... Sé que te he preguntado muchas veces esto, pero... ¿Tú tienes o tuviste algún tipo de relación amorosa con ella? Sé honesta por favor.... — Le pidió.
—No, no madre... Entre ella y yo nunca ha habido nada... Ni siquiera una amistad — Yulia sonrió débilmente —Lo cierto es que... nuestra relación ha sido un verdadero desastre desde que nos conocimos, sin embargo... eso no ha sido impedimento para que yo sienta cosas por ella.
—¿Y ella siente lo mismo por ti? ¿Te ha manifestado algo? ¿Te lo ha expresado?
—En ningún momento — Contestó sin pensarlo — De hecho... me ha dejado en claro muchas veces que no le gustan las niñas... Aunque a veces se comporta algo extraña.
—Lo entiendo, bebé... Pero algo debes de saber y es que si el sentimiento no es mutuo, eres tú quien lleva todas las de perder — Larissa empezó a aconsejarla. Era de la única forma en que podía intervenir — No te voy a culpar por lo que estás sintiendo ahora, Elena es una chica con una personalidad muy encantadora, físicamente es preciosa... pero si con ella no hay nada por lo que haya que luchar; entonces, no, olvídate de todo y no cometas un error. Yuli... tienes una novia con la que llevas casi dos años de relación, y si estás dudando de tus sentimientos hacia ella, es mejor que te sinceres. Siempre te lo he dicho. Pero primero debes pensarlo bien, porque así como estás dudando ahora, de pronto podrías dejar de hacerlo. Tú perfectamente sabes que eso que estás sintiendo puede que sea algo pasajero debido a la circunstancias...
—Lo sé, má, lo sé... Tienes razón, esto podría ser solo algo pasajero. Tal vez lo único que necesito es reforzar mi relación con ella... Hacer que todo vuelva a ser como antes.
—Eso ya es tu decisión, Yuli. Yo solo te voy a pedir que hagas lo correcto. Te conozco y sé que lo harás... Eres inteligente — Larissa besó su mejilla con fuerza —Ya regrésate a la habitación y trata de dormir. Yo llevó a Viktoria a la escuela. Anda... — Se levantó de la silla —Voy a preparar el desayuno— Acabó por decirle y fue hacia a la nevera.
Yulia se quedó en el comedor bastante pensativa. Las palabras de su madre habían sido tan certeras que dolían. No sabía que hacer... Y tampoco quería volver a la cama. También salió de la silla.
—No, má, tú no te preocupes... Yo voy a llevar a Viktoria a la escuela. Necesito ir... — Le avisó y salió rápidamente de la cocina.
***
Rondando casi las 7:20 am, la Yamaha de Yulia se detenía a unos metros frente a la puerta principal de la escuela primaria de Moscú. Solo faltaban diez minutos para el inicio de clases y en el jardín principal de la institución ya se encontraban cientos de niños y niñas despidiéndose de sus padres; mientras sus mentores esperaban por ellos en la entrada.
Yulia se quitó el casco, y lo primero que hizo fue desviar su mirada hacia toda la multitud de gente que se encontraba allí. Rostro por rostro de cada figura femenina en el lugar comenzó a ser estudiado cuidadosamente por sus ojos, todo, con el objetivo de localizar la maravillosa presencia de Elena Katina. Sin embargo, segundos después, su búsqueda no arrojó ningún resultado, Elena y su hermanita menor brillaban por su ausencia.
De pronto, Viktoria observó como los niños de su salón empezaban a formar en orden y le llamó la atención.
—¡Yul, ya casi van a entrar. Tengo que ir a la fila!— Le dijo, sacándola de su distracción.
Yulia en seguida la bajó al suelo y le quitó el pequeño casco. Lo colocó sobre su brazo y también descendió del vehículo. Tomó la mano de Viktoria y empezaron a caminar hacia la entrada principal. Muchas chicas pasaron a su lado, pero ninguna era quien ella deseaba. Finalmente, logró llegar a la formación, colocó a la rubiecita en la fila y se agachó frente a su pequeño cuerpo, mostrándole su dedo meñique.
— Presta mucha atención, obedece a la mentora y mantente juiciosa en todo momento. ¿De acuerdo?
Viktoria sonrió —Lo haré — Le respondió sonriente y selló la promesa, uniendo su dedito.
Yulia la besó en la frente, le susurró un te amo, y justo cuando pretendía ponerse de pie, unos bracitos la tomaron con fuerza del cuello y no se lo permitieron.
Era la pequeña Katya.
—¡¡Yulia!!— La niña gritó con emoción, llenándole su mejilla de besos. En ese instante una mujer se posó al lado de ambas. Yulia la miró al rostro, y se decepcionó al darse cuenta que no era quien esperaba.
La persona que había llegado con Katya, era su nana, Fedora.
— ¡Fedo, mira a Yulia! — Katya le dijo en un gritillo que desprendía felicidad.
Fedora sonrió. Agachó la cabeza en un gesto —¡Hola, Yulia!— le saludó con amabilidad.
Yulia se puso de pie y procedió a saludarla, mostrando total respeto —Hola, señora.. ¿Cómo está?— Le saludó con cordialidad.
Fedora se encogió de hombros —He estado bien. Gracias por preguntar... ¿Y tú?
—También... Igual — Yulia le respondió con algo de pena.
En ese momento, la mentora de las niñas inició el llamado para que comenzaran a entrar. Katya y Viktoria se tomaron de las manos y empezaron a sacudir sus palmas libres en forma de despedida. Finalmente desaparecieron por la puerta.
Las dos mujeres quedaron allí solas.
—Bueno... Yulia, fue un gusto verte. Que tengas un buen viaje — Fedora se despidió e intentó girarse para tomar el camino de vuelta hacia al auto, pero la voz de Yulia le detuvo.
—¡Espere! ¡Espere por favor! — Le pidió. Fedora giró su rostro hacia ella —¿Puedo preguntarle algo?— Le dijo.
Fedora lo dudó por un momento, pero después volvió a su posición enteramente y asintió con lentitud — ¿Qué deseas?
—Señora, Fedo... amm... Elena... ¿Ella por qué no vino?— Yulia tartamudeó. Comenzó a acariciarse el cuello — Dígame... Ella... ¿se encuentra bien? ¿Está en casa?
Fedora percibió algo de preocupación en la mirada de Yulia al preguntarle aquello. Su teoría de que a la chica que tenía en frente le interesaba Elena, cada vez se hacía más fuerte.
Asintió — Si, ella está bien. Y no vino porque tuvo que irse con sus padres a atender algunos asuntos.
—Oh... Bueno... Me alegra saberlo — Yulia comentó con calma.
—Bien... si eso era todo lo que querías preguntarme; entonces ya no tengo nada que hacer aquí. Adiós, Yulia. Cuídate... — Fedora se despidió, y en esta ocasión pudo irse sin interrupciones hacia el auto que la esperaba para llevarla a la mansión.
Yulia se quedó mirando al vehículo de la mujer mientras desaparecía en la carretera. Quiso seguirlo, pero algo en sus adentros le gritaba que era mejor no hacerlo.
Volvió a su moto y se fue...
***
Horas más tarde, las hermanas Volkova, regresaron a casa completamente sanas y salvas. Caminaron hasta la sala y al llegar allí se encontraron a su madre junto a Miroslava, inmersas en una conversación; mientras la TV permanecía prendida.
—¡¡Mami!!— Viktoria gritó y corrió a los brazos de su madre.
Los ojos de Yulia inevitablemente se deslizaron hacia el rostro de su novia, sin embargo ella no le miraba. Evidentemente seguía enojada.
—¿En dónde estabas, Yulia? Te estuve llamando toda la mañana y no me contestaste. ¡Nos tenías preocupadas!— Larissa le soltó en un tono severo. Y es que después de llevar a Viktoria a la escuela, Yulia no había vuelto a casa para nada.
Yulia esperó a que su hermanita desapareciera por las escaleras y se sentó junto a su madre en el sofá. Miroslava, al otro lado, empezó a mirarse las uñas disimuladamente.
— Ma, la moto necesitaba una revisión así que la llevé al taller. Y mi celular se apagó por falta de carga — Le dijo, sin embargo esa no era la verdad. La única realidad del asunto es que sorprendentemente se había quedado las cuatro horas pasadas dando vueltas en su moto a través de toda la ciudad. Necesitaba un tiempo a solas para poder pensar, para despejarse de todo lo que la agobiaba... Esa había sido la verdadera razón.
—Pero me hubieras podido llamar, hija. Sé un poquito más consiente, siempre te lo pido. Sabes que me preocupo por ti.
— Si, ma. Lo siento — Yulia le manifestó con sinceridad.
En ese momento.
—¡¡MAMI!!— Un gritó de Viktoria se hizo presente desde del segundo piso, y Larissa tuvo que subir por las escaleras a la velocidad de la luz, dejándola a solas con Miroslava.
Yulia quiso decirle algo a la chica para al menos de ese modo iniciar una conversación y dejar la incomodidad atrás, pero el pitido de mensajes del celular de ella también se hizo presente y por consiguiente la vio alejarse como si nada hacia el pasillo del jardín. Pensó que no tenía caso intentar nada en ese instante, así que también dejó la sala y subió al segundo piso para ir a su habitación. Al entrar en ella, se encontró a Anya tirada en la cama, viendo una película en la TV. Cerró la puerta y se lanzó boca abajo al lado vacío del colchón. Sus ojos enseguida se cerraron.
—¿En dónde andabas, vida mía?— Escuchó a Anya preguntarle —Tú mamá estaba como loca llamando a tú papá porque no volviste después de dejar a Viktoria. Pensó que algo te había pasado.
—Solo estuve dando vueltas por ahí — Yulia contestó sin ganas.
Anya se volteó para hacerle frente y con sus dedos le abrió un parpado. El ojo de Yulia no se resistió —¿Cómo te fue anoche? ¿Si fuiste al Sugar?— Le preguntó. Pues ella también había sido cuestionada por Miroslava.
Yulia asintió —Si, y fue vergonzoso. Logré que Masha me ayudara a mentir... pero no sabes lo mal que Mirka se comportó con ella. Quería darme un tiro en ese instante.
—¿Y qué hizo?— Anya le soltó el parpado. Su ceño preocupado se hizo presente.
Los ojos de Yulia quedaron abiertos. Inclinó la cabeza —Se puso a insinuarle cosas, le dijo estupideces, me celó con ella de una forma terrible, me besó exageradamente en su cara... tanto así que casi me arranca mi labio solo para que ella lo viera... Fue horrible — Susurró con vergüenza.
Anya negó incrédula — Wow... Que mal... No pensé que ella fuera así.
—Yo tampoco, Any!... Y no sé que le pasa. Ella nunca se portó de esa manera antes, tú eres testigo de ello. Contigo nunca me ha celado de esa forma a pesar de como nos llevamos... Mirka está muy cambiada.
—Si... Me he dado cuenta de eso — Anya asintió en acuerdo.
—Oye… ¿Te ha preguntado algo sobre mi está mañana? ¿Estaba preocupada por mi como mamá?— Yulia sintió curiosidad.
Anya volvió a negar —No, para nada, no dijo absolutamente nada. Solo se la ha pasado pegada a su celular como un zombie.
—Si... Ya lo he notado, y me está dando curiosidad. Más tarde voy a averiguar con quien es que está hablando tanto... Por ahora... — bostezó — Voy a dormir un ratico. Despiértame antes de las doce y media... — Acomodó la cabeza en la almohada y volvió a cerrar los ojos...
***
—¡Por fin llegas!
Los ojos de Yulia captaron a Masha, quien se recargaba sobre el marco de la puerta del parqueadero.
— ¡Hola preciosa!— Yulia le saludó y la envolvió en un abrazo — ¿Por qué tanto interés en mi hoy? — Le dijo con coquetería.
Masha rió — Porque tenemos muchas cosas de que hablar. Vamos — Le contestó y entrelazó su mano con la de ella, para después arrastrarla hacia el campus. Llegaron al lago artificial al que ya habían ido una vez, y como de costumbre el lugar se encontraba solitario.
— Me gusta este sitio... es tan tranquilo — Yulia le comentó, mirando a los alrededores.
Masha le señaló unas piedras grandes que hacían parte del decorado.
—Sentémonos. Nuestra conversación va para largo — Bromeó.
Ambas lo hicieron, se miraron mutuamente y la primera en tomar la palabra fue Yulia. Quiso disculparse por lo de anoche.
— Masha... siento mucho lo que pasó ayer. Eso fue... una porquería. Algo realmente ridículo. De verdad, lo siento — Le dijo avergonzada.
Masha estuvo de acuerdo — Lo sé, y precisamente de eso quiero hablarte. Pero primero vamos por partes — Le aclaró. Yulia le dio el visto bueno — Me dijiste que habías ido a la fiesta de Elena... ¿Por qué?...
—Bueno... Yo fui porque... — Yulia comenzó a narrar cada detalle de lo que había pasado el día sábado. Desde en el momento en que había salido de su casa a base de engaños por parte de su mejor amiga, hasta que llegó a la fiesta de Elena sin muchos planes. Contó su encuentro con Varvara, revivió los recuerdos de una Elena ebria abrazándole por la espalda y luego llevándosela a un baño. Rememoró el momento en la piscina, sin esconder el detalle de sus celos hacia Aleksey luego de verle besando a la chica. Después evocó cada uno de los instantes que habían pasado en aquel bosque oscuro. Así mismo, reconstruyó el lamentable episodio del chico queriendo aprovecharse de Elena, y también su intervención.
La cara de Masha era inexplicable mientras oía todo lo que salía de la boca de su amiga. No podía creer que había estado en la fiesta y no se hubiese enterado de nada.
Yulia continuó narrando cada detalle de lo ocurrido, hasta que llegó a la ocasíón donde había quedado a solas con Elena bajo ese árbol. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras lo recordaba.
Comenzó a contárselo.
— Le pregunté que porqué se comportaba así conmigo, si antes me había dejado en claro que se sentía horrible estar a mi lado. Le cuestioné si era esquizofrénica, o si se había golpeado la cabeza con algo... o que si la borrachera estaba haciendo que viera a otra persona en vez de mí. Pero me dijo que no... que sabía que era yo. Después... me aclaró que ella no era ni loca, ni se había golpeado la cabeza... que solo actuaba así porque era de esa forma como siempre debió ser.
— Pues... Tiene algo de sentido. Te he dicho muchas veces que Elena no es como se muestra todo el tiempo. ¿Y qué más pasó? — Masha le alentó a seguir.
—Bueno... Le pregunté que a qué se refería con eso y me dijo que ella siempre había sido así antes que le empezara a importar lo que los demás pensaran sobre ella. Yo no entendía nada, pero sabía que iba por buen camino. Le pedí que dejara de comportarse así por otros y solo se dedicase a ser ella... Y me dio una gran sonrisa. Manifestó que yo tenía razón, que le importaba un carajo todo y después de eso, deslizó sus manos con mucha suavidad por toda mi nuca, se inclinó a escasos centímetros de mis labios... y luego se desmayó sobre mí. Quedó dormida completamente, Masha... Y yo realmente... no sé si eso iba a ser un beso... O que intentaba hacer... Pero te juro que yo lo percibí así. Después de eso... también caí dormida y cuando desperté ella ya no estaba a mi lado. Intenté buscarla pero se había esfumado de la casa.
—... Esta mañana hablé con ella pero no me mencionó nada de esto, ni siquiera lo del maldito de Aleksey — Masha expresó con enfado.
—Es porque tal vez no lo recuerda. ¡Y por eso quiero hablar con ella, Masha! No pude ir a buscarla ayer en todo el día después de eso porque mi novia estaba en casa, y hoy pensé que me la podía encontrar en la escuela de las niñas pero no fue a llevar ni a recoger a Katya. Espero poder hablar con ella ahora en el campus o después de clases...
—Creo que eso no va a ser posible, Yuli... Elena no vino hoy — Masha le informó, cortándole todas las esperanzas. Continuó —... Cuando hablamos por teléfono, me dijo que no vendría... Al parecer no se sentía bien.
—Demonios ¡¿Por qué?!— Yulia se tomó la cabeza — ¡Realmente quiero verla, necesito que me diga a que vino todo eso!
Masha percibió que su amiga comenzaba a desesperarse y llevó la palma de su mano contra la espalda de la chica, formó círculos en ella, tratando de calmarla.
—Yul... voy a decirte algo y espero que lo tomes por bien... — Le pidió.
Yulia asintió — Claro... ¿De qué se trata?
—Yul... yo... pienso que deberías dejar las cosas tal y como están — Le soltó —... Creo que es mejor que no busques a Elena, ni le pidas explicaciones de nada... simplemente déjalo pasar.
—¿Qué? ¿Por qué me dices esto?— Yulia le cuestionó confundida. Creía que ella era la primera en entenderle.
—Yul... Porque... últimamente ni yo puedo entender lo que le pasa a Elena. La última vez que intentaste ayudarla, preocuparte por ella... te llevaste una gran decepción... Y la verdad no quiero que eso te vuelva a ocurrir — Aquellas palabras hicieron a Yulia recordar el episodio donde se habían metido a su casa sin permiso. Y si, sabía perfectamente que de nada había servido ir.
Masha continuó.
—Si Elena está buscando algo de ti, deja que sea ella quien te lo haga saber, deja que sea ella quien te busque... deja que sea ella la que venga a ti. Tú ya hiciste suficiente.
Yulia se mantuvo en silencio mientras trataba de asimilar aquellas palabras tan valiosas. En realidad, Masha parecía tener mucha razón. Después de todo... Elena Katina era quien había iniciado el problema.
Asintió— Lo que dice es cierto, Mashi. Estoy mortificándome y ni siquiera sé la razón correcta de porqué lo hago. Dejaré las cosas como están... — Dijo suspirando.
Después de eso, un corto pero necesario silencio volvió a envolverlas. Masha le echó un vistazo a su reloj, se fijó que ya eran la una en punto, sin embargo no tenía ganas de ir a clase. Miró el perfil izquierdo y serio de Yulia, y de pronto quiso bromear con ella.
— Te digo algo... — empezó — ahora que me pediste hablar de lo que pasó en el Sugar, primero, debo hacerte saber que tu novia me cayó extremadamente mal. Te aclaro que yo no soy una chica que habla pestes de otras personas, pero de verdad, Yuli, me la imaginé diferente.
Yulia rió ante el comentario. Sus mejillas le comenzaron a arder de vergüenza — Por todos los cielos, no sabes lo apenada que estoy contigo por eso. Entiendo que te haya caído mal, ella se comportó realmente ridícula contigo. Lo siento por eso, debí llamarle la atención en ese instante — Se disculpó.
Masha se burló —Ridícula fue poco. Y no te preocupes, sé que tú no tuviste nada que ver con lo que ella me dijo. Cuando la vi llegar a la barra, pensé: Wow, que hermosa es la novia de Yul, debe ser igual de amable que ella, pero abrió la boca y todo se fue al carajo.
Yulia volvió a reír —Si, si... lo que ella tiene de linda, lo tiene de malgeniada y celosa. Aunque la verdad, me sorprendió porque nunca se había portado de esa forma con alguien.
—Debe ser porque la situación en tu ciudad era diferente. Es decir, no la voy a defender por lo que hizo, ni por la manera en que me habló pero entiendo un poco que esté con esa actitud defensiva. Me imagino que mientras estabas con ella en St. Petersburgo nunca te atrapó pasando la noche en casa de “una amiga” — Hizo un gesto con sus dedos burlonamente, —O la llamaron diciéndole que dormías con otra — Utilizó un tono pícaro. — ¿o me equivoco?
Yulia negó sonriendo — No, no te equivocas, nada de eso pasó... Y tal vez por eso la diabla que lleva dentro no se le había salido... — Comentó con humor, y Masha soltó una carcajada...
Ambas se quedaron riendo a todo pulmón en ese lugar...
***
En la noche, Yulia volvía a casa después de unas pocas horas de clase. Casi la mitad del tiempo se la había gastado hablando con Masha sobre muchas cosas.
Saludó a sus padres que estaban en la sala y rápidamente se dirigió a las escaleras y subió al segundo piso. Empezó a recorrer el pasillo y se detuvo al ver la puerta de la habitación de Viktoria entre abierta. Pasó a saludarla, y al entrar se encontró no solo con ella, si no que también con el lindo rostro de su novia. Miroslava y Viktoria se encontraban acostadas en la cama, pintando algunos dibujitos de unos libros.
La niña sonrió de oreja a oreja cuando la vio, sin embargo no fue igual con Miroslava, ella mantuvo su atención en la hoja.
— Yuli, mira esto — Viktoria le alzó el papel. Lo que pintaba eran dibujos de gatitos — ¿Los estoy pintando bien? — Le preguntó con inocencia.
Yulia se acercó al borde de la cama, detalló lo que había en la hoja y enseguida quiso reír, su hermanita había pintado los gatitos de colores muy llamativos.
—Nunca había visto gatos con el pelaje rojo, azul y verde pero en general está bien. Muy buen trabajo — Le comentó burlona.
Por la esquina de su ojo pudo divisar como Miroslava sonreía.
—Si, y mira estos también — La pequeña señaló la hoja de Miroslava. Yulia aprovechó que su novia se encontraba en el borde de la cama y se arrodilló en el suelo para luego apoyarse en sus codos sobre el colchón. Se inclinó hacia arriba pero no para ver lo que pintaba su chica, si no para poder acercar su rostro al perfil de ella.
—Hola Mirka.... ¿Podemos hablar?— Le susurró. Realmente iba con toda la actitud de querer arreglar las cosas, pero al parecer,
Miroslava no tenía la más mínima intención de hacerlo. Le ignoró completamente.
Yulia esperó un rato en esa posición a que ella se dignara a prestarle una pizca de atención, pero eso nunca sucedió —Está bien... Como tú quieras...— Le susurró nuevamente y se puso de pie. Caminó alrededor de la cama, yendo al lado de Viktoria que se encontraba en ese extremo. Besó su frente como despedida y se dispuso a salir de la habitación.
Tomó el pasillo y dos metros después, al pasar por su habitación, se metió sin previo aviso. Anya de nuevo se encontraba tirada bocabajo en la cama, pero ésta a diferencia de las otras chicas, se entretenía con su portátil.
Cerró la puerta, lanzó su maletín encima de su tocador, se quitó los zapatos, lanzó la chaqueta a una silla y de nuevo se lanzó con los brazos abiertos al lado de Anya.
— No me despiertes hasta mañana a las doce y media en punto — Le pidió y cerró los ojos.
Anya se rió —¿Y ahora que te pasó, Yulia Volkova?— Le preguntó burlona.
Ella negó —Nada, solo quiero dormir toda la noche y toda la mañana, y después levantarme solo para ir a la Universidad. Eso quiero...
—Está bien... Pero tu mamá no demora en llamarnos para ir a cenar. Ahí te despertarán.
—Tú encárgate de que no lo haga. Buenas noches.
—¿No te olvidas de algo?— Anya fue sugerente.
Yulia abrió los ojos y la vio con una ceja enarcada... No tenía que ser adivina para saber lo que quería. Se inclinó hacia ella y le dejó un beso en la mejilla.
Anya rió —Eso es algo que nunca puedes olvidar — Le recordó.
Yulia asintió también riendo y volvió a su posición...
***
Al día siguiente, Yulia corría como loca por los largos pasillos de la Universidad tratando de llegar a tiempo al auditorio. Anoche le había pedido a Anya que no la despertara hasta que fuera las doce y media de la tarde, pero realmente se lo había dicho en broma. No esperaba que su amiga lo tomara tan literal y la despertara sobre la hora de salida.
Pasó corriendo unos cuantos salones a la velocidad de un rayo hasta que finalmente logró llegar a las puertas del auditorio. Se recargó en sus rodillas por un momento mientras trataba de controlar su respiración. Sacó su teléfono para ver la hora y se dio cuenta que ya habían pasado diez minutos de clase. Tomó la manija de la puerta y la empujó hacia dentro, todas las miradas del auditorio, incluida la de la profesora, se posaron en ella.
Entró al salón y cerró la puerta suavemente.
— Yulia Volkova, te estábamos esperando — La profesora le habló.
Yulia se disculpó con una media sonrisa —Perdón por llegar tarde, maestra... tuve un pequeño problema en el camino.
— No te preocupes, Volkova. Igual tú pareja tampoco ha llegado. Ve a sentarte— Ella le comentó.
Yulia se quedó pensativa por un momento ante lo que la profesora le dijo pero unos segundos después cayó en cuenta del porqué. Había estado tan metida en otras cosas que ni siquiera se acordaba que hoy era su competencia de canto contra Elena.
Buscó con la mirada a Tasha e Inna por todos los alrededores del auditorio, y no bastó mucho para encontrarlas. Las vio en una esquina y en seguida fue hacia ellas. Inna le había reservado un puesto.
—Hola, chicas— Les saludó y tomó la silla vacía al lado de la novia de Tasha. Ella de inmediato se mostró preocupada.
—Tienes las mejillas rojísimas... ¿Qué te pasó? — Le preguntó.
Tasha también se inclinó para poder escuchar.
—Es que venía corriendo desde el parqueadero. Sorprendentemente me quedé dormida hasta hace media hora antes y tuve que venir aquí tan rápido como me fue posible.
— La maestra desde que inició la clase estaba preguntando por ti... — Tasha le comentó —... Y también por Elena, que como puedes ver — Señaló a todas las personas de la clase — Tampoco ha aparecido.
Yulia no tuvo nada para replicar al darse cuenta que Elena no estaba allí. Internamente se preocupó ya que era el segundo día de clases al que la chica no venía. Le parecía algo muy extraño.
La profesora comenzó a hablar.
— Bien chicos... como ustedes ya sabían, hoy teníamos nuestro último enfrentamiento de canto el cual se debatía entre Yulia Volkova y Elena Katina, pero en vista de que nuestra ya conocida Elena no vino... entonces... Yulia, queda como la legitima ganadora de este versus — La maestra fijó su mirada en ella —Parece que... Elena, hablaba muy en serio cuando dijo que si se enfrentaba contigo, no tenía caso para ella competir — Le hizo el comentario —¿Acaso eres tan buena como para que Elena Katina acepte la derrota de esta forma?— Le preguntó bastante interesada. Yulia se encogió de hombros. ¿Qué demonios iba a decir a eso? — Bueno, eso vamos a averiguarlo en unas horas ya que la competencia debe continuar.
La maestra regresó al escritorio y comenzó a hacer la misma actividad de revolver nombres y escoger parejas con los que ya habían ganado. Eso no le tomó mucho tiempo ya que eran la mitad de personas que antes.
Tasha se sonrió —Yul, acabas de hacer perder un buen dineral a todo este salón — Le comentó con humor.
Yulia la miró con confusión —¿A qué te refieres?
— Antes de que tú llegaras... — Inna se entrometió — La mayoría de personas en esta clase estaban apostando entre tú y Elena. Muchos decidieron elegirla a ella como la vencedora y ahora que has ganado pues... ya sabrás que ha pasado — Se burló.
Yulia no sintió divertido lo que acaban de decirle. ¿Qué acaso en ese lugar todo se trataba de apostar? ¿De dinero?
Frunció el ceño —¿Y ustedes participaron en eso? — Les preguntó.
Ambas chicas negaron.
— Claro que no — Tasha le respondió —Nosotras no nos andamos con jueguitos tontos.
—¡Inna Dobrunova! Ven a escoger a tu rival — La profesora le llamó. Ella de inmediato salió de la silla y fue hacia allá.
Tanto Tasha como Yulia clavaron su atención en lo que estaba pasando al frente de todo el auditorio. Ya había varias personas allí de pie, cada uno con un papelito en la mano. Yulia también fue llamada, completando el grupo de diez personas.
—Al menos otra ronda en la que no me enfrenté contigo — Inna le susurró al oído.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER
Cada uno fue mostrando los nombres que había en los papelitos y en seguida dieron paso a la competencia.
Dos horas más tarde ya había nuevos ganadores, entre ellos, Inna y Yulia quienes conformaban un grupo de diez personas, con eso la clase también daba por terminada y todos empezaron a salir del auditorio. Incluidas las chicas.
Tasha las detuvo en la puerta —Bien, niñas... ¿Vamos a la cafetería o...
—Oh, no amor, no puedo ir a la cafetería — Inna la cortó —Se me olvidó decirte que hoy tengo ensayo. Sabes que mañana es el partido de la semifinal y tenemos que estar a full.
—Entonces, ¿te vas ya? ¿Quieres que te acompañe?— Le preguntó. Inna asintió. Miró a Yulia —¿Vas también? le dijo.
Ella asintió sin darle mucha importancia.
Las chicas retomaron su camino y empezaron a dirigirse hacia las canchas donde se perpetuaban los ensayos. Cuando llegaron, Yulia se sorprendió de que en las graderías no hubiese un solo alma. El lugar estaba completamente vacío y todo gracias a que una de las maestras de deporte había hecho que cerraran las rejas de las tribunas con el fin que ningún escandaloso se metiera a molestar a las porristas mientras ellas intentaban concentrarse en sus ensayos.
Al ver las puertas de las graderías bloqueadas, Inna hizo que las chicas se metieran a la grama donde a unos metros ya se encontraban algunas porristas estirando sus músculos.
—Me voy a cambiar, amor. Nos vemos — Inna besó los labios de Tasha, sacudió su mano a Yulia y desapareció hacia los vestidores.
Yulia y Tasha se apoyaron contra la reja que dividía la cancha de las graderías.
—A Karina le hubiera gustado estar aquí— Tasha dijo divertida, con los ojos clavados en el grupo de chicas que se encontraba a la mitad de la grama.
Yulia no pudo evitar sonreír ante el comentario —¿Por qué no la llamas?— Le dio la idea, a la cual Tasha quedó pensativa.
—No, mejor no — Dijo después de unos segundos — Dejémosla tranquila en su clase. La necesita — Comentó, de nuevo con diversión.
En ese momento, otro grupo de porristas salía de los vestidores riendo a carcajadas. Yulia posó su atención en la escena y no pudo evitar que su mirada se deslizara en cierta chica, Varvara. Se dispuso a detallarla de pies a cabeza como nunca lo había hecho antes y, sin querer, se mordió el labio inferior. No lo pudo evitar, el cuerpazo que la mujer se mandaba era de muerte.
De pronto, y como por obra del destino, sus miradas se encontraron. Varvara la quedó mirando durante unos segundos, y después no dudó en salirse del grupo, tomando dirección a ella.
Yulia empezó a sentirse nerviosa mientras la veía acercarse. La chica parecía una modelo.
Finalmente la chica llegó, y lo primero que hizo fue regalarle una linda sonrisa. Saludó con un amable “hola” a Tasha... Y a Yulia le regaló una sonrisa más grande que la primera.
—¡Yulia! ¡Que bueno verte por aquí!— Le dijo y se llevó un mechón de pelo detrás de su oreja... También parecía nerviosa — El día de la fiesta... — dijo con timidez. Se llevó su dedo pulgar a la boca y comenzó a morderse la uña. Tasha lo notó y se alejó unos metros de ellas para sentarse en la grama verde. No quería ser una molestia —... te busqué después de que Elena nos interrumpió, pero nunca te encontré por ningún lado. ¿Acaso te fuiste?
—¿Me fui?— Yulia preguntó confundida —Ah... si, si me fui... — Le contestó rápidamente al recordarlo — Mi amiga... la chica con la que andaba se puso un poco ebria y tuve que llevármela... — Explicó —...Estaba... poniéndose pesada... Ya sabes — Lo dijo con una mueca.
Varvara le dio una media sonrisa — Que mal... yo realmente anhelaba seguir charlando contigo... — aparentó un poco de decepción.
—Bueno... Pero, podemos charlar otras veces. Tal vez ese no era el día correcto — Yulia trató de mostrarse simpática, y logró que la chica sonriera de nuevo.
—Entonces... ah... ¿Quieres ir a tomarte algo después de que termine el entrenamiento? — Ella le lanzó sonrojada —...Si quieres aquí en la Universidad o si prefieres... podemos salir a algún bar o algo así... ya sabes...
—Pues... Yo... creo que...— Yulia no sabía que responderle. La verdad no deseaba que la chica se hiciera ideas erróneas con ella —... podríamos ir otro día? es que... hoy me es imposible. Tengo muchísimas cosas que hacer — Mintió.
—¡Oh! Está bien, no hay problema — Varvara se lo tomó bien —Podemos salir otro día entonces... Y con mucha más calma.
—Claro — Yulia respondió relajada —Tú... solo me avisas... Ya sabes que me mantengo en el bloque de Artes.
—Lo sé— Ella asintió.
—¡Hey!— Inna llegó por detrás de Varvara, tomándola de los hombros. Enarcó una ceja al verla allí de pie —¿Qué haces aquí? Nos están llamando ¡Debemos ir a la cancha!— Le manifestó extrañada.
Varvara miró al grupo que se encontraba a la mitad de la grama. De pronto su ceño se frunció — Elena ni siquiera ha llegado. No podemos empezar a ensayar la rutina sin ella.
—Pues nos va a tocar hacerlo sin ella... No vino hoy — Inna le dio la noticia.
El ceño de Varvara se arrugó más —¿Cómo que no vino? ¡Eso no puede ser posible! Ella es la que lleva las pautas de todas. ¡Es la capitana!
—Lo sé, pero no podemos hacer nada. Nos toca a nosotras solitas ensayar la rutina. Vámonos — Inna la intentó jalar pero Varvara le dijo que esperara. Desvió su mirada a Yulia.
—Entonces... ¿nos estamos hablando?— Le preguntó.
—Si... claro— Yulia le dijo, de nuevo despreocupada.
—¡Perfecto!— Exclamó ella, y en un movimiento rápido, le clavó un beso en la mejilla. Tasha e Inna se miraron interrogante —Adiós — acabó por decir, y esta vez si corrió para unirse al grupo.
Yulia fue a sentarse al lado de Tasha, que le miraba con la ceja enarcada.
—¿Qué?— Le cuestionó.
Tasha mantenía su gesto —¿A qué vino ese beso? Tú no me habías contado que te estabas enredando con ella. ¿Cómo es que la conoces?
—¡No me estoy enredando con ella por Dios! — Aclaró —... No sé a que vino el beso porque claramente me tomó desprevenida... Y... la conocí solo hace dos días... en la fiesta de cumpleaños de Elena...
—¿Fuiste a la fiesta de Elena? — Tasha se sorprendió. Yulia asintió lentamente —¿Y cómo fuiste a dar allá?
—Es una historia muy larga.
—Pues quiero saberla. Tenemos dos horas por delante.
—Está bien...— Yulia suspiró derrotada...
***
Más tarde, en casa, Anya llevaba por los menos cinco minutos de pie frente al refrigerador. Miraba con detalle cada uno de los alimentos que había dentro de él. Tenía hambre, pero con tanta variedad de comida ni siquiera podía decidirse. Volvió a detallar todo, hasta que finalmente sus ojos se clavaron en un tarro de helado de chocolate.
—¡Este!— Exclamó para si misma y lo tomó. Cerró la puerta del refrigerador y en el momento en que se giró hacia la salida, se sobresaltó cuando vio una silueta parada frente al marco de la puerta. Una mano fue a dar a su corazón.
Era Yulia.
—¡Demonios! ¡Eres tan blanca que pensé que era un fantasma!— Bromeó.
Yulia sonrió y se adentró a saludarla como ya era típico. Abrazos y besos por doquier.
—¿Cómo te fue?— Anya le preguntó mientras destapaba el helado y se dirigía al comedor. Yulia la siguió pero no se sentó, solo se apoyó de espaldas contra el borde de la mesa.
— Estuvo bien... pero oye... ¿En dónde están mis padres? — Señaló hacia la sala. Su ceja se había enarcado — Te lo pregunto porque me sorprende que no estén frente a la TV, es la hora de su programa favorito y siempre los encuentro allí cuando llego de clases.
—Tus padres salieron hace como media hora — Anya le soltó de inmediato. Se llevaba cucharadas del helado a la boca sin ningún cuidado — Una mujer trajo a la hermanita de Katina como a eso de las cinco y a tu madre se le ocurrió que era buena idea llevarlas al parque de diversiones. Yo no quise ir... pero ellos si se fueron todos juntos.
—¿Todos?— Yulia de nuevo enarcó su ceja — ¿O sea que mi hermano y Mirka también fueron?
—No — Anya negó —Tú hermano no estaba cuando eso pasó, y la verdad es que a tu novia no la vi salir con ellos. Debo suponer que está arriba en la habitación de pinturas.
—¡¿Cómo que supones?! ¡¿Acaso no la has visto?!— Yulia se extrañó.
Anya de nuevo negó —Así es, solo me la crucé en el almuerzo y de ahí no la he vuelto a ver. Además... recuerda que ella ni siquiera me habla desde el día que llegó porque piensa que te estoy encubriendo las supuestas amantes.
— Si... lo sé— Yulia negó lamentándolo — Bueno... — Dijo incorporándose —Voy a buscarla y a tratar de arreglar las cosas una vez más para ver si por fin estas ridiculeces se acaban. Ya estoy harta.
—Ve tranquila, ve... — Anya le dijo despreocupada —Y si necesitas algo voy a estar aquí.
—Bien — Yulia asintió.
Salió de la cocina y se fue directo al segundo piso. Arribó al pasillo y lo primero que hizo fue ir a la habitación de pinturas. Tomó la manija de la puerta y antes de girarla, suspiró profundamente —Esto es lo correcto — Susurró para si misma, y entró. El cuarto estaba en calma, parecía que no hubiese nadie allí. Siguió para corroborarlo y efectivamente era así, Miroslava no estaba en ese lugar. Dejó su maleta sobre el sofá cama y salió de nuevo hacia el pasillo. Comenzó a ir por las otras habitaciones, primero a la suya, luego a la de Viktoria, después a la de Lenin, a la de sus padres... pero su novia no se veía por ninguna parte. Se cruzó de brazos a mitad del pasillo. La única cosa que pasaba por su mente en ese instante era la posibilidad de que Miroslava se hubiese ido a St. Petersburgo.
Dejó esa loca idea atrás y sus ojos se volvieron a clavar en todas las puertas, de nuevo estudiándolas. Ya había entrado a todas... bueno... no todas, en ese instante cayó en cuenta que no había ido a una de ellas: La habitación de huéspedes.
Pensó que era poco probable que estuviera allí ya que ese lugar estaba hecho un desastre pero aún así se dirigió a él. Giró la manija de la puerta y siguió adentro, lo único que su mirada pudo detallar al mirar en el interior, es que aquella habitación necesitaba ser arreglada. Tomó la perilla para cerrar de nuevo e irse, pero se detuvo en el acto cuando escuchó un ligero ruido venir del baño. Se paró allí por unos segundos para comprobar que no había sido su imaginación, y así pasó, el timbre de un celular sonó y después la voz de Miroslava. Su ceño se frunció en confusión. No entendía por qué demonios su novia estaba encerrada en ese lugar.
Caminó hasta allí e intentó tomar la manija de la puerta pero no lo llevó acabo en el momento en que comenzó a escuchar todo con más claridad. Pegó su oreja a la madera. Su novia parecía estar peleando con alguien por teléfono, algunos “NO” muy mal humorados salían de su boca.
—¡Ya te he repetido mil veces lo mismo!—
—No, ¿acaso no entiendes? ¡No lo necesito! Si, y ya te dije que no voy a volver hasta el próximo lunes así que deja de insistirme.
—¡¡Que no joder!! ¡¡No me interesa!! Ya te dije estoy con mi familia en casa de mi abuela, no salí de St. Petersburgo por lo que tú estás creyendo, no te creas tan importante.
—¡¿Casa de su abuela?!— Yulia susurró confundida pero en calma.
—Te lo voy a dejar claro una vez más, no te voy a dar la dirección de la casa y si estás muy desesperada por verme pues vas a tener que esperarme hasta el próximo lunes. Ya deja de llamarme. Vas a causarme un problema con mis padres.
Yulia pensó que tal vez Mirka estaba teniendo un problema grave así que tiró de la perilla con suavidad. Miroslava de inmediato se sobresaltó al verla allí. Rápidamente escondió el teléfono tras su espalda.
—¿Con quién estabas hablando?— Yulia le cuestionó con calma. Miroslava le miraba fijamente, su cuerpo se había quedado como una estatua. No había movimiento en él.
Yulia esperó por una respuesta; sin embargo nada venía de la boca de su novia. Su ceja se enarcó en confusión —¡¿Por qué te pones tan nerviosa? Quién era— Le volvió a decir en un tono neutro, pero Miroslava se veía tan sobresaltada y asustada que sospechó que no era nada bueno.
—Era mi madre... estaba... hablando con mi madre — Ella se mostró dudosa al decirlo.
Y Yulia se confundió más debido a eso — ¿Eh? Me estás diciendo que a tu mamá es a quien le estás hablando en ese tono... — Bufó divertida. Miroslava asintió lentamente — No te creo, esa no era tu madre... déjame comprobarlo — le exclamó en tono burlón y sacó su teléfono del bolsillo. Comenzó a marcar el número de su suegra y después se llevó el dispositivo a la oreja.
Miroslava se lo quitó de inmediato antes de que su madre pudiera contestarle —No, no estaba hablando con ella, si... estaba charlando con una amiga — Le soltó de repente.
El ceño de Yulia ahora si se frunció.
— ¿Una amiga?— Le dijo sin entenderlo —¿A qué estás jugando? ¿Por qué no me dices lo que pasa y ya?— Esta vez si se puso seria.
Miroslava seguía nerviosa, pero no respondía nada.
Yulia notó como ella seguía escondiendo el teléfono así que de inmediato entendió que le estaba ocultando algo —¿No me lo dirás? — Le dijo.
Miroslava siguió sin responder. Yulia asintió, entendiendo cual era la situación. No quiso hacerlo de esa forma pero la consumió un mal sentimiento y en un movimiento rápido, tomó a Miroslava de los brazos y la empujó contra el filo del lavamanos. Empezó a forcejar contra ella, yendo de lado a lado sin lastimarla, hasta que logró arrebatarle el celular.
Se alejó con el aparato hasta la puerta y le hundió una tecla. La pantalla estaba en negro.
—¡Lo apagaste!— Le exclamó sorprendida.
Miroslava permanecía contra el lavamanos, no intentaba ni siquiera moverse.
Yulia prendió el teléfono, rápidamente buscó el registro de llamadas entrantes y de inmediato marcó al último número que se mostraba en la pantalla. Se colocó el celular en la oreja, y esperó, hasta que una voz femenina se escuchó del otro lado.
—¿Te arrepentiste de colgarme y ahora si quieres hablar conmigo?— Le dijeron.
Necesitaba saber lo que pasaba así que se mantuvo en silencio.
—¿Miroslava?... ¡Hey!.... ¡Mi amor! Ya deja de ser infantil, no peleemos más... ¿si? Tú sabes que te amo mucho, háblame por favor. ¿Miroslava?... ¿Miroslava? Bebé.
Los ojos de Yulia se posaron en Miroslava mientras aquella voz en el teléfono no dejaba de llamarle de forma cariñosa. Se lo retiró de la oreja, y procedió a presionarle el altavoz.
—Amor, ya sé que nos peleamos pero estás llevando esto a los extremos. Está bien que no querías verme pero irte a la casa de tus abuelos para huir de mi fue demasiado. Ya te extraño muchísimo. Vuelve pronto por favor... Quiero que arreglemos las cosas... Te amo. Te necesito aquí conmigo, sabes que no puedo estar sin ti... Extraño tus abrazos, extraño tus besos... Extraño estar contigo en la cam...
Yulia colgó antes de que esa desconocida siguiera.
Miroslava había agachado la cabeza. No podía con la vergüenza.
—Una amiga eh? — Yulia se mostró tranquila al decírselo, pero por dentro ardía de ira. Con calma dejó el celular sobre la encimera del baño y se alejó hacia la puerta. Tomó la perilla de afuera y se giró de nuevo hacia ella — Así que... tú único propósito de venir aquí fue para buscar refugio porque estabas peleando con tu nueva novia... — Le preguntó. Miroslava se mantenía en silencio —Yulia se rió — Qué preguntas tan estúpidas las que hago... — Soltó un suspiro lleno de decepción y salió de allí, azotando la puerta con todas sus fuerzas.
Dejó la habitación, caminó por todo el pasillo para tomar las escaleras pero en el primer escalón se encontró a Anya.
Su mejor amiga arrugó la frente cuando le vio los ojos rojos.
—¿Qué pasó, Yuli?— Le preguntó preocupada, pero Yulia solo negó.
Apretó los ojos, haciendo desaparecer cualquier rastro de lágrimas de ellos — Mirka tiene otra chica, la escuché hablando por teléfono — Le contó, visiblemente afectada.
Anya abrió los ojos de par en par — ¿Cómo?
Yulia asintió — Así es... La acabo de descubrir... Me voy, no puedo estar aquí, mañana nos vemos — Se despidió y dio un paso al lado para poder seguir, pero Anya la retuvo colocando una mano en su pecho.
— Espera, Yuli... ¿a dónde demonios vas a irte?
—Solo voy a estar por ahí... necesito pensar... Voy a estar bien, no te preocupes — Le aseguró.
Anya lo dudó, no la iba a dejar sola — Voy contigo— Le dijo, pero Yulia negó.
—No, quiero estar sola. Por favor amiga. No me va a pasar nada. Te lo juro. Solo quiero pensar.
Anya negó pero se dio cuenta que no podía hacer mucho. Era lo que su amiga deseaba.
—Está bien, pero... no te vayas a desaparecer por mucho tiempo. No olvides que mañana vuelvo a St. Petersburgo, a las 8 am me estoy yendo de aquí para el aeropuerto. Aunque sea ven a despedirme.
—Aquí voy a estar — Yulia le respondió, le acarició la mejilla con ternura y suspiró mientras finalmente comenzaba a tomar camino por las escaleras.
Anya se quedó llena de preocupación mientras la veía desaparecer al primer piso. No quería dejarla ir sola, pero si eso era lo que ella deseaba se lo iba a respetar.
A la mañana siguiente, tal y como se lo había prometido a Anya, Yulia llegó a las afueras de su casa. En la puerta principal ya se encontraba su mejor amiga con las maletas en la mano. Con ella, también estaban su madre, su hermanita menor, y al lado de ella, para su sorpresa, la pequeña Katya.
Yulia caminó cerca del grupo y, como era de esperarse, su madre fue la primera que le hizo frente.
—Mi bebé!— Le dijo y la abrazó con fuerza, reconfortándole. Anya ya le había contado que ella y Miroslava habían terminado su relación, pero no el porqué de ello. —¿Cómo estás?— Le preguntó de forma amorosa.
Yulia le mostró su sonrisa. Ella estaba bien. A pesar de lo que había pasado, sentía una paz interior inexplicable — Estoy bien, mamá. No te preocupes — Le aseguró. Larissa asintió y se alejó para darle el paso hacia a su mejor amiga que ya debía partir.
Anya ni siquiera esperó a que ella se le acercara. Ella misma fue hacia su mejor amiga y la abrazó por el cuello, sin dejar ningún espacio entre sus cuerpos. Quería hacerle saber que siempre estaba ahí para lo que necesitara. Yulia también la abrazó por la cintura —¿Irás a visitarme a menudo, cierto?— Le susurró en la mejilla, a punto de llorar.
Yulia se sonrió con diversión. Anya siempre era algo dramática para las despedidas —Claro que si, mi todo. Iré a visitarte tan a menudo que acabarás aburriéndote de mi — Bromeó, logrando que tanto ella como su madre rieran.
—Bueno... ya debo irme — Anya le dijo y salieron del abrazo.
Yulia aprovechó que su amiga comenzaba a despedirse de las niñas y tomó las maletas que se encontraban en el suelo con el fin de llevarlas a la camioneta de su madre que ya se encontraba afuera del garaje. Al llegar a ella, abrió la cajuela y se sorprendió al ver la cabeza de Miroslava sobresaliendo por uno de los asientos traseros del auto. Metió las maletas de su amiga, al lado de las de su ex novia, cerró la cajuela y rodeó la camioneta, llegando a una de las puertas, precisamente donde estaba la chica. Tocó un par de veces el cristal polarizado, hasta que este bajó lentamente.
Miroslava apareció tras de él, con el rostro triste, los ojos hinchados y bastantes rojizos. La chica efectivamente había llorado toda la noche.
Yulia se inclinó contra la puerta para poder hablarle más íntimamente, pero su ex novia decidió no sostenerle la mirada, su perfil cabizbajo era lo único que podía verle ahora.
—Ten un buen viaje, Mirka... Y cuídate mucho — Yulia le susurró. Miroslava sentía que las ganas de llorar volvían. La estaba pasando mal, realmente pésimo — Espero que la relación tan bonita que tienen nuestros padres no se vaya a deteriorar por esto... No digas nada, yo tampoco lo diré — Le aseguró.
Una lágrima comenzó a caminar por la mejilla de Miroslava. En ese momento se arrepentía de haber hecho tantas estupideces. Miró a Yulia —Perdóname... por favor — Le pidió, con toda sinceridad. Más lágrimas comenzaban a caer de sus ojos.
Yulia se metió la mano al bolsillo de su pantalón y sacó un pañuelo, para después ofrecérselo. Ella lo tomó y comenzó a secar sus mejillas.
—Está todo bien, Mirka... No tengo nada que perdonarte... Supongo que si así pasó, es porque así debió ser... — Le dio una sonrisa — Esto se empezó a dañar desde que yo te abandoné para venirme aquí, también tengo algo de responsabilidad en eso — Se burló de si misma. Anya y Larissa comenzaban a acercarse al auto —Bueno, de nuevo deseo que tengas un buen viaje. Cuídate mucho. Adiós...— Le dijo por último y se alejó de ella solo unos metros.
Esperó a que Anya llegara al auto y volvió a abrazarle con cariño — Por favor, salúdame a tus padres y diles que uno de estos días voy a visitarles — Anya asintió y no le dio más vueltas al asunto. Se metió al auto antes de que empezara a llorar.
Larissa se subió al asiento del piloto y por la ventana, le señaló a las niñas.
—No tenían clases hoy, has que vuelvan a la cama — Le ordenó.
Yulia asintió, para luego quedarse observando como el auto de su madre tomaba la carretera y comenzaba a desaparecer por la vía.
Regresó a la puerta y las niñas enseguida se prendieron de sus pies. Sonreían picaronas — Ya escucharon a mi mamá. Vámonos a dormir —Yulia las tomó de la mano a cada una y las adentró a la casa. En el pasillo, no las llevó a la habitación de Viktoria, si no que siguió unas puertas más hasta que entraron a su cuarto. Las niñas saltaron a la cama sin pensarlo.
—¿Vamos a dormir aquí?— Katya le preguntó emocionada.
Ella asintió sin pensarlo. Se quitó la chaqueta y también saltó a la cama, tirándose boca arriba en toda la mitad.
Abrió los brazos de par en par —Vengan aquí — Les dijo y ellas de inmediato se acostaron a cada lado de su cuerpo, colocando sus cabecitas en cada uno de sus hombros. No dejaban de sonreír.
Yulia posó su mirada en Katya. La niña le observaba fijamente. Sus ojos eran como dos platos. Quiso preguntarle por Elena, pero mejor lo dejó. En ese momento solo deseaba relajarse — Duerme bien — Le susurró y le dejó un beso en la frente. Lo mismo hizo con su adorada hermanita y después recostó su cabeza en la de ella, para luego cerrar los ojos...
***
Más tarde, Yulia sentía unos ligeros golpecitos en su brazo. Gimió unas cuantas veces hasta que finalmente abrió los ojos. Su madre se encontraba frente a ella.
—Buenas tardes, bebé. ¿Dormiste bien?— Larissa le preguntó en un tono cálido.
Yulia se estiró y se sentó contra el espaldar de la cama. Un bostezo salió de su boca. Larissa rió —Parece que si— Dijo con humor, haciendo que Yulia le mostrara su sonrisa.
— Dormí como nunca má... Y— de pronto, miró extrañada a su alrededor, algo faltaba —¿Dónde están el par de mujercitas preciosas que dormían conmigo?— Frunció el ceño.
Su madre rió.
—Las tuve que despertar primero para que bajaran a almorzar. Tú sabes que ellas son muchos más demoradas para comer...
—Oh... si... tienes razón.
—Y además... — Siguió — Las hice ir de aquí porque tú y yo tenemos que hablar de lo que pasó con Miroslava. Ni ella ni Anya quisieron decirme que era lo que había sucedido, y de la nada me dijo que se volvía a St. Petersburgo.
—Ma... lo que pasó con ella, era algo que debía suceder... Simplemente, pasó lo que tenía que pasar.... y ya — Dijo con calma — No hay nada más que decir. Yo estoy bien, Miroslava también lo va a estar y todo va a seguir su rumbo normal — Tomó la mano de Larissa entre las suyas — Es así madre. Una vez más, te pido que no te preocupes.
—Eso es imposible, mi amor. Soy tu madre y me voy a preocupar hasta el fin de mis días por cada cosa que te pase.
—Lo sé, y por eso te amo — Yulia le besó tiernamente su mano —Pero aquí ya no hay nada de que preocuparse. Haber terminado con Miroslava era lo correcto, mamá. Siento un alivio inexplicable en este momento. Te lo juro.
—Voy a tomarlo así solo por esta vez, pero más adelante vas a tener que decirme todo lo que hay detrás de esto. Por ahora — Se levantó de la cama — Levántate a almorzar. Ya son las 12 y no quiero que salgas corriendo a la Universidad como lo hiciste ayer.
Yulia rió al recordarlo — Hoy van a jugar un partido, mamá así que por las clases no te preocupes... porque no habrá. No voy a ir... — Le informó, saliendo de la cama.
Larissa se encogió de hombros — Bueno... si la cosas es así pues... está bien.
— Pero si quiero ese delicioso almuerzo — Yulia dijo de buen humor y salió de la habitación agarrada del brazo de su madre.
***
Horas después, Yulia se hallaba en sentada en la sala junto a las chicas buscando algo que ver en la TV. Pero aquello, no estaba siendo una tarea fácil. Ya llevaban casi media hora frente a la pantalla y ninguna de las dos pequeñas se decidía por cual programa ver. Ambas saltaban sobre el sofá principal cada vez que ella cambiaba a un canal diferente, ya fuera porque a una le gustaba y a la otra no.
La indecisión de ambas ya la estaban volviendo loca.
— ¡Ese me gusta, Yuli!
—¡No, a mi no, cámbialo, Yulia!
—¡No, no lo hagas. Ese es uno de mis favoritos!
—No, cámbialo, pon otro!
Y así era, ya había repetido como por quinceava vez consecutiva los trecientos canales que disponía la TV, pero aún así, ellas no se ponían de acuerdo.
Presionó por última vez los botones; hasta que el canal de inicio volvió a aparecer. No aguantó más y lanzó el control al lado vacío del sofá, las niñas de inmediato la miraron con tristeza.
—¿Yuli, por qué te detienes?— Katya le gimió.
—Si, Yulis... Síguela cambiando. Queremos ver algo — Viktoria también.
Las boquitas de ambas se habían convertido en unos tiernos pucheros. Algo que le causó risa.
—¡Ya he cambiado como mil veces los canales y ustedes no eligen ningún programa...! — Les dijo divertida. Las niñas ahora le fruncían el ceño — Miren, bebés... ¿Qué les parece si mejor vemos una película? Una que nos guste a todas... — Les dio la idea, y al parecer a las pequeñas les encantó porque sus caras enseguida transformaron a unas sonrientes.
En seguida, el par de chiquillas saltaron a la alfombra y se dejaron caer boca arriba sobre ella, listas para empezar a disfrutar de la película.
Yulia buscó rápidamente algo animado en la red y dejó que empezara a correr. Por fin, el silencio invadía la sala.
Minutos después, a pesar de que las películas animadas no eran su fuerte, Yulia se mantenía con los ojos abiertos sobre la pantalla del Led. En los últimos dos meses no recordaba lo que era pasar una tarde en casa debido a la Universidad, así que su única opción había sido quedarse allí, ya que no había nada más que hacer.
De pronto, Katya se levantó de la alfombra y fue a sentarse a su lado. Yulia pensó que tal vez la pequeña se había cansado de estar acostada, así que no le cuestionó nada y siguió con sus ojos frente a la TV... Claro que eso no duró mucho porque comenzó a darse cuenta de la mirada penetrante de la niña sobre su perfil derecho.
Le miró, y efectivamente las verdes pupilas de Katya se encontraban sobre ella.
—¿Qué pasa, preciosa?— Le interrogó con ternura.
Katya se corrió hacia ella, juntándose a su cuerpo lo que más podía para luego abrazarle por el torso.
Yulia al verla, pasó su mano protectora por la espalda de la chiquilla. Era encantadora.
—¿Por qué no fuiste a la Universidad, Yuli?— Le interrogó.
Yulia se mostró extrañada por la pregunta pero lo tomó con relajo. Se encogió de hombros —Bueno... hoy se juega un partido de baloncesto al que toda la Universidad asiste, por ende, nadie tiene clases. Por eso no fui — Le explicó.
Katya asintió lentamente. Yulia veía como la pequeña empezaba a morderse los labios de manera nerviosa, no tenía que ser adivina para saber que algo quería decirle.
Se aventuró a interrogarle —¿Por qué me lo preguntas? ¿Pasa algo?
Katya asintió nuevamente. Comenzaba a jugar con sus manitas — Es que... Lena si fue hoy, pero tú no fuiste — Le dijo.
Yulia arrugó la frente en confusión. No entendió en lo absoluto.
—¿Y qué pasa con eso?
—Pues... es que Lena no quiso ir los otros días porque tenía miedo de verte. Ella estaba muy triste... y también asustada, pero esta mañana se despertó de muy buen humor y me dijo que hoy si iría a la Universidad para hablar contigo... pero tú te quedaste aquí... Y ahora mi hermana no va a poder decirte lo que ella quería.
Y si Yulia ya estaba confundida, aquello que acaba de decir Katya la había dejado peor. Elena, ¿miedo de verle? Pero ¿Por qué?
—¿Y tú sabes que es lo que quiere decirme tú hermana? ¿Ella te dijo algo? — Yulia vio como la niña lo afirmaba con su cabecita y el corazón de pronto comenzó a latirle con fuerza sin ninguna explicación. No entendía porqué... Solo sucedía —¿Qué es?
—Dijo que quería decirte la verdad.
—¿La verdad? ¿Qué verdad?
—No sé, ella solo me dijo eso... — La niña se encogió de hombros —...Es que... Lena a veces me habla muchas cosas... ¡Y yo no las puedo entender! — Gimió —... Ella dice que me las cuenta para desahogarse... pero yo ni siquiera sé que significa “desahogarse” — dijo con inocencia, aquello, hizo sonreír a Yulia.
—Entonces... ¿no te acuerdas de nada de lo que te dijo?
—No... — Dijo con tristeza... pero eso no duró mucho, de repente, en su rostro se dibujó una gran sonrisa... — ¡¿Por qué no vas a la Universidad y se lo preguntas tú?! ¡Ella te lo dirá!— Exclamó con emoción.
A Yulia le quedó sonando la idea, pero no estaba muy segura de que hacer. ¿Valía la pena hacer lo que la niña le decía... O simplemente no?
Sus ojos buscaron el reloj de sala. Ya eran casi las cinco; tenía una hora para darse una ducha e irse a la U de Moscú antes de que la cerraran.
Volvió su mirada a la chiquilla — Está bien, Katy... Lo haré. Iré a buscar a tu hermana — Le dijo.
La niña no pudo evitar su felicidad y lanzó un puño al aire.
***
5: 50 pm
El parqueadero de la U de Moscú estaba tan solo que daba terror. Yulia se imaginó que a esa hora ya se lo encontraría repleto de estudiantes entrando a tomar sus vehículos, pero obviamente estaba equivocada. Allí no había ni un alma, y eso solo significaba que el partido de baloncesto aún se estaba llevando a cabo en la arena.
Parqueó la Yamaha en un lugar no tan alejado de la puerta principal, se quitó el casco, sin embargo no se bajó del vehículo. Estaba decidida a esperar allí. El camino hasta la arena era tan alejado, que de solo pensarlo ya le dolía la cabeza. Sacó su teléfono para distraerse...
Veinte minutos pasaron, y Yulia aún seguía solitaria en ese lugar. La hora en su teléfono ya marcaba las 6:10, había diez minutos desde que todo debió haber terminado pero ni siquiera ruidos de gente viniendo hacia el parqueadero se escuchaban cerca. Y para acabar el panorama, el cielo se oscurecía y unas gotas de lluvia bastante grandes comenzaban a caer con fuerza. Necesitaba resguardarse del agua, de manera que bajó de la moto y salió corriendo del parqueadero para después adentrarse al campus. Buscó refugió en el primer árbol que encontró y se subió el cierre de su abrigo hasta el cuello debido al frio que se empezaba a sentir.
De pronto, lo que estaba esperando, empezaba a llegar. En la lejanía, se comenzaba a observar a la multitud viniendo a paso lento. No bastó mucho para que el campus quedara repleto de personas, y más bullicioso que otras veces. Dedujo que el equipo de baloncesto había ganado el partido debido a la felicidad y a la buena vibra que la mayoría de estudiantes emanaba. Pero eso no era lo importante para ella en ese momento, a pesar de que la lluvia caía un poco más fuerte, salió del árbol que la refugiaba y comenzó a escabullirse entre la muchedumbre para poner en marcha la búsqueda de la chica más bella de la Universidad.
Eran muchas las personas que había allí, pero sus ojos de águila estudiaban cada centímetro y rincón de la horda humana. Pasó, chocó y batalló contra cientos de cuerpos mientras avanzaba hasta que se encontró de frente con el grupo de porristas. En seguida observó a cada una de aquellas hermosas mujeres, todas mostraban sus sonrisas, muy entusiasmadas, pero había una sonrisa en especial que marcaba la diferencia entre todas... Y esa era la de Elena Katina. No pudo evitar mirarla de pies a cabeza, Katina vestía una camiseta blanca pero aún conservaba la falda y las zapatillas del uniforme. Se veía descomunal.
Yulia se metió entre los cuerpos femeninos para poder llegar a ella, pero a mitad de camino fue detenida por Varvara que se le cruzó de frente.
—¡Yulia, pensé que no habías venido!— La chica gritó a los cuatro vientos y se le prendió del cuello como un oso Koala.
Aquel grito llamó la atención de todas las chicas que se encontraban a alrededor, incluida la de Elena que cuando vio la escena, se quedó paralizada. Tanto así, que su brillante sonrisa se borró al instante.
—¿En dónde estabas? Te estuve buscando toda la tarde — Varvara le hablaba a Yulia tan cerca del rostro, que ésta tenía que echar la cabeza hacia atrás.
—Amm... es que... apenas he llegado... — Yulia le respondió avergonzada. Sus mejillas estaban tornándose rojas gracias a las miradas que tenía encima.
Varvara lo notó y sonrió de oreja a oreja. Apretó con más fuerza sus brazos alrededor del cuello de Yulia —Ohh.. Que mal... Entonces no me viste bailar... — Dijo en voz alta y haciendo un puchero.
Elena seguía viendo el episodio sin poder moverse. Sus ojos comenzaban a querer ponerse cristalinos. Yulia por su parte, tragaba saliva de lo nerviosa que estaba. Las uñas de Varvara se movían lentamente contra la piel de su nuca.
—Oye... — Le susurró — ¿podrías soltarme? Es que... esto es algo incómodo — Le pidió, pero Varvara se negó rotundamente.
—No te voy a soltar porque haré algo que he querido hacer desde el día en que te vi — Le dijo insinuante, le sonrió con picardía... y le clavó un gran beso en la boca...
Yulia no intentó alejarse y eso logró que una manada de murmullos y silbidos por parte de los que las rodeaban, comenzaron a hacerse presentes.
Elena no pudo resistir aquella escena de la que sus ojos eran testigos y salió corriendo de allí, empujando gente y estrellándose con quien fuera sin importarle nada.
El beso de las chicas solo duró unos segundos más porque esta vez Yulia si se alejó. Se limpió la saliva de Varvara con la manga de su chaqueta y la miró, pero no enojada. Su rostro se mostraba tranquilo.
—¿Por qué hiciste eso?— Le preguntó con calma y en un tono bajo. La gente alrededor comenzaba a esparcirse al ver que ya no había show.
Varvara se cubrió las mejillas con ambas manos. Le empezaron a arder. Su sonrojo se hacía obvio. En realidad le gustaba mucho Yulia — Lo siento, de verdad lo siento, pero si no lo hacía en ahora, no lo hacía nunca —Le dijo con honestidad.
Yulia sabía que lo decía con verdad y no supo que responder a eso... Sentía una pena infinita. Asintió sin más... —Eh... no... te preocupes por eso... — Finalmente le dijo —Supongo que está bien... — Le dijo para nada segura.
Varvara pegó un saltillo de felicidad al ver que no le había molestado e intentó volver a deslizarle sus manos por el cuello, pero Masha llegó de la nada, arrebatándole a Yulia de los hombros.
—¡Yul, tienes que venir conmigo!— La chica le gritó como si se tratara de una tragedia y la comenzó a arrastrar entre la multitud.
Yulia no entendía lo que estaba pasando, no entendía porque estaba siendo arrastrada de esa forma ni porque Masha actuaba así... hasta que llegaron al parqueadero y vio lo que había sucedido.
Su Yamaha yacía tirada en el suelo, algunas de sus partes como los espejos y las luces se hallaban destruidos, otras como los frenos y los direccionales se encontraban totalmente sueltas y tiradas a los alrededores. Los neumáticos se veían pinchados...
Yulia no pudo creer lo que estaba viendo, intentó entender porque eso había pasado y ahí lo vio... A unos metros de la moto, se encontraba Elena Katina, sosteniendo un bate de beisbol mientras lagrimas incesante corrían por sus ojos.
Yulia se acercó a su vehículo y al darse cuenta de cuan destruido estaba, clavó sus ojos en la chica del bate. Ella en seguida, dejó caer el palo de madera y salió a correr de nuevo entre la muchedumbre que permanecía en silencio viendo lo que había ocurrido.
Yulia se llenó de furia, pateó una de las llantas pinchadas de la moto y corrió tras la chica por el mismo camino que había tomado.
Muchas de las personas que estaban ahí se sorprendían de ver que eran chocadas por ambas.
Elena logró salir de la horda humana y se adentró en lo más profundo del campus para echarse a llorar bajo un árbol. En ese momento la lluvia se desató y comenzó a caer con todas las fuerzas posibles, mojándola de pies a cabeza.
Yulia también llegó y se paró de frente a ella, sus ojos se habían vuelto completamente rojos.
—¡¿Por qué me haces esto a mi, Elena?!— Le gritó. La amable y calmada Yulia ya no existía en su cuerpo. Era otra —¡Dime! ¡¿Por qué me jodes la vida si yo no te he hecho nada?! — Las lágrimas también comenzaban a correr por sus mejillas. Se fundían con la lluvia.
Elena al notarlo, metió la cabeza entre sus rodillas y en seguida su llanto se hizo incontrolable. Ya había llegado al límite, no lo soportaba, ni podía lidiar con ello un segundo más de su existencia. Sacó fuerzas de donde ya no tenía y miró a Yulia.
—¿Quieres saber por qué lo hago?— Le gritó entre lágrimas —…Lo hago porque estoy jodidamente enamorada de ti. Porque desde que te vi, mi estúpido corazón no ha dejado de latir por tu culpa ni un maldito segundo... Por eso, Yulia Volkova.... Por eso lo hago... — Le declaró aún más fuerte y se dejó caer al pasto de rodillas.
El rostro de Yulia quedó inexpresivo.
Mi rostro quedó como el de Yulia....
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