LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
katina4ever- Mensajes : 280
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Elena Sonda- Mensajes : 57
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Ese día Yulia llegó bastante tarde a casa.
Luego de besar a Arthur y verlo correr encolerizado hacia el interior del colegio junto a un sorprendido Alfred, entró a su auto lo más rápido que pudo y se dirigió a casa, deteniéndose cada treinta segundos para quejarse debido al gran dolor que le estaban ocasionando las maniobras al conducir.
Entró a casa como pudo, cayendo sobre el suelo con un agudo grito de dolor que taladró las paredes del lugar.
El dolor no era soportable como las otras veces en las que había sido golpeada por esos despreciables chicos. Aquella había sido la golpiza de las golpizas.
Ese día, con cada movimiento, Yulia sentía que estaba a punto de perder el conocimiento de forma poco agradable.
Se levantó con ayuda de las paredes, manchándolas con la sangre en sus manos, y caminó lentamente hasta llegar y tomar el teléfono de la casa. Tenía ganas de vomitar y veía estrellitas por todas partes. Eso no estaba bien.
Otras veces habría curado sus heridas ella misma con algo de ayuda de su novia, pero ese día… Ese día realmente necesitaba un médico.
Marcó el número de Lena. Se lo sabía de memoria, y, como siempre, ella era su primera opción.
Siempre lo sería.
La llamó una… dos… tres veces.
Ella no contestó.
Tal vez se había marchado a casa de Jennifer y volvería cuando se diera cuenta de que la chica no estaba allí; cuando supiera que la chica sonriente que decía ser su amiga era una traidora que solo había fingido ser una buena persona para obtener información. Tal vez estaba comprándole rosas… O tal vez estaba visitando a Jenny… O intentando arreglar las cosas con su madre.
Las posibilidades eran infinitas. Tan infinitas que jamás habría podido imaginar el verdadero motivo…
Fue entonces, al escuchar el tercer tono de la tercera llamada, cuando vomitó.
Lo hizo repentinamente, sin poder contenerse y sin razón aparente. Y dolió como mil infiernos juntos atravesando su garganta.
El dolor la estaba mareando. No podría soportarlo más.
Miró el suelo, sintiendo que se desvanecía. Este estaba manchado con su asquerosa bilis, y sabía que a su novia no le gustaría eso.
Pero no limpiaría.
No porque no quisiera.
No lo haría porque el dolor la estaba matando de adentro hacia afuera.
Tomó el teléfono de nuevo, sabiendo que no podría soportar más la sensación de desvanecimiento, y llamó a su madre. Sí, la mujer aún debía estar en el trabajo, pero realmente creía que estaba a punto de morir con cada respiración que daba. Y no estaba exagerando.
Larissa: ¿Hola?
Yulia: Mamá, soy yo… - Susurró,con un chillido que escapó de sus labios debido a la articulación de las palabras y el esfuerzo que debió hacer para pronunciarlas.
Cayó al suelo, sin impórtale el vómito bajo sus pies. No estaba bien. Se estaba desvaneciendo. Y no podía luchar contra esto.
Larissa: ¿Yulia? ¿Qué sucede? -Se le notaba preocupada.
Yulia: Necesito que vengas a casa - Susurró, con el aire faltandole en los pulmones. Así debía de sentirse Elena cuando perdía el oxigeno. Ahora comprendía lo horrible que era - Necesito que me lleves a un hospital… yo…
Larissa: ¿Yulia?
Pero la chica se desmayó.
…………
Abrió los ojos lentamente, sintiendo sus ojos arder debido a la intensa luz que golpeaba sus pupilas y sus parpados cansados. Le dolía la cabeza y cada parte de su cuerpo, aunque mucho menos que antes. En realidad, el dolor que sentía ahora era como una simple caricia comparada con el dolor que había sentido antes de desmayarse.
… ¿Desmayarse?…
Recordó lo que había sucedido en un par de segundos, desde los golpes, hasta el beso y el agonizante trayecto a casa, abriendo los ojos repentinamente al darse cuenta de donde estaba.
Aquel era el hospital.
Larissa: ¿Yulia? ¿Estás bien?
No quería hablar, pues sentía la garganta hinchada y adolorida como nunca antes…Era como si se la hubiesen quemado con un soplete… Así que simplemente asintió. Estaba realmente bien… Es decir, no había muerto ni nada parecido, o eso creía...
Larissa: Llamaré a la enfermera - Susurró, acercándose a ella y besando su cabeza unos segundos - Vendrá a revisarte, y después tenemos que hablar…
Yulia frunció el entrecejo. ¿Acaso había tristeza en su voz?
……………
Luego de que las enfermeras y doctores hicieran las típicas revisiones correspondientes y determinaran que la pelinegra tenía solo algunos huesos rotos que sanarían en semanas, es decir, nada verdaderamente grave, le dejaron sola en aquella habitación junto a sus padres, Sara y Allison.
La chica alta tenía un gran moretón en la mejilla, y su novia algunos pequeños cortes en el rostro que parecían tener varios días de cicatrización.
Y Elena…
Ella simplemente no estaba.
Se le estrujó el corazón.
Yulia: ¿Hace cuánto estoy acá? -Fue lo primero que preguntó, su garganta ardiendo intolerablemente ante la salida de aquellos sonidos.
Jhonathan: Dos días - Susurró, sujetando su mano-… ¿Por qué no nos habías contado de Arthur, hija?
Yulia abrió los ojos, volteando a mirar a sus amigas casi al instante, quienes asintieron lentamente. Ellas le habían contado a sus padres sobre aquel chico... Y estaba realmente agradecida por ello.
Ella no lo habría hecho jamás, no porque fuese cobarde. No lo habría hecho porque pensaba que podía resolver sola sus problemas… Supongo que todos pensamos como estúpidos alguna vez en nuestras vidas.
Yulia: Yo solo… Pensaba… Fui una idiota, lo siento - Susurró, adolorida, sabiendo que el intentar explicarse un poco mejor solo la haría sufrir- ¿Qué sucedió con él?
Larissa: Lo detuvieron luego de que te ingresaran. No pudimos hacer mucho. Su padre pagó una gran cantidad de dinero y le dejaron en libertad condicional… Pero prometió no hacerte daño. Dijo que ya le habías pagado lo suficiente o algo así - Explicó cruzada de brazos, hablando con odio en sus palabras. Eran pocas las personas que se habían ganado el desagrado de la madre de Yulia, y Arthur estaba entre los primeros puestos.
La chica simplemente asintió lentamente, recordándolo todo. Ella no había pagado.
Sus labios habían pagado.
Yulia: ¿Cuándo podré irme? -Estaba impaciente.
Larissa: Mañana según los doctores… Espero.
Silencio.
Yulia: ¿Dónde esta, Elena?
Nadie respondió.
La atmósfera se volvió pesada.
Intolerable.
Dolorosa.
Sara: Yulia, ella… -¿Acaso estaban cristalizados sus ojos? ¿Acaso la castaña sabía algo que ella no?
Larissa: Estará esperando en casa. Dice que no le gusta estar en los hospitales debido a su frecuencia de visitas a ellos, pero también dijo que te ama y… Ella espera que estés mucho mejor cuando vuelvas.
Y, por primera vez luego de despertar, Yulia sonrío genuinamente.
…………..
Yulia subió al auto lentamente, sintiendo que se iba acostumbrando al dolor y a la limitación de movimiento lentamente. Era algo que tendría que soportar durante algunos días luego de aquella golpiza.
Durante el camino, Larissa y Jhonathan estaban muy callados, al igual que Viktoria. Yulia pensaba que era a causa de lo recientemente sucedido con Arthur y su internación en el hospital, así que no se esforzó en escuchar sus voces.
Simplemente, comenzó a pensar.
Pensó en por que Lena no la había llamado… Tal vez había pensado que dejarla descansar sería lo mejor, pero aún así había algo en todo eso que no encajaba del todo…
Sara y Allison habían evitado hablar de ella… Y esto no tenía explicación. O tal vez sí. Tal vez estaban molestas con ella por no ir al hospital a verla cuando lo necesitaba.
Hablando de no haber ido a visitarla… La explicación que había dado su madre era creíble, pero Lena no era así. La pelirroja era la chica capaz de lanzarse de un puente si ella estaba abajo. Lena era capaz de enfrentar su peor miedo solo por ella, y eso lo sabía bastante bien.
Todo lo que estaba sucediendo era tan extraño, pero, aún así, decidió no preocuparse demasiado por ello.
En realidad se preocupó en como se veía. En si a Lena le darían asco los cortes en su rostro y sus amarillentos y gigantes moretones, además de sus millones de vendas y las facciones de dolor que se dibujaban en su rostro al caminar.
Se preocupó también en como reaccionar cuando la viera de nuevo.
Pensó en abrazarla… En realidad, necesitaba abrazarla para sentirse mejor de lo que se había sentido en todos esos días. Necesitaba dormir junto a ella para alejar sus miedos. Necesitaba besarla para sentirse menos adolorida. Necesitaba sentir que todo estaba bien, al menos entre sus cálidos y reconfortantes brazos.
Cuando llegaron a casa, su padre mantuvo las puertas del automóvil cerradas y suspiró audiblemente, su madre sujetó su mano fuertemente.
Yulia: ¿Qué sucede, papá? -Realmente estaba preocupada por ellos. Jhonathan Sarkys no era de esos hombres que se comportaban como lo estaba haciendo ahora.
Si bien quería salir corriendo y lanzarse sobre los brazos de Lena aunque su mente protestara por el dolor, su padre realmente no estaba bien, y los brazos de Lena podían esperar un poco más.
Jhonathan: Tenemos que decirle -Dijo a su esposa, con los ojos humedecidos.
Yulia: ¿Decirme que? -Ahora si estaba más que preocupada.
Larissa: Hija.. Esto va a ser difícil…
Yulia: ¡Dímelo de una vez! -¿Qué mierda estaba pasando? ¿Por qué sus padres se veían tan tristes? ¿Por qué parecían estar escondiendo un gran secreto bajo llave?
Larissa: ¿Quieres saber por qué Elena realmente no te ha visitado? ¿Por qué no te ha enviado mensajes? ¿Por qué no ha enviado una carta o una flor?
Lo primero que se le vino a la mente al ver las lágrimas corriendo por las mejillas de su madre al preguntar todo esto fue la muerte.
La muerte que siempre acechaba a su novia.
La muerte que siempre parecía querer llevársela.
La muerte que quizás ya había hecho de las suyas.
Yulia: Mamá ¿Ella está bien, verdad? -Ahora ella también quería llorar. Le picaban los ojos, y su corazón se estrujaba lentamente con cada segundo.
La mujer simplemente asintió, Yulia lanzó un suspiro al aire.
Ella estaba bien.
Ella estaba viva.
Yulia: ¿Un ataque, entonces? -Era su otra opción, y no completamente mejor que la primera.
Su madre volvió a negar, limpiando sus lágrimas con un pañuelo.
Yulia: ¿Entonces por que no ha…?
Larissa: Ella se fue, hija.
Ella se fue.
Ella se fue.
Ella se fue.
Ella se fue.
Ella se fue…
………………
Yulia no había llorado. No había gritado. No había golpeado nada.
Simplemente había salido del auto y caminó lentamente hacia su casa, subió las escaleras como un muerto viviente, olvidándose del dolor corporal mientras daba grandes y audibles zancadas sobre la madera de los escalones.
Ahora mismo, saber que Lena se había ido sin dejar una nota, un mensaje o algo era lo que realmente le dolía. Dolía tanto que la enmudecía y paralizaba. Dolía tanto que la insensibilizaba..
Y no era como el dolor desvanecedor que había sentido días atrás al ser golpeada.
… Dolía mucho más, como mil infiernos, pero ese dolor era tan intenso que no le habría permitido desvanecerse. No solo quemaba, ardía y entristecía. Ese dolor le retorcía el corazón, lo hacía polvo y lo pisoteaba miles de veces antes de encenderlo en llamas y lanzarlo a tres mil metros de altura sobre una cama de púas envenenada para que luego un carnicero acuchillara cada pequeño trozo uno por uno y repitiera el proceso antes mencionado con cada pequeño pedazo sangrante, envenenado y adolorido.
…Les dije que era mucho peor…
Al llegar a su casi ordenada habitación se encontró con aquel beanie morado con la leyenda “Soy un unicornio” escrito al revés tirado descuidadamente sobre el suelo. Tantos recuerdos tenía con ese beanie sobre la cabeza de su novia de ojos verdes y sonrisa encantadora. Tantos recuerdos que no podría olvidar jamás.
…La primera vez que se vieron sin una ventana frente a ellas… Su primer beso…
Lo sujetó entre sus manos, aferrando el objeto contra su pecho, sus ojos se humedecieron al instante. Aún tenía su olor. Aún conservaba su calor. Era como si el destino hubiese dejado el objeto allí solo para ella. Para que sufriera más de lo que ya lo estaba haciendo.
Caminó muy lentamente y se colocó frente a la ventana, cayendo bruscamente al suelo sobre su adolorido trasero. Aún no estaba del todo recuperada, y sus movimientos eran bastante toscos y punzantes.
Miró por unas tres horas aquella ventana por la cual se habían visto por primera vez, donde habían hablando por primera vez, donde se habían escrito por primera vez…
Antes, aunque su novia no estuviese, Yulia sentía una conexión especial por esa ventana…
Ahora que Lena ya no estaba allí, en esa habitación extremadamente ordenada frente a la suya, la ventana ya no era especial. La ventana ya no significaba absolutamente nada.
Era simplemente otra ventana.
Se aferróo aún más al beanie, cerrando los ojos con fuerza, pidiendo el deseo de tenerla frente a ella, sabiendo que no se haría realidad..
¿Cómo dormiría sin Elena Katina? ¿Cómo despertaría sin Elena Katina?¿Cómo sería feliz sin Elena Katina?
¿Cómo viviría sin Elena Katina?
Larissa: ¿Hija? - La llamó, atravesando la puerta lentamente y sentándose a su lado. La pelinegra apoyó su cabeza en su hombro mientras recibía protectoras caricias en su cabello de parte de sus maternales manos. Jhonathan, que había entrado junto a ella, se sentó al otro lado y rodeó los hombros de su hija cariñosamente - ¿Estás bien?
La chica simplemente negó con su cabeza.
No lo estaba.
Realmente no lo estaba.
Yulia: Me duele, mamá - Susurro, con un sollozo escapando de sus labios - Me duele mucho.
“No llores. No llores. No llores”
Llorar significaba aceptar que Elena realmente se había ido.
Que la había dejado, como a ese beanie morado en el piso de su habitación.
…Viéndolo bien, ella y esa prenda no eran tan distintas….
Jhonathan: ¿La querías mucho, verdad?
Yulia: La amaba, papá - Contestó, y una lágrima rebelde resbaló por su mejilla - La amaba como solo ella puede ser amada… Con todo mi ser.
Suspiró.
Larissa: Hija -Dijo dulcemente, limpiando la lágrima con su dedo lentamente - Está bien llorar -Le informó en un gran abrazo.
Yulia suspiró audiblemente.
Era cierto.
Estaba bien.
Su libro favorito decía que el dolor demanda sentirse.
Y ese dolor en su pecho, ese dolor lleno de perdida y ganas de saltar por la ventana sin mirar atrás, demandaba sentirse más que ningún otro dolor que la humanidad pudiese sentir.
“Eres hermosa”
“Tú también lo eres”
“Tienes una linda sonrisa”
“Tú también”
“Buenas noches, chica de la ventana”
“Estuve pensando en ti, chica de la ventana”
“¿Estás diciendo que es divertido hablar conmigo?”
“Sí, supongo que sí”
“Mi nombre es Elena. Elena Katina”
“Un gusto conocerte, Elena Katina. Soy Yulia Volkova y posiblemente soñaré contigo”
“¿Qué estás haciendo conmigo, Yulia Volkova?”
“Ahora mismo… te estoy sorprendiendo”
“Si tu eres una idiota, yo también quiero ser una idiota”
“¿Soñaste conmigo, Yul?”
“¿Yul?”
“No voy a ser la única con un apodo acá…”
“Son… son mis zapatos… Yo… Yo quería… quería atarlos pero… mis dedos… mis dedos no son ágiles en eso y… ¡soy un desastre!”
“No lo eres, Lenita.…”
“¿Tu sabes atarlos, Yul? ¿Podrías enseñarme?”
“¿Puedo dejar mi skate acá?”
“Con una condición…”
“¿Condición?”
“Mírame a los ojos…”
“¿Qué sucede, Elena?”
“El problema es que me enamoré de ti, Yulia Volkova”
“No sé cual es mi verdadera historia, Yul”
“No eres una estúpida rutina. Y no quiero que te vayas”
“… Estoy enamorada de ti”
“Yul, sobre lo que pasó en la casa de la señora Hansen…”
“No me pidas que lo olvide de nuevo, Elena. No voy a hacerlo”
“No es eso… Es solo que… en serio quería besarte”
“Eres hermosa, Yulia Volkova”
“¿Cómo pasamos de hablar de la reproducción humana a los halagos?”
“De la misma forma en la que yo pasé de espiarte por la ventana a enamorarme de ti”
“¿Por qué no YuLena?”
“¿Por qué lloras?… No llores, por favor…”
“Sé mi novia, Yulia Volkova …”
“Todo estará bien mientras estés conmigo. Yo voy a protegerte, incluso siendo una completa inútil”
“Te quiero”
“Lo único que realmente necesito ahora mismo es a ti. Eres el aire que llena mi existir”
“¿Ahora eres poeta, Elena?”
“Esa cara tuya es un poema ”
“Jajaja, debo confesar que me hiciste reír”
“Tú siempre me haces reír, Yul, así que supongo que es justo que yo lo haga de vez en cuando”
“Lamento solo haberte dado una, Yul. Prometo que en cuanto pueda te regalaré tantas rosas como quieras”
“No quiero más rosas, Lena. Solo necesito esa rosa que me diste, porque representa el número de personas con las que quiero estar en este momento”
“Espero ser esa persona”
“Lo eres”
“Tal vez solo necesitas descansar un poco más…”
“O, tal vez, necesito que me abraces”
“Te amo”
“No hagas promesas que no puedes cumplir”
“No tenías que hacerlo”
“Yo quería hacerlo”
“Me gusta que me digas que me amas, Elena”
“A mi me gusta decírtelo”
“¡NO… VAS… A… VOLVER… A… TOCARLA!”
“Abrázame”
“Me gusta cuando me llamas amor”
“Quédate, por favor… Tengo miedo”
“¿Lo prometes?”
“Lo prometo”
“¿Celosa, Volkova?”
“¿Yulia?”
“¿Si?”
“Te amo…”
“Gracias”
Aferrándose fuertemente a aquel beanie y recordando cada momento junto a Lena, cada sonrisa, cada lágrima, cada palabra, cada mirada, cada toque, cada abrazo y cada beso, se escondió en el cuello de su madre, recibiendo un fuerte abrazo de parte de sus padres, y en menos de un segundo un fuerte sollozo escapó por sus labios seguido de un imparable llanto que pudo haber hecho llorar hasta al chico más rudo en la faz de la tierra.
…………..
Elena tenía mucho miedo.
Nueva York era muy distinta a Miami… No es que fuese un feo lugar, pero estaba acostumbrada a otro tipo de panoramas que ya se habían convertido en rutinas para ella.
El departamento donde se quedarían también era muy distinto a su vieja casa en Miami. Gigante. Con olor a hombre sudado. Desordenado.
Tendría que aprender a vivir incómoda.
Elena: ¿Aquí vamos a vivir? - Preguntó, sus dedos comenzaron a chasquear y su rostro miraba fijamente el suelo.
Inessa: Sí. Christian, el dueño de la casa y amigo del padre de Jenny, nos ha dejado vivir con él.
Katya: Huele muy mal - Susurró, arrugando su nariz.
Sergey: Pero no puedes quejarte. Es un departamento enorme en el que solo vive un hombre soltero y adicto a las fiestas. No puedes pedir más de lo que ves, Katya.
Iván: Aún no puedo creer que nos obligaran a venir…
Inessa: Todo es por su hermana. Deberían pensar en ella…
Katya: ¿Y quién piensa en nosotros, mamá?
…………….
Elena se encerró en la que de ahora en adelante sería su habitación y se recostó contra la puerta, descendiendo lentamente hasta el suelo.
Ahora que estaba allí, a miles de kilómetros de Yulia, se sentía la peor idiota de la historia por haberse marchado.
Pero todo había sido culpa de su novia…
Ella había besado a ese chico…
Ella había besado a Arthur…
Ella solo había buscado aliviar el dolor con un acto apresurado, no lográndolo.
Tomó su celular, intentando buscar consuelo en Jennifer, pero al ver una selfie de Yulia y ella en la pantalla de desbloqueo solo pudo sentir que su corazón era estrujado cada vez más segundo a segundo.
No estaba teniendo un ataque al corazón.
No.
Aquello era mil veces peor.
Estaba sufriendo por amor.
Lanzó el celular lejos, este se estrelló con la pared y se hizo trizas.
Lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas, sus dedos chasquearon y sus uñas se enterraron en la carne de sus piernas. Hacía meses que no tenía un ataque.
Tal vez había llegado el momento de seguir la rutina.
Comenzó a llorar.
Lloraba porque dolía. Porque se había enamorado profundamente de Yulia y ahora se sentía traicionada. Lloraba porque estaba lejos. Porque había perdido todas las fotos de la morena en su celular. Porque los días serían monótonos y aburridos. Porque no despertaría junto a ella. Porque no podría verla sonreír. Porque no escucharía sus chistes malos. Porque no escucharía su tierna voz. Porque ya no tendría que esperarla durante la mañana, escribiendo poemas de amor en su cabeza. Porque no la besaría. No le diría te amo. No la abrazaría. No la haría sentir cosquillas en el estómago.
Lloraba porque había amado como solo ella podía amar a Yulia Volkova.
Con todo su ser.
Fue entonces cuando gritó el nombre de la chica que había roto su corazón.
…………….
La familia estaba bastante callada mientras cenaban junto a Christian, un hombre de unos treinta años, cabello negro, ojos marrones y bastante atractivo, quien era nada más y nada menos que el dueño de aquel gran lugar en el cual Lena había tenido su primer ataque de pánico en meses.
No había sido fácil calmarla.
En realidad, estuvieron a punto de llamar a los paramédicos para que le aplicaran un sedante cuando, sin razón alguna, el ataque se detuvo.
Paró porque Lena había pensado en sus manos.
Sí, tal vez la habían engañado, pero sus manos siempre serían las únicas que podrían calmarla de esa forma aunque ahora fuesen las manos de Arthur las que se aferraran a ellas.
Christian: ¿Cuándo será la operación de Elena? - Preguntó a los padres, ignorando completamente a la pelirroja, como lo había hecho durante todo el día. Ni siquiera se había preocupado en preguntar como seguía después de su ataque de pánico. Tampoco es que a Lena le interesara responder las preguntas del desconocido.
Inessa: Si todo esta bien, dentro de un mes.
Suspiró.
Un mes lejos de casa.
Un mes sin Yulia.
Tal vez incluso más.
Suspiró de nuevo.
No. No podía pensar en ella.
No quería tener otro ataque frente al desconocido.
“Ella te engañó, idiota”
“Te engañó”
“Te engañó”
“Te engañó”
Christian: Que bien - Susurró sin emoción alguna -… Ahora - Agregó, volteando ver a la pelirroja que comía lentamente con la mirada puesta en el suelo- Cuéntame tu historia.
Esas palabras le recordaron tanto a Yulia…
Suspiró, y su corazón dolió intensamente, de nuevo. Estar alejada del amor de su vida por tantos kilómetros no se sentía para nada bien, sobretodo sabiendo que ella tal vez estaba besándose con el idiota de Arthur en algún lugar.
La pelirroja suspiró y comenzó a relatar su historial médico sin saltarse ni un detalle, sabiendo que, aunque no quisiera hablar, su madre la obligaría.
Seguramente si Yulia hubiese estado allí le habría pedido contar su verdadera historia cuando terminó.
Pero Christian se confirmó con su larga lista de problemas, porque él no era Yulia.
Yulia no estaba allí.
________________________________________________
CONTINUARÁ...
Hola, gracias por comentar. Si, la historia se pondrá más triste con el pasar del tiempo, espero que tenga un final feliz. No recuerdo muy bien todo el fics, así que lo estoy releyendo cada vez que lo edito.
Saludos mis chicas hermosas!
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
katina4ever- Mensajes : 280
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
Elena Sonda- Mensajes : 57
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Yulia había aprendido que el dolor de una perdida no se supera.
Se paraliza.
Durante esos ocho meses la chica había memorizado bien esto. Se había visto obligada a hacerlo para no acabar con su vida de una buena vez.
… El primer mes veía el rostro de Lena hasta en la más mínima gota de agua. El segundo pensó que sería mejor olvidarla de una buena vez, solo para darse cuenta, al tercer mes, que sería completamente imposible. Fue entonces cuando decidió encontrar un trabajo para mantener ocupada su mente. Al cuarto mes trabajaba en una biblioteca. Al quinto, Yulia llegaba tan cansada a casa que apenas podía soñar. En el sexto, luego de adaptarse a su horario, volvió la depresión al encontrar una rosa roja marchita dentro de las páginas de uno de sus libros favoritos. El séptimo mes casi pudo haber seguido adelante…
El octavo mes la volvió a ver…
………………
Me gustaría decir que volvieron a reencontrarse el día que habría sido su aniversario de haber seguido juntas, o en el cumpleaños de alguna de las dos.
Pero no fue así.
Se reencontraron en un día normal, en un lugar normal, en una situación normal.
………………
Ese día estaba siendo completamente normal para la morena.
Llegó a la biblioteca a las nueve junto a Demetria, su jefa. Arthur, a quien su padre había echado de casa una semana después de la gran golpiza de Yulia (A la cual, por cierto, no había vuelto a tocar ni por error) y Vanessa, que seguía en su plan “Acosemos a Yulia Volkova” después de todos esos meses, aunque Arthur parecía suplicarle que se detuviera día a día para evitarse problemas.
Es completamente extraño como la gente que no debe estar junta, de alguna forma, siempre termina estandolo.
Como aquel fue un día normal, estuvo las primeras tres horas poniendo orden en la biblioteca y guiando a los visitantes hacia sus búsquedas. Como los visitantes eran pocos a esas horas, incluso le dio algo de tiempo para leer algunas páginas de un nuevo libro antes de que Vanessa se acercara.
Vanessa: Buenos días, Volkova…
Yulia: No de nuevo, por favor. Kate esta a punto de confesarle su amor a Patrick.
Vanessa: Solo quería decirte que te ves muy sexy leyendo -Dijo sensualmente, arrebatándole el libro de las manos y acercándose a ella, tal vez demasiado.
Yulia: Vanessa, ya te dije que no estoy interesada en ti - Dijo enojada, alejándose de la chica y acercándose a una estantería al azar, como si los libros construyeran una barrera a su alrededor.
Vanessa: ¡Vamos! ¡Dame una oportunidad! ¡Estás soltera desde hace ocho meses! ¡Y NO HAS SALIDO CON UNA SOLA CHICA!
Yulia: ¡Has silencio! - Reclamó a la joven. Realmente no le interesaba no haber salido con nadie en todos esos meses. No era como si le interesara salir con alguien más que no fuese Elena Katina- ¡Demetria va a descontarnos dinero de la paga si te escucha!
Demetria: En realidad, ya las escuché -Dijo, apareciendo como fantasma de la parte trasera de las librerías, con las gafas sobre su cabeza y un lápiz bailando entre su mano y la libreta en estas - Pero tranquila, Yul. Esto solo afectará a Vanessa, quien me terminará debiendo dinero a finales de mes si todo sigue así …
Vanessa: Pagaría millones de dólares solo por tener a Yulia una noche - Susurró antes de alejarse con una sonrisa perversa en su rostro junto a Arthur, que la había estado llamando desesperadamente desde el otro lado de la biblioteca, suplicándole silenciosamente que se alejara de la chica.
Yulia: Y yo pagaría lo mismo para que se alejara de mi - Agregó, mirando fijamente a Demetria con una sonrisa, quien la miraba divertida mientras inspeccionaba las estanterías.
Demetria: Esa chica parece estar un poco obsesionada por ti…
Yulia: ¿Solo un poco?
……………
Como fue un día normal, también llegó el momento incómodo en el que Yulia tropezó con el rubio y este se alejó desesperadamente, como si su tacto lastimara.
No puedo dar mucho más detalles que estos.
No puedo hablar de algo tan poco relevante.
…………….
Como era un día normal, a la hora del almuerzo Sara y Allison se reunieron con ella en una cafetería cercana. La chica alta había encontrado un trabajo como vendedora en una tienda de artículos deportivos luego de graduarse un par de meses atrás, y la chica de cabello rubio ahora asistía a clases de baile en la tarde durante al menos dos horas.
¿Universidad? ¿Quién la necesita?
La relación entre Sara y Allison marchaba bien. No puedo decir que las peleas eran inexistentes o que su relación estaba ambientada en un cuento de hadas, pero las relaciones amorosas se basan en eso: en absurdas peleas en campos de batalla de los cuales no sabremos si saldremos con vida.
Luego de pedir almuerzos ligeros y en gran cantidad, las chicas se sentaron en la mesa más alejada del lugar y comenzaron a charlar sobre cualquier estupidez.
No hablaron de Elena, o del hecho de que la pelinegra la extrañaba ese día más que nunca sin razón alguna. En realidad, incluir a la chica pelirroja en sus conversaciones era algo que habían determinado dejar de hacer. Incluso evitaban hablar de Jennifer, la mejor amiga de la chica de la ventana, quien parecía haber sido tragada por la tierra, pues Yulia y sus amigas perdieron el contacto con ella un mes después de la huida de Lena.
Era como si todo hubiese sido un bonito sueño con un final demasiado abrupto.
Sara: ¿Te gusta mi nuevo color de cabello, Yul? - Preguntó agitándolo ligeramente, Ally besó su mejilla ante el gesto antes de rodear la cintura de su novia con sus brazos.
Eran esos momentos de ternura los que le hacían desear a la morena prender fuego a sus amigas para que dejaran de restregarle su felicidad por la cara.
Yulia: Claro. El rubio en las puntas te queda bien… Te pareces a Beyonce.
Sara: ¿Parecerme?… Yul, yo soy Beyonce.
Allison: Y yo amo a Beyonce - Susurró antes de besarla, recordándole a la pelinegra la primera vez en que ambas chicas se habían juntado sus labios.
Suspiró y sonrió.
Por suerte, esa vez, Sara no había salido corriendo.
Allison: ¿Y que tal Demetria? ¿No volvió a descontarte dinero? - Preguntó mirando nuevamente a su amiga al separarse de los labios de su novia, la chica alta rescostó su cabeza en su hombro y aspiró su aroma.
Yulia: Por suerte no… Según escuché, hoy estaba de buen humor. Su novio le pidió matrimonio o algo así.
Sara: ¿El que tiene el…?
Yulia: Sí…
Sara: Y se parece a…
Yulia: Exacto.
Sara: ¡Y habla como…!
Yulia: ¡ESE ES!
Allison: No entendí absolutamente nada…
Yulia: Hablábamos del novio de Demetria.
Allison: Lo sé, pero… ¡Aggg! Mejor olvídenlo. Solo voy a asentir y sonreír como Sara en clases de español.
Sara: ¡Biri biri bam bam!
Yulia: ¿La callo o la callas? - Preguntó a Allison, elevando una de sus cejas, pues la chica había comenzado a gritar “Biri biri bam bam” y los clientes del café comenzaban a mirarlas en forma de reclamo. No pudo evitar sonrojarse. Sus mejillas eran algo que aun no aprendía a controlar.
Allison: Tranquila, es mi trabajo - Susurró antes de estrellar su boca contra la de la ahora castaña-rubia. Los gritos se detuvieron al instante y sonrisas aparecieron en sus labios. Se alejaron lentamente, Ally escondiendo su rostro en el cuello de su sonriente novia.
Yulia: ¿Sabes, Sara? - Preguntó en cuanto la chica comenzó a recuperarse de aquel beso, no deseando que volviera con sus juegos que siempre terminaban en una penosa despedida del local - Ayer soñé algo muy raro… Eramos parte de una banda y todo eso - No esperaba dar más detalles sobre esa “banda”, pues Elena era parte de ella - Y tu salías con Jiah… Fue tan extraño no verte con Ally. Cuando desperté quería abofetearte.
Sara: Supongo que tuve suerte de que no lo hicieras en cuanto entramos al café - Dijo sonriendo, acariciando dulcemente los brazos de su novia.
Allison: ¿Al menos era guapa? ¿Algo parecido a mi?… No lo sé. Quiero saber como sería esa tal “Jiah” con la cual Sara me engañaría en ese mundo paralelo.
Yulia comenzó a reír de inmediato. El estómago le dolía y casi podría haberse hecho pipi.
Allison: ¿Me perdí de algo? No entiendo por qué te ríes…
Yulia: Allison, Jiah es hombre…
………………
Como el día seguía siendo un día normal de agosto, Yulia trabajó sin grandes incidentes hasta las tres de la tarde.
Cuando su turno terminó, tomó su auto y se dirigió a casa escuchando canciones de Ed Sheeran a todo volumen. Ese hombre era la única persona que la había hecho ser feliz en todos esos meses. Era quien había cantado a su oído la primera semana en la cual durmió sin las manos de Lena alrededor de su cintura. Era quien la había acompañado en la noche del baile de graduación, al cual había decidido no ir. Y era quien la acompañaba en ese día completamente normal…
Al llegar a casa cambió su espantoso uniforme amarillo por unos shorts y una camisa de “The 1975”. Había sido de Elena en su momento, pero ya no conservaba su olor, así que los recuerdos que le traían no eran tan dolorosos y vividos como antes. Tomó una siesta de media hora, como siempre lo hacía, y comió una banana al despertar.
Investigó sobre carreras que pudiesen interesarle en internet, pero no encontraba nada que realmente le llamara la atención.
Tal vez la educación… O la literatura.
Pero aun no había algo que realmente la invitara al camino del aprendizaje. Y sus padres habían decidido esperarla, sabiendo que si la presionaban las cosas no irían nada bien.
Me gustaría decir que recibió una llamada de Fyodor u Oksana, diciéndole que habían visto a la pelirroja atravesar la ciudad en el auto de sus padres. Pero no fue así, porque aquel era un día normal, y ni Oksana ni Fyodor la llamaban en días normales.
Recibió la normal llamada de Sara para quejarse de su trabajo a las cuatro treinta de la tarde.
Yulia: ¿Qué sucede, Sara Hansen?
Sara: ¿Ya te dije que mi trabajo apesta? ¡DE FORMA LITERAL! Sobretodo los del equipo de fútbol. Son asquerosos y siguen pidiendo camisas y zapatos para probarse. ¡Estoy segura de que nadie va a comprar eso con el olor que ellos dejan!
Yulia: Estoy segura de que no es tan malo…
Sara: ¡Es muy malo! ¡Tal vez tengas que venir para comprobarlo!
Yulia: Eh… Supongo que pasó.
Sara: ¡Mi novio Ale no huele así! Y está mucho mejor que todos estos asquerosos del equipo de fútbol - Susurró enojada. La morena dejó escapar una risita de sus labios.
Yulia: ¿Ale?
Sara: Oh, no te lo había contado. Allison en realidad es un fisicoculturista llamado Ale que se tira pedos asquerosos, tiene barba y unos brazos más grandes que mis manos.
Yulia: Eso debe ser enorme - Dijo sorprendida, sonriendo al otro lado de la linea del teléfono.
Sara: Sí, lo es.
Yulia: Pero Sara… Dudo que Allison sea hombre… Es decir, si lo fuese estoy segura de que tendría un gran… em… tu sabes…. un gran… pene… Y con los ajustados pantalones de tu novia debería notarse.
Sara: ¡No pienses en el pene de Ale! ¡Es mío!
Yulia: Eres una asquerosa, Sara.
Sara: Tu empezaste, Yulia.
……………..
No habría sido un día normal si Allison no la hubiese llamado cinco minutos después para quejarse del hecho de que su novia la llamase Ale y hablase de su gran no-pene sin censura alguna.
Allison: ¡Es asqueroso y poco atractivo, Yul! - Exclamó.
Yulia: Lo entiendo. No debe ser bonito enterarte de que eres hombre así como así - Susurró en tono de burla, una gran sonrisa decorando sus labios mientras veía una película sobre hadas a la cual realmente no estaba prestando atención.
Allison: ¡YULIA! - Chilló.
Yulia: Está bien, está bien, lo siento…
Allison: Ya he intentado de todo, Yul. No le hablé dos días. No la miré en tres. La dejé sin sexo una semana. ¡Incluso dejé de contestar sus llamadas de “me quejo porque los chicos de la tienda huelen a popo de caballo”! ¡Pero ella sigue llamándome Ale y refiriéndose a mi como si fuese hombre!
Yulia: Tal vez solo tienes que hablar con ella - Aconsejó encogiéndose en hombros.
Allison: ¡Hey! ¡Tienes razón!… No puedo creer que no se me haya ocurrido antes…
Yulia: Y Allison…
Allison: ¿Sí?
Yulia: Cuidado con Jiah.
…………..
Su tía llevo a Viktoria a casa a las cinco. Yulia de inmediato se dedicó a jugar con ella y ayudarle a hacer las tareas del día siguiente.
Era martes.
Tal vez el dato parezca irrelevante, pero supongo que tenía que decirlo.
¿Acaso existe un día más normal que el martes?
………..
A las seis sus padres ya estaban en casa, y luego de cenar junto a ellos la morena salió de casa y se sentó en la acera, como normalmente lo hacía desde que Lena se había marchado. Tal vez era la única forma que encontraba para no llorar desesperadamente al lado de la ventana que ya no significaba nada para ella.
Miró las estrellas fijamente, sin buscar formas o constelaciones de ningún tipo. Simplemente las miró, pensando en su día y en su vida, charlando con su yo interior. Su rostro estaba siendo iluminado por la luz artificial de las farolas.
Pensó en Lena.
Siempre lo hacía.
Se preguntaba por qué se había ido. Si la había dejado porque lo había deseado o porque había sido obligada.
Si lo había deseado ¿Cual era la razón?
Si la habían obligado ¿Volvería?
¿Y como sería todo si Elena Katina decidiera reaparecer en su vida? ¿La perdonaría? ¿Todo volvería a ser como antes? ¿Serían felices? ¿Volverían a separarse? ¿Se odiarían a muerte?
Desgraciadamente, en esos momentos Yulia Volkova no tenía las respuestas a esas preguntas como las tengo yo ahora.
Ya cerca de las ocho, la morena percibió un ruido extraño en la calle. Era el sonido de un vehículo que no debía estar allí. Las demás personas del vecindario solían llegar a su casa a las seis, o siete como máximo. Ocho era algo excesivo. Y demasiado temprano para los pocos adolescentes de la zona.
Pensó en correr, pero luego supo que no corría peligro alguno. ¿Qué podrían obtener los secuestradores -si es que lo eran- de una chica que acaba de cumplir sus dieciocho años hace tan solo cinco meses y que no parece tener nada que hacer con su vida aparte de tener que trabajar en una librería junto a las personas con las que menos querría estar? La respuesta es sencilla: Nada.
Se quedó quieta, observando al auto acercarse y estacionar frente a la casa de su vieja novia.
De inmediato pensó que debían de ser los nuevos habitantes. El lugar había estado completamente deshabitado desde que ella se había marchado.
Se sorprendió increíblemente cuando vio la silueta del padre de Lena bajar del auto, las siluetas de Inessa Katina y sus hijos menores siguiéndole, dirigiéndose al interior del lugar mientras el padre de su ex-novia se dirigía a la parte trasera del vehículo y comenzaba a bajar equipajes por montón, llevándolos al interior de la casa con facilidad.
Mentiría si dijera que Yulia se mantuvo tranquila.
Su corazón estaba palpitando como solo había palpitado ocho meses antes. Una llama de esperanza florecía en su pecho y una sonrisa se dibujó en sus labios. Se levantó sin poder evitarlo, limpiándose el short con rapidez, mirando fijamente el auto, a la espera de que la hermosa silueta de Elena fuese visible.
Sucedió.
Una de las puertas traseras simplemente se abrió, la figura de su ex-novia descendió lentamente, como si nada hubiese sucedido ocho meses antes, como si todo estuviese en calma y el corazón de Yulia no hubiese sido destruído brutalmente.
Fue entonces cuando la vio por primera vez en meses.
La chica simplemente se dio la vuelta, la luz de las farolas iluminaron su pálido rostro. Se veía sana. Estaba hermosa, perfectamente maquillada, de una forma en la que la morena no la había visto antes. Su corazón se detuvo un par de milisegundos, siendo atacado por todos los sentimientos que se arremolinaron dentro de si en ese momento.
Odio. Amor. Felicidad. Tristeza. Paz. Miedo…
Y aunque cualquier persona normal que acaba de reencontrarse con el viejo amor de su vida habría salido corriendo… Yulia solo la miró.
Si hubiese olvidado su amor por Lena habría visto la perfección de sus facciones y habría suspirado audiblemente por lo que no pudo ser.
Pero aun estaba enamorada, y a pesar de toda la perfección en el rostro de Elena Katina, había algo que no estaba bien.
Sus ojos, ese día grisáceos, estaban apagados. Era extraño ver sus ojos en tan poca sintonía con el resto de su cara.
Y como Yulia estaba enamorada y su corazón seguía recordándola como el primer día, la chica supo que Elena Katina no era feliz aunque intentara parecerlo.
Supongo que esto la destruyó más que el hecho de que la chica la hubiese dejado sin explicación alguna ocho meses antes.
… Sus miradas se encontraron.
No puedo encontrar palabras para describir como sucedió exactamente. Solo sucedió.
Para Yulia, el contacto de sus ojos con esa mirada entristecida fue como un balazo directo en el pecho.
Elena abrió sus ojos como platos al descubrir la presencia de la menor, y Yulia sonrió ante su graciosa cara de sorpresa. Lo siguiente que sucedió fue casi mágico.
Los ojos de la pelirroja simplemente se iluminaron de repente, como si las estrellas de esa noche hubiesen encontrado un camino hacia sus ojos, y una verdadera sonrisa se dibujó en sus labios.
Yulia suspiró.
A pesar de que Elena Katina había roto su corazón al marcharse sin razón alguna, no podía evitar pensar que, al sonreír, era la mujer más hermosa en todas las galaxias existentes.
Me gustaría decir que corrieron a abrazarse en ese momento, y que se besaron con pasión, dejándolo todo atrás. Me gustaría decir que hicieron el amor esa noche, y que la huida de Lena tuvo un motivo que Yulia pudo comprender y perdonar al instante.
Pero desgraciadamente así no sucedieron las cosas.
El corazón de Yulia se detuvo cuando una gran silueta masculina descendió del auto y envolvió la cintura de la pelirroja con sus brazos, depositando un brusco beso en sus labios.
¿Alguna vez has soñado que estás a punto de caer y te has despertado asustado, con la respiración acelerada y una sensación incómoda en el estómago?
Eso fue lo que sintió Yulia Volkova en ese momento… Pero fue mil veces peor.
Porque Yulia no despertaba, y tampoco terminaba de caer.
Aquel beso le retorcía el estómago. Le daba nauseas.
Dolía. Le dolía como mil infiernos saber que aquellos labios ya no eran suyos.
Que aquellos abrazos ya no eran suyos.
Que sus “Te amo” no eran suyos.
Que Lena ya no era suya…
No salió corriendo.
No lloró.
No gritó.
Simplemente se paralizó, mirando aquel asqueroso beso, que no parecía terminar jamás, con ganas de lanzarse frente al primer auto que pasara.
Pero eran las ocho. Demasiado tarde para los adultos. Demasiado temprano para los demás. No tenía suerte, ni siquiera cuando deseaba no tenerla.
Cuando se alejaron, Yulia intentó buscar la mirada de Lena de nuevo. Quería una explicación. Un perdón no-verbal de parte de sus ojos. O, al menos, la mirada que le confirmara que ya no la quería más.
Pero Elena miraba el suelo, y la sonrisa más falsa del universo se dibujó en sus labios cuando el hombre comenzó a guiarla al interior de la casa junto a su padre.
Yulia cayó sobre la acera en cuanto la familia desapareció en el interior de la casa. Sollozando, odiando lo feliz que había sido antes y lo infeliz que era ahora.
Se sentía herida.
Se sentía reemplazable.
Se sentía poca cosa para Elena Katina.
Se sentía un grano de arena más, rodeando el tronco de una hermosa palmera que solo debe estar al lado de otras palmeras.
Se sentía traicionada.
Se sentía enferma.
Se sentía una estúpida.
Lloró como solo había llorado el día en el que Lena se fue.
Los demás días se había permitido gritar, romper cosas, exteriorizar su dolor para dejar de sentirlo.
Pero el primer día… y ese día…. Yulia lloró silenciosamente, sufriendo el dolor en su interior, torturándose a sí misma.
¿Estaba enfadada con Elena? Sí, lo estaba. Todo el mundo se enfadaría si un día ve al amor de su vida besándose con otro chico justo frente a sus narices.
… Pero también estaba rota. Adolorida.
Y decepcionada.
Estaba decepcionada del amor. De lo hermoso que pareció haber sido. De lo terrible que realmente era.
Ese día, durmió en el sofá, demasiado herida como para ver a su antigua novia durmiendo en su vieja habitación a través de la ventana.
Tal vez mentí.
Tal vez no fue un día normal.
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CONTINUARÁ...
AUCH!!
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Elena Katina sabía que todo lo que estaba haciendo estaba mal.
Desde la primera vez que había besado a Christian, el dueño del departamento donde se habían hospedado en Nueva York antes, durante y después de su nuevo trasplante de corazón, lo supo.
Resumiré todo los sucedido para no aburrirlos con todo esto.
Digamos que a Inessa, el hombre le parecía un buen partido para su hija mayor. Tenía dinero, era guapo, estaba disponible y por último, pero no menos importante para la mujer, era hombre. ¡Ni en un millón de años tendría una oportunidad como esa de nuevo!
Luego del trasplante de corazón exitoso y la recuperación de su hija, la mujer decidió que era tiempo de jugar sus cartas.
La alejó de Dara y Oksana, de Fyodor y Finn. Incluso de Alexandra (Que aun consideraba su amiga, pues no se había quedado el suficiente tiempo como para escuchar la verdadera razón por la cual se había acercado a Yulia y ella meses atrás). Cambió su número de teléfono, e incluso le prohibió hablar con Jennifer luego de recibir una llamada del padre de esta. Quemó sus discos de Fifth Harmony, incluso el que Troy le había regalado en su cumpleaños, y también cualquier cosa relacionada con ellas. Le prohibió usar su cuenta fan o escuchar su música. Desechó sus gorras y beanies, sus chaquetas y sus medias largas, sus camisas a cuadros y su patineta. Tiró todo lo que podría hacerla parecer “rara”.
Finalmente, la mujer comenzó a hablar con su hija y, después de varias charlas llenas de mentiras y amenazas disfrazadas, Inessa terminó convenciendo a Lena de que olvidar su “experimento” (o al menos así lo llamaba) con Yulia y comenzar una relación seria con el hombre de dinero sería la mejor opción… Al menos, era la mejor opción para Inessa Katina, pero esto fue algo que la mujer prefirió omitir en aquella larga conversación.
Besarlo fue asqueroso para la pelirroja la primera vez. Luego, terminó adaptándose parcialmente. Sus labios eran demasiado toscos, poco suaves, y sus besos estaban llenos de rudeza. No le gustaba. Pero era lo que tenía que hacer para mantener a su madre feliz. Para detener los insultos… Y los golpes.
Porque si. Inessa había golpeado a su hija cada vez que, durante sus crisis, gritaba el nombre de Yulia como si fuese lo único que la mantenía viva, exigiéndole que dejara de actuar como una niña idiota. La golpeaba cuando usaba ropa poco femenina. La golpeaba cuando lloraba todos los meses en el día que habría sido su aniversario con Yulia Volkova. Incluso la golpeaba cuando decía cosas que para Lena eran frases normales pero que Inessa malinterpretaba…
Luego de “formalizar” su relación con Christian, el chico comenzó a exigir cosas a los padres de la chica como si de un producto se tratase. Ropa ajustada. Maquillaje. Predisposición.
Sergey no estaba de acuerdo con todo esto, y sus hermanos tampoco, pero Inessa Katina si, y los demás temían por la salud física de Lena, así que se abstenían de hacer o decir cualquier cosa.
Durante esos ocho meses la pelirroja tuvo que acostumbrarse a ser tratada y vista como un vulgar pedazo de carne, su madre jamás hizo nada para detenerlo.
Fue por eso que, al saber que volverían a Miami luego de tantos meses, su nuevo corazón casi se le salió del pecho. Volver a Miami suponía alejarse de esa vida. De su tortura. Volver a ser parcialmente libre.
Como puede apreciarse, la inocencia característica en la mente de Lena seguía allí, completamente intacta.
Librarse de aquel hombre no iba a ser tan fácil como ella pensaba.
Inessa Katina, manipuladora como siempre, había logrado que Christian accediera a acompañarlos.
………..
Durante el camino Elena se mantuvo pensativa, sus piernas apenas cubiertas hasta los muslos por un corto vestido, estaban siendo acariciadas toscamente por las rasposas manos de Christian sin control alguno.
Aun así, aunque esto era asqueroso y degradante, la chica podía ignorarlo, pues cosas más importantes que un toqueteo al que ya estaba acostumbrada ocupaban su mente.
Estaba pensando en Yulia Volkova…
Tal vez la chica era feliz con Arthur, al menos un poco, hasta que el chico se descontrolaba y volvía a golpearla sin control alguno.
Tal vez no la recordaba.
Tal vez no significaría nada para la chica de ojos azules volver a verla.
Christian: Supongo que tu cama es grande, muñeca - Susurró a su oído morbosamente, acariciando con uno de sus dedos su escote, haciéndola volver a la realidad.
Elena: Yo… em -”¡Deja de tartamudear, idiota! ¡A Christian no le gusta!” - No creo que a mi madre le guste que compartamos habitación - Susurró cerrando sus ojos fuertemente, queriendo creer lo que acababa de decir. Lo cierto era que sabía que su madre aprobaría cualquier cosa que el hombre deseara.
Christian: ¿Cree que puedo dormir con su hija, señora Katina? - Preguntó a Inessa, quien sentada en el asiento del copiloto revisaba sus más recientes mensajes en el nuevo celular que el hombre le había regalado días atras.
Inessa: Pueden hacer lo que sea, Christian. No me molesta. Ya están algo grandes como para decidir por ustedes mismos…
Pero lo cierto era que Elena Katina no había decidido aquello.
Ella aun no podía decidir.
………….
Cuando descendió del auto solo quería correr a su habitación y quedarse allí encerrada tanto tiempo como pudiese.
No era feliz viviendo así. No era feliz siendo controlada por su madre y por ese hombre.
Quería volver a ser esa chica con terribles riñones, un corazón defectuoso y que se llamaba enferma a sí misma. Habría preferido mil veces estar enferma antes que controlada.
Pero aquello era su culpa.
Era ella quien se había marchado a Nueva York luego de ver aquella terrible escena del beso.
Era ella quien había aceptado todo aquello en el momento en el que tomó sus cosas y se marchó.
Cuando salió de sus pensamientos, fue cuando notó, sorprendida, que alguien más la miraba a unos metros de distancia, bajo la luz de las farolas.
Era Yulia, con sus azules ojos puestos en ella. Se veía hermosa, como siempre. Era su Yulia. Era la chica que había hecho felices cada uno de sus días, meses atrás. Era la chica de la que se había enamorado.
Al verla de nuevo, fue como si su corazón comenzara a fallar. Como si volviese a tener un corazón hecho mierda en el pecho.
Le faltaba el aire. Le dolía el pecho. Sus latidos se aceleraban. Todo comenzaba a nublarse.
Pero seguía de pie.
Yulia Volkova no le permitía desvanecerse.
Fue entonces cuando ella sonrió.
Sonrió, y la noche realmente pareció dejar de ser noche a pesar de que ella sabía que esto era imposible. Yulia sonrió, y volvió a sentirse la chica que ocho meses atrás había estado abrazando su cintura en una cama en medio de una parcialmente desordenada habitación.
Cuando Yulia Volkova sonrió esa noche, Elena Katina volvió a ser Elena Katina.
Y también sonrió.
Sonrió porque ella estaba allí.
Sonrió, porque se estaban mirando, y el momento era casi irreal. Sonrió porque, a pesar de que Yulia había besado a Arthur ese día hacía ya ocho meses y Lena se había creído olvidada, esa hermosa sonrisa aun era dedicada a ella.
Por desgracia, nada es completamente perfecto.
Christian solamente necesitó unos segundos para destrozar el momento.
Tomó su cintura posesivamente y besó sus labios con brusquedad, haciéndola querer vomitar en cuanto su lengua invadió su boca con salvajismo.
Quería que aquel beso terminara. Siempre lo deseaba, pero en ese momento lo quería más que nunca, porque Yulia estaba allí, mirándolos, y ella no quería parecer tan traicionera como Yulia Volkova.
Porque la morena lo era. Ella había besado a Arthur. Había herido sus sentimientos. Yulia había destrozado todo lo hermoso que habían tenido.
Cuando el hombre finalmente se separó de ella, Lena no pudo mirarla de nuevo. Realmente se sentía mal consigo misma. La chica pensaba que tal vez, si de traiciones hablamos, Yulia y ella no eran tan diferentes.
Porque, a pesar de que ella había comenzado a salir con Christian luego de que la relación entre la pelinegra y ella terminara, había algo en su pecho que le decía que lo que estaba haciendo estaba completamente mal.
Se dejó guiar al interior de la casa por su novio, su cintura fuertemente sujeta, su mirada manteniéndose en el suelo.
Se sentía mal por quien era, en quien se había convertido. En quien la habían convertido.
Para su suerte ese día Christian se durmió temprano…
En la primera oportunidad que encontró, la chica se desprendió de sus posesivos brazos, entró al baño, se sentó sobre la tapa del retrete y lloró.
Lloró porque no quería esa vida de mierda.
No quería haber visto a Yulia besar a Arthur.
No quería besar a Christian nunca más.
No quería dinero.
No quería un hombre guapo y sucio susurrando cosas a su oído.
No quería los vestidos ajustados y cortos.
No quería shorts provocadores.
No quería esa lencería roja que estaba usando en ese momento.
Ella solo quería ser feliz, como lo había sido meses antes.
…………..
La mañana siguiente Lena despertó con el sonido de su despertador. Miró a su alrededor, sabiendo que la cama estaba vacía a causa de la manía de Christian de levantarse primero que ella para encargarse de su “amigo”. Lena no sabía que le tomaría bastante tiempo adaptarse a despertar en esa habitación que había sido suya ocho meses antes. Digamos que su mente se había adaptado a su habitación en Nueva York, y aunque había vivido en esa casa durante toda su vida, para su rutina el lugar se había vuelto desconocido. Extraño.
Se cambió el pijama por un short deportivo bastante corto que, según Christian, era su favorito, y una camiseta de tiras color blanca que se pegaba a su cuerpo, resaltando sus curvas, además de unas zapatillas deportivas blancas completamente nuevas que lastimaban sus tobillos y que tardaba años en atar. No era como si Yulia no le hubiese enseñado bien a atar sus cordones cuando estaban juntas, pero la práctica se pierde, y la poca disposición de Christian o su madre por enseñarle cualquier cosa no era de gran ayuda.
Bajó y comió solo un poco (La cantidad que Christian le permitió ese día) antes de aplicarse la insulina y tomar su gran cantidad de medicamentos prescritos. Las medicinas e inyecciones era algo que jamás cambiaría en su vida a pesar de todos los transplantes que pudiera realizarse.
Christian se marchó luego de desayunar, no sin antes besar salvajemente los labios de la chica y sujetar su trasero como si fuese de goma. Su madre no decía nada ante el acto a pesar de que lo había hecho casi frente a sus narices.
Lena suspiró. Sabía a donde iría Christian.
Christian iría a buscar mujeres para él. Mujeres con las cuales se acostaría dentro de su auto y luego desecharía como a paquetes de doritos luego de que se han comido todo el contenido.
Y a su madre no le importaría esto, porque el hombre seguiría regalándole ropa de primera marca. Y su hija sería heterosexual como todas las demás. Y todo parecería estar bien.
Elena: Iré a correr - Notificó. Christian había trazado una minuciosa rutina para ella al comenzar a salir, y correr durante una hora era tan solo la primera parte de esta.
Cinco horas de su día estaban llenas de ejercicio. Sus comidas venían en porciones pequeñas. Sus clases de idiomas, música y fotografía estaban diseñadas para fundir su cerebro, aunque las últimas dos realmente las disfrutaba. Apenas podía dormir cuatro horas al día… Era un horario devastador, pero su mente era adicta a las rutinas y la obligaba a seguirla al pie de la letra, aunque la estuviese matando.
Aunque su vida con ese hombre fuese una tortura…
…………
Corrió durante media hora antes de que su corazón se cansara. Si bien no había sido rechazado y funcionaba de maravilla, aquel no era su verdadero corazón, y jamás trabajaría como debía trabajar.
Se sentó sobre las escaleras de la biblioteca, colocando su cabeza repleta de pequeñas gotas de sudor entre sus rodillas, recuperando el aliento rápidamente.
Lo bueno de su nuevo corazón era que trabajaba de mejor forma. Se supone que eso es lo que hacen los corazones nuevos.
Pero el aire volvió a marcharse cuando vio a la silueta de Yulia caminar en su dirección.
Quiso correr, pero eso habría sido estúpido, y en el tiempo que había estado con Christian este le había enseñado a no comportarse como una. El hombre de dinero jamás podría salir con una estúpida, o al menos esto decía.
Nerviosa, chasqueó sus dedos audiblemente en cuánto la vio acercarse.
Hacía ya bastante tiempo que no lo hacía.
El sonido de los chasquidos era algo que Christian no toleraba, así que solía gritarle en cuanto los escuchaba, su madre golpeaba sus manos sonoramente para que dejara de irritar al hombre.
Pero ese día se permitió hacerlo porque ni Inessa ni Christian estaban allí. Y realmente lo necesitaba.
Antes, cuando lo hacía, el sonido solía alterarla más. Ese día, casi logró tranquilizarla. Volver a su rutina de chasquear los dedos y perder el aliento la tranquilizaba.
¿Extraño, cierto?
Yulia: ¿Elena?
Escuchar su voz de nuevo provocó en su corazón las mismas sensaciones que un ataque.
Elena: Yul - Susurró elevando su cabeza, sin poder mirarla a los ojos. No sabía por que la había llamado de esta forma, como si aun fuesen algo más. Supongo que, en su interior, era lo que Lena más deseaba.
Yulia: ¿Sucede algo? - Preguntó preocupada, mirando sus manos, sus dedos chasqueaban rápidamente. La pelirroja no podía creer que, después de todo, la hermosa pelinegra siguiera preocupándose por ella.
Simplemente negó con su cabeza.
Es decir, estaba odiando su vida y todo eso, pero no estaba teniendo un ataque al corazón así que no podía estar sucediendo nada realmente serio.
Yulia: ¿Estás segura?
La chica asintió. Dudosamente, pero lo hizo.
Yulia: Entonces supongo que… Bueno, yo… Tengo que trabajar… Te veré otro día.
Y sin más, la chica entró a la biblioteca.
Y Lena no hizo nada para evitarlo, a pesar de que se moría por escuchar su voz una vez más.
…………….
Llegó a casa luego de correr una hora y haber ido al gimnasio durante cuatro. Almorzó lo poco que Christian le había permitido a su madre darle junto con una manzana y un jugo verde que olía fatal pero que, según su novio, era bueno para su cuerpo y su figura.
Tomó otra tanda de medicinas y se dirigió a su cuarto para bañarse y tomar sus clases de Francés por internet.
Christian decía que su novia debía de ser tan culta que cualquiera de sus amigos debía envidiarlo al verlo con semejante mujer.
Para Christian, Elena solo era un pedazo de carne parlante que deseaba exhibir.
Dos horas después, cuando sus clases hubieron terminado, la chica se levantó y decidió hacer lo que no había hecho en meses.
Miró por la ventana.
No lo había hecho porque las ventanas de Nueva York no eran su ventana. Ninguna ventana en ningún lugar era su ventana. Ninguna guardaba tantas miradas. Tantas conversaciones. Tantas situaciones. Ninguna guardaba tantas historias.
Cuando se acercó lo suficiente, apoyó su mano derecha sobre el vidrio y suspiró. Una pequeña parte de su mente volvía a sentirse a gusto con lo que estaba haciendo y dónde lo estaba haciendo. Volvía a sentirse parte del lugar. Volvía a ser la Lena de siempre, al menos por unos cuantos segundos.
Por un momento, el deseo de hacer un crucigrama apareció en su mente, pero de inmediato se deshizo de este. A Christian no le gustaban solo por el echo de que él no podía llenar ni uno solo, y aunque ella debía ser una chica lista, no podía sobrepasarlo.
Aburrida y sin nada más que hacer hasta dentro de una hora, dejó escapar una gran bocanada de aire por su boca, el vidrio de la ventana se empañó de inmediato. Al principio pensó en limpiarlo, pero luego una idea mucho más divertida pasó por su mente.
Fue así como comenzó a dibujar y escribir sobre su ventana.
“Bob Esponja” Escribió sobre el vidrio con una sonrisa, haciendo un dibujo bastante bueno bajo las palabras. Sopló su aliento de nuevo, borrando las letras y el dibujo, divirtiéndose al pensar en las infinitas posibilidades que tenía en su nuevo lienzo.
“Club Pengüin”
“Lego”
“Lana del Rey”
“Libros”
“Música”
“Felicidad”
“Tumblr”
“Amor”
Lena sonreía con cada palabra y cada dibujo. A veces, los dibujos hechos sobre su aliento eran bastante buenos la primera vez que los hacía. Otras se equivocaba y lo borraba completamente para comenzar de nuevo. Incluso una vez se permitió hacer un dibujo bastante malo (Malo en la perspectiva de Elena Katina, que es algo así como nosotros describimos nuestros mejores dibujos).
Se estaba divirtiendo, de una forma tan inocente que cualquiera que la hubiese visto de esa forma se habría sentido completamente conmovido y habría sonreído ampliamente.
Se estaba divirtiendo por primera vez en meses. No en las grandes fiestas a las que Christian la había llevado muchas veces para exhibirla. No en una reunión con las superficiales y odiosas amigas de su novio. No en las estúpidas e entendibles (Para ella) obras de comedia que había sido obligada a ver en inmensos teatros.
Se estaba divirtiendo allí, es su vieja casa, frente a una ventana, dibujando sobre su aliento impregnado en el vidrio.
Y esto era todo lo que realmente necesitaba.
“Yulia Volkova”
Saltó hacia atrás cuando se dio cuenta de lo que había escrito mientras pensaba, el dibujo de la chica quedó a medias. Lo borró de inmediato con el borde de su mano.
Lo borró porque amaba a Yulia Volkova, pero ella la había traicionado y ahora estaba con Christian. Y el hombre era lo mejor para ella según las palabras de su madre.
Fue entonces cuando la puerta de la habitación de su vieja novia se abrió. La hermosa chica entró de inmediato. Vestía la misma camisa amarilla con la cual la había visto esa mañana, y también los mismos pantalones ajustados.
La chica no lo había notado esa mañana, pero ahora, viéndola mejor, supo que aquel debía de ser su uniforme de trabajo. Y sabía que Yulia tenía un trabajo porque ella se lo había dicho esa mañana, y la había escuchado, porque ella escuchaba cada una de las frases que decía Yulia Volkova.
Cualquiera habría salido corriendo de esa habitación al ver a su ex novia frente a su ventana, pero ella era Elena Katina, y simplemente se quedó allí, paralizada, observando silenciosamente, como antes de que la chica de cabello negro se diera cuenta de su existencia meses atrás y le preguntase que estaba haciendo.
La vio cambiarse el uniforme por una ropa bastante cómoda sin apartar la mirada, deleitándose con cada parte de su cuerpo como si Yulia hubiese sido esculpida por el mejor de todos los artesanos. Si bien Christian entrenaba y tenía un muy buen físico, su cuerpo realmente no le atraía. Era demasiado grande. Demasiado robusto. Demasiado velludo.
Yulia era pequeña. Frágil. Delicada. Suave. Yulia era todo por lo que Elena Katina suspiraba.
Y no era solo su cuerpo.
Era ella en si.
Pero ella la había engañado, y ahora estaba con Christian. Y Christian era lo mejor para ella según las palabras de su madre.
Me gustaría decir que la morena volteó la mirada repentinamente y se encontró con los ojos de Lena fijos en ella. Me gustaría decir que comenzaron a hablar a través de escritos como la primera vez, y así fue como comenzó de nuevo su historia de amor.
Pero no sucedió así.
La chica de la ventana simplemente tomó sus cosas y salió de la habitación hablando por su celular, demasiado perdida en su conversación con quien sea que la estuviese llamando como para mirar por la ventana.
Tal vez hablaba con Arthur. Tal vez con Sara. Tal vez con Allison. Tal vez con un nuevo chico o chica que ahora ocupaba su corazón… Lena no estaba segura.
De lo único que estaba realmente segura era de que no hablaba con ella.
……………
Su vida durante la siguiente semana siguió siendo terrible.
Yulia y ella no habían vuelto a hablarse (Si es que a lo sucedido esa mañana se le puede llamar “hablar”). Su madre seguia ignorando su infelicidad. Christian la tocaba como quería, cuando quería y dónde quería. Su padre y hermanos se mantenían al margen. Lloraba a mitad de noche encerrada en el baño.
Lena sabía que la vida no era perfecta.
Pero no había esperado que la suya fuese un infierno.
Tenía un novio que hacía lo que se le antojaba.
Tenía una madre controladora.
Tenía un padre y unos hermanos que temían a su madre.
La habían alejado de sus amigos.
Su rutina era inhumana.
Yulia y ella ya no estaban juntas.
Y para colmo se había enterado, gracias a las miles de noticias que había escuchado mientras hacía su trote diario, que Camila y Lauren se habían separado.
____________________________________________________
CONTINUARÁ...
Cómo están mis tres chicas hermosas? Mis fieles lectoras (al menos las que más comentan en público) Gracias por su espontaneidad, por apreciar el trabajo de alguien más, plasmado acá en la mejor adaptación que hay: YULENA. Quiero desearles una feliz noche buena, que todos sus deseos sean traídos por Santa y que este día sea maravilloso. Hoy trataré de subir otro capítulo más porque mañana no podré hacerlo.
Les deseo todo lo mejor de este mundo a todos los lectores que a diario pasean por esta página con el único fin de escapar un rato de sus rutinas y dejar volar la imaginación.
Gracias infinitas y todo lo mejor para ustedes!!!!
Un abrazo y feliz navidad!!!
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Yulia evitaba hablar de Lena con Allison, Sara o sus padres, aunque estos últimos ya sabían de su regreso. Sabía que hablar significaría volver a su depresión. Sabía que hablar realmente no la ayudaría.
No había vuelto a verla debido a sus horarios en la biblioteca, y estaba realmente agradecida por esto. Debía admitir que temía encontrársela como en el primer día, sentada en las escaleras. Esa situación había sido completamente incómoda, y prefería no pasar por lo mismo dos veces.
Porque la morena sabía que si volvía a verla, le diría todo lo que quería decirle…
Estaba cargando libros de un lado a otro de las estanterías cuando tropezó con alguien que hizo caer todo lo que tenía entre manos con gran escándalo. Un gruñido involuntario escapó por sus labios.
XX: Lo… lo siento. Te ayudaré a ordenar, lo prometo. Lo siento. Lo siento. Lo siento - Susurró Arthur, tomando los libros rápidamente y organizándolos en su respectiva estantería a una velocidad impresionante. Estaba temblando. Parecía tener miedo… ¿De ella?
Yulia: Está bien - Lo tranquilizó. Si bien el chico no le caía bien, y todo el mal que le había hecho durante meses no había sido borrado de su mente, sus exagerados lamentos era algo que deseaba dejar de escuchar - No es como si me hubieses vuelto a golpear o algo así. Solo son libros.
Arthur: También lo siento por eso - Susurró antes de alejarse silenciosamente, cabizbajo, aun con algunos libros en manos. Su cuerpo temblaba ligeramente con cada paso.
Yulia miró al chico con el entrecejo fruncido.
Aquel chico no era el mismo que había sido su amigo, y tampoco el que la había golpeado sin parar.
Ese Arthur era un nuevo Arthur.
Y realmente la aterraba.
…………….
También se topó con Vanessa, pero su encuentro fue completamente distinto a lo que habían sido sus otros encuentros durante esos meses.
Realmente muy distinto.
Vanessa: ¿Sabes si Demetria nos aumentará la paga pronto? - Preguntó arreglando los libros como se le daba la gana, sin respetar orden alguno - Necesito nuevos vestidos…
Yulia: Estoy segura de que no vas tener ningún aumento en mucho tiempo, Vanessa.
Vanessa: ¿Por qué lo dices? ¡Soy una excelente trabajadora!
Yulia: Primero, has intentado seducirme unas mil veces desde que trabajo acá, por lo cual ni tu ni yo podemos terminar nuestros trabajos a tiempo. Segundo, siempre te llevas a más de un visitante a la cama, y eso no da una buena impresión de la biblioteca. Tercero, no sabes modular tu tono de voz y siempre terminas gritando. Y cuarto, pero no menos importante, siempre te llevas la literatura erótica a casa sin permiso.
La chica simplemente se encogió en hombros, como si realmente no fuese importante o significativo lo que hacía.
Vanessa: Tal vez tengas razón - Susurró - Pero en serio necesito un vestido - Chilló, demasiado alto - Ayer me encontré con un hombre bastante guapo y tuvimos lo que debió ser el mejor sexo de mi vida - La morena pensó que, o el tipo era realmente muy bueno en la cama, o la chica solo exageraba - Me invitó a un famoso restaurante de la zona dentro de un par de días, pero realmente dudo que realmente lleguemos si vamos en su auto… O en cualquier auto... ¿Sabes? Realmente debo vestirme bien, porque él tiene dinero y todo eso…
Yulia: Oh, bien… Supongo que eso es… bueno para ti - Dijo, para nada interesada en la conversación, pero agradecida de que la chica estuviese manteniendo su distancia.
Yulia: Puedo proponerle un trío si estás interesada - Agregó coquetamente, acariciando sensualmente los antebrazos de Yulia antes de que esta se alejara.
Ya había pasado demasiado tiempo de “no acosemos a Yulia” para la chica.
Yulia: Ya sabes que no quiero. Te he dicho mil veces que no me gustas… Además…
Vanessa: ¡Vamos, Yulia! ¡Estás soltera ahora! ¡Disfruta de tu vida!
Yulia: Disfruto de ella, lo prometo - Aseguró, organizando una nueva pila de libros lentamente, cerciorándose de que cada uno estuviese en su lugar correspondiente, arreglando también los desordenes de la otra joven.
Vanessa: Mientes. No te he vuelto a ver sonreír como cuando estabas con esa chica… con Elena… Tus ojos no brillan como el primer día en el que te vi - Susurró acariciando sus mejillas. Su mirada se volvió menos devoradora y más suave.
Y si bien en otro momento se habría alejado de Vanessa bruscamente, exigiéndole que dejara de joderle la vida, esa vez la chica la había hecho reflexionar.
Llegó a la conclusión de que no podía seguir sufriendo por Elena Katina.
Ella ahora estaba con otra persona. Un hombre guapo y con dinero, seguramente. Tal vez la hacía feliz, tal vez no. Pero era lo que Lena había elegido.
Fue en ese momento en el que Yulia decidió que era tiempo de seguir su vida, tal y como la chica pelirroja lo había hecho. ¿Sería feliz? Tal vez no. Pero era lo único que podía hacer.
Y Yulia sabía que la vida no dependía solo de aciertos, sino también de errores.
Y quería vivir al máximo, así que hizo lo que hizo, aunque fuese un error.
Ella simplemente besó a Vanessa.
No fue un beso lento ni pasional. Fue un beso brusco, tosco y salvaje, lleno de dudas, enojo, tristeza y frustración. Yulia estaba intentando deshacerse de todo lo sucedido. De sus sufrimientos. De su dolor. De la infelicidad.
Del recuerdo de Lena.
Vanessa tomo rápidamente el mando, empujándola contra las enormes estanterías y colocando las manos de Yulia sobre su cabeza mientras aun devoraba su boca, invadiéndola de inmediato con su experta lengua, presionando sus caderas contra las de la morena, ambas dejando escapar un gemido de sus labios.
Yulia: No… - Susurró de repente contra los labios de la chica, alejándose, como si algo la empujara lejos.
No era como si no se hubiese sentido bien besarla. Es decir, hacía ocho meses que no lo hacía, y Vanessa era experta con lo que de usar su boca se hablaba, pero, simplemente, había algo en su interior que le impedía seguir haciéndolo.
Algo que le decía que aquello no era solo cometer un error, sino traicionarse a sí misma.
Yulia: Lo siento… yo…
Vanessa presionó su índice sutilmente contra los labios de Yulia al instante, buscando callarla.
Vanessa: Te estaré esperando en mi casa a las nueve, Yulia - Susurró entregándole una tarjeta impresa con una dirección, de esas que todo empresario u abogado siempre carga en su cartera por montón. La morena supuso que la chica iba preparada para toda ocasión - Si no vas, supondré que este beso fue suficiente para ti y me alejaré. Si vas, prometo que te daré la mejor noche de tu vida.
Y sin más, se fue, dejando a Yulia completamente confundida.
……….
Por supuesto, no pensaba ir. Estaba en contra de sí misma.
Yulia Volkova no se veía a sí misma como la chica que perdió su virginidad con una persona que no amaba. Simplemente, no era de esas.
Pero aun así…
No, no, no y no. Definitivamente no.
Llamo a Sara y Allison para notificarles que no comería con ellas. Necesitaba pensar. Necesitaba estar sola. Necesitaba alejar a Elena Katina de su vida. Necesitaba darse cuenta de que ya nada volvería a ser lo mismo.
Supongo que no le fue muy bien en esta tarea cuando se encontró tomando su auto y dirigiéndose al parque dónde tantas veces Lena y ella se habían reunido para ver a Alexandra jugar con su patineta, mientras ellas se besaban sin control bajo un árbol.
Supongo que tampoco le fue bien olvidando a la pelirroja bajo el mismo árbol.
Intentó organizarlo todo es su cabeza, cerrando los ojos al recostarse sobre el pasto y respirando profundamente.
Le fue bastante mejor de lo que pensaba. Al menos, ya tenía unas cuantas cosas claras en su cabeza, aunque todas eran relacionadas con la pelirroja ...Definitivamente el árbol no la había ayudado.
La primera conclusion a la que llegó fue que Lena ya tenía a alguien más en su vida, y ella era solo un simple recuerdo borroso en su pasado.
La segunda fue que tenía que dejar de pensar en Lena.
Y la tercera que, para dejar de pensar en Lena, primero tenía que hablar con ella.
………..
Luego de volver del parque y trabajar sus horas restantes, regresó a casa a una velocidad impresionante. Necesitaba hablar con Lena, y tal vez, solo tal vez, si la chica aún conservaba la costumbre de mirar a través de la ventana.
Entró a su habitación con demasiado rapidez, cayendo sobre el suelo torpemente para luego levantarse y acercarse a la ventana.
Sonrió.
Elena estaba allí, apoyada sobre su propia ventana.
No parecía estar mirándola. Ni siquiera parecía haberse dado cuenta de su caída. Era como si Yulia no existiera para ella.
Pero no se sintió mal con esto.
Conocía la facilidad con la que la chica podía ignorar el mundo, y ese día lo estaba ignorando bastante bien, dibujando cosas sobre su ventana , sonriendo ante sus obras como una niña pequeña orgullosa de sus trazos, borrándolos al terminar con su aliento para comenzar de nuevo.
Suspiró contenta, porque esa la Elena Katina que conocía. La sonriente Elena Katina. La de ojos verdes iluminados. La que podía alegrarse con algo tan simple como dibujar sobre los vidrios de su ventana.
“No vas a poder olvidarla, Volkova” Se descubrió pensando, y no era más que la verdad.
………
Luego de media hora de dibujos que Yulia no lograba divisar claramente debido a la distancia, la chica determinó que era tiempo de volver a hablar con Lena.
O, al menos, escribirle.
Tomó unas cuantas hojas y marcadores y se sentó al borde de su ventana, no sin antes deleitarse con la hermosa sonrisa de Lena.
Fue entonces cuando comenzó a golpear su ventana con su puño, buscando llamar la atención de la chica de la ventana, tal y como lo había hecho la primera vez que la vio.
Le tomó al menos cinco minutos.
Cuando Elena finalmente levantó la mirada se quedó paralizada, sus ojos estaban completamente abiertos y el dibujo de un oso de peluche a medio hacer sobre el cristal de su ventana.
Vio el miedo en sus ojos al instante.
Lo vio porque la conocía, y no la había olvidado.
“Mierda, en serio va a ser difícil”
Rápidamente escribió en una de las páginas que había agarrado y la colocó sobre la ventana.
En verdad necesitaba hablar con ella.
“No te vayas”
Lena simplemente asintió, mirando hacía atrás velozmente, con temor. Con sus manos le hizo señas para que la esperara un poco, y luego de correr a cerrar la puerta de su habitación con algo en sus movimientos que Yulia reconoció como pánico, tomó algunas hojas, una lapicera y se sentó en el borde de su propia ventana.
“¿Qué sucede?” Le preguntó claramente preocupada, apoyando una hoja sobre la ventana.
“Necesito hablar contigo”
La chica pelirroja arrugó el semblante de una forma tan tierna que la more a habría corrido a besarla de haber seguido siendo su novia.
“¿De qué necesitas hablar?”
“¿Por qué te fuiste?”
Era algo que realmente no comprendía. La chica se había ido de un momento a otro, sin dejar tan siquiera una nota. Al principio pensó que había sido por problemas de salud, pero luego, cuando no recibió llamadas de parte de quien entonces era su novia, supo que algo más grande sucedía. Algo que no podía comprender realmente.
Y realmente necesitaba saberlo para seguir adelante.
“Te vi besar a Arthur” Leyó. El rostro de Lena dibujaba una tristeza que le desgarró el corazón.
Ahora lo comprendía todo.
Elena debió de verla besar a Arthur el día de la gran golpiza, y debió de haberse sentido tan mal que prefirió irse sin pedir siquiera una explicación. Yulia entendía la mente de Lena. Incluso las cosas más ilógicas del mundo podían ser creíbles para ella… Como un romance entre ella y Arthur, lo cual era verdaderamente imposible.
Yulia suspiró.
Era como si las piezas del rompecabezas comenzaran a unirse.
Pero, al contrario de lo que pensaba antes, a pesar de tener esa respuesta, ella aun no podía seguir adelante.
“No lo besé porque quisiera. Lo hice para que dejara de golpearme”
Elena la miró confundida.
“No lo entiendo”
“El comenzó a golpearme porque me negué a besarlo, así que pensé que si lo hacía no me golpearía más. Tenía razón”
Los ojos de la chica de la ventana se abrieron como platos y palideció. De repente, la miró a los ojos, con una mezcla de arrepentimiento y melancolía en ellos.
La morena conocía a Lena lo suficiente como para saber que estaba intentando pedirle perdón.
“Fui una idiota”
“Ambas somos idiotas” Escribió Yulia, dedicándole una sonrisa amistosa.
No entendía por qué lo hacía. Se suponía que quería olvidarla con esa charla, pero ahora casi parecía que estaban intentándolo de nuevo.
“No. Tu no eres una idiota. Tu solo querías que ese estúpido dejara de golpearte”
“¿Te importa si abrimos la ventana?”
Elena no respondió. Simplemente sujetó su ventana con sus manos y la abrió, sonriendo melancólicamente, Yulia viendo sus ojos cristalizados, haciendo lo mismo que su ex novia.
Yulia: Debiste haberte quedado y pedirme una explicación. Nos habríamos ahorrado todo esto - Susurró tristemente, mirando sus manos y jugando con sus dedos - chica de la ventana - Finalizó, sonriendo melancólicamente.
Elena: Lo sé. Entiendo si estás enojada..
Yulia: No estoy enojada. Estoy… estoy triste, Lena. Pensé que confiabas en mi… Y sé que tu mente cree lo que ves, y lo que viste ese día fue un beso… Pero pensé que confiabas en mi lo suficiente como para ver algo raro, aunque sea mínimo, en ese beso - Suspiró, mirándola unos segundos para luego volver a sus manos-… Y creo que también estoy decepcionada. Decepcionada de que solo te fueras y no te quedaras para luchar por mi.
Elena: No me quedé porque, aunque te amaba, sabía que merecías a alguien mejor… Y supongo que me odiaba tanto a mi misma que creí que ese estúpido sería millones de veces mejor que yo.
Yulia: ¿Te odiabas? ¿Dejaste de hacerlo?
Elena: No, pero ahora me doy cuenta de que debí quedarme, aunque muchos puedan ser mejores que yo.
Yulia: Nadie jamás será mejor que tu, Lena - "Increíble, Yulia. Acabas de lanzar tu oportunidad de seguir con tu vida por la borda”-, mucho menos Arthur… Es decir, además de ser hombre y no tener ni tus pechos ni tu culo -Se sonrojó -, no me trata como tu. Jamás nadie logrará tratarme como tu.
Elena: ¿Cómo yo?
Yulia: Como si realmente me amaras…
Elena: Te amo - Susurró. La morena levantó su mirada de inmediato, para encontrarse con una lágrima corriendo por esa blanca mejilla.
Yulia: No te creo -Se negó, bajando su mirada de nuevo. Su labio temblaba ligeramente, las lágrimas se esforzaban en no hacerse presentes.
Elena: ¿Por qué no? - Balbuceó entre sollozos que hicieron romper su corazón. Por el rabillo del ojo, logró encontrarse con la silueta de Lena sujetando fuertemente los bordes de su ventana, como si estas fuesen lo único que la estuviesen deteniendo de lanzarse al piso y llorar desconsoladamente.
Yulia: Porque ahora estás con él -Escupió mirando a Lena. Lágrimas calientes recorrían su cara, y el enojo llegando a ella.
¡¿Cómo podía decirle Elena Katina tan tranquilamente que la amaba cuando esa misma mañana debía de haberse besado con ese tipo que ahora vivía con ella?!
Elena: Lo siento - Susurró simplemente. Las lágrimas caían sobre su ventana, sus ojos verdes mostraban arrepentimiento, sus facciones demostraban dolor, sus dedos chasqueaban, su labio temblaba ligeramente y pequeños sollozos desgarradores llegaban a sus oídos.
La pelinegra no supo como logró mantenerse firme después de verla de esa forma, como si le estuviesen arrancando el corazón lentamente.
Yulia: Un simple “lo siento” no es suficiente… Tu ahora estas con él. Ahora lo besas a él. Ahora lo amas a él…
Elena: No lo amo - Se apresuró a corregir.
Yulia: ¿Entonces por qué estás con él?
Elena: Porque mi madre me lo pidió - Contestó limpiando sus lágrimas con el dorso de su mano repetidas veces, como una hermosa niña pequeña que acaba de rasparse la rodilla.
………….
Luego de que Lena le explicara claramente lo que había sucedido, Yulia ya no sabía que pensar.
No sabía a quien odiar más.
Tal vez a Inessa por obligar a su hija a hacer semejantes cosas…
Pero se decidió por Christian, pues sin Inessa, Lena no estaría allí, viva y perfecta, con lágrimas en sus ojos. Además, no la trataba ni un poco bien. Era solo otro pedazo de carne en su plato. No la respetaba. No la amaba. No le era fiel. En resumen, era un idiota que se merecía una buena cortada de pelotas con una hoja de papel.
Pero Yulia no lo odiaba solo porque le hacía todo esto a Lena.
Lo odiaba porque ella también era una mujer, y seguramente el hombre ya había tratado a muchas de esta forma. Ella odiaría inmensamente que la trataran así. No podría vivir de esa forma más de dos días sin soltarle al imbécil lo muy idiota que lo consideraba.
Cuando la pelirroja le contó la historia de sus últimos meses, la chica no pudo evitar sentir que todo lo que Lena había pasado ella lo había vivido también.
Yulia: Debe de ser horrible…
Elena: Es humillante, Yul - Confesó, con un par de lágrimas volviendo a escapar de sus ojos. Yulia se mordió el labio. Se veía tan frágil. Tan débil… Solo quería abrazarla, a pesar de todo lo que le había hecho sufrir -… Siempre tengo que sonreír, aunque esté teniendo un mal día, porque debo parecer feliz de estar con él. Tengo que comportarme como una chica de dinero, superficial y estúpida. Tengo que usar esta ropa que enseña más de lo que me gustaría mostrar. Tengo que comportarme como si en verdad lo quisiera…
Yulia: Pero no lo quieres…
Elena: Ya te lo dije. La única persona que amé has sido tu… Y aun lo hago, porque, a pesar de que pensé que me habías abandonado y todo eso… Supongo que no pude sacarte de mi cabeza tan fácilmente…
…………
Yulia y Lena se dedicaron a mirarse durante el resto de la tarde, ella asegurándole a su madre que estaba estudiando latín y Francés cuando había ido a verla, encontrando la puerta cerrada.
“Estar encerrada me ayuda a relajarme” Había asegurado, Yulia soltó un par de risitas. Inessa había cedido luego de seis minutos, sabiendo que su hija no abriría la puerta por más que se lo pidiera.
No hablaron. No lloraron. No discutieron.
Simplemente se miraron.
A veces, se miraban y sonreían. Otras suspiraban. Se contaban chistes con la mirada, y se pedían disculpas con el movimiento de sus pupilas. Se abrazaban con parpadeos.
No hay mejores palabras que las que nos dan las miradas.
Era bastante tarde cuando Elena decidió hablar.
Elena: Son las ocho - Susurró mirando el reloj, con miedo apoderándose de sus ojos verdes al instante - Hoy Christian me prohibió cenar - "Ese idiota”-, así que supongo que… tengo que cambiarme la ropa.
Yulia: Te esperaré - Sonrió, intentando ocultar su disgusto por la mención de Christian, cruzándose de brazos y viendo a Lena ir a su armario y tomar algunas cosas, cabizbaja, antes de entrar al baño.
Cuando salió, la morena no pudo evitar sentir un retorcijón en el estómago.
Elena llevaba un conjunto de lencería color negro que apenas cubría sus partes intimas. Se había maquillado, tal vez demasiado, y a través de la ventana abierta logró detectar algo de oloroso perfume.
Se veía sexy, sí, debía admitirlo.
Pero el punto es que no se veía sexy porque quisiera serlo.
Se veía sexy porque Christian quería que lo fuese.
Yulia: Dime que aún eres virgen -Casi suplicó, mirándola a los ojos, sintiéndose asqueada ante la imagen del cuerpo de Elena al instante. No quería verla así. No cuando sabía que alguien más la vería así, no solo ella. No quería verla hacer cosas que realmente no deseaba.
Lena abrió su boca para responder, pero la cerró de inmediato, Yulia dedujo que no podía hablar debido a las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos, que se habían vuelto cristalinos.
Yulia: ¡Dime que aun eres virgen! ¡Dime que no fuiste tan estúpida como para entregarle a ese estúpido que no amas algo tan importante como tu virginidad solo porque tu madre caprichosa así lo quiere! ¡Dímelo!
Elena comenzó a llorar.
Yulia: Dime que no fuiste tan idiota. Dime que aún te queda algo de respeto por ti misma. Dime que no cometí un error al pasar todos estos meses sintiéndome una traidora porque, cada vez que miraba a una chica o pensaba en un futuro donde tu no eras parte de mi vida, pensaba que estaba haciendo las cosas mal. ¡Dime que valoraste un poco todo lo que tuvimos y fuiste lo bastante valiente como para decir “no”! ¡Dime que no te acostaste con él! ¡Dime que el mantenerme fiel a ti, a pesar de que no sabía si volverías, sirvió de algo! ¡DIME ALGO, ELENA!
Elena: Lo siento…
Yulia no pudo seguir escuchando.
……….
Estaba enojada, y tal vez por eso no pensaba con claridad al tocar la puerta de la casa de Vanessa y comenzar a atacar su cuello salvajemente.
Elena se había dejado manipular.
Elena había cambiado solo porque unas cuantas personas se lo habían pedido.
Elena se había comportado como una estúpida.
Y si Elena era una estúpida, tal vez ella también debía serlo un poco.
Elena no podía pretender decir que la amaba y todo eso para luego, un par de horas después, acostarse con ese asqueroso hombre.
La vieja Elena, de la cual se había enamorado, jamás habría hecho eso. Pero esa Elena había sido consumida por la Elena manipulada. Esa Elena ya no era SU Elena.
Y si SU Elena no estaba allí, supuso que tenía derecho a divertirse un poco.
Y sí, por divertirse un poco me refiero a dejarse toquetear los pechos por aquella chica que estaba mordiendo su cuello con salvajismo.
No estaba pensando, realmente.
Solo estaba sintiendo.
Y estaba enojada.
Enojada con la vida por haberla alejado de la chica de la ventana.
Enojada con la chica de la ventana por haberle permitido a la vida alejarlas.
Estaba enojada con Lena por ser una idiota..
“Ambas somos idiotas”
“Ambas somos idiotas”
“Ambas somos idiotas”
Este recuerdo le hizo abrir los ojos, y darse cuenta de lo que estaba haciendo, de la forma en la que Vanessa ya comenzaba a juguetear con el botón de sus pantalones.
Yulia: Aléjate - Jadeó.
Vanessa: ¿Qué? - Preguntó de inmediato, mirándola con confusión.
Yulia: Aléjate. Esto está mal…
Y sin más salió del lugar, cerrando la puerta con brusquedad.
Tal vez Elena era una idiota, y se estaba comportando como una, pero Yulia no era como ella. Yulia no quería ser como ella.
Ella no podía cometer los mismos errores que Lena.
…………..
La morena sabía que Lena no podía verla. Las luces de su habitación estaban completamente apagadas, y la luna era cubierta por grandes nubes, así que ninguna luz podía revelar su presencia allí.
La veía sentada en la cama, abrazada a sus rodillas, mirando la pared fijamente, rasguñando la piel de sus pies, tal vez esperando que, de un momento a otro, Christian llegase a casa.
La vio temblar del miedo segundos después. Seguramente el hombre ya había llegado.
Estaba sufriendo.
Realmente lo hacía.
Sí, aun estaba enojada con Lena por dejarse manejar de tal forma, pero eso no quitaba el hecho de que sentía lástima por ella.
Lástima por haberse dejado manipular.
Lástima por ser tan manejable.
Lástima porque la chica, realmente, no quería eso.
Y lo decidió casi al instante.
Esa no era SU Elena, era cierto. Pero SU Elena estaba escondida en algún lugar, y ella estaba dispuesta a traerla de vuelta.
No porque no existieran otras chicas con las cuales ella pudiese estar, pues traer a la vieja Elena de vuelta no significaba seguir su relación.
Ella quería traerla de vuelta para que la pelirroja, simplemente, fuese feliz.
Porque ella merecía ser feliz después de todo lo que había pasado en su vida, aunque esta felicidad no significase estar a su lado ni volver a ser su novia.
Supongo que Yulia solo deseaba que aquella chica de tiernas expresiones tuviese una vida de verdad.
El hombre que había besado a Lena noches atrás interrumpió sus pensamientos tirando la puerta, haciéndola encogerse entre las sombras. Lena se levantó rápidamente de la cama cambiando su expresión temerosa por una completamente sensual, que sus ojos cristalizados se esforzaban por imitar.
Yulia no pudo seguir viendo cuando el hombre simplemente sujetó los hombros de Lena y la obligó a arrodillarse bruscamente.
Tenía que salvarla.
Definitivamente debía hacerlo, aunque estuviese enojada. Aunque le hubiese entregado su virginidad a aquel abusivo hombre solo porque su madre se lo había pedido.
Se metió entre las sábanas, golpeando su almohada, con el rostro de Christian reflejada en ella.
Yulia: Ella es una princesa, idiota. ¡Una reina! ¡Eres tu quien debería arrodillarse ante ella!
A la mierda el olvido, ella quería a Elena.
________________________________________________
CONTINUARÁ...
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
Elena Sonda- Mensajes : 57
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
Esperaba un buen regalo de navidad...
katina4ever- Mensajes : 280
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Esa mañana, Elena salió a correr con apenas una manzana y un litro de agua en el estómago. Llevaba ropa deportiva rosa, lo cual no era de su agrado, pero su madre le decía que debía vestirse femenina para Christian, así que simplemente lo hacía.
Llevaba al menos quince minutos de camino cuando escuchó una voz que le llamó la atención.
XX: ¡Elena! ¡Espera!
Era Alexandra.
Se sintió feliz de volver a verla y escucharla. Era bueno no tener que correr sola ni con un desconocido o desconocida. Además, también era bueno que quien corriera a su lado le cayera bien.
Alexandra: Pensé que no te vería más -Dijo sonriente, uniéndose a su trote. Su cola de caballo iba de un lado a otro junto con su ropa demasiado colorida- ¿Dónde fuiste?
Elena: Tuve un trasplante de corazón - Informó sonriente, mirándola. Realmente estaba muy feliz de reencontrarse con la chica - Al parecer es el último.
Alexandra: ¡Bien, Elena! ¡Te felicito! - Sonrió, abrazándola de inmediato con todas sus fuerzas. Elena la apartó con brusquedad - Lo siento, olvidé que los odias… Aunque cuando abrazaste a Normani… - Lena dejó escapar una risita, recordando el glorioso momento entre los pechos de la famosa- ¿Supiste lo de su nueva novia?
Elena negó de inmediato. Su madre le había prohibido hablar, escuchar o leer algo relacionado con las chicas.
Alexandra: Se llama Ramiro. ¡Ramiro! Es como… No puedes ser NOVIA de Normani y llamarte Ramiro. Es decir, Normani es tan Normani y Ramiro es… ¡UNA CHICA! ¡Y NO ES DINAH!
Elena: Creo que deberías respirar un poco, Alex.
Alexandra: Tienes razón -Coincidió, respirando hondo - ¡PERO ES QUE NO ES Dinah! -Grito desesperada.
Elena: Alex, creo que deberías calmarte…
Alexandra: ¡NO ME CALMO NADA, KATINA! ¡LA SEPARACIÓN DE CAMILA Y LAUREN ME TIENE MAL!
Elena: ¿Entonces en verdad se separaron?
Alexandra: ¡¿Qué?! ¡¿No lo sabes?! ¡¿Quién eres y que hiciste con Elena Katina?! -Se sorprendió, exagerando todo con su voz chillona y aún una sonrisa en el rostro - ¡¿Cómo es que no sabes que Lauren se enojó porque Camila se compró una gallinita llamada Anacleta que no dejaba ni para ir al baño?!
Elena: ¡¿Qué?!
Alexandra: Lo que escuchas…
Elena: ¡LA ÚNICA GALLINITA DE CAMILA ES LAUREN! ¡ELLA ES LA ÚNICA QUE PUEDE ACOMPAÑARLA AL BAÑO!… Estoy odiando a Anacleta.
Alexandra: ¿Todavía quieres que me calme? - Preguntó, elevando una de sus cejas.
Elena: Definitivamente no. Cuéntame más…
…………
Lena debió de haber hablado con Alex al menos durante diez minutos más, sin concentrarse en su trote, informándose de todo lo sucedido con su vieja banda favorita, cuando escuchó a una voz llamarla.
Una voz que conocía.
Una voz que hacía que su corazón se comportara como un corazón de mierda.
Una voz que la hacía sonreír.
La voz de Yulia Volkova.
Yulia: ¡Elena! ¡Elena! ¡Lena, Lenita!!!!
Se detuvo de golpe, dándose vuelta para mirarla. La chica estaba caminando hacía ella, sonriente, utilizando su uniforme de trabajo amarillo y una gorra colorida hacía atrás.
Alexandra: Creo que… será mejor que me vaya. Adiós Elena - Susurró rápidamente. Su diccionario mental identificó su tono de voz como atemorizado.
Yulia se acercó a ella en cuanto Alexandra se marchó corriendo a una velocidad impresionante, Lena reanudó su trote, Yulia de inmediato se integró a su ritmo.
Elena: Pensé que tenías que trabajar -Dijo evitando mirarla a los ojos. Luego de la noche anterior no se sentía capaz de volver a verla directamente sin sentirse una completa idiota.
Se sentía humillada.
Usada.
Controlada.
Y lo peor de todo esto es que no podía hacer nada para evitar sentirse así.
Yulia: Aún tengo media hora para llegar - Informó consultando su reloj.
Elena: Bien…
Yulia: ¿Por qué estabas hablando con Alex, Lena?
¿Estaba enojada?
Elena: Ella se acercó y simplemente comenzamos a hablar de Fifth Harmony… Ya sabes, mamá me prohibió escucharlas y ella… estaba poniéndome al corriente.
Yulia: ¿Te prohibió escucharlas? - Preguntó, ambas se detuvieron bruscamente. Yulia intentaba mirarla a los ojos. De repente, su extraño enojo parecía haberse marchado.
Elena: Sí - Afirmó - Dice que mi… “confusión” contigo fue debido a… Fifth Harmony. Ella cree que la relación de Lauren y Camila, los gustos de Normani por mujeres con nombre de hombre, el cuerpo de Dinah y el muy poco respeto por el espacio personal de Ally Brooke me afectaron un poco…
Yulia: ¿Y tu le crees? ¿Crees que lo que tuvimos fue solo… una confusión? -Parecía estar a punto de llorar.
Y simplemente no pudo evitarlo. Al ver sus facciones tristes y escuchar sus rotas palabras, solo pudo lanzarse sobre ella y abrazarla fuertemente, intentando decirle, sin palabras, que amaba verla feliz..
Suspiró.
La había extrañado.
Elena: Jamás le creería… Yo te amo, Yul. Estoy muy segura de eso - Susurró a su oído, con una lágrima descendiendo por su mejilla.
Yulia rodeó con sus manos el cuello de la chica, acercándola más a ella, los pulmones de Lena se llenaron de aire que fue expulsado al instante.
Su corazón palpitaba rápido, y una sonrisa se formó en sus labios.
Si pudiese elegir un lugar en donde estar para siempre, elegiría los brazos de Yulia Volkova.
Yulia: Te extrañe, Lena.
Elena: Y yo a ti, Yul.
Y aunque sabía que no era digna de recibir aquel abrazo luego de lo sucedido la noche anterior, Lena se mantuvo allí todo el tiempo que pudo.
……….
Elena: ¿Dónde fuiste anoche? - Preguntó antes de que Yulia entrara a la biblioteca. La había escuchado decir, segundos atrás, que había llegado diez minutos antes, por lo cual aquella pregunta aun tenía tiempo de ser respondida.
Yulia: Elena … yo…
El diccionario mental de la pelirroja le dijo que estaba nerviosa.
Yulia: Promete que no te enojarás… No hice nada malo… No completamente.
Elena: Lo prometo - Susurró arrugando su semblante, confundida.
Yulia: Iba a tener sexo con Vanessa - Confesó.
A los doce años, cuando aun jugaba Softball, Lena fue golpeada en la cabeza por una bola que había sido lanzada a una muy alta velocidad.
Al inicio se sintió mareada, desconcertada, fuera de lugar… No sabía que sucedía. No sabía dónde estaba. No sabía quien era. Era como estar en una incómoda burbuja.
Luego vino el dolor.
Un dolor taladrante y agonizante, que la hacía querer gritar fuertemente, pero a la vez se lo impedía debido a su desconcertante intensidad que amenazaba con dejarla inconsciente.
Así se sentía ahora.
Cayó sobre las escaleras de mármol en la entrada, sujetando su cabeza entre sus manos, chasqueando sus dedos y dejando a las lágrimas fluir.
“Iba a tener sexo con Vanessa”
“Iba a tener sexo con Vanessa”
“Iba a tener sexo con Vanessa”
“Iba a tener sexo con Vanessa”
“Iba a tener sexo con Vanessa…”
No conocía a Vanessa personalmente. En realidad, Yulia jamás le había dicho quien era. Decía que no era importante. Que ella jamás le prestaría ningún tipo de atención.
Y ahora…
Yulia: Lena…Lena… ¡Lena! -La llamó, arrodillada frente a ella, sujetando sus manos bruscamente. La pelirroja reaccionó el instante e intentando omitir el dolor lo suficiente como para prestarle algo de atención.
Elena: Tu… tu… - Tartamudeó.
No estaba enfadada.
Estaba herida.
Yulia: No lo hice…
Elena: ¿Qué? - Susurró, lágrimas recorrían su rostro, su mirada encontrándose con los ojos de Yulia antes de apartarla. No. No podía mirarla. Sus ojos habían quedado prohibidos en cuanto la había dejado ocho meses atrás.
Yulia: Verás, yo… Estaba herida. Cuando me dijiste que ya no eras virgen y te habías entregado a él solo porque tu madre te lo pidió, yo solo… Es decir, no me habría importado si la perdías como una nueva novia más alta que yo, rubia y de ojos azules que te hiciera feliz. Pero que lo hicieras con él… Con alguien que no amas… No lo sé. Pensé que te valorabas un poco más… Supongo que después de eso perdí el control, y estuve a punto de hacer algo realmente estúpido. Pero me di cuenta de que no podía hacerlo… No soy de esas, Lena.
La chica simplemente asintió.
Lo entendía.
Lo sabía.
Yulia no era de esas.
Yulia no era cualquiera.
Yulia no era una idiota.
Yulia no era ella.
Elena: ¿Es linda?
Yulia: ¿Quién? -La notaba confundida.
Elena: Vanessa…
La chica esperó unos segundos para responder.
Yulia: Lo es, no puedo mentirte, pero no más que tu… Además, una linda cara no es todo lo que me importa.
Elena: ¿Entonces…?
Yulia: Lo que en verdad me importa es que seas tu…
Y, sin decir más, la chica comenzó a alejarse, deteniéndose a unos pasos de la puerta para mirarla. Lena adivinó que su tiempo se acababa.
Yulia: ¿Crees que podrás ir al café a las doce? Estoy segura de que Sara y Allison te extrañaron. Puedes invitar a Jennifer si quieres.
Elena: Iré - Confirmó sonriendo, limpiándose las mejillas húmedas con el pulgar - Pero no se dónde está Jennifer.
………….
Elena no asistió al gimnasio durante la tarde, diciéndole a su entrenadora que tenía un fuerte dolor de estómago. Por supuesto, era una mentira.
Entró al café puntualmente con la mirada baja, usando una camisa amarilla pegada a su cuerpo y pantalones rosas que apenas le permitían caminar de lo ajustados que eran, además de unos zapatos tan altos que le lastimaban los pies. Odiaba esa ropa, pero Christian no, así que Inessa la obligó a usarla, al igual que el bolso deportivo rosa que tenía su cambio de ropa para el gimnasio, que no usaría ese día.
Yulia: ¡Elena! -La llamó desde la mesa del fondo, agitando su brazo en el aire, sonriente. Sara y Allison aun no estaban allí.
Caminó lentamente hacía Yulia, lastimándose los pies con cada paso, cayendo sobre la silla con un leve suspiro de alivio.
Yulia: ¿Sucede algo? - Preguntó dulcemente, intentando mirarla a los ojos.
Elena: ¿Por qué lo preguntas? -Quiso saber, evitándola.
Yulia: Caminas como si un tren te hubiese aplastado los pies…
Una débil risa escapó de sus labios de forma inconsciente.
Yulia: ¿De qué te ríes?
Elena:… Yul, si hubiese estado lo suficientemente cerca como para que un tren me aplastara los pies también tendría que haberme aplastado a mi porque la velocidad…
Yulia: Entiendo - Susurró, callándola con su voz dulce y melodiosa . Creo que fue una mala referencia… Lo que quiero decir es que estabas caminando bastante mal.
La pelirroja asintió, demostrándole que esta vez si había comprendido.
Elena: Estos zapatos me están hiriendo los pies - Confesó - Y esta ropa me da nauseas - Agregó.
Yulia: Debí suponerlo. Tu desprecio hacía el rosa no pudo haber cambiado en solo ocho meses.
Elena: A Christian le gusta que use estos colores. Dice que me hacen ver femenina.
Yulia: Pero a ti no te gustan…
Ella simplemente miró el suelo y negó lentamente. Odiaba esa ropa, esos colores…
Quería su ropa oscura de nuevo, al igual que sus tenis desgastados. Quería volver a tener todo lo que una vez había sido suyo y que nadie parecía poder modificar.
Quería volver a ser ella.
Yulia: ¿Por qué no te la cambias?
Elena: Ya te lo dije. A Christian le gusta que vista así… Además, mi madre desechó toda mi vieja ropa, y la nueva es muy incómoda. Y entre más incómoda y rosa es, más parece gustarles.
Yulia: Deberías dejar de pensar en lo que a ellos les gusta y pensar por ti misma… -Sugirió, y Lena estaba de acuerdo con esto - Y para hacerlo necesitas un cambio urgente.
Elena: ¿Qué quieres decir con esto?
Yulia: Espera. Llamaré a Sara.
………….
Mientras esperaban la llegada de la castaña-rubia, a quien Yulia había pedido prestada algo de ropa cómoda para Lena, la chica no pudo evitar sentir cierta inquietud en el interior de su ser.
Elena: ¿Eres virgen aún? -Escupió de repente.
Que no se hubiese acostado con Vanessa la noche anterior no significaba que no pudiese haberlo hecho los ocho meses anteriores a su regreso.
Yulia: Es una buena pregunta - Susurró, tomando una servilleta y una lapicera. Una gran sonrisa contagiosa plasmada en su rostro. Dibujó un gran círculo en la servilleta torpemente, la tinta de la lapicera se corrió un poco, formando lo que debió ser el peor círculo de la historia - ¿Ves el círculo? Es un círculo de vírgenes…
Elena: Creo que ya he escuchado esto antes… - Susurró, sonriendo.
Yulia: No me detengas. Estuve esperando a que alguien me preguntase esto por meses. Por favor no arruines mi sueño - Suplicó.
Elena: Está bien - Asintió, volviendo a prestarle atención, intentando sofocar una risita que amenazaba con salir de sus labios.
Yulia: Bien, ahora… - Dibujó un círculo más pequeño dentro - Estos son los chicos de dieciocho años con una pierna… Y en realidad yo no soy parte de ese círculo porque tengo dos piernas y soy una chica, pero tengo dieciocho, aunque eso no cambia nada - Explicó, tan rápido que tuvo que tomarse un tiempo para tomar una gran bocanada de aire - El punto es que estoy dentro del circulo grande, cerca de Augustus Waters, y bueno… Es lo más cerca que estaré de él en toda mi vida.
Elena: Bien -Rió- ¿Eso quiere decir que eres virgen?
Yulia: Sí, Lena. Si lo soy.
Elena: ¿Y dónde estaría yo, más o menos? - Preguntó, sabiendo ya que no habría un lugar dentro para ella nunca más, sintiéndose triste con esto al instante.
Yulia: Bien… Creo que… - Dibujó un pequeño circulo algo alejado de los otros - Creo que estarías acá. Estoy segura de que Augustus pondría en este lugar a las chicas no-virgenes sorprendentemente atractivas llamadas Elena Katina.
………………
Sara y Allison llegaron al lugar tomadas de las manos unos quince minutos después, la chica alta de inmediato le dió a la pelirroja una bolsa repleta de ropa que podría quedarle.
Sara: Ve a cambiarte -Le dijo, sin siquiera saludarla - Después nos abrazaremos y todo eso - Agregó sonriente.
……….
Salió del baño diez minutos después, todo su incómodo vestuario fue reemplazado con una vieja camiseta con la cara de Beyonce (¡Es Sara! ¡No se puede esperar nada distinto de ella!) deformada debido a su constante paso por la lavadora, unos pantalones holgados negros y cómodas zapatillas deportivas que, al ver las lentejuelas, dedujo eran de Allison.
Volvía a sentirse Elena Katina.
O una parte de ella.
Tal vez era solo Lena…
Sara: Dime que tiraste esos estúpidos zapatos rosas -Dijo en cuánto la pelirroja se sentó en la mesa, al lado de Yulia, el único lugar que la pareja le había dejado libre.
Elena: Los tiré… Y lo demás también - Afirmó, pues era cierto. Christian odiaba que Lena repitiera ropas a menos que fuesen sus favoritas, así que habrían acabado en el cesto de basura de todos modos - Gracias Sara.
Sara: Deberías agradecerle a Ally… No sabes lo difícil que fue deshacerme de esa camisa.
Allison: Tienes muchas otras camisas de Beyonce, amor… Además, esta está tan gastada que su cara parece vómito.
Sara: Pero…
Elena: Puedo devolvértela si quieres… No me importaría usar esa camisa verde con olor a sudor que estaba a su lado.
Allison: Tranquila, Lena. Estoy segura de que Sayonce puede vivir con eso.
Sara: Además, esa camisa verde era de Freddie y sería extraño que olieras a él…
Allison: ¿Freddie?
Elena: ¿Sayonce?
Yulia: Aliison inventó ese apodo para Sara porque ahora que es rubia parece su hermana gemela perdida - Informó entre susurros, regalándole una cálida sonrisa que Lena no vio.
Allison: Pensé que habías tirado toda su ropa, Sara…
Sara: Lo hice, pero encontré esa camisa bajo mi cama hace unos días y no sabía que hacer con ella…
Allison: ¿Por qué no la tiraste?
Sara: ¡No lo sé, amor! ¡No lo se! Lo siento..
Allison: No me hables. Estoy enojada.
Sara: Amor…
Allison:…
Sara: Amor…
Allison:…
Sara: Ally, soy Beyonce. No puedes ignorar a Beyonce.
Allison:…
Yulia: Creo que alguien se enojó, Sara -Dijo divertida.
Sara: Oh, por favor, cállate Yul.
Elena: ¿Jennifer?
Todas voltearon de inmediato hacia la dirección en la que la pelirroja estaba mirando, encontrándose con la pequeña y delicada figura de la chica sentada algo alejada de ellas, tomando una taza de humeante té.
Lena se levantó, ignorando todo lo que pudiese suceder a su alrededor, y caminó lentamente hacia su amiga, preguntándose si estaría enojada por haberla ignorado durante todos aquellos meses.
Elena: ¿Scott?
La pequeña se quedó paralizada unos segundos antes de elevar su mirada, sonriendo en cuanto vio a su amiga, Lena la imitó. Jenny de inmediato se lanzó a los brazos de la chica, ambas riendo ante el encuentro, demasiado concentradas en ellas mismas que no notaron que las demás personas en la cafetería las miraban.
Elena anhelaba tanto ese reencuentro que no tuvo la oportunidad de sentir rechazo ante el contacto.
Por fin Jennifer pasaba a la lista de personas que podía abrazar sin sentir deseos de alejar.
Jennifer: Te extrañé tanto, Katina - Sollozó. Ni siquiera se había dado cuenta de que estaba llorando.
Elena: Lamento no… lamento no haber hablado contigo. Mamá me lo prohibió…
Jennifer: Tranquila. Lo sé… Todo fue por Troy - Susurró alejándose, la sonrisa de sus labios acompañaba sus lágrimas de alegría.
Elena: ¿Troy?
Jennifer: Sí. Pensó que él… Bueno, que nosotros, seriamos una mala influencia para ti.
Elena: ¿Mala influencia? Es imposible. Troy está muerto -Allí estaba Lena “Directa” Katina.
Jennifer: No hablo de ese Troy - Aclaró, su sonrisa ensanchándose. Se alejó de ella unos instantes, agachándose frente a un cochecito colocado al lado de su mesa, sacando de allí a un pequeño bebé de no más de un mes de nacido con cabellos rubios y ojos cafés que la miraban fijamente mientras chupaba una de sus manitas hábilmente - Lena, te presento a Troy…
…………
Yulia: Entonces… cuando Troy murió…
Estaban todas reunidas a rededor de la mesa. Allison alzaba al pequeño Troy, que jugaba con los dedos de Sara, sentada a su lado. Ambas chicas habían logrado arreglar sus diferencias en menos de diez segundos de plática, lo cual fue increíblemente sorprendente para Lena.
¿Relación rápida y perfecta?
La respuesta siempre será SAlly.
Jennifer: Yo ya estaba embarazada - Confesó con una sonrisa, tomándose unos minutos para limpiar la baba alrededor de la boca del pequeño, para que solo segundos después volviera a estar en las mismas condiciones-… Troy y yo hicimos el amor unas… seis veces… antes de que el muriera. No nos cuidamos porque… El estaba muriendo, así que protegernos no era nuestra prioridad… No supe de él hasta un mes luego de que te fueras, Lena.
Elena: Justo cuando mi madre me prohibió hablar contigo…
Jennifer: Exacto. En cuanto mi padre se lo notificó ella me prohibió cualquier tipo de contacto contigo… ¡Incluso señales de humo! Lo siento, Katina, pero tu madre está loca…
Lena simplemente rió. Tal vez era cierto.
Yulia: ¿Y por qué no te acercaste a nosotras? Sara, Allison y yo seguíamos acá…
Jennifer: Fue un embarazo difícil, Yul. En realidad, no pude salir del hospital hasta hace poco - Explicó. Lena le rodeó la cintura de su amiga con sus brazos toscamente, intentando darle con este los miles de abrazos que durante esos ocho meses no había podido regalarle- Este pequeño dio más problemas de los que podría pensarse… Pero estoy realmente muy feliz de que esté acá conmigo… Él me hace sentir llena de nuevo.
Elena: Se parece mucho a él -Le susurró, mirando fijamente al pequeño, que intentaba devorar los enormes dedos de Sara- Tiene tus ojos, y tal vez tu nariz… Pero es tan parecido.
Jennifer: Lo sé… Supongo que Dios quiere hacerme entender que él no se ha ido del todo.
Elena: Tal vez - Murmuró.
…………
La morena y las chicas debieron irse pocos minutos después para reiniciar con sus actividades laborales, diciendo que repetirían aquellos encuentros todos los domingos, a lo cual Jennifer no aceptó pues debía asistir a misa, por lo cual cambiaron la fecha a los viernes.
La chica de la ventana y ella se prometieron silenciosamente una charla durante la noche.
Lena, Jennifer y el pequeño Troy fueron los únicos del grupo que permanecieron allí.
Jennifer: ¿Estás mejor, cierto?… Es decir… ¿Tu trasplante funcionó? - Preguntó mientras intentaba amamantar al pequeño Troy sin que las demás personas alrededor vieran demasiado.
Elena: Sí… No tengo un ataque desde hace seis meses - Informó más que feliz.
Jennifer: ¡Bien! Supongo que eso debería ir a tu libro de records…
Elena: ¿Mi libro de records? Jenny, yo no tengo un…
Jennifer: No hablo en serio.
“Puedes tener miles de corazones nuevos, pero jamás dejaras de ser una idiota”
Esa voz otra vez…
Había estado más de cinco meses sin escucharla. Sin llamarse idiota a sí misma.
Supongo que la rutina estaba regresando.
Jennifer: ¿Katina? ¿Estás allí?
Elena: S…sí. Lo siento, Jen.
Jennifer: ¿Sucede algo?
Elena: Nada.
Nada que realmente puedas entender.
Nada que realmente quiera contar.
Nada que realmente necesites saber.
Jennifer: ¿Cómo están las cosas entre tu y Yulia?
Elena no le había contado a la chica sobre el beso entre Yulia y Arthur, pero si de su separación. No se lo contó porque no había necesidad de que el recuerdo de Yulia Volkova estuviese manchado en la mente de los demás.
Elena: Supongo que bien… Somos amigas.
La palabra dolía.
Dolía porque no quería ser solo su amiga.
Dolía porque era la verdad.
Jennifer: ¿Amigas?
Elena: Tengo novio, Jennifer…
……..
Jennifer: Eres una idiota, Katina - Murmuró enojada luego de escuchar cada una de sus palabras mientras recostaba al pequeño Troy en su cochecito y pedía una segunda taza de té. Elena, por su parte, solo había bebido unos cuantos sorbos de agua- ¿Por qué no solo te negaste y…?
Elena: Sé que soy una idiota… Pero no quería más insultos ni más golpes, Jen. No quería eso.
Jennifer: Y a cambio tuviste humillación, perdiste tu virginidad, la capacidad de controlar tu vida, a Yulia… Te perdiste a ti misma, Katina.
Elena: Si lo dices así, suena terrible…
Jennifer: Lo es…
…………
Luego de que Jennifer se marchara, demasiado enojada como para seguir hablando con ella, Lena permaneció allí, pidiendo una ensalada que de la cual solo planeaba comer la mitad.
Estaba pensando.
En lo tonta que había sido…
En lo bajo que había caído…
En como se había perdido…
Todo porque era una cobarde.
Todo porque tenía miedo de enfrentar a su madre.
Todo porque era una idiota.
Se mantuvo pensando e insultándose durante al menos cinco minutos más, apenas llevándose una rebanada de tomates a la boca, hasta que algo en el noticiero transmitido en el televisor del local le llamó la atención.
A pesar de que la entrevistadora, era algo guapa, no fue ella la que le hizo mirar.
Periodista:… A continuación, un vídeo del evento en alta calidad grabado por nuestros más prestigiosos camarógrafos hace pocas horas atrás.
Lo primero que notó fueron cinco chicas que reconocería en cualquier parte, con sus ropas casuales y sus extrañezas, que las hacían perfectas.
Un chico tímido se levantaba entre la multitud, sosteniendo, tembloroso, un micrófono.
XX: Ho…hola. Soy Erick… Qui… quiero saber si… si Camren sigue siendo re… re…. real…
Silencio.
Lena se sentía en el lugar de la entrevista, frente a ellas. Estaba tan nerviosa por escuchar como el chico y las demás personas que habían estado allí.
Camila: Sí… Aún lo es ovejitas salvajes. Estamos juntas aún. Nos amamos aún - Confesó, con sus ojos brillando y una sonrisa dibujándose en sus labios perforados.
Erick: ¿Có…como? Pensé que esta… estaban separadas.
Lauren: Lo estábamos, Erick… Pero cuando hay amor, supongo que todo el rompecabezas siempre vuelve a unirse.
Camila: Awww, gallinita, amo cuando usas palabras de citadino…
Lauren: Y yo te amo cuándo dices citadino…
Elena rió. Su amor era tan… real. Cualquier estúpido lo notaria.
Normani: Yo amaba a Anacleta…
Dinah: ¡Solo porque toleraba el olor de tus pies!
Ally Brooke: O porque secretamente tenías intenciones de violarla…
Lena casi escupió el trozo de lechuga que se había llevado a la boca segundos antes.
Erick: ¿Qué… que paso con Anacleta?
Camila: Bien, cuando mi gallinita Lauren se fue de nuestro gallinero pensé que Anacleta podría ocupar su lugar en el nido de mi corazón. Pero me equivoqué… Me di cuenta de que la única gallinita con la que quiero compartir nido es Lauren Jauregui… Y el caldo de Anacleta fue bastante bueno.
“Bien. Anacleta tuvo su merecido”
Erick: ¿Y qué…qué te hiz… hizo regresar con… con Camila, Lauren?
Lauren: Fue mientras observaba mi mano tatuada y me encontré con la letra “K”. Ella había venido a mi pidiéndome perdón, pero yo me negué porque tenía que hacerme la difícil y todo eso. Pero luego, cuándo vi eso en mi piel, pensé en su culo. Y sí, se que culo no se escribe con “k”, pero si piensas en culo tienes que estar pensando en Camila Cabello. ¿Acaso no la han visto?… El punto es que me di cuenta de que Cabello era mi tatuaje, y de que, por más que lo intentara, no iba a poder deshacerme ni de ella, ni de su recuerdo, ni del amor que siento por ella…
Camila: Awww, gallinita - Chilló, acercándose para abrazarla amorosamente, tal vez demasiado fuerte, rozando los piercings de su nariz contra el cuello tatuado de su esposa para hacerle cosquillas.
Normani: Tanto amor me da ganas de vomitar…
Dinah: Eso lo dice la novia de Ramiro la mujer…
Ally Brooke: Oh, Ramiro, te amo. Hazme tuya princesa Ramiro -La imitó, tocándose descaradamente frente a la cámara, intentando actuar una escena entre Normani y su novia.
Normani: ¡Por mis olorosos pies, Ally! ¡Si no te detienes voy a colocarte mis chanclas en la cara! - Amenazó, quitándose una olorosa chancla.
Ally: Ramiro, princesa, más abajo -Gimió.
Normani: ¡Me harté!
Y la grabación finalizaba cuando las chanclas de Normani se colocaban frente al rostro de Brooke.
Lena suspiró, agitando su cabeza para salir del transe. Era extraño como a veces podía perderse en cosas tan simples como ver televisión.
Y lo supo.
Supo que, como Camila para Lauren, Yulia estaba tatuada en ella. No en su mano, pero sí en su corazón.
Y sí, Yulia llevaba “K” no de culo, pero su culo era tan perfecto como el de Camila, así que si piensas en culo también debes estar pensando en Yulia Volkova.
Como había dicho Lauren, por más que lo intentara, no iba a poder deshacerse ni de ella, ni de su recuerdo, ni del amor que sentía por ella.
Iba a recuperarla, costara lo que costara.
Pero primero tenía que alejarse de su madre… y de Christian.
Se distrajo cuando la Periodista volvió a salir en pantalla.
Periodista: Ally Brooke, famosa integrante de Fifth Harmony, fue ingresada al hospital con carácter de urgencia hace pocas horas debido a una posible inhalación de gases tóxicos. Sus familiares y fans han expresado sus mejores deseos para la artista en twitter, usando el hashtag #PrayForBrooke. Más información a continuación.
“Pobre Ally” Pensó Lena antes de pagar lo poco que había consumido y salir a toda prisa del lugar.
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CONTINUARÁ...
FELIZ NAVIDAD A TOD@S
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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A Fati20, Elena Sonda y a Veroska les gusta esta publicaciòn
Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Yulia llegó a casa de bastante buen humor. Su charla con Lena, su reencuentro con Jennifer, el haber conocido al pequeño Troy y haber disfrutado de una reunión sin tener que soportar los constantes besos, toqueteos y otras cosas de Sara y Allison que habían convertido su día en un muy buen día.
Luego de cambiarse el uniforme por ropa mucho más cómoda se sentó frente a su ventana, completamente agotada, esperando la llegada de Elena al lugar.
Quería hablar con ella.
Lo necesitaba.
No tardó mucho tiempo en darse cuenta de que la chica ya estaba en casa.
XX: ¡¿QUÉ HACES VESTIDA ASI?! -La voz de Inessa era tan alta que traspasaba las paredes y llegaba a sus oídos. Tal vez estaba en el corredor de la parte superior, o en medio de las escaleras, armando el escándalo del siglo- ¡¿DÓNDE ESTÁ TU ROPA?! ¡ESTA NO ES LA ROPA QUE UTILIZA UNA MUJER, ELENA!
Las respuestas de Elena eran imperceptibles. Tal vez porque estaba susurrando. Tal vez porque no las daba.
¿Quién sabe? Solo Lena …
Inessa: ¡¿CUÁNTAS VECES MÁS TENGO QUE HABLAR CONTIGO SOBRE ESTO?!… ¡RESPÓNDEME, ELENA!
Silencio.
Inessa: ¡VE A TU HABITACIÓN! ¡TE QUIERO ABAJO A LAS SEIS! ¡Y BIEN VESTIDA!
Y así fue como la discusión finalizó.
La chica de la ventana entró a su habitación diez minutos después, limpiándose las lágrimas con el dorso de su muñeca, tomando ropa de su armario antes de ir al baño a una velocidad impresionante y salir minutos después con unos shorts que debían de ser dos veces menos su talla y una camiseta tan ajustada que Yulia podría haber detallado sus costillas.
Elena: Hola - Saludó caminando hacia la ventana, cabizbaja, con lágrimas aun cayendo por sus mejillas. Yulia no sabía cuando Lena había notado su presencia allí, pero estaba feliz de que lo hubiese hecho.
Yulia: ¿Qué sucedió? - Preguntó completamente preocupada, queriendo saltar la distancia entre ambas ventanas y correr a abrazar a la pelirroja hasta que sus brazos cayeran.
Elena: Lo de siempre - Respondió encogiéndose de hombros, mirando un punto en el cielo, como si verdaderamente estuviese hablando con una nube y no con la morena - Ya lo sabes, si no uso ropa femenina soy menos mujer para ella… Y si soy menos mujer, Christian no me quiere.
Yulia: ¿Y tu le crees? - “¡MÍRAME, KATINA!”
Elena: Supongo que tengo que hacerlo - Contestó encogiéndose en hombros - Es mi madre.
Yulia: Es tu madre, y una estúpida en mi opinión… Lo siento, pero es lo que pienso… Es decir - Respiró hondo, intentando poner sus pensamientos en orden y olvidar por un par de segundos su odio hacia Inessa - Existen muchas mujeres en el mundo, Lena. Unas son rubias, y otras tienen ojos alargados. Unas tienen uñas tan grandes como garras y otras tan cortas que apenas podría decirse que hay algo más que piel en sus dedos. Unas perdieron un seno luchando contra el cáncer, y otras jamás han sufrido absolutamente nada en su vida. Algunas se casan con hombres millonarios en busca de fortuna, otras se casan con el hombre perfecto y algunas, como yo, Sara, Allison, Lauren, Camila y un montón de chicas más en este mundo, prefieren buscar el amor en una estructura física más delicada y suave, y en un corazón más tierno junto a facciones más delicadas… Pero todas seguimos siendo mujeres igualmente. No eres ni más ni menos mujer que tu madre, que yo, que la presentadora de farándula en la televisión, que aquella chica que está intentando perder peso o que aquella soldado que ahora mismo está peleando en una guerra. Todas somos iguales, Lena… Y vestir algo cómodo no va a cambiar esto, por mucho que tu madre lo crea…
Elena: Tal vez tu deberías ser mi madre -Se burló, sonriendo débilmente, limpiando finalmente una última lágrima.
Yulia: No… Si lo fuese no podría estar tan perdidamente enamorada de ti.
…………
Estaban hablando sobre temas tan poco serios que un niño de tres años se habría burlado de ellas por ser tan infantiles, y Yulia no pudo evitar dejar salir la pregunta que tenía entre los dientes desde que Lena le había confesado que no era virgen.
Yulia: ¿Dolió?
Elena arrugó su semblante.
Elena: ¿Qué cosa? - Preguntó con confusión.
Yulia: Tú… tú primera vez -Sus mejillas se sonrojaron, y se vio obligada a mirar sus propios dedos fijamente, intentando que el calor en sus mejillas disminuyera.
La chica de la ventana tardó en responder, como si estuviese pensando la pregunta o recordando el momento.
Cuando Yulia volteó a mirarla, vio tristeza en su rostro cabizbajo.
Elena: Dolió… Mucho… Yo… Yo no quería, Yul. Jamás quise… Pero mi madre… Él lo quería, y mamá solo se fue un día cuando mi padre aún estaba trabajando y mis hermanos en la escuela… Y él… Él solo… Me obligó a hacerlo… Dijo que las… que las novias hacen eso. Y yo… no podía huir, Yul. Y no fue… no fue ni un poco delicado… Él solo quería un lugar donde meter su pene y… No me gustó ni un poco. Ni siquiera me gusta ahora, cuando se supone que debo haberme adaptado y… Me siento sucia… Siempre… No es bonito, Yul. No se siente como se supone que debería sentirse…
Y entonces la furia se apoderó de su cuerpo cuando Elena terminó de hablar, las uñas de sus manos se clavaron en la piel de sus palmas. Quería golpear a Christian. Quería ahorcarlo. Quería cortarle su estúpido miembro con una hoja de papel y hacérselo tragar. O mejor aún: abusar sexualmente de él hasta que se sintiese tan sucio e irrespetado como Lena se había sentido durante el tiempo en el que había estado con él.
Habría dado todo lo que tenía porque la chica no hubiese pasado lo que tuvo que pasar con ese hombre, incluso la posibilidad de tener un futuro junto a ella.
Yulia: ¿Y qué sucede si un día no quieres estar con él? ¿Qué pasa si, por un día, no quieres sentirte tan estúpidamente usada?
Elena: No lo sé. Jamás le he dicho que no quiero. Jamás me he negado… Tengo miedo - Confesó, y una lágrima resbaló por su mejilla - No quiero que se enfade… No quiero sufrir más de lo que ya lo hago.
Yulia: ¿Elena? ¿Realmente crees que podrías sufrir más de lo que ya lo haces?
Elena: No lo sé.
Y esto era lo que realmente creía, Yulia lo vio en sus ojos.
Y es que Elena Katina, simplemente, era bastante mala imaginando. Yulia lo sabía. Lo sabía porque la amaba. Y por eso su mente no podía crear imágenes de algo peor.
Elena: Quiero dejarlo, Yul…
Fue casi como un pequeño y reconfortante rayo de sol atravesando millones de frías y estúpidas nubes de tormenta.
Fue como un cálido abrazo entre los golpes.
Fue como un dulce beso entre mordidas.
Yulia: ¿Qué dijiste? -Necesitaba oírlo de nuevo. Confirmar que no tenía un serio problema de audición.
Elena: Dije que quiero dejarlo.
Silencio. No uno incómodo. Uno reflexivo.
Yulia: ¿Cómo lo harás? -Si bien se escuchaba fantástico, era poco probable.
Elena: No estoy segura - Contestó rápidamente, encogiéndose en hombros-… De lo único que estoy realmente segura es de que te amo, y sé que fui una idiota, y que tal vez aun lo soy, pero voy a recuperarte, porque no me gustaría que estuvieses con alguien más que no fuese yo… No lo sé. Sé que existen muchas mejores, pero… Ellas son buenas para ti y ya. Yo, en cambio, lo intento. Intento ser lo suficientemente buena. Lo suficientemente atenta. Lo suficientemente dulce… Nadie jamás intentará como yo ser todo lo que necesitas. Creo que eso demuestra cuanto te amo…
Yulia: Yo también lo creo…
………….
A las seis, Elena bajó a cenar tal y como su madre se lo había exigido, usando ropa corta de nuevo. Yulia, en cambio, aprovechó el momento para bajar a cenar junto a su familia.
No vería a la pelirroja por un muy largo rato.
Larissa: ¿Lo sabes, verdad? - Preguntó repentinamente a mitad de la cena. Yulia no comprendió la pregunta del todo.
Yulia: ¿Saber qué?
Larissa: Que ella volvió…
Silencio.
Yulia: Sí. Lo sé…
Jhonathan: ¿Y te sientes…? ¿… Estás bien?
Yulia: Supongo…
Jhonathan: Ella está con alguien más ahora… Supongo que también lo sabes - Informó acariciando sus brazos dulcemente, intentando darle consuelo.
Yulia: También sé que él es un idiota - Murmuró enfadada, recordando su charla con Lena durante la tarde, apretando con fuerza los cubiertos entre sus manos, intentando controlarse y no salir de casa para golpear la puerta de los Katin hasta que el estúpido Christian diera la cara.
Larissa: Hija… -La llamó preocupada, tomando los cubiertos de sus manos, Yulia relajó sus dedos de inmediato, cuando la furia iba disminuyendo.
Yulia: Estoy bien - Aseguró -… Es solo que… hablé con ella ¿Bien?… Hablé con ella y me contó lo sucedido. Me dijo por qué se fue, y por qué está saliendo con ese hombre. Me contó lo estúpido que él es… Y sé que tal vez yo también soy una estúpida, porque ella me rompió el corazón y todo eso, pero estoy enamorada de ella. Y sé que ella aún lo está de mi. Y en la primera oportunidad que tenga para recuperarla lo voy a hacer…
Jhonathan: Yul, esto no está bien - Susurró, intentando mirarla a los ojos para hacerle comprender su punto de vista.
Yulia: Lamento ser grosera, pero tengo dieciocho años, y creo que soy lo bastante mayor como para saber si algo me hará bien… O para cometer mis propios errores… Ahora, creo que deberían dejar de hablar de mi, Elena Katina y el idiota de su novio y preguntarle a Viktoria que tal le fue en la escuela…
Viktoria: Le enseñé matemáticas a un niño lindo -Se apresuró a notificar.
……….
Subió a su habitación minutos después, encontrándose con algo… alguien, en realidad… que no esperaba estuviese allí.
Yulia: ¿Elena? - Preguntó preocupada al verla sentada frente a su desorganizada cama, con la cabeza entre las piernas, llorando desconsoladamente mientras chasqueaba sus dedos y sufría leves temblores que recorrían todo su cuerpo.
Elena: Yo… él… yo -Intentaba explicar, ahogándose en llanto con cada palabra.
Yulia: Shhh, Lena. Tranquila - Susurró acercándose, sentándose frente a ella y tomando sus manos entre las suyas. El sonido se detuvo y una gran fuerza obstruia la circulación de sangre en sus dedos - Todo está bien.
Pero Elena negó, y Yulia supo que algo realmente muy, muy, muy malo había sucedido.
………
Luego de quince minutos, la chica apenas se había tranquilizado un poco.
Se ahogaba con sus lágrimas, y sus mejillas estaban completamente húmedas.
La morena se sentía impotente.
Solo podía secar sus lágrimas, sujetar sus manos y decirle de vez en cuando que todo estaría bien antes de que la chica negase esto de nuevo.
Sabía que no debía abrazarla. Abrazarla significaba sofocarla aun más, pero tenía tantos deseos de hacerlo… Sofocar su llanto con un beso. Decirle sin palabras que todo está realmente bien. Que todo, a su lado, aunque estuviesen en el centro de una gran explosión, estaba bien.
Supongo que, si hay amor, todo está bien.
… O, al menos, eso es lo que dicen, y esto era lo que Yulia había escuchado durante toda su vida.
Yulia: Necesito que te tranquilices, Lenita - Susurró acariciando sus manos dulcemente.
Pero el llanto persistía.
Yulia: Lenita, esto realmente no le hace bien a tu corazón. Necesito que pares de llorar -Casi Suplicó.
Sabía que si la chica continuaba derramando lágrimas por sus hermosas mejillas ella también lloraría… ¿Y quién sería fuerte por ellas cuándo ambas estuviesen destrozadas?
Yulia: Será mejor que bajemos - Susurró, intentando levantarla del suelo, lográndolo, Elena de inmediato se apoyó en su hombro para seguir derramando lágrimas - Algo de agua y un lugar más ordenado te ayudarán.
Y silenciosamente ambas salieron de allí, Elena llorando sobre el hombro de la chica, Yulia intentando consolarla sin lograrlo.
La sentó sobre el sofá, buscando agua en la cocina con rapidez. No logró que ella la tomara.
El llanto continuaba.
Yulia: Elena, por favor… No llores - Suplicó con la voz rota, su corazón se estrujaba al ver sus ojos rojos e hinchados, de un color gris pálido que solo adquirían cuando estaba realmente triste, y su nariz también roja debido al llanto, además de sus mejillas humedecidas y su labio tembloroso - Por favor, mírame…
Y lo hizo.
Habían evitado hacerlo desde el reencuentro, pero Yulia conocía el poder de las miradas, y esa noche Elena necesitaba que un par de ojos azules le dijeran que todo estaba bien.
Y es que las miradas calman, agitan y excitan. La morena sabía que las miradas podían hacer preguntas y dar respuestas. Sabía que podían dar miedo o consuelo. Sabía que podían hacer reír o llorar, o que podían ser nada y a la vez todo.
Yulia conocía el poder de las miradas.
Yulia sabía que su mirada podía calmar a Elena Katina.
No se equivocaba.
Yulia: ¿Mejor?
Elena: Supongo - Susurró limpiando sus lágrimas con el borde de su muñeca, tal y como una pequeña y adorable niña, aspirando audiblemente con su nariz - Y lo siento -Se disculpó, encogiendo sus piernas y colocando estas sobre el sillón antes de abrazarse a ellas - Mi idea no era llorar hasta que mis lagrimales picaran.
Yulia: ¿Te duele la cabeza? -Le preguntó colocando un mechón de su rojo cabello tras su oreja. Ella había llorado así cuando su abuela había muerto, y sabía que derramar esa cantidad de lágrimas dejaba un dolor bastante molesto durante horas. También sabía que Lena no lo diría si no se lo preguntaba.
Elena: Un poco - Contestó en voz baja y rota, limpiando sus mejillas de nuevo.
Yulia: Buscaré algo. Espérame acá…
Elena: ¿Y qué pasa si tus padres vienen?
Yulia: Son padres, estoy segura de que ya están dormidos.
Y sin más se fue hacía la cocina.
Buscó una píldora para el dolor de cabeza y preparó un té para su ex-novia, sabiendo que este la calmaría un poco. Al menos, esto era lo que siempre hacían los protagonistas de sus libros favoritos.
Y de repente lo recordó…
Recordó el beanie morado que Lena había dejado en el suelo antes de marcharse. Recordó dónde estaba cuidadosamente guardado (En el último cajón, junto a sus calcetines) y decidió ir a buscarlo apresuradamente, como si la prenda de ropa viniese al cuento en ese instante. Como si importase más que el dolor de cabeza y el llanto de la pelirroja.
Bajó segundos después, y volvió a entrar a la cocina para llevar a la pelirroja la píldora, el té y el beanie.
Yulia: Tómatelo todo -Casi le exigió, entregándole el té.
Elena: Gracias -Sonrío débilmente.
Y justo allí, al verla sonreír apenas elevando una de las comisuras de su labio, decidió que era el momento. Colocó el beanie sobre la cabeza de Lena, viendo sus grises ojos confundidos.
Elena: ¿Qué es…? - Preguntó curiosa, quitándose el beanie de la cabeza, mirándolo fijamente con una verdadera sonrisa en el rostro durante algunos minutos. La que quería ver… Tal vez el beanie si tenía que ver. Tal vez Yulia quería esa sonrisa, y sabía que la única forma que tenía para encontrarla era de esa manera -… ¿Por qué lo conservaste?
Yulia: ¿Por qué no?
Al parecer, fue un argumento bastante bueno para la chica de la ventana, pues simplemente se encogió en hombros, sonriendo de nuevo antes de colocarse el beanie morado que tantos recuerdos guardaba, sobre la cabeza de nuevo.
Yulia: ¿Cómo llegaste a mi habitación? - Preguntó sentándose a su lado en el sofá, mientras la chica aún tomaba su té caliente.
Elena: Solo salí corriendo por la puerta trasera y busqué la escalera… Estaba en el suelo, y tenía algo de moho… Pero eso no me impidió llegar a ti. Jamás nada me impedirá llegar a ti.
Y Yulia supo que esta había sido una promesa.
………….
Lena había regresado a su casa minutos después de terminar de beber su té, argumentando que si se quedaba más tiempo terminaría dormida en el sofá y los padres de Yulia la verían.
La pelinegra intentó persuadirla de quedarse. Aun había una habitación libre y la mitad de su propia cama, además aquella también era su casa y Elena estaba siempre invitada a ella a pesar de todo, pero la chica se negó, diciéndole que su madre se enojaría si no la encontraba en su habitación. Pero la chica no se rindió ante esto, insistiendole que si regresaba tal vez Christian querría tener sexo con ella y no la dejaría descansar, pero la chica de la ventana solo le dijo que Christian no estaría en casa esa noche antes de descender por las escaleras con una mirada triste.
La chica se marchó sin explicarle el motivo de su llanto.
…………
Al día siguiente, luego de una jornada de trabajo normal, Yulia decidió utilizar esa escalera con la que había alcanzado la ventana de Lena muchos meses atrás.
La chica tenía razón. La escalera estaba vieja, repleta de moho, húmeda, sucia y astillada en algunas partes, pero cumplía su función de permitirle llegar a la ventana de su vecina, y eso lo valía. Incluso electrificada habría valido la pena subirla.
Encontró a Elena tomando clases de latín por internet cuando se adentró en su habitación.
Yulia: Hola - Saludó levemente.
Pero la pelirroja no advirtió su presencia. Estaba demasiado concentrada en sus clases. Demasiado concentrada en la pantalla.
Su mente estaba ocupada.
Y ella quería llamar su atención, porque necesitaba mirarla a los ojos, hablar con ella y preguntarle si estaba mejor.
Yulia: Adivina quien soy - Susurró a su oído, colocando sus manos sobre los ojos de la chica. Esta no se sorprendió ante esto a pesar de todo. Tal vez estaba tan familiarizada con ella que había perdido la capacidad de sorprenderse.
Elena: La chica más hermosa del planeta, supongo… -Definitivamente la enorme sonrisa en su rostro confirmaba que estaba mucho mejor que la noche anterior.
Yulia: ¿Megan Fox?
Elena: No…
Yulia: ¿Lana del Rey?
Elena: No…
Yulia: ¿Ashley Greene?
Elena: Tienen cierto parecido…
Yulia: Supongo que me rindo.
Elena: Eres tu - Susurró, y no había ni un toque de broma en su voz cuando volteó a mirarla junto con la silla, apartando las manos de la chica de su cara.
Yulia suspiró y sonrió, mirando sus ojos, que volvían a ser tan verdigrises como antes.
“Como antes…”
“Como antes…”
“Como antes…”
“No como ayer…”
Yulia: ¿Por qué llorabas ayer?
“Genial, Yulia. Que sutileza”
Lena suspiró audiblemente, desviando su mirada al suelo y derramando un lágrima antes de responder.
Elena: Voy a casarme, Yul…
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CONTINUARÁ...
La sutileza de Elena me agobia!!!!
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Elena observó las facciones de la chica de la ventana deformarse de inmediato. Una risa desesperada y algo maniática brotaba de sus labios.
Yulia: Estás jugando ¿Verdad? - Preguntó, la risa continuaba.
Lena frunció el entrecejo. Claro que no estaba jugando.
Se levantó lentamente, colocándose frente a Yulia, sujetando sus manos antes de mirarle a los ojos, intentando pedirle perdón por no ser ni poder hacer lo que realmente quería.
Ella quería ser libre.
Ella quería besarla.
Elena: Lo siento - Susurró con tristeza.
Y Yulia simplemente se lanzó sobre sus brazos, envolviéndola fuertemente, escondiendo su cabeza en su cuello, sus eran lágrimas frías y chocaban contra su piel.
Esto le rompió el corazón.
No en el sentido literal, porque los corazones no pueden romperse así como así, pero el dolor que sintió fue como ese. Como el dolor que debe sentirse cuando verdaderamente te rompen el corazón.
Yulia: ¿Por qué? - Sollozó contra su hombro.
Escuchar sus palabras ahogadas acrecentó su dolor. Si antes su corazón se había roto, ahora estaba triturado.
De nuevo, no literalmente.
Elena: No lo sé…
Yulia: Pero tienes diecinueve - Chilló.
Elena: A mi madre no le interesa esto.
Yulia: Pero… tu… tu… ¿Por qué aceptaste?
Elena: Él solo me lo pidió, Yul… No tuve tiempo de responder. Mi madre aceptó por mi.
Yulia: Pudiste haberte negado - Susurró, aferrándose a la parte trasera de la ajustada camiseta de Lena con fuerzas, como si no quisiera dejarla marchar.
No es que quisiera irse a alguna parte.
Elena: No habría valido de nada. Ellos no me escuchan, Yul… Ellos me ignoran. Es como si no estuviese con ellos.
Yulia: Podrías intentarlo…
Elena: No lo creo. Mi madre es tan controladora que me detendría incluso antes de pensarlo.
Yulia: No te rindas -Casi suplicó, aun contra su cuello.
Elena: Realmente lo siento, Yul…
Yulia: No me llames Yul si vas a rendirte -Le reprochó, apartándola bruscamente. Lena sintió el impulso inmediato de correr a abrazarla cuando vio sus ojos hinchados y sus mejillas húmedas, pero se detuvo cuando su diccionario mental detectó enojo en sus facciones.
Elena: Por favor, no me odies…
“Por favor. Por favor. Por favor. Si nos odia será tu culpa, idiota”
Yulia: No podría odiarte - Sollozó sentándose sobre la cama de Lena y mirándola fijamente a los ojos. La pelirroja pudo jurar que pudo sentir el dolor de la chica en su interior con solo este gesto - Pero estoy decepcionada de que realmente no hagas nada para evitar esto… Ayer me dijiste que ibas a dejarlo… Y hoy… hoy me dices que vas a casarte con él.
Lena suspiró con tristeza y se acercó a ella, arrodillándose y mirándola a los ojos. Tal vez no lo merecía. Tal vez no merecía sus ojos sobre los suyos. Pero los necesitaba. Los necesitaba para no derrumbarse junto a ella.
“Eres una idiota, Elena. Mírala. Está llorando. ¡ESTÁ LLORANDO PORQUE NO ERES CAPAZ DE HACER NADA POR ELLA! ¡ERES UNA…!”
Sus pensamientos se detuvieron cuando sintió las manos de Yulia sobre las de ella. Involuntariamente, sus dedos habían comenzado a chasquear.
Yulia: ¿Cómo te lo pidió? -Le preguntó tristemente- Dime que te regaló flores y te dio la mano antes de arrodillarse y ofrecerte el anillo como si fueses la mujer más hermosa en el planeta. Dime que te miró fijamente a los ojos, y que sus manos temblaban. Dime que su lengua se trabó al preguntártelo. Dime que te dio un largo discurso de dos horas diciendo todo lo que ama de ti… Dime que ese hombre te dio la mirada de un hombre enamorado… Y supongo que, si hizo todo esto, tendré que dejarte ir.
Pero Lena suspiró, porque simplemente Christian no había hecho nada de eso. Y porque no quería que Yulia la dejase marchar.
Elena: Él solo… Bajé a cenar ayer, y él, como siempre, se dedicó a tocarme el trasero hasta que mamá puso la mesa. Luego nos sentamos, pero él apenas tocó su comida. Sé que estaba mirando mi escote. Lo vi… Y luego solo dijo que nos casaríamos en diciembre, y le exigió a mi madre que comenzáramos a buscar un lindo y sexy vestido, fuese cual fuese el precio… Y mi madre comenzó a hablar como una loca sobre un vestido que había visto meses atrás en Nueva York, y que deberíamos invitar al menos quinientas personas… Como verás, no me lo pidió. Solo lo dijo… También dijo que seré suya para siempre…
Yulia: ¡No!
El sonido que había salido de los labios de Yulia no había sido un susurro. Había sido casi un grito.
Elena saltó alterada. la morena realmente la había sorprendido. Estaba enojada. Su ceño fruncido, sus manos en puño y su respiración agitada le decían a su diccionario mental que así era.
Yulia: Tu no serás suya por siempre. Tu no serás suya nunca… - Murmuró enojada, levantándose de la cama y acercándose a ella. La pelirroja retrocedió hasta que chocó contra las puertas de su armario. Ya no tenía ningún lugar a dónde ir, y, realmente, no era como si necesitara ese lugar.
Yulia la acorraló entre sus brazos y la miró a los ojos. Y, a través de todo ese enojo, Lena vio sus ojos cristalizados junto a un reflejo de su propio rostro en sus pupilas.
Yulia: Te amo - Susurró. Y era cierto.
Elena: Yulia … - Susurró, pero la chica ya había rodeado su cintura con sus brazos y estaba llorando desconsoladamente sobre su hombro- No llores, por favor…
Yulia: Te amo -Volvió a susurrar entre sollozos - Y lo seguiré haciendo aunque ese hombre se case contigo. Lo seguiré haciendo aunque encuentres a alguien que realmente valga la pena. Siempre voy a amarte, Elena Katina, aunque seas de otra persona…
Elena: Soy tuya, Yulia Volkova.
Christian jamás la tendría. No completamente.
Christian tenía su cuerpo.
Yulia tenía su corazón, sus sentimientos, sus pensamientos y su alma.
Yulia: No mientas - Suplicó.
Pero Lena no mentía. Bajó una de sus manos antes de encontrarse con una de las de la morena y la llevó a su pecho. Su corazón latía rápidamente.
Elena: Mírame, Yul…
Cuando lo hizo, había lágrimas en ellos.
Elena: Soy tuya. En verdad lo soy. Siempre lo seré… Te he amado con dos de mis corazones, y estoy segura de que también lo haría con los que tuve antes, o con nuevos corazones que podría llegar a necesitar. Te amé, te amo y te amaré. Y aunque nos separen miles de kilómetros, o la simple distancia entre nuestras ventanas, seguiré siendo completa e irremediablemente tuya…
No necesitó decir que, después de esto, Yulia la besó.
Yulia: Yo también soy tuya - Susurró contra sus labios.
Era la primera vez que se besaban desde el regreso de Lena. La primera vez desde que todo lo malo había comenzado.
Fue como un suspiro para ambas.
Como darle a la alegría unos momentos para regresar.
Elena: Extrañé tanto tus labios - Susurró envolviendo sus manos en la cintura de la ojiazul. Sus labios viajaron lentamente hasta su cuello, donde depositó un tierno beso antes de volver al punto inicial - Y las otras partes de tu cuerpo – Agregó pícaramente, haciendo descender sus manos hasta su trasero por unos segundos.
Yulia simplemente rió, volviendo a unir sus labios.
Yulia: Tienes diecinueve, Elena… Puedes marcharte. Puedes vivir conmigo. Podemos ser felices… Solo ven.
Elena: Mi madre no me dejaría ir… Siempre encontraría una forma de traerme de vuelta.
Yulia: A la mierda tu madre - Susurró enojada, alejándose rápidamente de Lena y caminando hacia la puerta.
¿Se iría?
¿La dejaría?
¡¿Usaría la puerta?!
¡¿Acaso no sabía Yulia que su madre podía andar por allí?!
Se sintió confundida cuando escuchó el ligero “clic” del seguro de la puerta, y la morena simplemente se volteó a mirarla.
Estaba confundida.
¿Yulia no se iría?
Tampoco es como si hubiese deseado esto…
Elena: ¿Qué estás…?
Yulia: Hazme el amor, Elena Katina - Susurró - Quiero ser tuya, y que tu seas mía, y que no haya nada en el mundo que pueda cambiar eso… Ni Christian, ni tu madre, ni siquiera tu y yo…
Elena: Pero yo… nosotras… no sabemos como hacerlo… Cuando estoy con Christian él es quien hace todo y… -La sola mención del hombre hizo enfadar a Yulia, pero Lena no lo notó. Ella estaba demasiado ocupada permitiendo al nerviosismo apoderarse de su piel- Deberíamos investigar. Dame quince minutos para leer en internet y…
Yulia: No, Lena… Deja que simplemente suceda.
Elena:… ¿Y qué pasa si no lo hago bien?
Pero la morena no respondió. Simplemente gruñó y se acercó rápidamente a Lena, tomando su camisa entre sus manos y chocando sus labios con desesperación.
De inmediato sus lenguas comenzaron una danza que no habían olvidado, y las manos de la pelirroja envolvieron posesivamente la cintura de Yulia, acercándola, mientras la pequeña envolvía sus brazos en su cuello.
Sin poder evitarlo, Lena hizo descender sus manos hacia el trasero de Yulia, acercando sus caderas y sujetándolo como si su vida dependiese de ello.
“Tu vida no puede depender de un trasero, idiota”
“Ya cállate”
Dejó escapar un leve gemido un cuanto Yulia atrapó su labio entre sus dientes con una sonrisa para luego volver a besarla, aun más intensamente que antes.
Cuando Yulia comenzó a bajar sus manos hasta sus pechos, simplemente no pudo evitarlo.
La colocó contra la pared, presionando sus caderas, como si esto pudiese apagar el fuego que juntas habían comenzado a encender.
No literalmente.
La morena se apartó bruscamente, alejándola solo lo suficiente como para mirarla a los ojos.
Lena estaba desesperada. Necesitaba seguir besándola. Su centro ligeramente humedecido se lo exigía. La deseaba. La necesitaba… Y necesitaba quitarle esa estúpida ropa.
Intentó besarla de nuevo, pero Yulia no se lo permitió, así que simplemente sujetó su trasero aun con más fuerza y posesión y la acercó a sus caderas, Yulia no podía evitar dejar escapar un gemido.
Ver la forma de los labios de la chica que amaba al soltar ese gemido fue completamente excitante, y cosquillas viajaron desde su cerebro hasta su centro, provocando que su humedad aumentara.
Se estaba quemando por dentro.
Yulia: Lena - Jadeó con voz ronca.
Elena: Mierda - Susurró mirándola fijamente, no pudiendo evitar sentirse extremadamente excitada solo con verla así, con los labios hinchados y la respiración irregular - Esto es tan…
Yulia: Jódeme, Elena.
Supongo que ese fue el momento en el que la pelirroja comenzó a perder su autocontrol.
Simplemente arremetió contra los labios de la chica, acercándola mucho más que antes, como si esto fuese posible.
Lentamente, Yulia bajó sus manos hasta la base de la camisa de Lena, y comenzó a acariciar la piel de su estómago, al igual que las cicatrices en sus costados debido a sus múltiples trasplantes de riñón. Elena suspiró contra sus labios.
Sin poder evitarlo fue descendiendo lentamentente hasta el cuello de Yulia, dejando largos y húmedos besos en su camino, la chica de la ventana se retorcía bajo su contacto. Lena besó, chupó y mordisqueó su cuello a su gusto, sintiendo un cosquilleo en su centro al escuchar los múltiples gemidos de la chica.
Llevó sus manos a los pechos de Yulia y los masajeó tentadoramente mientras intentaba oscurecer las marcas que estaba dejando el cuello de la chica, quien hacía descender sus manos hasta su trasero y jugueteaba con él, excitándola.
Yulia: Jódeme, Lena - Jadeó por segunda vez.
“Mierda. Mierda. Mierda” Pensaba Elena, sintiendo a su centro palpitar placenteramente con cada movimiento de las manos de la morena.
Llevó sus manos a la parte inferior de la camiseta de la chica y la levantó lentamente, harta de que esta no permitiera a sus manos tocar su hermosa y suave piel. Tiró la incómoda tela a un lado con fuerzas, alejándose del cuello de la Yulia para admirarla.
La chica estaba verdaderamente agitada, e intentaba conectar sus caderas con desesperación. Lena, en cambio, estaba demasiado embobada viendo sus pechos como para reaccionar.
Yulia: Lena… Lena, por favor… ¡Deja de mirarme así y bésame!
Pero la pelirroja no lo hizo. Le gustaba mirarla. Le gustaba ver como su sujetador rosa se amoldaba a sus pechos, y también le gustaba la sensación que viajaba a su entrepierna cuando lo hacía.
Elena: Eres hermosa, Yulia Volkova- Susurró antes de colocar una mano sobre la nueva piel expuesta de su ex novia y comenzar a recorrerla suavemente, incluso permitiéndole a uno de sus dedos adentrarse en el sujetador y tocar ligeramente su pezón levemente endurecido. Yulia gimió.
Yulia: Mierda, Lena - Jadeó mientras apretaba fuertemente el trasero de la chica - Llévame a la cama.
Lena simplemente asintió.
Jadeó cuando sintió a Yulia envolver sus piernas alrededor de su cadera, viéndose obligada a sujetar su trasero fuertemente para no dejarla caer. Yulia de inmediato dirigió sus labios a su cuello y comenzó a morderlo con salvajismo.
Yulia: Vamos - Gruñó contra su cuello, desesperada, clavando sus uñas en la piel de Lena. Dolía, sí, pero le gustaba que lo hiciera.
Cayeron a la cama bruscamente, Elena sobre Yulia y la chica aun envolviendo su cintura con sus piernas.
Calor. Hacía mucho calor.
Yulia: Quítate esto -Dijo. Lena comprendió que se refería a su camisa en cuanto sintió las manos de la morena trazar los bordes de esta.
Elena: No voy a gustarte - Susurró avergonzada, alejándose un poco y mirando fijamente hacía la pared - Tengo cicatrices… Una en mi pecho, y dos en mis costados… Tu… Christian siempre me hace cubrirlas. A él no le gusta verlas… A nadie le gusta verlas.
Silencio.
Lena sintió dos cálidas manos sobre su rostro, y se vio obligada a girarlo hasta que sus ojos verdes se conectaron con aquella mirada azul oscurecida que tanto amaba.
Yulia: Eres perfecta, Elena Katina -Fue lo único que dijo antes de besarla y sujetar los pliegues de su camiseta, alzándola lentamente.
“A la mierda tus cicatrices, idiota. Hace calor”
Se arrodilló en la cama, sintiendo la mirada de Yulia seguir todos sus movimientos. Su mirada estaba quemándola por dentro. Se mordía el labio, y tenía la vista fija en sus manos, siguiendo los lentos movimientos.
Elena: Si las miradas pudiesen quemar ya sería cenizas - Susurró. Mierda, su propia voz sonaba tan ronca.
Yulia: Quítate la puta camisa, Katina -Exigió con desesperación.
No esperó más para hacerlo y lanzarla a un lado.
No pudo analizar ni un poco la situación cuando Yulia ya había encontrado una forma de sentarse en la cama y llevar sus manos al broche de su sujetador, mirando fijamente sus pechos aprisionados por aquel brasier negro y aun aquel labio entre sus dientes. Su mirada estaba llena de lujuria, deseo, pasión… Era como si aquella fea y rugosa cicatriz no existiera.
Yulia: Joder - Jadeó. Sus manos, aun tras el sujetador de Lena, temblaban.
Elena: Pensé que dirías “Jódeme Elena” o…
Yulia: Ya estoy jodida - Agregó antes de besarla con descontrol, Lena no pudo evitar introducir su lengua en la boca de Yulia, sintiendo sus jadeos ahogados viajar por su garganta- Mierda ¡Quítate esto! -Exigió entre el beso, refiriéndose a su brasier, que sus manos temblorosas no podían desabrochar.
Lena simplemente sonrió y conectó sus labios con los de Yulia de nuevo antes de comenzar a desabrocharlo y quitárselo, haciéndolo también con el de la morena.
Elena: Mmmm… Yulia - Jadeó contra su boca cusndo sintió aquellas delicadas manos envolver sus dos pechos y apretarlos como si su vida dependiese de ello.
Estaba tan jodidamente húmeda.
Yulia: Eres tan sexy cuando gimes mi nombre - Jadeó antes de volver a recostarse sobre la cama, Elena la seguía y colocaba una de sus manos sobre uno de los pechos de la chica de mirada azul, posando sus labios sobre su cuello mientras la morena continuaba con sus masajes en sus propios pechos, tirando de sus pezones de vez en cuando, haciéndola retorcerse de placer.
Elena fue descendiendo lentamente hasta encontrarse con los pechos de Yulia. Besó el área que los separaba, y sintió a la chica elevar su cadera bruscamente junto con un gemido. Trazó un camino de besos hacia su pecho derecho, y fue avanzando hasta llegar al pezón, al cual introdujo a su boca de inmediato, su lengua jugaba con esa suave y tentadora porción de carne. Yulia, bajo ella, estaba como loca, y jadeaba su nombre cada poco.
Sus rodillas presionaban sus centros, y la piel del estómago de la ojiazul se encontraba de vez en cuando con los erectos pezones de Lena, una ola de calor viajaba hasta su sexo al instante.
Se dedicó a jugar con el otro pecho cuando Yulia presionó aun más su centro y dirigió sus manos a su espalda, dejando enormes arañazos allí. Pero el dolor ya no se sentía como dolor. El dolor ahora se convertía en una inmensa ola de excitación que amenazaba con estropear sus bragas.
Realmente, sus bragas ya estaban estropeadas.
Se sorprendió cuando Yulia logró darle vuelta y colocarse sobre ella, su rodilla presionaba aun más su sexo y su boca de inmediato se dirigió al pecho de Lena. Sorprendentemente, sus senos no fueron su primer objetivo. Fue su cicatriz.
Y se sintió tan jodidamente bien.
Yulia: Eres perfecta, Elena Katina - Susurró mientras descendía con algo de duda. Elena lo notaba en sus labios temblorosos, y en sus manos moviéndose inquietamente por las cicatrices de sus costados mientras Lena simplemente acariciaba la espalda de la chica de arriba hacia abajo.
Al inicio, Yulia simplemente besó los alrededores de sus pechos, haciendo a Lena gemir sonoramente. Era como si la estuviesen torturando. Sus caderas se elevaban involuntariamente, y un gemido escapaba de sus labios cuando estas se encontraban con las de Yulia, que la recompensaba presionando su centro húmedo aun más.
Elena: ¡YULIA! -No pudo evitar gritar cuando sintió los labios de la morena envolver su pezón y chuparlo lentamente antes de comenzar con el salvajismo.
“Mierda. Mierda. Mierda. Mierda”
Sus dientes jugaban también, pero no tanto como su lengua.
Por dios…
Si eso podía hacer su lengua con su pezón no podía pensar lo que podía hacer con otras partes de su cuerpo.
“Triple mierda”
Sus centro palpitaba dolorosamente. Mierda, en serio estaba caliente.
Elena: Te amo - Jadeó.
Yulia se alejó de su pecho y la miró a los ojos, una hermosa sonrisa apareció en sus labios.
Yulia: Te amo - Susurró antes de besarla.
Lentamente, comenzaron a retirar el resto de sus prendas, ayudándose con manos y dientes, el deseo aumentaba con cada segundo y una capa ligera de sudor envolvía sus cuerpos.
Yulia: Hazme el amor - Jadeó bajo Lena, que mordisqueaba su cuello con desespero. Sus pezones endurecidos se encontraban y rozaban, y los jadeos eran inevitables. Sus pieles juntas se sentían tan bien.
Elena: ¿Estás segura? Podría dolerte… Podría… No lo sé… No he estado con chicas. No he buscado en internet y… -Se calló cuando sintió el sexo de Yulia chocar contra el suyo, ambas liberando un gemido al instante.
Yulia: Jódeme. Solo hazlo. Como quieras, pero hazlo… Me estoy quemando.
Y Lena solamente lo hizo. Deslizó lentamente su mano por el cuello de Yulia, descendiendo por sus pechos y su estómago hasta llegar a su centro húmedo, comenzando a estimularlo lentamente. Yulia cerró fuertemente los ojos y dejando escapar leves gemidos que para Lena eran la gloria.
Elena: Estás tan mojada - Susurró al oído de la morena con una voz tan ronca que no habría podido reconocer en una grabación. La chica al instante elevó sus caderas para presionar aun más su sexo contra la mano de lena. La chica entendió de inmediato la indirecta de que debía aumentar sus estímulos.
Yulia: Hazme… Hazme el… joder… mmm… mierda, Lena… Hazme el amor ahora.
Nadie le explica a un pájaro como volar, y a una tortuga marina bebé no se le enseña a llegar al mar. Simplemente lo hacen. Es instinto.
Nadie le enseñó al ser humano como hacer el amor.
Simplemente lo hizo.
Y Elena estaba siguiendo sus instintos cuando lentamente comenzó a deslizar uno de sus dedos por la entrada de Yulia, escuchando sus suspiros con cada segundo.
Cuando terminó de introducirlo, la habitación quedó en completo silencio.
Elena la miró.
Se veía simplemente perfecta, con los ojos cerrados, su labio entre sus dientes, una fina capa de sudor rodeándola y el placer recorriendo sus facciones.
Elena: ¿Estás bien?
Yulia: Yo… yo… -No parecía capaz de formular una frase coherente - Mierda, Elena… Haz algo.
Elena: ¿Qué sucede? ¿Te duele?
Yulia: ¡Lena! - Suplicó - Me estoy quemando. Haz algo.
Lena simplemente sonrió complacida y comenzó a deslizar su dedo dentro de Yulia por segunda vez, escuchando un largo suspiro de parte de ella, cosquillas viajaban hasta su centro al sentir la humedad que rodeaba su dedo.
Yulia: Más… ve más rápido…
La pelirroja no tardó en obedecer.
Comenzó a mover su dedo rápidamente, al ritmo en el que Yulia literalmente gritaba de placer. Se acercó a sus pechos y los succionó mientras la embestía, agregando otro de sus dedos, Yulia gritaba su nombre al hacerlo. Se sentía bien.
Se sentía estúpidamente bien.
Yulia: Mmm… Lena.. Yo…
La chica simplemente parecía no poder hablar. Cada embestida la hacía callar, y la pelirroja no planeaba detenerse. El placer que le provocaba escuchar en esos gemidos podía notarse claramente en su húmedo y febril centro, que buscaba calmarse frotando una de las tersas y temblorosas rodillas de Yulia.
Yulia: Mierda… mierda… mmm… Lena… Mierda… creo que… más… por favor, ve más rápido…
Elena entendió que Yulia estaba cerca cuando sintió a todo su cuerpo temblar, y a su respiración acelerarse. Sus paredes comenzaban a contraerse en sus dedos y su humedad aumentaba.
La chica clavó sus uñas en su espalda.
Mierda. ¿Cómo el dolor puede ser tan excitante?
Elena aumentó el ritmo, añadiendo un tercer dedo, Yulia acompañándola con el vaiven desesperado de sus caderas, Elena chupando aún el endurecido pezón de su seno izquierdo.
Yulia: Lena… yo… mmm… mierda… Lena… ¡LENA!
Y junto con este grito las paredes de Yulia se contrajeron. Su cuerpo se relajó y sus ojos se abrieron de par en par. Elena se despegó de su pezón y la miró mientras aun la estimulaba con uno de sus dedos. La chica estaba en el estado más puro y grande del placer humano.
Cuando se tiene sexo se busca el placer propio, y llegar al orgasmo es lo único que realmente importa.
Cuando se hace el amor escuchar a tu pareja gritar tu nombre y ver su cara de éxtasis es mucho más placentero que todos los orgasmos existentes en el mundo de los orgasmos juntos.
Elena se recostó a su lado, esperando que la chica se repusiera, rodeando su cuerpo con sus brazos mientras la escuchaba respirar pesadamente y su febril centro aun reclamaba algo de atención.
Pero aun habría mucho tiempo para eso.
Sonrió cuando la vio mover lentamente su cabeza hacia su rostro. En el momento en que sus ojos se encontraron, Yulia se hecho a reír.
Y Lena supo que, pasara lo que pasara, Yulia era suya, y ella era de aquella chica, y acababan de hacer el amor, y nada en la vida podría arrebatarles ni hacerles olvidar eso.
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CONTINUARÁ...
Hermoso... Simplemente, hermoso!!!
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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Debieron estar allí por más o menos dos horas, acariciándose y besándose, diciéndose las cosas que no habían podido decirse en ocho meses durante los cuales habían estado separadas.
Yulia estaba ahora recostada boca abajo, sintiéndose como si hubiese hecho ejercicio durante miles y miles de horas. Pero el dolor valía la pena después de todo.
Elena dibujaba formas en su espalda desnuda, y la besaba de vez en cuando, a lo que la morena simplemente sonreía, sintiendo las agradables cosquillas que le provocaban los labios de Lena.
Ese debía de ser el mejor día de su vida.
Elena: Te amo -Dijo por décima vez en un minuto. Y no exageraba.
Yulia: Yo también te amo -Respondió con una sonrisa, dándose vuelta en la cama para quedar frente a la chica, que se quedó mirando fijamente sus pechos desnudos antes de que Yulia los cubriera con la sábana. La pelirroja, en cambio, no hizo lo mismo y Yulia no pudo dejar de mirarlos fijamente, como si fuesen la octava maravilla del mundo.
Lena era la octava maravilla del mundo.
La octava y todas las demás.
Elena: ¿Puedes no mirarme así? Me hace querer volver a hacerte el amor, y mi madre debe estar a punto de llegar…
Yulia: Lo siento - Susurró sonrojada, sacudiendo su cabeza y fijándose en los cambiantes y hermosos ojos de la chica de la ventana. En ese momento estaban grises.
Elena: No puedo separarme de ti… - Murmuró de repente.
Yulia: ¿Qué?
Elena: No puedo casarme con Christian. No puedo seguir a su lado… Soy tuya, Yulia. No puedo permitirle a los demás creer algo diferente.
La ojiazul analizó lo dicho por la chica durante algunos minutos antes de mirarla dulcemente, con una sonrisa en su rostro, preguntándole entre susurros:
Yulia: ¿Entonces que haremos?
La chica lo meditó unos instantes.
Elena: No lo sé. Podríamos buscar en internet…
Yulia simplemente rió y besó tiernamente sus labios. Se veía tan hermosa cuando un rastro de inocencia atravesaba su mirada.
En realidad, siempre se veía hermosa.
Elena Katina era perfecta.
Yulia: ¿Cómo no casarme con el estúpido de mi novio y huir con la mujer que amo? Yahoo respuestas -Se burló.
Lena simplemente rió contra sus labios, y la besó de nuevo.
Realmente, como se lo había dicho a Allison y Sara luego de su primer beso, no había mejor sabor que la risa de Elena en su boca.
Yulia: Tengo un plan - Susurró en medio del beso.
………….
Debió irse cuando la madre de Lena llegó a casa gritando improperios debido a un mal día de trabajo. Por suerte, cuando Christian decidió aparecer, la pelirroja estaba ya dormida y el hombre no parecía ser lo suficientemente cruel como para despertarla.
Aun así, Yulia se sintió enferma cuando lo vio recostarse al lado de Lena a través de la ventana. Él ni siquiera se volteó a mirarla, o se abrazó a su cintura, o besó dulcemente su mejilla deseándole una buena noche. Simplemente se dio media vuelta y se acurrucó en las sabanas.
Yulia se preguntó si existía alguien más idiota en el mundo.
Se despertó a la mañana siguiente completamente feliz al encontrar varias marcas de los labios de la pelirroja en su cuerpo.
Tenía dos chupetones bastante oscuros en el cuello y unos cuantos arañazos en la espalda. Y estaba muy feliz de tenerlos.
Incluso, intentó tomarles unas foto, pero no lo logró, por supuesto.
… El único error que cometió fue no cubrirlos antes de bajar a desayunar.
Larissa: ¿Qué tienes en el cuello? - Preguntó al verla. La chica estaba terminando su desayuno en la mesa del comedor junto a Vika y Jhonathan cuando ella entró, fijándose al instante en aquellas marcas.
De inmediato Yulia se sonrojó y cubrió las marcas de su cuello con su mano.
“Estúpida. Estúpida. Estúpida”
Yulia: Nada -Respondió completamente nerviosa.
Claramente, su madre no le creyó y se acercó a ella sujetando la mano de su hija, haciéndola descender hasta que las marcas estuvieron completamente visibles.
La morena tragó saliva pesadamente.
Larissa: ¿Puedes explicarme esto, Yulia Volkova?
Yulia: Mamá, yo…
Jhonathan: ¿Qué sucede, Lara?
Viktoria: ¿Te hiciste un tatuaje, Yulia? - Preguntó la pequeña mientras terminaba de comer sus cereales.
Yulia: No, Vika, yo…
Jhonathan: ¡YULIA VOLKOVA, EXPLICANOS COMO TE HICISTE ESO!
Yulia: Papá…
Jamás lo había visto tan enojado.
Jhonathan: ¡¿QUIÉN FUE?! ¡¿QUIEN TE LO HIZO?! ¿¿POR QUÉ NO LA CONOCEMOS?!
Viktoria: ¿Tienes nueva novia, Yul? -Quiso saber, con una sonrisa decorando su rostro, totalmente ajena a lo que estaba sucediendo.
Yulia: No, yo no…
Lo cierto es que, después de todo, la morena no tenía una palabra precisa para describir su relación con Elena Katina. Y si fuese su novia, no sería realmente “nueva”…
Larissa: ¡¿Entonces quién te hizo esto?!
Yulia: Mamá, yo… -Miraba nerviosa a todas partes, intentando evadir la situación - Yo creo que… Tengo que irme, sí. Le prometí a Sara que llevaría a su… gato… al veterinario antes de ir al trabajo…
Y se marchó rápidamente, nadie pudo detenerla.
Sabía que sus padres se encargarían de dejarla completamente aprisionada en casa durante un mes, o hasta que decidiera hablar, o hasta que ellos mismos terminaran deduciéndolo todo y la llevaran a alguna isla desierta.
Yulia suspiró.
Sara ni siquiera tenía gato.
…………
La primera parte de su plan consistía en hablar con la castaña y su novia antes de ir a trabajar a la biblioteca.
Habían acordado reunirse en casa de Sara la noche anterior, así que no se extrañó cuando fue Allison quien abrió la puerta de entrada y la hizo pasar.
Allison: Menos mal llegaste, Yul. Sara está matándome. Está intentando desvestirme… ¡frente a su madre! -Le contó exasperada.
Yulia soltó una débil risita.
Allison: Vamos, Yul, no es gracioso…
Yulia: Si, si lo es.
Allison simplemente rodó los ojos y la hizo entrar a la gran cocina. Por supuesto que debía de ser enorme. La familia Hansen no estaba conformada por solo cuatro personas.
Sara: ¡Yul! - Saludó, corriendo a abrazarla tan fuertemente que juró haberse quedado sin aire al instante.
Yulia: Sara… - Jadeó.
Allison: Amor, la estás ahogando…
Sara: Suelo dejar sin aliento a muchas personas - Susurró seductoramente, alejándose antes de envolver la cintura de su novia fuertemente y depositar un dulce beso en su cuello - A Ally, por ejemplo.
Allison: ¡Sara! -Chilló- ¡Tu madre está acá!
Sra. Hansen: Créanme, luego de lo que escuché ayer en la noche absolutamente nada puede sorprenderme.
Yulia: Disculpe la curiosidad, pero… ¿Qué escuchó precisamente, señora Hansen? -A pesar de que tenía poco tiempo, necesitaba saberlo, aunque ya tenía una vaga idea.
Sra. Hansen: Será mejor que le preguntes a estas dos…
Sara: En mi defensa, no es mi culpa que Allison sea tan sexy y las hormonas ataquen hasta en mi propia casa… Deberías sentirte agradecida de que lo hicimos en un armario y no en la cama de Regina…
Sra. Hansen: ¡Oh, por…! - Exclamó antes de respirar hondo!- ¿Por qué siempre culpas a las hormonas Sara Hansen!?
Sara: Admiro la forma en la que dices mi nombre completo, mamá…
La castaña simplemente rió y arrastró a Allison hasta la sala, Yulia las siguió lentamente.
Sra. Hansen: Emmm, Yulia -La llamó antes de que esta saliera. La morena dió vuelta con una sonrisa - ¿Sabes cuándo volverá tu novia a sus clases de piano? Ella y su amiga Jennifer eran mis mejores alumnas, pero Jenny se retiró hace meses por unos problemas de salud.
Yulia suspiró.
Si la Sra. Hansen tan solo supiese que los “problemas de salud” habían sido, en realidad, un embarazo complicado.
Si supiera que Elena ya no era su novia.
Yulia: Supongo que le preguntaré…
………….
Luego de contarle su alocado plan a Sara y a Allison, ellas aceptaron ayudarla solo si explicaban el origen de aquellas marcas en su cuello, a lo que ella no pudo negarse. Lo cierto era que quería hablar con alguien. Quería contarle a sus amigas lo feliz que se había sentido haciendo el amor con la chica de la ventana.
Si bien al principio parecieron molestas por haber perdonado a Lena tan rápidamente, terminaron alegrándose por ella, sabiendo que, dijeran lo que dijeran, Yulia las ignoraría y seguiría tan perdidamente enamorada de Lena.
Terminó marchándose de la casa de los Hansen completamente sonrojada, con deseos de que llegara el final del día para tener a Lena entre sus brazos.
………..
Llegó al trabajo justo a tiempo. Demetria le ordenó de inmediato realizar algunos trabajos en la biblioteca junto con Vanessa.
Ese día, la chica decidió hablar sin parar sobre su nueva conquista.
Vanessa: Él es perfecto, Yulia. Tiene los ojos marrones más hermosos que jamás vi, y un cuerpo bastante trabajado. Sus abrazos son cálidos … Y es muy bueno en la cama.
Por supuesto debía serlo. Era Vanessa después de todo, y no saldría con cualquier principiante.
Vanessa: Pero no es eso lo que me importa… Y se que puede sonar bastante estúpido viniendo de mi, pero… Él… Él me dijo que soy hermosa, Yulia. Nadie jamás lo había hecho. Soy solo un objeto para todos. Un objeto sexual con el cual relajarse y olvidarse de sus problemas. No soy más que una muñeca de plástico… Pero, hace dos días, cuando fuimos a cenar a ese restaurante él… me miró a los ojos, Yulia. Me miró y juro que estaba viéndome como si fuese una persona. Una muy sexy, pero una persona en fin -Hablaba como una niña de catorce años a la que el capitán del equipo de fútbol acaba de pedirle asistir al baile de otoño, suspirando entre palabras-… Y luego simplemente me regaló rosas. ¡Rosas! Nadie jamás me ha regalado rosas. En realidad, creo que mi último regalo fue un condón que puso mi mejor amiga entre mis pechos antes de irme con el dueño de un bar… No lo sé… Él… Cuando estoy con él no quiero estar con nadie más, y es raro, porque yo siempre he querido estar con alguien más…
Yulia: Imagino que él es un gran hombre - Halagó, sorprendida de que por fin la chica pareciera haberse enamorado de alguien. Esperaba que el chico también lo estuviese.
Vanessa: Si, bueno, lo es - Aseguró -… En todos los aspectos - Agregó con una mirada completamente pervertida.
Yulia: ¡Vanessa! ¡Eso fue… asqueroso!
Vanessa: Lo se -Rió- Solo quería ver tu cara de asco -Se burló.
Yulia: Eres una idiota - Sonrió - ¿Cómo se llama él?
Vanessa: Christian… Su nombre es Christian.
………..
Luego de escuchar el nombre de aquel hombre salir de los labios de su compañera, Yulia solo pudo enmudecer y alejarse. Él era un idiota, un estúpido, un traicionero, un hijo de puta…
Y lo peor es que no solo estaba jugando con Lena.
Estaba jugando con Vanessa también. Y quien sabe cuantas más.
No es como si la chica fuese su amiga o algo por el estilo, pero se veía tan ilusionada con él que la morena realmente tenía deseos de tirarlo de un puente o aplastarlo con un elefante obeso.
Luego de lograr tranquilizarse un poco -Tal vez menos que poco- decidió buscar a la siguiente persona que necesitaba.
Arthur.
Si, tal vez el chico había sido un completo abusivo idiota en el pasado, pero ya no lo era más, y si quería que su plan saliera bien, lo necesitaba.
Él aun le debía todo ese sufrimiento.
Por desgracia, el chico no fue a trabajar ese día. Tenía cosas que hacer, según había dicho a Demetria.
Bien, tendría que reformular su plan. O llevarlo a cabo sin él. Los del coro tal vez podrían ayudarla.
Al medio día, en vez de ir al café con Sara y Allison como siempre lo hacía, fue al departamento de Jennifer como lo había planeado la noche anterior.
Conocía la dirección pues, cuando aun salia con Lena, la habían visitado un par de veces mientras Troy había estado vivo.
El lugar no era grande. En realidad, era tan pequeño como la misma Jennifer. Cuando tocó la puerta y la pequeña, algo sorprendida, la invitó a pasar, encontró que, en medio de la pequeña sala, una sencilla cuna de madera estaba allí, el pequeño Troy miraba el móvil colorido sobre su cabeza dar vueltas y vueltas.
Por ser la hija del dueño de un famoso hospital cualquiera se imaginaria un mejor y amplio lugar, pero la chica estaba allí, en aquel pequeño departamento que apenas tenía espacio para moverse.
Jennifer: ¿Sucede algo con Lena? - Preguntó preocupada mientras miraba al pequeño Troy en su cuna antes de volver a sus labores en la cocina.
Yulia: Además de que va a casarse con un idiota, nada grave - Contestó, acercándose al pequeño Troy-… ¿Puedo? - Preguntó nerviosa, mirando al pequeño bebé que, con una mano en su boca, la miraba con curiosidad.
Jennifer: Por supuesto -Asintió sonriendo.
Yulia simplemente sonrió y tomó al pequeño Troy en brazos, sentándose en el pequeño sofá a su lado, sintiéndose profundamente conmovida al reconocer en sus pequeñas facciones a su padre.
Tenía la forma de sus ojos, y su rubio cabello. La forma de su boca también, e incluso la forma de sus orejas.
Pensó que con una gorra sería su viva imagen.
Yulia dejó descender una lágrima por su mejilla.
El pequeño Troy sería como ella, que había perdido a Oleg, su verdadero padre,a una edad tan temprana que sencillamente no podía ni siquiera recordar su rostro si no era por fotos. Tal vez Jennifer se casaría con alguien más, alguien que neutralizara el dolor, pero dentro del pequeño aun habría un amor incondicional hacía ese ser que no había conocido y la vida le había arrebatado. Jamás se sentiría del todo bien llamando a su padrastro “papá”. Jamás lo sentiría del todo correcto, pero lo haría, porque ese hombre la quería a pesar de todo. Y el pequeño pensaría todos los días como sería su vida si su verdadero padre aun estuviese vivo. ¿Su madre sonreiría más? ¿Vivirían en otro lugar? ¿Sería más feliz?. Por desgracia, nadie contestaría esas preguntas.
Jennifer: ¿Sucede algo, Yul? - Preguntó acercándose a ella, sentándose a su lado y limpiando sus lágrimas con su pulgar, regalándole un abrazo que podría haber unido todas las piezas rotas de su alma.
Los abrazos de Lena eran mágicos.
Los de Jenny eran reparadores.
Yulia: Nada, es solo que… No lo sé. Supongo que este Troy se parece a otro Troy que conocí hace un tiempo.
Jennifer: Tal vez un poco - Sonrió.
………….
Luego de contarle su plan a Jennifer y la chica acceder, volvió al trabajo para terminar su turno, subiendo a su auto apresuradamente al terminar para llegar a la florería, donde se encontró con Fyodor y Finn bastante cariñosos en el rincón de los tulipanes.
Yulia: ¡Fyodor! ¡Finn! ¡Necesito su ayuda! - Exclamó corriendo hacía ellos.
Fyodor: Yulia Volkova, que sorpresa verte acá - Saludó nervioso, acercándose para depositar un amistoso beso en su mejilla.
Yulia: Necesito su ayuda, chicos.
Finn: ¿Flores? Tenemos tulipanes bonitos acá, como puedes ver…
Yulia: No es eso, precisamente.
Fyodor: No soy bueno en las manualidades, te lo advierto…
Yulia: ¿Aun siguen comunicándose con el “coro”?
Finn: Por supuesto…
Yulia: Bien, porque necesito que hagan algunas llamadas…
…………..
Luego de llamar a Dara y Oksana y otros cuantos miembros del coro, Yulia estaba deseando que la lista por fin se terminara, pero los miembros parecían ser infinitos.
Fue entonces cuando lo vio…
Caminando frente a la vitrina de la tienda estaba Arthur, llevando un conejo de felpa rosa entre sus manos, dando largos pasos hacía una dirección desconocida.
Yulia: ¿Creen que puedan seguir ustedes, chicos? Necesito.. necesito buscar a alguien más.
Finn: Por supuesto. Todo sea por Yulena… - Aseguró.
Yulia: ¿Has estado hablando con Sara, cierto?
Finn: Tal vez… - Sonrió.
Yulia simplemente rió y se despidió de ambos chicos con su mano antes de salir corriendo tras Arthur.
Lo siguió a lo lejos, procurando que no la viera. Quería saber a donde iba con ese conejo rosa. La curiosidad la estaba matando.
Era el día de “Yulia Curiosa Volkova”.
No se imaginó verlo doblar en un callejón bastante sucio y cruzar las vallas de una casa bastante vieja y mugrienta, para luego acercarse a una vieja puerta de metal y sacar las llaves de su bolsillo. Debía de ser su casa.
Realmente no se lo imaginaba allí. Arthur era un chico de dinero, capaz de tener lo que quisiera. Y Yulia no se lo imaginaba queriendo algo como aquello.
Tal vez su padre lo había echado de casa, pero aun así lo consideraba lo bastante astuto como para conseguir un mejor lugar.
Yulia: ¡Arthur! -Lo llamó atravesando la valla. El chico quedó demasiado sorprendido como para terminar de abrir la oxidada puerta del lugar.
Arthur: ¿Yulia? Tu… ¿Qué haces acá? Este lugar es… es peligroso.
Yulia: Supongo que pregunto lo mismo… Estaba siguiéndote. Necesito tu ayuda.
Arthur: ¿Mi ayuda?
Yulia: Eso dije -Respondió.
Arthur: Yulia, este no es un buen momento…
Yulia: Tampoco eran buenos momentos los que tomabas para golpearme después de la escuela, pero de todos modos lo hacías. Supongo que me lo debes, Arthur.
El chico simplemente asintió, temeroso.
Arthur: Será mejor que entremos -Recomendó, apresurándose para abrir la puerta - No es bueno estar acá afuera por mucho tiempo.
La morena simplemente asintió, entrando al lugar tras él. La sala era casi tan pequeña como la casa de Jennifer, y olía mucho peor que un pañal sucio del pequeño Troy. Las paredes estaban destrozadas, y el techo tenía algunos grandes agujeros que no debían de ayudar mucho en días lluviosos.
Arthur: Puedes sentarte si quieres - Susurró señalando un pequeño sofá polvoriento.
Yulia: Gracias - Susurró aceptando.
No era cómodo estar allí, pero necesitaba la ayuda de Arthur si quería recuperar a Lena, así que…
XX: ¡Papi! - Escuchó gritar a una vocecita chillona que llegó hasta ellos caminando torpemente a causa de sus pañales, atravesando un estrecho y viejo pasillo.
La ojiazul abrió los ojos ampliamente cuando vio al rubio sonreír, correr hasta la niña dueña de la voz y alzarla en brazos.
La pequeña no debía de tener más de un año y medio. Tenía el cabello marrón y lacio, y los ojos de un café claro, además de una sonrisa que reconocería en cualquier lado…
Y no era precisamente la sonrisa de Arthur.
Arthur: Mira lo que papi te ha traído, princesa Shia - Susurró con ternura, entregándole a la pequeña el conejo rosa que había estado sosteniendo por todo el camino de regreso a casa. Ahora que Yulia lo detallaba bien, al animal le faltaba una oreja y uno de sus ojos, y tenía unos cuántos arreglos en el estómago.
Pero la niña sonrió. Lo hizo de verdad y abrazó al conejo con fuerzas antes de besar fuertemente la mejilla de Arthur.
Era como si aquel dañado animal fuese el mejor regalo que jamás había recibido en toda su vida.
Shia: ¡Papá! ¡Cocina! - Gritó, Arthur riendo ante su voz infantil. Yulia no pudo evitar dejar de sentir algo de ternura por aquella escena.
Yulia: ¿Necesitas preparar algo? Podría ayudarte. Así terminaríamos más rápido y podría hablar contigo sobre eso que necesito pedirte -Se ofreció. Lo cierto era que no tenía tiempo para que Arthur comenzara a preparar la comida de la niña y todo eso.
Arthur: En realidad…
Shia: ¡Comida! ¡Papá! ¡Lista! - Gritó festejando, aferrándose fuertemente a su conejito y a Arthur, dando pequeños saltitos en sus brazos.
Yulia frunció su entrecejo, analizando.
Alguien más estaba allí. Tal vez la madre de la niña… Porque si la niña estaba allí antes de que Arthur llegara era porque alguien la había estado cuidando. No veía al rubio como un padre irresponsable después de todo.
Se sorprendió cuando vio a quien menos esperaba atravesar el pasillo con un delantal rosa en la cintura y harina en su gran frente.
Alfred: Arthur, al cena está… ¿Yulia?
Shia: ¡Papá! - Chilló, estirando sus brazos hacia él. Pero el hombre estaba demasiado impresionado al ver a Yulia allí como para alzar a la niña que… le estaba llamando papá.
Yulia: ¿Tú?… Quiero decir ¿Alfred?
Arthur: Supongo que vamos a tener que explicarte algunas cosas…
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CONTINUARÁ...
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Re: LA CHICA DE LA VENTANA // ADAPTACIÓN A YULENA
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