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MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER

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MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 7 Empty Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER

Mensaje por SharonRoZe 6/17/2020, 5:40 am

Necesito otro capitulo ¡YA! Crying or Very sad
SharonRoZe
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MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 7 Empty Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER

Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/17/2020, 10:59 pm

Buen día, chicas. Saludos desde el otro lado del mundo... a las que estén en el mismo lado, Very Happy Very Happy un besote! esta vez no colocaré las escenas del capítulo anterior porque fue corto, así que... de lleno con el capítulo que corresponde, que por cierto,es un poco largo.
Por cierto....

SharonRoZe: Que carácter tiene usted, señorita  Shocked  De inmediato le subo el capítulo  Cool  Razz

A leer!!!

MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 7 2020-011


Veintinueve



A la mañana siguiente, el clima en Moscú amanecía un poco mejor que en los últimos días. Unos rayos de sol muy leves comenzaban a mostrarse entre las plenas nueve de la mañana, la nieve había parado de caer; sin embargo el frio en los alrededores aún se podía sentir con intensidad.

Las chicas Katin y, Yulia continuaban resguardadas en la habitación bajo las cálidas cobijas de lana que calentaban sus cuerpos satisfactoriamente. Las tres mantenían la misma posición en que habían culminado anoche antes de dormir: Las hermanas Katin abrazadas al cuerpo de Yulia como si fueran ositos koalas en un árbol.

Elena, quien ya se encontraba despierta en ese momento, no se movía de su lugar en lo absoluto. Todo lo que hacia desde hace minutos era mirar y mirar el perfecto y cincelado perfil de Yulia sin descanso. Desde sus orejas hasta el final de su barbilla. Simplemente le encantaba todo de ella, Yulia parecía no tener imperfecciones a pesar de las raspaduras, además estaba tan cómoda entre sus brazos que no tenía planes de levantarse.

De repente, su hermanita menor empezaba a hacer algunos movimientos leves estando dormida pero al final terminaba acomodando su cabecita en el hombro de Yulia con los ojos completamente abiertos.

Algo que le hizo sonreír.

— Buenos días bebé, ¿Has dormido bien?— Le susurró lo más bajo posible.

La niña se echó un gran bostezo y después asintió apenada mientras le mostraba una linda sonrisa. La pregunta era muy obvia. Había dormido de maravilla en esos cálidos brazos.

— Si dormí bien, Lena... El cuerpo de Yuli es tan calientito y suavecito como el de mis peluches. Me gusta mucho — Su vocecita sonó carrasposa pero divertida.

Elena volvió a mostrarle su sonrisa — En eso tienes razón bebé. Es muy calientito... — Se abrazó más al cuerpo —... Y lo mejor es que es mío. Mi peluche... — Se inclinó, tomó con suavidad la barbilla de Yulia y besó su hoyuelo con ternura.

Katya soltó una risita al ver la escena.

En ese mismo instante, Yulia comenzaba a despertarse. Ambas hermanas le veían mientras movía levemente sus parpados. De pronto intentó mover sus brazos pero por supuesto no los pudo levantar porque estaban atrapados entre los cuellos de las chicas.

Sus ojos se abrieron de golpe. El bellísimo rostro de Elena fue lo primero que pudo ver.

—Mmmm... ¿Acaso morí en el accidente?... Creo que estoy viendo un ángel ahora mismo.

— ¡Oye!... — Elena rió y le manoteó el pecho juguetonamente — No digas esa clase de tonterías. Nunca... — le frunció el ceño. Yulia sonrió genuinamente. Removió su brazo derecho y lo llevó al rostro de la chica, le echó algunos mechones de cabello tras la oreja y después le rozó los labios con su dedo pulgar sin dejar de mirarlos con deseo.

—Quiero despertar así todos los días. Con esta vista tan perfecta — Le susurró con sinceridad.

Elena se sonrojó al límite, y no pudo evitar chocar sus labios con los de ella, le dio un pequeño beso lleno de dulzura y luego se separó viendo de reojo a su hermanita. La niña les miraba con tranquilidad.

Yulia notó los ojos desviados de Elena y también intercambió miradas a la pequeña.

Ella, al verse observada por las chicas mayores, se puso completamente roja.

Elena le habló — ¿Te gusta que Yul y yo estemos así? — Le preguntó con curiosidad.

La pequeña asintió con calma. Seguía sonrojada.

—¿Y por qué te gusta?— Esta vez, fue Yulia quien le interrogó.

Pero la niña no lo tuvo que pensar mucho, inmediatamente contestó.

—Porque eso hace feliz a Lena... Y yo siempre quiero ver feliz a mi hermana. Tú haces feliz a Lena...

Yulia miró a Elena, y fue inevitable que ambas se sonrieran. Ambas se hacian felices. De eso no había duda.

— Bueno... Katya... Pues... yo, Yulia Volkova, te prometo que siempre haré feliz a tu hermana... — No le quitó los ojos de encima a Elena cuando empezó a decir aquellas palabras — Me comprometo contigo a nunca volverle a fallar de ninguna forma, a no cometer errores, me comprometo a hacerle reír cada segundo, minuto y hora del día. Haré que siempre se sienta especial porque ella es especial. La protegeré de lo que sea, y de quien sea. La voy a abrazar y a mimar en cada momento y en cada lugar... Y voy amarle todos los días... — Elena sonrió al oírle decir eso — tanto lo haré... Que va a sentirse hastiada de mí.

—No... Volkova, no creo que pueda sentirme hastiada de ti — Ella le respondió y agachó la cabeza para darle otro beso.

Katya se sonrió llena de felicidad al escuchar todo lo que Yulia había dicho. Rápidamente se quitó la cobija y comenzó a bajarse de la cama. Elena la observó, y fue inevitable que su rostro se confundiera cuando le vio agarrando el teléfono de la mesa y marcando algunos números — ¿Qué haces?— Le dijo extrañada.

Su hermanita ni le miró —Tengo que contarle esto a Viktoria. Voy a llamarle — Le respondió como si nada y salió corriendo hacia el baño.

Elena quedó con una ceja enarcada y la boca abierta —¿Qué? ¿Puedes creerlo?— Le comentó a Yulia.

Ella solo se encogió de hombros —Así son, Lena... Ellas dos se la pasan hablando un montón de cosas por ese aparato.

—Jumm... — Elena negó incrédula.

Volvió a posar su mirada en Yulia, esta vez detallándole las heridas. Se inclinó allí para mirarlas de cerca, notando que algunas ya no estaban tan rojas —¿Aún te arden...?

Yulia negó —No... En realidad no, pero si tengo muy cansado todo el cuerpo. Creo que ahora si estoy sintiendo la magnitud de mi caída. Es horrible.

Elena se preocupó al escucharlo, se sentó en la cama, le desarropó hasta la cintura y procedió a subirle la camisa hasta las costillas. Sus dedos se posaron con suavidad en la parte de piel adolorida.

—¿Y esto? ¿Duele?— Le pinchó un poco la costilla.

Yulia hizo una pequeña mueca, pero negó —Ya no tanto, esa pomada que me echó tu nana fue la indicada. Tengo que agradecerle por lo que hizo. Me ayudó mucho.

—Fedo es la mejor... Sabe mucho de estas cosas. Ella es quien nos prepara medicamento siempre que nos sentimos mal — Elena sonrió —Oh... de hecho voy a bajar a la cocina para buscarla. Le ayudaré a hacer el desayuno si es que ya no lo tiene hecho — Comentó divertida, comenzó a salir de las cobijas, pero tuvo que detenerse cuando vio a Yulia intentando levantarse también —Oye... ¿A dónde vas?— Le colocó una mano en el pecho.

Yulia la miró extrañada — Contigo, a ayudarte.

Ella negó de inmediato —No es necesario. Quédate en la cama y descansa el cuerpo. No puedes bajar así — De pronto suspiró, haciendo una mueca de desagrado... —Además... es mejor que te mantengas aquí, es probable que mi mamá esté en la sala y si te ve así, es casi seguro que empiece a interrogarnos y a decir tonterías...

Yulia quedó pensativa pero le dio la razón. Asintió —Está bien... Pero no te tardes... Recuerda que tenemos que ir a mi casa para aclararlo todo.

Elena asintió — No te preocupes... Soy yo la más interesada en eso — Se inclinó para darle un beso una vez más, y después de hacerlo, salió de la cama y caminó fuera de la habitación.

Yulia volvió a recostarse. Su corazón de pronto latió asustado al pensar lo que se vendría ahora que llegara a casa.


Y horas después, el momento finalmente llegó. Elena parqueó su Porsche en el garaje del hogar Volkov. Katya, quien les acompañaba, abrió la puerta trasera y salió junto con Prince y Princess a corretear hacia el jardín.

Yulia miró la puerta de su casa y una vez más se llenó de pánico; ya no había salida, la hora de la verdad estaba tras ella. Tomó valentía e inhaló todo el aire que pudo para tratar de tranquilizarse, bajó del auto, caminó hasta la capota y espero a que Elena llegara a su lado para entrelazar su mano con la de ella.

Elena le aceptó sin protesta alguna.

— Lena... Pase lo que pase ahora, se diga lo que se diga yo voy a estar a tu lado. Sin importar que... — Le prometió.

Elena asintió en silencio. En sus adentros no podía negar lo aterrorizada que también se encontraba. Mucho de esta situación le hacia la principal responsable, ya no podía negarlo.

Caminaron juntas hasta la puerta y Yulia la abrió. La primera en traspasar la entrada a velocidad de un rayo fue Katya, los cachorros la siguieron con la misma euforia.

Viktoria, quien se encontraba en la mesa desayunando con todos los demás, pegó un grito y alertó a todos allí de la llegada de su mejor amiguita, de su hermana y de Elena.

Larissa al ver a su hija parada en la puerta, no dudó en interrumpir su desayuno y salir del comedor para ir con ella. Miroslava también se levantó de la silla rebosando de furia sin importarle que sus padres fueran testigos del episodio.

Al ver a su madre y a su ex acercándoseles, Yulia puso su cuerpo adelante de Elena para protegerle de lo que Miroslava quisiera hacer. No iba a permitir ningún tipo de agresión hacia la mujer que hacia latir su corazón.

Larissa llegó con ventaja frente a ellas y lo primero que hizo fue tomarle el rostro para revisarle la magnitud de las heridas — Mi amor... Por Dios... — Exclamó preocupada —¿Por qué tenías que desobedecerme?— Le dijo conservando la calma.

Miroslava de pronto apareció tras Larissa y sin dudarlo se escabulló entre la puerta con el fin de llegar a Elena, pero no alcanzó a concretar su cometido gracias al movimiento rápido de Yulia quien le atrapó por la cintura, reteniéndole.

El resto de personas en el comedor no lograron ver con claridad lo que pasó de manera que no se alertaron de la casi agresión. El padre de Yulia, quien ya estaba enterado de la situación, miraba con nerviosismo hacia la entrada de su casa mientras continuaba charlando con los padres de la chica alterada. Sabía que por sobre todos los motivos debía mantenerlos allí. El hijo mayor de los Volkov también se adentró en la charla para desviar aún más lo que estaba pasando a metros de ellos.


El caos que Miroslava empezaba a formar tratando de llegar a Elena se trasladó de la puerta hasta el jardín. Larissa notó que su hija no iba a aguantar mucho reteniendo a su ex novia así que la agarró fuertemente de los hombros y la empujó hacia atrás, alejándole por completo.

Yulia se abrazó a sí misma, soltando un fuerte quejido gracias al dolor que volvió a sentir en su costilla golpeada debido a todo ese movimiento innecesario. Elena se percató y no dudó en ayudarle a sobrellevar el mal momento. Le alejó de allí, llevándole contra el Porsche.

Miroslava comenzó a gritar una sarta de tonterías a Elena, que lograron llevar al límite a Larissa. La madre de los Volkov no toleró un segundo más aquel vocabulario sátiro y la sacudió fuertemente del brazo.

—¡Ya es suficiente, Miroslava! — Le dijo severamente. La chica más joven de inmediato se inmutó ante aquella llamada de atención. Su pecho subía y bajaba de lo alterada que se encontraba — Por Dios..., tus padres están allí dentro. ¡Contrólate!

—Cómo quieres que lo haga cuando tu hija viene aquí con esa perra sin importarle nada — Gritó con furia.

—Ya basta! — Larissa le respondió en el mismo tono —No voy a tolerar ni una palabra más de ese calibre. Voy a llamar ya mismo a tus padres.

Larissa intentó meterse a la casa, pero el llamado de su hija le detuvo.

—Ma, no, espera, aún no lo hagas. Yo lo haré, voy a hablar con todos sobre esta situación.

—¿Qué vas a decir? — Miroslava le volvió a gritar — ¿Te harás la victima frente a todos?

—Mirka... Ya... Deja de gritar. Por favor... — Yulia le pidió con calma. Logró reponerse un poco del dolor y se inclinó nuevamente a su posición de antes sin soltar la mano derecha de Elena. Le apretaba fuerte — Tú y yo ya habíamos dejado todo claro el día que te fuiste. Cortamos por las buenas y acordamos que no les íbamos a dar dolores de cabeza a nuestros padres con nuestras cosas... ¿Por qué haces esto ahora?

—Porque me mentiste — Respondió sin pensar.

Yulia negó derrotada. De nuevo venía eso al caso.

—Detente ya con esa excusa. Bien sabes que no fue así. Aquí está mi mamá, incluso tienes a la propia Elena frente a ti. Si quieres hablemos, pero hagámoslo como personas civilizadas.

—Yo no tengo nada que hablar contigo.

— Si es así... deja ya de hacer escándalos — Larissa le pidió con seriedad.

Miroslava le miró incrédula. Negó — Cómo es posible que me pidas eso, Larissa. Tu hija me restriega en la cara a la mujer con la que se ha estado revolcando desde que llegó a esta maldita ciudad... y tú solo me pides que deje de hacer escándalo. ¿Esto es real?

—Te voy a pedir por última vez que cuides tus palabras... — Larissa le advirtió poniéndose frente a ella — Lo que sea que haya pasado entre Elena y mi hija, no se dio mientras ustedes eran pareja. Tú no estabas aquí, yo sí, fui testigo de todo, de las tristezas, de los llantos, de las muchas veces que Yulia sufrió por estar lejos de ti. ¿Acaso ya no recuerdas que viajó a St. Petersburgo sin importarle nada solo para estar contigo?

Elena al oír aquello sintió unas punzadas en su corazón. De repente se dio cuenta que todo lo que estaba pasando allí era su responsabilidad. Si ella no se hubiera entrometido en el camino de Yulia de la forma en que lo hizo, esto no estuviera sucediendo. Le dieron ganas de llorar y quiso alejarse, intentó soltarse del agarre de Yulia pero ella se percató y no le dejó huir.

—¿Qué haces?— Le dijo.

Elena negó con los ojos cristalinos — Yo no puedo estar aquí. Todo esto es mi culpa. Nunca debí cruzarme contigo. Dañé todo lo bonito que tenías con ella.

Yulia frunció el ceño, la agarró con más fuerza —Tú no has hecho nada — Le miró fijamente —Yo tenía un solo camino contigo: Odiarte por las cosas que me hacias... pero no se dio... me enamoré de ti, tú nunca me obligaste hacerlo... Nada de esto es tu culpa... Ni de nadie. Así son las cosas... y ya... No le vamos a dar más vueltas porque... es imposible que me pueda alejar de ti ahora — dijo con toda honestidad.

Elena, tembló al oírlo. Vio en esos ojos claros absoluta verdad y no dudó en quedarse allí para apoyarle. Asintió en respuesta. Yulia se sintió tranquila al ver que la chica ya no quería alejarse, volvió su atención a Miroslava.

—Miroslava, ya arreglemos esto de una vez y por todas. Yo elegí y tú elegiste. Sea por venganza o no... Date una oportunidad con esa persona y sé feliz. Simplemente seamos felices y no nos dañemos más. No vale la pena.

Larissa se sorprendió ante lo dicho por su hija. Su ceño se frunció más de lo que ya estaba.

—De modo que ya tienes a alguien pero aun así estás reclamándole a Yulia ¿Acaso no tienes vergüenza? ¿Qué ha pasado contigo Miroslava?

Miroslava bajó su mirada al césped, las palabras anteriores de su exsuegra le cayeron como un balde de agua fría. Recordar cómo fueron sus primeros días de separación con Yulia, las peleas, las llamadas, las video llamadas de reconciliación, su viaje hasta la ciudad solo para convencerle de que no amaba a nadie más que a ella, todos eso mezcló e hicieron que fuera inevitable que todo en sus adentros se removiera llenándole de total remordimiento. Por último, vino a su mente aquel día que se despidieron haciendo el amor una y otra vez... Y ahí se desprendieron sus ganas de llorar.

Si, su desconfianza también le había hecho caer en el error de tomar venganza porque en realidad no tenía ningún sentimiento por la persona a quien le había dado alas, solo no quería quedarse atrás pensando que era la correcto, pero ahora, se arrepentía de todo.

—Yo no puedo ser feliz con nadie más que no seas tú — En voz débil le replicó a Yulia, quien al verle a punto de estallar en llanto, dejó amablemente la mano de Elena y se acercó a ella.

Larissa no se apartó del lado de ambas.

—Mirka... ya... Esto no tiene caso — Yulia le tomó un hombro para confortarle, le acarició, era necesario —Lo que tuvimos fue muy lindo, todo fue muy tierno y verdadero y te lo agradezco porque me hiciste muy feliz, pero ahora... Las cosas cambiaron, el destino nos puso a prueba al separarnos... Pero lastimosamente ni tú ni yo pudimos afrontarlo. Así que es momento de dejar atrás todo y tomar esto como adultos que somos. No nos dañemos más, te lo ruego — Le replicó en calma.

Miroslava soltó unas lagrimitas por su mejilla. Negó con la cabeza repetidas veces... Simplemente no podía aceptar lo que escuchaba.

Elena miraba en completo silencio la escena. Sabía que nada allí le competía así que no opinaba en lo absoluto.

Miroslava se secó las lágrimas, mirando con tristeza a los ojos de su ex novia. Le amaba sin duda — Eres mi primer amor, eres mi primera vez en todo... ¿Cómo podría? — Le susurró.

Larissa se retiró un poco al oír eso. Su mirada cayó al césped.

—Además... Yo sé que tú aun sientes cosas por mí, anoche me lo comprobaste. Tus besos me lo comprobaron.

—Lo de anoche nunca debió ocurrir — Yulia le cortó las alas. Tenía que hacerlo — Lo de anoche no fue nada Mirka. Solo nos dejamos llevar por el momento. Hubiera culminado o no, la realidad hubiera sido la misma porque mis sentimientos hacia ti ya no son los mismos. Perdóname por favor, te lo vuelvo a repetir.

Miroslava negó sin poder aceptarlo, era difícil de asimilarlo, le dolía como nunca antes. Se mantuvo callada por unos segundos y, después se escabulló lagrimeando dentro de la casa.

Yulia no dudó en ir tras ella.

Miroslava caminó hasta el comedor, pasando por encima de todos los que aún se encontraban en el, para tomar su teléfono sobre la mesa.

—Mamá, papá, vámonos de vuelta a St. Petersburgo ya. No quiero estar más aquí — Les dijo con seriedad. Sus padres al notar que había llorado, se extrañaron completamente.

Ambos se colocaron de pie.

—¿Qué te pasa hija?— Su madre le preguntó preocupada.

Su padre no se quedó atrás —Miroslava, ¿Por qué estas lagrimeando? ¿Qué ha pasado?— dijo enojado.

Yulia al ser testigo del episodio, tuvo que acercarse para darles una explicación de todo a sus ex suegros, tal y como era su deber.

Los padres de Miroslava le vieron llegar y sus reacciones no fueron distintas a la de Larissa cuando le vieron la gran raspadura en la mejilla y la abertura en su ceja.

Oleg, Lenin y Viktoria también se asustaron. Ellos igualmente se colocaron de pie sorprendidos.

—Mi amor... Por todos los cielos — Oleg, su papá, salió del comedor para hacer lo mismo que había hecho su madre. Le tomó el rostro con delicadeza y le miró con intranquilidad —Mi amor... — Susurró claramente afectado, pero Yulia le tranquilizó. Le cubrió las manos con las suyas, mirándole a los ojos... — Estoy bien, papito. Perdóname por desobedecer a mi mamá. No quería darles preocupaciones — dijo con culpabilidad. Oleg asintió y la abrazó suavemente, pero nada terminaba ahí, la gran incógnita con Miroslava seguía.

Larissa y Elena entraron a la casa y también se acercaron. Miroslava al verle de nuevo insistió en irse de ese lugar.

—Mamá, papá ya vámonos — Les repitió con severidad pero ellos no entendían nada de lo que estaba pasando.

Los Volkov no habían comentado nada sobre el accidente de Yulia en su presencia.

—¿Será que nos podemos ir?— Miroslava les alzó la voz.

Su madre le frunció el ceño —¿Cómo nos vamos a ir así? ¿Acaso no ves cómo está tu novia? — le regañó.

Miroslava negó —No mamá no veo porque yo ya no tengo ninguna novia. Vámonos ya a casa por favor... — Miroslava intentó huir por las escaleras pero su padre le detuvo gritando su nombre con mucha autoridad. Ella se giró para mirarle.

—Miroslava, este no es momento para peleas sin sentido — Le dijo él —Vinimos aquí para visitar a la familia de tu novia y tú te estas portando como una mal educada delante de todos. Ven aquí ahora.

Yulia notó el sufrimiento real que estaba sintiendo su ex, y no lo permitió más. No podía — Señor Loveykov, señora... déjenla por favor... — les pidió con calma... La atención de todos los presentes se concentró en ella. Incluso la de las niñas... miraban todo con confusión —No le perturben, ni le regañen, ella tiene todas las razones para estar enfadada conmigo — dijo con sinceridad.

—Puede ser Yulia... — Su ex suegro le replicó — Pero no creo que haya una razón tan grande como para que quiera irse tan pronto. Nosotros acabamos de llegar, vinimos a pasar un buen tiempo con ustedes que son como nuestra familia. No nos iremos así, solo porque tú y ella están teniendo un mal momento. Por favor, soluciónenlo.

Yulia negó con lentitud. Suspiró —Señor Loveykov... Lo siento mucho, pero no hay nada que podamos hacer. Miroslava y yo... hemos decidido tomar caminos diferentes... Y esto es definitivo.

—¿A qué te refieres con eso?— Su ex suegra le habló, ella ya se mostraba enojada —¿Qué fue lo que pasó entre ustedes como para tomar una decisión tan drástica?

Miroslava y Yulia se miraron una vez más, debían decir la verdad. Elena se llenó de temor, no quería que su nombre saliera a relucir en esa conversa y los padres de la chica le dejaran como la total responsable.

—La distancia nos jugó una mala pasada... — Yulia le respondió sin dejar de mirar a su ex novia. Quiso seguir con la promesa que le hizo el día en que cortaron de no deteriorar la relación entre sus padres así que se hizo responsable de todo — Yo... — se giró para mirar a sus ex suegros — Conocí a otra persona. Me enamoré... — dijo sin dudarlo.

Miroslava no se quedó un segundo más ahí, siguió su camino por las escaleras. Reacciones diferentes se empezaron a destapar, Larissa se tomó la frente en señal de preocupación, Elena agachó la cabeza en señal de vergüenza, Oleg se cruzó de brazos con el ceño fruncido, sus ex suegros quedaron atónitos y su hermano volvió a sentarse en la mesa.

Ya que más daba, lo había hecho.

—Lo siento, por fallarles, y por fallarle a Miroslava. Esto es mi responsabilidad. Únicamente mía — Dijo por último y agachó su cabeza, en señal de pedir perdón.

La pareja no replicó nada, salieron de la mesa en silencio y pidieron permiso para subir al segundo piso. Los miembros de la familia Volkov no dudaron en mirarse cada uno sin saber qué hacer, no pasaron ni 20 segundos para que los Loveykov bajaran con sus maletas en mano.

—Larissa... Oleg... — El Señor Mark Loveykov susurró con calma — Sentimos que la agradable cena termine así pero lo mejor será irnos. Miroslava claramente no está bien... Y es nuestro deber como padres acompañarle. Gracias por todo y cuídense mucho. Estaremos en contacto — dijo amablemente y salió junto con su esposa e hija hacia la puerta. Larissa y Oleg rápidamente les acompañaron a la salida...

Yulia soltó todo el aire retenido de sus pulmones para luego dejarse caer en una silla del comedor. Se sentó allí, mirando a un punto perdido en la mesa. Su hermano, quien estaba a su lado, le pasó un brazo protector por la nuca y se le acercó para dejarle un beso en la sien.

—Hiciste lo correcto hermanita — Le susurró, revolviéndole el cabello. Su atención cambió a Elena y le hizo una seña para que se acercara a ellos.

La chica dudó en ir allí, pues no quería romper el momento entre hermanos, pero Lenin insistió y tuvo que ceder. Al llegar junto a ellos, él le ofreció su silla.

—Ya todo pasó. Quédate tranquila — Él le dijo con una sonrisa y acarició su hombro confortantemente mientras tomaba el asiento siguiente.

Elena asintió apenada por ese lindo acto del chico Volkov, y le agradeció en voz baja. En ese momento, los padres de Yulia entraron a la casa y se sintió completamente fuera de lugar, vio sus rostros serios y de nuevo sintió que no debía estar allí. Que sobraba...

Observó el perfil triste de Yulia y nuevamente ese sentimiento de culpa le atormentaba. Si tan solo no le hubiera pedido aclarar las cosas así, si lo hubieran hecho de otra manera...

Su corazón latió de intranquilidad.

—Yul... Yo me voy... — Le susurró al oído.

Yulia de inmediato le miró.

Negó — Por supuesto que no. No te moverás de aquí — Le dijo como si fuera una orden.

Elena gimió.

—Pero Yul... tú necesitas hablar con tu familia, y yo siento que no cuadro aquí.

—¿Cómo qué no? Tú eres la razón por la que hago todo esto — Le dijo con seguridad.

De repente vio a sus padres tomando los asientos restantes frente a ella, y atrapó la mano de Elena con fuerza. La entrelazó sin dejar espacio y la apoyó sobre la mesa a la vista de todos.

El rostro de Elena se volvió rojo de vergüenza.

—¿Por qué no les dijiste toda la verdad a los Loveykov?— Larissa le interrogó con calma — Miroslava fue quien quebró la regla primero. Debiste decirles que esa fue la razón principal de su rompimiento.

Yulia se encogió de hombros. No sabía que decir —Ma, así era mejor... Igual, ya está hecho... Cometí muchos errores... Y tenía que redimirme. Ahora... solo deseo que tú, papá, Lenin y Viktoria me apoyen en esta decisión.

—Nosotros vamos a estar de tu lado siempre, amor — Su padre le contestó mostrándose comprensivo. Aun eres joven, no ha pasado nada del otro mundo, y los padres de Miroslava también lo saben.

—Sí, tu padre tiene razón, no te agobies por lo que acaba de pasar. No eres responsable de todo, Miroslava también tiene su parte y ella reflexionará sobre eso cuando esté con cabeza fría.

—Gracias... Mamá, papá. Ustedes son lo más sagrado — Les dijo, ahora un poco más tranquila.

Su padre continuó —Bien... Sobre anoche... — Comentó —Tú mamá me dijo todo lo que pasó entre Elena y tú... Y yo ahora lo único que quiero saber es si lo de ustedes va en serio, porque no quiero verte cometiendo errores de este tipo. El accidente que tuviste anoche lo sacaste barato. Fue muy irresponsable de tu parte irte así.

—De nuevo, lo siento papá, pero me desesperé porque no quería que Elena dejara de creer en mí después de la tontería que hice sin pensar... Y lo mío con ella va muy serio... Demasiado — dijo con toda seguridad.

—Bien... No siendo más... Vamos a terminar de desayunar — Él le respondió con calma. Antes de tomar sus cubiertos, miró a Elena detenidamente — Te pido disculpas por lo que mi hija hizo ayer, mi esposa y mi hijo me comentaron todo lo que pasó y me sentí muy preocupado pero ahora me alegra verte aquí a pesar de lo ocurrido. Quiero que sepas que siempre eres bienvenida a esta casa... Y ahora a nuestra familia por supuesto — dijo divertido —Espero que las cosas prosperen entre ustedes — le regaló una sonrisa honesta, a la cual Elena reaccionó encogiéndose de hombros penosamente y brillando de felicidad. Movió la cabeza de arriba a abajo.

—Gracias Señor Volkov y Señora Volkova, pondré todo de mi parte para que eso sea así.

—Me alegra, hija... — Larissa sonrió — Pero bueno... Ya dejemos este tema a un lado. Voy a servirles el desayuno — dijo a punto de abrir las bandejas de la mesa pero Yulia de inmediato le detuvo.

—Hey ma, no es necesario. Elena y yo ya desayunamos en su casa. No te preocupes.

—¡Yo sí quiero, mamá Volkov!— Katya gritó de la nada al otro lado de la mesa. Todos le voltearon a ver y, Elena no pudo evitar ponerse roja al verle puesta una servilleta en el cuello, empuñando los cubiertos como si estuviera esperando con ansias y mostrando un rostro de felicidad.

Quiso llamarle la atención pero no pudo.

Yulia se le acercó por detrás de la oreja — Déjala mi amor. Los niños son así —Le susurró con calma —¿Vamos arriba?
Elena giró el rostro para verle, y asintió con una pequeña sonrisa.

Empezaron a ponerse de pie —Familia, Elena y yo estaremos en mi habitación...

—No hay problema... Vayan — Larissa les dio el visto bueno mientras empezaba a servir el plato de la pequeña.

Sin dejar de tomarse de las manos, las chicas emprendieron su camino por las escaleras. Pasaron la mitad del pasillo hasta llegar finalmente a la habitación de Yulia. Ella giró la perilla, pero no entró al ver que Elena no quitaba la mirada del cuarto de pinturas.

—¿Qué pasa, Lena?

—Quiero ir allí...— Dijo soltándose del agarre y yendo hasta el cuarto. Yulia se extrañó por esa repentina decisión pero le dejó y la siguió.

Elena abrió la puerta de aquel lugar y al entrar, se sorprendió al ver todo lo que había alrededor. Allí realmente se respiraba arte, Yulia tenía toda clase de pinturas en las cuatro paredes de la habitación. Comenzó a estudiar lo que había plasmado en los lienzos con mucha calma, y a medida que avanzaba se maravillaba al ver la perfección en cada uno de ellos. Sabía que a Yulia le encantaba hacer eso, pero nunca imaginó que fuera tan buena.

Siguió con su recorrido con calma, hasta que en una parte de la habitación se topó con un montón de tela violentamente rasgada sobre parte del suelo, escritorio y sofá cama. Se agachó para levantar algunos pedazos y en ellos descubrió que había rastros de su rostro. De inmediato miró hacia la puerta donde se encontraba Yulia observándole.

—Son pinturas de mi... — Susurró con sorpresa mientras seguía descubriendo los demás pedacitos de tela rota.

Yulia cerró la puerta y caminó hacia la ventana de la habitación que daba vista hacia la calle. Se apoyó en ella y se cruzó de brazos sin dejar de mirar lo que hacia la otra chica.

Elena terminó de alzar los lienzos del suelo y los colocó sobre la mesa donde logró armar una pintura de su rostro sonriente. Lo detalló con asombro y después puso sus ojos en Yulia.

—¿Por qué los dañaste así...? Eran... hermosos... — Su tristeza fue notoria.

Yulia negó con lentitud al recordar lo que había pasado con ellos —Yo no lo hice... ¿Cómo podría? Esas pinturas han sido la imagen más hermosa que ha guardado mi cabeza desde que llegué aquí. Fue mi ex novia quien las rasgó así.

Elena hizo caso omiso a lo último que le dijo. Dejó la tela restante sobre la madera y caminó hasta estar en frente de ella. Se miraron, a ambas le brillaban las miradas.

—¿Desde cuándo me has pintado?— Le preguntó.

Yulia empezó a traer memorias. Recordó que la primera vez que lo hizo fue cuando compartieron ese pequeño momento en el parque junto a sus hermanitas.

—Pasó... Hace más de un mes... Creo. Estaba aquí encerrada y sin darme cuenta mis manos te plasmaron allí. Después de dibujarte esa noche, escuché a Viktoria hablando con Katya por teléfono, ella le decía que tú estabas llorando... y fue allí cuando tomé la decisión de ir a tu casa. Esa noche en tu balcón sacaste la ridícula excusa de decirme que llorabas porque yo te había robado un beso... Y se había sentido horrible... — Rió, mordiéndose el labio inferior, pero eso no duró mucho, su rostro se volvió tenue... — Me sentí realmente terrible... pero aun así no pude parar de pensar en ti, y de plasmarte en mis lienzos todos los días que siguieron.

Fue inevitable para Elena no sentirse mal al recordar ese bochornoso momento. Pegó un gemido y se tiró contra el cuerpo de Yulia, agarrándole por el cuello.

Yulia de inmediato abrió sus manos para recibirla por la cintura y rodearle. Ambas se fundieron en ese cálido y fuerte abrazo, muy necesario.

—Soy la mayor de las tontas — Elena se lamentó mientras observaba hacia el jardín.

Ante el comentario, Yulia sonrió de oreja a oreja, realmente nada de eso le importaba ya, ahora estaban juntas y eso era lo único transcendental.

—Ya no pensemos en eso, ahora solo disfrutemos de esto que se viene... Lo necesitamos...

—Aun falta algo... — Elena se inclinó hacia atrás para verle.

Yulia frunció el ceño ligeramente —¿Qué? ¿Qué falta?— Dijo confundida.

Elena suspiró algo preocupada — Mis padres... Faltan mis padres...— No sé ni cómo voy a hacerlo — Susurró con miedo y volvió a abrazarse a su cuello.

Yulia no pudo responder a eso. Ese tema también le asustaba y además era algo que solo le competía a ella y a sus progenitores.

Elena prosiguió — No sé ni cómo haré para salir del closet y poder actuar con libertad de ahora en adelante. Realmente voy a odiar cuando te vea en la Universidad y no pueda estar a tu lado, ni abrazarte ni besarte... Eso va a matarme... Voy a tener que solucionarlo rápido.

—Tómatelo con calma — Yulia le acarició suavemente la espalda. Quería que se sintiera protegida — Pase lo que pase, ocurra lo que ocurra yo estaré a tu lado, apoyándote en cada decisión que tomes. No tienes que forzarte a nada. Encuentra tu momento, solo debe ser tuyo.

—¿Vas a aguantarlo?— Elena le volvió a mirar. Ella asintió —¿Así la gente te vaya a ver con malos ojos por meterte con Elena Katina, la mujer que peor reputación tiene en la Universidad de Moscú?

Yulia sonrió — Nada de eso va a importarme, te lo juro — Le aseguró sonriente y sin dudarlo le cubrió los labios con los suyos. Elena no pudo esconder su felicidad. Se dejó besar con ternura, hasta que un golpe en la puerta les interrumpió.

—Lenita... Yuli... Podemos entrar... — Eran Viktoria y Katya. Ni siquiera esperaron una respuesta y se metieron sin pensarlo. Los tres cachorritos venían corriendo muy agitados tras ellas. Ellas empezaron a correr por todo el cuarto, tratando de escapar de los peludos.

Yulia empezó a sonreír al ver la divertida escena y de pronto se sorprendió al acordarse de que ni siquiera le había preguntado a Elena por su nueva adquisición de moños rosas, la linda Princess.

—¿De dónde sacaste a esa orejona? Pensé que solo tenías un cachorrito...

—Si lo tenía, hasta que mi nana me mostró a Princess hace dos días, dijo que era mi regalo de cumpleaños por parte de papá — Alzó una ceja sin aun creerlo — Realmente me sorprendió, sabes... Es la primera vez en cinco años que recibo un obsequio por parte de él.

—Pues... Fue un lindo detalle, ¿no crees?— Elena asintió —¿Ya le agradeciste?

Negó.

—No lo he visto, pero por supuesto lo haré... Aunque — Su rostro se convirtió en una mueca de desagrado —Será muy incómodo cruzar palabras con él... Hace tanto tiempo que ni el saludo nos damos que ya lo siento como un desconocido.

—No digas eso... — Yulia elevó la mano contra su rostro y comenzó a despojarle de algunos mechones tras la oreja —Él es tu padre y siempre lo será... — dijo relajada... — ¿Sabes... algo? — Murmuró... — Tengo un gran presentimiento de que todo lo que te rodea va a mejorar mucho. Y no me preguntes porqué — Sonrió... — Solo lo siento.

—Pues espero que así sea, Yulia Volkova. Ya lo necesito.

—Lo será amor, ya lo verás... — Le respondió sonriente y volvió a cubrir sus labios en un pequeño beso.

Pero Elena se separó de pronto —Mmm... Dejé mi maletín y el de Katya en mi auto... Voy por ellos — dijo apurada.

—Ve amor... Yo voy a ducharme... Siéntete como en tu casa.

Elena sonrió — Gracias... Mi... Amor... — dijo apenada ya que nunca le había llamado a nadie de esa forma. Sintió su rostro arder y no pudo soportar la vergüenza así que rápidamente salió corriendo de la habitación.

Yulia sonrió por su ternura.


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MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 7 Empty Re: MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER

Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/17/2020, 11:06 pm

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Horas más tarde, toda la casa de la familia Volkov se mantenía en total tranquilidad. Elena y Yulia se encontraban arrunchadas en la cama junto con las niñas y los cachorros, observando una película de terror... Pero a decir verdad, la tele era lo último en lo que Elena tenía clavado sus ojos. Toda su atención estaba puesta en el perfecto perfil izquierdo de Yulia. Miles de pensamientos locos y excitantes le pasaban por la mente mientras le miraba.

¿Cómo es posible que sea tan jodidamente sexy...? — Se mordió los labios al pensarlo, estaba deseosa de Yulia Volkova, eso era innegable.

No quería tener un orgasmo de la nada así que ocupó su mente en otras cosas. De pronto empezó a recordar el momento del almuerzo y una sonrisa se le dibujó en el rostro. Realmente no había existido instante más relajante para ella que ese. La familia de Yulia era simplemente magnifica. Eran lo mejor, de lo mejor. Cuando se había tocado el tema de lo ocurrido con Miroslava con más profundidad, Larissa y Oleg Volkov en vez de llamarles la atención, les aconsejaron con la mayor sabiduría y sutileza posible. Le había encantado todo lo que salía de sus bocas, si los Volkov ya le parecían increíbles ahora ya no tenía más palabras para enaltecerlos. Aun no daba crédito que semejantes personas tan maravillosas fueran sus futuros suegros...

Estaba tan sumida en sus pensamientos, que no cayó en cuenta como Yulia le miraba fijamente hasta que le habló.

—Lena... Tu celular está sonando — Le dijo con calma.

Elena se sobresaltó un poco pero no se apartó de allí, tomó su celular debajo de la almohada y miró la pantalla.

Era un mensaje de Masha.

—¿Cómo estás Lena? Supongo que bien :B ¿Vendrás a mi casa? ¿Hoy es el día de manicure y pedicura... Y necesito todos los detalles de tu cita con Yul...

Elena se rió al leer, rápidamente llevó sus dedos contra el táctil.

—Estoy bien, Masha... Demasiado bien Very Happy Oh... Pero no creo que pueda ir :I Estoy con Yul viendo una película en su casa... Arrunchadas :B Jjajajaj ¿Por qué no vienes aquí? Tengo que contarte algunas cosas que pasaron... o_o

— Ohhh... Así que arrunchadas... :O ... No! No quiero interrumpirlas... Mejor hablamos otro día.

—Jjajajaj pero no interrumpes nada... Solo estamos acostadas reposando el almuerzo y además nuestras hermanitas también están aquí en la habitación. Ven... Necesito hablarte de algo... :C

— Mmm... ¿Yul no se enojará? ¿Por qué no le preguntas?

— Ok...

— Yul... Hay algún problema en que Masha venga...

Yulia se encogió de hombros. Negó rápidamente —Claro que no amor. ¿Por qué lo habría?

Elena le dio un guiño y volvió al teléfono.

—No hay problema... Te espero... :*

—Bueno... Nos vemos... Saludos a tu CRUSH...

Ese comentario le causó una risita a Elena. Yulia le miró con una ceja enarcada.

—¿Qué te está diciendo?— Le preguntó divertida.

Elena le mostró el último comentario.

—Saludos a tu crush... — Yulia se sonrió al leerlo —¿En verdad soy tu crush amor? — Le miró con inocencia.

Elena se sonrojó de pronto. Yulia era tan diferente a como se lo había imaginado. Adoraba que fuera así tan espontánea. Le encantaba.

— ¿Tengo que responder a eso?— le replicó divertida.

Yulia negó — Claro que no, lindura... Mejor por qué no me das unos besitos aquí... — Se señaló el cuello con picardía.

Elena clavó sus ojos allí y de pronto un recuerdo de hace meses llegó a su cabeza. Miró alrededor de la habitación, deteniendo su atención sobre el tocador.

—Katy... ¿Puedes pasarme el labial rojo que está allí encima? — Se lo señaló.

La niña sin dudarlo asintió y fue allí, tuvo que subirse a una silla para poder alcanzarlo y ponerlo en las manos de su hermana.
Ella y Viktoria sintieron curiosidad al ver a Elena destapándolo y pintándose los labios.

Yulia comenzó a fruncir el ceño divertidamente —¿Qué haces?

—¿No es obvio?... Voy a besarte — dijo, y alejó el labial de su boca.

Los labios le quedaron cubiertos de un rojo sangre maravilloso. Le lucía perfecto.

Yulia no pudo quitar la mirada de esa boca tan provocativa, se veía salvajemente deliciosa.

Elena la sacó de su ensoñación tomándole la barbilla y empujándosela hacia el otro lado de la almohada, se le acercó a la yugular y Yulia al sentir su aliento caliente, cerró los ojos, un segundo después, un sonoro beso se hizo presente en toda la habitación.

Las niñas al presenciar semejante escena, no tuvieron otra reacción que reírse fuertemente como si les estuvieran haciendo cosquillas o algo parecido. Katya, aplaudía sin parar.

Yulia mantuvo los ojos cerrados pero con la sonrisa en la boca, esos labios los había sentido tan bien...

Elena, siguiendo con su cometido, volvió a pintarse los labios rápidamente y de nuevo se deslizó hacia Yulia pero esta vez, dibujándole uno en la mejilla.

Yulia volvió a su posición, con los ojos abiertos, y lo primero que se encontró fue a la chica apuntándole con el celular.

—¡Sonríe! — Le pidió ella y el flash del teléfono se disparó.

Desde ese momento, un montón de fotos comenzaron a retratarse gracias a Elena, las niñas también quisieron participar de los besos y en minutos la cara de Yulia terminó siendo un lienzo de colorete...

El divertido momento siguió dando alegrías a todas las presentes hasta que un timbrazo en la puerta de la casa se escuchó y les hizo detenerse.

—Debe ser Masha... — Le dijo a Elena. Se levantó hacia el tocador y al mirarse el rostro desistió de bajar a abrirle — Joder... ¿Qué me hicieron? Parezco un payaso — Les frunció el ceño a las tres mujeres por medio del espejo que solo se sonreían. Corrió al baño pero no entró. Miró de nuevo a su chica —¿Puedes abrirle? No voy asomarme así para que los vecinos me vean.

Elena soltó una risita — Sí, yo voy, ve a lavarte tranquila — Le respondió con diversión y salió de la habitación.


Masha no pudo esconder la felicidad al ver que era su mejor amiga quien le abría la puerta, pegó un gritillo con su nombre y se le lanzó con los brazos abiertos a los cuales Elena no se pudo resistir.

—¡Amiga! ¿Cómo estás? ¿Cómo va todo?— Masha se mostró impaciente. No le soltaba las manos.

Elena suspiró sin dejar la sonrisa. Aunque las cosas iban bien, quería sacar todo lo que guardó en su corazón desde lo que ocurrió ayer, y su mejor amiga era la indicada para eso.

—Tengo que contarte algunas cosas, pero no podemos hablar aquí, vamos a mi auto — Le pidió y la arrastró allí sin pensarlo.

Yulia terminó de secarse el rostro y salió del baño. Katya y Viktoria seguían sobre la cama. Se sentó junto a ellas, esperando a que Elena y Masha subieran pero eso no sucedía. Pensó que tal vez no era Masha la supuesta visita así que se levantó nuevamente y se asomó por la ventana de la habitación para corroborarlo, pero si era ella, y se sorprendió al verla junto a Elena dentro del auto.

Se sintió extrañada, y las ganas de querer ir con ellas le inundaron pero decidió que era mejor no hacerlo. Fuere lo que estuvieran hablando allí, entendió que no era de su incumbencia y volvió a la cama junto con las niñas.

En el auto, Elena comenzó a sincerarse con su mejor amiga sobre todas sus vivencias del pasado, desde su primera experiencia con una chica, su cambio transcendental después de la decepción sufrida con ella hasta el momento en que vio a Yulia por primera vez. Masha, aunque sorprendida, escuchaba en silencio cada palabra de su amiga sin cuestionarle absolutamente nada. Solo deseaba que Elena se sintiera a gusto y relajada.

Pero por supuesto, no todo podía ser color de rosa, casi media hora después cuando la historia ya había avanzado a lo sucedido unas horas atrás cuando le contó que Yulia y Miroslava se habían liado de nuevo, el accidente, y lo que casi había pasado en la habitación, Masha pegó el grito en el cielo.

Elena se asustó tanto de su reacción que se alistó para abrir la puerta del auto y salir si su mejor amiga volvía a gritarle de esa forma.

—¡NO, NO Y NO! ¡PERO QUE JODIDOS ME ESTÁS DICIENDO, ELENA! ¡¿QUÉ HACES AQUÍ?! ¿CÓMO PUDISTE PERDONARLE ESO! ¡NO PUEDO CREERLO! ¡NO PUEDO! ¡ES QUE NO PUEDO! ¡Y TODAVÍA TE HACE ESO Y TÚ LE PERDONAS Y LUEGO TE LE ENTREGAS ASÍ NO MÁS! ¡NO, NO, NO...

—Oye... Cálmate, por favor...— Elena le pidió horrorizada, nunca en los años que llevaba de conocerla le había visto tan fuera de sus cabales. Era algo sorprendente.

Masha no dejó de negar en desaprobación.

—¿Cómo me puedes pedir algo así después de lo que acabas de decirme? Por Dios... Yo sé que estás muy enamorada de Yulia pero no debiste perdonarle semejante cosa, al menos no tan pronto. Debiste pararte en la raya, hacer que te respetara.

—Yo lo intenté amiga... Pero... no pude... — Elena agachó la cabeza. Fue débil, pero había sido inevitable.

—Esa... ¡Tonta de Yulia! — Masha pegó un quejido y empuñó la mano en el aire. La ira se le salía por los poros — No puedo creer que te hiciera eso... Y tan buena gente que se veía. Ya no voy a ofrecerle más mi amistad, ni nada. Me ha decepcionado — Refunfuñaba sola — Tú depositaste tu confianza en ella... Y aun así no le importó... Y todavía te falta con esa tonta, creída de su Ex novia que me cayó tan mal, es una engreída, si es muy bonita pero es una loca engreída, sabes... Seguramente ella hizo algo para hechizarla porque es una jodida bruja... ¿Cómo podía Yulia tener una novia así? No entiendo...

Elena le miró de reojo mientras seguía murmurando barbaridades y eso le cambió el ánimo. De pronto no pudo evitar la gracia que le causo viéndola hablar sola y comenzó a reírse y a negar en voz baja. Aunque, eso no duró mucho, de un momento a otro una risotada acompañada de aplausos salió de su cuerpo.

Masha le miró con una ceja enarcada y frunciendo el ceño. No entendía lo gracioso de la situación.

—¡Yah! ¿Te enloqueciste también? ¿De qué te ríes?— Le comentó enojada.

Elena se tomó el estómago para poder calmarse, lo logró después de unos segundos pero los ojos le lagrimeaban a causa de la incesante risa.

—¡Yah!— Masha le gritó para que finalmente parara.

—Perdón, lo siento... Es que... si te hubieras visto... Oh... no puedo con esto... — Elena se limpiaba los ojos.

— Te desconozco, Elena, Yulia te ha drogado o qué...

—Claro que no... Masha... Es solo que... si tienes razón — Le dijo un poco más calmada —Pero es que... si tú hubieras estado en mi lugar... me entenderías, pasaron muchas cosas ayer... Y una cosa llevó a la otra. Además, Yulia hizo lo que le pedí a cambio de perdonarle. Me cumplió y ya no voy a darle más vueltas a algo que no vale la pena. Ahora estamos bien, y sus padres ya saben de nosotras...

—¿Son novias?

Elena negó — Aun no... Supongo que de eso hablaremos en unos días.

— Bueno... Te voy a decir algunas cosas... Y no las puedes dejar pasar — Le dijo con total autoridad.

Elena asintió burlonamente. Ella lo notó.

—Esto es serio Elena. No me mires así...— dijo con seriedad.

Elena alzó las manos al aire en señal de disculpas sin dejar la pequeña sonrisa en sus labios.

—Primero, no se te vaya a ocurrir pedirle que sea tu novia, deja que ella lo haga. Es su deber — Elena asintió —Segundo, mientras no haya una relación seria, me refiero a que mientras no sean novias, no le des nada... Y cuando digo que no le des nada, es absolutamente nada, ya sabes a lo que me refiero, cero intimidad, cero toques, cero nada, no la premies. Tercero, hazte la difícil en ocasiones, no siempre vengas, déjala que ella vaya, no le demuestres pleitesía... porque se puede aprovechar de eso... Y cuarto, — Se quedó pensando... Fruncía el ceño y se agarraba la barbilla —Qué puede ser... qué puede ser... Ahsss... Con esas tres está bien. Si me acuerdo de una cuarta te la diré. Está bien...

— Si señora.

—Hemos terminado. Vamos adentro — Dijo aun autoritaria. Tomó la manija para abrir la puerta, pero antes de que lo hiciera, Elena le habló.

—Masha, no vayas a decirle nada por favor... Que esto quede entre tú y yo.

—Jumm... Cuando le vea, lo primero que le daré es una gran palmada en la espalda.

—¡¿Qué?! ¡NO! — Elena se alertó —Masha, con la caída que se metió en la moto tuvo suficiente. Tiene su ceja rota y el pómulo derecho golpeado, también una gran raspadura en la espalda desde los omoplatos hasta la cintura y otra herida en el muslo. Además, no se puede mover mucho porque tiene una costilla adolorida.

—¿Entonces si fue fuerte el impacto?— Ahora si mostró un poco de preocupación.

—Sí, mucho, pero gracias a Dios no pasó a mayores... Por favor amiga... No le vayas a decir nada.

—Se me hará difícil. ¿Entramos?— dijo afanada.

Elena asintió inquieta al notar lo decidida que su amiga estaba, pero nada podía hacer.

Entraron a la casa, subieron hasta la habitación y al pasar la puerta, Masha decidió liderar el paso, Elena no pudo evitar sentirse nerviosa por aquella acción y le agarró la mano.

Yulia no se había dado cuenta que estaban allí.

—¡Oye tú, Yulia Volkova!— Masha le dijo con severidad.

Yulia giró su rostro, y de inmediato el enojo de la chica desapareció al verle como estaba.

—¡Ay... Dios mío! Yul... — Masha se soltó del agarre y corrió a agacharse a su lado para tomarle de las mejillas con suavidad. Su cara era una completa tragedia — Yul... Tú guapo rostro... — Chilló.

Yulia miró a su chica de reojo con confusión pero ella solo se encogió de hombros, era la que menos entendía.

—No debería sentirlo por ti, porque te lo mereces...— Masha volvió con su severidad pero ahora mezclada con preocupación. Le soltó el rostro y se sentó en la cama de brazos cruzados.

Yulia se confundió más por aquella reacción, volvió a mirar a Elena que seguía apoyada en la puerta, jugando nerviosa con sus manos. En ese momento entendió lo que pasaba. No tenía que ser adivina para saber a lo que se refería.

—Lena te contó lo que pasó ¿verdad?... — Le dijo con calma. Al presenciar que su amiga no le quería hablar, suspiró derrotada —Si... me lo merezco Masha, pero estoy arrepentida por la estupidez que hice y le prometí a Elena que nunca jamás va volver a suceder.
Masha le miró enojada — Me has decepcionado. Yo te tenía en un altar, en lo más arriba de todo... pero con esto no sé qué pensar ya. A Elena le costó mucho decirte la verdad y tú le pagas así... Dándote besitos con la bruja engreída de tu ex... ¡Increíble!

Y con eso, fue suficiente para que el silencio se hiciera presente, incluso las niñas se quedaron perplejas aunque no entendían nada. Viktoria al notar que su hermana estaba siendo atacada, gateó hasta su lado y se metió entre sus piernas, abrazándole el torso con sus manitas. Su pequeño ceño se frunció directamente a Masha.

Elena lo notó y decidió cortar la tensión.

—¿Por qué no... Seguimos viendo la... película? Está... muy buena — dijo nerviosa, tomó a Masha de la muñeca y la jaló al lado vacío de la cama. Se apoyaron en el espaldar pero su cuerpo y el de Yulia quedaron tan separados que el ambiente se sentía muy extraño. Le miró de reojo y al verle el perfil serio y cabizbajo, decidió que era mejor así y no le molestaría. Ya suficiente había hecho con decirle a Masha y que ella dañara lo bien que iban.


Las horas pasaban y, aunque el ambiente seguía menos cortante, nadie se atrevía a decir una palabra en la habitación. El silencio reinaba, y durante todo el tiempo lo único que había hecho Elena era mirar de reojo a la chica que tenía al lado. Se suponía que todo iba a ser mágico pero por su culpa lo había echado a perder.

De repente, Larissa y Oleg aparecieron en la puerta llamando solo la atención de las tres chicas mayores debido a que Viktoria y Katya ya se encontraban en los brazos de Morfeo.

Masha de inmediato se levantó para saludarlos y ellos amablemente la hicieron volver a la cama.

Yulia notó que sus padres estaban más guapos de lo usual y concluyó que iban de salida.

—Chicas... Nos han invitado a una cena... — Larissa les informó desbordando el carisma que le caracterizaba. Entró hasta la habitación y besó la frente de Yulia y la de Viktoria quien aún se encontraba entre las piernas de su hermana mayor —Vendremos a la media noche — Avisó a Yulia — En la nevera hay de todo por si quieren preparar algo de comer. Si necesitas cualquier cosa nos llamas. Te amo — Le dijo por último, salió de nuevo al pasillo y ambos se despidieron de las demás amablemente, desaparecieron de la puerta y de pronto el ambiente volvió a ser igual de tenso que antes.

Callada, Yulia tomó con cuidado el cuerpo dormido de su hermanita y lo acomodó sobre el colchón, bajó de la cama, se puso unas pantuflas y salió hacia el pasillo como si nada, todo... ante la vista de Elena y Masha.

El par de amigas se miraron y no pudieron evitar sentirse mal.

—No debí decirle nada. Pero fue inevitable — Masha chilló, haciendo una mueca terrible.

Elena subió las rodillas contra su pecho y apoyó su barbilla en ellas. Su tristeza era obvia.

Masha no pudo con la culpabilidad —Lena... ve con ella, háblale y dile que lo siento. Por favor... Me duele que Yul se enoje conmigo. Ve, ve— le agarró el brazo y la sacudió desesperadamente.

Elena le miró, dudó —Pero debe estar enojada conmigo por haberte contado. Nosotras estábamos bien. Habíamos dejado ese tonto altercado atrás.

—Solo ve... ve... — Masha le siguió sacudiendo y Elena no tuvo de otra. Se levantó de la cama y salió de la habitación. Miró hacia ambos lados del pasillo y decidió ir al cuarto de pinturas, al asomarse notó que su chica no estaba allí. Salió de nuevo, observó las otras habitaciones en el pasillo pero al ver las puertas cerradas no se quedó allí y bajó al primer piso.

Al pisar la sala, la soledad y la oscuridad del lugar la rodearon, quiso subir de nuevo las escaleras pero de repente la luz de la cocina iluminó una parte de la casa, caminó con lentitud hasta allí, y al llegar, se asomó con cuidado adentro. La puerta de la nevera estaba abierta y la parte trasera de unas pequeñas pantuflas blancas sobresalieron por ella.

Dio unos cuantos pasos en puntillas para pasar la entrada pero antes de lograrlo, la puerta de la nevera se cerró y tuvo que detenerse cuando vio a Yulia mirándole fijamente.

Rápidamente suspiró y caminó con lentitud y timidez hasta la encimera de la cocina, se hizo de espaldas contra ella para apoyarse contra el filo. Jugó de nuevo con sus manos. Seguía nerviosa.

—Lo siento mucho... Yul — dijo con sinceridad —Yo solo se lo conté porque quería desahogarme. Lo necesitaba.

Yulia sonrió débilmente, dejó las verduras que tenía en la mano sobre el comedor y también se apoyó de espaldas en él. Miró sus uñas sin saber que más hacer. Era torpe en esas cosas —Lo entiendo... Y tranquila, no tienes por qué sentirlo — dijo más relajada —
Ella tiene razón, pero no quiero que cada vez que pase algo entre tú y yo, alguien o tú me recuerden lo que hice, yo nunca voy a hacer algo así.

Elena se acercó a ella sin dudarlo, le abrazó por la cintura —No volverá a suceder, y además, Masha también lo siente. Solo fue impulsiva...

—Ok, ok ya olvidemos estas tonterías... — Yulia se relajó en el acto. Le robó un beso en la comisura de los labios y le dio una gran sonrisa —Mejor ayúdame a preparar algo de comer... — Elena asintió llena de felicidad... Caminaron hasta la encimera para ver las verduras que sacó de la nevera —¿Qué hacemos? ¿Pasta? ¿Carne? ¿Arroz?

—Ummm... — Elena miró al techo mientras pensaba... Finalmente le dio una de sus típicas sonrisas.

— ¿Qué hay de pizza?— dijo con alegría.

Yulia de inmediato hizo un puchero —Mi amor, no tengo ni idea de cómo hacer una pizza. Pero si quieres la podemos pedir a domicilio — Sugirió.

Elena de inmediato negó haciendo mala cara.

—No... — se quejó — Yo quiero que preparemos algo juntas... Y quiero comer pizza. Además... Yo no te estoy diciendo que la hagas tú sola. Fedora me ha enseñado, así que serás mi asistente el día de hoy — dijo moviendo una ceja de arriba a abajo con suficiencia.
Yulia negó divertida al verle tan genuina y la dejó que liderara. Elena empezó a moverse de lado a lado en la cocina buscando las cosas que necesitaba para la dichosa Pizza. Después de tener todo, ambas pusieron sus manos a la obra.

Sin embargo, las cosas a Yulia no le estaban saliendo bien. Su inexperiencia haciendo pizza le estaba jugando una mala pasada.
Su ceño se frunció.

—Diablos... Creo que esta cosa me está saliendo terrible — dijo en voz alta. Los ojos de Elena se desplazaron a lo que ella hacía y no pudo evitar soltar una gran carcajada. La masa era un desastre, había unos grumos que sobresalían de lo grandes que eran.

— Eso... Búrlate — Yulia le dijo divertida mientras seguía riendo.

Elena se calmó un poco — Tienes que echarle un poco más de agua y aplastarla con el rodillo. Así no va a funcionar — dijo volviendo a reír más serena mientras volvía a su tarea de picar piña.

Yulia, aunque perdida, logró terminar su trabajo y ayudó a la chica a llenar la masa con los demás ingredientes. Después de terminada, la metieron al horno a fuego lento.

—Bien... Solo debemos esperar mínimo unos quince minutos... — Elena le dijo sin dejar de sonreír.

Yulia le quedó mirando fijamente, aquella mujer la encantaba y le encantaba. — Quién lo diría Katina... Tú y yo en mi cocina, cocinando juntas y llevándonos bien... — Al decirle eso, se le acercó, envolviendo sus brazos alrededor de la cintura y no dejando espacio entre ellas.

Elena también le deslizó sus brazos cariñosamente alrededor del cuello. Le miró con la misma intensidad y el corazón comenzó a latirle desesperado. Puro amor... — Me tienes como loca... Volkova... — de pronto le susurró. No pudo soportar tenerla tan cerca y se inclinó a cubrirle los labios. Yulia no dudó en responder con lujuria. Se besaron hasta que tuvieron que separarse por falta de aire, sus alientos calientes chocaron mientras se miraban, ambas sentían la tensión sexual, estaban en sus veinte, las hormonas estaban latentes.

Yulia no perdió tiempo y le atrapó la boca nuevamente, sus manos empezaron a tomar vida propia y meterse bajo la camisa blanca y holgada de Elena, sintiendo la suave piel de sus caderas.

Empezó a bajar sus labios por el cuello, chupando y lamiendo, y las sacudidas en la entrepierna de Elena no se hicieron esperar. Estaba tan deseosa que era una jodida tortura sentir esas punzadas.

De pronto a su cabeza, vino lo que Masha le dijo, pero no podía hacer nada contra el placer que estaba viviendo. Era tan difícil de cortarlo ahí. .

Sintió la necesidad de tocar a Yulia como siempre había querido así que comenzó a empujarla hacia el comedor. Yulia se chocó contra una silla y cayó sentada para su fortuna. Ella sin dudarlo se le subió ahorcajadas en los muslos y la tomó por el cuello sin hacerle daño.

Le dejó un beso bajo la raspadura en su pómulo — No estoy lastimándote la espalda ni las piernas... — Le preguntó.

Yulia negó sin dudarlo. Eso era lo que menos le importaba en ese momento.

Después de asegurarse que no le lastimaba, Elena procedió a tomarle la camisa del final y se la subió por el torso, lográndosela sacar. La dejó sobre el comedor y miró lo que tenía frente a ella, sus pupilas se dilataron al ver nuevamente los pechos desnudos de Yulia. Anoche los había tenido en bandeja de plata pero no había podido disfrutarlos en lo absoluto. Una de sus manos en el cuello de Yulia, comenzó a bajar lenta y suavemente por su piel hasta llegar a uno de ellos. Al verle que los botones rosados de Yulia se colocaban erectos, no dudó en acariciarlo con su pulgar.

Yulia cerró los ojos mientras se mordía los labios.

La mano de Elena experimentó con el pedazo de piel femenina de todas las formas posibles. Era como una reliquia que quería conocer en todos sus aspectos.

Sus dedos de pronto dejaron de jugar allí y siguieron bajando mucho más hasta toparse con el comienzo de la sudadera de Yulia, se miraron de nuevo, con esos ojos brillantes llenos de pasión.

Elena le sonrió sin apartarle su mano dominante del cuello, Yulia empezó a sentir como unos dedos empezaban a infiltrarse por su pubis bajo sus bragas.

Elena sintió miedo por lo que iba a hacer pero no se detuvo, escabulló su mano dentro de la sudadera de Yulia hasta que le tocó su parte intima.

—Mierda...— Yulia dijo al aire y allí entendió la magnitud de lo que pasaba. Lo estaba haciendo, estaba tocando a una chica después de mucho tiempo, estaba haciendo lo que siempre había deseado hacerle a una mujer y más que era a la chica que le gustaba.

Intentó hundir su dedo índice entre los pliegues de Yulia pero un olor a quemado y mucho humo empezó a inundar la cocina.
Yulia abrió los ojos como platos y, al ver humo destilando tras de Elena y en su techo, pegó un grito.

—¡La pizza amor!— Gritó desesperada logrando que Elena se le quitara de encima rápidamente. Se colocó la camisa y fue a abrir el horno. Elena le pasó unos trapos y le ayudó a sacar la bandeja.

La dichosa pizza ahora era una rueda completamente negra con olor a ahumado.

—Mierda... La comida de la familia... — Yulia murmuró inocentemente y Elena no pudo evitar comenzar a reírse.

—No te rías... Mira esto... — Yulia agarró un pedazo de la pizza rostizada — Parece... No sé ni lo que parece — le dijo con un puchero, que ella no pudo evitar besar. Le abrazó por el cuello nuevamente.

—Tocará pedir a domicilio... Y mientras llega, podemos seguir con lo que hacíamos.

Yulia sonrió y la agarró por la cintura nuevamente, estrellándola contra la encimera y subiéndola en ella para que se sentara allí. Trató de quitarle la camisa esta vez, pero un carraspeó de garganta en la puerta las hizo detenerse. Vio a Elena mirando allí y sonrojándose al límite.

Ella no dudó en girar y casi se muere de la vergüenza cuando vio a su hermano y a Masha mirándolas de brazos cruzados.

Tras ellos, también estaban las niñas con sus boquitas muy abiertas...




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Mensaje por SharonRoZe 6/18/2020, 2:34 am

Jajaja, sorry, pero es que me encanto, de hecho ya estoy deseosa de leer otro capitulo pero se que debes tomarte tu tiempo, así que esperaré lo que tenga que esperar. I love you I love you I love you
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Mensaje por Yulieth 6/18/2020, 1:08 pm

Me ha dado mucha risa jajaja.. cuanto durará esa felicidad🤔
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/19/2020, 11:21 pm

Buenas tardes chicas, hoy en viernes de t.A.T.u. así que las quiero activas desde ya. A solo 10 capítulos para su final y cabe destacar que este viene en varias partes porque es sumamente largo, pero se que igual van a disfrutarlo.

A leer!!!!


MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 7 2020-011


Treinta




—¡Lenita y Yuli están haciendo un bebé!— Viktoria gritó eufórica y comenzó a saltar emocionada, salió corriendo hacia la sala y Katya no tardó en seguirla. Ambas eran un tornado de bullicio.

Masha entró como un toro directamente hasta su mejor amiga, la agarró de la muñeca y la bajó de un empujón de la encimera, después le fulminó con la mirada.

—Tal parece que lo que te dije en el auto te entró por un oído y te salió por el otro... ¿No? – Se mostraba muy enojada. Elena no tuvo otra reacción que agachar la cabeza. Estaba jodidamente apenada —Claro... No vas a contestarme... Pero no voy a dejar que cometas un error. Vamos — Le aseguró con toda la autoridad y le arrastró fuera de la cocina.

Lenin, asombrado las siguió con la mirada hasta que les vio detenerse en la sala, allí volvió su atención a Yulia y caminó hacia ella. Su hermana tenía la cara tan roja como un tomate.

—Vaya Volkova, parece que ya no soy el único que tiene expedientes de este tipo, en casa... — Dijo burlón. Tomó un pedazo de Pizza al aire y se carcajeó al verlo —¿Sabes cuál es la diferencia entre tú y yo, hermana? Que nunca he estado a punto de incendiar la casa, ni se me ha quemado la comida así… Y mucho menos me ha visto Vika.

Al oír aquello, Yulia se frotó el rostro con las manos. No podía concebir que su hermanita le hubiera visto en esa situación. Negó preocupada — ¡Dios mío! Mi mamá me va a matar cuando lo sepa... Eso es seguro... — murmuró.  Volvió su atención a él —... ¿Y cómo sabía esa niña que eso significaba hacer bebés? ¡¿Quién se lo dijo?!

—Jummm.... — Lenin se encogió de hombros —Yo que sé... Esos niños de ahora saben más que nosotros... — dijo divertido. Dejó caer el pedazo de Pizza rostizado a la bandeja.  No paraba de sonreír —Bien... Ahora que has fracasado con el sexo y con la comida... ¿Qué harás?

—¿Eh? ¿Qué haré de qué?— Yulia se confundió.

— Necesitamos comer... — Él explicó.

—Oh... si... Eso... Vamos a pedir una Pizza a domicilio — Tomó la bandeja con la pizza quemada y la botó al cesto de la basura. Dejó el cristal en el lavaplatos y se abrazó al brazo de su hermano.

Él se rió —¿Qué haces?

—Masha no está muy feliz. Necesito protección. Vamos... — Le dijo y salieron a paso lento hacia la sala.

Al llegar allí, se encontraron al par de mujeres discutiendo sobre el sofá, o más bien a Masha regañando a Elena severamente sobre lo que acaba de pasar en la cocina.

Ellos a paso lento y cuidadoso se acercaron a la mesa del teléfono y lo tomaron para hacer el pedido, cosa que no tardó mucho, toda la sala quedó en silencio. Ambos tomaron el lado vacío del gran sofá, quedando separados de extremo a extremo. Elena y Masha en una esquina y ellos en la otra.

El ambiente era tenso.

Las pequeñas de pronto aparecieron en la escena y prendieron la TV, tiraron los cojines del sofá a la alfombra y se dejaron caer allí, al parecer ya habían olvidado lo de hace unos segundos.

Yulia aprovechó para hablar.

—Ah... — Murmuró. Inclinó la cabeza hacia al frente para mirar a su chica pero el perfil enojado de Masha no le dejaba verle —Yo... acabo de pedir  pizza para que comamos... — Comentó, pero no tuvo replica de nadie. Volvió a su posición y se quedó allí quieta sin saber qué hacer.

Comenzó a jugar con sus dedos nerviosamente y a inclinarse repetidas veces para intentar ver a Elena... Algo que seguía sin ser posible porque Masha estaba pendiente de que su amiga no se moviera de su lugar ni un centímetro. Y era igual con Elena, cada vez que ella también intentaba mirar hacia Yulia, Masha le metía un pellizco.

Estuvieron así por casi quince minutos pero Elena no lo aguantó más...

— Masha... ¿No crees que estás exagerando?— Le susurró fastidiada.

Su mejor amiga dejó de ver la TV para fulminarla nuevamente con la mirada – No. Y no te vas a mover de mi lado — Le contestó secamente y autoritaria.

Elena pegó un gemido de derrota y se cruzó de brazos y de piernas, completamente enojada. Masha se estaba comportando como su madre.

Al otro lado del sofá, Yulia ya se encontraba al borde del desespero. Tampoco lo soportaba.

—Oye...— Codeó a su hermano.

Él le miró de reojo...

—¿Por qué no te acercas a tu novia para que se ocupe de ti y así yo pueda estar al lado de mi Elena?...

—¿Estás loca? – dijo él desconcertado. Bajó la voz lo más posible —Esa chica está tan enojada que prefiero no molestarle... ¡Y no es mi novia!... Todavía...

—Ohh vamos... no seas una gallina, solo acércate y abrázala. Hazlo por mí.

—No.

—¡Lenin!

—No.

—Le...

—Que no...

—Leni, Leni.

—Qué no lo haré — Le dijo en voz alta, llamando la atención de todas las chicas en la sala.

—Yulia le palmeó el brazo y se dejó caer aburrida contra el sofá. Se arrepentía de haber dejado venir a Masha a su casa.

Media hora después, la comida de todos finalmente arribaba, Yulia agradeció al chico del domicilio y cerró la puerta. Llegó a la sala con las Pizzas y los refrescos y puso todo sobre la alfombra.

—Voy a traer unos platos... — Avisó.

—Yo te ayudo — Elena le dijo e intentó pararse pero Masha la agarró del brazo y la volvió a sentar.

—Tú no vas a ninguna parte, ella puede sola — dijo y no la dejó ir por ningún motivo.

Elena le dio una mirada de disculpa a Yulia quien solo pudo encogerse de hombros.

Fue a la cocina y volvió a la sala con los seis platos para la Pizza, todos se acomodaron sobre la alfombra para comer pero manteniendo la distancia. Las únicas que disfrutaban en compañía eran las pequeñas.

La situación continuó de tal manera hasta la media noche, toda la casa estaba a oscuras y la única luz en el lugar era la del TV. Todos estaban recostados sobre la alfombra, las pequeñas ya dormían plácidamente  mientras que los demás intentaban mantener su atención en la pantalla Led... Aquel... no era el caso de Yulia, ella se apoyaba contra su codo para obtener una mejor vista del lejano pero hermoso perfil de Elena.  La luz de la TV le hacía brillar sus esculpidos rasgos.

Su posición de pronto empezó a causarle calambres así que se inclinó contra el sofá para sentarse y allí pudo ver en su totalidad el rostro de su chica, la misma que al parecer ya se encontraba igual de dormida que las niñas, sus largas pestañas delataban sus parpados cerrados y su respiración calmada y relajada lo complementaba. Era una imagen para enmarcar.

Sin hacer mucho ruido, se levantó por completo, en ese momento se dio cuenta que la única que seguía despierta en aquel lugar era ella, Masha y su hermano también se encontraban en los más profundos sueños.

Sin dudarlo, subió hasta su habitación y sacó de su closet todas las cobijas que resguardaba, bajó con ellas a la sala y empezó a tapar a cada uno de los cuerpos en la alfombra. Katya y Viktoria, Lenin, Masha y por último, el de la chica que hacia latir su corazón, le cubrió de los pies hasta el cuello con delicadeza y después se arrodilló a su lado, quitó algunos mechones que le caían por la frente y le detalló el adormilado rostro.

—Aún sigo sin creer esto... — Susurró para sí misma sin dejar de mirarle. El corazón le latía con fuerza. No pudo evitar sonreír mientras negaba,  ella y la chica que le había declarado la guerra ahora estaban enamoradas.  Eso era como de película. Se inclinó por completo y le dejó un tierno beso en la frente. Debido a eso, Elena se movió un poco y se despertó — Yo nunca creí ese dicho: Del odio al amor hay un solo paso, pero ahora está más que comprobado — le susurró sonriente.

La adormilada Elena frunció el ceño en confusión — ¿Me odiabas...?

Yulia negó — Tú a mí.

— Pero yo nunca hice eso... — Hizo un puchero. Le cubrió la mejilla raspada con su mano —Oh bueno si... Un poquito... pero era inevitable.

—Tanto como Masha — Bromeó.

Elena se rió —No tanto — Dijo divertida —¿Dormimos?

Yulia asintió. Se acostó y se metió bajo la cobija — Apenas Masha despierte y me vea aquí contigo va a matarme.

— Entonces, ¿correrás el riesgo?

— Lo haré — dijo riendo. Apagó la TV y se acunó entre los brazos de su chica mientras se picoteaban los labios sin hacer mucho ruido...


Al día siguiente, Oleg y Larissa Volkova llegaban finalmente a casa, aquella cena de anoche se había convertido en una gran celebración por parte de algunos empleados de su empresa. Cuando llegaron hasta la sala, se sorprendieron al ver la ola de cuerpos tirados sobre la alfombra. Ya eran más de la una de la tarde, sus hijos no solían dormir hasta esas horas.

—Parece que se trasnocharon. Mira esto — Oleg murmuró al ver el montón de platos sucios, botellas de refresco y las cajas de la pizza regadas en su alfombra. De inmediato se agachó a levantar todo.

—Llevaré esto a la cocina. ¿Vas a levantarlos ya?— Preguntó a Larissa.

Ella negó —No, dejémoslos descansar tranquilos.  Mejor voy a ducharme y a cambiarme para preparar algo de almuerzo, se van a levantar hambrientos.

—Está bien amor, pero no empieces la ducha sin mí. En un momento te alcanzo — Oleg picoteó los labios de su esposa.
Ella le sonrió y se alejó al segundo piso.

Una hora más tarde, Masha fue la primera de la camada en despertar,  comenzó a estirar las extremidades de su cuerpo con toda la libertad del mundo mientras bostezaba satisfactoriamente, había dormido tan bien.

Abrió los ojos, y de pronto, se extrañó al notar que aquel no era el techo de su casa. Sin embargo, todo volvió a la normalidad en su cabeza cuando vio el rostro de su mejor amiga completamente dormida a su lado. Rápidamente se tranquilizó.

Empezó a observar a los demás a su alrededor, a las pequeñas durmientes, después a Lenin, quien le hizo sonrojar con solo mirarlo mientras dormía. Se inclinó para ver a Yulia pero no le vio al lado del cuerpo de su hermano. Su ceño se frunció en confusión. Se giró para mirar a Elena de nuevo y allí descubrió algo inusual, se veía un gran montón sobre la cobija. No dudó en tomarla de una esquina y desarroparle por completo. Su boca se abrió cuando vio que Yulia le abrazaba por la espalda, y tenían los pies enredados, la llamada posición de 'cucharita', pero eso no era lo peor, lo que más le enojó fue ver que Yulia tenía su brazo izquierdo dentro de la blusa de su mejor amiga a la altura de las costillas, por encima de la tela parecía que le estaba agarrando los pechos.
Su voz de protesta no se hizo esperar.

—¡Elena Katina!—  Exclamó dándole un pellizco en una mejilla. Elena de inmediato gimió.

—Ahhooo... ¿Qué haces? ¿Por qué me lastimas?— Le dijo entre dormida.

Masha rápidamente se sentó. Su cara de asombro era para enmarcar.

—¿Qué hago? ¿Qué haces tú?— Le reclamó — ¡Acaso mis palabras no valen nada para ti!

—¿De qué demonios hablas...— Elena se sintió confundida. Se sobaba su mejilla.

—¿Por qué está Yulia detrás de ti, pegada a tu cuerpo como si no existiera un mañana? ¿Y por qué su mano está en un lugar prohibido de tu anatomía?

—¿Qué?— Elena no pudo entender nada de lo que le decía.

—Pues mírate... — Masha le señaló bajo su cuello y ella de inmediato se observó.  Su rostro se puso del color de un tomate al ver desde su ángulo la mano de Yulia dentro de su blusa, y por supuesto al sentir sus pechos siendo agarrados con delicadeza.

—Oh... Yo no sé... en  que... momento... ocurrió esto...— dijo avergonzada pero sin hacer ningún movimiento. Algo que molestó más a Masha.

—Bueno... ¡Y qué!... ya quítale su pervertida mano de tus cositas...  

—Sí, ya, cálmate — Elena tomó la mano de Yulia y la alejó de sus pechos con suavidad. Su sonrojo continuó al máximo.

—OK, ya salte de su agarre, levántate, vamos — Ella se puso de pie y empezó a jalar a Elena de su mano.

Ambas quedaron de pie, mirándose una a la otra, Elena con vergüenza y Masha frunciéndole el ceño. En ese momento, Larissa salía de la cocina. Les vio y no dudó en acercarse con una gran sonrisa.

—Chicas... Por fin despertaron. ¿Durmieron bien?

Ellas no dudaron en asentir —Perfectamente Señora Volkova — Masha le respondió.

Larissa le dio una palmadita inofensiva en su brazo —Nada de señora —Dijo para ambas — Díganme Larissa o Lara o como quieran, pero no señora. Me hace sentir más vieja de lo que soy — Dijo divertida. Las chicas rieron ante la espontaneidad de la mujer. Larissa era muy agradable —Bien... Vayan al comedor para almorzar, yo voy a despertar a estos chicos — dijo y comenzó a sacudir cariñosamente a los demás que estaban sobre la alfombra.

Las chicas caminaron hasta la mesa y se sentaron a mirar como Larissa levantaba a sus hijos y a la pequeña Katya. Aquella escena causó un sentimiento de dolor en Elena y también le trajo recuerdos de cuando solía ser pequeña. Sus padres eran igual de cariñosos pero ahora ni rastro de eso se podía encontrar.

—Me gustaría que mi madre estuviera conmigo — Masha le comentó con tristeza al recordarle.

Elena no pudo contestar nada a eso. La madre de Masha había muerto de cáncer hace algunos años. También había sido una gran mujer.

Los demás empezaron a llegar junto a ellas, las niñas completamente despeinadas pero muy sonrientes, Lenin rascándose los ojos y Yulia bostezando.

Todos se sentaron, Yulia y Lenin quedando cada uno frente a sus chicas. Se miraron y no pudieron aguantar la risa, sus caras de recién levantados era la principal razón. Aunque ninguno se veía mal, era muy gracioso.

—¿Ya se te pasó la sobreprotección? — Yulia molestó a su amiga.

Ella le miró con los ojos entrecerrados y le enseñó su dedo del medio pero rápidamente lo escondió cuando vio llegando a Oleg. Larissa también se unió.

—¿Qué tal huele la comida que mi esposa y yo hemos preparado?— Dijo él con orgullo, ganándose las sonrisas de todos.

—¡Huele delicioso papi! ¡Sírveme ya! — Viktoria le dijo desesperada.

Él no le hizo esperar, ni a nadie en la mesa. Cada uno sirvió sus porciones y empezaron a comer y a charlar cómodamente entre todos. El tema de la cena de anoche salió a relucir, también algunas cosas triviales... Claro hasta que a Larissa  le dio por preguntar como la había pasado el grupo mientras ellos no estaban.

—Y bien... ¿Y a ustedes como les fue ayer? ¿Qué hicieron? ¿Pasó algo?

—¡Si pasó mami! ¡Yuli y Lenita estaban haciendo bebés en la cocina! — Viktoria gritó con euforia y Yulia al oírlo, comenzó a toser y atragantarse con la comida, su hermano de inmediato tuvo que ayudarle con unas palmaditas en la espalda. Elena se quedó paralizada y Masha quedó en silencio.

Larissa esperó a que Yulia se recuperara para fulminarla con la mirada.

Oleg se rió al ver la cara de su hija como un tomate.

—¿Cómo es eso de que estaban haciendo bebés?— Larissa preguntó seria.

Yulia de inmediato se aclaró la garganta — Eso no es cierto mamá, Elena y yo solo nos estábamos besando, solo eso y nada más... Viktoria ni siquiera sabe que significa hacer bebés...

—Yul miente mami — Viktoria replicó —Ella y Lenita estaban haciendo lo mismo que pasan en las novelas. Tú me has dicho que así se hacen los bebés... Con los besos.

—Oh... — Larissa empezó a reír por lo bajo —Es mi culpa — dijo sintiéndolo —Amor, ehhh... los besos es un comienzo para hacer bebés... Pero se necesita de otras cosas.

—¿Qué cosas?

—Cosas que sabrás más adelante— Oleg le dijo para cortar el incómodo momento.

Elena y Yulia terminaron con la cara enrojecida.

—Bueno... ¿Y qué más pasó?— Larissa siguió preguntando y por supuesto obteniendo respuestas.

—¿Qué más pasó? — Su hijo comentó con burla —Qué no pasó, dirás... Tú hija casi quema la casa...

—¡¿Qué?!— Larissa se alteró... Y desde ahí empezó otro tema de conversación gracioso para la mayoría pero no para Yulia y Elena... A ellas las estaban dejando en ridículo debido a su descuido.

Al terminar el almuerzo, todos se metieron a la cocina para ayudar a organizar, Elena y Masha lavaban los platos mientras Lenin y Yulia limpiaban la encimera. Larissa y su esposo guardaban los víveres sobrantes en la nevera y Katya y Viktoria solo jugueteaban por allí.

Todo estuvo en orden rápidamente, el trabajo en equipo había sido genial.

—Y bien... — Larissa miró los alrededores de su cocina, brillaba en cada rincón —Excelente. Quedó excelente, chicos... — Exclamó orgullosa.

—Gracias por ayudarnos, ahora es tiempo de que mi esposa y yo nos vayamos a descansar... — Oleg comentó para todos, tomó la mano de su esposa cariñosamente — Ustedes deberían salir a divertirse, es domingo, ya hay poca nieve en las calles y el sol está en su punto.

—Papá tiene razón. Vayan, pásenla bien. Los quiero — Larissa les dijo y empezó a alejarse con su esposo.

El grupo en la cocina se miró, salir no era mala idea...

...

—¡Ah no! ¡Tú vienes conmigo adelante!— Masha jaló a Elena hacia al asiento del copiloto cuando ella intentaba ir atrás con Yulia. Por nada del mundo iba a permitir contacto entre las dos mujeres. Estaba decidida a lograrlo como fuera.

Lenin entró al auto, Yulia se encontraba cruzada de brazos y suspirando. El jueguito de su amiga no le causaba nada de gracia.

—¿Ya la besaste?— Ella le preguntó, él se inmutó, le miró con una ceja enarcada.

—... Pues... aún no... Pero... pienso hacerlo pronto... — dijo nervioso.

Ella rió —Lo tendrás difícil... Solo mírala —Señaló por la ventana. Masha y Elena discutían aún sobre los asientos — No es como cualquiera de las chicas que has tenido antes, ella si es bastante conservadora.

—¿Quieres decir que Elena no es conservadora?— Le cuestionó.

Yulia de inmediato negó —No quise decir eso —Gimió —Es solo que llevas más de un mes en conquista y aún no has podido lograr tu primer beso. Eso es triste... — dijo burlona.

Él le miró mal —Y parece que tú tampoco vas a poder seguir haciendo tus cosas mientras ella esté junto a Elena... Ahora estamos casi igual hermanita — Le dio unos golpecitos en el muslo como lamentándolo, Yulia volvió a ponerse seria. Eso era real... Lastimosamente.

Las chicas subieron al auto, Elena mirando a Yulia con culpa ya que no habían podido interactuar mucho.

—¿Y bien a donde vamos a ir?— Masha miró a los hermanos por el espejo retrovisor.

Ellos se encogieron de hombros.

—Te dejamos esa tarea a ti. Sorpréndenos — Lenin le dijo divertido.

Masha le dio una sonrisa tierna y arrancó el auto.



—¿Un parque de atracciones? No es cierto... —  Yulia se quejó al ver que el auto se detenía frente a Everland, uno de los mejores parques temáticos en la ciudad.

Elena se giró para mirarle, su boca se había convertido en un pequeño puchero — A mí me gusta — Dijo con ternura.

—Si... No tiene nada de malo — Lenin opinó — Además... ¿A dónde más iríamos un domingo en la tarde?

—Si ella no quiere ir entonces que se quede en el auto. Mejor para mí —Masha se lo dijo mirándola por el espejo retrovisor, después bajó del auto, seguida de los demás.

Una vez adentro y con los ticktes en mano, Masha y Elena empezaron a mirar todos los juegos mecánicos con mucha emoción. El lugar estaba repleto y ver a la gente divirtiéndose tenía a ambas chicas al borde del desespero, ellas deseaban probar todos y cada uno de los aparatos.

Empezaron a recorrer en todas las direcciones hasta que se toparon de frente con la Noria, el juego mecánico favorito de Elena.

Al verlo tan grande y tan de cerca, Elena dejó salir un gritillo de alegría. De niña solo solía montar en la Noria cuando sus padres le llevaban al parque de diversiones.

—¿Quieres montarte allí?— Masha le preguntó con emoción, Elena no dudó en asentir —Bueno... Vamos... — dijo sonriente y tomó a Elena del brazo.

Yulia miró con incredulidad la escena. Sus manos se abrieron en el aire. ¿Masha también le iba a robar a su chica allí?

Se enojó —¿Esto es real, Masha?— Le dijo fastidiada.

Su amiga enarcó una ceja — Claro que si... No vas a acercarte a mi amiga, enana. Ni lo creas — le dijo burlona, pero Yulia no estaba para ese tipo de juegos.

Negó — ¿Ah no? Eso lo veremos... — Le arrebató los ticktes de la mano, tomó a su chica del brazo y se metieron en la fila para subirse a la noria.

Masha comenzó a gritar desesperada y trató de ir tras ellas pero no pudo hacer nada ya que las chicas se metieron rápidamente a la cabina que les tocaba.

— Señorita, no puede entrar allí, solo se permiten dos personas — El chico que supervisaba el juego le hizo entrar en razón. Por medio del cristal, Yulia le mostraba la lengua. Eso la enojó más. Lenin tuvo que entrar a sacarla.

—Hey, preciosa, ya cálmate — Él le dijo sonriente. Acunó las mejillas de Masha entre sus manos, y con ese gesto la chica se olvidó de todo, sus ojos casi toman la forma de un corazón. El amor... —Déjalas... Mi hermana no le hará daño y además... Elena no es una niña.

—Pero es que... — su voz fue mimada, él la cortó.

—Pero es que nada... Ya olvídate de ellas y mejor porque no pasamos un tiempo los dos, desde ayer no me has puesto cuidado por andar pendiente de mi hermana y tu amiga. Ven vamos.

Masha se mordió el labio, no pudo aguantarlo y le clavó un pico al chico Volkov en la boca. El abrió los ojos como platos pero luego sonrió de oreja a oreja. Ella se ruborizó.

—Perdón... Yo....

—Shhhh... — él le cubrió los labios con su dedo — Está bien... Ahora déjame intentarlo a mí — Le susurró y se inclinó para besarla, un beso real, con todos los ingredientes.

Yulia y Elena empezaron a reírse al ver la escena.

—¡Wow, su primer beso! — Ambas dijeron al mismo tiempo. Al darse cuenta, se miraron fijamente, sonriéndose una a la otra, llenas de felicidad.

—¿Qué?— Elena le preguntó avergonzada, esa mirada la debilitaba.

Yulia negó — Nada, es solo que... Al fin estamos solas...

—No haremos lo mismo de la cocina aquí... — Elena se colocó como un tomate.

—¿Qué? Claro que no... — Yulia entrelazó su mano con la de ella, ambas se sentaron —No lo dije por eso —Yo... quería pedirte disculpas, creo que tal vez me excedí contigo anoche y por eso todos nos vieron... — Se ruborizó  —Lo siento, eso no va a volver pasar, te prometo que seré más cuidadosa.

—Está bien...  No fue solo tu responsabilidad. Yo tampoco paré... Porque no quería parar... Realmente estoy teniendo estos pensamientos excitantes cada vez que estamos juntas — Dijo sin pensarlo.

Yulia empezó a sudar, y la Noria comenzó a subir. Sonrió de medio lado nerviosa. Era mucha la adrenalina —Encontraremos el momento...   tragó saliva.

Elena asintió sonriendo. Le sopló la frente sudorosa y le dio un beso en los labios — Que divertido esto... — dijo con alegría, apretando la mano de Yulia con fuerza...

Al llegar la noche, las parejitas ya se encontraban en las afueras de la casa Volkov, cada uno de ellos recostados en ambos lados del auto de Masha. La habían pasado tan bien, pero ya era tiempo de despedirse y eso era lo que hacían. Lenin y Masha se encontraban sobre la capota sentados mientras que Yulia y Elena recostadas en una de las puertas traseras dándose besitos tiernos.

Katya y Viktoria merodeaban en la puerta.

—Nunca me había divertido tanto en un solo día, Yul... Gracias por todo.

—No me tienes que agradecer nada a mí, Masha fue quien nos llevó — dijo divertida.  Ambas rieron — ¿De verdad no quieres que yo te acompañe a casa?

Ella negó — No es necesario, ya oíste a Masha, ella se encargará de eso, además... tú debes descansar, tu cuerpo lo necesita.

—Está bien, Lena... Entonces... Nos veremos mañana en la escuela de las niñas.... no...

— No... — Elena respondió de inmediato. Yulia se extrañó. Elena al verle el rostro confundido, lo explicó —Recuerda que mañana tengo que empezar mi castigo en la Universidad así que no vamos a poder vernos si no hasta en la tarde.

—¡Oh! Es cierto... Maldito castigo — Gimió.

—Tengo que hacerlo. Me lo merezco.

—Olvídalo, descansa mucho, es seguro que te harán trabajar duro — Yulia la abrazó con fuerza. Elena se relajó en esos brazos, era tan cómodo.

—Lena, estoy lista para irme... — Masha le dijo y tuvieron que salir del abrazo. Besó a Yulia en los labios, le susurró un te quiero y se subió al auto después de llamar a Katya.

Ambos hermanos se acercaron y se quedaron mirando como el auto y sus chicas se alejaban por la carretera. Sintieron un gran vacío.

—Debimos acompañarlas... — Lenin comentó sin dejar mirar en la lejanía.

Yulia asintió y suspiró, tomó la mano de su hermano y lo jaló hacía la casa. Unas ligeras gotas de lluvia empezaba a caer...




Lunes, 3:30 PM

Universidad de Moscú

—Por fin terminó esta clase. Tengo muchísima hambre — Tasha se levantó de su silla, se abrió de brazos y bostezó tanto como pudo.
Yulia soltó una risita al verle  —Sabías que acabas de hacer los mismos gestos que Karina — Le comentó divertida mientras guardaba sus cosas.

Tasha le sonrió — Es inevitable — dijo encogiéndose de hombros — Hoy tengo un hambre de puta madre. Parece que no hubiera almorzado.

—Bueno... ¿Vamos a la cafetería entonces?— Yulia se colgó el maletín el hombro.

Tasha de inmediato recogió sus implementos y salieron juntas por el pasillo.

Al llegar al campus, Yulia comenzó a mirar disimuladamente por todos los alrededores mientras Tasha le hablaba, su deseo de ver a Elena era desesperado. Necesitaba saber de ella. Pero sus intentos de encontrarla se esfumaron segundos después cuando Inna apareció frente a ellas abrazando a su novia con fuerza. Su atención se centró en la pareja y no pudo evitar sentirse extraña al ver como Tasha cargaba a Inna y la besaba con ternura. De pronto se preguntó si algún día iba a poder hacer algo así con Elena en ese lugar.

La pareja se alejó e Inna fue hacia ella para saludarle, claro que eso pasó a segundo plano cuando le vio su ceja y su pómulo cubierto de gasitas. También las pequeñas raspaduras en las manos.

—Ouch.... ¿Qué te pasó?—  Le dijo. Su rostro mostró un poco de preocupación.

Ella rápidamente negó con calma. No quería asustar a nadie, ni tampoco hablar mucho del tema — No fue nada grave, Inna, me caí mientras probaba mi moto nueva... Malos cálculos... Ya sabes... — dijo relajada.

Inna negó en desaprobación.

—Hey chicas... Ya dejen de parlotear y vamos a la cafetería. Allá podrán ponerse al día. Vamos, vamos... — Tasha las apuró de nuevo y tuvieron que reiniciar el paso.

Al llegar, la cara de Tasha se volvió una mueca, y era entendible, el lugar estaba lleno, ya no había ni una mesa disponible y la fila para los pedidos era inmensa.

—Mierda... ¿Por qué la gente de otros bloques viene aquí a estorbar si ellos tienen sus putas cafeterías? ¡Esta es la nuestra! — Gimió enojada. Inna y Yulia rieron.

—Amor, busca un lugar en el campus para sentarte y yo haré la fila por ti. ¿Qué quieres de comer?

—No... In... En el campus aún hay nieve... Y además... ¿Cómo vas a hacer esa fila? Mejor... Me aguanto el hambre hasta la salida.

—Claro que no.

—Si...

—No... ¿Qué vas a pedir?

—¡Hey! ¡Chicas! ¡Tashaaa!¡Inna! ¡Yul! — De pronto su pequeña discusión fue interrumpida por unos gritos que empezaron a retumbar en la lejanía. Miraron con detalle por todo el lugar hasta que lograron dar con la artífice de ellos. Era nada más y nada menos que Karina. Tenía una gran mesa solo para ella.

De inmediato se acercaron.

—¡Dime que estos puestos son para nosotros!— Tasha le preguntó antes de sentarse, Karina asintió con satisfacción.

—Por supuesto, ¿Para quién más serían? Siéntense por favor — dijo con orgullo y ofreció las demás sillas.

Las chicas se acomodaron y, Tasha al notar que Karina no estaba comiendo como era costumbre, frunció el ceño. Era muy extraño —Espera... ¿Dónde está tu comida?— Le preguntó.

Karina señaló a la fila de pedidos — Ya viene en camino, Svetlana e Ivka están comprándola.

—¡Mierda!— Tasha se levantó nuevamente, le entregó su maletín con apuro a Inna —Amor, voy a aprovechar que ellas están ahí. No tardo. ¿Quieres algo?

—Una malteada y un pastelito está bien.

—¿Y tú quieres algo?— También preguntó a Yulia.

—Ehh... Un café.

—Bien... Nos vemos — Tasha se despidió y se echó a correr en dirección a la fila.

Karina se quedó riendo — Qué pasa In... ¿A Tasha ya no la están alimentando bien en casa? — dijo burlona.

Inna se encongió de hombros —No lo sé, no vivo con ella... Todavía — dijo divertida.

—Woww... ¿Y cuándo veremos eso?...

—Probablemente cuando ella y yo consigamos trabajos estables y podamos pagarnos nuestras propias cosas.

—O sea nunca... — Karina volvió a burlarse.

Inna de inmediato enarcó una ceja — Nosotras no somos igual que tú...

—Exacto, porque ustedes son peor que yo...

Ambas chicas empezaron a pelear tontamente y Yulia no pudo hacer más que disfrutar.

La pequeña discusión de repente fue cortada cuando unos fuertes gemidos femeninos se escucharon a centímetros de ellas. El trio posó su atención en un par de chicas que peleaban, y para su sorpresa, eran Masha y Elena alegando que no había ningún sitió disponible para ellas descansar. Ambas se encontraban de espaldas a la mesa.

Inna no pudo aguantar que la discusión entre ambas siguiera, y les llamó — Sarantseva, Katina....  —Yulia y Karina se quedaron perplejas.

Elena y Masha se giraron al escuchar el llamado. Los ojos de Elena de inmediato fueron a parar en Yulia.

—Chicas... si quieren pueden sentarse aquí con nosotras... No hay problema — Les invitó.

Elena y Masha se miraron sin saber qué hacer.

Karina se acercó a Yulia — ¿Qué demonios está haciendo Inna? — Le susurró a la oreja con disimulo —Está invitando al enemigo a nuestra mesa... ¿Acaso enloqueció? — dijo sin poder creerlo.

Yulia no respondió a nada, solo se quedó observando como su chica y su mejor amiga tomaba las sillas junto a Inna, justo frente a ella y Karina.

Vio como Elena le veía de nuevo pero rápidamente bajaba el rostro, ella era incapaz de sostenerle la mirada, notó un ligero rubor en sus mejillas. Era hermosa.

—Gracias Inna, ya estábamos pensando en irnos a sentar a un salón — Masha bromeó.

Inna negó despreocupada — Tranquilas, aquí estarán mejor.

Masha le dio una sonrisa para luego posar su atención en Yulia, sacudió su mano lindamente hacía ella en forma de saludo y luego hizo un ademan con la cabeza hacia Karina.

—Y bien... — Karina comenzó a jugar con sus manos por encima de la mesa. Estaba nerviosa. En realidad, era muy incómodo tener a Elena Katina allí ya que a parte de su mala reputación, siempre le había parecido jodidamente bella y sexy. Empezó a sudar mucho —...Ahhh... No sabía que ustedes eran amigas... — Señaló a Elena y a Inna, que al oír aquello se miraron. La verdad es que no habían entablado ninguna amistad aún, lo único que les unía era el secreto de la pelirroja.

Pero, por supuesto Inna no lo iba a obviar, así que solo sonrió mientras se encogía de hombros —Bueno... nos conocemos desde hace mucho. Estamos en el mismo salón, en porras, es imposible que no hablemos — dijo con tranquilidad.

Karina asintió con duda pero no replicó.

En ese mismo instante, el grupo de chicas restantes finalmente se acercaban, venían riendo a carcajadas y burlándose de cosas triviales.  Pero eso solo duró unos segundos porque al llegar a la mesa, se paralizaron con las bandejas en mano al notar la brillante presencia de Elena Katina.

Las bocas de Ivka y Svetlana se abrieron en sorpresa mientras que Tasha enarcó sus cejas. Todo quedó en silencio, como si la incomodidad no pudiera ser mayor.

El silencio duró unos segundos, Tasha lo cortó.

—¿Pasa algo?— Preguntó confundida.

Inna negó con calma y le quitó la bandeja para ponerla sobre la madera —No, estamos muy bien. Siéntense — Respondió como si nada. Las demás le hicieron caso, pero dudando. Colocaron sus bandejas en la mesa y empezaron a sentarse sin dejar de mirar a Elena. Debido al espacio reducido, las chicas tuvieron que deslizarse en las sillas para dar espacio, haciendo que Yulia y Elena chocaran sus hombros, haciendo que quedaran tan juntas como fuera posible.

El grupo de amigas al notarlo, cambiaron su mirada a Yulia, quien solo pudo tragar saliva debido al exceso de atención que estaba teniendo.

Karina se preocupó por ella —¿Te sientes bien a su lado? ¿Quieres que cambiemos de lugar?— Le susurró tan bajo como pudo.
Yulia negó — No... Déjalo así, no pasa nada.

Al otro lado de la mesa, otra discusión por la presencia de Elena empezaba. Tasha no lo podía creer y se lo refutó a su novia.

—¡¿Tú le dijiste que se sentara aquí?!— dijo sorprendida —¡¿Por qué, Inna?!

—Porque no había más mesas...

—Pero amor... ¡Es Elena!

—¿Y eso qué?

—¿Cómo que qué? Yulia está aquí, ¿Acaso no pudiste pensar en cómo se sentiría? ¿Acaso no piensas en cómo se está sintiendo ahora... ¡Y todavía teniéndola al lado!

—Suficiente, Tasha — Inna cortó la discusión, no quería tener que explicarle nada a su novia en ese lugar, así que rápidamente se centró en la demás  —Chicas, hoy nos acompañan Masha que ustedes ya le conocen y su amiga Elena, háganlas sentir bien — dijo a su grupo.

Ellas intentaron relajarse, aunque... era difícil.

Ivka, de pronto, le tendió su mano a Elena. La chica le miró confundida, pero la tomó —Soy Ivka Malgina, es un gusto conocerte — Le dijo con amabilidad.

Elena sonrió genuinamente, agradeció con un pequeño asentir en su cabeza — Para mí también es un gusto — le contestó apenada. Antes de poder soltar su mano de la de Ivka, Karina se abalanzó a ella y le atrapó su brazo nuevamente.

Elena se asustó pero no intentó alejarse. Karina sudaba como un pollo en un horno — Yo... soy Karina Kuzovkova, a tus enteras ordenes... —  dijo como si estuviera en las nubes... Y es que Elena la tenía en las nubes.

Yulia se acarició la barbilla y después los labios tratando de no soltar una carcajada. Lo que estaba pasando era muy gracioso.

Karina dejó la mano de Elena en libertad, sin dejar de mostrarle una sonrisilla tonta, algo que hizo que la pelirroja de inmediato captara lo que pasaba. Miró con disimulo el sexy perfil de Yulia y alcanzó a verle una sonrisa, eso también le hizo sonreír a ella.

—Bueno... Yo soy Svetlana — La chica más joven sacudió su mano en el aire, Elena le respondió con una linda sonrisa. Svetlana parecía tan amable. Le dio buena vibra.

— Falta mi novia... que por supuesto ya la conoces... — Inna volvió al ruedo — ... Y también... — miró a Yulia, ella seguía con su boca cubierta mirando a la nada... — A Yul... que obviamente ya le has visto...

Al oír esas palabras venir de Inna, ninguna de las dos lo pudo evitar y giraron sus cabezas, se miraron fijamente, casi como si el tiempo se detuviera solo para ellas. El nerviosismo las consumió otra vez, pero más a Elena, tener a Yulia tan cerca era perjudicial para su cordura.

Un carraspeó de garganta proveniente de Inna les hizo volver a la realidad, Yulia rápidamente alejó su mirada hacia el café sobre la bandeja pero sin dejar de pensar en lo que acaba de pasar. Elena por su parte, se sonrojó como de costumbre.

—Mmmm....  ¿Podríamos comer ya? Voy a morir de hambre — Tasha dijo y comenzó a desenvolver las cosas que había comprado. Las demás comenzaron a hacer lo mismo, pero Karina se detuvo al ver que Elena y Masha no traían nada.

—Y ustedes no...  — Señaló su comida y Masha rápidamente lo captó.

—Oh... no, la fila estaba demasiado larga y ya no creo que alcancemos a comprar algo — dijo lamentándolo.

Karina puso cara de tristeza, no pudo soportarlo y tomó algunos platos de su bandeja para dárselos a ella y por supuesto a Elena.

Tasha y las demás se quedaron paralizadas al notar que sus platos favoritos los habían puesto todos frente a Elena.

Masha le agradeció y comenzó a comer sin importarle nada. Las chicas se quedaron expectantes ante la reacción de Elena que no fue otra más que agachar su cabeza.

Yulia tomó su café, le dio un sorbo y metió una mano bajo la mesa, logrando entrelazar sus dedos con los de Elena y llamando su atención. Esperó a que todas se concentraran en destapar sus platos y se inclinó hacía la chica. Su boca quedando muy cerca de la oreja de la pelirroja.

—Creo que debo preocuparme. Ella no le da su comida a cualquiera... — Le susurró con diversión.

Elena al oírlo soltó una risita casi inaudible y le acarició su mano con dulzura.

A partir de ese momento, el ambiente se volvió más relajado. A pesar de la presencia de Elena, las chicas se comportaron como siempre lo hacían, incluso, hicieron que Katina participara de vez en cuando en algunas conversaciones y se divirtieran.

Una hora después, el tiempo de descanso daba por terminado y cada una de las chicas empezaba a regresar a sus salones de clases. La mesa se quedó casi vacía, solo Elena, Masha y Yulia quedaron en ella.

Masha esperó a que el campus se despejara y se levantó de la mesa, no tenía que ser adivina para saber que la pareja necesitaba un tiempo a solas.

—Bien...  me voy, no llamen mucho la atención. Las quiero — Le lanzó besos al aire a ambas y salió a correr.

Yulia miró a su chica. Deseaba besarle esos labios rosados y acolchados con ganas pero claramente en ese lugar era imposible.
Soltó un suspiro — ¿Cómo te fue esta mañana? ¿Fue duro? — Le preguntó, refiriéndose sobre el cumplimiento de su castigo.

Elena iba a responderle pero se detuvo al ver que el profesor de su siguiente clase ya caminaba con rapidez hacia su bloque. Se preocupó por eso, aquel maestro era temible y ella se había prometido cambiar y ser una buena estudiante.

—¿Puedo contártelo más tarde?— Le pidió.

Yulia asintió.

—Claro que sí. ¿En dónde nos vemos? ¿En tu cueva? ¿En los baños?

Elena negó, abrió su bolso y sacó un pequeño sobre. Se lo entregó con duda — En mi casa... — Le dijo.

Yulia se mostró confundida — ¿En tu casa? — Abrió el sobre y leyó la pequeña escritura. Su ceño se frunció y su boca se abrió en sorpresa.

—¿Qué? Tú mamá quiere que toda mi familia vaya a cenar esta noche en su casa... ¡¿HOY?!  — Susurró aterrada.

Elena asintió con rapidez —Y por favor... Dile a tu hermano que no falte. Nos vemos a las 8:00. Te quiero — Le lanzó un beso con los labios y empezó a alejarse.

Yulia la acompañó con la mirada mientras desaparecía a los pasillos, volvió a releer la invitación y no pudo evitar sentirse asustada.

—¡¿Lenin no puede faltar?! ¿Por qué?— Se preguntó en voz alta. Aquello le había dejado con demasiada curiosidad.




Rolling EyesRolling EyesRolling Eyes y aquí comienza el hundimiento del TITANIC!!!
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Mensaje por Volkatinale92 6/20/2020, 12:28 am

Todo iba tan bien 😭 me gusto mucho este cap pero ya el final no 😭 ya va a empezar inessa con sus locuras y van a empezar el sufrimiento, jooo no es justo!!

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Mensaje por Yulieth 6/20/2020, 1:26 am

Hay dios🤦🏻‍�🤦🏻‍� Ya me imagino quien será el novio jejeje
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/21/2020, 11:25 pm

Hola chicas, feliz domingo! Un abrazo y un saludo a todas!!

A leer!!!


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Treinta y uno



6:00PM

— ¡Hey!¡Espera! — Yulia gritó, cruzándose frente al auto de Elena el cual estaba a punto de arrancar. El parqueadero de la Universidad se encontraba casi vacío, de manera que su encuentro no presentaba un peligro para ambas.

Elena al verle, suspiró intranquila, pero al mismo tiempo se dio unos segundos para intentar relajarse, apagó el auto y bajó el cristal blindado de su ventana. Yulia de inmediato se acercó y se inclinó para mirarle. Elena seguía con su rostro al frente —¿Qué pasa Lena? ¿Por qué te pones tan dramática por esto? — dijo mostrándole la invitación a comer, de Inessa.

Elena deslizó sus ojos al papel y enseguida estrelló su cabeza contra el volante, pareciendo derrotada. Gimió y, de pronto comenzó a negar.

Yulia frunció el ceño, de inmediato le detuvo —Hey, Elena... — abrió la puerta del auto y empezó a meterse en él, Elena tuvo que correrse al asiento del copiloto.

Ambas quedaron dentro, Yulia mirándole con preocupación ya que la chica parecía a punto de quebrarse a llorar — ¿Qué es lo que pasa, mi amor? No me hagas esto... — Le susurró con cariño y la atrajo hacia su pecho, abrazándole confortantemente. Subió la ventana de nuevo para mantener la privacidad.

Elena negó contra su pecho. Se encontraba en un momento muy difícil — Yul... Estoy aterrada por esa cena. Tú no sabes como es mi mamá. Tengo miedo de que arruine todo con lo que diga, tengo miedo de lo que pensarán tus padres... Y tengo mucho más miedo de lo que vas a pensar tú. ¡Mierda! — Exclamó con rabia, manoteando el volante.

Yulia buscó sus ojos verdes y notó en ellos que la intranquilidad por aquella cena era jodidamente real.

Elena siguió con sus quejas —Te lo juro, apenas le oigas hablar no vas a querer estar conmigo. Pensarás: Mierda, la familia de esta mujer es repugnante. Es asquerosa.

—¿Qué?— Yulia se sorprendió — ¡Oh, vamos! ¡Eso no pasará por favor! Deja de matarte la cabeza. La cena será solo eso, una cena. Nada malo va a pasar. Nada malo va a pasarnos. Ya deja la negatividad — Trató de calmarle, besando su frente.

Ambas dejaron que un pequeño silencio las abrazara, sin embargo, no duró mucho, Yulia lo cortó. Un temita le estaba matando la cabeza y quería saberlo —Amor, puedo preguntarte algo?
Elena asintió sin pensarlo.

— Hay algo que no me queda claro... Y es porque mi hermano no debe faltar a esa cena... ¿Acaso me he perdido de algo?

Al oír aquello, Elena pegó un gemido lleno de frustración. Odiaba el hecho de tener que tocar ese tema. Suspiró de nuevo — Ohhh... Nooo... Iba a contártelo antes pero con todo lo que pasó estos días se me había olvidado.

—Dímelo — Yulia insistió llena de curiosidad.

Elena, dudó, pero lo soltó — Mi mamá quiere conocer a tu hermano... porque... porque piensa que él sería un gran partido para mí... — Susurró insegura.

Yulia abrió los ojos como platos, su rostro se arrugó al límite —¡Qué diablos!— dijo incrédula. No daba crédito a lo que acababa de escuchar — ¿Qué has dicho?

Elena se asustó de su reacción, por eso empezó a explicarle —Si... El día que te conoció me empezó a preguntar más sobre ti y sobre tu familia. Inocentemente nombré que tenías un hermano mayor y ahora ella cree que él es el amor de mi vida. Anoche, cuando Masha me dejó en la mansión empezó a interrogarme sobre lo que habíamos hecho en tu casa y de pronto dedujo que me encantaba estar en ese lugar porque había alguien que me atraía, y por supuesto solo pensó en él... — El rostro de Elena se arrugó —Y por eso quiere conocerlo...

—Oh... Waoo. Es grandioso. Lo que acabas de decirme es jodidamente grande... Una belleza. ¿Lo sabes verdad?— Yulia se vio molesta.

Elena simplemente se encogió de hombros. No sabía que más hacer —Yo... no pude ingeniarme nada. Se me salió de las manos. Y es que cuando a mi mamá se le mete algo a la cabeza... nadie se lo saca.

—Si... — Yulia asintió — Es Perfecto — comentó con sarcasmo pero claramente enojada, sin embargo, aquello no le duró mucho. Logró sacar todo el aire agobiante de sus pulmones y volvió a resguardar a Elena contra su pecho. Besó nuevamente su cabeza y mantuvo sus labios allí —Lo siento Lena. Te prometo que todo va a salir bien. Voy a persuadir a mis padres... y también a Lenin. No te preocupes — Le susurró.

Elena cerró los ojos al oír sus palabras y al sentir su respiración cálida contra su cabeza. Se abrazó con más fuerza a su torso y se permitió disfrutar de su embriagante olor natural. Después de un momento, levantó la cabeza para mirarle. Inevitablemente sus ojos pararon en los pequeños labios de Yulia —Yul... — Le susurró.

Yulia agachó la cabeza, prestándole toda su atención. Elena solo tenía un objetivo, se acercó con lentitud y estrelló su boca suavemente con la de ella. Juntaron sus labios sin dejar espacio, empezaron a fundirse en un cariñoso beso, disfrutaron del calor de sus bocas con ternura... hasta que unos jodidos golpes en la ventana del piloto las interrumpieron.

Ambas se separaron, mirando hacia el cristal blindado, allí pudieron divisar a la inoportuna Nastya tras él.
Yulia echó un vistazo hacía el rostro de Elena, para comprobar si tenía algún plan bajo la manga para zafarse de ese momento, pero al instante supo que no había nada cuando la vio arreglando las arrugas de su ropa.

Elena, tranquilamente, pinchó un botón en el tablero del auto el cual hizo que el cristal blindado se bajara por completo.

La chica de afuera, de inmediato enarcó sus cejas al ver que el rostro de Yulia Volkova sobresalía primero que el de su amiga. Ella se silenció por un momento, pero después volvió a poner su típico rostro de prepotencia.

— Elena Katina — Le llamó cortante.

Al oír su nombre, Elena se inclinó sobre la ventana para mostrarse totalmente.

Nastya se aclaró la garganta con mucha incomodidad —Elena... ¿Será que podemos hablar?— Le dijo con seriedad.

Elena asintió, salió del auto bastante relajada y rodeó el Porsche hasta llegar a su lado. Se paró frente a ella y aunque el ambiente era pesado, mantuvo la serenidad —¿Qué pasa?— le dijo.

Nastya dudó en responderle al notar que Yulia las podía escuchar a esa distancia. No quería que eso sucediera así que le agarró la muñeca a su amiga y la alejó unos metros del auto. Al sentirse en un lugar seguro, se cruzó de brazos, mirándole bastante mal.

Elena mantuvo su postura.

—¿Qué pasa, Nastya?

—Creo que ya tuvimos suficiente, Katina. ¿Qué es lo que estás intentando hacer? Por qué no me dices de una buena vez y dejas de estar jugando. Sabes que puedes confiar en mi. Vamos. Hazlo. Dímelo. ¿Es una apuesta verdad? ¿Estás jodiendo con Volkova por una maldita apuesta? ¿Venganza? Vamos, contesta — Insistió molesta.

Elena tomó aire, aquel tema ya le tenía hasta el cuello. No iba a darle más vueltas, así que simplemente asintió con lentitud — Si, Nastya... me quiero vengar... Estoy jodiendo con Volkova por una maldita venganza... Porque no voy a quedarme cruzada de brazos después de la que me hizo en casa, porque sabes que la odio con todas mis fuerzas, y porque cuando todo esto termine, ella va a querer salir corriendo de aquí y no volver jamás. Necesito que aprenda su lección. Voy a dejarle en claro que conmigo nadie se mete.

Nastya sonrió al oír a su amiga siendo la misma de siempre. Se mordió el labio con satisfacción. Volvió a aclararse la garganta — Mierda... Pudiste habérmelo dicho antes y evitarnos todo esto. Pensé que te estabas enloqueciendo. Los chicos empezaron a rumorear cosas horribles de ti cuando te vimos en el Sugar junto con ella... Y sobre todo cuando te pusiste tan defensiva. De verdad Lena, pensamos que te habías vuelto una lamecoños — dijo burlona.

A Elena le latió el corazón cuando oyó eso. Rápidamente negó.

—Por Dios No... — Exclamó asqueada —Era obvio que lo hiciera, que me mostrara así, tenía que ganarme la confianza de Volkova, no podía hacer otra cosa — Explicó nerviosa.

Nastya, se mostró convencida. Mostró al fin su sonrisa — Está bien, ya olvídalo, amiga — La tomó del hombro — Solo te voy a pedir que me mantengas al tanto de todo. También... que por estar tan ocupada con esto no abandones a tus amigos, y por supuesto si necesitas ayuda, no dudes en venir. Estaremos encantados de ayudarte a joder a Volkova.

Elena asintió — Lo haré.

—Una última cosa... — Nastya se le acercó tanto como pudo. Sus rostros quedaron a la misma altura. Rió con malicia —¿Volkova ya está comiendo de tu mano?

Elena se silenció por un momento pero después asintió, y se arrepintió de haberlo hecho. Eso probablemente iba a traerle consecuencias y burlas a Yulia.

— ¡Mierda! ¡Perfecto!— Nastya chilló alegre —No puedo esperar para ver lo que tienes planeado — Le dijo, y sin más, se fue a su auto.

Elena se llenó de nervios, volvió lentamente al auto, entró en el asiento del copiloto y se quedó callada al cerrar la puerta.

Yulia enarcó una ceja al verle la cara que traía.

—¿Qué pasó Elena? ¿Te dijo algo malo?

Ella negó.

—Creo que acabo de joder todo — Le dijo arrepentida —Le he dicho a Nastya que estoy utilizándote solo para vengarme y ahora con toda seguridad va a regar esto por todos lados y tú vas a estar nuevamente en boca de todo el mundo aquí. ¡Uchhh!¡¿Qué mierda hice?! ¡Solo sirvo para cagarla!— Se tomó la cabeza preocupada.
Yulia procesó sus palabras y, de pronto tuvo ganas de sonreír. Le tomó las mejillas, le levantó la cabeza y se acercó para unir nuevamente sus labios con los de ella. Que Nastya o cualquier otra persona hablara o se burlara era lo que menos le importaba. Estar con Elena era lo único valioso.

Se separó unos centímetros de su chica sin dejar de sonreírle —Preocupémonos mejor por mantener las bocas de nuestras hermanitas bien cerradas durante la cena. No nos vayan a salir con lo de los bebés nuevamente delante de tu madre. Eso sí que sería una gran tragedia.

Elena soltó una risita al oírlo. Asintió más tranquila —Está bien... — Contestó divertida pero su rostro de pronto se mostró triste — Me gustaría quedarme aquí contigo y besarte toda la noche pero lastimosamente debo irme ya. Mi madre quiere que llegue temprano a casa para ayudarle con los preparativos.

—Entonces no te quito más tiempo. Nos vemos más tarde amor, ve con cuidado. Y deja de preocuparte, todo va a estar bien — le dejó un beso en los labios y salió del auto. Antes de cerrar la puerta, volvió a agacharse para darle otro beso. Elena rió mientras sus mejillas se coloreaban.

—Te... quiero Katina — Le dijo por último, totalmente sonrojada. Cerró la puerta y corrió a su moto.
Elena esperó a que ella llegara a su vehículo para arrancar.


Más tarde, en la casa Volkov, la familia se relajaba frente a la TV de la sala mientras disfrutaban de su programa favorito de todas las noches.

Yulia había llegado hace unos minutos pero se mantenía afuera en la puerta principal con la invitación a cenar en mano. Pensaba y pensaba pero no tenía idea de cómo decirles a sus padres y sus hermanos que en menos de una hora y media tenían que ponerse elegantes porque tenían una cena en la casa de sus futuros suegros. No quería aceptarlo, pero si le preocupaba lo que pudiera pasar.

Finalmente, después de meditarlo unos segundos, entró a su casa. El grito de alegría de Viktoria no se hizo esperar y alertó a todos de su llegada. Caminó hasta la sala, saludó a todos como de costumbre y se sentó en uno de los asientos vacíos. Viktoria corrió a subirse a sus muslos.

—¿Cómo estuvo tu día, Yuli?— La niña le dijo llena de euforia.

Yulia solo pudo regalarle una sonrisa —Estuvo de maravilla, bebé. Gracias por preguntar — dejó un tierno beso en su mejilla.

Sus padres se sonrieron al ver la escena.

—Me alegro de que sea así, mi vida. Después de estos días tan horribles que has pasado — Larissa le dijo.

Oleg también intervino —Corrijo, nos alegramos — dijo divertido.

Yulia soltó una risa debido al comentario pero tuvo que cortarla al acordarse de la invitación.

Releyó el papel en su mano y tomó aire — Ma, pa,... hoy Elena me dio esto — pasó el pedazo de hoja a su madre. Sus padres lo miraron de inmediato. Un corto silencio se hizo. Larissa de pronto levantó una ceja. Leyó en voz alta todo lo que estaba escrito en el papel. Su rostro quedó perplejo — ¿Una cena hoy? ¿Inessa Katina? ¿Quién es esa?— Preguntó extrañada.

Yulia respondió —Es la madre de Elena, mamá.

—¿Y por qué nos ha invitado a su casa de repente?¿Cuál es la razón?— su padre le interrogó.

Lenin se aclaró la garganta. Sonrió divertido sin dejar de mirar la TV —Tal vez quiere conocer a los suegros de su hija — dijo bromeando.

Sus padres rieron por lo bajo, pero a Yulia no le hizo ninguna gracia. De repente recordó lo que Elena le había dicho en el auto sobre él.

Se sintió molesta.

—En realidad creo que sí, que si hay una razón, y esa eres tú, Lenin — le dijo.

Al escuchar eso, él se giró a verle de inmediato, su rostro se volvió completamente arrugado —¿De qué demonios hablas? — le preguntó.

Yulia se cruzó de brazos, después, se dejó caer contra el sofá. Odiaba tener que decirlo — Todo indica que la madre de Elena piensa que ella solo viene a esta casa por ti, y se ha convencido de que está enamorada. Además, cree que eres un excelente partido para su hija por llevar el apellido Volkov... En fin... Tú eres la celebridad — susurró aburrida.

Él negó de inmediato. Aquello era lo más ridículo que había oído en años — Oh, no, lo siento, pero yo no iré a esa cena. No voy a prestarme para eso. Es ridículo —dijo convencido.

Yulia negó preocupada. Él tenía razón pero no podían hacerle un desplante a Inessa Katina, eso no era conveniente —Tenemos que ir, familia — dijo para todos —Solo debemos hacer acto de presencia, compartir un poco y seguirle la corriente a Inessa. Por favor...

—Bueno, no tiene por qué salir nada mal si lo hacemos en equipo. ¿No?— Larissa opinó.

Todos se quedaron en silencio, mirándose los unos a los otros.

Lenin detalló a su hermana y no pudo con la culpa, no podía darle la espalda. Un gemido salió de su boca — Ahsss... Está bien. Vamos a esa cena pero debemos ponernos de acuerdo para lo que sea que vayamos a decir o hacer. No quiero pasar penas frente a esa mujer.

—Gracias, Len, gracias — Yulia le dijo y apretó los puños en señal de alegría.

Viktoria de pronto, abrió el maletín de su hermana y sacó una hoja y un lápiz, los puso sobre la mesita del teléfono a la vista de todos. Ellos la miraron confundidos.

Tomó el lápiz y escribió sobre el papel un título en letras grandes. Larissa lo leyó y rió. Aquel escrito decía: PLAN DE FAMILIA VOLKOV — Nuestro primer punto será llamar a Lenita y a Kat para que se enteren de todo — dijo como si nada y tomó el teléfono, marcó un número rápidamente y lo puso en altavoz.

La dulce voz de Elena de pronto se escuchó en toda la sala. Viktoria fue a donde su hermana y le colocó el lápiz en su mano —Escribe todo lo que yo y Lenita te digamos — Le dijo con seriedad.

Yulia, su hermano y sus padres se miraron sin poder creerlo. Viktoria se había puesto al mando de todo para sacar adelante la cena... que se venía en menos de dos horas...



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Mensaje por Volkatinale92 6/22/2020, 12:53 am

Uy uy ya quiero saber como va la cena jajaja gracias por actualizar ya con ganas de saber que sigue

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Mensaje por Yulieth 6/22/2020, 2:36 am

Esto será divertido , muero por leer el siguiente capituló
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Mensaje por SharonRoZe 6/22/2020, 7:18 pm

Jajaja, amo a las niñas. ♥
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Mensaje por psichobitch2 6/23/2020, 12:24 am

Pero en que cabeza cabe.... Ah, si! En la de Inessa que aún le hace falta una buena golpiza. Continúa
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/23/2020, 9:39 pm

Hola chicas, cómo van? Bien, a todas las personas que viven en CDMX, espero estén bien Wink Hoy leí en las noticias que hubo un temblor bastante fuerte pero que afortunadamente no hubo tantos daños. Un abrazo muy fuerte a toda la gente de México I love you

Bien, acá les dejaré el nuevo capítulo que corresponde al día de hoy, espero que lo disfruten y agradecerles infinitamente, el recibimiento que ha tenido la historia.

Son uds, LAS MEJORES!!!

A leer!!

PD: Les encanta los enlaces de ME GUSTA y NO ME GUSTA que aparecen bajo los comentarios? Bueno, quiero ver cuantos "ME GUSTA" a este capítulo le darán hoy

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Treinta y dos


8:00pm.

Mansión Katin.

—¿Quién diablos vive aquí?... No me digan que el presidente... — Lenin no podía quitar los ojos de la casa, estaba asombrado de ver tanto lujo como fachada.

Los demás miembros de la familia Volkov también dejaron el auto. El nerviosismo de cada uno era bastante notorio. Sus rostros solo mostraban preocupación. Arreglaron sus ropas, sus cabellos y comenzaron a caminar hacia la puerta, Inessa Katina, Elena y Katya ya les esperaban bajo el marco.

Yulia vio a las tres mujeres allí paradas y comenzó a sudar como pollo en horno. Larissa lo notó e intentó tranquilizarla.

—Todo va a estar bien amor... Relájate — Le susurró limpiándole las gotitas de sudor en la frente.

Entre aquel gesto y unos cuantos pasos más, fue solo un segundo el que bastó para que los Volkov estuvieran finalmente frente a las mujeres Katin.

Un silencio incómodo se presentó debido a la falta de familiaridad entre los dos bandos. Nadie supo que decir, los padres Volkov solo atinaron a sonreír. Inessa no quiso alargar la incomodidad, comenzó a estrechar su mano con todos.

—Me alegra mucho que hayan aceptado mi invitación a cenar. Estaba ansiosa por conocerlos. Son bienvenidos — dijo amablemente mientras terminaba de estrechar la mano de clan Volkov. Al llegar a Lenin, lo observó fijamente y de pronto una sonrisa triunfante se le salió. Algo que puso de cabeza al chico. Él pensaba que la cosa no era tan seria pero ahora si estaba seguro.

—Lenin... ¿Cierto? — Él asintió tímidamente —Qué bueno que viniste.

Al ser testigo en primera fila de aquella escena, Elena le echó una mirada de disculpas a Yulia y después agachó la cabeza. Un momento muy incómodo para ambas.

Inessa acabó con los saludos de bienvenida e invitó a pasar a todos dentro de la casa. Yulia entró a paso lento, quedándose tras todos para poder mirar a Elena quien se mantenía liderando al lado de su madre.
Aprovechó para observarla de pies a cabeza mientras caminaba y a pesar de que estaba dándole la espalda, era imposible no admirarla. La vestimenta que llevaba la chica le hacía ver de muerte. Chaqueta negra, una blusa del mismo color, botas de tacón y un jean de cuero también negro, ceñido completamente a sus muslos y piernas... Era como ver a una estrella de Rock. Además… Su cabello rojizo y largo caía por toda su espalda.
Se notaba que había trabajado bastante en el en las dos horas pasadas.

Inessa de pronto hizo detener a todo el grupo en la sala, momento que Elena aprovechó para girar la cabeza y echarle otra miradita a Yulia sobre su hombro. Sus ojos se encontraron pero no por mucho ya que la mujer hizo que todos retomaran el paso. Elena suspiró de frustración, realmente quería estar al lado de Yul pero su madre le había dado la orden de que no debía moverse de su lado en ningún momento.

El tour de Inessa por la mansión finalmente terminó y regresaron a la sala. Hizo que todos se acercaran al comedor y luego se sentaran en los lugares que había preparado para cada uno. Ella, por supuesto tomó la silla principal y ordenó a sus hijas que se hicieran a cada extremo de ella. Los puestos en el comedor eran bastante obvios. Inessa había hecho todo lo posible porque su hija y el hijo de los Volkov estuvieran tan cerca como pudieran.

           
Katya      Viktoria      Yulia
Inessa                                         Oleg.
           Elena      Lenin      Larissa

Después de estar completamente en su lugar, Fedora apareció en compañía de dos personas muy bien presentadas, reverenciaron a los presentes y comenzaron a servir vino en cada una de las copas que se encontraban sobre la mesa. A las pequeñas, por obvias razones, no les llenaron sus cristales con el líquido, para ellas había jugo natural.

Fedora y los meseros se retiraron hacia la cocina y de inmediato Inessa Katina aprovechó para tomar su copa de vino y ponerla en el aire.

—Gracias por venir, Familia Volkov, espero que esta sea una noche agradable — Su gesto incitó a todos a brindar.

Todos en la mesa la siguieron. Oleg bebió su sorbo de vino, dejó la copa en la mesa y tomó la palabra.

—Inessa, mi familia y yo de antemano te queremos agradecer esta invitación. Para nosotros es un verdadero placer estar junto a ustedes en esta casa tan maravillosa.

—¡Oh! ¡Claro que no, Oleg! — Inessa se mostraba relajada. No dejaba su sonrisa —Te repito que el placer es mío. Y créeme que si mi hija Elena me hubiese contado antes que les conocía, esta no sería nuestra primera cena — Soltó eufórica pero rápidamente se aclaró la garganta —Bien... finalmente estamos aquí reunidos que por supuesto es lo más importante — Bebió otro sorbo de vino —Y... ¿Cómo se han sentido aquí en Moscú?
Elena me comentó que se mudaron hace poco... Larissa...

Mientras ambas madres iniciaban la conversación, los chicos empezaron a mirarse unos a otros sin saber que hacer. Lenin, era el más nervioso de todos, su silla estaba tan cerca a la de Elena que sus brazos se rozaban aun sin moverse, era muy incómodo, sobre todo porque Yulia era testigo en primera fila. Quiso susurrarle a Larissa que intercambiaran lugares pero la vio tan sumergida en la conversación con la señora Katina, que decidió no interrumpir.

Por otra parte, Elena se mantenía tensa, también intentaba que sus brazos no tuvieran tanto contacto con los de Lenin pero era imposible cortar la cercanía. Tampoco quería mirar a Yulia, evitaba que sus ojos se encontraran con los de ella por completo para así no sentirse más asustada e incómoda de lo que ya estaba. Las únicas que no parecían darse cuenta de nada eran las niñas, ellas estaban en su propio mundo.

Minutos después de que los adultos dejaron el tema de la mudanza, Inessa ordenó a Fedora servir la cena.

Muchos platos de comida fueron colocados en el centro de la mesa. Las niñas fueron las primeras en remover las cosas con sus cubiertos, cosa que no fue aprobada por Inessa que con una mirada punzante hizo que Katya llevara sus manitas bajo la mesa. A Viktoria no le importó y simplemente siguió en su tarea.

La cena dio inicio y nuevamente Inessa tomó la palabra, esta vez para hablar sobre los negocios de la familia. Yulia comía en silencio, sostenía su cabeza con una mano y su mirada estaba perdida en una copa que reflejaba su imagen, el aburrimiento tan grande que la estaba envolviendo era real. Inessa ya la tenía cansada, la mujer no hacía más que parlotear y parlotear sobre las empresas y las propiedades que poseía.

De repente, el semblante de Yulia cambió cuando Inessa comenzó a nombrar a Elena. Se enderezó correctamente en su silla y clavó los ojos en la mujer.

—Mi esposo y yo siempre hemos trabajado duro para sacar adelante las empresas de mi fallecido suegro, y esperamos seguir prosperando, por supuesto, es por eso que a Elena siempre le he dicho lo importante que es seguir el camino de los negocios... Aunque bueno, mi hija aún no está muy metida en esto por ahora, está más concentrada en sus estudios de moda en la universidad y prefiero que sea así, que haga lo que le guste y defina su futuro... pero no es novedad que más adelante tendrá que prestarle atención a las empresas familiares.

Yulia desvió su atención a Elena, la chica solo masticaba con calma la comida y no miraba a ningún lugar más que a su plato. Era obvio que Inessa no estaba siendo sincera.

—Bueno...— Larissa tomó la palabra —Eso es algo normal, ¿no? Elena aún es una jovencita. Es mejor que se dedique a lo que ella quiera — dijo en tono modesto —Igual pasa con nuestros hijos... Viktoria aún es muy pequeña para elegir su futuro, pero Yulia y Lenin ya saben sus metas y están forjando sus propios caminos para llegar a ello. Y sabes... tampoco se han interesado mucho por las franquicias de papá... Sin embargo, eso no nos quita el sueño — Dijo divertida, haciendo que las sonrisas tímidas de los tres jóvenes por fin se mostraran.

Inessa sonrió a medias, pero no duró mucho, a la mujer nada le hacía gracia. Se llevó un bocado de comida a la boca y masticó con su mirada penetrada en el hijo mayor de los Volkov.

El rubio al notarlo, sintió su cabeza arder, se puso de nuevo nervioso y solo atinó a beber agua.

De pronto, Inessa empezó a dirigirse a él —Lenin, Y tú... ¿te preparas para algo? ¿También estudias en la Universidad de Moscú?— No escondió su interés en saberlo.

El chico miró a su mamá asustado, pero ella no podía hacer nada. Solo atinó a aclararse la garganta —Ehh... No, señora Katina, no estudio allí... Pero si me estoy preparando algo, quiero ser tenista así que estoy entrenando en la academia de deportes de Moscú.

Inessa levantó una ceja al oírlo, después, sonrió alegremente —¡Qué interesante, Lenin! ¡En esta casa amamos el tenis! sobre todo mi esposo, tú y él se llevarían muy bien. Es muy competitivo... — comentó como advertencia. Lenin solo asintió suavemente. Ella continuó —A Elena también le gusta mucho. ¿Han jugado juntos alguna vez?

Elena cerró los ojos suavemente al oír aquello, Inessa se estaba pasando... ¿Tenis? A ella ni siquiera le interesaba el deporte. Le gustaban las porras, pero eso era muy diferente.

Lenin, negó tímidamente. Otro sorbo de agua fue a dar a su garganta.

Después de esa acción, todo quedó en silencio.

Inessa notó el nerviosismo del chico, pero no le importó, quería hacer de cupido entre su hija y el chico a como diera lugar. Juntarse con los Volkov en diferentes aspectos era una completa lotería para su negocio.

—¿Pero por qué están tan callados hoy chicos?— Se refirió a los tres jóvenes — Vamos, charlemos un poco, no hagamos esta cena incomoda — Se mostró cool.

Yulia hizo caso omiso a lo que dijo la mujer y se puso de pie para tomar la botella de vino que se encontraba en la mitad del comedor, vertió el rojizo líquido en su copa hasta llenarla y lo dejó nuevamente en su lugar.
Se situó en su silla y bebió de su copa hasta dejarla en la mitad.

Elena la miró sin poder creerlo, estaba paralizada al ver lo que su amor había hecho. Inessa odiaba ese tipo de actuares. Rápidamente deslizó sus ojos hacía su madre, esperando una reacción, pero gracias a Dios no la obtuvo, aunque si notó como Inessa tragaba saliva, un gesto que siempre hacía cuando algo le molestaba.

—... Mmmm... Veo que te gustó mucho el vino, Yulia — La mujer le soltó con una ceja enarcada.

En ese momento el corazón de Elena latió a mil, volvió a mirar a Yulia y sintió que se moría. La ojiazul se veía desafiante, mantenía la copa de vino en el aire mientras le sonreía a Inessa. En sus adentros empezó a lanzar algunas plegarias con el fin de que Yul no fuera a decir algo mal dicho. Ese sería el fin de la cena.

Yulia se llevó la copa a su boca nuevamente, bebió otro sorbo. No dejaba de sonreír — No me gustó señora Katina, me encantó. Jamás había probado un vino como este — Movió la copa en círculos, haciendo que el líquido se batuqueara, después, cerró los ojos y lo olfateó con todo gusto, su cara mostró pura satisfacción.
Elena se olvidó por un momento de lo que estaba pasando y se sintió embobada al verle. La Yulia desafiante era tan sexy.

Su hermano Lenin también estaba pendiente de ella, tenía el ceño fruncido en confusión mientras veía lo que hacía, Yulia no era así, en lo absoluto.

—Sabe señora Katina... — Yulia continuó — Este vino es muy adictivo. Me recuerda a un manjar que apenas y pude probar hace poco... pero aún no puedo olvidar su sabor... — Aquello, lo dijo mirando fijamente a Elena.
Esas palabras hicieron que la cabeza de la chica Katina ardiera en llamas. No tenía que ser adivina para saber a qué se refería Yulia Volkova. Era obvio que estaba recordando lo que casi había hecho en su habitación... El día que ella misma lo arruinó apoyándose en sus costillas.

Todos en la mesa quedaron muy confundidos con lo que la chica acaba de decir, en especial Inessa que pareció fuera de sí.

La mujer asintió por inercia —Claro... Tienes razón — comentó para variar — Y me alegra que te guste el vino, es una reserva de la familia, especialmente para ustedes.

—Wow... Grandioso — Yulia dijo divertida y terminó de vaciar su copa.

Inessa volvió su atención a su principal objetivo.

—Y dime Lenin... ¿Piensas ejercer el tenis profesionalmente o quieres ser algo así como entrenador?

—Ahhh... — ahí iba de nuevo el nerviosismo —Me gustaría ser entrenador, pero no descarto en querer competir. Creo que es el sueño de todo deportista.

—Lo es, muchacho, lo es...— Inessa sonrió.

Los platos en la mesa finalmente se vaciaron y la dueña de la mansión ordenó a sus empleados que levantaran todo. Después del suceso, invitó a la familia Volkov a su gran sala.

Todos tomaron lugares en los sofás, intentando relajarse un poco, pero con la presencia de Inessa eso era imposible. La mujer buscó de nuevo acercar a su hija al hijo mayor de los Volkov, y con una mirada que le dio fue suficiente para que Elena se fuera de su silla y se sentara al lado del chico, aunque esta vez no parecía ser tan malo, Lenin y Yulia estaban en un mismo sofá así que ella tomo el cojín vacío, justo el de la mitad. Ahora no solo rozaba el hombro del chico, ahora también podía embriagarse del dulce aroma de Yulia.

Pensó en algo vago, e intentó ponerle conversa amigable a su chica pero Inessa le interrumpió.

—Y díganme, Larissa, Oleg... — Se dirigió a los padres — Estos chicos... ¿Ya los hicieron suegros? ¿O abuelos?— dijo en tono divertido, pero todo lo que quería era información de la familia.

Larissa de inmediato negó — Oh no... Aún no, no somos ni suegros, ni abuelos, no que sepamos...

—Ohhh... A ver chicos — La mujer se encarriló con Lenin y Yul... — Hay algo o alguien que le estén escondiendo a sus padres... — dijo en ese tono picarón. La mujer estaba trabajando muy duro para parecer genial.

Ambos hermanos negaron a su pregunta, cosa que ella aprovechó para lanzar una indirecta.

—Bueno, siendo así, Lenin, mi hija está soltera, tú también... ¿No quieren conocerse mejor?— dijo manteniendo su tono humorístico — Y lástima que no tengo un hijo, o sino, hubiéramos podido congeniarlo con Yulia...— Soltó una carcajada.

Yulia tensó la mandíbula de inmediato. Quería meter su puño en la boca de la mujer para que dejara de decir tonterías.

Elena no la pasó muy bien el resto de la conversa, Inessa siguió haciendo malos chistes sobre que ambos deberían andar. La charla se alargó un poco más hasta que el reloj golpeó las 10:00pm de la noche. Todos empezaron a despedirse y comenzaron a salir de la mansión.

Oleg, hizo que toda la familia se detuviera en la puerta para amablemente agradecer a Inessa por la cena.
—Inessa, fue un gran placer, la comida estuvo espectacular. No tengo palabras — Expresó con sinceridad.

La mujer se mostró despreocupada —Ni lo digas Oleg... Y te repito, que si Elena me hubiese contado antes que les conocía, esta no sería nuestra primera cena. Y por favor, que tampoco sea nuestra última... — Les pidió.

Oleg negó —Claro que no Inessa. Como se te ocurre.

—Excelente, voy a planear una siguiente reunión, me gustaría que fuera pronto, incluso la próxima semana pero lastimosamente tendré que irme a Milán, Italia, con Elena y no sé cuándo vamos a regresar...

—¡¿TE VAS A MILÁN?!— Yulia saltó al escuchar semejante cosa. Se escabulló entre sus padres rápidamente hasta llegar frente a Elena. Al percibir todas las miradas encima suyo, tuvo que cambiar el semblante —Ahh... No sabía que te ibas a Milán... Que bien por ti, Lena... — dijo fingiendo con mucha calma pero en realidad por dentro estaba que estallaba.

Elena asintió tímidamente y se desligó de la atención dando unos pasos dentro de la casa. Yulia la siguió, ella no iba a irse así como así, necesitaba una explicación. Se ingenió algo para poder hablar con su chica, de manera que interrumpió la despedida de sus padres y la mujer —Señora Katina, ¿será que me permite usar su baño antes de irme?— Le preguntó.

Inessa le volteó a ver y asintió sin problema.

Al tener la total aprobación, Yulia agarró la mano de Elena y comenzó arrastrarle dentro de la casa, subieron las escaleras, caminaron a lo largo del pasillo hasta que se detuvieron en una de las tantas puertas que había.

Yulia puso una mano en la perilla pero no abrió —¿Qué es aquí?— Le preguntó.

Elena se mostró confundida —Es... Es solo un cuarto para huéspedes.

—Perfecto — Yulia dijo para sí misma y abrió rápidamente, se metieron allí, se aseguró de cerrar la puerta debidamente y finalmente se giró para ver a Elena.

Ninguna se movió, solo se miraron fijamente. Ahora estaban a solas...

Yulia dio el primer paso, se le acercó hasta chocar sus muslos, sus pechos y sentir su respiración. El corazón de Elena bombeó con locura.

—Lena... ¿Cómo es eso de qué te vas a Milán? ¿Cuándo? ¿Por qué?— La voz de Yulia fue baja, pero se le notaba la preocupación.

Elena tragó saliva, miró al suelo por nerviosismo, esa cercanía era insoportable. No era fácil hablar teniéndola así —No voy a ir a Milán, Yul... — Respondió tímidamente, mirándole ruborizada y en el mismo tono bajo —... Mi mamá cree que lo haré pero no será así, no será así... — Repitió.

Yulia suspiró intranquila, necesitaba saber más del tema. Insistió —Pero para qué va a Milán... ¿Y por qué quiere llevarte con ella?

Elena dudó en contestarle, pero decirle la verdad era lo mejor, se lo soltó todo —Ella va por que está en proceso de cerrar un importante negocio con un empresario, además, ese día habrá una cena, con baile incluido, estarán los más ricos del país, también los hijos del señor que son dueños de reconocidas marcas en Italia... Y por supuesto ella no quiere perder la oportunidad de jactarse conmigo.

—¿Qué mie***?— Yulia se apretó los labios para no decir la mala palabra. Le dio frustración oír esa barbarie.

Elena le acunó su mejilla izquierda con ternura —Oye... ya te dije que no iré a esa mierda... — Ella si lo dijo. —Que Inessa diga lo que quiera pero no voy a ir. No tengo nada que hacer allá, no me interesa conocer a nadie y menos si son hombres... A mí solo me interesa estar contigo... — Le susurró con sinceridad y estrelló sus labios con los ella.

Yulia respondió de inmediato al sentir el contacto, la abrazó por la cintura, pegándola a su cuerpo tanto como podía. Se besaron con lentitud, disfrutando de la calidez de sus bocas. Elena comenzó a dar pasos hacia atrás, obligando a Yulia a retroceder, su objetivo era llegar a la cama, aquella que tenía encima muchas cobijas sin doblar. No había espacio para acostarse.

Aun así, Elena logró que las piernas de Yulia chocaran con el filo de la cama y cayeron encima de una montonera.

Elena se sentó sobre el regazo de Yulia, sin dejar de besarla mientras ella intentaba encontrar un lugar cómodo para apoyar adecuadamente su espalda.

Yulia se movió un par de veces, pero de pronto sintió un golpe en su espalda, abrió los ojos en medio del beso para ver lo que pasaba, pero todo se nubló cuando ella y Elena fueron a dar al suelo de la nada.

Ambas chicas se sorprendieron por lo que acaba de pasar. Se sentaron, y Elena procedió a darle un empujón a Yulia en su hombro.

—¿Por qué hiciste eso?— Le dijo enojada.

Yulia frunció el ceño confundido. Se acarició el hombro y miró a la cama. Algo la había empujado, no había sido ella. Estaba segura.

Empezaron a ponerse de pie, pero se quedaron paralizadas en el acto cuando unos quejidos comenzaron a escucharse debajo del montón de cobijas.

Elena pegó un salto y se metió tras Yulia, ambas se pusieron alerta, sin perder de vista el montón de cobijas mientras intentaban protegerse. De pronto, un cuerpo masculino comenzó a salir de allí.

Elena abrió los ojos como platos y sintió morirse cuando vio que aquella persona era su padre...

Él las miró con las cejas enarcadas... Y después... les sonrió como idiota. Elena pudo percibir que estaba pasado de copas...



En serio que estas dos tienen más mala suerte que el coyote tratando de atrapar al corre caminos!!

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Mensaje por Yulieth 6/24/2020, 2:30 am

Que suerte la de estas chicas calientes 🤦🏻‍�🤦🏻‍�
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Mensaje por VIVALENZ28 6/24/2020, 3:11 am

Jajajajajajajaja me reí con cada párrafo demasiado buena ya quiero saber que pasará con ese encuentro entre el padre de Lena y las chicas
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Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/25/2020, 10:45 pm

Hola chicas, cómo han estado? En espera del capítulo, apuesto a que si....

Bien, acá les dejo entonces el que corresponde al día de hoy, no sin antes decirles, que ya son pocos los que restan para que esta historia se acabe como debe ser...

A los que comentan, un abrazo sincero y afectivo y a todos los que leen, a los que han hecho que la historia tenga muchas visitas, igualmente, un abrazo super especial.

A leer!!

cheers cheers cheers

MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 7 2020-011


Treinta y tres




—¿Lena...? ¿Mi Lenita...? — El hombre empezó a murmurar mientras terminaba de salir entre las cobijas.

Esos sobrenombres hicieron que Elena se sintiera más confundida de lo que ya estaba, primero: porque él no la llamaba así desde que era una niña, y segundo porque nunca lo había visto en ese grado de alcoholismo. De hecho, nunca había visto a su padre borracho.

Sergey, finalmente logró ponerse de pie. Levantó la mirada hacia ambas chicas y volvió a sonreír.

—Mi niña... Mi Lena bella y preciosa... — Dijo sin perder de vista a su hija y comenzando a acercarse.

Ambas chicas retrocedieron asustadas hasta tocar la pared.

Sergey Katin, tambaleándose de lado a lado, llegó hasta Elena y abrió los brazos de par en par.

Yulia se paralizó al ver como el hombre envolvía a Elena cariñosamente con sus grandes brazos y la pegaba a su torso. También, fue testigo de cómo él cerraba sus ojos y le propinaba tres tiernos besos en la frente.

Esperó alguna reacción de Elena pero ella no hacía ni decía nada, solo se había quedado embobada observando el rostro del hombre.

Él dejó de abrazarla, para después agarrarle las mejillas y apachurrárselas como si de un juguete se tratara. No dejaba de sonreír mientras lo hacía.

Elena le agarró las muñecas... pero no para alejarle. Parecía que quería aferrarse más a él.

Él comenzó a hablarle...

—Mi vida... cada día estás más hermosa y más grande... pero aun así no dejas de ser mí adorada niña... — Le dijo. Unas lagrimitas de pronto empezaron a salir de sus ojos. Ella al verlo, apretó con más fuerzas sus muñecas, sus ojos también se empezaron a poner cristalinos.

Yulia miraba expectante pero en silencio.

—Hace días quería hablar contigo. Lo quise hacer el día de tu cumpleaños... pero no apareciste... — Esta vez su rostro se volvió triste, sus mejillas se humedecían —Tenía tantas ganas de abrazarte... Fedo te dio mi regalo... ¿Te gustó la perrita? — Su sonrisa volvía a aparecer. Era obvio que la borrachera lo hacía actuar de esa manera.

Elena asintió mostrándole una débil sonrisa. Recuerdos de su infancia le invadieron. Era como si volviese a tener 7 años.

—Me encantó papá, gracias, gracias por tener un lindo detalle conmigo después de tanto tiempo — le dijo. Y, de inmediato, él volvió a resguardarla en sus brazos con fuerza. Acarició su cabellera y le besó a la altura de la sien. Elena no intentó apartarlo en ningún momento, también lo abrazó por la cintura y se quedó así durante unos segundos con él.

Aquella escena causó un gran impacto en Yulia. Y al mismo tiempo, la llevó a concluir que el señor Katin no estaba teniendo una vida de maravilla como parecía, al él lo inundaba una gran tristeza, era como si fuese golpeado por malos momentos.

El hombre finalmente se alejó un poco de su hija para mirar a Yulia. La señaló con su mano como pudo... —¿Y ella quién es? — preguntó a Elena.

Elena intentó contestar pero al verlo tambaleándose solo atinó a abrazarlo de nuevo por sus caderas para que no perdiera el equilibrio.

Él se rió genuinamente por su torpeza... — Estoy muy pasado de copas, bebé... Soy un desastre... — Comentó para sí mismo sin dejar de moverse...

Su atención de nuevo fue a la chica Volkova... Insistió en saber quién era... — Tú... ¿Cómo te llamas? — le preguntó.

Yulia no lo pensó mucho, miró al hombre a los ojos y soltó su nombre... — Soy Yulia Volkova señor, es un gusto — Le contestó respetuosamente y procedió a tenderle la mano.

El hombre le mostró una sonrisa risueña, al mismo tiempo en que Elena comenzó a llevarlo a hacía la cama.

Yulia al verlo, caminó rápido hasta el colchón y quitó todas las cobijas que tenía encima, las tiró a una silla que estaba cerca y arregló unas almohadas cerca de la cabecera de la cama. Al tener todo listo, se acercó tímidamente a él y lo tomó de su espalda para ayudarlo a acostarse.

El hombre se dejó llevar por ambas, y finalmente cayó a la cama suspirando. Elena le quitó los zapatos, le desamarró la corbata y después le hizo deshacerse del saco. Puso las prendas delicadamente en el lado vacío del colchón y se sentó al lado de él.

El hombre volvió a mirarla y deslizó su mano por la espuma para tomar y cubrir la de ella. No dejaba de mirarla con un brillo en los ojos.

— Lena... Yo sé que, aunque nunca te lo dije en los últimos años, pero Katya y tú son mi vida... Siempre lo han sido... No te olvides de eso mi cielo... — Dijo cerrando los ojos...

Elena lo quedó mirando hasta que pareció quedarse dormido. Soltó su mano con delicadeza, dejándola suavemente sobre la espuma. Procedió a ponerse de pie, cambiando su atención a Yulia. No lo pensó dos veces, y se tiró a abrazarla por el cuello. Yulia la recibió con gusto, y por inercia le clavó un beso en la mejilla.

Elena al sentirlo, se aferró con más fuerza a ella. Lo necesitaba — No entiendo nada, Yul... Nada... — Le susurró casi inaudible.

Yulia de inmediato puso una mano sobre su espalda y la llenó de caricias reconfortantes. En realidad, era lo único que podía hacer en ese momento... ¿Qué más podía decirle? Ella estaba peor de confundida.

Finalmente, cayó en cuenta que su supuesta ida al baño había tomado mucho tiempo y que probablemente su familia e Inessa se estaban preguntando por ella, de manera que dio un paso atrás y miró a su chica al rostro. Limpió sus lagrimitas y le acunó sus mejillas.

—Lena... No quisiera irme... Y menos ahora que estás así... Pero...

—Está bien... — Elena asintió con tristeza — Lo entiendo... Ve...

—Cuando llegue a casa voy a llamarte. Lo prometo. Y por favor... No estés triste... Mira que nada malo ha pasado. Sobrevivimos a la cena — Trató de hacerle sonreír. Cosa que logró porque Elena le mostró sus perfectos dientes.

Se dispusieron a salir de la habitación y en la puerta, Yulia se giró para darle un último beso en los labios —
Te quiero mucho... Lena... — le dijo tímidamente... y después, empezó a caminar por el pasillo sin dejar de mirarle.

Elena agarró el marco de la puerta mientras la veía irse... Ese 'te quiero' le había revoloteado las mariposas en su estómago.



Más tarde... A las 11:30pm


Yulia apagaba la luz principal de su habitación y caminaba hacia la cama para meterse entre las cobijas. Con celular en mano buscó rápidamente el contacto de Elena y pulsó el botón de video llamada. Un timbrazo fue suficiente para que al otro lado de la pantalla apareciera el rostro de la chica. Ella también estaba entre las cobijas y descansaba su cabeza sobre una almohada rosa. Su linda sonrisa no se hizo esperar. Iluminó toda la pantalla de Yulia.

—¿Ya te había dicho que tienes la mejor sonrisa del universo? — Le comentó.

Elena soltó una risita pero luego se cubrió la boca cortando el sonido.

Yulia enarcó una ceja —¿Qué pasa?

Elena no contestó y en vez, movió el celular hacía su pecho para mostrarle la carita de una adormilada Katya. La niña tenía sus ojitos cerrados y respiraba con tranquilidad — Recién se ha quedado dormida... No quiero despertarle — Susurró lo más bajo posible.

Yulia sonrió ante la maravillosa imagen. Las hermanas Katin eran una preciosidad — Me encantaría estar ahí… Dándoles calor y mimándolas... — dijo divertida.

Elena le sonrió de nuevo. A ella eso le hubiera encantado... — Casi no puedo verte — de pronto le comentó.

Yulia enarcó una ceja pero no protestó, se inclinó un poco y deslizó su mano hasta el botón de la lámpara. Su rostro se iluminó de repente.

Elena sonrió — Así si...

—Lo sé... — Yulia le dijo — Volvió a su antigua posición. —Y bueno... ¿Cómo terminó todo? ¿Estás bien? — preguntó con duda.

Por la pantalla, vio a Elena suspirar y luego asentir con lentitud. Era obvio que todo eso con relación a su padre. Eso le había afectado. La pelirroja pareció pensante por unos segundos hasta que empezó a hablar — Yo estoy bien... pero me siento un poco rara... Mi papá me revolvió todo. No entiendo por qué se emborrachó así cuando él nunca toma, ni porqué hizo todo eso conmigo... Me siento fuera de sí... Estoy muy confundida.

Yulia la comprendió totalmente. Según lo que sabía, Sergey Katin no había demostrado afecto por ella en mucho tiempo, y verlo así, de la nada, actuando como lo hizo... Era algo difícil de entender.

—Lena... No tomes a mal esto, pero creo que tu papá está pasando por un mal momento. Quiero decir... la cantidad de alcohol que consumió, su mirada, sus palabras, su voz... pareciera que una tristeza muy grande lo consume.

—Yo también lo creo... Pero no quiero pensar en eso. Solo quiero que esta pesadilla acabe ya — Ella volvió a suspirar y deslizó sus ojos fuera de la pantalla.

Yulia percibió que Elena también estaba llena de muchos vacíos. Se le notaban a simple vista.

—Yul... — Ella volvió a la pantalla — No te lo pude decir antes de que te fueras, pero siento mucho todo lo que pasó en la cena con mi mamá. No sabes la pena que tengo contigo... Y por supuesto, con tu hermano y tus padres... Dios... Todo fue horrible — su rostro se arrugó de rabia.

Yulia se mostró despreocupada ante lo dicho, al fin y al cabo, ellos ya sabían que iba a ser así — No tienes que pedir disculpas de nada. Tú ya nos habías advertido. Más bien... soy yo la que tiene que pedirte perdón por ponerme con estupideces en la cena. Dije que no me pondría celosa, pero es que tu mamá me sacó quicio.

—¿Hablas del vino y eso que dijiste? — Elena se burló, pero poco a poco su rostro se fue sonrojando al recordarlo.

Yulia asintió arrepentida — Fue innecesario...Lo siento.

—Lo fue, pero a la vez me encantó — Elena se sinceró. Poco a poco fue mordiendo su labio inferior — Sabes... Me da un poco de pena hablar de esto pero en todo momento estoy recordando lo que pasó aquí en mi cama y lo que hicimos en tu cocina — dijo avergonzada... — Hoy... ni siquiera pude concentrarme en clase por estar pensando en lo que hicimos. Creo que voy a necesitar un exorcismo...

—¿Qué? AHAHAHA — Yulia soltó una carcajada escucharle decir lo último. Eso había sido muy gracioso.

De pronto, se calmó y se quedó mirando a la pantalla fijamente. Ella también recordaba cada centímetro de la piel de Elena... ¿Cómo no hacerlo?

—Hey ¿Pasa algo? De repente te quedaste callada — Elena de repente la sacó de su ensueño.

Ella negó — Oh No... No... Es solo que... Eres muy linda y me desconcentras — Le coqueteó.

A Elena se le volvieron a tinturar las mejillas de rosa —Ummm... si tú lo dices... — murmuró apenada.

De nuevo, un silencio las abordó.

Yulia se levantó y cambió su posición en la cama.

Elena enarcó una ceja cuando la vio sentada apoyándose en el espaldar... —¿Qué haces?— Le preguntó.

Yulia solo negó con tranquilidad — Me gusta más hablar así... — Sonrió... — Oye... ¿No te estoy bloqueando el sueño o algo cierto? ¿Mañana madrugarás? ¿Vas a dormirte ya?

—Mmmmm claro que no, y si tengo que madrugar pero estoy muy bien hablando contigo, así que...

—Bien... entonces... Tú y yo dejamos una conversación pendiente y quiero escucharla toda... ¿Cómo te fue esta mañana en la Universidad? ¿Te pusieron a lavar baños?... —le preguntó divertida.

Elena le frunció el ceño junto con un puchero... Pero asintió derrotada...


***

Al día siguiente, a las 7:20 am, las hermanas Katin ya se alistaban para salir a los deberes del día. Elena se aseguró de que no faltara nada y recogió de la cama su maletín y el de Katya y los puso sobre sus hombros. Le pidió a la niña que le diera su mano, apagó la luz de la habitación y caminaron hacia la puerta.

Al abrirla, Elena salió primero pero al instante detuvo el paso al ver a su padre acercándose por el pasillo. Él venía sobándose las sienes y caminando lento. Katya también se asomó y al verlo, corrió a abrazarle. Elena intentó gritarle para que se detuviera ya que algunas veces él tendía a rechazarle las muestras de afecto pero esta vez fue todo lo contrario. La niña lo tomó desprevenido, abrazándolo por los pies, sorprendiéndolo. Él aunque adolorido, le dio una sonrisa y se agachó para estar a la altura de ella.

—Papito, papito... Ya me voy a la escuela — La niña le comentó con esa inocencia que le caracterizaba.

Aquello hizo que él soltara una risita mezclada con quejidos de dolor al verla tan emocionada. Le clavó un besito en la mejilla, seguido de uno en la frente y después la cargó en brazos.

Elena no podía creer nada de lo que estaba viendo; su padre... Dios... parecía otra persona. Se había convertido en otra persona.

Él caminó con Katya en brazos hasta estar frente a ella, lo que provocó que su corazón latiera asustado. No entendía el porqué, pero simplemente le pasaba.

—Buenos días Lena... ¿Amaneciste bien? — Él le preguntó sin dejar de mostrarle esa linda sonrisa.

Elena sintió que moría al escuchar como volvía a llamarla por su sobrenombre. Pero no pudo contestarle, simplemente se encogió de hombros, deslizó su mirada al suelo y asintió avergonzada.

Él, comprendió el actuar de su hija mayor, entendió que para ella no era fácil hablarle así como así después de que la relación entre ambos era casi nula. Por eso... Decidió que lo dejaría así...

—Me alegra mucho... — Le respondió en calma. Elena volvió a mirarlo, sin dejar la timidez — Mmmm...Lenita ¿Volverás después de dejar a Katya en la escuela?... Es que... necesito hablar contigo de muchas cosas... — le dijo con intranquilidad.

Elena se extrañó por el pedido y por el cambio tan repentino que tuvo él al decirle esas palabras. Fue muy raro para ella… pero lastimosamente no podía aceptarle, ya tenía compromisos.

—Papá... Yo no puedo volver... Es que... Yo... — Ella sintió dudas en decirle. Se mordió el labio debido a los nervios.

Él la notó dubitativa e intentó hacerla sentir en confianza, puso una mano reconfortante en su hombro — Está bien Lena, no tienes que decirme a dónde vas... Pero si prométeme que vas a darme unos minutos cuando tengas tiempo. Quiero decirte muchas cosas. Necesito hacerlo — dijo con sinceridad.

Elena asintió más tranquila. Él bajó a Katya y le dio otro beso en su mejilla — Pórtate bien, y aprende mucho. Te quiero — le dijo. La niña no pudo con la dicha y asintió exageradamente.

Él regresó su atención a Elena — Bien... Lena... Tú... también cuídate mucho... Te... Mmmmm... — Se aclaró la garganta, para él tampoco era fácil — Te quiero mucho... — Le susurró con vergüenza y se acercó a ella para dejarle un beso en la mejilla.

Elena asintió y rápidamente tomó la mano de Katya. Si se quedaba allí, se iba a desmayar sin duda. Comenzaron a bajar las escaleras con prisa, y una vez en el primer piso, a caminar rápido hacia la puerta principal.

Antes de salir, Elena escuchó unos gritos provenientes de la sala. Dejó que Katya saliera al jardín para ir al auto, pero ella se quedó bajo el marco oyendo lo que sucedía.

Se concentró bien y oyó la voz de su madre...

Todo indicaba que ella le reclamaba al señor Katin por no haber estado en la cena con los Volkov. Él le contestaba que por favor no gritara, pero la mujer cada vez alzaba más la voz y lo llenaba de frases grotescas y mundanas.

Elena negó con rabia al oír esa sarta de groserías que la mujer le gritaba a su padre. No lo pudo soportar y salió, cerró la puerta tras de sí y se fue en dirección a su Porsche.

...


1:00pm

—Dios... en esta Universidad deberían poner carritos para transportarnos de bloque a bloque... Así como en el golf... Nos ahorraríamos estas caminatas infernales...

Yulia e Inna negaron sonrientes ante los quejidos de Tasha. Trazaron unas cuantas puertas más del bloque de artes llegando finalmente al auditorio de música.

Entraron, y lo primero que hizo Yulia fue observar a todos los alrededores en busca de Elena. No la pudo encontrar al primer vistazo debido a que el montón de personas de pie no daban oportunidad, así que llegó a su puesto junto a las demás chicas y se acomodó en él.

Solo segundos después, la profesora entró junto a su asistente y todo el salón quedó en silencio y sentado.
De nuevo la vista de Yulia viajó por todas las sillas hasta que por fin logró divisar a Elena, pero no como hubiese querido encontrarla. La chica estaba con la cabeza apoyada en el pupitre, casi como si estuviera tomando una siesta en él y eso provocaba que no la pudiera ver bien.

—Buenas tardes chicos... ¿Cómo se encuentran hoy?

Yulia siguió mirando a Elena mientras la profesora hablaba, y de pronto su ceño se frunció al notar que ni porque la maestra ya estaba allí, la chica levantaba la cabeza.

Rápidamente sacó su teléfono y le escribió un “HOLA” como mensaje pero no hubo reacción alguna de la mujer. Se preocupó.

—¿Estará enojada conmigo? Pero si no hice nada... — Pensó en voz alta. Logrando que la pareja la mirará burlona.

—Qué pasa Volkova... ¿Ya hasta hablas sola? — Tasha le dijo divertida.

Ella negó avergonzada. Guardó de nuevo su teléfono y suspiró dejándose caer un poco en la silla.

La maestra seguía hablando.

—Y bien chicos... Como ya saben, falta poco para que este semestre se acabe y se vengan los eventos de despedida. Nosotros como responsables de la cuota musical tenemos que demostrar un grandioso show. Y saben que he decidido... — dijo la mujer con alegría — Que... — intentó ponerle suspenso... —¡Todos van a presentarse! — terminó por decir eufóricamente.

El auditorio quedó en silencio. Los chicos de hoy en día no eran tan expresivos...

Ella se aclaró la garganta al notar que no hubo reacción — Pero no se alegren tanto... — dijo con sarcasmo. Algunos sonrieron ante eso — Bueno... Ya informados, vamos a montar un show entre todos donde cada uno destaque sus talentos musicales... Y...— la mujer miró a todos hasta dar con Yulia. La señaló — Tú, Volkova, serás nuestra vocalista principal por supuesto.

Yulia asintió.

—Los demás chicos y chicas que participaron anteriormente también tendrán que cantar... Incluso, nuestra indispensable y muy conocida Elena Katina... A ver... ¿En dónde estás Elena? — La mujer comenzó a buscarla en todo el auditorio pero no dio con ella — ¿Qué acaso Elena no vino de nuevo? — Preguntó incrédula.

Un estudiante de repente alzó la mano — Señorita Gala... Creo que Katina está aquí — El chico señaló tras él y la profesora comenzó a caminar hacia allí.

Todo el salón comenzó a mirar expectante, incluida Yulia que se incorporó en su asiento para mirar detenidamente.

La maestra llegó frente a Elena, la movió suavemente de los hombros y comenzó a llamarle.

—Katina! Katina! — Le dijo repetidas veces pero Elena no respondía.

Yulia se levantó del asiento y bajó rápidamente hasta llegar al lado de la maestra y de su chica. Le quitó el cabello del rostro y puso un dedo sobre sus fosas nasales. Elena respiraba sin problemas.

Yulia, se agachó al lado de la chica sin importar lo que los demás pensaran y empezó a moverla suavemente de los hombros tal y como lo había hecho la maestra. Elena, a esos movimientos si reaccionó y abrió poco a poco los parpados, levantó la cabeza del pupitre y miró desubicada a todos sus compañeros.

La maestra se cruzó de brazos y puso cara de enojada — No puedo creer que te des el placer de dormir en mi clase, Katina. Eres una irrespetuosa — Le regañó.

Yulia no supo que hacer, simplemente se acarició el cuello mientras veía a la mujer llamándole la atención a la chica adormilada.

—Es increíble... Katina, increíble. Si no te interesa mi clase para que te metiste a esto.

—Maestra, por favor...— Elena finalmente habló — No fue mi intención, yo, mi cuerpo no lo resistió.
Discúlpeme — Le dijo sinceramente.

La mujer negó — Es el colmo. Katina, vuelve a tu puesto ya mismo — Ordenó completamente enojada y volvió a su escritorio.

Lena no tuvo de otra que obedecerle a la mujer y regresar a su silla.


Dos horas más tarde, la clase de música finalmente acababa. Yulia guardó sus cosas inmediatamente y se empezó a dirigir hacía donde se encontraba Elena. Lastimosamente, cuando estaba a dos metros de ella no pudo lograr su cometido ya que Nastya y otras chicas se le cruzaron en el camino. Tuvo que darse la vuelta rápidamente y hacer como si estuviera esperando a Inna y Tasha.

Elena guardó sus apuntes en su maletín y al levantarse del pupitre se sorprendió al ver al grupo de mujeres rodeándola.

Todas lucían impecables.

—¿Ya estás lista? — Nastya le cuestionó.

Elena arrugó el ceño en señal de confusión — ¿Lista para qué...? — dijo tímidamente.

Nastya rodó los ojos con fastidio. Cruzó los brazos y se apoyó en su pie derecho. La típica pose que usaba para alardear — ¿Como que para qué? ¡Tenemos ensayo de porras hoy!

—Oh... Mierda... — Elena se palmeó la frente al recordarlo. Había trabajado tanto esta mañana que el cansancio tan bestial que sentía le había hecho olvidar que hoy montarían el show para el juego final de baloncesto. Se comenzó a acariciar las sienes. Su cuerpo realmente no estaba en condiciones de bailar ni mucho menos hacer malabares. Le dolía todo.

—Chicas... Yo... no creo que…

—Ay ya déjate de tonterías y vámonos... No nos hagas perder más tiempo — Nastya no la dejó hablar y se la llevó arrastrada fuera del auditorio.

Yulia vio por la esquina de su ojo lo que acaba de pasar pero no pudo hacer nada. Inna y Tasha llegaron a su lado sacándola de la distracción.

—Yo voy a la cafetería y te alcanzo en el Gym. Está bien amor — Tasha besó los labios de Inna quien se alejó rápidamente y sacudió su mano en señal de despedida a ambas.

Yulia miró confundida toda la situación —¿A dónde va sin ti?

Tasha rió ante la pregunta —Tiene ensayo de porras. Pero no te preocupes, solo voy a la cafetería a comprar algo de comer y luego la alcanzo. ¿Vienes? — le dijo.

Yulia asintió, por supuesto que iría con ella. Si Inna iba a ensayos, era obvio que Elena había ido a lo mismo.

...

—Volkova... De verdad... ¿Qué le hiciste a Varvara? Mírala, no deja de mirarte, y además, ve como se toca sus partes. Diablos... Todo lo hace para que la veas... La tienes loquita — Tasha soltó una carcajada sin dejar de mirar a las porristas en el campo.

Yulia solo pudo negar divertida ya que Tasha no exageraba en lo absoluto. Desde que se habían sentado en el pasto a las afueras del Gym, Varvara le hacía su numerito sensual y muy especial.

—Oye... — Tasha continuó... — ¿Y qué carajos le pasa a la bella durmiente de tu novia? Mírala, estaba tomando una siesta en clase y ahora parece que va a desmayarse en cualquier momento — Se refirió a Elena quien actuaba como una muerta viviente sobre el césped. A la chica no se le veían ganas de nada. Estaba pálida y sus movimientos eran frágiles.

Yulia lo estaba notando desde hace rato. Y sospechaba cual era la razón de que ella estuviese así — A Elena le está tocando venir en las mañanas a colaborar con los de mantenimiento. Es por eso que está de esa manera. Al parecer la tienen trabajando duro.

—¿Qué?— Tasha dijo incrédula. Al ver que Yulia estaba seria, soltó una risita junto a un ceño fruncido —¿Me estás jodiendo? — Dijo aun sin creerlo.

Yulia de inmediato negó.

—Te estoy diciendo la verdad. El decano la castigó de esa manera por haber destruido mi moto. Ahora debe venir todos los días por tiempo indefinido a laborar con las personas de mantenimiento.

—Juu!!! Eso. Es. Grandioso — Tasha no pudo contenerse y volvió a reír con todas las ganas. Aplaudió, se carcajeó, se burló durante el tiempo que quiso hasta que logró calmarse.

Yulia se mantenía seria.

—Oye, Volkova... Discúlpame por burlarme del mal ajeno pero te voy a ser sincera. Me burlo porque aunque Elena ahora quiera cambiar, anteriormente hizo mucho daño a demasiada gente y ahora lo está pagando. Es la ley de la vida, es casi como si gracias a ti se hiciera justicia por los demás.

Yulia suspiró a lo dicho. No podía reprochar nada. Tasha llevaba más tiempo en ese lugar viendo y viviendo todo lo malo que hacía Elena. Para nadie era un secreto el historial manchado de la chica Katina.

—Yo... Solo espero que no se vaya a enfermar — Yulia susurró intranquila.

Tasha la tomó de su hombro suavemente para reconfortarla — No te preocupes Volkova, los castigos aquí no suelen durar más de una semana y a Katina no le va a pasar nada por unos días de trabajo. Vas a tener a tu noviecita sana y salva el lunes que viene — dijo divertida, logrando que Yulia dejara la seriedad y por fin mostrara su lindo hoyuelo.

—Kuzukova... Ya deja de decir que es mi novia por favor. Aún no lo es... Y estoy pensando seriamente en como proponérselo.

—¡¿Tú se lo propondrás, Volkova?! ¡¿Por qué?! Debería ser ella quien lo haga. Ella es la que quiere todo contigo ¿No? Déjala que haga su trabajo — Le aconsejó.

Yulia movió la cabeza de lado a lado negando y recordando su cagada con Miroslava. Elena le perdonó fácilmente y después de eso era ella la quien tenía que dar el primer paso. Además, le había hecho la promesa de hacerla sentir especial siempre.

—No... Definitivamente yo tengo que hacerlo. Y deberías darme algunos buenos consejos, no llevarme la contraria.

—Ja! Volkova, yo soy la persona menos indicada para dar consejos... ¿Sabes cómo le pedí a Inna que se hiciera mi novia? — Tasha de repente se deslizó a su lado tanto como pudo, entrelazó su mano con la de ella y le cubrió una mejilla cariñosamente. Yulia enarcó una ceja por la cercanía — Mira Volkova... Ella y yo estábamos de esta manera... Tiradas en el césped de su casa. Yo de pronto la tomé así como te tengo a ti y le dije: Preciosa, no puedo aguantar más esto, mi corazón está enloquecido por ti... Hemos pasado por mucho...
Te amo y quiero que seas mí no...

—¡TASHA KUZUKOVA! — Un grito bastante bestial espantó al par de chicas que de inmediato se separaron.

Asustadas, giraron sus cabezas hacia al campo y vieron tras la reja que separaba la cancha a Inna y a Elena mirándolas sorprendidas. Sus bocas estaban abiertas de par en par. Sin duda se encontraban en shock.

—Inna... Amor — Tasha se levantó sacudiéndose el trasero y se acercó a la reja para darle una explicación razonable a su chica.

Por otra parte, Elena y Yulia se miraron sin saber qué hacer. Incómodo.

—¿Que estaban haciendo? ¿Iban a besarse...? — Inna le preguntó a Tasha mostrándose asqueada. Elena no se movió del lado de ambas esperando una explicación.

Tasha negó de inmediato — ¡¿Qué?!¡No por favor! ¿De verdad me crees capaz de besar a alguien...? ¿Y todavía contigo enfrente? — Inna se mordió el labio de nerviosismo. Negó — Bien... Pues no iba a hacer tal cosa... ¡Y mucho menos con Yulia por Dios! Yo solo estaba dramatizándole algo. Me dejé llevar por mi instinto artístico...

Yulia soltó una risa al escuchar lo último.

Inna lo notó y también empezó a mostrar su sonrisa — Lo siento chicas. Exageré mucho, pero de verdad, no se agarren así, dan mucho de que hablar. La gente va a especular y no voy a ser la burla de nadie aquí — dijo como advertencia pero mostrando calma.

Elena de nuevo intercambió un vistazo con Yulia y le mostró una sonrisa. Le guiñó un ojo y se giró corriendo esta vez hacia los vestieres.

Inna sacó sus labios por un hoyo de la reja para que Tasha los pudiera picotear — Voy a ducharme amor. Estaré aquí en diez minutos...

—Está bien.

—Yul... — Inna le miró — Lo siento mucho por ese numerillo. Soy una tonta.

—No lo eres... Ve tranquila — Yulia le respondió relajada y la chica por fin pudo irse...

Tasha volvió a tirarse sobre el césped al lado de Yulia. Ambas voltearon a mirarse y empezaron a reír a carcajadas. Lo de hace segundos había sido ridículo pero gracioso.

Diez minutos después, tal y como Inna lo había prometido llegó al lado de Tasha. Las tórtolas se despidieron de Yulia y se fueron dejándola sola… Claro... no por mucho tiempo. Solo cinco minutos después, Yulia vio como Elena salía de los vestieres en dirección a ella.

La detalló mientras se acercaba y sonrió de oreja a oreja al notar lo hermosa que se veía vistiendo ropa tan sencilla. Elena venía sin una pizca de maquillaje, con el cabello suelto y húmedo, una camiseta blanca bastante holgada y un short blanco que se le alcanzaba a ver poco gracias a la camisa. En los pies, solo llevaba unas pantuflas de color rosa.

Finalmente la chica salió de la cancha y logró llegar a su lado. Descargó el maletín y sin ningún cuidado se lanzó sobre el césped quedando boca arriba.

Yulia sonrió al verla allí tirada — ¿Estás muy cansada? — Le preguntó con ternura.

Elena de inmediato convirtió sus labios en un puchero y asintió haciendo muecas — Me duele todo, desde la cabeza hasta la punta de los pies — dijo con mimo.

A Yulia le causó mucha gracia su forma de actuar y se recostó de lado sobre el césped para poder seguir viéndole todo el rostro, el torso y lo demás. De pronto, le deslizó una mano hasta el final de la camisa, la agarró y se la subió hasta las costillas dejándole todo su abdomen descubierto. Elena no se inmutó ante eso pero si percibió un corrientazo corriendo por su cuerpo cuando sintió la mano de Yulia acariciando suavemente cada centímetro de su piel descubierta.

Los parpados de Elena se cerraron por inercia gracias a las caricias. Yulia miraba detenidamente lo que su mano hacía en el estómago de la mujer acostada. De repente un pensamiento picarón pasó por su mente y empezó a subir sus caricias hasta más arriba de las costillas de Elena, casi rozando la parte baja de sus pechos.

Elena soltó una risita pero no se movió ni hizo nada. Ni siquiera abrió los ojos. Le encantaba — Dime por favor que no hay nadie a nuestro alrededor porque voy a empezar a gemir — le pidió.

Yulia se inclinó de nuevo y echó un vistazo por todos lados, encontrándose solo con la soledad del lugar.
Todas las porristas se habían esfumado de allí — Estamos solo tú y yo Katina... — Le respondió.

Elena al oírlo, rápidamente tomó un impulso y la atrapó delicadamente de las mejillas para cubrirle los labios con su boca.

Yulia volvió a dejarse caer suavemente contra el césped para disfrutar del beso pero Elena se dio cuenta que estaba dejando caer todo el peso de su cuerpo contra ella y se alejó con un poco cuidado.

—Ouuh... ... No estoy lastimándote la espalda ¿verdad? Ayer te hice caer a la cama sin pensarlo y después el golpe que te dio mi papá... — comentó avergonzada — ¿Te dolió?

Yulia negó todo dándole una sonrisa — ...Mi mamá me puso un parche en la espalda y también en el muslo que me protegen de cualquier golpe y a la vez me curan con rapidez los raspones... Estoy bien. No pasa nada — La tranquilizó.

Elena suspiró relajada y regresó su lado del césped. Yulia se acomodó como estaba anteriormente y se quedó detenidamente viendo su perfil. De pronto, le tomó la mano y le cubrió la mejilla tal y como Tasha lo había hecho con ella hace minutos.

Elena enarcó ambas cejas de confusión. Le miró extrañada — ¿Qué pasa?— Le dijo.

Yulia tragó saliva. Claramente nerviosa... — Elena ... Tú... tú — las palabras se le cortaron... — Tú quieres... Ser... Ser... Ser…

Elena la miró expectante, pero se desesperó al ver que no llegaba al punto — ¡¿Ser qué?! — le gritó.

Yulia se volvió un caos, su lengua se trabó terriblemente — Quieres ¡Ser... veza!— de pronto soltó.

Elena la miró como si la desconociera, como si Yulia se hubiera enloquecido. Negó rápidamente — NO... No quiero cerveza — Le respondió dubitativa — ¿Por qué querría yo cerveza a estas horas? – Le interrogó confundida.

Yulia intentó hablar pero nada salió de su boca. Simplemente se dejó caer derrotada al césped sin dejar de pensar en la tontería que acaba de hacer. Definitivamente su táctica no podía ser igual a la de Tasha.

Necesitaba algo de nivel.





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Mensaje por Yulieth 6/25/2020, 11:37 pm

Jajajaja que chistoso eso de Julia 😂😂😂😂
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Mensaje por Volkatinale92 6/26/2020, 12:26 am

Jajajajaja SER.... VEZA jaja que risa me dio, muy bueno ya con ganas de saber más y más, gracias por actualizar

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 6/27/2020, 10:57 pm

Feliz y frío finde a todas, un abrazo... Hoy, este capítulo nuevo se lo dedicaré a alguien que me hace la vida de cuadros todos los días y a quien soporto ya que vivo con él.... Hay un párrafo dirigido a él y aunque se que me fue difícil convencerlo de que leyera el episodio, lo hará bajo amenaza...  Smile Smile Smile

A mi hermano...


A leer!!


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Treinta y cuatro



MARTES 8:00PM

CASA DE LOS SARANTSEV


—... Dime qué cuál de estos vas a querer. Aquí tengo negro... — Masha se puso frente al tocador de su habitación y empezó a nombrar en voz alta cada color de esmalte que tenía sobre la repisa... — verde, anaranjado, rojo... rojo sangre, azul claro, blanco, morado...

Elena estaba sobre la cama escuchando con mucho cuidado y a la vez pensando detenidamente que tono elegir para esta vez.

Entre color y color, Masha nombró el rosa y como era de esperarse a Elena se le dibujó una sonrisa en el rostro —¡Ese! — Exclamó con emoción y acomodó sus pies sobre el colchón de forma que Masha pudiera trabajar en ellos.

La chica castaña rodó los ojos al escuchar la elección de su mejor amiga, pero no protestó. Tomó el esmalte junto a los demás implementos y se subió al colchón haciéndose frente a ella. Lo primero que hizo fue tenderle una toalla bajo los pies para proteger sus sabanas y enseguida empezó a hacerle una limpieza en las uñas como era debido.

De pronto, notó que su mejor amiga estaba más radiante de lo normal y no sé quedó con las ganas de preguntárselo —¿Qué te tiene tan feliz, eh? No te veía así desde hace años... Vamos, suéltalo todo para mí... — le dijo divertida.

Elena dejó salir una de sus típicas risitas acompañada de unos cuantos aplausos. Era obvio que no podía ocultar la dicha. Suspiró aliviada — Te digo la verdad Masha, no sé la razón principal de porqué estoy así... Simplemente... Me siento feliz — Se encogió de hombros — Hace mucho tiempo que no sentía tanta paz en mi vida... Es como... — Cerró los ojos, tomó aire... — Volver a renacer...— susurró dejando salir todo.

Masha desvió su atención de la pedicura para observarle al rostro. Fue inevitable que sus labios se levantaran de las esquinas al ver los resplandecientes gestos de su amiga. El cambio en ella era monumental.

Asintió suavemente — No sabes cómo me alegra verte así... Y lo digo con honestidad ¿ok? — aclaró de inmediato.

Elena rió.

Prosiguió — Mmmm... Si Lena... a pesar de que conmigo siempre te mostraste como realmente eras... Yo no estaba segura de que la pasaras muy bien. Pero ahora, es diferente. Definitivamente ha sido un giro para ti.

—Lo sé... Amiga... Lo sé — Elena susurró y de pronto se dejó caer sobre la cama sin borrar la sonrisa de sus labios. Yulia, Yulia y Yulia, su mente empezó a volar con la imagen de ella. Y si, ella era su respuesta. Esa dicha que sentía no hubiese sido posible sin la chica de St. Petersburgo. Ella había llegado para volcar su mundo.

De repente, un silencio muy peculiar se hizo en la habitación. Sin embargo, no duró mucho porque Elena lo cortó con una confesión —... Amo a Yulia Volkova... — dijo en voz alta y con la mirada fija en el techo.

Masha de inmediato enarcó una ceja pero luego se cubrió la boca y empezó a reír.

Elena, al oír la risa de su amiga, convirtió su rostro en una mueca debido a que se había sonrojado al límite. También se cubrió la cara con sus dos manos y negó repetidas veces. La amaba. Lo aceptaba. No era solo un gusto. Realmente amaba a Yulia Volkova.

Masha, aclaró su garganta para calmarse. Volvió su atención a la pedicura pero sin dejar la sonrisa en su rostro. La vibra allí era tan buena. Era genial.

—Ok... Y dime... ¿te verás más tarde con ella?

Elena negó mientras decía que no. Su rostro se mostró decepcionado — Yo quería... Pero no se pudo. Ella me dijo que tenía muchos trabajos pendientes.

—Uuummmm... Qué mal... Pero si el deber llama, debes responder.

—Lo sé, Masha, pero bueno... Al menos pudimos disfrutar de toda la tarde juntas — Elena volvió a sentarse para echar un vistazo a lo que su amiga le hacía en las uñas. Masha era muy buena con la pedicura.

—¿Estuvieron juntas toda la tarde? ¿Y es que acaso no entraron a clase? — Masha sintió curiosidad.

Elena sonrió al escuchar la pregunta. Volvió a negar aunque su amiga no le estuviera viendo. Lo hacía por inercia – No, después del ensayo de porras ella y yo nos quedamos tiradas el resto del día en el césped a las afueras del Gimnasio.

—¿Y haciendo qué? — Masha levantó la cabeza hacia ella. Su pregunta sonó como un reclamo. Además, tenía una ceja bastante enarcada.

Elena soltó una risita al verle — Nada de lo que crees — Le respondió divertida — Solo estuvimos charlando, riéndonos... Besándonos... Y jugueteando un poco... Pero nada fuera de lo común... No pienses mal — Le aclaró.

—Jummm claro... — Masha murmuró con sarcasmo. En realidad no creía nada. Con ese par nada era seguro — ¿Y ya te pidió que fueras su novia?... Espero que sí — Le dijo de la nada y volviendo a trabajar en los pies.

Elena, se sorprendió con la pregunta. En realidad, ni ella lo había pensado aún. Negó lentamente — No, aún no... — dijo con calma. De pronto, frunció el ceño en señal de confusión. Ladeó la cabeza y la bajó buscando la mirada de su amiga que de inmediato le respondió. Se miraron fijamente — ¿En realidad crees que ya es hora de que me pida ser su novia? Es que... No sé... A mí me encantaría que lo hiciera pero... Apenas hace unos días aclaramos todo... Todavía estamos conociéndonos... Ella ni debe estar pensando en eso aún.

Masha se encogió de hombros — Cualquier momento es bueno Lena. Tú estás loquita por ella, ella está loquita por ti, eso de conocerse nada tiene que ver, hay parejas que llevan años y aún están descubriéndose. Yo solo lo digo porque ustedes parece que quieren llevarlo todo a otro nivel.

—¿De qué hablas? ¿Cómo que a otro nivel?— Elena se confundió el doble.

Masha entrecerró los ojos sin dejar de verle — No te hagas. Tú sabes perfectamente de qué estoy hablando. ¡SEXO! — Dijo en voz alta. Elena de inmediato le cubrió la boca con su mano izquierda. La miró aterrorizada.

—Por Dios... Katya nos puede escuchar — Gimió preocupada.

Masha le quitó la mano de sus labios delicadamente — En la ducha no se escucha nada de lo que se habla aquí así que siéntete tranquila. Tú hermanita no se enterará de esto que estamos hablando... — Y mira, para seguir con el tema — De nuevo regresó a trabajar... — Yo no es que sea conservadora porque no lo soy en lo absoluto, solo me gustan las cosas bien hechas. Quiero que Yul tenga un compromiso contigo antes de que hagan cualquier cosa.

Elena se inclinó hacia atrás y apoyó las manos en el colchón pensando detenidamente en lo que su amiga le acaba de decir. Tenía algo de razón... O mucha razón.

Sus pensamientos de repente fueron cortados cuando cayó en cuenta de que su hermanita ya llevaba mucho tiempo dentro de la ducha. Le pidió a Masha que se detuviera un momento para ir a ver que sucedía y bajó de la cama. Fue al baño y al abrir la puerta, pilló a la niña aún dentro de la tina pero con su celular en la mano.

La pequeña al verle, intentó esconder el aparato pero no lo logró. No había ningún lugar para hacerlo.
Elena entró hasta la tina, tomó una toalla de la pared y la sacó cargada de allí. La sentó en la encimera del lavamanos y le quitó suavemente el aparato.

—Bebé... ¿Qué estabas haciendo con mi teléfono dentro de la tina? ¿Acaso no sabes que es muy peligroso para ti?— Le dijo con calma. Trató de que la pequeña le comprendiera.

Katya asintió con inocencia.

Elena miró la pantalla del teléfono y entre los residuos de espuma vio que había una llamada en curso.

Enarcó una ceja y rápidamente limpió el cristal. Sus ojos y boca se abrieron como platos al ver que en el display se leía el nombre de Yulia.

Lo llevó a su oreja de inmediato.

—¿Yulia...?— Le dijo confundida. Esperó un lindo 'Hola' o un 'Cómo estas' en la sexy voz de ella pero lo único que obtuvo del otro lado de la línea fueron los pitidos de una llamada colgada.

Volteó a mirar a Katya pasmada... — ¡Yulia me colgó!— dijo desconcertada.

La niña al ver la cara de estupefacta de su hermana mayor comenzó a reírse sin parar.

Elena echó un vistazo de nuevo a la pantalla y se desconcertó más al descubrir que la llamada había durado más de veinte minutos.

Nuevamente giró su atención en la pequeña que solo se reía —¿Estabas hablando con Viktoria?— Le interrogó para salir de dudas.

Pero Katya negó —Estaba hablando con Yuli — le confirmó. No dejaba de mostrarse risueña.

Elena asintió suavemente. Empezó a actuar con naturalidad ya que esa risita de su hermanita debía ser por algo que Yulia le había dicho... Y necesitaba saberlo — Oh... ¿Y Qué estabas hablando con ella? — le dijo e intentó mostrarse desinteresada.

Pero Katya no era una niña cualquiera. Conocía a su hermana como la palma de su mano. Soltó una risita y negó repetidas veces —No te lo voy a decir... — le dijo divertida y se bajó de un salto del lavamanos para salirse corriendo de la habitación.

Elena pegó un gritó con su nombre y también salió corriendo tras ella.

Masha frunció el ceño en confusión al verlas persiguiéndose y gritándose una a la otra.


A la mañana siguiente.

Miércoles 7:30am

Las puertas de la escuela de Moscú se abrían de par en par para que los pequeños estudiantes pudieran pasar.

A unos metros, Yulia se agachó frente a Viktoria para asegurarse de que todo estuviera en su punto. Le arregló un detallito en el cuello de su camisita y después se inclinó para darle un besito en la mejilla.

—Pórtate bien bebé. Te amo mucho.

Viktoria sonrió de oreja a oreja y cubrió el cuello de su hermana con sus manitas para que ella le cargara y la llevara hasta la puerta.

Yulia la levantó en brazos, caminó con ella hasta la entrada y la dejó para que la pequeña se metiera corriendo junto a su grupo.

Echó un vistazo a todos los niños que estaban con su hermana pero no vio a Katya entre ellos. Sintió una ligera preocupación.

¿Por qué no habrán venido?¿Será que les pasó algo? Pensó. Sacó el teléfono de su chaqueta y buscó el contacto de Elena para llamarle.

Justo cuando se iba a llevar el teléfono a la oreja un gritillo con su nombre le detuvo. Levantó la mirada y a unos metros pudo divisar a Katya y a Elena caminando hacia la puerta. La pequeña adelantó el pasó para llegar hasta ella.

—¡Yuliiiiii!— Gritó emocionada y se lanzó contra ella. Yulia la cargó y la mantuvo allí hasta que Elena llegó a su lado.

La niña besó la mejilla de Yulia, luego se inclinó para besar la de su hermana y pidió que la bajaran al suelo.

—Ya tengo que irme... — dijo apurada. Se entró corriendo como un rayo hasta que logró unirse a Viktoria.

Ambas niñas se giraron hacia las dos mujeres y sacudieron sus manos en señal despedida mientras desaparecían por los pasillos.

Las chicas se alejaron de la puerta y de los padres de familia para volver hasta donde estaban sus vehículos.

Yulia caminó tras Elena y la notó algo cabizbaja. No le interrogó allí debido a la gente alrededor pero si lo haría cuando llegaran hasta el Porsche.

Al llegar, Elena no le obsequió ni una mirada. Abrió la puerta del auto y se metió como si nada.

El ceño de Yulia se frunció por aquella acción. Rápidamente rodeó el auto para meterse por la puerta del copiloto.

La cabeza de Elena se desvió al ventanal. No quería mirarle.

—Hey, Lena... ¿Qué pasa? ¿Qué hice ahora?— Yulia se molestó.

A Elena se le salió un suspiro, no quería argumentar nada pero tampoco podía quedarse callada.

Cruzó los brazos y volteó a mirarle enojada.

Yulia enarcó una ceja al verle la cara —¡Joder mujer! Dime que hice para que me acribilles así con esos lindos ojos — Su tono fue burlón, ya que hasta donde sabía... no había hecho nada malo.

La seriedad de Elena se mantuvo pero a Yulia le daba ternura más que miedo.

—Hey Katina, ya estuvo bueno... ¿Qué pasa?

—Pasa, que anoche estuviste hablando con mi hermanita por más de veinte minutos sin que yo me enterara... Y justo cuando la pillo y te hablo, tú me cuelgas sin ninguna razón y no me vuelves a llamar. Después de eso le pido a Katya que me diga qué diablos hablaba contigo y no me dice nada. Eso es lo que pasa Volkova...

El rostro enojado de la chica era una bomba. Yulia no lo pudo aguantar y soltó una de sus típicas risotadas. Esas que duraban más de lo normal. Se permitió disfrutar durante unos segundos para darle salida a la calma.

Elena no dejaba de arrugar su ceño.

—Ok...Ok... — Yulia tomó aire para poder calmarse. El momento era muy gracioso — Bien... Mmmm... Katina... no estoy entendiendo nada de lo que me dices.

—¡CLARO QUE SI!

—Hey, hey, cálmate... — Yulia le pidió riendo — Mira... para empezar, yo no he hablado con Katya en lo absoluto... ¡Y mucho menos por veinte minutos! Quiero decir... ¿De que podríamos hablar ella y yo durante tanto tiempo? ¿De la vida de peppa pig? ¿De las princesas de Disney?

—No me creas tonta.

—No lo hago Lena — Se burló — Hey... Solo te estoy diciendo la verdad. Tal vez Katya quiso jugar contigo diciéndote que era yo pero seguro era Viktoria. Ella también me coge mi teléfono sin que yo me dé cuenta. Seguro lo hicieron para charlar como cotorras. Tuvo que ser eso — volvió a sonreír.

Elena se mordió el labio inferior intentando no dar su brazo a torcer pero no pudo retenerse por mucho. También dejó salir una sonrisa apenada. Negó tomándose la frente.

—Lo siento mucho Yul... Soy una paranoica. Me estoy enloqueciendo.

—Claro que no... Ven aquí — Yulia abrió una mano y con la otra la atrajo hasta su pecho.

Elena se dejó envolver cariñosamente e inclinó la cabeza para poder mirarle el rostro. De pronto subió una mano hasta el cuello de Yulia y empezó a llenarle de caricias a la altura de la garganta. Le encantaba esa parte. Le parecía tan sexy.

—¿Me perdonas todas mis tonterías?— su voz fue mimada.

Yulia sonrió de medió lado y bajó la cabeza para alcanzarle la boca y besarle con ternura — Te perdono... — le susurró.

Elena no pudo evitarlo y sonrió de oreja a oreja mostrando sus blancos dientes y convirtiendo sus ojos en dos medias lunas. Siguió deslizando su mano hacia arriba hasta llegar a la barbilla de Yulia, allí le trazó todo la pronunciada y sexy línea de la mandíbula.

—¿Y cómo te fue anoche? ¿Lograste terminar tus trabajos?— Le dijo sin dejar de tocarle.

Yulia negó lentamente — Aún me faltan algunas cosas pero si pude adelantar bastante. Ahora que llegue a casa voy a seguir trabajando. Y tú... ¿Cómo te fue anoche?

Elena sonrió ante la pregunta, se salió del abrazo y se incorporó en el asiento subiendo las manos y mostrándole el trabajo que había hecho Masha en sus dedos.

Yulia, sorprendida, enarcó ambas cejas. La uñas de la chica estaban llenas de decorados y además no recordaba que las tuviera tan largas.

—¿Esas son tus uñas reales? — le dijo divertida.

Elena arrugó el ceño, pero asintió.

—¿A qué viene esa pregunta? — dijo confundida.

Yulia negó despreocupada.

—Nada raro... Es solo que... No vas a poder hacer ciertas cosas con esas uñas tan largas.

El comentario confundió más a Elena.

—¿Qué cosas?— le dijo inocentemente.

Yulia quiso jugar con ella y se inclinó hacia adelante poniéndole sus labios a la altura de la oreja. Soltó una pequeña risita por lo que tenía en su mente. Pero lo hizo.

—Somos chicas... Necesitas tener tus manos bien aseadas, tus uñas bien cortas y tus dedos bien entrenados — Le susurró con sensualidad y le clavó un pico en el cuello. Se alejó de nuevo y todo lo que pudo observar fue a Elena paralizada y con la boca abierta.

Yulia se rió cuando la cara de la chica poco a poco se fue enrojeciendo.

Elena ni siquiera replicó. Solo se puso tan nerviosa que sacó de su bolso las llaves del auto y temblando las metió en el tablero de arranque.

Yulia se pegó otra carcajada al verla así...

—Solo estoy bromeando, Elena... No lo tomes tan en serio.

La pelirroja hizo caso omiso a sus palabras y prendió el auto.

—Ya me tengo que ir a la Universidad — dijo toda roja y sin mirarle.

Yulia, gozosa de lo que acababa de lograr. Le dio un beso en la mejilla y salió del auto. Antes de cerrar la puerta. Se agachó de nuevo sin dejar de sonreír —Probablemente hoy no nos veamos en toda la tarde debido a nuestros horarios así que... ¿Hacemos algo esta noche?

Elena giró a verle con mucha duda pero asintió.

—Excelente... — Yulia respondió con alegría y se metió nuevamente al auto de rodillas. Le tomó la mejilla, atrayéndola hasta su rostro. Besó tiernamente su boca y al separarse se rió otra vez —Solo es una broma — le repitió.

Elena asintió embobada.

—Bueno... — Susurró.

Yulia se devolvió para finalmente salir del auto. Cerró la puerta y rodeó el auto para ir a su moto.

Colocó su casco y esperó que Elena arrancara para salir tras ella a la carretera.
 
Horas después, en casa de los Volkov, Lenin subía las escaleras del segundo piso mientras se devoraba con gusto un plato de cereal. Caminó por el pasillo, pasó varias habitaciones hasta que llegó a su destino el cual era el cuarto de pinturas de su hermana. La puerta estaba abierta de manera que entró sin problemas.

Vio a Yulia sentada en uno de los escritorios y no dudó en acercarse a chismosear.

Detalló lo que se encontraba sobre la mesa y se mostró extrañado. Anoche también le había visto haciendo lo mismo. Básicamente Yulia había cortado tiras y tiras de papel infinitas —¿Aún sigues con eso? ¿Qué es lo que vas a hacer? Eso no te lo pusieron en la U... O sí? — Le preguntó.

Yulia negó sin dejar de recortar. Estaba muy concentrada.

—Esto es solo para decorar unas pinturas. Nada del otro mundo — dijo relajada.

—Oh... — Lenin murmuró y se metió otra cucharada de cereal a la boca. Miró los demás materiales en la mesa y sintió curiosidad de como su hermana la artista iba a decorar las supuestas pinturas con tela, espuma, hilos y demás cosas extrañas que habían allí. Se sentó en una mesa a observarle cada movimiento.

A Yulia no le molestó la compañía pero si el sonido que él empezó a hacer con la boca cada vez que mascaba los cereales. Intentó dejarlo pasar pero después de unos segundos se le hizo insoportable. Se irritó.

—Por Dios... Si vas a comer como bestia mejor te quitas de mi lado porque así no puedo hacer nada. Ese ruido me enerva — Le dijo enojada.

Lenin trató de responderle pero su boca estaba tan llena que todo el cereal masticado se le salió y cayó justo encima del escritorio y las manos de su hermana.

Ella abrió la boca, arrugó toda la cara y pegó un grito que resonó en toda la casa. Lenin soltó una carcajada mientras la veía pararse con las manos abiertas intentando no embarrarse de la comida.

—¡TE VOY A MATAR MALDITO ASQUEROSO!!!— Yulia intentó atraparlo pero él reaccionó rápido y salió a correr hacia el pasillo riendo a todo volumen.

Las personas que pasaban caminando por las afueras de la casa miraban con extrañes hacia ella al oír como sonaban gritos por todo el lugar...

Parecía que estuvieran matando a alguien.


...


En horas de la tarde, en la U de Moscú, todo iba marchando con total normalidad. Los chicos y chicas del bloque de modas ya estaban próximos a tener su descanso así que poco a poco empezaban a dejar todos los materiales usados en los estantes a donde pertenecían.

Elena se encontraba de pie frente a un maniquí probando en él algunas chaquetas y sombreros que acaba de diseñar. Los detalló con cuidado y sonrió orgullosa de su trabajo. Era talentosa para la moda. La chica tenía mucho futuro como diseñadora.

El timbre de la facultad dio aviso y todos comenzaron a salir como si fuera una carrera. Elena, por su parte, lo tomó con tranquilidad. Fue a su asiento, agarró su maletín y lo colocó sobre sus hombros. Cuando giró, vio a su grupo de porristas rodeándola y mirándola. Era lo típico, ella era la líder del clan. Las mujeres la esperaban y la seguían a donde fuese.

Nastya dio un paso al frente de las demás chicas...

—¿A dónde vamos a ir a comer hoy? ¿Cafetería principal o aquí en modas? — Le preguntó.

Elena se sintió súper extraña al verse en aquella situación. Después de todo lo que había pasado en los últimos días, había olvidado que todas esas personas eran ajenas a sus verdaderas vivencias. Se había olvidado que para ellas, ella solo seguía siendo Elena Katina, la hija de los multimillonarios, la reina del lugar, a la que idolatraban y adoraban...

Sin embargo, ella ya no quería sentirse así. No tenía más razones para hacerlo... Solo deseaba pasar su tiempo en completa normalidad. Estudiar y compartir con Yulia.

Nastya enarcó una ceja al verla comportándose tan rara. Se le acercó tanto como pudo —¿Qué demonios te pasa? ¿Dinos ya a dónde vamos?— le dijo fastidiada.

Elena se aclaró la garganta y se incorporó a la altura de su amiga. Su rostro pronto se transformó en el de la Elena imponente.

Nastya sonrió.

—Vamos al principal... — Ordenó y, de inmediato, el grupo de chicas le abrió un camino para que ella pudiera pasar.

Elena tomó la delantera y empezó a caminar mostrándose segura. Lastimosamente por dentro su corazón latía asustado. Ella ya no quería ser esa Elena, simplemente no más.

Después de sufrir el suplicio de los pasillos, Elena tuvo que vivir otro al tocar el césped del campus. Como de costumbre todas las miradas se posaron en ella. No lo pudo soportar y agachó la cabeza mientras se dirigía a la cafetería. Los piropos y silbidos no se hicieron esperar.

Elena logró llegar a una mesa que ya estaba ocupada pero que se vació al instante en el que le vieron a ella. Llena de vergüenza la tomó y se sentó rápidamente. Estaba sintiendo pánico.

Las demás mujeres ocuparon los otros lugares y bastó solo un segundo para que todos los alrededores de la mesa estuvieran repletos de chicos. La mayoría de ellos jugadores del equipo de baloncesto. Algunos se subieron sobre los espaldares de las sillas para poder juntarse con las chicas. Había bastantes parejas allí, nada serio por supuesto, solo era para pasar el rato.

Elena se sintió sofocada por el montón de gente, y más lo hizo, cuando Aleksey apareció frente a ella.
Él intento cogerle la mirada pero Elena se la negó mirando a otros lados. Lo último que ella quería era volver a cruzar con él.

Aun así, el chico no se dio por vencido, aprovechó que una de las porristas cerca de Elena abandonó su asiento y lo cogió tan rápido como pudo.

Ahora se encontraba a solo dos cuerpos femeninos de estar junto a la chica.

Intentó dirigirle la palabra pero de pronto un chico llegó al lado de Elena y le tendió sobre la mesa una pequeña caja de color rosa brillante.

Todos allí quedaron expectantes viendo la reacción de Elena.

Ella miró la caja con confusión y luego al chico que se la había puesto enfrente. Su rostro solo pedía respuestas.

El chico sonrió. Le explicó —Obviamente es un encargo para ti, Katina. Y la persona que te lo envía me pide encarecidamente que por favor no te vayas a deshacer de él sin antes descubrir lo que hay adentro.

Elena puso sus ojos de nuevo en la caja. ¿Acaso era una broma?

Ella intentó preguntar al chico quien era la persona responsable de aquel detalle pero el hombre ya había desaparecido.

Toda la mesa comenzó a reír y a pedir a gritos que la abriera. Fue tanto el bullicio y el desorden que se armó que debido a eso Elena tuvo que hacerlo.

Tomó la cajita y primero la detalló por los cuatro lados. Estaba bien cubierta por el papel. Empezó a quitarlo con cuidado hasta que destapó los pliegues por donde se abría.

En ese momento, dudó de hacerlo. ¿Qué tal si era una broma? ¿O algo perverso? Trató de dejarlo así pero de nuevo todos empezaron a alentarla.

Elena suspiró y levantó la tapa. Dentro, se podía detallar una bola también de color rosa. La sacó con cuidado y la examinó. No pesaba mucho, tenía aroma a fresas y además el material parecía resistente a las caídas. Notó que tenía una abertura en la mitad y lo agarró de ambos extremos. Lo abrió con delicadeza y sus ojos se iluminaron al ver lo que contenía. Dentro, había un diminuto cerdito de peluche sentado en unas almohaditas de color rosa muy bien elaboradas. También había un papelito dentro de la boca del peluchito y una cadenita enredada en su cuello.

Todas las chicas que estaban allí soltaron unos gemidos de ternura al ser testigos de tan peculiar detalle.

Elena no lo puedo evitar, una sonrisa se formó en sus labios. Emocionada, sacó el papelito de la boca del cerdito y lo abrió. En él, se hallaba una escritura con letra muy profesional.

Trataré por todos los medios de ser culpable de tus mejores sonrisas y de tus más dulces sueños— Lo leyó en su mente y su sonrisa se hizo más grande.

Nastya, quien se encontraba a su lado, le quitó la hojita y la leyó para todos — Trataré por todos los medios de ser culpable de tus mejores sonrisas y de tus más dulces sueños— lo narró divertidamente haciendo que todos allí en especial las chicas, murmuraran y se murieran de ternura.

Elena se avergonzó pero no le dio importancia a eso, guardó su hojita en la bola y quitó la cadenita que estaba puesta en el cuello del cerdito. La puso sobre la palma de su mano para poder observarla bien. Era una cadenita muñequera, de adorno tenía un corazoncito.

De nuevo todos empezaron a gritarle que se la colocara y ella no dudó en hacerlo. La abrochó en su mano izquierda y no dejó de mirarla. Era hermosa.

Elena sacó el diminuto cerdito de peluche y lo besó tiernamente.

Aleksey no soportó más todo el show y se levantó derrotado de la mesa, golpeó fuertemente la madera y después desapareció entre la muchedumbre.

Nastya y los demás comenzaron a reírse de él.

Elena omitió todo lo que tenía que ver con el chico y miró a todo su alrededor buscando a la persona que había hecho esa maravilla posible. En su mente solo se propagó la imagen de Yulia. Para ella no podía ser nadie más que la chica del lindo hoyuelo.

Buscó y buscó pero no la encontró por ningún lado, sin embargo, eso no le quitó la felicidad. Volvió a tomar la bolita para mirar el tierno cerdito. Las chicas a su lado también miraban maravilladas y no tardaron en bombardearla con la pregunta del millón. ¿Quién era la persona responsable del obsequio?

Ella solo respondió que no tenía idea aunque su sospecha de Yulia no se la arrebataba nadie...



El resto del día transcurrió como siempre. El cielo ya empezaba a oscurecerse indicando que eran un poco más de las seis de la tarde.

Yulia iba caminando hacia el parqueadero mientras le escribía un mensaje de texto a Elena. Se supone que quedaron de verse para hacer algo pero no se habían puesto de acuerdo sobre el lugar ni la hora.

Envió lo escrito y se concentró en el camino hasta que llegó a su moto. Se montó en ella, retrocedió para ir en dirección correcta y justo cuando iba a arrancar, su teléfono le notificó algo.

Lo sacó de la chaqueta rápidamente y sonrió al ver que era un mensaje de Elena.
Lo abrió de inmediato.

En media hora en el parque Kolomenskoye. Te esperaré en la loma— Decía el escrito acompañado de un icono en forma de corazón.

Yulia miró la hora, eran exactamente las 6:13 de la noche.

Pensó en ir a casa primero, pero si hacia una parada allá, seguro llegaría tarde a su encuentro con Elena.

Eso es lo que menos quería así que buscó el mapa para poder llegar al lugar, se puso el casco y arrancó a toda máquina fuera de la Universidad.

Solo diez minutos le tomó a Yulia estar en el parque Kolomenskoye. El lugar era bastante grande así que no tenía idea hacía donde ir.

Aceleró poco y comenzó andar a poca velocidad por los alrededores. De pronto vio a un grupo de chicas disfrutando de la brisa, sentadas en el césped y no dudó en detenerse frente a ellas.

Se quitó el casco — Buenas noches... Disculpen... — Las chicas dejaron de hablar y le voltearon a ver — Amm... Hola... ¿Será que ustedes me pueden indicar dónde está la loma? ¿Está lejos? ¿Cerca?

Las mujeres se miraron entre ellas, pero solo una tomó la palabra — Es bastante cerca... De hecho solo tienes que trazar esos árboles de allí — Le señaló el camino —... Y subir y subir hasta que llegues al pico. Pero... si vas a ir allá, te recomiendo que lo hagas acompañada. La loma a estas horas es bastante solo y además no hay nada de iluminación.

Las demás chicas estuvieron de acuerdo con su amiga.

Yulia les agradeció y se alejó un poco. Pensó en lo que le había dicho la chica pero si Elena le citó allí entonces no era tan grave. Aceleró por completó, yéndose a los árboles y haciéndose camino por ellos.

Subió una carretera echa de piedritas a toda velocidad hasta que unos metros después al fin pudo tocar el pico de la montaña.

Al estar allí, lo primero que notó fue el grandioso Porsche de Elena parqueado.

Frente a él, también vio que había una manta blanca perfectamente tendida sobre el césped, y sobre ella, una lámpara prendida, muchas almohadas, una sábana y una canasta de comida.

Bajó de la moto, dejó el casco en el tanque y se acercó a curiosear lo que había dentro de la canasta.
Se agachó para abrir la tapa pero de pronto alguien la agarró y cubrió sus ojos. Sonrió en el acto porque el delicioso olor de la persona que se encontraba tras suyo era inconfundible.

Se puso de pie y no dejó de sonreír.

—Si adivinas quien soy te doy un beso... — Le escuchó decir.

Yulia soltó una risita, fingió que pensaba un poco y chasqueó los dedos.

—Eres... ¡la llorona! — exclamó divertida y después recibió un gran empujón.

Se giró riendo a carcajadas mientras veía a Elena con cara de pocos amigos, sentándose sobre la capota del Porsche con los brazos cruzados.

Se le acercó sin dejar de burlarse y le separó los muslos para poder meterse entre ellos. Apoyó las manos sobre el aluminio y miró fijamente a la chica que parecía muy triste.

—¿Y mi beso? — Le molestó.

Elena trató de no seguirle el juego pero es que era inevitable. No aguantó y dejó salir su sonrisa. Le agarró las mejillas fuertemente y la atrajo hacia su rostro para clavarle un súper beso con todos los juguetes.

Después de unos segundos se separaron y empezaron a reírse como chiquillas mientras se miraban. No había duda, estaban más que enamoradas.

Una pequeña brisa revolvió el cabello de Yulia, dejándole algunos mechones en el rostro.

Elena los llevó tras su oreja con delicadeza y de la nada soltó un suspiro.

—¿Por qué eres tan jodidamente guapa, Yul?— Le dijo en un gemido.

Yulia no respondió a eso pero si la abrazó por la cintura con fuerza y la levantó de la capota.

Elena rió y soltó un gemido al ver que estaba siendo cargada.

Yulia empezó a caminar con el fin de llegar a la manta pero una pequeña roca le hizo perder el equilibrio y ambas cayeron fuera de ella.

Las carcajadas que salían de su garganta eran inigualables. No se habían hecho ningún daño pero aquello había sido muy gracioso. Se calmaron un poco, gatearon hasta el algodón y se sentaron en él.

Yulia recordó la canasta y finalmente la abrió. De inmediato, un olor delicioso se infiltró por sus fosas nasales. Destapó los recipientes de plástico y se lamió los labios al ver unos grandiosos sándwiches dentro. Pero no eran cualquier sándwiches, eran monstruosos. Llevaban de todo.

—Waoo... Esto se ve de muerte... — dijo incrédula y pellizcó un pedazo de pavo que sobresalía entre el pan.
Lo llevó a su boca y lo mascó con toda la gana.

Elena sonrió.

—Hoy salí de clases una hora antes para poder llegar a casa y prepararlos.

—Waooo ¿De veras?.... — Yulia agarró una servilleta, tomó la mitad de un sándwich y mordió un gran pedazo. Su rostro mostró placer infinito cuando empezó a masticarlo —Uhmmm... Es una maravilla Lena. Delicioso.

—Esa era la idea... — Elena respondió orgullosa.

Yulia terminó de devorarse su mitad y bien satisfecha, acomodó la pila de almohadas detrás de su espalda y se apoyó contra ellas. Abrió los brazos de par en par hacia Elena, invitándola a entrar, cosa que fue innecesaria porque la mujer ya iba en dirección a ella.

Se arruncharon para disfrutar de la brisa y también de la inigualable vista del lugar. Yulia se maravilló al ver todo lo que tenía enfrente. Cada calle, casa y edificio de la imponente Moscú se podía observar desde allí. Era espectacular.

Elena aprovechó el momento, giró la cabeza a un lado y le clavó un besito duradero en la mejilla. Yulia cerró los ojos al sentir el contacto de esos carnosos y húmedos labios contra su piel. Eran como conectarse a una fuente de energía.

—¿Te gusta?— Escuchó a Elena susurrarle.

Por alguna razón su corazón latió más desesperado.

Le apretó la cintura con fuerza, resguardándola más contra su pecho sin dejar un milímetro de espacio. Besó su hombro descubierto y después escondió su rostro en la nuca de la mujer.

Elena sintió la respiración de Yulia sobre su nuca y no pudo evitar que toda su piel se erizara. Quiso soltar un gemido debido a los corrientazos que le producían pero los tuvo que retener mordiéndose el labio inferior.

—... Me encanta Lena... — Yulia le respondió y lo hizo tan lento como pudo.

Elena sintió como el aliento caliente de la chica se deslizaba por su cuello, subía por su yugular y finalmente se detenía en su oreja. De pronto, no aguantó y soltó una risita debido a las cosquillas que le provocó.

Yulia también se rió —... ¿Sabías que esta es la segunda mejor vista que he tenido desde que llegué a Moscú?

Elena enarcó una ceja con diversión. Ya sospechaba que Yulia saldría con otra cosa graciosa —... A ver, ¿Y cuál es la primera?— le preguntó burlona y, rápidamente, giró todo el cuerpo para poder verle el rostro.

Yulia se encogió de hombros lindamente.

—... Pues tú— dijo sin más. Aquella respuesta hizo sonrojar a la chica Katina.

De pronto, a Elena se le vino a la mente una pregunta que se moría por hacer. Aclaró su garganta — Oye... dime que fue lo primero que pensaste al verme... Tú primera impresión de mi — No pudo negar que sintió pena al interrogarle eso, pero aún así quería saberlo.

Yulia intentó recordar sus primeros pensamientos — Mmmm... Bueno... Lo primero que pensé al verte... — quedó pensativa — Ehhh... Ok, ya sé... voy a ser honesta contigo — Elena se llenó de interés — Cuando te vi por primera vez lo único que pude pensar es que estabas jodidamente buena... — lo dijo con gracia y Elena no pudo contener una carcajada — Es en serio... Katina — Aclaró —... Y mi impresión... Oh ¡Diablos! Eras como la Regina George de la Universidad. Ya sabes... Bonita, sexy, con estilo... Y aclamada e idolatrada por todos. Oh si... Toda una celebridad. ¡Te lo juro! pensé que eras una actriz o una cantante cuando vi a media Universidad siguiéndote.

—Ohh... Ni me lo recuerdes... Ya quiero que eso termine. Quiero que me dejen en paz. Hoy ni siquiera pude almorzar tranquila. Me sentía asfixiada con ese montón de gente rodeándome — Comentó con fastidio.

Yulia le pinchó una mejilla con ternura y la atrajo de nuevo hacia su pecho. Apoyó su cabeza en la de ella pero la tuvo que quitar de nuevo porque sintió un ligero ardor en su ceja — Ouch...— Se quejó.

Elena le miró y notó que la cinta adhesiva que le protegía el raspón se le había despegado un poquitillo. Llevó sus manos allí para intentar ponerla en su lugar pero no sirvió.

—Mmmm... Se te dañó la curación — Le comentó — ¿Tienes más cinta adhesiva medica?— Le preguntó. Yulia negó — Mmmm... Yo tampoco — dijo preocupada — Oh!, pero si tengo unas curitas en mi maletín. Voy por ellas — dijo y se levantó corriendo hacia el auto.

Entró al asiento trasero, cogió su maletín y abrió el cierre principal. El regalo que había recibido hace unas horas atrás fue lo primero que sobresalió. Sonrió de oreja a oreja y sacó el obsequio junto a las curitas.

Volvió rápidamente a donde Yulia y retomó su posición. Escondió el regalito entre sus piernas y se concentró en destapar la curita.

—Ok, vamos a tapar esa herida — dijo emocionada pero antes de que alzara sus brazos, Yulia la detuvo.

—Espera... ¿Qué es esto Lena? — Le dijo al ver el pedacito de papel. La cura tenía estampado un montón de cerditos animados —Mierda... Voy a tener mi cara llena de cerdos... — dijo derrotada.

Elena se rió y colocó con delicadeza el pequeño protector. Pasó su dedo suavemente por encima de él y aplaudió para ella misma.

—Bien... Caso resuelto — dijo con alegría.

Rápidamente recordó que tenía el regalo entre sus piernas y lo volvió a agarrar pero sin mostrarlo. Se puso de rodillas frente a Yulia, escondiendo sus manos en la espalda.

Yulia enarcó una ceja al darse cuenta que ella intentaba ocultar algo. Se mordió el labio juguetonamente.

—¿Qué traes allí? — Se mostró sospechosa.

Elena sonrió y puso el precioso detalle frente a ella.

Yulia, lo observó con detenimiento y después arrugó la frente —¿Qué es eso? — Le preguntó confundida.

Elena se extrañó de inmediato — ¿Cómo qué es? Pues es el regalo que me mandaste con ese chico. Quería agradecértelo porque me encantó todo. El mensaje, la cadenita, el decorado... — explicó.

Yulia negó sin saber qué hacer. Trago saliva — Yo no te envié nada Lena... No he sido yo — le dijo.

Elena hizo una mueca... y de pronto, se dejó caer de nuevo al césped — ¿Y ahora?... — dijo... — Había jurado que eras tú... — le susurró completamente perdida.

Yulia agachó la cabeza, se cubrió la boca y sonrió burlona...


Iba a disfrutarlo mucho.


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Mensaje por Yulieth 6/27/2020, 11:22 pm

Muy bromista Julia 😂😂😂 cuando tendrán su escena caliente 🔥🔥🔥🔥 y a Inessa en acción
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Mensaje por Volkatinale92 6/27/2020, 11:38 pm

😂😂😂 que mala es Yulia, me encanto el capítulo estuve todo con una sonrisa jajaja puro amor, Yuli lo va a hacer a lo grande, me refiero a la pedida de SER...VEZA jajaja me encanto gracias

Volkatinale92

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Mensaje por Aixa 6/30/2020, 2:46 am

Me encanta esta historia, espero y actual es pronto 🙏🙏🙏

Aixa

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Mensaje por RAINBOW.XANDER 7/1/2020, 12:37 am

Buen día, chicas. Lamento no haber podido subirles el capítulo correspondiente al día de ayer, pero tuve algunos percances.

Espero que lo disfruten...

A leer!

MIS OJOS SOBRE TI (By:LINQUI) // RAINBOW.XANDER - Página 7 2020-011


Treinta y cinco




Universidad de Moscú, 10 am.

Sol, lluvia, lluvia, sol... El clima cambiante en Moscú de las últimas semanas era una completa locura. Ya, en ningún rincón de la ciudad se podía divisar algún copo de nieve o en el cielo una nube gris. El sol reaparecía, volvía a hacer de las suyas y se estaba convirtiendo en el gran protagonista del nuevo día.

En la Universidad de Moscú, como era obligación, las personas responsables del mantenimiento se encargaban de recomponer los daños causados por la nevada. Un equipo experto en jardinería se encontraba distribuido por todo el campus cavando la tierra y sembrando plantas nuevas; mientras que otros, hacían el esfuerzo de salvar aquellas que habían sido damnificadas por el hielo.

Elena, en su tercer día de castigo, cumplía con la labor de ayudarles a cavar huecos en la tierra. Sin embargo, la pobre chica no estaba pasándola muy bien. Los rayos del sol le tenían ardiendo la piel. El calor le hacía transpirar como jugador de futbol y el overol que traía puesto le causaba picaduras en todo el cuerpo. Su cabeza parecía una regadera abierta debido a la montonera de gotas de sudor que le caían de allí.

En un momento, el cansancio le ganó y no pudo seguir más. Sacada de casillas, se quitó los guantes de protección y los lanzó lejos seguido de la pala con la que cavaba.

Algunos trabajadores a su alrededor, detuvieron su labor para ver lo que le pasaba.

Ella al verse en esa situación, no pudo con la presión de tantas miradas. Se dejó caer al césped de espaldas completamente derrotada — Lo siento mucho. Me duelen las manos, nunca había hecho esto... ¡¿Qué pasó con la lluvia?! ¡¿Dónde está la nieve?! Me rindo — Gritó como loca y las risas de los trabajadores no se hicieron esperar. Muchos de ellos negaban con la cabeza mientras se burlaban y volvían a su tarea.

Elena se quedó allí tirada, descansando un poco. Cubrió sus ojos con el brazo protegiéndose de los rayos y después se bajó hasta la cintura el cierre del overol para que le entrara un poco de aire a sus pechos. Sus chicas lo necesitaban, estaban muy sudorosas.

Se dio aire así misma con su mano libre y trató de cerrar los ojos para relajarse, pero entonces, unos segundos después, empezó a sentir como algo chocaba contra su cabeza, y no solo una, repetidas veces.

Se quitó la mano del rostro y la deslizó hacia su cabello para agarrar lo que fuese que le estuviera molestando. Logró tomar en su mano uno de los objetos y lo atrajo para examinarlo de frente. Casi se muere de susto al ver que era otro cerdito de peluche igual al de ayer. Se sentó rápidamente y miró en dirección donde tenía apoyada la cabeza. Su boca se abrió en sorpresa. Allí había aproximadamente unos diez cerditos de peluche y todos con papelitos en su trompa. El corazón le bombeó con locura. Se puso de pie y miró a todos los polos en busca de la persona que le había lanzado los peluchitos. Dio vueltas en su posición repetidas veces... Pero allí no había nadie más que los trabajadores. Su admirador o admiradora secreta se había esfumado en segundos.

Intrigada, volvió a agacharse junto a todos los peluchitos. Los agarró uno por uno y se alejó de los jardineros para ir bajo un gran árbol que daba sombra y donde podía estar sola. Se sentó contra él y colocó todos los cerditos encima de sus muslos. Empezó a detallarlos. Cada peluchito tenía detalles que les diferenciaban. Unos tenían gorritos, otros bufandas, otros guantes y cosas por el estilo. Se encontró sonriendo de pronto. Los olfateó, y de nuevo allí estaba ese olor que le encantaba. Su corazón latió.

Empezó a sacar los papelitos de la boquita de todos y a leerlos cada uno.

Si tuvieses que pagar impuestos por ser guapa, ya te habrías arruinado.

Tú debes ser atea porque estás como quieres y no como Dios manda.

—¿Te dolió cuando caíste del cielo? xD

— Sabías que tu sonrisa da vida...

—Si fueras un bocadillo, te comería hasta la última miga.

— Estoy buscando Diosas para una nueva religión, ¿Te unes?

— Muñeca, ¿de qué juguetería te escapaste?

—Si estás así de verde como estarás de madura. xD


Elena no lo aguantó y se echó a reír bastante fuerte. Aquellos piropos eran tan divertidos. No podía creer todas las bobadas que acaba de leer.

Logró incorporarse de nuevo y desplegó el último papelito que le faltaba. Aquel, era más grande que los demás.

Lo leyó en voz alta.

Cuando estés leyendo esta hojita, yo aún estaré viéndote desde mi escondite así que deberías subirte el cierre del overol porque me estás provocando sangrado nasal — Sus ojos se abrieron y de inmediato se llevó una mano contra los pechos. Miró de lado a lado nerviosa pero terminó de leer —Posdata. No pensé que te verías tan sexy cavando huecos... xD... Por favor, ten cuidado con el sol, mantente hidratada.

Esa notita le volvió a disparar la alarma. Se puso de pie mientras se volvía a subir el cierre del overol. Pasó un dedo por encima del escrito y efectivamente la tinta estaba fresca.

Sabía que alguien la estaba mirando así que empezó a gritar.

—¡Ya déjate de juegos y muéstrate! ¡Esto no es divertido! ¡Oh bueno... Si es divertido pero me molesta mucho! ¡No me espíes! ¡Yulia, ¿eres tú?! ¡Déjate de burlarte por favor! — Su preocupación era real.

Se silenció por un momento para ver si obtenía algo de sus alrededores pero no fue así. No hubo nada.

Se colocó las manos en las caderas, y se apoyó en un pie — ¡Ok, si así lo quieres! — Gritó fastidiada y justo cuando empezaba a volver al lado del árbol, sintió otro choque contra su cabeza. Confundida, buscó el objeto en el césped con desesperación hasta que lo vio, era una hoja de papel hecha bola y arrugada.

Se agachó para agarrarlo y en ese instante escuchó un ruido detrás suyo. Giró rápidamente y allí pudo captar a alguien encapuchado, escapando a través de los árboles.

No lo dudó y salió tras ella intentando no perderle de vista. Pasó árbol tras árbol pero lastimosamente después de correr unos cuantos metros tuvo que parar. Los latidos de su corazón eran muy agitados y sus pobres pies no dieron para más.

La persona logró alejarse de ella, pero a aproximadamente a doscientos metros se detuvo a mirarle. Elena lo notó y entrecerró los ojos para poder observar alguna pista. Sin embargo, era difícil. Vestía totalmente de negro, capucha, tapabocas y unos lentes.

De repente, el individuo alzó las manos en el aire y las unió. Elena no entendió nada de lo que hacía hasta que captó bien lo que era. Aquella persona había formado un corazón con sus manos. Y por supuesto dedicándoselo a ella. Duró unos segundos haciéndolo y después, se giró y se alejó corriendo hacia la salida.

Elena, quedó boquiabierta. No comprendía nada... ¿Quién rayos era?

...

Universidad de Moscú.
1:05pm... Y una nueva jornada de estudio iniciaba para todos los estudiantes.


Yulia, caminaba relajada por el solitario campus. Ya iba cinco minutos tarde a clases pero eso no le representaba alguna preocupación. El día estaba tan maravilloso, el clima, todo se sentía tan bien, que no valía la pena perder la cabeza por una minies.

A paso lento se dirigió a su objetivo hasta que finalmente llegó al bloque principal. Sin precipitarlo, su mirada vagó a los alrededores y se encontró con lo que más le gustaba. En la cafetería, en una de las mesas, se encontraba Elena. La chica estaba sentada, y medió torso lo tenía sobre la tabla.

Yulia sonrió. Imaginó lo cansada que debía estar para caer así en una mesa. Se acercó con calma y tomó el asiento a su lado.

Elena no tuvo ninguna reacción al verle, seguía postrada en su posición, pero le miraba.

Yulia no pudo contener una risa. Su chica era muy dramática.

— ¿Qué te pasa?— le preguntó. Elena tenía el rostro cubierto de su propio cabello así que deslizó una de sus manos hasta allí y se los alejó con delicadeza hacia las orejas —Dime algo precioso...— Le pidió.

Elena, soltó un suspiro. El cansancio se le notaba por doquier —... Estoy muerta... — Le respondió sin fuerzas.

Yulia sintió una ternura indescriptible y se dejó caer en la mesa justo como estaba ella. Copiándole la posición. Se miraron fijamente. Ambas tuvieron el impulso de comerse los labios a mordiscos pero se aguantaron ya que las señoras de la cafetería estaban rondando por allí.

—Tienes la cara súper roja... ¿Qué estabas haciendo? — Le comentó divertida.

Elena se quejó lindamente al recordar su trajín de la mañana. No deseaba repetirlo más — Estuve toda la mañana bajo el estúpido sol, cavando huecos y sembrando plantas. Hace apenas una hora terminamos. Ni siquiera me he duchado... Y ni siquiera he almorzado — Su boca se convirtió en un montoncito al decirlo.

Yulia pegó en salto al oír que no había probado bocado. Le frunció el ceño —¿Cómo que no has almorzado aún? — Le regañó —... Si estás trabajando fuerte, lo mínimo que debes hacer es alimentarte adecuadamente. Voy a traerte algo de comer ahora mismo — Se levantó decidida hacia la cafetería.

Elena, levantó la cabeza de la mesa al verla alejándose. En su mente solo vagaba todo lo que le había pasado en la mañana.

Solo dos minutos pasaron para que Yulia volviera a la mesa junto con una bandeja llena de verduras y carne fresca. La colocó frente a Elena y le pasó los cubiertos.

— Esta fresca y deliciosa. Comételo todo.

Elena asintió sin mucha gana, sacó los cubiertos de su protector y empezó a pinchar la carne sin esfuerzo. Todo lo hacía lento.

Yulia lo notó. Había algo más con ella y necesitaba averiguarlo — ¿Qué pasa? ¿No tienes hambre? ¿No quieres eso? ¿Por qué actúas así?— Le preguntó con calma.

Elena negó con tristeza. Su mirada estaba clavada en la comida —No es nada de eso... El almuerzo se ve delicioso y si tengo hambre... Es solo que... Me pasó algo esta mañana y me siento muy decepcionada.

—¿Qué es?... Cuéntame.

—Mmmm... Pues realmente pensé que eras tú quien me había dado estos detalles — Sacudió su mano para mostrarle la cadenita —... Y hasta anoche lo pensaba... pero ya me convencí de que no. Creo que alguien está bromeando conmigo, y de la peor forma.

Yulia quiso reír al verle así, pero se aguantó. Su rostro se mantuvo serio —¿Y por qué crees que es una broma? ¿Acaso no todos aquí están enamorados de ti? Todo el mundo te da detalles. Eso lo he visto desde que llegué, y no lo puedes negar — Le aseguró —Dime... ¿Por qué este tendría que ser una broma? ¿Y cómo te diste cuenta de que no era yo?

—Es una broma, porque si, porque aquí todo el que me quiere dar algo me lo da en mis narices. Y además, siempre me dan cosas que ni al caso, pero esto... — Finalmente le miró y sacó de su maletín todos los cerditos —... Esto nunca nadie me lo ha obsequiado. Esta persona, sabe mi color favorito, mi fragancia favorita e incluso sabe que amo los cerditos. Tú no sabías nada de esto así que te descarté hoy — Volvió a decir con tristeza.

Yulia tosió para aguantar la carcajada que amenazaba con salírsele. Era muy divertido. Fingió estar enojada, y negó frunciendo el ceño —Pues a mi ya no me está gustando nada esto. Y si alguien está intentando llamar tú atención, se las verá conmigo — sonó amenazante.

Elena negó con calma. Se llevó el primer bocado de carne y lo masticó con lentitud —De eso ni te tienes que preocupar — Su atención estaba de nuevo en la bandeja — No me importa.

Yulia enarcó una ceja — ¿Segura que no te importa? Porque a mí me parece que sí, mira, hasta conservas los cerditos y la cadenita.

—¿Quieres que los bote? Está bien... — Elena le preguntó con inocencia. Intentó quitarse la cadenita de su mano pero Yulia la detuvo.

—Hey, hey, no dije eso — Explicó —Si te la obsequiaron, quédatela. Con tal de que no vayas a hacerle caso a nadie, está bien, no tengo problema.

—¿Segura?

Yulia asintió —Si, si, todo bien... Mejor... No hablemos más de esto... Y come tranquila — dijo nerviosa. Tembló en ese momento. Esa cadena le había costado un dineral. Y hacer los cerditos mucho esfuerzo. Había trabajado durante dos noches seguidas en ellos. Además, escoger las frases más graciosas tampoco era fácil. No podía permitir que se deshiciera de ellos...

...

Durante los días siguientes, Yulia no se detuvo con los regalos sorpresas. Diariamente se las ingeniaba para que sus obsequios llegaran a las manos de Elena, ya fuera en sus días de castigo, en su salón de clases, frente a la multitud o sola. La chica Katina, ya no daba abasto de tantos cerditos, frases y lindos obsequios. Su cabeza era un revoltijo, tanto así, que había despegado un comité de investigación por toda la Universidad para que su admirador o admiradora por fin saliera a la luz. Lastimosamente, ninguno de sus esfuerzos daba frutos. Yulia había calculado todo muy bien. Quería hacer algo muy especial para su chica.

Una semana pasó y todo alrededor de los regalos seguía en incógnita en la Universidad de Moscú. Yulia caminaba por los solitarios pasillos del bloque de modas con una gran sonrisa en su rostro. Su felicidad era real. Su plan iba súper bien. Nadie sospechaba. Con Elena, aunque era gracioso verla sufrir por su estrategia, eso pasaba a un segundo plano y se permitían pasar tiempo de calidad. Su relación cada día era más fuerte. El lazo que habían juntado cada vez era más difícil de zafar.

La sonrisa no se la quitaba nadie, y más porque hoy invitaría a su chica a una cena formal. En sus manos tenía una reserva del mejor restaurante de la ciudad. Su objetivo era ir hasta el salón de clases de la mujer y entregárselo pero sin llamar mucho la atención.

Emocionada, releyó la invitación pero por su distracción, chocó con alguien. Rápidamente levantó la mirada para disculparse pero no lo hizo al ver que Aleksey era la persona que se había cruzado en su camino.

Él la miraba con bastante desagrado.

Yulia intentó dar un paso a un lado para seguir su camino, pero él, no se lo permitió. Volvió a impedirle. Ella se mostró confundida. Guardó la reserva en su bolsillo del pantalón —¿Qué pasa?— Le interrogó.

Aleksey apretó los labios. Se veía furioso — Pasa, que ya tuve suficiente de tus mierdas, Volkova — Su voz fue baja pero amenazante. Se le acercó tanto, al punto que ella tuvo que retroceder hasta chocarse con la pared. Él aprovechó para encerrarla con los brazos.

Yulia sintió miedo, pero no lo demostró. Mantuvo el rostro sereno —¿De qué rayos hablas? Yo a ti no te he hecho nada... — dijo con calma.

Él gruñó como bestia y seguido, pegó un puñetazo a la pared. Bajó el rostro a la atura de Yulia —No te hagas la imbécil Volkova. Ya sé que eres tú la que está jodiendo con los malditos regalitos a Elena. ¿Qué acaso no te das cuenta que no tienes oportunidad alguna con ella? ¡Ya deja de hacer el ridículo! ¡Déjala en paz! — Le pidió.

Yulia agachó la cabeza, negó con diversión y rió por lo bajo. Se cruzó de brazos, mirándolo. Era patético — Esto no puede ser real... — murmuró sonriendo... — ¿A ti en qué te afecta? Reclámame cuando seas algo de ella, pero... Elena ni siquiera te da la hora. No sufras por algo que no vas a tener nunca.

—Vete a la mierda Volkova. ¿Acaso crees que Elena te va a dar la hora a tí? — dijo lleno de veneno —... Siento decepcionarte, pero lo haré. Ya sé que Elena y tú se andan viendo. Nastya me lo dijo. Ella les vio. Pero sabes qué Volkova, también me contó lo que le dijo Elena. Ella solo lo hace para que te ilusiones. Para darle un momento de placer a una jodida lesbiana. Para enamorarla, sacarle dinero, aprovecharse y después botarla como trapo sucio. Para eso te quiere solamente. Ya deja de hacer ridiculeces con tus cerditos de mierda y tus cadenas caras... Después vas a caer llorando cuando veas a tu damisela follando con otros.

Yulia respiró profundo al oírle decir esa manada de sandeces. Sintió ganas de clavarle un puño pero se contuvo. Bien sabía que el pobre hombre solo daba patadas de ahogado. Se relajó —¿Terminaste? ¿O seguirás llorando como nena? — le preguntó.

Él la miró con más ira. Sin embargó, tragó saliva y mostró una sonrisa triunfal — La única que llora y gime como chiquilla es Elena cuando me la estoy follando por detrás y le estoy mamando las ricas tetas que se manda. Pero bueno, de eso nunca podrás enterarte ya que por supuesto jamás tendrás la oportunidad de verla desnuda, ni de tenerla en cuatro, o montada encima. Eso solo en tus pobres fantasías — Él le guiñó un ojo.

Y Yulia, sonrió triunfal. Asintió repetidas veces sin mostrarse afectada por las palabras de él. No caería en su juego. Sabía que el pobre tonto solo decía mentiras ya que claramente había escuchado de su propia boca, el día de la fiesta, que Elena lo tenía esperando el momento de intimar. Además, su chica ya se lo había asegurado... Y por supuesto, le creía. Quiso gritarle a la cara todo eso, pero se calló. Era lo mejor.

—Bien… Con las fantasías voy a tener suficiente. Gracias por preocuparte. ¿Te quitas de mi camino ya? Tengo algo muy importante que hacer — Le pidió amablemente.

Él sonrió, creyéndose ganador de la partida. Quitó los brazos de la pared y le señaló el camino — Vete por la sombra Volkova.

Yulia asintió, salió de allí pero otra vez fue interrumpida. Ahora, Varvara era quien se cruzaba en su camino. Aleksey aún seguía detrás. Parecía arrinconada por los dos.

Yulia alzó una ceja, saludándole, pero Varvara fue más allá y le tomó las mejillas para clavarle un beso. Después le quedó mirando con ternura y le pasó una caricia por encima de las pequeñas cicatrices que ya le quedaban en la ceja y pómulo.

Yulia se incomodó y delicadamente hizo que ella le retirara las manos de la cara. Estaba cerca del salón de Elena y no deseaba un mal entendido tonto.

—Me alegra que ya estés mejor. Se han curado ya — Varvara se refirió a las raspaduras. Sonrió lindamente — Entonces... Ahora si vamos a poder tener nuestra cita.

Aleksey al oír lo de la cita, se sorprendió tanto que en seguida se acercó a Varvara y le pasó una mano por los hombros —Waooo... ¿Iban a tener una cita? Qué lindo — dijo sarcásticamente. Yulia, esta vez, no pudo esconder su desagrado y lo fulminó con la mirada — Waooo... No puedo creerlo, pero siento que me lo esperaba. Después de semejante beso que se dieron en el campus. Te lo tenías bien guardado, ¿no?— Él le dijo a su amiga, logrando que la chica se sonrojara.

Yulia no podía permitir más semejante estupidez. El idiota se estaba burlando de ella y de la chica como si nada. Decidió pararlo todo de una vez y por todas — Espera Varvara, yo, en realidad preferiría que lo dejáramos así — Al escuchar eso, la mujer enarcó una ceja en confusión. Yulia pensó en como explicárselo de una forma que no sonara tan cruel. Pero primero, debía encargarse del pedazo de idiota — ¿Será que nos puedes dejar solas?— Le pidió.

Él sonrió con malicia, le guiñó un ojo y se inclinó para besar la mejilla de Varvara como despedida. Después de eso, solo se retiró sin más.

Yulia deseaba cogerlo por la espalda y golpearlo hasta el cansancio pero no deseaba armar un show mediático. Esas cosas no eran su estilo. Volvió rápidamente a la mujer —Mmmm...Te decía que... Lo mejor es que lo dejemos así, y no haya cita entre tú y yo — Le soltó. El rostro de la mujer se volvió un caos. Yulia lo notó y fue al grano — Si... si tú quieres ser mi amiga, entonces seamos amigas, pero si estás buscando una cita romántica o algo parecido a una relación... Yo, no soy la persona indicada. No lo soy en lo absoluto — Varvara empezó a mirar al suelo. Claramente nerviosa. Yulia lo sintió mucho pero debía aclararlo  — Barbie, eres una niña muy linda y dulce pero yo no estoy interesada en... ti — Le dolió decirle aquello. Odiaba ese tipo de situaciones —No pierdas el tiempo conmigo. Yo tengo otra prioridad... Y estoy segura que aquí hay miles de personas que mueren por hablarte o si quiera saludarte. Deberías prestar atención a ello. Lo siento — dijo con sinceridad.

Varvara, no respondió nada y simplemente se le alejó sin más por el pasillo.

Yulia suspiró. No entendía porqué tenían que pasarle ese tipo de cosas a ella. ¿Acaso era una maldición?

Se colocó las manos en la cintura y respiró profundo. Se permitió calmarse durante un momento y siguió su camino. Nada ni nadie iba a dañarle sus planes. No hoy.

Caminó unos cuantos metros más hasta que por fin llegó al salón de Elena. Meticulosamente se asomó por el ventanal para que no le vieran a ella, y también para poder estudiar cómo estaban las aguas allí dentro. Elena estaba concentrada en unos bosquejos que había sobre su escritorio. Tenía unos lentes y se veía tan linda. Era de otro planeta.

Yulia sacó su teléfono, y de inmediato, le mandó un mensaje para avisarle que estaba esperándole allí afuera. Se quedó mirando todo el panorama. Desde que su chica recibía el escrito, hasta lo leía y sonreía de oreja a oreja.

Vio por el cristal como Elena miraba hacia a ella, y después, empezaba a acercarse. Le vio salir del salón, tan hermosa como de costumbre y no dudó en decírselo cuando estuvo frente a ella.

—Tú pareces que no tuvieras un límite. Cada día estás más bella. ¿Acaso eres descendiente de afrodita?— Le dijo.

Elena no pudo evitar sonrojarse. Se miró las uñas nerviosa hasta que se le salió una sonrisa. Se le acercó a Yulia tanto como pudo. Tenía que aprovechar que el pasillo estaba solo — Ya te extrañaba — Le susurró, agarrándole del cuello de la camisa e inclinándose para besarle los labios. Fue un beso corto pero reconfortante. Lo necesitaban.

Yulia admiró lo bien que se veía con lentes. En realidad, no tenía límites. A pesar de que disfrutaba de tenerla así, tan cerca, no quería demorarla más. Se metió la mano al bolsillo del pantalón y sacó la reserva. Era una tarjetica negra de plástico muy elegante. Le tomó una mano y se la puso sobre la misma.

Elena la detalló y su boca no demoró en abrirse. Miró a Yulia sin poder creerlo — Este es el restaurante más lujoso de la ciudad — comentó — ¿Por qué?

Yulia se encogió de hombros —Bueno... Tú y yo no hemos salido a compartir una cena desde que todo marcha bien así que quiero que nuestra primera comida oficial sea en el mejor lugar de todos. Además, quiero hablarte de algo muy importante.

—Oh... ¿Y eso?— Elena tuvo curiosidad.

Pero Yulia no iba a adelantarle nada —Allá lo sabrás... — dijo sin más.

Elena se mordió el labio llena de alegría. Le encantaba todo lo que estaba pasando a su alrededor. Bueno... le encantaba todo lo que estaba viviendo con Yulia —Ok, ¿y a qué horas vas a recogerme?

—La reserva es a las 9pm, así que a las 8:45pm está bien, afuera de tu casa, por supuesto.

Elena rió y asintió — Bien... Entonces a esa hora estaré esperándote.

—Es un hecho — Yulia le replicó.

De repente, el nombre de Elena fue llamado dentro del salón y tuvo que apurarse.

—Ok, ok, tengo que entrar ya. Nos vemos Yul. Te... a... — Estuvo a punto de decírselo pero se detuvo a tiempo. Se sintió insegura. Quería decírselo pero no así — Te quiero mucho... — finalmente le susurró y le picoteó los labios juguetonamente para luego entrarse corriendo.

Yulia se quedó sonriendo como estúpida mientras la veía a través de la ventana volviendo a su lugar. Era tan linda, dulce y sexy a la vez. Todo el paquete.

Pasó unos segundos apoyada en la ventana hasta que un carraspeo la hizo salir de su ensoñación. Al girarse, vio a alguien mirándola extraño. Y por el carnet que llevaba, se dio cuenta que era un maestro.

—¿Por qué no estás en clase? ¿Si quiera eres de este bloque?— Le interrogó.

Yulia negó avergonzada —Ehh... no profe, yo solo venía a pasar algo... Pero ya me vuelvo a mi bloque. Con su permiso... — le dijo y salió corriendo por todo el pasillo.

El profesor solo negó... Sabía que había mentido.

...

6:00PM

Y Masha se encontraba a las afueras del salón de Elena esperando a que saliera de clase. No entendía el porqué, pero hace unos minutos su mejor amiga le había mandado un mensaje donde le pedía que se vieran con urgencia, y por supuesto, ella no lo dudó. Allí fue.

Tuvo que permanecer por unos segundos para que al fin la radiante cara de su amiga se le cruzara de frente.
No pudo ni decir un simple “Hola” porque Elena Katina ya la tenía envuelta en un eufórico abrazo.

Se dejó apachurrar por los brazos de su amiga, pero no perdió la oportunidad de interrogarle cuando se separaron.

—Waoooo... ¿Qué te ha pasado?— Le dijo sorprendida.

Elena estaba que no se hallaba. Su sonrisa iba de oreja a oreja. Brillaba más que mil estrellas.

—¡Hey! ¡Ya dime!— Masha se impacientó.

Elena pegó un gritillo de emoción — .... Me pasa de todo amiga. DE. TO. DO. — dijo exageradamente. De pronto, agarró a Masha de la mano y se la llevó a unos metros lejos de la puerta. A un lugar menos concurrido. Allí, le empezó a soltar todo —Bien... Amigui, primero, quiero que sepas que te escribí porque tú eres la única que me puede ayudar en este momento. Dime que no estás ocupada hoy.

—Ahhh... No, no lo estoy — Masha se confundió.

Elena aplaudió llena de alegría — Excelente amiga. Excelente — Lo celebró sin mesura, pero se calmó de
inmediato —Ok, Mashi, voy a necesitar que me ayudes a ponerme divina. Necesito que me acompañes a comprar algo de ropa y a maquillarme, pero no cualquier maquillaje, algo realmente nunca antes visto.

—Ok... — Masha se extrañó por su actitud. Pensó que se había enloquecido —Mmm... Y... ¿a qué va todo esto? —
Le preguntó — Quiero decir... Tú siempre te ves bien, eres naturalmente hermosa así que no veo que haya necesidad de “ponerte divina”— hizo un gesto con sus dedos — Y además... Para que quieres comprar ropa si tienes montoneras de prendas en tu casa sin estrenar. Incluso en mi casa has dejado cosas nuevas.

—Oh... si... En tu casa dejé ese vestido hermoso que tanto me gustó. Y el conjunto negro... Oh, y mi traje azul... Tienes razón.

—¡Bueno ya! — Masha se sacó de quicio. ¿Para qué es?

—Es que... ¡Voy a tener una cita con Yuli hoy! —— Saltó de euforia.

A Masha pareció no sorprenderla la noticia. Su rostro permaneció igual — ¿Tanta cosa por una cita?— Le dijo
— Tú y Yulia han estado juntas toda la jodida semana yendo y viniendo a muchos lugares... y te pones así por otra cita. No te entiendo... — murmuró.

Elena convirtió su boca en un puchero — Pero es que esta no es como las otras citas. Esta me vino con invitación incluida — Sonrió y le puso la tarjeta de reserva a la altura de los ojos.

Masha entrecerró los ojos para leerla. Una de sus cejas se enarcó con interés —Wow... Una cena en Tavolo... Eso no me lo esperaba — Finalmente se sorprendió. Elena soltó una risita. Ella menos se lo esperó — Oye... ¿Pero te dijo a qué iba todo esto?— Masha le preguntó con picardía.

Elena negó colocándose una mano sobre el pecho. El corazón se le iba a salir de allí —Ni idea, pero siento que quiere decirme algo. Offff... — Suspiró — Voy a desmayarme. Tengo que decirle que me recoja en tu casa.

—Oh... Bien, tenemos que irnos. Allá le mandaremos un mensaje. No te preocupes — Masha la abrazó antes de que perdiera el equilibrio. Empezó a llevársela a paso lento.

Elena de verdad iba baja de presión.


...

Horas más tarde, precisamente a las 8:45PM de la noche, Elena ya se encontraba de pie en la acera del jardín de los Sarantsev. Se encontraba impaciente. En unos pocos minutos se vería con Yulia, y de solo pensarlo le hacía sentir jodidamente nerviosa. Tanto así que no dejaba de temblar.

A cada momento, colocaba su celular de frente para asegurarse de que había escogido el atuendo correcto. Y de eso, no había duda. Las prendas que llevaba en su cuerpo le quedaban de maravilla. Masha había combinado perfectamente bien un vestido negro a la altura de los muslos, una chaqueta de cuero blanca que se ceñía divinamente a su espalda, y unos tacones negros cerrados, con mayas, que le subían hasta el inicio de pantorrillas.

En cuanto al maquillaje, para ser sinceros, no habían trabajado en exceso, con un rostro como el de Elena, era innecesario. Su maquillaje era suave, aunque los labios, si los tenía tan rojos y provocativos como una cereza. El panorama lo completaba su cabello largo y completamente lizo. Un flequillo le cubría la frente y le hacía ver una dulzura indescriptible.

Orgullosa de su creación, Masha se le acercó y la fotografió desde todos los ángulos. Elena sonreía nerviosa por todo.

De repente, una lujosa limosina de color negro brillante se parqueó frente a ambas. Tanto Elena como Masha se quedaron embobadas viendo el automóvil. Ya habían visto muchas limosinas en sus vidas. Eran millonarias. Pero aquella limo era otro nivel.

De pronto, un hombre muy bien vestido salió del asiento del piloto. Rodeó el auto y se paró frente a ambas. Reverenció a las chicas y después miró directamente a Elena.

—Señorita Katina, buenas noches. Mi nombre es Joseph y soy el encargado de llevarla a Tavolo. Esto es de parte de la Señorita Yulia — El hombre le entregó un sobre el cual tomó con duda. Ella había jurado que Yulia iba a estar allí.

Abrió el papel, sacó la hojita y la desplegó. Ahí se veía la inconfundible letra de Yulia Volkova — Pensé en estar contigo allí pero mejor decidí que voy a estar esperándote aquí. Smile Te quiero : D

Masha lo leyó junto a ella y sonrió con picardía —Wooow, esa Yulia sí que es misteriosa — Murmuró divertida.

Elena negó apenada, guardó el sobre en su cartera y dio un paso hacia Masha para despedirla con un abrazo.

—Gracias por todo Masha, mañana te daré los pormenores de todo.

—Es tu deber — dijo riendo —Éxitos amiga. Y dile a Yulia que lo está haciendo muy bien — comentó.

Elena asintió y se subió al asiento trasero de la limo indicado por el chofer. El hombre cerró la puerta con delicadeza y después de reverenciar a Masha, rodeó el auto y se fue en él.

En la limo, Elena no podía con la intranquilidad. Esta cita definitivamente no era igual a las anteriores.
Yulia estaba sacando la casa por la ventana con este encuentro, y eso la tenía neurótica hasta el límite.

Se perdió tanto en sus preocupaciones, que ni se dio cuenta lo rápido que había trascurrido el trayecto. Ya estaban en el lugar y el chofer ya le tenía la puerta del auto abierta para que ella saliera. Él tuvo que aclararse la garganta para sacarla de su ensoñación.

—Mmm... Señorita Katina, disculpe, ya hemos llegado — Le dijo.

Elena se sacudió asustada. Miró a ambos lados, después al hombre... Y si, allí se enteró que estaba en Tavolo.

Se bajó del auto apenada, agradeció al hombre y al dar un paso a la puerta del lujoso lugar, otro hombre, pero más joven y muy elegante que se encontraba allí de pie, la interceptó.

—Señorita Katina. Bienvenida al Tavolo. Mi nombre es Andrew Kozovich y seré el encargado de mostrarle su lugar. Dígame... ¿Cómo se encuentra esta noche? — Su carisma era impresionante.

Elena sonrió avergonzada. Todo era tan extraño —Estoy bien — dijo con simpleza.

El chico asintió con una gran sonrisa — Me alegra mucho Señorita Katina. Y seguramente esta noche la pasará mejor. Voy a pedirle que por favor me siga. Le indicaré cuál es su mesa — Le dijo y le cedió el paso.

Elena siguió en silencio. Al traspasar la puerta del restaurante, no pudo evitar sorprenderse. El lugar era esplendido. Todo lo era. Cómo es que no vine aquí antes. Se dijo mentalmente. Después de admirarlo durante unos segundos, Intentó dirigirse hacia las mesas vacías, suponiendo que allí estaba su reserva, pero el chico la interrumpió.

—Señorita, Katina, perdón, no es por allí. Acompáñeme por acá por favor — Le señaló un pasillo muy bien iluminado.

Ella lo siguió, sin dejar de sorprenderse por todo lo que había a los alrededores. De pronto, llegaron frente a un ascensor. Él lo abrió y de nuevo le cedió el paso.

—Después de usted, por favor.

Elena asintió completamente insegura. Pasó adentro junto con él, y más se sorprendió cuando vio que él había presionado el quinto piso del lugar. Ni siquiera sabía que el edificio contaba con 5 pisos. Desde afuera, no se notaban en lo absoluto.

El ascensor finalmente se detuvo en el número indicado. La puerta se abrió pero el chico no se movió.

—Aquí es Señorita Katina, solo siga el pasillo y gire a la derecha. Allí encontrará su mesa. Que disfrute.

Ella asintió y dio unos pasos fuera del ascensor. La puerta del mismo se cerró y allí supo que ya era la hora.
Suspiró profundo y empezó a caminar con lentitud por donde el chico le había indicado.

Giró a la derecha y vio una entrada sin puerta pero que se encontraba cubierta por una cortina transparentosa de color marrón. También escuchó como las notas hermosas de un piano sonaban desde allí. When your love a woman del grupo Journey se reproducía, dándole un tono de romanticismo al momento.

Elena, arregló su cabello, tomó un respiro profundo y corrió la cortina. Ni siquiera pudo dar un paso más. Su cuerpo se paralizó al ver todo lo que tenía al frente. Se encontraba en la terraza del lugar. Perfectamente decorada en cada centímetro. Flores de todos los colores adornaban el suelo dándole un aspecto maravilloso. Faroles en forma de globos se suspendían en el aire. Lucecitas amarillas colgaban del techo. Un sofá cama lleno de almohadas rojas y blancas se encontraba en una de las esquinas y una gran mesa con velas en todo el centro terminaba de completar el grandioso panorama. Elena sintió que sus ojos se empezaban a humedecer al ser testigo de todo. Simplemente era hermoso.

Notó que una alfombra roja se desplegaba desde la puerta hasta la mesa. No lo tuvo que pensar. Sonrió genuinamente y caminó por ella, hasta que llegó a la mesa. Fue inevitable que sus ojos no vagaran allí.

Encontró un sobre de color rojo y por supuesto lo abrió. Lo desplegó y la letra de Yulia volvía a aparecer.

Toma el asiento a tu izquierda y cierra los ojos, por favor. No hagas trampa.

Elena soltó una risita, guardó el papel de nuevo en el sobre e hizo lo que decía allí. Se sentó nerviosa, dejó su teléfono y su cartera sobre la mesa y cerró los ojos.

La música fue lo único que pudo escuchar durante unos segundos hasta que pudo sentir una presencia llegando a su lado. Escuchó como dejaban algo sobre la mesa y después se volvían a alejar.

Espero unos segundos, y volvió a abrir los ojos. Se dio cuenta que efectivamente alguien había puesto algo sobre la mesa. Era una bandeja tapada. No supo que hacer, pero al no tener ninguna pista, simplemente llevó su mano a la tapa, y la quitó. De nuevo, sus ojos se abrieron como platos, su corazón comenzó a bombear sin control. Frente a ella, dentro de la bandeja, se encontraba otro cerdito igual a los que había recibido antes, pero este era un poco más grande y vestía un smoking de color fucsia. Se cubrió la boca sin poder creerlo y de pronto dejó caer unas lagrimitas por sus mejillas.

Rápidamente se levantó del asiento mirando a todos lados hasta que vio a Yulia entrando por la cortina. De inmediato corrió hacia ella y se le lanzó con todas las fuerzas posibles.

—Por Dios... Sabía que eras tú. Sabía que eras tú... — Le gritó entre sollozos y la fundió en un abrazo.

Yulia rió llena de felicidad. Besó su mejilla cuantas veces pudo y después se inclinó hacia atrás para poder mirarle. Los ojos, la nariz y la mejilla de Elena se habían puesto rojas debido a su pequeño llanto. Sonrió por su ternura.

—Ya cálmate amor — Le pidió, pero Elena negó aferrada a su cuello. Yulia no tuvo más remedio que reír al escucharle más sollozos. Era una niña —Hey, ya Elena. Mírame — Le ordenó divertida. Elena se alejó un poco para mirarle.

—¿Por qué me hiciste sufrir tanto? Casi me vuelvo loca — Le hizo el reclamo.

Yulia soltó una carcajada —Perdóname mi cielo, pero tenía que pasar. Si no lo hubiese hecho, no estaríamos aquí — Le dijo con honestidad.

Elena negó mimada. Volvió a abrazarle y se quedó allí durante unos minutos. En realidad le había encantado.

Yulia acarició su espalda reconfortantemente, y de nuevo, la alejó para mirarla de pies a cabeza. Su sonrisa creció — Eres una belleza de mujer... Te ves hermosa — Le dijo.

Elena más calmada, sonrió y también la detalló — Y tú no te quedas atrás... — le dijo divertida. Sin esconder su alegría, ambas se tomaron de la mano y volvieron a la mesa. Elena tomó su lugar y Yulia se acomodó a su lado.

Ambas miraron el cerdito, y Elena lo agarró para llevarlo a su nariz. El aroma a fresas del peluche volvía a llenar sus fosas nasales. Su boca se convirtió en un puchero — ¿Cómo es que sabes todo esto de mi? Yo nunca te dije que me gustaban los cerditos y mucho menos que esta fragancia me gustaba... — Le interrogó.

Yulia rió burlona. No había sido difícil —Bueno... Fue fácil. Recuerda que tienes una hermanita que sabe todo de ti. Ella me lo contó por teléfono aquel día, y no, no hablaba con Viktoria, hablaba conmigo... Y si, fui yo quien te colgué aquel día... — Le confesó.

Elena enarcó una ceja y abrió la boca sin poder créelo.

Yulia intentó excusarse — Oye, Lena, de verdad lo siento. Pero cuando escuché tu voz tuve mucho miedo que me descubrieras. Actué sin pensarlo.

Elena sonrió negando. Ya no había caso. Y aunque casi pierde la cabeza por ello. Le había encantado. Abrazó el cerdito tiernamente — Me encantó todo Yul... Incluso las frases de camionero que me dedicabas. Me hacían reír mucho.

Yulia se tomó la frente y negó al recordarlo — Que vergüenza —En realidad quería que fuera divertido y por eso te puse esos escritos. Lo siento mucho si algunos fueron muy ofensivos.

—No fueron ofensivos para nada. Más bien muy gracioso.

—Me alegra que lo veas así... — Le dijo y de nuevo entrelazó su mano con la de ella.

Recordó el vino que estaba sobre la cubeta y rápidamente lo sacó para servirlo en las copas. Brindaron. Y después, Yulia avisó por medio de un dispositivo electrónico para que les subieran la cena.

Al terminar de cenar, Yulia agarró la mano de Elena y la llevó hasta el balcón principal de la terraza. La vista desde allí era impresionante. Las luces de la ciudad y las estrellas del cielo se mezclaban a la perfección. Daban un aura de paz infinita.

Elena no pudo evitarlo, se quedó maravillada en el paisaje. Yulia miró embobada su perfil. No tuvo dudas de lo que quería hacer y supo que ese era el momento indicado. Sacó de su bolsillo una cajita acompañado de un papelito doblado. Lo abrió y lo colocó frente a los ojos de Elena, interrumpiéndole su vista y sorprendiéndole. Ella le miró confundida.

—El cerdito de la bandeja venía con esto — Le explicó.

Elena volvió al papel y lo tomó en sus manos. Bajó la mirada a él y lo leyó.

Agradezco haber encontrado la verdad debajo de tus mentiras, porque el verdadero amor nunca se puede esconder.

Y desde este momento, te cambio tus alas rotas por las mías, porque he visto tus cicatrices y he decido besar tu crimen. No importa cuánto, quiero hacerlo toda la noche, darte mi amor, el dulce amor que te mereces.


Elena tragó saliva al terminar de leerlo. Un nudo insoportable volvió a formarse en su garganta. Sus manos temblaron junto al papel.

Se giró lentamente hacia Yulia y casi se muere cuando le observó mirándole fijamente.

Yulia desvió sus ojos a la cajita, la abrió y de allí sacó un collar hermoso que llevaba una perla grande en forma de corazón. Volvió su mirada a Elena y tomó aire — Bien... Sé que hemos pasado por mucho. Cosas malas y buenas... Pero al final estamos aquí... Algo que yo nunca imaginé que pasaría — Sonrió al decirlo, sin embargó no le duró mucho. Se mordió el labio inferior. Parecía que evitaba sollozar. Suspiró de nuevo — Dios... Yo, no sé cómo decirte esto pero... creo que es hora de confesarte lo mucho que... Te amo Elena. Te amo con todas mis fuerzas y quiero pedirte que... — Se paralizó de nuevo — Mierda... ¿Quieres ser... ser... Mi novia? — Finalmente le soltó.

Elena sonrió y asintió sin dudarlo. Le tomó las mejillas y le clavó el más cientos de picos en los labios.

—Si, si, si y mil veces sí... Yulia Volkova — Le decía entre beso y beso.

Se separaron sin dejar de sonreír. Yulia le mostró el collar.

—Es para ti — Le dijo. Elena tomó su cabello y lo hizo a un lado para que ella le rodeara el cuello. Lo ató y de nuevo se giró para darle otro beso.

—Yo también te amo Yulia Volkova. Gracias por todo esto — Le dijo y volvió a prendérsele de los labios.

Yulia empezó a llevarla contra el sofá cama. Cayeron en él sin dejar de besarse pero Elena se separó y la miró sonriendo.

— Pensé que me volverías a ofrecer cerveza — le dijo burlona, haciendo que Yulia soltara una gran carcajada.






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Mensaje por Yulieth 7/1/2020, 5:00 am

Morí con este capituló jejeje. Las frases de camioneros.. 😉😂😂
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