HIDING (ADAPTACIÓN YULENA)// By: MintBlueNeon

Amo y amaré a Yulia siempre!


Capítulo 134: The Actor

________________________________________

Todo parecía un mal sueño, un error, un contratiempo e inició con una cama vacía de un lado y un clima de los que nunca se ven en la ciudad.

Llovió desde la madrugada, tal parecía que el cielo se sentía tan desolado como yo. Mi Cuervo se fue ayer y, a la hora que yo desperté, ella debía seguir durmiendo en el hotel en San Petersburgo. Su reunión era en la tarde, solo yo, debía ir a la oficina a las 7:30 AM.

Lo peor de vivir en un clima como este es que la lluvia no enfría el ambiente, solo hace que todo se vuelva más pegajoso más húmedo, más incómodo y yo lo odio.

En días como hoy, prefiero usar mangas largas que recojan cualquier estúpida humedad y de principio ya estén pegadas a mi piel. Jeans ajustados, delgados, de esos que estiran fácilmente, botines delgados de cuero y el cabello semi recogido en una media cola… en realidad lo único que se me antoja en días así, es volver a dormir.

Sin embargo, mi ausencia en la producción del programa ya se hacía sentir. Cada vez, eran más frecuentes las llamadas de los escritores y directores, esperando una guía de la productora y creadora. Hay cosas que evidentemente solo puedo decidir yo.

Tengo suerte de haber conceptualizado el eje principal de la temporada desde antes de iniciar la filmación. Todo estaba tan bien planeado que, las semanas que estuve en coma, no se perdió el hilo conductor de la trama. Solo faltaba concretar las secuencias de suspenso que nos llevarán a la siguiente temporada y listo.

La mañana estuvo llena de reuniones, algunas sociales, felicitándome por el avance en mi recuperación, otras completamente dedicadas a elaborar los giros correctos en la historia, a planear la composición de las escenas, a sugerir la intensión de los personajes, en fin…, fue agotador.

Después de almorzar con algunos miembros del elenco y tomarnos las respectivas selfies para instagram y facebook y twitter y etcéteras, regresé al estudio para iniciar el proceso de audiciones. Antes que nada, una selección de hojas de vida, revisar fotografías, leer créditos y anotar posibles candidatos.

En lo que viene de la serie ingresarán dos personajes principales inesperados y, de su selección, dependerá si a futuro podemos trabajar en un spin off. Eso podría darnos más control sobre tramas alternas y evidentemente, más trabajo y más dinero.

Pasamos más de dos horas solo viendo a cientos de actores, desde los más nuevos a muchos experimentados que se nota que se interesan por el mundo de la televisión por cable. Un par de horas más en reducir la selección de favoritos, entre ellos -una sugerencia de uno de los responsables del casting- el tan «agraciado» Dan Kozlovski, del que hablamos con Ka, hace unos días.

—Creo que funcionaría como contraparte de Steve. Es un buen antagónico. ¿Vieron el corto del film que estará en cartelera en los festivales?

—No sé, hay algo en él que…

—Que no te convence —Completa mi frase uno de los otros dos productores, Maxim— Eso ya lo sabemos, pero cuando lo audicionamos por primera vez, era para el papel del héroe, ahora es otra cosa.

Es verdad, lo que no me gustaba de él es que, en ese entonces, sentía que traería un grado de malicia a un personaje que debía ser encantador, sobretodo, que pueda ser versátil sin esa extraña «cosa» que él tiene en la cara cuando sonríe; es como una sensación de hipocresía que te deja un mal sabor de boca.

Es distinto ahora, el sería el malo, el villano… podría funcionar, aunque…

—Vamos, Yulia. Lo audicionaremos, si no te convence entonces…, no lo contratamos —sugiere, Liroy, el otro productor— Tú sabes que tienes la decisión final, no perderemos nada.

Doy un fuerte suspiro y miro a mi reloj, ya son las ocho de la noche, estamos todos cansados y mañana tendremos otra jornada igual de pesada.

—Está bien, llámenlo.

No me convence la idea, solo pensar en trabajar con Dan me deja ese sonido de alerta retumbando en mi cabeza, pero ahora, solo quiero ir a casa, hablar un rato con Ka y volver a dormir.
________________________________________

Capítulo 135: Unexpected Call
________________________________________

Mi garganta está irritada, duele, desde la parte posterior de mi lengua hasta, por lo menos, la mitad de mi esófago. Es incómodo tragar un líquido, doloroso; peor comer; además que no siento ningún sabor.

Mis cuerdas bucales están claramente afectadas, cada vez que emito sonido alguno, este sale de mi garganta como la voz del Gallo Claudio o la de un chico que está en el proceso de crecer de niño a adolescente, definitivamente, no la voz de una mujer de veinticinco años.

Yulia ha disfrutado mucho al escucharme hablar, tal vez es por esa razón que ahora me niego a hacerlo y solo le envío mensajes por la ventana del chat, mientras ella me mira y me hace muecas en la video llamada para hacerme reír o protestar.

Le hablaré…

Tan solo un par de capturas de pantalla más, no puedo desaprovechar esta oportunidad.

—Cuervo… ¿qué tanto conocías a Dan Kozlovski? Digo, como profesional —me pregunta de un instante al otro. De seguro se quedó pensando en la conversación que tuvimos el otro día, igual que yo.

—Trabajamos juntos hace un par de años —mi voz es quebrada y aguda, intermitente en su tono, pero tal parece que esto es serio, Yulia permanece inmutada.

—Va a audicionar para la serie la próxima semana.

—¿Aún no te agrada?, me refiero a ¿Cómo personaje?

Admito que sus palabras sobre sus impresiones personales me dejaron pensando y, tener tiempo para pensar, es lo peor cuando una duda te acompaña.

«… nadie puede ser tan perfecto sin ocultar algo oscuro por ahí…»

Odio el tiempo libre.

—No, aún no. Pero el resto de ejecutivos quieren verlo. Por mi parte… preferiría no contratarlo.
Debería contarle. Hace poco tuvimos problemas por ocultar información, por guardarnos lo personal… debería…

—Yulia, ¿crees que puedas ayudarme con su número?

—En la oficina únicamente tenemos el de su manager, pero me imagino que no será problema conseguirlo… ¿Piensas llamarlo?

En realidad pienso que si voy a contarle algo que es tan incierto, debería por lo menos asegurarme de algunas cosas, saber qué pasó inmediatamente después de que perdí la memoria. Pienso que si voy a iniciar una tercera guerra mundial, debo tener la información correcta, así que sí, pienso que debería hablarle.

Sin embargo no me emociona tener esa conversación. No sé ni siquiera como la iniciaré.

«Hola, Dan, ¿cómo va la vida? ¿Recuerdas la fiesta de Noize Mc? Creo que me violaron, aunque no lo recuerdo, tal vez tuve sexo salvaje… ¿contigo?»

«Hola, Lena. Claro que la recuerdo, te pusiste tan peda equis-de. Sí, te violaron», o «Sí, tuvimos sexo super salvaje, ¡yeah!»

Dios, no tengo idea de como manejaré este asunto, pero no me cae mal tener su contacto para cuando me decida a averiguar ¿qué pasó?

—Mañana te lo envío, ¿te parece? —me pregunta justo cuando recibo una notificación de llamada.

—Yulia, ¿puedo devolverte la llamada? Surgió algo urgente.

—Claro, hablamos en un rato —responde extrañada, me manda un beso volado y cuelga.

Esto es más que extraño, porque este número no es público y muy pocas personas lo tienen, muy cercanas además, ¿quién pudo haberle dado contacto?

—¿Varvara?

—Lena, necesitamos hablar.
________________________________________

Hasta mañana!!!

Si yo sé q tu amor es julia . Nosotras queremos mucho q julia pero hay una debilidad mayor por la diosa de lena . Nos dejas con bastante curiosidad de que quiere decirle si ex agente pero ya mañana lo sabremos, gracias por los capítulos

OMG!! Claro que sí, Yul es toda tuya! Y Lenita mi hermosa en fin!!
Cómo puedes dejarlo ahí!?!? Nooo! Estoy segura que fue ese tipo "Dan" muerte a quién sea que se atrevió a hacerle algo a mi Lenita!!!🤬🤬

Solo pido a Yulia para mi!


Capítulo 136: Late Dinner
________________________________________

Acordamos una hora, once de la noche, en el restaurante de la esquina del hotel.

Si hay algo que jamás haré es subestimar a mi ex-manager. Está tan bien conectada, que se enteró de mi entrevista de mañana con el posible nuevo agente y viajó de inmediato. Una hora y media de vuelo, treinta minutos más hasta llegar al punto de encuentro y llegaba, tan elegante e imponente como siempre.

—Hmmfff, Lena —bufó del cansancio al saludarme, y se sentó a mi lado— Un martini seco, por favor —le pidió a uno de los meseros que pasaba por el salón— Te ves… bien.

Debía suponer que la ropa casual, que ahora es mi vestimenta común, no sería lo propio para salir a la calle, según su opinión. Ahora recuerdo como odiaba ir a la tienda por una botella de agua mineral, debía maquillarme, vestirme decentemente y lucir como un millón de dólares. Según ella, en ese tiempo, lo valía.

—Tú te ves, como siempre, aterrorizante.

—¡Gracias! —Me sonrió, siempre le ha gustado que la crean una persona que infunde el miedo, a ella le gusta esa parte de su personalidad.

—¿Ordenamos? —preguntó, ya con su mano semi levantada para llamar al mesero.

Una vez que el muchacho se fue, con una orden muy específica de una ensalada -por la que sufrirá un grave reproche si no regresa con exactamente lo solicitado-, retomamos la conversación.

—¿Para qué querías verme con tanta urgencia? Sé que si no fuese importante, esta charla… no existiría —le pregunté antes de iniciar una vaga conversación que solo prolongaría la noche.

—Vamos al punto. Sé que te reunirás con Phillip mañana, quería darte un poco de ventaja, además de advertirte un par de cosas importantes que debes tener en cuenta.

Varvara nunca fue de andarse con rodeos, así que me imaginé que tendría una explicación más amplia para la declaración que acababa de hacer.

—¿Qué tanto… recuerdas de la fiesta de Noize Mc?

Definitivamente parecía que el destino había programado todo en mi vida para que tratase este tan particular tema. A donde sea que fuera, había algo que me apuntaba a él, casi con una flecha de luz roja intermitente.

—Recuerdo haber ido al baño con Dan y levantarme al día siguiente… en esa cama… herida y…

—Violada —declaró.

—Varvara… —dudé en preguntar, pero debía dejar ese miedo de enterarme de la verdad, a un lado—, ¿sabes lo que me sucedió?

Ella respiró fuerte, claramente furiosa y endureció sus facciones mirando al centro de la mesa, negando con la cabeza. Levantó la vista y me miró directamente a los ojos.

—Demoraste mucho en el baño, tal vez unos veinte minutos. Me alarmé porque ni tú ni Dan regresaban y fui a buscarlos— me cuenta— Estabas siendo ayudada por él en el inodoro, descompuesta totalmente. Cuando llegué le pedí que se retirara, le reclamé porque no se le ocurrió llamarme, yo era tu manager, era mi responsabilidad.

La noto completamente alterada con la situación, enojada a un nivel que no esperaba, mucho menos después de un año, sobretodo, cuando las cosas entre ambas no terminaron nada bien.

—Te limpié la cara, tu vestido por suerte estaba todavía en perfecto estado. Necesitabas descansar.

—¿Por qué no me llevaste a casa o me mandaste con la limusina?

—Lena…

—Kay…, por favor.

—Odio ese nombre —acotó—, Karen, tenía a cinco chicos más que atender en esa fiesta. Tú necesitabas un par de horas nada más. Le pedí a Alekseev que habilite una de las habitaciones y te ayudé a salir del vestido, lo acomodé en la silla y te metí en la cama, dejando la puerta con seguro, para que nada de lo que sucedió…

—Si el cuarto estaba con llave, ¿quién diablos entró?

—Créeme, no lo sé —me confiesa— Al principio pensé que había sido Dan, él siempre estuvo enamorado de ti y solía vivir en la casa de Alekseev, ¿lo recuerdas? Al menos hasta que terminaron los arreglos de su casa y se mudó. La habitación en la que te quedaste… era la suya.

No recordaba ese detalle hasta que lo mencionó. Dan vivió ahí más de año y medio. Alekseev y él eran muy amigos.

—¿Y por qué creías que había sido Dan en un principio? ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

—Lo enfrenté la mañana siguiente, pero él me aseguró que no había tenido nada que ver con quién pudo haber violentado la cerradura de la habitación.

—¡¿Le contaste sobre lo que me pasó?!

—¡Por supuesto que no! —respondió indignada— ¡Me ofende que dudes de mi profesionalismo! ¡Le dije que habían robado tu vestido y que era muy costoso, nada más! Él, se defendió diciendo que gran parte de la noche la pasó en el jardín, y así fue, yo estuve presente. Es más, me recordó que apenas terminó la fiesta, se marchó en la limusina con el resto de chicos.

—¿Y tú? ¿Dónde estabas tú? ¿Por qué no me sacaste de ahí en un par de horas?

—Karen… recibí un mensaje de tu teléfono. Decías que habías regresado a casa en un taxi que pediste por medio de la aplicación del celular y que habías salido por la puerta trasera de la casa, para que no te vieran en malas condiciones, que me llamarías en la mañana.

—¿Un mensaje desde «mí» teléfono?

—Sí, de tu número privado —me confirmó.

Ese número solo lo tenía ella. Definitivamente fue alguien que estuvo conmigo en la fiesta, alguien que estaba ahí, en esa habitación… conmigo.

—Fui a verte, a confirmar si era verdad y ya no estabas ahí, la alcoba estaba completamente vacía, tu vestido, tus zapatos, tú. Revisé el recorrido de tu cuenta de taxi y decía, claramente, que la última solicitud había sido hace unos minutos y terminaba en tu casa. Después de eso, simplemente…, regresé a la fiesta y me fui en la madrugada a mi casa.

Esto es cada vez más turbio, alguien fue hasta la habitación que estaba bajo llave, la abrió, me cambió de cuarto, pidió un taxi con mi teléfono, lo envió a mi casa y luego, después de confirmar que había llegado hasta allí, mandó el mensaje a Varvara.

¿Para qué?, ¿para poder violarme con tiempo?, ¿para evitar que alguien lo escuche o me escuche a mí?, aunque… alguien debió drogarme…

¡Dios, alguien me drogó!

Sino habría despertado, me habría defendido, ¡recordaría algo!

Alguien planeó todo esto y no hay muchas posibilidades, era la casa de Alekseev y él vivía solo ahí. ¿Quién más podía tener acceso?

Ahora tengo más dudas que antes, más frustración por todo, más necesidad de aclarar esa noche.

No… no puedo negarlo más. Me violaron, pero ¿quién?
________________________________________

Capítulo 137: Sabotage
________________________________________

Enterarme que en realidad algo grave me había pasado en la fiesta, no fue lo único que sucedería durante la cena con Varvara.

Nuestros platillos llegaron. No le hizo gracia que me haya pedido un risotto de mariscos. En «sus tiempos» era imposible que eso sucediera, jamás dejaría que más de trescientas calorías entraran en mi cuerpo en una sola comida, no más de novecientas al día. Tan solo esta porción representaba por lo menos seiscientas y eso sin contar con los camarones, langostinos, pulpos y calamares. Estaba delicioso.

—Veo que no tienes ningún interés por mantener tu figura —me reprochó, devorando la lechuga— Imagino que no volverás al mundo del espectáculo.

—¿Te confieso algo? —pregunté animada, sin ánimo de que me respondiera— Me salió una estría en la cadera… y me encanta —le dije lo más feliz del mundo.

—Hmm, interesante. Pero no es nada que no se pueda cubrir con un indicado traje de baño o maquillaje, si es muy profunda, con Photoshop.

—¡Jamás! —le contesté riendo— Estoy muy orgullosa de mi estría, trabajé… para nada duro por ella, me divertí, disfruté. Nunca la ocultaría.

—¿Y Yulia qué piensa de tus «logros»?

Por primera vez, dejaba saber sus sentimientos respecto a mi pareja y lo hizo con un tono más que acusador y crítico.

—Yo le gusto, así que no tiene problemas con un par de marcas en mi piel.

—¿Eso incluye la atrocidad de tatuaje que te hiciste?

—Eso incluye al piercing en mi labio inferior —dije con provocación. Por un segundo se fijó en mi boca y al darse cuenta de que no tenía ninguna marca, hizo una mueca de desagrado y rodó los ojos. Siempre odió que me expresara de forma «vulgar», no era correcto para la chica que valía un millón de euros, en realidad más.

—Eres graciosa, por suerte a Phillip no le importa si estás deforme, solo le interesa la calidad de tu trabajo.

—Hablando de eso, ¿querías advertirme algo?

Suspiró, retomando el tema.

—Sí, ¿has oído de Lauren Hoffman?

—Claro, es una de las agentes más reconocidas del medio… después de ti, por supuesto —le aclaré o me fulminaría con la mirada.

—Como sabrás, aunque tú ya no quieras trabajar en el medio y aparte del conflicto de intereses que tuvimos por Sergey, yo… nunca dejé de preocuparme por ti.

Lo dijo de la manera más sincera que esta mujer podría expresar. Ella trabaja con actores, pero como actriz apesta, así que creo en sus palabras. Sin embargo pasó un año para que me confiese la verdad sobre lo que pasó en la fiesta, ¿qué tanto interés puede tener por mi bienestar?

Hmm, tal vez la preocupación que tenía, era hacia mi bolsillo.

—Bueno, ¿cuál es el lío con Hoffman? —pregunté sin querer profundizar esos sentimientos, no quería pelear y que mi delicioso risotto me cayera mal.

—Me di cuenta de que ninguno de los managers con los que te reunías, concretaba un acuerdo y conozco tu trabajo como fotógrafa, por lo que me sorprendí.

—¿Debería asustarme tu intensidad? —me burlé, porque no me asombra que siga pendiente de mi. Seguramente espera el día en que le pida que me deje volver, que le suplique.

—Creo que deberías asustarte de que Lauren está contactándose con todos los agentes de tu nueva carrera, sugiriéndoles que no se reúnan contigo o te regresen la llamada.

—¿Qué? ¿Por qué lo haría? ¡Yo ni la conozco!

—Eso es lo que debería preocuparte… Karen —repitió mi nombre con desgano— ¿Sabías que es la, «más nueva», manager de Dan?

Otra vez regresábamos al tema, era estupendo, justo cuando comenzaba a disfrutar mi comida.

—Okey, ¿y qué tiene que ver eso conmigo? Esto no tiene sentido.

—Solo quiero advertirte que tengas cuidado. Cada vez que Dan aparece pasa algo, y algo grave.

—¿A qué te refieres?, ¿a la fiesta? —cuestioné ya bastante molesta, no entiendo su punto y no quiero amargarme la vida— Pensé que lo habías descartado como posible violador.

Respiró más fuerte que la vez anterior, dejó los cubiertos sobre su plato, terminándolo y se enfocó en mí con dureza.

—Está bien, te dejaré la imagen muy clara, porque comer tanta grasa te ha atrofiado el cerebro —destacó con tanto cariño— Uno, lo de la fiesta. Sí, pensé que no había sido él, pero cuando los puntos se unen y forman una figura, no puedes negar que está ahí. Dos, Sergey. Cuando Dan me despidió y se cambió de agente, contrató a Peter Gallagher, el que en ese entonces era agente de Sergey. Dan lo despidió apenas sucedió el accidente que mató a tu amigo y ahora está con Lauren, intentando llegar a Yulia —dijo casi sin respirar, poniéndome el panorama más claro que pudo— ¿Ves el patrón?

—¿Estás sugiriendo que Dan está tratando de hacernos daño a cada uno de nosotros?

—No lo sugiero, te lo estoy diciendo, porque… además sé algo, que tú no.

En ese instante vi algo mucho más intenso que la preocupación, vi miedo y me asusté, porque Varvara es la que infringe el terror no al revés. Esto era realmente serio.

—Dime qué es lo que sabes de una sola vez.

—El chico que capturaron allanando tu casa… es el hermano menor de Dan —dijo, dejándome congelada— Dan Fillion era un nombre inventado, un alias con el que trabaja, su apellido es Kozlovski, Dan Kozlovski.

Lo sabía, él mismo me lo contó. No era nada del otro mundo, todos tienen nombres falsos en el mundo del espectáculo. Sabía también que el chico que allanó mi casa esa noche se llamaba Dmitri, pero nunca asocié su nombre.

¡Por Dios!, ¿cuánta gente puede llamarse así? No lo hice, no lo pensé. Tal vez la grasa sí estaba matando mis neuronas.

—¿Cómo sabes que era su hermano Dmitri? Pudo ser cualquier otro Dmitri Kozlovski.

—Tú nunca conociste a su hermano, solo escuchaste hablar de él —me recordó— Yo lo conocía, de pies a cabeza, y el día del arresto fui coincidentemente a la policía a preguntar por noticias sobre la acusación de la novia de Sergey.

Hizo un gesto con la mano y el mesero se acercó nuevamente. Le pidió la cuenta y continuó con su relato.

—Lo vi esposado y le pregunté al detective ¿qué había hecho? Me contó lo sucedido en tu casa. Después se descuidó y, mientras yo lo miraba para asegurarme de que era él, escuché a uno de los oficiales decir que ellos estaban seguros que fueron dos hombres los que estuvieron esa noche en tu casa, pero el otro logró escapar.

Dan.

—Sí…, eso mismo que estás pensando —dijo al ver mi cara iluminarse cuando comprendí— Creo que pudo hacer sido, Dan.
________________________________________
Damn!!

Hasta mañana, queridas

Wuaooooo este Dan es toda una fichita y hacer todo esto solo porque quizás lena no le hizo caso nunca, espero que le avise rápido a julia para q no lo contraten y ver q pasara ahora q sabemos quien es el malo. Saludos querida escritora y tranquila julia es tuya. Ahora con lena hay problemas

Mier.... coles!! Es un verdadero HDP!!! Ojalá esté muy cerca de recibir lo que se merece ese tipo!!!🤬🤬🤬
Y bueno, mi Lenita es hermosa de cualquier manera

Esto parece un campo de batalla por Lenita


Capítulo 138: Phillip

________________________________________

Phillip Voltaire, quizá uno de los agentes fotográficos más destacados de todos los tiempos. Sus clientes terminan siempre con trabajos en portadas de las revistas más importantes del medio y no hablo de Entertainment Weekly o Cosmo, hablo de National Geofraphic, Times, Life, Black & White Magazine, Maxim, Architectural Digest.

Tan solo conseguir un contrato fijo para una revista online como The Cool Hunter sería un sueño; viajaría por todo el mundo fotografiando objetos hermosos, casas, centros urbanos, autos… ¡Dios, sería un sueño hecho realidad!, y él es el mejor, él es el agente que yo necesito, si algún día quiero llegar lejos.

Quedamos de vernos en el Bridge Café, desde ahí hay una vista increíble del lago y en general, de la costa; del otro lado, tenemos a la ciudad. Era el lugar apropiado para iniciar mi audición.

En el mundo de la fotografía, los buenos agentes aceptan o no representarte y, tan solo si eres bueno, entras a su lista de clientes, si es que tienes algo realmente importante que ofrecer, algo nuevo, algo de calidad.

No podía fallar. Tenía que poner todo de mí en esas fotos, llevar varias cámaras, o… quizá no. Ese es el problema, ¿cómo impresionar a un hombre que prácticamente lo ha visto todo?

Decidí ir lo más desnuda posible, metafóricamente hablando. No llevaría ningún filtro, no usaría ningún lente demasiado extremo, ni un teleobjetivo, ni un macro. No fotografiaría nada a mucha resolución, es más, hasta se me ocurrió llevar mi Polaroid. ¿Qué tipo de fotografía podía ser más honesta, más cruda y real que una instantánea a la cual no se le puede mentir, a la que no se puede evitar?

Entonces pensé que todos los potenciales candidatos debían llegar exactamente a la misma conclusión que yo. A veces al querer ser original, te convierte en lo más común. Entonces descarté la idea por completo.

Él querría ver qué puedo hacer con una cámara digital, es lo que se usa ahora. Mi última adquisición es la mejor en el mercado, ¿excesivo?, quizá, pero no importaba. Con esa cámara no necesito usar una extensión grande de lentes, podía llevar dos alternos, en caso de necesitarlos, y nada más el lente cobertor que no deja pasar el exceso de luz. Improvisaría con las tomas, sería un poco más humana, trataría de darle prioridad a lo que él me pida, incluyendo -en lo posible- a gente que transitara en ese momento, lo que se sienta menos forzado, que mi «talento» florezca por si solo.

Salí temprano y llegué casi una hora antes de la cita. Cinco minutos después, entraba Philip por la puerta, sorprendiéndose de encontrarme ahí. Era una buena señal, sonrió.

Se sentó conmigo en la mesa en la que leía el periódico del día y pedimos el desayuno.

Empezó a hacerme preguntas que consideré normales, dada mi procedencia. Se notaba interesado en el porqué de mi cambio de carrera. Le conté de papá y nuestro hobby, y él me pidió que sacara mi cámara en ese momento.

Al verla asintió en señal de aprobación, aunque me dio la impresión de que dudaba de mi habilidad con el aparato.

Me pidió que, sin levantarme del asiento, tomara fotos que yo creería que podrían ser usadas en una publicidad del local.

Observé por varios minutos el lugar, sus imperfecciones, la luz, por donde entraba, los colores, el contraste, la gente y cuando sentí que tenía las tomas que quería, hice un par de enmarques con mi mano. Tomé una servilleta y con su blancura calibré el tono que quería destacar en mis imágenes; tomé la cámara y disparé, exactamente, seis fotos.

Sin dejarme revisarlas retiró el aparato de mis manos y admiró por varios minutos, foto por foto.
Su cara era completamente neutral, sin embargo al terminar subió inconscientemente las cejas y marcó una simple sonrisa en sus labios.

—Eres bastante buena «Lena Katina» —puntualizó.

—Kay Ronan… Ka… o Karen, por favor.

—Eso mismo quería oír, Ka.

Dio un sorbo a su café y mordió un pedazo de su dona de fresa y, limpiándose los labios antes de hablar, dijo:

—Muchos de los que se reúnen aquí conmigo suelen traer una cámara de los ochentas o una Polaroid y tratan de impresionarme tomando docenas de fotos que muchas veces no puedo ni revisar.

En ese momento supe que había tomado la elección correcta.

—Yo aprecio la fotografía antigua, aprecio las Polaroid. Son un lindo recuerdo, son vivas, son un instante, usualmente, sin planificar. Lo que, en este negocio, no sirve de nada —resaltó, haciendo una pausa para continuar con su desayuno, yo hice lo mismo— Tú, saliste del común. No solo sabes usar lo que tienes, sabes cómo sacarle provecho; eres recursiva —dijo levantando la servilleta—, y tu trabajo, es fruto de un cuidadoso análisis, yo diría que… es de calidad.

—Gracias —respondí a sus halagos, sin asumir nada. Estas charlas pueden tornarse amargas con un solo «pero».

—Pero… —Ahí estaba—, ¿puedes responderme una cosa?

—Creo que sé de qué se trata y sí, pregúnteme lo que necesite saber.

—Lauren, ¿tuviste un pleito con ella?

—Me contaron que está haciéndome, «mala fama» —precisé— Ni siquiera la conozco, no más que su nombre y su reputación.

—Es muy buena en lo que hace, no lo voy a negar, y «su nombre» es muy importante en muchos lugares y para mucha gente, su palabra, vale oro.

—Entiendo… —me resignaba a que esto terminaría en otro rechazo.

—Creo que tienes suerte —me dijo sonriendo— Varvara ha sido amiga mía desde hace más de treinta años, éramos unos niños y… —pausó dando el último mordisco a esa rosada rosquilla—… yo no suelo prestarle mucha atención a mi ex-esposa.

Debí abrir los ojos a un extremo que ni yo misma conocía, porque comenzó a reír con muchísimo gusto.

—¿Te gustaría firmar conmigo? —me preguntó estirándome la mano. La estreché en menos de un segundo, con una sonrisa de estúpida que todavía conservo hasta este momento, horas después.

Ahora tengo un agente, el mejor.

Menos de diez minutos, seis fotos, eso tomó y estaba camino a las grandes ligas.
________________________________________

Capítulo 139: Silence and Wait
________________________________________

Tenía la sensación de que contarle a Kay que su amigo era el candidato favorito para el papel, la emocionaría. Esperaba un «te lo dije» no un largo silencio.

—¿Kay? —pregunté unos segundos después— ¿Se cortó la llamada?

—No…, aquí estoy.

No tengo idea de cuánto tiempo llevamos así, calladas, esperando que la otra inicie otro tema de conversación o se decida a hacer las preguntas pertinentes.

—… —Quise hablar, pero tan pronto como abrí la boca la volví a cerrar.

—Necesitamos hablar, pero en privado y sin apuros —Fue lo único que dijo al respecto y supe que iba en serio. Rara vez, Kay, es tan tajante en una llamada.

—¿Es urgente? —pregunté, nada más para tomar una decisión— Podría viajar a San Petersburgo mañana.

—¡No! —Se precipitó en contestar—, podemos hablarlo cuando nos encontremos en la cabaña… no quisiera que… —suspiró profundo—, puede esperar.

Decidí no ahondar en el tema, si ella estaba segura de que no necesitaba tener esa charla de inmediato, esperaría a verla en una semana y media más. Pero, sea lo que sea, lo único que yo precisaba era aclarar dos puntos en particular.

—¿Es grave?

Su silencio fue una clara afirmación.

—Okey, ¿tiene que ver con Dan?

Un resoplido en el auricular me confirmó que estaba en lo correcto, una vez más. Tampoco me respondió a la segunda pregunta.

—Tranquila, hablaremos en la cabaña —confirmé, aceptando lo que me pedía. Puedo quedarme con dudas y preguntas atoradas hasta entonces. La conozco y sé que con ella, todo es a su tiempo.

—Tan solo, no lo contrates… todavía.

Esa petición podía salirse de mi control, Dan hizo un increíble trabajo y todos los ejecutivos están deseosos de terminar las audiciones.

Tan solo faltan las pruebas de escena con la protagonista y, si tienen química, me será casi imposible negarme.

Solo espero que en este tiempo, aparezca alguien que sea tan bueno o mejor que él, de lo contrario no podré cumplir lo que me pide.

—Haré lo que pueda. Ahora, cuéntame de tu día —cambié el tema, aligerando el tono de la conversación— ¿Tenemos agente?

Su tierna risa me dio la pauta para expresar mi emoción con un agudo «¡Yuju!» y más risas vinieron después.

—¡Felicitaciones, Cuervo! Te mereces eso y mucho más.

—Gracias, amor.

Había dicho ya, ¿Cuánto me enloquece que me llame por la palabra amor?
________________________________________

Vamos! No seas así! No pueden contratar a ese 🤬🤬🤬 y menos si se atrevió a hacer eso a mí Lenita!!🤬🤬 Gracias por este buen martes

Muy buenos capítulos me alegra q lena consiguiera el agente a quería y bueno ahora a esperar a le cuente a julia creo q debería saber lo grave q es q no hay manera q lo contraten el tipo es un psicópata. Y bueno compartimos a lenita , saludos

Capítulo 140: Puzzles
________________________________________

He pasado una semana completamente sola, encerrada a voluntad en la cabaña, viendo la nieve caer a través de la ventana, el lago está completamente congelado y dicen que empezará a regresar a su forma líquida en, más o menos, un par de meses.

Mi trabajo con Philip iniciará el 4 de enero, en exactamente tres semanas; lo que me da unas cortas vacaciones que disfrutaré al máximo.

Su plan es que inicie armando un verdadero portafolio y para eso va a conseguirme unos contratos simples con varios de sus contactos. Casas de diseño, restaurantes, escultores, también iremos a varios lugares, especialmente en Reutov, para hacer fotografía de campo, salidas a los parques, a los centros culturales, un paseo en helicóptero recorriendo la ciudad.

Es un plan ambicioso que tomará un aproximado de dos semanas y con eso él iniciará a promocionarme.

Es emocionante, aunque también triste. Mi proyecto personal se retrasará con seguridad, no hay mucho que hacer al respecto.

Mientras tanto, me puse a explorar todos los closets y el sótano de esta pequeña casa. La última vez que estuve en este lugar me concentré en mi persona, en dormir, en leer, en acordarme de quién era, no en inspeccionarlo.

Encontré varios juegos de mesa, un Clue incompleto, un juego de Jenga -el que siempre me gustó jugar sola-, varias cajas de naipes y cuatro rompecabezas que parecen estar completos, pero uno nunca sabe hasta no armarlos y en esa labor me encuentro ahora.

Siempre fui muy fanática de armarlos. En casa, papá y yo, teníamos una gran colección. Inicié a ayudarlo con su afición desde que tenía cinco años, para cuando cumplí diez, ya armaba yo sola, cajas de 3000 piezas.

El que tengo ahora esparcido en la mesa del comedor, es uno de la ciudad de Reutov, a donde iré en unas semanas. Tiene muchos colores brillantes, miles de ventanas -casi todas iguales-, literalmente cientos de edificios.

Llevo media hora y tengo todo el borde completo. Esa, es la parte más importante de todas. También he empezado a armar partes del cielo, que es el espacio más prominente y fácil.

Me encanta sentir mi concentración en una tarea que no tenga nada que ver con mi vida, que me ayude a despejar ideas y recuerdos o, mejor dicho, mi obsesión con la falta de ellos.

Sé que debo lidiar con todo este asunto, no es algo que va a desaparecer, mucho menos cuando Yulia lo sepa. Ella no es como yo, que puede barrer el polvo bajo la alfombra y pretender que el suelo nunca estuvo sucio.

Pero no, no quiero pensar, no quiero dudar más. Prefiero seguir recolectando piezas de una imagen y conjugarla con otras, armar un pedazo de una realidad distante, en tiempo y espacio, olvidándome de esa noche, de esa mañana, de la cena con Varvara.

«Cuervo, ¿estás?», leo el mensaje que acaba de llegarme.

«Estoy», respondí con simpleza y me acomodé en el sillón. Estas sutiles conversaciones suelen estirarse en tiempo, tornarse en video llamadas y terminan, usualmente, desconectándose automáticamente después de horas, cuando la batería de nuestros respectivos aparatos se acaba mientras nosotras dormimos frente a la cámara.

«Tenía ganas de contarte el menú que preparé para esta noche».

«Pues, escuchemos que cosas maravillosas me harán lamentarme no estar en Moscú».

«Pechugas de pollo a la naranja rostizadas al horno, con una riquísima ensalada de rúgula con tomates, queso y jamón… y de postre, fresas acarameladas con brandy».

«Gracias por el informe, yo comeré pizza congelada, mátame».

Sin advertencia escucho un sonido extraño y me siento rápidamente en el sofá, prestando más atención de la normal, para confirmar que no lo imaginé.

—Creí que esto sería más fácil, pero me estaba congelando en el pésimo auto que alquilé.

—¿Yulia?

—Cuervo… ¿me ayudas?

Dejo el celular en el sofá y me apresuro a auxiliarla, tenía tres bolsas de supermercado en las manos; trataba, a su vez, de sostener el bastón con el que todavía se ayuda para caminar; y, al mismo tiempo, abrir la puerta.

—¡¿Por qué no me dijiste que venías antes?! Hubiese ido a buscarte al aeropuerto.

—¿La palabra «sorpresa» no te dice nada?

Sí que lo era, debía estar aquí en cuatro días.

Coloco las bolsas sobre el mesón y la ayudo sacando sus maletas de la cajuela y metiéndolas a la casa. No se como hizo esto sola en el aeropuerto.

Cierro la puerta, asegurándome esta vez de poner el seguro y el pasador, no tengo a ninguna otra visita que quisiera ver entrar sin avisar.

—La cena tomará un par de horas —dice quitándose el abrigo—, así que pensé que mientras tanto, podríamos… hablar.

No pudo esperar, era de, irónicamente, esperarse.

Bien, este es el momento, no el mejor, pero creo que eso jamás pasaría. Nunca es un buen momento para decirle a tu pareja:

«Cariño, creo que encogí a los niños».
________________________________________

Capítulo 141: I’m Okay
________________________________________

No hay nada mejor que una caipiriña en medio de la playa mientras disfrutas la cálida brisa que traen consigo las olas del mar. Especialmente si estás recostada bajo una sombrilla que te protege de los abrasadores rayos del sol.

Sí, no hay nada mejor.

Pero esto no es un día de asoleo en la playa, no. ¡Esto es un balde de agua fría en medio del peor de los inviernos!

No quiero reventar, explotar con mi enojo en este momento. Básicamente porque no puedo irme a ningún lado, está nevando y podría congelarme en el camino a un hotel. No puedo salir indignada, tratando de sacar el auto hasta la carretera, seguramente patinaría en la nieve, e iría a un metro por hora, para después, quedarme como idiota en una habitación de un pueblo desconocido, completamente sola.

Por lo que mejor respiro veinte veces y luego veinte más, al menos hasta que pueda encontrar la calma suficiente como para hacer las preguntas necesarias sobre esta «para nada trascendental» noticia.

¡Alguien violó a mi novia! ¡Dan violó a mi novia!

Sé que Kay está esperando a que reviente y por eso no se ha permitido explicarme nada más, no hasta que yo diga algo y aún así, creo que esperará a que la tormenta en mi alma se tranquilice.

Fue lo suficientemente prudente en esperar a que metiésemos el pollo en el horno, de lo contrario el pobre animal habría terminado como brocha y la salsa de naranja decoraría las paredes de la cabaña en estos momentos.

Ella continúa allí, mirándome y mirando al piso. La veo de reojo bajar y subir la cabeza, sistemáticamente. Aplicando espacios más prolongados de tiempo cuando observa los tablones de madera debajo de la alfombra.

¿Qué culpa tiene ella? Cálmate, Yulia. Ella es la víctima en todo esto. Respira.

Es que, ¿por qué diablos no me lo dijo antes?, cuando todavía podía detener a ese imbécil de conquistar a todo mi equipo, que ahora se muere por trabajar con él.

¡Diablos! Alguien violó a Lena… ¡Dan!

¿Es eso lo que la convirtió en Kay?

No, no lo recordaba, pero… debió influir. Sabía que algo malo sucedió, tomó una pastilla para abortar si es que, por una mínima posibilidad, quedaba embarazada y pudo haberlo hecho. Esa mancha en el colchón… Dios…

No lo recuerda, ¿es eso bueno o malo? Porque yo estaría completamente estúpida, rompiéndome la cabeza, tratando de encontrar las piezas en mi memoria que me permitan poner una cara al frente mío y un imbécil en la cárcel.

Tal vez es bueno, así no tiene pesadillas con eso todas las noches, así no… tiene miedo de que yo la toque.

Ella sigue ahí.

¿Qué espera? ¿Qué necesita de mí? ¿Un abrazo? ¿Qué le diga un lo siento? ¿O sería eso muy condescendiente?

Esto es estúpido, la violaron. Es mi novia, quiero abrazarla, quiero aliviarla, quiero decirle que yo nunca le haría un daño así…

¡Diablos, siento como si tuviera que disculparme y ni siquiera hice algo malo!
Sigue ahí.

¿Cómo se supone que debo actuar ahora?

—Cierra tus ojos, amor —dice sentándose sobre mis piernas, atrapándome con las suyas sobre el sillón, descansando sus brazos sobre mis hombros— Estoy bien —Me reconforta. Esto está mal. ¡Debe ser al revés!— Te amo, estoy bien. No lo recuerdo y estoy bien.

Abro mis ojos y la contemplo. Siento mi rostro endurecido, triste, preocupado y el suyo tan pacífico, tan relajado, tan dulce como siempre.

Me sonríe y sigo sintiendo que todo está mal, que soy una idiota por no ser yo la que haga esto por ella, que sea Kay la que deba consolarme… ¡a mí!

¡Voy a romperle la cara a ese imbécil, lo juro! Voy a cortarle el…

—Te amo —interrumpe todos mis violentos pensamientos— Te…

—… amo —completo— Te amo, Ka.

—Ya, sabes lo que pasó y es… difícil, lo sé, más para ti. Pero no quiero que, sea quien sea que lo haya hecho, nos robe más tiempo. ¿Está bien?

—No creo que pueda dejar de pensar en lo que me contaste por un tiempo… un largo tiempo.

—Vamos a intentarlo… y… ¡vamos a empezar con ese pollo! —dice y comienza a saltar con emoción sobre mis piernas.

—No me colaboras, mujer —le digo sujetándola de la cintura para que se quede quieta.

—Ese puede ser el segundo postre —ríe con picardía, llenándome de besos las mejillas y termina en mis labios— Vamos, que huele delicioso y yo muero del hambre —Se levanta y me lleva hasta la cocina de la mano.

Quizá sea mejor que no lo recuerde, por lo menos no tiene que sufrir la memoria de alguien rompiendo su frágil confianza.

Está bien… lo intentaré, aunque lo primero que haré al regresar a Moscú es dejar al imbécil sin nariz y sin…
________________________________________

Buenas noches querida escritora, que bueno que julia fue y ya lena le dijo la verdad y debe ser super difícil saber como reaccionar a algo así y ya quiero saber q va a pasar

Capítulo 142: Interruption

________________________________________

Si hay algo que se siente bien -tal vez lo único- es besarla así.

Me parece un gesto dulce que trate de cuidarme, pero no estoy herida, puedo manejar esta situación y aunque me encante sentir su suavidad y delicadeza, necesito que de una vez me toque, se acomode sobre mi centro y deje de sentirse culpable.

¿Quién dice que la buena vida es libre de dolor? A todos nos pasan cosas malas. ¿Es eso razón suficiente para dejarse morir?

—¿Cómo te sientes? —pregunta entre jadeos. Está claro que necesita esto también.

—Voy a empezar a sentirme mal si no dejas de preguntarlo.

—Solo quiero que estés cómoda.

—Lo estoy —La beso— También estoy con muchas ganas de ti, así que… no… te… preocupes…

No termino de hablar entre besos y suena su teléfono. Es Anna.

Nosotras continuamos lo iniciado y no tengo intensiones de que pare. Necesito que Yulia esté tranquila y deje de pensar en lo que me pasó hace tanto tiempo, que volvamos a una sosegada normalidad.

Vuelve a sonar.

Anna y su insistencia. Si no se le contesta el teléfono y ella sabe que estamos en una diminuta cabaña, debe imaginarse que estamos teniendo sexo.

Se calla.

Yo continúo desabotonando su camisa a cuadros, mientras nos seguimos besando y Yulia se va relajando. Se deja sentir con casi todo su peso y baja por mi cuello con su húmeda lengua.

Vuelve a sonar.

Esa estúpida melodía de Lady Gaga, Telephone, la que solían cantar en el karaoke como locas cuando estábamos en la secundaria, no es una buena tonada para tener sexo.

Se calla, y voy sintiendo como sus manos me aprietan cada vez con más ganas, con más intención y…
Vuelve a sonar.

—Contéstale ¿quieres? No voy a poder concentrarme si sigue llamando —digo y se levanta impaciente a contestar.

—¡Anna! —le grita jadeando un poco.

Yo miro al techo de la alcoba y trato de encontrar patrones en la madera de las vigas, hasta que esa conversación termine y poder resumir lo que estábamos por hacer.

—¿Y eso qué significa? Dijeron si… —no completa su oración y permanece en silencio escuchándola— ¿Libre?

Hmm, es sobre Eva… genial. En estos días le daban el alta y según el detective Witter el juez fijaría una fianza tan alta que lo más seguro es que tenga que permanecer tras las rejas mientras se inicia el juicio o se llega a un acuerdo con ella.

—¿Entonces? —La veo acomodarse la camisa, abotonando lo que yo desarmé hace unos minutos.

Genial hasta ahí llegó mi noche de pasión.

—La cuenta del hospital… ajá. ¿Y cuánto hay que pagar, te dijeron?

¡Oh!, Yulia pagará la cuenta. Perfecto…

—Entiendo, gracias Anna. Te debo una y muchas más.

¡No, Anna va a pagarlo por ella! Ex-ce-len-te.

Suspiro sonoramente y la miro de reojo virar su cara hacia mí y, reaccionando a mi frustración, se apresura a colgar.

—Está bien, lo hablaremos en otra ocasión. Debo dejarte ahora, gracias, adiós —cuelga y deja el aparato nuevamente sobre la repisa. Notó mi molestia y se toma un momento en hablar.

—Era Anna.

—Lo sé, ¿qué pasó con Eva? —pregunto de forma directa, para qué andarnos con evasivas.

—Salió hoy del hospital y el fiscal retiró los cargos por homicidio negligente, está libre.

—¿Por qué? ¿Qué pasó? —pregunto sonando un poco insensible con Yulia, a fin de cuentas es su ex y esto es una buena noticia, pero yo debería estar enterada de todo; soy una de las demandantes y no me han informado nada.

—Según el equipo de criminalística, Eva nunca superó el límite de velocidad a voluntad. El auto fue acelerado a control remoto para que llegue al límite y se desactiven los frenos.

—¿Qué?

—Alguien hackeó el auto de Sergey para controlarlo remotamente. Descubrieron que la aceleración no vino del pedal, fue una orden que se le envió al auto desde el sistema de WiFi en ese momento.

Eso libera a Eva, es evidente, y confirma este fue un acto de completa venganza.

—Me pregunto qué hizo Sergey para ganarse tanto odio, porque ¿quién haría esto si no lo quería muerto? —reflexiona, yo también me lo pregunto.

—No lo sé, pero quien sea que haya sido, era un genio de la informática.

—¿Por qué lo dices?

—¿Recuerdas a Wren, el chico de la mecánica en Ekaterimburgo?

—Ajá —responde esperando que me explique y se sienta, acomodándose a mi lado.

—Lo llamé cuando el detective Witter me informó sobre la alteración del auto. Wren me explicó que modificar una función simple, como desactivar los frenos, no es muy complicado. Se podría instalar un bug que se active solo cuando algo suceda…

—Que era lo que creíamos que había pasado.

—Exacto, pero si quieres hacer algo más complejo necesitas acceder a los paneles de control y re-conectar el hardware de la computadora, abrir la señal y, además, debes crear un software que maneje el sistema remotamente. Es demasiado complejo y sofisticado. Solo podría hacerlo alguien con muchos recursos y conocimientos… y que haya tenido acceso a su auto.

No pudo ser Dan, él no es un genio, ni siquiera sabía como usar su teléfono inteligente.

—Odio pensar en estas cosas, odio todo esto, odio lo que te hicieron, odio lo que le pasó a Sergey, odio… ¡el drama! — se queja con un bufido, golpeando el colchón con furia a un lado de su pierna.

—Empiezas a sonar como yo cuando me fui.

—Debe ser porque comienzo a entender por qué lo hiciste.

—Ven aquí, estábamos en algo muuuy importante —le ruego, todavía podemos salvar la noche.

—No quiero lastimarte —me dice mirándome con pena y culpa. ¡Esa maldita culpa!— No puedo dejar de pensar cuánto daño te hizo ese imbécil.

—Yuuuulia… —me quejo cansada del mismo discurso que ha tenido durante los últimos dos días— no tienes pruebas, pudo haber sido alguien más.

—¡¿Por qué mierda lo sigues defendiendo?!

—¡No lo hago, pero soy realista! ¡Toda evidencia de lo sucedido ya no existe, se perdió y yo no recuerdo nada! —le respondo con el mismo tono de voz agresivo que ella acaba de usar conmigo— ¡Así quiero que se quede! ¡No quiero pensar más en esto, mucho menos que te pongas a planear en qué hacerle a Dan cuando lo veas!

—¡Le haré lo que me de la gana! —me grita más alto.

—¡Aj, jamás debí contarte nada! —Me pongo de pie violentamente y entro en el baño, tan solo para tener una puerta que azotar y un lugar donde respirar un poco.

No soy una maldita víctima, o un juguete roto que ella tiene que arreglar. Tampoco necesito un ángel vengador, mucho menos cuando no estoy segura de nada.

La teoría de Varvara cada vez tiene menos sentido. Quizá Dan tan solo gustaba de mí, tal vez lo de los managers es una coincidencia y lo de Lauren Hoffman, seguramente no le agrado y ya…

¡No todo tiene que ser una maldita conspiración!

—Lo siento —Se disculpa más calmada del otro lado de la puerta— ¿Puedes salir?

—Voy a tomar un baño, me demoraré —Me excuso porque quiero unos minutos sola, sin su mirada compasiva, sin sus deseos de venganza.

Enero, ven ya… llévame lejos de aquí.
________________________________________

Bueno, les dejé tres para que disfruten más la noche de hoy

Que complicado de manejar por parte de ambas lena creyendo que haciendo la q no paso nada esta bien y julia poniéndola de víctima, gracias por los 3 capítulos ten una feliz noche hasta mañana

Que complicado de manejar por parte de ambas lena creyendo que haciendo la q no paso nada esta bien y julia poniéndola de víctima, gracias por los 3 capítulos ten una feliz noche hasta mañana

Capítulo 143: Bath

________________________________________

—¿Vas a salir algún día? —Escucho del otro lado de la puerta. Tener una relación a veces es… agotador.

Me ha pasado muchas veces. Estás con alguien y, de repente, te conviertes en su propiedad.

Tus asuntos son sus asuntos, tus alegrías, sus alegrías; tus preocupaciones, sus preocupaciones. ¿Por qué no puede ser mi tranquilidad la suya también?

Nikolai fue uno de mis novios antes de dejar el espectáculo. Rockero, grande y fuerte, guapo, y muy idiota. Era amigo de Dan, así fue como lo conocí.

Kolya y yo salíamos a un encuentro con sus amigos de escuela y ahí estaba él, retraído, apuesto, un amable muchacho, flaco, pero con la sonrisa de oro.

Mientras mi novio se emborrachaba con whisky y hacía payasadas, Dan y yo hablábamos sobre la actuación, sobre sus sueños y aspiraciones. Fui yo quien le presentó a Varvara unas semanas después.

Lo gracioso de todo es que esa noche supe exactamente lo que no quería en mi vida y admiré a alguien, de quien ahora, dudo con todo mi raciocinio.

Al llegar a casa —la suya—, fui directo al baño y me saqué la ropa para cambiarme e ir a dormir. Kolya estaba tan absurdamente borracho que se tiró a la cama y ahí mismo se quedó dormido.

No era nada que no haya pasado antes, él solía emborracharse seguido y nunca tenía la resistencia suficiente como para quitarse la ropa que apestaba a cigarrillos y tragos.

Fui a la sala de estar para ver un poco de televisión y me quedé dormida sin saber cuando. Lo que si recuerdo es que, un par de horas después, desperté con un portazo que sin duda se escuchó hasta el otro lado de la ciudad.

Kolya vino hacia mí hecho una furia y de un solo jalón me sacó del sillón estrellándome en la pared derecha. En ese momento no entendía ni qué pasaba, solo que él había descansado lo suficiente como para levantarse y «quejarse» de mi comportamiento con su amigo durante la fiesta.

Me levanté del piso después de recuperar el aire que, con el golpe, salió por completo de mis pulmones. Una vez que estuve de pie, aproveché que todavía seguía lo suficientemente borracho como para reaccionar a tiempo y le di un rodillazo en sus preciadas joyas. Fue tan fuerte que se quedó recogiendo sus pedazos por varios minutos, quejándose del dolor.

Le grité que nunca más se atreviera a tocarme o lo lamentaría, recogí mis cosas y me marché.

Al salir a la calle me percaté de que llovía, ningún taxi quería parar y lo único que se me ocurrió en el momento fue llamar a… Dan.

Él, sin un pero, fue a buscarme y me llevó a casa. Me ofreció quedarse conmigo por si, a su amigo, se le ocurría ir por mí.

Durmió en el sillón de la sala, se negó a usar la habitación de huéspedes, dijo que así no podría vigilar la puerta, asegurarse que estaba bien.

Aún no entiendo por qué, desde el primer día que lo conocí, sentí una conexión tan fuerte entre nosotros, una confianza que tal vez no he tenido con nadie más. ¿De buenas a primeras, contarle que su amigo me había estampado contra la pared? No es algo que hubiera hecho con cualquier otra persona.

Tal como él predijo, Kolya llegó por la mañana. Tenía llave de mi casa así que entró como si nada, y Dan, en su tamaño, lo enfrentó. Para ese entonces ya no estaba tan borracho, muy adolorido y completamente fuera de sus casillas, pero la ebriedad se había esfumado.

Entre forcejeos lo empujó contra mi mesa de centro, rompiendo el vidrio y vino por mí. Yo estaba en las escaleras, pero no corrí, bajé y lo enfrenté.

La noche anterior no había tenido tiempo de reaccionar, me había agarrado por sorpresa; mas, en la mañana, ya sabía a qué me enfrentaba y cuando quiso darme una cachetada lo detuve. No soy hija de un policía en vano, sé como defenderme.

Lo empujé, el volvió por mí y lo volví a esquivar. Él cada vez más posesivo, más enfermo en su furia, hasta que en un momento, sí, me golpeó y muy fuerte.

Dan llamó a la policía de inmediato y trató de detenerlo, luchó contra su amigo por una completa desconocida y hasta que llegaron los oficiales, entre ambos luchamos contra el troglodita.

Lo llevaron preso y me tomaron fotos. El lindo incidente fue noticia para todos los medios, con esas imágenes mías, llena de moretones, como muestra de mi valentía. La policía se encargó de mencionar que yo me defendí, que no permití más daño que un par de golpes. De pronto me convertí en el poster de lo que una mujer violentada debía hacer: dejar al idiota y seguir viviendo.

Un juez determinó una orden de alejamiento y él, simplemente desapareció. Nunca más volví a escuchar de Kolya, se esfumó.

Mi amistad con Dan creció, nunca vi en él, la persona que Yulia se encarga de repetir que es. Oscuro, con secretos, con intenciones ocultas…, ahora un violador.

Dan siempre fue un buen amigo, alguien en quién confiar, una persona con carácter e integridad. Quiero negarme a pensar que fue él quien me hizo «eso» aquella noche. Quiero creer que sería incapaz.

—¡Vamos, Cuervito!… Sal, por favor.

—Está abierto.

—Si tan solo lo hubiera sabido hace dos horas… —Suspira, sentándose sobre la tapa del inodoro— Lo siento, es solo que… Nada, lo siento.

—Créeme que entiendo cuando me dices que no sabes como comportarte conmigo, porque para ti esto es horrible —digo tomando una toalla y me cubro para salir de la tibia agua. Parezco una pasa— Sin embargo, tú no haces esfuerzo alguno para ponerte en mi lugar.

—Kay, yo sí… comprendo que quieras olvidar…

—No, no quiero olvidar… Ya lo hice, no lo recuerdo y no quiero hacerlo, ¿entiendes?

Yulia trata de controlarse, le es difícil. Está enojada, molesta.

Mis «pesares», son los suyos.

—Tal vez tú creas que conoces a Dan…

—Ka…

—¡Basta, Yulia! Déjame hablar —la interrumpo de inmediato— ¡No lo conoces, no tienes pruebas, y tú con tus dudas, Varvara con las suyas y el maldito hueco que tengo en la memoria, estoy perdiendo la cabeza! —me coloco bien la toalla y me paro firme porque esta es la última vez que quiero mencionar el tema. Pasado mañana es Navidad y no quiero que mi fiesta favorita del año se arruine con esto— ¡No me importa quién haya sido, si fue Dan, Aleeksev, el mesero o el ratón Miguelito! ¡Estoy sana, estoy bien, no me embaracé, no tengo marcas! ¡Estoy malditamente bien!, ¿entendido?

Ella me mira sorprendida de mis gritos y decide guardar silencio, es lo mejor, buena decisión, buena chica.

—Si vas a seguir recordándome lo que, irónicamente, «no recuerdo» será mejor que tomes tus cosas y vayas directo al aeropuerto. Puedes ir a Kraskovo con Anna. Yo, no voy a aguantar una sola mención más de Dan o de la maldita violación.

Tomo mi ropa sucia y salgo de ese pequeño cuarto, tal como entré, con un portazo y Yulia del otro lado.
________________________________________

Que intensidad la de a morocha!

Capítulo 144: Understanding

________________________________________

Como debo quererla para aguantar cada portazo que he recibido hoy. Pero aceptémoslo, yo tampoco estoy siendo el apoyo que ella necesita.

Kay tiene razón en algo y es que, en todo este tiempo —hasta que salió a la luz lo de Dan y esa noche—, ella estaba tranquila, podría decirse que hasta feliz.

Ella dice que no me he puesto en sus zapatos. Veamos.

Voy a una fiesta y tomo como imbécil. Estoy tan fuera de mí que pierdo un fragmento de tiempo, no recuerdo qué pasó. La mañana siguiente siento un dolor en mi rodilla, la veo, estoy lastimada. Es un corte grande y me duele, pero no tengo idea de cómo pasó.

Me visto y me voy, me sugieren que tome algo para el dolor y que limpie la herida para que no se infecte. Lo hago, pero decido no ir al doctor, la herida es grande pero no profunda. No hace falta por el momento, todo bien.

En menos de una semana cicatriza, en otra más ya ni huella tengo. Un año después, me encuentro con alguien que fue a la fiesta y me cuenta que estaba yo bailando sobre un barandal cuando, sin que nadie lo viera, caí sobre un pedazo grande de metal que había en el piso; parecía oxidado, pero nadie se percató de eso en ese momento. Me llevaron a dormir y así me desperté.

Las posibilidades son infinitas. Pude haberme lastimado peor la pierna, no pasó. Pude haber contraído tétanos, no pasó. Alguien pudo haberme empujado, no lo sé, no tengo pruebas de eso, aunque me dicen que un conocido, a quien yo no le caía bien, estaba justo a mi lado, él pudo haberme empujado. ¿Quién sabe? Nadie lo vio.

El punto es que no recuerdo qué pasó, mi herida sanó, no me enfermé, no se infectó. Recuerdo el dolor cuando desperté, mas no el angustiaste momento del corte. Estoy bien.

Podría ahondar en la dificultad del problema, podría tratar de ponerme en el caso exacto de Kay, pero no podría llegar a esta conclusión:

¿Para qué me amargo con algo que ya no importa? ¿Por qué tengo que escuchar a mi pareja preguntarme si estoy bien cada vez que quiero correr?

¡Estoy bien! No me duele, no recuerdo el corte. No tengo un flashback del accidente cada vez que veo un pedazo de metal. Puedo tener miles de ellos al frente que no entraré en pánico.

No podría acusar a mi conocido de hacerme daño, porque no sé si él tuvo la culpa y la verdad… no me importa, yo estoy bien.

Obviamente, lo que le pasó a Kay está en otro nivel, pero entiendo su simple conclusión. No quiere imaginar qué pasó, ni como, ni quién. ¿De qué serviría? De nada.

Para mi —viéndolo desde mi punto de vista— lo que le pasó es atroz. Alguien la violó, alguien le hizo daño. Quiero saber quién fue, porque quiero justicia, quiero venganza. Porque imaginarme que alguien abusó de mi pareja es exasperante, paralizante, es… angustiante.

Pero más desesperante debe ser que alguien te repita, a cada momento, lo indignada que deberías estar, lo mal que deberías sentirte, el dolor y el miedo que deberías tener presente… cuando no es así.

Estoy convirtiéndola en una maldita víctima y yo odiaría que me hicieran lo mismo. Estoy culpando a alguien que ella aprecia y admira, sin saber qué pasó, obligándola a culparlo.

Estoy confundiéndola, acosándola, estoy lastimándola… ¡Yo! Yo lo estoy haciendo.

Se acabó, no más. Saldré de aquí a prepararnos algo de comer y no tocaré el tema, porque no quiero convertirme en la bravucona, agresora de mi novia, debo ser su apoyo, como ella fue el mío cuando la necesité. Cuando yo, sin razón alguna, le gritaba llena de frustración. Cuando ella prácticamente abandonó todo por cuidarme, por llevarme a la terapia, por aguantarse mis berrinches. Por todo lo que hizo por mí.

La antigua Yulia Volkova habría dado media vuelta, tomado sus cosas y se habría ido lo más lejos posible. Pero ya no soy una niña inmadura y estúpida de escuela, tengo veinticinco años, tengo una mujer a mi lado que amo y que me necesita. No voy a salir corriendo como imbécil, dejándola sola con los pensamientos y dudas que yo me he encargado de introducir en su mente.

Pizza, eso haré. Napolitana con tres quesos, acompañada de un vaso de leche fría, como a ella le gusta. Para mi Coca Cola porque que asco la pizza con leche.

—¿Ya estás más tranquila? —pregunto al verla sentada en el filo de la cama, con la mirada perdida en algún punto en el piso. No me responde, solo lanza un bufido. Aún no lo está— Iré a prepararnos algo de comer, baja cuando quieras.

Le toma unos veinte minutos reunirse conmigo, pero ahí viene. Me abraza por la espalda, rodeando mi cintura y acomodando su quijada en mi hombro.

—¿Quieres champiñones en la tuya?

—No, así está bien —dice en voz baja y sin soltarme me acompaña los pocos pasos que doy para tomar el rallador y esparcir el queso.

Un poco de silencio, una canción suave tocando al fondo… estamos bien.

—Yulia… yo… yo solo, no quiero… —Se le dificulta decirme lo que siente. Una consecuencia más de mi presión— No quiero ser definida por lo peor que me ha pasado…

Es una buena razón para desentenderse. Ella no es «esto». No es, ni va a ser, la chica violada a la que hay que tenerle pena.

—Lo sé —Le acerco un pedazo de queso. Ella le da un mordisco y yo me como el resto— Ahora, pongamos mi espléndida creación en el horno y escojamos una película.

Nos separamos tan solo para coger la bandeja y poner la pizza a cocinar.

—No puedo creer que hayas traído un reproductor y un proyector a esta cabaña —dice acercándose al aparador.

—Y no olvidemos una selección de muy buenas películas —destaco, porque no iba a pasar en este lugar que ni siquiera internet tiene, por dos semanas, sin algo de entretenimiento.

Para mi las películas son algo así como una libreta y un bolígrafo para un escritor. Nunca puedo dejarlas atrás.

—¿Aladdin? —pregunta divertida. Es tan linda así, cuando las cosas más inocentes y simples son las que más la alegran. Sabía que tenía que traer la colección de Disney.

—¡Ah! Es verdad que tienes a tu primo Lago en la película —me burlo encaminándome al sofá.

—Lago es un loro, no un cuervo.

—Por eso dije primo, no hermano.

Nos acomodamos y ella se acurruca a mí —Lo siento, amor.

—Shh, va a empezar la película y no quiero perderme la introducción —digo y, sin verla, sonrío. Siento un tierno beso en mi mejilla y escucho un te amo al separarse. Posa nuevamente su cabeza en mi hombro y yo repito el gesto, colocando la mía sobre la suya, mientras dejamos la película correr.

—Yo también… —le respondo.

No hace falta más.
________________________________________

Que lindas y tiernas

Cómo están? Qué tal su sábado?


Capítulo 145: Christmas Tree
________________________________________

Víspera de Navidad, tal vez la noche que Lena más espera en el año y está dormida después de lamentarse infinitamente y decidir que no festejaría nada este diciembre.

Sí, no lo planeamos a tiempo y es que, siendo de Moscú, nunca anticipamos que en un pueblo tan pequeño como Kingisepp, no puedes ir a un salón de Navidad y comprar lo que quieras el día que quieras. No sospechamos que las calles se vestirían de fiesta y no encontraríamos un solo árbol ni natural, ni artificial, o un juego de luces disponible en todo el maldito lugar.

Ayer, 23 de diciembre, a las ocho de la mañana, salimos en el auto y fuimos a la ferretería principal. Allí no solo venden herramientas, prácticamente puedes encontrar desde cosas para el jardín, implementos para el hogar, línea blanca de cocina, madera para hacer tus propios muebles hasta un alfiletero. Además, es el único lugar donde tienen un área de adornos navideños.

No sirvió de nada, todos los árboles, grandes pequeños, medianos, nuevos, usados, ¡todo!… vendido.

Lena no podía tener una cara de fastidio más grande.

Yo la culpaba a ella, después de todo, yo no festejo navidad en casa, nunca pongo árbol. Paso el día sola viendo películas o viajo a algún lugar como el Cairo —lo que de verdad hice hace dos años—, donde no hay la obligación de tener maldito espíritu de Santa Claus.

Ella por el contrario tiene una tradición, armar el árbol el 24 de diciembre en la noche, después, cenar un rico pavo y esperar con villancicos a la media noche, cuando debíamos entregarnos un regalo significativo, «nada comprado, una carta o algo así», me comunicó el otro día mientras hablaba de «nuestros planes». Y después, ir a dormir hasta la mañana siguiente, en la que desayunaríamos waffles, huevos revueltos, batido de frutilla y tostadas y ¡saldríamos a jugar en la nieve!

Todo-un-ritual.

Pasamos tan distraídas toda la semana con lo de la bendita noticia y la pelea que tuvimos y en «reconciliarnos», que perdimos la oportunidad de conseguir el árbol, tener todo listo y ser felices por siempre.

Después de recorrer todo el pueblo y preguntar en cada tienda —cada una, lo juro—, volvimos a casa y ella se encerró en el baño a llorar. No me dejó entrar.

¡Y ya que la cabaña no tiene maldito internet! tuve que meterme en mi teléfono a una tienda en línea para ver si era posible que me hicieran la entrega de un árbol y luces en menos de veinticuatro horas. No se pudo. Lo más temprano que me ofrecían llegar era el 26 y eso porque el mal clima tenía cerradas las carreteras que venían del este y el sur, y la que veía por el oeste tampoco llegaría antes del 25. Llamé y llamé a diferentes lugares hasta la mañana de hoy, 24 de diciembre, víspera de navidad, y me rendí.

¿Qué más me quedaba?… ¿Qué?

Robé el teléfono de Lena que, agradecí eternamente no tuviera bloqueado con clave, y husmeé sus contactos.

—Sash…

—¿Yulia? ¿Eres tú?

—Sí Sash, soy yo y necesito que me hagas… —No quería decirlo, no quería, no—… un favor.

—Yulia Volkova, pidiéndome un favor —rió con toda la maldita razón. ¡Juro que si no fuese porque quiero ver al Cuervo feliz…!

—Sé que es poco probable que puedas ayudarme, pero tengo que hacer el último intento.

—¿En qué soy útil? —dejó las bromas a un lado y en realidad se tornó bastante amable.

—Necesito que me digas que tienes un árbol de navidad y luces que me puedas prestar para hacer feliz a Kay, ¡o voy a matar a alguien en tu maldito pueblo!

—Sí —rió un poco más—, tengo lo que necesitas. Anota las instrucciones para que puedas entrar a mi casa.

Salir por la calle principal, dar la vuelta en la segunda manzana al pasar la plaza, seguir dos cuadras dar un giro a la derecha, estacionar el auto en la parte trasera y buscar el tercer árbol desde el duende que está en el sendero. Contar la tercera roca, levantarla y sacar una caja metálica con la llave, entrar y desactivar la alarma con el código 1984 —la fecha de cumpleaños del Cuervo, maldito Sash—, bajar al desván y buscar dos cajas de cartón señaladas con un «xmas». Llevármelas, activar la alarma, cerrar la puerta con llave y no volver a dejarla donde la encontré. Debo enviársela por correo, porque según él, todos sus vecinos se preguntarán ¿qué diablos hacía la chica pálida —que lo estuvo acosando hace unos meses— con la llave de su casa? Y luego, de seguro, irán a buscarla para entrar y descubrir qué se llevó. Pueblo de metiches.

Hice todo lo que me explicó en menos de una hora —así de eficiente soy cuando tengo una importante misión—, Lena ni siquiera se movió un centímetro desde que me fui.

Saqué todo de las empolvadas cajas y empecé a armar el enorme árbol que llegó a cinco centímetros del techo. Yo, extendiendo mis brazos por todo lo ancho no podía rodearlo ni hasta la mitad, era gigante.

Saqué los juegos de luces y los probé para asegurarme que funcionaban, alisté los ornamentos y preparé un chocolate caliente, porque en una ocasión, cuando estábamos en la secundaria y sus papás todavía estaban casados, nos invitaron a adornar el árbol en su casa y eso fue lo que bebimos, chocolate caliente suizo. Aquí no había suizo, pero la cocoa que teníamos sería suficiente.

En las cajas encontré unos CDs de música navideña y la puse para ambientar la cabaña. Solo quedaba ir por mi costalito de lágrimas.

Entré en la habitación y todo estaba apagado, silente, a lo lejos se escuchaba la música de la sala, me acerqué a ella y deposité un beso en su descubierto cuello.

—Cuervo… despierta.

—¿Ya es año nuevo?

—No, es víspera de Navidad.

—Entonces vete, hasta que sea año nuevo.

Su humor…

—Vamos, ven conmigo abajo, te tengo una sorpresa.

—Que-quiero-estar-sola-aquí-hasta-el-año-nuevo —dijo con dureza.

—Deja el berrinche y ven.

—Yulia… —Se viró y sentí con mi mejilla las lágrimas que caían de sus ojos.

—Ven, vamos —la besé y la levanté, tomándola de la mano.

Cerró sus ojos por la fuerza de la luz. Después de pasar casi un día entero lamentándose, los tenía hinchados y el contraste era demasiado fuerte.

—¿Eso que oigo son villancicos?

—Sí, es la música de Satán, digo de Santa… Sigue caminando.

Bajamos las escaleras y fue cuando lo vio. Abrió tanto los ojos que después de unos segundos tuvo que cerrarlos con fuerza por el dolor, todavía estaba muy sensible a la luz.

—¡¿Yulia, de dónde sacaste un árbol?!

—Para que veas cuánto te amo… Es de Sash.

—Llamaste a mi ex para pedirle prestado su árbol, ¡aw!

—Algo tenía que hacer, ¿no?

Me miró con ternura y me abrazó de la misma manera, susurrándome al oído:

—¿Qué habría hecho sin ti este año?

—Pues seguramente… Bailar semidesnuda con un sombrero de Santa en un bar lésbico en Ekaterimburgo —respondí y me detuve— ¡Dios, qué he hecho! ¡Arruiné la Navidad perfecta!

—¡Boba! —reímos, aunque de verdad esa si que hubiese sido una inolvidable noche buena.

—Tal vez, ese podría ser mi regalo de mañana…

—Tal vez —me dijo y se soltó de mi cuello para ir por las luces e iniciar su ritual.

Mañana desayunaremos, jugaremos con la nieve y por la tarde… veremos si, esto de festejar la fecha, también se vuelve una grata costumbre para mí. Por el momento con la sonrisa y emoción de mi ave de rapiña me basta.
________________________________________

Capítulo 146: Dream
________________________________________

Quién se haya levantado alguna vez con una marca enorme de baba en su almohada, será quién pueda entenderme en este momento.

Abres los ojos y sientes frío en tu labio, lo tocas y está húmedo, tocas la almohada bajo tu cabeza y también lo está. Entonces te preguntas, ¿en qué diablos estabas soñando que generaste «severenda» cantidad de saliva?

Primero, limpias tu boca, las asquerosas babas dejaron una incomodidad en tu labio que quieres aliviar. Segundo, no hay ni ganas, ni tiempo de levantarse a cambiar la funda de la almohada, así que simplemente le das la vuelta y te vuelves a acomodar.

Bien, ahora a tratar de recordar que estaba soñando.

Debe haber sido algo completamente estúpido o muy sexy y… analizando las cosas, voy por lo sexy. Tengo unas ganas en mi entrepierna que… definitivamente sexy.

Solo recuerdo haberme sentido comprimida, apretada y hacía calor. Era difícil respirar, el aire caliente estaba tan cerca de mi cuerpo, de mi espalda, de mi cara. Como si alguien estuviese exhalando a mi par y por todo mi cuerpo.

Hmm, tal vez soñaba en algo excitante. ¿En sexo?, y si es eso, en sexo con Kay… debe ser.

Pero por qué lo sentía en todo mi cuerpo al mismo tiempo. No es como si ella tuviese diez bocas o cuatro brazos. Alguien más debía estar con nosotras.

Ahora que lo pienso, hacía muchísimo calor. Tal vez estábamos en la playa. Nunca he ido a la playa con Kay, no desde que somos pareja. Con la única novia que he ido a la playa es con Eva.

¡Dios, ese viaje! Aun la recuerdo con su morena piel desnuda sobre las sábanas blancas, el aire acondicionado encendido al máximo, tratando de bajar la temperatura de nuestros cuerpos. Mis blancas piernas jugando entre las suyas.

Siempre me encantó su color de piel, su suavidad, su sabor, su olor. Tenía un aroma tan dulce como jugo de coco. Olor a playa, a calor, a pasión.

¿Por qué estoy recordando a mi ex?

Ah, sí. Porque es ese tipo de calor el que sentí en mi sueño. Ese dulce cálido aliento suyo en mi espalda.

¡Oh, por Dios!

¡¿Y si estaba soñando con ella en lugar de Kay?!

Pecado, ¡doble pecado!

Pero se sentía tan bien. Aunque no puedo descartar a mi novia. Alguien estaba por mi frente, debe haber sido ella porque nadie más se acomoda así en mi pecho y en mi cuello. Así es como duerme y, a menos que yo haga camino a mi nariz por sobre su cabeza, podría morir por inhalación de dióxido de carbono, y no olvidemos que me sentía muy apretada.

Eso, era un sándwich, de pan integral y pan centeno y yo el queso crema derretido en medio.

Comida… da lo mismo. Yo era su bocadillo.

¡Dios, las imágenes que vienen a mi mente!

Ambas bailando en escenario del bar de Dinah, balanceándose en el tubo siguiendo el tono de la seductora música. Las dos al mismo tiempo…en poca ropa… muy poca… nada de ropa… hmmm.

Por lo más preciado en este mundo, las imágenes se mueven con tanta facilidad, ellas se compenetran de una manera tan excitante para mi.

¿Quién diría que imaginar a mi ex y a mi novia, comiéndose a besos, sería una tan dulce fantasía?

Siento que caigo dormida nuevamente con las imágenes que estoy teniendo y… ahí va otra vez. Comienzo a sentir el frío de mi saliva, salir por la comisura de mis labios mientras me dejo llevar por el sueño.

Doy media vuelta y sí, mejor será terminar este sueño boca arriba.

__________________________________________________________________________________

Capítulo 147: Fantasies
________________________________________

—¿Dormiste bien anoche?

Una pregunta fácil para iniciar la mañana.

—Mmm hmm —confirma aún muy dormida, sirviéndose una taza de café con los ojos entrecerrados. Tan linda, después de la maratónica orgía que tuvo en sus sueños.

—Lucías… bastante feliz… ¿En qué soñabas?

Otra maravillosa pregunta que seguramente evitará.

—Mmm, no lo recuerdo, no tengo idea.

Es buena actriz, no cabe duda. Pero ¿qué le hace pensar que no escuché sus gemidos y «nuestros» nombres por varias horas?

Admito que, más que enojo, me causó gracia. Hasta en sueños intentaba serme fiel, es más, lo que hacía es emparejarme con su ex y ella tratar de solo estar conmigo. Es un plus, si hubiese sido al revés, quizá ni siquiera estaríamos teniendo esta charla.

—¿En serio, ni una sola parte del sueño? —Su cara va cambiando de gesto, despierta un poco, se pone más atenta a mis preguntas. Aún intenta disimular, pero está con la guardia arriba.

—No —dice cortante—, ¿quieres café?

—Mmm, tal vez mejor un chocolate… con dulce de leche…

Se paraliza, una de las tantas cosas que dijo ayer.

«¡Qué rico es el chocolate con dulce de leche!», refiriéndose a Eva como el primero y, obviamente, yo como el segundo.

Limpia su garganta, fingiendo que el café está muy caliente y casi se atora. Camina hasta la sala y se sienta en el sillón, evitando responder algo que la comprometa. Está nerviosa.

—Amor, ¿sobraron fresas del día de navidad?

La veo a lo lejos cerrar los ojos, otra referencia a la espléndida noche que tuvo.

«Una fresa con Nutella, una con dulce… las dos deliciosas». ¡Por favor!, es tan hermosa así de angustiada.

—¡Ya, dilo!… Hablé, hablé ayer entre sueños.

Río acercándome con mi taza de café y me acomodo a su lado.

—Sí, lo hiciste —le confirmo sorbiendo un bocado y observo con gracia como se reprende a si misma, negando con los ojos cerrados— No te culpes, fue un muy buen sueño. Tienes suerte.

—¿Suerte?… ¡Ajá!

—Disfrutar de dos mujeres que te gustan y a las que deseas, «sin» ponerme los cuernos, no tiene nada de malo.

—Eso no sonó nada bien, yo no quería…

—Lo sé… —La interrumpo, antes de empezar a imitar sus balbuceos— «Eva, no. Puedes besar a Lena y tocarla, pero a mí no… yo, ¡no!»

—Esto no puede ser verdad, no está sucediendo, no —Deja la taza en la mesa de centro y regresa sus manos a su cara, cubriéndose de la vergüenza.

—«Eva, en su cuello, besa su cuello».

—Mierda —susurra, seguramente recordando esa parte.

—«Lena, me encantas. ¿Te gustó como besa Ev?… Mmmm».

—¡Basta! —intenta detenerme, pero tengo más de veinte frases que escuché ayer, con las que podría molestarla de aquí hasta el próximo año.

—«Te amo Lena… ¿puedo besarla? No, olvídalo».

—¡Cuervo! —Hace una pausa, mirando de lado a lado—, ¿Espera, te llamé Lena?

—Sí… —de hecho fue el único nombre que usó para mi, Lena, Lena, Lena… Lena.

—Lo siento… yo —trata de disculparse efusivamente. Está preocupada.

De las cosas que su inconsciente le hizo hacer en sueños ¿esta es la que más le preocupa? ¿Haberme llamado por mi nombre?

—No pasa nada, sé que haces un esfuerzo y está bien, es una costumbre que no vas a perder en un día —Respira aliviada e insisto, ¿es eso lo que más la preocupa?

—Siento… lo del raro sueño… de verdad lo lamento.

Bien, vamos mejorando.

—No me molesta, aunque no me creas. Me parece raro… y gracioso, pero está bien. Son deseos, fantasías, estabas conmigo, no en su cama.

—No quiero que creas que estoy pensando en ella o algo así. No sé de donde salió. Bueno, algo sé, pero fueron más recuerdos de olores y esas cosas… no de…

—Tranquila… —Trato de frenar sus explicaciones— No hay drama. Por lo menos lo disfrutaste y… —Pauso, esto no es algo que debería confesarle a mi novia, pero, ya que estamos en temas extraños— ¿Sabes?, si no tuviera verdaderos celos de tu ex… También podría ser mi fantasía… Eva está tan bien.

Veo como su cara pasa de una clara culpa a una sorpresa que ni ella misma puede contener. Sus ojos crecen redondos y su boca cede hacia abajo, dejando su quijada caída. No puedo evitar reír al verla así.

—Cierra la boca Yulia, que además de que pueda entrar una mosca, derramarás más saliva que anoche.

Me levanto y voy a la cocina para buscar una fresa en el refrigerador. Tengo ganas de molestarla un poco más, y justo tenemos Nutella y dulce de leche en la despensa.

Y, en realidad, qué ricos son el chocolate y el dulce juntos sobre una deliciosa «fresa».
________________________________________

Hola querida escritora el sábado estuvo bastante bien y el tuyo? Muy buenos capítulos me encantaron pobre jul como los sueños la delatan de esa manera . Esperare ansiosa los de mañana