MUROS DEL LAMENTO// BY GERRI HILL (ADAPTACIÓN YULENA)

Capítulo 24:


El trote de la mañana de Yulia fue más largo de lo normal y sabía que eso era porque estaba evitando volver a casa, evitando ver a Lena.

Había cruzado la línea, por decir lo menos. Había pensado que el beso sería como los demás, jugueteando con ella lo suficiente como para fastidiarla. Cuando se descubrió profundizando el beso, esperó que Lena la empujara. Nunca esperó que su boca se abriera para ella, nunca esperó sentir la lengua de la pelirroja deslizándose contra la suya. Nunca esperó que Lena respondiera a ella como lo había hecho. Casi estalló por la sacudida de excitación que la golpeó, incluso ahora en ese momento.

Desaceleró a un paso rápido, ya que su cuerpo todavía estaba recordando el beso, la sensación de su cuerpo mientras se tocaban, el suave roce de la mano de Lena en su cabello, manteniendo sus bocas unidas por unos segundos más.

Los recuerdos de su única noche juntas regresaron con gran detalle. El viaje de regreso a casa había sido llenado con un parloteo sin sentido, algo que le distrajera del cuerpo cálido sentado a su lado.

No supo qué decirle a Lena por lo que no dijo nada. Tomó el silencio de la pelirroja como una indicación de su enojo. Por eso se disculpó. No sabía que esperaba que Lena dijera algo, pero el silencio que continuó no era lo que esperaba.

Así que escapó de la casa antes de que Lena se levantara, lo que retrasaría la charla inevitable que tendrían. Cuan enojada estaba la ojiverde, no lo podía adivinar. No sería capaz de tomar mucho más de esto, lo sabía. Había tomado toda su fuerza de voluntad para no repetir el beso cada vez que bailaran juntas. Por supuesto sabía que se sentía atraída por Lena. Siempre se había sentido atraída por ella. Pero Lena estaba tan por encima de ella que nunca pensó que algo pasaría entre ellas dos. Sólo en sus sueños imaginaba a Lena acercándose a ella, encontrándola en el bar, yéndose a casa con ella, a su cama. Sólo en sueños creía que estarían juntas.

Sin embargo, lo habían estado. Y había sido un infierno después de eso y le tomó semanas poder volver a la normalidad. Ahora, aquí estaba nuevamente, jugando con fuego. Sabía que Elena también se sentía atraída por ella. No era ciega a eso. También sabía que Elena no quería sentirse atraída por ella. El baile, el beso... todo lo que Yulia estaba haciendo. Pero fue la pelirroja quien convirtió el beso en algo más.

Se detuvo, recuperando el aliento. Sí, Lena había sido quien había transformado el beso en algo más, no ella. Negó con la cabeza. No, Lena no estaba enojada. Elena estaba avergonzada. El silencio no era porque estaba enojada, era porque no quería hablar de ello.

Esto provocó una sonrisa y Yulia empezó a correr nuevamente, preguntándose si serían adultas acerca de todo esto y hablarían o si iban a continuar en silencio hasta que una de ellas lo rompiera. A juzgar por su trayectoria, ella asumiría lo último.

Cuando regresó, el desayuno estaba en marcha y trató de mantener las cosas lo más normales posibles.

-Huele muy bien - dijo al entrar a la cocina. Lena asintió, volviendo a su quehacer - Voy a tomar una ducha rápida, si hay tiempo.

Lena la miró entonces y Yulia no estuvo segura si fue su imaginación o si la pelirroja realmente estaba haciendo una lenta inspección de su cuerpo, pero sentía como ardía su piel mientras los ojos de Lena viajaban lentamente sobre ella. Su costumbre de correr en pantalones cortos y un sujetador deportivo tenía sus ventajas. O desventajas, en este caso, ya que se sentía muy mal vestida... y expuesta.

-La ducha, sí - dijo Lena, su voz sonaba una octava más baja de lo normal.

Yulia puso el agua bien fría, tratando de ahuyentar la imagen de la inspección persistente de Elena.

Terminaría haciendo algo estúpido, lo sabía. Algo que ella y su compañera no serían capaz de superar. Algo que podría afectar la misión, a pesar de que pudiese ser una bendición. Hasta el momento habían hecho poco trabajo como KGB.

El desayuno estuvo tan silencioso como sospechaba sería, con Elena evitando el contacto visual. Yulia finalmente bajó el tenedor. Nunca pensó que sería la que asumiría el papel del adulto.

-¿Quieres hablar de ello?

-No.

-¿Así que simplemente no vamos a hablar? Si estás enojada conmigo, dilo - Lena la miró entonces.

-No estoy enojada contigo, Yulia. Es sólo que no quiero hablar de ello. Cuando estamos en público, entiendo que tenemos cierta imagen que mostrar, y... y... el beso es parte de ello, supongo.

Yulia agarró su taza de café, estudiándola. El rostro de Lena estaba ligeramente sonrojado y sabía que su conjetura de que estaba más avergonzada que enojada era la correcta.

-Está bien. ¿Entonces por qué no me hablas? Te dije que lo sentía.

-No tienes que pedir disculpas - Lena miró hacia sus ojos esta vez - Si ese es el caso, también debo pedir disculpas - Yulia sonrió.

-¿Y por qué estamos pidiendo disculpas? - El rubor de Lena se profundizó, pero una sonrisa apareció en sus labios. Yulia se descubrió mirando sus labios y tuvo que alejar sus ojos de ellos.

Lena no respondió. En cambio, se puso de pie, apuntando hacia la mesa.

-Te toca lavar los platos. Creo que voy a tomar mi turno con el televisor.

***

Fiona estaba nerviosa mientras caminaba hacia la puerta.

Aunque se llevaba bien con todo el mundo, no solía salirse de su manera de interactuar con ellos. Pero Madre Hogan había insistido ya que pensaba que era extraño que las dos nuevas hubiesen irrumpido tan audazmente en la cafetería de la manera que lo había hecho. Madre Hogan sentía que ellas eran una amenaza y le había pedido a Fiona que las supervisara.

Fiona sabía lo paranoica que podría ser. Una vez había acusado a Ryan Hogan de desobediencia, sospechaba que practicaba espionaje y contaba cosas a las autoridades. A pesar de haber suplicado diciendo que era inocente... lo que Fiona creía era verdad... había sido sacrificado de la manera más brutal. No había habido ninguna poción mágica de la Madre Hogan para embotar sus sentidos. Lo habían llevado más allá de la cámara, a lo más profundo en la cueva. Sus gritos fueron... oh, tan fuertes, tan penetrantes. Se habían detenido tan bruscamente, de manera definitiva.

Se estremeció al recordar el sonido de los huesos rompiéndose. Como los demás, sólo podía imaginar lo que vivía en las cuevas. Por lo que sabía, nadie estaba al tanto, excepto Madre Hogan. Nadie se atrevía a poner un pie más allá de la cámara y hacia la tierra oscura. Únicamente Madre Hogan se aventuraba más allá en las cuevas. Bueno, eso no era del todo cierto. Otros fueron obligados a ir, los que serían sacrificados. Y las chicas, por supuesto. Los que se sacrificaban y se ofrecían a él.

Alejó esos pensamientos, regresando a su tarea en cuestión.

Llamó ligeramente, escuchando el sonido de un televisor y luego silencio. Muy pronto, la puerta se abrió y la mujer que aún no había conocido, la que ellos llamaban Yulia estaba de pie en la entrada. Fiona sonrió en señal de saludo.

-Hola. Soy Fiona Hogan, tu vecina.

-Yulia Volkova, encantada de conocerla.

Fiona miró más allá de ella, con la esperanza de que Elena estuviese cerca. La había conocido el otro día en la escuela y la había encontrado encantadora y amable.

-De hecho, vine para invitarlas a almorzar - dijo ella - Suponiendo que Elena esté en casa, por supuesto - Yulia se apartó.

-Claro. Adelante - la invitó.

Fiona descubrió que el interior era muy parecido a su propia casa, aunque había muy poco de decoración. No había fotos o cuadros adornando las paredes. De hecho, muy pocos objetos personales estaban en exhibición.

-Hola, Fiona - saludó Lena - ¿Quieres un poco de té helado? - preguntó levantando un vaso.

-Oh, no. Gracias. Sólo quería invitarlas a almorzar. Es decir, si no tienen planes - sonrió -He aprendido que los domingos después del viaja para ir a bailar, nadie se reúne para hacer barbacoas.

-Es cierto - dijo la pelirroja - Claro, nos encantaría acompañarte en el almuerzo.

Lena miró a Yulia, como buscando su confirmación. La morena asintió.

-Grandioso. No es nada lujoso, pero me pareció que nos daría la oportunidad de llegar a conocernos - miró hacia su reloj - ¿Alrededor de una hora?

-Me parece bien ¿Qué podemos aportar? - Estuvo a punto de no decir nada, pero en su prisa por planificar esto había olvidado las bebidas.

-Lo que quieran beber. Me temo que no tengo nada.

-Está bien. Estaremos allá en una hora - dijo Lena - Gracias - Fiona se alejó sintiéndose algo incómoda.

Madre Hogan esperaba que les cocinara para obtener información, pero descubrió que esperaba con expectación su compañía. Sonrió para sus adentros, preguntándose si el embarazo estaría afectando su buen sentido. Sabía que si Madre Hogan las consideraba una amenaza, Pasha y los demás las atraparían y las llevarían a las cámaras.

Fieles a sus palabras, una hora más tarde las mujeres estaban llamando a su puerta.

El almuerzo era sencillo, pero no podía tomar crédito por eso. Madre Hogan había hecho que Selma preparara la ensalada de pollo en la mañana. Era una receta especial bastante deliciosa. Había enviado una barra de pan recién horneada. Lo único que Fiona había aportado era la lechuga y los tomates que había recogido en el jardín de la comunidad anteriormente. Lena llevaba dos botellas de vino.

-No estaba segura de que cocinarías - explicó.

Fiona no sabía nada de vinos, así que no pudo ofrecer ninguna sugerencia. Madre Hogan no permitía alcohol en ninguna de las casas.

-Nada lujoso. Sólo sándwiches de ensalada de pollo - la sonrisa de Lena era contagiosa y Fiona sonrió también - El Riesling irá muy bien entonces. Y si somos atrevidas, podemos tomar el Beaujolais para el postre.

-Cuidado cariño, o darás la impresión de que eres una buena bebedora - dijo Yulia.

-Oh. Pensé que ibas a decir que era una presumida con el vino - Yulia se echó a reír -Bueno, eso también.

Fiona estaba celosa de su juguetona interacción, sin haber podido tener pareja ella misma. Ambas la estaban mirando con expectación y su falta de habilidad social saltó a la vista. Si bien a menudo se unía con los otros profesores para almorzar en el pequeño salón que compartían en la escuela, esta era la primera vez que había invitado a alguien a su casa.

Estaba fuera de su elemento y su ansiedad debió reflejarse porque Lena apretó su brazo para tranquilizarla.

-¿Te puedo ayudar en algo, Fiona? Veo que tienes la mesa preparada. ¿Podemos tomar una copa de vino antes de comer?

Fiona dejó escapar un suspiro nervioso, agradecida de que Elena hubiese sugerido aplazar un poco la comida. De lo contrario, habría sacado la comida y empezado a comer. Pero al ver las botellas de vino que Elena había puesto sobre la mesa, le entró el pánico.

-Me temo que no estoy preparada - espetó. Yulia enarcó las cejas inquisitivamente, pero Lena aparentemente supo lo que quiso decir.

-No tienes un sacacorchos ¿quieres decir? No hay problema - Lena se volteó hacia Yulia - ¿Te importaría correr y buscar el nuestro?

-Por supuesto que no.

-Tampoco tengo copas - dijo Fiona - Tengo vasos regulares ¿Les parece bien? - Lena se echó a reír.

-Está bien, así que tal vez soy un poco presumida con el vino. Debemos tener copas de vino.

-Las traeré también. Ya vuelvo - Fiona se disculpó tan pronto como Yulia se fue.

-Lo siento. No estoy acostumbrada a tener compañía - admitió.

-Está bien, cariño - dijo Lena - Fuiste muy amable al invitarnos.

Se relajó, sintiéndose un poco más cómoda sin que Elena se inmutara en lo más mínimo.

Por un momento, casi se había sentido tan inadecuada como lo había hecho cuando estaba a la universidad. Al llegar desde Hoganville, se había sentido tan perdida y confundida, como si hubiese llegado a un país extranjero. Lo cual, en cierto sentido, lo era. Pero entonces, no le había importado el escrutinio que recibió. Sabía que se iría de allí y nunca vería a esa gente otra vez. Era diferente aquí, ya que era su trabajo. Madre Hogan esperaba que encajara, que participara en la escuela. Por supuesto, para mantenerla informada. La escuela era algo con lo que ella estaba familiarizada así que decidió sería un tema seguro de conversación.

-¿Te gusta aquí hasta ahora? - preguntó.

-Bueno, es definitivamente diferente - dijo Lena - Yulia y yo somos de la capital por lo que el ritmo es un poco lento. Pero todo el mundo ha sido muy agradable. Svetlana y Becca, sobre todo.

-Sí, lo son. En su mayoría, todos se llevan muy bien - nunca había sentido curiosidad por las vidas personales de los otros profesores, así que se sorprendió por su siguiente pregunta.

-¿Cuánto hace que tú y Yulia son pareja?

-No mucho - dijo Elena sonriendo - Seis meses - arqueó las cejas - ¿Qué hay de ti? ¿Tienes un guapo y buen sujeto esperando por ti en Hoganville? - entonces sonrió - ¿O una mujer? - Fiona sintió que se ponía roja.

-No.

Por suerte Yulia regresó, salvándola de elaborar una respuesta.

-Está bien, así que cavando en los gabinetes de tu cocina, fue que me di cuenta de la cantidad de copas que tenemos - dijo Yulia con una carcajada - Conté doce.

La mirada que Lena le dio causó la risa de Fiona.

-Nunca puedes tener demasiadas copas de vino - dijo Lena. Se volvió hacia Fiona y sonrió -Normalmente no tiene permitido entrar en mi cocina.

-Excepto para lavar los platos, no lo olvides - corrigió Yulia mientras retorcía el sacacorchos.

-Sí. Y eres una experta en eso.

Un pop silencioso y Yulia elevó el corcho triunfalmente. Fue recompensada con un rápido beso de Lena. Fiona sintió que se ruborizaba, una vez más, esta vez por su muestra de afecto. Aparentemente Yulia también fue sorprendida porque también lució un poco sonrojada.

Aceptó el vaso que Lena le entregaba, con la esperanza de que no se fijara en su vino. Sólo había tomado una vez anteriormente, cuando Gayla y Dave habían organizado una cena de cumpleaños. Había querido encajar con todo el mundo y tomó una copa. El vino estaba seco y amargo para ella y estuvo a punto de escupirlo. Pero ya que Elena y Yulia se habían tomado la molestia, al menos lo intentaría.

-No conozco tú preferencia en vino, Fiona, pero este Riesling es de la línea de los dulce, como el Beaujolais - dijo la pelirroja - Espero que sea de tu agrado - El vino se sentía fresco en su boca y estuvo gratamente sorprendida por el sabor afrutado.

-Sabe a manzana - dijo sin pensar. Lena se echó a reír.

-Muy bien. Debes tener un paladar natural para el vino - se volteó hacia Yulia - ¿Y a ti a que te sabe?

-Tiene un sabor cítrico para mí - cuando Lena negó con la cabeza Yulia agregó: -¿Qué? ¿Demasiado vago?

-Un poco.

-Bueno, tal vez mi...lengua no es tan talentosa como la tuya... en el departamento del sabor.

Fiona estuvo fascinada por la mirada que intercambiaron y podía jurar que la temperatura en la habitación había subido diez grados en cuestión de segundos.

Lena se aclaró la garganta, volteándose hacia Fiona. Su mirada ya no reflejaba la intensidad que había compartido con Yulia. Una vez más, ya que nunca había tenido la cercanía que estas dos obviamente compartían, no pudo relacionarse con lo que claramente había pasado entre ellas con tan sólo una mirada.

-¿Cuánto tiempo has estado en la escuela Fiona? - preguntó Lena.

-Este es mi noveno año - dijo ella.

-¿Supongo que planeas quedarte entonces?

-Sí. Sería difícil para mí dejar Hoganville - compartió una risa silenciosa consigo misma. No difícil de dejar. Imposible.

Si era el vino que la relajaba o la compañía, Fiona no lo sabía, pero el almuerzo pasó rápidamente. Le encantó que Yulia disfrutara de la ensalada de pollo lo suficiente como para solicitar un segundo sándwich.

Para el momento en que estaban listas para despedirse, Fiona se dio cuenta que no había hecho ni una de las preguntas que Madre Hogan le había exigido hacer. Bueno, tendría una semana antes de regresar a casa. Tal vez se encontraría con Elena en la escuela.

-Gracias nuevamente, Fiona. Nos divertimos mucho - dijo Lena - Tal vez algún día de esta semana podríamos almorzar juntas - sugirió.

-Sí - respondió rápidamente - Me gustaría eso.

-Grandioso. Te veo en la escuela entonces.

Las miró con envidia mientras se dirigían a su propia casa, con las manos entrelazadas, balanceándolas ligeramente entre ellas. Hacían una linda pareja.

Cerró la puerta y se apoyó en ella con un suspiro, sus ojos aterrizaron en las botellas vacías de vino y las copas de vino que Yulia había colocado sobre el mostrador. Elena le había dicho que las guardara para la próxima vez que se reunieran.

¿Habría una próxima vez? Eso esperaba. Se había divertido. No podía recordar la última vez que se había reído y disfrutado con la compañía de alguien más.

Capítulo 25:

Yulia tomó su ducha primero, así que mientras Lena tomaba su turno, la morena se aprovechó de la cama vacía. Era una matrimonial pequeña, pero al vivir sola y estar acostumbrada a una matrimonial grande, estar en algo tan pequeño hacía un reto poder permanecer en el lado de la línea imaginaria de Lena.

Se extendió de punta a punta, tanto los brazos como las piernas, disfrutando de la sensación de las sábanas frescas y suaves.

Lena tenía un gusto excelente... y costoso. Nunca había pensado demasiado en sus sábanas o en sus tejidos lujosos, pero después de esto, los tejidos de algodón egipcio serían sus favoritos. Se dio la vuelta, mirando la almohada que Lena utilizaba. Suspiró, preguntándose qué estaba pasando con ella.

El almuerzo había sido realmente agradable. Lena estuvo suelta y despreocupada y no parecía haber ninguna tensión entre las dos en absoluto. Eso quedó en evidencia por el beso espontáneo que la pelirroja le había dado, el primero que Lena había iniciado entre ellas.

Aún así, cuando salieron de casa de Fiona, la ojiverde había regresado al silencio, quedándose en el dormitorio, con su laptop mientras Yulia veía la televisión.

La cena habían sido las sobras, lo que estaba bien por ella. No esperaba que Lena cocinara todas las noches. Sólo deseaba que las cosas no estuviesen tan tensas entre ellas. La única vez que no estaban tensas era cuando estaban alrededor de otras personas. Cuando se abrió la puerta del baño, se deslizó obedientemente hacia su lado, tomando en cuenta la línea imaginaria.

Cuando la luz se apagó entornó los ojos en la oscuridad, observando como Lena se movía hacia la cama. Sólo la visión de ella acercándose causó que su libido se activara y se dio la vuelta.

-Me divertí mucho hoy - dijo Yulia tratando de romper el hielo.

-Sí, lo fue - Yulia rodó hacia ella.

-Sabes, estaba pensando que tal vez pudiésemos deshacernos de esta línea imaginaria - dijo ella.

-No lo creo.

-Me gusta rodar un poco. Estoy acostumbrada a una matrimonial enorme.

-Yo también.

-Bien. Porque odio la línea. Cada vez que me giro tengo que tener cuidado de no entrar en tu espacio.

-Como debe ser.

-Vamos, Lena. ¿Por favor?

-No. Quédate en tu lado.

-No. Hemos jugado con tus reglas lo suficiente. Mi turno. Te estoy dando aviso oficial que no voy a acatar la línea imaginaria - Listo.

-No.

-Sí - Yulia extendió su mano hacia el lado de Lena, sólo para que fuese palmeada. Casi se rió.

-No me hagas hacerte daño - amenazó la pelirroja.

-Seguro.

Sin pensarlo, Yulia movió su pie, frotándolo ligeramente contra la pierna de la pelirroja. Esto le valió un gruñido cuando Elena golpeó con sus puños sobre la cama.

-Dios, ¿debes hacerlo?

-Debo hacerlo.

-Lo siento por tu madre. Probablemente eras una niña horrible - Las palabras fueron dichas en broma, lo sabía, pero dieron en el blanco de todos modos. Sintió la opresión en su pecho y respiró temblorosa.

-Sí, lo siento. Aparentemente era una niña horrible - murmuró cerrando sus ojos con fuerza tratando de mantener los recuerdos alejados.

Una niña terrible. Aprendió rápidamente todas las maneras diferentes de castigo que podrían ser repartidos.
Lena agarró su brazo, apretándolo con fuerza.

-Lo siento mucho, Yulia. No estaba pensando. No quise decir nada con eso.

-Está bien. No deberías preocuparte por cada cosa que dices - giró su cabeza para mirarla -Aún tengo un par de problemas con mi infancia. Estoy trabajando en eso. No debería ser tan sensible al respecto. Yo... bueno, han pasado veinte años - Lena aflojó su agarre, pero no apartó su mano.

-¿Quieres hablar de ello?

-No. Pero gracias.

-Yo... yo no sé realmente lo que sucedió - dijo Lena – Sólo rumores y chismes en la oficina. No quiero asumir.

-De lo que hayas asumido, es mucho peor.

Entonces se dio la vuelta y le dio la espalda a Lena.

Mantuvo los ojos cerrados, casi deseando poder llorar Ahora, deseaba eso. Cuando era niña, se negaba a llorar, se negaba acceder. Él ganaría entonces. Pero ahora, sólo deseaba poder llorar y dejarlo ir.

Se sorprendió al sentir la mano de la pelirroja en su espalda, frotándola, tranquilizándola Qué bueno sería darse la vuelta y dejar que Lena la sostuviera. ¿¡Lena la abrazaría? Su caricia era reconfortante, sin embargo, se sentía extraño. Nunca había sentido una caricia reconfortante anteriormente. Ni siquiera en los momentos más oscuros cuando su padre la visitaba, su madre nunca vino en su ayuda, nunca vino a consolarla. Ese trabajo había quedado en manos de su hermana, quién necesitaba su propio consuelo.

Se relajó, cerrando sus ojos, liberando su mente mientras Lena seguía frotando ligeramente hacia atrás y hacia adelante a través de su espalda.

Cuando estuvo a punto de quedarse dormida, sintió que Lena se movió, deslizándose detrás de ella protectoramente. La pelirroja pasó un brazo por la cintura de Yulia, luego dejó escapar lo que la morena pensó era el sonido de un suspiro de satisfacción, su aliento sobre su piel.

-Creo que sobrepasaste la línea - susurró Yulia.

-Sí. Lo hice.

Yulia sonrió, tomando el brazo de Lena y tirando de éste para apretarlo más contra ella. No trató de analizar el significado de las acciones de su compañera. Simplemente cerró los ojos, disfrutando de la sensación de Lena descansando detrás de ella.

***

Elena sabía que debía moverse. Yulia ya estaba dormida.

Se permitió unos segundos más antes de desenredarse lentamente a sí misma. Dios, ¿a qué estaban jugando? ¿A qué juego estaban jugando?

Sí, tuvieron sexo. Hacía más de seis meses. Sólo una aventura de una noche, básicamente. Un error de una sola vez. Y al parecer no era capaz de superarlo. No se sentía cómoda con el sexo casual. Yulia, por otro lado, lo había perfeccionado a un arte. Rodó sobre su espalda, con sus puños cerrados.

Tuvieron sexo. Y todo esto, esta actuación que estaban haciendo, estaba confundiendo la línea. Se estaba convirtiendo en algo demasiado real. Cuando estaban cerca de otras personas, Lena podía fingir que todo era un espectáculo, podía dejar de lado sus inhibiciones, pero aquí, a solas, trataba con todas sus fuerza de mantener las cosas profesionalmente entre ellas.

Casi rió en voz alta. ¿Profesionalmente? No. No había nada profesional en la situación en la que ahora estaban inmersas. La necesidad de consolar a Yulia había sido abrumadora. La había escuchado tan herida, tan indefensa, su voz había transmitido una necesidad que Lena no entendía. Y todo lo que la pelirroja quería hacer era protegerla. Pero en realidad, todo lo que eso hizo fue borrar aún más la línea.

Giró su cabeza levemente, mirando la forma dormida de Yulia, sin desear nada más que ir hacia ella nuevamente, deslizar su brazo alrededor de ella, sentir como Yulia tiraba de ella contra sí misma.

Dios, no me hagas esto. Tal vez sólo deberían hacerlo. Sólo dormir juntas nuevamente y acabar con esto de una vez. Tal vez eso aliviaría un poco la tensión.

Gimió. ¿Acabo de pensar eso? No quiero tener sexo con Yulia.

Sí. Sí quiero.

Se dio la vuelta en frustración, dándole ahora la espalda a la ojiazul. No, no quería tener relaciones sexuales con Yulia. Había estado allí, había hecho eso. Así que no. No, no, no.

Oyó un chirrido y abrió los ojos, la extraña sensación de que alguien la observaba le hizo poner de punta los vellos de la nuca. Echó un vistazo hacia la ventana, las persianas estaban cerradas, quedando una pulgada de espacio en una esquina. El grito salió de su boca antes de que pudiera detenerlo y Yulia salió disparada de la cama, con los ojos muy abiertos.

-¿Qué carajos?

Lena se deslizó contra la pared, subiendo la sábana hasta su barbilla. Señaló hacia la ventana con una mano temblorosa.

-Alguien... algo... estaba en la ventana - estaba casi jadeando y trató de recuperar el aliento - Había algo allá afuera - susurró - Estaba mirándonos.

-¿Algo? ¿Qué quieres decir con algo?

-Podría haber sido una persona, pero no lo creo - Yulia se frotó los ojos.

-Bueno, me asustaste de muerte - abrió la pequeña mesita de noche junto a la cama y sacó su arma de servicio - Voy a echar un vistazo. Quédate aquí - Lena lanzó la sábana.

-¿Estás loca? ¿Sabes lo que le pasa a las personas en las películas cuando se quedan atrás? - encontró su propia arma, sosteniéndola firmemente en su mano - Estoy lista - Yulia se la quedó mirando.

-¿En las películas? - negó con la cabeza - Vamos, entonces.

Entraron en la cocina, Yulia la detuvo cuando levantó su mano para encender las luces. Hizo un gesto silencioso señalando hacia la puerta trasera situada en el extremo de la cocina.

Lena sintió su corazón latiendo con fuerza en su pecho cuando Yulia agarró el pomo de la puerta.

-No. No lo hagas - susurró. Yulia frunció el ceño.

-¿Qué pasa?

-No abras la puerta - dijo ella - Tengo un mal presentimiento - Yulia se la quedó mirando.

-Las dos somos agentes de la KGB ¿Recuerdas eso, verdad? - Lena sonrió y luego hizo un gesto entre ellas.

-Sí y las dos estamos en ropa interior y descalzas.

-Pero tenemos enormes armas - hizo un gesto hacia la puerta nuevamente - Además, lo que sea que estuviese allá afuera ya se debe haber ido - Lena suspiró, aun luciendo reticente. Se dio cuenta que estaba haciendo el ridículo.

-Probablemente tienes razón. ¿Podemos al menos tomar una linterna? - Yulia asintió, buscando rápidamente en su bolso y sacando una pequeña. La encendió y luego abrió la puerta lentamente, guiando el haz hacia la ventana de su dormitorio, luego hacia el bosque detrás de ellas. No había ninguna señal de movimiento.

-Vamos - Lena la siguió de cerca, mirando de un lado a otro, imaginando... algo... saltando hacia ellas desde el bosque.

El aire estaba cálido, húmedo. La luna casi llena, rodeada por nubes finas, hacía que las sombras fuesen extensas y oscuras. Una ligera brisa agitó las hojas de un roble sobre sus cabezas, lo que las hizo saltar.

-Jesús, estamos actuando como un par de niñas - susurró Yulia.

Se detuvo junto a la ventana, agachándose y mirando hacia adentro. Lena hizo lo mismo, sorprendida por lo bien que se podía ver hacia el interior del dormitorio.

Yulia dirigió la luz hacia el suelo y Lena señaló hacia lo que parecían hojas desmoronadas. El área estaba alterada, como si
alguien hubiese estado allí.

-Podrían ser rastros - murmuró la morena siguiéndolos hasta que desaparecieron en el bosque. Un sitio vacío que tenía una huella perfecta de... ¿qué?

La pelinegra se arrodilló, extendiendo su palma sobre la impresión que era más grande que su mano extendida. Miró a Lena.

-¿Un oso? - preguntaron al mismo tiempo. Lena volvió a mirar la impresión.

-Garras - dijo al ver la desigualdad en la tierra.

-Sí.

-¿Por qué un oso miraría por la ventana de nuestro dormitorio? - preguntó ella.

-Bueno, demonios, no sé lo que es ¿Acaso tienen osos por aquí? Sé que estamos en medio del bosque, pero no creo que un oso corra desenfrenadamente por aquí.

Lena inclinó su cabeza, escuchando unas ramas quebrándose, luego el sonido de algo corriendo. Algo... grande. Justo cuando agarró la mano de Yulia, escucharon el grito desgarrador que habían oído la semana pasada. Eso provocó escalofríos por su espina dorsal y se aferró a la mano de Yulia con más fuerza.

-Vamos adentro.

-Buena idea.

Ambas se apresuraron a regresar a la casa y Lena cerró rápidamente la puerta detrás de ellas.

A continuación, encendió las luces y se dirigió a la puerta principal, asegurándose de que también estaba cerrada.

-¿Crees que eso vaya a detener a un oso? - Lena la miró a los ojos.

-No - negó con la cabeza - Tampoco creo que haya sido un oso.



Siento mucho la ausencia, pero pasaron cosas. Estoy bien!

Disfruten!

Capítulo 26:


Samir movió la hoja de papel entre sus dedos de manera experta con una amplia sonrisa en su rostro. Era bueno escuchar la voz de Yulia.

-Aburrida a muerte - dijo en respuesta a su pregunta - No hay nada y quiero decir nada, aquí afuera. A cuarenta minutos está el restaurante más cercano y es como un antro por lo que me pregunto cómo pasó la inspección.

-¿Así que tienen una cafetería allí para ti o qué? - Yulia se echó a reír.

-Sí. Se llama Elena Katina - Sm y Dima intercambiaron sonrisas.

-¿Entonces no te ha matado todavía? - preguntó Dima.

-Digamos que ha estado cerca - dijo - Mi único entretenimiento es presionar sus botones y esperar la explosión.

-En serio ¿se están llevando bien? - preguntó Samir - No era como si fuesen unidas ni nada de eso por el estilo - Sólo hubo una pequeña pausa antes de que la morena respondiera.

-Ha sido como ensayo y error. Algunos días nos llevamos muy bien. Otros, no tanto.

Dima se acercó al teléfono, entonces Sam supo exactamente la pregunta que vendría. Era una que le había preguntado a Samir en numerosas ocasiones.

-Así que ¿están compartiendo cama y todo eso?

-Sí, Dimitri. Y también estamos teniendo sexo salvaje cada noche - le espetó.

-No tienes que arrancarme la cabeza. Tenía curiosidad.

-Me gustaría verte a ti y a Sam compartiendo este dormitorio con este baño pequeño y ver si no se vuelven locos también - Samir rió.

-Joder, te he extrañado. Ha estado tan tranquilo aquí sin ti.

-Sí. Yo también te echo de menos. Unos meses más en esto y voy a perder la cordura. Manejamos una hora y media hacia el bar gay más cercano, por el amor de Dios. Entonces...

-¿Tú y Lena fueron juntas a un bar gay? - preguntó Dima.

-Sí. Y también bailamos. Se supone que somos una pareja ¿recuerdas?

-Así que ¿hicieron algunos amigos?

-Sí. Son un grupo muy unido aquí. Nos incluyeron en seguida. Esa parte fue fácil. También almorzamos con Fiona Hogan. Es muy reservada, podría decirse, pero fue agradable. Ella y Lena parecieron congeniar. Lena va a almorzar con ella esta semana.

-Bien, tenemos los resultados de los registros de la puerta - dijo Samir sentado en su silla y haciendo aparecer la tabla en su pantalla - Ahora sabemos por qué ese archivo es tan grande. Son casi doce años de datos. Supongo que está todo, desde que instalaron ese sistema.

-Entonces ¿qué has encontrado?

-Tenemos algunos patrones. Lo suficiente como para decir que esta asignación no es el extremo corto de la pajilla después de todo.

-¿Oh? ¿Quieres decir que quedarnos atrapadas aquí, en el culo del mundo desperdiciando nuestro tiempo o que podría no ser una pérdida, después de todo?

-Tal vez - dijo él - En el transcurso de un año, Fiona y Gretchen Hogan, ambas han salido de la escuela al azar durante la semana. No muy a menudo para ninguna de ellas. Pero en los últimos seis años, hay un patrón. Dos veces cada año, las dos salen el mismo lunes, martes y miércoles por la noche. Fiona siempre una hora antes que Gretchen.

-¿Cuándo regresan?

-Tarde. O temprano... - dijo él - ...por lo general, después de las 02 a.m. - podía imaginarla caminando, calculando.

-¿Y eso coincide con las desapariciones?

-Sí. La semana que cada chica desapareció, el siguiente lunes, martes y miércoles Fiona y Gretchen dejaron la escuela.

-¿Qué dijo Boris al respecto?

-Van a armar una base de datos con las desapariciones sin resolver en la zona durante los últimos doce años, del largo de nuestro archivo. Ver si el patrón coincide. Y él le pasó la información a los chicos en Baton Rouge. Todavía están investigando allí como si fuese la zona cero. Pero no tienen una mierda para poder seguir adelante.

-Bueno, no es como si nosotras tuviésemos algo aquí.

-No y tampoco tenemos algo más. Simplemente no hay mucho allí de Hoganville. Dima encontró una mención del lugar en un antiguo artículo de periódico escrito hace unos cuarenta años. Breve. Sólo mencionan cómo una familia asentada creció a más de doscientos. Se les comparó con los Amish, por la manera tan aislada en la que se mantienen ellos mismos.

-Sí y puedes decir que eran más grandes. Hay una gran cantidad de casas que ahora son como terreno baldío - La escuchó dejando escapar un profundo suspiro.

-Tengo que irme - dijo ella - Tengo que vigilar un maldito salón. Cristo, odio este trabajo - Él y Dima se rieron.

-¿Ser guardia de prisión no es lo tuyo?

-Un grupo de chicas bocazas que piensan que son jodidamente sexy. Ahora, esto sí es una pérdida de tiempo. La mayoría estarán de regreso allá afuera cuando sean puestas en libertad. La próxima vez estarán dentro del sistema, serán adultas y podrán ver lo que es una verdadera prisión.

-Fue bueno escuchar tu voz, Yul - dijo Samir - Podrías llamar de vez en cuando, ya sabes.

-Funciona en ambos sentidos, calvo - dijo antes de finalizar la llamada.

Puck seguía sonriendo cuando arrugó el papel entre sus dedos convirtiéndolo en una bola y lanzándolo en un tiro perfecto contra el oído de Dima. El rubio intentó darle un manotazo, con el ceño fruncido.

-Sabes que odio eso.

-Sí. Es por eso que lo hago - Dimitry suspiró.

-Las extraño. Realmente extraño a Lena y también extraño un poco a Yulia.

-¿Qué crees que está pasando con ellas?

-¿Qué quieres decir?

-Bueno, Yulia no se está quejando tanto como pensé haría - Dima sonrió.

-¿Crees que están haciendo algo sucio?

-¿Lena y Yulia? - negó con la cabeza.

-Simplemente no me lo imagino. Lena es demasiado... bueno, ella es Lena.

-Sí. Y Yulia es Yulia. Hace demasiado con saber qué tenedor usar en la cena. Pero de seguro coquetean mucho.

-Sólo hacen eso para entretenernos hombre. Y echo de menos eso - sonrió teniendo una idea maligna.

-Vamos a enviarles un regalo.

-¿Qué clase de regalo?

-Ya sabes. Algo que Yul definitivamente sabría usar y algo que haría sonrojar a Lena como una chica decente - ante la mirada en blanco de Dim, Sam rodó los ojos - Un consolador, hombre.

Los ojos de Dima se agrandaron mientras sonreía.

-Eso es maligno. Me encanta.


-Sí. Maligno - se rió - Nos van a matar.

Capítulo 27

Habían pasado tres noches desde que las cosas cambiaron entre ellas. Cuatro noches, realmente, si contaba el baile... y el beso.

Pero después de la noche del domingo, después que Lena cruzó la línea y confortó a Yulia, después del incidente con el oso, las cosas cambiaron. Ella lo sabía. Yulia lo sabía. Sin embargo, no dijo una palabra al respecto.

La tensión entre ellas era casi insoportable y sí, admitía que era tensión sexual.

Especialmente en las noches, en la cama. La línea imaginaria había desaparecido completamente y las dos últimas mañanas, Lena se había encontrado muy junto a Yulia, después de haberse movido hacia ella durante la noche. Ayer, se las había arreglado para alejarse antes de que la ojiazul despertara.

Esta mañana, sin embargo, cuando abrió los ojos, Yulia estaba despierta, mirándola, con su mano moviéndose en círculos perezosos por toda su espalda. Trató de incorporarse, lejos de ella, pero Yulia la detuvo.

-No tienes que moverte.

Había suficiente luz para que Lena pudiese ver la expresión de Yulia, pudiese leer sus ojos. No había burlas, ni señales de regodeo porque la había descubierto, otra vez, en el lado equivocado de la frontera establecida. Sólo había un contentamiento en sus ojos que hizo que Lena solo quisiera recostarse nuevamente. Cosa que hizo. Sus ojos se cerraron cuando la mano de Yulia continuó con sus caricias.

Cuando se apagó la alarma, ya Yulia había salido a trotar, como era costumbre.

Cuando Lena salió de la ducha ya vestida, la morena regresó, con la piel brillante de sudor. La pelirroja trató de desviar la mirada, pero fue demasiado tarde. Yulia había visto su mirada intensa.

Se había puesto roja como una remolacha mientras la pelinegra paseaba delante de ella murmurando un silencioso “te atrapé”, mientras seguía su camino.

Ahora estaba evitando ir a casa, evitando a Yulia.

No había hablado con ella durante todo el día, lo cual era inusual. Normalmente hablaban por teléfono al menos una vez, por muy breve que fuera.

La escuela estaba en silencio, todo el mundo se había ido. Se quedó de pie en el corredor, mirando al otro lado del campus. Podía ver al grupo de chicas sentadas alrededor de la zona cercada que llamaban el Rec Yard. Las azules tenían más libertad, pero a las rojas se les permitía reunirse afuera una hora cada tarde antes de la cena. Svetlana le dijo que en esta época del año, algunas se aprovechaban de eso, prefiriendo permanecer en el interior para escapar del calor.

Se dio la vuelta para irse, chocando de bruces con un cuerpo duro. Dejó escapar un grito ahogado de asombro y las manos de Yulia se extendieron para sostenerla.

-Lo siento.

-Jesús, Yulia. Este lugar es lo suficientemente espeluznante para que me estés asustando de muerte - se alejó dirigiéndose al final del pasillo, sintiendo como Yulia la seguía - ¿Qué estás haciendo aquí?

-Asegurándome cómo estás.

-Ya me dirigía a casa - dijo ella- ¿Papeleo por terminar? ¿Programación de clases? - Se detuvo frente a la pelinegra.
-¿Qué estás insinuando?

-Que me estás evitando - Lena intentó mantener una expresión uniforme.

-¿Por qué te evitaría? - Yulia arqueó una ceja.

-¿De verdad quieres que te responda? Porque lo haré.

Sus ojos se encontraron y Lena sintieron un aleteo ya familiar en su estómago.

-No podemos hacer esto - dijo en voz baja - Ni siquiera deberíamos pensar en hacer esto - La ceja de Yulia tembló levemente.

-¿Qué es lo que estamos pensando hacer? - Preguntó con voz igual de baja. Lena suspiró.

-Sin juego, Yulia. ¿Por favor? No sobre esto - Yulia dejó escapar un suspiro.

-Está bien ¿Dime que quieres que haga? ¿Empezar a dormir en el sofá?

-No - Lena negó con la cabeza - Yo solo... no podemos ...

-¿Alguna vez piensas en esa noche? - Lena miró hacia otro lado, vacilando ¿Yulia creería si dijera que nunca había pasado por su mente? Pero no quería mentir. La miró a los ojos nuevamente, sabiendo que Yulia podía ver la verdad allí. No había necesidad de responder. Yulia asintió.

-Yo también - sonrió, aunque Lena notaba que era un poco forzada. La morena finalmente dio un paso lejos de ella, poniendo un poco de distancia entre las dos - Pero tienes razón. No podemos... hacer esto - Lena se relajó, sintiendo que se aligeraba algo de tensión.

-¿Cena?

-¿Sí? ¿Quieres que te sorprenda y prepare algo de comer? - Lena siguió por el pasillo con Yulia a su lado.

-Yo me ocuparé de eso ¿Recuerdas mi regla de la cocina? - Yulia se echó a reír.

-Tienes un montón de reglas, bebé.

-Sí y te las has arreglado para romperlas casi todas.

-Pero tú, querida, rompiste primero la más grande, no yo.

Y así, la tensión regresó. Sí, Lena había cruzado la línea, no Yulia. Lena había sido la que se había movido hacia sus brazos durante la noche. Lena había sido la que había borrado la línea imaginaria.

Una vez en casa, trató de mantener las cosas normales entre ellas, trató de mantener una conversación ligera e impersonal. Yulia también estaba tratando. Pero a pesar de todo eso, los toques accidentales seguían provocando aleteos en su corazón. Era ridículo cuan fácil quedaba atrapada en los ojos azules de la morena y lo difícil que era escapar de ellos.

Agradecida de que la cena hubo terminado, declinó la oferta de Yulia para compartir la tele con ella, en vez de eso se retiró a la seguridad del dormitorio. Seguridad, porque estaba sola. Más tarde, sin embargo, no podía estar segura de lo seguro que eso sería. No tenía que preocuparse. La morena estaba aparentemente absorta en una película y simplemente murmuró, “buenas noches”, sin apartar los ojos de la pantalla.

Lena se beneficiará de estirarse un poco, disfrutando la frescura de las sábanas contra su piel. Nunca le diría esto a Yulia, pero estaba acostumbrada a dormir desnuda y era la camiseta que normalmente usaba como algo demasiado restrictivo.
Antes de rodar hacia su lado para hacer frente a la pared, comprobó otra vez la ventana, asegurándose que las persianas estuviesen bajadas mucho más allá del marco de las mismas.

Satisfecha de que nada se podía ver, cerró los ojos, sorprendida al descubrir que estaba relajada, el sonido del televisor en el otro cuarto no era lo suficientemente fuerte como para ser una distracción, pero lo suficiente como para calmarla llevándola al sueño. Nunca sintió cuando Yulia se unió a ella y fue sorprendida cuando horas después descubrió que la cama estaba vacía.

Se dio la vuelta, sintiendo las sábanas. No hubo pruebas de que la morena había estado allí. Así que se sentó, contemplando si debería ir a verla o simplemente dejarla ser. Su preocupación ganó y se levantó, caminando silenciosamente hacia la puerta.

El televisor estaba apagado y pudo distinguir la forma acurrucada de Yulia en un rincón del sofá, usando los brazos como almohada. Lena la miró fijamente durante un largo rato, preguntándose qué había pasado por la mente de la morena anoche, cuando había decidido dormir aquí afuera en vez de la cama. ¿Le había dado la impresión a Yulia de que no la quería en su cama o simplemente lo había deducido?

Finalmente se movió poniéndose en cuclillas a su lado. Tocando suavemente su hombro.

-Oye - susurró. Los ojos de Yulia se abrieron y parpadearon varias veces.

-¿Qué hora es?

-Tarde. Ven a la cama - dijo poniéndose de pie.

-No quería que tú ... bueno ...

-No. Ven a la cama - dijo nuevamente. Ahora no era momento para una charla.

Yulia se sentó, torciendo su cuello hacia atrás y adelante, luego estiró los hombros hacia atrás. Siguió a Lena, esperando hasta que ella estuviese bajo las sábanas antes de entrar.

Yulia permaneció en su lado y Lena estuvo agradecida. Estaba cansada y sólo quería volver a dormir.

-Gracias - murmuró la morena. Lena sonrió.

-Buenas noches, tigre.



Hola chic@s, feliz finde para todos. Disculpen por no haber podido actualizar, pero recién me he sometido a una cirugía lo que me ha llevado a estar en cama para poder recuperarme. Gracias miles por las personas nuevas que se han unido al foro y sobre todo comentar. Me hacen muy feliz.

Capítulo 28:


-Oh, lo sé - dijo Lena con una carcajada - Ella me dijo en términos inequívocos que Zumba no era parte del plan de estudios.

Fiona se echó a reír junto con Lena, preguntándose cuándo había sido la última vez que había reído con tantas ganas y sinceridad.

Se había encontrado ayer con la pelirroja en el corredor y Lena había sugerido que compartieran el almuerzo de hoy. Estuvo de acuerdo, pensando que podría tener la oportunidad de hacer algunas de las preguntas que Madre Hogan le había indicado. Pero ahora, sentada en el patio con nubes y una ligera brisa que mantenía una temperatura confortable, se estaba divirtiendo demasiado como para estar preocupada con el interrogatorio previsto de la Madre Hogan.

-A ella le gusta fingir que dirige la escuela - dijo Fiona - Cuando el director Sarinov se fue todos esperábamos que se retirara pero se mantuvo aquí. Al director Marcus parece gustarle.

-Tal vez sólo la tolera - sugirió Lena.

Fiona asintió, su mirada se desplazó por el aspecto de Lena... su cabello rojizo escondido detrás de cada oreja, piel suave, maquillaje aplicado para lucir como si no tuviese nada de maquillaje. Fiona no usaba maquillaje, nunca lo hizo. Sólo cuando fue a la universidad vio mujeres con maquillaje. Una noche, cuando se había sentido particularmente rebelde, casi había comprado algunos. Pero al final recordó la advertencia de la Madre Hogan de no dejarse atrapar por el mundo exterior. Deseaba tenerlo ahora. Lena se veía tan fresca, tan sana. Tan hermosa. Sus ojos verdes hoy tenían un toque más gris en ellos, tal vez por estar afuera. También había un brillo en sus ojos que envidiaba y se preguntaba si alguna vez tendría eso. Se dio cuenta que estaba mirando fijamente a Lena cuando dejó de hablar.

-¿Estás bien? - Preguntó la pelirroja suavemente. Ella se inclinó sobre la mesa, apoyando la mano en el antebrazo de la mujer. Sus dedos eran cálidos y Fiona disfrutó el tacto.

-Sí. Lo siento, estaba ... - ¿Mirando fijamente? sí, Fiona, ella se dio cuenta, se reprendió a sí misma. La miró nuevamente, sus ojos expresivos - Tú y Yulia están realmente enamoradas ¿no es así? - Lena pareció sorprendida por la pregunta y Fiona se sorprendió al ver un leve rubor cruzar sus mejillas mientras se sentaba hacia atrás.

-Sí. Lo estamos - dijo con una sonrisa - ¿Eso te molesta?

-Oh, no. No tengo problemas con eso. Ahora estoy acostumbrada. Es sólo que... bueno, debe ser agradable - dijo e incluso ella escuchó la melancolía en su voz. Lena ladeó la cabeza.

-¿Nunca has estado enamorada? - Fiona negó con la cabeza.

-No. No puedo ni imaginar lo que se siente - Lena levantó una ceja lentamente.

-¿Ni siquiera del padre de tu bebé? - Los ojos de Fiona se abrieron con sorpresa.

-¿Lo sabes? - Lena se inclinó hacia delante, bajando su voz.

-No se te notaba el domingo pasado, lo juro, pero hoy ... - dijo aterrizando su mirada en el estómago de Fiona que sobresalía ligeramente.

Fiona lo cubrió rápidamente, sin saber qué decir. Sabía lo suficiente acerca de la anatomía y el parto como para saber que no debería notarse durante meses, sin embargo, cada día se sentía más grande. No sabía que mirada tendría en su rostro, pero los dedos de Lena rodearon su brazo nuevamente.

-Cariño, lo siento ¿Aún no quieres que alguien lo sepa? - Fiona no sabía cómo responder a eso y casi entró en pánico, pero Lena le apretó el brazo cariñosamente - Lo siento. No es mi problema en absoluto.

-Es solo que...

-No, está bien. No debería haber dicho nada - Lena sonrió antes de retirar la mano - ¿Supongo entonces que no estás enamorada de este sujeto? - Fiona sintió la risa que se formó y la dejó escapar. No era una risa alegre, pero era una risa.

-No, enamorada no. Definitivamente no.

Lena la miró como si quisiera decir algo más, pero en vez de eso recogió su sándwich. Entonces, como si luchara consigo misma, bajó el aperitivo.

-No es de mi incumbencia, pero este sujeto, él no ... te forzó, ¿no? - Fiona sintió una oleada de... algo. Ni siquiera tenía palabras para eso, era tan ajeno a ella. Lena la miraba con tanto interés genuino, casi simpatía, que un calor se extendió a través de ella. No estaba acostumbrada a que alguien fuera cariñoso y Lena sin duda lo era, como si le importara, como si ella le importara, era algo tan extraño, tenía dificultades para comprenderlo.

Finalmente reconoció la pregunta, sabiendo que Lena se alarmaría si no respondía.

-No. No fue así - dijo vagamente.

-¿Pero él es de Hoganville?

-Si.

Una vez más, los ojos de Lena estaban llenos de preguntas, pero sonrió, luego se rió.

-Sin ánimo de ofender, Fiona, pero Hoganville es un poco raro - dijo ella.

Fiona casi se atragantó con el agua que acababa de tomar y tuvo miedo de escupirla. Borró la sonrisa de su rostro antes de mirarla.

-¿Raro?

-Bueno, tal vez raro no es la palabra correcta - dijo Lena - Pero estoy fascinada con eso.

-¿Sobre qué?

-Fuimos a la cafetería una mañana, con la esperanza de conseguir el desayuno - dijo Lena. Fiona se echó a reír.

-Sí, lo he oído - Lena sonrió.

- Esther Hogan fue bastante intimidante.

-Sí, lo es - Fiona estuvo de acuerdo.

-No nos dieron el desayuno, pero ella fue lo suficientemente amable como para enviarnos a casa con huevos y tocino - Lena recogió el resto de su almuerzo y lo metió en una bolsa de basura - ¿Por qué hay una cafetería en el pueblo si no les gusta que la gente de la escuela vayan allí?

-La cafetería tiene horas impares - dijo Fiona - Selma prepara la comida. Está abierto al público cuando desean que lo esté - vaciló sin saber cómo explicarlo. O si incluso debería explicarlo - Los extraños van ahí y eso está bien. Pero cuando la gente de la escuela va, no les gusta - dijo ella.

-¿Porque no somos extraños?

-Más o menos, sí. Ustedes están aquí. Todo el tiempo. Los extraños pasan por comida y no regresan.

-Pero no hay puestos de trabajo por aquí ¿no? - Dijo Lena y era más una afirmación que una pregunta.

-No. No son necesarios - dijo ella sabiendo que probablemente provocaría más preguntas.

Sorprendentemente, Lena se limitó a asentir, aunque Fiona sabía que tenía curiosidad. Tan feliz como estaba de haber hecho una nueva amiga, sabía que no era mucho lo que podía compartir con ella. Se alegró de que Lena dejara pasar el tema. Mientras caminaban hacia el interior, la pelirroja hizo un gesto hacia su estómago protuberante.

-¿Cuánto tiempo tratarás de ocultarlo?

-No lo sé - dijo con sinceridad. Madre Hogan no le había dado ninguna instrucción al respecto. Hizo una nota mental para preguntarle este fin de semana cuando regresara a casa.