REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
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Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
X favor que Lena se entere ya que Volkova esta esperando un hijo suyo, me mata esperar 455888425 capítulos para que se entere, digamos que soy la impaciencia hecha persona xhahahahahahaah
Corderito_Agron- Mensajes : 305
Fecha de inscripción : 18/02/2023
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Me pone triste verlas asi y mas que Len no le crea a Yuli espero que pronto se aclare todo este asunto y Vika sera una pieza clave para la reconciliación aunque no creo que Yuli le dija a Lena que esta embarazada. No sabes como espero que Cezina cometa algún error que haga a Elena creer en yulia.
Volkatin_420- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 13/03/2023
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Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Madre del santo canuto! Todo es una bomba bien mojada de tantas lágrimas... Ojalá haya algo que haga que Elena vea que es cierto lo que le dice Yulia sobre lo que le hizo Cezina... Esa mujer no era de fiar para nada, desde el momento que le aceptó ir a su habitación, entró al matadero... Chanfle pobre Yulia y pobre Elena porque las dos están con el corazón roto y me gustó mucho la frase de más madres de Yulia... Solo el amor reúne los miedos y los disipa hasta desaparecer... Algo así...
Veroska- Mensajes : 107
Fecha de inscripción : 18/02/2023
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Jajajajajaja, creo que la historia tiene 100 capítulo y Lena va a enterarse que es madre, en el nro 99Corderito_Agron escribió:X favor que Lena se entere ya que Volkova esta esperando un hijo suyo, me mata esperar 455888425 capítulos para que se entere, digamos que soy la impaciencia hecha persona xhahahahahahaah
soy_yulia_volkova- Mensajes : 234
Fecha de inscripción : 06/03/2023
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Estos capítulos me dieron mucha rabia y nisiquiera por Cezina si no por ellas o bueno por Julia. Porque cuando llego no fue directamente a contar todo lo que le paso con la loca eso y ahora dejo q viera todo el celular y aun no le explica todo espero que Vika suelte lo del embarazo así de una. Saludos cariño mio
Fati20- Mensajes : 1370
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 32
Localización : Venezuela
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
No comento mucho pero estoy pendientes de la historia y de la interesantes que esta
Ice-Man- Mensajes : 38
Fecha de inscripción : 08/03/2023
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
No entiendo a yulia sinceramente no sé que está esperando contarle a Lena capaz y es vika quien termina diciendole. Por cierto, ví una película con Anne Hattaway y la co protagonista se parece mucho a lenita cuando estaba más joven se llama Eileen
LenaVolkova66- Mensajes : 216
Fecha de inscripción : 16/04/2023
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Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Cap. XXIX: "Divorcio"
Elena cerró la puerta y la luz de su cuarto se apagó segundos después.
Yulia apretó los ojos, por mucho que Viktoria haya querido adelantarse y dejarle el tema casi abierto, Elena solo las miró y luego regresó al interior de su habitación.
- ¿Esto es en serio? - se quejó Viktoria abriendo sus brazos - ¿Qué demonios está pasando entre ustedes?
Yulia lanzó un resoplido y se acercó a la niña, tomando su mano y llevándola de regreso al cuarto.
- Ahora no, Viktoria.
Lunes, 7:45 y Yulia aprovechó la salida de los niños al colegio como una última oportunidad. Elena había salido al trabajo y volvería al mediodía. O la increpaba allí y soltaba todo sin espera de interrupciones o todo continuaría igual al punto de terminar peor.
Ató su cabello a lo alto y remangó su camiseta antes de comenzar a limpiar. Acomodaría el living, la cocina y cada rincón que ocupara su tiempo en la mañana y antes de las 12 prepararía el almuerzo. Quería hacer algo distinto, especial pero ya no tenía sentido. Probablemente Elena no destacaría su esfuerzo e incluso el decirle que están esperando un hijo ya sonaría de otra manera.
Puso algo de música en el reproductor y pasó el pestillo a la puerta antes de comenzar.
Notó todo lo que había hecho horas después, cuando el sudor ya le dificultaba la vista y cada vez que se levantaba, luego de agacharse, se mareaba con notoriedad y se le dificultaba el respirar.
10:54 marcaba el reloj cuando ocupó la cocina y comenzó a buscar en la heladera. A Elena le fascinaba la pasta, aquella que solía hacerle los miércoles y algunos sábados. Con la salsa que ella preparaba y la carne condimentada a su gusto.
- Es ahora o nunca, Yulia.
Con las cosas sobre la mesada y las manos en su cadera sonrió, eso haría.
Terminó de poner dos platos en la mesa, dos copas y una jarra de agua. Se quitó el delantal y se estiró hasta la pequeña ventanilla que mostraba el exterior: Elena estacionaba y en segundos golpearía la puerta.
Corrió hacia ella y se adelantó, abriendo y esperándola mientras daba los últimos pasos.
- Buenos días - le dijo por lo bajo y Elena se detuvo un momento frente a ella. No le respondió, solo la observó y se aferró a su maletín para pasar a su lado y perderse escaleras arriba.
Cerró y se quedó un momento de pie. No se rendiría tan fácil. Después de todo, conocía el carácter de la pelirroja y sabía que solo debía hondear en el terreno antes de provocarla directamente.
Esperó unos minutos y juntó sus labios al oír la puerta de su habitación abrirse, signo de que regresaría por sus pasos.
- Preparé el almuerzo - le dijo de pie cuando ingresó a la cocina. Elena la miró y luego a la bandeja en medio de la mesa. Asintió ligeramente y alejó la silla. Ella se sorprendió gratamente, creía que le iba a salir con la excusa de no comer o hacerlo en su habitación. Sola.
Sirvió las dos copas y los platos, antes de sentarse frente a ella y tomar el tenedor.
Quería preguntarle tantas cosas y hablar de tantas otras. Pero la ojiverde almorzaba sin siquiera mirarla o algo a su alrededor. Solo de los espaguetis al plato y a veces el vaso. Nada más.
Tomó la servilleta y la acomodó bajo su mano, apretándola por momentos para calmar los nervios. Cuando Elena alzó su vista y la vió por un fugaz segundo, se aclaró la garganta y se removió en su lugar, haciéndole notar que aún tenía cosas para decirle.
- He estado pensando - comenzó y la pelirroja finalmente abandonó su tenedor y se echó contra la silla, prestándole la atención que tanto buscaba - lo que decías de tratarnos como al principio…¿hablabas en serio?
- Si. De hecho por eso haz preparado el almuerzo ¿no? Era tu deber - la ignoró. Movió su cuello y trató de que sus palabras, como la manera de hablarle, no penetrara en su cabeza y formara todo tipo de ideas.
- Porque no quiero eso, Elena.
- De igual manera no estás en posición de hacer lo que quieras o no.
- Pero sí de decidir - la cortó con seriedad y algo de molestia que comenzaba a acumularse por la forma en que la trataba. Elena estaba sobrepasando su propio límite y no la aguantaría así mucho tiempo.
- ¿Decidir? De decidir mucho menos.
- Lo que está pasando entre nosotras solo debe aclararse, debes escuchar cómo realmente pasaron las cosas.
- No quiero hacerlo - la cortó la pelirroja - eso ya pasó. No pienso volver a ese punto.
- Bien - abrió los brazos ella ya fastidiada y sintiendo como la comida se atoraba en su garganta: solo era cuestión de minutos para correr al baño por unas nuevas náuseas - entonces si vamos a tratarnos así, como si nunca hubiese pasado algo entre nosotras… ya no seguiré con esto.
No estaba muy segura de eso. De dejar a los niños, el plan, el trabajo que llevaba cultivando los últimos meses. No estaba segura de abandonar a Lena pero hacerlo o quedarse, y compartir techo como dos desconocidas, sería exactamente lo mismo.
La vió fruncir sus cejas y respirar por su boca entreabierta. Estaba pensando. Elena estaba pensando y sacando conclusiones solo ella sabrá de qué pero Yulia ya no quería solo trato distante y dormir por las noches en el cuarto de Viktoria.
Sonaba apresurado, quizás pero cómo se supone que convives con la persona que amas y no poder hablarle. O tocarla, besarla o hacerle notar tu presencia. No lo sabía y tampoco se iba a quedar a averiguarlo.
- ¿Estás…diciendo que renuncias? - Elena sonaba nerviosa. Su voz le temblaba y apenas terminó de hablar se mordió la mejilla interna, con la mirada fija en ella. Sí, eso estaba diciendo.
- Sería lo mejor.
- ¿Y qué se supone que harás? ¿Qué le dirás a tu jefe? ¿Qué le diremos a la gente de este maldito lugar? - Elena estaba comenzando a alterarse y no la quería en ese estado. No en los próximos minutos, cuando le diría que estaba esperando un hijo de ella.
- Si firmo otro contrato con rapidez y le devuelvo el dinero a Gianfranco, él lo olvidará. Y aquí…no lo sé ¿podríamos fingir un divorcio? Entonces nadie te molestaría con preguntas y no sería muy descabellado.
- ¿Y a los niños? No puedes dejarme con ellos sola ¡Estás tomando la decisión fácil, Yulia! - Bien, al menos había vuelto a decir su nombre. Eso era un avance.
- Queda menos de la mitad del tiempo. Ellos se cuidarán solos - susurró y la pelirroja se puso de pie, pateando la mesa y dirigiéndose al living. Ella la vió pararse en medio del lugar, con la mirada recorriéndolo todo y la frustración al morder sus labios.
Todo eso eran más pruebas que nada entre ellas había acabado y por momentos el orgullo de Elena superaba su propio récord. De igual manera la entendía y no pretendía hacer como si no existiera; solo evitarlo o quitarlo cuando apareciera.
- ¿Así que tú arruinas todo y te lavas las manos? ¿Así y todo tan fácil? ¿Te acuestas con alguien y pretendes que me sienta culpable? - estaba sollozando. Ese miedo a perder a alguien que ocupa la garganta estaba apareciendo en la ojiverde y tirando de sus cuerdas vocales. Haciendo que su voz sonara débil, necesitada y triste - ¡Pues entonces haremos como tú quieras! - abandonó la cocina y caminó directo a ella. Se detuvo a centímetros de Yulia, cuando al bajar la cabeza su vista se nubló y un pequeño chillido cruzó su oído - Siempre ha sido como tú has querido.
- ¡No me acosté con ella! No pasó nada entre ella y yo ¡por Dios! ¡Sabes que nunca me generó algo! Estás viendo solo lo que tú quieres, Elena ¡maldita sea!
- ¿Solo lo que quiero ver? Vi exactamente lo que tú teléfono me mostraba ¡estuviste con ella!
- ¡Ella le puso algo a mi copa de vino! ¡Todo estaba planeado! - sus brazos se movían con violencia y una verborragia salió disparada de su boca. Se sorprendió a sí misma, sorprendió a Elena y ahora que tenía su atención no iba a detenerse - Te dije que era una estafadora también ¡Ella armó esto para que nos veamos en esta situación!
Cada grito que emitía le generaba una punzada en su frente. Pero no le importó. Lena se quedó estática, estupefacta tomándose su boca y arrastrando la mano por su rostro. No sabía si la había oído y más aún creído pero iba a esperar su reacción.
La pelirroja se giró, dándole la espalda y la vió acomodar las manos sobre su cabeza. Cayendo en la realidad, quizás, preocupada o solo riendo sin su presencia para volver a atacarla.
- ¿De qué estás hablando, Yulia? - le preguntó de manera ronca, volteando a verla nuevamente y ella vió aquella mirada de dos noches atrás: furiosa y oscura - Te lo preguntaré una vez y quiero la verdad.
- No te mentiría - le aseguró ella con un nudo en su garganta y desviando su vista. Allí, en un rincón, la única prueba que respaldaría todas y cada una de sus palabras. Tomó la mano de Elena y tiró de ella, caminando hacia la computadora conectada a la cámara de la casa de Cezina - Mira esto - le dijo y se detuvieron frente a la pantalla.
Nada se veía en ella y no había signos de que recibiera señal. Elena se inclinó y la golpeó una vez, pretendiendo mostrar alguna imagen pero nada de eso pasó.
Avanzaron minutos, en que todo continuó igual y Yulia cerró la máquina.
- En esa habitación del hotel ella tenía la conexión. Nos descubrió, Elena - murmuró antes de estirar su brazo y tomar el hombro de la ojiverde: todo le daba vueltas, la fuerza comenzó a abandonarla y sentía una opresión en su pecho.
- Yul - la llamó mientras tomaba su cintura. Sus brazos se aflojaron y su vista se volvió negra.
La firmeza de la pelirroja sosteniéndola y su voz preocupada llamándola, fue lo último que presenció su cuerpo.
- ¿Ya está mejor? - No, no lo estaba. Apenas abría los ojos y alguien ya estaba cuestionándola.
- No, no. Debes permanecer recostada - la detuvo Elena, empujando con suavidad su hombro y regresándola contra la camilla. Estaba en un cuarto de hospital y había un doctor tras un escritorio, anotando y llenando lo que parecía una planilla - Te desmayaste y te traje enseguida - le aclaró la ojiverde y su corazón dio un vuelco. Había vuelto a sonreírle. Como siempre lo había hecho, con su sonrisa de lado y aquel hoyuelo que siempre quería tocar. Un dedo de ella jugaba en su hombro y otro sobre su brazo, acariciándola y brindándole protección en un pequeño gesto.
- Bueno, ya tengo lista la radiografía - dijo el hombre, abandonando su silla y caminando a ellas. Yulia volteó a verlo, llegaba con sus manos ocupadas y una sonrisa agradable en su cara.
- ¿Está todo bien con Yulia, doctor? - preguntó Elena y ella sintió sus latidos golpearle el pecho. Una y otra vez en orden de salirse e ir tras cada parte de su cuerpo.
- Solo fue un desmayo, es normal en su estado pero debe prevenirlo. Mejora tu alimentación, Yulia e ingiere más agua. Afortunadamente los rayos X no alteraron tu estado, lo desconocía y por eso me atreví a hacerlo. Te hice además un examen de orina porque no puedes quitarte sangre y descubrí restos de una sustancia. Debes hacerte un lavado en tu estómago cuanto antes - ni siquiera lo miró ni le agradeció. Sus ojos estaban sobre el perfil de la pelirroja que asentía a cada palabra del médico y parecía ajena a su nerviosismo. Solo necesitaba que aquel hombre se callara y no continuara con nada más. Que le dijera que ya podían marcharse y ella lo haría al instante, sin mirar atrás ni decirle más nada - Debemos ver ahora el estado del bebé. Puedo practicarte una ecografía ahora mismo, Yulia, si lo deseas.
Allí había muerto su oportunidad. Elena estaba oyendo lo que su boca debería decirle y con sus propias palabras.
De repente, las caricias se detuvieron y sintió que aquella Elena dulce que la trajo al hospital se borraría. Que solo había sido una corta ilusión y ahora regresaría todo como al inicio, efectivamente como así lo deseaba la pelirroja.
Elena arrastró sus codos hacia atrás y se irguió en el pequeño banco que ocupaba. Sus dedos se alejaron de su piel pero su mirada cayó sobre ella. Sobre su abdomen y luego volvió a ella.
La ojiverde estaba confundida, podía notarlo y ella solo quería largarse de allí para explicarle todo. Esto era mucho peor que habérselo dicho incluso en alguna de sus últimas discusiones.
Era ella quién debía decírselo, no ese estúpido doctor que las miraba con una sonrisa.
- Yulia… ¿estás embarazada?
- Así es - continuó el hombre - y al parecer lleva casi un mes de embarazo. Poco más de tres semanas.
Elena volvió a mirarla, con su pecho subiendo y bajando velozmente y en un estado casi de aturdimiento. Parecía que ahora todo le daba vueltas a ella y la mano en su frente así lo decía.
La llamó en un susurro y la pelirroja la observó unos segundos, mientras el hombre preparaba todo para su siguiente trabajo.
- Aún no podemos conocer su sexo pero sí su estado y cómo se encuentra…¿Lo hago, Yulia? - insistió él, arrastrándose con su silla hasta su lado y tomando un bote lleno de gel.
Movió apenas su cabeza y asintió.
Solo era cuestión de segundos para que su hijo apareciera en una pantalla.
***
Elena rodeó la palanca de cambios con su mano y la apretó, dirigiéndole una mirada a la casa que llevaba controlando los últimos minutos. Solo debía esperar unos segundos más, cuando nadie ocupara los alrededores y su presencia no la delatara.
Alzó su mentón y humedeció sus labios al notar como Fyodor, el único vecino que paseaba con distracción, se alejaba con lentitud pero distinguía su espalda con menos visión.
Y ya no había más nadie.
Se quitó el cinturón de seguridad y abandonó su automóvil, cerrando casi en silencio y caminando con total tranquilidad. Avanzó unos pasos y se detuvo casi 50 metros después, frente a una puerta con la calle exacta que había pedido.
Golpeó cuatro veces y esperó, sacudiendo sus hombros y cruzando las manos a la altura de sus muslos. Oyó desde el interior los pasos acercarse y una advertencia de que enseguida abrían.
El picaporte se movió y ella ladeó la cabeza cuando la puerta se deslizó apenas. Fingió la mejor de sus sonrisas y estiró su pierna, impidiendo que volvieran a cerrar.
- Tú y yo tenemos que hablar - abrió con violencia y empujó la abertura antes de ingresar y cerrar con un fuerte portazo. Yulia se lo había advertido, se lo había contado todo y ella no le había creído. Pero ahora lo veía en su mirada, Cezina se delataba con el miedo que sus ojos demostraban. No tenía intenciones de golpearla por mucho que lo deseara pero, cuando la rubia hizo el intento de empujarla, se adelantó y la aventó contra la mesa del living - ¿Amenazas a mi esposa y crees que romperías nuestro matrimonio?
- No sé de que hablas. No amenacé a Yulia de ninguna manera. Al menos eso no fue lo que pasó entre nosotras - Cezina le sonreía con burla y aquel temor en sus ojos desapareció. Se irguió con ayuda de sus manos y ella trató de controlar sus impulsos. No importaba qué le dijera o con qué intentara convencerla, no se tragaría sus palabras - ¿Ya habló contigo? ¿No me digas que se arrepintió del divorcio?
- Ella y yo no vamos a divorciarnos - murmuró tomándola del cuello de su camiseta y sacudiéndola antes de arrojarla contra el sillón. Pateó un cojín que cayó y la retuvo cuando intentó levantarse. Cerró su puño y volvió a aguantarse las ganas de estrellarlo contra el rostro de Cezina. Quería hacerlo una y otra vez hasta que le rogara que se detuviera - pusiste en peligro la vida de mi mujer y la de mi hijo - agregó con furia en cada palabra dicha. Apretó su camiseta e incluso sus nudillos se volvieron blancos.
La vió faltarle el aire, necesitaba respirar y apretó un poco más. Cuando la mano de Cezina tocó su brazo, en busca de ayuda, la soltó y volvió a arrojarla contra el piso.
La oyó toser, retomando su respiración, y la apuntó con su dedo antes de amenazarla.
- Tengo las pruebas suficientes para desenmascaraste frente a Sidorova….si te veo aquí mañana, se las haré llegar.
No esperó otro movimiento ni alguna excusa. Giró sobre sus talones y abandonó la casa, cerrando con otro portazo y sonriendo mentalmente cuando el picaporte cayó destruido.
Regresó a su automóvil y encendió el motor.
Regla número 25 de su trabajo: Habrá un antes y un después en esto. Solo se trata de borrar lo que hiciste y prepararlo todo mejor para el futuro final.
@lenavolkova66, la vi hace un par de meses atrás y si es cierto, la chica tiene u gran parecido con Lenita
Elena cerró la puerta y la luz de su cuarto se apagó segundos después.
Yulia apretó los ojos, por mucho que Viktoria haya querido adelantarse y dejarle el tema casi abierto, Elena solo las miró y luego regresó al interior de su habitación.
- ¿Esto es en serio? - se quejó Viktoria abriendo sus brazos - ¿Qué demonios está pasando entre ustedes?
Yulia lanzó un resoplido y se acercó a la niña, tomando su mano y llevándola de regreso al cuarto.
- Ahora no, Viktoria.
Lunes, 7:45 y Yulia aprovechó la salida de los niños al colegio como una última oportunidad. Elena había salido al trabajo y volvería al mediodía. O la increpaba allí y soltaba todo sin espera de interrupciones o todo continuaría igual al punto de terminar peor.
Ató su cabello a lo alto y remangó su camiseta antes de comenzar a limpiar. Acomodaría el living, la cocina y cada rincón que ocupara su tiempo en la mañana y antes de las 12 prepararía el almuerzo. Quería hacer algo distinto, especial pero ya no tenía sentido. Probablemente Elena no destacaría su esfuerzo e incluso el decirle que están esperando un hijo ya sonaría de otra manera.
Puso algo de música en el reproductor y pasó el pestillo a la puerta antes de comenzar.
Notó todo lo que había hecho horas después, cuando el sudor ya le dificultaba la vista y cada vez que se levantaba, luego de agacharse, se mareaba con notoriedad y se le dificultaba el respirar.
10:54 marcaba el reloj cuando ocupó la cocina y comenzó a buscar en la heladera. A Elena le fascinaba la pasta, aquella que solía hacerle los miércoles y algunos sábados. Con la salsa que ella preparaba y la carne condimentada a su gusto.
- Es ahora o nunca, Yulia.
Con las cosas sobre la mesada y las manos en su cadera sonrió, eso haría.
Terminó de poner dos platos en la mesa, dos copas y una jarra de agua. Se quitó el delantal y se estiró hasta la pequeña ventanilla que mostraba el exterior: Elena estacionaba y en segundos golpearía la puerta.
Corrió hacia ella y se adelantó, abriendo y esperándola mientras daba los últimos pasos.
- Buenos días - le dijo por lo bajo y Elena se detuvo un momento frente a ella. No le respondió, solo la observó y se aferró a su maletín para pasar a su lado y perderse escaleras arriba.
Cerró y se quedó un momento de pie. No se rendiría tan fácil. Después de todo, conocía el carácter de la pelirroja y sabía que solo debía hondear en el terreno antes de provocarla directamente.
Esperó unos minutos y juntó sus labios al oír la puerta de su habitación abrirse, signo de que regresaría por sus pasos.
- Preparé el almuerzo - le dijo de pie cuando ingresó a la cocina. Elena la miró y luego a la bandeja en medio de la mesa. Asintió ligeramente y alejó la silla. Ella se sorprendió gratamente, creía que le iba a salir con la excusa de no comer o hacerlo en su habitación. Sola.
Sirvió las dos copas y los platos, antes de sentarse frente a ella y tomar el tenedor.
Quería preguntarle tantas cosas y hablar de tantas otras. Pero la ojiverde almorzaba sin siquiera mirarla o algo a su alrededor. Solo de los espaguetis al plato y a veces el vaso. Nada más.
Tomó la servilleta y la acomodó bajo su mano, apretándola por momentos para calmar los nervios. Cuando Elena alzó su vista y la vió por un fugaz segundo, se aclaró la garganta y se removió en su lugar, haciéndole notar que aún tenía cosas para decirle.
- He estado pensando - comenzó y la pelirroja finalmente abandonó su tenedor y se echó contra la silla, prestándole la atención que tanto buscaba - lo que decías de tratarnos como al principio…¿hablabas en serio?
- Si. De hecho por eso haz preparado el almuerzo ¿no? Era tu deber - la ignoró. Movió su cuello y trató de que sus palabras, como la manera de hablarle, no penetrara en su cabeza y formara todo tipo de ideas.
- Porque no quiero eso, Elena.
- De igual manera no estás en posición de hacer lo que quieras o no.
- Pero sí de decidir - la cortó con seriedad y algo de molestia que comenzaba a acumularse por la forma en que la trataba. Elena estaba sobrepasando su propio límite y no la aguantaría así mucho tiempo.
- ¿Decidir? De decidir mucho menos.
- Lo que está pasando entre nosotras solo debe aclararse, debes escuchar cómo realmente pasaron las cosas.
- No quiero hacerlo - la cortó la pelirroja - eso ya pasó. No pienso volver a ese punto.
- Bien - abrió los brazos ella ya fastidiada y sintiendo como la comida se atoraba en su garganta: solo era cuestión de minutos para correr al baño por unas nuevas náuseas - entonces si vamos a tratarnos así, como si nunca hubiese pasado algo entre nosotras… ya no seguiré con esto.
No estaba muy segura de eso. De dejar a los niños, el plan, el trabajo que llevaba cultivando los últimos meses. No estaba segura de abandonar a Lena pero hacerlo o quedarse, y compartir techo como dos desconocidas, sería exactamente lo mismo.
La vió fruncir sus cejas y respirar por su boca entreabierta. Estaba pensando. Elena estaba pensando y sacando conclusiones solo ella sabrá de qué pero Yulia ya no quería solo trato distante y dormir por las noches en el cuarto de Viktoria.
Sonaba apresurado, quizás pero cómo se supone que convives con la persona que amas y no poder hablarle. O tocarla, besarla o hacerle notar tu presencia. No lo sabía y tampoco se iba a quedar a averiguarlo.
- ¿Estás…diciendo que renuncias? - Elena sonaba nerviosa. Su voz le temblaba y apenas terminó de hablar se mordió la mejilla interna, con la mirada fija en ella. Sí, eso estaba diciendo.
- Sería lo mejor.
- ¿Y qué se supone que harás? ¿Qué le dirás a tu jefe? ¿Qué le diremos a la gente de este maldito lugar? - Elena estaba comenzando a alterarse y no la quería en ese estado. No en los próximos minutos, cuando le diría que estaba esperando un hijo de ella.
- Si firmo otro contrato con rapidez y le devuelvo el dinero a Gianfranco, él lo olvidará. Y aquí…no lo sé ¿podríamos fingir un divorcio? Entonces nadie te molestaría con preguntas y no sería muy descabellado.
- ¿Y a los niños? No puedes dejarme con ellos sola ¡Estás tomando la decisión fácil, Yulia! - Bien, al menos había vuelto a decir su nombre. Eso era un avance.
- Queda menos de la mitad del tiempo. Ellos se cuidarán solos - susurró y la pelirroja se puso de pie, pateando la mesa y dirigiéndose al living. Ella la vió pararse en medio del lugar, con la mirada recorriéndolo todo y la frustración al morder sus labios.
Todo eso eran más pruebas que nada entre ellas había acabado y por momentos el orgullo de Elena superaba su propio récord. De igual manera la entendía y no pretendía hacer como si no existiera; solo evitarlo o quitarlo cuando apareciera.
- ¿Así que tú arruinas todo y te lavas las manos? ¿Así y todo tan fácil? ¿Te acuestas con alguien y pretendes que me sienta culpable? - estaba sollozando. Ese miedo a perder a alguien que ocupa la garganta estaba apareciendo en la ojiverde y tirando de sus cuerdas vocales. Haciendo que su voz sonara débil, necesitada y triste - ¡Pues entonces haremos como tú quieras! - abandonó la cocina y caminó directo a ella. Se detuvo a centímetros de Yulia, cuando al bajar la cabeza su vista se nubló y un pequeño chillido cruzó su oído - Siempre ha sido como tú has querido.
- ¡No me acosté con ella! No pasó nada entre ella y yo ¡por Dios! ¡Sabes que nunca me generó algo! Estás viendo solo lo que tú quieres, Elena ¡maldita sea!
- ¿Solo lo que quiero ver? Vi exactamente lo que tú teléfono me mostraba ¡estuviste con ella!
- ¡Ella le puso algo a mi copa de vino! ¡Todo estaba planeado! - sus brazos se movían con violencia y una verborragia salió disparada de su boca. Se sorprendió a sí misma, sorprendió a Elena y ahora que tenía su atención no iba a detenerse - Te dije que era una estafadora también ¡Ella armó esto para que nos veamos en esta situación!
Cada grito que emitía le generaba una punzada en su frente. Pero no le importó. Lena se quedó estática, estupefacta tomándose su boca y arrastrando la mano por su rostro. No sabía si la había oído y más aún creído pero iba a esperar su reacción.
La pelirroja se giró, dándole la espalda y la vió acomodar las manos sobre su cabeza. Cayendo en la realidad, quizás, preocupada o solo riendo sin su presencia para volver a atacarla.
- ¿De qué estás hablando, Yulia? - le preguntó de manera ronca, volteando a verla nuevamente y ella vió aquella mirada de dos noches atrás: furiosa y oscura - Te lo preguntaré una vez y quiero la verdad.
- No te mentiría - le aseguró ella con un nudo en su garganta y desviando su vista. Allí, en un rincón, la única prueba que respaldaría todas y cada una de sus palabras. Tomó la mano de Elena y tiró de ella, caminando hacia la computadora conectada a la cámara de la casa de Cezina - Mira esto - le dijo y se detuvieron frente a la pantalla.
Nada se veía en ella y no había signos de que recibiera señal. Elena se inclinó y la golpeó una vez, pretendiendo mostrar alguna imagen pero nada de eso pasó.
Avanzaron minutos, en que todo continuó igual y Yulia cerró la máquina.
- En esa habitación del hotel ella tenía la conexión. Nos descubrió, Elena - murmuró antes de estirar su brazo y tomar el hombro de la ojiverde: todo le daba vueltas, la fuerza comenzó a abandonarla y sentía una opresión en su pecho.
- Yul - la llamó mientras tomaba su cintura. Sus brazos se aflojaron y su vista se volvió negra.
La firmeza de la pelirroja sosteniéndola y su voz preocupada llamándola, fue lo último que presenció su cuerpo.
- ¿Ya está mejor? - No, no lo estaba. Apenas abría los ojos y alguien ya estaba cuestionándola.
- No, no. Debes permanecer recostada - la detuvo Elena, empujando con suavidad su hombro y regresándola contra la camilla. Estaba en un cuarto de hospital y había un doctor tras un escritorio, anotando y llenando lo que parecía una planilla - Te desmayaste y te traje enseguida - le aclaró la ojiverde y su corazón dio un vuelco. Había vuelto a sonreírle. Como siempre lo había hecho, con su sonrisa de lado y aquel hoyuelo que siempre quería tocar. Un dedo de ella jugaba en su hombro y otro sobre su brazo, acariciándola y brindándole protección en un pequeño gesto.
- Bueno, ya tengo lista la radiografía - dijo el hombre, abandonando su silla y caminando a ellas. Yulia volteó a verlo, llegaba con sus manos ocupadas y una sonrisa agradable en su cara.
- ¿Está todo bien con Yulia, doctor? - preguntó Elena y ella sintió sus latidos golpearle el pecho. Una y otra vez en orden de salirse e ir tras cada parte de su cuerpo.
- Solo fue un desmayo, es normal en su estado pero debe prevenirlo. Mejora tu alimentación, Yulia e ingiere más agua. Afortunadamente los rayos X no alteraron tu estado, lo desconocía y por eso me atreví a hacerlo. Te hice además un examen de orina porque no puedes quitarte sangre y descubrí restos de una sustancia. Debes hacerte un lavado en tu estómago cuanto antes - ni siquiera lo miró ni le agradeció. Sus ojos estaban sobre el perfil de la pelirroja que asentía a cada palabra del médico y parecía ajena a su nerviosismo. Solo necesitaba que aquel hombre se callara y no continuara con nada más. Que le dijera que ya podían marcharse y ella lo haría al instante, sin mirar atrás ni decirle más nada - Debemos ver ahora el estado del bebé. Puedo practicarte una ecografía ahora mismo, Yulia, si lo deseas.
Allí había muerto su oportunidad. Elena estaba oyendo lo que su boca debería decirle y con sus propias palabras.
De repente, las caricias se detuvieron y sintió que aquella Elena dulce que la trajo al hospital se borraría. Que solo había sido una corta ilusión y ahora regresaría todo como al inicio, efectivamente como así lo deseaba la pelirroja.
Elena arrastró sus codos hacia atrás y se irguió en el pequeño banco que ocupaba. Sus dedos se alejaron de su piel pero su mirada cayó sobre ella. Sobre su abdomen y luego volvió a ella.
La ojiverde estaba confundida, podía notarlo y ella solo quería largarse de allí para explicarle todo. Esto era mucho peor que habérselo dicho incluso en alguna de sus últimas discusiones.
Era ella quién debía decírselo, no ese estúpido doctor que las miraba con una sonrisa.
- Yulia… ¿estás embarazada?
- Así es - continuó el hombre - y al parecer lleva casi un mes de embarazo. Poco más de tres semanas.
Elena volvió a mirarla, con su pecho subiendo y bajando velozmente y en un estado casi de aturdimiento. Parecía que ahora todo le daba vueltas a ella y la mano en su frente así lo decía.
La llamó en un susurro y la pelirroja la observó unos segundos, mientras el hombre preparaba todo para su siguiente trabajo.
- Aún no podemos conocer su sexo pero sí su estado y cómo se encuentra…¿Lo hago, Yulia? - insistió él, arrastrándose con su silla hasta su lado y tomando un bote lleno de gel.
Movió apenas su cabeza y asintió.
Solo era cuestión de segundos para que su hijo apareciera en una pantalla.
***
Elena rodeó la palanca de cambios con su mano y la apretó, dirigiéndole una mirada a la casa que llevaba controlando los últimos minutos. Solo debía esperar unos segundos más, cuando nadie ocupara los alrededores y su presencia no la delatara.
Alzó su mentón y humedeció sus labios al notar como Fyodor, el único vecino que paseaba con distracción, se alejaba con lentitud pero distinguía su espalda con menos visión.
Y ya no había más nadie.
Se quitó el cinturón de seguridad y abandonó su automóvil, cerrando casi en silencio y caminando con total tranquilidad. Avanzó unos pasos y se detuvo casi 50 metros después, frente a una puerta con la calle exacta que había pedido.
Golpeó cuatro veces y esperó, sacudiendo sus hombros y cruzando las manos a la altura de sus muslos. Oyó desde el interior los pasos acercarse y una advertencia de que enseguida abrían.
El picaporte se movió y ella ladeó la cabeza cuando la puerta se deslizó apenas. Fingió la mejor de sus sonrisas y estiró su pierna, impidiendo que volvieran a cerrar.
- Tú y yo tenemos que hablar - abrió con violencia y empujó la abertura antes de ingresar y cerrar con un fuerte portazo. Yulia se lo había advertido, se lo había contado todo y ella no le había creído. Pero ahora lo veía en su mirada, Cezina se delataba con el miedo que sus ojos demostraban. No tenía intenciones de golpearla por mucho que lo deseara pero, cuando la rubia hizo el intento de empujarla, se adelantó y la aventó contra la mesa del living - ¿Amenazas a mi esposa y crees que romperías nuestro matrimonio?
- No sé de que hablas. No amenacé a Yulia de ninguna manera. Al menos eso no fue lo que pasó entre nosotras - Cezina le sonreía con burla y aquel temor en sus ojos desapareció. Se irguió con ayuda de sus manos y ella trató de controlar sus impulsos. No importaba qué le dijera o con qué intentara convencerla, no se tragaría sus palabras - ¿Ya habló contigo? ¿No me digas que se arrepintió del divorcio?
- Ella y yo no vamos a divorciarnos - murmuró tomándola del cuello de su camiseta y sacudiéndola antes de arrojarla contra el sillón. Pateó un cojín que cayó y la retuvo cuando intentó levantarse. Cerró su puño y volvió a aguantarse las ganas de estrellarlo contra el rostro de Cezina. Quería hacerlo una y otra vez hasta que le rogara que se detuviera - pusiste en peligro la vida de mi mujer y la de mi hijo - agregó con furia en cada palabra dicha. Apretó su camiseta e incluso sus nudillos se volvieron blancos.
La vió faltarle el aire, necesitaba respirar y apretó un poco más. Cuando la mano de Cezina tocó su brazo, en busca de ayuda, la soltó y volvió a arrojarla contra el piso.
La oyó toser, retomando su respiración, y la apuntó con su dedo antes de amenazarla.
- Tengo las pruebas suficientes para desenmascaraste frente a Sidorova….si te veo aquí mañana, se las haré llegar.
No esperó otro movimiento ni alguna excusa. Giró sobre sus talones y abandonó la casa, cerrando con otro portazo y sonriendo mentalmente cuando el picaporte cayó destruido.
Regresó a su automóvil y encendió el motor.
Regla número 25 de su trabajo: Habrá un antes y un después en esto. Solo se trata de borrar lo que hiciste y prepararlo todo mejor para el futuro final.
@lenavolkova66, la vi hace un par de meses atrás y si es cierto, la chica tiene u gran parecido con Lenita
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
Edad : 22
Localización : Buenos Aires
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Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Bueno se necesito que las cosas llegarán a este extremo para arreglarse porque Julia no solucionaba nada pero me alegro que mi Lenita q yo sabía q amaría locamente a su hijo y q las protegerá como una fiera ya sepa todo y las cosas mejoren. Saludos cariño de mi corazón
Pds: les recomiendo a todos los fans de Freenbecky qué vayan a ver el teaser de The Loyal Pin qué salio hoy esta la palabra excitante se queda muy corto
Pds: les recomiendo a todos los fans de Freenbecky qué vayan a ver el teaser de The Loyal Pin qué salio hoy esta la palabra excitante se queda muy corto
Fati20- Mensajes : 1370
Fecha de inscripción : 25/03/2018
Edad : 32
Localización : Venezuela
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Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Si no es de esa manera llegamos al final y Lena no iba a enterarse que será madre.... Fati, ese teaser me hizo sentir de todo!!!!
Volkatin_420- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 13/03/2023
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Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Ahhh! Que bien se siente que Lena amenace a Cezina y proteja a Yulia y su bebé a capa y espada.. amé leer el capítulo, solo faltaba que Elena se mareé y caiga .
Tienen razonnnn, es increíble el parecido de la actriz con Lenita, me hizo acuerdo a las fotos de Lena y Yulia con trajes de los 30 creo era...que por momentos no parecía ella... Si duda gracias por el capítulo ¡Arigato gozai más!
Tienen razonnnn, es increíble el parecido de la actriz con Lenita, me hizo acuerdo a las fotos de Lena y Yulia con trajes de los 30 creo era...que por momentos no parecía ella... Si duda gracias por el capítulo ¡Arigato gozai más!
Veroska- Mensajes : 107
Fecha de inscripción : 18/02/2023
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Yo siento que a Lena le faltó velocidad y estamparle una silla o un ladrillo en la cabeza a Cezina hahahahaha que hubiera parecido un accidente y ya!
Corderito_Agron- Mensajes : 305
Fecha de inscripción : 18/02/2023
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Creo que ya no hay dudas que lena crea todo lo que dijo yulia, pero tal vez le pregunte en sí que pasó, pero con la evidencia de que había sustancias en su estómago, ya es un plus.
LeaAgronsky- Mensajes : 144
Fecha de inscripción : 08/01/2024
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Lenita será la madre.mas consentidora del mundo
LenaVolkova66- Mensajes : 216
Fecha de inscripción : 16/04/2023
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Oie que h pasado con las actualizaciones??
Volkatin_420- Mensajes : 235
Fecha de inscripción : 13/03/2023
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Cap. XXX: "Supernova"
-Flashback-
Su mano sobre una mano de Yulia. Y la otra sobre su abdomen, a un lado del transductor, el aparato que se movía en busca del bebé.
El médico lo apartó hacia un lado y la velocidad de los movimientos descendió lentamente. Se detuvo, rozando su dedo meñique y apuntó la pantalla de un computador.
- Bueno… esa pequeña bolita es él. O ella - agregó con rapidez y Elena se acomodó con sorpresa. No podía distinguir aquello que las madres solían ver como cada parte del cuerpo y reconocía apenas el círculo que el hombre señalaba. Sin embargo, no pudo ocultar su emoción y lo vió todo cual niño por primera vez en un parque de diversiones.
El doctor señalaba el posible lugar donde crecerían sus brazos, sus bracitos, pensó Elena y luego las piernas. Apuntó con determinación el latido de su corazón y les indicó que todo estaba marchando a la perfección; que Yulia solo no debía abandonar sus consultas.
Se estiró un poco más hacia adelante y la morena tomó su mano, entrelazando sus dedos y llamando su atención.
- Es nuestro hijo - susurró y no pudo evitar la sensación que ahogó su garganta ¿Su hijo? ¿Un hijo de ambas? ¿Yulia esperaba un hijo de ella? ¿Había pasado aquella noche que no usaron protección? No lo sabía, no sabía si de ese momento se trataba. Pero sabía lo que significaba ese bombeo violento de su corazón y no era más que la verdad de las palabras de Yulia; podía reconocerlas y sobre todo sentirlas.
Sí, era un hijo de ambas. Yulia llevaba su hijo y en nueve meses, o menos, lo tendría con ella. Lo cargaría por primera vez en uno de sus brazos y con el otro lo cubriría mientras acariciaría su cabeza. El dedo que la morena tocaba ahora era con el que ella palparía su pecho y verificaría que todo estuviese bien con él.
O ella. Cerró los ojos y lanzó un resoplido divertido. Si esperaban una niña, ya podía imaginarse horas y horas dentro de una tienda de ropas o ahuyentando posibles candidatos. Su imaginación se inquietó y fue más allá; cuando la ayudara a bajar de su automóvil para llevarla al primer día de clases, con una mochila rosada en su espalda y su uniforme lisamente amoldado. Abrió los ojos y lanzó aire en un pequeño círculo que formó su boca: ¿estaba preparada para esto? No, quizás no. Pero cuánto se moría por comenzar a aprender.
Ignoró las demás indicaciones del médico y se inclinó hasta Yulia, arrebatándole un beso que silenció al hombre y segundos después borró su presencia.
- Dios santo, vamos a tener un hijo, Yulia - susurró recostándose contra su frente. El abrazo de la morena cubrió sus hombros y parte de su espalda. El llanto de Yulia opacó el suyo y su te amo se adelantó al de ella.
Pasó sus brazos por la cintura de la morena y lloró, desahogándose de emoción contra su cuello.
-Fin del Flashback-
Tomó su taza de café y la vió; Yulia ingresó a la cocina y ella se puso de pie al instante. La observó pasar directo a la mesada, buscando algo para preparar su desayuno y ella se aclaró la garganta, antes de gesticular nerviosa y hablarle.
- Preparé café… en el microondas - agregó llegando casi de un salto a el y abriéndolo.
- En realidad - murmuró la morena, tomando la taza que ella le tendía - con esto del embarazo, no puedo beber café.
- ¡Oh! Dios, lo siento. Sí, sí, tienes razón - enrojeció con motivo, se sintió tonta y se echó un poco de aire con su boca a sí misma para ocultarlo - ¿quieres que te prepare un té?
- Estoy bien, no te preocupes. Lo haré yo misma - la vió girar y no pudo evitar recorrerla de arriba abajo. Se mordió el labio inferior con fuerzas, cuánto la había extrañado y hablar de manera habitual ahora la llenaba de nervios. Dio un paso hacia ella y estiró su brazo, quería tocar su hombro y voltearla, saludarla cómo realmente sabían hacerlo. Pero se detuvo a mitad de camino y regresó a la silla, dándole un rápido sorbo a su café mientras no quitaba sus ojos de ella - el médico dijo que puedo beber un mínimo de café, no lo prohibió pero…ya sabes - le dijo por sobre su hombro y ella le sonrió - prefiero evitar esas cosas.
- Sí, me parece bien ¿Cada cuánto debes regresar a las consultas?
- Cuándo sienta que algo no anda bien….o al menos una vez al mes.
- Todo irá bien ¿cierto? - le preguntó con dudas y miedo. El bebé apenas llevaba un mes dentro de la morena y quedaba mucho camino por delante. Y Yulia aún debía acabar ese trabajo, como ella y como los niños y someterse a los últimos meses que siempre eran los más estresantes. Y quería que ambos estuvieran bien; la morena y su hijo pero sabía que debía cuidarla a ella y el bebé continuaría en perfecto estado, como hasta ahora. Tal vez haría eso, le quitaría peso al trabajo de Yulia y adelantaría todo para acabar cuánto antes.
- Debo cuidar la alimentación y algo de mis emociones - respondió la morena sentándose a su lado - parece que los cambios y el temperamento pueden afectarlo también. Es muy probable que todo vaya más que bien - le aseguró y ella apretó sus labios en una sonrisa.
- ¿Cómo cuidas las emociones? - le preguntó tras su taza y Yulia la observó un momento, pensando la respuesta que su mente ya creaba.
- Serán normal los cambios de humor, quizás pueda evitarlos con menos estrés y no intranquilizarme tan rápido frente a una situación. No lo sé, todas esas cosas de las emociones.
- Lo cual es irónico porque vivirás muchas ¿Te imaginas cuando pateé por primera vez? Nos ahogaremos en lágrimas de emoción - soltó con sinceridad y no notó la intensidad hasta que Yulia la miró con determinación, analizando cada palabra con su mirada fija en ella. Enrojeció por segunda vez y a causa de la misma persona, sintiéndose cohibida por la realidad que estaba comenzando a crear - lo siento. Sé que aún falta para eso.
- Creo que sí… pero fue muy dulce que lo dijeras - le susurró y Elena dejó su taza a un lado. Estiró su mano con nervios y la dejó sobre la de Yulia, acariciándola lentamente cuando no sintió oposición. Quería decirle algunas cosas y sabía que debía hacerlo, una disculpa, sobre todo, pero era tan mala con las palabras que temía arruinarlo todo. Sin embargo se humedeció los labios y abrió la boca, comenzando una conversación entre ambas como si tuviera la experiencia necesaria.
- Lamento mucho lo que pasó estos días - murmuró y la morena no asintió ni intentó interrumpirla. Simplemente la observaba, esperando porque llegara al punto por lo que había comenzado - sé que actúe un poco… extrema, demasiado quizás, pero no podía hacerlo de otra manera. Estabas allá, lejos con alguien que nunca me agradó y al regreso pasó todo tan rápido que no quise detenerme a pensar si había sido así. Para mí había sido así, no tenía si quiera la posibilidad de creerte inocente de esa situación. Me equivoqué y es algo con lo que posiblemente cargue por siempre.
- No seas tan drástica contigo misma.
- Pero es la verdad.
- Pero no lo cargarás por siempre.
- Está bien, no lo cargaré por siempre - le sonrió derrotada y Yulia reinició las caricias que ella detuvo - Pero ayer, cuando vi la ecografía y luego el médico dijo aquello que me habías adelantado, aquello de que había puesto algo en tu bebida, con todo eso quise detener un momento el tiempo. A veces uno simplemente quisiera volver el tiempo atrás y arreglarlo todo.
- Pero no se puede, Elena.
- Lo sé pero ¿si pudiese?
- No, Elena.
- ¿Si pudiera reconstruir todo lo que dañé? ¿todo lo que te dañé a ti? ¿Me darías esa oportunidad? Dijiste que me amabas.
- Eso no tiene nada que ver.
- Pero yo te amo, también. No sería justo que me dijeras que no - se lo había dicho. La amaba. No tenía ninguna intención de ocultarlo porque no llegaría a nada haciéndolo. Era ahora más que nunca que quería demostrárselo pero antes debía hacérselo saber.
Yulia interrumpió sus movimientos, con sus ojos sobre ambas manos y luego la miró, sorprendida y con el vaivén de su pecho acelerado.
La oyó balbucear pero la cortó, regresando a su discurso antes de que la morena pudiese hablar con claridad.
- Además… vamos a tener un hijo. Y sé que eso no es justificación pero ambas fuimos conscientes de aquello que pasó esa noche; sabíamos que podíamos llegar a este punto. Y si lo hicimos era porque en el fondo, muy en el fondo o no tan fondo, lo deseábamos…. ¿Yulia?
- Sabía desde hacía días que tendríamos un hijo - le dijo la morena y ella se enderezó lentamente. Lo sabía y no se lo había dicho y por ende debió enterarse en esa consulta médica ¿Por qué no se lo había contado antes? Merecía saberlo igual que ella - eso era lo que quería decirte al regresar del viaje con Samir -sacudió la cabeza, debería haberlo sospechado. No se lo contó porque a su vuelta todo se desmoronó de un segundo a otro.
- ¿Lo ves? Cargaré con esto por siempre - posiblemente iba a hacerlo. Había jugado con las emociones de la morena en ese estado y la había tratado de manera pésima. Incluso si Yulia le decía que no a su segunda oportunidad pedida, la entendería.
- No quiero que lo hagas. Estás queriendo remediarlo todo y es lo mejor que podemos hacer. Hay parte de mi culpa también. Si tú cargas con eso, será un peso doble porque yo también lo haré. Y si vamos a intentarlo nuevamente, debemos despojarnos de eso.
- Eso quiere decir qué… ¿puedo sanarlo todo y regresarlo a cómo estaba antes? - si le respondía que si, se lanzaría de lleno contra su boca y las estrellaría en algo más que un beso de agradecimiento. Sería el voto de confianza definitivo y algo así como el inicio de una nueva etapa. Ahora con un futuro hijo de ambas.
- No quiero que sanes nada, Elena. Solo no volvamos a lastimarnos - eso sonó como un sí para ella. Asintió con una sonrisa y se estiró hasta Yulia, deteniéndose frente a ella cuando la morena la frenó con una mano en su hombro - realmente dolió la manera en que me trataste. No quiero esto ahora - le dijo refiriéndose al beso que ella tanto deseaba y con los ojos sobre su boca.
- Dolió también verte en esa situación y no entenderlo nada, Yulia - susurró ejerciendo fuerza para continuar con su cometido.
- Pero tú no querías oírme.
- Dime si tú lo hubieras hecho - insistió rodeando su cuello y tirando levemente de el.
- Lo hubiera hecho - murmuró Yulia aflojando su agarre y bajando lentamente su brazo.
- No es cierto - aseguró ella - quiero que esta noche vuelvas a nuestra cama.
- Dormimos juntas anoche.
- Pero no me miraste.
- Y tú no me abrazaste - le reclamó la morena.
- Tenía miedo de hacerlo - le confesó ella y tomó la mano de Yulia, alejándola y llevándola tras su espalda para que no insistiera en negarle el acercamiento. Abandonó su silla y se agachó hasta la altura de su boca, donde la respiración de la morena ingresaba por su nariz y se perdía en cada parte de su interior.
La pegó a su pecho y la miró una última vez antes de besarla.
No hubo más distancias ni reniegos por parte de Yulia. Abrió la boca y ella coló su lengua sin hacerla esperar. Se había vuelto su momento favorito cuando la besaba que, si pasaban más días y no la tocaba, iba a comenzar a juntar más emociones frustradas que la morena con su embarazo.
Rompió el contacto tras su espalda y acomodó sus manos en la cintura de Yulia, atrayéndola más a ella y sintiendo las caricias en sus mejillas. Podía volver a repetirle que la amaba y ese beso se intensificaría, lo intuía. Y el calor comenzaría a azotar sus cuerpos.
- Te amo, Yulia - le susurró sobre su boca antes de volver a besarla con más hambre, devorando cada parte de sus labios y demostrándole lo mucho que la había extrañado. Lo mucho que lo sentía y se arrepentía de lo sucedido.
La abrazó, aferrando sus manos a la cintura de Yulia y se puso de pie, girándola y acomodándola sobre la mesa.
Besó su cuello, mordisqueó su mentón y coló sus dedos bajo la camiseta de la morena. Esa dulce y tierna camiseta de pijama celeste llena de corazones rojos.
La sintió rodear su cintura con las piernas y Yulia se apartó apenas para abrir su camisa. Botón por botón con su mirada en ella y sonriéndole con picardía y ese amor que no temió en ningún momento de demostrarle.
Cuando la cremallera de su pantalón estuvo abajo, regresó su boca a la boca de la morena y el beso fue tan apasionado que gimieron enredando sus lenguas.
Hicieron el amor allí, una mañana de martes y con los niños en el colegio.
Respondieron sin dudas ni vergüenza al deseo de sus cuerpos tan rápido como cuando alguien carga un arma y el sonido del disparo se oye. La bala no puede evitar llegar a su destino; luego del disparo, se estrella contra algo y rompe hasta la capa más dura que podría soportarla.
El orgasmo golpeó a Yulia y Elena se corrió en su interior segundos después, escondiéndose en su cuello para recobrar la respiración. La morena clavó sus uñas en la parte baja de su espalda y ella apretó los dientes, suspirando cuando las caricias ocuparon ese lugar.
Se quedaron así. Acariciando el cuerpo de la mujer que amaba y la otra besando el hombro de la mujer que amaba. Como cuando el disparador siente su mano temblar, luego de que el arma se encuentra completamente vacía.
Regla número 48 de su trabajo: no tienes nada de que despedirte porque nada y todo allí te perteneció. Incluso aquello que jamás viste.
***
Elena sonrió y acomodó el saco negro que portaba esa mañana, bajo una simple y corta camiseta dentro de su pantalón oscuro también. Tomó su maletín del piso y presionó el botón para detener el ascensor.
Le cedió el paso a la mujer que la acompañaba y caminó tras ella, deleitándose con el panorama que le brindaba: una corta falda gris, una musculosa amoldada dentro de ella y sus piernas al descubierto sobre unos zapatos de tacón.
La vió detenerse para tocar una puerta y ella se paró a su lado, guiñándole el ojo antes de ingresar primera cuando se le dio el permiso.
- ¡He aquí la responsable de nuestro gran emprendimiento! - la presentó Nikita Makarov y los hombres de cada reunión respondieron entusiastas de igual manera - y hoy vino junto a su bella esposa porque ambas son mujeres de negocios.
Tomó la mano de la morena y la guió por un costado de la mesa, fingiéndoles una sonrisa a los presentes y deteniéndose al lado de Makarov.
- Bueno, mientras nosotros estamos aquí, firmando y planeando nuevas cosas, aprovechando nuestros recursos…
- Tus recursos - la interrumpió Nikita.
- Nuestros recursos - insistió ella - mi esposa tiene proyectos más familiares. Algo más pequeño, para nuestros hijos y cosas del hogar.
- Si mi esposa llega a ver esto, lo comprará todo - bromeó una mujer al fondo de la mesa y Elena observó de reojo a Yulia: ya tenía el plan que había ingeniado a la madrugada dentro de su bolsillo. Ella misma quería acabar con todo esto rápido y darle a Iván la parte que le correspondía; incluso si eso significaba sacar dinero de otros clientes que no fueran Sidorova.
- Bueno, creo entonces que sería agradable hacer una reunión directamente con ellas - interfirió Yulia - Oksana ya me dijo que también quiere de esto - continuó ladeando su cuerpo para ver a Nikita y notar sus ojos cerrados, a modo de diversión de que, si se trataba de cosas femeninas, su mujer no dudaría en comprarlo - Oh y para los maridos que les gusta el deporte - agregó mirando a tres hombres que se removieron en su silla - habrá para ellos también.
- Yulia cree que mientras nosotros hacemos negocios, las parejas que se quedan en casa, con esos quehaceres, pueden tener un pequeño espacio con cosas dedicadas a ellos - explicó Elena rodeando la cintura de su esposa - ¿entonces?
- Sería como un regalo que ustedes le darían. No será costoso ni nos excederemos en lujos - mintió. Habían averiguado los gustos personales y casi excéntricos de los presentes y sus parejas y algunos sobrepasaban el límite de lo normal. Lo conseguirían todo, desde un simple palo de golf que uno de ellos no quería dejar de usar por la firma de su jugador favorito hasta alguna joya histórica para las mujeres.
Solo se trataba de convencerlos, firmar y más dinero correría en sus cuentas bancarias.
Uno de los hombres acomodó su corbata y asintió, gustoso de la idea de gastar algo de su exuberante dinero en algo para su pareja.
Casi 45 minutos después, Yulia firmaba un contrato con cada uno de ellos.
- Eso fue lo más fácil que hice en mi vida - le dijo a Elena cuando le abrió la puerta de su automóvil.
- Entraste y eras como una estrella que llamó la atención de todos - le recordó la pelirroja antes de besarla y observarla acomodarse en el asiento acompañante - como una supernova - agregó al acomodarse en su lugar y encender el motor.
- Bueno…en general lo soy - bromeó Yulia.
- Oh, si, lo olvidaba. Eres como mi estrella favorita.
- ¿Es eso sarcasmo?
- Es eso totalmente real - aseguró ella moviendo la palanca de cambios y alejándose de la empresa.
Yulia lanzó un resoplido divertido y acomodó una mano en su muslo; disfrutando del espacio reducido que contenía a ambas.
- Tenemos que decirles a los niños.
- ¿De qué hablas? - preguntó Elena deteniéndose frente a un semáforo.
- De que estoy embarazada. Bueno, Viktoria ya lo sabe pero Samir…ella me dijo que él quiere quedarse con nosotras.
- ¿Quedarse con nosotras? ¿Así como…como hijos? ¿Adoptarlos? - Yulia alzó los hombros. No lo sabía pero era lo más probable - Yulia….
- Lo sé. Sé que esto no es fácil pero… ¿podemos al menos pensarlo? – asintió lentamente pero segura. Casi un año atrás no sabía nada de niños y ahora de repente tenía tres hijos. Bueno, uno veía en camino pero ya sonaba igual en su mente.
- Está bien, lo pensaremos - le sonrió acelerando nuevamente y conduciendo camino a casa.
- Estoy empezando a pensar que eso de ser estrella brillante es mejor para ti - Rió y sacudió la cabeza.
- No - aseguró volteando a verla - mejor para ti.
Lo siento mucho, mucho chicas por la ausencia pero está semana fue un tanto pesada por motivos de viaje. Me he mudado y España será mi nuevo hogar si aún siguen por acá, gracias por la espera y que las estaré compensando 🫰 las quiero un montón
-Flashback-
Su mano sobre una mano de Yulia. Y la otra sobre su abdomen, a un lado del transductor, el aparato que se movía en busca del bebé.
El médico lo apartó hacia un lado y la velocidad de los movimientos descendió lentamente. Se detuvo, rozando su dedo meñique y apuntó la pantalla de un computador.
- Bueno… esa pequeña bolita es él. O ella - agregó con rapidez y Elena se acomodó con sorpresa. No podía distinguir aquello que las madres solían ver como cada parte del cuerpo y reconocía apenas el círculo que el hombre señalaba. Sin embargo, no pudo ocultar su emoción y lo vió todo cual niño por primera vez en un parque de diversiones.
El doctor señalaba el posible lugar donde crecerían sus brazos, sus bracitos, pensó Elena y luego las piernas. Apuntó con determinación el latido de su corazón y les indicó que todo estaba marchando a la perfección; que Yulia solo no debía abandonar sus consultas.
Se estiró un poco más hacia adelante y la morena tomó su mano, entrelazando sus dedos y llamando su atención.
- Es nuestro hijo - susurró y no pudo evitar la sensación que ahogó su garganta ¿Su hijo? ¿Un hijo de ambas? ¿Yulia esperaba un hijo de ella? ¿Había pasado aquella noche que no usaron protección? No lo sabía, no sabía si de ese momento se trataba. Pero sabía lo que significaba ese bombeo violento de su corazón y no era más que la verdad de las palabras de Yulia; podía reconocerlas y sobre todo sentirlas.
Sí, era un hijo de ambas. Yulia llevaba su hijo y en nueve meses, o menos, lo tendría con ella. Lo cargaría por primera vez en uno de sus brazos y con el otro lo cubriría mientras acariciaría su cabeza. El dedo que la morena tocaba ahora era con el que ella palparía su pecho y verificaría que todo estuviese bien con él.
O ella. Cerró los ojos y lanzó un resoplido divertido. Si esperaban una niña, ya podía imaginarse horas y horas dentro de una tienda de ropas o ahuyentando posibles candidatos. Su imaginación se inquietó y fue más allá; cuando la ayudara a bajar de su automóvil para llevarla al primer día de clases, con una mochila rosada en su espalda y su uniforme lisamente amoldado. Abrió los ojos y lanzó aire en un pequeño círculo que formó su boca: ¿estaba preparada para esto? No, quizás no. Pero cuánto se moría por comenzar a aprender.
Ignoró las demás indicaciones del médico y se inclinó hasta Yulia, arrebatándole un beso que silenció al hombre y segundos después borró su presencia.
- Dios santo, vamos a tener un hijo, Yulia - susurró recostándose contra su frente. El abrazo de la morena cubrió sus hombros y parte de su espalda. El llanto de Yulia opacó el suyo y su te amo se adelantó al de ella.
Pasó sus brazos por la cintura de la morena y lloró, desahogándose de emoción contra su cuello.
-Fin del Flashback-
Tomó su taza de café y la vió; Yulia ingresó a la cocina y ella se puso de pie al instante. La observó pasar directo a la mesada, buscando algo para preparar su desayuno y ella se aclaró la garganta, antes de gesticular nerviosa y hablarle.
- Preparé café… en el microondas - agregó llegando casi de un salto a el y abriéndolo.
- En realidad - murmuró la morena, tomando la taza que ella le tendía - con esto del embarazo, no puedo beber café.
- ¡Oh! Dios, lo siento. Sí, sí, tienes razón - enrojeció con motivo, se sintió tonta y se echó un poco de aire con su boca a sí misma para ocultarlo - ¿quieres que te prepare un té?
- Estoy bien, no te preocupes. Lo haré yo misma - la vió girar y no pudo evitar recorrerla de arriba abajo. Se mordió el labio inferior con fuerzas, cuánto la había extrañado y hablar de manera habitual ahora la llenaba de nervios. Dio un paso hacia ella y estiró su brazo, quería tocar su hombro y voltearla, saludarla cómo realmente sabían hacerlo. Pero se detuvo a mitad de camino y regresó a la silla, dándole un rápido sorbo a su café mientras no quitaba sus ojos de ella - el médico dijo que puedo beber un mínimo de café, no lo prohibió pero…ya sabes - le dijo por sobre su hombro y ella le sonrió - prefiero evitar esas cosas.
- Sí, me parece bien ¿Cada cuánto debes regresar a las consultas?
- Cuándo sienta que algo no anda bien….o al menos una vez al mes.
- Todo irá bien ¿cierto? - le preguntó con dudas y miedo. El bebé apenas llevaba un mes dentro de la morena y quedaba mucho camino por delante. Y Yulia aún debía acabar ese trabajo, como ella y como los niños y someterse a los últimos meses que siempre eran los más estresantes. Y quería que ambos estuvieran bien; la morena y su hijo pero sabía que debía cuidarla a ella y el bebé continuaría en perfecto estado, como hasta ahora. Tal vez haría eso, le quitaría peso al trabajo de Yulia y adelantaría todo para acabar cuánto antes.
- Debo cuidar la alimentación y algo de mis emociones - respondió la morena sentándose a su lado - parece que los cambios y el temperamento pueden afectarlo también. Es muy probable que todo vaya más que bien - le aseguró y ella apretó sus labios en una sonrisa.
- ¿Cómo cuidas las emociones? - le preguntó tras su taza y Yulia la observó un momento, pensando la respuesta que su mente ya creaba.
- Serán normal los cambios de humor, quizás pueda evitarlos con menos estrés y no intranquilizarme tan rápido frente a una situación. No lo sé, todas esas cosas de las emociones.
- Lo cual es irónico porque vivirás muchas ¿Te imaginas cuando pateé por primera vez? Nos ahogaremos en lágrimas de emoción - soltó con sinceridad y no notó la intensidad hasta que Yulia la miró con determinación, analizando cada palabra con su mirada fija en ella. Enrojeció por segunda vez y a causa de la misma persona, sintiéndose cohibida por la realidad que estaba comenzando a crear - lo siento. Sé que aún falta para eso.
- Creo que sí… pero fue muy dulce que lo dijeras - le susurró y Elena dejó su taza a un lado. Estiró su mano con nervios y la dejó sobre la de Yulia, acariciándola lentamente cuando no sintió oposición. Quería decirle algunas cosas y sabía que debía hacerlo, una disculpa, sobre todo, pero era tan mala con las palabras que temía arruinarlo todo. Sin embargo se humedeció los labios y abrió la boca, comenzando una conversación entre ambas como si tuviera la experiencia necesaria.
- Lamento mucho lo que pasó estos días - murmuró y la morena no asintió ni intentó interrumpirla. Simplemente la observaba, esperando porque llegara al punto por lo que había comenzado - sé que actúe un poco… extrema, demasiado quizás, pero no podía hacerlo de otra manera. Estabas allá, lejos con alguien que nunca me agradó y al regreso pasó todo tan rápido que no quise detenerme a pensar si había sido así. Para mí había sido así, no tenía si quiera la posibilidad de creerte inocente de esa situación. Me equivoqué y es algo con lo que posiblemente cargue por siempre.
- No seas tan drástica contigo misma.
- Pero es la verdad.
- Pero no lo cargarás por siempre.
- Está bien, no lo cargaré por siempre - le sonrió derrotada y Yulia reinició las caricias que ella detuvo - Pero ayer, cuando vi la ecografía y luego el médico dijo aquello que me habías adelantado, aquello de que había puesto algo en tu bebida, con todo eso quise detener un momento el tiempo. A veces uno simplemente quisiera volver el tiempo atrás y arreglarlo todo.
- Pero no se puede, Elena.
- Lo sé pero ¿si pudiese?
- No, Elena.
- ¿Si pudiera reconstruir todo lo que dañé? ¿todo lo que te dañé a ti? ¿Me darías esa oportunidad? Dijiste que me amabas.
- Eso no tiene nada que ver.
- Pero yo te amo, también. No sería justo que me dijeras que no - se lo había dicho. La amaba. No tenía ninguna intención de ocultarlo porque no llegaría a nada haciéndolo. Era ahora más que nunca que quería demostrárselo pero antes debía hacérselo saber.
Yulia interrumpió sus movimientos, con sus ojos sobre ambas manos y luego la miró, sorprendida y con el vaivén de su pecho acelerado.
La oyó balbucear pero la cortó, regresando a su discurso antes de que la morena pudiese hablar con claridad.
- Además… vamos a tener un hijo. Y sé que eso no es justificación pero ambas fuimos conscientes de aquello que pasó esa noche; sabíamos que podíamos llegar a este punto. Y si lo hicimos era porque en el fondo, muy en el fondo o no tan fondo, lo deseábamos…. ¿Yulia?
- Sabía desde hacía días que tendríamos un hijo - le dijo la morena y ella se enderezó lentamente. Lo sabía y no se lo había dicho y por ende debió enterarse en esa consulta médica ¿Por qué no se lo había contado antes? Merecía saberlo igual que ella - eso era lo que quería decirte al regresar del viaje con Samir -sacudió la cabeza, debería haberlo sospechado. No se lo contó porque a su vuelta todo se desmoronó de un segundo a otro.
- ¿Lo ves? Cargaré con esto por siempre - posiblemente iba a hacerlo. Había jugado con las emociones de la morena en ese estado y la había tratado de manera pésima. Incluso si Yulia le decía que no a su segunda oportunidad pedida, la entendería.
- No quiero que lo hagas. Estás queriendo remediarlo todo y es lo mejor que podemos hacer. Hay parte de mi culpa también. Si tú cargas con eso, será un peso doble porque yo también lo haré. Y si vamos a intentarlo nuevamente, debemos despojarnos de eso.
- Eso quiere decir qué… ¿puedo sanarlo todo y regresarlo a cómo estaba antes? - si le respondía que si, se lanzaría de lleno contra su boca y las estrellaría en algo más que un beso de agradecimiento. Sería el voto de confianza definitivo y algo así como el inicio de una nueva etapa. Ahora con un futuro hijo de ambas.
- No quiero que sanes nada, Elena. Solo no volvamos a lastimarnos - eso sonó como un sí para ella. Asintió con una sonrisa y se estiró hasta Yulia, deteniéndose frente a ella cuando la morena la frenó con una mano en su hombro - realmente dolió la manera en que me trataste. No quiero esto ahora - le dijo refiriéndose al beso que ella tanto deseaba y con los ojos sobre su boca.
- Dolió también verte en esa situación y no entenderlo nada, Yulia - susurró ejerciendo fuerza para continuar con su cometido.
- Pero tú no querías oírme.
- Dime si tú lo hubieras hecho - insistió rodeando su cuello y tirando levemente de el.
- Lo hubiera hecho - murmuró Yulia aflojando su agarre y bajando lentamente su brazo.
- No es cierto - aseguró ella - quiero que esta noche vuelvas a nuestra cama.
- Dormimos juntas anoche.
- Pero no me miraste.
- Y tú no me abrazaste - le reclamó la morena.
- Tenía miedo de hacerlo - le confesó ella y tomó la mano de Yulia, alejándola y llevándola tras su espalda para que no insistiera en negarle el acercamiento. Abandonó su silla y se agachó hasta la altura de su boca, donde la respiración de la morena ingresaba por su nariz y se perdía en cada parte de su interior.
La pegó a su pecho y la miró una última vez antes de besarla.
No hubo más distancias ni reniegos por parte de Yulia. Abrió la boca y ella coló su lengua sin hacerla esperar. Se había vuelto su momento favorito cuando la besaba que, si pasaban más días y no la tocaba, iba a comenzar a juntar más emociones frustradas que la morena con su embarazo.
Rompió el contacto tras su espalda y acomodó sus manos en la cintura de Yulia, atrayéndola más a ella y sintiendo las caricias en sus mejillas. Podía volver a repetirle que la amaba y ese beso se intensificaría, lo intuía. Y el calor comenzaría a azotar sus cuerpos.
- Te amo, Yulia - le susurró sobre su boca antes de volver a besarla con más hambre, devorando cada parte de sus labios y demostrándole lo mucho que la había extrañado. Lo mucho que lo sentía y se arrepentía de lo sucedido.
La abrazó, aferrando sus manos a la cintura de Yulia y se puso de pie, girándola y acomodándola sobre la mesa.
Besó su cuello, mordisqueó su mentón y coló sus dedos bajo la camiseta de la morena. Esa dulce y tierna camiseta de pijama celeste llena de corazones rojos.
La sintió rodear su cintura con las piernas y Yulia se apartó apenas para abrir su camisa. Botón por botón con su mirada en ella y sonriéndole con picardía y ese amor que no temió en ningún momento de demostrarle.
Cuando la cremallera de su pantalón estuvo abajo, regresó su boca a la boca de la morena y el beso fue tan apasionado que gimieron enredando sus lenguas.
Hicieron el amor allí, una mañana de martes y con los niños en el colegio.
Respondieron sin dudas ni vergüenza al deseo de sus cuerpos tan rápido como cuando alguien carga un arma y el sonido del disparo se oye. La bala no puede evitar llegar a su destino; luego del disparo, se estrella contra algo y rompe hasta la capa más dura que podría soportarla.
El orgasmo golpeó a Yulia y Elena se corrió en su interior segundos después, escondiéndose en su cuello para recobrar la respiración. La morena clavó sus uñas en la parte baja de su espalda y ella apretó los dientes, suspirando cuando las caricias ocuparon ese lugar.
Se quedaron así. Acariciando el cuerpo de la mujer que amaba y la otra besando el hombro de la mujer que amaba. Como cuando el disparador siente su mano temblar, luego de que el arma se encuentra completamente vacía.
Regla número 48 de su trabajo: no tienes nada de que despedirte porque nada y todo allí te perteneció. Incluso aquello que jamás viste.
***
Elena sonrió y acomodó el saco negro que portaba esa mañana, bajo una simple y corta camiseta dentro de su pantalón oscuro también. Tomó su maletín del piso y presionó el botón para detener el ascensor.
Le cedió el paso a la mujer que la acompañaba y caminó tras ella, deleitándose con el panorama que le brindaba: una corta falda gris, una musculosa amoldada dentro de ella y sus piernas al descubierto sobre unos zapatos de tacón.
La vió detenerse para tocar una puerta y ella se paró a su lado, guiñándole el ojo antes de ingresar primera cuando se le dio el permiso.
- ¡He aquí la responsable de nuestro gran emprendimiento! - la presentó Nikita Makarov y los hombres de cada reunión respondieron entusiastas de igual manera - y hoy vino junto a su bella esposa porque ambas son mujeres de negocios.
Tomó la mano de la morena y la guió por un costado de la mesa, fingiéndoles una sonrisa a los presentes y deteniéndose al lado de Makarov.
- Bueno, mientras nosotros estamos aquí, firmando y planeando nuevas cosas, aprovechando nuestros recursos…
- Tus recursos - la interrumpió Nikita.
- Nuestros recursos - insistió ella - mi esposa tiene proyectos más familiares. Algo más pequeño, para nuestros hijos y cosas del hogar.
- Si mi esposa llega a ver esto, lo comprará todo - bromeó una mujer al fondo de la mesa y Elena observó de reojo a Yulia: ya tenía el plan que había ingeniado a la madrugada dentro de su bolsillo. Ella misma quería acabar con todo esto rápido y darle a Iván la parte que le correspondía; incluso si eso significaba sacar dinero de otros clientes que no fueran Sidorova.
- Bueno, creo entonces que sería agradable hacer una reunión directamente con ellas - interfirió Yulia - Oksana ya me dijo que también quiere de esto - continuó ladeando su cuerpo para ver a Nikita y notar sus ojos cerrados, a modo de diversión de que, si se trataba de cosas femeninas, su mujer no dudaría en comprarlo - Oh y para los maridos que les gusta el deporte - agregó mirando a tres hombres que se removieron en su silla - habrá para ellos también.
- Yulia cree que mientras nosotros hacemos negocios, las parejas que se quedan en casa, con esos quehaceres, pueden tener un pequeño espacio con cosas dedicadas a ellos - explicó Elena rodeando la cintura de su esposa - ¿entonces?
- Sería como un regalo que ustedes le darían. No será costoso ni nos excederemos en lujos - mintió. Habían averiguado los gustos personales y casi excéntricos de los presentes y sus parejas y algunos sobrepasaban el límite de lo normal. Lo conseguirían todo, desde un simple palo de golf que uno de ellos no quería dejar de usar por la firma de su jugador favorito hasta alguna joya histórica para las mujeres.
Solo se trataba de convencerlos, firmar y más dinero correría en sus cuentas bancarias.
Uno de los hombres acomodó su corbata y asintió, gustoso de la idea de gastar algo de su exuberante dinero en algo para su pareja.
Casi 45 minutos después, Yulia firmaba un contrato con cada uno de ellos.
- Eso fue lo más fácil que hice en mi vida - le dijo a Elena cuando le abrió la puerta de su automóvil.
- Entraste y eras como una estrella que llamó la atención de todos - le recordó la pelirroja antes de besarla y observarla acomodarse en el asiento acompañante - como una supernova - agregó al acomodarse en su lugar y encender el motor.
- Bueno…en general lo soy - bromeó Yulia.
- Oh, si, lo olvidaba. Eres como mi estrella favorita.
- ¿Es eso sarcasmo?
- Es eso totalmente real - aseguró ella moviendo la palanca de cambios y alejándose de la empresa.
Yulia lanzó un resoplido divertido y acomodó una mano en su muslo; disfrutando del espacio reducido que contenía a ambas.
- Tenemos que decirles a los niños.
- ¿De qué hablas? - preguntó Elena deteniéndose frente a un semáforo.
- De que estoy embarazada. Bueno, Viktoria ya lo sabe pero Samir…ella me dijo que él quiere quedarse con nosotras.
- ¿Quedarse con nosotras? ¿Así como…como hijos? ¿Adoptarlos? - Yulia alzó los hombros. No lo sabía pero era lo más probable - Yulia….
- Lo sé. Sé que esto no es fácil pero… ¿podemos al menos pensarlo? – asintió lentamente pero segura. Casi un año atrás no sabía nada de niños y ahora de repente tenía tres hijos. Bueno, uno veía en camino pero ya sonaba igual en su mente.
- Está bien, lo pensaremos - le sonrió acelerando nuevamente y conduciendo camino a casa.
- Estoy empezando a pensar que eso de ser estrella brillante es mejor para ti - Rió y sacudió la cabeza.
- No - aseguró volteando a verla - mejor para ti.
Lo siento mucho, mucho chicas por la ausencia pero está semana fue un tanto pesada por motivos de viaje. Me he mudado y España será mi nuevo hogar si aún siguen por acá, gracias por la espera y que las estaré compensando 🫰 las quiero un montón
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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A Fati20 y a Veroska les gusta esta publicaciòn
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Pensé que te habían secuestrado los aliens y te habían sacado a Júpiter hahahahahaha entonces ya no serás más un chico LATAM? Espero invites al casorio hahahahaha
Corderito_Agron- Mensajes : 305
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Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Cariño qué bueno tenerte de regreso claro que aquí seguimos por ti esperaríamos siempre muchas felicidades por tu mudanza espero que sea un cambio muy bueno para ti lleno de éxito y felicidad . El capitulo esta genial me alegra que estén unidas y más fuertes qué nunca
Fati20- Mensajes : 1370
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Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Jajajajajaja, sos tan grosso jajajajaj.... Te extrñabamos mucho, nene, casi hacíamos una patrulla para buscarte. Gracias por el capítulo, super genialCorderito_Agron escribió:Pensé que te habían secuestrado los aliens y te habían sacado a Júpiter hahahahahaha entonces ya no serás más un chico LATAM? Espero invites al casorio hahahahaha
Volkatin_420- Mensajes : 235
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Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Este Nikita si que es una presa facil para ellas jaaa y bien, me parece justo que le digan las cosas a los niños si piensan adoptarlos... Si pueden
Te me fuiste lejísimo
Te me fuiste lejísimo
LenaVolkova66- Mensajes : 216
Fecha de inscripción : 16/04/2023
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Cap XXXI. Azúcar.
Supuso que aquellas amenazas no habían servido de nada, pensó Elena, porque allí estaba ahora, con su maletín y abandonando la oficina de Nikita Makarov cuando Cezina ingresó por la puerta principal y caminaba de frente a ella.
Se detuvo, cortando su paso y Elena la observó de arriba abajo, demostrándole que su presencia no le inmutaba. La vió estirarse hasta ella, apenas y con sus manos entrelazadas a las alturas de sus muslos para no llamar la atención de alguien más.
Alejó apenas su cabeza y la escuchó, penetrándole el sonido de su voz con una molestia mayor a la de antes.
—Veo que Yulia y tú ya han hecho más de las suyas. Svetlana me comentó que firmaron otro contrato.
Odiaba a Svetlana, cuánto la odiaba. Tenía su confianza depositada en Cezina y si descubría que no había relación cordial entre ellas, nunca se ganaría un lugar entre sus reuniones.
Sonrió de medio lado, disfrutando el elogio malintencionado y dio un paso atrás.
—Mi esposa lo hizo. Es una mujer sumamente inteligente.
—No lo dudo. Inteligente y hermosa, una combinación fatal para algunas como nosotras ¿no crees?
Elena apagó su sonrisa y la fulminó con la mirada. No quería recordar aquel gusto de esa mujer por Yulia y menos aún lo que llevó a distanciarlas días atrás. Así que alejó aquellas palabras de su cabeza y volvió a sonreírle como si nada la hubiese inmutado.
—Y a ti te falta un poco de ambas… Por lo que veo ¿te quedarás?
—Por favor — se burló Cezina — ¿Creíste que ir a empujarme a mi casa y amenazarme iba a hacer que dejara Anapa? Aún no cumplí mi objetivo.
—Lo cual si Svetlana lo descubriera no tendrías opción de hacerlo.
La mujer lanzó un resoplido, irónico y ella entrecerró los ojos. No entendía la diversión en lo dicho.
—Tú tienes pruebas en mi contra… y yo tengo en contra de ustedes. ¿O piensas que tiré aquella cámara y la conexión? Aún tiene señal directo a tu casa. Interferida e inexistente, pero señal al fin y al cabo y es la mayor prueba que podría guardar.
Bien, tenía que admitir que no se esperaba aquello y la soltura con que Cezina la amenazó sutilmente tampoco. Sin embargo obvió algún gesto que la delatara y solo asintió ligeramente.
Avanzó con seguridad, alzando su mentón y sus hombros se rozaron al pasar una junto a la otra. Los hubiese golpeado con fuerzas si Svetlana Sidorova no estuviese caminando tras la mujer que odiaba y con dos cafés en manos.
—Buenos días — la saludó con su mejor sonrisa y la mujer le alzó las cejas en respuesta.
Eso era de lo más cercano que Svetlana le hablaba cuando solía encontrarla en el lugar.
Las miró por sobre su hombro y lanzó un suspiro de molestia al verlas ingresar a la misma oficina. Cezina tenía ventaja, la tuvo desde el principio y estaba aprovechando mejor que nunca la situación.
Empujó las puertas de entrada y abandonó el edificio, bajando casi a trote las escaleras y subiendo a su coche.
Su único recurso era Samir. Se había hecho muy buen amigo de Pavell y ya era hora de usarlo como la carta comodín que reservó desde que todo aquello comenzó.
Arrojó el maletín al asiento trasero y empezo a conducir directo a casa. Apenas cuatro meses, o menos, mucho menos, quedaba para expirar el contrato. Y menos, aún menos, para el golpe final y para aquel entonces Svetlana Sidorova debía estar en la palma de su mano.
Aceleró y notó que apenas unos minutos le bastaron para estar frente a su casa. Apagó el motor y estiró su brazo a lo largo del asiento que solía ocupar Yulia, acomodándolo sobre el respaldar y mirando al exterior: Viktoria estaba leyendo un libro algo extenso contra la puerta y Samir, algo más alejado, comía unas palomitas e intentaba arrojarle una de vez en cuando pero no llegaba a su cometido.
No podía creer que se había encariñado con esos niños pero ahora, en unos minutos solo para ella, entendía por qué lo había hecho.
Samir era tan parecido a Yulia que solo era cuestión de tiempo para que le generara cariño y ella se lo devolviera gustosa.
Viktoria, en cambio, era su carácter con muchos años menos. Iba a insistir en que esa niña sería tan o más igual en el negocio al pasar el tiempo: decidida, audaz y sin memoria.
¿Se hubiese encariñado con otros niños que hubiesen ocupado el lugar de ellos? Quizás. Pero solo quizás si Yulia hubiese estado allí también.
Viktoria alzó la vista hacia ella y Elena levantó apenas su mano saludándola. La niña frunció el ceño y sacudió la cabeza, regresando sus ojos al libro y leyendo como si ese gesto no hubiese existido.
—¿Y ahora por qué no me saludas? — le reclamó con sus brazos abiertos tras abandonar el coche.
—Estabas a unos metros — le respondió con obviedad —Solo debías bajar y cuando pasaras te saludaba.
—Está bien —murmuró ella deteniéndose frente a la pequeña —Salúdame ahora —agregó arrodillándose y tapando con su mano la página que leía.
—Hola —dijo la niña sin más.
—No, no, pero salúdame bien. Mamá pasó cinco horas fuera de casa. ¿Qué acaso no me echas de menos? —le preguntó fingiendo seriedad y Viktoria entrecerró los ojos, recorriéndola de arriba abajo con la mirada antes de volver a sus ojos.
—¿Te has estado drogando?
—¡Viktoria!
—Hablo en serio —insistió la niña acercándose a olerle la camisa y alrededor de su cabeza —¿Alucinógenos? ¿Marihuana, quizás?
—No quiero esas palabras en tu vocabulario —le reclamó poniéndose de pie y señalándola amenazante —Y por supuesto que no tomé nada de eso.
—La marihuana no se toma, tonta.
—¿Qué? ¿Acaso escuché bien?
Elena apretó los ojos; Yulia abrió la puerta y coló su cabeza como sus palabras a la conversación con un tono algo irritante.
—¿Puedo saber por qué están hablando de eso?
—Elena se droga —dijo Samir llenando su boca con palomitas.
—¿Qué? —exclamó la morena sorprendida y acercándose a ellos.
—Es mentira —se defendía la pelirroja.
—¿Por qué no me lo has dicho?
—Yulia, por favor.
—Entonces ¿qué se supone que estás diciéndoles a los niños?
Elena, ella rodó los ojos. ¿Desde cuándo Yulia se autoproclamó la madre autoritaria y la que mandaba en la relación?
—Nada de eso —la cortó Elena —Es Viktoria y las tonterías que dice todo el tiempo.
—No he dicho nada —se defendió la niña mojando su dedo índice y volteando una página.
—¡Por supuesto que lo has dicho! —le recordó Elena.
—Bueno ya, ya —se burló Viktoria —¿Vas con mamá Yulia y le acusas de que te molestamos?
—No he hecho eso —murmuró la pelirroja sonrojada —Además tú comenzaste, yo solo quería un saludo.
—¿Y cómo terminaron hablando de drogas? —preguntó Yulia.
—¡Fue ella! —insistió Elena señalando con ambos brazos a Viktoria.
—Como sea —la cortó la morena —¿Pueden pasar? Tenemos algo que decirles con Elena —agregó mirando a los niños.
—¿Algo bueno o malo? —preguntó Samir sin siquiera hacer el intento de levantarse.
—Algo… ¿bueno? Algo, Samir —respondió Yulia.
—¿Tiene que ver contigo o con ella? —continuó el niño.
—Tiene que ver con ambas.
—¿Es algo fuera del trabajo?
Yulia rodó los ojos. Debería haber sospechado que Samir haría una pregunta tras otra, después de todo era muy similar a ella en carácter.
—Sí, es algo fuera del trabajo.
—¿Qué estás embarazada? —inquirió él y la mandíbula de Elena rozó el piso.
Volteó lentamente a ver a Yulia que se encontraba en igual estado pero con ambas cejas levantadas. Y aún más sorprendida que ella.
—Ya lo sabía —terminó alzando sus hombros.
—¿Cómo que lo sabías? —preguntó la pelirroja.
—Viktoria me lo dijo.
La niña alzó ambas manos derrotada y las golpeó en un sonido contundente. Había olvidado ese pequeño detalle que Yulia le había dicho: Viktoria conocía su estado y debería haber prevenido que no se lo escondería a su hermano.
Debía admitir que no le molestaba aunque le hubiese gustado ser ella, o Yulia y ella acompañándola, las que le contaran la noticia. Quería ver el gesto de ambos y si en el fondo había alguna sensación de que pudiera molestarles.
Ahora Samir solo continuaba comiendo sus palomitas y sus ganas de hacer aquello de otra manera se esfumaron. Sin embargo, vió a Yulia pasar frente a ella y caminar directo al niño, deteniéndose frente a él y encorvándose a su altura.
—Si, estoy embarazada. Vamos a tener un hijo con Elena —dijo la morena y ella se sentó al lado de Viktoria que veía todo con atención —¿Está bien para ti?
—Si está bien para ustedes —murmuró él —Se gustan y pueden tenerlo. O muchos, pueden tener muchos hijos luego.
Yulia volteó a verla y ambas resoplaron a la vez; divertidas y emocionadas por el tono de voz de Samir.
—Primero lo primero —continuó la morena regresando a él —O los primeros. Te gustaría conocerlo cuando nazca ¿cierto?
—Uhm… si ustedes quieren.
—¿Pero tú quieres? —insistió Yulia.
Samir volvió a alzar sus hombros y Elena se cruzó de brazos para no ir hacia él y arroparlo en ellos. Le parecía encantadora la forma de hablar de cada uno aún siendo parte de ese negocio al que ella también pertenecía.
Samir y Viktoria mantenían la inocencia de la niñez por la que aún atravesaban y la demostraban sin siquiera proponérselo. Como la inteligencia y la osadía para acatar cada orden que ella les daba.
Le dedicó una mirada a Yulia y sonrió. La morena se había acostumbrado a ellos más rápido y comprendía porqué quizás su deseo de cumplir el de Samir. Pero estaban esperando un hijo, un bebé que ocuparía sus primeros meses en brazos y dependencia de ambas y no podrían obviar ninguna etapa de su crecimiento.
Si apenas estaba comenzando a idealizarse con uno ¿podría con dos más? ¿Con los tres? Con los cuatro porque estaba segura que Yulia iba a necesitarla en muchas ocasiones y solo ella iba a poder socorrerla.
Aquella familia que comenzó con una firma había acabado. Ahora eran una realmente sin contrato de por medio.
—¡Tú le contaste!
Elena parpadeó varias veces y sacudió ligeramente la cabeza; se había perdido en sus pensamientos y en consecuencia de la conversación entre Yulia y Samir. No entendía por qué pero él señalaba algo molesto a Viktoria, incluso a la pequeña distancia.
—Si, ella me lo ha dicho —dijo Yulia —Pero quiero saber si eso es lo que realmente quieres. ¿No quieres regresar a la empresa cuando esto termine? —agregó la morena luego de observar a su alrededor y notar la ausencia de cualquier vecino.
—No, no quiero.
—¿Quieres quedarte con nosotras?
Hubo un largo silencio y Elena lo interpretó a la perfección. Samir miró a Yulia y completamente avergonzado asintió en un suave movimiento. Infló su pecho y tragó con fuerzas cuando algo de conmoción atravesó su garganta.
Si Viktoria respondía lo mismo, había un largo camino por emprender y otro por dejar atrás.
Yulia y los niños se alejarían de este trabajo y ella se asumiría como el respaldo de cada uno. Gastarían tiempo en el papeleo de adopción y esas cosas, pensó. Pero solo era tiempo que siempre avanzaba y regresaría en su provecho.
Mientras veía el abrazo de Samir y Yulia, se pasó las manos a lo largo de sus muslos y giró a ver a Viktoria: la niña miraba la escena alejada cual adolescente enamorada y una sonrisa satisfactoria.
—¿Y tú? —le preguntó llamando su atención.
Viktoria la miró y segundos después le sonrió, antes de recostarse contra ella.
—Solo porque necesitas un poco de azúcar en tu vida. No porque quiera irme a vivir contigo.
—Si, seguro.
—Y por Yulia —agregó —Porque la quiero como mamá... solo por eso iré.
Elena rió, ahogando una pequeña carcajada y pasó su brazo por el hombro de la niña, atrayéndola a ella y dejándole un beso en su cabeza.
Recordó cuando una tarde, mientras su padre preparaba un café como solía hacerlo antes de dormir, ella estaba a su lado, hurgando entre las tazas porque quería saber de que se trataba aquella bebida, cuando él golpeó suavemente la cuchara en su mano y la detuvo.
"Roseas con azúcar, en la cantidad justa y disfrutas todo con una sonrisa."
Y lo vió beber con gusto, disfrutando cada sorbo y ella se acercó a la mesada cuando él abandonó la cocina. Se estiró hasta la taza y la olió, gesticulando con desagrado al descubrir las últimas gotas que nunca bebía.
—Siempre debes dejar algo de azúcar al final... —le dijo Sergey desde la puerta —...porque si desaparece, si bebes todo… nunca disfrutarás con una sonrisa.
Tal vez de allí, su gusto por el café aumentó al pasar los años. Y tal vez por eso siempre lo bebía amargo también.
Acarició el cabello de Viktoria y alzó la vista: Yulia caminaba hacia ellas con Samir detrás.
Sonrió. Tal vez por eso ahora sonreía tanto. Porque tomaba todo y dejaba la proporción justa al final como Sergey le enseñó.
Y la disfrutaba.
Regla número 9 de su trabajo: Haz toda y cada una de las cosas pensando solo en ti. Incluso si alguna vez trabajas acompañada.
***
—¿Cómo que no puedo? —le preguntó por segunda vez a Iván y él resopló arrojándose contra su silla.
Estaban en su oficina y llevaban hablando de eso poco más de veinte minutos; porque debía llegar a su punto desde otro lado y no de manera directa. Porque lo conocía y él descubriría sus razones con rapidez.
—Elena, a ver… en unos meses este trabajo se acaba ¿de acuerdo? Armas tus maletas y regresas a tu departamento. ¡Pero con millones! Con tantos que antes nunca habías tomado. ¿Por qué quieres complicarlo todo?
—Solo estoy preguntándote por qué no puedo. Por qué no podría ella hacerlo si lo quiere.
—Si Yulia es la que quiere adoptarlos, pues que lo haga y arreglará ese asunto con Gianfranco.
—¿Pero por qué no se podría Iván? ¡Solo quiero que me respondas esa estúpida pregunta!
—¿Y a ti por qué te parece que no se puede? Te creía más inteligente.
Si ellas querían adoptar a los niños cuando aquello acabara no tenían por qué presentarles resistencia alguna.
Elena se puso de pie, aquella conversación estaba comenzando a ahogarla y no debería haberse vuelto tan larga.
—Están bajo la custodia de Romanov —comenzó él y Elena se pasó una mano por el cabello.
Había una custodia legal, quizás y ni su mayor deseo o el de Yulia podrían quitarla.
—¿Y?
—¿Y qué más quieres saber? No puedes adoptarlos —aseguró Iván meciéndose en su silla y con total tranquilidad —Son legalmente hijos de Gianfranco y no pueden alejarse de él hasta su mayoría de edad. Que creo, si mal no recuerdo… aún queda mucho tiempo para eso.
—¿Estás hablando en serio? —preguntó en un susurro y él asintió.
Sí, estaba hablando en serio, podía notarlo en sus gestos, en su mirada y en su tono de voz. Allí había muerto otro de sus deseos.
Se aclaró la garganta e infló sus mejillas, expulsando el aire para evitar las lágrimas caer. Nunca lo hizo frente a Iván y dudaba hacerlo alguna vez. Mucho menos cuando sabía que él no se inmutaría por su sufrimiento.
—Además ¿por qué quiere adoptarlos? Solo son un par de niños que tiene que trabajar…
—¡No son solo un par de niños! ¡Y no es Yulia la que solo quiere adoptarlos! Yo también —terminó con su pecho subiendo y bajando y la sonrisa de Iván se borró al instante.
Lo vió ponerse de pie y dio un paso atrás. No le tenía miedo pero no quería que aquello continuara a los gritos y empeorara la tensión que había nacido de repente.
—¿Qué tú también qué?
—Tengo algo que decirte —murmuró en cambio acariciando fugazmente su mejilla y aclarándose la garganta.
Ya se había autoproclamado la cabeza de la familia y eso implicaba protegerlos y cuidarlos también. Asi que no lo dudó y le dio la noticia a él también.
—Yulia y yo estamos juntas. De verdad, como una relación seria. Y estamos esperando un hijo.
Esperó, en silencio y de pie, y luego de unos largos segundos él lanzó una corta y casi inexistente risa. Sin embargo alzó su mentón y aguardó aún más, aguantando cualquier cosa que Iván quisiera decirle.
—Entonces ¿es en serio? Esa vez que las encontré besándose ¿estaban haciéndolo de verdad? —Elena asintió con seguridad y él alzó las cejas, sorprendido y asimilando la situación —Y pretenden llevar esta farsa a algo real. Quieren que esta familia se mantenga así ¿sin problemas? ¿Creyeron que solo era actuar según sus impulsos y ahora simplemente continuar como quieren?
—No le veo el problema. Es mi último trabajo y quiero irme de esta manera.
—Te repito, Elena… te creía más inteligente.
—Si no vas a decirme lo que quiero escuchar, entonces me voy —dijo girando sobre sus talones y caminando a la puerta. Tomó el picaporte y abrió, girando y deteniéndose a mirarlo una vez más —Piensa que este bebé sería tu nieto. Porque esa es la manera en que tú y yo nos queremos —salió y cerró, avanzando sin esperarlo salir o su intento de detenerla.
Tenía una familia que la esperaba en casa y no podía andar retrasando con algo que no tenía excusas.
***
—Aquí tengo una lista de lo que Svetlana comprará —ingresó Viktoria a la cocina con una hoja y dejándola sobre la mesa. Yulia y Elena se miraron entre ellas y luego a la niña —No tienen que agradecerme, Samir convenció a Pavell y le preparé una lista igual a él que le dará a su madre. Si fuese tú... —dijo mirando a la pelirroja —...comenzaría cuanto antes a preparar esto.
—Si, Viktoria, comenzaré hoy mismo y… —su respuesta quedó al aire cuando Samir llegó corriendo y se colgó de su cuello, tras ella y la abrazó contra su pecho un momento.
—¿Hablaste con tu jefe? ¿Nos quedaremos con ustedes? —le preguntó rodeando la mesa y deteniéndose a su lado.
Viktoria también pareció recordarlo porque arrojó el bolígrafo y esperó con su mirada en ella. Ambos con la mirada llena de ilusión pero la de Samir con un brillo especial, como los ojos de Yulia cuando el sol los golpeaba al mediodía. Solo que los de él no necesitaban ayuda de ninguna luz, brillaban aguados por sus propias emociones.
No podía acabar con eso tan rápido. Apenas en la mañana le preguntaron si querían quedarse con ellas, que los adoptarían y ser una familia nueva. Hablaría al día siguiente con Romanov y lo arrinconaría hasta un límite en el que le cediera la respuesta que esperaba.
Estiró su brazo y rozó suavemente con un puño el mentón de Samir, con diversión y sintiendo como su respiración se desesperaba por saber la respuesta.
—Hablé sí… eso llevará tiempo ¿de acuerdo? Por ahora podemos continuar de esta manera.
—¡Genial! —alzó los brazos Samir con felicidad —Eso significa que si podremos luego. ¡Voy por mi patineta! —exclamó abandonando la cocina y corriendo escaleras arriba.
—No me mires así —le dijo Elena a Yulia cuando volvieron a estar solas.
—No te miro de ninguna manera… hiciste bien. Mañana hablaré con Gian.
—No, no lo harás. Yo lo haré —aseguró Elena seriamente y Yulia rodó los ojos, pero cuando oyó la puerta cerrarse con la salida de ambos niños, se estiró sobre la mesa y atrapó entre sus manos el rostro de la pelirroja y la sacudió apenas, obligándola a que la viera a los ojos.
—Viktoria tiene razón… todos los días tienes un granito más de azúcar.
Elena sonrió y los labios de la morena atraparon los de ella. Acomodó sus manos en la espalda de Yulia y se recostó contra su frente cuando el aire comenzó a faltarles.
—Un granito de azúcar —repitió con diversión y Yulia jugó con su labio inferior, mordiéndolo y tirando de el.
—Y se me antojarán muchas cosas dulces en estos meses —susurró la morena volviéndola a besar y Elena la jaló, incluso sobre la mesa y la sentó a horcadas de ella.
—Seré el azúcar más dulce entonces —le dijo contra su boca antes de reiniciar el beso y cortándolo por momentos solo para oírla quejarse.
Porque de esa manera la disfrutaba más: dejando algo para el final.
Me encantó este capítulo, muy lindo. Póngale mucha atención
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
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Edad : 22
Localización : Buenos Aires
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Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Estuvieron buenos ambos capitulos, sobre todo el último, el mensaje sobre disfrutar con calma cada momento de la vida, de esos ratos que te dan felicidad con lo que haces y de quién te rodeas... Lindo.
Con razón que no sabíamos de ti Xander, los mejores deseos en donde ahora te encuentras, te vaya lindo y brillen tus días en todo lo que hagas en tu nuevo hogar.
Con razón que no sabíamos de ti Xander, los mejores deseos en donde ahora te encuentras, te vaya lindo y brillen tus días en todo lo que hagas en tu nuevo hogar.
Veroska- Mensajes : 107
Fecha de inscripción : 18/02/2023
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Claro que sí estuvo muy lindo el capítulo ya que Elena solo quiere disfrutar de su nueva familia. Que lindo porque cuando comencé a leer, Elena era tan orgullosa, mala cara ante todo, era bastante mala onda y el resto del equipo no es que la odiaban pero si les incomodaba y ahora ver el giro que ha dado es muy agradable.
Espero estés biens dónde vas a vivir y todo sea sonrisas. No nos abandones
Espero estés biens dónde vas a vivir y todo sea sonrisas. No nos abandones
Patricia Armstrong- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 22/05/2024
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Esta niña es tu némesis, Lena
LenaVolkova66- Mensajes : 216
Fecha de inscripción : 16/04/2023
Re: REGLAS DE ORO (G!P) // ADAPTACIÓN YULENA
Cap XXXII. Cronometrar
75.000 euros. Dos firmas, un cheque que no aceptó y un estrechón de manos. Nada más.
Ni todo ese dinero recibido le pareció razón suficiente para comenzar ese día satisfecha; con un día más en ese trabajo y uno menos para lo que faltaba.
Había perdido casi tres horas con Nikita Makarov y otra más con Gianfranco Romanov. Ninguno le caía bien y había compartido la mañana con ambos. Nikita porque le parecía carente de inteligencia y Romanov porque la tuvo rogándole, sesenta minutos, por algo a lo que él solo respondía de manera negativa.
Estaba segura de que los odiaba. Odiaba que Nikita Makarov fuese tan idiota y se dejara quitar el dinero de manera tan fácil, no le gustaba el trabajo fácil pero odiaba lo difícil que tenía con Svetlana Sidorova.
Odiaba a esa mujer porque el tiempo ya comenzaba a jugar en su contra y no había caminado hacia ella más allá de un paso.
Odiaba a Gianfranco Romanov. Poco había oído de él entre los pasillos de su edificio y no era la única que se burlaba internamente de sus acciones. Si no fuese por sus rescatadas ideas laborales, sería Nikita con unos años de más y esos abrigos horrendos que nunca se quitaba.
Pero lo odiaba por sobre todo porque respaldaba las ideas de Iván: no podía adoptar a Samir y Viktoria y no había nada lo que haría cambiar de opinión.
Odiaba en ese momento su trabajo. Odiaba a todos los que no fuesen de su equipo y estaban del otro lado de la casa a la que caminaba. Odiaba Anapa. Odiaba sentirse así, frustrada y odiando a todos y todo a causa de ese sentimiento.
Odiaba todo lo que nunca podía conseguir y lo que quería ahora era continuar manteniendo esa sonrisa ilusionada en los niños, pero Iván ya se la había borrado y por eso lo odiaba a él también.
Pateó una pelota de goma que estaba en su jardín, hacia la calle, y rodó los ojos cuando golpeó contra la parte trasera de su propio coche. Sacudió la cabeza y regresó su mirada al frente, avanzando con lentitud y cansancio hasta el picaporte.
Elena abrió la puerta de la casa y el aroma a chocolate invadió su nariz con rapidez. Cerró y arrojó el maletín a un costado mientras oía las risas provenientes de la cocina.
—Ey, Samir. ¡Samir! ¿quién soy? — Viktoria estaba sobre una silla, de espalda a ella, mientras gesticulaba con sus brazos cubiertos de chocolate que goteaba y caía a borbotones en el suelo.
—¡Eres Olivia!
Elena los oyó reír y a Samir tomar su abdomen en señal de ella.
Olivia. La recordaba tras aquella charla en una noche de tormenta, donde ambos le aseguraron que se trataba de la mujer que los cuidaba de pequeños. Se preguntó por qué estaban riendo de esa mujer ahora. ¿Harían eso con ella en unos meses? ¿O ya estaban haciéndolo a sus espaldas?
—Viktoria, baja de allí y no juegues con el chocolate —la puerta del horno se cerró y una Yulia sacudiendo sus manos en el delantal apareció frente a ella. Sonrió, estaban cocinando algo, tan sincronizados, que ninguno pareció notarla aún.
—Pero esto ya no sirve —le recordó la niña lamiéndose una de sus manos —¡Oh, si! ¡Se la daré a Elena!
—No puedes hacer eso —reclamó Samir ofendido —Ya lo manoseaste. Elena no puede comerlo.
—Y no lo hará —aseguró Yulia cerrando el refrigerador luego de buscar una caja de leche —Puede hacerle daño.
—¡Claro que no! Solo exageras porque es tu novia. Eres peor que esos niños que jalan el cabello de la niña que les gusta —reclamó Viktoria abandonando la silla y llegando a Yulia, que removía de perfil a ella algo en una fuente.
—No exagero —refutó la morena deteniéndose y volteando a ver a la niña —Y Elena no es mi novia —agregó y luego alzó su mirada, notándola y evitando sonreírle.
Ella se cruzó de brazos y se recostó contra la pared, observándolas luego de guiñarle un ojo a Samir que la había visto con anticipación.
—Pero van a tener un hijo —le recordó Viktoria con obviedad —Eso las hace novias.
—No somos…
—De seguro Elena es de las novias que te recitan poemas —cortó la niña a Yulia —Te dice que te bajará la luna y la que armará todo un espectáculo cuando te proponga matrimonio realmente.
Elena alzó las cejas sorprendida. ¡No hacía nada de eso! Viktoria era una niña sumamente inteligente ¿por qué o cómo suponía aquello?
—Me imagino también que cuando su hijo nazca lo tendrá todo el día en brazos, ni siquiera irá a trabajar por estar con él.
La pelirroja alzó una ceja y luego la otra, sí, eso tal vez podría ser así.
—Ah pero ponle audífonos a tu hijo, Yulia, porque cuando comience a darle órdenes él sufrirá más que cualquier otra persona en el mundo.
—¿Lo ves, Viktoria? Eres una exagerada —rió la morena regresando contra la mesada para continuar batiendo.
La niña alzó sus hombros y Elena avanzó hacia ella, deteniéndose tras de si cuando volvió a hablar.
—Quizá lo sea —murmuró la pequeña rubia —Pero me agrada verle la cara cuando se molesta. ¿Lo han notado? Se enfada con facilidad y de la misma manera se tranquiliza. O se enfada cuando realmente algo o alguien le importa. Alguien como tú, Yulia o como nosotros, lo sé —agregó con rapidez al ver a Yulia con ganas de refutarle —Y me va a gustar mucho verla así tantas otras veces. Como debe estar ahora justo detrás de mi —terminó y Elena abrió la boca admirada.
Regla número 7 de su trabajo: dejarás de ser la cabeza creativa cuando alguien ocupe tu lugar, manejando mejor los movimientos y cada segundo trabajado.
¿Eso era Viktoria ahora? Bufó divertida, no, no podía serlo.
—Bueno no, no tienes esa cara de enfado —agregó al voltear y observarla con diversión.
—No, no la tengo —repitió Elena —¿Estás segura que no te contrataron para molestarme en realidad?
—No puedo decírtelo. Secreto de estado —le sonrió la niña con burla antes de meter el dedo en una fuente de chocolate y continuar comiéndolo.
—Viktoria, deja de hacer eso. Es asqueroso.
—No te preocupes que de igual manera no es para ti. Tú no lo comerás —le dijo la niña estirando su brazo hacia arriba para dejar caer un hilo de chocolate dentro de su boca.
—¿Y entonces para quién? —preguntó Elena mirando a Yulia.
—Adivina —murmuró la morena divertida.
—No, no estoy para eso. ¿Para quién, Yulia?
—Oye, tranquila… es para Svetlana —agregó la morena observándola un momento con la fuente de cocina contra su pecho —Oksana me dijo que tomará el té hoy en su casa e hice que me invitara. Iré y le llevaré este pastel en el que estoy trabajando, tiene del cereal que le dijimos le haría bien a la dieta de su hijo. Por eso perdí toda la mañana en el, quiero que quede perfecto.
Asintió, algo aturdida aún por lo que podría pasar en ese encuentro y aún más por quiénes lo presenciarían. Ella solía encontrarse a Svetlana y a Cezina cuando visitaba la empresa de Nikita. Pero ella tenía su carácter rígido y seguro. Yulia era todo lo contrario y no quería imaginársela en una situación incómoda o insegura para ella.
—¿Iré contigo? —preguntó pero Yulia negó al instante.
—Es solo para nosotras. Oksana, Svetlana y alguna de sus amigas —gesticuló con desconfianza.
Eso implicaba a Cezina. Atrás habían quedado sus celos hacia ella, ahora solo temía por lo que pudiese pasarle a Yulia y a su hijo. Había una parte de ella que no quería que asistiera a esa merienda.
—Además, quiero aprovechar para anunciarles de mi embarazo. No voy a poder continuar entrenando al equipo infantil y me parece justo que ellas lo sepan —sonrió con felicidad.
Eso sonaba aún mejor y moría por verle la cara a las demás cuando lo anunciara.
—¿Y quién ocupará tu lugar? —preguntó Samir con tristeza.
—No lo sé —respondió la morena —Pero buscaremos una entrenadora de mi categoría.
—No encontraremos otra, entonces —bromeó Elena llegando a Yulia y rodeándole la cadera con sus brazos.
Con su mentón sobre el hombro, respirando el olor a chocolate con el de vainilla que desprendía su cuello, cerrando sus ojos y balanceándose en un baile lento, inexistente y cariñoso, allí, en conjunto con todo aquello, le susurró cuán hermosa estaba.
Así, cual ama de casa con delantal y sus hijos acompañándola. Con su sonrisa esperándola, su cabello recogido y su camiseta arremangada. La apretó contra ella y su nariz generó cosquillas en el cuello de Yulia, produciéndole una risa que la hizo abrir los ojos, despacio y para mirarla en esa burbuja de diversión.
Le dejó un beso en la mejilla, con ese sonido ensordecedor y casi dominante, eminente a que así lo era, a que había un hilo de pertenencia desde su interior hasta el exterior de Yulia y otro que comenzaba igual, pero desde la morena hacia ella.
De la misma manera quiso dejarle otro pero el carraspeo de garganta de Viktoria la hizo alejarse, abandonar el contacto con Yulia y dar unos pasos hacia atrás, regresando contra la pared.
—Si tú no vas a ser la entrenadora ya no quiero jugar entonces —aseguró Samir arrastrando una silla y pisando una pata de Mumu accidentalmente.
—¡Samir, ten cuidado! —le reclamó Viktoria al oír el llanto del perro y llegando a el, encorvándose a su altura y tomándolo entre sus brazos.
—¡Lo siento, lo siento! —se disculpó él.
—¡Eres un tonto! ¡Quebraste uno de sus huesos! —exclamó la niña mostrándoles la pata dañada.
—No es para tanto, Viktoria. Apenas y lo tocó. De igual manera la cocina no es lugar para Mumu, llévalo al lavadero —le ordenó Elena.
—¡No! Debemos llevarlo con el veterinario, una de sus uñas está rota.
—Ya ni siquiera llora, Viktoria. No seas tan dramática —insistió la pelirroja.
—¡Bien! Lo llevaré yo sola. ¡Sola! —aseguró alzándolo y poniéndose de pie.
Elena echó un resoplido cuando pasó a su lado y de un salto llegó a Yulia, arrebatándole un rápido beso de su boca.
—Iré con ella —le susurró sobre sus labios antes de otro rápido beso y viéndola asentir.
Abandonó la casa y casi a rastras tuvo que obligar a la niña a subir su coche pero debía admitir que Mumu no mostraba una buena cara. Tal vez la pisada le había dolido más de lo que creía realmente.
Estaba encendiendo el motor cuando la puerta trasera se abrió y Samir se acomodó con agilidad, sonriéndole cuando lo vió por el espejo retrovisor.
—Yulia se irá en una hora. Asi que me dijo que las acompañara. Por las dudas.
Elena asintió ligeramente y movió la palanca de cambios, acelerando para no viajar con lentitud.
Quería que todo aquello terminara en menos de una hora entonces.
Visualmente a todas les había gustado su pastel, habían quedado fascinadas de tan solo verlo reposar en sus manos y caminar con el hasta la cocina.
Estaban Oksana, Svetlana, Cezina y unas cuatro mujeres más que no reconoció pero claramente eran dos parejas. Se acomodaron en el living y desistió de hablar los primeros minutos. Tal vez por tener a Svetlana junto a su hombro derecho y a Cezina en el otro. Tal vez por esos nervios que entre las dos le estaban acumulando.
Oksana hablaba y hablaba casi sin darles tiempo a que otra acotara algo más. Por lo que, pasado otros minutos, asintió complacida cuando le preguntó que, por ser quién creara tal pastel, podía ser quién lo cortara y lo sirviera.
—Elena tiene razón… hermosa e inteligente —estaba contra la mesada, cortando apenas la tercera porción cuando Cezina se detuvo a su lado y pasó un dedo por la crema batida para luego probarla —Haz hecho un pastel con el tipo de cereal que Pavell consume. Y que no es fácil de conseguir. Vaya que están haciendo un buen trabajo.
La ignoró, reiniciando el corte en el pastel y con más velocidad. La oyó reír a Cezina escasamente, con burla y disfrutando de saber que su presencia le molestaba.
—De igual manera no le caen bien a Svetlana. Elena no le cae bien tampoco.
Yulia sirvió las últimas porciones en silencio, sin siquiera observarla de reojo o demostrarle que estaba oyéndola.
—¿Sabes cuánto tiempo tardé en estrechar su mano por primera vez? Seis meses. ¿Y cuánto para saludarla con un beso en la mejilla? Casi un año más. Fue para una navidad, lo recuerdo. Me paseé con mi coche frente a su casa y amistosamente Oksana me vió, me llamó y me pidió aparcar. Y entonces ella me saludó de manera más cordial.
—Lo hizo por obligación, no porque le hayas caído bien.
—Pero me tardé casi dos años para eso —le sonrió Cezina con sorna, retirándole un mechón de pelo hacia su hombro y que caía frente a ella.
Yulia se alejó, con brusquedad y acomodó cada pequeño plato servido sobre una bandeja.
—¿Cuánto tiempo pretenden ustedes llevar en esto? Porque yo trabajo sola, manejo mi tiempo a mis ganas. Pero con dos niños en medio ¿de verdad?
La morena se aferró al aluminio que sostenía todo y caminó, pasando junto a ella y sintiendo un apretón en su brazo que la detuvo.
—No seas tonta, Yulia, no llegarán nunca a nada. Sal de aquí y saca a tu familia contigo.
—Por eso te ha costado tanto —murmuró entre dientes volteando a verla —Porque trabajas sola.
—Eso no tiene nada que ver.
—Por supuesto que sí. No tienes a quién ocupe tu lugar cuando te equivocas y lo reconstruyas todo de vuelta. No tienes un apoyo ni nadie que te quiera realmente. No tienes un equipo con el que puedas debatir tus ideas y formar otras mejores. No tienes nada y de esa manera seguirás.
—¿Quieres que le hable de ustedes a Svetlana? —insistió Cezina visiblemente enojada y forzando el agarre.
Estaba comenzando a dolerle, el apretón latía pero no podía hacer un escándalo allí mismo. Con su mirada en el living, notando como todas reían sin prestarles atención, alzó su pierna y clavó la aguja de su tacón sobre el zapato de quien era su enemiga. Cezina la soltó al instante, encorvándose apenas para ahogar un grito de dolor.
—¿Quieres que le hable a Elena de lo que acaba de pasar? ¿Quieres que vuelva a visitarte a tu casa? ¿Qué agarre el cuello de tu camisa como aquella vez? Te daré una pequeña ayuda… nos iremos en cuatro meses, mi esposa tiene una oferta en el exterior. Pero para ese tiempo, nos iremos con lo que vinimos a buscar. Comienza a cronometrar tu trabajo, Cezina… o nos iremos con las manos llenas gracias a ti.
Alzó su mentón y pasó a su lado, fingiendo la mejor sonrisa al dejarlo todo sobre la mesa ratona. Ninguna de las presentes era de su agrado tampoco, todas se interponían y de alguna manera obstaculizaban llegar más rápido a su objetivo. Inclusive Oksana, la dulce y dedicada esposa que siempre parecía alegre y feliz por todo y para todos le era un estorbo. Porque de aquella idea que tuvo y presentó cuando visitó la empresa de Nikita Makarov, su esposa era la que menos productos adquiría. Y se supone que era una típica sutil compradora compulsiva.
Necesitaba tener dos minutos a solas con Svetlana, solo eso deseaba y formar una especie de lazo que no se cortara durante los próximos días. Tenía a las dos parejas casi ajenas a la conversación, alejadas en uno de los sofás y Oksana sonriéndole desde el individual, mientras degustaba su pastel.
Con Svetlana a su lado, se removió, pretendiendo importarle la ausencia de Cezina y lo hizo saber en voz alta. Oksana se puso de pie, adelantándose a ella como continuación de su veloz plan y finalmente la atención de Svetlana le correspondía.
—¿Irá a ver los partidos la próxima semana? Los niños están muy entusiasmados.
—No lo sé. Pavell ya no mantiene esa ilusión del principio y es muy posible que termine dejando el equipo —le sonrió con ironía.
Esto era lo único que le faltaba, cortar el único cable de conexión que tenían con la mujer.
—Eso es raro. ¿Por qué? Todos los niños aún están emocionados más ahora que pasamos de ronda —exclamó mirando de reojo la cocina. Cezina y Oksana comenzaban a acercarse y con ello el tiempo se le escurría entre las manos —¿Ha notado el sabor del pastel? —insistió frente al mutismo de la mujer —Lo hice con cereal integral y solo fruta nutritiva en su interior.
—Toda la fruta es nutritiva —replicó Svetlana.
—Bueno, no toda…. o no en exceso.
Cezina y Oksana ya estaban a menos de cinco pasos por lo que, arriesgada y nerviosa, abrió la boca y lanzó la primera idea que pasó por su mente.
—Sé que pedirle esto de mi parte es un atrevimiento y hasta quizá lo tome como una falta de respeto pero…. ahora que estoy embarazada ya no podré entrenar a los niños, entonces, me preguntaba... ¿puede ayudarme con un nuevo empleo?
—¿Embarazada? —la voz de Oksana sonó sorprendida y la de Cezina aún más cuando preguntaron al unísono.
Sí, lo estaba y su sonrisa hacia ambas se lo respondía.
—Si estás embarazada nadie va a darte trabajo. Cuestión de leyes —aseguró Svetlana sin ningún gesto, como siempre.
—Pero apenas llevo un mes y no quiero estar en casa, me molesta pensar que soy una carga para Elena.
—No acostumbro a emplear gente —murmuró Svetlana, tras su taza y dándole un largo sorbo a su café.
—Svetlana —le reclamó Oksana ocupando nuevamente su sofá —Sabes que no es cierto. Además, Yulia es mi amiga y saber que está esperando un hijo me genera muchas ganas de consentirla.
Quería morderse el labio con ironía: Oksana era una niña en cuerpo de adulta.
—Vamos, Nikita ya te ha hablado de ellas muchas veces y cada vez que se lo preguntas.
Sí, definitivamente no tenía filtro y era algo torpe o infantil. Svetlana había preguntado por ellas, eso sonaba interesante, pensó.
—De igual manera, no veo en que pueda serme útil.
Yulia se cruzó de piernas y apretó sus manos para no golpearla. Ella podía ser útil en cualquier cosa y además no tenía por qué hablarle tan despectivamente.
—Yulia cocina con los cereales que su esposa produce —comenzó Oksana —Y eso le hace bien a Pavell.
La morena no quiso opinar y se mantuvo inmune. Sin embargo, conocía aquella operación del niño tras un trasplante de riñón y por esa misma razón no podía consumir cualquier tipo de comida.
—Y Raquel ya está algo…. ¿madura? Para continuar en tu cocina. Quizá Yulia pueda preparar platos distintos y enviártelos a la hora del almuerzo.
Perfecto, ahora iba a ser chef. Pero asintió resignada, en todos sus trabajos siempre terminaba desempeñando alguna actividad extra de la que no tenía ni la mínima idea.
—¿Qué dices?
Cuando Svetlana lanzó un resoplido y terminó cediendo a regañadientes, sonrió y se irguió en su lugar.
Segundos después, cuando nadie la observaba, volteó hacia Cezina, tras el sofá de Oksana y le gesticuló con triunfo.
Le alzó su brazo izquierdo, lo dobló hacia adentro y palmeó con la otra mano su muñeca sobre un reloj inexistente.
Ahora con un paso dentro de la casa de Svetlana, si Cezina no seguía su consejo y cronometraba su tiempo en el trabajo, ellas terminarían llevándoselo todo.
***
—¡Esto se pondrá de lujo! Contigo en la casa de Svetlana podré ir más seguido a jugar con la consola de Pavell.
—Oh, no, no niñito. Tu tiempo ya expiró —lo cortó Yulia.
Tras ser la última en dejar la casa de Oksana esa tarde, Elena y los niños pasaron por ella y ahora caminaban hacia la puerta de entrada. Ella con su brazo enrollado en uno de Elena y Samir a su lado, mientras Vika se adelantaba porque le urgía ver su serie de cada martes.
La niña pasó las llaves y empujó la puerta, adentrándose con velocidad para encender las luces.
Yulia aminoró el paso cuando Samir siguió a su hermana y detuvo a Elena frente a ella. Incluso la luz de la luna no golpeaba directo sus ojos pero esos verdes brillaban por cuenta propia. No había visto tal color nunca en ningunos otros ni algún objeto. Nada podía compararse a la hipnotizante mirada de Elena Katina y menos aún al lugar hipnotizado que viajaba su cuerpo cuando la observaba.
Tomó la corbata a medio pecho que el nudo descuidado la ubicaba y la tironeó, golpeándola contra ella para besarla. Las manos de la pelirroja rodearon su cintura y se pasearon por toda su espalda; acercándola lo que más ya no se podía.
—Aquí fue aquel primer beso ¿lo recuerdas? —le susurró al separarse y recostarse contra su pecho —Donde comenzó todo. Éramos muy creíbles ¿cierto?
—Lo éramos.
La luz del living se incendió y un pequeño grito de Viktoria las alertó. Elena corrió de inmediato hacia los niños pero se detuvo con brusquedad tras pasar la puerta.
—¿Por qué ese grito? ¿Qué fue lo que… —interrumpió sus palabras como su andar.
Esa no era su casa. Todo estaba destruido.
El sofá no tenía ninguna rajadura tres horas atrás cuando lo vió por última vez. La alfombra no estaba manchada con pintura y el barandal de la escalera no estaba destrozado. Nada estaba en su lugar y la lámpara que apenas se sostenía, terminó por caer estrepitosamente y rompiéndose en cientos de pedazos.
Había vidrios por todos lados. Trozos de la mesa ratona, de los focos y algunos portarretratos. Nada había quedado inmune a ese ataque.
—¿Mumu? —preguntó Yulia asustada pero Elena la detuvo por la muñeca cuando quiso ir en su búsqueda.
—Está en observación hasta mañana. El veterinario le pondrá algo en su fractura.
Volvieron a silenciarse y solo ella caminó entre el desastre de lo ocurrido.
Se perdió en la cocina y por primera vez una parte de su trabajo le afectó. Todas las ollas tiradas, aplastadas e inútiles para volverlas a utilizar, cubiertos desparramados y vasos rotos. Incluso el refrigerador estaba abierto, con todo descuidadamente listo para arrojar a la basura y su puerta rota.
Pero había una nota en ella, pegada en la pequeña puerta del refrigerador. Se acercó, volteando al oír a Elena decir que iba por la escoba y estiró su brazo, tomando el papel y leyendo las pocas palabras que allí delataban lo sucedido.
"Espero que cocines un delicioso plato mañana. Si fuese tú, cronometraría tu tiempo para arreglarlo todo. Suerte con eso."
Hola nenas, cómo están? Gracias por todos sus buenos deseos y siempre por estar acá, todas juntas!
RAINBOW.XANDER- Mensajes : 1950
Fecha de inscripción : 19/09/2016
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