MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
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LeaAgronsky
Fati20
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Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Que lindas son y tan enamoradas... Lena, regresaaa
LeaAgronsky- Mensajes : 144
Fecha de inscripción : 08/01/2024
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Capítulo 15
La llamada de Elena el miércoles por la noche no contribuyó a mejorar el estado de animo de Yulia, cuya tristeza sin embargo procuró disimular.
-Lo siento muchísimo, cariño, pero no podré volver hasta el viernes. Intenté arreglarlo todo hoy para regresar mañana, pero ha surgido un problema con las vigas del tejado. Lo solucionaré mañana y saldré corriendo el viernes. ¿Estás enfadada conmigo?
-¡Oh, Elena! ¿Cómo podría enfadarme contigo?... Es el destino que me perturba. Tengo muchas ganas de verte y abrazarte de nuevo. Y ya no debes volver con tanta prisa. Conduce con cuidado; te quiero enterita.
-Trabajas el viernes. ¿verdad? - preguntó Elena.
-Por desgracia sí.
-El viernes tengo que ir a la oficina, ¿qué te parece si te pasas después del trabajo? Te enseñaré mi oficina, y luego podríamos ir a comer algo antes de volver a casa. Di que sí, te llevas las cosas de dormir y te quedas, así no tendrás que apresurarte. ¿Qué te parece?
El corazón de Yulia dio un brinco de alegría. Una sonrisa recorrió todo su cuerpo antes de plasmarse en sus labios.
-¡Elena, amor mio, eso sería maravilloso!
De pronto una noticia lo cambia todo; atrás quedaba la preocupación que nublaba el sentido común y que había sido sustituida por una desenfrenada felicidad y por la necesidad de prepararse. Para su regocijo, el jueves por la mañana llegó otro pálido sobre malva. Yulia abrió la carta con cuidado, desplegando la hoja, que decía:
Dame un beso, y luego veinte más. A esos
veinte añade cien y después mil; sigue
besándome hasta que esos mil se conviertan
en un millón. Triplica el millón y vuelve a
empezar, como al principio.
Tenemos mucho que recuperar,
Tu amor,
Elena.
Besos.
La noche del jueves se hizo esperar. Por una vez, Yulia no se quejó de las tareas domesticas; recorrió el piso limpiando el polvo, luego puso la lavadora y planchó. La canción Loca, de Pastsy Cline, la acompañó mientras seleccionaba minuciosamente la ropa que se pondría, pensando en el mal tiempo y en agradar a Elena. El viernes llevaría al trabajo un traje pantalón en tono oro viejo, pero en el equipaje guardó pantalones entallados y blusas de algodón afelpado más informales.
No olvidó las briznas de lila y el encaje de Chantilly, junto con los calcetines cómodos, los jerséis gruesos y los zapatos de tacón bajo. Al día siguiente metería también en la bolsa los cosméticos y el maquillaje. Las prendas para dormir constituían un problema, pues solía dormir sin nada que la constriñese; sin embargo, tenía un pijama con dibujos de aves azules. Bastaría con eso. Sus ojos se posaron en el pijama mientras pensaba qué se pondría Elena para dormir. Como vivía sola, no creía que optase por un camisón transparente y sensual, aunque sí se la imaginaba con una larga prenda de satén; con sus maravillosos cabellos rojos y la elegante figura flotando bajo las luces tenues parecida a un ángel de navidad. La imagen indujo a Yulia a abrazarse, anticipando gloriosos momentos; su ángel de navidad... su ángel guardián, su ángel.
¿Cómo pasaría la noche en la torre? ¿Tendría que dormir en un sofá del salón o Elena la llevaría a su propia cama? ¿Y luego qué? Yulia no dudaba que quería a Elena como no había querido a nadie, que la deseaba y que pensar en tocarla y acariciar su desnudes resultaba tan electrizante que se sentía desfallecer. Recordó sus fantasías en la ducha después de ver a Elena por primera vez y el impacto que había suscitado en ella. Habían estado a punto de doblarsele las rodillas de tanto como le temblaban las piernas. Si Elena la invitaba a su cama, ¿sabría qué hacer? Haría lo que a ella le resultaba excitante, esperando que a Elena le produjese el mismo efecto.
Las dos estaban en fase experimental, así que tendrían que ayudarse mutuamente. La inquietud no sería distinta a la de una pareja que hiciera el amor por primera vez.
El viernes tuvo mucho trabajo, cosa que agradeció, pues se sentía por dentro como una bombilla encendida. Se daba cuenta de que resplandecía y, por las miradas que le lanzaban sus colegas, estaba claro que veían el cambio drástico en ella. Por suerte, eran demasiado educados para preguntar el motivo. Había decidido que, si el fin de semana iba bien, le contaría a Kristina lo suyo con Elena. Se sintió culpable por no haber hablado con Kristina en toda la semana y la llamó:
-Hola, Kriss, ¿cómo te va? Lamento no haberte visto el fin de semana pasado, pero visité a una amistad y no regresé hasta tarde.
-No hay problema, Yul. No habíamos quedado en nada. Ya sabes que sólo tienes que llamar y siempre serás bien recibida en nuestra casa. Me disgusta que estés sola todo el tiempo, pero, si estuviste con alguien, estupendo - Yulia percibió la pregunta no formulada en la voz de su hemana.
-¡Sí, Kriss, sé lo que estas pensando! - se rió - En parte tienes razón. He conocido a alguien especial y este fin de semana voy a su casa otra vez. Espero que quedemos para comer la semana que viene y entonces te contaré, pero necesito que me prometas una cosa.
-Suena de lo más interesante - comentó Kristina - ¿Qué dedo prometer?
-Que no dirás nada hasta que nos veamos, sobre todo a mamá. No me dejará en paz si nota el más leve atisbo de romance en el aire.
-¿Y lo hay? - preguntó Kristina con descaro.
-Espera hasta la semana que viene. ¿Te parece bien que comamos juntas el lunes? Podemos ir al restaurante tailandés que está aquí cerca.
-A ver... El lunes me va bien. Y no temas, Yul, mis labios estarán sellados hasta entonces, aunque me muero de ganas de conocer mas detalles.
-Kriss, eres una joya. ¿Cómo marchan tus planes? ¿Has ultimado ya la luna de miel?
-Hasta el momento todo va a las mil maravillas. Peter dice que ha hecho la reserva en un lugar cálido y lujoso con playas y preciosas vistas; ya que se ocupa de todas mis necesidades. Sé lo que debo llevar, pero se trata de una sorpresa.
-Sabiendo lo sensible que es Peter, seguro que se trata de un lugar divino.
Yulia se alegraba de haber quedado con Kristina para hablar, pues no tenían muchas oportunidades para aclarar las cosas y quería compartir aquello con su hermana. Sabía que Kristina se sentiría feliz por ella, sobre todo porque ella misma estaba exultante y querría que Yulia compartiese aquel estado de dicha absoluta. Yulia sólo esperaba pensar el lunes lo mismo que pensaba en aquel momento.
La llamada de Elena el miércoles por la noche no contribuyó a mejorar el estado de animo de Yulia, cuya tristeza sin embargo procuró disimular.
-Lo siento muchísimo, cariño, pero no podré volver hasta el viernes. Intenté arreglarlo todo hoy para regresar mañana, pero ha surgido un problema con las vigas del tejado. Lo solucionaré mañana y saldré corriendo el viernes. ¿Estás enfadada conmigo?
-¡Oh, Elena! ¿Cómo podría enfadarme contigo?... Es el destino que me perturba. Tengo muchas ganas de verte y abrazarte de nuevo. Y ya no debes volver con tanta prisa. Conduce con cuidado; te quiero enterita.
-Trabajas el viernes. ¿verdad? - preguntó Elena.
-Por desgracia sí.
-El viernes tengo que ir a la oficina, ¿qué te parece si te pasas después del trabajo? Te enseñaré mi oficina, y luego podríamos ir a comer algo antes de volver a casa. Di que sí, te llevas las cosas de dormir y te quedas, así no tendrás que apresurarte. ¿Qué te parece?
El corazón de Yulia dio un brinco de alegría. Una sonrisa recorrió todo su cuerpo antes de plasmarse en sus labios.
-¡Elena, amor mio, eso sería maravilloso!
De pronto una noticia lo cambia todo; atrás quedaba la preocupación que nublaba el sentido común y que había sido sustituida por una desenfrenada felicidad y por la necesidad de prepararse. Para su regocijo, el jueves por la mañana llegó otro pálido sobre malva. Yulia abrió la carta con cuidado, desplegando la hoja, que decía:
Dame un beso, y luego veinte más. A esos
veinte añade cien y después mil; sigue
besándome hasta que esos mil se conviertan
en un millón. Triplica el millón y vuelve a
empezar, como al principio.
Tenemos mucho que recuperar,
Tu amor,
Elena.
Besos.
La noche del jueves se hizo esperar. Por una vez, Yulia no se quejó de las tareas domesticas; recorrió el piso limpiando el polvo, luego puso la lavadora y planchó. La canción Loca, de Pastsy Cline, la acompañó mientras seleccionaba minuciosamente la ropa que se pondría, pensando en el mal tiempo y en agradar a Elena. El viernes llevaría al trabajo un traje pantalón en tono oro viejo, pero en el equipaje guardó pantalones entallados y blusas de algodón afelpado más informales.
No olvidó las briznas de lila y el encaje de Chantilly, junto con los calcetines cómodos, los jerséis gruesos y los zapatos de tacón bajo. Al día siguiente metería también en la bolsa los cosméticos y el maquillaje. Las prendas para dormir constituían un problema, pues solía dormir sin nada que la constriñese; sin embargo, tenía un pijama con dibujos de aves azules. Bastaría con eso. Sus ojos se posaron en el pijama mientras pensaba qué se pondría Elena para dormir. Como vivía sola, no creía que optase por un camisón transparente y sensual, aunque sí se la imaginaba con una larga prenda de satén; con sus maravillosos cabellos rojos y la elegante figura flotando bajo las luces tenues parecida a un ángel de navidad. La imagen indujo a Yulia a abrazarse, anticipando gloriosos momentos; su ángel de navidad... su ángel guardián, su ángel.
¿Cómo pasaría la noche en la torre? ¿Tendría que dormir en un sofá del salón o Elena la llevaría a su propia cama? ¿Y luego qué? Yulia no dudaba que quería a Elena como no había querido a nadie, que la deseaba y que pensar en tocarla y acariciar su desnudes resultaba tan electrizante que se sentía desfallecer. Recordó sus fantasías en la ducha después de ver a Elena por primera vez y el impacto que había suscitado en ella. Habían estado a punto de doblarsele las rodillas de tanto como le temblaban las piernas. Si Elena la invitaba a su cama, ¿sabría qué hacer? Haría lo que a ella le resultaba excitante, esperando que a Elena le produjese el mismo efecto.
Las dos estaban en fase experimental, así que tendrían que ayudarse mutuamente. La inquietud no sería distinta a la de una pareja que hiciera el amor por primera vez.
El viernes tuvo mucho trabajo, cosa que agradeció, pues se sentía por dentro como una bombilla encendida. Se daba cuenta de que resplandecía y, por las miradas que le lanzaban sus colegas, estaba claro que veían el cambio drástico en ella. Por suerte, eran demasiado educados para preguntar el motivo. Había decidido que, si el fin de semana iba bien, le contaría a Kristina lo suyo con Elena. Se sintió culpable por no haber hablado con Kristina en toda la semana y la llamó:
-Hola, Kriss, ¿cómo te va? Lamento no haberte visto el fin de semana pasado, pero visité a una amistad y no regresé hasta tarde.
-No hay problema, Yul. No habíamos quedado en nada. Ya sabes que sólo tienes que llamar y siempre serás bien recibida en nuestra casa. Me disgusta que estés sola todo el tiempo, pero, si estuviste con alguien, estupendo - Yulia percibió la pregunta no formulada en la voz de su hemana.
-¡Sí, Kriss, sé lo que estas pensando! - se rió - En parte tienes razón. He conocido a alguien especial y este fin de semana voy a su casa otra vez. Espero que quedemos para comer la semana que viene y entonces te contaré, pero necesito que me prometas una cosa.
-Suena de lo más interesante - comentó Kristina - ¿Qué dedo prometer?
-Que no dirás nada hasta que nos veamos, sobre todo a mamá. No me dejará en paz si nota el más leve atisbo de romance en el aire.
-¿Y lo hay? - preguntó Kristina con descaro.
-Espera hasta la semana que viene. ¿Te parece bien que comamos juntas el lunes? Podemos ir al restaurante tailandés que está aquí cerca.
-A ver... El lunes me va bien. Y no temas, Yul, mis labios estarán sellados hasta entonces, aunque me muero de ganas de conocer mas detalles.
-Kriss, eres una joya. ¿Cómo marchan tus planes? ¿Has ultimado ya la luna de miel?
-Hasta el momento todo va a las mil maravillas. Peter dice que ha hecho la reserva en un lugar cálido y lujoso con playas y preciosas vistas; ya que se ocupa de todas mis necesidades. Sé lo que debo llevar, pero se trata de una sorpresa.
-Sabiendo lo sensible que es Peter, seguro que se trata de un lugar divino.
Yulia se alegraba de haber quedado con Kristina para hablar, pues no tenían muchas oportunidades para aclarar las cosas y quería compartir aquello con su hermana. Sabía que Kristina se sentiría feliz por ella, sobre todo porque ella misma estaba exultante y querría que Yulia compartiese aquel estado de dicha absoluta. Yulia sólo esperaba pensar el lunes lo mismo que pensaba en aquel momento.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires
A Fati20, Veroska, soy_yulia_volkova y a Volkatin_420 les gusta esta publicaciòn
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Hay que emoción qué ya llega Elena!!! Esos sobres románticos qué mando 🥰🥰🥰🥰 enamorarían a cualquiera que romántica me encanta!!! Creo que esa noche de reencuentro y dormir en juntas se nos viene acción . Saludos cariño
Fati20- Mensajes : 1370
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 32
Localización : Venezuela
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Lenita es muy conservadora, y le gusta amar a la antiguita jajaja con cartitas lindas y romanticonas.. yo también quiero vivir ese sueño señor pool jajajajaj
soy_yulia_volkova- Mensajes : 234
Fecha de inscripción : 06/03/2023
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
soy_yulia_volkova escribió:Lenita es muy conservadora, y le gusta amar a la antiguita jajaja con cartitas lindas y romanticonas.. yo también quiero vivir ese sueño señor pool jajajajaj
Kha????
Volkatin_420- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 13/03/2023
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Ojalá y la hermanita de yulia no le haga el feo cuando le diga que le gusta lena haha creo que también terminará enamorándose de la cuñada hahaha brooooooo de dónde sacas tantas historias buenas, bacán!!!!
Corderito_Agron- Mensajes : 305
Fecha de inscripción : 18/02/2023
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Capítulo 16
Esa tarde, Yulia salió de la oficina excepcionalmente a las cinco, provocando la sorpresa y los comentarios de sus colegas más críticos. Como el día no era muy bueno y además llevaba una bolsa de viaje, se permitió el lujo de coger un taxi.
-Portland Place - indicó antes de reclinarse en el asiento con un escalofrío de emoción. Había contado los segundos para volver a ver a Elena, y en aquel momento en que casi estaba a punto, se dejaba llevar por la euforia.
Yulia le señaló al taxista un grandioso edificio recientemente restaurado, decorado con columnas y tallas de piedra, al estilo del período victoriano.
La etapa favorita de Yulia era la Regencia, pero comprendía que aquel imponente edificio constituía una noble envoltura para una importante empresa de diseño arquitectónico. Al franquear las puertas la maravilló verse transportada a un vestíbulo Art Decó, con largas y airosas líneas de piedra y metal brillante, relojes rectangulares y una amplia escalera en cuya base montaban guardia dos panteras de mármol negro. La deslumbró, sobre todo porque no lo esperaba, pero al mismo tiempo no puedo evitar que le diesen muchísima pena las pobres limpiadoras que tenían que dedicarse a arrancar destello a los metros y metros de metal. Avanzó tímidamente sobre la envoltura de mármol hasta el diseño geométrico oriental de la recepción, donde cuatro recepcionistas se veían muy menguadas por las proporciones de una larga y estrecha mesa de madera y cromo.
-Hola - saludó - He venido a ver a Elena Katina.
-¡Ah, si! - respondió la recepcionista, una señora eficiente, de mediana edad, vestida a tono con el vestíbulo. Yulia se fijó en que las otras llevaban prendas similares, sin duda un uniforme - Debe de ser usted la señorita Volkova - continuó la mujer con una amable sonrisa - La señorita Katina nos dijo que la atendiesemos. Si tiene la bondad de tomar asiento, le comunicaremos que ha llegado - Señaló unas sillas curvas y tan grandes que sin duda habían sido fabricadas con delicadeza - ¿Quiere tomar algo mientras espera?
A Yulia le apetecía mucho un café, pero se daba cuenta de que Elena había tenido un detalle con ella al invitarla a su oficina y quería que se sintiese orgullosa de la confianza que había depositado en ella. Lo último que deseaba era arriesgarse a echarse el café por encima, dando lugar a una situación embarazosa. Siempre recordaba la ocasión en que unos inspectores de impuestos habían visitado su oficina y, después de ir al cuarto de baño, uno de ellos se había paseado por todo el edificio con un pedazo de papel higiénico pegado a los pantalones. Todos se habían muerto de risa, también ella, pero al mismo tiempo le daba vergüenza haberse divertido a expensas del pobre inspector, pues lo mismo le podía ocurrir a cualquiera y era una lástima que quedase una impresión permanente por algo así.
Estaba tan ensimismada que no reparó en que la recepcionista había hablado y que llamaba su atención con una discreta tos.
-Oh, lo siento. Me encontraba a kilómetros de aquí - se disculpó con una sonrisa.
-No pasa nada - replicó la mujer - La señorita Katina le ruega que suba a reunirse con ella. Tome uno de los ascensores hasta la cuarta planta, y ella la esperará. Si no le apetece llevar su bolsa, yo puedo cuidarsela en recepción.
-Muy amable de su parte, pero, para ser sincera, no sé cuanto tiempo me quedaré. Además, no pesa mucho, así que la llevaré, si no le importa.
-Lo entiendo perfectamente - Le ofreció a Yulia un pase plastificado con un sujetapapeles - Es por seguridad, me temo. ¿Le importa firmar?
Yulia subió en un ascensor forrado de espejos, casi sin reparar en el movimiento ascendente. Antes de que se diera cuenta, las puertas se abrieron en un gran vestíbulo de tonos cromados y azul ultramarino. Había pasillos a cada lado y Elena se encontraba en el de la derecha, absolutamente radiante. A Yulia casi se le paró el corazón; Elena le pareció maravillosa, tanto que superó todas las imágenes que conservaba en su memoria.
-Yulia - saludó la pelirroja, adelantándose a recibirla. Posó las manos en los hombros de la morena y le besó en las mejillas, susurrando - Rápido, ven a mi despacho. ¡Me muero por besarte, belleza de preciosos cabellos!
El perfume de Elena, mezclado con el olor a hibisco de su cabello, embriagó a Yulia, que caminó casi en trance hasta el despacho de su amiga. En cuanto Elena cerró la puerta, tomó la cara de Yulia entre sus frías manos y la acercó a la suya. En un primer momento, Yulia vio que Elena iba a besarla al fin y cerró los ojos. Pero al cabo de unos segundos los abrió y vio como Elena escudriñaba cada rasgo de su rostro mientras sus pulgares acariciaban con ternura sus mejillas.
-¡Oh, Yulia - exclamó - ¡Como he hechado de menos esta cara, estos ojos, este precioso pelo y tus maravillosos labios! - Mientras hablaba, alzó la mano y sus dedos se deslizaron sobre el rostro y se posaron después en la boca, enviando corrientes a través de aquella piel tan sensible.
Yulia sacó la lengua y lamió el dedo de Elena sin dejar de mirar sus ojos verdigrises, ojos vidriosos que proclamaban el deseo que les inspiraba la morena.
«¡Qué tonta fui al preocuparme cuando ella estaba en Derby! - pensó Yulia - Estos ojos transmiten amor claramente. No volveré a dudar»
Yulia, dominada por la ternura, se adelantó y se acercó a los labios de Elena, acariciando con delicadeza el labio inferior antes de besarla con descaro, dibujando con la lengua los labios de la pelirroja y buscando su lengua húmeda. Saboreó a Elena, pero quería más; le latían los labios. Sintió un hormigueo en la piel del rostro, un repique que se prolongó por la nuca y bajó por su espalda. Se encontraba en estado de efervescencia. La sangre vibraba en su cabeza hasta el punto de aturirla.
-Elena - gimió - no sabes cómo me siento por dentro - La ojiverde esbozó una sonrisa perezosa con la frente apoyada en la de Yulia y sus narices casi tocándose.
-Creí que sí, cariño, porque a mí me ocurre algo parecido.
-Me alegro de que hayas vuelto. Todo mi ser clamaba por volver a verte. ¿Tienes mucho que hacer aquí?
Apenas unos centímetros separaban los ojos de ambas, y Yulia absorbió el cálido aliento de Elena cuando ésta respondió:
-No, cariño, casi he terminado. Sólo me queda darle unos papeles a mi jefa y comentarle rápidamente lo que he hecho durante la semana. ¿Te parece tomar algo mientras esperas?
Yulia sonrió para sí al recordar sus pensamientos anteriores sobre lo incómoda que se sentiría si derramaba el café. En aquel momento se hallaba en la cumbre del mundo, llena de confianza.
-Sí, tesoro, ¿tienes algo frío?
Elena señaló unos armarios.
-Si miras en ese armario, hay un minibar. Sirvete lo que quieras, por favor. Volveré lo antes posible y, luego, el fin de semana es nuestro - Le dedicó una sonrisa tan seductora a Yulia que ésta a punto estuvo de retenerla. No lo hizo porque sabía que la demora significaría menos tiempo juntas en la torre, un lugar mucho más íntimo que la oficina. Se sirvió un refrescante zumo de naranja y se llevó el vaso frío a su frente enfebrecida. Mientras tanto, Elena cogió un expediente y fue hacia la puerta sin apartar los ojos de Yulia. Con un gesto de duda, se acercó a la morena y le quitó el vaso. Sin dejar de mirarla, acercó el vaso a sus labios rojos y dejó una marca de carmín en el borde.
-Ponte cómoda - dijo con una sonrisa - Vuelvo enseguida.
Yulia llevó el vaso al sillón en dirección de Elena, se acomodó y giró, contemplando el despacho. Como hasta el momento casi no había visto nada, tenía mucho en que ocupar la atención. El diseño del despacho, en cuestión de elementos fijos, seguía el estilo del resto del edificio con su aire dinámico y laborioso. Sin embargo, Yulia reparó en que Elena le había dado sus propios toques, como un par de reproducciones de Vermeer bien enmarcadas y unas cuantas butacas que parecían demasiado cómodas para ser Art Deco. Supuso que la ojiverde no pasaba mucho tiempo en aquel despacho, porque había visto una mesa de arquitecto de madera de caoba en la torre e imaginaba que hacia gran parte del trabajo de diseño en casa. Detrás de ella había grandes ventanas que ofrecían una vista panorámica de Londres: la ciudad resultaba mucho más sugerente que a nivel del suelo debido a la amplitud del cielo. Yulia se fijó luego en los objetos que cubrían la mesa: no había fotografías, pero no sabía muy bien qué relación tenía con sus padres. Mientras lo pensaba, reparó de pronto en los garabatos de una agenda de teléfonos... con un estremecimiento vio que en el centro del dibujo estaba su nombre y de él salían un montón de coranzoncitos. Aquella palpable exhibición de un momento privado la llenó de afecto hacía Elena. Se sentía segura y a salvo con su amor al ver que la separación no había disminuido el cariño de la pelirroja. Sonrió y se abrazó con regocijo, mientras una oleada de felicidad recorría su cuerpo.
Antes de que se diera cuenta, Elena regresó al despacho y puso un grueso expediente sobre la mesa. Se acercó por detrás del sillón en el que estaba sentada Yulia y empezó a jugar con su pelo, deslizando los dedos sobre los finos mechones negros. Luego, se inclinó y le dio un beso en la oreja.
-¿Estás lista para marcharte, jovencita? -preguntó en voz baja - Porque quiero llevarte a casa.
***
Viajar cómodamente en el Land Cruiser, en comparación con el tren, era un lujo, y hacerlo sentada al lado de alguien tan maravillosa como Elena constituía la felicidad absoluta. Al principio, las dos se mostraron tímidas y hablaron del trabajo y de cómo había sido la semana. El tiempo era su tema de conversación hasta que Yulia preguntó:
-¿Te molesta si pongo música?
-En absoluto. Creo que somos como esos juguetes de cuerda, esperando a soltar la melodía. Tal vez la música nos serene ¿Te gusta algo en especial?
Yulia repasó la colección de CD y se sorprendió al ver que sus gustos coincidían.
-Somos almas gemelas - comentó.
Escogió una selección de bandas célticas, se hundió en el asiento y se dedicó a observar perezosamente a Elena, que conducía concentrada a través del trafico del norte de Londres. Era preciosa; estaba con su ángel pelirrojo. A veces le parecía que la quería tanto que deseaba convertirse en ella y absorber sus pensamientos. Pero entonces no podría disfrutar del increíble placer de besar aquel cuerpo celestial. Instintivamente estiró la mano, la posó en la pierna y notó la frialdad de la tela del vestido bajo la palma. Elena se volvió hacía ella y le dedicó la sonrisa de una rendida colegiala. Sonó una canción que a Yulia le gustaba de forma especial y no pudo evitar corearla. Tras unos segundos, Elena se unió a ella y no tardaron mucho en cantar a viva voz mientras el vehículo adquiría velocidad en la carretera de salida de la ciudad.
Cuando el campo se despegó a su alrededor, se sumieron en un respetuoso silencio, impregnándose del atuendo primaveral de la naturaleza bajo la luz de aquellos días cada vez más largos. El invierno resultaba a veces agotador en Inglaterra: ir y volver del trabajo en perpetua oscuridad ensombrece el espíritu; por eso los días luminosos propician que la gente se deslice al exterior como los lagartos, para disfrutar de los rayos del sol y revitalizarse.
-Adoro tu presencia, tesoro, aunque no hablemos. Me siento muy cómoda y, curiosamente, protegida. ¿Has tenido tiempo para pensar en nosotras y en el futuro mientras estuviste en Derby? - se atrevió a preguntar Yulia, temiendo una respuesta inesperada.
-Me costó mucho más pensar en la reconversión del granero - se rió Elena - en serio, pasé las noches reflexionando sobre el futuro. Sé que encontraremos dificultades y que será un desastre si tu familia, a la que estás tan unida, te convierte en una paria. Pero tanto mi corazón como mi cabeza coinciden en querer construir una vida contigo. Jamás había experimentado las intensas emociones que tú me provocas y no quiero perderte, de verdad. Sé que juntas podemos superar casi todas las adversidades si nos apoyamos. ¿Qué opinas, cariño?
Yulia respiró al fin, tras haber contenido el aliento, expectante.
-¡Que eso dice mucho! Temía que hubieras reconsiderado las cosas. También a mi me pone nerviosa mi familia, pero soy mayor y debo pensar en mi propio futuro. Sé que se preocuparán por mí, pero soy optimista y creí que nos aceptarán cuando se den cuenta de que vamos en serio. En caso contrario, lo sentiré, pero es tu amor lo que me hace vivir.
Elena apartó la mano del volante y apretó la mano de Yulia a modo de respuesta. Tras unos momentos, Yulia preguntó:
-Elena, ¿y a tu familia? ¿Qué les dirás?
Elena no dio muestras de haber oído la pregunta. Cuando Yulia iba a olvidarla, respondió:
-Lo haré en su momento. Tal vez podamos ir a Rusia juntas, pero aún no. Mis padres y yo nunca hemos estado muy unidos. La ironía es que mi jefa de línea en el trabajo, Anastasya, ha sido para mí lo más parecido a una madre. Cuando sufrí los problemas de Manchester, necesitaba confiar en ellos, pero como estaban tan obsesionados con las aventuras amorosas de mi padre, nunca tenían tiempo para mí. La última vez que estuve en casa fue hace dos meses, y me recibieron más como a una invitada que como a una hija. Son de una generación educada para no demostrar afecto y para esconder las debilidades y los escándalos debajo de la alfombra, en vez de afrontarlos. En cierto sentido, me han defraudado. Si les hablase de lo nuestro, fingirian no haber oído nada. Me preguntarían por los hombres que conozco, si tú tienes novio y ese tipo de cosas.
-Bueno, no te preocupes, amor mio - Yulia la consoló dándole palmaditas en la pierna - No pensemos en nada que nos estropee el fin de semana.
-Me parece bien - dijo Elena con una valiente sonrisa.
Me hacen reír con sus comentarios. Me gustan las historias románticas, tiernas, dónde el drama sea casi nulo, por eso escogí subir esta historia porque cuando terminé de leerla,.muchos sentimientos se me revolvieron. Espero la disfruten hasta el final.
Esa tarde, Yulia salió de la oficina excepcionalmente a las cinco, provocando la sorpresa y los comentarios de sus colegas más críticos. Como el día no era muy bueno y además llevaba una bolsa de viaje, se permitió el lujo de coger un taxi.
-Portland Place - indicó antes de reclinarse en el asiento con un escalofrío de emoción. Había contado los segundos para volver a ver a Elena, y en aquel momento en que casi estaba a punto, se dejaba llevar por la euforia.
Yulia le señaló al taxista un grandioso edificio recientemente restaurado, decorado con columnas y tallas de piedra, al estilo del período victoriano.
La etapa favorita de Yulia era la Regencia, pero comprendía que aquel imponente edificio constituía una noble envoltura para una importante empresa de diseño arquitectónico. Al franquear las puertas la maravilló verse transportada a un vestíbulo Art Decó, con largas y airosas líneas de piedra y metal brillante, relojes rectangulares y una amplia escalera en cuya base montaban guardia dos panteras de mármol negro. La deslumbró, sobre todo porque no lo esperaba, pero al mismo tiempo no puedo evitar que le diesen muchísima pena las pobres limpiadoras que tenían que dedicarse a arrancar destello a los metros y metros de metal. Avanzó tímidamente sobre la envoltura de mármol hasta el diseño geométrico oriental de la recepción, donde cuatro recepcionistas se veían muy menguadas por las proporciones de una larga y estrecha mesa de madera y cromo.
-Hola - saludó - He venido a ver a Elena Katina.
-¡Ah, si! - respondió la recepcionista, una señora eficiente, de mediana edad, vestida a tono con el vestíbulo. Yulia se fijó en que las otras llevaban prendas similares, sin duda un uniforme - Debe de ser usted la señorita Volkova - continuó la mujer con una amable sonrisa - La señorita Katina nos dijo que la atendiesemos. Si tiene la bondad de tomar asiento, le comunicaremos que ha llegado - Señaló unas sillas curvas y tan grandes que sin duda habían sido fabricadas con delicadeza - ¿Quiere tomar algo mientras espera?
A Yulia le apetecía mucho un café, pero se daba cuenta de que Elena había tenido un detalle con ella al invitarla a su oficina y quería que se sintiese orgullosa de la confianza que había depositado en ella. Lo último que deseaba era arriesgarse a echarse el café por encima, dando lugar a una situación embarazosa. Siempre recordaba la ocasión en que unos inspectores de impuestos habían visitado su oficina y, después de ir al cuarto de baño, uno de ellos se había paseado por todo el edificio con un pedazo de papel higiénico pegado a los pantalones. Todos se habían muerto de risa, también ella, pero al mismo tiempo le daba vergüenza haberse divertido a expensas del pobre inspector, pues lo mismo le podía ocurrir a cualquiera y era una lástima que quedase una impresión permanente por algo así.
Estaba tan ensimismada que no reparó en que la recepcionista había hablado y que llamaba su atención con una discreta tos.
-Oh, lo siento. Me encontraba a kilómetros de aquí - se disculpó con una sonrisa.
-No pasa nada - replicó la mujer - La señorita Katina le ruega que suba a reunirse con ella. Tome uno de los ascensores hasta la cuarta planta, y ella la esperará. Si no le apetece llevar su bolsa, yo puedo cuidarsela en recepción.
-Muy amable de su parte, pero, para ser sincera, no sé cuanto tiempo me quedaré. Además, no pesa mucho, así que la llevaré, si no le importa.
-Lo entiendo perfectamente - Le ofreció a Yulia un pase plastificado con un sujetapapeles - Es por seguridad, me temo. ¿Le importa firmar?
Yulia subió en un ascensor forrado de espejos, casi sin reparar en el movimiento ascendente. Antes de que se diera cuenta, las puertas se abrieron en un gran vestíbulo de tonos cromados y azul ultramarino. Había pasillos a cada lado y Elena se encontraba en el de la derecha, absolutamente radiante. A Yulia casi se le paró el corazón; Elena le pareció maravillosa, tanto que superó todas las imágenes que conservaba en su memoria.
-Yulia - saludó la pelirroja, adelantándose a recibirla. Posó las manos en los hombros de la morena y le besó en las mejillas, susurrando - Rápido, ven a mi despacho. ¡Me muero por besarte, belleza de preciosos cabellos!
El perfume de Elena, mezclado con el olor a hibisco de su cabello, embriagó a Yulia, que caminó casi en trance hasta el despacho de su amiga. En cuanto Elena cerró la puerta, tomó la cara de Yulia entre sus frías manos y la acercó a la suya. En un primer momento, Yulia vio que Elena iba a besarla al fin y cerró los ojos. Pero al cabo de unos segundos los abrió y vio como Elena escudriñaba cada rasgo de su rostro mientras sus pulgares acariciaban con ternura sus mejillas.
-¡Oh, Yulia - exclamó - ¡Como he hechado de menos esta cara, estos ojos, este precioso pelo y tus maravillosos labios! - Mientras hablaba, alzó la mano y sus dedos se deslizaron sobre el rostro y se posaron después en la boca, enviando corrientes a través de aquella piel tan sensible.
Yulia sacó la lengua y lamió el dedo de Elena sin dejar de mirar sus ojos verdigrises, ojos vidriosos que proclamaban el deseo que les inspiraba la morena.
«¡Qué tonta fui al preocuparme cuando ella estaba en Derby! - pensó Yulia - Estos ojos transmiten amor claramente. No volveré a dudar»
Yulia, dominada por la ternura, se adelantó y se acercó a los labios de Elena, acariciando con delicadeza el labio inferior antes de besarla con descaro, dibujando con la lengua los labios de la pelirroja y buscando su lengua húmeda. Saboreó a Elena, pero quería más; le latían los labios. Sintió un hormigueo en la piel del rostro, un repique que se prolongó por la nuca y bajó por su espalda. Se encontraba en estado de efervescencia. La sangre vibraba en su cabeza hasta el punto de aturirla.
-Elena - gimió - no sabes cómo me siento por dentro - La ojiverde esbozó una sonrisa perezosa con la frente apoyada en la de Yulia y sus narices casi tocándose.
-Creí que sí, cariño, porque a mí me ocurre algo parecido.
-Me alegro de que hayas vuelto. Todo mi ser clamaba por volver a verte. ¿Tienes mucho que hacer aquí?
Apenas unos centímetros separaban los ojos de ambas, y Yulia absorbió el cálido aliento de Elena cuando ésta respondió:
-No, cariño, casi he terminado. Sólo me queda darle unos papeles a mi jefa y comentarle rápidamente lo que he hecho durante la semana. ¿Te parece tomar algo mientras esperas?
Yulia sonrió para sí al recordar sus pensamientos anteriores sobre lo incómoda que se sentiría si derramaba el café. En aquel momento se hallaba en la cumbre del mundo, llena de confianza.
-Sí, tesoro, ¿tienes algo frío?
Elena señaló unos armarios.
-Si miras en ese armario, hay un minibar. Sirvete lo que quieras, por favor. Volveré lo antes posible y, luego, el fin de semana es nuestro - Le dedicó una sonrisa tan seductora a Yulia que ésta a punto estuvo de retenerla. No lo hizo porque sabía que la demora significaría menos tiempo juntas en la torre, un lugar mucho más íntimo que la oficina. Se sirvió un refrescante zumo de naranja y se llevó el vaso frío a su frente enfebrecida. Mientras tanto, Elena cogió un expediente y fue hacia la puerta sin apartar los ojos de Yulia. Con un gesto de duda, se acercó a la morena y le quitó el vaso. Sin dejar de mirarla, acercó el vaso a sus labios rojos y dejó una marca de carmín en el borde.
-Ponte cómoda - dijo con una sonrisa - Vuelvo enseguida.
Yulia llevó el vaso al sillón en dirección de Elena, se acomodó y giró, contemplando el despacho. Como hasta el momento casi no había visto nada, tenía mucho en que ocupar la atención. El diseño del despacho, en cuestión de elementos fijos, seguía el estilo del resto del edificio con su aire dinámico y laborioso. Sin embargo, Yulia reparó en que Elena le había dado sus propios toques, como un par de reproducciones de Vermeer bien enmarcadas y unas cuantas butacas que parecían demasiado cómodas para ser Art Deco. Supuso que la ojiverde no pasaba mucho tiempo en aquel despacho, porque había visto una mesa de arquitecto de madera de caoba en la torre e imaginaba que hacia gran parte del trabajo de diseño en casa. Detrás de ella había grandes ventanas que ofrecían una vista panorámica de Londres: la ciudad resultaba mucho más sugerente que a nivel del suelo debido a la amplitud del cielo. Yulia se fijó luego en los objetos que cubrían la mesa: no había fotografías, pero no sabía muy bien qué relación tenía con sus padres. Mientras lo pensaba, reparó de pronto en los garabatos de una agenda de teléfonos... con un estremecimiento vio que en el centro del dibujo estaba su nombre y de él salían un montón de coranzoncitos. Aquella palpable exhibición de un momento privado la llenó de afecto hacía Elena. Se sentía segura y a salvo con su amor al ver que la separación no había disminuido el cariño de la pelirroja. Sonrió y se abrazó con regocijo, mientras una oleada de felicidad recorría su cuerpo.
Antes de que se diera cuenta, Elena regresó al despacho y puso un grueso expediente sobre la mesa. Se acercó por detrás del sillón en el que estaba sentada Yulia y empezó a jugar con su pelo, deslizando los dedos sobre los finos mechones negros. Luego, se inclinó y le dio un beso en la oreja.
-¿Estás lista para marcharte, jovencita? -preguntó en voz baja - Porque quiero llevarte a casa.
***
Viajar cómodamente en el Land Cruiser, en comparación con el tren, era un lujo, y hacerlo sentada al lado de alguien tan maravillosa como Elena constituía la felicidad absoluta. Al principio, las dos se mostraron tímidas y hablaron del trabajo y de cómo había sido la semana. El tiempo era su tema de conversación hasta que Yulia preguntó:
-¿Te molesta si pongo música?
-En absoluto. Creo que somos como esos juguetes de cuerda, esperando a soltar la melodía. Tal vez la música nos serene ¿Te gusta algo en especial?
Yulia repasó la colección de CD y se sorprendió al ver que sus gustos coincidían.
-Somos almas gemelas - comentó.
Escogió una selección de bandas célticas, se hundió en el asiento y se dedicó a observar perezosamente a Elena, que conducía concentrada a través del trafico del norte de Londres. Era preciosa; estaba con su ángel pelirrojo. A veces le parecía que la quería tanto que deseaba convertirse en ella y absorber sus pensamientos. Pero entonces no podría disfrutar del increíble placer de besar aquel cuerpo celestial. Instintivamente estiró la mano, la posó en la pierna y notó la frialdad de la tela del vestido bajo la palma. Elena se volvió hacía ella y le dedicó la sonrisa de una rendida colegiala. Sonó una canción que a Yulia le gustaba de forma especial y no pudo evitar corearla. Tras unos segundos, Elena se unió a ella y no tardaron mucho en cantar a viva voz mientras el vehículo adquiría velocidad en la carretera de salida de la ciudad.
Cuando el campo se despegó a su alrededor, se sumieron en un respetuoso silencio, impregnándose del atuendo primaveral de la naturaleza bajo la luz de aquellos días cada vez más largos. El invierno resultaba a veces agotador en Inglaterra: ir y volver del trabajo en perpetua oscuridad ensombrece el espíritu; por eso los días luminosos propician que la gente se deslice al exterior como los lagartos, para disfrutar de los rayos del sol y revitalizarse.
-Adoro tu presencia, tesoro, aunque no hablemos. Me siento muy cómoda y, curiosamente, protegida. ¿Has tenido tiempo para pensar en nosotras y en el futuro mientras estuviste en Derby? - se atrevió a preguntar Yulia, temiendo una respuesta inesperada.
-Me costó mucho más pensar en la reconversión del granero - se rió Elena - en serio, pasé las noches reflexionando sobre el futuro. Sé que encontraremos dificultades y que será un desastre si tu familia, a la que estás tan unida, te convierte en una paria. Pero tanto mi corazón como mi cabeza coinciden en querer construir una vida contigo. Jamás había experimentado las intensas emociones que tú me provocas y no quiero perderte, de verdad. Sé que juntas podemos superar casi todas las adversidades si nos apoyamos. ¿Qué opinas, cariño?
Yulia respiró al fin, tras haber contenido el aliento, expectante.
-¡Que eso dice mucho! Temía que hubieras reconsiderado las cosas. También a mi me pone nerviosa mi familia, pero soy mayor y debo pensar en mi propio futuro. Sé que se preocuparán por mí, pero soy optimista y creí que nos aceptarán cuando se den cuenta de que vamos en serio. En caso contrario, lo sentiré, pero es tu amor lo que me hace vivir.
Elena apartó la mano del volante y apretó la mano de Yulia a modo de respuesta. Tras unos momentos, Yulia preguntó:
-Elena, ¿y a tu familia? ¿Qué les dirás?
Elena no dio muestras de haber oído la pregunta. Cuando Yulia iba a olvidarla, respondió:
-Lo haré en su momento. Tal vez podamos ir a Rusia juntas, pero aún no. Mis padres y yo nunca hemos estado muy unidos. La ironía es que mi jefa de línea en el trabajo, Anastasya, ha sido para mí lo más parecido a una madre. Cuando sufrí los problemas de Manchester, necesitaba confiar en ellos, pero como estaban tan obsesionados con las aventuras amorosas de mi padre, nunca tenían tiempo para mí. La última vez que estuve en casa fue hace dos meses, y me recibieron más como a una invitada que como a una hija. Son de una generación educada para no demostrar afecto y para esconder las debilidades y los escándalos debajo de la alfombra, en vez de afrontarlos. En cierto sentido, me han defraudado. Si les hablase de lo nuestro, fingirian no haber oído nada. Me preguntarían por los hombres que conozco, si tú tienes novio y ese tipo de cosas.
-Bueno, no te preocupes, amor mio - Yulia la consoló dándole palmaditas en la pierna - No pensemos en nada que nos estropee el fin de semana.
-Me parece bien - dijo Elena con una valiente sonrisa.
Me hacen reír con sus comentarios. Me gustan las historias románticas, tiernas, dónde el drama sea casi nulo, por eso escogí subir esta historia porque cuando terminé de leerla,.muchos sentimientos se me revolvieron. Espero la disfruten hasta el final.
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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A Fati20 y a Veroska les gusta esta publicaciòn
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Siento que a yulia van a darle como cajón que no cierra en la torre hahahahahaha
Corderito_Agron- Mensajes : 305
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Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Que emocionante ese esperando reencuentro 🥰🥰🥰 tanto amor y hasta es tierno sus preocupaciones pero ambas están tan locamente enamoradas qué es de esas historias qué tanto amo donde pueden haber desafíos y dificultades pero el amor y la lealtad es más fuerte que todo. Me gusta mucho ese toque tan especial de como se hablan es algo tan poco común en la actualidad qué es muy especial, coincido chicas queremos un amor tan intenso y hermoso como este del qué estamos siendo testigos en esta historia. Y aparte estoy muy emocionada de lo que se viene juntas ese primer fin de semana juntas . Saludos cariño de mi corazón me encanta como te gustan las historias, siempre escoges las mejores
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Corderito_Agron escribió:Siento que a yulia van a darle como cajón que no cierra en la torre hahahahahaha
Jajajajajajaja no puedes ser menos ordinaria? Jajajajajajaja disfruta el romance
soy_yulia_volkova- Mensajes : 234
Fecha de inscripción : 06/03/2023
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Una ternura que conmueve demaciado
LeaAgronsky- Mensajes : 144
Fecha de inscripción : 08/01/2024
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Corderito_Agron escribió:Siento que a yulia van a darle como cajón que no cierra en la torre hahahahahaha
No le veo fallas a tu lógica y más cuando yulia está que no se aguanta!!
LenaVolkova66- Mensajes : 216
Fecha de inscripción : 16/04/2023
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Yulia está más emocionada que niño con juguete nuevo y eso que no sabe que la van a partir por la mitad
Volkatin_420- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 13/03/2023
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Capítulo 17
En las obras isabelinas, las Parcas tienen su papel, casi siempre travieso, y conducen al héroe o a la heroína a situaciones difíciles o los envían a lugares equivocados para confundirlos o engañarlos. Pero no son malas: hay métodos en sus trapacerías y en conclusión de las mismas, todo se hace correctamente. Los amantes acaban uniéndose y el telón cae mientras se besan. Desde aquella lejana época han cambiado las Isabeles que ocupan el trono, pero ¿qué pasa con las Parcas que han estado esperando detrás del escenario y deciden que es hora de hacer su entrada?
El fin de semana adquirió otro color cuando Yulia y Elena se acercaron a la casa de ésta. La torre había sufrido visibles daños: varias de las grandes ventanas estaban rotas y se veían enormes trozos de vidrio esparcidos por el suelo. Yulia miró a Elena y reparó en que se ponía pálida.
-¡Oh, no! - se quejó - ¡No me digas que ha vuelto a empezar!
-¿Crees que es ese tal Charlie? ¿Sería capaz de algo así?
-Me parece que haría cualquier cosa - respondió con amargura Elena - Entremos. Voy a llamar a la Policia.
Recorrieron las habitaciones con cautela; Yulia iba delante y le daba la mano a la pelirroja. No creían que hubiese nadie, pues la puerta estaba bien cerrada, pero tenían tanto miedo que no querían cometer ninguna insensatez.
-Hasta el momento todo parece en orden- afirmó Elena. Yulia se dio cuenta de que la seguridad de la ojiverde había desaparecido, dejando paso a una niña asustada. Le apretó la mano con fuerza para que supiera que ya no tenía que enfrentarse sola a aquello.
-Vamos, corazón - la animó - sólo queda el salón. Afrontemos lo peor de una vez.
Uno de los mayores misterios del cristal es que, cuando se rompe, su volumen crece de forma considerable. Daba la impresión de que un toro enorme había irrumpido en el salón de Elena como en una cacharrería, pues había fragmentos de cristal por todas partes. Las ventanas de la estancia eran muy grandes y dos de ellas estaban rotas, pero la gran cantidad de pedazos multiplicaba su tamaño y su número: se hallaban sobre los sofás, los muebles y el suelo.
-¿Cómo crees que lo hizo? - preguntó Elena en voz baja, con una expresión como de trance en la cara.
-Me parece que eso es parte del motivo - respondió Yulia señalándolo un predusco que había junto a la, mesa del comedor - Da la impresión de que lo envolvió con algo. Vamos a echar un vistazo.
-No, debo llamar a la Policia. Tengo la tarjeta del detective Smirnov en el bolso... Voy a llamarlo - Parecía muy confundida con la supuesta intrusión del maniaco de Kiddney en su vida, así que Yulia decidió mostrarse fuerte y ayudar a Elena en aquel momento. La llevó a la cocina y buscaron la tarjeta del detective Smirnov. Luego, llamó por su móvil, rezando para que el Policia no estuviese de vacaciones o demasiado ocupado para responder. Por suerte, atendió la llamada rápidamente; la voz serena y autoritaria la reconfortó en aquellas circunstancias.
-Hola, me llamo Yulia Volkova y soy muy amiga de Elena Katina - se presentó.
-Sí, conozco a Elena, ¿se encuentra bien?- Se notaba una sincera preocupación en la voz.
-Esta tarde, cuando llegamos a la torre, encontramos dos ventanales rotos. Parece como si lo hubieran hecho a propósito, y creemos que hay un mensaje en una piedra. No hemos tocado nada, así que a menos que quiera usted que lo compruebe, no sé lo que dice.
-No, déjelo todo como ésta. Estoy a una hora de ahí, pero llamaré a la Policia local y me reuniré con ellos en la casa. ¿Cómo se lo ha tomado Elena?
Yulia miró a la pelirroja, sentada ante la mesa de la cocina, pálida, sin apartar los ojos de la superficie.
-Me parece que no muy bien. Creo que había dejado atrás esta pesadilla hace mucho tiempo. Le preparé un poco de té con azúcar y me ocuparé de ella.
-Estupendo, es una buena idea. Las veo dentro de una hora, aunque la Policia local seguramente llegará antes.
En cuanto Yulia apagó el teléfono, se arrodilló ante Elena y la abrazó. Al principio, la ojiverde se comportó como una autómata, pero el cálido abrazo de Yulia deshizo su impresión y respondió acariciándola mientras los sollozos sacudían su cuerpo.
-¿Por qué no me deja en paz? - preguntó entre lágrimas - Nunca hice nada para alentarlo; no me gustaba. ¡Oh, Dios! ¿Por qué no me deja tranquila?
Yulia permitió que llorase durante un rato, abrazándola de vez en cuando para infundirle confianza; luego, se levantó y le preparó un té con mucho azúcar.
-Bébetelo todo, corazón. Te sentirás mejor - Mientras Elena bebía el té, Yulia se dio cuenta de que había encontrado una forma cariñosa de dirigirse a ella sin pensarlo, pero el momento resultaba inoportuno. Sintió una breve punzada de culpa, aunque no duró mucho, pues comprendió que lo que más necesitaba Elena en aquellos instantes eran manifestaciones de apoyo y afecto.
-Siento mucho haberte arrastrado a esto - susurró Elena con lágrimas rodando por sus húmedas mejillas.
-Por favor, no digas esas cosas, amor mío. Me alegro de estar aquí contigo y procuraré ayudarte. Te quiero, ¿no lo entiendes? ¿Qué clase de persona sería si alzase el vuelo a la primera adversidad?- Yulia se acercó a Elena, se inclinó y lamió sus lágrimas con delicadeza, besando los surcos hasta los ojos verdigrises. Luego dijo:
-Hay una unidad tal entre nosotras que, cuando una llora, la otra saborea sal. Cuando era pequeña, a mi madre le encantaba su jardín y se empeñaba en enseñarme cosas de las flores que cultivaba. Como vivíamos en el centro de la ciudad, muchas eran exóticas e importadas, como el sensual hibisco (mi favorito), con su forma que sólo puede ser femenina; el franchipaniero, con su nombre lleno de pasión; y la lantana danzante, con sus florecillas de colores diferentes que contrastan con los fríos tonos blancos de los edificios. Quería tenerlas en mi propio jardín, pero no podía permitirme una casa con jardín. Sin embargo, un día estaba en un centro de jardinería, vi las semillas de una flor que me fascinó con sus colores y me di cuenta de que podría cultivarla en un macetero en la ventana.
Era una gloria de la mañana: cuando florecía, no había otro color tan intenso como el de sus pétalos. Es decir, hasta que vi tus ojos. Tienes ese tono intenso y elegante que al borde de tu iris se convierte en un sutil cúmulo en la toscana. Lo triste de las glorias de la mañana es que apenas sobreviven a la mañana, se ponen mustias y mueren. Mientras que en tus ojos veo vida y amor eterno.
Lanzó una risita con la cara casi pegada a la de Elena.
-¡Te regaré todos los días y me aseguraré de que crezcas fuerte y sana!
-Hablame de tu madre - pidió Elena, que ya no temblaba tanto.
-Lo haré, pero primero deja que te lleve a tu habitación, así podrás acostarte y yo te abrazaré - Yulia condujo a Elena hasta la cama; se quitó los zapatos y se acostó junto a ella, ciñéndole contra su cuerpo.
-Creo que mi madre estaba destinada a otra vida: era muy hermosa e inteligente y tenía una cualidad etérea, como si el mundo le resbalase. Resistió sin embargo los pioneros años cincuenta, cuando los expatriados vivían en enormes casas con doncellas, niñeras y jardineros. Aunque no era muy corpulenta, poseía una fuerza que le permitió afrontar destinos en África occidental y Oriente Medio, organizándolo todo, desde equipajes a la selección de escuelas para nosotros. Lo que más me sorprendía de ella era lo mucho que le costaba entender que existiese el mal en el mundo. Tendía a desconectar cuando los problemas sobrepasaban cierto punto.
-¿Y eso? - preguntó Elena, intrigada.
-Por ejemplo... a ver. ¡Oh, si! A mi madre la volvían loca los gatos. Iba por ahí como el flautista encantado, recogiendo a todos los gatos callejeros y abandonados: les daba comida, los desparasitaba, les curaba las heridas, se ocupaba de los gatitos recién nacidos... nada era suficiente. Durante unas vacaciones escolares mostré mi horror tras mi reciente incursión en el mundo del maltrato a los animales y las disecciones. La obsequié con diatribas sobre lo mal que los seres humanos se comportaban con los animales, poniendo ante sus narices situaciones espantosas.
Yo creía que, como mi madre quería tanto a los gatos callejeros, comprendería mi aversión a esos terribles abusos y mi conversión en vegetariana. Pero, por mucho que me esforcé, acabé por reconocer el velo que cubría sus retinas y que significaba que ella estaba en otra parte. Mi madre no entendía que la gente tratase con crueldad a los animales, y antes de asumirlo cambió los cables en su mente. Eso fue un ejemplo, pero hubo muchos más con temas como las guerras, los tiroteos en las escuelas y cosas por el estilo.
-Casi la envidio - dijo Elena -, sobre todo con respecto a ese horrible individuo. ¡Ojalá pudiese cambiar los cables acerca de él!
-Sí. Aunque eso signifique que los que están a tu alrededor tengan que hacer las cosas por ti. La ignorancia es a veces una bendición, pero piensa en todas las injusticias que nunca se acabarían si no fuera por los espíritus valientes que luchan por una idea. Somos lesbianas y tenemos unos derechos porque otras, antes de nosotras, no cedieron. Odio a ese Charlie Kiddney tanto como tú, principalmente por el daño que te ha hecho, y voy a apoyarte y a hacer todo lo posible para que no siga persiguiendote.
Mientras Yulia hablaba, oyeron a cierta distancia el ruido de las sirenas de la Policia, cada vez más intenso a medida que vehículos se acercaban. Resultó reconfortante, aunque también un poco turbador, pues comprendieron que durante las horas siguientes sus vidas no les pertenecerían. Yulia abandonó la cama y vio cómo dos coches patrulla se acercaban a la casa. Se alegró al comprobar que, de los cuatro policías que salían eñde ellos, dos eran mujeres. Sabía que seguramente serían igual de cerriles en los interrogatorios, pero apostaba lo que fuera a que se mostrarían más sensibles al trauma. Mientras observaba cómo se dirigían a la puerta principal, surgieron en su cabeza los versos de Spenser:
«¡Ah! ¿Cuándo acabará este largo y hastiado día, y me dejará libre para reunirme con mi amor?».
-Bajaré a abrir la puerta - dijo Yulia cogiendo la mano de Elena - ¿Podrás afrontar las preguntas? Responderé a todas las que pueda por ti, pero tal vez necesiten información directa.
-Estaré perfectamente - repuso Elena intentando sondeos - Yulia... gracias por darme fuerza.
-Eso es el amor, al fin y al cabo - afirmó Yuliala pelinegra dirigiéndose a la escalera.
***
-Hola, soy el detective Jan Davis y ésta es mi colega, la sargento Robson. Nos ha llamado el detective Smirnov y nos ha puesto al corriente de la situación de la señorita Katina. ¿Es usted la señorita Katina o su amiga? - preguntó una de las mujeres, bajita pero robusta.
-Soy la amiga de Elena, Yulia Volkova. Yo llamé al detective Smirnov, porque Elena estaba muy alterada.
-Es comprensible si se trata del acosador. Le agradecería que nos indicase los daños. Si no le importa, estos dos echarán un vistazo por fuera - señaló a la otra mujer Policia y a un hombre que estaban detrás de ella.
-En absoluto - dijo Yulia - ¿Me sigue, por favor?
La llevó primero al dormitorio, donde le presentó a Elena, antes de enseñarle el salón y los desperfectos. Ni la detective ni su colega entraron en la estancia, pues les habían advertido que esperasen a la llegada del detective Smirnov. Mientras hablaban, oyeron un coche en la entrada. Poco después, percibieron voces en las escaleras y el ruido que hacia alguien al subir a paso atlético los peldaños circulares hasta el descansillo donde ellas estaban.
-Espero que no le importe que haya subido sin avisar, pero pensé que preferiría no tener que subir y bajar las escaleras continuamente - saludó con una sonrisa juvenil. Era un hombre de mediana edad, pero de los que se pasan el día luchando, pues tenía una figura que denotaba muchas horas de gimnasio. Yulia pensó que debía romper muchos corazones con aquel cabello rubio y la mandíbula cuadrada de jugador de rugby. Pero no era un deportista sin cerebro: en sus ojos había inteligencia y compasión. A Yulia le pareció extraño: «Hace unas semanas me habría derretido ante un hombre así, y ahora no tengo ojos más que para Elena».
-¿Cómo está Elena? - preguntó con sincera preocupación.
Yulia le contó que había estado a punto de derrumbarse al descubrir los daños, temiendo sin duda que Charlie Kiddney hubiese iniciado otra vez su persecución.
-Bajo a verla dentro de un minuto, pero primero debemos establecer si fue o no el señor Kiddney.
-¿Le traigo algo de beber mientras tanto?- preguntó Yulia, sin saberse muy bien cómo ayuda.
-Es usted un ángel caido del cielo. ¡Estoy muerto de sed! - exclamó el detective Roman.
En serio que me encantan sus comentarios
En las obras isabelinas, las Parcas tienen su papel, casi siempre travieso, y conducen al héroe o a la heroína a situaciones difíciles o los envían a lugares equivocados para confundirlos o engañarlos. Pero no son malas: hay métodos en sus trapacerías y en conclusión de las mismas, todo se hace correctamente. Los amantes acaban uniéndose y el telón cae mientras se besan. Desde aquella lejana época han cambiado las Isabeles que ocupan el trono, pero ¿qué pasa con las Parcas que han estado esperando detrás del escenario y deciden que es hora de hacer su entrada?
El fin de semana adquirió otro color cuando Yulia y Elena se acercaron a la casa de ésta. La torre había sufrido visibles daños: varias de las grandes ventanas estaban rotas y se veían enormes trozos de vidrio esparcidos por el suelo. Yulia miró a Elena y reparó en que se ponía pálida.
-¡Oh, no! - se quejó - ¡No me digas que ha vuelto a empezar!
-¿Crees que es ese tal Charlie? ¿Sería capaz de algo así?
-Me parece que haría cualquier cosa - respondió con amargura Elena - Entremos. Voy a llamar a la Policia.
Recorrieron las habitaciones con cautela; Yulia iba delante y le daba la mano a la pelirroja. No creían que hubiese nadie, pues la puerta estaba bien cerrada, pero tenían tanto miedo que no querían cometer ninguna insensatez.
-Hasta el momento todo parece en orden- afirmó Elena. Yulia se dio cuenta de que la seguridad de la ojiverde había desaparecido, dejando paso a una niña asustada. Le apretó la mano con fuerza para que supiera que ya no tenía que enfrentarse sola a aquello.
-Vamos, corazón - la animó - sólo queda el salón. Afrontemos lo peor de una vez.
Uno de los mayores misterios del cristal es que, cuando se rompe, su volumen crece de forma considerable. Daba la impresión de que un toro enorme había irrumpido en el salón de Elena como en una cacharrería, pues había fragmentos de cristal por todas partes. Las ventanas de la estancia eran muy grandes y dos de ellas estaban rotas, pero la gran cantidad de pedazos multiplicaba su tamaño y su número: se hallaban sobre los sofás, los muebles y el suelo.
-¿Cómo crees que lo hizo? - preguntó Elena en voz baja, con una expresión como de trance en la cara.
-Me parece que eso es parte del motivo - respondió Yulia señalándolo un predusco que había junto a la, mesa del comedor - Da la impresión de que lo envolvió con algo. Vamos a echar un vistazo.
-No, debo llamar a la Policia. Tengo la tarjeta del detective Smirnov en el bolso... Voy a llamarlo - Parecía muy confundida con la supuesta intrusión del maniaco de Kiddney en su vida, así que Yulia decidió mostrarse fuerte y ayudar a Elena en aquel momento. La llevó a la cocina y buscaron la tarjeta del detective Smirnov. Luego, llamó por su móvil, rezando para que el Policia no estuviese de vacaciones o demasiado ocupado para responder. Por suerte, atendió la llamada rápidamente; la voz serena y autoritaria la reconfortó en aquellas circunstancias.
-Hola, me llamo Yulia Volkova y soy muy amiga de Elena Katina - se presentó.
-Sí, conozco a Elena, ¿se encuentra bien?- Se notaba una sincera preocupación en la voz.
-Esta tarde, cuando llegamos a la torre, encontramos dos ventanales rotos. Parece como si lo hubieran hecho a propósito, y creemos que hay un mensaje en una piedra. No hemos tocado nada, así que a menos que quiera usted que lo compruebe, no sé lo que dice.
-No, déjelo todo como ésta. Estoy a una hora de ahí, pero llamaré a la Policia local y me reuniré con ellos en la casa. ¿Cómo se lo ha tomado Elena?
Yulia miró a la pelirroja, sentada ante la mesa de la cocina, pálida, sin apartar los ojos de la superficie.
-Me parece que no muy bien. Creo que había dejado atrás esta pesadilla hace mucho tiempo. Le preparé un poco de té con azúcar y me ocuparé de ella.
-Estupendo, es una buena idea. Las veo dentro de una hora, aunque la Policia local seguramente llegará antes.
En cuanto Yulia apagó el teléfono, se arrodilló ante Elena y la abrazó. Al principio, la ojiverde se comportó como una autómata, pero el cálido abrazo de Yulia deshizo su impresión y respondió acariciándola mientras los sollozos sacudían su cuerpo.
-¿Por qué no me deja en paz? - preguntó entre lágrimas - Nunca hice nada para alentarlo; no me gustaba. ¡Oh, Dios! ¿Por qué no me deja tranquila?
Yulia permitió que llorase durante un rato, abrazándola de vez en cuando para infundirle confianza; luego, se levantó y le preparó un té con mucho azúcar.
-Bébetelo todo, corazón. Te sentirás mejor - Mientras Elena bebía el té, Yulia se dio cuenta de que había encontrado una forma cariñosa de dirigirse a ella sin pensarlo, pero el momento resultaba inoportuno. Sintió una breve punzada de culpa, aunque no duró mucho, pues comprendió que lo que más necesitaba Elena en aquellos instantes eran manifestaciones de apoyo y afecto.
-Siento mucho haberte arrastrado a esto - susurró Elena con lágrimas rodando por sus húmedas mejillas.
-Por favor, no digas esas cosas, amor mío. Me alegro de estar aquí contigo y procuraré ayudarte. Te quiero, ¿no lo entiendes? ¿Qué clase de persona sería si alzase el vuelo a la primera adversidad?- Yulia se acercó a Elena, se inclinó y lamió sus lágrimas con delicadeza, besando los surcos hasta los ojos verdigrises. Luego dijo:
-Hay una unidad tal entre nosotras que, cuando una llora, la otra saborea sal. Cuando era pequeña, a mi madre le encantaba su jardín y se empeñaba en enseñarme cosas de las flores que cultivaba. Como vivíamos en el centro de la ciudad, muchas eran exóticas e importadas, como el sensual hibisco (mi favorito), con su forma que sólo puede ser femenina; el franchipaniero, con su nombre lleno de pasión; y la lantana danzante, con sus florecillas de colores diferentes que contrastan con los fríos tonos blancos de los edificios. Quería tenerlas en mi propio jardín, pero no podía permitirme una casa con jardín. Sin embargo, un día estaba en un centro de jardinería, vi las semillas de una flor que me fascinó con sus colores y me di cuenta de que podría cultivarla en un macetero en la ventana.
Era una gloria de la mañana: cuando florecía, no había otro color tan intenso como el de sus pétalos. Es decir, hasta que vi tus ojos. Tienes ese tono intenso y elegante que al borde de tu iris se convierte en un sutil cúmulo en la toscana. Lo triste de las glorias de la mañana es que apenas sobreviven a la mañana, se ponen mustias y mueren. Mientras que en tus ojos veo vida y amor eterno.
Lanzó una risita con la cara casi pegada a la de Elena.
-¡Te regaré todos los días y me aseguraré de que crezcas fuerte y sana!
-Hablame de tu madre - pidió Elena, que ya no temblaba tanto.
-Lo haré, pero primero deja que te lleve a tu habitación, así podrás acostarte y yo te abrazaré - Yulia condujo a Elena hasta la cama; se quitó los zapatos y se acostó junto a ella, ciñéndole contra su cuerpo.
-Creo que mi madre estaba destinada a otra vida: era muy hermosa e inteligente y tenía una cualidad etérea, como si el mundo le resbalase. Resistió sin embargo los pioneros años cincuenta, cuando los expatriados vivían en enormes casas con doncellas, niñeras y jardineros. Aunque no era muy corpulenta, poseía una fuerza que le permitió afrontar destinos en África occidental y Oriente Medio, organizándolo todo, desde equipajes a la selección de escuelas para nosotros. Lo que más me sorprendía de ella era lo mucho que le costaba entender que existiese el mal en el mundo. Tendía a desconectar cuando los problemas sobrepasaban cierto punto.
-¿Y eso? - preguntó Elena, intrigada.
-Por ejemplo... a ver. ¡Oh, si! A mi madre la volvían loca los gatos. Iba por ahí como el flautista encantado, recogiendo a todos los gatos callejeros y abandonados: les daba comida, los desparasitaba, les curaba las heridas, se ocupaba de los gatitos recién nacidos... nada era suficiente. Durante unas vacaciones escolares mostré mi horror tras mi reciente incursión en el mundo del maltrato a los animales y las disecciones. La obsequié con diatribas sobre lo mal que los seres humanos se comportaban con los animales, poniendo ante sus narices situaciones espantosas.
Yo creía que, como mi madre quería tanto a los gatos callejeros, comprendería mi aversión a esos terribles abusos y mi conversión en vegetariana. Pero, por mucho que me esforcé, acabé por reconocer el velo que cubría sus retinas y que significaba que ella estaba en otra parte. Mi madre no entendía que la gente tratase con crueldad a los animales, y antes de asumirlo cambió los cables en su mente. Eso fue un ejemplo, pero hubo muchos más con temas como las guerras, los tiroteos en las escuelas y cosas por el estilo.
-Casi la envidio - dijo Elena -, sobre todo con respecto a ese horrible individuo. ¡Ojalá pudiese cambiar los cables acerca de él!
-Sí. Aunque eso signifique que los que están a tu alrededor tengan que hacer las cosas por ti. La ignorancia es a veces una bendición, pero piensa en todas las injusticias que nunca se acabarían si no fuera por los espíritus valientes que luchan por una idea. Somos lesbianas y tenemos unos derechos porque otras, antes de nosotras, no cedieron. Odio a ese Charlie Kiddney tanto como tú, principalmente por el daño que te ha hecho, y voy a apoyarte y a hacer todo lo posible para que no siga persiguiendote.
Mientras Yulia hablaba, oyeron a cierta distancia el ruido de las sirenas de la Policia, cada vez más intenso a medida que vehículos se acercaban. Resultó reconfortante, aunque también un poco turbador, pues comprendieron que durante las horas siguientes sus vidas no les pertenecerían. Yulia abandonó la cama y vio cómo dos coches patrulla se acercaban a la casa. Se alegró al comprobar que, de los cuatro policías que salían eñde ellos, dos eran mujeres. Sabía que seguramente serían igual de cerriles en los interrogatorios, pero apostaba lo que fuera a que se mostrarían más sensibles al trauma. Mientras observaba cómo se dirigían a la puerta principal, surgieron en su cabeza los versos de Spenser:
«¡Ah! ¿Cuándo acabará este largo y hastiado día, y me dejará libre para reunirme con mi amor?».
-Bajaré a abrir la puerta - dijo Yulia cogiendo la mano de Elena - ¿Podrás afrontar las preguntas? Responderé a todas las que pueda por ti, pero tal vez necesiten información directa.
-Estaré perfectamente - repuso Elena intentando sondeos - Yulia... gracias por darme fuerza.
-Eso es el amor, al fin y al cabo - afirmó Yuliala pelinegra dirigiéndose a la escalera.
***
-Hola, soy el detective Jan Davis y ésta es mi colega, la sargento Robson. Nos ha llamado el detective Smirnov y nos ha puesto al corriente de la situación de la señorita Katina. ¿Es usted la señorita Katina o su amiga? - preguntó una de las mujeres, bajita pero robusta.
-Soy la amiga de Elena, Yulia Volkova. Yo llamé al detective Smirnov, porque Elena estaba muy alterada.
-Es comprensible si se trata del acosador. Le agradecería que nos indicase los daños. Si no le importa, estos dos echarán un vistazo por fuera - señaló a la otra mujer Policia y a un hombre que estaban detrás de ella.
-En absoluto - dijo Yulia - ¿Me sigue, por favor?
La llevó primero al dormitorio, donde le presentó a Elena, antes de enseñarle el salón y los desperfectos. Ni la detective ni su colega entraron en la estancia, pues les habían advertido que esperasen a la llegada del detective Smirnov. Mientras hablaban, oyeron un coche en la entrada. Poco después, percibieron voces en las escaleras y el ruido que hacia alguien al subir a paso atlético los peldaños circulares hasta el descansillo donde ellas estaban.
-Espero que no le importe que haya subido sin avisar, pero pensé que preferiría no tener que subir y bajar las escaleras continuamente - saludó con una sonrisa juvenil. Era un hombre de mediana edad, pero de los que se pasan el día luchando, pues tenía una figura que denotaba muchas horas de gimnasio. Yulia pensó que debía romper muchos corazones con aquel cabello rubio y la mandíbula cuadrada de jugador de rugby. Pero no era un deportista sin cerebro: en sus ojos había inteligencia y compasión. A Yulia le pareció extraño: «Hace unas semanas me habría derretido ante un hombre así, y ahora no tengo ojos más que para Elena».
-¿Cómo está Elena? - preguntó con sincera preocupación.
Yulia le contó que había estado a punto de derrumbarse al descubrir los daños, temiendo sin duda que Charlie Kiddney hubiese iniciado otra vez su persecución.
-Bajo a verla dentro de un minuto, pero primero debemos establecer si fue o no el señor Kiddney.
-¿Le traigo algo de beber mientras tanto?- preguntó Yulia, sin saberse muy bien cómo ayuda.
-Es usted un ángel caido del cielo. ¡Estoy muerto de sed! - exclamó el detective Roman.
En serio que me encantan sus comentarios
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Todas super emocionadas con el fin de semana se sexo salvaje entre más chicas y viene a pasar esto del acosador 🥺🥺🥺 qué horrible qué exista gente obsesionada a esos niveles, espero que puedan tener un poco de tranquilidad y oportunidad de disfrutar su tan esperado reencuentro. Saludos cariño feliz fin de semana
Fati20- Mensajes : 1370
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Edad : 32
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Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Me da muy mala espina el tipo este que acosa a Elena y como pueda seguir influyendo en la vida de Elena y ahora en la de Yulia. Cariño, porqué le cambiaste el nombre al foro?
psichobitch2- Mensajes : 292
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Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Ese tal Charlie no pinta nada como el de la fábrica de chocolate así que me cae muy mal hahaha alguien que lo elimine. Y yulia tan linda cuidando su comidita hahah
Corderito_Agron- Mensajes : 305
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Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
No me esta gustando para nada ese tal charlie en la historia
Volkatin_420- Mensajes : 235
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Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Capítulo 18
Una hora después, el detective Smirnov llamó a la puerta del dormitorio en el que Yulia y Elena esperaban el resultado de la investigación realizada en el piso de arriba.
-¿Podemos ir a la cocina y hablar un momento? - pidió. Yulia se fijó en que parecía más inseguro, de donde dedujo que tal vez tuviese algo que ver con Charlie Kiddney. Cuando se sentaron, el detective miró a Elena.
-Supongo que aún se siente muy desosegada - dijo en tono comprensivo -, y lo que tengo que decirles no les va a gustar a ninguna de las dos - Se volvió hacia Yulia como si quisiera recalcar aquel punto.
-¿A qué se refiere? - preguntó la morena, confusa.
-Una de las piedras que utilizó estaba envuelta en una nota. Voy a enseñárselas y a preguntarles si es cierta. Se lo pregunto y no por curiosidad, sino porque tendré que revisar este caso. Aquí está... - Puso sobre la mesa una nota arrugada, metida en una funda de plástico. Decía:
DÉJALA
BRUJA LESBIANA
O MORIRÁS
-¡Dios mio! - exclamó Elena - ¿En qué te he metido? - Parecía a punto de llorar otra vez.
-¡Oh, Elena! Tú no más hecho nada. ¿Cómo puedes decir que has provocado que yo me vea implicada cuando sería lo último que harías? Estoy aquí por ti y nada de lo que él haga romperá ese vínculo.
-Lo siento si interpreto mal las cosas, pero, según esa observación, ¿he de deducir que ambas mantienen una relación? - preguntó el detective Smirnov.
-Sí- confirmó Yulia -, ¿en qué afectará eso a su investigación?, seguramente tendrá que buscarlo de todas formas.
-Tenemos que llevar esta nota al laboratorio a compararla con las otras. Sin embargo, lo preocupante es que ha lanzado una amenaza contra su vida. Aunque le había amargado la vida a Elena, hasta el momento no la había amenazado a ella nik a nadie próximo a ella - Suspiró mientras recogía la nota - Tendremos que echar un vistazo al sistema de seguridad de su casa.
Yulia le dijo que su piso tenía puerta de seguridad y que los residentes conocían el peligro de dejar entrar a extraños tras una reciente charla que dio la Policia para la comunidad como parte del programa de Vigilancia de Barrio.
-Sin embargo, todo esto es nuevo para mí, lo del acoso. ¿Puede explicarme más cosas? ¿Por qué hace lo que hace?
El detective Smirnov asintió.
-Para responder como es debido a esa pregunta, creo que debería hacer algo de historia. Hace años que existe el acoso, pero hubo que esperar hasta enero de 2000 para que el ministro del interior autorizase la primera unidad antiacoso del Reino Unido. Se creó debido a la creciente incidencia de las acusaciones de acoso al amparo de la Ley de Protección del Hostigamiento de 1997. Estadísticas de Estados Unidos muestran que una de cada doce mujeres y uno de cada cuarenta y cinco hombres sufren acoso a lo largo de su vida. El efecto sobre la existencia de las personas resulta destructivo, como puede confirmar Elena, así que ciertamente se trata de un delito que ha de tomarse en serio.
»Aunque el acoso es un delito de genero neutro, la mayoría de los acosadores son hombres. No tienen una procedencia socioeconómica especifica; suelen ser jóvenes o de mediana edad y tienen una inteligencia superior a la media. No hay un perfil psicológico o conductual particular; cualquiera puede ser un acosador y, a la inversa, casi todo el mundo puede ser víctima.
Mientras el detective hablaba, Elena le sirvió una taza de té. Tras tomar un generoso sorbo, Smirnov continuó:
-Hay una serie de tipos en los que entran los acosadores: íntimos, vengativos, delirantes y erotómanos, pero se funden en dos categorías principales, los acosadores con obsesión amorosa y los que padecen obsesión simple. Los nombres me resultaban bastante confusos, ya que en el amor obsesivo el acosador conoce superficialmente, si la conoce, a la víctima hacia la que desarrolla una profunda fijación. Los mejores ejemplos son los acosadores de los famosos .
Estos acosadores suelen tener tras de sí una historia de enfermedades mentales, como esquizofrenia o depresión maniaca. Representan entre el veinte y el veinticinco por ciento de los delitos de acoso.
»Charlie Kiddney encaja más bien en el grupo de la obsesión simple. En este grupo ha existido cierta relación previa personal o romántica entre el acosador y la víctima, generalmente antes de que empiecen las actividades de acoso. En el caso de Elena, Charlie la conoció en Manchester e intentó sin éxito entablar una relación con ella. Se ajustaba a los rasgos comunes de personalidad, ya que era emocionalmente inseguro, muy celoso cuando no consiguió seducir a Elena y probablemente tenía una baja autoestima. Sin duda, su arrogancia era una forma de disimularla. Seguí los patrones típicos de conducta, pues empezó enviando notas al ver que Elena no mostraba interés por él y utilizando la intimidación cuando se dio cuenta de que ella despreciaba sus avances. Esa intimidación condujo a una inaceptable intrusión celosa, que derivó enseguida en una persistente forma de hostigamiento. Quiere tener poder efectivo y control sobre Elena, pero ahora ha visto que hay alguien en su vida, usted, Yulia, que recorta ese control. En un esfuerzo por reafirmar ese dominio ha agravado su conducta amenazante y eso es lo que me preocupa, porque avanza rápidamente hacia un nivel de violencia potencial.
-¿Quiere decir entonces que ahora tiene como objetivo a Yulia? - preguntó Elena horrorizada.
-No, la sigue queriendo a usted, pero, si no puede tenerla, no permitirá que nadie más establezca una relación con usted. Ve a Yulia como una amenaza y actuará para recuperar el control sobre usted. Para ser franco, estos casos no son agradables, por eso me alegro de poder ayudar a personas como ustedes, atrapadas en algo que se escapa tanto a su control.
Se quedaron calladas unos momentos, absorbiendo aquella intimidante información. Solo se oía, sobre el tictac del reloj de la cocina, a los otros policías pisando los cristales en el piso de arriba. Yulia se estremeció involuntariamente.
-¿Y a partir de ahora qué? - preguntó.
-En cuanto a nosotros, debemos llevar esto al laboratorio para ver si podemos conseguir alguna prueba incriminatoria - señaló la nota mientras hablaba - Además, haremos indagaciones en la zona por si alguien lo ha visto por aquí recientemente. El unico problema es que tiene dinero por su familia y cambia de vehículo con frecuencia. Sabemos que los alquila para poder moverse con rapidez, lo cual dificulta su localización. Cuando venía hacia aquí, averigüé que se ha mudado de la última dirección conocida, así que tendremos que buscarlo enseguida. Las dos deben tener cuidado, especialmente usted, Yulia. Sería buena idea que permaneciesen juntas o tuviesen siempre compañía. En el plano ideal, si pudiesen tomar dos semanas de vacaciones, mucho mejor. Si lo ven, no intenten enfrentarse a él. Avisen a la Policia o llámenme a mí lo antes posible. Es demasiado peligroso para que se acerquen a él. Si tienen teléfonos móviles mejor, pues así podrán ponerse en contacto con nosotros rápidamente.
»Casi hemos terminado, pero no sé qué quieren hacer ustedes esta noche. Por desgracia, nuestros recursos no nos permiten estacionar un coche fuera, pero podemos enviar un coche patrulla de vez en cuando. Sería mejor que se fuesen a otro sitio, pero, con las ventanas rotas, comprendo que no quieran abandonar la casa.
-Preferiría quedarme en casa. No quiero que vuelva a entrar aquí nunca. ¿Qué opinas Yulia? ¿Te importa quedarte esta noche? - Elena clavó sus desafiantes ojos verdigrises en los ojos azules de Yulia, que estaba dispuesta a quedarse allí siempre si se lo pedía.
-Muy bien, arreglado entonces. Voy a ver qué hacen los demás y a pedir que un coche patrulla pase por aquí durante la noche - Salió. Su lenguaje corporal manifestaba vergüenza y disculpa por el miedo que se había visto obligado a infundirles.
Cuando Smirnov salió de la habitación, Elena se acercó a Yulia y puso su mano sobre la de ella. Parecía debatirse por encontrar las palabras adecuadas, hasta que al fin susurró en tono contrito:
-Siento mucho que te veas expuesta a esto.
Yulia sintió una punzada de rabia, que intentó disimular.
-¡Ya basta, Elena! Estoy en esto porque me he enamorado de ti, y si crees que se va a interponer entre nosotras, reflexiona un poco. Considéralo como la primera prueba de nuestra relación, lo que nos unirá. Asi que, por favor, no más disculpas. ¿Cómo se te ocurre disculparte por sus acciones cuando no has hecho nada para darle motivos? No dejemos que arruine nuestras vidas ni que consiga lo que quiere... Enfrentémonos a él con nuestro amor. ¡Un arma muy potente!
Por fin el detective Smirnov entró en la cocina y anunció que se marchaban y que volverían a ponerse en contacto al día siguiente.
-Hemos pasado algunos muebles pesados de las ventanas rotas, por si llueve.
Después, se dirigieron a los vehículos y se fueron. Yulia y Elena decidieron supervisar los daños una vez más. Aunque sólo se habían roto las ventanas, la destrucción parecía tremenda. Por el contrario, el atardecer era hermoso, el sol aún brillaba y extendía sobre el suelo del salón un tono naranja que centelleaba en la miríada de fragmentos de cristal como si fuera una lampara de araña. Recogieron y colocaron junto a la pared más alejada de las ventanas, expuestas a los elementos, cosas como el equipo eléctrico, libros y cuadros. Elena llamó a una compañía de limpiezas permanentes para que arreglase el desorden, pues habían tantas esquirlas de cristal sobre los sillones y la alfombra que sólo una aspiradora industrial podría absorberlas. Sin hacerse ilusiones llamó a la empresa que suministraba las ventanas y se llevó una grata sorpresa al ver que aún había personal. Tras comprobar en sus archivos las dimensiones de las ventanas, le confirmaron que podían servirselas urgentemente, pero que saldría caro porque hacia falta una grúa.
«Da lo mismo - respondió Elena - Hay que arreglar las ventanas.»
Respondiente Dani, el motivo por el cual cambié el nombre fue porque me han pedido subir fics con otras parejas GL, a parte de nuestras rusas. Aún está en discusión, por ende también quiero que participen y digan cuáles son sus ships de parejas GL que más admiran y subirlas con el ship original o adaptarlas a Yulena.
Besos, y nos leemos mañana
Una hora después, el detective Smirnov llamó a la puerta del dormitorio en el que Yulia y Elena esperaban el resultado de la investigación realizada en el piso de arriba.
-¿Podemos ir a la cocina y hablar un momento? - pidió. Yulia se fijó en que parecía más inseguro, de donde dedujo que tal vez tuviese algo que ver con Charlie Kiddney. Cuando se sentaron, el detective miró a Elena.
-Supongo que aún se siente muy desosegada - dijo en tono comprensivo -, y lo que tengo que decirles no les va a gustar a ninguna de las dos - Se volvió hacia Yulia como si quisiera recalcar aquel punto.
-¿A qué se refiere? - preguntó la morena, confusa.
-Una de las piedras que utilizó estaba envuelta en una nota. Voy a enseñárselas y a preguntarles si es cierta. Se lo pregunto y no por curiosidad, sino porque tendré que revisar este caso. Aquí está... - Puso sobre la mesa una nota arrugada, metida en una funda de plástico. Decía:
DÉJALA
BRUJA LESBIANA
O MORIRÁS
-¡Dios mio! - exclamó Elena - ¿En qué te he metido? - Parecía a punto de llorar otra vez.
-¡Oh, Elena! Tú no más hecho nada. ¿Cómo puedes decir que has provocado que yo me vea implicada cuando sería lo último que harías? Estoy aquí por ti y nada de lo que él haga romperá ese vínculo.
-Lo siento si interpreto mal las cosas, pero, según esa observación, ¿he de deducir que ambas mantienen una relación? - preguntó el detective Smirnov.
-Sí- confirmó Yulia -, ¿en qué afectará eso a su investigación?, seguramente tendrá que buscarlo de todas formas.
-Tenemos que llevar esta nota al laboratorio a compararla con las otras. Sin embargo, lo preocupante es que ha lanzado una amenaza contra su vida. Aunque le había amargado la vida a Elena, hasta el momento no la había amenazado a ella nik a nadie próximo a ella - Suspiró mientras recogía la nota - Tendremos que echar un vistazo al sistema de seguridad de su casa.
Yulia le dijo que su piso tenía puerta de seguridad y que los residentes conocían el peligro de dejar entrar a extraños tras una reciente charla que dio la Policia para la comunidad como parte del programa de Vigilancia de Barrio.
-Sin embargo, todo esto es nuevo para mí, lo del acoso. ¿Puede explicarme más cosas? ¿Por qué hace lo que hace?
El detective Smirnov asintió.
-Para responder como es debido a esa pregunta, creo que debería hacer algo de historia. Hace años que existe el acoso, pero hubo que esperar hasta enero de 2000 para que el ministro del interior autorizase la primera unidad antiacoso del Reino Unido. Se creó debido a la creciente incidencia de las acusaciones de acoso al amparo de la Ley de Protección del Hostigamiento de 1997. Estadísticas de Estados Unidos muestran que una de cada doce mujeres y uno de cada cuarenta y cinco hombres sufren acoso a lo largo de su vida. El efecto sobre la existencia de las personas resulta destructivo, como puede confirmar Elena, así que ciertamente se trata de un delito que ha de tomarse en serio.
»Aunque el acoso es un delito de genero neutro, la mayoría de los acosadores son hombres. No tienen una procedencia socioeconómica especifica; suelen ser jóvenes o de mediana edad y tienen una inteligencia superior a la media. No hay un perfil psicológico o conductual particular; cualquiera puede ser un acosador y, a la inversa, casi todo el mundo puede ser víctima.
Mientras el detective hablaba, Elena le sirvió una taza de té. Tras tomar un generoso sorbo, Smirnov continuó:
-Hay una serie de tipos en los que entran los acosadores: íntimos, vengativos, delirantes y erotómanos, pero se funden en dos categorías principales, los acosadores con obsesión amorosa y los que padecen obsesión simple. Los nombres me resultaban bastante confusos, ya que en el amor obsesivo el acosador conoce superficialmente, si la conoce, a la víctima hacia la que desarrolla una profunda fijación. Los mejores ejemplos son los acosadores de los famosos .
Estos acosadores suelen tener tras de sí una historia de enfermedades mentales, como esquizofrenia o depresión maniaca. Representan entre el veinte y el veinticinco por ciento de los delitos de acoso.
»Charlie Kiddney encaja más bien en el grupo de la obsesión simple. En este grupo ha existido cierta relación previa personal o romántica entre el acosador y la víctima, generalmente antes de que empiecen las actividades de acoso. En el caso de Elena, Charlie la conoció en Manchester e intentó sin éxito entablar una relación con ella. Se ajustaba a los rasgos comunes de personalidad, ya que era emocionalmente inseguro, muy celoso cuando no consiguió seducir a Elena y probablemente tenía una baja autoestima. Sin duda, su arrogancia era una forma de disimularla. Seguí los patrones típicos de conducta, pues empezó enviando notas al ver que Elena no mostraba interés por él y utilizando la intimidación cuando se dio cuenta de que ella despreciaba sus avances. Esa intimidación condujo a una inaceptable intrusión celosa, que derivó enseguida en una persistente forma de hostigamiento. Quiere tener poder efectivo y control sobre Elena, pero ahora ha visto que hay alguien en su vida, usted, Yulia, que recorta ese control. En un esfuerzo por reafirmar ese dominio ha agravado su conducta amenazante y eso es lo que me preocupa, porque avanza rápidamente hacia un nivel de violencia potencial.
-¿Quiere decir entonces que ahora tiene como objetivo a Yulia? - preguntó Elena horrorizada.
-No, la sigue queriendo a usted, pero, si no puede tenerla, no permitirá que nadie más establezca una relación con usted. Ve a Yulia como una amenaza y actuará para recuperar el control sobre usted. Para ser franco, estos casos no son agradables, por eso me alegro de poder ayudar a personas como ustedes, atrapadas en algo que se escapa tanto a su control.
Se quedaron calladas unos momentos, absorbiendo aquella intimidante información. Solo se oía, sobre el tictac del reloj de la cocina, a los otros policías pisando los cristales en el piso de arriba. Yulia se estremeció involuntariamente.
-¿Y a partir de ahora qué? - preguntó.
-En cuanto a nosotros, debemos llevar esto al laboratorio para ver si podemos conseguir alguna prueba incriminatoria - señaló la nota mientras hablaba - Además, haremos indagaciones en la zona por si alguien lo ha visto por aquí recientemente. El unico problema es que tiene dinero por su familia y cambia de vehículo con frecuencia. Sabemos que los alquila para poder moverse con rapidez, lo cual dificulta su localización. Cuando venía hacia aquí, averigüé que se ha mudado de la última dirección conocida, así que tendremos que buscarlo enseguida. Las dos deben tener cuidado, especialmente usted, Yulia. Sería buena idea que permaneciesen juntas o tuviesen siempre compañía. En el plano ideal, si pudiesen tomar dos semanas de vacaciones, mucho mejor. Si lo ven, no intenten enfrentarse a él. Avisen a la Policia o llámenme a mí lo antes posible. Es demasiado peligroso para que se acerquen a él. Si tienen teléfonos móviles mejor, pues así podrán ponerse en contacto con nosotros rápidamente.
»Casi hemos terminado, pero no sé qué quieren hacer ustedes esta noche. Por desgracia, nuestros recursos no nos permiten estacionar un coche fuera, pero podemos enviar un coche patrulla de vez en cuando. Sería mejor que se fuesen a otro sitio, pero, con las ventanas rotas, comprendo que no quieran abandonar la casa.
-Preferiría quedarme en casa. No quiero que vuelva a entrar aquí nunca. ¿Qué opinas Yulia? ¿Te importa quedarte esta noche? - Elena clavó sus desafiantes ojos verdigrises en los ojos azules de Yulia, que estaba dispuesta a quedarse allí siempre si se lo pedía.
-Muy bien, arreglado entonces. Voy a ver qué hacen los demás y a pedir que un coche patrulla pase por aquí durante la noche - Salió. Su lenguaje corporal manifestaba vergüenza y disculpa por el miedo que se había visto obligado a infundirles.
Cuando Smirnov salió de la habitación, Elena se acercó a Yulia y puso su mano sobre la de ella. Parecía debatirse por encontrar las palabras adecuadas, hasta que al fin susurró en tono contrito:
-Siento mucho que te veas expuesta a esto.
Yulia sintió una punzada de rabia, que intentó disimular.
-¡Ya basta, Elena! Estoy en esto porque me he enamorado de ti, y si crees que se va a interponer entre nosotras, reflexiona un poco. Considéralo como la primera prueba de nuestra relación, lo que nos unirá. Asi que, por favor, no más disculpas. ¿Cómo se te ocurre disculparte por sus acciones cuando no has hecho nada para darle motivos? No dejemos que arruine nuestras vidas ni que consiga lo que quiere... Enfrentémonos a él con nuestro amor. ¡Un arma muy potente!
Por fin el detective Smirnov entró en la cocina y anunció que se marchaban y que volverían a ponerse en contacto al día siguiente.
-Hemos pasado algunos muebles pesados de las ventanas rotas, por si llueve.
Después, se dirigieron a los vehículos y se fueron. Yulia y Elena decidieron supervisar los daños una vez más. Aunque sólo se habían roto las ventanas, la destrucción parecía tremenda. Por el contrario, el atardecer era hermoso, el sol aún brillaba y extendía sobre el suelo del salón un tono naranja que centelleaba en la miríada de fragmentos de cristal como si fuera una lampara de araña. Recogieron y colocaron junto a la pared más alejada de las ventanas, expuestas a los elementos, cosas como el equipo eléctrico, libros y cuadros. Elena llamó a una compañía de limpiezas permanentes para que arreglase el desorden, pues habían tantas esquirlas de cristal sobre los sillones y la alfombra que sólo una aspiradora industrial podría absorberlas. Sin hacerse ilusiones llamó a la empresa que suministraba las ventanas y se llevó una grata sorpresa al ver que aún había personal. Tras comprobar en sus archivos las dimensiones de las ventanas, le confirmaron que podían servirselas urgentemente, pero que saldría caro porque hacia falta una grúa.
«Da lo mismo - respondió Elena - Hay que arreglar las ventanas.»
Respondiente Dani, el motivo por el cual cambié el nombre fue porque me han pedido subir fics con otras parejas GL, a parte de nuestras rusas. Aún está en discusión, por ende también quiero que participen y digan cuáles son sus ships de parejas GL que más admiran y subirlas con el ship original o adaptarlas a Yulena.
Besos, y nos leemos mañana
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Ay no ya me dio miedo ese tipo y ahora persigue también a Yuli
LeaAgronsky- Mensajes : 144
Fecha de inscripción : 08/01/2024
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Wow no pensé que el tipo iba ya de una con todo contra Julia pobre Lena claro que se siente responsable y tiene miedo pero me gusto mucho qué Julia sea fuerte y este dispuesta a superar todo por su amor. Bueno respecto a lo último sabes que yo soy super fiel a los fics de nuestras Rusas no los dejes de hacer por favor, ahora no me parece mal qué allá historias de otras parejas aparte sin mezclar a mi me gustan mucho FreenBecky, lo único que me preocupa un piquito es que si adaptas más historias de parejas y con tus ocupaciones sería complicado qué sigas con los Yulena de la forma tan constante como siempre lo has hecho. Saludos cariño de mi corazón
Fati20- Mensajes : 1370
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 32
Localización : Venezuela
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Que asco el sicópata loco ese ojalá que no le haga daño a las chicas. Oye, no me habia fijado en el cambio del nombre pero está bien. A parte de yulia y lena me gusta mucho freen y bec bec que están de moda. También las chicas de blank que son bien sexi y las sigo en todas las redes jeje puedes hacer cualquier historia, lo importante es que sean GL, no?
Volkatin_420- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 13/03/2023
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Pienso que lenita debería mudarse si es posible a otra ciudad porque ese tipo no la dejara quieta que nervios
LenaVolkova66- Mensajes : 216
Fecha de inscripción : 16/04/2023
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
Capítulo 19
-Como hemos acabado con esto, ¿qué te parece si salimos al jardín para tomar el aire y disfrutar de la noche? - sugirió Yulia. Elena estaba atareada, y Yulia quería entretenerla para que no pensase en Charlie.
-¿Por qué no? - Elena sonrió - Tengo una botella de vino en el coche y creo que nos merecemos un trago mientras paseamos entre los arbustos.
Descargaron el maletero del Land Cruiser los comestibles que Elena había comprado. A Yulia la sorprendió ver una pequeña nevera donde guardaba la leche y los productos perecederos.
-Me acordé de que eres vegetariana, así que compré algunas cosas camino de Londres. Ahora me parece que hace siglos. Espero que te gusten los espaguetis porque tengo picadillo vegetariano - comentó.
-Es una suerte que te acordaras, porque estaba tan contenta de hablar contigo por teléfono que me olvidé de decírtelo. Sí, los espaguetis parecen ideales.
Pasearon del brazo por el jardín, con copas de color rojo afrutado en la mano. Se trataba de un jardín que apenas requería mantenimiento, con plantas y arbustos de colores y texturas variadas que duraban todo el año. En aquel atardecer de primavera el lugar estaba envuelto en cianosis, un matiz azul neón que iluminaba el verde vegetal. En el terreno de las fragancias se llevaba la palma la glicina, que se enredaba en una pérgola y dejaba caer cascadas de flores malvas como racimos de uvas, con un aroma tan embriagador que casi se marearon.
-Si viviera aquí, vendría a este lugar todas las noches, para disfrutar de este rincón de la naturaleza - suspiró Yulia mientras sus ojos absorbían la serena vista del patio.
-Entonces, será lo que hagamos - dijo Elena, y añadió - ¡Voy a disfrutar de este rincón de la naturaleza! - Como si quisiera confirmar lo que acababa de decir, acarició la mejilla de Yulia, un acto que iluminó su cara de placer.
Pasearon por el jardín de la mano, bebiendio vino y llenándose con el entorno. Junto a un amplio estanque, al que daban sombra algunos árboles, había un banco de madera tallada. Se sentaron y contemplaron las carpas que se deslizaban perezosas sobre el agua; las salpicaduras ocasionales eran la única indicación de su capacidad para reaccionar ante los desafortunados insectos que se interponían en su pacifico camino.
-¿Qué te parece la amenaza? - preguntó Elena, cuyos dedos estrujaban los de Yulia.
-Reconozco que me asusta, pero sobre todo me enfurece. ¿Cómo es posible que ese hombre haya llenado tu vida de miel durante tanto tiempo y sin consecuencias? Ahora me amenaza también a mí. ¿Qué debemos hacer las mujeres para sentirnos seguras? Me parece increíble que pueda crear tanta infelicidad sólo porque no has aceptado sus descaradas insinuaciones y porque nos amamos. ¡Oh! Ya sé que seguramente es perturbado, pero me da igual. Si hace algo malo, te apuesto lo que quieras a que recibirá el tratamiento necesario de nuestro estado protector, mientras que nosotras tendremos que sufrir el daño psicológico - Aquel estallido no era propio de Yulia, pero su intensidad hizo que Elena se sintiera orgullosa de ella y le dio un apretón en la mano para demostrarle su apoyo.
Tras la breve explosión, Yulia recuperó la compostura.
-¿Cúando tuviste vacaciones por última vez? - preguntó.
-Hace siglos y las pasé con mis padres. Siempre me ha intimidado la idea de unas vacaciones sola en el extranjero. Supongo que éstas pensando en la sugerencia de Roman, el astuto detective.
-¡Hum! ¡No tienes un pelo de tonta! Hace mucho que no descansas y alejarnos de este horrible ambiente nos vendría muy bien a las dos.
-Reconozco que me atrae la idea de unas vacaciones contigo. Espero estés pensando en algo que dependa sólo de las dos - comentó Elena con aire travieso.
-¡Elena Katina, eres incorregible! - exclamó Yulia, alborotándole el pelo - Se me ocurre un lugar, pero sólo lo diré si me obliga una mujer hermosa con un beso.
Elena miró de izquierda a derecha con gesto teatral.
-Bueno, cariño, a falta de esa mujer hermosa, lo único que puedo hacer es intentar desvelar el secreto por mí misma. ¡Lo que tengo que hacer por mí país! - Acarició la mejilla de Yulia y acercó los labios a la boca expectante, posándolos en ella con suavidad antes de abrirlos con dulzura.
Yulia asumió una expresión dolorida, diciendo entre dientes:
-¡Ay! Señorita Bond, sus métodos son muy convincentes, pero tendrá que hacerlo mejor si quieres sacar algo de mí.
Elena sonrío con malicia.
-Señorita Goldfinger, le advierto que acabo de empezar. Soy una mujer civilizada, pero mis métodos se volverán violentos si no los revela todo. Naturalmente, había una droga en el vino. Y ahora ¿cuál es el destino de vacaciones, señorita Goldfinger?
-Mis labios están firmemente sellados, señorita Bond.
-¡En ese caso tendré que abrirlos!
Elena dejó su copa, deslizó las manos sobre los sedosos cabellos de Yulia y la atrajo suavemente hacia sí. Rozó los labios de Yulia con la lengua, y luego la besó, demorándose para saborear la dulzura del vino en su aliento. Recorrió con la lengua el labio inferior de Yulia, acariciando con la punta las curvas sensacionales de la boca y penetrando de vez en cuando hasta los dientes. Una de ellas gimió, aunque no supieron quien había sido, pues estaban inmersas en una dicha tan embriagadora como el aroma de la glicina. Sus lenguas se encontraron y empezaron a bailar, enredándose, cambiando el ritmo a tono con las subidas y bajadas de las oleadas de deseo. Aunque estaban sentadas, el cuerpo de Yulia temblaba tanto que, si hubiera estado de pie, se le habrían doblado las rodillas. Asi se sentía aturdida, con un cosquilleo que recorría sus brazos. Cuando sus labios se abrieron al fin, estaba tan desmadejada y confusa como si hubiera bebido la botella de vino entera.
-Usted gana, señorita Bond - susurró naufragando en los turbulentos ojos de color verde que tenía ante ella. Elena la besó alrededor de los labios, en una prueba de arremetida física para obtener la información vital.
-¡Hable, señorita Goldfinger, o tendré que intentarlo en serio y no le garantizo su integridad.
-El destino, señorita Bond, es... Francia.
Los días cálidos que bañan las costas de Inglaterra en primavera tienden a refrescar enseguida. El brusco cambio de la temperatura empujó a Yulia y a Elena a los acogedores confines de la torre donde, tras cerrar bien la puerta principal, comenzaron a preparar los espaguetis.
-Espero que te gusten muy condimentados - bromeó Elena en tono sugerente.
-¡Hum! Cuanto más picantes mejor, aunque me da hipo, lo cual resultaría embarazoso en un restaurante.
Hablaron con emoción de la posibilidad de viajar a Francia juntas; cuanto más lo comentaban, más les atraía la aventura. Yulia opinaba que debían ir enseguida para alejarse de la amenaza inmediata de Charlie Kiddney, pero también por la próxima boda de Kristina y Peter.
-¿Te conté que mi hermana Kristina se casa con Peter en junio? Me dijo que invitase a quien quisiera. El lunes voy a comer con ella y me pregunto si podría llevarte como acompañante.
-Tendría mucho gusto en ir contigo. Debemos ir de compras, a menos que ya sepas lo que te vas a poner. Me apetece ir de tiendas contigo porque siempre voy sola.
-No soy muy organizada, así que aún no he comprado nada. Tendremos que dedicar un día a eso - Dudó un minuto antes de añadir - Voy a contarle lo nuestro a Kristina el lunes.
Elena dejó de remover la salsa de los espaguetis y la miró; una expresión de admiración y amor cubrió sus rasgos.
-¿Estás segura cariño? Significa un gran paso para ti, y me doy perfecta cuenta de lo que podrías perder.
-Sí, estoy segurisima de que te amo profundamente y me parece justo contárselo a la otra mujer a la que quiero. Deseo que lo sepa por mí. Como estamos tan unidas, podría ofenderse si cree que no confío en ella. Con la amenaza del acosador, prefiero que conozca los antecedentes por si él averigua mi nombre y le envía notas desagradables sobre nosotras. Veré cómo reacciona antes de decírselo al resto de mi familia.
-Me parece estupendo, Yulia, y gracias por confiar en mí. Supongo que ya le hemos hecho nuestra primera confesión al detective Smirnov... ¡probrecillo, pensar que estaba solo con dos hermosas mujeres, un tipo tan atractivo, y yo tenía la más mínima posibilidad...!
-Es guapo, no tiene aspecto de Policia... sino más bien de modelo masculino. Pero no se compara ni de lejos con mi pelirroja Elena, eso seguro - Ratificó su afirmación alborotando el pelo de Elena y dándole un beso en la nuca.
Tras repartir los espaguetis y abrir otra botella de vino tinto italiano, recuperaron la conversación sobre las vacaciones. Elena estaba convencida de que su jefa acogería favorablemente la petición, pues hacia siglos que le había recomendado que se tomaran un descanso. En la oficina de Yulia tenían una época tranquila, pues el período de presupuestos anuales no alcanzaba su punto álgido hasta finales de julio, así que podría solicitar vacaciones.
-Ahora sólo nos queda decidir si vamos a Francia y cuánto tiempo - dijo Elena, muy contenta - ¿Se te ocurre algún lugar concreto? No conozco Francia.
Yulia esbozó una sonrisa traviesa.
-Pues sí y te daré la información a crédito. Cuando era adolescente, hicimos una excursión con el colegio a la región francesa del Lot y aún recuerdo lo mucho que me impresionó. Siempre quise volver. He pensado que sería ideal si pudiéramos conseguir una casita bien amueblada sólo para nosotras, con una buena piscina. ¿No te tienta? Por favor, no dejes que te obligue a hacer algo que no quieres.
-Lo que sugieres suena maravilloso, más aún porque será contigo. No te imaginas la ilusión que me hace. Nunca había deseado tanto unas vacaciones.
-¡Estupendo, corazón, yo ya estoy allí mentalmente! Cuando el personal de limpieza haya terminado mañana, ¿qué te parece si vamos a Hertford y cogemos unos folletos? Menos aún, si tienes ordenador portátil, podemos conectar con algunos sitios y mirar los que estén disponibles. Ahora hemos empezado a hacer planes, estoy demasiado emocionada para parar.
-Lo que podemos hacer es recoger los platos, preparar café y llevar el vino a la habitación. Iré a buscar el ordenador al salón y nos pondremos cómodas. Creo que voy a poner una cuña en la puerta del salón. Sé que no puede subir por el exterior de la torre, pero prefiero no arriesgarme.
-Buena idea - admitió Yulia, y la ayudó a recoger los platos y a meterlos en el lavavajillas.
Feliz inicio de semana, nenas!
-Como hemos acabado con esto, ¿qué te parece si salimos al jardín para tomar el aire y disfrutar de la noche? - sugirió Yulia. Elena estaba atareada, y Yulia quería entretenerla para que no pensase en Charlie.
-¿Por qué no? - Elena sonrió - Tengo una botella de vino en el coche y creo que nos merecemos un trago mientras paseamos entre los arbustos.
Descargaron el maletero del Land Cruiser los comestibles que Elena había comprado. A Yulia la sorprendió ver una pequeña nevera donde guardaba la leche y los productos perecederos.
-Me acordé de que eres vegetariana, así que compré algunas cosas camino de Londres. Ahora me parece que hace siglos. Espero que te gusten los espaguetis porque tengo picadillo vegetariano - comentó.
-Es una suerte que te acordaras, porque estaba tan contenta de hablar contigo por teléfono que me olvidé de decírtelo. Sí, los espaguetis parecen ideales.
Pasearon del brazo por el jardín, con copas de color rojo afrutado en la mano. Se trataba de un jardín que apenas requería mantenimiento, con plantas y arbustos de colores y texturas variadas que duraban todo el año. En aquel atardecer de primavera el lugar estaba envuelto en cianosis, un matiz azul neón que iluminaba el verde vegetal. En el terreno de las fragancias se llevaba la palma la glicina, que se enredaba en una pérgola y dejaba caer cascadas de flores malvas como racimos de uvas, con un aroma tan embriagador que casi se marearon.
-Si viviera aquí, vendría a este lugar todas las noches, para disfrutar de este rincón de la naturaleza - suspiró Yulia mientras sus ojos absorbían la serena vista del patio.
-Entonces, será lo que hagamos - dijo Elena, y añadió - ¡Voy a disfrutar de este rincón de la naturaleza! - Como si quisiera confirmar lo que acababa de decir, acarició la mejilla de Yulia, un acto que iluminó su cara de placer.
Pasearon por el jardín de la mano, bebiendio vino y llenándose con el entorno. Junto a un amplio estanque, al que daban sombra algunos árboles, había un banco de madera tallada. Se sentaron y contemplaron las carpas que se deslizaban perezosas sobre el agua; las salpicaduras ocasionales eran la única indicación de su capacidad para reaccionar ante los desafortunados insectos que se interponían en su pacifico camino.
-¿Qué te parece la amenaza? - preguntó Elena, cuyos dedos estrujaban los de Yulia.
-Reconozco que me asusta, pero sobre todo me enfurece. ¿Cómo es posible que ese hombre haya llenado tu vida de miel durante tanto tiempo y sin consecuencias? Ahora me amenaza también a mí. ¿Qué debemos hacer las mujeres para sentirnos seguras? Me parece increíble que pueda crear tanta infelicidad sólo porque no has aceptado sus descaradas insinuaciones y porque nos amamos. ¡Oh! Ya sé que seguramente es perturbado, pero me da igual. Si hace algo malo, te apuesto lo que quieras a que recibirá el tratamiento necesario de nuestro estado protector, mientras que nosotras tendremos que sufrir el daño psicológico - Aquel estallido no era propio de Yulia, pero su intensidad hizo que Elena se sintiera orgullosa de ella y le dio un apretón en la mano para demostrarle su apoyo.
Tras la breve explosión, Yulia recuperó la compostura.
-¿Cúando tuviste vacaciones por última vez? - preguntó.
-Hace siglos y las pasé con mis padres. Siempre me ha intimidado la idea de unas vacaciones sola en el extranjero. Supongo que éstas pensando en la sugerencia de Roman, el astuto detective.
-¡Hum! ¡No tienes un pelo de tonta! Hace mucho que no descansas y alejarnos de este horrible ambiente nos vendría muy bien a las dos.
-Reconozco que me atrae la idea de unas vacaciones contigo. Espero estés pensando en algo que dependa sólo de las dos - comentó Elena con aire travieso.
-¡Elena Katina, eres incorregible! - exclamó Yulia, alborotándole el pelo - Se me ocurre un lugar, pero sólo lo diré si me obliga una mujer hermosa con un beso.
Elena miró de izquierda a derecha con gesto teatral.
-Bueno, cariño, a falta de esa mujer hermosa, lo único que puedo hacer es intentar desvelar el secreto por mí misma. ¡Lo que tengo que hacer por mí país! - Acarició la mejilla de Yulia y acercó los labios a la boca expectante, posándolos en ella con suavidad antes de abrirlos con dulzura.
Yulia asumió una expresión dolorida, diciendo entre dientes:
-¡Ay! Señorita Bond, sus métodos son muy convincentes, pero tendrá que hacerlo mejor si quieres sacar algo de mí.
Elena sonrío con malicia.
-Señorita Goldfinger, le advierto que acabo de empezar. Soy una mujer civilizada, pero mis métodos se volverán violentos si no los revela todo. Naturalmente, había una droga en el vino. Y ahora ¿cuál es el destino de vacaciones, señorita Goldfinger?
-Mis labios están firmemente sellados, señorita Bond.
-¡En ese caso tendré que abrirlos!
Elena dejó su copa, deslizó las manos sobre los sedosos cabellos de Yulia y la atrajo suavemente hacia sí. Rozó los labios de Yulia con la lengua, y luego la besó, demorándose para saborear la dulzura del vino en su aliento. Recorrió con la lengua el labio inferior de Yulia, acariciando con la punta las curvas sensacionales de la boca y penetrando de vez en cuando hasta los dientes. Una de ellas gimió, aunque no supieron quien había sido, pues estaban inmersas en una dicha tan embriagadora como el aroma de la glicina. Sus lenguas se encontraron y empezaron a bailar, enredándose, cambiando el ritmo a tono con las subidas y bajadas de las oleadas de deseo. Aunque estaban sentadas, el cuerpo de Yulia temblaba tanto que, si hubiera estado de pie, se le habrían doblado las rodillas. Asi se sentía aturdida, con un cosquilleo que recorría sus brazos. Cuando sus labios se abrieron al fin, estaba tan desmadejada y confusa como si hubiera bebido la botella de vino entera.
-Usted gana, señorita Bond - susurró naufragando en los turbulentos ojos de color verde que tenía ante ella. Elena la besó alrededor de los labios, en una prueba de arremetida física para obtener la información vital.
-¡Hable, señorita Goldfinger, o tendré que intentarlo en serio y no le garantizo su integridad.
-El destino, señorita Bond, es... Francia.
Los días cálidos que bañan las costas de Inglaterra en primavera tienden a refrescar enseguida. El brusco cambio de la temperatura empujó a Yulia y a Elena a los acogedores confines de la torre donde, tras cerrar bien la puerta principal, comenzaron a preparar los espaguetis.
-Espero que te gusten muy condimentados - bromeó Elena en tono sugerente.
-¡Hum! Cuanto más picantes mejor, aunque me da hipo, lo cual resultaría embarazoso en un restaurante.
Hablaron con emoción de la posibilidad de viajar a Francia juntas; cuanto más lo comentaban, más les atraía la aventura. Yulia opinaba que debían ir enseguida para alejarse de la amenaza inmediata de Charlie Kiddney, pero también por la próxima boda de Kristina y Peter.
-¿Te conté que mi hermana Kristina se casa con Peter en junio? Me dijo que invitase a quien quisiera. El lunes voy a comer con ella y me pregunto si podría llevarte como acompañante.
-Tendría mucho gusto en ir contigo. Debemos ir de compras, a menos que ya sepas lo que te vas a poner. Me apetece ir de tiendas contigo porque siempre voy sola.
-No soy muy organizada, así que aún no he comprado nada. Tendremos que dedicar un día a eso - Dudó un minuto antes de añadir - Voy a contarle lo nuestro a Kristina el lunes.
Elena dejó de remover la salsa de los espaguetis y la miró; una expresión de admiración y amor cubrió sus rasgos.
-¿Estás segura cariño? Significa un gran paso para ti, y me doy perfecta cuenta de lo que podrías perder.
-Sí, estoy segurisima de que te amo profundamente y me parece justo contárselo a la otra mujer a la que quiero. Deseo que lo sepa por mí. Como estamos tan unidas, podría ofenderse si cree que no confío en ella. Con la amenaza del acosador, prefiero que conozca los antecedentes por si él averigua mi nombre y le envía notas desagradables sobre nosotras. Veré cómo reacciona antes de decírselo al resto de mi familia.
-Me parece estupendo, Yulia, y gracias por confiar en mí. Supongo que ya le hemos hecho nuestra primera confesión al detective Smirnov... ¡probrecillo, pensar que estaba solo con dos hermosas mujeres, un tipo tan atractivo, y yo tenía la más mínima posibilidad...!
-Es guapo, no tiene aspecto de Policia... sino más bien de modelo masculino. Pero no se compara ni de lejos con mi pelirroja Elena, eso seguro - Ratificó su afirmación alborotando el pelo de Elena y dándole un beso en la nuca.
Tras repartir los espaguetis y abrir otra botella de vino tinto italiano, recuperaron la conversación sobre las vacaciones. Elena estaba convencida de que su jefa acogería favorablemente la petición, pues hacia siglos que le había recomendado que se tomaran un descanso. En la oficina de Yulia tenían una época tranquila, pues el período de presupuestos anuales no alcanzaba su punto álgido hasta finales de julio, así que podría solicitar vacaciones.
-Ahora sólo nos queda decidir si vamos a Francia y cuánto tiempo - dijo Elena, muy contenta - ¿Se te ocurre algún lugar concreto? No conozco Francia.
Yulia esbozó una sonrisa traviesa.
-Pues sí y te daré la información a crédito. Cuando era adolescente, hicimos una excursión con el colegio a la región francesa del Lot y aún recuerdo lo mucho que me impresionó. Siempre quise volver. He pensado que sería ideal si pudiéramos conseguir una casita bien amueblada sólo para nosotras, con una buena piscina. ¿No te tienta? Por favor, no dejes que te obligue a hacer algo que no quieres.
-Lo que sugieres suena maravilloso, más aún porque será contigo. No te imaginas la ilusión que me hace. Nunca había deseado tanto unas vacaciones.
-¡Estupendo, corazón, yo ya estoy allí mentalmente! Cuando el personal de limpieza haya terminado mañana, ¿qué te parece si vamos a Hertford y cogemos unos folletos? Menos aún, si tienes ordenador portátil, podemos conectar con algunos sitios y mirar los que estén disponibles. Ahora hemos empezado a hacer planes, estoy demasiado emocionada para parar.
-Lo que podemos hacer es recoger los platos, preparar café y llevar el vino a la habitación. Iré a buscar el ordenador al salón y nos pondremos cómodas. Creo que voy a poner una cuña en la puerta del salón. Sé que no puede subir por el exterior de la torre, pero prefiero no arriesgarme.
-Buena idea - admitió Yulia, y la ayudó a recoger los platos y a meterlos en el lavavajillas.
Feliz inicio de semana, nenas!
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires
A Fati20, Veroska y a Ice-Man les gusta esta publicaciòn
Re: MI ESTRATEGIA PARA AMARTE
se van de vacaciones!!¡
LeaAgronsky- Mensajes : 144
Fecha de inscripción : 08/01/2024
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